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TUS PALABRAS PUEDEN LASTIMAR

“Los adultos debemos recordar que cada frase que digamos a los niños sobre ellos o sus
conductas son DECRETOS.”

– Aura Medina de Wit

“Me enfermas.”

“¡Eres igualito a tu padre!”

“Eres un desastre, nunca vas a cambiar.”

“Qué malagradecido eres, no mereces nada…”

Nuestras palabras expresan nuestro poder creativo. A través de ellas proyectamos ante el
mundo quienes somos.

Los niños pequeños ven a sus padres como sus “dioses”. Lo que la madre o el padre dice,
para ellos es VERDAD.

Este ejercicio se llama LIMPIA TUS DECRETOS. Se trata de cambiar decretos limitantes por
empoderantes:

1.- HAZ UNA LISTA de las frases que usas cuando estás molest@, desesperado o actuando
desde el miedo con tu hijo.
2.- REFLEXIONA. ¿De dónde vienen estas palabras? ¿Cuándo las escuchaste por primera
vez? ¿Para qué realmente las dices? ¿Qué efecto han tenido en tu vida, qué efecto tienen en
la vida de tus hijos? ¿Estas palabras limitan, restan poder, o liberan?

3.- SEPARA. ¿Cuando usas una frase que limita, te refieres a la acción o a tu hijo? Ejemplo:
“eres un desastre” vs. “tu cuarto está hecho un desastre”. Cuando defines a tu hijo como “un
desastre”, en lugar de lograr que recoja su cuarto, estás logrando que se defina a sí mismo
como “desastre”. Después de todo, “mamá/papá es grande y siempre tiene la razón”.

4.- TRANSFORMA. Si consideras que limitan o restan poder, ¡transfórmalas! Ejemplos:

“Eres un desastre, límpialo ahora mismo o te quedas sin tele un mes.”

“Este cuarto está hecho un desastre, límpialo… (después de que limpia) ¿Ves que puedes
lograr lo que te propones?”
Prepara estos diálogos para cada situación que anotaste en el primer paso. Internalízalos para
que cuando surja la oportunidad actúes de la mejor forma.

Tus palabras pueden lastimar o crecer el sentido de valor personal en tus hijos. Este sentido
es muy importante en la vida de cualquier persona, ya que nadie puede recibir más de lo que
siente que merece.

Con todo el cariño,

AUTOESTIMA

A lo largo de estos años después de haberme separado y haberme sumergido en cualquier


cantidad de cosas para sanar mis heridas me di cuenta que lo que me había hecho falta
siempre había sido autoestima. Nunca me quise lo suficiente y por eso permití muchísimas
cosas que me lastimaron profundamente.

Autoestima significa amor propio, significa no permitir que te hagan lo que nunca permitirías
que le hicieran a tu mejor amigo. Significa no hablarte como nunca le hablarías a tu persona
más querida. Significa perdonarte por los errores que cometes y verte al espejo con amor y no
con ojos críticos como si fueras una persona haciendo casting para Miss Universo. Significa
no traicionarte. Aceptar tus emociones y hacer buen uso de ellas…

Me di cuenta que una de las herramientas más poderosas para tener éxito en todo, en el
trabajo, trabajar haciendo lo que te gusta, tener relaciones sanas y armoniosas, elegir una
buena pareja es tener una sana autoestima.

Así que empecé de inmediato a ver la forma de mantener una sana autoestima en mi hija de 9
años, a pesar de el hecho de que su papá vive lejos y lo ve muy poco, a pesar de que ella
piensa que su papá no la quiere lo suficiente, para mi es súper importante mantener su
autoestima lo más sana posible.

Una de las cosas que hago es conectar con ella todos los días jugar, platicar, reír, estar muy
atenta para evitar provocar que ella se traicione, y estar presente para siempre escuchar lo
que tiene que contar, si algo le causa tristeza, miedo ,etc. . Además decidí experimentar
algunas cosas para el ritual de la noche:
1. Durante el cuento del Niño preguntarle algo que haya logrado en el día.
2. Mencionar que le gusta de ella
3. Le di a elegir una piedra , esa es la piedra de la gratitud y todas las noches la toma en su
mano y piensa en todas las cosas por las que siente agradecimiento( ella dice que hacer esta
actividad además le da paz )

