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Manual de Historia
del Derecho Indiano
ÍNDICE
Prólogo . . . . . . 7
Capítulo 1
EL DERECHO INDIANO , ELEMENTOS Y CARACfERíSTICAS
Capítulo 2
LA INCORPO RACIÓN DE LAS INDIAS
A LA CORONA CASTELLANA
l. Portugal y Castilla . . . . . . . . . 25
II. Las bulas alejandri nas . . . . . . . 28
m. La incorpor ación de las Indias a la Corona caste-
llana . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
IV. Calidad jurídica de las Indias frente a la Corona
castellan a . . . . . . . . 32
V. El problema de los justos títulos . . . . 34
1. La homilía de fray Antón de Montesin os 34
2. La Junta de Burgos . . . . . . . 35
3. Títulos basados en el derecho común 37
4. Fray Bartolom é de las Casas 39
5. Francisco de Vitoria . . . . . . 41
6. La solución definitiva del problema de los justos
títulos . . . . . . . . . . . . . 48
7. La polémica de los justos títulos en Indias 49
457
458 MANUAL DE H ISTOI<IA DEL DERECHO iNDIANO
Capítulo 3
RÉGIMEN JURÍDIC O DE LA EXPANSIÓN CASTEll ANA
EN INDIAS
I. La hueste indiana 55
II. Capitulac iones 60
m. Instrucci ones . . 64
Capítulo 4
GOBIERN O, JUSTICIA , GUERRA Y HACIENDA.
AUTORID ADES METRO POLITANAS
Capítulo 5
GOI31ERNO, JUSTICIA , GUERRA Y HACIENDA.
AUTORIDADES RADICADAS EN INDIAS
Capítulo 6
REFORMAS BORBÓNICAS
l. Introducción . . . . . . . . . . 187
II. Las reformas mismas . . . . . . . 193
1. Reformas practicadas en España respecto de la
administración indiana . . . . . . . . . 193
2. Reformas practicadas en Indias respecto de su ad-
ministración . . . . . . . . 197
A. Reformas en gobierno y guerra 197
B: Reformas en justicia 199
a) Instrucción de regentes . . 199
b) Real Tribunal de Minería 202
e) Nuevos tribunales del Consulado 206
d) Alcaldes de barrio y cuartel 208
C. Reformas en hacienda y comercio 212
a) La intendencia en España . . 212
b) La intendencia en Indias 21'4
e) Autoridades creadas por el régimen de in-
tendentes . . . . . . . . 217
d) Atribuciones de los intendentes . . . 218
e) Tribunales de cuentas . . . . . . 221
f) Reformas al comercio en el siglo XVIII 222
Capítulo 7
l. Introducción . . . . . . . . . . 227
462 MANUAL DE HISfORIA DEL DERECHO INDIANO
Capítulo 8
Capítulo 9
l. Introducción . . . . . . . 313
Cap ítul o 10
REGULACIÓN ECONÓMICA DE LAS
INDIAS
l. Tier ras, agri cult ura, mon tes y gan ade
ría 399
II. Agu as . . . . . . . . .
417
1. Mer cede s de agu as urba nas
2. Mer cede s de agu as de rieg o 419
3. Mer cede s de mol inos e inge nios 419
4. Mer cede s de man anti ales o jagü eyes 420
S. Prin cipi os sob re uso y repa rto de agu 420
as 421
m. Min ería .
IV. Com erci o 428
V. Indu stria 438
VI. Pesca . . 446
450
Bibliografía de don Ant onio Dou gna c
Rod rígu ez 451
CAPÍTULO 9
ESTA11JTO DE LAS PER SONA
S EN EL DERECHO INDIAN
O
l. INTRODUCCIÓN
A dif ere nci a de l pu nto de
par
act ual, qu e es el de la iguald tid a de nuest ro sis tem a jur ídi co
ad, est abl eci do en las Co nst
ne s Hber ale s qu e nos rig en, itucio-
el del An tig uo Ré gim en - an
la Revo luc ión fra ncesa y a terio r a
la
me nta ba e n la des iguald ad. Co nst itu ció n de Cá diz - se funda-
Y ell o era así po rqu e se est
qu e cad a gru po social ten ía im
un rol qu e des em pe ña r den aba
la com un ida d. Ésta est aba int tro de
egm da po r estados, pal abr a
da de l de rec ho rom ano , qu der
e im pli ca la situació n o con iva-
jur ídi ca de un a pe rso na. Al dic ión
est ado se le den om ina est am
alg una s par tes de España. ent o en
pe rte ne ce n a est ado s difere No ble s, ecl esi ást ico s y ciu dad ano s
nte
de un os y otros. Co ntr ibu ye s po rqu e es div ers a la con dic ión
a
co nc ep ció n cri stiana de un ma rcar la dife ren cia en tre ellos la
cu erp o social. San Pablo se
a la est ruc tur a de la Igl esi refe ría
a co mo un cu erp o místic o,
est and o Cristo a la cab eza , en qu e
los de más cri stia nos se int egr
él, co rre spo nd ien do a cad a aba n a
un o un a fun ció n dif ere nte.
