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Titulo original: Fundamentáis of Language ÍNDICE

Traducción de Carlos Piexa


Cubierta de Juan ManueJ Domínguez

PARTE i: FONOLOCIA Y FONÉTICA:

I. El lenguaje, al nivel de sus rasgos distin-


tivos

1.1 El papel de los rasaos distintivos. 1\


La estructura de los rasaos distin- * \
tivos 12
1.3. Oposición y contraste • 14
Primera edición: Ciencá Nueva 1967 1.4. Mensaje y código íf 14
Segunda edición: Editorial Ayuso 1973 1.5. Elipsis y explicitud 15

II. Las diversas clases de rasgos y su estudio


lingüístico 19
2.1. Fonología y fonemática 19
2.2. La concepción del fonema como «in-
terno» con respecto al sonido 21
2.3. Las distintas clases de rasgos 22
2.4.1. Las concepciones del fonema como
«externo» con respecto al sonido:
A.-—El punto de vista mentalista ... 27
2.4.2. El punto de vista reductor del có-
digo 28
2.4.3. El punto de vista genérico 28
2.4.4. El punto de vista ficcionalista ... 30
2.4.4.1. El «recubrimiento» entre fonemas. 32
2.4.5. El punto de vista algebraico 33
2.5. Los métodos del criptoanalista y del
tiecodiñcador como técnicas com-
plementarias 37

41
© Román Jakobson III. La ic¿nulificación de los rasgos distintivos.
© De la versión castellana: Editorial Ayuso La sílaba 41
San Bernardo, 34 3.1.
3.2. Dos clases de rasgos distintivos^... 44
Madrid-8
3.3. Clasificación de los rasgos prosódi-
Depósito legal: M. 550-1974 45
ISBN 84-336-0055-9 cos 45
3.3.1. Rasgos tonales ... 47
Talleres Gráficos de EDICIONES CASTILLA, S. A. Rasgos intensivos
¡3.3.2.
Maestro Alonso, 21 - Madrid
3.3.3. Rasgos cuantitativos 48
3.3.4. La relación entre el acento y la can-
tidad 49
3.4. Comparación de los rasaos prosódi-
cos y los inherentes 49
3.5. Leyes generales de los sistemas fo-
nemáticos 52 PARTE I
3.5.1. Reducciones en el inventario total
de rasgos distintivos 53
3.6. Las dos clases de rasgos inherentes. 56
3.6.1. Rasgos de sonoridad 57
3.6.2. Rasgos de tonalidad 60
3.7. Etapas del acto verbal 61
3.7.1. i La consideración de diferentes eta-
i pas en el estudio de los rasgos dis-
tintivos 64
3.7.2. Nomenclatura de los rasgos distin- FONOLOGÍA Y FONÉTICA
tivos ... 68
IV. Los sistemas fonemáticos 71 por

4.1. La estratificación: !a sílaba base. 71 ROMÁN JAKOBSON


4.1.1. El papel de la consonante nasal ... 72
4.1.2. El triángulo primario 74 y
4.1.3. La escisión del triángulo primario MORRIS HALLE
en un triángulo consonantico y otro
vocálico 75
4.1.4. Formación del sistema de rasgos de
resonancia oral 76
4.1.5. Los rasgos de sonoridad y su rela-
ción con la consonante y la vocal
óptimas :. 79
4.2. La escala dicotómica 83
4.3. El aspecto espacio-temporal de las
operaciones fonemáticas 91

PARTE Í I : DOS .ASPECTOS DEI. LENGUAJE V DOS TIPOS DE


TRASTORNOS ¿FÁSICOS:

[. La afasia como problema lingüístico 99


II. El carácter doble del lenguaje 105
III. El trastorno de la semejanza 113.
IV. El trastorno de la contigüidad 125
V. Los polos metafórico y metonimico 133
BIBLIOGRAFÍA SOBRE EL TEMA 145
I I. EL LENGUAJE, AL NIVEL DE SUS
RASGOS DISTINTIVOS
3
2
D

P
S
z
a
c
m

1.1 El papel de los rasgos distintivos.

En Nueva York pueden encontrarse todos


ios apellidos siguientes: Bitter, Chitter, Ditter,
Fitter, Gitter, Hitter, Jitter, Litter, Mitter,
Pitter, Ritter, Sitter, Tirter, Witter y Zitter. In-
dependientemente del origen de tales apellidos
y de las personas que atienden por ellos, cada
uno de estos vocablos se emplea en el inglés
de los neoyorquinos sin chocar en absoluto con
los hábitos lingüísticos de éstos. En una fiesta
de Nueva York le presentan a usted a un ca-
ballero del que no ha oído hablar nunca. «El
señor Ditter», dice su anfitrión. Usted intenta
recibir y retener este mensaje. En cuanto ha-
blante del inglés, usted divide fácilmente y sin
darse cuenta la corriente sonora continua en
un número determinado de unidades sucesivas.
Su anfitrión no ha dicho bitter / b i t s / , dotter
/data/, digger /diga/ ni ditty /díti/, sino ditter
/dita/. Así, el oyente encuentra rápidamente las

11

cuatro unidades seriales capaces, en inglés, de niveles en el lenguaje y en el análisis lingüís- Tí

alternar mediante selección con otras unidades. tico: por un lado, el nivel semántico, que com- / a
Cada una de estas unidades presenta al re- prende tanto las unidades significativas sim-
S
ceptor un número determinado de rasgos, cada ples como las complejas, desde el morfema
O
uno de los cuales es un término de una correla- hasta el enunciado y el discurso, y, por otro,
2 el nivel de los rasgos distintivos (nivel fonoló-
ción que se usa en inglés con valor diferencial.
z Los apellidos antes citados difieren en su uni- gico), que corresponde a las unidades simples
o y complejas cuya función consiste tan sólo en
(TI
dad inicial; algunos de ellos se distinguen de
O diferenciar, agrupar, delimitar o poner de re-i o
otros por un rasgo único, y esta diferenciación
lieve las diversas unidades significativas. >
mínima es común a varios pares: por ejem-
plo, /níta/: /dita/ = /mita/: /bita/ = nasalizado Cada uno de los rasgos distintivos implica
o frente a no nasalizado; /tita/:/dita/=/sita/: la elección entre dos términos de una oposi-
/zíta/ = /pita/: /'bita/ = /kíts/': /gíta/ = tenso ción dotada de una propiedad diferencial espe-
frente a flojo. Otros pares, como el de /pít / y cífica, distinta de las propiedades de todas las
/dita/, dan el ejemplo de dos distinciones mí- demás oposiciones. Así es como grave y agudo i
nimas simultáneas: grave/agudo junto a tenso/ se oponen en la percepción del oyente por el
tono musical, según sea éste relativamente más
flojo. El par bitter /bita/ y detter /déta/ pre-
bajo o más elevado; en el plano físico, esta
senta dos distinciones mínimas sucesivas: gra-
oposición corresponde a la distribución que se
ve/agudo seguido de difuso/denso. Véase en
establece por la distribución de la energía en
los apartados 3.6.1 y 3.6.2 una definición acús-
los extremos del espectro y, en el articulatorio,
tica y articulatoria de las distinciones citadas. a la que se crea según el tamaño y la forma
de la cavidad de resonancia. En todo mensaje
transmitido a un receptor, cada rasgo distin-
1.2 La estructura de los rasgos distintivos. tivo le exige una decisión afirmativa o nega-
El análisis lingüístico desmonta gradualmen- tiva. De esta forma tiene que escoger entre gra-
te las unidades complejas del discursó en mor- ve y agudo, porque en la lengua usada para
femas, los componentes últimos del mismo do- el mensaje ambos términos de la alternativa
tados de significado propio, y desmenuza estos aparecen combinados con idénticos rasgos si-
vehículos semánticos mínimos hasta llegar a multáneos y en las mismas series: /bits/ •—•
los júltirnos de sus elementos constitutivos ca- /dita/, /fita/ — /sít/, /bíl/ — /bul/. El oyente
paces de diferenciar unos morfemas de otros. tiene que elegir, bien entre dos cualidades pola-
Estos elementos son los llamados rasgos dis- res de una misma categoría, como en el caso de
tintivos. Por consiguiente, hay que separar dos la oposición grave/agudo, bien entre la presen-

12 13
- J

II
cia y la ausencia de una determinada cualidad, glas para el encadenamiento de series de fo- Tí

como en las oposiciones sonoro/sordo, nasali- nemas—en resumen, todos los elementos dis- c

s
zado/no nasalizado (nasal/oral) y sostenido/
normal.
tintivos que sirven, ante todo, para diferenciar
los morfemas y las palabras enteras. Por ello,
I
a
o cuando un sujeto que sólo habla el inglés oye
s una voz como /zíts/, la identifica y la asimila 3
ín
1.3 Oposición y contraste. sin dificultad aunque previamente no la haya atu
o p
•A
oído nunca; pero, en cambio, encontrará extra-
O
Dado que cuando el oyente duda, diciendo z
ño, y tenderá a deformarlo al percibirlo o ai o
«¿Es /bits/ o /dio/?», uno solo de los dos c
reproducirlo, un nombre como /ktúa/. por su
términos lógicamente correlativos pertenece inaceptable grupo consonantico inicial, o /xíta/, m
efectivamente al mensaje, el término de Saus- que comprende sólo rasgos familiares, pero
sure, oposición, es aquí el adecuado, mientras combinados de modo inhabitual, o, finalmente,
que contraste debe más bien reservarse para /myta/, cuyo segundo fonema tiene un rasgo
aquellos casos en que la contigüidad en la ex- distintivo ajeno al inglés.
periencia sensible pone de relieve la polaridad
de dos unidades, como, por ejemplo, el con-
traste de grave y agudo en la serie /pi/ y el 1.5 Elipsis y explicitud.
mismo contraste, pero invirtiendo el orden de
sus rasgos, en la serie /tu/. Así, pues, oposi- Se ha escogido deliberadamente el caso del
ción y contraste son dos diferentes manifesta- hombre enfrentado a apellidos de individuos
ciones del principio de polaridad, desempeñan- completamente desconocidos para él, porque
do ambas un papel importante en el plano fo- ni su vocabulario, ni su experiencia previa, ni
nológico del lenguaje (cf. 3.4). el contexto inmediato de la conversación le
proporciona clave alguna para reconocer tales
apellidos. En semejante situación el oyente no
1.4 Mensaje y código. puede permitirse perder un solo fonema del
mensaje que recibe.- Sin embargo, por ¡o ge-
Sí el oyente recibe un mensaje en una lengua neral el contexto y la situación nos permiten
conocida, lo refiere al código del que dispone, pasar por alto un buen número de rasgos, fo-
el cual comprende todos los rasgos distintivos nemas y series de éstos del mensaje sin arries-
que han de manejarse, todas las combinacio- gar por ello su comprensiónVLa probabilidad
nes admisibles de éstos en haces de rasgos de aparición en la cadena hablada es variable
concurrentes llamados fonemas v todas las re- para los diferentes rasaos y, de modo análogo,

14 15
para cada rasgo en diferentes textos. Por este o Bidder /bída/?» marcando ligeramente la 11
G
motivo es posible, a partir de un fragmento diferencia entre ambos fonemas. Ello quiere
. de una serie, predecir con mayor o menor exac- decir que en un tipo de inglés americano el i
titud cuáles son los rasgos que le siguen, re- código distingue entre /t/ y /d/ intervocálicas, a
construir los anteriores y, finalmente, deducir
de la presencia en un haz de determinados ras-
mientras que en otro tipo dialectal la distin-
ción se ha perdido por completo. Cuando se
I
O
gos los otros rasgos concurrentes. analiza el sistema de los fonemas y de los ras-
o Dado que en diversas circunstancias la efi-
a gos distintivos que los componen, hay que re-
o cacia distintiva de los fonemas se ve reducida z
currir al código más completo de que dispon- n
de cara al oyente, el hablante a su vez se en- gan los hablantes. >
cuentra dispensado de ejecutar todas las dis- .
o tinciones sonoras de su mensaje: el número'
de rasgos que se borran, fonemas que se omi-
ten y series que se simplifican puede ser con-
siderable en un habla descuidada y rápida. La
configuración sonora del habla puede no ser
menos elíptica que su composición sintáctica?
Incluso ejemplos tan desaliñados como el /tem
mins sem/ por «ten minutes to seven», citado
por D. Jones, no representan el grado máximo
de omisión y fragmentariedad que puede en-
contrarse en el habla familiar.[Pero, en cuanto
surge la necesidad, el hablante traduce rápida-
mente un discurso elíptico en el plano semán-
tico o fonológico a su forma explícita para que
el oyente pueda recogerlo con roda claridad.
La pronunciación relajada no es sino un de-
rivado abreviado de aquella forma explícita del
discurso que transmite el máximo de informa-
ción. En el inglés de muchos americanos / t /
y /d/ no suelen distinguirse entre una vocal
tónica y otra átona, pero pueden articularse
distintamente cuando hay peligro de confusión
homonímica: cabe preguntar «¿ Es Bitter /bits/

16 17
IL LAS DIVERSAS CLASES DE RASGOS Y
SU ESTUDIO LINGÜÍSTICO

C/l
o

W
z
o
c
>•—I

n
2.1 Fonología y fonemática.

El estudio de cómo el lenguaje utiliza la ma-


teria sonora, seleccionando algunos de sus ele-
mentos y adaptándolos para sus diversos fines,
constituye una disciplina lingüística particu-
lar. En inglés, esta disciplina se llama con fre-
cuencia phonemics (fonemáüca) porque entre
las funciones del sonido en el lenguaje la pri-
mordial es la distintiva, cuyo vehículo básico
es el fonema con sus componentes. Sin embar-
go, es preferible emplear el término consagra-
do en Europa, fonología (propuesto en 1923 y
basado en sugerencias de la escuela de Gine-
bra) 1 , o la perífrasis fonética funcional, aun-
que la voz «phonology» haya servido muchas
veces en inglés para otros usos, en particular
para traducir el alemán.Lautgeschichte (foné-
tica histórica). La ventaja del.término «fonolo-
1
R. JAKOBSON: O cesskom stixe (Berlín, 1923), pá-
ginas 21 y siguientes.

19
gía» puede estribar en su más directa aplica- de Trubetzkoy y de van Wijk3. Los progresos TI
bilidad a todas las' funciones lingüísticas del teóricos y prácticos logrados posteriormente z
sonido, mientras que fonemática sugiere, quié- o.
•v¡ en el análisis estructural del lenguaje hicieron
r—!
rase o no, una. limitación a los vehículos distin- tn
2 preciso incorporar, de modo aún más adecua-
o tivos, pudiendo por tanto constituir el término o
do y coherente, el estudio de los sonidos del en
adecuado para designar la rama principal de la habla a la rigurosa metodología que preside el
z fonología, que trata de la función distintiva de campo de la lingüística; ello sirve para perfec-
f
o los sonidos del habla.-^ cionar los principios y las técnicas de la fono- a
a
o Mientras que la fonética trata de recoger la logía y ampliar continuamente su alcance. a
información más exhaustiva posible sobre la
Z
3
materia sonora bruta y sus propiedades fisioló-
o gicas y físicas, la fonemática, y la fonología en
^2.2 La concepción del fonema corno «interno»
general, aplican criterios estrictamente lingüís-
con respecto al sonido.
ticos para cribar y clasificar el material que
proporciona la fonética* La historia de la bús-
queda de elementos diferenciales discretos y La cuestión crucial, a la hora de establecer
últimos en el lenguaje puede remontarse hasta los vínculos y las fronteras que existen entre
la doctrina de la sphota .entre los gramáticos la fonología (la fonemática, sobre todo) y la fo-
sánscritos 2 y la concepción platónica del stoi- nética, es la de la reteción que guardan las en-
jeion, pero, de hecho, el estudio lingüístico de tidades fonológicas con el sonido. Según la
tales invariantes comenzó en 1870, para des- concepción de Bloomfield,. los fonemas de una
arrollarse intensamente después de la Primera lengua no son sonidos, sino meros rasgos so-
Guerra Mundial, al par que se iba aplicando noros agrupados en haces «que los hablantes
cada vez más el principio de invariación en las se hallan adiestrados en producir y reconocer
ciencias. Después de las estimulantes discusio- dentro de la corriente sonora del habla—igual
nes internacionales que tuvieron lugar al final que los conductores se han acostumbrado a
de la segunda y principios de la tercera déca- detenerse ante una señal roja, ya sea ésta la
da del siglo, surgieron en 1939 los primeros de un semáforo eléctrico, una lámpara, una
intentos de síntesis de los resultados de esta in- bandera o cualquier otra cosa, aunque no exis-
vestigación: los tratados de fonología general ta ningún rojo abstracto separado de tales se-

3
2 N. TRUBETZKOY: «Grundzüge der Phonologie»,
Cf. J. BROUGH: «Theories of general linguistics Travaux du Carde Linguistique de Fragüe, VII (1939);
in íhe Sanskrit Grammarians», Transactions of the N. VAN WIJK: Pholonogie: een hoofdstuk uit de struc-
Philosophical Society (1951). turele taalwetenschap (La Haya, 1939).

20 21
nales reales»4. El hablante ha aprendido a ha- del enunciado en unidades gramaticales de di- cztí
cer ciertos movimientos productores de soni- ferentes grados de complejidad, especialmente o
dos, de tal modo que los rasgos distintivos en frases y palabras, bien poniendo de relieve
to
estén presentes en las^ ondas_sonoras, y el ha- tales unidades e indicando su jerarquía (rasgos
c
5 blante ha aprendido a extraerlos de estas on- culminativos), bien delimitándolas e integrán- c
(jdas. Esta concepción inmanente interna, por dolas (rasgos demarcativos). a
z así decirlo, que sitúa ¡os rasgos distintivos y Los rasgos expresivos (o enfáticos) ponen
o sus "haces dentro de los sonidos del habla, bien un énfasis relativo' en diferentes partes del tu
o sea en su nivel motor^^acú^tico o auditivo, es T z
enunciado o en diferentes enunciados y sugie- o
la premisa adecuada para abordar las opera- ren las actitudes emocionales del hablante.
2
ciones fonemáticas, pese a que, repetidas veces, Mientras que los rasgos distintivos y confi- 3
otras concepciones «externas» que de diversas gurativos remiten a las unidades semánticas, a
maneras desligan los fonemas de los sonidos su vez, a *estos dos tipos de rasgos remiten los
concretos la hayan puesto en tela de juicio. rasgos redundantes. Los rasgos redundantes ¿
ayudan a identificar un rasgo (o una combina-
ción de ellos) simultáneo o adyacente, bien sea
2.3 Las distintas clases de rasgos. distintivo o configurativo. No debe desdeñarse
el papel auxiliar de las redundancias. En deter-
Puesto que ¡a diferenciación de las unidades minadas circunstancias pueden incluso reem-
semánticas es la más claramente imprescindi-
plazar a los rasgos distintivos. Jones cita el
ble de las funciones lingüísticas del sonido, los
ejemplo de los fonemas ingleses /s¡ y ¡zl, que
sujetos del acto verbal aprenden ante todo a
en posición final difieren solamente por la fuer-
reaccionar ante los rasgos distintivos^ Sería
za de, la espiración. Aunque «un oyente inglés
engañoso, no obstante, creer que se han habi-
identificará, por lo general, las consonantes
tuado a ignorar todos los demás aspectos del
correctamente, pese a su semejanza», tal iden-
sonido. Además de los rasgos distintivos, el
tificación correcta viene facilitada muchas ve-
hablante tiene a su disposición otros tipos de
ces por la diferencia concomitante en la longi-
rasgos codificados portadores de información
tud del tal fonema anterior: pence [pens]
que todo miembro de una comunidad lingüís-
tica sabe manejar y que no deben quedar al pens [pen:z] 5 . En francés, los términos de \u
margen de la ciencia del lenguaje. oposición consonantica tenso/flojo suelen ca-
Los rasgos conjigurativos señalan la división racterizarse, además, por ser respectivamente
4 3
L. BLOOMFTELD: Language (Nueva York, 1933), pá- D. JONES: The Phoneme: its nature and use (Cam-
gina 19 y siguientes. bridge, 1950), p. 53.

22 23
J sordo y sonoro. Martinet señala que, si se gritan
con fuerza la lenis / b / alcanza la energía de
contrapuesta a la /i/ palatal de /p,il,íl/ «aserró»
y esta diferencia entre posterior y anterior
c
z
o
la fortis /p/, de tal modo que bis, gritado, sólo
I O
difiere de pisse gracias al rasgo de sonoridad
que normalmente es redundante ó. En ruso [y
constituye un rasgo redundante referido a la
oposición distintiva entre las consonantes an-
teriores, no palatalizada (grave) la una y pala-
I
ra
z
o
3 í/1
en castellano (T.)] sucede lo contrario: la di- talizada (aguda) la otra: cf. el ruso /r,áp/ «agu- o
z ferencia entre consonantes flojas y tensas es jereado, picoteado» — /r,áp,/ «onda». r
o un rasgo redundante que acompaña la oposi- Si comparamos las secuencias /krugóm pil, m
o ción distintiva entre sonoras y sordas, pero en z
< íl/ «esparció polvo alrededor» y /ispómpi l,íl/ o
las peculiares condiciones del susurro sólo el c
«sacó agua de una bomba», advertiremos que
rasgo redundante permanece y carga con la la sílaba /pi/ en el segundo ejemplo contiene a
o función distintiva. una variedad de vocal más oscura que la del
I Cuando lo único que se trata de analizares
la función distintiva de los sonidos del habla,
primero, tendiendo hacia una articulación bre-
ve semicentral. Esta variedad sólo aparece in-
utilizamos la transcripción llamada «amplia» mediatamente antes de la sílaba tónica de la
o fonemática, que sólo tiene en cuenta jos fo- misma palabra, presentando de este modo un
nemas.^ En el ejemplo ruso /pil,íl/ «esparció rasgo configurativo: señala que no va seguida
polvo», /i/ es un fonema átono que comprende, inmediatamente de una frontera de palabra.
además, dos rasgos distintivos: en la termino- Finalmente, /pil.íl/ puede pronunciarse pro-
logía articulatoria tradicional, / i / se opone a longando la vocal protónica [ rxj ] para conce-
la /a/ de /pal,íl/ «hizo fuego» como cerrada a der mayor importancia al acontecimiento que
abierta y a la /u/ de /pul,ál/ «disparó a boca- se narra, o bien prolongando la tónica [í: ], lo
jarro».'* Como no labializada a labializada. Sin que indicaría un estallido emotivo.
embargo, la información que transmite la vocal La velaridad de la primera vocal de /pil.íl/
analizada está lejos de reducirse a la propor- muestra que el rasgo anterior no es sostenido;
cionada por sus .rasgos distintivos, pese a la su carácter no reducido, relativamente menos
eminente importancia de éstos para la comu- oscuro, indica que no le sigue una frontera de
nicación. palabra; su alargamiento revela cierto énfasis.
La primera vocal de /pi.íl/ es una [tu] velar Los rasgos redundantes tienen en común con
los configurativos y expresivos el poseer una
* «(one) took a pot shot». denotación singular específica, a diferencia de
« Word, XI (1955), p. 115. Cf. R. JAKOBSON, C. G. M.
FA.\T, M. HALLE: Preliminaries to, speech analysis,
los rasgos distintivos. Cualquiera que sea el
3* edición (Massachusetts Institute of Technology, rasgo distintivo que tomemos, siempre deno-

II 24
Acoustics Laboratory, 1955), p. 8. tará lo mismo: que el morfema al que perte-

25
I
1
a
nece no es igual que un morfema que tengas
otro rasgo en su lugar. Un fonema, como ob--| c
2.4.1 Las concepciones del fonema como «ex- z
(A servó Sapir, «carece de una referencia especí- o
2 fica»7. Los fonemas no denotan más que pura terno» con respecto al sonido: El punto
o de vista mentalista.
S alteridad. Esta falta de denotación individual I
separa los rasgos distintivos y sus combinacio- C/l

z nes en fonemas de todas las demás unidades Era preciso dar una ojeada previa a la com- a
B
o2 lingüísticas. plejidad de la información que contienen los
o2 sonidos del habla para poder entrar en discu-
El código de rasgos que emplea el oyente no
agota la información que transmiten los soni- j sión de las diversas concepciones del fonema o
2 como externo al sonido. Según la más antigua
dos del mensaje que recibe. De su configura-
I ción sonora extrae datos que identifican al emi- 4 de tales concepciones, que procede de Bau-
douin de Courtenay y aún sobrevive, el fonema
sor. Comparando el código del hablante con el
suyo propio, el oyente puede hallar el origen, es un sonido imaginado o intencional, que se
tipo de educación y medio social de aquél. Las opone al sonido emitido como un fenómeno
propiedades naturales del sonido permiten des- «psicofonético» a un hecho «fisiofonético». Es
cubrir el sexo, la edad y el tipo psicofisiológico el equivalente mental de un sonido exteriori-
del emisor y, finalmente, reconocer a una per- zado. La contraposición de la unidad del fone-
sona. La Schalíanalyse de Sievers 3 apuntaba al- ma y la variedad de sus realizaciones se hace
gunos caminos para la exploración de tales in- proceder de la discrepancia entre el esfuerzo
dicios fisiognómicos, pero su estudio sistemá- interior por lograr una pronunciación fija y la
tico está aún por hacer. vacilación involuntaria en llevar ésta a cabo.
Esta concepción se basa en dos falacias: no
tenemos derecho a suponer que el correlato
del sonido, en nuestra habla interior o en nues-
tra intención, se limite a los rasgos distintivos,
con exclusión de los configurativos y redundan-
tes. Por otra parte, la multiplicidad de las va-
riantes contextúales y electivas de un mismo
fonema en el habla real se debe a la combina-
7
ción del fonema en cuestión con diversos ras-
E. SAPIR: «Sound patterns in language», Selected gos redundantes y expresivos; esta diversidad,
Writings (Berkeley y Los Angeles, 1949), p. 34.
8
Véase en especial E. SÍEVERS: «Ziele und Wege sin embargo, no impide la extracción del fone-
der Schallanaiyse», Festschrift für W. Streitberg ma invariable de entre todas las variantes. Así,
(Heidelberg, 1924).
pues, el intento de superar la antinomia entre
26
27
J

invariación y variabilidad asignando la primera | parentados a través de una semejanza fonética.


