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LA TERAPIA FAMILIAR ESTRUCTURAL Y EL CICLO VITAL: UN MODELO

CUATRIDIMENSIONAL PARA LA EVALUACIÓN DE LA FAMILIA.

El concepto del ciclo vital de la familia es fundamental para la terapia familiar estructural.
Observamos a cada familia en relación con sus crisis previsibles y su historia evolutiva.
Los conceptos del desarrollo familiar son la piedra angular de la terapia familiar estructural;
se basan en la noción de que los contextos sociales cambian con el paso del tiempo y de que
estos cambios tienden a seguir pautas regulares.
El terapeuta estructural evalúa un sistema familiar fundándose en lo apropiado de la
distancia entre sus miembros. Determina lo que en ese sentido es apropiado valiéndose de
la perspectiva evolutiva implícita en el ciclo vital y luego examina el modo en que una
relación en particular corresponde a la organización global del sistema.

BÚSQUEDA DE UN MODELO CUATRIDIMENSIONAL DE EVALUACIÓN.

Cuando deseo emplear el ciclo vital en una evaluación, me valgo de un instrumento que
denomino “modelo cuatridimensional” de desenvolvimiento de los fenómenos familiares.
Se usa esto tanto para evaluar inicialmente a la familia como para apreciar las
probabilidades de mantenimiento de los cambios una vez terminado el tratamiento. El
modelo incorpora conceptos del ciclo vital, el estructuralismo y la teoría de los sistemas.
Ej: El cuadro de Marcel Duchamp… Desnudo descendiendo por una escalera, que
representa una figura femenina vista desde distintos ángulos, se considera una demostración
clásica del espacio cuatridimensional.
La terapia familiar depende, en muchos sentidos, de la proposición sobre la relatividad,
porque el punto de vista construccionista es el fundamento subyacente de gran parte de
nuestras ideas y modalidades de intervención. Un terapeuta familiar opera en cuatro
dimensiones, observa un sistema dinámico desde perspectivas diferentes, entrando y
saliendo de él. En un momento es un observador; en otro, un protagonista que apoya a un
miembro de la familia, para advertir, en una ocasión diferente, que es controlado por la
familia. Una vez reconocida, esta experiencia objetiva y subjetiva con el sistema le
proporciona al clínico datos de incalculable valor.