1. Durante el cuento del Niño preguntarle algo que haya logrado en el día. (Aprende aquí esta
maravillosa técnica, “El cuento del niño”
2. Mencionar una habilidad o cualidad
3. Mencionar que le gusta de ella
4. Le di a elegir una piedra , esa es la piedra de la gratitud y todas las noches la toma en su
mano y piensa en todas las cosas por las que siente agradecimiento (ella dice que hacer esta
actividad además le da paz )

El primer día le costó trabajo hablar de sus logros, habilidades, cualidades y agradecer algo.
Pero con el paso de los días es más fácil para ella reconocer sus logros ,habilidades,
cualidades, y cada día ve más cosas que agradecer. Así poco a poco irá nutriendo su
autoestima y me encanta ver como se le ilumina la cara cuando encuentra que todos los días
logra algo.

Con cariño,

Idalia Pinto

CONFIANZA

¿Confiar significa: – obedecer ciegamente? – creer todo lo que te dicen? – ser un libro abierto
siempre? – atreverse a hacer cualquier cosa? – rara vez sentir miedo?

El diccionario nos dice que “confianza” significa:

1- Esperanza firme que una persona tiene en que algo suceda, sea o funcione de una forma
determinada, o en que otra persona actúe como ella desea.

2- Seguridad, especialmente al emprender una acción difícil o comprometida. El término


confianza quiere decir “puedo fiarme en mi/su naturaleza”. Implica que puedes contar contigo
mismo, o con aquello con lo que te relacionas en un momento determinado, para realizar una
acción. La confianza tiene dos aspectos básicos: – La auto confianza: la seguridad y el ánimo
que tiene una persona en realizar cierta acción. – La proyección: el grado de certeza sobre la
acción o comportamiento de lo que está afuera (personas o cosas). Es una proyección de la
auto confianza, porque está basada en la evaluación subjetiva del comportamiento esperado,
y del grado en el cual la persona está dispuesta a confiar en su evaluación.

Ejemplo: Si estás cruzando un tronco sobre un precipicio, debes tener una enorme confianza
tanto en tu equilibrio (auto confianza) como en la fortaleza del tronco (proyección). Porque, en
este ejemplo, tu vida está en juego.
En cada etapa de nuestra vida, desde que llegamos al mundo hasta que nos vamos, vivimos
experiencias que nos ayudan a adquirir o perder confianza, tanto en nosotros mismos como
en nuestro entorno. Entender cómo se construye la confianza es fundamental para el
desarrollo sano y óptimo de nuestros hijos.

Este es un tema tan amplio como profundo. En este artículo compartimos contigo los 6
elementos para nutrir la confianza:
1.- Crea un ambiente seguro. Los golpes y accidentes generan miedo. Si suceden mucho el
niño se retirará del ambiente para protegerse. Recuperar la confianza puede ser difícil
después.

2.- Provee experiencias que tengan resultados positivos. IMPORTANTE: la confianza sólo
crece a través del logro, no del fracaso. Habrá fracasos, sí. Pero si el fracaso es constante, el
niño desistirá. Mide el tamaño del reto, cuida que sea estimulante y adecuado.

3.- Estimula a que tome riesgos. Una vida 100% segura no ayuda a crecer. Invítalo a que haga
cosas nuevas: probar nuevas comidas, actividades, amistades, etc. OJO: riesgo y peligro no
son lo mismo. Correr la bici implica riesgo. No usar casco expone al peligro.

4.- Ayuda a que cree una relación sana con el miedo. El miedo es una emoción natural y muy
importante. Ayuda a calcular riesgos y a notar el peligro. Pero puede ser un aliado, o volverse
el enemigo que paraliza ante el reto. No se trata de quitar el miedo. Más bien de aprender a
escuchar su mensaje y usarlo para avanzar.

5.- La frustración es buena y necesaria. Antes de generar un logro importante, el niño se


frustrará intentando. Es muy importante acompañarle y ayudarle a manejar su frustración. De
nada sirve que sea muy bueno en algo, si cuando fracasa se paraliza y no lo vuelve a intentar.
La mayoría de los adultos desisten de sus sueños porque le temen demasiado al fracaso y a
la frustración. Cuando se haga amigo de la frustración, su auto confianza crecerá
enormemente.
6.- La práctica hace al maestro. A los niños pequeños les encanta repetir. De no ser así, no
hubiésemos aprendido a caminar. La repetición ayuda a que domine las destrezas que está
adquiriendo, hasta que confía plenamente en sus habilidades. Estimula a que su abanico de
experiencias sea muy amplio, que domine muchas cosas distintas.

