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Este documento es un extracto de una extensa investigación cuyo objetivo principal ha sido
analizar las diferencias en los resultados de aprendizaje obtenidos por colegios que atienden a
una población escolar de similares condiciones socioeconómicas, y determinar en qué medida
estas diferencias se explican por las peculiaridades de la cultura escolar, y por las variables
propias de la relación interpersonal entre los profesores y el director. Trabajaron en esta
investigación dos alumnos de magíster de la Escuela de Ingeniería de la Pontificia Universidad
Católica de Chile, Lorena Espinosa y Maximiliano Hurtado.
Este estudio surge de observar que no obstante las limitaciones impuestas por la situación
socioeconómica del estudiante y su familia sobre el rendimiento escolar (y que fueran
documentadas en numerosos estudios desde hace ya muchos años), hay una gran
variabilidad en los resultados de escuelas que atienden a alumnos de similar condición
socioeconómica, lo que hace válido preguntarse por las variables que son controlables a nivel
de la escuela y que pueden afectar positivamente los resultados de sus alumnos.
En forma más específica, en este estudio se pretende
Las conclusiones de este estudio, que deben entenderse como conjeturas que se hacen a
partir de una extensa revisión bibliográfica y del análisis de dos muestras, se documentan
ampliamente en las tesis de Espinosa (2007) y Hurtado (2008).1 La primera cubre a 436
docentes y 281 directores de 436 establecimientos educacionales y tiene como principal
característica el hecho de ser polar, es decir, los colegios seleccionados en la muestra se
encuentran o en el cuartil superior (262 puntos o más) o en el inferior (221 puntos o menos).
La segunda es una muestra que se tomó en nueve comunas de las Regiones Metropolitana y
de Valparaíso pertenecientes a la red de municipios del programa PuentesUC de la Pontificia
Universidad Católica de Chile, sin ninguna consideración en cuanto al puntaje en la prueba
SIMCE. Cubre a 86 docentes y 35 directores de 86 establecimientos.
1
Espinosa, L. (2007), Gestión de instituciones escolares: Las variables claves de las relaciones
interpersonales y su influencia sobre el rendimiento escolar. Tesis para optar al grado de Magíster en Ciencias
de la Ingeniería, Pontificia Universidad Católica de Chile.
INTRODUCCIÓN
El reto más importante de estos tiempos es entender que el trabajo del director de un colegio
consiste en poner al ser humano y su maravillosa complejidad en el centro de su atención. Un
buen director atrae a los mejores talentos, les propone un proyecto atractivo, los motiva.
Entiende lo que mueve a las personas, les dice que son las mejores y las hace sentirse como
tales. Hace a todos estar orgullosos de la institución que los acoge. Les infunde optimismo, los
compromete, les entrega un espacio de trabajo que les permite desarrollarse como
profesionales competentes y como seres humanos integrales.
Hoy, más que nunca, es preciso preocuparse en la escuela de las personas y sus
relaciones. Son muchas las razones. En primer lugar, porque merecen el respeto y la atención
por su sola condición humana. Las religiones más relevantes así lo establecen. Las
organizaciones internacionales incorporan los derechos del hombre como algo fundamental.
Los humanismos de todos los tiempos tienen su raíz en el ser humano. Pero además de la
profundidad de estas razones, desde un punto de vista puramente práctico y estratégico, le
conviene a la escuela hacerlo así.
Los profesores motivados hacen suyos los valores de la organización y se la juegan a
fondo por su proyecto. Así le encuentran un sentido al trabajo con sus alumnos. Mejor aún, le
encuentran un sentido a la vida a través de este trabajo. Ellos le dan su vida a la escuela... y la
vida es irreversible. Las horas trabajadas no se devuelven; y si ellas no tienen sentido,
enfrentamos una de las mayores tragedias de nuestros tiempos.
