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Jiddu Krishnamurti, el Viaje sin Sendero

El hombre no puede acercarse a la verdad a través de ninguna organización, de ningún dogma, sacerdote o
ritual, ni a través de algún conocimiento filosófico o técnica psicológica. Tiene que encontrarla a través del
espejo de las relaciones, a través de los contenidos de su propia mente, de la observación y no a través del
análisis intelectual o la disección introspectiva.
Krishnamurti nació en 1895 en Madanapalle, un poblado del sur de la India, y murió en Ojai (USA) el 17 de febrero de
1986. No fue gurú ni líder de ninguna organización religiosa, pues según sus propias palabras: Quien sigue a aquel que
se erige en autoridad, jamás aprende. Por eso, todo cuanto dijo a lo largo de sesenta años de pláticas ininterrumpidas -
en Europa, Asia y América- no constituye un cuerpo doctrinario que intente atraer adeptos o proporcionar fáciles
consuelos: Uno puede señalar, pero es usted quien debe mirar.
No es suficiente leer los numerosos libros que, en todos los idiomas y a partir de originales ingleses, recogen tanto sus
propios escritos como su palabra ante auditorios heterogéneos e, incluso, los profundos diálogos con figuras de la talla
de David Bohm. También es pueril buscar en los videos, que muestran la imagen de los últimos tiempos y registran su
pausada voz, una suerte de atracción magnética capaz de ejercer influencia por sí misma. Krishnamurti es un
movilizador, no un lazarillo en el cual apoyarnos.

¿QUIEN ES KRISHNAMURTI?

¿Qué hitos significativos hubo en la vida de un ser tan singular? El primero de ellos corresponde al hecho de que, en un
lapso de veinte años, Annie Besant (presidenta de la Sociedad Teosófica) y su colaborador más cercano, el clarividente
Charles Leadbeater (quien había advertido en el niño Krishnamurti un aura absolutamente radiante), se ocuparon de
completar su educación con tutores privados, quienes, al impartirle enseñanza en inglés, relegaron al olvido la nativa
lengua telegu. También durante esa etapa (en 1911) se creó la Orden de la Estrella de Oriente destinada a nuclear a
todos los que esperaban el advenimiento de un Instructor del Mundo... el propio Krishnamurti, según declaró en ese
mismo año la doctora Besant.

Tiempo después, dos acontecimientos lo conmueven y transforman. Uno, el que se ha dado en llamar el proceso y cuyas
extrañas características e interpretaciones varias escapan a los límites de esta semblanza. Otro, la muerte de su muy
amado hermano Nityananda.
El 3 de agosto de 1929, al hacerse cargo de la Orden creada para él y cuyo extraordinario respaldo económico le
asegura un futuro promisorio, Krishnamurti la disuelve en un acto público de revolucionarias consecuencias. Sus
palabras de entonces superan el valor de cualquier comentario: Yo sostengo que la Verdad es una tierra sin caminos y no
es posible acercarse a ella por ningún sendero, por ninguna religión, por ninguna secta... Mi único interés es hacer que los
hombres sean absoluta e incondicionalmente libres.
Los vocablos comunes que usamos con tanta frecuencia adquieren con él nuevas dimensiones: así se hable del amor
como del pensamiento o del observador, de la mente religiosa, la voluntad, el vivir y el morir (que son una sola cosa), el
tiempo psicológico, la experiencia, la creación, la inteligencia... porque la mente religiosa no es la que se aferra a una
creencia o dogma, ni la meditación es concentración, ni el amor tiene que ver con el emocionalismo, ni la palabra es la
cosa real y la experiencia no constituye un factor de liberación.

En 1940 declara que es en la guerra dentro de ustedes en la que deben interesarse, pues la guerra externa es sólo
consecuencia de la codicia, los apegos, los nacionalismos, las brutalidades de todo orden imperantes en el diario
accionar. Nos convoca a la responsabilidad individual (Somos el mundo y el mundo es lo que somos), a la revolución
interior, las otras sólo imponen distintos tipos de dominio, a la concientización y no al mero repetir mensajes.
El ego, dominado por la temporalidad y la voluntad acumulativa, no tiene posibilidad alguna de ver las cosas en sí,
morir al pasado y al futuro, escuchar de manera intensa y completa. La tensión egocéntrica impide... unirse al universo.