< a la experiencia interna y la segunda a la exter- Tales definiciones presentan varios flancos vul- |
na desfigura ambas formas de experiencia. nerables. S
sí Ante todo, la vaga búsqueda subjetiva de al- z
a
o
guna semejanza debe sustituirse por el esta- o
2.4.2 El punto de vista reductor del código. blecimiento de una propiedad común. O
En segundo lugar, tanto al definir como al en
o
Otro intento de situar el fonema fuera de los analizar el fonema hay que tener en cuenta M
o Z
sonidos articulados confina los fonemas en el ¡as enseñanzas de la lógica, según las cuales O
G
código y las variantes en el mensaje. A esto «pueden definirse las clases mediante propie- >
puede replicarse que el código no comprende dades, pero no cabe definir las propiedades
o sólo los rasgos distintivos, sino también los mediante clases»9. De hecho, cuando operamos
redundantes y configurativos que dan lugar a con un fonema o con un rasgo distintivo, tra-
las variantes contextúales, así como los expre- tamos sobre todo de una constante que se halla
sivos en que se basan las variantes electivas: presente en varios ejemplos particulares. Si lle-
los usuarios de una lengua han aprendido a gamos a la conclusión de que en inglés el fo-
ejecutarlos y captarlos en el mensaje. Fonemas nema /k/ se encuentra ante /u/, no es en abso-
y variantes están, por tanto, igualmente presen- luto toda la familia de sus diversos ejemplares
tes tanto en el código como en el mensaje. lo que aparece en dicha posición, sino sólo el
Una opinión próxima a la anterior [mante- haz de rasgos distintivos común a todos ellos.
nida sobre todo en Rusia] * opone el fonema El análisis fonemático es un estudio de pro-
a las variantes como el valor social al compor- piedades que no varían a través de determina-
tamiento individual. Esto es difícilmente justi- das transformaciones.
ficable, puesto que están socializados, no sólo
Por último, cuando tratamos de un sonido
los rasgos distintivos, sino todos los rasgos co-
que en una lengua dada figura en determinada
dificados.
posición, bajo determinadas condiciones esti-
lísticas, nos encontramos de nuevo con una
2.4.3 El punto de vista genérico. clase de ejemplares y con su denominador co-
mún, no con un espécimen único y fugaz. Y se
Se ha opuesto a menudo el fonema al sonido \ estudien JJQJ¿—fcuemas o sus variantes contex-
como la clase al espécimen, definiendo el pri- tualesu«ajófonos»),Jse tratará siempre de de-
mero como una familia o clase de sonidos em-
9
R. CARXAP: Meaning and necessity (Chicago, 1947),
* Suprimido en edición posterior. (T.) p. 152.

28 29
J
a

nema a que se refiera el lingüista, posean un


acontecimiento. | correlato constante en cada etapa del acto ver- G
55 Z
D
o bal, y sean, pues, identificables en todos ¡os
><
niveles accesibles a la observación. Nuestro H
2.4.4 El punto de vista ficcionalista. conocimiento actual de ¡os aspectos físicos y
o O
C/3
fisiológicos de ¡os sonidos verbales es suficien- 01
33
O Según una opinión que nadie ha mantenido
con tanta eficacia como Twaddell desde 1935 , Io
te para satisfacer esta exigencia. La identidad
de un rasgo distintivo a través de todas sus
I
r
pero que se halla latente en los escritos de va- realizaciones es hoy objetivamente demostra- 2
< rios autores, ¡os fonemas son unidades abstrac- ble. Sin embargo, hay que hacer tres reservas. O
O tas, ficticias. Si esto significa tan sólo que todo Primero, que ciertos rasgos y combinaciones
de rasgos pueden borrarse en ios diversos tipos a
concepto científico es una construcción ficticia,
semejante-actitud filosófica no puede tener con- de elipsis fonemática (cf. 1.5).
secuencias en el análisis fonemático. El fonema | Segundo, que determinadas condiciones anor-
sería entonces una ficción, del mismo modo males de producción del sonido (susurro, grito,
que el morfema, la palabra, ¡a frase, ía lengua, canto, balbuceo), trasmisión (distancia, filtros,
etcétera. Si, en cambio, el lingüista opone el ruido) o percepción del mismo (fatiga auditiva)
fonema y sus componentes al sonido, conside- pueden enmascarar o deformar ios rasgos dis-
rando que se trata de artificios que no tienen tintivos.
por qué corresponder a hechos empíricos con- Tercero, que un rasgo distintivo es una pro-
cretos, entonces el postulado desfigurará los piedad de relación, esto es, que la «identidad
resultados del análisis. La creencia de que la mínima» de un rasgo, a través de sus diversas
elección de los fonemas a ¡os que asignamos combinaciones con otros rasgos simultáneos o
un sonido pueda en ocasiones hacerse arbitra- sucesivos, reside en la relación esencialmente
riamente, al azar incluso, pone en tela de jui- idéntica existente entre los dos términos de la
cio ¡a validez objetiva del análisis fonemático. oposición que define. Por mucho que ¡as oclu-
No obstante, es posible evitar este peligro me- sivas de tot puedan diferenciarse una de otra
diante ¡a exigencia metodológica de que todo genética y acústicamente, ambas tienen un tono
rasgo distintivo y, por consiguiente, todo fo- más elevado que las oclusivas labiales de pop,
y ambas presentan una difusión de la energía,
i0
W. F. TWADDELL: «On defining the phoneme», a diferencia de ¡a concentración a que dan ¡ugar
Suplemento de Language, VXI (1935); cf. M. J. Aw- las velares de cock. Reduplicaciones onomato-
DR.ADE: «Some questions of fact and policy concerning
phonemes», Language, XII (1936). péyicas inglesas de! sonido, como cack, kick,
tit, peep y poop ilustran hasta qué punto ¡os
30

31

i1
1
TI

] hablantes son conscientes de la identidad de I donaron la gris. Así, «el pollo transfiere su
z
un fonema en dos de sus variantes contex-1
tuales.
respuesta al área relativamente más viva»".
Es, ante todo, merced a reglas de relación como
el oyente guia-do por el código lingüístico cap-
I
a
3
o ta el mensaje. i
en
2.4.4.1 £7 «recubrimiento» entre fonemas. a
z a
o r
V) Lo que se ha llamado «recubrimiento» (over- 2.4.5. El punto de vista algebraico. a
a z
o: lapping) entre fonemas confirma que los ras- o
El punto de vista que podría llamarse «alge- c
I gos distintivos se basan en relaciones. Un par
de fonemas vocálicos palatales, opuestos gené- braico» trata de separar al máximo fonema y
sonido y, por tanto, fonemática y fonética. El
>
a
o ticamente entre sí por la diferencia de abertura
más destacado representante de esta corriente,
de la cavidad bucal y, acústicamente, por la
Hjelmslev, quiere que la lingüística se trans-
diferente concentración de la energía (denso/
forme en «un álgebra del lenguaje, que opere
difuso), pueden en algunas lenguas realizarse,
con entidades no nombradas, es decir, con enti-
en una posición, como [se] - [e] y, en otra,
dades nombradas arbitrariamente carentes de
como [e] - [i], de modo que un mismo sonido
designación natural» I2. En particular, el «pla-
[e] representa, según las posiciones en que apa-
no de la expresión» dentro del lenguaje, como
rezca, el término difuso o el denso de una mis-
él bautizó el aspecto que las tradiciones estoica
ma oposición. La relación, en ambas posiciones,
y escolástica llamaban signans y signifiant el
permanece idéntica. Dos grados de abertura y
restaurador de éstas Ferdinand de Saussure,
dos grados correspondientes de concentración
tendría que estudiarse sin recurrir en absoluto
de la energía —el máximo y el mínimo— se
a premisas fonéticas.
oponen en ambas uno a otro.
11
El hecho de que ¡as operaciones de selección Véase H. WERNER: Comparative psychology of
se basen en propiedades de relación no sólo es mental development (Nueva York-Chicago-Los Ange-
les, 1940), p. 216 y siguientes.
típico de la conducta humana, sino también de '-' L. HJELMSLEV: «Proiegomena to a theory of lan-
la animal. En un experimento de W. Koehler, guage», Indiana University Publications in Anth.ro-
se enseñaba a unos pollos a picar el grano de pology and Linguistics, VIH (1953), p. 50 (2/ ed. in-
glesa, revisada, The University of Wisconsin Press,
una zona gris dejando sin tocar el de otra zona Madison, 1961, reimpr. en 1963, p. 47 (N. del T.)l. Véa-
adyacente más oscura; cuando, posteriormente, se la objetiva crítica de este punto de vista que
el par de zonas, gris y oscura, fue sustituido formula B. SIEKTSEMA: A study of glossematics ('s-Gra-
venhage, 1954), capítulos VI y IX, y la de F. HINTZE:
por otro de una zona gris y otra clara, los «Zum Verháltnis der sprachlichen 'Form' zur 'Subs-
pollos buscaron su comida en la clara y aban- tanz'», Studia Lingüistica, III (1949).

32 33

1,
Sin embargo, todo intento de reducir el len-1 En cuanto a la exigencia teórica misma, é s t a •n
c
guaje a sus elementos invariantes últimos, me-1 proviene de la premisa de que, en el lenguíwe/ z
diante un mero análisis de su distribución en
el texto y sin referencia a sus correlatos empí- ;
la forma se opone a la sustancia como la cons- ¡
tante a la variable. Si la sustancia sonora fu^ se g
o ricos, está condenado al fracaso. La compara- I o
una mera variable, entonces la búsqueda ¿e
ción de las seríes inglesas /ku/ y /uk/ no mos-1 invariantes lingüísticos tendría en efecto q u e
trará en absoluto la identidad del primer seg-1 hacerse sin ella. Pero la posibilidad de traciu.
o
mentó de un ejemplo con el segundo del otro, ¿ cir una misma forma lingüística de una s\jS.r
o a menos que se tomen en cuenta las propieda- I tancia sonora a una sustancia gráfica, como ]o n
o
des sonoras comunes a las realizaciones inicial es una notación fonética o un sistema aproxi- c
y final de /k/ y las comunes a las dos posicio- i mado de deletreo fonemático, no prueba que ]a
•—i

< nes de /u/. El cotejo de las sílabas /ku/ y /ki/1


o
sustancia sonora, igual que «otras muchas si^.
3! no autoriza a asignar los dos segmentos inicia-1 íancias de la expresión sumamente variadaí¡»;
les a un único fonema /k/, como variantes f sea una simple variable. A diferencia del £em&.
combinatorias del mismo que aparecerían ex- j meno universal del habla, la escritura fonética
cluyéndose mutuamente ante dos diferentes vo-f o fonemática constituye un código ocasiona}
cales, si previamente no se han identificado I y accesorio que suele suponer por parte de si^s
los rasgos comunes a las variantes anterior y I usuarios la capacidad de traducirlo al código
posterior de»/k/, que distinguen a este fonema j sonoro subyacente, mientras que la faculta^
de todos los demás de la misma lengua. Sólo de poner en práctica el procedimiento inverso,
esta prueba puede permitirnos decidir que la trasladando el habla a letras, es secundaria y
articulación posterior [k—] de /ku/ realiza el I mucho menos común. Sólo después de domj.
mismo fonema que la anterior [k-f] de /ki/ Vj nar la palabra se es capaz de leer y escribí}-.
no que la anterior [g + ] de /gi/. Por tanto, y a; Existe una diferencia radical entre los fone-
pesar del propósito teórico de llevar a cabof mas y las unidades gráficas. Cada letra lleva
un análisis por completo independiente de la] consigo una denotación específica—en una OK
sustancia sonora, en la práctica «on tient comp-; tografía fonética, suele indicar uno de los fo-
te de la substance á toute étape de l'analyse», f nemas o determinada serie limitada de fone.
como dice Eli Fischer-Jiefrgensen exponiendo mas, mientras que el fonema no denota sin<>
esta turbadora contradicción '3. mera alteridad (cf. 2.3). Los signos gráficos qu<;
13
E. FrsCHER-J0RCF..\'SEN: «Remarques sur íes prin- sobre este problema en el trabajo de EUGENIO COSE
cipes de I'analyse phonémique», Travaux du Cercle RIU: «Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje»
Linguistique de Copenhague, V (1949), p. 231. El lector incluido en Teoría del lenguaje y lingüística general
de había castellana encontrará datos y precisiones (Ed. Gredos, Madrid, 1962). (T.).

34 35
I
sirven para interpretar los fonemas u otras
unidades lingüísticas representan a estas uni- 2.5 Los métodos del criptoanalista y del deco-
dades, como dirían los lógicos. Tal diferencia dificador * como técnicas complementa-
tiene amplias.consecuencias que dan lugar a la rias. §
estructura absolutamente desemejante de letras
zo y fonemas. Las letras nunca reproducen los di- I Al destinatario de un mensaje codificado se o
w
¡n ferentes rasgos distintivos en que se basa la le supone en posesión de un código gracias al
a cual interpretará el mensaje. A diferencia de
o trama fonética, o lo hacen sólo parcialmente, e
invariablemente desdeñan la relación estruc- - este decodificador, el criptoanalista se encuen- i
o
tra con un mensaje cuyo código le era previa- c
tural que existe entre éstos. En la sociedad I
humana no se da nada parecido a una suplan- f mente desconocido, y debe dar con él mediante

tación del código verbal por sus réplicas visua-1 hábiles manipulaciones del mensaje. Un ha-
les; tan sólo sucede que unos auxiliares pará- blante nativo de un idioma responde a cual-
sitos complementan dicho código, el cual • quier texto de éste como un decodificador nor-
permanece funcionando constante e inaltera- I mal, mientras que un extranjero no familiari-
ble. Admitir que la forma lingüística se mani-1 zado con la lengua se enfrenta a los textos
fiesta en dos sustancias equipolentes, gráfica I como un criptoanalista. Un lingüista que em-
y fonética, es como considerar que la forma prende el estudio de un idioma totalmente des-
musical se manifiesta en dos variables: notas conocido parte como un criptoanalista, hasta
y sonidos. E igual que la forma musical no pue- que, penetrando gradualmente en el código,
de abstraerse de la materia sonora que orga- consigue finalmente entender todo mensaje de
niza, la forma fonemática ha de estudiarse en i ese idioma como un decodificador nativo.
relación con la materia que el código lingüís- El usuario nativo o naturalizado de una len-
tico escoge, adapta, diseca y clasifica según sus I gua, cuando ha recibido una formación lingüís-
propias directrices. Lo mismo que las escalas I tica, es consciente de las funciones que des-
musicales, la estructura fonemática es una in- I empeñan los diferentes elementos sonoros de
tervención de la cultura en la naturaleza, un I aquélla y puede utilizar este conocimiento para
artificio que impone reglas lógicas al continuo I
sonoro. * Empleo codificar, decodificar y sus derivados
para traducir to code, decode y los suyos, tomando
términos ya consagrados en la bibliografía castellana
sobre cibernética, para evitar la ambigüedad a que,
en pasajes como éste, daría lugar el que en nuestro
idioma el frecuente uso figurado de descifrar, etc., in-
cluya en el desciframiento tanto la decodificación
como el criptoanalisis. (N. del T.)

36
37
a resolver la forma sonora en sus múltiples com-
5 ción fonética, dividirse en secciones unilingües;
c

i
ponentes portadores de información. Teniendo
en cuenta varios «requisitos gramaticales pre-
vios "al análisis fonemático» logrará extraer los
Tolstoi nos da en Ana Karenina ejemplos del
habla familiar de su propio medio: «On se
¡
ra
réunit le ¡mitin au breakfeast et puis vsjakij
o rasgos distintivos, configurativos.y expresivos M. 3
delaet ctoxócet> [osa aeyní lámate obHékíastepuí
Por otro lado, ¡a cuestión planteada porBloch C/l
2
acerca de la aplicabilidad de la técnica cripto- fs.áksj d(éi9it J"t3x°ójit]. o
O
C/3
analítica a la investigación de la estructura fo- Menos factible aún resultaría distinguir por
O
nemática tiene una importancia metodológica medio de técnicas criptoanalíticas los rasgos ra

considerable: se trata de hasta qué punto una distintivos de los configurativos, en especial o
2 de los fronterizos de palabra. Así, apenas sería
I muestra suficiente de habla cuidadosamente
recogida permite al lingüista dar con «el sis- posible descubrir que, en los pares de ejemplos
rusos /danos/ [danos] «denuncia» — /da nos/
tema fonemático, sin saber qué significa parte
alguna de la muestra, ni siquiera si dos partes [danos] «también la nariz», /pagar, él,i/ [pagar,
significan o no lo mismo» '5. En muchos casos, él,i] «ardieron» — /pagar.é l,i/ [psgar.él.i] «ya
tales condiciones permiten la extracción de los sea a lo largo de una montaña», /jixída/ [jix,
rasgos redundantes, aunque esta extracción re- ida] «persona rencorosa» •— /jíx ida/ [jixíds]
sulte trabajosa. Más difícil es aislar los rasgos «su Ida (de ellos)», la diferencia entre [a] y
expresivos, pero también acerca de ellos pro- [a], entre [e] abierta y [e] cerrada y entre [x,]
porcionará la muestra alguna información, dada palatalizada y [x] no palatalizada, no distingue
la diferencia entre el carácter marcadamente dos fonemas, sino que marca una frontera de
discreto y oponible de ¡os rasgos distintivos y palabra. Aquí una técnica criptoanalítica nos
la tendencia a formar escalas continuas carac- expone al riesgo de multiplicar el número de
terísticas de la mayor parte de los expresivos '*. fonemas y rasgos distintivos rusos innecesaria-
Incluso un mensaje híbrido —bilingüe o pluri- mente.
lingüe—, como las frases compuestas de pala-
bras u oraciones rusas, francesas o inglesas que
usaba la aristocracia rusa a fines del siglo xix,
podrían, comparando su heterogénea constitu-
14
K. L. PIKE: «Gramatical prerequisites to phone-
mic analysis», Word. III (1947). y «More on gram-
madcal prerequisites», Word, VIII (1952).
15
B. BLOCH: «A set of postuJates for phonemic
analysis», Language, XXIV (1948).
16
Cf. JAKOBSON, FANT, HALLE: Preliminaries..., p- 15.

39
u
III. LA IDENTIFICACIÓN DE LOS RASGOS c
z
DISTINTIVOS
s
z
3

3.1 La sílaba.

Los rasgos distintivos se agrupan en haces


simultáneos llamados fonemas;- los fonemas se
encadenan en secuencias; el esquema elemen-
tal en torno al cual se constituye todo agrupa-
miento de fonemas es la sílaba ", La estructura
fonemática de la sílaba viene determinada por
un conjunto de reglas y toda secuencia se basa
en la aparición regularmente repetida de este
17
E. POLIVANOV fue el primero que llamó la aten-
ción sobre la «sílaba fonemática», que él llamó silu-
bema, en cuanto célula constructiva básica de la ca-
dena hablada: véase su obra, en colaboración con
A. IVANOV, Grammaiika sovremennogo kitajskogo ¡azy-
ka (Moscú, 1930). Cf. A. SOMMERFELT: «Sur l'importan-
ce genérale de la syüabe», Travaux du Cercle Linguis-
tique de Prague, IV (1931); A. W. DE GROOT: «Voyelle.
consonne et syllabe», Archives nésrlandaises de pho
nétique experiméntale, XVII (1941); J. KURYLOWICZ:
«Contribution á la theorie de la syllabe», Bulletin de
la Société Polonaise de Linguistique, VIII (1948); J. D.
O'CONXOR y J. L.. M. TRIM: «Vowel, consonant and
syllable -a phonological definition», Word, IX (1953).

