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Antología

de libros de caballerías
castellanos
José Manuel l^ucía Megías

CENTRO DE ESTUDIOS CERVANTINOS


1 2001 ?
M as agora, ya triunfa la pereda de la diligencia, la
ociosidad del trabajo, el vicio de la virtud, la
arrogancia de la valentía y la teórica de la práctica de las
armas, que sólo vivieron y resplandecieron en las edades de
oro y en los andantes caballeros. Si no, díganme: ¿quién
más honesto y más valiente que el famoso Amadís de
Gaula?; ¿quién más discreto que Palmerín de Inglaterra?;
¿quién más acomodado y manual que Tirante el Blanco?;
¿quién más galán que Usuarte de Grecia?; ¿quién más
acuchillado ni acuchillador que don Belianís?; ¿quién más
intrépido que Peñón de Gaula, o quién más acometedor de
peligros que T'elixmarie de Hircania, o quién más sincero
que Espíandián?; ¿quién mas arrojado que don Cirongilio
de Tracia?; ¿quién más bravo que Rodamonte?; ¿quién
más prudente que el rey Sobrino?; ¿quién más atrevido que
Reinaldos?; ¿quién más invencible que Roldan?; y ¿quién
más gallardo y más cortés que Rugero, de quien decienden
hoy los duques de ferrara (DO, 11, 1)
ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
Antología de libros
de caballerías castellanos
JOSÉ MANUEL LUCÍA MECÍAS

•AV^.**.'

CENTRO DE ESTUDIOS CERVANTINOS


i 2001 r ¡yflS&f.
Ilustraciones:
La Trapisonda: Toledo, J u a n Ferrer, 1558
Arderique: Valencia, J u a n Viñao, 1517
Florisel de Niauea (IV): Salamanca, Andrés de Portonaris, 1551

Este trabajo'ha contado con la ayuda


del Proyecto de Investigación DGS PB97-0750
del Ministerio de Educación y Cultura del Proyecto CAM-06-0156-2000
de la Comunidad Autónoma de Madrid.

Edita: Centro d e estudios Cervantinos. Paseo d e la Estación, 10. 28807 Alcalá d e Henares
© d e la introducción y edición: José Manuel Lucía Megías
© Centro d e Estudios Cervantinos
I.S.B.N.: 84-88333-49-8 Deposito Legal: S.360-2001
Imprime: Tesitex, S.L. Melchor Cano, 15- 37007 Salamanca
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN xm

De los títulos q u e entraron a formar parte de la antología (con una


reflexión sobre el género editorial caballeresco) xvi
De los criterios de edición utilizados (con un agradecimiento final) xxin

LOS TEXTOS

[I] Adramón 3
[2] Amadís de Gaula (HV) de Garci Rodríguez de Montalvo 9
131 Las sergas de Esplandián (v) de Garci Rodríguez de Montalvo 20
[4] Florisando (vi) por Ruy Páez de Ribera 29
[5] Lisuarte de Grecia (yii) de Feliciano de Silva 35
[6] Lisuarte de Grecia (van) de Juan Díaz 41
[7] Amadís de Grecia (ix) de Feliciano de Silva 46
[8] Florisel de Niquea (x: partes i-u) de Feliciano de Silva 53
19] Florisel de Niquea (xi: parte m) de Feliciano de Silva 58
[10] Florise! de Niquea (xi: parte iv) de Feliciano de Silva 63
[II] Silves de la Selva (xn) de Pedro de Lujan 68
í 12] A rderique 76
[13] Belianís de Grecia (partes i-ti) de Jerónimo Fernández 82
[14] Belianís de Grecia (partes m-iv) de Jerónimo Fernández 89
[15] Belianís de Grecia (parte v) de Pedro Guiral de Verrio 94
[16] Bencimarte de Lusitania 99
[171 Caballero de la Luna (libros IIHV) 106
[18] Cirongilio de Tracia de Bernardo de Vargas 111
[191 Ciarían de Landanís (primera parte, libro 1) de Gabriel Velázquez
de Castillo .-: 117
120] Ciarían de Landanís (primera parte, libro 11) de Alvaro de Castro .' 122
[21] Floramante de Colonia (segunda parte de Ciarían de Landanís)
de Jerónimo López 129
[22] Ciarían de Landanís (libro m) de Jerónimo López. 134
VIL ÍNDICE

[23] Eidamán de Ganail (cuarta parte de Ciarían de Eandanís)


de Jerónimo López 137
[24] Claribalte de Gonzalo Fernández de Oviedo 141
[25] Clarídoro de España 146
[26] Claris de Trapisonda 152
[27] Clarisel de las Flores de Jerónimo de Urrea 157
[28] Cristalián de España de Beatriz Bernal 162
[29] Espejo de caballerías (libro i) de Pedro López de Santa Catalina 169
[30] Espejo de caballerías (libro n) de Pedro López de Santa Catalina 175
[31] Don Roselao de Grecia (libro m de Espejo de caballerías)
de Pedro de Reinosa 182
[32] Espejo de príncipes y caballeros (i) de Diego Ortúñez de Calahorra 188
[331 Espejo de príncipes y caballeros (n) de Pedro de la Sierra 193
[34] Espejo de príncipes y caballeros (m[-iv]) de Marcos Martínez 200
[35] Espejo de príncipes y caballeros (v) 204
[36] Febo el Troyano 210
[37] Félix Magno (libros i-iv) 215
[38] Felixmarte de Hircania de Melchor de Ortega 221
[39] Filorante 229
[40] Flor de caballerías de Francisco de Barahona 233
[41] Florambel de Eucea (partes 1-11) de Francisco de Enciso 239
[42] Florambel de Eucea (parte ni) de Francisco de Enciso 246
[43] Florando de Inglaterra 255
[44] Floríndo de Fernando Basurto 262
[45] Floriseo (libros 1-11) de Fernando Bernal 268
[46] Reimundo de Grecia (libro m de Floriseo) de Fernando Bernal 275
[47] Guaríno Mezquino 279
[48] Eeón Flos de Tracia 284
[49] Eepolemo {El Caballero de la Cm^) de Alonso de Salazar 291
[50] Eeandro el Bel (libro 11 de Eepolemo) 299
[51] Eidamarte de Armenia de Damasio de Frías y Balboa 305
[52] Eidamor de Escocia de Juan de Córdoba 311
[53] Murando 319
[54] Mexiano de la Esperanza (primera parte) de Miguel Daza 324
[55] Margante 330
[56] Olivante de Eaura de Antonio de Torquemada 336
[5 7] Ealmerín de Inglaterra 340
[58] Ealmerín de Olivia de ¿Francisco Vázquez? 346
[59] Erímaleón de ¿Francisco Vázquez? 352
[60] F'latir de Francisco de Enciso 358
ÍNDICE IX

[6l] Pbilesbián de Candaría 363


[62] Policisne de Boecia de Juan de Silva y Toledo 369
[631 Polindo 374
[64] Polismán de Jerónimo de Contreras 379
[65] Renaldos de Montalbán (libros I-II) de Luis Domínguez 383
[66] La Prapesonda (libro m de Renaldos de Montalbán) 390
[67] Baldo (libro iv de Renaldos de Montalbán) 394
[68] Selva de Cavalarías (segunda parte) de Antonio de Brito da Fonseca 401
[69] Tirante el Blanco 405
[70] Pristan el Joven 413
[71] Valerián de Hungría de Dionís Clemente 419

APÉNDICES

APÉNDICE 1: FRAGMENTOS CASTELLANOS PROCEDENTES DE LA MATERIA DE BRETAÑA

[I] Baladro del sabio Merlín 429


[11] Demanda del santo Grial 437
[ni] Estoria de Merlín 443
[iv] Langarote del Lago
[iv.a] Procedente de la Vulgata 448
[iv.b] Procedente de la Postvulgata 457
[v] Libro de Josep Abarímatía 460
[vi] Pristan de Leonís
[vi.a] Pristan castellano 465
[vi.b] Cuento de Pristan 473
[vi.c] Pristan de Leonís (1501) 479

APÉNDICE 2: FRAGMENTOS CONSERVADOS DEL AMADÍS DE GAULA MEDIEVAL 487

BIBLIOGRAFÍA .497
INTRODUCCIÓN
"-VERDADERAMENTE, señor cura, yo hallo por mi cuenta que son perjudiciales en la república
estos que llaman libros de caballerías y, aunque he leído, llevado de un ocioso y falso gusto, casi el
principio de todos los más que hay impresos, ja?nás me he podido acomodar a leer ninguno del prin-
cipio al cabo, porque me parece que, cuál más, cuál menos, todos ellos son una mesma cosa, y no
tiene más éste que aquél, ni estotro que el otro'".

Con estas palabras el canónigo de Toledo sentencia los libros de caballe-


rías impresos en su tiempo (recuérdese, principios del siglo xvn). En la esce-
na se encuentran presentes el cura, Sancho Panza y un don Quijote encanta-
do en una jaula, camino de su aldea. Es el capítulo xlvii de la primera parte
d e l Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.
Esta idea, la del género caballeresco compuesto por una serie de textos
monótonos, idénticos en sus historias y en sus desarrollos, de los que sobre-
salen sólo unos títulos, por todos conocidos y por algunos leídos y admira-
dos (Amadís de Gaula, Palmerín de Olivia, Tirant lo Blanc.) ha terminado por con-
vertirse en un lugar común en la crítica de la prosa de ficción de los Siglos
de Oro.
Pero, sin duda, diversa hubiera sido la imagen de los libros de caballerías
si se hubieran tenido en cuenta otros párrafos del mismo capítulo. En un
momento determinado, el canónigo no puede dejar de admirarse de que
alguien pueda creer que sea verdad lo que los libros de caballerías cuentan,
demostrando una lectura más atenta de la que había confesado con anterio-
ridad:

Y ¿cómo es posible que haya entendimiento humano que se dé a entender que ha habido en el mundo
aquella infinidad de Amadises, y aquella turbamulta de tanto famoso caballero, tanto emperador de
Trapisonda, tanto F[e]lixmarte de Hircania, tanto palafrén, tanta doncella andante, tantas sierpes,
tantos endriagos, tantos gigantes, tantas inauditas aventuras, tanto género de encantamentos, tantas
batallas, tantos desaforados encuentros, tanta bizarría de trajes, tantas princesas enamoradas, tan-
tos escuderos condes, tantos enanos graciosos, tanto billete, tanto requiebro, tantas mujeres valientes
y, finalmente, tantos y tan disparatados casos como los libros de caballerías contienen?

Y todo ello puede encontrarse en los libros de caballerías castellanos, en


un género que se mueve a lo largo de dos siglos entre el didactismo y el
entretenimiento.

' Las citas del Quijote remiten a la edición del Centro de Estudios Cervantinos realizada por
Florencio Sevilla y Antonio Rey Hazas.
XIV A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

leer todos los libros de caballerías castellanos: el reverendo John Bowle (1725-
1788). El primero, en sus ratos de ocio; y el segundo, como un medio de
conocer hasta la extenuación cada palabra, cada referencia del Quijote. El pri-
mero vendió gran parte de su hacienda para comprar sus libros (que luego
serían en su mayoría quemados, como todos sabemos); el segundo, lo con-
siguió (que no del todo) gracias a sus esfuerzos y a la biblioteca de Thomas
Percy.
Otros factores han venido a potenciar este lugar común ("son todos igua-
les") de la crítica de los libros de caballerías castellanos, como es la comple-
jidad de concretar el corpus caballeresco (formado por más de setenta títu-
los), la extensión de los textos, sin olvidar la inexistencia de ediciones
modernas2, lo que obliga a la lectura de los mismos en ediciones antiguas o
en testimonios manuscritos, con la consiguiente dificultad de su localización,
ya que algunos sólo se conocen gracias a ejemplares dispersos en varias
bibliotecas de todo el mundo3. Y con la tan citada frase "son todos iguales"
se ha sentenciado un género con casi dos siglos de vida, compuesto por más
de setenta títulos diferentes, de los que se hicieron decenas de ediciones
durante los siglos xvi y XVTI, y se imprimieron miles de ejemplares, difundi-
dos por toda Europa y América; género que es una de las columnas verte-
brales de la industria editorial hispánica en el xvi (en especial para algunos
talleres, como los de la dinastía de los Cromberger en Sevilla) y que confor-
ma la base del imaginario de la ficción en español (cuando lo español se con-
virtió en el modelo cultural y literario de la Europa de su tiempo) y del naci-
miento de la novela moderna.
Por este motivo, se hacía necesario una antología del corpus completo de
los libros de caballerías castellanos de los que, hasta hoy, tenemos noticia;
una antología que huyera de los episodios más conocidos4 y de las obras más
2
En este sentido, en 1997 comenzó su andadura los Libros de Rocinante del Centro de Estudios
Cervantinos (Alcalá de Henares), colección dirigida por Carlos Alvar y José Manuel Lucía
Megías que pretende editar el corpus completo de los libros de caballerías castellanos; hasta
la fecha se han publicado los siguientes volúmenes: [1] Pktir (por Ma Carmen Marín Pina), [2]
Flor de caballerías (por José Manuel Lucía Megías), [3] Primaleón (por Ma Carmen Marín Pina), [4]
Felixmarte de Hircania (por Rosario Aguilar), [5] Trístán de Leonis (por Luzdivina Cuesta Torre), [6]
Tercera parte de Florisel de Niquea (por Javier Martín Lalanda), [7] Arderique (por Dorothy A. Carpenter)
y [8] Segundapaiie de Clarián de Landanís (por Javier Guijarro). Para la difusión del género caballe-
resco también se ha abierto en el Centro de Estudios Cervantinos una colección titulada Guías
de lectura caballeresca (véase Bibliografía).
J
La Bibliografía de los libros de caballerías castellanos d e Daniel Eisenberg y M a Carmen Marín Pina
(Zaragoza, Prensas Universitarias, 2000) ofrece un análogo de todos los testimonios manuscri-
tos e impresos conservados de las ediciones que se conocen.
' No deja de ser un error metodológico la comparación sistemática del Amadis de Gaula, un
texto refundido de un original medieval que conocemos gracias a una edición de 1508, con el
Quijote, escrito un siglo más tarde.
INTRODUCCIÓN XV

citadas, para intentar ofrecer, aunque sólo de un modo general por falta de
espacio, la riqueza de matices de un género al que se han acercado escrito-
res de muy diferente calidad con intenciones también diversas; un género
que ha sabido apoyarse y utilizar elementos propios de otros géneros narra-
tivos triunfantes, como la ficción pastoril o la ficción sentimental; un género
que fue capaz de crear una literatura de entretenimiento, que culminará con
el Quijote y, de la que, en el fondo, somos todavía hoy deudores.
Muchos aspectos se repetirán en sus páginas, algunos de ellos de un modo
tópico (combates bélicos y amorosos, ritos de investidura, victorias sobre el
mal), pero también es cierto que en todos ellos aparecen otras voces, otros
matices, otros detalles, dignos también de ser tenidos en cuenta; los únicos que
explican su éxito, más allá de cualquier geografía y de cualquier cronología. O
al menos, esa ha sido el norte a la hora de confeccionar esta antología.
Don Quijote y su autor lucharon contra la caterva de los malos libros de caba-
llerías, contra aquellos libros, impresos y manuscritos, que se leían y escribí-
an a finales del siglo xvi y principios del xvn. Pero Cervantes escribió con su
Ingenioso Hidalgo un libro de caballerías de entretenimiento, un libro de caba-
llerías que, como Los cuatro libros de Amadis de Gaula, según la reelaboración de
Garci Rodríguez de Montalvo, pudiera ser origen de una restauración del
género caballeresco. En este sentido, la crítica cervantina estaría dirigida con-
tra los "malos libros de caballerías" y no contra el género caballeresco, al que
el canónigo de Toledo defiende con vehemencia en las últimas palabras de
su intervención:

-Y siendo esto hecho con apacibilidad de estilo y con ingeniosa invención, que tire lo más que fuere
posible a la verdad, sin duda compondrá tina tela de varios y hermosos la^ps tejida, que, después
de acabada, tal perfeción y hermosura muestre que consiga el fin mejor que se pretende en los escri-
tos, que es enseñar y deleitar juntamente, como ya tengo dicho. Porque la escritura desatada d'estos
libros da lugar a qtte el autor pueda mostrarse épico, lírico, trágico, cómico, con todas aquellas par-
tes que encierran en sí las dulcísimas y agradables ciencias de la poesía y de la oratoria; que la
épica también puede escrebirse en prosa como en verso.

La Antología de libros de caballerías castellanos pretende acercar u n p o c o de luz,


más allá de los textos particulares, a un género, el caballeresco, que, aún hoy,
sigue siendo una de las asignaturas pendientes de la filología; uno de los
géneros castellanos que más repercusión ha tenido en toda Europa, y que ha
sido, en el fondo, el que ha hecho posible el nacimiento de la narrativa
moderna.
Aquí se encontrarán emperadores justos, reyes traicionados, caballeros
valientes, damas guerreras, hermosas doncellas, aventuras fantásticas, mons-
truos horribles, espadas encantadas,, gigantes invencibles, trajes riquísimos,
XVI ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

ciudades encantadas; pero también consejos prácticos (de cómo las mujeres
han de tener los dientes blancos) y normas de conducta cortesana, discursos
didácticos y excursos moralizantes. Y algunos de ellos escritos en un estilo
más apacible que otro, mostrando aquél más invención que éste, pero siem-
pre dando cabida a lo lírico y a lo épico, a lo cómico y a lo trágico: risas y
lágrimas, sonetos y arengas se dan cita en las páginas de esta Antología de los
libros de caballerías castellanos; se dan cita en el género caballeresco.

De los títulos que entraron a formar parte de la antología (con


una reflexión sobre el género editorial caballeresco)

Los libros de caballerías castellanos, desde el Amadís de Gaula refundido por


Garci Rodríguez de Montalvo (seguramente a finales del siglo xv: n° 2) hasta
la Tercera y cuarta parte de Espejo de príncipes j caballeros (n° 34), último libro de caba-
llerías en folio impreso en la Zaragoza de 1623, sin olvidar algunos libros de
caballerías posteriores a esta fecha, como la Quinta parte del mismo texto (n°
35), constituyen el género de ficción más complejo, por su geografía, por su
cronología, por sus diferentes registros y míütiples influencias, de las letras
castellanas. La conciencia que se tenía en su época de la existencia de un
género caballeresco determinado está fuera de dudas... sólo hay que hablar
del "linaje de Amadís" para que el lector (u oidor) coetáneo supiera ante qué
texto se va a encontrar5; y esto mismo sucede con los grabados de las porta-
das, con determinadas palabras en el título, codificadas por los usos de la
imprenta (esforfado, por ejemplo) o por el propio tamaño de los libros. Marcas
externas que se complementan con otras textuales, por todos conocidas:
desde el escaitinio de la biblioteca del hidalgo Quijana (o Quexana), al sueño
del prólogo del Olivante de Laura (n° 56), desde el enfrentamiento de Belinflor
(n° 40) a las pinturas en la Casa del Amor en el Felixmarte de Hircania (n° 38).
Pero el problema de establecer un corpus de los libros de caballerías cas-
tellanos no radica tanto en los mínimos como en los máximos; o en otras
palabras, ¿qué criterio utilizar a la hora de delimitar un corpus, que pretenda
ser completo, de los libros de caballerías castellanos? ¿Uno o varios criterios?
En el caso de los textos de los siglos xvi y xvn, el corpus puede ampliarse a
límites casi inabarcables, en donde las fronteras no siempre quedan claras, ni
para nuestra comprensión actual ni para la realidad de su época. No hemos

' No hay que decir más en una crítica, moralista o literaria, a los mismos para que todos
los libros que forman parte del género fueran incluidos; varios ejemplos pueden encontrarse
en el volumen de Elisabetta Sarmati, Le critiche ai libri di cavalkria nel Cinquecento spagnolo (con uno sguar-
do sul sekento). Un'analisi testuale. Pisa, Giardini Editori, 1996.
INTRODUCCIÓN XVII

de olvidar que durante el siglo xvi el arte de imprimir (es decir, de difundir
la letra escrita) se convierte en una industria del imprimir (es decir, de ganar
dinero a partir de la letra escrita), por lo que un nuevo factor (el de las estra-
tegias editoriales y empresariales) puede afectar la creación y difusión de los
textos. Tampoco olvidemos que este cambio (el del arte a la industria) en tie-
rras castellanas tiene un protagonista: los libros de caballerías. De este modo,
a la hora de realizar un acercamiento al corpus caballeresco durante los Siglos
de Oro, es necesario tener en cuenta tanto factores internos (narratológios y
literarios) como externos; en otras palabras: es necesario tener en cuenta
tanto el texto (literatura) como el libro (industria).
Los criterios que, de manera mayoritaria, se han utilizado para la delimi-
tación del corpus de los libros de caballerías castellanos se han basado exclu-
sivamente en aspectos internos: el contenido de los mismos (lo que permite
además establecer una clasificación de los libros que forman parte del géne-
ro) o su naturaleza de texto original o texto traducido6.
Pascual d e Gayangos e n su Catálogo ratonado de los libros de caballerías que hay en
lengua castellana ó portuguesa hasta el año 1800 (Madrid, 1857) realizó la q u e p u e d e
ser considerada, incluso hoy en día, la más ambiciosa de las clasificaciones
realizadas de los libros de caballerías. El único criterio que utilizó es el del
contenido, basado en el "origen" de los textos objeto de estudio, como así
indicó en su introducción:

Para tratar de estos libros con el debido orden, convendrá dividirlos en tres grandes ciclos: el bretón,
el carlovingio y el greco-asiático. Los dos primeros son, con alguna ligera excepción, exclusivamente
franceses; y el tercero fué engendrado en la"Penínsulapor la brillante imaginación de nuestros escri-
tores. A este último habrá necesariamente de agregarse otra multitud de libros, así en prosa como
en verso que, estrictamente hablando, no son más que una modificación del género, como son la nove-
la-caballeresca-sentimental, los libros de caballerías morales ó á lo divino, los que están fundados
sobre la historia de España, y por último, las bellísimas epopeyas caballerescas traducidas ó imita-
das del italiano (1874: v i ) .

De acuerdo con este criterio, los títulos (y sus caballeros) irán situándose
en las siguientes casillas:

[1] Ciclo b r e t ó n : Merlíny sus profecías, El libro del Baladro, La Demanda del Santo Greal,
Langarote del Lago, Tristan de Leonís y Tristan el Joven, Tablante de Ricamonte y Jofré, hijo del
conde don Ason, Sagramory segunda Tabla Redonda.

6
Además de los dos ejemplos que comentamos, hay que recordar la clasificación de Juan
Ignacio Ferreras ("La materia castellana en los libros de caballerías (Hacia una nueva clasifica-
ción)", Philologka Hispaniensia in honorem Manuel Alvar, tomo III: Literatura, Madrid, Gredos, 1986; pp.
121-141), que amplía los límites cronológicos y lingüísticos ya que presta su atención también a
obras compuestas y difundidas exclusivamente en la Edad Media y a textos escritos en portu-
XVIII ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

[2] Ciclo carlovingio: Crónicafabulosa del arzobispo Turpin, Carlomagnoj sus doce pares, Segunda
parte, Tercera parte, Espejo de caballerías, Guarino Mesquino, Morgante, Renaldos de Montalbán.
[3] Ciclo Greco-Asiático
[3.1] Sección primera: los Amadises [...].
[3.2] Sección II: Los Palmerines: Palmerín de Oliva, Primaleón, Polindo, Platir, Flotir,
Palmerín de Inglaterra, Don Duardos II de Bretanha, Don Clarisel de Bretanha.
[3.3] Sección III: Libros independientes de las dos series anteriores: Arderíque,
Belianis de Grecia, Belindo, Caballero de la Duna, Caballero de la Rosa, Cifar, Cirongilio de
Tracia, Ciarían de Dandanís, Claribalte, Clarídoro de España, Clarimundo, Clarindo de Grecia,
Clarisel de las Flores, Cristalián de España, Dominiscaldo, Caballero del Debo, Debo el Trqyano,
Félix Magno, Felixmarte de Hircania, Floramenta de Colonia, Florambel de Ducea, Florando de
Inglaterra, Florímon, Floriseo, Gellio el Caballero, Teon Flos de Tracia, Deonis de Grecia,
Tepolemo, Didaman de Ganail, Didatnante de Armenia, Didamor de Escocia, Tucidante de Tracia,
Ducidoro, Marsindo, Olivante de Eaura, Oliveros y Artus, Philesbian de Candaría, Policisne de
Boecia, Polindo, Polisman, Reymundo de Grecia, Tirante el Blanco, Valeriano de Hungría,
Valfloran.
[4] Historias y novelas caballerescas
[5] Libros caballerescos fundados en asuntos históricos, principalmente espa-
ñoles
[6] Traducciones é imitaciones del Orlando y otros poemas caballerescos en
castellano.

Por otro lado, en la reciente, e imprescindible, Bibliografía de los libros de caba-


llerías castellanos de Daniel Eisenberg y Ma Carmen Marín Pina (Zaragoza,
Prensas Universitarias de Zaragoza, 2000) se considera u n criterio diferencia-
dor el ser escrito originalmente en español o ser una traducción (del francés,
del italiano, del portugués o del catalán). Por este motivo, quedan fuera de
la antología el Tirante el Blanco (n° 69), los dos primeros libros de Espejo de caba-
llerías (n° 29 y 30), el ciclo de Renaldos de Montalbán (n° 65-67), Palmerín de Inglaterra
(n° 57), Morgante (n° 55), Guarino Mezquino (n° 47) o Arderique (n° 12). Pero
muchos de ellos aparecen en la biblioteca del hidalgo Quijana dentro del
grupo de los libros de caballerías, así como también en otros textos coetáne-
os.
Todas estas obras aparecen en nuestra antología; de la misma manera que
algunos d e los textos analizados por Pascual de Gayangos no han encontra-
d o u n hueco en nuestras páginas, ¿por q u é razón? ¿Qué criterio o criterios
hemos utilizado para establecer el corpus d e los libros d e caballerías castella-
nos?
7
Está todavía por hacer una clasificación y bibliografía de las traducciones de los libros de
caballerías castellanos durante los siglos xvi y xvri. Sin duda, las traducciones mejores conoci-
das son las francesas del Amadis de Caula, ya que se consideran como modelo de la prosa fran-
cesa durante el siglo XVI. Sobre este asunto concreto, véase Tes "Amadis" en Trance au XVT siécle,
París, Éditions Rué d'Ulm, 2000.
INTRODUCCIÓN XIX

cuenta esa doble naturaleza del libro de caballerías antes indicada (texto y libro,
es decir, mensaje y canal), y que se ha denominado género editorial1. Este fue el cri-
terio que utilicé para establecer el corpus de mi Imprenta y libros de caballerías
(Madrid, Ollero & Ramos, 2000), y el que he seguido a la hora de concretar
los títulos que formarán parte de esta antología, con algunas modificaciones.
¿Qué se quiere decir cuando se habla de género editorial?. En el género edito-
rial se engloban tanto las características internas que hacen posible que una
serie de textos compartan una unidad genérica literaria, como aquellas exter-
nas que marcan vinculaciones (tipográficas e iconográficas) entre ellas. En
otras palabras, el género editorial abarca tanto al lector (relacionado con el
texto) como al comprador (relacionado con el libro), y todo ello gracias a unas
determinadas expectativas de recepción, muy codificadas y (re)conocidas por
todos, que pueden ser utilizadas por los libreros o impresores para hacer más
atractivos sus productos9. De esta manera, no debe extrañar que el canónigo
o el barbero cuando entran en la biblioteca del "ingenioso" hidalgo vayan pri-
mero a los libros de cuerpo "grande": ¡estos son los de caballerías! Cuando
los hayan visto todos, pasarán a otro género editorial, el pastoril, de un tama-
ño menor, gracias al que el cura puede decir-. "Estos no deben de ser de caba-
llerías, sino de poesía".
De este modo, a la hora de establecer el corpus de los libros de caballe-
rías castellanos hemos tenido en cuenta dos criterios: el interno (textos exten-
sos, escritos en prosa, en donde se relatan las aventuras de varios caballeros,
con una estructura narrativa compleja, divididos en libros y partes, y con un
final abierto en la mayoría de los casos)10 así como el externo (libros en for-
mato folio, a dos columnas, con un grabado en portada -normalmente repre-

8
Véase Víctor Infantes, "La prosa de ficción renacentista: entre los géneros literarios y el
género editorial', Journal of Híspante Philology, 13 (1989), pp- 115-124). [publicado también en Antonio
Vila nova (ed.), Actas del X Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas (Barcelona, 21-26 de agosto
de 1989;, Barcelona, PPU, 1992, tomo I, pp. 467-474.
' Como crónicas que aparecen con el disfraz de un libro de caballerías, gracias a su gra-
bado de portada y determinadas palabras en su título, como así sucedió con la edición de La
historia del emperador Carlomagno y de los doce pares de Francia ó déla cruda batalla que vuo O Hueros con Fierabrás
Rej de Alexandria hijo del grande almirante balan, q u e J a c o b o Cromberger temina d e imprimir el 24 d e
abril de 1521 en su taller sevillano y que, para aprovecharse del éxito comercial de sus edi-
ciones caballerescas, arropa con los ropajes externos de un libro de caballerías, dejándole en
formato folio, con sólo 46 folios.
10
Por este motivo, hemos dejado fuera del corpus dos textos que por su vinculación a mode-
los medievales {Crónica del cavallero Zifar) o a modelos estructurales propios de obras más breves
{Oliveros de Castilla) no comparten las características internas antes mencionadas. El hecho de que
ambos textos, en Burgos y en Sevilla, en 1499 y en 1512 respectivamente, se publiquen con las
características externas de los libros de caballerías castellanos, ha de ser entendido como una
estrategia editorial de ofrecer, con las vestiduras caballerescas, textos que sólo marginalmente
lo son, justo en un momento de una gran demanda de nuevos libros de caballerías.
XX ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

representando u n caballero jinete-, y un título en d o n d e se especifican aque-


llos elementos -bélicos, amorosos, didácticos, maravillosos o humorísticos-
q u e pretende cubrir unas determinadas expectativas del receptor).
Por este motivo, q u e d a n fuera del corpus d e los libros d e caballerías cas-
tellanos, los textos q u e conforman otro género editorial: el conocido como
historias caballerescas, libros en formato cuarto, de poca extensión q u e difunden
textos sencillos de materia caballeresca, muchos d e ellos de origen medie-
val". El corpus del género editorial de las historias caballerescas ha sido concreta-
d o por su editora, Nieves Baranda (Madrid, Turner, 1995), en los siguientes
títulos: Coránica del Cid Ruy Dta%¡ Historia de Enrique fijo de doña Oliva, La historia de
los nobles cavalleros Oliveros de Castilla y Artús d'Algarbe, 'Libro del conde Partinuplés, Historia
de la reina Sebilla, La crónica del noble caballero el conde Fernán Ganadles, La espantosa y admi-
rable vida de Roberto el Diablo, Libro del rey Canamor, La historia de los dos enamorados Llores
y Blancaflor, La coránica de los nobles caballeros Lablante de Ricamonte y de Joafré, La historia
de la linda Aíelosina, La Poncella de Francia, Historia del emperador Cario Magno y de los do%e
pares de Francia, Historia del caballero Clamades y La historia del noble cavallero París y de la
doncella Viana. A este corpus, a pesar d e sus diferencias -especialmente litera-
rias- habría q u e incluir el Rosián de Castilla de Joaquín Romero d e Cepeda
(Lisboa, Marcos Borges, 1586), ya q u e comparte todas las características exter-
nas de este género editorial.
Por su parte, las traducciones, teniendo e n cuenta los dos criterios antes
indicados, forman parte, con todo derecho, del corpus del género editorial
de los libros de caballerías castellanos. Son libros q u e han sido editados com-
partiendo unas determinadas características externas y que fueron recibidos
en su época al mismo nivel que los textos "originales", ya que todos ellos van
a compartir el tópico de la "traducción" 12 ; unos desde la "ficción" (los textos
originales) y otros desde la realidad (las traducciones).
En el escrutinio de la biblioteca del hidalgo Quijano, tantas veces indicado,
aparece junto al libro de Amadís de Caula, de Belianís de Grecia o de Olivante de Laura,
el Tirante el Blanco o el Palmerín de Inglaterra, sin hacer en ningún momento alusión
a su naturaleza; una naturaleza particular, la d e la traducción, que en su rea-
lidad comparte espacio con la ficción del resto de los textos caballerescos. Una
vez más, dentro del género caballeresco, realidad y ficción se dan la mano, se
confunden en u n abrazo. Éstos últimos títulos, como los Espejos de caballerías,
Guarino Mezquino, Morgante o el ciclo de Renaldos de Montalbán merecen, tanto por

" Víctor Infantes y Nieves Baranda anuncian para este año la publicación de una
Bibliografía de este género editorial en la que llevan trabajando hace tiempo.
12
Véase JVP Carmen Marín Pina, "El tópico de la falsa traducción en los libros de caballerí-
as españoles", en María Isabel Toro (ed.), Actas del III Congreso de la AHLM (Salamanca, 1989),
Salamanca, Universidad, 1994, tomo I, pp. 541-548.
INTRODUCCIÓN XXI

to por sus características internas como externas, formar parte, de pleno dere-
cho, del corpus del género editorial de los libros de caballerías castellanos.
Por otro lado, la Antología de libros de caballerías castellanos pretende ser comple-
ta, por lo que se han incluido también los libros de caballerías manuscritos13;
textos que, al margen de la difusión de la imprenta, se convierten a partir de
finales del siglo xvi en el medio de supervivencia del género caballeresco. La
más de una veintena de títulos (los que hoy conocemos)14, que van desde
algunos de principios del siglo xvi (Adramón [n° 1] y Marsindo [n° 531), a los que
no llegaron nunca a imprimirse por problemas económicos (Tercera parte de
Florambel de~Lucea[n° 42]) a mediados de la centuria, hasta otros que podemos
fechar con posterioridad a 1623 (Quinta parte de Espejo de príncipesy caballeros [n° 35]);
todos ellos muestran cómo el género caballeresco pervive, y con salud, más
allá de los últimos textos originales impresos (el Policisne de Boecia en 1602 [n° 62])
e, incluso, más allá de la publicación de las dos partes del Quijote.
Los libros de caballerías manuscritos han abierto un nuevo campo de estu-
dio que la crítica, desde una lectura parcial de las últimas líneas de la prime-
ra y la segunda parte del Quijote, no había querido transitar: el de la supervi-
vencia de los textos caballerescos cuando su canal de difusión habitual (la
imprenta) no puede asumir el coste económico de su realización (por causas
externas -estructurales, que se diría hoy en día-, antes que literarias). De este
modo, a finales del siglo xvi y principios del xvii se va a producir una trans-
formación del género caballeresco (entendido éste como simbiosis entre texto
y libro), en donde el texto no puede valerse de la imprenta para su difusión;
pero no es el momento de la muerte sino del cambio: algunos lo harán utili-
zando un medio de difusión activo todavía en los Siglos de Oro como es el
manuscrito15; en otros, acercándose a los nuevos géneros editoriales de éxito
a principios del siglo xvii. Si a mediados del xvi, algunas crónicas se "disfra-
zan" de libros de caballerías en su forma externa como una estrategia edito-
rial, ¿por qué no lo iba a hacer también Don Quijote de la Mancha para aprove-
charse del éxito del Guarnan de Alfarachel Las mismas estrategias editoriales, la
misma voluntad de inteligentes libreros o impresores (Francisco de Robles y

13
Comencé a analizarlos como objeto de estudio caballeresco en 1994 en un Curso de la
Universidad Menéndez Pelayo en Cuenca, dirigido por el profesor Carlos Alvar, cuyos prime-
ros resultados se publicaron en 1996: "Libros de caballerías manuscritos", Vo%j'Letra,VII/II, pp.
61-125.
14
Víctor Infantes me informa, sin más detalles, del descubrimiento de un nuevo libro de
caballerías manuscrito; como hace unos años me indicó la existencia del Selva de Cavalarías (n°
68) en la Biblioteca Nacional de Lisboa. El corpus, como se ve, está abierto a la espera de nue-
vos descubrimientos.
" Incluso, en algunos casos, se documenta en deseo de imitar por medio de la pluma los
modelos editoriales de la imprenta, como en el manuscrito conservado en la Real Biblioteca
de Madrid que ha transmitido Flor de caballerías (n° 40).
XXII ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

Jacobo Cromberger) para conseguir ganancias con esta industria que se llama
imprenta.
En la presente Antología de libros de caballerías castellanos hemos querido recoger,
por primera vez, el corpus completo de los libros de caballerías castellanos,
de los que hasta hoy se tienen noticia. La labor ha sido larga (y fruto de varios
años de trabajo), pero también somos conscientes de que todavía qLieda
mucho por hacer, muchos textos por descubrir... que mañana mismo (así lo
esperamos) esta antología no podrá decirse completa, ya que faltará algún
nuevo texto descubierto recientemente. No ha de olvidarse que tenemos
constancia de títulos de ediciones caballerescas, de los que, hasta hoy, no
hemos conservado ningún ejemplar, como:

X.Caballero de la Rosa, Valencia, A costa de G. Trincher, 1526 (perteneció al Duque


de Calabria)
l.Leoneo de Hungría, Toledo, 1520 (perteneció a Fernando Colón)
í.Leom's de Grecia (perteneció al Duque de Calabria)
A-.Lucidante de Tracia, Salamanca, Juan de Junta?, 1534 (perteneció a Fernando
Colón)
5-Taurismundo, Lisboa, Diego de Cibdad, 1549 (perteneció al Conde de Gondomar)

No es de extrañar que en los próximos años alguno de estos títulos (y otros


diferentes) puedan formar parte de una antología similar a la nuestra al encon-
trarse algún ejemplar que hoy consideramos perdidos. Tidamor de Escocia (n° 52)
o Philesbián de Candaría (n° 6l), por recordar algún ejemplo, se han conservado
en un único ejemplar, y durante muchos años se consideraron perdidos.
¿Y qué decir de los libros de caballerías manuscritos que quizá se escri-
bieron pero que, al menos al día de hoy, no tenemos noticia de que se hayan
conservado, como Florisdoro de Grecia, del que confiesa el morisco Román
Ramírez que tiene escrito una buena parte, o el libro que Santa Teresa y su
hermano Rodrigo escribieron siendo niños, según lo relata el Padre Francisco
de Ribera en su Vida de Santa Teresa de Jesús de 1590, sin olvidar los folios que
tenía ya escrito el canónigo cervantino, o que de algunos de los títulos de la
antología sólo hemos conservado unos folios sueltos {Claris de Trapisonda, n° 26)
o continuaciones {El caballero de la Tuna, n° 17, Selva de Cavalerías, n° 68)? En su
mayoría, los libros de caballerías manuscritos se han conservado en un único
testimonio manuscrito, muchos de ellos descubiertos y dados a conocer en
los últimos diez años. En los próximos, la nómina de nuevos textos puede
crecer significativamente.
Como Apéndice se han incluido una serie de textos medievales vincula-
dos a la ficción caballeresca. Del conjunto de los textos medievales vincula-
dos al universo de la caballería, desde los textos legales o doctrinales (las Siete
INTRODUCCIÓN XXIII

te partidas de Alfonso X, o las obras de d o n Juan Manuel, Cartagena o el


Marqués de Santillana) 16 a obras de ficción como el Libro del cavallero Zifar, la
Leyenda del Caballero del Cisne o la Estoria del rey Guillelme de Inglaterra", sólo se han
seleccionado fragmentos de los textos vinculados a la materia de Bretaña, ya
porque sean herederos directos de la misma (Amadís de Caula [Apéndice II]),
o traducciones de sus tres grandes ciclos: la Vulgata (n° IV.a), la Postvulgata (n°
I. II, III y IV.b) y la tristaniana (n° VI). En este caso, el ms. 1877 de la Biblioteca
Universitaria de Salamanca se muestra especialmente conflictivo: si por u n
lado, los fragmentos allí incorporados (.Libro de Josep Abarimatía, Estoria de Merlín
y langarote del Lago) se vinculan textualmente a una rama de la Postvulgata fran-
cesa; por otro, dentro de la compilación, adquieren u n nuevo sentido, aleja-
do del universo caballeresco. Por este motivo, se ha primado el relato de los
orígenes del grial y de la institución de la eucaristía, elementos esenciales
para la comprensión de la Demanda del Santo Grial.
Por su parte, dada la reescritura q u e Garci Rodríguez de Montalvo lleva a
cabo del texto medieval del Amadís (n° 2), se ha considerado pertinente dife-
renciar en este caso entre el texto medieval y el renacentista; n o así con el
del Tristán, o el Baladro del sabio Merlín o la Demanda del Santo Grial, que, a pesar
de ser conocidas gracias a impresiones incunables o de los primeros años del
siglo xvi, n o han sufrido una transformación textual comparable.
Cada u n o de los textos se han estructurado de la manera siguiente:
a) Una cabecera, en donde, junto a los datos bibliográficos de cada u n o
de ellos, se indica el responsable de la edición.
b) En "Testimonios conservados", se indican sólo las ediciones, o los tes-
timonios manuscritos. En la reciente Bibliografía de los libros de caballerías castellanos
de Daniel Eisenberg y Ma Carmen Marín Pina (2000), p u e d e n consultarse los
ejemplares conservados de cada una de ellas, por lo que n o hemos creído
conveniente aumentar el volumen de la Antología incluyendo este dato.
c) Se acompaña cada texto de una escueta bibliografía, en d o n d e se indi-
ca su número e n las bibliografía d e los profesores Eisenberg y Marín Pina,
antes indicada (en el caso de que apararezca), la edición moderna existente
o la más recomendada (en el caso, muy extraño, de existir varias ediciones
de un mismo texto), y una serie de estudios básicos q u e se hayan acercado
a la obra, primando, sobre los textos clásicos, los análisis más modernos.

10
Una excelente antología de los mismos puede consultarse en Carlos Heush, La caballería
castellana en la baja edad media. Textos y contextos, con la colaboración de Jesús Rodríguez Velasco,
Montpellier, Université de Montpellier, III, 2000.
1
En su gran mayoría aparecen en la antología de José María Viña Liste, Textos medievales de
caballerías, Madrid, Cátedra, 1993,
XXIV A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

De los criterios de edición utilizados (con un agradecimiento final)

Para la realización de la Antología de los libros de caballerías castellanos hemos segui-


do los criterios de edición de la colección los Libros de Rocinante del Centro de
Estudios Cervantinos (Alcalá de Henares). Criterios que han sido elaborados
al margen de las dos posturas que, al parecer, se encuentran enfrentadas a la
hora de editar textos de los Siglos de Oro: la "conservadora" frente a la
"modernizadora". Sí que se han tenido en cuenta dos principios metodológi-
cos defendidos por José Antonio Pascual y Pedro Sánchez-Prieto Borja, que
ponen algo de luz a un campo extremadamente oscuro por poco transitado:
por un lado, se considera que la disputa (o discusión) antes indicada a la hora
de editar textos renacentistas no debe plantearse tanto en si se debe moder-
nizar o no un texto "sino en proporcionar al lector un texto susceptible de
ser comprendido de la mejor manera posible"18; y por otro, "el principio que
debería guiar toda propuesta es el de la coherencia de las soluciones en dis-
tintos planos. Si el editor introduce puntuación para reflejar la sintaxis del
texto, para que éste sea comprensible, por la misma razón deberá acentuar
discriminatoriamente, intervenir en la 'unión y separación de palabras' con
criterio lexicográfico, o discriminar las grafías por su valor fonético, de acuer-
do con la lexicología. Los criterios de presentación se constituyen así como
un todo indivisible en el que cada decisión exige otras decisiones"".
De este modo, y con la doble intención de presentar un texto que sea enten-
dido de la mejor manera por el lector moderno (en otras palabras, en donde
se establezca la misma relación con la forma gráfica de las palabras que tuvie-
ron los lectores de su época), y desde la coherencia de las soluciones adopta-
das, se han seguido los siguientes criterios a la hora de editar los textos:

1. Grafías
- u, v, b. Se usa la grafía u para el valor vocálico, frente a v, para el con-
sonantico Qcauallo —» cavallo, avn —> aun). Por su lado, se mantiene el uso de v y
b según las lecturas que se documenten en el texto base utilizado para la rea-
lización de la edición.
-i,j,y. Del mismo modo, se usa la grafía i para el valor vocálico (incluso en
el caso de contextos semivocálicos, en donde suele aparecer la grafía y. cuydar —>
cuidar), mientras que y se reserva para el consonantico prepalatal. Por su parte,
se reserva el uso de j para: [1] la posición final absoluta de QdXdfoiiL {muy, rey), [2]
18
"La edición crítica de los textos del Siglo de Oro: de nuevo sobre su modernización gráfi-
ca", Estado actual de los estudios sobre el Siglo de Oro (Actas del II Congreso Internacional de Hispanistas del Siglo de
Oro), ed. por Manuel García Martín, Ignacio Arellano, Javier Blasco y Marc Vits, Salamanca,
Universidad, 1988, pp. 37-57; cita. p. 47.
" Cómo editar los textos medievales, Madrid, Arco/Libros, 1998, pp. 104-105.
INTRODUCCIÓN XXV

la conjunción copulativa, en el caso de documentarse, y [3] el valor consonan-


tico mediopalatal (cuio —> cuyo).
- Se respeta el consonantismo del texto base, incluso en sus alternan-
cias, como en el empleo de nasal -m- o -n- ante bilabial -p-, -b- (enperador / empe-
rador), así como la ausencia o presencia de h. Sólo se llevan a cabo algunas
intervenciones, que se concreta en las siguientes:

- Digrama qu-. Se mantiene la grafía qu- ante las vocales e/i (que, quien, quin-
ce..?), pero se ha de transcribir como c (/k/) seguido de a/o/u, aunque sea
tónico (quando —> cuando, qual —* cual).
- r, rr. Se usa r tanto al inicio de palabra como tras consonante (Ra^on, trabón —>
ra^ón, onrra —> onra). Por otro lado, se utiliza la grafía rr para todos aquellos con-
textos de la vibrante múltiple: es habitual que el reparto de los valores de las
grafías r y rr venga determinado más por el contexto que por el dibujo de las
mismas. De este modo, no se considera un error por omisión la presencia de
r como valor de vibrante múltiple, y se deberá normalizar su grafía según su
valor fonético, identidad que sí que posee para el lector actual (fiera —> tierra).
Lo mismo sucede para posibles errores tipográficos del componedor, al que
no debe otorgársele (siempre) un papel activo en la transmisión de los textos.
- c, g. Se prefiere el uso de c ante e, i (pelo —> cielo), mientras que la ¡ se debe
mantener (o restituir) ante a,o,u, para distinguirse de la oclusiva velar (cabera,
cabeca —> cabera).
— s - , -ss- / j , x. Se debe mantener la alternancia que aparece en el texto base
del reparto entre -s- / -ss- y de j I x, aunque hemos de tener en cuenta que
la distinción entre sorda y sonora en una de las primeras de perderse en la
fonología del castellano medieval.
- Grupos cultos. A pesar de las peculiaridades (desde la connotación latini-
zante o el ropaje arcaico) que presentan en diferentes textos (y contextos
culturales) a lo largo del siglo xvi, se prefieren las siguientes normalizacio-
nes que se basan en el principio antes indicado de la necesidad de ser cohe-
rentes en todas las decisiones de presentación gráfica de los textos de la
Antología; de este modo, no podemos aceptar normalizar el uso de ulv (por
poner sólo un ejemplo), y en cambio mantener los grupos cultos por apego
a una tradición crítica que los entiende (sin un verdadero análisis diacróni-
co) como ejemplos de influencia o connotación latinizante: [1] la letra ch se
reserva para su valor palatal, por lo que el grupo culto ch debe ser sustitui-
do por las grafías que representan el sonido velar (/W) (charidad —» caridad,
Achiles —> Aquiles); [2] el grupo culto th- se reduce a la dental / (thesoro —> teso-
ro, Matheo —> Mateo); [31 el grupo culto ph- se reduce a la fricativa / (Phevo —>
Fevo, propheta —> profeta). Sólo se mantienen aquellos grupos que el editor con-
sidere que tienen un reflejo fonético (así en especial ante los grupos como
gn -digno/diño-, bd —cobdol codo-, pt -septiembre /setiembre, Ct —víctorlvítor-, o bs —subs-
tancia / sustancia); y lo mismo puede decirse del grupo de geminadas: -bb-
(abbad ~ abad), ce (peccado ~ pecado), pp (apparecer ~ aparecer), ff (effecto ~ efeto / efec-
XXVI ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

La dificultad de establecer un único criterio para un corpus tan amplio y


heterogéneo, llevan a proponer en estos casos un criterio propio para cada
texto, en donde se debe establecer el valor meramente gráfico (y por tanto,
deberá reducirse por su valor meramente denotativo) o fonético (y por tanto,
debería mantenerse).

- Las abreviaturas se desarrollan sin ninguna indicación. Un caso muy


habitual es la aparición de (jhu) xpo, que, según lo dicho anteriormente, debe-
mos presentar como (Jesu) Cristo (y no -jhesu- Christo). El signo tironiano en
CLialquiera de sus realizaciones (& / x) se transcribirá como e. Se mantendrá
la alternancia y / e para la conjunción copulativa tal y como aparece en el
texto base.

2. Unión y separación de palabras


- La unión y separación de palabras supone una de las primeras inter-
venciones críticas del editor, por lo que se seguirán, como norma general, los
usos normalizados del español actual, con las siguientes adaptaciones al sis-
tema del español de los Siglos de Oro:
- En el caso de fusiones por fonética sintáctica, se deben discriminar
secuencias que pueden llegar a confluir: dello —> d'ello, del —> d'el, d'él, dé-1, destas
—> d'estas, aunquen —> aunqu'en...)
- Se presentarán en un solo tramo los adverbios en -mente {primera mente —>
primeramente).

3. Mayúsculas y minúsculas
- Se seguirá para la distinción entre mayúsculas y minúsculas los criterios
actuales del español, dadas las continuas disfunciones que se documentan en
su empleo en los impresos y manuscritos de los Siglos de Oro (procedentes
de los usos gráficos medievales).
- En contra de lo señalado por la Real Academia (1999, § 3.5.a), las pala-
bras que expresan poder público, dignidad o cargo importante (emperador, rey,
conde, caballero...) se escriben con minúsculas, y así se dirá "era rey de Dacia";
no así cuando la dignidad o cargo se convierte en el sobrenombre de uno de
los personajes (Caballero de la Selvajina Dama, Caballero del Arco..?), o sustituye el
propio nombre (Emperador de Trapisonda, Rey de Dacia...).

4. Acentuación
- La acentuación se entiende como medio para la presentación de una
propuesta crítica del texto. Se acentúa siguiendo las normas vigentes, tenien-
do en cuenta el valor diacrítico que adquiere en las siguientes parejas
- á (verbo) / a (preposición)
INTRODUCCIÓN XXVII

- é (verbo) / e (conjunción)
- dé (verbo) / de (preposición)
- dó (verbo y pronombre interrogativo) / do (adverbio)
~j (adverbio) / j (conjunción)
- só (verbo) / so (preposición y pronombre posesivo)
- Por su parte, se distingue entre vos/ vos y nos / nos según sean átonos o
tónicos, al margen de su función sintáctica.

5. Puntuación
- Se intentará por medio de los signos de puntuación del español actual
tanto ofrecer un texto comprensible al lector actual como intentar mantener
la prosodia de los textos caballerescos teniendo en cuenta dos grandes difi-
cultades: por un lado, se encuentra muy lejana de nuestro sistema sintáctico;
y por otro, en ocasiones los autores de libros de caballerías muestran un esca-
so dominio de las cláusulas sintácticas; muy alejados, por tanto, de los gran-
des narradores del siglo xvi.
- En todo caso, se tendrá en cuenta la particular puntuación del texto base
como paso previo para la puntuación de la edición.

6. Otros signos
- Entre paréntesis cuadrados ([ ]) se indicarán las enmiendas textuales que
lleva a cabo el editor, y entre ángulos (< >) las letras que deben ser suplidas
para una mayor inteligibilidad del mismo. En este caso, se ha de diferenciar
claramente lo que es el texto de lo que es el ejemplar: en la Antología se
ofrece el "texto" de una edición concreta de un libro de caballerías castella-
nos, un "texto ideal"; por esta razón, lejos de nuestra intención queda el de
ofrecer una transcripción de un "ejemplar" concreto (el que se utiliza en un
momento determinado o el único que no han transmitido el texto), por lo
que no deben reflejarse los errores tipográficos que son tan abundantes en
algunas de nuestras ediciones caballerescas.
- Entres llaves ({ 1) se indicarán las anotaciones marginales que aparecen
en algunos testimonios manuscritos.
- En el caso de los textos medievales fragmentarios (Amadís de Gaula, Tristán
de Leonís), entre corchetes ([ ]) se indican aquellas lecturas que se restituyen
y que han desaparecido del testimonio conservado.

Estos mismos criterios son los que hemos utilizado para la edición de los
textos medievales caballerescos.
Todos los textos, en la medida de lo posible, se han editado a partir de
sus fuentes primarias. En el listado inicial, se indica con una flecha qué tes-
timonio manuscrito o qué edición se ha utilizado. En el caso de los manus-
XXVIII A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

critos, se ha cotejado la transcripción con el original o con un microfilm (a


excepción del Lidamarte de Armenia [n° 51])- Para los impresos, se ha utilizado
como principio metodológico la primera edición de la que se han conserva-
do ejemplares.

Al margen de los motivos y finalidad de esta antología, de la pertinencia de


su contenido o de su utilidad, este libro muestra las múltiples posibilidades,
siempre positivas, que ofrece el trabajo en equipo. Desde la idea inicial hasta
el libro que tienes entre las manos, este proyecto sólo ha sido posible gracias
a que una serie de personas, todas las que aparecen como editores y algu-
nos más, han confiado en él. Además de los editores de cada uno de los tex-
tos, que han dedicado muchas horas de su tiempo a editarlos, a estudiarlos,
a comprenderlos, no quisiera dejar en el silencio otros que, de la misma
manera, han hecho posible que este libro exista: a Florencio Sevilla, que en
julio del 2000 me propuso colaborar en la organización de la XXI Edad de Oro,
dedicada a los libros de caballerías, verdadero germen de esta publicación; a
sus colaboradores en la Universidad Autónoma de Madrid, que convierten el
(ingrato) trabajo de la organización de un evento científico en una diversión;
a Magdalena León y David Mañero que ayudaron en la transcripción de algu-
nos textos caballerescos; al Centro de Estudios Cervantinos por la útilísima
labor que está realizando en dar a conocer la literatura de los siglos xvi y xvn,
a Carlos Alvar, que siempre recibe nuestras propuestas con entusiasmo y a
Cervantes, que un día, como su don Quijote, quiso "tomar la pluma y dalle
fin al pie de la letra" a un libro de caballerías, escribiendo entonces su Ingenioso
Hidalgo don Quixote de la Mancha, J2L que "otros mayores y continuos pensa-
mientos no se lo estorbaron". Vale.

José Manuel Lucía Megías


Madrid, febrero 2001
TEXTOS

*w^^T»98E^i^p¡KPíf*f
T^^--iM..Mug.|.T..r^?a^^r^r--(ffi»J,)P|r^T'tl

^ - ¿ ^ ^ . • r e i á f e a r s g c s r t gasa*
1. ADRAMON
(principios del siglo xvi)

por
José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIO

[1] Bibliothéque Nationale de France (París): ms. Esp. 191 [—>]

TEXTOS

1. El príncipe Dionís es corona- Polonia estavan, se hincó de rodillas y


do como rey de Polonia hizo oración muy devotamente un cuar-
to de hora-, después entró en la capilla y
fuese a los sepulcros o monimentos
I^n siendo de día, el príncipe vio la
a claridad por unas vidrieras, llamó
que le diesen de vestir. Preguntáronle qué
adonde sus reyes, señores y padres esta-
van; haziéndoles gran acatamiento y
ropas quería que le diesen, respondió: reverencia, se tornó a hincar de rodillas
-Las de ayer, que otras vezes avía y les hizo un muy hermoso razonamien-
traído. to como si bivos estuvieran, de gran
Salió a la sala donde halló muchos dolor y muy concertado. Acabado,
señores que le estavan esperando y, levantóse en pie y besó las manos de los
aunque ropas ni atavíos nuevos no avían bultos que sobre las sepulturas estavan,
sacado, ivan tan ricamente vestidos y que heran de avolio que acá llamamos
ataviados de lo que en sus casas tenían marfil, labrado de relieve de muchas
que poca falta hizo sacar cosas nuevas, figuras y de otras muy delicadas lavores
que salieron tan ricos y tan ponposos y con mucho oro, que dudo otro tal se
galanes de vestidos, collares y cadenas pudiese hallar. Besadas las manos con el
y guarniciones de cavallos que no se acatamiento que antes de defuntos solía
podría dezir. Baxando el escalera, halló hazer, no cesando de les hablar y dezir
un hacanea ruana con la guarnición toda lo que quería, luego los cantores
negra, en la cual fue a la cartuxa, acon- empegaron la misa, la cual dixo el
pañado de muchos grandes y señores y Arzobispo de Paludi, capellán mayor. El
gran multitud del pueblo. Apeado, entró príncipe se fue a la confisión de la misa,
en la iglesia; llegado a la puerta de la red la que con mucha solenidad fue dicha.
que en la capilla del altar mayor estava, La corona que el Papa Bonifacio enbió al
donde los enterramientos de los reyes de buen rey Timoteo fue puesta en el altar

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 624. EDICIÓN: Gunnar Anderson (ed.), Newark, Delaware,


Juan de la Cuesta, 1992. ESTUDIOS: Cacho Blecua (1995) y Lucía Megías (2001c).
4 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

real y un estandarte y un pendón real y buelta por la capilla; tornaron delante


un estoque, lo que todo fue bendito por del nuevo rey donde estuvieron de rodi-
el capellán mayor. llas. Luego los ira reyes de armas se
Acabada la misa, sin ninguna cerimo- pusieron a los ira cantones de la capilla,
nia, el Arzobispo dio la bendición y el diziendo cada uno d'ellos:
agua bendita; luego salieron de la sacris- -¡Polonia, Polonia! etc.
tía ira reyes de armas, con sus cotas y Acabado de dezir tres vezes, movie-
vergas en las manos, y tras ellos mi ron los mi maceros, cada uno con su rey
maceros con sus macas muy grandes y d'armas, delante; todos juntos enpecaron
ricas, y cotas con las armas de Polonia, a dezir:
los cuales yendo al rey; él se levantó de -¡Polonia, Polonia! [etc.]
su estrado y se fue a los monimentos y, Luego salieron de la sacristía el abad
puesto a los pies de sus padres, dixo al y flaires con capas muy riquísimas, que
gran condestable, que lo estava mirando, hartas tenían; fueron al altar y tomando
que hiziese lo que avía de hazer. El rey
en medio al capellán mayor, que la coro-
se hincó de rodillas, el condestable fue
na llevava, fueron al rey y dichas muchas
al altar y dio el estandarte al alferes
oraciones y dadas muchas bendiciones,
mayor del reino, que de juro y de here-
el arzobispo le puso la corona. Luego el
dad lo tenía, al buen Bernaldo, conde de
conde Ben le dio el cetro y, antes que lo
Marcara, honbre de L años; el pendón
tomase, dio el estoque a Niceto, hijo
real dio al esforcado y buen cavallero
Narciso, antiguo criado del rey Máximo, mayor del Duque de Foya, su paje de
el cual siempre gelo da va; el cetro rogó cámara, que siempre delante del rey lo
a Gotardo, el gran chanciller, que lo llevase. Puesta la corona, cuantos en la
tomase y, siendo él muy cortés y no que- iglesia estavan, enpecaron a dar bozes:
riendo abracar mucho, se escusó dizien- -¡Polonia, Polonia, biva, biva
do que el un oficio que tenía le bastava, <Leonís> [Dionís], nuestro natural señor!
que lo diesen a otro; diolo a Arnao, Acabado todo, el rey se levantó y
conde Ben; él tomó el estoque, sacándo- quitando la corona tornó a besar las
lo, dixo ni vezes en alta boz: manos a los bultos de sus reyes, señores
-¡Polonia, Polonia, por el rey y padres; y hechas muchas reverencias y
<Leonís> [Dionís], nuestro derecho y ver- acatamientos, se partió, siempre la coro-
dadero señor! na en la mano, hasta que fue fuera de la
Dicho cada vez, callava un poco y capilla y con muchos gritos y alboroto
preguntava si avía alguno que dixese el salieron del monesterio; muchas cerimo-
contrario. Dicha la tercera vez, vino nias y solenidades se dexaron de hazer
delante del rey, hincando las rodillas en porque el rey no quiso.
el suelo y hizo un muy hermoso razona- Entrados en la villa, dio una pequeña
miento; acabado, puso el estoque al rey buelta por ella; fuese a descavalgar a
en la mano derecha; luego partieron del palacio, que ya heran ra horas después
altar el estandarte y pendón real, dizien- de medio día; luego fue traído el manjar,
do los que los traían: sentóse a comer; muchos señores y gran-
-¡Polonia, Polonia, por el rey des estavan presentes, hablavan en
<Leonís> [Dionís], nuestro natural y ver- muchas cosas de plazer. Aleada la mesa,
dadero señor! el rey se retraxo a reposar y cada uno se
Cuando el uno acabava, el otro fue a su posad, (ff. 9v-10r).
comencava y d'esta manera dieron una
ADRAMON 5

2. El r e y e s t r a i c i o n a d o y m u e r - queños y uno algo mayor, con muchas


to. Fedrique consigue salvar al prín- joyas de gran valor; puestos en el carro,
cipe Adramón, con quien parte para a una dueña y tres mugeres que venían
Italia en la barca mandó que las llevasen en el
otro carro, y de los suyos y de los del in-
e d r i q u e d i x o a sus barqueros: fante, los que pudiesen llevar; los otros
F -¡Hermanos míos, ya veis la gran
traición!, -llorava en gran manera-, ¡ya
que se fuesen a pie o esperasen otros ca-
rros. Mandó al carretero que tirase cami-
veis que si el rey y el príncipe son muer- no de Sigismunda. Cuando fue tres le-
tos, que a este niño viene todo el reino guas del lago, dixo:
y será rey! Hazed como fieles vasallos lo -Amigo, por amor mío, que tomes el
que yo os diré, que yo os juro y prome- camino más corto para Rogena, porque
to, a la fe de cavallero y por Dios todo en Sigismunda quicá no avrá físicos ni
padre poderoso, de hazeros hazer tantas boticarios tales que les serán menester ni
mercedes que dexés el oficio que traes y el servicio como en Rogena.
seáis ricos y honrados vosotros y los que Respondió:
de vosotros vinieren. -Manda, señor, lo que querrás, que
Todos, quien llorando, quien gritan- yo lo haré de grado.
do le dixeron: -¡Vamos, en nonbre de Dios!
-¡Manda, señor, lo que querrás, que Y con seis cavallos parescía que el
lo haremos aunque non cueste la vida! carro bolase. A la meitad del camino de
-¡O, Nuestra Señora Bendita, que con Rogena, topó con un carro en que un
tanta fatiga y peligro huíste con tu hijo hermano suyo venía, con mi cavallos
chiquito, acorre y guarda a esta criatura muy buenos. Como lo conosció, dixo:
para que se salve y no venga en poder -Hermano, dadme este carro hasta
de sus enemigos, y que hagan d'él lo Rogena, y vos irés en este carro del rey
que an hecho de su padre y hermano! que yo trayo.
¡Hermanos, torna la barca camino de Si- Baxando de los carros, apartó al her-
gismunda porque nos apartemos de las mano, díxole:
ásperas montañas! -Andad cuanto pudierdes, que halla-
-Así lo haremos, señor. res hechos muchos males y traiciones. Y
Buelta la barca, diéronse tanta prisa si os preguntaren por mí, no digáis que
en remar que en poco tienpo llegaron al me aves visto en ninguna manera. Id en
cabo del lago; hallaron dos carros del buen hora y rogá a Dios que nos guíe y
rey con cada mi cavallos cada uno. Man- encamine.
dó Fedrique a los barqueros y a los que El hermano quisiera ir con él o saber
con él venían que a nadie dixesen lo que algo. Fedrique le dixo:
avía acaescido. Baxó en tierra y llamó a -Id presto, que allá seres menester.
uno de los carreteros, díxole: No cures de saber más.
-Toma dos cavallos des'otro carro y Fedrique pasó al infante al carro y los
ponedles en el vuestro, porque el rey cofres, que muy buena cama traía, y al-
m'enbía a Sigismunda con el infante, que gunas cosas de comer; puestos en el ca-
se á sentido malo. rro, dixo al carretero:
El carretero dixo: -Hermano, tira camino de Rogena.
-Yo lo haré de grado. Así lo hizo. Llegando cerca de Faco-
Puestos seis cavallos en el carro, sacó nia topó con un carro bueno y bien cu-
al infante de la barca y dos cofres pe- bierto con mi cavallos muy buenos; su
6 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

oficio era llevar y traer mercaderes. En- 3. Venturín es a r m a d o caballero


parejando los carros, Fedrique dixo al
carretero:
-Amigo, descavalgá si os plaze, que
os quiero hablar.
L u e g o la d a m a pasó delante y dixo
d'esta manera: [...]
-La fama que por el mundo buela, de
Respondió: las muchas virtudes, grandeza y liberali-
-Soy contento. dad de vuestra señoría nos á dado alas y
Y descavalgando, Fedrique lo apartó: coracón para venir de lexas tierras a ver
-¿Hios alguna parte que seáis obliga- y hablarvos en esta solene fiesta. Y pues
do o is a buscar dónde ganéis? d'ello mucho provecho resulta, y en es-
-Señor, voy a buscar la vida. pecial a las personas que poco pueden y
-¿Querésme llevar hasta Letarmer, son agraviadas, y para el castigo y re-
que es el postrer lugar de Polonia, que prensión de los delincuentes y malhe-
son d'aquí allá ocho jornadas, y si bien chores, y pues principalmente los que
andamos no serán seis? esta tan alta horden reciben se an de en-
-¿La paga será tal que lo haré? plear en honrar y favorecer dueñas y
-¿Qué querés que os dé? donzellas y biudas y menores, pues poca
-Señor, bien meresco por ir en cinco defensa y mucha necesidad tienen de ser
días, como querés, xx pesos de horo, favorecidas, ayudadas y defendidas; y
-Por mi fe, -dixo Fedrique-, soy con- pues d'este número, muy noble y mag-
tento, porque me pareces onbre de bien, nífico señor, somos, querríamos que par-
aunque es mucho. te nos cupiese, y por esto traemos este
Tomó un portacartas, luegos gelos novel, para que vuestra señoría le dé la
dio. Pasó la cama que traía y los cofres horden de cavallería, porque siendo he-
aquel carro, y después al infante; antes cho a nuestra suplicación más obligación
que lo metiese en el carro, le dio de co- nos terna; y para que todo el mundo co-
mer (una tetilla de un capón, fianbre y nosca cuánta obligación á de tener a
pasas y higos que traía) y dexólo andar dueñas y a donzellas, trae en este escu-
un poco por un prado. Dio al carretero do la pintura que clara paresce que son
xi pesos de oro, y mandóle que fuese damas y donzellas, -dixo-. Señor que
bolando a buscar a su amo a Sigismunda ningún estorvo tiene por el cual no se le
o al lago. Puso al infante en el carro, dava dar, jurando a Dios a estos Santos
dixo: Evangelios, -poniendo la mano en un
-Amigo, vos hazed toda la diligencia misal que pidió-, que es engendrado de
que pudierdes, que yo os pagaré el vino; legítimo matrimonio, y por entr'ambos
y donde supierdes que ay buenas cosas padres y sus IIII avuelos la marece; y si
para comer y buen vino, comprares a to- muy mayor fuese, la merecería no avien-
dos, que yo os daré el dinero. Las no- do en él ni en sus antecesores raca ni
ches querría que durmiésemos en pobla- mésela de mala sangre. Y no me alargo
do por este niño. a dezir más porque mi comisión no lo
consiente ni tampoco a vuestra señoría
-Así lo haremos; en lo de las provi-
ni a él conviene por agora sabello. Y si
siones, dexadme el cargo.
d'este jurament, muy noble y magnífico
Fedrique le dio dies monedas de oro rey, no os fiáis, -vuelta a una dama, tomó
para conprar, diziendo: un cofre abierto; estava lleno de joyeles
-No dexés de conprar lo bien por es- y cadenas y cosas de horo con muchas
caseza. (ff. 72v-73v). piedras y perlas, diziendo-, he aquí este
ADRAMON 7

cofre que os doy en prendas, que vale valleros, ¿qué os paresce? ¿Qué os pare-
más de cincuenta mil nobles de la rosa, ce que haga, que no sé tomar partido?
para que si jamás se hallare el contrario Cuantos en la iglesia estavan davan
de lo que digo, que vuestra señoría haga bozes, aleando las manos derechas, di-
y disponga d'él como de cosa suya; y si ziendo:
con el tienpo fuere informado con mu- -¡Dégela vuestra señoría! ¡Dégela
cha certeza que lo que tengo dicho es vuestra señoría!
verdad, que bolviendo o enbiando por Como el rey oyó lo que todos a un
él, me lo mande tornar y restituir. Y si boz dezían, buelto a su nieta, la infanta,
por enbidia o por ser alguno mal acon- le dixo:
dicionado, querrá dezir que lo que ten- -Y vos, hija, que sois pura y sin pe-
go dicho no es así, estos dos cavalleros, cado, ¿qué dezís?
de tanta hedad como veis, sosternán y Luego se puso de rodillas, diziendo:
mantendrán que todo lo que he dicho es -Que suplico a vuestra señoría que
verdad, haziendo desdezir o vencer a gela dé.
cualquiera que contra lo que tengo di- -Agora os digo, -dixo el rey-, que es
cho querrá oponer y deziF algo. volunta de Dios. Llegalde acá, quitalde el
Y los otros cavalleros, ¿qué dezís? almete o alce la vista.
-Que para la horden que recebimos -No se cure vuestra señoría por ago-
ra d'eso, que no pasarán años ni meses
de cavallería, juramos y prometemos de
ni semanas que lo conoscerá, y verá
guardar y mantener todo lo que vos,
vuestra señoría y toda su corte.
dama, aves dicho y proferido, y para en
señal y certeza d'ello echamos los guan- -Sea en nonbre de Dios, -dixo el rey.
¿Qué pedís, hijo?
tes derechos.
Respondió el novel:
Y luego los echaron delante del rey.
-Señor, ser cavallero.
diziendo:
-Pues dadme su espada.
-Quien contra lo sobredicho o parte
Uno de los cavalleros, que el espada
cfello querrá dezir algo, pase adelante y traía en la mano, se quitó el sonbrerete y
tome el guante que más le agradare. se fue al príncipe:
Antes que la dama enpecase su ha- -Señor, vuestra merced sea su padri-
bla, todos los noveles eran tornados a no, y dé esta espada al rey.
entrar por ver y saber qué cosa hera; to- El príncipe se levantó riendo, dixo:
dos se juntaron muy cerca, que bien -Cavallero, no sé con qué ni cuándo
oyeron todo el razonamiento de la dama pueda pagaros el alegría que m'avés
y cavalleros, de lo cual todos estavan dado en querer que yo sea su padrino.
muy maravillados; estuvieron callando Tomando el espada, el señor Roger
una pieca. Dixo la dama: llegó con él y mucho miravan la hechu-
-No cabe pensar ni dudar en lo que ra y riqueza del espada. Sacada de la vai-
tengo dicho, que si supiéredes quién es na, tomada por la punta, la dio al rey y,
y cuánto este novel á de servir a Dios y aunque hera harto luenga y ancha, no
a personas necesitadas y tanbién cuanto parescía al rey que tenía nada en la
la merece por sus antecesores, vuestra mano. Dixo otra vez:
señoría enbiara por él para gela dar. -¿Qué pedís, hijo?
El rey dixo: Respondió el novel:
-Por mi fe, dama, que no me sé de- -Señor, ser cavallero.
terminar. Hermanos, hijo y vosotros ca- Dixo el señor Rogel:
» ANTOLOGÍA DE L I B R O S D E CABALLERÍAS CASTELLANOS

-Esta es la mejor espada y mejor y le calce el espuela, que en algún tienpo


más ricamente guarnecida que jamás vi. lo servirá al rey y a todo su linaje.
El rey la miró mucho y rodeava en la El señor Roger se levantó con mucha
mano; dixo el señor Roger: alegría, diziendo:
-Para ver la riqueza y hechura, tienpo -Yo soy el que gano en esta merca-
á menester.
dería, y no solamente la una, mas las dos
El rey tornava el espada al príncipe, le calcaré.
dixo:
Lo cual hizo luego.
-Halo vuestra señoría cavallero, que -Una cosa á acaecido en el armar este
aún no le á dado la horden de cavallería cavallero, -dixo el cardenal-, que jamás
que él ni su dama piden. creo que se vio.
-Por mi vida, -dixo el rey-, que se me ¿Qué, señor hermano?
avía pasado de la memoria. Hijo, ¿qué -Que tres vezes le preguntó vuestra
pedís?
señoría si quería llamándolo hijo, que no
-Señor, ser cavallero. creo que á sido sin misterio.
Dándole con el espada sobre el al- -No miré en ello.
mete, dixo:
Hecho esto, dio la horden a los que
-¡Dios os haga buen cavallero! faltavan. (ff. Il6r-117r).
Tornó el espada al príncipe, el cual
creyó que le dixera que gela ciñiese; el
cavallero que gela dio gela tornó a pedir, 4. Triste final del autor del libro
diziendo:
-Harta merced á sido querer ser su
padrino.
Tomada el espada se fue delante de
r r n a d o s a la cibdad, enbióme a lla-
mar el rey, y en presencia del du-
que muy afectuosamente me mandó que
la infanta, diziendo: dexase de escrevir por algún tienpo has-
-Pues á de ser cavallero de las damas, ta que él me lo mandase, en lo cual mu-
y así s'á de llamar, justo es que dama y cho servicio le haría, que no tardaría mu-
donzella le ciña el espada. Por tanto, se- cho que tendría qué escrevir y cosas
ñora mía, vuestra merced gela ciña. ' grandes y de mucha importancia. Res-
La cual, tomando el espada, sin espe- pondí:
rar licencia ni [de] madre ni de avuelo, -Yo haré, señor, de grado lo que
baxó del cadahalso y muchos señores vuestra señoría me manda, como hize en
con ella, fue a donde el novel estava. escrevir lo que el rey, mi señor y vuestro
Hecho gran acatamiento al rey y tíos y padre, me mandó, porque su prisión y
padre, gela ciñó muy desenbueltamente; los tienpos an sido tales, y mis males y
ceñida, dixo: enfermedades y trabajos tantos y tales
-¡Dios os haga buen cavallero y sea que no me podré sufrir ni esperar.
con vos y os guarde! El rey, sin que más dixese, me dixo:
El novel se le humilló mucho y quiso -No cures, que yo proveeré larga-
tocar la mano; ella no quiso, y se tornó mente.
al cadaalso. Luego el otro cavallero tomó Esperé algún tienpo y nunca vi tal
las espuelas, escogió la derecha y fuese provisión ni mercedes y, como ha mu-
al señor Roger, diziendo: chos años que estoy en la corriente de
-Señor, pues tan buen principio y me- desdichas y desventuras, pérdidas y tra-
dio á ávido la cavallería d'este novel, bajos, visto que el rey no s'acordava ni
vuestra señoría le dé buen fin, y sea que acordó de mí, atribuílo a mi desdicha y
ADRAMÓN 9
mala suerte y n o ha su grandeza y libe- algún principio para mi descanso. Deli-
ralidad, pues el rey Adramón, más por beré, pues, escrevir de visavuelo y avue-
presto, digo, que por escaso, se deve te- lo, de padre y de hijo, de jamás tomar
ner, según las grandes y continuas mer- péñola para escrevir, sino seguir mi mala
cedes que acostunbra a hazer, las cuales y perversa ventura; y si escriviere, será
no principia después de rey que, siendo d'ella, q u e n o p o c o tendré qué dezir y
cavallero andante, por d o n d e pasava de- q u é contar y escrevir, pues soy cierto
xava a todos espantados de las dádivas q u e cama y cintura y malaventura nunca
que clava sin querer recebir presente, dá- faltó a los desdichados, tampoco faltará
diva ni merced de ningún príncipe del a m í . Laus Deo.
mundo. Esto n o lo digo por creces ni en-
salmar sus cosas, mas p o r q u e veáis claro Este libro es acabado
cuánta es mi desventura y desdicha que d'escrevir y de hordenar.
basta matar y atar las manos a príncipe El gran Dios sea loado
tan liberal, que comigo n o p u e d a hazer que tanto tienpo m'á dado
lo que con todo el m u n d o ha hecho y que lo pudiese acabar;
haze. mas lo que está por venir,
Deliberé irme por el m u n d o como el la ra^ón claro lo enseña
corcho sobre el agua por ver si cesara el que no se sabe escrevir,
viento de mis males, y mi áspera fortuna así que quiero de^ir
amainara, y si mi quietud y bonanca hará fecha carta Deus manteña. (ff. 186r-v).

2. AMADIS DE GAULA
(Libros I-IV)
de Garci Rodríguez de Montalvo
(h. 1496)

por
Juan Manuel Cacho Blecua

TESTIMONIOS

[1] [Sevilla], [Meinardo Ungut y Stanislao Polono], [1496]


[2] Zaragoza, Jorge Coci, 1508 (30 de octubre) [H>]

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 632. FACSÍMIL: Edición de 1508 (Madrid, Instituto de España,


en prensa); edición de 1533 (Barcelona, Círculo del Bibliófilo, 1978); edición de 1535 (Valencia,
Roig Impresores, 1996); edición de 1539 (Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1992) EDICIÓN: Juan
Manuel Cacho Blecua (ed.), Madrid, Cátedra, 1987-1988. ESTUDIOS: Avalle-Arce (1990), Cabar-
cas Antequera (1992), Cacho Blecua (1979, 1986 y 2000), Gracia (1991, 1992 y 1993), Mérida
(1994), Ramos (1994 y 1995), Riquer (1987), Sales Dasí (1999) y Suárez Pallasa (1995 y 1998).
10 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

[31 Sevilla, 1511


[4] [Roma], Antonio [Martínez] de Salamanca, 1519 (19 de abril)
[5] Zaragoza, Jorge Coci, 1521 (30 de julio)
[6] Toledo, 1524
[7] Sevilla, Jacobo y Juan Cromberger, 1526 (20 de abril)
[8] Sevilla, Juan Cromberger, 1531 (22 de junio)
[9] Venecia, Juan Antonio de Nicolini Sabio, 1533 (7 de septiembre). Edición "corregi-
da" por Francisco Delicado
[10] Sevilla, Juan Cromberger, 1535 (22 de junio)
[11] Sevilla, Juan Cromberger, 1539 (8 de mayo)
[12] Medina del Campo, Juan de Villaquirán y Pedro de Castro, 1545 (1 de diciembre)
[13] Sevilla, Jacome Cromberger, 1547
[14] Lovaina, Servazio Sasseno (a costa de la viuda de Arnold Birckman), 1551 (20 de
octubre)
[15] Sevilla, Jácome Cromberger, 1552
[16] Burgos, Pedro de Santularia, 1563 (9 de febrero)
[17] Salamanca, Pedro Lasso, a costa de Lucas de Junta, 1575
[18] Sevilla, Alonso de la Barrera, 1575 (28 de mayo) (a costa de Francisco de Cisne-
ros, mercader de libros)
[19] Alcalá de Henares, Querino Gerardo (a costa de Juan Gutiérrez), 1580
[20] Sevilla, Fernando Díaz (a costa de Alonso de Mata), 1586 (diciembre)

TEXTOS

1. La historia fingida conformes, corrigiendo estos tres libros


de Amadís, que por falta de los malos es-
criptores o componedores muy corruptos
O tros UVO d e más baxa suerte que
escrivieron, que no solamente
edificaron sus obras sobre algún cimien-
y viciosos se leían, y trasladando y en-
mendando el libro cuarto con Las sergas de
to de verdad, mas ni sobre el rastro d'e- Espkndián, su hijo, que hasta aquí no es en
11a. Estos son los que compusieron las memoria de ninguno ser visto, que por
historias fengidas en que se hallan las gran dicha paresció en una tumba de pie-
cosas admirables fuera de la orden de dra que debaxo de la tierra, en una her-
natura, que más por nombre de patrañas mita cerca de Constantinopla, fue hallada,
que de crónicas con mucha razón deven y traído por un úngaro mercadero a estas
ser tenidas y llamadas. [...] partes de España, en letra y pargamino
Y yo esto considerando, desseando tan antiguo, que con mucho trabajo se
que de mí alguna sombra de memoria pudo leer por aquellos que la lengua sa-
quedasse, no me atreviendo a poner el mi bían; en los cuales cinco libros, como-
flaco ingenio en aquello que los más quiera que hasta aquí más por patrañas
cuerdos sabios se ocuparon, quísele jun- que por crónicas eran tenidos, son con ta-
tar con estos postrimeros que las cosas les emiendas acompañados, de tales en-
más livianas y de menor substancia escri- xemplos y doctrinas, que con justa causa
vieron, por ser a él según su flaqueza más se podrán comparar a los livianos y febles
AMADÍS DE GAULA (i-IV) 11

saleros de corcho que con tiras de oro y Esto así fecho, puso la tabla encima
plata son encarcelados y guarnescidos, tan junta y bien calafeteada, que agua ni
porque assí los cavalleros mancebos otra cosa allí podría entrar, y tomándola
como los más ancianos hallen en ellos lo en sus bracos y abriendo la puerta, la
que a cada uno conviene. (Prólogo). puso en el río y dexola ir; y como el
agua era grande y rezia, presto passó a
la mar, que más de media legua de allí
2. Nacimiento de Amadís no estava. (cap. i).

u e s n o t a r d ó mucho que a Elisena


P le vino el tiempo de parir, de que 3. Profecía de Urganda
los dolores sintiendo como cosa tan nue-
va, tan estraña para ella, en grande amar-
gura su coracón era puesto, como aquella D ígOte d e a q u e l que hallaste en
la mar que será flor de los ca-
que le convenía no poder gemir ni que- valleros de su tiempo. Éste fará estreme-
xar, que su angustia con ello se doblava; cer los fuertes; éste comencará todas las
mas en cabo de una pieca quiso el Señor cosas y acabará a su honra en que los
poderoso que sin peligro suyo un fijo pa- otros fallescieron; éste fará tales cosas
riesse, y tomándole la donzella en sus ma- que ninguno cuidaría que pudiessen ser
nos vido que era fermoso si ventura ovies- comencadas ni acabadas por cuerpo de
se, mas no tardó de poner en esecución lo hombre; éste hará los sobervios ser de
que convenía según de antes lo pensara, buen talante; éste avrá crueza de cora-
y embolviole en muy ricos paños, y púso- eón contra aquellos que se lo merecieren
lo cerca de su madre, y traxo allí el arca y ahún más te digo, que éste será el ca-
vallero del mundo que más lealmente
que ya oístes, y díxole Elisena:
manterná amor, y amará en tal lugar cual
-¿Qué quieres fazer? conviene a la su alta proeza; y sabe que
-Ponerlo aquí y lancarlo en el río, -dixo viene de reyes de ambas partes. [...]
ella-, y por ventura guarecer podrá. -¡Ay, señora!, -dixo Gandales-, ruégo-
La madre lo tenía en sus bracos llo- vos por Dios que me digáis dónde vos fa-
rando fieramente y diziendo: llaré para hablar con vos en su hazienda.
-¡Mi hijo pequeño, cuan grave es a mí -Esto no sabrás tú por mí ni por otro,
la vuestra cuita! -dixo ella.
La donzella tomó tinta y pergamino, y -Pues dezidme' vuestro nombre, por
fizo una carta que dezía: Este es Amadís sin la fe que devéis a la cosa del mundo que
Tiempo, hijo de rey. Y sin tiempo dezía ellamás amáis.
porque creía que luego sería muerto, y -Tú me conjuras tanto, que te lo diré
este nombre era allí muy preciado por- [...] Y sabe que mi nombre es Urganda la
que así se Uamava un santo a quien la Desconocida; agora me cata bien y co-
donzella lo encomendó. Esta carta cu- nósceme si pudieres.
brió toda de cera, y puesta en una cuer- Y él, que la vio donzella de primero,
da gela puso al cuello del niño. Elisena que a su parecer no passava de diez y
tenía el anillo que el rey Perión le diera ocho años, viola tan vieja y tan lassa,
cuando d'ella se partió, y metiólo en la que se maravilló cómo en el palafrén se
misma cuerda de la cera, y ansí mesmo podía tener; y comencóse a santiguar de
poniendo el niño dentro en el arca le pu- aquella maravilla. Cuando ella assí lo
sieron la espada del rey Perión [...] vio, metió mano a una buxeta qué en el
12 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

regaxo traía. Y poniendo la mano por sí, la oviessen puesto en algún pensamien-
tornó como de primero, y dixo: to indevido, y tomando su espada entró
-¿Parécete que me hallarías ahunque en la cámara de la reina, y cerrada la
me buscasses? Pues yo te digo que no to- puerta dixo:
mes por ello afán, que si todos los del -Dueña, vos me negastes siempre el
mundo me demandassen, no me hallarían anillo que yo os diera, y el Donzel del
si yo no quisiesse. (cap. ii) Mar halo dado agora a Milicia; ¿cómo
pudo ser esto que veisle aquí? Dezidme
de qué parte le huvo, y si me mentís,
4. Del Donzel del Mar a Amadís vuestra cabeca lo pagará.
de Gaula La reina, que muy airado lo vio, cayó
a sus pies y díxole:

P a s s a n d o el Donzel del Mar por una


sala hablando con su donzella, vio
a Milicia, hija del rey, niña, que estava
-¡Ay, señor, por Dios, merced!, pues
de mí mal sospecháis, agora vos diré la
mi cuita que hasta aquí vos ove negado.
llorando, y preguntóle qué havía. La niña Entonces comencó de llorar muy re-
dixo: zio, firiendo con sus manos en el rostro,
-Señor, perdí un anillo que el rey me y dixo cómo echara a su hijo en el río y
dio a guardar en tanto que él duerme. que llevara consigo el espada y aquel
-Pues yo vos daré, -dixo él-, otro, tan anillo.
bueno o mejor que le deis.
-¡Para Santa María!, -dixo el rey-, yo
Estonces sacó de su dedo un anillo y
creo que éste es nuestro hijo.
dióselo. Ella dixo:
La reina tendió las manos, diziendo:
-Éste es el que yo perdí.
-¡Assí pluguiesse al Señor del mundo!
-No es, -dixo él.
-Agora vamos allá vos y yo, -dixo el
-Pues es el anilllo del mundo que
rey-, y preguntémosle de su fazienda.
más le paresce, -dixo la niña.
Luego fueron entrambos solos a la
-Por esto está mejor, -dixo el Donzel
cámara donde él estava y falláronlo dur-
del Mar-, que en lugar del otro le daréis.
miendo muy assossegadamente, y la rei-
El rey despertó y demandó a su hija na no hazía sino llorar por la sospecha
que le diesse el anillo, y ella le dio aquel que tanto contra razón d'ella se tomava.
que tenía. Él lo metió en su dedo cre- Mas el rey tomó en su mano la espada
yendo que el suyo fuesse, mas vio yazer que a la cabecera de la cama era puesta,
a un cabo de la cámara el otro qtie su y catándola la conosció luego como
hija perdió, y tomándolo juntólo con el aquel que con ella diera muchos golpes
otro y vio que era el que él a la reina ha- y buenos, y dixo contra la reina:
vía dado, y dixo a la niña: -Por Dios, esta espada conosco yo
-¿Cómo fue esto d'este anillo? bien, y agora creo más lo que me dixis-
Ella, que mucho le temía, dixo: tes.
-Por Dios, señor, el vuestro perdí yo, -¡Ay, señor!, -dixo la reina-, no le de-
y passó por aquí el Donzel del Mar, y xemos más dormir, que mi coracón se
como vio que yo llorava diome esse que aquexa mucho.
él traía y yo pensé que el vuestro era. Y fue para él y tomándole por la
El rey ovo sospecha de la reina, que mano tiróle un poco contra sí diziendo:
la grand bondad del Donzel del Mar, jun- -Amigo señor, acorredme en esta
to con la muy demasiada hermosura, no priessa y congoxa en que estoy.
AMADÍS DE GAULA (i-IV) 13

Él despertó y viola reziamente llorar y por ser ambos de tan gran fuerca y ardi-
dixo: mento, pero Arcaláus se tiró afuera y
-Señora, ¿qué es esso que havéis?; si dixo:
mi servicio puede algo remediar, man- -Cavallero, tú estás en aventura de
dádmelo, que fasta la muerte se cumplirá. muerte y no sé quién eres. Dímelo por-
-¡Ay, amigo!, -dixo la reina-, pues ago- que lo sepa, que yo más pienso en te
ra nos acorred con vuestra palabra en de- matar que en vencer.
zir cuyo fijo sois. -Mi muerte -dixo Amadís- está en la
-Assí Dios me ayude, -dixo él-, no lo voluntad de Dios a quien yo temo, y la
sé, que yo fue hallado en la mar por tuya en la del diablo, que es ya enojado
gran aventura. de te sostener y quiere que el cuerpo a
La reina cayó a sus pies toda turbada quien tantos vicios malos ha dado con el
y él hincó los inojos ante ella y dixo: ánima perezca; y pues desseas saber
-¡Ay, Dios!, ¿qué es esto? quién yo soy, dígote que he nombre
Ella dixo llorando: Amadís de Gaula y soy cavallero de la
-Hijo, ves aquí tu padre y madre. [...] reina Brisena. Y agora punad de dar
Y fue llamado Amadís, y en otras mu- cima a la batalla, que os no dexaré más
chas partes Amadís de Gaula. (cap. x). folgar. [...]
Cuando Arcaláus se vio en aventura
de muerte, comencó de fuir contra un
5- Los poderes del mago palacio donde saliera, y Amadís en pos
d'él, y ambos entraron en el palacio, mas
Arcaláus se acogió a una cámara, y a la
E ra [Arcaláus] u n o de los grandes ca-
valleros del mundo que gigante no
fuesse. Amadís lo catava creyendo que
puerta d'ella estava una dueña que cata-
va cómo se combatían. Arcaláus, desque
en él avía gran fuerca por razón, y Arca- en la cámara fue, tomó una espada y
láus le dixo: dixo contra Amadís:
-¿Qué me catas? -Agora entra y combátete comigo.
-Catóte, -dixo él-, porque según tu -Mas combatamos en este palacio,
parescer podrías ser hombre muy seña- que es mayor, -dixo Amadís.
lado si tus malas obras no lo estorvassen -No quiero, -dixo Arcaláus.
y la deslealtad que has gana de mante- -¡Cómo!, -dixo Amadís-; ¿ende te cre-
ner. es amparar?
-A buen tiempo, -dixo Arcaláus-, me Y poniendo el escudo ante sí entró
traxo la fortuna si de tal como tú avía de con él, y aleando la espada por lo ferir,
ser reprehendido. perdió la fuerca de todos los miembros y
Y fue para él, su langa baxa, y Ama- el sentido, y cayó en tierra tal como
dís assí mesmo, y Arcaláus lo firió en el muerto. [...]
escudo y fue la langa en piecas, y juntá- Y luego desarmó a Amadís, que no
ronse los cavallos y ellos uno con otro sabía de sí parte, y armóse él de aquellas
tan bravamente, que cayeron a sendas armas, y dixo a la dueña:
partes, mas luego fueron en pie como -Este cavallero no le mueva de aquí
aquellos que muy bivos y esforzados ninguno por cuanto vos amades, y assí
eran; y firiéronse con las espadas de tal lo dexad fasta que el alma le sea salida,
guisa, que fue entre ellos una tan cruel y (cap. xviii).
brava batalla, que ninguno lo podría
creer si no la viesse, que duró mucho
14 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

6. Desencantamiento de Amadís Gandalín, mas él estava como muerto; y


cuando oyó su boz, estremescióse, y no
cuidó que era él, que por muerto lo te-
Y e s t a n d o assí, entraron por la
puerta del palacio dos donzellas,
y traían en las manos muchas candelas
nía y pensava que él estava encantado.
Amadís se aquexó más y dixo:
encendidas, y pusieron d'ellas a los can- -Gandalín ¿dónde eres? ]Ay Dios, qué
tos de la cámara donde Amadís yazía. mal hazes en me no responder!
Las dueñas que allí eran no las pudieron Y dixo contra los otros:
fablar ni mudarse de donde estavan, y la -Dezidme, por Dios, si es bivo el es-
una de las donzellas sacó un libro de cudero que acá metieron.
una arqueta que so el sobaco traía y co- El enano, que esto oyó, conosció que
mencé a leer por él; y respondíale una era Amadís, y dixo:
boz algunas vezes; y leyendo d'esta gui- -Señor, acá yazemos y bivos somos,
sa una pieca, al cabo respondiéronle ahunque mucho la muerte hemos desse-
muchas bozes juntas dentro en la cáma- ado.
ra que más parescían de ciento. Enton- Él fue muy alegre en lo oír y tomó
ces vieron cómo salía por el suelo de la candelas que cabe la lámpara del palacio
cámara rodando un libro como que vien- estavan, y encendi[én]dolas tornó a la
to lo levasse y paró a los pies de la don- cárcel y vio dónde Gandalín y el enano
zella. Y ella lo tomó y partiólo en cuatro eran, y dixo:
partes y fuelas quemar en los cantos de -Gandalín, sal fuera, y tras ti todos
la cámara donde las candelas ardían; y cuantos aquí están, que no quede nin-
tornóse donde Amadís esta va, y tomán- guno.
dolo por la diestra mano, le dixo: Y todos dezían:
-Señor, levantadvos, que mucho ya- -¡Ay, buen cavallero, Dios te dé buen
zéis cuitado. galardón porque nos acorriste!
-¡Santa María!, ¿qué fue esto, que por Entonces sacó de la cadena a Ganda-
poco fuera muerto? lín, que era el postrero, y tras él al ena-
-Cierto, señor, -dixo la donzella-, tal no y a todos los otros que allí estavan ca-
hombre como vos no devía assí morir, tivos, que fueron ciento y quinze, y los
que ante querrá Dios que a vuestra treinta cavalleros, y todos ivan tras Ama-
mano morrán otros que mejor lo meres- dís a salir afuera de la cueva, dizíendo:
cen. (cap. xix). -¡Ay, cavallero bienaventurado, que
assí salió nuestro Salvador Jesucristo de
los infiernos cuando sacó sus servidores!
7. Liberación d e los prisioneros Él te dé las gracias de la merced que nos
hazes. (cap. xix)

S e fue [Amadís] luego a la cárcel y


entró en el palacio donde los hom-
bres matara, y de allí llegó a la prisión en 8. Unión d e los e n a m o r a d o s
que estavan los presos; y el lugar era
muy estrecho y los presos muchos; y
avía más en largo de cien bragadas y en
ancho una y media, y era assí escuro
E lla [Oriana] estava tan espantada,
que le no podía hablar, y abracóse
con él [con Amadís], que gran miedo avía
como de donde claridad ni aire podía de los cavalleros muertos que cabe ella
entrar, y eran tantos que ya no cabían. estavan. La Donzella de Denamarcha fue
Amadís entró por la puerta y llamó a tomar el cavallo de Amadís, y vio la es-
AMADÍS DE CAULA (i-IV) 15

pada de Arcaláus en el suelo, y tomán- Y sacándolo del dedo, lo dio a Gan-


dola tráxola Ámadís y dixo: dalín. Y cuando él se iva, dixo a passo
-Ved, señor, qué fermosa espada. contra Amadís:
Él la cató, y vio ser aquella con que -Señor, quien buen tiempo tiene y lo
le echaran en la mar y gela tomó Arca- pierde tarde lo cobra.
láus cuando lo encantó. [...] Amadís le- Y esto dicho, luego se fue; y Amadís
vava a su señora por la rienda, y ella le entendió bien por qué lo él dezía. Oria-
iva diziendo cuan espantada iva de na se acostó en el manto de la donzella,
aquellos cavalleros muertos, que no po- en tanto que Amadís se desarmava, que
día en sí tornar, mas él le dixo: bien menester lo avía; y como desarma-
do fue, la donzella se entró a dormir en
-Muy más espantosa y cruel es aque-
unas matas espessas, y Amadís tornó a
lla muerte que yo por vos padezco; y, su señora; y cuando assí la vio tan fer-
señora, doledvos de mí y acordaos de lo mosa y en su poder, aviéndole ella otor-
que me tenéis prometido, que si hasta gada su voluntad, fue tan turbado de
aquí me sustuve, no es por ál sino cre- plazer y de empacho, que sólo catar no
yendo que no era más en vuestra mano la osava. Assí que se puede bien dezir
ni poder de me dar más de lo que me que en aquella verde yerva, encima de
dava; mas si de aquí adelante veyéndo- aquel manto, más por la gracia y come-
vos, señora, en tanta libertad no me aco- dimiento de Oriana que por la desem-
rriéssedes, ya no bastaría ninguna cosa boltura ni osadía de Amadís, fue hecha
que la vida sostenerme pudiesse; antes dueña la más hermosa donzella del
sería fenecida con la más raviosa espe- mundo. Y creyendo con ello las sus en-
ranza que nunca persona murió. cendidas llamas resfriar, aumentándose
Oriana le dixo: en muy mayor cuantidad, más ardientes
-Por buena fe, amigo, nunca, si yo y con más fuerca quedaron, assí como
en los sanos y verdaderos amores acaes-
puedo, por mi causa vos seréis en esse
cer suele, (cap. xxxv)
peligro. Yo haré lo que queréis, y vos ha-
zed como, aunque aquí yerro y pecado
parezca, no lo sea ante Dios. [...]
Y desviando de la carrera se fueron al 9. El infante d o n Alfonso de Por-
valle, donde hallaron un pequeño arroyo tugal
de agua y yerva verde muy fresca. Allí
descendió Amadís a su señora, y dixo:
-Señora, la siesta entra muy caliente;
Y e n t a n t o q u e hablavan con Gro-
venesa, Briolanja a Amadís mirava
y parescíale el más fermoso cavallero
aquí dormiréis hasta que venga la fría. Y
que nunca viera. Y por cierto tal era en
en tanto, embiaré a Gandalín aquella vi- aquel tiempo, que no passava de veinte
lla y traernos ha con que refresquemos. años, y tenía el rostro manchado de las
-Vaya, -dixo Oriana-, ¿mas quién gelo armas, mas considerando cuan bien em-
dará? pleadas en él aquellas manzillas eran y
Dixo Amadís: cómo con ellas tan limpia y clara la su
-Dárgelo han sobre aquel cavallo, y fama y honra hazía, mucho en su apos-
venirse ha a pie. tura y hermosura acrescentava. Y en tal
-No será así, -dixo Oriana-; mas lieve punto aquesta vista se causó, que de
este mi anillo, que ya nunca nos tanto aquella muy fermosa donzella que con
como agora valdrá. tanta afición le mirava tan amado fue,
16 ANTOLOGÍA DE LI
BROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

que por muy largos y grandes tiempos


nunca de su coracón la su membranca -¡O, mi señora Oriana, de vos me vie-
ne a mí todo el esfuerco y ardimiento;
apartar pudo; donde por muy gran tuer-
membradvos, señora, de mí a esta sazón
ca de amor costreñida, no lo pudiendo
en que tanto vuestra sabrosa membranca
su ánimo sufrir ni resistir, aviendo cobra-
me es menester!
do su reino, como adelante se dirá, fue
por parte d'ella requerido, que d'él y de Y luego passó adelante y sintióse he-
su persona sin ningún entrevallo señor rir de todas partes duramente, y llegó al
podía ser; mas esto sabido por Amadís, padrón de mármol, y, passando d'él, pa-
dio enteramente a conoscer que las an- recióle que todos los del mundo eran a
gustias y dolores con las muchas lágri- lo ferir, y oía gran roído de bozes, como
mas derramadas por su señora Oriana no si el mundo se fundiesse, y dezían:
sin gran lealtad las passava, ahunque el -Si este cavallero tornáis, no ay agora
señor infante don Alfonso de Portugal, en el mundo otro que aquí entrar pueda.
aviendo piedad d'esta fermosa donzella, Pero él, con aquella cuita, no dexava
de otra guisa lo mandase poner. En esto de ir adelante, cayendo a las vezes de
hizo lo que su merced fue, mas no aque- manos y otras de rodillas, y la espada
llo que en efecto de sus amores se escri- con que muchos golpes firiera havía
vió. De otra guisa se cuentan estos amo- perdido de la mano y andava colgada de
res que con más razón a ello dar fe se una correa, que la no podía cobrar; assí
deve... (cap. xl). llegó a la puerta de la cámara y vio una
mano que lo tomó por la suya y lo me-
tió dentro, y oyó una boz que dixo:
10. Las pruebas mágicas -Bien venga el cavallero que passan-
do de bondad aquel que este encanta-
miento hizo, que en su tiempo par no
" p u e s e [Amadís] adelante lo más pres-
tuvo, será de aquí señor.
-L to que él pudo sin temor ninguno
como aquel que sentía no haver errado Aquella mano le pareció grande y
a su señora, no solamente por obra, mas dura, como de hombre viejo, y en el bra-
por el pensamiento. Y como fue so el co tenía vestida una manga de xamete
arco la imagen comencó a hazer un son verde. Y como dentro en la cámara fue,
mucho más diferenciado en dulcura que soltóle la mano, que la no vio más, y él
a los otros hazía, y por boca de la trom- quedo descansado y cobrado en toda su
pa lancava flores muy hermosas que fuerca, y quitándose el scudo del cuello
gran olor davan, y caían en el campo y el yelmo de la cabeca, metió la espada
muy espessas, assí que nunca a cavalle- en la vaina y gradeció a su señora Oria-
ro que allí entrasse fue lo semejante he- na aquella honra que por su causa gana-
cho y passó donde eran las imagines de ra, (cap. xliv).
Apohdon y Grimanesa; con mucha afi-
ción las estuvo mirando, pareciéndole
muy hermosas, y tan frescas como si bi- 11. Carta airada de Oriana
vas fuessen. [...]
Galaor lo quisiera detener, mas él
tomó presto sus armas y fuese adelante
en
T
o d o lo m á s del tiempo [Oriana] es-
tava sola, pensando cómo podría,
venganca de su saña, dar la pena que
rogando a Dios que le ayudasse. Y cuan-
do llegó al lugar defendido, paró un merecía aquel que la causara, y acordó
poco y dixo: que, pues la presencia apartada era, que
en absencia todo su sentimiento por
AMADÍS DE GAULA (i-IV) 17

scripto manifiesto le fuesse. Y fallándose bueno lo tomó por la mano, y aleándolo


sola en su cámara, tomando de su cofre lo hizo sentar cabe sí y vio cómo era el
tinta y pargamino, una carta scrivió que más fermoso cavallero que en su vida
dezía assí: [...] visto havía; pero viole descolorado y las
fazes y los pechos bañados en lágrimas
Mi raviosa quexa acompañada de sobrada ra- que derramava, y ovo d'él duelo y dixo:
yón da lugar a que la flaca mano declare lo que el -Cavallero, parece que havéis gran
triste corazón encubrir no puede contra vos elfalso y cuita, y si es por algún pecado que ayáis
desleal cavallero Amadís de Gaula, pues ja es co- hecho y estas lágrimas de arrepentimien-
nocida la deslealtad y poca firmeza que contra mí, to d'él os vienen, en buena hora acá na-
la más desdichada y menguada de ventura sobre to- cistes; mas si vos lo causa algunas tem-
das las del mundo, haréis mostrado, mudando vues- porales cosas, que según vuestra edad y
tro querer de mí, que sobre todas las cosas vos ama- hermosura por razón no devéis ser muy
va, poniéndole en aquella que, según su edad, para apartado d'ellas, membradvos de Dios y
la amar ni conocer su discreción basta. Y pues otra demandalde merced que vos traya a su
venganza mi sojuzgado cornijón tomar no puede, servicio.
quiero todo el sobrado y mal empleado amor que en Y aleó la mano y bendíxole y díxole:
vos tenía apartarlo. Pues gran yerro seria querer a -Agora dezid todos los pecados que
quien a mi desamando todas las cosas desamé por se os acordaren.
le querer y amar. ¡O, qué mal empleéy sojuzgué mi Amadís assí lo fizo, diziéndole toda
coracón, pues, en pago de mis sospiros y passiones, su hazienda, que nada faltó. El hombre
burlada y desechada fuessse! Y pues este engaño es bueno le dixo:
ya manifiesto, no parescáis ante mí ni en parte don- -Según vuestro entendimiento y el li-
de yo sea, porque sed cierto que el muy encendido naje tan alto donde venís, no os devría-
amor que vos havía es tornado, por vuestro mereci- des matar ni perder por ninguna cosa
miento, en muy raviosa y cruel saña, y con vuestra que vos aveniesse, cuanto más por he-
quebrantada fe y sabios engaños id a engañar otra cho de mugeres, que se ligeramente
cativa mujer como yo, que assí me vencí de vuestras gana y pierde, y vos consejo que no pa-
engañosas palabras, de las cuales ninguna salva ni réis en tal cosa mientes y vos quitéis de
escusa serán recibidas; antes, sin os ver, plañiré con tal locura que no hagáis por amor de
mis lágrimas mi desastrada ventura y con ellas dar Dios, a quien no plaze de tales cosas, y
fin a mi vida, acabando mi triste planto. ahun por la razón del mundo se devría
hazer, que no puede hombre ni deve
Acabada la carta, cerróla con sello d e amar a quien le no amare.
Amadís muy conocido, y puso en el so- -Buen señor, -dixo Amadís-, yo soy
b r e s c r i p t o : Yo soy la doncella herida de punta de llegado a tal punto, que no puedo bevir
espada por el corajón, y vos sois el que me feristes. sino muy poco, y ruégoos, por aquel Se-
(cap. xliv). ñor poderoso cuya fe vos mantenéis, que
vos plega de me llevar con vos este poco
de tiempo que durare, y havré con vos
12. Penitencia de amor consejo de mi alma. Pues que ya las ar-
mas ni el cavallo no me hazen menester,
dexarlo he aquí y iré con vos de pie, ha-
A m a d í s s e a p e ó y puso las armas en
i- tierra, y desensilló el cavallo y de-
xole pascér por la yerva; y él desarmóse
ziendo aquella penitencia que me man-
dades. Y si esto no hazéis, erraréis a
y hincó los inojos ante el buen hombre, Dios, porque andaré perdido por esta
y comencóle a besar los pies. El hombre montaña sin hallar quien me remedie. [...]
18 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS

Y el hombre bueno comencó de llo- a su madre para que lo pariesse, que no


rar con gran pesar que d'él havía, assí miré a otra parte.
que las lágrimas le caían por las barbas, -Pues, ciertamente, -dixo la donzella-,
que eran largas y blancas, y díxole: algo tiene en los pechos que las otras
-Mi fijo señor, yo moro en un lugar criaturas no han.
muy esquivo y trabajoso de bevir, que es Estonces encendieron una vela, y
una hermita metida en la mar bien siete desembolviéndolo vieron que tenía de-
leguas, en una peña muy alta, y es tan bajo de la teta derecha unas letras tan
estrecha la peña, que ningún navio a ella blancas como la nieve, y so la teta iz-
se puede llegar si no es en el tiempo de quierda, siete letras tan coloradas como
verano, y allí moro yo ha treinta años, y brasas bivas, pero ni las unas ni las otras
quien allí morare conviénele que dexe supieron leer ni qué dezían, porque las
los vicios y plazeres del mundo; y mi blancas eran de latín muy escuro, y las
mantenimiento es de limosnas que los coloradas, en lenguaje griego muy cerra-
de la tierra me dan. do, (cap. lxvi).
-Todo esso, -dixo Amadís-, es a mi
grado, y a mí plaze passar con vos tal
vida esta poca que me queda, y ruégo- 14. El combate contra el m o n s -
vos, por amor de Dios, que me lo otor- truo: el Endriago
guéis, (cap. xlviii).

13. Nacimiento d e Esplandián


T e n í a {el Endriago] el cuerpo y el
rostro cubierto de pelo, y enci-
ma havía conchas sobrepuestas unas so-
bre otras tan. fuertes, que ninguna arma
las podía passar, y las piernas y pies eran
A llí e s t u v o Oriana con algunos do-
lores fasta la noche, y con ellos re-
cibiendo algún tanto de fatiga; mas de
muy gruessos y rezios. Y encima de los
ombros havía alas tan grandes, que fasta
allí adelante la ahincaron mucho más en los pies le cubrían, y no de péndolas,
cuantidad, assí que passó muy gran cui- mas de un cuero negro como la pez, lu-
ta y grande afán, como aquella que de ziente, velloso, tan fuerte que ninguna
aquel menester fasta entonces nada sa- arma las podía empecer, con las cuales
bía. Pero el gran miedo que tenía de ser se cubría como lo fiziesse un hombre
descubierta de aquella afruenta en que con un escudo. Y debaxo d'ellas le salí-
estava la esforcó de tal suerte, que sin an bracos muy fuertes assí como de
quexarse lo sufría. Y a la media noche, león, todos cubiertos de conchas más
plugo al muy alto Señor, remediador de menudas que las del cuerpo, y las manos
todos, que fue parida de un fijo, muy havía de fechura de águila con cinco de-
apuesta criatura, quedando ella libre, el dos, y las uñas tan fuertes y tan grandes,
cual fue luego embuelto en muy ricos que en el mundo podía ser cosa tan fuer-
paños. Y Oriana dixo que gelo llegassen te que entre ellas entrasse que luego no
a la cama, y tomándolo en sus bracos, lo fuesse desfecha. Dientes tenía dos en
besó muchas vezes. La Donzella de De- cada una de las quixadas, tan fuertes y
namarcha dixo a Mabilia: tan largos, que de la boca un codo le sa-
-¿Vistes lo que este niño tiene en el lían, y los ojos, grandes y redondos, muy
cuerpo? bermejos como brasas, assí que de muy
lueñe, siendo de noche, eran vistos y to-
-No, -dixo ella-, que estoy ocupada, y
das las gentes huían d'él. Saltava y corría
tanto tengo que hazer en socorrer a él y
AMADÍS DE GAULA (i-IV) 19

tan ligero, que no havía venado que por fuerca que puso y la qu'el Endriago traía,
pies se le pudiesse escapar; comía y be- el spada caló, que le llegó a los sesos.
bía pocas vezes, y algunos tiempos, nin- Mas el Endriago, como le vido tan cerca,
gunas, que no sentía en ello pena nin- abracóse con él, y con las sus muy fuer-
guna. Toda su holganca era matar tes y agudas uñas rompióle todas las ar-
hombres y las otras animalias bivas, y mas de las spaldas, y la carne y los hues-
cuando fallava leones y ossos que algo sos fasta las entrañas; y como él estava
se le defendían, tornava muy sañudo, y afogado de la mucha sangre que bevía, y
echava por sus narizes un humo tan con el golpe de la spada que a los sesos
spantable, que semejava llamas de llue- le passó, y sobre todo la sentencia que
go, y dava unas bozes roncas espantosas de Dios sobr' él era dada y no se podía
de oír; assí que todas las cosas bivas revocar, no se podiendo ya tener, abrió
huían ant' él como ante la muerte. Olía los bracos y cayó a la una parte como
tan mal, que no havía cosa que no em- muerto sin ningún sentido. El ca vallero,
poncoñasse; era tan espantoso cuando como assí lo vio, tiró por la spada y me-
sacudía las conchas unas con otras y ha- tiógela por la boca cuanto más pudo tan-
zía cruxir los dientes y las alas, que no tas vezes, que lo acabó de matar. Pero
parecía sino que la tierra fazía estreme- quiero que sepáis que antes qu'el alma le
cer. Tal es esta animalia Endriago llama- saliesse, salió por su boca el diablo, y fue
do como vos digo, -dixo el maestro Eli- por el aire con muy gran tronido, assí
sabad-, Y ahún más vos digo, que la que los que estavan en el castillo lo oye-
fuerca grande del pecado del gigante y ron como si cabe ellos fuera, de lo cual
de su fija causó que en él entrasse el ovieron gran espanto, (cap. lxxiii).
enemigo malo, que mucho en su fuerca
y crueza acrecienta. [...]
[El Cavalkro de la Verde Espada] como 15. La cortesía de Amadís
león sañudo, pospuesto todo temor, fue
para el Endriago, que muy desfallecido y
flaco esta va, assí de la mucha sangre que
perdía y del ojo quebrado. Y como las
T o m á n d o l e d e l manto, [Leonorim] le
dixo:
-Mi buen amigo, pues que a ruego de
cosas passadas de su propia servidumbre mi padre quedáis tres días, quiero yo
se caen y perecen, y ya enojado Nuestro que al mío quedéis dos [...] Y este don
Señor qu'el enemigo malo oviesse tenido vos demando que le otorguéis de grado;
tanto poder y fecho tanto mal en aque- si no, faré que os prendan estas mis don-
llos que, ahunque pecadores, en su san- zellas, y no havrá que os gradezca.
ta fe cathólica creían, quiso darle esfuer- Estonces le cercaron más de veinte
zo y gracia special, que sin ella ninguno donzellas muy fermosas y ricamente
fuera poderoso de acometer ni osar es- guarnidas, y Leonorina, con gran risa y
perar tan gran peligro, a este cavallero plazer, dixo:
para que sobre toda orden de -Dexalde fasta ver lo que dirá.
natura diesse fin aquel que a muchos la Él fue muy ledo d'esto que aquella
havía dado, entre los cuales fueron aque- fermosa señora fazía, teniéndolo por la
llos malaventurados su padre y madre. Y mejor honra que allí se le havía fecho, y
pensando acertarle en el otro ojo con la díxole:
' spada, quísole Dios guiar a que gela me- -Bienaventurada y fermosa señora,
tió por una de las ventanas de la narizes, ¿quién sería osado de no otorgar lo que
que muy anchas las tenía. Y con la gran vuestra voluntad es, esperando, si lo no
ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

fiziesse, ser puesto en tan esquiva pri- Gran plazer hovo d'estas razones que
sión? Y yo lo otorgo como lo mandáis, passaron el Emperador y la Emperatriz, y
assí esto como todo lo otro que servicio todos los hombres buenos que allí eran, y
de vuestro padre y madre y vuestro sea. muy bien les pareció las graciosas res-
Y a Dios plega por la su merced, mi bue- puestas que el Cavallero de la Verde Spa-
na señora, que las honras y mercedes da dava a todo lo que le dezían, assí que
que d'ellos y de [v]ós recibo me llegue[n] esto le[s] fazía creer, ahún más que el su
a tiempo que de mí y de mi linaje os gran esfuerco, ser él hombre de alto lugar,
sean gradecidas y servidas. porque el esfuerco y valentía muchas ve-
Esto se cumplió muy enteramente, no zes acierta en las personas de baxa suer-
por este Cavallero de la Verde Spada, te y gruesso juizio, y pocas, la honesta
mas por aquel su fijo Esplandián [...] assí mesura y polida crianca, porque esto es
como Urganda la Desconocida en el devido aquellos que de limpia y genero-
cuarto libro lo profetizó, lo cual se dirá sa sangre vienen. No afirmo que lo alean-
adelante en su tiempo. can todos, mas digo que lo devrían al-
Las donzellas le dixeron: cancar, como cosa a qvie tan temidos y
-Buen acuerdo tomastes. Si no, no obligados son, como este Cavallero de la
pudiérades escapar de mayor peligro Verde Spada lo tenía, que poniendo a la
que lo fue el del Endriago. braveza del su fuerte coracón una orla de
-Assí lo tengo yo, señoras, -dixo él-, gran sofrimiento y contratación amorosa,
que mayor mal me podría venir enojan- defendía que la sobervia y la ira lugar no
do a los ángeles que al diablo, como lo fallassen por donde su alta virtud dañar
él era. pudiessen" (cap. lxxiv).

3. LAS SERGAS D E ESPLANDIÁN


(v libro amadisiano)
de Garci Rodríguez de Montalvo
(1510)

por
Juan Manuel Cacho Blecua

TESTIMONIOS

[1] Sevilla, Jacobo Cromberger, 1510 (31 de julio)


[2] Toledo, Juan de Villaquirán, 1521 (8 de mayo) [->]

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1276. FACSÍMIL: edición de 1587 (Aranjuez, Doce Calles,


1998). ESTUDIOS: Cacho Blecua (1986, y 2000), Gonzalo González (1993, 1995 y 1997), Mérida
(1989 Y 1990), Rodríguez Velasco (199D y Sales Dasí (1992, 1993, 1994, 1996, 1998). GUÍA DE LEC-
TURA: Sales (1999).
LAS SERGAS DE ESPLANDIÁN (V) 21

[3] [Roma], Jacobo de Junta y Antonio Martínez de Salamanca, 1525 (1 de septiembre)


[4] Sevilla, Juan Várela de Salamanca, 1526 (10 de abril)
[5] Burgos, a costa de Juan de Junta, 1526 (15 de mayo)
[6] Sevilla, Herederos de Juan Cromberger, 1542 (31 de marzo)
[7] Sevilla, Jacome Cromberger, 1549 (13 de diciembre)
[8] Burgos, Simón Aguayo, 1587
[9] Zaragoza, Simón de Portonaris (a costa de Pedro de Hibarra y Antonio Hernán-
dez), 1587 (colofón: 1586)
[10] Alcalá de Henares, Juan Gracián, 1588

TEXTOS

1. La espada predestinada plandián como la sierpe cayeron en el


suelo como rnuertos. [...]
assó adelante [Espkndián] fasta que Pues estando con mucha alegría fa-
P entró en la gran sala donde la cá- blando en las cosas que más plazer les
mara del tesoro estava, a la puerta de la davan, dixo Sargil a Esplandián:
cual vio estar echada una gran serpiente, -Señor, mejor sois que vuestro padre,
y miró las puertas de piedra, y la pues que esta aventura que él faltó vos
emp[u]ñadura del espada que por ellas la acabastes. (caps, i y ii).
metida estava; y comoquiera que aquella
bestia fiera gran espanto le pusiesse, es-
pecialmente no teniendo con qué la fe- 2. El maestro Hellsabad, histo-
rir, no dexó por esso de se ir contra ella riador
con muy esforcado coracón.
l r e y h o v o mucho plazer de lo que
La sierpe como assí lo vido venir, le-
vantóse dando grandes silvos y sacando E le dixeron, y rogó al maestro Heli-
la lengua más de una bracada de la boca, sabad que assí aquello que los dos cava-
y dio un gran salto contra él, mas Es- lleros noveles avían dicho, como todo lo
plandián se cubrió de su escudo, y como ál que a Esplandián acaeciera, desde que
la vido cerca d'él, diole presto con aquel de la insola Firme partió fasta entonces,
palo que traía un gran golpe entre las lo pusiesse en escrito. El maestro le dixo
orejas, que muy grandes las tenía, de que que así lo faría, no solamente aquello,
muy poco mal le fizo, que la serpiente mas todo lo otro que a su noticia vinies-
vino tan rezia y tan desapoderada, que lo se, y que él quería escrevir su historia
derribó en el suelo, y ella passó por porque de comienco tan alto y tan fa-
cima, que no se pudo tener. Esplandián moso no se esperavan sino cosas muy
se levantó muy presto como aquel que se estrañas y maravillosas.
veía en punto de muerte y fallóse bien Pues assí como oís fueron escritas es-
cerca de las puertas de la cámara, y como tas Sergas llamadas de Esplandián, que
vio venir contra sí la serpiente, fue cuan- quieren dezir las proezas de Esplandián,
to más rezio pudo, y soltando el palo de que d'estos cuatro libros de Amadís salen,
la mano, tiró por la espada tan rezio que por la mano de aquel tan buen hombre,
la sacó, y luego las puertas se abrieron que si la verdad no, otra cosa no escri-
ambas con tan gran sonido, que assí Es- viera. Y aunque en las cosas de Amadís
22 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

alguna duda con razón se podía poner, Luego se le cayó la espada de la


en las d'este cavallero se deve tener más mano y sentóse en el campo, que no se
creencia, porque este maestro solamente pudo en los pies tener. Esplandián llamó
lo que vio y supo de personas de fe qui- al maestro, diziéndole que aquel cavalle-
so dexar en escrito, (cap. xviii). ro le quería. El maestro llegó y, desca-
valgando de su palafrén, fue a él, que
desacordado estava de la mucha sangre
3. Combate entre Amadís y Es- que se le fue y de los golpes grandes
plandián que recebido avía, y como le quitó el
yelmo, conocióle que era Amadís, de
que muy espantado fue. Cuando Esplan-
E ya u n a p i e f a caminando, antes que
Uegassen a un gran río que la flo-
resta atravessava, en el cual avía una gran
dián le vio, echó la espada en el campo,
y quitándose el yelmo comencó de llorar
puente, y una casa de monte del rey, don- muy agrámente y dezir:
de algunas vezes se aposentava cafando y -¡O captivo sin ventura, ¿ qué he fe-
pescando, que se Uamava la Bella Rosa, cho? [...]
vieron cómo de la ribera salió un cavalle- Así como ya avéis oído passó esta
ro en un fermoso y gran cavallo armado cruel y dura batalla entre Amadís y su
de todas armas, su lanca en la mano a gui- hijo, por causa de la cual algunos dixe-
sa de querer justar, y como cerca d'él lle- ron que en ella Amadís de aquellas he-
garon, el cavallero de la ribera dixo: ridas muriera, y otros que del primer en-
-Cavallero, no passéis más adelante, cuentro de la lanca, que a las espaldas
porque yo soy guardador d'esta puente, le passó. Sabido por Oriana, se despeñó
que assí conviene que lo haga por no fa- de una finíestra. Mas no fue assí, que
llecer de mi palabra, pero si por fuerca aquel gran maestro Helisabad le sanó de
de armas la pasássedes, yo seré quito de sus llagas. E a poco espacio de tiempo,
mí promessa, y vos del trabajo de buscar el rey Lisuarte y la reina su muger les re-
otro passaje. nunciaron sus reinos, quedando ellos re-
Esplandián le dixo: traídos, como adelante se os contará. E
-Si en el tiempo de mi padre, que las fueron reyes él y Oriana, muy prospera-
aventuras en esta tierra demandava, y de dos, de la Gran Bretaña y de Gaula [...].
los otros famosos cavalleros que sobre Pero la muerte que a Amadís le sobrevi-
tales causas como éstas combatían, no no fue otra, sino que quedando en
acaesciérades, tentárades vuestra ventura olvido sus grandes fechos casi como so
como la fortuna os la diera, pero dígo- la tierra, florecieron los del fijo con tan-
vos, cavallero señor, que su honra ni su ta fama, con tanta gloria, que a la altura
fama no la querría, ni Dios por tal vía me de las nuves parescían tocar, (caps,
la dé. Pues el passo nos quitáis, no nos xxviii-xxix)
quitaréis el campo, que assaz es ancho.
[...]. [Tras el combate primero a caballo con las
langas j el después a pie con las espadas, el caba- 4. Esplandián, ante el Endriago
llero desconocido reconoce su derrota\
Esplandián detuvo el golpe, y dixo: , f~~\ p a d r e [se dirige a ElisabaS, -dixo
-Pues dezid quién sois. ~ IVy Esplandián-, muy gran dife-
El cavallero le dixo: rencia es entre la valentía y osadía, que
-Venga el maestro Helisabad, que si yo a Amadís sobra fize, no lo causó
bien será menester. sino sobir mis fuercas donde las suyas
LAS SERGAS DE ESPLANDIÁN (V) 23

decienden, que faltando la hedad falta 6. Frandalo, estratega


la virtud, falta la biveza del coracón, y
falta la ganosa y desseosa voluntad que
todas las más cosas acaba. Mas, ¿quién Pero aquel Frandalo, que desde que
supo tomar armas fasta entonces
pudo ni puede serle igual en esta osa- muchas afrentas assí en la mar como en
día y temeroso acometimiento [el enfren- la tierra avía passado, que como la his-
ta/mente contra el Endriago?. Cierto, ninguno,
toria vos contó eran diferentes de las que
ni aquel fuerte Hércoles de que tan aquéllos passado avían, porque las d'e-
graneles maravillas en armas son escrip- llos casi como desafiados de unos por
tas y divulgadas por el mundo, porque otros se hazían, y las suyas a la manera
las verdaderas que él passó comunes y de guerra guerreada, a las vezes entre
tratables son a muchos, y aquellas que pocos, y otras en gran número, quiso
más espantosas parecen bien sabéis, como en esto más astuto y sabio poner
padre, que más en fición por los poetas el remedio que convenía... (cap. lxxxiii).
que por ser ciertas en sí fueron en me-
moria por ellos dexadas. Pero dexemos
de más fablar en esto, que la diferencia 7. Sueño-visión del autor
que entre él y mí avrá será que las fuer-
gas que Dios me diere serán empleadas
contra los malos infieles, sus enemigos,
lo que mi padre no fizo. (cap. xlviii)
[
I ¡l autor -"no sé en qué forma, estando yo
l J en mi cámara, o si en sueño fuesse o si
en otra manera passasse"- se ve transportado ante
presencia de Urganda la Desconocida]

5. Arenga de Esplandián [La insuficiencia de Rodrigue^ de Montalvo]

. " P a , b u e n o s señores!, que éstas no -Yo he sabido, dixo ella, que eres un
I xli son las aventuras de la Gran Bre- hombre simple, sin letras, sin sciencia,
taña que más por vanagloria y fantasía sino solamente de aquella que, assí
que por otra justa causa las más d'ellas como tú, los caños labradores saben, y
se tomavan, que si la ira y la saña en como quiera que cargo de regir a otros
aquéllas gravemente vos eran defendi- muchos y más buenos tengas, ni a ellos
das, en estas que ahora se vos represen- ni a ti sabes fazer, ni tampoco lo que a
tan no tan solamente no es pecado exer- tu casa y hazienda conviene. Pues dime,
citándolas, mas ante aquel muy alto hombre de mal reca[u]do, ¿cuál inspira-
Señor Dios muy gran mérito se gana. ción te vino, pues que no sería la del cie-
Assí que, mis señores, comed y descan- lo, que, dexando y olvidando las cosas
sad, que antes que mañana venga yo necessarias en que los hombres cuerdos
confío en la merced de aquel muy alto y se ocupan, te quesiste entrometer y ocu-
immenso Dios que ya vos dixe, y en la par en una ociosidad tan escusada, no
muy gran lealtad d'este nuestro verdade- siendo tu juizio suficiente, emendando
ro amigo Frandalo, que con muy gran una tan grande escriptura de tan altos
daño y pérdida d'estos nuestros enemi- emperadores, de tantos reyes y reinas, y
gos estos campos que agora vemos lle- dueñas y donzellas, y de tan famosos ca-
nos de gentes d'ellas serán bien vazíos. valleros, fablando en sus grandes he-
(cap. lv). chos, olvidando en tu memoria cuántos
famosos sabios en las semejantes cosas
no osaron fablar ni escrevir, y si algunos
24 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

se atrevieron, muchas faltas, muchas pa- caídos en un pozo que allí se muestra,
labras grosseras y viciosas en sus escrip- de grande fondura y de immemorial
turas se hallan? Y tú, siendo tan torpe y tiempo hecho. Y como por mí, que los
tan flaco de juizio, tener osadía de te po- siguía, fue este desastre visto, turbado de
ner en tal atrevimiento, merecedor eres tal desdicha, descabalgué del cavallo,
de gran castigo. Y puesto caso que ya to- poniéndome en la orilla del pozo por
mando esta osadía, que con algtina color mirar si con algún artificio el falcón po-
de razón escusar te podrías, porque con dría cobrar. Mas, como los desastres
tanta afición tu voluntad está desseosa poco límite tengan en seguir unos a
de saber los famosos fechos de las ar- otros, sobrevenido con gran viento un
mas, y porque el estilo de tu vida desde turbón o remolino a aquella parte donde
tu nacimiento fue en las dessear y seguir, yo estava, levantándome los pies del
¿qué pensamiento tan contrario de la ra- suelo, en aquella gran fondura me puso,
zón fue el tuyo, entrometerte en contar sin que ningún daño recibiesse.
aquellos ardientes y leales amores de las Cuando yo allí me vi entre algunas
dos personas que más en perfición que culebras y otras cosas ponzoñosas, cier-
ninguno de los nacidos en sí sostuvieron to fue puesto en gran tribulación. Pero
y passaron? [...] ¡Oh loco!, cuan vano ha acordándoseme que el remedio de tales
sido tu pensamiento en creer que una aventuras era el esfuerco de coracón,
cosa tan excelente y tan señalada entre que con él muy muchos peligros son re-
todas las leales y honestas que en muy mediados, y también esperando que lle-
gran número de escripturas caber no po- gado un mi cacador que en un valle
dría, en tan breves y mal compuestas pa- dexé caído con su cavallo, viéndome en
labras lo pensaste dexar en memoria, no tal parte, buscaría por los lugares comar-
temiendo en ella ser tan contraria tu he- canos gente que sacarme pudiessen,
dad de semejantes actos, como el agua acordé de cevar el falcón, y queriéndolo
del fuego, y la fría nieve de la gran ca- fazer, vínome al encuentro otra muy ma-
lentura del sol, que en una tan estraña yor desventura, mucho más temerosa
cosa como ésta no pueden ni deven fa- que la misma muerte: que no sé en qué
blar sino aquellos en quien sus entrañas forma al un cabo de los cuatro de aquel
son casi quemadas y encendidas de pozo una gran boca se abrió, de tanta
aquella amorosa flama" (cap. xcviii). [La oscuridad, y a mi parecer de tal fondura,
maga le ordena que abandone la escritura de la que con mucha causa se pudiera juzgar
obra, pero una aventura imprevista le permitirá su por una de las infernales. [A punto de ser
continuación] tragado por una gran serpiente, se le aparece Ur-
ganda, quien lo conduce hasta la Ínsula Firme, en
donde están encantados los personajes principales de
[La peligrosa aventura del autor!
la obra. Le pregunta por su hermosura y fortaleza,
contradiciendo algunos episodios contados en el
Pues que assí fue, que saliendo un
Amadis. La maga le interroga si conoce en sus rei-
día a caca, como acostumbrado lo tengo,
nos algún rey y reina semejantes a los jÍcticos).
a la parte que del Castillejo se llama,
que por ser la tierra tan pedregosa y re-
zia de andar en ella más que en ninguna [Elogio de los Reyes Católicos]
otra parte caca se falla, y allí llegado, ha-
llé una lechuza, y aunque viento hazía, a -[...] en estos nuestros reinos donde
ella mi halcón lancé. [...] llegado el fal- yo nací y mi habitación fago, he visto al-
cón con la presa al suelo, fueron ambos gunos reyes y reinas que en mi juventud
LAS SERGAS DE ESPLANDIÁN (v) 25

de la trabajosa vida a la cruel muerte vi- cho, muy gran plazer siente mi ánimo en
nieron, y porque con la tierna edad no lo oír de ti, que por lo que en lo passado
puede ser junto el verdadero conoci- he visto, creo no me dirás sino aquello
miento de las cosas, dexaré de contar lo que cierto es. E si a mí dado me fuesse
que con prosperidad y adversidad passa- lugar para los ver y servir, demás de les
ron. Pero de aquello que con gran [cer]ti- dezir algunas cosas que no saben, acon-
dumbre puedo fazer muy verdadera re- sejarles ía que en ninguna manera can-
lación, por mí vos será manifiesto, sin sassen ni dexasen esta sancta guerra que
que un punto de la verdad fallezca. Y contra los infieles comencada tienen;
esto es de los grandes y muy famosos pues que con ella sus vassallos serían
hechos del rey y reina, mis señores, que contentos de los servir con las personas y
en esta sazón casi todas las Españas, y faziendas, y el más alto Señor de les ayu-
otros reinos fuera d'ellas, mandan y se- dar y favorecer, como hasta aquí lo la fe-
ñorean. Que sabréis, señora, por verdad cho, y en el cabo les fazer posseedores de
que este gran rey que digo, en fermosu- aquella gran gloria que para los semejan-
ra de rostro, en gentileza de cuerpo, en tes guardada tiene. [...]
gracia de fabla, en acabada discreción, y
en todas las otras virtudes y gracias que [El libro escrito j traducido]
a rey conviene tener, ninguno d'estos
vuestros se le podría igualar. Pues del La dueña me dixo:
grande ardi[d] y esfuerco de su coracón, -Éste que aquí vees es aquel gran sa-
no bastaría mi juizio a lo contar, según bio, el maestro Helisabad, que escrivió
las grandes cosas que por él han passa- todos los grandes fechos del emperador
do desde su tierna edad fasta este tiem- Esplandián, tan por entero como aquel
po en que estamos, assí las que tocan a que a los más d'ellos presente fue, como
esfuerco, como las que con gran discre- en este libro que vees se muestran. E
ción deven y merecen ser loadas. E por porque aún tú no has visto ni podido al-
esto lo dexaré, tornando a la reina muy canzar el fin d'ello [...] quiero ahora, re-
famosa de que os fize minción. Ésta es la vocando el mandamiento tan premioso
más apuesta, la más locana, la más dis- que te fize, en que no procediesses más
creta, que no solamente no la vieron otra adelante en esta obra, que veas por este
semejante los que oy biven, mas en to- libro aquello que adelante sucede, y de
das las escrituras passadas ni memorias aquí lo lleves en memoria, para que, po-
presentes que de la gran antigüedad niéndolo por escrito, sea divulgado por
quedassen, desde que aquel grande Mer- las gentes. Pues que gran sinrazón sería,
cóles las Españas a poblar comencó, no sabiendo aquello que passó fasta allí,
se halló otra reina que a ésta, con muy como dixe, no gozasen de lo que no sa-
gran parte, igualar pudiesse. E dexando ben ni saber podrían, si de aquí tú no lo
aparte ser su discreción, su honestidá[d] llevasses. Y esto fago por te quitar del
tanto en el estremo subidas de su gran trabajo que passarías en lo componer de
hermosura y graciosidad, digo que por tu alvedrío, y aun porque no me fío de ti,
muchos muy discretos fue juzgada más ni estoy segura que tu juizio bastasse para
por divinal el su hermoso parecer que tan grandes cosas contar. Y porque esto
temporal, no porque lo fuesse, mas por- está en la letra griega, para ti es escusado
que a ello muy allegada pareciesse. leerla, pues que no la entenderías; leérte-
lo ha en la tuya esta mi sobrina Julianda
-Aunque yo, dixo la sabidora, por
que aquí viene. [...]
otros sepa ser verdad todo lo que has di-
26 A N T O L O G Í A 0 E LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

Entonces tomando essa donzella el li- -Passará de tres oras, -dixo el caza-
bro de las manos del maestro, declaran- dor-, de que soy maravillado cómo vos
do lo que en él estava, en el lenguaje acaeció lo que nunca hasta agora os vi.
que yo muy bien entiendo, comenzó á -No te maravilles, -dixe-, pues que a
leer [...] fasta dar en la fin del libro [...] ti cada día lo semejante acaece; y agora
Lo cual por mi oído, como por deleite lo nos vamos a nuestra caca y procuremos
escuchase, teniendo las orejas muy aten- de cebar este neblí.
tas en ello, toda la mavor parte me que- Assí nos partimos de aquel lugar, y
dó en la memoria. Esto assí acabado, como yo con gran sobresalto estuviesse
como avéis oído, desseando mucho salir del miedo primero, aunque en sueño
de un tan estraño lugar, assí para des- avía sido, y con gran plazer de la fin d'e-
canso como para poner en escripto lo Uo, desseando cumplir lo que me era
que dicho tengo, dixe a la gran mandado, no pude por ninguna guisa
sabi[dora] si mandarme quería más. Ella allí sossegar. E tomando el camino, me
respondió que no por entonces. torné a mi casa, a la cual llegado, apar-
-Pues, señora, dixe yo, ruégovos, por tado de todos, tomando tinta y papel,
vuestra bondad, que dándome licencia, comencé a escrevir aquello que en la
deis orden cómo de aquí salga.[...] memoria traía, como agora oiréis, (cap.
xcix)
[De vuelta a la realidad]

[...] anduvimos fasta ser en el fondón 8. Exclamación del autor


del pozo, y allí, haziéndome poner la
diestra mano en un muy pequeño libro,
fui preso de un muy pesado sueño. No
sé yo por qué tanto espacio de tiempo
P o r q u e n o solamente [los Reyes Católi-
cos] con gran trabajo y fatiga que de
sus spíritus pusieron remedio en estos
fuesse, pero d'él despertado, me fallé en- reinos de Castilla y León, hallándolos ro-
cima del mi cavallo, y en la mano el fal- bados, quemados, despedazados, des-
tón con su capirote puesto, y el cazador truidos y repartidos, en disposición de se
cabe mí, de que muy maravillado fui, y levantar en ellos muchos reyes, por don-
díxele: de para siempre fueran en captiverio y
-Dime, ¿no bolamos una lechuza con en desaventurada subjeción, mas no can-
este falcón? sando con sus personas, no reteniendo
-No, -dixo él-, que aún fasta agora no sus thesoros, echaron del otro cabo de
la hemos fallado, ni otra cosa que bolar las mares aquellos infieles que tantos
pudiéssemos. años el reino de Granada tomado y usur-
-¡Santa María!, -dixe yo-, pues ¿qué pado contra toda ley y justicia tuvieron.
hemos fecho? E no contentos con esto, limpiaron de
-No otra cosa, -dixo él-, sino llegar aquella suzia lepra, de aquella malvada
aquí donde estamos, donde vos tomó un heregía, que en sus reinos sembrada por
sueño tan fuerte, que nunca vos he po- muchos años estava, assí de los visibles
dido despertar, assí como estáis a cava- como de los invisibles, o con otras mu-
lio, tanto, que pensé que alguna mala chas obras cathólicas que por ellos son
ventura era, que de tal forma vos tenía fechas y ordenadas, (cap. cii).
casi como muerto.
-¿Qué tanto duró esso?, -dixe yo.
LAS SERGAS DE ESPLANDIÁN (V) 27

9. Pelea entre las magas Urgan- las aver amansado, cavalgavan; que en
da y Melía toda la isla no havía otro metal alguno.
Moravan en cuevas muy bien labradas; te-
rganda, c o m o tan vieja y tan flaca nían navios muchos, en que salían a otras
U la vido [a la infanta Melía], bien cui-
dó que, a doquiera que le pudiesse echar
partes a hazer sus cavalgadas, y los hom-
bres que prendían Uevávanlos consigo,
la mano, la podría sacar afuera. Pero no dándoles las muertes que adelante oiréis.
se le fizo como pensava, que desque la Y algunas vezes que tenían pazes con sus
vieja la tuvo cerca, echó en ella las ñu- contrarios, mezclávanse con toda segu-
dosas manos, dando grandes cardados, ranza unos con otros, y avían sus ayunta-
que gritos no podía porque la su gran mientos, de donde se seguía quedar mu-
edad lugar no le dava, y tiró por ella tan chas d'ellas preñadas, y si parían hembra,
rezio, que, mal su grado de Urganda, la guardávanla, y si varón, luego era muer-
metió en la cueva, y como dentro fue, to. La causa d'ello, según se sabía, era
después de aver demandado ayuda a los porque en sus pensamientos tenían firme
cavalleros con grandes bozes, fue tan de apocar los varones en tan pequeño
desacordada, que casi ningún sentido le número, que sin trabajo los pudiessen se-
quedó. Entonces, la vieja, tirándole las to- ñorear con todas sus tierras, y guardar
cas, y assien[d]o por los canos cabellos, aquellos que entendiesen que cumplía
dando con ella en el suelo, la llevó por la para que la generación no pereciese.
cueva adelante gran pieca [...] A esta sa-
zón llegó Esplandián en su cavallo a la En esta isla, California llamada, avía
cueva, y apeándose lo más presto que muchos grifos, por la grande aspereza de
pudo, entró por ella, no se le acordando la tierra y por las infinitas salvaginas que
el gran remedio que consigo llevava, que en ella habitavan, los cuales en ninguna
era essa su espada tan fermosa, que ante parte del mundo eran fallados; y en el
ella ningún encantamento no podía fuer- tiempo que tenían fijos, ivan estas mu-
ca tener, assí como lo ya provara en la geres con artificios que para los tomar
Montaña Defendida delante la reina Ar- teníatn], cubiertas todas de muy gruessos
cabona. (cap. ex). cueros, y traíanlos a sus cuevas, y allí los
criavan. Y siendo ya igualados, cevávan-
los en aquellos hombres y en los niños
que parían, tantas vezes y con tales artes,
10. Calafia, reina de California que muy bien conocían a ellas, y no les
fazían ningún mal. Cualquiera varón que
S a b e d q u e a la diestra mano de las
Indias ovo una isla llamada Califor-
nia, mucho llegada a la parte del Paraíso
en la isla entrasse, luego por ellos era
muerto y comido; y aunque fartos estu-
viessen, no dexavan por esso de los to-
Terrenal, la cual fue poblada de mugeres
negras, sin que algún varón entre ellas mar y alearlos arriba, bolando por el
oviesse, que casi como las amazonas era aire, y cuando se enojavan de los traer,
su estilo de bivir. Éstas eran de valientes dexávanlos caer donde luego eran muer-
cuerpos y esforzados y ardientes corazo- tos, (cap. elvii).
nes y de grandes fuercas; la ínsula en sí,
la más fuerte de riscos y bravas peñas que
en el mundo se fallava; las sus armas eran 11. Leonorina, a m a d a predesti-
todas de oro, y también las guarniciones nada
de las bestias fieras, en que, después de
28 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

parte les rogasse que ellos y sus muge-


E s t o n c e s p o r s u mandado fue veni-
da aquella tan hermosa y compues-
ta Infanta. Y el emperador, llegándose a
res viniessen allí a la insola Firme, por-
que cumplía mucho de les fablar algunas
Esplandián, desabrochándole aquel ju- cosas estrañas, y que viniesse el maestro
bón que con las armas traía, quedaron las Helisabad, y truxesse todo aquello que
letras manifiestas a todos. La Infanta lle- del emperador Esplandián avía escrito
gó, y poniéndole sus muy hermosas ma-
nos en los pechos, vio cómo las blancas Entonces la sabidora Urganda mandó
dezían Esplandián. E mirando mucho las allí traer las reales sillas d'ellos, que en
coloradas, dixo a su padre: aquel tiempo los emperadores y reyes
-Señor, estando la infanta Melía en la consigo traer acostumbravan, que eran
cámara de mi señora la emperatriz, me todas cubiertas de oro, muy sotilmente
apartó y dixo: labradas, y por ellas sembradas muy mu-
-Infanta, por la honra que tu padre chas piedras y perlas de grand valor. Y
me hizo, quiero que de mí sepas una esto se fazía porque, aunque los altos
cosa que mucho te cumple, que ante hombres en el vestir sus iguales podían
muy honrada compaña te será pregunta- ser, que no lo fuessen en los assenta-
da. Estonces mandó traer allí un libro de mientos, que les ponían muy grande auc-
aquellos que Urganda allí traxo, que a toridad. E por aquello de los estraños,
ella en la cueva le avían tomado, en que aunque avisados d'ello no fuessen, eran
estava figurada la Donzella Encantadora, bien conocidos cuando en sus reales pa-
y mostróme en una hoja d'él estas siete lacios entravan; y poniéndolas en la Cá-
letras assí coloradas como aquí se mues- mara Defendida, y en una sala cerca de
tran, y debaxo d'ellas su declaración, ella, como lo ya oístes, haziéndolos ar-
que por ella leído claro se muestra ser yo mar de unas muy ricas armas que ella les
la que estas letras señalan, (cap. clxxvii). havía traído, los fizo assentar en ellas. E
luego vinieron sus dos sobrinas Solisea y
Julianda con sendos bacines de oro en
12. Encantamiento final sus manos, llenos de una agua hecha de
muchas yervas confacionada, que antes
de su venida d'ellos Urganda avía fecho,
E stando Urganda en la su insola
No-Hallada, supo por sus artes
cómo la muerte se allegava a todos los
y poniéndogelos a ellos delante, les dixo
que se lavassen sus rostros con aquella
más principales de aquellos reyes que agua. Ellos, como determinados estuvie-
ella tanto amava, y aviendo piedad que sen a cumplir su voluntad, teniéndolo
tan preciosas carnes como las d'ellos y por mejor, assí lo hizieron. La fuerca de
d'ellas la tierra las gozase y consumiese, aquella agua fue de tal calidad, que sin
acordó de poner en ello el remedio que mas dilación paresció en todos ellos ser
oiréis. Que entrando ella en la mar con tornados en aquella claridad de hermo-
la compaña de sus sobrinas Julianda y sura y floresciente edad que cuando más
Solisea, y otras donzellas, navegó fasta en perfición la havían sostenido, tanto,
llegar a la insola Firme, y desde allí em- que mirándose los unos a los otros, assí
bió al rey Amadís, y al emperador Es- ellos como las reinas sus mugeres, sin
plandián, y a don Galaor, rey de Sobra- comparación alguna se fazían maravilla-
disa, y al rey de Cerdeña, don Florestán, dos. Y entonces Urganda, tomando con-
y Agrajes, y a Grasandor, rey de Bohe- sigo al gran maestro Helisabad, assí
mia, a cada uno una donzella que de su como en la su propria forma estava, lo
LAS SERGAS DE ESPLANDIÁN ( v ) 29

fizo ser en otra silla, en una muy fermo- bidora Urganda; que después de muy
sa cámara que con la gran sala confina- largos tiempos pasados, la hada Morgai-
va. Y púsole este libro que él avía escri- na le hizo saber en cómo ella tenía al rey
to y ordenado en sus manos. [...] E Artur de Bretaña, su hermano, encanta-
saliendo fuera, se fue a la huerta y subió do, certificándola que havía de salir y
en la cumbre de la alta torre, llevando bolver a reinar en su reino de la Gran
consigo un libro, el cual fue de la gran Bretaña, y que en aquel mesmo tiempo
sabia Medea, y otro de la Donzella En- saldrán aquel emperador y aquellos
cantadora, y otro de la infanta Melía, y grandes reyes que con el estavan a resti-
otro de los suyos, y tendidos sus canos tuir juntos con él lo que los reyes cristia-
cabellos por las espaldas, leyendo por nos hoviessen de la cristiandad perdido,
essos libros, rebolviéndose a todas las (cap. clxxxiii).
cuatro partes del mundo contra los cie-
los, faziéndose tan embravecida, que pa-
recía salir de sus ojos vivas llamas de fue- 13. Novedades anunciadas
go, haziendo signos con sus dedos,
diziendo muy terribles y espantables pa-
labras, atraendo tan grandes tronidos y
relámpagos, que parecía que los cielos
D e a c u e r d o d e todos fue que aque-
llos tiempos olvidados por ellos
ressuscitados fuessen, tornando al pri-
se hundiessen, temblando toda la insola, mero estilo, andando por sus tierras y
assí como haze la nave en la fondura de por las agenas como cavalleros andan-
la brava mar, arrancó de la tierra aquel tes, y assí lo pusieron en obra. [...] D'es-
grande alcázar, con el sitio del arco de ta guisa que vos cuento vino este sabio
los amadores, poniéndolo alto en el aire, en aquellas partes donde hizo tantas co-
en que fue fecha una muy grande aber- sas y tan estrañas que ni Urganda la Des-
tura en la tierra, y por ella lo hizo sumir conocida, ni la infante Melía, ni la Don-
fasta el abismo, donde todos aquellos zella Encantadora no pudieron con muy
grandes príncipes quedaron encantados, gran parte serle iguales, assí como por el
sin les acompañar ninguno de los sus dicho libro se mostrará cuando parescie-
sentidos, guardados por aquella gran sa- re. (cap. clxxxiv).

4. FLORISANDO
(vi libro amadisiano)
de Rui Páez de Ribera
(1510)

por
Emilio Sales Dasí

TESTIMONIOS

[1] Salamanca, Juan de Porras, 1510 (15 de abril) [—»]


BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1366. ESTUDIOS: Chevalier (1958) y Sales Dasí (1996 y 1998).
30 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

[2] Toledo, Juan de Cez, 1510


[3J- Sevilla, Juan Várela de Salamanca, 1526 (28 de octubre)

TEXTOS

1. Condena del episodio de los lo cual los tales incurrieron en pecado


encantamientos e n la ínsula Firme de infidelidad y de idolatría. E así digo
e n las Sergas que con mucha vigilancia debe conside-
rar el buen pastor y diligentemente ad-
quirir, instruyendo el pueblo como no
E n Otras m u c h a s partes de aquella
istoria dize de los efetos que Ur-
ganda hazía por encantamientos y, re-
aya las tales vanidades, y castigar los ta-
les divinadores y encantadores, inqui-
probándolo todo en general, digo que riendo aquéllos que buscan las artes má-
los verdaderos y católicos cristianos en gicas para los castigar, porque no
un Dios en essencia y trino en personas incurran en tan abominable pecado mor-
creemos, el cual sólo es de adorar y on- tal contra el primero mandamiento de
rar ansí como la Iglesia Católica nuestra Dios, porque las tales cosas son supers-
lo enseña y los santos doctores nos traen ticiosas, al primero mandamiento repug-
y dizen, que ay encantaciones que to- nantes. ("Capítulo en que se repruevan
viessen fuerca. Como aquella istoria los encantamientos", fol. íi).
cuenta en el capítulo penúltimo de las
Sergas, diziendo que Urganda dixera y
prometiera aquellos reyes y emperador 2. La interpretación cristiana de
que por sus artes de encantamientos les los encantamientos de las Sergas
haría quedar fuera de toda la natural or-
den de vida, para después de muchos
años, bolver en floresciente edad a este
presente siglo, e que por esto los escu-
C u a n d o f u e r o n desencantados
aquellos reyes y reinas por tan alto
milagro, como la istoria lo ha contado,
saría del trago de la dolorosa muerte juntos en aquella sala donde estavan con
que, según naturaleza, se les acercava, mucha devoción, dando gracias a Nues-
es esto muy mal mirado, porque aún no tro Señor por tanto bien como les havía
es para dezir, cuanto más para escribir, fecho, díxoles el santo monje [AJnselmo
porque repugna al primero mandamien- d'esta manera:
to de nuestra santa fe católica, en el cual -Cuanto más maravillosa es la obra,
nos amonesta Dios Nuestro Señor que en más es tenido el hazedor d'ella. Assí
no avernos de tener, ni adorar dioses como éste haya sido uno de los grandes
ágenos, según se trae en el capítulo xx milagros que la soberana prudencia ha
del Éxodo, adonde es prohibido adorar tenido por bien de manifestar ante los
criatura spiritual, conviene a saber, los ojos de las criaturas, assí somos obliga-
ángeles ni los demonios, ni ánima algu- dos no solamente con autos de admira-
na racional; de donde se infiere que los ción, mas con sospiros de verdadero
nigrománticos y sortílegos y cualesquier arrepentimiento, con propósito de entera
que usan de arte mágica quitan la honra satisfación, con gemidos de dolor, con lá-
y la fe a Dios y atribúyenla a las criatu- grimas de verdadera contrición, con en-
ras, assí como hizo el rey Amadís y los tera fe y perseverancia a darle<s> mu-
otros, en la respuesta que dio a Urganda, chas e infinitas gracias nosotros, porque
como lo pone en el mismo capítulo, por nos dexó ver cosa tan deseada. E vos-
FLORISANDO (Vi) 31

otros señores, por la misericordia que de En cuanto a vos, os digo que siendo
vuestros cuerpos ovo, no consintiendo hombre, criáis en vos tres cosas, pensa-
que más fuessen subjetos a las operacio- miento en el cual pensáis todas las cosas
nes diabólicas, so cuyo poder tantos años que havéis de fazer y las cosas passadas
ha que por su permissión estáis puestos y presentes, el cual nasce del coracón. Y
encantados, hechos piedras, sin razón y cuando alguna cosa pensardes, no sea
sentido, assí como vuestros corporales vuestro pensamiento triste ni codicioso ni
ojos lo han visto, por esperiencia proba- arrebatado. Mas con mucha razón sobre
da de unos en otros, no pudo ser esto a cosa que venga provecho y se aparte
lo que nuestros humanos sentidos pue- daño, no cobdiciando honras vanas sin
den juzgar, sino por grande ira y enojo provecho, no cobdiciando demasiadas ri-
que Nuestro Señor tuvo de vosotros, que quezas, no pensando en vicios. Porque
haviendo's constituido, según dize por la las vanas honras no pueden durar y piér-
boca de Geremías profeta: Constituíte sobredense y ménguanse, y tornan en deshon-
las gentes rey para que dissipes vicios j plantes vir- ra con daño de aquél que la sigue con
tudes; no haziendo cualquier cosa d'estas, trabajos y costas, menoscabando lo que
para cuyo exercicio tenes el real nombre tiene por lo que haver cobdicia; y por
y el poderoso cetro, erráis y excedes esto dixeron los antiguos filósofos que
aquello para que fuestes por su divina no era menor virtud guardar hombre lo
clemencia nascidos y criados y puestos que tiene que ganar lo que tenía, porque
en la imperial cumbre, (el, f. clix'). aquél que guarda, guarda por seso, y el
que gana, gana por aventura.
E assí mismo las riquezas demasiadas
3. Consejos sobre el oficio de no las devéis cobdiciar para guardarlas y
rey
no obrar bien d'ellas, porque teniendo
esta cobdicia forcado havéis de fazer
P u e s e n a u t o y exercicio de servir a
Dios os fallo ocupados, dixo el
santo monje [Ajnselmo, que es enten-
grandes yerros por haveiias, lo que en
ninguna manera conviene para persona
diendo en las cosas de justicia por don- real, porque es dicho de muchos santos
de Dios se sirve y el mundo se govierna, varones que la cobdicia es raíz y madre
quiero deziros para que esta justicia, de todos los males. E está manifiesto que
[que] es una congrua disposición de aquél que por cobdicia allega y guarda
Dios, más a su servicio podáis adminis- grandes tesoros, no es señor, mas siervo
trar en todas las cosas derechamente, d'ellos, pues la cobdicia le impide el uso
qué tal havéis de ser vos como su admi- d'ellos; y este tal es rico avariento, que
nistrador. Lo primero havéis de tener co- es abominable pecado mortal en la pre-
noscimiento de Dios, que es la cosa pri- sencia de Dios.
mera que toda criatura debe de haver, Otrosí apartar los vicios porque son
mayormente los emperadores y reyes de tal naturaleza que cuando el hombre
que han de governar las tierras y gentes más los usa, más los quiere, de que se si-
con entendimiento de razón y con dere- guen grandes males: hazen menguar el
cho de justicia; y porque estas cosas no seso y la fortaleza corporal y del cora-
se podrían sin Dios alcancar, conviene cón, y hazen apartar el hombre de aque-
que le conoscan; y conosciéndole, que llo que le conviene por seguir el apetito
le amen; y amándole, que le teman y le a que el vicio lo llama, y el mucho uso
sepan servir y loar. [...] del vicio buélvese en costumbre natural.
32 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS

Y assí mismo criáis en ser hombre de 4. La p r e o c u p a c i ó n d e la prin-


palabra, con la cual mostráis y dais a co- cesa Teodora por su honra
nocer aquello que avéis pensado y te-
néis en el coracón, y cuando la palabra
se dize como debe, trae gran provecho,
que por ella nos entendemos para hazer
E l a m a , c u a n d o aquello vio, llegóse
a ella e hincóse de rodillas, tomán-
dola por las manos y besándogelas di-
nuestros fechos y por esto conviene a to- ziendo:
dos, mayormente al rey, hablar concerta- -Señora, suplico a vuestra alteza que
da y pensadamente, porque después que me dé parte d'esse tan aquexado pensa-
la palabra sale de la boca, no la pode- miento en qtie está puesto vuestro cora-
mos tornar a ella. [...] cón, que el mío quiere reventar en ver a
Assí mesmo en comer y en bever, y vuestra alteza con tal triste cuidado.
esto deves de mirar mucho que sea en A la princesa se le vinieron las lágri-
tiempo conveniente y de cosas que os mas a los ojos y todavía callando. El ama
tengan juntamente sabor y provecho, con grandes lágrimas, muy más aquexa-
que os conserven rezio y sano, y no os damente, le dixo:
impidan el entendimiento [...] -Ruego's, señora, que me digáis vues-
Conviéneos assí mismo para ganar la tra tristeza, que no basta mi alma ni co-
voluntad y amor de Dios tener fe y espe- racón a poder sufrir de veros en tanta al-
ranza y caridad [...]. Aunque havéis de te- teración de pensamiento, y no hay
ner, siendo reyes, otras cuatro compañe- sufrimiento que pueda tenerme a que no
ras que son discreción y templanca, dé gritos como fuera de seso en ver a
fortaleza y justicia: discreción con que vuestra alteza fuera de plazer. E, ¡por
veáis las cosas y veáis y juzguéis cierta- Dios, señora!, no me detengáis más sus-
mente según son o pueden ser, y obrar pensa que se me sale el ánima tras vues-
en ellas como obrar se deven y no arre- tras lágrimas.
batadamente; templanca porque es cosa La princesa soltóse de las manos del
que faze vivir al hombre derechamente, ama, y echóle los bracos al cuello y
no usando de las cosas, mas de lo que apretóle la cabefcja con la suya, diziendo
cumple a SLI natura y pertenecen a su es- con muchos sospiros y lágrimas:
tado; fortaleza en el coracón, porque faze -¡Ay, ama mía!, que no sé cómo os
al hombre, después de conoscido el bien, empiece a dezir mi pensamiento para
seguirlo y porfiar de lo llevar adelante, y que yo quede satisfecha [y] que vos deis
aborrecer el mal, trabajando de lo desfa- entero crédito a mis palabras sin que d'e-
zer; justicia es la cuarta compañera y es llas os quede alguna sospecha con que
madre de todo bien, porque ésta trahe mi intención limpia quede sin rastro de
consigo todas las otras, y endereca los algún juizio. Pluguiera a Dios que antes
coracones de los hombres a vivir derecha de agora en mi niñez fuera muerta, que
y ordenadamente según el mandamiento ni yo sentiera entonces tanto la muerte
de Dios, dando a cada uno su derecho y como agora siento esto que os quiero
aquello que le conviene. E cuando estas dezir, ni vos oviérades tan gran dolor de
cuatro compañeras tovierdes, podres ser la fin de mis días como es razón que sin-
dicho verdaderamente rey. [...] táis de la perdición de mi honestidad, si
Assí mismo os devéis guardar de saña no dais entero crédito a mis desculpas.
y de ira y de malquerencia que no se Sabed, amiga mía, que este cavallero
apoderen en vuestros coracones reales, Florisando, hablando <yo> comigo, me
(clxxx, ff. clxxviii'-clxxix). ha dicho algunas cosas, manifestándome
FLORISANDO (Vi) 33

en fin de sus razones y mostrando con grandes estados c o m o e n las d e baxa y


muy fuertes sospiros q u e quería ser ca- p o b r e manera, assí e n los m u y apartados
vallero d e mi servicio, y q u e estava m u y d e d e u d o , c o m o e n los m u y juntos has-
apassionado con u n e n a m o r a d o pensa- ta h e r m a n o c o n hermana, y hasta padre
miento. Y e n verlo a él con tanta fatiga y con hija, p o r q u e es una m u y cierta y ver-
a mí tan fuera de tal cuidado, ha trastor- dadera regla, q u e assí como la poncofia
nado mi juizio, q u e n o sé a q u é me atri- es muerte o se mata el cuerpo, assí se
buya su pensamiento, o si fue movido mata el coraeón con la conversación d e
por algún aparejo de liviandad q u e en las mugeres. Porque de la tal conversa-
mí halló, o si por mi hermosura, o si la ción nascen muchas cosas q u e provocan
liviandad mía dio causa a su atrevimien- a pecado, y por esto es de evitar y apar-
to; esso ligera cosa hallo yo de emendar, tar la vista d'ellas, q u e de verlas viene la
porque si por inadvertencia yo hize o cobdicia d'ellas, por q u e dize Sant Agus-
dixe alguna cosa m e n o s b u e n a para mi tín: No os digáis tener los ánimos castos si tenéis
honra, d o n d e se toma tal prenda q u e le no castos los ojos, porque el ojo no casto mensajero
dio tal ocasión, velando y recelando d e es del no casto corazón. D i z e S a l o m ó n : No mi-
aquí adelante, assí e n los hechos c o m o res la muger hermosa, por ventura no cajas en sus
en los dichos, a u n q u e enteramente n o la^os. No cobdicies la virgen, porque no seas scan-
quede satisfecha d e lo passado, a lo me- dali^ado en su fermosura. No des tu ánima a nin-
nos en lo por venir se manifestará mi gún fornicio, porque no pierdas a ti y a tu heredad.
sana y limpia intención. Si la hermosura Buelve tu cara de la muger corrupta. No mires age-
mía le causó tanta passión y la passión na hermosura, que por hermosura de muger muchos
tanta osadía, digo que malaventurado perecieron y d'esta la cobdicia assí como fuego se en-
fue mi nacimiento, y maldita sea la her- ciende. E dize e n el capítulo xxv del Ecle-
mosura y gentileza que nace para afear y siástico: Ea muger hermosa ocasión da a la muerte
desfazer la honra y la b o n d a d , cosa a y da causa a adulterio [...]
que tan obligada es la semejante que yo Ansí m e s m o los atavíos de las muge-
y generalmente las de m e n o s y mayor res y aquellos afeites con q u e por diver-
estado, p u e s por la gentileza se da oca- sas colores m u d a n la propia faz induzen
sión a q u e sean puestas e n tal trance y atrahen los h o m b r e s a pecar. Otrosí la
como yo agora, (cxxi, f. cxxxiv'). habla d e la muger da causa al adulterio,
p o r q u e dixo Salomón: Ea habla d'ella arde
assí como fuego, no te assientes con muger agena ni
5. Avisos de Anselmo contra las te allegues a ella ni comuniques con ella en convites,
mujeres y l o s p e c a d o s d e la c a r n e porque tu coragón no decline en ella y coyas con tu
sangre en perdición. La habla y los convites
dan causa a fornicación, p o r q u e es muy
C o s a e s , -dixo el monje-, en q u e
Nuestro Señor m u c h o es deser-
vido este detestable p e c a d o de fornica-
peligrosa la conversación del h o m b r e
con la muger. E dize q u e n o se comuni-
ción, el cual siempre vemos que provie- q u e n en convites, p o r q u e e n el vino se
ne de una continuación q u e sin causa y enciende la luxuria, según la autoridad
necessidad se faze entre las personas de San Pablo e n el capítulo quinto Ad
sospechosas. La cual conversación de- Efeseos, q u e d i z e : No os emborrachéis de vino en
vría ser m u y apartada, p o r q u e havemos el cual es luxuria.[...]
visto y leído muchos d a ñ o s q u e d e las Hay assí mismo otra cosa q u e da cau-
tales frecuentaciones se hayan fecho y sa a este pecado, y ésta es la ociosidad,
causado, assí e n las personas d e altos y q u e es arma del antiguo enemigo para
34 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

cautivar las míseras ánimas. E por esto no lo digo sin causa, porque haviendo
dezía Sant Hierónimo a un monje rústi- sido tan grande la merced que os hizo,
co: Nunca de tu mano ni de tus ojos dexes el li- particularmente a cada uno de vosotros
bro del salterio, di la oración sin intermissión, veley, por vosotros, generalmente a vuestros
tu seso no en varios pensamientos, mas el cuerpo yseñoríos y reinos, y esto pues fue la cau-
el ánima esté con Dios. Vence la ira con la pacien- sa de su ira y enojo: las cosas que en
cia, ama y quiere la sciencia de las Scripturas, y novuestros reinos passavan y fasta enton-
amarás los vicios de la carne, no entremetas tu pen-ces passaron, ya aquéllas se devieran
samiento en varias perturbaciones, las cuales si en élemendar y no de nuevo tornar al exer-
assentaren enseñoréense de ti y traherte han a grancicio d'ellas para que otra vez de vues-
delito. Fa% alguna cosa de obra, porque siempre tras el obras fuesse airado. Una costumbre
diablo te falle ocupado. [...] mala y perversa ovo siempre en vues-
Tu retraimiento pocas vezes o ningu- tros reinos de estas conquistas y deman-
na sea hollado con los pies de las muge- das que entre vosotros llamáis, y tengo
res, porque no puede de todo coracón creído que las injustas batallas que a
habitar con Dios el que a las mugeres se esta causa los cavalleros toman unos
allega. Nunca de las faciones ni hermo- con otros, de donde se siguieron mu-
sura de las mugeres platiquéis. Dize el chas muertes y grandes feridas y diver-
mismo Sant Hierónimo: ha muger nunca sepa sas injurias que los unos a los otros se
tu nombre. Cuando vieres la muger de buena vida yfazían, fueron la causa porque su ira so-
conversación, quiérela mentalmente, no para corporal bre vosotros vino y duró por tantos años
frecuencia. Y concluye él con este argu- fasta que, por las plegarias y oraciones y
mento: Si bueno es no tocar la muger, malo es to-lágrimas de vuestros vasallos, le plugo
carla, (ccx, ff. cci-ccii v ). de haver de vosotros misericordia y pie-
dad, y por esto esta mala cost[u]mbre se
deviera de olvidar y tornarse en buenas
6. La prohibición de la caballe- obras y exercicio tal que fuesse de lo
ría andante passado emienda para con Dios, y de lo
por venir buen exemplo para vuestros
vasallos [...] En lo por venir es necessa-
P u b l i c a d a fue por la corte tanto
aquella batalla que pudo saberla el
monje [Ajnselmo y sus compañeros en el
rio que otro medio se tome, y ha de ser
esto, que cada uno en su reino quite
esta mala y perversa costumbre d'estos
monesterio donde estavan, y assí mismo
cavalleros que andan en estas aventuras
supieron la causa d'ella, y determinaron
y demandas; y ésta quitada, cessarán los
de venir al rey Amadís y rogáronle que
daños que de aquí se han seguido y
hiziesse juntar su corte para que ante
muertes e injurias, y vivirán nuestros ca-
aquellos reyes y altos hombres querían
valleros en paz; y donde hay paz está
despedirse d'él [...] Y todos juntos, el
aquella gloriosa y preciosa prenda que
monje [Ajnselmo les dixo:
Nuestro Redentor nos dexó cuando por
-No me parece señores que aquí se su boca dixo a sus apóstoles: Mi pa% os
dan a Nuestro Señor las gracias confor- dexo. Assí mismo alearse ha sobre vos-
me a sus mercedes, y donde no hay gra- otros su ira y vuestros pueblos y vasallos
cias hay desagradecimiento, y donde en justicia serán mantenidos. Conviene
hay desagradecimiento no mora Dios, y assí mismo que se pierda otra costumbre
pues Dios aquí no mora donde no se le que hay de andar las donzellas y dueñas
dan las gracias por los beneficios que solas por los caminos, porque de aquí se
haze, nos queremos ir a buscarlo. Y esto
FLORISANDO (Vi) 35
siguen las conquistas de los cavalleros, de vuestros coracones, pero aún de
las injustas demandas, muchos hornea- vuestros reinos y señoríos, de manera
das e injurias y deservicios públicos que que en ellos no se usen más ni exerci-
se fazen a Nuestro Señor, y aún otros se- ten, y para esto han de ser quemados
cretos deshonestos, que por la torpedad los libros que se fallaren, assí de Urgan-
y fealdad d'ellos quiero callar ante tan- da como de la infanta Melía y de Arca-
tos y tan reales merecimientos como láus y de todos aquellos que esta mala y
aquí están. Quitadas y apartadas estas péssima arte usaron, porque consentién-
perversas costumbres, cumple que todas dola no solamente no estáis en servicio
las malas artes de encantaciones y su- de Dios, pero estáis en su ira y gran pe-
persticiones sean desraigadas, no sólo cado mortal, (cap. ccxxviii, f. ccxvii).

5 LISUARTE DE GRECIA
(vil libro amadisiano)
de Feliciano de Silva
(1514)

por
Emilio Sales Dasí

TESTIMONIOS

[1] Sevilla, Juan Várela de Salamanca, 1514 (22 de septiembre)


[2] Sevilla, Jacobo y Juan Cromberger, 1525 (9 de octubre) [—>]
[31 Toledo, 1534
[4] Toledo, Juan de Avala, 1539 (15 de abril)
[51 Sevilla, Domenico de Robertis, 1543 (20 de diciembre)
[6] Sevilla, Domenico de Robertis, 1548 (19 de junio)
[71 Sevilla, Jacome Cromberger, 1550 (19 de enero)
[81 Estella, Adrián de Anvers, 1564
[91 Zaragoza, Pedro Puig y Juan Escarilla (a costa de Antonio Hernández), 1587

TEXTOS

1. El insólito desafío de Melía cuidaron que eran muertos. Quedó tanto


fumo en la sala, que por gran pieca no

E llos h a b l a n d o en esto y en otras


cosas, entró un relámpago por la
sala con tanto hedor y fuego, que todos
podían ver cosa alguna. Quitado el
fumo, ellos, que muy espantados esta-
van, vieron en el suelo de la sala una es-

BIBLIOGRAFÍA.:Eisenberg-Marín: n° 1377. ESTUDIOSA Sales (1997) y Cravens (2000). GUÍA DE LECTU-


RA: Sales Dasí (1998).
36 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

pada desnuda muy sangrienta y d'ella sa- armado encima de un cavallo que a la
lían muchas llamas de fuego. Y cabe ella fuente venía. E apeándose del cavallo,
estava una carta de pargamino con unas quitándole el freno, lo dexó pacer. Él se
letras griegas. Tomada por los que en la sentó cable] la fuente, y no tardó mucho
sala estavan fue leída, y dezía assí: que, dando un sospiro, dixo:
-¡O, amor, cuan alto me pusiste, fa-
Yo, la infanta Metía, destruidora de la fe cris- ziéndome tan bienaventurado que amé a
tiana, acrescentadora de la ley de mis dioses, te hagola que en el mundo par no tiene, y pues
saber a ti, el emperador, que tú y todos los que te me posiste en tal gloria, no me dexes
ayudaren, por mi causa avéis de ser muertos y des- caer d'ella! ¡Y vos, mi señora, acordadvos
truidos. Esto por los enojos que el noble rey Ama- de mí!
to de ti ha recebido, y porque en tu presencia verás Como esto dixo, calló. El Cavallero
degollar y quemar la cosa del mundo que tú más Solitario que aquello le oyó, dixo entre sí:
precias. En señal que será verdad te embío essa es- -¡Por Dios!, que no sufra yo ante mí
pada que de vista d'essa gran ciudad no se partirá tal blasfemia, que nadie diga cosa con
hasta que salga en vano una profecía y obra de que quiera igualar a su señora con la
Apolidón. Y esto porque veas que nadie al mi gran mía, y por ventura quícá será más mal,
saber se iguala. que podrá ser que este cavallero ame
aquélla que yo amo, assí que en cual-
Acabada, de leer la carta, la espada se quiera manera soy obligado a castigar su
levantó en el aire y se subió tan alta a locura.
vista de todos los de la ciudad que pare- Como esto dixo entre sí, crescióle
ció llegar al cielo. Y como tan alta fue, gran saña. E enlazando el yelmo, se fue
estuvo segura y fixa como una cometa, para el cavallero que, sintiéndole, el suyo
que muy claramente de todos era vista. en la cabeca tenía y, levantándose, dixo:
El emperador y todos los de la sala esta- -¿Quién sois vos que a mí venís?
van tan espantados que no sabían qué -Yo, dixo el Solitario, que quiero sa-
dezir; pero muy tristes fueron de aque- ber quién es essa que vos amáis, que de-
llas nuevas, (cap. xii, f. xxi). zís que no tiene par.
-¿Qué pro vos tiene esso?, -dixo el
cavallero.
2. Los protagonistas se comba- -No consentir delante de mí tan gran
ten sin reconocerse blasfemia contra mi señora, -dixo el So-
litario.

E y e n d o aSSÍ [el Cavallero Solitario], oyó -¿Cómo don cavallero, -dixo el de la


ruido de agua de una fuente que Floresta-, queréis vos poner vuestra se-
cable] el camino estava. Él fue allá por- ñora con aquélla que vos ni ella no me-
que venía cansado por ser la noche es- recéis servir? Aguardad, que yo vos cas-
cura, y acordó de passar ai essa noche tigaré vuestra soberna y poco saber.
fasta la mañana que tornasse a buscar a Poniendo la mano a la espada, se fue
Alquifa. E beviendo del agua de la fuen- para el Cavallero Solitario, que la suya
te, apartándose un poco d'ella por ver si en la mano tenía. E comiéncanse a dar
podría dormir entre unas matas, comen- tantos y tan terribles golpes, solamente a
có a pensar en su señora grande pieca. la luz que las estrellas de sí echavan, que
Ya que se passava la media noche, oyó parecía batalla de veinte cavalleros. (cap.
pisadas de cavallo, y estuvo quedo por lxii, f. lxxíiiO.
ver qué sería. E vio que era un cavallero
LISUARTE DE GRECIA (VII) 37

3. Carta amorosa de Lisuarte a y estando en muchos pensamientos,


Onoloria acordó de dexar las armas y meterse en
una hermita y servir a Dios fasta que mu-
S^Otl qué podría jo pagaros, mi señora, la riesse, porque no sentía el esfuerco en sí
0 V_> merced que me hesjstes en rescebirme por para sin favor de su señora poder andar
vuestro? Ca de tan alta infanta el mejor cavallero en el mundo. [...] Estando así, llegó un
del mundo no tuviera merescimiento de ser suyo, e cavallero que por el mesmo camino ve-
yo que, a ia sa^ón mudo y sin aver hecho cosa al- nía muy espantado. De como vio a Li-
milla, alcancé tan gran merced, que me ha puesto en suarte de aquella suerte estuvo espanta-
trabajo de punar de ser tal que, cuando en vuestra do y paróse por ver qué desacuerdo era
presencia sea, tenga atrevimiento para llamarme aquél. A esta sazón Lisuarte dio un sus-
vuestro. E si algún esfuerzo para meterme en esto piro diziendo:
mi corazón tiene, no es de maravillar, pues está -¡Ay amor, cuan mal conoces mi fe!
puesto en tan alto lugar, que sin temor de ser ven- El Cavallero de la Floresta dixo alto:
cido, aunque yo muera, en cualquiera afruenta pue- -Vos, cavallero, algún loco devéis ser,
da entrar. Pero lo que más me fatiga es lo que le que assí os mostráis subjeto de amor.
da mayor esfuerzo, que es sostenerse hasta saber de Lisuarte lo miró, que fasta entonces
vos qué mandáis ha^er d'él, o cómo estáis con éste no lo avía visto, mas sin dezirle nada,
que cosa propria suya no tiene desd'el día que mis tomando las riendas al cavallo, se quiso
ojos vieron la alterca de la vuestra gran hermosura, ir por el camino adelante, mas el otro lo
que tan presos fueron, que en las cadenas de vues- asió por las riendas, diziéndole:
tra presencia continuamente están puestos; y éste es -Esperad, don cavallero ciego de
el su mayor descanso, que en otra guisa, faltándo- amor, que primero quiero saber de vues-
les el resplandor de vuestro hermoso gesto, no serí- tra locura.
an tan desleales que ellos y yo no muriéssemos. Lisuarte, movido a saña, le dixo:
(cap. xvii, f. xxv v ). -Cavallero, ¿por qué razón vos tengo
yo de dar essas cuentas? Dexadme ir mi
camino, no me detengáis.
4. La postración a m o r o s a del El cavallero dixo:
héroe y la defensa de las mujeres -Quiérolo saber por ver quién puede
ser un hombre tan loco como vos, que

D ize la historia que la noche que


Lisuarte de Constantinopla salió
en la forma que avéis oído, essa noche
de tan cativa gente y falsa y mala como
son dueñas y donzellas está sujeto.
Lisuarte le dixo:
anduvo tanto que se alongó mucho de la -Si fuéssedes tan cortés como sois
ciudad. Él se apartava cuanto podía de maldiziente, no me detendríades. Si en
los caminos, iva tan pensativo y tan des- otro tiempo me tomárades, yo os hiziera
acordado que no iva sino donde el ca- comprar caramente vuestra demanda,
vallo levar lo quería. Assí anduvo essa por poner lengua en las que vos no me-
noche y otro día sin quitar el yelmo de recéis servir aun a la menor d'ellas, por-
la cabeca, y sin comer él ni su cavallo; que por ser muger tiene más mereci-
mas como vino la noche al pie de una miento que todos los hombres del
gran sierra, quitando el freno a su cava- mundo.
lio, lo dexó pacer y él se echó entre los El cavallero le dixo:
grandes árboles, y comencó a cuidar -¿Cómo, don.cavallero, no basta que
muy fuertemente pensando qué haría de seáis loco sino necio, pues no me medre
sí. No hazía sino muy fuertemente llorar; a mí Dios si todas ellas, ni aun essa que
38 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

a vos tal os trae, os quite de mis manos -Señora, ¿sentís os mal o por qué es-
fasta que yo sepa toda vuestra hazienda, táis assí?
porque queráis agora vos igualar vuestra Ella le dixo sospirando:
amiga eomigo. -¡Ay, cavallero, malo fue el día que os
Lisuarte, movido a saña, metió mano vi pues por ganar mi tierra he perdido a
a la espada e hirió al cavallero de toda mí! ¡Por Dios!, pues me vais a restituir en
su fuerca, que un braco le derribó en el lo mío, que me restituyáis en mi libertad;
suelo, díziendo: pues venistes a aprovecharme, no me
-Tomad, don malo, porque queráis queráis dañar, que vuestra hermosura
poneros con aquella que no tiene par. mis entrañas ha penetrado y rasgó mi co-
E aleando el espada por le dar otro racón.
por cima de la cabeca, el caballero co- Y diziendo esto, echándole los bracos
mencé a fuir por donde havía venido a al pescueco, añudándole las manos
todo correr del cavallo dando muy gran- atrás, le llegó su rostro con el suyo. El
des bozes. (cap. liii, ff. lvii'- lviü"). cavallero, que assí se vido, no pudo te-
ner tanta lealtad a su señora que más
piedad no oviesse de la duquesa, y be-
sándola en la boca, tomándola entre sus
6. La infidelidad amorosa de Pe- bracos, la llevó sobre un lecho que en la
rlón de Gaula cámara estava, donde hazíendo dueña
aquélla que fasta allí donzella era, con
D ize la historia que el Cavallero de
la Espera y la duquesa, después
que partieron del puerto de Litria, ivan la
gran solaz passaron gran parte de la no-
che. [...] Y con aquel vicio que avéis
oído passaron quinze días, teniendo el
vía de Alemania con gran plazer fablan- de la Espera cada noche a la duquesa a
do y jugando al axedrez y en lo que más su voluntad, (cap, lxi, f. lxxi).
les aplazía. La duquesa iva tan vencida
en el su amor que nunca dormía pen-
sando en él, y él assimesmo le parecía
muy bien ella, pero no para que tuvies-
7. La Aventura de los Príncipes
Encantados: la ordalía amorosa y bé-
se pensamiento de dezirle cosa. Ella le
lica
sacava muchas vezes con algunas pala-
bras por provarle, mas de que vio que a
nada le salía, estava tan cuitada que se
quería morir de pensamiento. Una noche
A c a b a n d o los reyes y reinas de co-
mer, aleadas las tablas, todos los
más cavalleros de la villa siendo en la
después de cenar, ella y el Cavallero de
sala juntos, entró por la puerta de la sala
la Espera se sentaron a jugar [a]l axedrez,
un cavallero vestido de paños de duelo,
y tanto se enbevieron en jugar que dos la barva y cabellos le llegavan a la cinta.
donzellas que en la cámara estavan se En una mano traía un rétulo de pargami-
dormieron. La duquesa que lo vio, vien- no grande escrito con letras de oro, lue-
do que el cavallero nada le dezía, pro- go tras él venía un cavallero armado de
puso de descubrirle su pensamiento, que muy ricas armas. En su cabeca traía un
tan ciega estava que perdiendo el velo yelmo, el más estraño y rico que jamás
de la vergüenca que las mugeres deven se vio, porque era todo de un diamante
tener, turbándosele la color, tremiéndole tan claro que todos los de la sala clara-
las carnes tanto, que el cavallero fue es- mente en él se vían. Cabe el cavallero
pantado y, viendo su turbación, le dixo: venía una donzella muy fermosa, vestida
LISUARTE DE GRECIA (Vil) 39

de muy ricos paños con muchas piedras donde ella estava, hizo tales cosas por
V perlas por ellos. En su cabeca traía so- donde ella le dixo que, a condición que
bre sus cabellos hermosos sueltos una la llevase al reino de su padre, del cual
corona que toda era hecha de rubíes y él era eredero, que ella le otorgaría su
esmeraldas, con muchos diamantes y amor. Él lo hizo, que no con poco peli-
otras piedras de gran valor. La corona gro la sacó y vino con ella. Como tornó
era tan fermosa y rica que todos cuantos en el reino de su padre, entrando en la
ai eran nunca jamás otra tal vieran, ni sala donde su padre estava que era gran-
con gran parte le igualasse. Luego vení- de y rica, súbitamente en medio d'ella
an veinte cavalleros todos armados de ambos fueron hechos piedra mármol, y a
armas negras; d'esta forma entraron en la él le quedó este rétulo que yo traigo, que
sala, todos muy espantados en ver cosa assí mesmo de piedra en su mano esta-
tan estraña. El cavallero que delante ve- va con estas letras que nadie leer podía.
nía, fincando los inojos ante el rey Ama- Como su padre d'este cavallero viesse su
dís, le besó las manos, dexando en me- hijo tal, de pesar cayó luego muerto. E
dio de la sala el cavallero y la donzella como no quedasse otro eredero sino
que oído avéis. Como ovo besado las éste, los del reino, viéndolo assí encan-
manos al rey, dixo que mandasse callar tado, no han consentido tener rey, pen-
a todos y le oyesse lo que quería dezir. sando que por tiempo éste, que su natu-
El rey mandó que todos estuviessen ca- ral señor es, sería desencantado; y por
llados. El cavallero, alto que todos lo esta causa han tenido siempre governa-
oyessen, dixo: dores juramentados que den el reino a
-Poderoso rey de la Gran Bretaña, la este príncipe si desencantado fuere, y
fama que he oído de la bondad de tu d'esta manera sucedieron muchos fasta
corte y la grandeza tuya me ha hecho ve- que vine yo, que en mi tiempo puede
nir aquí para lo que agora oirás. Sabrás, aver tres años y medio o cuatro que, es-
señor, que a mí me llaman Fristión, soy tando en mi governación, oímos un rui-
gobernador del reino de Cecilia, porque do que paresció el mundo hundirse, con
en aquella tierra no tenemos rey, puesto el cual ruido las dos imagines de mármol
que reino sea, la causa señor es ésta que que hasta ai de piedra eran fueron buel-
agora sabrás; sabed, señor, que en aque- tas como agora los veis. Pero comer ni
lla tierra do yo soy governador, infinitos hablar ni más de lo que les veis hazer no
años ha, que no tenemos cuenta d'ellos han hecho, mas de solamente de andar
porque passan de dos mil, que ovimos por donde yo llevarlos quiero, que es
un rey llamado Filomeno. Este rey ovo para lo que este rétulo que traigo mejor
un fijo y no más llamado Alpatracio, el que yo manifestará.
cual, señor, es este cavallero que aquí E leyendo las letras, dezían assí:
ves. Este Alpatracio, siendo mancebo y
muy buen cavallero, enamoróse por oí- Yo, la infanta Medea, engendrada de los rajos
das de aquella donzella que con él viene del sol, siena de los mis siete dioses que los cielos
que es fija de un rey de Francia que a la rodean, señora de todas las mágicas j artes de en-
sazón era, y llámanla Miraminia. Como cantamientos, en tanta manera que alcancé a saber
este Alpatracio por oídas de su hermo- todo lo que después de mis días vendrá, porque en
sura tan vencido fuesse, determinó de ir mis tiempos no ovo nadie que igualasse a mi saber,
a Francia por verla y servirla de forma ni después de mí vendrá, por mi memoria fi^ej obré
que ella se toviesse por pagada de otor- con mis artes el presente encantamiento. Esto hi%e
garle su amor, y assí lo hizo, que, yendo yo en este príncipe e infanta porque en mis tiempos
40 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

ninguno en amar se les igualó, ni después d'ellos ven- hizo ella poner aquel nombre, y el so-
drá hasta que aquel cavalkro venga que en bondad brenombre por amor de SLI padre. Ga-
y valentía, por fuerza de armas y de amores, gane li- rinda, tomándolo, se salió por Lina puer-
diando con él el yelmo que el cavallero trae. Esto ta de su aposentamiento; levando el niño
porque passará en bondad d'armas a todos los que en sus bracos, se fue por la costa de la
antes d'élfueron, y assí mesmo no se acabará de des- mar. Assí anduvo una pieca. El niño iva
hacer el encantamento fasta que venga una doncella muy desmayado, tanto qLie ella pensó
qtie assí en hermosura como en amor passe a todas qLie se quería morir. Tomando agua de la
las que antes cl'ella han sido, que puesta de inojos mar, haziendo la señal de la cruz en ella,
ante esta infanta, pidiéndole la corona, si ella con gela echó por cima de la cabeca llamán-
sus manos quitándola de su cabera gela pusisiere, dolo Amadís de Grecia como su madre
luego el encantamento desfallecerá del todo. ( c a p . mandara. Esto hizo ella con temor que
lxxix, f. xci). se muriesse y no fuesse cristiano. Ella
que acabava de baptizarlo, sintió venir
gran ruido por las matas, y con el temor,
8. La prematura e inesperada dexando el infante, comencó a fuir por
separación de Amadís de Grecia de su donde avía venido escondiéndose. El
madre ruido qLie venía eran diez negros cossa-
rios que de una galea avían salido, que
cerca de allí tenían. E como llegaron
L l e g á n d o s e el tiempo del parir, ellas
descubrieron todo el secreto a Sir-
tensa y a Garinda, demandándoles con-
donde el infante esta va, mucho fueron
espantados. Como le vieron embuelto en
sejo cómo podrían dar a criar lo que pa- ricos paños, creyeron ser hijo de algún
riessen. En fin acordaron todas cuatro gran hombre. Tomáronlo y, desembol-
que, como pariessen, que ellas llevassen viéndole, le vieron una estraña maravilla
los infantes o infantas muy secretamente que tenía, y era una espada tan bermeja
a una villa puerto de mar dos leguas de como brasa. Su nascimiento era desde la
ai, do ellas eran naturales, llamada Filina, rodilla izquierda fasta irle a dar en dere-
y diziendo qLie eran SLiyos los diessen a cho del coracón la punta. En ella parecí-
criar. En este acuerdo quedaron y, vi- an Linas letras blancas muy bien talladas,
niendo el tiempo del parir, un jueves en mas no las supieron leer. Ellos, muy
amanesciendo, Onoloria parió un infan- spantados de tan estraña cosa, lo lleva-
te, y no fue nascido cuando sin le ver fue ron a la galea do traían sus mugeres. En-
tomado en ricos paños y embuelto, to- tre ellas venía una parida llamada Esqui-
mándolo Garinda para llevarlo apriessa cia, que dieron cargo qLie criasse al
para poder tornar antes que pariesse Gri- infante. E por la estraña maravilla de la
cileria. Onoloria lo tomó assí enbuelto espada le pLisieron nombre el Donzel de
en SLIS bracos, besándolo con muchas lá- la Ardiente Espada. Assí se fueron con él
grimas. Pareciéndole el más fermoso los cossarios. Garinda salió de do se avía
niño que nunca viera, le echó la bendi- escondido, y como fue donde dexara el
ción, y dixo a Garinda que le hiziesse donzel y no lo halló, pensando ser co-
baptizar y le llamassen Amadís de Gre- mido de bestias, no se podría dezir el
cia, esto por amor de su visabuelo le llanto que por él hizo. (cap. c, f. cxii).
LISUARTE DE GRECIA (VIIl) 41

6. LISUARTE DE GRECIA
(VIII Libro amadisiano)
de Juan Díaz
(1526)

por
Emilio Sales Dasí

TESTIMONIO

[1] Sevilla, Jacobo y Juan Cromberger, 1526 (25 de septiembre) [—>]

TEXTOS

1. Elogio y reivindicación de la y sobir a la virtud perdonando a los ven-


caballería andante cidos, derribando y apremiando a los so-
bervios, tomando por fundamento de
sus proezas lo que dize Santo Augustín,
P u e s s e p a a g o r a , Vuestra Santidad,
en qué se exercitavan los cavalle-
ros andantes de Bretaña y su fortaleza:
que cerca de los católicos y amigos de
Dios las batallas son muy justas, cuando
en defender las donzellas, amparar las por tener más paz, por constreñir y cas-
biudas, ayudar a los pobres y espunar tigar los malos y levantar los apremiados
y mezquinos se hazen. Pues agora assí lo
los tiranos, desfazer los tuertos y agra-
debe Vuestra Santidad de permitir, ende-
vios que los malos hombres hazían, dar
más en Bretaña que no tiene otras leyes
a cada uno lo que suyo era; no robavan,
en esto salvo esta costumbre que se
no tomavan parte de despojo y, si algu- guarda (cap. xii, f. xxv).
nos malos lo contrario fazían, nunca ca-
recían de emienda; y si los matavan, jus-
to era que muriessen pues mal vivían
2. Los peligros de las criadas
porque los otros viviessen en paz, por-
que aquél que mata los malos por su
maldad ministro es de Dios, si aquel po-
der tiene de quien lo mismo podía hazer
L e o n e l a , v i e n d o el aprieto en que la
tenía el amor, tanto que de la muer-
te muy poco le restava, acordó declarar
como hazían los cavalleros de permis- su nueva passión a aquella su donzella
sión de los reyes en otros tiempos; y no en quien ella más se fiava, mas esto no
eran ende homicidas, porque en las ar- lo pudo fazer sin mucha fatiga y afrenta
mas lo que se reprehende es la codicia de su coracón, afirmándole en conclu-
de señorear los robos, la poca piedad de sión que si el remedio le faltava, que la
los coracones, lo que muy pocas vezes vida no podría luengamente sostener.
se hallava en los tiempos passados en -Buena señora, dixo la donzella, aun-
los otros cavalleros, mas antes dexar los que vuestra cuita sea grande, pues el re-
señoríos y riquezas por seguir las armas medio d'ella se puede aver muy de lige-

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg.Marín: n° 1422.


42 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

ro, por tanto no devéis ende de ser tris- jos son fundados sobre cimiento de des-
te; ca el cavallero por quien el vuestro onestidad y deleites. Lo que, aunque no
coracón padesce tal cuita, por más seña- fiziesse por esta vía, la donzella de Leo-
lado que sea en las armas, se dará por nela fue queriendo antes con lisonjas
bien andante de fazer vuestro mandado, loarle su devaneo por le complazer, que
mayormente ganando el amor de tan alta diciendo la verdad ser d'ella despagada
donzella como vos lo sois; y aunque o arrepentida. Mas mejor le fuera, según
vuestra pena sea bien empleada en tan dixo el sabio: por la verdad padescer
alto lugar y grandeza, con paciencia os pena, que por la mentira aver dones ni
devéis sofrir hasta que yo le faga rela- mercedes, (cap. xxxvi, f. lii").
ción del mal que os aquexa, para que él
ponga el remedio cual conviene a vues-
tro desseo y a su alegría. 3. La ceguera de Urganda
~¡Ay, amiga!, -dixo Leonela-, pues co-
nocido avéis mi mal, punad de le buscar
el remedio, sin lo cual impossible es mi
coracón no ser desfecho de mil crueles
M a s a g o r a v o s quiere el autor dar
la razón por qué ha tantos tiem-
pos que la historia no ha fecho mención
angustias. d'esta sabia Urganda y agora la buelve a
Mucho quedó consolada con lo que fazer. Devéis de saber que, después que
su donzella le avía dicho, mas muy me- por Urganda fue encantado el rey Ama-
jor consuelo fuera para su honra repre- dís y sus hermanos y el emperador Es-
hender mucho el loco y sandio amor plandián, como avéis oído, ella se fue a
que la aquexava, estrañándole agramen- esta su Isla no Hallada passando buena
te querer dar su amor al cavallero, aun- y viciosa vida con este cavallero su ami-
que de gran bondad era, y en abilta- go, y acontesció que no por la edad ser
miento y menoscabo de su linage, y no mucha como por la permissión de Dios
provocándola al amor abivándole con vino a perder la vista poco a poco, de
palabras el vivo fuego que sus entrañas guisa que de todo quedó ciega; porqLie
abrasava. Mas como loar la passión al como todas las cosas estén sujetas a Dios
apassionado es doblarle su sentimiento, que las crió, que por más sabidores en
assí aconteció a esta fermosa Leonela, todas las artes los hombres sean en este
que muy más aquexada fue del amor mundo no pueden huir los límites que
después que a su donzella lo descubrió, Dios puso en sus vidas ni los casos de
no siendo d'ella reprehendida, mas loa- sus muertes, assí como por esta Urganda
da que de antes lo era en escondido. Por se demuestra, que siendo tan gran sabi-
tanto, todos los que tienen hijas deven dora como la avía en el mundo en su
tener muy grande aviso en las mugeres tiempo, como avéis oído, no pudo con
que las sirven y aguardan, saber en sus su saber evitar esta ceguedad que por la
condiciones cuándo son conformes a la permissión de Dios le vino, ni menos
virtud, porque si d'ellas si son al contra- pudo fuir el amargoso trago de la muer-
rio, no suelen aconsejar a sus señoras te cuando la hora le fue llegada, y assí
salvo a sus condiciones semejantes y que por esta causa estuvo Urganda tanto
costumbres, porque no ay cosa que más tiempo en silencio, y en persona no fue
venca ni quebrante la preciada castidad desencantado el rey Amadís y aquellos
que la compañía y contratación de aqué- grandes señores, aunque desde Armitoya
llas que no la aman, que, por tener en avía embiado tres donzellas, sus sobri-
semejantes de su yerro, todos sus conse- nas, con aparejos para los desencantar,
43

como la sesta parte d'esta gran historia lo


demuestra, mas por la permissión de
Dios no ovo efecto su buen intento y
E l conde Gandalín, estando en el
castillo de Montaldín sin ninguna
sospecha de tal sobresalto, le vinieron
propósito, (cap. ii, f. xiiv). nuevas como grande flota llegava al
puerto, y él, temiendo lo que era, por-
que ya sabía que avían de venir infieles
4. El final de las magas sobre Bretaña, con aquessa gente que te-
nía salió a saber quién eran para les de-
u e g o el Cavallero de los Cisnes y fender el puerto, mas su llegada fue tar-
L los otros cavalleros ovieron consejo
que los libros de la donzella fuessen to-
de porque la más de la gente era salida
en tierra; la cual conosciendo el conde
cios quemados, porque d'ellos Dios no Gandalín ser de enemigos, aunque lleva-
fuesse más desservido, y mandaron lue- va muy poca gente, ovo con ellos tal ba-
go a los escuderos que los abaxassen de talla que fue maravilla y, topándose con
la librería; lo que fue luego cumplido. Y un primo de aquestos hijos de Arcaláus
el cavallero les mandó poner fuego en la el Encantador, que salido era en tierra, lo
pequeña placa fuera de la torre y los li- encontró tan fuertemente de la lanca que
bros comencaron a arder muy fuerte- no le valió el escudo ni loriga que el fie-
mente, y los cavalleros, parando mientes rro le no passasse a las espaldas y ca-
al fuego, vieron un libro pequeño cu- yesse luego muerto. [...] Mas salió mu-
bierto de piel negra de alimanía levan- cha gente de la mar y ajuntáronse de
tarse de entre los otros y sobir por el aire refresco con los vencidos, y cobraron
bolando como torvellino y bolvió a caer algo del campo que perdido avían, e hi-
otra vez en el fuego, y oyeron una boz zieron lugar a los otros que tomassen tie-
que dixo: rra; y assí turando la brava batalla gran-
-Agora es perdido el gran saber de las de pieca, el conde Gandalín con su poca
mugeres en encantamientos, e la tal gente se mantuvo con tanto esfuerco
ciencia no la alcanzará muger en estas que, aunque los contrarios eran muchos,
partes que algo valga salvo en el tiempo antes con su brac.o fuerte defendiendo
del buen rey Artur, que la enseñará el los suyos y matando en los enemigos
grande sabio Merlín; y la grande sabido- perduró fasta la noche escura que los
ra Urganda la Desconocida, que es la flor despartió. Y el conde Gandalín con su
en este mundo en estas artes, vivirá muy gente.se retraxo a su castillo, y los hijos
poco tiempo. de Arcaláus el Encantador quedaron al
puerto acabando de tomar tierra. Al otro
Y luego cessó la boz. Los cavalleros
día, con su gente muy bien ordenada y
iueron espantados, y faziendo la señal
ataviada de armas y cavallos como para
de la cruz en las frentes se santiguaron
la tal cosa era necessario, <su> passo a
muchas vezes, y los libros fueron todos
passo se fueron para el castillo de Mon-
quemados muy en breve con las raíces
taldín, la gente repartida en tres hazes.
de las yervas que otrosí tenía la donze-
La una avía el gigante Cutroferón, hijo
lla, y el agua encantada de las pilas fue
del gigante Bultrafo que murió a manos
derramada, (cap. lxii, f. lxxviif).
del príncipe Florisando. Y este jayán era
pariente d'estos hijos de Arcaláus, era
mancebo muy esforcado, venía con de-
5. La d e r r o t a d e l c o n d e G a n d a - sseo de mostrar su valentía. La segunda
lín frente a los hijos de Arcaláus batalla avía Dinardán, hijo menor de Ar-
44 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

caláus, que de gran bondad de armas 6. La m u e r t e c r i s t i a n a y e j e m -


era. La tercera avía Demagores el Encan- plar del rey Amadís de Gaula
tador, hijo mayor de Arcaláus; éste tenía
dos cosas estrañas: estremada bondad de
armas, la otra gran sabidor de encanta-
mientos de manera que en las armas y
V i e n d o y a el r e y Amadís cumplido
el término de su vida que aquel
alto Dios le avía limitado, no olvidando
en el saber mucho pujó a su padre. Pues su gran virtud y nobleza, le quiso revelar
assí yendo esta gente en tal hordenanca, el día de su muerte. Y assí fue, que por
el conde no se espantando tanto de la voluntad de Dios, estando el rey Amadís
muchedumbre de los muchos como de en su lecho encomendándose a él muy
la virtud de los pocos, con la poca gen- devotamente, oyó una boz que le dixo:
te que tenía salió a aver batalla con ellos, -Apercíbete, rey, que antes de tercero
y entró entre los enemigos como lobo día has de ser delante del Alto Juez.
ravioso matando y haziendo en ellos Y tanto que el rey oyó la boz, se tor-
grande estrago, e hizo tanto que rompió nó más devotamente a encomendar a
la primera batalla y la segunda, e hizo ta- Dios, pidiendo misericordia de sus peca-
les maravillas que nunca tan clara fue su dos, esparziendo muchas lágrimas de
bondad en ningún tiempo, y avía mala- verdadera contrición. E otro día fizo lla-
mente llagado a Dinardán y conbatido mar al padre hermitaño y tornóse a con-
con él gran pieca. Lo que viendo Dema- fessar, diziéndole lo que la boz le avía
gores el Encantador, hizo tales encanta- dicho, de lo que el santo hombre fue es-
mientos que fizo un nublado tan espesso pantado y confirmólo más en la fe. Y
y tan escuro que parecía tenebregosa después que lo oyó de confessión, dixo
noche, de manera que ellos vían a nos y missa y diole el verdadero cuerpo de
nos no a ellos. Cercáronnos de guisa que Nuestro Señor Jesucristo, el cual él reci-
no sabíamos quién nos hería con la bió con tanta devoción, esparziendo tan-
grande escuridad, lo que nos puso en tas lágrimas, que no estava ende tal que
mucho pavor, mas aquel esforcado con- no desseasse ser el rey Amadís a aquella
de nos animava tanto que lo perdíamos. sazón por estar en el estado de salvación
E sintiendo el encantamiento nos quiso según el gran arrepentimiento de sus pe-
recoger, mas no pudo, que unos a otros cados mostrava. Y esto acabado, aleó las
nos no víamos; y Demagores y Cutrofe- manos al cielo y dixo:
rón andavan de consuno buscando al
conde, y, hallándolo, como estava des- -Mi señor Jesucristo, alabada sea tu
cuidado, no viendo quién lo feria, le die- alta majestad para siempre, ca me llegas-
ron con una lanca por la garganta por te a estado que te conociesse. Humilde-
entre la gorguera y el arnés, que luego mente te ruego que ayas piedad d'esta
cayó muerto. E luego Demagores guió ánima pecadora y me lleves desde agora
contra el castillo, qtie con la escuridad para ti cuando fuere tu voluntad.
no vía hombre, ni sabía quién iva ni ve- Toda aquella cámara donde el rey ya-
nía. Veinte cavalleros muy buenos que zía era llena de príncipes y cavalleros de
guardavan la ptterta dieron sobre ellos alta guisa, y el rey, que assí los vido, les
tan rezio, y no pudiendo resistir a tanta dixo:
muchedumbre murieron muy virtuosa- -Ya, mis buenos amigos, no menos
mente, (cap. ci, ff. cxviii'-cxixv). valientes que esforzados cavalleros, el
tiempo es venido que vuestro rey y gran-
de amigo os conviene perder y él a vos
desamparar, que assí es la voluntad de
45

aquel alto Dios que por su ministro y te que me llama; en lo que vosotros pa-
vuestro regidor me constituyó en la tie- rando mientes, temiendo el poder del
rra. Gran soledad llevo de vosotros en alto Dios, aquellas fuercas corporales de
no's aver galardonado como vuestro que tan cumplidamente sois dotados
gran valor merecía, mas lo que yo no he gastad en su servicio y loor, y no por las
fecho en la vida ruego al emperador que vanas cosas d'este mundo que se passan
lo cumpla después de mi muerte, que, como aire, y de verdes se paran secas
como a fijos, vos ampare con sus alas y como feno y como sombra se declinan,
galardone vuestro merecimiento. Mucho y si assí lo fizierdes, seréis de Dios ben-
encomiendo a vosotros el estado de la ditos en este mundo, y en el otro coro-
cavallería que todos avéis recebido, que nados de gloria con sus ángeles, (cap.
lo executéis devidamente, más en servi- clxiv, f. cxcivv).
cio de Dios que en las vanidades d'este
mundo perecederas, y que honréis mu-
cho a las donzellas y defendáis las biu- 7. U n s e r m ó n s o b r e l a n e c e s i -
das y amparéis los corridos y consoléis dad de aceptar cristianamente la
los desconsolados, y aborrezcáis la so- muerte
bervia que a los ángeles echó en los in-
fiernos; y guardad las promessas assí a
vuestros amigos como a enemigos, por-
que assí esperimentando la bondad de
A c a b a d o el E v a n g e l i o , siendo sa-
zón acostumbrada para ello, el
hermitaño padre de Florisando, querien-
vuestras personas, ganaréis en este mun- do con la ayuda de Dios aquellos seño-
do corona de fama y en el otro aquel res dar con su palabra algún consuelo,
santo paraíso; y parad mientes que en quiso fazer un breve sermón conforme
este mundo somos de tierra fechos y en al tiempo en que eran. Subiéndose en el
ella hemos de ser bueltos, que ni la va- lugar para ello acostumbrado onde de
lentía de la persona ni el ardimento del todos podía muy bien ser oído, teniendo
coracón puede valer a ninguno que no toda aquella conpaña grande desseo de
aya de passar por las puertas de la muer- lo oír y silencio por le escuchar su santa
te; porque, aunque en todas las otras dotrina, ca era ávido en toda la tierra por
bravas afrentas vuestra bondad siempre hombre de santa vida, el cual les co-
puje y vaya adelante, en ésta le convie- mencé de fablar en esta manera:
ne fallecer, de lo que en mí podéis tomar
-Muy alto y poderoso emperador, no-
exemplo. ¿Qué fueron de mis grandes
ble y virtuosa reina, altos príncipes, es-
fuercas y valentía con que vosotros me
forzados cavalleros, y preciadas donze-
avéis visto fazer grandes golpes, assí en
llas. Mi poco saber, confiando en la
batallas de esforzados cavalleros como
gracia de Dios, en este día para vosotros
de dudados gigantes con quien tanto
de tanta tristeza, mediante su gracia
loor en el mundo tengo alcancado? ¿Qué
acordó de poner en vuestros atribulados
fue de todo sino que, como cosas vanas
coracones algún consuelo, por lo cual
y perecederas, d'este mundo desapare-
aquel alto padre eterno de todas las co-
cieron como fumo con el viento muy li-
sas, del cual se escribe en el Acto de los
gero? Y mi fortaleza y disposición torna-
Apóstoles q u e todo don perfecto y acabado de arri-
da polvo y ceniza, y las otras cosas todas
ba procede del padre de la claridad, al cual ple-
olvidadas, y ni grandeza de mi estado, ni
ga de dar poder a mí, su siervo, que diga
tesoros, ni bondad de cavalleros me pue-
tales cosas que en vosotros señores fa-
de valer ni defender de la amarga muer-
gan fruto de consolación y de provecho
ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

en vuestras conciencias. No me tiene cumplido la natural deuda que devían,


amo puesto en espanto, -dixo el hermi- los otros sin duda la han de pagar, y la
ano-, la m u e r t e d d r e y A m a d í g j C Q m o vida que les queda es tan incierta y car-
grandes y demasiados sentimientos gada de angustias, que más nos devemos
que en vosotros veo. ¿No sabéis lo que alegrar con los muertos que passaron ya
e S C n b e e n
el Eclesiástico, q u e todas las co- aquel amargoso tormento que espera-
sas que de tierra son criadas en tierra se han de tor- van, que con los bivos pues lo tienen de
Ca no ay mayor equidad que la cosa passar. ¡O, ceguedad mundana!, ¿no ve-
Por la causa que es fecha por ella se des- des que es cosa desigual e injusta el sier-
, a ga, s e § u n la natura ligeramente se vo no fazer de coracón la voluntad de su
eive a s u n a t u r a I principio. Pues como señor, cuando Dios nos llama que d'esta
naturalmente seamos todos tierra, natu- vida passemos a la muerte? ¿Por qvié nos
ralmente a ella nos tornamos; ningún entristecemos? ¿Por qué lo no cumplimos
sentimiento luego devemos tomar de
y como contumazes sirvientes con triste-
quellas cosas que tan naturalmente van
za ir a la presencia del Señor? ¿Cómo es-
encadenadas. ¿No veis la culebra que
peramos d'él ser bien recebidos, al cual
„ , d e l a c u e v a y a ella se torna a aco-
f f A s s i e s e l hombre en esta vida, que con mala voluntad nos presentamos? ¿No
sate de la cueva que es el vientre de su sabéis que aquél que por llamamiento
madre y anda en este mundo amargo de nuestro señor Jesucristo se passa d'es-
ieno de lágrimas, cuanto bive, y cuando ta vida, que el tal con salmos, preces y
oraciones debe ser llevado al sepulcro,
n ere, fcó'ese a l a cueva de la muerte teniendo esperanca en la resurreción de
que es la tierra donde avía salido. Pues
los muertos, y no con llantos, lágrimas,
como todos seamos deudores de la
uerte sin tiempo y con tal condición ni sospiros, que parece no aver confian-
e n t r a m o s en la vida, no nos devemos en- ca en la misericordia de Dios, ni en la re-
"stecer por los que mueren ni alegrar surreción de los defuntos? (cap. clxvi, f.
Por los que biven, porque los unos han cxcvii).

7 AMADÍS DE GRECIA
(ix libro amadisiano)
de Feliciano de Silva
(1530)

por
Emilio Sales Dasí

TESTIMONIOS
Til p
l SnxU ¿ n r s a ' H C r i S t Ó b a l F f a n C é s ( a COSta d e Ana
stasio de Salcedo, mercader de libros)
' v« ele enero) [-»]

SS^pS^T* 11 n°m6'ESTUDIOS: Cravens (1976) y Eisenberg (1982)- GUÍA DE


AMADÍS DE GRECIA (IX) 47

[2] Burgos, Juan de Junta, 1535


[3] Sevilla, Herederos de Juan Cromberger, 1542 (27 de junio)
[4] Sevilla, Jacome Cromberger, 1549
[5] Medina del Campo, Francisco del Canto (a costa de Benito Boyer), 1564 (12 de
abril)
[6] Valencia, Compañía de impresores, 1582
[7] Lisboa, Simón López, 1596

TEXTOS

1. Amadís de Grecia c o m o vir- se pierde doquier que se haga, pues ha-


tuoso caballero pagano ziéndose no puede dexar de ser virtud;
assí que si en vos la ay, ruégoos que me
l cavallero d e la Ardiente Espada, digáis lo que os pregunto, pues hazién-
E después que al rey libró y d'él se
despidió, por el camino por do havía
dola en vos queda y no comigo; y pues
sois más obligado a vos que a nadie, no
venido se tornó, aunque algo apartado dexéis de hazer bien pudiéndolo hazer,
d'él como ya oistes. Él iva llagado, mas que los dioses no son estimados sino por
no tanto que le estorvasse mucho, y lo el bien que d'ellos se espera y en ellos
que más le fatigava era no saber la tierra ay, assí que aunque no seáis de su ley,
ni adonde podía curarse, porque la tierra no dexáis de semejalles en lo bueno,
era del reino de Tarso y temía ser cono- que otro tanto haré yo de lo que bien me
cido en las armas. Assí anduvo el día pareciere de vuestro dios aunque soy
todo. [...] Yendo de la forma que oís, vio pagano, que la virtud doquiera que esté
venir por el mesmo camino detrás de sí parece bien, pues por ella los hombres
un hombre a pie, y parecióle venir reho- vemos ser estimados.
gado, mas no era assí, que cuando más Y el viejo le dixo:
cerca fue, vio que eran las barvas, y sus -Cavallero, vos dezís verdad, y por lo
cabellos largos y muy blancos eran, tan- que os he oído hablar bien hallaréis en
to como nieve. El cavallero fue espanta- mí más de lo que pedís. (I, cap. viii, ff.
do de ver hombre anciano y blanco en vi'-viiv).
aquella tierra, y pensó ser algún captivo
del señor del castillo. Él le saludó en su
lengua, y el hombre anciano a él en len- 2. El e n a m o r a m i e n t o de Niquea
guaje griego. El cavallero, que bien en-
tendía aquel lenguaje y otros muchos, le
dixo en el mismo lenguaje:
-Viejo honrado, ¿sabríadesme dezir
E n esta s a z ó n comencó a bolar tan-
to por el mundo la fama de los
grandes fechos del Cavallero de la Ar-
dónde pudiesse ser curado de algunas diente Espada que no se fablava en otra
llagas que traigo que fuesse cerca de cosa sino en su hermosura y grandes ha-
aquí? zañas. Busendo iva con todas estas nue-
-Si vos fuéssedes cristiano como yo, vas a Niquea, y fue tan pagada d'él por
yo os diría lo que pedís. las sus nuevas que no se hartava de oír
-Amigo, -dixo él-, aunque no lo sea, fablar d'él, tanto que Busendo muchas
lo devéis de hazer, porque la virtud no vezes le dezía:
48 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

-¡Ay, mi señora, qué dichoso cavalle- pada que, no pudiendo apartar su ima-
ro es éste! Ora no tengo tanto lo que d'él gen de su memoria, comencó a dezir:
se dize pues ya sus hechos son tan bien -Cuitada de ti, Niquea, pues tan forca-
pagados en favorecellos vos, tanto que da avías de ser y constreñida de las fuer-
tengo por fe que me avéis de olvidar por gas del amor poniéndote por remedio
él. sola la muerte, pues te conviene por ella
-Busendo, -dezía Niquea-, no pensé passar ante[s] que descubrir tu coracón.
yo que te tenías tú en tan poco que pen- Con esto andava tan triste que todos
sasses que por otro te tenía yo de dexar. pensavan que esta va enferma. El mayor
Assí passaron algunos días, la infanta consuelo que tenía era quedándose sola
Niquea estando tan pagada del Cavallero en su cámara, desembolver la historia y
de la Ardiente Espada que nunca lo contemplar en él su amigo. (II, cap. xxiii,
apartava del pensamiento. En este tiem- f. cxiv).
po Zirfea, reina de Argenes, embió a su
hermano el Soldán pintado en un perga-
mino sacado al natural todo lo passado 3. La extraordinaria hermosura
en el Castillo de las Siete Guardas, con de Niquea determina su reclusión
todos los hechos que el Caballero de la
Espada allí hizo cuando fue desencanta-
do el emperador e Lisuarte. El soldán
holgó mucho con aquella historia, por-
D ize la historia que Zirfea, reina de
Argenes, ovo dos hermanos, el
uno fue Soldán de Babilonia, de quien la
que con su saber la reina lo hizo tan al historia fizo mención que murió sobre
natural como si propiamente ellos fue- Constantinopla. El otro fue Soldán de Ni-
ran. E por dar plazer a su fija embióle la quea, el cual fue casado con una hija del
historia para que la viesse. La princesa, Rey de Tebas estremada en hermosura,
como viesse pintado aquél de quien ella la cual de un vientre parió un hijo y una
tantas nuevas avía oído, súbitamente sin- hija. La reina murió del parto. El soldán
tió en su coracón ser rasgado de la dul- puso nombre al infante Anastarax, y a la
ce flecha de amor, tanto que sin ninguna infanta Niquea, que salieron tan estre-
color quedó en el rostro. El soldáln], su mados en fermosura que en su tiempo
padre, que tal la vio, tomándola en sus no ovo otros; mas principalmente la in-
bracos, le dixo: fanta Niquea, que tanto floresció en fer-
-Mi fija, Niquea, ¿qué sentís? ¿qué tal mosura que más persona celestial que
estáis? humana parecía, porque en su tiempo,
Turbada ella, aviendo vergüenca, bol- ni antes ni después, nunca donzella con
vió más colorada que de primero. Dixo: gran parte a la su fermosura le igvialó.
-Mi señor, diome un dolor súbito en Como estos infantes nacieron, la reina de
el coracón que pensé morir. Mas ya, gra- Argenes escrivió a su hermano una carta
cias a nuestros dioses, me hallo buena. embiándole aconsejar que pusiesse a Ni-
Suplíco's, señor, me deis essa historia quea en parte donde, hasta que se casa-
para que después la vea, que agora con se, de nadie que varón fuiesse pudiesse
mi mal no pude bien gozar d'ella. ser vista, porque su hermosura sería tan-
El soldán dixo que assí se fiziesse, y ta, que tenía pensado que ninguno la
irruy inocente del mal de su hija se fue. podría ver que no muriesse o enloque-
Niquea, después de su padre ido, se me- ciesse, y que según la honra que ella por
tió en su cámara, y pensó con tanto cui- sus artes hallava que avía de ser por esta
dado en el Cavallero de la Ardiente Es- doncella puesto su linaje, que creía que
AMADÍS DE GRECIA (IX) 49
el dios Júpiter avía de abaxar del cielo a gras e de buenas faiciones, y en toda la
casar con ella, pues no fallavan que compaña que la reina Zahara traía, que
hombre mortal la pudiesse merecer. El passavan de quinientas mugeres, no avía
soldán, su padre, como vio la carta de su otras que negras fuessen. Venían cavarle-
hermana, puso a su hija en una torre con ras en bestias a manera de dromedarios
amas que la criassen, con pena de muer- tan negras como si de azavache fechas
te a cualquiera que la viesse. Ya que Ni- fueran. Luego, tras estas mugeres, venían
quea era de hedad de doze años, el sol- dozientas mugeres con arcos muy fuer-
dán, su padre, se maravillava viendo su tes, los palos d'ellos dorados e las cuer-
gran hermosura, y tomándola entre sus das bermejas, con ricas armas armadas,
bracos, besándola muchas vezes, dezía: con ropas encima de chámete verde,
-¡O, mi fija Niquea, cuan bien andan- bordadas de oro e con muchas perlas,
te ha de ser aquél que de ti mereciere ceñidas con cordones indios doblados
gozar! Pluguiera a los dioses que si yo todos de flechas; las testas doradas, to-
no fuera tu padre, que con solas armas y das eran muy fermosas, e las cabecas
cavallo me fizieran de ti merced, y yo la desarmadas, fechos encima de sus mis-
tuviera a más que en ser señor del seño- mos cabellos muy ruvios unos rollos
río que tengo. cogidos por cima de las orejas con unas
Y tenía el soldán razón de lo dezir, redes de plata, pobladas de mucha ar-
porque sin dubda ninguna la princesa gentería, con carcillos de oro colgando
Niquea, allende de su gran fermosura, de las orejas de tanto valor que no te-
era tan acabada en gracia y discreción nían precio. Venían cavalgando en muy
que a todas las del mundo excedía. (II, hermosos unicornios con muy ricas
cap. xxiii, ff. cxiiir-cxivv). guarniciones. [...] Tras ellas venía la fer-
mosa reina Zahara armada toda de unas
armas que no tenían precio, porque to-
4. La exótica y suntuosa llegada das venían sembradas de perlas y pie-
dras de gran valor. Traía sobre ella una
a la corte de Zahara y su séquito
ropa de madexas de oro, pobladas de
mucho aljófar, tan larg[a] que hasta los
E l d o m i n g o , m u y de mañana, todos
aquellos reyes y príncipes y todos
los preciados cavalleros se levantaron
pies del gran unicornio en que venía
arrastrava, el cual traía una guarnición a
manera de paramentos de la misma suer-
vestidos tan ricamente que no tenían
te. El cuerno del unicornio venía todo
precio, porque les dixeron que ya la rei-
sembrado de perlas y piedras muy res-
na Zahara venía. Cavalgando todos en
plandescientes. Ella traía los sus muy
cavallos ricamente guarnidos, salieron
hermosos cabellos sueltos, con una co-
fuera de la ciudad y a poco trecho en-
rona encima de tanta pedrería que a to-
contraron a la reina Zahara de la suerte
dos quitava la vista. (II, cap. lii, f. cxliiiv).
que oiréis. Venían, delante d'ella y todas
sus mugeres, veinte y cuatro donzellas
con instrumentos tan estraños y dulces
que estraña cosa era el ruido que hazían 5. La metamorfosis de Urganda
con su dulce melodía. Estas veinte y cua- como asunto festivo
tro venían de chámete indio bordadas
sus ropas de oro, eran tan largas que por a q u e a c a b a v a n de comer, estan-
todas partes de las bestias en que venían
arrastravan. Eran todas estas mugeres ne-
Y do todos con gran solaz, oyeron
gran rebuelta y bozes en la ciudad y no
50 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

tardó mucho que antes que ellos pudie- Luego de todos fue conocida, que sa-
ssen saber qué fuesse, cuando por la bed que era Urganda, que siempre acos-
sala, dando grandes gritos, muchos en- tumbrava venir con tales maneras de es-
traron y, tras los que venían huyendo, panto como ya otras vezes en esta gran
entró una serpiente, la más fiera y es- historia avéis oído. Todos qviedaron con
pantosa que nunca se vio, porque de sus gran risa y plazer de ver el engaño que
ojos salían dos llamas; al parecer hazía les avía hecho. El emperador se levantó
tan gran ruido con sus fuertes silvos y a ella y, travándola del braco con mucha
alas, batiéndolas por todas partes, que la risa y amor, le dixo:
gran sala fazía tremer. Todos cuantos en -¿Qué venida á sido ésta, mi buena
la sala estavan andavan con grande es- señora?
truendo y temor buscando por do salir. Ella, besándole las manos, le dixo:
Las infantas y princesas se abracaron, -No supe con qué regozijar tan gran-
como sin sentido, de espanto y la empe- de fiesta y alegría como en esta noche se
ratriz con el emperador. Lisuarte y Pe- faze, como en venir yo a gozar de vues-
rión, como la serpiente vieron, derroca- tro plazer. (II, cap. iv, f. exvii').
dos los mantos en los bracos, por todas
partes la fueron acometer, mas ella les
dava con su cola a su salvo tales golpes 6. La prodigiosa construcción
que, sin la poder herir, los derrocava del Castillo del Universo
muchas vezes en tierra y no les dava lu-
gar a levantar, cuando ya los tornava a
derribar. D'esta suerte andavan todos
con ella sin la poder herir. La batalla era
Salieron una noche todos tres los
sabios, después de todos acosta-
dos, con sendos libros en las manos que
muy mirada por los que en la sala esta- la muy excelente reina les dio, y fueron
van, aunque con gran temor muchos de a una gran puente de la ciudad que la
los que allí estavan quisieran huir, mas mar batía, en una alta roca por donde el
no era en su mano poderse mover. Li- muro a la sazón se estendía en el edifi-
suarte, viendo que no podía herilla y cio de su grandeza, que en este tiempo
que ella no hazía sino derriballo en tie- era de las grandes ciudades de allí. Lle-
rra, con gran saña de sí mismo se juntó gad [o]s, la reina hizo un gran cerco y a
tan presto con ella que la sierpe no le cada parte d'él se pusieron en triángulo
pudo dar con la cola y él le fue a dar con con sendas candelas encendidas, y como
su espada por medio d'ambas orejas, las una pieca comencaron a leer, comencó
cuales más que de dos adargas tenía, tantos truenos y relámpagos y rayos, que
pensándole hazer la cabeca dos partes, todos los de la ciudad pensaron perecer
mas como la mano aleó, sintióse en ella essa noche. No tardó en venir número
infinito de artífices de diversos oficios, y
dar tal golpe como que con palo le die-
antes que amaneciesse hizieron una to-
sse, que la espada le saltó de la mano. Y
rre la más grande y hermosa que jamás
como esto fue hecho, la s[e]rpiente se
se vio. Assí por de fuera como por de
tornó una dueña vieja, con unos tocados
dentro, eran en ella siete cuadras que no
largos y un cordón en la mano, vestida
tenían precio su riqueza y valor, cada
de paños negros, la cual le dixo:
una encima de otra. En la primera estava
-¿Qué es esso cavallero? Teneos un pintado con oro y azul y diversos colo-
poco. ¿Así queréis ofender las mugeres res todos los grandes triunfos que avían
tan vuestras servidoras como yo? ganado los sujectos al triunfo de la diosa
AMADÍS DE GRECIA (IX) 51

Diana, y ella estava en medio de la cua- te con un arco y muchas saetas, con
dra sobre un grande carro triunfal. En la unas letras que de la mano le salían que
segunda cuadra estavan los triunfos de dezían: Nadie no tome sobervia con go^ar su se-
los grandes sabios y sabidores, y en el ñorío, pues que en la fin todo es mío. Sobre el
medio d'él, en otro carro triunfal, el dios mundo estava[n], de la suerte que son,
Mercurio. En otra cuadra estavan los los siete cielos con sus planetas y, sobre
triunfos que avían ganado los fuertes todos, el firmamento estrellado con sus
guerreros romanos y griegos y troyanos doze signos. [...]
con todos los otros que por armas gana- La reina dixo:
ron triunfos, y en el medio d'ella otro ca- -Ahora veremos una gran cosa para
rro triunfal del dios Mars. Sobre ella es- dar perfeción a esta obra, y es que nom-
tavan los triunfos que por amores los brando todos los dioses uno a uno, y
leales amadores avían ganado, haziendo nombrando aquél que tiene poder sobre
señaladas cosas en los amores, y en un todos, parecerá en su triunfal carro sobre
carro triunfal, en medio d'él, la diosa Ve- todos los cielos y los moverá, faziendo
nus y el dios Cupido. Luego en la otra sus influencias naturales en cada parte
cuadra estavan pintados los triunfos de del universo según sus operaciones.
claros varones y sabios inclinados a las Luego, tomando un libro, comencó
virtuosas artes, y en medio d'ella, en un por la diosa Diana, y de ai hasta todos los
carro triunfal sobre todos sus cavallos, otros como en las cuadras estavan, conju-
acompañado de todos sus claros hijos, el rando en su nombre el movimiento de
dios Febo, que es el muy resplandecien- aquéllos y los más ninguna cosa se mo-
te sol. Luego, tras él, estavan en otra cua- vieron. Entonces dixo a Alquife que fizie-
dra pintados los grandes triunfos de los sse el conjuro en nombre de su dios. En-
que fueron señaladas personas en las tonces aquel sabio lo hizo, convocando a
virtudes y magnanimidad y excelentes su movimiento el hazedor de todas las co-
condiciones y grandeza; en medio d'ella, sas, movedor de todas ellas, causa prime-
en un carro triunfal, el dios Júpiter. En la ra de todo, Dios uno en essencia y trino
setena cuadra todos los que triunfaron y en personas, y Dios sobre todos los dio-
adquirieron por labranca y romper la tie- ses; y como lo acabó de dezir, luego so-
rra y sacar y gozar sus frutos, y en el bre los cielos que hemos dicho pareció un
medio d'ella un carro triunfal en que es- cielo muy más excelente que todos, y en
tava el dios Saturno. Todas las imagines un carro triunfal fue aquel padre soberano
parecían vivas, y tan propias como fue- de todas las cosas, Dios verdadero, cerca-
ron las que representavan, las cuales te- do de la corte angelical y bienaventurado
nían sus nombres encima; y los techos con todos sus tronos y dominaciones,
de la cuadra, todos estrellados de aque- querubines y serafines, que luego, como
llas figuras celestiales sobre que más do- pareció, los cielos se movieron haziendo
minio tenía cada planeta de aquéllos que sus influencias en cada parte del mundo
representavan los dioses, aquellos anti- como se hazían en el verdadero. La reina
guos las quisieron aplicar. En lo más alto luego adoró a aquél que veía y renegó de
de toda la torre estava en el aire un mun- sus dioses. [...] Y como esto uvo fecho,
do a manera de poma muy grande con amaneció quedando tan señalada obra fe-
todas las partidas, ínsulas y mares, diver- cha, y luego todas aquellas visiones de es-
sidades de animales, aves y planetas, se- píritus artífices desaparecieron. (II, cap.
gún que por sus partidas las ay. Sobre el lxxvi, f. clxviii').
cual estava en un carro triunfal la muer-
52 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

7. A m a d í s d e G r e c i a s e c o n v i e r - no era. Con lo cual Amadís de Grecia


te e n Nereida para llegar hasta Niquea pensó morir, si el rey Gradamarte no le
aconsejara lo que agora oiréis, con lo
cual él fue muy alegre y consolado. Y
A m a d í s d e Grecia y el rey Grada-
marte, que de Apolonia partieron
de la suerte que oistes, fueron con gran
fue d'esta suerte, que entre muchos
acuerdos que tomavan, si se irían aque-
gozo hasta llegar al puerto del Castillo llos grandes hechos donde todo el mun-
del Infierno de Anastarax, que como allí do se sonava juntar, y después que fe-
llegaron y vieron la gran niebla de que nescidos tornar, o si devría después que
el castillo estava cercado, mucho fueron allá fuesse embíar a pedir a Niquea por
maravillados no sabiendo lo que avía muger. Mas todo esto se le hazía tan tar-
sido. Mas luego supieron el desencanta- de, que no pensava poder sostener la
miento de Niquea y cómo avía sido por vida en tanta dilación, porque el que
mano del rey Amadís, que ya se sabía dessea ningún remedio le es medio con
con todo lo que avía passado, y cómo dilación. Assí que, pensando en muchos
Niquea estava de la suerte que antes en pensamientos, Gradamarte dixo:
la torre. Cuando Amadís de Grecia lo -¿Sabéis, mi señor, qué he pensado
oyó, poco estuvo de no morir de pesar. que me paresce bien?
-¡Ay, cativo!, -dezía él-, ¡cuan poco -¿Qué?, -dixo Amadís de Grecia.
deve mi señora de preciarme sabiendo Él respondió:
mi covardía, y que otro alguno en cosa -Vos sois tan moco que aún barvas
de su servicio me fiziesse ventaja! ¿Para no tenéis, y tan estremado en hermosu-
qué bive en el mundo cavallero de tan ra cuanto todas cuantas yo he visto sois
poco valor y ventura como yo, pues la muy más, que os pongáis en hábito de
vida que passo con más razón se puede donzella del traje de Sármata y habléis la
llamar muerte? lengua, y yo hazerme mercader, y saca-
Gradamarte le consoló tanto, dizién- ros he a vender al mercado en la ciudad
dole que antes devía por ello dar gracias de Niquea, díziendo que ciertos del Rey
a los dioses en aver puesto a su señora de Alexandría os prendieron con otras
donde con menos peligro la podía aver, mugeres amazonas que <h>a hazer daño
pues que la Aventura de la Gloria a él no anda vades. Y como os vean tan grande
era otorgada, y que por esso no se le y estremada en hermosura, llegarán a
avía dado la gloria d'ella. Y con esto él compraros, y yo pediré tanto por vos
fue algo consolado y acordaron desco- que llegará a oídos del soldán, el cual os
nocidos ir a la ciudad para saber de Bu- querrá ver y comprar, y después que se-
sendo si ai era, para que supiesse Ni- áis suya teméis con vuestra discreción
quea de su venida y se diesse algún forma que vos dé el soldán a Niquea, y
medio para la poder ver. Mas allá llega- allá entrado no os quiero dezir más, que
dos, tampoco remedio hallaron, porque vos sabréis mejor lo que avéis de hazer.
supieron que el enano avia días que ai (II, cap. lxxxvii, f. clxxvi').
FLORISEL DE N I Q U E A ( X : PARTES I-Il) 53

8 FLORISEL DE NIQUEA (I-II)


(x libro amadisiano)
de Feliciano de Silva
(1532)

por
Javier Martín Lalanda y Gema Montero

TESTIMONIOS

[1] Valladolid, Nicolás Tierri, 1532 (10 de julio) [->]


[2] Sevilla, Juan Cromberger, 1536
[3] Sevilla, Jacome Cromberger, 1546 (25 de octubre)
[4] Lisboa, Marcos Borges, 1566 (20 de abril)
[5] Zaragoza, Domingo de Portonaris, 1584
[6] Zaragoza, Domingo de Portonaris, 1588

TEXTOS

1. La princesa Arlanda declara sistida por parte del que su coracón


su amor a don Florisel abrasava, comencó a dezir ansí:
-Como la cierva herida de la cruel
saeta con aquella mortal yerba que por
T a n t o fatigaron a la princesa los
amores de don Florisel que, a cabo
de cuatro días que juntos caminaron
mayor melezina por instinto a las fuentes
de las aguas es guiada, donde lo que por
mostrando por los continentes parte de principal remedio es causa de más pres-
to acabar la vida, assí yo con semejante
lo que en el coracón tenía, una tarde ya
peligro herida de aquella cruel frecha
que avía anochecido, ella tomó por la
con que las nuevas de tu fama llagaron
mano a don Florisel, diziendo quererle
mi coracón, con la fuerca de la yerba
hablar algunas cosas que le cumplían, le que el amor con semejante llaga suele
apartó por debaxo de unos hermosos poner, corrompiendo y inficionando la
álamos que en una hermosa ribera esta- fuerca de mi honestidad, ya que en las
van, los cuales el regozijo que en los cui- fuentes de mis ojos con llorar no hallé
dados de ambos acrescentava su encen- melezina sino para más acrescentarlo
dido fuego. Como allí llegaron algo con rabiosas bascas, a ti soy venida con
apartados de Silvia y su compañía, la el esfuerco que mi hermosura me puso
princesa más governada por aquel a para con ella encendiendo en ti seme-
quién su libertad avía dado que por la jante fuego que el mío, por cuya razón
razón de su grandeza y honestidad, con las mortales llamas de ambos con con-
otro nuevo fuego que sus fazes con la formidad de las voluntades apagadas
vergüenca abrasava no pudiendo ser re- fuessen. ¡Ay de mí! Que aquella libertad

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín, n° 1458. ESTUDIOS: Cravens (1976) y Sales (1995).


