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EL MONSTRUO DE ARMENDARIZ

septiembre 16, 2017

El 12 de diciembre de 1957, fue


fusilado en Lima Jorge Villanueva Torres, ladrón de poca monta acusado de violar y
asesinar brutalmente a un niño de 3 años de edad. La prensa limeña lo bautizó como "el
monstruo de Armendáriz". Con ese infame nombre ha pasado a la historia como violador
de niños.

La triste verdad es que una ojeada al proceso judicial nos muestra un caso endeble, y la
historia en su conjunto se convierte en una patética alerta contra la pena de muerte. No
existieron pruebas válidas, solo simples indicios y testimonios sin peso. Tanto es así, que la
autopsia del niño nunca mostró indicios de violencia sexual y una moderna teoría introduce
la posibilidad de un accidente automovilístico.

El proceso estuvo cargado de racismo, deseo de venganza colectiva y el objetivo


exacerbado de limpieza social en una Lima conservadora, moralista y despiadada.

La infografista Carmen Gallegos acogió la tarea de realizar una info-crónica de estos


sucesos. Entrevistó a testigos de la época, entre ellos un médico legista y a un periodista, y
consultó el Archivo Histórico de El Comercio. En este último halló material muy interesante,
que nos maravilla e inquieta al mismo tiempo: nuestro diario participó, al igual que el resto
de la prensa limeña, en una campaña mediática repleta de especulaciones, que hacía eco
del clamor popular y que había sellado el destino de Jorge Villanueva mucho antes de que
se dictara su sentencia. Y para ello utilizó recursos gráficos audaces, como la
reconstrucción ilustrada del lugar del crimen, retratos hablados, foto-composiciones
señalando la celda del inculpado y su posible lugar de ejecución y, finalmente, cuando la
suerte estaba echada, el testimonio ilustrado de Nayo Borja, un dibujante del diario que,
según palabras aparecidas en la portada, "...presenció la ejecución de Jorge Villanueva
Torres para cumplir con su misión informativa (y) ha desarrollado esta composición gráfica
estrictamente ajustada a lo que vió".

El gráfico y la crónica fueron publicados el domingo 9. La dedicación con que se realizó el


trabajo responde a un intento de mea culpa, que reconoce la responsabilidad de la prensa
en la fabulación de un monstruo inexistente que, como reza el titular, fue "El Monstruo que
Lima creó".

PRESENTACIÓN DEL CASO

Transcurría el año 1954, en la ciudad capital de Perú, Lima; un turronero que trabajaba en
la calle Atahualpa, hoy Alberto Lafón, al cual le agradaban los pequeñuelos que jugaban
con él, un día le compró un dulce a un niño que siempre pasaba por la zona y cual le tenía
mucha confianza, a los siguientes dias el 09 de setiembre se anuncia en los medios de
comunicación de todo Lima la horrenda noticia:

- "El cadáver de Julio Hidalgo Zavala, un niño de tres años y medio, fue hallado en una
covacha en la Quebrada de Armendáriz, el cuerpo fue encontrado en posición decúbito
ventral, parece ser que un "anormal" haya violado al menor"

La gente que conocía la dudosa amabilidad del hombre turronero con aquellos niños de la
zona, les dieron muchas sospechas y junto con la prensa empezaron a declarar en contra
de aquel hombre y se inició su feroz cacería, es que aquel hombre coincidía con aquellas
descripciones de los policias:
- "Estatura baja, moreno, azambado y de ojos razgados".

Aquel hombre vivía con el miedo en la sangre por aquellas acusaciones de toda la gente,
se la pasaba errante ya que su persecución era diaria, hasta que fue hallado, una semana
después los medios de comunicación exponían como el asesino a Jorge Villanueva Torres;
después de una cruel tortura la prensa dio a conocer alegremente que aquel hombre lo
habían hecho confesar y que era dicho asesino.

Pasaron tres años de penurias para el dichoso "Monstruo de Armendáriz" así fue llamado
por la multitud limeña, su abogado tomó la defensa y logró que en un mes y medio se
retirara el cargo de violación, pero nadie le quitó a aquel hombre el sufrimiento que sentía
por las falsas acusaciones que se le tildaban, los magistrados lo condenaron a muerte por
homicidio, el miedo y el dolor inundaban mas su mente.

El 12 de diciembre de 1957 al promediar las 5:30 de una friolenta y nublada mañana, fue
llevado con mucha violencia a la Penitenciaría de Lima, situado en lo que hoy se conoce
como el Sheraton y el Centro Cívico, había sido insultado, golpeado, tratado como la peor
bestia del mundo, caminaba esposado, con un overol jean azul muy gastado y descalzo,
caminó hasta el patio donde sería ejecutado, Víctor Maurtua, quién era médico legista
presenció la ejecución colocándole un pedazo de cartón envuelto con un trapo negro en el
pecho para fijar la puntería, después de 10 minutos, dos balas impactaron el cuerpo de
aquel hombre dejándolo muerto en el pavimento con los ojos medio abiertos.