41
s modelo de construcción, ffnp fnrmn_]jjiirp. (una
j
secuencia que pueda dividirse por medio de (slope phonemes). Si la cima comprende dos o 3
pausas) ha de contener un número entero de más fonemas, uno de ellos, llamado cumbre
o sílabas. Es obvio que el número de sílabas di- ¡onemásica o silábico (peak phoneme o sylla- I
5 ferentes de una lengua es un pequeño submúl- bicj, destaca de los otros mediante un con- ta
z
tiplo del número de formas libres, del mismo traste compacto/difuso o vocal/sonante.
o
z modo que el número de fonemas es un pequeño Stetson '" ha descrito de modo muy adecua-
o submúltiplo del número de sílabas y el número do el correlato motor de la sílaba fonemática
O a
<
de rasgos distintivos un submúltiplo del núme- como «una bocanada de aire empujada hacia
a
ro de fonemas. arriba a través del canal vocal mediante una o
El principio que sirve de eje a la estructura \ compresión de los músculos intercostales». Se- a
silábica es el contraste de rasgos sucesivos den-1 gún esta descripción, toda sílaba consiste inva- n

tro de la sílaba. Una parte de la sílaba se des-| riablemente en la sucesión de tres factores:.
taca de las otras: es sobre todo el contraste I arranque, culminación y detención del impul-
entre vocal y consonante lo que pone de relieve i so. De estas tres fases, la central constituye el
una parte de la sílaba. Hay lenguas en que toda factor nuclear de la sílaba, mientras que las
sílaba se compone de una consonante y una otras dos son marginales. Los dos factores mar-
vocal que le sigue (CV): en tal caso es posible, ginales se realizan, bien sólo por la acción de
a partir de cualquier punto de ¡a secuencia, los músculos torácicos, bien mediante sonidos
predecir la clase de fonema siguiente. En len- verbales, habitualmente consonantes. Si ambos
guas con mayor variedad de tipos silábicos, la factores marginales se efectúan sólo por la ac-
probabilidad de aparición de una clase de fo- ción de los músculos torácicos, la fase nuclear
nemas tiene diferentes grados. Además de CV de la sílaba es la única audible; en otro caso,
pueden darse otros esquemas: CVC, V, VC. es la más audible de ellas. Dicho de otro modo,
A diferencia de C, el elemento V ni puede omi- ¡a parte nuclear de la sílaba contrasta con las
tirse ni figurar dos veces en la misma sílaba. partes marginales como la cima con las laderas.
En el aspecto acústico, la cima suele poseer
El contraste vocal/consonante puede ser úni-
mayor intensidad que las laderas y en muchos
co o bien meramente predominante." esporádi- |
casos muestra una frecuencia fundamental más
camente pueden sustituirlo otros contrastes afi-
elevada. La cima se percibe con mayor fuerza,
nés. Tanto ¡a parte V como la parte C pueden i
acompañadas muchas veces de cierta elevación
contener más de un fonema. Los fonemas que |
del tono musical. Por regla general, los fone-
constituyen las partes V y C de la sílaba pueden
mas cimeros son de suyo más perceptibles que
llamarse respectivamente fonemas centrales o
cimeros (crest phonemes) y fonemas laterales 18
R. H. STETSON: Motor phonetics (Amsterdam,
1951).
42

43
los de la ladera de la misma sílaba: ia cima7: c
o
suele estar formada de vocales, quedando los I 3.3 Clasificación de los rasgos prosódicos.
otros fonemas para las laderas; con menor | a
z
2 frecuencia, el contraste entre ambos tipos de ! Los tres tipos de rasgos prosódicos, que, si-
o fonemas corre a cargo de líquidas frente a con- guiendo a Sweet, llamaremos tono, intensidad
sonantes puras, o de consonantes nasales fren-1 (forcé) y cantidad, corresponden a los tres
z te a consonantes orales y, excepcionalmente, de atributos de la sensación auditiva —registro
fricativas frente a oclusivas (cf. 4.1.6). Si la m
o musical, fuerza acústica y duración subjetiva—. z
Ci
c/) ladera está constituida por todo un grupo con- Las dimensiones de frecuencia, intensidad y C
o sonantico, y dentro de éste uno de los fonemas >
tiempo son sus correlatos físicos más próxi-
es de por sí más perceptible que los otros, su mos. Cada una de estas tres subclases de ras-
2 intensidad sonora se reduce notablemente para
o gos prosódicos presentan dos variedades: según
preservar la unidad de la sílaba; por ejemplo, su marco de referencia un rasgo prosódico pue-
en las voces checas /jdu/, /jsem/, /rti/, /Ipi/, de ser intersilábico o intrasilábico. En el pri-
o en el monosílabo polaco /krvi/, que podemos mer caso refiere el núcleo de una sílaba a los
comparar con el bisílabo serbocroata /krvi/ ". de las demás sílabas dentro de la misma se-
cuencia y lo coteja con ellos. En el segundo, un
instante del núcleo puede compararse con otros
32_ Dos clases de rasgos distintivos. del mismo núcleo o con la ladera silábica que
le sigue.
Los rasgos distintivos se dividen en dos gru-
pos: 1) prosódicos Y:. .2) inherentes. Sólo
aquellos fonemas que forman el núcleo silá- ) 3.3.1 Rasgos tonales.
bico pueden estar dotados de rasgos prosódi-
eos, los cuales son definibles únicamente con j
relación al relieve de la sílaba o de la cadena j En la variedad intersilábica de los rasgos to-
silábica, mientras que un rasgo inherente ca- nales, el rasgo de altura musical (level feature),
racteriza un fonema con independencia de su diferentes núcleos silábicos de una misma se-
papel en el relieve silábico, al que tampoco hace cuencia vienen a contrastar por su registro,
referencia su definición. agudo o grave. Tales rasgos de altura pueden
dividirse en dos clases: aquella en que un re-
gistro neutro contrasta, por un lado, con un
registro agudo y, por otro, con un registro
" Véase en particular A. ABELE: «K voprosu o grave, y aquella en que los dos registros opues-
sloge», Slavia, 111(1924).

45
44
a
tos, grave y agudo, pueden aparecer en dos va-1
riedades, baja y elevada. Cuando los Jabo tras- se opone a la distribución inversa; por ejem- TI
G
en ponen estos cuatro niveles del habla al código plo, una modulación ascendente a una descen-
O
5
<%*
o de señales de sus tambores, usan, para las dos j dente, o ambas a una entonación uniforme.
2 en
oposiciones que subyacen a aquéllos, dos pares
2
O
en
de denominaciones diferentes: los términos I 3.3.2 Rasgos intensivos.
opuestos agudo y grave se llaman «pájaro pe-|
i
§ queño» y «pájaro grande», y los términos ele-1
La variedad intersilábica de los rasgos inten-
vado y rebajado «menor» y «mayor», respec- ¡
tivamente, distinguiendo así cuatro señales sivos, el acento, crea el contraste entre un nú- i
'o
cleo silábico acentuado, más enérgico, y los c
—«pájaro pequeño menor», «pájaro pequeño
I mayor», «pájaro grande menor» y «pájaro gran-
núcleos menos enérgicos de las otras sílabas
no acentuadas de la misma secuencia, diferen-
de mayor»— M. Farnsworth ha estudiado deta- cia producida por el mecanismo sublaríngeo y
lladamente el mecanismo del registro tonal en \ en particular por movimientos del abdomen y
la voz, concluyendo que el movimiento de las \ del diafragma, según intentan demostrar Sie-
cuerdas vocales, relativamente complejo cuan- \ vers y Stetson 22.
do vibran a baja frecuencia, se simplifica al
En la variedad intrasilábica de los rasgos
elevarse ésta hasta que, alcanzada una frecuen-1
intensivos, el llamado stosston (sttpd), contras-
cia máxima, sólo se ven vibrar los bordes de I
tan entre sí dos fracciones contiguas del fone-
las cuerdas más próximas a la glotis 2i.
ma acentuado. A una distribución uniforme de
La variedad intrasilábica de los rasgos tona- la intensidad en el fonema se opone otra dis-
les, el rasgo de modulación, da lugar a que con- tribución en que la porción inicial presenta un
traste el registro más agudo de una parte de un máximo tónico que decrece en la parte final.
fonema con el más grave de otra parte del mis- \ De acuerdo con el análisis efectuado por
mo, o bien el registro más agudo de una parte S. Smith del st$d danés 23, el descenso de am-
de un diptongo con el más grave de los otros plitud, acompañado habitualmente de una dis-
componentes de éste, y esta distribución de minución de la frecuencia fundamental, se debe
registros en el interior de los núcleos, silábicos
— E. SIEVERS: «Neues zu den Rutzschen Reaktío
nen», Archiv für experimentelle und klinische Phone-
20
Véase G. HERZOG: «Drum signaling in West Afri- tik, I (1914); R. H. STETSON: /. c. Cf. W. F. TWADDEIX:
can Tribes», Word, I (1945). «Stetson's rnodel and the 'supra-sesmental phone-
-1 D. W. FARNSWORTH: «High-speed motion picturc mes'», Language, XXIX (1953).
of the human vocal cords». Bell Laboratories Record, I 23
S. SMITH: «Contributions to the solution of pro-
V (1940). blems concerning the Danish st0d», Nordisk Tidsskrift
for Tale og Stemme, VIII (1944).
46
47
CJ
a una inervación bruscamente decreciente de';
los músculos espiratorios. Un movimiento ba-| z
lístico de los músculos espiratorios, en cuanto? 3.3.4 La relación eritre el acento y la cantidad. a
2 opuesto a un movimiento más nivelado, pro?
o duce un rasgo prosódico similar, entre otras* Siempre que se da un contraste de sílabas
2 tónicas y átonas, el acento se usa como rasgo
¡enguas, en letón, en ciertos dialectos Iituanosj
y en livonio. configurativo, concretamente culminativo, mien- 9
o
c/; tras que la cantidad nunca asume este papel.
La función culminativa del acento se combina a
z
<
comúnmente con la otra clase de funciones con- o
3.3.3 Rasgos cuantitativos. c
figurativas, la demarcación (cf. 2.3), o con la
I La variedad intersilábica de los rasgos cuan-
titativos, el rasgo de cantidad, hace que con-
función distintiva. Aquellas lenguas en que tan-
to la cantidad como el acento tienen función
B

traste un fonema normal, breve, que no puede distintiva son por completo excepcionales; por
alargarse en el interior del núcleo silábico, con lo general, si el acento es distintivo, le acom-
los fonemas largos de otras sílabas de la mis- paña un rasgo cuantitativo redundante.
ma secuencia, y/o un fonema normal, breve La observación de los rasgos intensivos y
pero firme, con otro puntual, reducido y pa- cuantitativos en su variedad intersilábica pa-
sajero. rece indicar que los rasgos distintivos prosó-
La segunda variedad de rasgos cuantitativos, dicos que utilizan la intensidad y aquellos que
el rasgo de contacto, se basa en la diferente! utilizan la cantidad tienden a confundirse.
distribución de la duración que cabe entre una
vocal y la consonante siguiente: en el caso del
llamado contacto estrecho (cióse contad, 3.4 Comparación de los rasgos prosódicos y
scharf geschnittener Akzent), la vocal se abre- los inherentes.
via en favor de la consonante siguiente, que
aparece bruscamente, mientras que en el con- Todo rasgo prosódico se basa primordial-
tacto abierto (open contad, schwach geschnit- mente en el contraste de dos variables dentro
tener Akzent), la vocal se realiza por completo de una misma secuencia temporal, determinán-
antes del arranque de la consonante. dose el tono, la intensidad o la duración rela-
tivos de una fracción dada con respecto a las
fracciones anteriores y/o sucesivas. Como ha
señalado Herzog refiriéndose a los rasgos tona-
les, «las realizaciones concretas de los contras-
tes —dados por distancias sucesivas entre los
48
49
K
registros o por movimientos tonales sucesi-í
vos— varían continuamente» 24. El registro o] Un rasgo prosódico pone en juego dos coor-
la modulación tonal, los grados del acento o suf denadas: por un lado, un par de términos po- z
2
o descrescendo • (stosston), son siempre pura-| lares como los de registro agudo y grave, tono c
3
mente relativos y sumamente variables en su: ascendente y descendente o vocal larga y bre- ha

magnitud absoluta si se compara un hablante ve, que pueden aparecer, ceteris paribus, en I
o con otro e incluso dos enunciados de un mis-<j una misma posición de la secuencia, de modo
'SI

o rno hablante. De igual modo, la cantidad áe, que el hablante, al producirlos, y el oyente, al s
una vocal puede establecerse únicamente en percibirlos, escogen una de las dos posibilida-
relación con la cantidad de las restantes vo-; des e identifican el término escogido con rela- Z
ción al rechazado. Estos dos términos, presen- O
cales del mismo contexto o con las consonan-^
tes siguientes (en el caso del rasgo de contacto),! te el uno y ausente el otro en una unidad con-
mientras que la duración absoluta de las vo-f creta del mensaje, constituyen una auténtica
oposición lógica (cf. 1.3). Por otro lado, tales
cales largas o breves de una lengua dada es,|
términos polares sólo pueden reconocerse por
notablemente variada, de acuerdo con los há-|
completo cuando ambos están presentes en la
bitos lingüísticos del hablante y sus variacio-4
secuencia dada, a fin de que el hablante pro-
nes expresivas de tempo. Una vocal larga ha| duzca su contraste y el oyente lo perciba. De
de ser, ceteris paribus, más larga que las vo--| tal suerte, las dos posibilidades que permite
cales breves que la-rodeen. Análogamente, lo 1 ¡a existencia de un rasgo prosódico coexisten
único que necesita una vocal para ser acentua-J en el código como dos términos de una oposi-
da es pronunciarse con mayor fuerza que ¡asi ción y, además, concurren en el mensaje y dan
vocales átonas de la misma cadena; y las vo- lugar a un contraste dentro de él. Si el men-
cales de registro alto sólo tienen que ser más saje es demasiado breve para comprender am-
agudas que las de registro bajo vecinas. Perof bas unidades, el rasgo puede deducirse median-
las vocales agudas de un barítono pueden serf te las claves que proporciona el contexto; por
más bajas que ¡as graves de una soprano, pori ejemplo, la cantidad de una vocal en un mo-
ejemplo, y en el habla de una misma personal nosílabo puede deducirse de la duración rela-
puede perfectamente haber pasajes en que sel tiva de las consonantes vecinas, y el registro
baje con fines expresivos tanto el registro de| de un mensaje monofonemático, de la ampli-
los fonemas agudos como e! de los graves. tud de la modulación con que arranque y/o
termine la vocal.
"* G. HERZOG, recensión de K La identificación y definición de un rasgo in-
herente sólo se basa en la elección entre dos
posibilidades mutuamente excluyentes admisi-
50

51
a •bles en una misma posición de la secuencia.! pérdida de A en la afasia implica la ausencia I
G
No se da nada parecido a la anterior compa-J de B, y la rehabilitación del afásico sigue el Z
O
ración de dos términos polares que aparecen! mismo orden que el desarrollo del sistema fo-
juntos en un contexto. Por tanto, las dos posi-2 nemático infantil. Idénticas leyes de implica-
o o
biiidades que define un rasgo inherente coexis-i ción rigen las lenguas del mundo tanto en su
3
ten en el código como dos términos de una» aspecto estático como en el dinámico. La pre- o
z oposición, pero no requieren yuxtaposición al-; sencia de B implica la de A y, por lo tanto, B no
o guna en el mensaje. Dado que el rasgo inhe- puede surgir en el sistema fonológico de una
O
rente se identifica exclusivamente mediante la; lengua a no ser que A ya se encuentre en él; i
o
comparación del término presente en una poJ de igual modo, A no puede desaparecer de una
sición determinada con el término ausente, la] lengua mientras B permanezca en ella. Cuanto M
O realización de un rasgo inherente, en un mo-f más limitado sea el número de lenguas que
mentó dado de la secuencia fónica, admite un| posean un determinado rasgo fonemático (o una
margen de variabilidad menor que el de losf combinación cualquiera de éstos), más tardará
rasgos prosódicos. en adquirir este rasgo el niño nativo y antes lo
perderá el afásico.

3.5 Leyes generales de los sistemas fonema i


ticos. 3.5.1 Reducciones en el inventario total de
Rasgos distintivos.
La descripción comparativa de los sistemas!
fonemáticos de distintas lenguas y su cotejo í Los adelantos realizados por las investigacio-
con el orden de las adquisiciones fonemáticas I nes sobre el sistema fonemático del niño y del
por parte de los niños que aprenden a hablar, afásico 25, al par que el hallazgo a este respecto
así como con el progresivo desmantelamientof
25
que efectúa la afasia en el lenguaje y su estruc-* Cf. R. JAKOBSOM: «Kindersprache, Aphasie und
tura fonemática, nos proporciona datos impor-; Allgemeine Lautgesetze», Uppsala Universitets Arss-
krift (1942); H. V. VELTEN: «The growth of phonemic
tantea acerca de las relaciones entre los rasgos I and lexical patterns in infant language», Language,
distintivos y de ¡a posible clasificación "de éstos.; XIX (1943); W. F. LEOPOLD: Speech development of
El progreso lingüístico, especialmente fonema- a bilingual child, II (Evanston, 1947); A. GVOZDEV:
Usvoenie rebenkom zvukovoj storony russkogo jazyka
tico, del niño y ¡a regresión del afásico obede-* (Moscú, 1948); K. OHNESORG: Fonetická studie o détské
cen las mismas leyes de implicación. Si la ad- reci, (Praga, 1948); L. KAZMAREK: Kszataltowanie sie
quisición por parte del niño de la distinción B mowy dzieska (Poznan, 1953); P. SMOCZINSKI: Przys-
wajanie prz&z dziecko podstaw systemu j§zykowego
implica su adquisición de la distinción A, la | (Lodz, 1955); TH. ALAJOUANINE, A. OMBREDANE, M. DU-

52 53

de un número creciente de leyes, plantean efl


problema de las leyes universales que rigen los| universal en el sistema fonemático del lenguaje.
sistemas fonemáticos de las lenguas. Estas leyes, Así, ningún idioma posee simultáneamente
o
S de implicación y estratificación hacen que el¡ las dos oposiciones consonanticas autónomas I
establecimiento de una tipología fonemática de faringalizado/no faringalizado (velarizado/no
2 las lenguas resulte una tarea cada vez más rea-j velarizado) y labializado/no labializado. En el
O
75 lizabíe y al mismo tiempo más urgente. Cada primer caso entra en juego el orificio posterior
paso que se da en esta dirección nos permite! del resonador bucal (faringe) y en el segundo
reducir la lista de los rasgos distintivos e m - el orificio anterior (labios), pero, en ambos, la
31
pleados por las lenguas del mundo: la supues-J reducción de un orificio del resonador bucal,
que provoca un descenso de las resonancias o
O ta multiplicidad de los rasgos se muestra en c
as buena medida ilusoria. Si dos o más rasgos * (bemolización), se opone a la ausencia de tal m
pretendidamente distintos no aparecen nunca a I reducción. Por ello, estos dos procesos (estre-
la vez en una misma lengua y, además, están í chamiento de la abertura anterior y estrecha-
dotados de una propiedad común que los dis-» miento de la abertura posterior) han de tratar-
tingue de todos los demás, deben interpretarse se como variantes de una misma oposición que,
como realizaciones diferentes de un solo fone- desde el punto de vista articulatorio, puede de-
ma, cada una de las cuales aparece con exclu- finirse a partir de los términos abertura estre-
sión de las otras, constituyendo así un caso chada y abertura normal (cf. 3.6.2). La relación
más de distribución complementaria. Es pre- de las consonantes llamadas retroflejas con las
ciso completar el estudio de las invariaciones dentales tampoco es más que una variante de
dentro del sistema fonemático de una lengua la oposición entre dentales y faringalizadas y
con ¡a búsqueda de invariaciones de validez no faringalizadas.
Cuatro de los rasgos consonanticos que enu-
RAND: Le syndrome de désintégration phonétique dans mera Trubetzkoy (7. c, págs. 132 y siguientes)
l'aphasie (París, 1939); A. LURM: Travmaticeskaja —los definidos por la tensión, la intensidad o
afazija (Moscú, 1947); K. GOLDSTEIN: Language and
language disturbances (Nueva York, 1948).—N. del T.: presión, la aspiración y la preaspiración— re-
La editoriai Mouton & Co., de La Haya, prepara una sultan también variantes combinatorias de una
traducción ingJesa revisada de Ja obra de,Loria bajo misma oposición que, en virtud del denomina-
el título Traumatic aphasia. Its syndromes, psycho-
logy and treatment (coiección Janua Linguarum, se- dor común de todas aquéllas, podemos llamar
ries rnaior, 5); la de Goidsíein puede consultarse en oposición tenso/flojo.
la traducción española Trastornos del lenguaje: las
afasias. Su importancia para la medicina y la teoría La aparición de oclusiones dobles (en par-
del lenguaje (Editorial Científica Médica, Barcelona, I
1950). ticular de cites), que presentan dos interrup-
ciones en rápida sucesión, seguida cada una
54 de ellas de una explosión, tiene siempre lugar

.' -3'
con exclusión en la misma posición de otros
tipos de grupos consonanticos; por tanto, tales
oclusivas son simplemente una realización par- 3.6.1 Rasgos de sonoridad.
ticular de estas series consonanticas ordina-
rias **. I. Vocálico/no vocálico:

acústicamente - presencia (frente a ausencia)


3.6 Las dos clases de rasóos inherentes. en el espectrograma de formantes con una es-
tructura claramente definida;
Los rasgos distintivos inherentes que se han genéticamente - excitación que tiene lugar fun-
descubierto hasta la fecha en ¡as lenguas del damental o únicamente en la glotis, mientras
mundo y que, junto con ios prosódicos, rigen queda libre el paso por el canal bucal.
j \> la totalidad del repertorio léxico y morfológico
de aquéllas, se reducen a doce oposiciones de
entre las cuales cada lengua escoge las suyas. II. Consonántico/no consonantico:
Los rasgos inherentes se dividen en dos clases,
que podríamos llamar rasgos de sonoridad y acústicamente - energía total baja (frente a
rasgos de tonalidad, los primeros de los cuales energía total elevada);
serían afines a los rasgos prosódicos intensivos genéticamente - presencia (frente a ausencia)
y cuantitativos y los segundos a los rasgos pro- de una obstrucción en el canal bucal.
sódicos tonales. Los rasgos de sonoridad se Las vocales son vocálicas y no consonanticas
las consonantes son consonánticas^pues a la
,x caracterizan por basarse en la cantidad y la la
vez presentan un obstáculo y dejan paso libre
densidad de la energía en el espectro y en el
en el canal bucal, con los efectos acústicos
tiempo. Los rasgos de tonalidad hacen inter-
correspondientes; las vocales murmuradas de
venir los extremos del espectro de frecuencia.
apoyo (glides) no son vocálicas y no son con-
sonanticas.

III. Denso/difuso:

acústicamente - concentración máxima (o en


cambio escasa) de la energía en una zona cen-
tral del espectro relativamente estrecha, junto
-6 Cf. C. M. DOKE: «Notes on a problem ín the me- con un aumento (o disminución) de la canti-
chanisra of the Zulú clicks», Bantu Studies, II (1923).
dad total de energía;

57
a genéticamente - la diferencia reside en la rela-f
Zj 3
ciór. entre el volumen de la cavidad de reso-4 VI. Nasal/oral (nasalizado/no nasalizado): z
nancia delante y detrás del punto más estre-f o
Í-H

5 cho (forward-flanged/backward-flanged: ante-f acústicamente - difusión de la energía disponi- I


o z
S riores/posteriores). La razón de la magnitud ble en bandas de frecuencia más amplias (o más
o
de la cavidad anterior a la de la posterior es estrechas) mediante una reducción en la den-
z más elevada en el caso de los fonemas densos sidad de ciertos formantes del espectro (funda-
o (vocales abiertas y consonantes velares y pala- mentalmente del primero) y la aparición de
a a
o tales, incluidas las postalveolares) que en el de formantes adicionales (formantes nasales); z
o
los difusos (vocales cerradas y consonantes Ja-f genéticamente - se añade al resonador bucal el c
>
biales y dentales, incluidas las alveolares). de ia cavidad nasal, o, en el otro caso, se pres-
o cinde del resonador nasal.

