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Sesión 1. Marx, Karl. (1873) 1975. El Capital. Crítica de la Economía Política.

Siglo XXI
Argentina Editores S.A. Capítulo 1. La Mercancía

1. Resumen general del texto

A partir del análisis de la forma mercancía en el capitalismo, Marx va a desentrañar los


elementos de su teoría del valor. Es decir, que lo que da valor a las mercancías es el trabajo
humano abstracto, y que esto es lo que se intercambia cuando se intercambian mercancías.
El fetichismo de la mercancía es, grosso modo, ver la relación entre mercancías como
relación entre cosas y no entre personas y sus trabajos.

2. Intención u objetivos del texto

Plantea una visión alternativa a la economía política inglesa de la época, la cual buscaba el
valor de las mercancías en dimensiones como el intercambio. Marx va a decir que el valor
se expresa en el intercambio, pero su fuente es el trabajo humano.

3. Desarrollo del texto.

1. Los dos factores de la mercancía: valor de uso y valor (sustancia del valor, magnitud
del valor).

El Capital comienza buscando develar qué lógicas sociales hay detrás de la forma
mercancía. En esta sección se exponen los siguientes conceptos e ideas:

Mercancía: Es “en primer lugar, un objeto exterior, una cosa que merced a sus propiedades
satisface necesidades humanas del tipo que fueran” (p. 43). No importa qué tipo de
necesidades sean, el asunto es que esa cosa las satisface.

Valor de uso. Es la materialidad de una cosa que satisface las necesidades en cuestión. Y
es que la utilidad de la cosa está condicionada por su cuerpo (su materialidad). Este valor
de uso se efectiviza solamente en el uso o consumo.

Valor de cambio. Relación cuantitativa, proporción, en la que se intercambian los valores


de uso. Los términos de este intercambio cambian con el tiempo y el lugar.

Para poder intercambiar estos valores de uso entre sí es necesario “reducir los valores de
cambio de las mercancías a algo que les sea común” (p. 46). Para poder intercambiarlos
ese algo en común debe ser de igual proporción. Ese algo común es el “ser productos del
trabajo” (p. 46).

Valor(es). Esa cosa común es una abstracción hecha del trabajo concreto que produjo un
valor de uso concreto. No importa ya si es el trabajo de un sastre o de un ebanista. Se trata
de lo que tienen en común dichos trabajos. El “trabajo humano indiferenciado, (...) trabajo
abstractamente humano (...) En cuanto cristalizaciones de esa sustancia social común a
ellas, son valores” (p. 47).

● Se manifiestan en el intercambio de cosas (de mercancías) de forma independiente


a sus valores de uso concreto.
● Su magnitud se mide de acuerdo a la cantidad de trabajo que contiene dicha
mercancía. Esta cantidad se mide en el promedio de tiempo socialmente
necesario para producir dicha mercancía. Como una suerte de promedio del cúmulo
de trabajos concretos que producen el cúmulo de mercancías en una sociedad (p.
48). Ese promedio varía históricamente.
● Es así que “cuanto mayor sea la fuerza productiva del trabajo, tanto menor será el
tiempo de trabajo requerido para la producción de un artículo, tanto menor la masa
de trabajo cristalizada en él, tanto menor su valor” (p. 50).

Mercancía. No sólo tiene que ser útil, sino que tiene que ser valor (producto del trabajo
humano abstracto) y además representar un valor de uso para otros (que sea social, no sólo
útil para el mismo productor). Se transforma en mercancía, finalmente, sólo a través del
intercambio (no cuando produces algo ya destinado, x ejemplo, para el patrón en
condiciones serviles) (p. 50)

