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RESUMEN: En este artículo se esboza una trayectoria sobre la obra narrativa y ensayística del premio Nobel peruano
en la que se pretenden estudiar sus constantes temáticas, sus claves estilísticas y su poética explícita e implícita de la
ficción narrativa. Asomándonos a sus obras cumbres, Conversación en La Catedral, La guerra del fin del mundo o La fiesta
del Chivo intentamos entresacar de toda su obra novelística y ensayística las claves que sustentan su tan portentoso
y coherente universo narrativo y teórico, así como las constantes técnicas y estructurales que definen su vocación
literaria. Palabras clave: premio Nobel, M. Vargas Llosa, obra narrativa, ensayo, claves estilísticas, ficción narrativa,
universo narrativo. Abstract: This paper outlines the main paths explored by Peruvian Nobel laureate Mario Var-
gas Llosa on both narrative and essay. I focus on unveiling his recurrent themes, some keys to understand his style,
and the author’s explicit and implicit poetics on narrative fiction. An analysis of some of his master works such as
Conversación en la catedral, La guerra del fin del mundo and La fiesta del Chivo, offer the keys not only to understand the
coherent foundation of his fictional universe and his theoretical approach to such, but also the common literary
techniques and narrative structures characterizing his literary career. Keywords: Nobel Prize, M. Vargas Llosa, narra-
tive work, essay, stylistic keys, narrative fiction, narrative universe.
sórdida y sorprendente en torno a un burdel de ciente, con su público, acaso porque con un
Piura; Conversación en La Catedral (1969) que sabio olfato comercial ha conseguido atraer a
recrea la opresión de la dictadura de Odría en una considerable masa de lectores adicta a la
los ambientes estudiantiles, y La tía Julia y el es- modernidad pero, quizás, fatigada también de
cribidor (1977), una polémica ficción autobio- hueros experimentalismos y ansiosa de escri-
gráfica sobre su primer matrimonio. tores eficaces que sepan "contar una historia".
Mario Vargas Llosa llegó a España en 1958 Dicho esto, quizá también convenga recordar
con una beca de estudios. Pero su meta era Pa- que el Vargas LLosa de estas últimas y más li-
rís, y fue allí donde se instaló un año después. geras entregas es un escritor menos interesante
Tras seis años en esta ciudad, y ya separado de (aunque siempre desde la maestría técnica) que
Julia Urquidi, Mario Vargas Llosa se casa en el ambicioso novelista de las décadas pasadas.
Lima con su prima Patricia Llosa, en 1965, y Para Vargas Llosa la literatura siempre ha
con ella emprende de nuevo el viaje a Europa. nacido de un poderoso y fascinante deseo de su-
París, Londres y Barcelona fueron, hasta 1974, perar las barreras de la prosaica realidad: "La po-
sus lugares de residencia. El autor aún prefie- sibilidad de romper esos límites que en la realidad
re hoy el anonimato que le ofrece Londres para no conseguimos nunca romper. A nosotros, como
proseguir con su puntual tarea de escribir. seres humanos, se nos ha dado esa terrible dicoto-
mía, desear porque estamos dotados de imagina-
La política, la fama y el liberalismo. ción y de deseos, de apetitos tener mil vidas, vivir
En la actualidad, tras su frustrada participación todas las experiencias que nuestra imaginación y
como candidato liberal a la presidencia de Perú que nuestros deseos pueden inventar y tener una
en 1990, Vargas Llosa se dedica plenamente a sola vida, tener unos límites que son muy estric-
la literatura, que compagina eventualmente tos y que son infranqueables. Lo maravilloso, lo
con los artículos que publica en El País. extraordinario, es que los hombres encontraron
Entre las más importantes distinciones una manera de romper esos límites mediante la
que ha recibido, solo entre las concedidas a la literatura. Creo que nada como la novela es el ve-
literatura en lengua española, figuran el pre- hículo, el puente del que se sirven los hombres
mio Rómulo Gallegos (1967); el Príncipe de para vivir esas vidas que no podemos vivir. Creo
Asturias (1986), compartido con Rafael Lape- que por esa razón leemos novelas y que por esa
sa; el Planeta (1993), con la novela Lituma en razón este novelista escribe novelas."
los Andes, el Cervantes (1994) y, por fin, hace Su primer libro, Los jefes (1959) es una co-
unos meses, el Premio Nobel. lección de relatos en los que ya se pueden ras-
Nacionalizado español en 1993, Mario trear elementos temáticos
Vargas Llosa suma desde enero de 1996 su ac- y estructurales que cons-
tividad como escritor plural a la de académico tituyen la base de su obra
de la Lengua, institución en la que ingresó con posterior. Aparece aquí, por
un discurso sobre Azorín. Su presencia en Es- primera vez, un personaje,
paña es cada día más habitual. Lituma que se convertirá en
recurrente hasta hoy mismo
OBRA en su obra narrativa. Una
suerte de alter ego moral a
El sargentoLituma y el escribidor: (la obra través del que juzgar (bajo
narrativa de Vargas LLosa). la forma, en ocasiones, del relato quasi policiaco)
Mario Vargas Llosa es, de entre los escritores la realidad social de su país y con el que ha con-
del boom, el que, junto a García Márquez, ha vivido durante treinta y cinco años, en concreto
sabido mantener una mayor conexión, cre- hasta su novela Lituma en los Andes.