¡Cuánta gente no encuentra alegría o felicidad en su trabajo! Y esto no depende sólo del
profesor. Es la principal tarea de los directores. Es preciso que la gente participe, crezca, se
desarrolle y se potencie. Vale la pena creer que las cosas se pueden hacer mañana aún mejor
que hoy. Y esto no sólo trae satisfacción, sino bienestar personal y social, porque hace
aumentar la efectividad de la escuela.
Un buen director consigue que la gente esté contenta y que a la escuela le vaya bien. Son
objetivos que están asociados, pero esto exige que la escuela ponga su parte y las personas
también. El comportamiento de una persona en la escuela depende en gran medida de lo que
dicha escuela haga, de la forma en que expresa su reconocimiento y las oportunidades que
ofrece para participar, pero también de cómo el profesor percibe y asimila lo que la escuela le
propone. Su disposición, compromiso y estado de ánimo se funden de un modo misterioso
para responder con entusiasmo o con frialdad a la propuesta de la escuela. Si todo va bien, el
resultado va a ser profesores más satisfechos con su trabajo, más dispuestos a entregar lo
mejor de sí. El vínculo director-profesor va a ser más fuerte. Y esto redunda en el bien de la
institución escolar.
GESTIÓN SUTIL
MODELO DE LA RELACIÓN
DIRECTOR-PROFESOR
La cultura de una escuela es la forma de ser y actuar que es propia de la institución. Son
los principios y valores que están en la base de su actuar. Es lo que le da unidad e identidad a
un grupo humano. Como el aire de una habitación, envuelve y afecta a todo cuanto existe en
la escuela.
Cuando se hace gestión escolar, las características de la cultura deben sacarse a la luz.
Esto no es fácil, porque la cultura tiene raíces que llegan hasta los supuestos más básicos de
nuestra vida, de los cuales no tenemos conciencia. De tanto hacer lo de siempre de una
misma manera, las razones del comportamiento se hunden en el subconsciente. Las cosas
simplemente “son como son”. No se pueden explicar con facilidad.
Pero aunque sus raíces son profundas, la influencia de la cultura se puede ver en la calidad
y tipo de los objetos que la gente utiliza, y en los valores y creencias que guían su
comportamiento. La cultura se ve, por ejemplo, en la forma en que decoramos nuestra casa u
oficina y la manera en que nos vestimos. Pero también se manifiesta en las normas y
actitudes que condicionan nuestra conducta, y se percibe en nuestro trato y los juicios que
hacemos en cuestiones éticas. La cultura se refleja en las cosas, pero surge de lo más íntimo
de las personas.
La cultura es como la quilla de un barco: le da estabilidad a las organizaciones y a los
países. Recoge el legado de la historia. Es el tesoro acumulado del pasado. Es la identidad de
un grupo humano. Por ello es tan valiosa y es preciso cuidarla.
Pero también puede ser un obstáculo. Cuando los vientos cambian, las organizaciones
deben responder a los desafíos de los nuevos tiempos y a las exigencias de la sociedad. Hay
que moverse con rapidez y la cultura no siempre lo permite. Y la gente no se da cuenta,
porque no se tiene conciencia de la cultura. Nunca nadie la decidió. Simplemente es.
La cultura se manifiesta de una multiplicidad de maneras. Por ejemplo, tal vez se fomente
el individualismo y la competencia, tomando precedencia los objetivos personales por sobre
los del grupo o, al revés, sea el trabajo en equipo y la cooperación lo verdaderamente
importante. O es, a lo mejor, la jerarquía y la lealtad lo que se privilegia por sobre la igualdad y
la responsabilidad. O el ambiente en que se dan las relaciones es lo que hace la diferencia:
puede ser de confianza o de suspicacia. O la formalidad con que se toman las decisiones, la
que puede ajustarse a procedimientos rigurosos y formales o dejarse influir por la amistad y la
cercanía, particularmente las contrataciones y promociones de personas.