Nucleo de las enseñanzas de Krishnamurti

La esencia de las enseñanzas de Krishnamurti queda recogida en la declaración que hizo en 1929 cuando dijo: La
verdad es una tierra sin senderos. El hombre no puede acercarse a ella a través de ninguna organización, de ninguna
secta, dogma, sacerdote o ritual, ni a través de algún conocimiento filosófico o técnica psicológica. Tiene que
encontrarla a través del espejo de las relaciones, a través de los contenidos de su propia mente, de la observación y no
a través del análisis intelectual o la disección introspectiva. El hombre ha construido en sí mismo imágenes como una
valla de seguridad -religiosas, políticas, personales. Estas se manifiestan en forma de símbolos, ideas, creencias.

La carga de estas imágenes domina el pensamiento del hombre, sus relaciones y su vida diaria. Estas imágenes son la
causa de nuestros problemas ya que dividen a los hombres. Su percepción de la vida esta moldeada por conceptos ya
establecidos en su mente. El contenido de su consciencia es su entera existencia. Este contenido es común en toda la
humanidad. La individualidad es el nombre, la forma, la cultura superficial que él adquiere a través de la tradición y el
ambiente. La unicidad del hombre no reside en lo superficial sino en la libertad absoluta del contenido de su
consciencia, la cuál es común en todos los seres humanos. Así el no es un individuo.

La libertad no es una reacción; no es una elección. Es la pretensión del hombre creer que por tener elección es libre. La
libertad es pura observación sin dirección, sin miedo al castigo, sin recompensas. La libertad existe sin motivo; la
libertad no está al final de la evolución del hombre sino que reside en el primer paso de su existencia. Al observar, uno
comienza a descubrir la falta de libertad. La libertad se encuentra en una consciencia no escogida en nuestra existencia
y actividad diaria. El pensamiento es tiempo. El pensamiento nace de la experiencia y el conocimiento, los cuales son
inseparables del tiempo y el pasado. El tiempo es el enemigo psicológico del hombre. Nuestra acción se basa en el
conocimiento y por tanto en el tiempo, así el hombre siempre es un esclavo del pasado. El pensamiento es siempre
limitado, así que vivimos en constante conflicto y lucha. No hay evolución psicológica.

Cuando el hombre se vuelva consciente del movimiento de sus propios pensamientos, verá la división entre el pensador
y el pensamiento, el observador y lo observado, el experimentador y lo experimentado. Descubrirá que esa división es
una ilusión. Sólo entonces hay pura observación en la que no existe sombra del pasado ni el tiempo. Este eterno insight;
trae consigo una profunda y radical mutación en la mente.
La negación total es la esencia de lo positivo. Cuando hay negación de todas esas cosas que el pensamiento ha
ocasionado psicológicamente, solo entonces hay amor, que es compasión e inteligencia.

EL VIAJE SIN SENDERO DE JIDDU KRISHNAMURTI

Ya en el año 1889 Helena Blavatsky, fundadora de la Sociedad Teosófica, había comentado a algunos de sus estudiantes
que el propósito de la Teosofía era preparar a la humanidad para la venida del Señor Maitreya, el Instructor del Mundo
para la Era de Acuario. Después de la muerte de Blavatsky, Annie Besant y C W Leadbeater consideraron que su labor
era continuar este trabajo, parte del cual consistía en la preparación de un discípulo que serviría como vehículo del
Instructor cuando este viniera.
En 1909 en Adyar, India, Leadbeater descubrió a un chico cuya aura juzgó que estaba completamente libre de egoísmo.
Este era Jiddu Krishnamurti, que tenía 13 años. Adoptado por Besant y Leadbeater, el niño recibió una formación
intensiva, y luego 10 años de educación en Inglaterra. Algunas personas de muchos países fueron informados de su
futuro papel. A la edad de 27 años, Krishnamurti tuvo una visión personal que le convenció de que la conciencia de
Maitreya estaba empezando a adumbrarle. Los teósofos de todo el mundo habían estado esperando este suceso.