grandes novelas en español del siglo pasado, friso histórico y aventurero con el que el nove-
retrato en negativo de una sociedad espectral, lista peruano recrea y da vida a los personajes de
podrida por la corrupción que acarrea siempre la singular epopeya brasileña del siglo pasado, la
el poder absoluto. Y es el retrato de un alma, la guerra de Canudos, ya relatada en la época por
de su protagonista, Zavalita, que “se jodió” el Euclides da Cunha en su monumental Los serto-
mismo día que el Perú y que bracea por salir al nes4 y de quien es explícitamente deudor el texto
aire de la felicidad, intentando comprender los de Vargas Llosa.
orígenes de su debacle, individual y colectiva. Efectivamente, Vargas Llosa ha tenido la au-
Novela dura, densa, tensa, extraordinaria, una dacia de convertirse en escritor realista, bajo la
verdadera obra maestra. tutela de Balzac o Tolstoi, pero, a la par, sin olvi-
Tras una obra tamaña, que lo debió de dar en ningún momento que se trata de un escri-
dejar exhausto, la década de los setenta se nos tor moderno, es decir, alguien que tiene más que
presenta como un pa- bien asimiladas las técnicas narrativas del siglo
réntesis más ligero, una XX. Así, la aparente linealidad de la composición
suerte de descansadero, se rompe en múltiples secuencias contemporá-
de divertimento, el que neas, con sus respectivas analepsis, que se van
se corresponde con la tejiendo en orden creciente y cronológico hasta
publicación de Pantaleón conformar una suerte de pirámide que culmina,
y las visitadoras (1973) y en la última parte de la novela, con la derrota y
La tía Julia y el escribidor
(1977)2, pero lleno de
interesantes sugerencias,
como el uso de la lite-
ratura dentro de la lite-
ratura, o el juego con lo
autobiográfico de una
manera explícita, y mar-
cado por un giro signi-
ficativo en el autor, cual
es la aparición en su obra
del humor3. Inmediata-
mente después, Vargas
Llosa convoca lo mejor
de su talento en la redac-
ción de una nueva novela “deicida”, totalizado-
ra, de gran aliento, deicida, La guerra del fin del
mundo (1982). Puede decirse que si Conversación
en La Catedral es su mejor novela de vanguardia,
técnicamente innovadora y que busca un lector
activo, La guerra del fin del mundo sería su gran
libro "decimonónico", expresión depurada de su
alta habilidad para "contar historias", como la sa-
ludó la crítica, ahíta quizá de experimentalismos
inanes y gratuitos. En efecto, en este relato es la
arquitectura, el sentido de la composición, quien
protagoniza estructuralmente un impresionante
destrucción final de los yagunzos amotinados. narrativa extraordinaria de Juan Carlos Onet-
El resultado es un texto monumental de ficción ti, ofrece un prólogo totalmente al margen del
narrativa construido sobre la base histórica de tema del libro en el que plantea de nuevo su
la guerra que sostuvo Antonio Consejero y sus tesis fundamental y vindica una vez más su pro-
huestes de desharrapados contra la república pia novela (evidentemente, para mí, más por el
brasileña, y una reflexión sobre el fanatismo en propósito especulativo, poético y antropológico
sus vertientes política y religiosa que resulta de de la misma que por los resultados alcanzados):
una gran modernidad5. en los albores de la civilización, cuando la inte-
Y una vez más, su obra ligencia comienza a desplazar al instinto, es la
posterior, hasta La fiesta del imaginación, la ficción, la capacidad para relatar
Chivo, se puede calificar sin historias que trasmiten la memoria no genética
ambages de menor: fiel a su de la especie, lo que definitivamente separa al
capacidad técnica y a su ta- mundo humano del de los animales: “Quienes
lento narrativo, el escritor están allí, escuchando al contador, arrullados
peruano ha seguido produ- por las imágenes que vierten sobre ellos sus
ciendo textos notables, muy palabras, ya antes, en la soledad e intimidad,
amenos argumentalmente y, habían perpetrado, por instantes o ráfagas, esos
desde el punto de vista for- exorcismos y abjuraciones a la vida real, fanta-
mal, de gran perfección. Pero seando o soñando. Pero convertir aquello en
en ningún caso memorables. una actividad colectiva, socializarla, institucio-
Ni Historia de Mayta (1984), nalizarla, es un paso trascendental en el proceso
ni ¿Quién mató a Palomino de humanización del primitivo, en la puesta en
Molero? (1986), en las que marcha o arranque de su vida espiritual, del na-
vuelve a aparecer el personaje cimiento de la cultura, del largo camino de la
del sargento Lituma, conver- civilización” (p. 16). Apunta aún más alto el pe-
tido ya en un alter ego moral, ruano, llega a decir que sin la ficción no existiría
testigo de la deflagración so- la libertad. De todo ello quiso dar cuenta en este
cial del país, están a la altura libro, lleno de buenas intenciones, bastante fría-
de sus anteriores entregas. mente acogido por la crítica y los lectores, que
Tampoco El hablador (1987), se llama El hablador, y que se ha convertido para
acaso su novela menos conse- él en su poética explícita de la ficción. A modo
guida, pero por la que, estoy de anécdota, Vargas llosa cuenta cómo la idea de
bien seguro, su autor siente este hablador le llegó del relato en primera per-
una tremenda simpatía: en ella se cifran los re- sona de unos amigos suyos, los Snell, residentes
sortes más hondos e intuitivos de su poética de la en la selva desde hace lustros. Luego, más de
ficción. Este texto es de nuevo fruto de su viaje a veinte años después, ni estos sus amigos, ni los
la amazonía en 1958 y del deslumbramiento que propios indios machiguengas del alto Urubam-
le produjo su encuentro con una cultura oral pa- ba le volvieron a dar noticias sobre los habla-
leolítica, la de los habladores, una suerte de aedos dores, a excepción de respuestas evasivas: “¿Me
de la selva, que el novelista quiere señalar como soñé con todo aquello, pues? Estoy seguro de
símbolo del origen universal de todas las literatu- que no. Y estoy seguro también de que los “ha-
ras: la necesidad que siente el ser humano de ser bladores” no son criaturas de mi imaginación.