54 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

que la hermosura puede tener para tra- dad en tu desamor y vituperio mío. Ago-
her a los brutos ulicornios por su razón ra que has sabido mi demanda, quiero
movidos hasta padecer la muerte sin saber yo si conforma con tus obras aque-
hornamento de ninguna razón que para lla forma que no sólo el mundo, mas los
ellos los gane, yo la traigo siendo d'ella cielos matizados tienes.
domada para sojuzgar aquél que por la Don Florisel muy maravillado fue de
vía de la razón antes por rigor que por se ver ansí requerir por una tan hermosa
piedad d'ella devía de ser sojuzgado. donzella, la cual su hermosura antes a
Mira con cuanta confianca de tu virtud y ser requerida obligava que a requerir,
mi hermosura soy venida, y no quieras mas como él no tuviesse sobre sí en
que lo que por tanto precio de mí ho- aquella parte ninguna libertad para satis-
nestidad comprado con sacrificio de fazer el deseo más de en el lugar donde
crueldad de tu parte, y essecutada con puesto estava, como los que ciegos del
mis proprias manos con la mía me da el cruel amor aman que no se hallan sino
galardón, que más el corrompimiento de allí donde ya están convertidos, y en otra
mi honestidad, que lo que se deve al parte no como ya no son en sí sino en
verdadero amor que yo tengo, sea paga- aquella que aman; pues teniendo Silvia a
do; aunque esto sería la razón de lo que don Florisel d'esta suerte, por una parte
se deve de aver yo corrompido aquellas movido a gran piedad de la princesa, y
leyes que más a ser requeridas que a re- por otra vencido de su libertad enajena-
querir las altas donzellas me obligavan; da, a la princesa respondió:
de lo cual te certefico yo ser una de las -¡Ay, hermosa donzella! ¿Cómo venís
tales, mas no quiero que sepas mi nom- vos a buscar el que ya no es ni en sí se
bre, no porque él no goze también como halla, de lo cual en nombre que puesto
yo del sacrificio de mi honestidad, mas traigo os deviera dar testimonio de mí en-
porque la grandeza de mi real sangre ajenado señorío a buscar remedio en
d'él sea reservada. ¡Ay de mí! Que aque- quien no tiene descanso, en quien no
lla ave que en las riveras con sus canta- <lo> hallo gloria, en quien la tiene pues-
res su muerte solenniza tiene más virtud ta toda en sus pensamientos, y en lugar
por instinto, pues canta con razón por d'ella el cuerpo la pena salvo si para to-
poder la vida sin ningún vituperio, y yo mar consuelo con mi mal el vuestro me
por librarla de la muerte para ponerla en busca? ¡Ay de mí! Que la razón de vues-
él con lágrimas, pido lo contrario. Mira tra hermosura os dará lugar a conoscer la
cuánta es la fuerca que sin fuerca con te- poca libertad de mi poder, pues me de-
nerla me fuerca, que propuestas todas mandáis lo que yo a vos deviera de pe-
las razones contrarias de mi deseo por dir si fuera yo mío y no ageno. ¡Ay que
parte de la honestidad y grandeza a ti no me siento sino para sentir lo que sen-
soy venida con dos crueles condiciones, tís! Y más siento lo que siento que vos no
de las cuales de la una ya tengo la sen- podes sentir, para no poner culpa aquél
tencia contraria que es de aun corrompi- que no la tiene, pues no es y no la tuvo
do las puertas de mi honestidad, la otra en la tener de todo su mal por la razón y
está en juizio en tus manos; y la execu- causa que para tener lo tengo. O que las
ción en las mías para con tu respuesta fuentes de las aguas, que vos en vuestros
rescebir la vida o la muerte, la vida para ojos buscávades para remedio de la en-
amatar las muertes que contino paso; la herbolada herida, contino yo las traigo
muerte para que todas ellas y más mi en mis ojos saliendo de aquel mar tem-
vida la resciba con la fama de tu cruel- pestuoso que ansí hiere la tormenta de su
FLORISEL DE N I Q U E A (X: PARTES I-Il) 55

braveza mis entrañas y coracón, como el manos con muchas lágrimas, comencó a
espantable y no tan furioso mar en las ro- dezir:
cas de sus marinas riberas con sus im- -¡Ay, cuan bien empleado ha sido en
mortales ondas. ¡Ay! que el unicornio que mí el castigo de mi deshonestidad! ¡Ay,
vos ciezís que os havía de buscar por ra- honra, cómo ninguno te ofendió que no
zón de vuestra hermosura, assí es la ver- quedasses d'él satisfecha! Si bien co-
dad si no estuviera ya muerto aviándose rrumpí las leyes de mi honestidad y
mirado en el espejo y hermosura de la mi grandeza bien me han dado el pago de
Silvia, dándole la muerte los engañosos mi locura. ¡Ay, amor no sé por qué tú
cacadores y ministros del cruel amor. ¡Ay, siempre acostumbras los tales galardo-
hermosa donzella, cuan mal un fuego nes, qué ley ay para que este cavallero
con otro se amata, antes por razón se en- ame a quien no le ama, sino la que para
ciende, qué os puedo dezir sino que con- llamar yo a él! ¡O, que todos tus engaños
tino a él si hecho ceniza pensando tor- son claros si no nos quisiésemos dexar
narme d'él a sacar con la virtud del fénix, engañar de nuestro deseo, mas guiados
y cada vez más sin mí me hallo sin que por lo que desseamos que por lo que ai-
otra mayor virtud d'él he sacado, que de- caneamos y conoscemos, que no quere-
xando de ser yo me hallo en aquella sil- mos conoscer! ¡Ay de mi grandeza sin su-
va por razón de mis llamas envestido, perior abaxada a tributo del tributario de
donde me avéis de buscar y buscar el re- la tributaria pastora y de mi presump-
medio vuestro y mío que en su poder ción, que con tanta desautoridad me ha
está, que ella tiene tan lleno mi coracón
trahído, con semejante engaño, como las
de su figura y pensamientos que todas
codornizes a la red, y de mi delicadez
estas riberas y campos hallo estrechos se-
que con tanto trabajo me esforcó a res-
gún se siente apretado. Ved cómo podrá
cebirlo mayor, mi honestidad a ser per-
caber cosa donde cosa motiva aya, por-
dida, mi hermosura a tomar exemplo de
que a poder en él vuestras encendidas
la soberbia que pensando vencer, a ser
centellas obrar, no pienso que menos
fuerca hiziessen que los grandes tiros de vencida vino! ¡Ay, Cavallero de la Pasto-
artillería que con la demasiada carga y ra que tu nombre con razón te da dis-
contrariedad de los elementos son en culpa de mi culpa! ¡O, cuan bien fue en
muchos partes quebrados. ¡Ay, que todo subir mi nombre, pues me havía de po-
está cargado de Silvia! No puede venir ner tal renombre.
otro fuego con que no muera antes que Y diziendo esto cayó en tierra amor-
consentirlo, y perdonadme por Dios, que tecida, y don Florisel movido a grand
más siento vuestro mal que el mío, por lástima la tomó en sus bracos, y flechán-
quien no soy mío ni puedo en essa par- dole del agua del río en el rostro tornó a
te ser vuestro, que ageno soy en toda lo sí con un gran sospiro diziendo:
demás que tengo libertad. Hazed de mí a -¡Ay, que en más tengo el precio con
vuestra voluntad, que a serviros está
que quise yo por mi libertad, que haver-
obligada, e yo con ella hasta la muerte,
la perdido! Vamos de aquí, que yo me
por el cargo que siento que os soy don-
daré el castigo de mi locura, y a ti el de
de no ay ningún descarga si de la vida
tu crueldad, con jamás te dexar de dezir
sola no perdiéndola en vuestro servicio
mi gran dolor, para mi descanso y mayor
en mi libertad.
fatiga tuya, que es la mayor que el que
La princesa que tal respuesta oyó con aborresce puede rescebir de la que es
bascas iguales a muerte, torciendo sus amado.
56 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

Y con esto limpiando sus lágrimas la gro la flota de don Lucidor hallan que
más triste muger que jamás nació, tornó trabajando por no dar en tierra procuran
por donde havía dexado su compaña. (I, el peligro de las infladas velas tenerse
cap. xii). contra la fuerca de las arrebatadas aguas
con mañosa fuerca en la fuerca de los
poderosos vientos sostenidos y d'ellos
2. Peligros en los que se vieron combatidos, ansí que todos procura van
los príncipes a su llegada al reino de el remedio donde tenían el principal pe-
Apolonio ligro, que como la flota fuera del puerto
vieron, luego lo que podía ser cuidaron
OS a r r e b a t a d o s cursos celestiales
L que con su immortal movimiento
los tiempos según la orden de sus cons-
y grave pena sintieron, viéndose en tan-
tos peligros, mas procurando primero sa-
lir d'él que de la mano divina rescibían,
telaciones sobre el universo disponen con traer príncipe humano, se esforzaron
conforme a la disposición de la virtud de y aparejaron armados de todas sus ar-
sus estrellas y luminarias, ansí el tiempo mas, mandando que a las infantas que,
rebuelven que despertados los cavallos como muertas con la nueva navegación
del dios Nentuno, acompañados de los y tiempo ivan, el hecho les encubriesen
exércitos del dios Eolo por cima de los por no darles tanta pena, cuanto gloria
poderosos mares, assí discurran con su don Lucidor rescibió cuando le dixeron
poderosa fuerca para hazer la a las vo- que las naos a vista tenían, el cual gran-
luntades de los que navegan en las pro- des gracias a Dios por ello dava con tan-
fundas aguas assí levantan que con las to gozo que nada el peligro del mar te-
ensalmadas nuves comunicavan la pre- nía con él, que en su honrra le parescía
sunción de su arrebatada braveza; tanto aver aparejado. Y luego manda que ade-
ya que los soberanos príncipes dos días recen para los combatir que ya entre su
avían caminado con su gloriosa presa, y flota estavan; más la fuerca del tiempo
el que los seguía huvo en su seguimien- les era contraria a lo poder hazer; mas ya
to con viento tan contrario a los unos
los dos príncipes con los suyos apareja-
cuanto para los otros próspera, traer a
dos estavan a pasar por la muerte antes
sus manos lo que con tanto trabajo pen-
que venir a manos de don Lucidor, que,
savan perder por no los poder seguir.
como ya fuesse tarde, amansando el
Assí los pone en tanto peligro al presen-
viento, manda llegar su flota contra las
te peligro del mar a punto de se perder
dos naos y aquí comiencan a las cercar
los unos y los otros pone tanto que más
ya en oraciones pensavan salvar las al- de todas partes, y por temor que no pe-
mas que con remedios, por parescerles resciessen las infantas, don Lucidor y
faltar los cuerpos; y sobre todo los dos don Brian mandan que con tiros de arti-
príncipes rescibían con las infantas ma- llería no les tiren, por temor de flechar-
yor dolor porque no sólo el peligro los las al fondo, que valió muchos a los
amenacava con el de los furiosos mares, príncipes, porque ellas con las suyas ha-
más con la fuere a que el tiempo les ha- zían mucho daño. Más ya que tanto se
zla para por ella tornarlos a donde la aví- cercaron en una nao en que venía el Du-
an hecho; que tan forcosos los aires con- que de Normadía con otras naos con la
tra su voluntad eran, que presto los de los príncipes afierran que, como a po-
buelve hasta ponerlos a vista de la tierra der llegar a menos llegassen, don Fala-
de Apolonia, donde con semejante peli- ges dixo:
FLORISEL DE NIQUEA ( X : PARTES I-Il) 57

-Padezca la vida con fuerca de la vo- llevava contra voluntad de su abuelo y


luntad para no la rescebir en ella. padres, y que ya estava a punto de pagar
Y con esto mete mano a su espada y lo que avía hecho contra don Lucidor
da tal golpe a un sobrino del duque que que presente estava en la flota, que como
entrar quería en su nao, que la cabeca el gran cavallero esto oyesse, de cosa ja-
hecha dos paites con el yelmo lo derriba más holgó que de aver le traído la Fortu-
en el mar. Y mira a don Florisel que lo na a mayor que jamás la pudo esperar, y
mismo al duque avía hecho, y hazen ta- luego dize a grandes bozes a ellos
les maravillas cada uno por su parte de la -¡Y salga el príncipe griego de muer-
nao que bien sin affrenta resistían la en- te para quitar la obligación hasta ella de-
trada, puesto que llovían sobre ellos tan- vida!
to número de saetas que quitavan la luz Y con esto manda aferrar su nao con
del sol y sus escudos d'ellas. andavan lle- una de las que los príncipes combatían.
nos. Mas ellos no hazían sino matar y de- Y de sí luego visto, por toda su flota ha-
rribar. Y en esto, don Lucidor, toma por zen lo mismo con la flota de los prínci-
fuerca la otra nao en fortaleza de don pes don Lucidor y don Brian, y hazen
Brian y entrado supo todo lo hecho; y gran daño en ella que, como muchos
mucho quisiera poder llegar a la otra nao fuessen y traían infinitos arcos, era tanta
de los príncipes, mas no podía con las la luvia de saetas que presto gran daño
naos que a ella estavan aferradas que no en los franceses hizieron, no dexándolo
le hizo daño, según como se querían de rescebir; y el gran cavallero hazía ta-
vencer viendo su muerte, que las cosas les cosas que igualavan a las de los prín-
se hazían, no parescían de hombres mor- cipes, los cuales viendo tal ayuda y al tal
tales. Don Lucidor quería morir viendo tiempo que perdidos estavan ver lo que
que no los podían entrar por solos dos hazían, no se pueden creer sus maravi-
cavalleros de los cuales él y don Brian es- llas; pues assí peleando y haziendo de sí
tavan maravillados viendo su bondad, grandes cosas, don Lucidor y don Brian
mas pareciéndolos que ya no se podían tanto no pudieron suffrir la fuerca y mu-
escapar que no muriessen o fuessen chedumbre de los contrarios que presto
prendidos de cansados, como era la ver- no se venciessen y pusiessen en huida,
dad, vieron venir que con la tormenta lo cual visto por el gran cavallero, vien-
aquella parte avía sido laucada una flota do que más de la mitad se avían de los
de más de doscientas naos, la cual de- enemigos muertos, mandó hazer señas
lante todos venía una una nao con reales que no los sigan diziendo:
vanderas. Y cuidando si por ventura en
-No se haga más fuerca de aquella
ella vendría el príncipe Brimartes, don
que para escusarla á sido menester.
Lucidor fue muy ledo. Mas cuando cerca
la flota llegó y la nao delantera viendo Y luego endereca para la nao de los
como combatían, aquella nao tantos, to- dos príncipes, no viendo con quien pe-
dos lo d'ellas venían armados y a punto lear, porque ya don Lucidor y don Brian
que, como la nao delantera llegasse, pre- muy desesperados se avían ido, viendo
guntando un cavallero de gran cuerpo su perdimiento; que, como el gran cava-
que en ella venía que porqué de tantos Uerero a la nao llega, halla tintos de la
aquella nao era combatida, un cavallero sangre que avían derramado los dos ex-
responde que porque en ella iva don Flo- celentes príncipes, y ello veía fuera de
risel de Niquea que a Helena, infanta de star assí bañado d'ella, y manda aferrar
Apolonia y a Timbria, infanta de Boecia, su nao con la suya d'ellos, que tanto de-
seo de saber quién fuese tenían, cuanto
58 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

el que de aver escapado de tal peligro a tu excelencia suplico las manos, al tu


los obligava. Y como el gran cavallero vasallo dadas seas.
en la nao saltase, vio a las infantas que Y con esto abracándolo ella gelas be-
ya sabiendo su fortuna, que hasta que la sas; e don Florisel le dize:
vieron no supieron parte de lo que pas- -Mi señora, parésceme que la vuestra
sava, muy alegres dando a Dios por ello merced siempre quiere guardar el privi-
gracias, ya que los príncipes así mismo legio de vuestra grandeza en pagar los
los yelmos para lo rescebir avían quitado servicios con doblada paga en las mer-
el suyo, maravillado de verlos dize: cedes qtie a pagarse pudieron obligar,
Ni ya don Florisel quedará sin paga por que os suplico me deis vuestras ma-
de su deuda, ni don Falanges de sus ser- nos, pues como donzella las deve mi
vicios, ni a la straxerea sin pagar la obli- boca, lo que como cavallero mi persona
gación que en ambas partes devía; y más d'ellaa á rescebido.
que a ellos assí por ti, ni Helena y Tim- -Soberano príncipe, -dixo ella abra-
bria podrán dexar de rescebir este servi- cándole-, la fortaleza de las vuestras, jun-
cio que podemos dezir. to con vuestra grandeza y bondad, os
Cuando ella esto dixo y fue conocida dexa sin deuda de toda parte y la pone
el gozo de todos escapar del príncipe para hazeros todo servicio que, como ca-
don Falanges, que, como la conoce, ante vallero, yo os quise pagar y, como don-
ella de inojos se pone diziendo: zella, hazer mercedes que a las vuestras
-¡O, diosa de mi adoración, grandes rescebidas se devían cuando, como ca-
gracias a tu excelente magestad! Pues tu vallero, las pude de vos como donzella
divino acatamiento meresciessen mis sa- rescebir; y no como sola donzella, mas
crificios el socorro, no sólo de la vida, como tenido estávades por tal donzella
mas de tu resplandeciente vista, porque como yo. (I, cap. lxiv, ff. 117v-118v).

9 FLORISEL DE NIQUEA (m)


(xi libro amadisiano)
de Feliciano de Silva
(1535)

por
Javier Martín Lalanda

TESTIMONIOS

[1] Medina del Campo, ¿Pierres Tovans?, 1535


[2] Sevilla, Herederos de Juan Cromberger, 1546 (6 de marzo) [-»]
[3] Sevilla, Jacome Cromberger, 1551 (9 de mayo)

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín, n° 1468. EDICIÓN: Javier Martín Lalanda (ed.), Alcalá de Hena-
res, Centro de Estudios Cervantinos, 1999- ESTUDIOS: Cravens (1976), Martín Lalanda (2001) y Sa-
les (1995). GUÍA DE LECTURA: Martín Lalanda (1999)-
FLORISEL DE NIQUEA ( X K PARTE III) 59
[4] Évora, Herederos de Andrés de Burgos, s.a. (h. 1550)

TEXTOS

1. Amanecer mitológico y pre- acaescimiento, paresciendo en las haza-


parativos para el combate ñas d'éstos tan fuera de razón participar
con ellos vuestra deidad!
o n s e r e n a claridad los rayos del sol Y como estas palabras dixo, crescién-
C por la tierra se tendían cuando el
excelente príncipe don Florisel de Ni-
dole el orgullo y ardimiento, inclinando
la cabeca hazia su escudo, viendo la her-
quea y el fuerte rey de Gaza fueron ar- mosura de Diana, diziendo: ¡O, mi señora,
mados de todas armas, y con grandes re- vos me dad el poder, pues a vuestro linage por los
liquias el príncipe fue adornado, y el immortales dioses es otorgado! Comienca a p o -
emperador mandó al príncipe Artaxerxes ner el cavallo por el campo con mucha
que con los duques de Antila y Alafonte apostura. Y a esta sazón los juezes tru-
fuessen por el rey de Gaza y como jue- xeron a don Florisel. Venía armado de ri-
zes del campo assistiessen con mil cava- cas armas blancas y con sobreseñales y
lleros que para seguridad del campo se paramentos de carmesí acuchillado so-
mandaron armar. El príncipe y los du- bre tela de plata, cada golpe tomado con
ques fueron por el rey, y halláronle que un botón, con un flueco de plata e sirgo
esta va armado de muy ricas armas; y ca- carmesí, que aquéllas eran las colores de
valgando en un gran cavallo morzillo la princesa Elena; en el escudo traía,
con unos paramentos de brocado negro, como solía, la ventura de la Torre del
al campo con muchos menestriles fue Universo. Pues assí fue metido en el
llevado, donde ya la emperatriz Niquea y campo y hechas las solemnidades que se
la princesa Elena con muchas infantas y devían hazer, partido el sol por los jue-
dueñas y donzellas a las finiestras esta- zes, se suben a un cadahalso que para
van, que de los palacios del emperador ellos estava hecho y, subidos, las trom-
sobre el campo salían a aquella parte pas sonaron, al son de las cuales los ca-
que para las batallas estava señalada; y valleros, bien cubiertos de sus escudos, a
llegado el rey y metido en el campo, es- todo correr de sus cavallos se vinieron a
tremadamente parescía bien. Mucho fue juntar. Mas tanto, sabed que don Florisel
maravillado de ver al natural en el cam- aleó la lanca, por no encontrar en la ima-
po obrada aquella espantable batalla de gen de Diana; y el rey, que lo sintió, le-
Furior Cornelio y el emperador y, casi vanta la suya y tornado el cavallo, avien-
suspendido, una pieca lo estuvo miran- do passado el uno por el otro, le dixo:
do, e mirando al emperador que a las fi- -¿Cómo, don Florisel, en tan poco tie-
niestras estava, en tanto que los juezes nes mi fortaleza que con ventaja piensas
por Florisel ivan, dize Galersis que tales vencerme? Ni yo te quiero dar essa glo-
palabras dixesse: ria, ni que tú la rescibas de mí con me-
-¡O, immortales dioses, pues me he- nos que todo tu poder, ya que te sea
zistes y de vuestro linage, no consintáis otorgada.
que la osadía de mi fortaleza, a temeri- -Rey de Gaza, -dixo don Florisel-, yo
dad y locura sea juzgada, en hazer bata- siempre acostumbré honrar y defender a
lla con el linage de aquel Amadís a quien las dueñas y donzellas y aventurar la
paresce que quesistes reservar de toda vida por defenderlas y no ofenderlas; e
fortaleza, haziéndolos señores de todo assí lo haré con la que en el escudo traes
60 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

pintada, pues no le devo menos por lo cansado y desangrado, se tiró ya cuanto


que por ella me devo. afuera e dixo a don Florisel:
El rey, que aquello oyó, dixo: -Holguemos una pieca.
-Por cierto, essa razón no se negará -No me parece, -dixo don Florisel-,
en la mía por lo que a esta princesa se que sobre defender mi cabeca devo usar
deve, y por tanto yo tomaré otro escudo. de ninguna cortesía contigo, que usé de
Y luego los JLiezes, visto lo que passa- la que se devía a tu escudo.
va, le mandan dar otro escudo de muy De cuyas palabras el rey muy airado
fino azero. El rey lo tomó, quitando el dixo:
suyo; no lo quiso dar a ninguno, antes lo -Pues aguarda, que yo te daré a en-
colgó por las embrasaduras de cierta par- tender cuan bueno te fuera folgar.
te del cadahalso, diziendo: Y con esto le fue a dar un muy pesa-
-Mi señora, pues no puedo teneros do golpe por cima de la cabeca. Don
en mis bracos qtiiero teneros ante mis Florisel aleó el escudo para lo tomar, y el
ojos para que de la vista de vuestra her- golpe fue tal que entró por él bien un
mosura me venga el ardimiento que en palmo, y la espada quedó metida en él,
mí faltare. qtie no la pudo sacar, y don Florisel se
Y con esto tornados a apartar, las tiró afuera, sacándola del escudo, me-
trompas sonaron y en todo el poder de tiendo la suya en la vaina, ya veis con
sus cavallos las lancas en los escudos cuanto gozo los que rniravan. (cap. 7, ff.
fueron rompidas, y ellos se juntaron, de 9v-10r).
suerte que el rey de Gaza y su cavallo vi-
nieron al suelo, y don Florisel, perdidos
los estribos, le fue forcado saltar en tierra, 2. Comentarios del e n a n o Mor-
donde al rey halló en un punto, como daqueo contra el amor
bivo fuesse, ya levantado, embracado su
escudo y su espada desnuda. Y don Flo-
risel lo recibe y comiencan entre sí una
muy hermosa y esquiva batalla, dándose
Y él d i z i e n d o esto, entrava con
gran plazer Mordaqueo, que
aviendo sabido la venida de Darinel a lo
tantos y tan fuertes golpes que los escu- ver venía; y como se vieron, con gran
dos e yelmos parescían arder con las lla- plazer se abracaron, y don Florisel dixo:
mas de fuego que con las espadas saca- -Mordaqueo, responde tú a Darinel,
van; donde más de media ora andando que yo no entiendo sus palabras.
duró sin conoscerse mejoría, porque el -¿A qué tengo de responder?, -dixo él.
rey era muy estremado cavallero; mas, -A que dize qu'es Silvia y no Darinel,
qué le vale, que lo ha con el estremo de por estar ya su alma convertida en ella,
los estremados de linage en todo el es- -dixo el príncipe.
tremo estremado, el cual en poca ora el -¡Ay, Darinel, Darinel!, -dixo Morda-
escudo del rey casi deshecho traía, el queo-, ¡y cómo sería ya bien que dexa-
suelo andava sembrado de los arneses y sses las sandezes de los amoríos, que ya
malla de las lorigas, y ellos llagados por ni tienes edad ni te faltan canas para ser
algunas partes de que perdían mucha enamorado!
sangre, la cual la color que ella ponía en
-Mordaqueo, -dixo Darinel-, mis pen-
sus armas, en los rostros de las que la ba-
samientos no pueden envegecer, e mis
talla rniravan faltava. A la sazón que avía
amores para siempre serán nuevos.
una ora que la batalla se avía comenca-
-Ora, por cierto, yo estoy espantado,
do, y el rey, sintiéndose muy congoxado,
-dijo Mordaqueo-, de sandez que tanto
FLORISEL DE NIQUEA ( X I : PARTE III) 61

dura; cásate, cásate ya, que no es tiempo bor me davan los madroños y las bello-
de ofender a Dios. tas y pinas! Pues yervas de pocas goza-
-¿Por qué no hazes tú lo que me va, ni quedavan azederas, chicorias, ar-
aconsejas?, -dixo Darinel. bejones, con otras mil yervas, que no era
-¿Y a mí qué me falta, -dixo Morda- sino gloria comellas, y no como los man-
queo-, pues tengo bien de comer y be- jares que acá me dan, que de harto me
ver, para ponerme en cuidado de casa- ponen hastío, y de lleno me quitan el
mientos? Pues nunca fui aficionado a sueño, y ando tan pesado que me seme-
sandezes de mugeres, ni de tenellas con ja que no aprovecho para cosa.
ellas. Darinel, en cuanto él esto dezía, ver-
Elena, riéndose, dixo: tía muchas lágrimas; y don Florisel rien-
-Mordaqueo, mejor será que nos tor- do le dixo:
nemos a la huerta del monesterio de -Darinel, mucha fuerca ha hecho en ti
Apolonia y embiemos por mi cormana la la música de Mordaqueo,
reina Timbria. -Mi señor, -dixo él-, ¿cómo no queréis
-En mal punto, mi señora, -dixo él-, que haga fuerca en mí la memoria que la
passó esse tiempo y la dulcura de las música de Mordaqueo me ha puesto de
gracias de mi señora Timbria. aquellos prados, fuentes e riberas del lu-
-¿Cómo? ¿No te gozas más acá?, -dixo gar de Tirel, donde mi señora Silvia
Elena. acompañando las ovejas traía al príncipe
-Por cierto, señora, no, -dixo Morda- don Florisel en el abito de pastor, go-
queo-. E ¿cómo me puedo gozar per- zando de los cantares y música de Dari-
diendo el gozo de aquellos campos y las nel, y acordándome de aquellas espessas
músicas que en ellos oía? matas del río Nilo, donde las yervas eran
-¿Qué passatiempos y músicas eran mi mantenimiento, sosteniéndome en la
éssas?, -dixo Darinel. gloria de mis pensamientos en la pena
-¿Qué passatiempo?, -dixo Morda- del destierro de la mi Silvia, donde la
queo-, que vía en las mañanas salir el música de mi churumbela con los canta-
sol, gozava del rocío de los campos, de res de las aves se concertava, con cuyo
la hermosura de los floridos prados. Oía concierto ha concertado mi memoria con
la melodía de las aves por las alboradas, las palabras de Mordaqueo?
passeávame por aquellos campos, tra- -Mi fe, Darinel, -dixo Mordaqueo-,
yendo mis muías con leña. Comía em- dexemos estas riquezas, que no son para
boscado las siestas por las espesas ma- nos, y tornemos a gozarnos de la gloria
tas, vía las aguas de las fuentes esperriar de los campos e riberas.
sobre las picanas. Y en las noches la mú- -Mordaqueo, -dixo Darinel-, quien
sica de los grillos, con el regocijo de los tan bien acompañado como yo anda, no
aires en las hojas de las montañas, con el puede dexallo de estar.
armonía que las ondas del mar hazían -Y a mí fáltame compañía, -dixo Mor-
por las riberas, ya que el sol era puesto, daqueo-, Mas todo me pone hastío con
dexando el cielo poblado de las estrellas. la memoria de aquel tiempo, mal aya el
¡O, válame Dios, y cómo me sabía lo que que no quisiesse más ser señor de la ala-
comía entre aquellas breñas, y lo que be- meda de la hermita y de aquellos cam-
vía echado de brucas por aquellas fuen- pos de Apolonia, passeándolos a su pla-
tes, y lo que cenava por aquellos prados, zer, que de todo el señorío de Grecia.
y lo que dormía sobre aquel cansancio! -Ora, Mordaqueo, -dixo Elena-, que
Todo me era gozo y dulcura. ¡O, qué sa- presto nos bolveremos para aquella
62 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

huerta, y descansarás y complirse han que yo os dé cedo derecho d'él y de la


tus desseos. villanía que hizo en llevar los palafrenes
-Mi fe, mi señora, -dixo Mordaqueo-, que lleva.
pues no burle la vuestra merced de lo -Dios os lo agradezca, señor, -dixo él-,
que digo, que yo os prometo que otra pues yo no puedo, que de cosa más no
era la vuestra hermosura de aquel tiem- holgaría aora que de quedar satisfecho.
po, passeánd'os por aquellos estanques, Y con esto don Rogel lo puso encima
que la que agora tenéis passeánd'os por el cavallo, Y como bolvió la cabeca para
aquestos palacios. ir por el ^suyo, violo ir suelto y relin-
-Ten tú el tiempo, -dixo Elena riendo-, chando, tornando a todo correr por don-
que no se passe por mí, y tendré yo la de avía venido. Entonces dixo él:
hermosura que dizes cuando me passeava -Nunca vi menos sino por hazer bien
por los estanques. padescer mal. Y pues assí es, señor ca-
-Mi fe, mi señora, -dixo él-, no ay vallero, dadme esse cavallo y quedad
cosa que assí guarde la hermosura como aquí, que yo iré a satisfazeros a vuestra
gozar de los aires y campos y andar y voluntad.
trabajar, que, de estar aquí contino ence- -Más satisfecho me tenéis assí, -dixo
rrada, ni se gasta lo que se come ni apro- él.
vecha lo que entra en el buche. -¿Cómo es esso?, -dixo don Rogel.
Y llamando a los príncipes a cenar, -¿Y cómo?, -dixo el cavallero-, estáis
por entonces se atajaron sus razones; y en las uñas d'el caudón y ¿no lo sentís?
así los dexaremos fasta ser curados de -No os entiendo, -dixo don Rogel.
sus llagas, (cap. 8, ff. lOv-llr). -Pues no entendéis -dixo él-, no de-
véis de saber la condición del ave qLie os
tiene preso. Y para que lo sepáis, avéis
3. Burla de Fraudador de los Ar- de saber que ay un ave que se llama
dides caudón, y ésta maliciosamente se cuelga
del pie y con chirriados junta las otras

D on Rogel movido a lástima d'el


cavallero se apeó en un punto de
su cavallo y fue corriendo a socorrerle. Y
aves y como las tiene cerca, que vienen
por socorrerle, trava con sus uñas de la
que más cerca halla y cévase en ella,
como llegó, sacóle el pie d'el estribo e como de tal suerte quisiera yo cevarme
díxole: en vuestro cavallo si no huyera y me de-
-¿En qué forma caístes o estáis assí? xara la pluma en las manos, que tal me
-¡Ay, señor! Un mal cavallero que acá parecéis vos a mí, pues tan liviano fuis-
adelante va cargado de cavallos y pala- teis en socorrerme, puesto que avéis
frenes, porque le pregunté dónde los lle- cumplido lo que me prometistes, que es
vava, sin yo me guardar d'él me encon- dexarme satisfecho a mi voluntad. Y assí
tró y me dexó en la suerte que me lo quedo yo de dexaros a pie, y más lo
hallastes, que ha sido la mayor maravilla quedara si llevara vuestro cavallo, por la
del mundo no me arrastrar mi ca vallo. Y priessa que en él traíades a tomar los
suplicóos que me ayudéis a subir en él, que me distes. Y de lueñe que os vi, co-
que me siento muy quebrantado de la noscí el ardid, y en el valle os he puesto
caída. la celada.
Don Rogel dixo: Don Rogel en estas palabras y en lo
-Mal aya tan desmesurado y falso ca- demás conosció ser aquél Fraudador de.
vallero. E yo's prometo que, si lo puedo, los Ardides, e sintióse muy corrido de la
FLORISEL DE NIQUEA ( X K PARTE IIi) 63

burla v pensó, pues no le valía otra cosa, para que de la suerte que yo os cacé vos
de engañarle por buenas razones, e dixo: podáis cacar a otro y cevaros en su ca-
-Por cierto, señor cavallero, la más vallo, pues el vuestro de vuestras manos
graciosa caca avéis hecho que nunca vi. e mis uñas se ha salido.
-Más os lo pareciera, -dixo él-, si lle- -¿Qué? ¿Todavía, -dixo don Rogel-,
vara vuestro cavallo. me queréis dexar a pie?
-Ésse os daré yo de buena voluntad, -Y aun todavía os dexaré, -dixo él-,
-dixo él-, con tal que me prestéis uno de que tornéis assí. Que pues tan servidor
los que os di con que torne a mi com- sois de donzellas, pues ellas vienen si-
pañía, y de allá os lo embiaré, el más pa- guiendo sus palafrenes a pie, desmesura
gado de vos que lo fui en mi vida de ca- haríades en dexarlas assí, viniendo vos a
vallero. cavallo. Y porque las otras tres que lle-
-Más quisiera, -dixo él-, que me de- vávades se puedan comedir con las que
xárades satisfecho que no que vos que- hallastes, quedad aquí, que yo quiero ir
déis pagado. Que dessa manera que de- por sus palafrenes. Y porque sé que es
zís yo no quiero tan presto la paga d'el muy enojosa la tardanca al que aguarda,
recibo que tenéis de mí, porque no qui- yo me daré en ello la priessa que veréis.
téis de vos la sandez que hezistes con tal Que yo os prometo, que si no me voy
gasto y no dexéis a mí con el alcance de por otro camino, de ser con vos antes
tal sandez. Basta que os dexo maestro que sea noche (cap. clxiii, ff. 212r-v).

10 FLORISEL DE NIQUEA (iv)


(xi libro amadisiano)
de Feliciano de Silva
(1532)

por
Javier Martín Lalanda

TESTIMONIOS

[1] Salamanca, Andrés de Portonaris, 1551 (15 de diciembre) [—»]


[2] Zaragoza, Pierrez de la Floresta, 1568

TEXTOS

1. Arquilea y Polifebo, ambos do su jornada, y la hermosa Diana con


disfrazados de pastores, cantan una sus templados rayos con gran hermosura
bucólica ante Arquisedea por cima de los mares y tierras se mos-
trava, la muy hermosa Arquisidea con

U n a n o c h e q u e fresco hazía ya que


el resplandeciente sol avía acaba-
número de muchas hachas a la fuente
vino, y puesta de la manera de la prime -

BIBLIOGRAFÍA.: Eisenberg-Marín, n° 1480. ESTUDIOS: Cravens (1976) y Sales (1995).


64 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

ra vez en su silla, muy apartadas las ha-


chas por el calor, Arquileo con los otros Arboles de las montañas
pastores llegaron ante ella, y Poliphebo y aires muy delicados
comencó la bucólica en esta manera: templad las fuerzas y sañas.
P[OLIPHEBO]: Si el fuego con que tu co- Al salir de mis entrañas
racón, ¡o, Arquileo!, es abrasado te pone mis cantares ensalmados,
algún sossiego, ruégote que pues las las serenas
sombras de los árboles con el silencio de callen con sus cantilenas,
la aves con la templada luz de Diana nos y las aves
da lugar, tú me cantes no la muerte de con sus cantos tan suaves
Dannis más la de Arquileo, pues por más y oyan los de mis penas.
fuerte la tengo, por parte de dexarte la Los mares ensordecidos
vida pastora, que apacienta el ganado, cessen, de herir las rocas,
de lo que ella es perdido en tu coracón. adormezcan sus sonidos
AR[QUILEO]: ¡O, Poliphebo! ¿Qué me porque todos dan oídos
pides? Pues yo sé dezir cosa que no me a mis passiones no pocas;
ofenda y ofenda a la pastora que apa- a mis males
cienta en mis entrañas los ganados de vengan los lobos cervales;
mis dolores. Ni la luz de Diana la pone por lo seco
en mis tinieblas, ni mis calores se pue- de las rocas salga el eco
den templar con las sombras, que todas con mis vo^es immortales.
las ramas de los olmos de mi esperanca Y tú, mi dea excelente,
están agostadas. El callar de los chirria- más que de Venus figura
dos de las aves no me dan lugar en el de lo passado y presente,
ruido de la dulcura de los cantares de la entre los dioses y gente
mi dulce pastora. el cabo de hermosura.
P: ¡Ay, Arquileo!, el escusarte me Oye dea,
pone mayor desseo de te oír. y tu grandeva no crea
AR: Y a mí me lo quita, el que tengo las endechas,
para sabello dezir, en la falta del dezillo. que del poder de tus flechas
p: Yo no tengo vaso con esculturas yo contaré en mi pelea.
que te dar, ni cabra con cabrito y leche So los olmos assentado,
por precio de lo que te pido; mas tengo, en el mes de mayo un día,
¡o, Arquileo!, aparejada la atención para muy cogido mi ganado,
consuelo de mis males en los cantares de rodeado y apriscado
los tuyos. ¡O, mi Arquileo!, que lo que que por las sombras pacía,
no supieres dezir, en la razón de tu mal con dulzores
se suplirá. beviendo y pastando flores
AR: El consuelo de tu mal con el mío adesora
me demanda, lo que mi saber niega. Y salió el sol de mi pastora,
por tanto oye, que hazer quiero y hago qtie me abrasó con amores.
lo que pides. Como yo vi el sol salido
Y como esto dixo, comienca a hazer con un claror tan de veras,
tantas y tales diferencias de harpa que a fue mi ganado esparcido
la emperatriz hizo maravillar y a las que sin tnás poder ser metido
lo oían, y con grande dulcura comencó a debaxo las solombreras.
cantar assí diziendo: No rumiava
FLORISEL DE NIQUEA ( x i : PARTE IV) 65

cosa alguna, ni pastava y el cantar de las chicharras


con mis robos; en las siestas y los grillos,
pensava que vía los lobos, y buscava
pues sin ellos se espantava. la soledad por do andava
Con los sospiros desechos y huía
del fuego de mis desmayos de toda la compañía
encerrados en mis pechos por estar con quien estava.
haya por los barbechos Un mis fríos y temblores,
como a sonido de rayos. su tormenta tan sin calma
Y en mis males no sentía en mis amores
yo busqué los pizarrales pensando que mis dolores
do venía los sentía en mi alma
el agua y de alto caía, como estava.
llorando junto mis males. Un mí siempre yo pensava
Mis entrañas se encendían allí luego
con llamas de amor secretas, que en mi pastora en tal fuego
y más que la xara ardían, juntamente se quemava.
y en mi obscuridad corrían Y como en mi fantasía
como clines de cometas. la mirava en tal calor,
Con dolores mi remedio le pedía
calandrias, ni ruiseñores porque con tal compañía
no me davan no la tomasse el dolor,
deseando cuando canfavan, mas lo cierto
ni alegría ver las flores. es de aqueste desconcierto
Vara matar ?ni calor no hablar
buscava con sed las fuentes por tanto quiero callar
y hallando su frescor porque me juaguéis por muerto.
d'ellas y de su sabor Esto es mi dea y señora
beviendo perdía las mentes. lo menos de mi tristura,
Toda seña que en mi alma siempre mora
me espelu^ava la greña que no se compara agora
y en calores si no es a tu hermosura,
aienayava en temblona que no siento
de frío como cigüeña. fuera del mal que te cuento
Aqueste rabioso Amor yo hallar,
por los bosques y cabanas que se pueda a ti igualar
me traía sin color, sino solo mi tormento.
con hastío y sin sabor Del cual por muerto juagado
de bellotas y castañas. de buhos en mis señales
Por vedados he sido mucho llorado;
me prendavan los ganados, de animales aullado
de manera con aullidos mortales
que ellos y yo por do quiera mis amores;
hamos descarriados. ya que agostadas las flores
Aborrecí las guitarras, y los prados
albogues y caramillos de mis ojos muy regados
y las sombras de las parras los producán mayores.
66 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

Por tanto quiero callar, esto el iría a donde Arquisídea estava di-
¡ó, amigo Poliphebo! ziendo quererla ver; y al que se lo resis-
Este mi fuego sin par, tiesse llegarlo a la dura muerte y que
que si más quiero cantar muertos los cuatro sagitarios, la empera-
aquí nos nacerá, Poliphebo, triz quedaría d'él tan pagada, que qui-
con que acabo siesse casar con él, donde no que su mu-
mi deaj más no te alabo, cha guarda no sería parte de estorvalle a
pues que sé su sola persona de traella consigo, y que
que en tus loores j fe teniéndola en svi poder, muy ligeramen-
estoy al principio j cabo. te, avría todo el imperio. Y con tal san-
Altas sierras ensalmadas, dez y sobervia, guarneció una nao y vino
por fin os ruego en clamor al valle de Lumberque (que así avía
que seáis ansí nevadas, nombre el lugar donde Arquisidea esta-
dentro en mi pecho lanzadas va), y saliendo solo en tierra con armas
para tetnplar su calor. tan fuertes, cuales les pedía su grandeza,
Y a ti luego subió en un cavallo tan poderoso con
invoco, Vulcano, y ruego una langa muy gruessa de grande y lim-
sin desvío pio hierro y con un escudo a su cuello
vengas a templar el frío con un imagen como la de Arquisidea en
que siento junto en el fuego. él pintada. Y con mandar a los suyos que
atendiesen su mandado, entró por el va-
Y con esto dio fin a su bucólica de- lle y se puso ante los palacios de Arqui-
xando a la emperatriz y a todos muy con- sidea, a tiempo que Arquisidea y los pas-
tentos, (cap. xiv, ff. 12v-13v). tores eran venidos a aguardar la hora de
la música, una hora antes de la postura
de el sol. Y dize Galerfis que, como el gi-
2. Arquileo combate "en calcas gante ante ellos pareció, que a mucha
y jubón pastoril" contra el jayán Bra- priessa se hizo señal de tomar armas,
con la cual una hermosa donzella, lla-
vosón
mada Platira, Duquesa de Gasten, que
era general de la guarda de la empera-
C erca d e a q u e l l a parte en que Ar-
quisidea esta va, avía una ínsula
llamada Artadafa, en la cual era señor el
triz, en un punto hizo poner toda la
guarda en el muro, y al ruido los cuatro
espantables sagitarios acudieron con tan-
más bravo y esquivo jayán que en todas
ta saña, que parecía por las vistas de las
las Islas Orientales se halla, llamado Bra-
celadas lancar espesso humo, y al gigan-
vasón. Éste por oídos de la hermosura
te no pesó de vellos todos juntos, tanto
de Arquisídea pareciéndole que otro en
era su orgullo; los cuales denodadamen-
el mundo no merecía casar con ella sino
te para él se vinieron y él para ellos, y
él, quiso pedilla por muger, y antes que
con sus fuertes arcos en su escudo tan-
la pidiesse, mostralle el valor de su per-
carón cuatro flechas, las cuales en el es-
sona, para que por él ella holgasse de to-
cvido del jayán quedaron metidas. Mas él
malle por marido. Y a esta causa fue así,
encontró a uno de los sagitarios con su
que como supo que los palacios de Ar-
lanca de tal encuentro, que falseado el
quisídea guardavan los cuatro sagitarios
escudete, que ligero traía por causa del
que os diximos, pensó él que todos cua-
arco, atravessados los pechos lo puso en
tro no le pudieran durar en campo, se-
tierra muerto. Y a esta hora la emperatriz
gún su grandeza y valentía, y que para
FLORISEL DE NIQUEA ( X I : PARTE I V ) 67

estava en lo alto de la torre mirando la El cuchillo alto fue para él, pensando
batalla con mucho enojo de lo que vía, y de hazello dos partes. Mas Arquileo,
a la sazón con los cuchillos desnudos los como no era nuevo en aquel menester, y
sagitarios con el jayán se juntaron y pa- en la ligereza no tuviesse par, salta al tra-
recía una gran herrería, según los golpes vés como una onca, hurtándole el golpe
con que su brava batalla se hazía. Arqui- que fue tal que el cuchillo hasta la mitad
leo los mirava, pareciéndole las más bra- por el suelo fue soterrado. Y como él vio
va batalla que visto uviesse. Mas mucho el jayán detenerse un poco por lo sacar,
le vale al jayán las flacas armas de los sa- soltó el escudo, que en la siniestra tenía,
gitarios, que por aprovecharse de los ar- y con ambas manos con tanta fuerca, que
cos traían, los cuales no pudieron contra con el peso de el cuchillo no prestó ar-
su gran valentía, porque antes de media madura que tuviesse para que todas la
hora, todos tres los puso en tierra, tulli- pierna por cima la rodilla no fuesse cor-
dos y muertos, que, como los cuatro sa- tada, cayendo el jayán, que pareció una
gitarios se vencieron del todo, con un torre dando un doloroso bramido, que-
alarido de la guarda de la emperatriz de dando el cuchillo metido por tierra y con
todas partes de los muros y torres tanto la gran caída que dio, el yelmo se le cayó
número de flechas sobre el jayán co- de la cabeca, que, aún no le fue quitado,
mencé a llover que, muerto el cavallo en cuando Arquileo de otro golpe en la gar-
ganta le hirió assí que la [ca]beca le hizo
un punto con él vino al suelo, del cual él
rodar gran pieca, con tanto gozo y es-
muy presto saltó y las saetas que davan
panto de la emperatriz y todas sus muge-
en el, recudían sus armas, como una
res, cuanto de parecelles que no fueran
dura peña, Y teniendo por acabado su
parte para resistir al jayán todas devían te-
hecho, para la puerta del palacio se fue;
ner por lo ver muerto. La emperatriz lla-
mas antes de ella a Arquileo halló quita-
mó luego a su general Platira y díxole:
do el gaván, en calcas y jubón pastoril,
que el escudo y cuchillo de el primer sa- -Duquesa Platira, ve luego y trae aquí
gitario muerto tenía en sus manos, que, al pastor Arquileo para dalle las gracias y
como el jayán llegó, él con tanto esfuer- mercedes que merece por tal servicio,
zo como si de todas sus armas estuviera pues no menos que de mi estado hoy
armado, diziéndole: me ha hecho.
Luego la duquesa baxó abaxo y halló
-Tente bestia mala descomedida, que a Arquileo que lo tenía rodeado Sarpen-
no tiene tan ligera la entrada como pien- tarea y toda su escuadra con otras más
sas. de ciento de la guarda, todas las espadas
Y diole de las manos con el pomo y desnudas y, blandiéndolas en torno d'él
escudo juntamente, con tanta fuerza que con grande alegría. Y él tenía la cabeca
una pieca para tras le hizo ir, y cayera si del jayán muy espantable en la punta del
una mano en el suelo no pusiera, de- gran cuchillo puesta por la garganta arri-
xando a la emperatriz y a todas las de su mado sobre su pecho derecho levantada
guarda espantadas, que por no matar a en alto, que, como la duquesa llegó, y le
Arquileo, no osavan tirar con los arcos. dio el mandado de la emperatriz, tenien-
De el jayán os digo que con mucha saña do por mayor gloria tal favor que la del
diziendo: grande y hazañoso hecho en su vida
-Vil, chica y miserable cosa, aguarda, hizo, la duquesa tomó por la mano y lo
que si aguardares, tú pagarás tu locura y llevó por los grandes y hermosos pala-
sobrado atrevimiento. cios, (cap. xv, ff. 14-15r).
68 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

11 SILVES DE LA SELVA
(XII libro amadisiano)
de Pedro de Lujan
(1546)

por
María Isabel Romero Tabares

TESTIMONIOS

[1] Sevilla, Dominico de Robertis, 1546 [—>]


[2] Sevilla, Dominico de Robertis, 1549 (14 de junio)

TEXTOS

1. La infanta Pantasilea recibe pequeño sobre el hombro y, echándole


la orden de caballería el escudo al cuello, le calzó el espuela
diestra y le dio paz en la boca diziendo:
-Agora, estremada princessa, tenéis la
H a c i é n d o s e aquellos acatamientos
que entre semejantes personas se
acostumbran hacer, estando como sus-
orden (I, cap. xlvii, f. 1)

pensas la reina y su hija de la estremada


hermosura de aquellos príncipes, siendo 2. Agrian y Leopante, enemigos
testigos de la fortaleza, especialmente de peligrosos
la de aquella hermosa princessa Alastra-
xarea, la cual venía armada de muy lu-
cientes armas, y habiendo pasado muy
P e r o a esta h o r a , Leopante, herma-
no de Agrian, viendo los podero-
sos encuentros, avía encontrado por un
graciosos razonamientos entre todos, la
costado a don Silves, qvie si la lanca no
preciada infanta Pantasilea hincó las ro-
fuera de roquete, le hubiera muerto.
dillas; luego, el rey Amadís le dixo:
-¡O, valasme Dios, y qué gran villa-
-Señora y hermosa infanta ¿queréis re- nía!, -dixo Pantasilea (que secretamente,
cebir la orden de cavallería según la cos- por si menester fuesse, debajo de las ro-
tumbre de vuestra tierra os da licencia? pas venía armada)-, no pasara menos
-Sí quiero, -dixo ella. que si ambos le acometen no le vaya a
-Pues jurad de defender a todos ayudar
aquellos que vuestra ayuda hubieren Y mirando, vido cómo don Silves de
menester, especialmente a dueñas y la Selva del poderoso encuentro avía ca-
doncellas. ído del caballo y los dos hermanos an-
-Sí, juro, -dixo la infanta. daban por matarle, que bien sabían que
Y luego el rey Amadís, sacando el es- en aquél estava gran parte del venci-
pada y esgrimiéndola, le dio un golpe miento. [...] Pero Leopante y Agrian eran

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1494. ESTUDIOS: Romero Tabares (1995 y 1998).


SILVES DE LA SELVA ( X I I ) 69

buenos cavalleros, y cierto que don Sil- -En esto tenéis vos razón, -dixo el
ves lo pasara mal sino que en aquella príncipe don Silves de la Selva-, que se-
hora, asomaron por la plaza dos cavalle- gún el merecimiento de mi señora la
ros, el uno alto y bien tallado, todo ar- princessa, poco es el mío. Pero en dezir
mado de fuertes armas blancas, y el otro que vos la merecéis mejor que yo, yo os
más membrudo. [...] lo haré bueno que mentís en ello, -dixo
-¡Valasme Dios!, -dixo el emperador el príncipe don Silves de la Selva.
Amadís-, ¿y quiénfes] serán los cavalleros Y con aquello metió mano a su espa-
blancos que tan bien lo hacen y a tan da y Agrian assí mismo a la suya puesto
buen tiempo socorrieron? que no tenían yelmos. Paro aquella sa-
-Yo diría, -dixo el emperador Lisuar- zón todos aquellos príncipes que de los
te-, que es la hermosa princessa Pantasi- miradores avían bajado se metieron en
lea, que denantes la vide levantar muy medio y llevaron a su posada al empera-
apriessa, y su madre la reina Calpendra dor Agrian, y don Silves de la selva se
la otra. fue al palacio, yendo Pantasilea tan eno-
-Sí, esso es, -dixo el emperador Es- jada contra Agrian que ella quisiera to-
plandián-, no me creáis si ella y don Sil- mar la batalla, pero sufrióse lo mejor que
ves no se aman. pudo. (II, cap. lii, ff. cxixv-cxx').
-Si se aman, -dixo el rey Amadís-, de
derecho hacen, que ambos son para en
uno. [...] 3. Agrian y Leoponte declaran,
Don Rogel de Grecia y don Silves de mediante un enano, sus amores a las
la Selva y los otros príncipes rogaron a princesas Fortuna y Pantasilea
los cavalleros blancos que se quitasen
los yelmos, y ellos lo hicieron; pero qué llos {Agrian j Leopante], llamando a
os diré cuando conocieron ser la estre-
mada princessa Pantasilea y la reina Cal-
E un enano muy feo y astuto y bien
entendido llamado Ardeno, le declararon
pendra su madre, sino que le quisiera su pasión y junto con ello le prometieron
bessar las manos. grandes mercedes si buscaba remedio a
-No sé, mi señora, -dixo el príncipe su pasión; el cual, por no me detener, to-
don Silves de la Selva lo más quedo que mando dos cartas que Agrian y Leopan-
pudo contra la princessa Pantasilea-, con te le dieron, se fue al aposento de las
qué podré servir las grandes mercedes princessas Fortuna y Pantasilea. [...]
que de vos recibo, en especial ésta de Viendo pues el enano el oportuno tiem-
agora. po que tenía, se hincó de hinojos ante
-A más que esto soy obligada, -dixo ellas, que no pudiessen estar que no
ella contra don Silves de la Selva muy riessen de verlo. [...]
quedo. -Los hechos de los muy afamados ca-
Pero como el amor reinase en las en- valleros en vuestra pressencia son como
trañas de Agrian el emperador, como en nada, en especial del emperador Agrian
ál no mirase lo entendió, y cobró tanta y Leopante su hermano, los cuales, mo-
enemistad con el príncipe don Silves de vidos, no por ver fiestas que hartas en
la Selva que no pudiéndolo sufrir, dixo sus tierras pudieran hacer, salvo por la
contra él: soberana fama de vuestras fermosuras,
-Bien pudiera esta hermosa infanta son venidos a esta ciudad; los cuales os
hacer las mercedes a otro, que también suplican os doláis d'ellos, y para más
y mejor las mereciesse. certinidad que lo que digo es assí, catad
70 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

aquí sendas cartas suyas, -con las que le dos en dos poderosos cavallos, tomaron
tendió la mano. el camino de la ciudad de Constantino-
Grande fue el enojo que las dos so- pla llevando puestos los yelmos y sendas
beranas princessas recibieron, pensando lancas muy fuertes en las manos y, en-
que aun en aquello ofendían al amor y trando por la ciudad, fueron contra la
lealtad que a sus soberanos esposos eran parte donde el emperador Agrian y su
obligadas, y la fuerte Pantasilea, los ojos hermano mantenían el campo, y hallaron
como una brasa, dixo contra el enano: que avían vencido seis cavalleros [...].
-Captiva criatura, si a poquedad no Todos los que lo veían estovan muy ma-
me fuesse contado ensuciar con mis ma- ravillados de la gran valentía de los Ca-
nos de tan vil cosa, yo te certifico qvie la valleros de las F, que al cabo de dos
vida, en pago de tus locas palabras, que- grandes horas que se combatían ya se
dara en mis manos. Pero yo te juro que, conocía alguna ventaja sobre sus contra-
si más aquí estás, que en pago de tus lo- rios, pero no porque ellos no anduvie-
curas lleves el castigo que mereces. ssen en demassía llagados por muchos
-Hermosa infanta, -dixo el enano-, no lugares [...]. A esta sazón la infanta Pan-
hacéis derecho en no amar a quien tan- tasilea dio tal golpe a su enemigo que
to os ama y tantas penas y mortales cui- ambos hinojos le hizo hincar en tierra y
tas cada día por vosotras pasa. el yelmo fue cortado y la espada llegó a
-Esse derecho no guardaré yo más los caxcos, y él no fue tan dessatinado
contigo, -dixo la princessa Pantasilea. que no revolviesse la respuesta más que
Y tomándolo por el cinto, las cartas se aprovecha, que la sangre lo cegaba y lo
le cayeron de la mano en el suelo y ella, hazía dessatinar, lo cual sentido por la
alzándolo en pesso, lo lanzó dentro en el estremada princessa Pantasilea le dio tal
jardín, que gran golpe dio abajo y la cara respuesta que dio con él tendido a sus
se le dessolló. (II, cap. lv, f. cxxiiii'). pies y, yendo sobre él, vido como estava
amortecido y, esperando que el aire le
diesse, dixo:
4. Pantasilea ganar un torneo, -Confiessa cavallero ser mentira lo
acompañada de Silves de la Selva que mantienes.
-Esso no confessaré yo, -dixo él-, an-

E n v i ó d o n Silves dos armaduras


muy secretamente al lugar que te-
nían concertado, y siendo puesto en el
tes quiero que mi cabeca pague lo que
mis bracos han faltado.
-Pues otórgate por mí vencido, -dixo
campo Agrian, y los príncipes en sus mi- la princessa Pantasilea muy movida a
radores, Pantasilea dixo que no quería piedad d'él. [...]
salir aquel día porque se sentía mal dis- Don Silves de la Selva muy dessaten-
puesta, y tomando consigo un escudero tado traía a su enemigo procurando más
se fue a la Fuente del Olivo que assí se de defenderse que de ofenderle, pero
dezían, donde halló al príncipe don Sil- viendo el excelente príncipe don Silves
ves de la Selva que la esperaba, el cual de la Selva que su señora avía ya venci-
le besó las manos, y luego fueron por do a su contrario y él aún no avía hecho
mano del escudero armados de las ar- nada a su parescer, comenzó a dezir en-
mas que el príncipe don Silves de la Sel- tre sí:
va mandara traer, que muy fuertes y her- -¡Ay de ti, don Silves, cavallero de
mosas eran, todas sembradas de unas F poco valor, y cómo no eres merecedor
de oro enlazadas unas con otras, y subi- de los favores de tan alta señora, pues
SILVES DE LA SELVA (XII) 71

ella con su estremada fortaleza a cien ba- abragó tan fuertemente con él que sus
tallas como esta hubiera dado fin, y tú mercas no le valieron que no diesse con
no has podido dar cabo a una tan sola- él en el suelo de la cámara armado como
mente, y más estando en su pressencia y esta va, y, asiéndole de un estoque que
de tan altos cavalleros! detrás traía le cortó en un punto la ca-
Y con aquello que dezían el orgullo beca [...]; ella que en aviso estava, con el
le creció en tal manera que comenzó a otro que en la mano tenía, reparó el gol-
blandir el espada en la mano como si en- pe y asiéndole del braco, cerró tan pres-
tonces comenzara [...] dándole los jueces to con él, que tuvo lugar de otra vez he-
la honra de la batalla [...] y esto hecho, rirla, y como tenía la cabeca desarmada,
los fuertes cavalleros de las F se quitaron diole tal golpe, que toda se la hendió.
los yelmos de las cabecas, paresciendo [...] Luego fueron desarmados de sus ar-
ser la hermosa y sin par en fortaleza, la mas y Pantasilea se vistió las de Leopan-
princessa Pantasilea, y el fuerte e indo- te [...], salió de la cámara [...] y subiendo
mado príncipe don Silves de la Selva. (II, sobre la cubierta, al. primer cavallero que
cap. lvi, ff. cxxvii'-cxxviiv). falló, de un golpe le cortó la cabeca [...]
y, metiéndose entre todos los otros hom-
bres [...], no rehusó la batalla, mas con la
5. Pantasilea, una mujer de tem- mucha fortaleza que mandava en su po-
ple extraordinario deroso braco, de solos tres golpes que
dio, derrocó tres hombres muertos. (II,
cap. Ixi, ff. cxxxiir-cxxxiiv).
M etidas q u e fueron, como os ha-
bernos contado, en la cámara de
la nao la fuerte y hermosa princessa Pan-
tasilea y la infanta Fortuna, no tardó mu- 6. Aventura de los Castillos
cho que el emperador Agrian y su her-
mano Leopante entrasen dentro donde
ellas estavan, que aun ellas no sabían
quiénes ellos eran. [...]
Y mirando por la tierra adentro
vido que toda era muy deleitosa a
maravilla, cubierta de hermosas flores,
-¡Ay, traidores!, -dezía la fuerte prin- salvo que, en medio d'ella, que no muy
cesa Pantasilea-, y cómo con tal traición grande era, como por compás, se hazían
procurastes acabar lo que por vuestras cinco castillos tan hermosos como ade-
bondades no érades merescedores, mas lante diremos: cuatro y en medio uno
yo espero en Dios que todos moriréis a mayor y más eminente. De un castillo a
mis manos de muy cruel muerte, que si otro, echadura de un arco, avía un pasa-
yo armas tuviesse no os temería, pero dizo al castillo más principal, tan maravi-
creed que ya que la Fortuna tan favora- llosamente obrado que bien parescía ser
ble os fuesse, yo sacrificaría la vida des- fabricado por arte, porque según natura-
de fermosa infanta con mis propias ma- leza no se podían sostener aquellos tan
nos y después la mía, para limpieza de grandes subtiles y bien obrados arcos y,
nuestras famas y honestidades. [...] queriendo nuestro príncipe mover para
-Esperad, -dixo Leopante-, y veréis allá, sobre la puerta que a la isla entraba,
cuanto más os valiera hazerlo de grado vido unas letras en una piedra blanca
lo que agora de merca haréis muy bien talladas que assí dezían:
Y con esto arremetió con ella, y
Agrian con Fortuna [...], pero la fuerte y Ninguno sea osado, puesto que en bondad de ca-
valerosa infanta no rehusó, antes se vallería a todos los nacidos pase, las cuatro moradas
72 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

de las virtudes entrar, si en virtud de justicia, for-


bien alto, al cual por muchas gradas su-
taleza, templanza, con caridad a todos no pasare.
bían; encima del trono estava una her-
mosa doncella, ni más ni menos que a la
-No sé lo que ende avendrá, -dixo entrada de la puerta avía visto, ricamen-
don Silves-, pero a mí me conviene ver te adornada. A la redonda d'ella estavan
el cabo de esta aventura, que no es po- muchas personas de rodillas que pedía
sible, pues su principio tal fue, sino que misericordia. La doncella del trono tenía
el fin sea más alto. una corona y en ellas unas letras france-
Y diziendo esto, movió para uno de sas que dezían: Justicia.
los castillos, el que primero delante de sí Muy espantado estuvo el príncipe
vido. [...] Hasta que se halló delante de don Silves de la Selva de ver cosa tan
las puertas de aquel castillo, que muy ri- maravillosa y, mirando a la siniestra
cas a maravilla eran. Una de las puertas mano de la Justicia, vido que estava una
era toda colorada, esmaltada de rosicler; sala muy temerosa cerrada con unas
en esta puerta estava un braco con una grandes y fuertes puertas de fuego cerra-
espada señalado que amenazaba, con das, y a la diestra assí mismo otra, pero
una letra que dezían: Crueldad. La otra las puertas d'ella todas eran enramadas
puerta era de un muy fino verde, a ma- de muchas hojas de oro que naturales
ravilla esmaltado sobre oro, con un ramo parescían. Encima de la ardiente sala
de oliva señalado, con unas letras que avía unas letras que dezían: Infierno y pena
assí dezían: Misericordia. Sobre las puertas de crueles. En la otra avía otras hermosas
estava de bulto hecha una dama muy letras que assí dezían: Gloria de justos. Pero
fermosa, que viva parescía, en la una en aquel instante la ardiente sala se abrió
mano tenía una espada y en la otra de par en par y dentro d'ella vido don
mano un peso con unas letras en él que Silves un gran fuego, en medio del cual
dezían: Igualdad. [...] Y llegándose a la avía infinitos antiguos pasados que en
puerta tocó con ella con el preciado sus justicias muy caieles avían sido, tal
pomo del espada y luego fueron abiertas como aquel Nerón el cruel, Agamenón,
de par en par, y el buen príncipe se ha- el cruel Heliogábalo, el cruel Teseo que
lló en un portal muy bien obrado. Que- a su mismo hijo mató, y otros tantos que
riendo entrar dentro, delante de sí halló por prolijidad no cuento. [...] Con esto
un muy grande y dessemejado animal, se volvió a la otra sala de la diestra mano
medio león de medio cuerpo arriba y de la justicia, y la de la crueldad se cerró
medio tigre del medio abajo [...] porque en continente, y don Silves vido dentro
el león es el más fiero animal de todo el de la Sala de la Misericordia, que llena
mundo y el que más misericordia tiene; de muchas y muy olorosas flores era, an-
e por el contrario, el tigre [es] el más dar cantando con guirnaldas en las ca-
cruel del mundo. [...] Y como todas las becas todos cuantos en el mundo de jus-
cosas del mundo el halago las amanse, el ticia con piedad avían usado: aquel buen
Tigreleo se tornó tan manso como una emperador Antonio [sic] Pío, Marco Aure-
oveja, y don Silves de la Selva tornó a to- lio, el bueno y justiciero Trajano, con
mar su escudo y sin detenerse se metió otros muchos que la piedad en sus justi-
por la puerta que al patio del castillo sa- cias continuamente usaron. [...] Y vol-
lía dando gracias a Dios Nuestro Señor viéndose de allí, se fue para el alto trono
[...] Y entrando dentro, vídolo todo muy de la Justicia subiendo por las gradas
ricamente obrado de muy hermosas fi- arriba hasta donde la Justicia estava. Ella
guras. En medio d'él estava un trono se levantó en pie y, quitándose la coro-
SILVES DE LA SELVA ( X I I ) 73

na la puso al buen príncipe don Silves [...] se fue hacia el segundo castillo, [...]
de la Selva en la cabeca y, tomándolo al cual llegado estuvo una gran pieza mi-
por la mano, lo sentó en su rica silla, y rando su muy rica obra, porque las puer-
luego ella desapareció, y de las salas, tas eran de oro muy fino, todas esmalta-
assí de la crueldad como de la miseri- das de blanco. En la una d'ellas estava
cordia, salieron muy grandes compañas señalada una tajante hacha que un brafo
de gentes, todos los cuales traían sus con una mano tenía, y en la otra puerta
nombres sobre las cabecas escritos, y una mano con un escudo que el golpe
assí juntos hincaron los hinojos en tierra de la hacha quería recebir. Sobre lo alto
ante el príncipe don Silves de la Selva, y de la puerta estava una hermosa donce-
de entre ellos se levantaron dos, el uno lla alta y resplandeciente, vestida de
de una banda y el otro de la otra, los blanco con una corona sobre sus muy
cuales comenzaron a proponer ante el rubios y fermosos cabellos con una letra
nuevo triunfador de la justicia, por muy que assí dezía: Temperancia. La. una mano
vivas y subtiles razones, el uno defen- tenía en la boca en señal de silencio; lo
diendo que la misericordiosa justicia no cual visto por el príncipe don Silves de
era verdadera justicia, el otro dezía que la Selva, tocó luego a la puerta de la vir-
si no era la justicia mezclada con miseri- tud Temperancia con el pomo de su pre-
cordia, no gozaba de tal nombre, porque ciada espada y la puerta fue abierta de
el uno dezía que assí como el fiel del par en par [...] y queriendo mover con-
peso a una ni a otra parte no se avía de tra el patio del castillo, contra sí vido ve-
acostar, assí la justicia, ni de caieldad ni nir un muy fiero y dessemejado animal
misericordia salvo igualmente avía de de dos cabecas. La una traía sin lengua y
gozar, suplicándole que diesse su deter- la otra traía con una muy larga y muy
minación en aquel caso. Un rato estuvo harpada lengua. El animal era muy gran-
clon Silves de la Selva suspenso, al cabo de como un poderoso elefante del me-
del cual, con mucha gravedad de pala- dio cuerpo abajo, y del medio arriba
bra, comenzó a dezir cómo todo extre- como sierpe de dos cabecas. [...] Tanto
mo, en todas las cosas extremado, sea al fin duró el príncipe don Silves de la
más de reprobar que de aprobar. selva en sufrir la cruel boca de la intem-
perancia que el animal, él propio, con
-Digo que doy por mi definitiva sen-
sus propias bocas se rasgó su mismo co-
tencia y declaro que la misericordiosa
razón y se mató, y don Silves quedó muy
justicia es más justa que no la cruel, y
cansado de aquella pelea y, mirando el
esto mando que assí se tenga.
portal, vídolo todo muy bien obrado.
No hubo acabado de dezir esto el Encima de la puerta avía unas letras que
príncipe don Silves de la Selva, cuando assí dezían:
el trono y todo lo demás desapareció y
él, con su espada en la mano, se halló en
medio del patio del castillo. (II, cap. El más virtuoso cavallero, con sobra de esfuer-
xxxiii, ff. xcvii-xcviii) zo, que [en] la segunda morada de las cuatro her-
manas entrare, siendo con corona de temperancia co-
ronado, el jardín aventuroso entrando, hallará el fin
7. Continúa la Aventura de los de su deseo.
Castillos
Habiendo leído las letras, el príncipe

Y a salido el príncipe don Silves de


la Selva del castillo de la Justicia
don Silves de la Selva, sin más aguardar,
se metió en el patio, en medio del cual
74 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

vido otro muy fermoso trono semejante que, cada vez que hablaban, caían infini-
al del primer castillo, muy adornado de tas rosas por sus bocas. [...] Allí andaba el'
muy riquísimos y preciados paños a ma- buen Marco Tulio, que con su lengua li-
ravilla. Encima del rico trono estava una bró su patria de la servidumbre. [...] La
apuesta y hermosa doncella, ricamente mujer romana que la conspiración de Lu-
ataviada, como la que a la entrada de la cio Catilina descubrió. [...] Don Silves de
puerta viera, con la una mano en su la Selva [...], quitándose de allí, se fue
boca afirmada y en su cabeca una coro- para el gran trono subiendo por las gra-
na de mucha pedrería, adornada con das arriba hasta donde la hermosa don-
unas letras en ella de las mismas piedras, cella estava, la cual se levantó a él y, qui-
que assí dezían: Temperancia. A cada lado tada su fermosa corona de la cabeca, la
del patio avía una sala, la de la mano iz- puso sobre la de don Silves de la Selva y
quierda tenía unas puertas de alambre luego desapareció, y el príncipe don Sil-
con unas letras que assí dezían: ves de la Selva se sentó en el asiento de
la temperancia, y luego de las dos salas
Esta es la morada de aquellos j aquellas que salieron todas aquellas gentes y hincando
sin templanza en sus vidas vivieron: los hinojos ante él, de la manera que en
el castillo de la Justicia, de cada parte sa-
Y llegándose el príncipe don Silves a lió un hombre anciano, y comenzaron a
las puertas, vido dentro infinitos millares contender cuál era mejor, el hablar o ca-
de gentes de muy diversas y extrañas ma- llar. Pero como el silencio de su parte
neras, todos los cuales tenían los pechos tanta justicia tuviesse, el nuevo triunfador
rompidos y en ellos se les parescían los de virtud, los mandó callar y sentenció
corazones ardiendo en vivas llamas que que la taciturnidad era verdadera virtud
con espesso humo salían. Assí mismo y, acabado de dezir todo esto, todo, sal-
traían las lenguas fuera de sus bocas ar- vo el castillo desapareció. [...]
diendo en las mismas llamas, cada uno Habiendo don Silves de la Selva [...]
con el nombre en la cabeca, que eran to- salido del castillo de la Temperancia, se
dos aquellos que intemperados avían fue contra la tercera morada [...] toda
sido en sus vidas porque el lugar con que blanca como la nieve, de una broñida
pecaron, esse pagaba: el corazón con plata, las puertas eran de lo mismo sin
que pensaron y la lengua con que obra- otra pintura alguna en ellas, salvo que
ron. Allí estava la reina Fedra [...] allí Fi- encima de las puertas, en un arco triun-
lomena, [...], allí Helena [...]. Habiendo fal, estava una doncella toda vestida de
visto don Silves los que en la sala y pena blanco, la cual tenía en los bracos dos
de la intemperancia estavan, se volvió niños que, con mucha piedad les daba
contra la otra sala que unas ricas puertas sus fermosas y blancas tetas. Sobre la
de oro y azul tenía. En ellas avía unas le- cabeca tenía un título que dezía: IM Pie-
tras talladas que assí dezían: dad. A sus pies tenía un letrero hermosa-
mente tallado en una piedra, con unas
Gloria de los que en temperancia sus vidas gas- letras que assí dezían:
taron, con gloriosa fama de sus hechos. [...]
Cuando el triunfador de las dos primeras virtu-
Luego fueron abiertas, dentro vido des, a la tercera piedad llegare, habiendo con fuerte
andar algunas gentes, assí hombres como ánimo las cosas dentro vencido, podrá el cuarto cas-
mujeres, con tanta gloria que no os lo sa- tillo de la cuarta y fuerte hermana pasar.
bría hombre contar, y lo que más era
SILVES DE LA SELVA ( X I I ) 75

Habiendo leído aquellas letras don ellas avía talladas y esmaltadas unas le-
Silves de la Selva, luego tocó a las puer- tras que assí dezían:
tas [...] y él entró dentro. Pero delante de
sí vido una muy fuerte leona que cuatro Gloria de aquellos que en piedad sus vidas pa-
leoncillos, que en suelo como muertos saron. [...]
estavan, con sus bramidos procuraba re-
cordar; la cual, assí como a don Silves Lo cual visto, el príncipe don Silves
vido, se vino para él con tanta ferocidad de la Selva se fue para el trono donde la
y rabia cual jamás se vido en semejante doncella de la piedad estava. Y subiendo
animal. [...] arriba, la doncella se levantó a él y, qui-
El príncipe don Silves se halló en un tándose la corona, la puso sobre la ca-
grande patio [...]. En medio del patio se beca del príncipe... y luego él se sentó
hazía un teatro, al cual por unas gradas en el asiento de la tercera virtud... Sien-
subían, en el cual que todo cubierto de do sentado, de las dos salas comenzaron
ricos paños de oro era, estava una don- a salir infinitas gentes, los cuales, unos
cella, ni más ni menos que la que a la de una parte y otros de la otra, se pusie-
puerta avía visto, dando de mamar dos ron proponiendo cada uno sus razones.
niños. En su cabeca, sobre sus hermosos Al cabo de las cuales, [...] don Silves de
cabellos, una muy rica corona de oro la Selva dio su sentencia diziendo que
con unas letras que dezían: Misericordia. Y los que en sus hechos de crueldad usa-
mirando, vido a la diestra mano de la ron eran merecedores de aquella pena y
doncella Misericordia dos salas muy muy mayor. Luego, todo desapareció y
grandes a maravilla [...], la una tenía unas él se halló como antes estava [...]. (II,
v
puertas de color de muy fina sangre, y al cap. xxxv, ff. xcfx -e).
parescer todas estavan sangrientas, las
cuales, siendo tocadas por don Silves de
la Selva, fueron abiertas. Habiendo leído 8. Aventura de los Castillos: el
unas letras que en las puertas estavan cuarto y último castillo
que assí dezían:

Esta es la peña de los que sin misericordia sus


tristes vidas pasaron
Y
e m b r a g a n d o SU escudo, fue para
el cuarto castillo que de muy fino
oro le parescía, obrado con las puertas
del mismo metal, adornado de muy ricos
Luego el buen príncipe don Silves de follajes. En lá una de las puertas avía
la Selva entró dentro viendo infinitas unas letras que assí dezían: Morada de la
gentes con muchos y muy diversos nú- cuarta virtud Fortaleza, y sobre ella, en un
meros de crueldades, unos [sic] contra sí muy rico encaje estava una doncella muy
y otras contra sus mujeres y contra sus más maravillosa que ninguna de las
propios hijos, porque allí estava Medea otras, toda armada de unas armas de co-
[•••], Pigmaleon [...], la reina Dido [...]. lor de cielo, sus hermosos cabellos por
Gran pieza pasó don Silves de la Selva las espaldas tendidos, con soberana her-
en verlo, vertiendo debajo de su yelmo mosura, una muy rica espada ceñida y
infinitas lágrimas de gran compasión que un escudo al cuello, tanto que don Silves
de verlos tenía. Volviéndose contra la la sangre se le volvió, paresciéndole su
otra sala, vido todas las puertas de cris- señora Pantasilea, y' con aquel pensa-
tal muy transparente que parescía no miento, dio del pie a las puertas que lue-
poner obstáculo alguno a la vista; en go fueron abiertas, y él se halló en un
76 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

portal de buen tamaño ricamente obra- puerta, armada de ricas armas salvo del
do. En las cuatro esquinas estavan cuatro yelmo y una corona en su cabeca con le-
cavalleros de la fama, los más fuertes tras de rubíes que dezían: Fortaleza. Alde-
que en el mundo fueron: el primero era rredor de ella estavan infinitos hombres
Héctor [...]; el segundo era el rey Artur cuya fortaleza en el mundo avía sido me-
[...]; el tercero era el [...] gigante Enceo morada, assí de romanos y cartagineses,
[...]. A la cuarta esquina estava otro, no como de otras muchas naciones [...]; al
menos fuerte que hermoso cavallero, el cabo se metió [don Silves] por las gradas del
cual era el fuerte Hércules [...] [Don Silves túmulo de la fortaleza y se levantó a él y
combate con los cuatro]. tomándolo por la mano lo sentó en una
Y metiéndose por la puerta que al pa- muy rica silla en que ella estava y, qui-
tio salía, vido otro túmulo ni más ni me- tando la corona de su cabeca, la puso en
nos que el que en los otros castillos avía la del príncipe don Silves de la Selva.
visto, y sobre una muy rica silla sentada Pero apenas fue puesta, cuando todo
otra doncella muy hermosa como la de la desapareció. (II, cap. xxxvi, ff. cv-ciiv).

12. ARDERIQUE
(1517)

por
Dorothy A. Carpenter

TESTIMONIO

[1] Valencia, Juan Viñao, 1517 (8 de mayo) [-»]

TEXTOS

1. La batalla entre el rey Artús y muy próspero, bien contento y regido


Morderec en los llanos de Salbrí. tenía, encomendado a su sobrino Mor-
derec, que algunos dezían era su hijo,
l n o b l e rey Artús, señor de la Gran que a la fin ni sobrino ni hijo, mas cruel
E Bretaña, en tiempo de la mayor
prosperidad y gloria de su imperio, fue
y mortal enemigo se le mostró. Porque
luego que vio qu'el buen rey, no po-
llamado de la embidiosa fortuna, que ja- diendo conseguir el fin de su jornada,
más firme ni segura puede estar, para ser tanto tardava, usó de aquellas artes y
mayor señor y emperador de los roma- cautelas que los malos hombres por im-
nos, el cual queriendo proseguir este co- perar y ser señores, en menosprecio de
mún desseo, que a la fin no ovo efecto, la honra de Dios y menoscabo de la
partióse con gran triumfo para Roma y suya, usar suelen. Y entre otros engaños
dexó su reino de la Gran Bretaña que que para aquello con su malvado y da-

EDICIÓN: Dorothy A. Carpenter (ed.), Alcalá de Henares, Centro de Estudios Cervantinos, 2000.
GUÍA DE LECTURA: Carpenter (2000).
ARDERIQUE 77

nado pensamiento inventó, contrahizo y pués como desesperado se mató como


ordenó ciertas cartas falsas en las cuales su desobediencia merecía. Y el buen rey
de cierto afirmavan el rey, su señor, ser Artús escapó de la batalla, mal herido,
muerto en corte romana, en prosecución sólo con tres cavalleros y así de la fortu-
de su desordenada cobdicia y por el na perseguido, tiró la vía de la mar don-
poco amor que a sus vasallos y antiguo de halló una nao en puerto, la cual era
reino de la Gran Bretaña tenía. de la hada Morgaina, su hermana, que
Trabajó tanto el pérfido Morderec en era nicromántica, y una de las mayores
hazer creer a los del reino la muerte de encantadoras que en su tiempo se halla-
su tío y ponerlo en odio con todos o con van. Viendo aquélla a su hermano tan
los más de sus muy amados y antiguos mal herido y perseguido de fortuna, le-
vasallos, que a la fin su perversa malicia vóle consigo tan secreta y cautelosamen-
venció y, como el rey tardase de bolver, te que ninguno de los tres cavalleros que
apoderóse y hízose señor en tal manera con él ivan pudieron saber qué se avía
de todo el reino, ganando las voluntades hecho, ni supieron dar razón si era
de los grandes y pequeños de aquél por muerto o si era bivo. Ni de allí adelante
grandes dádivas y mercedes que por fin por ninguno de sus vasallos y de mu-
desonesto a todos hazía. E cuando supo chos cavalleros que en su demanda gran
que el rey, su señor, bolvía de Roma, diligencia y tiempo gastaron, se pudo sa-
pospuesta toda honestidad y vergüenca ber cosa ninguna de su muerte o de su
con la desordenada cobdicia de mandar, vida. (ff. 2r-3r).
acordó de salir y en efecto salió a rece-
birlo no como sobrino ni obediente hijo
por hazerle reverencia como se suele y 2. El hallazgo del cuerpo inco-
deve hazer, mas como cruel enemigo con rrupto de San Paulicio
gente armada en aparato de guerra por
hazerle resistencia y impedirle la entrada
de su reino de la Gran Bretaña que con
tanto deseo lo esperava. Juntándose pues
C uenta la historia que en aquel
tiempo era señor de la Isla Joyosa
el rey Héctor, la cual de antes avía nom-
los dos exércitos, digo del buen tío y mal bre de Isla de Anidos, mas después que
sobrino Morderec, en los llanos de Salbrí, por el rey Héctor fue señoreada, fue lla-
luego que las banderas de los dos cerca mada la Isla Joyosa. E aqueste rey tenía
se vieron, movieron la una contra la otra su corte y estado en una ciudad princi-
con tanta ira y saña como si de gran pal de aquella isla la cual era llamada
tiempo antes mortales enemigos fueran. Tiba. E estando en aquella ciudad, un
E íiriéronse tan malamente que de la una día él se subió en la más alta torre de su
parte y de la otra, así de la gente de pie palacio por ver o mirar gran parte de la
como de cavallo, infinitos quedaron allí, isla. E assí estando mirando a todas par-
y hízose tan gran estrago que largos tiem- tes, vio que encima una montaña, que
pos después tuvo la Gran Bretaña que no muy lexos de la ciudad estava, de-
llorar, y causa para acordarse d'aquel in- cendían dos lumbres del cielo, muy res-
fortunado día, porque, como las cosas plandecientes y claras, que se pusieron
son con mala intención comencadas, tar- sobre la dicha montaña hazia oriente. E
de alcancan buenos fines. viendo él rey este milagro fue muy ma-
No haze la historia más mención del ravillado, y estuvo pensando qué podría
malvado Morderec, ni qué fin ovo su mal ser aquéllo. E con gran priesa decendió
deseo. Créese murió en la batalla, o des- de la torre, y mandó que muy presto le
78 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

fuesse traído un cavallo y de continente viéndose a los que con él venían, les
fue fecho assí. E prestamente cavalgó y dixo:
tomó el camino para ir a aquella monta- -Cierto éste es un gran milagro que
ña sobredicha. Nuestro Señor Dios, por aqueste santo
E llegando allá, vio en medio de cuerpo, quiere mostrar y que sea mani-
aquellas dos lumbres dos grandes y muy fiesto a los hombres.
fero[císs]imos leones que con las uñas Estonces mandó a un cavallero, de
a muy gran priesa en tierra cavavan, y los que allí eran llegados, que fuesse
avían fecho una huesa muy honda, de muy presto a la ciudad y dixese al obis-
altura de tres codos, cuanto él de lexos po, de su parte, que con la mayor y más
determinar podía. E cuando vio tan fie- devota procesión que pudiese, viniese a
ros leones, ovo gran miedo, y no se osó aquel lugar. E assí el mensajero, sin nin-
allegar a ellos. Mas a la postre, cobrando guna dilación, lo hizo. E luego todas las
coracón, pensando que no podía ser campanas de la ciudad comencaron a ta-
sino algún milagro, se allegó muy cerca ñer por sí mismas, de lo cual toda la gen-
por ver lo que era. Mas los leones nun- te fue muy maravillada y espantada,
ca cesaron de hazer su officio, ni hizie- viendo cosa tan nueva y maravillosa
ron otro movimiento ninguno, mas que como era aquélla. Y como el obispo por
si no ovieran visto a ninguna persona. orden oviese oído toda aquella embaxa-
Estonces eran allegados allí algunos ca- da y mandato del rey, luego partió con
valleros del rey, que venían detrás d'él, toda la procesión, así de clérigos y frai-
como assí le vieron ir con tanta priesa. Y les como de toda la otra gente de la ciu-
cuando vieron los leones, quisiéronlos dad, que por oír tan gran milagro, todos
herir, mas el rey mandó níngtino fuesse tenían ga[n]a de ver aquel cuerpo santo.
osado de hazerles daño ni mal so pena E assí, cantando a Nuestro Señor himnos
de la vida. y psalmos y acostumbradas loores, muy
E nunca los leones por esso se turba- devotamente allegaron donde aquel
ron ni menos hizieron movimiento nin- sancto cuerpo estava. E estonces dixo el
guno, ni por la venida del rey, ni por la rey al obispo que se allegase a aquel
mucha gente que después sobrevino; an- cuerpo sancto, y le tomase la carta de la
tes continuaron siempre en cavar hasta mano, porque sin duda creía que leyén-
que de aquella huesa sacaron un cuerpo dola sabrían quién era.
muerto con gran reverencia y acatamien- Estonces el obispo se allegó y quíso-
to. Vestido de ropas de buriel, estava cu- le tomar la carta de la mano que tenía, y
bierto con un manto pardillo, de manera nunca se la pudo quitar. E queríale des-
que de su persona no se mostrava cosa cubrir la cara y tanpoco pudo. Estonces
ninguna, sino sólo las manos y pies. E te- se quitó afuera, conosciendo no ser dig-
nía en la mano una carta cogida. E como no de tomarle la carta. E mandó a un clé-
lo ovieron sacado de la huesa, fuéronse rigo de muy buena y sancta vida, que allí
los leones tan mansos como si fueran las con la procesión era venido, se allegase
más simples ovejas del mundo. Y como por ver si se la daría. Estonces el buen
el rey esto vio, estuvo muy maravillado, clérigo se allegó al cuerpo, el cual luego
y descavalgó del cavallo, y quísose alle- tendió el braco y abrió la mano, y el clé-
gar al cuerpo para descobijarle la cara, rigo tomó la carta. Y antes de leerla,
mas no pudo. Y sintió que d'él salía ma- desnudóle la cara, que tenía tan fresca y
ravillosa flagrancia y olor, y tentando colorada como si fuera hombre bivo. E
otra vez llegarse a él, no pudo. E bol- parescía la ropa que vestía que nunca
ARDERIQUE 79

oviesse estado debaxo tierra. Y era hom- de estuviese el cuerpo d'este bienaven-
bre muy viejo, y tanto que todos los ca- turado santo. Mas no contento con esto,
bellos tenía blancos como la nieve y la que sólo fuese capilla, hizo luego co-
barva muy larga y cana. mencar allí un rico y muy sumptuoso
E después que aquel buen clérigo monesterio, el cual quiso que sirviesse
tuvo la carta, abrióla y leyóla. Y en la di- para sanctas mugeres. (ff. 5v-6v).
cha carta estava escrito todo el discurso
y fin de su vida, y la perfeción de aqué-
lla, con letras de oro y de muy finíssimo 3. Arderique por poco pierde la
azul iluminada. Y contaron que, avía virginidad
quinientos años, era pasado d'esta pre-
sente vida, y que estava enterrado en
aquella montaña. Avéis de saber que,
cuando aquel sancto hermitaño vino en
S e ñ o r a , - d i x o Arderique-, si corru-
go no avéis de dormir esta no-
che, luego me iré, que no quiero estar
aquella isla, no avía población ninguna, un punto más.
ni era habitada sino de leones, osos y ali- -Señor, pues tanto vos enojáis de mi
mañas fieras y salvages. Y mostrava bien ida, -respondió la donzella-, yo soy muy
ser lugar aparejado para hazer peniten- contenta de hazer todo lo que por vos,
cia, y bivir apartado de la conversación mi señor, me es mandado.
de los hombres, que era lo que este san- E assí se desnudaron entramos, y con
to varón buscava. Y así, agradado de mucho plazer se acostaron en la cama. Y
aquel lugar, haziendo muy áspera peni- como fueron debaxo de la ropa, Arderi-
tencia, <y> allí habitó treinta años. E este que quiso abracar a la donzella. Y como
sancto hermitaño se llamava Paulicio, se- le echava la mano, oyó una boz del cie-
gún la carta todo esto claramente testifi- lo muy terrible que le dixo:
cava. -¡O, cavallero descreído y de poca fe,
E cuando el rey y todos los otros que que as dexado el camino de justicia por
allí eran ovieron oído lo que la carta con- tomar el de vicios y pecados, y no as
tenía, fueron muy maravillados, ca pares- obedecido a los mandamientos y conse-
cía no avía un día que fuesse muerto. E jos divinos! Levántate luego y vete d'este
ordenaron que aquel sancto clérigo, con lugar maldito y tan dañoso para ti y para
otros dos de no menos sancta y honesta tu ánima, y no quieras perder la virgini-
vida, tomasen el cuerpo assí como esta- dad, la cual es la más cara y preciosa
va, y con la misma procesión muy devo- cosa que tienes.
la y honoríficamente lo llevasen a la ciu- Como Arderique oyó la boz y lo que
dad, lo cual luego fue fecho. Y assí dixo, vínosele en mientes d'aquella boz
descendieron al pie de la montaña, don- que, estando en tan gran peligro, avía
de no lo pudieron llevar más adelante, ni oído, y cómo avía salido contra el man-
mudarle tanpoco de allí, puesto que mu- damiento suyo del camino, y avía segui-
chas y diversas vezes lo tentaron. Eston- do aquel spíritu maligno que en figura
ces todos conocieron que no era volun- de donzella le era aparecido.
tad de Nuestro Señor Dios que fuesse E luego se assentó encima la cama y,
levado en otra parte. Y reposaron allí santiguándose muchas vezes, se enco-
aquella noche, acompañado el cuerpo mendó a Nuestro Señor Dios, recordan-
sancto con muy grande luminaria. do, y tiniéndose por muy gran pecador
Y otro día de mañana el rey luego en aver traspasado sus mandamientos. E
hizo empecar una capilla muy rica, don- la mala donzella o spíritu diabólico le
80 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

quiso, abracándole, hazer tornar a la ella cavalgando, llegó a la dicha ciudad,


cama, mas Arderique, haziendo la señal y en llegando, luego se fue a descavalgar
de la cruz, comencó con grandes lloros a a los palacios del duque. Y descavalga-
pedir misericordia a Nuestro Señor Dios. do del cavallo, ya tovo quien se lo tomó,
Estonces él oyó tan gran roido y tan y ella se subió a la sala donde el dtique
espantable, con muchos truenos y rayos, Arderique y la duquesa Leonor esta[v]an
que no avía cavallero en el mundo, por con muchos cavalleros y damas y don-
esforeado que fuesse, que no oviese zellas que dancando tomavan plazer. Y
grandíssimo miedo, ca parecía que todos entrando Blanca Flor por la sala, vestida
los cuatro vientos quisiesen arrancar como hombre, según era venida por el
todo el mundo y destruir aquél. camino, hincando las rodillas en el sue-
Y cuando esto ovo durado por espa- lo, besó las manos al duque Arderique y
cio de media hora, el castillo con todos a la duquesa Leonor. Cuando el duque
los que en él eran desapareció, y Arderi- vio el mancebo, mucho estuvo maravi-
que se halló solo y desnudo en medio de llado de la hermosura de tan gentil man-
un monte, ca bien conoció que eran spí- cebo, y preguntándole la causa de su ve-
ritus diabólicos que, por hazerle salir de nida y de dónde era, ella le respondió,
su camino y buen propósito, le avían como muy discreta que era, diziendo:
aparecido en figura humana. Y bolvióse -Muy noble señor, sabed que yo soy
a todas partes y no vio ninguno con él de muy lexos tierras. Y a causa de la
sino su caballo, (f. 50r). gran fama que de vos, señor, y de vues-
tra corte en todo el mundo corre, movi-
do de grandíssimo desseo de ver aquélla
4. Blanca Flor se viste de hombre y estar en vuestro servicio, si otorgado
me será, soy venido porque, cuando
allí s e h i z o cortar vestiduras de Dios quisiere y mi edad me acompañare,
Y hombre. Y luego hizo llamar a
dos cavalleros de quien ella se fiava, y
yo de vuestra mano pueda ser cavallero
si mis servicios lo merecieren.
díxoles que se fuesen al castillo suyo y Cuando el duque Arderique vio la
aquél guardasen muy bien, por cuanto gentileza y desemboltura y discreción de
ella quería quedar con su tía algunos este mancebo, mucho fue alegre. Y estú-
días. Y ellos hizieron luego su manda- vole mirando un gran rato, ca parecíale
miento. Y tomó cuantos dineros vio que averio visto en otra parte. Y sin duda si
avía menester para el camino, rogando como muger fuera vestida, bien la ovie-
mucho a su tía le tuviese secreto de todo ra conocido; mas vestida como venía, en
lo que le avía dicho. tal él no pensava. (f. 99r).
Y otro día de mañana, cortados sus
ruvios cabellos a manera de paje, y ves-
tida como hombre, en un muy buen ca- 5. El ermitaño Antonio de Viter-
vallo se partió de su tierra, pensando bo explica a Jorge Bello cómo liberar a
siempre en qué manera daría mejor re- Arderique del hechizo de Blanca Flor
caudo a sus negocios, pues los avía co-
mencado. Y tuvo su camino hazia el du-
cado de Normandía.
Y en siendo allí, preguntó por la cor-
Y el hermitaño le dixo:
-Pues vos sois en tal deliberación
de irvos, avéis de hazer assí: que iréis al
te del duque dónde estava. Y dixéronle rey Héctor y contarle éis todo el echo
como se detenía en la ciudad de Roán. Y assí como pasa. Y dezirle éis que vos dé
ARDERIQUE 81

un alguazil o dos de los suyos, y secre- tad muy bien avisados de subir al casti-
tamente iréis al castillo. Y la primera llo, y en una cámara hallaréis al duque
cosa que haréis, tomaréis las mugeres, Arderique. Y con blandas palabras, alle-
Blanca Flor y su tía, y atadlas muy bien. gadvos a él, ca n'os conocerá. Y quitarle
Y veis aquí esta arquita que y'os enco- éis de los dos dedos mergueliites de las
miendo. Levalda con muy gran reveren- manos dos sortijas que tiene, y del cue-
cia, que dentro ay grandes reliquias, y ta- llo una piedra que tiene, tan gruesa
les que mientras las teméis delante, ellas como una avellana. Y luego será librado
no podrán hazeros daño. E siendo pre- y tornado en su seso. Y tendrá conoci-
sas, estad muy bien avisados de subir al miento assí como de primero. Y assí mis-
castillo, y en una cámara hallaréis al du- mo hallaréis una imagen en la cámara,
que Arderique. Y con blandas palabras, hecha a semejanca de muger, la cual
allegadvos a él, ca n'os conocerá, y qui- ellas hazen, que aun no es acabada, para
tarle éis de los dos dedos mergueliites de matar a la señora duquesa Leonor. Ca
las manos dos sortijas que tiene, y del como fuese acabada, pondrían dentro
cuello una piedra que tiene, tan gruesa una candela, y mientra la lumbre allí
como una avellana. Y luego será librado fuesse, ella daría tan grandes gritos que
y tornado en su seso, y tendrá conoci- sería maravilla, y no temía reposo. Y por
miento assí como de primero. Y assí mis- esso es menester que a todo proveáis. Y
mo hallaréis una imagen en la cámara, si vosotros dudáis en lo por mí dicho, yo
hecha a semejanca de muger, la cual me quiero poner dentro en una cárcel
ellas hazen, que aun no es acabada, para que hasta vosotros seáis tornados, y si
matar a la señora duquesa Leonor, ca,
no lo halláis así como digo, yo quiero ser
como fuese acabada, pondrían dentro
juzgado a muerte, (f. lOlv).
una candela, y mientra la lumbre allí
fuesse, ella daría tan grandes gritos que
sería maravilla, y no temía reposo. Y por
esso es menester que a todo proveáis. Y 6. El naufragio de Arderique y
si vosotros dudáis en lo por mí dicho, yo Jorge Bello e n a costa de Escocia
me quiero poner dentro en una cárcel
que hasta vosotros seáis tornados, y si
no lo halláis así como digo, yo quiero ser
juzgado a muerte.
Y c o m o v i n o a la hora que el sol se
quería poner, comencó tan gran
tempestad de truenos y rayos y gran
Y el hermitaño le dixo: contraste de vientos que la mar, que has-
-Pues vos sois en tal deliberación de ta allí muy mansa avía estado, en gran-
irvos, avéis de hazer assí: que iréis al rey des ondas se era buelta; de que los ma-
Héctor y contarle éis todo el echo assí rineros, perdido el tino según la fortuna
como pasa. Y dezirle éis que vos dé un del mar, no pudiendo más hazer, co-
alguazil o dos de los suyos, y secreta- rriendo con esta tribulación y gran traba-
mente iréis al castillo. Y la primera cosa jo, navegaron por la tempestuosa mar
que haréis, tomaréis las mugeres, Blanca dos días y dos noches.
Flor y su tía, y atadlas muy bien. Y veis Y otro día a ora de tercia ellos se ha-
a
quí esta arquita que y'os encomiendo. llaron en las mares de Escocia, delante
Levalda con muy gran reverencia, que una gran ciudad de aquel reino que Al-
dentro ay grandes reliquias, y tales que garona se llamava. Y por ser muy abun-
mientras las teméis delante, ellas no po- dante de todas las cosas, a causa que era
drán hazeros daño. E, siendo presas, es- puerto de mar, el rey más en aquella ciu-
82 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

dad que en otra ninguna, él hazía mora- mucho miedo; mas como todos fuesen
da. esforzados, lo mejor que pudieron se sa-
Y a caso de ventura, en aquella hora lieron en tal lugar que la furor de la mar
que la nave llegó allí, el rey estava en daño no les podía hazer. E viéndose así
una ventana de su palacio, mirando la libres, dieron gracias a Nuestro Señor
tormenta de la mar, porque los palacios Dios que de tan gran peligro los avía li-
reales estavan sobre unas peñas que jun- brado.
to con la mar estavan. Y vio venir la Y el Rey d'Escocia, que de la ventana
nave en que el duque Arderique venía de su palacio avía visto bien todas estas
que, perdido el árbol y el timón y todo cosas, tornóse a llorar de compasión que
el govierno, ivan a donde la mar los ovo de los que en la nave eran pereci-
echava. Y, juzgándose ya todos más por dos. Y mandó que prestamente oviessen
muertos que por bivos, y todos desnu- cuerdas para librar aquellos que escapa-
dos, y confesándose los unos a los otros, do avían; lo cual luego fue hecho. Y ve-
estavan esperando lo que Dios d'ellos nidas las sogas y echándoselas, ellos se
ordenaría. ataron lo mejor que pudieron, y por las
Y con esta tormenta, la nave vino a ventanas los subieron al palacio, ca en
herir en aquellas rocuas debaxo de los otra manera no podían salir de allí mien-
palacios del rey; y abrióse por medio y tra durase aquella tormenta.
entróse a lo hondo que nunca más pare- Sobidos arriba, luego el duque Arde-
ció. Y de todos los que en la nave ivan rique conoció el Rey d'Escocia y tóvose
no escapó sino el duque Arderique y Jor- por perdido, aunque no lo mostrava. Es-
ge Bello y seis cavalleros y cuatro mari- tonces el rey les preguntó de dónde eran
neros. Viendo que la nave se somía, se o cómo se llamavan y de quién era la
asieron a las peñas. E así estavan con nave (ff. 103r-v).

13. BELIANIS DE GRECIA (partes i-n)


de Jerónimo Fernández
(1545)

por
Lilia Ferrario de Orduna

TESTIMONIOS

[1] Sevilla, 1545


[2] Burgos, Martín Muñoz, 1547 [—>]
[3] Estella, Adriano de Anvers, 1564
[4] Burgos, Pedro de Santillana, 1579
[51. Zaragoza, Domingo de Portonaris y Ursino, 1580
[6] Burgos, Alonso y Estevan Rodríguez, 1587

BIBLIOGRAFÍA:Eisenberg-Marín: n° 1505. EDICIÓN: Lilia Ferrario de Orduna (ed.), Kassel, Rei-


chenberger, 1997. ESTUDIOS: Roubaud (1992-1993) y Orduna (1989, 1996 y 1997).
BELIANÍS DE GRECIA (i-Il) 83

TEXTOS

1. N a c i m i e n t o d e l h é r o e y p r i - les y a los que se los traían, grandes mer-


mera juventud, antes de ser armado cedes el príncipe hazía. En el cual exer-
caballero cicio passó hasta que fue de edad de
doze años, con tanta beldad y apostura
u e n t a la historia que el empera- que todos los entendimientos con su vis-
C dor Belanio uvo en la emperatriz
Clarinda su muger, tres hijos, el mayor
ta suspendía, theniendo por cierto que
en el mundo cosa más bella no se pu-
de los cuales uvo nombre el príncipe diesse hallar. En el cual tiempo, el exer-
don Belianís de Grecia, emperador que cicio de las armas le encomencaron a en-
fue después de los días de su padre; el señar y él se mostrava tan diestro que,
segundo, don Clarineo de España; el ter- como cosa que de subcesión le pertenes-
cero, don Lucidaner de Tesalia; los cua- cía, parecía no tener necessidad de quien
les no sólo en el esfuerco y valentía pa- se lo mostrasse; en los cuales exercicios
rescieron al emperador su padre, mas a passó bien otros dos años. Teniendo
todos los de su tiempo excedieron, jun- pues, un día, el emperador don Belanio
tamente con tanta apostura e enanca que gran desseo de ir a correr monte a un
a todos davan de sí gran contentamien- bosque muy bueno, que cerca de la ciu-
to, especialmente el príncipe don Belia- dad a tres millas se hazía, aviendo man-
nís, el cual fue criado con tanta manera dado aparejarle según convenía, se partió
como en quien la subcesión de tan gran- para él con la emperatriz, juntamente con
des estados avían de quedar, hasta que el príncipe Belianís de Grecia, porque los
fue de edad de ocho años, que en este infantes don Clarineo y don Lucidaner, a
tiempo no avía en toda la corte ningún causa de no querer ir a caca, se queda-
donzel, aunque de doblada edad fuesse, ron en la ciudad, (ff. lv-2r).
a quien él no hiziesse ventaja, aunque
muchos en la corte uviesse, especial-
mente un hijo del príncipe de Macedonia 2. L o s p r í n c i p e B e l i a n í s y A r s i -
llamado don Brianel y otro del Rey de leo muestran sus dotes de cabañeros
Ungría cuyo nombre era Arsileo, de la e n una batalla contra gigantes
gran fuerca, porque la tenía tan grande
que siendo cavallero muchas vezes los
cavalleros entre sus fuertes bracos aho-
gava, de suerte que después del príncipe
E l p r í n c i p e d o n Galanio viendo el
engaño de los cavalleros, a gran-
des bozes, aviándose descubierto el ros-
a éste davan la ventaja. En el cual tiem- tro, venía dando bozes a sus cavalleros,
po les enseñaron todas las cosas que a las cuales como los cavalleros oyeron,
semejantes donzeles pertenecía, las cua- bolviendo a mirar conocieron al príncipe
les tomavan tan bien, especiamente el su señor y muy espantados de tal acaes-
príncipe, el cual se dio tanto a la música cimiento, dexando la batalla que con los
que en aquellos tiempos jamás se halló a príncipes hazían, le salieron a recebir no
quien él no hiziesse notable ventaja sabiendo la causa por que en tal manera
dado que, viéndole en su niñez tan in- iva, y a aquel cavallero armado de sus
clinado a ello, grandes y excelentes armas y aunque el emperador le vio ir,
maestros por todas las partes que los pu- no le pudo por manera alguna detener,
dieron hallar, fueron buscados, a los cua- mas el príncipe Galanio, viendo el tiem-
84 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

po que Fortuna le avía ofrecido, no cu- tal estado vio a su padre, decendiendo
rando de se detener en razones con sus del cavallo con mucha ligereza fue en su
cavalleros, les dixo en alta boz, que to- socorro por le sacar de baxo del cavallo,
dos lo oyeron: mas no lo pudo hazer tan presto que
-Cumple, cavalleros, que me hagáis don Galanio, como aquel a quien más
vengado de aquel cavallero que mis ar- este hecho tocava, no le hubiesse herido
mas trae, juntamente con que os hago en la cabeca; y los dos jayanes venían,
saber que si lo matáis o prendéis, nues- sus macas altas con toda su fuerca a des-
tra empressa es acavada, ca sabed que cargar sus terribles golpes en el empera-
aquél es el Emperador de Costantinopla, dor, y no curando por entonces de le sa-
a quien de tan lexos tierras a buscar ve- car del cavallo dio tal golpe a don
nimos, que mató mis cavalleros y a mí Galanio por cima del escudo que como
prendió y puso de la suerte que veis. la espada fuesse tal, fue hecho dos par-
Los cavalleros no curando de otra tes juntamente con el yelmo y malamen-
cosa, todos juntos de tropel arremetieron te herido en la cabeca, vino al suelo y
contra el emperador y don Brianel de queriéndose desviar de los golpes de los
Macedonia, que con él se avía juntado; jayanes, no lo pudo hazer, antes entram-
mas como don Belianís y Arsileo oyeron bos a un tiempo le assentaron tan des-
ser aquél el emperador su padre, pesán- mesuradamente que hincó ambas las ro-
doles mucho de lo que con él les avía dillas en tierra y casi fuera de todo su
acaescido, arremetieron contra los cava- sentido hizo términos por caer; mas
lleros juntándose con el emperador. Mas como su esfuerco en el mundo hallava
a esta ora, los bravos jayanes que en la igual en ver assí al emperador le crecies-
delantera venían, les acometieron hirién- se doblado, túvose esforzadamente y
dolos de tan bravos y desmesurados gol- queriendo dar a uno d'ellos por cima de
pes que en gran pabor los pusieron y la cabeca, el jayán puso la maca pensan-
uno d'ellos aleando una pesada maca do se reparar con ella, mas ella vino al
que traía, hirió al emperador de tal suer- suelo cortada junto a los bracos y no se
te que, si no se amparara con su escudo, deteniendo allí la furiosa espada, como
le hiziera la cabeca pedacos; mas todavía muy junto del emperador estuviesse,
como de la batalla de don Belianís que- acertó en los arzones de la silla y cor-
dara muy cortado fue hecho partes y no tándolos todos de un cabo a otro, dio lu-
parando allí la endiablada maca decen- gar a que el emperador sintiendo las cin-
dió a la cabeca del cavallo, de suerte que chas cortadas, sacasse el pie que en el
vino a tierra muerto con su señor. Mas el estrivo le avía quedado, con el cual em-
emperador le hirió con su espada, de tal pujando dio con el cavallo de la otra par-
golpe en entrambos los bracos, que jun- te y levantándose muy ligeramente, aun-
tamente con la maca vinieron al suelo, que muy quebrantado vio cómo don
mas a esta ora se vio el emperador en Belianís de un revés que al disforme gi-
peligro de muerte, porque al caer el ca- gante diera en un muslo lo tendiera en el
vallo le tomó la pierna debaxo y el prín- suelo y con el otro andava muy rebuel-
cipe don Galanio, que ya de las armas to; y mirando por don Brianel, violo a él
de uno de los cavalleros se avía armado, y al príncipe Arsileo, juntamente con
sobreviniendo a esta ora juntamente con hasta ocho cavalleros que del castillo en
dos de los jayanes, se derrocaron de los su ayuda salieran, andar en muy brava
cavallos por le tajar la cabeca. Mas el batalla con el otro jayán, y los cavalleros
príncipe don Belianís de Grecia, que en y Arsileo hazía su batalla con el jayán
BELIANÍS DE GRECIA (i-Il) 85

muy extremadamente; y viendo que don niesse, y confianca tengo en Nuestro


Belianís no tenía nescesidad de su ayu- Rede[m]ptor que no querrá que tan es-
da, fue a mucha priessa a ayudar a los forzados cavalleros, en tan breve sea el
otros cavalleros que, como fuessen me- fin de su vida y gloriosa memoria.
nos, los traían a maltraer, mas antes qu'él -No cumple esforcar nuestros coraco-
llegasse, el gigante y Arsileo aviéndose nes, -dixo Arsileo-, a la muerte, pues
asido a los bracos, se sacaron de los ca- donde tal persona como la vuestra se
vallos y al gigante se le quedó el pie en aventura, pequeña es la pérdida que en
el estrivo. Y Arsileo dando un pique al las nuestras se puede hazer.
cavallo en las ancas, le hizo llevar arras- -Yo lo tenía bien creído de vos, señor
trando al gigante, adonde a poca ora fue cavallero, -respondió el emperador-, mas
muerto y bolviendo juntamente con el por tomar para mí semejante esfuerco,
emperador a ayudar a sus compañeros, que el que de vuestra respuesta espera-
llegaron tan denodados que los cavalle- va que no por pensar de darle, vos dixe
ros no los podían resistir, mayormente lo que oistes, mas cumple porque del
que aviendo don Belianís muerto al otro arremetida de los cavallos podríamos pe-
gigante, llegó a esta ora en su acorro y ligrar que aquel cavallero que allí yaze
los cavalleros no aviendo quedado d'e- tendido, -esto dezía por don Galanio, el
llos diez, comencaron a huir bueltas las cual de la herida estava desmayado y sin
espaldas hazia la floresta; y ellos, no cu- yelmo-, le pongamos delante de nos-
rando de los seguir, se apearon por apre- otros, ca éste es señor de los que allí vie-
tar sus heridas. Mas aun no avía el em- nen y por no lo atrepellar, no nos osarán
perador tenido tiempo de les dar las cometer de cavallo.
gracias a ellos, muy espantado de ver su -Bien será assí, -dixo don Belianís-,
valor, cuando vieron assomar el resto de juntamente con que uno d'estos cavalle-
los cavalleros de don Galanio, los cuales ros, con la mayor priessa que pueda, lle-
aviendo sido avisados de lo que passava, ve aquellas donzellas al castillo, ca en
a gran priesa venían por llevar ellos tam- más estimo el peligro que se les podría
bién parte de la gloria que de la muerte recrescer que mi muerte.
del emperador se les podría seguir y ve-
Y poniéndolo todo por obra, ellos se
nían en la delantera aquellos disformes
aparejaron a pie de atender a los gigan-
jayanes con sus lancas, que grandes pi-
tes y cavalleros que serían por todos has-
nos parescían con tanta priessa que no
ta quinientos. Y llegando junto, vieron
les dieron lugar a que las heridas ligar se
todos los cavalleros y jayanes que antes
pudiessen. Grande fue la turbación qu'el
avían llegado muertos por aquel campo
emperador d'esto recebió vie[n]do cómo
y si de los que huyeron no supieron
el Rey de Ungría tardava tanto, mas
cómo aquellos solos lo avían hecho, no
como la muerte en él y aquellos cavalle-
lo pudieran creer y queriendo harreme-
ros no podía poner temor, con esforcado
ter con ellos dos jayanes, que delanteros
ánimo les dixo:
ivan con un primo de don Galiano, que
-Agora cumple, cavalleros, executar Galfeo el Desconocido se llama va, pen-
la braveza de vuestros animosos corazo- sándolos atropellar con los pechos de
nes, pues en la primera aventura la For- los cavallos, vieron que tenían por escu-
tuna os enderecó cosa por donde las do delante al príncipe don Galanio, por
glorias de los antepassados con sola una lo cual a grandes bozes comencaron a
batalla escureciésedes, aunque la muerte dezir a los cavalleros que se apeassen,
en ella como cosa natural os sobrevi- mas ellos no los creyeron d'esse consejo
86 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

porque vían venir de hazia la cibdad un metieron contra el príncipe don Belianís
gran tropel de cavalleros, los cuales Ue- viendo que aquél era el que toda su des-
gavan tan cerca que si se apearan ligera- truición causava y dos d'ellos se abracan
mente los podían desbaratar. Lo cual vis- con él, no le valiendo sus bravos golpes;
to por algunos de aquellos gigantes, se mas él no teniéndolos punto, hechando
apearon hasta diez de ellos por fenescer mano a una daga que a las espaldas traía
la batalla con el emperador, y los demás e poniendo al jayán que abracado le te-
arremetieron contra los cavalleros que nía por las espaldas, le apretó tan rezio
de la cibdad venían, que como estavan contra sí, que toda la daga fue metida
en tierra estraña todos los tenían por por el cuerpo hasta la empuñadura. Mas
enemigos; mas el Rey de Ungría, que era no lo pudo hazer tan a su salvo que a
el que con los cavalleros venía, que en esta ora el otro jayán no le hiriesse assi-
semejantes trances la experiencia le dava mismo con otra, de suerte que sus armas
a conoscer lo que se podía seguir, man- fueron por tres partes rotas y él de tres
dó a los cavalleros que dando buelta en golpes malamente herido; mas él vién-
torno sobre la otra mano a manera de dole en tanto peligro, echó fuertemente
caracol, se apartasen de tal suerte d'ellos los bracos al otro jayán, de suerte que
que pudiessen llegar adonde vían que el desapoderado de toda su tuerca dio con
emperador a esta ora con el príncipe Be- él en el suelo, donde luego le cortó la
lianís e los otros estavan haziendo su ba- cabeza. E bolvie[n]do a mirar por el em-
talla, porque, si con los otros cavalleros perador, vio que andava a bracos con
se detuviessen, tenía recelo qu'el empe- otro jayán; temiendo no le acaesciesse
rador fuesse muerto e su socorro fuesse algún desastre porque vio ir d'él tanta
en balde. Los cavalleros como eran tan sangre que fue maravillado cómo en los
escogidos, como aquellos qu'el empera- pies se podía tener, dio al jayán un tal
dor siempre traía para su guarda, siendo golpe en una pierna, que toda cortada
bastantes cada uno d'ellos para ser capi- vino al suelo y viendo que según el tro-
tanes de otros muchos, dieron la buelta pel de los cavallos a esta ora crecía, los
en cerco de tal suerte que, sin bolver las podrían fácilmente atrepellar, parecién-
espaldas ni romper con ellos lanca, fue- dole qu'el emperador según la gente que
ron prestamente donde el emperador y sobre él cargava y la sangre que d'él iva
los príncipes estavan, a los cuales halla- no podría subir a cavarlo, abracándose
ron muy acosados, a causa qu'el prínci- con él, con soberana presteza le puso en
pe don Brianel avía sido herido mala- un cavallo de los jayanes que se avían
mente por dos jayanes, de suerte que le apeado. Lo mismo hizo al príncipe Arsi-
avían derribado y el emperador [e] don leo, que a causa de la herida de su pier-
Belianís por le guardar, se avían tan va- na no podía cavalgar, y estimando mu-
lientemente con los jayanes como si cho a don Brianel, por lo que avía hecho
otros cavalleros fueran; y el príncipe Ar- juntamente con verle venir con el empe-
sileo estava hincada la rodilla diestra en rador su padre, le tomó en sus bracos
el suelo, a causa que un jayán con un ve- mandando a un cavallero que le pussie-
nablo le passara todo el muslo. sse en el castillo y le hiziessen algún re-
medio para que en sí bolviesse. Y que-
E como los cavalleros llegaron, el Rey riéndose acoger a un cavallo, no lo pudo
de Ungría con hasta veinte cavalleros se tan ligeramente hazer porque, como
apeó y los demás en torno hizieron ros- toda la gente se avía rebuelto, llegó so-
tro a los otros cavalleros e jayanes. Mas br'él tal priessa que se vio en aventura
los que dentro del cerco quedaron, arre-
B E H A N Í S DE GRECIA (i-Il) 87

de muerte, porque a esta ora, Galfeo el comencara, dando tan bravos golpes e
Desconoscido, aviendo rompido con la recibiéndolos de aquellos jayanes, como
gente del emperador, aviéndolos partido si en todo el día ovieran hecho nada más.
por medio con la mayor parte de aque- Ver las cosas que don Belianís hazía,
llos jayanes, llegó sobre él hiriéndole de viéndose delante el emperador su padre,
bravos y desmesurados golpes, mas él pensando que en su comparación no ha-
viéndose en tan grande aprieto comencó zía nada, no son de creer, por lo cual co-
a dar tales golpes por los unos y por los mencaron con furioso ímpetu a ganar lo
otros que triste aquel que alguno alcan- que del campo sus cavalleros avían per-
gava porque a esta ora eran tan mortales dido. A este medio tiempo, levantándose
que de seis golpes tres cavalleros y dos Galfeo el Desconocido que atordido,
bravos jayanes derribó de los cavallos. como vos diximos, quedara de la caída
Viendo que Galfeo hera el que más le que don Belianís diera con él del cavallo,
aquexava, le dio tal golpe en el quixote vio cómo sus cavalleros se retraían, sien-
de la pierna, que si a derecho golpe le do la mayor parte de los jayanes muer-
alcancara toda se la llevara, mas como le tos; assimismo vio tanta multitud de ca-
tomó de trabes llevóle todas las armadu- valleros que, no muy lexos de donde la
ras de la pierna hasta abaxo y viéndole - batalla se hazía, venían derramados, que
tan cerca de sí, trabólo por el escudo, de le pareció que passavan de diez mil. E
suerte que sacándoselo de las manos, viendo que su intención no podía aver
dio con Galfeo en tierra tal caída que de efecto, viendo par de sí al príncipe don
muy atordido no se pudo levantar y sin Galanio, que a esta ora bolvió en su
que nadie fuesse parte para se lo estor- acuerdo, tomando un cavallo de aque-
var, aunque malamente lo herían, saltó llos que por allí andavan sueltos, caval-
sin poner pie en el estrivo en el cavallo gó en él e llamando uno de sus cavalle-
de Galfeo. ros, le mandó que al príncipe le pusiesse
ante sí e aviéndolo hecho muy dissimu-
A esta ora llegó el emperador e como
ladamente, sin que del emperador ni na-
tan ligeramente le viesse subir en el ca-
die pudiesse ser visto, se metió por la
vallo estando tan malherido, estava
floresta e preguntando a unos hombres
como envelesado no creyendo que en el
que en el camino topó por donde el más
mundo uviesse cavallero que a la bon-
cercano camino para la mar fuesse, se
dad d'éste se igualasse, e lo que más le
metió por él, caminando hasta llegar
espantava era ver que aquélla era la pri-
donde sus naos quedaran. E con el gran
mera batalla en que se avía visto. E to-
temor que traía, mandando a la gente e
mándole muy gran imbidia de sus gran-
marineros que hiziessen a la vela, hecho
des hazañas, procurando de las imitar
al príncipe en una cama, donde le co-
comencó a hazer tales cosas que todos
mencaron a hazer muchos beneficios
quedavan maravillados e juntándose con
para que bolviesse, curándole de sus he-
él, don Belianís le dixo:
ridas, donde los dexaremos por os dezir
-Parece, señor, que los nuestros pier- lo que en la batalla sucedió, (ff. 9r-10v).
den algo el campo.
-Assí me parece, -dixo el emperador.
E llamando a Arsileo se juntaron to-
dos tres con el Rey de Ungría, que en la 3. Cartas de desafío
delantera de la gente estava comencan-
do a caudillar sus cavalleros; rebolvieron
a tan rezio la batalla como si entonces se B i e n t a r d e s e levantaron aquellos
altos y soberanos señores, princi-
88 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

pálmente los que en la batalla avían en- El Soldán de Babilonia, siervo de los soberanos
trado, que, aunque heridas no tuviessen, dioses, enemigo de todos aquellos que contra ra^ón
estavan tan molidos que apenas en los sus cosas quieren governar, a ti, el Gran Tártaro
pies se podían tener. El pesar que d'es- que contra ra^ón y justicia te intitulas rey de los reis
tas cosas no ser hechas por su mano sen- y a todos los reis y príncipes de tu compañía, salud.
tía el príncipe de Persia era tanto, que Ni ¿os celestiales movimientos pueden dexar de
desseava hallar manera cómo morir o ser sustentados en el estado que están, en su circular
matar al esforcado Prín[ci]pe don Belia- redondea dando y participando aquellas influencias
nís, aunque sus desseos no avían aquel que por el Disponedor de todas las cosas les fueron
lugar que él quisiera. Salidos que todos concedidas, ni la justicia puede dexar de ser conoáda
fueron a la real sala, juntándose a conse- y por todos, como principal señora de todo lo criado
jo los que sobre tal caso lo solían hazer, obedescida, ni el Soldán de Babilonia puede dexar de
fue acordado qu'el príncipe don Belianís aver rescebido notable fuerfa y agravio, ni el Gran
respondiesse al príncipe Ariobarzano Tártaro y príncipes sus valedores de hecho, por lo cual,
con las condiciones por él pedidas y con altos príncipes, no os deviérades de maravillar si con
esto, el príncipe escrivió la respuesta y vosotros de aquel cruel desabrimiento que las malas
llamando al príncipe de Finida, le rogó obras consigo traer suelen, no siendo por mi parte con-
que su parte, al real del Gran Tártaro y cedida vuestra demanda ni otorgada la batalla que pe-
Emperador de Trapisonda la llevasse y el dís, procura el general esparcimiento de vuestra san-
príncipe don Contumeliano la tomó y grey de todos aquellos que con tanta soberviay osadía
solo, sin persona alguna que lo acompa- entrastes a sojuzgar aquello que ni con justicia tener
ñasse, fue hasta llegar donde las guardas podíades ni con rasfm en ello ha^er guerra. Mas que-
del real estavan y, siéndoles dicho que riendo más usar de aquella clemencia que a mí mis-
era embaxador, fue hasta llegar a la tien- mo soy deudor que de la crueldad que érades merece-
da del Gran Tártaro, donde por él y to- dores, aunque de vuestra parte pedís cosas muy
dos los principales cavalleros del real, descomunales, diciendo que si vuestros cavalleros fue-
que juntos estavan a la sazón, fue man- ren vencedores, os sean restituidas la emperatriz de
dado que entrasse, saliendo para le Tartaria y princesa Impelía su hija, que en mi poder
acompañar cuatro reis vassallos del rey están, y entregada la princesa Florisbella mi hija, sin
de Sericana. Entrado que fue en la tien- obligación, por el precio de tan gran rescate, a cosa al-
da, siendo conocido por algunos de guna, de manera que sin aventurar nada queréis po-
aquellos príncipes, se levantaron a él y el ner en batalla lo que contra todo el universo puede ser
príncipe Ariobarzano le hizo sentar par defendido, yo acepto la batalla de la manera y en el
de sí, diziendo: número que por vuestra, parte es pedida, con tanto que
si los cavalleros que para la batalla dierdes fueren
-Con tal mensajero, mi señor, como la
vencidos, dentro en veinte días salgáis de todos mis rei-
vuestra merced, seguro estoy que el fin
nos, restituyéndome en pago de los daños que me avéis
desseado se pondrá en esta guerra tan
hecho, el reino de Ramola^ con todas sus indias co-
incierta por que passamos.
marcanas, q}te antes de agora de la corona imperial
-Yo os beso las manos, -respondió de Babilonia eran, y si esto quisierdes, inbiadme las
don Contumeliano-, y en lo demás, aquí rehenes bastantes y de oy en die% días se haga la ba-
veréis la relación de lo que deseáis. talla. No más, los dioses sean en vuestra guarda y os
Y con esto, dando la carta al prínci- aparten de yerro tan conoscido como contra mí avéis
pe, él la abrió y mandó leer y vio que cometido y para ha^er la batalla de mi parte, yo
assí dezía: nombro al soberano Emperador de Grecia, con los es-
clarescidos príncipes don Belanís, don Clarineoy don
Carta del Soldán de Babilonia para el Gran Eucidaner de Tesalia, sus hijos y al nuevamente ha-
Tártaro
BELIANÍS DE G R E C I A (i-Il)

liado y excelente príncipe Achules de Grecia, cuyas Respuesta del Gran Tártaro
hazañas con valerosidad y altera de linaje, de ú creo
serán bien conocidas; en lo demás al mensajero podrás El Gran Tártaro, señor de todos los confines de
dar crédito en todo lo que de mi parte te dixere. la tierra, rey de los reis, siervo de los soberanos dio-
ses, a ti, el Soldán de Babilonia, príncipes griegos y
Leída q u e fue la carta y oída p o r to- persianos con todos los demás de tu compañía, salud.
dos aquellos príncipes, a u n q u e la alegría. Sabrás que por los altos y soberanos dioses co-
que recibieron p o r acetarse la batalla nocida la injuria contra ellos por tu parte hecha en
fuesse grande, n o dexaron d e conoscer denegar a los verdaderos subcessores de su divina
que lo avían d e aver con los más avanta- prosapia, el ayuntamiento de tu hija por ellos pedi-
jados cavalleros q u e jamás uviessen oído da, tomándola por tan verdaderamente suya, como
dezir; y el Gran Tártaro, a u n q u e e n el sa- ella lo es en su divinal consistorio, á sido acordado
ber de Silfeno tuviesse gran confianca, n o de abaxar no sólo tu sobrada altera de que tanto te
dexó de sentirlo e n el alma, q u e él tenía precias, pero aun la d'essos príncipes griegos que con
al príncipe d o n Belianís p o r el más estre- tanta presunción piensan en el universo aver queda-
mado cavallero del m u n d o y d e los otros do iguales a su fortaleza para lo cual te hago saber
assimismo avía visto y oído tales cosas que para la batalla que será para el dia que tú di-
que n o p e q u e ñ a turbación le ponían; sgs y con las condiciones por ti pedidas, por man-
mas dissimulando lo q u e e n su coracón dado del alto dios Júpiter, yo nombro a los estrema-
sentía porqu'el príncipe d o n Contumelia- dos en bondad de armas y virtud de cavalleria: al
no n o se lo sintiesse, le respondió: rey Vepón con los altos y soberanos principes Ector
-Mucho m e plaze, esforeado príncipe, y Troilo con Delfebo y temido rey Menón, los cua-
que el soldán aya t o m a d o este acuerdo, les, por su div[in]al mano serán puestos aquel día
mas p o r lo q u e a él toca, p u e s e n lo d e - en el campo para ensalzamiento de su gloriosa y di-
más conocido está si sería bastante para vinal sangre y confusión de aquellos que contra ella
ser satisfecho a mi voluntad y e n lo q u e ser quisieron. Tas rehenes, por mi parte, serán el
dize d e los daños rescebidos, yo soy principe mi hijo y de la tuya, basta sola tu palabra.
contento, a u n q u e es contra razón, d e No más de que los dioses te guíen en aquello que
que sea el precio d e la batalla. [...] más a su servicio cumple.
[El príncipe don Contumeliano] s e b o l v i ó a
la ciudad y puesto ante los príncipes No poco alegres fueron aquellos cava-
griegos, les dio la respuesta y m a n d a d a lleros e n oír que, con tan rezios contrarios,
leer, vieron q u e assí dezía: la batalla se les ofrecía, (ff. 201v-202v).

14. BELIANÍS DE GRECIA (partes m-iv)


de Jerónimo Fernández
(1579)

por
José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIO

[1] Burgos, Pedro d e Santillana, 1579 [—»]

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1536. ESTUDIO: Roubaud (1992-1993).


90 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

TEXTOS

1. P r ó l o g o d i r i g i d o a l L i c e n c i a - vastos y groseros entendimientos las


do Fuenmayor (Carlos V lector de las obligación que tienen los príncipes y
primeras partes) cavalleros, y todo género de personas,
assí para lo que toca a su salvación,
como para su honor y de sus hijos y
M u y illustre señor, no podrá el
sentido humano algún corto in-
genio contentar sin passar por mil tra-
descendientes, de preciarse de servir le-
almente hasta la muerte a su rey, de
vesses, tales que trayan a punto de per- que por nuestros peccados en las estra-
derle, el principal intento y estilo d'esta ñas naciones, aunque vasallos de su
historia, cuanto más el de vLiestra mer- magestad al presente, ay tanta falta que
ced, que por espejo entre los mortales para sola su confussión a muchos días,
es tenido; pero aver agradado tanto a la si antes se me hubiera dado licencia, la
magestad de Carlos Quinto, invictíssimo huviera echo imprimir, teniendo desde
el principio intención para su auctori-
emperador y señor nuestro, la primera y
dad, valor y seguridad, de la pólbora de
segunda, que gustó de oírla diversas ve-
las cortadoras y arpadoras lenguas po-
zes, dio causa a aqLiel auctor qiie fue el
nerla, como la presente la pongo, deba-
Licenciado Fernández, mi hermano, es-
xo de tan seguro amparo de vuestra
criviesse también tercera e cuarta, y a mí
merced, cuya illustre persona guarde el
ánimo y atrebimiento para la dirixir y
soberano señor con la felicidad que este
presentar a vuestra merced, como a menor criado de vuestra merced dessea.
quien tan justamente pertenece por ser (f. 2r).
cavallero y letrado tan subolime en
todo, que obligo a la magestad del sus-
tentador de la fe, monarca universal,
cuyo nombre con tanta razón por todas 2. Inicio de las aventuras: Belia-
las naciones es tenido, don Felipe, se- nís de Grecia y Ariobarcano de Tarta-
gundo rey de España, y señor mío, a ria entran en el imperio de Alemania
querer fuesse vuestra merced el primero
en sus muy altos Consejos de Justicia,
Cámara, Guerra y Hazienda. Y pues esto C u e n t a la s e g u n d a parte d'esta
historia que en segviimiento de
las princesas que de Babilonia fueron
está tan conoscido, será por demás me-
llevadas se partieron muchos príncipes
ter la mano en el pedir perdón de las
y cavalleros y que los tan altos y vale-
faltas, ni en el ofrecimiento del pequeño
rosos príncipes y competidores don Be-
servicio, pues yo de mi parte no tengo
lianís de Grecia y Ariobarcano de Tarta-
más que dar, y vuestra merced conosce-
ria se partieron juntos. Pues agora
rá de la suya, que propriamente no se
sabed que en sus coracones la amistad
puede dezir yerro el que se causa con
avía echo tal mudanca que desseava
voluntad de servir. tanto Ariobarcano el contentamiento de
En esta historia se verán muchos avi- don Belianís cuanto antes el contrario
sos, tragas y artificios para la guerra, ad- con tantos ronpimientos desseara. Me-
mirables razones y sentencias, por don- tiéronse en la mar solos con sus escu-
de muestra no sólo a los de muy altos y deros, sin certinidad alguna de su cami-
claros juizios, pero aún a los de muy no, con tanto pesar por la pérdida de
BELIANÍS DE GRECIA (iII-IV) 91

las princesas, que ni sabían qué parte -Agora es tiempo, valeroso príncipe,
guiaban ni, aunque lo supieran, cl'ello -respondió Ariobarcano-, de dexar essos
tuvieran cuidado alguno. Mayormente pensamientos que de ninguna cosa sir-
don Belianís que, acordándosele en qué ven, sino de lastimaros; y procurad la li-
punto estuvo su contento, no vía cosa bertad de la princesa y, aunque conosci-
que doblada pena no le causasse, y do vuestro alto valor, del mío aya tan
aunque llevava parte su altivo coracón poca necessidad, yo os prometo a fe de
con el pensamiento de su venganca, pa- cavalleros, de no dexar de passar por
reciéndole que no podía su señora estar cualquier peligroso trance que se ofrez-
en parte tan fuerte donde él no la hu- ca, aunque sobre ello la pérdida de mis
viesse, no pudo tanto que una noche estados y aún la muerte me sobrevenga,
qu'el mar se mostrava sossegado, bu- hasta que ayáis en vuestro poder a la
llendo sus ondas con la tempranea de princesa, (f. 3r)
sus aires, no se levantase de su lecho y
sintiendo el sosiego que la mar tenía, y
el poco reposo de que su alma gocava, 3. El final abierto de las aventu-
echándose de pechos sobre el castillo ras: el punto de partida de los deseos
de popa, olbidado de las grandes cosas de Don Quijote (I, 1)
que con tanta honra acabara, con voz
baxa porque de los marineros no fues-
se oído, comencó a quexarse contando
la mayor parte de sus desventuras, ju-
Y O le p r o m e t o que todos los ca-
valleros que traxeren espadas
doradas irán a pedir la mano al cada-
rando y prometiendo de dar la muerte a halso donde estuvieren.
Pedáneo y al máxico Fristón, de quien A mucha fe tuvo esta promesa y don
estas cosas tenía entendido procedían. Belianís riendo dize:
No pudo esto ser tan secreto que avián- -¿Quién osará, señores, ofrecer en
dose levantado el Príncipe de los Tárta- cosa donde le impiden tales cavalleros?
ros no le oyesse; y aunque él tuviesse el Y con todo esto, digo que defenderé por
coracón rendido a Florisbella, como servicio d'esta dama que ningún cavalle-
esta historia á echo relación, su virtud y ro sin su licencia pueda traer pluma en
el amor que a don Belianís cobrara, le el torneo; y el que sin ella la traxere, yo
causaron gran lástima de su pena, y es- se la quitaré.
timando más su amistad que otro cual- -Pues yo digo, -dixo don Lucidaner-,
quier interese, le dixo: no quiero quedar olvidado, y digo que
en el torneo, por servir a quien tanto fa-
-¿Qué es esto, señor, que atal ora os vor me á hecho, no consentiré que nin-
avéis levantado a mirar esta mar, que guno traya en el escudo campo de oro;
vuestros pensamientos siempre son tan y si alguno le osare, entrar se le haré en-
estendidos que en ellos, donde quiera os tregar a mi dama, pues no es justo que
pudiérades ocupar? las colores suyas ninguno sin su mando
-Antes son tan apretados, -respondió las entre en el torneo.
el príncipe, pesándole de aver sido oído- Tocava a Belflorán por la orden de su
, que creo conforme a la pena que me promesa, mas él estava algo sentido de
causan presto me consumirán la vida; y las promesas passadas, porque él traía el
por entretenerla estava mirando estas es- campo del escudo de oro y muy ricas plu-
pacios asaguas, que la vuestra merced mas, y espada con guarniciones de oro, y
dize. parecíale que o él no avía de entrar en el
92 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

torneo o que le convenía mirar por sí, por neo, y que le daré cualquier joya que
ver si otro alguno prometía cosa que le me pidiere de cualquier dama que tra-
tocase; a Rindaro dize mi señor: xere cavallero que la defienda sin sacar
-Ofresca la vuestra merced por en- alguna.
tr'ambos, que yo no sé lo que prometa, D'esta promesa se sintieron muchos,
que no quede corto según el valor de como aquellos que todos Uevavan damas
esta hermosa dama. al torneo.
-Señor, -dixo Rindaro-, mucho pro- -Pero yo, -dixo Brandaleón-, como el
metería yo si vos os obligades a cumplir que menos puede en este torneo, digo
por mí, que de otra suerte seré como el que estaré junto al cadahalso de mi
mosquito entre los elefantes. dama a pie, y por fuerca quitaré a los
-Vuestro valor, -dixo Belflorán-, es tal que por SLI parte me fueren señalados
que de ninguno tiene necessidad, y aora cien cavallos, los cuales queden para el
hazedlo que os toca, que yo quiero ser servicio de sus carros, lo cual haré sin to-
el postrero. mar cavallo ni lanca.
-Pues yo, -dixo Rindaro-, prometo de -Agora, señor Furibundo, -dixo don
cada mañana en el entretanto que los Belianís-, avernos de ver lo que todo el
torneos duraren defender por fuerca de mundo tiene tan conocido.
amor que mi dama excede en hermosu-
-Mi señor, -dixo Furibundo-, una lo-
ra a todas las damas de Egipto; y si uvie-
cura quiero hazer, y sino pudiere cum-
re cavallero que me derribare, que aya
plirla tomaré a la vuestra merced por
en premio el reino de Nisenia, que aora
padrino.
yo eredé.
-Sea en buena ora, -dixo don Belia-
-Agora os digo, -dixo el emperador-,
nís.
que sola mi dama quedará quexosa,
pues soy el que menos he ofrescido a su -Pues yo, -dixo el atrevido pagano-,
servicio. Agora veamos qué quiere hazer prometo a esta señora todos los precios
Salisterno. de los torneos, los cuales yo ganaré por
fuerca, para que haga d'ellos a su vo-
-Yo, señor, -dixo el príncipe-, quisie-
ra no verme en este trance, mas el Cava- luntad.
llero de las Águilas tiene la culpa, que á D'esto que Furibundo prometió se
querido regular los esfuercos de todos acoraron muchos, mas Belflorán a quien
por el suyo, y assí yo quiero ofrescer a por la orden, le tocava ser el postrero,
quien me tiene por suyo que los tres días dixo:
de los torneos, cada día estaré junto a los -Excelentes cavalleros, mi dama es
miradores del soldán, y después por la de tanto valor, y vosotros avéis prometi-
virtud de mi dama aver derribado a cien do tantas aventuras del torneo que para
cavallero, no consintiré que ninguno ha- mí no dexastes alguna, mas las grandes
ble al soldán sin que primero lleve su li- cosas an de ser caramente ávidas. Yo
cencia, confesando ser más justo pedir a prometo que mi dama trairá del torneo
ella que al soldán. una joya de cada una de las damas que
-Pues yo, -dixo Adamantes-, he per- están a la mesa con la manopla izquier-
dido la empresa que defendía, y soy pri- da del cavallero que la acompañare; y
sionero de la princesa Dolisena, no pue- más, si llego bivo a la batalla de los
do por mi voluntad entrar en el torneo egiptios y de topies, le embiaré el es-
ni hazer servicio a dama alguna, mas yo tandarte de aquellos contra quien yo
le ofresco de acompañarla en este tor- fuere en la batalla.
BELIANÍS DE GRECIA (III-IV) 93

Aquí se dio gran risa en la mesa, y el era nada según baxava la pujanca Arto-
emperador don Belanio le dixo: barcano y el rey Tholomeo de Egipto,
-Mucho avéis prometido. Yo, por mí, su señor. D'estas nuevas fueron alegres
digo que joya de mi dama ni manopla yo los cavalleros pareciéndoles que tenían
no la daré de buena voluntad. harto término para ir a Phila donde es-
Otro tanto dixeron otros; solos que- tava el campo. Y otro día partieron la
daron Rindaro y Furibundo, que no res- buelta d'El Cairo, y el huésped se ade-
pondieron palabra. Y estando las damas lantó por el seguro.
muy contentas de los estraños ofreci- Lo que en esta extraña aventura sub-
mientos que les hizieran, no porque cedió con las espantosas guerras de los
pensasen que bastaría a cumplirlos, la nubianos príncipes y libertad de la prin-
cena se acabó y todos se salieron a pas- cesa Belianisa, con lo que aconteció al
sear por el campo, mas el emperador niño Fortimán de Grecia que en Tartaria
llamando aparte al cavallero viejo le se criava, y lo que avino a estas dissi-
dixo: muladas princesas Primaflor y Dolainda,
-Buen señor, estos cavalleros son ta- con el fin de los amores de don Doliflor
les que muy enteramente cumplirán esto y Polisteo, y otras grandes hazañas qui-
que tienen ofrecido, mas conviene que siera contar, porque la aventura d'este
todo se ponga por memoria y se lleve al torneo cada uno cumplió su promesa
soldán, pidiéndole seguro para ello, por- sin desonor de sus compañeros, mas el
que de otra suerte no se le buelva en pe- sabio Fristón passando de Grecia a Nu-
sar aquello de que devría recibir tanto bia juró avía perdido la historia, y assí la
contento. tornó a buscar. Yo lo he esperado y no
-Muy bien me parece, -dixo el hués- viene, y suplir<e> yo con fingimientos
ped-, e por vuestro servicio yo me ade- historia tan estimada sería agravio; y assí
lantaré a pedir el seguro. lo dexaremos en esta parte, dando li-
Entonces el emperador de su letra cencia a cualquiera, a cuyo poder vinie-
hizo la memoria de lo que los cavalle- re la otra parte, la ponga junto con ésta,
ros avían de cumplir, llamando a cada porque yo quedo con harta pena y des-
uno por la devisa de su escudo encu- seo de verla.
briendo los nombres propios. Y así es- Y vuestra altexa me dé licencia si no
tuvieron aquel día tan festejados cuanto basta la que mi enfermedad se tenía, y
lo fueran jamás. Y aquella noche llegó me mande cosas de otra profisión, pues
un hijo del huésped que les contó nue- para escrivir amores no me da licencia la
vas de la guerra, y les dixo cómo de allí edad, y para armas se me á resfriado la
a treinta días estava aplazada campal sangre, protestando servirte como siem-
batalla, la cual se esperava sería en fa- pre. IMUS Deo.
vor de los egiptios y tártaros, porque Aquí se acaba la Tercera j cuarta parte de
propuesto que don Baldín avía ganado don Belianís de Grecia, compuesta por el li-
la ciudad de Phila y Siena y Elephanti- cenciado Gerónimo Fernández, así mis-
na al-Nilo, avían perdido la villa de mo autor de la primera y segunda. Im-
Vesa, que es más hazia Persia, y muchas pressa en la muy noble y muy leal
cavallerías, y que avían llegado en su ciudad de Burgos, cabeca de Castilla, Cá-
socorro gentes de las amazonas con la mara de su Magestad, por Pedro de San-
reina Cenobia, y un cavallero valentísi- tillana impressor. Año de mil quinientos
mo que se dezía Armesildo; mas que no y setenta y nueve, (ff. 280r-v).
94 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

15 BELIANÍS DE GRECIA (parte v)


de Pedro Guiral de Verrio
(finales del siglo xvi)

por
José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIOS

ti] Biblioteca Nacional (Madrid): ms. 13-138 [->]


[2] Nationalbibliothek (Viena): Cod. 5863

TEXTOS

1. Descripción de damas y ca- dama a quien el baleroso africano abía


balleros caballeros dado las llaves de su albedrío, la llebava
de morado, con muchos rapacexos de
oro; el enamorado Furibundo iba arma-
I b a n las c i n c o d'ellas de berde, que
hera la divissa de Belflorán, sobre
tela de oro con tantos recamados que
do de unas armas pardas con muchos lu-
zeros de oro y extremos de pedrería, en-
admiraban; iban a la forma de su patria, cima una jernea azul, con muchos
toréales de oro (no creo que el causador
golpeadas las fajas y tan abiertas que se
de las discordias pareció mexor); en el
descubría la tela; y tornados los golpes
escudo en campo azul llebava el Amor
con diversas piedras de tanto resplandor
pintado y un baliente mancebo a sus
que le quitaban al sol en su curso ena- pies tendido con esta letra:
morado. Sobre los cavellos, unos cha-
peos con tantos lacos que no avía más
Sin que lo estorbe valor
que desear; estos abía inbiado el sabio
nadie toma estrecha cuenta
que fueron más estimados porque su
de una boluntad essenta
echura más parecía de manos sobrenatu- como jo en la ley de amor [...]
rales; llevaban bohemios de brocado
berde aforrados en cueros de salaman- Al punto salió armado Salisterno de
drias, y por las bueltas la esperanca en leonado, con muchas lunas en cuarto
lacos. No bio la nación de Egipto cosa por ellas, encima su jernea berde por ser
más bella; Cleopatria con su hermosura de la cuadrilla de Belflorán; en el escudo
pareciera fea delante d'ellas. Subieron llevaba el Deseo como lo pintan los an-
ellas en sus palafrenes más blancos que tiguos, y a los pies esta letra:
el coracón de la niebe; iban con cada
uno, ocho escuderos a pie, no menos Nadie puede merecer
aderezados que las damas; cada uno lle- ni llegar a lo que veo,
vava bandas, aunque algunos se diferen- pues para poderlo ver
ciaba en el color; por la vella Austrina, solo lo mira el deseo.

BIBLIOGRAFÍA: Eiseiiberg-Marín: n° 1536. ESTUDIO: R o u b a u d (1992-1993).


BELIANIS DE GRECIA (V) 95

Su banda era de amarillo porque así -De esa suerte, -dixo-, nadie dexará
la llevava la dama a quien se avía aficio- de ser firme amador con esas confianzas
nado el baliente persiano, llamada Celia. fundadas en el principio de sus amores,
-No quería, -dixo el baliente Pedá- que por la mayor parte suelen ser los fi-
neo-, que pareciésedes a la rosa Piavia, nes muy al contrario de lo que se desea.
que si así es, luego os podremos co- -Como aya algún tiempo bueno, cua-
mencar a tener lástima, como sea el fin lesquier otros disgustos será alivio, -res-
tan gloriosso como el que vino a buestra pondió el mancebo amante.
balerosa perssona. (Paréceme, señores, que estos caba-
Respondió el mancebo: lleros como mancebos an dado en llevar
-No ay pena que dulce no sea, y tra- su pretensión adelante; pues así es, bea-
baxo que no prometa descanso, pues ca- mos lo que saca Belflorán que, si con
minando por este mar de esperanzas, fa- ellos á de caminar, más trabaxos se le
cilitara los naufragios que suelen ser aparexan que los que pensaban).
muy ciertos en tal casso. Al punto, sacó las armas el griego jo-
Quitóles la respuesta la venida de ben; eran de unas finas esmeraldas, con
Adamantes, cuyas armas eran azules con tanto artificio juntadas que causaban no
cercos de oro; también su jernea verde y pequeña admiración; eran trasparentes
banda colorada concertándose con su tanto que cualquiera se viera en ellas. En
dama que la llevava assí, llamada Aurelia. el escudo en canpo dorado, llevava la
(Pusse estos tres nombres porque Esperanca, como la pintó Timantes, con
d'ellas y no de las demás hace mención una granada en la mano, al natural, que
esta istoria, que a su caussa estos tres ca- dio a todos estraño contentamiento, y a
valleros hicieron maravillas en armas, así su pie esta letra acul, que le daba la
en las guerras de Egipto como en otras mano de un cielo que a un lado estaba:
partes, como adelante se dirá).
En el escudo llevaba la Firmeza sobre Contra la desconfianza
el trabaxo en campo colorado y este está el bien a quien le aguarda
mote: y assí, aunque tarde no tarda,
cuando es cierta la Esperanza.
No ay que no sea sabroso
ni pena en más estrañeza Con mucho contento celebraron
que me quite fin glorioso aquellos príncipes las armas y hermosa
arrimado a la firmeza. divisa de Belflorán [...].
Salió el magnámino emperador a esta
-iMucho contento, señor Adamantes, ora, armado de unas armas indias con
recibimos todos de vuestra divisa, -dixo muchas libreas y romanos de oro, con
Tíndaro-, aunque me parece que es atre- tanto concierto que espantaba, porque
beros a prometer mucho sin saver los remataba cada estremo una piedra de es-
disgustos que cada día se ofrecen en este tima y de su color juntando el remate de
mal de enamorados. los flacos una nueba labor a manera de
-No podrían ser tan grandes, -respon- coronas; lo mismo llevava en el escudo
dió el gallardo joben-, que no los facilite saibó que la orla era de finísimas esme-
mi ánimo atendiendo no al rigor d'ellos raldas y en el canpo de oro tres coronas
sino a quien los a de sentir para mayor las cuales vaxaban del cielo y se las po-
gloria mía. nían al mismo emperador que encima de
96 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

un mundo iba, detalla con arta curiosi- pues de su mano el fabor


dad, a la redonda del imindo esta letra: es más riguroso daño.

Si gala y gracia merece La agraciada princesa acavó diciendo:


ser emperador del mundo, -Hermosas damas, no penséis que
buestro valor sin segundo así, como quiera en mí á reforcado el
es solo a quien se le ofrece. desengaño su gusto, porque ver a uno
con dos mil contentos que dicen que de
La sobrevista era colorada como la Amor les an venido, otros publican ba-
llevaban los cinco cavalleros que queda- ños cuidados, a otros quejarse y lamen-
ban, de los cuales las armas de Perianeo tarse [***] es el que en esta red amorosa,
eran coloradas y con muchas flores de que no sé quién gusta del acogerse en
oro por ellas de gran estima que ningu- él, aunque lleve el discreto para facilitar
nas eran mayores, (ff. 4v-7r). su salida, y en el alma gtistaría de que
otra sustentase otra opinión, por ver en
qué va fundada.
2. Damas e n contra del Amor; -No os dé pena eso, -dijo la reina de
damas a favor del Amor Arcadia-, que aquí vien puedes pasar
como entre amigas que hora hemos de
oír lo que la infanta de Trapisonda en fa-
P o r q u e l u e g o le pusieron en las
manos una arpa y comencándola a
tenplar con más gracia que traca dixo:
vor del amoroso estado, aunque no lo
sienta así.
-No quiero dexar de obedesceros en -No lo puedo negar, -dijo la dama,
esto, sigura de que de mi agravio me que no con menos gracia que polida, al
vengarán los Caballeros de la Tienda. son de su arpa así comencé a cantar:
Y comencé de suerte que al mismo
Amor de amor enamorara, aunque decía ¿Qué cosa sin amor dará contento?
contra él: ¿Qué vien sin él no sea ?nás que pena?
Está sin él escrito en el arena,
Dexadme en mi desengaño, sujeto a mil mudanzas sin cimiento,
afuera gustos del amor, llegue el Amor, que el riguroso viento
pues de su mano el favor con su nonbre sabroso de sirena,
es más riguroso daño. no ay cosa que de gusto no sea buena
has tragas y debamos no teniendo en Amor el fundamento.
que ay en Amor me hacen cierta Vive contento, alegre, respetado
que quien abre a Amor la puerta quien a querer espera con fe pura
muere con vivos deseos. granxeando el nonbre y fin glorioso.
Ra/a tanto el desengaño Amor aun en el nonbre está cerrado,
y los contentos de amor alivia al mal que puede dar bentura
que para mí su favor y escala para el cielo luminoso;
es más riguroso daño. y quererla buscar por otra vía
Es incurable dolencia fuera de la <dela> que descubre
y mayor que muerte el mal; de amor es claro despeñadero
de ver alguno mortal
he sacado esta experiencia. Dixo la hermosa Juno, dexando al
Asi viva allá el Amor suave canto y a las demás damas tan en-
y yo con mi desengaño teradas de su afición como de su gracia,
BELIANÍS DE GRECIA ( V ) 97

que no poco la zelebraron, pero la linda tenía tan suspenso que no avía cosa que
infanta de Acaya, Celisa, con una desen- en él a guerta pasase, ni se le acordaba
boltura admirable dijo contra la infanta del príncipe ni de Florindo. (ff. 106v-
de la Gigantea: 108r).
-No paso por el parescer d'esta dama,
que, si a ella á dado tantos gustos el
Amor como publica, no por eso se ade- 3. El segundo Marte, príncipe de
nega cuan costoso es su contento; y que, Trapisonda, recibe la orden de caba-
cuando le viene a dar, tiene tan martiri- llería
cada el alma de quien le espera que lle-
gado no le conosce y, como le tiene en
tanta miseria tan falto de contento, por
pequeño que sea el que biene, le parece
E n el o r i e n t e s e comencaba a mos-
trar la luz del día, alegrando tan
hermosa vista los coracones de los que
ser bastante a resucitar mil muertos, no se aparexaban para el famoso torneo, re-
reparando en que los fabores son dispu- cibiendo no pequeño ánimo en su pre-
sieron para nuevos daños; y aunque no surosa venida que, como le esperaban
fuera por más de ver las guerras que en con tan buen deseo, parescíales que por
Grecia an suscedido, se avía de dar de cunplirle se hiciese algo adelantado,
mano al Amor, porque nunca suelen aunque para algunos fue tormento por
querer sino con fines dañosos, y porque acortarles las vidas; pero a los que las es-
beais la mala opinión que esta dama timaban en tanto como la honra, tan
hostenta en nombre de la infanta Lesbia, presto presentaron sus personas en la
tengo de decir un soneto que en mi tie- plaza como sus hermosos rayos. Por
rra oí a una dama en medio de sus fa- toda la gran ciudad no se oía otro que
bores; yo sé que eran tantos. alarma; todo el campo se puso a punto,
Así, tomando la harpa, dixo: por que los trapesondos queriendo mos-
trar el contento que tenían con el bale-
LMS sabores, ¿os gustos que me á dado roso Marte, príncipe suyo. No buena-
esta quimera que en el alma anida, mente se puede imaginar las galas, los
este entretenimiento de mi bida disfraces, las nuebas y vistosas inbencio-
es acíbar con oro disfrazado.
nes que sacaron, comencando al alba
Estos enredos, trabas y cuidado
porque no faltase tienpo. Era cosa digna
que me fuerzan a andar tan desabrida,
de ver tanta divisa vordada, tantas ban-
este gustar de la más cruel herida
deras al viento que, como treboleaban es
es demonio del alma apoderado.
ojeto sabrosos el ver cómo campeaban
los fogosos cavalleros, los bufidos de los
No más amor ni amar, no más contento,
varios nombres de la gente alegre, el
no mas fingir el rostro sahareño
berde guiar de las lancas, las furiosas
procurando al amante dulce medio,
arremetidas, los barios apellidos... no ay
ja que sus fabores son tormento
coracón por más tímido que con esso no
y que cuando se biene a cobrar dueño
se altere. Era cosa de mirar porque la
es para mayor mal y sin remedio.
gente de Marte en una conzertada bata-
lla que de cien mil pasaban se pusso en
Estaba el nuebo amante Brandaleón un concertado batallón todos ricamente
tan entretenido con la armonía d'ellas, armados, saibó las cabecas y manos, que
que nunca tanta inpresión hicieron las si- aquello era con ricos turbantes a la usan-
renas en los conpañeros de Ulises, cuan- ca de Turquía; no avía cavallero que
to agora la de la dama de Alaya, que le
98 A N T O L O G Í A 0 E LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

aquel día no se pusiesse el más costoso lear. No fue d'ellos aquel famosos Areo-
del mundo, pues no era esto lo que aún larcano, que debajo de su librea llebava
del todo admiraba porque venían treinta sus siguras armas con la divisa que solía
reyes con coronas en las cabecas, con traher en Bavilonia; en suma, no quedó
tan costosos aderecos que no avía más rey que no procurase venir allí con la
que desear todos; de berde y dorados mayor muestra de su valor que fue po-
los paramentos. El gran Tártaro y Soldán sible.
de Egipto trahían piedras de suma ines- Y todo lo merescía el novel cavallero
timable, y en medio de ellos al nuebo y que podía conpetir con los famosos prín-
segundo Marte, en cuerpo todo vestido cipes, que poco havía qu'el mismo oficio
de brocado berde, con muchos lacos tor- rescibieron. Y era de muy diferente con-
cidos y piedras que a los rayos del sol dición del padre que aún a él le pesaba
escurescían. Benía sin espada y daga, que así huviese quebrantado la palabra a
costumbre antigua en Egipto a los nobe- los de Nubia; pero como hera padre, avía
les cavalleros. Tras ellos en soberanos de obedescer y sufriósse por entonces.
carros triumphales que los tiraban blan- Luego hicieron sus diabólicas cere-
cos unicornios, venían tantas damas y monias sacrificando algunos animales al
tan hermosas que fue acertado interpo- dios Marte, en cuyo nonbre el segundo
ner una nube por el miedo de perder el de Trapisonda recibía las armas, las cua-
gobierno de su carro el antiguo enamo- les a esta hora le bestían cuatro reyes
rado. En uno venían ocho, que a Venus que eran el Tártaro, el Soldán de Egipto,
tornaban fea; todas heran de estima bes- el Rey de Arcadia y el de Midia, con tan-
tidas de color del nobel, con tanta pe- ta infinidad de instrumentos que parecía
drería que inpedía la vista los rayos que hundiese la ciudad. El baleroso Rey de
de sí imbiaban. Asidas de las manos de Curia le ciñó la espada, tomándole en
muchos reyes que a sus canas se devía sus manos juramento, que él no quisso
aquello, subieron a un cadahalso sump- que ninguna dama de Egipto se la ciñe-
tuoso en extremo, por que de donde ha- se, que no poco quedaron agrabiadas;
vían de mirar las damas el aplacado tor- pero él esperaba que se la ciñese otra
neo hera de fermosa plata, llenos de cuya hermosura sin decirle quién fuese
antiguas historias, todos poblados de ar- le avía enseñado Artarax, gran su amigo,
cos y cubierta con tantas lavores que el cual le dio las armas que no las tenía
causaron admiración, porque la cubierta mexores el mundo; eran blancas como
de los miradores que defendía la entrada de cavallero nobel, y por ellas muchos
a los rayos del sol eran tan relumbrantes grifos de admirable talla y pedrería dife-
que parescían una finísima esmeralda, renciados con algunos rubíes, dieron
con muchas dibersidades de colores, de contento a todos, lo cuales vieron luego
cuando en cuando entretexidas algunas fue jurado por príncipe de Trapisonda,
piedras d'ellas blancas, y d'ellas verdes y con todo contento de los reyes sus basa-
coloradas, que haviendo en ellas el sol llos que no se puede creer mayor el que
su reberveración causavan no pequeño recibieron los troyanos dando la jura a
contento los concertados colores; eran su Héctor, y con ella su ruina.
tan grandes que podían muy bien caver
Otros muchos príncipes y cavalleros
en él todas las damas y los reyes, aunque
rescibieron por su mano la orden de ca-
d'estos fueron pocos que no avían de pe-
ballería, (ff. 117v-119v).
BENCIMARTE DE LUSITANIA 99

16. BENCIMARTE DE LUSITANIA


(finales siglo xvi)

por
Ma Teresa Soriano Romero

TESTIMONIOS

[1] Real Biblioteca (Madrid): ms. 11/547 [-»]•]


[2] Real Biblioteca (Madrid): ms. 11/1708

TEXTOS

1. Bencimarte es a r m a d o caba- condestable, y Florisend[r]o, hijo del du-


llero que de Alencastre, y el que a los más lu-
cidos hacía bentaja, Florisen[i]o, príncipe
de Irlanda, sobrino de Lurcina y perdido
N i ñ o sois, príncipe mío, -dixo el
rey-, pero, como vuestras haca-
ñas son tan dignas, de lo que pedís, gus-
por la su prima, la hermosa Lucerisa. Te-
nían los tres puesta una tienda de broca-
to d'ello. do blanco con mil perlas y zafiros, la me-
Besóle la mano el joben, y el rey jor cosa que jamás se bio.
mandó publicar unas justas para el ale- Ya estaban las bentanas ocupadas de
gre día del glorioso protector de España gallardas damas, y belicosos guerreros la
que durasen tres días. hermosa placa, cuando, con música de
Bolbiéronse a la ciudad, y llegado el belicosos instrumentos, entraron en ella
término a las siete de la mañana estaba los mantenedores, todos enamorados y
toda la corte en la real sala con los reyes con soberbios pensamientos, porque Po-
y príncipes. Entráronse en la capilla don- lisemo ocupaba el suyo en la bella Beli-
de el portugués bello fue bestido de sonia de Irlanda que en la corte asistía
unas bellas y blancas armas quedando con su prima. Florisendro era hijo de
tan dispuesto y hermoso que alegraba una hermana natural del rey y así no era
mirarle. Diole la horden militar el alegre mucho que lo sujetase la hermosísima
padre y la espada le ciñó la bellíssima Lindaría, duquesa de Milán, prima her-
Lucerisa, que a la sacón tenía trece años, mana de la reina, dama de singulares
la espuela le calcó el lindo Clarisen[i]o. partes. Todos bibían desdeñadíssimos y
Contentíssimo quedó de berse caballero, así sacaron una mesma dibisa, armas pa-
porque sus altibos pensamientos busca- jicas y leonadas con perfiles de plata y
ban allí su centro para lograrse bien y, en él, en canpo acul, un coracón con mil
desarmándole luego, quedó de aguí tan heridas, y por orla esta letra:
lindo que admiraba.
Comieron los reyes y luego se pusie- Ya mifielcorazón
ron a los balcones a gocar de las fiestas. tiene por bien soberano
Eran los mantenedores tres ilustres y las heridas de tu mano.
gallardos mancebos: Polisen[i]o, hijo del

BIBLIOGRAÍÍA: Eisenberg-Marín: n° 1541. ESTUDIO: Lucía Megías (1997: 74-81).


100 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

Con alardosa muestra y gallarda entra- Apenas el dorado Apolo avía descoji-
da llegaron a su tienda los balerosos prín- do sus rubias trencas, cuando todos ocu-
cipes y luego se puso en la tela el bello paban los balcones y bentanas, y los re-
Florisenio, y fue lastimoso estrago que yes y príncipes el suyo para ber el
hizo, beinte y cuatro caballeros principales estranjero que sobre un gallardo caballo
abía denibado cuando llegó a ella el ba- blanco, armado de sus ricas armas, es-
lentíssimo Rodoro, marqués del Piamonte; peraba justa. Muchos la dieron que ha-
el su caso dirá otro capítulo, (ff. 3r-v). cer, pero ganaron poco porque de crue-
les encuentros puso en tierra más de
cincuenta. A la tela llegó el comedido Al-
2. Bencimarte y Florismundi se feo, principie] de Ceibo; d'éste recibió un
enfrentan en un torneo, naciendo de fortíssimo encuentro, pero a la tercera
langa le puso en el suelo con admiración
su gallardía el amor
de todos y excesibo deseo de saber
quién era aquel mancebo más furioso
n el s u p e r b í s i m o inperio de Tra-
E pisonda inperaba Belino, magnáni-
mo príncipe, casado con la bella Jelan-
que el sol.
Enojado estaba el bello Bencimarte
dria, hija del rey de la feliz Arabia, y de ber stts deudos y basallos corridos y
parió de un bieñtre dos hijas, la mayor, bencidos, finjió cierta indisposición y re-
hermosa sobre todo encarecimiento, se tirándose a su aposento se armó de ar-
llamó Esclaridana; la menor, fue milagro mas berdes sin dibisa alguna, y saliendo
por una puerta falsa del parque, sobre
de naturaleza y asonbro de sus tienpos,
un furioso caballo tordillo, se metió en la
y así la llamaron Florismundi. Salió es-
tela admirando su talle, y más que a esta
tremadamente aficionada a las armas por
hora se oyó en la alabastrina torre gran
hallarse con rebustas fuercas y así, lle-
número de bélicos instrumentos que to-
gando a los diez y seis años, pidió a su
caban alarma.
padre, con engaño, le diese la horden de
caballería, de suerte que no lo pudo ne- Con una gruesa langa esperaba la
gar y así, aunque a su pesar y de la en- braba Semíramis y, abiendo tocado un
peratriz, se la dio a imitación de la bella clarín, se encontraron tan poderosamen-
te que anbos perdieron los estribos, pero
Antezesora, reina y señora de aqtiel gran
pasando adelante los cobraron. Turba-
inperio, sustentó un torneo en qLie mos-
dos de los recios golpes, con nuebas lan-
tró ser fénix de balor como de hermosu-
gas se bolbieron a encontrar haciéndolas
ra; queríala igualmente, y aún con ben-
rajas sin moberse más que dos peñas,
taja, que a Esclaridana, cuya belleca era
corridos y coléricos de la neutralidad,
cada día, aunque inbidiosa de la de Flo-
buelben a encontrarse, con tal furia que
rismundi. la bellíssima infanta, quebrantadísima,
Sin poderla detener sus padres, se bino al suelo y el baleroso príncipe, con
partió muy aconpañada de damas y ca- una herida en el libre pecho, pasó ade-
balleros, pero pareciéndole estorbo para lante perdido el sentido y atónito de la
su intento, una noche los burló a los dos belleza del de lo blanco. Apeóse luego y
y se ausentó con sólo un doncel muy su llegando a ella, que estaba atónita de la
faborecido y, llegando al reino de Lusi- suya, la dixo:
tania, tubo nuebas de las justas y con mil -ínclito guerrero con quien el zielo se
peligrosas abenturas, en que mostró raro mostró tan liberal, sumamente me pesa
balor, entró en Lisboa. [...] de aberos enojado, pero si una buena
BENCIMARTE DE LUSITANIA 101

taoluntad sirbe de algún discuento la mía -Mi nonbre, baleroso príncipe, es Li-
tendréis eternamente segura y más que seo, hijo de un hermano bastardo del rey
no á de consentir que dejéis la tela, an- de Francia, a quien de algún balor o
tes en ella os é de aconpañar para ser bentura con que é ganado buena fama
discípulo de vuestro peregrino balor. dio el cielo la pensión de parecer mujer,
-Ventura mía es, señor caballero, -dbco que así lo piensan algunos, o todos los
la infanta-, el ser bencido de quien es fe- que me ben; y este pesar llebo con pa-
nis en balor y en cortesía. Aceto ese fabor, ciencia hasta que el tienpo me acredite,
y para aumento d'él os suplico me digáis y creed que desearé de oy más que lo
vuestro nonbre. que dé con bós la más fina y berdadera
-En la tienda lo sabréis, -dixo el prín- boluntad del mundo que mostrará en
cipe-, y yo el vuestro, que no menos lo vuestro serbicio a pesar de la misma
deseo. muerte.
Y en esto se entraron juntos, dejando Respondióle cortésmente Bencimarte
a todos admirados de el suceso. Ya se creyendo sus palabras, contra las cuales
abía sabido que era el príncipe el de lo eran su belleca y terneca crueles testigos,
berde. Y en esto llegó un paje de su pa- mayormente el recato con que apartada
dre, el rey, que suplicaba a su majestada d'él durmió, lebantándose antes que el
que no consintiese que nadie le bisitase, sol saliera a escurecerle, más bella que el
que quería estar los dos días que falta- claro día. Y armándose en su presencia,
ban con aquel caballero que no quería salió a la tela donde antes que el prínci-
ser conozido sino que sólo le inbiase pe saliera a ella, que fue tarde a causa de
quien le sirbiese. estar herido, hico cosas estrañas, dejan-
Así lo hico el rey, con suma alegría do en el suelo tres jigantes fortíssimos.
de tener tal hijo, que abiendo entrado en Dexó la tela al amigo, que sería atrebi-
la tienda con el forastero se quitó el yel- miento decir lo que hico. Esto duró has-
mo y le dixo su nonbre y, apenas des- ta la noche del último día. (ff. 5r-6v).
cubrió el bello rostro, cuando fue el libre
coracón de Florismundi bencido y sujeto
del que traía a los pies, con tal biolencia 3. Propiedades y efectos de pie-
como quien esperaba aquella ocasión dras mágicas
para bengar su injuria; y no pudiendo su
tormento tolerar aquel mudo accidente,
con un desmayo se arrimó a una silla
dando un profundo suspiro. Lleguó el
C on el ruido de la partida, pudo
entrar Florismundi en una cuadra
donde halló a Melisenia, llorosa y triste,
conpasibo príncipe a quitarle el yelmo y tan rendida de sus falsedades que pudo
deslunbróle su no bista belleza, quedan- ser que adelante castigase amor aquel
do atónito de ber tan bello y belicoso jo- delito, díxole:
ben, y luego imajinó que no lo era, re- -Mi señoría], sabe Amor sólo cuánto
bolbiendo en su fantasía las istorias de me lastima el ausencia que me amenaca,
aquellas fuertes damas y ilustres señoras en cuyo dolor sólo serbirá de consuelo
con que acreditó su sospecha, y biéndo- la firme fee que os enpeño de ser vues-
la en sí la hico sentar y reparar un rato; tro eternamente, bed qué me mandáis al
la infanta le hico acostar y su escudero le cuerpo, que en bós deposita el alma,
curó la herida y sentada en su cabecera, hasta bolber a beros en más dichoso
más en sí, le dixo: tienpo.
102 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

-Valeroso caballero, -dixo la infanta-, cho Leoncio que aquella sortija debería
el alma mía llebáis por prenda de mi fir- el remedio de sus penas y el mayor bien
meza, y para que la vuestra del todo no de su bida, aunque entonces entendió
se cuide de mi amor y su obligación, os poco estas palabras, dijo al capitán de la
quiero dar una prenda, si bien de menos guarda que pidiese licencia para que en-
estima, de la mayor en el jénero que trase donde estaba la infanta, la prince-
puede ser: el diamante d'esta sortija, de sa, porque traía cierta piedra de incon-
más del fondo y luz que en él miráis la parable birtud contra el beneno que
da a la noche más que dos hachas en- temían. Entró alegre el caballero y, aun-
cendidas, preserbando a quien le llebare que desconfiado, bolbió con licencia de
consigo de cualquier encantamento. la enperatriz que ya el enperador abían
Tomó el diamante, besando su blan- retirado sin alma de dolor, y admirando
ca mano la dama, y con honesto abraco su hermosura y gallardía, entró el infan-
se despidieron. Salieron de la ciudad con te a una cuadra donde en los bracos de
el príncipe Fortenio, que así lo avía pe- mil hermosas damas bio a la bellísima
dido a su padre. Llebaba unas armas ro- Esclaridana, aunque pálida y sin aliento,
sadas, tan ricas como fuertes. Contentí- más que la madre de Amor hermosa.
ssimos los dos de su entendimiento y Puso en tierra la rodilla y, dando el dia-
agrado enbarcáronse en una bien apres- mante a la que tenía más cerca, que era
tada nao la bía del Gran Cairo, donde les la hermosa Isabela, princesa de Alcisla,
dijo el rey conbenía enderecar su biaje. dijo:
(ff. llv 12r). -Tomad esta sortija, gallarda señora, y
con ella tocad el pecho de la clarísima
Entró en el inperio [Ckrisenio], y lle- princesa, que yo espero en el cielo que
gando a la famosa ciudad de Trapisonda, mi benida, boluntad suya misteriosa, á
una mañana la halló cubierta de tristeca de conjugar tan justas lágrimas.
y llanto jeneral, y llegando zerca de pa- Hícolo así Isabela y, en brebe rato, la
lacio preguntó a un caballero la causa de desmayada princesa fue bolbiendo en sí,
tan común sentimiento. cual si de un grabe sueno despertara, has-
-¡Ay de mí, jentil caballero!, -le res- ta que de todo punto cobró el sentido,
pondió. ¡Que nuestra serenísima prince- quedando admirada y muda de tan estra-
sa Esclaridana es muerta desde anoche ño suceso. Hizo el príncipe luego que
de un súbito dolor de coracón, que aun- quitando la piedra del oro que le guarne-
que dicen los más famosos médicos que cía le hiciesen polbos y que, desatado en
es desmayo, nacido de la merca del be- agua pura, le bebiese, con que de todo
neno que sospechan le an dado, su mor- punto quedó esforcada y lebre la prince-
tal color testifica su muerte! sa del cruel beneno. (ff. 19v-20r).
Sin alma quedó el gallardo joben de
tan tristes nuebas, mas haciendo memo-
ria de un diamante que el gran Leoncio 4. Amores d e Bencimarte y Flo-
le dio, de quien le dijo peregrinas birtu- rismundi: el descubrimiento del en-
des, sin responder palabra al caballero, gaño
fio su hermoso caballo de un mármol de
palacio y, poniendo en el arcón escudo
y yelmo, subió al hermoso corredor don- N o a b í a n a c a b a d o la brebe comida
cuando de lo más oculto de la sei-
de siendo inpedido de la guarda, alenta- ba salieron doze salbajes, hijos de aque-
do con acordarse tanbién que le abía di- llas soledades y de estraña merca y lije-
BENCIMARTE DE LUSITANIA 103

reca, cuyo ejercicio y granjeria era saltar pareciendo a los ojos del príncipe incon-
los pasajeros, armados de duras conchas parablemente hermosa, si bien a los más
y por armas una magas barreadas con libres pudiera. Alteróse biéndole benir y
unas puntas de tenplado acero; y llega- él acercándose de hinojos, la dijo:
ron tan de inprobiso, que pudieron herir -Sosegaos, clarísima infanta, que mi
dos de aquellos caballeros y príncipes, umildad no trata de enojaros, mas sólo
que fueron el de Grecia y la infanta. Al- de reprehender la creldad con que os
terados del asalto, tomaron sus espadas y abéis encubierto de quien os adora, Li-
escudos, se comencaron a defender ofen- seo, cuanto más Florismundi.
diendo con singular balor aquellas rebus- -Soberano príncipe, -le respondió-,
tas bestias. Encendido en amorosa cólera no puedo negar el sentimiento de ser de
andaba el gallardo Bencimarte biendo la bós conozida, pues con este engaño con
sangre del querido francés maticar la ber- tanta más decencia siguiera la inclina-
de yerba, sospechoso y enamorado de su ción de acompañaros por aficionada a
mesma fantasía. buestras claras hacañas. Mas pues á que-
Dos salbajes avía muerto, mas a su rido el cielo descubrir esta celada, os su-
costa que más de diez heridas tenía, de plico, como quien sois, guardéis este se-
una punta clabó otra de aquellas fieras, creto y desde aquí os constituyo por
cuando los zinco príncipes, andando fina defensa de mi honor y Argos helador de
su contienda con muerte de las demás, mi decoro, segura de hallarlo todo en
mas a tanta costa que apenas les queda- vuestro balor a pesar de vuestros floridos
ba aliento. Fue forcoso quedarse a curar años, fuertes enemigos de mi seguridad.
en la seiba como poco práticos en la tie- -Así lo prometo, soberana señora,
rra y así, retirándose entre unos hermo- que no ay afectos que no enfrenen mi
sos árboles que hacían un apacible palio obediencia y el deseo de agradaros y,
capaz de más personas se acomodaron, por tal fabor, beso las hermosas plantas
aunque mal, los cinco, y la infanta tomó con que hacéis abril estas seibas.
otro sitio, oculto aunque no lejos de allí, -Bolbed a vuestro albergue, príncipe
con su enano a quien fue forcoso descu- baleroso, no demos qué sospechar a los
brirse por tener dos o tres heridas en el amigos, pues ya los hados os rinden los
pecho. Admiróse el calcedonio y más sa- despojos en los principios de vuestro co-
biendo quién era y prometió guardar se- nocimiento, que después de muchos
creto, mas sabiendo las ansias del jene- años debiera negar cualquiera honesta
roso Bencimarte y lo que padecía de mujer.
confusión y entendiendo tanbién el gus- Bolbióse a su estancia el príncipe, sin
to con que ella le aconpañaba, cuan cau- seso de alegría, juzgándose indigno del
tiba la tenía su balor, estando los demás bien que poseía, Y apenas llegó el día si-
durmiendo le dixo todo lo que pasaba, guiente, con excesibo calor de que mal
dejando fuera de sí al baliente mancebo los reparaba la berde cubierta, abiéndo-
y dando mil gracias a la Fortuna y al dis- se saludado los gallardos amigos, cuan-
creto enano; y lebantándose muy paso, do bieron atrabesar un jentil caballero
llegó donde la hermosa dama, deshela- con unas armas negras y moradas. [...]
da, contenplaba el peligroso estado de
Ocho días estubieron en la seiba, tan
su bida, y los diamantes del manto de
bien entretenidos, que no sentían incon-
catiros, cuya luz ecedía la de sus ojos.
modidad alguna, mayormente Bencimar-
Tenía el rico diamante en el dedo con
te, que gastaba las brebes noches enter-
Rué alunbrando gran parte de la floresta,
neciendo las piedras y los robles con los
104 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

amores y encarecimientos que escucha- sentía buena, estaba entretiniendo. Llegó


ba Florismundi, tanbién contenta, que la balerosa dama y, sin ninguna cortesía,
toda su entereca ponía en arma para le dio un papel, y mientras le abría se
igualar el amor y las demostraciones; no bolbió a su posada; aviendo aliado su
la solicitaba tibio el enamorado lusitano, cavallo a la puerta subió en él y salió de
mas tan cortés y tan medroso de su dis- la famosa corte dejando en ella el alma
gusto, que de nuebo la obligaba y ena- atrabesada de la más cruel flecha que
moraba de nuebo. (ff. 15r-l6r). despidieron los celos, y bolbiendo a su
barca pasó en ella a su navio donde, al-
eando las belas, partió del famoso puer-
5. Florismundi descubre la trai- to, tan fuera de sí que en tres días ni ha-
ción de Bencimarte bló palabra, ni comió bocado, mas no
padeció sed porque en un mar de llanto,
a h e r m o s a infanta de Trapisonda, a anegados sus soles, sentía el coracón su
L quien el fiel coracón abisaba con
una mortal trísteca de su desdicha, dibir-
tormenta. Unas ol<l>as llegaban al cielo
dando al trabes con la paciencia, y fue
tiéndola con la esperanca de ber a su milagro no fuese el alma aflijida, pues
amado ausente, saltó alegre en la playa mil beces se resolbía a entregar su fuego
donde el primero que encontró pregun- a los salados cristales del ozéano.
tó si estaba el príncipe de Lusitania en -¡Ay, desdichada mujer!, -repetía, des-
Sevilla. pués que a los lacos de la lengua dio li-
-Precisamente, -respondió el caballe- cencia el dolor-, ¿Dónde hallarás consue-
ro-, pues espera contento el segundo lo? ¡Muerte piadosa, no llega a darle a
faito de su bien enpleado amor, de que tan inmensos males! ¡Ay, dulce ingrato,
ya tiene indicios zertísimos, no abiendo enemigo de mi bida y de tu honor, qué
cuatro meses que dio a luz dos niños pago tan injusto as dado a tanta fee, y
más bellos que él sino hermoso. qué desigual galardón a mis mal logra-
-¿De quién o cómo?, -respondió, ya das finecas! Ésta es cixiel corresponden-
sin alma Florismundi. cia, igual de un caballero, tan presto des-
-De nuestra serenísima princesa, -res- preciaste por un gusto presente el amor
pondió el sevillano-, de quien á un año de tres años y los fabores y prendas que
es lijítimo y dichoso marido. tan celebradas vi de tu estimación. ¡Cie-
-Por muy felices siglos, -dixo la lo clemente, benganca os pide una afliji-
dama. da mujer burlada de un alebe que á dis-
Y despidiéndose d'él, con el dolor culpado la crueldad de Eneas y la
más fuerte y más justo que aflijió huma- traición de Theseo! (ff. 34v-35v).
no pecho, la fuerca de su agravio le dio
brío para que, entrando en la ciudad, en
la primer posada dejase el caballo; 6. Muerte de Bencimarte
aviendo escrito unos brebes renglones,
cubriendo SLIS lucidas armas de una ropa
de terciopelo negro bordado de muchas
flores de oro con los perfiles acules, en-
U n día a su esposa el príncipe, por
dibertirla y alegrarla, y llegando a
la famosa playa, que más parecía seiba
tró en el alcácar preguntando por el hermosa en otubre con tantos desnudos
príncipe, a quien dijo que traía una car- árboles, se entró con ella en un barco en
ta de su patria. Y subiólo la guarda a una que con un tendal de brocado los espe-
cuadra donde con su esposa, que no se raba el mar alegre cuando, antes que pi-
BENCIMARTE DE LUSITANIA 105

sasen la plancha, llega un correo de su lo. Fueron sus estremos, no de cristiana y


padre, el famoso Altibeo, con quien en prudente, más de jentil y amante, furiosa
una larga y amorosa carta le avisaba de y desesperada, (ff. 36v-37r).
que a su noticia avía llegado cómo él y
la bella Lucendria eran primos segundos
por parte de sus ilustres madres y que 7. Carta de Florismundi y Escla-
así, en teniendo esta noticia, que se la ridana a su padre
dio el anciano duque de Coinbra, avía
despachado por la dispensación que es-
peraba muy presto; mas que, entre tan-
to, pues bían que era fuerca les adber-
C o m o las p r i n c e s a s se tardaban, el
alma del ínclito Brisaneo comencó
a dar mil prodifiosos avisos de su des-
tían que la aguardasen con el recato y bentura a su turbado pecho, y así co-
pureca que debían, pena que después mencó a dar priesa que llamasen a las
quedaría todavía inbálido el casamiento. hermanas; fue una dama y luego bolbió
Cómo entonces se entristeció Bencimar- alborotada diciendo:
te con este aviso, mas Lucendria mucho -¡Poderosos príncipes! La puerta de la
más, si bien, biendo tan fácil el remedio, recámara, donde mis señoras entraron a
se consolaron propuniendo, como obe- vestirse, está zerrada por dentro, muertas
dientes hijos de la Iglesia, cunplir su pre- la luces que llebaron y. aunque emos lla-
cepto. [...] Y entróse con su esposa en el mado, nadie responde, ni están en otro
barco donde corrieron el ancho río la aposento de palacio sus altecas, ni la
alegre tarde con mil castos amores, has- princesa Isavela, ni Cilia.
ta que, con el temor de la becina noche, Alborotados y fuera de sí los despo-
quisieron bolberse a palacio. Puso desde sados y el enperador entraron con acele-
el barco en la plancha a la gallarda Lu- rados pasos al cuarto de las princesas y
cendria y, al saltar en ella, resbaló y echó al retrete llamaron, poco, porque los dos
en el río que, soberbio de tan altibos hicieron pedacos la puerta y, entrando,
despojos, lo cubrió de espuma llebándo- sólo hallaron los bestidos que avían tro-
le sin dejarle ver hasta enbocarle en el cado por las galas baroniles, y la puerta
ancho mar que glorioso le recibió, dan- que bajaba a los jardines avierta, y en
do las gracias de tan rico tributo al cris- ella clavada una carta que. abriéndola,
talino ladrón de tan precioso robo. leyó el ardiente persiano, que decía:
La bella infanta, que tan inpensada-
mente bio tal desdicha, loca de dolor y Amor, serenísimo señor, tirano de las almas,
asonbro, se fue a arrojar en seguimiento entregó las nuestras a los soberanos principes don
de su amado esposo, mas siendo deteni- Clarisenio y Bencimarte, con tan fuertes la$os que
do, cubiertos los luceros de un desmayo no los pudo desatar la obediencia de vuestra ma-
mortal, fue llebada a palacio de donde gestady, temiendo no los ronpiese el rigor con que
de los reyes y todos los demás fue llora- trató dar a nuestra libertad, injustos dueños, nos
do el infeliz suceso dignamente. determinamos a huir d'él en los bracos de los nues-
Ya las galas costosas y ricas se truecan tros, y con el fabor del excelentísimo principe Sire-
en tristes lutos, ya la conpasión discurre nides que prefiriendo la amistad y la noble piedad
aumentada con la memoria de las ilustres al amor natural á sido lineas del Anquises de mi
ácanas del jeneroso mancebo. Y cuando biday honor el que ganamos con tan digno enpleo.
el día siguiente cobró el sentido la desdi- Suplicamos a vuestra majestad y a esos príncipes
chada señora, mobía las piedras a lástimas soberanos que consideren " la sin ra(ón que recebí-
sus quejas y suspiros, incapaz de consue- amos de su amor y de su engaño; pues, yo llegué
106 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

prendada a Trapisonda, como lo dicen, dos pren- que la pasión, la prudencia en ese inperial pecho,
das que afianzaron mi obligación, que la una es Je- mandándonos el perdón y gracia que esperamos en
landria, tan celebrada de vuestra magestadpor hija el reino de Tusitania de la piedad y balor que en
de los condes de Saltana, y la otra mi hijo perdi- él bibe.
do por mi desgracia, sin noticia del autor de esta ~Florismundi
crueldad. Tenga, señor y padre amado, mejor lugar ~Esclaridana. (ff. 66r-v).

17. EL CABALLERO DE LA LUNA (libros m y iv)


(finales del siglo xvi)

por
José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIOS

[1] Biblioteca Nacional (Madrid): ms. 8.370 (olim. V-150) [-»]


[2] Biblioteca Nacional (Madrid): ms. 10.247 [->]

TEXTOS

1. C o m i e n z o d e l texto: l a m e n - -¡O, poderosos dioses! ¿Por qué no


tos amorosos de los caballeros quitáis la vida a éste sin ventura cavalle-
ro, que por mayor merced y misericordia
lo tendré que no bivir muriendo tan si
A la m e d i a j o r n a d a de las tinieblas,
a tiempo que la tiforme diosa de-
xando el lecho del infernal dios se le-
esperanca de remedio? ¡O, piadoso
amor! ¿De qué te sirve herirme, pues no
as de triumfar del goco de mi alma tan
vantaba, el de la Fe lleno de mortal con- deseado, pues el dibino valor de mi se-
goja, no pudiendo tener reposo de su ñora imposibilita el fin de tus efetos? No
cama, se lebanta y puniéndose encima heciste obra de dios misericordioso sino
sus ricas y resplandecientes armas, ecep- de tigre cruel en mostrar todo tu poder
to el yelmo, al borde del nabro, se sale contra mí. ¡Ay, Fortuna! ¡Amaéstrate fuer-
estando a la sacón todos los de la arma- te con matarme o dame uno de tus mo-
da dormidos y reposando con la seguri- bibles favores aunque no sea para más
de la posesión de aver sido un rato ven-
dad de las treguas, y el mar tan sosega-
turoso. ¿A cuántos, movible diosa de los
do que no avía cosa que impedir abismos, de probeca y linaje en lo más
pudiese a no ser oídas del valiente Fu- alto de tu rueda abastados de fortunosos
riandro, que a la ventana del nabío por bienes los pusiste? No te pido grandeca
gocar del fresco estava, las lastimosas de estados, ni de señoríos, ni riquecas;
quejas y dolorosos sospiros y congosos sólo te suplico me des algún mereci-
sollocos que el de la Fe dava diciendo: miento haciéndome tanto bien que ten-

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1548. ESTUDIO: Lucía Megías (1996).


EL CABALLERO DE LA LUNA 107

ga yo por padre quien la princesa Rosi- canción uniendo los ánimos de aquellas
lasa me dice; no por que, Cavallero de la señoras tan admirados y suspensos que,
Luna, por eso merezcas tan soberano como arrebatadas, en la celestial gloria
bien como gocar tu señora, sino porque con la suabidad dulce de tal música es-
no es racón que la gloria de tales pensa- taban:
mientos en bajo pecho se aposente.
Decía esto con tantas lágrimas que no Canción
pudiendo el valiente Furiandro cufrillo,
avía llamado al emperador Sitandelfo, y En passiones me cosumo
subiendo ambos a do el de la Luna esta- sin esperar galardón,
ba, el emperador le dixo: pues es fuego mi passión
-¿Qu'es esto, mi señor y caro amigo? y la esperanza de humo
Valor tiene la vuestra merced para gocar
aun de las divinales diosas. Glosa
El de la Luna con la congoja se avía
desmayado que, como el emperador lo A hecho el amor en mí
sintiese, se abracó con él y Furiandro lo con su condición tan fiera
mismo, llenos de lágrimas de ver así a su lo que la bela de cera,
tan querido amigo. [...] que ella propia cría en sí
La emperatriz les suplicó que escu- la lu% qu'es causa que muera.
chasen a ver en qué pararía aquella Yo sigo esta proporción,
aventura. Ellas lo hicieron y oyeron mas es en grado más sumo,
cómo el de la Fe respondía: porque de estar mi pasión
-Magnánimo señor, es tan diferente tan dentro del corazón
mi pasión de la vuestra como aquella en pasiones me consumo.
que es sin galardón, y la esperanca de Y pudiera lo llevar
humo y muerta; con una sola cosa mori- como fuera mi acídente,
rá mi alma contenta, qu'es la gloria de así como el del doliente
aver empleado mis pensamientos tan que esperanza de sanar
bien y tomara mi cuerpo descanso, pues lo templa el dolor que siente.
su pasión es por la que par no tiene. Mas en mí no puede ser,
Furiandro le respondió: pues que hice profesión
-Conocida cosa es qu'el mejor de los en las manos del querer
cavalleros á de gocar del privilegio de de morir y padecer
ser de la mexor dama del mundo. Pues sin esperar galardón.
vuestra lealtad lo mereze, como l'aventu- Mas si amor con su poder
ra de Liseida que acabastes claro mostró, qu'es causa que tanto pene
suplico a la vuestra merced taña y cante me pudiera dar el ser
aquella canción desesperada que suele que la salamandria tiene,
ella cantar. que su bivir es arder,
Respondió el de la Fe: fuera bien aventurado
-Porque es la que me conbiene y la más que todos cuantos son,
verdad de mi pasión y vida. porque me uviera asentado
Y tomando el laúd comencó a tañer en mi centro y propio grado,
con tanta suavidad que a las tempestuo- ... pues es fuego mi passión.
sas ondas del mar y al aire suspendía, y Mas usa de tal primor
más cuando aleando la voz cantó esta amor con ardid y maña
108 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

con éste su servidor una donzella assaz hermossa, con coro-


que piensa darme fabor na de reina, toda llena de culebras que
con lo que me mata y daña. mordiéndola de la carne y de los pezo-
No tomo resolución nes le hacían dar terribles gritos, y hera
y si en algo me resumo cosa de ber, que así como la sangre de
es en esta obstinación: los heridos la caía encima que, por tal
que ser firme mi afición manera estavan puestos que toda la san-
y la esperanza de humo. gre que se derramaba daba encima de la
reina, luego se convertía en culebras.
Y dando un sospiro, que parecía Luego el Caballero de la Luna y Furian-
avérsele arrancado el alma, soltó el laúd. dro y la Salvaje la conocieron. Estava
(Ims. 1]: ff. lr-3r ). todo el cuadro cercado de fuego, tenía
una puerta avierta y junto a ella, un pa-
drón con unas letras que decía:
2. La extraña aventura de la Ex-
pirencia de Bondad, de Amor y Leal- Padrón
tad de Damas y Cavalleros: la ordalía
caballeresca L¿z desdichada Useiday Reicelindo suplican se
duelan d'ellos los que verdaderamente aman en pro-

E s t a n d o t o d o s en gran solaz, entra-


ron gentes dando bozes, diziendo
saliesen a ber la mayor maravilla que ja-
var esta abentura, pues el que la acavase será en es-
fuerzo y lealtad y amor el más aventajado y aben-
tajada de los nacidos; y sepan que an de provar
más se havía visto, a las cuales todos cavallero y doncella; cuyo nombre es Experiencia de
aquellos señores y señoras se pusieron Bondad y de Amor y Lealtad de Damas y Cava-
a las ventanas y bieron que, encima de lleros dará la %ima el que a el rey recordare y guar-
la gran plaza más de cien picas en el dase; no la pruebe el que no amare lealmente, pues
alto, estava un cuadro muy grande, cer- á de quedar por guarda hasta el fin de la abentura
cado de fuego; y vieron cómo d'él salía y servirá de ha^er mal.
gran cantidad de humo, de suerte que
no se bía nada; y se iba baxando hasta Gran contento dio a todos. Los sabi-
en medio de la plaza, siendo tan espeso dores la declararon, aunqu'el de la Luna
el humo que no se bía nada. Estando así, y Furiandro y la Mujer Salvaxe ya lo sa-
al cavo de más de una hora, el humo se vían. Como todos fuesen cavalleros mo-
acavó y quedó armado en medio de la zos y supiesen ya lo que avían de hazer
plaza un cuadro de fino y resplande- luego quicieron provalla. Y el primero
ciente cristal, tan alto como una langa y que provó fue el baliente Soldán de Ba-
tan ancho como veinte pies, tan claro bilonia que puniéndose sus armas, man-
que se [podía] ver lo que dentro estava, dando traer los demás las suyas, aunque
que en un cadahalso, tan alto como el mientras provaron algunos como Rieron
cuadro que por diez escalones subían a don Clarandín de Etolia que, como llegó
é, estava en lo alto un cavallero con co- al cuadro y quiso entrar por la puerta,
rona de rey y una reina; en sus brazos luego fuera de su acuerdo con su escu-
llenos de sangre de una herida que en la do enbracado se puso a la puerta, don
caveza tenía, y de la otra que la reina Boraldo salió y entrando junto a don
que en los pechos asimismo tenía. De un Clarandín se le puso delante dándole
palo de hierro que de los pies de los re- grandes golpes; don Boraldo se apartó a
yes salía estava colgada por los cavellos tiempo que una boz le dixo:
EL CABALLERO DE LA LUNA 109

-Si el qvie te defiende la entrada no y cansado cayó ante los escalones sin
henees, no podrás probar el aventura. sentido.
Don Boraldo puso mano a su espada Feliciano, nury contento de ber que
y comencé a golpear a don Clarandín, no se avía acavado el aventura, fue a
de suerte que en media ora le derrocó a provalla armado de sus armas y úbose
sus pies, y entrando por la puerta llegó a tan poderosamente con los tres cavalle-
un escalón. Mas luego fue echado fuera ros que a cavo de cuatro horas los paró
y puesto junto junto [sic] a don Clarandín, tales que, mal que los pessó, los dos bi-
entr'ambos sanos con las espadas en las nieron al suelo, y a pessar del otro, en-
manos. tró en el cuadro, mas no fue bisto más.
Luego salió Terturiano de Canderia, Don Roditangel quisiera provar la
mas a pocos golpes fue vencido [...]. abentura, mas estava tan herido que no
Luego salió Danisco el Grande y, aunque se la dexaron provar. El baliente don
se mostró valiente y duro en la batalla Balterín salió tan gaceando que gran
una ora, de dos golpes que don Boraldo contento dio de sí a todos y pasó ante
le dio al suelo; luego fue llevado a pala- paso; se fue a do los tres cavalleros guar-
cio. Don Leonís de la Fuente, que muy davan y húbose tan poderosamente con
enamorado andava, vino muy ricamente ellos que en cinco horas los benció y en-
armado, mas dentro de media ora fue trando por la puerta subió hasta la cuar-
bencido; lo mismo le acaesció al Rey de ta grada, mas luego fue hechado y pues-
Bulgaria, y a Paemitrando, aunque duró to con los tres para guardar.
tres oras; el conde de Sorbia duró otro El emperador Pandión dixo:
tanto; don León Flos duró cuatro oras; -Mal negocio es éste, dura es la en-
don Rosarán otras cuatro; don Cistel de trada. Mas, ¿qué será del Príncipe de Es-
Roco a Clarandín duró seis horas, lo paña y del otro cavallero que no han sa-
mismo don Soladiel, de suerte que el ba- lido?
liente Boraldo y don Clarandín defendie- -Esos, señor, -dixo Balisandro,- no su-
ron la entrada dos días benciendo los pieron hazer su negocio, porque sin
más de los príncipes griegos hasta el ter- bencimiento de las guardas no se les
cero qu'el baliente Soldán de Babilonia a concede la prueba.
cavo de ocho horas los derrocó y pasó No cansemos más, sino que los cuatro
adelante y subió tres escalones, mas lue- fueron Experiencia de Bondad, porque
go fue hechado y puesto con los dos ninguno se les defendió cuatro horas, y
príncipes. hera hermosa cosa de ber que de que se
El emperador Alpatricio, acordándose defendía mucho el cavallero que prova-
de cuan verdaderamente amava a la ba, se abrazavan con él y le desarmavan;
princessa, con unas armas de gran balor, más bencieron de docientos cavalleros
sin ser conocido bino a la prueba, abién- paganos de gran hecho de armas.
dose tan poderosamente que a cavo de Estando todos suspensos, salió un ca-
seis horas, andando muy desangrado, vallero harmado de unas armas turquíes
dando un golpe a don Clarandín que lo con una bandas encarnadas, y el escudo
hizo dar de manos en el suelo, a pesar encarnado con una letra que decía:
de los dos cavalleros, Soldán y Boraldo,
s
m ser parte para detenelle, pasó y entró Si merecerlo, cruel,
por la puerta, mas acaeció una cosa ma- pues nadie en amor me iguala.
ravillosa, que no salió más, antes molido
110 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

Gran contento dio su hermosa apos- amor que se [ajtreba a entrar por la puer-
tura y, llegándose a los cavalleros, los ta de mi encerramiento y despertaros.
aguardó y ellos se bienen para él y co- Y diziendo esto, sonó un trueno que
miencan con ellos el más estremado tor- fue de suerte que todos perdieron el
neo que visto se hubiese, y acordándose sentido, llenándose todo aquel espacio
de quién hera, tal golpe a don Clarandín de humo. A cavo de rato el humo se des-
da en una espinilla que sin sentido nin- hizo y quedó claro como de antes, y el
guno dio con él en el suelo y abrazán- cavallero junto al rey dormido sin yelmo
dose con el baliente Boraldo le sacó más y tendido junto a la reina, y el cuadro
de veinte pasos del sitio, y dando una cercado de fuego y una coluna junto al
buelta con él le hecho en el suelo. A este padrón con unas letras que dezían:
tiempo havía llevado muchos golpes y
malos y bolviendo sobre ellos los golpes El Cavallero de la Luna, hijo del emperador
de suerte que hera maravilla bellos; y Pandión y la emperatriz Alderina, estará conmigo
estando todos suspensos, biendo las al- preso hasta que aya doncella que en amor pase a la
tas cavallerías qu'el de lo Torquí hazía, a cruelda de Usada, iguale con la fe del Cavallero de
cavo de tres horas dio tres golpes, uno la Luna.
tras otro al Soldán que echando sangre
por la boca y narizes, le echó en el sue- Gran congoxa dio a todos ser el Prín-
lo, a tiempo que don Balterín le avía cipe de la Luna el Turquí y de su prisión,
dado un tan desaforado golpe que le mas quien lo sintió de beras fue la prin-
hizo dar de manos en el suelo, que eno- cessa, que se fue a su aposento y, co-
xado el de lo Turqtü comienza a golpea- mencando a llorar que ya por acostum-
lle de manera que lo traía fuera de sí, y brado oficio lo tenía, se acostó y estubo
acordándose de lo que con Boraldo le dos días en la cama, en los cuales nin-
abía acontecido, abrazándose con él, guna donzella hubo que la abentura pro-
aunque con arto trabajo, lo sacó fuera de vasse sino fue Floralva y Rosilaxa, que
todo el sitio hasta más de la mitad de la las demás no se atrevieron a entrar por
plaza, y allí le dexó sin sentido ninguno el fuego; mas las princesas fueron echa-
cabe el baliente Boraldo y, aunque les das fuera, maltratadas. [...]
hizieron remedios, no bolvieron, estan-
La princessa que en la cama estava
do sin herida ninguna. El cavallero entró
supo cómo las princesas Rosilaxa y Flo-
por la puerta sonando a esta hora los
ralva havían sido maltratadas, y también
gritos de Liscida mayores, y gran ruido.
le dijeron cómo nadie provava la aven-
Él subió por los escalones arriba y llegó
tura. Estava tal y acordándose cómo el
do el rey estava, y queriéndole llamar
de la Luna estava encantado y preso y
abrió los ojos el rey y le dixo alto, que
deciendo entre sí que
se pudo oír:
-¿Es posible, princesa Lunidea, que
-Gentil cavallero, ya por dos bezes puedas cufrir ante tus palacios ver al que
abéis acavado esta aventura; ya sabéis adoras y más que a ti amas de la suerte
que á de ser en compañía de doncella aquesta y no mueras por libertalle? ¡más
para acavalla del todo. peligros se puso él por ti!
Los príncipes que cerca estavan lo Y llena de amor y de congoxa de ber
oyeron. El sabidor Belisandro dixo que así a su querido príncipe, se lebanta y
así hera. pide los más ricos bestidos de su cámara,
-Y pésame que me hazéis compañía y acompañada de sus doncellas, a la pla-
hasta que aya donzella que tenga tanto za sale a tiempo que todos los empera-
EL CABALLERO DE LA LUNA 111

dores estavan en los miradores; y como vuestra grandeza el conocimiento mío y


sus padres la biesen, a grandes bozes le mi fee y el deseo de servir.
llamaron. Ella que determinadamente iba La princesa le dixo alzándole las ma-
a morir allí o librar al que tanto amava, nos:
por el fuego se mete y fue cosa marabi- -¡Glorioso príncipe, no más baste
llosa qu'el fuego se deshizo, sonando el ahora dad orden como bamos de aquí.
más estremado y suabe son que jamás se A esta hora, todos aquellos señores
bio. Y la princesa entró y subió por las estavan a la puerta del cuadro. El prínci-
gradas y llegando al Cavallero de la Luna, pe le dixo:
tirándole por el brazo, le recordó y, -Vuestra grandeca hable a este buen
como abierto los ojos se biese, le dixo: rey y recLiérdele.
-¡Ea, príncipe y señor, tan caro me á Helia se llegó a él y le dixo:
de costar vuestro amor que no á de fal- -Buen señor, sed servido de hazernos
tar día sin sobresalto! alegres con conozeros.
El príncipe hincando los inojos en Y tirando del brazo del rey, recordó y
tierra, le quiso besar las manos diziendo: dexó el llanto; sonando a esta hora un gran-
-Si la razón que como será de mi de y espantoso trueno, desapareció todo el
alma y de mi corazón vuestra grandeza edificio quedando la reina Liseida libre y el
tiene de hazerme merced, hubiera mere- rey Celindo y la reina su muger muerta,
cimiento en mí para helio, ¡bienaventu- puesta en un sepulcro, el cual a ojos de to-
rado fuera yo!, mas al fin no me negará dos desaparezió. ([ms. 2]: ff. llv-15r)

18 CIRONGILIO D E TRACIA
de Bernardo de Vargas
(1545)

por
Javier Roberto González

TESTIMONIO

[1] Sevilla, Jacome Cromberger, 1545 (17 de diciembre) [—»]

TEXTOS

1- Nacimiento de Cirongilio espantables que al traidor tirano de Ga-


radel pusieron muy notable temor, y

V e n i d o p u e s el tiempo del parto de


la reina Cirongilia, muy grandes
señales aparecieron, y tan temerosas y
grande esfuerco y esperanca a los que
por él estavan oprimidos; porque al ins-
tante que el niño nasció, aparesció en el

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1553. EDICIÓN: Javier Roberto González (ed.), Alcalá de He-
nares, Centro de Estudios Cervantinos, en prensa. ESTUDIO: Sarmati (1992). GUÍA DE LECTURA:
González (2000).
112 CABALLERÍAS CASTELLANOS
ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C

cielo una luminaria tan grande y tan cla- y profulgente vía del duodécimo zodía-
ra que a juizio de los que la miravan pa- co, encima del carro veloz flegóneo, em-
recía ocupar la décima parte del cielo; biando de su cuarta esfera a la circunfe-
tan radiante se mostrava, que con su rencia de la inmovible tierra mensajeros
gran claridad privava los rayos del res- muy ciertos de su venida, cuando el
plandeciente sol. Duró esto assí por es- buen Cavallero de la Sierpe y el infante
pacio de tres días sin se mover de un lu- don Alcis se levantaron y mandaron a
gar, y al fin de los tres días, viéndolo sus escuderos que los cavallos y palafre-
todos los que en ello miravan, vissible- nes buscassen. (II, cap. 11, f. lxxvii').
mente desapareció. Y allende de lo ya
dicho, en la misma persona del infante
quiso Nuestro Señor Dios mostrar sus se- 3. Oscura profecía de la maga
ñales y grandes maravillas, poniendo y Palingea
esculpiendo en el su braco derecho diez
letras bermejas a manera de fuego, las "Duen cavallero don Cirongilio, su-
cuales, puesto que muchos se juntaron, "~ _L3 plícoos, si de lo que demandáis
no ovo persona alguna en toda aquella no os diere tan cumplida cuenta como
región que las supiesse ni acertasse a dessea vuestro corazón, me perdonéis y
leer ni entendiesse ni penetrasse su sig- no pongáis culpa a la voluntad qtie ten-
nificación, cosa dina de grande espanto go de serviros; pues que la del soberano
y admiración. (I, cap. 4, ff. ivv-v). Dios la desvía y aparta del camino que
elegir querría, porque su providencia in-
violable en cosa no sea ofendida y es-
2. Amaneceres torvada, antes la orden de los hados e
dispensación proceda al fin determinado
por naturaleza. Pero con todo os quiero
A p e n a s el hijo de Latona, aviendo
girado e ¡Ilustrado la antípoda re-
gión, ahuyentados los bicolóreos crines
dezir que las razones del gigante son
verdaderas e ciertas, y teniéndolas por
de la tripartita e triforme aurora, con ros- tales en ninguna d'ellas devéis dubdar; y
tro sereno y prefulgente, dexada y des- porque en todo no me tengáis por des-
amparada su fúlgida y áurea cuna, su- conoscida, agora que tengo lugar os
biendo en su ignífero e cuadriecual carro, quiero dezir algunas cosas que por vos
visitava a la dorada Queroneso, alegre passarán, para que con discreción pro-
con su visita cotidiana, e ya estendía sus veáis vuestros sentidos de sufrimiento,
rubicundos bracos, comunicando sus ge- porque no desmayen y sean vencidos en
nerativos accidentes con los habitadores la Batalla de la Fortuna que se ofrecerá.
del elemental orbe, centro del firmamen- Y son que sonará tanto la boz de la man-
to universal, cuando el cavallero Rodilar, sa cervatica que verná a los oídos del en-
despedido del del Águila muy consolado cerrado osso, el cual, encendido en amor
de lo que por él le avía sido prometido, d'ella, procurará por todas vías de la aver
se partió a su castillo, donde Rocadel su a su voluntad. Será sabido por el blanco
padre estava. (I, cap. 23, f. xxxiiif"). cisne, y encendido en grave saña teñirá
sus uñas agudas con agua salada y en-
cerrará en su engañoso vientre las dos
Con dificultad aquel rubicundo padre
partes más amigas, en el ayuntamiento
del indoto mancebo Faetón, descubrién-
de las cuales se engendrarán los enemi-
dose por el trópico septentrional del gos. Hará el uno y el otro llamamiento
baxo emisperio, vino para abrir la áurea
CIRONGILIO DE TRACIA 113

oeneral, y será entre ellos grave contien- tuviera bien que comprehender su tabla.
da; la mar se tornará sangre, y el aire lle- Era por la cintura tan gruesso que tres
no de bozes, y dará vencimiento la con- hombres juntos no le abracaran. La gran-
cordia. Quedará el posseedor con la deza y altura d'él no se dize, porque para
presa, y el hurto será loado por todo el colegirla, a mi ver, basta lo dicho. (I, cap.
mundo. Y de lo que digo ninguna cosa 35, lv").
faltará, -dixo la infanta-, que todo acae-
cerá antes que cosa sepas de tu genera-
ción, de lo cual no diré más hasta que 5. Cirongilio declara su a m o r a
sea tiempo. (I, cap. 18, xxviii'). la infanta Regia

u c h o s ó y o , señora, maravilla-
4. Descripción del gigante Par-
pasodo Piro
M do que aya poder en vos para
herir, y no conocimiento para sentir la
llaga que dais. Inhumanidad es estraña
u a n d o el cavallero le vio al punto herir el cuerpo, pero mayor es matar el
C se le representó en la memoria
aquel esquivo jayán que en el lago teme-
coracón; cruel cosa quitar la vida, y más
sin comparación perpetuar la muerte; el
roso venció, y gran pavor recibió viendo dolor que atormenta la salud es tolera-
su dessemejada grandeza y despropor- ble, pero el que maltrata el sentimiento
cionadas faiciones; las cuales eran en la es riguroso; la pena que publica la len-
manera que aquí se representarán, sin sa- gua consuelo es, pero la que el coracón
lir un punto de la verdad, antes quitando no comprehende passión; gran bien es
mucha parte, porque no sea causa de in- cuando de la herida se espera remedio,
credulidad ni sea tenido por fábula. Tenía pero, cuando ninguno ay, es perdición.
la cabeca tan grande que de un ojo a otro Dolor es el mío, y no le siento; mayor
avía un palmo de distancia, y de la fren- que ninguno, y no me lastima. ¡O, qué
te a la barva más que una vara de medir; gran contrariedad! Por mi vida, mi buena
y los ojos parecían en su rostro en la for- señora, ¿no os parece que es fábula, no
ma y aspecto que suele tener el sol lo tenéis por cosa de burla? ¡Ay de mí, ay
cuando sube en el solesticio de Capricor- de mí! ¿Por qué miré? Miré, señora, vues-
nio, y con el enojo que traía derramava tra hermosura y vencióme; vencióme
por ellos centellas de fuego, bien de la porque no tuve poder de resistirle; resis-
manera que resulta en el tocamiento y tirle pude, mas no quise; quise olvidarla,
calíbico congresso en la cilicina piedra mas la pena me combidó; combidó su
herida. Diferían sus narizes muy poco de gloria a mi sentimiento; sentimiento hizo
las de su cavallo, el humo de las cuales, mi coracón; mi coracón fue preso en pri-
que acompañava las oculares centellas, sión voluntaria; voluntaria, que su fuerca
representavan en su luciferina cara el no tiene igual; igual es sin duda el amor
éthnico y encendido fornace que nos fue que os tengo, e mi dolor. ¿Pero qué digo,
insinado por los antiguos. Remedava su cuitado? ¿Qué dolor, qué pena es la mía?
boca a la del Can Cervero, de cuyo co- Ninguna, pues la immensidad de su glo-
nocimiento hizo crueles experimentados ria crece, y por parte de averia vos cau-
los latinos. Tenía de la cabeca a los om- sado es trascendente. Perdonadme, se-
bros tan poco espacio que señal ninguna ñora mía, que bien sé que os ofendo,
de cuello en él se juzgava. El braco tenía bien sé que no soy digno de jactarme en
tan gruesso por la muñeca que una tercia ser castigado por vuestra mano; pero ya
114 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS

ni puede ser mi pena mayor ni podéis creta como a mi honra y a tu salud conviene (II,
crecer mi tormentosi no infundís en mi cap. 31, f. xcviii v ).
pecho un nuevo coracón que sienta lo
que el mío, que siempre tuve sino ago-
ra, sentir no puede, mortificado con los 7. La alegórica Casa del Amor
tormentos rigurosos que a mí, que soy
d'ellos indigno, hazen merecedor. Bien
veo que mis atrevidas razones ensañarán
vuestra humanidad, mas guía mi lengua
P u e s a n t e s q u e entréis, -dixeron
ellos-, queremos dezir lo que
avéis visto hasta aora qué sea, porque el
el desseo del descanso que me cobdicia, oficio nuestro no es otro. Que sabed que
y estorva a la voluntad y razón que no el cavallero que topastes adormido en
hagan su acostumbrado oficio. (II, cap. medio la carrera era el pensamiento, que
18, lxxxiii'-lxxxiiii'). jamás dexa de enlevarse y adormirse con
diferentes cogitaciones. Los golpes que
le distes con el cuento de la lanca no
6. Carta d e la infanta Regia a fueron sino provocaciones para que se
don Cirongilio imprimiesse en vos, como acaesció. La
senda honda e angosta por donde en-
trastes sin sentirlo es la profundidad del
F atigada con tus continuas querellas, buen
cavallero don Cirongilio, he acordado de ha-
%er lo que por tu carta pides, no tanto con desseo de
exercicio de los amores, en que los hom-
bres se meten sin saber cómo ni en qué
remediar tu pena cotno de escusar tu muerte, y no manera, en tiempo que más apartados
por lo que a ti toca sino por el pesar que el empe- son de se meter en él. Los floridos árbo-
rador mi padre d'ella avría, y toda su corte. Assí les, los dulces desseos de alcancar tras lo
que, pues desseas hablarme, yo soy d'ello contenta, que andan; los secos o sin fructo, los te-
porque la onestidad de la muger hallo no estar tan- mores del pensar. Los golpes que de rato
to en el mostrar disfavores como en la voluntad que en rato os recordavan son los desvíos
queda dentro en su pecho; de donde viene que mu- que el pensamiento da de alegrarse con
chas ve\es fingiendo apartar el mal lo desseamos, y sabores y desesperar con el contrario, y
•mostrando querer el bien lo aborrecemos, porque no es favor que bien cumplió su palabra, si
es lo que menoscaba la honra el aparejo de ser ma- os acordáis. El prado florido e oloroso es
las sino el disponer la voluntad a serlo. Pero porque la delectación de los dulces amores. La
no solamente devemos ser las mugeres buenas, mas boz que oístes, la razón, que mueve a re-
no dar aun muestras o señas ningunas por donde se verencia a los amadores, sometiéndolos
pueda juagar que no lo somos, he acordado que tu al querer y servicio de sus señores. Esta
venida sea esta noche que viene por la huerta de mi grande casa que vistes es donde el Amor
aposento, muy encubierta y secretamente, a las dos tiene su morada; es hecha como pirámi-
oras, que es tiempo cuando menos podrás ser senti- de a manera de llama de fuego, porque
do. L a puerta te será abierta por la infanta Iberia, el Amor assí hiere los coracones como
y allí, en su presencia, tú a la parte de la huerta e rayo ardiente y encendido y los abrasa
yo detrás de una pequeña rexa que a la huerta sale, con la llama de gran afición. Está sobre
me podrás de^iry declarar todo lo que tu voluntad [cinco cabecas de] escorpiones porque la
fuere muy por estenso. Y esto no lo rescibas por fa- naturaleza suya es tener adormida todo
vor ni pienses que por ti lo hago, como antes dixe, el verano la poncoña y el invierno vivifi-
sino porque la infanta hería, proveyendo a tu re- carla, e assí unas vezes aduerme y des-
medio y a mi honestidad, me forfó y atraxo a fa- cuida en el verano de gozar de lo que
cerlo. Y ha\ de manera que tu venida sea tan se- dessea en el invierno de la mayor de la
C I R O N G I L I O DE TRACIA 115

carestía de favores. La primera cabeca es aquí os hazemos libre la entrada e con-


verde, que denota el esperar, que es sentimos en lo que voluntad no puede
continuo de los amadores perfectos; la sino obedecer, como aquella que siem-
segunda, negra, denota el triste cuidado pre es governada no por el poder suyo y
de los que ésta pierden; la tercera, colo- según su arbitrio, sino conforme al efec-
rada, denota el alegría y consolación que to de su mesmo ser, la possessión del
a los que d'ella se adornan acarrea; la cual dio a quien de libre lo hizo captivo.
cuarta, amarilla, la poca libertad que los E dicho esto el cavallero entró en la
amadores tienen; la quinta, parda, el tra- sala, que muy grande y hermosa era, y al
bajo que se passa durante el tiempo de un cabo d'ella vio, encima de un alto tro-
tan áspera passión. La escala que sube no, un hermoso niño desnudo, la cabe-
hasta la puerta, la fe con que se deve ve- ca descubierta, puesta una venda de en-
nir al tal enxercicio, porque si ésta falta tre los ojos, y en la mano derecha un
ninguno ninguna cosa podría hazer ni arco duro y en la izquierda una saeta
ninguno subiría sin ella a la cumbre de que parescía de fuego; y a su lado una
su desseo. Los escalones son siete, no- dama, la más linda y fermosa que jamás
tando que assí como el tal número es so- vio, la cual tenía en la mano derecha
bre todos más perfecto y noble, assí la fe unas flores, y en la izquierda un pece de
deve ser en sí perfecta y excelente. Es de la mar. Y assí como en la sala entró, el
oro la escala porque assí como el oro es niño que el arco tenía aleado, la flecha
metal que no sufre mixtura ni corrompi- que la ponía en el arco para le tirar al ca-
miento, ni puede ser en manera alguna vallero; mas él, conociendo que aquél
falsado y cubierto, assí la fe no deve ser era el Amor, no mostrando turbación al-
fingida ni corrompida ni mesclada con el guna, le dixo:
suzio e vil metal de difidencia y flaqueza -Si lo hazes por me tentar, vana cosa
de firme voluntad. Aquel descender que es tomar muchas esperiencias de lo que
os parescía al tiempo del subir por ella ya otra vez se ha tomado; si lo hazes por
es la humildad que deve tener todo ama- crecerme la passión con el dolor de tu
dor, estimándose siempre indigno de nueva ferida, te hago saber que no lo
aver favor de aquella a quien sube. El avrá tal que iguale con gran parte al que
portero que la puerta guarda es la fortu- yo padesco; si lo hazes porque conosca
na, que guarda siempre la puerta del tu poder, tenlo por demasiado, que no
amar, haziéndose primero que otro com- me lo darás a entender tanto cuanto me
pañera y encontradiza de aquellos que sobra razón de tenerlo por inmenso.
entran en su casa, o siéndoles favorable
en el suceso de sus amores, o contraria, E dicho esto, el niño dixo, sonrién-
lo cual mejor veréis por las razones que dose, contra él:
d'él oístes. La cámara que aquí veis es re- -¡O, buen cavallero! No pienses que
donda en el pavimento y cumbre, y en un ánimo es menester para acabar las
e! solano llana, porque, assí como toda grandes aventuras que para sufrir mis
llanura tiene principio e assí como todo poderosos golpes. ¿Y piensas que has
cuerpo redondo caresce de fin, assí el passado tanto cuanto aún te queda por
Amor no lo tiene, porque siempre crece passar? Y porque más claramente lo veas
con augmento perpetuo. Nosotros so- te quiero mostrar algunos secretos de mi
mos el consentimiento y la voluntad, que casa, como a persona que siempre en-
la entrada d'él defendemos, salvo si no tiende y se emplea en mi servicio; y haz
precede lo que os avernos demandado. acatamiento a esta dueña primero, que
Y pues assí es, entra dentro, que desde sábete que es mi madre, y tiene igual po-
der que yo para te hazer alegre.
116 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

Y llegándose, el cavallero le hizo todo y una hermosa señora que parescía en su


acatamiento; y preguntado a Cupido qué abito muger biuda, la cual con gran plazer
significavan aquellas flores y pece que en le echava los bracos encima y le besava con
las manos tenía, él le respondió que davan gran amor. E muy turbado d'esto, el cava-
a entender no tener menos señorío en las llero, viendo ser él el cavallero del lecho y
criaturas de la tierra que en los peces de la juzgando por estraña a la fermosa dueña,
mar. Y tomándole de la mano lo subió en turbado en gran manera dixo:
la cámara de su secreto, la cual estava to- -Nunca Dios quiera que yo a la infanta
das las paredes d'ella, que de transparen- mi señora haga traición ni dexe de la servir
tes piedras era, esculpida y esmaltada de por afición que a otra alguna tenga, y mu-
¡numerables figuras de hombres y muge- cho soy maravillado de lo que aquí veo.
res de alta guisa, y otros de no tanta, y Bien entendió Cupido por qué lo de-
otros con cadenas en las manos y prisio- zía el cavallero, y por esso le dixo:
nes; donde vio todos los passados amado- -No podéis vos en esse caso hablar
res, y escritos los nombres de cada uno so- cosa que yo no lo sepa mejor, pero sa-
bre su cabeca, puestos por orden unos bed que por amor que a la infanta vues-
empós de otros, y esculpidos al natural de tra señora tengáis no os dexará de ave-
como fueron. E las damas tenían las hazes nir todo lo que aquí vierdes.
contra sus amadores, e primeramente vio a -Bien lo creo -dixo él-, pero yo antes
Hércules entre Deyanira e Iole, assí que me daría la muerte que hazer cosa que
parescía ser de las dos recuestado; a Jasón fuesse en su desservicio.
con Medea, a Teseo entre las dos herma- Y luego vio una flota que iva nave-
nas Diana y Fedra, a Macareo y Canace, a gando por la mar, e vio cómo otra que por
Aquiles y Policena, a Pirro y Andrómaca, otra parte venía peleava con ella y la ven-
París y Elena. E vio, de los no tan antiguos, cía; e vio otras grandes batallas de gente
a Amadís y Oriana, y a Esplandián con Flo- que unas contra otras peleavan, y todo
rimena, y Amadís de Grecia entre Lúcela y sobre una muger que avían tomado de la
Niquea, y a Palmerín de Oliva con la em- flota vencida los vencedores. Grande fue
peratriz Polinarda, y don Duardos y la in- la admiración que el cavallero ovo de ver
fanta Flérida, a Primaleón e a Gridonia. estas cosas, e quisiera saber la sinificación
Después de los cuales vido a sí e a la in- de todo ello, pero no pudo; antes, cerran-
fanta Regia, y a las espaldas d'ella vio otro do el arca, Cupido, como de primero, le
cavallero no conoscido, el nombre del cual dixo que perdiesse cuidado de todo aque-
jamás pudo saber, el cual parescía mos- llo, que tiempo vernía que avría de passar,
trarse ser de la infanta su señora, pero hol- y que pues avía gozado de lo que hombre
góse en no le ver favorescido. [...] no avía gozado, que a la ora se apartasse
Y luego [Cupido] lo metió en otra cá- de aquel lugar, que Casa del Amor se 11a-
mara donde muchas arcas y grandes avía, y mava. (III, cap. 19, ff. cxxxv"', cxxxvf)-
no curando de las otras abrió la una d'ellas,
que a maravilla le paresció hermosa, donde
vido grandes ingenios de muy delicado me- 8. El duque de Mantua propone
tal y hechas muchas figuras, entre las cuales socorrer a los enemigos romanos
vio a un lado o rincón de la cámara un le- contra los turcos
cho pequeño hecho de materia no conosci-
da, en él acostado un cavallero, y tenía un
braco de fuera de la cama desnudo, y en él
la señal de su mesmo braco, que era diez
A vosotros, nobles reyes, que sois
lumbreras y resplandecientes soles
de la fe, pertenece disponer vuestras vo-
letras coloradas que denotavan su nombre, luntades en dar el fabor vuestro para una
CIRONGILIO DE TRACIA 117

tan sancta empresa, considerando que este mente que de una parte y otra fueron a
maldito Turco, no contento con lo que sus hondo más de cien galeras, y fue el ruido
antepasados han hecho en el Asia, se dis- de aquel ayuntamiento tan grande cual se
pone a hazer en el vuestro por lo semejan- deve juzgar la caída de la infernal piedra de
te. Mira cómo acomete vuestro revaño, Ixión por los lítanos lapídeos y tenebrosos
quiere dissipar las ovejas del cristiano pue- montes, o como la caída del río Nilo en el
blo y destruirlas con su sobervia; y por cier- lugar de la Cata o Lupa, donde los mora-
to que tengo por averiguado, si ende no se dores de la provincia, por la frecuentante
endereca vuestro acorro, todo el romano precipitación del agua, tienen perdido el
pueblo será oy preso, con el descuido sentido del oír. Ya que las dos armadas fue-
grande que tiene de la venida de tan gran ron tan poderosamente mezcladas entre sí,
tirano, y tras él todo el occidental revaño. cosa era maravillosa de ver, que la multitud
Miradlo pues, nobles y grandes señores, y de las flechas de los aireos, encontrándose
proveeldo aora que tenéis tiempo; aora ha en los medios aires con las misivas ispícu-
de ser atajado este nefandíssimo príncipe y las de los escorpiones de los romanos ja-
su furor, pues pospuesto todo temor y ver- culadores, impedían a la divina claridad,
güenza osa amenazar al pueblo y religión dando lugar a la noturna tiniebra; tanto que
cristiana con tanta procacidad. ¿Pero para a muchos era salud y principal remedio de
qué son tantas razones, si mejor lo sientes la vida, para defenderlos de la a él endere-
que lo digo? No lo hagáis por lo que [el em- zada flecha, el jáculo embiado por él en
perador romano] meresce, sino por lo que, no-contrario, causándose de la colusión suya
bles señores, devéis. (IV, cap. 33, f. cciv). aquella aparencia y parescer de los lucha-
dores gallos, que moviendo contra sí el
pico del uno defiende que el del otro no le
9. Batalla naval entre turcos y hiera, quedando ambos de los mesmos pi-
cos asidos y colgados en el aire, e bien de
romanos
la manera que los topadores y mansos car-
neros, sacudiendo sus golpes y resabién-
P ues ya q u e la una flota y la otra fue
puesta a guisa de pelear, dada la se- dolos en las armas con que dessean herir-
ñal y mandado por los capitanes d'ellas, se, escusan que la cabeca suya alguno
juntáronse con grande furia tan poderosa- rescebir no pueda. (IV, cap. 32, f. cci').