LOS CUATRO PARÁMETROS DEL MODELO

Están ligados entre sí en forma recursiva, de manera tal que ninguno de ellos tiene
precedencia sobre los demás.
Parámetro 1: desarrollo
Representa la dimensión evolutiva de un individuo o familia. Cada paciente que presenta un
problema médico o psicológico vive en un sistema que se encuentra en un estado de
inestabilidad evolutiva. Las investigaciones de Colmes y Rahe han demostrado que las
probabilidades de contraer una enfermedad física aumentaban considerablemente cuando el
individuo experimenta un elevado estrés en su vida. El estrés puede conducir también a la
aparición de síntomas psicológicos en momentos en que es alto y en que el sistema se
descompensa.
El aumento del estrés provoca síntomas que cada sistema familiar manejará de manera
diferente. Algunos muestran facetas más funcionales, otros se atascan, en vez de crecer
hasta alcanzar un nivel de organización, en este caso la aparición del síntoma es el
mecanismo que mantiene el statu quo del sistema, estabiliza a la familia y refuerza la
homeostasis.
Al estudiar la información obtenida en el trámite de admisión de una familia, el terapeuta
debe ser capaz de efectuar una evaluación preliminar de su etapa de desarrollo. Intentará
determinar, para ello, las fuerzas evolutivas generadoras de la inestabilidad que trajo a esa
familia al consultorio. Ciertas crisis previsibles de la edad adulta ocurren con la misma
regularidad con que suceden las etapas evolutivas en los niños.
Todo miembro de una familia vive en un contexto siempre cambiante.
Parámetro 2: organización y estructura
Este parámetro incluye no sólo las relaciones internas de la familia, sino también aquellas
relaciones extrafamiliares importantes que deben tenerse en cuenta en la terapia. El
terapeuta debe averiguar qué es la familia o, dicho de otro modo, qué sistema debe ser
tratado. Al crear este sistema, el terapeuta no sólo define la familia como una unidad (o sea,
una organización): va más allá y distingue ciertas conductas reiteradas como
representativas de la estructura familiar. El proceso por el cual se establecen distinciones
entre pautas crea una estructura.
El terapeuta estructural observa las relaciones interpersonales y traza una distinción. El
clínico debe ir más allá de las inestabilidades del desarrollo y observar las relaciones
internas del sistema familiar, evaluándolas en comparación con el telón de fondo del
desarrollo.
La familia como tal, es una organización. El terapeuta estructural no se contenta con
mirarla desde lejos; su mirada va más allá del sistema como organización y examina las
relaciones entre sus partes.
El terapeuta familiar estructural observa y distingue las relaciones entre los componentes
reales del sistema: en este caso, los miembros de la familia.
El terapeuta escudriña el sistema en busca de factores claves. Uno de ellos es la distancia
entre las personas que constituyen el sistema. Al observar el desenvolvimiento del ciclo
vital, conviene estar muy atento a los cambios de proximidad entre los miembros de la
familia. Al tener presente el flujo dinámico de sus miembros, el terapeuta percibe las partes
que constituyen la unidad denominada “sistema familiar”.
Parámetro 3: Historia
La historia misma es originada y mantenida por las demandas del contexto actual. Sin
embargo, esto no quiere decir, que la historia del pasado no haya influido también en la
evolución de este.
La historia, opera de modo recursivo para producir los otros parámetros.
Parámetro 4: proceso
A diferencia de otras carreras, nosotros no nos mantenemos a una distancia fija de la
familia. A veces nos incorporamos al sistema, incluso bajo técnicas tales como provocar un
desequilibrio. Dado que podemos utilizar nuestro self tanto en la evaluación como en la
terapia, nuestros instrumentos deben ir más allá de la evaluación lineal e intentar una
descripción del proceso de evaluación de un sistema. Este proceso se denomina cuarta
dimensión.
La cuarta dimensión o parámetro del proceso tiene dos facetas:
1.- Objetiva: Es la evaluación de las pautas de transacción observadas en el sistema, como
el enmarañamiento.
2,.Subjetiva: Es el uso por el terapeuta, dentro del sistema, de su capacidad de participación
en las actividades en curso. La independencia del terapeuta sirve para variar el imput del
sistema familiar. El terapeuta ocupa en el sistema terapéutico una posición bifronte, al
hallarse dentro y fuera de él.
Además de verse afectado por el contexto profesional, la capacidad de evaluar y cambiar un
sistema en particular se ve afectada también por el contexto propio familiar del terapeuta.
Al resistir las presiones de su propio contexto, el terapeuta puede reconocer una
información esencial sobre las diferencias de contexto. Debe prevalecer en última instancia,
su independencia cognitiva y su sensibilidad hacia la familia.
La terapia Estructural procura reorganizar el sistema familiar fundándose en ciertas normas
de desarrollo.
Desde el punto de vista del terapeuta, es importante poseer marcadores concretos del
desarrollo para determinar si la terapia es eficaz.
Para facilitar y acelerar el verdadero cambio evolutivo, debemos trabajar en la
reestructuración de todo el sistema.

Mantenimiento del cambio: cuando debe terminar la terapia.