en otras vidas, de que le cuenten historias, como Existen y, ahora mismo, alguno de ellos está re-
información, como placer y como consuelo. corriendo los bosques o hablando, hablando, en
En su reciente ensayo El viaje a la ficción los claros o aldeas de la tribu, ante una ronda de
(2008), un lúcido y generoso recorrido por la caras crédulas y maravilladas” (p. 25).
Entre medias de dos textos eróticos in- apus, dioses-montaña del lugar. No cabe duda
terdependientes, en tanto que relatan la historia de que el motivo originario de la novela partió
de los mismos personajes, Elogio de la madrastra de aquellas investigaciones.
(1988) y Los cuadernos de don Rigoberto (1997), Al cabo, surgen una serie de historias de
llenos de inteligencia narrativa y pasión, espe- las que es obligado testigo su autoridad mili-
cialmente brillante el segundo, una novela de tar, el cabo Lituma, el mismo que años antes
impecable factura narrativa, una historia de resolvió el misterio de la muerte de Palomino
lujo, de voyeurismo (como su antecesora), lu- Molero, que aparecía fugazmente durante la
josa y cosmopolita, entretenida y, al fondo, di- frustrada revolución de Mayta o en El visi-
seccionadora de una atroz tante, uno de los primeros relatos de Vargas
soledad metamorfoseada, Llosa; el mismo que, ya de sargento, ascenso
claro, en la historia de una que, por cierto, le llega al final de esta novela,
obsesión. En medio de vivirá, a caballo entre Piura y Santa María de
ambas, como decía, Var- Nieva, una bella historia de amor y derrota
gas Llosa ganó el Premio en La casa verde: personaje, pues, que con el
Planeta en 1993 con una paso de los años se ha transformado, como
novela policiaca, Lituma dije, en un alter ego moral del escritor, un hé-
en los Andes, ambientada roe mítico que existe más allá de las cronolo-
en el mundo del terro- gías y los anacronismos. En esta ocasión debe
rismo que durante años enfrentarse al terror indiscriminado de los
ha asolado buena parte senderistas, a las supersticiones infrahumanas
de su país: a sus lectores de los serruchos, a su propio miedo y a sus
habituales no les resultará
difícil encontrar las claves
temáticas, los demonios
que han movido en esta
ocasión su pluma: bastará
con que repasen el tercer
volumen de sus ensayos Contra viento y ma-
rea (Barcelona, Seix Barral, 1990), allí se to-
parán con el informe-reportaje Sangre y mugre
de Uchuraccay, págs. 87-226, en el que, a raíz
de la muerte de unos periodistas en extrañas
circunstancias en territorio andino controlado
por los terrucos de Sendero Luminoso, y como
comisionado por el gobierno para esclarecer
tales asesinatos, el novelista relata por extenso
el origen del terrorismo, la singular idiosincra-
sia de los habitantes de estas altas planicies,
sus ritos mágicos, telúricos, sus creencias,
miedos, afanes y supersticiones milenarias: y,
sobre todo, la convicción o sospecha de que
junto al terror inoculado por los iluminados
maoístas de Sendero, estas muertes pudieron
perfectamente ser fruto de ritos atávicos, in-
confesables, aquelarres de sangre y mugre a los
propios demonios, debe indagar, además, la "obras construidas como un orden riguroso y
suerte de estos tres desaparecidos en extrañas simétrico, con principio y fin, que se cierran
circunstancias, protegerse de los brotes terro- sobre sí mismas y dan la impresión de la sobe-
ristas en los alrededores, espantar el pánico ranía y lo acabado". En su más reciente artículo
de los trabajadores del poblado, dominados en El país, un homenaje a su paisano Luis Loa-
por las supercherías de Dionisio el cantinero yza, alude con precisión a estas dos rémoras
y su mujer Adriana, con fama de bruja entre fundamentales de la crítica, la asépticamente
los lugareños. academicista y la impresionista y volandera de
los diarios: “En nuestro tiempo, la crítica se ha
Los otros Vargas Llosa: del brillante ensayis- apartado de esa buena tradición y escindido
ta al dramaturgo frustrado. en dos direcciones que están, ambas, a años
Vargas Llosa ha desarrollado una vasta obra luz de la que encarnan los ensayos de Luis
como crítico literario, columnista de prensa y Loayza. Hay una crítica universitaria, erudita,
autor teatral. Algunos de sus más apreciados generalmente enfardelada en una jerga técnica
libros en este campo son los análisis literarios: que la pone fuera del alcance de los no espe-
García Márquez: historia de un deicidio (1971), cialistas y, a menudo, vanidosa y abstrusa, que
La orgía perpetua: Flaubert y Madame Bovary disimula detrás de sus enredadas teorizaciones
(1975) o Carta de batalla de Tirant lo Blanc lingüísticas, antropológicas o psicoanalíticas,
(1991); las colecciones de artículos, Contra su nadería. Y hay otra, periodística, superfi-
viento y marea (1983) y Desafíos a la libertad cial, hecha de reseñas y comentarios breves y
