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de libros de caballerías
castellanos
José Manuel l^ucía Megías
•AV^.**.'
Edita: Centro d e estudios Cervantinos. Paseo d e la Estación, 10. 28807 Alcalá d e Henares
© d e la introducción y edición: José Manuel Lucía Megías
© Centro d e Estudios Cervantinos
I.S.B.N.: 84-88333-49-8 Deposito Legal: S.360-2001
Imprime: Tesitex, S.L. Melchor Cano, 15- 37007 Salamanca
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN xm
LOS TEXTOS
[I] Adramón 3
[2] Amadís de Gaula (HV) de Garci Rodríguez de Montalvo 9
131 Las sergas de Esplandián (v) de Garci Rodríguez de Montalvo 20
[4] Florisando (vi) por Ruy Páez de Ribera 29
[5] Lisuarte de Grecia (yii) de Feliciano de Silva 35
[6] Lisuarte de Grecia (van) de Juan Díaz 41
[7] Amadís de Grecia (ix) de Feliciano de Silva 46
[8] Florisel de Niquea (x: partes i-u) de Feliciano de Silva 53
19] Florisel de Niquea (xi: parte m) de Feliciano de Silva 58
[10] Florise! de Niquea (xi: parte iv) de Feliciano de Silva 63
[II] Silves de la Selva (xn) de Pedro de Lujan 68
í 12] A rderique 76
[13] Belianís de Grecia (partes i-ti) de Jerónimo Fernández 82
[14] Belianís de Grecia (partes m-iv) de Jerónimo Fernández 89
[15] Belianís de Grecia (parte v) de Pedro Guiral de Verrio 94
[16] Bencimarte de Lusitania 99
[171 Caballero de la Luna (libros IIHV) 106
[18] Cirongilio de Tracia de Bernardo de Vargas 111
[191 Ciarían de Landanís (primera parte, libro 1) de Gabriel Velázquez
de Castillo .-: 117
120] Ciarían de Landanís (primera parte, libro 11) de Alvaro de Castro .' 122
[21] Floramante de Colonia (segunda parte de Ciarían de Landanís)
de Jerónimo López 129
[22] Ciarían de Landanís (libro m) de Jerónimo López. 134
VIL ÍNDICE
APÉNDICES
BIBLIOGRAFÍA .497
INTRODUCCIÓN
"-VERDADERAMENTE, señor cura, yo hallo por mi cuenta que son perjudiciales en la república
estos que llaman libros de caballerías y, aunque he leído, llevado de un ocioso y falso gusto, casi el
principio de todos los más que hay impresos, ja?nás me he podido acomodar a leer ninguno del prin-
cipio al cabo, porque me parece que, cuál más, cuál menos, todos ellos son una mesma cosa, y no
tiene más éste que aquél, ni estotro que el otro'".
Y ¿cómo es posible que haya entendimiento humano que se dé a entender que ha habido en el mundo
aquella infinidad de Amadises, y aquella turbamulta de tanto famoso caballero, tanto emperador de
Trapisonda, tanto F[e]lixmarte de Hircania, tanto palafrén, tanta doncella andante, tantas sierpes,
tantos endriagos, tantos gigantes, tantas inauditas aventuras, tanto género de encantamentos, tantas
batallas, tantos desaforados encuentros, tanta bizarría de trajes, tantas princesas enamoradas, tan-
tos escuderos condes, tantos enanos graciosos, tanto billete, tanto requiebro, tantas mujeres valientes
y, finalmente, tantos y tan disparatados casos como los libros de caballerías contienen?
' Las citas del Quijote remiten a la edición del Centro de Estudios Cervantinos realizada por
Florencio Sevilla y Antonio Rey Hazas.
XIV A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
leer todos los libros de caballerías castellanos: el reverendo John Bowle (1725-
1788). El primero, en sus ratos de ocio; y el segundo, como un medio de
conocer hasta la extenuación cada palabra, cada referencia del Quijote. El pri-
mero vendió gran parte de su hacienda para comprar sus libros (que luego
serían en su mayoría quemados, como todos sabemos); el segundo, lo con-
siguió (que no del todo) gracias a sus esfuerzos y a la biblioteca de Thomas
Percy.
Otros factores han venido a potenciar este lugar común ("son todos igua-
les") de la crítica de los libros de caballerías castellanos, como es la comple-
jidad de concretar el corpus caballeresco (formado por más de setenta títu-
los), la extensión de los textos, sin olvidar la inexistencia de ediciones
modernas2, lo que obliga a la lectura de los mismos en ediciones antiguas o
en testimonios manuscritos, con la consiguiente dificultad de su localización,
ya que algunos sólo se conocen gracias a ejemplares dispersos en varias
bibliotecas de todo el mundo3. Y con la tan citada frase "son todos iguales"
se ha sentenciado un género con casi dos siglos de vida, compuesto por más
de setenta títulos diferentes, de los que se hicieron decenas de ediciones
durante los siglos xvi y XVTI, y se imprimieron miles de ejemplares, difundi-
dos por toda Europa y América; género que es una de las columnas verte-
brales de la industria editorial hispánica en el xvi (en especial para algunos
talleres, como los de la dinastía de los Cromberger en Sevilla) y que confor-
ma la base del imaginario de la ficción en español (cuando lo español se con-
virtió en el modelo cultural y literario de la Europa de su tiempo) y del naci-
miento de la novela moderna.
Por este motivo, se hacía necesario una antología del corpus completo de
los libros de caballerías castellanos de los que, hasta hoy, tenemos noticia;
una antología que huyera de los episodios más conocidos4 y de las obras más
2
En este sentido, en 1997 comenzó su andadura los Libros de Rocinante del Centro de Estudios
Cervantinos (Alcalá de Henares), colección dirigida por Carlos Alvar y José Manuel Lucía
Megías que pretende editar el corpus completo de los libros de caballerías castellanos; hasta
la fecha se han publicado los siguientes volúmenes: [1] Pktir (por Ma Carmen Marín Pina), [2]
Flor de caballerías (por José Manuel Lucía Megías), [3] Primaleón (por Ma Carmen Marín Pina), [4]
Felixmarte de Hircania (por Rosario Aguilar), [5] Trístán de Leonis (por Luzdivina Cuesta Torre), [6]
Tercera parte de Florisel de Niquea (por Javier Martín Lalanda), [7] Arderique (por Dorothy A. Carpenter)
y [8] Segundapaiie de Clarián de Landanís (por Javier Guijarro). Para la difusión del género caballe-
resco también se ha abierto en el Centro de Estudios Cervantinos una colección titulada Guías
de lectura caballeresca (véase Bibliografía).
J
La Bibliografía de los libros de caballerías castellanos d e Daniel Eisenberg y M a Carmen Marín Pina
(Zaragoza, Prensas Universitarias, 2000) ofrece un análogo de todos los testimonios manuscri-
tos e impresos conservados de las ediciones que se conocen.
' No deja de ser un error metodológico la comparación sistemática del Amadis de Gaula, un
texto refundido de un original medieval que conocemos gracias a una edición de 1508, con el
Quijote, escrito un siglo más tarde.
INTRODUCCIÓN XV
citadas, para intentar ofrecer, aunque sólo de un modo general por falta de
espacio, la riqueza de matices de un género al que se han acercado escrito-
res de muy diferente calidad con intenciones también diversas; un género
que ha sabido apoyarse y utilizar elementos propios de otros géneros narra-
tivos triunfantes, como la ficción pastoril o la ficción sentimental; un género
que fue capaz de crear una literatura de entretenimiento, que culminará con
el Quijote y, de la que, en el fondo, somos todavía hoy deudores.
Muchos aspectos se repetirán en sus páginas, algunos de ellos de un modo
tópico (combates bélicos y amorosos, ritos de investidura, victorias sobre el
mal), pero también es cierto que en todos ellos aparecen otras voces, otros
matices, otros detalles, dignos también de ser tenidos en cuenta; los únicos que
explican su éxito, más allá de cualquier geografía y de cualquier cronología. O
al menos, esa ha sido el norte a la hora de confeccionar esta antología.
Don Quijote y su autor lucharon contra la caterva de los malos libros de caba-
llerías, contra aquellos libros, impresos y manuscritos, que se leían y escribí-
an a finales del siglo xvi y principios del xvn. Pero Cervantes escribió con su
Ingenioso Hidalgo un libro de caballerías de entretenimiento, un libro de caba-
llerías que, como Los cuatro libros de Amadis de Gaula, según la reelaboración de
Garci Rodríguez de Montalvo, pudiera ser origen de una restauración del
género caballeresco. En este sentido, la crítica cervantina estaría dirigida con-
tra los "malos libros de caballerías" y no contra el género caballeresco, al que
el canónigo de Toledo defiende con vehemencia en las últimas palabras de
su intervención:
-Y siendo esto hecho con apacibilidad de estilo y con ingeniosa invención, que tire lo más que fuere
posible a la verdad, sin duda compondrá tina tela de varios y hermosos la^ps tejida, que, después
de acabada, tal perfeción y hermosura muestre que consiga el fin mejor que se pretende en los escri-
tos, que es enseñar y deleitar juntamente, como ya tengo dicho. Porque la escritura desatada d'estos
libros da lugar a qtte el autor pueda mostrarse épico, lírico, trágico, cómico, con todas aquellas par-
tes que encierran en sí las dulcísimas y agradables ciencias de la poesía y de la oratoria; que la
épica también puede escrebirse en prosa como en verso.
ciudades encantadas; pero también consejos prácticos (de cómo las mujeres
han de tener los dientes blancos) y normas de conducta cortesana, discursos
didácticos y excursos moralizantes. Y algunos de ellos escritos en un estilo
más apacible que otro, mostrando aquél más invención que éste, pero siem-
pre dando cabida a lo lírico y a lo épico, a lo cómico y a lo trágico: risas y
lágrimas, sonetos y arengas se dan cita en las páginas de esta Antología de los
libros de caballerías castellanos; se dan cita en el género caballeresco.
' No hay que decir más en una crítica, moralista o literaria, a los mismos para que todos
los libros que forman parte del género fueran incluidos; varios ejemplos pueden encontrarse
en el volumen de Elisabetta Sarmati, Le critiche ai libri di cavalkria nel Cinquecento spagnolo (con uno sguar-
do sul sekento). Un'analisi testuale. Pisa, Giardini Editori, 1996.
INTRODUCCIÓN XVII
de olvidar que durante el siglo xvi el arte de imprimir (es decir, de difundir
la letra escrita) se convierte en una industria del imprimir (es decir, de ganar
dinero a partir de la letra escrita), por lo que un nuevo factor (el de las estra-
tegias editoriales y empresariales) puede afectar la creación y difusión de los
textos. Tampoco olvidemos que este cambio (el del arte a la industria) en tie-
rras castellanas tiene un protagonista: los libros de caballerías. De este modo,
a la hora de realizar un acercamiento al corpus caballeresco durante los Siglos
de Oro, es necesario tener en cuenta tanto factores internos (narratológios y
literarios) como externos; en otras palabras: es necesario tener en cuenta
tanto el texto (literatura) como el libro (industria).
Los criterios que, de manera mayoritaria, se han utilizado para la delimi-
tación del corpus de los libros de caballerías castellanos se han basado exclu-
sivamente en aspectos internos: el contenido de los mismos (lo que permite
además establecer una clasificación de los libros que forman parte del géne-
ro) o su naturaleza de texto original o texto traducido6.
Pascual d e Gayangos e n su Catálogo ratonado de los libros de caballerías que hay en
lengua castellana ó portuguesa hasta el año 1800 (Madrid, 1857) realizó la q u e p u e d e
ser considerada, incluso hoy en día, la más ambiciosa de las clasificaciones
realizadas de los libros de caballerías. El único criterio que utilizó es el del
contenido, basado en el "origen" de los textos objeto de estudio, como así
indicó en su introducción:
Para tratar de estos libros con el debido orden, convendrá dividirlos en tres grandes ciclos: el bretón,
el carlovingio y el greco-asiático. Los dos primeros son, con alguna ligera excepción, exclusivamente
franceses; y el tercero fué engendrado en la"Penínsulapor la brillante imaginación de nuestros escri-
tores. A este último habrá necesariamente de agregarse otra multitud de libros, así en prosa como
en verso que, estrictamente hablando, no son más que una modificación del género, como son la nove-
la-caballeresca-sentimental, los libros de caballerías morales ó á lo divino, los que están fundados
sobre la historia de España, y por último, las bellísimas epopeyas caballerescas traducidas ó imita-
das del italiano (1874: v i ) .
De acuerdo con este criterio, los títulos (y sus caballeros) irán situándose
en las siguientes casillas:
[1] Ciclo b r e t ó n : Merlíny sus profecías, El libro del Baladro, La Demanda del Santo Greal,
Langarote del Lago, Tristan de Leonís y Tristan el Joven, Tablante de Ricamonte y Jofré, hijo del
conde don Ason, Sagramory segunda Tabla Redonda.
6
Además de los dos ejemplos que comentamos, hay que recordar la clasificación de Juan
Ignacio Ferreras ("La materia castellana en los libros de caballerías (Hacia una nueva clasifica-
ción)", Philologka Hispaniensia in honorem Manuel Alvar, tomo III: Literatura, Madrid, Gredos, 1986; pp.
121-141), que amplía los límites cronológicos y lingüísticos ya que presta su atención también a
obras compuestas y difundidas exclusivamente en la Edad Media y a textos escritos en portu-
XVIII ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
[2] Ciclo carlovingio: Crónicafabulosa del arzobispo Turpin, Carlomagnoj sus doce pares, Segunda
parte, Tercera parte, Espejo de caballerías, Guarino Mesquino, Morgante, Renaldos de Montalbán.
[3] Ciclo Greco-Asiático
[3.1] Sección primera: los Amadises [...].
[3.2] Sección II: Los Palmerines: Palmerín de Oliva, Primaleón, Polindo, Platir, Flotir,
Palmerín de Inglaterra, Don Duardos II de Bretanha, Don Clarisel de Bretanha.
[3.3] Sección III: Libros independientes de las dos series anteriores: Arderíque,
Belianis de Grecia, Belindo, Caballero de la Duna, Caballero de la Rosa, Cifar, Cirongilio de
Tracia, Ciarían de Dandanís, Claribalte, Clarídoro de España, Clarimundo, Clarindo de Grecia,
Clarisel de las Flores, Cristalián de España, Dominiscaldo, Caballero del Debo, Debo el Trqyano,
Félix Magno, Felixmarte de Hircania, Floramenta de Colonia, Florambel de Ducea, Florando de
Inglaterra, Florímon, Floriseo, Gellio el Caballero, Teon Flos de Tracia, Deonis de Grecia,
Tepolemo, Didaman de Ganail, Didatnante de Armenia, Didamor de Escocia, Tucidante de Tracia,
Ducidoro, Marsindo, Olivante de Eaura, Oliveros y Artus, Philesbian de Candaría, Policisne de
Boecia, Polindo, Polisman, Reymundo de Grecia, Tirante el Blanco, Valeriano de Hungría,
Valfloran.
[4] Historias y novelas caballerescas
[5] Libros caballerescos fundados en asuntos históricos, principalmente espa-
ñoles
[6] Traducciones é imitaciones del Orlando y otros poemas caballerescos en
castellano.
cuenta esa doble naturaleza del libro de caballerías antes indicada (texto y libro,
es decir, mensaje y canal), y que se ha denominado género editorial1. Este fue el cri-
terio que utilicé para establecer el corpus de mi Imprenta y libros de caballerías
(Madrid, Ollero & Ramos, 2000), y el que he seguido a la hora de concretar
los títulos que formarán parte de esta antología, con algunas modificaciones.
¿Qué se quiere decir cuando se habla de género editorial?. En el género edito-
rial se engloban tanto las características internas que hacen posible que una
serie de textos compartan una unidad genérica literaria, como aquellas exter-
nas que marcan vinculaciones (tipográficas e iconográficas) entre ellas. En
otras palabras, el género editorial abarca tanto al lector (relacionado con el
texto) como al comprador (relacionado con el libro), y todo ello gracias a unas
determinadas expectativas de recepción, muy codificadas y (re)conocidas por
todos, que pueden ser utilizadas por los libreros o impresores para hacer más
atractivos sus productos9. De esta manera, no debe extrañar que el canónigo
o el barbero cuando entran en la biblioteca del "ingenioso" hidalgo vayan pri-
mero a los libros de cuerpo "grande": ¡estos son los de caballerías! Cuando
los hayan visto todos, pasarán a otro género editorial, el pastoril, de un tama-
ño menor, gracias al que el cura puede decir-. "Estos no deben de ser de caba-
llerías, sino de poesía".
De este modo, a la hora de establecer el corpus de los libros de caballe-
rías castellanos hemos tenido en cuenta dos criterios: el interno (textos exten-
sos, escritos en prosa, en donde se relatan las aventuras de varios caballeros,
con una estructura narrativa compleja, divididos en libros y partes, y con un
final abierto en la mayoría de los casos)10 así como el externo (libros en for-
mato folio, a dos columnas, con un grabado en portada -normalmente repre-
8
Véase Víctor Infantes, "La prosa de ficción renacentista: entre los géneros literarios y el
género editorial', Journal of Híspante Philology, 13 (1989), pp- 115-124). [publicado también en Antonio
Vila nova (ed.), Actas del X Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas (Barcelona, 21-26 de agosto
de 1989;, Barcelona, PPU, 1992, tomo I, pp. 467-474.
' Como crónicas que aparecen con el disfraz de un libro de caballerías, gracias a su gra-
bado de portada y determinadas palabras en su título, como así sucedió con la edición de La
historia del emperador Carlomagno y de los doce pares de Francia ó déla cruda batalla que vuo O Hueros con Fierabrás
Rej de Alexandria hijo del grande almirante balan, q u e J a c o b o Cromberger temina d e imprimir el 24 d e
abril de 1521 en su taller sevillano y que, para aprovecharse del éxito comercial de sus edi-
ciones caballerescas, arropa con los ropajes externos de un libro de caballerías, dejándole en
formato folio, con sólo 46 folios.
10
Por este motivo, hemos dejado fuera del corpus dos textos que por su vinculación a mode-
los medievales {Crónica del cavallero Zifar) o a modelos estructurales propios de obras más breves
{Oliveros de Castilla) no comparten las características internas antes mencionadas. El hecho de que
ambos textos, en Burgos y en Sevilla, en 1499 y en 1512 respectivamente, se publiquen con las
características externas de los libros de caballerías castellanos, ha de ser entendido como una
estrategia editorial de ofrecer, con las vestiduras caballerescas, textos que sólo marginalmente
lo son, justo en un momento de una gran demanda de nuevos libros de caballerías.
XX ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
" Víctor Infantes y Nieves Baranda anuncian para este año la publicación de una
Bibliografía de este género editorial en la que llevan trabajando hace tiempo.
12
Véase JVP Carmen Marín Pina, "El tópico de la falsa traducción en los libros de caballerí-
as españoles", en María Isabel Toro (ed.), Actas del III Congreso de la AHLM (Salamanca, 1989),
Salamanca, Universidad, 1994, tomo I, pp. 541-548.
INTRODUCCIÓN XXI
to por sus características internas como externas, formar parte, de pleno dere-
cho, del corpus del género editorial de los libros de caballerías castellanos.
Por otro lado, la Antología de libros de caballerías castellanos pretende ser comple-
ta, por lo que se han incluido también los libros de caballerías manuscritos13;
textos que, al margen de la difusión de la imprenta, se convierten a partir de
finales del siglo xvi en el medio de supervivencia del género caballeresco. La
más de una veintena de títulos (los que hoy conocemos)14, que van desde
algunos de principios del siglo xvi (Adramón [n° 1] y Marsindo [n° 531), a los que
no llegaron nunca a imprimirse por problemas económicos (Tercera parte de
Florambel de~Lucea[n° 42]) a mediados de la centuria, hasta otros que podemos
fechar con posterioridad a 1623 (Quinta parte de Espejo de príncipesy caballeros [n° 35]);
todos ellos muestran cómo el género caballeresco pervive, y con salud, más
allá de los últimos textos originales impresos (el Policisne de Boecia en 1602 [n° 62])
e, incluso, más allá de la publicación de las dos partes del Quijote.
Los libros de caballerías manuscritos han abierto un nuevo campo de estu-
dio que la crítica, desde una lectura parcial de las últimas líneas de la prime-
ra y la segunda parte del Quijote, no había querido transitar: el de la supervi-
vencia de los textos caballerescos cuando su canal de difusión habitual (la
imprenta) no puede asumir el coste económico de su realización (por causas
externas -estructurales, que se diría hoy en día-, antes que literarias). De este
modo, a finales del siglo xvi y principios del xvii se va a producir una trans-
formación del género caballeresco (entendido éste como simbiosis entre texto
y libro), en donde el texto no puede valerse de la imprenta para su difusión;
pero no es el momento de la muerte sino del cambio: algunos lo harán utili-
zando un medio de difusión activo todavía en los Siglos de Oro como es el
manuscrito15; en otros, acercándose a los nuevos géneros editoriales de éxito
a principios del siglo xvii. Si a mediados del xvi, algunas crónicas se "disfra-
zan" de libros de caballerías en su forma externa como una estrategia edito-
rial, ¿por qué no lo iba a hacer también Don Quijote de la Mancha para aprove-
charse del éxito del Guarnan de Alfarachel Las mismas estrategias editoriales, la
misma voluntad de inteligentes libreros o impresores (Francisco de Robles y
13
Comencé a analizarlos como objeto de estudio caballeresco en 1994 en un Curso de la
Universidad Menéndez Pelayo en Cuenca, dirigido por el profesor Carlos Alvar, cuyos prime-
ros resultados se publicaron en 1996: "Libros de caballerías manuscritos", Vo%j'Letra,VII/II, pp.