da est a con cep ció n a la Tra slada-
soc
est ado o est am ent o tie ne un ied ad civil, se est im a qu e cad a
A e llo se agrega la influe nci a fun ció n pro pia qu e des em pe ñar .
a de Ar istó tel es qu e se hac
desde el siglo XIII, seg ún e fue rte
la cua l conv ien e dis tin gu ir
soc ied ad var ios ó rde nes co en la
n fun cio ne s esp ecificas. Los
bro s act ivos de la soc ied ad miem-
ser án los no ble s, el cle ro
ho mb res bu en os de las ciu y los
dad es, qu e con stit uir án los
qu e par tic ipe n e n las Corte bra zos
s.
Pro du cido e l des cub rim ien
las Indias , est a con cep ció n to y co nqu ista de bu en a pa rte de
no
dad soc iop oli tic a del Nu evo des apa rec e par a exp lic ar la reali-
Mundo. Pe ro se ada pta a las
cio nes ahí exi ste nte s. So lór
.tano se refiere dir ect am ent situa-
e a est a
313
314 MANUAL DE HISTORIA DEL DERECHO INDIANO
3. El corregidor de indios
Aparecen primero en Nueva España, donde fue cargo destina-
do a los no encomenderos y luego en Perú. En Nueva España
FSTATUTO DE LAS PERSONAS EN EL DERECHO
INDIA NO 319
fuero n cread os desp ués de la aboli ción de la prim era
Audi encia
cuan do al mism o tiemp o se había pens ado extin guir
las enco -
mien das y que los indio s tribu taran direc tame nte
a la Coro na.
Debí an ser perso nas hábil es y de conc ienci a que
"aun por el
nomb re cono zcan los natur ales que no son sus seño
res". Sus
abuso s fuero n, sin emba rgo, grand es. Son juece
s legos que
admi nistra n justic ia a los indio s y cuan do hay confl
ictos
indio s y españ oles. En mate ria civil cono cían de asunt entre
os poco
arduo s. Para asun tos crimi nales les corre spon día,
en gene ral,
pract icar las prim eras dilige ncias debie ndo envia r los
antec eden -
tes al corre gidor de españ oles más próxi mo. De su
sente ncia
podía apela rse ante el corre gidor de españ oles más
próx imo,
ante el alcal de ordin ario del cabil do más próx imo o
ante la Real
Audi encia , a volun tad del apela nte.
En Chile los hubo estab lecid os por la Tasa de Martí
Gam boa de 1580 , sin emba rgo no tuvie ron el rol n Ruiz de
impo rtant e
que en el Perú, dond e los emol umen tos que recib
ían, sacad os
de los tribu tos de los indio s, eran muy altos.