Pero cuando tenía 34 años, Krishnamurti renunció a su relación con la Sociedad Teosófica, declarando: No quiero
seguidores. Mi único interés es hacer que los hombres sean absoluta e incondicionalmente libres. El pasó el resto de sus
días enseñando a la humanidad cómo alcanzar esa libertad.
Mary Lutyens, una vieja amiga y confidente, escribió la trilogía biográfica que describe su vida -Krishnamurti: Los Años
del Despertar; Los Años de Plenitud; y La Puerta Abierta. El siguiente artículo es extraído de esta trilogía. Intenta trazar la
evolución de la relación que se desarrolló entre Krishnamurti y la presencia espiritual que llenó su ser. Raramente ha
estado semejante relación tan bien documentada por sus propios diarios y cartas y por los relatos escritos de las
personas que le amaron.
La educación de Krishnamurti fue totalmente inusual. A pocos en la historia se les ha concedido la temprana posición
que él conocía. Miles de personas en todo el mundo sabían de su misión especial, y desde la adolescencia, la adulación
seguía sus pasos. Sin embargo, el orgullo nunca estuvo en su naturaleza, ni tampoco ningún pensamiento de beneficio
personal. Aunque la consideración y el respeto que recibía eran una gran fuente de molestia para él, los afrontaba con
gracia y dignidad. Esta falta total de presunción fue evidente desde sus primeros años.

Nació en 1895 al norte de la India, en una familia de casta alta brahman. En su juventud era completamente generoso y
no hacía distinción entre él y los sirvientes que le atendían. Tímido e introvertido, podía permanecer recostado junto a
una ventana durante horas, mirando fijamente a lo lejos. Los pequeños insectos, las hojas caídas, las piedras y la hierba,
eran objetos de larga y constante admiración para él. Era de naturaleza tan vaga y soñadora que muchos en su pueblo
le consideraban retrasado y torpe.

Cuando tenía 10 años su madre murió, y su padre parecía incapaz de cuidar de la familia. Krishnamurti siempre había
sido enfermizo, y en ocasiones había estado cerca de la muerte. Su descubrimiento por Leadbeater casi seguro que le
salvó la vida. Muy pronto creció su sensación de la protección especial que siempre le rodeó.

Una naturaleza flexible y un profundo sentido de lo espiritual abarcaban todas las enseñanzas con las que se
encontraba -del Buddha, Sri Krishna y el Señor Maitreya- sin resistencia o comparación. La vida entera parecía que fluía
a través del niño en igual medida. Con humildad y asombro se inclinaba ante la fuente inagotable de Ser que percibía
en toda la existencia. Esta cualidad de aceptación permaneció en K hasta su edad adulta. La completa falta de temor
que se convirtió en su expresión asombraría al mundo de muchas maneras.

A la edad de 15 años, K instruía a estudiantes adultos sobre los principios de la teosofía. A los 16, presidía una sociedad
internacional, La Orden de la Estrella de Oriente (OEO) formada para crear una atmósfera de bienvenida y respeto para
el futuro Instructor. Además de la instrucción diaria sobre estudios tanto normales como ocultos, empezó a viajar con
Annie Besant y a hablar a diferentes audiencias por todo el mundo.
Estos fueron años difíciles para la teosofía. La orientación de Blavatsky había cesado con su muerte en 1891 y el mundo
todavía tenía que recibir las enseñanzas de Alice Bailey cuyos libros, inspirados por el Maestro Djwhal Khul, trazaron
específicamente el sendero de la iniciación y la exacta relación de la humanidad con la Jerarquía. Para los teósofos
contemporáneos de Besant, muchos detalles del viaje evolutivo quedaban en la imaginación, y las imaginaciones a
menudo son desenfrenadas.
Se concedía un énfasis indebido al contacto personal con los Maestros y la competencia para alcanzar un mayor status
iniciatorio se convirtió en una fuerza destructora. Estos desequilibrios eran profundamente preocupantes para K, y los
años que pasó en Inglaterra vieron el principio de una desilusión con la Sociedad, con los Maestros, y con las prácticas
espirituales. Se sentía desarraigado y falto de significado, aunque continuó presidiendo la Orden de la Estrella, por
lealtad hacia sus benefactores y con alguna convicción interna sobre el papel que iba a desempeñar.