Sabih habla de dos clases diferentes de cambio. La primera es un cambio de un estado a
otro. La segunda es un cambio de una transformación a otra, un cambio en el modo de
comportarse, que ocurre por capricho de un experimentador o de algún factor externo. Esta
segunda clase de cambio es importante porque nos conduce al concepto de transformación
en el consultorio del terapeuta, y es allí donde, en el curso de una sesión, emerge una
organización diferente.
El cambio discontinuo
Rene Thom se ocupa de él, además de otros al tratar la “teoría de la catástrofe”. Esta teoría
es una forma útil de describir situaciones en que la interacción de dos o más fuerzas
combinadas influye en alguna conducta de manera de originar un cambio discontinuo y, a
menudo, súbito. En la terapia estructural, la meta es hacer que ese cambio discontinuo
emerja en el consultorio.
El terapeuta estructural se asemeja mucho, en su modus operando, al director teatral que, a
veces, asume el papel protagónico, en la obra que dirige.
Continuidad y cambio
Las actividades del terapeuta con respecto a la continuidad y el cambio influyen
profundamente en el proceso terapéutico. Tanto el cambio continuo como discontinuo
representan una transformación en la organización de un sistema. La diferencia entre los
dos radica en el ritmo del cambio, el discontinuo es una reorganización súbita, el cambio
continuo es gradual. El terapeuta distingue que ritmo de cambio prevalece en el ambiente
terapéutico.

Conclusión
Lo más importante para el terapeuta no es saber si ha surgido n cambio continuo o
discontinuo, sino determinar si el contexto en que ha ocurrido el cambio lo mantendrá.
El modelo cuatridimensional proporciona un instrumento útil para examinar lo que ha
cambiado en un sistema. Se presume que si han producido cambios suficientes en los
parámetros, el terapeuta podrá confiar más en que esos cambios (continuos o discontinuos)
se mantendrán y, por lo tanto, ser más optimista con respecto a la terminación de la terapia.
Resumen 2: IMPLICACIONES TERAPÉUTICAS DE UN ENFOQUE ESTRUCTURAL.-

El enfoque estructural de las familias se basa en el concepto que una familia no se reduce a
los aspectos biopsicodinámicos individuales de sus miembros. Los miembros de una
familia se relacionan de acuerdo con ciertas disposiciones que gobiernan sus transacciones.
La realidad de la estructura corresponde a un orden diferente que la realidad de los
miembros individuales.
La estructura familiar no constituye una entidad inmediatamente observable por parte del
observador. Los datos del terapeuta y su diagnóstico se logran experimentalmente en el
proceso de asociarse con la familia.
El terapeuta analiza el campo transaccional en el que se relaciona con la familia, para lograr
así un diagnóstico estructural.
El terapeuta, al mismo tiempo que responde a los acontecimientos que se producen en la
sesión, realiza observaciones y plantea interrogantes. Comienza señalando los límites y
pautas transaccionales y por elaborar hipótesis acerca de cuáles son las pautas operativas y
cuáles no. Comienza así, por establecer un mapa familiar.
Un mapa familiar es un esquema organizativo. Pero el mapa familiar constituye un
dispositivo simplificador muy útil, que le permite al terapeuta organizar el material de
diverso tipo que obtiene. También lo ayuda a determinar los objetivos terapéuticos.

Investigando dentro del sistema terapéutico

El terapeuta familiar se considera a sí mismo como un miembro actuante y recreativo en