61-125.
14
Víctor Infantes me informa, sin más detalles, del descubrimiento de un nuevo libro de
caballerías manuscrito; como hace unos años me indicó la existencia del Selva de Cavalarías (n°
68) en la Biblioteca Nacional de Lisboa. El corpus, como se ve, está abierto a la espera de nue-
vos descubrimientos.
" Incluso, en algunos casos, se documenta en deseo de imitar por medio de la pluma los
modelos editoriales de la imprenta, como en el manuscrito conservado en la Real Biblioteca
de Madrid que ha transmitido Flor de caballerías (n° 40).
XXII ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
Jacobo Cromberger) para conseguir ganancias con esta industria que se llama
imprenta.
En la presente Antología de libros de caballerías castellanos hemos querido recoger,
por primera vez, el corpus completo de los libros de caballerías castellanos,
de los que hasta hoy se tienen noticia. La labor ha sido larga (y fruto de varios
años de trabajo), pero también somos conscientes de que todavía qLieda
mucho por hacer, muchos textos por descubrir... que mañana mismo (así lo
esperamos) esta antología no podrá decirse completa, ya que faltará algún
nuevo texto descubierto recientemente. No ha de olvidarse que tenemos
constancia de títulos de ediciones caballerescas, de los que, hasta hoy, no
hemos conservado ningún ejemplar, como:
10
Una excelente antología de los mismos puede consultarse en Carlos Heush, La caballería
castellana en la baja edad media. Textos y contextos, con la colaboración de Jesús Rodríguez Velasco,
Montpellier, Université de Montpellier, III, 2000.
1
En su gran mayoría aparecen en la antología de José María Viña Liste, Textos medievales de
caballerías, Madrid, Cátedra, 1993,
XXIV A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
1. Grafías
- u, v, b. Se usa la grafía u para el valor vocálico, frente a v, para el con-
sonantico Qcauallo —» cavallo, avn —> aun). Por su lado, se mantiene el uso de v y
b según las lecturas que se documenten en el texto base utilizado para la rea-
lización de la edición.
-i,j,y. Del mismo modo, se usa la grafía i para el valor vocálico (incluso en
el caso de contextos semivocálicos, en donde suele aparecer la grafía y. cuydar —>
cuidar), mientras que y se reserva para el consonantico prepalatal. Por su parte,
se reserva el uso de j para: [1] la posición final absoluta de QdXdfoiiL {muy, rey), [2]
18
"La edición crítica de los textos del Siglo de Oro: de nuevo sobre su modernización gráfi-
ca", Estado actual de los estudios sobre el Siglo de Oro (Actas del II Congreso Internacional de Hispanistas del Siglo de
Oro), ed. por Manuel García Martín, Ignacio Arellano, Javier Blasco y Marc Vits, Salamanca,
Universidad, 1988, pp. 37-57; cita. p. 47.
" Cómo editar los textos medievales, Madrid, Arco/Libros, 1998, pp. 104-105.
INTRODUCCIÓN XXV
- Digrama qu-. Se mantiene la grafía qu- ante las vocales e/i (que, quien, quin-
ce..?), pero se ha de transcribir como c (/k/) seguido de a/o/u, aunque sea
tónico (quando —> cuando, qual —* cual).
- r, rr. Se usa r tanto al inicio de palabra como tras consonante (Ra^on, trabón —>
ra^ón, onrra —> onra). Por otro lado, se utiliza la grafía rr para todos aquellos con-
textos de la vibrante múltiple: es habitual que el reparto de los valores de las
grafías r y rr venga determinado más por el contexto que por el dibujo de las
mismas. De este modo, no se considera un error por omisión la presencia de
r como valor de vibrante múltiple, y se deberá normalizar su grafía según su
valor fonético, identidad que sí que posee para el lector actual (fiera —> tierra).
Lo mismo sucede para posibles errores tipográficos del componedor, al que
no debe otorgársele (siempre) un papel activo en la transmisión de los textos.
- c, g. Se prefiere el uso de c ante e, i (pelo —> cielo), mientras que la ¡ se debe
mantener (o restituir) ante a,o,u, para distinguirse de la oclusiva velar (cabera,
cabeca —> cabera).
— s - , -ss- / j , x. Se debe mantener la alternancia que aparece en el texto base
del reparto entre -s- / -ss- y de j I x, aunque hemos de tener en cuenta que
la distinción entre sorda y sonora en una de las primeras de perderse en la
fonología del castellano medieval.
- Grupos cultos. A pesar de las peculiaridades (desde la connotación latini-
zante o el ropaje arcaico) que presentan en diferentes textos (y contextos
culturales) a lo largo del siglo xvi, se prefieren las siguientes normalizacio-
nes que se basan en el principio antes indicado de la necesidad de ser cohe-
rentes en todas las decisiones de presentación gráfica de los textos de la
Antología; de este modo, no podemos aceptar normalizar el uso de ulv (por
poner sólo un ejemplo), y en cambio mantener los grupos cultos por apego
a una tradición crítica que los entiende (sin un verdadero análisis diacróni-
co) como ejemplos de influencia o connotación latinizante: [1] la letra ch se
reserva para su valor palatal, por lo que el grupo culto ch debe ser sustitui-
do por las grafías que representan el sonido velar (/W) (charidad —» caridad,
Achiles —> Aquiles); [2] el grupo culto th- se reduce a la dental / (thesoro —> teso-
ro, Matheo —> Mateo); [31 el grupo culto ph- se reduce a la fricativa / (Phevo —>
Fevo, propheta —> profeta). Sólo se mantienen aquellos grupos que el editor con-
sidere que tienen un reflejo fonético (así en especial ante los grupos como
gn -digno/diño-, bd —cobdol codo-, pt -septiembre /setiembre, Ct —víctorlvítor-, o bs —subs-
tancia / sustancia); y lo mismo puede decirse del grupo de geminadas: -bb-
(abbad ~ abad), ce (peccado ~ pecado), pp (apparecer ~ aparecer), ff (effecto ~ efeto / efec-
XXVI ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
3. Mayúsculas y minúsculas
- Se seguirá para la distinción entre mayúsculas y minúsculas los criterios
actuales del español, dadas las continuas disfunciones que se documentan en
su empleo en los impresos y manuscritos de los Siglos de Oro (procedentes
de los usos gráficos medievales).
- En contra de lo señalado por la Real Academia (1999, § 3.5.a), las pala-
bras que expresan poder público, dignidad o cargo importante (emperador, rey,
conde, caballero...) se escriben con minúsculas, y así se dirá "era rey de Dacia";
no así cuando la dignidad o cargo se convierte en el sobrenombre de uno de
los personajes (Caballero de la Selvajina Dama, Caballero del Arco..?), o sustituye el
propio nombre (Emperador de Trapisonda, Rey de Dacia...).
4. Acentuación
- La acentuación se entiende como medio para la presentación de una
propuesta crítica del texto. Se acentúa siguiendo las normas vigentes, tenien-
do en cuenta el valor diacrítico que adquiere en las siguientes parejas
- á (verbo) / a (preposición)
INTRODUCCIÓN XXVII
- é (verbo) / e (conjunción)
- dé (verbo) / de (preposición)
- dó (verbo y pronombre interrogativo) / do (adverbio)
~j (adverbio) / j (conjunción)
- só (verbo) / so (preposición y pronombre posesivo)
- Por su parte, se distingue entre vos/ vos y nos / nos según sean átonos o
tónicos, al margen de su función sintáctica.
5. Puntuación
- Se intentará por medio de los signos de puntuación del español actual
tanto ofrecer un texto comprensible al lector actual como intentar mantener
la prosodia de los textos caballerescos teniendo en cuenta dos grandes difi-
cultades: por un lado, se encuentra muy lejana de nuestro sistema sintáctico;
y por otro, en ocasiones los autores de libros de caballerías muestran un esca-
so dominio de las cláusulas sintácticas; muy alejados, por tanto, de los gran-
des narradores del siglo xvi.
- En todo caso, se tendrá en cuenta la particular puntuación del texto base
como paso previo para la puntuación de la edición.
6. Otros signos
- Entre paréntesis cuadrados ([ ]) se indicarán las enmiendas textuales que
lleva a cabo el editor, y entre ángulos (< >) las letras que deben ser suplidas
para una mayor inteligibilidad del mismo. En este caso, se ha de diferenciar
claramente lo que es el texto de lo que es el ejemplar: en la Antología se
ofrece el "texto" de una edición concreta de un libro de caballerías castella-
nos, un "texto ideal"; por esta razón, lejos de nuestra intención queda el de
ofrecer una transcripción de un "ejemplar" concreto (el que se utiliza en un
momento determinado o el único que no han transmitido el texto), por lo
que no deben reflejarse los errores tipográficos que son tan abundantes en
algunas de nuestras ediciones caballerescas.
- Entres llaves ({ 1) se indicarán las anotaciones marginales que aparecen
en algunos testimonios manuscritos.
- En el caso de los textos medievales fragmentarios (Amadís de Gaula, Tristán
de Leonís), entre corchetes ([ ]) se indican aquellas lecturas que se restituyen
y que han desaparecido del testimonio conservado.
Estos mismos criterios son los que hemos utilizado para la edición de los
textos medievales caballerescos.
Todos los textos, en la medida de lo posible, se han editado a partir de
sus fuentes primarias. En el listado inicial, se indica con una flecha qué tes-
timonio manuscrito o qué edición se ha utilizado. En el caso de los manus-
XXVIII A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
*w^^T»98E^i^p¡KPíf*f
T^^--iM..Mug.|.T..r^?a^^r^r--(ffi»J,)P|r^T'tl
^ - ¿ ^ ^ . • r e i á f e a r s g c s r t gasa*
1. ADRAMON
(principios del siglo xvi)
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIO
TEXTOS
cofre que os doy en prendas, que vale valleros, ¿qué os paresce? ¿Qué os pare-
más de cincuenta mil nobles de la rosa, ce que haga, que no sé tomar partido?
para que si jamás se hallare el contrario Cuantos en la iglesia estavan davan
de lo que digo, que vuestra señoría haga bozes, aleando las manos derechas, di-
y disponga d'él como de cosa suya; y si ziendo:
con el tienpo fuere informado con mu- -¡Dégela vuestra señoría! ¡Dégela
cha certeza que lo que tengo dicho es vuestra señoría!
verdad, que bolviendo o enbiando por Como el rey oyó lo que todos a un
él, me lo mande tornar y restituir. Y si boz dezían, buelto a su nieta, la infanta,
por enbidia o por ser alguno mal acon- le dixo:
dicionado, querrá dezir que lo que ten- -Y vos, hija, que sois pura y sin pe-
go dicho no es así, estos dos cavalleros, cado, ¿qué dezís?
de tanta hedad como veis, sosternán y Luego se puso de rodillas, diziendo:
mantendrán que todo lo que he dicho es -Que suplico a vuestra señoría que
verdad, haziendo desdezir o vencer a gela dé.
cualquiera que contra lo que tengo di- -Agora os digo, -dixo el rey-, que es
cho querrá oponer y deziF algo. volunta de Dios. Llegalde acá, quitalde el
Y los otros cavalleros, ¿qué dezís? almete o alce la vista.
-Que para la horden que recebimos -No se cure vuestra señoría por ago-
ra d'eso, que no pasarán años ni meses
de cavallería, juramos y prometemos de
ni semanas que lo conoscerá, y verá
guardar y mantener todo lo que vos,
vuestra señoría y toda su corte.
dama, aves dicho y proferido, y para en
señal y certeza d'ello echamos los guan- -Sea en nonbre de Dios, -dixo el rey.
¿Qué pedís, hijo?
tes derechos.
Respondió el novel:
Y luego los echaron delante del rey.
-Señor, ser cavallero.
diziendo:
-Pues dadme su espada.
-Quien contra lo sobredicho o parte
Uno de los cavalleros, que el espada
cfello querrá dezir algo, pase adelante y traía en la mano, se quitó el sonbrerete y
tome el guante que más le agradare. se fue al príncipe:
Antes que la dama enpecase su ha- -Señor, vuestra merced sea su padri-
bla, todos los noveles eran tornados a no, y dé esta espada al rey.
entrar por ver y saber qué cosa hera; to- El príncipe se levantó riendo, dixo:
dos se juntaron muy cerca, que bien -Cavallero, no sé con qué ni cuándo
oyeron todo el razonamiento de la dama pueda pagaros el alegría que m'avés
y cavalleros, de lo cual todos estavan dado en querer que yo sea su padrino.
muy maravillados; estuvieron callando Tomando el espada, el señor Roger
una pieca. Dixo la dama: llegó con él y mucho miravan la hechu-
-No cabe pensar ni dudar en lo que ra y riqueza del espada. Sacada de la vai-
tengo dicho, que si supiéredes quién es na, tomada por la punta, la dio al rey y,
y cuánto este novel á de servir a Dios y aunque hera harto luenga y ancha, no
a personas necesitadas y tanbién cuanto parescía al rey que tenía nada en la
la merece por sus antecesores, vuestra mano. Dixo otra vez:
señoría enbiara por él para gela dar. -¿Qué pedís, hijo?
El rey dixo: Respondió el novel:
-Por mi fe, dama, que no me sé de- -Señor, ser cavallero.
terminar. Hermanos, hijo y vosotros ca- Dixo el señor Rogel:
» ANTOLOGÍA DE L I B R O S D E CABALLERÍAS CASTELLANOS
2. AMADIS DE GAULA
(Libros I-IV)
de Garci Rodríguez de Montalvo
(h. 1496)
por
Juan Manuel Cacho Blecua
TESTIMONIOS
TEXTOS
saleros de corcho que con tiras de oro y Esto así fecho, puso la tabla encima
plata son encarcelados y guarnescidos, tan junta y bien calafeteada, que agua ni
porque assí los cavalleros mancebos otra cosa allí podría entrar, y tomándola
como los más ancianos hallen en ellos lo en sus bracos y abriendo la puerta, la
que a cada uno conviene. (Prólogo). puso en el río y dexola ir; y como el
agua era grande y rezia, presto passó a
la mar, que más de media legua de allí
2. Nacimiento de Amadís no estava. (cap. i).
regaxo traía. Y poniendo la mano por sí, la oviessen puesto en algún pensamien-
tornó como de primero, y dixo: to indevido, y tomando su espada entró
-¿Parécete que me hallarías ahunque en la cámara de la reina, y cerrada la
me buscasses? Pues yo te digo que no to- puerta dixo:
mes por ello afán, que si todos los del -Dueña, vos me negastes siempre el
mundo me demandassen, no me hallarían anillo que yo os diera, y el Donzel del
si yo no quisiesse. (cap. ii) Mar halo dado agora a Milicia; ¿cómo
pudo ser esto que veisle aquí? Dezidme
de qué parte le huvo, y si me mentís,
4. Del Donzel del Mar a Amadís vuestra cabeca lo pagará.
de Gaula La reina, que muy airado lo vio, cayó
a sus pies y díxole:
Él despertó y viola reziamente llorar y por ser ambos de tan gran fuerca y ardi-
dixo: mento, pero Arcaláus se tiró afuera y
-Señora, ¿qué es esso que havéis?; si dixo:
mi servicio puede algo remediar, man- -Cavallero, tú estás en aventura de
dádmelo, que fasta la muerte se cumplirá. muerte y no sé quién eres. Dímelo por-
-¡Ay, amigo!, -dixo la reina-, pues ago- que lo sepa, que yo más pienso en te
ra nos acorred con vuestra palabra en de- matar que en vencer.
zir cuyo fijo sois. -Mi muerte -dixo Amadís- está en la
-Assí Dios me ayude, -dixo él-, no lo voluntad de Dios a quien yo temo, y la
sé, que yo fue hallado en la mar por tuya en la del diablo, que es ya enojado
gran aventura. de te sostener y quiere que el cuerpo a
La reina cayó a sus pies toda turbada quien tantos vicios malos ha dado con el
y él hincó los inojos ante ella y dixo: ánima perezca; y pues desseas saber
-¡Ay, Dios!, ¿qué es esto? quién yo soy, dígote que he nombre
Ella dixo llorando: Amadís de Gaula y soy cavallero de la
-Hijo, ves aquí tu padre y madre. [...] reina Brisena. Y agora punad de dar
Y fue llamado Amadís, y en otras mu- cima a la batalla, que os no dexaré más
chas partes Amadís de Gaula. (cap. x). folgar. [...]
Cuando Arcaláus se vio en aventura
de muerte, comencó de fuir contra un
5- Los poderes del mago palacio donde saliera, y Amadís en pos
d'él, y ambos entraron en el palacio, mas
Arcaláus se acogió a una cámara, y a la
E ra [Arcaláus] u n o de los grandes ca-
valleros del mundo que gigante no
fuesse. Amadís lo catava creyendo que
puerta d'ella estava una dueña que cata-
va cómo se combatían. Arcaláus, desque
en él avía gran fuerca por razón, y Arca- en la cámara fue, tomó una espada y
láus le dixo: dixo contra Amadís:
-¿Qué me catas? -Agora entra y combátete comigo.
-Catóte, -dixo él-, porque según tu -Mas combatamos en este palacio,
parescer podrías ser hombre muy seña- que es mayor, -dixo Amadís.
lado si tus malas obras no lo estorvassen -No quiero, -dixo Arcaláus.
y la deslealtad que has gana de mante- -¡Cómo!, -dixo Amadís-; ¿ende te cre-
ner. es amparar?
-A buen tiempo, -dixo Arcaláus-, me Y poniendo el escudo ante sí entró
traxo la fortuna si de tal como tú avía de con él, y aleando la espada por lo ferir,
ser reprehendido. perdió la fuerca de todos los miembros y
Y fue para él, su langa baxa, y Ama- el sentido, y cayó en tierra tal como
dís assí mesmo, y Arcaláus lo firió en el muerto. [...]
escudo y fue la langa en piecas, y juntá- Y luego desarmó a Amadís, que no
ronse los cavallos y ellos uno con otro sabía de sí parte, y armóse él de aquellas
tan bravamente, que cayeron a sendas armas, y dixo a la dueña:
partes, mas luego fueron en pie como -Este cavallero no le mueva de aquí
aquellos que muy bivos y esforzados ninguno por cuanto vos amades, y assí
eran; y firiéronse con las espadas de tal lo dexad fasta que el alma le sea salida,
guisa, que fue entre ellos una tan cruel y (cap. xviii).
brava batalla, que ninguno lo podría
creer si no la viesse, que duró mucho
14 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
tan ligero, que no havía venado que por fuerca que puso y la qu'el Endriago traía,
pies se le pudiesse escapar; comía y be- el spada caló, que le llegó a los sesos.
bía pocas vezes, y algunos tiempos, nin- Mas el Endriago, como le vido tan cerca,
gunas, que no sentía en ello pena nin- abracóse con él, y con las sus muy fuer-
guna. Toda su holganca era matar tes y agudas uñas rompióle todas las ar-
hombres y las otras animalias bivas, y mas de las spaldas, y la carne y los hues-
cuando fallava leones y ossos que algo sos fasta las entrañas; y como él estava
se le defendían, tornava muy sañudo, y afogado de la mucha sangre que bevía, y
echava por sus narizes un humo tan con el golpe de la spada que a los sesos
spantable, que semejava llamas de llue- le passó, y sobre todo la sentencia que
go, y dava unas bozes roncas espantosas de Dios sobr' él era dada y no se podía
de oír; assí que todas las cosas bivas revocar, no se podiendo ya tener, abrió
huían ant' él como ante la muerte. Olía los bracos y cayó a la una parte como
tan mal, que no havía cosa que no em- muerto sin ningún sentido. El ca vallero,
poncoñasse; era tan espantoso cuando como assí lo vio, tiró por la spada y me-
sacudía las conchas unas con otras y ha- tiógela por la boca cuanto más pudo tan-
zía cruxir los dientes y las alas, que no tas vezes, que lo acabó de matar. Pero
parecía sino que la tierra fazía estreme- quiero que sepáis que antes qu'el alma le
cer. Tal es esta animalia Endriago llama- saliesse, salió por su boca el diablo, y fue
do como vos digo, -dixo el maestro Eli- por el aire con muy gran tronido, assí
sabad-, Y ahún más vos digo, que la que los que estavan en el castillo lo oye-
fuerca grande del pecado del gigante y ron como si cabe ellos fuera, de lo cual
de su fija causó que en él entrasse el ovieron gran espanto, (cap. lxxiii).
enemigo malo, que mucho en su fuerca
y crueza acrecienta. [...]