19. CLARIÁN DE LANDANÍS (primera parte)


de Gabriel Velázquez de Castillo
(1518)

por
Javier Guijarro Ceballos

TESTIMONIOS

[1] Toledo, Juan de Villaquirán, 1518 [-»]


BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1561. EDICIÓN: Gunnar Anderson (ed.), Newark, Delaware,
Juan de la Cuesta, 1995. ESTUDIOS: Roubaud (1992-1993) y Guijarro Ceballos (1997). GUÍA DE LEC-
TURA: González Gonzalo (1998).
118 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

[2] Sevilla, Jacobo y Juan Cromberger, 1527 (15 de febrero)


[31 Lisboa, 1528
[4] Medina del Campo, Pedro de Castro (a costa de Juan Tomás Fabario Milanés),
1542

TEXTOS

1. ¿Un destinatario omnipresen-


l emperador, como noble príncipe
te? Charles de Lannoy
E e cobdicioso de dexar de sí e de
los cavalleros de su corte perpetua me-
P u e s ésta es obra de cavallería, ¿a
quién puede ser assí justa y devida-
mente enderezada como a vos, illustre y
moria que, según quien él y ellos fueron,
bien podría ser dechado y espejo por
muy magnífico señor Charles de Mingoval, donde los otros príncipes e cavalleros
mussiur de Sanzela, etc?, que tan grande- guiasen su bivir, mandó llamar a Vadula-
mente en la facultad que en los tiempos de to de Bondirmague, obispo de Corvera,
agora es dada d'ella avéis usado e usáis, su coronista, que era hombre de buena
siendo cierto que, si en el presente tiempo vida e de mucho crédito, a quien él man-
que posseemos fuesse ávida por costum- dara poner por escripto estensamente las
bre loable la manera que los excelentes grandes fiestas que en su corte se hizie-
varones antiguos solían acostumbrar en el ran, por cuanto fueron cosas para que-
exercicio de las armas, no siendo puesto dar en memoria. Estando los reyes e los
más impedimiento a las voluntades que a más de los príncipes, altos hombres e
ellos se lee que les era, con el que más cavalleros en el palacio, el emperador
digno e merescedor de loor d'ellos fue se- les habló d'esta guisa:
ría vuestra señoría igualado, dando muy -Buenos amigos, gran falta sería de
claro testimonio de ser assí esto la gran aquellos en cuyo tiempo notables e ha-
gracia, desemboltura, ligereza y denuedo zañosos hechos acaescen que por es-
que vuestra señoría en el exercicio de las cripto no los dexassen, porque aunque
armas tiene, lo cual mostráis e avéis mos- sus vidas mueran queden bivas sus fa-
trado bien abierta e conoscidamente en los mas e, los que después d'ellos vinieren,
torneos, justas, passos e otras cosas en que con derecha razón les puedan dar gran-
os avéis hallado, en todo lo cual os traéis des loores. E porque en mi corte es
e avéis ávido con tanta gracia y ventaja so- mantenida la orden de cavallería muy
bre otros que da causa a que de los estra- altamente por los buenos e famosos ca-
tos de vuestra nación seáis loado y se os valleros que en ella ay, yo he tenido por
dé renombre. Pues las burlas cessando, bien que, dexado aparte mis crónicas,
vuestra persona se ha mostrado tan vale- todas las cosas de cavallería que en ella
rosa en las batallas, reencuentros e otras se hizieren e las aventuras que por los
cosas que se os an offrescido que abierta- cavalleros d'ella passaren que dignas de
mente hazéis verdadero lo que arriba ten- memoria sean, se pongan por escripto
go dicho, (prólogo). porque, viniendo a noticia de nuestros
sucessores, les pongan cobdicia de su-
bir a otras tan grandes hazañas o por
2. Hipotextos historiográflcos ventura mayores. E porque no nos pue-
de la ficción clarlanesca dan increpar de avernos alargado y es-
CLARIÁN DE LANDANÍS ( i ) 119

tendido a más de nuestros hechos, ten- bros Espejo de cavalkrías llamados; por
go por bien que en mi corte aya tal cos- consiguiente, todas las más de las cosas
tumbre de aquí adelante que, partiendo que aquí se cuentan no se hallan allá. E
algún buen cavallero d'ella, cuando porque en aquel tiempo acostumbravan
buelva sea tenido de jurar todas aque- escrevir en latín, llaman a este libro en
llas aventuras que a cavallería toquen Alemania Gloriosa Jacta magni imperatoris,
por que aya passado, sin quitar ni po- mas después todos estos libros fueron
ner cosa alguna por bien ni por mal que sacados de latín en vulgar alemán por
le aya avenido, porque esto será causa Demón de Nuremberga, que fue un
que, muchos que por no se alabar de- gran dotor, por mandado del empera-
xarían de dezir algo, de premia dirán la dor Felipe, visnieto d'este emperador
verdad. E assí mismo quiero e vos rue- Vasperaldo. (ff. 66r-v).
go que algunos de vosotros jurando di-
gáis lo cierto de las cosas que hasta
aquí por vos an passado que se. os acor- 3. La "traslatio imperii" en u n
daren, porque también d'ellas quede libro de caballerías "carolino"
memoria.
a n t e d ó n , a n t e s que del reino de
Todos cuantos en palacio eran tu-
vieron por bien lo que el emperador di- L Nuruega saliesse, fizo muchas e
xera, el cual mandó e rogó a don Cia- grandes cavallerías, de las cuales aquí no
rían que él fuesse el primero que se haze mención. E después passó en
jurasse. Como quiera que a él no plu- Alemana, e fuesse derechamente a la
guiesse de dezir cosa alguna que ovie- corte del emperador Macelao, el cual es-
sse hecho, óvolo de hazer. El juramen- tava en la ciudad de Colonia, que en
to tomavan el obispo de Colonia y el aquel tiempo era una de las buenas del
obispo de Maguncia e Vadulato, obispo mundo e agora es muy principal ciudad
de Corvera. E allí juró don Clarián, e en la provincia de Franconia. En ella es-
después en secreto dixo todas aquellas tán sepultados los tres Reyes Magos e
aventuras que se le acordaron por él Santa Úrsula, con la mayor parte de las
aver passado desque fuera caballero. E onze mil vírgines e otros muchos cuer-
como quiera que de sus amores no pos sanctos. Es ciudad de grandes edifi-
dixo cosa, ya vino tiempo que Vadula- cios y está assentada sobre la ribera del
to lo supo. [...] Assí mesmo juraron Rin. Pues Lantedón a ella llegado, fue
otros muchos buenos cavalleros, e fue muy bien recebido, ansí del emperador
puesto por escripto todo aquello que como de la emperatriz e del príncipe
más digno paresció de memoria, donde Vasperaldo, e de todos los altos hombres
se hizieron ocho libros de gran volu- que en la corte avía. Esta era en aquella
men, a los cuales en Alemania en latín hora una de las mayores e mejores cor-
llaman Speculum militiae, que en romance tes que entre todos los príncipes cristia-
castellano quiere dezir Espejo de cavalle- nos fallarse podía, y en mayor alteza fue
rías. E Vadulato de Bondirmague, sacan- puesta cuando Vasperaldo, fijo del em-
do d'estos libros aquellos hechos de perador Macelao, subcedió en el Imperio
don Clarián que más le agradaron e en tiempo que en ella estuvo aquel tan
otros algunos de otros buenos cavalle- estremado e bienandante cavallero,
ros, copiló esta historia, que tiene tres como adelante se dirá.
libros. Assí que muchas cosas que aquí
Mas por cuanto, filustre señor, a esta
se dexan de dezir, se hallarán en los li-
historia podrían contradezir otros algu-
120 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

nos libros, especialmente aquellos que no dexó el título que avía tomado; an-
hazen memoria de la genealogía de los tes, usava d'él triunfante e poderosa-
emperadores, comentando desde Julio mente. Aderezando el emperador Justi-
César, primero emperador, hasta todos niano su armada para le fazer guerra,
los otros que después subcedieron, adoleció de enfermedad que murió. Go-
como es no hazer memoria de que en liano quedó pacífico, aunque no bivio
este tiempo oviesse emperadores en mucho tiempo. Después d'esto, Justinia-
Alemana, pues a largos tiempos des- no Segundo, que a Justiniano en el Im-
pués d'esto la Iglesia traspassó el Impe- perio subcedió, también tuvo diferen-
rio de los franceses en los alemanes cias sobre esta causa con Macelao, fijo
quitándolo de la stirpe Carolina que lo de Goliano. E algunas vezes ayuntaron
posseía. E porque a cualquiera le sería sus gentes el uno contra el otro, mas no
menester trastornar muchos libros para ovieron rompimiento de guerra porque
quedar bien satisfecho d'esta duda, lo Justiniano, Emperador de Grecia, tuvo
que Badulato e Faderico de Maguncia, siempre gran contienda con los lombar-
obispos, en la Tercera Parte d'esta historia dos e Macelao, Emperador de Alemana,
escriven, yo lo porné en esta Primera, estava muy poderoso e muy amado de
pues es conviniente lugar, contándolo sus subditos porque era muy noble
assí como ellos lo dizen. Para lo cual, príncipe -e no menos lo fue su padre.
primeramente conviene que vuestra se- Muerto Justiniano, subcedió después
ñoría filustre sepa que en este tiempo la d'él Tiberio Segundo, que fue muy pia-
Iglesia no se empachava del Imperio ni doso e cristianísimo príncipe. E como el
avía eletores, como agora los ay, ni los emperador Macelao supiesse que este
ovo dende a grandes tiempos después. emperador Tiberio tenía muy cruel gue-
E los emperadores tenían su silla del rra con el grande Rey de Persia e que
Imperio en Constantinopla después que tenían aplazada batalla, embió muy
aquel glorioso emperador Constantino gran cavallería en su ayuda. En aquella
Magno traspassó su silla imperial en batalla fue el emperador Tiberio vence-
Constantinopla, dexando a Roma con dor e prendió e mató muchos de los
toda Italia e otras provincias al bien- persianos. E por esta buena obra e gran
aventurado papa San Silvestre. E Golia- ayuda que del emperador Macelao res-
no, padre que era de Macelao, Rey que cibió, hizo paz muy firme y entera con
era de Franconia e Lotoringia, duque de él, e de dos hijas que tenía, que a la ma-
Austria e Mecina e señor de otras pro- yor llamavan Constancia e a la otra Al-
vincias, sintiéndose muy poderoso, con tibea, dio la una d'ellas por muger a
acuerdo e consentimiento de muchos Vasperaldo, fijo del emperador Macelao.
príncipes e altos hombres sus subditos Esta fue Altibea, que fue muy hermosa
e amigos, titulóse de Emperador de e cumplida de buenas maneras. Con
Alemana, assí como en nuestra España esto, los dos emperadores Tiberio e
otros algunos reyes de Castilla fizieron. Macelao fueron muy amigos dende ade-
E después que ovo tomado la corona, lante. E assí, muy generoso señor, como
muchos que de ante le eran contrarios aquí se ha dicho, cuenta la Tercera parte
vinieron a su obediencia. E comoquiera d'esta historia. que en este tiempo ovo
que Justiniano, primero d'este nombre, emperadores en Alemana e que en esta
que entonce imperaba en Grecia, le guisa subcedieron algunos después
embiasse a dezir e a requerir que no se d'este Macelao -de quien agora se fabla-
llamasse emperador, por esso Goliano fasta que Eraldo, fijo de Phelippo -que
CLARIÁN DE LANDANÍS (i) 121

fue el sexto después del emperador Ma- meramente, que los fierros de las lan-
celao-, que había de ser coronado por gas no fuessen assí agudos que mucho
emperador e por ser de pequeña hedad daño pudiessen hazer. Assí mesmo, que
no bastante a governar y regir tan gran las espadas no llevassen assí afiladas
señorío, se rebolvieron tan grandes gue- como para las batallas solían hazer, que
rras en las Alemanas que él fue desobe- no se firiessen de punta de espada ni
decido e perdió el título de emperador en los cavallos. E que el cavallero que
con gran parte de su señorío. E passó langa tuviesse, no encontrasse al que
assí gran tiempo que en sus decendien- no la tenía (esto, después de passada la
tes no ovo emperador fasta que vino furia del primer romper). E quien a ca-
Otón, fijo de Enrique, Duque de Xaxo- vallo estuviesse, no acometiesse al de
nia, el cual Otón fue muy noble e glo- pie; que dos cavallos juntos no firiessen
rioso emperador y ensalcó mucho la a uno, si no fuesse no podiendo más
sancta fe católica. Decendió ligítima- hazer en alguna prisa. E que a quien el
mente de los emperadores aquí dichos yelmo fuesse derribado de la cabeca,
que en Alemana imperaron. Ovo el Im- ninguno le firiesse. E si dos cavalleros
perio después que la Iglesia le traspas- a pie batalla hiziessen, ninguno se me-
só de los franceses en los alemanes. E tiesse a los ayudar si alguna furia de
porque esto no haze a este cuento, no cavalleros de cavalleros no los despar-
se dirá aquí más d'ello. E lo que se ha tiesse. E que tuviessen tal concierto
fablado ha sido por evitar la dubda ya después de una vegada juntados que
dicha, (ff. llr-v).
diessen lugar a que se levantassen los
que cayessen porque no peligrasse la
gente. Leídas las condiciones, el Rey de
4. La codificación del t o r n e o Panonia mandó a Genadís que se sa-
liesse fuera con los que con él avían ve-

D o n Clarián, que en mayor cuida-


do era puesto por ser a él enco-
mendado un cargo tan honroso, donde
nido hasta aver la respuesta. Fincando
solos él e los altos hombres, allí ovo
muy diversos pareceres, porque algu-
antes rescebir la muerte que los de su nos dezían que era bien, que assí se
parte ganasse la honra querría, proveía acostumbrava tornear en otras tierras;
en todas las cosas con gran seso e dis- los más d'ellos dezían que assí no que-
creción. Embió a Genadís de Suecia rían tornear, sino a todo trance, e hazer
acompañado de diez cavalleros con las al emperador cobrar tal mengua que
condiciones con que en Alemania tor- para siempre se le acordasse. Como el
neavan para que las diesse al Rey de Rey de Panonia su intención conosció,
Panonia e a los otros príncipes estran- díxoles:
geros que las viessen, e si de aquella
guisa les pluguiesse tornear; si no, que -Señores, a mí paresce que devemos
fuesse como a ellos mejor paresciesse. tornear como ellos, assí por no les quitar
Como Genadís en la tienda del Rey de su antigua costumbre como porque á de
Panonia fue, donde muchos de los aver diferencia de los torneos que se ha-
principales de los estrangeros con él zen por plazer a las batallas que son cru-
estavan, dixo al rey lo que don Clarián da contienda. E pues' ésta es fiesta, no
le mandara dezir e diole las condicio- parezca que sin causa nos la hazemos
nes que las mandasse leer. El rey las guerra, que por esto no dexaremos de
fizo leer ante todos, y eran éstas: pri- ganar honra, (ff. 39v-40r).
122 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

20. CLARIÁN DE LANDANÍS (primera parte: libro n)


de Alvaro de Castro
(1522)

por
Javier Guijarro Ceballos

TESTIMONIOS

[1] Toledo, Juan de Villaquirán, 1522 (5 de noviembre) [-*]


[2] Sevilla, Juan Cromberger, 1535

TEXTOS

1. ¿Alvaro de Castro, lector de lid e a Toledo, e a otras muchas partes,


"La Celestina" de Rojas? para que la concluyessen e nunca se ha-
lló quien en lo tal se pusiesse. (prólogo).

C o m i e n c a el prohemio dirigido al
muy illustre señor don Alvar Pérez
de Guzmán, conde de Orgaz, alguazil 2. Alvaro de Castro, un físico en
mayor de Sevilla, señor de las villas de lides caballerescas
Santa Olalla y Polvoranca, etc, fecho por
maestre Alvaro, físico suyo. Una de las
loables condiciones, muy magnífico se-
ñor, que los generosos e grandes señores
A esta s a z ó n que esto se repartía es-
tava allí presente un cavallero de
aquéllos que cativos avían traído, el cual
pueden tener es el mandar a sus subdi- dixo:
tos a cada cual en el oficio que sabe que -Una pieca está allí desechada que no
le puede bien servir en él; e con esto, el la diera el Rey de Persia por todo cuan-
que sirve huelga en usar su oficio y el to tesoro aquí junto está.
que recibe el servicio se satisfaze cre- -¿E cuál es éssa?-, dixo don Galián.
yendo que está muy bien servido del tal El prisionero se llegó a donde el
servidor. Y engañado en mí vuestra se- montón del tesoro estava e sacó debaxo
ñoría y teniéndome en más reputación de otras muchas piecas una copa de oro,
de lo que yo debo ser tenido, me man- al parecer no de muy gran valor. E dixo:
dó que una obra que ovo venido a sus -Ésta es.
manos que fue principiada por otro, y es -¿Pues qué es lo que tiene, -dixo don
la Segunda parte del muy famoso cavallero don Cia- Galián-, que en tanto era tenida essa
rían de'Landanís,de la cual no estaban aún pieca?
escritas treinta hojas, que la acabasse yo, El prisionero dixo:
porque fue informado vuestra señoría -Ésta tiene tal virtud que, si alguna
que la avía llevado a Sevilla e a Vallado- poncoña se trae a la mesa donde ella es-

BIBUOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1574. EDICIÓN: Javier Guijarro Ceballos (ed.), Alcalá de He-
nares, Centro de Estudios Cervantinos, 2000. ESTUDIOS: Roubaud (1992-1993) y Guijarro (1997).
GUÍA DE LECTURA: Guijarro (2000).
CLARIÁN DE LANDANÍS ( i : LIBRO II) 123

tuviere, lo conocerán luego por una señal lláronle el hueso dentro, assí como el sa-
que ella faze: y es que ella ha d'estar lle- bio lo dixo. Luego mandó engastar el
na de agua o de vino siempre a la mesa hueso en esta copa, el cual es éste que
y, entrando por la puerta donde ella está en el suelo d'ella está como aquí veis
la poncoña, comienca a rebosar el agua E luego se lo mostró. Gran plazer fue
o vino que en ella ay fasta no quedar el que el emperador recibió de oír la
gota ninguna en ella. E después que ha gran virtud que la copa alcancava e dixo
vaziado todo el liquor de sí. suda ella tan al prisionero:
reziamente que pueden recoger algo de -Sólo por lo que de la copa nos avéis
aquel sudor, el cual es de tanta virtud dicho yo vos fago libre e, como libre,
que desfaze cualquier poncoña que un que fagáis de vos a la vuestra guisa.
hombre comiere o beviesse si d'ello to- El pagano le besó las manos e pidió-
mare un trago, por pequeño que sea. le armas e cavallo; el emperador se las
A gran cosa tuvieron todos aquellos mandó dar e assí se despidió d'él. E lue-
señores lo que el preso dixera. Y el em- go el emperador mandó que hinchesen
perador le dixo: la copa de vino e, puesta sobre una
-En verdad, yo no osase bever con tal mesa, mandó a un escudero que busca-
copa como éssa, que me paresce a mí se algún tósico e lo truxesse allí, el cual
que éssa tal por virtud del diablo haze lo truxo ende un veneno muy poncoñoso.
que faze. E así como llegó a trecho de diez passos
El prisionero le dixo: de donde la copa estava, luego comencó
-No lo haze sino por virtud de natu- el vino que en ella estava a reverter por
raleza. E si tú quieres que te lo diga, de- muchas partes, fasta que no quedó en
zírtelo he. ella una sola gota. E después de trastor-
El emperador le dixo que lo dixese. nada e visto que ninguna gota quedava
-Tú, señor, sabrás que estando el rey en ella, tornó a resudar unas gotas de un
Cosdroe de Persia en Fenicia, donde el liquor muy claro a maravilla; lo cual se
Ave Fénix se cría e no en otra parte del esperimentó en proviso, que dieron
mundo, el rey vido sobre un alta torre la aquel veneno a comer a un hombre que
Ave Fénix. E parecióle tan fermosa que a muerte estava condenado e, a la hora
preguntó qué ave era aquélla, al cual di- que lo comió, se tornó tan negro y es-
xeron que era una sola en el mundo, la pantable como un diablo e paróse tal
cual Ave Fénix se dezía. El rey preguntó que le rebentaron los sus vestidos por
a un gran sabio de las Indias que consi- todas partes. E luego que el liquor de la
go traía que cuál era la virtud de tan her- copa ovo tragado, en proviso tornó tan
mosa ave como aquélla; él le contó mu- sano como de antes. Visto aquesto por el
chas propiedades e virtudes d'ella. E emperador, fue tan alegre con la copa
sobre todas, le dixo que en el coracón que con joya en el mundo no lo podía
tenía un hueso, no mayor que una uña ser más. E assí todos quedaron muy ale-
de un dedo de hombre, la cual tenía tal gres e contentos con el repartimiento
virtud que donde ella estuviesse ningún que don Galián hiziera de los grandes te-
veneno ni cosa mala puede aver. El rey, soros que allí avía. (ff. 95v-96r).
como lo oyó, tomó un arco e tiróle una
flecha e matóla, donde se cree y tiene
por cierto que ai feneció la especie del 3. La caballería goda hispana en
Ave Fénix e que no lo avrá más en el el género caballeresco
mundo. Assí que abierto el coracón ha-
124 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

u i e r e a g o r a el cuento hazeros sa- -Por cierto, a él e a todos cuantos


Q ber quién eran estos cavalleros e
dize assí: avéis de saber que, assí como
aquí son só yo en mucho cargo e los que
de mí vinieren.
fue sabida por todas las tierras de cristia- Don Clarián le dixo:
nos esta venida del gran rey de Persia -A éste más que a ninguno.
sobr'el emperador Vasperaldo, que luego -¿Por cuál causa?-, preguntó el empe-
el papa Inocencio Segundo embió una rador.
bula plenaria a todas las partes del mun- Don Clarián le dixo:
do, otorgando muchas gracias a los que -Porque éste por su sola mano mató
al socorro d'esta guerra viniessen e ab- al rey de Persia, defendiéndole la llega-
solución general a los que en ella mu- da más de veinte mil lancas e otras tan-
riessen, de la cual causa se movieron a la tas espadas.
dicha conquista innumerables gentes de El emperador como lo oyesse, abra-
las diversas partes en común; de las cua- cándole le dixo:
les fue que el rey León de España embió -¡Santa María valme, e d'España me
un su condestable, llamado Gridolfos de estava a mí profetizado tanto bien!
Lara, con cinco mil cavalleros, los mejo- Espinel le dixo:
res e más escogidos que en grandes par- -Señor, no menos servidores tenéis
tidas hallarse podían. Sabido esto por al- vos en España que en Alemania, pues
gunos estremados noveles cavalleros e vuestro gran estado e merecimiento lo
desseosos de exercitar sus personas e obliga.
poner en obra la execución del coraje de El emperador le echó los bracos en-
sus esforzados ánimos, escriviéronse cima e le dixo:
unos a otros para que se viniessen a jun- Assí es ya mayor la deuda que devo
tar a la ciudad de Pompeyo (o Pamplo- a España que Alemania, (ff. 84r-85v).
na que agora dezimos), porque allí más
en comarca que en otra parte ninguna
estavan para ser en Alemania. E movidos 4. Bromas y donaires cortesa-
assí por el zelo de la guerra como por nos: magia y humor
desseo que tenían de conoscer a don
Clarián de Landanís, aquél que tanta
fama por el mundo alcancava, movié- E assí hablando los unos con los
otros se vinieron para el castillo. E
hallaron al emperador e a la emperatriz
ronse para ir este viaje esta junta d'estos
veinte e cuatro cavalleros. (f. 94r). parados a un corredor, mirando un gran
estanque de agua que debaxo d'él esta-
va, en la cual avía tanta multitud de pes-
-Soberano señor, dad gracias a este cados de diversas maneras que quien-
alto cavallero por el gran servicio que oy quiera folgara de verlo. E tenían allí por
os ha fecho, que sabed que si con impe- passatiempo de echar bocados de pan
rio quedáis d'ésta hecha, este buen ca- en el agua, porque eran tantos los peces
vallero es la causa d'ello. que los salían a tomar que, en cayendo,
El emperador e los que con él esta- era arrebatado. Grande fue el rato que
van no entendían aquellas palabras por allí estuvieron en aquel passatiempo que
qué las dezía, porque no avían aún sabi- oís, fasta que se fizo hora de comer. Y el
do cosa de lo que avía fecho. Y el em- emperador dixo que allí pusiesen las ta-
perador dixo: blas; Celacunda le dixo:
CLARIÁN DE LANDANÍS ( i : LIBRO II) 125

-Señor, abaxo, a orilla del estanque, lletas e otras diferentes maneras de pes-
están ya puestas. cados que nombrar no se pueden. No
Luego se decendieron para allá e fa- veían quién andava dentro más de cuan-
llaron las mesas puestas debaxo de unos to a cada uno de los que allí estavan, assí
arrayhanes muy frescos, de los cuales hombres como mugeres, les lancavan en
eran fechas unas calles bien largas y an- las faldas gran cantidad d'ellos. Y eran
chas e las fojas d'ellos por tal arteficio en- tantos los saltos que los pescados davan
tretexidas que se cubrían por lo alto, fa- que unas vezes acertavan en el rostro,
ziendo una muy rica techumbre que otras vezes en los pechos e los más en
todos tenían que mirar en ello, maravi- las frentes. E como davan el golpe, assí
llándose de tal obra que dezían ser de dexavan señal d'ello, que unos estavan
más estimación que si fuera de macone- señalados de colorado, otros de verde,
ría de oro e de plata. Luego que estos se- otros de prieto, otros de amarillo, assí
ñores eran asentados, el manjar fue allí que era cosa bien de mirar cómo todos
traído. E por la misma forma que la no- estavan. E como ninguno se veía su mis-
che de antes fueron servidos, así los ser- mo rostro, pensávase que el otro a quien
vían agora. Cierto, no menos admiración mirava estava señalado y él no. E d'esta
ponía a essos señores la abundancia de causa era tanta la risa que de verse los
los manjares e la riqueza de las baxillas unos a los otros no parecían sino locos,
de oro e plata en que se traían que si y el reír e burlar unos de otros y el mo-
ellos fueran rústicos pastores que no tejarse que unos a otros fazían que no
ovieran visto cosa de aquellas en su vida. oviera persona en el mundo, por cuerdo
Gran pieca estuvieron en comer. E alga- que fuera, que no se hartara de reír si allí
das que fueron las tablas, Celacunda dixo estuviera. Quien más encendía aquel rui-
al emperador que se parase sobr'el es- do era Radiarte de Monris, que a unos
tanque si quería gozar de ver el pescado. dezía que parecían guineos, a otros que
El assí lo fizo e todos con él, Y ellos assí parecían gualdados, a otros tintoreros, e
estando, vino por el aire adelante una assí por esta forma ultrajava a todos. E
gran vanda de langostas e cayeron en el todos dezían d'él, porque estava más se-
estanque. Eran tantos los pescados de di- ñalado que todos a causa que, como
versas maneras que saltavan fuera del más travieso, más golpes de los pesca-
agua a asir las langostas que no era cosa dos avía recebido. Mas él se pensava que
creíble a quien no viera. E de buelta que ninguna señal tenía, a la cual causa bur-
en el estanque caían fazían saltar tanta lava de todos e todos d'él. A estas oras,
agua que mojava a cuantos por allí esta- la emperatriz lo llamó e le dixo:
van, atanto que cuando se fueron de allí
ovieron de vestir otras vestiduras. Mucho -Vos, Radiarte, ¿no os veis cuál estáis?
trabajavan cuantos allí estavan por tomar ¿Por qué dezís tantas cosas de los otros?
algún pece de aquéllos e nunca pudie- Radiarte dixo:
ron. Mas luego desde a rato vieron cómo -Yo, señora, ninguna cosa tengo.
por muchas partes se desangrava y, en E diziendo esto púsose la mano por
chico espacio, el estanque quedó vazío su rostro, diziendo:
y el pescado casi en seco, de vista .de -Yo limpio esto de ninguna señal.
lo cual todos se maravillavan, e más de No se ovo bien puesto la mano en la
los diversos pescados que ende eran, cara cuando quedó tal como un negro de
porque allí eran anguillas, lampreas, ra- Guinea; al cual, cuando así lo vieron, era
yas, soleas, truchas, barvos, cornis e so- tanto lo que reían d'él que a muchos de
los que ai eran pesava, según el sonido
liK> ABALLERÍAS CASTELLANOS
ANTOLOGÍA DE LIBROS DE

lancavan de sí a mal de su grado. No verlo venir con tan poco aparato. E cui-
pudo sufrir el emperador d'estar allí, se- dó que de muy alcancado de alguna ne-
gún lo que veía que todos fazían, e sa- cessidad venía assí. E luego que se jun-
lióse de allí con el rey Lantedón y el rey taron, saludáronse los unos a los otros y
de Frisa e los otros reyes que eran en el conde Latipe dixo al duque:
edad crecida. Los otros señores quedaron -Señor, si tenéis alguna necesidad de
en su regozijo como de antes, (ff. lOOr-v). algo de aquella xarcia que ende va, lié-
venvosla a la vuestra posada.
Grande era el plazer que todos aque- El duque le dixo:
llos señores, assí los unos como los -Señor, a vos muchas gracias, que si
otros, levavan consigo en saber que al dexé de traer xarcia de casa fue por no
bueno de don Clarián levavan en su venir hecho recuero. Cuanto más que el
compañía. Y llegando a tres millas de la señor mi cormano, el conde de Alta Roca
ciudad de Murena, vieron venir por el que aquí viene, pienso que trae apero
camino del roxio un gran fardaje de mu- para él e para mí.
chos dromedarios e azémilas cargadas. Y El conde Latipe se sintió algo de
dende a rato, venían hasta trezientos ca- aquella respuesta, puesto que él también
valleros de muy luzidas armas. E pre- con malicia dixera lo que dicho avía,
guntó uno d'ésos del duque a aquéllos mas dissimulólo. E como supo que el
que con el fardaje venían que de quién conde de Alta Roca venía, llegóse a lo
era aquel repuesto e respondiéronle que hablar e díxole:
del conde Latipe. Éste, según dize la his- -Buen señor, venís todos tan dissimu-
toria, era servidor de una dama que se lados que hazéis perder el tino de quien
dezía Turismunda y era parienta muy sois.
cercana del rey de Quirandia. Y era la El conde le dixo:
más hermosa donzella que en todo el -Señor, allá en nuestras tierras no auc-
remo avía, a la cual causa traía tanto apa- torizan las bestias a los cavalleros, y por
rato. También sirvía a esta señora el du- esto venimos d'esta manera.
que de Normandos y d'esta causa anda- El conde Latipe le dixo:
van entrambos en competencia e se -Menos se auctorizán acá. Mas como
guardavan enemistad entrañable. Assí ay en estas partidas de por acá menos
que sabido por el duque que el conde necessidades que por allá, ay abundan-
Latipe ende venía, dixo a don Clarián: cia d'ellas para servicio de la gente.
-Señor, éste es el hombre. El conde le dixo:
Don Clarián le dixo: -Dineros aya, que bestias no faltarán
-Atendámoslo aquí si a vos parece. ni qué cargar en ellas, (ff. 138r-v).
El duque le dixo:
-En verdad, señor, ya aquí y en cual-
quier otro lugar que vos queráis, sin ver- 5. Los episodios entrelazados y
güenza ninguna lo ose atender. Por esso, la poética de un libro de caballerías
hazed lo que quisierdes.
s i e m p r e d o n Clarián iva hablando
Don Clarián mandó mover la gente y
que anduviessen a tal passo que a la
caíz de los caminos se pudiessen juntar.
E
por
en cosas de mucho passatiempo,
causa de dar plazer a su hermano: E
Y el conde Latipe también fue sabidor assí como llegaron al cabo de la Selva
que era aquél que allí venía el duque de Espantosa, junto a unas praderías que
Normandos, de lo cual se maravilló de ende eran estava una laguna muy gran-
CLARIÁN DE LANDANÍS ( i : LIBRO II) 127

de, e assí como a ella llegaron, Riramón »E assí como lo acabó de dezir, luego
quiso dar de bever a su cavallo. Don Cia- les tomó voluntad a los villanos de estar
rían le dixo: debaxo del agua. E unas vezes se esca-
-¡Dios quiera que en mejor pie entre- bullían en ella, otras vezes nadavan, otras
mos aquí nosotros que entraron los vi- vezes se salían a la orilla. Y en todo esto
llanos de Rostera! dezían mucho mal de sus lenguas, que
Riramón le preguntó qué avía seído las avían muy dañosas. Estando assí ha-
aquello; don Clarián le dixo-. blando, se les comencó a enronquecer la
-Vos, mi señor, avéis de saber que en boz e a mudar la habla y a ensanchar los
esta tierra ovo un famoso gigante que se cuellos. Y con el sabor del maldezir, se
llamó Ceo. Éste, entre muchos hijos e hi- les ensanchó la boca y los espinazos se
jas que tuvo, fue una d'ellas Latona. Ésta les igualaron con las cabecas, de guisa
fue tan fermosa y bella que se enamoró que parecían no tener cuellos. Y el espi-
d'ella Júpiter y ovo en ella a Febo e a nazo se les tornó verde con todo el cuer-
po e assí fueron tornados aquellos villa-
Diana. D'esto fue sabidora Juno, la mu-
nos en ranas. E ai fincaron siempre. Assí
ger de Júpiter, e procuró todo el mal a
que esto es lo que en esta laguna acaes-
Latona, la cual huyó por miedo que d'e-
ció, pues lo queréis saber.
lla ovo, levando sus dos hijuelos en sus
bracos. E passó por la tierra que llaman Riramón dixo:
Himenífera e vino a aportar a este lugar -¿Y esto tiénenlo por cierto los poe-
con gran sol e muy cansada y muerta de tas?
sed, ella y sus hijuelos. Y no hallava -No lo sé, -dixo don Clarián-, más de
dónde bever e, acaso, passó por este cuanto assí lo tienen escripto. Mas fabu-
lago o fuente de agua. E vido ende unos loso deve ser, que assí tienen otras mu-
villanos salvajes que estavan cortando de chas cosas a estas semejantes.
los salzes e carcas que allí avía. Y ella Riramón, que a maravilla se deleitava
como llegó a bever, los rústicos villanos de oír las tales fábulas, rogó a don Cla-
le defendieron el agua y ella dixo: rián que le dixesse algunas de las que sa-
bía; don Clarián dixo:
'-¡Válame mesura! ¿y por qué me de- -¿Luego, mi señor, mal avredes oído
fendéis el agua, la cual a ningún animal de lo que acaesció a Atamante ni al rey
ni planta es defendida? Cadino?
«Ellos todavía le defendieron que no -No, -dixo Riramón.
beviesse e aun la amenazavan con pala- Don Clarián dixo:
bras injuriosas. Y ella, todavía con mucha -Avéis de saber que el rey Cadino
humildad, les rogava que no por ella, casó con la muy hermosa Hermione e
sino por aquellos niños que perecían con ovo en ella cuatro hijas muy hermosas. E
sed les rogava la dexassen bever. Los vi- aunque casaron estas sus hijas con muy
llanos, en lugar de aceptar su ruego, lan- altos príncipes, Júpiter se enamoró d'e-
záronse en el agua e comencáronla de llas, especialmente de las dos que fueron
bolear y encenagar, de tal guisa que aun- muy hermosas además, Semele e Ino.
que quisiera bever no pudiera. Latona, D'esto fue sabidora Juno, su muger, e
indignada, con enojo que ovo olvidó la procuró con los celos que tenía de ad-
sed e aleó las manos al cielo e dixo: quirir todo el mal que pudiese a la casa
•-¡Ruego yo a los dioses que siempre del rey Cadino. E como ella se viese cua-
permanezcáis en esta laguna y no os si olvidada de su marido, Júpiter, a cau-
mantengáis sino del cieno d'ella! sa de Semele, quiso vengarse d'ella. E
128 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

por sus encantamientos hízose muger pudo. Y descendió en los infiernos por
muy vieja y que le temblava la boz de buscarle mayores penas e halló cerradas
vejez. Y en la figura parecía a una ama las puertas con piedra de adamante. Y a
qvie Semele tenía que se llamava Verces, la sazón que ella llegó, estavan ende las
que la criara. E Juno aguardó a tiempo tres furias infernales -Electo, Tesífone,
que Verces no estuviesse ende y entró Megera- peinándose, e caían de sus ca-
por la puerta, sin que ninguno sintiesse bellos culebras y escorpiones. E como la
si era ella o no, y assentóse a par de Se- vieron, viniéronse para ella y ella, con
mele. Y comencó a fablar con ella de gran ira, les dixo qtie le buscassen toda
muchas cosas e vinieron a fablar en Jú- venganca contra Ino e Atamente, su ma-
piter. E dixo la vieja: rido. Tesífone, oídas estas palabras de
«-Hija, y'os amo más que a mí y que- doña Juno, díxole que se fuesse, que ella
rría os apartar de toda desonra. Y por- sería presto en hazer su mandado. Y
qtie ay muchos hombres que se hazen tomó una antorcha negra en su mano
ser hijos de los dioses no seyéndolo, con mojada en sangre e ciñióse una culebra
lo cual engañan a las mugeres para las muy fiera al cuerpo. Y cubrióse de un
alcancar, por lo oaal yo querría que, a manto oscuro, del cual corría mucha san-
este vuestro amante que se dize ser Jú- gre, e fuesse para la casa de Atamante. E
piter, qtie vos le pidiésedes señal para comencó a obrar de sus hechizos, tan
saber si es dios o no. E la señal sea que grandes que a la hora comencó Ataman-
tal cual viene a la diosa Juno cuando con te a andar por su palacio como loco y
ella se junta, le digáis que tal venga a dando bozes que le quitassen de delante
vos. E assí sabréis si es dios o no. tina leona con dos leoncillos. Esto dezía
«Dichas estas palabras, salióse Juno e él por Ino, su muger, e sus dos hijos. E
fuese. Venido Júpiter a Semele, pidióle Ino traía en sus bracos a uno de sus dos
un don. Él, con el amor tan grande que hijuelos, Learco llamado, y llegando el
le tenía, por la agradar otorgóselo: e pi- padre a él, y el niño tendió las manos a
dióle que se le mostrasse a ella tal cual se él por lo alagar. Mas el padre lo tomó por
mostrava a Juno cuando con ella se el braco e tráxolo a la redonda, como
ayuntava. Júpiter iva con la mano a ce- honda, e dio con él en la pared un tal
rrarle la boca porque no acabasse de ha- golpe que lo hizo pedacos. Ino, con te-
blar, mas ella, como tmiger que era, ha- mor o con la locura que ya tenía, tomó al
bló tan apriessa que acabó su razón, de otro hijo en sus bracos y fuese con él co-
lo cual mucho pesó a Júpiter y entriste- rriendo a unas peñas que sobre la mar
cióse. Mas como avía jurado no pudo ál eran. Y despeñóse dende e, allí donde
fazer e subióse luego por el aire e vistió- cayó, se hizo una espuma blanca que
se de sus rayos lucidíssimos y entró don- hasta oy en aquel lugar dura. E porque
de Semele estava, la cual, cuando lo vido, algunas dueñas de Sidón, llorando por
ltiego murió. Y estava preñada e abrié- Ino, su señora, dezían mal de Juno, ella
ronla e sacáronle el hijo bivo. Y éste fue con SLIS grandes hechizerías las mudó a
el que después se dixo dios Baco. No todas, d'ellas en estatua de piedra, d'ellas
contenta Juno con esto e viendo que Ino, en aves que se llaman gaviotas, las cua-
la segunda hija del rey Cadino, se junta- les andan siempre por el agua; y esto es
va a ella Júpiter e criava a Baco (el cual porque aquéllas siempre buscan a esta
ya hazía miraglos, como cualqtiier de los Ino qLie se hecho en la mar. Visto por el
otros dioses), crecíale celo e invidia e rey Cadino estas desaventuras e otras
procuró contra Ino todo el mal que muchas que Juno le causa va, saliéronse
CLARIÁN DE LANDANÍS ( i : LIBRO II) 129

c¡e su tierra él y Hermione, su muger, y gón y entrambos se fueron a unas es-


llegaron a Illírico, donde es agora Ingla- pessas montañas e jamás hizieron daño a
terra. E allí, hablando con su muger de hombre ninguno. Esto es, señor, lo que
sus grandes desaventuras, dixo assí: acaeció a aquel rey que vos digo. Y esto
..-¡O, dioses! Si todos estos males me es lo que d'él está escripto, con otras
an acaescido por peccado de la sierpe muchas razones a éstas semejantes que
que yo maté, ruég'os que yo sea fecho d'él se escriven.
serpiente. Riramón, que gran sabor avía de oír
..Dichas estas palabras, luego en con- las semejantes cosas, dixo:
tinente se comencó a mudar e, poco a -Por mi fe, en el mundo podía aver
poco, se iva trasformando en forma de para mí otro descanso de camino si éste
sierpe. E llorando muy fuerte, rogava a no. Y con esto me llevarían de aquí a
su muger que se Uegasse a él y le toca- Hierusalén y de ai a Guinea.
sse con su mano en tanto que algún sen- Don Ciarían dixo:
tido de hombre tenía. Él diziendo esto, -Cierto, si las ficiones poéticas fuessen
del todo se tornó sierpe. E visto esto por tan provechosas como son sabrosas, de
Hermione, su muger, comencó de llorar gran fruto serían; mas son como el soni-
e rogó a los dioses que assí la conver- do de la campana, que, después de pa-
tiessen en serpiente como a su marido. Y ssado, no queda qué tomar d'ello. (ff.
en proviso la vieron convertida en dra- 171v-172r).

21 FLORAMANTE DE COLONIA
(n parte de Clarián de Landanís)
de Jerónimo López
(1550)

por
Javier Guijarro Ceballos

TESTIMONIO

[11 Sevilla, Juan Vázquez de Ávila, 1550 (4 de julio) [-»]

TEXTOS

1. J e r ó n i m o L ó p e z , e n t r e e l "ro- su camino sin mudanca caminava y


mance" sentimental y el caballeresco aquel resplandor del sol quería salir de
su vieja morada, súpitamente ante sus
ojos fue representada una obscura y
C u a n d o c o n m á s esperanza y bre-
vedad de dar reposo a sus cansa-
dos miembros el herido Floramante por
desesperada niebla, que luego de impro-
viso del todo le quitó la vista, de la cual

BIBUOGRAPÍA: Eisenberg-Marín: n° 1583. ESTUDIOS: Roubaud (1992-1993) y Guijarro (2001).


130 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

novedad e infortunio, alterados sus sen- que sepan los bivos que son desiguales
tidos, temiendo más de perder lo gana- las quexas d'amor y mi fe con él.
do que de se perder, firme sin firmeza de Los ojos, que han sido la causa primera
ser en sus males remediados, estuvo de mi movimiento ser muy verdadero,
quedo. [...] Como aquella tierra era de tal es justo que lloren su mal lastimero,
calidad, le fue representada que enton- que yo no le siento, sino que me muera.
ces prosiguiendo su camino se halló cer- Guarida no tengo, remedio espera
cada de medrosos árboles, la llanura de (mortal esperanza que assí me costriñe,
la cual no era muy plana; antes, en algu- que es impossible bivir, que me ciñe
nas partes la sombra ponía miedo, por lo los lomos, entrañas, de mala manera).
cual quiso más trabajar su cavallo de lo ¡O, tú, soledad, que más me aprietas
que devía por salir de tal temerosa mon- en este peligro de tanta congoxal
taña. Y hallando en un pequeño prado Si mal me buscaste ra^ón no me afloxa
una clara fuente, se apeó de su cavallo y que pene que sienta por curso planetas,
[...] con la mano en la mexilla, bañado en que allá en el cielo están las cometas
lágrimas, de tal manera comencó a dezir: fijas mostrando que mi nacimiento
a esto me endina, que su movimiento
Salid, mis sentidos, con ansia raviosa lo ál no requiere por sendas secretas.
do más encubiertos tenéis los pesares, Vos, fe verdadera de mí no dexada,
llorad con sospiros, sin cuento millares, casi vos pusistes en medio del alma.
passión que la vida dexo desseosa. Sofrid las passiones por tan rica palma
Crezcan las cuitas con bo% temerosa, que más con derecho seréis memorada,
iguálese pena según el dolor, que yo certidumbre de ser violada
que lleve ventaja, no sea tnenor por otra señora tengo de vos
que sienta la mano más triste que prosa. jamás lo seáis, que un solo dios
Lágrimas mías, mostrad lastimeras de vos adorado por mí desseada.
la muestra del gran dolor que tenéis, Y vos, alegría que fuiste comigo
regad mis entrañas si bien os doléis a tiempo devido de mucho favor,
del mal que Cupido vos hi%p de veras. cantad la ventura de mi mal mayor
Mostrad las querellas por montes, carreras; en muy triste metro, que no lo desdigo,
ladridos sentibles publiquen cuidado, que pues yo me quedo sin gloria d'abrigo
que todas las gentes de mi mal estado de aquella muy clara, diáfana estrella,
hagan espanto d'estrañas maneras. ra^ón me combida que muestre querella
Y vos, corapn, de quien tantas penas con fieros clamores que son el testigo.
tiene llevado por dura pleneta [sicj Contento me hallo con vos, mi pesar,
mirad que no sea la cuita secreta, que nunca vos siento de mí apartado.
que vuestros son males por causas agenas. Más lástima tengo de ser disdichado
Mas antes, lloroso, con lástimas llenas más que los otros que fueron armar,
de grave sentir, mostrad que vos duele quería morir, pero tal dessear.
la vida penada, y no vos consuele Niego la vida de mi fuerte pena,
placer terrestas [sic] ni bo^es amenazas. por donde yo creo que más me condena
Y vos, pensamiento muy triste, cruel, aqueste desseo que puede penar.
que /uestes la causa de mi perdimiento,
plañiendo caída con gran sentimiento, Vadulato
jamás no cesséis de quexaros bien d'él.
Gemidos muy grandes, fenchid el papel Abrid los oídos, discretos letores,
d'amargos renglones, dolores mortales, escuchad el poner de mi corta pluma,
FLORAMANTE DE COLONIA (il) 131

no porque cierto de sabia presuma, Buelve a su quexar


mas porque notando miréis sus temores
y assí, perdonando sus yerros mayores Mas qy de mí, pobre herido, cuitado,
porque tan alto se quiso sobir, ¿qué males son éstos que yo apregono?,
os pide humilmente queráis bien oír pues son diferentes del canto disonó,
del buen amador sus grandes clamores. según son las penas de mí, lastimado.
Mirad, amadores, oíd bien la quexa ¡O, sin ventura de mí, mal hadado!
d'aqueste cuitado, estad bien atentos. ¿y porque no muero es justo que pene?
ju^ga lo que vierdes que son sus tormentos, De^id, amadores, ¿alguno tal tiene,
que crecen, no menguan; qué mal lo aquexava. o por ra^ón debe ser condenado? [...]
Sirve desseo, jamás no se alexa ¡O, grave pesar, por do me conviene
de su corazón penado, captivo, dexar la dulgura del orbe presente!
desvíos que causan penar; mas esquivo ¡O, muy ravioso Cupido, feriente
con todo el preso, beldad no lo dexa. mancilla mi alma por ti ora tiene!
¡O, dios que lo alto e lo baxo sostiene,
Floramante este tu siervo por tu sancta gloria
te pide que tengas entera memoria
Si fe voluntad juagara quien digo, del cuerpo cuitado, que tanto no pene!
del triste que siente sin cuento dolores
creyera que fueron mis males menores E como esto dixo, quiso cavalgar en
por vía derecha propinco castigo. su cavallo para seguir el camino de los
Mas yo, desdicho so, embalde letigo [sic] Alpes. Pero en este mismo instante salió
con la fortuna, que aunque lo fuera de aquella espessura un hombre muy
creo por cierto presto perdiera viejo que la barva traía muy larga y
su linda figura, por quien me fatigo. crescida, con unas cuentas en la mano.
Y llorando de sus ojos, assí comencé a
Exclama dezir:

¡O, muy encendido sabueso mortal, Salve, Regina de misericordia,


peligro, daño del pobre de mil vida del cielo, nuestra esperanza,
¡o, hados crueles, para esto nací, carrera seráphica, dulce tamplantca (sic),
que a?no sin ser escuchado mi mal! de nos los mortales suave concordia,
¡O, llaga sin cura, dolor general, Madre, consuelo de nuestra discordia,
aunque en esto no sé si me afirme, Reina del throno, angélica sombra,
porque tú quieres tan mal combatirme tu clara gracia mi ánima nombra
que dubdo a otros lastimes igual! [...]. porque no tema caída precordia.

Exemplifica Floramante

Mirad, lastimados, aquel buen Orpheo, De^ís el consejo que debe tomar
Matías, muy firme, leal enamorado; todo biviente que teme justicia,
¿pues quién padesció assí lastimado pero como algunos aman nequicia
más que el triste de sí Macareo? . passan el yerro sin se justificar.
Aqueste sin dubda lisonja yo creo Mas vos, padre viejo de buen consejar,
ser de los otros altiva corona, ¿qué causa vos puso aquí no amando?
pues qy su memoria su fe apregona Que yo por mi suerte bivo penando
más que Ariadna con el gran Teseo [...]. y nunca remedio se quiere mostrar.
132 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

Hermitaño Remedie, Señor, tu alta clemencia


¡O, Madre piadosa!, ¿lo tal consentís?
Gentil cavallero muy triste, quexoso, (ff. 98r-99v).
oyendo las ansias de vuestros gemidos,
las penas y llantos atan doloridos,
de vuestro penado sentir querelloso, 2. La sujeción de la narración a
los pobres sentidos sin darme reposo, la profecía: desarrollo narrativo fren-
sintiendo la grande passión de los males, te a determínismo
creyeron ser ciertas y claras señales
de vuestro tormento cruel, poderoso. [...]
Hijo, fuid de tan grave pecado,
que Dios no se sirve con tal diciplina.
P ara la m u y antigua ciudad de Co-
lonia, como ya diximos, ivan los
siete cavalleros, que sin dubda podéis
Huid de tal cosa; si no, muy aína creer que su mucha bondá par no tenía,
vuestra tardanza dará vuestro hado, tirando aquellos de que ya tengo fecho
qu'es una fantasma verace mirado. memoria. Pues caminando con farto pla-
Amor que da pena la gloria se tarda, zer por aver salido de donde jamás pen-
los fines mejores assí los reguarda, saron salir con las vidas, passando por
que siempre es triste el buen enamorado. un espesso robredal ante ellos, súpita-
mente, pareció un viejo de una barva
Floramante muy crescida encima de un poderoso
cavallo morzillo, que una manta muy
Mudar yo no puedo querer ni querella, rica en las manos traía. Y haziéndolos es-
ni es en mi mano sufrir lo cont[r]ario, tar quedos, los saludo con mucha enan-
qu'el cuerpo llagado le es tributario ca y mesura y ellos, bolviéndolos [sic] las
y no me consiente que biva sin ella. saludes, le<s> dixeron que era lo que
Passión es mi mal, pero no padecella d'ellos quería.
me muestran dolores tan fuertes tormentos -Agora lo veréis, buenos amigos, -dixo
que he por más sano tener pensamientos el Sabio-, Avéis de saber, buenos cavalle-
que no escusarme de no merecella. ros, que por la industria de la flaca palo-
Dentro en el alma la tengo metida, ma el temido lobo será engañado, y por
la mano me tiene en el corazón. este respecto las maravillas del espantable
Doradas candelas sus ojos que son sabueso parescerán. Pero dígovos que de
lastiman sentible mi triste herida. aquesto nacerá el invencible león doma-
HERMI.: D'éssa manera mortal es la vida dor, y sus claros fechos pornán al espan-
que vos padescéis con vana fatiga table sabueso en tanta congoxa que a esta
FWRA:Morta¿ es, sin duda, y más me obliga, causa discordia entre los dos se rebolve-
por donde mi pena no tiene salida. rá. Pero su mal querencia no turará mu-
cho, y más vos digo que la lumbre del
Hermitaño bastardo animal será de tanto resplandor
que a muchos hará perder la luzída fama
Morir vos conviene, según vos de^ís. de sus hechos. Y dexando esto, porque a
Fl.ORA:Ya muero biviendo con quexa terrible. su tiempo parescerá, dígovos que antes
Guarida no tengo, ni a mí es possible de veinte días veréis el temido lobo en-
sanar mi dolencia si bien lo sentís. gañado por la flaca paloma, por la cual
HERIVII ¡O, Dios adorado, qué querellas oís. causa vuestros coracones se bolverán tris-
¡O, lu¡i verdadera, perfecta potencia!
tes y vos daréis a su libertad. Mas yo vos
amonesto, amigos y señores míos, que
FLORAMANTE DE COLONIA (il) 133

dende a un año no dessagáis vuestra tal manera que, sin fiw^ia de su vida, sus vassallos
compañía, que gran bien se seguirá de perderán la esperanza. Mas en este tiempo, tú no se-
vuestra bondad y ayuntamiento. Y aun- rás poderoso de resistir las fuerzas úngaras fasta que
que después seáis apartados por causa seas fuera de la Floresta de las Aventuras, que en-
que licitamente lo puede causar, sabed tonces, con ayuda del aventajado Cavallero Salvaje,
que será por la desventura del temido cobrarás la perdida casa. Más te digo que, andando
león. (ff. 133v-134r). el tiempo, por fuerza te as de combatir con el Cava-
llero del Bastardo Animal, y desconocidamente os
av[r]éis muerto si el muy muy valiente lobo de Da-
3. Carta del Sabio No Conoscido da no fuere, el cual será muy señalado cavallero. Y
al Cavallero del Sagitario él te hará verdadero amigo con el Cavallero del Bas-
tardo Animal, y tú fuelga de lo acetar por hermano,
A ti, el no Vencido Cavallero del Sagitario, que mucho es tu allegado. Más te digo que por la
XX. firme caudillo, leal defensor de la cavallería, muerte de don Fenasalis, príncipe de Macedonia, su
yo, el Sabio No Conoscido, tu verdadero amigo, te padre, desseando tomar raviosa venganza, verná con
embió gracias y saludes. Fagote saber que por te des- gran poder sobre justiano, rey de Numidia, y lo por-
viar de otro camino de que más daño y peligro te pu- ná en mucho estrecho de su vida y le quemará villas,
diera venir, con essos dos viejos te mandé esse estra- ciudades y castillos y le querrá tomar por fuerza a la
iio barco, en el cual, despidiendo los contrarios princesa Arminadora, su señora. Tero tu buena ven-
miedos, seguro puedes ir. Pero fagote saber que con la tura es tanta que no consentirá que tal afrenta a ti
juerga de los vientos tú llegarás a la Floresta de las sea fecha; antes, dándote Dios fuerzas y virtud, en
Aventuras, adonde te acaecerán medrosas y temera- persona irás a socorrer al rey Justiano. Y tanto ha-
rias cosas, en que primeramente te as de combatir con rás con tu poderoso bra^o que por tus propias manos
Gasineo, temeroso y fuerte gigante. Y pasando más matarás a Dramante, rey de Macedonia, y tú serás
adelante, al encuentro te venia aquel muy disforme causa de los suyos ser vencidos y gran parte d'ellos
cavallero Eurcamón de la Fea Cara, con el cual muertos. Estonces se amatarán las muy encendidas
avrás una muy fiera batalla. Y assí, no dando fin a llamas de tu abrasado corazón. Estonces querrás aver
tus aventuras, te fallarás con el muy valiente griego por bien empleadas las passadas passiones. Estonces
Arcemides el. Estraño, bravo y corajoso cavallero. gomarás de aquella gloria que jamás pensaste alcan-
Pues más prosiguiendo en tu camino, te combatirás zar. Estonces verás nuevas maravillas en tu reinar.
con Lerontes, el esquivo, ardid y esforzado cavallero. D'esta señora y de ti nacerá un luiente rayo de ca-
/..._/ Te combatirás con el aventajado Cavallero Sal- vallero, al cual pomas por nombre Belfortán de Nu-
vaje, que muchos años á que en essa floresta ha%e su midia. Y no pienses que un solo punto tiene de fal-
cbitación en arrepentimiento de sus pecados; el cual tar de lo que tengo dicho, que assí como digo averna.
es cristiano y mucho amigo del Emperador, tu padre, -Fin del libro (ff. l6lr-v).
y por su respecto tomó la forma del salvaje. Y aun
te digo que es cavallero de alto hecho de armas y de
muy alto linage, como aquel que deciende de la muy
4. La descripción del combate y
real liga del emperador Vasperaldo. Trabaja lo pos-
sus variantes
sibls por lo llevar contigo cuando d'essa floresta par-
tieres, porque d'ello se siguirá farta honra y nom-
bradla. Más te digo, que lo qtte en los muy crueles
Alpes te dixe no passarán cuarenta días que no haga
L a c o m i d a a c a b a d a , el emperador
con aquellos reyes e valerosos se-
ñores se fueron a sentar en sus muy ricas
comiendo. Tero aquí te conviene moderar con el seso
sillas para mirar en los torneos. No tardó
ta calidad del triste caso que como dixe verná, por la
mucho después d'esto que los generosos
Mal causa el viejo hermitaño saldrá de su nido con
nviosa quexa y la penada tortolica embravecerá de
cavalleros comencaron a entrar por aque-
llas estrañas puertas de alambre, assí que
134 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

en poco espacio estavan dentro de las las vidas, acometían sus contrarios con
doradas cadenas cuatro mili cavalleros tanto esfuerco que les fazían sentir para
muy escogidos y valientes. [...] Puestos en cuánto ellos eran. De la otra parte, Listrán
punto, movieron los unos contra los de la Bella Guardia e Canarpis de la Fun-
otros e firiéronse de las lancas. Muchos da, manteniendo los suyos e hiriendo a
de los vinieron a tierra mal que les pesó, todas partes animosamente, a los cuales,
assí que muchas lancas fueron quebra- como fue dicho la bondad de Belamán e
das, muchos escudos falsados, muchos Artelot, metiéndose por sus adversarios
arneses rompidos, muchos yelmos abo- de muy esquivos y fuertes golpes los
llados, muchas faldas desmalladas, guar- acompañavan. [...] En esto oyeron una
dabracos quebrantados. El ferir era espe- grita de la gente baxa que dezía:
so, el guardar muy necessario; tino era -¡Ya viene el gran diablo de los luze-
menester, el esfuerco requería ardimien- ros!
to; no faltava favor -mucho ayudava-, E mirando, viéronlo entrar por una
enojo no requería. Los golpes eran mor- de las puertas de alambre; el cual, como
tales, el herir muy lastimero. Con reveses en los torneos se vido, con bravo cora-
se contavan, con braveza se juntavan, cón baxó su lanca, y al encuentro le
con coraje se llagavan, con biveza se vino Belamán el Nombrado. Mas ello
guardavan. Bravamente combatían, pug- fue por su mal, que tan desapoderada-
nando cada uno de abiertamente hazer mente lo encontró que lo puso en tierra
conocer cuánta su bondad en armas era. muy mal quebrantado. Y sin que su lan-
Pero como Belamán el Nombrado e Ar- ca quebrasse, derribó cuatro cavalleros.
telot el Ligero más amassen la honra que (ff. 81v-82r).

22. CIARÍAN DE LANDANÍS (libro tercero)


de Jerónimo López
(1524)

por
Javier Guijarro Ceballos

TESTIMONIOS

[1] Toledo, Juan de Villaquirán, 1524 (10 de junio) [—>]


[2] Sevilla, Juan Várela de Salamanca, 1536 (9 de junio)

TEXTOS

1
1. ¿Magia o t e a t r a l i d a d ? : e l á m -
bito cortesano en la obra caballeres-
ca de López
M'irando el buen cavallero [Fhra-
mante] con mucha diligencia por
la boca de la cueva, vido que por baxo

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1588. ESTUDIOS: Roubaud (1992-1993) y Guijarro (2001).


CLARIÁN 0 E LANDANÍS ( L I B R O IIl) 135

avía gran claridad y, buscando a tiento, Assí se passó esta comida hasta la
halló una maroma atada en una argolla noche, que bíspera de Sant Juan era, que
de fierro a la boca d'ella. Y desseoso de entonces fue armado el Donzel de la
saber los secretos de aquel lugar, hizo la Triste Figura de unas armas muy ricas a
señal de la cruz e assí abaxó por la ma- maravilla con las sobreseñales blancas,
roma ayuso. Y llegado al suelo, vido una assí como era la costumbre en aquel
sala de maravilloso edificio y, en medio tiempo que los cavalleros noveles traían.
d'ella, una yunque cuadrada. Y en cada
E assí, armado de todas armas sino las
esquina estava un gigante muy espanta-
manos e cabecas, acompañándole don
ble y grande, y tenía cada uno en sus
manos una muy pesada maca de hierro. Parminel, llegó a la capilla de palacio,
Y con ellas sin momento cansar davan adonde, puesto de rodillas delante el al-
tales golpes en aquella yunque que tres tar de Nuestra Señora, veló aquella no-
leguas a la redonda hazían temblar la tie- che las armas. La emperatriz e la prince-
rra. Y en cabo de la estraña e rica sala sa, con todas las damas y cavalleros, le
estava una rueda de hierro, la cual con tuvieron compañía. E assí se passó esta
grandíssima impetuosidad traía un río noche hasta que vino la mañana, que ya
caudal que la sala atravessava. Y la rue- estava el emperador para lo armar cava-
da, arteficiosamente, traía los disformes llero cuando llegó un mensagero dando
jayanes e las macas. Y pensando el no- bozes al emperador, diziendo:
ble Cavallero del Sagitario que los gigan- -Señor, atiende un poco que gentes
tes tenían entendimiento, los saludó con estrañas y grande compaña entran ya
mucha cortesía. E como ninguna cosa le por la ciudad de Colonia.
respondiesen, sacó la espada y embracó Tras el mensajero llegó un cavallero
su e s c u d o d i z i e n d o : «Cumple que luego me di-
armado de todas armas sino de yelmo e
gáis la causa de vuestro continuo trabajo e quién
mandiletes, el cual, llegando ant'él, fincó
hi%> este fermoso edificio». E c u a n d o c o n o s c i ó
que no eran hombres, fuese por la sala los hinijos e dixo:
mirando el lustroso edificio d'ella y, lle- -Señor emperador, el rey Deófilo te
gado a la rueda, por la virtud que Flora- haze saber cómo es llegado con la prin-
mante tenía súpitamente dexó de andar, cesa Leonisa, su fija, en tu corte para
e assí mesmo estuvieron los gigantes honrar tu fiesta. Mira qué mandas que
quedos, saliéndoles por las narizes un haga, que ya llegan a las puertas de tu
humo muy oloroso e suave. De aquesto palacio. [...]
fue muy maravillado el buen cavallero. Y Decendieron muy presto por las es-
cessando los gigantes de herir en la yun- caleras de palacio, mas no pudo ser esto
que, cessó el grande terremoto. [...] An- tan presto que ya el rey Deófilo, junta-
dando por la sala mirando las maravillo- mente con su hija, no subiessen. E cuan-
sas cosas para notar d'ella, vido el buen do los dos príncipes se hallaron, después
escudero Lucindo unas letras de oro es- de se aver fecho aquellas cerimonias que
culpidas en un blanco mármol, las cua- entre los semejantes se acostumbran,
les dezían d'esta manera:
dixo el emperador contra el rey Deófilo:
-¡Cómo, señor! ¿Assí nos salteáis la
. Este rico y famoso edificio hi%o la gran sabido- fiesta?
>'a Ce/acunda, hermana del emperador Vasperaldo, -Assí, -dixo él-, pues a Leonisa le ha
e
" el tiempo de Macelao, su padre, (ff. 6r-v). plazido que fuéssemos salteadores e no
reyes.
136 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

-Pues no me paresce que su hermo- ciólo tanto en su coracón que lo juzgó


sura sea para saltear, sino para prender por tan buen cavallero que nadie podría
en descubierto. vengalle su coracón del Cavallero de los
E dizíendo esto, se llegó a ella ha- Espejos si él no. [...] Assí bolviéronse al
ziéndole su recebimiento. En tanto don palacio, que ya era noche, donde des-
Parminel habló al rey Deófilo e a Leo- pués que ovieron cenado dancaron e
nisa, a la cual tomó por el braco. E assí momearon gran pieca todos aquellos
subieron a la gran sala adonde estava el cavalleros con las damas, en especial el
novel atendiéndolos, e no quiso el em- novel, que a maravilla dancó muy gen-
perador armarlo cavallero; antes, se bol- tilmente con la princesa Leonisa, so
vió para el rey Deófilo y le dixo que a cuya sojucíón se sentía estar tan sojuz-
él convenía hazer aquel officio. Más gado que de sí no sabía parte, por ser-
grandes cortesías passaron entr'ellos, en lo todo d'ella. (ff. 6>r-66r).
fin de las cuales el rey Deófilo dixo que
en ninguna manera lo haría cavallero,
mas que haría tanto con su hija Leonisa 2. Anagnórisis y dramatización
que le ciñesse la espada. [...] Y en aca- del relato
bando de hazer esto la princesa, dispa-
raron todos los instrumentos de plazer
que ende estavan, con tan grande es-
truendo que los unos a los otros no se
Y a v o s c o n t a m o s cómo la buena
ventura del gran Floranteo pudo
librar de las manos de la cruel hechizera
oían. Estonces acaesció aquí una estra- al buen emperador Floreano. Agora dize
ña cosa, que aparesciendo ende la sier- la historia que tan cansado e trabajado se
pe e los tres ximios ovieron una riguro- sintió del atamiento de las cadenas que
sa batalla, en fin de la cual la sierpe al otro día no pudo levantarse de la
desaparesció e los ximios se bolvieron cama. Mas al tercero día, luego por la
en tres donzeles (mas luego en este mañana, armándose los dos de sus ar-
mismo tiempo vino ende la sabia Me- mas tomaron el derecho camino para ir
liota e los levó consigo sin que nadie se en Antipatría, pero no anduvieron mu-
lo impidiesse). Passada esta fiesta con cho que vieron muchos cavalleros andar
mucha solemnidad e contentamiento, por los caminos e florestas; otrosí, hom-
luego fueron assentados a las mesas, bres de pie e mugeres que a bozes altas
adonde se puede creer que fueron tan unos Uamavan al emperador, otros a Ga-
bien servidos como a tan altas personas liarda e otros a la princesa, de que el em-
convenía. Mas passada la comida, el perador muy maravillado, llamando al-
emperador y el rey Deófilo con la em- gunos d'ellos, fue informado del passado
peratriz e infantas se fueron a los ricos caso. Con grande dolor cayó del cavallo
cadahalsos adonde los torneos avían de llamándose triste e mezquino pues sus
ser. [...] Acabado este torneo, por todos dos hijas avía perdido. Aquí se llegaron
generalmente fue alabado el novel ca- todas las gentes que andavan por el
vallero, e a él fue dada la gloria e ven- campo a la fama de la venida del empe-
cimiento de aquella jornada. Verdad es rador e teníanse por algo aconortados,
que a don Parminel fue dado mucho pues a su señor avían fallado. Pero
loor, que cierto maravillas hizo en aquel cuando veían los grandes estremos que
día. E a todos les paresció assí, mas por sus dos fijas hazía, todos a bozes al-
muy mejor a la fermosa Leonistela, que tas se acordaron en su llanto, e de tan
nunca avía quitado los ojos d'él. E pre- fuerte manera comencaron a plañirse
CLARIÁN DE LANDANÍS ( L I B R O IIl) 137

que los cavalleros se derrocavan de los besando con muchas lágrimas en las fazes
cavallos, e los de pie davan bozes e gri- a su hija. Aquí la multitud de la gente co-
tos, e las mugeres se descabellavan e no mencaron de alegrarse todos, llorando del
avía ninguno que sin medida ni concierto mucho plazer que tenía. E assí estavan to-
su dolor no mostrasse. Pero ya que el em- dos en el prado apeados, escuchando al
perador por los buenos consuelos del emperador las lastimeras e dulces palabras
eran Floranteo se fue apaziguando, bol- que con Protesilendos e con su hija pa-
viendo todos a cavalgar siguieron el cami- ssava. Pero al tiempo que más en este mi-
no. Pero no anduvieron ansí mucho que rar estavan embevecidos, llegaron otros
por un camino de mano izquierda vieron que el plazer e alegría pudieron del todo
venir corriendo un cavallero en un cavallo hazello grande e crecido. Estos eran Flori-
nicio, todo tinto de sangre que por entre mán e la princesa, que, como vieron la
las armas despedazadas en mucha abun- gente allegada, se allegaron por ver lo que
dancia le salía. En su compañía venía una era. E como vieron en lo que el empera-
donzella, e ambos venían a mucha prie- dor estava, entonces con mucha pena,
ssa. El emperador, que de tal suerte los rompiendo por la multitud de la gente,
vido venir, parándose en mitad del cami- passaron sin ser de nadie conocidos hasta
no los estuvo aguardando por preguntar el lugar adonde el emperador estava. E
nuevas al cavallero ferido si de sus fijas como Florimán emparejó con él, dixo
sabía sabía alguna parte. Pero assí como contra el emperador:
el cavallero e la donzella emparejaron -Señor, no sean todos los favores
con él, conociendo ser el emperador por- d'esse cavallero e dama, que nosotros
que el yelmo traía quitado, con mucha también parte merecemos.
presteza se derrocaron por tierra e, qui- E con dezir esto e quitar el yelmo e
tándose la donzella las antifazes y el cava- la princesa los antifazes, apeándose en el
llero el yelmo, mostraron ser Protesilen- suelo mostraron quién eran poniéndose
dos e Galiarda, que cuando el emperador de inojos ante el emperador por besalle
los conoció, derrocándose para ellos del las manos. Ninguna alegría de las de acá
cavallo abaxo, sin poder dezilles palabra baxo a la que el emperador entonces
echó a cada uno d'ellos el un braco, e assí sentiría no puede igualarse, que a todos
los tuvo por una grande pieca abracados, cuatro tenía abracados, (ff. 196r-v).

23. LIDAMAN DE GANAIL


(iv parte de Ciarían de Lan
de Jerónimo López
(1528)

por
Javier Guijarro Ceballos

TESTIMONIOS

ti] Toledo, Gaspar de Ávila (a costa de Cosme Damián), 1528 (22 de noviembre) [-*]

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1595.


138 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

[2] Lisboa, 1528


[3] Sevilla, Sebastián Trugillo, 1549

TEXTOS

1. El triunfo de la ficción pura: beca tenía de hombre, e todo lo más de


en la antesala de la parodia cervantina metal. [...] Al primero paso que dio para
entrar, la venenosa sierpe con sus siete
cabecas le tomó la puerta dando silvos
D e x á n d o l e s SU lanca con el medio
braco derecho desarmado, echó
mano por su espada y con el escudo
espantables. Floramante, que pensó he-
rirla por la boca de la mayor cabeca, ha-
embracado se fue para el Rey de Persia, llóse tan junto d'ella que otro medio no
e tan fiero golpe le dio por encima de tuvo sino dalle con el pie tan gran gol-
la corona que luego en este mismo ins- pe por los pechos que la espantosa sier-
tante fue todo su cuerpo hecho en pol- pe caía de la otra parte. E assí como Flo-
vo. Solamente quedó junto de Flora- ramante entró para dentro, comencó a
mante una sepultura muy honda en qLie dar muchos golpes con sus cabecas por
luego se consumió aquel polvo, por la las paredes. E cuantos golpes dava, tan-
boca de la cual salió a esta sazón una tos agujeros en la pared hazía, tanto,
cabeca, un muy fiero dragón que venía que de muy cansada se puso detrás de
en bivas llamas ardiendo. Floramante, la imagen que bracos e cabeca tenía de
que vido cómo aquella espantosa cabe- hombre, la cual en esta hora dixo a Flo-
ca con la lengvia media sacada venía ramante:
para lo herir, diole con su espada tan -Cavallero, por la cosa del mundo
bravo golpe que la hizo bolver por do que más amas que no alces tu espada
avía venido. Y cerrando por encima la contra esta sierpe, pues se puso debaxo
sepultura, oyó unas doloridas bozes de mi guarda.
que dezían: -Haré lo que me dezís, -dixo Flora-
-Viene, viene ya, ¡o, cavallero de la mante-, si razón me dieres de tres cava-
princesa!, que tanto tardas. lleros que allá encima me desaparecie-
E las bozes no eran acabadas cuando ron; donde no, yo tengo de hazer lo que
las puertas de una cámara que al andar a su salvación cumple.
de aquella casa se hazía fueron abiertas. -Muera el cavallero que tal dixo, -res-
Y llegándose Floramante a ellas vido en pondió la imagen.
la entrada una mesa puesta con muchos E con esto comencó a dar tan fieros
bacines de oro en ella, y en medio pa- baladras, mostrándose tan espantosa y
recía un relox de plata. E de CLiando en brava que verdaderamente parecía que
cuando, venía una sierpe de siete cabe- al buen cavallero quería tragar. La sier-
cas, y con la lengua de la mayor boca pe, como vido fazer aquellas temerosas
dava las horas haziendo un muy lasti- señales, herizándose toda se levantó
mero son. En otra parte de aquella cá- con el cuello alto e fizo muestra que
mara vido Floramante unas muy hermo- contra Floramante quería ir. Pero assí
sas e ricas armas jaldes e, cab'ellas, como él aleó su lanca para la herir, por
parecía una cinta de oro con muchos ta- los agujeros que la sierpe avía fecho en
chones d'esmeraldas. Junto de las armas la pared entraron en esta hora muchos
estava una imagen que los bracos e ca- rayos de huego, que la vista le priva-
LIDAMAN DE GANAIL (IV) 139

van- Mas con todas estas contrarieda- bio No Conocido, se fue poner a las
des, Floramante cortó la principal ca- ventanas de palacio, que toldadas de ri-
beca de la sierpe, e tanto se llegó a la cos paños estavan, e assí aguardaron
imagen por lo hazer que le tomó el por los cavalleros griegos. En otra ven-
braco donde tenía el estraño xamete y tana se puso la reina princesa con su
con mucho poder ge lo comencé a madre Lacedonia e muchas damas, que
desarmar. [...] A esta hora, como Flora- ya no veían la hora en que a los cava-
mante sin escudo y lanca se hallasse, lleros griegos viessen justar por ver si
sacó su espada y, pospuesto todo peli- eran tan esforzados de las personas
gro, se fue para la imagen. E guardán- como mostravan temerosos e osados en
dose con grande ligereza de una lanca- sus palabras. Pero no tardó mucho que
da que le tiró, le dio por encima de la su desseo fue cumplido, que al rey Flo-
cabeca tan fiero golpe que, dividiéndo- ramante vinieron a dezir cómo ya los
la en dos partes, paresció dentro en cavalleros griegos venían los más gala-
ella Olanques. [...] Floramante, que nes e bien armados. En esto los cava-
muy cansado e trabajado estava, assen- lleros griegos asomaron. Ellos eran seis;
tóse sobre un pilar de piedra que allí a venían armados de ricas e muy fuertes
manera de silla estava. E sus compañe- armas, traían delante de sí muchos ins-
ros se pusieron al entorno d'él y, des- trumentos que tañían muy suavemente.
pués que se dormió, comencaron de Traían dos camellos cargados de lancas
hablar en su esfuerco, diziendo que ni de diamantes e de roquetes. Delante
su padre don Ciarían, el emperador, ni d'ellos venían doze pages vestidos de
Gargón de la Loba, no se le igualavan
brocado. Con este concierto llegaron
con gran parte.
junto de la tela e, faziendo el uno su re-
-En verdad, -dixo el uno de los dos verencia al rey Floramante, passó la
cavalleros de Tracia-, que a mi parecer tela con mucho ardimiento. Este traía
que la grande aventura de la gruta de Ér- encima del yelmo una fermosa donze-
cuies no igualava con esta d'este haza- 11a metida en una fuente fasta la cinta,
ñoso laberinto, por donde Floramante con una letra que dezía:
merece más gloria e loor que su padre
don Clarián. (ff. 66r-68v).
Es éste fuego que ati^a
una muy ciega afición,
2. A r m a s , d i v i s a s , m o t e s y c i m e - qu'el cuerpo torna ceñirla,
ras: la espectacularidad del torneo del alma ha^e carbón.

Desque assí ovo passado la tela, puso


Y a e r a b l a n c o todo el oriente
cuando el rey Floramante se le-
vantó y en la gran sala oyó missa en
las piernas a su cavallo e por allí le fizo
dar unos saltos muy grandes, que ponía
pontifical, en compañía de sus cavalle- espanto a todos aquellos que lo miravan.
ros e altos hombres, teniendo consigo E dezían:
al Sabio No Conoscido por le dar ma- -De gran poder es el cavallero griego.
yor honra. Pues acabada la misa, las Plega a Dios que no lo tenga para los
mesas fueron puestas con mucha ale- nuestros.
gría, adonde comieron a su plazer e Luego tras él salió con grand desem-
m
uy servidos. E levantadas las tablas, el boltura otro su compañero, el cual sacó
r
ey Floramante, tomando consigo al Sa- por cimera un coracón e dos hombres
140 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

con agudos puñales que lo herían, con Este cavallero iva tan apuesto encima
una letra que dezía: de su cavallo que todos miravan en él e
dezían:
Herimos este captivo -Si éste no es el fuerte Garcón de la
porque su dolor estraño Loba, el otro es muerto.
no cause más triste daño. El cavallero griego, que vido la mur-
muración de la gente, con bravo sem-
En medio de la tela estuvo quedo e, blante bate las piernas al cavallo. E tan
bolviéndose para el rey Floramante, se le rezio lo hizo correr que parecía un rayo
humilló con gran cortesía. Y el rey le de fuego. Yendo assí tiró un pie del es-
dixo: tribo e, dexándose caer para la otra par-
-¡A buena ventura vayáis, buen cava- te, puso la mano en tierra diziendo en
llero! alta boz:
E con esto passó muy apuestamente -Justo es que yo la bese, pues que
su carrera, faziendo poner las rodillas a vos la pisáis.
su cavallo muchas vezes en tierra. Otro E diziendo esto, llevó la mano a la
su compañero comengó luego a passar boca, tornándose a enderecar en la silla
la tela e, como el cavallo amaestrado como de primero estava. [...]
fuesse, batía con las manos de tal ma- Otro fermoso cavallero griego sacó
nera que la tierra fazía tremer. Este ca- encima de su yelmo una tabla esquinada
vallero griego en el lugar de la gran toda dorada, en la cual venía un hombre
bufa sacó unas puertas embarnizadas preso, assentado con una cadena platea-
cerradas e un niño llorando que le po- da por la garganta e una mano de don-
nía las manos para las abrir, con una le- zella que lo Uevava, con una letra que
dezía:
tra que dezía:
Estos son los galardones
Es el niño mi ventura
que sentirán del amor
que porfía galardón
en pago de su favor. [...]
las puertas mi perdición.
El último cavallero salió muy fermo-
El cavallo, con el poco sosiego que samente armado de unas armas celestes
levava, no le dio lugar que se humillasse con palomas de oro, y en lo alto de su
al rey. Viendo esto, el cavallero griego yelmo traía un falcón que iva bolando
púsole muy riziamente las espuelas e tras una perdiz que se le metió en unas
por allí lo fizo tornear con gran concier- matas, en que dezía la letra d'esta mane-
to. E después que su braveza fue mansa, ra que se sigue:
humillándose al rey Floramante passó
adelante. Tras él salió el cuarto cavallero, Siguió la fe de mis males
el cual traía por cimera una garca con las mi remedio,
alas abiertas e una letra en el pico que mas faltóle fin sin medio.
dezía:
E assí como con su cavallo corrió la
Entre todas conocí tela, faziendo el devido acatamiento al
la causa de me perder, rey Floramante se puso cabe sus compa-
mas quise perdido ser. ñeros, los cuales, llamando luego a un
donzel de los seis que con el cartel man-
CLARIBALTE 141

daron, le dieron todas las letras de la jus- parecía una donzella de gran beldad con
ta. [•••] Ellos que así en estas pláticas es- los bracos abiertos, con una letra en la
tavan, vieron asomar por la gran placa mano que dezía assí:
un cavallero de gran cuerpo e miembros,
armado de unas armas de luto, de cuar- Aunque la veis perdida
teles amarillas, el cual traía encima de su con tan triste navegar,
yelmo una nao con los másteles quebra- nunca dexará la mar. (ff. 86r-87r).
dos e las velas perdidas. En medio d'ella

24. CLARIBALTE
de Gonzalo Fernández de Oviedo
(1519)

por
Alberto del Río Nogueras

TESTIMONIOS

[1] Valencia, Juan Viñao, 1519 (30 de mayo) [—»]


[2] Sevilla, Dominico de Robertis, 1545

MANUSCRITO: Biblioteca Nacional (Madrid): ms. 885 (.olim E-225); copia de la edición de
1519 realizada por Don Antonio Paz y Meliá hacia 1860 por encargo de Serafín Es-
tébanez Calderón.

TEXTOS

1. Matrimonio secreto entre el princesa iva como criada de Fulgencia y


Cavallero de la Rosa y la princesa Do- Uevava una toalla delante del rostro por-
rendaina que nadie la pudiesse conocer. Y senta-
das en aquel lugar que Fulgencia solía
ponerse, assí como la oración fue dicha,
L l e g a d o a q u e l día que tanto dessea-
van estos dos enamorados para
verse en aquel templo que es dicho,
toda la gente se fue del templo y se que-
daron todos cuatro casi solos. [...]
cada uno d'ellos fue muy de mañana y Y luego don Félix dixo:
luego se dixo la primera oración que en -Yo nunca pensé ser tan sujecto de
esclaresciendo se dezía allí todos los días persona de cuantas biven que sin liber-
del mundo. Laterio fue con su señor y la tad me viesse para hazer mi voluntad,

BIBLIOGRAFÍA:Eisenberg-Marín: n° 1603. EDICIÓN: Alberto del Río Nogueras (ed.), Alcalá de He-
nares, Centro de Estudios Cervantinos, en prensa. ESTUDIO: Río Nogueras-(1985).
142 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

pero yo estoy de manera que no puedo pueda dar culpa de lo que dexé de ha-
seguir sino la vuestra y no en sólo lo que zer por mí mismo, os suplico que si vié-
mandas que diga, mas en todo lo que os redes que en sangre os merezco, que la
paresciere que de mi vida se haga. Mi indinidad de mi persona la ayáis por es-
nombre ya, señora, os le dixe la noche cusada y penséis que aunque es poca
de las fiestas que es don Félix. Soy hijo por sí mesma en respeto de la vuestra,
del duque Ponorio, hermano del Empe- que de oy adelante que estáis en mis en-
rador de Constantinopla, que es primo trañas ningún cavallero puede aver en
de Ardiano, Rey de Albania. Y como mi el mundo que ventaja me haga. Y si
padre fue segundo hijo del emperador pensáis tener marido y viéredes que es
Barbendo, quedóle por patrimonio una possible hazerme Dios y vos tan dichoso
gran señoría en diversas partes de Gre- que yo lo sea, que no fiéis en terceros
cia, pero haze su abitación en Albania tan ardua negociación, porque siempre
porque allí casó con la duquesa Clariosa, truecan las palabras y engañan al uno o
su prima hermana del mismo rey Ardia- a entramos. Vos y yo nos tengamos la
no, la cual es mi madre. Estando yo en culpa o el premio y porque a tan alta se-
aquella corte del rey, mi tío, no menos ñora no convernía que sin licencia de
tenido y acatado como Alberín, mi pri- vuestros padres públicamente esto se hi-
mo, que es príncipe hijo del dicho rey y ziesse ni aun a mí me estaría bien sin li-
eredero de aquel reino, oí a muchas per- cencia y bendición de los míos ser pú-
sonas que en esta corte de vuestros pa- blico esto, aquí está Dios por testigo.
dres han estado grandes loores de vues-
Ponedlo en sus manos y en obra, que
tra persona y desseando conocer tan
ningún tiempo hallares contradición ni
loada muger como sois en el mundo y
discrepancia en cosa de cuantas me
vencido de las nuevas que de vos por
avéis oído y para esto bastarán por testi-
todo él andan, yo propuse esta jornada y
gos Fulgencia y Laterio. Y si no quisiére-
en ella aventurar mi vida hasta saber si
des que lo sean basta que amos lo sea-
podría ser possible que me hiziesse Dios
tan diño que en vuestra gracia y amor mos. [...]
cupiese y, aunque estavan aplazados los Y dicho esto se tomaron de las ma-
torneos de Albania cuando partí, quise nos y se otorgaron por esposos confor-
salir de aquella tierra por estas causas me a lo que en aquel tiempo se usava,
en tal sazón. Lo uno porque mis padres teniendo Dios y aquella santa casa y de-
desseavan y el rey y la reina, mis tíos, lante por testigos de Laterio y Fulgencia,
querían que yo me casasse con mi prima los cuales quedaron muy espantados de
Cresilonda, hermana del príncipe Albe- ver aquello. Y porqu'el tiempo no dava
rín, la cual es muy gentil dama y la que ya lugar para que la princesa estoviesse
sucedería en aquellos reinos si el príncipe fuera de palacio más tarde, se despidie-
no oviesse hijos. Sus padres y los míos, ron los unos de los otros y don Félix y
porque aquel estado no viniesse en otro Laterio se quedaron en el templo y ellas
sucesor que de su sangre saliesse, dá- se fueron a palacio. Y allí don Félix le
vanme mucha prissa y, como yo estava dixo a Laterio lo que avía passado y la
más puesto en veniros a buscar que en princesa dixo a Fulgencia lo mismo des-
conceder tal matrimonio, busqué mane-
pués que fue llegada a su cámara, (cap.
ra para salir de aquel reino y venir a éste
16, ff. xixv-xxiv)-
a veros y ver hasta do corre mi ventura.
[...] Señora, porque en ningún tiempo me
CLARIBALTE 143

2. Gracias al Gran Sacerdote de todas las otras cosas que d'este hombre
Apolo, los enamorados contraen ma- se duda van están satisfechas, yo quiero
trimonio público lo que vuestras altezas y vuestra señoría
quieren.
o c o a n t e s q u e de noche fuesse, el Y dicho esto, se hincó de rodillas y
P Gran Sacerdote se fue a palacio y
luego se retruxeron el rey y la reina con
les besó las manos y acordaron que des-
pués de haver cenado y aun ser passada
él, y hablóles todo lo que avía dicho al buena parte de la noche, por el jardín de
Cavallero de la Rosa y lo que él le res- palacio entrassen el Gran Sacerdote y el
pondió, salvo que, aunque les certificó Cavallero de la Rosa y que en cierto
que era de muy alta sangre y tal que por apossento baxo que en él avía no esto-
ella no devía ser desechado, de ninguna viesse persona ninguna sino el rey y la
persona por alta que fuesse en el mun- reina y la princesa y que allí se les to-
do, no les dixo de cuáles parientes, mas marían las manos y se celebr[ar]ía este
díxoles el inconviniente qu'el cavallero real talasio. Y a todos paresció muy bien
hallava para la conclusión d'este matri- este acuerdo y el sacerdote se fue luego
monio y el medio que el sacerdote en de palacio y con un camarero suyo em-
ello dio, que era ser secreto. Y assí les bió un renglón al Cavallero de la Rosa
paresció muy bien al rey y a la reina y con el cual le pedía por merced que,
acordaron de dar luego conclusión en después que oviesse cenado, se llegasse
ello y mandaron venir allí a la princesa a su possada o le esperasse él en la suya
para le dezir lo uno y lo otro y que y que más holgaría que se fuesse a cenar
oviesse por bien de querer lo que sus con él Y el camarero del Gran Sacerdote
padres y tío querían. Y venida, le dixe- le dio la carta cerrada y el cavallero la
ron todo lo que después del combite el leyó y dixo:
Gran Sacerdote avía passado con el Ca- -Dezid a su señoría que yo haré lo
vallero de la Rosa y lo que él respondió, que me embía a mandar.
assí como ya lo avía dicho al rey y a la Y assí se dio la repuesta al sacerdote,
reina.y lo que todos tres avían acordado, el cual cenó y aguardó al cavallero; el
que era dar fin y conclusión en ello y que cual con Laterio se fue con sendas espa-
avía de ser muy secretamente, pero que das y capas. Y el sacerdote, assí como el
querían saber si ella lo avría por bien y Cavallero de la Rosa entró, se levantó a
que aviéndolo, qué les parescía que él y se entraron los dos en otra cámara
aquella misma noche se despossassen no más secreta y le dixo:
aviendo otra persona más de ellos cuatro -Señor, ya yo os quiero hablar como
y el Cavallero de la Rosa. Y assí como la hijo y deudo. Yo hablé al rey y a la rei-
princesa oyó todo lo que sus padres y tío na, mis hermanos, y a mi sobrina, la
dixeron, ella respondió: princesa, lo que oy con vos passó y ellos
-Señores, como otra vez que en esto están en esto como yo. Y está acordado
respondí dixe, yo no he de tener ni que- que esta noche se haga el despossorio si
rer otra voluntad sino la vuestra. Hazed por vos no queda y que aquesto sea con
y ordenad, que mi voluntad es de obe- tanto secreto y silencio como vos lo pe-
descer vuestro mandamiento aunque dís y queréis. Por donde conosceréis si
este cavallero fuera el más baxo hombre os aman, pues teniendo vuestra palabra
de vuestros reinos, cuánto más con tal por cierta, sin otra información ni segu-
persona. Y pues la reverendíssima per- ridad quieren que se haga. Y si vos lo
sona del Gran Sacerdote mi tío dize que queréis, en vuestra mano está y creo que
144 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

viene de la da Dios, pues tanto ha podi- go y terne de aquí adelante por hijo y
do en nuestras voluntades que todos es- verdadero amigo, assí por lo que vuestra
tamos en esto tan conformes como en persona es como por las causas que ago-
salvarnos ra se os dirán. Á plazido a Dios y está
El Cavallero de la Rosa le dixo: acordado que don Félix se desposse en
-Señor, pues yo dixe a vuestra seño- mis manos con la princesa Dorendaina,
ría que lo haría y yo lo desseo, no he de mi sobrina, con voluntad y consenti-
mudar propósito en cosa que tanto me miento de sus padres, mis hermanos, y
va. A la hora que vuestra señoría man- con la suya. Y porque sería largo dezir lo
dare y como lo quisiéredes y ordenáre- que todos ganamos en esto y cuan bien
des se haga. Y también me parece que a este cavallero le está hazello, como vos
yo haría maldad si a Laterío mi camare- os lo tenéis conoscido, no ay nescessi-
ro, que es muy buen cavallero y muy dad que en esto se gaste tiempo repli-
deudo mío y me ha criado y le devo más cándoslo. Pues es notorio lo uno y lo
que nunca señor devió a amigo, le en- otro, está ordenado que esta noche se
cubriesse cosa como ésta. Si a vuestra se- haga y celebre este desposorio. Y este
ñoría le paresce, razón es que se le de señor, como persona que os deve mu-
parte, pues de su fidelidad y secreto yo cho, no quiere que se le increpe a ingra-
estoy tan satisfecho como de mí mismo, titud no hazéroslo saber como es razón
y aun si alguna persona como él ovíera aunque pensávamos qu'esto solamente
cerca de la princesa o del rey y la reina era bien que lo supiessen don Félix y la
en quien assí se pudiesse fiar; yo holga- princesa y mis hermanos y yo. Mas como
ría que se le diesse parte, siquiera para digo, él quiere que se os dé parte y es-
que, como fuessen personas tan fiadas, téis presente con nosotros y yo lo tengo
cuando yo quisiesse ver o hablar a essos a buena dicha. Hágooslo saber y esto es
señores o a la princesa sin terceros es- para lo que os llamamos.
traños o otras gentes, se concertasse por Laterio dixo:
medio d'éstos. -Reverendíssimo señor y no menos
El Gran Sacerdote le dixo: illustríssimo, las manos beso a vuestra
-En verdad, señor, muy bien es lo señoría por tan señalada merced como
que dezís y muy bien me parece que le para mí es tal nueva y doy muchas gra-
gratifiquéis a Laterio, porque deve ser cias a Dios que en tal estado ha traído
muy buen cavallero y bien paresce su esto. Don Félix, mi señor, haze como
generosidad en su enanca y gentilezas. quien es en quererme por testigo de su
-Estonces, -dixo el cavallero-, pues buena ventura, y mi fe y servicios le me-
muy mejor os parescería en hechos de rescen que assí lo haga. Por mí nunca
armas, porque es uno de los hombres será manifestada cosa d'este negocio si
del mundo que mejor las manda y haze no me fuesse mandado por él solo.
lo que con ellas se deve hazer. Y con esto concluyeron su habla y
El sacerdote dixo: como fue tiempo, el Gran Sacerdote y
-Pues llamémosle. don Félix y Laterio solamente salieron
Y assí lo hizieron entrar donde ellos por cierta puerta secreta a media noche
estavan y el sacerdote tomó la mano y le y se fueron a la puerta del jardín, a la
dixo: cual hallaron al rey solo y a escuras. Y
-Señor Laterio, descubierto es vLiestro como entraron el Gran Sacerdote y don
nombre, porque el señor don Félix me lo Félix y Laterio, el mismo rey cerró la
ha dicho y quién sois. Y por esso os ten- puerta y todos cuatro se fueron hazia el
CLARIBALTE 145

aposento que antes se dixo, donde esta- cercano deudo, porque assí lo era de el
van la reina y su hija solas, esperándolos Cavallero de la Rosa. Y fecho esto se
sin otra compañía demás de ciertas velas sentaron la princesa y su esposo al un
que ardían. Y luego qu'el sacerdote en- cabo del estrado y al otro, cerca d'ellos,
tró, se llegó el rey a él y le dixo: sus padres y el sacerdote. Y hizieron
-Hermano, ¿cómo venís tres? sentar allí cerca con ellos a Laterio, con
Y él le dixo: el cual grandemente holgaron, porque
-Señor, este otro es su criado del Ca- era muy valerosa persona y muy sabio y
vallero de la Rosa y aun cercano deudo bien demostrava aver criado a tan gentil
y pues huelga él que sea testigo d'esto, cavallero como don Félix. Y después
holguemos todos. que cerca de una hora en esto estuvie-
Y el rey dixo: ron, se despidió el Gran Sacerdote; y el
-En verdad a mí me plaze, que en tal despossado, del rey y la reina y de la
persona parece que se puede hazer toda princesa, y se fueron, y Laterio con ellos.
confianca. Y el rey y la reina y su hija la princesa se
-Mejor lo podréis, señor, dezir, -dixo quedaron con aquel mismo gozo que
el Gran Sacerdote-, desque ayáis sabido padres muy contentos podían quedar,
qué tal es. hablando en las gracias del Cavallero de
Y con estas palabras entraron a la la Rosa y teniendo a muy crescida ven-
sala donde estavan la reina y la princesa tura aver cobrado tal hijo o yerno, como
y allí abracó el rey a Laterio y le dixo: en la verdad él era el más acabado prín-
-Cavallero, el Gran Sacerdote, mi her- cipe que ser podía en el mundo. Y da-
mano, me ha dicho quien sois y por esto van todos tres gracias a Dios. Y el sacer-
y por las otras causas que para ello ay, dote se fue con su ahijado y sobrino y
yo os he de tener de aquí adelante por con Laterio y desque fueron llegados a
muy cercano deudo. Y quede esto para su possada, ya que avían dexado al sa-
más oportunidad. cerdote en la suya, da van las mismas
gracias a Dios con estremada alegría y
Y Laterio besó la mano al rey y el sa-
gozo de su buena ventura, (cap. 23, ff.
cerdote dixo:
xxx'-xxxi1).
-Aquí no se puede dezir cosa que
cada uno de los que aquí están no la aya
en este caso sabido. A lo que este cava-
llero viene es a despossarse con la prin- 3. Veinte días de cortes e n la
cesa, mi sobrina, que presente está, con ciudad de Constantinopla
vuestras voluntades y la suya.
Y diziendo esto y tomándolos de las
manos, los desposó él mismo y les he-
cho su bendición. Y don Félix y la prin-
C o m p l i d o el p l a z o a que eran lla-
mados los del imperio para las
cortes, se comencaron; las cuales dura-
cesa se besaron luego y tras esto, él se ron veinte días y en ellos se concluye-
hincó de rodillas y besó las manos al rey ron todas las cosas que eran convinien-
y a la reina, por hijo, y ellos le dieron la tes para el buen gobierno y pacificación
mano y lo besaron en el rostro. Y el sa- de aquel estado. En el primero le jura-
cerdote hizo lo mismo y luego la prince- ron todos por eredero y señor natural y
sa por la misma forma. Y Laterio besó las se intituló universal heredero legítimo
manos al rey y a la reina y al Gran Sa- único para que después de los días de
cerdote y luego a don Félix y a la prin- Grefol y de Ponorio, padre del Cavalle-
cesa. Y todos ellos le abrazaron como a ro de la Fortuna, fuesse emperador. Esto
146 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

se hizo de común consentimiento y en- dó restituir todo lo que injustamente su


tera voluntad de todo el imperio. En el tío avía quitado a muchos y que aquello
siguiente día instituyó y ordenó la gente se viesse brevemente por justicia. En el
de armas que de pie y de cavallo avía de séptimo día ordenó la casa y servicio
aver continuamente para conservación que havía de quedar al emperador, lo
del estado y nombró los capitanes y cual se hizo tan largamente como él lo
dexó por capitán general a Risponte. En quiso pedir y mandó que le acLidiessen
el tercero día confirmó algunos alcaides con todos los frutos y rentas del imperio
y puso otros y todos le hizieron omena- sin le menguar ninguna cosa y assí le
je de todas las fuercas del imperio. En el obedesciessen y serviessen como antes,
cuarto día ordenó el consejo y diputó salvo que en las fortalezas no se ocu-
veinte y cuatro personas notables en él passe ni en las cosas de la justicia y gen-
y de grandes letras y autoridad entre los te de armas ni en la governación, sino
cuales avía ocho cavalleros y cuatro per- con parescer del consejo de los que par
lados sacerdotes y doze letrados y hizo él quedavan señalados. En el otavo día
presidente al rey de Egipto. En el quin- armó muchos cavalleros y dio y hizo
to día ordenó la armada de la mar y hizo grandes mercedes a muchos y dotó mu-
almirante a Litardo, el cual era muy chos monesterios y casó muchas donze-
buen cavallero y de la casa y sangre im- llas pobres y hizo soltar todos los que
perial y se avía muy bien señalado el día en la batalla fueron presos. En los otros
de la batalla, y declaró el número de las días proveyó muchas cosas nescessarias
naves y galeas y fustas que ordinaria- a la buena governación fasta ser compli-
mente havía de aver para guarda de las dos los dichos veinte días de las cortes,
costas del imperio. En el sesto día man- (cap. 58, ff. lviv-lvii').

25 CLARIDORO DE ESPAÑA
(finales del siglo XVI)

por
José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIO

[1] Biblioteca Nacional (Madrid): ms. 22.070 [->]

TEXTOS

1. El prícipe Claridoro recibe


unas armas mágicas y es armado ca-
ballero (con algún que otro discurso
Y a n o a y c i u d a d , todo se ba dis-
minuyendo y todo con el tienpo
se á gastado y gasta y lo muda de su pri-
sobre la decadencia del tiempo ac- mer figura. ¿Quién á oído decir de las
tual) gentes balerosas passadas, de las brabas

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1636. ESTUDIO: Lucía Megías (1996).


CLARIDORO DE ESPAÑA 147

y fuertes abenturas que tubieron y pasa- Con esto le besó las manos más con-
ron echos increíbles, acavando de dejar tento que si del mundo le hubiera echo
los reinos y oficios y potestades, ir solo señor. Y en lebantando se bieron entrar
por el mundo con solas sus armas y ca- por la puerta una doncella hermosa y
vallo? ¿Quién les forcava a esto si no sólo bien aderecada, y delante dos escuderos
su baleroso ánimo ni los constreñía y los biejos con barbas y cabellos blancos, y
llebaba tanta desabentura sino el fuero atrás dos salvajes vestidos de caza. Y lle-
de aquella edad dorada que fue de cosas gando a la silla del rey, hincaron todos
de onra y de noble y alta cavallería, fa- cinco las rodillas y la doncella dijo:
bricada como se bee en Claridoro, prín- -Alto y valeroso rey Constantino, di-
cipe esclarecido que teniendo reinos y choso sobre todos cuantos de tu profe-
estados, tan grandes sin tener qué de- sión nacieron, pues as alcancado a tener
sear, pues no sólo era señor sino honra- un hijo tal cual tienes, que á de ser luz y
do?, y no contento con lo uno ni con lo espejo de las Españas. Suplico a tu ma-
otro, estimando más el ser honrado had- gestad mandes que benga porque a él y
quiriéndolo por su persona que tenién- no a ti vengo enderezada.
dolo de nacimiento, y ansí, con esta de- El rey muy pagado de las buenas ra-
terminación y grande orgullo, sufría cones de la doncella la mandó lebantar y
inpacientemente el término puesto y sentar junto a la reina, que presente es-
aplacado del torneo, pensando, como tava, y él en pie mientras esto se hacía.
sucedió, pedir a su padre le armara ca- (Este era dichosso tienpo pues los re-
vallero para las fiestas y, acavadas, irse yes que solos pueden hacer onra, la ha-
encubiertamente de casa de sus padres a cían y con esto eran respetados, estima-
buscar a las aventuras, cossa por él tan dos y temidos, sin usar de banidades y
desseada. Pues no tardó mucho de acer- alabancas, por la mayor parte mal quis-
carsse el día de Nuestra Señora de sep- tas, sino de una dinidad y blandura y li-
tienbre, en el cual, como tengo dicho, beralidad mediante la cual de los reinos
avían de ser las dos fiestas: el bautismo estrangeros acían suyos y a los propios
y el torneo. Y la ciudad y gente cortesa- de sus reinos abasallaban con las buenas
na se apercevían cada uno como más obras).
podían. La víspera era de la solene fies- Ya sentada el rey le dijo:
ta, cuando en acabando de comer el rey -Buena doncella, yo é recebido con
y la reina, el príncipe se lebantó e in- buestra visita muy gran contentamiento,
cando la rodilla delante de su padre, le y ansí le recibiré en que me digáis quién
pidió un don, pues no le avía de pedir sois y de dónde primero que el príncipe
cossa que a su corona real mal estubie- benga.
sse. El rey se lo prometió de buena bo- Ella respondió:
luntad. Y él dijo que ya su magestad vía -Balerosso señor, yo soy mandada y
cómo ya era de edad de ser cavallero y buestra virtud no consentirá que yo no
que así le suplicaba le iciese merced de cunpla con mi obligación, cuanto más
acerle para que, en las fiestas que se es- que en presencia del príncipe seréis en
peravan, él pudiese servirle y regocijar alguna parte satisfecho.
su corte. El rey le dijo que apercibiese lo El rey como vio que se quería encu-
necesario para ello y que belase en la ca- brir y bio que avía dicho buena racón,
pilla las armas, para que otro día antes no quiso inportunalla y llamando al prín-
del bautismo fuese armado cavallero. cipe que detrás de sí estaba, la dijo:
-Béis aquí por quien preguntáis.
148 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

Ella cuando le vio, lebantóse de do ssimo acero, relumbrante como un espe-


estava y díjole: jo al sol, y lo demás al parecer como lo
-Baleroso príncipe, lo que beo, que era de finísimo oro, tenplado con tal har-
lo que de buestra persona soy informa- te que más fuerte que el finíssimo acero
da, que aunque por la más estremada era, con tantas piedras y perlas de esti-
del mundo me la sinificaron, no llegaron mable balor que ponían admiración. Y
con gran parte a lo que ella es. Y así cierto, él solo sino más valía un gran rei-
digo que me tengo por dichossa y bien no, de tan lindo talle y raca, tamaño y
aventurada en sólo veros, en aver sido porsatil que, aunque no fuera tan de
mensagera a tal parte. Y así sabréis, ba- provecho como era para ser modelo, era
leroso príncipe, que una persona obliga- en el precio único; y mirándolo de más
da no sólo a su palabra sino a quien bós era, como tengo dicho, blanco todo y
sois, saviendo que os queríades armar lleno de una guarnición tan preciosa
cavallero, cosa necesaria al mundo, os como lo era el escudo; de tan lindo talle
inbía estas armas que aquí trayo, que os y tan bien forjadas y hechas que no sólo
suplica sienpre las trayáis porque, des- eran inispunables mas tan libianas y tan
pués de ser tan estremadas, tienen una acomodadas al bestirsse que más a des-
virtud tan ecelente que se mudarán con- canso qtie a trabajo se pudía atribuir el
forme a como bós las desearedes, así de traerlas; y lo qtie más admiración pusso
color como de talle, riqueca y fortaleca. fue la riqueca inestimable balor de la es-
Y en esto beréis y aliaréis en ellas todo pada, porque querer decir la riqueza d'e-
lo que imagináredes. Y así certifico que 11a sería cossa dificultossa en el todo;
con ellas acavaréis grandes maravillosas mas en parte digo que sólo el pomo era
abenturas, tales que pornán al mundo un finíssimo y fuerte diamante guarneci-
en admiración y espanto y que estos tor- do de fortíssimo acero, bien estremada-
neos aréis tales cosas con ellas que para mente labrado; y la guarnición de oro,
sienpre seréis loado y que a buestro pa- con tantos diamantes qu'el oro cassi no
dre echaréis en la mayor obligación que parecía por acer similitud con el pomo;
jamás os será. la oja no ay nadie que pueda decir de la
suerte y traca qu'era, después de ser la
Con esto dio fin a sus palabras y el
más sigura y penetrante de cuantas en el
príncipe dio comienco a las suyas [...]
mundo se an visto, como en las obras
La doncella se despidió con esto, de-
d'ella lo veremos en esta grande istoria;
jándolas en el suelo sin destapallas, y
también venían aceros de sillas de cava-
fuese por do avía benido.
lio de la misma suerte que las demás
Y es bien que sepáis de qué parte es harmas; y un hierro de lanca, tan pulido
esta doncella: fue inbiada ya se os acuer- y bueno, que en calidad nada a él se
da cuando de los dioses binieron a la igualava, enbuelto en el un papel y en él
cámara del príncipe y cada uno le ofre- escrita la carta siguiente:
ció de su dignidad y oficio la parte que
podían; y que entre ellos Bulcano le
ofreció las armas que avía de traer, y esta Carta
doncella se las trujo y ansí dijo que una
persona obligada a su palabra se las in- Al valeroso príncipe d'España. Discreto amigo
biaba. Y de la doncella llegaron a desco- suyo, salud; no te espantes de las cosas presentes, es-
jer las armas, las cuales eran riquísimas, tremado príncipe, ni pretendas saver quién es el
blancas como de cavallero novel con un qu'este servicio te ace, pues todas las heces que su
escudo hermosísimo con cerco de finí- servicio hubieres menester, le aliarás j no tendrás
CLARIDORO DE ESPAÑA 149

otro descansso, sino sólo que tú le tengas. Usté yerro la tubo con bós; bengado estáis y tan a
que ba buelto en este papel, bale mucho porque con costa suya cuanto yo no sabría encare-
él aras tales encuentros que gran fama d'ellos cobres, cer. Poned delante lo que os quiere y
y del uno d'ellos recibirás un contentamiento incon- como del amor nació el celo, que tal es-
prensible. Y de una cossa te ago certificado, que tie- tado os pusso, ella pide todas estas mi-
nes otros amigos tan grandes como yo, y de más pro- sericordias; ella propria se acussa de su
vecho, y que en las armas y en todo lo que a cavallo yerro, en buestra clemencia espera su
conbiene, serás único. Por esto, dichoso principe, no consuelo, como en esta carta beréis,
desmayes, aunque será inposible sino con las cosas qu'en todos mis travajos é sustentado y
más dificultosas te enpleas, pues todas las acavarás en fiel guarda é puesto.
con tanta gloria y fama como oy te deseo, cuya real Diciendo esto, se la sacó y se la pusso
persona el sumo acedor guarde y prospere. en las manos. No tubo tienpo el bentu-
rosso moco para responder con palabras
Leída que fue la carta, el rey y la rei- a Salustia, sino que con efectos amoro-
na se olgaron infinito de los estimados ssos concedía su petición y avierta la car-
principios de su único hijo, y luego qui- ta y conocida la letra, [dixo]:
sieron ber cómo le venían las harmas; y -Por ti me perdí, por ti me gano; tú
al punto fue armado con ellas y ceñida me desterraste y así me algas el destierro.
su espada, estava tan bien dispuesto y [...] Y dichosso yo que te beo con nue-
gentil honbre que cosa más de ber en el bas de salud, de quien te hico más pia-
mundo no la avía, tanto que de todos era dossa que fuiste; y confiado de quien te
como por estremo mirado. Y el rey le inbía y de quien te da, te leo, aunque
dijo que hiciese la prueba del mudarse con muy temerosso corazón tema.
las armas para ber cossa tan maravillosa. Y comencóla a leer y bio que decía
Y el príncipe dijo entre sí: ansí:
-O si estas armas se bolviesen de co-
lor de fuego, y en el escudo muchas bra- Carta de la princesa Clera al principe Clarido-
sas y encima un cavallo sin quemarse. ro su fiel amigo.
No lo hubo pensado cuando las ar-
mas lo icieron y se tornaron conforme a Agora veo, caro amigo mío, qu'es muy atrevido
su deseo. Todos fueron maravillados de el amor pues él me forfó y mefuerfa, no quiero de-
tal cossa. (cap. 3, ff. 8r-10r). cir que bós me forjáis aunque assí me veréis;y ansí
es ragón no dar crédito a quien tan malo lo tubo de
bós. Bien vengado estáis y a costa de mi vida, de mi
2. Carta de la princesa Clera al disparate; y ansí os suplico con todo el amor que os
príncipe Claridoro, su fiel amigo tengo tne lo perdonéis y pongáis en olvido y os ben-
gáis luego qu'ésta recibáis a mi presencia para res-

J u n t o s s e s e n t a r o n en el berde sue-
lo y cada uno estubo aguardando a
qu'el otro ablasse. [...] Salustia fue la que
taurar mi vida y contento, y a bós os lo dé, si soy
parte para ello. Y si esto no queréis hadmitir, sólo
os suplico me perdonéis y después d'esto echo, os em-
pléis en quien mejor lo merezca que yo. Bien pudie-
ablar comencó dicien[do]:
-Dichosso encantamiento á sido éste, ra traeros muchos exenplos de personas balerossas
señor mío, pues tal fin é tenido de mis que perdonaron semejantes yerros, mas por ser en mi
travajos; y dichosos travajos, pues tal fin disculpa no quiero y no tengo otra si no confesar la
é tenido, Tienpo es, señor mío, de cle- grande culpa qu'é cometid; pero al principe y señor
mencia para la que tanto os quiere; tien- mío, más me confío en vuestra persona y valor que
po es de misericordia para la que que no en mi voluntad que, por grande que sea, no llega a
150 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

lo que bós merecéis; j temerossa de que os enfado con -Éste es el entierro de nuestro maestro
letra mía no passo adelante sino cese suplicando lo Mahoma, que por milagro suyo él está en
suplicado. el aire, cossa tan dibina como béis.
Claridoro dijo:
Más lágrimas fueron que las letras las -No tenéis racón, que ésta es cossa
que sobre la piadossa carta se derrama- natural, y cualquier cossa que aquí de
ron, (ff. 228v-229r). yerro metáis se alcaán ni más ni menos;
y porque lo beáis, pon ese mandílete
junto al arca y beréis cómo se sustenta y
3. Descripción del sepulcro de cómo no es milagro; y sino sacad la caja
Mahoma en Medina y poned las cenicas en el suelo y beréis
cómo s'están quedas.
El turco dijo:
A llí q u e d a r o n los dos amigos en
guarda del castillo; y mientras los
otros bolvían, buscaron quién los muer-
-No estamos agora en esas pruebas,
sino estad con la decencia que avéis
tos sepultasse, que de buena gana de la d'estar; sino aré yo os que lo agáis, que
tierra acudieron porqu'en estremo se hol- para eso me tienen puesto aquí.
garon de ver aquellos jigantes muertos. No pudo nuestro guerrero sufrir tal
Los nuebe cavalleros que iban con la agravio y ansí le dice:
Dezirinaica llegaron al gran sepulcro en -¡Tira, perro mahomético, que sólo el
Medina del falso proferta Mahoma, a trino y uno se deve adorar, que este vues-
donde estava un suntuosso tenplo har- tro Mahoma es ministro del demonio!
mado sobre infinidad de pilares de her- El turco [...] un grito alca, sacando su
mosso jaspe, lissos y redondos, que acia cimitarra; poco le duró su horgLÜlo, que
de un solo golpe dado por el belicosso
todo el tenplo como callejuelas, bajo de
braco, rinde el alma. Los de la guardia
dos estados medianos y una capilla toda
acuden al alboroto, mas como iban acu-
de fina piedra imán, y en medio en una
diendo iban dexando los espíritus, por-
caja de yerro los polvos quemados de
que los nuebe tales cossas acían que po-
Mahoma. Todos los naturales tenían
nían espanto. Claridoro trabó del arca y
aquello en gran beneración y milagro
fuera la arroja y con su espada en un
como si cossa natural no fuera; de guar- punto la cámara desace y salen fuera He-
da estavan cincuenta turcos bien harma- bando a las damas. En medio de sí, Flo-
dos y por eleción de su esfuerco puestos rencio el Macedonio acia grandes cossas
a la guarda. Y como a los nuebe cavalle- en armas; cada momento acudía mucha
ros biesen y a la hermossa princessa, los jente y todo el lugar se alborotó, de suer-
dexaron llegar y el huno d'ellos, que ca- te que ninguno que pudiesse tomar har-
pitán hera de la escuadra, llega a mos- inas dejó de tomallas, y más de dos mil
trarles la capilla y una rica llabe de oro los cercan. Y todos estavan puestos a ca-
saca para abrilles; dentro entraron sin vallo; y el bravo español tenía a las an-
hacer más mezura que la que hera ra- cas a la princessa muy bien atada, por-
cón; el turco se enfadó y dijo: que no cayesse. Y hechos una muela
-Con poca beneración entráis en se- entf ellos se rebuelben dando y recibien-
mexante lugar; incad buestras rodillas y do crueles golpes. Pireno acia maravillas
aced la oración decente. y los demás no menos; o cual andava el
Claridoro le dice: noble francés y el fiero español y el hún-
garo príncipe con él aventaxado mace-
-Este entierro, ¿cuyo es?
CLARIDORO DE ESPAÑA 151

clonio. [...] Si me atubiesse a decir los frillo este papel en bós más piedad alie que en mí
muertos por las cristianas harmas, diría buestras palabras amorossas; pues vuestro bien no
una cossa de hazmiración y espanto, puedo desealle, dexad esas regiones peligrossa, heñi-
más eran de mil los que a este tienpo en os a ber los ojos míos llorosos; beníos a ver rabones
el suelo estavan. (ff. 267v-268v). más piadossas; beníos a oír suspiros amorosos. Bol-
ved a ver el aspereza fiera buelta en blandura, en
atos más piadosos. Mas si tardáis, yo bibo de ma-
5. Muestras d e a m o r de Isiana y nera que no será el socorro y el provecho, porque
Rosana a sus enamorados: cartas y bendrá la muerte delantera. Tened piedad de un en-
poemas amorosos cendido pecho y en bibo fuego en llamas amorosas
que presto le ternán ceniza echo.
la carta le p o n e en la mano y dí-
Y cele que la lea, que luego buelbe
a cobrar respuesta. La carta alterado
Enbelesado estubo Pireno por un
rato, no pudiendo creher dicha tan gran-
toma y sin más aguardar la abre y la lee, de; no sé sabe qué diga tanto bien lo
y bio que así decía: que puede un coracón echo a hadbersi-
dad, que no puede creher cossa que en
Carta de Isiana a Pireno su provecho sea. Ansí está Pireno du-
dosso de lo que lee y incrédulo de lo
Una que yerra arrepentirse puede; perdón mere- que merece; mas tantas beces la lee y
ce aquella que á herrado, que al fin piedad a la tantas considera su boluntad, que por
crueldad eceda; por donde os pido, mi Pireno ama- ellas sacó que merecía tales palabras y
do, si merecerle puede quien fue parte para un desr con una poca desconfianca, responde y
fierro tan acelerado, pasa la vida; y si an a deta- cierra la carta, y al mensagero aguarda
larte en el ausenáa de su fiel Pireno, más áspera j para que la llebe [...].
cruel qu 'el fiero Marte corre por los pesares tan sin Entra al aposento del de Francia, llega
freno, o se consuma elfuego de su seno, que no pue- y ruido con las harmas ace para desper-
de acavarse un mal tan fuerte sino con fuerte vida y talle. Despertó y en la cama con la espa-
desabrida para que pueda mexorar su suerte; pues da en la mano se sienta; pregunta quién
ser no puedo desagradecida a tanta feey amor como ace ruido. Calla el mensajero para acelle
mostrastres, quiero mostrar que soy agradecida; pues asegurar más, y luego habla diciendo:
tan fácilmente os apartastes de una alma que os -Sosegad, rey balerosso, y escuchad un
adora, fácilmente podréis volver adonde la dexastes, recado de la hermossa princesa Rosana.
que aquí la aliaréis perpetuamente ocupada, con sola Como el rey oyó el nonbre de Rosa-
la memo7Ía de buestra vista dulce eternamente; que na, no quedó como hombre sino como
si un momento go§ó d'esta gloria y si un solo punto estatua, y enternecido todo dice:
gofa de miraros, acavásele la vida en tal vitoria. Si -A mí, indigno, biene recado de la
dexo de quererme por amaros, y si pretendo bida diosa española. No meresco tanto vien.
para veros, dígalo amor como quien puede oblaros, ¿Cómo sé no burláis conmigo?
que yo no oso, aunque ose quereros, bós fuistes la -Con tantas beras no es burla amor, y
ocasión de mi osadía y del miedo tanbién de no ofen- él ace esto. Tomad esta carta y lehedla, y
deros. Bengado estáis Pireno a costa mía; y tan a en ella aliaréis más berdad de la que yo
costa mía estáis bengado que si osas' decirlo, lo di- sabré deciros, y responde luego, porque
ría; mas puede tanto el miedo del enfado que reúsa á de ser mi buelta con presteca.
la mano el escrivillo y el corazón está debilitado. No
-Sí aré, -dixo el francés todo turbado.
puedo alfin mi daño descubrillo que por la vengan-
Y la carte abre, y la letra conoció y
za Amor quiere que calle; el mal dificultosso de su-
léela, y bio qué así decía-.
152 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

Si la princesa Rosana no es parte para man- buestro valor publicando,


daros, será parte para suplicaros buestra benida ten- ya buestra ausencia llorando
pranaj la atisencia no sea tal porque su alma cau- de veros desconfiada.
tiba es milagro berse biba y es gusto verse mortal, Y si sustento la vida
mas el amor fue ocasión para apartaros de mí e ha es pensando qu'en tenella
de ser, crehedlo así, consuelo de mi pasión. con el cuerpo y alma y ella
la buestra será servida,
No penséis que mi confianza que si para esto no es buena,
es por falta de quereros, no la deseo ni quiero;
sino que los deseos beros antes es tormento fiero,
acen en mi seso mudanca. ravia, confusión y pena. [...]
Si aquel que andava perdido - Mas si la venida es cierta,
por dicha le avéis aliado, y en esto me aseguráis,
bolved donde avéis dexado aced cuenta que me dais
un corazón aflixido. la vida después de muerta,
N'os metáis en nuebas cossas, que tenía perdida
tened por mayor at¡aña con buestra larga ausencia,
benceros con fuert¡a y maña será con buestra presencia
para cossas amorossas. del todo restituida.
Y si no le avéis aliado,
no inporta bolved a veros. • Se quedó contento el noble francés,
Los ojos que pueden ser no ay que preguntar, pues de racón avía
de la firmeza el [...] de ser su contentamiento sin igual. No la
que no tienen esta gloria leyó sólo una bez sino muchas y cada
descanso, gusto y contento, bez alia nuebo gusto; y sin más aguardar,
beldad, gracia ni hornamento la pluma toma en la mano y en un papel
sino es con buestra me?noria. escribe lo que a su tienpo se berá.
El mundo tenéis ya lleno El español príncipe, como dixe atrás,
de gloriossas abañas, abre su caxeta y en ella alió un retrato de
y abrasadas mis entrañas, su princesa echo un rico diamante en-
según buestra ausencia peno. gastado en puro oro, bien labrado, (ff.
Y la fama anda ocupada 292v-294r).

26 CLARIS DE TRAPISONDA
(mediados del siglo xvi)

por
José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIO

[1] Real Biblioteca (Madrid): ms. 11.2504 [->]

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n°. 1638. EDICIÓN Y ESTUDIO: Lucía Megías (1996b).


CLARIS DE T R A P I S O N D A 153

TEXTOS

1. Fragmento 1: el escudero Ba- -Ande yo a buena bentura, -dijo el es-


laín encuentra a su señor, Claris de cudero-, que después que os lo aya di-
Trapisonda cho no me sabré ya dar remedio.
Y diziendo esto se fue tornando a
u e n t a la istoria qu'el buen escu- lamentar como de primero. Yendo ansí
C dero Balaín, que en busca de don
Claris su señor andaba, después que se
oyóse dar grandes bozes y bolbiendo a
ber quién le llamaba, bio benir un bie-
partió de don Rosarán, andubo por unas jo que parezía que en los pies no se
partes y otras en su busca y, llegando un podía tener y, ansí como a él llegó, le
día a un castillo, supo cómo su señor iba dijo:
con una donzella; pero no le supieron -Balaín, deja estas tierras que en
dezir para dónde iba. Y con mucha tris- ellas no te puede<n> benir sino mu-
teza se puso en su demanda. cho daño, y bete al inperio de Costan-
-¡Ay de mí!, -dezía el buen escudero-, tinopla, que allí aliarás a tu señor, que
¿qué quenta daré yo al enperador, mi se- con tanta tristeza buscas. Y mir'aquel
ñor, que tanto la guarda de su ijo m'en- caballero que de muerte te librare; no
comendó o di[*] que mi padre nunca dejes su conpañía asta la corte del en-
mas buestros ojos <os> me berán si yo perador.
a mi señor don Claris no alio? ¡Ay de ti, -¿Quién sois bós, -dijo Balaín-, qu'eso
Balaín, que no te cunple más parazer me dezís?
ante naide, pues tan mala cuenta de tu -Yo soy, -dijo el biejo-, quien mucho
sino as de dar! ¡Ó, muerte rabiosa! ¿por la onra de tu señor desea.
qué no bienes y acabas ya al sin bentu- Y diziendo esto desapareció. Balaín
ra escudero que tan aconpañado de pe- con mucha alegría enpezó a tomar el ca-
sar está? mino de Costantinopla. Yendo ansí aulló
Yendo ansí el buen escudero, bio de- un caballero que le dijo:
lante sí una muy apuesta donzella que le -¿A dónde bas, escudero? ¿As bisto
dijo: por do bienes un caballero armado de
-¿Dónde vas escudero tan aconpaña- unas armas azules?
do de tristeza? El escudero con el gran plazer que
-Boy a buscar mi muerte, -dijo el es- lleba, no se curando de las palabras del
cudero-, y con ella la fortuna me dejará caballero, no acia sino andar. El caballe-
de persegir. ro, teniéndose por escarnido, dando
-¿Por qu'esto?, -dijo la donzella-, que d'espuelas a su caballo con su espada en
tú Uebas la más necia demanda que nun- la mano se fue para él diziendo:
ca a onbre bi. -¡Espera, loco escudero, y berás cómo
-Bien pareze que sois las mugeres yo te ago que otra bez respondas a lo
hechas a buestras boluntades; pues sin que te preguntaren!
tú saber la causa dizes tan necia re- Balaín, como ansí le bio benir dando
puesta. d'espuelas a su caballo, le iba delante. El
-Pues bós, jentil escudero, por tan caballero le segía con mucha gana de lo
abil os tenéis, -dijo la donzella-, ¿qué es matar. Yendo ansí un gran caballero les
la causa porque ansí benís llorando? dio bozes diziendo:
154 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

-¡No toques caballero en el escudero me prometes que otra bes no te acaesca


sino muerto eres! querer matar a naide no teniendo con
El caballero, no se curando de las pa- qué se defender.
labras del otro, no azía sino segir al es- El caballero lo juró ansí, mas no lo
cudero. El Caballero de la Puente de Pla- cunplió como adelante se dirá. Balaín,
ta biendo la poca cuenta que el caballero que ansí se bio libre, dio muchas gracias
a sus palabras hazía, como un brabo al de la Puente por lo que por él abía
león se ba para el caballero diziendo: echo. El Caballero de la Floresta subien-
-¡En mal punto queráis poner mano do en su caballo con muy gran afán de
en quien no tiene defensa! Por eso dad- las muchas llagas que tenía se fue a un
me la razón por qué ansí le quieres ma- castillo que cerca de allí estaba donde
tar. fue curado de sus llagas.
-Bien librado estaba yo, -dijo el otro -¿Por qué razón os quería matar aquel
caballero-, si te ubiese de dar cuenta. caballero?, -dijo el de la Puente de Plata.
¡Quítate me delante sino lo que al escu- -Á de saber, buen señor, -dijo el es-
dero abía de azer, eso aré a ti! cudero-, que pasando oy zerca de aquí,
-Aguarda, caballero sandio, -dijo el yendo pensando en un caballero mi se-
de la Puente-, que yo te aré que tengas ñor que días á que ando buscando, topé
más cortesía de aquí adelante. con aquel caballero que me preguntó si
Y bajando su lanza se fue para él. El abía bisto otro armado de unas armas
otro le salió al encu[e]ntro. El caballero azules, y porque yo no le respondí por
irió al de la Puente en el escudo, que la eso me quería matar.
lanza quebró mal. Él l'encontró que, fal-
sándole el escudo, le izo una llaga en el -Si agrabio os quería hazer, -dijo el de
lado siniestro y dio con él del caballo la Puente-, ya él tiene su merecido. Mas
abajo de muy gran caída; y tornando so- dezime quién es ese caballero, que yo
bre él le dfxo: tanbién ando en demanda de otro.
-¡Lebantaos, caballero, que no pen- -Sabed, buen caballero, -dijo Balaín-,
séis d'os ir ansí! que mi señor es un caballero que trae
El otro se lebantó muy corrido di- por dibisa una bozina en su escudo.
ziendo: -¡O, buen escudero, -dijo el de la
-Apéate, caballero, que no me ayuda puente-, yo doy por bien enpleado lo
Dios si no tengo de ber si sabes tanto de que por ti é echo, que sepas qu'ese ca-
la espada como de la lanza. ballero me á librado dos bezes de muer-
El de la Puente se apeó y poniendo te y yo á muchos días que ando en su
mano a su espada, su escudo enbrazado, busca, y ayer me dijo una donzella como
se ba para el de la Floresta y enpiézanse está en la corte del enperador. Pero, de-
a erir de muy brabos golpes, qu'el Caba- zime, buen escudero, cómo se llama y
llero de la Floresta era buen caballero, cuyo hijo es.
mas no tuvo mucho que, como el Caba- -Sabed, buen señor, -dijo el escudero-,
llero de la Puente era balentísimo, cargó que mi señor se llama don Claris de Tra-
de tan grandes y mortales golpes al ca- pisonda, es ijo del enperador de Costanti-
ballero, que dio con él en tierra; y yen- nopla.
do sobre él le quitó el yelmo y, como el -¡A Dios merced!, -dijo el caballero-,
aire le dio, tornó en sí: que mucho le deseo ber por la buena
-Muerto eres, caballero, -dijo el de la ayuda que me izo, que zierto yo fuera
Puente-, si no te otorgas por bencido y muerto si [por] él no fuera.
CLARIS DE TRAPISONDA 155

Y ansí con mucho plazer se fueron Argantel de Suebia y al caballero del Co-
para la gran ciudad y llegaron a tienpo razón Llagado y a Grabanor de Jena y su
que don Claris con otros muchos prínzi- ermano, Zelandor, y <b>a Galarte de Sa-
pes y caballeros eran salidos al canpo boya y don Galarán de Cantabria y Arta-
porque tenían nueba que ya los paganos leo el Alemán y Branamor el Brabo y Ba-
benían por la mar con inumerable jente; larán de la Torre y Florean y sus
y como todos bieron benir aquel jentil y ermanos, Florandino y Alaron, y otros
menbrado caballero, todos pusieron los muchos caballeros de gran cuenta, que
ojos en él. Balaín, que a su señor cono- muy ermosa cosa [...] (¿f. 33?)
zió, le fue a besar las manos con la ma-
yor alegría del mundo. ¡No se os podría
dezir la gran alegría que don Claris ubo 2. Fragmento 2: batalla de los
de ber a su buen escudero que por cristianos contra los paganos
muerto le tenía!.
-Ablad aquel caballero, -dijo Balaín-,
que sabed qu'es nonbrado de la Puente
de Plata, que mucho serbiros desea.
P asadas las treguas, la batalla se
apregonó por el real de los paganos
con muchas tronpas y atabales. El enpera-
El gran caballero, que conozió a don dor tanbién lo [iz]o apregonar; y otro día
Claris por las armas, con mucha cortesía de gran mañana todos los caballeros ya di-
le fue ablar. Don Claris y todos los otros chos, que ya sanos de sus llagas estaban,
prínzipés y caballeros los rezibieron con fueron armados por manos de sus señoras.
mucho amor y cortesía que muy nonbra- Las azes se ordenaron d'e[s]ta manera: la
do era por todo el mundo, y con mucho primera llebaba don Claris con treinta mil
plazer se fueron con él a palazio donde d'a caballo y cincuenta mil peones; con él
del enperador fue muy bien rezebido, iba el duque su amo, que muy buen ca-
aziéndole muy buen recojimiento, ballero era y el Caballero de la Puente de
si[e]ndo el más alegre onbre del mundo Plata y Grabanor de Jena y don Flordanís
biendo que cada día se aumentaba su de la Breva y Artaleo el Alemán y Brana-
cone por causa de don Claris, que mu- mor el Brabo. La segunda llebaba el rey
chos caballeros en su demanda benían. de Irlanda y el rey d'Escocia y el duque de
El enperador hizo dar una muy buena la Baja Borgoña; con ellos iban don Rosa-
posada junto a la de don Claris. ¡No se rarte de Escocia y don Blandiano de Irlan-
os podría dezir el amor que estos dos da y don Galarte de Saboya y Abalarán de
buenos caballeros se tomaron que nun- la Torre; estos Rebaban treinta mil d'a ca-
ca el un de otro s'apartaban! ballo y cincuenta mil peones. La terzera
Otro día de gran mañana todos los llebaba el rey d'Ungría y el rey d'Arconia
reys y grandes señores, es a saber: el rey y el rey de Suebia e otros treinta mil d'a
d'Ungría, el rey de Arconia, el rey de caballo y cincuenta mil de pie; con ellos
Suebia, el rey de Norgales, el rey de Dal- iba Florantieno d'Arconia, Argantel de
macia, el duque de Rupel, el duque Suebia y Elandor de Jena y Gastandón el
d'Anposa, el duque de Jena y el duque Bastardo, La quarta llebaban el rey de
de Saboya y el duque de Cantabria, y en- Norgales y el rey de Dalmacia y el duque
biaron a llamar a don Claris y al Caballe- de Anposa; con ellos iban don Roserán de
ro de la Puente de Plata y a don Rosarán Norgales, Gerión de Dalmacia, Berliando
de Panonia y a don Roserán de Norgales el Rojo, Leosranor de Gueldres. La quinta
y a don Rosarate d'Escozia y a Floranti- llebaba el duque de Saboya, el duque de
no d'Arconia y a Genion de Dalmazia y Perona, el duque de Jena, el conde de Ru-
156 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

sia, el duque de Ramel, el duque de Jarba, Uebaban peonaje ningún porque dezían
el duque de Gueldres, el conde de Tra- que más eran para estorbar. La quarta Ue-
móla y otros muchos duques y condes ba- baba el enperador de Tarquia, llamado
sallos del enperador Rosestán. Postrera Rotalante, con quarenta mil da caballo y
Uebaba el biejo enperador con cinquenta cinquenta mil peones; en su conpana iban
mil d'a caballo y ochenta mil peones; iban yal barón, rey de Tramontana, y <y> Su-
en su guarda el Caballero del Corazón Lla- yarnonte, rey d'Aquilea, y Grandamor,
gado y Florean y Florandino y don Gala- re [y] de Sonjia. La sesta y postrera Uebaba
rán de Cantabria y Balarán de la Torre y el soldán de Babilonia y Arliano; con él
Alaron d'España y otros muchos caballe- iba Olarquel de las Quinze Torres, un muy
ros de gran cuento. Y ansí con muy jentil fuerte pagano, éste Uebaba cinquenta mil
ordenanza salieron al canpo. da caballo y cien mil peones.
Los paganos ordenaron sus batallas Y con muy jentil aire se ban los unos a
d'esta manera: el fortísimo Blandarón, que los [otros] y como el sol ería en los arneses
mucho la muerte<s> de sus ermanos abía era la más lucida cosa de ber del mundo.
llorado, pidió las primeras batallas con sus Ya que llegaron a echadura de mar con los
cinquenta reys basallos, y ordenólos d'es- unos y los otros, calando las lanzas, Don
ta manera: la primera az Uebaban diez re- Claris y los diez reyes con sus azes se
yes de sus basallos.con sesenta mil caba- biene[n] a encontrar con tanta furia y bra-
lleros y cien mil peones; los reyes eran beza que la tierra azían tenblar, dándose
estos: el rey de Garba, el rey de Tramedia, mortales encuentros. Allí biérades la priesa
el rey Unbano, el rey Pinadeto, el rey Flo- que más de diez mil caballos salieron de la
ramino, el rey Zanbardo, el rey Gasquilio, priesa sin señores. Don Claris encontró al
el rey Traparo, el rey Bralamón, el rey Gi- rey de Zanbrabo, encuentro que dio con él
ralamo; estos eran los diez reys de la pri- muerto en tierra; lo mismo izieron don
mera. La segunda Uebaban beinte reyes, Flordanís y el gran Caballero de la Puente
es a saber: el rey Gallado, el rey Saliterno, de Plata, que al rey Gasquilio y al rey Tra-
el rey Ródano, el rey Platonio, el rey Ba- pano que delante se aliaron dan con ellos
lamorte, el rey Palandano, el rey Bruza- muertos en tierra, y poniendo mano a sus
forte, el rey Rosino, el rey Ortrolomo, el espadas, se lanza[n] entre sus enemigos
rey Lindano, el rey Cratalemo, el rey Dor- iriendo a diestro y a siniestro con tanta fu-
tilio, el rey Sobratano, el rey Percolino, el ria y brabeza qu'espanto ponían a sus ene-
rey Margatano, el rey Barlabán, el rey Oli- migos, que no daban golpe que no mata-
termo, el rey Gizcalano, el rey Tronsalo, el sen ni tulliesen caballero.
rey Salamano; estos Uebaban cincuenta Don Claris se topa con el rey Garba y
mil da caballo y sesenta mil peones. La de un rebés que por el gorjal le dio, dio
terzera Uebaba el fortísimo Blandarón con con él muerto en tierra; el rey Pinadeto y
beinte reyes, es a saber: el rey Sobrino y el rey de Tramedia y el rey Mibano, que
el rey Rosato y el rey Plandoro y el rey ansí bieron caer al rey Garba de un solo
Geldón y el rey Carmato y el rey Zelifaneo golpe, fueron muy espantados y todos
y el rey Breztelo y el rey Medalo y el rey juntamente arremeten a él; mas el buen
Flotruse y el rey Artilino y el rey Irbano y caballero echa el escudo a las espa[l]das y
el rey Cinzoto y el rey Solterio y el rey tomando su espada a dos manos da al rey
Plandemo y el rey Trozemo y el rey Rota- Pinadeto por cima del yelmo qu'él y la ca-
lino y el rey Brazasón y el rey Untalamo y beza fueron echas dos partes, y tornando
el rey Clardorato y el rey Gilisón; <la> es- a alzar su espada da al rey Mibano por
tos Uebaban sesenta mil da caballo y no cima del brazo derecho que por cima del
CLARÍS DE T R A P I S O N D A 157

codo fue cortado y luego cayó juntamen- Y diziendo esto, le dio con su espada
te con el espada. El rey de Tramedia no se por la muñeca que luego la mano bino
espera a don Claris, sino dando la buelta al suelo. El rey que ansí se bio tollido,
con su caballo se mete uyendo entre sus bolbiendo su caballo enpezó a uir como
caballeros. El brabo caballero que a<s>nsí de primero dando grandes gritos, y lle-
se le bio ir uyendo le sije como el alcón a gando a donde el fo[r]tísimo Blandarón
la sinple paloma, cortando brazos y pier- estaba, le dio grandes bozes diziendo:
nas y cabezas que bien ancha carrera le -Sepas, poderoso señor, que tus reyes
era echa. El de la Puente y don Flordanís son ya muertos por manos de un solo
y Branamor el Brabo y Grabanor de Jena caballero; que por los nuestros dioses te
y el duque de Ripol, amo de don Claris, y juro que de quatro golpes le bi matar al
Artaleo el Alemán no eran sino destruición rey Garba y al rey Pinadeto y al rey Mi-
de sus enemigos, que ansí se metían entre bano y mí me tollió como bees.
sus enemigos como ellos entre las obejas, Muy triste fue Blandarón de oír aque-
ansí falsaban los duros yelmos como si de llas nuebas y mirando acia la batalla bio
menos defensa fueran; pues los trapison- benir los suyos uyendo a rienda suelta. Los
dos biendo las marabillas que su señor beinte reyes los socorrieron con su az,
azía<n> no estaban de bagar, que cosa es- aunque tan desordenados benían que la az
traña era de los ber. El gran Caballero de de los beinte reys fue en punto de se per-
la Puente se topa con el rey Floramino der, que como los otros benían uyendo se
con quien ubo una rezia batalla, pero en lanzaron por ella con mucho<s> descon-
fin el rey fue muerto. Don Claris que en zierto. Don Claris que tan sin concierto los
sigimiento <y> del rey iba, le sigió tanto bio benir matando su az, arremete<n> a
que le alcanzó; aunque el rey daba altas ellos que gran daño los izieron y de todo
bozes que le defendiesen de aquel diablo, punto se perdieran si Blandarón no los so-
no ubo ninguno tan osado que tal osase corriera; el qual biendo sus dos azes des-
azer; y biendo que tan zerca benía, bolbió baratada, renegando de sus dioses muebe
a él su espada alta: con la suya, mas al encuentro le salieron el
-¡Espera, traidor, no uyáis, -dijo don rey de Irlanda y el de Escocia y el duque
Claris-, que y'os daré el pago de vuestro de la BajaBorgoña con su az. Blandarón
trabajo en benir a esta tiera! encontró al duque [...] (¿f. 36r-v?).

27 CLARISEL D E LAS FLORES


de Jerónimo de Urrea
(finales del siglo xvi)

por
José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIOS

[1] Biblioteca Apostólica Vaticana: Bafberini. lat. 3610 (parte I) [—>]


BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1642. EDICIÓN: José María Asensio (ed.), Sevilla, Sociedad de
Bibliófilos Andaluces, 1879 (fragmentos de la parte i). ESTUDIOS: Geneste (1973), Lucía Megías
(1996) y Marín Pina (1996).
158 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

[2] Hispanic Society of America (Nueva York): HC 397/715 (parte I)


[3] Biblioteca Universitaria de Zaragoza: ms. 162 y 163 (partes II y III)
[4] Biblioteca particular de Ángel Conellas (Zaragoza) (parte III: incompleta)

TEXTOS

1. El Donzel No Conocido es testera del guarnimento. Las primeras


raptado por la maga Filesa ninfas llegaron con sus hunicornios, assí
en fila como benían, fasta a la fuente
donde el rey y la reina con todos los
E Stavan a s e n t a d o s cuando oyeron
dentro de la selva los más dulces
y acordados sones que nunca oyeron sin
que os havemos contado heran, y arri-
vadas allí pararon los hunicornios sin
poder entender qué podría ser aquello; cessar la harmonía y consonancia de los
y estando todos atentos escuchando tan- sones y cantares, pasando la dueña por
ta diversidad de sones y boces de gran medio y los escuderos con el palafrén
suavidad, bieron salir de la selva a los empós d'ella.
prados que ante sí heran la más fermo- Assí como arrivó cerca de la fuente,
sa aventura que se vio: heran ninfas, assí descendió d'él con tanta ligereca como
como dicen que moran en las selvas, lo pudiera fazer el Donzel No Conocido,
guarnidas de diversos cendales de oro y y con grave passo, trayendo en la mano
seda bañada de mil colores, con tocados hun blanco cayado de marfil con que se
de diferentes maneras; hunos de oro, afermava, caminó facia la parte donde
otros de flores, otros de cavellos, otros los donzeles sentados heran. Algunos
de cendales y piedras preciosas; benían d'ellos y muchos otros se quisieron le-
sobre unicornios alvos como la niebe, vantar para falle mesura, mas no se pu-
guarnidos de seda india y oro. Entravan dieron mober donde eran, sin sentir por
a los prados y en dos fermosas filas d'e- ello afán alguno. La dueña, que como
llas tañendo y otras cantando con tanta bos dijimos, facia los donzeles camina-
melodía, suavidad y concierto que daba va, como arrivase al Doncel No Conos-
abmirable deleite a cuantos las oían y cido, sin mirar rey ni reina ni otra per-
bían, salieron fasta cincuenta, huna em- sona, trabóle por el braco y lebantólo
pós de otra, sobre los domésticos huni- ligeramente sin que él defenderse se pu-
cornios, y en medio d'ellas benía huna diesse, y llebándolo assí fasta el blanco
dueña muy anziana guarnida de paños palafrén lo subió en él con tanta facili-
de seda negra con hunos delgados y dad como si de pluma fiaera, saltando
blancos belos por la caveza, decendien- ella en el suyo no con menos ligereza, y
do por los pechos dos cavos d'él fasta a bolbiendo a caminar por do binieran las
tierra Uegavan, sobre un palafrén tan ne- postreras ninfas, siendo primeras con
gro como acabache, y la frente roxa y aquel espacioso passo y suabidad de so-
encendida como vibo fuego. Tras ella nes y cantares salieron de los prados, y
benían dos apuestos escuderos a pie se metieron por la selva donde no fue-
guarnidos con aljubas de oro y plata, ran bistos, por gran espacio sintieron las
que diversas luces facían; traían de dies- acordadas boces y en todo el tienpo los
tro hun blanco palafrén fermosso a ma- que sentados heran lebantar no se pu-
ravilla, guarnido de seda india y oro, dieron, quedando cuál podéis cuidar.
con muchas xenas indias y jaldes en la (Vaticano: ff. 33r-v).
CLARISEL DE LAS FLORES 159

viesen aquel espantoso carro venir de-


2. El D o n z e l n o C o n o c i d o e s ar-
mado caballero (precedido de una ex- recho para ella, cuidando que toda la
traña aventura) encendiese, anda van como sandios, su-
biendo unos a torres altas y otros a igle-
e n i d a la vigilia de Sant Ermene- sias, y otros a cassas fuertes. No passó
V gildo, éstos y otros donzeles ve- mucho cuando le bieron entrar por el
laron aquella noche las armas en la ca- puerto a la ciudad, así como volando,
pilla real del gran palacio. Venida la travesando plazas y corriendo por ca-
mañana y día solemne, el emperador y rreras; y como estubiese lleno de gente
emperatriz fueron a oír la misa a la real que a unas y otras partes en confusso
capilla del sancto Ermenegildo, y co- iban y benían sin saver de sí, era cosa
menzándola a dezir el obispo Basilio, d'espanto ver el horrible carro y mos-
hermano del Conde de Lepanto, sintió truosos cavallos passar por cima de las
por la ciudad gran buelta, que semejava gentes, lanzando por todo aquellos te-
entrar por ellas enemigos; el rumor en- merosos relámpagos, que el día temero-
tró por el gran palacio dando gentes al- so del juicio semejava ser aquel en los
tas bozes, diciendo: ¡Al mar, al mar! No alaridos y temor.
quedó hombre en la capilla que no sa- D'esta manera tan horrible con buel-
liesse d'ella a se poner en finiestras, to- tas y rodeo vino al gran palazio sin que
rres o partes donde el mar se viese. El alguno tubiese aviso de le cerrar las
obispo Basilio no quiso passar adelante puertas, que de metal eran. Y entrando
la solemne missa fasta que el rumor fue- por el gran corral donde a la gran capi-
se aplacado. El emperador y emperatriz lla iban, entró por ella pasando por
no quisieron salir de la iglesia fasta sa- cima de muchos que, viéndole venir, se
ver la causa de tan gran buelta, que ten-dían en el suelo, cubriendo las ca-
cedo lo supo porque con el mayor ala- vezas y faz por no ver su cruda muerte,
rido y grito que se nunca oyó, vieron lanzando los horribles relámpagos. Y
entrar fuyendo a la gran capilla tanta como fue a la mitad de la capilla, paró,
gente que no cabiendo en ella, se aho- y sabed que el fuego y pesadumbre del
gavan unos con otros; venían despavo- carro y mostruos marinos no fazían
ridos de haver visto en el mar la más es- daño alguno, mas de chamuscar las
traña aventura que se nunca vio ni oyó; barvas y cavellos a los que los relámpa-
y era que, estando el mar terrible y es- gos tocassem, por lo que cedo se aplacó
pantoso, mostrando arrivar sus olas a el rumor, y sin pabor alguno le venían a
los cielos, vieron salir de la extraña ma- ver; pues como el carro parase, adesora
ravilla un gran carro de fuego con cua- sintieron por sus maravillosa torres so-
tro edificios de manera de torres redon- nes y cantares de gran melodía, y le-
das, semejando las ruedas que seis vantar por ellas vanderas y estandartes
parescían, y todo lo demás d'él de una de seda y oro, sembradas de flores
enzendida brasa; tirábanlo doze cava- blancas de la forma de aquellas que vie-
Uos marinos, a demás grandes y espan- ron al Donzel No Conocido en los pe-
tosos; venían corriendo sobre la cana chos, cuando le baptizaron en la fuente.
espuma de las sobervias olas, lanzando Y como una pequeña pieza escuchasen
a una y a otra parte fuego, a guisa de los sones y cantares, y se deleitasen de
relámpagos, a la manera que en fiestas ver tan extraño edificio, vieron salir d'él
solemnes suelen lanzar por los aires ar- una dueña de gran autoridad y fermosa
tificiosos fuegos. Como los de la ciudad presencia, guarnida de ropas de seda
Ibü ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

negra con un tocado blanco a la grecia- Ellaso, atendiendo la muerte, trajo allí
na, con su rebozo, y de cada lado d'él una donzella al esforcado Argesilao que
bajava un blanquísimo velo que, des- para te librar sacó de la corte del rey
cendiendo por los hombros y pechos, Anfiarao, su padre, y por su gran es-
arribava fasta lo más bajo de las ropas fuerzo matando en combate de solo a
que fasta el suelo llegavan. Traía en la solo al cruel jayán, y sus cavalleros te li-
mano diestra un cayado de marfil con bró; sepas que yo fui aquella donzella
que se sostenía y de la siniestra el más que tan noble servicio te fizo. Y soy Fi-
hermoso y apuesto donzel que en aque- lena de Arcadia. Pues no será menos
llos tiempos se bido. Mirávanle cuantos éste que agora te fago en traer a tu cor-
allí eran como por maravilla la fermo- te este fermoso doncel que el No Cono-
sura del rostro, la compostura del cuer- cido se llama, porque otro sino yo sabe
po, la proporción de brazos y piernas, y su linaje. Fagote cierto que es fidalgo,
el airoso y gentil semblante. Venía guar- assí de madre como de padre, y él me-
nido a guisa de monte, con una aljuba resce que le armes cavallero y tú sólo
corta y ceñidor de oro berde pardillo y mereces armalle. Gran serbicio, empe-
blanco, texido de arte que lanzavan fer- rador, te fice en traer al preciado Arge-
mosas y varias colores; traía descubier- silao en tiempo que tu bida otro reme-
ta la caveza; su cavello era como luzi- dio sino aquel tenía; pues dígote que no
das hebras de oro, descendíale fasta los es menor éste dé te tan ricas donas
hombros. como son este doncel; y pues tienes por
Pues como la dueña saliese del carro cierto que de coracón te amo y me des-
y tubiese de la mano el apuesto donzel, velo en te facer serbicios, te doy un
mirando a los monstruos marinos, le- abisso y entiende lo que te diré, porque
vantó en alto su blanco cayado, y en assí aberná sin falla. Fagote saber que
aquel punto como remolino de viento oy ha venido a tu corte quien descubri-
rebolvieron y tiraron el carro por cima rá un escondido fuego de tanta tuerca
de las gentes sin fazer daño más de afei- que cegarán infinitos ojos mirando su
tar barvas y cavellos. Con mucha pres- resplandor, y por él los preciados y ri-
teza corrió la ciudad y salió d'ella al cos joyeles de tu corona perderán su
mar, metiéndose en la nube; de la es- lustre y balor. Esfuércarte porque tú lo
taña maravilla donde más no fue bisto, berás como digo. Ora mira lo que te tra-
salió de tal manera de la gran capilla el vo; este apuesto y bien andante doncel,
extraño carro. La dueña passó adelante que assí lo será si algún tiempo bive,
fazia donde el emperador y emperatriz por balor en armas porná la fineca de tu
eran, trayendo de la mano al fermoso corona en más subido quilate; mas ¡ay
donzel, yendo tras ella altos hombres y del que este fuego que a tus joyeles
cavalleros y otras gentes por entender ofenderá, le encenderá su locano y gran
su benida. Assí como la dueña al empe- corazón abrasándole las entrañas, de
rador y emperatriz arrivó, qvie so paños manera que ni yerba, ni encanto ni sa-
de oro estavan y la capilla en gran si- ber Limano le podrá guarir, que con él
lencio, y la gente atenta, fincada de fi- no muera!
nojos ant'ellos, así mismo el donzel, Y no pudiendo más fablar por las
dixo: muchas lágrimas que de sus ojos sa-
-Alto emperador, acuérdesete debe, lían, calló. El emperador y emperatriz
cuando estando tú preso en el gran que atentamente escuchado la avían,
tendejón del desemejado jayán follón atendiendo ser ella la sabia Filena a
CLARISEL DE LAS FLORES 161

quien tanto devían, mostrándole gran rey Argesilao, fue tanto que en su bida
amor la ficieron levantar y así mismo al mayor lo sintió, y moría porque la missa
Doncel No Conocido. El emperador, fuesse cedo acabada para le fablar.
aunque assaz turbación le havían dado En esto el ovispo Basilio prosiguió
las espantossas racones de Filena, mos- con gran solemnidad la missa; y acabada
trando ledo semblante con su benida, los donceles que habían de recibir la hor-
díxola: den de cavallería, que en las gradas ante
-Mi buena amiga, bós seades la bien el altar de finojos la missa havían oído, le-
venida esta cassa donde tanto se os vantándose de ellas, descendieron para ir
debe, y pues no se bos puede pagar lo ante el emperador ha se armar cavallero;
mucho que de bós debemos, sino con y al tiempo que de las gradas descendía,
daros poder para que fagades de nos y sintieron por la capilla gran rumor, y era
de nuestros reinos a buestra guissa des- que bieron entrar por ella diez doncellas
de agora, bos los damos. Vuestras raco- guarnidas al traje de la baja Alemana, de
nes nos an puesto en gran confussión y ropas de horo y plata y sedas de dibersas
temor del fuego que á de quitar el balor colores, con chapeos pardos y blancos,
de mi corona y en gran cuidado la vida guirnaldas de fojas y troncos de laurel de
del Doncel No Conocido, que tanto oro y plata sobre los cabellos que sueltos
amor y beneficio nos á de facer. Ved si y esparcidos traían, semejando asaz fer-
estas ricas donas que me traedes se pue- mosas. Ante ella venía una doncella algo
den librar del encendido fuego que de- más membruda, guarnida como las de-
cís las ha de abrassar con poner todo más, y traía<n> a su cuello una rica espa-
nuestro imperio y poder. da, y <cada una d!ellas> otras doncellas
Filena, sossegando su coracón, dixo: sendas piecas de un fermoso arnés con
-Ningún remedio que yo alcance tie- las sobrevistas blancas, a guissa de novel.
ne, si no uno; y ése le será tan dificul- Era el escudo la mitad de alta de colo[r]
tosso de ha ver que dudo lo alcance; mas del cielo, semejando salir de entre las nu-
Dios puede mudar la sentencia de sus bes el alva con gran claridad, y en lo bajo,
hados y dalle vida y contentamiento. en canpo roxo, la yerba tornasol. Estas
doncellas sin ál acatar, faciéndoles todos
La emperatriz que demás cuidaba en
carrera por do passasen, que además bien
las espantossas racones que había dicho
parescían, de dos en dos, llebando en las
y le penaba entender los grandes serbi-
manos puestas en alto las piecas de las ar-
cios qu'el Doncel No Conocido le havía
mas, arribaron ante el emperador y em-
de fazer, y el tormento del fuego que ha-
peratriz, y faciéndoles gran mesura, ficié-
vía de passar, dbco:
ronla también al Doncel No Conocido,
-¡Ay, la mi buena amiga! Sí avéis vos
que Filena de la mano para ellas lo traía.
dicho racones tan fuertes y temerosas
Y assí como allí arribaron, con tanta pres-
que no nos han dado lugar para gomar-
teza cuanto se puede uno cubrir con un
nos con buestra benida y agradeceros el
mano, fue armado no dando d'esto poca
bien passado que nos havedes fecho y el
maravilla a aquellos que no entendían
placer presente de traernos al Doncel No
cuanto con su saber Filena facer podía.
Conocido.
Armado el doncel, trayéndolo Finela ante
Y fícola sentar cerca de sí, quedando el emperador, dixo:
el Doncel No Conocido de finojos. El
goco que recibió Belamir, conociendo al -Vedes aquí, señor, al Doncel No Co-
Doncel No Conocido, por quien havían nocido que para de vos.recibir la horden
él y sus amigos salidos de la corte del de cavallerías y serbiros biene.
162 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

Lenvantándole suso el emperador nes sentía-, si por essas cossas el doncel


con ledo senblante, dixo: ha de forcado passar por demás nos do-
-Decid, doncel, ¿sois fijodalgo? lemos, y si Dios como puede las á de re-
El donzel buelta su faz en bivas colo- bocar, no es bien tener d'ellas cuidado.
res dixo: Y bós, Doncel No Conocido, tomad de
-Por tal, mi buen señor, me tengo, que mi mano la espada, y dalda a quien más
mi coracón a cossa fidalgas se inclina. os pluguiere que bos la di.
-Eso creo yo bien, -dixo el empera- El doncel a maravilla ledo la tomó y
dor-, y buestro fermoso semblante mues- dixo:
tra que merecedes todo honor. -Agravio me faría yo, mi buen señor, si
Y calcándole la espuela diestra dixo: saliendo de buestra mano yo consistiesse
-Doncel, ya sois cavallero. Dios bos que me la ciñera otra que la vuestra, pues
faga tal como semejades, para que se tengo por cierto que biniendo de bós, me
cunplan en bós todas las altas cossas que dará ardimiento para ser bueno.
buestra apostura promete. Y con dessenboltura y gran donaire
En esto Filena, tomando la rica espa- se la ciñó, y biniendo los donceles que
da a la doncella se la dio el emperador, la noche de armas havían velado con
diciendo: gran solemnidad, fueron del emperador
-Hedes aquí, buen señor, la espada armados caballeros. Don Leandio, que
con que beredes al Doncel No Conocido grandes cossas havía entendido del don-
dar fermosos golpes, mas ¡ay, d'él!, que, cel, le rogó le ciñiesse la espada, de lo
cuando más menester los hubiese, le fal- que el emperador y la emperatriz assaz
tará en parte donde las aguas que allí folgaron. En Doncel No Conocido se es-
son su sangre serán bueltas, y aquel nue- cussó lo más que pudo diciendo no con-
bo y escondido fuego que su locano y benía a tan alto príncipe recibir la espa-
fuerte coracón dexe que le á descender da de mano de cavallero de tan poco
y abramar, fallará en ellas, y allí perderá balor como él era, más a ruegos del em-
su balor, fuerca y esfuerco. perador y por el goco que Belamir le dio
-Ora, buena amiga, -dixo el empera- en el ber y que también selo rogava, se
dor, esforzándose a no mostrar el pesar la ciñó, y assí con fiesta y goco, salieron
que por estas escuras y espantosas raco- de la capilla. (Vaticano: ff. 113r-ll4r).

28. CRISTALIAN DE ESPAÑA


de Beatriz Bernal
(1545)

por
José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIOS

[1] Valladolid, Juan de Villaquirán, 1545 (9 de enero) [-»]


[2] Alcalá de Henares, Juan fñiguez de Lequerica, a costa de tHego de Xaramillo, mer-
cader de libros, 1586 (colofón: 1587)
BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1653. ESTUDIOS: Ruiz Doménec (1999)-
CRISTALIÁN DE ESPAÑA 163

TEXTOS

1. El p r í n c i p e L i n d e d e l d e E s p a - se saludaron muy cortésmente. El cava-


ña es armado caballero y consigue llero dixo al príncipe:
un escudo mágico e n su primera -Paresceme, señor cavallero, que ha
aventura poco que rescebistes orden de cavalle-
ría, según lo muestran vuestras armas
l p r í n c i p e e Briamantel subieron en noveles.
E sus cavallos y Menbrina e sus don-
zellas en sus palafrenes y un escudero
-Assí es, -dixo el príncipe-, que oy es
el quinto día que essa orden rescebí.
que el príncipe llevava, que avía nombre -Pues que assí es, venid comigo, si
Vandiano. Briamantel le llevava el yelmo por bien lo tuvieredes, que yo voy a la
y las donzellas de Membrina llevavan el corte del emperador de Costantinopla, y
escudo; y assí tomaron su camino para la allí veréis la cosa más estraña que en el
corte del rey Nibleo a donde el príncipe mundo es nascida, que es la princesa
Lindedel fue armado cavallero con aque- Cristalina, hija del emperador, que no ay
lla honra que a su real persona convenía, donzella en grandes partes que con la su
y a ruego del rey Nible se detuvieron allí hermosura igualar se pueda. Por servir a
algunos días. En breve se despidieron esta princesa reside en la corte del em-
d'él. Salidos que fueron del palacio, perador toda la flor de la cavallería. E
Membrina dixo: assí, señor cavallero, podréis exercitar
-Mi señor yo me quiero ir para la mi vuestra persona, por cuanto todos los ca-
ínsula, ved qué mandáis en que serviros valleros de la corte, y fuera d'ella, no en-
pueda. tienden sino en hazer grandes fiestas y
El príncipe dixo: regocijos por servicio d'esta hermosa
-A Dios ruego yo que me traiga a princesa e assí mismo dan cima a mu-
tiempo que yo pueda pagar algo de lo chas aventuras que a la corte del empe-
mucho que devo. rador vienen.
-Harta merced es, -dixo Membrina-,
-Por cierto señor cavallero, -dixo el
querer la vuestra merced de mí rescebir
algún servicio. príncipe-, si yo pudiera hazer vuestro
E assí se despidieron lo unos de los ruego fuera muy alegre en ir en la vues-
otros, pero no pudo tanto Briamantel cu- tra compañía, pero tengo que hazer en
frirse que las lágrimas no le vinieron a otra parte, y sería me mal contado si el
los ojos cuando el príncipe se despidió. camino dexasse.
E assí se fueron para la ínsula de las Ma- -Pues que assí es, -dixo el cavallero-,
ravillas, quedando el príncipe solo con a Dios seáis encomendado.
su escudero que la lanca le llevava. To- Y assí se despidieron el uno del otro.
maron su camino para el castillo velador El príncipe se fue su camino y comencé
con la entención de no se partir de aque- a cuidar en la gran hermosura de la prin-
lla demanda hasta cobrar las armas de cesa Cristalina y propuso en su coracón,
Troilo que ende estavan. si Dios le dexava dar cima a la Aventura
Al tercero día de su camino por él vio del Castillo Velador, de ir luego a servir
venir un cavallero armado de unas ricas al emperador; y assí como lo pensó, lo
e luzientes armas ellos; se encontraron y puso por obra. [.:.]
164 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

En este tiempo vieron venir a muy E diziendo esto, tomó su langa y em-
gran prissa por la falda de la floresta al bragó su escudo. Ya el príncipe Lindedel
jayán sobre un grande y fermoso cavallo. se avía apartado lo que vio que era me-
Las armas que traía eran de un fino aze- nester para la justa e firiendo entramos
ro; venía sin escudo con intención de to- de las espuelas a los cavallos se vinieron
mar el del Arco. Traía en su compañía un a encontrar de las langas y el príncipe fi-
solo escudero con una gruessa langa en rió al jayán por medio del escudo y se lo
las manos. Assí como junto al arco llegó, falso passándole la langa de la otra par-
dixo en alta boz: te. El jayán herró su encuentro y él y su
-¿Quién eres tú, cosa captiva, que tu- cavallo vinieron a tierra. Assí del fuerte
viste atrevimiento de desdeñar a mi que- golpe como de la gran caída quedó el ja-
rida y muy amada hija. Levantante, -dixo yán tendido sin bullir pie ni mano, sa-
a ella-, e mira la fermosa venganza que liendósele repentinamente el alma.
d'esta cosa vil te daré y escoje una de Como Lindedel le vio de la manera que
dos cosas cuál más te agradare: o darle oído avéis, dixo a Bandiano, su escude-
la muerte o ponerle en perpetua prisión ro, que el hielmo le quitasse, creyendo
para que siempre muera, como suele que desmayado estava del rezio encuen-
acaescer a los malandantes que en la mi tro. Mandó que a grande prissa le die-
prisión están. ssen aire en el rostro por ver si tornaría,
Argadon dixo: pero todo tu affán era por demás, ya que
-Lindedel d'España, si tanta bondad él era muerto, Como el príncipe tal lo
en ti uviesse como abundancia de pala- viesse dixo:
bras sobervias, combatir teyas comigo a -Ya d'esta vez no tomaré tan hermo-
guisa de buen cavallero, lo que tú no sa esposa como el jayán cuidava darme.
acostumbras hazer sino falsa y alevosa- ¿Qué os diré de Barsina, que assí avía
mente, poniéndote al cuello el escudo nombre la hija del jayán, cuando enten-
encantado, que todos a los del mundo dió que su padre era muerto? Comengó
no te podrán vencer. a hazer muy esquivo llanto, mesándose
El jayán le respondió: sus negros e cortos cabellos y dezía:
-Porque veas en cuanto te tengo, yo -¡Ay captiva, que oy pierdo no tan so-
haré batalla contigo sin este escudo, lamente mi padre, má marido que yo
pero ha de ser con tal condición; que si tanto desseava! ¡Ay, dioses, cómo con-
yo te venciere, luego se celebren las so- sentistes que de solo un encuentro fue-
lennes bodas tuyas y de mi amada hija; sse muerto el más fuerte y más bravo ja-
e si yo de ti fuere vencido, que el mi tan yán de cuantos oy son nascidos! ¡Ay, mal
preciado escudo sea tuyo, y este partido cavallero, en mal punto yo vi la buena
te hago porque mi hija está muy pagada postura!
de la tu apostura. El príncipe Lindedel uvo duelo d'ella
-De tales bodas nos guarde Dios, -dixo e díxole:
el príncipe-, pero la batalla yo la otorgo -Señora donzella, no curéis de fatigar
con las condiciones dichas. vuestra persona por lo que ya no puede
Luego el jayán embió a su escudero a dexar de ser, pues el maltratamiento que
muy grande prissa al castillo por un es- a los cavalleros andantes y a las donze-
cudo; traído que fue, el jayán se lo echó llas que por aquí passavan hazía le die-
al cuello diziendo en alta boz: ron tal fin.
-Sed leda, hija mía, que oy os daré De la donzella hermosa vos digo que
marido estava demasiadamente leda e dixo:
CRISTALIÁN DE ESPAÑA 165

-Señor cavallero, de Dios ayáis el ga-


lardón de tan gran merced como oy me
ha hecho por vuestra mano en librarme
C o m o el i n f a n t e Luzescanio abrió
la reja, don Cristalián estuvo
aguardando una pieca hasta que él vio
del poder del jayán Argadón. que ya el donzel sería con la empera-
-Señora donzella, -dixo el príncipe triz, e luego abrió la reja lo más passo
Lindedel-, si Argadón algún deservicio que pudo e, como dentro en la sala fue,
ha hecho al emperador Escanio, ya él anduvo por ella hasta entrar por una
tiene su pago. puerta que al cabo d'ella estava, que sa-
-Mi buen señor, -dixo la donzella-, lía a un corredor, e al cabo d'él vio es-
como da testimonio vuestra persona de tar otra puerta y cerca d'ella el mons-
vuestra alta cavallería, mi señor, este pre- truo echado durmiendo. Como don
ciado escudo es vuestro juntamente con Cristalián le vio, fuesse para él lo más
toda la tierra del jayán. passo que pudo e, cuando cerca fue, el
-Éssa no tomaré yo, -dixo el príncipe-, monstruo algo la cabeca e, como vio a
que la quiero para mi señora Barsina, don Cristalián, muy pronto se levantó.
porque del todo no se quexe de mí, e va- Don Cristalián le miró y rogó a Dios en
mos luego de aquí porque sepamos si ay su coracón que lo librasse de aquella
en el castillo algún cavallero preso. bestia. E diziendo esto embragó su es-
-Sí ay, -dixo Flenisa, que assí avía cudo y tomó su espada en la mano y
nombre la donzella fermosa-, porque arremetió con el monstruo que ya él
después que el jayán me tiene en su po- venía a muy gran prissa. El monstruo le
der he visto llevar a la prisión dos muy dio tal encuentro con la cabeca y sus
preciados cavalleros que con él se com- agudos cuernos, que diera con él en el
batieron, e por razón del escudo fueron suelo sino fuera por una pared del co-
vencidos. rredor a donde don Cristalián se arrimó;
El príncipe Lindedel rogó muy afin- pero como era el cavallero del mundo
cadamente a Barsina que con ellos se más ligero, assí como el encuentro res-
fuesse al castillo; ella dixo que hasta que cibió, muy presto salió de entre sus
viniessen por el cuerpo de su padre que cuernos y le dio un gran golpe en la
de allí no iría, pues avía sido causa de pierna izquierda que se la cortó. Cuan-
sus desastrada muerte. Flenisa de dixo: do el monstruo se vio tan mal ferido,
-Amiga Barsina, vamos al castillo, que comengó a dar tan grandes aullidos que
luego embiaremos recaudo como lleven espanto ponía a quien los oía. Dava
el cuerpo a donde sepultar le quisierdes. grandes saltos en los tres pies por coger
a don Cristalián entre sus fuertes uñas,
Tantas y tan buenas palabras le supo
pero él se guardava bien y andava a
dezir Flenisa que Barsina se fue en su
una y a otra parte por cortarle la otra
compañía, subiendo las dos en el pala-
pierna si pudiesse; e Dios lo guió tan
frén de Bandiano, dexando solamente el
bien que le acertó un golpe en la una
cuerpo del jayán al escudero que consi-
espalda, que casi toda se la derribo.
go avía traído e Dandiano tomó el escu-
Como el monstruo viesse tan cerca de sí
do del arco e assí fueron muy presto en
a don Cristalián, assióle con la una
el castillo, (ff. 3v-4v).
mano por el brocal del escudo e que-
brándole el tiracol se lo sacó del cuello,
y luego le assió con la otra del muslo
2. El príncipe Cristalián se en- derecho, y con sus fuertes uñas se lo
frenta a un monstruo desarmó, y le hizo una gran llaga e,
166 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

como el monstruo ya no podía andar de -Quien quiera que yo sea, -dixo él-,
la mucha sangre que del espalda y de la no tengo otro desseo sino de os servir y
pierna le salía, don Cristalián salió muy esto me hizo venir a estas partes en la
presto de entre sus manos, y fue tan ai- vuestra busca.
rado de se ver tan malferido que tornó La emperatriz le vio la mucha sangre
sobre él, que ya en el suelo estava ten- que de las piernas le salía e díxole:
dido dando grandes aullidos, y metióle -¡Ay cavallero e cómo venís ferido!
la espada hasta la cruz por la misma he- El infante le quería ayudar a desar-
rida de la espalda, que le atravesó el co- mar. Don Cristalián no lo consistió di-
racón. El monstruo dio un tan gran ge- ziendo que no estava en parte tan segu-
mido que todo el palacio paresció que ra que las armas se pudiesse quitar.
hizo temblar y luego fue muerto. Como -Ya no hay de qué temer, -dixo la em-
don Cristalián esto vio, hincó los hino- peratriz-, pues el monstruo es muerto,
jos en el suelo lo mejor que pudo, dio que yo sé bien que todos los encanta-
muchas gracias a Dios por la victoria mientos d'este palacio son ya deshechos,
que le avía dado contra aquella bestia. que assí me lo dixo el sabio Algamaz
Luego que el monstruo fue muerto, to- que aquí me truxo
dos los encantamientos del palacio Bra- -Pues que assí es, -dixo don Crista-
mador fueron deshechos y la emperatriz lián-, yo quiero hazer vuestro mandado.
Cristalina y su ama cayeron en tierra E luego se desenlazó el yelmo e se le
amortecidas del espantoso gemido que quitó. Cuando la emperatriz le vio tan
el monstruo dio; y el infante Luzesca- hermoso e tan niño no podía pensar
nio, que de grande e muy esforcado co- quién fuesse, que no lo conosció por-
racón era, estava echando agua en el que nunca lo vio sino cuando lo parió,
rostro a la emperatriz; ella tornó muy e díxole:
espantada, el infante le dixo:
-Cavallero, por la fe que a Dios de-
-¿Qué es esto, señora? Agora que el véis y a la cosa del mundo que más
monstruo es muerto, ¿mostráis tanta fla- amáis, que vos me digáis quién sois.
queza? -Mal lo haría yo, mi señora, -dixo él-,
Como la emperatriz esto oyó, dio mu- si en todo no hiziesse vuestro mandado:
chas gracias a Dios, e dixo: yo soy don Cristalián, vuestro hijo.
-Hijo mío, ¿qué fue del cavallero que Cuando la emperatriz tal oyó, fuelo a
lo mató? abracar con las lágrimas en los ojos, tan
-No sé, -dixo Luzescanio-, que con el demasiado fue el plazer que sintió, e
desmayo de vuestra magestad no he ido dixo teniéndole consigo abracado:
a lo ver. -¡O, hijo mío, que no podías tú ser
Ya el príncipe don Cristalián entrava peor que tu padre! Agora, mi amado
por la puerta. Como la emperatriz lo vio, hijo, me dezid a dónde dexastes al em-
muy presto se levantó e don Cristalián se perador.
humilló ante ella por le besar las manos, -No lo sé, -dixo don Cristalián- que lo
mas la emperatriz no se las quiso dar, nunca vi.
antes le hizo levantar y le dixo: Mucho fue triste la emperatriz de oír
-Buen cavallero, dezidme quién sois, aquellas nuevas e díxole que, como no
que en la devisa que en las armas traéis avía visto a su padre en tanto tiempo
creo yo que no sois el emperador, mi se- como avía que ella estava en aquel pala-
ñor. cio.
CRISTALIÁN DE ESPAÑA 167

-Porque él está en poder del sabio dor y el rey fueron espantados de cómo
Doroteo, -dixo don Cristalián-, nadie no siendo tan niño pudo suffrir tanto affán.
ha poder de verlo, que dizen que lo tie- -Alto e grande ha sido el principio de
ne encantado porque no se le acabasse su cavallería, -dixo Doroteo-, e grandes
la vida con el vuestro desseo son las maravillas que por el mundo ha
Como la emperatriz estas nuevas de hazer; e si Dios a mí me da la vida,
oyesse, las lágrimas le vinieron a los ojos yo lo escriviré todo porque d'él quede
otra vez e dando un sospiro dixo: memoria en el mundo para siempre ja-
-¡O, emperador Lindedel, y cuánta ra- más e esto quiero yo hazer por servir a
zón tengo yo de os amar sobre todas las vuestra magestad e al príncipe vuestro
cosas del mundo! hijo.
Don Cristalián la estava mirando y El emperador le dio muchas gracias
era muy espantado de ver la su gran her- por el trabajo que quería tomar e díxo-
mosura y dezía en su coracón que con le que él le prometía que su affán no se-
razón su padre, el emperador Lindedel, ría perdido. Doroteo se le humilló, (ff.
avía acabado tan estrañas aventuras en 37r-38r).
servicio de tan hermosa donzella, como
la emperatriz lo devía ser en aquel tiem-
po. Estando assí hablando, llegó el in- 3. Las b o d a s q u e d a n e n s u s p e n -
fante Luzescanio e humillándose ante so por la aparición de una doncella:
don Cristalián le pidió las manos para se el final abierto
las besar. Don Cristalián le abracó, que
gran plazer avía de lo ver tan hermoso e
tanbien tallado. La emperatriz hizo des-
armar la pierna a don Cristalián y con un
L os e m p e r a d o r e s se assentaron y
luego todos aquellos señores y se-
ñoras, cada uno en el lugar que a su es-
paño le apretaron la llaga, e luego se tor- tado convenía, y cenaron con demassia-
nó a poner la armadura. do plazer con todas las maneras de
Luego que el monstruo fue muerto, músicas que en el mundo pensarse pue-
toda la montaña se desencantó y el em- den. Como la cena fue acabada, entró
perador Lindedel fue en todo su sentido, por la puerta de la sala una muy hermo-
assí mismo el rey de Romanía. A esta sa donzella, ricamente guarnida. Ella ve-
hora entró por la tienda del emperador nía sola sin ninguna compañía, salvo un
el sabio Doroteo e le dixo: pequeño donzel. Como en el palacio
-¡Ea, mi señor, que ya es en el vues- fue, muchos avía en el que no la conos-
tro poder la emperatriz Cristalina; e si la cieron, por cuanto nunca la avían visto,
ver queréis, seguidme! pero como más cerca de aquellos seño-
Como el emperador esto oyó, como res llegó, luego fue conoscida por el
hombre fuera de sentido de plazer de lo emperador Lindedel y la emperatriz Cris-
que oía se fue con el sabio. [...] talina, y assí mismo lo fue de todos
-¿A dónde es mi hijo?, -dixo el rey. aquellos señores novios; ca sabed que
-Vos lo veréis más presto de lo que aquella fermosa donzella era la que a la
cuidáis, -dixo Doroteo. Fuente del Esperanca dio los anillos
E assí se fueron al Palacio Bramador, aquellos señores. La donzella se humilló
yendo el sabio Doroteo contando al em- ante todos haziéndoles grande acata-
perador e al rey las grandes maravillas miento, pero a ninguno de los que en el
en armas que el príncipe don Cristalián palacio estavan pidió las manos para se
avía hecho en aquel palacio. El empera- las besar porque en su persona bien
168 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

mostrava ser persona de alta guisa. Ella passaran y nos los llevara a tiempo que
se llegó junto a donde el emperador don tanto daño los hizo en los apartar d'es-
Cristalián estava, y todos los novios eran tas señoras!
cerca d'él. La fermosa donzella les dixo: -Mi señor, -dixo el sabio Doroteo-, sin
-A todos, mis buenos señores, a tiem- falta son grandes las maravillas que por
po sois de me complir el don que me el mundo ay; por aventura aquella don-
prometistes. zella no avría en el su poder lo que ella
Todos a una le dixeron que de grado tanto desseava, si un punto estos señores
harían su mandado, y cada uno le dio el aquí más se detuvieran. No puede ser
anillo que la donzella le avía dado que, sino ganar mucha honra en esta camino
como era de gran valor, cada uno lo te- que han hecho porque sin falta el aven-
nía consigo. Ella los tomó e dixo contra tura es muy estraña. Agora vamos al otro
aquellas señoras novias: aposento y veremos si es allí el cuerpo
-Mis señoras, la vuestra mesura sea sin cabeca.
de me perdonar si en la mi venida resci- E diziendo esto, el sabio Doroteo se
biredes enojo, que yo os hago ciertas, levantó y tomando una antorcha se fue a
por la fe que a Dios devo, que daño al- la sala a donde el cuerpo estava, pero
guno estos señores no reciban. como en aquel aposento entró, no halló
-¡Ay, buena donzella, -dixo la empe- trono ni al cuerpo sin cabeca ni lo demás
ratriz Cristalina-, y por ventura avéis de que oistes que allí estava, que era la ima-
llevar con vos alguno d'estos cavalleros. gen que el rétulo en las sus manos tenía.
La donzella no le respondió sino bol- Doroteo fue muy espantado y assí se
viéndose al pequeño donzel le dixo: bolvió al aposento a donde los empera-
-Amigo, poned a muy buen recado dores y emperatrizes estavan y como en
estos anillos. la sala entraron, dixo:
El donzel los tomó e muy presto los -Grandes son las maravillas que ay en
metió en una bolsica que consigo traía. este hecho, ca sabed que el cuerpo sin
Sabréis que como el donzel puso los ani- cabeca es dessaparescido.
llos en el lugar que oído avéis, repenti- Todos quedaron espantados de lo oír,
namente la donzella e el donzel se des- y no sabían qué se dezir de lo que visto
saparescieron del palacio llevando avían. El emperador Lindedel y el empe-
consigo al emperador don Cristalián y rador Aliandro y el rey del Monte Libeo
todos los novios sin ser vistos de perso- tomaron al sabio Doroteo y a la sabia
na algLina. Muy grande fue la turbación Membrina e pidiéronles consejo de lo
que en todo el palacio del emperador que devían hazer. Los sabios estuvieron
Aliandro huvo en aver perdido aquellos una pieca cuidando y mando acordaron
cavalleros por tal manera. [...] Todas Doroteo dixo:
aquellas señoras no cessavan llorar muy -Lo que a la sabia Membrina y a mi
agriamente por la pérdida de aquellos nos paresce es que aquí atendamos la
cavalleros. El sabio Doroteo las conortó venida de aquellos señores que, pu e s
diziéndoles que no rescibiessen pena todos fueron juntos, no ptieden mucho
que donde tantos e tan buenos cavalle- tardar.
ros ivan en una compañía poco daño En esto que aquellos dos sabios dixe-
podían rescibir. ron se acordaron todos de assí lo hazer.
-¡Mal aya la donzella, -dixo el rey del En el libro segundo de los invictos y
Monte Libeo-, que a tal tiempo nos hizo magnánimos cavalleros don Cristalián
tristes, atendiera a que algunos días de España, emperador de Costantino-
CRISTALIÁN DE ESPAÑA 169

pía e príncipe de los dos imperios Per- escribe el sabio Doroteo que sabréis las
sia y Trapisonda, y del infante Luzesca- grandes maravillas que en dar cima a
nio, su hermano, rey de Altariagreta e esta estraña aventura acaescieron. (ff.
príncipe de España e del Monte Libeo, 303v-304r).

29 ESPEJO DE CABALLERÍAS (libro 1)


de Pedro López de Santa Catalina
(1525)

por
Javier Gómez Montero

TESTIMONIOS

[1] Toledo, Gaspar de Ávila, 1525 (27 de octubre) [-»]


[2] Sevilla, Herederos de Juan Cromberger, 1545
[31 Sevilla, Jacome Cromberger, 1551
[4] Medina del Campo, Francisco del Canto, 1586 (colofón 1585) (A costa de Juan Bo-
yer) [junto a los libros 1-11)

TEXTOS

berano estilo en lengua toscana escritos


1. Prólogo estavan, uno -que a mi parecer más ale-

S u e l e n los nuevos navegantes, muy


magnífico señor, en el tempestuoso
mar, cuando las aceleradas tormentas so-
gre y mejor que los otros de su calidad
era- hallé, llamado Roldan enamorado. En
el cual tantas y tan grandes aventuras vi
brevienen, aver más temor que los habi- escritas, assí d'él como de don Renaldos
tuados corsarios, los cuales ya de tales de Montalván su primo, y de otros di-
sobresaltos sufrir son maestros. Y puesto versos cavalleros, que jamás otro libro
^ue los unos y los otros en tales casos de de más pasatiempo ni más bien ordena-
temor no carezcan, a lo menos la conti- do leí. E parecióme no convenible cosa
nuación del abito y la novedad del ací- querer yo sólo gozar de su letura dexan-
dente los grados del temor augmenta o do cosa tan aplazible debaxo de estran-
disminuye. Assí yo, novel escudriñador gera lengua escondida. Puesto que mu-
de antiguas historias, andando mirando chos [no] la entienden, determiné con
diversidad de libros, los cuales con so- deliberada voluntad de la traduzir en

ESTUDIO: Gómez Montero (1992).


170 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

nuestro sermón español del mejor y más templo, el cual, entre los innumerables
compuesto estilo que con la rudeza de presentes de sus vassallos, una poca
mi boto ingenio alcancar pude. E por no agua de un pobre subdito suyo no des-
me engolfar con la pequeña nave de mi deñó recebir, me dio halas a fazer a
insuficiencia en el mar de la muchedum- vuestra merced este peqLieñito servicio,
bre y los juizios de las dezidoras lengLias, suplicando mire con begnívolo ánimo
muchas de las cuales están llenas de tan- mi desseo, puesto que esta pequeña
tos reproches y aparejadas antes las re- obra sea en desigual grado menor. Por-
prehensiones que a otros virtuosos exer- que aceptar este presente me será gran-
cicios, quise la comencada obra romper díssima remuneración de mi passado
y aún muchas vezes lo efectuar si las ma- trabajo, el cual suplico a vuestra merced
nos de muchos señores y amigos míos no desdeñe, pues las sobras de la gran-
no me lo impidieran, por que hoviera yo deza de su virtud puede las faltas d'esta
por mejor que fuera mi trabajo en vano, obra soldar, cuya vida con prosperidad
aunque la corona de perseverancia no y augmento de estado Nuestro Redemp-
mereciera, que no someterme a las ¿nu- tor acreciente por muchos años. Amén,
merables reprehensiones de strbtiles y (hoja inicial).
botos entendimientos. Porque los arduos
ingenios que más y mejor ornamento de
vocablos alcanzaren y otro más alto esti- 2. Fiestas de Carlomagno en
lo supieren, ternán en poco ésta mi no Francia
bien traduzida historia. Y los que tanto
como en ella ésta no entendieren, aun-
que poco, no dexarán con mordicativas
reprehensiones de reprochar al autor, lo
E n las historias antiguas de Francia
una más verdadera por mano del
arcobispo don Turpín se halla, en la cual
cual es intolerable cosa de sufrir. cuenta que en las partes de Oriente avía
Pues viendo en tales combates las un rey, por nombre llamado Gradaso, de
velas de mi entendimiento metidas, tan- estado poderoso y de riquezas abundan-
tos y tan rezios que el mástel delgado de te y muy valiente de su persona tal que,
mi pequeño saber a cada parte doble- por la mucha valentía que en sí sentía,
gan, ya que no puedo dexar de aver en- no estimava a todo el mundo en nada,
trado en este tempestuoso golfo, acordé creyendo estar en su querer sojuzgalle y
de enderecar el governalle a un tal puer- traelle a su mandado. Era de muy gran-
to donde con mucho sossiego pudiesse de estatura y fuercas y, como muchas ve-
tener reposada seguridad. Por lo cual a zes oyesse dezir las maravillosas cosas
vuestra muy magnífica persona, digna que los paladines de Francia de continuo
de otros renombres más soberanos, ésta fazían, en especial los fechos de don
mal corregida obra enderecar quise por- Roldan y de su primo don Renaldos de
que, de su favor assegLirada, aunque ella Montalván, propuso en su coracón de
de suyo nada o poca cosa merezca, en passar en Francia y no reposar hasta ga-
cualquier parte que fuere vista, sea en nar de don Roldan su espada Dvirindana
mayor grado tenida. E puesto qvie mi y el cavallo de Renaldos, llamado Bayar-
atrevimiento por enderecar cosa tan pe- te. Muchos de los grandes de su reino le
queña a persona de sublime mereci- dixeron que era grande empresa y difi-
miento cabe merezca castigo, la magna- cultosa de acabar, ca bien havían oído
nimidad del poderoso rey Xerxes, cuya dezir, y algunos de vista y prueva lo sa-
benívola presencia en mi memoria con- bían, que no eran personas Roldan y Re-
ESPEJO DE CABALLERÍAS (i) 171

naldos que tales joyas dexarían a otros el conbite veinte y dos mili cavalleros
ganar pero, por más y más que le dixe- por copia, assí cristianos como paganos.
ron, no le pudieron quitar de la voluntad Y llegados todos a los reales palacios
lo que avía determinado. Y por toda su fueron servidos de muchas y diversas
tierra hizo llamamiento y mandó que to- viandas con muy grandes y ricas baxillas.
dos los de armas tomar se juntassen so En la mesa del emperador comieron to-
grandes penas, de forma que en poco dos los reyes de corona y en todas las
espacio juntó ciento y cincuenta mil ca- otras de grado en grado como el estado
valleros muy aderezados y diestros en la de cada uno merecía. No faltó Renaldos
guerra para passar en Francia, prome- de Montalván en este conbite porque era
tiendo a todos que él solo por su perso- ya venido a las justas, el cual, como a
na se ofrescía de ganar la espada a don una parte y a otra mirasse, vido a Gada-
Roldan y el cavallo a Renaldos. E ha- lón que puestos en él los ojos se bolvía
ziendo por la mar una muy luzida arma- riendo a manera de escarnio porque no
da se entró en ella con toda su gente. estava tan ricamente vestido como los
Al cual dexaremos navegar a la buel- otros grandes que allí estavan. Y assí
ta de España por contar, lo que en este como Renaldos lo vido y miró en ello
tiempo acaesció en Francia. Y es que el quería de enojo rebentar. El rey Balu-
emperador hizo ordenar unas justas para gante, qLie en ello miró, luego como le
Pascua florida a las cuales fueron JLintos vido encendido conosció la causa y em-
muchos cavalleros, assí de los de Francia bió un trujamán a Renaldos por el cual le
como de los de España. Allí se apareja- enbió a dezir que si alguna cosa le falta-
ron los paladines todos, cada uno orde- va que se lo embiase a dezir que él le
nando sus invenciones por ser más mi- proveería por quitar a los malos que d'él
rado. E sabido por todas partes el seguro no dixessen. El buen Renaldos, que la
del emperador, vinieron muchos paga- buena voluntad del rey Balugante vido,
nos por se provar en aquellas justas. Allí se lo tuvo en merced y embióle a dezir
vino el rey Grandonio y el fuerte Ferra- con el mesmo trujamán que conocido te-
guto y el rey Balugante y el rey Isoler y nía él la buena voluntad del rey, que no
Serpentino el Bravo y otros muchos avía por el presente necessidad alguna,
grandes señores y cavalleros, tantos y ta- mas que le dixesse que aunque viesse el
les que apenas en la gran ciudad de Pa- escarnio de Galalón no era de maravillar,
rís cabían. No se veía en la gran ciudad que de suyo era tener mala voluntad a
otra cosa sino sonar diversos instrumen- los de la casa de Claramonte, Todo esto
tos, cavallos muy fermosos de muchas dixo en baxa boz.
riquezas emparamentados, joyas y orna- Y de' que el mensajero se quiso ir,
mentos de guerra muy riquíssimos, tan- dixo alto que el conde Galalón lo oyó:
tos que la lengua humana no los podría -Siempre oí dezir que la puta en el le-
contar, que cada uno a porfía del otro sa- cho y el covarde en su casa metidos tie-
cava e inventava por ganar la prez y nen mucho plazer y de pequeñas cosas
honra y por agradar al emperador en es- se ríen, mas el bueno tiene en su casa
tos exercicios. Ya se llegava la Pascua severidad y en el campo fortaleza,
cuando las justas se avían de hazer. El
Mientras estas cosas passavan sona-
emperador conbidó a. todos aquellos
van los instrumentos de todas partes de
grandes señores que a las justas eran ve-
la gran sala y los serviciales ponían man-
nidos y a los que en su corte estavan a
jares de muchas maneras y tales que to-
comer aquel día, y se fueron hallados en
dos los conbidados se maravillavan del
172 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

gran concierto que en todo se tenía. To- ver la demanda de la donzella estraña-
dos estavan muy agradados assí de las mente maravillados de su gran fermosu-
viandas como de la riqueza de las baxi- ra, ca no parecía entre las otras que pre-
llas. El emperador se alegrava de ver tan- sentes eran sino una relumbrante rosa
ta cavallería consigo que allí estavan to- entre pequeñas flores, que era para ena-
dos los paladines sin ninguno faltar: el morar a cualquiera que la mirara aunque
conde don Roldan y el fuerte Renaldos, tuviera el corazón de piedra; la cual,
señor de Montalván, el marqués Olive- como a los pies del emperador se vido,
ros, el rey Salomón, el duque don Naimo con muy gracioso semblante dixo assí:
de Baviera, el duque don Estolfo, el es- -Magnánimo y poderoso señor, la tu
forzado don Urgel, don Angelinos, Ricar- gran proeza y fama de tus paladines que
do de Normandía, don Danés Ugero, por todo el mundo se estiende me dan
don Gualter Municón, el conde de Alta- mucha esperanza que mi largo camino
fulla, el fermoso Pinabello, y don Guari- no será en vano. Sepas, señor, que yo y
nos almirante de la mar, y Guido de Bor- mi hermano, que presente está, venimos
goña y otros muchos cavalleros de gran a honrar tu fiesta. Y a él llaman el fuerte
cuenta assí de los de Francia como de Argalia y a mi Angélica la Bella, que en
otras muchas partes vassallos del empe- nuestra tierra, llamada Latana, supimos
rador que, por evitar prolixidad, se de- las justas que, señor, avías ordenado y la
xan de contar más por estenso, (cap. 1) gran cavallería que en Francia era asso-
nada, entre la cual mi hermano, que pre-
sente está, se quiere en el principio de su
3. Una doncella solicita un don cavallería mostrar en esta manera si a tí,
al rey: el comienzo de las aventuras señor, plaze, so cuyo amparo venimos:
que a la fuente del gran pino, que es al
Padrón de Merlín, cualquiera de los que
L as m e s a s d e la gran sala eran ya al-
zadas, todos los cavalleros estavan
hablando cada cual en lo que más le
aquí están que quiera provar su fuerca y
ardimiento vaya allá, a donde hallará a
ágradava, el emperador con muy alegre mi hermano armado de todas armas no
semblante mirando a todos, cuando vie- con más compaña de la que aquí está.
ron entrar por la puerta cuatro gigantes Que sea de tomar armas con tal condi-
muy fieros y en medio d'ellos una don- ción que, provados los de la justa, si a mi
zella muy fermosa que un gentil cavalle- hermano derribare, gane a mí por em-
ro mancebo la traía por la mano. Todos presa, y si él fuere de mi hermano derri-
volvieron los ojos por la mirar, ca cierto bado, que quede por su prisionero.
más parescía divina que humana, que Esta razón propuesta por la donzella,
allende de venir muy ricamente ataviada de rodillas puesta, la respuesta del em-
parescía su rostro una luciente estrella. perador espera va. E mientras ella habla-
En la sala eran venidos por más regozi- va, todos los cavalleros no partían los
jar la fiesta muchas dueñas y donzellas ojos d'ella. E sobre todos don Roldan
de alta guisa, donde era la linda Galera- que más cerca estava, que con un cora-
na y doña Alda la bella y doña Claricia y zón vencido la mirava sin se cansar. Y
la linda Armelina y otras muchas de gran entre sí, vencido del amor de la donze-
cuenta. La donzella con muy fermoso lla, dezía:
continente passó por la sala adelante -Bienaventurado será el cavallero que
hasta llegar a la gran silla del emperador. tal joya ganare, que por la fe en que
Todos cuanto más podían se acercavan a creo, si señor de todo el mundo me hi-
ESPEJO DE C A B A L L E R Í A S (i) 173

ziessen, no lo tuviersse en tanto como venida es razón que se os cuente por es-
ganar tal empresa.. tenso porque se conozca el fin de su
E diziendo esto, dio un sospiro di- propósito, el cual no lo pudo saber otro
ziendo: sino Malgesí el cual, aunque muy enten-
-¡O, Dios! ¡Cómo creo que a las fuer- dido era de su arte, no se le hizo lo que
cas del amor no basta resistencia ni for- quiso, como adelante veréis, (cap. 2)
taleza alguna, ca sin armas de una deli-
cada donzella soy preso!
El fuerte Ferraguto, fijo del Rey de Es- 4. Sobre e l o r i g e n d e la d o n c e -
paña, que allí estava no menos vencido lla que ha solicitado el don
de amor de la donzella que Roldan, esta-
va rebolviendo en su pensamiento cómo
la ganaría. E tres vezes se determinó de
la quitar a los gigantes y al cavallero en
A p e n a s avía salido el cavallero Arga-
. lia y su hermana Angélica la bella
de la ciudad de París, cuando Malgesí to-
saliendo de allí, mas por el seguro del mando su cuaderno convocó cuatro de-
emperador no osava. Pues el valiente Re- monios de los sus más conocidos y fami-
naldos, que allí se acercó a la ver con los liares, a los cuales preguntó muy por
otros, assí como la vio, se paró como un entero la venida de la donzella a la corte
ardiente fuego, puesto en el mesmo cui- del emperador. Y el uno d'ellos, como
dado de los otros. Malgesí, que presente aquél que lo sabía mtiy bien, se lo contó:
estava, luego por su saber entendió el -Sepas que la donzella es hija del rey
engaño que la donzella traía, y viendo de Latana, el cual por hazer honra y pla-
que también su primo Renaldo era caído zer al rey Gradaso que con grande exérci-
en el lazo, en baxa voz que pocos le oye- to será presto en España por venir contra
ron, dixo poniendo el dedo en la frente: Francia. Y sabe que el rey de Latana es
-Para ésta, doña falsa donzella, que muy sabido en tu arte más que tú, y em-
no vayas d'esta tierra como tú piensas, bió a su hijo, que es aquel mancebo rezio
que yo te haré tal juego que para siem- que viste, el cual es muy esforeado cava-
pre se te acuerde de mí. llero, con unas armas hechas por su arte
E como todos tenían a Malgesí por que no basta ninguna otra arma a las em-
muy sabido en el arte de la nigromancia, pecer. Y assí mismo una lanca dorada he-
muchos se maravillaron qué podía ser cha por tal arte que a cualquier cavallero
aquello. E luego el emperador le dio en que con ella encontrare no bastará fuerca
tal manera la respuesta: ni resistencia a que no sea el cavallero en-
-Fermosa donzella, aunque nuestras contrado fuera de la silla. Y el cavallo que
justas se dilaten, yo quiero complazeros le dio sepas que en el mundo no la ay tal
en -vuestra demanda. Mas gran cosa en ligereza fuera de Bayarte, el cavallo de
quiere vuestro hermano emprender al tu cormano. Y llámase Rubicán. Y por
principio de su cavallería. Su desseo es más conbidar a la justa a los paladines,
alto y la joya es preciada a maravilla, que puso por postura a su hija Angélica y la
cada uno trabajará por vos ganar. Yo vos ganase el vencedor, lo cual él tiene por
recibo so mi amparo. Fágase todo como impossible. Y sepas que, después que a
vos lo avéís pedido. los paladines aya derribado, los prona en
prisión y se irá a su tierra con ellos por-
MLiy leda se levantó la donzella y, be- que, ellos presos, falle el rey Gradaso
sando al emperador las manos, se partió poca resistencia en Francia y faga lo que
de allí con su compañía, que a todos quiera a su voluntad. Y guárdate, ca la
pesó su ausencia. E porque entendáis su
174 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

donzella sabe mucho del arte de su padre Mas engañado estava Malgesí, que el
y trae un anillo en su persona de mucha anillo que consigo ella tenía la hizo libre
virtud, que cuando quiere, con él puesto de su encantamiento, ca su dormir no
en su boca, se faze invisible. Esto es lo era como el de los gigantes. E llegándo-
que sabemos de lo que nos has pregunta- se cerca d'ella, la comencó de abracar y
do. Piensa en lo que has de fazer, que sin besar. Ella que se sintió de tal manera
falta alguna te hemos dicho la verdad. tratar, dio un gran grito y recordó. Y
D'esta manera supo Malgesí el fecho como vido que Malgesí la tenía en sus
de Argalia y su venida, el cual como fue bracos, dio muy grandes bozes diziendo:
salido de la ciudad y su hermana con la -¡Acorred hermano Argalia, que me
compañía que traía, se fueron a la cam- quieren desonrar!
pañia del Padrón de Merlín, do fizo po- Argalia se levantó prestamente con la
ner dos tiendas admirablemente ricas la espada en la mano y vínose para su her-
una para sí y su hermana y la otra para mana. Y como vido Malgesí que su arte
los prisioneros que oviesse. Y luego se no havía con la donzella aprovechado, tú-
entró en la suya y se puso a dormir, ca vose por perdido y bien creyó que devía
venía del camino cansado y con gana de tener el anillo que el demonio le avía di-
reposar. Su hermana Angélica se salió de cho. Y viendo cerca de sí al cavallero
la tienda y, no muy lexos d'ella acompa- hovo pavor de muerte y, queriéndose
ñada de sus cuatro gigantes, que arma- aprovechar de su arte, sacava su cuader-
dos a la usanza de su tierra venían, se no. La donzella, que lo vio, arremetió a él
apartó a la sombra de un verde pino y se con sti hermano Argalia y, fuertemente te-
acostó en un fermoso tapete por holgar. niéndole ambos, le sacaron el cuaderno
Y assí se adormió y los gigantes en torno de las manos. Y como ella sabía del arte
d'ella, ca no tenían más cuidado sino de muy bien, empecó a invocar los demo-
la guardar, y para esto los embió el rey su nios, los cuales sin tardar vinieron, y man-
padre con ella. Ya la donzella dormía dó prestamente traer una gruesa cadena
muy a su plazer, cuando Malgesí muy con la cual ella y su hermano le ligaron,
prestamente de un demonio se haze lle- ca muchas havía en la tienda con que
var en el aire donde estava Angélica la avían de llevar los prisioneros ya dichos.
Bella y, como la vido que dormía con la E dixo d'esta manera a los demonios:
guarda que estava, comencó a dezir: -Tomad este hombre y levaldo al rey
-¡O, perros! ¡y cómo guardáis la más mi padre. Y dezilde que tanto fue ganar a
mala donzella que ay en el mundo! Espe- éste como a todos los paladines, porque
rad que yo vos prenderé sin batalla nin- éste era el mayor estorvo que podíamos
guna, que no vos valgan vuestras magas tener para acabar nuestra impresa co-
ferradas ni dardos ni tuertos cuchillos. mencada. Y contádselo todo y dezilde
Y tomando su cuaderno hizo su obra. Y que lo tenga a recaudo.
apenas la hovo acabado, cuando los cuatro Prestamente fue en los aires llevado
gigantes caen como muertos. Y como los el pobre de Malgesí dando las más dolo-
vido, tomó su espada en la mano y vase rosas bozes del mundo, que dolor era de
para Angélica que, como oístes, dormía. Y lo oír. Y fue levado en poder del padre
como tan linda la vido, detúvose en sí de de Argalia, el cual le puso en una muy
la no matar por entonces. Mas creyendo áspera prisión. Al cual dexaremos estar
que por el arte suya estava adormida, dixo: por contar lo que pasó en la corte del
-Antes que mal le haga quiero holgar emperador sobre la demanda de la don-
con ella. zella y su hermano Argalia. (cap. 3)
ESPEJO DE CABALLERÍAS (il) 175

30. ESPEJO DE CABALLERÍAS (libro n)


de Pedro López de Santa Catalina
(1527)

por
Javier Gómez-Montero

TESTIMONIOS

[1] Toledo, Cristóbal Francés y Francisco de Alfaro, 1527 [—»]


[2] Sevilla, Juan Cromberger, 1533
[3] Sevilla, Jacome Cromberger, 1549 (27 de febrero)
[4] Medina del Campo, Francisco del Canto, 1586 (colofón 1585) (A costa de Juan Bo-
yer) [junto a los libros I-II)

TEXTOS

1. Comienza la Aventura de las peros montes de Carena, que todo el


Salas Encantadas bien te desseo.
Como el emperador lo oyó que era el
sabio Atalante no le consintió estar más
P ues tornando a nuestro propósito,
estavan con el emperador en el su
palacio, el príncipe Reduardo, y el infan-
en tierra, antes le hizo levantar y sentar
cabo sí.
te don Roserín, y don Roldan, y el duque Y el sabio prosiguió su comencada
don Estolfo de Inglaterra, y Visobel, y Es- plática diziendo:
cardín de Risa, y otros muchos altos hom- -Bien sabes, alto emperador, que te
bres, reyes y señores de gran cuenta. Es- escriví en días pasados como desque en
tando como oís, entró por la puerta un tu imperio la flor de los cavalleros de
hombre anciano de presencia muy reve- todo el mundo y la flor de la hermosura
renda y muy ataviado de vestidos riquís- fuesse junta, que la sala encantada sería
simos y conformes a su senetud. Y mi- abierta. Pues como agora fuesse el tiem-
rando a una parte y a otra, llegóse al po en que todo esto es junto en tu alcá-
emperador que en su rica silla sentado es- zar, vengo a dar fin a lo prometido. Que
tava y, las rodillas en tierra, le besó las la flor de la cavallería sea junta, no se
manos con gran acatamiento. Y assí como puede negar y, aunque todos careciésse-
estava sin se levantar del suelo dixo: mos de entendimiento claro se nos
-Alto señor y victorioso emperador, si muestra, estando aquí el bienaventurado
no me conoces de vista, vengo a que me infante don Roserín, a cuyo valor pocos
conozcas diziéndote mi nombre. Yo soy o cuasi ninguno se iguala y el fortunado
tu siervo Atalante, que habito en los ás- conde don Roldan, las cavallerías y he-

ESTUDIO: Gómez Montero (1992).