(1994), su libro de memorias El pez en el agua ligeros, que dan cuenta de las nuevas publica-
(1993) Cartas a un joven novelista (1997), y el ciones y que no disponen ni del espacio ni del
ya citado El viaje a la ficción. El mundo de Juan ánimo para profundizar algo en los libros que
Carlos Onetti (2008). comentan o fundamentar con argumentos sus
Como Julio Cortázar, el peruano une a valorizaciones.” Sus ensayos, por el contrario,
su condición de creador la de ser un talentoso son profundos y asequibles al lector profano,
teórico de la literatura, buena prueba de ello libres y creativos: utiliza las obras literarias aje-
son algunos de los ensayos citados. Precisa- nas como una materia prima para ejercitar la
mente en su entusiasta alegato en favor de Ma- imaginación crítica y, a la vez que enriquece
dame Bovary denunciaba la literatura críptica la comprensión de las obras que lo inspiran,
y hermética en tanto que se convierte en un es en sí mismo excelente literatura. Para lo-
saber especializado, sectario y remoto. Pero en grar ambas cosas hace falta amar de veras los
aquellas mismas páginas libros, ser un lector perti-
rechazaba algo que, acaso, Por encima de un quehacer naz, estar dotado de luci-
él mismo ha rondado en lujoso y ornamental, para dez y sutileza de juicio, y
estos últimos tiempos: "la escribir con inteligencia y
literatura para el consu- Vargas Llosa la literatura claridad. Nada mejor que
mo, programada para con- debe ser comunicación [...] sus propias palabras a pro-
vertirse en best-seller con pósito del amigo ensayista
técnicas bien definidas que incluyen un ligero para definir su propia convicción, y pasión, de
maquillaje moderno". Por encima de un que- crítico literario que busca en las lecturas ajenas
hacer lujoso y ornamental, para Vargas Llosa coartadas para defender su propia poética de
la literatura debe ser comunicación. Dado el la ficción.
talento y la finura con que él mismo "constru- Existe también un Vargas Llosa dramatur-
ye" arquitectónicamente sus obras, es lógico go. Leyendo o viendo representadas cualquiera
que manifieste también su preferencia por las de sus obras, se advierte en todas ellas que el
ritmo dramático está muy mediatizado por el a presidente de su nación se somorgujara, pez
narrativo. Son obras de teatro en que muchas en el agua, en la literatura, por fin, para respirar
de las cosas no suceden en escena, sino que se de nuevo. Y ese baño lo hubiera revitalizado de-
relatan. De hecho, al me- finitivamente tras un período notable de sequía
nos en España, el exitoso narrativa, los tres años de actividad y militan-
novelista fracasa como cia aquí narrados con pelos y señales, más ese
dramaturgo en cada es- último decenio en su conjunto, no especial-
treno. Creo que se trata mente notorio en frutos. Ese desfallecimiento
de un gran aficionado al progresivo que culmina en campaña política
teatro que no se resiste, toca fondo con la derrota electoral, de suerte
de tanto en cuanto, a lle- que con este volumen de memorias, el escri-
var también a las tablas tor peruano vuelve por sus fueros y recupera el
sus demonios, porque si placer de lo que en su conocido ensayo sobre
hay algo evidente es que Madame Bovary él mismo calificó como "orgía
todas sus piezas dramá- perpetua": la literatura.
ticas reproducen tal cual El segundo motivo consiste en descubrir,
las obsesiones de su obra al hilo de los recuerdos de la campaña para la
narrativa. Así, las dos pri- presidencia y su batalla, ideológica primero, vil
meras, La señorita de Tacna y cuerpo a cuerpo después, contra sus rivales,
y Kathie y el hipopótamo, Alan García y Fujimori, cómo el afán político,
escritas inmediatamente la legítima ambición por llevar tus ideas a la
después de La tía Julia y práctica en pro del bien común, lo que se suele
el escribidor tienen como conocer como erótica del poder, puede volverse
tema común el de "la ver- contra uno mismo y destruirlo: el novelista au-
dad de las mentiras", por pado a candidato por los líderes de la derecha,
resumirlo con el título de para llevar a cabo una reforma radicalmente li-
una colección de ensa- beral descubre atónito, incrédulo y hastiado por
yos del autor. De análogo ese orden que el único objetivo de los políticos
modo, La Chunga retoma de carrera (si alguna vez lo fueron por vocación,
ambientes y personajes de ésta quedó hecha jirones en el camino) es con-
La casa verde: precisamen- seguir el poder, o conservarlo si ya lo poseen;
te el burdel de Piura que para ello vale todo, la calumnia, la difamación,
da título a la novela, amén el juego sucio, un plato de lentejas, en fin, a
del ya conocido personaje Lituma y su pandilla cambio de la primogenitura: la honradez, don-
de Inconquistables. cella desflorada el día, temprano, en que se des-
Mención especial merece el memorialista cubre que el fin justifica los medios.