[El Cavalkro de la Verde Espada] como 15. La cortesía de Amadís
león sañudo, pospuesto todo temor, fue
para el Endriago, que muy desfallecido y
flaco esta va, assí de la mucha sangre que
perdía y del ojo quebrado. Y como las
T o m á n d o l e d e l manto, [Leonorim] le
dixo:
-Mi buen amigo, pues que a ruego de
cosas passadas de su propia servidumbre mi padre quedáis tres días, quiero yo
se caen y perecen, y ya enojado Nuestro que al mío quedéis dos [...] Y este don
Señor qu'el enemigo malo oviesse tenido vos demando que le otorguéis de grado;
tanto poder y fecho tanto mal en aque- si no, faré que os prendan estas mis don-
llos que, ahunque pecadores, en su san- zellas, y no havrá que os gradezca.
ta fe cathólica creían, quiso darle esfuer- Estonces le cercaron más de veinte
zo y gracia special, que sin ella ninguno donzellas muy fermosas y ricamente
fuera poderoso de acometer ni osar es- guarnidas, y Leonorina, con gran risa y
perar tan gran peligro, a este cavallero plazer, dixo:
para que sobre toda orden de -Dexalde fasta ver lo que dirá.
natura diesse fin aquel que a muchos la Él fue muy ledo d'esto que aquella
havía dado, entre los cuales fueron aque- fermosa señora fazía, teniéndolo por la
llos malaventurados su padre y madre. Y mejor honra que allí se le havía fecho, y
pensando acertarle en el otro ojo con la díxole:
' spada, quísole Dios guiar a que gela me- -Bienaventurada y fermosa señora,
tió por una de las ventanas de la narizes, ¿quién sería osado de no otorgar lo que
que muy anchas las tenía. Y con la gran vuestra voluntad es, esperando, si lo no
ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
fiziesse, ser puesto en tan esquiva pri- Gran plazer hovo d'estas razones que
sión? Y yo lo otorgo como lo mandáis, passaron el Emperador y la Emperatriz, y
assí esto como todo lo otro que servicio todos los hombres buenos que allí eran, y
de vuestro padre y madre y vuestro sea. muy bien les pareció las graciosas res-
Y a Dios plega por la su merced, mi bue- puestas que el Cavallero de la Verde Spa-
na señora, que las honras y mercedes da dava a todo lo que le dezían, assí que
que d'ellos y de [v]ós recibo me llegue[n] esto le[s] fazía creer, ahún más que el su
a tiempo que de mí y de mi linaje os gran esfuerco, ser él hombre de alto lugar,
sean gradecidas y servidas. porque el esfuerco y valentía muchas ve-
Esto se cumplió muy enteramente, no zes acierta en las personas de baxa suer-
por este Cavallero de la Verde Spada, te y gruesso juizio, y pocas, la honesta
mas por aquel su fijo Esplandián [...] assí mesura y polida crianca, porque esto es
como Urganda la Desconocida en el devido aquellos que de limpia y genero-
cuarto libro lo profetizó, lo cual se dirá sa sangre vienen. No afirmo que lo alean-
adelante en su tiempo. can todos, mas digo que lo devrían al-
Las donzellas le dixeron: cancar, como cosa a qvie tan temidos y
-Buen acuerdo tomastes. Si no, no obligados son, como este Cavallero de la
pudiérades escapar de mayor peligro Verde Spada lo tenía, que poniendo a la
que lo fue el del Endriago. braveza del su fuerte coracón una orla de
-Assí lo tengo yo, señoras, -dixo él-, gran sofrimiento y contratación amorosa,
que mayor mal me podría venir enojan- defendía que la sobervia y la ira lugar no
do a los ángeles que al diablo, como lo fallassen por donde su alta virtud dañar
él era. pudiessen" (cap. lxxiv).
por
Juan Manuel Cacho Blecua
TESTIMONIOS
TEXTOS
. " P a , b u e n o s señores!, que éstas no -Yo he sabido, dixo ella, que eres un
I xli son las aventuras de la Gran Bre- hombre simple, sin letras, sin sciencia,
taña que más por vanagloria y fantasía sino solamente de aquella que, assí
que por otra justa causa las más d'ellas como tú, los caños labradores saben, y
se tomavan, que si la ira y la saña en como quiera que cargo de regir a otros
aquéllas gravemente vos eran defendi- muchos y más buenos tengas, ni a ellos
das, en estas que ahora se vos represen- ni a ti sabes fazer, ni tampoco lo que a
tan no tan solamente no es pecado exer- tu casa y hazienda conviene. Pues dime,
citándolas, mas ante aquel muy alto hombre de mal reca[u]do, ¿cuál inspira-
Señor Dios muy gran mérito se gana. ción te vino, pues que no sería la del cie-
Assí que, mis señores, comed y descan- lo, que, dexando y olvidando las cosas
sad, que antes que mañana venga yo necessarias en que los hombres cuerdos
confío en la merced de aquel muy alto y se ocupan, te quesiste entrometer y ocu-
immenso Dios que ya vos dixe, y en la par en una ociosidad tan escusada, no
muy gran lealtad d'este nuestro verdade- siendo tu juizio suficiente, emendando
ro amigo Frandalo, que con muy gran una tan grande escriptura de tan altos
daño y pérdida d'estos nuestros enemi- emperadores, de tantos reyes y reinas, y
gos estos campos que agora vemos lle- dueñas y donzellas, y de tan famosos ca-
nos de gentes d'ellas serán bien vazíos. valleros, fablando en sus grandes he-
(cap. lv). chos, olvidando en tu memoria cuántos
famosos sabios en las semejantes cosas
no osaron fablar ni escrevir, y si algunos
24 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
se atrevieron, muchas faltas, muchas pa- caídos en un pozo que allí se muestra,
labras grosseras y viciosas en sus escrip- de grande fondura y de immemorial
turas se hallan? Y tú, siendo tan torpe y tiempo hecho. Y como por mí, que los
tan flaco de juizio, tener osadía de te po- siguía, fue este desastre visto, turbado de
ner en tal atrevimiento, merecedor eres tal desdicha, descabalgué del cavallo,
de gran castigo. Y puesto caso que ya to- poniéndome en la orilla del pozo por
mando esta osadía, que con algtina color mirar si con algún artificio el falcón po-
de razón escusar te podrías, porque con dría cobrar. Mas, como los desastres
tanta afición tu voluntad está desseosa poco límite tengan en seguir unos a
de saber los famosos fechos de las ar- otros, sobrevenido con gran viento un
mas, y porque el estilo de tu vida desde turbón o remolino a aquella parte donde
tu nacimiento fue en las dessear y seguir, yo estava, levantándome los pies del
¿qué pensamiento tan contrario de la ra- suelo, en aquella gran fondura me puso,
zón fue el tuyo, entrometerte en contar sin que ningún daño recibiesse.
aquellos ardientes y leales amores de las Cuando yo allí me vi entre algunas
dos personas que más en perfición que culebras y otras cosas ponzoñosas, cier-
ninguno de los nacidos en sí sostuvieron to fue puesto en gran tribulación. Pero
y passaron? [...] ¡Oh loco!, cuan vano ha acordándoseme que el remedio de tales
sido tu pensamiento en creer que una aventuras era el esfuerco de coracón,
cosa tan excelente y tan señalada entre que con él muy muchos peligros son re-
todas las leales y honestas que en muy mediados, y también esperando que lle-
gran número de escripturas caber no po- gado un mi cacador que en un valle
dría, en tan breves y mal compuestas pa- dexé caído con su cavallo, viéndome en
labras lo pensaste dexar en memoria, no tal parte, buscaría por los lugares comar-
temiendo en ella ser tan contraria tu he- canos gente que sacarme pudiessen,
dad de semejantes actos, como el agua acordé de cevar el falcón, y queriéndolo
del fuego, y la fría nieve de la gran ca- fazer, vínome al encuentro otra muy ma-
lentura del sol, que en una tan estraña yor desventura, mucho más temerosa
cosa como ésta no pueden ni deven fa- que la misma muerte: que no sé en qué
blar sino aquellos en quien sus entrañas forma al un cabo de los cuatro de aquel
son casi quemadas y encendidas de pozo una gran boca se abrió, de tanta
aquella amorosa flama" (cap. xcviii). [La oscuridad, y a mi parecer de tal fondura,
maga le ordena que abandone la escritura de la que con mucha causa se pudiera juzgar
obra, pero una aventura imprevista le permitirá su por una de las infernales. [A punto de ser
continuación] tragado por una gran serpiente, se le aparece Ur-
ganda, quien lo conduce hasta la Ínsula Firme, en
donde están encantados los personajes principales de
[La peligrosa aventura del autor!
la obra. Le pregunta por su hermosura y fortaleza,
contradiciendo algunos episodios contados en el
Pues que assí fue, que saliendo un
Amadis. La maga le interroga si conoce en sus rei-
día a caca, como acostumbrado lo tengo,
nos algún rey y reina semejantes a los jÍcticos).
a la parte que del Castillejo se llama,
que por ser la tierra tan pedregosa y re-
zia de andar en ella más que en ninguna [Elogio de los Reyes Católicos]
otra parte caca se falla, y allí llegado, ha-
llé una lechuza, y aunque viento hazía, a -[...] en estos nuestros reinos donde
ella mi halcón lancé. [...] llegado el fal- yo nací y mi habitación fago, he visto al-
cón con la presa al suelo, fueron ambos gunos reyes y reinas que en mi juventud
LAS SERGAS DE ESPLANDIÁN (v) 25
de la trabajosa vida a la cruel muerte vi- cho, muy gran plazer siente mi ánimo en
nieron, y porque con la tierna edad no lo oír de ti, que por lo que en lo passado
puede ser junto el verdadero conoci- he visto, creo no me dirás sino aquello
miento de las cosas, dexaré de contar lo que cierto es. E si a mí dado me fuesse
que con prosperidad y adversidad passa- lugar para los ver y servir, demás de les
ron. Pero de aquello que con gran [cer]ti- dezir algunas cosas que no saben, acon-
dumbre puedo fazer muy verdadera re- sejarles ía que en ninguna manera can-
lación, por mí vos será manifiesto, sin sassen ni dexasen esta sancta guerra que
que un punto de la verdad fallezca. Y contra los infieles comencada tienen;
esto es de los grandes y muy famosos pues que con ella sus vassallos serían
hechos del rey y reina, mis señores, que contentos de los servir con las personas y
en esta sazón casi todas las Españas, y faziendas, y el más alto Señor de les ayu-
otros reinos fuera d'ellas, mandan y se- dar y favorecer, como hasta aquí lo la fe-
ñorean. Que sabréis, señora, por verdad cho, y en el cabo les fazer posseedores de
que este gran rey que digo, en fermosu- aquella gran gloria que para los semejan-
ra de rostro, en gentileza de cuerpo, en tes guardada tiene. [...]
gracia de fabla, en acabada discreción, y
en todas las otras virtudes y gracias que [El libro escrito j traducido]
a rey conviene tener, ninguno d'estos
vuestros se le podría igualar. Pues del La dueña me dixo:
grande ardi[d] y esfuerco de su coracón, -Éste que aquí vees es aquel gran sa-
no bastaría mi juizio a lo contar, según bio, el maestro Helisabad, que escrivió
las grandes cosas que por él han passa- todos los grandes fechos del emperador
do desde su tierna edad fasta este tiem- Esplandián, tan por entero como aquel
po en que estamos, assí las que tocan a que a los más d'ellos presente fue, como
esfuerco, como las que con gran discre- en este libro que vees se muestran. E
ción deven y merecen ser loadas. E por porque aún tú no has visto ni podido al-
esto lo dexaré, tornando a la reina muy canzar el fin d'ello [...] quiero ahora, re-
famosa de que os fize minción. Ésta es la vocando el mandamiento tan premioso
más apuesta, la más locana, la más dis- que te fize, en que no procediesses más
creta, que no solamente no la vieron otra adelante en esta obra, que veas por este
semejante los que oy biven, mas en to- libro aquello que adelante sucede, y de
das las escrituras passadas ni memorias aquí lo lleves en memoria, para que, po-
presentes que de la gran antigüedad niéndolo por escrito, sea divulgado por
quedassen, desde que aquel grande Mer- las gentes. Pues que gran sinrazón sería,
cóles las Españas a poblar comencó, no sabiendo aquello que passó fasta allí,
se halló otra reina que a ésta, con muy como dixe, no gozasen de lo que no sa-
gran parte, igualar pudiesse. E dexando ben ni saber podrían, si de aquí tú no lo
aparte ser su discreción, su honestidá[d] llevasses. Y esto fago por te quitar del
tanto en el estremo subidas de su gran trabajo que passarías en lo componer de
hermosura y graciosidad, digo que por tu alvedrío, y aun porque no me fío de ti,
muchos muy discretos fue juzgada más ni estoy segura que tu juizio bastasse para
por divinal el su hermoso parecer que tan grandes cosas contar. Y porque esto
temporal, no porque lo fuesse, mas por- está en la letra griega, para ti es escusado
que a ello muy allegada pareciesse. leerla, pues que no la entenderías; leérte-
lo ha en la tuya esta mi sobrina Julianda
-Aunque yo, dixo la sabidora, por
que aquí viene. [...]
otros sepa ser verdad todo lo que has di-
26 A N T O L O G Í A 0 E LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
Entonces tomando essa donzella el li- -Passará de tres oras, -dixo el caza-
bro de las manos del maestro, declaran- dor-, de que soy maravillado cómo vos
do lo que en él estava, en el lenguaje acaeció lo que nunca hasta agora os vi.
que yo muy bien entiendo, comenzó á -No te maravilles, -dixe-, pues que a
leer [...] fasta dar en la fin del libro [...] ti cada día lo semejante acaece; y agora
Lo cual por mi oído, como por deleite lo nos vamos a nuestra caca y procuremos
escuchase, teniendo las orejas muy aten- de cebar este neblí.
tas en ello, toda la mavor parte me que- Assí nos partimos de aquel lugar, y
dó en la memoria. Esto assí acabado, como yo con gran sobresalto estuviesse
como avéis oído, desseando mucho salir del miedo primero, aunque en sueño
de un tan estraño lugar, assí para des- avía sido, y con gran plazer de la fin d'e-
canso como para poner en escripto lo Uo, desseando cumplir lo que me era
que dicho tengo, dixe a la gran mandado, no pude por ninguna guisa
sabi[dora] si mandarme quería más. Ella allí sossegar. E tomando el camino, me
respondió que no por entonces. torné a mi casa, a la cual llegado, apar-
-Pues, señora, dixe yo, ruégovos, por tado de todos, tomando tinta y papel,
vuestra bondad, que dándome licencia, comencé a escrevir aquello que en la
deis orden cómo de aquí salga.[...] memoria traía, como agora oiréis, (cap.
xcix)
[De vuelta a la realidad]
9. Pelea entre las magas Urgan- las aver amansado, cavalgavan; que en
da y Melía toda la isla no havía otro metal alguno.
Moravan en cuevas muy bien labradas; te-
rganda, c o m o tan vieja y tan flaca nían navios muchos, en que salían a otras
U la vido [a la infanta Melía], bien cui-
dó que, a doquiera que le pudiesse echar
partes a hazer sus cavalgadas, y los hom-
bres que prendían Uevávanlos consigo,
la mano, la podría sacar afuera. Pero no dándoles las muertes que adelante oiréis.
se le fizo como pensava, que desque la Y algunas vezes que tenían pazes con sus
vieja la tuvo cerca, echó en ella las ñu- contrarios, mezclávanse con toda segu-
dosas manos, dando grandes cardados, ranza unos con otros, y avían sus ayunta-
que gritos no podía porque la su gran mientos, de donde se seguía quedar mu-
edad lugar no le dava, y tiró por ella tan chas d'ellas preñadas, y si parían hembra,
rezio, que, mal su grado de Urganda, la guardávanla, y si varón, luego era muer-
metió en la cueva, y como dentro fue, to. La causa d'ello, según se sabía, era
después de aver demandado ayuda a los porque en sus pensamientos tenían firme
cavalleros con grandes bozes, fue tan de apocar los varones en tan pequeño
desacordada, que casi ningún sentido le número, que sin trabajo los pudiessen se-
quedó. Entonces, la vieja, tirándole las to- ñorear con todas sus tierras, y guardar
cas, y assien[d]o por los canos cabellos, aquellos que entendiesen que cumplía
dando con ella en el suelo, la llevó por la para que la generación no pereciese.
cueva adelante gran pieca [...] A esta sa-
zón llegó Esplandián en su cavallo a la En esta isla, California llamada, avía
cueva, y apeándose lo más presto que muchos grifos, por la grande aspereza de
pudo, entró por ella, no se le acordando la tierra y por las infinitas salvaginas que
el gran remedio que consigo llevava, que en ella habitavan, los cuales en ninguna
era essa su espada tan fermosa, que ante parte del mundo eran fallados; y en el
ella ningún encantamento no podía fuer- tiempo que tenían fijos, ivan estas mu-
ca tener, assí como lo ya provara en la geres con artificios que para los tomar
Montaña Defendida delante la reina Ar- teníatn], cubiertas todas de muy gruessos
cabona. (cap. ex). cueros, y traíanlos a sus cuevas, y allí los
criavan. Y siendo ya igualados, cevávan-
los en aquellos hombres y en los niños
que parían, tantas vezes y con tales artes,
10. Calafia, reina de California que muy bien conocían a ellas, y no les
fazían ningún mal. Cualquiera varón que
S a b e d q u e a la diestra mano de las
Indias ovo una isla llamada Califor-
nia, mucho llegada a la parte del Paraíso
en la isla entrasse, luego por ellos era
muerto y comido; y aunque fartos estu-
viessen, no dexavan por esso de los to-
Terrenal, la cual fue poblada de mugeres
negras, sin que algún varón entre ellas mar y alearlos arriba, bolando por el
oviesse, que casi como las amazonas era aire, y cuando se enojavan de los traer,
su estilo de bivir. Éstas eran de valientes dexávanlos caer donde luego eran muer-
cuerpos y esforzados y ardientes corazo- tos, (cap. elvii).
nes y de grandes fuercas; la ínsula en sí,
la más fuerte de riscos y bravas peñas que
en el mundo se fallava; las sus armas eran 11. Leonorina, a m a d a predesti-
todas de oro, y también las guarniciones nada
de las bestias fieras, en que, después de
28 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
fizo ser en otra silla, en una muy fermo- bidora Urganda; que después de muy
sa cámara que con la gran sala confina- largos tiempos pasados, la hada Morgai-
va. Y púsole este libro que él avía escri- na le hizo saber en cómo ella tenía al rey
to y ordenado en sus manos. [...] E Artur de Bretaña, su hermano, encanta-
saliendo fuera, se fue a la huerta y subió do, certificándola que havía de salir y
en la cumbre de la alta torre, llevando bolver a reinar en su reino de la Gran
consigo un libro, el cual fue de la gran Bretaña, y que en aquel mesmo tiempo
sabia Medea, y otro de la Donzella En- saldrán aquel emperador y aquellos
cantadora, y otro de la infanta Melía, y grandes reyes que con el estavan a resti-
otro de los suyos, y tendidos sus canos tuir juntos con él lo que los reyes cristia-
cabellos por las espaldas, leyendo por nos hoviessen de la cristiandad perdido,
essos libros, rebolviéndose a todas las (cap. clxxxiii).
cuatro partes del mundo contra los cie-
los, faziéndose tan embravecida, que pa-
recía salir de sus ojos vivas llamas de fue- 13. Novedades anunciadas
go, haziendo signos con sus dedos,
diziendo muy terribles y espantables pa-
labras, atraendo tan grandes tronidos y
relámpagos, que parecía que los cielos
D e a c u e r d o d e todos fue que aque-
llos tiempos olvidados por ellos
ressuscitados fuessen, tornando al pri-
se hundiessen, temblando toda la insola, mero estilo, andando por sus tierras y
assí como haze la nave en la fondura de por las agenas como cavalleros andan-
la brava mar, arrancó de la tierra aquel tes, y assí lo pusieron en obra. [...] D'es-
grande alcázar, con el sitio del arco de ta guisa que vos cuento vino este sabio
los amadores, poniéndolo alto en el aire, en aquellas partes donde hizo tantas co-
en que fue fecha una muy grande aber- sas y tan estrañas que ni Urganda la Des-
tura en la tierra, y por ella lo hizo sumir conocida, ni la infante Melía, ni la Don-
fasta el abismo, donde todos aquellos zella Encantadora no pudieron con muy
grandes príncipes quedaron encantados, gran parte serle iguales, assí como por el
sin les acompañar ninguno de los sus dicho libro se mostrará cuando parescie-
sentidos, guardados por aquella gran sa- re. (cap. clxxxiv).
4. FLORISANDO
(vi libro amadisiano)
de Rui Páez de Ribera
(1510)
por
Emilio Sales Dasí
TESTIMONIOS
TEXTOS
otros señores, por la misericordia que de En cuanto a vos, os digo que siendo
vuestros cuerpos ovo, no consintiendo hombre, criáis en vos tres cosas, pensa-
que más fuessen subjetos a las operacio- miento en el cual pensáis todas las cosas
nes diabólicas, so cuyo poder tantos años que havéis de fazer y las cosas passadas
ha que por su permissión estáis puestos y presentes, el cual nasce del coracón. Y
encantados, hechos piedras, sin razón y cuando alguna cosa pensardes, no sea
sentido, assí como vuestros corporales vuestro pensamiento triste ni codicioso ni
ojos lo han visto, por esperiencia proba- arrebatado. Mas con mucha razón sobre
da de unos en otros, no pudo ser esto a cosa que venga provecho y se aparte
lo que nuestros humanos sentidos pue- daño, no cobdiciando honras vanas sin
den juzgar, sino por grande ira y enojo provecho, no cobdiciando demasiadas ri-
que Nuestro Señor tuvo de vosotros, que quezas, no pensando en vicios. Porque
haviendo's constituido, según dize por la las vanas honras no pueden durar y piér-
boca de Geremías profeta: Constituíte sobredense y ménguanse, y tornan en deshon-
las gentes rey para que dissipes vicios j plantes vir- ra con daño de aquél que la sigue con
tudes; no haziendo cualquier cosa d'estas, trabajos y costas, menoscabando lo que
para cuyo exercicio tenes el real nombre tiene por lo que haver cobdicia; y por
y el poderoso cetro, erráis y excedes esto dixeron los antiguos filósofos que
aquello para que fuestes por su divina no era menor virtud guardar hombre lo
clemencia nascidos y criados y puestos que tiene que ganar lo que tenía, porque
en la imperial cumbre, (el, f. clix'). aquél que guarda, guarda por seso, y el
que gana, gana por aventura.