IV. Tenso/flojo:
acústicamente - cantidad total de energía másí VII. Interrupto (discontinuous) /continuo:
elevada (o en cambio más baja) junto con ma-f acústicamente - silencio (al menos en las ban-
yor (o menor) difusión de la energía en el es- das de frecuencia situadas por encima de la
pectrograma y en el tiempo; correspondiente a la vibración de las cuerdas
genéticamente - mayor (o menor) deformación;
vocales) seguido y/o precedido de una difusión
del sistema de formación con respecto a su?
de la energía en bandas de frecuencia amplias
posición de reposo. El papel de la tensión I
(ya sea en forma de explosión o de transición
muscular en la lengua, las paredes del canal I
bucal y la glotis requiere un estudio más de-J rápida o formantes vocálicos), o, en cambio,
tenido. ausencia de transición brusca entre el sonido
y el silencio;
genéticamente - puesta en funcionamiento o in-
V. Sonoro/sordo: terrupción rápidas de la fuente sonora cerran-
do y/o abriendo el canal bucal (por lo que se
acústicamente - presencia (o ausencia) de unal
distinguen las oclusivas de las fricativas) o ar-
excitación periódica de baja frecuencia;
ticulando ciertos pequeños golpes (lo que per-
genéticamente - vibraciones periódicas de las i
mite diferenciar las líquidas interruptas como
cuerdas vocales o ausencia de tales vibraciones, f
la /r/ simple o múltiple, vibrante de las con-
tinuas como la lateral /I/).

58 59
z
VIII. Estridente/mate: XI. Bemolizado/normal: o
2
acústicamente - ruido de intensidad proporcio-1 acústicamente - los fonemas bemolizados se a
distinguen de los normales correspondientes
o
5
nalmente más elevada o más baja, respectiva-;
mente; porque presentan un descenso de tono o una I
O
genéticamente - bordes rugosos/bordes lisos: I debilitación de algunos de sus componentes de ra
z
o una obstrucción adicional crea un efecto tajan- frecuencia más elevada;
3 te (Scheidenton) en el punto de articulación ^enéticamente - los primeros (de abertura es- o
característico de la producción- de los fonemas trechada), a diferencia de los segundos (de a
z estridentes, mediante el cual se diferencian de; abertura no estrechada), se producen reducien- tu
los mates, de pronunciación menos compleja..; do el orificio anterior o posterior del resona-
dor bucal, así como agrandando dicho resona-
dor mediante una velarización concomitante.
IX. Recursivo/infraglotal (checked/
unchecked):
XII. Sostenido/normal:
acústicamente - mayor descarga de energía en acústicamente - los fonemas sostenidos se dis-
tiempo más reducido, frente a menor descarga ' tinguen de los normales correspondientes por-
en tiempo más largo;. que presentan una elevación de algunos de sus
genéticamente - glotalización (compresión u componentes de frecuencia más elevada;
oclusión de la glotis), frente a no glotalización. '\ genéticamente los fonemas sostenidos (de aber-
tura ampliada), a diferencia de los normales
(de abertura no ampliada), muestran una ma-
3.6.2 Rasgos de tonalidad. yor abertura de la faringe, es decir, del orificio
posterior del resonador bucal; una palataliza-
X. Grave/agudo: ción concomitante reduce y fragmenta la cavi-
dad de la boca.
acústicamente - concentración de la energía en I
las frecuencias bajas (o altas) del espectro;
genéticamente - periférico/central: los fone- I 3.7 Etapas del acto verbal.
mas periféricos (velares y labiales) tienen un I
resonador más amplio y menos fragmentado I Acabamos de definir cada uno de los rasgos
que los centrales correspondientes (palatales y % distintivos tanto acústica como genéticamente.
dentales). Sin embargo, el circuito de la comunicación

60 61
-
3
3 comprende otras etapas. La etapa inicial d_# de sonoridad parecen relacionarse con la can-
<
todo acto verbal —la intención del emisor—I tidad, densidad y difusión de la excitación ner-
escapa aún a un análisis preciso. Lo mismo? viosa, mientras que los de tonalidad se rela-
X
puede decirse de los impulsos nerviosos que| cionarían con la localización de la misma. Sin
g el cerebro transmite a los órganos que efectúan! embargo, el desarrollo alcanzado por la inves- o
el acto. La labor de estos órganos —la etapa? tigación acerca de las respuestas nerviosas a C/I
O
2
O motriz del acto verbal— es hoy en día por.f estímulos sonoros promete ofrecernos algún
V)
a completo accesible a la observación, gracias) día un cuadro diferencial de los rasgos distin- r
o
sobre todo al perfeccionamiento de los rayos X tivos al nivel a que nos referimos. z
o
y de otros instrumentos que revelan la acción|
La ciencia psicológica de la percepción so-
de elementos del aparato fonador tan impor-1
nora ha emprendido la labor de aislar los di-
tantes como los mecanismos faríngeo, laríngeo f
sí versos atributos psicológicos del sonido y de-
y sublaríngeo. Todavía mejor se conoce la con-¿
dición del mensaje en su camino desde el cuer-v terminar ¡a capacidad del oyente para discri-
po del hablante hasta el oyente, en particular! minar cada una de las dimensiones del estímu-
merced al sorprendente desarrollo de la acús- lo. Es probable que esta investigación sobre
tica moderna. los sonidos verbales revele los correlatos per-
ceptivos de los diversos rasgos distintivos en
Empieza a esclarecerse el proceso de traduc- • su autonomía fenoménica. Los primeros expe-
ción del estímulo físico a vehículos primero rimentos con consonantes inglesas, transmiti-
auditivos y luego nerviosos 27. Parece oportuno das con distorsión de su frecuencia y enmasca-
buscar el modelo que corresponde en el sis- radas al azar con ruidos, han confirmado que
tema auditivo a los rasgos distintivos. En cuan- la percepción de cada uno de estos rasgos es
to a la transformación de los componentes lin- relativamente independiente de la percepción
güísticos que efectúa el sistema nervioso, hoy de los otros, como si lo que se pusiera en jue-
por hoy podemos a lo sumo arriesgar lo quej go fueran «varios canales simples e indepen-
los psicofisiológicos han considerado «una afir-1- dientes en lugar de un solo canal complejo»29.
mación meramente especulativa» M: los rasgos I
•' G. A. MILLER y P. E. N'ICELV: «An Analysis of per-
ceptual confusions among some English consonants»,
-~ Intentan seguir esta dirección los estudios de I Journal of the Acoustical Society of America, XXVII
J. C. R. LICKLÍDER: «On the process of speech per- J (1955). También puede esperarse una comprobación
ception», Journal of the Acoustical Society of Ameri- I fructífera de la existencia de rasgos distintivos a nivel
ca, XXV (1952), y de H. MOL y E. M. UHLENBECK: «The j perceptivo de los experimentos que se están llevando
analysis of the phoneme in distinctive feautures and í a cabo en los Laboratorios Haskins, de Nueva York,
the process of hearing», Lingua, IV (1954). sobre la percepción de sonidos verbales sintéticos.
28
S. S. STEVENS y H. DAVIS: Hearing (Nueva York, | Además, un estudio cuidadoso de ¡as asociaciones si-
1938), p. 164. nestésicas entre rasgos fonemáticos y atributos de

62
63
Para el psicólogo, cada atributo se define, durante nuestra investigación del punto de des-
mediante la reacción diferencial a un estímulo" tino del mensaje, con mayor rigor podremos
por parte de un oyente sometido a una deter-i medir la información transmitida por la ca-
minada tarea (Aufgabe). Aplicándolo a los so~f dena sonora. Ello determina una jerarquía ope-
o nidos verbales, esta tarea está determinada por? rativa de niveles de acuerdo con su relevancia
3 la actitud del oyente que decodifica el mensaje decreciente: nivel perceptivo, nervioso-auditi-
ot/lz recibido y cada uno de los componentes, reía-; vo, físico-acústico y motor (este último no
cionándolos con el código que el hablante y él? transmite directamente información alguna,
comparten. Así, el papel de los componentes- salvo cuando el oyente acude a la lectura de
sonoros y de sus combinaciones en el sistema.; los labios). La experiencia auditiva constituye
z lingüístico está implícito en la percepción del? el único aspecto del mensaje codificado que de
< habla. Para encontrar los elementos articula-: hecho comparten el emisor y el receptor, pues-
torios, acústicos y perceptivos del sonido que; to que el que habla se oye comúnmente a sí
se utilizan en un lenguaje dado, debemos guiar-? mismo.
nos por sus reglas de codificación: un análisis
fisiológico, físico y sicológico eficaz de los so-: En el proceso de la comunicación no se da
nidos verbales requiere una previa interpreta- una inferencia unívoca de cada estado a partir
ción lingüística de los mismos. del anterior. Con cada etapa recorrida aumen-
ta su carácter selectivo; algunos elementos de
un estado anterior dejan de ser pertinentes de
cara a todo estado sucesivo y cada momento
3.7.1 La consideración de diferentes etapas en. de un estado posterior puede ser función de
iC el estudio de los rasgos distintivos. diversas variables del precedente. La medida
del canal bucal permite una predicción exacta
A fin de decodificar el mensaje, su receptor | de las ondas sonoras que va a producir, pero
extrae los rasgos distintivos de entre los datosí puede lograrse un efecto acústico idéntico por
de la percepción. Cuanto más cerca estemos? medios radicalmente diferentes. Análogamente,
una misma característica de la sensación audi-
color ha de proporcionar datos sobre el aspecto per-.- tiva puede provenir de diferentes estímulos fí-
ceptivo de !os sonidos verbales. Parece existir cierta, sicos.
afinidad fenoménica entre cromatismo óptimo (rojoí
puro) y densidad vocálica, cromatismo atenuado! El improbable supuesto teórico de que exis-
(amarillo-azul) y difusión vocálica, acromatismo óp-i te una relación más estrecha entre la percep-
timo (negro-blanco) y difusión consonantica, acroma-í
tismo atenuado (grises) y densidad consonantica, así* ción y la articulación que entre la percepción
como entre el eje de valores de los colores (oscuro-* y su estímulo inmediato no puede confirmarse
claro) y el eje de tonalidades del lenguaje. experimentalmente: la realimentación (feed-

64
65
back) cenestésica del oyente desempeña uní del espectro, a diferencia de las dentales y las •a
< papel muy secundario e incidental. No es raro' palatales, que la concentran en las frecuencias z
C/J que consigamos distinguir de oído fonemas exl elevadas; por otro lado, la oposición denso-/ a
tranjeros sin haber llegado a dominar su pro-? difuso, puesto que las velares y las palatales se
o ducción y, en el proceso infantil de aprendizaje,? distinguen de las labiales y las dentales por la
de un idioma, la facultad de discriminar entre mayor concentración de su energía. El tono otn
z los fonemas de los adultos suele preceder al
o
co grave de labiales y velares se debe a lo amplio c
a uso de los mismos. a
o e indiviso de la cavidad bucal que las produce z
Las oposiciones distintivas pueden especifi- y el agudo de dentales y palatales a que se ar- o
carse con relación a cualquier etapa del acón-! ticulan con un resonador más reducido y frag- G
z tecimiento verbal, desde la articulación hastaf mentado. Por ello, en el plano motor, la dife-
o la percepción y la decodificación, con la única! rencia decisiva es la que deriva de la situación
condición de que los invariantes de toda etapa!
central —dentales o palatales— o periférica
se escojan y comparen entre sí en términos deí
—labiales o velares— del estrechamiento que
las etapas sucesivas, dado el hecho evidente!
da lugar a la producción de los fenómenos. Una
de que hablamos para ser oídos-y hemos de*
idéntica diferencia articulatoria opone las vo-
ser oídos para que se nos entienda.
cales velares a las palatales (posteriores-ante-
Aquí sólo hemos descrito los rasgos distin-j riores) como graves a agudas. Un mayor volu-
tivos en términos acústicos y motores, porque I
men de la cavidad de resonancia delante del
estos aspectos son los únicos acerca de los cua-'S
punto de articulación y, por tanto, un volumen
les poseemos hoy por hoy una información de-^
menor detrás de éste distingue las consonan-
tallada. Cada uno de estos modelos debe pro-f
porcionarnos el cuadro completo de las distin-J| tes velares de las labiales y las palatales de las
ciones últimas e irreductibles. Pero, dado quef dentales, dando a velares y palatales su carác-
la articulación es al fenómeno acústico lo quej ter denso. El mismo factor articulatorio da
el medio al efecto, la clasificación de los datos I lugar a que las vocales abiertas sean densas y
articulatorios debe hacerse con referencia a mo-1 las cerradas difusas. Hubiera sido mucho más
délos acústicos. Así es como la clasificación § difícil dar con el denominador común de las
articulatoria de las consonantes en cuatro gru-1 distinciones entre consonantes labiales y denta-
pos —velares, palatales, dentales y labiales— les y consonantes o vocales velares y palatales,
se reduce, en el plano acústico, a dos oposicio- así como con el denominador común de las dis-
nes binarias: por un lado, la oposición grave/ tinciones entre velares y labiales, palatales y
agudo, pues las labiales y las velares concen- dentales y vocales abiertas y cerradas, si no se
tran su energía en las frecuencias más bajas hubieran tenido en cuenta las oposiciones, evi-

67
_ Jl
a dentes desde los puntos de vista acústico y per- se basaba de algún modo en la experiencia fe-
ceptivo, grave/agudo y denso/difuso. noménica. Siempre que existe un término tra-
Aunque todos los observadores admitían que, dicional para designar el rasgo que definimos,
entre las plosivas, las africadas labiodentales; lo usamos independientemente del momento
o
s alveolares (hissing), postalveolares (hushing) del acto verbal a que haga referencia; por
y uvulares se oponen por su ruido de fricción a ejemplo, nasal/oral, tenso/flojo, sonoro/sordo,
z
o las oclusivas bilabiales, dentales, palatales y ve- tónico/átono. Se conserva el término articula-
w lares, sin embargo se pasaba generalmente por torio tradicional en tanto que señala un impor-
alto la oposición similar entre las constricti-" tante criterio de clasificación del sonido trans-
vas.(fricativas) correspondientes, pese a que to-_ mitido, percibido y decodificado. En varios ca-
< das aquellas africadas, al igual que las fricati- sos, sin embargo, no existe un término foné-
s vas homoorgánicas, se caracterizan por una es- tico consagrado para referirse al rasgo que de-
o pecial turbulencia debida a la presión con que finimos. Para tales rasgos tomamos términos
se fuerza el paso del aire por un obstáculo adi- de la acústica o de la psicoacústica. Pero como
cional (el borde de ios dientes o la úvula). En" todos estos rasgos son definibles, y de hecho
el espectrograma, la distribución azarosa de las! se han definido, tanto en el plano acústico como
zonas negras que producen estas consonantes- en el motor, cada uno de ellos podría con igual
estridentes, comparada con los trazos bastante! derecho tomar un nombre acuñado en función
más regulares de las mates, da la única clave? de su aspecto articulatorio, como anterior¡pos-
diferencial de tales pares y esta clave, común'; terior, en vez de denso/'difuso, de bordes rugo-
a todos los pares en cuestión, revela una clara" sos/de bordes lisos en vez de estridente/mate,
oposición binaria. periférico/central en vez de grave/agudo, de
abertura estrechada/de abertura no estrechada
en vez de bemolizado/normal y de abertura
3.7.2 Nomenclatura de los rasgos distintivos.} ampliada/de abertura no ampliada en vez de
sostenido/normal.
La terminología tradicional recurría indiscri-: No se trata de reemplazar una clasificación
minadamente a diferentes aspectos del acto* articulatoria por otra acústica, sino únicamen-
del habla: términos como nasal, palatal, labiali- te de descubrir los más eficaces criterios de
zado, glotalizado, procedían del plano motor;' división válidos para ambos aspectos.
otros vocablos (sonoro, tono, alto, decreciente,;
lenis, líquido) se referían en parte al aspecto "
acústico y en parte al perceptivo, e incluso, :
cuando se empleaba un término figurado, éste

68 69
IV. LOS SISTEMAS FONEMATICOS c
z
o
2
tn
I
c/i

m
o
c
>
3

4.1 La estratificación: la sílaba base (nuclear


syllable).

Por lo general, el lenguaje infantil comienza


con lo que los psicopatólogos han denominado
«período labial», período que es también el
último del proceso de disolución del lenguaje
que anuncia en la afasia su completa pérdida.
Durante esta fase, los hablantes sólo son ca-
paces de articular un tipo de enunciado, que
suele transcribirse /pa/. Desde el punto de vis-
ta articulatorio los dos componentes de este
enunciado representan configuraciones opues-
tas del canal vocal: en ,/p/ la cavidad se halla
cerrada en su extremo anterior, mientras que
en /a/ se abre al máximo ¡a parte externa, es-
trechándose a la vez por detrás hasta adoptar
la forma cónica de un megáfono. También en
el plano acústico está claro que no se trata de
una combinación de dos extremos: la oclusiva
bilabial presenta un estallido sonoro momentá-
.

71

X
neo, sin que en ninguna banda de frecuencia lenguaje infantil. No obstante, lo usual es que
aparezca una gran concentración de energía,
mientras que en la vocal /a/ no hay propia-
el niño conserve durante un tiempo un esque-
ma silábico constante, haciendo de cada uno
I
o mente límite1 de duración y la energía se con- cu
z
5 de sus elementos por separado (primero la con-
centra en una zona relativamente reducida de H
sonante y luego la vocal) términos diferencia-
máxima perceptibilidad. En el primer elemen-
z les alternativos.
to tenemos una estricta limitación de duración,
Casi siempre, la oclusiva oral, que emplea
o
pero ninguna en lo que respecta a la frecuencia;
en el segundo, en cambio, ninguna limitación una sola cavidad cerrada, encuentra su contra- Z
temporal pero una reducción máxima del cam- partida en la consonante nasal, que añade al
po de frecuencia. Por consiguiente, la oclusiva - canal principal cerrado otro subsidiario abier- >
5 tn
difusa, en la que se reduce al máximo la ener- to, completando así los rasgos específicos de
o
gía empleada, es el fonema más próximo al una oclusiva con una característica vocálica se-
silencio, mientras que en la vocal abierta se cundaria. Antes de aparecer la oposición conso-
gasta la mayor cantidad de energía de que es nantica nasal/oral, la consonante se distinguía
capaz el aparato fonador humano. de la vocal por su canal cerrado frente al canal
abierto de esta última. Una vez que la conso-
Esta polaridad entre un máximo y un mí- nante nasal se opone a la oral en función de la
nimo de energía, aparece inicialmente bajo la presencia o la ausencia de un canal abierto, el
forma de contraste entre dos unidades sucesi- contraste consonante/vocal se interpreta de
vas.—la consonante óptima y la vocal ópti- j
nuevo, ahora con respecto a la correlación pre-
ma. Así se establece el primer marco en que -"
sencia/ausencia de un canal cerrado.
se encuentran los fonemas: la sílaba. Dado que
muchas lenguas carecen de sílabas sin una con- Aparecen después varias nuevas posiciones,
sonante prevocálica y/o con una consonante que vienen a atenuar y modificar el contraste
postvocáiica, el modelo CV (Consonante+ Vo- i óptimo inicial de consonantes y vocales. Todas
cal) es el único modelo universal de la sílaba. estas formaciones posteriores alteran de algún
modo, al articularse, la forma del resonador
bucal, mientras que la nasalización se limitaba
4.1. a añadir una cavidad de resonancia secundaria
1 El papel de la consonante nasal.
a la de la boca sin cambiar la configuración ni
el volumen de ésta.
La elección entre /pa/ y /a/ y/ó ,'pa/ y /ap/ La oposición de la consonante nasal y la oral,
puede resultar el primer vehículo de significa- que se cuenta entre las más tempranas adqui-
do en las manifestaciones más tempranas del
siciones del niño, es generalmente la oposición
72
73

consonantica más resistente a la afasia, y existe délo triangular de fonemas (o, al menos, de fo-
n todas Jas lenguas del mundo, salvo en algu-1 nemas orales, en caso de que ya haya aparecido o
nos idiomas indios de Norteamérica i J I-J J\
as icarnenca. [ g d nasalidad). tu
O e raS O e

4.1.2 El triángulo primario. * ¡o


o
c/5 ra
a
o
• *

La oposición oclusiva oral/oclusiva nasal |


puede ir, sin embargo, precedida de la escisión "•- o
G
z de ¡a oclusiva en dos términos opuestos, uno i-
I labial y otro dental. Una vez que ha surgido el.I
contraste CV, fundado en un atributo del so-j
nido, la perceptibilidad, es psicológicamente!
previsible la utilización del otro atributo bá- -
sico: el tono. Así se constituye la primera opo- í 4.1.3. La escisión del triángulo primario en un
sición tonal, la de grave y agudo, o, dicho de i triángulo consonantico y otro vocálico.
otro modo, la engendrada por la concentración f
de la energía en las zonas de frecuencia altas o f A la aparición del primer rasgo tonal conso-
bajas del espectro. En / p / predomina el extre-1 nantico sigue la primera escisión vocálica. A la
mo inferior de éste; en /t/ el superior. Es muy f polaridad de dos unidades sucesivas CV, basa-
natural que el primer rasgo de tonalidad no da en el contraste energía reducida/total de
afecte a la vocal /a/, cuya energía se concen- : energía, se añade la de dos posibilidades vocá-
tra en una estrecha región central del espectro, ? licas, basada en la oposición entre una concen-
sino a la consonante /p/, con su máxima difu-f tración energética baja y otra elevada. A la úni-
sión de la energía por una amplia banda de fre-,4 ca vocal, la densa /a/, se opone una vocal di-
cuencia. " fusa. En lo sucesivo, tanto la sección consonan-
tica como la vocálica del triángulo primario
En este estadio, el polo /a/ de energía ele- ;
construyen cada una un modelo lineal propio
vada. concentrada contrasta con las dos oclusi- 2
—el eje consonantico grave/agudo y el eje vo-
vas de baja energía / p / y /t/. Ambas oclusivas I cálico denso/difuso.
se oponen una a otra, de acuerdo con el predo- 1
Las consonantes repiten esta oposición origi-
minio de uno u otro extremo del espectro de I
nariamente vocálica, de modo que la base con-
frecuencia, en cuanto polos grave y agudo. Estas |
sonantica del triángulo viene a completarse con
dos dimensiones constituyen la base de un mo-
un vértice consonantico — la oclusiva velar que
74
75
a ya Grimm había definido con justicia como «la extiende a las vocales y/o consonantes, densas.
más completa de cuantas consonantes pueden En las lenguas del mundo, sin embargo, pre- z
producirse». domina el modelo triangular sobre el cuadran-
o
I-
La oposición tona!, originariamente conso- gular en lo que respecta a las vocales, y, más z
o nantica, puede a su vez extenderse al sistema 3
3 aún, a las consonantes; es el modelo mínimo,
vocálico: es naturalmente la vocal difusa de tanto para el sistema consonantico como para
o la que se escinde en una grave y otra aguda, el vocálico, con las escasísimas excepciones en
n
=2 dotando así al extremo superior del triángulo que, bien las vocales, bien las consonantes en
O
general con una línea transversal /u/ • /i/. —nunca ambos grupos—, adoptan un esquema
7.