El análisis de la cultura escolar en este estudio se hace de un modo indirecto a través tres
grupos de variables: (1) El ambiente de trabajo (que se recoge en el estilo de liderazgo del
director, el clima escolar y la confianza en las relaciones entre el director y cada profesor, y de
los profesores entre sí), (2) Lo que la escuela hace (percepciones del docente sobre las
decisiones directivas de reconocimiento y oportunidades de participación), y (3) La intimidad
del profesor (actitudes de los docentes hacia su entorno laboral, que se manifiesta en su
compromiso, motivación, satisfacción, y disposición a participar y su brecha con las
oportunidades de participación).
Sobre el ambiente de trabajo influye de un modo muy importante el estilo de liderazgo del
director, el cual va dando forma al clima que se respira en la escuela y se refleja en la
confianza en las relaciones.
El director puede influir directamente sobre los estudiantes, a través de sus actividades
académicas y de participación con los docentes, o indirectamente a través de sus múltiples
actividades y decisiones de gestión (como las relativas a la organización, política educacional,
asignación de recursos, definición de metas, y selección, destinación y capacitación de los
docentes), y de la creación de un ambiente que favorece el aprendizaje (por ejemplo, su estilo
de supervisión, la promoción de una cultura escolar que favorece el logro y la incorporación de
los padres al proceso educativo). La influencia indirecta es como una caja de resonancia,
porque un efecto pequeño puede multiplicarse por muchas veces. De la medición empírica de
estos dos efectos no resulta clara su relevancia e importancia relativa. Esta ambigüedad en lo
empírico, no obstante lo persuasiva que resulta la exaltación del liderazgo, no es sorprendente
en la literatura sobre este tema, y posiblemente se explica por la complejidad de la interacción
entre el líder, sus seguidores y la situación, así como por las limitaciones de la medición
empírica.
El liderazgo del director puede centrarse en lo académico o limitarse a lo administrativo
(delegando en otros docentes la responsabilidad por lo académico), pero un liderazgo efectivo
se manifiesta en ambas dimensiones. También es importante considerar el grado de control
que el director tiene sobre las decisiones del colegio. En los establecimientos educacionales
chilenos de dependencia municipal, el director no conoce ni maneja el presupuesto, y
desconoce el monto y estructura de ingresos y gastos, ya que todo lo relacionado con el
manejo financiero se realiza de manera centralizada a través del DAEM
o la corporación. Si éste fuera el caso, el director tendría más bien un rol de representación
que de liderazgo y no sería sorprendente que su desempeño no se asocie con el logro de los
estudiantes. Distinto lo que ocurre en las escuelas particulares subvencionadas, en las cuales
el director controla y maneja los recursos o conoce al menos los principales gastos del
establecimiento.
Liderazgo transaccional
Liderazgo transformacional
En contraposición a los dos estilos de liderazgo anteriores, aparecen los líderes que
parecen no ejercer su rol. Ellos se limitan a actuar en casos excepcionales, cuando los
resultados se alejan significativamente de lo definido como presupuestos y metas, o cuando
surge un problema mayor (“gestión por excepción pasiva”). O, peor aún, no actúan nunca,
rehuyendo sus responsabilidades, no expresando opiniones en materias relevantes y no
dando ningún tipo de apoyo a sus subordinados (“laissez-faire”). Son líderes que evitan
especificar sus acuerdos, clarificar sus expectativas o definir metas a sus seguidores.
Liderazgo trascendente
El clima escolar se refiere a las percepciones compartidas que los miembros de una
institución educacional tienen acerca de las condiciones de su trabajo y los aspectos formales
del mismo, así como de las características más sutiles del entorno humano que prevalece en
la organización.
En estas percepciones se integran y se reflejan tanto las características personales del
individuo como las propias de la institución. El clima escolar hace la diferencia en el ambiente
de aprendizaje al interior de las instituciones educacionales, afectando la conducta de
profesores, director y personal del colegio, e influyendo sobre el rendimiento de sus
estudiantes.
Las dimensiones propias del clima escolar son salud y apertura.