No necesitas ser psicólogo para saber si tu hijo necesita fortalecer la confianza en algún área
de su vida. Observa que le sucede. Date cuenta de qué posiblemente pusiste tú, o qué
modelaste, para que él/ella se sienta inseguro en esa área. ¿Qué necesita transformar para
dar el paso? Traza un plan de acción y ¡manos a la obra!

COMO LOGRAR UNA INFANCIA FELIZ

La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPad) ofrece un decálogo


para una infancia feliz y disfrutar de la crianza de tu hijo. Aquí te lo compartimos:
1. Demuestra siempre a tu hijo lo importante que es para ti. Exprésale tu amor incondicional a
cualquier edad con palabras, sonrisas y gestos: besos, abrazos, caricias,…

2. Cuida de su salud y ayúdale a crecer sano. Tú eres su modelo. Enséñale estilos de vida
saludables en alimentación, actividad física, sueño, higiene,… y también en cómo vivir sus
emociones. Usa el sentido del humor.

3. Dedícale tiempo a diario. Juega y disfruta con él, sin dirigir mucho sus gustos o
preferencias. Procura que tenga tiempo libre, a su aire. Y disfrutad juntos de la naturaleza.

4. No hace falta acumular cosas materiales. El tiempo que le dediques, la educación y los
valores que le trasmitas serán tu mejor herencia.

5. Educa con cariño. Elogia lo que hace bien y también los esfuerzos por intentarlo. Ponle
normas que pueda y deba cumplir: pocas, claras y adaptadas a cada edad. Enséñale lo que
está mal, sin violencia, castigo ni humillación.

6. Estimula y apoya su aprendizaje. Fomenta su autonomía desde pequeño para las


actividades cotidianas, como vestirse, lavarse o comer. No le des todo hecho. Es bueno que
poco a poco vaya teniendo sus responsabilidades.

7. Escucha y dialoga con tu hijo desde pequeño. Muestra interés por su mundo, adáptate a los
cambios normales de cada edad y acéptalo y valóralo como es: único y diferente a los demás.
8. Trasmítele seguridad, tranquilidad, confianza. No fomentes miedos artificiales, apóyale y
ayúdale a entender sus propias emociones. Así fortalecerá su autoestima, su motivación y
capacidades.

9. Déjale ser niño. No le hagas partícipe antes de tiempo de las preocupaciones de los
adultos. Pero no le ocultes los hechos importantes de la vida. Enséñale y ayúdale a entender
que la enfermedad, el dolor o la muerte existen y forman parte de ella.

10. Favorece las relaciones con la familia y los amigos. Lo acompañarán a lo largo de su vida.
Ayúdale a ponerse en el lugar de los otros. Aprenderá a convivir y amar.

5 TIPS PARA CRIAR HIJOS RESILIENTES

La niñez no es exactamente una etapa libre de estrés. Los niños hacen exámenes, cambian
de casa, escuelas, hermanos nuevos; se enfrentan con acoso escolar, divorcio,
enfermedades, y ocasionalmente se pelean con sus amigos…

Llamamos resiliencia a la capacidad de afrontar estas situaciones. Es un aspecto


fundamental de la personalidad, y como padres necesitamos ayudar a nuestros hijos a saber
cómo resolver los problemas más estresantes y complejos que enfrentarán conforme crecen.
Es común que queramos evitarles dolor y ayudarles a resolver sus vidas, pero hay que tener
cuidado. Cuando le resuelves todo, mandas un mensaje muy desempoderante: es como si le
dijeras “Hijo, no confío en tu capacidad para hacerlo, no podrás por ti mismo.”
Esto no significa que se tenga que convertir en un adulto pequeño y hacer todo por sí mismo.
Es importante que sepa que cuenta contigo, que puede pedir ayuda y que no está solo. Pero
no SIEMPRE podrás estar ahí, por lo tanto tu trabajo es enseñarle a manejar la incertidumbre
y a resolver problemas por sí mismo.

Por eso hoy compartimos contigo estos 5 tips para criar hijos resilientes:

1) No le resuelvas todo, ayúdale a hacerlo por sí mismo. Cada vez que intentas proveerle
comodidad y certeza, estas interviniendo en su capacidad de que lo resuelva por sí mismo.

