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Sentencia C-034/14

DEBIDO PROCESO ADMINISTRATIVO-Facultad de aportar y controvertir las pruebas

DERECHO AL DEBIDO PROCESO-Principio inherente al Estado de Derecho, cuyas características esenciales son el ejercicio de
funciones bajo parámetros normativos previamente establecidos y la erradicación de la arbitrariedad
DEBIDO PROCESO ADMINISTRATIVO-Distinción entre garantías previas y garantías posteriores

Las garantías mínimas previas se relacionan con aquellas garantías mínimas que necesariamente deben cobijar la expedición y
ejecución de cualquier acto o procedimiento administrativo, tales como el acceso libre y en condiciones de igualdad a la justicia, el juez
natural, el derecho de defensa, la razonabilidad de los plazos y la imparcialidad, autonomía e independencia de los jueces, entre otras.

De otro lado, las garantías mínimas posteriores se refieren a la posibilidad de cuestionar la validez jurídica de una decisión
administrativa, mediante los recursos de la vía gubernativa y la jurisdicción contenciosa administrativa.

DEBIDO PROCESO JUDICIAL-Imposibilidad de realizar traslación mecánica de sus contenidos al debido proceso administrativo

La imposibilidad de realizar una traslación mecánica de los contenidos del debido proceso judicial al debido proceso administrativo se
fundamenta en que éste último se encuentra regido por una doble categoría de principios rectores de rango constitucional que el legislador
debe tener en cuenta a la hora de diseñar los procedimientos administrativos, de un lado, las garantías adscritas al debido proceso y de
otra, los principios que gobiernan el recto ejercicio de la función pública.

La Corporación ha explicado que corresponde al Legislador el desarrollo del debido proceso, mediante la definición legal de las normas
que estructuran los procedimientos judiciales y administrativos, ámbito en el que le corresponde establecer su objeto, etapas, términos,
recursos, y demás elementos propios de cada actuación

El Legislador posee una facultad de configuración de procedimientos administrativos de especial amplitud; (ii) dentro de esa potestad
se incluye el diseño de los procedimientos, sus etapas, recursos y términos, entre otros aspectos; (iii) la regulación de esos
procedimientos no puede desconocer los mínimos expresamente establecidos en la Constitución (artículo 29 y 228) y la jurisprudencia
constitucional; (iv) además de esos mínimos, la regulación legislativa debe respetar los principios superiores de la Constitución, aspecto
que (iv) corresponde verificar a este Tribunal, cuando así lo requiera fundadamente un ciudadano, y bajo los lineamientos de los
principios de razonabilidad y proporcionalidad.
El debido proceso judicial se encuentra ligado a la materialización de los derechos, la protección de la Constitución o de la ley; en tanto
que la actuación administrativa atañe al adecuado ejercicio de funciones públicas de diversa naturaleza para la satisfacción de los
intereses de toda la comunidad, los procesos judiciales deben otorgar una respuesta definitiva a los conflictos sociales, en tanto que las
actuaciones administrativas son susceptibles de control ante la jurisdicción

Demanda de inconstitucionalidad contra el artículo 40 (parcial) del Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso
Administrativo.

En ejercicio de la acción pública consagrada en el artículo 241 de la Constitución Política, el ciudadano Juan José Gómez Ureña presentó
demanda de inconstitucionalidad contra el artículo 40 (parcial) del Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso
Administrativo
El demandante considera que el artículo 40 del Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo, al impedir
la procedencia de recursos contra el auto que niegue la práctica de pruebas en desarrollo de las actuaciones administrativas vulnera el
artículo 29 de la Constitución. Explica que el derecho al debido proceso incluye la garantía de presentar pruebas y no solo de controvertir
las que se alleguen en contra. Esto indica que en el caso del acto que niegue la mencionada solicitud, no se abre el debate sobre la
pertinencia y conducencia de la prueba. En este contexto, tampoco tiene sentido que se exija de las autoridades administrativas la
fundamentación de sus decisiones, ya que no es posible contra-argumentar el sustento de la decisión mediante la interposición de un
recurso.
IV. INTERVENCIONES

1. Intervención del Ministerio del Interior


Solicita la declaratoria de exequibilidad de la norma demandada, bajo el entendido de que el derecho fundamental al debido proceso no
tiene un carácter absoluto; además no existe contradicción alguna entre una disposición que faculta el aporte, la solicitud o la
controversia de pruebas, sin requisitos especiales, y otra que establece que la decisión del operador administrativo de practicar o no
pruebas solicitadas en el proceso administrativo, no es recurrible.