176 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

chos extraños del cual en su tiempo, va este tesoro, dezíase assí porque en-
después que armas vistió hasta agora no travan en la primera entrada por una
tuvieron par; puesto que muchos otros gran sala y muy fermosa. Mas dentro ha-
cavalleros de gran bondad hay en el vía aposentos muy ricos que eran un
mundo, no se igualan con los presentes cuarto del gran alcácar, que bastava para
que tengo nombrados. La hermosura, un apossiento de un rey. Y los edificios
pues no falta, porque la princessa Flori- de él eran grandes y muy bien hechos, a
mena es de esto buen testigo, y la infan- mucha costa y de gran antigüedad.
ta Melisandra no lo podrá negar, y doña Pues otro día por la mañana el infan-
Alda, la bella, también será de creer. Assí te se levantó y oyó missa en el palacio
que, esclarecido príncipe, razón es que se del emperador. [...] Pues como la missa
ponga por obra y no se dilate este hecho, fue acabada, allí delante de todos fue ar-
el cual para ser acabado no tiene recelo mado el infante de sus muy nombradas
de hombre bivo, sino del infante don Ro- y ricas armas, con las cuales allí parecía
serín, el cual no sólo a esta aventura ha su rostro, que desarmado estava, de un
de dar cima, sino a todas las que se le ángel. Y desque fue armado rescibió la
ofrecieren; y haziendo, se quitasse este bendición de un arcobispo, que la missa
impidimiento de tu palacio y ganasse el dicho havía. Y fuesse al emperador y pi-
mayor tesoro del universal mundo. Y el dióle las manos, mas él besándole en la
conde don Roldan, que tanto tiempo ha, cara no se las quiso dar, antes con lágri-
que sólo por ésto salió de su tierra, bol- mas, que de sus ojos corrían, le dixo:
verá a ella a reposar lo que le queda de -Hijo, Dios os guarde y vos dé victo-
la vida, que es breve espacio de tiempo, ria, por su infinita clemencia.
el fin del cual se le acerca, para que Y de allí abracó al conde don Roldan
muera como cavallero, donde después y a sus dos íntimos amigos Visobel y Es-
de ser su nombre digno de perpetua cardín. Y fuesse a despedir de la empe-
fama e inmortal memoria, goze del fruto ratriz, la cual con su despedida sin nú-
de sus obras en el cielo, que le es sobe- mero fueron las lágrimas que derramó.
rana y perpetua morada.
Pues contaros lo que sentía la her-
Al emperador y a todos los que allí mosa princessa no se os puede escrevir,
estavan, pareció muy bien la plática que que como ya todos derramavan lágrimas
el sabio Atalante havía propuesto. Y el no le fue a ella difícil, en más abundan-
emperador le dio muchas gracias por su cia y con amor más entrañable que todos
voluntad ser tan buena y por haver to- vertellas. Y cuando a ella a se despedir
mado este trabajo por le hazer servicio, el infante llegó no rehusó de lo abracar,
y díxole que ordenasse de este hecho, pospuesto todo pensamiento receloso de
como fuesse su voluntad. malas lenguas. Y al hecharle los bracos
Y fue ordenado que otro día por la le dixo, que el infante bien lo oyó:
mañana el infante don Roserín empe- -¡Ay, verdadero amor mío, Dios os
casse esta aventura; el cual habló mucho traiga a mis ojos sano y salvo de peligro!
con el sabio Atalante, porque en su pro- Y quitóse un hermoso relicario que a
pio aposento le aposentó, y díxole mu- su hermosa garganta tenía, y hechósele
chas razones con las cuales le hizo mu- al cuello diziendo:
cho crecer el ánimo para este señalado -Tened, infante, esperanza en Dios y
hecho. Porque en la verdad era harto pe- en su santíssima cruz, cuyas reliquias
ligroso, porque sabed que, aunque la van en este joyel metidas, que vos dará
sala encantada se dezía el lugar do esta- victoria.
ESPEJO DE CABALLERÍAS (il) 177

-Así lo espero en él, -dixo el infante. cuando lo sintió, apercibió su persona y


Y de allí se levantó el más contento y sintió que más de cien personas golpea-
favorecido cavallero del mundo por lo van sobre él como en yunque. Y cierto,
que su señora, la princessa, le havía di- si el coracón del infante don Roserín no
cho. Y fuesse fuera del palacio acompa- fuera de muy estremado esfuerco, esto
ñado del sabio Atalante, y del conde don bastava para le sacar de todo tiento. Mas
Roldan, y de sus amigos Visobel, y Es- él, que en tal aprieto se vido, empecó a
cardín de Rissa. Y antes que a la sala lle- rebolverse entre aquellos, que él pensa-
gasse, por mandado del sabio Atalante, va ser personas, e hiriendo a unas partes
fuele traído de comer y comió fasta que y a otras, hazía en aquellas fantasmas,
fue contento. que lo herían, tal estrago que a la que él
Y llegósse a las puertas de la sala y alcangava como su espada, allí más era
de tan rezio golpe las hirió, que las hizo provechosa por su virtud que por su cor-
con gran ímpetu abrir. Y su yelmo pues- tar. Luego era deshecha y de esta mane-
to en la cabeca, y su escudo embragado, ra en cabo de una pieca, no sintió per-
y la rica y preciada espada Balisarda en juizio más de esta primera aventura el
la mano, sin recelo de ningún peligro, ruido y grita, de la cual era tanta, que los
entró por la puerta. Y apenas hovo dado que de fuera estavan tenían gran recelo
diez pasos, cuando todos los cavalleros, de la vida del infante.
que de fuera quedavan, pareció de ver- ¡O, quién viera cual estava la prince-
dad que la gran puerta se havía cerrado ssa Florimena, y con que pena y lágri-
de cal y canto. Y como lo vieron, que- mas y oraciones mostrava el amor que al
dáronse muy maravillados. Allí se le infante don Roserín tenía, el cual como
acordó al conde del encantado vergel de de los golpes de la mala compañía de la
Dragontina, donde se vido por el rezio sala fue librado, salió de ella y entró en
encantamiento en grandes peligros. Mas un gran patio ladrillado de unas lúcidas
tenía él entonces dos muy buenas cosas y jaspeadas piedras.
que le ayudavan, la una y más principal, En medio del cual estava una coluna
el libreto del consejo que a todos los en- de fino mármol y una tabla encima con
gaños le dava salida, y la otra la gran es- unas letras que dezían:
peranza que doblaba sus fuercas, la cual
era, que esta aventura acabada conse- ¡0, tú, desdichado cavallero, que aquí tuviste la
guiría el amor de Angélica la Bella. osadía de entrar! Buélvete por donde veniste si la
Allende de ser él de soberano ánimo vida no tienes abarrida y quieres mal tu persona.
para acometer, y de singulares fuercas
para resistir, fuéronle estas dos cosas
No le pusieron las palabras de la ta-
gran alivio de sus trabajos, en especial el
bla punto de temor al buen infante, an-
consejo, que a cada peligro recebía de
tes tornando su espada a dos manos con
su libreto. Mas el infante don Roserín
grandíssimo ánimo dio sobre la coluna
ninguna cosa le era favorable sino sólo
tan gran golpe que la derribó por tierra
Dios y su estremada persona, la cual
e hizo la tabla pedacos. Apenas hovo
cuando dentro de la sala se vido y la
acabado de caer, cuando un endiablado
puerta vio cerrarse de súbito, hovo prin-
mostruo salió de una cuadra que a un
cipio de recelo en su entrada, y aparejó-
lado del patín estava, el cual era de tan
se esforeándose lo más que pudo.
disforme catadura, que no hay lengua
Y súbitamente oyó gran ruido de humana que dezirlo pueda. Él era tan
gente armada que contra él venía y alto como dos hombres de comunes es-
178 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

taturas, y era negro, y la cabeca muy las sanctas reliquias que llevava, las cu;
grande, con dos orejas colgando tan les su señora, la princessa Florimena, le
grandes como dos grandes platos y per- havía dado, se metió por la puerta de la
longadas, y el cabello de.la cabeca mu- cuadra por donde aqvjel monstruo havía
cho y muy negro, todo ensortijado, y la salido.
nariz ancha que por cada ventana de ella A cLiatro o cinco passos qLie dio den-
cupiera una pequeña naranja, y los ojos tro, sintióse herir de muchas frechas que
muy grandes, como dos hachas encendi- unas figuras de plata, tan grandes como
das, los bracos y el cuerpo y las piernas mugeres, que allí havía tiravan. Y a cada
desnudas, de pelo negras y muy grue- golpe de frecha, parecía que un ascua de
ssas. Salían por la boca, que cuasi de un lumbre le quemava por aquel lugar don-
palmo era, unos colminos como de java- de le dava el golpe, aunque las armas no
lí, y traía en las manos una porra de es- le passava. El infante, que tanto mal tra-
tremada grandeza, en el cabo de la cual tamiento de las estatuas de plata, que
estava una bola de hierro con más de mugeres parecían, sintió, viendo que no
ocho puntas de un xeme cada una. podían ser sino por arte del diablo he-
Y bramando como un toro, este fiero chas, fue presto a la parte donde las me-
vestiglo salió contra el infante don Rose- dias estavan, que cinco eran, y tocándo-
rín, la porra alta, con ambas manos tan las con su buena espada Balisarda
gran golpe le tiró, que, si de su destreza fueron derribadas en el suelo. Y apenas
y ligera soltura no se aprovechara, de fueron caídas cuando se levantaron
sólo aquel golpe le matara sin dubda. como de primero, aunque no con el po-
Mas cuando tan peligroso golpe el infan- der de herir que antes tenían. Y de allí
te vido venir a sí, dio un salto al través y fue a las otras cinco que a la otra parte
dexóle dar en el suelo, y como dio con estavan, que no havían aún cessado de
estrema fuerca tan gran ruido hizo que le tirar, antes con sus infernales frechas
pareció que todo el patio hizo estreme- aunque le no herían, muy gran pena le
cer y que las colunas de al derredor se davan, y assí como a las otras, las tocó y
caían. No se tardó don Roserín en el he- cayeron y se tornaron a levantar.
rir de su famosa espada, antes desque el Y como la cuadra era clara y muy ri-
golpe fue dado en el suelo, diole en la camente labrada, paróse a mirar aquellas
una pierna tal cuchillada que cuasi a cer- diez estatuas de plata y vídolas tan bien
cén se la cortó, como no havía armadu- hechas, que se quedó maravillado del
ra que los dulces filos impidiesse. Y primor y arte con que eran figuradas,
como le hovo dado esta herida, no sólo que no parecían sino bivas. En especial
el monstruoso animal por la ajchillada una que entre ellas estava, en cuyos pe-
cessó su batalla, mas antes por la virtud chos havía unas letras que dezían: Yo soy
de su espada Balisarda. [...] la diosa de la ca<¡a.
Cuando el infante don Roserín le vido Y de verdad, después de ser ellas de
deshecho diole al coracón un tan gran muy gran valor, por ser de plata su he-
esfuerco, viendo que todo era encanta- chura, era tal que igualava la forma a la
miento y diabólica arte, que puesto que materia. Allí creyó el animoso infante
ello era de mucho temor y peligro, no lo don Roserín que la fama que andava del
estimó como ello por su espanto devía mucho tesoro que allí havía era verda-
ser estimado. Antes encomendándose a dera, (cap. 59).
Dios y a su bendita madre, la virgen Ma-
ría, de todo coracón, y acordándose de
ESPEJO DE CABALLERÍAS (il) 179

2. La batalla contra el gigante de increíble grandeza, y cafires de muy


Dramacón: el final de la Aventura de maravillosa color, topacios tan encendi-
las Salas Encantadas dos que como hachas resplandecían, es-
meraldas transparentes, azules turquesas
u a n d o el esforzado y muy valoro- de toda manera de lavor, ricas amatistas,
C so infante don Roserín tan grande
y tan espantoso rumor vido, arrimóse a
ágatas, calcedonias, crisólicas, perlas
orientales grandes y pequeñas, de la vis-
una de las paredes de la gran sala y es- ta de las cuales el infante don Roserín se
tovo quedo hasta ver en qué parava. Y quedó maravillado. Y más vio a un cabo
vido que assí como cessó el dicho terre- de la cámara un sol de oro, tan maño
moto, salieron por una puerta que den- como una rueda de careta, el cual sobre
tro estava dos muy bravos y espantosos cuatro colunas de oro se sostenía, y en
toros, hechos de fuego, bramando, que medio de él un hombre sentado en una
era el mayor espanto del mundo verlos. silla, hecho a manera de ídolo con unas
Y como salieron, viniéronse para el buen letras escritas en derredor que dezían: Yo,
infante con gran ímpetu, mas él desque el gran profeta Mahomat. A otra parte vido
venir los vido de carrera para él, arre- una luna de dos vezes mayor grandeza
dróse a una parte y dexóles que con su que el sol, toda de fina y bruñida plata,
furia passasen. Y al passar dio al uno de las puntas de la cual sobre otras dos al-
ellos con el espada un gran golpe y ape- tas colunas de plata se sostenían. Y en-
nas le hovo tocado, cuando más de cima de la mesa vio que de la techumbre
aquel lugar no se meneó. Y el otro bol- de la rica cámara colgavan infinitas ca-
vió contra el infante por le cojer entre denas de oro, en cabo de las cuales ha-
sus cuernos, mas él, que ligero era, an- vía asidas unas estrellas grandes y pe-
tes que llegasse le dio otro golpe con el queñas, y en cada medio de estrella
espada que más no se meneó. Ambos, a havía una piedra preciosa, que jacinto se
dos juntos se quedaron pareados como llama, tan grande que conforma va con la
aquellos que más por arte de encanta- estrella en que engastada estava, porque
miento eran movidos que por otra cosa, en la que era grande la havía grande, y
y ambos a dos eran de plata y hechos en la que era menor le havía menor. De
por muy buen arte. arte que el tesoro de esta rica cámara no
tenía precio. [...I
Y el buen infante don Roserín, que
vido que de ellos estava seguro, entró en Y fue a ella y abrióla y entró dentro y
la cámara donde ellos avían salido y vido halló un gigante armado de todas sus ar-
tantas riquezas dentro, que no se podrían mas, sin pieca alguna le faltar, tendido
contar. Allí vido una mesa de oro con in- en medio de la sala sobre una gran tum-
finitas piedras preciosas de gran valor y ba de plata toda labrada de figuras alre-
dos sillas de oro con muchas perlas dedor, alta y grande y muy bien hecha.
gruessas que precio no tenían. Y un ape- Y el gigante tenía un rétulo en la mano
rador hecho de gradas todas de plata la- que dezía:
brada de infinitas figuras y labores, todas
las gradas del cual eran llenas de muchas Yo soy Dramacón, el Fuerte, que vengo de la
piecas de gran estima, que allende de su generación del sobervio Nembrot, quien fuere ossado
rica hechura, estavan engastadas en ellas de me quitar el rétulo de esta mano j bastante de
todo género de piedras finas, donde no pelear conmigo acabará la aventura del tesoro en-
faltavan lúzidos diamantes assí llanos cantado de esta morada.
como de puntas, y escaqtieados rubíes
180 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS

No hovo leído las letras don Roserín, lisarda, porque desque le alcancava tan
cuando con ambas las manos travo del fácilmente le cortava las armas que él se
rétulo y le sacó de su mano de Drama- quedava espantado, y viéndose en breve
cón. Luego con el mayor ímpetu del espacio por muchas partes herido, em-
mundo se levantó el gigante bravo y pecava a sentir algún tanto de desmayo,
muy fuerte, y sabed que éste no era fan- el cual desque el infante don Roserín
tasma de encantamiento antes porque sintió, dobladas fuercas y ánimo cobran-
entró en este lugar encantado, fue de tal do más a menudo que de primero le he-
manera puesto como el infante le halló, ría. Dramacón con que tal se veía tratar
privado de todo sentido. Y para defensa de mano de un cavallero que ante él ena-
de este encantamiento, porque el que lo no parecía y que jamás golpe a derechas
hizo bien alcancó a saber que havía por ni a su plazer le podía alcancar, tomó el
tiempo de ser por mano de un cavallero cuchillo con ambas manos y fuese para
deshecho, contra el cual no bastarían los el infante llevándole alto por descargar
encantamientos de la morada donde los en él, con el cual de cierto acabaría sus
tesoros sobredichos y otros muchos que días si le efectuara sobre su persona. Mas
adelante veres se escondían, y por tanto el infante hizo semblante de le esperar, y
fue por arte reservado este furioso Dra- como venir le vido entróse de rezio de-
macón, para que supliessen sus fuercas baxo de sus bracos y diole de la punta
contra el infante al cual los encanta- de la espada tal golpe que ni las armas
mientos por virtud de su espada Balisar- defendieron que la espada no entrasse,
da no podían resistir. ni el mortal golpe le dexó con la vida.
Y assí como fue en pie dixo con una Mas no fue tan a su salvo que, aunque
ronca y gruessa boz: con los puños le alcancó con que el
-Di, mal aventurado cavallero ¿Y fuis- fuerte cuchillo tenía asido, tan apesgado
te tú osado de cometer lo que yo no golpe le dio, que fuera de su sentido le
pude acabar? Por tu sandio y loco atrevi- fizo caer.
miento yo te haré morir a mis manos Y el infante de una parte y el gigante
aquí, antes que las otras estancias de esta de otra cayeron, el uno muerto, partido
morada visites. el coracón de la punta del espada, y el
Esto dezía Dramacón pensando que otro sin sentido de la fuerca del golpe.
esta sala era la que el infante primera- Nunca en otro semejante peligro se
mente entra va. vido el infante, el cual desque en sí tor-
El cual le dixo con mansa palabra: nó, se levantó como atónito, pensando
-La muerte y la vida en manos de fallar ante sí a su contrario. Mas su bue-
Dios está, mas la sobervia que está en ti na ventura fue tal, que hizo de sólo
dará el pago. aquel golpe segura su persona de bata-
Y luego puso mano a su espada, y el lla. Y dando gracias a Dios, que assí de
gigante a su cuchillo, y tan grande y es- sus crueles manos le havía librado se
quiva batalla comencaron, que entre dos sentó encima de la tumba por descansar,
cavalleros mayor no podía ser. Dábanse que muy preciosa era y de gran valor.
grandes golpes, mostravan ambos en el Y mirando la sala vido en ella mu-
herir estremadas fuercas, cada uno de su chas arcas, las cuales estavan llenas de
destreza se aprovecha va. Allí el infante antigua moneda de oro y de plata, según
don Roserín ayudándose de toda su vir- después que fueron abiertas paresció. Y
tud recelava los golpes del Dramacón, y vido otra puerta que a un retraimiento
él también temía los crueles filos de Ba- de otra cámara entrava, y desque hovo
ESPEJO DE CABALLERÍAS (il) 181

descansado, levantóse y fuésse a ella. Y trar esfuerco no se pudo sustentar en los


entró en el apossento donde vido un pies, que fuera de sentido no cayesse en
rico altar de oro y de piedras preciosas y tierra. Y oyóse en todo el alcácar impe-
encima de él un ídolo de oro macico tan rial una boz del aire que dezía:
grande como un hombre, con tin cetro -Hoy han fin todos los encantamien-
en la mano y un escrito en la otra, que tos del imperio de Constantinopla de
dezía: Yo soy el gran Júpiter, superior j principal cualquier arte que estén fechos.
de los dioses. Y a cabo de medio cuarto de hora
Y este altar en que estava no basta tornó a serenarse el tiempo como de pri-
péndola a contaros su valor. Y luego por mero, y el sabio Atalante que con el em-
la una parte de las paredes de la cámara perador, y con el príncipe, y con el con-
vido otras figuras pequeñas de oro, cada de don Roldan estava, y con todos los
cual mostrando su nombre con letras cavalleros dixo:
que en la mano tenía las cuales davan a -Ya la sala encantada y todos los
entender ser dioses de los errados genti- apossentos que por ella se entran serán
les. Allí estava Neptuno, dios de las de hoy en adelante comunes a todos y
aguas, allí Pluto, señor del infierno, segura de encantamientos y artes del
Mars, el denominado de las batallas, Sa- diablo. Y vamos allí a ver las mayores ri-
turno el desdichado, el alado Mercurio, quezas del mundo y a aquel bienaventu-
Eolo señor de los ligeros vientos, Vulca- rado infante que dentro está.
no, señor de las ferrerías de Júpiter, el Luego se levantaron el emperador y
músico Orfeo, el fuerte Ércoles y el ale- el sabio Atalante y el príncipe y don Rol-
gre Baco, y a la fin de todos el ciego Cu- dan y Visobel de Orlan y Escardín de
pido, que con sus frechas amenazadoras Risa. Y sin llevar otra compañía alguna
y arco retuerto a todos se mostrava cruel. consigo entraron por la primera gran
Ansí por orden de la otra parte esta- sala, que la Encantada se dezía, hasta lle-
van otras figuras de hembras, que por gar al patín, donde el infante estava de
diosas tenían los que la gentilidad gtiar- rodillas dando gracias a Dios por las
davan. Allí estava Juno, Palas, Venus, Mi- mercedes que le havía fecho. Y los bra-
nerva, Diana, Proserpina, Ceres y otras cos abiertos se fueron todos a él, bendi-
muchas cuyos nombres escriptos davan ziendo el día que havía nacido y dando
el nombre que tenían a conoser. gracias a Dios que tan esforcado y fer-
Cuando el infante vido tanto número moso le havía fecho.
de figuras, todas de oro, mucho se ma- Y de allí miraron la gran tumba de
ravilló de su gran valor y no quiso más plata y al gigante Dramacón, tendido en
tardarse en esta lugar, antes saliéndose el suelo junto a ella, de cuya fortaleza
de él se fue al patín y miró lo alto de la de miembros grandes y desmejados se
estancia, pensando que sería necessidad maravillaron. Hizo el emperador abrir
subir allá andallo todo. Mas no hovo las arcas donde tantas maneras de mo-
pensado esto cuando el tiempo, que se- neda havía, que su precio y cuento no
reno estava, se bolvió en una oscuridad tenía suma. Vieron la cámara de los dio-
la mayor del mundo y con tantos truenos ses de oro, y el altar de Júpiter. Salidos
y relámpagos, que todo parecía hundir. de allí vieron el Mahomet de oro, los to-
Y entre estos truenos sonó un tan fuerte ros de plata, la cámara donde el gran
estellido, que pareció abrirse el cielo y la sol y luna y estrellas estavan, y sus co-
tierra con tan rezio temblor, que por más lunas, y todo lo demás. Sobieron arriba
que el animoso infante procurara mos- donde hallaron tapicerías y ropas de in-
182 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS

creíble valor y, en fin, el emperador y -Señor, -dixo el infante-, más merece


todos fueron espantados de ver todo vuestra grandeza que todo esso. Pido
esto. vuestra majestad que desembargado este
Y buelto el emperador al infante le fresco apossento de todo lo que agora
dixo: en él está, me sea dado para mi morada.
-Hijo, bienaventurado fue el día en -A mí me plaze por cierto, -dixo rien-
que nacistes, que por vos es la mi corte do el emperador-, de fazer esse trueco,
honrada y mi estado encumbrado y mi tomando lo que en él está, dexar os el si-
palacio el más rico de todo el mundo y tio edificado en que moráis, (cap. 60).
más que todos juntos los del mundo él
solo.

31 ROSELAO DE GRECIA
(libro ni de Espejo de caballerías)
de Pedro de Reinosa
(1547)

por
José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIOS

[1] Toledo, Juan de Ayala, 1547 (A costa de Diego Lopes)


[2] Sevilla, Jacome Cromberger, 1550 (11 de marzo)
[3] Medina del Campo, Francisco del Canto, 1586 (colofón 1585) (A costa de Juan
Boyer) (junto a los libros I-II) [—>]

TEXTOS

1. Encantamiento en la ciudad hombres y valient[e]s cavalleros un día


de Constantinopla: el Paraíso de Amor lleva hazia aquel imperial aposento qu'el
infante desencantó, donde al andar de
una rica sala donde el emperador solía
D e s p u é s q u e eran passados algu-
nos días qu'el sabio Atalante avía
perdido aquellas joyas al emperador,
principalmente estar, les fue representa-
do en llegando el más hermoso y super-
después de averse efectuado con ellas lo bo edificio que jamás sus ojos ni ningu-
que quería, el emperador y sus altos no de los nacidos vieron, porque a la

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 2023. ESTUDIO: Gómez Montero (1992).


ROSELAO DE GRECIA (III) 183

verdad tales parecían por parte del gran era comunicado el alto grado que en el
saber del sabio Atalante, donde, al pare- coracón de su contrario assistía.
cer de los que mirávanse, figurava una Pues como el excelente sabio al em-
grande y rica calcada que sobre sí soste- perador y cavalleros anduviesse mostran-
nía un muy fuerte y galano muro, tan do esta suprema y transparente morada
transparente que no parecía sino un ru- que de allí adelante fue llamada Paraíso
bicundo y resplandeciente espejo, en el de Amor, les mostró dos puertas que el
cual los que Uegavan con una maravillo- fuerte muro en sí contenía, las cuales to-
sa mutance les veían transmutados en das parescían ser formadas de un tiberi-
aquellas personas que más amavan, que no y resplandeciente oro, formadas so-
si era cavallero claramente veía ante sus bre aquellas cuatro riquísimas colunas de
ojos representada la figura de aquella se- que se hizo mención en la segunda par-
ñora que más amava; y si era donzella, te d'esta gran historia que en el encanta-
aquel cavallero a que su coracón era más do palacio el infante don Roserín halló.
subjeto; las cuales figuras davan de sí las Sobre las cuales parescía con otra más
verdaderas muestras que sus amorosos nueva y sutil invención estar aquel res-
coracones más se estendían, y esto no plandeciente Sol de Oro, y aquella ines-
conocían más de cuantos ellos en su pe- timable Luna de Plata, y cada una en su
cho el amor de su contrario sentían. De postura, de los cuales tanta multitud de
lo cual todos aquellos grandes y precia- repentinos rayos procedían que a la vis-
dos cavalleros fueron muy admirados, de ta de los que miravan impidían de parti-
ver cosa tan sabrosa y de tan repentina cularmente, como solían, serles comuni-
aparencia; no porque ninguno pudiese cada su inestimable riqueza, donde
dar de sí ni de nada de lo que sentía a teniendo sus refulgentes rayos el hermo-
otro alguno parte, según era el estraño so Febo en los encorvados cuernos de la
sabor que de contemplar tan excelente fingida Diana hazia esta forcible aparen-
cosa recebían. Este cristalino y fuerte cia. Al umbral de las cuales puertas, es-
muro era ornamento y guarda de un tavan dos epitafios de unas letras góticas
grande y riquísimo alcácar, cuyas en- bien tajadas que declaravan de cada cual
cumbradas torres parescían comunicar d'ellas el nonbre; que la una se llamaba
su subida alteza con las nubes, siendo Puerta de Febo y la otra de Diana. Antes
todas ellas de un fino y resplandeciente las cuales parescían estar dos crecidos y
oro esmaltadas de innumerables piedras valientes cavalleros armados de unas ar-
de gran valor; del cual alcácar a cierto mas; el uno tan vermejas, y el otro tan
tiempo y hora del día oían un tan suave blancas cuanto la operación de sus ob-
son que no parescía con su lindeza y servados rayos en cada uno hazían, por-
ameno exercicio de música, sino un vero que el un gran cavallero que la Puerta de
trasunto del paraíso terrestre, que con Febo guardava parecía tan resplande-
los sones de los amenos instrumentos en ciente como una vera cometa, que de la
la sabrosa commemoración y sentidos de estreza luziente procede, el cual tenía un
los veros amadores que, como embelesa- epitafio de letras en su escudo, que d'es-
dos mirando en el transparente muro es- ta suerte dezían:
tavan, eran con la suavidad de tan dulce
armonía elevados, que jamás un punto
ni hora de aquella dulcura quisieran ser Yo soy el rey de Cerdeña, don Kugiero llama-
apartados-, especialmente aquellos que do, que fui puesto aquí para dar inmortalidad a mi
en sus trasuntadas formas conocía, y les temprana muerte y amorosos desseos. Quien los se-
cretos del Paraíso de Amor ver quisiere, si en la ley
184 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

de bien amar tan constante como yo fui se sintiere, siesse provar que tocasse aquella bozina;
suba por la ancha calcada que, si de mí uviere vic- al sonido de la cual, si era enamorado,
toria por su soberana virtud, le serán comunicados luego el cavallero contra quien guiasse,
los secretos del grande alcázary la entrada de mi fe- se pornía a punto de batalla; e si no lo
robina puerta. era, que no haría ninguna mención d'él.
Y la señora que se confiasse en su her-
Y el otro gran cavallero que en la otra mosura, y si amasse con lealtad, que se
puerta estava tenía otro epitafio de letras pusiesse la corona, y que si sobrepujase
como las suyas en su escudo, que d'esta a la de la Reina de Cerdeña, que subie-
suerte dezía: sse por la calcada donde le sería conce-
dida la entrada de la puerta, y amostró-
Yo soy aquella excelente y nunca vencida, sino les unas letras al derredor d'este padrón,
del cruel amor, reina de Cerdeña, madama Branda- que d'esta suerte dezían:
monte llamada, que para guarda d'esta diamantina
puerta fui diputada. Quien con las condiciones que Cuando los refulgentes rayos de Febo eclipsaren
aquel matador de mi vida con su muerte señaló qui- la ¿u^ de la fingida Diana, en pago de su cruel y
siera entrar por esta puerta, donde otro efecto y ma- vecina conversación, él perderá aquella ferovina apa-
ravillas diferentes que en esotra entrada se veen, riencia, donde, quedando en su primer possessión los
suba por la gran calcada que, si me venciere, le se- secretos del sabroso paraíso serán a todos comunes.
rán patentes los memorables secretos de amor. Y esto todo acaescerá por la virtud d'esse excelente
vencedor de las fortíssimas guardas.
¿Quién os sabrá contar los que el em-
perador y grandes señores con las mues- Donde, después de les aver todo esto
tras de tan estremada obra sentían? No amostrado, el emperador y aquellos se-
otro por cierto sino de aquel que de tan- ñores y señoras se bolvieron a sus ricos
to favor fuesse adornado, cuanto ellos aposentos con crecida admiración de la
eran excelentes y valerosísimos ánimos. sutil inventiva, y después de algunos
A donde la fama del supremo edificio, la días que aquel gran sabio estuvo en la
emperatriz y princesa Florimena, y infan- corte, del emperador y emperatriz, del
te Melisandre, y infante Coronea, y la in- infante Roserín y de todos se despidió,
fanta Argiana, junto con otras muy pre- dexando en las entrañas de cada uno de
ciadas y grandes señoras que en la corte todos estos señores y señoras impresso
estavan, vinieron, y como a cada una en un verdadero amor que a tan excelente
particular secreto les fuesse comunicado hombre era devido, donde lo dexaremos
en el cristalino muro de sus amores con en sus montes de Carena, que se puede
una repentina inestimable alegría eran, creer que no tardaría mucho en el cami-
assí ellos como ellas elevados, que no no; y os diremos de lo que al Cavallero
parescían sino personas fuera de todo de los Cisnes que en vareo venía acón-
sentido, que uno a otros no se hablavan, teselo, (ff. 2v-3v).
salvo aquellos que de las obras y pelea
de amor no estavan heridos. De allí el
gran sabio les amostró un padrón de co- 2. A las puertas del Castillo de
bre, tan alto como un estado; encima del Amor
cual estava un cuerno de marfil que de
una rica cadena de oro pendía junto con
una riquísima corona de oro, y les dixo
qu'el cavallero que aquella aventura qtú-
A veis d e s a b e r que como este gran
sabio en este su grande y deleito-
so jardín al valiente Cavallero de la Du-
ROSELAO DE GRECIA (III) 185

dosa Demanda, hizo llevándolo azia en tierra que tan hermosa nos parecía y
aquella torre que a modo de mástil de la no vemos a ninguno que d'ella ni de
deleitosa isla parecía, el valiente úngaro aquel grande animal nos dé razón.
vido llegando cerca infinitos parrales y Como esto dixo, la otra respondió:
jazmines, y árboles de frondosa y apazi- -Mi parecer es que vamos a este cas-
ble hoja para que lo que debaxo d'ellos, tillo, y en él hallaremos alguno que nos
en grandes cenadores estuviessen, no dé razón de lo que buscamos.
dexasen de gozar de mucho deleite y -Sea ansí, hermana, -dixo la otra.
gran descanso, donde entrando el gran A todo esto jamás ellas avían visto al
sabio con el buen cavallero Aleandro sabio Atalante ni al Cavallero de la Du-
por un gran cruzero que del gran castillo dosa Demanda, mas empecando que las
se armava, con gran fuerca un cuerno en donzellas al castillo guiaron, el sabio
el castillo oyeron sonar; y queriendo el dixo al cavallero:
Cavallero de la Dudosa Delanda deman- -Señor, defendedles la entrada por
dar lo qué sería, de un pequeño bosque palabras, mas si por fuerca quisieren en-
vido salir un cavallero a pie, de una ar- trar, entraos con ellas, que ai hallaréis
mas jaldes vestido, con su espada en la quién os dé aviso de lo que hazer deváis
mano, huyendo de dos hermosas donze- todos tres.
llas que con grandes ramas de un árbol Y dixiendo esto, el sabio Atalante le
tras él venían, el cual andava tan desati- soltó de la mano, y luego las donzellas le
nado de una parte a otra, que como sin vieron, que cerca llegavan, mas el gran
sentido se vino azia donde el sabio y el sabio no paresció. Y llegando cerca las
Caballero Negro estavan. Y como así el dos donzellas, haziendo la cortesía que a
valiente úngaro le viesse, queriéndole presencia de tan valeroso y esforcado ca-
socorrer, el sabio le apretó de la mano y vallero, como era el Príncipe de Ungría,
le hizo estar quedo, sin ser parte a para se devía, viéndole desarmado, la una le
se menear. E este comedio, las dos don- dixo d'esta manera:
zellas llegan y descargando con sus nu-
-Gentil cavallero, por la obligación
dosos palos sobre el cavallero de las ar-
que tenéis todos los tales a las donzellas
mas jaldes, en pequeño espacio le
os suplicamos yo y mi hermana que nos
pararon tal que como muerto se tendió
digáis en qué tierra estamos, y qué isla
en tierra. Luego del gran castillo por una
es ésta que con tanta estrañeza d'este
pequeña puerta que en el avía, salió
animal se muestra, y si haveis visto un
aquel caudaloso grifo que el Cavallero
cavallero falso que unas armas jaldes
de la Dudosa Demanda en la mar avía
trae, que nos robó falsamente de un
visto, y abriendo su descompassada
nuestro navio dos líos de nuestras ropas.
boca al cavallero de las armas jaldes en
ella tomó, y aleándole por el aire, los -Hermosas señoras, este cavallero
que le miravan le perdieron en pequeño que dezís, yo os lo vi parar tal que pien-
espacio de vista, de lo cual las dos don- so que compró bien caras las ropas que
zellas, bolviéndose la una a la otra, dezís averos llevado. Él y todo lo que él
como espantadas le dixo: tiene creo que deve estar en este castillo,
mas yo, como guarda d'él, no tengo li-
-Hermana, ¿qué os parece cuan bur- cencia para que a nadie dexe allá entrar.
ladas quedamos de aquel falso encanta- -¿Cómo?, -dixo la una-, ¿y en tan her-
dor que con tan sutil arte nuestras ropas moso cavallero cabe ninguna cosa que
hurtó? Ya veo que eso passa. Mas de una de mala crianca tenga l'obra? ¿Que tan
cosa me admiro más, y es cómo estamos descomedido seréis que a mí y a mi her-
186 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

mana no nos dexaréis entrar a cobrar medimiento, sigúeme, que más que le
nuestras ropas? pese, yo cobraré nuestras ropas.
-Ya os tengo dicho, -dixo el Cavalle- Y diziendo esto se fueron derechas a
ro de la Dudosa Demanda-, que no ten- la puerta del castillo, y por ella sin nin-
go tanta libertad, ni el que aquí me puso gún pavor se metieron. Y como el Cava-
me dio licencia para usar de mi volun- llero de la Dtidosa Demanda tan deter-
tad, por cumplir con la suya. minadas las viesse ir, tras ellas se mete
-¿Y qLiién es ese señor, -dixo la una en el castillo, do los dexaremos hasta
donzella-, que tanto poderío sobre vos que su tiempo, por os contar del infante
tiene? don Roserín, lo que en este comedio le
-Es señor d'este castillo y del mundo, avino, (ff. 53r-v).
-dixo el cavallero de Ungría.
-¿Cómo se llama?, -dixo la donzella.
-Amor tiene por nombre, y desamor 3. El sabio Atalante desencantó
por obras-, dixo el cavallero. la Torre de Amor liberando a los que
-Así me parece que usáis vos, -dixo la allí se encontraban
otra hermana-, que publicáis ser siervo
de amor, y tenéis gran descomedimiento
con nosotras que somos mugeres.
-Ya sabéis, señora, -dixo el cavallero-,
C o m o e s t o s dos cavalleros tan sin
piedad en su cruel batalla anduvie-
ren, hiriéndose por donde más daño ha-
que la propia libertad nuestra no consis- zer se podían, fue tanto el coraje que al
te salvo en no dárosla, ni permitir que de uno y otro creció que de sólo él qtierían
nosotros os apossesionéis, porque no rebentar, ende más el Cavallero Venturo-
venga ninguno al estado en que yo estoy. so, que, como se viesse tan malamente
-¿Y cuál es el estado que vos tenéis?, herido y que ningtma ventaja a su ene-
-dixo la una donzella. migo hazía, contra él arremete ya que en-
-El más cruel que imaginar se puede, tramos tenían muy poca fuerca para se
-dixo el cavallero-, ¿Qué mayor mal que- herir. Y aleando su espada con toda la
réis qtie uno possea, sino que biva en tie- más furia qtie pudo, hirió a su contrario
rra de tanto plazer como es ésta y jamás por cima del yelmo, que del gran golpe
goze de Lina hora d'él? ¿Y quer'esto ver? el espada se le hizo tres partes, y se que-
Sabed que la vista dos estáis se llama del dó con sola la empuñadura, al cual, el
deleite, y este castillo, el Castillo Amoro- Cavallero de la Torre, como sin espada a
so. Aquí dentro, según soy informado, su contrario viesse, enpecó reziamente a
que aún yo no lo he visto, está el gran herirle. Mas él, propuesto todo temor,
dios de amor con todos sus secuaces. como aquel que siempre en los mayores
-Si assí es, -dixo la una donzella,- poco peligros más osadía tenía, con el valiente
devéis tener d'él que publicáis, qu'es que Cavallero de la Torre se abraca, y andan-
siendo assí, como vos dezís, guarda del do abracados fue tanto lo que pugnaron
Castillo de Amor y siervo suyo, aún no por se derribar el uno al otro que, como
avéis sido para entrar como de casa, y estuviessen tan cansados de la gran bata-
suplicalle que os alivie la congoxa que lla, que más de seis horas avían manteni-
manifestáis y tenéis. do, sin ningún sentido al suelo de la bar-
ca vinieron, teniéndose muy reziamente
A esto respondió la otra hermana:
sin soltar. En esta hora, con grandíssima
-Déxalo, hermana, qu'él dize tino y
presteza la grande encantada isla del
haze otro; y porqLie será escusado aver
gran sabio Atalante, por la mar assomó y
en cavallero sin amor ningún buen co-
ROSELAO DE GRECIA ( i l l ) 187

venía con tanta furia y braveza el muy lla grande hoguera un rezio tronido, en la
fiero elefante que por proa traía, que es- gran mar se consumió, a modo de una
panto era de mirar. En este mismo punto breve cometa, quedando el tiempo claro
fue tan grande la congoxa y temor que y sereno, y el victorioso grifo y grande
los dos hombres de la donzella Clariola elefante, a modo de victoriosos por la se-
de ver tal estrañeza tomaron, que no fue- rena y sossegada mar se empiecan a con-
ron parte ellos ni ella para la barca me- tornear, trayendo el cabdaloso elefante
cer, como aquellos que muy turbados encima de su ancho y espacioso lomo a
con los estremos de sus señora Clariola aquel viejo y grande sabio Atalante, jun-
por la muerte de su novel cavallero hazía, tamente con todos aquellos que en el
teniéndole por tal, por lo cual del gran castillo encantado de la ínsula de Epiro
miedo cayó amortecida y sus dos hom- avían sido presos por mano de aquel
bres tapándose los ojos y cara a par de gran sabio Sarraceno, los cuales eran és-
ella se tienden. A esta hora la isla encan- tos: primeramente el hermitaño Paciano,
tada con su gran tormenta llega, y eran y Malgesi, y Ricardo de Ayamonte, y Ri-
las olas tan crescidas, y las gorgotadas del cardeto de Montalván, y el duque don
agua de la mar, que el elefante con su Estolfo, y el conde Galalón. Porque tanto
espaciosa trompa lancava, que la mar pá- quiero que sepáis que este era el castillo
resela subir a sus grandes montañas de artificioso a donde los ximios al buen
agua hasta las nuves, no porque el casti- conde don Roldan desarmaron, y a don-
llo encantado se meciesse de donde es- de los dos hadados jayanes, Artadelfo y
tava, desde que la isla encantada assomó,
Galtezino, a la princesa Fiorimena y in-
mas que si fuera una grande montaña,
fanta Roselinda y Melisandra avían traído
donde llegando cerca del grande y es-
presas, y porque es justo que sepáis por
pantable elefante, y abriendo su dese-
entero la razón de a dónde a estos seño-
compasada boca, el ligero grifo por ella
res llevaron, y de cómo este gran castillo
sale, y estendiendo sus grandes alas fuer-
de la isla salió, agora se os dirá más, mas
temente, aleándose sobre la torre las em-
pecé reziamente y con mucha furia a ba- tanto sabed que el cavallero del castillo
tir, con el cual ímpetu, rebolviendo la que la batalla ovo con el donzel venturo-
mayor parte de un muy crescido nublado so, era el buen conde don Roldan que,
que sobre la torre estava, después que él como ya se os dixo, por guarda d'él avía
por la boca del elefante salió, la empecó quedado, el cual juntamente estava ten-
a cubrir de espeso humo, y dende a pe- dido y sin sentido con el cavallero ven-
queña pieca de muy rescidas y terribles turoso. Y los dos cavalleros de la galera
llamas con una grande espadañada de era Escardín de Risa y Bisobel de Odán,
fuego, que por la boca en él lancó, em- que con él avían ávido batalla sin le aver
pegó a arder. Allí era de ver los rezios podido conoscer, porque aviendo dado
tronidos que del fuego y castillo salían, y bozes desde la mar, les salió a responder
las crescidas y altas llamas en que en bre- con la espada en la mano, como aquel
ve espacio en él avía, por lo cual poco a que sin ningún sentido estava en lo que
poco aquel artificio castillo, dando aque- hazía. (ff. 64v-65r).
188 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

32. ESPEJO DE PRÍNCIPES Y CABALLEROS (i)


de Diego Ortúñez de Calahorra
(1555)

por
Axayácatl Campos García Rojas

TESTIMONIOS

[1] Zaragoza, Esteban de Nájera, 1555 [—»]


[2] Zaragoza, Mich. de Guesca, 1562
[3] Zaragoza, Juan Soler, 1579
[4] Alcalá de Henares, Juan íñiguez de Lequerica (a costa de Blas de Robles y Diego
de Xaramillo), 1580
[5] Medina del Campo, Francisco del Canto, a costa de Juan Boyer, mercader de li-
bros, 1583
[6] Valladolid, Diego Fernández de Córdoba, 1585 (colofón: 1586)
[7] Zaragoza, Juan de Lanaja y Quartenet, a costa de Juan de Bonilla, 1617

TEXTOS

1. Nacimientos heroicos traía figurada una rosa blanca y colorada,


de tan perfecto color que verdaderamen-
te parescía ser cogida de los cabriosos
S i e n d o y a el rostro del resplandes-
ciente Febo con la,redondez de la
tierra partido, al tiempo que sus dorados
rosales. [...] Al que primero avía nascido
llamó el Cavallero del Febo, por la figu-
rayos por la ventana del aposento donde ra que en él vido en el lado izquierdo,
estavan las estrañas obras del hazedor sobre el coracón. Y al segundo llamó Ro-
comecavan a manifestar, la real princessa sicler, por la rosa de los pechos. D'esto
en pequeña distancia parió dos hijos, tan huvo gran plazer la princessa, diziendo
estraños en hermosura que en grande que les havía puesto los sobrenombres
admiración los que presentes estaban conformes a los que ellos merescían.
fueron puestos, aunque mucho más fue- (cap. i: pp. 91, 93-94)
ron maravillados cuando vieron unas es-
trañas señales que cada uno d'ellos tenía.
Y mirándolos vieron que el que primero 2. Aventura de la cueva de Artidón
avía nacido traía una pequeña cara figu-
rada en el lado izquierdo, tan resplan-
desciente que con dificultad dexava ser
mirada. El niño que postrero avía nasci-
Y s i e n d o [Róstela] ya salido del reino
de Dacia, dize la historia que fue
a entrar por el reino de Rusia, donde le
do, vieron que en medio de los pechos dixeron que avía grandes y muy maravi-

BIBUOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1672. EDICIÓN: Daniel Eisenberg (ed.), 6 vols. Madrid, Espa-
sa-Calpe, 1975 (1976).
ESPEJO DE P R Í N C I P E S Y CABALLEROS (i) 189

llosas aventuras. Y al tercero día que por tomó voluntad de la provar, por saber lo
él avía caminado, fue assí: que luego por que avía dentro, (cap. iii, pp. 40-43).
la mañana el camino que llevava lo llevó
a meter por un monte llano, tan fresco y
deleitable cuanto lo pudiera ser cual- 3. El valor de la amistad y la
quier floresta. [...] Y assí una hora antes fuente de los salvajes
que anocheciesse aquel pequeño y mal
usado camino que llevava le llevó a dar
a unas grandes y muy altas rocas que en
medio de aquel monte avía, debaxo de
C o m o los d o s preciados cavalleros
[Rosiclery el rey Sacridoro] f u e s s e n j u n -
tos por aquellas ásperas y fragosas mon-
las cuales vio una cosa que le puso en tañas, ívanse contando el uno al otro sus
grande admiración. Y era que por una enamoradas passiones, y assí en contar-
boca de una cueva que se hazía en lo las como en oír cada uno lo que conta-
baxo de la roca salían muy grandes y es- va el otro, ninguna cosa parescía que
pessas llamas de fuego, acompañadas de sentían el trabajoso camino. [...] Y al ter-
un espesso humo que parescía cosa in- cero día, qu'el sol iva muy alto, como
fernal. Era la boca de la cueva tan gran- fuessen muy descuidados por una flores-
de que fácilmente pudiera caber por ella ta que parescía algo más apazible tierra
un cavallero sobre su cavallo. que la que avían passado, súbitamente
se les espantaron los cavallos y comen-
E como viesse una cosa tan espanto- taron de herizárseles las crines y de al-
sa, desseando saber qué fuesse, se qui- borotarse, dando grandes bufidos, de
so llegar más a ella. Mas el cavallo se es- suerte que no los podían tener ni passar
pantava tanto que no le pudo hazer adelante. Y como mirassen a todas par-
llegar cerca; y ansí, se huvo de apear tes por aver qué fuesse la causa de aque-
d'él. Y arrendándolo a un árbol, se fue a llo, vieron a desora que salían de hazia
pie hazia la espantosa cueva. E llegando lo más espesso de la floresta dos grandes
cerca, vio que estavan labradas unas le- salvajes, que en su grandeza parescían
tras muy grandes en la peña hazia la gigantes, los cuales venían sobre sendos
mano derecha de la cueva, que en ellas leones muy grandes y ferozes [...]. Y assí
mesmas se parescía aver largo tiempo como vieron los dos cavalleros, se fue-
que eran hechas. Y leyéndolas, vio que ron derechos para ellos; y como llega-
dezían ansí: ssen cerca, era tanto el miedo que los
cavallos tenían que no bastava la fuerca
Esta es la cueva del sabio Artidón, que fue ni el saber de los cavalleros para los te-
muerto por amores de Artidea, hija del rey Uberio ner ni arrastrar hazia los salvages. Y assí,
y única heredera d'este reino; la cual, en pago de su antes que tuviessen lugar de se apear
crueldad, estará aquí dando verdaderas respuestas de d'ellos, los salvages llegaron a ellos en
todo lo que le fuere preguntado, hasta que venga ca- sus domados leones. Y tomándolos por
vallero de tanta bondad que, venciendo las temerosas detrás, porque los cavallos se avían buel-
guardas de la entrada, pueda ponerla en libertad. Y to de ancas hazia ellos, les dieron a dos
entonces será libre la entrada a todos los que qui- manos con sus ñudosos bastones sendos
sieren saber algo del sabio.
golpes sobre sus finos yelmos que las ca-
becas les hizieron baxar hasta los pe-
chos, y se turbaron ya cuanto. Y antes
Como el Cavallero de Cupido huvo que se puediessen bólver ni desviar d'e-
bien leído las letras, mucho era maravi- llos, les dan otros sendos golpes sobre
llado de aquella aventura, y luego le
190 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

las caberas que de todo los aturdieron y fuera de sentido, a un mesmo tiempo sa-
sacaron fuera de sentido. lió de la profunda fuente un monstruo
Y assí, los tomaron en sus bracos, y marino muy grande, que tenía el cuerpo
sacándolos de los cavallos se los lleva- orrible y espantosa vista, y rostro de
ron, y se metieron con ellos por la es- donzella, con los cabellos largos que lle-
pessura adentro. Y no uvieron andado gavan hasta medio cuerpo; el cual, assí
mucho cuando llegaron a una grande como salió de la fuente se llegó al Cava-
fuente que parescía estar hecha a mane- llero de Cupido, que estava caído en tie-
ra de estanque, la cual era de una agua rra, y tomándolo entre sus bracos se su-
tan clara como un cristal, y era tanta su mió con él en la profundidad del agua,
hondura y profundidad que no parescía de tal manera que no pudieron ser más
que uviesse en ella suelo. Y allí llegados, vistos, ni quedó más memoria d'ellos.
los salvajes pusieron los cavalleros en el Cuando el buen rey Sacridoro vio a
suelo, assí desacordados como estavan su grande amigo assí sumido en el agua,
[...]. Y dando unos grandes baladras que y llevado por el monstruo a donde no
se oían muy lexos, en poco rato se jun- podía pensar sino que fuesse ya muerto
taron en la fuente más de veinte salvages para su manjar, no se puede dezir el
como aquéllos, unos cavalleros en lobos grandíssimo dolor y mortal angustia que
y otros en otras fieras bestias; los cuales, sintió en su coracón; que cierto no fuera
como se viessen juntos, algunos d'ellos mayor para él si la muerte allí se le ofres-
se llegaron a los cavalleros que estavan ciera. Que como se le acordasse aver
en tierra y trabajavan cuanto podían por perdido de por amigo el mejor y más
los desamar. Y como no fuessen diestros preciado príncipe que creía ser en todo
en aquello, rebolvíanlos de una parte a el mundo, y la esperanca del remedio
otra, y no acertavan a les quitar las ar- que ya en su pensamiento havía conce-
mas. Y como los rebolviessen ansí, el bido, no pudo cufrir tan grande angustia
Cavallero de Cupido fue buelto en su y mortal rabia. Y assí, se dexó caer en el
acuerdo. Y conosciendo el estado en suelo, y como si tuviera las bascas de la
que estava, y sacando aquella su fina y muerte se rebolvía por la tierra, dando
cortadora espada de la reina Julia, con gemidos y sospiros, y lamentando su
una grandíssima furia y escalentada ira desventura con palabras dolorosas y de
hiere al primero que halló más cerca de gran lástima. [...] Y assí con esta rabia y
un revés por medio de la cintura que, mortal angustia se va para la fuente, y
hecho dos partes, dio con él en tierra. poniéndose de pies junto a ella, mirava
[...] Y cuando ya la batalla fue acabada, la profundidad del agua, y tres vezes
el ínclito cavallero quedó tan cansado y hizo muestra de lancarse dentro, y tantas
molido que no se podía tener en pies. Y se tonrava a fuera. Y al fin, dize el sabio
siendo muy aquexado de la sed, se llegó Artemidoro que dixo estas palabras:
a la fuente, y quitándose el yelmo, sacó
con él de el agua d'ella [...]. Y beviendo -¡O, buen Cavallero de Cupido, pues
d'ella, aún no havía acabado de matar la que mis tristes hados no permitieron que
sed cuando cayó en el suelo desacorda- en vida pudiesse gozar de tu amistad, se-
do y fuera de sentido. guirámi muerte ahora la tuya, y posseerá
los huessos de entrambos una mesma
Y a este mesmo tiempo que él estava sepultura!
beviendo, el buen rey Sacridoro fue Diziendo esto, se dexó caer de pies
buelto en su acuerdo. [...] Y assí como el en la fuente assí armado como estava, y
Cavallero de Cupido cayó en el suelo con el peso de las armas luego fue su-
ESPEJO DE P R Í N C I P E S Y C A B A L L E R O S (i) 191

mido en la profundidad de el agua, de alto trono en que te tiene puesto. Porque


manera que no fue visto más. si tienes esto por muy cierto, muchos
Este espantable y hazañoso hecho son passados en el mundo que si quie-
pone el sabio Artemidoro d'este rey, di- res en ellos poner los ojos, te mostrarán
ziendo que fue tan grande la amistad muy claramente como devas tenerlo por
que tuvo con Rosicler que no quiso vivir, muy falso. Pregúntalo a muchos de
teniendo por cierto que él era ya muer- aquellos cesares romanos, que en tiem-
to. El sabio Lirgandeo dize que el rey Sa- pos passados fueron señores de la mayor
cridoro tenía alguna noticia d'esta mara- parte del mundo; responderte han Julio
villosa fuente, y que tuvo alguna César, Cayo Calígula, Nerón, Claudio,
esperanca de hallar vivo al Cavallero de Galba, Otón, Vitelio, Domiciano, Cómo-
Cupido. Como quiera que ello fuesse, do, Pertinaz, Basiano, Macrino, Eliogáva-
fue un hecho digno de memoria, y la lo, Belusiano, Valeriano, Galiego, Probo,
mayor esperencia de amistad que jamás Juliano, Banio, Constancio, Valente, Gra-
fue vista, (cap. iii, pp. 165-70, 174-75) ciano, Valentiniano y otra infinidad de
ellos que por el mesmo camino descen-
dieron del alto trono e imperio en que
4. Buenos consejos p a r a gober- fueron puestos que subieron a él. La
nar (con un discurso sobre la Fortu- causa de lo cual no es otra sino que las
na) cosas humanas no tienen firmeza alguna,
y el que en la boluble rueda de la Fortu-
na está assentado más alto, aquél está
M u y alto y muy poderoso empe-
rador y señor nuestro, yo qui-
siera mucho escusarme de dar mi pares-
más aparejado para caer. Creedme una
cosa, que tanto cuanto mayor es la po-
cer sobre este caso tan arduo y grave tencia humana, tanto mayor es el impe-
como nos has contado, porque tenéis ya rio que tiene sobre ella la Fortuna; assí
por costumbre los señores de pedir con- como es más poderoso el fuego en la
sejo a vuestros subditos sobre cada cosa mucha leña, y combaten más rezio los
que se ofresce, y al fin se ha de hazer lo vientos en la mayor altura. [...] ¿Qué tan
que queréis y tenéis en voluntad, que alto estado puede ser el tuyo que no ten-
sea bueno que sea malo, dando a enten- ga consigo gran peligro, sin que quieras
der que el consejo que pedís a vuestros agora tú ir a buscar otros de nuevo, a tie-
subditos es más por cumplir con ellos rras tan estrañas de d'éstas? [...] Yo creo
que con voluntad de ser aconsejados. que tendrías por mejor de vivir solo en
Mas con todo esso, aunque sé que mi tu tierra que passar tan acompañado en
parescer será por de más, y ha de ser el imperio de Grecia, porque no ay duda
juzgado a otra intención de la que yo lo sino que ningunas injurias ni crueldades
digo, no dexaré de lo dezir, porque al puedan igualarse con las costumbres y
menos no os podáis quexar en algún condiciones de los hombres de guerra.
tiempo del viejo rey de Gedrosia que no Que estos que tú piensas que son tuyos,
os avisó en tiempo que pudiéssedes pro- por muy pequeña ocasión podrá ser que
veer a la Fortuna. [...] No querría, pode- se muden, y aun por ventura que te ven-
roso señor, que fiasses tanto de tu tan dan, y de cavalleros y vasallos se podrán
pujante y soberano estado que pienses tornar tus enemigos. Mira aquel grande y
con él estar seguro y firme, fuera de la muy poderoso Alexandre, que en su
subjeción de la incierta y mudable For- tiempo no se tuvo por de menor estado
tuna, para no poder caer o deslizar del que tú; que lo que todos sus enemigos
192 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

no pudieron hazer, acabaron sus mes- más del maravilloso golpe que avía he-
mos cavalleros, dándole muerte con cho, vieron en su rubicundo rostro tanta
poncoña, Y si quieres exemplo de mu- hermosura que no avía entendimiento
chos otros emperadores romanos, mira humano que lo pudiesse imaginar ni
quién mató a Pertinaz y a los dos Máxi- creer. [...]
mos, padre e hijo, a Balvino, a Maxión y -Sabed que yo me llamo Claridiana, y
a Probo, a Graciano y a Valentiniano el soy hija del emperador Teodoro d'éste
menor; todos buenos hombres, y muer- imperio de Trapisonda, y de la emperatriz
tos por manos de los de su exército. [...] Diana, reina de las amazonas; los cuales,
¡Cuántas vezes van los hombres a las aviendo seídos enemigos capitales, des-
guerras con esperanca de alcancar vito- pués que entre sí huvieron passado gran-
ría, y en lugar de vencer quedan venci- des guerras, de la primera vista que el
dos, y lo que peor es, que quedan muer- emperador vio a mi madre se enamoró
tos en el campo, y no vuelven a sus d'ella. Y siendo él mancebo y ella donze-
casas vencidos ni vencedores! (cap. v, lla, haziendo pazes, se casaron. Y no
pp. 100-104). aviendo otro hijo ni hija sino a mí, que
desde niña me he criado en este exercicio
de la caca. Y tengo propuesto de tomar
5. Doncella guerrera: Claridiana orden de cavallería, porque mi madre,
siendo donzella, hizo tan altas cosas en
[Bariandel,'Liriamandroy Zoilo] vieron las armas que no huvo cavallero en su
Y que de la mayor espessura salía tiempo que le passasse, y tengo mucho
un grande y espantoso puerco, que con desseo de parescelle en algo. [...] Valero-
gran velocidad venía corriendo, en se- sos príncipes, si todavía no se os haze
guimiento del cual vieron venir una grave, vamos a la ciudad de Trapisonda,
donzella, a parescer de poca edad, que que cerca de aquí es, porque con vuestra
en un poderoso cavallo venía, con un ida, las fiestas que, recibiendo yo la orden
venablo en la mano, y vestida con una de cavallería, se han de hazer, serán lue-
marlota de brocado verde, prendidos los go comencadas.
cabellos -que oro de Arabia parescían- Los príncipes, dándole las gracias por
con una red de oro llena de resplandes- la merced que en los querer llevar en su
cientes piedras, [...] la cual, hiriendo compañía les hazía, dixeron que harían
reziamente al cavallo de las espuelas, ve- lo que su merced mandasse. Y assí, ca-
nía con tanta furia que la tierra por do valgando, los cavalleros de la princessa
venía hazía temblar. [...] Y con la grande partieron para la gran ciudad de Trapi-
furia que traía, la hermosa dama passó sonda, [...] donde estuvieron quinze días
adelante con su cavallo. Y dándole lue- ganando de contino mucha honra [...].
go la buelta, muy sosegada, como si Mas las altas cavallerías que la princessa
cosa ninguna huviera hecho, passo a Claridiana en ellas hizo fueron tales que
passo se vino para los cavalleros, los en todos pusieron grande espanto, aun-
cuales tan espantados estavan de lo que que nunca los príncipes quisieron justar
avían visto que sin hablar palabra el uno ni provarse con ella. (II, pp. 217-18, 220-
al otro se miravan, paresciéndoles ser 21, 227)
cosa de sueño, o alguna calestial visión,
según las excelencias y estremadas gra-
cias que tan súbita y arrebatadamente
6. Doncella guerrera: hechos
vieron en aquella donzella; porque, de-
en armas y belleza
ESPEJO DE P R Í N C I P E S Y CABALLEROS (i) 193

O faltó, pues, en este tiempo la muy jayán y lo que avía passado supieron, su
N valerosa princessa Claridiana, que
aviendo mucho a la emperatriz consola-
gozo fue tan grande que hasta que lo
vieron en el campo muerto de una ven-
do, prometiéndole de no bolver a Grecia tana, no lo podían creer. Pues como la
sin el emperador, se hizo armar de sus princessa entró donde la reina y la in-
fuertes y ricas armas, y en un grande y li- fanta estavan, y supieron lo que en su
gero cavarlo, en compañía de solas sus deliberación avía hecho, se fueron para
donzellas, se partió de la ciudad [..,]. ella, diziendo:
No rehusó, pues, la fortíssima prin- -¡Ay, buen cavallero, de Dios ayáis el
cessa el pavoroso encuentro del jayán; galardón de lo que por nosotros avéis
que dando de las espuelas al cavallo, hecho! Y mucho os rogamos os quitéis el
con la lanca en la mano [.,.] le salió a re- yelmo, o nos digáis vuestro nombre,
cebir [...]. para saber a quién somos en tanto cargo.
Esto hecho, la princessa dio gracias a La princessa, por más las alegrar y
Dios por la victoria que la avía dado, y consolar, se quitó el yelmo y les dixo
subiendo en su cavallo, se fue para el quién era, quedando tan hermosa con el
castillo. Las puertas del castillo fueron trabajo que avía passado, que no menos
abiertas, porque la poca jente que del ja- maravilla era de mirar que cuando sale
yán avía quedado más plazer que pesar Diana por las tardes, al tiempo que es
rescibieron con. su muerte, a causa de del sol más encendida. Y la reina y la in-
sus crueles y malas condiciones. Y en- fanta, admiradas de tal maravilla, la esta-
trando la princessa dentro, luego tomó van mirando, pareciéndoles más ser sue-
las llaves del castillo; y preguntando a ño que verdad lo que veían. Y al fin,
dónde estava la reina, fuele mostrada abragándola la reina y la infanta, y dán-
una cuadra, donde la halló con la infan- dole gracias por lo que por ellas avía he-
ta Teófila y sus donzellas, que muy tris- cho, estuvieron allí lo que del día que-
tes estavan, sin esperanca de algún so- dava y la noche, y otro día por la
corro; las cuales, cuando la muerte del mañana. (IV, pp. 117, 121, 123-24)

33 ESPEJO DE PRÍNCIPES Y CABALLEROS (n)


de Pedro de la Sierra Infanzón
(1580)

por
Axayácatl Campos García Rojas

TESTIMONIOS

[1] Alcalá de Henares, Juan íñiguez de Lequerica (a costa de Blas de Robles y Diego
de Xaramillo), 1580 (colofón: 1581) [-4]

Eisenberg-Marín: n° 1715. ESTUDIO: Lucía Megías (2000). GUÍA DE LECTURA: Martín


BIBLIOGRAFÍA:
Romero (2001).
194 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

[2] Zaragoza, 1580


[3] Zaragoza, Juan Soler (a costa de Francisco Simón), 1581
[4] Valladolid, Diego Fernández de Córdoba, 1585 (colofón: 1586)
[5] Alcalá de Henares, 1589
[6] Zaragoza, Pedro Cobarte, a costa de Juan Bonilla, 1617

TEXTOS

1. La h i s t o r i a d e C i m a r r a , a s e s i - de lo cual fue informado el traidor y des-


nada e n una floresta por mantener su leal rey de los suyos [...]. Tanto se lo en-
honra carecieron, que sin aver en él resistencia
de la mortal herida de Cupido, le hizo ol-
vidar la nueva compañía, rindiéndose a
Y O, el triste rey de Cimarra, en
otro tiempo harto favorecido de
la ocasión que a ser señor de tan grande
la ausente señora, sin considerar que era
hermana de la que consigo tenía por
estado me truxo, con gozar de dos hijas, muger. Pues acrescentándosele cada un
las más hermosas que naturaleza formar día el nuevo amor, fatigándole con nue-
pudo, Trúxome a tal tiempo, que lo que vo desseo, considera va cómo podía aver
más contento me causava, esso mesmo remedio de la gozar, sin que nadie fues-
me vino a dar el mayor tormento que se parte para se lo impedir. Finalmente
puso por remedio cauteloso, «Tibiándo-
hombre humano suffrir pudo. Mis dos
mela a pedir, para que su hermana Me-
hijas fueron dotadas de estremada belle-
línda pudiesse passar con algún tanto de
za, acompañadas de la honestidad que a
gusto un enfadoso preñado que tenía,
su estado convenía, a cuya fama mi cor-
[...] teniendo en su compañía a su her-
te fue poblada de los príncipes, y seño-
mana [...]. Fortuna que le ayudó con
res de todo el mundo, [...] tanto, que
próspero tiempo, fue a arribar a su tierra
vino a ser la más noble corte que rey con gran bravedad, a dos leguas de la
tuvo, unos por venir a ver la flor de la ciudad, y con gran magestad fue recebi-
cavallería, otros codiciando casar con do de los suyos, trayéndole cavallos, y
mis hijas. Entre los cuales fue preso de palafrenes. Puestos que fueron en orden
amor (aunque en ausencia, sólo por la tomaron SLI camino. Sujeto el falso rey a
fama de su hermosura) Noraldino, Rey su mal propósito, mandó que toda la
de Numidia, tan poderoso como falso, el gente fijesse adelante, quedándose él
cual me embió sus embaxadores para sólo algo alexado de los suyos, con sola
que tuviesse por bien de le dar la Lina de mi triste Herea. Y cLiando se vio solo con
mis hijas por muger; yo considerando, ella, guiándola a una parte de un bosque
que en ello antes se aventurava gran que allí estava orilla de un río por do ca-
honra y fama, por conoscer su grandeza minavan, la metió en lo más encubierto
y no sus traiciones, tuve por bien de (que bien advirtido d'ello devía de estar)
condecender con su embaxada y volun- y apeándose de su cavallo, dixo a mi
tad. Concertáronse los casamientos con querida y regalada hija, que assí mismo
la mayor, [...]. Quédeme yo acompañado se apeasse. [...] El fingido regalador no
de la menor, que Herea se llamava, en dexava, con algunas muestras y encu-
estremo más hermosa que su hermana, biertas palabras, dar a entender el en-
ESPEJO DE P R Í N C I P E S Y CABALLEROS ( i l ) 195

cendido fuego de amor que le atormen- «-Cruel más que muger en el mundo
tava, declarándole su dañada intención. ha sido, ¿por qué has querido venir a es-
Fatigada ya de las continas razones mi tar d'esta manera, a trueco de no dar
hija Herea, como leona furiosa le repre- gusto a quien perpetuamente te le diera?
hendió, diziéndole lo que a tal caso re- ¿Parécete que es mejor padecer semejan-
quería. Lo que visto del insano rey, cuan te martirio, que no una gustosa y amo-
aceleradamente le respondía, queriéndo- rosa vida?
sele levantar del assiento do estava, la »La maltratada infanta le respondió
asió déla ropa y la detuvo, y con pala- con voz ronca:
bras blandas la quiso bolver a sossegar, -¡O, cruel traidor, más que ningún
[,..].Viendo el malvado rey, que la casta cavallero lo ha sido, ¿por qué te reparas
infanta se le defendía, ásela del pescue- di vil enemigo de los dioses, que no aca-
zo, diziendo: bas de sacar esta alma d'este mísero
»-No pienses, o cruel Herea, que te has cuerpo? ¿Házeslo porque no se vaya a
de librar de mis manos, sin conceder a mi quexar a donde te sea dado el castigo de
voluntad y desseo, que te prometo, en tu acervíssima crueza? ¡O, dioses, no me
pago de la crueldad que comigo usas, neguéis la justicia contra este falso y trai-
avrás la más caiel muerte, que jamás don- dor rey, no perdáis el nombre de justi-
zella passó. [...] Sábete infanta, que viva, cieros, por amparar tan maldito rey!
o muerta he de cumplir mi desseo, que «Con esto cansada del terrible dolor y
con tanto fuego me abrasa mi coracón. tormento que passava calló. No por esso
»Tan fuertemente se defendió, que el rey dexó de proseguir su crueldad, an-
con varonil ánimo guardó su honra. No tes con gran ravia la mirava, teniendo los
pudiendo su mal desseo ser cumplido, ojos lidibinos enclavados en ella. Vién-
con gran ravia que el encolerizado rey dolo la atormentada señora, codiciosa de
tenía, le cortó gran parte de la falda del la muerte, con voz furiosa le dixo:
vestido, y asiéndola fuertemente de los «-¿Qué piensas traidor el mayor de los
cabellos, la maltraxo tanto, que con la traidores? ¿Qué contemplas carnicero,
sangre, que de la cabeca le salía, matiza- desapiadado tigre, luxurioso puerco,
va la verde yerva. Con esto creyó, que deshonrador de la real corona? Acaba ya
algún tanto la assossegaría. Viéndose tan de atormentarme, que ya no es tiempo
mal tratar, mientras más lo procurava. de te arrepentir. Dame la muerte, em-
mayor furia le mostrava. Visto por el trai- biándome a par del seno de Diana.
dor, que no le aprovechava, va perdien- «Viendo el desapiadado rey la perse-
do la fe de cavallería, y el respeto que a verada que tenía en la defensa de su
quien era devía tener, blasfemando con- honra, con ánimo cruel, toma una toba-
tra el cielo, rasgándole a pedacos sus ro- lla que la infanta al cuerpo ceñida tenía,
pas, la desnudó, y con las riendas del pa- y con brutal ira se la echa al cuello, apre-
lafrén crueles acotes le dava en sus tándola hasta que del cuerpo se despidió
delicadas espaldas, matizándolas con el ánima.!...]
azules señales, y todo le aprovechava «La reina {la hermanad se quedó hazien-
poco. Viendo la perseverancia que la in- do grandes lamentaciones [...]. Toma en
fanta mostrava, añadiendo crueldad a su mano una daga, que del rey era, y en
crueldad, sus blancas y bien compuestas los bracos su pequeñito hijo le iva di-
piernas, con sus rollizos bracos con unos- ziendo:
cordeles agarroteó, y la ató a un árbol
»-No haré yo tanto mal al mundo, que
muy fuertemente, diziendo:
dexe hijo de tan mal padre en él.
196 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

«Fuesse al aposento del rey y hallólo -Detente Claridiano, no te fatigues tan-


tendido sobre la cama, rebolcándose a to por cosa que por todos los señoríos e
una parte y otra, sin poder un punto re- imperios de tu padre no querrías aver
posar, y llorando a grandes vozes, lla- comencado, sepa yo primero qué te mo-
mándole de traidor, con la daga que lle- vió a entrar en esta casa, si fue por ven-
vava le atravessó la garganta al tura tu animoso coracón y esfuerco
innocente niño, y como leona se lo arro- grande o pretender libertar a los que
jó sobre el lecho, diziendo: aquí están detenidos, o por saber algo
•-¡Toma traidor el fruto que hiziste en de tu linage.
mi vientre! Muy espantado estuvo el griego de se
»Y arrójase tras él para lo matar, qui- oír nombrar, y de las razones que el ani-
so su ventura, que no le acertó en lleno. mal le dezía, al cual responde:
El rey que de ver lo que la reina avía he- -Con todo cuanto has dicho holgaría
cho algo turbado estava, ásela de los ca- de salir, pues d'ello se me puede recre-
bellos, maltratándola muy mal. Ella vien- cer mucha honra, pero ruégote, que, si
do que avía errado el golpe, y que ya no algo de mi linage sabes, me lo digas.
podía poner en effeto lo que avía pen-
-Muy poco, -dixo el fiero animal-, me
sado, buelve contra sí misma la raviosa
muevo por ruegos, si yo no me inclino
furiosa, y la en sangrentada daga se mete
de mi voluntad a lo dezir, mas porque sé
por el coracón, que dos partes se le hizo,
que después de te lo aver dicho te ha de
quedando muerta en manos del causa-
aprovechar poco el saberlo, porqLie, si
dor de tantos daños, (libro 1, cap. xii, ff.
27v-29r). travas comigo batalla, has de quedar he-
cho pedacos, te lo diré.
-Cúmpleme tú mi desseo, -dixo el
animoso cavallero-, que en lo demás,
2. El enigma de la Esfinge cada uno hará su poder y procurará
guardar su cabeca.
E l a n i m o s o mancebo [Claridiano] no
dexó de recebir alguna alteración
en ver cosa tan disforme de animal. Era zer
El animal con una risa a modo de ha-
burla de lo que dezía, le dixo:
decuerpo mayor que un elefante, teníalo -Aunque es de poco provecho el de-
cubierto de unas duras y pintadas con- zírtelo, te diré tu generación. Tú eres hijo
chas, la cola tenía muy larga, y algo y nieto de los dos más altos emperado-
gruessa, sostenía su cuerpo sobre cuatro res del mundo y más adornados de vir-
pies, cada uno acompañado de dos lar- tud. Tu madre es la más valerosa matro-
gas y agudas uñas. El cuello era de una na que jamás ha ávido, fuera de la que
vara en largo, tenía el rostro de muger, para ti estava guardada, si aquí no entra-
de la cabeca le salían dos estendidos y ras. En breves razones te he dicho tu de-
agudos cuernos, hablava muy claro, y cendencia, si lo has querido entender;
respondía en todas las lenguas que le pues más te diré: que no mereces tú lla-
preguntavan, con nadie quería hazer ba- marte de tal linage por ser tú pagano, y
talla sin aver procedido demandas y res- ellos cristianos. No ay pedirme más que
puestas, y según Galtenor affirma, dize harto te he dicho. Y pues te he cumpli-
que el encantado Merlín era el que en do tu voluntad, mira qué determinas ha-
aquel animal estava encerrado. Este fiero zer de tu persona, porque, si te quieres
animal como vio al príncipe [...] se le bolver a salir sin hazer comigo batalla,
puso delante. [...] El animal le dixo: cumple hagas una de dos cosas: tornarte
ESPEJO DE P R Í N C I P E S Y CABALLEROS ( i l ) 197

por do entraste o declararme lo que te


preguntare.
El animoso griego le respondió:
E Stava [Claridiano] determinado en
hábito pastoril ir a ver a la pastora
causadora de su pena. [...] Venida que
-La una que es bolverme, sábete que fue la mañana, [la princesa] no tuvo des-
no te la concedo; la segunda di qué cuido de lo que avía prometido, porque
quieres que te declare que yo te respon- luego hizo hazer ropas pastoriles muy ri-
deré si supiere; y si no supiere con la cas, mandando llamar al mayoral del ga-
lengua, aquí está mi espada que sabe nado de su padre, al cual mandó que
desatar quistiones por atadas que estén. aquel pastor que le quería dar fuesse ser-
-Tu espada Claridiano, -dixo el ani- vido y acatado como la mesma persona
mal, harán como las demás que han to- del rey su padre. En breve tiempo fue
mado la misma porfía, quedando sus hecho el adereco, y bolviéndose al apo-
dueños muertos en pago de su atrevi- sento del griego, la princesa una noche
miento. le tornó a preguntar si avía determinado
-Déxate d'esso, -dixo Claridiano-; otra cosa que la que antes le avía dicho,
pregunta lo que quisieres, o déxame se- y díxole que no, antes siempre en su
guir mi camino y si forcoso por lo aver pensamiento se estava. La princesa le
de fenecer he de tener batalla contigo, dixo cómo ya estava todo a punto según
vengamos luego a las manos. lo avía mandado. El griego se lo agra-
-¿Tanta priessa tienes?, -dixo el ani- desció mucho con palabras tan amorosas
mal-. Yo te prometo, que presto te verás como su amor lo merecía. El griego se
en lo que no querrías. Dime Claridiano, vistió luego de los pastoriles vestidos, no
¿cuál es el animal que en naciendo anda siendo parte para poder ser celadores de
en cuatro pies, y después en dos, y a la su grandeza. [...] Luego puso en obra su
fin en tres? Si me declaras mi pregunta, partida, y tomando un hombre que lo
yo soy contento de dexarte seguir tu ca- guiasse, se despidió de la princesa, [...].
mino. Luego salió de la ciudad sin se detener,
Pensativo se puso el valiente guerre- hasta ser en la principal casa del rey, a
ro, teniendo los ojos en tierra, rebolvien- donde de todos los pastores que allí es-
do el entendimiento, pero no acabava de tavan fue acatado haziéndole mucha cor-
atinar qué cosa sea lo que se le pregun- tesía, no siendo poderosa la baxeza de
ta. Y levantando los ojos dixo: los paños con que su cuerpo avía ador-
nado de pastor para poder celar la gran-
-No sé qué te responda con mi poco
deza de su persona y gravedad de su
entendimiento, mi espada avrá de cum-
rostro, y aunque por la princesa no les
plir la falta suya.
fuera mandado lo que se les mandó, les
Y acabando de dezir esto, embraca
forcara a no poder hazer menos. El nue-
bien su escudo, y affierra su espada,
vo pastor después de les aver dado las
dando principio a su temerosa batalla. El
gracias del acogimiento que le hazían, se
bravo animal, dando sus silvos como cu-
salió solo por la campaña tomando en la
lebra, se desvió algo fuera, y con grande
mano un gentil cayado, llevando tam-
ímpetu estiende su cuello, y la cabeca
bién un pequeño laúd, que para su des-
baxa lo procura con los cuernos encon-
censo pidió. No tomó reposo ninguno
trar, (libro 2, cap. xxi, ff. 115v-ll6r)
hasta dar en las claras y corrientes aguas
del río, a donde debaxo de un muy aco-
pado mirto se recostó,, y como contem-
3. Caballeros que se disfrazan plasse su querida pastora, aleando los
de pastores
198 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

ojos hazia el cielo, dando un sospiro, no sé qué más bien espera


dixo: quien muere por essa mano.
-¡O, Venus! Que el primer assiento (libro 2, cap. xxii, ff. 117v-118v)
que quisiste tomasse tu nuevo vassallo
fue debaxo un mirto de ti tan regalado,
regale tu dulce voz las orejas de tu hijo 3. Aspectos humorísticos
Cupido, dándole a entender, ya que la
vista le falte, la grandeza de mi perso-
na [...].
Con esto se arrimó al mirto las espal-
M u c h o les valía ser la selva llana,
y sobrevínoles en ella la noche,
por lo que les fue forcado apearse y pa-
das, y tomando su laúd comencó a ta- ssarla entre los encumbrados árboles,
ñerle tan dulcemente, que no fuera mu- comiendo de lo que Victorando traía.
cho, si Orfeo con su vihuela adormeció [...] D'esta manera passaron hasta que el
las furias infernales, don Claridiano con sueño los venció, con el cual se entretu-
su laúd, no sólo las furias, pero a su rei- vieron hasta la mañana. La cual venida
na Proserpina, y antiguo Plutón, pusiera subiendo el emperador en su cavallo y el
en estrecho. De rato en rato sonava tan rey en su bestia, tornando a seguir su ca-
dulcemente su voz, que cosa celestial mino, andando de aqtií para allí atinan-
juzgara ser qviien lo oyera y, como la do para buscar el camino que los guia-
canción le salía del coracón con tanta sse, fueron a dar a un montezillo de peña
pena, al doble parecía mejor. Bien pen- viva, en el cual estava una muy grande
sava el pastor que no lo oía nadie, y dos cueva, a la cual guiaron, y apeándose en-
pastores atentamente escuchavan lo que traron dentro, y viéronla llena de heno, y
assí dezía:
colgados de las paredes muchos cuartos
de venados, y de otros animales. [...Bra-
¡Ay, rendido coragón midor dijo]
qué libre, qué descuidado
estavas d'este cuidado
-Bien creo que deven ser tales los
que te da tanta passión!
huéspedes como es la posada, pues nin-
guno parece. Bien será que, pues tienen
¿Qué desventurada suerte
carne, entremos a ver si ay lumbre, con
te ha puesto en tan gran estrecho,
que no te es ya de provecho
qué assar qué comamos, que me siento
Juerga para defenderte?
tal que si tardaren en venir mucho, verán
que ha ávido quien coma en su posada.
¡Mas ay loco!, ¿qué ventura
me puede venir mayor, El emperador riendo dixo:
que averme rendido amor -Yo os prometo que yo no me hallo
a tan rara hermosura? con menos gana de comer que vos, y
¡Ay, bellíssima pastora ansí me parece bien vuestro consejo, y
qué dulce seria la muerte, mejor me parecería si hallássemos pan.
si yo mereciesse verte -No sé nada, -dixo el rey-, yo carne
aunque muriesse a la hora! he visto, d'ella pienso llenar mi estóma-
No te ojjenda ser querida go, en lo demás veremos lo que más
del que no tiene poder, adentro avrá.
para dexar de querer -Ora pues entremos, -dixo el empera-
mientras Dios le diere vida. dor-, que con recelo estoy, no nos hagan
Y cuando el mal inhumano pagar el escote, y ansí no es menester
fuere ocasión que yo muera, descuido.
ESPEJO DE P R Í N C I P E S Y CABALLEROS ( i l ) 199

-Contente yo mi cuerpo, -dixo el rey-, Suplicóos cavallero, si alguna lástima de


que de la hambre no lo puedo llevar, que mi cansada vejez teñáis, me socorráis
después a la cuenta verán la moneda que con llevarme en vuestro cavallo, o de al-
tengo. [...] guno de vuestros criados.
Luego hizieron lumbre con la leña El príncipe apiadándose del viejo [...]
que allí avía y pusieron a assar medio salta de la silla de su cavallo, y toma el
venado [...]. En otra covacha que en las viejo en bracos, y le puso sobre la silla
paredes de la cueva avía, hallaron pan [...]. El falso viejo aprieta las piernas con
harto, aunque algo moreno, de lo cual tanta presteza, que hizo ir al cavallo bu-
sacaron lo que les pareció que avían me- lando. ¡O, cuánto fue el espanto de lo que
nester. Aviendo assado el venado, lo sa- vio hazer, aunque creyó que devía de ser
caron fuera de la cueva, y se sentaron por le hazer andar un rato en mal! Pero
debaxo de unos árboles a orilla de un como vio que passava tan adelante la
arroyo que por allí passava. Con tanto burla, como un trueno buelve caminando
contento y gusto lo comieron, como si hazia donde su escudero venía, dando
de sus acostumbrados manjares fueran vozes le truxesse su cavallo en que él ve-
proveídos y regalados, teniendo cuenta nía, el cual con presteza su escudero lo
con ver si los huéspedes venían, (libro 2, hizo. El cavallero aviendo subido en el
cap. xviii, ff. HOv-lllr) cavallo comencó de llamar al viejo le
aguardasse, lo cual el viejo hizo hasta que
Algún tanto se detuvieron, no sabien- fue cerca d'él, diziéndole con gran risa:
do hazia qué parte guiar su camino, -¿Qué piensas cavallero piadoso, co-
cuando vieron un hombre hazia la si- brar tu cavallo, dándome a mí el pago de
niestra mano, que a pie caminava, [...]. te aver dexado burlado? ¿Pues por qué
No a mucho rato vieron que era un vie- tan presto quieres perder el nombre de
jo, el cual las barbas y cabellos tenía piadoso?
blancas, por ser tan viejo; y para poder -No le pierdo, -dixo el príncipe-, pero
caminar se affirmava sobre un palo, mos- no te le di yo, para que te Uevasse a ti
trando gran pesadumbre en su andar, solo, sino a entrambos, porque cavallo es
que con trabajo se movía. A la memoria que lo podrá hazer cumplidamente.
le vino la pregunta que el fiero animal, El príncipe con estas palabras se iva
en el encantamento del rey de Arabia le llegando hazia el viejo, pero él se desvió
avía preguntado. Siendo cerca el viejo, lo con una presta carrera, haziéndole con
saludaron, y la respuesta les buelve con los ojos mil visages, por le hazer raviar.
voz cansada. El príncipe le demandó qué -¡Viejo falso y malo peor que raposo
ventura por parte tan solitaria le avía hidiondo, aguarda burlador de los cava-
guiado. El viejo para le responder se uvo Ueros, no pienses por ligereza del cava-
de sentar en el suelo, diziendo: llo librarte de mis manos!
-No os lo sabré dezir, gentil cavallero, El viejo, mostrando dársele poco de
sólo os digo que mis hados me han traí- sus amenazas, a una y otra parte corría
do a tanta desventura, siendo con false- en el cavallo, haziéndole mil gestos con
dad burlado de un escudero que comigo la boca y ojos, lo cual para él le era apar
traía, el cual me dexó solo y a pie en de muerte.
este solitario lugar. Dos días ha que no -¡O, dioses, que avéis de permitir,
he comido bocado, sólo el agua clara del -dezía el griego-, que un viejo malo ha-
río Eufrates me ha sobrellevado la ham- gas befas de mí! Coridón y la pastora ve-
bre, el cual no muy lexos de aquí nace. nían atrás, riéndose de la burla, que un
200 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

viejo que no parecía poderse menear El príncipe, bolviéndose a la pastora


uviesse hecho al cavallero. le dixo:
[El viejo] dixo: -Hermosa pastora mía, este noble rey
-¿Qué es esto, hijo? ¿Para qué tanta fu- que ves presente, es rey de la ínsula Ar-
ria, pues sabéis que yo a enojaros no ginaria, padre y señor mío, que alcan-
vengo? zando por sus artes la estrecha necessi-
El príncipe lo miró aviendo reparado dad en que estávamos, nos ha venido a
el cavallo, y conosció claramente ser el remediar.
rey Galtenor, y con presteza salta de su Y con entrañas amorosas el rey de
cavallo, haziendo lo mismo el viejo. Con Arginaria, serenos los ojos, sin los mover,
mucho contento amorosos abracos se estava mirando la pastora, (libro 2, cap.
dieron [...]. A estas razones llegó la pas- xxix, ff. 133v-134r).
tora y Coridón, y Fidelio [...].

34. ESPEJO DE PRINCIPES Y CABALLEROS (m [ iv])


de Marcos Martínez
(1587)

por
Axayácatl Campos García Rojas

TESTIMONIOS

[1] Alcalá de Henares, Juan íñiguez de Lequerica, 1587 [—>]


[2] Alcalá de Henares, Juan íñiguez de Lequerica, a costa de Diego Martínez, merca-
der de libros, 1588
[3] Zaragoza, Pedro Cobarte, 1623 (tercera y cuarta partes)

TEXTOS

1. Torneos, letras y divisas te, mancebo robusto y muy enamorado


de la hermana del de Genovios, que en
issimulava [Grisalinda] la pena que compañía d'esa infanta estava, con el du-
D por su ausencia tenía, gustando que de Pera, todos cavalleros valientes:
de las justas y torneos que a su causa se pero entre todos se mostravan el animo-
hazían, floreciendo en aquella corte la so duque de Soma cavallero mancebo y
cavallería más que en todo el mundo [...], muy valiente [...]. Pues cuando en esta
tanto, que estava llena la corte de cava- alteza estava la corte, llegó a ella el prín-
lleros, que a la fama de las fiestas venían, cipe de Frigia, cavallero moco y de gran
y por la bella Grisalinda. Señalávase el fuerca, que andando a buscar sus aven-
príncipe de Genobios, y el de Claramon- turas oyó aquellas fiestas, y se vino a

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1724. ESTUDIO: Lucía Megías (2000).


ESPEJO DE P R Í N C I P E S Y CABALLEROS ( l I I - [ l V ] ) 201

ellas, con propósito de hazer en ellas co- El escudo le llevava el duque de Bra-
sas por do fuesse tenido. Vino el rey de va, y el yelmo otro cavallero amigo. En
Carthago valentíssimo joven, llamado llegando al puesto, comencaron muchos
Pontenio, de casta de gigantes. El prínci- cavalleros assí naturales como forasteros,
pe Riendarte de Frigia, en viendo la her- codiciosos de hora, a salir a la justa, (li-
mosura de la infanta se afficionó a ella, bro 1, cap. viii, ff. 28r-v).
y lo dissimuló hasta dar muestras de su
persona. Eran los que avían de sustentar
la sortija, el valiente duque de Soma, y el 2. Vida pastoril
de Pera, los cuales tenían muchos y esti-
mados precios para las justas, que el rey
les avía dado. Comencáronse otro día de
San Juan cinco de mayo, y duravan has-
M u c h o c o n t e n t o dio al gentil da-
ciano [don Heleno] estar en aquella
celebrada tierra, y ver la populosa Roma
ta San Juan de junio [...]. Llegando el día tan loada por todo el mundo, y más por
célebre, no parecía sino que la llana Pa- el famoso príncipe que la governava, de
rís se hundiesse con el ruido que se ha- cuya virtud avía oído en Dacia, y lo
zía de los intrumentos y reforjados tiros mismo de toda la gente. [...] dando la
de pólvora. Hizo aquel día el rey van- buelta a Roma, llegando al anochecer a
quete a los principales de la corte [...]. una deleitosa alameda, donde por ser
En acabando, se fueron los mantenedo- verano, quiso passar aquella noche. Assí
res a armar, y salieron conforme sus es- apeándose de su cavallo, se entró para
tados, ambos de armas verdes sembra- descansar más adentro, teniendo la ro-
das flores de lises por ellas con mucha dela por cabecera. Pero a cosa de las
pedrería por ellas, y las cubiertas de los onze de la noche le despertaron las vo-
cavallos de lo mismo. Entraron con cada zes de dos pastores que cerca del ha-
cincuenta pages todos de terciopelo ver- blavan, [...] con la luz de la luna vio dos
de golpeado sobre tela de oro que les pastores sentados debaxo de un encum-
parecía muy bien. Sólo se differenciavan brado pino hablando, y por oír lo que el
en los escudos: porque el de Soma como uno al otro dezían [...] llegó tan cerca,
vivía regalado, llevava dibuxada a su que pudo oír lo que el uno al otro de-
dama con una corona en la cabeca de zía, porque el que parecía algo más
fragrantés lirios, con esta letra por orla. mancebo con algunas muestras de eno-
jo dixo:
Por la belleza se debe -No ay que dudar Lisio, ni poner en
esta corona a mi dama, disputa la bizarría de mi pastora, que
y por quererla, la fama. sólo con su hermosura cobró la natura-
leza el nombre de famosa, por aver acer-
Passó con gentil donaire, haziendo su tado a poner en un subjeto lo más her-
comedimiento a las damas, llevándole el moso y acabado que reconoce el sol, y
escudo un cavallero francés gran su amigo, afirmar Poncenio, que su pastora es la
y la lanca el gran condestable de Francia. que merece tener por pastor a Apolo, es
El animoso duque de Pera llevava en el es- negar lo que a él se le deve, y lo que re-
cudo un coracón atravesado, con esta letra. conoce a mi pastora, pues si gusta de sa-
lir, es sólo por mirarla, pero no para
Señal da mi cornijón alumbrar, que él sabe que bastarían los
de mi dama la crueza, ojos de mi pastora, y amarla yo, hiziéra-
j también de mi firmeza. la agravio, sino estuviera en su suerte
202 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

qLie avía de ser querida, y que llegando dado. Y pues aquí no ay más qué hazer,
a esto, nadie con más razón merece y a mí me conviene pertirme, a Dios
amar y padecer que yo, y esto lo defen- quedéis encomendados, y llegue vuestra
deré a los adorados por dioses en la gran amistad tan adelante, que se pueda po-
Tinacria. Y para que entiendas las veras ner por exemplo, pues no poco le avéis
con que quiero, óyeme, y entenderás dado de amantes.
que es igual la pena que yo padezco y la -No os espanten, valeroso príncipe,
rigurosidad de mi llama, a la crueldad dixo Poncenio, estas amorosas señales,
con que soy tratado de Leandra. porque yo entiendo que a donde las ay
Y assí sacando su concertado rabel, mayores y con más veras, es entre los
comencé con tanta dulcura, que al señor rústicos pastores, porque en ellos con
de Dacia le pareció ser un trasumpto del más efficacia muestra amor su braco, y
cielo, según la gracia con que dio prin- da a entender lo que puede, sacándolos
cipio a esta letra. en llegando el toque de amoroso cuida-
do, del baxo trato, encumbrándolos a
Si ha de ser para agraviarte tratar las ansias de amor en más azicala-
el publicar mi querer, do estilo, que en los sumptuosos pala-
yo gusto de padecer cios, donde sólo obra la vista, pero acá
antes que hablando enojarte. el vivo celo, que es el que más adelgaza
Muy bien sé que la ra^ón el alma, hallando tanta ocasión con la
ha^e sabrosa la pena soledad que el hábito pastoril professa:
escriviendo en el arena y como sea ocasión para rebolver el li-
los grados de la passión. bro de la memoria, y en este mar siem-
Mas si ha de ser agraviarte pre se descubren cosas nuevas, por mer-
con publicar mi querer ca ha de aver quién las trate como a
yo callo, y con padecer tales, applicándolas el modo más nuevo
podré señora adorarte. y más conveniente, para aliviar el alma
Bien quisiera el pensamiento
recelosa de su bien, procurando grange-
dar parte de su firmeza
ar un seguro puerto, a do amaine des-
fixándola en la corteja,
cansado y seguro de más borrasca, (libro
o decirla al fresco viento.
1, cap. xiv, ff. 63v-63v).
Pero es muy claro agraviarte
publicar este querer
sólo quiero padecer, 3. Doncella guerrera: Sarmacia
y con callar adorarte.
d e l a n t e s e hizo el troyano [Oriste-
-Porque entiendas hermano Ponce-
nío, -dixo el enamorado pastor los dexos
A des], diziendo:
-Yo soy señor cavallero el que ayer
de su dulce canto-, las veras que me procuré el negocio de aquellos príncipes
dexa publicar la razón, y cómo está age- saliesse conforme a su desseo.
no d'ella, quien no gusta de conceder a Alegre lo estava mirando el cavallero
mi pastora, lo que el cielo la concede, de lo negro, viéndole su buen rostro,
(libro 1, cap. xiv, ff. 62r-62v) que nunca se le avía visto en palacio la
belicosa Sarmacia, que era aquella, que
-Estimo en lo que es razón, discreto tomando aquellas armas, algo aficionada
pastor lo que me avéis dicho, que no ha al troyano, le estava esperando para tor-
sido pequeño contento el que me avéis narse otra vez a provar, y pagar en la
ESPEJO DE P R Í N C I P E S Y CABALLEROS ( l I I - [ l V ] ) 203

misma moneda, lo que él avía hecho con cesa, Roselio, y la infanta Arbolinda, Arti-
ella en Liro. Assí le dixo: mio. Donde los dexaremos, por tornar al
-¿Pues cómo haziendo negocio age- cubierto bosque del sabio Salagio, que
no, no se vio en vos procurar el darle fin criava los cinco hermosos príncipes, (li-
con vencimiento, y no con sólo sustentar bro 1, cap. xvii, f. 74v).
la batalla, siendo para los príncipes que
os avían encargado su honra, muy mayor Tomaron tierra, que no les pareció
venciendo? averia en el mundo más hermosa. [...] Assí
-Esso ya es pedir más de lo justo, res- caminaron por entre aquellas alamendas,
pondió el troyano, aunque si supistes que muchas y deleitosas se veían, llevan-
que con quien me combatía era muger, do el escudo de Lisarte Roselio [Rosetíaí, y
no avía necessidad de preguntarlo, pues el de Florisarte Arbolinda, que se le hazía
está claro, que los cavalleros que se pre- fácil, por llevar consigo el alma de su due-
cian del nombre, gustan más de servir a ño [...]. D'esta suerte caminavan aquellos
las damas, que no offenderlas. (libro 1, que eran la flor de la cavallería. Quedá-
cap. xii, ff. 59v-60r). ronse algo atrás las dos señoras, diziendo
la bella romana [Rose/ia]-.
-¡Ay, infanta de Escocia [ArbolindaW ¡Y
4. Encantamiento-disfraz: pa- qué penoso officio hemos tomado, que
jes-doncella yo os prometo que no puedo resollar del
trabajo que me da este escudo! ¡Maldito
sea cavallero que assí me haze andar!
N o c o n v i e n e por agora, respon-
dió el viejo [Sabio Nabato], y sin
hablarles se tornó, entrando en el apo-
Cierto que he estado en puntas de de-
xarle caer, por ver la poca consideración
sento de la princesa, a la cual halló en su de mi amo, que teniendo él tal corpazo
continuo llanto, y diziéndola que le con- me le va a dar a mí, que aun llevar las
venía venirse con él ella, y Arbolinda, ha- riendas no puedo.
ziendo ciertos conjuros las sacó de la -Hermosa princesa, -respondió la gra-
mano, llevándolas a su morada, a donde ciosa Arbolinda-, en atrepellando con
las dio ciertas hiervas para que ninguno nuestra fama y honor salimos salimos de
las conociesse, sin su voluntad. Y ayu- los regalos, y pues no es tiempo d'ellos,
dándolas para perder el temor femenil, no ay sino hazer las manos al trabajo,
las vistió de pajes, con muy buenos ade- que no soy yo más de dura complesión
rezos, y los embió la vía que el príncipe que Roselia, y arrimadlo al argón, que
de Dacia avía llevado. Muy contentas las más vale que muera el cavallo, que no
dos señoras, si quiera por ver a su queri- que os canséis vos, que para más d'esta
do galán, agradeciendo mucho al sabio vez será menester vuestro esfuerco. (li-
lo que por ellas hazía, no se les acordan- bro 1, cap. xxviii, ff. 95r-95y).
do de más, sino de procurar servir al da-
ciano, y por aquella vía saber si amava
en otra parte, y desengañándose d'ello, 5. Claramante en el laberinto
tornarse y procurar la venganca, como de Creta
enemigos, de la burla que les avía hecho
en irse sin hablarlas, aviértdole recebido
con tanta generosidad por su cavallero.
En esto, y en caminar se entretenían los
U e v a v a [Claramante] [...] el hacha aze-
rada delante, y con airosos passos
entró por aquel reboltoso edificio, donde
dos bellos escuderos, llamándose la prin-
comencó a dar tantas bueltas que ya no
204 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

sabía de sí. [...] Cansado llegó a ver al- xándola al beneficio de los vientos entre
guna luz, que por unas altas vidrieras en- los fieros animales [...].
trava. Holgóse d'ello, y assí pudo atinar a Vio salir al temeroso minotauro, tan
salir a un ancho y riquíssimo patio lleno grande y disforme que el príncipe quedó
de historias tan naturalmente puestas, y admirado. El rostro tenía de hombre,
con tanto artificio debuxadas, que no aunque muy grande. Los ojos más re-
poco gusto recibió viéndolas. Por ellas lumbrantes que estrellas. Encima de la
entendió el bestial acesso que Pasíphe anchíssima frente tenía dos cuernos es-
tuvo con el toro. Parecióle tan mal, que pantosos. No avía diamante tan fuerte
tornó a otra parte los ojos, offendiéndo- como sus puntas. El cuello corto yancho.
le, no lo pintado, sino lo que representa- Tenía tan gran pecho, que sólo en verlo
va. Vio al gentil Teseo armado de las ar- mostrava la fortaleza que tenía. El color
mas que él le ganara, entrar en el era algo pardo. Andava tan bien en los
labirinto, con el hilo atado al braco, y a pies traseros, como poniéndolos todos
la puerta a las dos hermosas hermanas, cuatro. Tenía en lugar de dedos agudís-
que con gran recelo le esperavan. Era la simas uñas, con las cuales no avía arnés
causa que amavan, y a donde anda esta que no abriesse. Era de proporción de
passión, nadie vive assegurado, aun del un mediano toro, aunque tan robusto,
bien que goza teme. Mas adelante vio el que causava espanto mirarle, (libro 3,
ruin pago que dio a la bella Ariadna, de- cap. xix, ff. 43v-44v).

35 ESPEJO DE PRINCIPES Y CABALLEROS (v)


(posterior a 1623)

por
José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIO

ti] Madrid: Biblioteca Nacional: ms. 13.137 [—>]

TEXTOS

1. La vinculación a u n ciclo: el gundo Febo y de la bella Diana, con las


comienzo de las aventuras altas caballerías de las vicarras damas y
de otros altos príncipes y caballeros. De-
dicado a las damas que lo leyeren. [...]
L ibro p r i m e r o de la quinta parte del
Espejo de príncipes j caballeros, en que se No por mudar el autor, hermosas Da-
cuentan los valerosos hechos de los hi- mas, esta grande historia avéis de dejar
jos y nietos del ínclito emperador Treba- de favorecerla, que siendo una misma
cio con el nacimiento de los sublimados aunque no el injenio (por ser el mío muy
príncipes Arquisilao de Grecia, del se- corto) queda obligada vuestra belleca si

BIBLIOGKAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1731. <:


ESTUDIO: Lucía Megías (1998b).
ESPEJO DE P R I N C I P E S Y CABALLEROS ( v ) 205

a aplaudir a aquélla, alentar a ésta con libertando su galera de las dos que la te-
crecidos favores para levantar la pluma, nían oprimida con tantos caballeros y ji-
facilitando con ellos la empressa difícil gantes que los acometieron, viniendo la
por las colores que necessita su pintura buelta de Grecia y como no uviessen sa-
y no ser la mi rudeca aun para sacar en bido quiénes fuesen los que los avían
mal bosquejo tan éntranos acontecimien- ayudado, venían tan desseosos de saver-
tos, amorosos trances, valerosas hacañas lo, como reconocidos de su valor que-
y sucessos tan memorables como en la dándolo mucho más con lo bien recivi-
cuarta parte ofrece su dueño; mas consi- dos que fueron de los griegos príncipes
derando que mi intento es sólo serviros por lo mucho que los querían y por la
y que os daréis por pagadas de mis de- vista de la bellísima hija después queda-
seos en la quinta que os ofrezco, anima- ron muy pagados); y sabiendo Andronio
do mi atrevimiento de nuestro favor le y su espossa a los que devían la libertad
doy principio en la forma siguiente: y las vidas manifestaron rendidos agra-
Dejó el gran sabio Lirgandeo en el úl- decimientos y estimaciones aunque el no
timo capítulo de su historia a los dos ra- ver en Constantinopla al amado hijo ni
ros en valor y fortaleca, el gran scithiano que uviesse nuebas d'ellos entristeció su-
Braborante y el famoso africano Brufal- mamente; pero la compañía y cariño de
doro dando en el aire la buelta con sus todos los minoró la pena. Poco después
furiosos caballos, las espadas en alto con llegaron el espejo de amistad Acridoro
tan fiero denuedo que esaxera el sabio con su esposa Oriselva, y hermosa Sacri-
que al verlos se encoxieron de temor los dea con quien también hicieron grandes
más animosos griegos, guzgando sería su estremos y particularmente Rossicler,
batalla la mayor que avía visto el mundo que no ay cómo ponderar lo que vería al
y la más favorescida de jueces, pues lo de Antioquía; no faltaron Lisarte y su es-
eran de ella dos damas estremos de her- possa, ni Bransiniano y Laissa, que vi-
mosura y valor: la reina Arquisilora de nieron de Babilonia, y así mesmo Corne-
Lira por la parte de Brufaldoro, y Flora- lio con su amada Celidora, Polidolfo de
lissa, hija del príncipe Meridian por la de Croacia y su esposa, con todos los de-
Braborante, que la adoraba por diossa más reyes y príncipes amigos que esta
aunque la vía imposibilitada de corres- historia ha hecho mención que, como no
ponderle. (ff. lr-lv). uviesse ninguno que no debiese obliga-
ciones y beneficios a los griegos y uvie-
ssen sabido la coronación del grande Al-
febo y las grandiossas fiestas que se
2. Anuncio de u n a continuación proveían, todos quissieron hallarse a ce-
del ciclo: final del libro primero lebrar uno y otro y manifestar sus afec-
tuossos deseos. El galán Claramante con
E n e s t e t i e m p o avían empecado a
entrar los amigos que se espera-
ban, y el primero fue el Tártaro Andro-
que los tuvo grandes de passar en Gre-
cia, no atreviéndosse a dexar sola a su
querida espossa ni los poderossos reinos
nio con su querida Grisalinda y la bellís- que governaba ni su assitencia, imbió
sima Andronissia su hija, que la tuvieron seis reyes con majestuosso aparato que
después de Daristeo y con tantos estre- visitassen a los emperadores sus herma-
ñios de hermossura que igualaba a las nos y a todos los príncipes, que fue
más aventajadas de las damas griegas grandemente estimado y losembaxado-
(era el comedido Andronio a quien li- res muy bien recividos, deteniéndolos el
braron en la mar Claridiano y Arvissilora
206 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

poderosso Alfebo en Grecia porque se 4. Descripción de u n a inven-


hallasen a las fiestas y reconociessen en ción en una justa, la del Príncipe de
sus agajos lo que quería al hermano Cla- España
ramante. Y los que acabaron de colmar
el deseo y la alegría fueron el valiente T u n t á r o n s e t o d o s los emperadores,
don Heleno, la bella Rosamundi y su I reyes y príncipes en una y en otra
hermano Larfino, que llegaron de Tran- [tabla[, y las hermosíssimas damas, siendo
silvania. servidos con tanta grandeca y diversidad
Pero ya es tiempo de dar fin a este li- de manjares y magestuosos aparatos
bro en el segundo proseguiré los memo- como en corte del mayor monarca del
rables sucessos que están prometidos. mundo; en levantando las messas se fue-
Fin del primer libro de la quinta parte. ron a armar los bicarros mantenedores
Sub correctione Ecclessiae. (ff. 528r-v) con todos los galanes que avían de salir
aquel día a justar. Los emperadores y de-
más príncipes con todas las bellísimas
3. Descripción de u n objeto ma- damas se fueron a los grandiossos mira-
ravilloso dores que estaban dispuestos en medio
de la gran placa que tanbién se vía cer-
cada en torno, como en la tercera parte
F utldábasse sobre un claro y cristali-
no estanque de a donde nacían doce
fieros salvages de cristal que servían de pi-
se dijo, de altas colunnas de mármol con
fuertes cadenas de fina plata; no fue me-
lastras sobre que estaban doce rampantes nos de ver la riquíssima tienda de tela
leones de oro, puestos en pie y sostenían amarilla y por ella muy al natural borda-
en las manos con sutil artificio Lin gran- das las espantossas guerras que avía ávi-
diosso y rico glovo también de cristal muy do y el robo de las princessas, todo con
tan sutil arte de oro y acul y con tantas
reluciente y despedía de sí tan gran mu-
perlas y piedras de valor que no tenía el
chedumbre de caños de agua que ponía
universo otra como ella. Mirando su rica
admiración; en lo alto d'él se vía una vis-
labor y grandeca, comencaron a entrar
tossa fábula que era un hermosso toro de
los mantenedores que, aunque avían de-
oro fino que trahía en sus lomos una her-
terminado entrar a un mesmo tiempo por
mossa dama a semejanca de la bellísima
tres puertas que tenía el campo, ordena-
Europa, hija del rey de Fenicia que, ena- ron las damas entrasse cada uno de por
morado Júpiter de ella transformándosse sí porque se gocasse mejor de la grande-
en aquel furiosso animal la robó y truxo ca e invención de cada uno. Entró el pri-
por el mar hasta la isla de Creta; y estaban mero el agraciado Corsilio, príncipe de
fabricados uno y otro tan al vivo y natural España, con tan sovervia maravilla y es-
en lo alto de la sobervia fuente que pare- traña invención que a todos dejó suspen-
cía realmente que el toro y la temerossa didos y gustosos. Era un procelosso mar
dama estuviesen vivos; y daba mayor ale- que a modo de un gran estanque que se
gría y admiración al mirarlos el ver que de iva moviendo con ruedas encubiertas, ro-
ambos salían en alto y por los lados cris- deado de riscos y peñascos donde batían
talinos caños de agua, que el ruido que las fingidas olas aunque se figuraban tan
hacían formaban apacible y deleitossa al natural que propiamente parecía ir y
música, (ff. 278v-279r). venir golpes de proceloso mar y entre
ellos assomaban gran diferencia de pes-
cados de todos jéneros que con aparente
ESPEJO DE P R Í N C I P E S Y CABALLEROS (V) 207

fiereca ivan rompiendo las ondas, no fal- aplaudiendo la gala y vicarría del mance-
tando entre la diversidad de los que las bo, que venía armado de armas encarna-
ocupaban las grandes ballenas y los fu- das sembradas de flores y lacos de ar-
riosos tiburones, como también hermo- dientes rubíes, (ff. 12v-13v).
sas sirenas que con instrumentos en las
manos ivan haciendo una apacible músi-
ca, rodeando una maravillosa nave que 5- C o m p o s i c i o n e s p o é t i c a s d e n -
en medio del mar se vía tan hermossa- tro de la narración caballeresca
mente fabricada y dispuesta que no avía
más que desear; era toda dorada con mil
vistosos lacos encarnados; los vistosos
mástiles, así mismo dorados, las cuerdas
U ntes de entrar en el Rosque de las ma-
ravillas de Amor, Floralissa e Hipólita
se encuentran con una grandiosa figura en medio del
de cordones de oro y las velas de riquísi- prado, cuyo] "vestido era de color leonada
mas telas blancas, las flámulas vanderolas muy escura sin labor alguna; de la otra
y gallardetes de otras de diferentes colo- mano le pendía una tarjeta toda de oro
res; sobre el espolón de la proa se vía un entallados en ella unos versos que Flora-
león de maravillosa echura, antiguo bla- lissa leyó, oyéndolos la dessesperada Hi-
són de España; la popa, que era hermo- pólita, que decían d'esta manera:
sísima a la vista y ajedrezada de ricas pie-
dras, se vía rodeada de curiosos Principio de passiones amorossas,
corredores y dentro se oía tan dulce mú- de tortnentos, incendios y cuidados,
sica que deleitaba a todos los presentes; de alegres vidas, muertes lastimosas,
en lo alto de ella trahía una hermosa fi- felices dichas, lances desdichados;
gura de la boladora Fama, tocando su so- puerta para las lides peligrossas
nora trompa. Toda esta maravilla parecía de amor en corazones lastimados,
que a velas tendidas viniese rompiendo soy entre esperanzas y recelos
las finjidas ondas, hasta que llegando cer- viva imajinación de tus desvelos.
ca de los miradores, tocando con la proa
Primera entrada soy de aquel que entrega
en la orilla, al ruido de militares trompe-
el alma por despojos a lo que ama
tas y apacible salva fue echada sin ver
y en procelossos piélagos anega
por quien una puente que hasta la tela
la libertad que el dios alado inflama.
tomaba adornada de ricas telas. De la
O tú, a quien su poder dessasosiega
popa salió el valeroso Corselio, passando
y la estrañeza d'este bosque llama,
por entre jarcias y mástiles hasta la puen-
elije senda que te guíe y lleve
te por donde baxó corriendo tan ligero
donde Amor las potencias rije y mueve.
que pareció sueño. Seguíanle cien pajes
de encarnado y oro, y cada uno con dos (ff. 3l4v-315r)
doradas lancas que campeaban hermo-
ssamente, mas todo lo ponían en olvido
por mirar al español, que más furiosso 6. Aventura del Bosque de las
que el viento pasó la carrera hasta los mi- Maravillas de Amor: la alegoría amo-
radores donde hico su comedimiento rosa
quedando los emperadores, príncipes y
damas tan admirados como gustossos de
la maravillosa invención,,celebrándola en Y e n la e n t r a d a de cada una fue la
princessa viendo grandes cossas,
porque en la primera donde llegaron, de-
altas voces la gente de la placa por la
más extraña que jamás se avía visto y baxo de un vistosso arco que hacía la en-
trada todo de labores verdes y oro sobre
208 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

un glovo del mismo jénero que esta ba- la vida y que el alma quería arrancárse-
laustrada, en otra mediana colunna como le; tenía levantados los ojos al cielo y la
la de la Imajinación se vía una hermossí- boca abierta como que estuviesse dando
sima dama de tan rissueño y alegre sem- penossos suspiros. En la tarjeta que a sus
blante que parecía combidar a todos a pies tenía se vía pintada su misma figura
que Uegassen a admirarse de su gracia y entre tres exércitos, dos de caballeros y
veldad. Estaba toda vestida de un rasso uno de damas, con los semblantes del
de color verde muy hermossa; a los pies mismo jénero, y los capitanes que pare-
tenía una gran tarjeta en que estaba re- cía governarlos tenían letreros para dar-
tratada la misma figura que parecía lle- se a conocer nombrándolos por Dolor,
varse tras sí muchos caballeros y damas y Tormento y Pena:
ir como en triunfo, y por orla esta letra:
Si en pena el amor convierte
Si en el mar de amor bonanga el logro de tu afición,
esperas, amante firme, el tormento en galardón,
aspira a que lo confirme que soy la Congoxa advierte,
por su senda la Esperanza. camino de tu passión.

Admirada quedó Floralissa de la ma- -¿Qué os parece, hermossa Florile-


ravillossa estrañeca con que combidaba
ssa?, -dixo el Deseo.
a todos los amantes la Esperanca a entrar
-¡Qué diferente entrada ésta de la pa-
por su senda , si bien el Pensamiento la
sada y cuánta lástima se les puede tener
dijo:
a los amantes que la han de elejir a su
-Poco necesitáis, hermossa princessa,
pessar [...].
de valeros de esta dama, pues gocáis la
possession de lo que amáis sin cocobra Ya avían llegado en esto a otro arco,
ni inquietud; pero por gocar de las gran- tan rico, vistosso y alegre que daba bien
devas d'este bosque no escusséis de ver a entender el feliz atributo que le seño-
todas sus entradas hasta llegar a la de la reaba; pues sobre una coluna de una fi-
Seguridad, por donde de racón os toca níssima piedra blanca muy clara y visto-
hacerla. ssa se vía un glovo que parecía de coral
-No puedo negar, amigo d'essas el ser y en él de pies un gentil y bellíssimo
esse mi mayor logro, -respondió la es- mancebo que en sentidos y acciones ma-
possada de don Clarisel-, teniéndome nifestaba su gusto y alegría; estaba rica-
por dichosa en no temer ninguna de las mente vestido de dos colores ajedreza-
demás passiones, por lo satisfecha que dos que eran blanco y encarnado, y en
estoy de la lealtad de mi esposso. Pero la tarjeta estaba él mismo pintado en un
vamos donde quissieses, que mi mayor ameno y florido campo y por él muchos
gusto será seguirte. caballeros y damas en grandes delicias,
Y con esto, dexando a mano derecha holguras y pasatiempos:
la senda de la Esperanca, se encamina-
ron a otra que, de la misma forma que la Si seguro de mudanza
passada, estaba una mujer que sólo en el a gloria j dichas atento
traje de su vestido que era leonado daba das vida a tu pensamiento,
a entender el serlo, porque se mostraba continuará la bonanza
tan flaca y desfigurada, tan Uorossa y por esta senda el Contento.
aflixida que parecía estar en lo último de
ESPEJO DE P R Í N C I P E S Y CABALLEROS ( v ) 209

-De pocos será elexida esta senda, las principales que ay en este lado, pero,
aunque apetecida de muchos, -dijo la porque no os quede esta pena, las que
dama-, porque los heridos de Amor raras restan son la de la Dissimulación, del
veces consiguen el contento cumplido, Cuidado, del Sufrimiento, del Engaño, de
pues, si da alguno, es con la pensión de la Aspereca, de la Ausencia, la del Abo-
muchos lo cobras; pero al fin dichosos rrecimiento.
en los que estuviere constante. -Y aquella que está tan apartada de
-Bien podéis entrar en el número de todas -dixo Florilessa-, ¿de quién es y
ellos, -respondió el Deseo-, pues si por qué occasión la han dividido de las
amáis y poseehéis, sois igualmente co- demás?
rrespondida sin temor de mudanca. -No se pratican en esta morada, -res-
Llegaban en esto a otra entrada don- pondió el Deseo-, el atributo de que se
de se vía una triangular coluna que pa- precia y assí le han apartado de toda
recía toda de oro, sin glovo para dar a passión amorosa, porque es la Libertad.
entender su estavilidad, una hermossa -No quiero dejar de verla, -dixo la
dama con el rostro algo triste; el vestido dama-, antes de entrar por la senda que
era de color dorado y el arco de la mis- me toca, y assí deseo no escusséis de
ma manera. En la tarjeta estaba su ima-
acompañarme.
gen retratada con cual y cual dama y ca-
-No puedo negarme a ser obediente,
ballero que la assistía, vestidos de su
color: -respondió él-, y así vamos norabuena.
Y diciendo esto, descurrieron por las
referidas entradas reciviendo Floralissa
Si por ingrata aspereza,
grandes admiraciones, hasta que llegan-
rigor ni cruel th~anía
do a la remota de la Libertad la vio de-
de amar tu fee te desvía,
baxo de un arco de cristal y encima de
sigúeme, que soy Firmeza
una colunna y glovo de lo mismo, en fi-
y el premio darte podría.
gura de una hermossa dama el rostro
muy severo y los ojos baxos; el vestido
-Bien da a entender esta dama, -dixo
era todo blanco como también el campo
Floralissa-, los pocos que la tienen en la
de la tarjeta, donde se vían algunos ca-
soledad que muestra.
balleros y damas, el semblante del jéne-
-No ay que espantar, -respondió el
ro que le tenía la que los gobernaba; es-
Deseo-, si se considera que en el mundo
taban divididos unos de otros y sin hacer
no ay ya amor sino vana afición, y fal-
casso ni aun de mirarse:
tándole d'esta la correspondencia y la
posessión, no reina la firmeca. Y assí
será poco seguida su senda. Quien con libertad ufano,
Ya llegaban a otra que, por ser la de fiado en su confianza
la Seguridad, dixo el Deseo avía de en- a entrar aquí se abalanza,
trar por ella. passe que se esfuerza en vano
-Pues como siendo quien eres, -dixo que Amor tomará venganza.
la de Lacedonia-, quieres ataxar el ver to-
das las entradas que eran por esta parte. -Bien me prometo, -dijo la dama ale-
-Por llevarme el ansia de mayores gre de mirarla-, que de quien por aquí
maravillas, -respondió él-, y no detener- entrare blassonando de libre, tomará
nos en las que tienen menos que ver y venganca el cruel Amor con que saldrá
que admirar, y mas aviendo passado por sujeto a nuevos acidentes y alteraciones.
210 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

-No merece menor castigo, -respondió pólita y anda aora acompañada de su


el Deseo-, quien tuviere atrevimiento de congoxosso pensamiento contemplando
entrar al bosque de Cupido sin reconocer- en las passiones más dessesperadas de
le basassaje y negándole el tributo debido. amor, como son sospecha de desespera-
Pero no ay discurrir en sus desespe- ción temor, duda y desengaño con otras
rados efetos que naide le obedece con muchas entradas [que] caen a la otra par-
mayor rendimiento que la hermossa Hi- te, (ff. 315v-317r).

36 FEBO EL TROYANO
de Esteban de Corbera
(1576)

por
José Julio Martín Romero

TESTIMONIOS

[1] Barcelona, en casa de Pedro Malo, 1576 [—»]

TEXTOS

1. Los a m o r e s de d o n Playartes amor encubrir en la dissimulación en la


y la linda Fillsea linda y graciosa duquesa Filisea la pie-
dad que se devía a la pena que su her-
on Playartes aleó los ojos suso y mosura causava en el príncipe don Pla-
D vio a la linda Filisea con tanta
hermosura y gracia en el mirar que no
yartes, que, ya que aviendo experimento
con tanto tiempo cuan verdaderamente
fue tanta parte para resistir su hermosa d'él era amada, no le paresciesse que le
vista que no rasgase su coracón, hasta devía algún favor para sostener la vida a
poner la fuerca de su hermosura en el aquel que a su causa tan cerca de la
coracón. muerte la traía, [...] de suerte qtte, te-
-¡Ay, Santa María!, -dixo él entre sí-, niendo [don Playartes] a Filisea entre sus
¡Y qué cruelmente soy llagado y vencido bracos gozando de la dulcura de sti her-
para procurar por parte de tal venci- mosa boca, assí fue de los encendidos
miento ganar la honra que se me deve fuegos de amor abrasado, que como fue-
para ser de todos vencedor! ra de sí, sin ser parte para dexarlo de ha-
Y diziendo esto, puso los ojos en la zer ni Filisea de turbada para lo resistir,
graciosa Filisea, la cual bien sintió, como tomó d'ella entera prenda de la obliga-
sabia fuesse, la fuerca en la amorosa vis- ción de su amor, de lo cual Filisea mos-
ta de don Playartes que su hermosura la tró muy grande enojo [...]. Tres o cuatro
avía causado.[...] No pudo la fuerca del días después que en el estado de todo

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1734.


FEBO EL TROYANO 211

contentamiento le tuvo gozando de la -Dígolo, -dixo él-, por lo que comigo


gloria en los amores de la linda duquesa hazéis aviéndome dicho que daríades lu-
Filisea, pensando ser d'ella amado de tan gar para me hazer mercedes y nunca
verdadero y grande amor como él la avéis querido aun responderme a carta
amava, de grave enfermedad cayó en la ni embaxada que os aya embiado. Supli-
cama algunos días, en los cuales más cos, mi señora, que me digáis qué os he
sentía el mal de no ver a su señora Fili- hecho para que vos hagáis comigo esto
sea qu'el mal que tan gravemente le tra- que hazéis.
tava. Y assí desde su lecho por cartas y -No he tenido lugar para escreviros,
por mensajes le hizo saber muchas vezes -dixo ella.
la pena que su ausencia le causava, y -Mi señora, -dixo él-, diga la vuestra
cómo el mayor mal de no poderla ver le merced que no quiere, y no diga que no
quitava el sentimiento de lo presente te- tiene lugar.
nía. Mas todo esto no fue nada hasta que A esto dixo ella tomando airado color:
sintió el más verdadero daño en el des- -Ora pues que queréis que os lo diga,
amor y disfavores de Filisea, viendo que yo os digo que no quiero, que os quiero
a carta ni a mensaje no le respondía. Y desengañar, y es que no curéis más de
estava tan fuera de sí que no sabía qué importunarme, que nos ha de aprove-
dezir ni qué hazer, y menos qué pensar, char, que de lo que hize me pesa, no
no pudiendo hallar ni pensar causa por- porque, ya que se avía de hazer, vos no
que la linda Filisea en el tiempo que le merezcáis más que otro, mas porque no
devía más amor le pagasse con desamor. lo quisiera aver hecho. Y esto no avía de
Y ya que levantado la fue a ver, <y> la durar para siempre; y pues en algún
gloria que con verla pensó gozar se le tiempo nos aviamos de apartar, más vale
bolvió en doblada pena, que viendo que que sea agora.
no conoscía en su rostro la voluntad que Ya se puede pensar lo que don Pla-
antes, venido a su posada le escrivió su- yartes con tales palabras sentiría, que fue
plicándole le quisiesse pagar con amor tanto que no fue poco no perder el seso
el amor que le devía, y no con aborres- [...]. Y assí detenido en la paciencia de
cimiento, y quisiesse hazerle merced de sus grandes dolores, en fe de quien las
darle lugar a que pudiesse gozar de la padescía, aguardava hazer algún gran
gloria de su hermosura. Mas a cosa Fili- miragro en la crueldad de Filisea, po-
sea respondía, así que sin esta carta le niendo en el tiempo alguna esperanca
escrivió otras. Y don Playartes con tanta en razón del verdadero amor que le te-
desesperación que él se diera la muerte nía, paresciéndole que no era possible
si no fuera por perder el alma, no sosse- que no se cansase de aborrescelle, pues
gando los días, ni durmiendo las noches, él no se cansava de jamás la dexar de
don Playartes determinó de la ir a ver. Y amar. Mas a la fin le salió al revés, por-
teniendo algún lugar para le hablar, aun- que cuanto más él en amar la persevera-
que Filisea lo rehusava, dixo: va, ella le aborrescía, lo cual le acarreara
la muerte si no que a este tiempo el va-
-Mi señora, ¿qué crueldad es ésta tan liente Aureliano vino d'España, y en un
grande, y qué desamor el que comigo mesmo tiempo vino un escudero suyo,
hazéis? ¿Qué he hecho yo a la vuestra llamado Firmio, de la gran Bretaña, el
merced para ser assí tratado? cual traxo nuevas de su señora la prin-
Ella con mucha gravedad respondió: cesa Florindia, las cuales fueron parte
-¿Por qué dezís esso? para hazer olvidar el amor que a Filisea
¿l
¿ ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

tenía y ponerle con un nuevo arrepenti- caso d'él, como si nada echo uviera se
miento de lo hecho, y con grande deseo metió por la cueva adelante. Mas a esta
de ir a ver a su señora Florindia. (cap. 30, hora el ruido se comencó tan grande, el
ff- 54v-6lr). estruendo tan espantoso que parecía el
mundo hundirse; la cueva toda tembla-
va, y a nuestro joven aparescían abomi-
2. Una aventura del Donzel del nables y ferocíssimas visiones: unas en
Febo figuras de animales, otras de vestiglos y
otras maneras de cosas infernales echan-
n frente d e sí vio una boca de cue- do llamas de fuego por la boca.. Y la
va muy orrible y escura, encima de cueva estava tan oscura que no avía más
•a cual en la mesma peña estavan unas claridad de la que las llamas de sí davan;
grandes letras gravadas, de lo cual no y las visiones, con espantables y roncas
poco espantado, acercándose a la cueva bozes, unas aullavan y otras davan gran-
leyó las letras que en su lenguaje estavan des gritos y bramidos, otras temerosos
escritas, que ansí dezían: baladros; a todo lo cual estava aquel
ilustre príncipe en pie con su fuerte bas-
El mayor secreto de los secretos estará secreto tón en la mano sin que la su rubicunda
"asta que venga aquel que, venciendo las defendidas color del rostro se le mudasse, [...] y de-
J secretas guardas, le pueda ser el secreto manifiesto, lante el Donzel del Febo se le paró un
donde muriendo comentará de bivir y biviendo em- feroz y espantable león, tan grande
pegará de morir, que ansí lo quiso la sabia infanta, como un mediano cavallo y tan fiero y
hija del infelice rey troyano, para mayor gloria de su orrible que cualquier fuerte cavallero
successory perpetua memoria de la sacrificada her- bastara a poner temor; [...] {el Doncel del
mana por el cruel lobo griego. [...] Febo] le dio otro golpe sobre la cabeca de
manera que, esparzidos los sesos del
león por la cueva, el bastón fue quebra-
Y no fue bien diez passos dentro
do en muchos pedacos, y el león dando
cuando delante se le paró un disforme y
un doloroso y espantable bramido cayó
espantable salvaje cuya grandeza era
en tierra estendiéndose con la rabia de la
mayor que de ningún jayán; era todo cu-
muerte; [...] havía dos fieros y temerosos
bierto de mucho y muy espesso vello tan
gigantes, todos de fuertes hojas de azero
crespo y negro que era para poner temor
armados salvo las cabecas, en las cuales
en el más fuerte de los fuertes; traía un
ningunas armas tenían de más de unos
nudoso bastón tan grande y pesado que
caxcos de serpientes como por celadas;
tres hombres no lo movieran del suelo.
sus rostros se vían ser tan fieros que más
No se espanta por le ver tan fiero el ilus-
infernales diablos que humanas perso-
tre joven antes con un animoso denuedo
s nas parecían; la color de sus rostros era
m mudar su intención que era passar
muy morena; las bocas tenían muy gran-
adelante se fue para el salvaje. [...] Dan-
des como leones, de más que a cada uno
do al salvaje un tal golpe con el su bas-
d'ellos d'ella le salían dos fieros y retor-
tón, que del todo desatinado andava por
cidos colmillos de más de medio palmo
caer, dando muy fieros bramidos; y acu-
de grandeza, los CLiales todo el baxero
diéndole con otro golpe que los caxcos
labio le tomavan; las narizes tenían muy
de la cabeca le hundió, <y> el salvaje
anchas a manera de bueyes; los ojos pa-
con un temeroso y horrendo bramido
y rescían encendidas hachas; y en las fren-
ino al suelo muerto. [...] Y el Donzel del
tes tenía cada uno dos cuernos de un
Febo viéndolo muerto, no haziendo más
FEBO EL TEOYANO 213

palmo en largo que más en orrible feal- por ellas de bulto maravillosamente re-
dad acrecentavan; en las manos tenían tratadas las hazañas de Teseo, siendo los
sendos grandes y limpios cuchillos [...]. bultos de las figuras de fino oro. [...] Y el
Mas no teniendo temor ninguno por Donzel del Febo en lo ver estava tan ad-
esso al peligro que ante los ojos tenía, mirado que en otro más de lo mirar no
viendo como para aquella gente eran es- era por entonces su cuidado.
cusadas razones y afirmando bien los Estando pues ansí, un fiero y espan-
pies en el suelo, levantó el braco y con table centauro, tomándolo por las espal-
una merca más que de cavallero le arro- das entre sus bracos, con él se fue a me-
jó el grande y azerado venablo; y acer- ter por una puerta que en la cuadra avía,
tándole en la grande y fiera haz con la que como el Donzel del Febo se viesse
pared le enclavó la cabeca, quedando la en tal peligro, no le cegando punto el te-
hasta temblando y el yerro metido por la mor, con su cuchillo dio al jayán centau-
pared; lo cual por él echo, con indoma- ro tan penetrantes heridas y estocadas
do esfuerco, sacando el cuchillo de mon- que soltándole cayó de la una parte
te que al lado traía, estuvo aguardando muerto. Y el Donzel del Febo se halló en
al otro jayán, pensando que en ver a su un espacioso y florido campo, en el cual
compañero de aquella suerte para el se todos los géneros y diversidad de árbo-
vernía; mas viendo cómo no moviéndo- les y yervas en que alguna olor y virtud
se de allí hazía por la muerte de su com- ay encubierta no faltavan; las frutas todas
pañero muy disformes gestos se fue con las que son en el mundo estavan en los
aventajado esfuerco para él y como muy árboles sin jamás corronperse ni caerse
cerca d'él Uegasse hizo muestra de lo he- d'ellos, en los cuales estavan aposenta-
rir, que siendo visto por el gigante des- das aves de diversa y estraña hechura y
cargó el cuchillo pensando con el primer colores, las cuales algunas vezes rebo-
golpe fenesciendo la batalla vengar a su lando por el sotil y templado aire que allí
compañero. Mas el Donzel del Febo, que corría hazían con sus harpadas lenguas
aquella no era su intención, con un lige- tan dulces cantos y sabrosa armonía que
ro salto se apartó más de tres passos del ninguna mundana música parecía que
jayán, y el cuchillo dio en el suelo don- allí faltasse; los animales, assí silvestres
de fue quebrado haziendo tan grande como los que en los pueblos se crían
ruido que pareció todo aquello hundirse. bravos y mansos, andavan todos tan do-
Y no avía bien el gigante descargado el mésticos que de cualquiera dexavan to-
cuchillo cuando aquel ilustre joven con marse; [...] en medio del campo vio una
otro ligero salto juntó con él y diole con casa fabricada que, según su hermosura,
su cuchillo un terrible golpe de revés en por la divina mano pensó ser hecha, no
el rostro que de la cabeca le hizo dos pensando que natural artífice tal obra
partes, cayendo la una parte, que era de pudiesse hazer, porque su assiento, se-
las narizes arriba, al suelo a una parte y gún dizen Claridoro y Rinaqueo, era
todo el cuerpo a otra, haziendo no me- éste: estava fundada sobre veinte y cua-
nor ruido que si un edificio cayera. Y el tro pilares de blanco y liso mármol que
soberano donzel, viendo quitado delan- salían cuanto un estado de la tierra, en-
te de sí aquel estorvo, no fue perezoso cima de las cuales veinte y cuatro leones
en entrar dentro en la cuadra, quedando de oro parecían sostenerla, por cuyas
tan admirado de ver su riqueza cuanto se bocas veinte y cuatro caños de agua que
puede dezir, porque eran las paredes todo el campo regavan salían, con tan
d'ella de un blanco y reluziente cristal, y sonoroso son y dulce armonía que ma-
214 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

ravillosa cosa era de oír; las paredes eran cuerpo humano tanta pudiesse caber. Es-
todas hechas de preciosas piedras llenas tava cruelmente degollada, teniendo la
de muchos diamantes, cafires, carbun- llaga tan reziente como si entonces se
clos, rubíes y otras muchas de diversas acabara de hazer, y encima de sus cabe-
maneras, con tanto resplandor que heri- llos (los cuales por ser tan rubios como
das del claro sol los rayos que d'ellas sa- <que> el reluziente oro resplandecían y
lían quitavan la vista a los ojos humanos; reluzían) tenía puesta una guirnalda de
[...] y el Donzel del Febo se halló en una finíssimo oro con inestimables piedras
cuadra redonda en medio de la cual vio en ella engastadas haziendo muy estraña
un sepulcro, el más estraño y rico que se labor. Por el sepulcro estava metida una
podía imaginar. Estava rodeado de doze espada que por medio de los pechos de
pilares de cristal con gran arte hechos, aquella hermo[sí]ssima donzella estava
los cuales tenían una capilla toda de un hincada, y solamente encima del sepul-
ardiente y fino rubí; encima de cada pi- cro la empuñadura y guarniciones se pa-
lar estava un ángel de oro esmaltado con recían, siendo tan ricas que no recebían
ricos y sutiles esmaltes con una acha en- comparación ni ay humana lengua que
cendida, la cual aunque siempre ardía su riqueza y estrañeza pueda dezir ni
nunca se gastava. En medio de la capilla contar: eran todas de un fino inestimable
estava el bulto del sepulcro, que era de diamante, salvo el pomo que de un relu-
cristal tan claro que muy bien se podía ziente carbunclo era, que de sí, ansí él
ver lo que dentro d'él avía, que era un como el diamante, infinitos rayos de res-
bulto o cuerpo de donzella. En torno de plandor hechavan, los cuales reverberan-
la cuadra estavan muchas figuras de do en las paredes de la cuadra, que
donzellas tan ricamente labradas y los como oístes de fino cristal eran, no me-
gestos con tanta perfición que propria- nos claridad de sí que el resplandezien-
mente ser bivas parescían; tenían en las te sol de sí davan.
manos instrumentos de diversas maneras
No se puede dezir cuan admirado el
con los cuales en entrando el Donzel del
Donzel del Febo de ver tantas y tan es-
Febo comencaron una tan dulce música
tañas cosas quedó, especialmente de la
que no parescían sino ángeles que para
hermosura de la donzella, que celestial
representar la celestial allí eran venidos,
y divinal serafín caído del cielo parescía;
porque la suavidad y melodía de la mú-
[...] vino a conocer ser aquella donzella
sica era tanta que el Donzel del Febo le
que allí sepultada estava la infanta Poli-
parescía ser en el paraíso; y las trompas
cena, hija del passado rey Príamo de
que algunas tañían juntamente con el
Troya, su antecessor, [...] y ansí estando
son hechavan tan odoríferas flores y ro-
en la mirar muy embevido, no sabiendo
sas que encima de la cabeca al Donzel
cómo, se le mudó la figura de Policena
del Febo le caían, que si nunca se aca-
en una tan divina y angélica faz que no
bara, aquella tuviera por la mayor gloria
cosa humana y nacida en la tierra pare-
que humanamente podía alcanzarse. Y
cía, mas que sobrepujando toda orden
con esto y con mayor desseo de ver lo
de naturaleza uviesse caído del cielo, re-
que en el sepulcro avía, se acercó a él; y
presentando en su vista parte de la glo-
ansí vio sepultada una donzella que en-
ria que a los que en él abitan les es con-
tonces parecía aver sido muerta, con tan
cedida; assí que, aunque en la figura
extremada y increíble hermosura que el
que de antes tenía fuesse dotada de toda
Donzel del Febo pensó fuesse alguna ce-
perfición en hermosura tanto cuanto hu-
lestial visión, porque no pensava que en
mano entendimiento lo podría imaginar.
FEBO EL TROYANO 215

con gran parte a la que hora en ella se la uvo sacado cuando el aire se hinchió
veía no igualava, [...] mas en esto sintió de una muy escura y espessa niebla,
muy grande ruido y estruendo, y como tanto que quitada la claridad ninguna
alcasse la cabeca por ver lo que era, con cosa podía verse, y por el medio d'ella
grande espanto suyo vio las donzellas comencaron tan espantosos bramidos y
que primero el dulce son con los acor- gritos. Y el estruendo fue tan grande, los
dados instrumentos hazían bueltas en baladros y las bozes tan temerosas, que
disformes y fieros gigantes, y los instru- no parescía sino que allí fuesse el abis-
mentos que antes tenían en las manos mo; y muchas roncas bozes se oían que
en muy tajantes y cortadoras hachas, dezían:
con las cuales haziendo el dicho ruido -Desecha es nuestra antigua morada,
para él querían mover. Y no poco d'ello quitado nos an el poderío que en ella te-
espantado, como sin armas se viesse por níamos.
aver perdido el cuchillo en la batalla con Y a la fin aviendo aquella tempestad
la sierpe, viendo ante sí la rica espada durado media hora, dando un grandíssi-
que por el sepulcro estava metida, en un mo estampido y espantable trueno, cessó
punto la tomó de la empuñadura y, ti- todo, hallándose el Donzel del Febo en
rando d'ella muy rezio, la sacó muy li- el florido campo donde dexara su cava-
geramente y con gran facilidad. Mas no lio, (ff. 66r-68v).

37. FELTX M A G N O
(1543)

por
Claudia Dematté

TESTIMONIOS

[1] Sevilla, Sebastián Trugillo, 1543


[2] Sevilla, Sebastián Trugillo, 1549 (30 de abril) [->

TEXTOS

1. Batalla entre Félix Magno y e l averse juntado en aquel torneo la flor de


gigante Gavalión todos los cavalleros del mundo, donde se
hizieron cosas muy estrañas en armas, las
cuales no se cuentan aquí pues no hazen
C o n t a d o VOS avernos cómo el rey Si-
tian de España mandó pregonar un
torneo, al cual vinieron muchos cavalle-
al propósito de nuestra historia. Sino que
sabréis que, como este gran torneo fue
ros de diversas tierras, tanto que dezían acabado, acaeció así que llegó a la ciudad

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1739. EDICIÓN: Libros I-II por Claudia Dematté, Alcalá de He-
nares, Centro de Estudios Cervantinos, 2001. ESTUDIO: Dematté (1998). GUÍA DE LECTURA: De-
matté (2000).
216 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

de Belandia un gigante, el mayor y más canpo azul y el sol pintado en él. Y le-
espantoso que nunca fue visto, que tan- vava un cavallo negro que tenía unas
bién venía a este torneo. [...] Llamávase pintas qLie a maravilla parecían bien. E
Gavalión de nombre, mas en todas las así entró en el gran campo a la ora que
partes donde era conocido todos le 11a- Candrián quería justar con el gigante. E a
mavan el Diablo Desemejado. [...] la sazón era allí junta mucha cavallería y
Mas agora vos contaremos de Félix mucha otra gente; por ver esta justa el
Magno que, como avéis oído, aportó cer- rey Sirián e la reina Segurianda estavan a
ca de aquella gran ciudad de Belandia una finiestra de una gran torre que cerca
con pensamiento de no salir en tierra del campo era y la princesa su hija esta-
por no detenerse en cosa alguna, porque va en otra y tenía puesta sobre sus her-
su propósito era de pasar en Grecia e mosos cabellos una guirnalda de piedras
provar sus tuercas contra aquellos infie- de muy gran valor. E su hermosura era
les enemigos de nuestra sancta fe que la tanta que todo el mundo se maravillava
mayor parte de aquel imperio se sabía y dezían todos que no podía ser que fue-
que tenían ganada. Mas, como viese que se aquella princesa hija de hombre terre-
no estava en la mar muy seguro porque nal, sino que Dios la avía embiado del
la tenpestad d'ella no era del todo aman- cielo al rey su padre y a la reina su ma-
sada, acordó de salir en tierra y cerca dre y dezían que, según ellos, eran de
donde salió vio una casa de orden de sanctos y ella de hermosa, que bien se
mugeres, que estava dos millas de la ciu- podía creer. [...]
dad, que se Uamava la Casa de los Ánge- Y tomando una lanca muy gruesa, to-
les. E como a ella llegó, luego supo del caron una tronpeta y al más correr de
gran torneo y como un gigante muy des- sus cavallos se encontraron tan fuerte-
emejado avía hecho tan grandes cosas mente que era maravilla de los mirar. El
en armas cuales nunca fueron vistas. [...] jayán encontró a Félix Magno en el es-
E luego le vino deseo de conbatirse con cudo y pasó la lanca a soslayo a las es-
el gigante e mandó traer sus armas a haldas, que todo lo que alcancó de las
aquella casa e aquella noche se confesó armas le llevó. Y hízole una herida en el
con un hombre bueno que ai era. El cual costado y quebró la lanca en muchas
le retó mucho quererse combatir con piecas. Félix Magno encontró al jayán en
aquel gigante, que le dezía de cierto que medio del escudo y, aunque muy fuerte
el día antes avía muerto cinco cavalleros era, fue de tanta fuerca el encuentro que
muy preciados. [...] la lanca le pasó y también el arnés. Y el
Como el hombre bueno vio que no jayán fue herido malame[n]te del hierro
podía apartar al cavallero de su propósi- de la lanca, la cual en muchas piecas fue
to, avía nuicha piedad d'él en velle de que[b]rada, y, topándose de los cavallos
tan poca edad y tan hermoso. Y otro día y de los cuerpos, fueron a tierra de tan
muy de mañana el hombre bueno dixo gran caída que todos pensaron que
misa, y Félix Magno tomó su bendición muertos fuesen. Félix Magno se levantó
e lo más secreto que pudo salió de aque- lo más presto que pudo y quitóse un tro-
lla casa y Danasil con él armado de to- co de lanca que tenía metido por el es-
das armas y Radior encima de un gran cudo y, sacando su espada, fue contra el
cavallo. Félix Magno iva armado de unas gigante que ya era levantado y tanbién
armas muy ricas que la infanta Belianisa tenía su espada en la mano. La cual era
le dio cuando d'ella se partió, sembradas tan grande que maravilla era. Félix Mag-
todas de estrellas de oro y el escudo avía no, con grande esfuerco, se llegó al ja-
FÉLIX MAGNO 217

yán y diole un golpe sobre el yelmo que, tó presto e dio al jayán otro golpe en el
aunque muy fuerte era, la espada entró braco derecho que le fizo una gran heri-
en él, mas no llegó a la cabeca. El jayán da y tras este le dio otro golpe sobre el
fue espantado de ver cómo aquel cava- yelmo de tan gran poder que la espada
Uero le avía así derribado y sentíase he- entró en la cabeca del jayán e tan mala-
rido y vínole tan gran saña que dio una mente le llagó que dio con él en tierra,
boz tan grande e tan ronca que todos que parecía aver caído una gran torre, e
fueron muy espantados. Y dio un gran Félix Magno fue contra él. Y quitándole
salto contra Félix Ma[g]no y quísole herir el yelmo, vio que era muerto. E metien-
sobre el yelmo. Félix Magno, que el gol- do su espada, dio muchas gracias a Dios
pe vio venir, puso presto su escudo y la por aquella merced que le avía fecho.
espada del jayán le cortó por medio y la Luego comencó a entrar la gente por el
una parte quedó en el braco de Félix campo a ver aquella maravilla. El rey
Magno y la otra cayó en tierra. Félix Srián estava que no sabía de sí de plazer.
Magno, que vio que no le convenía es- (ff. 12r-15r).
perar los desmesurados golpes del jayán
más que esperar a la mesma muerte
(porque si sobre el yelmo le acertara, 2. Félix Magno e n la Casa de los
como el gigante deseava, tanbién le hi- Ángeles
ziera dos partes a él como al escudo avía
hecho), dio un salto y, enbracando lo
mejor que pudo lo poco que del escudo
tenía, <y> fue contra el jayán. Y que-
P u e s b o l v i e n d o a Félix Magno, des-
pués que de Candrián se partió, él
fue lo más presto que pudo a la Casa de
riéndole herir, el jayán aleó su espada, los Ángeles e mandó llamar al honbre
mas Félix Magno le dio un golpe en la bueno que ya os diximos, el cual le reci-
una pierna que las armas le cortó y bió muy bien y le llevó a su aposento y
como la espada del jayán vio venir con- allí le hizo un lecho, el mejor que él
tra él, apartóse presto y luego tornó so- pudo, y Félix Magno se hecho en él e
bre el jayán con tanta lijereza que, antes dixo al honbre bueno que hiziese de ma-
que el jayán le pudiese herir, Félix Mag- nera que no fuese sabido que él estava
no le dio dos golpes sobre el yelmo, que allí e que le truxese quien le curase. [...]
el uno d'ellos le entró en la cabeca e le Y sabréis que en este tiempo vino
hizo una herida. El gigante estava tan aquella casa la reina Segurianda, que
malherido en los pechos de la lanca de otras muchas vezes lo solía hazer, por-
Félix Magno que el aliento le faltava y no que ella avía hecho aquella casa de or-
podía andar de una parte a otra y así es- den y holgava mucho en ella, y venía
tava quedo y dava tan grandes golpes con ella la princesa Leonorinda, su hija,
que a todos los que le miravan hazía ma- con otras muchas donzellas de alta gui-
ravillar. Y Félix Magno los recebía en su sa. Y fue así que un día, andando Félix
espada e en su medio escudo, el cual el Magno y Danasil paseando en un vergel
jayán le derribó a tierra de un golpe que que en el aposento del honbre bueno
le dio. Y Félix Magno tomó su espada era, que ya Félix Magno estava bueno,
con entrambas manos e dio al jayán so- Armandia, una donzella hija del Duque
bre el braco derecho un golpe que las de Fris, andando por la casa, vio una fi-
armas y parte de la carne le cortó. El.-ja- niestra de rexa muy pequeña. Y parán-
yán dexó su espada e quiso tomar con dose a ella, vio en el vergel a los dos ca-
sus bracos a Félix Magno, mas él se apar- valleros. Y Félix Magno le pareció el más
218 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

hermoso y apuesto cavallero que podía de saber quién bivía en el aposento de


ser otro en todo el mundo y fue luego aquel vergel. [...]
donde la princesa Leonorinda esta va. Otro día sabréis que la reina Segu-
Porque esta Armandia sabréis que era la rianda y la princesa Leonorinda con mu-
donzella del mundo que la princesa más chas donzellas salieron a una huerta muy
amava. Armandia dixo a la princesa: grande que la casa tenía. Félix Magno
-Señora, si la Vuestra Merced quiere acordó con Danasil de ir a la huerta por
venir conmigo, mostralle he un árbol en ver a la reina Segurianda y a sus donze-
un vergel que dizen que es del paraíso llas y a la princesa que tanto era loada
terrenal. de hermosa por todo el mundo. Y pu-
La princesa, como esto oyó, luego se siéronse en parte que muy bien podían
fue con Armandia. Y como llegaron a la ver lo que deseavan. Mas de Félix Mag-
finiestra, la princesa miró por la rexa y no vos digo que cuando él vio la her-
vido el vergel e los dos cavalleros que en mosura de la princesa, que no sabía de
sí parte, que así quedó como hombre
él andavan. Y dixo contra Armandia:
fuera de su sentido y dixo:
-¿Cuál es el árbol que dizes?
Armandia dixo por Félix Magno: -Sancta María, ¿qué es lo que veo,
-Aquel cavallero de las estrellas, -por- que así me ha muerto? [...]
que Félix Magno traía una ropa sembra- Félix Magno bolvió en sí, que parecía
das toda de estrellas de oro. que estava muerto. Danasil le dixo que
se fuese de allí, mas Félix Magno no lo
Y estava tan apuesto y tan fermoso
quiso hazer, antes andava por la huerta
que la princesa, mirando su estremada
poniéndose siempre en parte que pudie-
fermosura, estava casi fuera de sí. Y pa-
se ver a la princesa que andava sola con
recíale el cavallero de tan buen talante
Armandia, y la princesa y Armandia sa-
que a penas podía quitar los ojos d'él. Y bréis que, como vieron a los cavalleros,
dixo contra Armandia: luego los conocieron y mucho holgó la
-¡Ay Armandia! ¿Cómo me has traído princesa de ver que el Cavallero de las
a ver la mi muerte? Que sábete que la Estrellas iva a dondequiera que ella an-
vista d'este cavallero me ha hecho triste. dava. [...]
Armadía se abracó con la princesa e Aquella noche vinieron a dezir a Fé-
le dixo: lix Magno los de su nao que el tienpo
-¿Qu'es ésto, señora? Por Dios toméis hazía bueno para pasar donde quería,
cuita que, si yo supiera esto, antes me mas él estava tal que no sabía de sí. [...]
matara que no daros a vos enojo. Y bas- Bien vio Félix Magno que Danasil le
te vuestra discreción para resistir esto. aconsejava bien (como todos los sirvien-
-No bastara mi coracón a disimular tes deven de hazer a sus señores e no da-
tan gran mal como es el que siento, -dixo lles consejo que sea conforme a su deseo
la princesa-, y pues tú as sido la causa, si no es bueno). A Félix Magno le pare-
conséjame lo que haga. cía que no podía él partirse de allí sin
-Señora mía, -dixo Armandia-, vamos que el<l> alma primero del cuerpo se le
adonde antes estavamos y sed alegre, partiese. Mas al fin determinó de hazer
que yo sabré quién es aquel que tanto aquello que Danasil dezía, porque vio
mal nos ha hecho. que, lo que tocava a su honra, aquello
La princesa bolvió donde sus donze- mandava. E luego se despidió del hom-
llas eran, mas los cavalleros no avían vis- bre bueno, que mucho le pesó en velle
to nada d'esto. Armandia procuró luego partir de sí. Mas Félix Magno le prometió
FÉLIX MAGNO 219

de bolver presto a velle e así fue donde cual sacó presto su espada, e la sierpe
su nao le estava esperando. E como en baxó la cabeca para tomar al cavallero
ella entró, luego alearon velas e partieron con la boca y el cavallero le dio con la
de aquella playa llevando la vía de Gre- espada tal golpe sobre la corona que en
cia, y sabréis que Félix Magno iva tan tris- la cabeca traía, que la corona e parte de
te que ningún otro consuelo Uevava sino la cabeca le hendió y la sierpe dio un
pensar de bolver presto a ver a aquella gran silvo. Y hechava tanto humo por las
princesa que con su vista tanto su cora-
narizes y fuego por los ojos que verda-
cón avía cativado. (ff. l4r-15r).
deramente parecía cosa criada en el in-
fierno, y con sus alas dio al cavallero tal
golpe, por cogelle en ellas, que el cava-
3. C ó m o e l C a v a l l e r o d e l a s Ar-
llero fue al suelo y la sierpe pasó sobre
mas Tristes conquistó la gran sierpe
que en el paso de la floresta de la Ol- él con la gran furia que llevava y el ca-
vidanca estava vallero se levantó muy presto y la sierpe
bolvió contra él, y él puso la espada de
j< 1 cavallero leyó las letras del pa- punta. Y baxando la sierpe la cabega, le
I j drón y pasó adelante y vio en fin
de aquella calcada una sierpe hechada
metió la espada por el cuello hasta que
se la pasó por la otra parte y tirando re-
en el suelo que parecía tan grande que zio de la espada, se apartó a una parte e
grande espanto era de la ver. El cavalle- la sierpe cayó en tierra como que era
ro dixo: muerta, y el cavallero fue muy maravilla-
-¡O, Dios todo poderoso, perdona a do de ver las dos grandes heridas que a
la mi alma, pues al cuerpo le es forcado la sierpe avía dado e mucho más se ma-
que muera entre los animales! ravillo cuando vio que ninguna sangre
Diziendo esto el cavallero, la gran de ella le salía y dexando la sierpe, pasó
sierpe se levantó y tendió una alas tan adelante donde vio unos grandes pala-
grandes que gran parte de la floresta to- cios. Y eran todos abiertos, que ninguna
ma van. El cavallero fue muy espantado puerta tenían ni paredes. Sino que avía
en ver una cosa tan desemejada de todas una gran cubierta de piedras de muchas
las del mundo y tan grande y, aunque en colores sobre muchos pilares y cada pi-
él no huvo ningún punto de pavor, bien
lar era de su manera y de su piedra y co-
le pareció que no podría aver en el mun-
lor. Y el suelo era todo de piedras muy
do cavallero, por esforcado que fuese,
que gran miedo no huviese [a] aquella menudas y tan reluzientes que la vista de
desemejada bestia. La cual comencó a los ojos quitavan. Y avía en medio de
sacudir sus grandes conchas, que hazía aquel palacio una gran fuente y todos
tan gran ruido que parecía que todos los los caños d'ella eran de fino oro e la pila
árboles de aquella floresta se meneavan. en que el agua caía era de pórfido, y por
El cavallo del cavallero fue tan espanta- de fuera y por los bordes tenía muchas
do que nunca su señor le pudo tener. Y piedras de muy gran valor y encima de
así le fue forcado dexalle y a pie con su la fuente estava una sierpe de oro con
lanca fue contra aquella gran sierpe y una corona de tantas piedras y perlas
encontróla en medio de los pechos, que que ningún emperador ni rey otra tal no
parecía que aví[a] topado en una peña, y podía tener y tenía con las uñas una ta-
la lanca fue hecha muchas piecas. Y la bla con unas letras que dezían:
sierpe dio un salto contra el cavallero, el
220 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

Aquí bivirán los que amando morirán, e si no tantas llamas de fuego de sí que al cava-
fuere vencido el dragón que por mi causa bive, seré llero le parecía que en medio del fuego
vengada. infernal estava, y por esto no perdió el
su fuerte coracón su grande esfuerco
E avéis de saber que por aquel pala- contra aquella gran bestia y dixo:
cio avía muchos cavalleros e jayanes, y -¡O Dios todo poderoso, ayúdame
todos andavan armados, aunque muchos con tu gran poder! -y de sí dixo:
d'ellos andavan sin escudos y yelmos y -¡O princesa, mi señora, por cierto
otros sin espadas y algunas de las sus muy mayor e más fuerte es el fuego en
armas traían rotas, e todos andavan de que yo bivo por tu amor que no es el del
una parte a otra e ninguno d'ellos salía infierno en el cual agora estoy metido,
de aquel palacio e, aunque al cavallero del cual sola tu membranca me defiende.
vieron, no hizieron cuenta d'él. El cava- El dragón bolvió contra el cavallero y
llero fue muy espantado así de ver a el cavallero le dio un golpe en el un bra-
aquellos cavalleros como de todo lo ál, e co mas no le hizo mal ninguno. El dra-
bien vio que eran encantados, y entró gón asió de su escudo con sus uñas y
por el palacio por ver si conocería algu- tiró tan rezio que, quebrando las embra-
no de los cavalleros, mas no pudo cono- saduras, le llevó consigo y luego le hizo
cer ninguno, y tomó al uno d'ellos y quí- pedacos. El cavallero fue al suelo de la
sole sacar por tuerca de aquel palacio gran fuerca que el dragón puso en lleva-
mas no pudo, y el cavallero pasó ade- He su escudo, mas luego se levantó y
lante donde vio una casa muy grande e mucho se maravilló de ver tan presto en
muy blanca con muchas torres e pare- tantas piecas desecho su escudo. Y fue
cióle tan bien labrada que el cavallero muy triste porque vio que la su espada
dezía entre sí nunca aver visto morada se avía buelto en palo, pues ninguna
tan hermosa e, queriendo ir a ella, vio cosa cortava, e fue d'esto muy sañudo e
que delante la puerta estava un dragón tomó la espada con ambas las manos e
que parecía ser mucho más grande que fue contra el dragón, el cual dio un gran
la sierpe. El cual, como al cavallero vio, silvo, que parecía que toda aquella flo-
se levantó del suelo y era tan grande que resta se quería hundir, y fue así mismo
toda aquella casa cubría e comencó a contra el cavallero y tomóle entre sus
cruxir sus alas que tan grandes eran que muy fuertes uñas y con los dientes le
gran espanto era de las mirar y hechava quería sacar el yelmo de la cabeca. El ca-
fuego por la boca y por las narizes, tan vallero, como en el punto de la muerte
ardiente que parecía que toda la floresta se vio, esforcóse lo más que pudo y me-
ardía en grandes llamas. El cavallero em- tió al dragón la espada por la boca y por
bragó su escudo y con la espada en la la garganta, tanto que no tenía de fuera
mano fue contra aquella bestia, que cosa sino la empuñadura, y el dragón dio es-
muy descomunal parecía poder aver con tonces un bramido tan grande que muy
ella batalla porque la vista d'ella bastava lueñe de allí se oyó, e luego cayó en tie-
para matar a todos los que la mirasen. El rra tan gran caída que parecía hundirse
dragón dio un gran salto contra el cava- toda aquella tierra, y con la una ala dio
llero, el cual se apartó porque el fuerte al cavallero tal golpe que por muy gran
dragón no le hiriese con sus fuertes pieca le hizo estar sin ningún acuerdo. Y
uñas. Y diole un golpe con su espada en después que bolvió en sí, hallóse que es-
la una ala que le pareció que en una tava debaxo de aquella ala que le avía
peña avía tocado. Y el dragón hechava herido y salió debaxo d'ella y fue muy
FÉLIX MAGNO 221

espantado de ver así vencida una bestia, ñores que en ella se cuenta. La cual yo he
la más fuerte y espantable que podía escripto de mi mano así como ello á pa-
aver en todo el mundo, e dio gracias a sado e yo lo he visto. Y porque es razón
Dios porque así se le avía escapado de que cavallero que tan alta aventura como
la misma muerte, (libro III, ff. 38v-39v). la que vos avéis acabado en cuenta de tan
altos cavalleros como en esta alta historia
son sea puesta, yo quiero escrevirla e
4. El Cavallero de la Verde Flor después yo os daré todo el libro.
arribó e n la isla Oriental donde era la El Cavallero de la Verde Flor agrade-
infanta Califa e después fue a la isla ció mucho a la infanta lo que le dezía,
Lesiana donde su señora era e lo que así de poner su aventura en cuenta de
ende le avino tan altos e tan preciados cavalleros como
era Félix Magno e todos los demás que
en esta grande historia se cuentan, como
D ize la historia que, yendo el Ca-
vallero de la Verde Flor por la
mar, como avéis oído, la mar se enbrave-
por dalle aquella tan grande historia.
Pues sabed que la infanta Califa es-
ció de tal manera que, haziéndole perder crivió en esta historia la aventura de este
el su camino, la fortuna le llevó muy lue- Cavallero de la Verde Flor e después le
ñe de donde él deseava ir. Tanto que la dio toda la historia. Y el cavallero agra-
su barca después de aver pasado muchas deció mucho aquel don a la infanta y,
vezes gran peligro de perderse, aportó a despedido de la infanta Califa e de sus
la isla Oriental donde la infanta Califa donzellas, se partió de aquella su isla e
era. Y sabrés que el cavallero salió a tie- navegó tanto por la mar que allegó a la
rra, e de la infanta y de todas sus donze- isla Lesiana. Y como a tierra salió, luego
llas fue conocido e la infanta le hizo fue donde era la casa, que ya os hemos
grande honra. Y el cavallero le contó dicho que en la isla estava, donde era
toda la su ventura, aunque ella ya la sa- aquella fermosa donzella, su señora. [...]
bía con su gran saber. Y el Cavallero de Y sabed que el Cavallero de la Verde
la Verde Flor estuvo con la infanta seis Flor, que así siempre se llamava, dio [a]
días. Queriéndose ir, la infanta le dixo: aquella fermosa donzella esta historia de
-Cavallero de buena ventura, yo os Félix Magno que la infanta Califa le dio
quiero dar un don, el mayor que yo jamás a él, como ya avéis oído. Con la cual la
tuve, que es la historia de Félix Magno e donzella fue muy alegre e agradeció mu-
de la princesa Leonorinda e de otros mu- cho al cavallero este don. (libro IV, ff.
chos cavalleros e grandes príncipes e se- 133r-133v).

38 FELIXMARTE DE HIRCANIA
de Melchor de Ortega
(1556)

por
María del Rosario Aguilar Perdomo

BIBLIOGRAFÍA:Eisenberg-Marín: n° 1745. EDICIÓN: María del Rosario Aguilar Perdomo (ed.), Al-
calá de Henares, Centro de Estudios Cervantinos, 1998. ESTUDIO: Aguilar Perdomo (1998). GulA
DE LECTURA: Aguilar Perdomo (1999).
222 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

TESTIMONIOS

[1] Valladolid, Francisco Fernández de Córdoba, 1556 [—>]

MANUSCRITO: Biblioteca Nacional (Madrid): ms. 22.668 (copia a finales del siglo XVI de
la edición de 1556)

TEXTOS

1. Nacimiento de Felixmarte e n do ser foreado descubrirse, díxole a Bel-


las montañas de Hircania sagina la verdad de todo el caso, con
tanta vergüenca, qtie quisiera más la
muerte. [...] Cumplido el término de los
Y a avéis oído de la manera que la
princesa Martedina fue llevada de
los salvajes en presencia de Flosarán. [...]
nueve meses, [...] y passado aquel día
comencó a sentir dolores, y assí estuvo
Mas como Dios para más bien la oviesse hasta que el alva, siendo llegada la hora,
criado no la olvidó, porque a este tiem- fue Dios servido que en las manos de
po llegó una muger salvaje, y ésta tenía Belsagina pariesse un hijo, el más gran-
los cabellos largos y muy ruvios [...]. de y hermoso que jamás se vio; ellas die-
Hera hermosa de rostro, más que ningu- ron gracias a Dios. Y puesto qtie Belsa-
na de las otras salvajes. Traía en la mano gina jamás se vio en otro tanto, la
un arco de palo muy rezio, con su cuer- necessidad la hizo maestra, de suerte
da hecha de cerdas, y a las espaldas un que lo proveyó y embolvió como en tal
gran manojo de saetas de madera, muy tiempo convenía; y dexando a la madre
pesada y viva, y muy agudas las puntas. en el lecho al mejor recaudo que pudo,
En una cuerda muy gruessa traía atados hizo a la muger salvaje que le diesse le-
dos fieros leones. [...] La princesa cre- che, la cual lo hizo con alegre semblan-
yendo que la muger salvaje fuesse de la te. Y el niño tomó el pecho con gran vo-
calidad de los otros, y que para lo mis- luntad, de que Belsagina fue muy alegre.
mo se la quitava, comencó a huir. Mas la [...] Y assí estuvieron hasta que la prin-
muger salvaje que la vio, hablóla en len- cesa tuvo leche y le dio el pecho, y por-
gua arménica, llamándola y assegurán- que el niño se criava muy grande, tam-
dola que no oviesse miedo. [...] Y con bién se lo dava la salvaje, y esto fue
esto, asiéndola de la mano, la salvaje parte que fue el más ligero y alentado
sacó de la espesura a una pequeña sen- cavallero de todos los del mundo, junto
da, y aviendo andado una pieca, ya casi con la braveza de su coracón que cuan-
noche llegaron al pie de una gran mon- do se enojava era tanta, que SLIS obras no
taña, y por entre unas peñas que esta van parescían de hombre humano. Y passa-
al lado d'ella se metieron; entre las cua- dos algunos días a la princesa le pares-
les avía una gran boca encubierta. [...] Y ció ser jtisto baptizallo, y diziéndolo a
d'esta suerte estava con Belsagina, y sin- Belsagina, y no aviendo otro remedio,
tióse preñada. Y entonces su cuita fue de ella sacó una vasija con agua. Y como
veras, assí de la vergüenca de Belsagina, fuesse de buen entendimiento, mirando
como por el peligro de su persona y de los nombres de sus padres, parescióle
la criatura por estar en tal lugar; y vien- que le vendría bien llamarse Florismarte,
FELIXMARTE DE HIRCANIA 223

porque participasse de ambos; y dizién- moso que era no pudo dexar de aver te-
dolo a la princesa no le pareció mal, mas mor. Y queriendo ir adelante, vio salir por
como fuesse de mayor entendimiento, el portillo un animal, el más grande y dis-
pensando en aquel nombre, vio que si forme, y el más estraño que jamás se vio:
se dixesse Felixmarte tendría mejor sig- era todo de la hechura de osso, salvo que
nificado, y no dexaría de cumplirse la in- la cabeca y cara tenía como de león, y
tención de Belsagina; y determinada en assí era cubierto de pelos largos vedeju-
ello mandóle que assí le dixesse; la cual dos, como león hasta el medio, y desde
salida fuera, haziendo la señal de la cruz allí abaxo tenía el pelo de osso; avía las
en nombre de la santíssima Trinidad lo piernas tan derechas como un hombre, y
baptizó, poniéndole el nombre que su los bracos lo mismo; y era tan grande que
madre avía mandado. Y esto hecho con no avía hombre por alto que fuesse que
gran diligencia lo criavan, el cual se ha- le igualasse con un palmo; venía enhies-
zía tan grande y hermoso, que les ponía to, y andava tan suelto y rezio que no
desseo de llegar a conoscer si sus obras avía hombre por ligero que fuesse que le
serían tan estrañas cuanto su nascimien- igualasse. (I, cap. 16, f. 30v, p. 51)
to y enanca. Y tanto amor le tomó Bel-
sagina que recelava si de las manos se le
avía de perder; y con este temor, como 3. El origen del m o n s t r u o Leo-
era cristiana, sin que la princesa lo vie- sardo
sse, hízole en medio del pecho cinco se-
ñales, de tal suerte que formavan una
cruz, y como la ovo hecho y passaron al-
gunos días, holgóse de ver que estava de
Y el o r i g e n del fuerte Leosardo, dize
la historia, que la sabia Astrofonia
alcancó a saber por su arte que un gran
arte que allí permanescería. (I, 10, ff. 23v- sabio, que era cruel enemigo suyo, ten-
24r; pp. 37-39) dría necessidad de parte de su sangre
para su remedio. Y procurando con todo
su poder que esto no oviesse efecto, vio
2. El m o n s t r u o Leosardo que el saber de aquel sabio era tanto,
que el suyo no sería parte para estorvar-
lo; y pensando el remedio, acordó de
C uando el más valeroso en armas de su tiem-
po, y más venturoso en amores, desdichado
en ellos, derramare la sangre del bravo Leosardo, el
hazer un encantamento, cuya fuerca
para ser deshecho estuviesse en tener
que la sacare cobrará tal virtud, que quedando sin efecto alguna cosa impossible y contra
par en bondad, con ella se sacará otra que ayudará natura. Y obrando sus artes encantóse a
a quitar la penitencia que el invisible padescety que- sí propia, de manera que ninguna arma
dando entonces este passo libre, saberse han nuevas ni otra cosa pudiesse sacarle la sangre, si
de la perdida princesa de Alemania no fuesse untada con la sangre de un
animal que sin encantamento fuesse en-
Duralte fue maravillado, assí de lo que gendrado de un león y de una ossa, que
las letras dezían, que lo más d'ellas no son dos animales tan contrarios y enemi-
podía entender, como de hallar el padrón gos, que impossible cosa y contra natura
en aquel lugar; empero demasiadamente era tener ayuntamiento ni generación. Y
fue ledo por las nuevas que de la prince- por más seguridad, hizo que si acaso tal
sa prometían [...]. Y passando del padrón animal se engendrasse, no pudiesse ser
oyó de la otra parte de las peñas unos muerto ni sacada d'él sangre sino por
bramidos tan espantables, que por ani- mano del mejor cavallero que oviesse en
224 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

el mundo en su tiempo, el cual no pu-


diesse ser juntado con el animal por arte
ni por saber. Y más hizo, qrae si a este
Y c o m o v i n i e s s e n del calor muy fa-
tigadas, viendo la frescura y delei-
te de aquella huerta, parescióles baxarse
animal le fuesse por algún arte quitada la a ella. Y la emperatriz creyendo que sola
fuerca, o si fuesse acometido por dos estava, con la princesa e infanta se ba-
juntos o más, perdiesse su sangre la vir- xaron a ella. Y entre las otras fuentes d'e-
tud que tenía. Y paresciéndole que la 11a avía una de más excelencia, donde
menor d'estas cosas era impossible tener estava Lin muy rico comedor labrado por
efecto, quedó satisfecha y descuidada estraño arte, enlosado de piedras de di-
d'este caso. Mas el Sabio Invisible, que ferentes colores. [...] La emperatriz y su
mucho le importava aver la sangre, compaña enderecaron a esta fuente, la
como fuesse tanto su saber, pensó de cual tenía cerrada la parte donde el es-
desatar por su arte todos aquellos en- tanco caía de una menuda red de cañas;
cantamentos; y poniéndolo por obra, ha- y sobre ella se tendían tantos jazmines
llólo impossible, porque puesto que el que la cubrían y hazían una pared que
saber de la sabia Astrofonia no igualase parescía de flores. Y llegando cerca oye-
con el suyo, a lo menos bastó para hazer ron un armonía de música tan suave que
sus encantamentos de suerte que no pu- a la emperatriz y a la princesa e infanta
diessen ser desatados por ningún arte, si les paresció no aver oído cosa que tanto
no fuesse mediante el cumplimiento de les agradasse, y con ella sonava una boz
aquellas condiciones que puso. Y confu- que cantava con tanta excelencia que
so el sabio de no poderse aprovechar de parescía cosa celestial. Y siendo maravi-
su saber, pensó tanto en lo que haría, lladas, creyendo que algún monje fues-
que ovo de hallar remedio. Y fue que se, y temiendo que si las veía cessaría, se
con gran trabajo pudo aver una ossa pe- fueron por aquella parte que la pared de
queña, y un león lo mismo. Y como en los jazmines estava; y por entre ellos vie-
todo fuesse sabio, conoscía muchas ver- ron assentado en el cenador un donzel
vas, y sabía la virtud y calidad d'ellas, y de crescido cuerpo, vestido de ricos pa-
teniéndolos juntos mucho tiempo, tales ños, tan hermoso que a la emperatriz y a
cosas les dio de comer, que mediante la princesa e infanta les paresció dudoso
esto ellos se bolvieron de aquel ser y aver tanta hermosura en criatura que hu-
natura que para tener ayuntamiento con- mana fuesse. Tenía en sus manos una
venía. De suerte que siendo de edad, te- harpa grande y hermosa, y la tocava con
niéndolos a gran recado, ellos engendra- tanto estremo cual jamás se vio, y canta-
ron aquel fuerte animal por esto llamado va con estraña suavidad. Alrededor d'él
Leosardo tan secreto que jamás la sabia estavan algunos monjes y otro donzel
Astrofonia lo alcancó a saber, hasta que asaz hermoso, que con la siesta y dolcu-
fue muerto; el cual salió de la hechura ra de la música se avían dormido. Ellas
y fuerca que ya avéis oído. [,..] Y assí fueron tan maravilladas que no sabían
se cumplieron todas las impossibilida- qué dezir, y estuvieron atentas por ver lo
des que puso Astrofonia. (I, cap. 23, ff. que cantavan y dezían [...] Como una
39r-39v; pp. 67-68). pieca estuvieron oyendo, la emperatriz
mandó que se fuessen; y así lo hizieron
sin saber qviién era aquel donzel que tan
bien parescía; puesto que gran fuerca se
4. La p r i n c e s a C l a r i b e a s e e n a - hazían, porque tanta era la suavidad que
mora de Felixmarte no quisieran dexar de oírla. Mas la que
FELIXMARTE DE HIRCANIA 225

esto sintió de veras fue aquella excelen- íala abierta, y salíanle d'ella dos colmillos
te y hermosa princesa Claribea con una tan largos como tres palmos y retornados
nueva alteración que sin entender de arriba; y en la cabeca avía cuernos ma-
qué le viniesse al coracón, adevinando yores que de ningún toro, y assí de
lo que le avía de subceder, y reprehen- aquella hechura; y le salían unas vedijas
diéndose, aunque niña, porque era la de pelos, y subíanle hazia arriba muy de-
más honesta y acabada en bondad que rechas, y tan largas como un palmo; y
en el mundo avía. Y con esta mudanca debaxo de los cuernos tenía orejas muy
se fueron con la emperatriz su madre, grandes y disformes. Y como ellos vie-
pensando quién sería aquel tan estraño ron que enderecava a la puerta, buelta el
donzel, al estanco que más abaxo estava. alegría en temeroso espanto, y poniendo
[...] Y sabed que éste era Felixmarte, que mano a sus espadas, aguardaron lo que
por estar aquel monesterio seis millas del sería. Y parando el bulto en la puerta
castillo del Fosado, adonde él se criava, abrióse el fuego y cesó la música, y vie-
y ser tan deleitoso se venían allí muchas ron un trono muy rico, que parecía ser
vezes él y Leandel, que por su hermano de oro. Y en una lonja, que delante del
tenía, y era a esta sazón de edad de doze trono se hazía, vieron muchas donzellas
años. (I, cap. 40, f. 62v; pp. 106-108). de gran hermosura, muy ricamente guar-
nidas, con instrumentos que aquella mú-
sica hazían. Y delante d'ellas venía aque-
5. El rapto y desaparición del lla disforme bestia. Y entonces le vieron
Caballero del Socorro el cuerpo, que era como de salvaje, ma-
yor que de ningún gigante, cubierto de
aquellas vedijas que en la cabeca traía;
E s t a n d o p u e s para cavalgar vieron
escurecerse el sol, como cuando
alguna nuve lo cubre, y assí lo pensaron,
las manos y pies tenía de hechura de
águila, y era cada dedo más gruesso que
y luego oyeron una armonía de música el braco, y las uñas conformes a su gran-
tan suave que verdaderamente parecía deza, tan agudas que espanto ponía.
cosa del cielo. Y ellos fueron maravilla- Éste, como cessó la música, saltó del tro-
dos, y puestos a la puerta vieron venir no dentro en la hermita, dando tan es-
en el aire, muy cerca de la hermita, un pantables bramidos que la tierra hazía
bulto redondo grande, que parecía de tremer. Todos quisieron ir a él estando
fuego, y cubríalo por encima una nube delante el Cavallero del Socorro y el
tan grande que hazía escurecer el sol. Donzel del Aventura, mas en la hora que
Éste enderecó a la hermita y cuando lle- él puso los pies en tierra, todos se sin-
gó cerca, abaxóse, y fuesse a poner en la tieron tan ligados que ni un paso se
puerta. Y entonces vieron una figura que pudo ninguno mover de donde estava ni
en la nuve de fuego parecía, tan orrible tuvo valor de alear el braco. La fiera bes-
y espantable que no oviera coracón hu- tia se fue al Cavallero del Socorro, lle-
mano que no temiera. El rostro que se vando la boca abierta con espantable fi-
mostrava era tan grande como dos vezes gura, y tomólo entre sus fuertes bracos
el de un gigante, y tenía los ojos redon- tan ligeramente como si ninguna cosa hi-
dos y muy grandes y tan reluzientes que ziera. Y en esta hora él perdió el sentido,
llamas de fuego parecían salir d'ellos; no y fue trocado de tal suerte que no se
se le veían narizes, salvo un gran aguje- acordava de cosa que por él oviesse pa-
ro en su lugar; y la boca avía de hechu- ssado, y recebía contento de verse entre
ra de león, y assí era el rostro todo, y tra- los bracos de aquella espantable bestia;
226 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS

la cual se bolvió al trono, y assentólo en pos cubiertos de unas espessas conchas.


una muy rica silla que en él avía. Y a la Y en el escudo vieron unas letras grandes
entrada las donzellas se le humillaron y hermosas en griego, que dezían:
con gran reverencia, y como fue assen-
tado en la silla, ellas comencaron a tocar El cavallero que quisiere saber los grandes se-
los instrumentos con tanta suvidad que cretos que ay en esta temerosa aventura que Memo-
con gran ventaja excedían a la vez pri- ría de Tristura se llama, entre por la niebla;y si su
mera, y comencaron a cantar versos con valor le ayudare, la espantable señal le dará causa,
suaves vozes en loor del Cavallero del bolviéndose a este lugar, de provar su valentía con
Socorro, que dezían: los seis defensores. Y si fuere tal que vencidos, sea
buelto el estraño risco a su verdadero ser, quedará
¡0, príncipe encubierto y afamado!, con fama y gloria del más valeroso en armas de su
mostrado has con tu brap poderoso, tiempo. Y esto acabado, podrá ser hallada la per-
aquel linaje antiguo, valeroso, fección de hermosura, amor y lealtad. Y si con la
por fama conocido y por estado. prueva d'estas aventuras, ellas fueren acabadas, en-
El nombre del Socorro que te han dado, tonces serán deshechos estos encantamentos, y en ellos
se ha hecho con tus obras, hazañoso; hallados aquellos verdaderos amantes, que ya por
llegado a tal extremo qu'el reposo perdidos se tienen, junto con el valeroso príncipe Flo-
te lleva a su morada descuidado. sarán de Mista, el cual Cavallero del Socorro fue
El triumpho se le deve a la Vitoria, llamado, y la excelente princesa Martedina de Ale-
de la virtud la honra es la medida. mania; los cuales confirmarán con el matrimonio pú-
El premio del trabajo, compañero, blico, el secreto que entre ellos ha passado, y será en-
recibe la corona de la gloria. tonces efectuado el fin del remedio del más estraño y
A. tus heroicos hechos tan devida, cruel castigo que jamás a nadie fue dado.
con go^o de esperanza verdadero
(I, cap. 48, ff. 74v-75r; pp. 129-130)
Muy maravillados fueron Brasindos y
el duque leyendo esto, juzgándolo. por
6. La aventura de la Memoria de una de las estrañas aventuras del mundo,
Tristeza, donde permanecen encanta- y parecióles que el nombre que tenía de
dos Flosarán y Martedina Memoria de Tristura le era bien confor-
me, porque muy grande era la que re-
salidos ellos {Brasindos y Gayombas]presentava. Y como Brasindos tuviesse
Y de los riscos, llegaron a un hermo- más memoria del Cavallero del Socorro,
so llano que entre ellos y la niebla se ha- que no el duque, entendió cómo era el
zla, y vieron junto a ella dos figuras muy príncipe Flosarán de Misia, de que fue
grandes y espantables, que tenían un maravillado, porque oído avía dezir que
gran escudo entre ambas. Y llegados a era muerto; y más lo fue de saber que él
ellas, vieron que eran tan altas que por y la princesa Martedina de Alemania
entre ellas y el escudo podía passar un eran allí encantados, y del casamiento
cavallero sin llegar a él con la cabeca; la que entre ambos dezía aver passado. (II,
hechura de las cuales era como de hom- 19, ff. 104r-v; pp. 181-182).
bres en el cuerpo, y las cabecas tenían de
hechura de sierpes, con las bocas gran-
des y abiertas, llenas de largos y espan- 7. Los celos se a p o d e r a n de la
tosos dientes. Los pies y manos avían de princesa Claribea
grifos, con muy crueles uñas, y los cuer-
FELIXMARTE DE HIRCANIA 227

n la s e g u n d a parte d'esta gran his- 8. La presunta muerte de Felix-


E toria se os ha contado de la mane-
ra que la hermosa infanta Serfinea de
marte de Hircania
Misia apartó al príncipe Felixmarte, lla-
mándose el Donzel del Aventura, y al
príncipe don Resistel de la peligrosa ba-
Y s a b i d o d'él cómo Felixmarte ha-
vía ido armado de las armas de la
triste guirnalda, tomaron bien en la me-
talla que hazían. Y cómo porque no se moria sus señales y determinaron de
escusassen de dexalla les ofresció los buscallo hazia aquella parte que el cava-
anillos por señal que sería cumplido lo llero dixo que lo vio ir. Y estando en
que les prometía, de los cuales cada uno esto el cavallero comencó a rebolverse
d'ellos rescibió el suyo. Y también se os con el ansia de la muerte, y en su pre-
dixo cómo contando esto la infanta Ser- sencia murió. Y como viessen que solos
finea a la emperatriz Valerisa, y a las in- ellos sabían que Felixmarte havía ido
fantas Grianida y Beliserta, por oírlo la con las armas de la triste guirnalda, y
princesa Claribea fue causa que d'ello re- que Leandel llevava creído que aquel ca-
cibiesse alteración. Pues dize agora la vallero era Felixmarte por dar con las
historia, que como la princesa Claribea malas nuevas de su muerte en Colonia la
viesse la gran hermosura de la infanta tristeza que pensar se puede, y porque
Serfinea, y supiesse cómo Felixmarte re- creyendo que era muerto nadie lo bus-
cibió el anillo en señal que si ganasse caría y assí ellos más a su salvo lo po-
menos que don Resistel en la prueva del drían hallar, acordaron de desarmar al
amor recibiera por señora la que Serfi- cavallero muerto. Y porque su muerte
nea quisiesse, fue grande la turbación fuesse" tenida por amenguada, despojá-
suya, tanto que privada de toda razón, ronlo hasta quedar en carnes porque se
comencó a concebir mortal odio y saña lo comiessen animales y aves carniceras.
contra Felixmarte, porque se le puso en Y porque no conosciessen cómo no era
la imaginación creer que él se havía pa- Felixmarte diéronle en el rostro tales he-
gado tanto de la infanta Serfinea que con ridas que impossible cosa era conocerlo;
mayor estremo la amava, que no a ella; y los vestidos, y el espada y daga lo lle-
y como hombre que la tenía olvidada, le varon muy lexos de allí, y las armas de-
parescía que havía de ganar menos que xáronlas junto al cuerpo. Y assí se fue-
don Resistel en la prueva del amor que a ron, y llegados adonde pudieron
ella tocava, y havía rescebido el anillo mudaron aquellas armas y fuéronse en
para que después la infanta Serfinea lo busca de Felixmarte. [...] y dieron oca-
rescibiesse por suyo. Y con esta imagi- sión que su muerte por todo el mundo
nación anduvo muchos días que jamás fuesse publicada por cosa cierta. (III,
se le quitó de la memoria, antes refres- cap. 5, ff 198v-199r; pp. 347-348).
cándose con ver cada día a la infanta
Serfinea, vino a determinarse en creer
que era verdad. Y teniendo esto por tan
cierto como ansí passara, apartóse en se- 9. La prisión a m o r o s a de Felix-
creto y escrivió una carta conforme a la marte
poncoñosa ira y cruel desseo de ven-
ganza que entonces la señoreava. (III,
cap. 1, f. I9iv, p. 335). Y p o r ser e s t o en la fuerca del ve-
rano, baxóse a una hermosa huer-
ta que el castillo tenía, adonde el Cava-
llero de la Triste Guirnalda vio un
edificio para comer y cenar a la una par-
228 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

te, arrimado a la pared de un aposento


tan rico y deleitoso cual jamás él avía vis-
to, porque infinitas rosas y flores alde-
Y o beso vuestras manos, -dfxo
la princesa-, y mucho os ruego
no juzguéis a liviandad lo que diré, pues
rredor lo cercavan, que muy suave olor más es porque vuestro valor sea conoci-
despedían. En este cenador estava una do, que por el interés que dello preten-
mesa puesta, no menos adornada de ri- do. Porque sabed que yo he determina-
cos aderecos, que abastada de muchos do de ir a Costantinopla a poner en
manjares. Allí le fue pedido que se sen- vuestras manos, contra Famonusto, el de-
tasse, y las donzellas lo sirvieron a la recho de mi reino, lo cual ha sido causa
mesa hasta que ovo cenado, y se lleva- de traerme a la memoria un hecho que
ron de allí a su escudero Melindo. Y des- por ser tanto en vuestro favor como en el
de a una pieca, aquella donzella que lo mío, no dexaré de hazerlo llegar a efec-
truxera enseñóle un aposento que en- to, puesto que yo reciba detrimento de
corporado estava con aquel edeficio [...]. ser juzgada por más liviana de lo que a
En este aposento avía un muy rico lecho, mi calidad conviene. Mas porque vxiestro
y hermoso. Y entrado el Cavallero de la valor sea mostrado en tiempo tan acerta-
Triste Guirnalda, la donzella por de fue- do y en lugar tan alto como agora es Cos-
ra cerró la puerta con un rezio cerrojo tantinopla, donde toda la flor del mundo
que tenía. Y como el Cavallero de la es ayuntada, quiero que defendáis por
Triste Guirnalda mirasse, vio a la lumbre armas que por ser yo la más hermosa
de una hacha que allí ardía una donzella donzella de mi tiempo, merezco por esta
assentada junto al lecho, tan ricamente razón que ningún cavallero sea merece-
guarnida que él fue maravillado. La cual, dor de servirme, sino fuere aquel que por
levantada, fuesse a él; y como cerca lle- su valor sustentare veinte días que yo soy
gó el Cavallero de la Triste Guirnalda co- la más hermosa donzella del mundo; y
noció que era Filismida, aquella que en porque el cavallero que por mí tomare
don le avía pedido que se casasse con esta demanda sea seguro que de susten-
ella. Que sabed que tan pressa quedó en tarla le vendrá este premio, será condi-
el amor del Cavallero de la Triste Guir- ción que después de acabada yo le dé
nalda, que luego se embarcó en su de- una joya en señal que lo recibo por mío.
manda. [...] La cual, conocida por el Ca- Y porque los cavalleros que sirven don-
vallero de la Triste Guirnalda, tan gran zellas con más razón se animen a ser el
alteración recibió que, buelta la cabeca, toque donde se conozca vuestra gran
quiso salirse, mas viendo la puerta cerra- bondad, prometerles ha que el que ven-
da sossegóse. [...] El Cavallero de la Tris- ciere al cavallero que esta demanda sus-
te Guirnalda ovo esto por el mayor peli- tentare avrá de su señora el mesmo pre-
gro y afrenta que en su vida tuvo, mio, teniendo licencia del emperador
porque le paresció que passar la muerte para que cada uno declare aquella por
le sería más liviano que ofender a la quien se combatiere, la cual con su vo-
princesa Claribea su señora, ni aun con luntad o sin ella sea obligada a darle la
el pensamiento. (III, cap. 26, f. 230v; pp. joya en señal que lo recibe por su cava-
403-404). llero si en su nombre venciere. Y d'esta
manera, entendiéndose que sustentando
los veinte días primeros se cumple con
ambas estas razones, la fiesta será no
10. De nuevo Felixmarte es re- menos regozijada que suficiente para que
querido de amores por una doncella vuestras obras y lo que a mí toca ayan
DE HIRCANIA
FELIXMARTE D 229

por todo el mundo el renombre que oviessen oído las estrañas cosas que de
vuestro valor merece. Y porque parecería la ínsula Riscosa se dezían, antes que los
larga licencia si se supiesse que por mi emperadores se embarcassen ya la ínsu-
mego se hazía esto, os suplico que cuan- la estava llena de muchas y diversas gen-
do estemos en Costantinopla lo pidáis al tes [...]. Con lo cual aquel gran historia-
emperador. (III, cap. 30, ff. 236v; p. 414). dor Philosio dio fin a la tercera parte
d'esta gran historia, y dexó para contar
en la cuarta parte el sucesso que estos
11. El v i a j e d e e m p e r a d o r e s , r e - valerosos emperadores y grandes prínci-
yes, caballeros y doncellas hacia la pes y cavalleros tuvieron en este viaje de
ínsula Riscosa la ínsula Riscosa, y lo que en las estrañas
pruevas della les acaeció a ellos y a to-
o m o los emperadores viessen la das aquellas princesas, infantas y gran-
C muchedumbre de príncipes y ca-
valleros, princesas, infantas y donzellas
des señoras, junto con otras grandes y
diversas aventuras y notables hechos
que en Costantinopla se avían juntado, que acaecieron. Y también dirá en ella el
acordaron de poner por obra el viaje de fin de los honestos amores del príncipe
la ínsula Riscosa, y luego mandaron pro- Felixmarte, y de todos los otros príncipes
veer las naos que para ello les paresció. y cavalleros, como con la ayuda de nues-
Y como en toda Grecia y en otras mu- tro Señor se verá luego en la cuarta par-
chas partes se publicasse por cosa cierta te que se queda imprimiendo. (III, cap.
que los emperadores hazían este viaje, y 41, ff. 255r-256v; pp. 446-448).

39 FILORANTE
(finales del siglo xví)

por
José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIO

[1] Madrid: Biblioteca Zabálburu: Ms. 73-240 [-»]

TEXTOS

1. Escena cortesana después de


cenar D espués de aleadas las tablas que
media ora antes de la noche era,
tornaron a recrear en torno de aquellas

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1759. ESTUDIO: Lucía Megías (1998).


230 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

hermosas fuentes a donde con acordados bien parecía daba lugar que gozasse d'e-
instrumentos aquellas fermossas donce- Ua y tenía consigo muchas doncellas de
llas principiaron a tañer y cantar suave- su hedad y condición, aunque abía tan
mente canciones de amor dulce y gusto- poco tiempo que esta bida facía que sólo
sas, encendiendo más a Belamir y a la dos caballeros de su amor habían goza-
fermosa Florecinta, faciendo sospirar y do. Así que entrado de la manera que
sentir gran dolor a Filorante porque no oído abéis debajo de el pavellón de Be-
bía doncella por fermosa y agradable que lamir, biéndole alborotado en la ber dijo
fuese que su señora semejaze, a cuya con mucho donaire:
causa lo presente le dava mucho afán, -Membreseos, buen señor, de lo que
aunque todas aquellas cosas convocaban poco rato ha os dije, que no abiaes aca-
a deleite, tanto verde prado con fuentes vado la abentura, pues no me á salido
de mármoles y metales artificiosamente como yo cuida va, que pensando bence-
labradas y árboles con abes que gran ar- ros me avedes bencido. No sé qué gloria
monía por ellos tañían, mezclándose la beniros puede del bencimiento de una
música con el eco de las aguas y remor delicada doncella que se no bos á podi-
de las ojas de los árboles que el suabe do ni sabido defender.
biento movía acordados con los suabes En esto las doncellas, dejando las be-
instrumentos y delicadas boces. Y princi- las a una parte del pabellón, se salieron
piando el día a escurecer todos se metie- fuera a tiempo que Belamir saltó del le-
ron en el sumptuoso castillo, (ff. 2r-v). cho; travándole por sus fermosas manos
le respondió:
-Si tanta fuerca y poder, señora, tie-
2. Escena erótica nen los bencidos en esta tierra, poco po-
drán con ellos los bencedores.
Tomándola entre sus bracos, dejando
P u e s q u e d a n d o los caballeros en
sus lechos, partiéndose las donce-
llas para los suyos, quedando aquellas
ella caer las ropas que traía, entraron en
el rico lecho donde a gran savor y delei-
estancias con mucho silencio, no pasan- te cumplieron sus vokintades.
do gran pieca cuando Belamir oyó entre A este tiempo abino Albasilvio que al
las rosas y berdes arrayanes de sus pa- punto que sus ojos cerraba para dormir
bellones gran remor y, aleando la cabe- sintió a la pvierta de su pabellón pisadas
ca, bio entrar dos doncellas con sendos como de persona que en él entrase y
candeleros de plata en las manos y en sentándose sobre el lecho por mexor
ellos belas de blanca cera ardiendo, y atender lo que ser podría, sintió benir el
tras ellas la fermosa Florezinta casi des- pabellón adentro una persona. Entonces
nuda, con ropa de seda jaldes sin man- él saltó ligeramente de el lecho querien-
gas sembradas de clavellinas rojas y un do tomar su espada y manto qvie cerca
corto manto de seda roja aforrado en d'él tenía, oyó una boz muy baja y deli-
cendal jalde y un fermoso tocado de oro cada que le dixo:
con mangas anchas de camisa, y la ropa -Caballero, no abedes menester esas
y camisa escotadas de manera que traía armas para buestra captiva, que sin ellas
descubiertos SLIS albos y fermosos pe- podedes hazer d'ella a buestra guisa.
chos y garganta porque, como vos dixi- Cuando Albasilvio oyó las dulces ra-
mos, por ser de poca hedad tenía acor- cones y conoció ser doncella, turbóse
dado de nunca se casar sino de gocar más que si con diez caballeros se obiera
todo deleite, y assí el caballero que le de combatir, porque nunca en semejante
FILORANTE 231

batalla bisto se avía, mas biendo ser gran Mucha razón tengo de tomar benganca
cobardía en tal lugar y coyuntura reusa- de tu mentira y menosprecio. Mas, ¿qué
11a, especial siendo además fermossa, digo? que no podré, que mucho te amo.
acordó de folgar con ella; tomándola en- Y dando fin a este racones quedó gi-
tre sus bracos, le dijo: miendo y llorando, (f. 125v).
-Señora, bed aquí vuestro cautibo; si
en algo mi coracón os ha ofendido, aquí
yace donde podéis d'él tomar benganca. 4. Prueba de Paris
Y dejando la doncella una ropa luen-
ga que sobre su delgada camisa traía, se
metieron los dos en el lecho gustando y
gozando de aquel deleite que ninguno
R e c i b i e n d o gran pesar [Altinea] de la
folganca que Felisalva tomaba en
este razonamiento, el cual estorbó Gayo
d'ellos hasta entonces sentido havían, César que vino muy ufano diciendo:
quedando Albasilvio muy pagado d'ella -¡Gocaos, señoras, y mostraos locanas
y con gran racón porque era la más que ya estaes en el foco de la discordia
apuesta doncella de cuantas allí abía, y donde beremos quién es cada cual!
era cormana de Florecinta; y pagóse ella Altinea hera tan sañuda y celosa que
tanto de Albasilvio que sin que él ni otra no le plugo responder ni hablar a Gayo
persona alguna la conociese deliberó de César como solía. En esto no se espan-
venir a le dar su amor y como a otro tando, en poco llegaron cerca de un río
nunca dado lo avía quedó d'él tan paga- fondo donde a la otra parte d'él bieron
da que todo lo restante de su bida lea- la marabillosa morada de Enone y, aun-
mente lo amó, no se queriendo casar, (ff. que por la espesa y alta arboleda no po-
2v-3r). dían ber sus edificios ni gentilezas, y
buscando por donde badear el río, halla-
ron una estrecha y larga puente de már-
3. Lamento de la reina Altinea mol que al fin d'ella comentaban las al-
por el desamor que le demuestra el tas y encantadas columnas, términos de
Caballero de las Penas la fermosura y esfuerco; con mucho,
cosa maravillosa fue de ber la delicada
arte de las colunas porque heran tan al-
Y O n o s é q u é debo a Amor para
que me dé tan triste bida, ha-
ciéndome morir amando el más desme-
tas que apenas una águila puesta encima
se debisaba. Estaban por ellas muchas
surado caballero y sin amor para mí que imagines de cavalleros y doncellas que
nació. ¡Ay, desconocido Caballero de las la abentura probado abían, con tal con-
Penas! Todos los que te conocen te dan cierto que la más alta no se mostraba
fama de bueno y mesurado. ¿Cómo fuis- menor ni mayor que la más baja. Heran
te conmigo tan cruel y sin mesura min- puestos estos mármoles por tal ordena-
tiéndome en decir que no conocías al das ileras que no salían la una de la otra
Caballero de las Penas, mas que la prin- haciendo una calle muy luengua [sk] y
cesa Felisalba de Grecia que nunca te ancha de siete pasos; y de un mármol a
conoció bien? Sin mentirme podías escu- otro abía instancia de seis pasos, y al fin
sarte con decir que ganaste la Flor Amo- d'ellos en la frontera de la entrada heran
rosa por buen amador y que amarme no las imagines de las tres diosas; y entre
podías por amar otra doncella, y así con ellas la de Paris con su arco en la mano
este desengaño yo me volviera a mis rei- y una flecha como llama de fuego pues-
nos y, ¡por bentura!, mi agradable bida. ta en él, encarando facia la puente, mos-
232 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS

trando querer defender a las diosas. De- ron después en el primer mármol junto a
trás de estas imagines se bía una gran tierra su imagen al natural tan brabo
puerta de alabastro, assí que biendo el como él hera. Y bolbiéndose muy sañu-
emperador y todos los que con él bení- do a maravilla de la cortesía de quien le
an la puente y edificios, estubiéronlos tubo, acontencióle que no le firió Aris
una pieca mirando. A la mano diestra de porque, como no desamaba cosa nueba,
la puente bieron un padrón de alanbre que esto tubo Gayo César, que nunca
escripto en lenguaje griego antiguo. El miró dueña ni doncella que la desamase.
emperador quiso leer sus letras, las cua- Luego tras él, pasó Floriarte que, aun-
les decían: que avían aquel día muerto a su corma-
no Begadel, no mostró pesar ni senti-
A vosotros los que por aquípasaes, si abedes de miento alguno por aber muerto
ser de fama eterna, punades pasar los mármoles y peleando en socorro de su rey y señor.
ganar los precios; y abiso os que el justo Varis con- Llegado que fue a los altos y maravillo-
bierte el olvido la memoria y acuerda lo olvidado. sos mármoles donde a la entrada de la
Esto postrero que vos digo durará hasta que el cie- imagen de Paris, como hera de costum-
lo haya dado la buelta redonda bre, no se biendo ni sintiendo ál sino un
golpe en los pechos pareciéndole una
Supo el emperador leer las letras, llama de fuego que se le abía lancado
mas no entender las palabras, y bolvién- por él, sintiendo un ardor juntamente
dose a la emperatriz, mandó a todos que con Lin frío, mas no para que le diese do-
se pusiesen por la ribera de el río donde lor, y no curando d'ello pasó cinco már-
muy bien se podía ber la prueba, y que moles y, abiniéndole lo que a Gayo Cé-
no pasasen la puente sino aquellos que sar, que hera parecerle que fieros
la abentura abían de probar. Y ansí fue jayanes y mostruos le ponían fuertes ar-
luego hecho. Gayo César andaba muy mas en los pechos no le consintiendo
ardid queriendo ser el primero de la adelante pasar, de manera que le combi-
prueba diciendo: no volverse atrás por donde venido abía,
-Pésame que no es peligrosa, mas quedando su imagen entre otras muchas
quien es, dará bien que reír aquellos que figuras que allí abía en la quinta colun-
a nosotros no llegarán. na, aunque no la miró porque le bino un
Y apeándose de su cavallo con bra- pensamiento tan grabe y triste y un des-
bos ademanes, metiendo mano a la es- amor de su señora, que final se bolbió
pada, rebolbiendo un rico manto al bra- amando a Federnisa en aquel grado que
co, entró por la puente adelante antes le amaba y amando una dueña de
esgrimiendo por el aire la espada. Todos Costantinopla que mucho aborrescía. Y
cuidaban que abían de ganar el arco, si llegando ante el emperador, contóle lo
por denuedo y de menos coracón ganar- que le abía acontescido, mas no la mu-
se pudiese. Apenas llegó al primer már- danca de su pensamiento porque aun
mol cuando se paró sin poder dar paso bien no la entendía. Preguntáronle si le
adelante, dando golpes por el aire y al- avía fecho mal aquella furiosa flama de
tas bozes diciendo: fuego que la imagen de Paris lancado le
abía; dixo que no ál de sentir un fuerte
-¡Señores, sedme testigos que fieros ardor y un frío casi todo en un punto y
jayanes y monstruos me defienden el que se le abía quitado luego.
paso porque no gane el arco!
A demás reían todos cuan corto para- Tras él pasaron dos cavalleros de la
do abía y mucho más rieron cuando bie- reina, llegando el uno al cuarto mármol
FILORANTE 233

y el otro al segundo, donde sus imagines tan bien ella lo avía tratado, quedando
quedaron, abiniéndoles con la de Paris su imagen de los dos por el orden que
que salieron desamando a quien más las demás de los cavalleros; y fuese a ra-
amaban y amando a quien más aborres- tonar con una doncella de la condesa de
cer solían. Otros caballeros la probaron, Berón, a quien mucho antes desamar so-
no pasando alguno de la sesta coluna, lía; a demás sintió esto la fermosa Poli-
saliendo con la confusión que los prime- nelda y dijo:
ros donceles. El Galán llegó hasta la -Aquilina, ¿no béis cómo Victorino
octava coluna, tornándose desde allí muestra no conocerme y cómo se á ido
desamando a su señora Aureliana, apar- a raconar con aquella que él tanto des-
tándose d'ella por no le fablar, de lo que amar solía? ¿Qué me decides d'esto?
ella no poco se maravilló. Assí mismo Aquilina le respondió:
Bictorino llegó a la octava colunna sa- -No os dé pena este cuidado, que los
liendo desamando a su señora Polinelda, hombres tienen esa libertad para todo,
que ninguna racón para ello tubo, pues (ff. 181r-v).

40. FLOR DE CABALLERÍAS


de Francisco de Barahona
(finales del siglo xvi)

por
José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIO

11! Real Biblioteca (Madrid): ms. 11/3060 (olim IV.C.2) [->]

TEXTOS

1. De la extraña aventura que el por lo alto se iva ensangostando, a ma-


príncipe Rosildarán de Tracia encon- nera de pirámide. Era labrada de piedra
tró en el mar negra con algunas labores de pardo y
oro, que dando en ellos los rayos del ya
O entejantes pensamientos -criados salido sol hacía muchos vislunbres. Te-
^ por la malicia de Eulogio- el ínclito nía esta torre una puerta alta que no po-
príncipe estuvo hasta la mañana que dían subir sino por escala y encima de
a
'go lexos sobre la mar descubrió un alto ella avía aleada una puente levadica. En
edificio y maravillado se armó y mandó la pared de la torre avía unas letras y lle-
a
los marineros que guiasen la nave y, gando la nave vio par de ellas una voci-
cuando fueron cerca, vieron una alta to- na colgada y las letras leyó y vio que así
rre
Por abaxo cuadrada y muy ancha y decían:

"IBUOGRAFÍA: Eisenberg-Marín Pina: n° 1762. EDICIÓN: José Manuel Lucía Megías (ed.), Alcalá
" e Henares, Centro de Estudios Cervantinos, 1997. ESTUDIO: Lucía Megías (1997).
234 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

la Torre sacando un cuchillo enpiecan a


El que saber quisiere por qué causa se hip la
golpearse. Dio el jayán al príncipe un
maravillosa torre, toque la bocina, mas avisóle qve
golpe, el cual recibió en su escudo y fue
se á de ver en peligro, por que arrepintiéndose no
nos culpe tal que puso una rodilla en el suelo. Le-
vantóse el furioso joven y enojado de la
El príncipe acabó de leer las letras di- tardanca dio al encantado contrario un
ciendo: Ni me arrepentiré ni os culparé. Con golpe en el muslo que pasándole las ar-
esto tocó la bocina y luego fue echada la mas le hico una herida. No uvo la bruta
puente por la cual Rorsildarán subió has- sangre maticado el losado suelo cuando
ta la puerta, por la cual entró a una gran el trácico oyó unos terribles bramidos
cuadra. No se detuvo en miralla porque que en la cóncava torre temerosamente
se le puso delante un gran jayán y con resonavan. No tardó mucho cuando vio
una pesada maca le dio un golpe sobre venir contra sí un desemejado león de es-
el yelmo que rodillas y manos puso en el traña grandeca, ca era poco menor que
suelo. Con estraña presteca le asegunda un elefante. Tenía las uñas de dos pal-
otro en las espaldas que gran dolor cau- mos y no traía ningún bello, salvo arma-
só al invicto joven, el cual con la ligere- do de duras y fuertes conchas. Así como
za del pensamiento se levantó y con su vido el estraño cavallero con nunca vista
tuerca, ayudada del enojo, dio al jayán ligereca vino contra él. No se pudo guar-
un golpe en el grueso yelmo que le hico dar por el estar ocupado con el jayán, y
hincar una rodilla y dándole en el ancho así con tal fuerca lo encontró con su gran
pecho una recia punta le hico doblar el frente que lo tendió en el suelo. Vídose
cuerpo acia tras tanto que, si no se afir- en peligro porque antes que se menease
mara, con la una mano en el suelo caye- vino sobre él y con sus fuertes bracos lo
ra. Levantóse el encantado gigante y con asió con tal poder que no lo dexó mene-
su <a> ayudada tuerca tiró un golpe al ar y acudió el jayán con sus pesados gol-
señor de Tracia, el cual, escarmentado de pe[s]. Acongoxóse el hijo de Elimina, mas
los primeros, hurtó el cuerpo, de suerte turbándose no desmayó y así como pudo
que dando en el suelo hico por un buen soltó el escudo y con el izquierdo puño
rato temblar el mágico edificio. Tan fu- dio tal golpe al bravo león que le hico
rioso de aver hecho el golpe en vano el saltar la sangre por las narices. No se uvo
gigante bolvió a alear la maca que no se mostrado fuera la bárvara sangre del ani-
puede decir dexóla caer rugiendo por el mal cuando vino un cavallero armado de
aire. El hijo del griego señor no tubo todas armas, la espada en la mano y con
tiempo para desviarse, salvo meterse tan ella comencó a golpear el tendido prínci-
dentro con el jayán que no le alcancó pe, el cual mucho dudó la batalla viendo
sino con los puños y turbólo tanto que que si hería tenía más contrarios. Abra-
por poco cayera. Tanto dolor sintió el en- cóse fuertemente al cuello del bravo ani-
cantado gigante en las manos que no mal y tanto lo apretó que poco a poco le
pudo tener la maga y así la soltó y yendo iva quitando el resuello. Aquexávanle los
a echar mano se halló abracado del prín- golpes del cavallero y jayán y él enpecó
cipe. No era tienpo de descuidarse y así a quexar más fuertemente al león, de
rodeándole sus fuertes y bellosos bracos suerte que con la fuerca que el propio
comencaron una reñida lucha. Aprove- ponía, apretando al príncipe, junto con la
chando poco sus mañas y menos sus que era apretado de tal suerte se canso
fuercas para derrivarse, se soltaron y en- que del todo se ahogó. Gran contento
puñando el de Tracia su espada y el de con su muerte recibió el príncipe de Tra-
FLOR DE CABALLERÍAS 235

cía y animándose con él se levantó y meros en consejo. Sucedió que sucediendo el desdi-
acordándose que, si sacava sangre, ten- chado Aman de tan noble casta siendo doncel fue
dría más que vencer, no curando de he- llevado -para su venturosa desdicha- a la corte del
rir, se abracó con el jayán; con su merca rey de Gebra a recebir la orden de cavallería, la cual
de pocos igualada lo aleó del suelo y se le fue dada con la honra posible, recibiendo la espa-
llegó a la puerta de la torre, donde lo da de i?iano de la hermosa Xarcina; recibiendo ella
dexó caer y fuero[n] dando hasta la mar, el alma del novel cavallero que, desde el punto que
donde con el peso de las armas se aho- la vido, quedó preso de su amor y lo mismo quedó
gó, celebrando la gente de su nave la vic- la infanta de Gebra. Til fuerte Aman fue tan loza-
toria con innumerables voces de alegría. no con el dulce y nuevo dolor que la hermosura de
No se fue alabando que el Cavallero de Xarcira en su coraron avia hecho que enpegó en he-
la Torre fue tras él y, así como soltó el gi- chos a mostrar la gran fuerza que los dioses con él
gante, por detrás le dio tal golpe en el avían repartieron. Tanta fama el Moro de Tria en
yelmo que algún tanto lo turbó; asegun- este exercicio ganó que de los paganos de Gebra en
dó una punta en las espaldas que las ma- gran manera era temido; ayudóle la Fortuna en que
nos le hizo poner en la puente y las ro- la disipadora fama llevó nuevas de su fortaleza a la
dillas en el paso de la puerta. No tardó ínsula Hayana, de donde es rey el fuerte y poderoso
en levantarse el trácico joven, todo fue jayán Caramante, el cual tiene un hermano mance-
por mal del cavallero porque hallándolo bo, llamado Zarmón, el cual deseoso de honra vino
junto a sí le echó sus bracos al cuerpo y a la ínsula de Gebra con propósito de aver batalla
haciendo lo propio el de la Torre co- con el fuerte Aman Aloro de Tria para que ven-
mencaron una peligrosa lucha. Procurava ciéndolo a él toda la honra ganada por el amante de
el príncipe sacarlo fuera y el cavallero es- Xarcina le fuese retribuida. Fuele la Fortuna ava-
torvarlo, pero al fin de buen rato el cava- ra porque, así como vido la hermosura de la hija de
llero halló en la puente sin sentido, don- Galebo, quedó de ella enamorado, y así con más or-
de el victorioso mancebo dexó y gullo pidió la batalla. Ta cual otorgó el de Gebra y
bolviendo a la cuadra vido en ella una por su mano fue vencido el gigante Zarmón y por
pequeña puerta, por la cual entró a una ello afrentado se bolvió a la ínsula Bayana, donde
cámara y a la luz que un gran carbunclo pensó una gran maldad. Ta victoria del fuerte
dava vio una ara cubierta de brocado ne- Aman acrecentó el amor que la hermosa infanta
gro, sobre lo cual avía una estatua de la Xarcina le tenía. Y una noche en su aposento ima-
Justicia; en cada mano tenía sendos per- ginó que ella era señora de un tan gran reino y que
gaminos arrollados y tomando el de la para vivir honrada y quietamente no avía menester
mano derecha lo abrió y viendo que es- más, salvo-un cavallero de valor y discreción que lo
tava escrito lo leyó, que así decía: governase y que no avía otro mejor que Aman de
Tria, pues era noble y valeroso y ponderó las veras
con que la<s> servía y ama va. Migo las partes del
El fuerte Aman Moro de Tría al cavallero que pagano con la infanta el poderoso Cupido con tan-
por su valor esto allegare a leer, salud, para que con tas veras que la dexó obligada a amarle y descu-
™a sea en deshacer el mayor agravio que se á vis- brirse, lo cual higo con una doncella su privada. Ya
to- Sabrá que en la grande y nonbrada ínsula de consideraréis el contento [que] Aman recibiría y con
Cebra uvo un rey muy recto y justo llamado Gale- él fue a hablar por una huerta a la hermosa infan-
>0
> el cual tuvo una hija estremada en hermosura ta y allífueron desposados, aunque no cunplieron su
por nonbre Xarcira. Ay en esta ínsula un castillo deseo. Sabréis que el gigante Zarmón, como el amor
muy fuerte con ocho torres; es la mejor posesión que de Xarcira le aquexase con amoroso celo, enbió a un
(
n Cebra tiene ningún cavallero, y los señores d'él primo suyo llamado Malcor a la ínsula de Greba
por excelencia se llaman Moros de Tría; tienen en para que todas las noches rondase la huerta de la
c
°i'te del rey Galebo el más principal lugary los pri-
236 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

infanta j una a caso salió de la huerta el venturo- el mago Episma, ya fuera muerta de pena. El rey
so -hasta entonces- Aman y, como Malcor lo vido, Caramante y su hermano Zarmón como hecho que
echó mano con sus conpañeros diciendo: "No se usa, ya lo tenían de su parte muy contentos bolvieron a
don traidor, hacer esto con los reyes, que yo os acu- la corte de Gebra y dixeron que, porque no fuesen
saré"; de lo cual temiendo el pagano de Tría echó tenidos por sospechosos, que todavía sustentarían ba-
mano a la espada y con soberano esfuerp dio un gol- talla a cualesquier cavalleros por el tienpo que du-
pe a Malcor por la garganta que la caveija de por rare la vida del rey Galebo. Ya veréis, cavallero, el
sí echó en el suelo; en algunas partes fue herido el pesar con que <qué> quedara elfuerte Aman, pre-
valeroso pagano de Tría por los conpañeros de Mal- so en el castillo de Tría, sin esperanza de ver a su
cor, mas no desmayó, antes con mucha ligereza se re- señora; y considerando la pena de Xarcina os supli-
bolvió entre ellos y dexando muertos seis s[e] salió y co prometáis el remedio, pues con vuestro valor lo po-
se fue a su morada, donde disimulado se estuvo. Con
déis dar. Con que acabo deseando el acrecentamien-
la muerte de Malcor y sus cavalleros se levantó en
to de vuestra honra y fama con mi remedio.
la cidad grande alboroto, hicieron inquisición, mas
El fuerte Aman Moro de Tría
no se supo, por lo cual el rey Galebo estava muy
confuso. No faltó quien lo sucedido escrivió al pode-
roso rey Caramante y a su hermano Zarmón, los
Muy admirado quedó el ínclito de
cuales, so color de vengar la muerte de Malcor, vi-
Tracia de semejante aventura y aviendo
nieron a hacer lo que deseavan y es que, llegados a
duelo del fuerte Aman propuso de ayu-
Gebra, acusaron -delante de toda la corte- de trai- darle y poniendo el pergamino donde
dor y desleal vasallo al fuerte Aman Moro de Tria estava tomó el de la mano izquierda y
y de falsa a la infanta Xarcina. Ya veréis la tur- vio que SLIS letras así decían:
bación que la demanda puso en la corte. No aguar-
dó más [el] colérico rey Galebo, porque mandó pren- Yo, el mago Episma, viendo la sinrazón que al
der al venturoso Moro de Tria y meterlo en una fuerte Aman se hace, indigna de su virtud y valor,
escura prisi[ó]n; lo propio higo de Xarcira, sin pareciéndome injusticia sino le ayudava con lo que
ablandarle las tiernas lamentaciones ni amorosas los dioses fueron servidos de partir conmigo, lo hice
persuasiones. Viendo esto, el rey Caramonte dixo para poner ánimo a los cavalleros a hacer lo propio
que lo que avían él y su hermano dicho lo susten- viendo que el que no tiene obligación -sino la de la
tarían tres años a cualesquier cavalleros que se lo de- ra{ón, que harta es- con todo su saver lo á procu-
mandasen y, si pasados faltavan, que pusiesen en su rado. Ellos que conjuramento lo an prometido con
poder los presos y el rey Galebo vino en ello. Tasa- todo su poder les ayuden y así digo que deseando que
ron los tres años y uvieron el rey Caramonte y Zar- se deshaga el tuerto que en Gebra se hace por los
món los presos en su poder, a pesar de toda la cor- señores de Bayana hice esta maravillosa torre para
te. Al fuerte Aman encerró en el grande y famoso que los caminantes cavalleros supiesen la causa de su
castillo de Tria, donde por darle muerte desesepera- obra; plísela en la mar porque está más a noticia de
da lo tiene encerrado con muchas guardas sin espe- todos, y en ella las guardas para que el que no fue-
ranza de salir. El gigante Zarmón ya oístes que es- se de valor no se pusiese en travajo, pues sería escu-
tava enamorado de la hermosa Xarcira, pues como sado. ¡O, tú, cavallero que esto leyeres!, si la obli-
la vido en su poder con increíble alegría se quiso ca- gación te constriñe, procura remedio para los afligidos
sar con ella, mas su hermano Caramonte con astu- amantes y porque no travajes en ir a Gebra, toma
to intento dixo que no lo hiciese, porque el rey Ga- uno de esos remos que en el ara están y ponió den-
lebo se enojaría y la desheredaría de la ínsula de tro de tu nave y con eso pierde cuidado de tu cami-
Gebra, sino que aguardase que el rey muriese. Zar- no. Con que acabo deseándote salud para que lo
món fue d'ello contento y así, porque estuviese más pongas por obra.
segura, la encerró en otro castillo donde pasa tan
triste vida que no puede creer; y si no la consolase El mago Episma
FLOR DE CABALLERÍAS 237

Muy contento acabó de leer el perga- cabo de aver travajado una hora, cayó
mino el príncipe de Tracia Rorsildarán y con la reina, en la cual caída ganó algu-
tomando un remo se bolvió a salir y ba- na pequeña ventaja y contentándose am-
xando por la puente entró en su nave y bas con lo hecho se levantaron y la prin-
mirando como la levadica se bolvía a dar cesa dio la orden de cavallería a la reina
puso el encantado remo. La nave co- y armándose anbas por lo que acaecer
mencé velocísimamente a caminar, de lo pudiese se sentaron al borde y muy ma-
cual ivan todos admirados; preguntaron ravillada la reina de vella muger que,
la causa y el noble tracio la dixo, donde hasta entonces no avía advertido, por te-
los dexaremos caminando por la mar ner sus dorados cavellos cojidos en una
que no en poco peligro se vido con un red de oro y admirándose de su perfecta
cavallero. (ff. 94v-98r). y sin par hermosura le preguntó quién
era, a lo cual respondió lo que savia, que
era más que el nonbre. Con la ligera ve-
2. La dama bizarra Rubimante locidad que la galera caminava, a hora de
combate contra la amazona Florazana sexta llegaron a un puerto donde la reina
mandó sacar dos cavallos y saliendo a

C o m o el l u g a r donde estava la be-


llísima Rubimante era público, no
pudo declarar su pena, lo cual la hico
tierra con las ninfas Florisa y Midea co-
mencaron a caminar y Rubimante pre-
guntó a la reina qué era el don que le
más acerva. Con mostrar la gravedad que avía otorgado. La amacona dixo;
avía mostrado, era tanto lo que amava a
-Sabréis, valerosa dama, que estando
Belinflor que con ser la doncella que más
yo en la cidad de Sonterra me vino a ver
amó en el mundo, aunque en sus amores
mucho tienpo vivieron, un punto no se le el sapiente Eulogio y me dixo que me
acrecentó; tan perfecto y entero era el partiese a buscar cavallero que me diese
que entonces tenía. Viendo pues apartar la orden de cavallería y que aquel le pi-
el batel de su querido quisiera mandar diese un do[n]. Vos me lo avéis otorgado
seguirlo si no diera nota; disimuló y la y es que os vais conmigo a Sonterra y es-
pena que avían de recebir sus ojos y len- téis allí y provéis la primera aventura
gua mostrándola con señales se pasó al que a la placa viniere.
coracón, con lo cual fue doblada. Luego -De muy buena voluntad, -dixo Rubi-
mandó a sus ninfas que la desarmasen y mante.
lo propio hico la reina. Desarmadas las Y hablando en diversas cosas, aunque
bizarras damas, las bellísimas columnas su memoria en una perseveró, que era en
de fino cristal abiertas se vinieron la una su querido cavallero y tan suspensa la lle-
para la otra y rodeándolas a sus hermo- vava esta amorosa imaginación que lo
sos cuerpos comencaron a mostrar sus más de lo que la reina hablava no enten-
mañas y fuerzas. Visto de Apolo tan es- día. A cabo de poca pieca llegaron a un
tremado trance, deseoso de ganar algún camino ancho pero muy deleitoso por-
favor, baxó de su cuarta sphera, anduvo que a las orillas avía muy frondosas ar-
buscando ocasión para ponerse entre boledas; en el principio d'él avía una pe-
ellas. Andavan tan juntas que, como in- queña columna con unas letras, las
dignos todos, no dexavan lugar, por lo cuales Rubimante leyó y así decían:
cual juzgando la racón d'ellas estuvo
contentándose con mirallas, hasta que la
Cuando la furiosa leona, apartada del corona-
que con racón ganó la Palma de Palas, a
do león, con la braba on%a a este camino llegaren,
238 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

ser libre el perdido tigre abriendo camino a más tro- do, mas ella recibió tal repuesta que Apo-
vados rencores. lo la tomara por favor, que manos y rodi-
llas puso en el suelo. Luego se levantó y
No entendieron el obscuro rótulo, an- comencó fuertemente a golpear a su con-
tes picando a los cavallos querían entrar trario. La bella Rubimante andava muy es-
en el deleitoso camino, mas vino un aire pantada de los golpes que recebía de su
tan recio que detuvo a ellos y los cavallos. contrario y por ello acrecentava los suyos
Con más deseo les picaron más recio, mas en esto. La amacona reina se travo a bra-
no podían pasar adelante y muy enojadas cos con su contrario; eran iguales así en
se apearon y provaron a entrar y, aunque hermosura como fortaleca y andando lu-
les fue muy defendido, con rriugeril tesón chando cayeron anbos y dando en el sue-
vencieron la dificultad y entrando por el lo saltó el yelmo de la encantada dama,
camino comencaron a andar con mucho quedando su rostro más hermoso que el
contento por la frescura del sitio, suavidad de Apolo cuando las mañanas de prima-
del aire, melodía del canto de las aves, vera echa el resto de su gallardía. No se
hermosura de varias yervas, fragancia de uvo mostrado cuando vino un recio vien-
diversas flores. En efeto por la perfecta to que a la reina Florazara y a Rubimante
delectación no anduvieron mucho segu- y su contrario echaron fuera del camino,
ras porque vieron venir contra sí dos po- pareciendo ante él un cristalino muro que
derosos salvajes. Una porfiada batalla tu- defendía la entrada. Las letras del padrón
vieron con las damas, al cabo de rato
estavan mudadas. Viéndose fuera del en-
quedaron muertos y las victoriosas seño-
cantamento el contrario de Rubimante,
ras pasaron adelante y no muy lexos vie-
dando un suspiro dixo:
ron una gran casa de cristal; ante ella avía
una fuente que con el armonía que el so- -Valerosfos] cavalleros, para agradecer
noroso aiido cayendo una agua sobre y pagar el beneficio que me avéis hecho,
otra hacía. Estavan gustando d'ella una os suplico me queráis decir quién sois y,
hermosa dama, en su regaco estava echa- porque estéis seguros de mí, saved que
do un cavallero de lindo parecer, de gra- soy el emperador Rosendo de Rosia.
ve y hermoso rostro, de edad de treinta -Siento [que] por mi parte, esclarecido
años; cabe ella estava una doncella de señor, no cunpliré lo que me preguntáis,
grandísima hermosura; tanta era que mi- suplicóos me perdonéis. Saved que yo
rada de repente era un traslado de Rubi- soy Lina vuestra servidora, que no co-
mante. Como los tres señores vieron las nozco padre ni madre salvo que me crié
damas, se levantaron y se metieron en la encerrada en el Castillo Encubierto, don-
casa de cristal y a cabo de rato salieron de el valentísimo Cavallero del Arco hico
dos cavalleros armados de linda dispusi- maravillosas cavallerías por librarme y
ción y sacando las espadas se fueron para andando por la mar encontramos esta
las damas. Ellas enbracaron sus escudos y preciada reina de las amaconas y cami-
juntándose todos se dieron tan pesados nando llegamos a esta ínsula donde nos
golpes que las rodillas hincaron; otros á acaecido lo que avéis visto.
asegundan que casi se sacaron de sentido.
No sucedió en el mundo más hermosa ba- El emperador les dio las gracias de la
talla porque los guerreros eran estremo de cuenta que les avía dado y dixo más:
hermosura. Dio la reina Florazara un gol- -Si ay recaudo, valerosas damas, para
pe a su contrario sobre el honbro sinies- que podamos salir d'esta ínsula, hagá-
tro que con dolor no pudo tener el escu- moslo y vamos a Rosia donde tendréis
aquel inperio por vuestro.
FLOR DE CABALLERÍAS 239

Las damas se lo agradecieron; y por ño vieron partir la galera con la ligereca


no tener cavallo el emperador, las biza- que avía venido, mandaron a los marine-
rras damas no cavalgaron y así todos tres ros que enderezasen a Rosia y con mu-
a pie comencaron a caminar y llegando a cho contento ivan todos, hasta que les
la nave se enbarcaron. Y como las damas sucedió lo que se os dirá. (ff. 154v-156v).

41. FLORAMBEL D E LUCEA (I-II)


de Francisco Enciso Zarate
(1532)

por
María del Rosario Aguilar Perdomo

TESTIMONIOS

a) Primera parte, libros I-III


[1] Valladolid, Nicolás Tierri, 1532 (22 de junio) [H>]
[2] Sevilla, Antonio Álvarez, 1548 (7 de abril)

b) Segunda parte, libros IV-V


[1] Valladolid, Nicolás Tierri, 1532 (25 de septiembre) [-»]
[2] Sevilla, Andrés de Burgos, 1548 [colofón: 15491 (26 de enero)

TEXTOS

1. De cómo Florineo le otorga lafrén bayo muy fermoso y bien garnido


un don a la doncella Clarinea a causa y llevava de trailla un can, el más estra-
del más lebrel del mundo ño y maravilloso que se nunca vido, el
cual era todo blanco como una paloma y

Y esto acordaron todos cuatro un


día que fueron a monte, lo cual
acotumbravan de fazer muchas vezes
de estremada grandeza, porque era poco
menor que el palafrén de la donzella y
era de talle de lebrel, y tan fermoso que
por ser la tierra de muy buenos montes estraña cosa era de ver, y tenía al cuello
y de ley todas las florestas. Y aquel mis- un collar de oro de maravillosa labor,
mo día les acaesció que volviéndose asaz rico. Y la donzella llevava en la
para la ciudad con propósito de pedir al mano una cadena de plata que se atava
rey el don que tenían concertado, yendo al collar del can, y ella vestida en hábito
por su camino vieron ir una donzella por de monte. Y como los donzeles a ella lle-
la vía que ellos llevavan de estraño há- garon no fueron poco maravillados de
bito y fermosura, la cual iva sobre un pa- ver una cosa tan estraña, y llegándose

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1767 y 1772. ESTUDIO: Rojo Vega (1989).


