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Administrar El Tiempo
INTRODUCCIÓN:
No hay duda de que las responsabilidades y las presiones de este mundo compiten por
nuestra atención. La multitud de cosas que nos empuja en diferentes direcciones, hace que
nuestro tiempo fácilmente sea devorado en asuntos mundanos y de poca importancia. Por
eso ante la demanda de un mundo fugaz, los cristianos debemos saber cómo administrar el
tiempo que Dios nos dio para ser mucho más efectivos en su obra.
DESARROLLO:
Debemos entender en primero lugar que el tiempo le pertenece a Él y así pedir Su sabiduría
para aprender a usar el tiempo y actuar con confianza, siendo sensible a su corrección.
Muchas veces nos sentimos saturados porque no podemos llevar una buena administración
del tiempo, hay que ser humildes y entregarse a Él, como David decía: “En Tus manos están
mis tiempos.” Salmos 31:15 RVR1960.
Santiago nos exhorta sobre esto: "Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de
tiempo, y luego se desvanece" Santiago 4:14 RVR1960. Nuestro tiempo en la tierra es fugaz;
de hecho, es infinitamente pequeña en comparación con la eternidad. Para vivir como Dios
quiere que vivamos, es esencial que aprovechemos al máximo nuestro tiempo. Vivir
sabiamente implica usar cuidadosamente nuestro tiempo.
En todo este estudio hemos entendido que el centro de todo es Dios y que nuestro objetivo
principal en todo lo que hacemos debe ser la gloria de Dios, como dice: "Y todo lo que hagáis,
hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor
recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís". Colosenses 3:23-24
RVR1960. Es Él quien nos ha confiado este tiempo en la tierra, y Él es quien dirige la forma
en que lo invertimos.
Presupuestar el tiempo
Hay que decidir a tomar el control del tiempo, esto se logra con disciplina y esfuerzo, la
disciplina es hacer lo que tengo que hacer y no lo que quiero hacer. Si uno tiene el dinero
limitado, presupuesta. Y cuando esto le sucede con el tiempo, debe aplicar el mismo
principio. La persona desorganizada tiene que adquirir una perspectiva presupuestaria, lo
cual significa distinguir entre lo fijo, o sea, lo que uno tiene que hacer, y lo circunstancial, que
es lo que a uno le gustaría hacer. “Mirad, pues, cómo andéis avisadamente, no como necios,
mas como sabios. Redimiendo el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis
imprudentes, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.” Efesios 5:15-17 RVR1960.
Estudiando la vida de Cristo nunca vamos a ver que Él haya ido de prisa, o tratado de ponerse
al día con el trabajo atrasado o tomado por sorpresa por los acontecimientos. Cristo
comprendía claramente cuál era su misión. Tenía una tarea principal que realizar, y medía su
uso del tiempo por aquel sentido de misión.
Una segunda reflexión en la forma que tenía Cristo de organizar su tiempo es que El
comprendía sus propias limitaciones. Antes de comenzar su ministerio, Jesús estuvo 30 años
preparándose. No debemos caer en la trampa que este mundo tiende donde el afán por
hacer todas las cosas instantáneamente estresa a las personas. La sociedad demanda que en
corto tiempo hayas cumplido todos tus sueños y metas, pero eso no es ni bíblico, ni sano
para el alma y el cuerpo.
Dios dice: “Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos,
sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el
fin.” Eclesiastés 3:11. Debemos saber que tenemos limitaciones y que para alcanzar lo que
nos proponemos hace falta invertir tiempo, esfuerzo pero por sobre todo dejándolo en las
manos de Dios, porque en sus tiempos todo es mejor.
Jesús conocía bien sus limitaciones. Por extraño que pueda parecer, Él sabía lo que nosotros
cómodamente olvidamos: que el tiempo debe presupuestarse con cuidado, a fin de reunir
fortaleza y resolución interiores para compensar las propias debilidades cuando comienza la
batalla espiritual.
Cuando la desorganización se impone, nos damos cuenta de una disminución de nuestra
autoestima. La gente desorganizada se siente mal en cuanto a su trabajo. Por otro lado, los
cristianos desorganizados pocas veces disfrutan de intimidad con Dios. Sí tienen intenciones
de buscar esa comunión, pero jamás llegan a establecerla del todo, porque no saben
administrar su tiempo poniéndolo a Él como centro.
Segunda ley: El tiempo sin asignar cae bajo la influencia de las personas
dominantes de mi mundo.
Ya que ellos no han fijado sus propios presupuestos de tiempo, otra gente se introduce en
su mundo y les impone agendas y prioridades. Es en la juventud donde más tenemos que
estar atentos a esto y debemos comportarnos con sabiduría, en esta etapa solemos salir con
nuestro amigos a todos lados, cualquier invitación es buena excusa para dejar de lado
nuestras prioridades. Es bueno pasar tiempo con aquellas personas que amamos, pero no si
dejamos de lado nuestras responsabilidades.
Tercera ley: El tiempo sin asignar cede a las demandas de cualquier emergencia.
Hay una frase que dice “nos gobierna la tiranía de lo urgente”. Dentro de las actividades
eclesiásticas, así como en el liderazgo o la célula, como también en el hogar o en la
universidad nos encontraremos continuamente rodeados de acontecimientos que reclamen
a voces atención inmediata. Son en estos casos que tenemos que informarnos si aquello que
demanda atención inmediata realmente es urgente, no todo lo que grita más fuerte es lo
más urgente.
Aun si tu líder te demanda una tarea es bueno antes de comprometerse preguntar qué tan
urgente es para el beneficio de la célula o la iglesia, a veces pequeñas tareas demandan
mucho tiempo, si por sobre esa tarea uno ya tiene un compromiso mayor es mejor hacerlo
saber antes que comprometerse. Tal vez esa pequeña tarea no es urgente y puede hacerse
en otro momento.
Llevar un calendario
Todo depende de qué tan ocupados seamos, en el caso de que tengamos muchas
responsabilidades es bueno tener hasta varios meses de antelación agendado las tareas. En
otros casos un mes o unas semanas es necesario, si uno es una persona despistado, una
agenda va a ayudarlo a no olvidarse fechas importantes, parciales, entregas, servicios
importantes, etc. Jesús mismo enseñó que estar preparado de antemano la mejor manera
de hacer bien las cosas: “Porque ¿cuál de vosotros, queriendo edificar una torre, no cuenta
primero sentado los gastos, si tiene lo que necesita para acabarla?” Lucas 14:28 RVR1960.