E assí mismo las riquezas demasiadas
3. Consejos sobre el oficio de no las devéis cobdiciar para guardarlas y
rey
no obrar bien d'ellas, porque teniendo
esta cobdicia forcado havéis de fazer
P u e s e n a u t o y exercicio de servir a
Dios os fallo ocupados, dixo el
santo monje [Ajnselmo, que es enten-
grandes yerros por haveiias, lo que en
ninguna manera conviene para persona
diendo en las cosas de justicia por don- real, porque es dicho de muchos santos
de Dios se sirve y el mundo se govierna, varones que la cobdicia es raíz y madre
quiero deziros para que esta justicia, de todos los males. E está manifiesto que
[que] es una congrua disposición de aquél que por cobdicia allega y guarda
Dios, más a su servicio podáis adminis- grandes tesoros, no es señor, mas siervo
trar en todas las cosas derechamente, d'ellos, pues la cobdicia le impide el uso
qué tal havéis de ser vos como su admi- d'ellos; y este tal es rico avariento, que
nistrador. Lo primero havéis de tener co- es abominable pecado mortal en la pre-
noscimiento de Dios, que es la cosa pri- sencia de Dios.
mera que toda criatura debe de haver, Otrosí apartar los vicios porque son
mayormente los emperadores y reyes de tal naturaleza que cuando el hombre
que han de governar las tierras y gentes más los usa, más los quiere, de que se si-
con entendimiento de razón y con dere- guen grandes males: hazen menguar el
cho de justicia; y porque estas cosas no seso y la fortaleza corporal y del cora-
se podrían sin Dios alcancar, conviene cón, y hazen apartar el hombre de aque-
que le conoscan; y conosciéndole, que llo que le conviene por seguir el apetito
le amen; y amándole, que le teman y le a que el vicio lo llama, y el mucho uso
sepan servir y loar. [...] del vicio buélvese en costumbre natural.
32 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS
cautivar las míseras ánimas. E por esto no lo digo sin causa, porque haviendo
dezía Sant Hierónimo a un monje rústi- sido tan grande la merced que os hizo,
co: Nunca de tu mano ni de tus ojos dexes el li- particularmente a cada uno de vosotros
bro del salterio, di la oración sin intermissión, veley, por vosotros, generalmente a vuestros
tu seso no en varios pensamientos, mas el cuerpo yseñoríos y reinos, y esto pues fue la cau-
el ánima esté con Dios. Vence la ira con la pacien- sa de su ira y enojo: las cosas que en
cia, ama y quiere la sciencia de las Scripturas, y novuestros reinos passavan y fasta enton-
amarás los vicios de la carne, no entremetas tu pen-ces passaron, ya aquéllas se devieran
samiento en varias perturbaciones, las cuales si en élemendar y no de nuevo tornar al exer-
assentaren enseñoréense de ti y traherte han a grancicio d'ellas para que otra vez de vues-
delito. Fa% alguna cosa de obra, porque siempre tras el obras fuesse airado. Una costumbre
diablo te falle ocupado. [...] mala y perversa ovo siempre en vues-
Tu retraimiento pocas vezes o ningu- tros reinos de estas conquistas y deman-
na sea hollado con los pies de las muge- das que entre vosotros llamáis, y tengo
res, porque no puede de todo coracón creído que las injustas batallas que a
habitar con Dios el que a las mugeres se esta causa los cavalleros toman unos
allega. Nunca de las faciones ni hermo- con otros, de donde se siguieron mu-
sura de las mugeres platiquéis. Dize el chas muertes y grandes feridas y diver-
mismo Sant Hierónimo: ha muger nunca sepa sas injurias que los unos a los otros se
tu nombre. Cuando vieres la muger de buena vida yfazían, fueron la causa porque su ira so-
conversación, quiérela mentalmente, no para corporal bre vosotros vino y duró por tantos años
frecuencia. Y concluye él con este argu- fasta que, por las plegarias y oraciones y
mento: Si bueno es no tocar la muger, malo es to-lágrimas de vuestros vasallos, le plugo
carla, (ccx, ff. cci-ccii v ). de haver de vosotros misericordia y pie-
dad, y por esto esta mala cost[u]mbre se
deviera de olvidar y tornarse en buenas
6. La prohibición de la caballe- obras y exercicio tal que fuesse de lo
ría andante passado emienda para con Dios, y de lo
por venir buen exemplo para vuestros
vasallos [...] En lo por venir es necessa-
P u b l i c a d a fue por la corte tanto
aquella batalla que pudo saberla el
monje [Ajnselmo y sus compañeros en el
rio que otro medio se tome, y ha de ser
esto, que cada uno en su reino quite
esta mala y perversa costumbre d'estos
monesterio donde estavan, y assí mismo
cavalleros que andan en estas aventuras
supieron la causa d'ella, y determinaron
y demandas; y ésta quitada, cessarán los
de venir al rey Amadís y rogáronle que
daños que de aquí se han seguido y
hiziesse juntar su corte para que ante
muertes e injurias, y vivirán nuestros ca-
aquellos reyes y altos hombres querían
valleros en paz; y donde hay paz está
despedirse d'él [...] Y todos juntos, el
aquella gloriosa y preciosa prenda que
monje [Ajnselmo les dixo:
Nuestro Redentor nos dexó cuando por
-No me parece señores que aquí se su boca dixo a sus apóstoles: Mi pa% os
dan a Nuestro Señor las gracias confor- dexo. Assí mismo alearse ha sobre vos-
me a sus mercedes, y donde no hay gra- otros su ira y vuestros pueblos y vasallos
cias hay desagradecimiento, y donde en justicia serán mantenidos. Conviene
hay desagradecimiento no mora Dios, y assí mismo que se pierda otra costumbre
pues Dios aquí no mora donde no se le que hay de andar las donzellas y dueñas
dan las gracias por los beneficios que solas por los caminos, porque de aquí se
haze, nos queremos ir a buscarlo. Y esto
FLORISANDO (Vi) 35
siguen las conquistas de los cavalleros, de vuestros coracones, pero aún de
las injustas demandas, muchos hornea- vuestros reinos y señoríos, de manera
das e injurias y deservicios públicos que que en ellos no se usen más ni exerci-
se fazen a Nuestro Señor, y aún otros se- ten, y para esto han de ser quemados
cretos deshonestos, que por la torpedad los libros que se fallaren, assí de Urgan-
y fealdad d'ellos quiero callar ante tan- da como de la infanta Melía y de Arca-
tos y tan reales merecimientos como láus y de todos aquellos que esta mala y
aquí están. Quitadas y apartadas estas péssima arte usaron, porque consentién-
perversas costumbres, cumple que todas dola no solamente no estáis en servicio
las malas artes de encantaciones y su- de Dios, pero estáis en su ira y gran pe-
persticiones sean desraigadas, no sólo cado mortal, (cap. ccxxviii, f. ccxvii).
5 LISUARTE DE GRECIA
(vil libro amadisiano)
de Feliciano de Silva
(1514)
por
Emilio Sales Dasí
TESTIMONIOS
TEXTOS
pada desnuda muy sangrienta y d'ella sa- armado encima de un cavallo que a la
lían muchas llamas de fuego. Y cabe ella fuente venía. E apeándose del cavallo,
estava una carta de pargamino con unas quitándole el freno, lo dexó pacer. Él se
letras griegas. Tomada por los que en la sentó cable] la fuente, y no tardó mucho
sala estavan fue leída, y dezía assí: que, dando un sospiro, dixo:
-¡O, amor, cuan alto me pusiste, fa-
Yo, la infanta Metía, destruidora de la fe cris- ziéndome tan bienaventurado que amé a
tiana, acrescentadora de la ley de mis dioses, te hagola que en el mundo par no tiene, y pues
saber a ti, el emperador, que tú y todos los que te me posiste en tal gloria, no me dexes
ayudaren, por mi causa avéis de ser muertos y des- caer d'ella! ¡Y vos, mi señora, acordadvos
truidos. Esto por los enojos que el noble rey Ama- de mí!
to de ti ha recebido, y porque en tu presencia verás Como esto dixo, calló. El Cavallero
degollar y quemar la cosa del mundo que tú más Solitario que aquello le oyó, dixo entre sí:
precias. En señal que será verdad te embío essa es- -¡Por Dios!, que no sufra yo ante mí
pada que de vista d'essa gran ciudad no se partirá tal blasfemia, que nadie diga cosa con
hasta que salga en vano una profecía y obra de que quiera igualar a su señora con la
Apolidón. Y esto porque veas que nadie al mi gran mía, y por ventura quícá será más mal,
saber se iguala. que podrá ser que este cavallero ame
aquélla que yo amo, assí que en cual-
Acabada, de leer la carta, la espada se quiera manera soy obligado a castigar su
levantó en el aire y se subió tan alta a locura.
vista de todos los de la ciudad que pare- Como esto dixo entre sí, crescióle
ció llegar al cielo. Y como tan alta fue, gran saña. E enlazando el yelmo, se fue
estuvo segura y fixa como una cometa, para el cavallero que, sintiéndole, el suyo
que muy claramente de todos era vista. en la cabeca tenía y, levantándose, dixo:
El emperador y todos los de la sala esta- -¿Quién sois vos que a mí venís?
van tan espantados que no sabían qué -Yo, dixo el Solitario, que quiero sa-
dezir; pero muy tristes fueron de aque- ber quién es essa que vos amáis, que de-
llas nuevas, (cap. xii, f. xxi). zís que no tiene par.
-¿Qué pro vos tiene esso?, -dixo el
cavallero.
2. Los protagonistas se comba- -No consentir delante de mí tan gran
ten sin reconocerse blasfemia contra mi señora, -dixo el So-
litario.
a vos tal os trae, os quite de mis manos -Señora, ¿sentís os mal o por qué es-
fasta que yo sepa toda vuestra hazienda, táis assí?
porque queráis agora vos igualar vuestra Ella le dixo sospirando:
amiga eomigo. -¡Ay, cavallero, malo fue el día que os
Lisuarte, movido a saña, metió mano vi pues por ganar mi tierra he perdido a
a la espada e hirió al cavallero de toda mí! ¡Por Dios!, pues me vais a restituir en
su fuerca, que un braco le derribó en el lo mío, que me restituyáis en mi libertad;
suelo, díziendo: pues venistes a aprovecharme, no me
-Tomad, don malo, porque queráis queráis dañar, que vuestra hermosura
poneros con aquella que no tiene par. mis entrañas ha penetrado y rasgó mi co-
E aleando el espada por le dar otro racón.
por cima de la cabeca, el caballero co- Y diziendo esto, echándole los bracos
mencé a fuir por donde havía venido a al pescueco, añudándole las manos
todo correr del cavallo dando muy gran- atrás, le llegó su rostro con el suyo. El
des bozes. (cap. liii, ff. lvii'- lviü"). cavallero, que assí se vido, no pudo te-
ner tanta lealtad a su señora que más
piedad no oviesse de la duquesa, y be-
sándola en la boca, tomándola entre sus
6. La infidelidad amorosa de Pe- bracos, la llevó sobre un lecho que en la
rlón de Gaula cámara estava, donde hazíendo dueña
aquélla que fasta allí donzella era, con
D ize la historia que el Cavallero de
la Espera y la duquesa, después
que partieron del puerto de Litria, ivan la
gran solaz passaron gran parte de la no-
che. [...] Y con aquel vicio que avéis
oído passaron quinze días, teniendo el
vía de Alemania con gran plazer fablan- de la Espera cada noche a la duquesa a
do y jugando al axedrez y en lo que más su voluntad, (cap, lxi, f. lxxi).
les aplazía. La duquesa iva tan vencida
en el su amor que nunca dormía pen-
sando en él, y él assimesmo le parecía
muy bien ella, pero no para que tuvies-
7. La Aventura de los Príncipes
Encantados: la ordalía amorosa y bé-
se pensamiento de dezirle cosa. Ella le
lica
sacava muchas vezes con algunas pala-
bras por provarle, mas de que vio que a
nada le salía, estava tan cuitada que se
quería morir de pensamiento. Una noche
A c a b a n d o los reyes y reinas de co-
mer, aleadas las tablas, todos los
más cavalleros de la villa siendo en la
después de cenar, ella y el Cavallero de
sala juntos, entró por la puerta de la sala
la Espera se sentaron a jugar [a]l axedrez,
un cavallero vestido de paños de duelo,
y tanto se enbevieron en jugar que dos la barva y cabellos le llegavan a la cinta.
donzellas que en la cámara estavan se En una mano traía un rétulo de pargami-
dormieron. La duquesa que lo vio, vien- no grande escrito con letras de oro, lue-
do que el cavallero nada le dezía, pro- go tras él venía un cavallero armado de
puso de descubrirle su pensamiento, que muy ricas armas. En su cabeca traía un
tan ciega estava que perdiendo el velo yelmo, el más estraño y rico que jamás
de la vergüenca que las mugeres deven se vio, porque era todo de un diamante
tener, turbándosele la color, tremiéndole tan claro que todos los de la sala clara-
las carnes tanto, que el cavallero fue es- mente en él se vían. Cabe el cavallero
pantado y, viendo su turbación, le dixo: venía una donzella muy fermosa, vestida
LISUARTE DE GRECIA (Vil) 39
de muy ricos paños con muchas piedras donde ella estava, hizo tales cosas por
V perlas por ellos. En su cabeca traía so- donde ella le dixo que, a condición que
bre sus cabellos hermosos sueltos una la llevase al reino de su padre, del cual
corona que toda era hecha de rubíes y él era eredero, que ella le otorgaría su
esmeraldas, con muchos diamantes y amor. Él lo hizo, que no con poco peli-
otras piedras de gran valor. La corona gro la sacó y vino con ella. Como tornó
era tan fermosa y rica que todos cuantos en el reino de su padre, entrando en la
ai eran nunca jamás otra tal vieran, ni sala donde su padre estava que era gran-
con gran parte le igualasse. Luego vení- de y rica, súbitamente en medio d'ella
an veinte cavalleros todos armados de ambos fueron hechos piedra mármol, y a
armas negras; d'esta forma entraron en la él le quedó este rétulo que yo traigo, que
sala, todos muy espantados en ver cosa assí mesmo de piedra en su mano esta-
tan estraña. El cavallero que delante ve- va con estas letras que nadie leer podía.
nía, fincando los inojos ante el rey Ama- Como su padre d'este cavallero viesse su
dís, le besó las manos, dexando en me- hijo tal, de pesar cayó luego muerto. E
dio de la sala el cavallero y la donzella como no quedasse otro eredero sino
que oído avéis. Como ovo besado las éste, los del reino, viéndolo assí encan-
manos al rey, dixo que mandasse callar tado, no han consentido tener rey, pen-
a todos y le oyesse lo que quería dezir. sando que por tiempo éste, que su natu-
El rey mandó que todos estuviessen ca- ral señor es, sería desencantado; y por
llados. El cavallero, alto que todos lo esta causa han tenido siempre governa-
oyessen, dixo: dores juramentados que den el reino a
-Poderoso rey de la Gran Bretaña, la este príncipe si desencantado fuere, y
fama que he oído de la bondad de tu d'esta manera sucedieron muchos fasta
corte y la grandeza tuya me ha hecho ve- que vine yo, que en mi tiempo puede
nir aquí para lo que agora oirás. Sabrás, aver tres años y medio o cuatro que, es-
señor, que a mí me llaman Fristión, soy tando en mi governación, oímos un rui-
gobernador del reino de Cecilia, porque do que paresció el mundo hundirse, con
en aquella tierra no tenemos rey, puesto el cual ruido las dos imagines de mármol
que reino sea, la causa señor es ésta que que hasta ai de piedra eran fueron buel-
agora sabrás; sabed, señor, que en aque- tas como agora los veis. Pero comer ni
lla tierra do yo soy governador, infinitos hablar ni más de lo que les veis hazer no
años ha, que no tenemos cuenta d'ellos han hecho, mas de solamente de andar
porque passan de dos mil, que ovimos por donde yo llevarlos quiero, que es
un rey llamado Filomeno. Este rey ovo para lo que este rétulo que traigo mejor
un fijo y no más llamado Alpatracio, el que yo manifestará.
cual, señor, es este cavallero que aquí E leyendo las letras, dezían assí:
ves. Este Alpatracio, siendo mancebo y
muy buen cavallero, enamoróse por oí- Yo, la infanta Medea, engendrada de los rajos
das de aquella donzella que con él viene del sol, siena de los mis siete dioses que los cielos
que es fija de un rey de Francia que a la rodean, señora de todas las mágicas j artes de en-
sazón era, y llámanla Miraminia. Como cantamientos, en tanta manera que alcancé a saber
este Alpatracio por oídas de su hermo- todo lo que después de mis días vendrá, porque en
sura tan vencido fuesse, determinó de ir mis tiempos no ovo nadie que igualasse a mi saber,
a Francia por verla y servirla de forma ni después de mí vendrá, por mi memoria fi^ej obré
que ella se toviesse por pagada de otor- con mis artes el presente encantamiento. Esto hi%e
garle su amor, y assí lo hizo, que, yendo yo en este príncipe e infanta porque en mis tiempos
40 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
ninguno en amar se les igualó, ni después d'ellos ven- hizo ella poner aquel nombre, y el so-
drá hasta que aquel cavalkro venga que en bondad brenombre por amor de SLI padre. Ga-
y valentía, por fuerza de armas y de amores, gane li- rinda, tomándolo, se salió por Lina puer-
diando con él el yelmo que el cavallero trae. Esto ta de su aposentamiento; levando el niño
porque passará en bondad d'armas a todos los que en sus bracos, se fue por la costa de la
antes d'élfueron, y assí mesmo no se acabará de des- mar. Assí anduvo una pieca. El niño iva
hacer el encantamento fasta que venga una doncella muy desmayado, tanto qLie ella pensó
qtie assí en hermosura como en amor passe a todas qLie se quería morir. Tomando agua de la
las que antes cl'ella han sido, que puesta de inojos mar, haziendo la señal de la cruz en ella,
ante esta infanta, pidiéndole la corona, si ella con gela echó por cima de la cabeca llamán-
sus manos quitándola de su cabera gela pusisiere, dolo Amadís de Grecia como su madre
luego el encantamento desfallecerá del todo. ( c a p . mandara. Esto hizo ella con temor que
lxxix, f. xci). se muriesse y no fuesse cristiano. Ella
que acabava de baptizarlo, sintió venir
gran ruido por las matas, y con el temor,
8. La prematura e inesperada dexando el infante, comencó a fuir por
separación de Amadís de Grecia de su donde avía venido escondiéndose. El
madre ruido qLie venía eran diez negros cossa-
rios que de una galea avían salido, que
cerca de allí tenían. E como llegaron
L l e g á n d o s e el tiempo del parir, ellas
descubrieron todo el secreto a Sir-
tensa y a Garinda, demandándoles con-
donde el infante esta va, mucho fueron
espantados. Como le vieron embuelto en
sejo cómo podrían dar a criar lo que pa- ricos paños, creyeron ser hijo de algún
riessen. En fin acordaron todas cuatro gran hombre. Tomáronlo y, desembol-
que, como pariessen, que ellas llevassen viéndole, le vieron una estraña maravilla
los infantes o infantas muy secretamente que tenía, y era una espada tan bermeja
a una villa puerto de mar dos leguas de como brasa. Su nascimiento era desde la
ai, do ellas eran naturales, llamada Filina, rodilla izquierda fasta irle a dar en dere-
y diziendo qLie eran SLiyos los diessen a cho del coracón la punta. En ella parecí-
criar. En este acuerdo quedaron y, vi- an Linas letras blancas muy bien talladas,
niendo el tiempo del parir, un jueves en mas no las supieron leer. Ellos, muy
amanesciendo, Onoloria parió un infan- spantados de tan estraña cosa, lo lleva-
te, y no fue nascido cuando sin le ver fue ron a la galea do traían sus mugeres. En-
tomado en ricos paños y embuelto, to- tre ellas venía una parida llamada Esqui-
mándolo Garinda para llevarlo apriessa cia, que dieron cargo qLie criasse al
para poder tornar antes que pariesse Gri- infante. E por la estraña maravilla de la
cileria. Onoloria lo tomó assí enbuelto espada le pLisieron nombre el Donzel de
en SLIS bracos, besándolo con muchas lá- la Ardiente Espada. Assí se fueron con él
grimas. Pareciéndole el más fermoso los cossarios. Garinda salió de do se avía
niño que nunca viera, le echó la bendi- escondido, y como fue donde dexara el
ción, y dixo a Garinda que le hiziesse donzel y no lo halló, pensando ser co-
baptizar y le llamassen Amadís de Gre- mido de bestias, no se podría dezir el
cia, esto por amor de su visabuelo le llanto que por él hizo. (cap. c, f. cxii).