240 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

más cerca la saludaron muy cortésmente, ro; y lo mismo fizo a dos puercos muy
y ella otro sí les tornó las saludes en len- espantables que toparon aquel día, de lo
gua estraña; mas los infantes, como eran cual no poco espantados fueron los don-
enseñados en muchas lengtias, luego lo zeles; y cada uno d'ellos lo desseava
entendieron. Y Florineo que estava muy para sí, y más Florineo que nadie, que
codicioso de saber las aventuras del no uviera cosa por grande que fuera
mundo le fabló en su lengua y le dixo: siendo suya que él no diera por él para
-Mi buena señora, si vos paresciere lo presentar al rey su padre, que era el
género de mala crianca fablar a quien no mayor montero de coracón y obra que
conosco, ruégovos que me perdonéis, y avía en el mundo, y con desseo que uvo
si es cosa que sin aventura nada podéis del can dixo:
dezir, nos digáis por cortesía quién y de -Buena donzella, ¿avría cosa en el
dónde sois, y la demanda que tra[é]is, nuindo porque vos diéssedes ese can?
porque estos señores y yo somos donze- Y ella respondió qtie sí, y él le dixo
lles que desseamos mucho saber las co- que por qué cosa lo daría. Y ella le res-
sas estrañas del mundo. pondió que primero le diría quién era,
La donzella que tan mesurada y sa- ya por eso no quedara ni dexara de lo
biamente le vido fablar miró más en él saber. Dixo él:
que de primero, y como le vido tan fer- -Ca sabed que a mí llaman Florineo
moso y ricamente guarnido luego pensó de Lucea y soy fijo del rey Aquilanio de
que devía ser Florineo de Lucea, a quien Esocia que es señor d'esta tierra.
ella venía a buscar, y faziendo finta que Cuando la donzella esto oyó, se le
le no conocía respondió: humilló mucho y le pidió muy afincada-
-Fermoso donzel, yo soy una donze- mente que la perdonasse porque no le
lla estraña de Uueñes tierras, en las cua- avía fablado con la cortesía que merescía
les se acostumbra mucho el cacar y se por no averie conoscido, y díxole:
crían tales canes como éste que vedes, y -Mi buen señor, no ay persona en el
allá oí dezir cómo acá en esta vuestra ay mundo a quien yo dé el fermoso sino a
muy buenos montes adonde os exercí- vos, mas á de ser con condición que en.
táis mucho en la caca, por lo cual me pago d'él me avéis de otorgar un don
tomó codicia de los venir a ver por ver cual yo vos demandare.
la ventaja que fazen los unos a los otros, Y el infante estava con tanto deseo
y traxe comigo este fermoso lebrel por del can que luego se lo otorgó y ella le
ver si por codicia del querrá alguno em- entregó el can y comencaron su camino
prender lo que otros con gran cobardía fazia la ciudad fablando de muchas co-
no han osado. sas. (I, cap. 2, ff. 2v-3r).
Y ellos que vieron que la donzella se
quería encobrir no le demandaron más
de su fazienda, antes le rogaron que 2. Cardenia requiere de amores
pues venía a ver montes que se detu- a Florineo
viesse en aquel que era muy bueno y
que allí verían lo que aquel fermoso can
sabría fazer, y ella lo otorgó de buen gra-
do. Y metiéndose por la floresta no tar-
C u a n d o la d o n z e l l a Cardenia se
vido en el batel con aquel que tan-
to amava fallóse la más congoxada fflu-
dó de salir un oso muy grande, al cual el ger del mundo, porque diversos pensa-
can salió y acometió tan bravamente que mientos la combatían: de la una parte,
assí le degol[l]ó como si fuera un corde- amor, y de la otra, vergüenca; de la otra
FLORAMBEL DE LUCEA ( i - I l ) 24l

el temor que tenía de ver aquel que tan- E diziendo estas y otras muchas cosas
to amava puesto en aventura de muerte de grande amor la asosegó y le dio muy
si Corniel entrava en batalla a su causa. buena esperanca de cumplir toda su vo-
Y pensando en todas estas cosas no sa- luntad [...]. Y ansí anduvieron tanto fasta
bía en qué se determinar, y maldezía que fue de noche, la cual les tomó muy
muchas vezes a su tía la Dueña del Fon- escura en un verde prado junto a una
do Valle porque en tal cuidado la metie- fuente que estava casi en el camino. Y
ra; y en fin tuvo por mejor aunque reci- como vieron tan buen lugar para des-
biesse alguna afrenta descubrir su cansar, acordaron de quedarse allí aque-
coracón a Florineo que vivir con tanta lla noche; y quitando los frenos a los ca-
cuita, y estando un día después de aver vallos y al palafrén los dexaron pacer de
comido assentados al borde del batel mi- la yerva que assaz avía en el campo; y
rando la mar, le comencó a dezir: después Lelio sacó de cena, que del ba-
-Mi buen señor Florineo, ruégovos tel tomara algunas cosas pensando lo
que no tengáis a desonestidad ni maldad que avía de ser. Y como ovieron cenado,
lo que vos quiero dezir, pues si lo es, Lelio tendió su manto en el prado, don-
vuestra fermosura y bondad son causa de Florineo albergasse, y él y la donzella
d'ello, y es que avéis de saber, mi verda- se apartaron cada uno a su parte por lo
dero señor, que desde la primera ora dexar dormir, y él se tendió sobre el
que os vi me aquexa tanto el vuestro manto teniendo el escudo por cabecera;
amor que no pudiéndolo más sufrir de- mas la donzella, que en tal trance se
terminé de pediros ayáis duelo de mí, y vido, no se le olvidó lo que Florineo le
devéislo de fazer, porque si viesse que prometiera, antes estuvo aguardando a
después de averme descubierto a vos que Lelio se adormiesse, y cuando lo
dezir esto no lo tomásedes de buen gra- vido adormido levantóse muy passo y se
do, me echaría a la hora de aquí ayuso fue adonde Florineo estava; y él como la
donde en un punto pereciessen mi des- vido no le pesó con su venida, antes se
vergüenza y vida. desarmó muy passo ayudándole Carde-
nia, y después los dos se tendieron sobre
Y esto dezía con tanto fervor que mu-
el manto, donde con gran plazer de en-
chas lágrimas derramava por las sus fa-
trambos folgaron la mayor parte de la
zes. Cuando Florineo tal cosa oyó, fue
noche. Y Florineo quedó muy pagado de
mucho turbado, porque aunque avía co-
la donzella, porque era muy fermosa y
nocido d'ella que le avía buen talante no
apuesta y nunca a otra conosciera de
cuidó que a tanto se estendía, y según lo
aquella guisa, y sobre todo era muy gra-
que en ella conosció, bien vido que si no
ciosa. Y ansí estuvieron mucho a su sa-
le respondía bien de fecho se lancaría en
bor fasta que el alva venía. Y sabed que
la mar, y por no dar lugar a esto le res-
aquella noche Cardenia se fizo preñada,
pondió:
y venido el tiempo parió un fijo de quien
-Mi buena amiga Cardenia, no me adelante la historia fará larga mención,
tengades por cavallero tan sin mesura que que fue uno de los buenos cavalleros del
no sepa agradescer al que bien me faze y mundo. (I, cap. 6, ff. 6r-v).
dessea, y conosciendo yo de vos tan
grande amor y aviéndomelo manifestado
°s quedo tan obligado que no sé cosa
con que vos lo pague sino con otro tal, el 3. El nacimiento de d o n Lidiar-
cual yo vos tenía y tendré de aquí ade- te del Fondo Valle
lante, aunque no por la vía que fasta aquí.
242 CABALLERÍAS
ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C CASTELLANOS

Y c u a n d o C a r d e n i a le echó menos
[a Florineo], la cual le atendió fasta Y c o m o v e n í a algo cansado, dando
el escudo a su escudero, se quitó
la noche, como vido que no venía, lue- el yelmo viendo que no avía allí quién le
go pensó que se hera ido y fizo pesqui- conosciesse y púsose en la cabeca un
sa por el lugar donde le dixeron que lle- fermoso chapeo blanco con muy ricas
vava otras armas, por lo cual fue piedras que la infanta le mandaría dar; y
certificada del todo de su partida. Y como venía encendido con el calor y tra-
cuando se cierto lo supo, pensó de mo- bajo que passara quedó tan fermoso que
rir de pesar, y fazía tantas cosas que si no los cavalleros que no le avían visto fue-
fuera por su padre de fecho le fuera bus- ron muy espantados y pagados d'él, y
car, mas por su temor no osó. Y ansí más la infanta que nadie, porque como
quedó con mucha tristeza fasta de allí al- le vido tan aptiesto y avía visto las mara-
gunos días se sintió preñada, lo cual le villas en armas que fiziera puso tanto los
causó gran alivio y consuelo por que- ojos en él que sin poder resistir las fuer-
darle casta de tan alto príncipe y tan cas de Venus fue tan presa del amor de
buen cavallero. Y propuso en su pensa- Florineo que no tenían ningún descanso
miento de no ser casada ni conoscer a sino cuando lo mirava, aunque ella lo
otro hombre en su vida, la cual assí cum- encobría lo mejor que podía, porque
plió como adelante lo oiréis. Y viendo hera muy entendida y honesta donzella.
que ya el tiempo de parir se le acercava, (I, cap. 10, ff. llv-12r).
acordó de ir a la casa de su tía la Dueña
del Fondo Valle, porque allí podría parir
más encubiertamente que en otra parte 5. De c ó m o Beladina seduce al
alguna por ser su tía; y demandando li- valeroso Caballero del Salvaje
cencia a su padre diziendo que quería ir
a ver a su tía, se fue para allá. Y la sabia
dueña la rescibió muy bien y le dixo
toda su fazienda, que la sabía tan bien
Y e n e s t e m e d i o tiempo, la infanta
mandó aderecar grandes fiestas
en el castillo del Deporte, que ansí se Ua-
como ella. Y allí estuvo fasta que se mava un fermoso castillo que tenía en
cumplió el tiempo que avía de parir, y cabo de todo el reino sobre una ribera
venido el día parió un infante, el más de un río que por junto a él entrava en
fermoso del mundo, con el cual se folgo la mar, y estava assentado al pie de una
Cardenia demasiadamente, y mucho más montaña tan áspera que por maravilla
la dueña, porque sabía que avía de ser arribava allí persona nascida, porque es-
uno de los mejores cavalleros del mun- tava en la más apartada tierra de todo el
do; y faziéndolo cristiano, le pusieron reino de Irlanda; y en él avía tan fermo-
nombre don Lidiarte del Fondo Valle, sas y ricas moradas y vergeles y huertas
porque nasciera en aquel valle, y allí lo de tantas arboledas y tan sabrosas fuen-
tes que lo más del tiempo fazía en él su
criavan con la mayor diligencia que po-
habitación el rey de Irlanda, padre de la
dían. (I, cap. 9, ff. 9r-v).
infanta cuando era bivo, y por ser tan
deleitoso y apartado le llamavan el casti-
llo del Deporte. Y allí acordó la infanta
4. La h e r m o s a infanta Beladina de llevar a Florineo y fazetie tantas fies-
se enamora de Florineo, el Caballero tas y plazeres que le ganasse la voluntad
del Salvaje para qiie oviesse por bien de se casar.
con ella y procurava todo cuanto podía
FLORAMBEL DE LUCEA ( i - I l ) 243

por lo encender en el amor que ella ar- sus donzellas y escuderos que se fuessen
día; y como era niña y tan fermosa y lo- a comer; y tomando ella el laúd en sus
garía, él estaba muy pagado d'ella, mas fermosas manos comencó a tañer y can-
no tanto que le fiziesse mudar su propó- tar tan suavemente que Florineo quedó
sito [...] Y llegados a él [el castillo del De- espantado de la oír; y con mucha gracia
porte], Florineo fue muy maravillado de y melodía dio principio a una dulce can-
ver tan rica morada en lugar tan aparta- ción que dezía:
do y áspero, y cuando fueron dentro
nunca fazía sino mirar la fermosa y es- Pues que amor y mi ventura
traña labor, assí del castillo como de las me hicieron tan desdichada
cámaras y huertas y fuentes que en él de amar do no soy amada
avía y dezía que en su vida viera cosa viviré siempre en tristura.
tan rica y deleitosa como era aquel cas- Con tristura y sin placer
tillo, y allí estava tanto a su sabor que le viviré pues que mi suerte
semejava estar en el paraíso terrenal, me ha causado cruda muerte
porque luego como llegaron aquella fer- sin yo gelo merescer.
mosa infanta mandó poner las mesas Y pues que mi desventura
junto a una sabrosa fuente a la sombra mine fisp tan mal hadada
de unos árboles muy fermosos y oloro- de amar do no soy amada
sos, adonde comieron con mucho pla- viviré siempre en tristura.
zer, y los cuatro escuderos y Lelio ser-
vían al Cavallero del Salvaje y dos E como estava tan ferida del amor de-
donzellas a la infanta, y las otras cuatro zíala tan bien y con tanto dolor, mez-
estavan tañiendo y cantando muy dulce- clando con el suave canto tantos sospi-
mente, porque la una tañía un laúd, y la ros, que como era niña y fermosa no
otra un dulce mel, y todas se concerta- pudo tanto la fortaleza de Florineo que
van tan bien y fazían tan dulce armonía pudiesse resistir a las fuercas de Cupido
con sus suaves cantos que le parecía a para que su bravo coracón no fuesse
Florineo que en su vida oyera cosa que traspassado con las palabras de la can-
tan bien le paresciesse. Y allí fueron tan ción, las cuales encendieron en él un tan
bien servidos de tan diversas y buenas sabroso fuego de amor que jamás se le
viandas y tan abundosamente como lo mató. Y cuando la infanta dio fin a su
fuera en la corte del rey de Inglaterra. Y dulce música, él quedó tan pagado d'ella
Florineo estava maravillado del rico y que de todo en todo se determinó de no
alto servicio que la infanta le fazía y bien entender sino en servirla y en fazer cuan-
vido que no avía cosa en el mundo con to ella le mandasse con tal que no le es-
que le pudiesse pagar lo mucho que le torbasse de buscar las aventuras y seguir
devía, y si no tuviera memoria de las las armas. (I, cap. 15, ff. 21r-v).
aventuras y cosas de las armas, cierto se
casara con ella por la complazer, mas
acordándosele d'esto, no veía la hora de
ser salido de aquel lugar, porque le pa- 6. El nacimiento y rapto de Flo-
recía que recebía mucha vergüenca en rambel de Lucea
estar allí sin fazer cosa de que honra pu-
e n e s t e t i e m p o ya la infanta es-
diesse ganar. Y cuidando en todas estas
cosas estuvo fasta que ovieron comido. Y tava grand preñada, porque se
acercava el tiempo en que avía de parir
Y las tablas aleadas, la infanta mandó a
y tenía todas las cosas necessarias y a
244 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

punto cuando una tarde ya de noche le las lágrimas en los ojos de mucho plazer
tomaron los dolores del parto y, como le dio su bendición y le dixo:
era niña y no acostumbrada a tal menes- -Fijo mío, Dios que tan fermoso te
ter, vídose en mucho peligro y retráxose fizo te faga tal que parescas a tu padre,
a una rica cámara que aparejada por porque aunque no seas mejor que él me
aquello estava, solamente con Florineo y tendré por muy contenta; y pues que
Filena y Lelio, y mandó a todos los otros con tal señal nasciste, mi voto es que
del castillo que se fuessen a dormir y ayas por nombre Florambel de Lucea
que nadi fiziesse ruido porque no se porque le alcance parte de tu belleza y
sentía muy buena. Y después de todos también porque participemos d'él tu pa-
retraídos, Florineo la tomó en sus bracos dre y yo. [...]
y la comencó a esforcar mucho dizién- Y ansí estavan los dos con su fijo con
dole palabras de grande amor. Y como la el mayor plazer del mundo, mas como la
ora hera llegada, la infanta parió un niño adversa fortuna embió Dios a de la prós-
en las manos de Filena, el más fermoso pera [...] quiso tan presto mudar esta tan
y marvilloso que se nunca vido, porque sobrada alegría en amargos lloros y
era tan grande que Filena avía harto que abundancia de lágrimas d'esta manera,
fazer en lo tener en sus bracos y luego que estando Florineo y la infanta con su
lo enbolvió en muy ricos paños. Y es- fijo Florambel entre sí, sintieron muy
tando ansí enbolviendo le vido una se- gran estruendo en el castillo y vieron a
ñal, la más maravillosa que jamás en el desora abrirse con mucho ruido las puer-
mundo se viera, y era que el niño era el tas de la cámara y entrar por ellas un
más fermoso y blanco que nunca se vido león, el más espantable del mundo, y
y avía en el braco siniestro una pequeña eran tan grande como un gran cavallo y
flor muy hermosa y bien fecha a manera tan fiero que espanto era de lo mirar, y
de violeta, que era tan vermeja y encen- venía echando muy grandes llamas de
dida que semejava propiamente ser fe- fuego por las narizes y por la boca y por
cha de un rubí. Y cuando Filena le vido los ojos, y dando tan grandes saltos y
tan fermoso y la señal tan estraña con bramidos que todo el castillo fazía reso-
nar. Y det'ras d'él venía un home viejo y
que nasciera, fue muy espantada, y por
muy anciano con la barba fasta la cinta y
consolar a sus padres que estavan algún
tan blanca como la nieve, que avía los
tanto cuitados a causa de que la infanta
ojos tan resplandescientes que semeja-
quedara muy quebrantada del parto le
van dos antorchas encendidas, y el león
tomó medio enbuelto y se lo llevó al le-
se mostrava siempre más bravo y se ve-
cho donde la infanta estava y llegándose
nía a mucha priessa contra el lecho don-
a ella con mucho plazer le dixo: de la infanta y Florambel estavan, y
-Mi buena señora, alegradvos y dad cuando ella y Filena vieron cosa tan des-
gracias a Dios porque vos fizo madre de emejada y espantosa ovieron tan gran
tan fermosa criatura. miedo que sin ningún sentido quedaron
Y diziendo esto se lo puso delante y tales como muertas. Florineo, que aque-
la infanta le tomó entre sus bracos y, llo vido, aunque en gran pavor fue meti-
do, no le faltó su bravo coracón, antes
aunque estava mala, con el mayor gozo
con gran ardimiento se levantó de don-
del mundo le besó con mucho amor, y
de estava, y fue a tomar a gran priessa su
cuando le vido tan fermoso no se farta-
espada y manto que junto de sí tenía, y
va de lo mirar, y viendo la flor que en el
metiendo mano a ella embracó el manto
braco tenía fue mucho maravillada y con
FLORAMBEL DE LUCEA ( l - I l ) 245

y arremetió para el león con mucha ira dad; el cual estava solo sin escudero nin-
porque en tal rebato pusiera a su señora guno y a pie y tendido en el campo y
y diole tan gran golpe por cima de la ca- acostada la cabeca a un árbol, y en el
beca que la espada le saltó de la mano mismo árbol tenía arrendado un muy
bien lueñe sin le fazer mal ninguno y el buen cavallo y arrimada una gruessa lan-
león le echó sus duras uñas por cima del ga y el escudo y el yelmo muy cerca de
manto de guisa que cuanto d'él alcancé sí; el cual estava tan desacordado y pen-
llevó tras sí; y como Florineo se vido sin sativo que Florambel y su escudero cui-
espada y tan junto con el león bien cui- davan que dormía; y muy maravillados
dó que la su muerte era llegada, y con de quién podría ser aquel cavallero que
mucho esfuerco entró con él y le trabó tan bien parescía y de cómo estava en
con las manos por la garganta tan fuer- aquella guisa, anduvieron por su camino
temente que cuidó de lo afogar, mas el fasta que llegaron bien cerca de donde
león le echó sus duros bracos por cima el cavallero estava; el cual, como sintió
de los ombros a las espaldas con tanta las pisadas de los cavallos, aleó la cabe-
furia que le semejava a Florineo que to- ca por ver quién venía; y cuando vido
dos los huesos le menuzavan y que le que era un solo cavallero, tornó acostar
fincava las uñas fasta las entrañas. Y la cabeca al árbol sin fazer ninguna mu-
mientras que ellos estavan assí abraca- danca y tornóse a meter en su pensa-
dos, el viejo que vos diximos se fue para miento como de primero, y aunque pa-
el lecho de la infanta y tomando a Flo- saron el Cavallero de la Flor Vermeja y
rambel entre sus bracos dixo: su escudero no les dixo cosa alguna ni
-Ya d'esta vez no vendrá tanto daño ellos a él tampoco [...] Y estando a la
al mundo por ti como algunos cuidavan, mesa fablando con el florestero ya que
porque yo te pondré en tal parte que casi avía acabado de cenar, llegó el ca-
muy poco mal puedas fazer. [...] vallero que viera en la encruzijada, el
cual los saludó muy cortésmente y ellos
Y el anciano, desque tuvo al niño en
le tornaron las saludes. Y el cavallero se
su poder, se tornó para la puerta de la
entró a fazer dar recaudo a su cavallo y
cámara y con mucha priessa salió fuera.
entre tanto Florambel preguntó al flores-
Y en saliendo, el león soltó a Florineo,
tero que le dixesse si sabía quién era
dexándolo muy quebrantado y se salió
aquel cavallero y el florestero le respon-
tras d'él, y luego desaparecieron los dos,
dió que no sabía más de su fazienda
que nunca más los vieron. (I, cap. 20, ff.
cuanto se llamava el Cavallero Bovo [...]
28v-29v).
Florambel, que aquello oyó, fue muy
maravillado y crecióle mucho el desseo
que tenía de saber quién fuesse el cava-
7. La aventura del Caballero llero y por qué causa tenía aquel nombre
Bobo y qué aventura esperava en aquella gui-
sa. Y en esto vino el cavallero y se sen-
A esta h o r a llegaron a una encruzi-
jada donde se partían muchos ca-
minos y en ella vieron estar un cavallero
tó a cenar y servíanle a la mesa dos fijos
del florestero y Florambel lo estava mi-
rando mientras que cenava, porque le
armado de unas armas pardas muy rica- parescía muy bien y porque le vía que
mente obradas y que en el escudo tenía siempre perseverava en estar muy pen-
pintada una donzella que dormía sobre sativo, tanto que muchas vezes holvida-
un verde prado, y el cavallero parescía va de llevar el bocado a la boca; y tam-
en sí muy apuesto y aver en él gran bon-
246 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

bien vido que estava algo descolorido y -Dexemos agora mi buena amiga de
que tenía el semblante muy triste y que fablar en esso y vamos a ver aquel buen
en él parescía tener algún gran dolor en cavallero que ya cara havrá comprado
su coracón, por lo cual acordó de saber mi vista según lo que le havemos fecho
la causa de su tristeza y determinó de se esperar. [...]
le preguntar en acabándose la cena. (III, [F/orambe¡i, como se vido solo con su
cap. 25, ff. 174r-v). señora, que hera la cosa que más dessea-
va y havía codiciado en este mundo,
desechando todo empacho, procurava
8. De cómo fue hecha dueña la de pagar a su abrasado coracón las gran-
más hermosa doncella del mundo des cuitas y mortales desseos que por su
causa fasta allí avía sostenido; y tomán-
e vistió [Graseiinda] de muy fermosas dola entre sus bracos la comencó a abra-
S y ricas ropas que Ricandia le tenía car y besar muy dulcemente, mezclando
aparejadas y sobre sus dorados cabellos en medio muy amorosas tablas, y aun-
que sueltos llevava se puso una muy rica que ella le rogava muy afincadamente
guirnalda de oro con inestimable pedre- que no fiziesse cosa con que desonra le
ría con la cual parecía tan fermosa que viniesse, él se dio tan buena manera que
Ricandia que la mirava estava espantada aunque no sabía mucho de aquel me-
y díxole riendo: nester como aquel que nunca en otro
-Cuanto que yo fermosa señora, si tanto se viera, enseñado del gran amor
cavallero fuesse, viéndome assí a solas que a la infanta tenía, fizo tanto que no
con vos no sé lo que faría, aunque cui- aprovechándole a ella las sus onestas de-
do de Florambel, que según es de mesu- fensas al fin fue dueña aquella noche la
rado, no osará llegar a vos. más fermosa donzella del mundo por
Graseiinda se folgo mucho de lo que mano del mejor cavallero que en él ha-
Ricandia le dixera, aunque ovo algún vía ; y ansí estuvieron los dos con el ma-
tanto de vergüenca, y abracándola con yor deleite y gloria que jamás amantes
una graciosa risa le dixo: tuvieron. (V, cap. 21, ff. 3l4r-315r).

42. FLORAMBEL DE LUCEA (m)


de Francisco de Enciso Zarate
(mediados del siglo xv)

por
José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIOS

[1] Real Biblioteca (Madrid): ms. 11.3285 [->]


[2] Biblioteca Nacional (Madrid): ms. 9-424 [H>]

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1775. ESTUDIOS: Lucía Megías (1996, 1997 y 2001b).


FLORAMBEL DE LUCEA (ill) 247

TEXTOS

1. I n i c i o : l a h i s t o r i a prosigue 2. C o m p o s i c i o n e s p o é t i c a s d e n -
contada por una mujer tro de la narración caballeresca

A quí c o m i e n z a el libro de la terce-


ra parte de la Historia del imbencible P or b e r q u i é n era la doncella que
la suabe música hacía, acordáronse
caballero don Floranbel de Fucea, emperador desubir por la reja para ber qué cosa aque-
Alemania, en el cual se tratan las grandes lla fuese; y trabándose con las manos
abenturas y peligros en que él y la su d'ella, como eran muy ligeros, subieron
hermosa muger, la emperatriz Gracelin- hasta que con las cabecas podían sojuz-
da, con otros muchos preciados y altos gar la finiestra y ber muy a su plazer
príncipes y caballeros y hermosas seño- todo lo que dentro avía. Y mirando con
ras se bieron, y de las grandes y crueles mucha atención, vieron una muy rica
batallas que con la sigunda Guerra de sala toda guarnida de paños de duelo y
Ungría acaescieron. f. ad. 393- Faus Deo. a una parte d'ella estaba un estadal de
Deo gracias. [...] antorchas encendidas que daban tanta
Ya bos abemos contado en el quinto claridad de sí que muy bien podían ber
libro d'esta gran historia en el postrero todo lo que en la sala se hacía. En me-
capítulo d'él cómo aquel anciano y dio de la cual, vieron un muy rico lecho,
sancto hermitaño Cipriano murió, a cuya aunque las colores y hornato de él eran
causa por entonces cesó y se puso fin también hornadas de duelo; y sobre él
en el proseguir d'esta obra hasta que estaba echada aquella hermosa infanta
después aquel baleroso emperador don Lindabra, bestida de la guisa que de an-
Florambel, pesándole muncho de la tes la bieron, y en torno d'ella sus seis
muerte del su sabio y buen maestro, y doncellas guarnidas de la mesma mane-
biendo que a la falta de su bida se le po- ra; y la infanta tenía la cabeca recostada
dría seguir muy mayor a la presente his- sobre unos tapetes de seda negra y en
toria, rogó y mandó con muncha instan- sus hermosas manos un laúd con que ta-
cia a la prudente Dueña del Fondo Baile ñía tan dulce y acordadamente que es-
que tomase este libro en el estado en traña cosa era de oír, y al tañer aconpa-
que estaba, y que del presente se encar- ñaba con tanto estraño y doloroso canto
gase de hazer escrebir y proseguir en él con el cual decía un billancico, aconpa-
lo que mandaba; la cual por conplazer y ñado de muchas lágrimas y suspiros, en
serbir al enperador por la horden que el la guisa siguiente:
sancto Cipriano lo acostunbraba a hazer,
tomando consigo a un historiador llama- Tristezas j angustias mías,
do Garfín que lo escribiese, y ella lo más daos priesa en atormentarme
del día no se ocupaba en otra cosa sino porque acabéis de acabarme.
en hordenar y hazer esta tercera parte Apresurad el plañir
d'este libro d e la Historia del famoso y esfor- y apresurad el llorar
zado enperador don Florambel de Fucea d e la y acabad de consumir
manera que por el su saber y por los he- bida de tanto penar.
chos de los buenos caballeros le pudo ¡0, mi contino pesar,
ser manifiesto, y por la horden que ago- acaba ya de matarme,
ra beréis hizo escrebir la presente obra. porque acabéis de acabarme!
(Real Biblioteca: f. Ir). ¡0, muerte desconcertada,
248 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

malcriada y descortés, -Agora sabed, mis buenos señores,


sienpre bienes al rebés que en esta tierra ay una muy gran se-
de como fuiste llamada! ñora, doncella de muy alta guisa, que á
No seas tan porfiada, nonbre la duquesa Remondina, la cual
acaba ja de llebarme de muy niña eredó un gran estado que
porque acabes de acabarme. por fallecimiento de sus padres les suce-
dió y con él la creció tanta locura y va-
Los dos preciados caballeros estubie- nagloria que, con ser la más fea y disfor-
ron una pieca escuchándola como fuera me doncella que ay en este reino, cuida
de sí con la gran dulcura y conpasión qu'es la más bella y apuesta de cuantas
que sentían, mayormente aquel esforca- nacieron y ansí con este baño pensa-
do y apasionado infante Lindonosio. miento, como con las grandes riquezas
(Real Biblioteca: ff. l6r-v). que posee, es tan grande la presunción
y sandez que cuida que no ay en este
reino ni aún en muchas partes del mun-
do caballero que la merezca, y junta-
3. La Duquesa Remondina: e n mente con esto es tanta su inozencia que
los límites de la locura de Don Quijote cuida que no ay caballero que la bea
que luego no es bencido y ferido de sus
3-1. Una doncella cuenta la aventura amores; por lo cual y por emplearse se-
de la Duquesa Remondina a los Caba- gún qu'ella piensa que merece, mandó
lleros Resplandecientes establecer una costunbre qu'es una de
las mexores abenturas que ay en este rei-

Ansí se partieron los dos buenos


hermanos Lindoniso y Florián y
sus conpañeros de los castillos de los xa-
no y es que, junto a un castillo suyo,
mandó guardar un paso a doze caballe-
ros, los mexores qu'ella pudo fallar, así
yanes, abiendo fecho en ellos tan gran- en sus tierras como en todas estas partes,
des fechos en armas como abéis oído; y y con grandes dones que les dio les face
por el camino iban fablando, ansí de lo defender una demanda la más donosa
que allí les abiniera como de las otras del mundo y es que a cualquier caballe-
abenturas que les abían acaecido; y la ro que por ende pasa, si es enamorado,
dueña les iba contando nuebas de las á de otorgar que la duquesa Remondina
abenturas de aquel reino, y entre otras es más fermosa que su señora o si no á
les dixo una que les cayó en mucha gra- se de conbatir con sus caballeros; y a los
zia y los fico reír de buen talante, la cual que no son enamorados fáceles conocer
les contó en esta guisa que, yendo por qu'es la más fermosa doncella del mun-
su camino fablando en otras cosas, les do y que no ay caballero que merezca su
dixo, tomándola primero mucha gana de amor, si no fuere tal que benca en la ba-
reír. talla a todos sus doce caballeros; y si dos
caballeros bienen juntos, an se de provar
-Dezidme, buenos señores, por aben-
con cada dos de los suyos; y si más ban
tura, ¿abéis oído hablar de la abentura de
de dos, an de atender hasta ber la suma
la fermosa duquesa Remondina?
de sus caballeros porque no an de entrar
-Y ellos dixeron que nunca tal cosa de dos arriba en el fecho. Y d'esta guisa
oyeran. se vienen muchos a se probar con los ca-
Y ella entonces no dexando de reír, balleros cada día y la duquesa siempre
les comenzó a contar su abentura d'esta crece en su locura cuidando que son ta-
manera:
FLORAMBEL DE LUCEA (ill) 249

les que fasta agora no an fallado quien y romas, y los ojos pequeños y bermejos
los venza. que ponía más espanto que codicia a
Mucho se folgaron los Caballeros quien la miraba, y los cabellos, que muy
Resplandecientes en oír tan fermosa y negros y crespos tenía, los tenía muy
graciosa abentura y a todos tomó talante conpuestos y entregados por detrás de
de se ir a probar en ella. (BNMadrid: las orexas, de las cuales le colgaban muy
fols. 47v-48r). grandes y ricos carcillos con piedras de
gran balor, y sobre la cabeza tenía pues-
3.2. La descripción de la duquesa ta una guirnalda de oro fecha como de
oxas de parra y d'ella salían grandes ra-
cimos de alxofar fechos a manera de
Y e n t r e u n o s árboles pararon todos,
y Lindoniso y Florián enlazaron
sus yelmos y echando los escudos a los
ubas. Y en el teatro donde ella estaba
abía en fondo muchas gradas por su or-
cuellos, con sus lanzas en las manos, so- den cubiertas de paños de oro y de seda,
lamente con la dueña que los aconpaña- y en ellas muchas dueñas y doncellas
ba, se comencaron acercar al castillo con muy ricamente guarnidas sentadas por
muy fermoso continente y, por lo que la su horden cada una según el mereci-
dueña les contara de la duquesa, con miento de su persona, estaban en las
gran codicia que tenían de la ber se fue- más altas gradas cerca de la duquesa,
ron facia la tienda que vos diximos, mas en lo alto no estaba sino ella sola; y
donde cuidaron que la fallarían; y cuan- muchas de aquellas doncellas tenían ar-
do llegaron, fueron no menos alegres pas y laudes y otros instrumentos en sus
que maravillados de las cosas que bieron manos, con los cuales cantaban y tañían
porque la tienda era muy rica, fecha toda muy dulcemente. Pues con el aparato
de un brocado berde muy ricamente que oído abéis estaba aquella muy más
bordada y guarnida con muchos lazos de que fermosa duquesa Remondina, a la
oro, y las cuerdas de la tienda era todas cual con todas las otras cosas estubieron
de seda berde y abía todas las alas alga- los dos buenos hermanos una pieca.
das por manera que se podía ber muy (BNMadrid: ff. 48v-49r).
bien todo lo que dentro estaba, en ma-
nera de la cual bieron aquella, que de 3.3. La Duquesa Remondina elige a los
tan fermosa se preciaba, duquesa Re- Caballeros Resplandecientes c o m o
mondina sentada encima de un cadahal- sus caballeros
so a manera de teatro, en una muy rica
cuadra de oro guarnida de muchas pie-
dras preciosas; y ella estaba bestida de
una ropa de seda azul, aforrada en tela
D e la m a n e r a que abéis oído les
abino a los buenos Caballeros
Resplandecientes con los de la Duquesa
de oro y acuchillada la seda por estraña Remondina, y abiéndolos vencido a to-
arte, senbradas por ellas muchas águilas dos y muerto parte d'ellos, se fueron
de oro, y entr'ellas bordadas y puestas contra el castillo. Y la duquesa por les fa-
muchas piedras de gran balor, y tenía los zer honra, los llebaba por las manos a
sus pechos de fuera que más eran ne- cada uno por la suya, y biendo su gran
gros que blancos, y sobre ellos un rico y fermosura iba la más contenta muger
ancho collar de oro de muchas piedras que nunca fue, cuidando aber ganado
de insumable balor. Y sabed qu'ella era para su servicio los mexores cavalleros
asaz negra y abía los labios muy gran- del mundo. Y con muy gran plazer los
des, y qu'ésos y las narizes muy anchas iba mirando, cuando a uno, cuando al
250 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

otro. Y d'esta guisa entraron en el casti- aquesto, y también de vuestra boluntad,


llo aconpañados de sus dueñas y donze- por saber cuál tiene más talante de me
Uas y también de los otros caballeros serbir y alcanzar.
conpañeros de los infantes, a los cuales Los Caballeros Resplandecientes
la duquesa recivió muy bien cuando cuando aquello oyeron, por una parte
supo que eran conpañeros de los Caba- les benía ganas de reír biendo cuan dife-
lleros Resplandecientes. Y como fueron rentes eran sus pensamientos de los de
dentro del castillo los seis buenos con- la duquesa, y por otra parte estaban con-
pañeros fueron muy marabillados de fusos que no sabían qué la responder
berle tan ricamente guarnido porque, para que no quedase corrida. Mas Lin-
aunque fuera del más poderoso rey del doniso, que muy entendido era en todas
mundo, no pudiera estar mexor entolda- las cosas, pensó de presto una buena y
do de ricos paños de oro y seda. astuta manera para se defender de su de-
Y todos fueron a una gran sala don- manda y satisfacer a la duquesa, sin que
de estaban las tablas puestas para comer fincase con bergüenca ellos ni ella; y
y Lindoniso y Florián se ataron algunas bolbiéndose contra ella con el senblante
pequeñas llagas de las que los caballeros ledo y fabla graciosa, comenzó su fabla
de la duquesa les ficieran y ansí se sen- d'esta manera:
taron a comer y fueron tan altamente -Mi buena señora, no creades que
serbidos y abastados de buenas biandas este cavallero y yo seamos tan faltos de
cuanto lo pudieran ser en parte del mun- conozimiento que lo dexemos de tener
do. Y acabado de comer y levantadas las para entender la mucha merced que
tablas, la duquesa se lebantó y tomando Dios nos á fecho el día de oy en nos dar
por las manos a los Caballeros Resplan- gracia y ventura para alcancar por seño-
decientes, se fue a sentar con ellos en un ra y el amor de una de las más altas y
estrado muy rico, la más locana y alegre apuestas doncellas del mundo; puesto
del mundo, cuidando que todos sus pen- caso que en una cosa parezca que fui-
samientos y deseos eran conplidos. Y mos desdichados en no poder cada uno
fizo sentar al tino de la una parte y al en sí aber ni gocar de tanta gloria y alta
otro de la otra en muy ricos tapetes de Vitoria, porque, como sabéis según la
oro. Mirando cuando al uno, cuando al condizión del cartel de buestro padrón,
otro, los comenzó a fablar d'esta guisa: entranbos vos ganamos y ansí a los dos
-No podría naide pensar, señores ca- juntos nos ganastes, de guisa que bós,
balleros, el contetamiento y plazer que é mi buena señora, fuistes conquistada por
recebido en aber alcancado para mi ser- nos entranbos, y ansí los dos fincamos
vicio los dos mexores cavalleros que yo sugetos y obligados a buestro serbicio,
bi xamás ni aun creo que ay en el mun- pues que por buestro mandado juntos
do. Aunque por otra parte estoy muy comentamos y acabamos buestra de-
confusa en no me saber determinar a manda, por lo cual yo no siento manera
cuál de vos escoxa, porque vista la igual- en el mundo cómo se pueda partir tan
dad que Dios puso en vosotros, assí de alta presa; porque de mí vos fago saber
fermosura como de esfuerco y ardimien- que no daré mi parte por cosa del mun-
to, no finca de saber sino quién sois y de do y lo mesmo creo que fará este buen
qué linaxe, por ber si en él vos facéis al- caballero. En lo demás que deseáis sa-
guna bentaxa, pues en todo lo demás no ber, no cabe fablar, porque en linaxe
ay quien vos conozca; ansí que mucho somo muy más iguales que en ninguna
me holgaría de que me satisfagades de de todas las otras cosas, que sabed que
FLORAMBEL DE LUCEA (ill) 251

los dos somos hermanos, fijos de un pa- por sus caballeros y como tales le pro-
dre y de una madre; y aún os digo que metieron de facer de oy adelante todas
aun también fuimos juntamente enxen- las cosas que se ofreciesen en su servi-
drados y nacidos, así que por todas las cio y ansí estubieron fablando de mu-
cosas que abéis oído, digo que yo no chas cosas [...]. Y entre otras cosas la du-
siento manera cómo podamos gozar de quesa Remondina preguntó a los
la gran merced que Dios nos figo; si mi caballeros si querían quedar en aquella
conpañero no me dee su parte, porque tierra o qué era su boluntad de facer;
partirbos en dos es inposible y dexar yo porque si con ella querían fincar, los fa-
la mía mucho más, porque no lo daría ría señores de todo su estado para que lo
por cosa del mundo; pues que aya con- mandasen como ella misma. Mas ellos la
tienda entre nos para que el uno ubiese dixeron cómo andaban en una demanda
de morir ya bedes qu'el deudo y amistad que por estonces no la podían dexar y
que entre nosotros ay no lo consiente. que otro día les conbenía partirse por-
Por tanto, bed lo que mandáis que se que dexaran una fusta suya en la mar y
faga, pues a todas buestras preguntas que los que en ella quedaban los esta-
bos é respondido y satisfecho. rían aguardando. La duquesa como
Y calló por estonces que no dixo aquello oyó y abía puesto tanto amor en
más. Y la duquesa que aquello oyó estu- ellos, dixo que en todas maneras no po-
bo un poco pensando entre sí y bolvién- día dexar de ir con ellos por ber las gran-
dose contra Florián le preguntó que qué des caballerías que en su serbicio farían.
dezía él de aquellas cosas que su conpa- Y ellos dixeron que folgaban d'ello y
ñero había dicho. Y él respondió que ansí concertaron de se partir otro día.
decía lo mesmo, y que tanpoco soltaría (BNMadrid: ff. 51r-52r).
él la parte que d'ella abía ganado por
cosa del mundo. Cuando la duquesa
aquello oyó, como era tan libiana de 3.4. La Duquesa Remondina es recibida
todo en todo, cuidó que de mucho amor por el emperador de Constantinopla.
lo dezían, por lo cual fincó tan contenta
que no ay quien bos lo sepa dezir. Y con
gran placer que tenía les dixo: E l Cual [el emperadoñ y todos aquellos
preciados caballeros y altas donce-
llas se estaban riyendo, ansí de ber a la
-Agora bos digo que me puedo tener
por de buena bentura en aber ganado ta- duquesa tan fea y ricamente arreada,
les caballeros; y pues que los dos me te- como de las fablas que con sus caballe-
nedes tanto amor, yo bos lo quiero pagar ros pasaba y, como llegó ante el empe-
con amaros a entranbos sobre todas las rador, se le umilló algún tanto y él la re-
cosas del mundo y desde aquí bos reci- civió con mucha cortesía y placer
bo por mis caballeros. Y pues que tanto diciendo:
talante abedes de me serbir, yo fuelgo -Así Dios me ayude, apuesta doncella
mucho de tomar en cuenta todas las ca- fermosa; aventura es la que oy nos á
ballerías que de oy en más ficiéredes en Dios deparado en traer a mi corte a tan
mi servicio para bos lo pagar y agrade- preciada y fermosa conpaña como sois
cer con la boluntad que digo. bós y buestros aguardadores.
Los Caballeros Resplandecientes se La duquesa con mucha grabedad le
folgaron mucho de ber el contentamien- respondió:
to de la duquesa y de aber fallado ma- -Y ansí lo tengo yo y muy grande en
nera para la satisfacer, y allí se otorgaron aber arrivado a corte de tan alto príncipe
252 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

donde bos faremos todo el servicio que mucho deseo de gocar de alguno de sus
pudiéramos estos mis caballeros y yo. graciosos cuentos; por lo cual, después
La princesa y las que con ella benían que se vieron en el canpo fuera de la ci-
estaban tales viendo a la duquesa y de dad, por regocijar el camino se llegó a
cómo se preciaba tanto en sus meneos y donde Belíster que, como avéis oído,
fablas, que apenas podían tener la risa, y Uevava la rienda del palafrén de la du-
la princesa con mucha gracia dixo contra quesa, y le dijo:
el enperador por autoricar más la burla: -¡Sí Dios me ayude!, señor don Belís-
-Poderoso señor, sea la vuestra mer- ter, que ayer y hoy avéis ávido buena
ced servido de nos dar parte de la fer- aventura en topar con tan fermosas don-
mosa doncella y no la quiera gozar toda. cellas.
Y el emperador respondió: Y don Belíster que muy gracioso y
-Por mi fe, mi amada fija, que según entendido hera, sonriéndose algún tanto
me semexa apuesta la doncella, no qui- dijo:
siera dar parte a naide d'ella, porque -Saved, mi buen señor, que a quien
quisiérala todo para mí. Mas, pues que Dios quiere bien siempre le acarrea estos
así vos place, partamos todos tan buena lances tan buenos como a mí á fecho, de
presa como Dios oy nos á dado. lo cual creo yo que vos y todos estos pre-
Florián respondió riendo: ziados caballeros lleváis harta enbidia.
-Por Dios, mi buen señor, mal nos La duquesa que entendió las pláticas
quiere pagar la buestra merced a este de los caballeros, cuidando que de ber-
buen caballero y a mí la boluntad que dad lo decían y usando de su contina
tenemos de le serbir, pues que así nos gravedad y grandeca, con mucha sandez
querría quitar lo que nosotros a tanto bolbió la cabeza contra el Caballero de
afán abemos ganado. la Corona Imperial y le dixo:
Y con estas pláticas y otras más gra- -¿Y no vos parece, caballero, que se
ciosas recivieron el enperador y su fija y puede tener por de buena ventura el ca-
todos aquellos preciados caballeros y al- ballero que me lleva de rienda que,
tas doncellas a aquella tan sandía donze- cuando Dios quería, no me la solían lle-
11a. (BNMadrid: ff 71v-72r). var si no los mejores caballeros del mun-
do, y no pensavan ellos que les facía pe-
3.5. La Duquesa Remondina e n la cor- queña merced en ello?
te de Constantinopla -Y ansí no me maravillo de qu'este
caballero tenga tan buen conocimiento
que cuidé lo mismo, y aún por eso lo
Y d o n Belíster Uevava de rienda a
la disforme duquesa Remundina,
la cual iba muy ricamente bestida de una
digo yo, fermosa señora, -dijo el empe-
rador-, porque a mí nunca me depara
ropa muy preciada que la princesa le Dios tan dichosas andancas.
diera, que hera de una seda jalde muy -No sé si las merecéis, -dixo la du-
fermosa, guarnida y bordada de oro y quesa-, porque fasta agora nunca he vis-
puestas muy ricas piedras por enzima to para lo judgad, mas quitadbos el yel-
por maravillosa arte, por la cual pensava mo para ber si bos face agravio la
ella que parecía tan bien que, como to- Fortuna o no.
dos la miravan, entendía que iban ena- Muy grande placer y regocijo lleva-
morados de ella. Y como el emperador van todos y todas aquellos caballeros y
Floranbel abía oído fablar mucho de las doncellas en oír las locuras de la duque-
banalidades de aquella doncella, tenía sa, mas porque no se corriesen detenían
FLORAMBEL DE LUCEA ( l l l ) 253

la risa y disimulaban lo mejor que po- -Por buena fe, doña sandía y desber-
dían; y el Caballero Imperial viendo que gonzada doncella, que si esos buestros
no avía allí nadie que lo conociese, por caballeros que tan desmesurados como
pasar con la burla adelante, se quitó el bós parecen no bos castigan que yo lo
yelmo y le dio a Seberindo que, como la mande facer así a ellos como a bós de tal
duquesa le vido la caveca desharmada, guisa que todo el mundo pueda tomar
fue tan turbada qu'estubo ya cuando sin exemplo, porque otro día no tengades
poder fablar palabra. [...]. tan loco atrevimiento de facer escarnio
-Con esa condición yo fuelgo de ellos, ni enoxar a quien no merecíades servir
-dixo la duquesa-, por que de otra mane- ni descalcar.
ra no me sería bien contado, porque muy Cuando los caballeros y doncella
mal pagaría yo a los mis buenos caballe- aquello oyeron, biendo la saña de la du-
ros el demasiado amor que me tienen y quesa y la gravedad y autoridad con que
el que vos decís que me tenéis, que os lo fablava y en su senblante mostrava, fue-
agradezco mucho, el cual yo bos pagaré ron movidos a mayor risa y el uno de los
yo de grado en todo lo que quisierdes de cavalleros la respondió muy mesurado
mí, con tanto que no me pidáis cosa con- por la facer correr más de beras:
tra mi onra y honestidad. -No tenedes racón, señora doncella,
-De eso podéis estar bós bien segura, en facer castigar a la nuestra porque aya
dicho lo que diría cualquiera que os bie-
mi buena señora, -dijo el emperador-,
re, porque de mí bós os sé decir que,
que por cosa del mundo no bos la de-
aunque he andado muchas partes del
mandaría yo.
mundo, nunca otra tan fea ni tan disfor-
Y con estas fablas y otras muy gra- me la bi como a bós.
ciosas iban todos tan regocijados que no
Y al cavo de decir esto disparó una
sentían el camino. (BNMadrid: ff. lOOr-v).
tan gran risa que desde lueñe la pudie-
ran oír. La Duquesa que aquello oyó fue
3.6. Defensa de la Duquesa Remondi- tan llena de ira que toda inflamada en
na. ella comencó a dar muy grandes voces
diciendo:
Y la d o n c e l l a de la fuente dixo rien-
do a voces que todos la oyeron:
-Agora vos digo que he visto la más
-¡Aquí, aquí, mis buenos cavalleros!
¡Venid a darme venganca d'estos malos y
de su doncella que con tanto atrevi-
fermosa y donosa cosa que jamás pensé miento facen escarnio de mí! [...]
ver, así de apuestos cavalleros como de Mas sobre todos hera el placer que la
fea doncella; y lo que peor me parece de duquesa Remondina tenía cuando vido
ella es que según su fermoso traxe y bencidos a los cavalleros y que la venían
arreo y lo mucho que se precia aun creo a demandar perdón desdiciéndose de lo
que cuida que tiene alguna parte de fer- que le avían dicho, y la doncella tam-
mosura. bién, de lo cual quedó tan ufana y glo-
La duquesa, que muy bien oyó lo que riosa y les dijo tantas sandeces y sober-
la doncella dixera y entendió el escarnio vias que sería nunca acavar si todas las
que así ella como sus caballeros facían ubiésemos de contar; y los buenos caba-
con su demasiado reír, fue tan corrida y lleros y sus señoras se folgavan tanto de
sañuda que más no podía ser y bolvien- la oír que nunca quisieran que callara; y
do las riendas del palafrén contra ellos despidiéndose de los cavalleros y donce-
les dijo con gran ira: llas se fueron ellos a buscar sus aventu-
254 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

ras y los otros fincaron muy espantados do a sus caballeros que la batiesen y el
de los que les abiniera. (BNMadrid: ff. uno de ellos que más cerca se falló arre-
390v-391v). metió a la duquesa teniéndola por un
braco y diciéndole:
3.7. Los Caballeros Resplandecientes -Tened bos afuera, disforme animal, y
defienden a la Duquesa Remondina no seáis osada de poner las manos adon-
de no merecéis, porque sé de cierta que,

Y como llegaron los unos a los


otros, y todos llevavan los yelmos
en las cavecas y las doncellas llevavan
si como sois doncella, fuérades caballero
que yo bos ficiera conprar cara buestra
locura.
puestas sus antifaces, no se conocieron La duquesa que aquello oyó, biendo
los unos ni los otros, y todos se saluda- que el caballero decía y facía, fue tanta
ron muy cortésmente al pasar; mas, la su sobre saña que comencó a dar muy
como los cavalleros y doncellas bieron a grandes voces y gritos pidiendo socorro
la duquesa Remondina que, como bos a sus caballeros. Y el infante Florián que
avernos dicho, iba destapada de guisa aquello vido, como aquel que tenía mu-
que todos la podían ber, mucho les cayó cho talante y boluntad de dar a entender
en gracia biéndola y de aquella manera parte de su bondad en presencia de la
y todos rieron muy de gana, y la una de fermosa reina Rosamira, su señora, to-
las doncellas les dixo con una graciosa mando una gruesa lanca que su escude-
risa: ro le traía se fico adelante diciendo al ca-
-Ruégovos, señores caballeros, que vallero que a la duquesa rubiera:
por mesura nos queráis decir de qué In- -Si Dios me ayuda, cavallero, que sois
dia traéis esta apuesta doncella o en qué demasiadamente desmesurado, pues que
tierra se crían tan fermosos monstruos. así atrevidamente osáis poner las dema-
Todos rieron mucho de lo que la siadas y atrevidas manos en una señora
doncella dixera si no fue la duquesa que, tan fermosa; por lo cual merecéis ser
como entendió que lo que decía hera muy bien castigado. Por tanto, guardad-
por facer escarnio de ella, dixo con mu- vos de mí, que vos desafío para la vata-
cha saña contra sus caballeros: Ua fasta la muerte y faceros entender en
-Si bosotros castigáredes el otro día a ella el yerro que avéis cometido.
aquella sandía doncella que conmigo se El cavallero que aquello oyó no se es-
burlava, no tuviera esta otra el mismo pantó mucho, antes tomando la lanca a
atrevimiento; mas pues bós no sois para su escudero con gran vía por el enojo que
ello, yo la castigaré y tomaré de ella en- a su señora ficiera, arremetió contra el in-
mienda con mis propias manos. fante Florián, porque le bido venir contra
Y diciendo esto firió de la correa a su sí la lanca vaja. Y los dos se encontraron
palafrén y arremetió contra la doncella tan bravamente que Florián ubo una es-
que las palabras avía dicho y echándole trivera perdida y a pocas cayera si no se
las manos para le travar de los antifaces; abracara al cuello del cavallo; mas él firió
la cual, cuando aquello vido, biendo a la con tanta merca a su contrario que mu-
duquesa cerca de sí tan fea y tan des- cho contra su voluntad le fico perder la
emejada y que la iba a travar con tanta compañía del suyo y benir a tierra, de lo
ira y braveca, obo tanto miedo que co~ cual fueron muy espantados sus compa-
mencó a dar muy grandes voces llaman- ñeros. (BNMadrid: ff. 392r-393r).
FLORANDO DE INGLATERRA 255

43. FLORANDO DE INGLATERRA


(1545)

por
Cristina Castillo Martínez

TESTIMONIO

[1] Lisboa, Germán Gallarde, 1545 [—»]

TEXTOS

1. Encantamiento de d o n Flo- ría, se metió con él en un retraimiento


rando apartado y con él, el rey de Fenicia, su
abuelo, y ansí otros ocho reyes que le
parecieron convenientes para su conse-
D ize la historia que en el reino de
Ungría, que era del padre de Lidi-
seo, avía un sabio en las artes de encan-
jo. Y como ansí fueron encerrados, dixo
el sabidor d'esta manera, estando todos
tamento el mayor que a la sazón se ha- muy atentos a lo que dezir quería:
llava y muy querido de todo el reino, el -Señores, vosotros sabréis como yo
cual, haziendo cierta traición al rey, por soy el sabio Medión, vasallo que fui del
la cual si fuesse sabida tomaría en él rey de Ungría, y siéndome descubierto
muy cruda venganca, pudiéndolo aver por mi saber esta conquista que deter-
determinó por consejo del diablo (cuyo minávades hazer, sabiendo el daño tan
servidor él era), después que hizo la trai- crecido que en la emprender vos ven-
ción, de se passar al Gran Turco y ha- dría, como yo siempre tuviesse gran de-
zerse su vasallo tornándose de su ley y, sseo de me tornar a vuestra ley y ser va-
como lo pensó, ansí lo puso por obra, y ssallo del Gran Turco Xizanfer, vuestro
viniéndose a la ciudad de Constantinopla señor, y acabar mi vida en su servicio,
a tiempo que el Gran Turco quería mo- determiné de veniros a dezir esto que
ver contra Inglatierra, embióle a dezir aora oiréis, y es que si por ventura pa-
que estava ende un hombre que le que- ssáredes a la cristiandad, aunque fuese
ría hablar cierta cosa que mucho le cum- con doblada gente de la que lleváis, te-
plía. Oyendo esto el turco, lo mandó en- niendo vuestro adversario el príncipe Pa-
trar en su cámara y como uvo entrado, ladiano de su parte a su hijo el príncipe
haziendo su devida reverencia, le dixo: don Florando que anda para en este co-
-Potente señor Xizanfer, es necessario medio recebir orden de cavallería, en
que me oigas lo que te quiero dezir ninguna manera podréis salir al cabo
apartadamente con algunos de tus más con vuestra empresa; mas antes vos digo
leales vassallos, porque es cosa que mu- que avéis de morir todos a sus manos,
cho te cumple saber. porque os hago saber que este donzel
El Gran Turco, que muy desseoso es- nació en la planeta del dios.Marte, y si
tava de saber aquello que dezir le que- bive, ha de ser sepultura de paganos y

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1778. GulA DE LECTUKA: Castillo (2001).


256 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

destruición de nuestra seta, y ha de ser están tres guardas: la primera es el es-


el más aventajado y esforcado caballero forcado y temido rey de Polismaga, el
que en sus tiempos en el mundo averá, Gran Maniberto; la segunda, un muy
y por tanto, señores, lo que os quería de- fuerte jayán, al cual yo di tal virtud que
zir es esto que avéis oído, y no lo pon- de ninguno puede ser vencido; la terce-
gáis en duda porque si lo quisiéredes es- ra es un cavallero luchador, que ninguno
perimentar, mandad llamar todos los lo puede derrocar por más fuerte que
sabios que uviere en la ciudad y ellos di- sea, por virtud de un anillo que en la
rán si es verdad lo que dicho tengo. [...] mano tiene. Y estas tres guardas no de-
Y pues ya tenéis sabida la verdad, yo os xan entrar persona ninguna arriba a la
digo que siendo yo cristiano, desseando torre, la cual está invisible que de ningu-
aumentar mi ley y, porque la bondad y na parte se vee; mas yo les tengo dicho
esfuerco de los cavalleros cristianos fue- que cuando allá fuéredes, que sin em-
sse sabida, para que unos con embidia bargo alguno vos dexen entrar en ella
de los otros hiziessen por ser muy afa- por la arredoma y, como señor la tuvié-
mados, hize en la ciudad de Londres una redes en vuesra mano, podréis desen-
aventura para le dar fin este don Floran- cantar a don Florando y hazerle heis
do que dicho tengo. buena compañía trayéndolo a vuestra
La cual aventura, él por extenso les voluntad para que haga lo que le man-
contó que era la de las tres imágenes dáredes, y como así estuviere a vuesto
d'alambre (y sabed que ansí era verdad querer, haréis que se buelva a vuestra
que este sabio Medión la hizo). ley. Y hágoos saber, que si lo hiziere,
-Y esta aventura, portentíssimo señor, que con sola su persona podréis en bre-
os quise dezir porque atañe al caso del ve tiempo conquistar toda la cristiandad
remedio que para vuestra empresa quie- y todos los reinos y señoríos que quisié-
ro dar, el cual ha de ser que he de ir a la redes. Y también desencantaréis las tres
ciudad de Londres y encantaré el prínci- imagines d'alambre aviendo con ellas
pe don Florando en medio de la placa batalla, y como viéredes que contra ellas
onde la Aventura de las Imagines está, y no podéis turar, echando el agua de la
como lo uviere encantado, podréis, se- arredoma, desaparecerán de vuestra pre-
ñor, con toda vuestra gente y cavallería, sencia, y ansí avréis el escudo y el dios
passar en Inglaterra adonde avréis Vitoria de amor con la corona de la diosa Venus,
contra el príncipe Paladiano por la fuer- y pensarán todos que por vuestro es-
te gente que lleváis, especialmente los fuerco lo uvistes, y seréis más temido y
cinco temerosos jayanes. Y como, señor, obedecido que de antes. Y más os digo,
lo uviéredes vencido y puesto debaxo de señor, que he de encantar a una hija del
vuestro poder, podréis desencantar al emperador de Roma en la Torre Fuerte,
donzel don Florando con este remedio que está cerca de la ciudad de Roma,
que ora oiréis. Y sabed cómo en el reino que es la más hermosa donzella que ay
de Inglatierra, dos leguas de la ciudad de en todo el universo mundo, y llámase
Londres, está una torre que dize la Torre Rosalinda, la cual también después des-
Hermosa, dentro de la cual está en una encantaréis con la propria agoa y tomar-
cámara que encantada tengo, que ningu- la eis por muger. Y he de encantar un
na persona en ella puede entrar si vues- hijo del rey de Balmacia, cristiano que es
tra real magestad no. Tengo puesto una el mayor rey del mundo y tiene a su
arredoma de agoa con que el encanta- mandar doze reyes cristianos y paganos.
mento se ha de deshazer. En esta torre Éste su hijo es heredero del reino llama-
FLORANDO DE INGLATERRA 257

do Magestadio, ha de ser encantado con tiene de desencantamento, desencanta-


la princesa Rosalinda y no lo daréis a su remos al hermoso príncipe don Floran-
padre hasta que quede de os dar parias do, hijo del príncipe Paladiano de Ingla-
como vasallo, y él por librar a su hijo lo terra, porque aunqtie mi saber es
hará, y todo esto se ha de hazer y aún grande, no la puedo quitar de donde
más porque veáis el desseo que tengo está sin vuestra ayuda que para ello me
de os servir. [...] es muy necessaria, porque están tres
Tanto caminaron por sus jornadas, guardas en la torre muy fuertes, tanto
oras por mar oras por tierra, la sabia Or- que creo a duro aver en el mundo quien
bicunta y sus tres nietos [Clariseo, Clarisartevencer las puediesse. Con cada una de
y Clarisando], que sin les acaescer aventu- las cuales cada uno de vosotros, hijos, se
ra que de contar sea, allegaron al reino tiene de combatir de la manera que yo
de Inglatierra, por el cual aviendo cami- vos diré cuando en la Torre seamos, por-
nado un día, ya que eran cerca de la To- que si yo no vos lo dixesse, en gran pe-
rre Hermosa, que les faltava más de seis ligro de muerte vos veríades. [...]
millas para llegar a ella, como ya los tres -Dezidnos, señora, ¿no dezíades vos
esforeados infantes supiessen, por su que teníamos oy de venir a la Torre Her-
agüela se lo aver dicho, que ivan a la To- mosa?
rre Hermosa y que ende avía cada uno -Sí, -dixo ella.
de mostrar el esfuerco de su esforcado -Pues, señora, -respondió él-, yo no
coracón, como tan cerca d'ella se vie- la veo a ninguna parte, por tanto me de-
ssen, dixo don Clarisando a su agüela: zid adonde está.
-Aora, señora, que somos llegados a -Yo os lo diré, -dixo la sabia. Sabed
este reino que vos tanto desseávades, y que el Gran Turco, siendo grande ene-
tan cerca de donde nos avéis dicho que migo d'este príncipe de Inglaterra, por
nos aviamos de ver en gran peligro, os causa de la infanta Aquilea, su mujer, de-
pido nos digáis, pues hasta aora no nos terminó de le hazer guerra para lo des-
lo avéis querido dezir, qué aventura es truir y tomar venganca de la muerte del
para la que nos lleváis y qué es lo que Gran Turco, su padre. Y por este prínci-
tenemos qué hazer y a quién avernos de pe ser muy poderoso y tener un hijo,
socorrer, que en nos lo dezir gran mer- que aora está encantado que se llama
ced nos haréis por el desseo que de sa- don Florando, que le ayudasse a la gue-
berlo tenemos. rra, no sería bastante el Turco con todo
La sabia, queriéndolo complazer por su poder de lo dañar en cosa alguna por-
ver con cuánta voluntad se lo rogava, le que ha de ser el mejor cavallero que
respondió: nunca en el mundo fue ni en su tiempo
-Amado hijo don Clarisando, yo soy avrá, y por consejo de un gran sabio que
contenta de a vos y a vuestros hermanos es muerto pocos días ha, le determinó
complazer en lo que me rogáis, por tan- hazer guerra en la cual aora están en la
to, sabed que cerca de aquí está la Torre villa de Lustena, que es ocho millas de
Hermosa, la cual está en guarda de un Londres. Y este sabio que os tengo di-
esforcado cavallero cuyo nombre es el cho, por quitar al príncipe Paladiano su
Gran Maniberto y es rey de Polismaga, hijo de su ayuda, lo encantó en la ciudad
vassallo del Gran Turco, y aora hemos de Londres, y esto por hazer servicio al
de ir a la torre para aver en nuestro po- Gran Turco. Y antes que este sabio mu-
der una arredoma que en la torre está riesse le dixo que después que venciesse
metida para, con cierta agoa que dentro al príncipe Paladiano (al cual sin duda
258 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

vencería por le faltar la ayuda de su hijo) Y con esto dexándolos la sabia, subió
se haría, con su gran poder, señor de la dos escalones que en la sala estavan
cristiandad, y como esto uviesse hecho, para subir a la cuadra adonde la arredo-
desencantasse al príncipe don Florando ma estava colgada, y como en la cámara
con la agoa d'esta arredoma. Y como yo entró, haziendo sus conjuros y convoca-
soy en mucha deuda a este príncipe, no ciones, vinieron ciertos de sus familiares,
quería que su honra recibiesse ningún a los cuales ella mandó que le hinchie-
menoscabo, por lo cual venimos a esta ssen aquella cámara de cosa que aunque
torre para aver esta arredoma para des- aquella arredoma cayese, no se quebra-
encantar a don Florando, porque, como sse. Y ellos, como muy diligentes eran,
fuere desencantado, ha de ir ayudar a su lo hizieron tan presto que no passó un
padre el príncipe Paladiano, y hágoos cuarto de media ora que trayendo mu-
saber que al tiempo que llegare le será cha lana la hinchieron toda, y subiendo
bien menester su ayuda, y también vos- la sabia en riba de uno d'ellos, obró ella
otros avéis de lo hazer, como andando el de su saber de tal guisa que andando la
tiempo veréis. Y sabed que en esta torre cámara enderredor tres vezes se deshizo
están tres guardas: la primera es un fuer- el encantamiento y cayó el arredoma del
te cavallero llamado el Gran Maniberto, agoa en la lana, y porque no se trastor-
rey de Polismaga, con el cual, vos don nasse fue luego muy ligeramente a ella y
Clariseo, avéis daver batalla; la otra guar- la tomó en la mano, y como la uvo to-
da es un jayán que allende su fortaleza
mado, mandando a sus familiares que se
le puso el sabio cierta virtud que no
bolviessen, se vino ella adonde los cava-
puede de alguno ser vencido. Éste es en-
lleros atendiéndola estavan, que cuando
comendado a vos don Clarisarte, porque
ansí la vieron venir con la arredoma muy
sois más sotil y ingenioso, y como viere-
alegres fueron y la recibieron con mucho
des ansí haréis; la tercera es un cavalle-
amor, y ella a ellos otrosí. [...]
ro desarmado gran luchador y vos don
Clarisando vos avéis de combatir con él Dize la historia que la sabia desarmó
de lucha, mas avéis de tener un aviso a don Clariseo y a don Clarisarte y les
que os hago saber: que no puede ser de- curó algunas heridas que tenían, ponién-
rrocado por alguno por virtud de un ani- dole en ellas tan medicinales ungüentos
llo que en la mano diestra tiene, y vos que poco o cuasi nada las sintían, y
avéis de hazer de tal suerte que se lo como los uvo curado, cavalgando ellos
avéis de quitar y ansí lo venceréis, y en sus cavallos y ella en su palafrén, se
como fueren vencidas las tres guardas, pusieron en camino para la ciudad de
yo subiré a la torre para aver la arredo- Londres, mas por ser ya tarde, no pudie-
ma del agoa, y si aora no veis la torre no ron llegar a la ciudad y durmieron en el
os maravilléis, porque cuanto está en- campo aquella noche, y después d'aver
cantada, mas mañana, si plaze a Maho- encomido estuvieron reposando; mas
mat, la veréis a vuestra voluntad. [...] Lo tres oras antes del alva se levantaron de
más que ay por hazer, -respondió ella-, manera que llegaron a la ciudad en que-
que es la postrera aventura, es para mí riendo amanecer, y viendo la sabia que
guardada, como para cada uno de vos- aquel era oportuno tiempo para hazer lo
otros era guardada la que vencistes, y que quería, dixo a los infantes:
por tanto dexadme que yo pienso de le
dar tan buen fin como vosotros avéis -Hijos, quedaos aquí a esta puerta de
dado. [...] la ciudad porque no os conviene ver lo
que yo tengo de hazer.
FLORANDO DE INGLATERRA 259

Ellos por cumplir su mandado, se Y don Clarisarte, muy espantado por-


quedaron, y metiéndose ella por la ciu- que se oyó ansí nombrar del viejo, le res-
dad, vino tener a la placa donde estava pondió:
encantado el hermoso donzel don Flo- -Buen viejo, yo la recebí para desha-
rando, y sacando un libro empecó a leer zer los agravios y ayudando a los que
por él haziendo sus conluyos y esconju- poco pueden y socorrer los que han me-
ros. Y como vio qLte era ya tiempo, tomó nester mi socorro.
la arredoma y subiéndose con ella en el -Pues ansí es, -dixo el viejo-, yo te
aire en derecho a donde estava don Flo- pido que, viniendo comigo, me vayas a
rando, dexó caer la mitad de la agoa en- dar derecho de uno que a un mi hijo tie-
tiba de la llama del fuego. Y como la ne en dura prisión y ansí a otros mu-
agoa fue caída, se amató la llama, dando chos, y no pueden ellos ser libres sino
un tan espantoso tronido que los que en por tu mano.
la ciudad en sus lechos durmiendo esta- Cuando esto vio don Clarisarte, mu-
van recordaron con mucho temor a sa- cho le pesó porque le estorvava aqLiello
ber qué cosa aquella era. Y como aque- de ir ver a su amado hermano don Flo-
lla temerosa llama fue deshecha, quedó rando, que tan cerca estava que ya avía
desencantado el preciado príncipe don sabido cómo desencantara la princesa
Florando, espejo de todos los cavalleros Roselinda, la cual él iva muy desseoso
de su tiempo, ansí en hermosura como de ver por la fama de su hermosura. Y
en esfuerco. (libro II, caps. 2, 12, 13 y 14). por ver si el viejo dilataría el socorro has-
ta que él fuesse a la ciudad le dixo:
-Dezidme, buen viejo, ¿no me dexa-
2. Aventuras de d o n Clarisarte réis llegar a la ciudad para que vea a un
en la ínsula sin Holganza mi hermano y, como lo hubiere visto y
hablado, tornarme he con vos yendo

Q u e d a n d o , c o m o avéis oído, don


Clarisarte en el castillo de Altidón
de Monte Rifeo curándose de sus heri-
donde dezís?
-Señor don Clarisarte, -dixo el viejo-,
sabed que si luego a la hora no os partís
das, aviándose d'él partido su hermano comigo, que todo el socorro que después
don Florando y después diez días d'él me hiziéredes no ha de aprovechar cosa
partido, se levantó don Clarisarte del le- alguna, y aún os digo que si yo no os en-
cho gLiarecido de todas sus heridas y, caminasse, no Uegaríades allá en doblado
como en esta dipusición se sintió, ar- tiempo de lo qvie hemos de ir, y cuando
mándose de sus armas, despidiéndose llegáremos, os hago saber que hallaréis a
de los del castillo, con su escudero Tari- mi hijo en aventura de muerte.
seo se pLiso en el camino de Roma, y an- -Ora pues que ansí es, -dixo don Cla-
dando por sus jornadas llegó dos millas risarte-, aunque de mi camino me estor-
de la ciudad, y él ansí yendo por la ca- véis, de lo que yo soy muy pesante, digo
rrera que un hombre viejo y que repre- que iré con vos con tanto que me digáis
sentava aver en él gran autoridad salía quién sois y cómo sabéis vos que me lla-
de lo espesso de la floresta y se le vino man don Clarisarte.
a poner delante diziendo: -De todo seréis, señor, sabidor, dixo
-Esforeado don Clarisarte, ¿para qué el viejo, cuando tiempo sea; mas ahora,
recebiste la orden de cavallería? no ay espacio para os lo dezir.
260 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

-Pues que ansí es, -dixo don Clarisar- fuéssedes a dar derecho del jayán, y para
te-, empecad a caminar, porque yo os si- esto es a lo que os llevo, hablándoos, se-
guí ré. ñor, la verdad. E si avéis visto que os co-
Y con esto empegaron ambos a ca- nocí nombrándovos por vuestro nombre,
minar bolviendo por el camino que don y veis que este batel anda sin ser por
Clarisarte avía traído y, caminando ansí ninguno governado, todo lo hago con
por espacio de dos oras, llevando siem- mi saber. [...]
pre tanta priessa que nunca davan repo- Y con esto fueron al castillo y con-
so a las encavalgaduras que llegaron a la tando a su señor que estava allí un cava-
falda de una floresta en donde batía la llero y un viejo que le quería hablar cosa
mar, y como allí llegaron, se metieron en mucho de su provecho, el jayán les dixo
un batel que allí el viejo tenía aparejado, que pues ansí era que viniessen; lo cual,
y metiendo también los caballos, se em- como don Clarisarte oyó, vino con el sa-
pegó a mover el batel muy fuertemente bio al castillo. El jayán estava entre las
sin ser por alguno governado ni manda- almenas esperándolos y, como los vido
do, de lo que mucho se espantó don cerca de la puerta, les dixo con una boz
Clarisarte, por lo cual dixo al viejo: temerosa:
-Señor honrado, mucho me holgaría -¿Qué es lo que vosotros queréis, que
que me dixéssedes cómo este batel es me han dicho mis hombres que me que-
movido y anda tan rezio sin aver alguno ríades hablar cosas de mi provecho?
que con vela o remos lo haga andar, y Don Clarisarte, muy espantado de ver
mucho os ruego también, pues que so- su gran fealdad, le respondió:
mos ya en parte que de todo me podéis -Jayán Fradulán, por cierto que yo te
dar cuenta, que me digáis qué socorro es embié a dezir la verdad, porque si tú
lo que os tengo de hazer, y ansí mismo quisieres hazer lo que te dixere, no pue-
cómo sin me conocer me llamastes por des hazer cosa que más tu provecho sea.
mi nombre. -¿Y qué es?, -dixo el jayán muy sober-
Y entonces dixo el viejo: viosamente, porque vio que don Clarisar-
-De todo soy muy contento de os dar te le hablara con tan poca reverencia.
la respuesta. Vos sabréis cómo yo soy el -Es, -dixo don Clarisarte-, que soltan-
sabio del Castillo Encubierto e mi mora- do los presos que tienes, satisfaziéndolos
da es en los Alpes de Alemana, y como de los agravios que les tienes hechos, y
yo tuviesse un hijo cavallero, andando él tornándote cristiano, con hazer esprofi-
a sus aventuras, vino a portar a la ínsula ssión de tus pecados, no puedes hazer
sin Holganza, donde es señor Fradulán cosa que más provecho te sea para sal-
el Sin Piedad, y como mi hijo ende apor- vación del ánima que tan perdida tienes.
tasse, fue preso por los del jayán y pues- E si esto no uvieres de hazer, sabe por
to en prisión y como yo, por mi saber, cierto que soy aquí venido para me com-
supiesse lo que a mi hijo aconteciera, batir contigo y tomar en ti venganca de
viendo que no le podía dar remedio, es- cuantos males tienes hechos.
peré hasta ver si andando el tiempo se lo ¡O, quien viera al sin piedad Frandu-
podía dar, y sabiendo yo que aora el ja- lán lo que sintió con las palabras de don
yán quiere hazer sacrificio de todos los Clarisarte, cierto gran pavor uviera! Por-
presos que tiene, me acuité mucho por que él, como endimuniado, con una in-
amor de mi hijo, e viendo que vos sois fernal saña, dixo:
de los más esforzados cavalleros que ay -¡O, dioses engañadores y malos! ¿tan
en el mundo, os vine a rogar que me gran pesar os merecí yo que me hizié-
FLORANDO DE INGLATERRA 261

ssedes en pago de los servicios que os al sabio lo que sintió cuando vido a don
tengo hechos? ¿Por qué quesistes ansí Clarisarte en el suelo sin acuerdo! Por
averme traído a tiempo que oyesse yo cierto que parecía más sin sentido que
las palabras de una tan vil cosa, por cier- él; mas cuando lo vido levantar, fue tan-
to que dende adelante no sea loco en ta su alegría que no se puede creer.
hazeros más sacrificios, si no hazeros a Cuando el jayán vido venir a don Clari-
todos piecas y hazer una imagen a mi se- sarte, arremetió a él con su ancho cuchi-
mejanca y mandar a los míos que me llo en la mano dixiendo:
adoren y me honren pues que lo merez- -¿Cómo, estroso cavallero? ¿Aún no
co. [...] eres muerto?
El jayán, bolviéndose a don Clarisar- -Primero lo serás tú a mis manos, -dixo
te, le dixo: don Clarisarte.
-Di, cautiva cosa, ¿quién te dio atrevi- E diziendo esto arremetió uno a otro
miento de me venieres con tal demanda? y se empegaron a herir tan crudamente
-Déjate de las preguntas, bestia mala, que en poca pieca empecó a salir de sus
y dime si quieres aceptar mi batalla. cuerpos mucha sangre que, como don
-No quiero yo que me atiendas más Clarisarte era usado en aquel menester y
que en tanto que yo me arme. se avía combatido con otros semejantes,
-Bien cierto está, -dixo don Clarisarte-, se resguardava d'él con mucho tiento,
si tú me asseguras de los tuyos, dándole tales golpes que mucho los ha-
-Grande desventura sería la mía, -dixo zía sentir al jayán, por el cual él andava
el jayán-, si yo oviesse menester que de tan sañudo que parecía un bravo león, y
otra mano fuesses enojado sino de la no hazía ál que tirar muy crueles golpes
mía; por tanto, entra que yo te asseguro a don Clarisarte, mas él todos se los re-
e juro a la imagen de mi semejanca, que batía y a los que no podía resguar, dá-
por los traidores no quiero jurar, que si vase d'ellos con mucha ligereza, y ansí
alguno te enojare acá dentro, que con se combatieron por espacio de dos oras
mis manos lo tengo de deshazer. [...] y media, que vinieron a cansar en tal ma-
Y el jayán, muy sobervio, se arredró nera que les faltava el aliento, por lo cual
de don Clarisarte y arremetiendo uno se quitaron afuera para descansar, y en
contra otro se dieron tales encuentros, tanto dezía el jayán, muy aquexado de la
que las langas bolaron en muchas piezas caída de la pierna:
por el aire, y juntándose de los cuerpos -En verdad que éste con quien me
y cavallos y escudos e yelmos, vinieron combato debe de ser algún diablo, que
al suelo de muy grandes caídas. Fue de tan cansado me tiene que ningún golpe
tal manera, que don Clarisarte estuvo le puedo acertar teniéndome él tal para-
amortecido un rato en el campo, y el ja- do, por lo que me conviene tomar cruda
yán tomándole una pierna el cavallo de- vengaba en él.
baxo, que muy mal se la trató, no se po- E diziendo esto vio que don Clarisar-
día levantar, lo que mucho valió a don te movió para él e hizo él lo mismo; mas,
Clarisarte, porque si ansí el jayán no ca- con gran dolor de la pierna de que él
yera, la muerte no se le escusara. Y tan- mucho se sentía, dio un tal golpe a don
to hizo el jayán, que se levantó, y estan- Clarisarte sobre el escudo, que por el
do para ir sobre su enemigo, vido que se medio se lo hendió, y llegando al braco
levantara como quien recuerda de un le hizo una mala herida de que don Cla-
pesado sueño, y arremetió al jayán con risarte gran dolor recibió y muy sañudo
su espada en la mano. ¡Oh, quién viera arremetió al jayán y le dio tal golpe so-
262 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

bre el escudo que le cortó las embraga- una pequeña llaga en la cabeca. Don Cla-
duras d'él y se lo hizo caer en el suelo y, risarte que ansí se sintió herido, le dio un
abaxándose el jayán para lo tomar, lo revés y, tomándole por la mano siniestra
tornó a herir a su voluntad por las es- le cortó dos partes d'ella. El jayán, en ven-
paldas, que más de media espada le me- ganza d'este revés, le dio un golpe en una
tió por el cuerpo. Cuando el jayán se sin- pierna que malamente lo llagó, y acaban-
tió herido d'aquella manera, viendo que do de dar este golpe, por la mucha san-
la llaga era mortal, dexando de tomar el gre que perdido avía, demayó en tal ma-
escudo, tomó su espada a dos manos y nera qtie no se podía sostener en pie y
arremetió a don Clarisarte con una furio- cayó en el suelo, dando mil bueltas por el
sa braveza diziendo: campo con las vasquas de las muerte;
-¡Ay, cautiva cosa, que me has muer- mas don Clarisarte, por la saña que tenía
to! del golpe que en la pierna le avía dado,
Don Clarisarte que vido venir el teme- fue sobre él y, desenlazándole el yelmo,
roso golpe, se guardó d'él con mucha li- le cortó la cabeca diziendo:
gereza, mas el jayán le bolvió a dar otro -Allá irás, vasallo de Satanás, adonde
y, acertándole en el yelmo, aunque el gol- tus obras te darán el mérito que por ellas
pe no fue en lleno, se lo falso y le hizo mereces, (libro II, cap. 53).

44. FLORINDO
de Fernando Basurto
(1530)

por
Alberto del Río Nogueras

TESTIMONIO

[1] Zaragoza. Pedro Hardouin, 1530 [—>]

TEXTOS

1. Sobre el matrimonio buenas. Mucho me maravillo porque da


crédito a las palabras de los embaxado-
res, los cuales por lo que toca a su inte-
D í z e m e vuestra señoría que me
demandan tres donzellas por
marido, la una muy más hermosa que las
rese dirán que la fea es muy hermosa e la
baxa muy subida y la pobre mucho rica y
dos y la otra de mejor sangre que las dos aun la mala que es muy buena. Cuánto
y la otra muy más rica que las dos. Y que más si son las embaxadas de personas no
las tres son hermosas y de buena parte y conocidas, que entonces la fama crece en
no poco ricas y también que todas son lo bueno y jamás dizen lo malo, mas des-

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1783. ESTUDIOS: RÍO Nogueras (1988 y 1989).


FLORINDO 263

pues ni ay varón contento ni muger satis- cufrida, y si agora me cargase de carga


fecha, porque ellos lamentan su daño y tan pesada, ni yo la podría levar ni ella
ellas no conocen su provecho. De donde me podría cufrir y podría ser que por de-
vienen las discordias del monarca y las fectos míos o faltas suyas viniessen en fal-
muertes de Vidalio Gario y del gentílico ta mis obras y en peligro mi fama y en de-
Lanteo y de Sulpho Catulo y de otros mu- trimento mi honrra. Para lo cual, a vuestra
chos de quien hablan las historias. De señoría y la duquesa mi señora suplico
verdad digo a vuestra señoría que ha- que tengan por bien de no me poner por
viendo leído lo que he leído no me casa- el presente en tan extremo cuidado, pues
se en esta conyuntura si me diessen por es más para memoria de la muerte que
muger a la más hermosa y más rica y de para descanso de la vida, en lo cual reci-
mejor sangre que en el mundo oviesse biré muy señalada merced, (ff. vii'-vii).
por no me ver con la hermosa en cuida-
do e con la de alta sangre en enojo y con
la más rica en afrenta. Cuánto más que mi 2. El difícil (imposible) a m o r
edad no lo permite ni mi saber no lo con- entre una dama de alto valor y u n
siente ni mi libertad no se determina ni mozo de caballos
mi osar no me convierte a que me case
para vivir en afán ni me captive para ser
lastimado. Y en esto quiero mirar a un di-
cho que dixo Ventívolo Egiciano siendo
E n este c o m e d i o se aderezaron los
tres cavalleros de todas las cosas que
ovieron menester para proseguir su viaje,
casado con Danucia por verse con ella en en especial de gran suma de dineros que
gran sojución: Por una hora de libertad daña cada cual d'ellos llevava y de muy escogi-
die% años de vida, porque mi vida, siendo tal, vale
dos cavallos, ansí para ellos como para
poco y mi libertad montaría mucho. Una ordina-Florindo. Y venido el tiempo entr ellos
ción hallé escripta de que usavan los bár- concertado, apercebidos de sus secretas
baros que para mi defensa haze mucho escalas, vinieron al vergel. E haviéndolas
al caso y hera que ni el varón se casasse hechado al alto muro que le cercava, en-
de treinta años abaxo ni la muger de cin- traron dentro todos tres. Apenas ovieron
quenta años arriba. La razón que declara- entrado cuando sinitieron que havía gente
va por qué se hizo la ley fue porque el en el vergel, de lo cual fueron mucho tur-
varón dende el tiempo de su infancia has- bados porque tovieron pensamiento que
ta la edad quindécima vive en la inno- heran algunas guardas que el duque havía
cencia, y dende aquélla hasta la duodéci- mandado poner porque Florindo no se
ma quinta vive en la edad robusta, fuesse por la ventana. E no sabiendo qué
enojosa y mal cufrida, y dende aquélla hazer para tal peligro, estavan todos con-
hasta los treinta reconoce los males pa- fusos; e tomado el mejor parecer, acorda-
ssados y procura la enmienda para en los ron de reconocer la gente que estava en el
tiempos por venir, y dende los treinta vergel. E yendo apercebidos de sus espa-
años arriba haze diferencia de la vida por das y capas fueron a una espesura de lau-
el peligro de la muerte y es capaz de la reles donde les pareció que las personas
sabiduría para governar la flaqueza de la estavan y llegados junto a ella, oyeron dul-
muger y la necessidad de su casa. Por las ces y amorosos besos que en en aquella
cuales y otras muchas razones no me pa- espesura se davan, con palabras de muger
rece que devo dexar de eximirme de ca- graciosa y razones de varón grossero. Mu-
sar en el tiempo de agora, pues la edad cho fueron alegres los tres cavalleros cuan-
que sostengo es la robusta, enojosa y mal do supieron que heran enamorados y no
264 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

guardas para Florindo, porque tuvieron rogada por el uno e importunada por los
por cierto que, como tuviera mal remedio dos que les dixesse quién hera, los res-
lo uno, le tenía bueno lo otro, en especial pondió que les pidía de merced que no
cuando sintieron ser la señora persona de se lo mandasen dezir, pues hera su vo-
mucho y el enamorado hombre de poco. luntad de tener el caso secreto, según se
Y venidos a consejo de lo que havían de lo havían ofrecido. Viendo los tres cava-
hazer, pareció a los dos que, pues d'ellos lleros que convenía saber quién heran
no heran sentidos, que los dexassen, que los dos porque a ellos no los descu-
con el plazer de sus pasatiempos y regozi- briessen del caso que querían empren-
jo de su besar no los sentirían, pues esta- der, la tornaron a rogar, ofreciéndola otra
van apartados de la ventana por donde vez que no sería descubierta, que les di-
Florindo havía de salir. Al cual parecer xesse quién heran. Viendo la donzella la
dixo el otro que a él le parecía por alguas seguridad que todos le davan y que no
cosas que de aquello podían redundar que podía escusar de ser conocida, les dixo:
no se hiziesse ansí como lo dezían, porque -Sabed, cavalleros, que soy Fulgen-
si ellos ven que Florindo sale por tan sos- cia, por quien el uno de vosotros gran
pechoso lugar, teniendo por cierto que se tiempo bivio penado. Y el que está en
va por hazer servicio al duque se ascon- mi compañía es un moco de cavallos del
derá el uno y dará gritos el otro, por don- señor Florindo, que se llama Xorgato.
de el caso sería descubierto. Y que por Mucho fueron maravillados los tres
aquello, que hera mejor prendallos con la cavalleros y en especial el uno que gran
sabiduría de sus obras que con la espe- tiempo la havía servido, cuando supie-
ranza de sus palabras, pues no havía quien ron que persona de tan alta guisa esta-
mejor encubre los secretos que los culpa- va con mancebo de tan baxa suerte. Y
dos, pues callan los ágenos porque no se avergonzados de su vergüenca y confu-
digan los suyos. E que por aquello le pa- sos por su tardanca, les dixeron que
recía que los salteassen para conocellos y cada cual se retruxesse a su aposento
no para enojallos. porque no fuessen sentidos y que dé
Bien pareció a los dos el consejo que averíos visto allí que para siempre lo
dio el uno y tomado por última delibe- tendrían secreto con tal condición que
ración, entraron dentro donde los dos hiziessen ellos ál tanto.
estavan holgando y porque la señora no Acabadas sus razones se entró Fulgen-
recibiesse alteración con tal sobresalto, cia por la puerta del vergel y Xorgato se
dixo el uno: salió por una escala que tenía arrimada a
-Señora, no os alteréis, pues ha cabi- las paredes que le cercavan, que confina-
do vuestro caso en personas que para van con un corral adonde almohacava los
siempre os tendrán secreto. cavallos. Y quedados solos en el hermoso
-Señor, -dixo la donzella-, usanca es e odorífero vergel, se fueron a la finiestra
de buenos celar las faltas de los malos, la donde Florindo con grandíssimo cuidado
de los malos no callar las de los buenos. los esperava, teniendo en su poder ansí el
Luego qiie ovieron dado fin a las pa- cofre por él desseado, como otras muchas
labras se llegaron todos tres a ellos y en- joyas de oro que havía sacado d'el arca
comendándose en ella, la donzella les cerbuna donde el cofre estava. Y llegados
dixo cómo las fuercas de amor la havían a ella, fueron sentidos de Florindo, el cual
salteado con tan crueles encuentros que con mucho gozo los hecho un cordel para
la havían hecho deslizar y caer del ho- subir las escalas, lo cual con gran breve-
rroroso punto que antes estava. Y siendo dad fue hecho. E siendo hechadas con
FLORINDO 265

toda seguridad, subió por ella el uno de No es mucho dezillo, pues ella hizo poco
los tres cavalleros, el cual fue bien recebi- en burlarme en tres años que la serví, en
do de Florindo y, hechado el cofre y las los cuales despendí y gasté mucha parte
joyas con una cuerda a los dos cavalleros, de mi mayorazgo sin oír d'ella una pala-
se abaxaron los otros y sin dar lugar a di- bra que me diesse contento.
lación por el peligro que se esperava, se -No's maravilléis, -dixo Florindo-, que
salieron del vergel y en la posada del uno ella lo hiziesse ansí, pues es usanca de
de los tres abrieron el cofre, en el cual ha- mugeres tomar lo poco por más secreto
llaron muy valerosas riquezas de piedras y dexar lo mucho por menos público.
preciosas. [...] Lo cual ansí proveído, sien- Porque lo que uno se piensa tarde, lo
do apercebidos de las cosas más necessa- otro se imagina temprano, y ellas no
rias para su viaje, dieron comienco a ca- quieren otra cosa sino tomar venganca
minar con toda presteza porque tuvieron de su apetito donde intervenga mayor
por cierto que serían seguidos de gran secreto; porque allí donde es escusada la
gente de cavallo, ansí de los del duque, su sospecha es más fácil cometido el enga-
padre, como de otros que por servirle lo ño. Quién nunca pensara que una dama
harían. E por desatinar a los que fuessen tan apuesta como Fulgencia, que ha sido
en seguimiento, acordaron de ir proveídos servida de vos y de otros singulares ca-
de pan y vino y presutos con pensa- valleros, y aun algún tiempo de mí sin
miento de se retirar en una espessa mon- estimarme en más que a los otros, que se
taña que estava a cuarenta millas de Alia- havía de emplear en un moco de cava-
ría por estar en ella algunos días por llos. No sin causa Baco Servio en Alejan-
apartarse de los perseguidores. [...] dría tomó con su criado a Landina, su se-
El cual como llegó con los tres cava- ñora, haviéndola servido diez años sin
lleros a la espessa montaña que llevavan alcancar d'ella una amorosa palabra. Por
en la memoria, acordó por muchas cosas cierto yo hallo que la muger que se de-
de reparar en ella. La primera por des- termina por el varón es liviana y el varón
cansar del trabajo que havían llevado, la que gasta su tiempo serviendo a la mu-
segunda por la fatiga de sus cavallos, la ger es necio, porque ella se pierde por
tercera por apartarse de quien los seguía. amar y él se d'estruye no siendo amado.
E así acordado por todas tres cosas, to- No les plugo mucho a los dos cava-
maron en la montaña el más aplazible lleros porque Nimpho Catuno descubrió
alojamiento que les pareció junto a una a Fulgencia, mas viendo que lo dezía
muy hermosa fuente a donde tomaron con despecho que d'ella tenía, le dieron
muy alegre refresco con la provisión que por desculpado, (ff. ix-xi).
llevavan. Y venidos a hablar en cosas de
gentil conversación, preguntó Florindo a
los tres que con quién hablavan de se- 3. Sobre los peligros de la pri-
creto la noche antes en el vergel, porque mera noche de amor
le pareció que havía palabras de muger
entre ellos; a la cual pregunta respondió
Nimpho Catuno:
-Ni yo lo puedo descubrir por mi hon-
H a v é i s m e importunado que sola
una noche os hable en lugar se-
creto y que allí me diréis vuestro trabajo.
ra ni estos cavalleros lo dirán por su ver- Usanca es de penados amadores rogar
güenza, porque es cosa vedada por ra- por la primera noche y de las mugeres te-
zón de la palabra que dimos a Fulgencia nerse por burladas en la segunda, y de
estando en el vergel con Xorgato Gaco. los varones menospreciar en la tercera,
266 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

porque a voluntad cumplida, memoria da más mal pagada que la que deve el
olvidada. De donde en el fin procede varón a la muger ni mejor restituida que
arrepentimiento, de vosotros porque la que deve la muger al varón, porque
amastes y de nosotras porque amamos; ella paga con lo mucho y él jamás resti-
lo cual sucede de la primera noche, la tuye con lo poco. Pues haviendo conos-
cual si las mugeres escusássemos, no se- cido esto por uso y otras muchas cosas
ríamos desdeñadas de los varones, por- por espiriencia, ¿cuál es la muger que se
que de tan deseado gozo viene la triste- determina con el varón no para hablarle
za cierta, como acaece de todos los de noche, mas para no miralle de día,
amores que quieren gozarse en la prime- pues su galardón es incierto y la infamia
ra noche. Porque de aquélla se concierta de la muger no dudosa? (f. xxx').
la segunda, y de la segunda para la ter-
cera, y de tanto concierto se sigue un
desconcierto: o el del varón porque le pi- 4. Los preparativos de la guerra:
den o el de la muger porque no le dan, una mirada a la realidad cotidiana
o porque vosotros deseáis otras o por-
que nosotras queremos a otros. Y lo que
acerca d'esto encubrimos vosotros lo des-
cubrís, y en esto quien más gana sois
Y salidos los d o s de la sala, vieron
en los corredores del primer patio
que hazían muy hermosos escudos y ro-
vosotros y quien más pierde nosotras, delas en la una cuadra y en la otra arcos
porque callamos nuestros secretos por Uirquís y flechas y xaras y rayones y en la
nuestra honrra y publicáis nuestra mal- otra hastas de lancas d'armas y ginetas y
dad por darnos deshonra. ¡Maldita la de roncas y partesanas y de alavardas y
donzella que se crehe de ligero la prime- venablos y picas. Y en la otra cuadra vido
ra noche porque no llore en la segunda, que hazían sillas azeradas de muchas ma-
ni se ría el varón en la tercera, ni publi- neras. E después de haver visto aquello,
que el lugar secreto en la cuarta! Porque baxaron al patio, en el cual vido hazer en
si no dezís que entrastes por la puerta, la una cuadra mucha diversidad de cu-
alabáisos que entrastes por las ventanas y biertas de cavallos d'armas, de grandes la-
que os damos nosotras la mano. Y si ca- vores y flocaduras puestas en ellas. Y en
lláis dónde os hablamos, no encubrís la otra cLiadra vido que hazían aciones y
dónde nos habláis; y por esto no podéis riendas, cinchas y pretales para los cava-
dezir en lugar secreto, pues luego le ha- llos; y en la otra vido hazer caparazones
zéis público y no solamente a vuestros de muchas maneras de brocado y seda de
amigos mas a nuestros enemigos porque colores; y en la otra vio que hazían vesti-
con poca vergüenca pLibliquen nuestra dos para encima de las armas. E salidos al
desvergüenza; la cual fue ocasión de su otro patio, vio hazer espuelas y bocados
mal por socorrer a vuestro trabajo que de frenos de muchas maneras y en dos
publicáis tener por adquirir lo que tanto fraguas que havía vio que hazían hierros
deseáis. Del cual si no nos curásemos no de lancas d'armas y gineta y de roncas y
seríamos engañadas, mas por mirar al venablos y dardos, y de saetas y rayones
vuestro ponemos en olvido el nuestro, para vallestas de passa y de picas, y tam-
que nos redunda de nuestra misericordia bién vergas para vallestas de mano de
y de vuestra crueldad. De donde se nos maestros muy esperimentados; y en otra
sigue el bien que no ganamos y el mal fragua que estava por sí hazían espadas y
que jamás se olvida. E considerando en estoques, y dagas y puñales.Y salidos fue-
lo que quiero dezir, hallo qLie no ay deu- ra del palacio, vio que alrededor d'él ha-
FLORINDO 267

vía muchas fraguas donde hazían armas bastecer las fortalezas del reino. Y entran-
de muchas maneras. En especial vio en la do más adelante vido infinito trigo y ceva-
primera que hazían arneses y cosseletes y da y harina y vino y cecinas y tocinos e
almetes y celadas labradas de lindas lavo- vizcochos e otras muchas provisiones de
res; y en la segunda fragua vido hazer es- menor importancia y de mucha necessi-
copetas y arcabuzes; e en otra que junto a dad, sin las que de cada ora venían y en-
aquella estava vido que hazían muy luzi- travan en la casa de todo el reamen; las
dos estribos y herraduras y clavos. E pa- cuales eran tantas que cierto quedó muy
ssando más adelante vio hazer en otra cla- maravillado en ver el gasto que el rey ha-
vijas grandes y pequeñas, y sortijas y zía para continuar la guerra, en especial
ojales para encavalgar el artillería, la cual cuando vio los cavallos que havía para ti-
estavan fundiendo en un otro apartado rar el artillería, que entonces se le dobló
cerca del palacio, donde vido que havía muy más el espanto, considerando que no
seis cañones dobles y dos culebrinas por era bastante el duque, su señor, para es-
lindo estilo encureñados y puestos a pun- perar al rey de Ñapóles, cuánto más resis-
to. E haviéndolas medido, halló que tenían tirle, (f. lxxvi").
los cañones de largo a veinte y seis pal-
mos cada uno y las culebrinas treinta y
tres. Cerca de los cuales estavan doze tiros 5. Contra las mujeres que se
de campo encavalgados que eran falcone- acercan a los ejércitos
tes y serpentinos que podían echar las pe-
lotas de grandor de naranjas. E passado p o r q u e sabía que era gran confu-
adelante vido que estavan encavalgando
dos culebrinas bastardas de a quinze pal-
E sión de su exército si ivan en él
mugeres enamoradas, mandó que no
mos y medio cada una, y otros dos passa- fuessen ningunas, por escusar males y
bolantes del mesmo cuerpo y de mayores discordias entre su gente, salvo algunas
pelotas, y cuatro sacres de buen tamaño. que fuessen para lavar las camisas de los
Y entrado en la casa de la munición, halló infantes; sobre lo cual se vio que hizie-
que havía tantos y tan grandes pertrechos ron un gracioso ensayo para no ser re-
de guerra que fue muy maravillado; en la sistidas de ir en el exército. Y fue que al
cual vio hazer pelotas grandes y peque- tiempo que salió de Ñapóles con sobra
ñas, ansí de fierro colado como de plomo de gran pujanca, salieron muchas d'ellas
y estaño puesto sobre dados de hierro. Y que eran romanas en abito de soldados
también vido donde estavan haziendo los y otras en abito de lavanderas con em-
moldes de todas las pelotas y las maromas boltorios de camisas en las cabecas; y
y pernos y guindaleras y carros para tirar passando toda la gente por delante del
el artillería. Y en un apartado vio que es- rey, conosció a las mugeres romanas en
tavan haziendo pólvora para el artillería los rostros polidos, y no a las lavanderas
gruessa y refinada para escopetas; cerca por llevar cubiertas las caras, Y querien-
ue donde vido que hazían granadas de do descubrillas en presencia de unos ca-
fuego de alquitrán y las curueñas para valleros que con él estavan, les dixo:
toda el artillería y también los frascos y
hasquillos para los escopeteros; en la cual -Ni estos que aquí van son todos
casa vio otros infinitos palamentos de gue- hombres ni en Ñapóles quedan todas las
rra. Y salido d'ella, fue a ver la casa de los mugeres.
bastimentos, donde halló que estavan car- E no le haviendo entendido, les dixo
gando muchas provisiones para llevar a en verso las palabras que se siguen:
268 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

De sus vestidos trocados pocas vezes han visto la paz, ni porque


van mugeres como infantes huigan de la paz, queriendo muy más la
con las caras rutilantes guerra. Cuanto más que van a ganar la vida
en figura de soldados, las que son causa de dar a muchos la
con sus picas muy pujantes, muerte. Y si esto no quiere mirar, mire que
en las manos llevan guantes, si una va por su provecho, dos mil van por
en las cintas sus espadas, nuestro daño. Dígolo porque he leído de
sus rodelas embragadas infinitos varones que son muertos por cau-
j algunas con sus portantes sa de las mugeres y de las pocas mugeres
por ir más disimuladas. que son muertas por la culpa de los varo-
nes. Si no, acuérdese que murieron en las
Cuando los cavalleros hovieron oído conquistas troyanas por sola una muger
al rey la copla, entendieron las palabras dozientos mil hombres y por otra que fue
que antes havía dicho. E haviendo entre primero todo el linaje humano; lo cual me
ellos uno que con las buenas jamás es- haze creher que ni quien d'ellas no es libre
tuvo bien ni con las malas dexó de estar se puede librar, ni dexar de ser salvo quien
mal, respondió al rey tales palabras: no sigue su voluntad. Usanca es de muge-
-Señor, no se deve maravillar vuestra al- res disfracarse para seguir el mal, como de
teza porque vayan a ver la guerra las que varones para no hazer bien. (ff. cvi")

45. FLORISEO (I-II)


de Fernando Bernal
(1516)

por
Javier Guijarro Ceballos

TESTIMONIO

[1] Valencia, Diego de Gumiel, 1516 (10 de mayo) [—»]

TEXTOS

1. "Aquí c o m e n los caballeros, sando como discreto los inconvenientes


y duermen y mueren en sus camas, y del camino e los peligros de la mar e los
hacen testamento antes de su muerte, temores de la tierra de infieles por don-
con estas cosas de que todos los de- de avían de caminar hasta Jerusalén,
más libros d'este género carecen..." donde avían de ir, acordó de disponer
de su tierra e otros bienes como si pen-
sara que era possible no bolver. E fue
V i e n d o el d u q u e cómo su partida
era tan breve cuanto cierta, e pen- que dio cargo de la administración de su

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1797. ESTUDIO: Guijarro Ceballos (1999). GUÍA DE LECTURA: Gui-
jarro Ceballos (1999).
FLORISEO (I-Il) 269

señorío a un hermano suyo, cuyo nom- cido de sus abuelos o de la reina, su tía,
bre era Priano, al cual mandó que, allen- escrivió unas carta para que se pusiesse
de de tratar a sus vassallos en paz e jus- al cuello de la criatura que dezía ansí:
ticia, que toviesse a sus criados con los
oficios e sueldos que él los tenía e que -Mi padre fue muerto primero quejo nacido; su
se sirviesse d'ellos blandamente. E tomó- nombre era Floriseo de Bohemia. Por esta su firma
le omenaje que si él no bolviesse de do quiso que yo eredasse sus bienes, los cuales puedo
iva, que él como su governador toviesse aver porque legítimamente fui engendrado.
su señorío, con el cual acudiesse a la du-
quesa, su muger, la cual lo toviesse tan- E aviendo escrita esta carta e metido-
to que Floriseo Uegasse a edad de quin- la en el testamento, púsole un sello e
ze años, si ella no se casasse; e que si se diolo a Propicia que le toviesse en se-
casasse, que hasta edad de Floriseo to- creto, (ff. 100 r-v).
viesse Priano por él el señorío. E que si
la duquesa bolviesse sin Floriseo, que en
tanto que no casasse toviesse su tierra, la 2. La vocación militante y caba-
cual después oviesse Priano pues le ve- lleresca de Floriseo
nía de derecho. E en lo de su hazienda
mueble, que era de gran valor, distribu- e s t a n d o Floriseo en esta edad e
yóla en muchas obras pías que mandó
hazer e dotar de grandes rentas. E para
E con estas condiciones que se han
dicho, seyendo un día de Pascua de Re-
que esto toviesse más tuerca ordenólo el surrección, fueron juntos en aquella her-
duque a manera de testamento, en el mita muchos hermitaños que moravan en
cual dexó por albaceas al Rey de Bohe- aquel yermo, los cuales venían con vo-
mia que era o fuesse, e al arcobispo de luntad de rogar a Floriseo que tomasse
la ciudad de Praga que era o después su orden; para lo cual, después que to-
fuesse. E aviéndolo sellado embiólo jun- dos ovieron oído missa, habláronle cerca
to con los omenajes que su hermano le d'ello. E Floriseo tomó plazo para res-
hizo al rey, su señor, (f. 2v). ponderlos. Y estando él durmiendo una
noche ante del término que tenía para
Porque [Floriseo] en todas las cosas era responder, parecióle que vido un hom-
muy sabido e discreto, ordenó un testa- bre cerca de sí que le dixo:
mento, el cual dexó en poder de la due- -Floriseo, puesto que la religión es
ña, por el cual mandava que si él bol- cosa con que Nuestro Señor se sirve, no
viesse de Bohemia e la reina pariesse, quiere ser servido de ti en ella. Por tan-
que se Uevasse la criatura a sus padres o to, sal d'este yermo e ve por el mundo,
a su hermana, la Reina de Damasco, para donde todo tu pensamiento e obras sean
que la criasen hasta que fuesse de edad puestos en trabajo por acrecentar la hon-
para eredar el reino. E si su señora, la rei- ra de tu santa fe e por defender a todo
na, lo quisiesse por su eredero; e si no cristiano que esté puesto en necessidad
quisiesse la reina por no perder casa- de socorro. E todo esto harás con espe-
miento conocerlo por suyo, que eredasse ranza en Nuestro Señor, porque Él te
la su insola Encantada y el señorío que dará favor en toda batalla que comenca-
sus padres d'él tenían en Bohemia. E sin res e, al cabo, te hará ver a tus padres
esto ordenó su ánima como convenía. E fuera del cautiverio donde están.
porque si la criatura fuesse llevada a Ale- E dichas estas razones, queriendo
xandría o Damasco, no fuesse descono- Floriseo responder a este hombre que le
270 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

pareció aver visto, miró hazia la parte echaron su bendición y estuvieron allí
donde esta va e no lo vido, de lo cual tres días haziendo las exequias por Flo-
quedó maravillado. E como era muy ca- riseo, cuales si estonce se partiera d'esta
tólico pensó que a esta visión no devría vida hizieran. (ff. lOr-v).
de dar fe más de aquella que se deve dar -Soy contento, -dixo Fidelio-, de dezir
a los sueños; pero, con todo esso, no a vuestra merced todo lo que en esta in-
dexó de comunicar esto con su maestro, sola he visto e la razón por que venimos
el hermitaño, el cual le dixo: a ella. E ya dixe a vuestra merced cómo
-Hijo, como discreto hazes en hazer yo e mis hermanos partimos de Bretaña
poco caso d'esta visión que viste, pues por ver las maravilllas que nos contavan
en sueños era. d'esta tierra, por ganar en ella loor e hon-
Esto dezía el hermitaño por apartar a ra en el abito de cavalleros que tomamos
Floriseo el propósito que tenía de dexar y eredamos de quien decendimos. E ansí
el yermo; pero como viniesse la volun- fue que venimos a esta insola, que por el
tad de Floriseo guiada por Dios en otra un cabo d'ella es cerca de nuestra tierra
manera que los hermitaños querían, res- por mar; e por aquella parte ay grandes
pondió en esta manera: sierras y es tierra muy fría. E por esta par-
-Padres e señores míos, bien creo te es tierra muy caliente. E como entra-
que si miráis el processo de mi vida no mos en ella, partímonos mis hermanos e
hallaréis en ella, aunque de pecador ha yo cada uno por su parte y hezimos con-
sido, obra ni palabra mía por donde cierto que, si fuéssemos bivos, bolvería-
mostrase que tenía ni tengo descontento mos al cabo de un año todos al lugar
d'esta santa religión vuestra, antes está donde nos partimos, llevando cada uno
claro que siempre la amé e loé e defen- por memoria lo que le oviesse aconteci-
dí en cuanto pude, en lo cual no he yo do en esta tierra. E dende aquí al plazo
merecido cosa ante Dios, pues, por aver no ay sino dos meses, para en el cual
yo nacido -o casi- en ella, lo que en la avernos de ser todos juntos
religión he hecho ha sido obra que otra -Mucho me maravillo, -dixo Floriseo-,
no pudiera hazer porque no estuve en el seyendo vosotros de Bretaña, que es la
mundo; el cual, según sus nuevas, yo fuente de maravillosas aventuras, venir en
aborrecía, pero determino de ir a él por esta insola a buscarlas, pues que parece
provar si mi desseo, qtie es de servir a más tierra de brutos que de cavalleros.
Dios, se mostrará allá tanto firme que las -Señor, -dixo Fidelio-, no ay duda sino
ocasiones del mundo no la vengan, lo que mi tierra, qLie es la Grande Bretaña,
cual solamente me haze -e no otro mal fue oy ha dozientos años una gran feria
pensamiento- no tomar vuestro abito de donde otra cosa no se hallava ni tratava
penitencia. Por tanto, padres míos, cada ni vendía por cosa de gran valor sino
uno con su acostumbrada devoción de cosa de cavallería. E la causa d'esto era
oy más me encomiende a Nuestro Señor que en aquel tiempo todo el loor se dava
en vuestras oraciones, pues veis que voy a los cavalleros y en las armas se mani-
a parte donde me será bien menester el festava la verdad e los reyes de aquel
remedio de ellas, el cual por honra de tiempo tenían por honra tratarlas. E a esta
Nuestro Señor os demando. causa venían en aquella tierra demandas
Con muchas lágrimas acabó Floriseo o aventuras que se determinavan por las
de responder estas razones a los padres armas. Y el que en esto alcancó mayor
hermitaños, e ellos no con menos dolor loor, que oy dura e durará, fue Amadís
le acabaron de oír. E al cabo todos le de Gaula e sus hermanos e Esplandián,
FLORISEO (I-Il) 271

su hijo. Pero como las cosas se muden orden de cavalleros aya sido honrada,
por mudanca de Fortuna, pasó ya este tanto fuesse en estos tiempos abaxada e
uso de las armas de nuestra tierra a otras menospreciada, al menos en essas partes
partes, e como los nobles de aquella tie- donde se comencó el daño en los cava-
rra tengamos el desseo de ganar honra lleros. E como yo vea esto, tengo pensa-
por las armas, irnos por partes estrañas a do obrar en otra manera que los cavalle-
buscar cómo lo hagamos. E como oímos ros passados obraron, esto es, no
dezir mis hermanos e yo que en esta in- someterme a cosa que muger quiera ni
sola se offrecían aventuras donde los ca- traerla en mi compaña; no porque por
valleros podrían exercitar sus personas esto dexe yo de socorrerlas en sus ne-
en las armas, bolvimos a ella e concerta- cessidades a todo mi poder, pero no se-
mos de nos apartar como he dicho. [...] guirlas en sus antojos como los cavalleros
Y essa noche fueron a su castillo [al de passados hizieron. E por esto os aiego
Polomón], donde Floriseo e su compaña que vos embiéis essa donzella a vuestra
fueron bien servidos e tratados. Y estovo tierra, la cual parecerá mejor encerrada
allí seis días hasta que el cavallero de la como mujer honesta que no andar como
donzella sanó de sus heridas. E como anda. No sé en verdad, -dixo Floriseo-,
Floriseo le vido sano, díxole: qué fue la causa de tan mal uso como fue
-Cavallero, yo holgara mucho que to- y es andar las donzellas solas por los
dos fuéramos en una compañía; e si esta montes hechas procuradores o correos
vuestra donzella no diera estorbo a ello, de las cosas o negocios de los hombres.
ansí se hiziera. E no sé cómo no vían los antiguos cuán-
A esto dixo Artimio: to mal e mal enxemplo se podía seguir
-¿Qué embargo pone a nuestra com- d'este uso-, e que cuando alguno me res-
paña la donzella? ponda que la lealtad de los cavalleros de
aquel tiempo era tanta que hazía seguras
-A vuestro sabor, -dixo Floriseo-, bien
las donzellas por doquier que fuessen, a
sé yo que no daña la donzella, pero a mi
esto digo que esto bastava para las hazer
voluntad es muy contrario el acompaña-
guardadas de sus personas, pero no de
miento de mugeres. E a mi ver, si los ca-
todos los otros hombres e que d'esto (lo
valleros andantes o de la Tabla Redonda
que no podía ser) también los cavalleros
no se ovieran ocupado en demandas
las guardassen, al menos está claro que
deshonestas en que las mugeres los pu-
de la sospecha de su desonestidad no las
sieron, bien creo que hasta oy durara
podían con toda su fuerca guardar. Ansí
aquel muy noble oficio de las armas en
que, todo bien mirado, este uso era feo e
la honra que solía estar en el mundo en
sin provecho e sospechoso, por lo cual
el tiempo que la orden de cavallería se
yo huiré d'él en cuanto pueda e ansí hará
comencó. Pero como los cavalleros de
todo cavallero que quisiere mi compañía,
aquel tiempo comencaron a dexar el ser-
(ff. 80v-82v).
vicio de Dios y el deseo de virtud que
con sus fuercas e armas mostravan, e
se pusieron en el servicio de los desho-
nestos amores y en querer complir los 3. Las voces marginales
desordenados desseos de las livianas mu-
geres, fueron los cavalleros de mal en
peor. E por razón de su desautoridad e C o s a sería, señor, de yerro que-
rerme yo poner en defensa d'es-
malas obras en que se exercitavan per- to que Roberto me acusa seyendo vues-
mitió Nuestro Señor que tanto cuanto la tra merced el juez, que sois él mismo.
272 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

Por lo cual no diré ante vos cosa en mi Nuestro Señor que os perdone, que os
defensa, salvo dexarlo a vuestra determi- será más sano qu'el perdón de Roberto.
nación, la cual, si fuere que muera, sea A esto dixo Bucarpia:
en buena hora, porque a lo menos la -No curéis, señor, d'eso, porque ansí
causa de mi morir me será consuelo: ésta para tomar ley nueva como para tomar
es querer mi libertad, la cual vos me ro- marido me hezistes fuerca. E como toda
bastes dándome en sujeción a marido se- cosa que por fuerca se toma nunca se
yendo yo señora e libre como me ha- ama, ansí he hecho yo en todo lo que
llastes. De una cosa levaré pena: ésta es me distes, (f. 35r).
de que, como tengo coracón, no tuve
fuerca con que me defendiera e provara
cómo hezistes como mal cavallero en me 4. Floriseo ante la superstición
casar con Roberto. E que digáis que yo
lo quise, dezidme qué otra cosa pudiera
hazer aunque quisiera sino complir vues-
tra voluntad, siendo vos hombre e arma-
A l c a b o d'estOS días allegó a vista
de una insola e preguntó a Gesi-
po, diziéndole:
do. Pero, pues no puedo hazer esto por -Maestre, ¿qué tierra es ésta que ve-
ser muger, bien es que muera si quisié- mos?
redes como tal, aunque en la verdad en El maestre le dixo:
matarme más morirá vuestra proeza que -Señor, ésta es la insola Encantada.
mi vida. Y sé cierto que mi sangre recla- -¿Cómo es encantada?, -dixo Floriseo.
mará empós de vos doquier que fuére- -Señor, -dixo el maestre-, dízese que
des, diziendo éste es el que sin derecho de libres una dueña que se llamava Medea la en-
hasg cautivos. E aun sin esto me consuela el cantó grandes tiempos ha. E dizen que
morir, que me hará segura de bivir de- lo hizo porque su padre, el rey, no sa-
baxo del poder del más vil cavallero que liesse tras ella cuando se huyó de su casa
puede ser. Por tanto, hazed de mí lo que con Jasón.
quisiéredes, que a lo menos yo os dó se- A esto le dixo Floriseo:
guro, porque conozcáis mi coracón, que -Maestro, esso no se deve creer, por-
mi muerte sea con enxutos ojos. que en la verdad no ovo Jasón ni Medea;
e si los ovo, no hizieron lo que d'ellos
E dicho esto, retrúxose a su cámara e han escrito los poetas. E por esto no me
dexó a Floriseo muy espantado de su digáis la historia de la isla ni de sus pri-
gran dureza de coracón de Bucarpia. E meros pobladores, sino contadme qué
por no darle lugar a que desesperasse gentes ay en ella e su manera de bivir, e
entró a la hablar en esta manera: si es sugeta a algún señor.
-Paréceme, señora, que no negando -Señor, -dixo el maestre-, por esso se
vuestro yerro levantáis otro: esto es, de- dize encantada, porque no ay hombre
zir que yo os forcé a que fuéssedes mu- que pueda dar razón d'ella ni de su gen-
ger de Roberto, en lo cual habláis con te, si de la ribera d'ella no. E dízese que
passión e por esto contra verdad, porque no ha ávido hombre que entre más de
bien sabéis vos, señora, cómo ello fue de media legua dentro d'ella. E dízense mu-
vuestra voluntad e no de mi fuerca como chas cosas maravillosas d'ellas de que no
dezís; cuanto más que, si tan penoso os ay entera sabiduría, porque unos dizen
era este casamiento, podiérades apartar- que esta tierra paresce que está siempre
le sin muertes como hezistes. Por tanto, encendida e otros dizen que paresce que
pesándoos de lo passado, bolveos a se hunde; e otros, que los árboles d'ella
FLORISEO (I-Il) 273

parescen allegar al cielo e luego abaxar- hiere también sobre alguna parte en que
se al abismo, e que con todo esto ella ay cristal o otros cuerpos limpios, de lo
echa de sí un suave e fuerte olor e que cual se haze tanta claridad que embaraca
ay en ella infinita diversidad de colores la vista e piensan que es por encanta-
de árboles e de frutos e que se oyen en miento. E también esso del color que de-
ellas las bozes de los hombres, pero que zís, junto con la claridad, les haze desva-
no los pueden ver. nezer la cabeca, de manera que no
Mucho plazer ovo Floriseo en saber pueden -aunque osan- entrar adentro de
las propiedades de la insola que veían. E la isla, en la cual yo quiero entrar, si Dios
luego determinó entrar en ella [...]. Pues me ayudare, e no dexara de hazerlo aun-
como Floriseo no oviesse por el amor que fuera encantada, (ff. 78v-79r).
que tenía a la Reina de Bohemia dexado
la mayor affición que tenía al Hijo de la
Señora del Cielo, siempre pensava en 5. La primacía de la artillería
cómo le serviría. E porque sabía él bien
que creer cosa que se dixese d'encanta-
mientos desagradava a Dios, a esta cau-
sa no creyó que la maravilla de aquella
D ize la historia que, como Cirilo
era muy prudente para lo que
convenía hazer en las cosas de guerra,
isla viniesse sino por obra natural. E aun- dende el día que acordó de empocoñar
que otra cosa pensara o fuera, no lo di- las aguas a los enemigos, dende entonce
xera por apartar a su compaña de creer mandó hazer unos grandes trabucos e ca-
en vanidades. E por convenir al maestre rros en que hizo poner muchos tiros
de la nave, que creía ser la insola en- gruessos de pólvora que avía en el alcá-
cantada, pensó mucho una noche cómo car y en la ciudad. E fueron tan ingenio-
podría por vía natural parecer aquella in- samente hechos los carros que ligera-
sola tan extraña como parecía. E como él mente los podían levar y traer por do
fuesse sabio, ansí por arte que aprendió querían. E d'esta manera puestos en ellos
como por naturaleza que le dio gran in- los tiros, mostrólos a Floriseo e díxole:
genio, habló a su parecer la causa de la -Señor, yo pienso que, Dios querien-
estrañeza que en la insola se hallava e do, estos tiros nos han de dar entera Vi-
díxole al maestre en esta manera: toria contra nuestros enemigos.
-Amigo Gesipo, -dixo Floriseo-, yo he Y estonce mandó Floriseo dar pregón
pensado mucho en el parecer d'esta tierra que todo hombre que podiesse tomar
y hallo que es natural e no por encanta- armas en la ciudad saliesse essa noche
miento, como vos e todos los que la avéis con ellas al campo, que él les asegurava
visto creéis. E deve a lo cierto ser la cau- la Vitoria e mucha ganancia que abrían
sa la diversidad de las cosas sobre que de los enemigos. Y d'esta manera se jun-
hiere el sol e la muchedumbre de nuves taron más de cincuenta mil hombres con
que sobre ella se deven engendrar, que los que Floriseo tenía sus capitanías, y
reciben en sí diversas colores del sol e éstos ordenólos en esta manera: mandó
por esto paresce que se arde en diversas que quedassen en la ciudad quinze mil
colores de llamas. E cuando los rayos hie- hombres de los mejores y más armados,
ren sobre los árboles altos levántanse va- e cinco mil dio a Cirilo que fuessen guar-
pores que parecen a la vista allegar hasta dando los carros en que llevava los tiros
el cielo. E los hombres que han llegado a y artellería; e treinta mil que quedavan
esta isla, como veen estas cosas que cau- llevó consigo en sus capitanías muy bien
sa el sol sobre los vapores, o el sol, que ordenadas. E aviendo ansí bien ordena-
274 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

do, movió Cirilo con sus ingenios contra infante, su señor, que andava muy bravo
el real, que estaría de la ciudad media le- entre ellos, no podiendo pensar qué cosa
gua, e fue junto con la artillería con sus era aquella o de dónde les venía esto. Y
cinco mil hombres muy mansamente, sin d'esta manera fueron en breve tiempo ar-
hazer roido ninguno, e dixo a Floriseo: mados todos los que en el real podían to-
-Señor, vayase vuestra merced con mar armas (porque los más estavan em-
sus gentes al pie de la sierra, muy apar- poncoñados del agua, según se dixo).
tado del real porque no sean sentidos, y Pero según eran muchos, todavía se pu-
esté en escucha y esperanga que yo le sieron más de cincuenta mil moros apa-
embiaré los enemigos antes del alva a rejados para batalla, pero como fuesse
sus manos. Y estonce hará vuestra mer- noche y escuro no veían con quién pele-
ced d'ellos lo que suele. ar, salvo que de rato en rato caían en su
E ansí se despartieron Floriseo e Ciri- real grandes pelotas de metal ardiendo,
lo. E Floriseo fue derecho a la sierra, que las cuales hazían tanto daño como si fue-
era el camino por donde avían de ir los ran rayos, de manera que dende a dos
enemigos para su tierra, en paz o en horas que comencó Cirilo a hazer soltar
guerra, y estovo allí quedo con sus gen- sus tiros, viérades arder lo más del real, e
tes muy en orden. E como Cirilo se apar- por un cabo caían tiendas, e por otro
tó de Floriseo fue contra el real con cin- hombres e por otro cavallos. E como el
cuenta carros en que llevava cient tiros infante oviesse visto de cuál parte venían
de pólvora muy buenos y con ellos hom- los tiros, mandó guiar su gente contra
bres que los sabían bien tirar e regir. E aquella parte. E como fuessen con gran
como allegasse cerca del real sin ser sen- alarido, sintió Cirilo que los enemigos se
tido, porque los carros ivan de suerte acercavan y entonce dio gran priessa a
que no hazían sonido alguno e sin esto los artilleros para que soltassen más ti-
porque los más de los hombres del real ros, e fue ansí que soltavan de diez en
estavan durmiendo sin recelo ninguno, diez e ivan por tan baxo las pelotas que
que sería medianoche, y pudo llegar sin no perdían tiro que no diessen en las ba-
aver revés tan cerca que podía tirar al
tallas. Y como d'esto recebían gran daño
real con harto daño suyo. Y estonce
sin se poder defender, acordaron retraer-
mandó a los que llevava en su guarda
se hazia la sierra (esto hazían ellos cre-
que todos estoviessen juntos y prestos e
yendo que los tiros veniessen de la ciu-
que no saliesse ninguno de la artillería
dad). E como Cirilo no oyesse ya la grita
en tanto que los enemigos no saliessen a
de los enemigos, guió contra ellos toda-
ella. E dicho esto mandó soltar muy or-
denadamente los tiros, soltando cada vez vía tirando reziamente, lo cual hazía gran
dos o tres. E como los enemigos viessen daño en los contrarios, los cuales creían
aquello comencáronse de alborotar y ar- que aquéllos fuessen rayos del cielo, (ff-
mar con gran priessa, la cual les dava el 57r-v).
REIMUNDO DE GRECIA (ill) 275

46. REIMUNDO DE GRECIA


(libro III de Floriseo)
de Fernando Bernal
(1524)

por
Javier Guijarro Ceballos

TESTIMONIO

[1] Salamanca, [Alonso de Porras y Lorenzo de Liondedei], 1524 (10 de julio) [-»]

TEXTOS

1. Reimundo, a la edad de seis en Alexandría, era a la sazón rey en


años, es raptado por el sabio Alfarabio Egipto Cleopatro, el cual era más aficio-
nado a las cosas de las ciencias que al
i c h o e s y a en el Segundo libro de laexercicio de las armas. E a esta causa
D historia del rey Floriseo en qué lugar tuvo
e siempre poco cuidado de la cava-
por la manera secreta que fue engendra- Hería, que no menos que en el de las le-
do e nascido Reimundo, e ansí mesmo tras deviera entender. E a esta causa era
por qué arte de saber lo llevó Piroman- en poco tenido de los de su reino e me-
cia, aquella sabia dueña, a Alexandría, nos estimado de los señores comarca-
donde, según allí se dixo, ella lo presen- nos, e menos amado de su muger, la rei-
tó al duque Pirineo, su agüelo; el cual, na Adriana, la cual, viendo que su
junto con el rey-duque, cuñado de Flori- marido curava poco d'ella, determinóse
seo, lo fizieron criar con mucha diligen- de amar a un cavallero muy animoso e
cia fasta que ovo seis años. Agora dize la apuesto, cuyo nombre era Topacio, Du-
historia que siendo Reimundo de edad que de Estagira, del cual havía seído mu-
de seis años fue quitado de las amas que chas vezes requerida. E faziendo la reina
le avían criado, y estonce se dio en guar- saber su voluntad al duque, viniendo él
da a un cavallero principal, criado de la en secreto llevóla a su tierra, donde la
casa del rey-duque, el cual lo tratava se- tomó por muger en lo público, de lo
gún que a hijo de tal padre convenía. Y cual se siguió al rey Cleopatro no menos
en esta manera le tenían sus tíos en Ale- dolor que infamia. E puesto que por un
xandría, aguardando tiempo de su más cabo se consolasse con su saber, por otra
edad para lo poder embiar al rey Flori- parte veía en cómo la manzilla de los re-
seo, su padre. Pero como estuviesse dis- yes sea más de lavar con sangre huma-
puesto otra cosa, acontesció a Reimundo na, usando de venganca, que con blan-
en esta manera que se sigue. [...] dos consejos usando de retórica,
En el tiempo qu'el rey-duque, cuñado comencó con el pensamiento a ensayar
del rey Floriseo, reinava en Damasco y la áspera venganca que como rey devía

BIBUOGKAFIA: Eisenberg-Marín: n° 1805.


276 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

tomar de su enemigo. Pero como en su gro o de honra venían a ella, porque allí
persona hallasse flaqueza corporal y en se les procurava el remedio por mano de
su coracón no tanta furia como para tal los cavalleros qu'el rey tenía para cum-
cosa, juzgóse por hombre sin provecho plir tales cosas; e a esta causa venían
para tomar por su persona la emienda personas de partes muy estrañas con di-
que justamente desseava alcancar de su versas demandas. E acaesció que en tan-
adversario. E estando confuso, comunicó to que Reimundo estava teniendo las no-
su desseo e flaqueza a un gran sabio su venas, según es dicho, vinieron un día a
maestro que se llamava Aliara vio, el la corte tres demandas: la una traía un
cual, después de haver bien pensado en escudero, la otra una donzella e la otra
este caso, dixo al rey: una dueña. E como todos fueron juntos
-Tú, señor, sabrás que tu verdadera delante del rey, dixéronle que le suplica-
venganca ha de venir por mano de un van que delante todos los cavalleros de
niño que yo te traeré, el cual ha de ser su corte les quisiesse oír su embaxada, e
el mejor cavallero del mundo. el rey les respondió que era contento de
Mucho le agradesció el rey este servi- oírlos otro día. [...] Estonce vino el escu-
cio, e diole priessa que fuesse por él. E dero estraño, el cual, haviendo hecho el
Alfarabio entró en una nave e, como lle- devido acatamiento al rey, dixo en esta
gó cerca de Alexandría, aguardó tiempo manera:
en que Reimundo saliesse a holgarse -Poderoso rey, yo soy un escudero
cerca del mar. E como un día estuviesse criado de la Reina de Inglaterra, según
el niño jugando a la ribera del mar, tomó que por este su sello podréis conocer, la
Alfarabio forma de vallena e apareció a cual, haviendo oído cómo esta vuestra
desora a la orilla del mar. E todos los corte es fuerte de toda virtud y esfuerco,
otros niños que acompañavan a Reimun- quiso embiarme a ella con un mensaje.
do huyeron hazia donde estava el ayo de Y es que os haze saber cómo de poco
Reimundo, e solamente Reimundo se tiempo a esta parte ella recibe un gran
quedó mirando la vallena, la cual, daño, y éste es que cada noche entra en
abriendo su boca, paresció haverlo tra- su palacio un hombre armado e con toda
gado. E dando a entender que se metía furia quebranta las puertas e fiere e mata
en el mar, se tornó a su nave, en la cual a cuantos le quieren resistir la entrada. E
volvió muy alegre, (ff. lr-v). allega hasta su cámara e tómale de po-
der a la princesa Melisa, su hija; e tíéne-
la donde quiere hasta que es de día, e
2. Tres d e m a n d a s llegan a la estonce déxala sana e entera como la
corte del rey Floriseo: el arte del en- primera vez la halló. E a la mañana no se
trelazamiento halla persona muerta ni herida, salvo
que todos están muy espantados. Dize
que vos ruega que, pues en vuestra casa
M u y c r e c i d a era la fama del rey
Floriseo antes que conociesse a
sus hijos, el príncipe Reimundo e Pirineo
hay tan esforzados cavalleros, que em-
biéis algunos que la saquen d'esta pena,
de la India. Pero después d'esto, fue su con que haze cierta que al cavallero que
corte más poblada de buenos cavalleros esto remediare le hará señor de la mejor
e más ennoblecida e más por ellos esti- cibdad de su reino.
mada, por el mucho provecho que d'ella Mucho se maravillaron todos en oír
se siguía a todas las personas que con tan estraño caso. E estonce mandó el rey
demanda de alguna necessidad de peli- que entrasse la segunda demanda, e es-
REIMUNDO DE GRECIA (ill) 277

tonce entró la donzella. E haviendo he- Haviendo todos dicho sus mensajes,
cho su acatamiento al rey, e díxole en díxoles el rey Floriseo: [...]
alta boz: -Cavalleros, bien sé que havréis pen-
-Señor rey, la Reina de Noruega, cuya sado tomar trabajo con estas demandas
criada yo soy, se vos recomienda por mí que son venidas de parte de estos reyes,
e vos haze saber cómo desde poco tiem- lo cual es justo, pues a hijos de reyes
po a esta parte recibe ella mucho daño conviene socorrer a reyes como son es-
de un gigante muy espantoso, cuyo tos que agora piden nuestro socorro. Por
nombre es Eumerón; el cual se pone a tanto, es mi parecer que echéis suertes
un puerto principal de su reino e dende cuál de vos seguirá una demanda de las
allí roba él e mata a todos cuantos entran tres dichas, de manera que por suerte
o salen del reino. E cuando va gente a él, cada uno cobre la que le cupiere.
métese en un monte muy áspero, donde Muy bien parecieron estas razones a
tiene muchas animalias por encanta- todos los que las oyeron e a la hora echa-
miento ponzoñosas a todas personas, las ron suertes. E cayó la primera demanda
cuales han muerto a algunos que han de Inglaterra al príncipe Reimundo, e la
entrado en el monte. Dize que, pues vos, segunda de Nuruega a Pirineo, e la ter-
señor, sois tan provechoso socorredor de cera de Escocia al príncipe de Damasco.
todos, que no le neguéis vuestro soco- [...] E a la hora se aderecaron estos tres
rro, embiando para esto a quien vos pa- cavalleros para se partir e despartir. E
resciere, al cual se dará por pago la me- concertáronse que si Dios los sacasse de
jor villa de su reino. aquella demanda, que serían luego en la
A todos paresció rezia demanda esta, corte del emperador. E hecho esto, des-
por ser con gigante tan rezio e encanta- pidiéronse del rey. (ff. 23r-v).
do. E haviéndola oído el rey, mandó que
entrasse la tercera demanda. E a la hora
entró la dueña que la traía e, haviendo 3 . La i n s o l a d e l A m o r : d e s c r i p -
saludado al rey, dixo: ción del Castillo de la Puente Peligro-
-Esclarecido señor rey, el Rey de Es- sa y de la Huerta Deleitosa
cocia mi señor os haze saber cómo es-
tando él puesto, como está, en mucha
edad e cercado de muchas enfermeda-
des, le ha venido una muy gran dolencia
F i l á r o n s e [Magiana y Zoroastra\ a una
isla que se llama la insola del Amor.
E descubrieron en ella un castillo cuyos
a su honra. Y es que el duque de Nor- muros eran altos a maravilla e hechos de
gales entró con gran engaño en su casa piedras cristales, e las almenas eran de
e le furto a la princesa Garinda, su hija, jaspes e las rejas que parecían de las ven-
la cual, por ser niña de siete años, no se tanas eran de oro. JE para entrar en este
pudo ni supo defender. E que este la tie- castillo, havían de entrar por una puente
ne criándola para darla a su fijo por mu- tan angosta que no podía passar más de
ger en siendo de edad. E que como éste un cavallero sin venir otro. Pero, entrada
casamiento sea por todo contra su hon- la puente, llegavan a una gran puerta
ra, que él lo tiene por malo. E por esto toda labrada atarceas {¿a taraceas?} de muy
que, pues a él le falta persona de quien diversos e olorosos maderos. Y entrando
se fíe, que os ruega que le embiéis algún dentro, veían un gran patio losado de
cavallero de quien se pueda fiar este fe- alabastro e de otras piedras de diversas e
cho, e que la paga será tal cual parte de hermosas colores, y en medio d'él estava
su reino él querrá tomar. una gran pila de agua hecha de plata, la
278 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS

cual sostenían con sus manos seis leones las cibdades, se fueron aquella isla, que
de alambre que echavan en ella por sus pusieron nombre del Amor porque el
ojos el agua. Era este patio cercado de amor los llevó a ella. Y en ella labraron
cuatro cuartos que componían la casa en este castillo para su defensa e morada, e
cuadra; eran tan altas las colunas o pila- la huerta para su descanso. E como se
res que los sostenían que por maravilla viessen de mucha edad, no haviendo ha-
era mirarlos, siendo como era cada uno vido hijos, acordaron dexar encantada
de una sola piedra e todos de diversos aquella insola hasta el tiempo que vinie-
colores. Era el enmaderamiento de la sse a ella quien, por ser más esforcado e
casa de tales maderos que, dando singu- más leal amador que todos los de su
lar olor de sí, eran escusados en aquella tiempo, la pudiesse ganar. E la manera de
casa todos otros buenos olores. Cada ganarla havía de ser que el cavallero que
cuarto tenía su corredor, e sala, e cua- viniesse a probar su aventura peleasse
dras, e retretes labrados tan ricamente con cuatro cavalleros que él dexava en-
cuanto más ni tal sutilmente podía ser en cantados. E que el cavallero que tuviesse
el mundo hallado algún edificio. Este cas- las condiciones dichas solamente los pu-
tillo estava algo en alto e su cava era de diesse derribar; e los otros fuessen d'ellos
increíble hondura, e llena del agua que derribados en la cava que estava llena de
venía de los caños que estavan en la agua, e allí estuviessen hasta que vinie-
casa. E cerca d'este castillo estava una sse el que havía de ser señor de la casa,
huerta cuya cerca era, aunque no tal alta, el cual, como passasse libremente por la
hecha a la manera de la del castillo; pero puente, havía de salir dende una torre
eran sus árboles tan altos que parecían una donzella e havía con gran solenidad
sobre la cerca, e tan verdes e tan llenos de coronarle de una corona de laurel e
de diversidad de frutos que su vista con- meterle en el castillo. E para la más leal
fortava los ojos de quien los mirava, y el e más hermosa muger del mundo dexa-
olor que d'ellos salía era tan suave que ron la huerta, la cual la havía de ganar
dava al coracón singular mantenimiento. si entrasse por su puerta sin ser derriba-
Estava en medio d'ella una maravillosa da por la fuerca de un gran viento que
fuente, de que toda se regava, e tenía d'ella salía, el cual viento havía de haver
muchas calles e labores hechas de muy derribado a cuantas señores hoviessen
frescas e hermosas matas. Tenía a la una venido primero que la que havía de com-
parte hecho un cenador, el más lindo que plir la aventura, (ff. 62r-v).
se pudo pensar; tenía de su natural la
muy dulce e continua música que en ella
hazían las aves que allí se criavan. Cier-
to, era cosa de estraña fortaleza e linda 4. Frente al combate masivo, el
hermosura ver este castillo e huerta. El enfrentamiento caballeresco
castillo se llamava de la Puente Peligrosa;
la huerta se dezía la Huerta Deleitosa. Era
el señor d'este castillo un cavallero cuyo Y a s e d i x o cómo se assentó tregua
entre el emperador y el rey Flori-
seo por espacio de cuatro meses. Pues al
nombre era Cupidoro, e la señora de la
huerta era su amiga Deneriana. Estos ha- presente es de saber que el delegado y
vían sido los más leales amadores que eletores del emperador que allí eran ve-
ovo en sus tiempos en el mundo, e, por nidos trabajaron mucho por poner en
gozar de sí sin el impedimento de las co- paz estos señores. E viendo qu'el empe-
sas d'este mundo que más se hallan en rador no quería venir en cosa buena con
el rey Floriseo, queriendo estos señores
REIMUNDO DE GRECIA ( i l l ) 279

por el poder que tenían poner remedio emperador porque dende estonce le da-
para que más gente cristiana no murie- van por elegido, o que lo fuesse Rei-
sse en las batallas que se esperavan, llo- mundo si pareciesse e su padre no lo
vieron su consejo e sentenciaron qu'el quisiesse o pudiesse regir. Esto es lo que
emperador, metiendo su persona, entra- los eletores acordaron e sentenciaron y
sse en campo con seis cavalleros de su el delegado lo confirmó. E hiziéronla
parte contra el rey Floriseo, el cual me- leer al emperador e al rey Floriseo e se-
tiesse su persona con otros seis cavalle- ñalaron qu'el día de la batalla fuesse
ros; e que si el emperador venciesse, dende en veinte días. E asseguraron el
que su hijo, el príncipe de Grecia, lle- campo a ambas las partes con muchas
vasse el señorío que Reimundo havía de gentes que ellos traxeron de todos los
eredar casando con su hija del rey Flori- reyes cristianos a quien para esto las em-
seo, e si el rey Floriseo venciesse e por biaron a pedir, (ff. 65r-v)
caso muriesse el emperador, qu'él fuesse

47. GUARINO MEZQUINO


(1512)

por
Nieves Baranda

TESTIMONIOS

[1] Sevilla, Jacobo Cronberger, 1512


[2] Sevilla, Juan Várela de Salamanca, 1527 [—>]
t3] Sevilla, Andrés de Burgos, 1548 (10 de mayo)

TEXTOS

1. Resumen del argumento e de muchos y diversos animales, e de la


habitación de la Sibila, e del purgatorio
de sant Patricio e del infierno, según la
E n a q u e s t e libro vulgarmente se tra-
ta una breve historia del rey Carlo-
magno, y después del nascimiento e
historia lo declarará. El cual libro mudó
o trasladó de lengua toscana en nuestro
obras de aquel generoso e muy magnífi- romance castellano Alonso Hernández
co cavallero llamado Guarino, e después Alemán, vezino de Sevilla, a ruego del
llamado Mezquino. En el cual se mues- noble cavallero don Pero Ponce de León,
tran los nonbres de las provincias cuasi hijo del noble cavallero el mariscal Juan
de todo el mundo, y de la diversidad de Ramírez de Guzmán, señor de Teba y
los honbres e de sus diversas costunbres, Hardales. (f. 4v).

EDICIÓN: Nieves Baranda (ed.), Alcalá de Henares, Centro de Estudios Cervantinos, en prensa.
ESTUDIO: Baranda (1995).
280 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

2. Nacimiento del h é r o e y ori- Viendo Sefera, aya de Guarino, perdi-


gen de su sobrenonbre da la cibdad, aquella noche escondida-
mente se salió con Guarino e con el ama
que lo criava e con un criado suyo de
H e c h o Milón señor de Duraco e de
toda Albania, e aviendo por mu-
ger a Fenisa e aviéndola hecho primero
servicio, e llevó consigo mucha cuanti-
dad de tesoro. Y desque llegó al puerto,
baptizar, la cual fue sienpre amiga de fletó un navio pequeño que allí halló y el
Dios e aplazible mucho a la fe cristiana, patrón prometió de los llevar a Costanti-
el segundo mes, porque plugo a Dios, se nopla. E partidos del puerto, aviendo na-
enpreñó de un hijo macho; el cual des- vegado tres días, fueron salteados de tres
pués que fue nacido lo batearon e le pu- galeas de cossarios, e allí le mataron al
sieron nonbre Guarino, que fue el non- criado que llevava Sefera, e assimismo a
bre del abuelo de Milón, e fue hijo de ella porque llorava la echaron a la mar. Y
dolor. Y diole en guarda a una dtieña el ama era muger moca e de muy buen
honrada, la cual avía sido aya de la her- parecer e durmieron con ella tantos de
mosa Fenisa, la cual avía nonbre Sefera los de la galea que a cabo de cuatro días
y era griega, natural de la cibdad de Cos- ella fue muerta y echáronla a la mar.
tantinopla, e hazíalo criar a una ama que
E navegando allegaron las galeas en
le dava de mamar; por el cual nasci-
el archipiélago e vendieron al niño en
miento se hizo gran fiesta en Duraco y
en toda Albania e Pulia. una cibdad llamada Salóniche, e conpró-
lo una conpañía de mercaderes junta-
Y siendo el niño de hedad de dos mente con otras mercadurías que aque-
meses, perdió Milón toda su señoría e llos cossarios traían tomadas. E al partir
por traición le fue tomada la cibdad de entre los mercaderes las mercadurías
Duraco por los turcos. Y esto fue por que conpraron, cupo en suerte el niño a
mala guarda, porque los dos hermanos, un mercador de Costantinpla llamado
Ñapar e Madar, que avían perdido la tie-
Epidonio, e tomó un ama para criar el
rra y señorío trataron secretamente con
niño y llevólo consigo a Costantinopla
los albaneses cómo de noche entrassen
con voluntad de lo hazer su hijo adotivo,
en Duraco con mucha gente. Y el temor
porque no tenía fijo ni hija y era honbre
fue tan grande por la cibdad e la mor-
muy rico. E diolo a su muger, la cual no
tandad de los cristianos tanta, e prendie-
fue muy alegre con él pensando que era
ron a Milón e a Fenisa e pusiéronlos en
una áspera prisión y echaron fama los su hijo bastardo, mas cuando supo la
turcos cómo los avían muerto a los dos. verdad de su criado, cómo su marido lo
Y entre entranbos hermanos ordenaron avía conprado, no se curó d'ello. E hízo-
por consejo que era mejor tenerlos pre- lo bautizar creyendo que no era bautiza-
sos a él e a su muger que no matarlos, do e porqu'él era tan hermoso niño y en
porque, teniéndolos presos, con ellos se niñez fue vendido por esclavo, le puso
haría el partido que quisiessen, porque nonbre Mezquino, e assí fue llamado,
eran de la sangre real de Francia, e si el (caps. 4-5, fols. 2r-2v).
rey de Ñapóles o otro alguno les qui-
siessen hazer guerra, hallándolo bivo po-
drían hazer mejor partido que no si fue- 3. G u a r i n o Mezquino e n la
ssen muertos. Los cuales estuvieron en Meca, donde cuenta sus hazañas al
prisión treinta e dos años, hasta que su Soldán de Persla
hijo Guarino los sacó d'ella. [...]
GUARINO MEZQUINO 281

d e s p u é s d e andadas muchas jor- vuestra gran excellencia tanbién, de to-


E nadas e passadas muchas tierras
abitadas e desabitadas, llegó a Meca. Y
parme Dios con un tal honbre cual por
mi dicha he hallado. Pero no sería gloria
estava allí el gran Soldán de Persia, el mía ni bienaventuranza si vuestra parte
cual tenía consigo muy gran gente e ve- de la tal dicha no la recibiéssedes. Que-
nía a visitar el arca de Mahomad. Y esta- red oír, señor, a este gentil honbre las co-
va allí en aquel tienpo el Argalifo, el cual sas que me ha dicho e quántas tierras ha
es su papa de los moros, e tanta era la andado e qué era lo que avía visto.
gente que en la cibad avía que no halla- El Mezquino se hincó de rodillas de-
va el Mezquino posada donde se pu- lante del soldán y el soldán lo hizo le-
diesse aposentar. El cual se fue derecho vantar, y el Mezquino lo saludó de parte
al palacio del soldán e un cavallero de los dioses, rogando a sus ídolos que
moro, desque lo vido preguntó al Mez- tuviessen en guarda su persona y estado,
quino quién era e qué buscava. Él le res- y el soldán le dixo:
pondió que andava buscando posada e -Dime por amor de mí en qué partes
que no la fallava en toda aquella cibdad. del mundo ás estado.
El cavallero le dixo, porque le parescía -Santa corona, aqueste cavallero me
fidalgo e porque era estrangero, que él ha fecho en su casa mucha honra e yo
lo quería aposentar en su posada a él e sobre el comer le he dicho todas mis pe-
a los que consigo traía; e que a él llama- nas e trabajos, y cómo yo he andado la
van Pomedas. E desque fue en su casa, Media e parte de la Tartaria, e lo que yo
diole una cámara en la cual pusiese sus he hecho en la India e con cuántas ani-
armas e ropa; y él desarmado e sus ca- malias fieras me conbatí, y cómo estove
vallos pensados, sentáronse a comer el en el árbol del sol.
Mezquino e sus guías con el huésped. E Y díxole cuanto avía dicho a Pome-
mientras que comían, Pomedas preguntó das. E todos los que allí estavan se ma-
al Mezquino quién era o qué buscava, y ravillaron e creían lo que dezía, salvo un
el Mezquino, porque vido su mucha vir- cavallero, el cual, viendo que los otros
tud e la cortesía que con él avía usado, avían conpassión de sus penas, ovo en-
díxole mucha parte de su fortuna e la bidia. E como la Fortuna sienpre busca
gran parte del mundo que avía andado, contrarios, dio ocasión que con la enbi-
e cómo avía estado en el árbol del sol. E dia d'esto no le hiziessen luego aquella
Pomedas se maravilló mucho que él honra que él [el Mezquino] merescía. (ff.
oviese estado en el árbol de Apolo y en 32v-33r).
la India e conbatido con tantas fieras
animalias. Y después que ovieron comi-
do, lo levó delante de Almancor, Soldán
de Persia.
4. Conbate e n t r e Guarino y Al-
monides
E desque llegaron a él, se hincó de
rodillas Pomedas y en presencia de mu-
chos cavalleros que allí estavan dixo Po-
medas al soldán:
E s t a n d o q u e d a s las batallas de la
una parte e de la otra, Almonides
se vino fazia ellos armado y encima de
-Muy grande enperador, ningún bue- un valiente cavallo, el cual no avía su par
no debe aver alegría que a su señor no en aquella tierra ni en toda la África, y
dé parte d'ella. Pero yo quiero que to- tenía en la mano una gruesa langa. Y
men enbidia de mi buena dicha algunos preguntóles si avía entr'ellos alguno que
de los cavalleros que aquí están y aún tuviesse tanto esfuerco que quisiesse ma-
Mil ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

tarse con él uno por uno. Guarino pidió apartó al lado e dexó pasar el golpe e no
que le diessen una lanca gruesa, e pri- le pudo tocar, e dio tal golpe con ella en
mero preguntó a Artilafo quién era aquel tierra que fincó más de dos palmos en el
cavallero. E cuando supo que aquel era suelo. E Guarino arremetió a él e diole
Almonides, fue muy alegre e tomó una un golpe en la pierna izquierda e córte-
lanca e fuesse contra él. Y el uno y el sela más de la mitad. Estonces él dio una
otro asseguraron el canpo; e micer Di- gran boz e renegó de Mahomad. E por
noino le pidió por merced que tomase esta herida no cayó, mas antes andava
su cavallo, porque era mejor qu'el suyo, más derecho. Guiarino le andava alderre-
pero él no lo quiso. Almonides preguntó dor porque la sangre le salía mucha e su
a Guarino quién era. Y él respondió: gente no lo veían, que si lo vieran, ellos
-Yo só Guarino. le ovieran acorrido. Guarino más con
Almonides dixo: seso que con fuerca se conbatía.
-Por Mahomad, juro que si todo el E cuando el sol comencava a abaxar-
mundo me dieran por mío, no me fizie- se, Almonides por la mucha sangre que
ran tan alegre como en me fallar contigo avía perdido ya no se podía tener en pie.
en tienpo que tú lleves a cuestas la so- E Guarino, desque assí lo vido, enbracó
bervia de lo que me enbiaste dezir. E el escudo e arremetió a él, e diole un es-
cree que ás de morir a mis manos. tocada por los pechos, que media espa-
E amenazándose de muerte arredrá- da le metió. Almonides dio con la cimi-
ronse el uno del otro por tomar carrera. tarra a Guarino, mas poco mal le fizo
Dixo Guarino: según la gran flaqueza que tenía de que
-¡O, cuánto es falsa la opinión de avía perdido toda su fuerca. E como
aqueste sobervio, que tanto se fía de sí Guarino sacó el espada de su cuerpo,
mismo que no cree que ningún honbre luego Almonides cayó muerto en tierra.
en el mundo aya que con él se osasse E Guarino corrió a do el cavallo de Al-
conbatir! monides estava e tomólo, e cavalgó en él
Entonces fue el uno contra el otro e e tornóse a su gente. Aquellos del real
diéronse grandes encuentros, por mane- llenos de dolor tomaron el cuerpo e le-
ra que Almonides ferido cayó por las an- váronlo a su tienda. E Guarino con su
cas del cavallo y el cavallo de Guarino gente, con gran Vitoria, tornó dentro del
cayó e oviera de peligrar por el mal ca- castillo faziendo grande alegría. La no-
vallo, que cuasi le cayó todo encima. E
che fizieron grandes fuegos por la Vitoria
trabajó de presto se levantar e levantado,
que avían havido. (f. 62v).
puso mano a la espada. Y Almonides
puso mano a la suya, que era una cimi-
tarra. E Almonides era tan grande honbre
de cuerpo que no llegava Guarino su ca- 5. La Sibila recibe a Guarino en
beca a sus pechos, e Guarino parecía tan su cueva
pequeño a él que Almonides dixo fazia
el cielo, engañado de sí mismo:
-¡O, Fortuna! ¿E cómo puede ser esto
que un enano a respeto de mí me de-
A bierta la p u e r t a , Guarino entró
dentro a siete días de junio a las
doze horas del día. E aquestas tres da-
rribe? mas le dixeron:
Y aun este era mayor mal que el pri- -Bien sea venido el señor Guarino,
mero. E airado diole un golpe con la ci- muchos días ha que nosotras sabíamos
mitarra muy fieramente. E Guarino se de vuestra venida.
GUARINO MEZQUINO 283

Estas tres damas eran tan fermosas y muger, e si Dios por su merced no le
tan lindas e tan ataviadas que lengua hu- oviera tornado su seso, él oviera caído
mana no lo sabría dezir. E al tienpo del do no se levantara. Mas tornóse a Dios e
entrar le dava el sol en la cara. Y des- dixo XII vezes: Jesucristo nazareno, líbrame d'es-
pués que ovieron cerrado la puerta, una te encantamiento, y esto dixo él entre sí mis-
de aquellas damas dixo con una falsa mo en su coracón.
risa: E la Sibila le dixo toda su pena desde
-Aqueste será nuestro señor. el día que Alexandre lo avía fecho libre
Y él entre sí dixo: Tú no piensas bien la fasta esta hora que él fablava con ella e
verdad. todas las cosas que avía fecho en toda su
Y la una le tomó la alforja e la otra la vida, e más le dixo:
bota e la candela, la tercera lo tomó por -Yo quiero que tú veas mis tesoros,
la mano, y metió la espada en la vaina e si son tales e tantos como los del Pres-
fuesse con aquella dama. Y entraron por te Juan.
otra puerta y llegaron a una gran huerta Y levólo a una cámara que estava en
en una muy fermosa sala que dentro un gran palacio y mostróle tanto oro e
d'ella estava toda historiada, e dentro tanta plata, e tantas perlas, piedras pre-
d'ella estavan más de cincuenta damas ciosas e tantos joyeles, e tanta riqueza
muy fermosas, la uno mucho e la otra que si no fuera cosa fantástica y falsa,
más. Todas se bolvieron la cara para él todo cuanto en el mundo avía andado
y en medio de todas ellas estava assen- no valía tanto como ello solo.
tada una, la más fermosa muger que ja- Y después tornaron e fueron a una
más nunca mis ojos vieron. E una de las muy rica sala e allí le fue aparejado de
tres que le abrieron le dixo: comer, y él assentado a la mesa, muchas
-Cavallero, aquella que allí veis es damas le servían, que era cosa de mara-
nuestra señora, la Sibila. villar. E cuando ovieron comido, lo llevó
Y ella se fue para él y él para ella. a un jardín, el cual parecía a él estar en
Guarino se le fincó de rodillas a la Sibila un nuevo paraíso, en el cual avía de to-
e la Sibila se le fincó a él de rodillas. E to- dos los frutos que la lengua humana po-
móla por la mano y ella dixo a Guarino: dría fablar y por esto conosció Guarino
-Bien sea venido el buen cavallero todas aquestas cosas ser falsas e aparen-
Guarino. tes, porque allí avía muchas frutas fuera
Y él la saludó diziendo: de su natural sazón. E andando por
-Aquella virtud en la cual tú has es- aqueste jardín, Guarino le comencó a
peranza, aquella te ayude. dezir:
E mientra que él fablava, ella se tra- -¡O, sapientíssima Sibila, aviéndote
bajava por fazerse con muy más hermo- concedido la divina Providencia tal gra-
so parecer e tanta era su hermosura que cia que fueste tú maestra para anunciar
cualquier cuerpo humano oviera enga- que en una virgen avía de encarnar el
ñado. E con dulces palabras y fermoso Salvador de la humana natura! ¿Cómo
acogimiento estava en ella toda hermo- perdiste tú el seso de no te salvar e por
sura e honestidad. Sus mienbros todos qué te desesperaste si la divinidad no
eran de demasiada gentileza y de muy encarnasse en ti? (ff. 71r-v).
hermosa grandeza e de muy linda color.
E tanto la miró que cuasi del propósito
que él llevava lo sacó, y estava cuasi fue- 6. Muerte del protagonista
ra de sí viendo tanta hermosura en una
284 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

Floramonte avía diez años, Milón avía sie-


E stando el Mezquino en mucho
plazer e sosiego con Milón su pa-
dre e aviendo el primer fijo de Antinisca,
te años e murió Antinisca. El Mezquino
deliberó de dexar el mundo e fazer vida
al cual puso nonbre Floramonte de Du- de hermitaño por salvar su ánima, y enbió
raco, y Alexandre fue su padrino. Y a rogar a Girardo su primo, fijo del rey Gi-
aquel año murió la duquesa Fenisa, ma- rardo de Ñapóles, que viniesse, porque le
dre del Mezquino, y el año que ella mu- quería rogar que quisiesse mirar por sus
rió se enpreñó Antinisca de un otro hijo fijos e para se los recomendar [...]. Y
macho. E tornóse Alexandre a Costanti- aviendo el Mezquino aparejado de se fa-
nopla y avíale nascido un hijo e púsole zer hermitaño, se fue a Roma e después
nonbre Guarino; e después ovo otro fijo que tornó a Taranto e puesta la cibdad en
e púsole nonbre Reimundo, assí como le sosiego y estando en toda su tierra amado
llamavan al enperador su padre; e des- de todos los suyos y aviéndose confessa-
pués ovo otro fijo e púsole nonbre Arri- do y comulgado por irse al desierto a fa-
bano, y fue valentíssimo cavallero. zer penitencia, enfermó e dende a pocos
El Mezquino ovo después otro hijo, el días murió del cuerpo, pero no del ánima
cual nasció al tienpo que su padre Milón ni de la fama. Y cuando murió avía cin-
murió, e púsole nonbre Milón. E cuando cuenta años. (f. 78r).

48. LEÓN FLOS DE TRACIA


(finales del siglo xvi)

por
José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIO

[1] Biblioteca Nacional (Madrid): ms. 9-206 (olim Bb.23) [-»]

TEXTOS

1. El Doncel del León es arma- mucho tiempo lo huviera usado; assí que
do caballero viendo su avilidad y la buena maña que
tenía, davan más crédito a las palabras
que Alquisa d'él avía dicho. Él tenía gran
H avía el D o n z e l del León catorze
años. El rey le havía dado un
maestro que le mostrase a cavalgar a ca-
cuidado de esto cuando el servivio de la
princesa le dava lugar, a la cual procura-
vallo, jugar de espada y de otras armas, va servir en lo que podía porque cono-
y lo demás tocante al abito militar y el cía que le amava mucho, y se lo mostra-
exercicio de las armas, en lo cual todo va por señales muy claras y, se lo
tenía tan buena gracia y maña como si huviera dado a entender por palabras,

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín Pina: n° 1807. ESTUDIO: Lucía Megías (1996).


LEÓN FLOS DE TRACIA 285

sino fuera por lo que Alquifa le havía -Así será, -dixo el donzel-, y a tu pa-
dicho. Viéndose el Donzel del León de dre quiero dar el cargo d'ello, que mejor
l'edad que les parescía que podía ser ca- que yo lo sabrá hazer.
vallero, con el gran desseo que tenía de -Assí sea, -dixo Filiseo-, como sea ve-
buscar su padre, aunque estava muy nido, se lo diréis para que lo provea.
contento con lo que Alquifa le havía di- Assí se dexaron d'ello. Otro día, es-
cho, y assí el rey le hazía tan buen trata- tando el donzel en este cuidado, vido en-
miento, teniendo por cierto todo lo que trar al enano de Alquifa en su rocín, de-
d'él le dixo, el cual buscava tienpo y sa- lante de sí traía un lío grande; el cual hizo
zón para hazer saber al rey su voluntad. subir a donde el Donzel del León estava.
Acavando un día de comer, hincóse ante Después de ser haver humillado al rey y
él de hinojos y suplicóle que un don le a la reina, bolvióse acia él y díxole:
otorgasse, pues de derecho por ser el -Señor León Flos, Alquifa, mi señora,
primero se le devía. El rey le mandó le- manda por mí besar vuestras manos
vantar, pero el donzel no lo hizo hasta como quien mucho os ama y dessea ser-
que el don le fue otorgado, por el cual le viros. Embíaos estas armas con que seáis
besó las manos, y díxole: cavallero.
-Lo que a vuestra alteza pido es que El doncel desembolvió el lío y sacó
me hagáis cavallero de vuestra mano. d'él unas armas tan blancas como si fue-
-Doncel del León, -dixo el rey-, no es ran de plata, sembrados por ellas mu-
tiempo aora. Cuando lo fuere, yo holga- chos leones; el yelmo de la misma ma-
ré d'ello porque vuestra tierna hedad no nera, y un escudo de fino acero no
lo consiente; porque aduro podríades menos relumbrante que las armas con el
sostener el peso de las armas, ¡qué más campo indio, y en el medio un león ber-
hazer con ella lo que combiene para ser mejo con una flor blanca en la boca,
cavallero! como el que él tenía en los pechos. Dio-
-Mi corazón me dize que ya es tiem- le la vaina de la espada, que era de un
po que lo sea, y me paresce gran ver- hueso negro, díxole:
güenza estar assí. -Señor, dize mi señora que no os
Mucho quisiera el rey escusárselo, pese porque los leones y la vaina son
pero conociendo su voluntad y por le ha- negros, que cuando la espada se tornare
ver otorgado el don, y también porque su en su propia color lo harán los leones y
nacimiento fue tan estraño de los otros, la vaina, como la fina grana y ésta dexa-
no sabía si en dilatarlo algún daño no re- réis por otra que sea la mejor del mun-
ceviesse, húvole de conceder, díxole. do, y la ganaréis con mucha honra.
-Pues assí os plaze, apareja las armas Mucho plazer ovo el rey de ver las ar-
y en la noche tené la vigilia en mi capi- mas, y fue maravillado de la rica labor
lla y daros he la orden de cavallería. d'ellas, pero mayor lo ovo con ellas el
El donzel le besó otra vez las manos. Donzel del León. Tomó la vaina y metió
El rey le abracó y besó en el rostro, que la espada en ella y dixo al enano:
lo tenía muy hermoso, y assí se quedó -¿Mandaron te dezir otra cosa?
demás hablar en ello. El donzel se salió -No, -dixo él.
de palacio tan alegre que no podía en- -Pues di a tu señora, -dixo León Flos-,
cubrir su plazer. Juntóse con Filiseo, a que le agradezco mucho la merced que
quien no menos placía, díxole: me hizo. Y pues al presente no tengo otra
-Aora, señor, menester es proveer las cosa sino mi persona para se la pagar,
armas, pues que ya tenéis la espada. que de ella se podrá servir siempre que
286 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

quisiera, y que yo haré mucho por verme -Donzel del León, si tan cumplido os
presto con ella, que la desseo hablar para haze Dios en esfuerco como os hizo en
saber d'ella una cosa que a duro, según fermosura, en vos será mejor empleada la
creo, lo podría saber de cierto. horden de cavallería que en otro ninguno.
Esto dezía por le preguntar quién su Él calló con vergüenca que havía de
padre y madre fuessen, que creía que ella lo que el rey le dixo.
lo sabía por lo que el rey havía dicho. Fuéronse a comer con muy gran pla-
-Cuanto más presto fuere vuestra vis- zer del Donzel del León, por ser cavalle-
ta, -dixo el enano-, sé yo que más hol- ro según lo que desseava serlo, (cap. 8,
gará mi señora porque os ama mucho y ff. lOv-llv)
tiene deseos de serviros.
-Buen enano, -dixo el rey-, salúdame
a tu señora y dile que mucho plazer me 2. Casos de amor, c a s o s de des-
hará en venirse por acá, porque la reina amor: el engaño de León Flos
y la princesa le tienen mucho amor y se
holgarán con ella.
Assí se despidió el enano y llegando C a m i n a r o n d o s días sin que cosa
les aviniese. Al tercero vieron ve-
nir acia sí cuatro cavalleros; traían con
donde su señora estava, contóle lo que
ellos otras tantas donzellas hermosas,
havía passado.
mayormente la una d'ellas, que en her-
A la noche, el Donzel del León veló
mosura y desemboltura excedía a las
las armas en la capilla del rey y junto
otras. Como se juntaron la donzella her-
con él Feliseo y muchos donzeles que le
mosa que vido a León Flos tan hermoso
aconpañaron parte de la noche; y la y bien armado, díxole:
princesa con sus donzellas, que por su
-Señor cavallero, estas donzellas y yo
linda conversación y crianca de todos
venimos contra nuestra voluntad con es-
era muy amado. Otro día haviendo el rey
tos cavalleros; ha cuatro días que anda-
oído misa armó cavallero al Donzel del
mos en su conpañía y, aunque al princi-
León; calcóle la espuela diestra y diole
pio de su conocimiento, fue con nuestra
con el espada en el hombro, y juró que
voluntad, aora no lo es. Y pues parecéis
guardaría ciertas cosas que en aquel
tales que no consentiréis que se nos
tiempo los que armavan cavalleros jura- haga merca, os pedimos que nos quitéis
van; y díxole: d'ellos.
-¿De cuya mano queréis tomar el es- -No parecéis foreadas, -dixo León
pada? Flos-, pues de vuestro grado venís con
-De la princesa Altaclara, si toviere ellos.
por bien de me la dar, -dixo él. -Sí somos, -dixeron todas-, que con-
-Con tal, -dixo ella-, que por un año tra muestra voluntad nos traen.
os nombréis mi cavallero, a mí me plaze -Señores, -dixo León Flos-, ya vedes lo
d'ello. que estas donzellas dizen, y atan buenos
-En eso, muy alta señora, mayor es la cavalleros como parecéis, no combiene
merced que recibo, -dixo él. hazerlo. Haréisnos merced las dexéis en
Luego la princesa le ciñó el espada su libertad para que se vayan donde qui-
que Alquifa le havía dado, y quedó tan sieren, pues no ay razón que de otra ma-
apuesto que parescía que mucho en su nera estén en vuestra compañía.
hermosura las armas havían acrecentado. -Las donzellas son nuestras, -dixeron
El rey que le miró, le dixo: los cavalleros-, y las ganamos de buena
LEÓN FLOS DE TRACIA 287

guerra, y de su grado han venido con manera me apartaré de este cavallero


nosotros y no forea das, que no somos ta- hermoso.
les que tal tengamos en costumbre. Señaló contra León Flos.
-Nosotros lo creemos así, -dixeron -En mal punto, -dixeron las otras-, es-
León Flos y sus compañeros-, y si ellas coxáis vos, que siempre lo tenéis por
quieren estar en vuestra compañía, noso- costumbre.
tros lo tenemos por bien. -Ora no riñamos, -dixo ella-, que para
-No, señor, -respondieron ellas-, y si cada una ay el suyo. Y todos parecen ta-
nos ganaron de otros, ya están satisfe- les que no ay ninguna que no se con-
chos del travaxo que en él pasaron. tente con el que le cupiere, que éste no
-Cavalleros, -dixo León Flos-, las don- es casamiento de por fuerca, que apre-
zellas sean libres para que se vayan don- mia a nadie que resida en él, mas de por
de quisieren. su voluntad.
-¿Queréis vos alguna d'ellas?, -dixo el Y assí riendo siguieron por su carrera
uno d'ellos. hasta que les tomó la noche en una flo-
-No, por cierto, -respondió él-, sino resta, donde les combino quedar, que no
que se vayan a la buena ventura. hallaron mejor lugar. Cenaron de lo que
los escuderos traían, a los cavallos quita-
-Pues aora veremos cómo las defen-
ron las armas y cada uno estuvo con su
déis, -dixo aquel-, que a mi grado no se
donzella, salvo León Flos que se quedó
partirá de mí esta donzella hermosa, que
armado. La donzella hermosa se llegó
mucho me agrada.
juntó a él y, como vía el poco cuidado
-Menos tardaremos, -dixeron los ca- que d'ella tenía, estava muy sañosa; me-
valleros-, en las libertar por las armas tíale en algunas razones. Él le dezía:
que por las palabras.
-Señora donzella, durmamos un
Tomaron del campo, a su boluntad poco, que tiempos avrá en la mañana
arremeten los unos a los otros y ninguno para hablar.
herró su encuentro. Los cavalleros de las
Ella se llegava a él y dezíale que se
donzellas los encontraron en los escu- quitasse las armas como sus compañeros.
dos, donde quebraron sus lancas, y nos
-No puedo, señora, -dixo él-, que esta
los movieron de las sillas, pero ninguno noche me cabe la vela para que ellos
de los otros no quedó en la suya, y die- duerman seguros, y ésta me cupo por
ron grandes caídas. El cavallero de la suerte y por ninguna manera dexaré de
más hermosa que le encontró León Flos hacerlo, que podría recrecerse cosa que
huvo una espalda quebrada. No curaron gran daño les viniessse por falta yo lo
más d'ellos y dixeron a las donzellas que era a mi cargo.
cómo eran libres para hazer su voluntad. De esto y de ver a sus compañeras
-La nuestra es, -dixeron ellas-, de nos con los otros cavalleros, estava muy ape-
ir con vosotros hasta hallar a unos cava- nada y más de ver a León Flos el poco
lleros en cuya demanda andamos. cuidado que con estar cerca d'él le dava
-En buen hora, -dixo el marqués-, su hermosura y los grandes sospiros que
que tan bien será en la nuestra apartar- sus pensamientos le causavan, que no
nos de vosotras cuando quisiéremos, era en su poder encubrillos. Assí pasó lo
como en la vuestra trocarnos por otros que de la noche quedava; a la mañana
cuando os agradare. tornaron a su carrera, creyendo la don-
-Dezid lo que quisiéredes, -dixo la zella que era concierto entre todos cua-
donzella hermosa-, que yo por ninguna tro que durmiendo en el campo el uno
288 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

d'ellos velasse, sperava la noche para que no son pocas, y por encubrirlas de
gozar de León Flos, que por más hermo- mí, fingís mucha honestidad.
so de todos lo avía escogido. Y llegaron -Mejor es, señora, -dixo León Flos-,
a una posada de un buen hombre, que a que calléis lo que conmigo pasáis, y no
los cavalleros de aventura acogía; des- publicarme, pues de publicallo, ganáis
pués de aver cenado, el huésped pre- poco.
guntó a una de las donzellas si acostum- -Esto, -dixo riendo-, que pasáis vos
bravan dormir con los cavalleros; ella conmigo, para que lo calle, -respondió
dixo que sí; y diéronles cuatro lechos. ella-, no quiero, sino que todos como yo
Cada una se fue con su cavallero; y sepan quién sois, que prometéis con
como León Flos vido a la donzella que vuestro gesto hermoso lo que niegan
junto al suyo le aguarda va, díxole: vuestras obras malas, y que no engañéis
-¿Qué atendéis, señora? a nadie como hizistes a mí.
-Que nos acostemos, -dixo ella-, que -No tenéis razón, señora, -dixo León
ya es ora. Flos, no pudiendo encubrir la risa-, que
-No lo es para mí, -dixo él-, si hemos yo no os rogué ninguna cosa para que
de dormir juntos. os quexéis de mí, que, como yo conoz-
-Pues, ¿también os cabe la vela esta no- co lo que en ese caso puedo, apartóme
che como la passada?, -dixo la donzella. de no tropecar en él por no dar muestra
-Assí entiendo que avrá de ser, -dixo a todos de lo que no querría que su-
León Flos-, pues estáis en camisa, que piesse ninguno, a cuya causa os rogava
querréis gozar del lecho. fuesse secreto.
-¿Y vos no os acostaréis en él?,- dixo
Y dissimulando con ella, se hecho
ella.
encima de una arca donde burlando y
-No veo yo cómo, -respondió él-,
mal durmiendo de lo que la donzella de-
pues havéis tomado posessión d'él.
zía pasó la noche.
-Harto lugar ay para ambos, -dixo
ella. A la mañana siguieron su camino; la
-No me parece a mí que le daréis vos, donzella iva muy triste y medio llorosa,
-dixo él-, porque yo acostumbro dormir y más lo mostró cuando vido el buen
solo, y vos no lo querréis dexar. contentamiento que las otras llevavan, e
-¡Mal me haga Dios, -dixo ella-, si díxoles:
solo bós en él dormís sino que, pues vos -No me puedo quexar de nadie sino
no queréis que yo me huelgue esta no- de mí que, si mal tengo, yo me lo escogí.
che sino dármela mala, que vos en el le- -¿Cómo es éso?, -dixeron las donzellas.
cho solo no la tengáis! -Que tomé a este cavallero, -dixo
-Buena ora, -dixo León Flos-; si con eso ella-, que él no lo deve ser, sino alguna
estáis contenta, yo lo tengo por bueno. donzella que anda en abito disfragado,
-Yo por malo, -dixo ella-, y mal aya según lo que d'él he conocido e visto.
quién os escogió, que mi pago me ha- León Flos dixo a los cavalleros lo que
véis dado. con la donzella havía passado, de que
-Pues, señora, -dixo León Flos-, yo no rieron mucho d'ella, y díxole el marqués:
quedo sin él, según la mala noche; se me -¿Qué descontento tenéis de nuestro
apareja, durmamos y no demos parte compañero, señora donzella?
d'esto a ninguno. -Téngolo tanto, -dixo ella-, que plu-
-No dexaré yo, -dixo la donzella-, de guiera a Dios que yo no dexara al que
publicar vuestras faltas, que bien creo dexé por tomar el que no deviera, que
LEÓN FLOS DE TRACIA 289

por mí sola se podrá dezir que quien -No es yerro, señora, -respondió León
bien tiene y mal escoge. Flos-, querer yo mirar por vuestra honra
-Señora, -dixo León Flos-, no es eso y guardarla y defenderos de los que os
lo que yo os havía rogado, que fuese se- hizieren fuerca.
creto lo que entre nosotros pasase. -Denfendévos la vuestra, -dixo la
-¿Y qué os devo yo a vos ni a vuestras donzella-, si alguna tenéis y haréis harto,
obras, -dixo ella-, para que yo haga lo que la mía, andando con vos, yo fío que
que vos queréis? Antes por no hazerlo está bien defendida y guardada, que por
sino al contrario, os publicaré como a miedo de no defenderme de alguno.
mal vino que vos no sois hombre ni te- -Creo que no havéis razón, -dixo León
néis muestra d'ello sino en venir armado, Flos-, pues sois testigo de lo passado.
pues teniendo una donzella como yo a -Ai os esperaba, -respondió ella-, que
vuestra voluntad dos noches, la una di- bien cierta estava que os havíades de
xistes que os cavia la vela para guardar loar de aquella nonada que hizistes. Yo
vuestros conpañeros, y la otra dormistes tengo por cierto que al cavallero que de-
encima de una arca por no dormir en el rrivastes no le derrivó vuestro esfuerco
lecho conmigo. Mirad si éstas son cosas sino su mucha flaqueza, con que él se
para que yo las cele ni para que ninguno cayó de su cavallo.
que lo sepa os tenga por hombre; ni yo D'esto rieron los cavalleros de buena
os tengo por tal ni vos lo devéis de ser. gana. Dixo el marqués:
Y los cavalleros reían mucho del eno- -Señora, presto le havéis conocido.
jo que la donzella mostrava y de la disi- -De una buelta de ojo que yo doy,
mulación con que León Flos respondía, -dixo ella-, conozco quién es cada uno.
el cual le dixo: -Tomad de nosotros el que os agra-
-Señora, ya sabéis vos los inconbi- dare, -dixo el marqués-, y dexá el que
nientes que yo tuve en esas noches para escogistes, pues avéis conocido sus fal-
apartarme de vos, pues queréis que to- tas, que de presto pocas cosas se acier-
dos lo entiendan; y lo que no se hizo en tan, que más que hermosura han de te-
una, se podrá hazer en otra, que no es- ner los cavalleros.
tán los hombres siempre en un ser sino -Esa sinrazón, -dixo ella-, no haré yo
que con el tiempo se mudan sus volun- a mis compañeras, que lo que no apro-
tades. No desconfiéis de mí, que presto vecha para mí, poco fructo sacarán ellas.
vendrá la noche. -A mí vos, -dixo León Flos-, quered-
-Por cierto, en vos, -dixo ella-, temé me para vuestro cavallero, y tomad uno
yo poca confianca que a la noche no os de estos mis compañeros como amigo.
faltará otra disculpa para encubrir vues- -¡Qué gracioso sois vos!, -dixo ella-,
tras faltas. para mi cavallero no creo yo que lo sois
-Esas no creo yo que me las encubri- ni lo seréis de ninguna; y cuando lo fué-
réis mucho, según las que me havéis pu- redes, será de alguna que se engañe por
blicado, dixiéndome que no ser hombre; la vista como yo hize.
pues si me conociésedes, de otra mane- -Aora, señora, -dixo León Flos-, ya te-
ra me juzgaría des. néis conocido para lo que soy y lo que
-Por lo conocido me pesa, -dixo ella-, valgo. Si no os contento, a mí me pesa
v pluguiera a Dios que nunca os oviera d'ello, y la emienda de lo que he faltado,
visto, que no sé quien me engañó, sino yo la haré en lo que fuéredes servida.
que la afición es causa de muchos yerros, -Eso no aguardaré yo de vos, -dixo la
como lo fue del mío. donzella-, y no quisiera sino saber vues-
290 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

tro nombre para publicar vuestros yerros Romance


y faltas por todo el mundo. Pero yo lo
sabré para hazerlo. Quebrántense, dios Cupido,
Y diziendo esto, dio del azote a su tus leyes, fueros y mando,
palafrén y tornóse por el camino que ha- pues a nadie galardonas
vía venido. Las tres donzellas que la vie- de quien te sirve de grado,
ron ir, dixeron: y repartes tus haveres
-Señores cavalleros, perdonadnos, que por un orden malmirado:
al estraño das placer,
por ninguna manera dexaremos ir sola a
al tuyo, pena y cuidado;
nuestra compañera, que ha mucho tiem-
eres ingrato, cruel,
po que andamos juntas, y lo que avino a
desconocido, malirado.
ella pudiera avenir a una de nosotras.
¿Por qué te llatnan amor
-A Dios vades, -dixo Dinades-, que
pues eres desamorado?
nos havéis dado causa para reír. Yo assí
Pintante ciego desnudo
lo haré cuando me acordare, que será
con marco bien flechado,
por toda mi vida, que no es cuento este
di^en que hieres de burla
para olvidalle jamás. y el herido es el burlado.
Por esto que vieron en este cavallero, ¿Por qué queda sin sentido
sospecharon que tenía su amor puesto de sí mismo, enagenado?
en parte que no quería mudarse, y que Buelve tus ojos y mira
amava con mucha lealtad. mi real casa y estado,
Y tratando de las burlas passadas y mira, mira mi persona,
en otras de presente, como todos eran y que tal que la has parado.
cavalleros que holgavan d'ellas, y como Andando por estos valles,
ivan con mucho plazer por el camino de huyendo de lo passado,
Alexandría, caminaron algunos días; y buscando a quien me perdió,
una noche que en el campo dormían, pero nunca lo he hallado,
como León Flos con los dulzes pensa- porque aquel que yo quería
mientos de su señora, no lo hazía, oyó otra me lo avrá gomado.
tañer y cantar muy graciosamente. Le-
vantóse paso y al tino de lo que sonava
que muy bien le parecía porque, aunque Así como acabó de cantar, dixo con voz
la noche era escura, hazía muy sosegada, muy triste por deshecha este villancico:
fue al tino del son hasta que llegó a una
fuente que estava cerca de muchos ár- Si así supiera guardaros
boles y a lumbre de dos hachas, vido como supe bien quereros,
una donzella muy hermosa puesta en no temiera de perderos.
una rica cama, que era la que tañía un El Amor mostró querer,
arpa; cerca d'él havía dos lechos en que yo supe querer y amar;
dormían cuatro donzellas y mirando más el Amor me quiso dar
vido cuatro cavalleros armados, que tam- más que pude merecer;
bién esta van durmiendo. Y la hermosa el Amor me dio poder
señora que no dexava de tañer, oyó que para amaros y quereros,
cantava de esta manera: yo lo tuve de perderos;
yo me perdí de vencida,
yo me gané por amaros,
yo perdí en no conservaros
L E Ó N F L O S DE T R A C I A 291

la más parte de mi vida; -¡O, amor, amor! ¡Y cuántos libros sin


yo me hallé tan perdida cuento están escriptos de ti por muy
que me gané por quereros grandes sabios, q u e si e n ellos p o n e n dos
y me perdí por perderos. renglones en tus loores, escriven cien mil
Si la cosa muy amada de tus males! ¡Ay de mí! ¿Quién me vido
yo supiera conservar, tan libre como aora estoy captiva y más
no supiera mi penar captivo que yo el que a mí me tiene sin
una vida tan penada, libertad, y puesto e n tal prisión que ni él
supiera tener guardada me la p u e d e dar ni yo con todo mi p o -
mi fee para bien quereros der ponerle en la suya! Todo causado por
y no supiera perderos. el cruel ciego de Amor, malo burlador
Vos, señor, sois el perdido, cuyo poderío ninguno veo libre, pues los
yo la perdida por vos, sabios se van tras él, los simples lo gus-
perdidos somos los dos. tan y sienten, que a ninguno veo estar es-
Sólo por vos que sois ido, carmentado' de sus males, ni lo que en
bien tenéis ya conocido ellos ni en otros haze sino que cuanto
que, si supe bien quereros, más blasfeman d'él más le siguen; d o n d e
que también supe perderos. es más aborrecido, más le aman; los que
más mal dizen d'él, más le quieren; cuan-
Acavado de cantar, dexó el arpa en- do más le olvidan, más se acuerdan. A la
cima de la cama y torciendo sus muy fin hallo que, si muchos le quieren, q u e
blancas manos, una con otra, derraman- ninguno está sin él ni lo dexa.
do muchas lágrimas de sus ojos, que pa- Con esto calló por una pieca. (ff.
recían perlas e n sus mexillás, dezía: 113r-115v).

49 L E P O L E M O ( E L C A B A L L E R O D E L A C R U Z )
de Alonso de Salazar
(1521)

por
Anna Bognolo

TESTIMONIOS

[1] Valencia, J u a n Jofre, 1521 (10 d e abril) (a costa d e J u a n d e Molina) [-


t2] Valencia, Juan Gofre, 1525 (2 de septiembre)
B] Sevilla, 1528
Í4] Sevilla, J u a n Cromberger, 1534
(51 Sevilla, Herederos d e Juan Cromberger, 1542
[6] Valladolid, 1545

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1813- ESTUDIOS: Bognolo (1993) y Roubaud (1990).


292 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

[7] Sevilla, Dominico de Robertis, 1548 (4 de mayo)


[8] Toledo, Juan Ferrer, 1552
[9L Toledo, Miguel Ferrer, 1562 (15 de julio)
[10] Toledo, Luis Pérez, 1563 (15 de septiembre)
[11] Alcalá de Henares, Andrés de Ángulo, 1563
[12] Sevilla, [Francisco Pérez], [después de 1582]

TEXTOS

1. Rapto del niño Lepolemo por bracos de la ama, y ella por no desper-
los moros tarlo no se osó levantar. Y estando assí
descuidada salieron adesora unos moros
con dos fustas pequeñas, que estavan
E l e m p e r a d o r , que muy aficionado
era a la caca, luego concedió en lo
que el cavallero dixo, y mandó a ciertos
escondidos en una quiebra que la mar
hazía entre unas peñas para robar los ca-
capitanes suyos qu'estuviessen allí con el minantes. Y vieron al ama y a los dos ni-
exército, qu'él con la emperatriz y sus hi- ños, y ella no los vido hasta ser presa
jos se quería ir al bosque que aquel ca- d'ellos y con espanto comencó a dar bo-
vallero le dezía con poca gente porque zes y ellos la arrebataron y la pusieron
no le enojassen. Y assí se partieron con con los niños en una de aquellas fustas.
pocos servidores y con aparejo de tien- Y sin ser vistos de ninguno alearon velas
das, porque en el bosque donde ivan no y se fueron por la mar adelante. El ama
avía casas en que se aposentassen. Y lle- hazía los mayores llantos y estremos del
gados al bosque, mandaron poner sus mundo que aun los moros avían dolor
tiendas en do mejor les pareció. Y en de ver lo que hazía, y sino fuera por dar
ellas quedava la emperatriz con sus hijos razón del niño, se oviera echado mil ve-
y mugeres mientra el emperador iva a zes en la mar como desesperada de ver-
cacar con algunos cavalleros. Dende ma- se tan grande afrenta y necessidad con el
tavan venados y otros animales que avía príncipe, y más se dolía del pesar del
de muchas maneras, donde el empera- emperador, su señor, que de su daño
dor holgava mucho. Y la Fortuna, que propio. [...]
nunca en un ser tiene las cosas, estando Estando la emperatriz en las tiendas,
el emperador y todos en este plazer, como avernos dicho, aviendo plazer con
acaeció que un día el ama que criava al sus damas y algunos caballeros que allí
príncipe Lepolemo, saliéndose paseando quedaron, vio venir al ama con su infan-
con el príncipe de la mano tomóle gana ta, y como avían salido juntas ella y el
de ver a solas una fuente que allí cerca ama del príncipe, luego preguntó por
le avían dicho que estava y apartóse con ella, y dixéronle que se avía ido por el
el príncipe y con un hijo suyo de edad bosque adelante, porque el príncipe 11o-
de vii años, por entre aquellas matas es- rava si lo quería tornar a las tiendas. Y
pessas, cuanto un tiro de vallesta. Y des- con esto estuvo un poco assí descuidada
pués asséntose encima de una peña sin dezir más. Pero desque vio que se
qu 'estava junto a la mar, a mirar cómo se tardava más de lo que le parecía qu'era
quebravan las ondas. Y con el ruido del razón, mandó que la fuesen a buscar, y
agua y como el niño venía cansado de luego muchos de aquellos caballeros y
andar por el campo, adurmióse en los otros criados suyos que allí estavan, la
LEPOLEMO (EL CABALLERO DE LA C R U Z ) ( i ) 293

fueron a buscar, y no hallándola ni ras- rostro con sus manos y rasgar sus tocas
tro d'ella ni de los niños, no osava nin- y dezir palabras tan lastimeras que a
guno bolver ante la emperatriz con tan cuantos estavan allí hazía quebrar el co-
ruin nueva. Y desque ella vido que tan- racón de dolor, que no avía persona que
to tardavan sin ninguna traerle respues- tuviesse fuerca para poder le dezir una
ta, luego pensó que algún gran mal de- palabra de conorte, antes lloravan, todos
vía ser del ama o del príncipe, su hijo, tan triste llanto, que era cosa de la ma-
creyendo que algún animal de los del yor compasión del mundo. En esto ovo
bosque o otra cosa semejante lo oviesse quien fue al emperador con la triste nue-
muerto. Salió como muger fuera de seso va y a decirle lo que la emperatriz hazía
de las tiendas y vio que muchos de los por su hijo. ¿Quién podría decir la alte-
que avían ido a buscarlo estavan de cin- ración qu'el emperador sintió de tales
co en cinco o de seis en seis apartados nuevas? Que si no fuera por no mostrar
hablando unos con otros y todos ojos flaqueza delante aquellos cavalleros ro-
puestos en tierra y los rostros tristes. manos, se dexara caer del cavallo en que
Desque assí los vido la emperatriz, que iva, y se diera con la cabeca porradas a
discreta era, entendió lo que podía ser, y unas partes y a otras. Pero sin dezir pa-
comencó a dar bozes llamándolos que labra ni de turvado echar lágrima, se vol-
les diessen razón de lo que era de su vió corriendo para las tiendas donde la
hijo. Un caballero, criado suyo, hombre emperatriz estava, la cual halló tal que
anciano, muy honrada persona, que tan- más tenía imagen de muerta que de biva,
to sentía el pesar de la emperatriz como y todas las damas que allí estavan lo
ella, le dixo: mesmo. El emperador que tal la vido
-Señora no se halla el príncipe ni el pensó qu'era tiempo de sacar fuercas de
ama, creemos que como el bosque es es- flaqueza y assentóse en el estrado donde
pesso se avrán perdido entre las matas, la emperatriz estava como muerta, y to-
plazerá a Dios que luego vernán. No se móla de las manos porque se dava gol-
mate vuestra alteza que la ama es tan pes en el rostro con ellas, y comencóle
cuerda que sabrá dar razón de sí. de dezir palabras de conorte; y ella,
Y esto dezía él por conortar a la em- como sintió al emperador, que no avía
peratriz, cual bien creía que algún pes- visto qu'estava allí aunque la tenía de las
cado de la mar grande los avía tragado, manos, hasta que le habló, según estava
porque avían hallado el bonete y un cá- turvada, comencó a fazer el mayor llan-
pate del príncipe junto a la mar y un ro- to que jamás fue visto de atribulada mu-
sario en que el ama rezava. Y creyeron ger, diziendo:
sin duda que esto sería, porque si algún -¿Qué os parece señor del fin de
animal de la tierra los oviesse comido vuestro amado hijo, que alguna vallena o
avrían hallado rastro de sangre. Y en to- otra cosa semejante los ha comido, que
dos ellos ninguno sospechó que moros veis aquí el bonete y el capato de vues-
los oviessen prendido, porque pensava tro hijo y el rosario del ama que fue ha-
que estando el emperador tan cerca no llado junto a la mar, y ellos no parecen
osarían venir si no fuera grande armada, en el mundo?
Y que, si fuera tal, qu'ellos la ovieran vis- Y cuando esto dezía, parecía que sus
to. De manera que desque la emperatriz ojos fuessen dos fuentes de lágrimas. El
supo de cierto qu'el príncipe no parecía emperador no pudo tanto sufrir el dolor
y que todo el bosque avían buscado y que viendo lo que la emperatriz hazía no
que no se hallava, comencó a ferir su Uorasse agrámente con grandes sollocos,
294 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

pero pensó que en el avía d'estar el es- y como el ama estava tan congoxada de
fuerzo y juntóse con la emperatriz y to- verse en manos de tal gente, Uorava que
móle la cabeca sobre su braco, dizién- deshazla su coracón en lágrimas y siem-
dole tantas palabras dulces para quitarle pre tenía en los bracos al príncipe y a su
algo de su congoxa, y otras vezes ha- hijo de la mano por no perderlos de vis-
ziendo como que se enojava, diziendo ta. Y el príncipe que veía que su ama Uo-
que no eran cosas de católica querer ha- rava sin él saber en el daño en qu'esta-
zer tales estremos, pues que la voluntad van, con la niñez le dezía:
de Dios era ésta, que aun no avían visto -Madre, ¿por qué lloras?
señales para que ellos fuesen muertos, Y limpiávale las lágrimas con su
que plazería a Dios qu'ellos parecerían. mano. Y cuando el ama veía esto qu'el
Y con estas y otras semejantes palabras príncipe hazía se le doblava la passión,
se sossegó algo el llanto de la empera- pero era tan cuerda que la dolor no le
triz, pero ¡Dios sabe el coracón del em- turvava el juizio, para pensar en lo devía
perador que tal estava, aunque lo disi- hazer para sus remedio y de los niños, y
mulaba. Y tomó de las manos a la dezía entre sí muchas vezes:
emperatriz, el bonete y el capato del
-Si yo descubro quién es este niño,
príncipe, que no hazía sino mirarlos y
ellos lo matarán o, a lo menos, nunca lo
hablar con ellos como si le ovieran de
soltarán por la enemistad que todos los
dar cuenta de su hijo. Y mandó que los
moros tienen con el emperador, por los
pusiesen donde no los viesse la empera-
muchos daños que d'él han recebido; y
triz. Y después mandó tornar a buscar
por donde me pensare ganar, perderé;
todo el bosque sin dexar rama sin bus-
car; y como no lo hallaron, el emperador pues si digo que son mis hijos y que soy
acordó de volverse luego en Alemana y muger de hombre pobre, pensarán ser
sin más mandó alear las tiendas. Y asi- mentira porque un pobre no lleva sus hi-
mismo su real y con la mayor tristeza jos y muger tan bien vestidos como és-
que jamás fue vista. Por sus jornadas sin tos van.
les acaecer cosa de notar, allegaron en La buena de muger estava en estos
Alemana, donde todos esta van tristes estremos en que veis rogando a Dios le
que ya avían sabido las nuevas de la pér- diesse consejo, que de otro no le espe-
dida de su príncipe, que de todos era ra va. Y estuvo un poco entre sí pensan-
amado. Y tenía ya el príncipe cuando se do, y en esto llamáronla que fuesse de-
perdió tres años, y parecía de cinco, que lante del capitán, y ella fue no desando
era muy grande criatura y hermosa a ma- los niños, como dicho es, y el capitán le
ravilla. [...] preguntó:
Ya ha dicho la historia cómo aquellas -Di, cristiana, ¿estos son tus hijos?
dos fustas de moros que estavan escon- Dixo con la mayor paciencia que
didas en la costa se llevaron al ama y a pudo que sí.
su hijo y al príncipe Lepolemo y, como -Y su padre, ¿quien es?, -dixo el
los ovieron tomado, alearon velas y se moro.
fueron sin ser vistos ni sentidos de nadie. Ella respondió:
Y como ellos se vieron en alta mar, se- -Si no te conviene, no lo quieras saber,
guros de las gentes de la costa, el capi- porque si te tengo de dezir verdad como
tán de las fustas mandó traer al ama y a lo acostumbro de más de las pena que
los dos niños ante sí para preguntarle tengo de verme fuera de mi libertad con
quién eran por ver el rescate que valían; mis hijos, me la doblas en querer saber mi
LEPOLEMO (EL CABALLERO DE LA C R U Z ) (i) 295

manera de vida, que solo a los confesso- el ama con sus niños assentada en el
res lo solemos los cristianos dezir. suelo al sol. Y no bien bastecida de las
Dixo el moro: cosas necessarias qu'era manzilla de ver-
-Conviene que me lo digas porque lo los. Muchos vinieron a comprar al ama,
quiero saber. pero no querían a los niños por ser chi-
Entonces ella dixo: quitos; y ella cuando veía que alguno la
-Pues porque no me afruentes ante quería comprar sola les dezía:
todos estos, que aunque soy cativa por -Moro no me compres sin mis hijos,
esso no desprecio mi honra mándalos sino yo me mataré, y mataré a ellos, assí
apartar. que no gozarás de mi servicio ni de tus
Entonce el capitán mandó que se dineros.
apartassen los que estavan junto con él. Y esto dezía con tan alterado gesto
Y ella se allegó más a él y le dixo: que parecía que ya lo quería hazer. Y el
-Señor capitán, tú sabrás como yo soy moro que la vendía estava d'esto despe-
casada en Roma con un sastre, le cual chado, que la quiso matar dos o tres ve-
tiene mejor diligencia en jugar y gastar la ces, sino por miedo de la justicia del rey
hazienda que no en ganarla. Yo vista la lo oviera fecho. Después vino un pana-
perdición de mi casa, no por gana que dero que se atrevió a comprar a la ma-
yo tenía de hazer cosa fea, mas por la dre y a los hijos, porque ella le dixo que,
necessidad que me apremiava, tuve por si a todos los comprava, que ella le ser-
bien de hazer por un clérigo, muy hon- viría muy bien. Y con esto el moro pa-
rada persona, que ay muchos d'ellos en nadero dio por todos setenta doblas y
Roma, y éste remedia mis necessidades y aun el que los vendió pensó que le aví-
de mi casa, y este hijo mayor es de mi an dado mucho según los tenía en ruin
marido, y este niño chico es del clérigo. posesió. (caps, v-vii, ff. 3r-5r).
Es hombre que tiene cerca de trescientos
ducados de renta, sabido que aya nues-
tra prisión yo sé qu'él se empeñará por 2. Lepolemo, caballero encanta-
rescatar a mí y a su hijo. Si tú quieres tor- do: el humor
nar allá, yo haré que te dé de rescate cer-
ca doscientos ducados, y para seguridad s t a n d o las cosas en el estado de
d'esto yo te dexaré los hijos en prenda
hasta que tú ayas los dineros.
E plazer que la historia hos ha con-
tado, el Cavallero de la +, por su propio
Y estas cosas dezía el ama porqu'el nombre llamado el príncipe Lepolemo, y
moro los tuviesse en menos, porque assí el delfín de Francia, cuantos más plaze-
le cumplía. El capitán que vio que era res y fiestas se hazían tanto más sus co-
tan ruin gente sonrióse de lo que l'ama razones estavan atormentados por sus
le dezía que tornasse a la costa por dos- señoras, viéndolas cada día devisadas de
cientos ducados, y no curó de dezirle muy ricos vestidos y aderecos de sus
nada sino mandar que se tornasse a su personas, Y un día entre los otros, la in-
lugar, y a ella y a todos lo otros cativos fanta Andriana hija del rey de Francia e
Rué Uevavan, los levaron a vender a Tú- la infanta Milesia, hija del emperador, a
nez. Y sacáronlos a una placa donde to- quien en el príncipe y el delfín servían,
dos los de la ciudad ivan a comprar to- como lo avéis oído, a una ventana que
das las cosas necessarias, a donde salía a una puerta donde el rey de Fran-
vinieron cuasi toda la gente de la ciudad, cia tenía ossos y leones e otros animales
d'ellos por verlos, d'ellos por comprar. Y fieros que los grandes, señores suelen te-
296 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

ner. Y como el príncipe Lepolemo, que gárades que no tomávades con el furto
estava con el delfín asentado con el em- en las manos, que d'essas cosas aviamos
perador, las vido, dixo al delfín: estado hablando e de cansadas buscáva-
-Señor vamos a estorvar su habla a la mos materia nueva en qué hablar.
señora, vuestra hermana y la mía, que Dixo entonses el príncipe Lepolemo:
las veo muy fundadas en largas razones. -¿Conocéis señoras, que mi sospecha
-Vamos, -dxo el delfín, como aquel es cierta?
que mucha gana lo tenía, sino que no lo Dixo la infanta Andriana:
osava dezir. -Señor, essa no es sospecha sino que
Y assí fueron los dos muy passo por lo sabéis con essa vuestra arte, que mu-
ver si podrían entender alguna palabra chas vezes diría mal de vos sino que no
de las que hablavan. Y oyeron que dezía oso pensando que donde quiera qu'es-
la infanta Andriana: táis sabéis lo que digo e lo que hago
-Señora aquel león que veis qu'está contra vos que, después que hos vi ha-
paseando agora le tiene la cuartana, que zer lo que hezistes el día que el empera-
Dios permite que la tenga de tercer a ter- dor entró, aquí hos tengo miedo e que-
cer día, porque de otra manera con su rría más saberlo hazer que un gran
braveza y crueldad entraría a los pobla- tesoro, solo por passar tiempo, porque
dos a comerse los hombres. en toda mi vida ove tanto plazer como
Entonces dixo el Cavallero de la +: aquel día con aquellos que huían e con
-Señoras, si por crueles viniesse a to- los palos que el gigante dava en el sue-
dos la cuartana, muchos ay en el mundo lo, pensando que dava a lleno.
que la merecerían mejor que no los leo- Dixo el Delfín:
nes. -Señor, por merced que se haga algo
Entonces ellas dos se bolvieron con de plazer en estos día,s que yo sé tam-
sobresalto por ver quién era el que las bién que holgará la señora, vuestra her-
estava escuchando, e como los vieron, mana, que ya no queremos ver de vos
hiziéronle su acatamiento como a her- más cosas de cavallerías, pues está claro
manos mayores y príncipes les convenía. que no tenéis segundo.
Assentáronse junto con ellas en los mes- Dixo la infanta Milesia:
mos vancos que grandes eran, e dixo la -Hazedlo por mi vida, señor herma-
infanta Andriana: no, que por vida del emperador, que
-Assí señores que venís a saltear desque nací no ove tanto plazer como
nuestras razones, creo que pensávades aquel día.
que dezíamos mal de vosotros. -Señora hermana, -dixo el príncipe-,
-Señora, -dixo el príncipe Lepolemo-, no es mucho que no ayáis visto mayor
aunque lo dixérades, no era mucha sin- plazer pues que siempre hasta agora
razón, porque bien cabe en mí a lo me- avéis estado en prisión.
nos, pero no creíamos que de tan cuer- Y la infanta Andriana híxole del ojo
das señoras pudiesse salir mal de nadi, que lo hiziesse. Entonces el príncipe
mas hablando verdad, pensávamos que dixo:
hablávades de colores, o de vestidos, o -Por el mandato de cualquiera de
de cosas labradas de oro, o lo más cierto vosotros señores era razón que yo pu~
de afeites, o de cosas para cabellos, que siesse la vida, cuanto más por el ruego
es la prática más común de damas. de todos hazer una cosa tan liviana
-Por mi vida señor hermano, -dixo la como la que me pedís; no se hable cosa
infanta Milesia-, que si un poco antes lle- ninguna que de hoy en seis días es ai
LEPOLEMO (EL CABALLERO DE LA C R U Z ) (i) 297

de San Juan yo ordenaré alguna cosa hombre por los palos que no cayesse en
que creo será de plazer. el lodo. Y como estava hecho por arte de
Y así acabaron su prática. Y como encantamiento no se suziavan en él las
fueron un día antes de San Juan, el prín- ropas ni los pies, sino solamente las ma-
cipe Lepolemo rogó al emperador e al nos y alguna cosa que les surtía a la cara.
rey e a sus mugeres que le hiziessen mer- Y como es cuasi natural el reírse si hom-
ced de ser sus combidados aquella tarde, bre vee caer alguno, las infantas reían en
v el otro día, que era la fiesta de san ver caer tantos sin hazerse mal, y díxoles
Juan, a la casa del bosque que era dos le- el príncipe Lepolemo:
guas de allí, que era una casa de plazer -Passemos, señoras, aquella fuente si
del rey de Francia donde algunos días queréis aver plazer.
del año solía ir a caca. Y el emperador y Y fuéronse para la fuente, y cuando
todos fueron muy contentos. Y así el el rey la vido, maravillóse porque él no
príncipe hizo aderecar la casa muy rica- avía visto aquella fuente en cuantas ve-
mente que allí mostró bien sus aderecos, zes avía venido allí, y paráronse todos a
y puso la rica cama que la Reina de Du- mirarla. Y como la gente qLie caía en el
ron le avía dado, que fue muy mirada de lodo, tenían necesidad a su parecer de
todos, y otras muchas que tenía muy ri- lavarse, todos corrían a aquella fuente
cas, tanto que no ovo necessidad de lle- que les parecía muy hermosa agua. Y
var ninguna cama para nadi. Antes en como tomavan del agua y se lavavan las
aquellas tuvieron las mugeres bien qué manos y la cara en la mesma hora los tiz-
mirar, y más hizo por arte de encanta- nava a todos solamente las caras y como
miento junto a la mesma casa en un gran no se veían ellos a sí mesmos, y veían a
prado que avía un cuarto más por la los otros tiznados, viérades entr'ellos
mesma casa se mandava, que parecía la grande risa burlándose unos de otros
más rica cosa que en Francia se hallasse, porque estavan tiznados, no viendo lo
con muchos aposentos e todos muy ade- que ello tenían. D'esto avía tan gran rui-
recados con camas y tapicería, que todos do de plazer que el rey y emperador y
lo que lo miravan se maravillavan de ver las señoras no avía ninguno d'ellos que
cosa tan rica e bien concertada. Adereca- no pensasse caer de la musa de risa. Y
do todo esto hizo defuera de la casa una esta tizne les durava tan solamente hasta
fuente de agua muy clara, e con sus ca- que llegavan a una entrada que avía en
ños de mármoles muy blancos que pare- la casa y no más que luego tornavan
cía que ponía gana de bever a los que la como de antes. Y las infantas ivan rien-
veían; y hecho esto fuesse para París. Y do con el príncipe Lepolemo y con el
venida la hora, el emperador y el rey e Delfín de cómo los tiznados cada uno
todas las damas cavalgaron muy acom- d'ellos se pensava estar limpio y burlá-
pañados de cavalleros con mucho plazer. vanse de los otros. Y passaron adelante
y entraron en la casa, la cual estava tan
Y como iva mucha gente a pie por ser tal
aderecada que el rey de Francia que era
día y por ser tal fiesta, tanto que cuasi no
suya y muchas veces avía estado allí no
quedó en la ciudad hombre ni muger
la conocía, y dixo al príncipe:
que no fuesse tras ellos que los campos
V caminos ivan llenos. Y como llegaron -En todo hos ha hecho Dios compli-
Ur
> poco antes de donde estava hecha la do, hasta en hazer que aquesta casa vie-
fuente, avía un charco de lodo que lo ja parezca bien.
Passavan por unas portezuelas de palo; y Y como passó adelante y vio y entró
es
tava hecho por tal arte que no passava en el cuarto nuevo y vido tan rica obra,
298 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

estuvo espantado y pensando quién avía salieron de la suya y estándole diciendo


allí obrado tan noble aposento, y pensó que les despertasse sus criadas, dixo el
que podía ser que sus mayordomos lo príncipe:
oviessen hecho, y también los mayordo- -Señoras, yo sé qué haga más de
mos estavan espantados a quién avía mostraros donde están aposentadas.
mandado el rey obrar aquella casa sin Y en esto vieron que adesora desapa-
saberlo ellos. Y la emperatriz y la reina y reció todo el aposento que parecía que
las infantas holgaron mucho de ver el estava labrado nuevo con toda la tapice-
adereco de la casa y el mesmo príncipe ría y camas y ropa que en ellas avía que
quiso ser el aposentador aquella noche, no pareció señal d'él; y las damas que es-
y aposentó en las salas y cámaras que tavan aposentadas en él, hallándose des-
primero estavan labradas al emperador y nudas encima del prado, d'ellas con ca-
al rey y a sus mugeres; y él y el Delfín misa, d'ellas sin ella, como cada una se
en lo mesmo, y a las infantas en una cá- avía acostado, y sus vestidos junto con
maras que avía dentro del aposento del ellos. Como el emperador y el rey e sus
emperador y del rey, y allí todas las mu- mugeres e infantas vieron cosa de tan
geres viejas y dueñas de manera; y a las gran maravilla, estavan muy espantadas
damas de la emperatriz y reina, y de las de ver tal cosa, pero no dexavan de reír
infantas, aposentólas en el cuarto nuevo, en ver todas las damas sobre la yerva
donde avía muchos y ricos aposentos. Y desnudas. Y hizo una cosa que nadi se
assí, cada uno aposentado, todos halla- despertó sino aquellas personas principa-
ron en sus aposentos las cosas tan com- les, donde era el emperador y el rey y
plidas que estavan maravillados de ver sus mugeres e las infantas, y más que to-
cosa tan complida y honrada. Y dezían dos se rieron de un cocinero gordo en
que bien parecía hecho del príncipe Le- estremo que también se halló desnudo
polemo que nunca hizo cosa mala. Las sin camisa entre sus ollas, del cual todos
infantas ya estavan descuidadas, pensan- rieron mucho. Y después que así estu-
do que no avía de aver más cosa del arte vieron un poco, el príncipe Lepolemo
d'encatamiento; y así, después que ovie- taño un silvato de oro que llevava y lue-
ron hecho colación muy honradamente, go las damas despertaron y, como se vie-
se fueron acostar apercebidos del prínci- ron desnudas sobre la yerva verde, esta-
pe Lepolemo que se levantassen todos van tan turbadas que no sabían qué les
de mañana, porque tenía concertada una avía acaecido. Y como alearon los ojos y
caca; y retraídos en sus aposentos se vieron a las ventanas a sus señores, ovie-
acostaron. Y venida la mañana, el prínci- ron tan grande empacho que arrebataron
pe hizo levantar al emperador, su padre, sus ropas y fuéronse huyendo a poner
y al rey y reina y infantas, las cuales ellas entre las matas donde se vistieron; y des-
mesmas se ovieron de tomar de vestir pués no osaron salir de vergüenca, pero
que por mucho que Uamavan a los que como supieron que no las avían visto
los solían servir nunca los,pudieron des- sino solos sus señores no lo tuvieron en
pertar. Luego pensaron todos que el nada, y salieron como fueron vestidas, y
príncipe lo avía hecho. Y assí medio ves- subieron todas donde estava el príncipe
tidos salieron a unas ventanas que salían con las infantas, y dixéronle:
adonde estava hecho el cuarto nuevo,
donde las damas estavan aposentadas, y -Señor, no sería malo que nos pagá-
hallaron al príncipe y al Delfín en otra ssedes esta burla que nos avéis hecho,
ventana de su aposento, y las infantas que no penséis defenderos de nuestras
manos como hazéis de los cavalleros.
LEPOLEMO (EL CABALLERO DE LA C R U Z ) (i) 299

Él les dixo: tanas en una placa que avía un toro en-


-Señoras yo me doy en vuestra pri- cantado, con muchos cavalleros que lo
sión, que yo no lo hize sino porque cada corrían que también eran encantados. Y
una mostrasse su derecho, pues que to- desque lo ovieron corrido un rato, que
das lo tenéis bueno. todos ovieron plazer, abrióse la tierra y
Y así rieron mucho de cómo estava el toro y los cavalleros que lo corrían to-
cada una. Y también el rey de Francia le dos se sumieron, que no ovo más señal
dixo: d'ellos, de lo cual todos s'espantaron en
-A buena fe, señor príncipe Lepole- especial las mugeres. Y así estuvieron
mo, que también só yo de los burlados todo aquel día aviendo plazer con esto y
que pensava tener mi casa bien labrada otras cosas qu'el príncipe hizo adonde
y veo que se me á ido en el aire. fueron bien servidos de todas cosas,
Y después que toda la gente se des- (cap. cxlvii, ff. 131v-133v).
pertó vinieron luego delante de las ven-

50. LEANDRO EL BEL


(libro II del Lepo/emo)
de Pedro de Lujan (traductor)
(1563)

por
Anna Bognolo

TESTIMONIOS

[1] Toledo, Miguel Ferrer, 1563 (19 de mayo) [—•>]


[2] Sevilla, Francisco Pérez, s.a.

TEXTOS

1. Las grandes maravillas del [el] más hermoso hedificio del mundo,
Castillo de Cupido que era un castillo cuadrado; y en las
cuatro esquinas, en cada una, una gentil

M as n o u v i e r o n estado allí mucho,


cuando vieron que la mar se em-
brávesela y las olas crescían, de manera
torre. A la redonda del castillo, avía bien
veinte gradas para llegar a la puerta, que
en el un lienco del hermoso castillo se
que parescían comunicar con el cielo; y hazía. Todo el castillo era hecho de un
el cielo se escuresció, cayendo muy fuer- fino oro lleno de muchas piedras, que
tes truenos y relámpagos, que más de gran hermosura era de verlo, y gran res-
media hora traxo la gran tormenta; y al plandor de sí dava. En medio del castillo
cabo d'ella paresció en medio de la mar avía otra torre más alta que ninguna de

ESTUDIO: Lucía Megías (2000).


300 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE C A B A L L E R Í A S CASTELLANOS

las otras cuatro, cubierta de un chapitel tanta estrañeza, hasta que llegaron a una
de gran valor, y encima del chapitel es- de las cuatro torres, la cual estava cerra-
tava un dios Cupido de la forma que lo da con una rica puerta, y encima d'ella
traía Leandro el Bel en el escudo. Las unas letras que dezían: Esta es la morada del
gradas por donde al Castillo de Cupido triunfo de la castidad; y haviendo leído las le-
subían, q Ue assí fue llamado, eran de un tras, luego la puerta fue abierta, y assí los
blanco y cristalino alabastro; y siendo el sabidores, como los príncipes, subieron
hermoso Castillo de Cupido parescido, por una rica escalera, hasta que se halla-
en él se comencaron a tirar tantos tiros ron en una cuadra toda labrada de mar-
de artillería como si todas las armadas fil y guarnescida de muchas piedras
del mundo allí se combatieran; y acaba- blancas, y en la frontera d'ella estava
da la furia de los tiros, sonó dentro en el una figura de donzella en estremo her-
castillo la más suave música que podía mosa con abito cacador y muchos perros
ser en el mundo, de lo cual los donzeles y sabuesos cabe ella. Ella tenía sus her-
estavan muy maravillados, y luego vie- mosos cabellos cogidos con una red de
ron abrir de la gran torre una rica puer- oro, y sobre ellos una corona de fino
ta, y por ella echaron un gran batel todo oro, con unas letras de piedras de dia-
labrado de ricos follajes, y luego salieron mantes que dezían: Diana, diosa de la casti-
en el doze gigantes ricamente arreados, dad. A la redonda de la sala estavan infi-
los cuales, tomando los remos en la nitas donzellas con el mismo abito de
mano, tocaron en el agua, de suerte que cacadoras, con muchos perros de traíla,
páresela la más dulce melodía del mun- y cada una tenía su nombre sobre la ca-
do, y venían con tanta presteza que en beca, donde avía muchas de las passa-
breve fueron en la orilla, y luego el sabi- das, assí como la casta Penélope, que
dor mandó a los gigantes que metiessen tantos años aguardó a su marido Ulixes;
dentro los cavallos y palafrenes, y ellos la casta Lucrecia, atravesada con su es-
lo hizieron con gran diligencia, y los sa- pada; la hermosa casta Dido, muerta por
bidores y los donzeles se metieron en el no consentir en la maldad del traidor
batel, y los gigantes con la misma melo- Yarbas; con otras muchas, que grande
día dieron la buelta al Castillo de Cupi- rato passaron en contenplarlas. A la
do, y luego los sabidores y donzeles su- puerta de la cuadra, estavan unas letras
biron por las gradas arriba hasta entrar que assí dezían: ha sala del triunfo de la cas-
en el Castillo de Cupido, y luego los gi- tidad no avrá su fin hasta que a su compaña sea
gantes con gran diligencia metieron los ajuntada la más excelente en castidad de su tiempo.
cavallos y palafrenes dentro, y la barca; Aviendo visto todo aquello, luego se
y, cerrando la puerta, el Castillo de Cu- baxaron de aquella sala, y la puerta se
pido comencó a mover con gran preste- tornó a cerrar como de primero; y luego
za, dando aquellos tiros de la suerte de los sabidores con los donzeles, que muy
cuando vino, y los sabidores y los don- admirados ivan de todo lo que avían vis-
zeles se entraron en el castillo maravilla- to, movieron por aquellos aposentos
dos de ver su gran estrañeza, assí de ri- hasta la otra esquina del castillo, y vieron
cas salas labradas de oro y piedras, en él otra puerta que a la otra torre su-
como de otras y muy estrañas labores, bía, y sobre la puerta estavan unas letras
que bien parescía todo figurado y hecho que assí dezían: Este es aposento de la deses-
por arte; y, siendo todos desarmados, to- peración de amor, cuya demanda jamás será acaba-
mándolos el sabidor por las manos, mos- da hasta que aquí entre aquella que más en su tiem-
trándoles todos aquellos aposentos de po esta passión sentirá. Y luego los sabidores
LEANDRO EL BEL ( i l ) 301

hizieron abrir aquella puerta, y en com- Baxados de allí los sabidores, lleva-
pañía de los donzeles subieron a lo alto ron a los príncipes a la cuarta torre de la
hasta que se hallaron en una cuadra del otra esquina del castillo, en la ojal esta-
tamaño de la otra, toda labrada a mara- van unas semejantes letras que assí de-
villa de una piedra de color de amarillo zían: Esta es la cuadra del fuego amoroso, donde
sobre pardo, y guarnescido de muchas aquel que sabe la passión de amores, su calor no le
resplandecientes piedras amarillas. En la maltrata, y el que d'él no ha sabido le causa cruel
frontera de la cuadra estava una silla va- pena. Siendo leídas las letras, luego los sa-
zía sin persona alguna en ella, salvo bidores y ellos subieron a otra muy rica
unas letras que dezían: El presente assiento decuadra, a la redonda de la cual estavan
desesperación está aquí guardado para aquella que, muchas donzellas y dueñas ricamente
con desesperado fin, su vida querrá acabar, donde arreadas. Todas estavan abiertas por me-
será puesta hasta que por mano de la otra de aquí dio del coracón, y d'ellas salía una flama
sea librada. A la redonda de aquella cua- de fuego muy grande, con el cual se sen-
dra, avía muchas figuras de mugeres que tían tan alegres que señal de muchas ale-
murieron por desastres de amores, como grías sus gestos mostravan. Tanto fue el
Tisbe por Píramo, y Hero por su amigo ardor que los donzeles sintieron por no
Leandro, y la sabia Medea por el cruel aver aún amado que, no lo pudiendo su-
Jasón, todas tan tristes que no se quisie- frir, se baxaron abaxo. Solos los dos vie-
ron allí detener mucho. Y luego baxaron jos sabidores pudieron dentro entrar, go-
a lo baxo y, siendo guiados por los sabi- zando de aquella suavidad, y al cabo de
dores, llegaron a la tercer torre de la otra gran pieca baxaron abaxo, donde los
donzeles los esperavan, y por ser muy
esquina del castillo, y sobre la puerta
tarde aquel día no quisieron ver más.
vieron unas letras de muy fino oro que
Antes, se recogieron a una muy rica sala
assí d e z í a n : Esta es la morada del descanso de
donde, siendo puestas las mesas, fueron
amor, donde cualquiera que d'este mal fuere herido,
también servidos de los gigantes, y con
hallará descanso a su pena.
tantas diversidades de manjares que en
Y siendo leídas las hermosas letras y corte de ningún rey no lo pudieron ser
subidos a lo alto, se hallaron en una cua- mejor. Y siendo hora de retraerse, fueron
dra muy rica que toda se parescía ser he- llevados a muy ricas cámaras, donde en
cha de sus piedras de diversas colores, muy ricos lechos fueron echados, y allí
assí las paredes como el suelo y techo, reposaron hasta la siguiente mañana, la
tan transparente y relumbrante que gran cual venida, acabaron de ver las grandes
claridad estava dentro. En la frontera de maravillas del Castillo de Amor, como
aquella cuadra, estava una figura de dio- agora diremos. [...]
sa Venus, con unas letras que assí de- Cuando el alumbrador del mundo co-
zían: Esta es la diosa Venus, que siempre buscó mencaba a resplandescer por nuestro
descanso a sus amores. Ella era doctada d e orbe mundano, su orizón ya queriendo
tanta hermosura, que todos estuvieron cercar, con gran hermosura al primer
suspensos mirándola. A la diestra del tri- grado de la zona salía, se levantó el sa-
bunal de la diosa Venus, avía muchas bidor Artidoro y la sabidora Arismena, su
mugeres que en continuo descanso de muger, y luego sonaron en todo el Cas-
sus penas avían tenido, sin jamás sentir tillo de Cupido muchos instrumentos al-
cocobras del amor, que por evitar proli- tos, con los cuales los donzeles desper-
xidad no se dize, y también porque a su taron, que muy sossegados avían
lugar se dirá más estensamente. dormido, como aquellos qLie libres de
302 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

todo cuidado se sentían. Y luego fueron dio d'ella, estava una grande y bien obra-
vestidos de muy ricas ropas por mano de da figura de un mundo, que sobre los
los gigantes y, saliendo a la rica sala exes se sustentava, tamaño como una
donde la noche antes avían cenado, ha- gran rueda de carreta, tan maravilloso
llaron en ella a sus padres los sabidores que todas las cosas que en el mundo pa-
y, aviándose recebido muy bien, almor- ssavan, se vían allí muy claramente, y esto
zaron abastadamente. El sabidor tomó era lo que cada uno desseava, porque
por las manos al príncipe Leandro el Bel, todo era impossible, y por esto se dize de
y los otros en su seguimiento fueron por los secretos de amor, porque cada uno, si
el castillo, acabando de ver sus maravi- quería ver a su amiga, y desengañarse de
llosos hedificios, hasta que entraron a lo que por él passava, lo podía allí muy
una huerta que en medio de estraño cas- fácilmente ver, y lo más que aquella aven-
tillo se hazía; y aquellos edificios cerca- tura tenía, era que a todos era lícita su en-
van aquel vergel, el cual, puesto que no trada.
fuesse muy grande, era tan deleitoso, Bolviendo, pues, a nuestro propósito,
con diversidades de árboles cargados de luego que los príncipes uvieron entrado
fructas que todo el año llevavan, que el allí, y el sabidor les uvo mostrado los se-
hermoso vergel en que ellos se avían cretos del encantado castillo, todos ellos
criado, en comparación d'este, era como pusieron los ojos en la ciudad de Cos-
nada, porque allí no faltavan melodiosos tantinopla, porque mucho desseo tenían
páxaros, que con sus harpadas lenguas, de verla, por las cosas que d'ella avían
con concordadas vozes, melodiosas ar- oído al sabidor su padre, y allí vieron las
monías hazían con tanto ingenio que a grandes justas y torneos que en la ciudad
sus tiempos interponían sus pausas y to- passavan, la grandeza y alteza de aque-
nos, que más paraíso terrenal que otra lla tan nombrada ciudad, los muchos ca-
cosa parecía, pues el fresco y verde sue- valleros, las grandes galas e invenciones
lo, con sus muchas flores, contino estava que traían sin saber nadie quién eran, y
rociado del agua que de hermosas y cris- mirando más adelante vieron a los hon-
talinas fuentes salía, salvo que por no rados emperadores, que bien mostravan
cansar mi pluma y dar fastidio al lector, sus presencias y la majestad de sus so-
no las cuento. Basta saber que fue fabri- beranas personas ser mer[e]cedoras de la
cado por la mano del gran sabidor Arti- señoría del mundo. Más adelante vieron
doro y de su muger Artimena. En medio a la princesa Cupidea de Costantinopla,
d'este fresco jardín, se hazía la otra quin- tan llena de fermosura que, assí como el
ta torre que, como avernos contado, te- hermoso Leandro el Bel la vido, por
nía sobre lo más alto el dios Cupido he- poco no cayó de su estado en el suelo,
cho de fino oro, y por esso se llamava el y tornando en sí se puso a contemplar su
Castillo de Cupido. Y siendo llegados a la gran hermosura sin saber quien era, has-
torre, que de gran hermosura era, vieron ta que a su petición el sabidor Artidoro
sobre las puertas unas letras que ansí de- le declaró cómo era la princesa Cupidea.
ZÍan: Esta es la morada del dios Cupido, donde Pues no menos acontesció a otro de los
cualquiera que viene conosce la causa de su desen- donzeles, que Rosafán mortalmente fue
gaño. Leído que uvieron las letras, sin llagado de la grande fermosura de una
más se detener, todos subieron por una donzella que en el mundo vido estar, la
escalera de la torre a lo alto del castillo, cual el buen sabidor les declaró que era
hasta que se hallaron en otra cuadreta una infanta hija del rey de Dacia, llama-
muy más rica que las passadas. En me- da Drismena, y puesto que todos los
LEANDRO EL B E L (il) 303

otros donzeles anduviessen mirando lo -Amor, ¿por qué causa en lo más tier-
que más les plazía, no lo hazía Leandro no de mi edad me quesiste subjectar a
el Bel mirando a su señora Cupidea, que tus crueles leyes? ¿Cómo no usaras comi-
no quisiera jamás apartarse de allí por go de alguna piedad, no en dexarme de
ninguna vía. Assí estuvieron sin decendir herir, pues contigo no lo puedes acabar,
de la torre hasta que era ora de comer, mas en darme la muerte? De sabidor Ar-
que mandó el sabidor viendo cuanto tidoro, mi señor, y estas son vuestras
holgavan allí Leandro, a quien él tanto grandes profecías, que de mí a grandes
desseava servir, que les fuessen allí pues- vozes pronosticávades, ¿cómo tan presto
tas las tablas, y siendo sentadas jamás el avéis de faltar, faltándome la vida, que
buen Leandro el Bel quitava los ojos del con tan insufrible passión, es impossible
mundo, antes contemplava en su señora poderla substentar?
que a la sazón a sí misma comía. Aunque Éstas y otras muchas cosas dezía
la vio con semblante triste, no dexava de nuestro buen Leandro el Bel en toda
sentir algunos estímulos del peregrino aquella noche, hasta que venido el día
amor, o por mejor dezir de los incom- se subió a la cuadra de los secretos del
portables celos, no amasse por dicha al- mundo, y allí passava todo su tiempo
gún cavallero. Y de quien él más temía, hasta llegar donde ivan guiados por el
era de aquel Cavallero de las Donzellas, saber del gran sabidor, como agora con-
que tan locano allí veía, y ciertamente si taremos, (caps, xix-xx).
en su mano fuera él se combatiera con él
de buena gana hasta la muerte, y más
por parecerle que mirava demasiado a su 2. E n f r e n t a m i e n t o d e l C a v a l l e -
señora. Assí passaron hasta ser fenescida ro de las Donzellas y el Cavallero de
la comida, que muy poco tomó d'ella Cupido por el amor de la princesa
el príncipe Leandro el Bel, ni otros de Cupidea
sus compañeros, y con los otros que li-
bres de tal cuidado estavan mirando las
maravillas que allí passavan, y todo el
resto hasta la noche les paresció casi
r n t a era la tristeza y malenconía del
Cavallero de las Donzellas de ver-
se tan fuera de la gracia de su señora, y
nada. Viendo el sabidor que era tiempo que cada día visitava al Cavallero de Cu-
de baxarse de allí, porque ya el herma- pido, e que d'él no tenía memoria, que
no de Proserpina dexava de hazer su ofi- de pesar se quería dexar morir, y lloran-
cio para cumplir con el otro inferior he- do maldezía su ventura muchas vezes
misferio, entonces por fuerca los hizo el cada hora, diziendo:
sabidor baxar de la torre, porque repo- -Floramor, el más desdichado cavalle-
sassen, que cierto más reposo les fuera, ro de los nascidos, ¿cómo tan contraria
en especial a Leandro el Bel estar miran- es tu ventura que no te baste ser sobra-
do a su señora Cupidea, y muchas vezes do d'este Cavallero de Cupido, sino que
estuvo por bolverse a la torre, si no fue- él se aparte para apartarte del amor de tu
ra por no enojar al sabidor, y con aque- señora Cupidea? Mas no será parte para
llo se metió en su lecho dando mortales que yo no pierda la vida, o del todo la
sospiros, diziendo cosas que gran lásti- quite a este que assí me causa a mí la
ma era verlo tan maltrecho, porque, de- muerte.
rramando infinitas lágrimas de sus her- Y con aquello, las más vezes que los
mosos ojos, dezía: médicos venían, no hallavan mejoría al-
guna en sus heridas. Antes, de cada mo-
304 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

mentó empeoravan tanto, que tardó en tiróme saeta


sanar más de dos meses. Al cabo del de caxto dorado,
cual tiempo, siendo guarido, se pudo le- dexóme herido,
vantar, de lo cual mucho holgó el empe- dexóme llagado
rador, porque después del Cavallero de desqu'ella, en quien
Cupido, no amava más a nadie que a él, su nombre ha dexado,
y mucho hazía mirar por su salud. Y con mayor beldad
siendo sano, iva a visitar a la emperatriz que en él ha quedado,
y a la princesa, que nada holgava con su
visita, ni menos el Cavallero de Cupido, Aviendo el Cavallero de las Donzellas
que si él tuviera lugar para poderse d'él oído la boz del cavallero que cantava,
vengar, sin dubda lo hiziera, mas, como luego conosció que era el Cavallero de
no podía, sufríase con la confianca que Cupido, y fue de aquello tan enojado
en su señora tenía. Y lo más que hazía que, no mirando cosa de las que le pu-
era irse cada noche a las espaldas del dieran venir, llegó adonde el Cavallero
aposento de la princesa Cupidea, y allí de Cupido estava, y puesto que hazía
cantando y lamentando manifestava su muy escuro, claramente le vido, y di-
pena lo mejor que podía. Pues, como el ziendo:
amor, que en el pecho del Cavallero de -¿Cómo, Cavallero de Cupido, todavía
las Donzellas reluchava, no lo dexava re- queréis porfiar en lo que no merescéis,
posar, ansí mismo pensando de descan- que es el amor de la princesa Cupidea,
sar, se fue al mismo lugar donde el Ca- pues sabéis que no conoscéis padre ni
vallero de Cupido estava armado de sola sabéis quién es?
una loriga y una cofia de armar y su es- El Cavallero de Cupido, que assí oyó
pada. Y llegando a una calleja que allí hablar al Cavallero de las Donzellas y lo
salía a un lugar muy solitario, donde por conosció, dexando la bihuela, puso
maravilla aportava gente, y allí salía una mano a su espada y manto, porque otra
finiestra de la princesa Cupidea, aunque arma no traía. Y ansí mismo el Cavallero
muy alta y por la otra parte estava la alta de las Donzellas puso mano a la suya y
cerca de la ciudad, llegando pues allí el a su manto, y con menos temor que si
Cavallero de las Donzellas, estuvo un armados estuvieran, se comiencan a tirar
rato suspenso, oyendo tocar un laúd tan tan grandes y crescidos golpes, que era
maravillosamente qu'él fue maravillado; cosa maravillosa de ver, que si su mucha
y por ver en lo que pararía, estuvo que- ligereza no les valiera, en breve espacio
do y tras del laúd oyó cantar una angéli- fueran muertos. Mas era tanta, junto con
ca boz del cavallero, tal que en su vida su destreza, que el uno al otro se hazían
otra tal avía oído. El qu'el laúd tañía era perder los golpes. Ya de los mantos no
el mismo que cantava, y bien parescía en tenían cosa alguna, hasta que, al ruido
su requebrada boz que no pequeña pa- de los grandes golpes, comencó a acudir
ssión traía, porque dando un crescido mucha gente, y los cavalleros todavía no
sospiro, comencó a cantar un hermoso cessavan de su peligrosa lid. Tanta fue,
romance, el cual ansí dezía: pues, la gente que sobrevino y la re-
buelta fue tal, que todas las justicias no
El dios Cupido bastavan a apaziguarla, porque los unos
su arco encorvado a los otros se herían sin piedad, y ya ¡os
contra mí muy fuerte dos valientes cavalleros, tomando el Ca-
lo avía flechado; vallero de Cupido su laúd, se avían ido
LEANDRO EL BEL (il) 305

cada uno por su parte a sus posadas cessaron de su batalla, quedando más de
muy tristes, por no se poder dar la muer- diez hombres muertos; y el emperador
te, dexando trabada aquella quistión de mismo comencó a hazer pesquisa sobre
tal suerte que, sin verse los unos a los quien serían, mas ninguno supo dezir
otros, se avían muerto más de diez hom- cosa alguna d'ello, más que unos se ma-
bres. Tanto que vino a oídos del empe- tavan a otros sin piedad alguna. Y vien-
rador, el cual con sola una ropa encima, do el emperador que no podía saber
y con muchas hachas delante, fue al lu- cosa alguna, se tornó a su aposento muy
gar de la pelea. Y, viéndolo a él, todos enojado, (cap. xliv).