2) No elimines todo el riesgo. Es natural que como padres tratemos de evitar el peligro a
toda costa. Pero eliminarlo por completo no sólo es imposible, si no que le limita la posibilidad
de obtener resiliencia. Ejemplo: para poder dominar la bicicleta, probablemente tendrá que
enfrentarse a un par de caídas y raspones. OJO: riesgo no es lo mismo que peligro.
3) ¿Cómo sí? Enseñarle a resolver los problemas por sí mismo es de vital importancia.
Enséñale a tu hijo a encontrar la manera, siendo un Padre Mentor. Dale la oportunidad de
descubrir qué funciona y qué no. Acompáñalo, pero no lo resuelvas tú. Déjalo cometer errores
– es muy importante – y ayúdale a perseverar hasta solucionarlos. Permite que descubra y
cree, no importa cuántas veces se equivoque. Sé paciente, observa, hazle preguntas para
abrir su mente a nuevas opciones.
4) Enséñale habilidades concretas. Todos tenemos áreas de oportunidad. Es importante
que aprendamos destrezas que nos ayuden a superarlas. Esto no significa ser experto en
todos las áreas de la vida, pero mientras más destrezas distintas tenga, más confianza
desarrollará.
5)Evita la paranoia. Los padres ansiosos tienden a enseñar utilizando el miedo como recurso.
Ejemplo: “Tienes que aprender a nadar para que no te ahogues.” La invitación es a que
sueltes esa angustia. Invita a tu hijo a aprender cosas nuevas por el gusto y la emoción de
hacerlo, y no por el miedo o el peligro de no lograrlo. Ejemplo: “Nadar es muy divertido, te va a
encantar.”
La paternidad es un camino de crecimiento constante. Admitir no tener todas las respuestas ni
el conocimiento es importante para poder hacerlo cada vez mejor. Los niños resilientes tienen
mayor capacidad para superar los retos y los obstáculos de la vida. Se reponen más rápido de
las caídas y aprenden de sus errores. Por eso es tan importante que nosotros como padres
también lo seamos, y les ayudemos a serlo.

LES ESTAMOS ROBANDO SU INFANCIA

Ayer fue un día mágico en casa. No es que los demás no lo sean, sin embargo ayer fue
mágico porque la propuesta fue: no hacer NADA.

Y en ese espacio en blanco, en donde no había ninguna actividad planeada, ningún paseo
sofisticado o diversión ya provista, la creatividad, las risas, el movimiento y la energía no
paraban de brotar.
Este día mágico atrajo (sin ni siquiera planearlo) a los amigos de mi hijo a casa. Fue
maravilloso simplemente estar, observar y disfrutar su expansión.
Inventaron juegos, descubrieron fuerzas que no sabían que tenían al componer la bici que
llevaba un año arrumbada y desafiaron sus propios miedos.
El juego libre les da la posibilidad de ir más allá que con cualquier otra actividad. En esa
simple pero tan potente actividad el niño se crea a sí mismo, descubre sus habilidades y
enfrenta sus limitaciones. Reta su potencial y expande su mundo interno.