Una institución escolar saludable se reconoce por la calidad de las relaciones
interpersonales entre estudiantes, docentes y el resto del personal. Los miembros de la
institución se sienten bien, disfrutan de la amistad, se apoyan unos a otros y les resulta grato
asistir todos los días al trabajo. En este ambiente, se cifran altas expectativas en los
estudiantes y se pone un fuerte énfasis en el logro académico. De este modo, la organización
está mejor preparada para enfrentar los cambios del entorno y los internos, generando así
altos niveles de logro estudiantil, independientemente del nivel socioeconómico de su
población escolar.
“Lo que la escuela hace” se refiere a la labor directiva, muy particularmente la labor del
director. Importa en este caso la forma en que reconoce el trabajo de los profesores y las
oportunidades que les ofrece para participar en diversos temas, ya sea a través de la entrega
de información o invitándolos a ser parte en las decisiones que se toman. En este trabajo se
miden las percepciones del docente sobre estas decisiones directivas
Reconocimiento
El reconocimiento del trabajo se refiere a las manifestaciones de aprecio y apoyo que los
responsables de la escuela dan al profesor por una labor bien desempeñada, y constituye una
poderosa señal a la persona y a toda la organización acerca del tipo de conductas que más se
valoran. Los docentes aprecian el reconocimiento de su trabajo, especialmente por parte del
director del establecimiento y los padres de sus estudiantes, ya que sienten que su
contribución social es poco valorada.
El objetivo de instaurar prácticas de reconocimiento al interior de las organizaciones no
sólo es una señal de aprobación y aprecio para la persona que se ha desempeñado bien, sino
también constituye un mensaje para los otros empleados acerca del tipo conductas y acciones
que más se valoran en la escuela.
La forma en que un líder muestra su aprecio a sus colaboradores es a través de diversas
prácticas de reconocimiento. Las más relevantes entre ellas son:
Hacer un esfuerzo que vaya más allá de lo exigido por el contrato de trabajo tiene que ver
mucho más con el trato que se da a las personas que con la forma de pagarle. Lo que ocurre
es que los incentivos económicos poco a poco han llegado a ser vistos como derechos más
que recompensas, perdiendo así su poder motivador.
Aun cuando la capacitación es una condición necesaria para obtener buenos resultados
tanto a escala individual como grupal, también representa una manifestación concreta que la
organización valora a sus colaboradores y destina recursos a su desarrollo y
perfeccionamiento, lo que es muy apreciado por las personas. Las organizaciones que tienen
éxito con su gente se caracterizan por su política de capacitación.
Estabilidad laboral
Las acciones tendientes a asegurar la fuente de trabajo de los empleados son vistas por
ellos como una retribución, sobre todo considerando que los tiempos actuales se caracterizan
por las altas tasas de rotación laboral.
Entrega de información
Compromiso
Según algunos autores, el compromiso del director y los docentes no depende del nivel
socioeconómico de los estudiantes, y podría hacer la diferencia en el logro que alcanzan los
estudiantes en entornos adversos; sin embargo, otros autores opinan que las características
socioeconómicas de los estudiantes influyen en el compromiso docente.
Motivación
Satisfacción
Las características demográficas de los actores del sistema educativo (sexo, edad,
estado civil, experiencia).
Las variables descriptivas de los estudiantes y sus familias (ingreso mensual, gasto
directo en edución, nivel educacional de los padres y expectativas de los padres respecto al
futuro académico de sus hijos).
FIGURA 1 MODELO DE LA RELACIÓN DIRECTOR-PROFESOR
1: Las características socioeconómicas de los estudiantes y sus familias son: El nivel educacional de los padres, las expectativas
de los padres respecto al futuro académico de sus hijos, el ingreso mensual y el gasto directo en educación.
2: Las características de los docentes se refieren a sexo, edad, estado civil y experiencia.
3: Las características de la escuela se refieren a: Dependencia administrativa, ubicación, grupo socioeconómico, cantidad de
docentes y razón profesor-alumno.