El virre y Toled o expid ió send as orden anzas sobre estos
corre -
gidor es el 20 de julio de 1579 y el 30 de mayo de 1580
se les encar gaba el amoj onam iento de las tierra s de . En ellas
los indio s a
fm de evita r confl ictos entre sí; los repar timie ntos
de indio s
para diver sos traba jos de guard a de gana do, bene ficio
de cha-
cras, traba jo en obraj es, mina s, ingen ios de mole
r meta les,
etcét era. Las orden anzas de 1580 son muy comp
letas y van
divid idas en 67 capít ulos. Se expre sa en el proem io
que indio s
y españ oles debía n const ituir una sola repúb lica para
lo que se
divid en las ciuda des en distri tos debie ndo exist ir en
cada uno
de ellos un juez de natur ales. Se obser va en estas dispo
sicio nes
preoc upac ión: a) por la acult uraci ón de los indios: por
que no se les perm itiera que apret aran las cabez as de ejem plo,
los niños ;
b) por evita r los abuso s de los corre gidores
de indio s: se les
proh íbe trato s y contr atos con los aborí genes ; e)
por evita r
abuso s de los enco mend eros: se estab lecen tasas de
tribu tos y
los corre gidor es debe n procu rar que se cump lan; d)
por evita r
abuso s de los doctr inero s: que no les quite n tierra
s; e) por
evita r abuso s de los caciq ues: que no les cobr en más
tribu tos
que los que se neces itan; que no se les pagu e a ellos
los sala-
rios que a cada indio comp ete, el que éstos debe n recib
prop ia mano y que no coart en la libert ad de matri moni ir en su
o de sus
súbd itos; f> por que los indio s efect ivam ente traba jen:
para ello
320 MANUAL DE HISTORIA DEL DERECHO INDIANO
Por las dos razones que se han dado más arriba: de ser los
indios reputados miserables e incapaces relativos, fueron objeto
de una cantidad de privilegios que la Corona les fue concedien-
do poco a poco.
Su buen tratamiento fue dispuesto al inicio del encuentro
entre españoles e indios como lo determinó Isabel la Católica
en su testamento. Ahí recordaba a su marido, a su hija Juana y
FSTAlUfO DE LAS PERSONAS EN EL DERECHO INDIANO 321
necesa rio que operar a, quedan do entreg ado al criterio del indio
o, más bien, de su protec tor y defens or el recurri r o no a ella.
No constit uían casos de Corte los de cuantía demasi ado exigua
ni aquello s en que se enfren taban dos indios. En todo caso la
llegada a la Audiencia les quedab a expedi ta por la real cédula
de Felipe Il del 1O de agosto de 1562, de que se formó Rec.
lnd. 6, 10, 18: "si los indios de señorío recibie ren algún agravio
del alcalde mayor, justicia u otra cualquier person a, puedan ir
librem ente a la Audiencia Real del distrito a dar su queja, pedir
satisfacción del agravio y que se les haga justicia y no se les
ponga impedi mento" .
Otro privilegio procesal del aborig en es el de la in integr um
restitutio. Esta instituc ión romana , de corte patrim onial, que
favorecía a los menor es de edad, pródig os, etcéter a, en lo
proces al significaba para los indios que podían rendir prueba
aun despué s de expirad o el términ o probat orio. Hoy se diría
que no operab a con ellos el fenóm eno de la preclus ión.
Tambi én en lo proces al está privilegiado el indio en cuanto a
la tramita ción de sus juicios, que debían ser juzgad os breve y
sumari amente , lo que se aplicab a a asunto s civiles , crimin ales
y eclesiásticos. Era menest er, pues, ahorrar le las tramita ciones
de los juicios de españo les, sobre todo los artículo s dilator ios
que muchas veces se introdu cían malicio sament e.
En relació n a las prueba s, podían presen tar docum entos o
prestar declara ción y luego retract arse , e incluso prestar confe-
sión y desdec irse de lo expres ado. Decía SolórL:ano en Política
indian a , lib. 2, cap. 28, núm. 25, que
pueden venir, decir y alegar contra los instrum entos que hubie-
ren present ado y contra las confesi ones que sus abogad os hu-
bieren hecho en los libelos o peticio nes y revocar las no sólo in
continenti, sino cada y cuando les conven ga y pedir nueva
prueba y present ar nuevos testigos despué s de hecha la publica-
ció n, y en segunda instanc ia, aunque sea sobre los mismos
artículo s o derecha mente contrarios.
5. Pueblos de indios
tendrá n jurisdi cción los indios alcaldes solame nte paca inquiri.r,
prende r y traer a los delinc uentes a la cárcel del p ueblo de
españo les de aquel distrito ; pero podrán castiga r con un día
de prisión , seis u ocho azotes al indio que faltare a la misa el
día de fiesta o se embria gare o hiciere otea falta semeja nte, y si
fuere embria guez de mucho s, se ha de castiga r con más rigor; y
dejand o a los caciqu es lo que fuere reparti miento de las mitas de
sus indios...