de El pez en el agua: la fascinación de este li- El tercer motivo de fascinación lo encon-
bro reside, fundamentalmente, en tres com- trará el lector en los capítulos impares, allí
ponentes: en primer lugar, el notorio vigor donde se nos relata la infancia y juventud del
narrativo de Vargas LLosa, que vuelve aquí aspirante a escritor, sus años de aprendizaje, el
a renacer, el poderío de su prosa entusiasta, contacto con la realidad del país, su peculiarísi-
capaz de narrar con la misma contundencia y ma familia, los años de internado, los escarceos
luminosidad un viaje por la cordillera andina políticos y románticos en Lima, estudiante de
o un doméstico desayuno en familia. Vigor la San Marcos, sus incipientes pinitos literarios
que no pierde un solo ápice de frescura en es- y periodísticos, su primer matrimonio, el viaje
tas memorias, como si el baqueteado aspirante a París y la decisión de dedicarse por entero a
la literatura; todo ello recortado sobre el tras- dad, que origina el relato Los jefes; la vida de
fondo de la realidad política y social del Perú estudiante en San Marcos y su lucha contra la
durante dichos años (1936 1958), y condi- dictadura odrista (el famoso Cayo Mierda de
mentado con apreciaciones de orden literario, Conversación en la Catedral aparece aquí con su
lecturas, influencias, que nos revelan el origen verdadero nombre); sus escarceos sentimenta-
de su vocación. les en Miraflores; la tía Julia; el viaje a la selva
El contraste, contrapunto, entre los capí- amazónica y la fascinación imperecedera que
tulos "literarios" (preliminares a su dedicación le produjo, motor de, al menos, cuatro novelas
plena a la escritura) y los "políticos" (años de suyas: La casa verde, Pantaleón y las visitadoras,
campaña) resulta especialmente feliz en estas El hablador y toda la parte central de El sueño
memorias, amén de una técnica muy querida del celta; viaje, curiosamente, relatado aquí de
por el novelista, como ya se vio al aludir al caso forma inexplicablemente escueta.
de su novela La tía Julia y el escribidor. El tono
desde el que se escriben, alternos, los capítulos El escritor y sus demonios.
de uno y otro período es de absoluta autonomía, En un conocido artículo titulado como este epí-
como si no existiesen los otros; sin embargo, el grafe, en el que el propio novelista hacía un re-
lector sabrá apreciar constantes vasos comuni- corrido por su obra, manifestaba la firme convic-
cantes entre ambos mundos, dando a la lectura ción de que la creación literaria es un reflejo de
global del libro una estudiadísima sensación de los demonios personales, históricos y culturales
unidad. Los casos de conexión son constantes y de su creador, así como su certidumbre de que la
pongo solo un par de ejemplos: tras contar en novela es forma, "composición", y que, por tanto,
los capítulos de infancia su abandono de una fe su bondad o ineficacia radican solo en su trata-
mecánica y social y su incursión ideológica en miento, no en los temas, ni en los argumentos:
el ateísmo anticlerical, en el siguiente capítulo "Esos demonios son la fuente del escritor. Aque-
relata los problemas que tuvo en la campaña llas experiencias, aquellas obsesiones, aquellos
para ser aceptado desde la derecha tradicional estímulos, están detrás de lo que escribe". Con
y opusdeísta como candidato, siendo conocido la sola excepción de la grandiosa La guerra del
y público su agnosticismo. O el contraste entre fin del mundo, y de la más que notable La fiesta
la derrota en las urnas y, a renglón seguido, la del Chivo, toda la obra narrativa de este peruano
alegría por su primer premio literario y el an- universal y cosmopolita se desarrolla enraizada
helado viaje a París. Pero en la más pura realidad de
los nexos de unión son Esos demonios son su país: el desierto, la ama-
constantes, nombres, acti- la fuente del escritor. zonía, la capital Lima o los
tudes, perplejidades ideo- Aquellas experiencias, Andes indígenas. Da la im-
lógicas... aunque aparen- presión, efectivamente, de
temente cada época está aquellas obsesiones, aquellos que Vargas Llosa no solo
escrita como si no existiera estímulos, están detrás de desea ser fiel a sus "demo-
la otra. lo que escribe [...] nios" personales alentán-
Para los lectores del dolos continuamente en
novelista peruano esta autobiografía supone su obra artística, sino de que su mundo se nutre
un reencuentro con los "demonios del escri- exclusivamente del entorno más inmediato de su
tor", personajes, ciudades y hechos vividos en biografía inicial, alimentándose una y otra vez con
su adolescencia, transubstanciados luego en la –ya lejana– experiencia fundacional de su naci-
materia literaria: la vida militar y perruna del miento como escritor.
