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UNIVERSIDAD DE JAÉN
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Resiliencia. Revisión
Bibliográfica.
Junio, 2014
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ÍNDICE
1. Introducción …………………………………………………………….. 3
3.1. Definión del concepto: del enfoque individual al enfoque grupal .... 10
6. Conclusión …………………………………………………………….... 19
7. Bibliografía ……………………………………………………………… 21
8. Anexos ………………………………………………………………….. 31
2
Resumen: El propósito del presente trabajo es realizar un recorrido sobre la evolución
en el estudio del concepto de resiliencia, en la cual se distinguen dos generaciones. La
resiliencia se refiere a la capacidad de los seres humanos para hacer frente y salir
enriquecidos de las adversidades. Además, se pretende revisar brevemente la variedad
de definiciones de resiliencia (debe estar siempre presente la noción de adversidad,
proceso y adaptación positiva), y los modelos y teorías planteados a lo largo de las tres
últimas décadas. Por último, se examinarán algunos de los factores que se han
propuestos asociados a ella (apoyo externo, autoestima, autoconcepto, autocontrol,
locus de control, estrategias de afrontamiento, optimismo y sentido del humor), y
reflejar la relación de este constructo emergente con el bienestar físico y mental.
1. INTRODUCCIÓN
Es en este punto donde entra en juego el estudio de la resiliencia, que busca entender
por qué algunos individuos son capaces de resistir e incluso salir enriquecidos de las
adversidades.
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2. DESARROLLO HISTÓRICO
Primera generación
Comienza a principios de los años setenta, con una serie de investigaciones realizadas
con población infantil que vivía en situaciones de riesgo derivadas sobre todo de
pobreza y enfermedad mental de los padres (Garmezy, 1974; Garmezy, Masten y
Tellegen, 1984; Rutter, 1979; Werner y Smith, 1982; 1992).
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oportunidades que les ofrecía la vida. Al principio se les consideró como seres
excepcionales e invulnerables, sin embargo, a medida que se identificaban sus rasgos
personales y sociales, se hizo evidente que su resiliencia se alimentaba de capacidades
ordinarias. Por ejemplo, todos los que superaron las condiciones adversas habían
establecido lazos seguros de afecto y apoyo con alguna persona durante su infancia, que
no era necesariamente alguno de sus padres.
Rutter (1979; 1985). Ser mujer, buen temperamento, clima escolar positivo,
autodominio, autoeficacia, habilidades de planificación, y una relación personal
cercana, cálida y estable con al menos un adulto.
Werner (1982); Werner y Smith (1992). Ser mujer, fuerte físicamente, socialmente
responsable, adaptable, tolerante, orientada hacia metas concretas, buena comunicadora
y con un buena autoestima, ambiente de apoyo y cuidados dentro y fuera de la familia.
Garmezy (1991); Garmezy, Masten y Tellegen (1984). Efectividad (en el trabajo, juego
y amor), expectativas altas, perspectivas positivas, autoestima, locus de control interno,
autodisciplina, habilidades de resolución de problemas, habilidades de pensamiento
crítico y sentido del humor.
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problemas, iniciativa y creatividad (habilidad para crear orden, belleza y finalidad a
partir del caos y el desorden).
Segunda generación
Yo tengo
Una o más personas dentro o fuera de mi entorno familiar en las que puedo confiar
plenamente, que me aman de forma incondicional y me proporcionan estabilidad.
Personas que me alientan a ser independiente, pongan límites a mi comportamiento, y
sean buenos modelos a imitar.
Acceso a la salud, a la educación y a servicios de seguridad y sociales que necesito.
Yo soy
Una persona que generalmente agrada a la mayoría de la gente, tranquila y bien
predispuesta.
Una persona que se respeta a sí misma y a los demás, siente empatía por los demás y se
preocupa por ellos.
Alguien que logra aquello que se propone y que planea para el futuro, responsable de
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mis propias acciones y acepto sus consecuencias, y segura de mí misma, optimista,
confiada y con esperanza.
Yo puedo
Generar nuevas ideas o nuevos caminos para hacer las cosas, y realizar una tarea hasta
finalizarla.
Resolver conflictos en diferentes ámbitos: académico, laboral, personal y social.
Encontrar el humor en la vida y utilizarlos para reducir tensiones.
Expresar mis pensamientos y sentimientos en mi comunicación con los demás,
controlar mi comportamiento y sentimientos, y pedir ayuda cuando la necesito.
Adversidad
La adversidad se refiere a ‘’las circunstancias negativas de la vida que se sabe que están
estadísticamente asociadas con dificultades de ajuste’’ (Luthard y Ciccheti, 2000).
Aunque el término adversidad se vincula con circunstancias y consecuencias negativas
o factores de riesgo, se sugiere que los eventos vitales positivos (los cuales no están
aparentemente asociados a una alta probabilidad de resultados indeseables) pueden ser
también relevantes en la definición de resiliencia (Fletcher y Sarkar, 2013).