El protocolo de autopsia estableció que no había signos de violación; ahora solo queda
despejar la duda si es que se trató de un crimen.

CRONOLOGIA DEL CASO

a) En la mañana del 8 de setiembre, dos jóvenes estudiantes que recorrían la quebrada


de Armendáriz quedaron pasmados ante un sobrecogedor hallazgo. El cuerpo sin vida de
un niño de tres años, con huellas de haber sido golpeado en la cabeza, se encontraba en
una covacha de Barranco. El horror se divulgó rápidamente por las calles. El lugar se
colmó de policías, periodistas y curiosos. Un hombre de mediana estatura, delgado y de
bigotes ralos se acercaba. Era el albañil Abraham Hidalgo. Desde la noche anterior estaba
buscando a su pequeño hijo Julio Hidalgo Zavaleta.

b) Se abrió paso entre el tumulto. Ya cerca, solo su grito de dolor despertó la avidez de
los reporteros y de los detectives. Era su hijo.

c) Al día siguiente, los canillitas voceaban titulares de los diarios que divulgaban el crimen
de la quebrada. En las radios el crimen era motivo de comentarios que se repetían en
buses, esquinas y bodegas.

d) Todos exigían a la Policía la captura del homicida. Los padres de familia temían por la
suerte de sus hijos. Decenas de guardias civiles y republicanos se desplazaban por las
calles barranquinas indagando y buscando una pista para dar con el criminal. Hubo
redadas en bares, billares y en cantinas del hampa limeña. La población comenzó a
presionar: quería un culpable. "Era un sujeto negro y alto... me compró 20 centavos de
turrón para el niño. yo lo puedo reconocer". El turronero Ulderico Salazar.

e) Días después, un vendedor de turrones de nombre Ulderico Salazar Bermúdez se


convirtió en el principal testigo. Aseguró a los agentes que había visto a un individuo de
raza negra que se llevaba al niño por la quebrada de Armendáriz.

f) Salazar declararía después a la prensa: "Logré identificarlo porque tenía un dedo


torcido, como el hombre que me compró el dulce para Julito". Desde ese momento, Jorge
Villanueva Torres, conocido como el 'Negro Torpedo' fue bautizado por la prensa nacional
como el 'Monstruo de Armendáriz'. "Yo he cometido muchos delitos... he sido un hombre
malo... pero este, este crimen no me pertenece". Jorge Villanueva Torres.

g) La tarde del 14 de setiembre, un puñado de detectives informó a sus superiores que


Jorge Villanueva había admitido ser el autor del crimen. Fue confinado en la Penitenciaría
Central, una cárcel situada en aquel entonces en el Paseo de la República. Los diarios y
las radios seguían azuzando el fuego del odio colectivo contra Villanueva. Debía morir. "La
ley es dura, pero es la ley". Leonidas Velarde Álvarez, fiscal de la Corte Suprema.

h) Pero el testimonio del turronero fue demoledor. Juró que Villanueva era el hombre que
llevaba al niño a la quebrada. Villanueva se defendió como pudo. Afirmó que los policías lo
habían obligado a autoculparse. Nadie creyó en su palabra, pues durante la audiencia
mostró ser un tipo rebelde, díscolo, conflictivo y contestón.

i) El 7 de octubre de 1956 fue llevado por última vez al Palacio de Justicia. Después de
dos años de juicio en el Tercer Tribunal Correccional decidió emitir su fallo: la pena de
muerte.

ANÁLISIS DEL CASO

El proceso se inició en el Tercer Tribunal Correccional de Lima, integrado por los doctores
Octavio Santa Gadea, presidente, Octavio Torres y José Merino Reina.

Pasaron tres años de su juicio, cuando a pedido de Jorge Villanueva, el abogado Carlos
Enrique Melgar tomó la defensa, este era un joven abogado samarquino, que trato de
demostrar que su cliente era inocente, habiendo logrado que, en solo un mes y medio, se
retire el cargo de violación. Los fundamentos de la defensa fueron que la confesión ante las
autoridades policiales se dio porque hubo presión de tipo moral, y que el hecho de hallar al
menor a medio vestir se ha aseverado el tipo de delito, pudiendo haber sido víctima de un
indolente chofer, quien luego de arrollarlo pudo haberlo llevado hasta el lugar donde lo
hallaron, produciéndose la asfixia por la acción inconsciente del propio menor.

El testimonio del turronero fue demoledor, este juro que Villanueva fue el hombre que
llevaba al niño a la quebrada, Villanueva se defendió como pudo, afirmo que los policías lo
habían obligado a auto culparse, nadie creyó en su palabra, pues durante la audiencia
demostró ser un tipo rebelde, díscolo, conflictivo y contestón

En el banquillo del acusado, el “Monstruo de Armendáriz” lloro amargamente, sus


expresiones fueron de desesperación cada vez que los magistrados levantaban la mano
señalándolo como criminal, este manifestaba: “yo no podría matar a un chiquito”.
En los rostros de los jueces y Fiscales no se reflejó el menor gesto de piedad por el
“Monstruo de la quebrada”; periodistas, fotógrafos y curiosos que siguieron paso a paso las
incidencias de los últimos debates, centralizaban sus miradas sobre las caras de los
magistrados cada vez que lloraba el acusado. Hubo silencios prolongados que esperaban
una reacción que tardó en llegar.

