Está en la página 1de 11

1.

ÉTICA DEL ABOGADO


Si acaso un abogado traicionara los sagrados y elevados fines a los que apunta el
ejercicio de su profesión, es evidente que se convierte en un delincuente y su
conducta y desempeño no podría decirse que corresponde a los de un abogado.
Lo dicho es así, en razón de que el abogado, más que cualquier otro profesional,
conoce la diferencia entre lo lícito y lo ilícito, lo permisible dentro de lo no
específicamente normado y lo prohibido.

Tal conocimiento empieza en la universidad, cuando se aprende a diferenciar


entre lo bueno y lo malo, lo lógico y lo ilógico, apreciándose también que el
Derecho mismo es alimentado por el sentido común y que un componente fuerte
del mismo son los valores. Se aprende que la buena fe se presume y se estudia el
dolo natural para diferenciarlo del dolus malus.

Se aprecia lo que es la temeridad y la malicia, como formas prohibidas de


accionar.Para cubrir los vacíos de lo que externamente no se conoce, se aprende
sobre las presunciones e indicios; y, además, se estudian los animus, siendo así
que desfilan: el animus nocendi (ánimo de perjudicar), el animus delinquendi
(ánimo de delinquir) o el animus lucrandi (ánimo de enriquecerse).

Por ello es que, entre los abogados, debe aparecer en el ejercicio profesional una
sindéresis, en cuanto fruto del entendimiento que importa el saber dirigirse a
pensar y juzgar con rectitud. Algo que, evidentemente, de modo más elevado
debe encontrarse en los jueces.

Hoy en día se puede apreciar que más o menos en todas las profesiones existen
o aparecen quienes se apartan de sus fines, principios o mandatos para
simplemente dirigirse de cualquier modo al enriquecimiento, sin que les pongan
freno los valores éticos profesionales. Por lo dicho, entre los abogados, resulta
sumamente relevante tratar de nuevo el tema de la ética dentro del ejercicio
profesional.

