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Fabián Tablado mató a su novia de 113 puñaladas. La relación siempre fue violenta. Él la
golpeaba y ella callaba. En su entorno lo sabían pero nadie se atrevió a intervenir.
Y un primo de Carolina, Cristian Baldo, recordó que "Fabián le pegó muchas veces; yo lo
sabía porque ella me contaba, pero siempre se lo ocultó a sus padres. En junio del año
pasado él le rompió el tabique nasal de una trompada, pero en el colegio ella dijo que se
había caído de una moto. Fabián creía que Carolina lo engañaba con un amigo, había
amenazado con matarlos a los dos, se hizo una película. Pero ella daba los ojos por Fabián,
le decía a su padre que no se metiera, que iba a seguir con él". "Se peleaban y se
reconciliaban enseguida, como dos chicos. Lo que a mí no me gustaba de Fabián era su
interior -le escribía cartas con esvásticas- más que sus ropas o los aros que usaba. Carolina
no era rebelde conmigo, pero era difícil encauzar la relación. Un día vi cómo él le pegaba
trompadas en el estómago en la esquina de mi casa; entonces lo eché. Diez días antes del
asesinato ya no se veían, salvo en el colegio Marcos Sastre", contó el padre de Carolina,
Edgardo Aló.
"Cuando se puso de novio con Carolina, Fabián estaba saliendo con un grupo de skinheads;
los conoció en un boliche, pero cuando se dio cuenta de que eran nazis los largó. Le costó
mucho abrirse, ellos lo golpeaban, dos veces llegó a casa con la cabeza destrozada. Lo puse
a trabajar conmigo en el taller, quería tenerlo cerca y ayudarlo", explicó Miguel Ángel
Tablado, el padre de Fabián.
Fue en esa época cuando Fabián intentó suicidarse, usando el revólver de su padre. "Estaba
borracho y se encerró en el dormitorio de sus padres; rompimos la cerradura entre cuatro
para agarrarlo y evitar que se matara con el revólver", contó Gustavo Rumpert.
"La violencia de Fabián puede dirigirse contra otros o contra él mismo, por eso no es raro
que pensara en suicidarse la noche anterior al crimen, como se lo comentó a un amigo. Ni
importa si Carolina lo engañaba o no, el desenlace fatal hubiera sido el mismo. A menos
que sus amigos, su entorno familiar, no hubieran tomado la violencia como algo natural.
Pero nadie se animó a criticar a Fabián, a denunciar la situación, a pedir ayuda para
Carolina".
Por eso, pensando en aquel coro silencioso, es oportuno este poema que John Donne
escribió hace siglos: "Ningún hombre es una isla, la muerte de cualquier persona me
disminuye, porque yo soy parte de la humanidad. Y por eso, no preguntes por quién doblan
las campanas, doblan por ti".
Como en la estructura de una tragedia, hay una lógica detrás de las 113 puñaladas con las
que Fabián Tablado (20) mató a su novia, Carolina Aló (17), en la noche del 27 de mayo
pasado. Es la lógica implacable de la violencia, con su ciclo renovado de golpes,
reconciliaciones, impunidad y promesas de cambio.
En esa lógica, el asesinato fue solamente el último acto, previsible, anunciado por muchos
signos que nadie quiso ver. Y porque se trata de una tragedia hubo también un coro hecho
de familiares y amigos, gente que participó del drama aun desde lejos, gente que advirtió
el peligro pero se quedó en silencio.
Los expertos en violencia familiar consultados por Clarín coinciden en este diagnóstico.
"Esta es la crónica de una muerte anunciada, la conducta de Fabián se corresponde con
situaciones de violencia en una pareja y con un típico desenlace fatal. Esto fue posible
porque también hubo un entorno social que no hizo nada para impedir esa violencia,
dándole así una gran impunidad a Fabián, que se sintió con permiso para llegar hasta el
final", opinó el psicólogo Jorge Corsi, director de cursos de posgrado sobre Violencia
Familiar en la Universidad de Buenos Aires.
Hay algo muy conmovedor en el asesinato de Carolina Aló y es que, sin duda, podría
haberse evitado. Como destaca la psicóloga Irene Intebi, de la Dirección Municipal de la
Mujer, "esto no habría pasado si alguien hubiera entendido que los celos eran la excusa
perfecta para ejercer la violencia".
Carolina no estaría muerta si alguien le hubiera dicho que ella no tenía por qué tolerar los
golpes y que no era culpable de esos golpes.
Los signos
Fabián tenía su propio grupo de amigos, que no se integraron con Carolina "porque cuando
salían todos juntos, ellos dos se peleaban a los cachetazos delante de nosotros", contó uno
de ellos.
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