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Herencia andaluza
Sus orígenes se encuentran en las edificaciones de la España musulmana. Sevilla, Málaga, Ronda,
Córdova, Granada fueron pobladas y construidas en gran parte bajo influencia musulmana. Mas
tarde, estas mismas tendencias encontrarían nuevos horizontes de implantación en América.
Tanto en Venezuela como en el resto de América hispana, el zaguán vino a formar parte del diario
acontecer social. Era allí donde se recibían y despedían acaloradamente los novios aprovechando
la ausencia de vigilancia.
El zaguán, profundamente afincado en las costumbres criollas, puede entenderse como un túnel
de medidas variables. No hay patrones conocidos que obligaran a unas particulares dimensiones.
Las medidas estaban dadas por factores económicos: las familias pudientes legraban espacios
generosos, mientras que las más humildes se conformaban solamente con un pasillo. El ancho
mínimo era para el paso de una sola persona, 85 cm, y el máximo a veces alcanzaba hasta tres
metros; el largo tenía la misma dimensión que el cuarto o los cuatros a sus lados y variaba entre
tres metros hasta los más prolongados, de más de siete metros.
La altura del cielorraso seria entre los tres y siete metros, aproximadamente, lo que permitía
entrar a la casa a caballo. Por lo general aparece como un espacio desproporcionado; su altura caí
nunca corresponde con su anchura o largura. Se percibe visualmente como alto, profundo y
angosto.
Todas las viviendas tenían una entrada por la calle y zaguán resultaba sinónimo de esta entrada,
aunque en algunos casos se entraba directamente al recibo u otra habitación. Algunas viviendas,
por estar construidas sobre terrenos más amplios, contaban con accesos laterales o con puertas
hacia atrás, estas últimas daban paso a caballos y coches.
El zaguán esta siempre en la parte delantera del edificio, en la fachada que da a la calle, y fue,
dentro del conjunto total de espacios n la vivienda, el decorado con mayor atención y esmero; el
contacto directo con el exterior hizo que cada elemento fuera ricamente detallado. Esta noción se
corrobora con el instinto básico del ser humano de hacer resaltar lo más visible e importante,
como el rostro. Su ubicación dentro del esquema orgánico de la vivienda está muy bien definida:
es extensión del frente o fachada.
El zaguán suele ser de dos tipos: lateral y central. Definimos como zaguán lateral al que colinda
por un lado con una habitación o salón y, por el otro, con la casa vecina, caso este en el cual suelen
verse los zaguanes de ambas casas compartir una pared común.
El zaguán central se encuentra ubicado entre dos habitaciones de la propia casa. Según el número
de ventanas que tenga a uno y otro lado, dividirá la fachada de manera simétrica o asimétrica. El
zaguán estrictamente central, con igual número de ventanas a ambos lados, ennoblece
notablemente la fachada.
Réquiem a un espacio
Hay zaguanes con escalones, por desniveles del terreno. En algunos se sube hasta dos metros
antes de llegar al corredor o patio.
El techo era el mismo que en el resto de la casa. Algunos por su gran altura, quedaban en la
oscuridad, sobre todo por el contraste con la fuerte luminosidad de la calle, de noche se iluminaba
el zaguán usando una fuente de luz, colgada de una cadena desde el techo, que bien podía ser una
vela de cera o de un bombillo. Otra forma de iluminación se lograba con la luz que alumbraba la
imagen religiosa sobre entre portón.
Los materiales empleados fueron la caña amarga, el cordón o diferentes tipos de madera, tanto
nacionales como importadas. A veces aparecían almizantes en los entablados de madera; hay
zaguanes donde el techo lucio tirantes de pares labrados decorativamente.
En caso de haber cielorraso, este se armaba con láminas de madera lisa o chapas de metal
moldeadas e importas, armadas con diferentes motivos decorativos. Las maderas se dejaban casi
siempre al natural, mientras que al metal lo pintaban de color blanco; el cielorraso más humilde
era de coleta y papel pintado.
El zaguán nunca tuvo mobiliario y siempre fue solo un pasillo de circulación. La ausencia de
mobiliario se debió básicamente a que, como espacio semipúblico o extensión de la calle, era
visitado numerosas veces y carecía de un control racional. En algunas casas situadas dentro de
grandes jardines y extensas propiedades se colocaba en el zaguán sillones o una mesa larga con
candelabros, pero nunca tuvo muebles diseñados especialmente para este espacio.
La zagua, como espacio único y definido dentro del planteamiento arquitectónico venezolano,
desaparece total, arbitraria e instantáneamente con la introducción de modernas ideas,
tendencias y nuevas formas del extranjero.
Desde el punto de vista del historiador que sigue el curso de las transformaciones, y si ánimo de
aferrarnos a conclusiones tajantes, podríamos plantear y tal vez admitir que el zaguán, en su
concepto y funciones de atrio, como lo hemos expuesto, no ha desaparecido, sino que ha perdido
su antigua denominación a medida que alteraba su forma.
En las primeras construcciones de edificios altos y torres de apartamentos, sobre todo en el casco
central de las ciudades, se puede notar claramente una primera variante i transformación del
zaguán clásico, si se nos permite esta denominación. Durante los años cuarenta y cincuenta, en los
edificios construidos en terrenos donde existieron casas viejas, las plantas casi fueron copiadas
de las viviendas anteriores. Como zaguán pudiera ser entendido o interpretado el «hall» o salón
de entrada en los edificios d viviendas, también el saloncito de llegada en los apartamentos de
habitación, y hasta quizá aquel espacio novedoso, inventado para protección, con fuertes rejas de
hierro entre la salida del ascensor (portón), y la puerta del apartamento (entre portón).
¿Sera el «lobby» de hoteles una versión actualizada? Personalmente me inclino a aceptarlo; nivel
piso o planta baja en las torres de oficinas, corredores ventilados natural o artificialmente entre
las avenidas y los ascensores, el mismo elevador de pasajeros podría imaginarse como un
descendiente directo del zaguán.
Sería justo entonces aceptar que el zaguán, como concepto espacial, vive y vivirá entre nosotros,
aunque su tipología se haya modificado completamente a la transformación que sufrió durante la
segunda mitad del siglo XX. Pero aquel zaguán lleno de historia, romances y chistes en el que se
inspiraron hasta compositores de tango, ya no existe.
Dentro del vocabulario común arquitectónico ya no se emplea la casi olvidada palabra zaguán, y
es lastima.
Coro, estado Falcón.
Coro, estado Falcón.
Coro, estado Falcón.
Coro, estado Falcón.
Ruinas del Templo de
Santo Domingo, El Tocuyo,
estado Lara.
Resto de la
Iglesia de Aricagua,
Estado Sucre.
Detalle de la iglesia de
San Fernando, estado Sucre.
Iglesia de San Fernando,
estado Sucre.
Casa - presión Piar.
Plaza Bolívar, Ciudad Bolívar.