1.1. Origen del Código de Ética y el Reglamento


El Código de Ética y su Reglamento vigentes fueron elaborados sobre la
base del Código Voluntario de Buenas Prácticas del Abogado de la Red
Peruana de Universidades y del Proyecto de Código de Ética y
Responsabilidad del Profesional en Derecho.
Debe reconocerse en razón de justicia que la redacción actual de ambas
normas es en su mayor parte fruto de una iniciativa liderada por Beatriz
Boza para actualizar las normas del Código de Ética de 1997 que
involucró inicialmente la participación del sector académico, más
adelante, de las universidades de la Red Peruana de Universidades, de
diversos estudios jurídicos y finalmente del CAL.
En el año 2012, la Junta de Decanos, instancia cuya función es unificar
criterios, promulgó el Código de Ética y el Reglamento. El CAL, en una
decisión que desde la academia debemos aplaudir, los aprobó en el 2013;
no obstante, no todos los demás colegios de abogados lo hicieron,
aparentemente bajo el entendido de que su promulgación por la Junta de
Decanos bastaba para su entrada en vigencia.
Entendemos que con la finalidad de conseguir su vigencia y aplicación
efectiva en todo el país, el Decreto Legislativo 1265 de 2016 dispuso que
«todos los colegios de abogados se encuentran en la obligación de
implementar un Código de Ética y un Tribunal de Honor». Sin embargo,
hasta donde hemos podido averiguar aparentemente no se habría
realizado esta implementación del todo. Este es un asunto sin duda que
escapa a este ensayo y que sugerimos que las autoridades de los colegios
de abogados evalúen.
1.2. El Código de Ética y el Reglamento como normas jurídicas
Consideramos que las normas contenidas en el Código de Ética y el
Reglamento son verdaderas normas jurídicas, ya que cumplen con los
requisitos de validez de estas: generalidad, origen público, estructura
normativa, son mandatos de conductas y respaldo en la fuerza del
Estado. A continuación, desarrollamos brevemente las características de
dichas normas:
a) Son mandatos generales (no tienen un destinatario específico) y
abstractos (no se refieren a acciones concretas). Ello, sin perjuicio, de
que su ámbito de aplicación personal está circunscrito a los abogados
que se colegian en el CAL, ya que este no tiene facultades para crear
normas que vinculen a terceros.
b) Tienen su origen en los poderes públicos otorgados por la
Constitución al CAL. La finalidad esencial del CAL, en tanto colegio de
abogados, es el control del ejercicio profesional de sus miembros. Al
derivar del ejercicio de potestades públicas, estas normas no tendrían
origen en la autonomía privada ni buscarían tutelar meros intereses
privados.
c) Tienen la estructura lógica propia de las normas jurídicas. Son
mandatos de conducta que establecen que ante cierto supuesto de hecho,
corresponderá una consecuencia jurídica. Si bien el Código de Ética
contiene diversos tipos de normas en forma general, puede afirmarse
que contempla normas prohibitivas: si un abogado, incumple el Código
de Ética y se determina responsabilidad profesional,este será sancionad
con alguna de las sanciones establecidas en el Artículo 102 del Código de
Ética.
d) Contienen mandatos destinados a regular la conducta de las personas
(los abogados). Los parámetros de conducta recogidos en las normas del
Código de Ética consideran aquello que, de acuerdo con las
características, principios y valores de la propia profesión, se considera
como correcto.
e) Están respaldados en la fuerza del Estado. Esto se evidencia en el
hecho de que el Estado cuenta con medios para garantizar la eficacia de
las sanciones impuestas en virtud de estas normas. Así, por ejemplo, si
un abogado desacata la sanción de suspensión podría ser denunciado por
el delito de ejercicio ilegal de la profesión contemplado en el Artículo 363
del Código Penal. Además, nótese que en virtud de lo señalado por el
Decreto Legislativo No. 1265 las sanciones que imponen los colegios de
abogados son aplicables en todo el territorio nacional.
Es preciso indicar que las normas del Código de Ética y el Reglamento -
al igual que ocurre con otras normas jurídicas- recogen consideraciones
de carácter ético, particularmente, en este caso, de carácter deontológico.
Sin embargo, ello no desvirtúa que sean normas jurídicas, puesto que
tienen origen en procedimientos legalmente establecidos y están
respaldadas por la fuerza del Estado. Por eso, se distinguen de las normas
morales cuyo incumplimiento únicamente genera un remordimiento o,
en todo caso, una crítica social.
Obsérvese, en cambio, que el Código Voluntario de Buenas Prácticas del
Abogado no contiene normas jurídicas. Tal como pone en evidencia su
propio nombre, es de cumplimiento voluntario y, por ello, no prevé algún
tipo de sanción. Los estudios de abogados que se comprometen a
cumplirlo ponen en juego su reputación ante sus empleados, clientes y la
opinión pública. Ello, sin perjuicio, de que en virtud de la autonomía
privada podrían incorporar sus normas en sus contratos para ofrecer un
estándar más elevado de actuación distinguiéndose así entre sus
competidores.
Lo expuesto nos lleva a preguntarnos si el Código de Ética más que un
código de “ética” profesional es, en realidad, un código disciplinario. Si
bien ambos aluden a un conjunto de postulados referidos al ejercicio de
una profesión -a manera de guías o directrices de conducta-, el primero
carece de coerción mientras que el segundo está respaldado en el poder
sancionatorio del Estado y, por tanto, su aplicación debe ofrecer las
garantías propias al ejercicio del ius puniendi.
Si bien admitimos que esta cuestión puede dar lugar a más de una
interpretación, nos inclinamos a pensar que es un código disciplinario,
pues tiene origen en una “institución autónoma con personería de
derecho público” a la cual la ley le reconoce potestades sancionadoras
sobre sus miembros sujetas al control del Estado. Dicho ello, cabría
preguntarnos lo siguiente: ¿qué rango normativo tiene el Código de
Ética?
Rango normativo del Código de Ética y el Reglamento
Las normas contempladas en el Código de Ética y el Reglamento son
normas jurídicas muy particulares, ya que tienen origen en el CAL
(persona jurídica no estatal de derecho público) que, como hemos
explicado en otro ensayo, en este caso actuaría como administración
pública corporativa. Por ello, tendemos a pensar que constituyen
auténticos reglamentos administrativos. Nótese que la Constitución, al
garantizar a los colegios de abogados autonomía normativa, buscaría que
estos establezcan los parámetros que regulan la actuación de los
abogados. Sin embargo, observamos que esta no les delega facultades
para legislar y, por eso, descartamos que el Código de Ética y el
Reglamento tengan rango legal.
Reconocemos que la cuestión que analizamos admitiría otras
interpretaciones, sin embargo, obsérvese que lo expuesto tiene sustento
también en una interpretación literal del numeral 4 del Artículo 200 de
la Constitución, ya que dicha norma no incluye a las emitidas por las
organizaciones que tienen autonomía constitucional entre las normas
que tienen rango de ley.
Dado que el Código de Ética del Abogado y su Reglamento no fueron
publicados en el diario oficial El Peruano no serían normas obligatorias
El TC ha concluido en reiteradas oportunidades que es necesaria la
publicación en el Diario Oficial el Peruano de una norma de rango
reglamentario que establece sanciones. Desde nuestro punto de vista, el
siguiente párrafo resume muy bien los argumentos del TC:
“Si bien dicho precepto constitucional [refiriéndose al Artículo establece
que es la «ley» la que tiene que ser publicada, el Tribunal Constitucional
considera que en dicha frase debe entenderse, prima facie, a cualquier
fuente formal del derecho y, en especial, aquellas que tienen una
vocación de impersonalidad y abstracción. A juicio de este Colegiado, la
publicación de las normas en el diario oficial El Peruano es un requisito
esencial de la eficacia de las leyes y de toda norma jurídica, a tal extremo
que, una norma no publicada, no puede considerarse obligatoria […] La
Constitución no deja al ámbito de la discrecionalidad del legislador
reglamentario la regulación de esa efectiva oportunidad de conocer las
normas jurídicas. Exige, por el contrario, y mínimamente, que éstas
tengan que ser publicadas en el diario oficial”. (Énfasis agregado)
Como se observa, el razonamiento del TC resultaría trasladable al caso que
analizamos por la naturaleza reglamentaria y sancionadora del Código de Ética
y el Reglamento. En consecuencia, bajo dicho criterio, el Código de Ética y su
Reglamento no serían exigibles y serían obligatorios únicamente a partir del día
siguiente al de su publicación en el Diario Oficial El Peruano.