2. Dualidad del trabajo representado en las mercancías

La mercancía es bifacética: a la vez valor de uso y valor1. Lo es también el trabajo que la


produce. El trabajo puede ser tomado como trabajo concreto (específico) que produce un
valor de uso concreto. Esto le permite ser intercambiado (a través de la mercancía que lo
contiene) por otro trabajo concreto distinto. Pero sus diferencias cualitativas pueden ser
intercambiadas justamente porque tienen algo en común: la abstracción del trabajo humano
indiferenciado depositada en ambas mercancías. Sino, no podrían ser intercambiados. (p.
51-54)

3. La forma de valor o el valor de cambio

El valor de cada mercancía (la manifestación de las magnitudes de trabajo abstracto que
contienen) “sólo puede ponerse de manifiesto en la relación social entre diversas
mercancías” (p. 58). Es decir, a través de su valor de cambio.

En lo que sigue, Marx va a ir desde la comparación simple entre mercancías y sus valores,
hasta lo que implica la equivalencia simbolizada en el dinero, para elucidar qué implica el
valor de cambio (es decir, la intercambiabilidad de mercancías y de sus valores).

a. Forma simple o singular de valor: 20 lienzos = 1 chaqueta

Los lienzos expresan su valor en la chaqueta. La primera es forma relativa de valor, la


segunda es equivalente. En la segunda se representa cuánto de sustancia común tienen
ambas. Sin ella, esta sustancia no se podría expresar. Es aquí que la fuerza de trabajo se
convierte en valor. Porque “el trabajo humano, crea valor, pero no es valor. Se convierte en
valor al solidificarse, al pasar a la forma objetiva” (p. 63).

El rol del cuerpo de la chaqueta aquí es expresar el valor de los lienzos. Entonces “el valor
de una mercancía [se expresa] en el valor de uso de la otra” (p. 64). En esta equivalencia, el
valor de uso de la chaqueta es ser “el material de su propia expresión de valor” (p. 65). Y se
expresa cuantitativamente, expresando que contienen igual cantidad de trabajo. Si cambia
la cantidad de trabajo necesario para producir una mercancía, cambia también su valor, y
cambian a su vez las equivalencias entre ambas mercancías.

El que una mercancía ocupe el rol de equivalente significa, a la vez que expresa el valor de
otra, expresa por equivalencia su propio valor y por ende es directamente intercambiable (p.

1
En realidad no dice valor, sino valor de cambio. Pero más adelante (p. 74) dirá que dice valor de
cambio sólo por fines expositivos y que en realidad se refería al valor.
68). De la misma manera, el equivalente representa cantidades de trabajo concreto
(específico) en cantidades de trabajo abstracto.

Frente a esto, Marx recuerda cómo Aristóteles se pregunta cómo es posible que cosas tan
heterogéneas sean comparables e intercambiables. Y lo que dice es que Aristóteles no
podía concebir la idea de valor como base del intercambio porque vivía en una sociedad
cuya “base natural era la desigualdad de los hombres y de sus fuerzas de trabajo”. Agrega
que:

“El secreto de la expresión de valor, la igualdad y la validez igual de todos los


trabajos por ser trabajo humano en general, y en la medida en que lo son, sólo podía
ser descifrado cuando el concepto de la igualdad humana poseyera ya en la firmeza
de un prejuicio popular, más esto sólo es posible en una sociedad donde la forma
de mercancía es la forma general que adopta el producto del trabajo, y donde, por
consiguiente, la relación entre unos y otros hombres como poseedores de
mercancías se ha convertido, asimismo, en la relación social dominante” (p. 73-74).

b. Forma total o desplegada de valor: 20 varas de lienzo = 1 chaqueta = 10


libras de té = etc.

Aquí múltiples mercancías (todas, si quieres) se equivalen entre sí. “Por primera vez este
mismo valor se manifiesta auténticamente como una gelatina de trabajo humano
indiferenciado” (p. 77). Es, por ende, la magnitud de valor de la mercancía la que regula el
intercambio, y no al revés. Ya que es la misma magnitud para todos los intercambiables.