lo que permi-
los jesuitas ingre saran al recin to de las misio nes,
. Utilizando
tió que la obra de los religiosos fuera fructífera
oba o Vasco
esqu emas ya cono cido s com o los de Pedr o de Córd o las de
com
de Quir oga, así com o orde nanz as pree xiste ntes, Río de la
y
Fran cisco de AJfaro para los indíg enas de Paraguay tico fuero n
prác
Plata, conc epci ones indíg enas y muc ho crite rio
inter és. Si bien
cons olida ndo los jesui tas un siste ma polít ico de
la Com pañí a, se
el man do abso luto lo tenía n los sace rdote s de traba jo, con-
proc uró ir incen tivan do en los indio s hábi tos de
siste mas de autod e-
cept os de orga nizac ión comu nitar ia y hasta
de las misi ones
fensa militar. La base econ ómic a fund amen tal otán dose
ia, expl
era el cultivo de la tierra en form a comu nitar a apro-
la Com pañí
parti cular ment e la yerb a mate que distr ibuía
s. La expu l-
vech ando las casas exist entes a lo largo de las India de estos
denc ia
sión de la Com pañí a en 1767 marc ó la deca
os, que no
asen tami ento s cuya tuici ón pasó a los franc iscan
tuvie ron el esme ro de sus antec esore s.
6. La enco mien da
ya que no
El tema de la enco mien da es basta nte com plejo o poco
se fue perft land
exist e un solo tipo de enco mien das. Ésta as:
r varia s etap
a poco , por lo que es nece sario disti ngui
los ciento dos españoles que se sublevaron con Roldán les dio
cédula "que mandaba que aquel cacique fulano y sus gentes le
labrasen aquellas tierras" otorgándoles, además, licencia provi-
soria (que se alargaba a petición del interesado ) para llevar los
indios a coger oro.
Sabido es que estos acontecim ientos trajeron consigo la pér-
dida de la gobernació n de Colón, quien fue reemplaza do por
Francisco de Bobadilla. Habiéndos e mostrado éste demasiado
inclinado a los colonos fue sustituido, a su vez, por Nicolás
de Ovando. En las instruccion es que le fueron dadas el 16 de
septiembre de 1501 se le autorizaba para compeler a los indios
al trabajo en las minas "pagando a cada uno el salario que
justamente os parecieren que debieren de haber", lo que se
reiteró en otra del 20 de marzo de 1503. La relativa libertad de
los indios resultó contraprod ucente y en una provisión de no-
viembre del mismo año decía la reina: "soy informada que a
causa de la mucha libertad que los dichos indios tienen huyen
y se apartan de la conversaci ón y comunicac ión con los cristia-
nos, por manera que aun queriéndol es pagar sus jornales no
quieren trabajar y andan vagabundo s" por lo que ordenaba se
mandase
a cada cacique que tenga cargo de cierto número de los dichos
indios para que los haga ir a trabajar donde fuere menester y
para que en las fiestas y días que pareciere se junten a oir y ser
doctrinados en las cosas de la fe en los lugares diputados y para
que cada cacique acuda, con el número de indios que vos les
señalareis a la persona o personas que vos nombrareis para que
trabajen en lo que las tales personas les mandaren pagándoles el
jornal que por vos fuese tasado.
meses) quedando tres para aquel ftn, pudiendo trabajar para los
españoles a jornal.
Las disposiciones apuntadas, a pesar de su buena inspiración
no dieron los resultados apetecidos, ya que el cambio de cos-
tumbres había resultado demasiado violento para los indios.
Sacarlos de la prehistoria para transportarlos a criterios del
Renacimiento era demasiado para que pudieran soportarlo. Si a
ello se agregan las enfermedades europeas para las que carecían
de anticuerpos, el resultado de descalabro demográfico no se
hizo esperar. Con todo, son estas disposiciones un adelanto de
preocupaciones sociales que en Europa no se generalizaron
sino a fmes del siglo XIX.
Se creyó mejorar la situación con nuevos repartimientos,
como los que hicieron en 15 14 Pedro lbáñez de !barra y Rodri-
go de Albuquerque, que muchas veces resultaron para peor
pues se dieron indios hasta a elementos palaciegos que no
habían vivido jamás en América. Los encomendados quedaron
entonces a cargo de mayordomos que los maltrataban empeo-
rando su situación. La fórmula de encomienda rezaba:
B. Encomienda mexicana
Un horizonte nuevo se abre cuando en 1519 Hernán Cortés
inicia la conquista del imperio azteca, pues ahora en vez de los
indígenas de modesto desarrollo se encontrarán los españoles
con una de las más altas culturas americanas.