Visión en Ojai

En 1922 experimentó una visión que cambiaría el curso de su vida. Ocurrió en un alto valle montañoso al sur de Los
Angeles, denominado por los nativos americanos Ojai o El Nido. Durante dos semanas había meditado constantemente,
percibiendo la imagen del Señor Maitreya ante él. Entonces empezó a experimentar un dolor insufrible en su cuello y
columna, y largos períodos de delirio. Luchaba día y noche, incapaz de dormir o comer, a menudo abandonando su
cuerpo, o presenciando sucesos visionarios. A la tercera noche fue atraído de su pequeña cabaña para sentarse bajo un
pimentero lleno de la fragancia de los árboles floridos. Lo que vino después quedó registrado con sus propias palabras:
Cuando estaba sentado así durante algún tiempo, me sentí a mí mismo saliendo de mi cuerpo, me vi a mí mismo sentado
con las hojas tiernas y delicadas sobre mí. Miraba hacia el este. Delante mío estaba mi cuerpo y sobre mi cabeza vi la
Estrella, brillante y clara. Entonces pude sentir las vibraciones del Señor Buddha; contemplé al Señor Maitreya y al Maestro
KH. Me encontraba tan feliz, en calma y en paz. Todavía podía ver mi cuerpo y yo me encontraba suspendido cerca de
este. Había una calma tan profunda tanto en el aire como en mi interior, la calma del fondo de un lago profundo e
insondable... La Presencia de los Seres poderosos permaneció conmigo durante algún tiempo y luego se fueron. Yo era
sumamente feliz, porque había visto. Nada podría ser nunca lo mismo. Había bebido en las aguas claras y puras del
manantial de la fuente de la vida y mi sed fue saciada... He tocado la compasión que cura toda pena y sufrimiento; no es
para mí mismo, sino para el mundo. He permanecido en la cumbre de la montaña y observado a los Seres poderosos... El
Amor en toda su gloria ha impregnado mi corazón; mi corazón nunca puede cerrarse. He bebido en la fuente de la Alegría
y la Belleza eterna. Estoy impregnado de Dios.
A Leadbeater escribió: Me siento de nuevo en contacto con el Señor Maitreya y el Maestro y no hay otra cosa que deba
hacer sino servirles. Mi vida entera, ahora, está... dedicada al trabajo y no es probable que cambie. Y a Besant: Siento como
si estuviera sentado en la cumbre de una montaña en adoración, y que el Señor Maitreya está cerca de mí. Siento como si
estuviera andando sobre aire delicado y perfumado. El horizonte de mi vida es claro, bello y preciso.
El Proceso
Otro suceso, relacionado con su cambio espiritual, fue el fenómeno que él siempre describió como el proceso. Había
empezado en los tres dolorosos días antes de su visión y volvería a ocurrir, con variada intensidad, a lo largo de su vida.
Dolores extremos y experiencias extracorporales acompañarían su llegada. En su temprana manifestación, K sentiría una
presencia definida, como el Señor Maitreya que apareció una noche con este mensaje:
Aprende a servirme, porque sólo por este sendero me encontrarás.
Olvídate de ti mismo, porque sólo entonces se me encuentra.
No busques a los Grandes cuando estos pueden estar muy cerca tuyo.
Tú eres como el hombre ciego que busca la luz del sol.
Tú eres como el hombre hambriento al que se le ofrece alimento y no comerá.
La felicidad que buscas no está muy lejos; se encuentra en cada piedra común.
Estoy ahí si tan solo miraras. Yo soy El que Ayuda si me permites ayudar.
Desde ese momento de su vida, todos los que le conocían podían percibir su creciente poder. A partir de ese punto, él
hablaba desde el corazón, hablaba sin miedo, parecía hablar desde La Verdad misma.
El Adumbramiento
En un encuentro de la Orden de la Estrella en 1925 empezó a hablar del Instructor del Mundo, diciendo: Viene sólo para
aquellos que quieren, que desean, que anhelan... Mientras sus oyentes le veían, su rostro de pronto se volvió más
luminoso. Su voz, hablando ahora en primera persona, irrumpió con una fuerza resonante : ... y vengo para aquellos que
quieren compasión, que quieren felicidad, que anhelan ser liberados, que anhelan encontrar la felicidad en todas las cosas.
Vengo para reformar y no para derribar, no vengo para destruir sino para construir.
La mayoría de las personas que presenciaron el discurso asumieron que el Señor Maitreya había entrado
completamente en la conciencia de K, y en ese punto K también lo parecía asumir: El recuerdo del día 28 (el día del
encuentro) debería ser como si estuvierais guardando una joya preciosa y que cada vez que la contempláis sentís un
estremecimiento. Luego, cuando El venga otra vez, y estoy seguro de que vendrá muy pronto, será para nosotros una
ocasión más preciosa y noble que incluso la de la última vez. Me siento como un florero de cristal, un jarrón que ha sido
limpiado y en el que ahora todas las personas del mundo pueden poner una bella flor en él y en el cual esa flor vivirá y no
morirá nunca.
Reacción teosófica