Consideraríamos la adversidad como el principal antecedente de la resiliencia. Los
antecedentes se refieren a lo que ocurre antes de la aparición del concepto, y en este
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caso, la experiencia de amenaza o adversidad es requisito imprescindible, pudiendo ser
de tipo biológico, psicológico, económico o social.
Adaptación positiva
Proceso resiliente
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resiliencia proviene del verbo latín “resilire” que significa volver atrás, volver de un
salto, resaltar, rebotar, ser repelido o resurgir. Cuando se emplea en relación con las
personas, numerosas definiciones han sido propuestas, todas ellas influenciadas por el
contexto social e histórico en el que tienen lugar las investigaciones. A continuación se
apuntan algunas de las más citadas en la tabla 2.
‘’El proceso de, la capacidad para o el resultado de adaptación exitosa, a pesar de los
retos o circunstancias amenazantes’’ (Masten, Best y Garmezy, 1990).
‘’Una clase de fenómeno caracterizado por buenos resultados, a pesar de las serias
amenazas a la adaptación o desarrollo’’ (Masten, 2001)
‘’La capacidad de los individuos para enfrentarse con éxito a un cambio significativo,
adversidad o riesgo’’ (Lee y Cranford, 2008).
La resiliencia comunitaria
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empieza a considerarse que la resiliencia puede ser aplicada en el ámbito social y
comunitario. Se toma como prueba de ello, los esfuerzos colectivos de algunos pueblos
cuando encaran situaciones de emergencia (desastres naturales, pobreza y desigualdad).
Se ha observado que disponer de recursos personales y comunitarios está relacionado
con las diferentes reacciones al estrés (Braun-lewensohn y Sagy, 2014), y que las
comunidades tienen el potencial para funcionar de forma efectiva y adaptarse con éxito
a las consecuencias de los desastres, y de participar en su propia preparación a los
mismos (Chandra y cols. 2013; Pfefferbaum, Pfefferbaum, Norris, Stevens y Wyche
2008).
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Resiliencia familiar
Algunos de los puntos fuertes y recursos asociados con la adaptación positiva de las
familias son: la aceptación de la situación, los patrones positivos de la comunicación
familiar, el compromiso con la unidad familiar, una actitud positiva hacia las nuevas
experiencias y desafíos (Greeff y Nolting, 2013), actitudes demostrativas de apoyos
emocionales, experimentar en conjunto sensaciones de complicidad y pertenencia,
capacidad de aprovechar y generar recursos (Walsh, 1998), pasar tiempo en familia, las
habilidades para resolver problemas y la búsqueda de sentido (Ahlert y Greeff, 2012).
4. TEORÍAS DE LA RESILIENCIA
En los últimos treinta años han surgido numerosas teorías y modelos, en los que a pesar
de sus discrepancias, la mayoría de los investigadores han incorporado la idea de que la
resiliencia es un proceso dinámico que cambia con el paso del tiempo (Fletcher y
Sarkar, 2013), donde las influencias del ambiente y del individuo interactúan de modo
recíproco permitiéndole a la persona adaptarse, a pesar de las dificultades. Siguiendo a
Suarez Ojeda y Melillo (2008) casi todos los autores podrían adherirse al modelo
ecológico-transaccional de resiliencia, el cual tiene sus bases en el modelo ecológico de
Bonfenbrenner (1981). La perspectiva que guía este modelo es que el individuo se halla
inmerso en una ecología determinada por diferentes niveles que interactúan entre sí,
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ejerciendo una influencia directa en el desarrollo humano. Las diferencias entre teorías
residen: En el énfasis puesto en los diferentes factores. Por ejemplo, Dunn, Iglewicz y
Moutier (2008) en su modelo destacan la personalidad y el temperamento como factores
fundamentales, mientras que Brennan (2008) señala el apoyo social y la acción
comunitaria (Fletcher y Sarkar, 2013). En referencia a los resultados positivos que
señalan los autores, aunque en general la resiliencia es el resultado más deseable en la
mayoría de las teorías, algunos autores señalan otros. Por ejemplo Agaibi y Wilson
(2005) apuntan al afrontamiento, Paton y cols. (2008) a la satisfacción laboral y Riolli y
Savicki (2003) a la productividad (Fletcher y Sarkar, 2013). También respecto a la
población específica en la que se centran. Por ejemplo, el modelo de resiliencia
adolescente de Haase (2004) o la teoría fundamentada de la resiliencia psicológica y el
rendimiento óptimo en el deporte de Fletcher y Sarkar (2012), o porque se puede aplicar
a una población de carácter más general como el de Richardson y cols. (1990) y
Richardson (2002).
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Las fuentes de protección frente al estrés incluyen disposiciones y habilidades (nivel
individual), y estructuras y procesos organizacionales (nivel organizacional). Como
resultado de estos procesos están la resiliencia, la productividad, la conservación y el
burnout.