51. LIDAMARTE DE ARMENIA


de Damasio de Frías y Balboa
(1568 [1590])

por
José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIO

[1] Bancroft Library (Universidad de California Berkeley): ms. 118 [—>]

TEXTOS

1. El i n f a n t e L i d a m a r t e e s a r m a - muestras de un generoso esfuerco y fu-


do caballero en la corte de Constati- turo balor, que no de poco momento en-
nopla (con el relato de su infancia y el tendía que le podría ser en una guerra
inicio de sus amores). como la que enprender quería. Y así les
mandó que aquella noche belasen todos
las armas para otro día armarlos cavalle-
C o n e s t o s t o d o s llegó Dárdano a
incar las rodillas delante de su tío ros. Ellos, besándole las manos, se le-
vantaron en estremo contento.
el enperador, suplicándole fuese serbido
de le otorgar a él y a todos aquellos jen- Aquella tarde se pasó en consultar el
tiles donceles que allí con él estaban la modo y aparatos de guerras. Pasado el
horden de cavallería, que, pues ya sus día, despedidos aquellos reis y señores,
edades la pedían, no se los debía negar, los nobeles cavalleros belaron las har-
mayormente en sacón tan aparexada inas en la iglesia mayor, y la mañana ve-
para poderle servir con sus personas y nida, la enperatriz y princesa Diomedea,
bidas. Plugo al enperador su demanda con todas sus damas y doncellas binie-
en tal tienpo por ver en ellos grandes ron aconpañadas del enperador y toda

BIBUOGBAFIA: Eis'enberg-Marín: n° 1830. EDICIÓN: Antonio Cortijo (ed.), Alcalá de Henares, Cen-
tro de Estudios Cervantinos, en prensa. ESTUDIOS: Cozad (1976) y Lucía Megías (1996).
306 CABALLERÍAS CASTELLANOS
ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C

su corte a la iglesia a se aliar por honra sierras de Armenia la Mayor, en aquella


de los nobeles. parte de dond'el arrebatado río Arajes
Al darles la nueba orden de cavallería toma su presurosa corriente y comienca a
el enperador con las ceremonias acos- caminar acia el grande mar Ircano; aquí,
tumbras, armó primero a su sobrino y señor, dado yo a la especulación de las
después a los demás, tomando cada cual cosas altísimas y escondidas, e benido
de ellos el espada de mano de la dama con el favor del cielo a saber y alcancar
que mexor le páresela, y a quien más afi- alguna pobre parte de lo infinito que en
cionado estava. Dicha la misa y ellos ar- el profundo seno de la naturaleza ay que
mados cavalleros, vueltos al gran pala- saber, allí a solas é, señor, exercitado mis
cio, comieron juntos a una mesa el artes y estudios, parte en gusto y deleite
enperador y la enperatriza, con su hija la mío, parte en bien y fabor de los hom-
princesa; los nobles, con todos los de- bres cuantos de mí an tenido necesidad.
más, a otras mesas. La comida duró por Sucedió, gran imperador, que acaso abrá
gran pieca con mucha fiesta y contento diez y nuebe años, saliendo de mi anti-
de todos. gua morada y descanso para cierta nece-
Pero aún no serían vien aleadas las sidad de mis estudios, nabegando por el
tablas cuando por la real sala bieron en- gran Euxino acia los pueblos cinmerios
trar un biexo de asta sesenta años, de en busca del mar me andava espaciando,
alta estatura y benerado aspexto, con la bi venir por él un pequeño barco en el
barba cana y larga, bestido al abito ar- cual solos dos onbres benían con un
menio. Traía en su conpañía un muy niño en los vracos de asta dos años, al
apuesto y jentil mancevo de asta beinte parecer, escapados por gran bentura de
años, de cuerpo tan fornido y bien echo una nao que con tormenta se abía perdi-
que onbre parecía de mucha más edad, do, biniendo de acia Constantinopla; lo
de rostro blanco y ermoso; tenía los ojos cuales, como a mí llegaron, saltando en
berdes rasgados, aconpañados de una tierra medio desnudos, como debieron
grabedad alegre y de un señoril senvlan- escapar con la priessa de la nao perdida,
te. Venía armado de armas blancas sin después de aberme saludado en lengua
yelmo ni escudo, que un escudero se los tártara me dixeron si abría por allí cerca
traía detrás. Pasando, pues, el biejo con un lugar o una mujer que de aquella cria-
el hermoso doncel por la sala adelante, tura curase y donde ellos podiesen, alian-
muy mirados de todos, llegaron donde el do qué comer, repararse del trabaxo y fa-
enperador estava sentado entre la enpe- tiga con que benían. [...] Ellos
ratriz y la princesa. Echo a ellas el debi- agradeciendo mucho mi socorro, el buen
do acatamiento, incaron las rodillas de- ánimo y boluntá con que se lo ofrecía,
lante del enperador y no queriendo él comencaron a seguirme en el camino. Yo
darles las manos, después de abérselo les pregunté quiénes eran o de qué tierra
mucho suplicado, por no conozerlos, el de donde benía, o cómo abían escapado
biexo lebantado en pie le dixo: del mar. [...]
-Poderoso señor y enperador de Tra- -Sabréis, vuen señor, -me respondió
pisonda, bien sé que no me conozes, el uno-, que nosotros somos naturales
pero ya no podría ser aberme oído decir. tártaros, basallo del Enperador de Tarta-
Sabe, señor, que yo soy Tirteo, armenio, ria [...]. Yendo discurriendo como por
natural y basallo tuyo, que desde mi pri- media legua la tierra adentro, bimos
mer uso de racón asta el punto de la unas ricas tiendas; llegados a ellas, no
edad en que me beis criado en las altas aliamos dentro sino unas mujeres her-
LIDAMARTE DE ARMENIA 307

mosas, benidas, según paresce, en con- sarias a un niño de la nobleca que él pa-
pañía de algunos cavalleros, los cuales recía y representava con su rostro y bes-
andavan a caca por aquellos montes. tidos. [...] Dos días estubieron allí aque-
Nosotros, como bimos el hermoso apa- llos bárbaros gocando del buen
rexo, asiendo de ellas, con amenacas de tratamiento que se les hacía. Al tercero,
muerte si gritasen, las tomamos a hancas diciéndome que se querían ir por tierra a
de nuestros cavallos, caminando hacia la la ciudad de Dioscuria, yo les pregunté
mar. Entre ellas, truximos una muy her- qué determinaban hacer del niño. El uno
mosa que madre o ama devía ser d'este respondió que él de buena gana le hen-
niño, la cual grandísimos estremos y dería si allí aliase quién cómpraselo qui-
llantos hacía, mostrando sentir más la siere. En esto el otro, mirándole con los
prisión d'este niño que la suya. [...] Suce- ojos airados, le dixo:
dió que ayer tarde a estas oras se co- >-¿Cómo quieres tú henderlo, que no
mencé a levantar una cruel tormenta. Be- es tuyo? ¿Tú no sabes que este niño yo le
nida la noche, creció en tanta manera tomé de los bracos de su madre y le é
que yo e éste mi conpañero, como deses- traído en los míos sin nunca desamparar-
perados de que la nao pudiese salvar- lo, siendo tú de parecer que le echáse-
se, echos de concierto, sin dar parte al- mos en la mar cuando en el barco venía?
guno, mientras todos andavan ocupados »El que venderle quería, escalentado
en el remedio de la nao, tiramos d'este del bino que en abundancia abía vebido,
barco aborde, que por popa benía; salta- buelto inpaciente con aquellas palabras,
mos a él. Acaso la madre o ama que este con una furia bárvara, diciendo y acien-
niño criava, aliándose aborde a la misma do, asió un grueso palo que allí estava y
sacón, biéndonos saltar, comencónos a díxole:
rogar por señas llorando la acoxiésemos «-¡Agora verás tú si puedo yo hender-
en él. Nosotros, condolidos, tomamos le o si me le podrás tú quitar!
primero la criatura, y al tiempo que ella
»Y tal palo le dio sobre la caveca que
quería entrar, cargó tanta gente que por
ésta echa pedacos dio con él muerto en
no ser undidos aciéndonos a lo largo,
el suelo. Estavan allí de aquellos aldea-
cortamos el cavo con que atado iva el
nos, a la sacón cinco o seis; yo dando
barco, y encomendándonos en el favor
boces, comencé a decirles:
de la Fortuna, que por mejor tubimos es-
»-¡Prendelde, que á muerto un honbre!
perarle en el que en la nao, la cual con
toda la demás jente perdimos en un pun- •-¡Muera, muera!
to de bista, discurrimos toda la noche y »La furia popular, que no á mucho
el día asta la ora que nos bistes, que fue menester, y más de jente várbara, de
Dios servido, aplacando la tormenta, de ellos con palos, de ellos con piedras, co-
echarnos a esta parte. [...] mencaron a ir tras de él, que yendo hiba
acia un monte, y alcanzándole tal le pa-
«Dolido yo de la contraria fortuna del raron que a palos y pedradas murió.
pobre infante que en tan tiernos años le Contento yo del fin d'esta trajedia [...],
traía en manos de corsarios por tormen- estúbeme allí todo aquel berano criando
tas y fortunas de mar, propuse en mí, si el niño [...]. Benido setienbre yo, señor,
por alguna bía pudiese aberle en mi po- me enbarqué y trayendo en mi conpañía
der uñándole a aquellos bárbaros, lle- a la mujer que el niño abía tenido a car-
varlo a mi pobre morada y allí con cui- go, que biuda era, en conpañía de otro
dado y amor de propio hijo criarlo, hijuelo suyo, me bine a mi morada, don-
enseñándole aquellas cosas todas nece- de crié este hermoso y jentil doncel asta
308 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

la edad en que beis; qu'este que aquí Lebantado, le calcóle la espuela dere-
biene a pediros la orden de cavallería es, cha, y dándole en el hombro derecho
buen señor, el niño de que os é contado, tres golpes con su espada, le dixo:
por el cual tantán cosas comencaron a -Dios, que tan hos hico venturoso
pasar desde que a luz d'este mundo sa- doncel os aga tanbién caballero como de
lió del bientre de su madre, y tantas ma- bós se espera, y vuestro padre nos pro-
yores otras le están aparexadas, como la mete. Agora, si traéis espada, que yo no
Fama a su tienpo las publicará, no sin la beo, la podréis recevir de quien mejor
gran admiración de las jentes. Suplicóos, os pareciere.
pues, poderoso señor, seis servido de le En esto el savio Tirteo, sacando de-
dar esta horden, que en él tan bien en- baxo de su manto una riquísima espada,
pleada será, y con la que tantos servicios dijo:
os á de hacer [...] -Yo se la traigo aquí tal, buen señor,
En estremo olgó el enperador con cual conbiene a la alta bondad que él
cuantos en la gran sala estavan de oír el con ella mostrará.
discurso de bida de aquel jentil y her- Y llegado a la princesa Diomedea, le
moso doncel. Todos le miravan aficiona- dixo:
damente como admirados de las cosas -A vos, como a la más hermosa y aca-
que de él prometía el sabio, al cual res- vada criatura del mundo, suplico yo deis
pondió el enperador: de vuestra mano esta espada a mi hijo,
como al que reciviéndola de tal mano por
-Por cierto, Tirteo amigo, yo tengo a
vuestro servicio ara con ella las más altas
buena dicha que este jentil doncel aya
cosas que nunca cavallero en su tienpo ni
benido a mi corte a recevir de mí mano en los pasados hico ni ara. Y ay berná
orden tan honrosa. [...] tienpo, yo os digo, que estiméis más que
Buelto al hermoso doncel, le dixo: a todo el señorío del mundo abérsela
-Bós, amigo, podréis belar las harmas dado, según de ella teméis necesidad, y a
esta noche, o que dó quisieredes, que yo tal sacón seréis de ella socorrida.
os armaré luego cavallero. Encendida la princesa de lo qu'el sa-
E incó las rodillas por le vesar la vio le dixo, y abergoncada algún tanto,
mano, y no se la queriendo dar el enpe- quedó tan hermosa a ojos de todos que
rador, le respondió: cosa del cielo parecía, y tanto más a los
-Por cierto, poderoso señor, bien me del hermoso doncel que incado estava
abía a mí informado mi padre Tirteo de de rodillas delante de ella, y en todo el
vuestra gran bondad y de la merced que discurso de Tirteo de Armenia abía esta-
aciales a cuantos a vuestra corte bienen. do atento a sólo mirarla, que cierto, no
Yo, por la que a mí me hacéis, beso le pareció sino que estava arrevatado de
vuestras inperiales manos. En lo demás, un excesivo contento allá en el cielo. Y
puedo ser luego armado caballero, que de tal manera abrió las puertas de el
la noche pasada en una hermita que está <de> su coracón descuidado y no <ha>
cerca de aquí me mandó mi padre belar echo a ber semejantes bellecas, que a
las armas; y siendo bós ervido, aquí lue- gran priesa fue beviendo aquella mortal
go puedo ser armado cavallero. y dulcísima poncoñía amorosa por sus
-Eso aré yo de muy gran boluntad, -res- ojos; y encontrados algunas beces los ra-
pondió el enperador, no menos satisfecho yos de su bista con los espíritus que he-
de su discreta manera de ablar que de su ñían de los ojos de la princesa, de tal
persona y dispusición. manera se mezclaron y fueron por las
LIDAMARTE DE ARMENIA 309

secretas benas asta el coracón, alterando le dar las gracias de tan alta merced
su delicada sangre, que comencé al mo- como le hacía, (ff. 2v-6v).
mento a sentir un furioso ardor, una des-
asosegada y dulcísima pena, que como
poco experto, no podía entender qué le 2. Lidamarte en el templo de
dolía ni de qué parte le nacía aquel nue- Marte: la aventura maravillosa (con
bo sentimiento. Ya deseava sospirar para u n exordio sobre Prometeo)
descanso de aquel ardor y desasosiego
que en su pecho sentía, pero refrenado
de parescerle bergoncosa cosa y no per-
mitida en semejante lugar, refrenava, no
P a s a d o a q u e l l a noche, abiendo dor-
mido [Udamartej Alvano] escondidos
entre los árvoles por no ser acaso aliados
sin mucha pena sus sospiros, dando con por alguna amacona, luego que esotro
un algo triste y dulcísimo mirar a enten- día amaneció, levantados en pie y enco-
der su nueba pasión a la princesa, que mendados a Dios, se fueron derechos a
algunas bistas abía puesto en él sin ser las primeras puertas del muro. Llegado a
parte para dejarle de parecer el más her- ellas Lidamarte, al punto que con la
moso y apuesto doncel que en su bida guarnición de su hespada las tocó, contra
ubiese visto, hallando un particular con- la cual ningún encantamiento tenía fuer-
tento más de mirarle a él que a otro ál de ca que más antiguo no fuese, fueron
cuantos en la sala estavan. Y así, cebada abiertas con gran ruido, y contra Lida-
del gusto d'esta novedad, comencé ella marte, que delante hiva por entrar, se bi-
tanbién a dar entrada a este contento, sin nieron dos espantables toros, hechando
que entendiese la pobre señora qué era llamas de vibo fuego por las bocas, en-
aquello que por los ojos recibía y con bueltas en espesas nubes de humo. He-
tan nuebo gusto le bañava el coracón y ran sus cuernos de fino acero y de pun-
se le hiba poco a poco encendiendo; tas tan agudas que aguijas parescían.
aliaba ya en sí una fuerca que, si por di- Estos fueron los toros domados por Xa-
cha apartava de él los ojos, se los torna- són en la demanda del bellocino de oro
va luego allí, pasando disimuladamente cuando, socorrido de la industria y saver
de un cavo a otro la bista, por reparar en de Medea, benció las espantosas guardas
aquel dulcísimo medio algún tanto; y de aquel tenplo de Mars. Pasólas a este
también le benían a ella algunos blandos tenplo pocos años después la misma Me-
y no bien formados sospiros, los cuales, dea cuando, bueltas a estas tierras con
llegando al cerco de sus blanquísimos su marido Jasón, ayudaron él y ella al
dientes, abriendo blandamente sus her- viexo padre Aeta contra sus enemigos.
mosos lavios, los dexava ir por el aire, Pasólas por ruego de una reina de las
sin sonido que indicio fuese de lo que amaconas para guarda d'este tenplo don-
en su pecho pasava. de tenían todas sus riquecas y tesoros
cuantos abían por largos años ganado de
Así andava, pues, Amor en esta sacón
diversas jentes conquistado con sus ar-
urdiendo la trama de una tan sabrosa is-
mas. Estos animosos toros del dios Marte
toria, como fue la d'estos dos amantes,
era pues, como digo, los que se binieron
adelante. [...] Tomada licencia de su pa-
para Lidamarte, que abiendo desenbaina-
dre, lebantóse y tomando la rica espada,
do su espada al tienpo que por entrar
que de todos fue muy mirada, la ciñó al
iva, se sintió dar boces, diciendo:
nobel cavallero que de rodillas estava
delante de ella tan turbado que no savia -¡Estad, hijo, aguardad si no queréis
de sí ni qué le decir, ni con qué palabras ser muertos!
310 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

Él bolviendo la caveca a la voz, bio guardas bencidas. Él partido, Lidamarte


benir con gran prisa a su buen padre Tir- se fue derecho a la puerta. Entrando por
teo. Reparó en biéndole con un estraño ella, al momento bio tornar los toros con
contento de ber tal socorro y a tal tienpo la misma furia, bramando y echando in-
llegado a él su padre, habracándole con finito fuego por las narices y boca, y jun-
grande amor, le dixo: tos llegaron por encontrarle, pero él,
-No, hijo mío, no es ansí fácil esta pe- hurtando al uno el cuerpo, no pudo sino
ligrosa abentura, que podáis acometer guardarse del otro que no le encontrasen
bós ni onbre del mundo sin mi favor y so- con tanta braveca, que rodar le higo gran
corro, pues cuan presto sin remedio algu- trecho, dejándole tal y tan molido como
no muriría la más triste muerte del mun- si de una alta torre ubiera caído. Él, que
do. Cunple, por esto, ir prevenido d'este se hiba a levantar, llegó el otro y encon-
ingüento contra semexantes llamas. trándole con semejante furia, le echó
Y sacando al punto una agujeta de otra bez a rodar. Lidamarte, biéndose tal
oro grande, llena de ungüento, le untó parar, encomendándose a Dios, lleno de
sobre las armas. Éste, según fama, con- bergüenca y de ira, se levantó, hurtando
puso Medea de la sangraca que de las el cuerpo. A otros dos encuentros se fue
entrañas de Prometeo corría cuando, ata- arrimando acia un árbol que allí estaba
do a las rocas del monte Cáucaso, de muy grande, del cual colgaba una grue-
pies y manos, cada día dos beces se los sa soga, y metiendo su espada, después
comía el águila de Júpiter, por pena de de aber entendido de cuan poco le apro-
su atrevimiento cuando, hurtando el fue- bechava, y asiéndole la soga, hico del un
go del cielo, se atrevió en conpetencia cabo d'ella un laco. Los toros bolvían en
del alto Júpiter a formar onbres de barro, esto con espantosa furia para encontrar-
animándolos con este fuego. Enoxado, le. Él baliéndose del árvol, al pasar arro-
pues, el hijo de Saturno de su loco atre- xó sobre los cuernos del más cercano el
vimiento, púsole con tal castigo en las al- laco, pero no le abiendo coxido, se le
turas del monte Cáucaso. Hico huir con pasó de largo cuanto se llevó la furia de
sus saetas la cruel águila Hércules, cuan- su carrera. No se ubieron mucho alega-
do a caso por allí pasó. Quieren decir do cuando tornaron, y tan cerca de Lida-
que el Prometeo por un abiso que a Jú- marte pasó el primero que sin errar el
piter dio cuando a dormir hiva con la doncel le echó el laco sobre los cuernos,
diosa Tetis mereció ser desatado, que- dexándole preso. Aciendo grandísimas
dándole en la memoria de su presión bravecas y dando espantosos ruidos, for-
una pequeña piedra atada al dedo. D'es- cexeava con grandes carreras, y saltó de
ta afrenta se preciaron después sus hijos, un cabo al otro, por soltarse, pareciendo
y la truxeron en los dedos por gala, de arrancar de cada boz al árbol donde ata-
donde bino el huso de las sortijas. De da estaba la soga. Pero no lo pudo acer
aquella sangre, pues, como digo, y de tan a su saibó Lidamarte esto, que, si el
ciertas yervas que d'ella nacieron confi- segundo toro llegando al tienpo que él
cionó Medea este ungüento llamado Pro- acava de prenderle, no le encontrase tan
meteo, por ser de su sangre. a su saibó, que gran rato de allí le echó,
abiéndole lebantado en el aire por más
Luego que con él se ubo untado, en- de uno o dos estados.
señándole cuánto más abía de hacer, en-
comendándole a Dios, se tornó, abisan- Tal cayó el buen cavallero que sin bu-
do a Alvano que en ninguna manera llir pie ni mano estubo en ctianto el toro
provase a entrar en el tenplo asta que las acabó su carrera, que, según la furia de su
LIDAMARTE DE ARMENIA 311

correr, no pudía repar sino muy lejos; y si gó muy junto, y pegado al árbol, después
con la punta del cuerno le acertara, no le de ansí tenerlo, comencó a tirar del pos-
balieran armas ni defensa alguna para no trero, que con no menor dificultad le jun-
perder allí la bida. El toro bolbió cuando tó con su conpañero. Luego allí asió de
Lidamarte, buelto en sí, iba levantándose, un yugo y coyundas que allí estavan, y
abetido de su peligro y del toro que bol- sin poderlos sacudir de sus ya domadas
vía. Con gran tiento le aguardó, urtándo- cervices, se las echó acia éstas, con que
le el cuerpo; él pasado, llegóse al árbol, y muy mansos los dexó, echándoles junta-
tornando a tomar el otro cavo de la soga, mente un arado que aparexado alió. Des-
echa otra lacada, se puso a aguardar. E atándolos del árvol, comencó con ellos
esto el toro benía, y con el mismo tiento como mejor supo arar la tierra de entre el
y buen suceso le enlacó, dexándole acer tenplo y el muro.
sus bramuras, tiró de la soga del primero Después de arada, sintiéndose cansa-
que ya más manso estava y no sin gran- do, sobre una gran piedra que allí esta-
dísimas tuercas que ubo menester, le lle- ba, se sentó a descansar, (ff. 45r-46v).

52. LIDAMOR DE ESCOCIA


de Juan de Córdoba
(1534)

por
Rafael Ramos

TESTIMONIO

[1] 1. Salamanca, [Juan de Junta?], a costa de Juan de Córdoba, 1534 [—»]

TEXTOS

1. Las armas del héroe lo hizo muy grandes señales, por donde
Lidamor pensó que Roseldos acabaría el
aventura. Mas, como más cerca d'él lle-
N o a n d u v i e r o n mucho cuando
fueron a dar donde los padrones
estavan, y luego apeáronse de sus cava-
gó, el ídolo se estuvo quedo, que no
hizo semblante ninguno. Llegándose a él
Roseldos, assióle del arco, más luego
Uos para provar el [aventura]. El primero sentió que le empuxavan hazia atrás ma-
que quiso proballa fue Roseldos de Ir- lamente. Sentiendo gran turbación en sí
landa, y luego se fue para el primer ído- se tiró afuera, diziendo que aquella
lo, que el arco tenía. Cuando cerca d'él aventura no estava para él guardada. Y
quiso llegar, el ídolo hizo señal de tirar- luego se fue al ídolo que tenía el espa-
le la flecha, y llegando más cerca el ído- da, diziendo;

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1842. EDICIÓN: Rafael Ramos (e<±), Alcalá de Henares, Cen-
tro de Estudios Cervantinos, en prensa. GUÍA DE LECTURA: Sáenz Carbonell (1999).
312 CABALLERÍAS CASTELLANOS
ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C

-Quiera Dios que halle mejor dicha avía acontescido. Y tanpoco él pensava
contigo que no con tu compañero, el de acabarla, como su cormano, mas toda
cual lo á mirado muy mal comigo, que vía quiso provar su ventura. Y ansí se fue
no me dexó llegar a sí, que luego me para el primer ídolo, que el arco tenía; y
hizo apartar afuera. ansí como él movió para provar el aven-
Ansí hablava Roseldos con él como si tura, el ídolo hizo señales las cuales nun-
bivo fuera. Y llegando cerca del ídolo ca avía hecho. Y llegando cerca d'él, fle-
hizo señal, la cual hasta ai no avía hecho chó el arco muy reziamente; mas
a ningún cavallero de los que se avían Lidamor, que ansí lo vio flechar el arco,
ido a provar, Fue la señal que escrimió el cubrióse bien de su escudo, encomen-
espada tan rezíamente que parescía que- dándose a Nuestra Señora que le diesse
rerle dar con ella gran golpe, pero des- gracia de acabar aquella aventura. Mas
que junto con él llegó ívale a echar llegando más cerca el ídolo le tiró la fle-
mano del espada, mas luego se tiró afue- cha, y fue con tanta fuerca que le falso
ra el buen Roseldos, diziendo que aque- el escudo y el arnés, y passó la flecha
lla aventura no estava para él aguardada. por un costado,, a raíz de la carne. Vien-
Y luego se fue para el otro ídolo, que te- do el buen Lidamor tirar ansí al ídolo,
nía el yelmo en las manos, mas tanto arremetió con él muy ligeramente, y qui-
hizo como al primero. Y [apartóse] afue- tóle el arco de las manos y luego el ído-
ra, diziendo: lo estuvo quedo, que no hizo ningún
-Todavía me conviene provar el semblante.
Aventura de la Corona. Quicá hallaré Visto esto por Lidamor, con mucha
mejor dicha que no en las armas. alegría le quitó el [arco]; dándolo a Ro-
Y ansí se fue para el ídolo que la co- seldos, se fue para el otro ídolo, que la
rona tenía. Y desque con él llegó, el ído- espada tenía. Y llegando cerca d'él, el
lo hizo un semblante de quererle poner ídolo hizo muy grandes señales, mas lle-
la corona en la cabeca; lo cual visto por gando junto con él aleó el espada y dió-
él, se puiso con mucha alegría de mane- le tal golpe por el brocal del escudo que
ra que el ídolo pudiesse ponerle la coro- se lo hendió hasta las embrasaduras. Vis-
na en la cabeca, diziendo: to este gran golpe por el buen Lidamor,
-D'esta hecha, corona tengo para arremetió con el ídolo con mucha ligere-
cuando sea rey. za antes que otro golpe le diesse, y asió-
Mas su pensamiento fue en vano, que le del espada con una mano y con la otra
cuando él pensó que el ídolo baxava las tenía el escudo. Y luego el ídolo se estu-
manos a ponerle la corona, entonces pa- vo quedo, que ningún mudamiento hizo.
resció alearse más alto el braco que tenía Y viendo Lidamor que el ídolo tenía la
la corona, y aquella hora le dieron un tal vaina ceñida, llegóse a él y quítósela de
empuxón que por poco no fuera a besar la [cintura] ligeramente.
la tierra. Viendo el fruto que sacava su Esto ansí hecho, muy alegre con la
ardanca allí, tiróse afuera diziendo: rica espada y con el rico escudo, se fue
- D'esta hecha, no pienso quedar con para el otro ídolo que el yelmo tenía. Y
corona ni quitar a mi compañero de pro- llegando junto del ídolo hizo muy gran-
var el aventura. Mas si tan mal recibi- des señales, mas no se curando de todas
miento halla como yo tanpoco terna co- ellas el buen Lidamor llegóse el ídolo, y
rona para cuando sea rey. travóle por el yelmo y sacóselo de las
Y ansí se quedó donde Lidamor esta- manos; y luego quedó aqueste ídolo
va, espantado de lo que a su cormano como los otros. Y visto por Lidamor la ri-
LIDAMOR DE ESCOCIA 313

queza del yelmo, quitóse el suyo y enla- hiziesse, fue muy maravillado dello; y
zóse aquel en la cabeca, que tan bien le pensando que fuesse el diablo, comencó
vino como si a su medida fuera hecho. a se santiguar. Y el cavallero de Alema-
Y con mucha alegría se fue para el ña, que le vio de aquella manera, pre-
otro ídolo que la corona tenía. Y en lle- guntóle la causa dello y de su turbación;
gándole cerca d'él hizo las señales que mas como Florantén se lo dixesse fue
los otros avían hecho; mas llegando más muy maravillado d'ello. Y sin más aguar-
junto del ídolo hizo semblante de que- dar se fue a la puerta del castillo y con
rérsela poner en la cabeca. Viéndolo el toda su fuerca provó a querer abrir la
buen Lidamor, allegóse donde el ídolo se puerta, pero como las manos a ella lle-
la pudiesse poner en la cabeca, y luego gasse fue empuxado tan rezio que a mal
le fue puesta. Y con grande ruido des- de su grado dieron con él d'espaldas en
aparescieron en aquella hora los ídolos tierra.
que las joyas tenían, diziendo: Empero a esta ora llegó allí Flora-
-Cumplidas son las profecías del gran monte, el cual de aquello ni de lo que a
sabio Boleno. Florantén avía acontescido no sabía
Y con un humo muy negro desapa- nada, porque avía estado a aquella sazón
rescieron de allí, que más no fueron vis- mirando las estrañas labores que al de-
tos, (cap. xviii, ff. xxixrv). rredor del castillo estavan. Y como vio a
Asidón ansí en tierra y no viesse otro al-
guno cerca d'él, fue muy maravillado por
2. El Palacio del Cruel Amor ello. Y preguntando a Florantén la causa
dello, se lo dixo. El cual, como lo supo,
puesto caso que dello muy maravillado
L l e g a n d o a los palacios comencaron
a mirar los ricos edificios que tenía,
porque por todas las paredes del palacio
fuesse, no pudo estar sin reír de gana en
ver a Asidón ansí tan maltratado en tie-
estavan figurados notables hechos de ca- rra. Como Asidón se levantó, vínose
valleros antepassados, ansí de guerras riendo donde Florantén y Floramonte es-
como de cosas de amores. Ansí mirando, tavan, diziendo:
llegaron a las puertas de los palacios, las -Por buena fe, para mí no está guar-
cuales eran brocadas con clavos de fino dada esta aventura ni yo pienso de aca-
oro, y encima de la portada muchos ca- barla tan poco como vos, señor Floran-
valleros y dueñas figurados, sentados en tén.
ricas sillas con ramos de flores en las ma- Y él, que mucho avía folgado de lo
nos derechas y sus letreros que dezían el que a Asidón avía acontescido, riendo le
nombre de cada uno, los cuales los ca- respondió:
valleros miravan con mucha afición; mas -Por buena fe, señor Asidón, igual
como no pudiessen entender las letras d'esta aventura sacaremos la honra.
por no entender el lenguaje en que esta- Floramonte dixo ansí:
van, estos no podían saber quién fues- -Señores compañeros, bien será que
sen los cavalleros y dueñas. De que todo riáis de mí ansí como yo de vosotros he
lo ovieron mirado, Florantén se arrimó a hecho, que yo delibro de passar por la
la puerta del palacio y puxó con las ma- aventura que vosotros avéis provado.
nos por abrir la puerta. Empero, a aque- Florantén respondió diziendo:
lla ora se sentió empuxar tan reziámente -Por buena fe, señor Floramonte, si
que le fue forcado desviarse afuera; y esta aventura por bondad de armas se ha
como no viesse quién aquella fuerca le de acabar yo creo que provándola vos
314 CABALLERÍAS
ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C CASTELLANOS

daréis cima a lo que nosotros hemos fal- de muy estraña manera, que no pares-
tado. cían sino estar propiamente bivas, entre
Y luego Floramonte se fue a las puer- las cuales avía una que en hermosura
tas del palacio, y poniendo las manos en passava a todas las otras, y mirándola
ella comencó a puxar muy rezio por bien Floramonte, porque la vio estar pa-
abrirlas. Empero, a aquella ora sentió tan resciendo ser señora de todas las otras,
gran turbación en sí que no tenía miem- <y> viola un letrero que al parescer de-
bro en su cuerpo que no le temblasse; vía ser su propio nombre; mas como
empero con todo esto se esforcó lo más esto viesse en la lenguaje ya dicha no lo
que pudo por abrir la puerta, y tanta pudo entender Floramonte. A otra parte
fuerca en ella puso que las abrió hazien- vio muchos navios figurados que pares-
do el mayor ruido del mundo, tanto que cían venir por la mar, de los cuales salía
por toda la isla fue sonado. mucha gente de armas en tierra. Ansí
Florantén y Asidón, que mirando es- mismo vio a otra parte figurada una gran
tavan, cayeron en tierra sin ningún sen- ciudad de la cual parescía salir muchos
tido. Ansí mismo hizo Floramonte. Y en- cavalleros a dar batalla a aquellos otros
derezándose, como las puertas fueron cavalleros que de la mar en tierra salían.
abiertas, él cayó entre ellas tal como Esto mirava con mucha afición el buen
muerto, y ansí estuvo una pieca. Mas infante Floramonte aziéndole mucho de
después que en sí tornó, levantóse pa- ver aquello que presente veía, dessean-
resciéndole que de un sueño desperta- do mucho saber qué cosa fuesse aquello.
sse, y mirando a una parte y a otra vio Y con este gran desseo se fue para la
muchas figuras de cavalleros en una por- segunda puerta, pensando abrirla como
tada, y ansí mismo vio otra segunda la primera. Pero como las manos él pu-
puerta, la más rica y estraña del mundo, siesse para quererla abrir, sentióse em-
porque era de unos jaspes resplandes- puxar tan rezio que a mal de su grado le
cientes y por ellas engastadas muchas fue forcado apartarse, maravillándose
piedras preciosas con todos sus guarni- mucho dello. Pero a esta ora estava él
mientos de un fino oro, y encima de la con mucho pensamiento por aver sido
puerta estava un cavallo muy grande y ansí empuxado sin ver quién lo pudie-
hermoso, hecho de oro, y un cavallero sse hazer, y no sabía si avía de bolver
armado sobre él y una espada en la otra vez a provar a abrir la puerta. Pero
mano y un escudo ente sí, que parescía estando en este pensamiento vio delante
querer defender la entrada a cualquiera sí un cavallero viejo que al parescer pa-
que por allí quisiesse passar. A otra par- ssava de cien años, porque sus barbas y
te de las paredes de la rica portada esta- cabellos eran tan blancos como la nieve,
van figuradas muchas batallas y cavalle- el cual le dixo:
ros armados. En esto andava mirando -Floramonte, no pienses de acabar
Floramonte muy maravillado en ver tales aquello que agora cuidado tienes, que
cosas, y veía grandes letreros entre los sepas que esta aventura no podrás más
cavalleros que dezían sus propios nom- acabar en ello de lo que ás acabado por-
bres, mas como estuviessen en lenguaje que a otro cavallero que passará en bon-
griega y él no la supiesse no pudo ai- dad de armas a todos los del mundo está
cancar a saber quién fuessen aquellos otorgada; y sepas que de tu linaje será
cavalleros ni qué fuesse aquella aventu- aquel que á de dar cabo a esta aventura.
ra. Mirando todas estas cosas, vio a otra Y porque sepas qué aventura es esta,
parte una compaña de dueñas figuradas sabe que la llaman el Palacio del Cruel
LIDAMOR DE ESCOCIA 315

Amor, porque por amor fueron muertos que le avía acaescido y lo que allá den-
la más parte d'estos cavalleros que aquí tro avía visto. Floramonte les dixo:
ves figurados; y sábete que fueron de los -¿Por qué causa vosotros no entrastes
valientes y buenos cavalleros que hasta a lo ver?
agora han sido, y tal fue muerto entre Florantén le contó por qué lo avían
ellos que passava en bondad de armas a dexado de hazer, de lo que mucho Flo-
todos los del mundo. Y, por agora, no ramonte rió, y díxolos todo lo que den-
cures de más saber. tro avía visto. Solamente les dexó de de-
Y diziendo esto el cavallero viejo, sin zir cómo de su linaje avía de ser quien la
que Floramonte le pudiesse más hablar, acabasse. Ansí mismo les contó cómo
se desapareció, de lo que él quedó muy avía querido entrar por la segunda puer-
espantado y maravillado. Y ansí se puso ta, y lo que en ello le avino, de lo que
a mirar a aquellos cavalleros que el vie- [Florantén] fue muy maravillado; y riendo
jo cavallero le avía dicho que avían sido le dixo:
muertos, y mirava con mucha afición a -Parésceme, señor Floramonte, que
uno dellos, que este le paresció a él ser tan bien os hizieron a vos a mal de vues-
estremado sobre todos los otros. tro grado apartar afuera a la segunda
puerta, como a nosotros a la primera.
Pues en esta ora, Florantén y Asidón
bolvieron a sí, levantándose muy espan- Y hablando en esto y en otras mu-
tados por lo que les avía venido. Vieron chas cosas fueron mirando todo el muro
de la huerta, al derreror de la cual vieron
las puertas del palacio abiertas, de lo
muchos animales, ansí ciervos como
que ellos mucho se maravillaron, y vién-
puercos y otros muchos animales de
dolas ansí quisieron entrar donde Flora-
muy estraña hechura, y muchas aves de
monte veían, pero a la entrada de la
rapiña y otras muchas aves menudas que
puerta sentiéronse empuxar tan rezio
por muy hermosos árboles estavan asen-
fuera que les fue forcado apartarse de las
tados al derredor de la huerta. Ansí an-
puertas; y espantados y maravillados duvieron todo el cerco de la huerta y no
d'esto, se pusieron a mirar las figuras hallaron puerta ninguna que a ella en-
que al derredor de la portada estavan. A trasse. Pues viendo los cavalleros que no
esta ora Floramonte andava mirando por hallavan otra cosa ninguna de ver, vien-
todas partes, y viendo sobre todas aque- do que ya la noche se venía, bolviéron-
llas figuras una con un libro en las ma- se a la parte do sus cavallos avían dexa-
nos, que parescía estar leyendo por él, y do. (cap. xli, ff. lxiiiiv-lxvv).
un letrero en el braco que dezía el nom-
bre d'él. Mirando todas estas cosas era
como el ciego que oye lidiar el [toro] y
no lo puede ver. Así estava Floramonte
3. La copa de oro encantada
mirando aquello que allí estava figurado,
que lo veía todo en muy estraña manera
y no podía saber qué fuesse aquello ni
D ize la historia que Lidamor ovo
mucha vergüenca de lo que el
Emperador le dezía, que la copa diesse,
quién ellos fuessen. Después que allí
y hincó las rodillas ante él diziendo:
una pieca estuvo mirando aquello, que
-Suplico a la vuestra merced que no
gran sabor avía de lo ver, salió afuera,
me quiera echar tan gran cargo, que muy
donde Florantén y el cavallero de Ale-
mejor las donzellas la tomarán de la mano
maña estavan, los cuales le recibieron
de vuestra merced que no de la mía.
con mucha alegría, preguntándole por lo
El emperador dixo:
316 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

-Toda vía, cavallero, a vos conviene de la cabeca, quedándole en ella un bo-


ciarla a la donzella que a vos os pares- nete de carmesí muy rico a maravilla.
ciere, porque yo creo, si la diesse a mi Sus rubios cabellos esparziéndosele so-
hija la princesa, dirían que el amor de bre los ombros, quedó su rostro descu-
padre me avía cegado el entendimiento bierto, el cual era tan blanco como una
para que no viesse que otra más hermo- nieve, el cual aquella hora era tan colo-
sa que ella avía. rado y [hermoso] que todos ctiantos lo
El Cavallero Anciano, que vio la por- miravan fueron maravillados. Ansí lo
fía que el Emperador y el Cavallero del fueron todas las donzellas y grandes se-
Dios de Amor tenían, dixo ansí: ñoras que allí estavan. Mas viendo la
-Bien la pueden provar, señor, todas princesa la gran hermosura del Cavallero
las donzellas, y ansí á de ser para que del Dios de Amor junto con su gran va-
ninguna quede quexosa; que, cierto, la lentía, fue aquella ora su coracón tras-
que estremada fuere sobre todas las passado de la flecha amorosa que el dios
otras su hermosura, aquella dará cabo Cupido le tiró, por manera que su cora-
de la aventura. Y mi parescer sería que fon aquella ora fue tan atormentado en
la señora princesa la diesse a sus don- los amores del buen cavallero perdiendo
zellas, porque alguna d'ellas no quedase la libertad que hasta allí havía tenido,
quexosa. aquella ora se halló sujeta y sojuzgada
Lidamor, que mirando avía estado la de falso amor, que a ninguno no perdo-
gran hermosura de la princesa, no po- na; pues con esto, no partía los ojos de
diendo sus ojos partirse de mirar aquella aquel que toda su libertad le había he-
que su coracón dava mucha holganca su cho perder.
vista sentiendo la libertad que hasta ai Lidamor dixo:
tenido avía presa por la vista de aquella -Pues la vuestra merced manda que
princesa, por manera que su coracón era yo la copa dé a las donzellas, razón es
tan atormentado por la vista de aquella que su mandado sea cumplido.
hermosa princesa que no parescía sino Luego tomó la copa y fue hincar los
quererle salir de las carnes. Aquella hora inojos ante la princesa, la cual no partía
el nuevo amante se sentió muy apassio- sus graciosos ojos d'él, y demandóle la
nado, aviendo perdido todas las fuercas mano para besársela; ella la tiró a sí, no
de su coracón, por manera que quien en queriéndosela dar. Viendo la princesa al
su rostro mirara bien conosciera la nue- cavallero ante sí de inojos, aquel hermo-
va passión d'él. Pues en esto, no dexava so cavallero en quien ella tan verdadero
de salirle alguna sangre entre las yuntu- amor avía puesto, fue tan turbada que
ras de sus armas, de las heridas que de no pudo hablar palabra ninguna. Mas
la batalla avía ávido, mas el acongoxado aquella ora se le paró su rostro de color
cavallero no las sentía según la pena que de un resplandesciente rubí.
su coracón sentía. Mas el emperador, El emperador, que vio que el cavalle-
que bien mirava en él, viendo salirle la ro estava de inojos ante su hija, fue muy
sangre que le salía, díxole ansí: alegre porque el cavallero a ella quería
-Bien será, cavallero, que os vays a dar la copa; y mirándola, le hizo señas
curar, y después se podrá provar el que hiziesse levantar al cavallero. Ella,
aventura de las donzellas. con mucha vergüenza, le echó sus gra-
Y llegándose a él, le rogó que se qui- ciosas manos al cuello y lo hizo levantar.
tasse el yelmo. Viendo Lidamor el man- Viendo Lidamor las manos de su señora
dado del emperador, luego se lo quitó la princesa sobre sí, fue tan alegre en su
LIDAMOR DE ESCOCIA 317

coracón que más no podía ser, y pares- creción como la que más lo fuesse en la
cíale que estava en un hermoso jardín casa del emperador, dexando aparte la
donde muy hermosas flores avía, entre las princesa Floriana, que aquesta par en el
cuales avía una rosa resplandesciente que mundo no tenía; la cual, después de aver
a todas las otras flores escurescía sus her- dado las gracias a [Filiberta], diola a Vi-
mosuras. Pues con esto, el nuevo amador manda, hija del Conde de Flandes; y ansí
con mucho atamiento tendió su braco y fue dada a todas las otras donzellas que
dio la copa a la princesa, diziendo: con la princesa estavan. A la que a la
-Suplico a la vuestra merced, señora postre fue dada fue a [Armenisa], hija del
Princesa, que aquesta copa quiera tomar Conde de Gelandia. Esta, aunque no era
como de un cavallero que mucho dessea hermosa, era muy graciosa en hablar, y
servir al emperador, vuestro padre, y a la dixo:
emperatriz, vuestra madre, y a vos como -Por mi fe, yo soy ávida por la más
hija suya y como a la más hermosa don- fea de todas y soy la postrera a que la
zella que en el mundo áy. [copa] á sido dada. Pero yo seré la pri-
La princesa la tomó, diziendo: mera que por ella beva, y yo amo tan
-Tomarla he yo, señor cavallero, por lealmente que entiendo de acabar el
averia conquistado tan preciado cavalle- aventura. ¡Bien creo que alguna se arre-
ro como vos y por ser de vuestra mano, pentirá por no la aver provado primero
pero no porque aquí no aya donzellas que me la diesse!
que más con razón le podía ser dada. Y diziendo aquesto la puso a la boca
Y tomando la copa en la mano, se y bevió por ella, mas la copa no hizo
bolvió contra la infanta Claricia, diziendo: más mudamiento que si por ella no ovie-
-A vos la dó yo, señora Claricia, en ran bevido, por lo cual la princesa y to-
señal que en vos ay todo cumplimiento das sus donzellas rieron de gana.
de gracia y hermosura. Armenisa la dio a otra donzella que
La Infanta la tomó, diziendo: llamavan Filidessa, hija del Duque de
-Por no desdecirvos, señora, seráme Jasa. Esta era muy hermosa y amava de
foreado tomar la copa. Empero, bien veo todo su coracón a Florantén de Atenas, el
que ay aquí otras donzellas tan hermosas cual ansí mesmo la amava a ella. Aques-
con quien yo en esta parte no me podré ta donzella tomó la copa, diziendo:
igualar. -Yo amo de coracón aquel buen ca-
Y diziendo esto, la dio a Orimalda, vallero Florantén de Atenas, por lo cual,
hija del Rey de Dinamarca, la qual la si por amar lealmente se á de acavar esta
tomó diziendo: aventura, yo prometo de nunca amar
-Como yo, señora Claricia, sepa que otro si aquel no.
esto [a mí más va] por cortesía que por Y, diziendo esto, puso la copa a la
razón, la tomaré. Que, cierto, a la her- boca y bevió por ella, mas no hizo más
mosura de la señora Princesa y vuestra que a Armenisa avía hecho, y con mucha
ninguna de todas nosotras no podremos vergüenca la dio a otra donzella que lla-
igualar. mavan Arpiona, hija del Marqués de
Y diziendo esto, la dio a Filiberta; la Brandanburque. Aquesta era muy estre-
cual, después de aver hablado y dado las mada en hermosura, la cual tomó la
gracias a la Infanta por ello, la dio a la copa y, preciándose mucho en su her-
infanta Arinda, hija del Rey de Ircania, la mosura, tomó la copa y bevió por ella,
cual, aunque pagana era, no dexava de mas no hizo más que las primeras avían
ser tan estremada en hermosura y en dis- hecho. Ansí hizieron muchas donzellas
318 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

que por evitar prolixidad aquí no son di- a entender al su nuevo amante el grande
chos sus nombres ni quién sean, mas de amor que le tenía.
cuanto no hizieron más que las primeras. Pero, en esto, el buen cavallero Lida-
Filiberta tomó la copa, diziendo: mor no cessavan sus ojos de contemplar
-Dios sabe cuánto mi coracón sería la gran hermosura de la princesa, y dezía
alegre si yo fuesse amada del Cavallero en su coracón que en el mundo no se
del Dios de Amor. podría hallar más acabada donzella en
Y pensando esto en su coracón, bevió hermosura y beldad; y con esto era su
por la copa, pero no hizo más de bever coracón atormentado de aquellas passio-
del agua que en ella estava. Y luego fue nes que los leales amadores suelen tener.
dada a la infanta [Arinda\, pero no hizo Pues la Princesa, ansí mismo, lo mirava
más que Filiberta; y luego fue dada a la muchas vezes, no podiendo encubrir el
infanta Orimalda, hija del Rey de Dina- mucho amor que en él avía puesto.
marca. Y esta infanta era en estremo her- En esto, Moribella se bolvió a sentar
mosa y cumplida de todas gracias y bel- como antes estava, sin hazer más muda-
dad, tanto de d'ella a la infanta Claricia miento del que hecho avía en se levantar.
avía muy poca diferencia, salvo que esta Y visto esto por la princesa, fue la más
infanta era más blanca y alta de cuerpo y alegre del mundo. Y, tomando la copa de
la infanta Claricia era menor de cuerpo y la mano de Claricia, dixo entre sí:
de más color en el rostro. Pues, la infan- -Cierto, si por amar lealmente aques-
ta Orimalda tomando la copa en la mano, ta aventura se á de acabar, yo creo de
bevió por ella, pero no hizo más que la acabarla según el amor que a este cava-
infanta [Arinda], por lo cual con mucha llero he puesto, tanto que de mí no soy
vergüenca la dio a la infanta Claricia, que señora.
la tomó con mucha alegría diziendo: Y con esto aleó, como que mirava al
emperador, su señor; y, como víesse que
-Pues vos, señora Orimalda, faltastes todos tenían los ojos en ella, no osó mi-
d'esta aventura, bien creo que a mí será rar al cavallero, mas con mucha esperan-
por demás provar. Pero, por passar por za de acabar la aventura comencó a be-
la ventura que, señora, passastes, holga- ver. Como ovo bevido parte del agua, y
ré de la provar por vos tener compañía. apartado la copa, la piedra saltó tan re-
Orimalda le respondió: ziamente y con tanto ímpetu que la parte
-En vos, señora, ay tanta hermosura del agua que en la copa quedava se de-
que daréis cabo a lo que nosotras falta- rramó y mojó la cara a la princesa, y ansí
do hemos. mismo alguna parte le cayó a la infanta
La infanta Claricia, aunque d'esto ha- Claricia, que cerca estava. Pero la prince-
blasse, no dexava en sí de pensar que sa fue tan espantada del gran ruido que la
acabaría aquella aventura por el verda- piedra hizo que dexó caer la copa en el
dero amor que tenía a Animor el Her- suelo. Pero a esta ora se levantó Moribe-
moso. Y pensando en esto, puso la copa lla de donde estava assentada, y hincan-
a la boca y, ansí como ella comencó a do las rodillas ante la Princesa, diziendo:
bever, Moribella se levantó en pie, Todos -Los dioses, que todo el poder tienen,
pensaron en la ver levantar que la infan- alta Princesa y señora, te den el galardón
ta Claricia avía acabado la aventura, y lo por el gran beneficio y mercedes que oy
mismo pensó la princesa Floriana, a la por ti me han sido hechas en bolverme
cual mucho le pesó, porque mucho qui- mi habla, que gran tiempo avía que per-
siera ella provar aquella aventura por dar dida tenía. Cierto, vos sois la más acaba-
LIDAMOR DE ESCOCIA 319

da donzella en hermosura y en lealtad do. Y con esto tomó de la mano al buen


que entre las nascidas son, pues esta cavallero Lidamor d'Escocia, diziendo:
aventura a vos la otorgaron los dioses. -Vení, buen cavallero, conmigo a mí
La princesa, que ya en sí avía torna- palacio, y seréis curado de vuestras he-
do, la levantó suso, diziendo: ridas.
-Buena amiga, d'esto no tenéis qué Lidamor, que el más alegre cavallero
me agradescer, porque obligada era yo a del mundo estava por aver su señora
ponerme en provar esta aventura por li- acabado aquella aventura, se baxó con
brar tan alta señora como vos. el emperador del miradero. Ansí mismo
La princesa estava tan alegre por aver baxó el Cavallero Anciano, llevando de
acabado el aventura que muchas vezes la mano al príncipe Alande, que apenas
alcava sus graciosos ojos, mostrándolos en los pies se podía tener por la mucha
favorables a aquel que de su coracón ella sangre que avía perdido. Todos aquellos
era señora. Pues el emperador y la em- grandes señores y señoras no hablavan
peratriz fueron los más alegres del mun- de otra cosa sino de la gran hermosura y
do en ver que su hija avía acabado el valentía del Cavallero del Dios de Amor,
aventura que todas las otras avían falta- (cap. liii, ff. xciiiir-xcvv).

53. MARSINDO
(principios del siglo xvi)

por
José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIO

ti] Biblioteca de la Real Academia de la Historia (Madrid): Ms. 9/804 iolim, L.75) [->]

TEXTOS

1. Nacimiento de Marsindo allí asta que parió un niño a maravilla


hermoso, y le puso nonbre Marsindo por
aver sido engendrado en la mar. Y des-
Y a VOS a v e n i o s contado cómo des-
pués de ser salida de la prisión y
escapada de la gran tormenta de la mar
pués que ella de allí partió con virtos
[***], fue destruida y robada la villa de
Gracisa, hija del enperador de Costanti- Tenisa de los moros [***] gran hueste que
nopla y muger de Serpio Lucelio, fue le- venía contra el enperador de Costantino-
vada por un mercader del reino de Un- pla. Entre los muchos que cativaron en
gría a una villa puerto de mar llamada aquella villa, fue cautivada Inestra el ama
Tenisa; que siendo Gracisa llevada a casa que criava a Marsindo; teniéndolo ella
del mercader se sintió preñada y estuvo en bracos, que jamás lo quiso desanpa-

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín Pina: n° 1849. ESTUDIO: Lucía Megías (1996: 72-73).


320 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

rar, fue tomada por un cavallero moro vida sostener; y después de la muerte,
pariente del Rey de Domas, al cual se le Al-faxin mandó al ama de Almonjelj su
anonbrava al-Farxin; el cual viendo a ijo que acabase.
Marsindo, fue maravillado de su gran fer-
mosura, tanto que lo preció mucho y
enbiólo luego [***] la su ama a Domas, su 2. B a t a l l a q u e Garflr, r e y d e Te-
muger, que iziese criar aquel niño muy salia, y Pirio, rey de Argos, tuvieron
bien, pues Dios le avía fecho tan estre- c o n el Caballero de la Espina
mado de las otras criaturas; y su muger
ansí lo izo porque ella tenía otro niño su
íjo de aquella edad que era Marsindo, y
criavánjelo en casa. Y los amos ellos to-
E l Cavallero de la Espina pasó la
puente y traía ya su lanca en la
mano y dixo:
máronse mucha amistad. -Señores cavalleros, bien soy cierto
Y acaesció qu'este cavallero que cati- que queréis justar, pues me avéis espe-
vo a Marsindo e a su ama adolescíó en rado.
Ungría, de manera que uvo de bolver a -A eso somos venidos, -dijo Pirio, y
su casa, e ansí escapó de no ser muerto bajó su lanca.
en las batallas como murió el rey su se- El Cavallero de la Espina, aunque
ñor y otros muchos buenos cavalleros. Y muy bien le parescieron, no los dudó,
llegado Al-Farxin a Domas, fue muy bien mas fuese a encontrar con Pirio al más
recebido de su muger y estuvo algunos correr de sus cavallos. Los encuentros
días doliente. Por esta causa no pudo fueron con grand fuerca, tanto qu'el rey
tornar a la gerra, mas tornando supieron de Argos fue sacado de la silla, y cayó
la muerte del su rey e las destruiciones grande caída; mas herió al Cavallero de
de todos. Los moros hjzieron grandes la Espina con la lanca e levantóse atur-
llantos por el rey y, como este cavallero dido, y sacó su espada y fue como onbre
fuese de los más principales de toda la fuera de seso con la vergüenca que ovo
cibdad de Domas, juntóse luego con el de su hermano e dio al cavallo del Ca-
infante Amardín, hijo mayor del Rey de vallero de la Espina tan fuerte golpe que
Domas y aleóle por el rey y tomó la go- la cabeca le cortó. El cavallo cayó luego
vernación de todo el reino porque Amar- muerto, y dio al rey tan fuerte golpe por
din no avrá más de quinze años, hasta encima de la cabeca que se la fico encu-
que fue de edaz [...]. nar, mas no pasó mucho que no llevase
Al-Faxin mandó al reino de suyo, y lo el galardón, que Pirio le dio tan fuerte
tuvo en paz, emo era cavallero muy se- golpe por encima del yelmo que le fizo
sudo. E el rey lo quería mucho y no sa- al Cavallero de l'Espina hincar una rodi-
bia más de lo que's le aconsejava. Agora lla en el suelo. Mas cresciólo grande ar-
sabed que en este tpo Marsindo era tan dimiento de enojo, y aleó la espada y dio
amado y querido de Al-Farxin como lo a Pirio tal golpe en el braco del escudo
era a su ijo Almongeli; aviendo dos años que gelo hizo soltar, e como la llaga fue
fue como la ama que lo criava a gran di- grande, no pudo tornar a enbracarlo. El
ligencia y amor adolesció de tal manera Cavallero de l'Espina le feria a voluntad.
que murió, porque era tan triste en ver- Pirio quiso poner su fecho en ventura, y
se cautiva y su marido, ijos perdidos, juntóse con el Cavallero de l'Espina para
qu'este dolor fue causa de le quitar la derrocarlo en el suelo, atreviéndose en
vida, sino fuera por el mucho amor que su grande fuerza; mas el otro muy más.
a Marsindo tenía, no pudiera tanto la qu'él la tenía, que era más mozo, y bra-
MARSINDO 321

cólo tan fuerte que dio con él en tierra y


él encima. Mas prestamente se levantó y
tomóle el escudo del cuello y díxole:
L OS cavalleros que andavan cacando
andavan tan enbevidos en su caca
que no vieron cómo Grimonte fue tras el
-Agradescedme, cavallero, que nos ciervo y mataron mucha caca de puercos
vos mate, que bien lo fiziera si quisiera. y de venados. Todos estavan muy ale-
¿Quién os podrá dezir la saña y la ira gres, mas tornóseles en mucho pesar e
que Garfir tenía? enoxo cuando no fallaron a Grimonte, y
El Cavallero de la Espina cavalgó en comentaron de buscalle por unas partes
otro cavallo que sus escuderos aparejado y por otras y no pudieron hallar nuevas
le tenían; Garfir dixo en alta voz: d'él más de lo que dixo un montero, que
-¡Maldita sea la donzella que acá vos lo avía visto ir tras un ciervo. Brimarte y
enbió, que por vos resciben desonra los Argilaso querían morir con pesar y no
mejores cavalleros del mundo! Ya yo no quisieron tornar a la villa, mas toda la no-
querría vevir, pues Dios lo consiente. che anduvieron buscando toda la monta-
Deziendo esto, abajó su lanza y vino ña, los monteros llevaron la caca a la vi-
lla y dixeron al rey Tedolo qué les avía
contra el Cavallero de l'Espina, el cual lo
venido, cómo Grimonte se avía ido tras
rescibió con grande ardimiento. Garfir
un ciervo, que no lo avían visto más, aun-
faltó de su golpe con la grande ira que
que lo avían buscado toda la montaña.
traía, y el Cavallero de l'Espina le encon-
tró en el escudo tan fuerte que gelo fal- -¡Santa María, valme!, -dixo el rey.
so, y comencó de ferir al Cavallero de ¿Dónde podría ir que tanto tardase?
l'Espina de muy esquivos y fuertes gol- Quiera Dios que no le acontesca alguna
pes, tanto que nunca jamás él tales los cosa en que reciba daño, que gran mal
avía rescibido. Mas non mostraba punto sería. Vayan por muchas partes a busca-
de cobardía, mas antes fazía sentir a Gar- lio, que no se podrá esconder.
fín su buen espada, que muchas vezes le Manfredo y Carpasco, que no avían
Uegava a la carne que la fuerte loriga ido a la caca, cuando estas nuevas oye-
non le podía defender. Y ansí anduvie- ron, fueron muy turbados e fuéronse
ron una gran pieza, haziendo salir de sus luego armar, y por mucho que el rey les
yelmos llamas de fuego; mas a la fin el rogó que se sufriesen hasta otro día, no
rey de Tesalia iba enflaqueciendo que lo quisieron hazer, mas fuéronse luego,
non podía sofrir la ligereza del Cavallero aunque era noche, a buscallo. E el rey
estuvo toda aquella noche muy triste,
de l'Espina; cada vez le parescía que
que rogava a Dios que guardase a Gri-
crescían sus fuercas, de manera que
marte de peligro, pues tan bien no lo
aquejó tanto a Garfir que non podiendo
avía hecho. Y otro día, como fue el alba,
sofrirse más, cayó del cavallo desacorda-
se calzó y fue a la montaña e muchos ca-
do. El Cavallero del l'Espina se apeó y le
valleros con él, e anduvieron tres días
tomó el escudo y diolo a Dalvides, que
buscándolo por todas las partes y no
lo llevase a las donzellas. (ff. lxiii"). ha[lla]ron nuevas d'él. Todos eran muy
tristes e turbados. El rey se tornó a la vi-
lla e traxo consigo a Marsimán Fedro,
3. El caballero Grimonte des- porque esperava el mandado del rey y
aparece en una cacería. Grimonte su padre cadal día. Mas tanto no pudo
parte e n ayuda de una dueña desam- hazer que Brimarte ni Argilaso ni a Car-
parada. pasco hiziese tornar, mas cada uno d'e-
Uos se fue por su parte con voluntad
322 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

que, aunque recibiesen muy grande -Señor conviene que entremos en esta
afán, de no tornar a la corte hasta hallar barca porque vamos sin ningún enbaraco
a Grimonte o sus nuevas, y otros mu- a donde avernos de ir, espicialmente para
chos cavalleros del rey fueron en su bus- que vos no llevéis armas. Yo os juro por
ca, ansí mesmo Francaquel, que enbió la fe que a Dios devo que no avernos de
Manfredo; el rey estava tan enojado que salir del señorío del rey de Ingalaterra, e
por muy buenas nuevas que cada día seguramente podéis ir conmigo.
cadal día [su] le venían de la destruición -Ansí creo yo que será, -dixo Gri-
de sus enemigos, no se podían alegrar monte-, como vos dezís. Vamos a donde
porque tenía a mala ventura averse per- quisierdes en el nonbre de Dios, que por
dido tan buen cavallero en su reino. afán no dexaré de conplir lo que vos
No vos podríamos dezir lo que [****] prometí.
acerca por su señor; y si no fuera por Y luego salieron los escuderos de la
Ardiñán y por Dineipa, que contino la barca y tomaron el cavallo de Grimonte
tenían consigo, que la consolava, ella y metiéronlo dentro, y ansí mesmo él y
muriera; y a estas princesas pesa va tanto la donzella entraron. Entrados todos, los
por la pérdida de Grimonte que más no marineros movieron de allí y anduvieron
podía ser. Y a todos los criados de Gri-
tres días con buen tienpo y lievan todo
monte mandava dar conplidamente lo
lo que avían menester. Y pasados los tres
que avían menester y los consolava mu-
días, llegaron a un puerto muy bueno,
cho diziendo que él esperava en Dios de
saber muy prestamente, porqu'él avía tal salieron todos en tierra y los escuderos
que se sabría valer de cualquier peligro sacaron el cavallo de Grimonte y el pa-
que venirle pudiese. Polidante y Franca- lafrén de la donzella, y cavalgaron luego
quel no fueron los postreros que fueron y la donzella le dixo:
en busca de Grimonte, mas antes se de- -Señor cavallero, venid conmigo, que
xavan morir de pesar. Y ansí estavan los antes que pase medio día llegaremos al
unos e los otros por la mayor cuita que lugar a donde vos tengo dicho qu'está
por pérdida de cavallero se rescebió. [...] mi señora.
Grimonte y la donzella anduvieron -Vamos a donde mandardes, -dixo
por su camino aquel día hasta que fue Grimonte-, que ya quería ser allá porque
noche, que alvergaron en cas de un me parece que mucho soy alongado de
montañero que los recibió muy bien y la corte. Bien soy cierto que abrán a mi
les dio de lo que tenía que cenasen, y causa mis amigos mucha turbación e
después cada uno se echó a su parte. enojo, mas conviéneme de pasallo.
Grimonte rogó a Nuestro Señor que le La donzella lo llevó por un camino
guardase en aquel camino de algún en- que estava en una gran floresta, y andu-
gaño por que nol' estorvase que fuese a vo tanto por ella que a ora de medio día
ver a su señora, que finalmente era ator- la pasaron y entraron en un gran llano, y
mentado en aquel camino de su deseo. vieron un castillo muy bien fecho y asen-
E otro día partieron de allí e anduvieron tado en un otero. La donzella dixo a Gri-
tanto que, cuando se quería poner el sol,
monte:
llegaron a la ribera del mar. La donzella
-¿Vedes allí, señor, aquel castillo? Es
lo metió entre unas sierras e allí hallaron
de mi señora, la cual será muy alegre en
a la ribera de la mar una barca, aunque
estavan dos marineros. La donzella dixo la vuestra venida. [...] Yo me quiero ade-
a Grimonte: lantar a fazérselo saber e vos, señor, ve-
nid vos con esos escuderos.
MARSINDO 323

Y como esto dixo la donzella, fuese a tanto con aquella mi tía que me crió con
grande prissa y entró en el castillo e hico casarse conmigo, que más no pudo ser;
saber a su señora cómo Grimonte venía. e venía muchas vezes a hablar con ella y
Ella fue tan alegre que dezir no se vos conmigo, por onde yo lo huve de amar
podría, y mandó que todo el palazio fue- tanto que hize toda su voluntad, con
se aderezado para rescebir a Grimonte. pleito que me hizo de casarse conmigo.
Y ella con otras dueñas y donzellas salió Y esto hize yo con trato de boluntad de
a la puerta del castillo; y como Grimon- mis parientes, porque su padre y el mío
te llegó, ella fue a él antes que se apea- sienpre fueron enemigos. Y a la fin, el
se e quísole besar los pies, y díxole: hijo lo fue más mío, que después de
-¡Ay, señor cavallero!, ¿qué servicio os averme a su voluntad, amó él mucho a
podría hazer que pudiese pagaros el una donzella muy fermosa y, aunque era
gran bien que me avéis echo? Mas yo no villana, se casó con ella y la llevó a su
podría azello según vuestro gran valor y castillo y la tiene muy honrada. Como yo
merecimiento. Aquel Señor del mundo, esto supe, quise morir con pesar; quexé-
que estremado sobre todos los buenos me a mis parientes d'él; todos huvieron
os izo, vos lo pague. Ruégovos que os gran plazer por el escarnio que de mí
apeéis e olgaréis algún día en este vues- hizo, porque ellos todos me lo havían
tro castillo, por onde él se podría llamar defendido, y ninguno d'ellos quiso en-
bienaventurado [...]. tender en mi fazienda, salvo dos hijos de
Grimonte se apeó y tomó a la dueña aquella mi tía, que me crío, que eran
por la mano y fuéronse al palacio, y las muy buenos cavalleros, que lo fueron a
donzellas lo desarmaron y trajéronle un defender y desafiar, diziéndole que le
manto rico que cubriese y fuele luego avían hecho traición; y él respondió que
dado de comer. Todos no entendían en no dezía verdad, que gelo fazía conoscer
otra cosa sino en serville. Y después que si osasen entrar a conbatirse con él en su
ubo olgado una pieca la dueña le co- castillo <ellos con él>. Ellos con el gran
mencé de dezir: deseo que tenían de vengarse d'él dixe-
ron que les plazía y entraron dentro por
-Mi señor, la mi buena ventura que
su mal, que fasta oy no an salido ni sa-
me vos traxo delante de mí, quiérovos
bemos si son muertos o presos. Mi tía
contar toda mi fazienda, que tengo es-
murió con pesar d'ellos. Yo, como me vi
peranza que avéis de remediar [...]. Yo,
ansí desonrada, no supe qué me fazer
señor, quedé sola e sin padre ni madre
sino irme a una dueña que ay en esta tie-
que en quinze días murieron anbos a
rra, señora de una ínsula, donde ella
dos, y ellos era muy ricos y onrados en
vibe. [...] Contóle todo mi fecho e rogóle
esta tierra; y dexáronme toda su here-
que me quisiese consejar lo que devía
dad, que es este castillo que veis y otras
fazer para cobrallo, porque no puedo
ricas eredades e yo quedé muy pequeña
con mi coracón acabar de desamallo, ni
en poder de una mi tía, hermana de mi
buscarle mal. [...] Díxome:
madre, que me crió a gran vicio. Y aví-
nome ansí que un cavallero d'esta tierra »-Ija, mucho pesar tengo de la vuestra
se enamoró mucho de mí, y este cava- venida y por la desonra, que sólo Dios
llero es el más hermoso y de alta prez de es aquel que lo puede tornar a vuestro
armas que ay en esta tierra, y es señor poder, porque veo grande peligro en
de un castillo, el más fuerte que en ella este fecho. Porque vuestra benida no sea
ay, por onde es el más sobervio y des- en balde, vos quiero dezir lo que devéis
mesurado que le convenía. Él se travaxó hazer si vuestro coracón quiere ser ven-
324 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

gado de aquel que tanto mal vos fizo. Mureque supo el vencimiento de sus gen-
Sabed que otro ninguno no lo puede ha- tes, vino con más de cien mile cavalleros
zer sino un cavallero que agora está en contra Paunicio y uvieron entranbos muy
la corte del rey de Ingalaterra, que se lla- crueles batallas; mas a la fin fue vencido
ma Grimonte, el cual es de tanta bondad e muerto por las manos de Lidos, fijo del
que sin ningún temor entrará en el casti- jigante Mazaron, que a maravilla era buen
llo y vencerá a él y a sus hermanos, y le cavallero; e desde allí para Unicio fue
hará hazer todo lo que quisier, e yo faré conquistando toda la tierra e ganó mu-
tanto por mi arte que la ora que los vie- chos reinos de África, fasta que llegó a la
res la cara, él olvidará la otra e de vos no cibdad de Marruecos, a donde el Mira-
se pueda apartar. Mas avéis de prometer molín estava e puso cerco sobr'ella; e fue-
que ansí como oviere acavado vuestro ron allí fechas grandes cosas en armas, e
fecho, me lo trais acá [...], que quiero a la fin uvo la Paunicia por una donzella
que por mí haga una cosa que yo le ro- muy fermosa, fija del Miramolín, que d'él
garé. Y si él viniere a vuestro mandado, se enamoró de los grandes fechos que
hazedle mucha onra [...]. d'él oyó dezir, y enbióle a dezir que, si. él
-Contado vos é, mi señor, toda mi fa- se quería casar con ella, que le daría la
zienda; pidos por merced que vos dolás cibdad e le faría señor de la tierra, e lo
de mí y me hagáis valer mi derecho, fizo con condición que se tornase cristia-
pues Dios tanta bondad en vos puso; y na; y ella le dio manera cómo entrase en
aquella dueña me dixo que vos abríades la cibdad, e prendióle al Miramolín e de
librado por su consejo una donzella de allí ganó toda la África, que no quedó rey
la mayor cuita del mundo y ganastes una ni gran señor que no lo obedeciese por
espada muy buena cuando la librastes. señor; y él fizo lo que le prometió a la
(ff. 147r-150r). donzella, que la tornó cristiana e se casó
con ella. E mientra él bibió, todavía tuvo
guerra con los moros e sienpre alcancó
4. Final del libro: el anuncio de vitoria d'ellos, de manera que fue señor
nuevas aventuras de gran tierra e fizo tan estrañas cosas en
armas que igualó a la bondad de su pa-
dre. Y aquí no vos las contamos como él
E v i d o E n o r d e dos espadas ricas e
buenas, quísolas traer anbas a dos,
como su abuelo Erpión; e la que le dio el
las pasó porque en la su grande istoria lo
cuenta muy conplidamente. Amén. Deo
enperador, traía ceñida, e con la otra con- gracias, (folio sin numeración en el cuer-
batía en las batallas que entrava. Cuando po de libro).

54. MEXIANO DE LA ESPERANZA (primera parte)


de Miguel Daza
(11 de diciembre de 1583)

por
José Manuel Lucía Megías

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín Pina: n° 1852. ESTUDIO: Lucía Megías (1996: 118-120) y Marino
(1987-1989).
MEXIANO DE LA ESPERANZA 325

TESTIMONIO

[1] Biblioteca Nacional (Madrid): ms. 6.602 [->]

TEXTOS

1. Prólogo: sobre las enseñan- Golias, con la cual su propia cabeca le


zas de los libros profanos sea de los ombros quitada.
De lo que é dicho, prudente lector,
ibros m á s a se de saber que no sólo quiero que se colixa que éstos, al
L todo lo que en los poetas y profa-
nos libros se escribe o lee se á de tomar
parecer, inútiles libros, no querría que
fuessen de gente muy moca, particular-
ni encomendar a la memoria, sino solo mente de damas ociosas y desocupadas
aquello que de buenos barones para leídos, ni de aquellos o aquellas a los
nuestro exemplo se lee; de manera que cuales ya la dulce anbriosía incitar del
nuestro último fin en esta ¿tabledhura? a Divino Spíritu, con la oración se les es
de ser el amor de la virtud y el aboresci- comunicada; mas sólo de gente a quien
miento del bicio; emos al fin de ser las demasiadas ocupaciones obliga a
como las artificosas abexas que no de to- buscar de entretenimiento y descanso un
das las flores donde se habitan sacan el rato; y aun éstos querría que fuessen ta-
dulce parto de que conponen el panar, les que entre las spinas sin se espinar su-
sólo de aquellas solas cuya materia alian piessen escoger las rosas y que quebra-
apta para la formación de lo que desean. sen la cascara de lo fingido para saber
Así el que leyere estos tales libros esco- sacar el fruto verdadero. Y para no can-
xa como prudente lo que le combiniere sar con demasiado discurso, hinvito al
dejando pasar de largo lo que no le fue- prudente lector a que vea esta materia
se útil; porque vien así como las estacas escripta en los capítulos .j. del segundo
o rodriga en las tornas es menester para libro, folio .126. y en el .c. del mismo li-
sustentar las cepas, así la sabiduría hu- bro, fol. 103. donde mas al alarga podrá
mana es para nuestro probecho, susten- en este casso satisfacer su apetito, el mis-
tando algunas beces nuestra verdad con mo es que en esto y en todo Nuestro Se-
su testimonio, como el de Plinio júnior, ñor Jesucristo sea serbido. ¿Leonardo de
de Josepho y otros algunos gentiles que Merrlo?" (folio inicial).
de la sabiduría humana en la ¿cabalona?
fuente abundantemente vebieron, y en la
disputa de los ¿liseguitas? la mesa de oro 2. Los consejos espirituales: so-
pudieran poseer, de los cuales y de otros bre los besos y el amor
muchos como fueron Arato poeta, Me-
nandro, Epimenideso Callímaco, toma-
ron, no sólo los santos más la misma Di-
vina Escriptura, testimonios; donde
Así naturalmente alcancó uno de
los fines y no el menos procura-
do del amor, según dicen t+Ambrosiusl
consta la leción de los libros poéticos no es transformarse el un amante en el otro,
sernos en todo vedada, mas antes que la el que ama, porque hablemos más claro,
podemos leer para que, como otro Da- en la cosa amada, y emprimir hermosu-
vid, coxamos la cimitarra o alfange de ra en ermosura según algunos dizen
326 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

!+Platon fedro, e de amor} para d'esta -Pues a fe que pone el autor, -dixo
manera hacer que se conserbe la hermo- Belisandra-, un entremés de amor vien
sura en la especie, ya que no se puede gracioso, que puso allí y, aunque gasta
conserbar en el indibiduo. Y como para el contallo tres o cuatro capítulos; y fue
este trueque e junta son menester las vi- que como así un ratico estuviesen abra-
sagras y lacos que los bayan juntando, cados los amantes gocando de aquella
buscan los amantes partes por donde gloria que por el beso se les comunica-
más se comuniquen, no sólo lo que es ba, trabados en las manos, se quedaron
corporal, mas aún lo spiritual y digno así asentados en el escalera mirándose
qu'es el alma. Y como la boca no sólo es el uno al otro por más de dos oras de
dulce y tierna por fe del cuerpo, mas espacio.
juntamente por ella salen aquellas pala- -Prima mía, -dijo Lacerisa-, perdóne-
bras y anélito que son [***] como vesti- me lo que le dixe denantes y por vida
glios del alma; y con aquel toque no sólo suya, ¿qué es la causa d'essos raptos y
se muebe a dulcísimos deleites de amor, suspensión en los amantes? Que a mí pa-
más juntamente siente avrirse una puer- réceme que tras tal cossa con quien vien
ta a las almas de los dos amantes, las quisiesse, que en parlar o en otras cosas
cuales traídas por un deseo de juntarse, pasaría el tiempo mío en estarme así cer-
la una con la otra, y así por allí se tras- ca [***] mirando a quien vien quiero.
pasan y trasportan por su beces confor- -Pues me torna, vuestra gracia, a
mes, y tan vien la una en el cuerpo de la mandar que haga lo que no es de mi fa-
otra; y de tal manera se enbuelben en cultad. [...] Sólo diré, y si fuere prolixa
uno que cada cuerpo de entramos que- vuestra gracia me dirá [***], y así para sa-
da con dos almas y casi un ánima com- ber lo que vuestra gracia desea se á de
puesto de las dos gobierna y rige dos suponer que amor no es otra cossa, se-
cuerpos. Y por esto el beso es ayunta- gún la difinición de los sabios antiguos,
miento no sólo del cuerpo, mas también sino un deseo de gocar lo que es her-
del alma; y como tal es deseado de los moso; y porque el deseo nunca codicia
que se aman, porque mediante él se sino lo que conoce, es necesario que el
hace aquella junta que en casos de amor conocimiento sea siempre primero qu'el
es tan deseada. deseo; el cual naturalmente ama lo que
-O, prima, mil cosas por vida suya le es bueno [...]. Dios á ordenado la cosa
preguntaría sino que noto que luego se d'esta manera: que cada virtud, cuyo ofi-
me mete en unas filosofías que, aunque cio es conocer, tenga por conpañera otra
son verdaderas y agudas, son punosas virtud, cuyo oficio es codiciar; y porque
para en conbersación tan llana como la en nuestra alma ay tres formas de cono-
que tratamos, que en mi berdad que me cer, es, a saber, por el sentido, por la ra-
a contentado la racón estrañamente, mas cón, por el entendimiento, del sentido
es menester para vien entendella un co- nace el apetito, el cual es común a los
mento, como Aley de Sulpicio; y aquí hombres y a las vestías; de la racón nace
entre nosotras más llaneca y menos agu- la eleción, que es propia del hombre; y
deca bastaría. [...] del entendimiento, por el cual puede el
hombre participar en los ángeles, nace la
-Ca, ca, mi señora Belisandra, no más
que parece que baya a sangrar ella la boluntad, de manera que, como el senti-
respuesta. Pasemos con él vien adelante do no conoce sino cosas sensibles, así
y diga vuestra gracia que más pasaron en tanbién el apetito no codicia sino las
la escalera. mismas; y así como el entendimiento no
MEXIANO DE LA ESPERANZA 327

tiene ojo sino a las cosas inteligibles, así 3. Los consejos prácticos: los
la boluntad no alcanca otro manteni- remedios contra el mal olor de boca
miento sino los bienes del spíritu. El (con un vituperio contra las mujeres
honbre de natura racional, puesto como que se cuidan e n extremo)
medio entre estos dos estremos, puede,
[...] inclinándose al sentido o lebantán-
dose al entendimiento, llegarse a los de-
seos agora de una parte, agora de otra;
P u e s [...] d a d n o s de vestir, -dixo
Belisandra.
Y con esto les pidieron el bestido que
pues supuesto esto, igual objeto del tenemos dicho, y así en lebantándose en
amor es lo hermoso, aquella hermosura mantos y faxas, después de se haber cal-
que se contenpla en el rostro de una cado con sedas ropas, delante de dos
dama o en las buenas partes de un ca- muy hermosos espexos, donde se verán
ballero, lo cual todo demana de Dios, así todas de pies a cabeca, sentadas en sen-
en estas como en todas las demás criatu- das sillas vaxas [...], con dos tragos de
ras estendiéndose sobre todas ellas vino blanco excelentísimo, preparado
como los claros rayos del sol [...]. Pues con un poco de ámbar y vien poco y un
como el sentido conoce aquello que su amuz (Nitomeno dice que se llama cano-
objeto, qu'es lo corporal y sensible, pa, entiendo que debe ser el malbalesco
biene luego el apetito a desear aquella silvestre, qu'es caliente en fin del primer
cosa corporal por el sentido conocida; y grado, y algo etílico). Pues con dos tra-
como el entendimiento pasa a las cosas gos d'este vino se labaron los dientes y
espirituales deseando estar de ellas a la encías, y después con unas rahíces de
boluntad, biene la racón con una tuerca malba aderezadas con sangre de drago,
de amor a confirmar estos dos estremos vino y las demás [...], dieron una buelta a
[...]. Un día que en la cosa amada el sen- los dientes, tomando después otro trago
tido y el entendimiento alien sus objec- de vino [...]. Y acabándolos de limpiar,
tos y [***] siguiente el apetito y la bolun- Belisandra dixo a Taurisa:
tad, y con una complacencia que el alma
-En esto de la boca y dientes cualquier
tiene de haber aliado tan agradable ob-
curiosidad que las mugeres tengamos es
jecto está mantiniendo la boluntad de las
lícita, como no sea tampoco estremo, por-
cosas spiritualicadas y el apetito de las
que cierto una buena y limpia boca mu-
sensibles, que tiene presentes, y con esto
cho adorna un vuen rostro; y por el con-
enpleado el alma con el deseo de la tras-
trario, la mala es en estremo lo que la
formación se suspende y arroba de suer-
afea, [...] y no creo que ayes en el mundo
te que cesan todas las operaciones que
que más afé y desdice una dama. [...]
no sea aquello y así está el alma como si
dixésemos en una gloria de amor, go- Luego se labaron con unos paños
cando de aquel mantenimiento para ella delgados de olanda, con una sola poca
tan sabroso; y ésta es la causa del estar- de agua limpia, sin más invenciones. El
se suspensos los amantes, obrando solas malicioso de Nictameno, a quien este
las almas y zesando las conjúrales ope- paso dales una mano a las damas que se
raciones que la pueden estorbar. afeitan estremada, yo no quiero usar de
aquel rigor qu'él es un traidor: llámalas
-A fe, prima mía, -dijo Laucerisa-, que máscaras pintadas, dicípulas de Execa-
es muy buena la racón, mas algunas ré- be. imagines de yesso, figuras falsas,
plicas se me ofrecen, mas quiéralas dejar gestos vendederos de mentiras, mugeres
por no enfadalla. (ff. 102r-v). fingidas y diablos verdaderos; mas no
tiene racón de decir tanto mal por una
328 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

nigramuda con que se desuellan las ca- De officis. lib. I, & Habetur, 23. questi.
ras que Dios les dio, por un poco de al- 3. fortitudo) de ladrones perfecta justicia
bayalde o yesso [...] con que se encalan, es la tal guerra, y muy bien es que haya
por un poco de color con que se pintan, gente en este arte exercitada para que,
por un poco de alcool con que se tras- cuando fuere menester, se defiendan
nochan, por una mucha de resplandor- del cruel tirano. Qu'el soldado exercita-
cilio con que se destruyen los dientes, do en la paz {+Casiodorus, lib. i, epísto-
se gastan la color natural y gela comen la. 28. & lib. 3. epist. 1} es el que más se
por arrugarse antes de tiempo y por des- señala en la guerra; porque el arte y pe-
hacer lo hermoso que Dios les hico, por ricia de la guerra y el ser exercitados y
hacer ellas la fealdad que an inventado, maestros en ellas, aumenta el atrevi-
(ff. 128r-v). miento, da ánimo y multiplica el esfuer-
zo Í+Vegencius. De re militari. lib. 1, c.2.
& lib. 2, & 3. multis in locisl; pero á se
4. Sobre el arte de la guerra de tomar la guerra de tal manera que el
principal fin que de ella se pretenda sea
la paz {+Cicero, lib. oficiis & Aristotiles
L ibro q u a r t o de la primera parte de
la coránica de don Mexiano de la
Esperanca, llamado el caballero de la fe,
ethico & lib. 10}; lo contrario d'esto ha-
cía el bárbaro scita Sophrasto, el cual su
y de sus illustrísimos echos y famosas fin era benganca, su deseo derrama-
ácanas" {+ y de sus grandes ansias por miento de sangre cristiana; lo que pre-
comerj. [...] tendía era sediciones y rebueltas, mas
La causa del pelear j+s. Bernardus. no espantéis, pues aquellas cuatro par-
De noba miliciajsuele hacer la guerra tes principales del buen príncipe y ca-
justa y el fin se llamará bueno o malo pitán le faltaban, que son sciencia en el
respecto de la causa que mobió a que la arte militar [+Cicero moratione de laudi-
guerra se hixiesse; y para que lo sea bus Magni e Pomepiil, birtud en las cos-
f+n. ques 4. Julianus}, es menester qu'el tumbres, autoridad en la persona y feli-
que lo manda pueda y tenga jurisdición cidad en los sucesos; por lo que lo que
para mandalla; e quien á de obedecer tenía hera mucha speriencia de largos
i+23 questio, 11 o a quién se manda sea años en la guerra, mas no buen hinge-
obligado a la tal obediencia y que con- nio para la desposición de las cosas; te-
tra quién se haga merezca (+23. quest. 2. nía estrañas fuercas corporales, mas
c ultimo & questi ,s. de oudendisjel ser predominadas de su endemoniada so-
combatido, y debelado por sus deméri- bervia, con lo cual todo lo destruía, (ff.
tos o por ser injusto poseedor de lo 301r-v).
que procuramos probarle, y que la cau-
sa mobedora sea justa (+23 quest. s.
cum homo), y no por nuestro antoxo, 5. El final abierto (con u n en-
parecer o benganca sino que con la cantamiento definitivo)
guerra se procure la paz y que éste sea
su fin {+23. questione 1. apud veros &
quest. 4. displicet}, procurando que
sean castigados los malos y premiados
H a v i é n d o s e concertado las cosas
de la milicia como combenía,
que cierto Mauro italiano lo hico aque-
los justos. Porque la guerra que al cruel lla noche escogidíssimamente, no en la
Dárbaro resiste defiende al pobre beci- batalla porque no se alió en ella, qu'es-
no que no sea robado (+S. Ambrosius, taba en el campo de los españoles,
MEXIANO DE LA ESPERANZA 329

qu'estava un gran cuarto de legua de la el apossento, que fue el enano de la ba-


ciudad, donde en pabellones y tiendas lerosa Camiliana.
estaban aloxados, sino en concertar las Nota lo que Amor ordena, qu'estando
cosas de palacio, hacer curar los heri- ellos durmiendo [...], la hermosa Brisaida
dos, pacificar y quietar la gente, pren- no podía reposar en su aposento y así
der a los scitas que pudieron aliar vi- dixo a Madusea:
bos, dar orden en todas las cosas de -No sé qué me tengo, Medusea, que
casa, lo cual cierto él lo hacía con mu- no puedo sosegar. ¡Por bida tuya, que
cha prudencia, presteca y bondad, sin por el pasadico y la puerta falsa qu'el
que jamás hiciesse cosa digna de re- otro día se abrió, que me Uebes al cuar-
prehenssión, ni aunque no mereciesse to del príncipe que, si no le beo esta no-
mucha loa por ser tan justificadas y ra- che, me parece que me será inposible
zonables; pues él andaba en esto, y llegar a la mañana!
aquellos caballeros se fueron todos a -Si tanto como eso Vuestra Gracia lo
curar a sus cuartos, y en él del Príncipe desea, -dixo Medusea-, bamos en buen
de la Fe, mi señor, hallaron todas aque- ora, que por aquella porticuela ningún
llas damas que [...] con el gran miedo peligro ay.
que tuvieron se vinieron allí a recoger, Con esto, tomando una lanterna
donde fueron balerosisimamente de- [¿dexpal?] pequeñuela de manga, la lle-
fendidas por los dos egipcios herma- bó al aposento del príncipe; al cual,
nos, Saraim y Dina Marthea, que a más como llegasen, havriendo con grandísi-
de cincuenta caballeros en su defensa mo tiento la porticuela que cerca de los
havrán muerto, haciendo cosas dignas pies de la cama del príncipe estaba, Me-
de tener fama y memoria, y aun a todos dusea entró y bio en la cama junto a la
aquellos príncipes havrán conservado del príncipe una dama de las más her-
la vida, porque havrá defendido a sus mosas que ella ubiesse visto; toda la
damas [...]. madexa de oro suelta al biento y des-
cubierto del braco y pecho la parte que
Pues las diez serían de la noche, bastaba a mostrar quién hera. Entra con
poco más o menos, cuando habiéndose esta turbación Medusea siguiéndola su
curado todos los heridos, la gente co- ama; y cuando Brisaida bio la dama en
mencé a recoger, quedando muy buena la cama, tanta fue su turbación que casi
guardia en los palacios, y es cierto que perdió del todo los sentidos, mas tor-
de allí a media ora no avrá más bullicio nando en sí, con aquella rabiosa pasión
ni ruido en casa, que si nunca tal huvie- de los celos, se enciende en cólera tan
ra pasado. En el aposento del príncipe abrasante y terrible que casi la vino a
Mesenor, por ser tantos los heridos, se le sacar de juizio; mas con ella, ardiendo
hico aquella noche a la balerosa Cami- en hira, de una spada arranca, qu'esta-
liana cama, y estaban las camas tan jun- ba a la cabecera de su sposo, y hacien-
tas que de la una a la otra se podían dar do a Medusea que para no engañarse
las manos sin estender el braco mucho; acabase de descubrir la dama, con la es-
pues, como acabaron de curar al prínci- pada en la mano lebantada para dar el
pe y la balerosa Camiliana tomó aquellos golpe, y Medusea con la terna en la
sus acostumbrados vebraxes, el uno y el mano, y la bella moca toda descuvierta,
otro se quedaron dormidos, quedando por otra parte un caballero en camissa
en la cuadra una hacha encendida en un con una espada y escudo en la mano se
blandón de oro y un paxe de guarda en puso delante de Brisaida como para res-
330 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

cibir el golpe en el escudo, y en este' 6. Soneto laudatorio dirigido al


punto despertó el enano que durmía, y7 lector, compuesto por Agustín de
por contar tantos males asta ber lo quei Mora, comisario de provisión de la
se havía de hacer en aquel casso, eni Armada del Rey
este punto y postura los encantó a to-
dos dexándolos así; y yo tanvién des- Soneto
pierto del pesado sueño de todas estas> Doctrina, erudición, cortessanía,
invenciones y perdonadme asta la se- la ra(¡ón y el amor conforme y junto,
gunda parte d'esta gran crónica en lai el arte militar puesto en su punto,
cual os prometo de acabar todo lo que* carta de mareantes, norte y guía.
aquí queda comencado y lo otro y lo> Ingeniosos conceptos de poesía,
que se hiciere. Sea a gloria y onra dei de la vida política el trasumpto,
Nuestro Señor Jesucristo, el cual con el1 las gracias de cualquiera no difunto,
Padre y Spíritu Santo reina por todos los> de decendencias clara notomía.
siglos. Amén. Verá en el de la Fe, el que la tubiere,
Fin del cuarto libro de la primerai que fuerza es que con él tenga esperanza;
parte de la Corónica de don Mexiano> pues caridad se muestra en nueba traga;
de la Speranca, llamado el Caballero de2 quien alcanga las tres, las cuatro espere,
la Fe. do consiste la bien aventuraba
Acabóse año de 1583, a 11 de diciem- de que gofa su autor, el padre Daga.
bre, día de San Dámaso, Papa, (último) (+que es Miguel Daga)
folio). (hoja final, sin numerar)

55 MORGANTE
(1533)

por
Patricia Faul y Folke Gernet

TESTIMONIO

a) Libro I
[1] Valencia, Francisco Díaz Romano, 1533 (16 de septiembre)

b) Libro II
[2] Valencia, Nicolás Duran d e Salvanyach, 1535 [->]

TEXTO

1. Un personaje goliardico: Már-


gate E n el primero libro ya hos havemos
contado cómo el emperador Car-
los, por causa que el señor de Montalván
ESTUDIOS: Gómez Montero (1988 y 1996).
MORGANTE 331

era ido a delibrar a su primo Roldan de palabras de Calaron, a causa que por
la presión, que en el reino de Persia es- ellas havía puesto en escrópulo la honra
tava, tornó a regir y governar su imperio de su hija, como en el primero libro hos
y reino de Francia; el cual, después de ha sido contado. Morgante, a quien las
partido Reinaldos, y con él Oliveros y Ri- espuelas, que havía puesto, en su propio
cardeto, la primera cosa que hizo fue desseo reposar no dexavan, pidió licen-
embiar a Meridiana con toda su gente y cia al rey Caradoro para ir a buscar al se-
ejército al rey Caradoro, su padre, regra- ñor del cuartel; la cual concedida, se
ciándole la honra que d'él havía recebi- puso en camino; y la hermosa Meridiana,
do, assimesmo ofresciéndole mucha antes que partiesse, le rogó mucho que
amistad; de la cual cosa fue la hermosa fuesse por él avisada de Oliveros dónde
dama muy contenta, pues no estava en se hallava y el estado en qué estava y si
corte el marqués Oliveros, que allí la de- por ventura havía tomado algunos nue-
tenía, ca era ido con Reinaldos a Persia; vos amores con que a ella olvidasse. To-
y mucho d'él se quexava, porque assí la das aquellas cosas, no sin falta de amo-
tenía olvidada, ignorando los grandes rosas lágrimas, la hermosa dama rogava
trabajos en que el buen paladín se vio, y encáresela, como aquella que mucho
ausante d'ella. Morgante essomesmo, amava y con tan justa razón amar debía,
pues el conde Roldan, su señor, no esta- por ser Oliveros tan gentil y esforcado
va en la corte, con desseo de le ir a bus- cavallero como era. Partido pues Mor-
car a servir, quiso acompañar primero a gante de Meridiana, después de haver
la hermosa Meridiana, cuyo servidor era, por diversas partes caminado, una ma-
por servir al marqués Oliveros y a ella, y ñana, por descancar, se assentó sobre un
después buscar a su señor. Assí que, des- gran canto, que en medio de un espesso
pedida del emperador Meridiana y pues- valle estava, que muy cansado se hallava
ta en camino, acompañada del valeroso por haver el día antes travessado un
gigante, su aguardador, en fin de muchas grandíssimo bosque, sin haver comido,
y grandes jornadas, llegaron a su tierra y sino fueran algunas frutas, que en los ár-
presenta delante del rey Caradoro, su boles hallava, y yerbas del campo. Y mi-
padre. Fue d'él muy bien recebida, y no rando por el camino que havía seguido,
menos Morgante, a causa que era muy vio de lexos por él venir un hombre asaz
bien querido en toda aquella tierra por grande de cuerpo y muy escuro en el há-
los muchos servidos que al rey havía he- bito que traía y dixo entre sí:
cho. Y mucho holgavan con él cuando
se acordavan de cómo havía traído al rey -No te conozco, pero yo sabré d'aquí
Mofredonio, embuelto en su tienda, por a poco quién tú eres.
delibrar al buen paladín Dudón de la Y como llegasse a donde estava assen-
Maca de prisión. No curó aquí el rey Ca- tado, mil vezes lo estuvo mirando de pies
radoro de pedir la muerte del gigante a cabeca, porque assí en la figura y rostro
Verguto, su mensajero, porque ya era in- y maneras de su persona parescía una
formado que aquello havía sido ordido y cosa muy salvaxe y estraña y muy suzia,
tramado por manos del traidor de Cala- al cual dixo:
ron, lo que se conformava por la carta -Viandante, ¿cómo te llaman?
que del conde de Maganca havía recibi- Y el caminante, con mucha desem-
do, que fue causa de embiar a Verrugo,' boltura, le respondió:
el gigante, en Francia. Y mucho le pesó -Margute tengo por nombre y muchas
por haver assí tan ligeramente creído las vezes, acordándome de los hombres tan
grandes como vos sois, me tomó volun-
332 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

tad de ser gigante. Y cuando llegué a la baldona a las que lo beben, por este
meitad del camino, yo no pude más su- mandamiento no solamente no lo tengo
bir y por esso he quedado con esta dis- por profeta de dios, como los moros di-
posición pequeña que veis, que no ten- zen, más por sueño o fantasma. Esso-
go más de siete bragadas en alto. mesmo yo pienso que Apolino debe ser
-Por mí fe, vos séais el bien venido, frenético o loco, si manda vedar el vino
-dixo Morgante-, pues con vuestra veni- a los de su ley, como lo dizen algunos,
da habéis socorrido mi sed con este fias- que, si fuera cuerdo, no lo negara y Tri-
co de vino que traéis en la cinta, que dos vigante no menos es por ventura cual-
días ha que no he gustado gota de vino que necio, pues tiene por mejor la po-
ni de agua. ción del agua que no del mosto cozido.
Y después que hubo bebido, le dixo: ¿Queréis, señor, que hos diga la vida es he-
-Yo entiendo de pagaros bien este cha como hombre se la quiere ha^er a sabor de su
servid, que me habéis hecho, si quisiér- paladar! Con estas cosas que tengo dichas
des venir en mi compañía e ofréscohos vos bien podréis de aquí adelante dezir
que seréis de mí tratado como entre ami- que yo debo de ser cualque herege y
gos se requiere. Por ende querría saber hombre sin ley alguna; mas, porque en
de vos si sois cristiano o moro; o si ado- este cuento no se passe el tiempo en pa-
ráis y eréis en Cristo o en Apolinos o en labras jocosas, hablando de verdad, hos
Trivigante, en quien todos los moros sé dezir que, si bien miráis mi condición
adoran, honran y creen. y pláticas, veréis que no soy tierra do se
-Por mi fe, -respondió Margute-, no planta buena viña. ¿Queréis en fin saber
tengo ley alguna, ni miro más en lo tin- qué secta es la mía? Tened atención a lo
to que en lo blanco, que mi verdadera que dezirhos quiero; y después bautíza-
creencia y fe es adorar en un buen ca- me y nómbrame como vos quisiérdes,
pón cozido o assado; y más fe tengo con que yo soy hijo de una monja griega, la
él cuando me lo traen a la mesa reboca- cual, siendo cativa en Bu[rs]ia, ciudad de
do con lonjas de tocino o con manteca, moros, fui en ella engendrado por un
especialmente si tengo hambre, que no grande alfaquí, a quien los cristianos lla-
en todos los santos del cielo, que nunca man papa o papaso. Y como fuesse cre-
los conoscí. Adoro también en la cerve- ciendo so el poder y crianca de mi pa-
sa a falta de buen mosto; y más en la en- dre, fue mi primero oficio tañer un laúd,
xuta y áspera, que no en la blanda y dul- en lo cual me deleitava estrañamente,
ce. Y sobre todos los santos, en quien porque tenía yo presunción de saber
traigo más esperanca es en el buen vino cantar aquellas grandes hazañas de Tro-
sin tenerse, en el cual ninguno pienso ya y de Aquiles y otras cosas semejantes.
que puede ser sano ni salvo. Creo y ado- Y porque esto parescía virtud, luego fui
ro también en la torta y en la tortilla, cansado d'este exercicio y tomé el arco
porque son madre y hija. El paternóster, turqueso en las manos, con el cual hazía
que los cristianos rezan con la lengua, todo el mal que podía; y tanto que un
rezo yo con los dientes y muelas, cuan- día, entrando yo en la Mesquita do mi
do, harto de aves, como por passatiem- padre estava, lo maté. Y luego, saliéndo-
po los higadillos d'ellas. Éstos tengo yo me de allí, me puse esta cimitarra que
por mis santos, porque mejor bebo con traigo colgada de la cinta y empecé de
tres d'ellos que con uno sólo cuando la caminar y andar por el mundo, llevando
sed me aquexa. Y si Mahoma allá en su en mi compañía cuantos peccados y ta-
ley a sus secaces manda no beber vino y cañerías pueden ser halladas entre turcos
MORGANTE 333

y griegos, de manera que, si en el infier- han de anticipar a otros, finalmente todo


no se hallan solamente siete peccados aquello que da deleite a la garganta, pri-
solos, yo solo traigo en mi pecho ence- mero assado o cozido, rebocado, cuál
rrados setenta vezes siete peccados mor- bien cozido, cuál medio assado, cuál con
tales, de los cuales, no dexando en nin- especias, cuál sin ellas, cuál con naranja,
gún tiempo ninguno d'ellos, podéis cuál con pimienta, cuál con vinagre, cuál
imaginar y pensar cuántas serán las cul- con ajo, cuál con tocino, cuál frito con
pas veniales que yo cada día cometo. Yo manteca, cuál con azeite, cuál untado en
pienso que, si el mundo fuesse eterno, parrillas, cuál en assador relleno; cuántas
todos los moradores d'él no cometerán partes se hazen de una lamprea y en
tantos yerros cuantos yo solo he cometi- cuántas maneras puede ser guisada,
do en mi vida; los cuales traigo en la me- cuántas salsillas son menester para el so-
moria continuadamente escritos con su llo, cuánta pebrada para el atún fresco,
rúbrica y alfabeto para mejor recordarlos qué escabeche para el besugo, qué salsa
y obrarlos. Por ende no hos pese de me para el mero, qué adobo para los len-
escuchar un rato y veréis ordenadamen- guados; y, después d'esto, qué vinos son
te la tela de todo mi vivir. Para lo cual mejores blanco o tinto, cozido, pardillo,
havéis de saber que, mientras yo tengo aloque, moscatel, griego, malvasía o cer-
dinero, jamás me parto de donde jugar vesa, de qué tierras son mejores y qué
los pueda, teniendo por muy amigos a cosas dan más gana de beber: azeitunas
todos aquellos que comigo jugar procu- o atún seco, sardinas, anchovas, ensala-
ran, jugando noches y días en cualquier da, tocino magro, palmitos, alcaparras.
lugar y tiempo, que para ella soy llama- No acabaría en un año de te contar las
do, hasta tanto que no sólo he jugado el maneras, potajes y guisados que hazía y
dinero, ropa y fama, más los pelos de la hago cuando puedo, los cuales aprendí
barba. Assí que mirad si mi compañía siendo yo mesonero y bodegonero un
desseáis, si hos agrada mi costumbre y tiempo en una ciudad llamada Egina. No
no queráis saber lo que sé hazer de un te sea molesto y enojoso oírme, aunque
dado: encuentro, relance, gatucia, es- hasta agora no he llegado a la F de mi
puntón, tramesín y otras cosas semejan- abecedario, piensa cuando llegaré al Z
tes, como a dar un dado para ganar con que tanto avrás de mi vida escuchado y
engaño a cuantos comigo se ponen a ju- sabido. No querría deziros cuan amigo
gar. Y dexando a parte la mucha malicia soy de rabadilla, que no sólo con los
del juego, hos quiero contar en qué ma- hombres, más con las bestias he usado
nera suelo tener untada mi garganta, este oficio. Tampoco quiero deziros la
buscando todas las secretas maneras de gran pena que por ello merezco, que a
potajes que para ello se requieren; es a dezir la verdad mil hogueras tengo me-
saber: cómo será más sabroso el faisán e rescidas y soy tan vil en esta suzia cos-
cómo será más aplazible la perdiz de co- tumbre, que donde no puedo poner el
mer, cómo será más deleitable el capón rabo, pongo la cola. Por ende pónganme
guisado, cómo serán más apetitosas las en combite y en semejante danca y fies-
estarnas; cuáles son mejores los potajes ta d'esta que tengo dicha y verán qué
dulces, salados o azedos, que todas estas promptitud y atrevimiento tengo para
cosas acrecientan el apetito; de qué par- acometer cualquiera suziedad que me
te de la ternera se saca el buen bocado fuere apetitosa o deleitable y lo que me-
y más sabroso, de qué parte del carnero jor en esto tengo, que ni guardo cortesía
comer se debe, primero, cuáles manjares a amigo ni a enemigo, a pariente ni a
334 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS C A S T E L L A N O S

hermano, ni a deudo, ni a otra ninguna vezes coroca como papa con todas
persona que no la acometa. Y esto a cau- aquellas insignias y señales de oro que
sa de tener desterrada de mí la vergüen- suelen hazer en ella. Más herramienta
za, la cual jamás he podido llevar en mi podría mostrar que todos los herreros
compañía comigo, que como can rabio- del mundo saben hazer, ca yo traigo co-
so buelvo siete tanto de lo que me en- migo trapañadores, paletillas, limas sor-
prestan en este officio. Y cuando veo das, ganzúas, puxavantes, boriles, gri-
que soy enojoso o lastimero, jamás me maldillas, serresillas, escaleras de soga y
faltan mil palabricas alegres y faceciosas, de madera portátiles y secretos peales de
con que procuro provocar a risa al que hierro muy blandos para no ser sentido
tengo enojado. por dónde passare para hazer más lavor
Maravillado se hacía Morgante de oír a mi provecho y a costas del caído. Trai-
la mala vida y peccadora qu'este Margu- go assimesmo huego artificial, que no da
te tenía; y más de las suziedades que de sí luz alguna, antes a mi voluntad se
contava y, de atónito de oír las porque- enciende con saliva.' Y si me viéssedes
rías, no hablava palabra alguna. Y prosi- solo en una rica iglesia, cuan desem-
guiendo Margute en su razonamiento, bueltamente sé despojar los altares, des-
deleitándole mucho de contar sus viles pués de haver abierto el arquilla de las
hazañas, porque tal es la costumbre del caridades, con todo que de contino pro-
vellaco, dezía: curo que el primero buelo sea en la sa-
-Si por ventura me preguntan si he te- cristanía, porque entonces soy buen cris-
nido ansarones a pasto o, más propia- tiano, porque luego me abraco con la
mente hablando, putas en la mancebía, cruz o cálices y patenas, porque son de
no me lo pregunte nadie, que por la vida plata; y a la postre voy desnudando to-
no lo diría, porque sé que, aunque lo dí- dos los santos y santas que vestidos ha-
xesse, que en vezes he traído mil muge- llo, pues desembolver y hurtar la tapice-
res al partido, yo sé que no mentiría y no ría de un palacio mejor la sé cojer que el
sería creído d'ello. Y a las vezes ponía mejor repostero del mundo; pues coger
en semejante monesterio cinco y sacava la colada, que las mugeres suelen tener
seis o todas aquellas que en mis manos tendida a las fuentes y ríos después de
podían venir; es a saber: mocas, mocha- limpia, mejor que la más desembuelta y
chas, viejas. Tan gentilmente enbaucava servicial hembra del mundo. Y si yo
y enlabiava las bovas que de muy abo- pensasse ser a cada passo ahorcado, no
yadas se venían conmigo. Éstas son en dexaría de hurtar generalmente a todo el
suma las tres virtudes cardinales que más mundo, porque todas las cosas <del> co-
en uso he tenido en esta vida como ten- munes son a todos, aunque principal-
go dichas; es a saber: la gula, el rabo y mente sean de Dios. Y antes que yo ro-
el dado. Por ende conviene qtie sepáis la basse assí escondídamente como agora
cuarta y casi principal de las teologales hago, fui malandrín, salteador de cami-
para bien descoser el saco de mis haza- nos, mucho tiempo; y tan platico y cob-
ñosas vellaquerías, porque nadie se que- dicioso era de hurtar, que al más famoso
xe de mi compañía. Para lo cual havéis santo del cielo huviera por un cuatrín
de saber que he tenido poca necessidad despojado la camisa. Y por estar más re-
de traer escalera, aunque algunas vezes posado y con menos sobresalto, dexé
he usado d'ella por cometer y hazer los aquella manera de vivir mal tan pública-
hurtos, que hasta oy tengo hechos y co- mente, porque, como dizen, a ora mala no
metidos. Por lo cual he tenido algunas ladra can. Sabe Dios que, si mi voluntad
MORGANTE 335

no es agora como entonces tan prompta ser mi condición tan estraña y aborresci-
y aparejada para ello, el desseo no dexa ble a todo el mundo, siendo de mi
de hazer su oficio como solía, tan incli- natural tan superbo y tan rixoso, tan em-
nado soy en este exercicio que más no bidioso, tan importuno, cual en los pe-
puede ser. Otras tres virtudes cardinales ccados y vilezas contadas podéis haver
me quedan para hazeros manifiestas. Por visto, de manera que yo puedo andar
ende no os sea enojoso oírme. Si yo sé por todo el mundo con este sombrero
falsar un libro, Dios es testigo, de un X que traigo muy bien echado sobre los
hazer un U, que de la primera pluma no ojos por no ser conoscido de todos. Y
se haría mejor. Ciertamente, si lo viésse- esto porque ya toda la tierra, por donde
des, juraríades que no se tocó de manos he caminado, tiene de mí assaz conosci-
ni menos de cuchillo para hazerlo, por- do, ser yo tan limpia persona como la
que yo tengo ciertas materiales y polvas más suzia carnecería del mundo. Y por
que comen la letra sin poner manos en esto que, doquiera que passo y ando,
ella. Y no sólo esto, pero quitar y añadir dexo rastro como caracol; y lo peor es
hojas, rehazer la rúbrica, que, sin saber que de nada me arrepiento, ni de nada
cómo, no solamente veréis trocadas las me encubro, ni de cosa tengo empacho,
cuentas, más el título, la cubierta, el ni de mudar lugares, ni leyes, ni amigos,
nombre y el año cuando se hizo. Jura- ni tierras, de manera que, doquiera que
mentos y perjuros no han sido ni son yo me hallo, procuro solamente mi pro-
más enojosos para mí de hazer que co- vecho y el daño de todo el resto. Mucho
mer higos muy maduros o cualquier otra más tengo que contar de lo que he di-
fruta sabrosa a mi gusto. Y si me pre- cho, lo cual quiero al presente dexar por
guntássedes si han sido en provecho de no hos fatigar más con mi largo razona-
alguno de grado, diría que en daño de miento, por ventura tan enojoso para
todos, de donde se han travado penden- vuestra condición, cuanto apazible para
cias, que hasta oy no son fenescidas. la mía. Sólo con una cosa doy fin y es
Cuistiones y enemistades de balde las que en todo cuanto de mí havéis oído no
compro cuando cuestan dineros, cuanto es el diezmo de lo que veréis en obra, si
más no costándolos, afirmando con fal- mi compañía aceptar quisiérdes. Sola-
sos juramentos mil mentiras, de las cua- mente hos doy aviso que en toda mi vida
les no se alabe nadie saber ni dezir más hize traición a ninguno que de mi se
que yo he forgicado y dicho. No desseo fiasse, más yo soy tal y tan bueno que en
otra cosa, sino que el mundo y el cielo toda mi vida se fio nadie de mí.
estuviessen en continuo fuego y guerra y Más de una hora estuvo Morgante
pestilencia, con que a mí no me tocasse atento escuchando a Margute lo que de-
cosa alguna. Limosnas, caridades, ayu- zía, que jamás partió los ojos de mirar su
nos como otros hazen escusado, es dezir rostro y hábito ni las orejas de oír sus pa-
cuan contrarios son a mi costumbre por labras, (libro II, ff. iT-iiiv).
336 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

56 OLIVANTE DE LAURA
de Antonio de Torquemada
(1564)

por
Jesús Dvice García

TESTIMONIO

[1] Barcelona, Claudio Bornat, 1564 [-»]

TEXTOS

1. Los grandes héroes Landanís y Floramante, su hijo, también,


con muchos preciados cavalleros de su
linage. Vi que entraron luego don Rol-
Y O, q u e d e lo tal no tenía necesi-
dad de aviso, por el mucho que
comigo tenía, vi entrar tras destos el em-
dan y a su lado Reinaldos de Montalván,
acompañados de muchos de los Doze
perador Julio Cesar, acompañado de su Pares, llevando delante como principal y
mortal enemigo Pompeyo, con otros mu- caudillo al emperador Cario Magno de
chos capitanes romanos que alcanzaron Francia. Tras ellos vinieron el rey Artús,
triunfar con inmortalidad de gloria. Se- acompañado de don Tristán y Lancarote
guían a éstos el rey Amadís y Oriana, en del Lago, con muchos de los principales
los cuales puse mis ojos por parecerme cavalleros que en la Demanda del Santo Grial
ser dignos de que con atención los mi- son nombrados. Y tras ellos entraron
rasse, considerando sus claras y subidas otros muchos, assimismo escritos sus
hazañas, sus crecidos y leales amores, su nombres, los cuales serían hasta número
esclarecida progenie, que detrás de sí de trezientos cavalleros, que por escusar
llevavan a sus lados a don Galaor y don prolixidad dexo de dezir. Mas al fin de
Florestán. Seguíanle el emperador Es- todos ellos vi venir un mancebo con una
plandián, llevando consigo a la empera- corona de emperador en la cabeca, de
triz Leonorina, y juntamente con él sus edad de veinte y cinco años, con tan es-
hijos Lisuarte y Perión su hermano. Y tremados y hermosos atavíos que con los
tras d'ellos Amadís de Grecia con su hijo rayos del sol de que eran tocados priva-
don Florisel, Anaxartes y Alastraxerea, van la luz de mis ojos que lo miravan.
don Falanges d'Astra y todos los otros de Traía a su lado, travada de la mano, una
quien en estas historias se haze principal donzella con corona de emperatriz en la
mención. No tardaron en salir Palmerín y cabeca, cuya hermosura y gentileza, assí
Primaleón juntamente con don Duardos, del uno como del otro, tuvieron atónitos
acompañados de sus queridas y amadas mis sentidos, juzgando jamás aver visto
mugeres. Y tras éstos don Ciarían de personas que semejantemente me agra-

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1856. EDICIÓN: Antonio de Torquemada, Obras Completas, II. Don
Olivante de Laura, ed. Isabel Muguruza, Madrid, Fundación José Antonio de Castro, 1997. ESTU-
DIO: Muguruza (1996).
OLIVANTE DE LAURA 337

dassen. Y leyendo los nombres que assi- 3. Aparición del elemento pas-
mismo traían escritos, vi que el d'él de- toril
zía Olivante de Laura y el d'ella la princesa leu-
cemia. Por los cuales, como hasta aquel
punto a mi noticia no uviessen venido,
no pude venir en conocimiento de quién
Y d i c i e n d o e s t o y otras muchas co-
sas sin que Peliscán ni los escude-
ros lo sintiessen, estuvo hasta passadas
fuessen. Mas, por no dexar de ver el su- dos horas después de media noche, al
cesso de tan hermosa y gentil compañía, cual tiempo oyendo tañer junto a la
no curé por entonces preguntar ninguna fuente, una churumbela de pastor muy
cosa. ("Prólogo del auctor"). dulce y sabrosamente, la estuvo escu-
chando, pareciéndole recebir con el sua-
ve son d'ella algún alivio de su tormen-
2. El libro hallado y el falso au- to, como para quien era tan necessario.
tor Y despertando a Peliscán, que sin nin-
gún cuydado estava dormiendo, los dos
o y c o n t e n t a , dixo Ipermea, porque estuvieron atentos, pareciéndoles que ja-
S sola la causa que me preguntas es
la que aquí te ha traído. Sabrás que en el
más la uviessen visto tan graciosamente
tocar. Y yendo muy passo por entre los
tiempo que entre los mortales anduve árboles, sin que del que la tañía pudie-
yo, con mucha afición quise y seguí a ssen ser sentidos, vieron que era un pas-
este noble y magnánimo emperador, sir- tor que echado cabe la fuente, dexando
viéndole en todo lo que mis mercas y sa- de tañer, con un tal doloroso sospiro que
ber bastaron, aun desde antes de su na- las entrañas parecían quebrársele co-
cimiento, y recibiendo d'él tantas mencé a dezir:
mercedes y buenas obras que cada una -¡O, montes, valles delitosos, florestas
d'ellas era merecedora de mayores servi- dulces y sabrosas, fuentes, arroyos y co-
cios. Assí que agora, doliendo me que rrientes ríos, suaves flores y rosas que en
sus esclarecidas hazañas con el discurso esta dulce floresta se produzen, pues
del tiempo de las gentes el olvido pues- con la tranquilidad del manso viento y
tas fuessen, perdiendo de la memoria lo con el silencio nocturno tenéis lugar y
que con tanta razón deviera estar en ella, aparejo, resonad con el desdichado Sil-
aquí te he hecho venir para rogarte que vano las dolorosas quexas, las tristes
tengas por bien recebir un libro, en el desventuras de la mayor y más dichosa
cual, con entera verdad, yo sus supre- ventura suya! Parleras aves que aposen-
mos y valerosos hechos, no añadiendo, tadas en los floridos árboles escucháis
mas antes quitando de lo que deviera, las lamentaciones acostumbradas de
hize escrevir, para que con toda diligen- quien contino vuestros oídos con ellas
cia, poniéndolo en el estilo más primo atormenta, pues que por naturaleza os es
de la lengua que agora se usa, lo mejor concedido, publicad juntamente comigo
que tú pidieres lo hagas divulgar y pu- con vuestras haspadas lenguas la causa
blicar, como a noticia de todas las gentes de mi dolor, para que con oírla reciba
vengan. Porque yo confío de tu saber y mayor consuelo del que por padecerla
diligencia que en lo que te encargo y en- se merece; ni sé si me quexe del atrevi-
comiendo, no aviendo falta en la volun- miento de mi fantasía, pues en tan alto
tad, no la avrá en lo que te pido. ("Pró- grado hizo su aposento, donde faltó la
logo del auctor"). posibilidad para subir y sobró la razón
para desesperar. ¡Ay, Silvano, Silvano!,
338 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

pues consentiste en la ceguedad de la 5. Preparación del sacrificio.


afición donde no puede aver esperanca, Descripción del escenario y los parti-
assienta la firmeza en la memoria, para cipantes
que la sabrosa y dulce contemplación te
sustente con la gloria de aver puesto el
pensamiento donde a otros de grandes y
crecidos estados les faltara el atrevimien-
E l j a y á n m a n d ó luego a los hom-
bres de servicio qvie allí estavan
que aderecássen un cadahalso que esta-
to. (I, cap. xxiii). va a la una parte del patio, y que assi-
mismo pusiessen el trono donde avía de
ser sacado y puesto su dios, a quien el
4. Descripción de una fortaleza sacrificio avía de ser hecho, porque no
(vista exterior) quería qtie más tiempo se perdiesse ni
dilatasse. Los hombres cumplieron su
mandado, aderezando el cadahalso, que
E ra e n el c a b o d'esta isla, cuanto un
tiro de arco pudiesse alcancar, una
peña muy alta con cinco picos que los
estava bien alto, con muchos paños ricos
de seda y brocado, cubriéndolo por to-
cuatro estavan a los lados y el uno d'e- das partes de manera que ninguna cosa
llos en medio, que más parecía artificial de la madera se parecía. Y después que
que naturalmente ser allí puestos. Por- a su parecer no faltó punto de lo que
que éstos estavan con tanto concierto si- convenía, frontero d'él, en medio del pa-
tuados que no avía más distancia del tio, pusieron hasta veinte gradas en cua-
uno al otro que avía de cada uno d'ellos dra, que hazía cuatro escaleras con vein-
al que en medio de sí tenían; el cual era te passos cada una, las cuales, siendo
algún tanto mayor que los otros, y assi- muy anchas de abaxo, se ivan tanto en-
mismo su redondez tomava algún tanto sangostando hasta arriba que no dexa-
más campo. Sobre cada uno d'ellos esta- van más campo de cuanto pLidiesse ca-
va una torre fabricada que sin compañía ber un altar; el cual juantamente con
de las otras bastara para poderse tener todas las gradas del trono adornaron con
por gran fuerca; y principalmente la de paños de tanto valor y tan ricos que pa-
en medio, porque la fortaleza d'ésta era recía no tener precio. Y encima del altar,
estremada de las otras en demasía. De sobre cuatro vergas de oro que estavan
torre a torre, junto de donde batía la mar, fincadas en las esquinas, pusieron un
venía una cerca muy alta y muy fuerte, y dosel que cubría todo el altar, lleno de
junto de aquélla, metida en el agua tantas perlas y piedras preciosas, y tan
cuanto distancia de veinte pies apartada, sutilmente puestas y labradas, que no
estava otra cerca más baxa, entre las cua- avía en el mundo rey ni señor que más
les dos cercas estava el agua muy honda, rico pudiesse tenerlo [...] Luego tras d'es-
y por todas partes muy llenas de muchos tos baxaron seis cavalleros de buen cuer-
y muy fuertes cubos. Para entrar en el po, vestidos muy ricamente con ropas
castillo no avía más de sola una puerta, rosagantes de terciopelo carmesí aforra-
la cual estava abierta en la torre que es- das en armiños, todas ellas hendidas y
tava frontera de la isla. Y para passar travadas con cordones de oro y seda ver-
d'esta puerta a la otra que estava en el de, con sendas varas blancas en las ma-
muro de más adentro, avía entre las dos nos y tovajas labradas de una misma ma-
una puente llevadiza sobre el agua, la nera echadas al ombro. Tras ellos
cual se levantava y abaxava cuando que- decendieron doze pajes vestidos con sa-
rían muy fácilmente. (I, cap. xiv). yos de seda amarilla, sin cobertura nin-
OLIVANTE DE LAURA 339
guna en la cabeca. Traía cada uno d'ellos y los cabellos esparzidos por las espal-
un plato grande de oro en la mano de- das, blancos y crespos; y con ellas, tra-
recha bien levantado, y en las manos si- vados por las manos, diez enanos, los
niestras sendas esponjas con que cogie- más pequeños y disformes que podían
ssen la sangre, si por ventura alguna se pensarse, assimismo muy viejos, sola-
derramasse. Luego, tras d'ellos salieron mente cubiertas las partes vergonzosas;
diez sacerdotes que en aquel templo te- los cuales, trayendo una enana con un
nía el jayán, assimismo vestidos de vesti- instrumento diverso de todos los que
duras muy preciosas, hechas a la mane- avían pedido, aunque dulce en el soni-
ra que su hábito requería. Y en medio do, comencaron a dancar tan graciosa-
d'ellos venía el jayán Buciferino con una mente, haziendo tantos saltos y visajes
ropa rocagante de tela de oro aforrada disformes, echando las jayanas muchas
en brocado pelo, toda acuchillada, toma- vezes los enanos en los hombros, y otras
dos los golpes con unos toréales de oro vezes sobre las cabecas, y otras vezes
y seda azul, y de manera que lo más del trepando ellos por ellas, que a todos
brocado se descubría; el cual venía assi- provocavan a risa sin poder hazer otra
mismo aforrado en una martas de tan cosa. Y después que un rato uvieron he-
gran precio que a duro en el mundo pu- cho esta donosa fiesta con que todos
dieran hallarse mejores. La ropa le toma- holgavan mucho, todos juntos se ence-
va hasta los pies, y la cabega descubier- rraron en una cuadra que a una parte de
ta; y en las manos traía un ídolo de oro la sala estava, y en el mismo tiempo vie-
de tanta grandeza que apenas con sus ron tornar a salir Lina muy authorizada
demasiadas fuercas podía sostenerlo. dLieña con veinte donzellas muy hermo-
Todo venía lleno de muchas piedras de sas, estraña y ricamente ataviadas, todas
inestimable valor, como eran diamantes, con instrumentos en las manos con que
rubíes, esmeraldas, carbunclos, Carque- muy suave y dulcemente tañían y canta-
sas y de otras muchas maneras. Traían van. (II, cap. xlv).
assimismo cuatro de los sacerdotes cua-
tro vergas de plata muy bien obradas,
sobre las cLiales sostenían otro dosel de
no menos riqueza que el que puesto so-
7. Técnicas militares
bre el altar estava. Delante d'ellos venían
muchos hombres dancando y bailando
al son de los instrumentos. (I, f. xiv). M as a esta h o r a Aspizel, aviendo
llevado consigo cuatro hombres
de los que en el castillo estavan, se baxó
por una escalera que iva a un postigo que
en la cava estava, a la cual parte, por ser
6. Descripción de u n a fiesta la más honda de todo al derredor del cas-
tillo y estava cabe una torre, no avía gen-
te ninguna, y assí salieron, abriendo la
Y d'esta m a n e r a passaron seis días,
en fin de los cuales, estando un
día después de aver comido todos en
puerta sin embaraco ninguno; y comen-
tando a mover unos edificios que estavan
muy gran regozijo, por la puerta de la sal hechos en unos tornos de hierro, tanto
vieron entrar diez dueñas muy viejas, tan trabajaron que los sacaron, quedando dos
grandes de cuerpo que parecían jayanas, caños abiertos tan grandes que por cada
los gestos muy arrugados y fieros, vesti- uno d'ellos pudiera entrar en un hombre,
das Linas marlotas que todos los bracos y por los cuales comencó a entrar tanta
las medias piernas les quedavan defuera, cantidad de agua que por aquellos con-
340 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

dutos venía del río que en un punto la dras y madera, de manera que sin estor-
cava se comencó a henchir toda de agua. vo del agua podían llegar a los muros [...]
Aspizel y los hombres que con él estavan En tanto el Soldán hazía dar todos los
se tornaron a subir al castillo, cerrando combates que podía a la torre, haziendo
muy bien la puerta del postigo. La agua cavar todos los cimientos y desbaratarlos
entrava tan rezia y con tanta furia que los para que cayesse; mas la torre era de una
que estavan dentro en la cava, como era argamasa tan rezia y fuerte que muy
de noche y no la veían, cuando la sen- poca mella hazían en ella, porque de
tían estavan casi anegados; y era tanta la arriba a los que andavan haziéndolo les
priessa que tenían a salirse que los unos tiravan piedras, las cuales, cuando más
caían sobre los otros, y muchos venían no podían, quitavan del mismo muro,
rodando desde arriba y caían en el agua, que, haziéndoles mucho daño, a su pe-
la cual, como cada hora iva más crecien- sar los hazían quitar afuera [...] Y siendo
do, los ahogava luego. Y assí comencaron passados cuatro días que en la torre es-
a dar las mayores bozes y alaridos que ja- tavan, hizo aparejar para otro día tantos
más fueron vistos, que ninguno pensava ingenios y artificios para derrocar la to-
escapar bivo; y assí murieron más de qui- rre que tenían por muy cierto que sería
nientos, y los que salieron pensavan aver impossible dexar de caer y matar a todos
escapado del mayor peligro de la batalla. los que dentro estavan (III, cap. xvii).
(III, cap. xvi).
Silvano lo hizo assí, haziéndola en
El Soldán llegó a este tiempo ante el tres partes: la una dio al rey Tirses con
castillo con todos los que lo seguían, y dos mil y quinientos cavalleros, mandó
como rabioso perro, viendo el estrago seguir al príncipe Olivante, y a Darisio
que tan a salvo avían hecho, se messava que fuesse con él; y los otros dos mil ca-
las barvas, y tomando toda la gente de valleros tomó para sí, mandando que to-
pie, hizo traer muchas palas y agadones, dos se pusiessen no en escuadrón, sino
y les hazía cavar y echar tanta multitud en ala muy estendida, porque los enemi-
de tierra dentro de la cava que en dos gos pensassen que muy mayor número
días, por mucho que los de dentro resis- de gente era, y que, cuando pareciessen,
tían no pudieron tanto hazer ni estorvar hiziessen el mayor estruendo y regozijo
que, como la gente era mucha, no la hin- que pudiessen, para poner pavor a sus
chiessen en muchas partes, echando pie- enemigos. (III, cap. xxi).

57. PALMERÍN DE INGLATERRA


(1547 y 1548)

por
Carlos Rubio Pacho

Adolfo Bonilla y Sna Martín (1908: reimpreso en Madrid, Miraguano, 1979).


EDICIÓN: ESTUDIO;
Roubaud (1975).
PALMERÍN DE INGLATERRA 341

TESTIMONIOS
a) Libro i
[1] Toledo, Herederos de Fernando de Santa Catalina, 1547 (24 de julio). [->]
b) Libro II
[1] Toledo, Herederos de Fernando de Santa Catalina (a costa de Diego Ferrer),
1548 (16 de julio) [-»]

TEXTOS
1. Palmerín consigue superar otro cavallero. Mas como en Palmerín los
las aventuras de la Isla Peligrosa d'esta calidad hiziessen poca imprisión,
quiso passar adelante para acabar de lle-
c a b a d a s q u e f u e r o n estas bata- var su aventura al fin que desseava, no
A llas, Palmerín entró dentro en el
castillo sin nengún perjuizio. En el patio
se contentando de la mucha honra que
aquel día avía ganado, pareciéndole que
de abajo vio la manera de él, que era tan más deshonra es perder lo ganado, que
maravillosa cuanto sus peligros fueron honra ganar lo perdido. Puesto que allí
para espantar; todas las casas y torres es- no avía ya que perder para quien tanto
tavan asentadas sobre pilares de jaspe de avía ganado y porque no le quedase
altura de diez bracas; el patio cubierto cosa nenguna por hazer, arremetió al gi-
de unas piedras verdes y blancas corta- gante que puesto que parecía natural era
das por un compás asentadas a manera artificialmente hecho, y dándole un gran
de axedrés. En el medio de él avía unos golpe con su espada le hizo venir al sue-
caños de agua que subían para arriba lo como cosa muerta y sin sentido que
era. Luego, entró en la sala y después de
con tanta fuerca, que allegavan a los más
mirar particularmente todas aquellas co-
altos aposentos de la casa. Después d'es-
sas d'ella, halló una puerta pequeña que
to el enmaderamiento era de una invin-
salía a unos muy ricos corredores; de allí
ción tan nueva y sotil que no se podía
no avía salida para nenguna parte sino
comprehender en el juizio de ningún
para otras casas que estavan de la otra
hombre el principio ni fin de él. Assí que
parte de los corredores frontero d'ellas, y
todas las cosas que de la puerta adentro entre ellas y los corredores se hazía una
estavan eran dignas de muy gran loor, y balsa o badén tan hondo que era cosa
algunas para espantar. para espantar mirarle. De aquel vadén
Palmerín, después de mirar aquellos salía un río de agua negra tan temerosa
hedificios por baxo, subió por una esca- y triste que según la negrura y hedor que
la que iva a dar en una sala tan artificio- d'ella salía era para quitar el sentido de
samente labrada, que todas las otras co- todo hombre que aquel olor oliese por
sas que hasta allí viera le parecieron que parecía la propia laguna que dizen
pequeñas en comparación de aquesta. A de Aquerón, varquero del infierno. Sa-
la entrada d'ella estava un gigante tan bréis que para passar d'estos corredores
grande y espantoso cuanto nunca viera a la otra parte no tenía otra cosa sino
otro, con una maca de yerro en sus ma- una tabla tan angosta como dos manos,
nos de mucho peso, y viendo que Pal- y allende de ser en sí delgada páresela
merín quería entrar en la sala, la esgri- estar en sí tan podrida y gastada del
mió con un continiente tan temeroso tiempo, que parecía no poder cufrir en sí
que bastava a poner miedo en cualquier ningún peso por pequeño que fuesse.
-"" ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

Palmerín, viendo que por ningún en sus pies, que no le pudo menear, de
cabo podía passar en la otra parte, cosa donde estava quedando espantado de lo
que él mucho desseava, para ver todas la que viera. Y entrando por las casas, no
maravillas de aquella casa, y que aquella halló otra gente sino mugeres y personas
puente era muy peligrosa estuvo puesto de servicio, a quien preguntó por dónde
en la mayor confusión del mundo. Mas se servían para abaxo. Ellas se lo mos-
como se le acordó que ya el emperador traron y luego mandó llamar por uno de
Palmerín, su agüelo, se avía ya visto en aquellos hombres al cavallero con quien
otra aventura como aquella y sólo en la ovo la primera batalla. Vino a estar con
determinación de los hombres está el él por una parte donde el río no se pa-
acometer de las cosas, después de avelle sava. Palmerín quiso saber el nombre del
passado todo por la fantasía, determinó castillo y de la dueña que matara.
de passar de la otra parte dexando todas -Señor, -respondió él-, a vos no se
las armas, que no passó sino con sola su puede negar nada; esta isla en que estáis
espada, temiendo que con el pesso de se llama la Isla Peligrosa; algunos quie-
las armas sería para mayor daño. Y po- ren afirmar que la gran sabidora Urgan-
niendo el pie en la tabla y el coracón en da la Desconocida fue señora d'ella y
su señora iva afirmando sobre el espada, que aquí se encubría a todos y que por
mas como llegó a la mitad d'ella, co- su muerte quedó encantada y esto, por-
mencé a doblegarse para abaxo junta- que ninguno la poblase, dexando aquí
mente con sonar que parecía quebrarse estos palacios y una fuente que allá fue-
por muchas partes, entonces se tuvo por ra queda de la manera que veréis. Y que
del todo perdido y detiniéndose un poco esto sea assí, la razón lo muestra porque
dixo entre sí: nunca en nuestros tiempos ni antes de
-Señora, si yo en las grandes afrentas nosotros vimos persona que supiesse dar
espero vuestra ayuda, ¿en cuál mayor nuevas d'esta isla, siendo cosa tan seña-
que ésta me puede ver mi ventura? La lada para hablarse en ella sino fue esta
vida, si yo no la desseara para serviros, dueña que se echó en el río que se 11a-
en poco tuviera perd'ella aquí; esta vez mava Eutropa, tía del gigante Dramu-
la quita d'este peligro y después ordena siando, de quien bien abréis oído decir;
alguno de vuestro servicio en que yo la que por ver a su sobrino vencido por
pierda y entonces vos quedaréis servida manos de un solo cavallero con todos
y yo contento. sus guardadores y Don Duardos, con to-
dos los otros príncipes sueltos, de lo cual
Entonces tornó a caminar por la tabla
llevava gran lástima por ver que cosa
tenido tan poco sus meneos como si ca-
que tanto deseaba. Y oviéndola traído a
minara por una puente muy segura; aún
tan buen efeto suceder assí, se fue al Sol-
no fue bien de la otra parte, cuando sa-
dán de Babilonia para le hazer venir so-
lió a los corredores una vieja, en su pa-
bre Costantinopla y destruilla. Y porque
recer de gran hedad, descabellada, el
en esto su intención no vino al fin que
rostro rascuñado, diciendo:
deseaba, como sabía este lugar, viéndo-
-¡Qué me aprovecha mi saber, si tan- se ya desesperada de los otros remedios,
tas vezes ha de ser destruido por un solo truxo consiguo los tres caballeros que
cavallero! matastes, que eran de su generación y a
Y echando mano de Palmerín, por mí con ellos, más por engaño que por
Uevalle tras sí, se echó en aquel hondo voluntad, y asentando en esta tierra,
río donde hizo el fin que sus obras me- desencantó esta isla con propósito de to-
recieron; mas Palmerín se tuvo tan bien
PALMERÍN DE INGLATERRA 343

dos los cavalleros que a ella viniessen de bres que esperavan cuando viessen gen-
hazellos matar o prender para satisfación te que los viniesse a sacar, para otra cosa
de su desseo. Ayer prendieron aquí a de lo que venían. Cuando Palmerín co-
uno, anoche otro, entramos de tanto noció que el uno era Belisarte y el otro
prescio que primero que los venciessen Germán Dorliens, viéndolos tan carga-
vencieron a mí y a los otros dos. dos de yerros y en tal lugar, sintió muy
-Los nombres de los tres cavalleros os gran pena y con esto se le rasaron los
suplico que me digáis, -dixo Palmerín-, y ojos de agua y mandóles luego quitar las
también me enseña la prisión donde los prisiones. Díxoles Belisarte:
pressos están para los sacar d'ella, pues -Señores caballeros, este beneficio
aquí no ay más que hazer. mucho mejor estuviera por hazer, y fue-
-El primero, -respondió él-, se llama- ra mejor dexallo para otra parte pues es
va Titubante el Negro; el segundo, Me- para más daño nuestro.
drusán el Temido; el tercero Forvolando -Señor Belisarte, -dixo Palmerín-,
el Fuerte. Si en alguna ora estuvistes en quien os mandó aquí meter no fue para
casa del emperador Palmerín ai los po- os quitar tan presto las prisiones.
dríades ver. Entonces, quitándose el yelmo por-
-Yo los conocí muy bien, -dixo Pal- que le conociessen, dixo Germán Dor-
merín-, y también conocí siempre d'ellos liens:
la intención dañada contra quien no lo -Ya yo, señor Palmerín, no se me da
merecía, por lo cual no me espanto ve- nada que me prendan cada día, pues allá
nir a hallar en este mundo el pago de sus quedáis vos para soltar a todos, según
obras y en el otro no sé lo que será. tenéis por oficio, de lo que Dramusiando
Luego se fueron a la prisión donde puede ser buen testigo.
los otros estavan, adonde no avía allí Passadas estas y otras palabras de
más que dos por aver poco tiempo que mucho plazer, se salieron afuera; el ca-
Eutropa allí llegara, que si le durara más, ballero que andava sirviendo mandó lue-
bien pudiera ser que fuera allí otro pa- go poner la mesa con que Palmerín fue
sso peor que el de Damusiando. Mas Da- contento porque Palmerín en todo aquel
llarte, que lo sintió, lo atajó con su saber día no avía comido; no menos Belisarte
trayendo el batel en que Palmerín fue a y Germán Dorlines lo tenían necessidad,
aquella parte donde le halló. porque los que allí los metieron mayor
Pues tornando al propósito, Palmerín cuidado tuvieron de aprisionallos, que
llegó a la prisión de Eutropa que era por no de darles lo que avían necessidad.
debaxo del suelo tanto trecho, y por tie- Mas esto no era mucho, pues la necessi-
rra tan escura, como un tiro de ballesta. dad enseña a los tiempos en que todo se
-Agora creo, -dixo Palmerín al cava- ha de cufrir en especial cuando falta el
llero que con él iva, con una hacha en la remedio, (libro I, cap. 58).
mano-, que esto nunca fue de Urganda,
porque su condición, según se dize, no
consentía tratar a los cavalleros tan mal. 2. A v e n t u r a e n e l r e i n o d e F r a n -
Y yendo assí platicando en el espan- cia: las aventuras de las cuatro damas
to que aquello le hazía, allegaron a unas
u e s t o q u e este libro y la historia
rexas grandes a manera de puertas, y
abriendo el cavallero un candado con
que se cerravan, entraron dentro; vieron
P d'él sea de Palmerín de Inglaterra y
de Floriano del Desierto, su hermano,
a los dos cavalleros en pie, como hom- como en el tiempo que ellos florecían
344 CABALLERÍAS CASTELLANOS
A N T O L O G Í A DE LIBROS DE C

uviesse otros príncipes y cavalleros casi los viniessen a buscar de lexos. Paresce
iguales con ellos en obras, y merescedo- que fueron tan notables las obras y he-
res de se hazer memoria de sus aconte- chos que allí acontecieron, que de aque-
cimientos, quiso el autor no dexar en ol- lla antigüedad quedaron hasta agora los
vido las obras de algunos d'ellos. nombres a los mismos castillos, que has-
Creyendo que haziéndolo assí, hazía ta agora los ay en Francia.
cosa para le reprehender y culpar y tam- Estas cuatro señoras, servidas de mu-
bién a las damas quitaría su precio, chos, no contentas de querer poner en
cuando por ellas o en su nombre, se hi- rebuelta y a las otras de su tiempo en
ziessen cavallerías y obras merescedoras desprecio, tocadas de embidias unas de
de mucho acuerdo, y de saberse en to- otras, quisieron que d'ellas cuatro se su-
das partes. A esta causa le pareció bien píesse cuál era la que hazía ventaja a las
escrevir algunas cosas que en aquellos otras. Telensi servía a la infanta Gratimar,
días acontescieron en el reino de Francia hija segunda de Arnedos, rey de Francia,
a muchos cavalleros andantes, algunas a en su casa; más altiva, más sobervia, más
su plazer; otras al contrario, según la for- valerosa que todas, tan confiada en su
tuna de cada uno las ordenava. parecer, gracia y disposición, que lo des-
Y dize, que como en aquel tiempo la preciava todo. Mansi, Latranja y Torsi
fama de la hermosura de Polinarda en servían a la reina; cada una tocada de las
Grecia, de Miraguarda en España, de Leo- mismas calidades que dixe de Telensi,
narda en Tracia, fuesse tanta que hazía usavan del mismo desprecio, sino cuan-
escurescer y tener en poco todas las to Mansi tenía de ventaja ser amada y
princesas y damas de los otros reinos, servida del rey, con que algún tanto la
como Francia, entre los de los cristianos sobervia y presumpción la señoreava.
sea uno de los más principales y muy fa- Mas d'estas cuatro, siendo casadas las
moso por antigüedad de las obras, algu- tres no por esso querían que las donze-
nas damas d'él, que en parescer y her- Uas de su tiempo las hiziessen ventaja,
mosura pensavan proceder a todas, pues en parescer y hermosura no se la
embidiosas de la fama ajena, ensober- hazían en ser servidas lo mismo, cosa
vescidas de su confianca, quexosas de que mucho se acostumbra y poco se es-
los cavalleros franceses por cuya falta o traña en Francia, y no es mucho guar-
flaqueza de amor les parescía que sus darse, aun esta regla, pues es dolencia
nombres no sonavan por encima de to- que viene de tan lexos.
dos los otros. Juntadas cuatro d'ellas en Torsi, siendo donzella y por casar,
aquellos días, a todo el reino y corte pensava que esta calidad, allende de las
donde en aquellos días hazían su habita- otras, le hazían merecer más. Mas como
ción, pensavan que hazían ventaja a las entre ellas la embidia fuesse grande y la
otras, ordenaron entre sí una manera de presumpción igual para prueva del me-
aventura a donde muchos cavalleros an- rescimiento de cada una, ordenaron en-
dantes viniessen, y por combate y armas tre sí que ninguna se dexase servir de
hiziessen prueva de sus personas en su ningún cavallero sino con esta condición:
nombre d'ellas, para que a costa de san- que aquel que en nombre de alguna qui-
gre de muchos, sus hermosuras tuvie- siesse seguir las aventuras, viesse a todas
ssen fama en todas partes. Estas señoras cuatro, y vistas, escógese por señora
se Uamavan Mansi, Telensi, Latranja, Tbr- aquella que más la voluntad le aficiona-
si, cada una tenía su castillo de los nom- sse, y la primera cosa que en su servicio
bres d'ellas mismas, para que por ellas hiciese, fuesse combatirse uno por uno
PALMERÍN DE INGLATERRA 345

con cuatro servidores de las otras. Los todavía algunos caballeros que, vencidos
cuales venciendo, avría por galardón lla- del aguardador de Miraguarda, passavan
marse cavallero de aquella por quien se la vida apassionada, quisieron provar
combatió, y con este nombre no pudie- esta aventura, y como algunos fuessen
sse por el mundo seguir las aventuras, de su natural enamorados, unos por ser-
quedando su señora con vitoria de la más vicios de unas, otros de otras, huvo
hermosa, haziendo las ventajas en todos quien hiziesse batallas, mas nunca vino
los autos y cerimonias reales, vanidades tal que venciesse a los otros.
que entre las mugeres más se estima y Mucho tiempo duró esta contienda,
dessea, que como de su propia naturale- sin ninguna d'éstas cuatro señoras aca-
za sean sobervias y presuntuosas, pod'e- bar de quedar en entero vencimiento,
11o ser entre las de su tiempo, y poder haziendo sobre ello persuaciones a ca-
usar de desprecio a quien con ellas bive, valleros, como que Dios para tales obras
es para ellas el mayor precio que en esta las hiciese. Y porque también algunos
vida se puede alcancar. cavalleros señalados de casa del Empe-
Ordenado este pacto y concierto con rador tuvieron parte en los trabajos d'es-
que se pensó hazer en Francia una aven- ta aventura, diráse alguna cosa d'ellos,
tura igual a la del castillo de Almaurol, que no será razón esconder las obras de
como los hijos del rey que en las armas ninguno, cuando son tales que pueden
hazían ventaja a todos los del rey, no tu- ser exemplo a los que no las usan. Assí,
viessen las voluntadas prendadas en otra que durando estos competimientos, la
parte, gastavan el tiempo fuera de la cor- fama d'ellos se derramó por el mundo,
te, y no entraron en esta aventura. Ger- que fue causa algunos cavalleros desfa-
mán de Orliens, como también sirviesse vorecidos en otras partes querer venir a
a Florenda, hija mayor del rey, fue fuera tomar nuevos amores, y seguir nuevo
de la cuenta d'ella. Los otros cavalleros cuidado, ganado o merecido con su tra-
franceses, como de su natural, el amor bajo. [...]
tenga poca parte en ellos, no uvo mu- Estando la corte de Francia en la ciu-
chos que quisiessen seguir la orden con dad de París cuasi todo un verano, mu-
que cada una de aquellas cuatro señoras chos cavalleros vinieron a ella, que se afi-
quería ser servida. Algunos que quisie- cionaron al servicio d'estas señoras,
ron provarse en los peligros del aventu- haziendo en sus nombres justas, batallas
ra, viendo una de aquellas damas, venci- y otras cosas que entre los enamorados se
do de su amores, dezía que en su hazen, y las más vezes, los menos entre-
nombre aventuraría su persona según el metidos en estas cosas eran franceses,
assiento de su postura; después, viendo que no repartió el amor tanto de sus do-
la segunda, olvidávase del amor primero, lores que sepan qué cosa es amor, ni nin-
y a esta hazía el mesmo ofrecimiento; guno tenga la afición tan biva que ella
mas viendo la tercera, olvidava las otras mesma los enseñe. Mas como de fuera vi-
dos, y viendo la cuarta, perdía la memo- niessen muchos, el amor que allí los guía-
ria de las tres. De manera que el temor va los hazía sentir todos sus acidentes.
de cada una los apartava de la afrenta,
Gran sobervia acompañava a las se-
díziendo que tal fuerca hallavan en el
ñoras que de todas estas cosas eran cau-
parecer d'ellas, que siempre la presente
sa, y la de Torsi mayor que de todas, por-
hazía poner en olvido las otras. Con este
que las otras, allende de con su parecer
achaque, dexados los amores, se desvia-
querer aficionar, hazíanlo con buen trata-
van del daño que d'él les podía recrecer;
miento, el parecer alegre, a quien a su
346 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

servicio se ofrecía, que era cosa de más vía obliga o aficiona, debe de ser tenida
assegurar voluntades agenas. Torsi, de en mucho, pues cativando voluntades, la
más hermosa de presiimpción, o de más suya parece siempre que está libre,
cruel, todo su fundamiento era en la es- Menos servidores tenía Torsi, a lo me-
peranca y confianza de su hermosura, y nos en Francia, que querían lo que ella
como de ninguna otra cosa se quisiesse negava, mas de estrangeros, los más se
ayudar, todo su parecer era acompañado le aficionavan, que no podían negar el
de un desdén, desprecio y essención, y merescimiento del desprecio en que te-
sobre todo, olvidada de todos los servi- nía a todo el mundo. Y quien tiene la
cios, y de la voluntad con que los hazían, presunción altiva y mala de contentar en
alegrávase que no se dixesse por ella que caso tan dudoso, huelga d'esperimentar
con muestras apacibles atraía a sí volun- su fortuna, porque no ay vencimiento
tades agenas. Sola en sí mesma confiava, grande sino a donde el que se combate
y a la verdad, aunque esto parezca grave se desespera, (libro II, caps. 35-36 y 72,
a quien sirve y ama la dama que por esta ff. lxxiiif-lxxvO.

58 PALMERÍN DE OLIVIA
de ¿Francisco Vázquez)
(1511)

por
Ma Carmen Marín Pina

TESTIMONIOS

[I] Salamanca, Juan de Porras, 1511 [-»]


[2] Salamanca, [Juan de Porras?], 1516 (22 de enero)
[3] Sevilla, Juan Várela de Salamanca, 1525 (30 de mayo)
[4] Venecia, Gregorio de Gregoris, 1526 (23 de noviembre)
[5] Venecia, Juan Paduan y Venturin de Rufinelli, 1534 (agosto)
[6] Sevilla, Juan Cromberger, 1536
[7] Sevilla, Juan Cromberger, 1540 (15 de septiembre)
[8] Sevilla, Jacome Cromberger, 1547 (28 de junio)
[91 Sevilla, Jacome Cromberger, 1553 (22 de julio)
[10] Toledo, Juan Ferrer?, 1555
[II] Medina del Campo, Francisco del Canto (a costa de Juan María de Terranova y
Jacome de Liarcari), 1562
[12] Toledo, Pedro López de Haro, 1580
[13] [Évora], [Cristóbal de Burgos], 1581

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1870. EDICIÓN: Giuseppe di Stefano (ed.), Pisa, Universita di


Pisa, 1966 (el Centro de Estudios Cervantinos ha anunciado una reedición corregida). ESTUDIOS:
Bognolo (1997), González (1998), Marín Pina (1996), Ferrario de Orduna (2000).
PALMERÍN DE OLIVA (i) 347

TEXTOS

1. Palmerín es abandonado en noscido en aquella tierra. [...] E fallándo-


la montaña de Olivia se en una muy gran montaña en que ha-
vía muy espessas matas, dexólo allí enci-
ma de un árbol porque vido que quería
Y al t i e m p o qu'el emperador cena-
va, Griana parió un fijo, el más
fermoso que dezir se vos podría. Tolo-
amanescer e tornóse por donde havía
venido. [...]
mestra lo tomó muy prestamente y em- Aquella montaña adonde Cardín
bolviólo en muy ricos paños. E primero dexó al fijo de Griana se llamava en
que esto fiziesse lo miró a un blandón aquella tierra Olivia, y era una jormada
que encendido tenía e vídolo tal que la pequeña de Costantinopla. Y en aquella
fizo maravillar y aver mucha piedad por montaña vivía un colmenero, el cual era
no nascer aquella criatura tan fermosa en muy rico e tenía grandes lavores fechas
tiempo que se pudiera criar como él me- en ella, en que havía muchas palmas e
rescía; e no pudo sofrir de lo no llevar a olivas e otros árboles de diversas mane-
Griana que lo viesse, e díxole: ras; allí criava él muchos ganados e tenía
muchas colmenas; el cual se llamava Ge-
-¡Ay, señora, en cuánta culpa sois a raldo e era hombre muy diligente en to-
Nuestro Señor, que por amor de encubrir das las cosas; para ser villano, muy sesu-
vuestro pecado conviene que esta tan do. E acaesció que el día antes que
fermosa criatura padezca! Griana pariesse, que su muger d'este Ge-
-¡Ay, amiga, -dixo Griana-, no pon- raldo parió un fijo, el cual se le murió
gáis más dolor en mi coracón del que yo luego; e d'esto hovo Geraldo e su muger
tengo! Tomad esta cruz e ponédgela en gran pesar porque no tenían otro, salvo
los pechos, que tiene reliquias de gran un[a] fija de tres años. E como Geraldo
virtud y ellas lo defenderán de las bestias se levantara de mañana, luego salía a ver
bravas que no lo coman. Yo tengo espe- su fazienda. E aquel día fizólo ansí, e iva
ranza en Nuestro Señor que no parará muy triste por la muerte de su hijo; e
mientes a mis pecados. yendo ansí oyó al niño llorar muy flaca-
E tomólo en los bracos e besólo mu- mente como aquel que no havía mama-
chas vezes; e mirándolo vídole en el ros- do después que nasció. Geraldo fue muy
tro, en el lado derecho, una señal negra maravillado e anduvo catando a todas
a manera de lunar y era redonda: ésta partes fasta que lo halló encima de una
guardó ella en su coracón. E mandó a la oliva que allí havía muy grande, e fue
dueña que luego lo levasse a Cardín. [...] corriendo a tomarlo. [...] Geraldo fizo
Cardín tomó el niño e cavalgó muy gran combite a sus parientes, que en un
apriessa encima de un cavallo que ensi- lugar cerca de allí vivían, el día que lo
llado tenía e salió fuera de la cibdad e baptizó, -que acordaron él e su muger
fuese por donde el cavallo lo quiso levar. que ansí lo fiziessen, creyendo que no
E andovo la mayor parte de la noche sin era baptizado; e porque lo falló entre las
saber adonde iva, como él levava mucho palmas e olivas púsole Palmerín. (capítu-
cuidado e tristeza por no saber qué fi- los 8-9, pp. 36-39).
ziesse de aquella criatura, que de grado
la salvara si pudiera, mas era muy co-
348 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

2. Palmerín es armado caballero Palmerín le besó las manos e salié-


ronse al gran palacio, (capítulo 16, pp.
57-59).
D e s p u é s q u e hovo comido, estan-
do Florendos hablando con Pal-
merín fasta que fue de noche pescudán-
dole por toda su fazienda e cuánto havía 3. La lucha c o n el gigante Mur-
que estava en aquella tierra, Palmerín daneo
gelo contó todo, que no faltó nada. E ya
que Florendos se quería ir a dormir,
mandó traer a un donzel suyo las armas
que fueron de Guamezir, fijo del Soldán
E a r m ó s e l u e g o muy apriessa e ca-
valgó encima de su cavallo e fizo
abrir las puertas del castillo e salió fuera
de Babilonia, aquellas que el emperador a un llano adonde estava Palmerín, el
le dio, e dixo: cual estava ya puesto en punto esperan-
-Palmerín, estas armas gané yo del do al jayán. E sin dezir ninguna cosa el
mejor cavallero que en aquel tiempo ha- uno al otro, fuéronse a encontrar de las
vía en el mundo, cuando mi coracón era lancas muy poderosamente e ambos a
más alegre e locano que agora, por don- dos cayeron en tierra fuera de las sillas.
de yo osava acometer cualquiera gran fe- El jayán encontró Palmerín en el escudo
cho; lo que agora no faría. E quiero que y como era muy fuerte no gelo falso. Pal-
las ayáis vos porque sois el más fermoso merín encontró al jayán en el pecho, que
que yo nunca vi. La bondad e ardimien- no le prestó la fuerte loriga que traía,
to Dios vos la puede dar pues tan buen que el fierro de la lanca le entró por el
aparejo vos dio. cuerpo y el troco le quedó metido. El ja-
Palmerín le besó las manos. Frinato yán lo sacó con mucha ravia e arrojóla a
lo armó luego de la muy fuerte e rica lo- Palmerín, mas Palmerín se guardó e
riga de Guamezir e fuesse con él a la ca- acertó a su cavallo e metiógela tanto por
pilla porque velasse aquella noche las el cuerpo que gelo passó e murió luego.
armas. [...] E como otro día Florendos se Palmerín embragó su escudo e sacó su
levantó, fuesse a la capilla e dixeron la espada, la muy rica que él havía ganado,
missa. Y él que quería fazer cavallero a e fue contra el jayán que ya contra él ve-
Palmerín, entró una donzella e traía un nía muy desmayado de la mucha sangre
yelmo muy rico en las manos e un escu- que le sallía, e diéronse muy fuertes gol-
do de un muy fuerte e limpio azero e no pes, tanto que Palmerín sintió que si él
traía otra cosa en él pintada sino una muchos del jayán rescebía que no le po-
mano de una donzella, cerrada, e dixo: dría durar, aunque él los rescebía en su
fuerte escudo porque más punava de se
-Señor Florendos, detenedvos un
guardar que de ferir. El jayán enflaques-
poco e daré a Palmerín estas donas que
cía algún tanto e si otro fuera no pudie-
le traigo, que le fazen menester a este
ra más tenerse en sus pies según estava
tiempo. [...]
malferido. A Palmerín le cresció ardi-
E tomó Florendos la espada que fue- miento e dio tan fuerte golpe al jayán en
ra de Guamezir, que era muy rica, e fizo el braco derecho que gelo cortó e la mei-
cavallero con ella a Palmerín e después tad con la espada cayó en el suelo. El ja-
besólo en el rostro e díxole: yán, que ansí se vido, comencó de fuir
-¡Quiera Dios, mi verdadero amigo, para el castillo; los suyos lo tomaron en-
que yo vea aquel día que tan bueno ha- tre sí. (cap..24, p. 87).
véis de ser e ansimesmo vea las vuestras
cavallerías, que tan grandes han de ser!
PALMERÍN DE OLIVA (i) 349

4. El hada Malfada en la isla de tierra acaescióles lo que a Trineo e fue-


Malfado ron todos encantados, salvo Palmerín
por la virtud que la fada le dio en la
s a b e d q u e aquella isla avía nom- montaña Artifaria. E como él vido a to-
E bre Malfado por una dueña que
d'ella era señora, la cual se llamava Mal-
dos mudados en canes e Agrióla e a Lau-
rena en ciervas, fue espantado. E todos
fada. Y ésta era la más sabia para fazer comencaron de correr por unas partes e
mal que avía en el mundo; aunque venía por otras por la isla. Palmerín se conten-
de linage de cristianos no guardava su go de santiguar muchas vezes. (caps 74 y
ley, mas todas las sus obras eran malas. 124, pp. 252 y 427).
Ella nunca fue casada; por esto encantó
aquella isla de tal manera que ningún
hombre ni muger en ella entrava que no 5. Palmerín en el corral de leones
se tornavan bestias o canes e si algún ca-
vallero allí entrava de quien ella se pa-
gava, llevávalo a un castillo adonde ella
fazía su morada, e teníalo consigo fasta
Aunque Palmerín grave dolor sentía
en su coracón por la ventura selle
tan contraria a su desseo, no lo mostrava
qu'ella se enojava e después echávalo en por no dar a entender su fazienda; e dio
la isla e tomava otro, cual a ella le agra- muchas gracias a Nuestro Señor por le
dava. De manera que jamás allí entró aver dado gracia con aquella donzella,
hombre que de allí saliesse ni nao que porque por allí entendía él de librarse
d'ella no fuesse robada. En ansí acesció muy cedo e irse a su tierra con mucha
aquellos turcos que allí llegaron que lle- honra. E bien conosció que aquel soldán
vavan cativo a Trineo. E como la dueña era el mayor de los moros, según su gran-
vido desd'el castillo la nao en su puerto, de estado. E otro día, como se levantó, Li-
vino luego allí con su gente y entró den- vael -que ansí se llamava el mayordomo-
tro e fizo sacar cuantos allí falló, assí tur- lo llevó delante del soldán, el cual mandó
cos como cristianos; e como fueron en la luego que lo llevassen al corral de los
isla tornáronse todos canes e otros cier- leones e que lo metiessen dentro porque
vos y otros de otras maneras. Y ella fizo el soldán compliesse la palabra que avía
sacar todas las riquezas de la nao y lle- dado a los que acusavan a Palmerín, e que
varlo a su castillo, e luego la nao se luego lo sacassen del corral de los leones.
hundió. [...] E sabed que aunqu'ellos pa- Alchidiana, que lo supo, embióle con una
rescían ansí a los que los miravan, ellos donzella un rico manto que cubriesse.
no eran bestias, que no podían dexar la Muchos cavalleros fueron a ver qué farían
forma de hombres, que bien conoscían y los leones cuando lo viessen, porque avía
entendían cualquiera cosa, salvo que no en el corral bien quinze e los más d'ellos
podían hablar. [...] coronados. Palmerín iva sin ningún mie-
do. El leonero abrió la puerta, que aún no
E el quinto día se levantó fortuna en
les avía dado de comer. Palmerín entró
la mar por onde la ventura los llevó a la
dentro e cerró la puerta tras sí y estuvo
isla de Malfado, adonde Trineo avía es-
quedo por ver qué farían los leones. E sa-
tado. E como vieron la tierra tan viciosa
bed que todos los leones coronados que
e no vieron de qué temer, acordaron de
allí estavan no se curaron d'él porque co-
sallir todos en tierra por folgar algún
noscieron ser de sangre real, mas avía en-
poco, que andavan. enojados de la mar.
tr'ellos tres leones pardos que eran muy
E Palmerín sacó Agrióla e los otros cava-
caieles a maravilla e como lo vieron le-
lleros a Laurena, e como fueron todos en
350
DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLAN

yantáronse muy apriessa e viniéronse para


do ambos a dos los tomó muy gran sue-
él. El leonero le dio bozes que se saliesse;
ño tanto que no se podían valer; e la rei-
él no lo quiso fazer e echó el manto en el
na les fizo echar en un muy rico lecho
braco e sacó su spada e firió al primero
qu'estava en una cámara, e despidió lue-
que a él se llegó, de tal ferida que no se
go Alí Farán e a su muger e a todos los
meneó más, mas antes cayó muerto. Los
que allí estavan, y ella tomó dos de sus
otros dos rompiéronle todo el manto con
donzellas de quien más se fiava e toma-
las uñas mas él los paró tales en poca de
ron a Olorique por los pies e echáronlo
ora que poco le pudieron empecer. Él,
del lecho sobre un estrado: él estava tal
desque los ovo muerto, vínose a la puer-
que no sentía nada. E la reina se desnu-
ta e abrióla e salió fuera. Todos se mara-
dó e fuese a echar con Palmerín e tomó-
villaron de ver tal cosa como aquélla.
lo en sus bracos e comencóle de abracar
Libael, el mayordomo, lo tomó por la
a su voluntad. E Palmerín estava fuera de
mano mostrando gran plazer con él e le-
todo su sentido e como sentió los abra-
vólo delante del soldán, que él mucho lo
cados de la reina no los desechó mas an-
preció de allí adelante e dixo que aquél
tes dormió con ella, no sabiendo lo que
era para acometer cualquier cosa que de
fazía. E ansí estuvo fasta la media noche
gran fecho fuesse pues de tan gran cora-
la reina a su sabor, folgando con Palme-
cón era, y que devía de venir de alto lina-
rín a su voluntad; e desque vido que era
je pues los leones coronados no le avían
ora, levantóse e fizo tornar allí a Olori-
querido fazer mal. E mandó al mayordo-
que e fuese a su cámara muy leda.
mo que lo llevasse a su señora e que le di-
xese que le fiziesse mucha honra, que E Palmerín dormió el vino que avía
bien lo merecía, (cap. 79, pp. 265-266). bevido e a la mañana parescíale en sue-
ños que vía a su señora muy airada con-
tra él e dezíale:
-¡Ay Palmerín, cómo yerran aquellos
6. El vino herbolado y la trai- que [te] tienen por bueno e leal! Por cier-
ción amorosa
to tú no lo eres pues ansí me tienes ol-
vidada e no te acuerdas de la gran cuita
S a b e d q u e la Reina de Tarsis como que passo por ti. E sobre todo fezísteme
oyó dezir de la gran fermosura de aora traición e más has errado contra
Palmerín, deseávalo mucho ver. E como aquel alto Señor que te crió. E yo te
supo por aquel gran sabio todas las co- digo, si luego no te partes de aquí, que
sas que passavan, aparejóse lo mejor jamás te veré ni perdonaré tu yerro.
qu'ella pudo para ir a vello, e fue muy
E parezíale que deziendo esto le
bien acompañada de cavalleros e de
desaparescía e iva muy triste. A Palmerín
dueñas e donzellas. [...] E la reina era
le parescía que la Uamava e le pedía por
muy pagada de Palmerín cuanto más lo
merced que le perdonasse; ella no se cu-
mirava. E como fue tiempo, las mesas
rava d'ello. Él tomava tanto pesar que sa-
fueron puestas para cenar, e las donze-
lía de su seso, e comencó de dar muy
llas de la reina ser-vían delante de Pal-
grandes bozes diziendo:
merín e de Olorique, e la una d'ellas te-
nía cargo de les dar de bever e davales a -¡Ay cabtivo!, ¿qué faré, que he perdi-
bever de un vino a ambos a dos, confa- do la gracia de mi señora? [...]
cionado con muchas cosas, y a ellos le E pasando algunos días [la Reina de
parecía el mejor del mundo e bevían a Tarsis] fallóse preñada, e a los nueve me-
su sabor. E no fue acabada la cena cuan- ses parió un fijo muy fermoso que pa-
rescía propiamente a Palmerín, e todos .
PALMERÍN DE OLIVA (i) 351

los del reino fueron muy ledos con él, e pueda vencer a nenguno de los cavalle-
la Reina le puso nombre Polendos, por- ros. E mi saber no puede desfazer aquel
que tomasse los nombres de Palmerín e encantamiento porque fue fecho antes
de su abuelo Florendos, porque eran la que yo e por mano de aquella que mu-
flor de la cavallería del mundo e también cho sabía, e si Palmerín no entra en el
porqu'en aquella tierra quería dezir 'hur- castillo yo creo que tarde vendrá quien
tado', (cap. 95, pp. 305-309). lo pueda fazer.
E otro día, al alva del día, se partie-
ron e llegaron a ora de prima al primer
7. El castillo de los diez padrones padrón. E sabed qu'estavan uno de otro
echadura de una piedra e todos estavan
, A y señora!, -dixo Muca-, Dios es en derecho los unos de los otros, e al
~ I x V Aquel que lo puede fazer, que primero todos podían llegar sin ningún
sabed mi saber poco vos puede a vos embargo; e en medio de aquel padrón
aprovechar: aprovecharvos ha más la estava una espada metida, la más rica
bondad de Palmerín. Vuestra enferme- que se podía en el mundo fallar, e no se
dad se causó por una flor que olistes e parecía d'ella sino la empuñadura, e to-
por flor avéis de ser guarida, e ésta no la dos cuantos allí Uegavan avían provado
puede aver sino aquel que en bondad de sacalla e no podieron. El infante To-
passa a todos los del mundo. E quiero man, como allí llegó, provó de sacalla
que sepáis que en esta tierra ovo una mas no pudo: e ansí fizo Dormín e todos
donzella fijadalgo, que era señora de un los otros. E desque todos faltaron, roga-
castillo muy bueno; e ésta no se quiso ron a Palmerín que provasse de sacalla,
casar mas diose a deprender todas las ar- e él lo fizo mas tanto acabó como los
tes qu'ella pudo, e ha bien ciento e cin- otros e dixo, desque no pudo sacalla:
cuenta años que murió; e en su vida cri- -Esta espada para alguno está aquí
yó un árbol en una huerta qu'ella tenía, guardada-. E mucho dudó en su coracón
qu'es tan estremado de todos los otros de no entrar en el castillo cuando no
que todo el año tiene flores, e éstas son pudo sacar la espada, mas no lo dio a
de tanta virtud que vos podrán a vos dar entender. [...]
guarida. E ansimismo en aquel árvol cría Palmerín se puso en punto para co-
un ave, la más fermosa que en el mun- mentar su batalla con los cavalleros, e
do puede aver otra, e no se mantiene antes que moviesse santiguóse tres ve-
sino de las flores de aquel árbol, e cuan- zes. Entonces conoscieron todos que era
do ella está leda echa por la boca un cristiano, que fasta allí no lo sabían de
agua muy oliente: si vos aquélla pudié- cierto. E como esto fizo, cubrióse de su
ssedes aver, del todo se os quitarían vues- escudo e baxó su lanca e passó el pa-
tros males e quedaríades tal como érades drón: y en medio del uno e del otro sa-
primero e aun muy más fermosa. E este lió un cavallero en un cavallo alazán e
castillo se llama el de los diez padrones, de unas muy ricas armas e venía con la
porqu'ella fizo al tiempo de su muerte lanca baxa e embragando su escudo, e
un encantamiento que no pudiesse en- vínose a encontrar con Palmerín e fue-
trar en aquel castillo cavallero nenguno ron tales los encuentros que ambos a
sin que primero no uviesse batalla con dos fueron a tierra. El can, que no se
diez cavalleros qu'ella allí dexó encanta- partía de Palmerín, tomó su cavallo por
dos; e de cada padrón sale un cavallero. . la rienda en la boca e túvolo ansí quedo,
E fasta oy no ha ido allí cavallero que mientre tanto los cavalleros se levanta-
ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

ta
* crud que todo e T a n T VM * f ^ ^ * ñ £ t r a V Ó l e de^ e - u d o tan
ve
Hos. Ei q ca Val fe ro Heí m a ^ l l l a d ° ? d e ^ « e m e n t e que gelo sacó de las manos
Shü
tan liae r o J2 ¿ ° andava e lue
§ ° e l ^vallero cayó en tierra e eme
C d Ó tal C m
P - e s ? r q : e S s coTY í ™ * ° ° ™ t o ' e P a l m e a s e ma
6 G ÍUG m U y l e d
combatido E ' p a s ó una * ^ f^ ° e conoció ^ a
cosa no fi7i ~ „ ! T OTa q U G ° t r a t u e r a d e ac ue
? i l cavallero estava en el es-
CUd
grandes e pesado " 1 " ? ; T f ? ° " ^ " él a q u d l ° P u d i e s - &2r
t0d S qU£ 1 ¡
merín vido^ue en d a v a i w f ^ ^ " ° ' g e r a « los vencería. E
anSÍ VCrdad C o m o él lo
cía manera de ve n C e se Z ^ ^ ^ P ^ ó . (cap
ae venceise, con grande saña 131-132, p P . 457 y 461)

59 PRIMALEÓN
de ¿Francisco Vázquez?
(1512)

por
a
M Carmen Marín Pina

TESTIMONIOS

m s ' a t r ^ ' J U a n * P ° rraS > 1 5 1 2 O d e i""») [-*]


¡ 3 ] S ™ a n c a . Juan de Porras, 1516
W Toledo i 3 " í * ^ d e S a l a m a n c a , 1524 (1 de octubre)

[5] ^ d e C S S Ltb^) ^ "far° ^ C°Sta ^ — — -


M
c Z C Í ¿ J r o s t í ° 5 Í r f H N f C K ÍnÍ ^ í ( a C ° S t a d e J u a n B a Ü S t a P e d r e c a » - ^ r -
[7 S EdÍdÓn C rregida
^ - i l l a , Juan C r o m S í f f ° P ° r F r a n c i s c o Delicado
g e r (dlfunto
M Medina d t l r >- ^ (10 de marzo)
B» L i * o a , ManueTjoanF;a566CÍSC° ^ ^ ^ ^ ^ BetÜt
° B°yCr)' m

|JJj Bilbao, Mathias Mares, 1585


LHJ L l s b o a
> Simón López, 1598

TEXTOS

beza de P r i ^ a f e ó Í ^ ^ ^ ^ ^ A 8 ° r a S a b e d q U C anSÍ c o m o Nardi'


- ^ V des, Duque de Ormedes, herma-
no de los dos sobrinos de Tarisio que
Rna fed) Alcala
«*. Centro d e ^ ^ ^ , 5 ^ S " * * " **" ^ ^ ^ ' *= Hena-
K B gn l (1997) González
na (1996), OrdunaÍooO) ' " ^ ^ ° °° ' «99». Marín
PRIMALEÓN (II) 353

mataron el emperador y Frísol en el cam- ciudad de Costantinopla los torneos que


po, ansí como Nardides fue muerto en el Primaleón havía pregonado con seguri-
palacio del emperador porque él quiso dad de todos los cavalleros que a ellos
matar al emperador, los suyos se torna- viniessen. No vos podría hombre dezir el
ron para la duquesa, su madre y muger, plazer que Perequín ovo con aquellas
y contáronle la malandanza de su señor, nuevas y acordó de luego partirse con
cómo tan cruelmente avía sido muerto. pensamiento de matar en los torneos a
Ellas, oyendo aquellas nue[v]as, fueron Primaleón. Y esto fabló él con la duque-
muy cuitadas, espicialmente la duquesa, sa y con Gridonia y díxoles si serían ellas
muger de Nardides, que estava en días satisfechas con la muerte de Primaleón.
de parir, y ovo tanto pesar con la muer- Ellas dixeron que sí, que no querían ma-
te de su marido que luego le dieron do- yor bien si él lo pudiesse fazer. [•••] Y lue-
lores de parto y parió una fija maravillo- go, despedido d'ellas, se fue a entrar en
samente fermosa. Y el día que la la mar y fizo vela con buen tiempo, por
bautizaron pusiéronle por nombre Gri- manera que en poco tiempo fue en el
donia porque en aquella tierra <que> di- puerto de Costantinopla. Y salido en tie-
zen por el llorar gridar, y porque nació rra, fuesse aposentar fuera de la ciudad
en tiempos de tantos gritos y lloros pu- como otros muchos cavalleros lo esta-
siéronle nombre Gridonia. van. Mas cuando él llegó, ya eran passa-
La duquesa vieja, que de más coracón dos seis torneos adonde grandes fechos
era, fizóla criar a gran diligencia porque de armas se fizieron, adonde Primaleón
no le quedava otro bien sino aquella mostró su gran bondad. Y con estas nue-
sola. Y desque ella fue creciendo y la vie- vas, Perequín fue triste y rogó a sus ca-
ron tan estremada en fermosura, juró su valleros que todos tuviessen ojo en Pri-
madre de jamás la casar sino con quien maleón y de otro no curassen y que
vengasse la muerte de su marido Nardi- pusiessen todas sus fuercas en lo matar,
des. Y muchos altos hombres, siendo ya que él faría otro tanto. Ellos gelo prome-
de edad quinze años, la demandaron en tieron. Y el día que allí llegó, no osó a la
casamiento y, como les demandavan la noche ir al palacio del emperador a ver
venganca de su padre Nardides, todos las fiestas porque el ave encantada no
dudavan de lo acometer. La fermosura de mostrasse su traición.
Gridonia era tanta que de otra cosa no Y otro día que salieron al torneo mu-
se fablava en todas aquellas tierras sino chos cavalleros, Perequín se armó de
d'ella. El Rey de Apolonia, hermano de la muy ricas armas y ansí fizieron sus quin-
Duquesa de Ormedes, madre de Grido- ze cavalleros que ivan con él y todos en-
nia, tenía un fijo solo, cavallero muy traron en el torneo. Y ya Perequín sabía
apuesto y ardid, y este infante se llama- las armas que Primaleón traía y, como él
va Perequín de Duaces. Y como este era estremado en bondad, entre todos
buen cavallero oyó dezir de la gran fer- los otros cavalleros muy presto lo cono-
mosura de Gridonia, su prima, tomóle ció Perequín en los sus grandes fechos.
gran desseo de la ver y pidió por merced E como Primaleón fiziesse tales maravi-
a su padre, el Rey de Apolonia, que le llas, dos cavalleros de los de Perequín se
dexasse ir a ver a su tía la duquesa. El llegaron a él y firiéronle ambos a dos
rey, que mucho amava a su hermana, tó- juntamente muy esforzadamente y ansí
volo por bien y diole licencia. [...] le firieron que Primaleón se sintió mal de
Y estando él en este cuidado Oyó de- sus golpes y si la loriga no fuera muy
zir a unos mercaderes que venían de la fuerte, firiéranlo muy peligrosamente.
354
ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

Pnmaleon bolvió a ellos con gran saña y vía de tornar a ella fasta fazer algún gran
)° a cada uno tan fuerte golpe, que fecho y todavía él acordó de punar ha-
estos los echó a tierra y después co- ver a Flérida y sacalla de Costantinopla si
nenco a ferir por todas partes. Perequín él pudiesse; y si él ansí lo fiziesse, que
vido y tomó una lanca y fue para Pri- sería bienandante en ganar por sí mesmo
lateon y, sin dezille nada, lo encontró a tan fermosa cosa y de fazer al empera-
i!, P° de rosamente, que le fizo perder dor aquel pesar como él fizo a su avue-
jas estriberas y frisóle la loriga y fizóle lo. Y esto afirmó en su pensamiento. Y
a
Uaga. Primaleón se espantó quién llegando a la ciudad de Costantinopla
a aquel que ansí lo acometía y tornó desconocido, que persona en él no mi-
°re el y comencólo a ferir y Perequín rava, fuesse al palacio del emperador y
el, como aquel que no desseava otra allí lo vido él a su voluntad y conoció la
osa s ,n 0 s u muem L] Qomo Perequín gran tristeza que todos tenían por no sa-
. muerto, los más de sus cavalleros lo ber nuevas de Primaleón. Y don Duar-
eron porque de contino andavan en su dos mirava a todas partes por ver si ve-
« ua roa. [...] E c u a n d o k d u q u e s a y Gfi _ ría a Flérida, mas ella pocas vezes salía
orna supieron todo el fecho, uvieron de su cámara, que gran pesar tenía por
pesar
o n rio > especialmente Gridonia, su hermano.
4"e lo amava de coracón. Entonces fizo Y don Duardos estovo en la ciudad
lia juramento delante de todos cuantos de Costantinopla tres días que jamás la
He e A fStaVan d e n o s e c a s a r c o n c a v a - pudo ver y él no fazía otra cosa sino an-
ro del mundo, sino con aquel que le darse por las rúas mirando aquella gran
esse en arras la cabeca de Primaleón. ciudad de Costantinopla. Y un día en la
Cca
P- 72-73, P P . 133-136). tarde, andando mirando por de fuera los
palacios del emperador, llegóse aquella
parte de la huerta donde el emperador
néro° n D u a r d o s ' Príncipe jardi- se engendró estava. Y sabed qu'el em-
perador la avía fecho cercar de muy alto
muro y havía labrado en ella caños de
d o n
Y D u a r d o s s e vist[i]ó unos pa- muy gran sotileza por donde venía agua
aver ° n S b s m á s viles
que él P u d o muy fría a unas fuentes que en ella esta-
oorii' m a S P r Viles
° °< ue e l l o s e r a n n
o se van muy bien obradas. Y porque él avía
valor a r e i C ° b r Í r k SU g r a n f e r m osura y seído allí engendrado, fizo grandes cosas
deS( ue d o n
cer ! r 3 Duardos se vido en ella y fizo poner en ella árboles de es-
rea de la cibdad de Costantinopla, dio trañas maneras. Y tenía allí un ortelano
dJrtal 8radas a Dios
P°r le
aver guar- que los curasse y fizóle una morada en
a S t a aUí y r óle ue d e allí la huerta para él y su muger y fizóle una
adeLí °8 <l puerta por donde se mandasse. Y esta
rriess f ° l £ d e s a M P a r a s s e y le aco-
nafi-J a , S u c u i t a Porqu'él era acom- huerta estava a la parte de la cámara de
pañado de grandes pensamientos, qu'él Flérida y ella de contino con sus donze-
sa d í i ^ T d a r a c o n o c e r Por ser la cau- Uas salían a folgar muchas vezes allí.
la l d a d e
to Primaleón y no sabía si se Y aquella tarde que don Duardos se
en r a I n § l a t e rra y embiar a demandar acaeció a venir por allí, el ortelano, que
esto | S a m Í e n t ° a F l é r i d a a l a p e r a d o r , y era un hombre viejo, y estava a la puer-
Pem,, 6 e r a a é l g r a v e d e f a z e r Porque ta de la huerta que quería salir y su mu-
qUC m i e n t r
DH« e tanto la perdería. Y ger cerrar la puerta porque Flérida esta-
P S a v i a sa
lido de su tierra, que no de- va con sus donzellas en la huerta. Y no
PRIMALEÓN (il) 355

pudo la ortelana tan presto cerrar la armas por amor d'ella como otros cava-
puerta que don Duardos no las viesse. Y lleros fazen por donde alcancan los co-
bien conoció que allí estava su señora y razones de aquellas que aman. A mí la
tanta fue la su alegría que el coracón se ventura me ha seído tan esquiva que me
le estr[e]meció y quedó turbado en ver la á fecho mezquino cavador de tierra y
puerta cerrada. El órtelano se fue su ca- otro remedio no tengo para la poder ser-
mino a las cosas que a él menest[e]r le vir. ¡Ay, don Duardos!, ¿qué farás? Que te
eran y don Duardos no tovo tanto poder conviene morir muy cedo con desseo de
que de allí se fuesse, antes estovo muy aquella que no puedes aver, que, consi-
cuitado fasta que el ortolano tornó. En derando el su gran valor y el tu poco
este tiempo pensó él que si él en aque- merecer, es razón que pagues con la
lla huerta pudiese entrar, que sería él muerte el loco atrevimiento que has te-
más bienandante del mundo aunque él nido. Mas ¿de qué me quexo yo?, ¿qué
se fiziesse tan baxo que tomasse el ofi- mayor bienandanza quiero yo para mí
cio del órtelano, y acordó de dalle gran- que es ésta de estar en lugar adonde
des dones porque él lo tomasse en su cada día la pueda ver y fablar? ¡Qu'esto
compañía. [...] no á de durar para siempre! ¡Ya viniesse
Y luego el órtelano guisó de cena de la ora que mis ojos la viessen que nin-
lo qu'ellos tenían y fizo entender a sus fi- gún afán ni trabajo que yo sufra será
jos pequeños que era su hermano y to- duro para mí, mas muy suave! (cap. 97,
dos fueron muy ledos con él. Y como él pp. 218-220).
oyó dezir a la ortelana el nombre de su
marido, acordó don Duardos de llamar-
se ansí por desconocerse. Y desque ha- 3. Primaleón enamorado de su
blaron en muchas cosas, don Duardos le enemiga
dixo que quería dormir en la huerta por
comencar a obrar su fecho y los ortela-
nos se acostaron. Y don Duardos se sa-
lió entre los árboles, que en aquel tiem-
P r i m a l e ó n y el cavallero Giber ansi-
mesmo se fueron para el castillo
de la Roca Partida y no ivan armados
po era la fuerca del verano y estavan los sino solamente de sus espadas y ricos
árboles todos cargados de ramos y flores mantos cubiertos, y no Uevavan consigo
que davan de sí grande olor, que don sino al enano y al escudero de la du-
Duardos sentía gran descanso en su co- quesa. Primaleón iva tan desacordado en
racón. Y sentóse cabe las fuentes por ver pensar de ver a Gridonia, que no oía las
caer el agua de los caños; allí le era a él cosas que el enano passava con el cava-
lugar muy sabroso pensando que su se- llero Giber. [...] El escudero fizo entrar a
ñora muchas vezes allí estava. Y los con- los dos cavalleros y el alcaide fue con
juros que él fizo para aver el tesoro fue- ellos fasta que fueron ante Gridonia. Era
ron mortales sospiros que de su coracón ya tan tarde que tenían candelas encen-
salían desseando de ver aquella ora que didas y a la lumbre d'ellas parecía Gri-
él con su señora se viesse en aquel de- donia tan fermosa que era cosa estraña
leitoso lugar, mas dezía él: de ver aunqu'ella estava muy triste por
-¡Ay cautivo, que pienso que jamás amor de la guerra que el príncipe le fa-
este desseo yo lo entiendo de ver com- zía. Ella se levantó luego a recebir los ca-
plido! ¿Cómo querrá ella ver una cosa valleros y ellos fincaron las rodillas an-
tan baxa como yo agora estoy? Es verdad t'ella. Gridonia tomó al cavallero Giber
que la sirvo con fazer grandes cosas en con una mano y al de la Roca Partida
356 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

[Primaleón] con la otra y fizólos levantar y galardón que prometéis a quien vos la
sentar en el estrado y ella en medio d'e- diere, mas fazello he yo por vengar al ca-
llos. ¿Quién podría dezir lo que sentían vallero Giber y por vengaros a vos. (cap.
los coracones de aquellos dos cavalleros? 87, pp. 191 y 193).
El cavallero Giber de verse tan cerca de
Gridonia, Primaleón de vella y mirar él la
su gran fermosura que le pareció a Pri- 4. El Gran Patagón y los salvajes
maleón rmicho más que le avían dicho y patagones
estava tan trasportado, que no podía fa-
blar ni sabía qué dixesse. [...] i buen señor, -dixo Palantín-,
Y Primaleón fue triste cuando oyó M la mayor población que ella
dezir a Gridonia que Primaleón era trai- tiene es en la costa de la mar; y a una
dor y en mirallo tan graciosamente sintió parte d'esta isla ay muy grandes monta-
gran turbación en su coracófn] en pensar ñas y, de poco tiempo a esta parte, mo-
que aquella que él tanto amava era tan ran en ellas una gente muy partada de
sañuda contra él y díxole: todas las otras que ay en ella, porque bi-
-Mi señora, el cavallero Giber es de ven ansí como animales y son muy bra-
tanto coracón y vos ama tanto que todo vos y esquivos y comen carne cruda de
afán que él passe por serviros le será lo que cacan por las montañas. Y son
gran descanso; y yo creo qtie él no fol- ansí como salvajes que no traen sino
gará fasta verse con Primaleón. Y pésa- vestidtiras de pieles de las animalias que
me mucho d'ello que creo que recebirá matan y son tan desemejadas, que es
gran daño porque, según he oído dezir a cosa maravillosa de ver. Mas todo es
muchos cavalleros, a Primaleón le es nada con un hombre que agora ay en-
acusada la muerte de Perequín sin razón tr'ellos que se llama Patagón. Y este Pa-
y por esto creo yo que no fizo él traición tagón dizen que lo engendró un animal
en lo matar en los torneos, como se que ay en aquellas montañas, qu'es el
acaecen muchas vezes. Y si yo me uvie- más dessemejado que ay en el mundo,
sse de combatir con él, otra razón bus- salvo que tiene mucho entendimiento y
caría para lo fazer y no aquella y bien se es muy amigo de las mugeres. Y dizen
á parescido en los cavalleros que él á que ovo que aver con una de aquellas
vencido; y si él alguna culpa tuviera, ya patagonas, que ansí las llamamos noso-
fuera muerto por mano de alguno de los tros por salvajes, y que aquel animal en-
que lo han desafiado. gendró en ella aqtiel fijo; y esto tiénenlo
-¡Ay, Cavallero de la Roca Partida, rué- por muy cierto según salió desemejado,
govos, por la fe que a Dios devéis, -dixo que tiene la cabeca como de can y las
Gridonia-, que no me fabléis en salvar a orejas tan grandes que le llegan fasta los
Primaleón que me faréis morir con pesar hombros, y los dientes muy agudos y
si d'él me dezís! grandes que le salen fuera de la boca re-
tuertos, y los pies de manera de ciervo y
-Yo me escusaré de fazeros pesar
corre tan ligero que no ay quien lo pue-
-dixo Primaleón- y yo vos prometo, por
da alcancar. Y algunos que lo han visto
este pesar que vos fize agora, que si el
dizen d'él maravillas. Y él anda de conti-
cavallero Giber no vos da venganca de
no por los montes cacando y trae dos
Primaleón, de jamás folgar fasta que vos
leones de trailla con que faze sus cacas
dé su cabeca en vuestras manos; y esto
y trae un arco en sus manos con saetas
no lo faré porque pienso no ser merece-
muy agudas con que fiere. Y desque este
dor de alcancar tan gran bien como es el
PRIMALEÓN (il) 357

Patagón se crió en aquellas montañas, pies encima de su cavallo. Y él era muy


faze mucho daño que sale a lo llano y no ligero y diose a tal manera que, ponien-
falla hombre de acá de los nuestros que do los pies y manos por unos agujeros
no mata, por manera que los hombres de la pared, que se puso encima del
no son seguros y por aquella parte de- muro. Finea y sus donzellas estavan tan
xan de fazer sus lavores por él; y algunas embueltas con el falcón a una parte de la
vezes nos avernos juntado por lo matar y huerta que no lo vieron. Tarnaes las sen-
tanto avernos fecho como nada, antes él tió a ellas y decendió lo mejor qu'él
nos á fecho gran daño. Y trae un cuerno pudo a la huerta por un árvol muy gran-
a su cuello y tañiéndolo vienen muchos de que allí estava y fuese muy passo en-
de aquellos patagones a le ayudar y fa- tre <el>los árvoles por ver quién eran. Y
zen gran daño que no temen sus vidas, vido toda su cuita en mirar a Finea, que
por manera que ansí lo avernos dexado de más firviente amor y cautivo coracón
fasta que Dios, que es poderoso, lo qui- fue preso de la su fermosura que su pa-
te del mundo, que mucho nos sería me- dre y estovo ansí una pieca mirándola y
nester la su muerte, (capítulo cxxxiij, pp. ellas jamás lo vieron a él.
321-322). -¡Ay, cabtivo!, -dixo él-, ¿y cómo he
fallado mi muerte en ver la fermosura
d'esta donzella? ¡Ay, falcón mío, cómo
5. Tarnaes y Finea, amantes trá- eres de tan buena ventura en estar en
gicos manos de aquella que par de fermosura
no tiene!

Y T a r n a e s , el fijo del rey, no tenía


otro passatiempo ansimesmo sino
andar a caca y tenía un falcón estraña-
Y como esto dixo, sospiró muy fiera-
mente y Finea y sus donzellas lo sintie-
ron y, como lo vieron, fueron muy es-
mente bueno y él lo preciava mucho. Y pantadas y comentaron de fuir para el
un día salió a caca y el falcón se le tras- castillo. Tarnaes, que vido que Finea se
montó yendo tras una ave y, como él iva, él fuese muy apriessa a ella y travó-
tanto le preciava, fue tras él y andovo la del braco. [...] Finea, que presa estava
tanto que en la tarde llegó al castillo ya en el amor de Tarnaes, estuvo pen-
donde estava Finea. Y vido al su falcón sando un poco qué faría porque ella ja-
caer con el ave en la huerta del castillo y más avía visto cosa que ansí tanto se pa-
Finea, que en aquella ora en la huerta resciesse como aquel cavallero y las sus
esta va con sus donzellas solamente, fue dulces palabras le fizieron muy pagada.
corriendo a tomar al falcón. Tarnades, Y en aquel pensamiento que ella estuvo
que vido el castillo, maravillóse de vello acordó, pues que Dios le avía traído
de tan alto muro cercado y, como co- aquel tan preciado cavallero allí, de fazer
nosció que su falcón era caído en la por él todo cuanto él le rogasse. [...]
huerta, comencó de andar a la redonda Y ansí estuvieron estos dos a gran sa-
del castillo por ver si vería a quién pes- bor de sí y, cuando quería amanescer, Fi-
cudasse por él y no vido persona del nea se tornó a su lecho y Tarnaes quedó
mundo, mas nadie respondió aunque él muy ledo a maravilla, que estrañamente
dio bozes. Tarnaes fue muy enojado y era pagado de la fermosura de Finea y
juró de no se partir de allí fasta cobrar su más afincadamente la amó que de antes.
falcón y fuese fazia la parte de la huerta Y cuatro días estuvo allí Tarnaes; de día
que era el muro más baxo y buscó el lu- venía Finea y sus donzellas a estar con él
gar mejor para poder sobir y púsose de y folgavan mucho a su sabor y de noche
358 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

venía Finea sola y estava toda la noche amarga, porqu'él sentiesse el amargura
con él. Y de aquella vida jamás fuera eno- qu'él sentía en su coracón por la false-
jado Tarnaes si la ventura no lo mudara al dad que le avía fecho. Y por todos los
revés, que sabed que el rey en todo este árvoles andavan muy grandes aves y ne-
tiempo que él allí estuvo no vino a ver a gras a maravilla y el rey les mandó que
Finea y la causa d'ello era porque avía tres vezes en el día lo firiessen con los
embiado a llamar a Briceo, padre de Fi- picos en la cara y en el cuerpo y ansi-
nea, por le fazer grandes bienes y honras mesmo en los ojos, porque avía visto la
por le ganar la voluntad. [...] fermosura de Finea. Y ansí lo dexó en
Tarnaes y Finea, cuando conoscieron tan gran cuita y tormento y cubrió aquel
al rey, fueron espantados y no supieron lugar de una niebla muy escura porque
qué fiziessen ni dixessen. El rey, estraña- no pudiese ser visto de persona del
mente airado d'él, no acordándosele que mundo ni fallado.
era su fijo, sin nenguna piadad obró en E desque fizo sus encantamientos a su
sus encantamientos y fuese con él a una voluntad, tornóse para el castillo donde Fi-
montaña que avía en aquella tierra muy nea quedava y esto fizo él tan prestamente
áspera y apartada. Y allí fizo por sus ar- que antes que fuesse de día fue en la huer-
tes una torre y una huerta cabe ella de ta. Y veniendo en aquel lugar donde a Fi-
estraños árvoles y toda la fruta d'ellos nea avía dexado, fallóla muerta y metida la
era tan amarga y ansimesmo el agua que espada de Tarnaes por el coracón, que sa-
en ella avía, que no avía hombre que la bed que, ansí como ella vido llevar tan
pudiese gustar. Y allí metió él a Tarnaes, caielmente a su amigo, pensó que el rey lo
su fijo, y díxole que no avía de comer llevava a matar y que asimesmo faría a ella,
otra cosa sino de aquella fruta y agua tan (caps. 140-141, pp. 341-345).

60. PLATIR
de Francisco de Enciso Zarate
(1533)

por
Ma Carmen Marín Pina

TESTIMONIO

[1] Valladolid, Nicolás Tierri, 1533 (16 de mayo) [->]

TEXTOS

1. Virtudes mágicas del escudo


del espejo C o m o Platir era niño con Belforte,
hijo de don Duardos, nieto del ca-
vallero Triogo, llegavanse ambos a dos a

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1999- EDICIÓN: Ma Carmen Marín Pina (ed.), Alcalá de Hena-
res, Centro de Estudios Cervantinos, 1997. ESTUDIOS: Marín Pina (1996).
PLATIR ( I I I ) 359

la sepultura y acatavan el escudo de to- que sea no puede enpecer al cavallero


das partes. Tanto lo miró el infante Pla- que le truxere; y si sirviere alguna don-
tir, que mirando el espejo vio dentro una zella y con verdadero amor la amare,
donzella la más bella que él nunca viera verla á dentro de aquel espejo todas las
y, como vido maravilla tamaña, llamó a vezes que verla quisiere.
Belforte y le dixo: Mucho fue ledo el infante Platir con
-Dezidme, hermano, assí Dios vos esto que vio dezir a la reina Nagancia.
ayude, ¿qué yaze allí dentro en aquel es- -Y aún vos digo, -dixo la reina-, que
cudo? otro ninguno puede ver la donzella sino
Belforte le dixo que no avía nada. el que traxere el escudo.
Como esto vio Platir, detúvose que no le Bien sabía la reina todo lo que avía
dixo cosa alguna, que por maravilla era contescido a Platir con el escudo, aun-
cuerdo donzel el infante Platir, donde que no se lo quiso dezir, y con esto hol-
creyó que desde aquella ora el aventura gava ella de platicar con él las virtudes
era suya, por esto lo tuvo él muy secreto del escudo. [...]
que no lo dixo él a Belforte. Esta donze- -Por cierto, -dixo Platir-, dichoso será
lla que vos digo que parescía dentro del el cavallero que el escudo ganare. De mí
espejo era la linda Florinda, fija del rey digo a vuestra alteza que lo querría más
Tarnaes de Lacedemonia, por cuyo amor en mi poder que el imperio de Grecia.
después passó mucho afán el infante Pla- -Assí lo creo yo como vos lo dezís,
tir, como se vos contará adelante. Mucho -dixo la reina-, que tiempo vos averna
fue pagado Platir de la fermosura de la que daríades todo el mundo por él vos y
donzella y luego propuso en su coracón cualquier cavallero que en peligro de
de no amar donzella fasta ver aquella, muerte estoviese. (capítulo ix, pp. 32-33).
que luego se le assentó este firme pro-
pósito aunque era niño, y ansí lo tuvo él
hasta que murió. Pues muy a menudo iva 2. La penitencia de los celos de
el infante Platir a la iglesia de San Juan a amor
las grandes obsequias y nunca se quitava
delante del escudo del cavallero Triogo,
tanto bien le parescía la fermosura de la
donzella y, cuanto él más la mirava, tan-
P u e s e s t a n d o assí la infanta y la
donzella un día acostadas en su le-
cho burlando y folgando, vido la infanta
to más linda le parescía. Desde aquella la perilla atada al braco de la donzella
ora comencó él a sentir los mortales do- Silbia, de que ella ovo mucho pesar y
lores de amor que Florinda le dava. Fue tanto, que sospiró muy fieramente y fa-
tanto el secreto que en esto tuvo Platir, Uescióle el coracón. Como la donzella
que a Lambor, el buen cavallero, nunca assí la vido, dio bozes, que no cuidava
lo dixo, de que la reina tuvo mucho pla- ella cuál fuese la causa de su mal. Luego
zer. Y muchas vezes la reina le pregunta- vino la reina y todas las damas y donze-
va por qué se allegava tan a menudo a llas a ver a Florinda y falláronla traspa-
ver a Triogo. [...] ssada, como si realmente estoviesse
-Yo vos digo, -dixo la reina-, que tal muerta. Muchas fueron las cosas que la
es él y mucho más virtud tiene que ser reina por consejo de los físicos le man-
fuerte, que no ay cavallero que al cuello dava hazer hasta tanto que la fizieron
lo eche que no haga más que diez cava- tornar en su acuerdo. Y como la infanta
Ueros por ardides que sean. Y tiene él tal se vido assí cercada de la reina y de
propiedad, que encantamiento por rezio cuantas avía en el palacio, detóvose de
360 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

nada dezir, y con el gran pesar que tenía su señora Florinda ni después, mas ante
no hazía sino bolver las espaldas a la contino creció en su amor fasta la muer-
donzella que cabo ella yazía torciendo te, como su historia lo devisa más largo.
las manos una con la otra fingiendo que Mucho maravillada estava Trióla y no lo
le dolía el coracón. Y assí passó ella toda pudiera ella creer si no la viera ella en
aquella noche y tantas vascas hazía la in- poder de Silbia. [...] Y luego con esto
fanta en el lecho, que le fue forcado a la hizo ella llamar a Filadelfo y díxole:
donzella de levantarse. Grande era el -Ve al castillo del Alva y si ai fallares
duelo que todos los del palacio fazían, el Cavallero del Espejo, dale esta carta; y
tanto que vino el rey luego aquel día de si no lo hallares ai, ve en Inglaterra, que
mañana a ver la infanta y preguntóle en la corte del rey don Duardos lo halla-
qu'es lo que sentía con mucha piedad. rás, y no tomes d'él por ninguna manera
La infanta le dixo: respuesta; aunque te la dé, di que yo te
-Señor, la verdadera muerte siento lo mando assí. [...]
que me degüella. El donzel le saludó y le dio la carta
-Pues esforcadvos, hija, que todo lo de la infanta Florinda. Y ante qLie Platir
que convenga para vuestra salud todo se la rescibiesse, le tremieron las carnes y le
hará aunque supiesse yo quedar sin el falleció el coracón, que bien cuidó él lo
reino de Lacedemonia. Y punad por le- que en la carta venía. Y tomó su carta y
vantarvos muy cedo por dar algún des- leyóla y tanta fue la pena que con ella
canso a la reina, vuestra madre, que tan- rescibió, que no la pudo acabar de leer
to como vos siente vuestra enfermedad, ni sostenerla en las manos según las
que de mí ya soy viejo; sí Dios fuere ser- fuertes razones en ella venían. Allí súbi-
vido de llamarme d'esta manera, aquí es- tamente le falleció el coracón y cayó
toy para complir su voluntad. Folgad como muerto en tierra sin ningún senti-
vos, fija, y ved vos todo lo que a vos do tener, tanto le penetraron sus razo-
se vos antojare, que todo se hará como nes; y ansí estuvo una gran pieca, que
lo vos quisiéredes. [...] nunca pudo tornar en sí, de que el don-
Pues idos todos, quedando la infanta zel Filadelfo uvo mucha manzilla de ver
y Trióla solas, la infanta le dixo toda la ansí morir un tan presciado cavallero
causa de su enfermedad y cómo avía vis- como lo era el infante Platir. Allí malde-
to en poder de la traidora de Silbia la pe- zía los aceleramientos de las donzellas y
rilla que ella havía dado al infante Platir. sus cartas, que tanto poder tenían sobre
-Y según la donzella fuelga de hablar locos cavalleros. Pues a cabo de rato re-
en el cavallero, por muy cierto tengo cordó ya cuanto Platir y dixo contra Fila-
que lo ama muy afincadamente y lo mes- delfo:
mo creo del infante, pues assí me á bur- -Dezid, donzel, por el amor que a
lado en dar lo que yo le avía dado con Dios devedes, ¿díxovos más la infanta
sus puras importunaciones, como vos, que me dixéssedes?
señora, sabedes. -Díxome, señor, -respondió Filadelfo-,
Y cierto vos digo que la hermosura y que no recibiesse carta vuestra ni res-
gracia de Silbia mucho autorizavan en el puesta por ninguna manera, y que ansí
pensamiento de la infanta, porque era la vos dfxesse que me era de su parte man-
donzella una de las apuestas del mundo, dado.
mas mucha más era la lealtad del infan- -Pues idvos ora sin respuesta, -dixo
te Platir, que nunca se halló en su histo- Platir-, y dezid a la infanta que yo me vó
ria que otra donzella amasse ante que a a pagar por el mundo lo que nunca pe-
PLATIR ( I I I ) 361

qué, como el más desconsolado cavalle- -Ora no fables más en ello, -dixo Flo-
ro que toda ventura le desampara. rinda-. Si mi vida quieres, conviene que
Y con esto demandó sus armas y ca- luego me hagas hazer armas y todo lo
vallo y sin poner más recabdo en la isla, que es necessario lo más encubierto que
a vista del donzel Filadelfo, se fue sin sea possible.
más atender por do la Fortuna lo guió Ansí lo hizo Filadelfo, que de nadie
acá y allá, que no llevó él más camino fue sentido y tráxolo todo una noche
concertado del que que avedes oído. Y para palacio. Y mandó la infanta qu'el
ansí anduvo él bien seis días sin entrar en campo del escudo fuesse blanco con
poblado ni comer, ni parava en cabo nin- unos ramos verdes de oliva sembrados
guno más de cuanto dava él de comer a por ai con sus sobreseñales con los mis-
su cavallo muy poco. Tal andava él, que mos ramos, y vos digo que era bien lu-
no lo podía él fazer andar atrás ni ade- zido todo. Y luego aquella noche se lo
lante con la gran fatiga y hambre que en- provó todo la infanta y vínole tan bien,
trambos a dos sufrían pensando en aque- que fue maravilla, de que la infanta se
llas crueles razones que la infanta en la folgo mucho. Y hizo ella con Filadelfo
carta le avía escripto, que noche ni día que luego otra noche toviesse apareja-
no le podían hazer sossegar, tanta era su dos dos cavallos al postigo de la huerta
pena. (caps. 34 y 36, pp. 160-162 y 169). porque a prima noche se fuessen, que ya
cuando en la cibdad fuesse sentida la ida
de la infanta Florinda que estoviesse ella
3. Florinda, virgo bellatrix alexada gran trecho de la cibdad y fuese
causa que nadie le estorvasse este glo-
rioso camino. [...]
A esta o r a l l a m ó Florinda a Filadel-
fo y díxole todo su coracón y
cómo ella entendía de ir en Bohemia y
Y luego enderecó Filadelfo algo so-
bre la mano derecha y anduvieron toda
llegar a la cueva donde estava encantado aquella noche y casi fasta ora de nona
el cavallero Platir y el rey, su señor, y te- sin resposar. Ya a esta ora los cavallos
nerles compañía en el mismo encanta- ivan cansados y tanbién Florinda iva
miento; y que, porque creía que si fue- algo fatigada, y metiéronse por medio de
sse, dezía Florinda, en ábitos de donzella la floresta un valle arriba; debaxo de
que no se querría con ella aver Pelian- unos árboles, cabe una fuente se apea-
dos como se á con los otros cavalleros. ron. Allí comió la infanta de lo que Fila-
-Me conviene de ir armado como ca- delfo traía lo que les fizo menester y lue-
vallero a cavallo. Y por esta guisa, terne go Florinda dixo que quería reposar, que
ya manera de justar con él y él de me- se durmía.
terme en la prisión con el infante, mi se- -Pues hágalo vuestra alteza, -dixo Fi-
ñor. Y también, yendo d'esta manera, no ladelfo-, que yo velaré en cuanto ella
avrá quien nos conozca aunque del rei- duerme.
no salgan tras nos. Y esto conviene que Y echó su yelmo a la cabecera y el
assí se faga, porque de otra manera yo escudo hechóse sobre él a dormir como
no podría bivir una sola ora. Y este pen- si toda su vida fuera criada en las armas.
samiento me á mí tornado tan locana Allí soñó Florinda casi todo bien ansí
como estos días as visto, que bien sé que como le avino en la cueva con el infan-
se hazen todos maravillados d'ello. te Platir, de que ella estava muy alegre.
-Gran cosa queredes hazer, señora, Y despertó con esto y vido luego venir
-dixo Filadelfo. casi desde el principio del valle una don-
362 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

zella en un palafrén a todo correr, dando Florinda cavallero, que muría por ella de
los mayores gritos del mundo, y tras ella amores, tanto que, yéndose acostar la in-
un cavallero. Y como los vido ansí venir, fanta, no se pudo cufrir Mirnalta, la don-
la infanta bien cuidó que la donzella ve- zella, que ansí avía nombre, qLie no des-
nía a pedirle socorro, y tomó su yelmo y cubriesse su coracón a la infanta. Y vos
enlazólo en la cabeca lo mejor que ella digo que Mirnalta era por maravilla fer-
pudo, y echó su escudo al cuelo y echó mosa y muy agraciada, tanto que pareció
mano a su espada, y tomó la donzella ella muy bien a la infanta Florinda. Mu-
cabo sí y dixo contra el cavallero: chas cosas de amores y de requiebros
-Cavallero, estad quedo, que agora passaron entre la donzella y Florinda,
no avedes de hazer a la donzella cosa tanto que Florinda se otorgó por su ca-
ninguna, que está ella en mi poder y de- vallero veyendo el sobrado amor que
fendérvosla ía yo por batalla si vos y Mirnalta le tenía, prometiéndole que
cosa desaguisada le hiziéssedes. Mas tan- cuanto él bolviesse de provarse en una
to y faré yo, que si tuerto y vos tiene fe- aventura de un cavallero su amigo que
cho que vos lo emiende. estava en prisión de luego ser con ella y
-No quiero yo más, -dixo el cavallero-, d'estar allí cuanto ella mandase.
que cosa de la donzella yo no lo quiero -A Dios merced, -dixo Mirnalta-, que
por ninguna manera. Sabredes, señor ca- agora me tengo yo por la mas bienan-
vallero, que á bien dos días que topé esta
dante donzella del mundo, pues de tal
donzella en una floresta dos jornadas de
cavallero soy servidora.
aquí, do yazía yo cabe una fuente dor-
-Soylo yo vuestro, -dezía Florinda-, y
miendo, y ella me tomó el escudo que
trae al cuello y por cosa que con ella he esta ventura no quiero yo dexarla de co-
fecho nunca me lo á querido tornar, de- nocer. Y pues que Dios me á hecho la
ziendo que anda en el escudo devisa de mayor merced del mundo en que vos,
su amigo y suya, y dígovos, señor cavalle- mi señora, me quisiéssedes tomar por
ro, que si no fuera por ampararla vos, que vuestro cavallero, que donzella sodes
yo le hiziera que comprara caramente el vos para que cualquiera príncipe se to-
enojo que me tiene fecho todo este tiem- viesse por bienandante de serviros. Por
po passado. (cap. 70, pp. 317-318). la orden que juré de cavallería, que en
cosa no me entremeta si no es en esta
aventura que vó fasta que sea aquí con
vos para hazer vuestro mandado.
4. La doncella guerrera y el jue-
go de la seducción Y con esto tomava Florinda las ma-
nos a Mirnalta y besávaselas muchas ve-
zes. Luego dende a cuanto, salió la don-
Y a casi c u a n d o quería anochecer,
allegaron al castillo y por muchas
importunaciones de la donzella quedó
zella de la cámara y dexó a la infanta
sola, la cual nunca ál fazía sino cuidar en
allí aquella noche Florinda, do ella fue su amigo el infante con los mayores pen-
muy bien servida de todo lo que le hizo samientos del mundo. Ansí pasó aquella
menester a ella y al donzel Filadelfo. noche y con doblados dolores lo passo
Pues ya después que desarmada, Florin- la donzella Mirnalta, que no veía ella la
da quedó la cosa del mundo más bella; ora que amaneciesse para ir ver al cava-
con el calor que llevava no parecía sino llero, que cuidava ella que lo era. (cap.
verdaderamente ángel. Fue tan pagada 70, pp. 319-320).
de ella la donzella, creyendo que fuesse
PHILESBIÁN DE CANDARÍA 363

61. PHILESBIÁN DE CANDARÍA


(1542)

por
Hernando Cabarcas Antequera

TESTIiMONIO

[1] Medina del Campo, Pedro de Castro, 1542 [—>]

TEXTOS

1. Rapto de Felinis y la infanta las infantas, y a todos los de la compañía


Lecisa de la Duquesa, por ver el jayán venir a
aquella aventura. Mas los cavalleros de-
mostraron muy buen semblante y rostro
Y assí, q u e r i e n d o responder el
Príncipe, sin dezir más, echándole
los bracos, que por ser de tan poca edad
alegre, dando a entender en muy poco le
estimar, aunque en lo secreto tanto no
ligeramente pudo hazer, lo dio a dos es- fuesse porque, según el concierto y buen
cuderos de los suyos que lo llevassen en tracto de la justa y passo, no se avía de
uno de los palafrenes de que ellos gui- entender jayán. Pues siendo ellos desco-
sado venían; lo cual viendo el de lo tur- munales de naturaleza, assí ivan sacado
quino que a los cavalleros avía vencido, de las aventuras que entre los cavalleros
hizo otro tanto de la hermosa Lecisa que se hazían por honra ganar, y no por cau-
junto con Felinis [colmencava a hazer sa de enemistad, (f. xviiv).
grandes llantos [...].
Vieron todos a la donzella y el valien-
te jayán [Poderón] que le acompañava, con 2. Las m a l a s i n t e n c i o n e s d e l ja-
cuatro escuderos que los seguían. Venía yán Maleorte con la infanta Lecisa
de muy rezias armas armado todo, que
muy bien paresció. Con unas sobreseña-
les negras, demostrando la tristeza por la
muerte de su padre, con unos botones
Y
a l l e g á n d o s e a los cavalleros de
las infantas, los del jayán dixeron:
-Estad quedos todos y no hagáis nin-
verdes enlazado, por la esperanca de Al- gún rumor ni fineta de miedo o fuida,
niba. El escudo era assí mesmo, por la or- porque el jayán Maleorte de Bradanca,
ladura, negro y verde; en el medio del un nuestro señor, viene aquí, y no dexará
valle figurado. El cavallo assí mesmo ne- ninguno escapar a vida, y vosotros no
gro. Mucho pesó al príncipe Felinis, y a vos podréis defender del. Mas, pues ai

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n°. 1753-


364 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

vienen esas donzellas hermosas, háblen- grandes arboledas, vieron estar un pilar
le con mesura y seréis todos libres por de mármol, que por una boca de un león
ellas, que las ama mucho y no vos verná que en él estava aleado, y los ojos y los
ningún mal [...]. Y el jayán mirando la más de sus miembros, caños de agua
hermosura de la infanta, estava muy ator- muy clara salían, que de una fuente la-
descido en el amor suyo sin nada le ha- brada manavan que en medio del prado
zer. E como ya viesse que avía buelto en era. Alegres fueron los cavalleros del lu-
sí queriendo sin nada le dezir, como bes- gar tan vicioso, abscondido, que allí es-
tial que era, tener ajuntamiento con ella, tava, y muy maravillados d'ello. Pues allí,
súbito le vino tan gran tremor y miedo, mandándoles descavalgar y hechando
que espantado del gran tremor que en su sus cavallos a pascer por la verde yerva
coracón le vino, cayó como si una gran que era do la floresta estava, se sentaron
torre cayera en tierra, y de la caída que todos tres, y dixo la duquesa:
dio quedó como muerto. La infanta, que -Beved d'esta dulce agua del pilar,
muy espantada era, viendo la gran mara- que yo vos digo que passarán algunos
villa que el poderoso Señor por ella y su días que cavallero como vos no lo beva,
cormana obrava, tomando gran esfuerco y vos dará gran refrigerio; porque ésta se
en sí, como persona que de una gran rui- llama la Fuente del Pilar del Agua de
na y peligro escapa y sale, se fuera don- Acrescentar Amor.
de Lecisa estava. La cual, como ella la Los cavalleros, biviendo de la fuente,
sentiesse llamar, pensando que fuesse el luego fueron muy más enhartados. Y ol-
jayán que se veniesse para ella y que ya vidando el amor de sus mugeres, ende-
con su cormana avía tomado su deleite, más Perindeo fue tan enamorado de la
no osando llorar ni responder, estava donzella, que no pudo estar sin se alle-
muy queda. Mas viendo porfiavan llamar, gar a ella diziendo:
y que la Uamavan cormana y señora mu- -Si Dios me vala, mi buena señora,
chas vegadas, conosciendo la boz de
pues vos me avéis mandado que tome la
Yrboina se levantó con gran priessa y
muerte para mí; si no me vale la vuestra
abrió la puerta, (ff. xxvv-xxvir).
mesura, con mucha razón me podría
quexar de serme tan cruel cuanto her-
mosa os hizo Dios para mi mal no me re-
3. Las magas m o r a s Daifalea y mediando.
Zulbaya encantan a Armirán y Perin- -Esso no haré yo, por mi fe -dixo la
deo c o n el agua de acrecentar amor donzella-, ni vos mi señor Perindeo lo
merescéis; mas dexad allegar aquella

Y assí, h a b l a n d o en muchas cosas


de profiertas de amor, les llevó
por un camino muy deleitoso y cerrado
gente que allí viene, que es mi cormana,
la señora de toda esta tierra, y haziendo
vos lo que os pidiéremos, haremos nos
una gran pieca, hablando siempre en lo que mandáredes. (f. xxixv)-
amores, quitándoles todos los pensa-
mientos que de sus dueñas y amigos po-
dían tener, y enhartándoles en su amor. 4. Felinis se e n a m o r a de la prin-
Endemás a Perindeo, de quien ella iva cesa Florisena
muy contenta. Pues no anduvieron,
como vos dezimos, mucho cuando sa- u e s , c o m o ellos más se llegassen
liendo a un muy verde prado que de una
floresta cercado estava, y de muchas y
P a la parte de aquel tan hermoso
jardín muy passo eran muy maravillados
PHILESBIÁN DE CANDARÍA 365

en gran manera de la hermosura de la


huerta, y de la diversidad de los árboles
y fructos que en ella avía. Mas cuando
S o ñ a v a y o , m i buena y amada cor-
mana, que me vía estar en un muy
rico y ancho palacio, donde muy ricas y
fueron más cerca del hermoso jardín fue- ataviadas salas avía. En una de las cua-
ron muy más, porque era una muy ex- les, estando yo en la mayor gloria y alte-
traña cosa de ver, e sobrepujava a cuan- za que ser podía, súbito en gran congo-
tos hasta allí vista avían. Y de lo que más xa y passión mi atribulado coracón era
maravillados fueron, era porque vieron puesto; porque un muy pequeño infante
en media d'él un aposento labrado, de ciego y desnudo, con una dorada flecha
muy hermosa y excelente pedrería de di- me hería. E puesta con muy gran afli-
versas colores. E una fuente con un so- ción, en una muy obscura tenebregura
noroso murmuro, que una agua muy cla- me dexava. Y como yo llamasse valedor
ra botava en medio del, por una águila que en tal angustia y tribulación me so-
dorada hecha por arte muy subtil, que corriesse, de muchas extrañas y diversas
encima de una columna estava; y alde- gentes me veía ser tan malamente ser
rredor, en un muy rico estrado de coxi- cercada, que en tanto pavor me ponían,
nes muy hermosos, donzellas de muy ri- que pensava ya ser cuasi salida d'este
cos paños ataviadas, que durmiendo mundo sin tener más la vida, y sentía
estavan mucho a su sabor. E más ade- que estava en el fin de su jornada, con
lante, en otro estrado muy más rico, con tanto desmayo que ningún consuelo
paños y coxines de brocado y oro com- para su remedio conoscía aver en ella. E
puesto, otra donzella muy más hermosa como assí en esta tan grave passión a la
que ningunas de las que en el estrado de alma sentiesse, y porque las gentes para
la muy hermosa fuente eran, junto con la su gozo, no otra cosa que mi persona
muy hermosa princesa Florisena, la cual querían, un gripho de maravillosa gran-
era la más excelente en fermosura que deza y hermosura vi venir; con tanta cla-
en su tiempo oviesse, assí mesmo que ridad y resplandor, que a toda aquella te-
estava durmiendo. Lo cual, como vos de- nebregosa escuridad clara hazía, y de
zimos, la muy sabia duquesa Almidana grande y resplandesciente lumbre alum-
por su gran saber avía obrado, que al brava. El cual a mí se allegando, y yo de
tiempo que el príncipe Felinis allí ve- cosa no vista por mí jamás, no menos
niesse, sola esta donzella y la Princesa turbada que en lo que padescía, con una
podiessen verlos y no más, ni recordar boz humana me saludando, assí habló:
aunque más quisiessen, hasta que allí
aquellos cavalleros se pudiessen ir. -Aquel poderoso Señor que tanto
cuidado de ti ovo y tiene, te dé la gran
Pues como el príncipe Felinis oviesse honra y alegría que por mí te es dessea-
visto la sin par que era la princesa Flori- do; que porque conoscas deveras to-
sena, según el alto y muy poderoso Se- mando este anillo fermoso que de las tie-
ñor lo permitía, súbito fue tan pagado de rras no halladas sin buscar, y d'ellas no
la gran hermosura suya que cuasi fuera conoscidas, sin saber te es embiado, y
de sí pensó ser. Qué se os dirá sino que puesto ante las disformes gentes, que
el novel enamorado fue tan súpitamente contrastar ellos te quieren, sin falta serás
herido de la saeta de aquel cruel Cupido, libre, y sin lesión de aquí saldrás con la
que no sabía de sí. (f. xxxiiiv)- mayor bienaventuranza que jamás sentir
pudieras. E te conoscerás ser madre de
aquél que extremado entre los de su
5. El sueño profético de Florisena tiempo será, e tú señora y reina de todas
366 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

las gentes que devisas. En memoria del avían llagado, aunque las del príncipe
cual servicio que te fago, para siempre eran sin peligro, de que Odorpo se sen-
de mí te acordarás; y porque en otro tía muy desmayado, el príncipe le hizo
tiempo que en semejante peligro te veas, una tan gran herida sobre el braco de la
serás por mí assí mesmo socorrido. manga de la loriga, de que más no se
»E assí, dexándome un hermoso ani- pudo aprovechar con él; assí viéndole
llo en mis faldas, y tomándolo yo con dio otro golpe sobre el yelmo que dio
gran consuelo que en las palabras del con él en tierra, y yendo sobre él sin nin-
gran grifo avía sentido, y mostrando la guna compassión que del ovi[e]sse le
valerosa piedra que en él estava, súbito cortó la cabeca, y dixo:
vía caer aquellas gentes en tierra, y ser -Assí plega al poderoso señor tenga-
desechas como humo. De que yo que- mos presto los que contra tan gran sin
dando en gran alegría y demasiado pla- razón en estos reinos entraron, (f. xlv).
zer, gente de gran hermosura y valor,
assí de cavalleros, como hermosas due-
ñas y donzellas con semblante de cresci- 7. L o s a m i g o s d e O d o r p o desa-
da alegría y apostura, en contra de mí fían al prínipe Felinis, llamado ahora
veniendo y haziéndome gran mesura, el Caballero de los Corazones
me tomavan. E llevándome a una cáma-
ra de riqueza y valor incomparable, can-
tando me dezían:
«-Bien venga aquella que subrepujan-
S a b i e n d o c u á l el Cavallero de los
Coracones era, mucho fue en gran
manera maravillado de su poca edad y
do a nos de hermosura e bondad, por su gran hermosura y de su grande esfuerco,
esfuerco y valor, será reina y señora con dixo:
el señor del preciado grifo, cuyo conse- -Cavallero, el jayán Maleorte y Bra-
jo tomó, y holgará entre las más fortuna- mafeo el Fuerte mis señores, y el rey
das seguirá, (ff. xxivv-xxvr). Hermior de Panonia y Suecia, que se lla-
ma como hermano suyo en armas que
es, te hazen saber por mí cómo ellos han
6. El combate entre el príncipe sabido por muy manifiesto y claros testi-
Felinis y el gigante Odorpo monios dignos de fe en como tú, con
gran traición y engaño, matasse al noble
Odorpo de la Delpha, espejo de nuestro
Y embragando sus escudos y he-
chando mano a sus espadas se
encomencaron a herir y hazer una vata-
linaje sobrino de mis señores, que como
a sí mesmo amavan; y después, aviendo
Ua muy fiera; mas el príncipe Felinis que los de la villa de Artulea pedido treguas
conosció estar en gran peligro, porque si a Odorpo, y él les aviendo assegurado,
sentidos fuessen, no podía escapar de porque a él querían por señor, con gen-
prissión de la mucha gente de Odorpo, te de la villa acometiste su genfte], y es-
dávase gran priessa por dar fin a la bata- tando en seguro d'ella los venciste y ma-
lla. Y assí anduvieron buena pieca, que taste, d'estruyendo todos los que estavan
por mucho que se esforcava para le ven- en el castillo de Gamber aviéndote en-
cer hallava en él gran resistencia, y tremetido en ser caudillo principal d'esta
aviándose ya dado muchos golpes, tanto gente y reino y enemigo mortal suyo.
que ya tenían todas las armas abolladas Por lo cual dizen que como malo y falso
y los escudos tajados y mucha sangre cavallero que eres, te mandan desafiar
que de algunas heridas corrían que se para que en campo seguro que te darán,
PHILESBIAN DE CANDARÍA 367
te harán bien conoscer ser verdad todo priessa, porque él iva adelante como les
lo que de ti se dize; que aunque poca ad'estrando y salidos que fueron una
venganca sea la muerte tuya en cambio gran milla del prado, bolviendo el rostro
de aquel tan noble cavallero Odorpo, a ellos, les dixo hechándoles los bracos
por ser tú el que en algo esta gente y al cuello:
reino tienen, serán satisfechos. Y para -¡O, mis buenos y muy verdaderos
que con más voluntad y mejor la tomes, cormanos!, ¿cuál ventura ha sido la vues-
donde tanta gloria avrás por ossar tomar tra tan contraria, o desmerescimiento de
batalla con ellos, si tú solo no osares que vuestro linaje, que tanto tiempo ayáis sin
metas cuatro o cinco cavalleros, cuales a el conoscimiento de natural razón esta-
ti te parecieren, contigo; con tal condi- do, y con tanto olvido de los que tanto
ción que si vencidos fuéredes que el rei- os aman? Yo soy vuestro cormano Felinis
no de Suecia y sus señoríos queden al de Ungría, a quien dexando en tanta tier-
rey Hermior subjecto, y la infanta Dolo- na edad, ya estoy en el estado en que
bela se dé a Maleorte, y si vencedores veis; y vuestras dueñas tan dignas de no
que el rey Hermior de Panonia, hazien- ser olvidadas que dexastes, teniendo ya
do la emienda que la reina o tú mandá- fijos grandes de vosotros, son aora ma-
redes de los daños que aquí se han he- dres de hermosos donzeles, con lágrimas
cho, le dé cada un año parias, las que tú de congoxa siempre llamando a sus pa-
más ordenares. Y ellos pornán otros cin- dres; y avéis todo olvidado por el amor
co cavalleros que les mejor parescieren de unas moras magas, enemigas de
para que se dé fin a esta batalla y con- nuestra sancta ley y fidelidad.
tienda. Y assí, si tú te prescias de bueno, Cuando Armirán de Suecia y Perin-
tú escaparás mucha gente que no muera deo de la Roca sintieron las palabras que
de la tuya, y ganarás lo que más desseas el príncipe Felinis les dixera, y conoscie-
sin mucho trabajo y fatiga, (ff. xlv"v). ron ser verdad cuanto les hablava, estan-
do como espantados y fuera de sí y
como que de un gran sueño fueran des-
8. Felinis libera de la Aventura piertos, viendo a Felinis que muy bien
del Agua de Acrecentar Amor a Pe- conoscieron y las palabras que les dixe-
rindeo y Armirán ra tan amorosas y lastimeras, dixeron:
-¡O, muy bienaventurado y muy

Y n o e s t u v o m u c h o assí, cuando
vio los cavalleros que él buscava
y aquel buen donzel, que Plauril avía
buen señor cormano nuestro!, bendito
sea y alabado aquél Señor que ante nos
vos truxo, y enderescó vuestro camino
nombre, que aviendo andado a caca ve- para que de tanta aflición y congoxa nos
nían a reposar a la fuente. Y llegando a sacásedes, y diéssedes tan gran gloria a
ellos, sin que conoscer lo pudiessen, de vuestro valor, y alegría a los que bien
que gran lástima ovo, y no podiendo es- nos aman. (f. lviiv).
tar sin que las lágrimas le corriessen de
sus hermosos ojos, les dixo:
-Cavalleros y donzel, venid en pos 9- Felinis y Florisena apagan
de mí, y mostraros he yo una hermosa sus mortales deseos
aventura.
Ellos, que como personas de fuera de
sí eran, levantándose ligeramente, c-aval-
gando en sus cavallos le siguieron a gran
S e ñ o r a , -dixo don Felinis-, [...]
oyame la vuestra virtud, mi bue-
na señora, donde con más reposo estéis
368 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

en este vuestro aposento del hermoso vosotros, buenos señores, los que sois, y
jardín, que mi señor Floridior y Leonisa no por yerro tenéis aquello que forcado
se acompañarán. avernos hecho, y no por ligereza de vo-
La princesa, que ya ál no podía hazer luntad, mas por muy gran firmeza de
según el grande y crescido amor que la amor durable lo emprendistes, yo quiero
tenía vencida, consentiendo, y diziéndo- ver si en vos se hallará aquello con que
le el príncipe que le quería amostrar un siempre me avéis forcado vos, buen se-
anillo hermoso que Membrún le diera en ñor Felinis, en que delante mi cormana y
gaje de la batalla, sacó el anillo del dedo, mi señor don Floridior digáis lo que en-
que más fuerca tuvo para lo que quiso tre vos y mí passado ha de ley de matri-
de las donzellas, porque aquella virtud monio; y vos, mi buen señor don Flori-
tenía, y viéronse muy claro como si mu- dior, ante nos con mi cormana Leonisa,
chas antorchas estuvieran encendidas porque siendo para con Dios libres de
ante ellos, encendiéndose en el fuego de culpa, lo seamos los unos de los otros
sus amores. E bolviéndolo a encubrir, to- ante nos.
mando el príncipe a la princesa por la Don Felinis, y don Floridior, besán-
mano, y don Floridior a Leonisa, des- dole las manos por la habla tan mesura-
pués de ávidas muchas razones entre da y discreta que hiziera, y diziendo que
ellos, que la historia no haze mención, aquello tenían ellos por la mayor gloria,
viendo los cavalleros el mucho aparejo [dixo]:
que tenían, y la gran parte que les avían -Que yo me doy por vuestro, mi muy
dado en aquel deleitoso jardín, hizieron presciada señora, que porque vos lo
dueñas a aquellas más hermosas que en queréis y assí es necessario, por esposo
aquella sazón avía, con gran contento y marido, y juro la fe de cavallería de ja-
d'ellos. E como es costumbre después de más ser la señora de mi coracón otra
cumplidos sus desseos, conoscer y mirar sino vos.
con más prudencia lo que no a tanta La princesa, haziendo lo mesmo a Leo-
honra como a su bondad convenía las nisa con don Floridior, [que] passassen se-
semejantes personas avían obrado, dissi- mejantes palabras, fueron los más conten-
mulando la princesa con gran gravedad tos del mundo; y bolviendo como de
su yerro, siendo juntos todos cinco, con nuevo a aver entrellos crescidos auctos de
no poca vergüenca que en su hermoso aquellos que tanto se amavan, estuvieron
rostro señalava, assí les dixo: otra pieca. (f. lxxxiiv).
-Aunque, mis buenos señores, no
pueda quedar sin culpa, y assí del yerro
que hize llevar la pena, pues conoscien- 10. El abandono de Philesbián
do vuestra gran bondad y mesura y con-
fiándome en ella tal fructo he sacado, lo as t o m a n d o la rica cadena de
cual jamás pudiera pensar, mucho me
pesa que mi señora cormana aya caído
M oro que a sus pechos tenía, y sa-
cando el anillo que le diera del jayán
por mí en lo que yo por mi mesma cul- Membrún el príncipe, y otras ricas joyas,
pa soy; que aunque oviera de ser lo que se las echó al cuello, diziendo:
fue, pues no ay otro que con más razón -Aunque presto te aya de ver, si el
la merescer podía que vos, mi buen se- poderoso Señor lo permite, si la fortuna
ñor don Floridior, no fuera justo que en algo contrariarte quisiere y no me veas
tan breve tiempo tanta libertad se per- tan cedo, ¡O, hijo muy amado!, toma esto
diesse. Mas porque yo creo que siendo que tu amada madre y extremado padre
PHILESBIÁN DE CANDARÍA 369

llevas, porque no quedes del todo des- nuestra lengua se dize, sea su nombre
heredado de lo que por ellos meresces. maravilloso.
E haziéndole hechar luego el agua E assí, diziéndolo a su madre la prin-
del baptismo, y desnudándole para ello, cesa, y todos, siendo muy contenta, le
vieron cómo el hermoso infante tenía llamaron Philesbián, por su padre y lina-
tanto puesto los ojos en una finiestra que je, de Candaría; que amador de las cosas
en el rico aposento del jardín era, que maravillosas en griego aquello quieren
todos fueron maravillados d'ello. E mi- dezir.
rando más atentamente, vieron cómo Pues baptizado el hermoso don Phi-
una estrella de maravilloso resplandor lesbián de Candaría, y puesto su nombre
estava sobre él, y parescía aver allí sido tan conveniente, fue llevado por la her-
assentada sobre ellos. E como Baliaya mosa dueña Baliaya, madre del hermoso
fuesse unas de las más sabidas dueñas Garnestes, con los cavalleros que apare-
en letras que en la corte se hallavan de jado tenían, diziendo que era hijo de una
la reina Aliastra, y en ello mirasse, dixo: su cormana y lo llevavan a Cindara en-
-Cierto, mis buenas señoras, esta ma- cubiertamente; y otra dueña, llamada La-
ravillosa señal que aquí vemos es gran riola, a la hija de Leonisa, que Claricia
pronóstico, y señal de gran valor d'este avía nombre, a la Condessa de Galmeriz;
infante nos enseña; que pues el podero- mas esta infanta fue sin ningún contraste
so Señor assí mostrarnos quiso, y él será llevada a la Condessa su tía, y se crió
el más amador de su servicio y de las co- con mucha poridad y secreto fasta su
sas durables y eternas, cual en su tiempo tiempo, y el hermoso infante don Philes-
no será otro, justo es que por su nombre bián no en Cindara, como adelante oi-
sea más conoscido; y assí, en lo que en réis, (f. lxxxviiiv).