Se le otorgó extensa publicidad a su adumbramiento asumido. Este, desgraciadamente, sólo sirvió para exagerar los
desequilibrios existentes en la Sociedad. Algunos teósofos competían por conseguir una posición en el futuro Orden
Mundial, declarando un acceso imposible a los niveles más elevados del mundo espiritual. La rivalidad se incrementó -
un discípulo incluso afirmó haber avanzado tres niveles de iniciación en tres días. Se emitieron comunicados públicos
sobre la selección de 10 de los 12 apóstoles para el futuro trabajo. Todos ellos eran teósofos.
Algunas veces divertido y en otras desalentado, K observaba el tumulto que le rodeaba. Charla tras charla intentaba
mostrar a sus compañeros un camino más verdadero -un camino de dirección interna que rechazara seguir a algo que
no fuera la chispa de Dios dentro del alma. Con el tiempo empezó a minimizar la importancia de una relación personal
con el reino espiritual. Cada vez hablaba menos de Maitreya o los Maestros o de cualquier otra entidad. Su expresión se
volvió cada vez más abstracta, como si intentara llegar más allá del reino de lo físico para palpar la fuente esencial de
Ser que da vida a toda expresión.

Cuando yo era un niño pequeño, acostumbraba ver a Sri Krishna, con su flauta, como lo representan los hindúes, porque
mi madre era una devota de Sri Krishna... Cuando fui mayor y me encontré con el obispo Leadbeater y la Sociedad
Teosófica, empecé a ver al Maestro KH -también en la forma en que se me lo describía- y entonces el Maestro KH fue para
mí la meta. Más tarde, conforme crecía, empecé a ver al Señor Maitreya... Ahora, últimamente ha sido el Señor Buddha a
quien he visto, y ha sido mi deleite y mi gloria estar con Él.
Se me ha preguntado qué es lo que quiero decir con el Bienamado. Daré un significado, una explicación, que ustedes
interpretarán como les plazca. Para mí es todo, es Sri Krishna, es el Maestro KH, es el Señor Maitreya, es el Señor Buddha,
y está aún más allá de todas estas formas. ¿Qué importa el nombre que ustedes le den?... Lo que les preocupa es saber si
existe alguien que sea el Instructor del Mundo, que se haya manifestado a Sí Mismo en el cuerpo de cierta persona:
Krishnamurti; pero en el mundo nadie se preocupa de esta cuestión... Mi Bienamado es los cielos abiertos, la flor, cada ser
humano... Yo me he unido a mi Bienamado y mi Bienamado y yo recorreremos juntos la faz de la tierra... (y) no
comprenderán al Bienamado hasta que no sean capaces de Verlo en cada animal, en cada brizna de hierba, en cada
persona que sufre, en cada individuo.
La Renunciación

Mientras se empezó a distanciar de las enseñanzas teosóficas, él predijo que Todos me abandonarán. Empezó a llamar a
sus experiencias de los Maestros como incidentes y describió los ritos de la iniciación como completamente irrelevantes
para la búsqueda de la Verdad. Si queréis buscar la Verdad debéis salir, lejos de las limitaciones de la mente y corazón
humanos y allí descubrirla -y aquella Verdad está dentro de vosotros. ¿No es mucho más sencillo hacer de la Vida misma
el objetivo... que tener mediadores, gurus, que deben reducir inevitablemente la Verdad, y por tanto traicionarla?
En 1929 disolvió La Orden de la Estrella. En ese punto contaba con 60.000 miembros, manejaba grandes sumas de
dinero, y poseía terrenos en todo el mundo, muchos designados para el trabajo futuro de K. El tenía 34 años.