LISUARTE DE GRECIA (VIIl) 41
6. LISUARTE DE GRECIA
(VIII Libro amadisiano)
de Juan Díaz
(1526)
por
Emilio Sales Dasí
TESTIMONIO
TEXTOS
ro, por tanto no devéis ende de ser tris- jos son fundados sobre cimiento de des-
te; ca el cavallero por quien el vuestro onestidad y deleites. Lo que, aunque no
coracón padesce tal cuita, por más seña- fiziesse por esta vía, la donzella de Leo-
lado que sea en las armas, se dará por nela fue queriendo antes con lisonjas
bien andante de fazer vuestro mandado, loarle su devaneo por le complazer, que
mayormente ganando el amor de tan alta diciendo la verdad ser d'ella despagada
donzella como vos lo sois; y aunque o arrepentida. Mas mejor le fuera, según
vuestra pena sea bien empleada en tan dixo el sabio: por la verdad padescer
alto lugar y grandeza, con paciencia os pena, que por la mentira aver dones ni
devéis sofrir hasta que yo le faga rela- mercedes, (cap. xxxvi, f. lii").
ción del mal que os aquexa, para que él
ponga el remedio cual conviene a vues-
tro desseo y a su alegría. 3. La ceguera de Urganda
~¡Ay, amiga!, -dixo Leonela-, pues co-
nocido avéis mi mal, punad de le buscar
el remedio, sin lo cual impossible es mi
coracón no ser desfecho de mil crueles
M a s a g o r a v o s quiere el autor dar
la razón por qué ha tantos tiem-
pos que la historia no ha fecho mención
angustias. d'esta sabia Urganda y agora la buelve a
Mucho quedó consolada con lo que fazer. Devéis de saber que, después que
su donzella le avía dicho, mas muy me- por Urganda fue encantado el rey Ama-
jor consuelo fuera para su honra repre- dís y sus hermanos y el emperador Es-
hender mucho el loco y sandio amor plandián, como avéis oído, ella se fue a
que la aquexava, estrañándole agramen- esta su Isla no Hallada passando buena
te querer dar su amor al cavallero, aun- y viciosa vida con este cavallero su ami-
que de gran bondad era, y en abilta- go, y acontesció que no por la edad ser
miento y menoscabo de su linage, y no mucha como por la permissión de Dios
provocándola al amor abivándole con vino a perder la vista poco a poco, de
palabras el vivo fuego que sus entrañas guisa que de todo quedó ciega; porqLie
abrasava. Mas como loar la passión al como todas las cosas estén sujetas a Dios
apassionado es doblarle su sentimiento, que las crió, que por más sabidores en
assí aconteció a esta fermosa Leonela, todas las artes los hombres sean en este
que muy más aquexada fue del amor mundo no pueden huir los límites que
después que a su donzella lo descubrió, Dios puso en sus vidas ni los casos de
no siendo d'ella reprehendida, mas loa- sus muertes, assí como por esta Urganda
da que de antes lo era en escondido. Por se demuestra, que siendo tan gran sabi-
tanto, todos los que tienen hijas deven dora como la avía en el mundo en su
tener muy grande aviso en las mugeres tiempo, como avéis oído, no pudo con
que las sirven y aguardan, saber en sus su saber evitar esta ceguedad que por la
condiciones cuándo son conformes a la permissión de Dios le vino, ni menos
virtud, porque si d'ellas si son al contra- pudo fuir el amargoso trago de la muer-
rio, no suelen aconsejar a sus señoras te cuando la hora le fue llegada, y assí
salvo a sus condiciones semejantes y que por esta causa estuvo Urganda tanto
costumbres, porque no ay cosa que más tiempo en silencio, y en persona no fue
venca ni quebrante la preciada castidad desencantado el rey Amadís y aquellos
que la compañía y contratación de aqué- grandes señores, aunque desde Armitoya
llas que no la aman, que, por tener en avía embiado tres donzellas, sus sobri-
semejantes de su yerro, todos sus conse- nas, con aparejos para los desencantar,
43
aquel alto Dios que por su ministro y te que me llama; en lo que vosotros pa-
vuestro regidor me constituyó en la tie- rando mientes, temiendo el poder del
rra. Gran soledad llevo de vosotros en alto Dios, aquellas fuercas corporales de
no's aver galardonado como vuestro que tan cumplidamente sois dotados
gran valor merecía, mas lo que yo no he gastad en su servicio y loor, y no por las
fecho en la vida ruego al emperador que vanas cosas d'este mundo que se passan
lo cumpla después de mi muerte, que, como aire, y de verdes se paran secas
como a fijos, vos ampare con sus alas y como feno y como sombra se declinan,
galardone vuestro merecimiento. Mucho y si assí lo fizierdes, seréis de Dios ben-
encomiendo a vosotros el estado de la ditos en este mundo, y en el otro coro-
cavallería que todos avéis recebido, que nados de gloria con sus ángeles, (cap.
lo executéis devidamente, más en servi- clxiv, f. cxcivv).
cio de Dios que en las vanidades d'este
mundo perecederas, y que honréis mu-
cho a las donzellas y defendáis las biu- 7. U n s e r m ó n s o b r e l a n e c e s i -
das y amparéis los corridos y consoléis dad de aceptar cristianamente la
los desconsolados, y aborrezcáis la so- muerte
bervia que a los ángeles echó en los in-
fiernos; y guardad las promessas assí a
vuestros amigos como a enemigos, por-
que assí esperimentando la bondad de
A c a b a d o el E v a n g e l i o , siendo sa-
zón acostumbrada para ello, el
hermitaño padre de Florisando, querien-
vuestras personas, ganaréis en este mun- do con la ayuda de Dios aquellos seño-
do corona de fama y en el otro aquel res dar con su palabra algún consuelo,
santo paraíso; y parad mientes que en quiso fazer un breve sermón conforme
este mundo somos de tierra fechos y en al tiempo en que eran. Subiéndose en el
ella hemos de ser bueltos, que ni la va- lugar para ello acostumbrado onde de
lentía de la persona ni el ardimento del todos podía muy bien ser oído, teniendo
coracón puede valer a ninguno que no toda aquella conpaña grande desseo de
aya de passar por las puertas de la muer- lo oír y silencio por le escuchar su santa
te; porque, aunque en todas las otras dotrina, ca era ávido en toda la tierra por
bravas afrentas vuestra bondad siempre hombre de santa vida, el cual les co-
puje y vaya adelante, en ésta le convie- mencé de fablar en esta manera:
ne fallecer, de lo que en mí podéis tomar
-Muy alto y poderoso emperador, no-
exemplo. ¿Qué fueron de mis grandes
ble y virtuosa reina, altos príncipes, es-
fuercas y valentía con que vosotros me
forzados cavalleros, y preciadas donze-
avéis visto fazer grandes golpes, assí en
llas. Mi poco saber, confiando en la
batallas de esforzados cavalleros como
gracia de Dios, en este día para vosotros
de dudados gigantes con quien tanto
de tanta tristeza, mediante su gracia
loor en el mundo tengo alcancado? ¿Qué
acordó de poner en vuestros atribulados
fue de todo sino que, como cosas vanas
coracones algún consuelo, por lo cual
y perecederas, d'este mundo desapare-
aquel alto padre eterno de todas las co-
cieron como fumo con el viento muy li-
sas, del cual se escribe en el Acto de los
gero? Y mi fortaleza y disposición torna-
Apóstoles q u e todo don perfecto y acabado de arri-
da polvo y ceniza, y las otras cosas todas
ba procede del padre de la claridad, al cual ple-
olvidadas, y ni grandeza de mi estado, ni
ga de dar poder a mí, su siervo, que diga
tesoros, ni bondad de cavalleros me pue-
tales cosas que en vosotros señores fa-
de valer ni defender de la amarga muer-
gan fruto de consolación y de provecho
ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
7 AMADÍS DE GRECIA
(ix libro amadisiano)
de Feliciano de Silva
(1530)
por
Emilio Sales Dasí
TESTIMONIOS
Til p
l SnxU ¿ n r s a ' H C r i S t Ó b a l F f a n C é s ( a COSta d e Ana
stasio de Salcedo, mercader de libros)
' v« ele enero) [-»]
TEXTOS
-¡Ay, mi señora, qué dichoso cavalle- pada que, no pudiendo apartar su ima-
ro es éste! Ora no tengo tanto lo que d'él gen de su memoria, comencó a dezir:
se dize pues ya sus hechos son tan bien -Cuitada de ti, Niquea, pues tan forca-
pagados en favorecellos vos, tanto que da avías de ser y constreñida de las fuer-
tengo por fe que me avéis de olvidar por gas del amor poniéndote por remedio
él. sola la muerte, pues te conviene por ella
-Busendo, -dezía Niquea-, no pensé passar ante[s] que descubrir tu coracón.
yo que te tenías tú en tan poco que pen- Con esto andava tan triste que todos
sasses que por otro te tenía yo de dexar. pensavan que esta va enferma. El mayor
Assí passaron algunos días, la infanta consuelo que tenía era quedándose sola
Niquea estando tan pagada del Cavallero en su cámara, desembolver la historia y
de la Ardiente Espada que nunca lo contemplar en él su amigo. (II, cap. xxiii,
apartava del pensamiento. En este tiem- f. cxiv).
po Zirfea, reina de Argenes, embió a su
hermano el Soldán pintado en un perga-
mino sacado al natural todo lo passado 3. La extraordinaria hermosura
en el Castillo de las Siete Guardas, con de Niquea determina su reclusión
todos los hechos que el Caballero de la
Espada allí hizo cuando fue desencanta-
do el emperador e Lisuarte. El soldán
holgó mucho con aquella historia, por-
D ize la historia que Zirfea, reina de
Argenes, ovo dos hermanos, el
uno fue Soldán de Babilonia, de quien la
que con su saber la reina lo hizo tan al historia fizo mención que murió sobre
natural como si propiamente ellos fue- Constantinopla. El otro fue Soldán de Ni-
ran. E por dar plazer a su fija embióle la quea, el cual fue casado con una hija del
historia para que la viesse. La princesa, Rey de Tebas estremada en hermosura,
como viesse pintado aquél de quien ella la cual de un vientre parió un hijo y una
tantas nuevas avía oído, súbitamente sin- hija. La reina murió del parto. El soldán
tió en su coracón ser rasgado de la dul- puso nombre al infante Anastarax, y a la
ce flecha de amor, tanto que sin ninguna infanta Niquea, que salieron tan estre-
color quedó en el rostro. El soldáln], su mados en fermosura que en su tiempo
padre, que tal la vio, tomándola en sus no ovo otros; mas principalmente la in-
bracos, le dixo: fanta Niquea, que tanto floresció en fer-
-Mi fija, Niquea, ¿qué sentís? ¿qué tal mosura que más persona celestial que
estáis? humana parecía, porque en su tiempo,
Turbada ella, aviendo vergüenca, bol- ni antes ni después, nunca donzella con
vió más colorada que de primero. Dixo: gran parte a la su fermosura le igvialó.
-Mi señor, diome un dolor súbito en Como estos infantes nacieron, la reina de
el coracón que pensé morir. Mas ya, gra- Argenes escrivió a su hermano una carta
cias a nuestros dioses, me hallo buena. embiándole aconsejar que pusiesse a Ni-
Suplíco's, señor, me deis essa historia quea en parte donde, hasta que se casa-
para que después la vea, que agora con se, de nadie que varón fuiesse pudiesse
mi mal no pude bien gozar d'ella. ser vista, porque su hermosura sería tan-
El soldán dixo que assí se fiziesse, y ta, que tenía pensado que ninguno la
irruy inocente del mal de su hija se fue. podría ver que no muriesse o enloque-
Niquea, después de su padre ido, se me- ciesse, y que según la honra que ella por
tió en su cámara, y pensó con tanto cui- sus artes hallava que avía de ser por esta
dado en el Cavallero de la Ardiente Es- doncella puesto su linaje, que creía que
AMADÍS DE GRECIA (IX) 49
el dios Júpiter avía de abaxar del cielo a gras e de buenas faiciones, y en toda la
casar con ella, pues no fallavan que compaña que la reina Zahara traía, que
hombre mortal la pudiesse merecer. El passavan de quinientas mugeres, no avía
soldán, su padre, como vio la carta de su otras que negras fuessen. Venían cavarle-
hermana, puso a su hija en una torre con ras en bestias a manera de dromedarios
amas que la criassen, con pena de muer- tan negras como si de azavache fechas
te a cualquiera que la viesse. Ya que Ni- fueran. Luego, tras estas mugeres, venían
quea era de hedad de doze años, el sol- dozientas mugeres con arcos muy fuer-
dán, su padre, se maravillava viendo su tes, los palos d'ellos dorados e las cuer-
gran hermosura, y tomándola entre sus das bermejas, con ricas armas armadas,
bracos, besándola muchas vezes, dezía: con ropas encima de chámete verde,
-¡O, mi fija Niquea, cuan bien andan- bordadas de oro e con muchas perlas,
te ha de ser aquél que de ti mereciere ceñidas con cordones indios doblados
gozar! Pluguiera a los dioses que si yo todos de flechas; las testas doradas, to-
no fuera tu padre, que con solas armas y das eran muy fermosas, e las cabecas
cavallo me fizieran de ti merced, y yo la desarmadas, fechos encima de sus mis-
tuviera a más que en ser señor del seño- mos cabellos muy ruvios unos rollos
río que tengo. cogidos por cima de las orejas con unas
Y tenía el soldán razón de lo dezir, redes de plata, pobladas de mucha ar-
porque sin dubda ninguna la princesa gentería, con carcillos de oro colgando
Niquea, allende de su gran fermosura, de las orejas de tanto valor que no te-
era tan acabada en gracia y discreción nían precio. Venían cavalgando en muy
que a todas las del mundo excedía. (II, hermosos unicornios con muy ricas
cap. xxiii, ff. cxiiir-cxivv). guarniciones. [...] Tras ellas venía la fer-
mosa reina Zahara armada toda de unas
armas que no tenían precio, porque to-
4. La exótica y suntuosa llegada das venían sembradas de perlas y pie-
dras de gran valor. Traía sobre ella una
a la corte de Zahara y su séquito
ropa de madexas de oro, pobladas de
mucho aljófar, tan larg[a] que hasta los
E l d o m i n g o , m u y de mañana, todos
aquellos reyes y príncipes y todos
los preciados cavalleros se levantaron
pies del gran unicornio en que venía
arrastrava, el cual traía una guarnición a
manera de paramentos de la misma suer-
vestidos tan ricamente que no tenían
te. El cuerno del unicornio venía todo
precio, porque les dixeron que ya la rei-
sembrado de perlas y piedras muy res-
na Zahara venía. Cavalgando todos en
plandescientes. Ella traía los sus muy
cavallos ricamente guarnidos, salieron
hermosos cabellos sueltos, con una co-
fuera de la ciudad y a poco trecho en-
rona encima de tanta pedrería que a to-
contraron a la reina Zahara de la suerte
dos quitava la vista. (II, cap. lii, f. cxliiiv).
que oiréis. Venían, delante d'ella y todas
sus mugeres, veinte y cuatro donzellas
con instrumentos tan estraños y dulces
que estraña cosa era el ruido que hazían 5. La metamorfosis de Urganda
con su dulce melodía. Estas veinte y cua- como asunto festivo
tro venían de chámete indio bordadas
sus ropas de oro, eran tan largas que por a q u e a c a b a v a n de comer, estan-
todas partes de las bestias en que venían
arrastravan. Eran todas estas mugeres ne-
Y do todos con gran solaz, oyeron
gran rebuelta y bozes en la ciudad y no
50 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
tardó mucho que antes que ellos pudie- Luego de todos fue conocida, que sa-
ssen saber qué fuesse, cuando por la bed que era Urganda, que siempre acos-
sala, dando grandes gritos, muchos en- tumbrava venir con tales maneras de es-
traron y, tras los que venían huyendo, panto como ya otras vezes en esta gran
entró una serpiente, la más fiera y es- historia avéis oído. Todos qviedaron con
pantosa que nunca se vio, porque de sus gran risa y plazer de ver el engaño que
ojos salían dos llamas; al parecer hazía les avía hecho. El emperador se levantó
tan gran ruido con sus fuertes silvos y a ella y, travándola del braco con mucha
alas, batiéndolas por todas partes, que la risa y amor, le dixo:
gran sala fazía tremer. Todos cuantos en -¿Qué venida á sido ésta, mi buena
la sala estavan andavan con grande es- señora?
truendo y temor buscando por do salir. Ella, besándole las manos, le dixo:
Las infantas y princesas se abracaron, -No supe con qué regozijar tan gran-
como sin sentido, de espanto y la empe- de fiesta y alegría como en esta noche se
ratriz con el emperador. Lisuarte y Pe- faze, como en venir yo a gozar de vues-
rión, como la serpiente vieron, derroca- tro plazer. (II, cap. iv, f. exvii').
dos los mantos en los bracos, por todas
partes la fueron acometer, mas ella les
dava con su cola a su salvo tales golpes 6. La prodigiosa construcción
que, sin la poder herir, los derrocava del Castillo del Universo
muchas vezes en tierra y no les dava lu-
gar a levantar, cuando ya los tornava a
derribar. D'esta suerte andavan todos
con ella sin la poder herir. La batalla era
Salieron una noche todos tres los
sabios, después de todos acosta-
dos, con sendos libros en las manos que
muy mirada por los que en la sala esta- la muy excelente reina les dio, y fueron
van, aunque con gran temor muchos de a una gran puente de la ciudad que la
los que allí estavan quisieran huir, mas mar batía, en una alta roca por donde el
no era en su mano poderse mover. Li- muro a la sazón se estendía en el edifi-
suarte, viendo que no podía herilla y cio de su grandeza, que en este tiempo
que ella no hazía sino derriballo en tie- era de las grandes ciudades de allí. Lle-
rra, con gran saña de sí mismo se juntó gad [o]s, la reina hizo un gran cerco y a
tan presto con ella que la sierpe no le cada parte d'él se pusieron en triángulo
pudo dar con la cola y él le fue a dar con con sendas candelas encendidas, y como
su espada por medio d'ambas orejas, las una pieca comencaron a leer, comencó
cuales más que de dos adargas tenía, tantos truenos y relámpagos y rayos, que
pensándole hazer la cabeca dos partes, todos los de la ciudad pensaron perecer
mas como la mano aleó, sintióse en ella essa noche. No tardó en venir número
infinito de artífices de diversos oficios, y
dar tal golpe como que con palo le die-
antes que amaneciesse hizieron una to-
sse, que la espada le saltó de la mano. Y
rre la más grande y hermosa que jamás
como esto fue hecho, la s[e]rpiente se
se vio. Assí por de fuera como por de
tornó una dueña vieja, con unos tocados
dentro, eran en ella siete cuadras que no
largos y un cordón en la mano, vestida
tenían precio su riqueza y valor, cada
de paños negros, la cual le dixo:
una encima de otra. En la primera estava
-¿Qué es esso cavallero? Teneos un pintado con oro y azul y diversos colo-
poco. ¿Así queréis ofender las mugeres res todos los grandes triunfos que avían
tan vuestras servidoras como yo? ganado los sujectos al triunfo de la diosa
AMADÍS DE GRECIA (IX) 51
Diana, y ella estava en medio de la cua- te con un arco y muchas saetas, con
dra sobre un grande carro triunfal. En la unas letras que de la mano le salían que
segunda cuadra estavan los triunfos de dezían: Nadie no tome sobervia con go^ar su se-
los grandes sabios y sabidores, y en el ñorío, pues que en la fin todo es mío. Sobre el
medio d'él, en otro carro triunfal, el dios mundo estava[n], de la suerte que son,
Mercurio. En otra cuadra estavan los los siete cielos con sus planetas y, sobre
triunfos que avían ganado los fuertes todos, el firmamento estrellado con sus
guerreros romanos y griegos y troyanos doze signos. [...]
con todos los otros que por armas gana- La reina dixo:
ron triunfos, y en el medio d'ella otro ca- -Ahora veremos una gran cosa para
rro triunfal del dios Mars. Sobre ella es- dar perfeción a esta obra, y es que nom-
tavan los triunfos que por amores los brando todos los dioses uno a uno, y
leales amadores avían ganado, haziendo nombrando aquél que tiene poder sobre
señaladas cosas en los amores, y en un todos, parecerá en su triunfal carro sobre
carro triunfal, en medio d'él, la diosa Ve- todos los cielos y los moverá, faziendo
nus y el dios Cupido. Luego en la otra sus influencias naturales en cada parte
cuadra estavan pintados los triunfos de del universo según sus operaciones.
claros varones y sabios inclinados a las Luego, tomando un libro, comencó
virtuosas artes, y en medio d'ella, en un por la diosa Diana, y de ai hasta todos los
carro triunfal sobre todos sus cavallos, otros como en las cuadras estavan, conju-
acompañado de todos sus claros hijos, el rando en su nombre el movimiento de
dios Febo, que es el muy resplandecien- aquéllos y los más ninguna cosa se mo-
te sol. Luego, tras él, estavan en otra cua- vieron. Entonces dixo a Alquife que fizie-
dra pintados los grandes triunfos de los sse el conjuro en nombre de su dios. En-
que fueron señaladas personas en las tonces aquel sabio lo hizo, convocando a
virtudes y magnanimidad y excelentes su movimiento el hazedor de todas las co-
condiciones y grandeza; en medio d'ella, sas, movedor de todas ellas, causa prime-
en un carro triunfal, el dios Júpiter. En la ra de todo, Dios uno en essencia y trino
setena cuadra todos los que triunfaron y en personas, y Dios sobre todos los dio-
adquirieron por labranca y romper la tie- ses; y como lo acabó de dezir, luego so-
rra y sacar y gozar sus frutos, y en el bre los cielos que hemos dicho pareció un
medio d'ella un carro triunfal en que es- cielo muy más excelente que todos, y en
tava el dios Saturno. Todas las imagines un carro triunfal fue aquel padre soberano
parecían vivas, y tan propias como fue- de todas las cosas, Dios verdadero, cerca-
ron las que representavan, las cuales te- do de la corte angelical y bienaventurado
nían sus nombres encima; y los techos con todos sus tronos y dominaciones,
de la cuadra, todos estrellados de aque- querubines y serafines, que luego, como
llas figuras celestiales sobre que más do- pareció, los cielos se movieron haziendo
minio tenía cada planeta de aquéllos que sus influencias en cada parte del mundo
representavan los dioses, aquellos anti- como se hazían en el verdadero. La reina
guos las quisieron aplicar. En lo más alto luego adoró a aquél que veía y renegó de
de toda la torre estava en el aire un mun- sus dioses. [...] Y como esto uvo fecho,
do a manera de poma muy grande con amaneció quedando tan señalada obra fe-
todas las partidas, ínsulas y mares, diver- cha, y luego todas aquellas visiones de es-
sidades de animales, aves y planetas, se- píritus artífices desaparecieron. (II, cap.