Si el legislador decide consagrar un recurso en relación con ciertas decisiones y excluye del mismo otras, puede hacerlo según su
evaluación acerca de la necesidad y conveniencia de plasmar tal distinción, pues ello corresponde a la función que ejerce, siempre que
no afecte o desconozca principios constitucionales de obligatorio cumplimiento.
Finalmente, estima que la norma se ajusta a los presupuestos que buscan proteger y garantizar el debido proceso administrativo, pues
el entramado normativo está provisto de los elementos constitucionales que permiten el acceso a la justicia y garantizan los derechos
al administrado.
2. Intervención del Ministerio de Justicia y del Derecho
Solicita declarar la exequibilidad del aparte normativo acusado, pues el actor “fundamenta sus cargos en una interpretación incorrecta
de la disposición acusada, como se evidencia en sus propias palabras, cuando señala que esta resulta contradictoria frente a otra
disposición normativa inserta en el mismo inciso del artículo 40 de la Ley 1437 de 2011, que establece que ‘durante la actuación
administrativa y hasta antes de que se profiera la decisión de fondo se podrán aportar, pedir y practicar pruebas de oficio o a petición
del interesado sin requisitos especiales’”.
De igual manera, considera que no es cierto que la disposición demandada impida el ejercicio del derecho de defensa y contradicción
principalmente relacionado con la presentación y controversia de las pruebas que se alleguen en contra del ciudadano, dado que la
decisión que tome el operador administrativo de acceder o no a la práctica de pruebas que se le soliciten se presume tomada en
aplicación de los principios de derecho probatorio, especialmente los de pertinencia, conducencia y necesidad de la prueba.
Con lo estipulado en el artículo 40 de la Ley 1437 de 2011 , se concluye que se dan las garantías propias del debido proceso en materia
probatoria, pues se consagra el derecho del administrado a pedir y aportar pruebas y el deber de la respectiva autoridad administrativa
de practicarlas de oficio, a la vez que se establece la oportunidad del interesado para controvertir las pruebas aportadas o practicadas,
durante todo el proceso o actuación administrativa, antes de que se dicte decisión de fondo.
Complementariamente a estas garantías procesales, el mismo Código de Procedimiento Administrativo prevé el derecho del
administrado a presentar recursos de reposición y de apelación contra la decisión definitiva, pudiendo solicitar que se modifique dicha
decisión, momento en el que podrá invocarse el carácter esencial de la prueba que se haya dejado de practicar, y que hubiera podido
generar una decisión diferente.
Adicionalmente, aunque no procedan recursos contra el acto que decide sobre las pruebas, el Código contempla una oportunidad para
que el interesado, en cualquier momento anterior a la expedición del acto, pida a la Administración que corrija las irregularidades que
se hayan presentado en la actuación administrativa (art. 41), irregularidad que puede consistir en la omisión de la práctica de una prueba
esencial para la decisión.
3. Intervención de la Facultad de Derecho – Universidad Libre de Bogotá D.C.
Consideran que la norma debe ser declarada exequible por entender que una cosa es el debido proceso en materia judicial y otra en
materia administrativa. La actuación administrativa pretende el cumplimiento de los principios de la función administrativa, para resolver
de manera oportuna las actuaciones administrativas. Además, tiene un origen especial, que inclusive es objeto de control judicial: de
existir una violación al debido proceso o expedición irregular, las decisiones pueden ser declaradas nulas con las consecuentes
condenas e indemnizaciones.
Señalan que no se vulnera el debido proceso porque en caso de existir alguna omisión, esta puede ser controlada posteriormente con
los recursos administrativos y en sede jurisdiccional ante lo contencioso administrativo: “puede ser subsanada mediante los medios de
impugnación antes enunciados y, por el contrario, se garantiza que se profieran decisiones oportunas, sin que esté liberado de
responsabilidad el funcionario que la profiera”.
Finalmente, consideran que el alcance de la previsión de recursos en materia administrativa es de libre configuración legislativa y, por
tanto, no implica una violación al debido proceso.
4. Intervenciones ciudadanas
Intervención de Nelson Enrique Rueda Rodríguez
El ciudadano Rueda Rodríguez considera se debe proferir una sentencia inhibitoria. Sin embargo, en caso de que la Corporación decida
pronunciarse de fondo, solicita la declaratoria de inexequibilidad de la norma acusada.
El auto de pruebas dentro de la actuación administrativa general no es un acto preparatorio, ya que, si bien puede confundirse en el
sentido de que es previo al acto final, no es menos cierto que puede generar efectos jurídicos definitivos en el derecho subjetivo de los
particulares, y por ello el legislador sí desbordó sus facultades y vulneró el artículo 29 constitucional al implementar la inexistencia de
recursos
En ese sentido, para el interviniente resulta ilógico que se pueda atacar en vía gubernativa el acto definitivo y así, legalizar la omisión
legislativa entredicha, pues en realidad sería generar un proceso dilatorio y en contra de toda eficacia y celeridad, pues obligaría a que
el particular siempre tenga que acudir a mecanismos verticales sin necesidad alguna, es decir, no sería entendible permitir que la primera
autoridad decida sin fundamento alguno para luego tener que acudir al superior jerárquico a conocer de un asunto por actuaciones de
trámite pero con visos sustanciales.
Intervención de Harvey Darío López Cortés y Mónica Hernández Arzayús
La norma demandada sea declarada inexequible por la Corporación puesto que en su criterio se vulneran los artículos 2º, 4º, 6º y 29 de
la Constitución Política.
Las actuaciones administrativas no son omnímodas y unilaterales, sino que se encuentran sujetas a un debido proceso, el cual se aplica
a toda clase de actuaciones administrativas y contiene el derecho a presentar y controvertir las pruebas que se alleguen en su contra.
No se puede dejar al solo arbitrio de una autoridad administrativa decidir cuales pruebas considera pertinentes y cuáles no, hay que
permitir que la parte afectada controvierta la decisión del funcionario ante un superior jerárquico o siquiera mediante reposición”.
Concepto del procurador
Solicita a la Corte que declaren exequibles las expresiones demandadas del artículo 40 del Código de Procedimiento Administrativo y
de lo Contencioso Administrativo
Indica que el cargo de inconstitucionalidad carece del requisito de suficiencia: “ya que no demuestra de qué manera la aparente
contradicción entre la posibilidad de aportar, pedir y practicar pruebas vulnera el artículo 29 de la Carta”.
Además, no se vislumbra vulneración al derecho de contradicción probatoria por cuanto la misma norma demandada establece la
posibilidad de: “pedir y practicar pruebas de oficio o a petición del interesado sin requisitos especiales”, lo que no implica que al
interesado en la práctica de una determinada prueba se le impida el derecho de contradicción.
Para el Procurador General de la Nación: “una cosa es que contra el auto que niega una determinada prueba no proceda recurso alguno,
y otra muy distinta es que dentro de la páctica de la misma no se pueda ejercer el derecho de contradicción”.
Por su lado, la mayoría de los intervinientes, incluido el Ministerio Público, consideran que la norma es exequible, pues la restricción
contemplada en la norma es razonable al tratarse del procedimiento administrativo, cuya naturaleza supone la consideración de
principios relativos a la función de la administración. Explican que en este tipo de procedimientos resulta importante garantizar los
principios de celeridad y eficacia de la actuación del Estado en la relación con los ciudadanos, por lo que no resulta imperativo contemplar
todas y cada una de las etapas de los procedimientos judiciales. Explican que el procedimiento administrativo en su doble connotación,
como forma de desarrollar la función pública y como garantía de los ciudadanos en su trato con la administración, puede carecer de
etapas propias de otro tipo de procedimientos, como los judiciales, pues para ponderar estas dos dimensiones es posible que el
legislador al regular estos procedimientos sopese los intereses en juego y ceda en alguno de ellos.