lineal. En los contados casos que responden a


o
este esquema, las vocales se distinguen según
los rasgos denso y difuso y las consonantes,
casi invariablemente, según los rasgos de tona-
lidad. Por lo tanto, ninguna lengua carece de
las oposiciones grave/agudo y denso/difuso,
mientras que cualquier otra oposición puede
faltar.
Son las variaciones de volumen y forma del
De esta forma, el triángulo primario, antes úni- resonador bucal las que dan lugar a la oposi-
co, viene a escindirse en dos sistemas bidimen- ción grave/agudo. En las primeras etapas del
sionales autónomos — el triángulo consonan- habla infantil, en las afasias avanzadas y en
tico y el vocálico. numerosas lenguas del mundo, se añaden a es-
tas variaciones otras en el tamaño de uno o
ambos orificios de la cavidad bucal. La reduc-
4.1.4 Formación del sistema de rasgos de re- ción de los orificios anterior y posterior, junto
sonancia oral. con un resonador ampliado y no dividido, pro-
duce un descenso de las frecuencias de reso-
Tanto el sistema consonantico como el vocá- nancia, mientras que la acción combinada de
lico pueden adoptar ulteriormente un modelo los orificios dilatados y de una cavidad empe-
cuadrangular, en vez del triangular, admitien- queñecida y fragmentada eleva dichas frecuen-
do la diferenciación de velares y palatales en- cias. Pero los cambios de tamaño de cada uno
tre las vocales abiertas y/o las consonantes. de estos orificios pueden llegar a producir efec-
De esta forma, la correlación grave/agudo se tos de modo autónomo, poniendo en juego ras-

76 77

! 1
3 gos de tonalidad secundarios (bemoles y/o sos-* Vocales velares: no labializadas/labia- TI
< tenidos). lizadas 0,1113
El desarrollo de los rasgos de resonancia Consonantes: velopalatales/labiales y I
oral en el habla infantil constituye toda una dentales 0,112 ra
o
cadena de adquisiciones sucesivas ligadas entre
sí por leyes de implicación. Damos a continua-
Consonantes: palatales/velares 0,1121 i
Consonantes: labializadas/no labiali- v>
o ción un cuadro que intenta representar esta zadas o faringalizadas/no faringali- o
a a
o serie temporal; en él se usan los términos ar-f zadas 0,1122
ticulatorios tradicionales para designar las dis- Consonantes: palatalizadas/no palata- i
o
tinciones adquiridas y se asigna a cada adquisi- lizadas 0,1123 c
< ción una serie de números precedida de 0,\ a
I o sea, que se escribe cada serie como si se tra-
tara de una fracción decimal. Estas seríes nu- 4.1.5 Los rasgos de sonoridad y su relación
méricas se han compuesto de modo que si sef con la consonante y la vocal óptimas.
asigna la serie Si a una distinción A y la Se-
rie S2 a una distinción B y Si es la subserie ini-; La escasa concentración de la energía que
cial de S2 (siendo Si la subserie inicial de S2 si muestra la vocal difusa la aleja de ¡a vocal
las primeras cifras de S2 son idénticas a Si, por óptima, densa, acercándola a las consonantes
ejemplo, Si =0,19 y _S2=0,195), entonces la ad- y, de modo inverso, la escasa difusión de la
quisición de la distinción B implica la previa energía en las consonantes densas las separa
adquisición de A. El valor numérico y el núme- de la consonante óptima aproximándolas a la
ro de cifras carecen de otro significado. Es ob- vocal.
vio que el niño sólo adquirirá las distinciones En las consonantes nasales, el nuevo reso-
que existan en la lengua que esté aprendiendo. nador abierto añade al espectro de la oclusiva
oral unos formantes nasales claramente defini-
I dos. La resonancia nasal aproxima las conso-
Consonantes: dentales/labiales 0,1 nantes a las vocales y, por otra parte, cuando
Vocales: cerradas/abiertas 0,11 se añade a un espectro vocálico, oscurece los
Vocales cerradas: palatales/velares.... 0,111 otros formantes y aparta la vocal de su mo-
Vocales abiertas: palatales/velares ... 0,1111 delo óptimo.
Vocales palatales cerradas: labializa- La consonante óptima, oclusiva, se opone a
das/no labializadas 0,1112 la constrictiva que atenúa la reducción conso-
Vocales palatales abiertas: labializa- nantica de la energía. Los fonemas oclusivos
das/no labializadas 0,11121 son adquiridos antes por los niños, y perdidos

78
79
a más tarde por los afásicos, que los constric- rácter marcadamente ruidoso. Una idéntica es-
tivos. Hay en el mundo varias lenguas que ca- cisión del rasgo consonantico, por un lado, y g
recen de constrictivas, pero ninguna que ca- del no vocálico, por otro, se manifiesta, respec- tu
rezca de oclusivas. tivamente, en la aparición de las líquidas y en
O la de las oclusivas estridentes. Ello explica la \
La aparición de Las líquidas, en las que se v.
3 «extraña pero extendida» permutabilidad de O
combina la definida estructura de los forman-
tes del espectro vocálico con la reducción con- las oclusivas estridentes y las líquidas, latera- r
z r-*
o sonantica de la energía, sustituye el contraste les sobre todo, que Bouda señala en las len- u
o consonante/vocal por dos oposiciones autóno- guas manchútungües y paleosiberianas 30. o
y;
mas: consonantico/no consonantico y vocálico/ Dado que la nasalidad, al añadir una estruc- G
> ,
no vocálico. Mientras que el rasgo consonan- tura de formantes claramente definida al esque-
O tico (la reducción de la energía) está repre- ma consonantico, acerca las consonantes a las
sentado de modo óptimo en la oclusiva, que vocales, y que las líquidas reúnen el rasgo con- \
tiende a constituir una única pulsación, el ras- sonantico y el vocálico, resulta ventajoso agru-
go no vocálico (la ausencia de una estructura par nasales y líquidas bajo el término común
de formantes definidos) se manifiesta de modo de sonantes. Por otro lado, el carácter conso-
óptimo en la consonante estridente, que tiende nantico de estos dos grupos se encuentra refor-
a ser un ruido neutro. Por ello, el que los ras- zado en fonemas relativamente infrecuentes,
gos interrupto/conünuo y estridente/mate se como las nasales interruptas (las llamadas oclu-
emancipen uno de otro, implica la previa ad- sivas prenasalizadas) y las líquidas estridentes
quisición de una líquida en la que se combinen (las laterales o vibrantes sibilantes).
los rasgos autónomos vocálico y consonantico. Los fonemas orales que se articulan con el
De hecho, las constrictivas mates, que se. opo- canal vocal obstruido tienen su fuente de ruido
nen a las constrictivas estridentes; o las plosi- en la obstrucción, y, si usan la sonoridad, es
vas estridentes (africadas), que se oponen a las^ como fuente secundaria, mientras que en aque-
plosivas mates (oclusivas), no se presentan en, llos que se articulan con el canal despejado la
el lenguaje infantil antes de que aparezca la
sonoridad es la fuente principal. Mientras que
primera líquida y, en la afasia, desaparecen
la consonante óptima es sorda y la vocal ópti-
cuando las líquidas >e han perdido.
ma sonora, la sonorización de las consonantes
Las plosivas estridentes, a diferencia de las o, en muy raras ocasiones, el ensordecimiento
mates, atenúan ¡a reducción consonantica de de las vocales, representan uno de los varios
la energía. Las constrictivas mates se apartan:
del óptimo no vocálico que suponen las cons-: •10 K. BOUDA: «Lateral und Sibilant», Zeitschrift für
trictivas estridentes; concretamente, de su ca- Phonetik, I (1947).

80
1 81

]
ta procedimientos de atenuar el contraste má~
< ximo CV. energía, lo cual las aleja del óptimo consonan- 2
tico. Si una lengua posee las dos oposiciones, z
Dado que las consonantes se caracterizan recursiva/infraglotal y tensa/floja, en ella se
primordialmente por la reducción de la ener- oponen a la consonante óptima, que será floja m
o gía, la consonante óptima es floja, pero pos- 3c
s e infraglotal, dos fonemas: uno recursivo (glo-
teriormente puede oponerse a eila una conso- talizado) y otro tenso. Puede presentarse, en a
z nante ten^a que atenúe igualmente el contraste casos excepcionales, una doble atenuación del
c entre consonante y vocal. Lo normal, sin em- óptimo consonantico, cuando un mismo fone-
3
bargo, es que la consonante sonora tenga me- ma, como el avar /K'/, reúne los rasgos tenso o
nor energía que la sorda, por lo cual, en la v recursivo.
oposición de las consonantes tensas y flojas,
Por lo tanto, todos los rasgos distintivos in-
o el rasgo flojo suele ir acompañado del sonoro
herentes se alinean según dos ejes. De un lado,
y el tenso del sordo, de modo que la consonan-
as oposiciones fundadas en el eje de las sono-
te que es óptima en un sentido (reducción de*
la energía) se aparta en otro (sonorización) del
ridades se escinden de diversos modos y ate- i
núan el contraste primario entre la consonante
óptimo consonantico. Si ambas oposiciones ac-
la vocal óptimas, dando así lugar a distin-
túan en una lengua de manera autónoma, a la-
ciones más sutiles y específicas. Del otro, las
consonante que sea doblemente óptima se t
oposiciones que ponen en juego el eje de las i: .
opondrán dos fonemas, una tensa sorda y una
tonalidades, perpendicular al de las sonorida- 15;
floja sonora, que derivan hacia el carácter vo-
des, surgen originariamente en cuanto contra-
cálico. Un paso más en esta dirección suponen!,
partida y corolario del contraste vocal óptima/
las consonantes dotadas de los rasgos distin-
consonante óptima y, ulteriormente, como co-
tivos de tensión y sonoridad, como el fonema,-
rolarios de ia oposición vocal densa óptima/
/d c / en algunas lenguas de la India.
/ocal difusa atenuada o consonante difusa óp-
Generalmente, la energía total de una vocal ima/consonante densa atenuada.
aumenta a la vez que la concentración de su
energía (densidad), pero en las vocales ten-
sas, a diferencia de las flojas correspondientes,, 4.2 La escala dicotómica.
la energía total aumenta a medida que la con-
centración de la energía disminuye. Esta inver- Aunque desarrollándose con total indepen-
sión aparta las vocales tensas del óptimo vog dencia mutua, el análisis fonemático y la teoría
calicó. matemática de la comunicación han llegado en
Las consonantes recursivas o eyectivas tie-y os últimos años a conclusiones fundamental-
nen una duración limitada, pero considerable mente similares y complementarias que hacen

82
33

\
II
TI
posible una cooperación muy fructífera entre re aislar los rasgos distintivos de los rasgos
z
ambas disciplinas3l. Todo mensaje hablado redundantes simultáneos o adyacentes. a
ofrece al oyente dos series de información com- , Si en una lengua un mismo fonema se rea-
en

plementarias: por un lado, la cadena de fone- liza como oclusiva palatal ante /i/, como afri-
O cada postalveolar ante /e/ y como oclusiva o
mas proporciona una información codificada en en

¡ 3

z
forma de secuencia, y, por otro, cada fonema
se compone de varios rasgos distintivos. El nú-
velar en todas las demás posiciones, debe defi-
nirse el invariante como consonante densa (an- í
o mero total de estos rasgos equivale al número terior), distinta de las consonanes difusas (pos-
mínimo de selecciones binarias necesario para teriores) / p / y /t/ de la misma lengua. Mien-
determinar un fonema. Al reducir la informa- tras que en este ejemplo los rasgos redundan-
ción fonemática contenida por una secuencia tes dependían de los distintivos del fonema si- 3
o al número mínimo de posibilidades escogidas, guiente, el sistema consonantico francés nos
35
hallamos la solución más económica y, por ofrece otro de cómo los rasgos redundantes
tanto, la mejor: el número mínimo de las ope- pueden depender de los rasgos distintivos si-
raciones más elementales suficientes para per- multáneos. En dicha lengua, el carácter denso
mitir la codificación" o la decodificación del de una consonante viene dado por una articu-
mensaje completo. Cuando tratamos de redu- lación velar cuando se halla unido a la plosión
cir una lengua dada a sus componentes últi- en /k/ y /g/, por una articulación palatal cuan-
mos, estamos buscando el más pequeño con- do se halla unido a la nasalidad en /ji/ y por
junto de oposiciones distintivas que permita una articulación postalveolar cuando se com-
identificar cada fonema de los mensajes trans- bina con una constricción en / ! / y /3/.
mitidos en dicha lengua. Tal búsqueda requie- Semejante separación de rasgos distintivos
y redundantes no sólo permite identificar todos
31
Por lo que se refiere a los procedimientos de los fonemas que están en juego, sino que cons-
la teoría de la comunicación utilizables en el análisis
fonemático, véanse en particular C. E. SHANNON y W. tituye la única solución, pues cualquier otro
V/EAVER: The mathematical ib.tory of communication análisis de los cinco fonemas franceses que he-
(Urbana, 1949); C. E. SHANNON: «The redundancy of mos visto se apartará de la solución óptima.
English», Cyberneiics, Transactions of the Seventh
Conference (New York, 1951); D.M. MACKAY: «In search Los quince fonemas consonanticos franceses
of basic symbols», Cybentetics, Transactions of the que resultan de un estudio como el nuestro
Eighth Conference (N'ew York. 1952); D. GABOR: «Lee- pueden comprenderse a partir de solamente
tures on communication theory», M. I. T., Research
Laboratory of Electronics, Report, núm. 238 (1953); cinco decisiones binarias: nasal/oral; para los
E. C. CHERRY: Human communication (Wiley & Sons fonemas orales continuo/interrupto y tenso/
y The Technology Press, Nueva York, 1957). Cf. I. POL- flojo; denso/difuso y, para los fonemas difu-
LACK: «Assimilation of sequentially encoded infoma-
tion», American Journal of Psychology, LXVI (1953). sos, grave/agudo. Toda consonante francesa

84 85
contiene de dos (densa nasal) a cinco rasgos
distintivos.
como si los distinguieran rasgos diferentes da
I
c/j
TI
Si fueran a ^.n^íuerarse
considerarse distintivas
distintivas laslas defi- lugar a redundancias innecesarias.
iciones basadas en el punto de articula
niciones basadas en el punto de articulación, Esta reducción del lenguaje a rasgos distin-
yy redundante
redundante Ja la diferencia
diferencia entre
entre fricativa
fricati y tivos debe llevarse a cabo de forma coherente.
oclusiva,
oclusiva, sería nrpr.'r. para identificar las seis
O
Z

C/J
consonantes
sería preciso,
r icv.i5ü, para id<
sordas HPI P«-
™ -
consonantes sordas del francés —¡a velar /k/,
_ „»,„ Si, por ejemplo, el fonema checo / I / , que pue-
de aparecer en las mismas posiciones que los
I
a
o
C/i

& ¡a postalveoíar / / / , ¡a alveolar / s / , la dental treinta y dos restantes fonemas de esa lengua, o
< 32 se considera «una unidad distintiva no-anali- r
/:/, Ja labiodentaí /f/ y la bilabial / p / —, re- m
currir a quince distinciones en lugar de tres, zable», serán precisas treinta y dos relaciones 2
2 O
o
según la fórmula matemática elemental que in- no analizables para distinguirlo de los otros
treinta y dos fonemas, mientras que si se des-
dica Twaddell (1935): «Si x es el número má-
compone en Jos tres rasgos que lo constituyen
ximo de diferenciaciones fonológicas significa- —vocálico, consonantico y continuo—, su rela-
tivas en un nivel articulatorio dado de una len- ción con el resto de los fonemas del sistema
gua, entonces 2x — n (n — 1), siendo n el nú- queda reducida a tres selecciones binarias.
mero máximo de fonemas de ese nivel.» Ade-
más, algunas de las delicadas distinciones basa- El principio de eliminar el máximo de redun-
dancias y conservar el mínimo de correlaciones
das en el punto de articulación tienen la des-
fonológicas distintivas permite dar una res-
ventaja de que apenas pueden distinguirse acús- puesta afirmativa a la decisiva cuestión que
ticamente por sí mismas. Finalmente, correla- planteó Chao en 1934 de si la búsqueda de los
ciones como /s/-/f/ y /t/-/p/ se basan en un componentes últimos de una lengua dada lleva
criterio diferencial común, la oposición de con- o no a una solución única M. No es menos im-
sonantes agudas y graves, debido a la existen- portante ¡a pregunta que se hace posteriormen-
cia de una misma relación entre los tamaños te (1954) de si la escala dicotómica constituye
y formas del resonador bucal. También Jas un principio rector que el analista puede sobre-
correlaciones /k/-/t/ y ///-/s/ representan (tan- poner con éxito al código lingüístico o bien es
to acústica como genéticamente) una misma inherente a la estructura del lenguaje34. Hay
oposición, basada en Ja relación paralela que varios argumentos de peso en favor de esta
muestran entre Jos resonadores anterior y pos- última solución.
terior, de modo que operar con ambos pares 33
Y. R. CHAO: «The non-uniqueness of phonemic
solution of phonetic systems», Academia Sínica, Ins-
titute of History and Phiiology, Bulletin, IV (Shan-
: The Phonetics ghai, 1934).
•M Y. R. CHAO, recensión de JAKOSSON, F.A.VT y HALLE:
Preliminaries... en Romance Phiiology, VIII (1954).

87
En primer lugar, un sistema de rasgos dis- oposición binaria es la primera operación ló- Tí
tintivos basado en relaciones de implicación gica que realiza un niño. Ambos correlatos sur- O
V) mutua entre ambos términos de cada oposi- gen simultáneamente, forzando al niño a esco-
2 ción binaria es el código óptimo, por lo que
o ger uno de ellos suprimiendo el otro.
3 resulta insostenible el supuesto de que los ha- En tercer lugar, casi todos los rasgos distin- \
blantes recurran para sus operaciones de codi- tivos muestran una estructura indiscutiblemen- O
O ficación y decodificación a un conjunto de cri- te dicotómica en el plano acústico y, por con- r
terios diferenciales más complicado y menos siguiente, también en el plano motor. De los
O az
económico. Experimentos recientes revelan que rasgos inherentes sólo la distinción vocálica o
2
las manifestaciones auditivas multidimensiona- denso/difuso suele presentar un mayor núme-
les se aprenden y perciben más fácilmente que ro de términos (tres por lo general). Por ejem-
O de ningún otro modo cuando se hallan codifi- plo, /ae/ es a / e / como fe/ es a /i/: la media
cadas según un sistema binario 35. geométrica /e/ es no densa con respecto a /ae/
En segundo lugar, el código fonemático se y no difusa con respecto a /i/. Los experimen-
adquiere en los primeros años de ¡a infancia y tos psicológicos según los cuales la mezcla de
la psicología muestra que, en la mente del niño, /ae/ y de / i / produce /e/ confirman lo peculiar
el par es anterior a los objetos aislados 3Ó. La de este rasgo vocálico ". En cambio, experimen-
M
I. POLLACK y L. FICKS: «Information of elemen- tos paralelos de mezcla de vocales situadas en
tary muiti-dimensional auditory displays», Journal of el eje de las tonalidades han mostrado que dos
the Acousiical Society of America, XXVI (1954).
* Véase H. WAI.LON: Les origines de la pensée diez elemento aislado... Sin esa relación inicial que es la
l'enfant, I (París, 1945). Por lo que respecta al papel
decisivo de las fisiones binarias graduales en e! desa- pareja, todo el ulterior edificio de las relaciones sería
rrollo del niño, véase T. PARSONS y R.- F. BALES: Fami- imposible... No hay pensamiento puntiforme, sino
ly, socialization and interaction process (Glencoe, desde el primer momento dualismo o desdoblamien-
1955). to... Por lo general, toda expresión, toda noción está
íntimamente unida a su contrario, de tal modo que
N. del T.—ti. RUWET y A. ADLER, autores de la ver- no puede pensarse sin él...- La delimitación más sim-
sión francesa de esta obra, .remiten aquí a un pasaje ple, más visible, es la oposición. Una idea se define
del libro de VVallon que cita JAKOBSOM en Retrospect, primero y más fácilmente que de otro modo alguno
artículo publicado como apéndice al tomo I de sus a través de su contrario. La relación entre sí y no,
Selected Writings (Phonological Suidies, Mouton & blanco y negro, padre y madre, se vuelve como au-
Co., La Haya, 1962, pp. 629-65S); a continuación tra- tomática de tal modo que parecen venir a los labios
duzco esa cica: al mismo tiempo y que hace falta una especie de
«El pensamiento no existe sino merced a las estruc- esfuerzo para reprimir aquel de los dos términos que
turas que introduce en las cosas... Lo que puede no conviene... El par es a la vez identificación y di-
comprobarse en el origen es la existencia de elemen- ferenciación.»
tos apareados. El elemento de pensamiento es esta 37
estructura binaria, no los elementos que la consti- Véase K. HUBER: «Die Vokalrnischung und das
tuyen... La pareja o el simple par son anteriores al Quaütáiensystem der Vokale», Archiv für Psycholo-
gie, XCI (1934).

S8
39
p

- vocales, una grave y otra aguda, producidas De modo análogo, el intento de proyectar las -a
simultáneamente, no se perciben como si se
tratara de una sola vocal: /u/ e /i/ no se fun-
oposiciones vocálicas tenso/flojo y denso/difu-
so sobre un mismo eje tropieza con las marca-
i
ai den en /y/. La correlación grave/agudo da lu- das diferencias de naturaleza física que mues-
O o
3 gar a una oposición claramente binaria. Como tran "°, con lo diverso de las funciones que des-
el segundo formante de /y/ es más alto que empeñan en la estructura lingüística y con las
z el de /u/ y más bajo que el de /i/, y la cavidad notables trabas que semejante enfoque unidi-
c
tn de resonancia de /y/ es más corta que la de
a mensional pone al análisis. z
o /u/ y más larga que la de /i/, se ha intentado o
Por último, diremos que la aplicación de la c
incluir estas tres vocales en una sola catego- 1
escala dicotómica pone tan en evidencia la es- >
ría 38. Pero genéticamente las distinguen carac-
o terísticas por completo dispares: la diferencia tructura estratificada de los sistemas fonema-
de tamaño en la abertura de los labios engen- ticos, las leyes de implicación que los rigen y la '
dra la distinción de /y/ e / i / y la diferencia de tipología de las lenguas, que deja plenamente
tamaño y forma de resonador mismo, la de /y/ de manifiesto que tal escala es inherente al sis-
y /u/. En el plano acústico la distinción entre tema lingüístico.
vocales graves y agudas se refleja en la proxi-
midad relativa del primero y el segundo for-
mante, la cual tiene como consecuencia una 4.3 El aspecto espacio-temporal de las opera-
clara debilitación de los formantes superiores, ciones fonemáticas.
mientras que la distinción entre vocales bemo-
lizadas y normales se debe sobre todo a un des- Si existe alguna diferencia entre los sistemas
censo del segundo formante 39. lingüísticos de dos comunidades, el diálogo
38 entre miembros de ambas requiere que el oyen-
Véase, por ejemplo, F. DELATTRE: «The physiolo-
gical interpretation of sound spectrograms», Proce- te se adapte al hablante y/o el hablante al
edings of the Modern Language Association, LXVI oyente. Tal adaptación puede referirse a todos
(1951).
39
los aspectos de la lengua o sólo a una pequeña
Cf. JAKOBSON, FA\T y HALLE: Pr• eliminarles..., pá-
gina 48: H. K. DUNN: «The calcuiation of vowel reso- parte de ellos. A veces solamente resulta afec-
nances, and an electrical vocal tract», Journal of the tado el código fonemático. Tanto por parte del
Acoustical Society of America, XXII (1950), pág. 650;
K. N. STEVEMS y A. S. HOUSE: «Development of a quan- oyente como por la del hablante caben diferen-
títative description of vowel articulation», ibidem,
XXVII (1955): FANT y HALLE dan detalles a este res- 40
Véase en particular L. BARCZINSKI y E. THIENHAUS:
pecto en los primeros volúmenes de la serie Descrip- «Klangspektren und Lautstárke deutscher Sprachlau-
tion and Analysis of Contemporary Standard Russian te», Archives néerlandaises de phonétique experimén-
(Mouton and Co., La Haya, 1959 y 1960). tale, XI (1935).