relación con el sistema terapéutico. Para asociarse con la familia, subraya los aspectos de su
personalidad y experiencia que son sintónicos con los de la familia. Pero también conserva
la libertad de ser espontáneo en sus indagaciones experimentales.
En la terapia familiar las premisas del cambio son diferentes. Se considera que el cambio se
produce a través del proceso de asociación con la familia y su reestructuración de ésta en
una forma cuidadosamente planificada para poder transformar así las pautas transaccionales
disfuncionales.
La única estructura familiar inmediatamente asequible para un terapeuta es la estructura
disfuncional. Una de las tareas que enfrenta es la de explorar esa estructura y situar las
áreas de posible flexibilidad y cambio. Alternativas estructurales que han permanecido
inactivas se hacen activas.
Por lo general, las familias descartan las indagaciones que no son sintónicas con el sistema
familiar. Pero cuando responden, es posible que se produzca una de las tres alternativas
siguientes:
1,. La familia puede asimilar sin dificultad la intervención del terapeuta a sus pautas
transaccionales previas, lo que permite el aprendizaje pero no el crecimiento.
2,- La familia también puede responder acomodándose a través de la extensión de sus
pautas transaccionales o de la activación de las pautas alternativas.
3.- La familia puede responder a la intervención del terapeuta como si se tratase de una
situación completamente novedosa. En este caso, la indagación se ha convertido en una
intervención reestructurante. Si la familia no la rechaza, se producirá un aumento del stress
en el sistema. La homeostasis de la familia se verá desequilibrada, abriendo el camino a la
transformación.
La primera sesión sugiere un mapa inicial de la familia y le proporciona al terapeuta un
objetivo para la familia indica algunos pasos para alcanzar este objetivo. Las sesiones
posteriores y las evaluaciones sucesivas clarificarán al mapa, lo harán más preciso y fiel.
Los modelos de familias observadas con frecuencia en una familia extensa, o una familia
con un hijo parental o la familia en una situación transaccional proporcionan una mayor
ilustración de la aplicación del análisis estructural. Ningún modelo familiar es
inherentemente normal o anormal, funcional o disfuncional. La diferenciación de una
familia depende de su idiosincrasia, se relaciona con s propia composición etapa de
desarrollo y subcultura, y todo es viable.

La familia extensa

El modelo de la familia extensa es una forma bien adaptada a situaciones de stress y


penuria. Modelo sumamente significativo en muchas familias afectadas por la pobreza. Las
funciones pueden ser compartidas. El compañerismo y múltiples fuentes de ayuda y apoyo
observables en el seno de la familia extensa determinadas con frecuencia que se trate de la
única forma posible para una familia en condiciones de penuria. Sin embargo, un mapa
estructural cuidadosamente diseñado muestra que el sistema funciona en forma adecuada.
En otros casos, una familia extensa puede enfrentar problemas debido a la dificultad para
asignar claramente las responsabilidades. Debido a la complejidad de la unidad familiar,
pueden existir un cierto número de límites imprecisos, lo que crea confusión y stress.
Cualquier enfoque inicial que escoja el terapeuta en su intento de reestructurar a la familia,
este influirá en las respuestas d la familia para con él. Abrirá algunos caminos de
intervención y cerrará otros.

La familia con un hijo


Una familia con una estructura de hijo parental puede afrontar dificultades si la delegación
de autoridad no es explícita o si los padres abdican, permitiendo que el niño se convierta en
la principal fuente de orientación, control y decisiones. En ese caso, los requerimientos
planteados al niño pueden contraponerse a sus propias necesidades infantiles y desbordar su
capacidad para encararlas.