Fragmentos de su Última Conferencia

Yo sostengo que la Verdad es una tierra sin caminos, y no es posible acercarse a ella por ningún sendero, por ninguna
religión, por ninguna secta... Yo no quiero pertenecer a ninguna organización de tipo espiritual; por favor, comprendan
esto... Si se crea una organización para este propósito, ella se convierte en una muleta, en una debilidad, en una
servidumbre que por fuerza mutila al individuo y le impide crecer, establecer su unicidad que descansa en el
descubrimiento que haga por sí mismo de esta Verdad absoluta e incondicionada...
Esta no es ninguna magnífica proeza, porque yo no deseo seguidores y esto es lo que quiero significar. En el momento en
que siguen a alguien, dejan de seguir a la Verdad... Por 18 años se han estado preparando para este evento, para la
Venida del Instructor del Mundo. Por 18 años se han organizado, han esperado a alguien que viniera a dar un nuevo
deleite a sus corazones y mentes... que los hiciera libres, ¡y vean ahora lo que está sucediendo! Piensen, razonen consigo
mismos y descubran de qué manera esa creencia los ha hecho diferentes...¿En qué forma son más libres más grandes, más
peligrosos para toda sociedad que esté basada en lo falso y en lo no esencial?...
Todos ustedes dependen de algún otro para su espiritualidad, para su felicidad, para su iluminación... Se han
acostumbrado a que se les diga cuánto han avanzado, cuál es el grado espiritual que poseen. ¡Qué niñería! ¿Quién sino
ustedes mismos puede decir si son incorruptibles?... Deseo que aquellos que buscan comprenderme sean libres... del temor
de la religión, del temor de la salvación, del temor de la espiritualidad, del temor del amor, del temor de la muerte, del
temor de la vida misma... Pueden formar otras organizaciones y esperar por algún otro. Esto no me concierne, como
tampoco me concierne crear nuevas jaulas y nuevas decoraciones para esas jaulas. Mi único interés es hacer que los
hombres, sean absoluta, incondicionalmente libres.
Pocos había que podían entender esta libertad y , tristemente, aquellos que habían advertido al mundo durante años
que la venida del Cristo desafiaría a todos los sistemas existentes parecían incapaces de abarcar ese desafío cuando
llegó. La Sociedad Teosófica quedó completamente desconcertada.

Krishnamurti nunca miró hacia atrás. Lo que hacía lo hacía con amor y sin rastro de rencor. La verdad que estaba
creciendo en él era su única preocupación; la Presencia que llenaba su ser era su única guía. De esa Verdad llegó la
compasión hacia todo ser viviente. De esa guía emergería una enseñanza que cortaba hasta la raíz los apegos que han
paralizado a la humanidad durante miles de años.

K viviría unos 56 años más. Durante todo ese tiempo enseñó -a través de sus conferencias, sus libros, y las escuelas que
él fundó. Sorprendentemente, aunque la mayor parte de sus viejos amigos le abandonaron tal como había predicho, la
asistencia a sus charlas no disminuyó. En prácticamente cada año de su vida daba giras por el mundo. Más que impartir
una conferencia él entraba en debate con su audiencia, advirtiéndoles que no aceptaran ciegamente lo que decía, sino
que miraran en lo profundo de sus propios corazones y descubrieran la verdad de su propio ser.
Enseñanzas

Todas sus enseñanzas revierten en los temas de la libertad y la conciencia despierta de uno mismo. El miedo, la muerte,
el amor, el pensamiento, la seguridad y el tiempo -cada uno de ellos puede ser una jaula, y la humanidad puede
escoger ir más allá de su limitación o permanecer un prisionero torturado. Sus percepciones son asombrosas porque
son totalmente honestas. Muestra que la experiencia, cuando no está basada en la pura observación, se distorsiona
fácilmente cuando el pensamiento introduce tanto el pasado, con su culpa y dolor acumulados, o el futuro, con sus
intereses creados a mantener.