Corresponde a la Corte Constitucional determinar si la improcedencia de recursos contra el acto que decide sobre la solicitud de pruebas
en una actuación administrativa vulnera el los derecho los derechos de defensa y contradicción, especialmente en lo relacionado con la
presentación y controversia de pruebas.
Ausencia de cosa juzgada.
La Sala constata que en la sentencia C-610 de 2012,1 el demandante pretendió la inexequibilidad parcial del artículo 40 del CPACA en
un escrito que censuraba exactamente el mismo fragmento normativo que la Sala deberá estudiar en este caso.
A pesar de ello, no se verifica la existencia de cosa juzgada constitucional, pues en esa oportunidad la decisión de la Corte fue inhibitoria.
La ausencia de certeza, explicó la Sala Plena, incidía también en la pertinencia y suficiencia de la demanda, pues la argumentación del
actor pasó por alto las diferencias relevantes entre los trámites o actuaciones administrativas y los procesos judiciales.
Un fallo inhibitorio, por definición, implica que la Corte se abstuvo de pronunciarse sobre la conformidad o inconformidad de una norma
con la Carta Política y, por lo tanto, no hace tránsito a cosa juzgada. En consecuencia, la sentencia C-610 de 20122 no constituye un
obstáculo para abordar el estudio del cargo propuesto en la demanda.