gún que por sus partidas las ay. Sobre el lxxvi, f. clxviii').
cual estava en un carro triunfal la muer-
52 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
por
Javier Martín Lalanda y Gema Montero
TESTIMONIOS
TEXTOS
que la hermosura puede tener para tra- dad en tu desamor y vituperio mío. Ago-
her a los brutos ulicornios por su razón ra que has sabido mi demanda, quiero
movidos hasta padecer la muerte sin saber yo si conforma con tus obras aque-
hornamento de ninguna razón que para lla forma que no sólo el mundo, mas los
ellos los gane, yo la traigo siendo d'ella cielos matizados tienes.
domada para sojuzgar aquél que por la Don Florisel muy maravillado fue de
vía de la razón antes por rigor que por se ver ansí requerir por una tan hermosa
piedad d'ella devía de ser sojuzgado. donzella, la cual su hermosura antes a
Mira con cuanta confianca de tu virtud y ser requerida obligava que a requerir,
mi hermosura soy venida, y no quieras mas como él no tuviesse sobre sí en
que lo que por tanto precio de mí ho- aquella parte ninguna libertad para satis-
nestidad comprado con sacrificio de fazer el deseo más de en el lugar donde
crueldad de tu parte, y essecutada con puesto estava, como los que ciegos del
mis proprias manos con la mía me da el cruel amor aman que no se hallan sino
galardón, que más el corrompimiento de allí donde ya están convertidos, y en otra
mi honestidad, que lo que se deve al parte no como ya no son en sí sino en
verdadero amor que yo tengo, sea paga- aquella que aman; pues teniendo Silvia a
do; aunque esto sería la razón de lo que don Florisel d'esta suerte, por una parte
se deve de aver yo corrompido aquellas movido a gran piedad de la princesa, y
leyes que más a ser requeridas que a re- por otra vencido de su libertad enajena-
querir las altas donzellas me obligavan; da, a la princesa respondió:
de lo cual te certefico yo ser una de las -¡Ay, hermosa donzella! ¿Cómo venís
tales, mas no quiero que sepas mi nom- vos a buscar el que ya no es ni en sí se
bre, no porque él no goze también como halla, de lo cual en nombre que puesto
yo del sacrificio de mi honestidad, mas traigo os deviera dar testimonio de mí en-
porque la grandeza de mi real sangre ajenado señorío a buscar remedio en
d'él sea reservada. ¡Ay de mí! Que aque- quien no tiene descanso, en quien no
lla ave que en las riveras con sus canta- <lo> hallo gloria, en quien la tiene pues-
res su muerte solenniza tiene más virtud ta toda en sus pensamientos, y en lugar
por instinto, pues canta con razón por d'ella el cuerpo la pena salvo si para to-
poder la vida sin ningún vituperio, y yo mar consuelo con mi mal el vuestro me
por librarla de la muerte para ponerla en busca? ¡Ay de mí! Que la razón de vues-
él con lágrimas, pido lo contrario. Mira tra hermosura os dará lugar a conoscer la
cuánta es la fuerca que sin fuerca con te- poca libertad de mi poder, pues me de-
nerla me fuerca, que propuestas todas mandáis lo que yo a vos deviera de pe-
las razones contrarias de mi deseo por dir si fuera yo mío y no ageno. ¡Ay que
parte de la honestidad y grandeza a ti no me siento sino para sentir lo que sen-
soy venida con dos crueles condiciones, tís! Y más siento lo que siento que vos no
de las cuales de la una ya tengo la sen- podes sentir, para no poner culpa aquél
tencia contraria que es de aun corrompi- que no la tiene, pues no es y no la tuvo
do las puertas de mi honestidad, la otra en la tener de todo su mal por la razón y
está en juizio en tus manos; y la execu- causa que para tener lo tengo. O que las
ción en las mías para con tu respuesta fuentes de las aguas, que vos en vuestros
rescebir la vida o la muerte, la vida para ojos buscávades para remedio de la en-
amatar las muertes que contino paso; la herbolada herida, contino yo las traigo
muerte para que todas ellas y más mi en mis ojos saliendo de aquel mar tem-
vida la resciba con la fama de tu cruel- pestuoso que ansí hiere la tormenta de su
FLORISEL DE N I Q U E A (X: PARTES I-Il) 55
braveza mis entrañas y coracón, como el manos con muchas lágrimas, comencó a
espantable y no tan furioso mar en las ro- dezir:
cas de sus marinas riberas con sus im- -¡Ay, cuan bien empleado ha sido en
mortales ondas. ¡Ay! que el unicornio que mí el castigo de mi deshonestidad! ¡Ay,
vos ciezís que os havía de buscar por ra- honra, cómo ninguno te ofendió que no
zón de vuestra hermosura, assí es la ver- quedasses d'él satisfecha! Si bien co-
dad si no estuviera ya muerto aviándose rrumpí las leyes de mi honestidad y
mirado en el espejo y hermosura de la mi grandeza bien me han dado el pago de
Silvia, dándole la muerte los engañosos mi locura. ¡Ay, amor no sé por qué tú
cacadores y ministros del cruel amor. ¡Ay, siempre acostumbras los tales galardo-
hermosa donzella, cuan mal un fuego nes, qué ley ay para que este cavallero
con otro se amata, antes por razón se en- ame a quien no le ama, sino la que para
ciende, qué os puedo dezir sino que con- llamar yo a él! ¡O, que todos tus engaños
tino a él si hecho ceniza pensando tor- son claros si no nos quisiésemos dexar
narme d'él a sacar con la virtud del fénix, engañar de nuestro deseo, mas guiados
y cada vez más sin mí me hallo sin que por lo que desseamos que por lo que ai-
otra mayor virtud d'él he sacado, que de- caneamos y conoscemos, que no quere-
xando de ser yo me hallo en aquella sil- mos conoscer! ¡Ay de mi grandeza sin su-
va por razón de mis llamas envestido, perior abaxada a tributo del tributario de
donde me avéis de buscar y buscar el re- la tributaria pastora y de mi presump-
medio vuestro y mío que en su poder ción, que con tanta desautoridad me ha
está, que ella tiene tan lleno mi coracón
trahído, con semejante engaño, como las
de su figura y pensamientos que todas
codornizes a la red, y de mi delicadez
estas riberas y campos hallo estrechos se-
que con tanto trabajo me esforcó a res-
gún se siente apretado. Ved cómo podrá
cebirlo mayor, mi honestidad a ser per-
caber cosa donde cosa motiva aya, por-
dida, mi hermosura a tomar exemplo de
que a poder en él vuestras encendidas
la soberbia que pensando vencer, a ser
centellas obrar, no pienso que menos
fuerca hiziessen que los grandes tiros de vencida vino! ¡Ay, Cavallero de la Pasto-
artillería que con la demasiada carga y ra que tu nombre con razón te da dis-
contrariedad de los elementos son en culpa de mi culpa! ¡O, cuan bien fue en
muchos partes quebrados. ¡Ay, que todo subir mi nombre, pues me havía de po-
está cargado de Silvia! No puede venir ner tal renombre.
otro fuego con que no muera antes que Y diziendo esto cayó en tierra amor-
consentirlo, y perdonadme por Dios, que tecida, y don Florisel movido a grand
más siento vuestro mal que el mío, por lástima la tomó en sus bracos, y flechán-
quien no soy mío ni puedo en essa par- dole del agua del río en el rostro tornó a
te ser vuestro, que ageno soy en toda lo sí con un gran sospiro diziendo:
demás que tengo libertad. Hazed de mí a -¡Ay, que en más tengo el precio con
vuestra voluntad, que a serviros está
que quise yo por mi libertad, que haver-
obligada, e yo con ella hasta la muerte,
la perdido! Vamos de aquí, que yo me
por el cargo que siento que os soy don-
daré el castigo de mi locura, y a ti el de
de no ay ningún descarga si de la vida
tu crueldad, con jamás te dexar de dezir
sola no perdiéndola en vuestro servicio
mi gran dolor, para mi descanso y mayor
en mi libertad.
fatiga tuya, que es la mayor que el que
La princesa que tal respuesta oyó con aborresce puede rescebir de la que es
bascas iguales a muerte, torciendo sus amado.
56 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
Y con esto limpiando sus lágrimas la gro la flota de don Lucidor hallan que
más triste muger que jamás nació, tornó trabajando por no dar en tierra procuran
por donde havía dexado su compaña. (I, el peligro de las infladas velas tenerse
cap. xii). contra la fuerca de las arrebatadas aguas
con mañosa fuerca en la fuerca de los
poderosos vientos sostenidos y d'ellos
2. Peligros en los que se vieron combatidos, ansí que todos procura van
los príncipes a su llegada al reino de el remedio donde tenían el principal pe-
Apolonio ligro, que como la flota fuera del puerto
vieron, luego lo que podía ser cuidaron
OS a r r e b a t a d o s cursos celestiales
L que con su immortal movimiento
los tiempos según la orden de sus cons-
y grave pena sintieron, viéndose en tan-
tos peligros, mas procurando primero sa-
lir d'él que de la mano divina rescibían,
telaciones sobre el universo disponen con traer príncipe humano, se esforzaron
conforme a la disposición de la virtud de y aparejaron armados de todas sus ar-
sus estrellas y luminarias, ansí el tiempo mas, mandando que a las infantas que,
rebuelven que despertados los cavallos como muertas con la nueva navegación
del dios Nentuno, acompañados de los y tiempo ivan, el hecho les encubriesen
exércitos del dios Eolo por cima de los por no darles tanta pena, cuanto gloria
poderosos mares, assí discurran con su don Lucidor rescibió cuando le dixeron
poderosa fuerca para hazer la a las vo- que las naos a vista tenían, el cual gran-
luntades de los que navegan en las pro- des gracias a Dios por ello dava con tan-
fundas aguas assí levantan que con las to gozo que nada el peligro del mar te-
ensalmadas nuves comunicavan la pre- nía con él, que en su honrra le parescía
sunción de su arrebatada braveza; tanto aver aparejado. Y luego manda que ade-
ya que los soberanos príncipes dos días recen para los combatir que ya entre su
avían caminado con su gloriosa presa, y flota estavan; más la fuerca del tiempo
el que los seguía huvo en su seguimien- les era contraria a lo poder hazer; mas ya
to con viento tan contrario a los unos
los dos príncipes con los suyos apareja-
cuanto para los otros próspera, traer a
dos estavan a pasar por la muerte antes
sus manos lo que con tanto trabajo pen-
que venir a manos de don Lucidor, que,
savan perder por no los poder seguir.
como ya fuesse tarde, amansando el
Assí los pone en tanto peligro al presen-
viento, manda llegar su flota contra las
te peligro del mar a punto de se perder
dos naos y aquí comiencan a las cercar
los unos y los otros pone tanto que más
ya en oraciones pensavan salvar las al- de todas partes, y por temor que no pe-
mas que con remedios, por parescerles resciessen las infantas, don Lucidor y
faltar los cuerpos; y sobre todo los dos don Brian mandan que con tiros de arti-
príncipes rescibían con las infantas ma- llería no les tiren, por temor de flechar-
yor dolor porque no sólo el peligro los las al fondo, que valió muchos a los
amenacava con el de los furiosos mares, príncipes, porque ellas con las suyas ha-
más con la fuere a que el tiempo les ha- zían mucho daño. Más ya que tanto se
zla para por ella tornarlos a donde la aví- cercaron en una nao en que venía el Du-
an hecho; que tan forcosos los aires con- que de Normadía con otras naos con la
tra su voluntad eran, que presto los de los príncipes afierran que, como a po-
buelve hasta ponerlos a vista de la tierra der llegar a menos llegassen, don Fala-
de Apolonia, donde con semejante peli- ges dixo:
FLORISEL DE NIQUEA ( X : PARTES I-Il) 57
por
Javier Martín Lalanda
TESTIMONIOS
BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín, n° 1468. EDICIÓN: Javier Martín Lalanda (ed.), Alcalá de Hena-
res, Centro de Estudios Cervantinos, 1999- ESTUDIOS: Cravens (1976), Martín Lalanda (2001) y Sa-
les (1995). GUÍA DE LECTURA: Martín Lalanda (1999)-
FLORISEL DE NIQUEA ( X K PARTE III) 59
[4] Évora, Herederos de Andrés de Burgos, s.a. (h. 1550)
TEXTOS
dura; cásate, cásate ya, que no es tiempo bor me davan los madroños y las bello-
de ofender a Dios. tas y pinas! Pues yervas de pocas goza-
-¿Por qué no hazes tú lo que me va, ni quedavan azederas, chicorias, ar-
aconsejas?, -dixo Darinel. bejones, con otras mil yervas, que no era
-¿Y a mí qué me falta, -dixo Morda- sino gloria comellas, y no como los man-
queo-, pues tengo bien de comer y be- jares que acá me dan, que de harto me
ver, para ponerme en cuidado de casa- ponen hastío, y de lleno me quitan el
mientos? Pues nunca fui aficionado a sueño, y ando tan pesado que me seme-
sandezes de mugeres, ni de tenellas con ja que no aprovecho para cosa.
ellas. Darinel, en cuanto él esto dezía, ver-
Elena, riéndose, dixo: tía muchas lágrimas; y don Florisel rien-
-Mordaqueo, mejor será que nos tor- do le dixo:
nemos a la huerta del monesterio de -Darinel, mucha fuerca ha hecho en ti
Apolonia y embiemos por mi cormana la la música de Mordaqueo,
reina Timbria. -Mi señor, -dixo él-, ¿cómo no queréis
-En mal punto, mi señora, -dixo él-, que haga fuerca en mí la memoria que la
passó esse tiempo y la dulcura de las música de Mordaqueo me ha puesto de
gracias de mi señora Timbria. aquellos prados, fuentes e riberas del lu-
-¿Cómo? ¿No te gozas más acá?, -dixo gar de Tirel, donde mi señora Silvia
Elena. acompañando las ovejas traía al príncipe
-Por cierto, señora, no, -dixo Morda- don Florisel en el abito de pastor, go-
queo-. E ¿cómo me puedo gozar per- zando de los cantares y música de Dari-
diendo el gozo de aquellos campos y las nel, y acordándome de aquellas espessas
músicas que en ellos oía? matas del río Nilo, donde las yervas eran
-¿Qué passatiempos y músicas eran mi mantenimiento, sosteniéndome en la
éssas?, -dixo Darinel. gloria de mis pensamientos en la pena
-¿Qué passatiempo?, -dixo Morda- del destierro de la mi Silvia, donde la
queo-, que vía en las mañanas salir el música de mi churumbela con los canta-
sol, gozava del rocío de los campos, de res de las aves se concertava, con cuyo
la hermosura de los floridos prados. Oía concierto ha concertado mi memoria con
la melodía de las aves por las alboradas, las palabras de Mordaqueo?
passeávame por aquellos campos, tra- -Mi fe, Darinel, -dixo Mordaqueo-,
yendo mis muías con leña. Comía em- dexemos estas riquezas, que no son para
boscado las siestas por las espesas ma- nos, y tornemos a gozarnos de la gloria
tas, vía las aguas de las fuentes esperriar de los campos e riberas.
sobre las picanas. Y en las noches la mú- -Mordaqueo, -dixo Darinel-, quien
sica de los grillos, con el regocijo de los tan bien acompañado como yo anda, no
aires en las hojas de las montañas, con el puede dexallo de estar.
armonía que las ondas del mar hazían -Y a mí fáltame compañía, -dixo Mor-
por las riberas, ya que el sol era puesto, daqueo-, Mas todo me pone hastío con
dexando el cielo poblado de las estrellas. la memoria de aquel tiempo, mal aya el
¡O, válame Dios, y cómo me sabía lo que que no quisiesse más ser señor de la ala-
comía entre aquellas breñas, y lo que be- meda de la hermita y de aquellos cam-
vía echado de brucas por aquellas fuen- pos de Apolonia, passeándolos a su pla-
tes, y lo que cenava por aquellos prados, zer, que de todo el señorío de Grecia.
y lo que dormía sobre aquel cansancio! -Ora, Mordaqueo, -dixo Elena-, que
Todo me era gozo y dulcura. ¡O, qué sa- presto nos bolveremos para aquella
62 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
burla v pensó, pues no le valía otra cosa, para que de la suerte que yo os cacé vos
de engañarle por buenas razones, e dixo: podáis cacar a otro y cevaros en su ca-
-Por cierto, señor cavallero, la más vallo, pues el vuestro de vuestras manos
graciosa caca avéis hecho que nunca vi. e mis uñas se ha salido.
-Más os lo pareciera, -dixo él-, si lle- -¿Qué? ¿Todavía, -dixo don Rogel-,
vara vuestro cavallo. me queréis dexar a pie?
-Ésse os daré yo de buena voluntad, -Y aun todavía os dexaré, -dixo él-,
-dixo él-, con tal que me prestéis uno de que tornéis assí. Que pues tan servidor
los que os di con que torne a mi com- sois de donzellas, pues ellas vienen si-
pañía, y de allá os lo embiaré, el más pa- guiendo sus palafrenes a pie, desmesura
gado de vos que lo fui en mi vida de ca- haríades en dexarlas assí, viniendo vos a
vallero. cavallo. Y porque las otras tres que lle-
-Más quisiera, -dixo él-, que me de- vávades se puedan comedir con las que
xárades satisfecho que no que vos que- hallastes, quedad aquí, que yo quiero ir
déis pagado. Que dessa manera que de- por sus palafrenes. Y porque sé que es
zís yo no quiero tan presto la paga d'el muy enojosa la tardanca al que aguarda,
recibo que tenéis de mí, porque no qui- yo me daré en ello la priessa que veréis.
téis de vos la sandez que hezistes con tal Que yo os prometo, que si no me voy
gasto y no dexéis a mí con el alcance de por otro camino, de ser con vos antes
tal sandez. Basta que os dexo maestro que sea noche (cap. clxiii, ff. 212r-v).