Asimismo, aquí todas las mercancías hacen de equivalentes de las otras. Y todos los
trabajos útiles concretos, son la efectivización del trabajo humano abstracto.

c. Forma general de valor

Es cuando una de las mercancías se distingue de las demás para fungir de equivalente
general entre todas las demás mercancías. “...surge tan sólo como obra común del mundo
de las mercancías” (p. 81). El trabajo que expresa esa mercancía refleja entonces, a los
demás trabajos. “Su forma corpórea cuenta como encarnación visible, como crisálida social
general de todo trabajo humano” (p. 82).

“La clase específica de mercancías con cuya forma natural se fusiona socialmente la forma de
equivalente, deviene mercancía dineraria o funciona como dinero” (p. 85) ← transición hacia
forma dinero.

d. Forma de dinero: 20 varas de lienzo = 2 onzas de oro

Es cuando cualquier mercancía puede establecer una relación de equivalencia con un


equivalente general. Pero este ya no es otra mercancía cualquiera, sino una mercancía
dineraria. “...la forma de equivalente general, se ha soldado de modo definitivo, por la
costumbre social, con la específica forma natural de la mercancía oro” (p. 86). Antes el oro
era otra mercancía más, pero ha conquistado el monopolio de la expresión del valor de las
mercancías.
4. El carácter fetichista de la mercancía y su secreto.

Fetichismo. Entonces, se ha visto que lo que realmente se está intercambiando al


intercambiar los cuerpos de las mercancías, son cantidades de trabajo humano. El
fetichismo es el opacamiento de esto. “Lo que aquí adopta, para los hombres, la forma
fantasmagórica de una relación entre cosas, es sólo la relación social determinada existente
entre aquéllos [hombres]” (p. 89). Dice sobre esto, que para los productores “las relaciones
sociales entre sus trabajos privados se les ponen de manifiesto como lo que son, vale decir,
no como relaciones directamente sociales trabadas entre las personas mismas, en sus
trabajos, sino por el contrario como relaciones propias de cosas entre las personas y
relaciones sociales entre las cosas” (p. 89).

Como se dijo, esto es algo opaco para las personas “No lo saben pero lo hacen. El valor,
en consecuencia, no lleva escrito en la frente lo que es. Por el contrario, transforma a todo
producto del trabajo en un jeroglífico social” (p. 90-91). Y “se trata de formas de pensar
socialmente válidas, y por tanto objetivas, para las relaciones de producción que
caracterizan ese modo de producción social históricamente determinado: la producción de
mercancías” (p. 93).

El carácter fetichista está también en que las cosas adquieren poder, los productos del
trabajo se enajenan así del productor. “Su propio movimiento social posee para ellos la
forma de un movimiento de cosas bajo cuyo control se encuentran, en lugar de controlarlas”
(p. 91).

Este fetichismo es la consecuencia de un tipo específico de tratamiento del trabajo humano


que se da en la modernidad. Por el contrario, en el feudalismo “...precisamente porque las
relaciones personales de dependencia constituyen la base social dada de los trabajos y
productos no tienen por qué asumir una forma fantástica diferente de su realidad” (p. 94).
“En una sociedad [moderna] de productores de mercancías (...) [la gente se comporta]
frente a sus productos como ante mercancías, o sea valores” (p. 96). Lo cual forja el
mencionado jeroglífico social: porque las relaciones con las cosas y con los trabajos no son
transparentes, sino mediadas por el fetichismo.

La proyección en Marx es que esto se disuelva y los trabajadores recuperen el control sobre
el mundo de las cosas.

“El reflejo religioso del mundo real únicamente podrá desvanecerse cuando las
circunstancia de la vida práctica, cotidiana, representen para los hombres, día a día,
relaciones diáfanamente racionales, entre ellos y con la naturaleza. La figura del
proceso social de vida, esto es, del proceso material de producción, sólo perderá su
místico velo neblinoso cuando, como producto de hombres libremente asociados,
éstos la hayan sometido a su control planificado y consciente” (p. 97).

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