Leoncio Prado; la casa verde de Piura; la huelga A la pregunta de por qué escribe, Vargas
de bachilleres, durante su feliz año en esa ciu- Llosa responde así, en una entrevista: "Ningún
escritor lo hace pensando en servir a sus se- fiesta del chivo (2000), un extraordinario fres-
mejantes o en mejorar a la humanidad. La li- co de quinientas páginas sobre la dictadura de
teratura es para el escritor lo que la marihuana Trujillo, en que se mezcla ante el lector (me-
para un adicto de esta yerba. No es una pro- diante esa estructura proteica, deslizante, po-
fesión. Es algo más profundo, más visceral y liédrica, marca de la casa) el horror testigo de
complejo. Se escribe en función de uno mis- Urania Cabral, que vuelve al país tras largos
mo, de una problemática personal. Es el más años de invalidez (psíquica) y exilio, y las ac-
individualista y egoísta de los quehaceres. Uno ciones a favor y en contra de quienes deciden
escribe porque ha tenido experiencias sobre que es hora de terminar con la dictadura de “el
todo negativas de las que trata de librarse. Así Chivo”. El poder absoluto como epítome del
de sencillo." mal y de la deflagración moral, de la corrup-
ción absoluta en todas las anfractuosidades
Significado del autor y su obra del alma individual
y del cuerpo social.
Del novelista de vanguardia al escritor cos- Una novela que, por
tumbrista. Las últimas novelas. momentos, recupera
Ya ha quedado claro que el "gran" novelista cul- el aroma de fresco
minaba en La guerra del fin del mundo, novela vigoroso que produ-
en que se instaura en el peruano la necesidad ce Conversación en
y la felicidad de, por encima de las técnicas y La Catedral, aunque
los alardes, contar historias. Todo eso nos pa- con una estructura
rece magnífico y solo se podría objetar al escri- menos dispersa, más
tor de talento que, a veces, da la impresión de incisiva, mucho más
convertir (aunque con inteligencia siempre) la evidente, dentro de
felicidad de su escritura en mera facilidad. Lo su plétora de secun-
que no quisiéramos pensar es que el poderoso darios, acciones en
narrador ha trocado por completo las iniciales paralelo y juegos espacio temporales que en nin-
y pletóricas ambiciones literarias totalizado- gún momento extravían la mirada insomne del
ras (eligiendo como estandarte de sus mode- lector que asiste, como testigo, al horror absolu-
los emulables a Madame Bovary y a Tirant lo to del poder cuando se vive como usurpación.
Blanch) por un deseo sumamente burgués de Novela de dictadores, fruto de aquella famosa
eficacia narrativa que, sin abjurar de la cuidada apuesta entre un grupo de escritores del Boom,
construcción, lo lleven, sistemáticamente, a la que gestó obras tan memorables como Yo, el
composición de obras menores, de tan perfec- supremo, de Roa Bastos, o El otoño del patriarca,
to acabado como prescindibilidad ética y esté- de García Márquez. Hace unos meses, en un
tica. Esperemos que, al cabo, sea verdad lo que artículo en el diario El país, a raíz de la conce-
sostenía de él su primer editor, Carlos Barral: sión del Nobel a Vargas Llosa, Carlos Fuentes
"Vargas Llosa se piensa a sí mismo como un evocaba aquella anécdota y reflexionaba con
gran escritor, a nivel de aquellos que más ad- suma lucidez sobre esta extraordinaria novela.
mira, y está dispuesto a sacrificarlo todo a la Tres años más tarde, la avidez y curiosi-
verosimilitud de esa imagen que perfila todo dad de nuestro autor, más su conocida tena-
el tiempo con todos los recursos de una inteli- cidad de trabajador incansable y documenta-
gencia poderosa y sana". lista, se enamoró de un nuevo tema y de un
Y así es, pues mucho de aquel impulso dei- nuevo personaje: Flora Tristán. Esta francesa,
cida (en el mismo sentido en que él lo acuñara: hija natural, de origen peruano (repárese de
totalizador) renace en su última gran novela, La nuevo en que, salvo la novela de Canudos y
la de Trujillo, el paisaje de fondo es siempre, son dos, pues en los capítulos impares se nos
obsesiva y enamoradamente, el mismo: Perú), relata el viaje de su nieto, el pintor Paul Gau-
víctima de un matrimonio de maltratos, huida guin, a Tahití en busca de nuevos colores, for-
de la justicia, y que hubo de abandonar a su mas y sensaciones para su otoñal mundo pictó-
hija (la madre del pintor Gauguin) al verse per- rico. En una estructura típica de otras muchas
seguida por el marido y por los autoridades, obras de Vargas Llosa (piénsese, por ejemplo,
dada su militancia política obrera, se convier- en La tía Julia y el escribidor, El hablador, El pez
te con su martirio y prematura muerte en el en el agua o El sueño del celta, como veremos) la
símbolo de una avanzadilla decimonónica en novela va alternando y trenzando las vicisitu-
pos de los derechos de las clases desfavoreci- des de la activista política y del pintor, el des-
das, incluyendo en estas a las mujeres. Muy cubrimiento de un mundo nuevo (mezcla de
bellas son las páginas en que la muchacha, ya sexualidad, aromas, imaginación y delirio) que
madre, que debe ocultar su estado por razo- se plasma en su paleta y que va conformando
nes obvias, vuelve al Perú, a la casa familiar en una obra genial y diferente dentro de su escue-
pos de sus derechos, que le niega, en tanto que la y generación impresionista. Magníficamente
hija natural, y asiste como testigo a algunas de documentada, certeramente escrita, extraordi-
las asonadas tribales de los criollos que han to- nariamente dosificada, a ratos brillante, a tran-
mado el poder tras la independencia: luchas cos insulsa, El paraíso en la otra esquina goza de
de familias nobles arequipeñas, el clasismo de una certera factura y una impecable composi-
los ungidos por el contexto social, la penuria ción, pero peca en algo definitivo: le falta vida,
y miseria de los indios, la toma de conciencia avidez, intensidad, parece escrita con la pul-
de sus raíces peruanas, el mundo vital y nuevo critud aseada de quien desea ganar un premio
de lo que apenas acaba de nacer en forma de en un taller literario. Su impecable factura y su
país precario, en Arequipa, un demorada precisión, al cabo, se
bagaje con el que Flora vuelve a diluyen en la memoria del lec-
Europa, a su Francia natal, para tor sin acabar de comprender
continuar con su lucha contra el el oscuro resorte, los demonios
poder y contra el cáncer, que, al que anidan en el alma de Flo-
cabo, la derrumba poco tiempo ra y de Koke, y que intuyo que
después, gestando en ella la au- eran los verdaderos protagonis-
reola de santa laica y aventurera tas de esta correcta novela que
tan propia de la época extrema- se pierde y a ratos ahoga en su
da que le tocó vivir, adelantada exceso de información. Pero no
a su tiempo, víctima de un pa- es una mala novela, al contrario.