Cortés afronta una difícil situación. Amén de tener que re-
compensar a quienes lo acompañaron como era natural en toda
hueste, tenía particular responsabilidad con su gente porque su
expedición había sido irregular por haberse él alzado respecto
de Diego de Velázquez. Por ello, aunque no tenía facultades
expresas para repartir indios, lo hizo depositándolos en los
encomenderos a los que fijó diversas obligaciones. Les prometió
interceder ante la Corona para que la merced fue ra perpetua.
La capacidad de Cortés supera la media de los conquistadores
de Indias. Estudios de derecho en Alcalá de 1le nares aunque
interrumpidos le habían dado una visión global de altura que
había completado con su experiencia de más de veinte años en
el Nuevo Mundo, algunos de los cuales actuando como escriba-
no. Como lo comunicaba más tarde a Carlos 1 en 1524, su
experienc ia le había dado pautas sobre cómo actuar en materia
de encomiendas. Los defectos que afectaban a la antillana e n los
que no quería incurrir eran: a) la facilidad con que los enco-
340 MANUAL DE HISTORIA DEL DERECHO INDIANO
el mismo caso sean privados y pierdan los tales indios que así
tuviesen", y
3. De avecindarse: "todos los vecinos de las ciudades y villas
de esta Nueva España que tuviesen indios de repartimiento
hagan y tengan casas pobladas en las partes donde son vecinos
dentro del dicho año y medio bajo pena de perdimiento de los
dichos indios que así tuvieren".
Es, en primer lugar una merced, esto es, una graciosa conce-
sión real. Aunque haya derecho a heredar la encomienda, siem-
pre se considera que el derecho del adquirente nace de la
merced real y no de la sucesión por causa de muerte. Aclara
Solórzano "que ni en los tributos ni en los indios tienen los
encomenderos derecho alguno en propiedad ni por vasallaje
porque esto plena, original y directamente es de la Corona real
[... ] y lo que se les concede es que participen de los tributos
que al rey como a tal se le deben y pertenecen". Esta merced
sólo puede ser otorgada por el rey o aquellos en quienes éste
hubiese delegado tal facultad. Aunque en un principio los cau-
dillos de las huestes las concedían y aun los religiosos que iban
con ellos (de acuerdo a la real provisión de Granada de 1526},
más tarde correspondió a los virreyes y gobernadores y a las
Audiencias durante gobierno interino (Solórzano, Política india-
na, lib. 3, cap. 5, núm. 1 y ss. y Rec. lnd. 6, 8, 7 y 8).
Tal merced es concedida a los beneméritos de las Indias,
entendiéndose por tales quienes han realizado algún hecho
digno de premio, como descubrimiento, conquista, poblamien-
to, acción militar heroica, desembolsos cuantiosos, etcétera.
Estos méritos pasaban a los descendientes -por ejemplo, se lee
en Rec. /nd. 6, 8, 6: "han de ser preferidos y antepuestos
siempre en la provisión de encomiendas de Chile los hijos de
soldados que en nuestro servicio hubieren muerto en la guerra
de aquel reino"- lo que explica por qué constantemente los
indianos estaban rindiendo probanzas e informaciones de per-
petua memoria para acreditar los de sus antepasados. Las en-
comiendas favorecían a personas naturales y legas (se exceptua-
ban los que habían recibido órdenes menores), jamás, en prin-
cipio, a clérigos ni a comunidades, colegios, monasterios u
otras personas jurídicas. Sobre si los mestizos podían ser enco-
menderos se hablará al referimos a ellos. La calidad de benemé-
rito, por sí o sus antepasados, que debía tener el que aspirara a
una encomienda hizo que ésta correspondiera sólo a una elite
de la sociedad. Un documento del siglo XVI, relativo al Perú es
bastante decidor al respecto: en la provincia de Quito había de
25 a 30 encomenderos sobre una población de 500 a 600
vecinos; en Guayaquil, 15 a 20 sobre no más de 100 vecinos;
346 MANUAL DE HISTORIA DEL DERECHO INDIANO
- 10 arrobas de sal ;
- 25 pares de ojotas [calzado indígena], etcéte ra.
...
