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Ferrater (1975) afirma que el término conciencia puede referirse, en primer lugar,
al reconocimiento de algo exterior o interior. Apunta al conocimiento del bien y
del mal y en este caso, se habla de conciencia moral.1
1
(Ferrater Mora, 1975)
2
(Rubio Carracedo, 1987, pág. 104)
Llamamos conciencia moral a aquella que en momentos de libertad y por sí misma
decide el sentido de la acción.
Si la conciencia sigue pautas morales por hábitos, por obligación o por presión,
no estamos ante la conciencia moral.
EL PSICOANÁLISIS FREUDIANO
Precisiones metodológicas
3
(Skins, 2008)
El concepto de superyó se cimienta sobre las nociones de idealización,
sublimación e identificación, conceptos de por sí muy complejos.
4
(Skins, 2008)
Surgimiento del superyó.
Perspectivas culturales
5
(Skins, 2008)
6
(Skins, 2008)
consideraciones finales
J. Piaget
L. Kohlberg
Los paralelismos de estos niveles con las etapas del desarrollo cognitivo de Piaget.
El debate sobre los estadios 5 y 6, con menos datos empíricos: el avance sobre el
estadio 4, la “crisis de relativismo” y la propuesta de un estadio 4 ½ de vuelta al
estadio 4. El estadio 5 (perspectiva relativista de los valores pero en búsqueda de
un contrato social) y el estadio 6 (deberes categóricos y juicio moral concebido
como algo consistente y universalizable).
La teoría de Kohlber: una serie de valores universales, de prácticas variables,
encarnados en instituciones sociales, surgiendo de la experiencia de intercambio
con otros y a modo de modelos conceptuales regulatorios de la interacción social.
La compleja relación entre el saber y el actuar, que afecta a dimensiones
emocionales (juicios morales más adecuados que otros no implican personas más
morales). Los estudios empíricos longitudinales de Kohlberg en distintas clases y
países, criticados como etnocéntricos y desde una perspectiva más masculina.
La discusión sobre la naturaleza del estadio 6, ausente en muchas muestras
estudiadas: ¿etapa del desarrollo natural o punto de equilibrio ideal? Habermas: la
psicología cognitiva como enfoque de apoyo a la reconstrucción racional de la
competencia comunicativa y la consideración de los estadios del nivel
postconvencional como “estadios de reflexión” más que como “estadios naturales
de desarrollo”. La crítica habermasiana de la tesis de Gilligan de un supuesto
estadio 7 (“postconvencional contextualista”).7
7
(Skins, 2008)
identificación entre el bien y el conocimiento, por una parte, y el mal y la
ignorancia por otra. En consecuencia, según el mismo, sólo obramos mal porque
creemos, en nuestra ignorancia, que ese mal que hacemos es un bien para nosotros.
La manera de conseguir actuar correctamente será, pues, educar a nuestra razón
en los principios de la moral para que no pueda llevarnos a valoraciones
incorrectas sobre la bondad o maldad de las cosas y las acciones.8
8
(Le Senne, 1973)
prescriptivo (imperativo) de sus juicios. La conciencia moral, según estos autores,
asiente o rechaza los mandatos que presentan los juicios morales. La manera de
demostrar el asentimiento a lo que dice una norma es cumplirla, la de demostrar
el rechazo, no cumplirla.
9
(Le Senne, 1973)
condición (ley que provenía de su ser y determinaría su hacer) para ser feliz y
contribuir a la prosperidad de la polis.
La positivista: Para “el positivismo la moral no puede ser más que un capítulo de
ciencia del hombre.” Esta concepción admite dos reduccionismos: uno biológico
y una sociológico. El biológico concibe la conciencia moral como una mera
alineación de la acción voluntaria con la acción orgánica, se dice que en ella la
moralidad e inmoralidad vienen a ser sinónimos de salud o enfermedad, rebaja los
hábitos morales a instintos hereditarios y reduce los vicios y pasiones a taras
congénitas. La tendencia sociológica que, tiene a la base a Comte como su
inspirador y a Durkheim (1976) como el que le señala sus principios y exposición
rigurosa, consagra que todos los valores tienen como origen la sociedad, por tanto
es la sociedad misma la conciencia colectiva y la fuente de la que cobra su valor
sagrado el hecho moral; ella deja su huella o dictamen en nuestra conciencia moral
personal y a ella le debemos respeto- obediencia. De ser así, se debe obedecer los
no pocos dictámenes ambiguos u opuestos al humanismo que ella preconiza hoy.
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(Le Senne, 1973)
Bibliografía