¿Cómo quedarían entonces las sanciones impuestas por el CAL a sus


agremiados? ¿Podrían los abogados sancionados cuestionar la falta de
publicación del Código de Ética y su Reglamento? Pasemos a analizar la otra
interpretación.

El Código de Ética del Abogado y su Reglamento son obligatorios a pesar de no


haber sido publicados en el diario oficial El Peruano

La publicidad de las normas exigida por la Constitución busca evitar que se


sancione a las personas por infringir normas que no estuvieron en la posibilidad
de conocer. Esto aparentemente no habría sucedido con el Código de Ética y el
Reglamento, ya que asumimos que el CAL (y los demás colegios de abogados) las
han difundido adecuadamente (¡tendrían que haberlo hecho!), por ejemplo, a
través de su página web, por correo electrónico y en forma física.

La jurisprudencia del TC ha venido reconociendo de manera uniforme la


necesidad de publicación de las normas en el diario oficial El Peruano para ser
obligatorias. La exigencia de dicha formalidad es ciertamente una garantía para
los ciudadanos y más en un país en el que la población conoce muy poco sobre
sus derechos

Por otro lado, es preciso mencionar que el Código de Ética contiene también
normas que tienen un estándar aspiracional; es decir, que buscan servir como
un recordatorio para los abogados sobre la importancia de ciertas conductas,
aunque no habilitarían por sí solas a los colegios de abogados para sancionarlos.
A manera de ejemplo, pueden verse las siguientes normas:

Artículo 8º.- Probidad e integridad


El abogado debe inspirar con sus actuaciones la confianza y el respeto de la
ciudadanía por la profesión de abogado. Debe abstenerse de toda conducta que
pueda desprestigiar la profesión.

Artículo 7º.- Obediencia de la ley

El abogado […]. Debe promover la confianza del público en que la justicia puede
alcanzarse con el cumplimiento de las reglas del Estado de Derecho.

Artículo 10º.- Puntualidad

Es deber del abogado ejercitar la puntualidad en el cumplimiento de sus


actividades profesionales.

Artículo 13º.- Confianza recíproca

“[…] Es recomendable que el abogado mantenga un registro actualizado de


clientes, para efectos de poder cumplir a cabalidad con lo regulado en el presente
Código”.