De la aptitud de la demanda.
El autor no demuestra de qué manera la aparente contradicción entre la posibilidad de aportar, pedir y practicar pruebas vulnera el artículo
29 de la Carta”
Pues bien, de conformidad con el artículo 2º del Decreto 2067 de 1992, las demandas de inconstitucionalidad deben cumplir requisitos
formales mínimos, que se concretan en (i) señalar las normas acusadas y las que se consideren infringidas, (ii) referirse a la competencia
de la Corte para conocer del acto demandado, (iii) explicar el trámite desconocido en la expedición del acto, de ser necesario; y (iv)
presentar las razones de la violación.
En ese orden de ideas, las razones de inconstitucionalidad deben ser (i) claras, es decir, seguir un curso de exposición comprensible y
presentar un razonamiento inteligible sobre la presunta inconformidad entre la ley y la Constitución; (ii) ciertas, lo que significa que no
deben basarse en interpretaciones puramente subjetivas, caprichosas o irrazonables de los textos demandados, sino exponer un
contenido normativo que razonablemente pueda atribuírseles; (iii) específicas, lo que excluye argumentos genéricos o excesivamente
vagos; (iv) pertinentes, de manera que planteen un problema de constitucionalidad y no de conveniencia o corrección de las decisiones
legislativas, observadas desde parámetros diversos a los mandatos del Texto Superior; y (v) suficientes; esto es, capaces de generar
una duda inicial sobre la constitucionalidad del enunciado o disposición demandada”.
En el asunto objeto de estudio, la Sala estima que la demanda sí cumplió con esas cargas, ya que debe recordarse que la exigencia
planteada en la jurisprudencia constitucional para estudiar un problema constitucional se concreta en que el peticionario formule al
menos un cargo concreto de inconstitucionalidad. Por ello, en este escenario opera el principio pro actione, o a favor de la emisión de
un pronunciamiento de fondo, siempre que las falencias de la demanda no resulten insuperables.
El Legislador se contradijo al establecer que los interesados pueden solicitar y aportar pruebas sin ningún requisito especial; y prescribir,
en la misma disposición, que no existen recursos para controvertir el acto que decida tales solicitudes. [carece de certeza] y aún si se
aceptara esa premisa, no resultaría pertinente, pues pretende que el Tribunal se encargue de la solución de una (supuesta) antinomia
legal, y no de defender la supremacía de la Constitución.
El debido proceso administrativo y la facultad de aportar y controvertir las pruebas.
“(…) el derecho al debido proceso se muestra como desarrollo del principio de legalidad, pues representa un límite al ejercicio del poder
público, y en particular, al ejercicio del ius puniendi del Estado. En virtud del citado derecho, las autoridades estatales no podrán actuar
en forma omnímoda, sino dentro del marco jurídico definido democráticamente, respetando las formas propias de cada juicio y
asegurando la efectividad de aquellos mandatos que garantizan a las personas el ejercicio pleno de sus derechos

La jurisprudencia constitucional ha definido el debido proceso como el conjunto de etapas, exigencias o condiciones establecidas por la
ley, que deben concatenarse al adelantar todo proceso judicial o administrativo.3 Entre estas se cuentan el principio de legalidad, el derecho
al acceso a la jurisdicción y a la tutela judicial efectiva de los derechos humanos, el principio del juez natural, la garantía de los derechos
de defensa y contradicción, el principio de doble instancia, el derecho de la persona a ser escuchada y la publicidad de las actuaciones y
decisiones adoptadas en esos procedimientos