El 08 de octubre de 1956 se llegó a sentencia, los magistrados, sometidos a la presión


popular, lo condenaron por homicidio a la pena de muerte, de acuerdo con el Decreto Ley
N° 10976, de fecha 25 de marzo de 1949, emitida por la Junta Militar de Gobierno
encabezada por el general Manuel Odría, que modificaba el Código Penal de 1924.Se fijó
nuevas causales para aplicar pena de muerte, extendiéndose la sanción al que matara a su
ascendiente, descendiente o cónyuge, así como al que asesinara por ferocidad, gran
perfidia, lucro o para facilitar u ocultar otro delito.

Fue bajo este régimen que se ejecutaron los tres únicos casos de fusilamiento de
individuos violadores de niños, y en aplicación del artículo 152º del Código Procedimientos
Penales, puesto que según el protocolo de autopsia de la víctima nunca hubo violación.

Al leerse la sentencia, Villanueva estallo en ira, trato de agredir a los magistrados, fue
maniatado, luego con voz quebrada, el sentenciado insistió en su inocencia, este
manifestó: “Yo he cometido muchos delitos…he sido un hombre malo…pero este crimen no
me pertenece”.

La sentencia de primera instancia fue confirmada el 09 de diciembre de 1957,


manteniéndose la pena capital para Villanueva por los delitos de rapto y homicidio en
agravio del menor Julio Hidalgo Zavala, delito contra las buenas costumbres en agravio de
Alonso Navega y delito contra la libertad individual en agravio de Donato Marcelo Rojas y
Julio Araveña.
El fallo decía a la letra: “Con inequívoca certeza de que es agente responsable de
excepcional peligrosidad y conducta inmodificable se reclama la más severa sanción”.

El abogado defensor, Dr. Carlos Enrique Melgar, pese a sus planteamientos doctrinarios y
legalistas perdió la causa. En vano recurrió al Congreso en la demanda

del derecho de gracia que contemplaba el artículo 123 de la Constitución del Estado.

El Parlamento no se pronunció debido que al computarse el quórum de la sesión del


Congreso que había sido convocada para revisar el pedido de gracia formulado por la
defensa de Villanueva Torres solo respondieron diecinueve senadores, por lo que se
levantó la sesión

"Con indicios no se condena a muerte. No hay convicción, miente el turronero. En caso de


duda hay que estar a lo favorable al reo, ¡Indubio pro reo!", (Carlos Enrique Melgar/
Abogado defensor)

CONCLUSIONES

Los medios que se habían encargado de estar al tanto de cualquier novedad en este caso
que había conmocionado a la opinión pública se interesaron por relatar los últimos
momentos de vida de Villanueva Torres.

Las últimas catorce horas de vida del “monstruo de Armendáriz” son una serie de protestas
de inocencia y de acusación a la justicia, el Juez Carlos Carranza Luna fue el encargado de
notificar a Jorge Villanueva Torres de que la Corte Suprema había dado el fallo definitivo,
confirmando la pena de muerte, señalando: “vengo a anunciarle que la condena de muerte
ha sido confirmada y que será fusilado”. El juez pronuncio esas frases que temblaban y su
rostro estaba pálido completamente. La actitud de Villanueva fue serena, había una
tranquilidad rara en él

Al promediar las 5:30 a.m. del 12 de diciembre de 1957, de una friolenta y nublada
mañana, fue llevado con mucha violencia a la Penitenciaría de Lima, situado en lo que hoy
se conoce como el Sheraton y el Centro Cívico, había sido insultado, golpeado, caminaba
esposado, con un overol jean azul muy gastado y descalzo, caminó hasta el patio donde
sería ejecutado, Víctor Maurtúa, quién era médico legista presenció la ejecución, fue
amarrado a un poste de madera con una soga.

A las 5.38 a.m. se hizo presente en el patio el pelotón de fusilamiento compuesto por ocho
soldados de regimiento de la guardia republicana, al mando del alférez Orlando Carrasco, y
cuando el pelotón de fusilamiento iba a hacer fuego, grito: “soy inocente, yo perdono a
Uds.… pero a el- dirigiéndose al Juez- asesa…. Y una descarga cerrada corto las frases,
68sonaron ocho disparos, impactaron tres disparos en su cuerpo, Carrasco se acercó y de
acuerdo a ley le proporciono el tiro de gracia, acabando todo a las 05.40 a.m., hora en que
los médicos constataron su muerte y el cadáver se bajó del poste, colocándolo en un ataúd
de madera negra, luego de lo cual levantaron el acta de fusilamiento de acuerdo al
procedimiento ordinario

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