La familia en situaciones transicionales


Pérdida temporaria: Esta situación se comprueba en particular en separaciones y retornos.
Si uno de los padres abandona a la familia, se deben negociar una serie de ajustes, si
retorna, los cambios deben revocarse.
En algunos casos, esas negociaciones transicionales pueden verse bloqueadas. Las pautas
transaccionales afectadas pueden convertirse en vínculos débiles.
Divorcio: Cuando una pareja se divorcia, el hombre, por lo general, logra desligarse con
mayor facilidad que la mujer.
Problemas crónicos de límites: Ligados a la negociación de stress diversos en un sistema a
través de otros subsistemas. La utilización rígida de un hijo en conflictos entre esposos
asume diversas formas. En la triangulación cada padre requiere que el hijo se una a él
contra el otro poder. En todas las ocasiones en que el hijo se une a uno de ellos, se lo define
automáticamente como si atacase al otro. En esta estructura sumamente disfuncional, el
niño se encuentra paralizado. Todo movimiento que realiza es definido por un padre como
un ataque. Otra forma de la triada rígida, la negociación de los stress de los esposos a través
del niño sirve para mantener el subsistema conyugal en una armonía ilusoria. Los esposos
refuerzan toda conducta anómala debido a que de ese modo pueden desviar o sumergir sus
propios problemas del subsistema conyugal en problemas de educación del hijo. El desvío
de los padres puede asumir la forma de atacar al niño, definiéndolo como fuente de los
problemas familiares por ser malo. En otras familias los padres pueden definir al niño como
enfermo y débil, y luego unirse para protegerlo.
La triada rígida, también puede asumir la forma de una coalición estable. Uno de los padres
se asocia con el niño en una coalición transgeneracional rígida contra el otro padre.
Los tres tipos de triada rígida pueden aparecer en familias con problemas de conducta.
Cuando las complejidades de la terapia se reducen a las dos dimensiones de un mapa, existe
una cierta distorsión. Sin embargo, el análisis estructural tiene el mérito de orientar el
sentido de la terapia como un proceso dirigido hacia una meta definida.

Peligros latentes del análisis estructural


La utilización del análisis estructural para determinar objetivos terapéuticos y sugerir
estrategias tiene sus riesgos, como por ejemplo, el riesgo de no tomar en cuenta el proceso
de desarrollo a todos los subsistemas posibles de la familia. Existe también el peligro
suplementario de asociarse y apoyar sólo a un subsistema contra los otros.
Omisión del proceso de desarrollo. Constituye un solo peligro si el terapeuta se pone ciego
ante la significación de la complementaridad de los miembros en un sistema familiar es
típica de un enfoque individual del tratamiento. Aunque un terapeuta trabaja con los
sistemas también puede ser atacado por la ceguera en su trabajo con un subsistema, si
ignora el impacto que sus intervenciones pueden tener en los otros.
Omisión de algunos subsistemas familiares: El riesgo esta en poner al paciente en peligro
al ignorarlo o en poner en peligro a cualquier otro miembro del sistema al ignorarlo por los
otros.
Asociación y apoyo a un solo subsistema: Riesgo al ignorar partes de un sistema. El
terapeuta puede asociarse a un sistema para observar como responde el sistema en su
totalidad. Esta es una parte esencial del proceso de diagnóstico de unirse a una familia y
conocerla. Pero mantenerse en esta posición hasta el punto de cristalizar una organización
disfuncional es un acto ciego. Este riesgo de la terapia estructural de familia puede evitarse
si el terapeuta se acomoda al sistema familiar hasta un punto que le permita experimentar y
evaluar el stress y el dolor experimentado por los miembros de la familia.
Resumen 3: Proceso de producción y pautas de mantenimiento de síntomas. CARLOS
E. SLUZKI

Cuando una familia consulta por síntomas en uno o más miembros, o entre los miembros, la
exploración del terapeuta tiende a responder a dos líneas de preguntas:
1.- ¿Por qué aparecieron los síntomas o conflictos?
2.-¿Cuál es el patrón interpersonal a través del cual la familia preserva o retiene el síntoma?
“Los síntomas cumplen funciones en la familia” este intento conduce a planteos
alternativos:
1.- La retención de los síntomas en familia puede ser explicada en términos de algún
proceso de producción colectiva, alguna razón tal como realineamiento de coaliciones,
mantenimiento de status, etc.
2.- La retención de síntomas puede ser explicada en términos de algún patrón colectivo de
mantenimiento, algún proceso circular de causación mutua por el cual la reducción del
comportamiento sintomático actúa favoreciendo en otros miembros de la familia conductas
inductoras de síntomas.