Las utopías y las visiones de perfección personal, el cielo prometido del sannyasi y el santo -todas roban al presente su
poder. Cada una de ellas forma una vía de escape del dolor del mundo. Este dolor no fue inventado por un Dios
indiferente, sino por cada ser humano que habita la tierra. Como tal, cada uno es responsable de su resolución.

La solución nace de la pura conciencia despierta de uno mismo. K lo llama conciencia despierta sin preferencia alguna -
una aceptación que contempla la vida sin resistencia o perjuicio, sin ofrecerse ninguna forma de escape. Esta honestidad
de mente completa se convierte en una penetración total en el corazón de lo que es. Una humanidad que puede
discernir entre lo verdadero y lo falso, que puede hacer frente a sí misma en toda su gloria, y en toda su vergüenza, ha
empezado a liberarse.
La Presencia

Muchas personas resaltarían la energía que rodeaba a K dondequiera que fuera. En momentos de intimidad, cuando los
compartía con amigos cercanos a él, K de repente paraba y miraba a su alrededor diciendo: ¿Podéis sentirlo en la
habitación? Lutyens una vez le preguntó: ¿Qué es esta cosa? Sé que siempre te has sentido protegido, pero qué o quién es
lo que te protege? Está ahí, como si estuviera detrás de una cortina, respondió él, extendiendo su mano. Yo podría
levantarla, pero no sentía que me correspondiera hacerlo.
En 1961 y también 12 años después K tomaba anotaciones de esta cosa a la que llamaba por varios nombres -la
inmensidad, el otro, la santidad, la bendición. Las visitas del otro siempre estaban relacionadas con su proceso, y
acompañadas por dolor, que nunca resistía. Las anotaciones estaban escritas en lápiz con apenas borrones y fueron
publicadas como El Cuaderno de Notas de Krishnamurti y Diario de Krishnamurti. Son poesía del más alto nivel, el
compartir privilegiado de la comunión de una gran alma con el infinito.
La habitación se llenó de esta bendición... Era el centro de toda creación; era una solemnidad purificadora que limpiaba el
cerebro de cada pensamiento, y sentimiento; su solemnidad era como los rayos que destruyen y queman; su profundidad
no era mensurable, estaba allí inamovible, impenetrable, una solidez que era tan ligera como los cielos... Había una
dignidad impenetrable y una paz que era la esencia de todo movimiento, acción. Ninguna virtud la igualaba porque era...
literalmente perecedera y por tanto tenía la delicadeza de todas las cosas nuevas, vulnerable, destructible y aún así se
encontraba más allá de todo esto... Era pura, intacta e inmensamente bella... de repente esa inmensidad desconocida
estaba allí, no sólo en la habitación y más allá sino también en lo más profundo y recóndito, que una vez fue la mente...
esa inmensidad no dejaba marca, estaba allí, clara, fuerte, impenetrable e inaccesible, cuya intensidad era fuego que no
dejaba cenizas. Con ella estaba la bendición.
Lo que sigue lo escribió a los 85 años, describiendo la culminación de una meditación que le acontecía en la mitad de la
noche durante muchos años: Una noche en la extraña tranquilidad... él se levantó para encontrar algo totalmente
diferente y nuevo. El movimiento había alcanzado la fuente de toda energía. Esto no debe ser de ninguna manera
confundido o considerado como Dios o el principio más elevado, el Brahman, que son las proyecciones de la mente
humana procedentes del miedo y el anhelo, el deseo inflexible de seguridad total. No es nada de eso. No es posible que el
deseo lo alcance, las palabras no pueden desentrañarlo ni tampoco puede la cadena del pensamiento envolverlo. Uno
puede preguntarse ¿Con qué certeza afirmas que es la fuente de toda energía? Uno sólo puede responder con completa
humildad que esto es así.

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