Artículo 15º.- Alcance del encargo

[…] Es recomendable que el abogado establezca por escrito al inicio de la relación


el alcance del encargo. […]

Artículo 51°.- Transparencia

El abogado debe ser transparente frente al cliente, al proponer al inicio de la


relación profesional, sus honorarios y gastos, los mismos que se recomienda
sean pactados por escrito al inicio de la relación.

Artículo 78°.- Responsabilidad Social del Abogado

Con el objeto de facilitar el acceso a la justicia y la representación legal efectiva,


el abogado podrá prestar servicios gratuitos a personas de escasos recursos, ya
sea de manera directa o a través de programas sociales.

Que en su Artículo 11 reitera que el abogado debe actuar en todo momento,


conforme a lo establecido en el mismo.

El Artículo 102 del Código de Ética señala lo siguiente:


“En caso de determinarse responsabilidad disciplinaria del denunciado, las
medidas disciplinarias que pueden imponerse son las siguientes:

a) Amonestación escrita, la cual quedará registrada en los archivos por un


periodo de tres (03) meses.

b) Amonestación con multa, la que quedará registrada en los archivos por un


periodo de seis (06) meses. La multa no podrá exceder de 10 Unidades de
Referencia Procesal.

c) Suspensión en el ejercicio profesional hasta por dos (2) años.

d) Separación del Colegiado hasta por cinco (5) años.

e) Expulsión definitiva del Colegio Profesional.

Estas sanciones rigen en todo el territorio nacional y son de observancia


obligatoria para todos los Colegios de Abogados del Perú”

Por su parte el Artículo 109 del Código de Ética señala que “Las sanciones
deberán ser estrictamente acatadas por los abogados. Su no acatamiento
constituye falta grave que dará lugar a la imposición de la sanción más severa y,
de ser el caso, la denuncia penal correspondiente”.

Es importante observar que no solo puede dar lugar a una sanción disciplinaria
el incumplimiento de aquellas disposiciones del Código de Ética que son
expresas en señalar que una conducta constituye una “falta” (Ver Artículos 59
sobre aconsejar litigios innecesarios y 60 sobre abuso de medios procesales) o
“falta grave” (Ver Artículos 55 sobre denuncia maliciosa, falsedad, difamación,
daño indebido contra autoridad, 56 sobre soborno a autoridad, 109 sobre no
acatamiento de sanciones y 110 sobre reincidencia) a la ética profesional sino,
en general, el incumplimiento por parte de un abogado de cualquiera de sus
disposiciones.

Nótese que de acuerdo con lo señalado en los Artículos 103 y 104, las sanciones
de amonestación, suspensión por 2 años o separación por 2 años se aplicarán
teniendo en consideración la gravedad del hecho y el perjuicio causado, mientras
que la sanción de expulsión se aplicará: (i) en los casos en que se incurra o
promuevan violaciones de los derechos y libertades fundamentales, sea cual
fuere el cargo que desempeñe el abogado; y, (ii) en los casos de hechos ilícitos o
delictivos.

Esta característica es fundamental para decir que una norma es una norma
jurídica. Explica Marcial Rubio que “la norma jurídica es un mandato, es decir, la
enunciación de una conducta que debe ser seguida por las personas que
conforman el pueblo del Estado respectivo (en nuestro caso el Estado Peruano)
o que residen en él, pero perteneciendo al pueblo de otros estados (por ejemplo,
un turista extranjero que está de paso por el Perú)”. Rubio Correa, Marcial y Arce,
Elmer. Teoría esencial del ordenamiento jurídico peruano. Colección lo esencial
del Derecho.

En forma particular, el Código de Ética contiene normas sistematizadas en los


siguientes capítulos: (i) principios generales [de la actuación del abogado]; (ii)
la relación del abogado con sus clientes; (iii) la relación del abogado con las
autoridades; (iv) la relación del abogado con otros colegas y terceros; y, (v) la
responsabilidad del abogado.

El Artículo 363 del Código Penal sanciona el ejercicio ilegal de la profesión. El


Poder Judicial confirmó sanciones por este delito, por ejemplo, en las ejecutorias
supremas de 22 de setiembre de 1998 y de 4 de diciembre de 1997, a un bachiller
que prestaba asesoramiento legal, confeccionaba escritos y asistía a diligencias
judiciales y al practicante de un Juzgado de Paz Letrado. Cfr. SALINAS SICCHA,
Ramiro. Delitos contra la Administración Pública. Editora y Librería Jurídica
Grijley EIRL.