AMBIENTE DE TRABAJO
Lo que la escuela hace tiene que ver con algunas acciones y decisiones directivas de
reconocimiento de la labor del docente y de apertura de oportunidades de participación.
Aquí el desafío es grande, porque el reconocimiento es lo que más echan de menos los
profesores. Ellos sienten que no se les reconocen sus logros y que los reconocimientos que
reciben no tienen relación con la calidad de su trabajo. También resienten la falta de
oportunidades de desarrollo y las escasas oportunidades de perfeccionamiento. Y echan de
menos el que se les felicite por un trabajo bien hecho.
Esta carencia es más pronunciada en la educación municipal y tiene que ver con el casi
nulo manejo de recompensas monetarias y la ausencia de una política de compensaciones
ligada al desempeño. Es un tema de difícil manejo, porque en una cultura en que el afecto en
las relaciones domina sin contrapeso sobre una apreciación más equilibrada de una persona,
que es lo que ocurre en el entorno escolar en Chile, las diferencias que se establecen con
premios en dinero ligados al desempeño no son entendidas por quienes se ven
desfavorecidos. Es algo que contraviene las bases de la cultura imperante. Dar premios en
dinero es improcedente en esta cultura. Tal vez esto es lo más apropiado en la educación,
pero también podría ser que se estén preservando prácticas de trabajo de larga data que no
son las más funcionales para la creación de una cultura de alto desempeño en los estudiantes.
Los directores están conscientes del poco reconocimiento que hacen de la labor de los
docentes, pero atribuyen esto a causas externas, no controlables por ellos. En escuelas
municipales alegan que las recompensas monetarias están fuera de sus facultades y es
probablemente ésa la situación, pero tampoco recurren a recompensas no-monetarias, que
ciertamente están entre las acciones que dependen sólo de su disposición e iniciativa.
Además de su insatisfacción con el manejo de los reconocimientos, los docentes también
resienten las pocas oportunidades de participar en temas de gestión que los afectan
directamente, como temas relacionados con el diseño de sus labores, oportunidades de
capacitación y esquemas de incentivos, aunque aprecian una mayor libertad para decidir
sobre lo que ocurre en el aula, como las tareas que asignan a los alumnos y la mantención de
la disciplina en la sala de clases.
Una pregunta que hemos tratado de responder es lo que distingue a los establecimientos
de alto rendimiento. Y hemos encontrado claramente que las variables propias de la relación
director-profesor no pueden ignorarse, en particular el énfasis académico que consigue crear
el director y sus colaboradores, y el compromiso del profesor con la labor docente. Pero
también importa la forma en que el director ejerce su liderazgo, las oportunidades de
participación que se les da a los docentes y la forma en que se les reconoce. Nuevamente, la
ecología de la relación entre el director y los docentes resulta clave para caracterizar a
aquellos colegios que obtienen buenos resultados.
En aquellas escuelas que el logro académico es alto, el director posee un estilo de
liderazgo orientado a las personas y que plantea metas trascendentes. Son líderes que
desafían a sus seguidores, los entusiasman, generan una visión compartida, espíritu de
equipo y compromiso con las metas. Son directores justos, es decir, que exhiben un trato que
se basa en la imparcialidad. Los directores muestran además mayores niveles de confianza en
los docentes y tienen una mejor apreciación del desempeño de los profesores.
Los docentes en estas escuelas perciben altos niveles de recompensas tanto monetarias
como no monetarias, lo que implica que los directores elogian su desempeño y, además, los
incentivan con dinero. También se sienten más comprometidos, lo que los lleva a esforzarse
por desarrollar mejor su labor. La participación también es distintiva en estos establecimientos;
por un lado, los docentes perciben mayor grado de oportunidades de participación y, por otro,
también los directores perciben que los docentes están más dispuestos a participar; esto es,
que la brecha de participación es menor en estas escuelas.