90 91
.
se desde un punto de vista lingüístico y, en c
tes grados en este proceso, que los teóricos de a
particular, fonemático'".
< la comunicación denominan con propiedad con-
El problema de los saltos espaciales no deja
I
mutación de código. El receptor, al tratar de m
de plantearse entre dialectos alejados entre sí H
3 comprender al emisor, y/o éste al tratar de ha- y sumamente diferenciados, ni entre lenguas O
o cerse comprender, concentran su atención en emparentadas o incluso de familias distintas.
aquello que sus respectivos códigos tienen de Mediadores más o menos bilingües se adaptan
o
común en el fondo. Un grado superior de adap- al código fonemático extranjero: su prestigio w
z
tación representa el esfuerzo por vencer las aumenta en función del círculo de sus oyentes o
c
diferencias fonemáticas mediante reglas de con- y puede provocar la difusión de sus innovacio-
mutación que aumentan la inteligibilidad del nes entre sus compatriotas unilingües.
< mensaje para su destinatario. Una vez que se También las adaptaciones que tienen lugar
5 han encontrado estas reglas, el receptor puede entre lenguas, y no ya sólo las que se producen
3 intentar usarlas, no ya como oyente, sino de entre dialectos, pueden alterar el código fone-
un modo más activo, adaptando sus propios mático, lo cual puede no limitarse a los casos
enunciados al sistema que le ofrece su interlo- de préstamo de palabras e incluso ocurrir sin
cutor. que haya préstamo léxico alguno. En todas las
La adaptación fonemática puede abarcar la partes del mundo los lingüistas se han sorpren-
totalidad del repertorio léxico, o bien la imita- dido, como confiesa Sapir, al observar «el no-
ción del código fonemático ajeno limitarse a table hecho de que de los rasgos fonéticos dis-
determinado conjunto de palabras tomadas di- tintivos tienden a distribuirse por áreas am-
rectamente del vecino o, al menos, marcadas plias, con independencia de los vocabularios y
de forma especial por el uso que éste haga de estructuras de las lenguas que están en jue-
ellas. Sean cuales fueren las adaptaciones, ser- go»42. Este fenómeno de considerable impor-
virán al hablante para ampliar el radio de su tancia se halla todavía pendiente de estudio
esfera de comunicación y, si se ponen en prác- teórico y cartográfico sistemático, estudio que
tendría que llevarse a cabo en relación con la
tica con frecuencia, será probable que penetren
investigación, no menos urgente, acerca de la
en su lenguaje cotidiano. En circunstancias fa-
tipología de los sistemas fonemáticos.
vorables, pueden infiltrarse ulteriormente en el
uso general de la comunidad lingüística, bien a 41
Véanse los «ResulLs of the Conference of An-
título de moda particular, bien como sistema thropologists and Linguists», Indiana University Pu-
blications in Anthropoio^y and Linguistics, VIII
nuevo que viene a suceder a la norma anterior. (1953), p á g s . 16 y sigs. y 3ó y sigs.
La comunicación interdialectal y su influjo en 42
E. SAPIR: «Language>, Selected Writings (Berke-
la comunicación intradialectal deben analizar- ley y Los Angeles, 1949), pég. 25.

93
92
a La otra posibilidad que cabe en los casos de
adaptación fonemática a un dialecto distinto o
Más todavía: las etapas inicial y final pueden 3
z
entrar en los usos de una misma generación en o
C/í
i—(
a una lengua extranjera es que se mantenga cuanto niveles estilísticos distintos, caracterís-
s total o parcialmente la estructura fonemática tico el uno de un modo de hablar más bien con-
o de los préstamos léxicos. Según viene obser- servador y solemne, y el otro de un estilo más
vándose repetidamente en la bibliografía fone- moderno. El análisis sincrónico debe, pues, ocu- o
Z
O mática, y Fries y Pike han estudiado con dete- parse de ¡os cambios lingüísticos y, a la inver-
nimiento, «el habla de los nativos uniiingües sa, estos cambios sólo pueden comprenderse a ta
O
de ciertas comunidades lingüísticas comprende la luz del análisis sincrónico. z
o
I-I
más de un sistema fonemático»43. Semejante El factor decisivo en los cambios fonemáti-
< coexistencia de dos sistemas dentro de un solo
lenguaje puede deberse, bien a una diferencia
cos y en la difusión de los fenómenos fonema-
o ticos es la transformación (shift) que se pro-
fonemática entre el vocabulario original y los duce en el código. La interpretación de los acon-
préstamos, bien al empleo de dos sistemas, na- tecimientos espacio-temporales se halla com-
tivo el uno e imitado el otro, como diferentes prometida, ante todo, en resolver de qué modo
estilos de habla. De este modo ciertos fenóme- !a estructura del código se ve afectada por tales
nos espaciales, a saber, las isoglosas y, en par- transformaciones. Los aspectos motores y físi-
ticular, las isófonas, que comprenden varios cos de estas innovaciones no deben tratarse
dialectos o lenguas, pueden proyectarse en un como agentes autosuficientes, sino que es pre-
dialecto único, ya sea individual o social. ciso subordinarlos a un riguroso análisis lin-
Mutatis mutandis, lo mismo puede decirse güístico de su papel en el sistema de codifica-
con respecto al factor temporal en el lenguaje, ción.
especialmente en cuanto afecta al terreno fo-
nemático. Todo cambio fonético en curso de
desarrollo es un hecho sincrónico. El punto de
partida y el final de un cambio coexisten du-
rante cierto tiempo. Aun cuando el cambio se-
pare una generación joven de otra más vieja,
siempre habrá algún intercambio entre ambas
generaciones y el receptor perteneciente a una
de ellas estará acostumbrado a traducir a su
código los mensajes de un emisor de la otra.
a
C. C. FRTES y K. L. PTKE: «Coexistent phonemic
systems», Lartguage, XXV (1949).

94
95
PARTE II

DOS ASPECTOS DEL LENGUAJE


Y DOS TIPOS DE
TRASTORNOS AFASICOS
por
ROMÁN JAKOBSON
rr
•n
LA AFASIA COMO PROBLEMA
LINGÜÍSTICO
a
I
V)
a

i
C
>

Si la afasia es un trastorno del lenguaje, se-


gún sugiere el propio término, entonces todo
intento de descripción y clasificación de los sín-
dromes afásicos debe empezar por preguntarse
cuáles son los aspectos del lenguaje alterados
en las diversas clases de afasia. Este problema,
que hace ya tiempo abordó Hughlings Jackson ',
no puede resolverse sin la colaboración de lin-
güistas profesionales familiarizados con la es-
tructura y el funcionamiento del lenguaje. Para
estudiar adecuadamente una ruptura en las co-
municaciones, es preciso haber entendido pre-
viamente la naturaleza y la estructura del modo
particular de comunicación que ha dejado de
funcionar. La lingüística trata del lenguaje en
todos sus aspectos: del lenguaje en acto, del
lenguaje en evolución 2 (drift), del lenguaje en
1
HUGHLINGS JACKSON: «Papers on affections of
speech» (reeditados y comentados por H. HEAD), Brain,
XXXVIII (1915).
2
E. SAPIR: Language (Nueva York, 1921). [Traduc-
ción castellana, F. C. E., México (1954), reeditada. Ca-

•99

-
3 la etapa de su formación y del lenguaje en tran- cuanto que el autor es director de estudios clí-
ce de descomposición. c
nicos sobre afasia y audición infantil en la o
C/3 Hay actualmente psicopatólogos que conce- Northwestern University, que cuenta entre sus Ia
2 den considerable importancia a los problemas
o5a lingüistas a Werner F. Leopold, con mucho el z
lingüísticos que implica el estudio de los tras- mejor especialista americano en el lenguaje de o
v>
tornos del lenguaje 3; algunos de estos proble- los niños. o
tn
z mas se han abordado en los mejores tratados También los lingüistas son responsables del
o
en recientes sobre la afasia4. Y, sin embargo, la retraso con que se ha emprendido una investi-
o mayoría de las veces, se ignora aún esta justa z
gación conjunta sobre la afasia. Con respecto a
insistencia en la contribución de los lingüistas los afásicos no se ha realizado nada compara- >
al estudio de la afasia. Por ejemplo, un libro ble a la detallada investigación lingüística lle-
o nuevo que trata con amplitud los complejos e vada a cabo con niños de varios países, ni tam-
intrincados problemas de ía afasia infantil pide poco se ha intentado interpretar y sistematizar
que se coordinen los esfuerzos de varias disci- desde el punto de vista lingüístico los múlti-
plinas, reclamando la cooperación de otorrino- ples datos clínicos de que disponemos sobre
laringólogos, pediatras, audiólogos, psiquíatras diversos tipos de afasia. Esto es aún más sor-
y educadores; pero se pasa por alto la ciencia prendente desde el momento en que, por un
del lenguaje, como si las alteraciones en la per- lado, el notable progreso de la lingüística estruc-
cepción del habla no tuvieran nada que ver con tural ha proporcionado al investigador instru-
éste s . Esta omisión es tanto más lamentable mentos y métodos eficaces para el estudio de
pííulo VII: «El lenguaje como producto histórico: sus
la regresión verbal y que, por otro, la desinte-
transformaciones» (pág. 169) (T.).] gración afásica de la trama verbal puede mos-
3
Véase, por ejemplo, el debate sobre la afasia en trar al lingüista nuevas particularidades de las
la Nederlandsche Vereeniging voor Phonetische We- leyes generales del lenguaje.
tenschappen, con artículos del lingüista J, VAN GÍN-
NEKEN y de dos psiquíatras, F. GREWEL y V. W. D. La aplicación de criterios puramente lingüís-
SCHENK, Psychiatrische en Neurologische Bladen, XLV
(1941), págs. 1035 y sigs.; cf., además, F. GREWEL,
ticos a la interpretación y clasificación de los
'<Aphasie en linguistiek», Nederlandsch Tijdschrrft datos sobre la afasia puede suponer una con-
voor Geneeskunde, XCIII (1949), págs. 726 y sigs. tribución esencial a la ciencia del lenguaje y de
1
A. R. LURIA: Travmaticeskaja afazijd' (Moscú, sus alteraciones, siempre que los lingüistas per-
1947); KURT GOLDSTEIN: Language and language dis-
turbances (Nueva York, 1948, trad. cast., cit. en nota manezcan tan cuidadosos y prudentes al mane-
25 de la parte I, Ed. Científico Médica, Barcelona, jar datos psicológicos y neurológicos como lo
1950); ANDRÉ OMBREDANE: L'aphasie et l'élaboration de han venido siendo en su propio terreno. Ante
la pensée explicite (París, 1951).
5
H. MYKLEBUST: Auditory disorders in children todo, tendrían que familiarizarse con los tér-
(Nueva York, 1954). minos y procedimientos técnicos de las disci-

100
101

En implicación. Esta búsqueda del orden de adqui-
punas médicas que se aplican al estudio de la
afasia, sometiendo los informes sobre casos siciones y pérdidas y de las leyes generales de
clínicos a un análisis lingüístico completo, y implicación no puede limitarse a la estructura
además tendrían que trabajar ellos mismos con fonemática, sino que debe extenderse al siste-
I pacientes afásiccs para conseguir una informa- ma gramatical. Tan sólo se ha hecho un peque-
ño número de intentos en esta dirección, y estos
C/l

Z
ción directa, en vez de contentarse con reinter-
pretar observaciones concebidas y realizadas esfuerzos merecen continuarse 7. P
(Ti
9
O
con miras muy distintas de las suyas. tn

Los psicólogos y lingüistas que durante los


últimos veinte años se han enfrentado con los
z ra
fenómenos afásicos se han mostrado notable-
I
Sí mente de acuerdo en lo que respecta a cierto
aspecto de éstos: la desintegración de la trama
sonora4. Esta disolución sigue un orden tem-
poral de gran regularidad. La regresión afásica
ha resultado ser un espejo de la adquisición de
los sonidos del habla por parte del niño, mos-
trando el desarrollo de éste a la inversa. Más
aún: la comparación del lenguaje infantil y la
afasia nos permite establecer ciertas leyes de
fi
El empobrecimiento del sistema fónico en la afa-
sia ha sido observado y tratado por la lingüista MAR-
GUERITE DURAND junto con los psicopatólogos TH. ALA-
JAOUANINE y A. OMBREDANE (en su trabajo de equipo.
Le. syndrome de désiniégration phonétique dans
l'aphasie, París, 1939) y por R. JAKOBSON (un primer
trabajo presentado al Congreso Internacional de Lin-
güistas de Bruselas de 1939 —véase M. TRUBETZKOY,
Príncipes de phonologie, París, 1949, traducción fran-
cesa en la que dicho trabajo va incluido como apén-
dice, T.—) dio lugar posteriormente a «Kinderspra-
che, Aphasie und allgemeine Lautgesetze», Uppsala
Universitets Arsskrift, 1942, 9 —incluido en los Selec- • En la clínica de la Universidad de Bonn, un lin-
ted Writings citados, tomo I, «Phonological studies», güista, G. KANDI.ER, y dos médicos, F. PANSE y A.
Mouton & Co., La Haya, 1962, T.—; se amplían estos LEISCHNER, han emprendido una investigación conjun-
estudios en la obra Sound and Meaning, que ha de ta sobre ciertos trastornos gramaticales: véase su in-
publicar Wiley and Sons junto con The Technology forme, Klinische und Sprachwissenschaftliche Unters-
Press). Cf. K. GOLDSTEIN, págs. 32 y sigs. uchungen zum Agraminatismus (Stuttgart, 1952).

102 103
II. EL CARÁCTER DOBLE DEL LENGUAJE

Hablar supone seleccionar determinadas entiAí


dades lingüísticas y combinarlas en unidades1^
de un nivel de complejidad más elevado. Esto
se ve claramente a nivel léxico: el hablante
selecciona palabras y las combina formando
frases de acuerdo con el sistema sintáctico del
lenguaje que emplea, y a su vez las oraciones
se combinan en enunciados. Pero el hablante
no es en modo alguno totalmente libre en su
elección de palabras: ha de escoger (excepto
en el caso infrecuente de un auténtico neolo-
gismo) de entre las que le ofrece el repertorio
léxico que tiene en común con la persona a
quien se dirige. El ingeniero de la comunica-
ción se aproxima particularmente a la esencia
del acto de habla cuando admite que, en el caso
de un intercambio óptimo de información, ha-
blante y oyente disponen más o menos del mis-
mo «fichero de representaciones prefabrica-
das»: el emisor de un mensaje verbal escoge
una de estas «posibilidades preconcebidas» y

105
por parte del receptor se supone una elección
idéntica a partir del mismo conjunto de «posi- tenación de entidades sucesivas son los dos •n
c
bilidades ya previstas y preparadas» 3. Así el modos según los cuales los hablantes combina-
acto de hablar requiere para ser eficaz que mos los elementos lingüísticos. I
o g
3
aquellos que intervienen en él utilicen un có- Ni los haces como / p / o /f/ ni las. series de
digo común. haces como /pig/ o /fig/ se inventan cuando el o
O «'¿ Has dicho pig (cerdo) o fig (higo)?' dijo el hablante los emplea. Como tampoco el rasgo o
m
iO Gato. 'He dicho pig replicó Alicia» '. En este distintivo «interrupto/continuo» o el fonema r
na
< enunciado concreto, el receptor felino trata de /p/ pueden aparecer fuera de un contexto. El
z
captar nuevamente una elección lingüística rea- rasgo oclusivo aparece combinado con otros o
lizada por el emisor. En el código común al rasgos concurrentes determinados y el reper-
Gato y a Alicia, es decir, en el inglés hablado, torio de posibles combinaciones de tales ras-
la diferencia entre una oclusiva y una fricativa, gos en fonemas como /p/, /b/, /t/, Id/, /k/,
en un contexto por lo demás idéntico, puede /g/, etc., se halla limitado por el código del
cambiar el sentido del mensaje. Alicia había lenguaje de que se trate. El código limita las
usado el rasgo distintivo «oclusiva/fricativa», posibilidades de combinar el fonema / p / con
rechazando el segundo y eligiendo el primero otros fonemas que lo sigan y/o le precedan,
de los dos miembros de la oposición, y había además de que tan sólo una parte de las se-
combinado esta solución, en el mismo acto ries de fonemas permitidas se usa realmente en
verbal, con varios otros rasgos simultáneos, el repertorio léxico de una lengua dada. Aun
usando el carácter grave y tenso de / p / en cuando otras combinaciones de fonemas son
contraposición a ¡o agudo de /t/ y a lo flojo teóricamente posibles, el hablante, por lo regu-
de /b/. De este modo todas las características lar, es un usuario, no un acuñador de palabras.
citadas se han combinado en un haz de rasgos Al enfrentarnos con palabras determinadas es-
distintivos: lo que se llama un fonema. Al fo- peramos que sean unidades codificadas. Para
nema / p / seguían los fonemas / i / y /g/, que a comprender la palabra nylon es preciso saber
su vez son también haces de rasgos distintivos la significación que asigna a este vocablo el
articulados simultáneamente. Así, pues, ¡a con- código léxico del castellano moderno.
currencia de entidades simultáneas y la conca- En toda lengua existen también grupos de
palabras codificados llamados en inglés pala-
bras-frase (pkrase-words). El significado de la I
" D. M. MACKAY, «In search of basic symbols»,
Cybernetics. Transactions of the Eighth Conference locución qué tal va eso no puede deducirse de
(Nueva York, 1952), pág. 183. la suma de los significados de sus elementos
' LEWIS CARROLL: Alicia en el país de las maravi- constitutivos léxicos; el todo no es igual a la
llas, cap. VI.
suma de las partes. Aquellos grupos de pala-
106
107
3 bras que se comportan a este respecto como 1) La combinación.—Todo signo está for-¡
una sola palabra constituyen un caso frecuente» mado de otros signos constitutivos y/o aparece] z
-•?
pero, sin embargo, marginal. Para comprender únicamente en combinación con otros signos.] o
g
a la inmensa mayoría de los grupos de palabras Esto significa que toda unidad lingüística sirve z
o
3 basta con conocer sus elementos y las reglas a la vez como contexto para las unidades más 3
sintácticas de su combinación. Dentro de estas simples y/o encuentra su propio contexto en o
ffl
z limitaciones tenemos libertad para variar los una unidad lingüística más compleja. De aquí
a
o ( contextos de las palabras. Esta libertad es, por que todo agrupamiento efectivo de unidades
o z
j supueso, relativa, y considerable ¡a presión de lingüísticas las conglobe en una unidad supe- o
c
los clichés habituales sobre nuestra elección rior: combinación y contextura son dos caras >
\ de^combinaciones. Pero es innegable que exis- de la misma operación. s
,-ie cierta libertad para componer contextos ra- 2) La selección.—ha opción entre dos posi-|
j dicalmente nuevos, pese a la relativamente baja bilidades implica que se puede sustituir unaj
probabilidad estadística de que aparezcan éstos. de ellas por la otra, equivalente a la primera'
Por tanto, en la combinación de las unidades bajo un aspecto y diferente de ella bajo otro.
"lingüísticas se sigue una escaía de libertad cre- De hecho, selección y sustitución son dos caras
ciente. En ¡a combinación de rasgos distintivos de la mismaoperación. ----
para constituir fonemas, la libertad del hablan-J Ferdinand de Saussure advirtió claramente
te individual es nula; el código tiene ya esta- el papel fundamental que estas dos operacio-
blecidas todas las posibilidades utilizables en nes desempeñan en el lenguaje. Sin embargo^
un lenguaje dado. La libertad de combinar los/ de las dos variedades de combinación —con-i
fonemas en palabras se circunscribe al caso/ currencia y concatenación—, el lingüista dei
marginal de la acuñación de términos. El ha-\ Ginebra sólo reconoció la segunda, la sucesión
blante se halla menos coartado cuando se trata temporal. Pese a su propia intuición del fone- -
de formar frases con las palabras. Y, finalmen- ma como, conjunto de rasgos distintivos con-
te, la acción coactiva de las reglas sintácticas currentes (éléments différentiels des phoné-
cesa a la hora de combinar frases en enuncia- mes), el científico sucumbió al prejuicio tradi-
dos, aumentando así considerablemente ¡a li- cional acerca del carácter lineal del lenguaje!
bertad de cada hablante para crear nuevos con- «qui excluí la possibilité de prononcer deux'
textos, aunque tampoco aquí se pueda pasar éléments a la foís» l0.
por alto lo estereotipado de numerosos enun-
A fin de delimitar los dos modos de relación
ciados.
10
F. DE SAUSSURE: Cours de linguistique genérale,
2.* ed., París, 1922. [Trad. cast. de A. Alonso, Buenos
Aires, Losada, 1945, reeditada.]