En el ámbito de las actuaciones administrativas, el derecho al debido proceso hace referencia al comportamiento que deben observar las
autoridades públicas en el ejercicio de sus funciones, en cuanto éstas se encuentran obligadas a “actuar conforme a los procedimientos
previamente establecidos en la ley, con el fin de garantizar los derechos de quienes puedan resultar afectados por las decisiones de la
administración que crean, modifican o extinguen un derecho o imponen una obligación o una sanción

En el propósito de asegurar la defensa de los administrados, la jurisprudencia ha señalado que hacen parte de las garantías del debido
proceso administrativo, entre otros, los derechos a: (i) ser oído durante toda la actuación, (ii) a la notificación oportuna y de conformidad
con la ley, (iii) a que la actuación se surta sin dilaciones injustificadas, (iv) a que se permita la participación en la actuación desde su
inicio hasta su culminación, (v) a que la actuación se adelante por autoridad competente y con el pleno respeto de las formas propias
previstas en el ordenamiento jurídico, (vi) a gozar de la presunción de inocencia, (vii) al ejercicio del derecho de defensa y contradicción,
(viii) a solicitar, aportar y controvertir pruebas, y (ix) a impugnar las decisiones y a promover la nulidad de aquellas obtenidas con
violación del debido proceso

Su función es permitir un desarrollo adecuado de la función pública, persiguiendo el interés general y sin desconocer los derechos
fundamentales, bajo los principios orientadores del artículo 209 de la Carta Política. Ello explica, como lo ha señalado la Corte, que el
debido proceso administrativo deba armonizar los mandatos del artículo 29 Superior con los principios del artículo 209, ibídem.4 Y, en
términos concretos, que las garantías deban aplicarse asegurando también la eficacia, celeridad, economía e imparcialidad en la función
pública.

En el proceso administrativo existe una vinculación a dos mandatos constitucionales, que deben ser armónicamente satisfechos. De
una parte, las del artículo 29 Constitucional y de otra parte, las del debido proceso administrativo, definidas en el artículo 209 de la Carta
Política (y actualmente desarrolladas por el Legislador en el artículo 3º del CPACA). Por ello, el segundo es más ágil rápido y flexible.

El derecho a aportar y controvertir las pruebas, como componente del derecho fundamental al debido proceso.