62. POLICISNE DE BOECIA


de Juan de Silva y Toledo
(1602)

por
Alejandra Suárez Sánchez de León

TESTIMONIO

[1] Valladolid, Juan fñiguez de Lequerica (difunto), 1602 [—»]

TEXTOS

1. Minandro, rey de Boecia, vive o m u c h o s a ñ o s después de la


angustiado por no tener un hijo que
herede su reino
N' passión de nuestro Redentor Jesu-
cristo (cuenta un famoso varón de Ate-
nas llamado Atiyano), que en el reino de

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 2005. ESTUDIO: Russell (1982).


370 LOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

Boecia huvo un cristianíssimo rey que pidisse, aunque la petición no fuesse tan
llamavan Minandro, casado con una no- justa como él pensaría que lo era.
ble reina, que Grumedela avía nombre, El santo Frontonio estuvo muy atento
que en aquellos tiempos no se hallaron a todo lo que el rey dezía y, desque bien
reyes tan justicieros, ni que en más paz entendió toda su cuita, le conortó y es-
y concordia rigiessen y governassen sus forcé cuanto pudo, trayéndole a la me-
reinos; y assí eran tenidos y acatados no moria muchos exemplos y santas dotri-
solamente de sus vasallos, mas aun de nas de la Sagrada Escritura que a su caso
los reyes sus vezinos y comarcanos, y hazían, que él muy bien sabía, que gran
por doquiera que su fama se estendía. letrado era. Y assí mismo le dixo:
Mas como ninguno, por grande que sea
-Hijo señor, mi consejo es, si a vos os
ni abastado de los bienes de fortuna, si
parece, que dexando este hecho a Dios,
le falta la menor cosa que su corazón
que el poder tiene y de quien el remedio
dessea, no puede vivir contento, cuánto
verdadero ha de venir y avéis de esperar
mas aqueste buen rey Minandro, care-
por su santa misericordia y piedad, antes
ciendo de lo principal, que era heredero
que de aquí os partáis os confesséis de
de su reino y grande señorío, tenía legíti-
todos vuestros pecados y recibáis el sa-
ma causa y razón para vivir más penado
cramento de su Sagrado Cuerpo. Y esto
que ningún otro príncipe ni señor que le
hecho, tened esperanca en Dios, que él
faltasse lo que a él tan demasiadamente
os oirá. Y yo, aunque indigno en mis sa-
le sobrava; porque cuanto más él veía
crificios y pobres oraciones, os prometo
que posseía, tanta más pena le daba no
todos los días que viviere os ofrecer y en-
tener a quien dexallo. (cap. 1, f. i).
comendar con tanto amor y voluntad
como si mi hijo fuéssedes. (cap. ix, f. 13).

2. El rey Minandro pide a un


santo ermitaño que interceda por él 3. El p r í n c i p e P o l i c i s n e , h e r e d e -
ante Dios para que le conceda un he-
ro del reino de Boecia, se cría en la
redero.
corte.

TH r o n c e s el rey le descubrió muy


±^ abiertamente la causa de su ansia y
congoja, diziéndole cómo, en tantos
D i c h o o s h e m o s cómo el príncipe
se criava a cargo del conde Bri-
gendos y hazíase la más hermosa criatu-
anos que con la reina Grumedela era ca- ra que dezir se os puede. El conde nun-
sado, Dios no les avía querido oír sus ca en ál atendía desque edad tuvo de
ruegos y peticiones, que era pedirle un poderse soltar sino buscarle mil maneras
hijo que eredasse sus reinos y señoríos de passatiempos. Y mostrava tanto amor
para que d'ellos quedasse memoria y a Tarín, que de sus días era, que nunca
acuerdo en los tiempos venideros. Mas menos de hermano le llamava, que d'es-
que sus pecados eran tan grandes ante te, cuando nació, estava la condesa Ro-
Dios que estorvava de ser. oídas las ple- seta parida de seis meses. Nunca el uno
garias y ayunos que tantas personas de- del otro se apartavan; muchos donzeles
votas, juntamente con sus vasallos, ha- venían de su edad a le servir de que mu-
zian, que lo mesmo que él pedían. Y que cho holgava, mas sobre todos amava él
a esto venía, a le pedir su favor y ayuda a Tarín, que por hermano le avía, que
ante Dios, pues que creía sin falta sería bien dava su coracón a entender los ser-
del acetado todo lo que a su grandeza vicios que adelante le avía de hazer.
P O L I C I S N E DE BOECIA 371

La reina, su madre, holgava muchas que avía hechura de un lobo muy ham-
vezes de ver los juegos que Policisne briento, y señaló con la mano azia po-
con los donzeles hazía, y entrávase mu- niente. Y saliéndose muy contenta y
chas vezes en un jardín que en el pala- ahumando sus altares con gran acata-
cio estava y en él, cabe una fuente que miento; y antes que saliesse, le hablaron
en el medio se hazía, se ponía la reina a todos juntos con gran clamor y aullidos,
mirar verlos trevejar y tirar sus arcos. Y que la sala parecía hundirse, diziendo:
un día Policisne llegó a todos los donze- -Mira bien lo que hazes y ten en más
les ordenando con ellos que el que la este hecho que lo que piensas, que de
suerte cupiesse tuviesse cargo de defen- todos los del mundo te asseguramos que
der el agua de la fuente a los otros que esto no te podrá escusar ni estorvar sino
bever quisiessen. La reina se espantó uno. (cap. xxxvii, f. 56).
con sus donzellas de oír lo que el prín-
cipe dezía. (cap. xxvn, ff. 41v-42r).
5. El príncipe Policisne es ar-
mado caballero.
4. De cómo la maga Almándro-
ga puede curar a su hija Fidea.

lmándroga, el mal que heziste


P olicisne fue armado por ella de
aquellas limpias y hermosas armas,
que su apostura era tanta, según le pare-
A no me ha dado lugar a verte ni cía bien, que no se hartavan en lo mirar.
recibir los sacrificios que ofrecido me Y sacando una muy hermosa espada de
has y a mis compañeros en la muerte de una caxa que en el lío venía, la dio al rey
Furión. Mas ya de nos serás perdonada y diziendo:
sepas que no podrá tu hija sanar si no es -Ésta, señor, le ceñid vos porque de
vanada en la sangre del más alto rey del vuestra venturosa mano se le pegue
mundo. vuestra bondad.
Y queriendo ella saber el nombre, el Y dándole a besar la cruz, se la ciñó
ídolo le dixo: diziendo:
-De mí no puedes más saber. -A Dios plega, hijo, por su bondad,
Y bolviéndose a otro altar en que es- que vos haga buen hombre y en su ser-
tava una figura de un muy fiero dragón, vicio empléis vuestra persona pues más
le suplicó le hiziesse saber el nombre del obligado le sois que otro. [...]
rey. El dragón echando por la boca un Y embragando el príncipe su escudo,
papel con unas letras halló que dezía: que todo era muy limpio de un diaman-
Minandro. Esperando estuvo si el dragón te tan claro que la vista quitava, y guar-
diría qué reino era mas el dragón bolvió nido de tanta riqueza que maravilla era
la cabeca. Y ella se fue a preguntar a de lo ver, en medio tenía siete letras de
otro, las rodillas por el suelo, que la fi- un rubí muy encendido, escritas de ma-
gura tenía de un cabrón levantando so- nera que no se podían leer, y meneando
bre los pies y una corona de oro sobre el cuerpo con tan gentil aire y ligereza
la cabeca, y puesta ansí ante él, con un como si de ningún peso las armas fue-
aullido le dixo: ran, estava tan ledo que ninguno lo supo
-De Boecia es señor. entender assí como su tío Ardíneo. (cap.
Y ella, no sabiendo a qué parte del XXXVIII, f. 58).
mundo fuesse, se llegó a lo preguntar a
otro, porque el cabrón no le habló más,
372 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

6. Policisne logra salvar al rey


Minandro de los jayanes de Almán-
droga
M u c h o f u e r o n espantados de tan
nueva aventura. Estando en esto,
vieron en dos palafrenes contra sí veñu-
dos muy hermosas donzellas con hachas

S a b e d q u e a esta hora Policisne te-


nía su hecho al cabo. La sierpe fue
contra él dando grandes bramidos y él
encendidas, con muy ricas armas armadas
de la cinta arriba y de allí abaxo trahían
unos sayos de seda verde con unos tron-
cuidando que, si él Uegasse, su fin llega- cos de oro por guarnición que las piernas
va, poniendo ambas rodillas sobre Rina- les cubrían hasta un palmo sobre el pie,
cio, sacó el su preciado libro, bolviendo que bien se mostrava que armas debaxo
la hoja, comencó a leer otras letras que trahían. En la cabeca Uevavan unas arma-
en lengua india estavan y a la hora la dviras de oro, y muy ricas espadas ceñi-
sierpe no tuvo poder de a él llegar. Mas das. Ellas eran de muy grandes cuerpos y
sacándole a Rinacio debaxo, se le tragó muy hechas. Y llegando ansí a ellos como
como si un pequeño bocado fuera y ansí oís, la una dixo:
hizo a Fídea y sus donzellas y los cuer- -Cavalleros, mi señora Galercia, la rei-
pos de aquellos dos jayanes muertos. Y na de Goda, vos ruega que adelante no
como esto hizo, con grandes tronidos y passéis hasta que de vosotros sepa un
nublados muy negros se levantó por el poco que os preguntará. Y porque su
aire, haziendo tan grande viento con sus costumbre es esta, os pide que por mal
alas que del suelo parecía levantarlos. Y no tengáis que con estas cadenas a ella
ellos cayeron en tierra de espanto y ansí os levemos presos, por cumplir un jura-
estuvieron por espacio de media hora mento que hecho tiene.
que el nublado y escuridad se quitó. Y -De buen grado, -dixo Policisne-, ire-
ellos se hallaron a deshora, sin nada sen- mos con vosotras y haremos lo que la
tir, debaxo de una tienda muy rica tolda- reina manda assí como señoras dezís con
da de paños de oro y de seda. El rey tal de que nos asseguréis a mí y a estos
sentado en una silla muy rica y el prínci- cavalleros que daño no recibamos ni en-
pe en otra cabe él a sus pies. Tarín, su gaño nos sea hecho.
amado escudero, y Fímeo en otra, y su -Yo os lo prometo, -dixo la una de las
escudero y enano par d'él. Ansimesmo donzellas-, que si por vuestra voluntad
Limercio, que por no poder ampararse no fuere, que allí media hora no os de-
contra los rezios encantamientos de la tendréis.
mágica Almándroga, no mostró el es-
-¿Y si tan mesuradamente esse cava-
fuerzo de su coracón. Overil el enano es-
Uero no respondiera, -dixo Ardíneo, que
tava en medio de la rica tienda.
muy espantado en ver las donzellas de
Estava el rey tan ledo que no era po- tal hábito estava y de oír lo que dezían-,
deroso de lo mostrar, y el príncipe ansí qué nos hiziérades?
mesmo con su preciado libro en las ma- -Lo que a otros que tan mesurada-
nos, (cap. XLIII, f. 71). mente como vosotros no responden, que
es llevarles por fuerca a do les hazen
quedar bien criados para otro día.
7. E n s u c a m i n o , A r d í n e o y P o - Mucho holgó Policisne de lo que la
licisne topan c o n un grupo de muje- donzellas respondieron.
res armadas y vestidas como hom- -Ora, pues hazed lo que os pluguie-
bres re, -dixo él-, que por mí no se quebrara
la costumbre de la reina. Mas si hombres
POLICISNE DE BOECIA 373

fuérades como mugeres sois, de otra gui- la hora, su coracón cobró aquel senti-
sa lo librara des, mas a esto nos obliga la miento, el cual le duró hasta que murió,
orden de cavallería que recibimos, que y entendió mejor su mal, como más ade-
es de serviros y honraros en todo. lante se declarará en el segundo libro,
Y con esto, ellas, sacando unas muy (cap. LXV, f. 115)
ricas cadenas de oro, metieron en ellas al
príncipe, y Ardíneo y a Limercio, y ellos,
alegres de tal prisión, movieron tras ellas 9. Policisne se enfrenta a la pri-
que las cadenas tiravan. Y no anduvie- mera prueba establecida para liberar a
ron mucho que no llegaron a un prado la emperatriz Clarinda de su encanta-
muy llano donde estavan assentadas las miento
tiendas y en medio d'ellas una muy her-
mosa y muy grande, con muchas vande-
ras en lo alto. Todas cuantas gentes en
las tiendas y real topavan eran mugeres
Y a SU m ú s i c a a s s o m ó encima de
la columna un anciano viejo de
muy reverenda persona, la barba y los
todas a guisa de guerra, de que mucho cabellos tan blancos coma la nieve, ves-
espanto causava aquellos caballeros, tida una aljuba de seda morada con una
(cap. mi, f. 86). capilla en ella de unos muy finos veros.
En su cabeca tenía un bonete de la mes-
ma seda morada con un rollo por ella de
8. Lamentos amorosos y caba- unos muy finos armiños, y en estas pues-
llerescos de Policisne tas y bordadas muchas perlas y precia-
das piedras. En sus manos trahía un libro
con las cubiertas de oro, el cual puso en
D ezía en su coracón:
-¡O, Policisne! ¡cuan bien andante
serías si agora tú pudiesses hallar aque-
el retril. Y sentándose en su silla, las ima-
gines callaron sus trompas y el anciano
lla honrada sabia Ardémula para lo que viejo, poniendo los ojos en el Cavallero
sientes, que no sabes qué es, desque oís- del Escudo, que ya podréis pensar que
te nombrar a la emperatriz Clarinda, le tal a esta sazón estaría, viendo tan gran-
contasses y d'ella lo supieses, pues el sa- des novedades, pasmado de tal aventu-
ber del mundo en ella está encerrado; y ra; y el anciano viejo le dixo desde enci-
también haría tornar a Ardíneo en su ser! ma de la coluna:
¡Cómo podrás agora hablar al rey Arsan- -Osado cavallero, si tanto esfuerco
dos ni a la reina Armínea en su hecho, tienes como hermosura, llegado eres a
pues a la principal cosa que venía era, si tiempo que lo avrás bien menester. Ago-
él se ha de quedar ansí en mal punto ra, aunque es tarde, puedes escoger de
hize tal camino! Dios, remedia tú lo uno dos cosas que a los que aquí ossan lle-
y lo otro, que si el mal que tengo no me gar les digo: la una, que si te arrepientes
sabe dezir alguno qué es, yo moriré la de aver entrado puédeste tornar, mas has
más desastrada muerte del mundo! [...]. de quedar aquí en un lago encantado
Que sabe que, cuando Alistan el Ena- hasta que Dios quiera, con otros que no
morado leyó el nombre que oír lo hizo al han tenido coracón de hazer armas con
Cavallero del Escudo, entonces las cifras este jayán y saber esta aventura y por
que hasta allí él no avía entendido, por- qué aquí estoy; y si esto no quieres ha-
que no era tiempo, se tornaron claras zer, haste de combatir con este jayán, al
para que el Cavallero del Escudo y otro cual si quieres le recordaré luego y yo te
cualquiera las entendiesse; y entonces a daré razón d'esta aventura y de la mane-
374 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

ra que la Emperatriz de Persia está en- morir no pudiesse, él iva a do en llegan-


cantada, que para remedio d'ella estoy do la muerte le dieran cierto; que sabrás
yo aquí y esto por ella se haze. (cap. que yo lo topé en poder de una hija de
LXIX, f. 122). Almándroga, la gran sabia, que en un
barco lo Uevavan a meter en su poder, y
él iva tal y tanta sangre derramada en
11. Canica, mágica amiga de Al- cerco d'él de una batalla que avía ávido,
mándroga, cuenta al rey Minandro que más por muerto que por vivo lo juz-
que Policisne ha sido apresado gué. Y para que creas esto si ansí es, por
aquellas armas que aquel cavallero trae y
por los golpes que tienen juzgarás que
P u e s s a b e d , -dixo Caruca-, que yo
os traigo nuevas de Policisne,
vuestro hijo.
tales sus carnes devieron quedar, las cua-
les para que las veas hize que aquél que
El rey y la reina se alegraron con to- las viste las truxesse ante ti. El cual iva
dos en demasía, tanto que en toda la sala con el que a la sazón lo armó cavallero
se comencó gran ruido de plazer, en el para que d'este mi amigo lo vengasse,
cual Caruca los dexó un poco como muy que él no tenía poder de se mover del
cruda que era, porque junto con él, mu- lugar donde iva, sobre palabras que con
dados de un estremo a otro, lo sintiessen este mi amigo a mi causa passó.
más. Ya que todos callaron por oír lo Sabed que a la hora que Caruca estas
que diría y su demanda, el rey le dixo: tan dolorosas nuevas dixo fue el clamor
-Mi buena amiga, por la fe que a y los llantos tan grandes en todo el pala-
Dios devéis, que muy presto nos lo di- cio y de allí en la ciudad, que más día del
gáis, que bien ha más de seis meses que juizio que otra cosa parecía. Y querer de-
de mi corte se partió que d'él nunca zir en particular lo que cada uno hizo se-
supe. ría nunca acabar y dar enojo a los oyen-
-Pues sabed que él será ya muerto se- tes, mas que podrá cada uno juzgarlo,
gún de la guisa que iva, y si de aquello que no se puede decir, (cap. LXXXI, f. 157).

63. POLINDO
(1526)

por
Ma Carmen Marín Pina

TESTIMONIO

[1] Toledo, Juan de Villaquirán, 1526 (10 de abril) [-»]

TEXTOS

1. Entrada triunfal o m o c u a n d o el carro de Fevo con


C su mucho resplandor calientava

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 2011. ESTUDIO: Marín Pina (1989b).


POLINDO 375

entramos cuernos del toro y el alva co- carro triunfal con cuatro cavallos que le
rriendo venía con su lado y tierno rostro traían más blancos que nieve; el cual ca-
aumentando la tenebrosa escuridad y rro era de tres alturas y en la más alta
encubriendo las lluviosas estrellas, en el una imperial silla adornada de muchas
cual semejante día Paciano y Manireso, piedras y perlas de gran valor. Y en la
saliendo de un pequeño lugar, camina- segunda altura d'él estava con muchos
van por aquel camino verde dando mu- doseles de brocado muy ricos, en medio
cha prisa a sus cavallos cada uno por su del cual estava un cavallero armado de
buena andanca muy alegres, ansí como todas armas con un rétulo donde se re-
aquel romano Mucio viéndose por su presentava ser el fuerte Héctor y a la otra
costanca y gran osadía llevar en tr[i]unfal parte el fuerte Hércules, armado de un
carro al señado [sic] y cuan alegre se ha- cuero de león y con una corona de lau-
Uava aquel griego Arquilles hallándose rel en sus manos. Y en el otro teatro ve-
vencedor de aquel Hétor sin par y cuan- nía un niño con sus alas y sus ojos con
do aquel troyano París se veía de la her- un blanco cendal cubiertos, ceñida un
mosa Helena posseedor; no menos ale- aljava de saetas abundosa y en su sinies-
gría cabía en los coracones de estos dos tra mano un arco y en su diestra una co-
príncipes, mayormente Paciano como rona de rosas de diversas colores. Y ansí
considerasse que aquella por quien cui- todos con mucha alegría ivan a rescebir
ta padecía muy presto gozaría de su es- a su señor y príncipe con este triunfo
tremada hermosura; y ansí, hablando en que avéis oído, lo cual ya de antes
muchas cosas más, a Camorlique se acer- avía[n] ordenado unas hadas, las cuales
cavan, donde Paciano embió a su escu- la historia adelante hará mención. [...]
dero a Camorlique haziendo saber a los Y en esto, en lo más alto del carro,
suyos de su venida. Y ansí el escudero parecieron doze donzellas; cada una con
dio gran prisa a su cavallo y tanto andu- su diversidad de dulces istrumentos ta-
vo que llegó a la cibdad y, como tomas- ñen muy dulcemente, Y acavada la mú-
se camino para el gran palacio, topó en sica, la una d'ellas dixo:
una calle al duque de Tripol, al cual,
-Noble rey, sube en el carro que tan-
después que vesado las manos, le dixo
to meresces.
la venida del rey y del príncipe Manire-
Y como esto dixo tornaron a hazer su
so, por lo cual el duque ovo muy estre-
dulce música y en esto el duque hizo
mado plazer y mandó pregonar por la
apear de su cavallo al rey y fue puesto
cibdad que los oficios dexassen y triun-
en el primer teatro, donde el dios Cupi-
falmente fuesse su rey recebido a hazer
do, el cual se allegó a el rey y le puso la
grandes fiestas y juegos.
olorosa corona y luego Cupido desapa-
El conde Orcián y Narciso salieron reció y quedó en el lugar donde él esta-
primero de la cibdad vestidos y atavia- va un epitafio de letras de oro que de
dos muy ricamente y acompañados de esta manera dezía: serbulis maior. Y ansí fue
muchos cavalleros. Y tras ellos salió el subido en el segundo teatro, donde Hér-
duque de Cánfora con muchos cavalle- cules y Hétor estavan, los cuales le pu-
ros muy ricamente ataviados, tras los sieron la corona de laurel y luego desa-
cuales salieron muchos cavalleros y se- parecieron, quedando en su lugar un
ñores de alta guisa atraviados según que epitafio de letras de fina púrpura que
les convenía. E a la postre salió el duque ansí dezían: militanbus armis mundi excidit mi-
de Tripol, padre de Narciso, que muy es- licia. Y en este comedio la música de las
forzado cavallero era, e tras él traían un donzellas nunca cesava y ansí el rey Pa-
376 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

ciano fue subido en el postrer teatro provar mis fuercas en la estraña aventura
donde las donzellas que música hazían de la cueba y en la su demanda morir,
callaron. Y el rey fue sentado en aquella mayormente que yo me hallaría el más
rica silla y luego vino una donzella de las dichoso y bienandante cavallero del mun-
doze, la que más en fermosura estrema do si con su mandado en ella entrar pu-
era, y le puso una corona de oro muy diesse, con tal ardimiento y esfuerco que
rica y de muchas perlas y piedras pre- acabar la pudiesse.
ciosas de gran valor y luego se tornó la La princesa Balisia [sic], como de su
donzella a proseguir su dulce música. Y hermosura de don Polindo muy turbada
a los pies del rey Paciano estava una estuviesse, medio titubeando le dixo.-
imagen de oro con una tabla en sus ma- -Muy esforcado y valiente cavallero,
nos donde un epitafio estava de letras
tanto de mi bondad con vuestra virtud
griegas que de esta manera dezía: regu^
publicáis que no sé cómo pagarlo pueda.
potentior. Y en este comedio fue Manireso
Mas pues con tan animoso coracón os
subido en el triunfal carro y asentado en
querés disponer a entrar en esta tan peli-
una silla junto al rey Paciano y ansí co-
grosa aventura, os ruego, señor, que lo
mencaron tornar hazia la cibdad. (capí-
hagáis, que yo bien conosco en vos que
tulo v, fol. xj").
avéis de ser alegría d'esta nuestra corte
que tan entristecida como la veis está.
Don Polindo la quiso besar las ma-
2. Enamoramiento, declaración nos, mas la princesa las quitó afuera y le
y matrimonio secreto
hizo assentar y estava ya tan presa de su
amor que muy bien en sus señales lo se-
L a p r i n c e s a bolvió la cabeca y le
vio <miró>. Como le vido tan her-
moso y tan gentil hombre, le pareció que
creto de su coracón publicava e ansí
nunca podía partir d'él sus hermosos
ojos. E don Polindo no menos estava,
una saeta le havía traspassado el su
tan inflamadas sus entrañas de su amor
coracón. El príncipe don Polindo, que
que parte de sí no tenía. [...]
nunca avía quitado los ojos d'ella, e le
pareció que, aunque estava con luto y
tristeza, [era] la más linda que sus ojos Carta del príncipe don Polindo a la princesa Belisia
vieron y no le paresció menos la pena
que su coracón sintió que la princesa Más de alegre qtte de triste, señora, preñarme po-
Belisia havía passado; y muy alterado dría si jo tanto sobrado saber para valerme tuviese
oyó missa hasta que fue acabada, que en como para escrevirle, mas como mi vida y discreáón
este tiempo nunca partió los ojos de la son tuyos más de libertadpara me darpena que para
princesa e tantas vezes cuantas la mírava remediarme dexaron; tantas cosas según de crueles pe-
no era sino una saeta para su coracón. La nasy tormentos manifestaría que la pluma se me can-
princesa le embió a llamar con la donze- sasse, mas teniendo mi carta, ansí como mi corazón
lla que le avía traído; don Polindo fue de lo siente, no lo sabría dernr acorde que con los lagri-
buena voluntad y, llegado que fue adon- mosos ojos lo que padesco. Y [si] mi fe conociesses,
de la princesa Basílía [sic] estava, se hin- podrásme, señora, de?rir cómo de te escrevirfui osado;
có de hinojos en tierra y le dixo: no te maravilles de mi mucho atrever porque tu fer-
-Sepa, vuestra alteza, que la mar de vir- mosura causó mi afición y el afición mi ossary si por
tudes que en vuestra alteza se apossentan lo fa^er meresco pena, mándamela dar, que más quie-
me ha movido a mí, un cavallero estraño, ro con la gloria morir que sin remedio bivir.
a venir a tu corte con voluntad de querer
POLINDO 377

Como de leer la carta la princesa aca- 3. La demanda del más leal ama-
bó, su rostro de diversas colores fue tor- dor
nado, tanto que conoció el amor que le
tenía. [...]
Y así en esto y en otras cosas estu-
vieron hablando hasta que cerca del jar-
P oderoso y esclarecido emperador, tres cavalle-
ros andantes de lueñes tierras venidos suplica-
mos a Vuestra Cesaría Magestad este cartel mande
dín allegaron y vieron la puerta abierta. leer a los cavalleros que en esta corte ay y dándonos
Don Polindo se allegó y como la prince- seguro para ponelles una demanda, que es que cada
sa a tal ora no durmiese, antes su cora- uno de nosotros se halla el más leal amadory mere-
cón con amorosos sospiros que a su áni- cedor de amar a su señora que ay en el mundo, so-
mo davan consuelo, esperava aquel por bre la cual ra^ón nos combatiremos tres días; y cada
quien su vida en continos pensamientos uno á de aguardar a su día y si por ventura fuere
de su gentil parecer desvelava. Y ansí vencido, elprimero á de guardar el vencedor aquel día
como las avezicas rezién nacidas con sus y ganará un portacartas de un rubí el más rico que
picos aviertos esperan el mantenimiento en gran parte ay. Y si fuere vencido, á de dexar las
que su madre les trahe, ansí la princesa armas y cavallo ansí como él llevará el portacartas
Belisia, con el oído despierto, esperava a que es apresciado a la mejor cibdad del imperio de
su hermoso amante don Polindo. [...] La Costantinopla. Nuestros nombres estarán suspensos
princesa lo tomó por la mano y cuando fasta que nuestras obras los dibulguen.
se vio tocar de aquellas tan angélicas
manos de la princesa Belisia, fue tanto el Escrito el cartel, lo dieron a Lavinio
poder de la alegría que sintió que se le que lo llevase al emperador. [...] Y luego
cubrió su coracón del alegría tanto que aparejaron las cosas necesarias para salir
no savia parte de sí, mas esforzándose e pusieron en medio de una placa que
algún tanto se hincó de hinojos en tierra delante el palacio del emperador estava
y le dixo medio titubeando: una tienda, la cual era hecha de cuatro
-Piense, vuestra alteza, que es tanto esquinas y de un Heneo muy blanco, y
el poder y señorío que vuestra alteza tie- en cada pared estava figurada una don-
ne sobre mi coracón que ni la fuerca de zella con un arco en la mano y una sea-
los jayanes ni el esfuerco de los estre- ta en él empulcada, y encima de la tien-
mados cavalleros ni el poderío de mun- da una donzella con un mundo en la
do poder no tendría para del servicio de mano y la donzella estava en carnes y un
vuestra alteza quitarme, de quien yo soy cendal ante sus vergüencas y a los pies
cautivo. de la donzella el portacartas del rubí. Y
Dicho esto se tomaron de las manos cuando el emperador supo que estava ya
y se otorgaron por esposos conforme a puesta, lo fue a ver y, cuando lo vido,
lo que en aquel tiempo se usava, unien- dixo que valía dos tanto de lo que su
do por testigo a Filestra y a Lavinio, que dueño lo avía apreciado. Y don Polindo
de lo que avía visto espantado estava. Y hizo hazer unas armas encarnadas con
porque la tiniebla de la noche no dava su devisa de la sierpe y el cavallo encu-
más lugar que allí estuviessen, con un bertado de brocado encarnado altibaxo
muy amoroso abraco mezclado con dul- y los altos hazían unas sierpes que se
ces besos, se despidieron estos dos mordían unas a otras y veinte lancas co-
amantes y la princesa se fue a su apo- loradas y encarnadas. Flamizen sacó sus
sento y don Polindo se tornó al suyo, armas negras que se traía. Don Claribeo
(capítulos xiiij, xvij y xxj, fols. xxij', xxvij" hizo unas armas rosadas sembradas unas
y xxxiij'-xxxiiij'). estrellas y en el escudo una estrella muy
378 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS

grande en campo indio y sacó su cavallo 5. Cerviferno, el monstruo guar-


encubertado de aquella manera de sus dián.
armas y la lanca verde escura. Y ansí or-
denavan sus armas cada uno dando la
mayor prisa del mundo, (capítulo xlij,
fol. lxvij")-
Y c o m o e n él e n t r ó , vido en medio
de todos el árbol [...] y de la raíz
d'él salía una fuente muy maravillosa e
muy clara, cabo la cual un animalia esta-
va, la cosa más fiera y desemejada que
4. Las manzanas mágicas. en el mundo ser podía, la cual era de la
manera siguiente: ella era tan grande

E la h a d a l o t o m ó por la mano y lo
asentó en el estrado y después de
muchas y consolatorias palabras le aver
como un cavallo y hechura tenía de ser-
piente e el lomo como de camaleón, sal-
vo que unos bLirullones redondos como
dicho, le dixo [...]: huessos de espinazos tenía e de cada
-Sabed que en la Isla de Sernia, don- uno d'ellos una espina negra muy aguda
de un muy esforcado cavallero está en y teníalos erizados. E su cabeca de he-
guarda d'ella, en esta isla está un templo chura de tigre e una muy larga nariz que
que los antiguos allí hedeficaron a hon- trompa de elefante significava. Y tenía
ra de la diosa Juna y esta diosa que ellos unos muy agudos y muy grandes dien-
tenían, como grandíssima mágica fuesse, tes. E tenía la cola de gamo. Tenía dos
en un jardín que cabo el templo está, cuernos como de toro muy agudos y las
fizo una muy hermosa fuente, la cual de- píermas tenía como de oso e tenía en
baxo de un hermoso árbol nace, el cual cada dedo una uña muy fuerte y su color
árbol lleva una fruta como mancanas do- d'ella de serpiente y tenía el cuerno duro
radas y éstas tienen tal virtud que en
[...] Y como don Polindo ya se viesse de
gustándolas alguna persona encantada
la batalla mucho aquexado, se allegó a él
luego de su mal es libre. Y por guarda
y le metió el espada por el pecho que le
de esta tal fruta, a la puerta del jardín
llegó al coracón y luego, dando un te-
está un jayán que cuantos cavalleros allí
meroso bramido, cayó en tierra muerto.
se han provado sin ninguna honra se
Y don Polindo se apartó afuera por el
buelven vencidos; mas yo confío tanto
en vuestra buena bondad y ventura que desatino que el bramido le hizo, mas
ligeramente le darés cima. Y más puso luego tornó en sí y se llegó al árbol [...];
en guarda de aquel árbol al pie d'él un tomó una de aquellas mancanas y la co-
muy fiero animal llamado Cerviferno, el mió. Y luego que la acabó de comer fue
cual es tan espantoso y fuerte que de un de todas sus llagas guarido, (capítulo
aullido mata un cavallero por esforcado lxxxix, fols. cxlv-cxlj').
que sea. Y este Cerviferno ni de día ni de
noche duerme, mas antes vela y es tan
fuerte el jayán que de fuera está que 6. Belisia desencantada
nunca cavallero á podido dentro entrar
para con este Cerviferno provarse. Y
esto, fijo mío, es la más cierta medecina
que a la princesa guarecer puede, (capí-
C o m o d o n P o l i n d o no reposase,
deseando la mañana para dar re-
medio a su señora, como la fermosa luz
tulo lxxiiij, fols. cxiijv-cxiiijr).
viese, un ligero salto de su lecho dio y
luego de los donzeles fue servido de rica
vestidura, la que para tal hecho era con-
POLINDO 379

veniente y por guarnición una letra que que su triste mal en curso de luna le pre-
dezía: cedía. Y como don Polindo así la vido, no
pudo tanto su piadoso coracón cufrir que
bivas lágrimas por sus fermosas fazes no
Ya mis alegres dulgores no se van con el bien
que les darán. le corriessen y con mucha tristeza tomó
una olorosa mancana y se allegó a la
Y luego que fue vestido, cubriendo un princesa Belisia y medio titubeando se la
rico manto y ciñendo su rica espada, se puso en aquella boca qu'él besar solía. E
fue derecho a palacio muy encubierta- la princesa, como la tomase, comencó de
mente y un donzel el cofre de la manca- la comer y el rey y todos los cavalleros es-
nas llevava. [...] Y ansí se llegaron donde perando estavan mirando al rostro de la
la princesa Belisia estava, que era en un princesa por ver qué le aprovecharían. Y
muy rico lecho; estava tan malparada con como la mirasen, les parescía qu'el rostro
su mal que otra parescía y en aquel co- de muy fermosa y clara color se le torna-
medio estava algún tanto sosegada por- va. (capítulo xcj, fol. cxliiif").

64. POLISMÁN
de Jerónimo de Contreras
(12 de mayo de 1573)

por
José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIO

[1] Biblioteca Nacional (Madrid): ms. 7.839 (filim. V 207) [->]

TEXTOS

1. Novela en clave: "disfracando disfracando los nombres por el mejor es-


los nonbres" (prólogo dedicado a don tilo que yo pude, y lo mismo algunos de
Juan Francisco Cristóbal de Ixar) Castilla y Aragón, a quien esta historia
toca más que a otro reino ninguno, por
ser don Polismán hijo de don Floriseo,
E s t a n d o y o e n la ciudad de Ñapó-
les, ilustrísimo señor, a pedimien- que fue rey de Ñapóles, y don Floriseo
to del Duque de Alcalá, virrey de aquel hijo de Boleón, rey de Aragón. Pues
reino, hize escrevir esta Historia y libro pri- como al mejor tiempo, faltase el Duque
mero del príncipe don Polismán, y así ella toca de Alcalá antes que la pudiese ver aca-
a muchos señores de aquellas vandas, bada, no por eso dexé de darle fin. Es-

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 2016. ESTUDIO: Lucía Megías (1996). '


ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

tancio en España y mirando a quién po- que, si se encontravan, no podrían dexar


dría dirijirla de los muchos señores a de concluir su batalla, en la cual temía la
quien conosco, acordé ofrecerla a vues- muerte del príncipe; y así mismo tenía
tra señoría ilustrísima porque en ello yo pena de cualquier daño que viniese al
ganava autoridad y la historia renombre, Cavallero de la Rica Corona que, aunque
debaxo de cuyo favor será más estimada no le conocía, le avía quedado aficiona-
y favorecida. Y así suplico a vuestra sé- do por el valor y bondad de su persona.
noria la reciba no mirando a la cantidad Pues estando comiendo, dixo delante de
del servicio sino la voluntad y amor de sus cavalleros el pesar que tenía por la
quien la presenta. Y Nuestro Señor, que partida de Arnaldo, con todo lo demás
a vuestra señoría ilustrísima hizo tan va- que sospechava, por las cuales palabras
eroso y generoso cavallero, adornado acordaron aquellos cavalleros de ir en
de las otras virtudes con que la fama su- busca d'ellos. Y ese mismo día lo dixe-
blima los príncipes y grandes señores, le ron al rey y le suplicaron les diese licen-
ue vida y salud por muchos años con cia para ir en esta demanda, de lo cual él
acrecentamiento d'estado. holgó mucho y se la dio graciosa y ale-
Sirvidor de vuestra señoría ilustrísima, gremente. Y los que en esta demanda sa-
que sus ilustrísimas manos besa. Jíróni- lieron fueron los siguientes: el conde Pe-
mo
de Conteras. narín, y el duque Telopiñán, y el
marqués Florisfredo, y él conde Severión
Soneto y el valiente Limostán de Capua, señor
de Termines. Sin estos cinco preciados
Aquí veréis, señor, dulces amores cavalleros, que todos eran mancebos y
y sucesos de armas muy estraños; muy deseosos de ganar honra, salieron
tanbién se podrán ver muertes y daños, otros algunos que por ibitar prolixidad
congoxas, desventuras y dolores, no se nombran. Ivan ricamente armados
con aquellas divisas por cuyos nombres
y el valor inmortal de los señores
eran conocidos.
que con honra despenden bien sus años,
sin usar injusticias, con engaños Iva armado el conde Penarín de unas
maltratando a los grandes y menores. armas moradas y roxas, que eran las co-
lanbién se hallarán muchas proejas lores de la hermosa Torisea, hija del du-
obradas por la fuer¡a de la espada, que Marfeo, a quien él servía, y el escu-
con la cual se levanta en fama el hombre. do llevava blanco y amarillo, y en él
¡Mas esto y lo demás es todo nada figurado un verde pino, con una letra
mirando, mi señor, vuestras grandevas que así dezía:
J el subido valor de vuestro nombre.
(ff. 2r-3r). No hay baxar el que procura
muy de hecho
más la honra que el provecho.
2. Los caballeros de la corte sa-
le
*i en busca del príncipe Arnaldo El duque Telopiñán llevava unas ar-
mas verdes sin otra color ninguna, y el
^ ° n gran c u i d a d o quedó el rey Ta- escudo morado, y en él figurada una
^ lamino viendo que el príncipe Ar- fuente que parecía echar agua sobre la
do se
avía partido de su corte por tan cabeca de una ninfa, con una letra que
estraña aventura, y el Cavallero de la así dezía:.
•ca Corona tras él, porque temía mucho
POLISMAN 381

De las lágrimas que lloro ba paciese, y él se acostó debaxo de un


se mantiene árbol y así pasó la noche. Y la mañana
quien mi vida y muerte tiene. venida, tornó a cavalgar en su cavallo,
no haziendo sino preguntar a cuantos to-
Llevava el conde Severión unas armas pava por nuevas de aquellos a quien iva
pardas y negras, y el escudo era amari- a buscar. Y d'esta suerte anduvo veinte
llo, y en él figurado un toro negro, con días sin le sucede cosa que de contar
una letra que así dezía: sea. (ff. 21v-24r).

Nunca me cansé sirviendo,


y en pago de mi firmeza 3. Los caballeros se divierten
no hallé sino crueza. oyendo cantar a dos doncellas, Espi-
nela y Torisea
El valiente Florisfredo iva armado de
unas armas leonadas y amarillas, y el es-
cudo verde, y en él figurado un oco, con
una letra que así dezía:
P o r el v e n c i m i e n t o d'estos ferozes
mostruos se hizieron por toda la
ciudad grandes alegrías, y esa tarde la
reina vino a visitar al Cavallero de la Rica
Aunque los males lastimen, Corona, y truxo consigo a la princesa Tri-
con el tiempo y su mudanza, zaida, con la cual vista don Floriseo sin-
no se pierda el esperanza. tió gran mejoría en sus heridas. No me-
nos contentamiento recibió el conde
Llevava Limostán de Capua, señor de viendo allí a la linda Torisea, que con la
Termines, unas armas encarnadas y azu- princesa era venida; entre los cuales pa-
les, y el escudo encarnado, y en él figu- saron muy suave y discreta conversación.
rada una barca que parecía ir toda rota, A esta ora llegó al rey con algunos de
con una letra que así dezía: los prencipales de sus cavalleros, y por
dar al Cavallero de la Rica Corona gusto-
Un la mar del bien amar, so pasatiempo, mandó a la hermosa Es-
do navegar el pensamiento, pinela y a la linda Torisea que tañasen y
la Fortuna es más contento. cantasen algunos discretos versos, por-
que en estremo lo hazían bien estas pre-
D'esta suerte salieron armados estos ciadas donzellas; las cuales por cumplir
cinco cavalleros y, aunque de la ciudad el mandamiento del rey hizieron traer
de Ñapóles partieron juntos, a dos le- dos arpas, y cantando la una y respon-
guas d'ella se apartaron los unos de los diendo la otra, dixeron estos versos:
otros, pareciéndoles qu'en ir d'esta ma-
nera podrían hallar mejores nuevas de lo Espinela
que deseavan.
El conde Penarín se entró por unas ¿Por qué se llama Amor al dios Cupido,
espesas matas, y eran tan crecidas y fra- si usa crueldad, muerte y venganza,
gosas que apenas podía el conde pasar hiriendo la memoria y el sentido,
adelante, y así andubo hasta que ya era engañando con muestras d'esperan^a,
de noche. Y como sobreviniese con gran es sin causa del mundo obedecido,
escuridad, fuele forcado desendir del ca- teniendo sus pesares por holganza,
vallo hasta que la mañana viniese; y qui- el cual mata callando y da dolores,
tándole el freno, le dexó que por la yer- y aquesto sin ra'svn llamáis amores?
382 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE ABALLERÍAS CASTELLANOS

Torísea porque siendo forjado defenderse,


la potencia del mundo la resista.
Con muy justa ra^ón Amor se llama, No quiere de vestidos componerse,
pues ha^er al amador bivir contento, que no son atavíos su conquista;
y en elfuego que enciende allí se inflama, y los yerros de Amor no son errores,
tomando por placer cualquier tormento. mas vitorias y triunfos de amadores.
Es Cupido tan bien porque derrama
las potencias del mundo por el viento, Tan bien tañeron y cantaron estas dos
ocupando los aires, mar y tierra, preciadas donzellas q u e d o n Floriseo y
teniendo en su poder la pa%y guerra. el c o n d e q u e d a r o n m u y contentos de
oírlas; d o n Floriseo, trayéndole la música
Espinela a la memoria aquella suave contenpla-
ción q u e la vista d e su señora le causa-
¿Por qué le pintan rey con arco y flecha, va, p o r q u e nunca d'ella partía los ojos, y
pues no tiene reinado verdadero, la princesa n o dexava d e favorecerle con
mas sólo d'este nombre se aprovecha los suyos; n o m e n o s el c o n d e avía rece-
queriéndose mostrar qu'es fuerte y fiero? bido demasiado consuelo aviendo oído
IJamáronle traidor, mar de sospecha, con sus oídos la boz d e su señora y go-
tirano, burladory carnicero, zado con sus ojos d e su onesto y lindo
pues causa, como vemos, graves cosas, semblante. Y p o r q u e ya era ora, el rey
terribles en el mundo y muy dañosas. hizo q u e d o n Floriseo cenase; y traída la
cena, él y el c o n d e cenaron; y en aca-
Torisea b a n d o d e cenar, el rey se salió a la gran
sala y la reina se bolvíó a su aposento, a
Es rey de afición, su reino pende d o n d e con m u c h o placer cenaron y re-
derribando los reyes poderosos, posaron hasta otro día. (ff. 51r-53r).
y en los pechos más secos fuego enciende,
causando mil efetos amorosos.
Con el arco que tira se defiende
de los hombres del mundo cautelosos;
4. El Donzel del Bosque es ar-
y las cosas que ha^e son perfetas,
mado caballero
a sólo su poder de amor sujetas.

Espinela A ntes que fuese bien el día, el


Donzel del Bosque, aconpañado
d e los príncipes y cavalleros qu'en la
¿Por qué tiene los ojos atapados, corte avía, fue llevado a la capilla del
y siendo gran señor anda desnudo e m p e r a d o r y según la costumbre de
que los reyes no van desvergonzados aquel tiempo, se confesó y recibió el
del modo que anda Amor, rapa^ sañudo? cuerpo d e Nuestro Señor Jesucristo. Y
Es causa de mil yerros y pecados h e c h o esto, estuvo e n la capilla hasta
aqueste ballestero sordo y mudo; qu'el e m p e r a d o r vino, y la emperatriz
pues luego, siendo así, ¿cómo es amado, con la hermosa princesa su hija, y las
de hombres y mujeres tan preciado? otras infantas, d u e ñ a s y donzellas qu'en
su servicio y conpañía estavan. Y a esta
Torisea ora, llegó el sabio Pelegrino y con él ve-
nían sus escuderos, los cuales traían las
Los efetos de Amor no pueden verse, armas con qu'el Donzel del Bosque avía
y así procura Amor cubrir la vista, d e ser cavallero. Y poniéndolas encima
POLISMAN 383

de un paño de brocado, se comencó la a quien é mandado que os sirva con


misa con gran solenidad; y dicha que aquel amor y lealtad qu'es obligado.
fue, levantáronse de sus asientos los dos El emperador, mostrando pesarle de
príncipes Tribario y Sargencio, porque la partida del sabio Pelegrino, le abracó
estos eran los padrinos, y tomando las diziendo:
resplandecientes armas, armaron d'ellas -Tené por cierto, mi verdadero ami-
al incubierto príncipe: eran blancas, con go, que l'afición que y'os tengo muy cla-
muchas esmeraldas y rubíes por ellas, y ra se parecerá en el Cavallero del Bos-
en el escudo estava figurado un bosque que, vuestro hijo.
lleno de diferentes árboles muy natural- Y pasando entre los dos otras cosas
mente obrados. de más importancia, le besó las manos y,
Pues levantándose el emperador, ha- entrando adonde la emperatriz estava,
ziendo la serimonias que convenían, le hizo lo mismo. Y después de aver abra-
armó cavallero, calcándole las espuelas cado muchas vezes al incubierto prínci-
las infantas Fenisea y Triaría, hijas del pe, tomó por la mano al hermoso Espi-
rey de Capadocia; y por dalle mayor nel, y apartándose aparte le dixo:
onra, le ciñó la espada la princesa Luci- -Yo te dexo, amado hijo, en compañía
dora. Y hecho esto, el emperador le del Cavallero del Bosque, para que le sir-
besó en el rostro. Y con gran ruido d'es- vas y aconpañes y tomes de las muchas
trumentos se salieron a la sala, adonde virtudes que en él hallarás. Y dígote por
hallando las tablas puestas, con muchas cierto que no pasarán muchos años,
fiesta, comieron, haziendo sentar el em- cuando tú por su causa vernás en gran
perador cerca de sí al novel cavallero. Y estado. Y has cuenta que sirviéndole a él
la comida acavada, el sabio Pelegrino se sirves a uno de los mejores príncipes del
levantó en pie y umillándose al empera- mundo. Y no te digo más, sino qu'el
dor, le dixo: tiempo hará verdaderas mis palabras.
-Ya sabéis, poderoso señor, mi cos- Y dicho esto se baxó a la placa que
tumbre y cuan poco puedo estar en nin- delante del gran palacio estava y hazien-
guna parte. Y siendo así, nos pezará de do allí juntar a todos cuantos con él avían
darme licencia, porque yo luego me venido, dando una buelta alderredor, fue
quiero partir. Y hazed cuenta, señor, cubierto él y ello de una hermosa nuve, y
qu'en vuestra corte quedo, pues os dexo levantándose en el aire, en breve tiempo
en ella el Cavallero del Bosque, mi hijo, desapareció, (ff. 106v-108r).

65. RENALDOS DE MONTALBÁN (i- II)


de Luis Domínguez
(antes de 1511)

por
José Manuel Lucía Megías

ESTUDIO: Lucía Megías (2000).


384 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

TESTIMONIOS

[1], Valencia, J. Costilla, (antes de 1511)


[2] Toledo, Juan de Villaquirán, 1523 (12 de octubre) [-*]
[3] Sevilla, Jacobo Cromberger, 1525
[4] Salamanca, Alonso de Porras e Lorenzo de Liondedei, 1526
[5] Sevilla, Dominico de Robertis, 1545
[6] Alcalá de Henares, Sebastián Martínez, 1563
[7] Burgos, Pedro de Santillana, 1564 (17 de mayo, libro II)
[8] Alcalá de Henares, Sebastián Martínez, 1564.
[91 Perpiñán, Sansón Arbus, 1585

TEXTOS

1. Roldan llega a París y cuenta mucho plazer de su venida. Mas el con-


las nuevas de la princesa Balisandra de Galalón no se halló en este rescibi-
y de Renaldos miento por cuanto toda vía estava preso.
E cuando el buen cavallero Naimo, Du-
que de Bavera, llegó a hablar a don Rol-
A g o r a c u e n t a la historia que yendo
don Roldan con su compañía ca-
mino de París, encontrósse con mensaje-
dan, e díxole:
-Señor Roldan, por nos hazer'merced
ros del emperador que embiava a saber que nos queráis dezir cómo ha pasado
donde estava la linda Balisandra e, cuan- este negocio de donde venís.
do don Roldan los vido e sabido a qué Don Roldan le respondió:
venían, les mandó que se bolviessen e -Señor, bien no ha ido, pues trahe-
dixesen al emperador como él iva pri- mos lo porque fuimos, e si supiéssdes
mero, e que Reinaldos venía después. E las mañas de don Renaldos e sus tratos
los mensajeros bueltos al emperador le estaríades maravillado.
dixeron el mandado de Roldan, e cuan- El duque le preguntó:
do el emperador lo supo, mandó a todos -¿Dónde es Renaldos?
sus cavalleros e a todos los grandes que Respondió Roldan:
en la corte estavan, que por su amor se -Aquí cerca viene con la princesa Ba-
quisiessen aparejar y poner a punto para lisandra, e porque el sol no la fatigue
salir a recebir la bella Balisandra. E cuan- viénese de su espacio. E dígovos que en
do los grandes entendieron la voluntad todo el mundo no creo que ay donzella
del rey, cada uno aparejó lo más rica- de tanta fermosura, ni gracia como ella;
mente que pudo e todos juntos en el real e porque su hermosura no se gaste, no
palacio con muchas trompetas e ataba- camina sino las mañanas e tardes.
les, clarines cherimías, sacabuches, dul- Y Roldan disimulava cuanto podía el
zainas e otros muchos instrumentos en enojo que contra Renaldos tenía fasta
gentil ordenanca partieron de allí para ir que viesse al emperador. El duque don
a recebir la hermosa Balisandra. Y cuan- Estolfo que aquello oyó, dixo entre sí:
do fueron a dos leguas de la cibdad de
-Pues Renaldos es tan privado de la
París, encontraron con Roldan, e todos
princesa Balisandra, yo creo que antes
los grandes señores e cavalleros le llega-
que a la corte venga la querrá amostrar a
ron a hablar e hazer acatamiento con
Montalván.
RENALDOS DE MONTALBÁN (i-Il) 385

Y cuando don Roldan llegó cerca de to, Renaldos quería tornar a tiera por ro-
París toda la gente de la cibdad salta bar el tesoro del rey e, como él visto el
por ver a la linda Balisandra e el conde gran peligro que en la buelta avía, le avía
don Roldan los saludava muy bien a to- defendido la buelta e prometido de le
dos. E cuando fue llegado al palacio hazer dar en llegando a la corte cuatro
real e apeado, fue muy acompañado de cargas de oro, e que con esto Renaldos
los grandes señores e cavalleros que le se avía contentado. Cuando esto contava
avían salido a recebir e subió a fazer re- don Roldan, todos los cavalleros estavan
verencia al emperador. E cuando fue mucho maravillados de las grandes ma-
delante él, el emperador se levantó a él ñas de Renaldos. Y el emperador se
por le abracar, e díxole: puso la mano en las barvas e dixo:
-Bien seas venido mi sobrino; dime, -¡Por mi fe! Yo haré traer corona a
¿qué es de don Renaldos? don Renaldos.
Don Roldan le respondió: E preguntó a Roldan si vernían ya
-Señor, yo os diré todo lo que sé. cerca; respondió Roldan:
Y en alta boz, que todos los que en -Señor, esta noche será en la cibdad.
la sala estavan lo podían oír, comencé a Assí estovieron todo aquel día ha-
dezir assí: blando en cosas de plazer. E cuando la
-Muy alto e poderoso señor, yo fui en noche fue venida, el emperador se con-
compañía de don Renaldos delante el goxara mucho de que Renaldos ni Bali-
rey Trafiomer, vestidos como mercade- sandra no venían e demandó a Roldan:
res, e dig'os, señor, que jamás vi hombre
-¿Qué es esto, sobrino?, ¿cómo no vie-
que con Renaldos se pueda igualar en
ne aquel buen cavallero e su compañía?
discreción ni en mañas. E dígovos, señor,
que yo le oí dezir delante el rey e de to- Don Roldan respondió:
dos los de su corte las mayores mentiras -Señor, ¡por mi fe!, yo estoy muy ma-
que nunca se dixeron e dezíalas con tan ravillado, pero ya no pueden tardar.
buena color que por mi fe, señor, a mí Respondió don Estolfo:
me hazía estar indiviso; y todos los mo- -Señor, por Dios, que pienso e me da
ros le estavan escuchando con tanta el alma que pues Renaldos hasta agora
atención como si fuera un gran predica- no es venido, que él debe aver llevado a
dor e hazíasse tan gran mercader que to- Montalván la linda Balisandra.
dos estavan espantados de oír sus gran- E el emperador con mucho enojo,
des mercaderías. E dezía como por todo dixo:
el mundo andavan sus mercaderías e to- -En ora mala queréis os vos duque
das las naos que navegan dezía que eran hazer profeta. ¿Qué te parece, sobrino
suyas, o tenía parte en ellas. Mas de tan- Roldan?
to vos digo, señor, que yo nunca hablé Respondió don Roldan:
palabra. El rey Trafiomer creyendo él ser -Verdaderamente, señor, lo que don
tan gran mercader como dezía, le hizo Estolfo dize es verdad, y él se la ha lle-
amostrar su gran tesoro, e nos combidó vado a Montalván. E yo no pude hazer
a comer a su mesa. E por más nos hon- más en ello.
rar, nos hizo mostrar su hija. E cuando esto oyó el emperador, que-
E todo por estenso le contó cómo dó tan triste que no podía hablar. E lue-
avía passado e cómo después de aver go mandó sacar de la prisión a Galalón,
muerto al rey Trafiomer e tomado la be- e llorando muy fuertemente se comencó
lla Balisandra e siendo salidos del puer- a quexar assí de Renaldos diziendo:
386
ANTOLOGÍA DE LIBROS r>F r A D A rT
U 1 D E
CABALLERÍAS CASTELLANOÍ
-¡O, malvado ladrón, nunca v o tal
Pudiera creer de ti! ¿Esto era lo que tú ciones me has faltado, procura de hazer,
Por rm servicio dezías que harías? Bien entre tanto que yo duermo, buena guar-
Parece que todo eres lleno d'engaños e da de mi persona e pacerás d'esa yerva
no guardas más lealtad al estraño que a del prado!
tu señor propio, ni a tu amigo más que Y el cavallo se inclinó la cabeca que
a tu enemigo, todos los llevas por un ca bien le entendía. E fuesse al derredor del
l
mino. árbol paciendo. E Renaldos echando su
escudo en tierra, puso en él su cabeza e,
Y luego le hizo processo e mandó
como aquel que cansado estava, e con el
pregonar con trompetas que cualquiera
que le disse bivo a Renaldos, que le da mucho dolor que de la soledad que de
"a por él cuatro cargas de oro. E buelto sus amigos sentía comencó a dormir
a los sus cavalleros, e díxoles: muy fieramente. Y estando assí durmien-
do le apareció en visión un ángel con
J O , cuánto en[o]jo me ha fecho el
una ropa como la nieve blanca, el cual le
traidor, ladrón de don Renaldos que ja- dixo assí:
mas me podrá hazer enmienda d'ello'
-¡O, Renaldos! ¿Qué tienes agora deli-
|Que aquella en quien yo tenía puesto
berado de hazer? ¿Por qué te afliges tanto?
m» coracon me ha hurtado, e ha ávido
E Renaldos le respondió que a Brana
a ella su virginidad! Mas assí Dios me quería ir por vengar sus injurias sobre la
ayude que yo gelo pague bien si puedo gente e vassallos del traidor de Roldan,
o me costará mi vida e estado, mas yó pues él no ha querido salir fuera a pelear
tomare d'él muy cruel venganca e le conmigo. Y el ángel le respondió:
haré morir muy vil e deshonrada muerte, -Guarda, cavallero, que no plaze al
(ff 9 l í ^ ^ y a n o <i u i e r o m á s curar. Alto Señor que padezcan assí los inno-
centes; e de parte de Dios te mando que
allá no vayas, antes irás en la paganía
contra los enemigos de la sancta fe que
2. U n á n g e l s e l e a p a r e c e a Re-
no passará mucho tiempo que serás con-
naldos de Montalbán e n sueños y l e
tento e satisfecho de todo lo que de-
hace cambiar su destino e intención
mandas e ten buena esperanca en Dios
e persevera en buenas obras que Él te
T a historia cuenta que iva Renaldos
remediará por su infinita misericordia
- ^ sus camino para Brana con el dicho
haziéndote el mejor andante de cuantos
0 6 metÍÓSe P r Un e s e s
Se^H? ° P ^ cavalleros oy biven. Si Roldan te ha eno-
flore ta adelante porque allí pudiesse ha- jado, antes de mucho él te demandará
zer su llanto sin ser de ninguno sentido,
mil vezes d'ello perdón; e sabe de cierto
mucho T °' OSC m
° ° dC Sangre
P ° re que en este camino ganarás un compa-
mucho llorar yendo por do el cavallo ñero que te será muy fiel, e tú serás
quena^E tomándole en aquella floresta siempre alegre de tal ganancia.
DUSO d h C ° m ^ m U y l a S S ° e S t u v i e s s e ^ ^ Después que hovo esto dicho, se par-
Puso debaxo de un muy grande e her- tió e Renaldos fue desvelado, que con el
moso árbol, por dormir que mucho lo
sobresalto del coracón no dormía muy
a m eneSter E qUÍtand rimero
freno a R ° P
treno a Bayarte abracándole su cabeca le «1 reposado, con mucho plazer que su
dezia estas palabras: alma sentía; e hincando de rodillas las
mi manos al cielo hizo su oración dando
naZ°' l a d e r o amigo e buen com- muchas gracias a Dios, que no le tenía
panero, que jamás en todas mis tribula-
olvidado, e conoció su mal pensamiento
RENALDOS DE MONTALBÁN (i-Il) 387

dexando de seguir lo que tenía propues- por el semejante harán de ti, si Dios no
to. E sin más tardar se enlazó el yelmo e dispone en ello.
tomó su escudo en el braco e metió el E Renaldos se rió de aquesto e díxo-
freno a su cavallo subiendo en él ligera- les que no hoviessen miedo e que le
mente e anduvo tanto que salió de la es- desenbargassen la cubierta toda e que
pessa selva entrando en un camino muy ellos se fuessen abaxo, que él solo que-
espacioso. E luego conoció que por allí ría contra ellos mostrarse. E los marine-
passara él cuando fue a la batalla de los ros, aunque por cosa impossible lo tu-
moros e assí anduvo hasta que fue junto viessen, hizieron su mandado. E siendo
donde la batalla fuera e luego tomó una los corsarios cerca con muchas bozes
de las sobrevistas de aquellos muertos, la viendo tan poca resistencia en la nave
cual se puso encima y era aquesta so- saltaron muchos d'ellos dentro. E Renal-
brevista azul con tres dragones del plata dos que al castillo de popa estava, no se
en ella. E movió presto de allí no por ca- movió hasta que la cubierta fue llena, e
mino ni por senda alguna, antes se fue luego con una gruessa barra, que non
por un desierto adelante reclamando a quiso con su berta darles, da va de muy
Dios e a sus sanctos por do la ventura le pesados golpes sobr'ellos, assí que en
guiava, e su cavallo le llevava tanto que poco espacio d'hora mató mas de sesen-
llegó a la orilla del mar e vido que esta- ta, sin otros muchos que hizo saltar en el
va una nave fermada sobre las áncoras agua donde fueron ahogados; e fue la
que los marineros eran decendidos a tie- cubierta de aquellos desempachada, mas
rra por algunas cosas que eran necessa- luego subieron en ella otros muchos
rias. E Renaldos fue d'esto muy alegre e hombres bien armados de resfresco e
demandó a algunos cual era el patrón de Renaldos los dexava entrar hasta que fue
aquella nave y el uno d'ellos respondió: la cubierta llena. E Renaldos los acome-
-Yo soy, mas ¿por qué lo peguntáis tió haziendo tal estrago d'ellos que toda
vos que, según veo, devéis ir perdido e la nave corría sangre que ninguno de los
parecéis cavallero de alto affer? que subieron no tornó a sus galeas. E
cuando la poca gente que en ellas que-
Y entonces respondió Renaldos que
dava vieron lo que el cavallero havía he-
era un cavallero de ventura, e que, si a
cho tuvieron por bien de alongarse. E
él plazía, quería entrar en su nave pa-
Renaldos les dezía a grandes bozes:
gándole bien lo que quisiesse. Y el pa-
trón que no era por otro sino por ganar -¿Por qué no subís traidores aquí?
dixo que le plazía. Y hecha su avenen- Mas ellos no curaron de sus razones
cia, entró Renaldos en la nave, e luego que con la fuerca de los remos se alon-
alearon velas al viento navegando dos garon tanto que fueron perdidos de vis-
días por el mar prósperamente e al ter- ta. Y entonces aquellos que escondidos
cero día que ya estavan cercanos de la estavan, salieron fuera e viendo tanta
tierra, vieron venir cuatro galeas de cor- gente muerta se le hincaron de rodillas
sarios contra su nave; e cuando por el delante queriéndole besar los pies por-
patrón e mercaderes fueron vistas, llo- que assí los havía librado de muerte y el
vieron gran miedo no sabiendo qué se patrón le dixo:
hazer. E Renaldos dixo por qué hazía tal -Esforcado cavallero, si quisiéredes
sentimiento, e el patrón le dixo: la mitad de mi nave, yo os la daré por-
-Porque estos corsarios tomarían que vais comigo por defenderme de los
nuestra nave e nos matarán a todos, e- cossarios.
388 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

E Renaldos le dixo que él quería de- cayó en tierra, e diole otro golpe encima
cendir allí e ver qué tierra era essa. E de la cabeca que se la hizo dos partes, e
fueron todos los mercaderes muy tristes tornóse a echar cerca de la fuente e allí
de su partida. E tomaron entonces mil durmió hasta la mañana e luego subió
doblas par dar a Renaldos e él nunca las en su cavallo e se fue por do la ventura
quiso tomar. Empero rogó mucho al pa- le guiava. (ff. I44v-l45v).
trón que por el servicio que de su per-
sona havía recebido y en satisfación del
mucho amor que le tenía no quería otro, 3. Renaldos se lamenta por es-
salvo que toda su vida do quiera que fa- tar en la cárcel y otras aventuras ca-
llasse cavalleros estraños les hiziesse mu- ballerescas
cha honra, que a tiempo vernían de pa-
gárselo. Y el patrón se lo prometió assí e
veniéndole los ojos en agua le dixo que
a dó quería ir, porque aquella tierra era
C u a n d o R e n a l d o s se vido en aque-
lla escura cárcel no por crimen
que hoviesse cometido Uorava de sus
desabitada e no havía otro por aquellas ojos y dezía.
selvas sino muchos leones e ossos e -¡O, traidor rey Almancor! ¿E dónde
otras bestias dessemejadas, e muchos la- me hablaste tú jamás ni me diste tu teso-
drones que allí moravan. E don Renaldos ro ni cuándo entró en mi coracón de ma-
dixo que todavía quería ir, que por otra tar al emperador? Agora se abriesse la
cosa nacido no era sino por passar las ta- tierra para te sorber allá donde estás. ¡O,
les afrentas e trabajos. E visto por el pa- Señor Dios! ¿E cómo podéis suffrir tan
trón que no lo podía estorvar su camino, gran traición?
le dixo: E después recordávase de sus buenos
-Señor, y'os ruego mucho que, a do compañeros y dezía:
quiera que me veáis, me tengáis por -¡O, mió fiel amigo Tintinago y cuan
vuestro vassallo e servidor. presto olvidaréis mi nombre por cierto
E abracándole muchas vezes él e los cuando el baptismo de mis manos rece-
otros, se partió d'ellos entrando por biste! E cuando nos fue hecha en París
aquel espesso bosque suplicando al in- tanta honra por el socorro que a Carlos di-
menso Dios que le dexasse hazer cosas mos, no pensávades que en aquesto ho-
que ftiessen a su sancto servicio. E an- viesse de venir. ¡O, mi querido Filominiso!
dando d'esta manera le salen al camino ¡E cuan breve tiempo ha durado nuestra
dos elephantes muy grandes, lo cuales compañía! E no me duelo tanto de mi
mató e fue su camino. E queriendo ya muerte cuanto por vuestro destierro, que
anochecer llegó en un fresco prado en el bien sé que os tomarán sin armas los trai-
cual estava una luzida fuente e descaval- dores de Maganca y creo que vos matarán
gando de su cavallo le quitó el freno de- e seré yo causa d'ello por haveros traído
xándolo pacer, e fuese a la fuente e be- entre esta mala gente. ¡Mas plega a Dios
vió del agua que muy dulce era. Y de perdonar vuestros pecados e colocar
estando tendido cerca de la fuente llegó vuestras almas en la sancta gloria!
allí un muy espantable osso que por be- E desque ovo dicho estas e otras mu-
ver venía e, cuando vio el cavallero, se chas lamentaciones, comencó a rezar
aleó en los pies e fue por tomarle en los muchos psalmos e oraciones.
bracos, mas Renaldos, que ya en pies es- Agora lo dexaremos a él por hablar
tava, le dio tal golpe en ellos, que se los del duque Estolfo que sabiendo cómo
cortó e la bestia con grandes bramidos Tintimago e Filominiso eran ya partidos
RENALDOS DE MONTALBÁN (i-Il) 389

de París recibió mucho pesar porque de -Amigos, ruegovos que aquí esperéis
tal manera se ivan; e luego cavalgó en su unos d[í]as hasta que tanto que yo haya
cavallo e metióse por el camino de Mon- aparejado cuatro mil hombres bien arma-
talván por donde pensava que los halla- dos que por donde quiera que vosotros
ría más cierto. E tanto anduvo corriendo vais anden en vuestra compañía.
que fue en vista d'ellos. E cuando los co- E luego se determinaron ellos regra-
noció, dio bozes que lo esperassen e ciando al duque la mucha cortesía que
oyéndose llamar los dos compañeros se les hazía. E Estolfo se partió d'ellos e
detuvieron por ver lo que quería. E fuese a París. Mas no fue a palacio, an-
cuando Estolfo fue cerca d'ellos los salu- tes llamó a todos sus amigos e servido-
dó e dixo: res muy secretamente e, cuando hovo
-¿Cómo, señores? ¿Assí os havéis de allegado hasta más de cuatro mil hom-
partir como si fuéssedes algunos traido- bres, les dixo:
res? ¡Par Dios! No será verdad, que pues- -Si vosotros queréis provar bien vues-
to que yo sea estado el primero que en tras personas e hazer muchas ganadas
esta péssima carta he dado fe, yo lo yo os meteré en parte donde las podréis
emendaré muy bien si vosotros quisiere - muy bien hazer, e aun vos quiero pagar
des aconsejándoos que no andéis de tal por dos años.
manera por la paganía donde seréis co- E todos respondieron que estavan
nocidos y muertos a cruda muerte. E si prestos con sueldo o sin sueldo de ir a
no queréis quedar en la corte de Carlos, donde mandava. Mas Estolfo pagó muy
venios comigo en Inglaterra donde seréis bien a todos e armado de sus armas sa-
señores absolutamente. ¡E mal para lió con ellos e guiólos para el castillo
donde Filominiso e Tintinago estavan. Y
quien en contra vosotros querrá travar
allí les entregó estas gentes rogándoles a
pelea!
cada uno por si que se trabajassen de ha-
E oyendo assí hablar al duque Estol- zer cosas que fuessen en servicio de
fo, respondieron que muchas mercedes, Dios; e assí se lo prometieron todos. Es-
que toda vía deliberavan de ir contra la tolfo abracó a los dos compañeros di-
pagana gente, y entre ellos morir si me- ziendo que Dios fuessen en continua
nester fuesse. Dixo entonces Estolfo: guarda e dixo:
-Pues assí y allá queréis ir, yo os rue- -Yo me bolveré a París, por ver cómo
go que vengáis comigo a un mi castillo irán estos hechos de Renaldos, que cier-
que en esta floresta está, y después yo os to, si algún agravio se le haze yo mos-
diré lo qué havéis de hazer. traré enteramente quién es Estolfo.
En esto no pudieron contravenir los E partióse d'ellos al más correr de su
compañeros e dieron licencia a los cria- cavallo. Pues teniendo tan luzida compa-
dos de Renaldos, los cuales levaron el ñía Filominiso e Tintinago dixeron que
cavallo e las armas a Montalván. E Filo- deliberavan ir en España, porque en la
miniso e Tintinago se fueron con el du- primera villa o castillo que hallassen pu-
que Estolfo para aquel su castillo. E lle- diesen executar su fiera saña. E toda
gando en aquél, comieron muy bien de aquella gente con mucho plazer movió
lo que allí hallaron; e después les dixo el siguiendo a los dos cavalleros, (ff. 197r-
duque Estolfo: 198r).
390 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

66. LA TRAPESONDA
(libro ni de Renaldos de Montalbán)
(1513)

por
José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIOS

[1] Valencia, Jordi Costilla, 1513


[2] Sevilla, Juan Cromberger, 1533 (25 de mayo) [-»]
[3] Sevilla, Herederos de Juan Cromberger, 1541.
[4] Sevilla, Dominico de Robertis, 1543 (25 de junio)
[5] Sevilla, Juan Cromberger, 1545 (15 de septiembre)
[6] Sevilla, Jacome Cromberger, 1548 (25 de abril)
[71 Toledo, Juan Ferrer, 1558 (8 de mayo)
[8] Alcalá de Henares, Andrés de Ángulo, 1563
[9] Perpiñán, Sansón Arbús, 1585

TEXTOS

1. Roldan y Renaldos de Mon- -Agora veré si verná el conde don


talván se enfrentan e n el Padrón de Roldan. E tres días le esperaré aquí, e si
Merlín y se salvan gracias a un mila- no viniere, yo dexaré aquí una señal por
gro. memoria de su covardía.
E dende a un rato quitóse el yelmo y
refrescóse la cara, y bevió y comió de lo
T a n t o a n d u v o don Renaldos que
llegó a la Pequeña Bretaña, e allí
preguntó a qué parte se hallava el Pa-
que tenía; y tomóle sueño y acostóse a la
orilla de la fuente, arrimando su cabeca
drón de Merlín, y fuele dicho donde es- a su yelmo; e como venía cansado, más
tava. E tomó una guía e por unas gran- de cuatro horas durmió allí. E no se tar-
des florestas anduvo tanto hasta que dó tanto don Roldan en caminar que al
llegó a él. E cuando le vio, ovo mucho mismo día no llegasse al Padrón de Mer-
plazer, y aposentóse allí cerca cabe una lín. E ya avía dos horas que don Renal-
fermosa fuente que se hazía en un pra- dos dormía cuando don Roldan llegó a
do que allí avía cubierta de una arbole- la fúñete; e los cavallos que se sintieron
da de muy gentil sombra; e allí desca- comencaron a relinchar, pero don Renal-
valgó e arrimó su lanca a un árbol, e dos dormía tan fuerte que no sentía cosa
colgó su escudo de una rama, e quitó el ninguna. E cuando don Roldan llegó a la
freno a su cavallo para que se apacen- fuente, e vido dormir a don Renaldos,
tasse por aquel prado; e dixo entre sí: apeóse e arrimó su lanca y escudo a otro

ESTUDIO: Lucía Megías (2000).


LA TRAPESONDA (ill) 391

árbol, y soltó el cavallo que pasciesse, e -¡O, señor conde! Acuérdate que tú
echóse a dormir junto a la fuente. E den- mataste de don Chiaro e después te pesó
de a un rato don Renaldos despertó, e por gran tiempo de su muerte; e quicá si
vido a don Roldan que dormía fuerte- agora tú me matas a mí, también te pe-
mente, e dixo: sará; e aun yo creo que d'esto que hazes
-¡O, poderoso Dios! ¡Y cuánta es la también te pesa; mas deves ser forcado
bondad de don Roldan! ¡Plégate, Señor, para ello en alguna manera, que, si tú
de me dar gracia como le pueda traer a matarme desseasses, nunca mejor tiem-
todo bien! po podiste tener que cuando dormiendo
E dixiendo estas palabras las lágrimas me hallasteis; en lo no querer hazer co-
se le saltaron de los ojos, e comencó a nozco de ti que no tienes desseo de mi
dezir: muerte.
-Agora veo yo bien que don Roldan, Entonces don Roldan se estrañó más
mi primo, no ha gana de matarme, mas diziendo:
alguna cosa deve aver hecho el traidor -¡O, vil ladrón desventurado! ¿E cómo
de Galalón por poner enemistad entre por hombre me tienes tú que avía de fa-
nosotros; que si él matarme quisiera, zer tan gran traición e vileza, que a un
bien pudiera cuando yo dormía e nunca hombre [dormido] avría yo de herir ni
por persona del mundo fuera sabido ofender. No, no, no, que bivo e armado
cómo me avía muerto. tengo de vengar tantos males y robos
Y estando assí hablando y llorando que tú as hecho, e toma prestamente tus
entre sí, don Roldan despertó y levantó- armas e cavalga en su tu cavallo, e mues-
se prestamente e dixo a don Renaldos: tra todo lo que puedes hazer.
-¡Ea, sus, don ladrón, aparéjate y E cuando don Renaldos vido que no
guárdate de mí, que yo te haré que nun- le aprovechavan nada sus buenas razo-
ca más robes a ninguno! nes, díxole:
E don Renaldos le respondió: -¡O, conde don Roldan! Pues assí
-¡O, noble conde! ¿Qué es la causa de quieres que sea, a Dios hago testigo de
tu enojo tan grande contra mí? Cata que cuántas vezes te he requerido muy cor-
si quieres matarme, toma mi espada y tésmente por la paz, y cuan soberbiosa-
párteme por medio; o si me quieres de- mente me as respondido. E Nuestro Se-
xar bivo, mándame que vaya a la moris- ñor me ayude e libre. Como yo tengo la
ma, o donde tú más quieres, que yo iré razón y tú la fuerca, [no] quieres entrar
de buena voluntad, y haré guerra a comigo en la batalla.
quien tú mandares; e todo cuanto qui- Y tomó su yelmo y enlazóselo, y ca-
sieres, haré por no aver cuistión ni bata- valgó en su cavallo, e tomó su escudo y
lla contigo, con tanto que no me mandes langa, e don Roldan hizo lo mismo. E
ir delante del emperador, porque el trai- cuando los dos fueron a cavallo, abracá-
dor de Galalón no vengue en mí. ronse y demandáronse uno de otro
Don Roldan le respondió: cuanto vieron que era menester. E don
-Renaldos, no me hables más d'essas Renaldos comencó de fazer oración a
chufas, que cumple que tú e yo nos Nuestro Señor diziendo:
afrontemos e ayamos nuestra batalla, -¡O, Redemptor mío, Jesucrito, que
porque el uno de nos quede aquí, pues por salvar los peccadores quesiste derra-
sobre este concierto somos aquí venidos; mar tu preciosa sangre en el árbol de la
e no aya más sino que te armes. vera cruz! Ya Tú, Señor, vees cómo mi
E don Renaldos le tornó a dezir: voluntad no es de hazer esta batalla, por-
392 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

que tu sancta fe no venga en diminución Y don Renaldos que vido el podero-


por falta de nosotros; mas este león ham- so golpe que descargava ovo temor, e
briento tiene tanta gana de hartarse de dio una gran boz diziendo:
mi sangre que me es forcado; por que te -¡O, sacra María, valme!
suplico, Señor, que me des virtud y es- E a la hora, como una sombra, se
fuerzo con que me pueda defender d'él. puso ant'él. Don Roldan dio tan grandí-
Y embracó su escudo y enristró su ssima cuchillada en el padrón de piedra,
lanca e dio buelta al cavallo. El conde que cuanto alcancó derribó a tierra, e
don Roldan assí mismo hazía su oración assí se muestra oy día en él. Y cierto, si
diziendo: él alcancara a don Renaldos, no avía me-
-¡O poderoso Dios! Ya Tú vees y sa- nester más de aquél. Pero Nuestro Señor
bes los grandes males que don Renaldos le quiso guardar porque ensalcasse su
ha hecho de cada día contra los cristia- sancta fe, como después hizo. Y cuando
nos inocentes, robando y destruyendo y don Renaldos vido el gran golpe que
matando, e aun los prelados de la madre avía hecho en el padrón, dio gracias a
Sancta Iglesia. E yo, Señor, por lo casti- Nuestro Señor que assí le avía librado, e
gar soy aquí venido, por fazer justicia dixo a don Roldan:
d'él por mandado del emperador. Suplí- -¡O, cómo eres fuera de sentido, que
cote, Señor, por reverencia de tu bendi- teniendo a mí delante te combates con
ta passión me des tanto poder que le las piedras!
pueda vencer e sojuzgar porque más E don Roldan estava turbado del te-
males no haga. rrible golpe que avía dado e tornó en sí
Y luego, bolviendo el cavallo, embra- e dixo:
gó su escudo y enristró su lanca. Y -¡Espera, espera, que yo te diré si es-
cuando los dos buenos cavalleros se vie- toy fuera de sentido!
ron encomendándose a Dios, ponen es- Y con redoblada fuerca, aleó el espa-
puelas a sus cavallos y arremetieron uno da con ambas manos y aprieta las pier-
contra otro con tanta furia que parescían nas a Briador y remete contra don Re-
dos truenos. E toda la tierra por do pa- naldos. Don Renaldos assí mesmo se
ssavan hazían retemblar. Y cuando vieron echó el escudo atrás e tomó su espada a
tiempo, baxaron sus lancas e diéronse dos manos y arremete contra don Rol-
tan fuerte encuentros que las lancas hi- dan; e los dos se juntaron a un tiempo,
zieron bolar en piecas; pero ellos no se e se dieron tan fuertes golpes sobre los
movieron en las sillas, e los cavallos muy yelmos que ambos a dos cayeron de los
furiosos passaron adelante; pero ellos cavallos en tierra, y dieron muy grandes
prestamente los boltearon. E don Renal- caídas sobre la yerva. E assí quedaron
dos arrincó su espada Fisberta, e don como muertos, que ninguno d'ellos no
Roldan su Durindana, y comiéncanse de se movía poco ni mucho, e los cavallos
dar tan mortales golpes que los escudos se fueron por el campo. Estando los dos
se rajavan e lumbre fazían saltar de las valentíssimos cavalleros en esta manera,
armas. E andavan los dos con gran furia los seis cavalleros paladines arribaron al
batiendo los dientes. Y don Roldan lan- Padrón de Merlín, e andando mirando
ca su escudo a las espaldas e toma la es- por el campo si los verían, los cavalleros
pada con dos manos, e va contra don guiaron hazia allá, e a poco rato vieron
Renaldos diziendo: los cavallos que andavan armados y en-
-¡Ladrón, este golpe te pagará de frenados retocando por el. campo, e
cuantos males as hecho! ovieron gran pesar de que no vieron los
LA TRAPESONDA (ill) 393

cavalleros sus dueños. E cierto pensaron cara y refrescáronle, y dende un rato


que fuessen muertos, y comencáronlos a abrió los ojos y con gran dolor comencó
buscar por el prado y halláronlos a en- a sospirar y menearse y quexarse, y en-
trambos de bocas en el suelo. E al pri- comendándose a Dios; y poco a poco
mero que llegaron fue a don Roldan, y ovo de tornar en sí, e conosció todos
bolviéronle hazia arriba, e quitáronle el aquellos cavalleros que allí estavan, de
yelmo y cofia. Pero él no se movía ni re- que fue muy maravillado. E cuando vido
sollava, y tenía toda la cara cubierta de al conde don Roldan esforcóse lo más
una espuma sanguinosa que le salía por que él pudo y levantóse e dixo:
la boca y por las narizes. E cuando su -De aquí adelante no quiero más con-
cuñado Oliveros assí le vio, comencó de tender contigo en ninguna manera. E si
hazer gran llanto por él, e dezía: tú me quieres matar o destruir en tu
-¡Agora será contento el emperador mano está, que de ti no me quiero de-
Carlos y Galalón, que ya no le harás nin- fender ni tomar armas contra ti.
gún enojo! Respondió don Roldan:
Y don Estolfo fue presto a la fuente y -¡O, primo mío, ni yo contra ti por mi
traxo el yelmo de don Roldan lleno de fe! Y estése el emperador en el campo e
agua, e laváronle la cara e los ojos, y re- faga lo que quisiere a toda su voluntad,
frescáronle todo. Y don Roldan con el que yo jamás no curaré d'él en este caso,
frío del agua tornó en sí y abrió los ojos, y d'esto te hago cierto.
pero no conoscía a ninguno de los que A todos aquellos señores les plugo de
allí esta van. Y preguntóles dó esta va e la amistad de don Roldan, y de don Re-
luego lancó un gran sospiro diziendo: naldos, y estuvieron allí hablando un
-¡O, poderoso Dios, gracias te sean buen rato. (ff. 20v-22r).
dadas que tanta merced me as fecho!
E a poco rato reconoció a los que allí
estavan, y preguntóles cómo avían veni- 2. Las bodas de Juneto, hijo de
do allí y que dó era don Renaldos. E don Renaldos de Montalbán, c o n la hija
Estolfo le dixo: del emperador Carlomagno
-¡Veislo allí do está muerto!
E don Roldan lo miró e las lágrimas
le saltaron de los ojos, e dixo:
-¡O, mi hermano Renaldos! ¡Nunca
A q u e l l a n o c h e quedaron todos en
el campo, e después que ovieron
cenado, durmieron con el rey Ballano,
pensara que tanto me dolieras y toda mi que a fijos suyos los quería. El duque
vida seré triste y desconsolado por tu don Estolfo e madama Brandamonte se
muerte! ¡Y maldito sea quien tal cosa me fueron a la ciudad. El emperador Carlos,
ha hecho hazer! con los de su consejo, dieron orden en
En esto los cavalleros se llegaron a lo que avían de hazer. El emperador em-
don Renaldos y le quitaron el yelmo y bió dezir a todas las damas que para otro
armas, y estava muy peor que don Rol- día de mañana todas estuviesen en or-
dan, porque tenía la cara toda magullada den para cavalgar con la emperatriz, e
e hinchada y denegrida del gran golpe, y con su hija. Esta hija del emperador era
toda llena de sangre que le avía salido muy hermosa e muy hermosa e muy gra-
por las orejas y narizes e por la boca, e ciosa de hedad de diez e seis años, e 11a-
no se movía ni tenía ningún spíritu de mávase por nombre Armelina. [...]
vida. E don Estolfo tomó su yelmo y tor- Venido el otro día de mañana, el em-
nó a la fuente y traxo agua y laváronle la perador hizo cavalgar todas las reales
394 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

damas, entre las cuales no faltó la linda res bodas, que jamás tan rica fiesta en
Aldabella, que en el mundo no tenía par, el mundo fue vista. Venida la noche, el
assí como el arcobispo don Turpín escri- emperador los hizo dormir en su rica cá-
ve. El emperador con todos los doze pa- mara, e la fermosa dama Armelina se
res cavalgó a cavallo, e todos los treinta empreñó de un hijo que llamaron Veren-
reyes con los dos hermanos; y el conde guer. Venida la mañana, cristianos y mo-
Galalón con ellos todos en una compa- ros se ataviaron muy ricamente, e todos
ñía irruy bien aderezados. Y como fue- empresentaron muy ricos presentes a la
ron junto con el abadía, descavalgaron linda dama de infinitíssimas joyas, perlas,
todos, e sin engaño ninguno el empera- cafires, balaxes, rubíes, diamantes, esme-
dor hizo a Amón y Juneto cavalleros. raldas que fueron apreciados en más de
Después tomó a su fija por la mano e un millón de ducados. Hecha la gran
desposóla con don Juneto, e hízole du- fiesta de Jtmeto, entendieron en rehazer
que de una gran señoría. El emperador a Montalván. Todos los grandes señores
estava muy contento e comencóse la se dividieron en dos partes: la una que-
triunfante missa; después el emperador dó con el rey Ballano; la otra fue en Pu-
se bolvió a Amón, e díxole: lla con el rey Amón; e después lo acon-
-Yo te hago rey de Pulla. pañaron en Calabria, donde tomó
E de sus manos le coronó. En Cala- posessión del ducado; e todos los gran-
bria avía una duqtiesa del linage de Ro- des señores del reino le hizieron pleito
ger, y era señora de toda Calabria, que el omenaje, y él les confirmó todas las tie-
emperador Carlos se la avía mandado rras que tenían. Ovo de esta duquesa
dar para su dote. E traíale casamiento cuatro hijos, los cuales fueron valientes
con el buen rey Ansuiso; el emperador cavalleros, e hizieron grandes hechos
Carlos la dio por muger al rey Amón. E después de la muerte del conde don Rol-
dicha la missa, tornáronse a París. dan e de los doze pares de Francia, que
Cosa demasiada sería contar aquel murieron por los moros de España en la
rico combite ni las grandes dancas e bai- batalla de Roncesvalles por la traición
les que se hizieron en aquellas singula- del conde Galalón. (f. Il4v).

67. BALDO
(libro iv de Renaldos de Montalbán)
(1545)

por
Folke Gernert

TESTIMONIO

[1] Sevilla, Dominico de Robertis, 1542 (18 de noviembre) [—>]

EDICIÓN: Folke Gernert (ed.), Alcalá de Henares, Centro de Estudios Cervantinos, en prensa.
ESTUDIOS: Blecua (1971/72) y Kónig (1980, 2000). GUÍA DE LECTURA: Gernert (2000).
BALDO (IV) 395

TEXTOS

1. Juan Acuario, en el prohe- nes y grandes figuras esculpidas. Mucho


mio, cuenta cómo se encontró la desseábamos la lumbre para ver qué era
obra e n una cueva aquello. Entonces teníamos en nada lo
que aviamos buscado, pues no lo podía-
o m o los ociosos, noble lector, mos ver. Allí poco a poco guiados unos
C quieran buscar cosas que manda-
das no las harían, cinco maestros y tres
tras de otros ívamos, donde ninguna cosa
víamos sino por una poca de luz dubdo-
grandes rabíes, conoscedores de yervas, sa que por las cavernas de las peñas en-
determinamos de entrar en una nao y trava, no siempre sino cuando el movible
buscar yervas de Alexandría para hazer viento meneava las menudas fojas. Allí
perfecta atriaca; lo cual pensando, em- parescían muchos sepulcros de mármol,
barcámonos y en fin después de muchos en medio de los cuales estava un muy
peligros, allegamos a Alexandría. Con alto encima de bulto fabricado un ancia-
tempestuoso viento fuemos detenidos no varón con un rétulo en la mano que
allí, donde un día vimos en la mar pare- dezía: Aquí ja^e Merlino Cocayo, poeta mantua-
cer una isla a la cual en un batel luego no. Este rétulo tenía en la mano siniestra,
fuemos, pero no le supimos el nombre; pero con la derecha señalava a una ven-
la cual bien parescía estar más hecha por tana, que en la pared estava, y en ella
artificio que no por naturaleza. Adonde una arca de hierro bien cerrada y dezía
aviendo hallado materia nuestra curiosi- un título que estava a la redonda: Aquí es-
dad, fuemos hazia unos grandes edificios tán los libros del poeta Merlino. Nosotros fui-
que allí parescían llenos de matas silves- mos allá y estavan antes muchos sepul-
tres. No faltavan verdes lagartos ni flexi- cros de diversas colores adornados y con
bles culebras que nuestra vista huían. grandes epitafios declarados, el más in-
Pues, haziendo nosotros con las espadas signe en él del medio, adonde dezía es-
por estas matas una senda, entramos con tar enterrado el magnánimo Baldo, des-
gran trabajo por ella. Donde al uno se le cendiente del emperador Reinaldos. A la
rasgavan con las puntas de las espinas las redonda estavan otros cavalleros. Algu-
ropas y a otros las carnes. De lado íva- nos d'ellos pudimos leer cómo eran de
mos por ella y temiendo no saltasse de Cíngar, Filoteo, Marcelino. Do estávamos
entre aquellas yervas alguna desmesura- esperando a la lumbre que, destapándo-
da culebra o bestia fiera que nos toma- se las hojas, entrase por las aberturas de
sse en el lazo o nos mordiesse. ¿Qué co- la cueva, allegados, quesímosla abrir,
sas son los hombres que de voluntad pero no podimos porque más se nos obs-
ttavajan cosas impossibles, por fuerca las cureció la cueva y tanto sentimos abrir el
possibles no las hazen? En fin, que alle- arca y salir d'ella un gran resplandor. El
gamos a una cueva do no alumbrava el cual procedía de un rubí carbúncul que
sol escalentador de las tierras. Todo lo en la cubierta de la arca estava. Allí vimos
ocupavan las tinieblas; allí reinava la hu- muchos libros assí de mágica, de astrolo-
midad. No poco adelante, las manos gía, de medicina, de arte de alquimistas.
puestas por las paredes, fuemos a una Yo metí la mano entr'ellos y saqué uno
gran sala con unas grandes puertas que d'ellos muy pequeño. Échemelo en el
en el tocar parescían de alambre, hermo- seno. Cerrándose la. arca, quesímosla
seadas de gentil altura con ásperos bollo- traer al batel con las espadas, pero tal es-
396 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

truendo se comencó que nosotros, más vergüenca, no son dignas de ser declara-
que atemorizados, comencamos a correr das en nuestro común hablar. Ay otras
por salir de la cueva que pensamos que cosas más estendidamente contadas: lo
se cayera sobre nosotros. Tan ligeramen- uno por dar sabor al lector que no que-
te huíamos como en toda nuestra vida de con la desgracia de no declarar el ne-
podimos porque -como dize Vergilio- el gocio; lo otro que como la poesía atada
temor da alas a los pies. Assí salimos no a tantas cadenas de sonoridad, cuantidad
esperándose el uno al otro. Entramónos y otras cosas va muy breve en las cosas
en el batel y saltamos luego en la nao que se avían de estender y porque lo que
bolviendo la cara hazia la isla, pero no la se cumplió no daña a la historia. Porque
vimos más. La causa d'esto se verá en la el principio d'esta obra se entienda, se
quinta parte del sabio Palagrio. Assí que, pone antes un preámbulo sacado de las
aviendo buscado las yervas que quería- obras del arzobispo don Turpino. En lo
mos, allegamos a nuestra patria jurando demás ruego al lector que supla su saber
de no emplear en más nuestro ocio en tal nuestras faltas, pues no es cosa nueva
cosa. Donde yo luego, viendo mi libro errar; lo cual desde que ha el mundo
que tratava de tan memorables hechos, principio se usa y es tan celebrada por
lo di a los impresores para que se mani- antigüedad de tiempos. No es mucho
festassen por el mundo. Es todo dicho que en mí más se demuestre y más se de-
del maestro Juan Acuario, de adonde yo, clare. Vale. (ff. ivv-vr).
aviendo aquel libro a las manos, con más
reposo que no él, lo alcanco. No pensé
hallar otra mejor manera de atriaca que
no él. De adonde este libro se compara a 2. Falqueto cuenta e n qué ma-
la atriaca, la cual, como se á compuesto nera fue transformado en perro
de las entrañas de la bívora y de yerbas
medicinales, puesta sobre la mordedura
poncoñosa, va derecha al coracon por
parte de la bívora, donde allegando tras
D e s d e e n t o n c e s me fue bien en
casa del rey dos años, donde era
del rey muy querido y de todos muy
ellas las yervas saludables vencen la pon- amado; donde tuve un muy grandíssimo
coña. De adonde tuve por bien hazer al amigo llamado Archedón. Éste tenía por
fin de los capítulos que fuessen menester amiga una muy gran maga de aquella
SLIS adiciones sacadas de filósofos mora- tierra, adonde fuemos un día por folgar-
les para que tome algún provecho el lec- nos. Y estando todos tres a la mesa, co-
tor a lo que va mi intención encaminada, mencó la maga a contar las cosas que le
no como aquellos libros que solamente avían acontescido a cavalleros con ella y
alegran y aún esso con gracias deshones- de cómo los avía tornado muchas vezes
tas no siguiendo más de aquella historia en diversos animales y otras cosas. Assí
prolíxa. De adonde, viendo la buena vo- lo contó. Yo, que de aquello no podía
luntad del maestro Juan Acuario, quise creer que aquello fuesse verdad, co-
manifestar el tal libro a los de mi lengua: miéncele a dezir que no podía ser aque-
lo uno porque acompañasse a ess'otros llo ni que lo creería hasta que lo viesse.
que andan del mismo don Reinaldos; lo Y entonces, pensando una maldad, dixo
otro por cumplir y enriquescer, aunque la maga:
no sea sino con mi buena voluntad, la
lengua española. En esta transladación -Bien es que el hombre no lo crea
no van muchas cosas que, fablando con hasta que lo aya muy bien experimen-
tado.
BALDO (IV) 397

Y assí se calló. Donde haziéndose andavan buscando lo que avían menes-


algo tarde, fuémonos yo y mi compañe- ter para sus encantamentos, me metie-
ro a palacio, donde después de aver ron en la primera sepultura que abrían.
cumplido nuestro oficio, venida la escu- Donde no tenía yo ningún acuerdo de
ra noche, fuémonos a dormir en una mí, sino lo que aquellas magas hazían.
gran sala par de la casa real, que tenía Donde ellas, aviendo cumplido y halla-
unas finiestras que salían hazia el cam- do todo lo que buscavan, toman todo lo
po. Entonces era el invierno. Aviendo ya que yo Uevava a cuestas, y a mí tórnan-
passado la mitad de la noche, estando yo me a llevar con la misma solennidad por
despierto y mi compañero durmiendo, el aire a las finiestras de mi cámara y
oigo gran estruendo, y en aquel instante, ellas fuéronse. Donde ya que avían pa-
abriéronse las puertas de las finiestras y ssado las tres partes de la noche, quedé
entran por ellas tres viejas altas de cuer- tan molido y tan temeroso que no podía
po, muy flacas, con dos vasos en las ma- hablar y todo oliendo sepulturas, de tal
nos. Yo entonces ni podía hablar ni lla- manera, que por dissimularme fue a
mar a mi compañero, sino medio echar a mi cama. Tanto era el hedor que
velando aviéndome tapado la luz el gran yo traía, que ni yo podía descansar ni mi
miedo, estava assí quedo. Todas tres se compañero reposar, el cual aviendo des-
allegaron a mí, y puesta la una a los pies pertado, contéle todo lo que avía passa-
y la otra a la cabeca y la más alta en me- do, de lo cual se quedó él riendo y di-
dio, comienca a dezir: ziéndome:
-¡O, Falqueto, mancebo sin saber, que -Digos de verdad que las tres magas
a los dichos de la maga amiga de tu hermanas de mi amiga, que porque me-
compañero no quisiste dar crédito, ago- nospreciastes sus palabras os ha acon-
ra lo pagarás con liviana pena! tescido esso.
Y diziendo esto, me toman todas de -Pero, ¿cómo podría, -dixe yo-, qui-
braco assí desnudo y sácanme por las fi- tarse este mal olor de muerto que me
niestras sin que yo pudiesse dezir cosa, sale de todo este mi cuerpo?
sino con una grande pena y dando ge- -Para esso muy bien remedio ay, -dfxo
midos me llevan por aquellos aires fríos; mi compañero-. Yo, secretamente, miraré
y aviéndome traído bien por encima la el libro de la maga mi amiga en que se
casa del rey, dándome grandes golpes, declaran muy bien todos los ungüentos
rociándome con aquel licor de aquellos que tiene en su cámara, y yo os prometo
vasos que traían, que era más frío que que os trairé uno d'ellos.
yelo, ya bien contentas, pónenme en un Y diziendo aquesto, se vistió de pres-
cementerio de muertos que allí enterra- to, y dexándome allí, se fue a casa de su
van los que algún delito avían cometido amiga; pero en el camino topó con un
y métenme en una sepultura; donde no hijo de una de aquellas magas, el cual te-
sentía más de el mal hedor y la escuri- nía muy grandíssimo odio comigo por-
dad, donde me dexaron bien por dos que no privava tanto con el rey por mi
horas; y después tornáronme a sacar y, causa (como en semejantes cortes se
cargando sobre mí unas sogas que avían suelen hazer los cavalleros mancebos
quitado a dos rezién ahorcados y gran viendo que alguno priva más con el rey).
multitud de dientes de muertos, se van a Y entonces preguntó a mi compañero
otro cementerio, de tal manera, que he- dónde iva. Él, que ningún secreto sabía
zimos más de diez paradas. Y creo que guardar, cuéntaselo todo assí como a mí
porque yo no me fuesse mientras ellas me avía acontescido (según después
398 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

bien supe y aún él me lo dixo). Allí le tarle algLina cosa de lo que me avía
dixo el hijo de la maga, que Aungacio se acaescido. Pero en lugar de hablar, co-
llamava: mencé a ladrar. Entonces bolvieron hazia
-Pues, señor Archedón, dexáme esse mí los de la ronda, y como vieron un pe-
cargo, que yo os lo trairé en la tarde a rro tan grande, con gran plazer van a mí
vuestra sala. para tomarme y llevarme atado que les
Entonces Archedón, agradeciéndose- ayudasse a rondar, pero yo me pusse en
lo, buélvese a mí y cuenta todo cómo defensa assí con los dientes como con
passó, de lo cual me alegré, no catando los encuentros que les dava. Allí el alcal-
en el odio o desamor que el otro me po- de dava bozes, diziendo:
día tener. Venida ya la tarde, heos aquí -¡Matadlo! ¡No nos estorve nuestro ca-
donde viene Nugacio con un vaso lleno mino!
de un olio bueno y muy claro; el cual me Pero nadie se osava llegar a mí. Pero
dio, diziendo: con piedras me adobavan el nuevo cue-
-Señor, esto os lo avéis de untar a me- ro, donde sin más parar, me di a huir por
dianoche por los mismos lugares que toda la ciudad. Y sin aver remedio, veni-
vos cogistes esse mal olor. da la mañana, conosciéndome los que la
Yo lo tomé de muy buena voluntad, noche avían andado en la ronda, co-
y venida la hora, no diziendo cosa a mi miencan a tirarme diversidad de piedras.
compañero, me salgo por una puerta fal- Donde, aviendo yo caído en poder del
sa de la casa real y comienco a andar por pueblo, comiencan a ir tras mí, no de-
los lugares que más me acordava, y assí- xándome parar. De tal manera salí moli-
mismo, quitadas todas las ropas, me unté do de las piedras como de los mordedu-
todo el cuerpo. Donde viérades allí una
ras de los otros perros de la ciudad, y
cosa maravillosa: perder el cuerpo su tez
caminando por el campo, muerto de
y pararse áspero, todo peludo; encorbá-
hambre y del cansancio, mal parado me
vaseme el cuerpo; mudárseme los bracos
eché en una senda real donde quicá ha-
en forma de animal. Lo último que me
llasse quien me Uevasse a SLI casa. Don-
unté fue la cara, y éssa, más presto de-
de estuve un día, y passando dos hom-
xando su forma, se tornó en cabeca de
grande perro y assímismo todo el cuer- bres por allí, como me vieron tan
po, no para que yo pudiesse verme, sino grande, acodiciáronse a llevarme consi-
que sentía yo estar assí, no dándome go, y halagándome con pan y otras co-
mucho por ello, pensando que todo se- sas, me llevaron y llamáronme Vestigato.
ría como lo de la noche passada. Pero Donde allegados a una gran cibdad lla-
no fue assí, que, acabado el ungüento, mada Aliaga, y fuéronse al me[rc]ado y
yo quedé en forma de grande perro. mercáronme un lindo collar de cuero de
Donde viéndome assí la cabeca hazia el tigre, y pusiérotnjmelo con su cadena, y
suelo, ya bien noche que declinava ha- diéronme a un moco que traían. [...] (ff.
zia el día, determiné de irme hazia la 7v-8v).
casa real, donde a la mañana hallaría re-
medio. Pues comencando camino nue-
vo, no uve andado mucho, cuando topé 3. Cíngar cuenta cómo, junto a
con la ronda que solía andar allí siem- un magistrado de justicia, comienza
pre. La cual, como yo conocía muy bien,
e n Milán su carrera de ladrón de al-
creyendo que no avría perdido la boz,
tos vuelos
allegúeme a él par[a] hablalle algo y con-
BALDO (IV) 399

D espués que la noche tenebrosa


avía acavado su curso, venido el
sol, bueltos todos los humanos a sus pri-
puerta del campo, aviéndome dado tér-
mino de cuatro días para que negociasse
mi partido del destierro, lo que primero
meros cuidados que con el reposo no- quise hazer fue ir a casa de aquel gentil-
turno avía sossegado; levantados ya los hombre, a preguntarle la causa por qué
marineros, mercaderes y compañeros de tal avía mandado al verdugo. Y a la no-
Baldo, buelve Cíngar a su comencado che, encubiertamente, me voy a su casa,
propósito. Metido entre aquella gente, y preguntando por él, entro dentro, y ha-
dize assí: llólo, y sin más dezirle, digo:
-Andando yo por mis jornadas, nobles «-Señor, ¿qu'es la causa porque vos,
señores, camino de Milán, con voluntad por ningún provecho mío, viéndome en
de ver cosas nuevas, y más ver las cosas tan gran afrenta y trabajo, sacastes dine-
d'esta ciudad que son maravillosas, assí ros de vuestra bolsa queriendo aumentar
en hazer arneses y armas como en otras mi dolor, y los distes a mi cruel ator-
insignes cosas que allí ay, no muy lexos mentador? ¿Qué os hize? <Dadme> [De-
d'ella, entré en una venta, donde fue al- zidme] por qué lo hezistes.
vergado bien. Ya en la noche, diéronme »A estas palabras dixo él:
una buena cama en una cámara junto a »-Por cierto, vos merecéis más que os
otra donde se entraron a dormir dos dieran, que es la causa porque vos, po-
mancebos, los vestidos rotos y malpara- niéndoos a hurtar, hurtáis cosas tan po-
dos. Ya que era la media noche, oí hablar cas que si luego te assen, presto serás
en su cámara. Levánteme y púseme lo ahorcado por poco. Toma vos y hurta en
más cerca que pude para oír algo. Y por cantidad y seráos tenido en mucho. An-
las hendeduras de la pared estávalos mi- daos tras de mí, que vos ganaréis más de
rando, donde estavan sentados en las ca- lo que pensáis. Por esso ios de aquí y es-
mas contando sus trabajos. Adonde el pérame par de las casas de los banque-
más moco preguntó al otro cómo le avía ros, que yo iré tras de vos.
ido en la cárcel en Milán. «Diziendo esto, como ya era noche,
-Mal, -dixo el otro-, pero después me vístesse una cota de malla y ármasse
sucedió bien. Porque sabréis que yo, muy bien y vase a acompañar al magis-
menospreciando cualquier oficio, dime a trado de Milán en la ronda. Yo fueme
hurtar y esto muy poco, y fue que un día, adonde me dixo y sentéme en unos po-
por una bolsa que furté a otro con casi yos que están a la redonda de aquellas
no nada, fue tomado en el hurto y preso, casas, donde los cambiadores tienen su
y por otros hurtos muy pequeños sen- tesoro. Ya que era la mitad de la noche,
tenciado a acotar. Donde venido el día y heos aquí do viene Guarnidor, que assí
llevándome acotando por las calles pú- se llamava aquel cavallero, ya desarma-
blicas de Milán, ya que estávamos en me- do de aquellas armas. Llámame y vase a
dio de la carrera, allegó uno al verdugo, una de aquellas casas, y con sus apare-
que llaman boia, y diole un julio, dizién- jos abre la una y entramos dentro. Ce-
dole que me diesse dos tanto más rezio. rrándola, comienca a encender candela,
Yo, algo turbado con lo que a mis oídos y con la lumbre que yo se la tenía abre
oía dezir, bolví los ojos y miré al que tal el cofre adonde estava el dinero y sáca-
avía mandado; y conoscílo que era un lo todo encima de la mesa, y cuenta mil
hombre de bien a cavallo, continuo del reales y échalos en un talegón que traía
magistrado de Milán. Y passélo en pa- blanco, y átalo, sellándolo con su anilló.
ciencia, y acabado el auto, soltado a la Assí mesmo cuenta mil florines y mil car-
400 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

los de oro de los de Francia, y echa los »Y comienca a contar todo cómo es-
florines en un talegón amarillo y los tava y cuántos eran y adonde estavan
otros en un azul. Los cuales talegones, puestos por manos del cambiador. El
sellados de su anillo con todo esso otro cual dixo delante de toda la gente que
dinero, los mete en el cofre y tórnalo a allí estava:
cerrar. Y toma el cartapacio de las cuen- •-Señores, si tal tuviere en mi tienda
tas y escrive en ella, como conocía el que me corten la cabeca, que viene esse
cambiador que avía recebído aquel dine- hombre errado.
ro, metido en aquellos talegones de -Veámoslo, -dixo el magistrado.
aquella manera, y porque estava mal dis- »-Sea en ora buena, -respondió el
puesto avía hecho qu'él propio firmasse. cambiador, estando ignorante de avello;
Yo, sin más dilación, quisiera con aque- y muy salvo abre su casa y entra dentro
llo fuir; él, como sagaz, denostándome, con la más de la gente, estándolo espe-
díxome que estuviese quedo, y salimos rando Guarico dando bozes a la puerta
todo puesto como estava, tornando a ce- desde su cavallo. Adonde abriendo el
rrar la puerta, díxome que me quedasse cambiador su cofre y hallando los tres ta-
echado en aquellos poyos y que en la legones, hallósse confuso, y mudo con
mañana vería lo que sabría fazer. Él fue- gran turbación. El magistrado, que vido
sse; yo quédeme allí, y en la mañana, vie- ser verdad lo que Guarico dezía, dale sus
nen los cambiadores y cada uno abría su tres talegones y despídelo en buen hora.
casa. Estando en esto, viene Guarico Entonces toda la gente toma al cambia-
Guarnidor en su cavallo con su toca de dor como si fuera un engañador y per-
camino, que se quería partir. Y allegósse vertidor de el crédito con gran ignomi-
al cambiador, que estava abriendo la nia, y assí se lo llevan a la cárcel,
puerta, y saludóle diziéndole: diziéndole muchas cosas, no sabiendo él
qué responder, porque iva como loco.
«-Señor, ¿conocéisme? Entonces salíme tras del ladrón famoso,
»-No, -dixo el cambiador. espantado de su arte y cómo allí, donde
»-¿No?, -respondió Guar<n>ico. ¡O, tanta diligencia se pone, pudo robar tan-
desventurado de mí! Bueno es esso que ta cosa; porque los cambiadores, con las
no me conocéis. ¿Assí lo soléis hazer graves penas guardados, dexavan allí su
con los que se encomiendan en vuestro dinero. Assí que nosotros, salidos a un
crédito? cabo desierto, dixo Guarico:
»-¿Qué dezís, -dixo el cambiador-, »-Mirá, aprende cómo yo hize. Toma
que no os he visto ni sé quién sois? Mira, este talegón y sabe bivir con él, que yo
señor, si es alguno de essotros. me vo a Roma en abito de cavallero, no
»-¡0, mal hombre!, -dixo Guar<n>ico-. abatiéndome a cosas viles; porque el
¿Y agora me dizes esso? águila, aunque bive de rapiña, es loada
••Díziendo esto, saca un puñal que te- porque toma cosas nobles. Por esso, ios
nía, y arremetiendo el cavallo a él, ásse- de aquí, donde otra vez no os conozcan.
le de los cabellos, maltratando al cam- «Diziendo esto, diome el talegón de
biador. A lo cual acorrió mucha gente, y los reales y partióse a gran priessa de mí,
uno de los magistrados y preguntó a quedando yo alegre con la tal satísfá-
Guarico qué quería. ción.
-Señor, -dixo él-, ayer a este hombre Y cataldo aquí, diziendo esto aquel
en tres talegones le di ciertos dineros mancebo, sacó su talegón y contó cien
que me guardasse. reales y dióselos a su compañero, que-
BALDO (IV) 401

dando yo con gran imbidia de aquello por muerte. La discordia que aquí fue
y con voluntad de imitar a tales hom- sembrada entre los compañeros de Bal-
bres. Ellos se fueron a dormir y yo tam- do sinifica cuando pelearon las cosas
bién, hasta que vino la mañana e nos que están dentro de nos mesmos, las
fuemos cada uno por su parte, (cap. xx, unas por seguir lo malo, las otras por se-
ff. 30v-31v). guir lo bueno. De la cual pelea escapan-
do el ánima con la razón libre y desem-
baracadas, veen todas estas penas. Por el
5. Explicación moralizadora al gigante Ticio entenderemos los luxurio-
final de un capítulo sos o los locos, porque, como dize Sé-
neca, infinita es la generación de los lo-
n el infierno fingen los poetas aver cos, a quien, si porfíes de reprehender,
E tres furias hermanas, hijas de la cansaráste. Por los que están debaxo la
noche, como dize <Ovidio> [Vergilio] en montaña se figuran los adúlteros. Por
la duodécima Eneida, llamadas Tisífone, Exión se entiende cualquier sobervio
Megera, Alecto. Pero significan tres cosas que todas sus cosas encomienda a la va-
que ay principales en el infierno: Alecto, riable rueda de la fortuna. Por Sí[si]fo se
cosa que no dexa de atormentar, Mege- significa el ambicioso. Como ya avernos
ra, aborrescimiento porque los que allí dicho por es'otras penas y pecados por-
entren no dexan de ser atormentados y que allí penavan puede discurrir el lector
de aborrescer todas las cosas criadas absteniéndose de aquellos pecados que
pues que no se supieron aprovechar d'e- los gentiles también aborrescían. (cap.
llas; Tisífone significa venganca hecha xxxv, f. 59r)-

68. SELVA DE CAVALARÍAS (segunda parte)


Antonio de Brito da Fonseca Lusitano
(principios del siglo xvii)

por
José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIOS

[1] Libros I-II: Lisboa: Biblioteca Nacional: COD/11255, n° de registro 230687 [-»]
[2] Libro III: Lisboa: Biblioteca Nacional: COD/615 M

TEXTOS

1. Libro escrito para dar gusto a o r q u e a n s í como en toda la multi-


un amigo, que así se lo pidió P tud de los ombres que Dios tiene
criados no ay uno que enteramente se

ESTUDIO: Lucía Megías (2001).


ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

paresca con el otro, ansí en los gustos y cuales se avían sorvidos en aquel encan-
voluntades, pensamientos y obras, y en tado lago; las maravillas de Floribea y
todo lo demás nenguno d'ellos entera- con sus ermanos, con otras gustozas
mente se párese bien a todo, aunque sea aventuras y agradables sucesos d'estos y
bueno; ni mal a todo, aunque sea malo. de otros muchos cavalleros que andan
Y vemos bien esta variedad y la espre- siempre ofreciéndose a la avuentura, o
mentamos cada ora: que al que le aliase por su gusto, o por dezeo de fama [...].
la guerra no le cuadran los amores; el Fin del libro primero de la segunda par-
que quiere sermón y no gusta de la pla- te d e la Selva de cavalarías famosas. A gloria
sa; el malencóníco gusta de la soledad, de Dios, amén. (f. 270v).
el colérico de las armas, el sanguinio de
las fiestas y conversasiones, y el flemáti- Porque quizieran dar allí fin aquella
co de cozas varias, y aún le plaze más jornada, pues le avía caído la ocazión en
nesedades que si lo zofra...; al fin vemos la mano, y lo que izieran después re-
que agrada a uno lo que a otros no pá- quiere otra nueva historia, dando aquí
rese bien, de suerte que dar algún autor fin a este segundo libro y a la cansada
de alguna obra satisfaciones que lleguen pluma, para que antes enpesemos nue-
a todos fuera celar agua en la mar. Y ansí vas maravillas y immortales echos d'es-
yo no quero dar ninguna sino que ize tos prínsipes y de otros muchos que izie-
este libro por mi gusto, y por satisfazer ron en los campos de Capadosia, con las
al de un amiguo que me lo pedió y tie- maravillas de Florisbea y gustozos cuen-
ne mucho de leerle. Si a otros parescie- tos y aventuras que a todos susedieron
re bien, ai lo tiene y resiberé gran mersé en esta guerra [...]. Fin del segundo libro
d'estos tales emmédaronle de su mano de la primera parte de la Selva de cavalkrias
de las faltas que le aliaren y ahorráreme famosas, (f. 475v)-
de lo que tuviere para lo demás; y los
demás, se le paresieren mal, nadie les
Y comviene que nos también pare-
obliga a que los leja, pues a ninguno d'e-
mos, dando algún descanco a la caneada
llos llamamos para jues d'esta obra; y me
pluma que, si em alguó el curiozo lector
párese de gran importansia que ellos lo
aliado gusto em esta gran historia, empe-
sean algún a su ofisio, que también no
saremos la tersera parte, onde se verá los
faltará quien corte por ellos; y al que le
famozos echos em armas que aquellos
duela, bien Dios le guarde".
príncipes izieran em aquella aventura de
aquella ciudad; y de las grandes fiestas
que se izieran dispués, que duraron mu-
2. Organización de la materia chos días; las obras generales de muchos
textual príncipes y cavalleros dispués de bolver
las damas; las maravillas que ellas izieran
ans
V í * os dexaremos en su cami- antes de ser conosidas; y las bravas aven-
-I- no, dando aquí fin a este primero turas del Castillo Cristalino y de la Torre
libro d'esta segunda parte de la Selva para de las Maravillas y del Sepulcro de Ata-
que, descansando la cansada pluma un lante; com bravos amores de aquellos
rato, entremos a dezir en otro libro las nuevos príncipes que salieran al mundo;
maravillas de tantos y tan valerosos ca- com la partida de Lusiono y su muerte
valleros y bizarras damas, enpesando em los campos de Capadocia por sierta
por las locuras del Mauritano y las mara- aventura, de que no pesó a Brandarete;
villosas obras del Rey de España, los com otras muy gustozas aventuras donde
SELVA D E CAVALARÍAS 403

el Amor mostrará mejor su poder que en ro sin dañarlas; tenía unas muy largas
lo antes, onde Marte mostró el suyo. Y alas de cuero que tendidas bolava en
ansí será bien quedarse esto ansí, que, se ellas más ligero que una águila; de suer-
ay gusto de saber estas antegüedades, te que era, aunque ermoza en su modo,
aquí las tiene, que no está tan vazía la la más notable coza que en el mundo
caza de la memoria que no tengua emse- yamás se ha visto. Estava insillada con su
rrados em sus aposentos muchos libros silla de armas, de arzones bien altos y
d'ellas, de los que les sacaremos todo lo serrados con su beida, que todo parescía
que aquí nos falta, pues está em poder de fino oro. Allí tenía una lanca. (libro I:
de aquellos sabios la llave d'ella y nunca ff. 10V-110-
se abre que no salgua de allí alguna cosa
de provecho, (ff. 178").
4. Aventuras sólo destinadas a
las damas bizarras
3. Las a r m a s de la princesa Flo-
ribea
Y d o y m i p a l a b r a de que acaba-
da esta aventura bolverlas a
Costantinopla a tiempo que sean majores
P e r o t a n limpias y ermozas que era
maravilla verlas, porque ya no eran
blancas sino cubiertas de leones de oro
las fiestas que en ellas se an de azer de
lo que ellas serán asta su Ueguada. Y a
con muchas piedras de varios colores estos invictos príncipes, pido mucho no
que de ellos eran formados antes aquel se apartem de vuestra corte por su au-
oro, el escudo era encarnado y en medio senzia, porque la aventura onde ellas
de un cielo que en la mitad tenía estava van no es posible acabarse por otras per-
una mano con un puñal que quería dar sonas sino por sus eroicas manos. Y este
en un corasón que ardía en una llama. es el dom que tenguo pedido; y soplico
No se vio más rica piessa en el mundo, me perdonen que no puede ser menos
y al pie una letra que dezía: por ahora, pues ellas se an encarguado
del oficio de cavalleros y están obligua-
Este muera a fuego y sangre, das a dar complimiento a los agravios
porque a otro muy abracado que alguno rescibe [...].
com lo mismo á atormentado. Todas aquellas damas nombradas se
subieron en aquel carro despedidas de
Estava allí una de las más memora- todos, con gran soledade de todos los
bles y espantosas bestias qu'en el mun- que quedavan y, pensando que se de-
do se havía criado para servirle de cava- tendría mucho el sabio para preguntarle
llo: era mayor que un gran cavallo, toda más despacio el remate de aquella aven-
verde cubierta de conchas por los pe- tura, él aziendo una gran cortezía, como
chos y ancas, aunque las tenía de cava- un rayo, sin aguardar más subió en uno
lio; y la cabeca, aunque paresía de un de aquellos grifos y, dando ellos un lige-
genete muy ermozo, saliendo por la ro buelo al cielo, com aquel carro fue
boca unos colmillos muy agudos de dos cortando la región del aire tan derecho
palmos; la cola y las piernas eran de un como si con aquellas ruedas fuera cami-
ermozo cavallo, salvo que en lugar de nando por algúm ameno y dorado cami-
las coz em los pies tenía unas majores no; y en un punto desaparesieron todos,
que de león o tigre, recojidas en unas dexando tanta soledad en los que que-
vainas con que podía caminar muy lige- davan que, a no atajarse con otras pláti-
404 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

cas y con la palabra que el sabio les avía 6. Las justas: descripción de las
dado, no fuera mucho durar aquel senti- armas de un caballero
miento em los padres y espozos mucho
por que dexaran de partirse muchos
atrás d'ellas, porque no sabían d ó n d e
avían de hir todos <tras ellas no sabían
E ntró por esta otra parte el famo-
zo d o m Grasilauro a r m a d o de unas
armas todas doradas q u e le e m b i ó para
onde de ir todos> tras ellas, vayan, que aquel día el sabio Castidel, cubiertas to-
em la tersera parte d'esta grande istoria das de rozas de perlas y robines; coza
se dirá onde fueran llevadas u lo que allá tan riqua y de tanto valor q u e n o las po-
le susedió y como todas dexaran allá los día azer sino q u e n las izo. En el escudo
hijos encantados, que después costarán en c a m p o seleste estavan sinco estrellas
tanto a todo el m u n d o em nuevas y nun- sobre una corona d e pedradía y al pie
ca vistas guerras, (libro II: ff. 176v-1770. una letra que dize así:

Solo á de mereserla
5. Carta amorosa una estrella rotilante
por libertar a su amante,

C arta de la primera Alindaxa de Fes ali


prínsipe Lasteidante de los Partos. Salud.
Bien conosco, balero^o prínsipe, que, aunque me di-
Los paramentos y gornisiones del cava-
lio eran de brocado de plata, cubierto de
1
%es que me amas, me ternas por liviana y atrivida las mismas rozas de perlas q u e las armas.
em escrivirte aora, no te avendo respondido a laz No Uevava sobre el elmo mas q u e un plu-
tuja que me embiaste ni asetándola a ella. Pídote" maje, todo echo de oro y diamantes, que
s
que no agas de mí juicio tan liviano por que los segava a quen le mirava (libro II: f. 311v).
tiempos no som siempre a propósito para lo quee
se de^ea; agora comsiderando lo que por mi ass
e
echo, no te quero ser engrata, pero avínote que, se 7. Epitafio a las armas (escrito
deseas agradarme y servirme como tú di^es para* p o r la p r i n c e s a Lindaflora d e Cartago)
alcansar la paga de tus servisios, comviene que ven-
gas presto onde me veas, porque tu au^ensia noo TV To quera nenguno ser too atrevido
cau^e en tus emperadores alguna novedad o trai- A. \ que llegue al tropheo por mis males echo,
sión, que se lo procuran algunos; y si lo iteren, al
'•l que, aunque mi alma se abraca en el pecho,
pareser del mundo quedaré yo desfamada. Por el '•l será por mis manos muy bien defendido.
amor de aquellos que ya más an entrado em mi co- >- Y si se atreviere, le será pedido
rasen, mira no venga yo a su poder, que ésta fue- '•- por Grecia y Cartaguo aqueste derecho,
se o será tu afrenta o mi muerte; y si la quieren n
que aunque aora sé que contraecho
a er
Z > porque para ti estoy con el corasen reservado•o saldrá a su tiempo com este apellido.
y para con los demás fengido y aún cruel, por el u Y aunque del mundo el qu'es más potente
apretó em que me veo y el de mi padre com sus va- z_
non quera, tocaré la espada sangrienta
riedades, que plega a Dios me lo vengan a cortar v
porque una reina le pidiera cuenta
la vida, la onray el estado, y a mí y a ti las nues-
i- com muy gran exército de muy fuerte gente.
tras, si tú me amas com la firmeza que di^esy con m
Y aquel que se presie de ser más prudente
la fe que yo te meresco. Vale. Dios te guarde, (li-
1_
vea lo que pido, que él más es afrenta
bro I: f. 108v).
que, quien de dolores aquí se sustenta,
saldrá a la vengansa con el más valiente.
TIRANTE EL BLANCO 405

69. TIRANTE EL BLANCO


(1511)

por
Rafael Beltrán Llavador y José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIO

[1] Valladolid, Diego Gumiel, 1511 [-»]

TEXTOS

1. Tirante se encuentra con un abriendo los ojos se vio delante un her-


ermitaño, Guillem de Varoique mitaño con barba toda blanca e casi las
vestiduras rotas, y mostrávase flaco y
descolorido; esto causava la mucha pe-
A c o n t e c i ó q u e un gentil hombre de
. noble y antiguo linaje e natural de nitencia que hazía continuamente; y por
Bretaña, yendo en compañía de otros las muchas lágrimas que sus ojos derra-
muchos gentiles hombres que ivan a las mavan, los tenía muy dañados. Su acata-
fiestas, quedó más atrás de todos y dur- miento era de hombre admirable e de
mióse sobre el cavallo, de fatigado del gran santidad. El gentil hombre se mara-
trabajo del gran camino que avía anda- villó de tal visión, mas en el buen senti-
do. Su cavallo dexó el camino, y tomó do que tenía conosció que devía ser al-
una senda que iva a dar en la fuente gún hombre de sancta vida que allí se
donde estava el hermitaño, el cual en avía retraído por hazer penitencia y sal-
aquella sazón se deleitava leyendo un li- var su alma; e como hombre desembuel-
bro llamado Árbol de batallas, y hazía con- to prestamente descavalgó, e hízole gran
tinuamente gracias a Nuestro Señor, reverencia. Y el hermitaño lo recibió con
cuando en él leía, por las singulares mer- cara muy alegre y asentáronse en la ver-
cedes que en aqueste mundo avía alcan- de y deleitosa pradería. Y el hermitaño le
zado sirviendo la orden de cavallería. Y dixo:
estando assí vio venir por aquel llano un -Gentil hombre, rueg'os por vuestra
hombre a cavallo, y conoció que venía cortesía y gentileza que me queráis dezir
dormiendo, y dexó de leer y non le qui- vuestro nombre y cómo y porqué causa
so despertar. Cuando el rocín llegó a la venistes en aqueste desierto.
fuente y vio el agua quiso bever, e por- No tardó mucho el gentil hombre en
que tenía la falsa rienda en el arzón de responder en esta manera: [...]
la silla no pudo, y tantas cosas hizo que -Padre reverendo, pues a vuestra
fue forcado al gentil hombre despertar; e sanctidad plaze saber mi nombre, soy

BIBLIOGRAFÍA: Tirant lo Blanc (http://pamaseo.uv.es/Tirant.htm). EDICIÓN: 1. Catalán: Albert Hauf


(coordinación y notas) y Vicent J. Escartí (ed.), Valencia, Conselleria de Cultura, Educado i
Ciencia de la Generalitat Valenciana, 1990, 2 vols. 2. Castellano: Martín de Riquer (ed.), Madrid,
Espasa-Calpe, 1974. ESTUDIOS: Beltran (1996 y 1997), Lucía Megías (1996), Martines (1997); Méri-
da (1991 y 1993).
406 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

muy contento de dexírosle. A mí dizen recebir la orden de cavallería. Y venien-


Tirante el Blanco, porque mi padre fue do yo por el camino, fue mi suerte que
señor de la marcha de Tiranía, que por por cansancio de mi cavallo quedé un
la mar confina con Inglaterra, y mi ma- poco atrás de los otros, por el gran tra-
dre fue hija del Duque de Bretaña, y ha bajo que he sufrido de las grandes jor-
nombre Blanca; por esso quisieron que nadas que he hecho, porque partí más
yo fuesse llamado Tirante el Blanco. tarde que todos los otros. Veniendo pen-
Fama es por todos los reinos de cristia- sando, adormecíme y mi cavallo dexó el
nos cómo el sereníssimo Rey de Inglate- camino real y á me traído delante vues-
rra ha mandado juntar cortes generales tra reverencia.
en la cibdad de Londres, e ha contratado Cuando el hermitaño oyó hablar al
matrimonio con la hija del Rey de Fran-
gentil hombre que iva a recebir la orden
cia, que es la más hermosa y más linda
de cavallería, acordándosele la orden qué
donzella que ay en toda la cristiandad, e
cosa es y todo lo que pertenece a cavalle-
tiene muchas gracias, más que las otras
donzellas; y entre las otras os puedo de- ro, lancó un gran sospiro y entró en muy
zir una: hallándome yo en la corte del gran pensamiento, veniéndole a la memo-
Rey de Francia el día de San Miguel pa- ria la grandíssima honra en que la cavalle-
sado, en la cibdad de París, porque ría le avía puesto, (cap. 28, ff. 17r-v).
aquel día estava concertado el casamien-
to, el rey hazía gran fiesta; y el rey y la
reina y la infanta todos tres comían a una 2. La flecha de Venus: Tirante se
mesa; y por verdad os puedo, señor, de- enamora de Carmesina
zir que como la infanta bevía vino tinto
que su blancura es tan grande que por la
garganta le vía passar el vino; y todos
cuantos allí estavan fueron maravillados.
C u a n d o l l e g a r o n a la gran sala del
palacio del emperador, le tomó
por la mano y púsole dentro de una cá-
Y allende d'esto, se dize que el rey se mara donde estava la emperatriz, e ha-
quiere armar cavallero, y después arma[r] lláronla en la forma siguiente: la cámara
a todos los otros cavalleros que querrán era muy escura, que no avía en ella lum-
recibir orden de cavallería. E yo he pre- bre ni claridad alguna. El emperador
guntado a reyes de armas yarautes por- dixo:
qué el rey no se avía armado cavallero -Señora, avéis aquí nuestro capitán
en el tiempo de la guerra que tenía con mayor, que viene a hazeros reverencia.
los moros. Hanme respondido que por- Ella respondió cuasi con boz desma-
que en todas las batallas que avía ávido yada:
con los moros avía sido vencido, hasta
-Él sea bien venido.
que vino aquel famoso cavallero vence-
Dixo Tirante:
dor de batallas, el conde Guillem de Va-
-Señora, por la fe abré de creer si
ruique, que muy presto destruyó a todos
los moros y puso todo el reino en repo- aquella que habla es la emperatriz.
so. E más dizefn], que el día de San Juan -Capitán mayor, -dixo el emperador, -
será la reina en la cibdad de Londres y cualquiera que tenga la capitanía del im-
se harán grandes fiestas que durarán un perio griego tiene poder de abrir las ven-
año y un día. Y por causa d'esto parti- tanas y mirar a todos en la cara y quitar-
mos de Bretaña treinta gentiles hombres les el luto que traen por marido, padre,
de nombre y de armas, dispuestos para hijo o hermano. E ansí quiero yo que
uséis vos de vuestro oficio.
TIRANTE EL BLANCO 407

Mandó Tirante que le truxessen una y ansí le puso llevar cuando quiso para
entorcha encendida, e luego fue fecho. mayor bien, para el que le ha colocado
Después que la lumbre entró en la cá- en la gloria del paraíso. Y d'esto le deve
mara, vio un pavellón todo negro; alle- dar vuestra alteza muchas gracias. Y el
góse a él e abrióle e vio una señora toda que es lleno de misericordia y de infini-
cubierta de paño grosero con un gran ta piadad, dará a vuestra alteza próspera
velo negro sobre la cabeca, que le cubría y luenga vida en este mundo, y eterna
toda hasta los pies. Tirante le quitó el gloria después de la muerte en el otro, y
velo de la cabeca e quedó con la cara hazernos ha vencedores de nuestros
descubierta; visto el gesto, Tirante hincó enemigos. La segunda causa por que es-
la rodilla en tierra y vesóle el pie sobre tán tristes es por la gran morisma que
la ropa y después la mano. Ella tenía veen muy cerca temiendo perder los
unos paternostres de oro esmaltados, y bienes y la vida; y el menos mal que les
besólos y diolos a besar a Tirante. Des- puede venir es ser captivos en poder de
pués vio una cama con cortinas negras, infieles, por que es nescesario que vues-
y la Infanta de azetuní negro, cubierta tra alteza y la señora emperatriz mues-
con una ropa de terciopelo de la misma tren la cara alegre a todos lo que los vie-
color. A los pies de la cama estavan ren, para consolarlos del dolor en que
asentadas una dueña y una donzella. La están puestos, porque tomen ánimo y es-
donzella era hija del Duque de Macedo- fuerzo para varonilmente pelear contra
nia, y la dueña se llama va la Biuda Re- los enemigos.
posada, la cual avía criado de leche a la Y el emperador, considerando el
infanta. Al cabo de la cama vio estar has- buen consejo que le capitán le dava,
ta ciento y setenta dueñas y donzellas dixo:
que estavan todas con la emperatriz y -Yo quiero y mando que luego, ansí
con la infanta Carmesina. Tirante se acer- hombres como mugeres, todos dexen el
có a la cama e hizo gran reverencia a la luto.
infanta y besóle la mano. Después fue a
Diziendo el emperador estar y otras
abrir las ventanas y pareció a todas las
semejantes palabras, los oídos de Tirante
damas que salían de gran captiverio por-
estavan atentos a ellas, y los ojos, por otra
que avía muchos días que estavan en
parte, contemplavan en la gran belleza y
aquellas tinieblas por la muerte del hijo
hermosura de Carmesina; la cual, por el
del enperador. Dixo Tirante:
gran calor que hazía y porque avían esta-
-Hablando con el acatamiento que do con las ventanas cerradas, estava me-
devo, yo diré a vuestra alteza y a la se- dio desabrochada, que se mostravan en
ñora emperatriz que presente está mi sus pechos dos mancanas de paraíso que
pensamiento. Yo veo que el pueblo d'es- parescían cristalinas, las cuales dieron en-
ta insigne cibdad está muy triste y dolo- trada a los ojos de Tirante, que de allí
rido por dos causas: la primera, por la adelante no hallaron la puerta por donde
pérdida que a vuestra alteza le vino de la avían de salir, e para siempre quedaron
muerte de aquel animoso cavallero el en prissión y en poder de persona libre
príncipe, vuestro hijo; vuestra magestad hasta que la muerte de entrambos los
no se deve tanto congoxar, pues murió apartó. Mas seos bien dezir de cierto que
en servicio de Dios defendiendo su sanc- los ojos de Tirante no avían jamás recebi-
ta fe católica; antes deve dar loores y do semejante cebo, por muchas honras y
gracias a la inmensa bondad de Nuestro plazeres que avía visto, como fue solo
Señor Dios que se le avía empresentado, éste de ver a la infanta.
408 CABALLERÍAS CASTELLANOS
ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C

El emperador tomó por la mano a su -Señora, la imagen que aquí verá me


hija Carmesina y sacóla fuera de aquella puede dar muerte o vida; mándele vues-
cámara; y el capitán tomó por el braco a tra alteza que me tome a merced.
la emperatriz y entraron en una cámara La princesa tomó muy presto el espe-
bien entoldada y toda alrededor estoria- jo y con apresurados passos se entró en
da de los siguientes amores: de Flores y la cámara, pensando que allí hallaría
de Blanca Flor, de Tísbe y Píramus, de dama pintada, e no vio en él otra cosa
Eneas y Dido, de Tristán y de Iseo, de la sino su figura; e luego conosció por en-
reina Ginebra y de Lancarote, y de otros tero que por ella se hazía la fiesta, y es-
muchos cuyos amores de muy sotil y pantóse que sin hablar pudiesse un
hermosa pintura estavan allí devisadas. hombre requerir una dama de amores. Y
Tirante dixo a Rícarte: estando ella con este plazer de lo que
-No creyera jamás que en esta tierra abía visto hazer a Tirante, venieron la
Biuda Reposada y Estefanía y hallaron a
avía cossas tan maravillosas como veo.
la princesa muy alegre con el espejo en
Y él dezíalo más por la gran belleza
la mano; las cuales le dixeron:
de la infanta que por las otras cosas; mas
Ricarte no lo entendió, (cap. 118, ff. 64v- -Señora, ¿dónde huvo vuestra alteza
65v). tan lindo espejo?
E la princesa les contó la recuesta de
amores que Tirante le avía hecho, e
dixo:
3. La declaración de amor con -Jamás oí dezir ni en cuantos libros
el espejo
he leído de historias no he hallado tan
graciosa recuesta. ¡Cuánta es la gloria de
C o m o T i r a n t e lo supo, luego pensó
lo que era, e hizo comprar el más
lindo espejo que se pudiesse hallar y pú-
saber que tienen los estrangeros! Yo pen-
sava que el saber, la virtud, la honra e
gentileza, que todo estuviesse en nuestra
sole en la manga; y cuando le paresció
gente de Grecia; agora conozco que ay
ora, fuéronse a palacio e fallaron al em-
muy más en las otras naciones, (caps.
perador hablando con su fija. Como el
126-127, ff. 83r-v).
emperador los vio venir, mandó que lla-
masen a los ministriles para que danza-
sen, e delante d'él dancaron un rato; y
4 . T i r a n t e c o m o A n í b a l : l a bata-
después que ovo mirado un poco, retra-
lla de Trasimeno... e n Grecia. La
xóse en su cámara. La princesa, como
crueldad e n la guerra
vio retraído al emperador, dexó el dan-
car y tomó por la mano a Tirante y asen-
táronse a una ventana; y la princesa co-
mencé de hablar en esta manera: [...]
Y el r e y d e África encontró al Duque
de Macedonia que andava cerca
de Tirante, y tan gran encuentro le dio
-Dezidme, Tirante, -dixo la princesa-, por medio de los pechos, que le pa-ssó
ansí os dexe Dios gozar de lo que de- de la otra parte; y fue golpe mortal, que
sseáis, ¿quién es la señora que tanto mal le pagó de todas sus maldades. Como
os haze passar? Que si en alguna cosa yo Tirante cayó, mucho tuvo que hazer en
os puedo ayudar, lo haré de buena gana, poderse levantar, porque tenía la pierna
que mucho me tardo en saberlo. debaxo del cavallo. Empero él se esfor-
Tirante metió la mano en la manga y có tanto que se levantó en pie, y cála-
sacó el espejo e dixo: sele la bavera del capacete que traía,
TIRANTE EL BLANCO 409

porque allí le encontró la una lanca, y la contró con el Rey de Capadocia; y como
otro encontró en el guardabraco esquier- el rey le vio se fue para él, e con la es-
do. Y si no fuera por las buenas y leales pada le tiró un golpe encima de la cabe-
armas, él fuera muerto de aquella vez. ca que le hundió el capacete en los cas-
Como el Rey de Egipto lo vio en tierra, cos y atordido cayó en tierra. Tirante
quiso descavalgar; y como tuvo la pierna prestamente descavalgó y cortóle las co-
encima del arzón de la silla que se apea- rreas del capacete para le cortar la cabe-
va, vino el Señor d'Agramunte y encon- ca. E prestamente allegó un cavallero,
tróle en medio de la pierna, y pasógela que con alta boz y piadosa dixo:
de la otra parte; él sintió muy gran dolor -Señor, por merced, no queráis matar
de aquella herida y cayó en tierra a mal al rey, pues él está mortalmente herido; e
de su grado. Como Tirante le vio assí pues es mortal y vencido, por vuestra beg-
caído en tierra, apresuróse azia él, pero nididad dadle un poco espacio de vida,
no pudo llegar; tanta era la prisa de la que bien os basta que seáis vencedor.
gente. Como el rey fue levantado, tomó Dixo Tirante:
una lanca que halló en tierra, y metióse -¿Qué es la causa que te mueve que
entre la gente poco a poco, y allegóse tú quieras demandar gracia de piedad
tanto hasta que Tirante que le echó un para este nuestro público enemigo que,
bote de lanca; y como no tenía bavera con tanta crueldad, en sola confianca de
diole en medio de la cara, que le derri- su virtud y de sus armas ha hecho todo
bó cuatro dientes y muelas, de donde lo que ha podido por darme la muerte?
perdió mucha sangre y tenía gran dolor. Por lo cual, es justa cosa que él sea pu-
Pero él siempre peleava, que ni por nido según él quería hazer de nosotros.
aquella herida no se dexava. Como Ipó- Y no es agora tiempo sino de crueldad,
lito le vio estar a pie y en tanto peligro, pues nuestra victoria está en sola la po-
con mucho esfuerco hizo tanto que llegó tencia de la virtud de nosotros y no en
a donde é estava; y tan presto como los méritos de la virtud de mi potencia.
pudo, descavalgó y dixo:
Y ansí él le desató el capacete y cor-
-Señor, por Dios os ruego que caval- tóle la cabeca. La hacha de Tirante era
guéis aquí. bien conoscida entre las otras, que esta-
E Tirante peleava cerca del cabo del va toda teñida de sangre de los hombres
ala, que poco a poco se iva apartando de que avía muerto. La tierra estaba toda
la prisa de la gente. Y él cavalgó y dixo cubierta de cuerpos muertos, y bien te-
a IpólitO: ñida de la sangre que d'ellos se havía de-
-¿Y tú qué harás? rramado. Tirante tornó a cavallo, y como
Respondió Ipólito: los turcos vieron muerto al valentísimo
-Salvad, señor, vuestra persona, que, rey, vinieron gran multitud d'ellos sobre
aunque a mí me maten, por amor de Tirante y esforzáronse mucho por le ma-
vuestra señoría yo terne mi muerte por tar. Y fue muy malherido y derribado del
bien empleada. cavallo; y él prestamente se levantó no
Tirante tornó a la batalla buscando al nada desmayado por la caída ni temero-
Rey de Egipto, el cual por el gran dolor so de las heridas, antes a pie se metió en
de la pierna era salido de la batalla. Ti- la prisa de la gente, que no parecía sino
rante vio que no le podía hallar, conti- un león; y con ayuda de los suyos, tornó
nuamente peleava con los otros. Y des- a subir a cavallo.
pués de buen espacio fue suerte que, Ésta fue muy fuerte y áspera batalla, y
andando peleando por la batalla, se en- tanto como ella fue más fuerte, fue mayor
410 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

la gloria suya. Y continuando siempre la sintiérades que el juramento no peligra-


batalla, era ya casi ora de bísperas, que se. E vuestra alteza le dezía:
Diafebus maldezía a Tirante que en aquel •-Tiempo verná que lo que agora tan-
lugar le avía metido, (cap. 157, ff. 121r-v). to desseas lo ternas a tu libertad, y mi
virginidad será para ti conservada.
«Después puso su cara sobre la vues-
5. El sueño de Placedemivida tra teniendo los bracos sobre vuestro
cuello, y los vuestros en el suyo, que pa-
o diré a vuestra majestad todo lo recían los sarmientos extretexidos en el
N que he soñado. A mí me pare-
ce que yo dormía en una cámara de pa-
árbol, [y] toma va de vos amorosos besos.
Después vi soñando que Estefanía esta-
ramentos, en compañía de cuatro donze- va sobre aquella cama, y a mi parescer le
llas, y que Estefanía venía con un librico veía blanquear las piernas, y a menudo
de cera encendido, por no traer mucha dezía:
luz, a nuestra cama e mirava si dormía- »-¡Ay, señor, que me hazéis mal! Do-
mos, e vio que todas dormíamos; yo es- leos un poco de mí, y no me queráis del
tava arropada, que no sé si dormía o ve- todo matar!
lava, e vi en sueños cómo Estefanía abrió »E Tirante le dezía:
la puerta de la cámara suavemente, por- •-Hermana Estefanía, ¿por qué queréis
que no hiziese ningún roído, e halló a mi poner asechanzas a vuestra honra con
señor Tirante y al condestable que ya es- tan grandes bozes? ¿No sabéis que mu-
tavan esperando. E venían en jubones chas vezes las paredes tienen orejas?
con capas y espadas, e traían calcados •Y ella tomava la manga de la camisa
peales de lana, porque no fuessen senti- y metíasela en la boca y apretava fuerte
dos al passar; e como ellos entraron, ella con los dientes porque no fuese sentida.
mató la candela e púsose primera to- E dende a un poco no se pudo sofrir que
mando al condestable por la mano, y el no diesse un grito diziendo:
virtuoso Tirante, que los siguía, y en •-jTrista! Dolor me fuerca a dar bozes,
aquel caso ella parecía moco de ciego, e y según veo deliberado tenéis de matar-
metiólos dentro de vuestra cámara. E me!
vuestra alteza estava bien perfumada e »Y entonces el condestable con la
algaliada y no mal ataviada, vestida e no mano le atapó la boca. E como yo sentí
desnuda. Tirante os tomó en aquellos aquel sabroso llanto, mi ánima se com-
sus varoniles bracos, e traíaos por la cá- plañía como por mi desventura no era
mara besándoos muy a menudo. Y vues- yo la tercera con el mi Ipólito. E aunque
tra alteza le dezía: yo sea grosera en amar, conoció el mi
espíritu que el término de amor aquí de-
»-¡Déxame, Tirante, déxame! vía fenescer. Mi ánima uvo algunos sen-
»Y él os ponía sobre aquella cama de timientos de amor que inorava, e dóble-
reposo. [...] Después vi en visión cómo él seme la passión del mi Ipólito porque no
os besava a menudo, y desatóos a mu- tomava en mí parte de los besos assí
cha prisa los cordones de los pechos y como Tirante de la princesa y el condes-
besávaos las tetas. Y como bien os uvo table de Estefanía. Y como más en ello
besado, quísoos meter la mano debaxo pensava, mayores y más dolores sentía,
de las faldas para os buscar las pulgas; y e a mi parecer tomé un poco de agua y
vos, mi buena señora, no lo quisistes que me lavé el coracón, los pechos y el
consentir, que no me dudo que si lo con- vientre por remediar alguna parte de mi
TIRANTE EL BLANCO 411

dolor. Y mirando mi spíritu por el aguje- todo lo que he hecho ha sido voluntad
ro, vi dende a poco cómo Estefanía es- de mi marido.
tendió los bracos y rendió las armas; em- »Y d'estas y tales cosas dezía muchas
pero esforeándose dixo: Estefanía. Después de todo esto, que el
»-¡Vete, cruel de poco amor, que no as día se allegava, la majestad vuestra y Ti-
piedad ni misericordia de las donzellas rante la conortavan lo mejor que podían.
hasta que le as violada la castidad! ¡O, Y dende a rato los gallos tornaron a can-
sin fe! ¿Y de cuánta pena eres digno, si tar, y vuestra alteza rogava muy humil-
yo no te quiero perdonar, y doliéndome mente a Tirante que se quisiesse ir por-
de tu mucho más te amo? ¿Dónde está la que de ninguno del castillo no fuessen
fe que tú me has quebrantado? ¿Dónde vistos. E Tirante suplicava a vuestra alte-
está tu mano derecha que con la mía za le quisiese hazer gracia de soltarle el
juntaste? ¿Dónde están los sanctos que juramento porque pudiesse alcancar el
truxiste en testimonio, los cuales por tu vitorioso triunfo que desseava, assí como
falsa boca ayer nombraste cuando me su primo. Y la celsitud vuestra no quiso
prometiste que no me harías mal ni sería sino quedar vitoriosa de la batalla. Y
por ti engañada? Gran osadía as cometi- como ellos se fueron idos, desperté y no
do, que con deliberado pensamiento has vi nada, ni a Ipólito ni a ninguno. Fui
querido robar el despojo de mi virgini- puesta en gran pensamiento y como me
dad; e porque tú eres hombre de tanta hallé los pechos y el vientre mojados de
autoridad, e porque mi querella más ver- agua vine a creer que devía ser verdad;
daderamente sea conoscida... y entonces el dolor me aumentó en tan-
ta manera que dava bueltas por la cama
«Llamó a la princesa y a Tirante y como haze el enfermo que vasquea con
mostróles la camisa y díxoles: la muerte y no halla el camino; por lo
•-Aquesta mi sangre es fuerca que la cual deliberé amar a Ipólito de verdade-
repare amor. ro coracón, y pasaré mi vida penada assí
»Y todo esto dezía con muchas lágri- como haze Estefanía. ¿Yo estaré con los
mas en los ojos; después dixo: ojos cerrados, y ninguno no me dará re-
-¿Quién terna contentamiento de mí, medio? E digo que amor me ha turbado
ni quién fiará de mí, que no he sabido tanto los sentidos que soy muerta si Ipó-
guardar a mí misma? Pues, ¿cómo será lito no me socorre, siquiera que pasase
guardada por mí otra donzella que me mi vida durmiendo; que sin duda es gran
sea encomendada? No me conorto sino dolor despertar a quien buen sueño sue-
con una cosa: que no he hecho nada ña, (cap. 163).
que sea en perjuizio de mi marido, sino
que he complido su voluntad a mal de
mi grado. A mis bodas no an venido los 6. Juegos de manos en el lecho
cortesanos, ni clérigo no se ha vestido
para nos dezir la misa; no es venida mi
madre ni mis parientes, ni an ávido tra-
bajo en desnudarme las ropas y vestirme
P lazerdemivida tomó a Tirante por
la mano y llevóle a la cámara de la
princesa, e hízole acostar a su costado. Y
la camisa; no me an subido por fuerca a las tablas de la cama, hazia la cabecera,
la cama, que yo se supe subir; los minis- no llegavan a la pared. Y Plazerdemivida
triles no an ávido trabajo en tañer y can- se metió allí y dixo a Tirante que esto-
tar, ni los cavalleros y cortesanos en dan- viesse quedo hasta que ella gelo dixesse.
car, que bodas sordas han sido. Empero Y Plazerdemivida puso su cabeca sobre
412 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

el almohada, entre Tirante y la princesa, -¡O, maldita sea tú!, -dixo la princesa.
y tenía la cara buelta azia ella; y tomó la ¿Y no as ávido temor de mí ni vergüenga
mano de Tirante y pusósela sobre los del mundo, que sin yo saber nada me has
pechos de la princesa, el cual le palpó puesto en tanto trabajo y disfamación?
los pechos y el vientre y de allí abaxo. La -Ya, señora, -dixo Plazerdemivida-,
princesa despertó y dixo: pues el mal es hecho, dad en ello reme-
-¡O, válame Dios, cómo eres enojosa! dio; que me parece que el callar es el
¿No me puedes dexar morir? mejor remedio y más seguro.
Dixo Plazerdemivida: Y Tirante con baxa boz le suplicava
-¡O, cómo sois donzella de mal sofri- lo mejor que podía. Y viéndose ella en
miento! Salís agora del baño y tenéis las tan estrecho paso, que de la una parte la
carnes lisas y gentiles, y deleitóme en to- combatía amor y de otra temor, y al fin
carlas. deliberó de callar, (cap. 233).
-Toca do quisieres, -dixo la princesa-,
y no pongas la mano tan debaxo.
-Dormid, haréis bien, y dexadme to- 7. ¿La buena muerte? Tirante
car este cuerpo, pues es mío, que yo es- muere de pleuresía o "mal de costado"
toy aquí en lugar de Tirante. ¡O, traidor
de Tirante! ¿Y dónde estás agora? Que si
toviesses la mano donde yo la tengo, es-
tañes alegre y contento.
Y c o m o T i r a n t e llegó a una jorna-
da de la ciudad de Costantinopla,
detúvose en una ciudad que se llama
Y él tenié la mano sobre el vientre de Andrinópol, porque el emperador le avié
la princesa, y Plazerdemivida tenía la embiado a dezir que no entrase hasta
suya sobre la cabeca de Tirante. Y como que él se lo embiase a dezir. Y estando
ella conocía que la princesa se dormía, en aquella ciudad con mucho deleite y
afloxava la mano, y entonces Tirante to- tomando muchas maneras de plazeres,
cava a su plazer; y d'esta manera se de- paseándose con el rey Escariano y el Rey
portó cerca de una ora. Y como Plazer- de Sicilia por la ribera de un río que
demivida conoció que ella dormía bien, passa junto con la ciudad, le tomó de sú-
afloxó del todo la mano. E Tirante quiso pito tan gran mal de costado y tan po-
tentar la paciencia y dar fin a su desseo. deroso, que le ovieron de tomar en bra-
Y la princesa despertó, y dixo: cos y levarle a la ciudad.
-¿Qué malaventura hazes que no me E como fue echado en la cama, vinie-
quieres dexar dormir esta noche? ¿Eres ron los físicos, assí los suyos como los del
tornada loca que quieres tentar lo que es rey Escariano, que eran de los singulares
contra de natura? del mundo, e hiziéronle infinitas medici-
Y a poco rato ella conoció que era nas y no pudieron dar ningún remedio a
más que muger, y no quiso consentir, an- su dolor. Entonces Tirante se tuvo por
tes comencé a dar gritos. Y Plazerdemi- muerto y mandó que llamasen a su con-
vida le atapava la boca con sus manos; y fesor, el cual era un buen religioso de la
díxole a la oreja porque las otras no lo orden de San Francisco y maestro en teo-
sintiessen: logía, hombre de grandíssima ciencia; y él
-¡Callad, señora, que no queráis disfa- confesó con mucha diligencia todos sus
mar a vuestra persona, que temo que no pecados y con mucha contrición, tenién-
lo sienta la emperatriz! ¡Catad que es dose por muerto según el mucho dolor le
vuestro cavallero Tirante, quien por vos ahincava y poco remedio que sentía con
se dexará morir! lo que los físicos le hazían. (cap. 467).
TRISTÁN EL JOVEN 413

70. TRISTAN EL JOVEN


(1534)

por
María Luzdivina Cuesta Torre

TESTIMONIO

[1] Sevilla, Dominico de Robertis, 1534 [—>•]]

TEXTOS

1. La r e i n a Ginebra y Tristán d e -Pues llégate acá, -dixo la reina-, y


Leonís: los nuevos amores abracarásme con essos bracos que toca-
ron en aquella luz de mi vida.
Y Camila abracó la reina. Y la reina la
D e Camila v o s digo que se fue para

Camila:
la reina Ginebra, y la reina dixo a tenía abracada, dando muy crueles sos-
piros, y dezía:
-Enemiga mía, ¿qué cuidado has teni- -¡O, cativa reina, esta que es sierva
do de hazer una cosa que tanto te en- mía tuvo ventura de tener abracado al
cargué y que tanto me va? rey don Tristán, y yo, siendo reina, y la
-No he podido más, -dixo Camila-, más hermosa del mundo, no quiere mi
que nunca lo hallé desocupado. De con- ventura que lo toque salvo con la vista o
tino está con él don Langarote. con el pensamiento! Dime, amiga mía
-¡Lancado sea él del mi amor, que Camila, por mi vida, ¿qué passaste con
tantos enojos me haze!, -dixo la reina-. él? (cap. 187, p. 770).
¡Por Dios te digo que yo lo mida por la
mesma medida y le haga tantos enojos
que le alleguen a la muerte! 2. Entrega amorosa y matrimo-
-¡Por Dios!, -dixo Camila-, don Langa- nio secreto
rote vos tiene poca culpa. ¿Qué sabe él
los secretos de vuestro coracón y volun-
tad?
-No los sabe, -dixo la reina-, pero á
Y d e s q u e n i n g u n a persona pare-
cía por todo el palacio, Zafira dixo
a la reina Trinea:
me hecho y haze estremados enojos, y -Señora, aparejadvos para la batalla.
no se me irá sin el galardón. -¿E cómo á de ser esto?, -dixo la rei-
-Dexemos essas iras, -dixo Camila-, y na.
escuchad, y dirévos cómo he hablado al -Señora, -dixo Zafira-, yo tengo con-
rey don Tristán y lo he tenido abracado certado con el rey que vos vais para su
con estos mis bracos. lecho, donde vos atiende; y con el don-
¿Dízeslo de verdad?, -dixo la reina. zel Elisandro, que abrirá la puerta. Y pa-
-Verdad es, sin duda, -dixo Camila. réceme, señora, que porque no os ocu-

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n°. 2040. EDICIÓN: María Luzdivina Cuesta Torre (ed.), México,
UNAM, 1997. ESTUDIOS: Campos García (1997) y Cuesta Torre (1994). GUIA DE LECTURA: Cuesta To-
rre (1999).
414 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

péis en desnudaros y en vestiros, que -Mi señor, la reina Trinea es, que vos
vais en una muy rica camisa y encima ama tanto que ál no pudo hazer con su
una ropa forrada, que no tengáis más coracón.
que hazer salvo soltar la ropa y metervos Y diziendo estas palabras soltó la
en la cama. Y porque es justo que tales ropa y quedó en camisa, y lancóse con
bellezas como la vuestra y la suya vos el rey en la cama. Tres cosas avéis de sa-
veáis, yo llevaré una lanterna con una ber y notar: la una es que el rey don Tris-
vela encendida muy encubierta. tán y Trinea, la reina de las amazonas,
-Sea assí, mi buena donzella. eran de cada dieziocho años; y la segun-
Y diziendo estas palabras la reina da, que estos amores se efectuaron con-
temblava tan fuertemente que no acerta- tra la voluntad del rey; y la tercera, que
va a hablar. Y Zafira dixo a la reina: la reina, que era donzella, quedó hecha
-¿Qué temblar es ésse en las batallas? dueña, y el rey tan contento d'ella y tan
enamorado que pocas eran las noches
¿Dónde aventuráis perder la vida no tem-
que no se vían. Y Zafira, desque vio que
bláis y en ésta que la tenéis segura, tem-
ya era cerca el día, fuesse para la cama
bláis?
de los reyes y hizo a la reina que se le-
-¡Ay, mí amiga, -dixo la reina a Zafi- vantasse. Y la reina se levantó y se fue a
ra-, el amor estremado que yo tengo a su aposento muy contenta y alegre a ma-
don Tristán es la causa! ravilla, (cap. 169, pp. 698-699).
-Comencaos a desnudar, señora, -dixo
Zafira-, y aparejaos, que es hora. No se
nos vaya la noche en pláticas.
La reina, que no dexava de temblar,
3. Realismo descriptivo
como iva a cosa que ella nunca hizo, no
acertava a desnudarse. Y Zafira la des-
nudó y vistióle una camisa muy rica, y
Y l o s c a v a l l e r o s s e herían mortal-
mente, pero el rey don Tristán
tomó la lición de don Langarote, y anda-
sobre la camisa echóle una ropa de car-
va muy assosegado y con gran tentó, ha-
mesí pelo forrada en martas. Y Zafira ziendo perder al jayán todos los sus gol-
tomó una lanterna encendida debaxo de pes, de que el jayán estava muy airado y
su manto y descalcas salieron del apo- dava grande priessa a don Tristán. Y el
sento de la reina Trinea y fueron al apo- rey don Tristán, cada vez que el jayán
sento real. Y Zafira tocó muy passico en perdía el golpe, lo hería a su voluntad,
la puerta, y Elisandro abrió luego la en manera que el jayán estava herido de
puerta y entró Zafira y la reina. Elisandro algunas feridas de que harta sangre se le
conoció la reina, pero Zafira puso el iva. Y tanto anduvieron lidiando que les
dedo en la boca que callasse, y Elisan- fue necessario retirarse y descansar. Pero
dro, creyendo que era cosa concertada mucha más necessidad tenía el jayán,
con el rey, calló. que comoquiera que era muy pesado y
Y la reina y Zafira passaron adelante, dava grande priessa a don Tristán, can-
hasta la cama del rey don Tristán, y allí sóse y no se harta va de huelgo. Y el rey
descubrieron la luz. Y el rey despertó y, don Tristán, que se hallava en buena dis-
como vio la reina par de sí, fue muy ma- pusición y conoció que Orribel estava
ravillado, y dixo: cansado, no lo quiso dexar descansar, y
-¡Válasme Dios! ¿Es sueño éste, o veo fuesse para él. Y diole un golpe por cima
a la reina Trinea par de mí? del yelmo que se lo falso y hízole una
Y la reina Trinea dixo: grande herida en la cabeca. Pero no se
TRISTÁN EL JOVEN 415

fue sin galardón, que el jayán le dio un pago del golpe que d'él recibiera, que
tan grande golpe con su cuchillo que le mucho lo avía atormentado. Y aguardó a
hizo abaxar el escudo y alcáncele en la que el jayán le tirasse otro golpe para
cabeca, que se la fizo abaxar hasta los vengarse del golpe passado. Y fue assí
ombros, y la una rodilla le hizo hincar en que el jayán, de toda su fuerca quiso he-
el suelo. Don Tristán se levantó y procu- rir al rey, cuidando de aquel golpe dar
ró de guardarse de tan mortales golpes. fin a la batalla; mas avínole al revés, que
Y el rey Artur, que tan mortal golpe vido el rey vido venir el golpe y con mucha
recebir a don Tristán, el espíritu se le tur- destreza se desvió, y el cuhillo de Orri-
bó, creyendo que don Tristán era herido bel dio en el suelo un gran golpe. Y an-
de muerte. Los cavalleros se combatían tes que lo levantasse, el rey don Tristán
d'esta segunda batalla mortalmente, hi- hirió con su buen espada al jayán de
riéndose por todas partes. Y el rey don toda su fuerca. Y quiso su ventura que
Tristán hazía perder los golpes al jayán, por la mesma herida que en la cabeca
y algunos recebía en el escudo. Y tiró al avía hecho al jayán, por aquella mesma
jayán un tal golpe, creyendo que le dava metió la espada, con tanta fuerca que la
en la cabeca, y solamente le alcancó en cabeca le hendió fasta los ojos, y el jayán
el escudo, que otro tanto le echó al sue- cayó muerto. A esta hora veríades tocar
lo que la primera le avía echado, en ma- las trompas que la ciudad hundían con
nera que el jayán no traía más de medio regozijo y plazer. (cap. 188, pp. 778-780).
escudo, y la mano con que lo traía asido
se parecía. El rey Artur y los que con él
estavan holgaron mucho del golpe que 4. Realismo y parodia irónica
el rey don Tristán hiziera, y conocieron
que el rey andava bueno y rezio. Y tan-
to anduvieron lidiando y hiriéndose por
todas partes que les fue forcado retirarse
Y n o m u y l e x o s d e allí apartóse el
camino en dos partes, y no sabían
cuál tomar. Y el rey dixo a la donzella:
por descansar. Y el jayán andava tan
-Amiga, pues sois d'esta tierra, vos sa-
cansado y sin aliento que por la visera
bréis cuál d'estos dos caminos emos de
lancava grande niebla. Y el rey don Tris-
tomar.
tán conoció qu'el jayán andava cansado
-En verdad, señor, -dixo la donzella-,
y desangrado de la sangre que de las he-
yo soy d'esta villa donde vamos, y muy
ridas se le iva: no lo dexó descansar y
poco ha que vine por este camino, pero
comencaron la tercera batalla. Y el rey
no sé cuál d'estos dos emos de tomar.
don Tristán le iva a herir de toda su fuer-
ca, y entrompecó en una piedra y perdió Y la Bella Guarda dixo al rey:
el golpe, y el jayán Orribel le hirió por -Señor, sea una cosa: yo cerraré los
cima del yelmo, que ambas rodillas le ojos y soltaré la rienda a mi cavallo, y
hizo poner en el suelo. Y el rey Artur, por el camino que el cavallo tomare, si-
que tan grande golpe vido dar al jayán gámoslo.
que hizo arrodillar a don Tristán, dio una -Sea assí, -dixo el rey-, pero paréce-
gran boz diziendo: me que se verificará en nosotros lo que
está escrito: que si un ciego guía a otros
-¡O, válame Dios, muerto es el rey ciegos, todos caerán en un hoyo.
don Tristán d'este golpe! Pero no obstante esto, se hizo la es-
Pero como el rey don Tristán era piriencia, y por el camino que guió el ca-
moco y suelto, luego fue en pie, y pro- vallo de la Bella Guarda, aquél siguie-
curava por todas vías de dar al jayán el ron. Y anduvieron gran pieca por él, y
4l6 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

cada hora se desazía y ensangostava el -A la fe, señor, teníades la salsa de


camino en tanta manera que se deshizo Sant Bernardo, como yo, -dixo la Bella
del todo. Y comencó a anochecer, y co- Guarda.
nocieron claramente que ivan perdidos. -¿Y qué salsa es éssa?, -dixo el rey.
Y sabed que el camino que Uevavan iva -Señor, -dixo la Bella Guarda-, grande
solamente a un hato de vaqueros. Y hambre. Y con esta salsa cualquier man-
yendo assí perdidos vieron salir humo y jar sabe bien.
ladrar perro, y acordaron de ir allá por- Y estando assí, levantóse un pastor y
que otro remedio no tenían. Y guiaron dixo.-
allá y hallaron una copia de pastores que -Señores, ¿por qué vos desnudastes
tenían leche de las vacas a cozer. Y los aquellos sayos tan reluzientes? Jur'a mí
pastores, desque vieron los cavalleros, que son lindos!
saludáronlos cortésmente, y ellos les rin- Y dezíalo por los arneses.
dieron las saludes. Y los pastores les di- -Amigo, -dixo la Bella Guarda-, por
xeron: dexarlos descansar. ¿Vos no descansáis y
-Señores, ¿dónde es vuestro viage? durmís?
-A la villa de Fenicia, -dixeron los ca- -Sí, -dixo el pastor-, si las vacas están
valleros. seguras.
-Señores, -dixeron los pastores-, el -Pues assí quieren dormir aquellos sa-
camino errastes, ca el otro avíades de to- yos.
mar, porque el que traéis solamente vie- Y el pastor llegó la mano a un arnés
ne a este hato. y dixo:
-Jur'a mí que estos sayos no son de
-¿Nunca n[o] oístes dezir, dixo el rey,
lana. ¡Qué fríos y lisos son! ¿De qué son?
que un loco haze ciento?
La Bella Guarda dixo:
-Señor, sí, -dixeron los pastores.
-Son de agua de la mar cuajada.
-Pues assí nos ha avenido, que uno
-A la fe, señor, -dixo el pastor-, bien
d'estos cavalleros hizo una locura y se- parecen ser de agua, porque están fríos
guírnosle todos, y a todos nos [á cabido y claros.
parte de la locura. Y a esta causa somos Y assí passaron gran parte de la no-
perdidos y aportamos a este vuestro hato. che hasta que fue hora de dormir, (cap.
-Señores, -dixo el mayoral de los pas- 203, pp. 848-849).
tores-, ya no es tiempo de passar de aquí.
Apeadvos y alvergaréis con nosotros, y
cenaréis de lo que tenemos, y aunque no 5. El humor
sea tal el manjar, conformaos con el
tiempo, que mejores querría que fuessen
para serviros.
El rey le dio gracias y apeóse él y sus
Y T r i n e a v i n o a la ora, muy pode-
rosa, acompañada de todas las su-
yas. Y entró donde estava la infanta, y
cavalleros y la donzella. Los pastores les sentáronse todas aquellas señoras en un
tomaron los cavallos y desensilláronlos, estrado. Y la infanta tornó a proseguir su
y echáronlos en un prado de yerva. Y el plática con Miliana, y díxole:
rey y los cavalleros se desarmaron, y el -Señora duquesa, dezidme qué daño
mayoral les hizo dar de cenar leche y vos ha traído la señora reina Trinea.
queso fresco y manteca de ganado. Y el Miliana dixo a la infanta:
rey cenó con mucho plazer, y dezía que -Vos, señora, ¿no sabéis que quisiera
nunca comer mejor le avía sabido. yo casarme con don Palante, y venida
TRISTÁN EL JOVEN 417

esta gran duquesa de Milán, qu'es tan que hombres vieron, y es de edad de
bella y tan linda como veis, prometióme doze años. Y siendo d'esta edad, el rey
que avía de ser mi casamentera? Y agora su padre ovo un fijo varón. Y cuanto pla-
sospecho que me ha de tomar a don Pa- zer vino al padre, tanto pesar ovo Blae-
lante para sí, porque don Palante la sir- si, viendo que perdía la erencia del rei-
ve y precia mucho, y a mí no estima. Y no. Y el rey, con alegría del hijo, mandó
agora vino estotra reina Trinea, tan dama fazer muchas alegrías y apregonar un
y tan relinda que sospecho que me ha torneo muy rico. Y fui al torneo y vide
de tomar al rey don Tristán o a su primo aquella strella reluciente sobre todas. Y
el Franco. fenecido el torneo, me di a conocer al
La risa era tanta que no avía quien rey, el cual me llevó a ver a la infanta
d'ellas pudiesse fablar. Y desque un po- Blaesi; y dígovos que assí como es estre-
quito se assosegaron, dixo la reina Tri- mada en hermosura, assí lo es en mesu-
nea a la duquesa de Milán: ra y cortesía. Yo le quise besar las manos
-Señora duquesa, denvos a vos al se- y no me las quiso dar, y supliquéle me
ñor don Palante, y a mí a don Tristán, y recibiesse por su cavallero y, con licen-
seamos vos y yo sus casamenteras para cia y mandamiento del rey su padre, me
con el Franco. recibió, de lo cual yo soy el más dicho-
La duquesa de Milán dixo a la reina so y bienaventurado, y el más alegre del
Trinea que le plazía. mundo. Y ando a buscar las aventuras
-Pues si vosotras, señoras, esso fazéis, por servicio de mi señora Blaesi; e si al-
-dixo Miliana-, yo seré vuestra amiga y gún cavallero oviere qu'es tan bien ena-
no me pesará de vuestra venida. morado como yo, y tan alegre, yo se lo
-Pues assí será, -dixeron la reina y la defenderé y combatiré.
duquesa. A esto respondió micer Antonio:
Y en estas pláticas estuvieron fasta -Buen cavallero Salobret, vos dezís
que la condessa Brangel las llamó que se que sois el más dichoso y más alegre del
fuessen a cenar. Y la infanta y las reinas mundo; yo vos digo que yo soy el más
y señoras se sentaron a cenar con muy desdichado y el más triste hombre del
grande regozijo y plazer que passavan mundo. Y vos defenderé por fuerca de
con la duquesa Miliana, y con otras mu- armas que es mayor causa y razón de ser
chas pláticas que no faltavan para aver triste la mía que la que vos tenéis de ser
plazer. (cap. 165, p. 684). alegre.
Salobret aceptó el desafío y batalla. Y
rogava a Dios que fuesse amanecido
6. Tristán el Joven y el Quijote para verse en batalla, en servicio de su
señora Blaesi; y dezía a micer Antonio:
icer A n t o n i o dixo a Salobret: -La batalla entre vos y mí no se pue-
M -Señor cavallero, pues no nos de-
xáis dormir, contadnos vuestros amores y
de escusar, pero por pasar la noche fas-
ta que venga el día, yo vos provaré por
quién es essa donzella tan fermosa. razón que mi causa es mayor y más su-
Salobret dixo: ficiente que la vuestra. Cierta cosa es que
-Plazerme á. la alegría, qu'es cosa desseada y muy es-
E dixo: timada, y es señora; y la tristeza es abo-
-Yo soy Salobret, fijo del rey de Esco- rrecida, desechada, y es sierva. Luego si-
cia. Y sabed que el rey de Nuruéga tiene gúese que más noble causa es la que
una sola fija, llamada Blaesi, la más bella causa alegría que la que causa tristeza. Y
418 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

si es más noble causa, sigúese que yo -Tomemos las langas a mis escuderos,
tengo razón, y que vos no la tenéis que si a vos plaze, y tornemos a la justa.
con la mía se iguale. -Plázeme, -dixo micer Antonio.
Micer Antonio respondió: Y tomadas las lancas, se fueron a he-
-No vos combato yo cuál es mejor, rir bravamente. Las lancas fueron que-
alegría o tristeza, que en esta mejoría no bradas, y los cavalleros entrambos fue-
tengo duda; pero combatirvos he que la ron a tierra y dieron grandes caídas.
causa que a mí hizo triste es muy más Micer Antonio encontró a Salobret en el
grande j más suficiente que la que a vos escudo, que todo el rostro de su donze-
hizo alegre. 11a le despintó. Los cavalleros se levanta-
Galeote, que todo esto oía, dixo en ron y echaron mano a las espadas, y co-
alta boz: mencáronse a combatir esquivamente de
-¡O, válame Dios! ¿Qué es esto que muy grandes y pesados golpes que lum-
oyó? ¿Quién nunca oyó tal caso? ¿Quién bre hazían salir de los yelmos. Y los es-
nunca vio causa de tal batalla? ¡La mayor cudos se desfazían y caían a pedacos por
novedad es que nunca vi, ni desque los el campo. Y a cabo de gran pieca, a mal
hombres vistieron armas tal batalla fizie- de su grado, se retiraron afuera por des-
ron! ¡No es esta batalla para ser fecha en cansar; y micer Antonio dixo a Salobret:
este yermo, salvo en la corte del rey Ar- -Cavallero, por buena señal tengo
tur, para que la viessen, y deprendiessen que vos he despintado y parado fea la
los cayalleros las cosas nunca vistas! vuestra hermosa donzella. Si tanto la
Y en este medio tiempo comencó a amáis, mejor la deviérades guardar.
amanecer, j los cavalleros aparejarse Salobret miró su escudo y uvo pesar
para la batalla. Siendo ya el día claro, de ver assí maltratada su donzella, y dixo
dixo Galeote a micer Antonio: a micer Antonio:
-Señor, no vos apresuréis en la bata- -Sabed que soy pintor, y cuido tor-
lla, que los que mucha priessa se dan, narla a pintar con la vuestra sangre.
cansan muy presto. Por tanto, sabet sos- Y dichas estas palabras, se fueron a
teneros en la batalla, que me parece que herir de muy pesados golpes, que las ar-
ha de durar gran pieca. mas traían rotas y tintas de sangre, y los
Micer Antonio dixo: cavalleros muy lassos, sin que mejoría se
-Merced a vos, señor Galeote; lo faré mostrasse del uno al otro. Y viéndolos
como mandáis, si a Dios plaze. Galeote tan maltratados, uvo manzilla
Los cavalleros fueron todos tres ar- d'ellos, y cuidó que, si no los despartía,
mados, y Galeote dixo a los cavalleros: que entrambos morirían, y apriessa, con
-Pues a tal tiempo me fallo, conviene la espada en la mano, a su despesar se
que sea padrino y medianero entre los metió en medio d'ellos; y díxoles:
dos. -Cavalleros, yo he visto vuestras dos
Y requerió al uno y al otro si estavan batallas, y han sido las más bien feridas y
bien armados. Hecho esto, los cavalleros combatidas que yo nunca vi. Y hasta ago-
se pusieron el uno a una parte y el otro ra del uno al otro no ay mejoría. Si a vos
a la otra. Y tomaron sus lancas y ferieron plaze, gran cortesía me haréis que dexéis
de las espuelas a los cavallos, y al más esta batalla en mis manos y juzgado.
correr, bien cubiertos de sus escudos, se Los cavalleros, por le complazer, lo
fueron a encontrar. Las lancas bolaron en dexaron en sus manos. Y Galeote se lo
piecas y passaron los cavalleros bien regradeció, y jtizgó d'esta manera, que
apuestos. Sal[ob]ret dixo a micer Antonio: cada uno tenía muy gran razón, y que
TRISTÁN EL JOVEN 419

cada uno de los cavalleros sintiesse y tu- muy largas mercedes en oro y plata y co-
viesse su causa propria por mayor, (cap. llares y joyeles y atavío de casa, que le
38, pp. 218-220).. hizo representar gran señor. Y fecho esto,
don Pedro de Lara besó las manos al rey
don Juan y al rey don Tristán y díxoles:
7. El autor -Señores, ¿qué gracias puedo ya dar a
vuestras grandezas que sean suficientes
luego mandó llamar al piloto a las estremadas mercedes que me avéis
Y mayor, el que avía sido su casa-
mentero, y venido, díxole el rey don
hecho? Una sola cosa diré; que esta mi
persona que con vuestras grandezas
Juan: avéis engrandecido con lo que me avéis
-Amigo, yo vos soy en mucho cargo dado, siempre estará a vuestro servicio.
por aver sido principio para que yo ca- Y el rey don Juan dixo a don Pedro
sasse con la reina Iseo, las cosas que yo de Lara:
más amo en el mundo; y porque es jus- -El señor rey don Tristán y yo cree-
to ser gualardonado tan señalado servi- mos que haréis todo lo que buen cava-
cio, yo vos hago merced de la mi villa de llero deva ha¿er. Pero dexemos agora es-
Lara con todo su término, para vos y tas pláticas y idvos para las fustas, y
para todos vuestros descendientes legíti- todos los estandartes y vanderas hazed
mos. Y no quiero que más seáis piloto, quitar de las fustas y pintad en ellos las
salvo que residáis en Lara o en mi corte, mis armas, que es un castillo, y las armas
donde de mí siempre seréis honrado y de la reina Iseo mi muger, que son un
favorecido. Y quiero que seáis armado león dorado en un campo blanco.
cavallero por mano del señor rey don Y don Pedro de Lara llevó consigo
Tristán. pintores de Leonís y fuesse para el puer-
El rey don Tristán dixo que era alegre to y hizo presto pintar los escudos de
de armarlo cavallero. Y aquella noche el castillos y leones en los estandartes y
piloto veló las armas y a la missa mayor vanderas, y mandólos poner en las fus-
fue armado cavallero por mano del rey tas, que a maravilla parecían bien. Y dí-
don Tristán. Y de ai adelante lo llamaron govos que ésta fue la primera vez que se
don Pedro de Lara, y fue muy honrado juntaron y mezclaron en un escudo los
cavallero, y d'él abaxaron muy buenos y castillos y leones: el castillo por Castilla
preciados cavalleros. Y sabed que el rey y el león por el reino de Leonís (cap. 228,
don Tristán hizo a don Pedro de Lara pp. 978-979).

71. VALERIAN DE HUNGRÍA


(1540)

por
José Manuel Lucía Megías

BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n°. 2067.


420 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

TESTIMONIO

[1] Valencia, Francisco Díaz Romano, 1540 [—>]

TEXTOS

1. Prólogo por el que se dedica los trabajos que en ellos padecen. Por
la obra a doña Mencia de Mendoza y donde el mejor y más conveniente re-
exhortación al lector medio, para triumphar de sus malicias,
es conocer cualquier escriptor su cierta
ignorancia y juntamente, sin los prólixos
E s t a n g r a n d e la ceguedad de los
que escriven, Illustríssima Señora,
que no solamente no veen los apparen-
y desterrados rodeos llenos de dichos de
philósofos y hazañas de cavalleros, de
tes y claros defectos de sus obras, pero que en los prólogos antiguamente se ha-
su mayor gloria es manifestarlas para zía memoria, dirigir su obra a quien no
que, por su rnesmo medio, sean a los solamente de los detractores con su sa-
que los ignoran públicos y manifiestos; ber la defienda, pero con su poder los
por donde si la escusación de la primera castigue, de suerte que por ninguna vía
causa, junto con la consideración de ser para reprehenderla se atrevan y como
proprias suyas, no los desculpasse, cier- hecha la investigación devida de las per-
to es que. antes merecerían ser argüidos sonas dentr'ambos géneros, que han pe-
por su descuido que galardonados por dido llegar a mi noticia, en ninguna,
su trabajo. Y si en estos tiempos, como como en la vuestra Illustríssima Señoría,
fue en los passados y creo será en los al saber y poder que dixe tan clara y no-
venideros, no se reprehendiessen sino toriamente concurran, conociendo pri-
los errores públicos y por personas peri- meramente mi ignorancia, no ser menor
tas y en las letras exercitadas, aun no se- que el atrevimiento, que de dirigir a
rían tanto de culpar aquellos que con al- vuestra Illustríssima Señoría obra de tan
gún fundamento en semejante exercicio baxo estilo he osado tener, humildemen-
trabajan de emplear su tiempo porque te la suplico sea servida de recebirla y a
no temerían reprehensión sino de sus ella ya a mí otorgarnos nombre de su-
iguales o más sabios. Pero como el vicio yos, pues para en este siglo otra mayor
del reprehender esté más arraigado en bienaventuranza no desseamos, por la
los ignorantes que en los primeros, algu- segura proteción y conocida honra que
nos y muchos ay que de escrevir dexan, de tan cumplida merced se nos ha de re-
considerando que los que menos sien- crecer. Y porque no sería devido, siendo
ten, leyendo las agenas obras, no se de- la obra a vuestra Illustríssima Señoría di-
leitan ni trabajan en más de escudriñar rigida, dexar de certificarla cómo fue ha-
que defectos, y vicios podrán aplicarles, llada y adonde y en qué tiempo se escri-
pues en cualquier obra, aunque buena, vio, sabrá, Illustríssima Señora, qtie en el
no dexan de inquirirlos y publicarlos; año de mil e quinientos e veinte y uno,
por la cual causa la mayor parte o cuasi teniendo cortes el emperador don Car-
de todos los que escrevir podrían no los, rey y señor nuestro en la ciudad de
osan, no dexando assí mesmo de consi- Nuormacia del imperio de Alemana, vino
derar cuan pequeño es el fruto que, en a verlo el rey don Hernando, su herma-
esta nuestra edad, de tan laborioso exer- no, no sin gran número de grandes y
cicio se alcanca, y cuan ciertos y grandes otros cavalleros de Ungría; con un de lo
VALERIÁN DE HUNGRÍA 421

cuales tomé tan gran amicicia que un día Si de ver y oír las cosas sobrenatura-
platicando de las cosas maravillosas de les, discreto y estudioso lector, no se
España, porque no me pareciessen deve recebir admiración considerando el
menos bien las de Ungría, me mostró y poder que el alto Señor tiene para obrar-
después dexó, para que las pudiesse las, cuanto pues menos de aquellas que
leer, las dos partes, primera y segunda la experiencia nos enseña y representa
de la crónica de un príncipe de aquel tan fáciles, que contemplado estudio y
reino tan valeroso como antiguo llamado trabajo las podemos saber y exercitar.
Valerián de Ungría; y quiso la suerte que Por ende si de la presente historia, para
antes de ver yo el fin d'ellas, vide el de tu satisfactión cumplida, algunas dudas
su vida, por donde quedaron en mi se te recrecieren, assí por razón de las
poder. vidas y hazañas de los cavalleros y her-
mosuras y estados de las dueñas y don-
Y en el año de mil quinientos y trein-
zellas, como por lo que algunos supie-
ta, hallándome en la ciudad de Cuenca,
ron en las artes y estrañas lenguas que
por razón de las muertes que se siguie-
entendieron y hablaron, yo te ruego,
ron en ésta de Valencia, assí por huir el
aunque no se diga por extenso su origen
vicio de la ociosidad como porque aque-
ni cómo ni adonde las aprendieron, que
llos que latín no alcancan no dexassen
desechadas de tu pensamiento, procedas
de gozar de obra tan provechosa, acor- en la lectura hasta el fin, pues no halla-
dé, aunque no sin continuo y trabajoso rás cosa tan fuera de razón y del orden
exercicio, de traduzirlas de su elegante y natural que en los passados y presentes
muy gracioso latín, escripto por un sabio tiempos no se ayan visto y se hallen sus
llamado Arismenio, en el romance que iguales, y en muchos grados más diffíci-
verá vuestra IUustríssima Señoría. A la les de creer. Señaladamente que lo que
cual assí mesmo suplico no dexe de en ella se escribe no solamente no exce-
mandar la leer porque ultra de no haver de pero no iguala lo que en otras cuasi
en su lectura cosa que de honestidad sin número historias, assí antiguas como
carezca, antes siendo cuasi en todas sus modernas, havrás primero leído, en las
partes muy provechosa no será menos cuales no ay ni se leen tantos ni tan salu-
que su claro e bivo ingenio, en cosas dables consejos y castigos como en el
sublimes y muy delicadas continuamen- discurso d'esta se te offrecerán para tu
te exercitado, por algún breve tiempo provecho y aviso; por donde mayor cré-
no se deleite en las de la dicha obra aun- dito has de dar a la presente, pues no la
que morales y llanas; pues la interposi- puedes argüir de fingida ni falsa sino
ción de los exercicios con la variedad de sólo del baxó estilo y ignorancia, los
las cosas, allende del natural desseo, nos cuales yo conozco ser y tener tan gran-
causan dessear larga vida, la cual junta- des como su mesma baxeza los declara
mente con los estados de vuestra y sin comparación mayor; y assí mismo
IUustríssima Señoría plega al Señor de de algunos errores y defectos de dicho-
todo lo criado con entera salud y des- nes y letras que, por razón de la nueva
cansado ánimo acrecentar por largos y impressión, se havrán causado, los cua-
bien aventurados tiempos, feneciendo les ten por cierto que no hallarás si
en fin d'ellos en su santo servicio. Amén. pudieran escusarse, y pues la ignorancia,
que digo, a todos los mortales, según
que más y menos alcanca, tú no le aña-
Erhortación del mesmo traductor de la historia al lector das malicia, porque si argüyeres contra
422 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

que vieres ser te aplazible y dexando lo tener, fincava las rodillas en el suelo
ál te contentes, y cufras con ver lo que pidiéndole por merced, que d'él se
muchos de los passados dessearon y dolie-sse, y que aquella hermosa donze-
que, no se les otorgando, a ti, sin cuida- lla puesto que en mirarlo se mostrase
do que de lo ver tuviesses, favorece la doler de su pena, no bastava tanto aque-
fortuna para que no solamente lo veas, lla demostración que con ella se le acre-
pero que lo puedas con rrruy pequeño centasse su cuasi perdido effuerco hasta
precio gozar. Vale. (ff. 2r-v, 4r). tanto que haviendo con aquella honrada
dueña hablado, dirigiendo otra él su
sazón le dezía que, si le desseava, la vida
2. El príncipe Nestarcio tiene trabajasse de librarla de un fiero dragón
u n sueño profetice Discurso sobre el que en una grande placa de aquella ciu-
matrimonio dad hallaría, el cual haviéndole ya roído
la mayor parte de su honra y fama con
su insaciable hambre la estava esperan-
Cuando Nestarcio fue en su lecho
acostado, no se olvidó de pensar
en lo que Equivalió le dixera, assí en lo
do para le tragar el cuerpo y vida junto,
y que si lo matava, no dexaría de hallar
de su hija como en la batalla que con ole gran remedio para su pena. Y que oído
convenía hazer, por donde, después de aquello, sacando aquella donzella con la
haver passado gran parte de la noche mesma dueña de la torre, iva a buscar el
platicando consigo, junto con la determi- dragón en la placa que le dixera y
nación que para entrambos casos conve- poniendo la donzella en la más alta parte
nía trabajó de halagar sus sentidos de de aquella placa, a donde el peligro del
manera que el sueño le sobreveniesse dragón temer no pudiesse, con muy gran
por dar a su fatigado cuerpo algún desseo lo estava atendiendo, el cual no
pequeño descanso, lo que hazer no tardava de venir contra él con gran
pudo hasta tanto que la mayor parte de denuedo por le quitar la vida, pero que
la noche fue passada porque los cuida- aprovechándose de su destreza le hurta-
dos de su señora y de las batallas de va muchas vezes el cuerpo llagándolo
Aspalión y de Fulvián no lo permetían. con su espada de grandes llagas, pero
Pero cuando el cansancio pudo aquel que después de passada gran pieca, no
impedimiento vencer, no tardó en ador- le aprovechando su destreza ni ardi-
mirse y en soñar, que después de haver miento, se hallava en los bracos de aquel
muchos días caminado con su compañía fiero dragón, el cual con todas sus fuer-
Uegava a una grande ciudad y de altos y zas trabajava de ahogarlo y con sus agu-
hermosos edificios, anclando por la cual das uñas passarle las carnes hasta las
se maravillava de la ver tan poblada que entrañas, por donde viéndose en tan
le parecía que no podía haver en el grande aprieto y peligro, sacando de su
mundo su igual; y juntamente que con grande esfuerco dobladas tuercas, le
una dueña de gran autoridad entrava en puxava una pequeña daga que traía por
una torre a donde Dáñela los guiava, en entre las ingles, con tanta fuerca y cau-
la cual hallava una donzella a su parecer sándole tan gran dolor y daño juntos que
la más hermosa y de mayores gracias de assí por aquello como por la ravia de la
cuantas se acordava haver visto, de cuya muerte que de aquella llaga se la causa-
vista se le recrecía tan grande deleite y va cuasi en el mesmo instante dava el
espantos juntos que lo hazían temblar dragón tan espantable bramido que
tanto que, no se pudiendo sobre sus pies allende de causar a todos los que en
VALERIÁN DE HUNGRÍA 423

aquella plaga su batalla miravan grande su compaña, quedaron los postreros por
espanto que dava él juncto al dragón ir a su plazer hablando en lo que se les
cuasi muerto y sin algún sentido. Por ofrecería; por donde a el tiempo que
donde recordando Nestarcio tan atorme- Nestarcio vido conveniente sazón le
tado perlasso, como si aquella batalla en dixo:
effecto passara dixo: -Anoche vos rogué, virtuoso cavalle-
-¡O, Señor Dios, valedme que me ro, que para que con mayor acuerdo
muero! pudiesse mi parecer deziros acerca de lo
A las bozes del cual Elisen y Brimarel, que de mi saber quisistes, vos sufriésse-
que junto a su cama dormían, recorda- des hasta agora, y puesto que mi edad y
ron y saltando presto del lecho fueron esperiencia no sean para tanto bastantes,
por ver lo que su señor quería, al cual el desseo de vos complazer me ha dado
hallaron que no podía hablar, por donde causa que vos diga lo que oiréis:
queriendo salir de la cámara para pedir Aspalión es tan buen cavallero, según
lumbre, él los detuvo diziendo muy a suena d'él fama y vos me havéis dicho,
passo que se sufriessen porque ningún y tan preciado del rey d'este reino y de
mal tenía assí como era verdad, porque aquellos que de su persona y obras tie-
en poco espacio cobró su perdido nen noticia, que muy pocos se hallarían
esfuerco y sentidos, de suerte que se no mejores ni sus iguales, por donde desse-
parecía en él haver passado cosa de las ando él a vuestra hija para que d'él sea
que havéis oído; y pues vieron que ya señora y compañera por aquella vía que
no podía tardar el día, se comencaron de son los desseos lícitos y la honra no se
vestir, y aun no lo havían acabado cuan- menoscaba, no sé yo que se puedan
do la resplandeciente alva comencó de ofrecer contrarios de tanto peso que al
dar los acostumbrados señales de su sali- menor quilate de su bondad igualar pue-
da, por donde Brimarel fue para ade- dan, puesto que no possea más de vil
rezar sus cavallos, quedando Elisen para cavallo y armas; pues aquellos que claro
ayudar a armar a Nestarcio. Y como juizio alcancan en semejantes casos no
Equivalió lo sintiesse, no tardó en recor- acostumbran buscar más de las virtudes
dar las donzellas, las cuales fueron tan y bondad, y no los otros temporales bie-
presto vestidas que por ellas no se retar- nes, por donde por mí no se alcanca que
dó la partida, por donde todos juntos en le otorgar vuestra fija por muger se
partieron por causa que Nestarcio rogó a vos pueda seguir menos honra y des-
Equivalió que tuviesse por bien de ir con canso, que si a otro cavallero que muy
él y levar su hija hasta el passo que rico fuesse la otorgássedes, porque
Aspalión guardava, assí porque viessen conociendo Aspalión, que sola su bon-
cómo lo hazía su cavallero contra los dad vos mueve a lo querer por fijo ave-
caminantes, como porque podría ser que riguado, está que siendo tan virtuoso no
se hiziesse más de lo que cuidavan, lo solamente vos obedecerá como a su pro-
que assí a Equivalió como a su hija no prio padre, pero honrará vuestra fija más
desplugo, la cual estrañamente desseava como señora que como muger, porque
ver la batalla de aquellos dos cavalleros, para lo assí hazer lo forcarán el amor
pareciéndole que se no podrían hallar que le tiene, junto con la voluntad que
sus iguales assí al uno en estado como al havrá en vos conocido, por donde vues-
otro en esfuerco y bondad; y assí como tro coracón, no solamente se alegrará
a caminar comencaron Nestarcio con por razón del gozo presente, pero des-
Equivalió, dexando passar delante toda cansará y será aconsolado de las passa-
424 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS

das perdidas, en io venidero, io qLie vos muerte por servicio de quien jamas vido
podría al revés suceder si con otro que a ni conoció ni sabe si en algún tiempo le
vLiestra hija no amasse, ni a vos ruesse será agradecido. Pero tornando a nuestra
en la obligación que vos el será, la casás- primera plática, llamad, si vos parece,
sedes como por la mayor parte vemos vuestra hija porque sabida su voluntad
que los casamientos que se hazen podáis con mayor acuerdo determinaros.
teniendo por último fin los perecederos Maravillado quedó Equivalió del
bienes y no las virtudes y bondad, saber y discreción de Hestarcio porque a
pocas, o por dezir mejor, ningunas vezes maravilla le pareció bien cuanto dixiera
se aciertan, porque tiran al hito perece- pues en ello mostrava ser preciador de la
dero dexando aquel que perecer no honra y bondad aunque con gran desseo
puede; y de aquel vengo a dezir que si de saber porque fin havía las postreras
un cavallero tan preciado como Aspalión palabras de SLI razón dicho. Pareciéndole
ama-sse cualquier donzella del ímpio cosa muy grave un príncipe tan alto y de
que, si Nuestro Señor Dios por bien tan poca edad, hoviesse ya su coracón
tuviere ha ser mío, aunque de gran esta- otorgado a quien no conocía por donde
do fuesse, lo dexaría yo de trabajar que estuvo para se lo preguntar, pero acor-
por muger se la diessen sus padres, dándose que cuando por su nombre y
puesto que para lo effectuar se le hovies- hazienda le preguntó no dexo de se lo
se de dar por mí alguna parte de mi esta- dezir con mucha vohitad, callando la
do, por lo poder tener en mi compañía y causa de su camino, acordó de sufrirse
servicio, pues la bondad de un cavallero otrosí porque le pareció que a tan alto
no tiene estima ni precio, señaladamen- hombre no se devía preguntar más de lo
te cuando por sí mesmo se alcanca y que de su propia voluntad a dezir se
merece por ella ser honrado sin la haver comediría y en fin de sus pensamientos
de SLIS padres heredado. Esto es, mi ver- le dixo que le tenía en merced el traba-
dadero amigo, lo que mi flaco juizio y jo que de cuidar en sus fechos tomara
menor experiencia alcancan en este para satisfación y servado de lo cual sup-
fecho, aunque para mayor satisfación plicava a nuestro señor Dios le diesse
mía querría saber la voluntad de vuestra por ello el galardón devido, pues sus
fija porque concurriendo en ello con fuercas eran muy pequeña cosa, y que
mayor fundamento se podría mi parecer pues le parecía que se devía llamar su
poner en efecto, y si el descontenta- hija para aquel effecto que a él no le
miento que vos de Aspalión tenéis no es dexava de parece lo mesmo, pues aque-
por más del atrevimiento que de hablar llo era lo más firme y seguro, (cap. vn, ff.
a vuestra hija en vuestra presencia tuvo, 9v-10v).
no devéis clexar de perderlo. Pues amor
forcó las potencias de su lengua para
que lo dixiesse, el CLial a ninguna cosa
tiene consideración ni respecto, aunque 3. Sobre torneos y fiestas en la
no querría hablar en esto, pues no se me ciudad de Colonia
otorgaría desculpar a otre sin que a mí
c a u s a q u e el siguiente día havían
diesse mayor culpa; porque si Alpalión
viendo la hermosura y gracia de vuestra A de comencar los torneos, el empe-
rador ordenó que comiessen de mañana,
hija fue forcado dezirle lo que oístes,
algo menos tiene de culpa que aquel porque pudiessen ir a ver los tempranos
que de su propia voluntad va a buscar la por donde, cuando a la placa llegaron,
aún no passava medio día; e antes que
VALERIÁN DE HUNGRÍA 425

trassen, el emperador mandó cerrar tros fue-ssen a maravilla poderosos e


todas las calles por donde en ella se con gran tuerca dados, como la de cada
podía entrar, salvo las dos más principa- uno d'ellos sobrepujasse la fortaleza de
les, que estavan de cada cabo porque sus lancas, las fizieron bolar por el aire
pudiessen por ellos los unos venir con- en innumerables piecas porque se cono-
tra los otros, e no pudiessen salir por ciesse la ventaja que havía de las tuercas
otra parte; los cuales se havían repartido d'ellos, a las de un palo de que fechas
d'esta manera: que todos los altos hom- eran quedando en las sillas todos; e pas-
bres de Francia, que como haveis oído sando muy apuestos y hermosos caval-
eran muchos e muy buenos cavalleros, gantes, y no se olvidando lo que hazer
caudillassen a los de la una parte; y los devían con sus espadas tiradas, arreme-
alemanes y de Ungría con los de la Gran tieron para ferir con gran denuedo a los
Bretaña, la otra; cada una de las cuales otros sus contrarios, los cuales, aunque
allegava a número de setecientos e cin- muchas lancas de aquellos primeros
cuenta cavalleros, sin sus caudillos. Y encuentros en ellos rompieron, no le
cuando supieron que ya el emperador hizieron más daño de impedirles que no
era llegado a los cadahalsos, vinieron a Uegassen a ellos tan presto para darles el
la placa por las calles que vos diximos, pago de su atrevimiento. Pero cuando
levando en la delantera de cada parte las dos partes juntas a romper y encon-
sus caudillos; los cuales, según lo que trarse vinieron, como tomassen a sus
bien parecían por su apostura e ricas caudillos en medio, fue gran maravilla
armas, no dexavan de mostrar que cada cómo no los derribaron todos, lo que fue
uno era merecedor de ser caudillo de causa de mostrar la destreza y esfuerco
cualquier imperial exército; e antes que de cada uno. Y después que fueron jun-
quisiessen lo unos contra los otros arre- tos, quien podría dezir cuántos fueron
meter, fizieron su mesura assí a los los cavalleros que ya havían hecho en el
emperadores, como a todos lo otros a suelo caer, y el daño que de los cavallos
quien se devía; y en el mismo punto que sobr'ellos passavan se les recrecía,
abaxando sus lancas, firiendo cuanto tanto que, si no fuera por las armas e por
pudieron sus cavallos de las espuelas, se algún comedimiento que se tenía por los
vinieron a encontrar: Acaristo, duque de que a cavallo eran, pues aquel exercicio
Borgoña, con Aspalión del Vado; se hazía más por plazer y recozijar aque-
Brandimario, duque de Binaina, con llas fiestas que con saña, muchos d'ellos
Lauren; el buen cavallero Cathenor, perdieron allí las vidas; e cuando las
duque de Lorena, con Ethesalión, fijo del lancas fueron ya rompidas, ¡quién se sin-
duque de Bavera; Brestán, duque de tiera bastante para escrivir los grandes e
Orliens, con Cleophán de Saxonia-, maravillosos golpes de espadas que en
Bostilán, duque de Normandía, con aquel día se firieron! E los cavalleros que
Aliarte de Irlanda; Aduarte, señor de no los pudieron cufrir cayeron, e otros
Rimes, con Bonadiel, hermano del que si les fuera otorgado fuyeran. Por
duque de Rebón; los cuales se adelanta- cierto, ninguno por bien que lo mirara,
ron de los suyos por ser conocidos y assí pues fuera impossible que solos dos ojos
mesmo porque se viesse cómo justava pudiessen ver lo que se hazía en todos
cada uno; assí como fueron por todos las partes de aquella gran plaga. Muy
bien vistos, como aquellos que nos mira- rebuelto fue aquel torneo y, si bien aco-
van otra cosa, y puesto que los encuen- metido, no menos defendido de emtram-
APÉNDICES
APÉNDICE 1:
FRAGMENTOS CASTELLANOS PROCEDENTES
DE LA MATERIA DE BRETAÑA

I. BALADRO DEL SABIO MERLIN


(1498)

por
Carlos Alvar y José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIO

[1] Burgos, Juan de Burgos, 1498 [—>]

TEXTO

1. Muerte de Merlín con algunas Merlín e de la Donzella del Lago, que


de sus profecías estovieron allí. E entraron en una cueva
que era en aquel valle. Esta Donzella del
Lago encerró ai un monumento de estra-
D e s p u é s q u e Bandemagus tomó su
donzella, que no respondió a
Morlot a ninguna cosa de lo que le
ña manera fecho, ca era de mármol ber-
mejo; e a Merlín metiólo dentro, en
dezía, ante se fue con ella por la monta- manera que con los encantamentos que
ña, que era muy espesa; e iba muy ale- le mostró no pudo dende salir fasta que
gre porque su donzella avía cobrado. E murió allí. E la manera cómo fue cuenta
andovieron todo ese día fasta hora de aquí el autor.
biésperas sin comer ni bever. E llegaron Verdad es que Merlín fue fijo del dia-
a un valle estraño e muy fondo e enojo- blo e bien se otorgó en todas las istorias;
so de andar, ca de una parte e de otra e asimesmo qu'él fue el más sabio onbre
era todo peña viva e era todo el camino del mundo e que más supo de las cosas
enpedrado e lleno de grandes peñas. E que eran por venir, sino Dios. E ningún
entraron en el fondo del valle e vieron onbre non sabe quién fablase tan mara-
andar cavallos paciendo. E yendo más villosamente de las cosas pasadas e de
adelante, vieron dos chocas de nuevo; e las que eran por venir. E príncipes no
aquellas chocas fueron de la conpaña de fueron en su tienpo ni otra cosa que lo

BIBLIOGRAFÍA: Sharrer. n° Ae4. FACSÍMIL: Oviedo. Ediciones Trea. 1999. EDICIONES: Pedro Bohigas
(ed.), Barcelona. Selecciones Bibliófilas. 1957. 1961 y 1962 (3 volúmenes): José Javier Fuente del
Pilar, (ed.) (con prólogo de L. A. de Cuenca). Madrid, Miraguano. 1988: Isabel Hernández (ed.).
Oviedo. Ediciones Trea. 1999 (¡unto al facsímil): Paloma Gracia (ed.). Alcalá de Henares. Centro
de Estudios Cervantinos, en orensa. ESTUDIOS: Cátedra-Rodríguez Velasco (2000). Cuesta (1995).
Gracia (1993 v 1996), Hall (1982) v Morros (1988). GUÍA DE LECTURA: Gracia (1999).
430 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS

cuál fin avrían. Mas sin falta, por el grand que ellos fizieron. E un día qLie llegaron
saber que avía, fabló tan escuramente allí, la Donzella del Lago dixo a Merlín:
que no podía honbre entender lo que -¿Pareceos este lugar bien estraño?
dezía, porque dixo en el Libro del Sancto -Sí, -dixo Merlín-, pero no es tan
Greal que sus profecías no serían sabidas estraño que en él non vos amuestre la
fasta que fuesen pasadas. E tanto dixo de más rica cámara e más fermosa que
las cosas que avían de venir que fue lla- nunca vistes.
mado Profeta de los ingleses e aún agora ansí -¡Ay Dios!, -dixo la donzella-. ¿Quién
lo llaman, que mucho supo de sí e de podría fazer en tan estraño lugar tan fer-
otre. E otrosí de su muerte dixo que mosa cámara como vos dezís?
muger lo mataría; e él guareció de muer- -Cierto, -dixo Merlín-, yo os lo diré
te a muchos buenos onbres e a sí mesmo cómo fue aquí fecho [...].
no pudo guarecer. E él así lo dixo: E esto -Esta cámara quiero ir a ver, que
acaece en muchos lugares, que los que son maestros dezís que es tan bien fecha e en tan
e sabios e dan consejo e profetizan a otros e a si no estraño lugar.
pueden dar consejo ni profetizar lo que les aprove- E esto era ya tarde, al sereno de la
cha a su muerte. E así acaeció a Merlín, q u e noche, e fizo Merlín encender muchas
profetizó a todo el mundo e era el más candelas e fuese con la donzella a la
sabio, e a sí mesmo no pudo aconsejar cueva, e cavalleros e escuderos e donze-
ni profetizar, ca él-amó por su peccado a Uas con ellos, e dexaron la otra conpaña
la Donzella del Lago, que era en aquel en la posada do tenían el fardaje. E
tienpo una de las más fermosas mugeres cuando llegaron a la cueva, fallaron una
del mundo; e otrosí era muy rica e avía puerta de fierro, que parecía que avía
grant tierra e era natural de la Pequeña muchos años que no fuera abierta. E
Bretaña; de bautismo, avía nonbre abriéronla e entraron dentro e fallaron
Niviana. E ésta crió muchos onbres bue- aquel lugar tan rico e fermoso que no ha
nos e muchas dueñas e fizo mucho bien. onbre que lo contar pudiese. E fueron a
E cuando ella vio que la Merlín amava la cámara e fallaron otra puerta de fierro
por su desonra, comencó aprender d'él e abriéronla e entraron dentro e fallaron
todos los encantamentos que sabía; e ai aquel monumento cubierto de cober-
fazíale grand infinta que lo amava tura de seda colorada. Después que la
mucho, lo que ella amava poco. E cierto Donzella del Lago cató la cámara toda e
que él fizo tanto que aprendió d'él tanta los cuerpos de los dos amadores, que
ciencia que sabía más que onbre ni que yazían dentro muertos, dixo en su
coragón que, pues aquella cámara era en
muger que fuese en aquel tienpo, salvo
tan estraño e apartado lugar, que creía
Merlín, que sabía más; e sabía profetizar
que nunca ai onbre vernía, que era bien
lo que Merlín non sabía mostrar a otre. E
que quedase allí Merlín para sienpre. E
él la amava de todo su coracón; e ella lo
dixo a Merlín:
desamava en cuanto podía, que nunca
muger desamó tanto a honbre e bien lo -Cierto, muy alegre e sabrosa vida
mostró en la fin'; pero tanto le mostró fazen los dos amadores que se bien
ella de amor que él creía que lo amava quieren en tal logar. E maravillosamente
mucho. E así anduvieron un grand tien- se amaron éstos que dexaron el mundo
po, ella aprendiendo toda vía d'él, fasta por aver plazer de sus amores.
que llegó aquel valle donde Merlín dixo:
Bandemagus llegó después a las chocas -Cierto, señora, como éstos dexaron
el mundo por sus amores, así lo dexé yo
BALADRO DEL SABIO MERLIN 431

por vuestro amor, que bien sabéis como -Amigos, -dixo ella-, este onbre
yo era señor de la Grant Bretaña e de la sabed que es fijo del diablo e sus obras
Pequeña, e del rey Artur e de su fazien- fazía. E andava enpós de mí por me
da toda, e cuánta honra me fazían todas fazer escarnio e desonra si pudiese, ca él
las gentes; e creían cuanto yo dezía e creía de mí aver la mi virginidad, la que
guiávanse por consejo mío. E todo lo yo he ofrecido a Dios; e nunca otro la
dexé por vuestro amor. avrá sino Él, como señor que todas las
E la donzella le dixo: cosas e a mí fizo. E bien escapé del fijo
-Merlín, esto sé yo muy bien; así faré del diablo sin me desonrar, si pudiera;
yo por vos. E cierto de aquella tan glo- mas Dios me libró d'él, que sabía mi
riosa vida que aquellos dos amadores intención e la suya. E pues que él me
ovieron, he yo gran enbidia; e quiero quería escarnecer, mejor es que escar-
que folguemos esta noche aquí e aya- nesca yo d'él. Cierto, por mal suyo me
mos plazer cuidó desonrar, ca yo le acortaré su vida
por lo que él contra mí pensava fazer.
E Merlín le dixo:
-Señora, fagamos como quisierdes. E mandó luego tomarlo a aquellos sus
Entonces mandó ella venir sus gentes onbres. E metiéronlo dentro en aquel
e mandó que le traxiesen allí su cámara monumento, que estava abierto, e fizólo
e bien de cenar; e Merlín mandó traer la cerrar, así como ante estava. E fizo encima
del monumento su encantamento con
suya. E a poca de hora tornó Merlín muy
letras e carátulas que le él mesmo enseña-
triste e a fazer mal contenente. E la don-
ra, tan fuertes que jamás no verná tan
zella le dixo que qué avía, e él le dixo:
rezio onbre que pueda abrir ni alear la
-Cierto, señora, que todo el cuerpo cobertura del monumento ni sobre él tirar-
me duele e todos mis mienbros me trie- la; ni fue aleada fasta que llegó y después
men e falléceme la merca e el coracón e Tristán, el buen cavallero, que la algo.
tomo tan gran espanto que no sé qué
E este encantamento fizo ella en tal
pueda ser de mí.
manera que él yazía sobre los dos ama-
E la donzella le dixo: dores. E puso sobre el monumento una
-Merlín, no ayáis miedo e esforcad- canpana por tal vía que de ninguno
vos, que a los otros solíades vos esforear, pudiese ser aleada, fasta que viniese
¿cómo os desmayáis? aquel que avía de amar más lealmente
Merlín no respondió cosa. Después que todos los que amaron. E cuando
que esto dixo, cenaron e fuese Merlín viniese el amador de los amadores e
acostar e durmióse luego como aquel que viese aquel monumento e las letras que
avía sueño mortal. Después que la donze- en él estavan e el nonbre de Merlín, des-
lla lo vio dormido, fizo sobre él su encan- fazerle ía el encantamento, porque avía
tamento, que le él mesmo enseñó; e él de alear la canpana para ver los hue-
encantólo tan fuerte que no sentía cosa sos de los amadores. Así fizo el encanta-
que le fiziesen. E llamó aquellos de su mento como le Merlín mostró; e así
conpaña e de quien se más fiava e díxo- avino, que duró después fasta que
les: Tristán vino e estuvo ai como adelante
-Tomad a Merlín e traetlo por esta oiréis.
casa por los cabellos e por los bracos e D'esta manera fue Merlín metido en el
veré si acordará. monumento. E como quiera que él fue
E ellos lo fizieron; mas por mal que le muy sabio e grand profeta de las cosas
fizieron, nunca pudo acordar. [...] que avían de venir, Dios, que es sabidor
452 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

engañado por muger virgen, así como lo mosa cosa en tan estraño lugar. E cuan-
él profetizó; e así fue muerto por los do vio el monumento, maravillóse, ca
encantamentos mesmos que él mostró a nunca viera otro tan termoso e tan rico.
la Donzella del Lago, ca en otra manera E en la cámara avía grand lunbre, ca de
ella ni otre no lo pudiera matar sino Dios. suso d'él avía tres tiniestras muy buenas.
E aquella noche durmió allí e en la E después que vio el monumento fue
mañana cavalgo con sus gentes e fuese. contra ios pies d'ei e vio en la canpana e
Al tercero día llegó allí Bandemagus e su en el sepulcro letras; e visto lo que dezí-
donzella; e cuando vio las chocas e las an estuvo pensando en quién podrían
ramas, dixo a la donzella: ser los dos amadores. A desora oyó una
-Donzella, aquí reposemos en estas grant voz que dezia:
chocas oy. L...J -¡Ay, captivo! ¿Por qué nací?
E otro día de mañana, Bandemagus E d'esta boz fue él tan espantado que
se levantó así armado como estava, que no uvo qué dezir nin supo qué fiziese,
no se desarmó de noche; e la donzella ca bien vio que aquella boz salía del
dormía, ca era cansada de la jornada que monumento. E quísose ir, pero dixo:
fiziera. E Bademagus salió de la choca e -Grand vergüenca me sería de estar
miró si vería alguna iglesia do irían a oír en el lugar donde tal cosa oyese, si no
míssa, ca era en aquel tienpo costunbre supiese dó sale esta boz e qué cosa es.
de los caballeros andantes oír misa antes E él estava todavía mucho espantado.
que entrasen al camino, si fuese en lugar Estonces escucho e oyó fablar paso a
do pudiesen fallar clérigo; e demás que aquel que yazía en el monumento, e
los de la Tabla Redonda lo avían de fazer dezía así:
por mandado de la corte e porque era -Bandemagus, no ayas miedo de mí,
costunbre. E estando Bandemagus ca no te verná por mí mal alguno.
mirando si vería alguna iglesia, vio una E cuando esto oyó el cavallero,
carrera por do la Donzella del Lago e su esforcóse más e fabló más osadamente e
conpaña salieran de la cueva do Merlín dixo:
quedó soterrado vivo. E él entró por -¿Quién eres tú que me conoces e
aquella carrera fasta que entró en la sabes mi nonbre e tales ansias fazes?
cueva e falló la puerta de fierro que dixe. ¿Eres muerto o vivo? Cierto mucho me
Estonces entró e miró a todas partes e maravillo de ti. E por Dios, dime tu non-
dixo: bre e fazme saver de tu fazienda e qué
—¡Ay, Santa María, qué cosa es ésta cosa eres.
tan buena e tan fermosa! E después d'esto salió del monumen-
E él esto diziendo, oyó una voz to una grand boz mucho dolorosa e muy
espantosa, como de onbre que yazía so espantosa de oír. E fabló más claramen-
tierra. E miró derredor de sí e no vio te e dixo:
cosa e fue espantado e dixo: -¡Ay Bandemagus! Sabe que yo soy el
-No dexaré de saber qué cosa es esta más mal aventurado onbre del mundo. E
voz. verdaderamente así es porque yo mesmo
E parecióle que en aquella cueva era fize que muriese tan crudamente, que yo
do salía; e tomó la espada en la mano e me maté con mis propias manos, porque
abrióla; e entró dentro e vio aquella casa enseñé a la más mortal enemiga que en el
tan buena e dixo en su coracón que era mundo avía con qué me pudiese matar.
paraíso aquella cámara; pero ovo miedo E después que esto dixo, dio otro
de ser encantado, porque veía tan fer- baladro muy doloroso. Estonces se signó
BALADRO DEL SABIO MERLÍN 453

Bandemagus e fabló más sin miedo e -Yo sov, -dixo Merlín-, mas yo no
dixo: avía tanto saber como vosotros creíades,
-¿Tú eres onbre? ¿O cómo fuiste que va os dixe que yo mesmo me traxe
encerrado en este monumento? a la muerte.
E la boz dixo: E Bandemagus le dixo:
-¡Av Bandemagus! Confiando yo de -Merlín, vos no os desconfortéis, ca
una donzella en la cual nunca falleció yo abriré el monumento e os tiraré de ai
crueza e deslealtad e traición, a la cual si os no tiene otra cosa, que si vos ai
vo fize mucho bien e mucha avuda, por- muriésedes, sería grand daño e cosa de
que la más amava qtie a otra cosa, me mucho doler.
encerró aquí, que por su saber nin poder Entonces dixo Merlín:
non pudiera ella fazer cosa contra mí; -De balde os trabajares, ca este
mas vo le enseñé por que ella me ha monumento es cerrado por tal encanta-
dado tan cruda muerte, mento tan fuerte e por tan fuertes pala-
E Bandemagus le dixo: bras, que son de tal calidad, que no ay
-Dezidme, por Dios, ¿quién sois vos onbre en el mundo que lo pudiese abrir.
e cómo avéis nonbre? E por esto me conviene de morir, ca en
E la boz le dixo: el mundo non ay onbre mortal que me
-Bandemagus, tú me viste ya muchas pueda dar vida. E esta canpana que veis
vezes en grand honra e muv preciado, ca no se moverá por cavallero qtie aquí
el mundo me tenía en parte por señor; e venga, que es en tal manera encantada
creían todo lo que yo dezía, así como si que no se podrá mover fasta qtie Tristán,
lo dixese uno de los apóstoles del Señor, el buen cavallero, venga aquí, que me ha
E a ti no me qtiiero encubrir; sabe que de sacar.
yo sov Merlín, el que tú mucho amavas E Bandemagus le dixo:
en casa del rey Artur. E todos los que me -Dezidme quién es aquel Tristán e
veían me tenían por el más sabio del irlo he buscar por libraros d'esta muerte,
mundo; mas cierto yo fue el más sandio si él fuere cerca de aquí.
e el más alongado de saber que en el E Merlín le dixo:
mundo nació, ca vo mostré e enseñé a -Bandemagus, ¿e qué dizes de
mi enemiga cómo ella me matase. E Tristán, que es aún tan pequeño que
pues así fue vo el más sandio onbre del aún trebeja con la teta de su ama e no
mundo, porque vo mostrava a los otros ha aún dos años conplidos? E aquél
cómo se guardasen e el mi mal no supe verná aquí por ver mis huesos e mi
entender ni guardarme d'él, ni quiso [El] sepultura e por llorar mi muerte, e aqLiél
que mi peccado lo supiese. E cierto bien abrirá este monumento. E fasta aquel
podes dezir al rey Artur que en mi muer- tienpo que aquél venga, no se abrirá. E
te perdió uno de los mejores amigos que aquél será tan buen cavallero que su
en el mundo avía. E cierto, el reino de buena cavallería e sus tan buenos fechos
Londres me fallará mucho menos cuan- e su fermosura e cortesía alegrará a todo
do le será menester, ca si vo aquel tien- el mundo. E creed esto sin falta; mas yo
po llegara, no fuera destruido el reino de non lo veré e pesa mucho; e por bien
Londres, como lo ha de ser. aventurado me temía si pudiese ser que
Cuando Bandemagus esto ovó, fue folgasen mis ojos en vista de tan buen
mucho espantado e dixo; cavallero como él será. E todo onbre
-¿Cómo? ¿Vos sois aquel muy sapien- bueno devría desear de lo ver.
tísimo Merlín. que teníamos por profeta? E Bandemagus dixo:
434 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS

-¡Ay Merlín! Pues me dezís que tan E todos los buenos cavalleros del mundo
buen onbre será e tan buen cavallero que se preciaren la vernán a ver; e el
aquel Tristán, que por sus bondades e que ende fuere conpañero se terna por
cavallería será el rrrundo en alegría e pla- bienandante. E cuando fuere en la
zer, por Dios me mostrad, si os pluguie- mayor honra e en el mayor poder
re, cómo lo conoceré yo cuando él fuere entonces comencará su vergüenca e
cavallero. verná su abaxamiento; e comencarse
Merlín dixo: han a perder todos los buenos onbres.
-Bandemagus, así como se conoce la En aquel tienpo se llamará el rey Artur,
luna entre las estrellas, que es mucho rey tribulado, e luengo tienpo deseará su
mayor e de mayor lunbre, así parecerá muerte. E aquel tienpo fallecerá la flor
Tristán sobre todos los cavalleros. Mas de la cavallería de todo el mundo. E los
verdaderamente que él avrá dos cavalle- reinos de Londres, que tú verás conpli-
ros en conpañía: e el uno será poco dos de toda buena ventura sobre todos
mayor de días que él e será su par, e el los otros reinos, tornarán en gran dolor e
otro será un poco mejor que él; pero cuita; mas aquel tienpo no verás tú, ca
Tristán será flor de los cavalleros en bon- Aquel que no ha miedo ni vergüenca a
dat e en toda cavallería. E ninguno de ninguno enbiará por ti.
los otros no serán tales como éstos; e E Bandemagus le dixo:
éstos serán muy buenos en cavallería, -Dezidme, ¿qué dezís del rey Artur?
mas a todos pasará Tristán en bondad e ¿Podrá reinar luengo tienpo?
fermosura. -Sí, -dixo Merlín-, e será mucho
Bandemagus le dixo: menester al mundo de reinar mucho. E
—Pues vos, Merlín, me dezís que estos todos los reyes d'esta tierra valdrán muy
tres serán tan btienos cavalleros que poco sin él, ca él en su vida usará luen-
pasarán en toda bondad e cavallería a go tienpo de alegría e abenirle han cosas,
todos los otros, e pues me dezís el non- estrañas; mas al fin su casa será fuente
bre del uno, dezidme el nonbre de los de lágrimas e su término será en el dolo-
otros dos. roso día en que los que quedaren de la
-No faré, -dixo Merlín. Tabla Redonda farán fin. Aquel día será
E después que esto dixo, dio un gran buen día de sangre e de tristeza e de
baladro doloroso que el cielo trespasó mortal pesar; aquel día entrará saña e
tal que Bandemagus uvo d'él grand cuita pesar e dolor; aquel día havrán a los ojos
e sentimiento. E si lo pudiera acorrer, de atados paños que no verán; aquel día
grado lo fiziera. E Merlín fizo dentro su será la ventura madrasta a todo el
duelo muy doloroso e esquibo a marabi- mundo e todos en aquel tienpo serán
11a, que no ay coracón humano que no lavados en sangre de onbres. Allí se
ubiese d'ello grand sentimiento. E matarán hermanos e parientes e el padre
Bandemagus le dixo: al fijo e el fijo al padre; e no se avrán
-¡Ay, Merlín, buen amigo! Dezidme, vergüenca ni se temerán el uno al otro.
si os pluguiere, la Tabla Redonda que se E allí non habrá sino cuita e dolor des-
fizo por vuestro consejo, ¿qué será d'ella? pués que el padre diere el golpe al fijo
E Merlín dixo: malo e mal fecho, de que morirá; e de
-Bandemagus, ella entrará en grand aquel golpe morirá la flor de la cavalle-
onra e en muy grand alegría e alteza ría toda. E aquel día será día de grand
además; e será de tan gran poder que duelo e pesar, que lo no podrá creer
avrán las gentes que fablar por sienpre. onbre ninguno. E el mundo todo devría
BALADRO DEL SABIO MERLÍN 435

verná en las tierras por ocasión de la cavallero a su ermano Gariete si quiere


reina Ginebra e por amor de la maldita que sea libre Galván.
sierpe que al rey apareció en visión. E después que esto uvo dicho, Merlín
Después que Merlín esto e otras callóse; e a cabo de un pequeño espacio
cosas muchas uvo dicho, callóse. E a preguntó Bandemagus:
cabo de una pieca tornó a fazer su duelo -¡Ay, Merlín! ¿Quién fue aquella que
muy fuerte; después que uvo fecho el os ansí prendió e encerró aquí tan fuer-
duelo, Bandemagus le dixo: te que vos no puede onbre dar remedio?
-Merlín, yo me tengo de conbatir con E Merlín le dixo:
Meliadús el Arreziado. ¿Qué me dezís? -Una donzella que yo vi en tan mal
¿Poderlo he vencer? día para mí. E ha nonbre de baptismo
-No, -dixo Merlín-, ca es mayor e Niviana e es natural de la Pequeña
mejor cavallero que vos e mucho más Bretaña, e Uámanla la Donzella del Lago.
rezio que vos. E creed que, si os conba- ¡Que en punto malo nació para mí e para
tís con él en esta edad en que estáis, que muchos buenos a quien yo faré grand
os matará. falta! ¡E en fuerte ora vi su conpañía!
E Bandemagus dixo: E desque esta palabra dixo, callóse,
-¿Pues qué faré? Que todavía me he a así que cosa que Bandemagus le pre-
conbatir con él, queriendo o no. guntase, no le respondió. E muchas
vezes le preguntó e no respondía. E así
E Merlín dixo:
atendió fasta otro día; entonces vino un
-Bandemagus, yo vos diré cómo
grand tronido con relánpagos e piedra e
fagáis; e si de otra manera lo fazéis,
agua e escuridad tan grande que parecía
seréis muerto. Así como vos andáis
noche escura. E Bandemagus cayó en
deman[dan]do a Meliadús el Grande por tierra e perdió grant parte de su fuerca.
lidiar con él, así lo anda buscando Un poco después de ora nona dio Merlín
Morlot de Irlanda fasta que lo falle. E vos un grand baladro e un gemido tan
punad de aver conpañía e amor con espantoso que Bandemagus uvo grand
Morlot. E desque tomardes con él amis- miedo. E a cabo de una pieca fabló no
tat, hazed por le buscar juntos e dexad en voz de onbre, mas de diablo, e dixo:
tomar con él la batalla a Morlot antes
-¡Ay mala criatura e vil e fea e espan-
que la vos tomes e sed cierto que Morlot
tosa de ver e de oír! ¡Mal aventurado e
ha de matar a Meliadús e así será vues-
de mal fazer, que ya fuiste flor de veldad
tra demanda acabada. Entonces vos
e ya fuiste en la bendita silla en la gloria
podes tornar a la corte del rey Artur sin
celestial con toda alegría e con todo bien
vergüenca d'esta demanda cuando qui-
conplido! ¡Criatura maldita e de mala
sierdes; mas vuestra honra anda en esto parte, desconocida e sobervia, que por
catando desonra e por esto te aconsejo tu orgullo quesiste ser en lugar de Dios;
que lo así fagas, ca lo no puedes en otra e por ende fuiste derribado con tu mez-
manera fazer sin recebir muerte. quina e cativa conpaña e tiróte del lugar
Cuando esto oyó Bandemagus, dixo de alegría e plazer por tu culpa e metió-
que así lo faría. E Merlín dixo a te en tiniebra e en cuita que te no falle-
Bandemagus: cerá en ningund tienpo! E esto as tú por
-Si fueres a la corte del rey Artur, dile tu grant sobervia que has ganado cosa
de mi parte que es preso su sobrino maldita, que me feziste contra razón,
Galván e no puede ser libre sino por su pues que tú vees que ansí me escarnece
hermano Gariete. E mire cómo arme mi peccado, por que Dios de mí no
436 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

quiere aver parte. ¿Por qué no vienes tú Estas palabras e otras muy sentibles
por mí con tu grande e mala conpaña de dixo. E sobre esto Merlín calló e murió
tus servientes e fazme aver mala fin? Ca con un muy doloroso baladro que fue
yo soy tu carne, ven e tómame, que de tan en alta boz que, según lo escrive el
ti vine por mala ventura e a ti me quiero autor e otros muchos que d'esto fabla-
tornar, que yo soy tuyo de comienco. ron, este baladro, que entonces dio
que sienpre fize tus obras e yo no quie- Merlín, fue oído sobre todas las otras
ro ni amo sino a ti; e a ti ruego e a ti bozes, que sonó a dos jornadas a todas
demando que me no dexes. ¡Ay infierno, partes. E oy día están ai los padrones
que sienpre estás abierto para mí e para que los honbres buenos de aquel tienpo
otros, alégrate, que Merlín entrará en ti e fizieron poner; e están ai por que sea
a ti me dó derechamente! sabido por dó fue la boz oída e fasta dó
E cuando Bandemagus esto oyó, fue llegó el sonido d'ella. E las candelas que
tan espantado que no supo qué fiziese e él fizo arder sienpre, de luengo tienpo,
sobre ios <tres> treze reis que mató el
signóse muchas vezes de las grandes
rey Artur cuando venció ai hermano del
maravillas que oía e dixo entre sí:
rey Rión, fueron luego muertas. E otras
-Desde oy más me quiero ir de aquí. muchas cosas acaecieron aquel día que
E luego tornó de otro acuerdo e dixo: Merlín murió, que las tovieron por mara-
-Por cierto, no lo faré, antes quiero villa, Por esto lo llaman el Valadro de Merlín
esperar en qué manera finará Merlín. en romance, el cual será de grado oído
E él así estando ant'el monumento, de muchas gentes, en especial de aque-
vino un gran trueno e pedrisco e tan llos cavalleros que nunca fizieron villa-
grand roído espantoso e tan grand escu- nía, sino proezas e grandes bondades de
ridad que no vio ni punto más que si cavallería e cosas estrañas que fizieron
fuese noche escura, aunque era un poco los cavalleros de la Tabla Redonda; d'es-
ante de nona. E oyó en la casa buelta e to da cuenta por estenso la Istoria del Santo
alboroco tan grande como si estuviesen Greal.
allí mil onbres e que diese cada uno las
Bandemagus estubo así atordecido
mayores bozes que pudiese. E avía entre
del espanto que ubo en oír el baladro de
ellas muchas bozes feas e espantosas, de
Merlín e las grandes bozes, como ya es
las cuales Bandemagus uvo grant miedo
dicho; e tanto estubo atordecido como
que no se pudo tener en los pies; e pare-
uno pudiera andar una jornada. E desque
cióle que le fallecía el coracón e que en su acuerdo tornó, vio tanta multitud
toda la fuerca del cuerpo le menguava; e de diablos que le pareció que toda la tie-
cayó atordido en tierra e muy sin virtut, rra cobrían. E salió de allí con grant
que creyó luego ser muerto; tanto uvo espanto e con mucho dolor, porque no
gran miedo. E él así yaziendo en tierra, pudo remediar en cosa la muerte de
oyó un baladro tan grande como si mil Merlín. E así como onbre el más de los
onbres diesen vozes todos a una. E entre tristes, fue a do avía dexado su donzella,
todas avía una boz tan grande que sona- la cual, desque le vio, fue muy atribula-
ba sobre todas las otras e parecía que da, porque le vio tan desfigurado que a
llorava al cielo. E dezía aquella boz: gran pena le conocía; e preguntóle con
-¡Ay, cativo! ¿Por qué nací, pues mi infinitos ruegos que le dixese de qué
fin con tan gran dolor la he? Di, mezqui- venía ansí desfigurado e dó avía estado
no Merlín, ¿e dónde vas a te perder? ¡Ay, tanto tienpo. Vandemagus, vistos ios con-
qué pérdida tan dolorosa! goxosos ruegos que su donzella le fazía,
BALADRO DEL SABIO MERLÍN 437

forcó a tablar, que tal venía que con toda ron. E Morlot quiso la primera batalla e
pena podía ser entendido lo que dezía; e abaxaron sus lancas e de todo su poder
lo mejor que pudo, contó punto por se encontraron; e Morlot pasó a
punto a la donzella todo lo que avía visto Merliadús la lanca por los pechos fasta la
e oído. La donzella se maravilló de oír las otra parte e cayó muerto en tierra. E
cosas que Bandemagus dezía e rogóle Bandemagus, que lo vio, pesóle, como
que luego se fuesen de allí, lo cual quiera que así gelo avía dicho Merlín que
Bandemagus fizo. E fuese por la monta- avía de ser, según arriba es dicho. [...]
ña a ver si podría fallar a Morlot o a Así pasó la muerte de Merlín, como
Meliadús el Arreziado para acabar su arriba es dicho, e con mayor sentimien-
aventura, como Merlín le avía consejado. to que aquí se escrivir puede; pero quien
E tanto andubo que falló a Morlot e fizo quiera puede colegir por vía de razón un
con él su amistad e enbiaron la donzella onbre que tanto serbia al rey e reino,
honorablemente a su tierra; e fueron bus- cuánta razón avían de le llorar todos, (ff.
car a Meliadús e a poco trecho le topa- lOOr-v y 102v-105v).