108 109
que hemos descrito como combinación y selec- de yuxtaposición en el segundo. Una unidad sig- 3
<
ción, F. de Saussure establece que el primero nificativa "determinada puede sustituirse por

o
«es in praesentia; se apoya en dos o más tér-
minos igualmente presentes en una serie efec-
otros signos más explícitos del mismo código,
revelando así su sentido general, mientras que
¡
tiva», mientras que el segundo «une términos
¡in absentia en una serie mnemónica virtual».
su significado contextual viene definido por su s
relación con otros signos dentro de la misma en
O
z / Es decir, la selección (y, correspondientemente, serie. a
r
o ¡a sustitución) se refiere a entidades asociadas
V) Los elementos constitutivos de todo mensajeX m
en el código, pero no en el mensaje dado, mien- z
o están ligados necesariamente con el código por ¡ o
tras que, en el caso de la combinación, las enti- una relación interna y con el mensaje por una j c
< dades a que se refiere se hallan asociadas, bien relación externa. El lenguaje, en sus diversos C
S tn
o en ambos, bien solamente en el mensaje. El aspectos, emplea ambos modos de relación.
X
receptor percibe que el enunciado (mensaje) Tanto si se intercambian mensajes como si la
es una combinación de partes constitutivas^fra- comunicación se dirige unilateralmente del emi-
ses, palabras, fonemas, etc.) seleccionadas de sor al receptor, debe existir cierta contigüidad
entre el repertorio de todas las partes consti- entre los protagonistas de un acto verbal para
tutivas posibles (código). Los elementos de^un que esté asegurada la transmisión del mensaje.
contexto se encuentran en situación de conti-% La separación espacial, y con frecuencia tem-
güidad,. mientras que en un grupo de sustitu- poral, entre dos individuos, emisor y receptor,,
~ciorf los signos están ligados^ entre sí por di- se ve salvada por una relación interna: debe
- versos grados de similiaridad, que fluctúan en- haber cierta equivalencia entre los símbolos
tre la equivalencia de los sinónimos y el núcleo usados por el emisor y los que el receptor co-
común de los antónimos. noce e interpreta. Sin semejante equivalencias h\
Estas dos operaciones proporcionan a cada el mensaje es infructuoso—, aun cuando alcan-
signo lingüístico dos conjuntos de interpretan- za al receptor no le afecta.
tes, por emplear el útil concepto que introdujo
Charles Sanders Peirce ": dos referencias sir-
ven para interpretar el signo—una al código y
otra al contexto, ya sea éste codificado, o libre;
y en ambos modos el signo se ve remitido a
otro conjunto de signos lingüísticos, mediante
una relación de alternación en el primer caso y
11
C.S. PEIRCE: Collected Paper?, II y IV (Cam-
bridge, Mass., 1932, 1934); ver el índice por materias.-

110
111
III. EL TRASTORNO DE LA SEMEJANZA c

I
i
o.
r
z
o
c
>

Está claro que los trastornos del habla pue-


den afectar en grado variable la capacidad del
individuo para combinar y seleccionar las uni-
dades lingüísticas; de hecho, la cuestión de sa-
ber cuál de estas dos operaciones resulta prin-
cipalmente dañada alcanza notable importan-
cia en la descripción, análisis y clasificación de
las diversas formas de afasia. Esta dicotomía
es tal vez aún más sugestiva que la distinción
clásica (que no discutiremos en este artículo)
entre afasia emisora y receptora, que indica
cuál de las dos funciones utilizadas en los
intercambios lingüísticos, la codificación o la
decodificación de los mensajes verbales, se
ve particularmente afectada.
Head intentó clasificar los casos de afasia en
grupos definidos '2 y asignó a cada una de las
12
H. HEAD: Aphasia and kindred disorders of
speech, I (Nueva York, 1926):

113
• • • . • :

variedades «un nombre escogido para señalar bable se hace que esta clase de pacientes llegue 3
la deficiencia más marcada que manifiesten en
el manejo y la compresión de palabras y frase»
a pronunciarlo.
De igual modo, la palabra menos afectada
i
(página 412). Siguiendo este método, distingui- por la enfermedad será la que más dependa de
o remos dos tipos básicos de afasia—según que otras de la misma frase y la que más se refiera 3
71
la principal deficiencia resida en la selección al' contexto sintáctico. Así, son más resistentes O
y la sustitución, con relativa estabilidad de la m
o las palabras sometidas sintácticamente al régi-
tn
33 combinación y la contextura, o bien, a la inver- men o la concordancia gramaticales, mientras m
O
sa, en la combinación y la contextura, con rela- que tiende a omitirse el principal agente subor- o
tiva conservación de la selección y la sustitu- dinador de la oración, es decir, el sujeto. Como i

ción normales. Al esbozar estos dos modelos es en el primer paso donde el paciente tropieza
o opuestos de afasia voy a utilizar principalmen- con su principal obstáculo, es obvio que fra-
2S
te datos de Goldstein. «^ casará precisamente en el punto de partida, la
Para los afásicos del primer tipo (los de*se- piedra angular de la estructura de la oración.
lección deficiente), el contexto constituye un En este tipo de trastorno del lenguaje, las fra-
factor indispensable y decisivo. Cuando se les ses se conciben como secuelas elípticas que han
muestran retazos de palabras o de frases, tales de completar las dichas, cuando no imagina-
pacientes las completan rápidamente. Hablan das, con anterioridad, por el afásico mismo, o
por pura reacción: mantienen fácilmente una recibidas por él de un interlocutor que tam-
conversación, pero les es difícil iniciar un diá- bién puede ser ficticio. Las palabras clave pue-
logo; son capaces de replicar a un interlocutor den saltarse o reemplazarse por sustitutos ana-
real o imaginario cuando son, o creen ser, los fóricos abstractos 13. Como ha señalado Freud u,
destinatarios del mensaje. Les cuesta especial un nombre específico se reemplaza por otro
trabajo practicar, e incluso comprender, un dis-
curso cerrado como el monólogo. Cuanto más
dependan sus palabras del contexto más éxito
muy general, como machín o chose en el habla
de los afásicos franceses. En un caso alemán m
dialectal observado por Goldstein (págs. 246
tendrán en sus esfuerzos de expresión. Se en- siguientes; pág. 64 de la trad.) Ding (cosa) o
cuentran incapaces de articular una frase que Stückle (trozo) reemplazaban todos los nom-
no responda ni a una réplica de su interlocutor bres inanimados y überfahren (realizar) todos
ni a la situación que se les presenta. La frase los verbos que podían identificarse a partir del
«está lloviendo» no puede articularse a menos
que el sujeto vea que realmente llueve. Cuanto 13
más profundamente se inserte el enunciado en L. BLOOMFIELD: Language (Nueva York, 1933),
capítulo XV: «Substiturion».
el contexto (verbal o no verbalizado), más pro- 14
S. FREUD: On aphasia (Londres, 1953), pág. 22.
contexto o de la situación y que consiguiente-
mente parecían superfluos a la paciente. los cuales es específico para un entorno dado.
C/l
Las palabras dotadas de una referencia inhe- Así, la paciente de Goldstein no pronunciaba
rente a] contexto, como los pronombres y los nunca la palabra cuchillo sola, sino que, según
adverbios pronominales, y ¡as que sólo sirven su uso y las circunstancias, llamaba al cuchillo
para construir el contexto, como las partículas alternativamente cortaplumas, mondador, cu-
O auxiliares y de conexión tienen grandes proba- chillo de pan o cuchillo y tenedor (pág. 62;
O bilidades de sobrevivir. Servirá como ilustra- 66 de la trad. c&st.); de esta forma la palabra
S ción un típico enunciado de un paciente ale- cuchillo, forma libre, capaz de presentarse ais-
mán, recogido por Quensel y citado por Gold- lada, se convertía en una forma ligada.
stein (pág. 302; 315 de la trad. casi.): «Tengo un piso muy bonito, vestíbulo, dor-
O
«Ich bin doch hier unten, na wenn ich gewe- mitorio, cocina», dice la paciente de Goldstein.
sen bin ich wees nich, we das, nu wen ich, ob «No, también hay pisos grandes, sólo en la parte
das nun doch, noch, ja. Was Sie her, wenn ich, de atrás viven los solteros.» En lugar de solte-
och ich weess nicht, we das hier war ja...» ros, podía haberse escogido una forma más ex-
Vemos, pues, cómo sólo el armazón, los esla- plícita, el grupo gente no casada, pero la ha-
bones de la comunicación, se conservan cuando blante prefirió emplear un solo término; cuan-
este tipo de afasia ha alcanzado su etapa crítica. do se le insistió para que respondiera lo que
Desde la alta Edad Media, la teoría del len- era un soltero, la paciente no contestó: «apa-
guaje viene afirmando insistentemente que la rentemente estaba distraída» (p. 270; p. 283 de
palabra aislada de un contexto carece de signi- la trad. cast.). Una respuesta como «un soltero
ficado. Esta afirmación, sin embargo, sólo es es un hombre que no está casado» o «un hom-
válida en el caso de Ja afasia o, más exacta- bre que no está casado es un soltero» hubiera
mente, de un tipo de afasia. En los casos pato- supuesto una predicación en forma de ecua-
lógicos a que nos estamos refiriendo, una pala- ción y, por lo tanto, la proyección de un con-
bra aislada no significa otra cosa que «bla, bia, junto o grupo de sustitución tomado del código
bla». Numerosos tests han descubierto que para léxico de la lengua dentro del contexto del men-
tales pacientes dos apariciones de la misma pa- saje dado. Los términos equivalentes se trans-
labra, en contextos diferentes son meros homó- forman en partes correlativas de la frase y
nimos. Dado que los vocablos distintivos trans- como tales ligadas por la contigüidad. La pa-
miten más información que los homónimos, ciente era capaz de escoger el término adecua-
algunos afásicos de este tipo tienden a reem- do, soltero, cuando se apoyaba en el contexto
plazar las variantes contextúales de una misma de una conversación habitual sobre los «pisos
palabra por diferentes términos, cada uno de de soltero», pero no podía utilizar el grupo de
sustitución soltero = hombre no casado como
116

117
dicar la dirección... un imán señala el norte» '5. 3
tema de la frase, porque se encontraba altera- z
Tales pacientes no consiguen pasar, como diría o
da su capacidad de efectuar selecciones y sus-
Peirce, de un índice o un icono al símbolo ver-
tituciones autónomas. La ecuación proposicio-
nal que se pedía en vano a la paciente no transé
bal correspondiente 16.
Aun la simple repetición de una palabra re-
I
o mite otra información que «soltero significa
sulta para el paciente una redundancia inne-
hombre no casado» o «un hombre no casado
: cesaria, por lo que es incapaz de repetirla pese
o se llama soltero». a las instrucciones que puedan dársele. Un pa-
¡a
z
a
o La misma dificultad surge cuando se pide al ciente de Head al que se pedía que repitiera o
paciente que nombre un objeto que el obser- la palabra «no» repuso: «No, no sé cómo ha- c
vador señala o maneja. El afásico cuya facul- cerlo». Aunque empleaba espontáneamente la >
< tad de sustitución se encuentra alterada no po- palabra en el contexto de su respuesta, no po- m
o drá completar con el nombre de un objeto el día expresar la forma más pura de predicación
gesto que hace el observador al indicarlo c r o - ecuacional, la tautología a = a: «no» es «no».
marlo. En lugar de decir «eso se llama un; Una de las aportaciones importantes de la
lápiz», se contentará con añadir una observa-; lógica simbólica a la ciencia del lenguaje con-
ción elíptica acerca de su uso: «escribir». Si siste en haber destacado la distinción entre
se halla presente uno de los signos sinónimos lenguaje objeto y metalenguaje. Como dice
(como pueden serlo la palabra soltero o el ges- Carnap, «si queremos hablar acerca de cual-
to de señalar un lápiz), el otro signo (la locu- quier lenguaje objeto, necesitamos un metalen-
ción hombre no casado o la palabra lápiz) se. guaje» 17. En estos dos distintos niveles del len-,
convierte en redundante y por tanto en super- guaje pueden emplearse unos mismos recursos
fluo. Para el afásico, ambos signos siguen una. lingüísticos; así, podemos hablar en inglés (to-j
distribución complementaria; si el observador,, mandólo como metalenguaje) acerca de la len-j
produce uno de ellos, el paciente evitará el otro;: gua inglesa, tomada como lenguaje objeto, el
su reacción típica será lo de «lo entiendo todo» interpretar las palabras y frases inglesas me-
o «Ich weiss es schon (ya lo sé)». Análogamen- diante sinónimos, circunlocuciones y paráfrasis
te, el dibujo de un objeto llevará a la supresión 15
del término que lo designa: un signo verbal es F. LOTMAR: «Zur Pathophysiologie der ersch-
werten Wortñndung bei Aphasischen», Schweiz. Ar-
reemplazado por un signo pictórico. Cuando se. chiv für Neurología und Psychiatrie, XXXV (1933),
enseñó el dibujo de una brújula a un paciente pás. 104.
lfi
de Lotmar, su respuesta fue: «Sí, es un... yo C. S. PEIRCE: «The icón, index and symbol», Col-
sé de qué se trata, pero no puede recordar la lucted papers, II (Cambridge, Mass.. 1932).
17
R. CARNAP: Meaning and necessity (Chicago. 1947),
expresión técnica... Si... dirección... para in- pág. 4.
119
118
u i ft

también inglesas. Es evidente que talesjogera- «En el código que usamos, el nombre del objeto
ciones, que los lógicos llaman^métalingüísticas^ señalado es 'lápiz'»; o bien «En el código que z
no son un invento de éstos: lejos* de-darse "úni- o
usamos, la palabra 'soltero' y la circunlocución
camente en la esfera de la ciencia, forman par- hombre no casado' son equivalentes».
2
O
te integrante de nuestros hábitos lingüísticos. Los afásicos de este tipo no pueden pasar de I
c/i
Dos interlocutores tratan a menudo de compro- una palabra a sus sinónimos o circunlocucio- O
z bar si ambos están refiriéndose a un mismo có- nes ni a sus heterónimos, es decir, las expre- m
o
a digo. «¿Me sigues? ¿Entiendes lo que digo?», siones equivalentes en otros idiomas. La pér-
o pregunta el que habla; o bien es el oyente quien dida de capacidad políglota y consiguiente con- o
interrumpe diciendo: «¿Qué quieres decir?». finamiento en una sola variedad dialectal de
Entonces el emisor del mensaje sustituye el una única lengua son manifestaciones sintomá- 3
§ signo equívoco por otro del mismo código lin- ticas de este trastorno.
güístico, o por un grupo de signos codificados,
Un prejuicio antiguo, pero que reaparece con
tratando así de hacerlo más accesible al deco-
frecuencia, considera que la única realidad lin-
dificador.
güística concreta es la forma de hablar de un '
La interpretación de un signo lingüístico a individuo determinado en un momento dado, .
través de otros de la misma lengua, que en de- el llamado idiolecto. Contra esta concepción se
terminados aspectos pueden considerarse ho- ha objetado lo siguiente:
mogéneos, es una operación metalingüística que «Cuando se habla por primera vez con al-
también desempeña un papel esencial en el guien, siempre se intenta, deliberadamente o
aprendizaje del lenguaje por parte de los niños. no, dar con un vocabulario común: bien para
Observaciones recientes han mostrado lo im- agradar, bien para hacerse comprender, bien,
portante del lugar que ocupa la charla acerca finalmente, para librarse de él, se emplean los
del lenguaje en la conducta verbal de los niños términos del interlocutor. En el lenguaje no
en edad preescolar. El recurso al metalenguaje hay nada que recuerde a la propiedad privada:
es necesario tanto para la adquisición del len- todo está socializado. El intercambio verbal,;
guaje como para el normal funcionamiento de como toda otra forma de relación, requiere al
éste. La ausencia en los afásicos de la «capa- menos la comunicación entre dos individuos;
cidad de nombrar» es, propiamente, una pér- el idiolecto no es, pues, sino una ficción un
dida de metalenguaje. En realidad, los ejem- tanto insidiosa» )3.
plos de predicación ecuacional que se pedían
en vano a los pacientes antes citados son pro- '* R. JAKOBSON: «Results of the Conference of An-
posiciones metalingüísticas referidas a la len- thropologists and Linguists», Indiana University Publi-
gua empleada. Su formulación explícita sería: cations in Anrhropoiogy and Linguistics, VIII (1953),
Pag. 15.

120 121
p^^^^t^mmmmm^m^

3 Es preciso, sin embargo, hacer una reserva: se le solicitaba que agrupara ciertos objetos
< para un afásico que ha perdido la capacidad según su color, tamaño y forma, los clasificó
de «conmutación del código», su «idiolecto» se de acuerdo con su contigüidad espacial como
a
o
convierte efectivamente en la única realidad
lingüística. Como no juzga que el habla de los
objetos caseros, material de oficina, etc., y jus-
tificaba esta ordenación refiriéndose a los esca-
I
demás constituye mensajes que se le dirigen parates, en los cuales «no importa lo que es O

z en su mismo sistema verbal, siente lo que ex- cada cosa», es decir, no es preciso que los obje-
o presó un paciente de Hemphil y Stengel: «Le M
o tos sean similares (págs. 61 y siguientes y 263 y Z
oigo perfectamente, pero no puedo entender lo siguientes; 66 y 275 de la trad. cast.). La misma
O
que dice... Oigo su voz pero no las palabras... ,
enferma daba sus nombres a los colores fun-
¡ No se puede pronunciar» ". Encuentra que el
enunciado del otro es pura jeringonza, o al me-
nos que pertenece a una lengua desconocida.
damentales —rojo, azul, verde y amarillo— pero
se negaba a llamar así también a los tonos in-
termedios (págs. 268 ss.; 279 de la trad. cast.),
Como ya queda dicho, es la relación externa puesto que, para ella, las palabras no eran ca-
de contigüidad la que une entre sí los compo- paces de asumir significados derivados adicio-
nentes de un contexto y la relación interna de
nales por semejanza con su significado original.
semejanza la que permite el juego de las sus-
Tiene razón Goldstein cuando señala que los
tituciones. A ello se debe el que, para los afá-
sicos cuya capacidad de sustitución se encuen- enfermos de este tipo «asimilaban las palabras
tra afectada, e intacta la de contextura, las ope- en su sentido literal, pero no se les podía hacer
raciones en que interviene la semejanza sean comprender el carácter metafórico de las mis-
reemplazadas por ¡as basadas en la contigüi- mas.» (pág. 270; 283 de la trad. cast.). Sin em-
dad. Podría predecirse que, en tales condicio- bargo, sería injustificado generalizar diciendo
nes, toda agrupación semántica se guiaría por que el lenguaje figurado les resulta completa-
la contigüidad espacial o temporal en vez de mente incomprensible. De las dos tropos que
por la semejanza; de hecho, los experimentos constituyen los polos de la figuración retórica,
de Goldstein justifican esta suposición: una la metáfora y la metonimia, esta última, basa-
paciente de este tipo, a la que se pidió que da en la contigüidad, es empleada con frecuen-
diera una lista de nombres de animales, los cia por los afásicos con deficiencias selectivas.
dispuso en el mismo orden en que los había Tenedor reemplaza a cuchillo, mesa a lámpara,
visto en el zoológico; análogamente, pese a que fumar a pipa, comer a parrilla. Head refiere un
lg
caso típico:
R. E. HEMPHIL y E. STENÜEL. «Puré word deaf-
ness», Journal of Neurology and Psychiatry, III (1940), «Cuando no conseguía recordar la palabra
págs. 251-62. 'negro', describía este color como io que se

122 123
hace por los muertos', lo que abreviaba di- I V . EL TRASTORNO DE LA CONTIGÜIDAD Ti
ciendo 'muerto'» (I, pág. 198). c
z
o
Tales metonimias pueden caracterizarse como
Oí proyecciones de la línea del contexto habitual B
O H
sobre la línea de sustitución y selección: un O
s c«
signo (tenedor, por ejemplo) que suele apare- O
o cer junto con otro (cuchillo) puede usarse en r
o lugar de este último. Expresiones como «cuchi- ta
llo y tenedor», «lámpara de mesa», o «fumar en z
o
pipa» han provocado las metonimias tenedor,
mesa, fumar; la relación entre el uso de un
O
objeto (una tostada por ejemplo) y el medio
de producirlo da lugar a la metonimia comer
por parrilla. «¿Cuándo se viste uno de negro?» Desde 1864 se han destacado a menudo de
—«Cuando guarda luto por los muertos»: en entre las renovadoras aportaciones de Hugh-
lugar de nombrar el color, se designa la' causa lings Jackson al estudio moderno del lenguaje
de su uso tradicional. El tránsito de la seme- y sus trastornos, observaciones como las si-
janza a la contigüidad es especialmente eviden- guientes:
te en casos como el del paciente de Goldstein, «No basta con decir que el lenguaje se com-
que respondía con una metonimia cuando se pone de palabras. Se compone de palabras que
le pedía que repitiera una palabra diciendo, por remiten unas a otras de una manera determi-
ejemplo, cristal en Jugar de ventana o cielo en nada; de no darse una relación adecuada entre
lugar de Dios (pág. 280; 293 de la trad. casi.). sus partes, un enunciado verbal sería una mera
Cuando la capacidad de efectuar selecciones sucesión de nombres que no formaría proposi-
está seriamente dañada y se conserva, al menos ción alguna (pág. 66)20.
parcialmente, la facultad de combinación, en- La pérdida del habla es la pérdida de la fa-
tonces la contigüidad determina la totalidad cultad de formar proposiciones... Carencia de
de la conducta verbal del paciente, dando lugar habla no significa carencia completa de pala-
a un tipo de afasia que podemos llamar tras- bras (pág. 114).» 21
torno de la semejanza.
-° H. JACKSON: «Motes on the physiology and patho-
logy of the nervous system» (1868), Brain, XXXVIII
(1915), págs. 65-71.
n
H. JACKSON: «On affections of speech from di-
sease of the brain» (1879), Brain, XXXVIII (1915),
págs. 107-29.