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Galli y Vealey (2008). Modelo conceptual de resiliencia deportiva. Adversidad,
influencias socioculturales y recursos personales son factores discutidos por atletas
como en el centro del proceso de la resiliencia (agitación), la cual conlleva
consecuentemente a resultados positivos (por ejemplo aprendizaje y perspectiva).
Palmer (2008). Teoría del riesgo y la resiliencia en familias de militares. Los efectos de
los riesgos militares y de los factores de resiliencia, en los resultados de los niños, son
propuestos para seguir un camino indirecto que envuelve el estrés y la psicopatología en
los padres, con interacciones padres-niño consideradas vitales para los hijos de
militares.
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Fletcher y Sarkar (2012). Teoría fundamentada de la resiliencia psicológica y el
rendimiento óptimo en el deporte. Numerosos factores psicológicos (relacionados con
una personalidad positiva, motivación, confianza, concentración y percepción de apoyo
social) protegen a los mejores atletas del mundo de los potenciales efectos negativos
procedentes de estresores, por influencia de sus valoraciones sobre los desafíos y las
metacogniciones. Estos procesos promueven respuestas facilitadoras que preceden a una
actuación deportiva óptima.
Cuando se habla de los factores asociados a la resiliencia, son muchos los que se
proponen. Sin embargo, en este trabajo se acotan y adaptan los propuestos por Grotberg
(1999), pudiendo distinguir dos grandes conjuntos: los recursos ambientales que se
encuentran fuera del individuo y los recursos personales que residen dentro del sujeto.
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Recursos externos
Leiva, Pineda y Encina (2013) encontraron en su estudio que el apoyo social percibido
tanto a nivel familiar como de las amistades han mostrado ser significativos en su
relación con la resiliencia, lo que también es consistente con investigaciones previas que
han vinculado la calidad de las relaciones sociales con el ajuste positivo (Florenzano y
Valdés, 2005; Roustit, Campoy, Chaix y Chauvin, 2010; Salazar, Wingood,
DiClemente, Lang y Harrington, 2004; Tusaie, Puskar y Sereika, 2007). Más
concretamente, dentro de la familia se enmarcan: la crianza efectiva, la relación cercana
con un adulto que proporciona cuidado (Masten, 2007), familias que proporcionan
apoyo, calidez, estímulo y ayuda parental, cohesión y cuidado, creer en el niño, no
culparlo, apoyo marital, valoración de los talentos o pasatiempos del niño (Becoña,
2006), apego parental (Kenny, Gallagher, Alvarez-Salvat y Silsby, 2002), unión familiar
y menores niveles de discordia entre los padres (Tiet, Huizinga y Byrnes, 2010). Fuera
de la familia se destaca: la unión a los maestros, la participación en actividades
extracurriculares, estar menos involucrados con sus compañeros delincuentes (Tiet et
al., 2010) y mantener relaciones con compañeros con conductas prosociales (Masten,
2007). También se ha visto la importancia de contar con un vecindario de calidad, una
escuela que proporcione experiencias de apoyo, y el acceso a buenos servicios sociales
y de salud (Becoña, 2006; Masten y Powell, 2003).
Recursos personales
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2011; Collishaw, et al., 2007; Demb, 2005; Melillo, 2007; Steinhardt y Dolbier, 2008;
Gutiérrez y Romero, 2014; Dang, 2014).
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y Zhang, 2007; Souri y Hasanirad, 2011). Lo mismo ocurre con el humor, que
considerado como un importante mecanismo de afrontamiento, guarda relación con la
resiliencia (Bonanno y Mancini, 2008; Hatala, 2011, citado en Hatala, Waldram y
Crossley, 2013; Tran, Glück y Lueger-Schuste, 2013). Pero la relación entre humor y las
conductas resilientes que implican una modificación real de las situaciones adversas no
es directa, sino que supone un cambio de perspectiva más que una capacidad operativa
(Melillo y Ojeda, 2008).
6. CONCLUSIONES
En vista de los beneficios que supone la resiliencia para el bienestar físico y mental de
las personas, no nos sorprende el gran interés por el estudio de este concepto. A pesar de
que con la investigación, haya sido ingente la cantidad de factores resilientes
propuestos, numerosas las definiciones y modelos que tratan de explicar cómo se
produce el proceso resiliente, y de esclarecer los conceptos con los que ha sido
intercambiada en ocasiones, debemos ser conscientes que lo más importante de este
concepto es que supone una muestra del potencial humano, un cambio de mirada de los
aspectos negativos y limitaciones del individuo a sus capacidades y posibilidades
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proceso, es decir, que cualquier persona con mayor o menor dificultad, sabiendo que a
lo largo de su vida tendrá que enfrentarse a dificultades, puede aprender a emplear
recursos y desarrollar cualidades que le permitan sobreponerse y salir enriquecido.
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