Poder acompañar a los niños en ese espacio tan único es un gran regalo, pero acompañar no
significa manejar o crear el juego. Significa simplemente estar, dejarse llevar y fluir con sus
propuestas, bañarse con su imaginación y no imponer nuestras construcciones adultas.
Podríamos suponer que por ser adultos ya lo sabemos todo y que por lo mismo, el niño debe
seguir nuestras reglas y nuestros juegos de la infancia. Pero el juego es mágico cuando en
lugar de intervenir, simplemente nos acoplamos y dejamos que el juego sea realmente libre.
Un niño de 7 años necesita el juego para construir las reglas (de hecho tarda más tiempo
diciendo las reglas del juego y describiendo el entorno que jugando) y el bebé descubre el
poder de su piernas cuando se agacha para esconder su carita y jugar a desaparecer. El
adolescente mide su fuerza y su destreza cuando corre la bicicleta y juega futbol… y así cada
etapa y cada juego tiene su función y su importancia.
Pero ¿a qué hora juegan nuestros niños? Para muchos ya no espacio para esta actividad tan
importante. No sólo no hay tiempo, ahora los niños casi no salen a jugar. A veces es por
seguridad, en otras ocasiones es por la prisa en la que vivimos, y la mayoría por estar
hipnotizados por las creencias limitantes sobre el futuro de nuestros hijos…”Qué tal que no
estén lo suficientemente preparados… Lo más importante es llenar sus cerebros de
información… Que sean los mejores músicos, atletas, artistas… Por qué no, que sean todo lo
que yo no fui…”
Sin darnos cuenta les estamos robando lo más valioso que tienen, SU TIEMPO, SU
ESPACIO CREATIVO, SU INFANCIA…
Por eso recuerda que el juego promueve:
DESARROLLO: El juego creativo potencia su desarrollo físico, emocional y social. Le permite
aprender a través de la investigación, la experiencia y el descubrimiento.
A través del juego, el niño desarrolla los sentidos, a la vez que descubre las leyes físicas,
socializa y se descubre a sí mismo. Es en el juego donde el niño, de manera espontánea,
evoca las actividades de los adultos y comprende el mundo en el que vive
APRENDIZAJE: la actividad principal de los niños es jugar, y es el elemento fundamental del
aprendizaje. Jugar significa estar en un proceso creativo. Al jugar los niños están
continuamente creando y recreando escenas de la vida cotidiana e integrándolas a su
desarrollo.
SEGURIDAD: El juego permite la libre expresión, la repetición y la conexión profunda con su
corazón. Esto le da la seguridad y confianza para desarrollar todo su potencial. La curiosidad,
la imitación y la felicidad que el juego brinda permite que el niño crezca continuamente y se
sienta seguro de sí mismo
Por esto, proporciona a tu hijo un ambiente en el que pueda desarrollar una de las actividades
más importantes de su vida (si no es que la más importante) EL JUEGO. Bríndale espacio
para que lo haga, no lo atiborres de actividades que lo desconectan de su desarrollo, y por
último, no olvides de realizar actividades dignas de ser imitadas, recuerda que la imitación es
el primer agente de aprendizaje y al niño pequeño le encanta recrear su entorno en el juego.
Jugar es una de las experiencias primordiales en la vida, y está íntimamente relacionada con
el crecimiento, la salud y el bienestar de los niños. Junto con la capacidad de imitación del
niño existe otra muy importante: la profunda sabiduría que guía cada paso de su desarrollo.
Todo niño sano sabe cuándo darse la vuelta y cuándo incorporarse. ¿Cómo sabe qué hacer?
Ni se lo enseñan ni lo aprende por imitación. Más bien se trata de una profunda sabiduría que
hay en el interior de cada niño que le guía a través del camino de su desarrollo y crecimiento
físico. Esta sabiduría, le ayuda a seleccionar los escenarios de juego que necesita para
alcanzar los siguientes pasos de desarrollo, incluyendo aquellos que se necesitan para sanar.
Los niños a menudo recurren al juego simulado para resolver los problemas que les molestan.
Puede que no sean capaces de expresar el problema a través de un lenguaje verbal, pero lo
expresan en el juego.
Es muy importante que el juego siga siendo un elemento central de la infancia. Poco a poco
ha ido desapareciendo el juego, al mismo tiempo que aparecen nuevas enfermedades físicas
y mentales. Así que por el bien de los niños en la actualidad, y por el bien de su futuro y del de
nuestra sociedad, debemos hacer todo lo que podamos para restablecer el juego y protegerlo.
Por último, cuéntame, ¿A qué juegan tus hijos? ¿Qué tanto tiempo tienen para hacerlo? ¿Se
dan oportunidad de jugar libre y espontáneamente? ¿Ves la importancia que el juego trae a
sus vidas?
Con cariño
Gaby

PREMIO Y CASTIGO
“Si te sacas 10 te compro un celular.”

“Si recoges tu cuarto te dejo ir al cine con tus amigos.”


“Te quedas sin tele y sin XBox todo el mes por lo que hiciste.”

3 razones por las que el sistema de premio/castigo no funciona a la larga:

1.- Mata la auto motivación. El niño aprende a que para moverse hay que ponerle una
zanahoria enfrente, como a un caballo. Si no hay zanahoria, ¿para qué lo hago?

2.- Quita el poder personal. “No lo hago por mí, lo hago para complacerte a ti.” El niño se
desvincula de las razones reales por las cuales hacer una tarea es importante.