FSTATUTO DE LAS PERSONAS EN EL DERECHO INDIANO 353
marq ués de Cerralvo prete ndió acaba r con los repar timie
ntos
en la Nuev a España, lo que duró corto tiemp o, volvi éndos
e al
mism o sistema.
Hubo algunas institu cione s prehi spáni cas que los españ oles
conse rvaro n si bien altera ndo algun os aspec tos. Tales fuero
indios nabor ías, los yanac onas y la mita. n los
B. Yana conas
Tamb ién llamados anaco nas o yanac unas, son una institu ción
prchi spáni ca con cierta similitud con los recién vistos nabor
ías.
Eran servid ores de los incas y sus casas princ ipales que
tenían
funci ones basta nte diversas: a veces eran jefes de servic
ios
E'STATUTO DE LAS PERSONAS EN EL DERECHO INDIANO 363
C. Mita
9. Esclavitud
Que las Audiencias de las Indias llamadas las partes, sin tela de
juicio, sumaria y breveme nte, sola la verdad sabida pongan en
libertad a los indios que se hubieren hecho esclavos contra razón
y derecho y contra las provisio nes e instrucci ones por nos dadas,
si las personas que los tienen por esclavos no monstra ren incon-
tinenti título de cómo los tienen y poseen legítima mente sin
esperar más probanza ni haber otro más título y sin embargo de
cualquie r posesión que haya de servidum bre ni que estén herra-
dos aunque no se pruebe por los indios cosa alguna y tengan
carta de compra u otros títulos los poseedo res de ellos: porque
estos tales por la presunci ón que tienen de libertad en su favor,
son libres como vasallos nuestros.
utilidad de los soldados que las ganasen y que ellos las pudiesen
herrar y vender a su voluntad en aquel reino y fuera de él,
como se va practicando" (Solórzano, ibídem). Esta cédula se
recibió en Chile el 24 de enero de 1626.
A raíz de ello, el gobernador Luis Fernández de Córdoba dio
por terminada la guerra defensiva, iniciándose la ofensiva. Va-
rios parlamentos celebrados con los indios significaron treguas
en las acciones militares, las que no tuvieron carácter defmitivo:
así las paces de Quillín de 1641 suscrita por el marqués de
Baides, las de 1646 del gobernador Martín de Mújica -en la que
se prohibió a los indios cruzar el rio Vanegue bajo pena de
esclavitud, llamándose a los así aprehendidos esclavos de la
raya- y las de 1651 del gobernador Antonio de Acuña y Cabre-
ra. Esta última no fue respetada por el propio suscriptor espa-
ñol por lo que se produjo un feroz alzamiento que terminó con
la destitución del gobernador por el cabildo de Concepción.
El 18 de abril de 1656 se abolió la esclavitud a la usanza a
raíz de gestiones iniciadas cinco años antes por el fiscal de la
Audiencia chilena Antonio Ramírez Laguna.
Entre tanto, diversas voces se han alzado desde Chile para
reclamar por el mal trato que recibían los esclavos, por lo que la
Corona dicta el 9 de abril de 1662 una cédula por la que ordena
que una junta, integrada por los obispos de Santiago y Concep-
ción y los provinciales dominico, franciscano y jesuita estudiara
si convenía mantener la esclavitud. En todo caso, los indios
prisioneros no podían venderse como esclavos ni llevarse fuera
de Chile, y los vendidos en el Perú debían ser devueltos a Chile.
El virrey conde de Santisteban, sin perjuicio de disponer la
reunión de la junta pedida, ataca en gran medida la cédula
señalada haciendo presente que los indios habidos en justa
guerra estaban bien adquiridos de acuerdo al derecho de gen-
tes. Se nota renuencia en el virrey a cumplir con esta disposi-
ción real en razón de la mano de obra importante que
implicaba la presencia de estos esclavos en el Perú. El 22 de
abril de 1667 otra real cédula insiste en que se practique la
junta ordenada, la que finalmente se reunió el 19 de octubre de
1671 con asistencia del gobernador Juan Henriquez, el obispo
de Santiago fray Diego de Humanzoro y los provinciales de los
dominicos, franciscanos, agustinos, mercedarios y jesuitas. No
asistió el obispo de Concepción. El parecer de la junta fue
favorable al mantenimiento de la esclavitud.
FSTATUTO DE LAS PERSONAS EN EL DERECHO INDIANO 371