triarcado y unos prejuicios (el El tema de la busca de
de los propios obreros, en pri- la felicidad, ese paraíso, que
mer lugar) contra los que no se como en el juego infantil pe-
arredró en ningún momento. Y ruano (según nos cuenta) está
de fondo, la sordidez y la trage- siempre ahí a la vista, en la otra
dia de su vida privada, el marido maltratador esquina, deviene así en una novela formalmen-
y borracho, Aline, la hija, abandonada; y como te impecable, históricamente interesante, de
tentador y a ratos luminoso contrapunto, su belleza neoclásica, a la que se le echa en falta
amistad con la polaca Olympia Maleszewska, ese barroquismo incendiario de puzzle roto y
el renacer lésbico de su sexualidad aplastada, a atormentado, esa fiesta báquica, ese abismarse
la que finalmente también abandona para con- en los infiernos que se atisba con espeluzno en
centrarse en la lucha política. Una novela que las obras mayores de Vargas Llosa. Este proce-
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“Creo que la idea de totalidad, que me parecía inseparable por un testigo excepcional, Euclides da Cunha, corresponsal de
de la idea de novela, la descubrí leyendo novelas de caballería. guerra de un diario de Sâo Paulo en la última expedición contra
Es decir, que en la vocación de la novela hay esa ambición im- los fanáticos, cuya prosa barroca y jugosa, pero precisa como
posible, la de construir un mundo total, un mundo en el que estilete, revienta de entusiasmo en las descripciones de paisajes,
todo esté expresado, todas las experiencias, todas las formas hombres, movimientos de tropas, retratos psicológicos de masas
posibles de la realidad. (...) En Conversación en La Catedral está o accidentes del infernal terreno: y ese entusiasmo del científico
muy presente esta voluntad totalizadora que seguramente sen- que, además de magnífico escritor y periodista, es (y se nota) et-
tí ya antes pero que a partir de entonces se volvió una especie nólogo, ingeniero y topógrafo, apasionado seguidor de las “mo-
de conciencia clara a la hora de escribir.” dernas” doctrinas evolucionistas y curioso indagador del mundo
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“Creo que escribiendo La tía Julia y el escribidor descubrí que entorno; ese entusiasmo, decía, se encarna en una prosa desco-
la novela no tenía nada que ver con la verdad. Por lo menos en munal, soberbia, que arrastra al lector por sus quinientas apre-
este sentido la novela tiene que ver con la mentira, la novela es tadas páginas en una aventura de caracteres épicos que quisiera
mentira. La verdad se expresa en la novela a través de la men- aunar, en el despliegue sintáctico de su voz, a Homero, Darwin,
tira, a través de una falsificación, a través de un artificio, esas Taine y Tolstoi a un tiempo: confieso que en mi vida había asis-
historias que contamos, no importa cuanto de nuestra propia tido con tanto placer a largas descripciones topográficas, de flora
historia pongamos en ellas, son inventadas, significan siempre y fauna, a las características climatológicas de un terreno y a la
una falsificación y en la medida que esta falsificación sea más importancia de tales para la configuración del carácter de unas
genuina, en la medida en que este contrabando pase inadver- gentes o para el fracaso de una expedición militar. Nadie ignora
tido, surge entonces una verdad que no es nunca la de nuestra que esta obra circuló entre nosotros con éxito indudable en los
propia historia, sino una verdad que tiene que ver más con el primeros años ochenta a rebufo de la novela de Vargas Llosa, La
lector que con las verdades del autor.” guerra del fin del mundo, su obra maestra, sobre este mismo tema:
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“Hasta entonces, muy estúpidamente, yo había evadido el el propio novelista peruano reconoció públicamente la deuda
humor, convencido de que una literatura seria no podía ser que su novela contrajo con Los sertones, en parte porque hubo
una literatura risueña. Estoy seguro de que este prejuicio ab- de defenderse de las acusaciones de plagio: no hay tal: el nove-
surdo me venía de Sartre.” lista da vida, historia, a los personajes nombrados por da Cun-
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Los sertones, de Euclides da Cunha (Madrid, Fundamentos, ha, en cuya obra el verdadero protagonista, ya se ha dicho, es el
1981), se trata de un libro que con sumo placer me atrevo a paisaje, la tierra, esos sertones eriales, despoblados, incomunica-
calificar de obra maestra. Lo que ya no estaría tan seguro, a la dos, asolados por un clima maldito y sin juicio. En el relato de