3.- Lastima las relaciones. Los premios y/o castigos vienen de ti hacia el niño. El niño pierde la
relación entre sus acciones y sus resultados. Cuando usas premios/castigos, le quitas el valor
a su resultado, porque el valor se lo asignas tú.
¿Qué hacer en su lugar? Compartimos varias maneras de apoyar a que el niño aprenda sin
necesidad de premios/castigos:

1.- Consecuencia natural. Toda acción tiene consecuencias, positivas o negativas. Ayudarle a
que las comprenda y las asuma lo vuelve responsable de sus actos. ¡No más zanahoria!
2.- Tomar las riendas. Ayúdale a entender las razones por las cuales es importante para él/ella
hacerlo. Si no aprende a tomar las riendas, acabará dándoselas a alguien más (aún de adulto,
¿te sucede?).

3.- Acompaña. Se vale que cometa errores y que aprenda de ellos – de hecho, así aprende
mucho más. Está presente y apoya hasta que lo logre.
4.- Reconoce. No como una forma de premiar, sino para ayudarle a registrar su avance y su
logro. Cuando te enfocas en el arroz negro, pierdes de vista todo lo blanco que sí hay.

Y lo más importante: no importa cuan bien o mal consideres que esté portándose o
trabajando, NO NEGOCIES CON TU AMOR. Sé una fuente constante de amor incondicional,
aún cuando haga cosas para poner tu amor a prueba.

¿Qué te ha funcionado a ti? Seguramente hay muchas otras estrategias — COMPÁRTELAS


aquí con los Padres de Ahora.

ERES PACIENTE O TIENES PACIENCIA


La palabra paciencia proviene del latín pati que significa sufrir; al castellano se introdujo
como patiens para los enfermos con el significado “el que sufre”. Actualmente es considerada
como una virtud de una persona que a pesar de las dificultades sabe esperar con calma a que
las cosas se resuelvan.

Poniéndonos en el contexto de la paternidad, muchos consideran que lo que más nos hace
falta a los padres es paciencia. Sin embargo, teniendo en cuenta el origen de la palabra, no
creo que lo que nos haga falta a los padres sea sufrir, sino todo lo contrario, creo que lo que
nos hace falta es dejar de someter a nuestros hijos a sufrimientos innecesarios, como, por
ejemplo: constantes luchas de poder, regaños y castigos por no cumplir nuestras expectativas,
someterlos, humillarlos, no valorarlos, no escucharlos, no tener en cuenta sus sentimientos y
opiniones, entre muchas otras cosas. En este sentido, los que deberían ser pacientes son
nuestros hijos o ¿no?

Ahora, si nos vamos al significado que se le da actualmente a la palabra paciencia, ¿cuántos


de nosotros como padres sabemos ESPERAR CON CALMA a que las cosas se resuelvan?
Siendo sinceros, ¿quién toma con calma un berrinche? ¿quién toma con calma el ritmo al que
nuestros hijos hacen las cosas? ¿quién toma con calma una mala calificación, un mal
comportamiento, una objeción o transgresión de un límite? Teniendo esto en cuenta, ahora sí
creo que estarás de acuerdo conmigo en que la virtud que más nos hace falta practicar a los
padres sí es la paciencia.

Poniéndonos literales con lo dicho hasta el momento, si nuestros hijos están siendo
“pacientes” (pues son los que “sufren”) y a nosotros nos falta ejercer la paciencia (pues no
sabemos cómo esperar con calma), ¿qué podríamos hacer para asumir responsablemente
nuestro rol como padres y dejar de causar daño a nuestros hijos? Creo que el ejercicio de la
paciencia como padres debería enfocarse en los siguientes puntos, para dejar de tener hijos
pacientes y lograr tener hijos sanos y saludables:

1. Respetar cada etapa de crecimiento y desarrollo de nuestros hijos


2. Disfrutar de nuestros momentos con ellos, sin condiciones, juicios ni críticas
3. Acompañar y validar sus emociones, opiniones, e individualidad
4. Enseñarles y modelarles cómo asumir responsabilidad por su vida y sus acciones
5. Permitirles caer y errar para que puedan de ello aprender y crecer

El fin último de la paciencia debería ser esperar con calma recorrer el camino de la vida, para
disfrutar de cada momento, para aprender de cada evento, para tener la oportunidad de
decidir a cada instante quién ser y cómo hacerlo… Tus circunstancias no determinan tu vida,
sino lo que tu hagas y crees a partir de ellas. Y para cerrar una pregunta ¿Hoy quieres seguir
siendo “paciente” o te gustaría aplicar “la paciencia”?

Con cariño,

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