Proceso de producción del síntoma

La meta última de esta estrategia es favorecer la adopción, por parte de la familia, de modos
alternativos de relacionarse con conflictos latentes, de modo que elimine el valor
económico del síntoma. El foco es la reconstrucción de la causa de origen del síntoma y la
subsiguiente eliminación de su función colectiva a través de lidiar con la causa. Con la
resolución del conflicto que le dio origen, el terapeuta espera que la matriz de apoyo del
síntoma se disolverá por sí misma y el síntoma desaparecerá. Este modelo moviliza una
estrategia terapéutica que trata la causa con el objeto de resolver sus efectos.
El procedimiento no es siempre reconstructivo a veces en el curso de la sesión, la familia
despliega un acto de su drama ante los ojos atentos del terapeuta.
Muchas pautas sintomáticas persisten en la familia aún cuando el contexto de la situación
de origen haya cambiado radicalmente. A favor de una respuesta afirmativa, se puede
argumentar que, una vez que a familia ha incorporado el síntoma como instrumento
interaccional, la pauta se activa cada vez que tiene lugar una situación del tipo de la
situación original. El sujeto y su entrono significativo utilizan la pauta interaccional para
lidiar con la clase de sucesos a la que perteneció como miembro el acontecer original, el
cual aparece como
sombra genética de cada nueva edición del problema.
El centro de atención de esta sección ha sido la lógica que subyace al desarrollo de
hipótesis centradas en los procesos de producción del síntoma y las estrategias terapéuticas
que derivan de ella. Una línea diferente de interrogantes, de lógica y de estrategias se hará
evidente en la sección siguiente, centrada en el exámen y la modificación de los procesos
que constituyen el soporte interaccional del síntoma.