El problema jurídico planteado en esta oportunidad atañe al derecho a presentar pruebas, el cual ha sido considerado como un
derecho fundamental autónomo, a la vez que una de las garantías del más amplio derecho al debido proceso [C-598 de 2011
Las pruebas son de gran importancia pues solo a través de una vigorosa actividad probatoria, que incluye la posibilidad de solicitar,
aportar y controvertir las que obran en cada trámite, puede el funcionario administrativo o judicial alcanzar un conocimiento mínimo de
los hechos que dan lugar a la aplicación de las normas jurídicas pertinentes, y dar respuesta a los asuntos de su competencia ciñéndose
al derecho sustancial
Debe el legislador prever que en los procesos judiciales se reconozcan a las partes los siguientes derechos: i) el derecho para
presentarlas y solicitarlas; ii) el derecho para controvertir las pruebas que se presenten en su contra; iii) el derecho a la publicidad
de la prueba, pues de esta manera se asegura el derecho de contradicción; iv) el derecho a la regularidad de la prueba, esto
es, observando las reglas del debido proceso, siendo nula de pleno derecho la obtenida con violación de éste; v) el derecho a
que de oficio se practiquen las pruebas que resulten necesarias para asegurar el principio de realización y efectividad de los
derechos (arts. 2 y 228); y vi) el derecho a que se evalúen por el juzgador las pruebas incorporadas al proceso.
La efectividad del derecho al debido proceso supone la posibilidad de que el administrado interesado en la decisión final que se adopte
con respecto de sus derechos e intereses, pueda cuestionarla y presentar pruebas, así como controvertir las que se alleguen en su
contra (CP, art. 29), pues, a juicio de la Corte, de esta forma se permite racionalizar el proceso de toma de decisiones administrativas,
en tanto que <ello evidentemente constituye un límite para evitar la arbitrariedad del poder público
Análisis de constitucionalidad de la norma acusada
Así, la facultad de aportar pruebas se mantiene en la norma citada (Artículo 40 CPACA) durante toda la actuación, e incluso al momento
de ejercer los recursos de reposición o apelación contra el acto definitivo, etapa en que el actor puede discutir la decisión que negó su
solicitud de pruebas y las consecuencias que esa determinación produjo en el acto administrativo definitivo. De igual manera, la
controversia sobre el material aportado se extiende hasta el momento en que se produzca ese acto definitivo, no suponen contradicción
alguna con el segmento demandado, como se indicó al analizar la aptitud de la demanda
El aparte acusado del artículo 40, CPACA, no imposibilita o prohíbe el ejercicio de los derechos de aportar pruebas y controvertirlas
durante la actuación administrativa, ni se proyecta inevitablemente en las decisiones ulteriores como propone el actor. La norma no
elimina los derechos de contradicción y defensa, sino que plantea una restricción a su ejercicio en un momento específico de la
actuación
La Corporación ha señalado que corresponde al Legislador establecer los recursos que operan en cada procedimiento, así como
adoptar la decisión de preservarlos, modificarlos o eliminarlos, y ello implica además el respeto por el principio democrático. Es decir,
por la soberanía del pueblo para adoptar las normas jurídicas a través de representantes elegidos por vía voto popular.
El estudio de idoneidad o adecuación en un test de razonabilidad leve se limita a indagar si potencialmente el medio escogido por el
Legislador puede llevar al fin que se propone alcanzar
Dentro de los tres niveles en que puede desarrollarse el test integrado (leve, intermedio y estricto), el examen leve de razonabilidad se
limita a establecer la legitimidad del fin y la adecuación de la medida para alcanzarlo. Ese análisis persigue principalmente la eliminación
de la arbitrariedad y el capricho en las regulaciones legislativas. Además, indicó la Corte en el fallo citado que este es el tipo de estudio
que debe aplicarse ordinariamente, pues privilegia el principio democrático, e indicó algunos escenarios específicos en los que debería
acudirse a este tipo de escrutinio, tales como el derecho tributario o, de manera general, los asuntos relacionados con la política
económica
En concepto de la Corte la medida escogida por el Legislador persigue un fin legítimo desde el punto de vista constitucional. Ese fin
consiste en dotar de especial agilidad a las actuaciones administrativas, lo que a su vez se asocia a la satisfacción de los principios de
eficiencia, eficacia y celeridad, propios de la función pública. En tanto el artículo 209 los define como los mandatos orientadores de esa
actividad, el Congreso de la República puede y debe adoptar medidas en procura de su eficacia. En ese sentido, y en atención al amplio
margen de configuración de los procedimientos administrativos con que cuenta el Legislador, la exclusión de recursos en esa etapa del
trámite es razonable.
Así las cosas, la norma objeto de censura permite que el trámite administrativo se adelante de manera ágil, sin que sea constantemente
suspendido o afectado por la discusión sobre la pertinencia, conducencia y utilidad de las pruebas. Y así satisface intensamente los
principios de economía, celeridad, eficacia, eficiencia. En otros términos, si durante toda la actuación pueden solicitarse pruebas, la
interposición sucesiva de recursos contra cada acto que resuelva esas solicitudes atentaría contra la diligencia del procedimiento, y
comportaría el empleo de recursos administrativos y temporales considerables.
En consecuencia, a la luz del test leve de razonabilidad la medida es legítima y adecuada, de manera que el actor no logró desvirtuar la
presunción de constitucionalidad que la ampara; la conclusión del análisis de razonabilidad es suficiente para declarar la exequibilidad
del enunciado demandado

RESUELVE

DECLARAR EXEQUIBLE la expresión “contra el acto que decida la solicitud de pruebas no proceden recursos”, contenida en el artículo
40 de la Ley 1437 de 2011 (Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo)

SALVAMENTO DE VOTO DEL MAGISTRADO


JORGE IVAN PALACIO PALACIO
La sentencia de la cual me aparto sostiene que el texto demandado no imposibilita o prohíbe el ejercicio de los derechos de aportar
pruebas y controvertirlas durante la actuación administrativa, ni se proyecta inevitablemente en las decisiones ulteriores, como tampoco
elimina los derechos de contradicción y defensa, sino que plantea una restricción a su ejercicio en un momento específico de la actuación
administrativa.

La imposibilidad de ejercer recursos contra el acto que decide sobre la solicitud de pruebas es desproporcionada y afecta los derechos
de defensa y de contradicción considerados componentes del debido proceso.

La potestad de configuración del legislador, así como el principio de celeridad en las actuaciones administrativas, no pueden servir de
argumento para desconocer las garantías mínimas propias del debido proceso que también se extiende a las actuaciones
administrativas

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