por
Javier Martín Lalanda
TESTIMONIOS
TEXTOS
Por tanto quiero callar, esto el iría a donde Arquisídea estava di-
¡ó, amigo Poliphebo! ziendo quererla ver; y al que se lo resis-
Este mi fuego sin par, tiesse llegarlo a la dura muerte y que
que si más quiero cantar muertos los cuatro sagitarios, la empera-
aquí nos nacerá, Poliphebo, triz quedaría d'él tan pagada, que qui-
con que acabo siesse casar con él, donde no que su mu-
mi deaj más no te alabo, cha guarda no sería parte de estorvalle a
pues que sé su sola persona de traella consigo, y que
que en tus loores j fe teniéndola en svi poder, muy ligeramen-
estoy al principio j cabo. te, avría todo el imperio. Y con tal san-
Altas sierras ensalmadas, dez y sobervia, guarneció una nao y vino
por fin os ruego en clamor al valle de Lumberque (que así avía
que seáis ansí nevadas, nombre el lugar donde Arquisidea esta-
dentro en mi pecho lanzadas va), y saliendo solo en tierra con armas
para tetnplar su calor. tan fuertes, cuales les pedía su grandeza,
Y a ti luego subió en un cavallo tan poderoso con
invoco, Vulcano, y ruego una langa muy gruessa de grande y lim-
sin desvío pio hierro y con un escudo a su cuello
vengas a templar el frío con un imagen como la de Arquisidea en
que siento junto en el fuego. él pintada. Y con mandar a los suyos que
atendiesen su mandado, entró por el va-
Y con esto dio fin a su bucólica de- lle y se puso ante los palacios de Arqui-
xando a la emperatriz y a todos muy con- sidea, a tiempo que Arquisidea y los pas-
tentos, (cap. xiv, ff. 12v-13v). tores eran venidos a aguardar la hora de
la música, una hora antes de la postura
de el sol. Y dize Galerfis que, como el gi-
2. Arquileo combate "en calcas gante ante ellos pareció, que a mucha
y jubón pastoril" contra el jayán Bra- priessa se hizo señal de tomar armas,
con la cual una hermosa donzella, lla-
vosón
mada Platira, Duquesa de Gasten, que
era general de la guarda de la empera-
C erca d e a q u e l l a parte en que Ar-
quisidea esta va, avía una ínsula
llamada Artadafa, en la cual era señor el
triz, en un punto hizo poner toda la
guarda en el muro, y al ruido los cuatro
espantables sagitarios acudieron con tan-
más bravo y esquivo jayán que en todas
ta saña, que parecía por las vistas de las
las Islas Orientales se halla, llamado Bra-
celadas lancar espesso humo, y al gigan-
vasón. Éste por oídos de la hermosura
te no pesó de vellos todos juntos, tanto
de Arquisídea pareciéndole que otro en
era su orgullo; los cuales denodadamen-
el mundo no merecía casar con ella sino
te para él se vinieron y él para ellos, y
él, quiso pedilla por muger, y antes que
con sus fuertes arcos en su escudo tan-
la pidiesse, mostralle el valor de su per-
carón cuatro flechas, las cuales en el es-
sona, para que por él ella holgasse de to-
cvido del jayán quedaron metidas. Mas él
malle por marido. Y a esta causa fue así,
encontró a uno de los sagitarios con su
que como supo que los palacios de Ar-
lanca de tal encuentro, que falseado el
quisídea guardavan los cuatro sagitarios
escudete, que ligero traía por causa del
que os diximos, pensó él que todos cua-
arco, atravessados los pechos lo puso en
tro no le pudieran durar en campo, se-
tierra muerto. Y a esta hora la emperatriz
gún su grandeza y valentía, y que para
FLORISEL DE NIQUEA ( X I : PARTE I V ) 67
estava en lo alto de la torre mirando la El cuchillo alto fue para él, pensando
batalla con mucho enojo de lo que vía, y de hazello dos partes. Mas Arquileo,
a la sazón con los cuchillos desnudos los como no era nuevo en aquel menester, y
sagitarios con el jayán se juntaron y pa- en la ligereza no tuviesse par, salta al tra-
recía una gran herrería, según los golpes vés como una onca, hurtándole el golpe
con que su brava batalla se hazía. Arqui- que fue tal que el cuchillo hasta la mitad
leo los mirava, pareciéndole las más bra- por el suelo fue soterrado. Y como él vio
va batalla que visto uviesse. Mas mucho el jayán detenerse un poco por lo sacar,
le vale al jayán las flacas armas de los sa- soltó el escudo, que en la siniestra tenía,
gitarios, que por aprovecharse de los ar- y con ambas manos con tanta fuerca, que
cos traían, los cuales no pudieron contra con el peso de el cuchillo no prestó ar-
su gran valentía, porque antes de media madura que tuviesse para que todas la
hora, todos tres los puso en tierra, tulli- pierna por cima la rodilla no fuesse cor-
dos y muertos, que, como los cuatro sa- tada, cayendo el jayán, que pareció una
gitarios se vencieron del todo, con un torre dando un doloroso bramido, que-
alarido de la guarda de la emperatriz de dando el cuchillo metido por tierra y con
todas partes de los muros y torres tanto la gran caída que dio, el yelmo se le cayó
número de flechas sobre el jayán co- de la cabeca, que, aún no le fue quitado,
mencé a llover que, muerto el cavallo en cuando Arquileo de otro golpe en la gar-
ganta le hirió assí que la [ca]beca le hizo
un punto con él vino al suelo, del cual él
rodar gran pieca, con tanto gozo y es-
muy presto saltó y las saetas que davan
panto de la emperatriz y todas sus muge-
en el, recudían sus armas, como una
res, cuanto de parecelles que no fueran
dura peña, Y teniendo por acabado su
parte para resistir al jayán todas devían te-
hecho, para la puerta del palacio se fue;
ner por lo ver muerto. La emperatriz lla-
mas antes de ella a Arquileo halló quita-
mó luego a su general Platira y díxole:
do el gaván, en calcas y jubón pastoril,
que el escudo y cuchillo de el primer sa- -Duquesa Platira, ve luego y trae aquí
gitario muerto tenía en sus manos, que, al pastor Arquileo para dalle las gracias y
como el jayán llegó, él con tanto esfuer- mercedes que merece por tal servicio,
zo como si de todas sus armas estuviera pues no menos que de mi estado hoy
armado, diziéndole: me ha hecho.
Luego la duquesa baxó abaxo y halló
-Tente bestia mala descomedida, que a Arquileo que lo tenía rodeado Sarpen-
no tiene tan ligera la entrada como pien- tarea y toda su escuadra con otras más
sas. de ciento de la guarda, todas las espadas
Y diole de las manos con el pomo y desnudas y, blandiéndolas en torno d'él
escudo juntamente, con tanta fuerza que con grande alegría. Y él tenía la cabeca
una pieca para tras le hizo ir, y cayera si del jayán muy espantable en la punta del
una mano en el suelo no pusiera, de- gran cuchillo puesta por la garganta arri-
xando a la emperatriz y a todas las de su mado sobre su pecho derecho levantada
guarda espantadas, que por no matar a en alto, que, como la duquesa llegó, y le
Arquileo, no osavan tirar con los arcos. dio el mandado de la emperatriz, tenien-
De el jayán os digo que con mucha saña do por mayor gloria tal favor que la del
diziendo: grande y hazañoso hecho en su vida
-Vil, chica y miserable cosa, aguarda, hizo, la duquesa tomó por la mano y lo
que si aguardares, tú pagarás tu locura y llevó por los grandes y hermosos pala-
sobrado atrevimiento. cios, (cap. xv, ff. 14-15r).
68 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
11 SILVES DE LA SELVA
(XII libro amadisiano)
de Pedro de Lujan
(1546)
por
María Isabel Romero Tabares
TESTIMONIOS
TEXTOS
buenos cavalleros, y cierto que don Sil- -En esto tenéis vos razón, -dixo el
ves lo pasara mal sino que en aquella príncipe don Silves de la Selva-, que se-
hora, asomaron por la plaza dos cavalle- gún el merecimiento de mi señora la
ros, el uno alto y bien tallado, todo ar- princessa, poco es el mío. Pero en dezir
mado de fuertes armas blancas, y el otro que vos la merecéis mejor que yo, yo os
más membrudo. [...] lo haré bueno que mentís en ello, -dixo
-¡Valasme Dios!, -dixo el emperador el príncipe don Silves de la Selva.
Amadís-, ¿y quiénfes] serán los cavalleros Y con aquello metió mano a su espa-
blancos que tan bien lo hacen y a tan da y Agrian assí mismo a la suya puesto
buen tiempo socorrieron? que no tenían yelmos. Paro aquella sa-
-Yo diría, -dixo el emperador Lisuar- zón todos aquellos príncipes que de los
te-, que es la hermosa princessa Pantasi- miradores avían bajado se metieron en
lea, que denantes la vide levantar muy medio y llevaron a su posada al empera-
apriessa, y su madre la reina Calpendra dor Agrian, y don Silves de la selva se
la otra. fue al palacio, yendo Pantasilea tan eno-
-Sí, esso es, -dixo el emperador Es- jada contra Agrian que ella quisiera to-
plandián-, no me creáis si ella y don Sil- mar la batalla, pero sufrióse lo mejor que
ves no se aman. pudo. (II, cap. lii, ff. cxixv-cxx').
-Si se aman, -dixo el rey Amadís-, de
derecho hacen, que ambos son para en
uno. [...] 3. Agrian y Leoponte declaran,
Don Rogel de Grecia y don Silves de mediante un enano, sus amores a las
la Selva y los otros príncipes rogaron a princesas Fortuna y Pantasilea
los cavalleros blancos que se quitasen
los yelmos, y ellos lo hicieron; pero qué llos {Agrian j Leopante], llamando a
os diré cuando conocieron ser la estre-
mada princessa Pantasilea y la reina Cal-
E un enano muy feo y astuto y bien
entendido llamado Ardeno, le declararon
pendra su madre, sino que le quisiera su pasión y junto con ello le prometieron
bessar las manos. grandes mercedes si buscaba remedio a
-No sé, mi señora, -dixo el príncipe su pasión; el cual, por no me detener, to-
don Silves de la Selva lo más quedo que mando dos cartas que Agrian y Leopan-
pudo contra la princessa Pantasilea-, con te le dieron, se fue al aposento de las
qué podré servir las grandes mercedes princessas Fortuna y Pantasilea. [...]
que de vos recibo, en especial ésta de Viendo pues el enano el oportuno tiem-
agora. po que tenía, se hincó de hinojos ante
-A más que esto soy obligada, -dixo ellas, que no pudiessen estar que no
ella contra don Silves de la Selva muy riessen de verlo. [...]
quedo. -Los hechos de los muy afamados ca-
Pero como el amor reinase en las en- valleros en vuestra pressencia son como
trañas de Agrian el emperador, como en nada, en especial del emperador Agrian
ál no mirase lo entendió, y cobró tanta y Leopante su hermano, los cuales, mo-
enemistad con el príncipe don Silves de vidos, no por ver fiestas que hartas en
la Selva que no pudiéndolo sufrir, dixo sus tierras pudieran hacer, salvo por la
contra él: soberana fama de vuestras fermosuras,
-Bien pudiera esta hermosa infanta son venidos a esta ciudad; los cuales os
hacer las mercedes a otro, que también suplican os doláis d'ellos, y para más
y mejor las mereciesse. certinidad que lo que digo es assí, catad
70 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
aquí sendas cartas suyas, -con las que le dos en dos poderosos cavallos, tomaron
tendió la mano. el camino de la ciudad de Constantino-
Grande fue el enojo que las dos so- pla llevando puestos los yelmos y sendas
beranas princessas recibieron, pensando lancas muy fuertes en las manos y, en-
que aun en aquello ofendían al amor y trando por la ciudad, fueron contra la
lealtad que a sus soberanos esposos eran parte donde el emperador Agrian y su
obligadas, y la fuerte Pantasilea, los ojos hermano mantenían el campo, y hallaron
como una brasa, dixo contra el enano: que avían vencido seis cavalleros [...].
-Captiva criatura, si a poquedad no Todos los que lo veían estovan muy ma-
me fuesse contado ensuciar con mis ma- ravillados de la gran valentía de los Ca-
nos de tan vil cosa, yo te certifico qvie la valleros de las F, que al cabo de dos
vida, en pago de tus locas palabras, que- grandes horas que se combatían ya se
dara en mis manos. Pero yo te juro que, conocía alguna ventaja sobre sus contra-
si más aquí estás, que en pago de tus lo- rios, pero no porque ellos no anduvie-
curas lleves el castigo que mereces. ssen en demassía llagados por muchos
-Hermosa infanta, -dixo el enano-, no lugares [...]. A esta sazón la infanta Pan-
hacéis derecho en no amar a quien tan- tasilea dio tal golpe a su enemigo que
to os ama y tantas penas y mortales cui- ambos hinojos le hizo hincar en tierra y
tas cada día por vosotras pasa. el yelmo fue cortado y la espada llegó a
-Esse derecho no guardaré yo más los caxcos, y él no fue tan dessatinado
contigo, -dixo la princessa Pantasilea. que no revolviesse la respuesta más que
Y tomándolo por el cinto, las cartas se aprovecha, que la sangre lo cegaba y lo
le cayeron de la mano en el suelo y ella, hazía dessatinar, lo cual sentido por la
alzándolo en pesso, lo lanzó dentro en el estremada princessa Pantasilea le dio tal
jardín, que gran golpe dio abajo y la cara respuesta que dio con él tendido a sus
se le dessolló. (II, cap. lv, f. cxxiiii'). pies y, yendo sobre él, vido como estava
amortecido y, esperando que el aire le
diesse, dixo:
4. Pantasilea ganar un torneo, -Confiessa cavallero ser mentira lo
acompañada de Silves de la Selva que mantienes.
-Esso no confessaré yo, -dixo él-, an-
ella con su estremada fortaleza a cien ba- abragó tan fuertemente con él que sus
tallas como esta hubiera dado fin, y tú mercas no le valieron que no diesse con
no has podido dar cabo a una tan sola- él en el suelo de la cámara armado como
mente, y más estando en su pressencia y esta va, y, asiéndole de un estoque que
de tan altos cavalleros! detrás traía le cortó en un punto la ca-
Y con aquello que dezían el orgullo beca [...]; ella que en aviso estava, con el
le creció en tal manera que comenzó a otro que en la mano tenía, reparó el gol-
blandir el espada en la mano como si en- pe y asiéndole del braco, cerró tan pres-
tonces comenzara [...] dándole los jueces to con él, que tuvo lugar de otra vez he-
la honra de la batalla [...] y esto hecho, rirla, y como tenía la cabeca desarmada,
los fuertes cavalleros de las F se quitaron diole tal golpe, que toda se la hendió.
los yelmos de las cabecas, paresciendo [...] Luego fueron desarmados de sus ar-
ser la hermosa y sin par en fortaleza, la mas y Pantasilea se vistió las de Leopan-
princessa Pantasilea, y el fuerte e indo- te [...], salió de la cámara [...] y subiendo
mado príncipe don Silves de la Selva. (II, sobre la cubierta, al. primer cavallero que
cap. lvi, ff. cxxvii'-cxxviiv). falló, de un golpe le cortó la cabeca [...]
y, metiéndose entre todos los otros hom-
bres [...], no rehusó la batalla, mas con la
5. Pantasilea, una mujer de tem- mucha fortaleza que mandava en su po-
ple extraordinario deroso braco, de solos tres golpes que
dio, derrocó tres hombres muertos. (II,
cap. Ixi, ff. cxxxiir-cxxxiiv).
M etidas q u e fueron, como os ha-
bernos contado, en la cámara de
la nao la fuerte y hermosa princessa Pan-
tasilea y la infanta Fortuna, no tardó mu- 6. Aventura de los Castillos
cho que el emperador Agrian y su her-
mano Leopante entrasen dentro donde
ellas estavan, que aun ellas no sabían
quiénes ellos eran. [...]
Y mirando por la tierra adentro
vido que toda era muy deleitosa a
maravilla, cubierta de hermosas flores,
-¡Ay, traidores!, -dezía la fuerte prin- salvo que, en medio d'ella, que no muy
cesa Pantasilea-, y cómo con tal traición grande era, como por compás, se hazían
procurastes acabar lo que por vuestras cinco castillos tan hermosos como ade-
bondades no érades merescedores, mas lante diremos: cuatro y en medio uno
yo espero en Dios que todos moriréis a mayor y más eminente. De un castillo a
mis manos de muy cruel muerte, que si otro, echadura de un arco, avía un pasa-
yo armas tuviesse no os temería, pero dizo al castillo más principal, tan maravi-
creed que ya que la Fortuna tan favora- llosamente obrado que bien parescía ser
ble os fuesse, yo sacrificaría la vida des- fabricado por arte, porque según natura-
de fermosa infanta con mis propias ma- leza no se podían sostener aquellos tan
nos y después la mía, para limpieza de grandes subtiles y bien obrados arcos y,
nuestras famas y honestidades. [...] queriendo nuestro príncipe mover para
-Esperad, -dixo Leopante-, y veréis allá, sobre la puerta que a la isla entraba,
cuanto más os valiera hazerlo de grado vido unas letras en una piedra blanca
lo que agora de merca haréis muy bien talladas que assí dezían:
Y con esto arremetió con ella, y
Agrian con Fortuna [...], pero la fuerte y Ninguno sea osado, puesto que en bondad de ca-
valerosa infanta no rehusó, antes se vallería a todos los nacidos pase, las cuatro moradas
72 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
na la puso al buen príncipe don Silves [...] se fue hacia el segundo castillo, [...]
de la Selva en la cabeca y, tomándolo al cual llegado estuvo una gran pieza mi-
por la mano, lo sentó en su rica silla, y rando su muy rica obra, porque las puer-
luego ella desapareció, y de las salas, tas eran de oro muy fino, todas esmalta-
assí de la crueldad como de la miseri- das de blanco. En la una d'ellas estava
cordia, salieron muy grandes compañas señalada una tajante hacha que un brafo
de gentes, todos los cuales traían sus con una mano tenía, y en la otra puerta
nombres sobre las cabecas escritos, y una mano con un escudo que el golpe
assí juntos hincaron los hinojos en tierra de la hacha quería recebir. Sobre lo alto
ante el príncipe don Silves de la Selva, y de la puerta estava una hermosa donce-
de entre ellos se levantaron dos, el uno lla alta y resplandeciente, vestida de
de una banda y el otro de la otra, los blanco con una corona sobre sus muy
cuales comenzaron a proponer ante el rubios y fermosos cabellos con una letra
nuevo triunfador de la justicia, por muy que assí dezía: Temperancia. La. una mano
vivas y subtiles razones, el uno defen- tenía en la boca en señal de silencio; lo
diendo que la misericordiosa justicia no cual visto por el príncipe don Silves de
era verdadera justicia, el otro dezía que la Selva, tocó luego a la puerta de la vir-
si no era la justicia mezclada con miseri- tud Temperancia con el pomo de su pre-
cordia, no gozaba de tal nombre, porque ciada espada y la puerta fue abierta de
el uno dezía que assí como el fiel del par en par [...] y queriendo mover con-
peso a una ni a otra parte no se avía de tra el patio del castillo, contra sí vido ve-
acostar, assí la justicia, ni de caieldad ni nir un muy fiero y dessemejado animal
misericordia salvo igualmente avía de de dos cabecas. La una traía sin lengua y
gozar, suplicándole que diesse su deter- la otra traía con una muy larga y muy
minación en aquel caso. Un rato estuvo harpada lengua. El animal era muy gran-
clon Silves de la Selva suspenso, al cabo de como un poderoso elefante del me-
del cual, con mucha gravedad de pala- dio cuerpo abajo, y del medio arriba
bra, comenzó a dezir cómo todo extre- como sierpe de dos cabecas. [...] Tanto
mo, en todas las cosas extremado, sea al fin duró el príncipe don Silves de la
más de reprobar que de aprobar. selva en sufrir la cruel boca de la intem-
perancia que el animal, él propio, con
-Digo que doy por mi definitiva sen-
sus propias bocas se rasgó su mismo co-
tencia y declaro que la misericordiosa
razón y se mató, y don Silves quedó muy
justicia es más justa que no la cruel, y
cansado de aquella pelea y, mirando el
esto mando que assí se tenga.
portal, vídolo todo muy bien obrado.
No hubo acabado de dezir esto el Encima de la puerta avía unas letras que
príncipe don Silves de la Selva, cuando assí dezían:
el trono y todo lo demás desapareció y
él, con su espada en la mano, se halló en
medio del patio del castillo. (II, cap. El más virtuoso cavallero, con sobra de esfuer-
xxxiii, ff. xcvii-xcviii) zo, que [en] la segunda morada de las cuatro her-
manas entrare, siendo con corona de temperancia co-
ronado, el jardín aventuroso entrando, hallará el fin
7. Continúa la Aventura de los de su deseo.
Castillos
Habiendo leído las letras, el príncipe
vido otro muy fermoso trono semejante que, cada vez que hablaban, caían infini-
al del primer castillo, muy adornado de tas rosas por sus bocas. [...] Allí andaba el'
muy riquísimos y preciados paños a ma- buen Marco Tulio, que con su lengua li-
ravilla. Encima del rico trono estava una bró su patria de la servidumbre. [...] La
apuesta y hermosa doncella, ricamente mujer romana que la conspiración de Lu-
ataviada, como la que a la entrada de la cio Catilina descubrió. [...] Don Silves de
puerta viera, con la una mano en su la Selva [...], quitándose de allí, se fue
boca afirmada y en su cabeca una coro- para el gran trono subiendo por las gra-
na de mucha pedrería, adornada con das arriba hasta donde la hermosa don-
unas letras en ella de las mismas piedras, cella estava, la cual se levantó a él y, qui-
que assí dezían: Temperancia. A cada lado tada su fermosa corona de la cabeca, la
del patio avía una sala, la de la mano iz- puso sobre la de don Silves de la Selva y
quierda tenía unas puertas de alambre luego desapareció, y el príncipe don Sil-
con unas letras que assí dezían: ves de la Selva se sentó en el asiento de
la temperancia, y luego de las dos salas
Esta es la morada de aquellos j aquellas que salieron todas aquellas gentes y hincando
sin templanza en sus vidas vivieron: los hinojos ante él, de la manera que en
el castillo de la Justicia, de cada parte sa-
Y llegándose el príncipe don Silves a lió un hombre anciano, y comenzaron a
las puertas, vido dentro infinitos millares contender cuál era mejor, el hablar o ca-
de gentes de muy diversas y extrañas ma- llar. Pero como el silencio de su parte
neras, todos los cuales tenían los pechos tanta justicia tuviesse, el nuevo triunfador
rompidos y en ellos se les parescían los de virtud, los mandó callar y sentenció
corazones ardiendo en vivas llamas que que la taciturnidad era verdadera virtud
con espesso humo salían. Assí mismo y, acabado de dezir todo esto, todo, sal-
traían las lenguas fuera de sus bocas ar- vo el castillo desapareció. [...]
diendo en las mismas llamas, cada uno Habiendo don Silves de la Selva [...]
con el nombre en la cabeca, que eran to- salido del castillo de la Temperancia, se
dos aquellos que intemperados avían fue contra la tercera morada [...] toda
sido en sus vidas porque el lugar con que blanca como la nieve, de una broñida
pecaron, esse pagaba: el corazón con plata, las puertas eran de lo mismo sin
que pensaron y la lengua con que obra- otra pintura alguna en ellas, salvo que
ron. Allí estava la reina Fedra [...] allí Fi- encima de las puertas, en un arco triun-
lomena, [...], allí Helena [...]. Habiendo fal, estava una doncella toda vestida de
visto don Silves los que en la sala y pena blanco, la cual tenía en los bracos dos
de la intemperancia estavan, se volvió niños que, con mucha piedad les daba
contra la otra sala que unas ricas puertas sus fermosas y blancas tetas. Sobre la
de oro y azul tenía. En ellas avía unas le- cabeca tenía un título que dezía: IM Pie-
tras talladas que assí dezían: dad. A sus pies tenía un letrero hermosa-
mente tallado en una piedra, con unas
Gloria de los que en temperancia sus vidas gas- letras que assí dezían:
taron, con gloriosa fama de sus hechos. [...]