Pautas de Mantenimiento del Síntoma.-


Las hipótesis acerca de las pautas de mantenimiento del síntoma se desarrollan a partir de la
observación y la exploración del contexto interaccional del síntoma en el presente.
Independientemente de cual haya sido su origen primero, los síntomas de cualquier tipo
sólo pueden persistir si son mantenidos por pautas interaccionales actuales.
Los síntomas y su contexto interpersonal son concebidos como piezas de una secuencia
recursiva autoperpetuante de comportamientos.
El por qué del síntoma es relegado a favor de la descripción/explicación del cómo. El
síntoma mismo es considerado como un eslabón en una secuencia sin fin de causalidad
circular o recíproca.
Una vez que se ha determinado cuáles son los mecanismos que contribuyen al
sostenimiento de la secuencia que contiene al síntoma, la estrategia terapéutica consistirá en
disrumpir aquellos mecanismos secuenciales, bloqueando así la aparición recurrente del
síntoma.¿Cuál será el resultado? Hay dos alternativas posibles. Una es que otro conflicto
inunde el sistema familiar, un tema que estaba relegado al trasfondo del campo
cognitivo/emotivo. La otra posibilidad es que ningún síntoma o problema o conflicto
reemplace al síntoma bloqueado. Esto en la práctica clínica lleva a asumir que la secuencia
interactiva que incluye y perpetúa el síntoma permanece anclada en la familia más allá de
su tiempo crítico útil.(síntoma atrapado en una secuencia interaccional recursivo) lo que
Gordon Allport llamó “ autonomía funcional de los motivos”. Podría en un supuesto, que
muchos síntomas y su secuencia interactiva manteniente, no poseen un conflicto
desencadenante discernible y que su existencia es el resultado de fenómenos fortuitos que
llevó a que se anclaran progresivamente por la participación colectiva, en la medida que las
pautas de mantenimiento de síntomas se convierten en principios organizativos del grupo.
Los síntomas lejos de constituir la manifestación superficial de conflictos más profundos,
constituyen el conflicto. Por lo tanto, la presencia de un conflicto o un síntoma o una crisis
no denuncia la existencia de patología precedida o encubierta por el síntoma, ni de conflicto
precediendo a la crisis. La experiencia clínica indica que la eliminación de síntomas y sus
pautas de mantenimiento sólo conducen a una mayor libertad del sistema. Si ocurre que,
luego de la eliminación de la pauta de mantenimiento, otro conflicto invade el campo, el
terapeuta tendrá que decidir si se trata de un conflicto acerca del cual acordará un nuevo
contrato terapéutico con la familia o bien lo definirá como un evento corriente del ciclo
evolutivo de la familia que tendrá que ser enfrentado de la manera en que la mayor parte de
esos eventos son enfrentados, por los mismos interesados.
Las familias siempre enfrentan transicciones de diferente tipo inherentes a su condición de
proyecto colectivo a largo plazo. Estos pasajes problemáticos corren el riesgo de ser
definidos como “motivo razonable de consulta” por familias y terapeutas por igual, lo que
alienta a dichos procesos del dominio de la vida cotidiana y los aloja en el terreno de la
psicopatología, o los rotula como “problemas familiares”.
Las diversas líneas de trabajo sistémicas han desarrollado estrategias y lógicas terapéuticas
centradas en las pautas interactivas mismas, en las estructuras interpersonales que replican
dichas pautas y en las construcciones de la realidad que le dan soporte ideológico. Como
los tipos de intervención los paradójicos, en los que se cuenta la prescripción del síntoma y
del comportamiento complementario de todos los participantes, la connotación positiva de
intención de los participantes y otras re-rotulaciones. El objetivo de estas es modificar las
pautas interactivas que incluyen al síntoma a través de la modificación de su
superestructura ideológica, la representada por la organización de la realidad tal cual es
percibida y/o actuada por los participantes.
La efectividad de una intervención paradójica se mide por su capacidad para afectar los
patrones de comportamiento de los participantes, pero para poder obtener ese efecto
dramático de alteración de las convicciones que los observadores llaman “paradojas”, la
intervención en componentes comunes a los miembros, entre los cuales se destaca el marco
histórico contra cuyo fondo se recorta el patrón sintomático.
La historia es un conjunto de sucesos y circunstancias seleccionados y ordenados por los
miembros de la familia según reglas o pautas convenidas por los mismos miembros. La
historia familiar compartida por los miembros de la familia acerca de:
a) las características personales y/o colectivas de miembros pasados del grupo o las
características pasadas de miembros presentes.
b) La naturaleza y secuencia de los hechos y circunstancias en las que se vieron
involucrados los miembros pasados y presentes de la familia.
c) Los principios explicativos que otorgan orden, sentido y significado a dichas
secuencias y a los actos de los participantes.
Además la historia familiar constituye, un principio unificador, un código privado del grupo
familiar que refleja y recuerda acuerdos acerca de reglas interactivas, acerca de significados
atribuidos y de principios organizadores de los datos de la realidad, acerca de valores,
normas y explicaciones. Es tan estable del contexto familiar como lo es el entorno físico o
cultural.
Cada pieza es un fragmento reconocido por todos los miembros, y su combinatoria
configura una gestalt o guión, El cual reactualiza y activa en los participantes una multitud
de acuerdos con respecto a cómo organizar los elementos de la realidad y cómo puntuar las
secuencias.
Una realidad alternativa equiprobable, es decir, un cambio en la historia previamente
acordada por la familia, tiene el potencial de perturbar o disolver las pautas de
mantenimiento de los síntomas a las que otorgaban soporte ideológico, resulta en la
eliminación de los comportamientos sintomáticos.

Resumen

En la búsqueda del proceso de producción del síntoma por un lado, y de las pautas de
mantenimiento del síntoma por el otro, reside una diferencia central entre las dos
orientaciones prevalentes en el campo de la terapia familiar, la aproximación psicodinámica
y la sistémica. Ellas involucran hipótesis conceptuales y operacionales provenientes de
diferentes lógicas, diferentes conjuntos de datos, diferentes líneas de exploración de datos y
diferentes estrategias de tratamiento. Los rasgos distintivos de cada una de estas líneas son
discutidas y ejemplificados, poniendo especial énfasis en la visión interaccional sistémica.

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