124
125
— •

La facultad de formar proposiciones or dicho


de un modo más general, de combinar entida- sión que se ha dado en llamar «estilo telegrá-
<

i
Cfí
*—I

~*
des lingüísticas simples para constituir otras fico». La palabra que menos dependa gramati-
o más complejas, se altera solamente en un tipo ! cálmente del contexto será la que mejor se
de afasia, el opuesto al que se acababa de es- mantenga en el habla de los afectados por un
o
tudiar en el capítulo anterior. No hay carencia trastorno de la contigüidad y la que antes se
de palabras, puesto que es precisamente Ja pa- pierda como consecuencia de trastornos de la
I
a
O labra ¡a entidad que en muchos de estos casos semejanza. Por ello, el sujeto, pieza clave de la m

se conserva; podemos definir la palabra como frase, es el primer elemento que hacen desapa-
2 la unidad lingüística superior de las codifica- recer de ésta los trastornos de la semejanza y z
el que más tardan en destruir las afasias del
O das de modo coactivo: componemos nuestros
ai tipo opuesto.
enunciados y frases a partir del repertorio lé- n
xico que nos proporciona el código. -^ * La afasia que altera ¡a capacidad de contex-
En esta afasia en que se altera la capacidad tura tiende a manifestarse en infantiles enun-
de contextura, que podía llamarse trastorno de ciados de una sola frase y en frases de una sola
la contigüidad, disminuye la extensión y varie- palabra. Si se conservan algunas frases más
dad de las frases. Se pierden Jas reglas sintác- largas, son pocas, estereotipadas, «prefabrica-
ticas que disponen las palabras en unidades das». En los casos avanzados de esta enferme-
superiores; esta pérdida, llamada agramatis- dad todo enunciado se reduce a una frase de
mo, es causa de que Ja frase degenere en mero una palabra sola. Pero, si bien se va perdiendo
<montón de palabras», usando la i la facultad de estructurar contextos, siguen
efectuándose operaciones de selección. «Decir
.. -v. palabras se vuelve caó- lo que es una cosa es decir a qué se parece»,
tico y desaparecen los vínculos de la coordina-
ción y Ja subordinación gramaticales, tanto de señala Jackson (pág. 125). Una vez que falla la
concordancia como de régimen. Como podría contextura, el paciente, que sólo puede inter-
esperarse, Jas primeras en desaparecer son las cambiar los elementos de que dispone, maneja
palabras dotadas de funciones puramente """ semejanzas y cuando identifica algo lo hace de
maticales, como las co modo metafórico, no ya metonímicamente,
los pronombres como los afásicos del tipo contrario. Catalejo
3, son las art CuIos
'' en por microscopio y fuego por luz de gas son
ejemplos típicos de tales expresiones, que Jack-
modo expre- son denominó cnasimetafóricas, ya que se dis-
tinguen de las metáforas retóricas o poéticas
por no presentar una transferencia de signifi-
cado deliberada.
126

127


-

— En un sistema lingüístico normal, la palabra


-
<
citado con frecuencia casos de pacientes que 2
es a la vez un elemento de un contexto superior, entendían y pronunciaban compuestos como o
la frase, y un compuesto de unidades menores: Mirafhres o Torreblanca, pero no podían decir
ai
los morfemas (las unidades mínimas dotadas ni comprender mira y flores, torre y blanca.
g de significación) y los fonemas. Ya hemos visto Mientras se conserva el sentido de la deriva- I
cuál era el efecto del trastorno de la contigüi- ción, de modo que todavía se usa para introdu-
O dad en la combinación de palabras en unida- cir innovaciones en el código, puede observarse
o des superiores. La relación entre la palabra y cierta tendencia a la simplificación y el auto- n
sus componentes refleja una alteración parale- matismo: si la palabra derivada constituye una a
la, aunque de un modo ligeramente distinto. unidad semántica que no puede deducirse com-
z Un rasgo típico del agramatismo es la aboli- B
pletamente del significado de sus componentes,
I ción de la flexión: aparecen categorías no mar- entonces se interpreta mal la Gestalt. Por ejem-
cadas, como el infinitivo, en lugar de las diver- plo, la palabra rusa mokr-íca significa «carco-
sas formas del verbum finitum y, en las len- ma», pero un afásico ruso la interpretó como
guas con declinación, el nominativo en lugar «algo húmedo», especialmente «tiempo húme-
de los casos oblicuos. Estos defectos se deben do», porque la raíz moler- significa «húmedo»
en parte a la eliminación del régimen y la con- y el sufijo -ica designa el portador de una de-
cordancia y, en parte, a la pérdida de capaci- terminada cualidad, como en nelépica «algo
dad de escindir las palabras en tema y desinen- absurdo», svetlíca «habitación clara», temníca
cia. Además, un paradigma (en particular un «calabozo» (literalmente «habitación oscura»).
conjunto de casos gramaticales como él-lo-le, o Cuando, antes de la Segunda Guerra Mun-
de tiempos como vota-votó) presenta un mismo dial, la fonología constituía el aspecto más dis-
contenido semántico desde distintos puntos de cutido de la ciencia del lenguaje, ciertos lin-
vista asociados entre sí por contigüidad, lo cual güistas se mostraron escépticos frente a la afir-
hace que el tipo de afásicos que estudiamos se mación de que los fonemas desempeñan real-
incline aún más a rechazar tales conjuntos. mente un papel autónomo en nuestra conducta
Por ¡o general, también las familias de pa- verbal. Se llegó a sugerir que las unidades sig-
labras que derivan de una raíz común se hallan nificativas del código lingüístico, como son los
vinculadas semánticamente entre sí por conti- morfemas y, en mayor medida, las palabras,
güidad. Esta clase de enfermos tiende, bien a son las unidades mínimas que existen realmen-
abandonar los términos derivados, bien a en- te en la acción verbal, mientras que las unida-
contrarse incapaz de reducir a sus componen- des meramente distintivas, como los fonemas,
tes la combinación de una raíz con un sufijo e son construcciones artificiales destinadas a fa-
incluso un compuesto de dos palabras. Se han cilitar la descripción y el análisis científico de

128
129
una lengua. Esta opinión, que Sapir llamó «con- dos distintos, pues difieren unas de otras por -n
traria al realismo» 23, permanece, sin embargo, z
los fonemas que contienen o por el orden de
a
perfectamente válida, referida a cierto tipo pa- éstos. I
Sí tológico: en una variedad de afasia que se ha Si un afásico se vuelve incapaz de reducir la Z
O
llamado a veces «atáctica», ¡a palabra es la úni- palabra a sus componentes fonemáticos, se de- O
ca unidad lingüística que se conserva. El pa- bilita a la vez su capacidad de regir la cons-
ciente tiene sólo una imagen enteriza, indiso-
g
O trucción de aquélla, lo cual da lugar fácilmen-
a luble, de todas las palabras que le son familia- te a claras alteraciones de los fonemas y de sus n
o o
res; pero, bien todas las demás series de so- combinaciones. La gradual regresión del sis-
nidos le resultan ajenas e incomprensibles, o tema fónico del afásico repite con regularidad c

< bien las confunde con palabras habituales sin y en sentido inverso el orden de las adquisicio-
o tener en cuenta las diferencias fonéticas. Uno nes fonemáticas del niño. Esta regresión impli-
de los pacientes de Goldstein «percibía alie- ca una inflación de homónimos y una disminu-
nas palabras, pero... no percibía las vocales y ción del vocabulario. Si este desmantelamiento
consonantes de que estaban compuestas» (pá- doble —fonemático y léxico— avanza aún más,
gina 218; 230 de la trad. cast.). Un afásico fran- quedan como últimos residuos del habla enun-
cés reconocía, comprendía, repetía y articulaba ciados de una frase, frases de una palabra, pa-
espontáneamente las palabras café o pavé (pa- labras de un fonema: el afásico recae en las
vimento), pero era incapaz de captar, distin- fases iniciales del desarrollo lingüístico infan-
guir o repetir series- sin sentido, como féca, til, e incluso en su etapa pre-lingüística, si al-
faké, kéfa y pafé. Ninguna de estas dificultades canza la aphasia universalis, la pérdida total
se presenta a un oyente normal de lengua fran- de la facultad de usar o comprender el len-
cesa, pues ni las series de sonidos citadas ni guaje.
sus componentes son ajenos al sistema fono- La distinción entre la función distintiva y la
lógico del francés. Tal oyente podría incluso significativa es una característica peculiar del
suponer que se trataba de palabras desconoci- lenguaje si lo comparamos con otros sistemas
das para él, pero tal vez pertenecientes al vo- semióticos. Entre estos dos niveles del lengua-
cabulario francés y probablemente de significa- je surge un conflicto cuando el afásico con po-
der de contextura deficiente tiende a abolir la
n
E. SAPIR: «The psychological reality of phone- jerarquía de las unidades lingüísticas y a redu-
mes», Selected Writings (Berkeley y los Angeles, 1949),
pags. 46 y sigs. ÍArtículo publicado por primera vez cir la escala de éstas a un único plano. Este
en un número especial (1-4) de 1933 del Journal de último nivel que se conserva es, bien una clase
Psychologie. traducido al castellano como H. DEI.A- de valores significativos, la palabra, como en
CROix, et al.. Psicología del lenguaje (Paidós, Buenos
Aires, 1952) (T.).l los ejemplos que hemos citado, bien una clase

130 131

i. .
a de valores distintivos, el fonema. En este último Ti
V. LOS POLOS METAFÓRICO Y
caso, el enfermo conserva la capacidad de iden-
METONIMICO
tificar, distinguir y reproducir fonemas, pero
ai no puede hacer, lo mismp con las palabras. En s

O
casos intermedios se identifican, distinguen y z
3 o
reproducen las palabras; pero, según lo expre- Vi

z só con precisión Goldstein, «pueden reconocer-


o
O
se, pero no se comprenden» (pág. 90, 96 de la
trad. cast.). Aquí la palabra pierde su función
iO
c
significativa normal y asume la puramente dis-
<
tintiva que pertenece habitualmente al fonema.
o
a:

• La afasia presenta numerosas variedades muy


dispares, pero todas ellas oscilan entre uno y
otro de los dos polos que acabamos de descri-
bir. Toda forma de trastorno afásico consiste
en una alteración cualquiera, más o menos gra-
ve, de la facultad de selección y sustitución o
de la facultad de combinación y contextura. En
el primer caso se produce una deterioración de
las operaciones metalingüísticas, mientras que
el segundo perjudica la capacidad del sujeto
para mantener la jerarquía de las unidades lin-
güísticas. El primer tipo de afasia suprime la
relación de semejanza; el segundo, la de conti-
güidad. La metáfora es ajena al trastorno de
la semejanza y la metonimia al de la conti-
güidad.
Dos son las directrices semánticas que pue-
den engendrar un discurso, pues un tema pue-
de suceder a otro a causa de su mutua seme-
janza o gracias a su contigüidad. Lo más ade-
cuado sería hablar de desarrollo metafórico

132 133
i
3 blece un doble enlace con el sujeto hut: por
<
para el primer tipo de discurso y desarrolló
metonímico para el segundo, dado que la ex- un lado, una cotigüidad de posición (en este
caso sintáctica), y por otro una semejanza se-
|
presión más concisa de cada uno de ellos se n
3 contiene en la metáfora y la metonimia, respec-
tivamente. El uso de uno u otro de estos proce-
mántica.
El mismo estímulo dio lugar a las siguien-
I
71
o
dimientos se ve restringido o totalmente impo- tes reacciones sustitutivas: la tautología caba- s
o sibilitado por la afasia —circunstancia que da na; los sinónimos choza y chamizo (cabin y
ja
V)
a lugar a que el estudio de ésta resulte particu- hovel); el antónimo palacio (palace) y las me- o
o larmente esclarecedor para el lingüista. En táforas cueva y madriguera (den y burrow). G
la conducta verbal normal, ambos procesos ope- La capacidad que tienen dos palabras de reem-
< ran continuamente, pero una observación cui- plazarse la una a la otra nos da un ejemplo de
O dadosa revela que se suele conceder a uno cual- semejanza posicional; además, todas estas res-

quiera de ellos preferencia sobre el otro potó*t puestas se hallan ligadas al estímulo por seme-
influjo de los sistemas culturales, la persona- janza o contraste semánticos. Las respuestas
lidad y el estilo verbal. metonímicas al mismo estímulo, como chamiza,
En un conocido test psicológico, se presenta lecho de paja o pobreza (thatch, litter y pover-
un nombre a unos niños y se les pide que ma- ty) reúnen y hacen contrastar semejanza posi-
nifiesten la primera respuesta verbal que les cional y contigüidad semántica.
pase por la imaginación. Este experimento Al manejar estos dos tipos de enlace (por
muestra invariablemente que existen dos pre- semejanza o por contigüidad) en los dos aspec-
dilecciones lingüísticas opuestas: la respuesta tos (posicional y semántico) de cada uno de
trata de ser, bien un sustituto, bien un comple- ellos, escogiéndolos, combinándolos y ordenán-
mento del estímulo. En el segundo caso, el es- dolos, un individuo revela su estilo personal,
tímulo y la respuesta forman juntos una autén- sus predilecciones y preferencias verbales.
tica construcción sintáctica, las más de las ve- En el arte verbal la mutua acción de estos
ces una frase. Para estos dos tipos de reacción dos elementos se acentúa especialmente. Para
se han propuesto los términos de sustitutiva y el estudio de tal relación proporcionan ricos
predicativa. materiales de estudio aquellas formas de ver-
Una de las respuestas al estímulo cabana sificación que imponen un paralelismo entre
(huí) fue se ha quemado (o quemada: burnt versos sucesivos, como ocurre en la poesía bí-
out en el original, T.); otro, es una casa peque- blica (y galaico-portuguesa, T.) o en las tradi-
ña pobre. Ambas reacciones son predicativas, ciones orales de Finlandia occidental y, hasta
pero la primera crea un contexto puramente cierto punto, también en las rasas. Ello nos
narrativo, mientras que en la segunda se esta- permite formarnos una opinión objetiva res-

I JO
134

j
pecio de aquello que constituye corresponden-
cia dentro de una comunidad lingüística dada. para referirse a los personajes femeninos a c
2 Puesto que en todo nivel verbal —morfemático, quienes pertenecen tales rasgos. z
5 léxico, sintáctico y fraseológico— puede apare- La observación de que tales procesos predo- 2
o minan alternativamente no es únicamente vá-
s cer cada una de las dos relaciones citadas (se- 2
mejanza y contigüidad), y a su vez en cada uno lida para el arte verbal. Una idéntica oscilación Q
2 7)
O de dos aspectos, se abre un enorme campo para se produce en sistemas de signos ajenos al len- O

2
posibles configuraciones distintas. Puede pre- ' guaje u . Un destacado ejemplo de la historia
valecer cualquiera de los dos polos: así, en la de la pintura es la manifiesta orientación meto- B
z poesía rusa, predominan las construcciones me- nímica del cubismo, el cual transforma cual- Z

s tafóricas para las canciones líricas, mientras quier objeto en un conjunto de sinécdoques;
que en la épica heroica el desarrollo metoní- los pintores surrealistas replicaron con una ac-
mico es preponderante. titud decididamente metafórica. Desde las pro-
En poesía son varios los motivos que pueden ducciones de D. W. Griffith, el arte del cine,
determinar la elección entre estas posibilida- con su notable capacidad para cambiar el án-
des. La primacía del proceso metafórico en las gulo, la perspectiva y el enfoque de las tomas,
escuelas literarias del romanticismo y del sim- ha roto con la tradición del teatro, consiguien-
bolismo se ha reconocido repetidas veces, pero do una variedad sin precedentes de primeros
todavía no se ha comprendido lo suficiente que planos en sinécdoque y, en general, de monta-
en la base de la corriente llamada «realista», jes metonímicos. En obras como las de Charlie
que pertenece a una etapa intermedia entre la Chaplin, estos métodos a su vez se han visto
decadencia del romanticismo y el auge del sim- reemplazados por un nuevo montaje metafó-
bolismo y se opone a ambos, se halla, rigién- rico, con sus fundidos superpuestos, las com-
dola de hecho, el predominio de la metonimia. paraciones del cine 2S.
Siguiendo el camino de las relaciones de con- La estructura bipolar del lenguaje (o de otros
tigüidad, el autor realista pasa metonímica-
21
mente de la trama a la atmósfera y de los ca- Yo mismo he arriesgado algunas opiniones es-
racteres al encuadre espacio-temporal. Gusta quemáticas sobre los giros me:onímicos en ei arte
verbal («Pro realizm u mystectvi», Vaplite, Jarkov,
de ¡os detalles cuya función es ¡a de una sinéc- 1927, núm. 2; «Randbemerkungen zur Prosa des Dich-
doque. En la escena del suicidio de Anna Kare- ters Pasternak», Slavische Rundschau, VII, 1935), en
nina, la atención artística de Tolstoi se centra la pintura («Futurizm», Iskusstvo, Moscú, 2 agosto
1919) y en el cine («Upadek filmu», Lisiy pro unténi
en el bolso de la heroína; y, en Guerra y paz, a kritiku. I, Praga, 1933), pero la cuestión crucial de
el mismo autor emplea las sinécdoques «pelo los dos procesos polares se halla todavía pendiente
de investigación detallada.
en el labio superior» y «hombros desnudos»
-5 Cf. BELA BALAZS: Theory of the film (London,
1952).
J36

137
a sistemas semióticos) y la fijación del afásico ciones son nombres propios masculinos y, por 2
en uno de estos polos con exclusión del otro tanto, similares morfológicamente, mientras
requieren un estudio comparativo sistemático. que por otra parte designan a dos héroes con-
tiguos del mismo cuento, creados para llevar a 1
Si
o
s
La conservación de uno de estos extremos en
cada tipo de afasia debe cotejarse con el pre- cabo idénticas acciones y, de este modo, justi- i
en
dominio del mismo en ciertos estilos, hábitos ficar el empleo de pares de predicados sinóni- O
tn
z personales, modas, etc. Un análisis y una com- mos. Una versión ligeramente modificada de r
o
a paración detalladas de estos fenómenos con la ¡a misma construcción se emplea en una cono- h
o
7) z
totalidad del síndrome afásico'correspondiente cida canción de boda en la cual se va nombran- o
c
son tareas urgentes que deben emprender con- do sucesivamente a todos los invitados, pri- £
z juntamente especialistas en psicopatología, psi- mero por el nombre de pila y luego por el pa- m
< cología, lingüística, poética y semiótica, la cien- tronímico: «Gleb es soltero; Ivanovic no está
o cia de los signos en general. La dicotomía ^ casado.» Mientras que ambos predicados son
estamos estudiando resulta en extremo signi- de nuevo sinónimos, la relación entre los dos
ficativa y pertinente para toda la conducta ver- sujetos ha cambiado: ambos son nombres pro-
bal y para la conducta humana considerada pios que se refieren a la misma persona y que
globalmente 2i. normalmente aparecen contiguos, como fórmu-
Para mostrar las posibilidades que tiene la la de cortesía, al dirigirse a alguien.
investigación comparada que preconizamos, es- En la cita del cuento popular, las dos cláu-
cogeremos el ejemplo de un cuento popular sulas paralelas se refieren a dos hechos inde-
ruso que emplea el paralelismo como resorte pendientes: el estado civil de Tomás y el de
cómico: «Tomás es soltero; Jeremías no está Jeremías, que son idénticos. En cambio, en el
casado» (Fomá xólost; Erjóma neienát). Aquí verso de la canción las dos cláusulas son sinó-
los predicados de las dos cláusulas paralelas nimas: repiten de modo redundante que un
se hallan asociados por semejanza; en reali- mismo héroe es célibe, escindiendo a éste en
dad, son sinónimos. Los sujetos de ambas ora- dos hipóstasis verbales.
El novelista ruso Gleb Ivanovic Uspenskij
26
Para los aspectos psicológicos y sociológicos de (1840-1902) padeció en los últimos años de su
esta dicotomía, véanse las opiniones de Bateson so- vida una enfermedad mental que traía consigo
bre la «integración progresiva» y «selectiva», y ¡as de trastornos del lenguaje. Su nombre y su pa-
Parsons sobre la «dicotomía conjunción-disyunción»
en el desarrollo del niño: J. RUESCH y G. BATESON: tronímico, Gleb Ivanovic, unidos tradicional-
Communication, tlie social matrix of psychiatry (Nue- mente en el diálogo no familiar, se separaron
va York, 1951), págs. 183 y sigs.; T. PARSONS y R. F. para él, pasando a designar a dos seres diferen-
BALES: Family, socialization and interaction process
(Glencoe, 1955), págs. 119 y sigs.
tes: Gleb, dotado de todas sus virtudes, e Iva-

138 139

•-• - ^
a novic, el nombre que relaciona al hjo con su Desde luego, el estilo metonímico de Uspen- •n
< padre, que encarnaba todos los vicio; de Upen- skij procede del modelo literario que predomi- z
o
skij. El aspecto lingüístico de este desdobla- naba en su tiempo, el «realismo» de ñnes del
siglo xix, pero el sello personal de Gleb Iva- z
miento de la personalidad consiste en la inca-
o novic hizo a su pluma particularmente apta o
S pacidad del enfermo para usar dos símbolos- C/l
para un mismo objeto, es decir, en in trastor- para las manifestaciones más extremas de esta
z no de la semejanza. Como los trastornos de la corriente artística y, finalmente, dejó su huella
o
en semejanza van unidos a una propersión a la en el lado verbal de su enfermedad.
a
o En todo proceso simbólico, tanto intraper- z
metonimia, se hace particularmente interesan-
sonal como social, se manifiesta la competen- o
te el estudio del estilo literario empeado por
Uspenskij en su juventud. Y el estudio de Ana- cia entre el modelo metafórico y el metoními-
o tolij Kamegulov, que analizó este estilo, res- co. Por ello, en una investigación acerca de la
ponde a nuestras previsiones teóricas. Muestra estructura de los sueños, es decisivo el saber
que Uspenskij tenía una especial afción a la si los símbolos y las secuencias temporales se
metonimia y, sobre todo, a la sinécdocue, hasta basan en la contigüidad (para Freud, el «des-
el extremo de que «el lector se ve aplastado plazamiento», que es una metonimia, y la «con-
por la multiplicidad de detalles que recargan densación», que es una sinécdoque) o en la
un espacio verbal limitado, de forma que mu- semejanza (la «identificación» y el «simbolis-
chas veces se pierde el retrato por incapacidad mo» en Freud) n. Frazer ha clasificado en dos
de abarcar el conjunto» 27. tipos los principios que rigen los ritos mági-
cos: encantamientos fundados en la ley de la
27
semejanza y en la asociación por contigüidad.
A. KAMEGULOV: StiV deba Uspenskogo (Leningra- La primera de estas dos grandes ramas de la
do, 1930), págs. 65, 145. He aquí uno de los retratos
desintegrados de que habla la monografía: «Bajo una magia por simpatía se ha denominado «homeo-
antigua gorra de paja con una mancha negra en el pática» o «imitativa» y la segunda «magia por
escudo, asomaban dos mechones parecidos a colmi-
llos de jabalí; una papada que se había vuelto sorda contagio» w. Esta bipartición es sumamente es-
y colgante acababa de extenderse sobre el ruello gra- clarecedora. No obstante, la cuestión de los
siento de la pechera estampada y formaba una grue-
sa capa encima de las solapas bastas de SL chaqueta
de dril, abrochada apretando el cuello. Por bajo de -" S. FREL'D: Die Traumdeutung, 9." ed. (Viena, 1950).
esta chaqueta emergían hacia los ojos del observador ITrad. cast. en Obras completas, Madrid, Biblioteca
unas manos macizas con un anillo que peretraba en Mueva, 1948; reeditada por Alianza Editorial, Madrid.
la carne del dedo gordo, un bastón con puño de co- 1967.]
29
bre, una acentuada prominencia estomacal y la pre- J. G. FRAZER: The golden bough: A study in ma-
sencia de unos pantalones muy anchos, cono de per- <¿ic and religión, Parte I, 3.1 ed. (Viena. 1950), cap. III.
cal, en cuyos amplios extremos se escondían las puntas [Trad. cast. de la ed. abreviada, México, F. C. E.,
de las botas.» 3.' ed., 1956.1

140 141
dos polos permanece ignorada en casi todos sos poéticos. El principio de la semejanza rige
-i z
los campos, pese a su vasto alcance y a su im- la poesía; el paralelismo métrico de los versos o
portancia de cara al estudio de toda conducta o la equivalencia fónica de las palabras que 2
ra
z
a simbólica, especialmente verbal, y de sus alte- riman suscitan la cuestión de la semejanza y
o
o raciones. ¿Cuál es la razón principal de esta el contraste semánticos; existen, por ejemplo,
ignorancia? rimas gramaticales y antigramaticales, pero o
z La semejanza del significado establece una nunca rimas agramaticales. La prosa, en cam- m
o
a
o
relación entre los símbolos de un metalenguaje
y los del lenguaje al que éste se refiere. También
bio, se desarrolla ante todo por contigüidad.
Por lo tanto, la metáfora, en poesía, y la meto-
io
la relación entre un término metafórico y el c
nimia, en prosa, constituyen las líneas de me-
término que reemplaza se establece por seme- ra
< nor resistencia, y a causa de ello el estudio de
O
ai
janza. Por consiguiente, cuando construye un los tropos poéticos se dedica fundamentalmen-
metalenguaje destinado a interpretar los tro- te a la metáfora. La bipolaridad que realmente
pos, el investigador posee unos medios más existe se ha reemplazado en estos estudios por
adecuados para tratar de la metáfora que para un esquema unipolar amputado que coincide
manejar la metonimia, la cual, por basarse en de manera sorprendente con una de las formas
un principio diferente, se resiste muchas veces de la afasia, o sea, con el trastorno de la con-
a la interpretación. Este es el motivo de que, tigüidad 31.
para la teoría de la metonimia, no pueda citar-
se ni mucho menos una bibliografía tan abun-
dante como la acumulada sobre el tema de la
metáfora 30. Por igual causa suele advertirse que
el romanticismo se halla estrechamente vincu-
lado a la metáfora, mientras que los vínculos
no menos estrechos del realismo con la meto-
nimia, permanecen ignorados. El instrumento
del observador no es el único responsable del
predominio de la metáfora sobre la metonimia
en la crítica. Como ¡a poesía se centra en el
signo, y la prosa pragmática principalmente en
el referente, los tropos y las figuras se han ve-
nido estudiando sobre todo en cuanto recur-
11
Agradezco a Hugh McLcan su valiosa colabora-
•w C. F. P. STUTTERHEIM: Het begrip metaphoor ción, y a Justinia Besharov sus originales observa-
(Amsterdam, 1941). ciones sobre los tropos y las figuras.

142 143 ir-


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LA SOCIEDAD PRIMITIVA. 2.* edición


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