II DEMANDA DEL SANTO GRIAL


(1515)

por
Carlos Alvar y José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIOS

[1] Toledo, Juan de Villaquirán, 1515 (10 de octubre) [—>]


[2] Sevilla, [Juan Várela de Salamanca], 1535 (12 de octubre)

TEXTOS

1. La Bestia ladradora más de dos leguas, assí que no supieron


d'él parte. Y el rey tanto fue empós del
ciervo que no lo pudo el cavallo sufrir e
E l r e y [...] cuando se levantó, oyó
toda la missa y después fuesse a
caca con gran conpaña de cavalleros y
cayó con él; e cuando el rey se vio a pie
no supo qué fiziesse, ca sus hombres
de otros hombres; y el rey iva en un muy eran lexos, y el ciervo ívase tan lexos
buen cavallo e vestido de paños de caca- que lo perdió de vista; pero dixo que iría
dor, e tanto que entraron en la montaña empós d'él a pie fasta que sus hombres
e fallaron un gran ciervo e dexaron los liegassen, que le darían cavallo. E tanto
canes ir empós d el. Y el rey que andava fue el rey a pie empós del ciervo que se
bien encavalgado, comencó a seguir el cansó e posóse cabe una fuente por fol-
ciervo e tanto se acuitó de ir empós d'éi gar; e tanto que se assentó, comencó a
que en poca de hora dexó su Compaña pensar en el sueño e pensando oyó un

BIBLIOGRAFÍA: Sharrer: n° Ae5. ESTUDIOS: Alvar U99D y Gracia (1996 y 1998).


438 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

oyó un gran ladrido de canes, tan gran- moriera el cavallo, alcancalla ía, e caba-
de como si fuessen xxx o xl canes; y na lo que demando, ca más ha de un
pensó que eran los suyos e levantó la año que ando tras ella por saber la ver-
cabera e vio venir una bestia e no muy dad d'ella. [...]
grande, mas era la más dessemejada que Dize el cuento que cuando el niño
nunca vio porque de su figura era tan esto oyó, fixo semblante que ovo ende
estraña e tan dessemejada era como en gran pesar, e partióse del rey e fuesse
Cuento del Santo Grial dize; e por ende no meter en una mata muy espessa, e mudó
os dize aquí atan conplidamente cómo la presencia del niño e tornó en seme-
era, pero de los más de las fechuras diré, janca de viejo de ochenta años, tan flaco
ca ella avía la cabeca e cuello de oveja a semejanza que apenas podía andar; e
blanco como nieve, e pies e piernas de- fue vestido de un guisón; e assí fue ante
can negras como carbón; e avía el cuer- el rey e saluólo. [...]
po y el alcafar como raposo. E la bestia -Dezidme, -dixo el rey-, lo que vos
vino a la fuente, e comencé de bever e preguntare. Dezidme de aquella bestia
miróla mucho e signóse y dixo: que vi, la más dessemejada de que
-¡En buena fe, agora veo la mayor nunca oí fablar; e traía dentro en sí bes-
maravilla que nunca vi! La bestia tan des- tias que ladravan, e parecíame que era
semejada como ésta nunca d'ella oí sueño, ca me parecía que ninguna cria-
fablar, ca estraña de fuera y de dentro, ca tura no podría boz salir fuera del vientre
oyó bien e conozco que trae dentro en de su madre.
sí fijos bivos, que ladran como canes. Y Y el hombre bueno dixo:
nunca en el reino de Londres vio hom- -Si vos ende maravillades, hazedes
bre tales maravillas como estas d'esta gran derecho, ca sin falta esto es maravi-
bestia dessemejada. [...] lla, assí en lo ver como en lo oír.
Assí fabló el rey consigo mismo de la Y el rey dixo:
Bestia Ladradora, e cuando comencé a -Agora me dezid qué sea.
bever, las bestias que andavan dentro en El hombre bueno dixo:
ella calláronse; e después que bevió, -Esta es una maravilla del Santo Grial,
comentó a ladrar assí como antes; assí e non vos puedo más dezir, ca mejor
como si xxx canes fuessen empós d'ella; hombre que yo os lo dirá.
e assí se partió la bestia de la fuente. Y -E ¿quién es ésso?, -dixo el rey.
el rey la miró mientra la vio quedó tan -No es aún engendrado, -dixo el
espantado d'esta maravilla que no sabía hombre bueno-, mas aína lo será; y en
si dormía ni si velava, y ella se fue a tan engendrar lo ha aquel cavallero que vis-
grande andar que en poca de ora no la tes que va empós de la bestia.
vio e comentó a pensar más que antes, Y el rey dixo:
e mientra que assí pensava, llegó a él un -¿Qué sabéis vos si lo vi?
cavallero e díxole: Y él dixo:
-¡Oyes tú, cavallero, que piensas, -Sí sé; e aún sé el pleito que ha entre
dime si vistes la dessemejada bestia que vos.
lleva en sí los ladridos de diez canes! E el rey dixo:
Y el rey dixo: -Agora me dezid qué cavallero es.
-Yo la vi agora y aun no va media Y el hombre bueno le dixo:
legua. -Vos lo sabréis bien si lo prováredes
-¡Ay Dios!, -dixo el cavallero-, ¡cómo a la justa, e no os diré ál d'esta vez. [...]
soy tan desdichado, ca si agora no me E más os digo de la bestia que non
DEMANDA DEL SANTO GRIAL 439

bredes ende la verdad hasta que de a su tiempo esta bestia que vos aquí vis-
aquel que d'éste salirá os lo fará conocer, tes, y fuesse por el monte que parescía
e avra nonbre Perseval de Galaz, porque que más de cient canes ladravan en su
será natural de Galaz; e será tan amigo vientre. E assí andará fasta que venga el
de Nuestro Señor que él dará su virgini- buen cavallero que avrá nombre Galaz
dad tan maravillosa que cual saliere del que la matará. E cuando Idomenes vio
vientre de su madre tal entrará so la tie- que a su hijo matara a tuerto, entendió
rra. Y esta verdad avrá este cavallero que que Dios oyera la oración que fizo por el
d'esta bestia él os dirá la verdad; mas testimonio que su hermana dixera contra
antes no podéis saber tan conplidamen- él. E tornó entonces a la hija e atormen-
te la verdad, pero deziros he una parte tóla en manera que le contó cómo el dia-
por vuestro amor. Sabed que Idomedes, blo la engañara. Entonces hizo el padre
que fue rey [del refino de Londres, que justicia brava y cruda d'ella porque min-
agora ha nombre Inglaterra, ovo una fija tiera; y assí perdió Idomenes sus hijos
muy fermosa que sabía mucho de las vii ambos por su mala ventura. (I, caps,
artes e amava estudiar en el arte de cxlvi-cxlvii y cliii, ff. 30v-33r).
nigromancia, porque amava el mundo; e
amó a un su hermano de fol amor, que
era infante grande y fermoso, e prome- 2. Cómo comienza la demanda
tiera a Dios su castidad. Y este infante del Santo Grial
avía nonbre Galaz. E porque no quiso
fazer lo que ella quiso, fizo al padre que
lo prendiesse, ca le dfxo que la foreara y
era d'él preñada, y mentía, ca todo gelo
G r a n d e fue el alegría y el plazer
que los cavalleros de la Tabla
Redonda ovieron aquel día cuando se
mostrara el diablo que la engañó, ca le vieron que eran todos de consuno. E
dixo que durmiesse una vez con él e que sabed que después que la Tabla
faría que la amasse su hermano; y ella lo Redonda fue comencada que nunca ai
fizo e durmió con ella, ca le pareció él fueron todos assonados; mas aquel día
en una fuente de una huerta de su sin falta avino que fueron ai todos, mas
padre, do ella iva a menudo estar; y después nunca allí fueron. E contra la
parecióle en forma de hombre fermoso y noche después de bísperas, cuando se
assí durmió con ella el diablo muchas asentaron a las mesas, oyeron un trueno
vezes; y ella fue preñada de diablos; e atan grande e atan espantoso que les
cuando el padre la vio preñada, pregun- pareció que todo el palacio caía; e luego
tóle qué fuera aquella. Ella dixo assí desque el trueno quedó, entró una tan
como el diablo gelo enseñó: gran claridad que fizo el palacio dos
-Señor padre, sabed que me forcó mi tanto claro que ante era; e cuantos en el
hermano Galaz. palacio estavan luego fueron cumplidos
El rey Idomenes prendió al hijo e de la gracia del Espíritu Santo; e
preguntó a la fija qué justicia quería que comencáronse a mirar unos a otros, e
hiziesse d'él; e díxole que lo diesse bivo viéronse muy maravillosos de gracia en
a comer a canes. E assí fue Galaz echa- que estavan; e maravillávanse mucho
do a canes por sentencia de su hermana. dónde esto les venía, e no uvo ai tal que
E fizo una oración a Dios e dixo que dia- pudiesse hablar por una gran pieca, ante
blos ladrassen en su vientre porque estavan callados e mirándose los unos a
mentía, y que ladrasen como canes. Y los otros. Y ellos assí estando entró en el
después que él fue justiciado, ella parió palacio el Santo Grial cubierto de un
440 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS

no uvo ai hombre que viesse quién lo lo vi: mas sino pudifelre ser. tornaré me
traía; e tanto que entró fue el palacio tan entonce. Í...1
cumplido de tal olor como si todas espe- Cuando los cavalleros de la Tabla
cias del mundo ai fuessen. Y él fue por Redonda overon lo que dezía Galván,
medio del palacio, de una parte e de sufriéronse fasta que comieron, mas
otra, v en derredor de las mesas; e por tanto que las mesas fueron aleadas, fue-
do passava. luego las mesas eran cum- ron todos ant'el rey e fizieron aquella
plidas de tales manjares cuales en sus prome-ssa que fiziera Galván: e dixeron
coracones deseavan cada uno. E des- que jamás no quedaríafn] de andar fasta
pués que cada uno uvo lo que menester que estuviessen a la alta mesa do tan
avía a su plazer. salióse el Santo Grial tan sabrosos manjares eran guisados como
presto que ninguno no supo qué fuera eran aquellos que aquel día comieron, si
d'él, ni por cuál parte se saliera. E los era cosa que otorgada les fuesse por
que ante no podían fablar fablaron afán e por trabajo que pudiesen sufrir.
entonce e dieron gracias a Nuestro Señor [...1
que les feziera tan gran honra, que así Cuando el rey vio que todos avían
los confortara e ahondara de la gracia fecho esta promessa. uvo gran pesar e
del Santo Vaso. Mas sobre todos aquellos gran amargura en su coracón. ca vio que
que muy ledos eran, más lo era el rey no los podía tornar en ninguna guisa; e
Artur, porque mavor merced le mostrara dixo a Galván:
Nuestro Señor que a ningún rey que ante -Galván. vos me avedes muerto y
reinase en.Londres. E d'esto fueron muy escarnido, ca por esta promesa que
ledos cuantos ai eran, ca bien les pareció fezistes me tollistes la mejor conpaña e
que se membrava Dios d'ellos e fablaron la más leal que nunca fue en el mundo,
ai mucho y el rey dixo a los que cab'él la conpaña de la Mesa Redonda, ca des-
estavan: pués que se de aquí partieren, vo bien sé
-Cierto, amigos, como devemos ser que no tornarán acá todos, ante morirán
alegres de que Dios nos mostró tan gran gran pieca d'ellos en esta demanda, ca
señal de amor que a tan alta fiesta como no averna tan cedo cima como vos pen-
es la de Pentecosté nos dio de comer de sades. E por esto me pesa ende mucho,
su santo cellero. f.,,1 ca siempre les fize honra de todo mi
Galván. que servía ant'él. díxole: ooder e quíselos bien, e quiero assí
-Señor, aún av ál que vos no pensa- como si fuessen mis fijos, o mis herma-
des; sabe que no ay cavallero en el pala- nos: e por esto me es muy grave tu pro-
cio que no oviesse de comer cuanto metimiento. E cuando vo que los solía
pensó en su coracón: esto nunca avino ver. e aver su compaña, e los no viere,
en ninguna corte sino en casa del rey sufriré gran cuita e gran pesar.
Pelles, mas de tanto fuimos todos enga- E después que el rey esto dixo,
ñados, que no lo vimos sino cubierto, comencó a pensar mucho y el pensando,
por que. cuanto en mí es. prometo a comencáronle las lágrimas a venir a los
Dios agora ante la cavallería que maña- ojos e a correr por la faz. assí que todos
na sin detenimiento entraré en la lo veían. (II. caps, xxxiii-xxxvi. ff. lOlr-v).
Demanda del Santo Grial. así que la
manterné un año e día. e por ventura
más; e aún más digo, que jamás no tor- 3. Galaz, Perceval y otros caba-
naré a la corte por cosa que avenga fasta lleros reciben de nuevo el alimento
que lo vea mejor e a mí plazer que agora del Santo Grial
DEMANDA DEL SANTO GRIAL 441

mostrarnos cuánto es el su poderío, e si


S eñor, - d i x o un cavallero del reino
de Galaz-, mucho es grande la
misericorida de Dios, cuando assí quiere
a Él plaze, Él nos embiará socorro muy
aína que Él es aquel que conorta aque-
perdonar a su enemigo, que es lleno de llos que en Él han firme creencia.
lixo e de suziedad e de peccado mortal, E cuando Galaz uvo dicho esto, toda
repentiéndose e llamándole merced. E la tempestad fue passada e la escuridad,
agora podedes bien saber que éste es el e vínoles atan grande la claridad que
Santo Vaso e la Santa Tabla, do nos todo el palacio fue alumbrado; y ellos
somos posado, e tanto avernos buscado fueron en tan gran dulcor y en tan gran
por muchos fieros lugares, que venidos vicio que coracón de hombre no lo
somos do nos desseamos. podría pensar, e luego entró por una
E luego que el cavallero de Galaz finiestra un viento que descubrió el vaso
esto ovo dicho, posáronse con gran ale- del xamete bermejo que estava cubierto,
gría e con gran devoción a la Santa e miraron la mesa do ellos estavan posa-
Mesa, e llorando e suspirando con gran dos. E cuando ellos vieron (miraron)
gozo e rogando a Dios que por su gran contra el Santo Grial e vieron salir dende
piadad que no tuviesse mientes a las sus un hombre todo despojado, sino un
faltas e que los viniesse a visitar por el su paño de seda sobre al espalda siniestra y
nonbre santo, e comencaron a llorar era todo bermejo como sangre y tenía
todos muy fuertemente, assí que todas calcadas unos paños de lino; tenía los
las caras avían mojadas de lágrimas que bracos y las manos e las piernas y los
muy gran piadad avría d'ellos cualquier pies e todo el cuerpo sangriento,
que les viesse assí llorar. E cuando ovie- corriendo toda sangre que salía de una
ron assí estado una pieca, oyeron una llaga que tenía en el costado, e tenía el
compaña de gente que venía cantando a cuerpo y los otros lugares llenos de lla-
grandes bozes, e muy alto e muy claro e gas e de acotes, assí que ninguno no lo
bendezían a Jesucristo. E después oye- vería que no oviesse piedad d'él. Y este
ron un trueno muy espantoso e tan gran- hombre que vos digo dixo:
de todos pensaron ser muertos y aquel -Mis fijos y leales cavalleros y leales
afirmamento cayera sobre ellos; e des- siervos, que tanto avéis lazerado e traba-
pués vino un rayo tan espantoso que jado por mí, assí que de mortales que
bien pensaron que el cielo se hazía dos erades, sois espirituales, e mucho avéis
partes; y assí fueron espantados que bien cambiado, que distes muerte por
pensaron que el espantoso día del Juicio vida, y tanto avedes fecho por mí que
era venido; y después vínoles un viento bien devéis ver los mis secretos e dignos
tan grande e tan espantoso, e tan calien- donde sois, y avedes ganado la corona
te que todos pensaron ser quemados. E celestial; y por ende sodes posados a la
fizo un tan gran trueno que bien pensa- tabla do nunca posó hombre que fuesse
ron que el palacio era caído, e que terrenal del tiempo de Josep Abarimatía
Jesucristo los avía desamparados, e que acá, e algunos que ai seyeron alguna vez,
ya no verían más de sus secretos; más Él no fueron assí complidos como vos sois,
lo fazía por provar si era de firme creen- ante estavan ai como siervos, assí como
cia; e Galaz comencé de confortar sus algunos d'este castillo e de otros lugares
compañeros, e díxoles: han estado ahondados, e fartos muchas
-Señores, no vos desconortedes ni vezes por la gracia del Espíritu Santo y
tomedes por esto dubda, que Nuestro d'este vaso, mas no eran complidos de la
Señor nos demuestra que lo faze por alta vianda celestial, assí como vos que la
442 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

avedes tamaño tiempo desseada, porque hombre de comer, avían comido a su


tanto avedes lazerado. [...] plazer que Él que los avía assí complido
Estonce tomó el Señor de los seño- a su voluntad, e dixo:
res, y el Rey de los reyes, y el Príncipe -Galaz, fijo, cata que seas bien acaba-
de los príncipes, una pieza chiquita del do de aquí adelante como hasta aquí, e
pan del Santo Vaso ansí como oblea no ensuzies de ningún mal vino el Santo
pequeña. E cuando la tuvo en sus Vaso.
manos, dixo a Galaz: E dixo:
-¿Sabes tú que tengo aquí yo? -Galaz, ¿sabes tú qué tengo yo aquí?
-Señor, yo no lo sé, -dixo Galaz-, si -Yo no lo sé, -dixo Galaz.
Vos no me lo dezides. -Pues yo quiero que sepas que ésta
-Agora te dó yo, -dixo el Señor de los es la escudilla en que yo el jueves de la
Señores-, la más alta cosa que yo te cena con mis discípulos fue servido e
puedo dar, porque yo te doy el mí cuer- ahondado a todos aquellos que de bue-
po mismo, e tú lo puedes muy bien res- namente me sirvieron e mantuviéronse a
cebir dignamente; e sepas quien digna- gran nobleza, e por esso es llamado el
mente me rescebirá, yo seré todos tiem- Santo Grial, lo que tanto desseavan los
pos con él, y en el lugar do él fuere. cavalleros. E sepas tú esto ciertamente,
E luego se humilló Galaz e fincó los que ésto será cuando a la ciudad de
inojos, y el Salvador le dio su cuerpo, y Sarras te vayas para hazer lo tanto des-
Galaz rescibiólo muy dignamente e con seado, y essa noche se partiera del reino
gran devoción, y Él le dixo: de Londres por donde le guiará su ven-
-¿Sabes por qué te lo doy en seme- tura, e peligro ninguno no les uvo veni-
janza de pan? Porque es cosa más ligera do por aquellos que lo tienen, e no lo
de usar, más bien sepas que yo toda la mi guardaron limpiamente, como desque
preciosa carne que yo no rescebí en el son tornados en perdición de los cuer-
vientre de la mi madre menos de toda po[s] e muerte de las ánimas; e assí han
corrución que toda te la dó cumplida- buena gracia del Espíritu Santo e del
mente. Santo Grial tantos años, e porque tan
E cuando Galaz uvo rescebido el mal lo fizieron, por esto los despojaré yo
cuerpo del verdadero Señor, el precioso de la gran gracia e gran bien; e por esto
Señor se fue para Perseval, e díxole assí quiere que vayas a la mar e allá fallarás
como a Galaz. E después a Boores, e aquella nave que lleva la espada con la
después a los otros e todos lo recibieron estraña ciuta. Y Perceval e Boores y tú
con muy gran devoción, los inojos hin- irás allá porque quiero que tú la guar-
cados en tierra e las manos juntadas con- nezcas.
tra Jesucristo. E cuando Nuestro Señor E luego respondióle Galaz, e dixo:
Jesucristo los uvo allegrados de la su -Señor, ruego a la vuestra santa pia-
preciosa sangre del Santo Vaso que esta- dad que Vos me demostréis cómo la
va sobre la tabla de argente, díxoles: guarneceré.
-Yo vos he dado la mi carne, e agora E díxole:
vos daré la mi preciosa sangre. -Sepas tú verdaderamente que la
E fíxoles ende bever a todos. E des- lanca que tú viste llena de sangre que es
pués puso el Santo Vaso sobre la tabla, e la misma con que el mi costado fue
aquella hora fueron los doze compañe- abierto por el pecado que Adán hizo, el
ros llenos de la gracia del Espíritu Santo, primer padre. Tú tomarás esta sangre e
e parecióles que todas las cosas que avía untarla has, e luego será sano e guarido.
DEMANDA DEL SANTO GRIAL 443

-¡Ay, señor!, -dixo Galaz-, ¿por qué no Luego vino Galaz para la lanca que
queréis que todos mis cavalleros vayan estava sobre la tabla e tomó la sangre e
allá? fuesse para el rey que estava en Sarra, e
-Yo te lo diré, -dixo Nuestro Señor-, untóle con la sangre que d'ella salió el
porque quiero que vayas en semejanca cuerpo do avía el dolor. E sabed que gres
de los apóstoles que comieron comigo el tanto quiere dezir como tollido. Y cual-
jueves de la cena; e assí eran ellos doze quier que fuere untado, luego será sano
e comigo el trezeno. como todos. Y luego salió del lecho e
E después que esto uvo dicho, vieron dio gracias a Jesucristo porque tal soco-
ángeles que lo rescibieron e llevaron con rro le embiara y le truxeron muy nobles
muy muchos cantos e muy fermosamen- paños y uvo muy gran alegría. (II, caps,
te. [...] ccclxxvi-ccclxxviii, ff. 177r-178r).

III. ESTOMA DE MERLIN


(siglo xv)

por
José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIO

[1] Biblioteca Universitaria de Salamanca: ms. 1.877 (fols. 282v-296r) [—»]

TEXTOS

1. Los diablos se lamentan por que non cuidamos que onbre de mugier
la venida de Jesucristo nasciese que nuestro non fuese. E éste
nos destroyó así que nasció, que non
vimos nada de saber de onbre terrenal
M u c h o s a ñ u d o s fueron elos dia-
blos cuando Nuestro Señor fue a
los infiernos e sacó ende a Adán e Eva e
así como vemos e sabemos de los otros
onbres.
de los otros cuantos le progo, e tuvié- Entonce respondió uno d'ellos e
ronlo por maravilla, a assañáronse e dixo:
dexieron: -A nos mató que cuidávamos nos que
-¿Qué onbre podría ser que nos forcó nos valiese las profectas que antes dezie-
e que nuestras fortalezas nos quebrantó? ran qu'el Fijo de Dios vernía salvar a los
E nada non nos valle contra él nin guar- peccadores, aquellos qu'él salvar quesie-
da que tengamos non se le puede ascon- se, aquellos fazíamos nos atormentar más
der, que todo su plazer non faga; demás que a los otros, así bivos en tierra como

BIBLIOGRAFÍA: Sharrer: nD Ael. EDICIÓN: K. Pietsch, Spanish Grail Fragmente: el Libro de Josep Abarimatia,
La estaña de Merlín, Langarote, The University of Chicago Press, 1924-1925, pp. 55-81. ESTUDIOS: Alvar
(1991), Gracia (1996 y 1998) y Lucía Megías (1998).
444 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

muertos aquí. E fazíannos semejar que fable por nos e demostrase nuestro saber
non clavan nada por nuestros tormentos, e nuestra predicación e nuestra fazienda
ante confortavan a los peccadores por- e cómo guarde el nuestro poder, cómo
que les dezían que nascería en tierra el sabemos todas las cosas que fueron e
que los vernía librar. Atanto lo dezieron que son fechas e dichas? E si nos ovié-
fasta que vino e nos tolió lo que aviamos semos un tal onbre que d'esto oviese
aquí. E así que nos toldrá los otros que poder, e que fuese con los otros onbres
bivos son si fuer sesudo. en tierra, así nos podría mucho ayudar,
-Pero, ¿cómo pudo venir que lo engañarlos ía así como los profectas
nunca sopimos?, -dixo el otro-, ¿qué nos engañaron a nos, que dezían tales cosas
lo tollió? que nunca nos cuidemos que podíesen
-¿E non lo sabes tú? seer; e así diría éste las cosas que fuesen
Dixo el otro: fechas e dichas e bien ciertas, e sería por
-Non. esto creído de muchos. ¡Aya, qué bien
-Sepas tú que los faz lavar a los sus sería, -dixieron los diablos-, que de tal
servientes en una [agua] sagrada en el su manera podiésemos onbre aver!
nonbre; e por aquella agua son quitos de Entonce dixo uno:
todos sus peccados; e cuando los lavan -Yo non he poder de fazer fijo nin de
a sus servientes, dizen así: En el nombre del yazer con mugier, ca, si yo oviese poder,
Padre e del Fijo e del Spíritu Santo. Amén. E por yo lo avía mucho guisado, ca yo he una
esta razón nos lo tuelle e del peccado de mugier que faze e dize cuanto yo quiero.
Adán e de Eva que los devíamos de E los otros dixieron:
averíos. Agora perdemos por esto, que -Tal ha qui entre nos que puede
non avernos sobre ellos ningund poder. tomar forma de onbre e de yazer con
E más nos y fizo, que dexó en la tierra mugier. Mas conviene que lo faga lo más
sus servientes que los salvan por confe- encubiertamente que podiere.
sión. E tantas non farán de nuestras E así fablaron los diablos de fazer
obras que si ellos se confesaren ende e onbre que engañase a los otros, (ff. 283r-
se quesieren quitar e arrepentir e fezie- v).
ren lo que les ellos mandaren, nunca
serán en nuestro poder. E por esto los
avernos todos perdidos; ca todos serán 3. Los diablos consiguen su pro-
salvos en esta guisa si quesieren creher a pósito (en un primer momento)
los sus servientes, (ff. 283v-284r)

2. Los diablos se conciertan


C u a n d o ella vido que su hermana
tan mala ventura le aponía, fue
muy sañuda e díxol' que saliese de su
para luchar contra el poder de casa. E ela otra le dixo que lo non faría,
Jesucristo que tan grand parte avía en la casa como
ella. E cuando vio que non quería salir,
tomóla a las espaldas e quísola echar
Entonce fablaron todos los diablos
de mancomún e dixíeron:
-Lo que nos peor faz es porque los
fuera; e la otra se vengó luego, ca llamó
los garcones que con ella venieron, e
que fablan de su venida; a esos ator- feriéronla muy mal e ronpiéronla de
mentamos nos más, e por eso se coito guisa que fincó toda desnuda. E después
más de venir por nos los toler. Mas, fuyóseles a una cámara e cerró la puerta
¿cómo podríamos nos aver onbre que tras sí, e echóse en el lecho sola e des-
ESTORIA DE MERLÍN 445

cuando la el Peccado vio así sola e bien vasalla que bien le guisara lo que él que-
sañuda, fue muy bien ledo; e por le fazer siera (ff. 287r-v).
mayor [pesar aver], membról' la muerte
de su padre, e de su madre, e de su her-
mano e hermana, e del onbre bueno que 4. La doncella recibe consejo de
le aposiera su hermana que yoguiera con u n hombre santo
ella. E ovo ende atal pesar que a pocas
oviera de morir; e en aquel pesar ador-
mióse. E cuando el Peccado vio que con
la grand saña se le escayeran todos los
E él [el hombre bueno] cuando la vio,
díxol':
-¿Qué coita es ésta, ca mucho te veo
bienes, fue ende muy ledo e dixo: triste?
-Agora es toda fuera de la gracia de E ella respondió:
Dios e del mandado de su maestro. -Gran derecho he en ser triste, ca me
Agora podemos en ella fazer nuestro fijo, avino lo que non avino a mugier. E
ca iré a ella e fazerle he creyente que só vengo a vos por ende a consejarme con-
un onbre, que non ha cosa por que con vusco, ca vos me dezistes que non
mugier non yoguiesse, que oviesse así puede ninguno tan grand peccado fazer
como dize de sí misma, que no yazería que, si se manifestare e fezier lo que
con onbre que viese. mandare su maestro, que será perdona-
. E así la engañó. Mas yo vos digo que do. E, señor, yo pequé mucho, e sabet
esto podes fallar más conplidamente en que ya só engañada por el Enemigo.
la grand Estoria de Langarote, ca non fago E contóle entonce cómo le acaesciera
aquí si non tener esta una razón; todo, de su hermana cómo veniera a su
desd'ende non avernos que veer en su casa, e en cómo tomara muy grand saña,
plazer. Mas el Peccado andudo guisando e cómo por ela saña que ovo que acaes-
de yazer e fuese a ella e yogo con ella ció que non se sino, e lo quel' acaescie-
en dormiendo, e ella concebió. E pues ra de noche.
que concebió, despertó, e menbrósele lo -E cuando desperté, fálleme que non
qu'el onbre bueno le dixiera e santiguó- era donzella. E caté toda la casa e non
se e dixo: fallé ende ninguien e fallé mi puerta bien
-¡Sancta María!, ¿qué es esto que así cerrada. E así soy, señor, engañada. ¡E
me avino, ca non soy tal como cuando por Dios, pídovos merced, que si el cuer-
me aquí eché? ¡Señora Gloriosa, fija e po fuer perdido, que non pierda el alma!
madre de Jesucristo, rogat al vuestro E el onbre bueno cuando oyó lo que
bendicho padre que me guarde el alma dezía, maravillóse e non la quiso creer
e el cuerpo de peligro e de poder del de lo que dixiera, ca nunca oyera fablar
Enemigo! de tal maravilla. E el onbre bueno dixo:
E entonce se levantó e vuscó aquel -Si tú eres llena de grand peccado, e
que con ella yoguiera, e non le pudo el peccado es en ti, ¿cómo te consagraré
fallar. E fue a la puerta e fallóla cerrada e te daré penitencia? Ca sé verdadera-
como la dexara. E después cató toda la mente que tú mientes, ca nunca fue
casa e non falló ninguna cosa. Entonce mugier corronpida que non sopiese de
sopo cómo era el Peccado, e ovo ende quién o a lo menos que non viese al
grand pesar e llamó al Nuestro Señor e onbre que le feziese. ¿E tú me quieres
rogól' que la non dexase prender escar- fazer creyente que tal maravilla te avino?
nio en este mundo. La noche pasada, el
día venido, el diablo levó ende la su E é respondió:
446 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

-Si verdat es, aína lo podemos saber; fechas e dichas; así quiso Nuestro Señor
mas si tú feziste grand peccado de la que todo lo sopiese, que nada non le
obediencia que pasaste, tú ayunarás por menguase del derecho de su padre, así
ende todos los viernes. E por la locanía como vos ya dixe. E Nuestro Señor que
onde te non creo, yo te daré penitencia todo lo sabe e lo conosce, por el pesar
si la quesieres conplir. que su madre ende ovo, e como por su
E ella respondió: culpa no fue e por la confesión que ende
-Tan grave no me la darás que non fizo, e por la penitencia que ella tomó
faga. por su grado non fuera nin fue por su
-¿Prometes, -dixo él-, que nunca farás plazer, e porque él fue batizado, non
este peccado? quísoP qu'el [peccado] de la madre le
-Sí, -dixo ella-, fuera con aquel que enpeciese; e diol' poder e sen de saber
viene a mí en dormiendo, de que me todas elas cosas qvie eran fechas e dichas
non puedo guardar ende. como su padre; e por esta razón lo sopo;
E él dixo: e más diol' de suyo las cosas que eran de
-Jesucristo, te conpró por la su pres- venir contra aquellas que sabía. Agora se
ciosa sangre e la su muerte, e te guarda- puede dar el mogo a Dios si quesiere e
rá también como del otro daño si le tú darle su derecho e al Peccado el suyo; ca
bien creyeres e lo rogares de corazón. el diablo non fizo en él si non cuanto es
Entonce le dio su penitencia e bendí- el cuerpo, e Nuestro Señor en él el spíri-
xola e metióla en amor de Jesucristo tu por veer e por oír e por fablar e por
cuanto él más pudo. E tomó del agua entender así como faz a los otros; mas
bendicha e echól' e diol' d'ella a bever mucho dio más a este que a otro ningu-
en el nonbre de Jesucristo, e dixoP: no como le yazía. Agora se tenga a cual
-Así guárdate que te non fallesca quisiere. [...]
nada de todo cuanto te mando. E cada e Así fue aquel moco nado. Cuando las
cuando que te vieres en coita, sínate e mugieres le rescebieron del vientre de su
acomiéndate a Dios. (ff. 287v-288r). madre, non ovo y tal que non oviese y
grand miedo, ca lo vieron más velloso e
de mayor cabello que ningund moco
5. El nacimiento d e Merlín que viesen; e mostráronlo a la madre; e
cuando lo ella vio, sínose e dixo:

C u a n d o el moco llegó a tienpo que


ovo el poder e el ser del diablo,
como aquel que era su fijo, mas él fizo
-Espantóme, fija, d'este moco.
E ellas dixieron:
-Tan grande es que aduro lo pode-
sandiamente en aquella que Dios com- mos tener.
pró por su sangre, mas tanto que ella se E mandóles la madre queP dixiesen
sentió engañada, conoscióse como vasa- por nonbre y yuso e que lo batizasen. E
lla de Jesucristo Nuestro Señor, e pedió ellas le dixieron:
merced a su maestro e metióse en el -¿Cómo le pornemos tal nonbre que
acomendamiento de Dios e de Sancta non es bueno?
Madre Iglesia, e en manos de su abbat, e E ela madre dixo:
fizo cuanto él mandó; por ende non -Ponetle nonbre Merlín, como a mi
quiso Nuestro Señor Dios que el moco avuelo.
perdiese nada de cuanto avía de aver de E ellas fueron a la feniestra e metié-
parte de su <madre> [padre], ca el diablo ronlo en el cesto por do les sobían que
lo fizo por saber todas las cosas que eran comiesen; e descendiéronlo por una cuer-
ESTORIA DE MERLÍN 447

da ayuso e mandaron que lo batizasen e -Otorgo; e si non lo provares, que


quel' posiesen nonbre Merlín. (ff. 289v- mate a ti e a tu madre.
290r). -E esto non puede ser, -d[ix]o el moco-,
que vos la quemedes a mí e a ella mientra
que yo biviere.
6. Merlín salva a su madre de Ca tal se faze casto e bienrazonado
ser ajusticiada por adúltera que él e su madre lo merescían más.
Entonce posieron plazo de <los>
n t o n c e salió Merlín de entre los [dos] días; e el juez enbió por su madre;
E bracos de su madre e dixo:
-Madre, non ayades miedo, ca non
e todos lo sosacavan al moco por le
fazer fablar, mas el moco nunca quiso
merescistes por qué. fablar. E cuando la madre del juez veno,
Desí dixo a los juezes: sacaron el moco de la presión e leváron-
-¿Por qué la queredes quemar, ca non lo ante el pueblo; e dixo el juez:
fizo por qué? E si feziésedes justicia de -¿Ves aquí mi madre? E agora di lo
todas aquellas que con otros yazen fuera que prometiste a dezir.
con sus maridos, las dos partes de cuan- E el moco dixo:
tas aquí están serían quemadas, onde -Vos non sodes tan sesudo como cui-
y[o] sé sus vidas como ellas mismas. E si dades. Tomat vuestra madre e un vues-
yo ben lo quesiese fablar, gelo faría a tro amigo e entrad en una casa aparta-
cada una otorgar e conoscer aquí ante damente, e yo tomaré mi madre e su
vosotros. E sabet que las otras mugieres abbat, e entraremos convusco. E enton-
han culpa de lo que fazen, que mi madre ce vos diré lo que vos oviere de dezir,
mas avrá prod.
non ha d'esto culpa.
E cuantos lo oyeron así fablar, fueron
-Non ha eso pro, -dixo uno de los
maravillados de su seso, e el juez bien
juezes-. Conviene que nos digas quién
entendió qu'el moco dezía seso. E el
fue tu padre; si non, que muera. moco preguntó a todos:
Entonce dixo Merlín: -Cuando mi madre libré d'este onbre,
-Ella non sabe quién es mi padre. Yo ¿averá de temer de los otros?
lo sé mejor quién es mi padre que vos el E todos dixeron que non. [...]
vuestro. Mas vuestra madre sabe mejor Cuando la madre del juez esto oyó,
quién es vuestro padre que mi madre asentóse muy cuitada, ca bien sabía
cuyo fuese yo. quel' convenía de dezir la verdat. E el
E el juez se ensañó e dixo: fijo católa e díxol':
-Si tú sabes que mi madre tal cosa -Madre, quienquier que mi padre sea,
fizo, pruévamelo e yo la justiciaré. dezítmelo, que yo vuestro fijo só e como
E Merlín dixo: fijo <dixo ella> vos faré dezir si es ver-
-Yo ende te diré tanto, si tú de tu dat esto.
madre quisieres justicia fazer, que todos E dixo luego:
entenderán que más meresce [muerte] -¡Fijo, por Dios, merced, que non vos
que la mía, e yo te lo provaré. E dexa mi lo puedo encobrir que todo es así como
madre estar en paz, e bien sepades que él dize!
non ha culpa en este pleycto que le apo- E cuando el juez esto oyó, dixo:
nedes. [...] -Verdat dixo este moco, que mejor
Cuando el juez esto oyó, ende fue conoscía él su padre que yo el mío, e
muy sañudo e dixo: non es derecho que yo de su madre faga
448 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

justicia, pues la non fezier de la mía. Mas clérigo lo sopiere que lo tú sabes, fuirá
por Dios e por salvar tu madre ante el por miedo de ti. E el diablo cuyas obras
pueblo, dime quién fue tu padre. él fizo síenpre, levarlo ha a una agua e
E el moco dixo: matarse ha y. E por esto podes provar
-Yo te lo diré más por tu amor que por que yo sé las cosas que han de venir.
tu merca, que yo quiero que tú sepas e E el juez dixo:
creas que só yo fijo de un diablo que -Si yo esto veo, nunca descreeré lo
engañó a mi madre e ha nonbre que tú dixieres.
Alquibez, que es de una conpaña que son Entonce se partieron e venieron ante
suso en el aire. Y Dios quiso que oviese el pueblo; e dixo el juez:
yo su saber e su memoria e elas cosas -Agora vos digo que su madre d'este
que son dichas e pasadas e fechas. Por moco es libre por derecha razón, e yo
esto sé yo la fazienda de tu madre. E nunca vi onbre tan sesudo como éste.
Nuestro Señor quiso que sopiese esto de E todos dixieron:
parte de mi padre, e quiso por la buena -¡Dios aya ende buen grado porque la
vida que vivió mi madre e por la verda- dueña es libre de muerte!
dera penitencia que este onbre bueno le Así fue la madre de Merlín libre, e la
dio que aquí see, e por los encomenda- madre del juez culpada. E Merlín fincó
mientos de Santa Iglesia que ella vien con el juez. El juez enbió su madre e
tovo e creyó, quiso el Nuestro Señor que enbió con ella dos onbres por saber si
yo oviese tal virtud que yo sopiese las era verdat lo que el moco dixiera. E la
cosas que avían de venir. E esto puedes madre del juez tanto que llegó a su casa,
tú bien provar por una cosa que te yo fallóse con el clérigo e contóle todo
diré. [...] cuanto le aveniera. E el clérigo ovo tal
Entonce lo tiró aparte e díxol': pavor del juez que fuyó de la villa, e
-Tu madre se irá contra el clérigo e topó un río e tovo por mejor de se matar
dezir le ha cuanto le yo dixe; e cuando el y que de matarlo el juez de mala muer-

IV. LANZAROTE DEL LAGO


a. Procedente de la Vulgata
(1414: copia del siglo xvi)

por
José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIO

[1] Biblioteca Nacional (Madrid): ms. 9-611 (olim Aa!03) [-»]

BIBLIOGRAFÍA: Sharrer: n° Aa3. ESTUDIOS: Bohigas (1924); Chicote (2001); Contreras (1995).
Gómez Redondo (1999: 1470-1475) y Lucía Megías (1994).
LANZAROTE DEL LAGO. A. PROCEDENTE DE LA VULÜATA 'W)

TEXTOS

1. Aventuras d e Galván e n el ansí fablando, paró mientes don Galván


Castillo del Grial e vio entrar por una vi<di>driera un
palomo blanco que traía en su pico un
incensario de oro muy rico; y ansí como
E d o n G a l v á n se fue ende luego,
desque vido que más no podía
saber ende d'ella. E fuese contra un gran
entró, luego fue el palacio lleno de todos
los buenos olores del mundo, e fueron
palacio, e luego salieron a él más de todos luego así mudos que no ovo tal
veinte escuderos, que le fizieron descen- que palabra fablase, ante fincaron todos
der del cavallo, que los unos le pensaron los inojos tan aína como vieron el palo-
el cavallo, y los otros le metieron en el mo. Y el palomo se fue derecho a una
palacio por lo desarmar. E luego vinie- cámara. E luego fueron aquellos del
ron contra él gran compaña de cavalle- palacio a poner los manteles en las
ros ansí como lo vieron, e dixeron: mesas que ai estavan, e catávanse los
-Bien seades vos venido. unos a los otros, e non se dezían pala-
E don Galván se humilló a todos, y bra. [...]
entonces lo desarmaron e diéronlo unos D'esta aventura se maravilló mucho
paños muy ricos que vistiese; e desque don Galván, e catava a los otros que esta-
él fue vestido, dixéronle: van ende <e> en oraciones. E después
-Señor, ¿dónde sodes? d'esto, non tardó mucho que vido don
-Yo só -dixo don Galván- del reino Galván salir de la cámara do el palomo
de Londres, de casa del rey Artur. havía entra una donzella, la más hermo-
Entonce le<s> fizieron la mayor sa que nunca en días de su vida havía
honra del mundo, e preguntáronle por visto. E traía los cavellos sueltos, mas
nuebas de la corte, y él se las dixo aque- atados un poco encima con una cinta
llas que sabía. Y ellos ansí fablando, rica, e havía la más fermosa caveza que
salió de una cámara un gran cavallero, muger pudiese haver; y era ansí fermosa
que traía ante sí muy gran compaña de de todas las fermosuras que muger
cavalleros, y él hera el más fermoso pudiese haver. E la donzella traía en sus
omne que nunca viera don Galván, e manos el más rico vaso que nunca por
mucho le semejava jentil omne. E cuan- omne terrenal fuese visto, y hera fecho
do los que con don Galván estavan le en semejanca de arles, e ella lo traía más
vieron, dixeron: alto que su cabeza, así que todos los que
-Vedes aquí el rey. lo vieron se le inclinaron. E don Galván
E luego se fue a él don Galván. e cató el vaso e preciólo mucho, mas no
díxole: pudo saver de qué hera, ca no le pares-
-Señor, mucho seades bien benido. cía que fuese de algún madero, ni de
Y el rey le tornó sus saludes con muy alguna manera de metal, ni de piedra, ni
fermosa cara. Y el rey le fizo asentar de cuerno, ni de hueso. E d'esto fue muy
cerca sí, y preguntóle quién hera. E don triste, porque no pudo saver de qué hera.
Galván le contó toda la verdad, e d'esto E después cató a la donzella, e maravi-
fue el rey muy alegre, ca mucho desea- llóse más de su fermosura, ca no del
va ver a don Galván. E comencaron a vaso, ca nunca viera donzella que de fer-
fablar en uno de muchas cosas; y ellos mosura se igualase a esta, e ansí la cata-
450 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

Ansí como la donzella pasava por Entonces se metió el enano en una


ante los que en el palacio estavan, ansí cámara, e don Galván paró mientes al un
fincava luego cada uno los inojos. E lado del palacio, e vido uno de los más
luego fueron las mesas llenas de todos fermosos lechos del mundo; y él fuese
los buenos manjares que omne supiese allá para se en él hechar; y el que se
devisar, e el palacio lleno de todos los quiso en él asentar, oyó una donzella
buenos olores del mundo. E cuando la que le dava vozes e le decía:
donzella pasó una vez ante todos, tornó- -¡Cavallero, muerto heres si te ai
se a la cámara donde havía salido, e don hechas desarmado, ca este es el Lecho
Galván lo cató toda vía tanto cuanto lo Abenturoso! Mas cata ai unas armas y
pudo ver; e cuando la más no vido, paró ármate primero, y después háchate ai si
mientes a la mesa delante sí, mas non quisieres.
vido cosa que pudiese comer, antes E don Galván fue a donde estavan las
estava la mesa vacía ante él; mas ante armas, e tomólas, e armóse lo mejor que
todos los otros estava mucha vianda a pudo. E desque fue armado, vino asen-
maravilla. E cuando don Galván aquello tarse en el lecho, mas así como se asen-
vido, fue muy maravillado e no sopo tó, oyó unas vozes, las más espantables
qué dezir, ca vien cuidó que havía herra- y las más laidas que nunca jamás oviese
do en alguna cosa, pues que él no havía oído; e vien cuidó que fuesen vozes de
de comer como todos los otros, y ansí se diablos. E luego vido salir de una cáma-
sufrió de lo preguntar fasta que los man- ra una lanca que el fierro ardía a llamas,
teles fueron aleados. [...] e firió a don Galván así duramente, que
Después de comer, que los manteles por el escudo ni por la loriga non fincó
fueron tirados, fuéronse todos los de que le non pasase de parte en parte. Y
palacio, los unos acá e los otros allá; mas don Galván fincó pasmado y la lanca se
don Galván no supo qué fazer, que él, arrancó luego, mas él non vido quién la
cuando cuidó de salir del palacio al arrancó. Y él fincó allí, y dixo que del
corral, falló las puertas del palacio bien lecho non se apartaría, antes dixo que él
cerradas. E cuando él vido aquesto, morüia o vería aquel que lo havía llaga-
fuese asentar a una de las ventanas, e do. Mas mucho se sentía muy mal llaga-
comencó a cuidar muy fieramente, e do e ferido. [...]
luego vido salir de una cámara un Gran pieca estubo así don Galván
enano, que traía un bastón en la mano, muy triste, y él non pudiera ver cosa, si
e vino para él e le dixo: no fuera por la luna que entrava por las
-¿Qué es eso, don mal cavallero? finiestras del palacio, que heran más de
¿Qué malaventura vos traxo a posar en cuarenta, que estavan todas aviertas.
esa ventana? jFuid, ca non devedes ai Entonces paró mientes don Galván a una
estar, ca mucho ay en vos vil cosa, e cámara que estava cerca d'él, e vio ende
idvos a echar en una cama d'esas que una serpiente, la mayor que nunca omne
vedes! del mundo oviese visto que d'ella no
E luego aleó el enano el bastón por le hubiese miedo, y hera de tantas colores
ferir, mas don Galván le travo primero que nunca en el mundo pudiesen ser
d'él e tiróselo de la mano; e cuando el vistas más, y mucho era maravillosa. Y la
enano aquello vido, dixo: serpiente comencó andar por la cámara
-¡Ay, don cavallero, cierto, eso non te arriba, jugando con la cola e dando con
vale cosa, ca non puedes tú decer para ir ella en tierra; e desque hubo andado
sin aver desonra! ansí una pieza jugando, echóse en tierra
LANZAROTE DEL LAGO. A. PROCEDENTE DE LA VULGATA 451

e comenzó a se revolver de una parte a y gran pieca después del vatir de las
otra, e a gemir y a bramar, y hazer la más finiestras, estando así don Galván, oyó el
mala fin del mundo. E desque ella se mayor duelo del mundo, e parescióle
hubo así revolcado una piega, estendió- que hera de mugeres. E cuando se quiso
se como si fuese muerta. E don Galván levantar por ver lo que hera, vido salir
se maravilló d'esto mucho, mayormente de una cámara más de doze donzellas,
cuando vido que la serpiente echó por que fazían el mayor duelo del mundo, y
su voca más que cinco serpentinos venían la una tas la otra, y dezían todas
vivos. E desque esto ovo fecho, partióse llorando:
dende la serpiente de la cámara debido -¡Buen Señor Dios! ¿Cuándo saldre-
[e vino] al grande palacio, e falló " un mos d'este travajo?
león pardo, e más fuerte del mundo, e Y fuéronse para la cámara donde
dexóse correr el uno contra el otro, e havía entrado el palomo, y fincaron los
comencaron entre sí la más fuerte vatalla inojos ante la puerta, e comencaron a
del mundo, e todavía cuidava la serpien- fazer oraciones, llorando muy fuerte-
te vencer al león pardo; mas no lo podía mente. E desque estubieron así gran
fazer, y en cuanto se combatían, avino a pieca, tornáronse a la cámara donde
don Galván que no veía gota, mager que havían salido. [...]
la luna entrava muy clara en el palacio. Cuando las donzellas entraron en la
Mas a cabo de pieca cobró la vista, así cámara, luego vido don Galván salir de
que vien podía ver el león pardo e la una cámara un cavallero todo armado, el
serpiente, que aún se conbatían. [...] escudo al cuello y el espada en la mano,
Gran pieza duró la vatalla de las dos que le dixo:
vestías, en tal manera que don Galván -¡Señor cavallero, levantádvos de ai e
no sabía cuál havía lo mejor ni lo peor. id a dormid a una d'esas cámaras, que ai
Cuando la serpiente vio que no podía no podedes estar mucho!
conquerir al león pardo, tornóse a la -De aquí no me moveré, -dixo don
cámara donde havía salido, e tan aína Galván-, e aquí moriré.
como en la cámara entró, corrieron a ella -No fazedes vien, señor, -dixo el
los serpentinos que ansí avían fincado e cavallero-; sabed que me convatiré con
ella a ellos, así que comencaron una vos antes que dexarvos ai estar.
batalla muy braba entre sí, e los serpen- De me convatir, -dixo don Galván-
tinos ayudávanse los unos a los otros yo me sufriría agora si vos pluguiese;
muy bien a todo su poder, de manera mas por recelo de me convatir, yo no me
que duró la vatalla muy gran pieca de la levantaré de aquí.
noche, tanto que a la fin la serpiente -Por buena fee, -dixo el cavallero-,
mató a los serpentinos, y ellos a ella. Y pues no queredes fazerlo de grado, vos
luego comencaron las puertas de las lo faredes por fuerca, e guardadvos de
finiestras del palacio a tremir y a darse mí, que vos desafío.
unas con otras, e fazían tan gran ruido, e Entonce echó el escudo sobre la
tan gran buelta, que semejava que el cabeza, e fuese contra Galván, la espada
palacio se quería fundir. Y luego entró en la mano. E don Galván se apercibió
en el palacio un gran viento y en sí recio lo mejor que pudo por se defender; mas
que todos los juncos de que estava el ellos se ferian muy fuertemente y se des-
palacio juntado llevava, e d'esta aventu- pedacavan los escudos, e los yelmos, e
ra se maravilló mucho don Galván y las lorigas en las espaldas y en los costa-
estando allí quedo por ver si vería más, dos, e sobre los brazos, así que mucha
452 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS

Mas mucho hera enpeorado don Galván E casi un poco ante que las vozes
de la llaga de la espalda, ca no podía fuesen oídas, fue el palacio lleno todo de
mucho ferir de la espada, sino que le las buenas oluras del mundo. E don
convino a endurar e a sufrir cuanto Galván, que oyó las vozes tan dulces,
pudo, encubriéndose de su escudo, non abidó que fuesen cosas terrenales,
como aquel que bien lo sabía fazer. Y el sino celestiales y espirituales, e sin falta
cavallero la traía así la espada tajante, tales heran ellas, ca él non podía ver
una ora de acá y otra ora de allá, como cosa alderredor de sí; y por esto lo
aquel que mucho hera omne bueno e de cviidó, ca bien entendía que los ojos
gran proeca. E don Galván abía tanto terrenales las cosas celestiales non podí-
sufrido, que bien hera arrepentido, e an ver. E de grado se levantara, mas no
fuese muy fuertemente al cavallero. e podía, ca havía perdido toda la fuerca
comencólo a ferir muy de recio por el del cuerpo y el poder de los miembros.
yelmo e por el escudo, y el otro a él eso E luego vido salir de una cámara a la
mismo, así que duró la batalla muy luen- donzella del Sancto Greal, e delante de
gamente, que no avía tal d'ellos qvie no las tablas que traía el Sancto Greal, bení-
oviese perdido la fuerca del cuerpo, ca an encensarios que non quedavan d'en-
eran tales parados que no se podían censar. E luego comencaron todas las
tener en los pies, así que el uno se cayó vozes a cantar así dulcemente que cora-
de la una parte y el otro de la otra, e zón de omne no lo podía pensar, ni len-
tanto se ha vían convatido, que las piecas gua mortal dezir, e todos decían a una
de las mallas de las lorigas y de los escu- VOZ:
dos [cubilan el suelo], y ellos estavan tan -¡Onra y loor sea al Padre de los
lasos que no podían alear los bracos de Cielos! [...]'
tierra, y esta van así como amortecidos. Cuando los cantos duraron una gran
pieza, tomó la donzella el Sancto Greal e
tornólo a la cámara donde lo avía traído,
Gran pieza estubieron así, ca don e partiéronse dende las vozes, e cerrá-
Galván estava ante el lecho y el ronse luego todas las finiestras del pala-
Cavallero, cerca d'él, atordidos. E luego cio, ansí que fincó el palacio tan esento
comencó el palacio e las puertas de las que don Galván no veía cosa. Pero tanto
finiestras a tremer y a se dar las unas con le avino vien que se sintió sano e sin
las otras, y a tronar, y a relanpaguear todo dolor, e de la llaga de la espada se
muy fieramente. E sabed que d'esta sintió bien guarido, y levantóse muy ale-
aventura no plugo mucho a don Galván, gre, y vino a buscar el Cavallero con
ca él estava tan cansado e tan trabajado quien se havía convatido. y nunca lo
de los golpes e de los truenos, qLie no falló. Y entonce escuchó y vio venir con-
sabía si hera muerto o bivo. Entonzes tra sí muy gran compaña de gente, e sin-
bino un biento ansí manso e dulce que tió que lo tomaban por los bracos, y por
no hera sino maravilla. E luego oyó en el las espaldas, y por los pies y por la cabe-
palacio unas vozes que cantavan ansí za, y que lo llevavan fuera del palacio, y
dulcemente que no havía cosa en el que lo atavan muy bien en una carreta
siglo que ansí pudiese cantar. E las voces que estava en el corral. E de mañana,
podían ser bien docientas. e don Galván cuando el sol fue salido, despertó don
no podía entender cosa de lo que decí- Galván e fallóse en la carreta que estava
an, salvo tanto que decían al cavo: atado, e viose magro e cautivo, que no
-¡Gloria e honra sea al Rey del Cielo! valía cuatro sueldos. E cuando se vido
LANZAROTE DEL LAGO. A. PROCEDENTE DE LA VULGATA 453

mundo. E luego vido y venir una vieja Entonces le contó las aventuras que
que traía una correa en la mano, e co- aquella noche le avían avenido, e el
mencé con ella a ferir al rocín, e llevó la omne bueno fincó todo espantado, ansí
carreta por medio de las rúas de la villa. que le non fabló por una gran pieca, y
E cuando los menestrales vieron el cava- cuando le pudo fablar, díxole:
Uero en la carreta, iban en pos d'él dán- -¡Ay, señor, así me ayude Dios! ¡Ver-
dole voces y gritos y silvos, y lanzában- daderamente es mala aventura esto que
le sostias de capatos viejos, e facíanle ovistes!
cuanto mal podían. E ansí fueron con él -¡Ay!, -dixo don Galván-, ¡buen señor,
escarneciéndolo fasta fuera de la villa; e por Dios, si sabedes qtié es, decímelo!
desque pasaron la fuente, desatóle la -Cierto, -dixo el omne bueno-, aquel
vieja e díxole: vaso que vistes, era el Sancto Greal, don-
-Don cavallero, salid de la carreta, de la sancta sangre de nuestro señor Jesu
que asaz avéis ai estado. Cristo fue caída, e a ésta, cuando vos
E don Galván descendió d'ella luego non vos omillastes ni fezistes oración,
e subió en su cavallo e preguntó a la vie- bien vos devíades agradar dende; y esto
ja cómo havía nombre aquel castillo; y vistes vos bien cuando vistes las mesas
ella le dixo que avía nombre Correserit. todas ahondadas de todo cuanto ovieron
menester, e vos fuistes olvidado.
Entonces se fue dende don Galván, fa-
ciendo el mayor duelo del mundo, e -¡Por Dios!, -dixo don Galván-, esa
maldecía la ora en que fuera cavallero, aventura sé que es ansí verdaderamente;
ca era el más vil y el más desonrado ca- mas de las otras me decid la verdad.
vallero del mundo. [...] -De mí, -dixo el honbre bueno-, no
sabredes más; e por eso no estades aquí
Ansí se fue don Galván faciendo su
más, ca de mí eos más no sabredes.
duelo y llorando muy fuertemente, y an-
-Buen señor, -dixo don Galván-, al
dado todo aquel día sin comer e sin be-
menos dezidme qué cosa es la serpiente,
ver, así que a la tarde llegó a una hermi-
si savedes.
ta sagrada, y el hermitaño decía sus
-Yo vos los diré, -dixo el omne bue-
vísperas; y don Galván las oyó muy bien,
no-, mas non sabredes de mí más, ca
y el omne bueno, desque ovo dicho sus non vos lo diré. [...]
vísperas, entró a su casa e preguntó a
-¿Verdaderamente es verdad, -dixo el
don Galván quién era, y él le contó toda
hermitaño-, que vistes la serpiente que
la verdad. echó los serpentinos por su voca vivos,
-¡Ay, señor! -dixo el hermitaño- vos y que se salía al gran palacio, y cuando
seades el bien venido, e vos sodes el ai fue, falló un león pardo, e que conva-
omne del mundo que yo más deseava tía con él, mas no lo podría vencer, e
ver. ¿E cómo venides así triste? E ruégo- que se tornaba a la cámara e que los ser-
vos yo que non desmayedes por cosa pentinos se convatían con ella, e mató
que vos avenga, que no ay en el mundo ella a ellos y ellos a ella? Esto vistes vos
tan buen cavallero que alguna vez no muy bien, -dixo el omne bueno.
aya alguna desaventura. -Verdad es, -dixo don Galván.
-Cierto -dixo don Galván-, que a los -Agora vos diré, -dixo el omne bue-
buenos bienen las desaventuras, mas no-, esto qué senefica: sabed que la ser-
nunca a un omne solo vinieron tantas pentina, que es grande e luenga y fuer-
como a mí me an venido de quinze días te, senefica al rey Artur, vuestro tío, que
acá. se partirá de su tierra, así como la ser-
454 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

píente se partió de su cámara; e él dexa- 2. Lanzarote y la hija del rey Peles


rá sus parientes e sus amigos, así como
la serpiente dexó a los serpentinos; e
ansí como la serpiente se fue al león par-
do e se convatió con él e no lo pudo
C u a n d o d o n Lancarote fue desar-
mado, demandó del bino y Brisai-
na demandó a su hermana que fuese por
vencer, ansí el rey Artur irá sobre un ca- ello; y en cuanto fue por el vino ella, de-
vallero, mas no lo podrá vencer; y fará ai mandó don Lancarote a Brisaina:
todo su poder; y ansí como la serpiente -¿Qué es de la reina, mi señora?
se tornó a la cámara cuando vido que no -Señor, -dixo ella-, en aquella cámara
podía vencer al león pardo ni metello so está y bien cuido que duerme ya.
sí, ansí se tornará el rey Artur a su tierra Y luego vino la donzella con el vino
cuando viere que no puede vencer al ca- y diolo a don Lancarote y él lo tomó y lo
vallero. Entonces averna una aventura vevió y súpole tan bien que fue maravi-
maravillosa ca, bien así como perdistes lla y demandó más, y tráxole otra copa
la lunbre en cuanto duró la vatalla de la la donzella y su hermana le dixo:
serpiente y del león pardo, en tal mane- -Señor, beved, que provecho vos fará
ra será la lunbre d'esta vuestra proeca y es muy bueno.
toda apagada; e después cuando el rey Y él lo bebió y fue muy más alegre
Artur fuere en su tierra, ansí como la ser- que de antes hera. Entonces preguntó a
piente en la cámara, irán contra él los su- Brisaina:
yos ansí como fueron los serpentinos -¿A dó es mi señora?
contra la serpiente, e durará la vatalla Y ella lo cató y violo fuera de su jui-
entre ellos, que él matará a ellos y ellos cio que él no savia dó hera, pero bien
a él. E agora sabedes lo que la serpiente cuidava que hera en Camalot y que fa-
significa, mas como yo fize vuestra vo- blava con una dueña que sabía mucho
luntad de vos lo decir, ruégovos que me de su facienda y de la reina más que otra
prometades de fazer la mía. ninguna desque muerta la dueña de Ma-
E don Galván se lo prometió. cagud. Y ella le dixo que durmía ya muy
-Agora vos digo, por el prometimien- bien.
to que me fecistes, que no fagades esto -¿Por qué vos tardades que non vos
saver a ninguno, ni lo digades a omne ni ides a echar con ella?
a muger. -¡Por Dios!, -dixo él-, eso faría yo si
E don Galván dixo que ansí lo faría. ella me lo mandase; otra manera, non.
E don Galván estava espantado fuerte- -¡Por Dios!, -dixo ella-, esto sabredes
mente de lo que el omne bueno le avía vos aína, que yo se lo iré a preguntar.
dicho, e fazía más apuesta cara de lo que Y luego ella se fue y fizo semblante
tenía en corazón. Y él fincó allí aquella que iba a fablar con la reina e luego se
noche, y el omne bueno le sirvió de todo tornó y díxole:
aquello que ovo menester que él pudo -Mi señora la reina vos manda que
aver. E otro día de mañana, ansí como vos vayades luego para ella.
oyó misa, armóse e cavalgó en su cava- Y él se levantó luego y fuese a la
lio, y acomendó al hermitaño mucho a cama a dó estava la donzella y echóse en
Dios, y él metióse en su camino, así el lecho con ella, que bien cuidava que
como de antes avía fecho. Mas el cuento se echava con la reina; y aquélla, que no
dexa agora de fablar d'él, e torna a Estor. deseava en el mundo tanto como tenerlo
(ff. 281r-285v). en su poder aquel por quien toda la ca-
ballería del mundo hera alumbrada, y
LANZAROTE DEL LAGO. A. PROCEDENTE DE LA VULGATA 455

resciviólo muy alegremente, y él fue ale- dre y d'él, ca él fue siempre virgen ansí
gre con ella como solía ser con la reina. en corazón como en obra, segund su his-
Y ansí fueron ayuntados el mejor cavalle- toria lo divisa. Y ansí fue cobrada flor por
ro y él más fermoso del mundo con la flor; ca en su concibimiento fue la flor de
más hermosa donzella y de mayor guisa la donzella perdida, mas por ella fue co-
que en el mundo havía. Mas ellos se brada otra flor, que fue flor de la cavalle-
amaban por desemejadas guisas, ca él ría e, si allí fue flor perdida, mucho bien
amaba a la reina pensando que hera ella, fue cobrado, ca él fue tal en toda su vida
y ella amaba a él, non tanto por la codi- que por los bienes que él fizo en su vida
cia de la carne, -aunque él hera el más fue ende el pecado perdonado. [...]
fermoso onbre del mundo- como por ha- Agora dize el quento que don Lanca-
ver faito d'él por el cual cuidaba ser tor- rote yugó toda aquella noche con aquella
nada la tierra en su estado bien como de donzella y fizóle perder un tal nombre,
primero, que por el doloroso golpe que cual nunca después lo cobró: en cuanto se
el cavallero de las dos espadas fizo fue echó, hera donzella; y en la mañana, fa-
tornada en pobreza y en lloro, ansí como llóse dueña. Y allí le fue cambiado el
la gran Historia del Santo Greal lo devisa nombre de donzella en nombre de dueña.
cumplidamente. Y mucho lo desamó don Y otro día de mañana cuando don
Langarote después, ca por toda su beldad Langarote despertó, cató alrededor de sí
non la quisiera él si supiera él quien hera, y no pudo ver ni punto porque todas las
mas cuidava él que hera la reina Ginebra; finiestras heran cerradas y fue maravilla-
ca por eso fizo ella lo que fizo. Pero el do a dó hera, ca él hera ya en su seso;
Señor, en quien toda piedad cabe y que ya tentó cerca de sí con la mano y falló
non juzga todos pecadores todavía se- la dueña y díxole:
gund sus merecimientos, quiso que este -Amiga, ¿quién sodes vos?
ayuntamiento fuese por pro de todos los -Señor, -dfxo ella-, yo soy la fija del
de la tierra que todavía fuesen en pobre- rey Peles, de la Tierra Forana.
za y en dolor, y quiso que aquella dueña Y cuando él esto oyó, luego entendió
concibiese tal fruto porque la flor de la que hera engañado y encantado y salió
donzella que se perdía fuese por ella co- luego de la cama muy triste y vistióse y
brada otra flor, porque aquella tierra y calzóse y fue tomar sus armas y armóse
otras muchas que entonces heran en y tornó a la cámara y abrió las finiestras,
amargura y en gran lloro fuesen tornadas y cuando vio a aquella por quien fue en-
en alegría y en gran plazer, y ansí como gañado, fue tan sañudo que fue maravi-
la Historia del Sancto Greal nos lo testimonialla cómo no ensandeció, y dixo:
que por la pérdida de aquella flor fue co-
-Por buena fee, de tan gran mal como
brado don Galas por muy noble cavalle-
éste luego me quiero vengar.
ro, aquél que se asentó en la silla Peli-
grosa de la sancta tabla de Josep Estonzes metió mano al espada y fue
Abarimatia en la cual no se asentó cava- contra la dueña y díxole:
llero que muerto o tullido no fuese don- -Si me Dios ayuda, vos me havedes
de no escapase. Y por este don Galas hu- muerto y quiero que vos murades por
bieron cima todas las haventuras del ello, que no quiero que engañedes jamás
Sancto Greal e ansí como el nombre de a otro como engañastes a mí.
Galas fue perdido en don Lanzarote por Y luego algo la espada para la ferir y
el pecado de su padre, así fue cobrado ella ovo muy gran pavor y juntó las ma-
en éste por la muy sancta vida de su ma- nos y fincó los inojos ante él y pidióle
merced y díxole:
456 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

-¡Ay, buen cavallero!, no me matedes, que fue una maravilla, él y todos los de la
por aquella piedad que Jesucristo ovo de tierra otrosí; mas agora dexa el cuento de
Sancta María Madalena. fablar del rey Peles e su fija e torna a don
Y él estando quedo , pensó un poco Lancarote del Lago. (ff. 310v-3l4r).
y paróla mientes y vidola tan fermosa
que hera maravilla y pensó qué faría: si
la mataría o si la dexaría. Y él tenía la es- 3. Lanzarote e n e l Lecho de Mer-
pada en la mano, y ella estava en cami- lín y el final del códice
sa ante él pidiéndole merced, los inojos
fincados muy omildosamente y él paró
mientes al rostro y a los ojos y a la boca
y viola tan hermosa que fue ende es-
E l l e c h o d e Merlín hera de madera
muy rica e muy fermoso, y a los
cuatro pies del lecho havía cuatro pila-
pantado y díxole: res de cobre, y sobre los dos pilares de
-Dueña, yo me quiero ir por vencido la cabecera estavan dos imágenes de
y por rentado, como aquel que se no osa donzellas fechas de cobre tan maravillo-
vengar de tan gran mal como me fecistes samente que parescían bibas, y lancava
que yo faría gran crueldad en destruir la una a la otra una pelota de oro, y la
tanta beldad como Dios en vos puso y otra la rescevía y ansí jugavan todo el
ruégovos que me perdonedes por cuan- día; y en los pilares de los pies estavan
to saqué el espada contra vos, que la ira dos leones de cobre, qtie parescían bi-
y el mal talante me lo fizo fazer. bos, y en el medio d'ellos estava una
-Señor, -dixo ella-, yo vos perdonaré imagen de niño que parescía bibo, y es-
por tal que vos me perdonedes todo el tava desnudo y tenía la una mano sobre
vuestro mal talante e que nunca jamás el león y la otra sobre el otro; y los leo-
ayades de mí saña. nes daban tan grandes gemidos que pa-
-Yo lo otorgo, -dixo don Langarote. rescía que querían comer al niño e no lo
Entonces metió su espada en la baina, podían alcancar.
y encomendó la dueña a Dios, y partióse Mas don Lancarote que traía un anillo
dende e falló en el corral su cavallo ensi- que desfacía todos los encantamientos,
llado, que Brisaina se lo mandara tener cató la piedra de su anillo, y luego se
presto que sabía ella que en cuanto co- quebraron los pilares todos, y las donze-
nociese la dueña que por cosa del mun- llas y leones y el niño que se fizieron
do no estaría y más; y después que ca- más de mile piecas, e luego entendió
valgó, tomó su escudo y su lanca que que hera encantamiento. Y asentóse lue-
falló acostada en un árbol y partióse den- go en el Lecho de Merlín ansí como en
de muy triste y sañudo y entró en su ca- otro lecho, e entonces vino a él una due-
mino pensando muy fuertemente. E tanto ña vieja, señora de la torre, y comentó a
que el rey Peles supo que hera ido Lan- fazer gran duelo diziendo:
carote, fue ver a su fija y cuando la vio, -Señor cavallero, por la cosa que más
fallóla muy espantada del gran miedo que amades que me dedes un don.
hubiera, que hera maravilla y contóle Y él se lo otorgó.
cuanto le acontesciera. Y cuando el Rey -Pues quiero que vos vayades de
sopo todo el fecho plugole ende muy aquí.
mucho y mandóla servir y guardar más -Yo quisiera más saver,- dixo don
que de antes fazía. Y ante de dos meses Lancarote-, de las nuebas de la ínsula de
entendieron que estava preñada e cuando Merlín, más no puedo ál fazer, pues lo
lo supo el rey, su padre, fue tan alegre prometí.
LANZAROTE DEL LAGO. A. PROCEDENTE DE LA VULGATA 457

Entonces se partió ende y vínose por -Señor, -dixeron ellas-, vos entrad en
la puente de fierro por do havía pasado, y esa barca.
falló a su escudero y cavalgó en su cava- E su escudero con él, y sus cavalle-
lio y friéronse por su camino preguntando ros, y alearon las velas luego, y friéronse
todavía por nuebas de don Tristán. [...] y andubieron todo el día por la mar fas-
Tanto andubo don Langarote en bus- ta la noche que se durmieron por ir muy
ca de don Tristán que llegó a la mar y fa- cansados y, cuando fue de mañana, fa-
lló una barca de do salían doze donze- lláronse en la ínsula Fonda, donde el rey
llas muy fermosas que parescían fijas de Pelinor hera en una cámara muy rica y
rey, y don Langarote las saluó y les pre- su escudero de don Langarote fallóse
guntó si savían algunas nuebas de don cerca de su fuente.
Tristán, e le dixeron: Aquí se acava el Segundo j tercero libro de
-Dezidnos Muestro nonbre y tal po- don Langarote de Lago y á se de comenzar el
dedes ser que vos diremos lo que save- Libro de don Tristán; y acabóse en miérco-
mos. les, veinte y cuatro días de octubre año
Entonces dixo él: del nascimiento de nuestro salvador Jesu
-Yo é nombre don Langarote del Cristo de mil e cuatrocientos y catorze
Lago. años. Finís (ff. 354v -355v).

IV LANZAROTE DEL LAGO


b. Procedente de la Post-wdgata
(siglo xv)

por
José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIO

[1] Biblioteca Universitaria de Salamanca: ms. 1.877 (fols. 298v-300v)

TEXTOS

1. Lanzarote y la reina Ginebra ovo ende el pesar que es sobre todos los
son descubiertos juntos e n la habita- pesares, ca él ama va la reina Ginebra
ción de la reina. desmesuradamente. Entonce comengó a
pensar así granel piega que non sopo
StO d i x o el rey de Langarote, que lo cosa do estava; e Morderet le dixo:
E non podía creer que era verdat
que el yazía con la reina. Mas aquella ora
-Señor, nos lo encobrimos mientra
podimos; agora dezímos vos lo sin nues-
que los sobrinos fueron preguntados, tro grado. Agora fazet y lo que vos se-

BIBLIOGRAFÍA: Sharrer: n° Ael. EDICIÓN: K. Pietsch. Spanish Gmil Fragmento: el Libro de Josep Abarima-
tia, La estoria de Merlín, Langarote, The University of Chicago Press, 1924-1925, pp. 85-89. ESTUDIOS-,
Alvar (199D, Gracia (1996 y 1998) y Lucía Megías (1998).
458 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

mejare, e que non venga mal ende a E escuchó e oyó a la puerta grand gri-
vuestra tierra nin a vuestros amigos. te e grandes bozes de onbres do querían
-Comoquier, -dixo él-, que sea ende quebrantar la puerta, mas non podían.
vengado, así que sienpre ende fablarán. -¡Ay, -dixo ella-, amigo, agora sabrá el
E si el mi bien queredes, ruégovos yo rey mi fazienda e la vuestra! ¡Todo esto
que me lo tomedes y. vos ordió Agravaín!
E ellos gelo prometieron que lo farían -¡Se Dios me ayuda,- dixo él-, yo or-
así, e el rey les prometió que faría en tal diré la su muerte!
guisa justicia que sienpre él e su linaje Entonce se levantó del lecho.
ende fablasen. Entonce salieron de la cá- -¡Ay, señora!, -dixo él-, ¿ay aquí algu-
mara e fuéronse al palacio; mas bien pá- na loriga?
resela en el rey como andava sañudo; e -Certas, -dixo ella-, non, ca plaze a
fuese el rey a caca e non quiso que Lan- Dios que muramos aquí amos; pero si
garote fuese con él. ploguiese a Dios que vos escapásedes de
-E ¿en cómo, -dixo Lancarote a algu- aquí, sé yo bien que non y atal que me
nos de sus cavalleros-, veres qué sen- ose matar sabiendo que vos érades bivo,
tíante me fizo el rey? mas cuido que nuestros peccados nos
confondrán.
Ca non sabía Lancarote en como era
ya descobierto. [...] Entonce vino Lancarote a la puerta e
dio vozes a los que fuera estavan e dixo:
Tanto que el rey Artús fue a caca, en-
bió la reina dezir a Lancarote que venie- -Malos cavalleros e covardes, atendet
un poco, ca cedo avredes e ela puerta
se a ella onde ál non feziese e él fue muy
abierta e yo veré quál será el ardit que
ledo e consejóse con Boores:
entrará primero.
-¡Por Dios!, non vayades allá, ca bien
Entonce abrió la puerta e dixo:
sabedes que, si allá ides, pesar vos ende
-¡Agora entrat!
verná, ca he pavor de vos e el mi cora-
E un cavallero que avía nonbre Cana-
cón me lo diz.
gois, que desamava mucho a Lancarote,
E él dixo que lo non dexaría en nin- entró primero e Lancarote, que tenía ya
guna guisa. la espada sacada, feriólo de toda su fuer-
-Pues así queredes, señor, id escondi- ca en guisa quel' non presó arma que lo
damente e levat con vos vuestra espada. non fendiese fasta las espaldas, e dio con
E fuese a la cámara de la reina. Mas él muerto en tierra. E cuando los otros
sabet que bien entendió él que Morderec vieron este golpe, non ovo y tal que osa-
e sus hermanos con muchos cavalleros le se entrar, ante se fezieron afuera en tal
tenían la puerta de la cámara. En tanto guisa que la entrada fincó libre; e cuan-
cuanto él entró en la cámara, echóse con do esto vio Lancarote dixo a la reina:
la reina, mas non yogo y mucho, que lue- -Señora, esta guerra es foida cuando
go venieron a la puerta los que lo espe- a vos ploguiere irme.
ravan e falláronla cerrada e dixieron: E ella dixo:
-Agravaín:, ¿qué faremos? -Si vos fuerdes en salvo, yo non avré
-Quebrantaremos la puerta-, dixo él. pavor de mí.
E desí ferieron a la puerta e oyólos la Entonce tiró Lancarote al cavallero
reina e levantóse toda tollida e dixo a que matara escontra sí e cerró la puerta
Lancarote: porquel' non entrasen los otros e desar-
-¡Ay, amigo, muertos somos! mól' e priso' de aquellas armas las mejo-
-¿Cómo?, -dixo él-, ¿qué es esto? res qu'él pudo, e dixo a la reina:
LANZAROTE DEL LAGO. B. PROCEDENTE DE LA POSTVULGATA 459

-Señora, agora puedo yo, si Dios qui- las nuevas, cavalgó él e los suyos, e fa-
siere, irme en salvo, que de cuantos que lláronse treinta e dos cavalleros, e fué-
me aquí guardan yo me libraré bien ronse escontra do parescía el fuego e,
como yo cuido. cuando la gente los vieron venir, dieron
E dixo ella: vozes a los que guardavan la reina:
-Idvos e pensat de mí, ca yo bien sé -¡Fuit, que aquí Lancarote onde viene
que aína avré menester la vuestra ayuda. por levar la reina!
-¡O, bien!- dixo él-, mas si a vos plu- E Lancarote que venía delante todos
guiere, levarvos he comigo, ca non ha dexóse correr Agravaín, ca bien lo co-
aquí onbre porqtie vos yo dexe. nosció por sus armas e feriólo tan fiera-
-Esto non quiero yo, -dixo ella-, ca mente que le non valió arma ninguna e
luego así será llanamente la nuestra follía metió la lanca por él que paresció el fie-
conoscida, mas Dios lo guisará mejor. rro de la otra parte e cayó en tierra
Entonce abrió Lancarote la puerta e muerto, ansí que Langarote con los su-
dixo que non quería más yazer en pre- yos derribaron ende muy grand pieca, ca
sión e ferió al primero de un grand gol- fue una lit muy brava e muy presto fue-
pe quel' fizo en tierra caer estordido, e ron vencidos. E cuando Lancarote vio
elos otros que esto vieron feziéronse esto fue a la reina e díxole:
afuera e dexáronle la carrera. E Lancaro- -Señora, ¿qué queredes que vos faga-
te ftiese a su posada e falló a Boores en mos?
una cámara con pavor de non verlo, qtie E ella respondió:
su voluntad le dava, ca bien gelo dezía -Amigo, yo querría que me levásedes
su coracón, ca los del linaje del rey lo a donde el rey non me feziese mal.
tomarían con la reina si podiesen. E en -Señora, -dixo él-, cavalgat e vayámo-
esto Lancarote con sti linaje partióse de nos aquella floresta e prenderemos y
la villa cavalgando e fuéronse a la flo- consejo que sea bueno.
resta e metiéronse en la orilla d'ella, E feziéronlo así e sopólo luego el rey
donde era más espesa e estodieron y cómo eran desbaratados todos los suyos
fasta la noche; e enbió luego Lancarote e Lancarote levara la reina e mandara
un donzel a saber nuevas e traxiéronle luego el rey guardar todos los puertos. E
en cómo el rey lo enbiara prender a la Lancarote con los suyos levaron a la rei-
posada e non le fallaron e luego el rey na a un castillo muy fuerte e de allí en-
mandara por su sentencia quemar a la bió por sus amigos que le veniesen a so-
reina e guardáronla fasta otro día. (ff. correr, ca le tenía el rey Artús cercado. E
298v-299v). en esto enbió Lancarote dozientos cava-
lleros secretamente que se lancasen en la
floresta e estodiesen ende en tanto que
2. Lanzarote salva a la reina Gi- sopiesen del rey si vernía en paz; donde
nebra de ser quemada no, que dende saldrían a socorrer a los
del castillo, e así fue que pelearon des-
pués muy bravamente e morieran mu-
E l rey m a n d ó Agravaín que tomase
ochenta cavalleros armados para
guardar el cuerpo de la reina, allí do el
chos de los del rey, mayormente de los
de la Tabla Redonda; de ciento e cin-
fuego era, que si Lancarote veniese que quenta que eran morieron ende setenta
la non podiese levar; e él fizólo ansí e dos, e de los otros muchos, (ff. 300r-v).
como el rey le mandara e leváronse la
reina a quemar. E Lancarote en que supo
460 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

3. Lanzarote envía una doncella le fiz tuerto -así como le algunos dizen-,
al rey Arturo. dezilde que me porné contra los mejores
tres cavalleros de la su corte que me la
non apone a derecho esta ciilpa e onra
C u a n d o vio Langarote que el rey Ar-
tús lo tenía cercado e que era el on-
bre del mundo que él más amara e que
d'él; e por amor grande que perdí por
mal aponimiento, dezidle que me porné
más onra le feziera, ovo ende grand pe- ende en juizio d'esta muerte si le plo-
sar que non sopo qué y fazer si non pa- gier'; e si él ál diz que esta guerra co-
vor; mas porque lo amara el rey Artús mencé por la muerte de sus sobrinos,
más que a otro onbre que non fuese su dezilde que de aquella muerte non soy
pariente, entonce tomó una donzella e tan culpado porque él me deviese des-
apartóse con ella en una cámara e díxole: amar tan mortalmente, ca ellos mesmos
-Donzella, vos irés al rey Artús e de- se fueron razón de la su muerte.
zilde de mi parte que me maravillo mu- E la donzella luego se partió e levó su
cho porque comencó esta guerrera con- mandado e contólo todo al rey e ante
tra mí, ca non cuido que le nunca tanto que el rey respondióle Galván que el
erré que lo así deviese fazer. Si vos él de- Rey estava para vengar la su venganca
xier' que lo faze por lo de la reina e que [...] (f. 300v).

V. LIBRO DE JOSEP ABARIMATÍA


(siglo xv)

por
José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIO

[1] Biblioteca Universitaria de Salamanca: ms. 1.877 (fols. 252r-282r) [-»]

TEXTOS

1. Inicio del libro: la historia de En la ora que el Nuestro Señor Jesu-


Josep Abarimatía y la muerte de Jesu- cristo rescebió muerte, e la nuestra
cristo muerte fue destruida e nuestra vida fue
reparada, non avía entonce ningunos
que en Él creyesen, fuera sus discípulos.
E ste t r a t a d o s e llama el "Libro de Jo-
sep Abarimatía" e otrosí "Libro del
Santo Grial", que es el escodilla en que
E cuando Nuestro Señor fue puesto en la
cruz dudó la muerte como onbre mortal
comió Jesucristo. e dixo:

BIBLIOGRAFÍA: Sharrer: n° Ael. EDICIÓN: K. Pietsch, Spanish Grail Fragments: el Libro de Josep Abarima-
tía, La estoria de Mertín, Langarote, The University of Chicago Press, 1924-1925, pp. 1-54. ESTUDIOS:
Alvar (199D, Gracia (1996 y 1998) y Lucía Megías (1998).
LIBRO DE J O S E P ABARIMATÍA 461

-Padre, si podiese ser que yo non so- que les su carne e su sangre diese. E
friese esta pasión. pues que la tovo, fue muy gozoso, e le-
Pero non ovo tan grand coita porque vóla a su casa e guardóla en un lugar
él quesiese escusar de la muerte; e mu- muy limpio e muy fermoso.
chos estavan y que avían comencamien- E cuando sopo que el salvador del
to de lo creer que dudaron; e avía un ca- mundo era muerto e aquellos que lo ma-
vallero que avía nonbre Josep de taron le querían quebrantar las piernas,
Abarimatía; e Abarimatía es en tierra de así como solían fazer a los ladrones, non
Aromata. E non veniera allí Josep por quiso tanto atender aquellos que en la
esta razón, mas veniera a Jerusalén siete cruz lo posieron que Y quebrantasen las
años ante que Nuestro Señor Jesucristo piernas, ante vino a Pilato, cuyo vasallo
fuesse puesto en la cruz. E avía en él fir- era (siete años avía que d'él oviera sol-
me crehencia; non se osava mostrar por dada) e pediól' merced, pues tanto ser-
cristiano, con miedo de los judíos, ca era vicio le avía fecho, quel' diese un don,
mucho onbre bueno e muy sofridor e ca mucho poco le costaría de lo suyo, e
quito de inbidia e de soberna, e acorría sería mucho a él e a su servicio. E Pilato
de su aver a los pobres, e otras muchas dixo que lo avería, e bien devía aver tal
bondades avía en él. E d'esto fabla el pri- don; e Josep le pidió el cuerpo de Jesu-
mero salmo del salterio: Bienaventurado escristo. E Pilato cuidó que poco le de-
aquel que se non llega al consejo de los malos. E mandava, ca cuidó quel' dava un pobre
entonce Josep era en Jerusalén con su pecador, mas dioP la salud de la vida e
mugier e con su fijo, que avía nonbre Jo- lunbre e eso mismo al fazedor e resuci-
safás. E aquel Josafás pasó en el linaje de tador de los todos los cuerpos; e éste fue
su padre allende la mar, donde es agora el más rico don que nunca onbre vio,
Inglaterra, ca entonce se llamava la por que la conoscencia de Pilatos fue tal
Grand Bretaña, e pasólos sin navio, en que non sopo qué dava, por ende le
l'álabe de su camisa. pueden dezir más gracia que don, ca si
E mucho uvo duelo de la muerte de él sopiera la grand alteza e el grand po-
Jesucristo e pensó en cómo oviese más derío de aquel cuerpo, él non presciara
su amor, ca él non lo amara tanto si non contra él la riqueza nin el señorío de
fuera leal cristiano, ca ninguna malan- todo el mundo. Mas Josep, desque ovo
danza non puede la onbre partir el leal ganado lo que conoscía, fue muy alegre
amor. E cuando él vio en la cruz aquel cuando el don le ovo otorgado, e tóvose
en que él creía que era fijo de Dios e sal- ende por mejor pagado que él tenía que
vador del mundo, non se espantó nin lo pagava.
creyó menos por ende-, enpero que lo E cuando vino a la cruz do Él estava
vido finar, antes esperava la sancta resu- puesto, comencó de llorar doloridamente
rreción. E porque la non podiera ver por los muy grandes dolores que Él so-
vevo, e pensó en qué manera avila de friera. E cuando lo descendió de la cruz,
aquellas cosas que 1' tanxieron en su con grandes sospiros llorando mucho,
vida. Entonce fue a la casa do él comie- echólo en un monumento que feziera
ra el cordero con sus discípulos el día de para sí. E desí fue a su casa por la esco-
la Pascua, e preguntó por el lugar do co- dilla e tornó a Él e cogió en ella tanta de
miera; e mostráronle el lugar que fuera aquella sangre cuanta más pudo coger, e
fecho para comer, e en la más alta silla después tornóla a guardar a su casa. E
de la casa allí falló el escodilla do el fijo por esta sangre mostró Dios después
de Dios comiera con los apóstoles ante muchas virtudes en tierra de promisión, e
462 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

en otras muchas tierras. E cuando la él -Escuchat, mis nuevos fijos. Soy yo


ovo guardada en el más limpio lugar que vuestro padre e Dios spiritual, que vos
él pudo, tomó de sus paños muy ricos e conpré en el mundo por mi carne que
tornóse al monumento e soterró el cuer- dexé martíriar. E por ende, uve grant
po de su señor lo más onradamente que amor convusco que ningund padre non
pudo. E después metiólo en el monu- lo podría aver mayor convusco, así como
mento e fizóle poner de suso una piedra con fijos. E por esto me deves vos amar
muy pesada porque non quería que nin- más que ningund fijo a padre, pues es-
guno llegase do tan alta cosa yazía como cuchar lo que aqueste vuestro padre vos
el fijo de Dios. (ff. 252r-v, 253r). dirá e entendet acá, nuevos cristianos, tú
que eres pueblo del verdadero crucifíxo,
que yo te amo tanto. Tove por bien end
mi Santo Spíritu que yo enbié en tu tie-
2. El sacramento de la eucaristía
rra por amor de ti de allá suso do era en
la gloria del mi mucho amado padre. E
E n la m a ñ a n a cuando se levantó Jo-
sep e su conpaña, fueron fazer
oración al archa. E cuando fueron de in-
yo te metí en mayor onra e en mayor se-
ñorío que tus antecesores non eran en el
desierto; e yo les di cuarenta años todo
ojos, vieron un grand sueno venir de alto lo que quesieron; mas empero más fiz
en tanto que sentieron tremir el palacio yo a ti, que te di el mi Sancto Spíritu, que
sobre ellos. E este palacio era el que Da- ellos nunca pudieron aver. Pues agora te
niel llamava Palacio Spiritual cuando fue cata que no tires a las sus locuras nin a
la batalla [de] Nabucodenosor, <del> rey las sus grandes bravezas; que yo les fiz
que lo priso con muchos otros e levólo todo bien e ellos a mí todo mal; e si me
a Babilonia, e cuando llegó a la cibdat, fazían onra de boca, no me amavan de
escrevió en ebraico letras en la piedra coracón. E bien me lo mostraron en
del palacio, e dezían las letras que aquel cabo, que los enbíe llamar e rogar por la
palacio sería llamado Spirital. E este non- grand fiesta de las mis bodas que yo
bre le duró en cuanto aquel palacio así quería fazer de mí e de la Sancta Iglesia,
estido; mas ante que Josep y veniese, ellos nunca quesieron " venir nin me co-
non sabían los de la cibdat por qué era noscieron cuanto bien les avía fecho. E
llamado Spirital, mas entonce lo sopíe- por esto que vine yo pobrement en tie-
ron, e oiredes cómo. [...] rra entre ellos, e dixiéronme que non era
Cuando la tierra tremió sobre los cris- yo su Dios, e ovieron grand despecho
tianos que dentro estavan, así como ois- porque yo usava dezir que yo era su
tes, vino luego el Sancto Spíritu sobre dios; e me presieron como ladrón e des-
ellos en semejanca de paloma de fuego. preciaron mi carne e ronpieron mis
E el uno catava al otro e veía entrar lla- mienbros e el cuerpo por los grandes
ma de fuego en la boca e non fablava bienes que les yo fazía, e me dieron tal
ninguna, ante cuidavan que era espanta- galardón que escupiéronme en el rostro
miento. Así estodieron una grant pieca e diéronme grandes palmadas. E por el
buen bever que les yo diera en el des-
que ninguno d'ellos non fabló fasta que
ierto, e diéronme ellos en el mi bever fiel
oyeron un sabroso viento e manso que
e amargoso bever cuanto ellos podieron
dava tan buen olor que les semejava que
fazer e fallar. E por la vida terrenal que
eran y todas las specias del mundo. [...]
les yo dava e les prometiera perdurable,
Mas después que aquel viento vino, diéronme ellos muerte. E así los fallé en
vino una boz que les dixo:
LIBRO DE J O S E P ABARIMATÍA 463

todas las cosas crudas a quien yo era Entonce abrió Josafás el archa con
piadoso padre. E guardatvos semejar muy grand miedo e con muy grand du-
aquel tan bravo linaje, ca bien devéis danca, e vido dentro un onbre vestido de
canbiar el coracón de aquellos onde unos paños temerosos que semejavan
cambiastes la vida. E mantenetvos contra fuego que ardía, e su rostro e sus manos
mí como leales fijos, e yo mantener me e sus pies otros tales eran. E estavan de-
contra vos padre de buen talante. E más rredor d'él cinco ángeles vestidos de
faré por vos que fiz por mis profecías, otros tales paños e eran de otra tal seme-
que me servieron ante de vos de buen janca. E cada uno d'ellos avía seis alias
coracón e de buena voluntad. Así casi que semejavan fuego que ardía. E el uno
ellos ovieron el Spíritu Sancto, así lo ave- d'ellos tenía en su mano una grand cruz
redes vos e averedes demás otra cosa, bermeja, mas grand cosa sería de conos-
que avredes de cadal día mi cuerpo en cer de qué fuste era. E el segundo ángel
vuestra conpaña, así como lo ovistes cor- tenía en su mano tres clavos todos san-
poralmente en tierra. Mas tanto y avere- grientos, que la sangre que ende salía
des partimiento que yo veniera en tierra, quel' semejó entonce fresca. E el tercero
mas agora non me veredes en aquella ángel tenía en su mano una lanca que el
semejanca. [...] fierro era sangriento e la lanca otrosí san-
grienta fasta el logar do el ángel tenía la
-Josafás, el mi leal serviente, agora mano. E el cuarto ángel tenía ante el ros-
ven a mí, ca bien deves ser maestro de tro d'él una cobertura que era otrosí san-
tan alta cosa aver en poder como mi car- grienta del un cabo fasta el rostro. E el
ne e la sangre de tu salvador; ca yo en ti quinto ángel tenía en su mano una ma-
prové e conoscí e fállete linpio más de nada de correas todas sangrientas que se-
todos los naturales pecados tanto que mejavan fechas de vergas. E cada uno
ningunt onbre non podrá pensar en su d'estos ángeles tenían un rollo de parga-
coracón. E porque yo conosco e sé más mino do avía letras escriptas e dezían: És-
que tú cuando tú eras, e porque eras lin- tas son las armas para el vengador que aquí es, e
pio de luxuria e de codicia, e quito de venció e destruyó la muerte. E aquel onbre q u e
argullo e de toda braveza e casto, e por tenían los ángeles cercado en derredor
esto quiero yo que rescibas de mi mano tenía letras blancas en medio del rostro, e
la más alta orden que onbre mortal pue- dezían en ebraico: En esta guisa veniréyo e de
de aver nin rescebir. Ninguno de los las cosas judgar en el postrimero día de la fin. Así
otros non las rescibirán de mí si no tú so- dezían las letras. E semejava que de sus
lamente. E después la rescibirán de ti los manos e de sus pies cogía sangre, así
que la tomar quesieren. quel' semejava deyuso que el archa era
Entonce se llegó el moco a Él e co- toda bermeja e cinco tanto parescía ma-
mencé de llorar muy de coracón e gra- yor que non solía, ca el onbre que él vie-
desciólo mucho a Dios que lo llamava a ra dentro e los cinco ángeles non le se-
tan alta onra rescebir, de que ningund mejava que podiesen caber en el archa
que ante era. E fue muy fieramente es-
onbre mortal non podía ser dado por
pantado así que non sopo qué dixese nin
servicio quel' oviese fecho a su semejar
qué feziese. Ante se apremió a tierra e co-
si Dios solamente lo non onrase por su
mencé mucho a pensar, e la voz lo llamó,
gracia. E cuando llegó al archa, dixo el
e él católa e vido aquel onbre calcificado
Nuestro Señor:
en la cruz que el ángel tenía. E los fierros
-<Sobre> [Abre] el archa e non ayas que el otro ángel tenía vídolos metidos
miedo de lo que hy vieres. [...]
464 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

en las manos e en los pies; e tenía la co- que non cató defendimíento, ante se
bertura derredor de sí. E bien semejara a dexó caher de inojos ante el archa, e cató
onbre que sofría coita de muerte. Des- e vido en el archa un altar pequeño, co-
pués cató Josafás e vido que la lanca que bierto de paños blancos; e vido y un xa-
viera tener el tercero ángel que la tenía el mete muy rico e sobr'él tres piegros que
onbre crucificado por medio del costado; todos corrían sangre. E vido y un fierro
e descendía por la langa un arroyo de de lanca todo sangriento e puesto al uno
sangre que nin semejava que era todo de de los cabos del altar; e al otro cabo, vido
sangre nin todo de agua, pero semejava la escodilla que él aduxiera, e en medio
que era todo de sangre e de agua. Vido del altar un vaso de oro muy rico e un
so los pies del crucífixo aquella escudilla cobertor muy noble otrosí, que era de
que Josep su padre metiera en el archa. E oro. Mas el cobertero non podía bien di-
semejo!' aquella sangre de los pies que visarle nin lo que yazía so él, ca era co-
caía en la escudilla, e que era ya tan lle- bierto de un [paño] blanco, así que non
na que se quería verter. E después le se- podía veer fuera por delante. E sobre el
mejó que [el onbre] se cayera en tierra, e altar vido una mano muy fermosa que te-
la lanca cayera ayuso. E cuando Josafás nía una cruz toda vermeja, mas non veía
esto vio, corrió a él por lo erguir, e cuan- aquel cuya la mano era. E vido ante el al-
do se quiso entrar en el arca, vido los cin- tar dos manos que tenían dos candelas,
co ángeles estar a la entrada con sus es- mas [non] veía aquél cuyas manos eran.
padas desnudas; e los tres les tovieron las E el ésto veyendo, oyó una puerta de la
puntas de las espadas derechas, e los que cámara sonar. [...]
las tenían aleadas en alto e fezieron de- -Agora ven e farás [el sacramento] de
mostranca ca por ferir; e por ende él non mí carne e de mi sangre, así que todo mi
dexó de entrar; tanto avía grand duelo de pueblo lo vea.
lo levantar, aquel que era su Dios e su E entonce lo metió en Tarca, e vídolo
Salvador. E quiso meter el pie dentro, todo el pueblo, e cresció tanto el arca
mas no podía, que lo tenía dos ángeles que todos estavan dentro largamente. E
muy de rezio por los bracos; e cató así e veían los ángeles ir e venir por ante el
vido los ángeles que tenían en señas ma- arca. Allí dentro fizo Josafás el primero
nos; e el uno tenía en la otra mano una sacramento que nunca fizo a aquel pue-
redoma, e el otro en la otra mano un en- blo; mas tosté lo conpió, ca non dixo si-
censario e una buxeta. Cató Josafás su non la palabra solamente que dixo Nues-
padre e mandilóse porque estava tan mu- tro Señor en la cena a sus discípulos:
cho a la entrada del archa sin más fazer
nin dezir, e que era lo que viera. [...] -Comet, éste es el verdadero cuerpo
que por vos e por otros muchos será
Entonce se levantó Josep donde ya- majado.
zía faziendo oración e fuese contra su E otrosí les dixo en el vino:
fijo. E cuando Josafás lo vido venir, ten- -Tenet e bevet todos, ca ésta es la
dió la mano contra él e comencól abra- sangre de la mi nueva ley, la mía misma,
car e díxol': que por vos será vertida en redenpción
-Aquí, padre, ñon vos llegues a mí, ca del mundo e de vuestros peccados.
me toleres la gloria en que yo estoy tan E estas palabras dixo Josafás sobre el
alunbrado de los mostramientos spiritua- pan que falló sobre la patena del cáliz. E
les que yo non soy en tierra. tan aína como gelo dixo, el pan tornó
E cuando Josep esto oyó, ovo tan carne, e el vino sangre, (ff. 270r-272v y f.
grand sabor de veer aquellas maravillas 277r).
TRISTÁN CASTELLANO 465

VI TRISTAN DE LEONIS
a. El Tristán castellano
(finales del siglo xv)

por
Carlos Alvar y José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIOS

[1] Biblioteca Nacional (Madrid): ms. 20262, n° 19


[2] Biblioteca Nacional (Madrid): ms. 22644 [-*]

TEXTOS

1. Iseo o r d e n a matar a Brangel, -Aparejadvos de ir de buena mañana


por celos y por miedo a ser descu- con estos escuderos en vuestro palafrén,
biertos sus amores e iredes al monte E [ella dixo]:
-[Señora, de buena mente].
[E cuando vino la mañana, ellos ca-
A sí e s t a n d o el rey e la reina e toda
la corte e Tristán en grtant] solaz
bien dos años, e vino un día que el rey
valgaron en sus ca]vallos e salieron
fue[ra de la vi]lla escondidamente [por ir
e Brangel estavan burlando e escarne- don]de la reina les manda[va. E cuando]
ciendo, e el rey fablava muchas cosas fueron en el grant m[onte, Branlgel qui-
con Brangel; e la reina que vido esto ovo so ir por una [floresta]. Los escuderos di-
miedo miedo que descubriese su fecho e xieron [que non] era aquel buen camino
ovo muy grandes celos e dixo: [e lleváronla al más espeso lu[gar de la]
-Para la mi fe, ¡yo te faré matar! floresta e descavalgár[onla] malamente e
E en la mañana la reina mandó venir Brangel [dixo]:
dos escuderos, los cuales eran venidos -¿Cómo, malos escuderos?, ¿que[re-
con ella de Irlanda e fizóles jurar que fi- deslme desonrar o por qué [me des]ca-
ziesen su mandado. E ellos gelo prome- valgades tan villanalmente]?
tieron. E dixieron [ellos]:
-Vos iredes de mañana a la floresta, - -Non v[os quere]mos desonrar, mas
dixo la reina-, e diredes que ides por portque ave]des aquí de morir, de lo
yervas para fazer baño a mí. E cuando cu[al] somos nos muy tristes, m[as] la rei-
fuéredes en el grant monte, levaredes a na nos lo mandó. [...] (fragmento 4).
Brangel convusco e matarla hedes.
E los escuderos dixieron que farían
su mandado, enpero que eran muy tris- 2. Palomades rescata a Brangel
tes por ella. E luego la reina fizo llamar y rapta a la reina Iseo
a Brangel e díxole:

BIBLIOGRAFÍA: Sharrer: n° Ae6 (para ms. 20262, n° 19). EDICIÓN: Carlos Alvar y José Manuel Lucía
Megías (eds.), Revista de Literatura Medieval, 1999- ESTUDIOS: Alvar-Lucía (1999), Gómez Redondo
(1999) y Lucía (1998).
466 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

El cavallero le dixo:
-¿En cuál parte queredes vos ir,
que yo vos levaré allá?
Atanto andudo el cavallero por sus
jornadas que llegó a Tintoíl. E cuando
fue él allá, vído cerca de la mar tiendas
—De buena mente, señor, -dixo ella- fincadas, donde el rey Mares e la reina
non sé dónde vaya; mas ruégovos que Iseo e toda su conpaña eran asentados.
me levedes a alguna abadía donde yo E estavan en muy grant solaz en un pia-
pueda servir a Dios e a mi señora Santa do e la reina dexó el solaz e partióse de
María, que tanta merced me ha fecho en sus escuderos e dueñas e donzellas, e
este punto, porque me ha librado de fuese a una muy buena fuente que era
muerte. en el piado e allí comencó a fazer su
-E dó d'ello gracias a Dios; e a vos duelo e a llorar por la muerte de Bran-
estonce, -dixo el [cavallero]- donzella, gel. E estando la reina en aquel llanto, el
yo vos llevaré a un monesterío real e en cavallero pasó por ai e entendió todo
él están fijas de reyes e de condes e de aquello que la reina dezía de Brangel. E
otros grandes cavalleros ende podedes estando en esto, los escuderos que la
estar e salvaredes vuestra ánima; e yo avían llevado al monte vinieron ant'ella e
quiero ir buscar los escuderos que an dixieron:
muerto a vuestro padre, e a vos así an -Señora, nos avemoj- buscado toda la
desonrado. E yo vos vengaré si a Dios floresta e non podemos fallar el lugar
plaze e tornarvos he en vuestra eredat, e donde la dexamos a Brangel.
yo querré morir por vos mantener. [La reina dixo]:
E ella le dio muchas gracias. -[¿Cómo puede ser? Vos dexistes que
-Mas yo vos ruego que lo non faga- la non avíades muerto, porque a mí pe-
des, [que más amo yo servir] a Dios. sava mucho, ¿e agora dezides que] non
E [andudieron fasta que] llegaron a[l podedes [fallarla?] Prometo, ¡para [la mi
monesterío e] llamaron a [la puerta e] les fe!, que] si vos non [me dezides la] ver-
abrierton e entraron denjtro. E desfcaval- dat que [yo vos faré] matar luego.
garon e ovíeron] muy granft plazer. E [E cuando ellos e]sto oyeron, [dixe-
aquellas du]eñas fiziéfronles mucha] onra ron]:
e d[iéronles] e bien de [cenar. E el cava- -[Señolra, nos vos [diremos la] verdat
llero] dixo: de la donzfella: sabet] que [nos la meti-
-Dueñfas, yo vos traigo aquí] esta mos en el espesura de la] florelsta e por
don[zella que] quiere estar e [servir a aquello que] vos enbíó dezir [nos
Dios] hovíjmos piedat d'ellfa e nos] acordamos
[E] las dueñ[as le respondieron que] e fafllamos] de la non matar, [e atámos]la
de dóndfe era la donzella o] qué a un árbol [e atamos el) su palafrén cer-
aventfura la avía allí traildo. E él [les con- ca [d'ella; e] tornárnosla a [buscar] en
tó en cómo a] la donzelQa avía fallado] aquel luglar] e non la emos [halllado a
en la flore[sta e contóles tolda la ave[ntu- ella nin a su cavallo.
ra; e cuando] les ovo [contado todo esto, E cuando la reina entendió que era
rogó]les que la [oviesen en su] enco- ella biva, fue ella muy al[egr]e e dixo a
miendfa. E ellas] fueron mu[y alegres e] los escuderos:
pagadas [e dixiéronle]: -Tiradvos delante mí, e non venga-
-Señor cavafllero, nos la terjnemos e des delante de mí por njngunt tienpo
[le haremos toda onlra e plazetr por fasta que me traygades a Brangel biva o
amor de vos]. [...] muerta. [...]
TRISTÁN CASTELLANO 467

Los escuderos cavalgaron e fuéronse -Donzella, cavalgad en vuestro pala-


para la floresta a buscar a Brangel; e la frén e idvos comigo, e yo vos levaré a
reina Iseo fazía grant llanto en sí mesma vuestra señora Iseo la Brunda. E sabed
e dezía: que ella vos perdona todo su mal talen-
-¡Ay, mesquina! ¡Cuánto de mal é pa- te, e vos desea mucho ver.
sado después que non vi la buena don- E la donzella dixo:
zella Brangel! -¡Ay, onrado cavallero! E yo faré
E el cavallero cuando vido [esto, co- aquello que a vos plazerá, que más amo
nosció] que era ella la reina [Iseo], que él yo el mal que mi señora me fará que el
tanto amava e [por ella] se avía alongado bien que otra me fará nin me podrá fazer.
de [su tierra] e iva buscar dónde eüla] es- E luego cavalgaron en sus cavallos e
tava por ver si la pod[ría] aver en alguna andudieron tanto que llegaron a Tintoíl,
manera, [porlque él la amava más que a e fueron para el palaci[o] delan[te de la
cosa del mundo. E luego conosció que reina e ella le tornó los saludes e el
aquella donzella que era suya, que él ca]vallero le dixo:
avía desatado e levado al monesterio, e -Señora, vedes aquí vuestra donzella
descavalgó e fuese para ella e díxole: sin ningunt daño.
-Señora, [quien vos truxiese a Bran- E la reina dixo:
gel] ¿qué le [dar]íades? -Cavallero, vos e ella seades muy
E cuando [la] reina oyó aquesto, fue bien venidos.
muy alegre e díxole: Ca dixo:
-Cavallero, si vos me traedes a la mi -¡Ay, la mi buena donzella!, ¡vos sea-
donzella Brangel, no ha cosa en el mun- des muy bien venida así como aquella
do que yo non faga por vos. que yo amo en mi coracón! E vos ruego
E el cavallero dixo: que me perdonedes el mal que vos ave-
-Señora, yo vos prometo bien e leal- des sofrido por mí.
mente que vos la traiga aquí ante vos de E luego Brangel le besó la mano e se
aquí a cuatro días. echó a sus pies; e la reina le fizo levan-
E luego se despidió de la reina e ca- tar e comencóla de abracar e de besar
valgó cuanto pudo e fuese para el [mo- con el grant amor que le tenía. E el ca-
nes]terio. E la reina [se lavó] su cara e vallero dixo:
tornóse [para su t]ienda para sus don- -[Señora, d]adme el don que me [pro-
ze[llas]. E a la mañana el rey [Mare]s e la metistles bien e leaUmente e] quiero que
reina e [Tristán] e toda la gente se levan- el don [que me] avedes a dar que sea
taron de allí e tornáronse para la cibdat bueno e firme, e me lo fagades o[tor]gar.
e fuéronse para el palacio; e toda la gen- E ella dixo:
te comieron en grant solaz e con gran -Bien me [plalze. [...]
alegría. E dexémoslos[estar e tornemos al Luego el cavallero fue delante del rey
cavallero que estava en el monesterio e díxole:
donde avía dexado la donzella e llegado -Señor, yo só cavallero estraño e de
al monesterio, entró e saludó a todas las luenga tierra; e he buscado muchas
dueñas e donzellas que ende estavan] aventuras e agora yo he fallado aquello
muy bien. E él les tornó las saludes; e que yo busco en vuestra corte. E agora
luego demandó por la donzella que avía sabed que yo he fecho un gran servicio
dexado allí e ella vino luego e fizóle muy a mi señora la reina, al cual servicio me
grant onra e grant reverencia. El cavalle- á prometido un don cual yo quisiere de-
ro díxole: mandar. E ella me semeja que non lo
468 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS

puede dar sin vos. E por esto yo quiero Brangel e [fuérolnse del palacio e
que lo confirmedes. [fuér]onse por su camino. [E] dexemos
E él dixo: agora el cuen[to] d'esta razón e
—¡Por buena fe, cavallero, non me de- tornar[no]s hemos a contar de Pa[lo]ma-
mandaredes cosa ya tant grande que yo des. Sabed que era Pa[lo]mades muy
non vos la otorg[ara s]i ella vos lo pro- bien valien[te] cavallero e fue fijo de [un]
metilo]. cavallero del linaje del [re]y Evalate, el
[E el] rey fizóla luego [venir ante] sí e cual era [idóHatre, que non creía
preguntóle [sí era ver]dat aquello que fi[rme]mente en Dios e non [era] obi-
aquel [cavaller]o dezía; e ella dix[o que] sí: diente a la corona [del] inperio del rey
-E ruégovos que le sea [dado de] Artur. [E] aquel rey Evalate fu[e corrjido e
vuestra parte e de la mía [e de] toda la echado de su tierra [por] el rey Merianes,
corte. su ve[zi]no. E así fue ventura [qu]e vinie-
E el rey di[xo]: ron en hueste e en batalla amos a dos.
—Mandat todo aquello que v[os plu]gie~ [E] aquel rey Evalate [traía] un escudo
re, e yo vos lo otorígo bi]en e lealmente con un[a cruz] bermeja, la cual fufe de]
sobre [mi co]rona. Josep Abenamatía. E conquirió mucha
E el cavallero di[xo]: tierra e ensalcó cristiandat. E en aquel
-[Yo] demando la reina Iseo, [que la] punto fue la batalla del rey Merianes e
quiero levar a mi tierra. de Evalate, que fue vencido; e non avía
E [el] rey e todos atquellos] que [ende] remedio sinon él mientras fuía levava el
fueron esta van muy trfistes]. E él respon- escudo que non le fazía mal. E luego co-
dió e dixo: nosció que aquel era el escudo que fue-
-¿[Así], cavallero, queredes vos [des- ra de Josep Abenamatía, que fue amigo
on]rar la mi corona? de Dios e de la Santa Fe. E dixo que si
E el [cava]llero dixo: Dios lo ayudase en aquella batalla que él
-Sí, señor; qu[e por] esta razón vine se tornaría cristiano de bautismo. E luego
yo a [aquesta] tierra. tornaron las g[ente]s e cobraron coracotn
E el rey le pregfuntó] que quién era; e ellos] fueron contra Merianfes. E] cuan-
e dixo: do fue en la gra[n batajlla, él vido que de
-Y[o soy] Palomades el Pagano. [las heri]das que davan en [el escudo] sa-
[E el] rey se maravilló e dix[o que] lía sangre. [Entonces] ovo la creen[cia en
cuáles diablos lo avíafn trafldo allí. E Dios conplida]. [...]
dixo que el [don non] gelo podía renun-
ciar [pues que] gelo avía prometido [so- Cuando Palomtades ovo] sacada a la
bre] su corona; e dixo el r[ey]: r[eina de] la corte del [rey Ma]res, e el rey
-[Yo] vos la dó la reina [de aques]ta e [todos] otros fueron muy [tristes] por
manera: que si p[or venjtura oviere al- aquesta aventura, [e en tojda la corte non
gunt [cavallero que] vos la pueda tirar ovo [algunt) cavallero que tom[ase las
por [fuer]ca de armas, que el don [non] ar]mas para ir en pos [de Palo]mades; e
aya valor; e aun, que [en] todo mi reino Palomades [se iva] con la reina ribera [de
non yafgades] con ella nin sea toteada] la] mar. E la reina [non fa]zía sinon llorar
de vos. por [el prometi]miento de su señ[or]r, de
E dixo: su amigo Tris[tán e] dezía:
-Pláze[me] de voluntad. -¡Ay, el mi caro [amigo] Tristán!, ¿[dó
E luego [to]mó la reina delante de sodes] vos [ago]ra?, si yo [topásejvos en
[toldos [e subió]gela en el [palafrén] de este camino, [por tal] que me tirásedes
TRISTÁN CASTELLANO 469

[d'este] mal cavallero!, e a[gora, fue]se yo clava. E [mientra] ellos se conbatían, [se
muerta a s[alva]. metió la] reina por la flo[resta e] fuese a
[E] cuando Palomades [sacó] la reina un charco [d'agua], e ella se quería echar
de la cort[e del] rey, Tristán non e[ra (dentro plor se afogar ante [que] la ovie-
ende que era ido a caca por la mañana. se Paloma[des en su] poder, que bien [sa-
En aquel tiempo era venido en la corte bía e]lla que aquel que (era venidlo a la
un cavallero, el cual era ferido de una batalla que [non era don] Tristán. E
lancada e venía] a la reina [que lo gua- mientra [se] iva al charco encon[tró un]
resci]ese. E aquel [cavallero avía] nonbre ruano que anda[va a caca], que la [reco-
Sa[gramor e demandó que] por cuál ra- nosció que] la re[ina era] ella [e díxole]:
zón [eran todos tristes e] contaron [cómo -¡Por Dios, señora!, ¡[que] non vos
Palo]mades [levava la reina.] Lue[go echedes [en ese m]al lugar, ¿qué es [de
dixo:] vos]?, ¿cómo sodes aquí?
-Id [al palacio e ved s]i ay al[unt ca- [E] ella le contó toda [la razón] punto
vallero] que tome [armas para ir en pos por punto, que [non le m]intió nada, e
de Palomades] [...] dixo [cómo se quería afogar en el charco
[El escudero dixo a su señor]: antes que ninguno la hoviese, salvo el
-¿Cómo?, ¿tan aborrido [sodes que rey su señor]. [...] (fragmentos 5, 6Vb, 8,
vos] queredes meter a peQigro de 40 y 46).
mulerte que aún vos [non sodes] sano.
-¡Para la mi fe!, -dix[o Sagramor]-,
más quiero morir qu[e non vivir] entre
los covardes [cavalleros] de Cornualla,
3. Muerte de Tristán
que no[n osan delfender a su señora [de
un solo] cavallero. t a m b i é n avía el rey miedo que la
retina se echase de la torre ayuso
E luego [el cavallero] salió de la corte
de dolor de Tristán; e dixo entre sí mes-
[e andudo] tanto fasta que [vido al
mo que la muerte de Tristán le sería a él
cava]llero que levava a l[a reina; e] lla-
mólo e díxolle]: grant daño, e dixo a Alderete:
-[Cavallero], ¡esperad!, que conba- -¡Maldicha sea la ora que yo tomé el
ti[rvos conlviene o dexad la [reina que] tu consejo, que yo seré denostado por
levades falsamente]. todo el mundo por la muerte de Tristán!
[E Palo]mades se tornó (en su] cavallo E cuando las nuevas vinieron que
e dixo: Tristán non podía escapar más de tres
-La [reina non la] podedes ir sin días, e cuando la reina lo sopo, ella co-
batallla]. mencé a fazer un muy grant duelo; e
[E voüvióse el uno contra [el otro e] Brangel le dixo:
diéronse tan granfdes golpes] que amos -¡Ay, señora!, ¿qué faredes vos, que
cayeron; [e al] caer que Sagramor [re- los vuestros gozos mueren?
ben]tóle la ferida que [traía e] rebentóle E cuando ella oyó estas palabras ron-
la sangre; [mas tanto] era de buen ca- pióse un paño de oro que tenía en la ca-
valüero que non lo sintió; antes se le- beca e fazía tan gran duelo que todo
vantó en pie con gran ardimento e pu- omne que lo oyese avía grant piadat, e
sieron mano a las espadas, e diéronse] cuidávanse que luego en aquella ora
grandes goltpes que] el fuego salía muy murié la reina por amor de don Tristán,
[alto. E] Palomades cuidava [que er]a e dezían que non podía ella bevir sin
Tristán por los gran[des goíjpes que le don Tristán.
470 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

E [cuando don Tristán vido que le lle- [cor]tesía, si a vos plaze: que quera[de]s
gaba la mujerte, él fizo llamar su amigo que la reina Iseo venga [a verme], que la
Sagramor, e rog[óle] que le troxiese allí a vea antes que yo mu[era] e que ella sea
su tío [el] rey Mares: a mi fin.
—E dezilde que íyoí lo quiero ver an- [E] dixo el rey Mares:
tes que mfuelra, que yo sé que él non es -Sobrifno, yo faré aquello que vos
t[an] alegre de mi muerte como [lo es] Al- quisierdes.]
derete. [E mandó que la reina veniese luego.
E Sagramor dix[o que] él faría todo su Los cavalleros truxeron el mensaje a la
mandado; e [caval]gó cavalgó, e fuese reina, e vino con ellos luego e venia
para el [rey] e díxole llorando que falziendo muy grant duelo a maravilla,
Tris[tán] le rogava que lo fuese a [ver], con muchas dueñas e donzellas. E allá
que Tristán lo llama va. E [él] comencó fue delante de Tristán; e luego que ella
fuertemente a llofrar] e dezía: lo vido, se amortesció en mano de dos
-¡Ay, mesquino e cat[ivo]!, e ¡cómo he onrados cavalleros, e estudo así mucho,
muerto el mefjor] e el más cortés cava- que non pudo fablar. E ella non rogava
llero e que he fecho mal a mí mesmo [e] a Dios otras cosas sinon que le diese la •
a toda Cornualla! E ¡maldifcho] sea Alde- muerte luego, porque ella muriese con
ret, que primeramfente] me consejó esto su señor. E cuando don Tristán vido a la
que lo fizfiese]! reina Iseo, que tanto amava, él se quiso
E luego el Rey Mares soviose en su enderecar en el lecho, mas non pudo, e
cavallo e levó consfigo] tanta de gente dixo:
que él pudtiese] ser seguro al castillo de -Señora, vos seades muy bienvenida.
[Sag]ramor. E cuando el rey llfegó] al cas- Mas vos sodes agora venida muy tarde;
tillo de Sagramor, de[sca]valgó e fuese mas la vuestra venida non me puede va-
para la cama[ra donde yazía don Tristán. ler desde oy. Sabed, señora, que a la fin
E cuando el rey lo vido así desfigurado, es venido Tristán el bueno e el leal amigo.
uvo gran piadat d'él; e como don] Tristán E cuando ella oyó aquestas palabras,
vido venir [al] rey Mares, él se quiso a pocas que non morió. E ella comencó
le[va]ntar o posar en el lecho, [m]as non de llorar e de sospirar muy fuerte a ma-
pudo, e dixo: ravilla, de grant dolor que avía, e díxole:
-Tío [se]ñor, vos seades bienvenido] -¡Ay, el mi dulce amigo señor don
a la mi muerte, que vos [ta]nto avedes Tristán!, ¿sodes vos aquel que [a morir]
deseado, e [ag]ora avedes conplido vues- vos conviene?
tros [déselos; mas yo vos digo que [tien- -A la mi fe, señora, -dixo don Tris-
po] verná que vos querríades [av]er per- tán-, yo soy aquel que a morir me con-
dido la meitad [del] vuestro reino que yo viene, que non puedo escapar en ningu-
fuese [bíjvo. Mas de oy más non [se] na guisa, que non puedo escapar.
puede ál fazer. E don Tristán comencó de sospirar, e
E cuando [Tri]stán ovo dicho esto, el paróse mientes a sí mismo ante todos e
[re]y Mares comencó a llorar [por] aque- dixo:
llo que Tristán le avía [diicho. E don Tris- -La mí señora Iseo, que me catades,
tán le dixo: que yo só Tristán, el vuestro leal cavalle-
-[Señor], non Uoredes, que yo veo ro. ¡Catadme, señora! ¿Son aquestos los
[qu]e vuestro gozo viene; e de {m]uy cabellos de Tristán que vos solíades ca-
grant gozo e grant [ale]gría Horades. Mas tar?, ¡ay, señora!, ¿es aqueste el cuerpo
yo vos [ru]ego que me fagades una de Tristán que solía ser?, ¿e son aquestos
TRISTÁN CASTELLANO 471

los ojos de Tristán que vos solíades ca- aquellos que ai estavan comen[caron] de
tar? llorar; e non le pudieron hablar dende a
E cuando la reina oyó aquestas pala- una grant pieca.
bras, cayó en tierra amortecida, luego la A cabo de una grant pieca, dixo don
levantaron dos cavalleros, e dixo don Tristán entre sí mesmo:
Tristán: -Tristán, [ago]ra eres venido a la
—¡Ay dulce señora, que no he fuerca! muerte, [e as] fallado quien te derrueque
E dixo: [a tierra], la cual cosa tú non podíías]
-¡Ay mesquino cavallero!, ¡cómo fue creer que así avía de [venir] nin pensava
doloroso golpe aqueste que a mí fue que tan buen [cava]llero avía en el mun-
dado a muy grant traición que {grantl do- do co[mo t]ú eras.
lor tjengol! E luego comencó [a de]zir:
E non [quedava] todo el día [de Uo]rar; -¡Ay, señora Iseo, fermo[sa e] dulce
e la reina [púsole muchos enplalstos [e amiga!, agora ¿vos [qué] faredes que yo
medezinas, enpero todo non valía nada, muero?
ya que la] poncoña [le entrava dentro del [E alpenas podía fablar. E a[sí fa]zían
colracón, que era [ya medio mulerto. E todos los cavalle[ros e] todos los que ai
todos [fazían duelo porque a don Tlristán estavan. [E don] Tristán comencó a fazer
[se le apocava el bivir]. [muy] grant llanto por las cavaülerías
E otro día de mañana don Tristán se que] tenían a dexar [e dixo en altas] bo-
esforcó de fablar fuertementte por] la zes:
muerte que se le Ue[gava], e dixo: -¡Don Palo[mades!, ¡agora quedalrán
-¡Ay, dulce señora!, [¡e cómo s]ó ve- nuestras armtas e] nuestras cavallerías,
nido a los postrime[ros dí]as, que oy en que nun[ca] daredes golpes a Tristán [ni
aqueste día [me conMene a morir. Tríjstán a vos, que ya la mu[erte l]o par-
E di[xo a los] que estavan enderredor te. ¡Ay, Dinadán!, [¡fenecido es] ora nues-
[en alta] voz: tro solaz e nuestra con[pañía] e nuestra
—¡Ay, Dios mi señor!, [¡valedme,] que cavallería, que yo [estoy] agora peor que
mi fin se allega! non vos [pensades nin podríades en nin-
[E luego] comencó el dueüo tan guna manera creer!]
gralnde que nunca [fue su par]. E non [E dixo:]
avía allí ca[vallero] nin dueña que se pu- -[¡Ay, mi Dios!, y ¡cómo mue]ra sin
dietse tener] de llorar. E el due{lo turó) batalla de cavallero!; ¡ay, cavalleros an-
grant pieca, e [don Tri]stán llamó a Sa- dantes!, ¡cómo só triste porque yo mue-
gramor e [díxlole: ro sin batalla de cavallero, porque yo
-El mi buten amigo, [ruégovlos que muero en el lecho!
me traigades [el mi esculdo e mi espada, E luego se bolvió contra Sagramor, su
que la [vea an]tes que muera. amigo, e díxole:
E Sag[ramor] gela troxo delante e -Yo vos ruego que me saludedes mu-
[Tristán] le rogó que la sacase [el espalda cho a mi amigo don Lancarote, e a estos
de la vaina. E él [sacógela] e púsogela en dos que a vos nonbré cuando los vier-
la [mano, e Tristán la tomó e la cató, e des. E aun vos ruego como amigo que,
dezía sospirando]: pues non puedo enpresentar el mi cuer-
[-¡Ay, la mi buena espada!, e ¡cómo po a la corte del rey Artur nin a los ca-
me es tan grave de vos dexar tan aína!] valleros de la Tabla Redonda, que vos de
[E tomóla Sagramor e tornóla a la vai- la mi parte que me los saludedes a to-
na; e Tristán] comencó a llorar e todos dos; e vos ruego que vos de la mi parte
472 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

le enpresentedes el mi escudo e la mi E dixo ella:


espada en remenbranca de mí, por tales -{¡Ay), amigo!, si alguna persona
que se les mienbre de mí cuando lo vie- [de]vía morir por dolor de aimor), yo de-
ren, así como lo he yo amado de buen vía morir, por que v[os] ruego, señor
coracón, e como le yo busco de mi par- Dios, que me [de]des la muerte que non
te toda onra a la Tabla Redonda; e se les [deseo] yo ál.
mienbre de mí. -¡Ay, señora!, -dixo d[on Trijstán-,
E cuando [Tristán uvo dicho esto, co- pues ¿queredes vos morir [co]migo?
mencé) de sospirar e dixo:] E la retina] dixo s[ospi]rando:
-[¡Ay, amigo Sagramor!, allegadme] la -¡Ay, [el mi] dulce amíigo!, yo) querría
espada, así que la yo pueda besar. de voluntad tanto [que] lo yo non puedo
E Sagramor gela puso en la mano e él dezir.
la besó e la abracó e dixo: E [don] Tristán demandó confesfión
-¡Mucho me duelo porque vos dexo de] sus pecados con grant [repentümíen-
en tal manera! to e contricifón; e] el arcobispo lo absol-
E luego las abracó e las besó mucho vió [e luego recibió el cuerpo de Dios
otra vegada, e dixo: muy devotamente]" [...] (fragmentos 34,
-Sagramor, tornárvoslas he, e ruégo- 35 y 36).
vos que las levedes a la corte del buen
rey Artur, e que las pongades en tal lu-
gar que todas las gentes la puedan ver, 4. Lanzarote y otros caballeros
que tal las podrá ver que en tienpo non de la Mesa Redonda llegan a Tíntoü
me avrá visto e luego se les menbrará de para vengar la muerte de Tristán
mí. E acomiéndovos a Dios que vos
guarde! [...] í A 1 tiempo} q u e las ¡nuevas] fueron
Luego bolvió contra su tío el rey Ma- \jt\. al {reino de) Leonís, [***] de
res e díxole: como don [***] aquellos des[***]ant de los
-Tío, ¿qué vos semeja de mí?, ¿só yo [***]to que non, [***] que mu[***]vallero
aquel Tristán que vos solíades querer a[**s] su señora [***]ra e dize [***]s grandes
bien? Cierto, non só yo aquel que vos so- [***]is [***] don Tristán [***] sobre el rey
líades tanto bien querer e amar; mas de [***]taron rey [***] lan e reina [***]in fue
oy más podedes estar seguro que todas sa[***]ada la huefste cajyeron sobre [***]
las bat[alla]s he vencido, mas [vos avedes (Tin)toíl; e cuando [***] {ajquellas
vencido a mí; enpero que vos perdono.] nue{vas)[***]uda de gosf*'*] con todos {los
[E luego se] bolvió Tristán contra la cavalleros) de la Tabla {Redonda fizijeron
retina] Iseo e díxole: su ba {talla contra el rey) Mares de {Cor-
-Señora, [yo] agora só venido a pun- nualla con toda) su cavallería {e venjcié-
to {que} deva morir. Sabed que yo s[ó ronlos e prendieron al rey Mares e Alde-
conjbatido con la muerte tan[to colmo he ret; e don Lancarote quiso matar al rey
podido, e de oy má[s a] m'é vencido. E Mares, salvo porque le pidió merced e le
agora vos, [¿qué] faredes?... mas ¡si pu- juró qu'él que fuera pesante por la muer-
dier s[er] que vos fuésedes con Trisltán), te de don Tristán e non quisiera aver fe-
d'esto sería yo muy plaz(ente}ro! cho lo que fizo por otro tal reino como
E la dueña dixo: el suyo. E don Lancarote veyendo que
-Trist[án], yo querría morir conbusco, era coronado e que se le desculpava e
[así] que nuestras almas fuesen afmas] arrepentíase de la muerte de don Tristán,
aun lugar. ovo d'él piadat que non muriese; e a Al-
TRISTAN CASTELLANO 473

derete que le fizo buscar la muerte, fizó- naolcon las velas negras, (preguntó) que
lo quemar como falso e alevoso; e fizie- de quién (eral o dónde venía, e (díxo)le
ron grant daño en todo el reino e muy en cómo era Quefdín el su) hermano,
grant destruimiento. E qu'el rey Mares se que venía sin su señor don Tristán; e
falló muy culpante por la muerte de don ella conosció luego que era muerto e
Tristán e le pesava mucho e desde allí luego se fue echar en el lecho de sota
quedó en cuita e en dolor, e su reino en de la nao con grant dolor que avía. E
trebuto. [...] Quedín cuando sopo que allí estava su
Cuenta el libro que Quedín se tornó hermana, entró dentro e fallóla muy
en Leonís con Gorvalán e con (su triste, e contóle en cómo era muerto
huleste, e Langarote eso meismo, e quel don Tristán su marido; e tamaño tomó
Quedín fizo fazer una {naol que fuese el pesar que luego le rebentó el coracón
a su tierra que {era la Pjequeña Bretaña, en el cuerpo e murió luego; e cuando
e fizo {ponerl velas negras, e (enco- Quedín su hermano la vido así morir,
menldó a Dios a Gorvalán je a Blrangel fue muy triste e salió con grant dolor a
e a todos, e (quísose mleter en su nao tierra a su padre el rey; e el rey e sus
para se (ir a la) Pequeña Bretaña; e cavalleros fueron muy tristes por la
anfdudo tanínto por la mar fasta (que muerte de don Tristán e de Iseo de las
Ulegó a la Pequeña Bretalña; e en} lle- Blancas Manos, su muger. E el rey fizo
gando al puerto, (vido alí una (nao| en enterrar a su fija onradamente e fizieron
la cual (estava) Iseo de las Blancas muy gran duelo e grant llanto por Iseo
Ma(nos, la sulhermana, que se quería de las Blancas Manos; e por don Tristán
[***] donde para se ir a [***] do don Tris- de Leonís fizo el rey escrevir en la se-
tán pensó [***] (quel estava en el reino pultura de su fija letras entalladas que
de (Leonís. El luego que ella vido (la dezían: Aquí [...] (fragmentos 37 y 38).

VI TRISTÁN DE LEONÍS
b. Cuento de Tristán de Leonís
(siglo xv)

por
José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIO

[1] Biblioteca Apostólica Vaticana: ms. latino 6428 [—»]

BIBLIOGRAFÍA: Sharrer: n° Ad5. EDICIONES: George Tyler Northup (ed.), Chicago, Univ. of Chi-
cago Press, 1928 Ivy Corfis (ed.), Edition and Concórdame of the Vatkan Manuscript 6428 of the "Cuento
de Tristán de Leonís", Madison, The Hispanic Seminary of Medieval Studies, 1985 (microficha: re-
producido en ADMYTE 0, 1994). ESTUDIOS: Alvar (1991), Faccon (1996), Gómez Redondo (1999:
1513-1523) y Rubio Pacho (1996).
474 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

TEXTOS

1. Combate caballeresco e n de- -E yo digo, -dixo Meliagans-, que ella


fensa de la hermosura de dos damas: será su servienta de mi señora. Pero nos
la reina Ginebra y la Reina de Hun- non somos aquí en logar para fazer ba-
gría talla, mas decendamos de la montaña e
yo vos mostraré, si puedo, cuál es la más
gentil de las dueñas.
E n e n e s t o comencó el día de escla-
recer, e Meliagans cavalgó en su
cavallo e fue su camino por la alta mon-
E de aquesto se acordaron amos, fas-
ta que fueron en el llano de la floresta.
taña. E el Amorante eso mesmo fizo, e En esto dixo el Amorante:
fuese enpós d'él. E desque el día fue ya -Cavallero, doy mas vos digo yo que
bien claro, el Amorante lo alcancé, e vos guardedes de mí, ca yo vos desafío
dixo: de la muerte.
-¡Cavallero, Dios vos dé buenos días! E luego dexaron correr los cavallos,
A mí parece que vos oí anoche dezir que el uno contra el otro, e fuéronse ferir
vos amávades la más alta y más fermosa ansí reziamente que los cavalleros e los
dueña del mundo, e yo vos pido por cor- cavallos fueron a tierra juntos. Mas los
tesía que vos me digades quién es ella cavalleros eran amos valientes e podero-
que tanto es loada de vos. sos, e posieron mano a las espadas e co-
-¡Señor, -dixo Meliagans-, vos seades mencaron su batalla aperament. E sabed
bien venido! E a mí parece agora que que era buen cavallero ardit el Amoran-
vos oistes mi dolor, e non me plaze pun- te, mas él no podía durar contra Melia-
to d'ello; pero bien creo que vos soes ca- gans, que feria e majava sobre él rezia-
vallero andante ansí bien como yo; e por mente. Mas como ellos se conbatían así
esto, pues vos queredes saber mi fecho, malamente, al segundo conbate acaeció
yo vos digo que mi señora es noble e por allí Brandolís, fijo del Rey de Lon-
fermosa e gentil más que otra que yo cha, e con él venía Lancarote del Lago,
sepa en el mundo. E sabed, señor cava- un buen cavallero. E como Brandolís vio
llero, que ella es la reina Genebla, que los dos cavalleros conbatir ansí mala-
bien creo que vos la conocedes. mente, él ovo piadat e mandóles que
-Certas, -dixo el Amorante-, bien es dexasen la batalla, e rogándoles muy
fermosa, mas quien bien quisiese catar cortésmente. Mas ellos no quisieron fa-
por el mundo, fallará de más fermosas e zer su ruego, mas antes se conbatían
más corteses, aún digo yo que la Señora muy cruelmene. En esto se fizo Lancaro-
de Ungría es más fermosa que ella non es. te adelante e dixo:
E mucho fue irado Meliagans de -Señores, dexad agora esta batalla e,
aquestos dichos e dixo: si Dios me vala, vos devíades ser más
-¡Sí Dios me salve, cavallero! Si vos tal corteses, cuando cavallero vos ruega
racón querés mantener, yo vos digo que ansí cortésmente e vos non querés fazer
yo vos faré desdezir. su ruego. Agora, si vos plaze, dexad esta
-E yo non sé que vos farés, -dixo el batalla; e si non vos plaze, conviene que
Amorante-, mas yo digo aquello que la batalla quede.
dixe, que la Señora de Ungría es más fer- E Meliagans conoció luego que éste
mosa e más cortés que la reina Genebla. era Lancarote, e dixo:
CUENTO DE T R I S T Á N DE LEONÍS 475

-¿Cómo queredes vos que esta batalla 2. Tristán tiene que guardar el
quede? Ca dize este cavallero que la Rei- paso de Tintaíol por orden de su tío,
na de Ungría es más cortés e más fer- el rey Mares
mosa que non es la reina Genebla.
E sobre esto tomó esta batalla e dixo
que ninguno non faría paz entre él e mí E n p e r o u n día llamó a la reina e a
Tristán e a una parte, e comencó el
rey de fablar con Tristán allí delante la
e que la batalla convenía que non ovie-
se fin fasta la muerte. E en este punto reina, e dixo:
fizo Lancarote, con grand ira que ovo, -Sobrino, yo oí fablar de las altas cava-
una grant descortesía; e él se tornó con- Herías que vos fezistes por el mundo e fa-
tra el Amorante con grand ira, su espada zedes oy día eso mesmo, e sé una parte
d'ello. E agora sabed que yo quiero, por
en la mano, e dixo él:
vuestro honor, vedar esta puente de Tin-
-Amorante, non es ésta la primera ve-
taíol e que ninguno non pase sin batalla o
gada que tú dexiste tales palabras como que se ponga en prisión. E pues Dios tan-
éstas; mas un día devías tú venir al pun- ta honor e precio vos quiso dar, bien es
to. E agora guárdate de mí, e de Melia- que este regno aya su parte por vos.
gans no te guaredes, ca non te dará más E Tristán entendió bien la razón por
golpes. que el rey lo fazía, enpero dixo que él
En esto aleó la espada e diole hun faría aquello que él pudiese por su ho-
golpe que le fizo encunar la cabeca con- nor del rey e del regno.
tra tierra. E este golpe pareció muy mal -Pues agora, -dixo el rey-, sabed que
a Brandolís, e fizóse adelante e dixo a por vuestro honor e por veer alguna
Lancarote que ésto non era fecho de alto cosa de la vuestra cavallería, yo quiero
cavallero como él era e que le podría ser vedar el paso de Tintaíol e que por allí
retraído en la corte del rey, mas que él le non pase cavallero sin conbatirse con-
rogava que non fuese más contra él. vusco; e allí estaremos la reina y yo e
-Certas, -dixo Langarote-, yo non sé toda nuestra corte. E así podremos veer
que averna, mas si yo sé que d'este día las vuestras cavallerías o alguna cosa d'e-
en adelante el Amorant dize tales pala- Uas. E sabed, sobrino, que yo lo deseo
mucho ver.
bras, yo no le dé la muerte; mas, señor
Brandolís, esta vegada yo le perdono por -Señor, -dixo Tristán-, las mis cavalle-
amor de vos. rías son asaz pequeñas, mas enpero de
mi poder yo cunpliré vuestro manda-
E el Amorante juró que jamás non de-
miento.
ría tales palabras, e ansí los posieron en
El rey mandó luego levar las tiendas
paz. El Amorante y Meliagans quedaron a la puente de Tintaíol para él e para la
allí por folgar, e Brandolís e Lancarote reina, e mandó allí cerca de las tiendas
fueron su camino por la floresta. E a poner una canpana que tañiesen, por
poco de tienpo los dos cavalleros se le- cada cavallero que por allí pasase, una
vantaron e fueron su camino, el uno por vez. E así fue todo fecho como el rey lo
una parte, el otro por la otra. mandó. E cuando el rey sopo que las
Mas agora dexaremos los dos cava- tiendas eran arrivadas e la canpana e
lleros estar, e tornaremos a Tristán. (ff. todo según que lo él avía mandado, él se
70v-72r). partió de Tintaíol, la cibdat, con toda la
corte, e fuéronse al Paso de Tintaíol, e
allí mandó que estoviesen las guardas e,
476 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

cuando viniese algún cavallero, que lue- mejo non ovo tanto poder nin tanta fuer-
go tañiesen la canpana una vez. E así es- ca que pudiese durar los grandes golpes
tuvieron cinco días que por allí pasasse de Tristán, que así feria e majava sobre
ningún cavallero. él, e dixo:
E a cabo de los cinco días que el rey -Señor, a mí paresce que yo veo ago-
e la corte estavan al paso, vino por allí el ra una maravilla, ca yo non vi jamás en
buen cavallero que dezían Argemós. E Cornualla cavallero conbatir así malamen-
aquel que guardava tañó una vez la can- te como vos fazedes e a mí paresce que
pana así como le era mandado. E Tristán vos querés dar fin a esta batalla. Pero esto
cavalgó luego e fuese a la puente e vio non se deve fazer, ca yo creo que nos
el cavallero que quería pasar, e dixo: non somos enemigos mortalles; e por
-Cavallero, detenetvos un poco, ca esto yo vos ruego que vos me digades
vos non podes pasar sin batalla. vuestro nonbre e yo dezirvos he el mío.
El cavallero fue mucho maravillado, E sabed que el Cavallero Bermejo era
enpero sin más dezir baxó su lanca e muy buen cavallero e sabía mucho del
fuese contra Tristán e él contra él otrosí, esgrima, mas él fue en tal manera es-
e feriáronse muy reziamente, enpero Ar- pantado de los grandes golpes que rece-
gemós cayó en tierra del cavallo; e Tris- bía que él no fazía salvo rogar a Dios
tán lo tomó por la mano muy cortes- que le perdonase sus pecados. E en esto
mente e dixo: dixo Tristán:
-Señor, si vos plaze, vos vernés a mi
-Agora sabed que vos conviene que
señor el rey.
me digades vuestro nonbre.
E el rey lo mandó poner en prisión. E
-Certas,- dixo el cavallero-, a mí lla-
este día mesmo, a cabo de grand pieca,
man el Cavallero Bermejo, si le oístes de-
vino por allí el Cavallero Bermejo. E la
zir. E yo vos ruego que me querades per-
guarda tañió otra vez la canpana, e lue-
go salió Tristán de la tienda, e fuese a la donar e que yo non muera oy en esta
puente, e dixo: manera.
-Cavallero, vos no pasares por aquí sin -Yo vos digo, -dixo Tristán-, que vos
batalla, o vos vernés a entrar en prisión. non morrades, ca nos non avernos caso
El cavallero fue todo irado, e dixo: nin razón por que devamos morir, el uno
-Pues vos batalla demandades, sabed nin el otro; mas vos iredes ante el rey e
que d'esta non vos falliré yo, mas en vos pornedes en SLI prisión, fasta que a
vuestra prisión vos digo que non entraré él plega de vos sacar.
yo. E vos catat otro a quien amanazedes El cavallero estava mucho irado, e
con palavras, ca yo poco precio los dixo en sospirando:
vuestros dichos nin de los cavalleros de ~¿E quién sodes vos que me manda-
Cornualla. des poner en prisión del rey?
Tristán firió el cavallo de las espue- -Saved, -dixo -el-, que a mí llaman
llas, e el cavallero otro tal fizo, e vinie- Tristán.
ron así reziamente que ellos e sus cava- E como el cavallero entendió estas
llos cayeron en tierra. Mas ellos se palabras, él dio una boz un poco alta e
levantaron mucho aína, e posieron mano dixo:
a las espadas, e comencaron de se con- -Señor, vos me avedes errar mala-
batir el uno contra el otro muy áspera- mente contra vos en cuanto yo non vos
mente, en tal manera que amos avían conocía. E sabed que, si yo entendiera
bien que fazer; enpero el Cavallero Ber- que vos erades Tristán, que yo mesmo
CUENTO DE TRISTÁN DE LEONÍS 477

sin otra langa me pusiera en prisión o en non pueden ál ser sino bondat e precio
otra parte a dó vos mandáredes. e grandes fechos; e do son los mallos, se
Tristán le dava muchas gracias del falla toda maldat e toda desealtat e villa-
onor que le fazía, e él se fue luego al nía. Mas, señora, mi señor Langarote se
rey, e el rey lo mandó poner en prisión vos enbia encomendar así.
con el otro, e mandólos servir muy bien. -Señor, -dixo la reina-, ¿e cómo está
En ante de grand pieca, después que don Lancarote con el rey? Yo vos ruego
el Cavallero Bermejo fue puesto en pri- que me lo digades.
sión, acaesció que vinieron por allí dos -Señora, -dixo Tristán-, Lancarote es
cavalleros parientes de Lancarote, e más amado del rey que ningún otro ca-
amos así fueron puestos en prisión. E vallero, e non es maravilla, ca por cierto
después vieron venir a Galván, el leal so- él es flor de todos los otros de su corte.
brino del rey Artús. E el que guardava ta- E así estovieron aquella noche en
ñió la canpana una vez según solía fazer. grand solaz, fablando e tomando mucho
E Tristán salió de la tienda, e vínose a la plazer. E la reina demandó a Tristán
puente e dixo: cómo estava la reina Genebra. Él dixo
-Cavallero, sabed que vos non pode- que él non la avía vido.
des pasar por aquí sin batalla, salvo si E otro día, cuando se levantaron de
vos ponedes en la prisión. comer, Tristán e la reina se entraron al
Galván fue todo maravillado qué vergel, e comencaron de fablar el uno e
cosa era ésta que agora nuevamente ve- el otro de sus fechos; e en esto dixo Tris-
nía en el regno de Cornualla, e dixo: tán:
-Certas, cavallero, yo vos digo que en -Señora, yo non vos lo celaría punto,
la prisión yo no quiero entrar. E sabed ca yo non podría. Sabed que el rey man-
agora que ante quiero yo conbatirme dó apregonar un torneo en su corte que
convusco que non entrar en prisión. deve ser de aquí a veinte días, e yo que-
E luego baxó su lanca e vínose con- ría que vos e yo fuésemos ai.
tra Tristán. Amos eran de grand fuerca e Sabed que d'esto fue la reina muy
poderosos cavalleros, e d'este encuentro alegre e dixo:
Galván cayó en tierra mal ferido. Tristán -Señor, pues yo vos digo que yo que-
descendió luego del cavallo e vino con- ría más ir en esa tierra de Camalot que
tra él con la espada en alto por lo ferir. en ninguna otra parte, e yo vos ruego
(ff. 88r-89v). que vos me levedes convusco.
E así acordaron amos de ir al torneo.
E luego mandó Tristán aparejar todas sus
3. Tristán lleva a la r e i n a Gine- cosas, segund que menester le fazían
bra a un torneo para en torneo.
E cuando el tienpo fue acercado para

E c o m o SOpO la reina que Tristán


era venido e que era ya en el bur-
go, ella salió del palacio muy alegre, ca
ir al torneo, Tristán e la reina se posieron
al camino contra Camalot; ellos e su
conpaña, muy bien guarnidos de todas
fuera a lo recebir e dixo: cosas, e andovieron por sus jornadas fas-
-El mi señor, ¿e qué nuevas me dezi- ta que fueron arribados cerca del torneo
des del torneo? cuanto una legua, e allí mandó Tristán
-Señora, -dixo Tristán-, las nuevas son poner su tienda que era asaz rica e fer-
asaz buenas, ca a do son tales e tan bue- mosa, e cerca de la tienda fizo poner una
nos cavalleros, como son en Camalote, canpana. E la cosa porque posava tan
478 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

lueñe del torneo era por la grant fermo- -¿Non?, -dixo el rey-, pues yo sé muy
sura de un pino qué estava allí cerca jun- bien su tienda e ruégovos que vayamos
to con su tienda, e otrosí por una fuente allá vos e yo, e non quiero que otra con-
muy rica e fermosa, e más porque los ca- pañía vaya connusco.
valleros de la corte non lo conociesen. E -Señor, -dixo Lancarote-, sofritvos tan
así estovieron allí fasta el día que el tor- solamente fasta la mañana, e verdes me-
neo fue comencado. jor los fechos del cavallero cuáles son. E
Cuando el día del torneo fue venido, yo vos digo ciertamente que él es aquel
el rey mandó tañer las tronpetas e que que el otro día venció el torneo.
todos los cavalleros comencasen el tor- Así estovieron aquella noche, e otro
neo, e que feziesen de armas segund día mandó el rey que todos los cavalle-
que avían acostunbrado. E sabed que al- ros feziesen de armas según solían. El
tamente fue bastido el torneo de nobles torneo fue comencado muy ricamente, e
cavalleros de espada e de lanca. Ellos este día andava el cavallero Galván muy
comencaron el torneo tan ricamente e ta- áspero e follón en la priesa de los cava-
lles fechos de armas fazían los unos e los lleros; e bien mostrava él en aquel tor-
otros que non ha omne que los viese neo grand parte de la su fuerca, ca por
que non dixese que allí estava la flor de cierto en aquel punto non avía " cavalle-
la cavallería del mundo e la nobleza. ro que tanto feziese de huna espada
Tristán estava mirando fuera del torneo como era don Galván. E como Tristán
por ver quién fazía mejor de armas de vio que todos los cavalleros le davan
los que torneavan, e vio que todos an- placa por do él venía, bien entendió que
davan mesclados, en manera que él no él avía lo mejor en el torneo. E en esto
podía devisar quién avía lo mejor. E en ferió su cavallo de las espuellas e fuese
esto firió su cavallo de las espuellas, e contra él, e firiólo de la espada tan re-
comencó de ferir en la mésela de los ca- ziamente quel' fizo baxar la eabeca fasta
valleros así ásperamente que a poca de las servizes del cavallo. E luego se tornó
ora non quedó ninguno en la placa por a los otros e comencó de ferir en ellos a
do él anda va. Mas ante le dieron todos el una parte e a otra así ásperamente que
camino e comencávanlo a mirar, maravi- grand maravilla era de lo veer. E fizo tan-
llándose todos quién podría él ser. E to en poca de ora que en la placa non
como él vio que en el torneo non avía fincó cavallero, ante comencaron todos
cavallero que de armas feziese cosa nin- de mirar. El rey, como vio que todos los
guna, e todos estavan así mirando, el fue cavalleros se salían del torneo, fue mu-
mucho maravillado e salióse de allí lo cho maravillado; e tornóse contra Lanca-
más celladamente que él pudo contra su rote e dixo:
tienda. E el rey non olvida va el torneo
-¿E non vedes el abaxamiento que
nin la razón por que era bastido, ante vio
este día vino en Camelote, que por un
bien cómo Tristán se partió e contra cuál
solo cavallero todos cuantos " son dexa-
parte era ido. E en esto se tornó contra
ron el torneo e así fuyen delante d'él
Lancarote e dixo:
como ovejas delante el lobo?
-¿Avedes vos visto el cavallero que -Señor, -dixo Lancarote-, non lo aya-
tan aína nos tiró nuestro solaz en este des a maravilla, ca yo vos juro que por
torneo? la mi fe que, si él es aquel que yo pien-
-Señor, -dixo Lancarote-, yo lo vi bien, so, que non es maravilla si los cavalleros
mas non sé contra cuál parte él es ido. fuyan de dellante.
CUENTO DE TRISTÁN DE LEONÍS 479

E en esto dixo el rey que él quería ir -Donzella, -dixo Langarote-, sabed que
contra aquella parte que el cavallero era non somos aquí venidos por fazer enojo
ido por saber quién era, ca él lo deseava al cavallero; mas yo vos pido por cortesía
mucho conoscer. que vos le digades que aquí están dos ca-
E luego el rey e Langarote ser partie- valleros que lo quieren ver e fablar con él.
ron de la tienda e veniéronse a la tienda E Brangel entendió bien que éste era
do estava Tristán. Langarote, e dixo:
E cuando Tristán vino del torneo, fa- -Certas, señor, esto faré yo de grado.
lló las tablas puestas, ca ya era cerca de E en esto se fue a la cama a do esta-
medio día, e pasáronse a comer. E des- van Tristán e la reina dormiendo, e dixo:
que ovieron comido, acostáronse a dor- -Señor, levadvos, que sabed que a la
mir luego, en manera que, cuando el rey puerta están dos cavalleros que vos
e Langarote venieron, Tristán e la reina quieren ver e fablar convusco.
ya dormían la siesta. E como los fallaron -¿E quién son los cavalleros?, -dixo
que todos <que> dormían, Langarote co- Tristán.
mencé de saltar alderredor de la tienda. -Señor, -dixo Brangel-, a mí paresce
E como Brangel vio que saltavan ende- que oí dezir que el uno es el rey e el otro
rredor de la tienda, ella salió fuera e Langarote.
dixo: Como Tristán oyó estas palavras, él se
-Señor cavallero, a mí paresce agora levantó muy apriesa e despertó a la rei-
que vos non sodes cortés como yo vi de na, e él vistióse solamente una aljuba de
otros, asaz que vos andades saltando cendal verde, e salió a la puerta a do es-
aquí cerca do duerme otro cavallero que tava el rey e Langarote, e fizóles grand
por ventura valle tanto como vos. E así honor. El rey fue muy alegre cuando vio
Dios me dé bien, que yo creo que vos que éste era Tristán, aquel que él tanto
andades buscando ruido, e bien lo po- deseava ver e lo amava de todo corazón,
dredes fallar. (ff. 107r-108v).

VI TRISTÁN DE LEONIS
c. Tristán de Leonís
(1501)

por
Carlos Alvar y José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIOS

[1] Valladolid, Juan de Burgos, 1501 (12 de febrero) [-»]


[2] Folios de una edición desconocida, entre 1501 y 1511

BIBLIOGRAFÍA: Sharrer: n° Ad7. EDICIÓN: Luzdivina Cuesta Torre (ed.), Alcalá de Henares, Cen-
tro de Estudios Cervantinos, 1999. ESTUDIOS: Alvar (1991), Beltrán (1996), Cuesta (1994 y 1997),
Gómez Redondo (1999). GUIA DE LECTURA: Cuesta (1998).
480 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

[3] Sevilla, Jacobo Cronberger, 1511 (15 de enero)


[4] Sevilla, Juan Várela, 1520 (16 de junio)
[5] Sevilla, Juan Várela, 1525 (24 de julio)
[6] Sevilla, Juan Cronberger, 1528 (4 de novienbre)
[7] Sevilla, Juan Cronberger, 1533 (4 de novienbre)
[8] Sevilla, Dominico de Robertis, 1534

TEXTOS

1. Prohemio rra que se dize ha historia de don Tristán de


heonis, hijo del rey Meliadux, el cual, por sus
grandes virtudes e por ser inclinado más
P o r c u a n t o la memoria es poca e
muy caediza, e la natural humana
por su fragilidad es muy mudable, fue
a honra que a los transitorios plazeres,
passó grandes e diversas e maravillosas
assí ordenado que las razones en que se fortunas, de las cuales todas por su fiel
concluyen los dichos e auctoridades de amor, caridad e lealtad alcanzó con bue-
los sanctos e sabios nuestros predece- na salida, dexando señalada memoria de
ssores, e no menos las historias e enxen- sus grandes hazañas e proezas. E fue la
plos dignos de memoria, fuessen assen- dicha historia por excelencia llevada en
tados por escritura, porque fuessen los el reino de Francia e venida en poder del
por venir sabidores de aquéllos e les generoso e famoso cavallero don Juan
fuessen las tales obras enxenplo para de Cerey, señor de Chumay, el cual, des-
bien bivir e finalmente, camino real para seoso del bien común, la mandó bolver
la salvación de sus almas; otrosí, como en común vulgar francés, porque las in-
sea cosa conoscida que muchas e diver- finitas virtudes del dicho cavallero don
sas escripturas, las cuales nos eran ocul- Tristán de Leonís fuessen a todos mani-
tas e muy caras de alcancar, sean agora fiestas e conocidas. E la trasladó el hon-
a todo el mundo por la ingeniosa e muy rado varón Felipe Camús, licenciado in
frutífera arte del enprenta muy patentes utroque. E como viniesse a noticia de al-
e públicas, e por pequeño precio otor- gunos castellanos discretos e desseosos
gadas; algunos discretos han trabajado el de oír las grandes cavallerías e cosas ha-
bolver de latín en común hablar algunos zañosas d'este cavallero susodicho, pre-
libros, assí de teología e filosofía como guntaron e trabajaron con mucha dili-
de otras ciencias e artes, revelando e pu- gencia por ella, a cuyo ruego e por el
blicando las virtudes e provechosas ope- passatienpo, fue trasladada de francés en
raciones de nuestros antecessores. E, por romance castellano e enprimida con mu-
consiguiente, las historias de los grandes cha diligencia, e puesta de capítulo en
príncipes e animosos e esforzados seño- capítulo su historia, porque fuesse más
res e cavalleros pregonan sus maravillo- frutuosa e aplazible a los lectores e oi-
sas hazañas, dignas de loable memoria, dores" (hoja preliminar).
porque pudiéssemos regir e reglar nues-
tras vidas e apartarnos del vicio, flores-
ciendo en virtudes en enxenplo de aqué- 2. Iseo y Tristán se enamoran
llos; entre las cuales historias fue fallada por un filtro amoroso
una en las crónicas del reino de Inglate-
TRISTÁN DE LEONÍS 481

T A i x o Tristán: guardaldo bien, que ninguno no beva


X_J -Yo vine a vuestra corte por man- d'ello, salvo amos a dos.
dado de mi señor el rey Mares, porque E ella dixo que le plazía de lo hazer
le levase vuestra fija Iseo, que quiere por así. E luego se despidieron los unos de
muger e quiere ser vuestro amigo. Catad los otros. E la reina quedó muy triste
aquí sus cartas. cuando d'ella se partió, e haziendo
El rey tomólas e leyólas, e respondió grand duelo. [...]
a Tristán e dixo: Después que Tristán e Iseo fueron
-Mucho me tengo por honrado si el dentro en la nao, el tienpo les hizo bue-
rey vuestro tío quiere mi fija por muger; no, e alearon velas la vía de Cornualla. E
pero yo querría que vos la tomásedes, e ellos yendo así un día, Tristán e Iseo ju-
me temía por más honrado por ello. gando al axedrez, hazía muy gran siesta,
-Señor, -dixo Tristán-, muchas merce- e no avía entre ellos ningún pensamien-
des; aquesto no haría yo por ninguna to de amor carnal. E ellos avían grand
cosa. Mas ruégovos que me la deis por- sed, e Tristán dixo a Gorvalán que les
que yo la Heve para mi tío el rey Mares, diese a bever; e dixo Gorvalán a Brangel
que yo gela prometí bien e lealmente. que diese a bever a Tristán e a Iseo. E
El rey dixo: ella tenía las llaves del vino e de los le-
-Pues vos gela prometistes, a mí pla- tuarios, e Brangel estava amodorrida de
ze de buenamente que la levéis e que le la mar. E Gorvalán tomó las llaves de la
sea dada por muger por amor de vos. cámara do tenía el vino e el bevraje amo-
E luego el rey fizo ayuntar su corte, e roso, e pensó que era vino, e dio a be-
delante todos diole a Tristán su fija, di- ver a Tristán e a Iseo d'ello, e tornó la
ziendo: redoma en su lugar, e tornó las llaves a
-Tristán, yo vos dó mi fija Iseo en pre- Brangel. E Brangel vínosele en miente
sencia de todos los de mi corte, e dó- del bevraje amoroso, e levantóse e fuese
vosla así como a buen cavallero, e rué- a la cámara, e halló por la vista de las re-
govos que le hagáis buena guarda. domas que les avía dado a bever del be-
vraje; e fue triste e muy cuitada porque
E Tristán la rescibió así; e Iseo besó
tan mala guarda avía fecho en lo que su
las manos al rey e a la reina su madre,
señora la reina le pusiera en guarda. E
que ende estava, e se despidió de toda
comoquier que ella se toviese por culpa-
la corte. E todos ovieron grand plazer e
da e se repentiese, encobriólo, e no qui-
alegría, e loavan a Dios, e dezían:
so dezir cosa, ni dar a entender nada.
-Agora abremos paz con nuestros
enemigos mortales de Cornualla. E luego que Tristán e Iseo ovieron
E luego se acogieron todos en su bevido el bevraje, fueron así enamora-
nao. E la reina dio a su fija Iseo muchas dos el uno del otro que más no podía
joyas, e buenas. E Gorvalán e Brangel, la ser. E dexaron el juego de axedrez, e su-
donzella de Iseo, levavan todas las joyas. biéronse de suso en una cama, e co-
E dio la reina a Brangel un bevraje amo- mencaron de fazer una tal obra que des-
roso, e díxole: pués en su vida no se les olvidó, ni les
-Amiga Brangel, aqueste bevraje da- salió del coracón por miedo de la muer-
réis vos a mi hija e al rey Mares la pri- te ni de otro peligro que les acaescer
mera noche que en uno dormieren; e lo pudiese, por lo cual se vieron en gran-
que quedare, derramaldo en tierra. E des peligros e vergüenzas hasta la muer-
482 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

te. E después que ovieron acabado su dado. Y fueron rescebidos por todos los
voluntad el uno e el otro, tornaron aca- de la cibdad con gran honra e alegría
bar el juego del axedrez, que tenían co- por la venida de Tristán y de Iseo.
mentado, (ff. 24r-v). Y un domingo fizo el rey manda-
miento que todos los cavalleros veniesen
a la corte, porque quería tomar a Iseo por
3. El engaño de la noche de bodasmuger delante todos. E esto fue luego
hecho, e toda la gente de la tierra vino
ende aquel día. E el rey, en presencia de
D ize la istoria que, andando Tristán
al un cabo e al otro navegando todos, tomóla por muger e oyeron missa
por la mar, fue voluntad de Dios que lle- con grand alegría e con juegos. E des-
garon al puerto de Tintoíl. E salió fuera pués, fuéronse para el palacio e tuvieron
Tristán e enbió cuatro cavalleros al rey muy nobles cortes. E cuando vino la no-
Mares porque le contasen las nuevas. El che que el rey havía de dormir con la rei-
rey, cuando esto oyó, fue maravillado, na, Tristán llamó a Gorvalán e díxole:
porque él pensava que fuese muerto e -Amo, vos sabéis bien la manera que
cierto no fue él alegre por su venida; en- es entre mí e Iseo, por que es menester
pero, fizo senblante que le plazía con su que tomemos consejo qu'el rey no lo
venida; e luego mandó pregonar por la sienta.
cibdad que todos saliesen fuera a resce- E Gorvalán dixo:
bir a Tristán e a Iseo la Brunda. E caval- -Esto, mi señor, dexaldo a mí, que yo
gó el rey con toda su cavallería e fuese pondré remedio en ello en manera qu'el
para la mar. E fallaron a Tristán e a Iseo rey no lo sienta.
ya salidos en tierra con toda su conpaña. E contóle cómo lo haría, e en qué
Y Tristán, luego que vio al rey, hincó los manera. Luego Gorvalán fue para Bran-
hinojos delante él e díxole: gel e díxole:
-Señor rey, yo vos trayo a mi señora -Mi buena amiga Brangel, esto que
Iseo, e póngovosla en vuestras manos diré, sea en poridad.
para que sea vuestra legítima muger. E ella dixo:
Él díxo: -Dezid todo aquello que os plazerá.
-¡Mi amado sobrino Tristán, vos seáis E Gorvalán le dixo:
muy bien venido, así como el más leal -Bien sabéis vos la razón que es en-
cavallero del mundo! tre Tristán e Iseo, vuestra señora, por
Y el rey cuando vio a Iseo, la más fer- que es menester que tomemos consejo
mosa que jamás vio, plúgole mucho e sobr'ello porque ellos ni nosotros no
comencóla con grand alegría abracar e ayamos mal. E vos podéis poner reme-
besar. E estudieron aquel día e aquella dio, si quisierdes.
noche haziendo grandes alegrías ribera E Brangel dixo:
de la mar; y luego, al alva del día, ellos -Yo haré toda cosa que torne a honra
se aparejaron e fuéronse para la cibdad. e pro de mi señora Iseo e de Tristán, mi
E Iseo iva muy ricamente ataviada como señor.
convenía a noble donzella, y todos los E Gorvalán le dixo:
que la vían se agradavan mucho d'ella, e -Vos, Brangel, es menester que os
dezían que bendito fuese el Soberano acostéis esta noche con el rey, e abrá
Dios, que tan noble señora les havía vuestra virginidad. E cuando fuere fecho,
TRISTÁN DE LEONÍS 483

Tristán e yo pondremos a la reina en el -¡Por cierto, Tristán es el más leal ca-


lecho, e vos saldréis fuera. E esto hare- vallero del mundo!
mos nos sin lunbre. E fazeros he hazer E Tristán salió de la cámara e el rey
tanto bien e honra que vos seréis alegre. quedó con la reina en su solaz, (ff. 28v-
E daros hemos a bever tal bevraje que 29r).
no podáis aver fruto del rey.
E Brangel le dixo:
-¡Por Dios, Gorvalán, dura cosa me 4. Tristán consigue ser caballe-
paresce fazer tal cosa! Pero yo faré todo ro de la Mesa Redonda
esto por mi señora, por que no caya en
vergüenca.
E cuando vino la noche, el rey se fue D o n Tristán vino a la corte en la
manera como oído havéis, e to-
dos los cavalleros de la Tabla fueron ale-
a su cámara con Tristán, e hallaron a la
reina acostada en la cama, e Brangel es- gres por su venida. E havía gran tienpo
tava debaxo de la cama, desnuda. E no que una silla de la Tabla Redonda que
fue de Morlot de Irlanda estava vacante
quedó otro con el rey sino Tristán. E
desde aquel tienpo que Morlot murió. E
cuando el rey vio a la reina en la cama,
tanbién estavan vacantes otras sillas. E
comencóse de despojar e, mientra él se
muchos cavalleros que se quisieron en
despojava, salió la reina de la cama e en-
ellas asentar, en aquel punto se recela-
tró Brangel. E desque fue despojado, en- van, porque nunca fallavan en ellas el
tró en la cama e Tristán mató las hachas. nonbre del cavallero para quien havían
E el rey dixo que por qué las avía mata- de ser escrito, que así era costunbre de
do, e Tristán dixo: la Tabla Redonda. E cuando algún cava-
-Así es la costunbre de Irlanda; e es llero era llamado a aquella honra por la
gran cortesía, porque la primera noche voluntad de Dios, venía allí un ángel e
son las dueñas vergonzosas de sus mari- escrevía el nonbre del cavallero. E cuan-
dos. E después que han fecho su conpli- do los de la corte lo havían allí traído la
miento, traen la lunbre, por tal que vea silla que para él estava aparejada, si ellos
el marido cómo la ha havido virgen. E yo no fallavan su nonbre escripto por dere-
lo he hecho porque la reina su madre cha aventura, él era rehusado e dezían
me lo rogó por cortesía. Pero, señor, de que no era diño para ella. E d'esta ma-
aquí adelante, hazed aquello que vos nera avía estado la silla de Morlot e otras
plazerá. vazías desde el día que fue muerto fasta
-¡Assí me salve Dios, - dixo el rey -, entonces, que don Tristán vino a la cor-
como aquesta es buena costunbre! te del rey Artur; e por esta razón havía
E luego Tristán salió de la cámara e el ella estado bien diez años e dos meses
rey hizo su talante con Brangel. E des- vacante, e tanto tienpo havía entonces
pués que lo uvo fecho, llamó a Tristán, e que don Tristán era cavallero e que él
matara a Morlot de Irlanda. E la causa de
él vino, e dixo que quería lunbre. E Tris-
donde esta aventura venía, en la Coránica
tán truxo una hacha de cera encendida
del rey Artur da d'ello mucha cuenta;
e, mientra qu'el rey salió de la cama, en-
quien lo quisiere ver por estenso, allí lo
tró Iseo. E entre tanto llegó la lunbre e el
hallará e, porque no hazía a la istoria, no
rey paró mientes a la cama e vio que la se escrivió aquí, salvo lo que a nuestro
avía ávido virgen, e dixo entre sí:
484 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

propósito haze. E es así que cruró aque- aquellos que ponían en escrito las cava-
lla costunbre fasta que Galaz vino, que Herías de los cavalleros de la Tabla Re-
cunplió la Silla Peligrosa; mas dende donda e las aventuras e fechos que ellos
adelante fallesció aquella costunbre; e fazían en el reino de Londres. E el rey
dixeron que enpós de aquel cavallero no tomó juramento a Tristán que dixese ver-
podía venir otro mejor, ni tan bueno ni dad de todas las cavallerías que fasta en-
tan santo. E por esta razón havía estado tonces oviese hecho. E juró Tristán que
aquel tienpo la silla de Morlot vazía diez él dería la verdad de todas sus cavallerí-
años e dos meses, como dicho es, ca me- as, e que otra cosa no dería, sino aque-
jor cavallero que él fasta entonces no llo que havía contecido. Luego Tristán
fiera ende venido. comencó a contar las cavallerías punto
E aquel día que los omnes buenos de por punto que havía fecho después que
la corte del rey Artur ovieron rescebido era cavallero fasta aquel día. E esto con-
en su conpañía a don Tristán e le ovie- tó ante el rey e ante los cavalleros de la
ron otorgado la onra de la Tabla Redon- Tabla Redonda. E cuando él lo uvo todo
da, comencaron de mirar por las sillas, a contado, calló e non dixo más; e cuando
una parte e a otra, por ver si podrían ha- el rey uvo oído aquellas palabras e las
llar letras nuevas en alguna de las sillas. cavallerías de Tristán, él dixo a Lancaro-
E fallaron en la silla que havía sido de te e a Galván, reyéndose:
Morlot el nonbre de Tristán. E ellos fue- -¿Qué os paresce del buen cavallero
ron muy alegres e dixéronle al rey: Tristán? ¿Fizo jamás cavallero en su he-
-Señor, recebido es Tristán en vuestra dad tan grandes fechos e cavallerías de
corte por conpañero de la Tabla Redon- armas como él ha fecho? ¡Así me ayude
da, e la silla de Morlot de Irlanda le es Dios, no pudiera creer que él oviese tan-
otorgada para él, y fallamos y su nonbre to fecho! E bien le puede onbre tener
escrito. por el mejor cavallero del mundo, ca él
E cuando el rey oyó aquello, fue muy lo es sin falta.
alegre, que él lo deseava mucho que E Lancarote dixo:
Tristán fuese conpañero de la Tabla Re- -¡Así me ayude Dios, señor, vos dezís
donda; e fue Lancarote muy alegre, e gran verdad!, que yo mucho lo conozco,
toda la corte. E llevaron a Tristán a lo e ellas son todas verdad, e aún más de
asentar en la silla, así como a los otros lo que á dicho.
cavalleros se acostunbrava. E juró, como E en esta manera fueron sabidas las
los otros lo havían jurado, que al su po- cavallerías de Tristán en la corte del rey
der acrecentase la onra del rey Artur, e Artur, e fueron escritas en el Libro de las
que en tienpo de su vida no fuese con- aventuras, (ff. 74v-75r).
tra la Tabla Redonda, si no fuese por
desconocimiento, o por torneo o justa. E
así fue don Tristán rescebido con mucha 5. Muerte de los enamorados y
onra por todos los de la corte. E aquel descripción de Iseo
día fue la fiesta grande en la corte del
rey Artur, porque Tristán fiera conpañe-
ro de la Tabla Redonda.
E al tercero día, cuando él uvo folga-
E h i z o la sepultura cobrir de unas
muy verdes ondas, en medio de
las cuales fizo poner una pequeña barca
do, el rey Artur mandó venir ante sí sin remos, cuyo mástel quebrado tenía, e
TRISTÁN E LEONÍS 485

la vela acostada, y en ella, un título que e resplandeciente, a manera de un fino


dezía: cristal; la cual no era ni punto arrugada,
mas lisa e de gracioso parecer.
En esta barca de amor Tenía otrosí tan bien puestas las
y mar de vana esperanza, cejas, a manera de dos levantados arcos
es un barquero dolor tendidos, por la espaciosa fruente, las
que, en el aprieto mayor, cuales no eran muy pobladas de cabe-
al más peligro se langa; llos, antes eran tan delicadas en parescer
y el árbol, que es la ventura, que representavan dos hilos puestos en
con vela poco segura, arco. Debaxo de las cuales estava el her-
en este piélago tal, moso espacio que departía los ojos de
acostándose, procura las sobrecejas, el cual páresela ser, en su
el cabo de mayor mal. blancura, a modo de una poca de leche
que fuese allí congelada.
Ya de suso la historia ha recontado Tenía otrosí el gracioso parescer e
cómo por el noble e virtuoso cavallero vista de ojos, a modo de dos resplande-
don Tristán de Leonís murieron tres fijas cientes estrellas; los cuales tan amorosos
de reyes: la primera fue Belisenda, fija eran en mirar que bastantes eran, con
del rey Feremondo; la segunda fue Iseo solo su acatar, de enprender a cualquier
la Brunda; la tercera fue Iseo de las que su afirmada vista enderezasen, la
Blancas Manos. E a todas estas señoras cual era muy suave e amorosa.
sobrava en fermosura Iseo la Brunda; e Tenía otrosí gran fermosura en la su
no fue maravilla que Tristán fasta la fin nariz, ca no era grande ni pequeña, mas
de sus días siguiese sus amores, porque tan bien conpasada que parescía ser
cualquier discreto que con diligencia hecha por regla e conpás. No tan luenga
mirar quisiera su tan crescida fermosura, que declinase a entornada ni punto, e
se le trocara la propia condición; la cual muy menos tan pequeña qu'el labro de
así fizo a Tristán, que aunque era de su encima so su sonbra diese de sí fea vista;
propia condición toda lealdad e conoci- cuyas ventanas eran bien conpasadas,
miento de virtudes, la tan sobrada fer- que bien demostravan aver ávido sotil
mosura que Iseo tenía no dio lugar que ingenio en las obrar.
pudiese apartarse d'ella; las cuales fer- Tenía otrosí amoroso e resplandecien-
mosuras el auctor aquí recuenta, como te gesto en la faz, que parescía en su
quiera que por escritura no se podía blancura ser leche. Las mexillas parescían
dezir tanto como ello era; pero diré todo rosas de fino color, la cual, por ninguna
lo que pudiere, comencando de la variación ni mudanca de tienpo, jamás de
cabeca e descurriendo por los otros su rostro se partía un poco de color e de
mienbros. La cual Iseo tenía los cabellos nieve entre las mexillas e los labros.
que cierto parecían madexas de oro fino;
Otrosí tenía muy amorosa y graciosa
e eran partidos en dos igualdades por
e muy pequeña boca, cuyos labros, del-
medio de la cabeca, en una partidura
gados cuanto cunplían, eran colorados,
blanca, que de nieve semejava parescer.
que parescían de color de la resplande-
E los cabellos se tendían de cada parte
ciente mañana cuando el sol comienca a
en gran longura e copia, debaxo de los
salir; los cuales labros, según su apostu-
cuales tenía la espaciosa frúente, blanca
ra, bien parescían no rehusar los dulces
486 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS

besos, mas parescían en graciosidad denegar los dulces abracos. E sus gracio-
tanto que todos cuantos la miravan con- sas manos no eran ni punto villanas ni
vidavan a besar. So guarda e cobertura gruesas, cuyos dedos eran luengos e del-
de los cuales tenía los menudos dientes, gados. E las uñas parescían ser de mar-
que parescían ser de fino marfil, puestos fil; los cuales bracos, manos e dedos
en orden, no más uno que otro, puestos parescían ser de color de nieve.
e afirmados en las muy coloradas enzías, Tenía otrosí muy espacioso e blanco
que parescían ser de color de rosa. Así pecho, en que eran dos tetillas a manera
que todo su rostro de filosomía no avía de dos mancanas; eran agudas, que
defecto. parescían ronper sus vestiduras, e que
Tenía otrosí deleitoso cuello e afilada natura havía allí obrado en su pecho dos
garganta, que parescía ser una pequeña pequeñas pelotas.
coluna de fino cristal, no encorvado, mas E así considerando con mucha imagi-
derecho; el cual en su blancura no nación e estudio todas las faciones e su
demostrava diferencia de nieve. El cual derecha estatura de la reina Iseo, puéde-
demostrava por la espaciosa garganta las se d'ella bien dezir que a natura humana
delgadas venas, que bien se esmera van non se podía pedir cosa que en ella
en la blancura. fallescido fuese.
Tenía otrosí las muy iguales e dere- E así, recontadas por orden todas las
chas espaldas, e los hermosos e bien hermosuras d'esta señora, quiero dar fin
apuestos bracos, los cuales parescían no a mi dezir. (ff. 93r-v).
APÉNDICE 2:

FRAGMENTOS CONSERVADOS DEL AMADIS DE GAULA MEDIEVAL


(siglo xv)

por
José Manuel Lucía Megías

TESTIMONIO

[1] Bancroft Library (Universidad de California, Berkeley): UCB 112 [—>]

TEXTOS

1. Fragmento I: Amadís, el rey Perión y Florestán socorren al rey


Lisuarte e n la batalla c o n t r a e l r e y Arávigo, e n f r e n t á n d o s e a B r o n t a x a r
d'Anfania y A r g o m a d e s d e la í n s u l a Profunda.

[Ir: a] l i b r o ni: c a p . 68 ( p p . 1043-1044)

y como quebradas fueron, metieron


m a n o a sus spadas grandes y descomu-
;js e descomu[naks spada]s ¿Qué nales. ¿Qué vos diré? Tales golpes dieron
vos diré co[***]? [cVImencaron a ferir [e a con ellas, q u e ya cuasi n o fallavan a
dar ta]n grandes gollpes con ellas] [***] darían quien ferir, tanto escarmentavan con
q u e los n o n [***] {podían sufltir e armas [***] ellos a todos. Y assí ivan delante libran-
se podían tener [***]os d e las espaldas] [***] d o el c a m p o de todos, y las donzellas de
U n t e fuerca d\¿e%ían?] contra aquella^ don- la torre dezían:
%etía]s de la torre: -Cavalleros, nos fuyáis, q u e hombres
~[Cavallero]s, diablos granldes son]. son, q u e n o diablos.
E los de la [torre] [***]ntiende dar: Mas los suyos dieron grandes bozes
diziendo:
-[Es «Incido el rey [Lisuarte]. -Vencido es el rey Lisuarte.
[Cua]ndo aquello oyó, [el rey, esforzó /los Cuando el rey esto oyó, comencó a
suyos que [***] nin ruido que nos [***] a esforear los suyos diziendo:

BIBLIOGRAFÍA.: Eisenberg-Marín: n° 633. EDICIÓN: Rodríguez Moñino (1956). FACSÍMIL: en Internet:


http://128.32.97.2l6/scripts/idc/ds/msimage2.idc?MsID=20094. ESTUDIOS: Lapesa (1956); Millares
Cario (1956) y Gómez Redondo (1999: 1540-1577). Los fragmentos corresponden todos al libro
III, capítulos 65, 70, 68 y 72 de la edición de Garci Rodríguez de Montalvo (se utiliza la edición
de Juan Manuel Cacho Blecua, Madrid, Cátedra, 1987-1988).
488 CABALLERÍAS CASTELLANOS
A N T O L O G Í A DE LIBROS DE C

Dios pluguiere [***] cuerpo e el señoírío -Aquí quedaré muerto o vencedor,


de la Gran B]retaña que d'este [***]re yo porque el señorío de la Gran Bretaña no
fasta que mu[*s'*]ño a Dios plugi[***] mi se pierda.
esperanca [***]z esa vatalla e [***]perezo-
sos de la [***] e adelantar cuando me [***]
es de lo fazer así como [/los que mucho
fallescistes e [***]

[Ir: b] libro ni: cap. 68 (pp. 1044-1045)

Todos los más se llega van a él, que


mucho era menester. Amadís tomara ya
otro cavallo muy bueno y folgado, y
atendía a su padre que cavalgasse; y
cuando oyó aquellas grandes bozes, y
[***] oyó dezir que era vencido el rey dezir que el rey Lisuarte era vencido,
Lisuarte, non le plugo e dixo contra don dixo contra don Florestán, que a cavallo
Florestán que ya avía cavalgado: estava:
-¿Qué es esto o por qué brama así ¿Qué es esto, o por qué brama aque-
aquella gente astrosa? lla astrosa gente?
E don Florestán le dixo: Él le dixo:
-Buen señor, ¿non vedes los dos más -¿No vedes aquellos dos más fuertes
fuertes cavalleros que pueden ser nin y valientes cavalleros que se nunca vie-
que más endiabladamente fieren de ron que estragan y destruyen cuantos
espada? Cada uno d'ellos por do van ante sí hallan?; y ahun en esta batalla
vencen e estragan cuanto pueden e hasta agora no han parecido, y fazen
fallan. ¡E aún oy en este día ninguno d'e- con su fortaleza ganar campo a las gen-
llos nunca paresció en esta vatalla e fol- tes de su parte.
gados llegan, e malamente fazen tomar
canpo a los del rey arávigo!
E Amadís aleó la cabeca e vio venir Amadís bolbió la cabeca, y vio venir
contra aquella parte do él estava a aquella parte do él estava a Brontaxar
Brontaxar, e venía feriendo e derribando d'Anfania, firiendo y derribando cavalle-
cavalleros de su espada; e cuando él ros con su spada; y algunas vezes la
dexava el ferir de la espada, tan brava- dexava colgar de una cadena con que
mente tomava a manos de los bracos, travada la tenía, y tomava a bracos y a
que non fallava cavallero que non derri- manos los cavalleros que alcancava, assí
base de la silla. E traía el espada prendi- que ninguno le quedava en la silla y
da por una cadena de fierro por el todos se alongavan d'él fuyendo
braco, e cuando quería travar a manos,
dexávala, e después cobravala cuando
quería, e con ella ferian e todos le dexa-
van el canpo por do él iva e alongávan-
se d'él [fuyenda].
FRAGMENTOS DEL AMADÍS DE GAULA MEDIEVAL 489

[lv: a] libro ui: cap. 68 (pp. 1045-1046)

[***] [a]quella parte de la villa do le -¡Santa María, val! -dixo Amadís-,


dixieron que estava, e dixo muy paso ¿qué puede ser esto?
entre sí: Estonces tomó una fuerte langa que
-¡Oriana, mi buena señora, menester el escudero que el cavallo le dio tenía, y
es que vos membredes de mí, que me membrándose aquella hora de Oriana y
ayude en mi honra la vuestra buena e de aquel gran daño, si su padre perdie-
sabrosa membranga, que me siempre sse, que ella recibía, enderecóse en la
acorrió e adelantó los mis fechos! ¡Dios silla y dixo a don Florestán:
poderoso, el vuestro buen acorro me dé
oy poder porque, se de aquí no prospe-
ra, tan buen rey como vuestro padre e la
tierra que ha de ser vuestra, cuando a
Dios pluguiere, mi buena señora, que yo
el vuestro leal serviente e cuantos omnes
buenos se podrían perder!
Estonce se enderescó todo en la silla
e tornó la cabeca del cavallo contra do
vio a Brontaxar d'Ampania, e dixo con-
tra don Florestán:
-¡Aguardad bien a nuestro padre! -¡Aguardad a nuestro padre!

^ Cómo Amadís derribó a Brontaxar


Canpania e le metió la lant¡a en los pechos

L4]quella ora que lo vio Brontaxar A esta hora Uegava Brontaxar más
enderescar contra sí, dexó colgar la cerca, y vio a Amadís cómo enderecava
espada de la cadena e tomó una lanca contra él, y cómo tenía el yelmo dorado;
muy buena de un escudero que le y por las nuevas de las grandes cosas
aguarda va, que le traía, e dixo a una boz que d'él le dixeron antes que en la bata-
alta e espantable: lla entrasse, andava con gran saña
raviando por le encontrar. Y tomó luego
una lanca muy gruessa, y dixo a una boz
alta:
-¡Agora veredes fermoso golpe de la -¡Agora veréis fermoso golpe si aquel
lanca si me osare atender aquel cavalle- del yelmo de oro me osare atender!
ro que se enderescó contra mí! Y firió el cavallo de las espuelas, la
Estonce metió la lanca so el sobaco e lanca so el sobaco, y fue contra él, y
dexó correr el cavallo contra él e firié- Amadís, que ya movía, por el semejante;
ronse de las langas en los escudos tan y firiéronse con las langas en los escu-
cruamente que luego fueron falsaWw] dos, que luego fueron falsados y las
langas quebradas, y ellos se toparon de
los cuerpos de los cavallos, uno con otro
tan fuertemente, que a cada uno le
490 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE ABALLERÍAS CASTELLANOS

tan fuertemente, que a cada uno le


semejó que en una peña dura topara.

[lv: b] libro ra: cap. 68 (pp. 1046-1047)

[***] e del ferir [***] e tan vano [***] [que Y Brontaxar fue tan desvanecido de
non] se pudo Xe[ner en el cavallo e cayó) estor-
la cabeca, que se no pudo tener en el
dido e[« el suelo como si] fuese muerU?] [***] cavallo, y cayó en el suelo como si fuese
e desfigurlWo] [***] en el canpM [***] muerto; y con la gran pesadumbre suya
[^««Jbrantósela [***] cerca del p[echo e levó dio todo el cuerpo sobre el pie, y que-
la] lanca me[tidapor el escudo ma]guer fuer[/ebró la pierna cabe él, y levó un troco de
era}. [***] fuerte [***] L4]madís s[***]cadas la lanca metido por el escudo, maguer
d[***] [desacordado para [***] [darle] de lasfuerte era. El cavallo de Amadís se fizo
espu[«/aj-] [***] e quebranf***] nin se atrás bien dos bracadas y estovo por
men[' M ] que traía ceñitóz] [***]a ella para caer. Y Amadís fue tan desacordado, que
que fe[***]rían, mas el [***] Florestán le no pudo dar de las espuelas ni poner
cuandM [***] dexáronse correr [***] ferian mano a la spada para se defender de los
e firierM [***]te que en poca d[***]po d'e- que le ferian. Pero el rey Perión, que ya
llos e su[***] él e dixo: era a cavallo, y vio el gran cavallero y el
-¡Buen fijo [***]sodes mal ferido! encuentro que Amadís le diera tan fuer-
E [***]iva ya cobrando en su [***] e en te, fue muy espantado, y dixo:
su fuerca ovo verg[üenfa] [***] -Señor Dios, guarda aquel cavallero.
Agora, hijo Florestán, acorrámosle.
[+de su padre reclamo] Estonces llegaron tan bravos, que
maravilla era de los ver, y metiéronse
por entre todos, firiendo y derribando
fasta llegar a Amadís, y díxole el Rey:
-¿Qué es esso, cavallero? ¡Esforcad,
esforcad, que aquí esto yo!
Amadís conoció la boz de su padre,
ahunque no era enteramente en su
acuerdo, y puso mano a su spada, y vio
cómo ferian muchos a su padre y a su
hermano, y comencó a dar por los unos
y por los otros, ahunque no con mucha
fuerca.

2. Fragmento II

[2r: a]

[***]cho cuanto él mandase pus[***]


fecho sin más tardar [***] Dios si non
FRAGMENTOS DEL AMADÍS DE GAULA MEDIEVAL 491

réis qvie todos [***] [alertos e él lo dezía


tan[***] mente que ellos pensavan qu'el
[***] Muy cerca de lo fazer si [***]
{finiesen su mandado e de [***] el tienpo
e tomaron el remo e [kva]von la nave
contra la ínsoM [***] por unas alturas
[***]ran ya cuanto por la tierra [***] las
aguas que descent***] montaña e cuando
fueron [***] dixo don Marinero:
-Ved [***] so en aquella ribera entre
[***] resplandecen escudos [***] [«jon los
vio e di[***] [Di]os confunda [***]e ante
los [***] omnes e [***]se bollir [***]1 dezir
nin [***]ad que viera [***] [o]tros que
pa[***]vanan e me [***] parescía

[2f: b]

[***] el to ["*] o [•**] do [*••] sali [••*]


aquella [***] e así [***] que [***] e catas [***]
cauall[m>] [***] su en [***] ras que [***] tas
as[***] peligl***] mas [***] es que un [***]
vieron [***] en su [***] dios [***] pera e [***]
escude[ro] [***] gero [***] ros [***] mejor
[***] en si lo [***] falles

[2v: a] libro in: cap. 65 (pp. 975-976)

[***] su [***] mas [***] tan rre[***]an roto -Pues vamos adelante, -dixo Amadís.
[***] andavan [***] H]madís [***]ntado Y no tardó mucho que oyeron muy
[***]nque ar[**]rir o ma[***] a los ca[***] se gran ruido de mucha gente, de muy
pue [***] la ínsoM [***] si tan [***]o el grandes golpes de langas y de espadas
quiere [***] a allá tan [***] de los [***] os muy agudas y bien tajantes; y tomando
SLiyos [***] e ama[***] que ma[***] toviese todas SLIS armas fueron todos para allá.
[***] un po [***] des boces [****] sueño Y vieron muy gran gente que tenían cer-
[***]dustra [***] omnes [***] matar cados dos cavalleros y dos escuderos
que estavan a pie, que los cavallos les
avían muerto y queríanlos matar;
492 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS

[2v: b] libro ni: cap. 65 (pp. 976)

[***]los lo mejor que podían. E mas todos cuatro se defendían con


A m a t ó vio] venir de contra allá danldo las espadas tan bravamente, que era
bo^es] a Ordián, el su enano e v[***] y maravilla verlos. Y Amadís vio venir des-
varones como [***] [/]res cavalleros del contra ellos a Ardián, el su enano; y
mundo a [rmados e] Mnosció luego e bien como vio el escudo de Amadís, conos-
cuidftf que] don Galaor era el unM de los ciólo luego, y dixo a grandes bozes:
dos que querían matar e tolmo sus] armas
muy tosté e di[xo a Bru]neo que tomase
las s[uyas que «ejidava que era don Gala[<?r
de la Gran Bre[taña. E cuando Amadís [se
ubo arma]do, conosciólo Ordián que
[***]sobreseña!es qu'él traí[« e comenfó] de ir
contra él dando m[uy grandes] bozes:
-¡Ay, señor Am[adis, hendido] sea Dios, -¡O señor Amadís, socorred a vuestro
que vos tr[axo aquíh Buen señor, [socorred a]hermano don Galaor, que lo matan, y a
don GalaoM [e a su amigo] Cildadán [***] su amigo, el rey Cildadán!
Dios los [***] de amos que [***] Cuando esto oyeron, moviéronse al
E estonce m[***]to mas pu[do] [***] e más correr de sus cavallos, juntos uno
Amadís [***] de consuf***] con otro, que don Bruneo a su poder a
él ni a otro en tal menester no daría la
aventaja.

3. Fragmento III: la infancia de Esplandián con Nasciano

[3r: a] libro III: cap. 70 (p. 1080)

[***] [fuerte e [***] padre e [***]te lo Aviendo Esplandián cuatro años que
en[***] vre [***] mon [***] allí [***] allí naciera, Nasciano el hermitaño embió
vn[***] ana el [***] guarda [***]injiese e [**] por él que gelo truxessen, y él vino bien
quel mo[***J e así co[***] co allí [***]si criado de su tiempo, y violo tan fermo-
amanf***] a [***]nsu so, que fue maravillado; y santiguándo-
lo, lo llegó a sí, y el niño lo abracava
como si lo conociera. Estonces hizo bol-
ver el ama, y quedando allí un su fijo,
que de la leche d'él criara a Esplandián,
y entrambos estos niños andavan trebe-
jando cabe la hermita, de que el santo
hombre era muy ledo, y dava gracias a
Dios porque havía querido guardar tal
criatura.
FRAGMENTOS DEL AMADÍS DE GAULA MEDIEVAL 493

[3r. b] libro III: cap. 70 (pp. 1080-1081)

Nasciano que le [***] sa e a todas 1[***] Pues assí acaesció que, siendo
e de la noche [**] cuando lo podían [***] Esplandián cansado de folgar, echóse a
comer mas n[***] no ni bevía vi[**]ta años dormir debaxo de un árbol, y la leona
e que er[**] Esplandián aprendió[***] e que ya oístes, que algLinas vezes venía el
tirar con s[***] aquel lugar d[***] monta- hermitaño y él le dava de comer cuando
van mo [***] muy cacador [***] [Mllestas e lo havía, vio el niño y fuese a él, y andu-
av [***] buen omne que [***] eran muy vo un poco alderredor oliéndolo, y des-
bue[***]nados e tir [***] tienpo vini[***] era pués echóse cabe él. Y el otro niño fue
Espland[/á«] [***] le ayudarán [***] llorando al hombre bueno, diziendo
Nasciano e [***] Nasciano m [***] mas cómo un can grande quería comer a
espesa [***] otro lugar Esplandián. El hombre bueno salió, y
vio la leona, y fue allá, mas ella se vino
a él, falagándolo, y tomó el niño en sus
bracos, que era ya despierto;

[3v: a] libro III: cap. 70 (p. 1082)

[***] se alongavan e [***] Esplandián el y como vio la leona, dixo:


b[***] on avía de tiran[***] de sí partir [***] -Padre, fermoso can es éste, ¿es nues-
so plazer de [***] mucha caga que [***]r le tro?
mostrar que [***] un verano [***] ende e -No, -dixo el hombre btieno-, sino de
digo [***] que crescía nuiy [***] ra e en su Dios, cuyas son todas las cosas.
buen [***] y entendido don [***] o que -Mucho querría, padre, que fuesse
avían e el [***]e así que Nascia[«o] [***] nuestro.
[mu]cho a Dios qLie ge [***] guardar de El hermitaño huvo plazer, y díxole:
mu [***] guardara. -Fijo, ¿queréisle dar de comer?
-Sí, -dixo él.
Estonces traxo una pierna de gamo
que unos ballesteros le dieran, y el niño
diola a la leona, y llegóse a ella, y poní-
ale las manos por las orejas y por la
boca. Y sabed que de allí adelante siem-
pre la leona venía cada día, y agtiardá-
valo en tanto que fuera de la hermita
andava. Y de que más crecido fue, diole
el hermitaño un arco a su medida, y otro
a su collaco, y con aquellos después de
haver leído tirava, y la leona iva con
ellos, que si ferian algún ciervo, ella gelo
toma va, y algunas vezes venían allí algu-
nos ballesteros amigos del hermitaño, y
ívanse con Esplandián a cacar por amor
494 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS

amor de la leona, que les alcancava la


caca, y de estonces aprendió Splandián
a cacar. Assí passava su tiempo debaxo
de la doctrina de aquel santo hombre.
f Algara la estoria dexa] d e fablar d e Es[plan~
dián e comienza] a fablar d e A[madís\
[Di^e el «¿lento q u e al tienpo [que Y Amadís se partió de Gaula, como
Amadís] se partió d e [Gaula] [***] os ya contamos, con voluntad de hazer
tales cosas en armas [...]

[3v: b] libro III: cap. 70 (p. 1083)

[***-|fiZ0 fr>:«] tres nj[**«] n [ a n [*«] u e [...] D'esta ida qu'él fizo en tanto pa-
[***] s [***] ni [***] vas d e [***] e así a [***] ssaron cuatro años que nunca bolvió a
cuita [***] ípelügros q u e [***]to an [***] Gaula ni a la insola Firme, ni supo de su
fuera [***] al ílo [***] c u a n d o [***] le [***] señora Oriana, que esto le dava mayor
parte tormenta, y cuitava tanto su coracón,
que en comparación d'ello todos los
otros peligros y trabajos tenía por fol-
ganca, y si algún consuelo sentía, no era
sino saber cierto que su señora, siendo
firme en su membranca d'él, padecía
otra semejante soledad.

4. Fragmento IV: Amadís d e Gaula se enfrenta contra Bradasidel

[4r: a] libro III: cap. 72 (p. 1119)

[***]n buen justador que el [***] a otro Y puso las espuelas a su cavarlo con
quien a justar [***] ese tener en la silla esperanca que del primer encuentro lo
[***] derecho golpe alcan[***]os levavan lancaría de la silla, así como a otros
las lancas [***]s e bien apretadas en muchos lo avía fecho, porque era el
[***]unos e ivan bien cubieri/w d\e sus mejor justador que avía en gran parte. El
escudos así como a[quello]s que eran muy Cavallero del Enano, que ya tomara sus
bien usatów en] aquel menester e que lo armas, movió para él bien cubierto de su
[muy ¿>]ien sabían fazer e que a [caída uno escudo, y aquella justa fue partida de los
d'ellos grand sabor [vender al otro si primeros encuentros, que las lancas fue-
podiese aquella [comentaron amos así ron quebradas y el cavallero amenaza-
que mn[guno] d'ellos non fallesció de su dor fue fuera de la silla, y el de la Verde
[parte] ante si ferieron tan áura.[mente] queEspada su escudo falsado y la loriga, y la
de aquel justar fue [la ¿wjtalla de amos cuchilla de la lanca le fizo una llaga en
partida, que [el Gw]aIlero de la Verde la garganta de que se oviera a sentir mal.
Espatóz dio] a Brandasidel, que así [era por]
FRAGMENTOS DEL AMADÍS DE GAULA MEDIEVAL 495

el cavallero ame[na^ad]ov, así que le falso


el esleudo] en derecho del pecho mas [***]
la lanca en la loriga que [***] mas el
golpe fue [***]de e por tan gran
fuen[***/>]orque le quebrantó los huesos

[4r: b] libro ni: cap. 72 (pp. 1119-1120)

[***]de se después sentió muy mal e Y passó por él, y quitando el pedaco
él tiró el pedaco de la lanca de sí, e de de la langa que por el escudo tenía meti-
su escudo e del yelmo a grand afán, e do, bolvió contra Brandansidel, que assí
cató do yazía Brandasidel, e viole yazer avía nombre el cavallero, y violo tendi-
tendido en el canpo tal como muerto, e do en el campo como muerto, y dixo a
dixo a Gandalín: Gandalín:
Dize, e tírale el escudo del cuello e el -Desciende, y tira el escudo y el
yelmo de la cabeca a este cavallero. yelmo a esse cavallero, y cátalo si es
E Gandalín fizólo así como su señor muerto.
le mandó. E cuando tiró al cavallero el Y él assí lo fizo; y el cavallero cogió
yelmo de la cabeca estremeció e vínole huelgo y esforeóse ya cuanto, pero no
el fueMgo e esforcó, mas non en tal en manera que toviese sentido. Y el de
manera que non fincase estremecido del la Verde Espada le puso la punto de la
entendimiento que avía perdido. [***] espada en el rostro y rompióle ya cuan-
irguióse asentado. El de la V[erde] Espada to, y dixo:
llegóse a él az[¿? d]o estava en el cavallo -Vos, don cavallero amenazador y
e torna!***] su lanca de sobre mano e desdeñador de quien no conocéis, con-
púsole el fierro de la lanca en el rostro viene que perdáis la cabeca o passéis
de guisa que le ronpió ya cuanto de la por la ley que señalastes.
faz. E Brandasidel sintiólo ende e tornó Él, con temor de la muerte, acordó
más en su ac[#<?r|do e en menbranca del más y baxó el rostro.
peligro en que estava, baxó el rostro
sobre [***]

[4v: a] libro III: cap. 72 (p. 1120)

[***] de que me después ser tornado e Y el de la Verde Espada dixo:


vos me prometistes que me mataríades o -¿No queréis fablar? Tajarvos he la
que me faríades levar el escudo al cue- cabeca.
llo, el cospe contra suso y el blocal con-
tra yuso, e que me faríades levar el rabo
del cavallo en la mano por freno, e que
así pasase toda la villa, que me fuese
para do quisiese e esta promesa quiero
yo que sea vuestra e escoged cuál qui-
sierdes.
496 CABALLERÍAS CASTELLANOS
A N T O L O G Í A DE LIBROS DE C

E Brandasidel dixo con grand pavor Entonces el otro dixo:


de muerte en que se veía: -¡Ay, cavallero, por Dios merced! que
-¡Ay, buen cavallero! A mí es tan antes faré vuestro mandado que morir
menester de pensar de mi ánima que en sazón en que perdiesse el alma,
averá [a ser perdida si en tal estado según en el estado en que agora esto.
morie[/r que] ante quiero tomar la ver- -Pues luego sea fecho sin más tardar.
güenza de pasar por la villa que m[ori]r. Brandasidel llamó a sus escuderos
-Pues luego sea fecho, -dixo el de la que allí tenía, y pusiéronle por su man-
Verde Espada-, que yo he de ir contra do dado en el cavallo al revés, y metiéron-
me Dios guiare, mucho me plaze de me le el rabo en la mano, y echáronle el
co[***]ni[**,e]o detener. escudo al revés al cuello, y assí lo leva-
E Brandasidel llamó a sus escuderos ron por delante de la fermosa dueña y
que y tenían el cavallo onde cayera, e por medio de la villa, que lo viessen
troxiéiíonfe] [***] todos y fuesse exemplo para aquellos
que con su gran sobervia quieren abaxar
y menospreciar a los que no conoscen,
y ahún a Dios, si alcanzarle pudiesen, no
pensando en las desaventuras que en
este mundo y después en el otro se les
aparejan.

[4v: b] libro III: cap. 72 (pp. 1120-1121)

[***] freno del cavallo [***]ente lo tira- Y tanto cuanto a la dueña y su com-
va por [***] e los otros ivan en [***] tristes paña y las gentes de la villa se maravi-
e muy alo[***] e él iva todo armado [***] llavan de la desaventura que aquel que
yelmo que non podía le[***]va el rostro e por fuerte cavallero tenían avía alcanza-
las ma[**]madas; así pasó por [***]nan do, tanto y más la fortaleza del que lo
que ya oistes e p[***] su conpañía e cenviera ensalcavan y loavan, afirmando
cuando 1[***] vio ir Gorisanda qu[***J así ser verdaderas las grandes cosas que
nombre aquella dueña [***]de las otras fasta allí d'él avían oído.
dixo a Biandíasideñ: Pues esto assí fecho, el Cavallero de
-Certas, valdría de tom[***] cavallero la Verde Espada vio la donzella que le
de tomar. llamara, que la batalla avía mirado, y
El d[***] prometió e los entendidj***] oído todas las palabras que ante passa-
entendidas que y estaban] [***] sabían ran, y yéndose contra ella le dixo:
cómo los prome[***] tos pasaron riéronse -Señora donzella, agora iré al manda-
[***] pagáronse de lo que [***] do de vuestra señora, si a vos plugiere.
Brandasidel se fue de [***] mente a la -Mucho me plaze -dixo ella- y assí lo
villa en un [***]sa que y avía en me [***] fará a Grasinda mi señora- que assí avía
e aquella placa era la [***] que en la villa nombre la dueña.
avía [***] mejor rúa e más pob[**] e de
mejor gente e a [***]

[+era fa reclamo]
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2.B. GUÍAS DE LECTURA CABALLERESCA (títulos publicados por orden alfabético)


(Colección del Centro de Estudios Cervantinos -Alcalá de Henares- dirigida por
Carlos Alvar y José Manuel Lucía Megías)

a. Amadís de Grecia (n° 26) por Carmen LASPUERTAS SARVISÉ: 2000


b. Arderique (n° 11) por Dorothy A. CARPENTER: 2000
c. Baladro del sabio Merlín (1498) (n° 1) por Paloma GRACIA: 1999
d. Baldo (Sevilla, 1542) (n° 38) por Folke GERNERT: 2000
e. Cirongilio de Tracia (n° 41) por Javier Roberto GONZÁLEZ: 2000
f. Clarián de Landanís (Primera parte, Libro primero) (n° 12) por Antonio Joaquín
GONZÁLEZ GONZALO: 1998
g. Libro segundo de don Clarián de Landanís (n° 16) por Javier GUIJARRO CEBALLOS:
2000
h. Espejo de príncipes y caballeros (parte 11) (n° 60) por José Julio MARTÍN: 2001
i. Felixmarte de Hircania (n° 55) por María del Rosario AGUILAR PERDOMO: 1998
j. Félix Magno (libros I-LL) (n° 40) por Claudia DEMATTÉ: 2000
k. Florando de Inglaterra (1-11) (n° 43) por Cristina CASTILLO: 2001
1. Florisel de Niquea (parte m) (n° 45) por Javier MARTÍN LALANDA: 1999
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m. Floriseo (n° 10) por Javier GUIJARRO CEBALLOS: 1999


n. Lidamor de Escocia (n° 34): por Jorge Francisco SÁENZ CARBONELL: 1999
o. Lisuarte de Grecia (n° 19): por Emilio J. SALES DASÍ: 1998
p. Oliveros de Castilla (n° 2) por José Manuel LUCÍA MEGÍAS: 1998
q. Sergas de Esplandián (n° 14): por Emilio J. SALES DASÍ: 1999
r. Tristán de Leonís (n° 3) por Luzdivina CUESTA TORRE: 1998
s. Tristán de Leonís el Joven (n° 35) por Luzdivina CUESTA TORRE: 1999

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M. Cátedra, Salamanca, Ediciones de la Universidad de Salamanca, pp. 361-369.
LOS LIBROS DE R O C I N A N T E

T a colección Los libros de Rocinante, dirigida por Carlos Alvar y José Manuel Lucía Megías,
nace con el propósito de ofrecer cuidadas ediciones de los libros de caballerías castella-
nos, tanto impresos como manuscritos, acompañadas de un estudio introductorio que sitúe al
texto y al autor en el contexto del género caballeresco. Se publican dos libros al año. Hasta la
fecha se han editado los siguientes títulos:

/. Platir (1533), ed. de Ma Carmen Marín Pina (1997)


2. Flor de caballerías (1599), ed. de José Manuel Lucía Megías (1997)
3- Primaleón (1512), ed. de Ma Carmen Marín Pina (1998)
4. Felixmarte de Hircania de Melchor de Ortega (1556), ed. de Ma del Rosario Aguilar
(1998)
5. Tristán de Leonís (1501), ed. de Ma Luzdivina Cuesta Torre (1999)
6. Tercera parte de Florisel de Niquea de Feliciano de Silva, ed. de Javier Martín Lalanda
(1999)
7. Arderique ed. de Dorothy A. Carpenter (2000)
8. Libro segundo de Ciarían de Landanís ed. de Javier Guijarro Ceballos (2000)

En los próximos años se publicarán los siguientes títulos:

• Baladro del sabio Merlín (1498), ed. de Paloma Gracia


• Félix Magno (libros I-II), ed. de Claudia Dematté
• Baldo ed. de Folke Gernert
• Guarino Mezquino, ed. de Nieves Baranda
• Floriseo, ed. de Javier Guijarro Ceballos
• Lisuarte de Grecia de Feliciano de Silva; ed. de Emilio Sales Dasí...

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CENTRO DE ESTUDIOS CERVANTINOS (PALACIO LAREDO).
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Teléfono: 91-883 13 50/ 888 26 50. Fax: 91-883 12 16. Correo Electrónico: jmluciamaterra.es
G U Í A S DE L E C T U R A CABALLERESCA

L as guías de lectura caballeresca, proyecto editorial del Centro de Estudios Cervantinos y del
Seminario de Estudios Medievales y Renacentistas de la Universidad de Alcalá, nacen con
la pretensión de convertirse en una herramienta útil para acercarse al complejo universo de
los libros de caballerías castellanos.
Junto a las ediciones de los textos ("Los libros de Rocinante"), creemos necesario contar
con una serie de herramientas de apoyo para poder seguir de cerca la infinidad de persona-
jes y aventuras que se suceden en sus páginas. Con este fin se han creado las GUÍAS DE LECTU-
RA CABALLERESCA, una colección de libros que ayuden y potencien el estudio de los libros de
caballerías castellanos, uno de los géneros más desatendidos por la crítica. Cada uno de los
títulos se dedicará a un libro de caballerías castellano, en donde se ofrecerán las siguientes
informaciones, basadas en la princeps o en la primera reedición conservada: [1] Reproducción
de la portada de la princeps y de su colofón. [2] Breve introducción. [3] Argumento de la obra,
organizado por grupos temáticos. [4] Diccionario de personajes. [5] Listado completo de per-
sonajes. [6] Reproducción de la tabla de capítulos. [7] Bibliografía.
El plan editorial prevé la publicación de cerca de seis títulos al año. Desde 1998, se han
publicados los siguientes títulos:

Baladro del sabio Merlín ( 1 4 9 8 ) Oliveros de Castilla ( 1 4 9 9 ) Tristán de Feonis ( 1 5 0 1 )


Floriseo ( 1 5 1 6 ) Arderiqae (1517) Clarián de Fandanís ( I ) ( 1 5 1 8 )
Sergas de Esplandián (1521) Clarián de Fandanís (II) ( 1 5 2 2 ) Fisuarte de Grecia ( 1 5 2 5 )
Amadís de Grecia ( 1 5 3 0 ) Tristán el Joven ( 1 5 3 4 ) Fidamor de Escocia ( 1 5 3 4 )
Baldo ( 1 5 4 2 ) Félix Magno (I-II) ( 1 5 4 3 ) Cirongilio de Fracia ( 1 5 4 5 )
Florisel de Niquea (III) ( 1 5 4 6 ) Felixmarte de Hircania ( 1 5 5 6 )

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T os libros de caballerías castellanos constituyen el género de ficción más
-i—J importante de los Siglos de Oro; el género más citado debido a que
Cervantes escribió uno de los libros de caballerías más originales, su Don Quijote de
la Mancha; y el género más desconocido debido a la dificultad de la consulta de
los textos, la carencia ele ediciones, y la extensión de los mismos.
Desde hace años, el Centro de Estudios Cervantinos, como un medio de
conocimiento ele la obra de Cervantes, se ha propuesto hacer accesible al lector
del siglo xxi el género de ficción por excelencia durante los siglos xvi y xvii; por
este motivo ha creado dos colecciones; Los libros de Rocinante (para la edición de los
textos) y las Guias de lectura caballeresca (herramienta para hacer comprensible sus
contenidos).
La Antología de libros de caballerías castellanos se ha pensado como una tercera
propuesta, complementaria a las anteriores, con la misma intención divulgativa:
ofrecer, por primera vez, fragmentos del corpus completo ele los textos
caballerescos ejue hoy conocemos (más de setenta), así como ele aquelkos textos
medievales ejue proceden ele la Materia ele Bretaña, ace^mpañados de la indicación
ele los testimonios conservados y referencias bibliográficas básicas para el
conex'imiento de cada uno de los textexs. La Antología abarca un espacio
cronológico cjue va desde finales del siglo xv hasta mediados del siglo xvn, fecha
en la cjiue se datan los últimos libros ele caballerías castellanos conocidos.
En la edición ele los distintos textos han participado los siguientes
investigadores: María del Rosario Aguilar Perdomo, Carlos Alvar, Nieves Baranda,
Rafael Beltrán Llavador, Anna Bognolo, Hernando Cabarcas, Juan Manuel Cacho
Blecua, Axayácatl Campos García Re)jas, Dorothy A. Carpenter, Cristina Castillo,
Ma Luzdivina Cuesta Torre, Claudia Dematté, Patricia Faul, Lilia Ferrado ele
Orcluna, Folke Gernert, Javier Guijarro Ceballos, Javier Gómez-Montero, José
Manuel Lucía Megías, Ma Carmen Marín Pina, Javier Martín Lalanda, José Julio
Martín Romero, Gema Montero, Rafael Ramos, Alberto del Río Nogueras, Isabel
Romero. Carlos Rubio Pacho, Emilio Sales Dasí y Ma Teresa Soriano Romero.
La Antología de libros de caballerías castellanos ha sido compilada y realizada por José
Manuel Lucía Megías, profesor ele Filología Románica ele la Universidad
Complutense ele Madrid y autor de varias monografías y artículos de investigación
sobre libros ele caballerías castellanos.

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