El Artículo 363 del Código Penal titulado “Ejercicio ilegal de profesión” señala lo
siguiente: “El que ejerce profesión sin reunir los requisitos legales requeridos,
será reprimido con pena privativa de libertad no menor de dos ni mayor de
cuatro años. El que ejerce profesión con falso título, será reprimido con pena
privativa de libertad no menor de cuatro ni mayor de seis años. La pena será no
menor de cuatro ni mayor de ocho años, si el ejercicio de la profesión se da en el
ámbito de la función pública o prestando servicios al Estado bajo cualquier
modalidad contractual”. (Énfasis agregado)
 Competencia profesional
Éticamente, es fundamental en una persona que hace ejercicio de su
profesión tener las competencias necesarias para el cargo o función que
desempeña. Un profesional no debe postularse ni asumir encargos o
tareas para las cuales no tenga ni el conocimiento, la experiencia o la
debida preparación. Un psicólogo, por ejemplo, no puede ejercer de
abogado.
 Manejo responsable de la información
La información a la que se tiene acceso en razón del cargo o la función que
se desempeña debe ser manejada con suma discreción por el profesional,
bien ante el personal de la empresa, bien frente a todos aquellos
individuos externos a esta. En ocasiones, hay información confidencial
que puede afectar o dañar los intereses de la propia empresa, por eso, un
buen profesional será discreto y actuará de acuerdo a las
responsabilidades de su función.
 Secreto profesional
La información que llega a manejar una persona por razones del ejercicio
de su profesión debe ser guardada con celo y cautela, pues está amparada
y protegida por la ley dentro de lo que se conoce como secreto
profesional. Ejemplo de ello lo constituyen los médicos, psicólogos o
abogados.
 Respeto entre colegas
El respeto entre colegas es fundamental en el ejercicio de cualquier
profesión. Un buen profesional no debe desacreditar, insultar, molestar o
engañar a sus propios colegas o a otros profesionales. Al expresarse sobre
estos debe hacerlo con respeto y consideración.
 La inclusión como práctica cotidiana
En el ejercicio de nuestra profesión debemos tratar con todo tipo de
personas (empleados, jefes, colegas, inversores, clientes, etc.), de
diferente origen étnico o social, de distintas edades y grados de
formación, con variadas creencias religiosas u opciones personales.
Debemos asegurarnos, por lo tanto, de que nuestras acciones y decisiones
de índole profesional no estén sujetas a ningún tipo de prejuicio de este
tipo (discriminación, segregación, exclusión, etc.) que pueda menoscabar
la dignidad humana de una persona.
 Ética financiera
La información financiera de una empresa, negocio o transacción, y su
manejo responsable son primordiales en un profesional. El falseo de
datos financieros, tanto a la alta como a la baja, así como el uso de
información confidencial para obtener beneficios en el mercado son
todas conductas penadas que deben evitarse.
 Comportamiento honesto
En el ejercicio de nuestras funciones siempre tendremos acceso a
información, contactos, influencias o recursos. La utilización antiética de
cualquiera de estos medios pueden derivar en comportamientos
corruptos o deshonestos, como el manejo de dinero ajeno, la
manipulación de personas, informaciones o datos, el robo y el fraude,
comportamientos, todos ellos, con graves consecuencias legales.
 Responsabilidad social
Un profesional debe rechazar cualquier tarea o prestación de servicios
cuando tenga conocimiento de que estos puedan ser empleados de
manera perjudicial a los intereses de otras personas, grupos,
instituciones o comunidades. Es más, las operaciones de una empresa
pueden afectar negativamente la vida de una comunidad. En estos casos,
lo más conveniente es rechazar y, de ser posible, denunciar este tipo de
actividades.
 Cuidado del medio ambiente
Toda actividad económica, ya sea industrial o empresarial, tiene impacto
en el medio ambiente y en las comunidades: ruidos, emisiones de gases,
consumo energético, contaminación del agua, producción de desechos.
Evitar a toda costa causar daños medioambientales debe ser la única
opción ética en toda actividad profesional.

También podría gustarte