hora de las calificaciones y de las etiquetas, es de decir si trata da Cunha apenas si se singulariza a nadie, lo que importa es la
de una novela: a mitad de camino entre el tratado histórico y vastedad de lo narrado: desde el movimiento de las tropas o la
geográfico, la crónica periodística, el poema épico y el ensayo miseria y pobreza de los pobladores, hasta la calidad humana de
antropológico, Los sertones, publicado en 1902 como ampliación los sentimientos que afloran en una campaña militar irracional
de los reportajes de guerra y de un diario escrito in situ, relata y prepotente, en la que la presunta superioridad gubernamental
las cuatro expediciones sucesivas y catastróficas que, finalmente, provocó actitudes suicidas y generó, como corolario, la descom-
tras infinidad de muertos, desgaste y calamidades, consiguieron posición moral de una tropa selvatizada y bestial, reflejada con
terminar en 1897 con la agitación bandolero-religiosa suscitada plasticidad en el libro cuando, al margen ya de toda disciplina,
por la vehemencia retórica de un iluminado profeta laico, Anto- se confunden sitiadores y sitiados. Sitio bárbaro, en fin, a la al-
nio Conselheiro, el bom Jesus encarnado para anunciar la Nueva tura épica y literaria de Numancia o Masada. Creo, pues, que va
del fin del mundo entre los misérrimos yagunzos del Sertón bra- siendo hora de que este libro mítico, fundador de la literatura
sileño, territorio hostil y sin civilizar, dejado de la mano de Dios brasileña, vuelva a estar al alcance de los lectores españoles. La
por pura orografía secarrada y correosa, lejos tanto de la costa traducción es muy buena, a pesar de cierto retoricismo arcaizan-
civilizada, liberal y republicana, como del interior selvático e in- te que, tal vez, convendría revisar. Un libro, en fin, escrito con
dígena: zona inverosímil de mestizaje incomunicado, a merced tanta pasión y entusiasmo que difícilmente puede no contagiar-
de los vientos, las tormentas y el sol implacable. En ese medio es se: sobre todo si la pasión va secundada por la inteligencia y el
fácil que acrisole un milenarismo místico, entre el sebastianismo poderío de la palabra.
político y la superstición sincretista de la religiosidad popular 5
“En la historia de Canudos me pareció que estaba como sin-
brasileña. Allí, a finales del siglo pasado, parapetados en Canu- tetizada la historia de nuestros países, es decir, la historia de
dos, uno de sus poblachones mejor resguardados por la orografía nuestro fanatismo, de nuestras intransigencias, la historia de
insensata de aquellas tierras ásperas, se instaló una plétora de esas ideologías que a nosotros también nos han enconado, nos
gente variopinta y miserable: mujeronas, bandoleros, pastores han incomunicado y precipitado en matanzas absurdas e in-
nómadas, asesinos, beatos y perdedores se despojaron de todo lo comprensibles.”
poco o mucho que tuvieran, edificaron una iglesia de altas torres 6
“Creo que escribir novelas es una experiencia apasionante, quizá
y se cobijaron bajo la santa férula del Conselheiro a la espera in- la más fascinante de todas la experiencias, pero no es una expe-
minente del fin del mundo en lucha sin cuartel, a muerte, con el riencia que se puede llamar divertida. Al principio es una expe-
Anticristo, encarnado en la flamante República brasileña. Se trata riencia triste, que a uno lo aísla de tal manera que uno siente una
sobre todo, como ya habrá advinado el lector, de una intensa y inmensa inseguridad. Yo me doy cuenta muchas veces de cómo
lúcida reflexión apasionada de ese tópico sociológico y literario todavía después de llevar tantos años escribiendo novelas, en la
que vertebra el siglo XIX latinoamericano: civilización y barbarie: mañana estoy buscando pretextos para no acercarme al escritorio
baste pensar en el argentino Sarmiento y su Facundo. En esta e invento las cosas más disparatadas para no enfrentarme a ese
ocasión el tópico se encarna en una historia apocalíptica, narrada instante terrible de tener que inventar.”
RESUMEN: En este breve artículo se comentan algunos aspectos que nos han parecido más destacables de la última
novela de Mario Vargas Llosa, El sueño del celta, tomando como referente dos observaciones del propio autor en
su ensayo La orgía perpetua, sobre sus preferencias a la hora de escribir un relato. Palabras clave: Novela, narrativa,
Vargas Llosa, crítica literaria. Abstract: This brief article discusses some issues that we felt were highlights of the
latest novel by Mario Vargas Llosa, The Celtic Dream. We refer to two comments by the author himself in his essay
The Perpetual Orgy where he refers to his preferences when writing a story. Keywords: Novel, Theory of narrative,
Vargas Llosa, Literary criticism.