Cuando el triunfador de las dos primeras virtu-
Luego fueron abiertas, dentro vido des, a la tercera piedad llegare, habiendo con fuerte
andar algunas gentes, assí hombres como ánimo las cosas dentro vencido, podrá el cuarto cas-
mujeres, con tanta gloria que no os lo sa- tillo de la cuarta y fuerte hermana pasar.
bría hombre contar, y lo que más era
SILVES DE LA SELVA ( X I I ) 75
Habiendo leído aquellas letras don ellas avía talladas y esmaltadas unas le-
Silves de la Selva, luego tocó a las puer- tras que assí dezían:
tas [...] y él entró dentro. Pero delante de
sí vido una muy fuerte leona que cuatro Gloria de aquellos que en piedad sus vidas pa-
leoncillos, que en suelo como muertos saron. [...]
estavan, con sus bramidos procuraba re-
cordar; la cual, assí como a don Silves Lo cual visto, el príncipe don Silves
vido, se vino para él con tanta ferocidad de la Selva se fue para el trono donde la
y rabia cual jamás se vido en semejante doncella de la piedad estava. Y subiendo
animal. [...] arriba, la doncella se levantó a él y, qui-
El príncipe don Silves se halló en un tándose la corona, la puso sobre la ca-
grande patio [...]. En medio del patio se beca del príncipe... y luego él se sentó
hazía un teatro, al cual por unas gradas en el asiento de la tercera virtud... Sien-
subían, en el cual que todo cubierto de do sentado, de las dos salas comenzaron
ricos paños de oro era, estava una don- a salir infinitas gentes, los cuales, unos
cella, ni más ni menos que la que a la de una parte y otros de la otra, se pusie-
puerta avía visto, dando de mamar dos ron proponiendo cada uno sus razones.
niños. En su cabeca, sobre sus hermosos Al cabo de las cuales, [...] don Silves de
cabellos, una muy rica corona de oro la Selva dio su sentencia diziendo que
con unas letras que dezían: Misericordia. Y los que en sus hechos de crueldad usa-
mirando, vido a la diestra mano de la ron eran merecedores de aquella pena y
doncella Misericordia dos salas muy muy mayor. Luego, todo desapareció y
grandes a maravilla [...], la una tenía unas él se halló como antes estava [...]. (II,
v
puertas de color de muy fina sangre, y al cap. xxxv, ff. xcfx -e).
parescer todas estavan sangrientas, las
cuales, siendo tocadas por don Silves de
la Selva, fueron abiertas. Habiendo leído 8. Aventura de los Castillos: el
unas letras que en las puertas estavan cuarto y último castillo
que assí dezían:
portal de buen tamaño ricamente obra- puerta, armada de ricas armas salvo del
do. En las cuatro esquinas estavan cuatro yelmo y una corona en su cabeca con le-
cavalleros de la fama, los más fuertes tras de rubíes que dezían: Fortaleza. Alde-
que en el mundo fueron: el primero era rredor de ella estavan infinitos hombres
Héctor [...]; el segundo era el rey Artur cuya fortaleza en el mundo avía sido me-
[...]; el tercero era el [...] gigante Enceo morada, assí de romanos y cartagineses,
[...]. A la cuarta esquina estava otro, no como de otras muchas naciones [...]; al
menos fuerte que hermoso cavallero, el cabo se metió [don Silves] por las gradas del
cual era el fuerte Hércules [...] [Don Silves túmulo de la fortaleza y se levantó a él y
combate con los cuatro]. tomándolo por la mano lo sentó en una
Y metiéndose por la puerta que al pa- muy rica silla en que ella estava y, qui-
tio salía, vido otro túmulo ni más ni me- tando la corona de su cabeca, la puso en
nos que el que en los otros castillos avía la del príncipe don Silves de la Selva.
visto, y sobre una muy rica silla sentada Pero apenas fue puesta, cuando todo
otra doncella muy hermosa como la de la desapareció. (II, cap. xxxvi, ff. cv-ciiv).
12. ARDERIQUE
(1517)
por
Dorothy A. Carpenter
TESTIMONIO
TEXTOS
EDICIÓN: Dorothy A. Carpenter (ed.), Alcalá de Henares, Centro de Estudios Cervantinos, 2000.
GUÍA DE LECTURA: Carpenter (2000).
ARDERIQUE 77
fuesse traído un cavallo y de continente viéndose a los que con él venían, les
fue fecho assí. E prestamente cavalgó y dixo:
tomó el camino para ir a aquella monta- -Cierto éste es un gran milagro que
ña sobredicha. Nuestro Señor Dios, por aqueste santo
E llegando allá, vio en medio de cuerpo, quiere mostrar y que sea mani-
aquellas dos lumbres dos grandes y muy fiesto a los hombres.
fero[císs]imos leones que con las uñas Estonces mandó a un cavallero, de
a muy gran priesa en tierra cavavan, y los que allí eran llegados, que fuesse
avían fecho una huesa muy honda, de muy presto a la ciudad y dixese al obis-
altura de tres codos, cuanto él de lexos po, de su parte, que con la mayor y más
determinar podía. E cuando vio tan fie- devota procesión que pudiese, viniese a
ros leones, ovo gran miedo, y no se osó aquel lugar. E assí el mensajero, sin nin-
allegar a ellos. Mas a la postre, cobrando guna dilación, lo hizo. E luego todas las
coracón, pensando que no podía ser campanas de la ciudad comencaron a ta-
sino algún milagro, se allegó muy cerca ñer por sí mismas, de lo cual toda la gen-
por ver lo que era. Mas los leones nun- te fue muy maravillada y espantada,
ca cesaron de hazer su officio, ni hizie- viendo cosa tan nueva y maravillosa
ron otro movimiento ninguno, mas que como era aquélla. Y como el obispo por
si no ovieran visto a ninguna persona. orden oviese oído toda aquella embaxa-
Estonces eran allegados allí algunos ca- da y mandato del rey, luego partió con
valleros del rey, que venían detrás d'él, toda la procesión, así de clérigos y frai-
como assí le vieron ir con tanta priesa. Y les como de toda la otra gente de la ciu-
cuando vieron los leones, quisiéronlos dad, que por oír tan gran milagro, todos
herir, mas el rey mandó níngtino fuesse tenían ga[n]a de ver aquel cuerpo santo.
osado de hazerles daño ni mal so pena E assí, cantando a Nuestro Señor himnos
de la vida. y psalmos y acostumbradas loores, muy
E nunca los leones por esso se turba- devotamente allegaron donde aquel
ron ni menos hizieron movimiento nin- sancto cuerpo estava. E estonces dixo el
guno, ni por la venida del rey, ni por la rey al obispo que se allegase a aquel
mucha gente que después sobrevino; an- cuerpo sancto, y le tomase la carta de la
tes continuaron siempre en cavar hasta mano, porque sin duda creía que leyén-
que de aquella huesa sacaron un cuerpo dola sabrían quién era.
muerto con gran reverencia y acatamien- Estonces el obispo se allegó y quíso-
to. Vestido de ropas de buriel, estava cu- le tomar la carta de la mano que tenía, y
bierto con un manto pardillo, de manera nunca se la pudo quitar. E queríale des-
que de su persona no se mostrava cosa cubrir la cara y tanpoco pudo. Estonces
ninguna, sino sólo las manos y pies. E te- se quitó afuera, conosciendo no ser dig-
nía en la mano una carta cogida. E como no de tomarle la carta. E mandó a un clé-
lo ovieron sacado de la huesa, fuéronse rigo de muy buena y sancta vida, que allí
los leones tan mansos como si fueran las con la procesión era venido, se allegase
más simples ovejas del mundo. Y como por ver si se la daría. Estonces el buen
el rey esto vio, estuvo muy maravillado, clérigo se allegó al cuerpo, el cual luego
y descavalgó del cavallo, y quísose alle- tendió el braco y abrió la mano, y el clé-
gar al cuerpo para descobijarle la cara, rigo tomó la carta. Y antes de leerla,
mas no pudo. Y sintió que d'él salía ma- desnudóle la cara, que tenía tan fresca y
ravillosa flagrancia y olor, y tentando colorada como si fuera hombre bivo. E
otra vez llegarse a él, no pudo. E bol- parescía la ropa que vestía que nunca
ARDERIQUE 79
oviesse estado debaxo tierra. Y era hom- de estuviese el cuerpo d'este bienaven-
bre muy viejo, y tanto que todos los ca- turado santo. Mas no contento con esto,
bellos tenía blancos como la nieve y la que sólo fuese capilla, hizo luego co-
barva muy larga y cana. mencar allí un rico y muy sumptuoso
E después que aquel buen clérigo monesterio, el cual quiso que sirviesse
tuvo la carta, abrióla y leyóla. Y en la di- para sanctas mugeres. (ff. 5v-6v).
cha carta estava escrito todo el discurso
y fin de su vida, y la perfeción de aqué-
lla, con letras de oro y de muy finíssimo 3. Arderique por poco pierde la
azul iluminada. Y contaron que, avía virginidad
quinientos años, era pasado d'esta pre-
sente vida, y que estava enterrado en
aquella montaña. Avéis de saber que,
cuando aquel sancto hermitaño vino en
S e ñ o r a , - d i x o Arderique-, si corru-
go no avéis de dormir esta no-
che, luego me iré, que no quiero estar
aquella isla, no avía población ninguna, un punto más.
ni era habitada sino de leones, osos y ali- -Señor, pues tanto vos enojáis de mi
mañas fieras y salvages. Y mostrava bien ida, -respondió la donzella-, yo soy muy
ser lugar aparejado para hazer peniten- contenta de hazer todo lo que por vos,
cia, y bivir apartado de la conversación mi señor, me es mandado.
de los hombres, que era lo que este san- E assí se desnudaron entramos, y con
to varón buscava. Y así, agradado de mucho plazer se acostaron en la cama. Y
aquel lugar, haziendo muy áspera peni- como fueron debaxo de la ropa, Arderi-
tencia, <y> allí habitó treinta años. E este que quiso abracar a la donzella. Y como
sancto hermitaño se llamava Paulicio, se- le echava la mano, oyó una boz del cie-
gún la carta todo esto claramente testifi- lo muy terrible que le dixo:
cava. -¡O, cavallero descreído y de poca fe,
E cuando el rey y todos los otros que que as dexado el camino de justicia por
allí eran ovieron oído lo que la carta con- tomar el de vicios y pecados, y no as
tenía, fueron muy maravillados, ca pares- obedecido a los mandamientos y conse-
cía no avía un día que fuesse muerto. E jos divinos! Levántate luego y vete d'este
ordenaron que aquel sancto clérigo, con lugar maldito y tan dañoso para ti y para
otros dos de no menos sancta y honesta tu ánima, y no quieras perder la virgini-
vida, tomasen el cuerpo assí como esta- dad, la cual es la más cara y preciosa
va, y con la misma procesión muy devo- cosa que tienes.
la y honoríficamente lo llevasen a la ciu- Como Arderique oyó la boz y lo que
dad, lo cual luego fue fecho. Y assí dixo, vínosele en mientes d'aquella boz
descendieron al pie de la montaña, don- que, estando en tan gran peligro, avía
de no lo pudieron llevar más adelante, ni oído, y cómo avía salido contra el man-
mudarle tanpoco de allí, puesto que mu- damiento suyo del camino, y avía segui-
chas y diversas vezes lo tentaron. Eston- do aquel spíritu maligno que en figura
ces todos conocieron que no era volun- de donzella le era aparecido.
tad de Nuestro Señor Dios que fuesse E luego se assentó encima la cama y,
levado en otra parte. Y reposaron allí santiguándose muchas vezes, se enco-
aquella noche, acompañado el cuerpo mendó a Nuestro Señor Dios, recordan-
sancto con muy grande luminaria. do, y tiniéndose por muy gran pecador
Y otro día de mañana el rey luego en aver traspasado sus mandamientos. E
hizo empecar una capilla muy rica, don- la mala donzella o spíritu diabólico le
80 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
un alguazil o dos de los suyos, y secre- tad muy bien avisados de subir al casti-
tamente iréis al castillo. Y la primera llo, y en una cámara hallaréis al duque
cosa que haréis, tomaréis las mugeres, Arderique. Y con blandas palabras, alle-
Blanca Flor y su tía, y atadlas muy bien. gadvos a él, ca n'os conocerá. Y quitarle
Y veis aquí esta arquita que y'os enco- éis de los dos dedos mergueliites de las
miendo. Levalda con muy gran reveren- manos dos sortijas que tiene, y del cue-
cia, que dentro ay grandes reliquias, y ta- llo una piedra que tiene, tan gruesa
les que mientras las teméis delante, ellas como una avellana. Y luego será librado
no podrán hazeros daño. E siendo pre- y tornado en su seso. Y tendrá conoci-
sas, estad muy bien avisados de subir al miento assí como de primero. Y assí mis-
castillo, y en una cámara hallaréis al du- mo hallaréis una imagen en la cámara,
que Arderique. Y con blandas palabras, hecha a semejanca de muger, la cual
allegadvos a él, ca n'os conocerá, y qui- ellas hazen, que aun no es acabada, para
tarle éis de los dos dedos mergueliites de matar a la señora duquesa Leonor. Ca
las manos dos sortijas que tiene, y del como fuese acabada, pondrían dentro
cuello una piedra que tiene, tan gruesa una candela, y mientra la lumbre allí
como una avellana. Y luego será librado fuesse, ella daría tan grandes gritos que
y tornado en su seso, y tendrá conoci- sería maravilla, y no temía reposo. Y por
miento assí como de primero. Y assí mis- esso es menester que a todo proveáis. Y
mo hallaréis una imagen en la cámara, si vosotros dudáis en lo por mí dicho, yo
hecha a semejanca de muger, la cual me quiero poner dentro en una cárcel
ellas hazen, que aun no es acabada, para que hasta vosotros seáis tornados, y si
matar a la señora duquesa Leonor, ca,
no lo halláis así como digo, yo quiero ser
como fuese acabada, pondrían dentro
juzgado a muerte, (f. lOlv).
una candela, y mientra la lumbre allí
fuesse, ella daría tan grandes gritos que
sería maravilla, y no temía reposo. Y por
esso es menester que a todo proveáis. Y 6. El naufragio de Arderique y
si vosotros dudáis en lo por mí dicho, yo Jorge Bello e n a costa de Escocia
me quiero poner dentro en una cárcel
que hasta vosotros seáis tornados, y si
no lo halláis así como digo, yo quiero ser
juzgado a muerte.
Y c o m o v i n o a la hora que el sol se
quería poner, comencó tan gran
tempestad de truenos y rayos y gran
Y el hermitaño le dixo: contraste de vientos que la mar, que has-
-Pues vos sois en tal deliberación de ta allí muy mansa avía estado, en gran-
irvos, avéis de hazer assí: que iréis al rey des ondas se era buelta; de que los ma-
Héctor y contarle éis todo el echo assí rineros, perdido el tino según la fortuna
como pasa. Y dezirle éis que vos dé un del mar, no pudiendo más hazer, co-
alguazil o dos de los suyos, y secreta- rriendo con esta tribulación y gran traba-
mente iréis al castillo. Y la primera cosa jo, navegaron por la tempestuosa mar
que haréis, tomaréis las mugeres, Blanca dos días y dos noches.
Flor y su tía, y atadlas muy bien. Y veis Y otro día a ora de tercia ellos se ha-
a
quí esta arquita que y'os encomiendo. llaron en las mares de Escocia, delante
Levalda con muy gran reverencia, que una gran ciudad de aquel reino que Al-
dentro ay grandes reliquias, y tales que garona se llamava. Y por ser muy abun-
mientras las teméis delante, ellas no po- dante de todas las cosas, a causa que era
drán hazeros daño. E, siendo presas, es- puerto de mar, el rey más en aquella ciu-
82 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
dad que en otra ninguna, él hazía mora- mucho miedo; mas como todos fuesen
da. esforzados, lo mejor que pudieron se sa-
Y a caso de ventura, en aquella hora lieron en tal lugar que la furor de la mar
que la nave llegó allí, el rey estava en daño no les podía hazer. E viéndose así
una ventana de su palacio, mirando la libres, dieron gracias a Nuestro Señor
tormenta de la mar, porque los palacios Dios que de tan gran peligro los avía li-
reales estavan sobre unas peñas que jun- brado.
to con la mar estavan. Y vio venir la Y el Rey d'Escocia, que de la ventana
nave en que el duque Arderique venía de su palacio avía visto bien todas estas
que, perdido el árbol y el timón y todo cosas, tornóse a llorar de compasión que
el govierno, ivan a donde la mar los ovo de los que en la nave eran pereci-
echava. Y, juzgándose ya todos más por dos. Y mandó que prestamente oviessen
muertos que por bivos, y todos desnu- cuerdas para librar aquellos que escapa-
dos, y confesándose los unos a los otros, do avían; lo cual luego fue hecho. Y ve-
estavan esperando lo que Dios d'ellos nidas las sogas y echándoselas, ellos se
ordenaría. ataron lo mejor que pudieron, y por las
Y con esta tormenta, la nave vino a ventanas los subieron al palacio, ca en
herir en aquellas rocuas debaxo de los otra manera no podían salir de allí mien-
palacios del rey; y abrióse por medio y tra durase aquella tormenta.
entróse a lo hondo que nunca más pare- Sobidos arriba, luego el duque Arde-
ció. Y de todos los que en la nave ivan rique conoció el Rey d'Escocia y tóvose
no escapó sino el duque Arderique y Jor- por perdido, aunque no lo mostrava. Es-
ge Bello y seis cavalleros y cuatro mari- tonces el rey les preguntó de dónde eran
neros. Viendo que la nave se somía, se o cómo se llamavan y de quién era la
asieron a las peñas. E así estavan con nave (ff. 103r-v).
por
Lilia Ferrario de Orduna
TESTIMONIOS
TEXTOS
po que Fortuna le avía ofrecido, no cu- tal estado vio a su padre, decendiendo
rando de se detener en razones con sus del cavallo con mucha ligereza fue en su
cavalleros, les dixo en alta boz, que to- socorro por le sacar de baxo del cavallo,
dos lo oyeron: mas no lo pudo hazer tan presto que
-Cumple, cavalleros, que me hagáis don Galanio, como aquel a quien más
vengado de aquel cavallero que mis ar- este hecho tocava, no le hubiesse herido
mas trae, juntamente con que os hago en la cabeca; y los dos jayanes venían,
saber que si lo matáis o prendéis, nues- sus macas altas con toda su fuerca a des-
tra empressa es acavada, ca sabed que cargar sus terribles golpes en el empera-
aquél es el Emperador de Costantinopla, dor, y no curando por entonces de le sa-
a quien de tan lexos tierras a buscar ve- car del cavallo dio tal golpe a don
nimos, que mató mis cavalleros y a mí Galanio por cima del escudo que como
prendió y puso de la suerte que veis. la espada fuesse tal, fue hecho dos par-
Los cavalleros no curando de otra tes juntamente con el yelmo y malamen-
cosa, todos juntos de tropel arremetieron te herido en la cabeca, vino al suelo y
contra el emperador y don Brianel de queriéndose desviar de los golpes de los
Macedonia, que con él se avía juntado; jayanes, no lo pudo hazer, antes entram-
mas como don Belianís y Arsileo oyeron bos a un tiempo le assentaron tan des-
ser aquél el emperador su padre, pesán- mesuradamente que hincó ambas las ro-
doles mucho de lo que con él les avía dillas en tierra y casi fuera de todo su
acaescido, arremetieron contra los cava- sentido hizo términos por caer; mas
lleros juntándose con el emperador. Mas como su esfuerco en el mundo hallava
a esta ora, los bravos jayanes que en la igual en ver assí al emperador le crecies-
delantera venían, les acometieron hirién- se doblado, túvose esforzadamente y
dolos de tan bravos y desmesurados gol- queriendo dar a uno d'ellos por cima de
pes que en gran pabor los pusieron y la cabeca, el jayán puso la maca pensan-
uno d'ellos aleando una pesada maca do se reparar con ella, mas ella vino al
que traía, hirió al emperador de tal suer- suelo cortada junto a los bracos y no se
te que, si no se amparara con su escudo, deteniendo allí la furiosa espada, como
le hiziera la cabeca pedacos; mas todavía muy junto del emperador estuviesse,
como de la batalla de don Belianís que- acertó en los arzones de la silla y cor-
dara muy cortado fue hecho partes y no tándolos todos de un cabo a otro, dio lu-
parando allí la endiablada maca decen- gar a que el emperador sintiendo las cin-
dió a la cabeca del cavallo, de suerte que chas cortadas, sacasse el pie que en el
vino a tierra muerto con su señor. Mas el estrivo le avía quedado, con el cual em-
emperador le hirió con su espada, de tal pujando dio con el cavallo de la otra par-
golpe en entrambos los bracos, que jun- te y levantándose muy ligeramente, aun-
tamente con la maca vinieron al suelo, que muy quebrantado vio cómo don
mas a esta ora se vio el emperador en Belianís de un revés que al disforme gi-
peligro de muerte, porque al caer el ca- gante diera en un muslo lo tendiera en el
vallo le tomó la pierna debaxo y el prín- suelo y con el otro andava muy rebuel-
cipe don Galanio, que ya de las armas to; y mirando por don Brianel, violo a él
de uno de los cavalleros se avía armado, y al príncipe Arsileo, juntamente con
sobreviniendo a esta ora juntamente con hasta ocho cavalleros que del castillo en
dos de los jayanes, se derrocaron de los su ayuda salieran, andar en muy brava
cavallos por le tajar la cabeca. Mas el batalla con el otro jayán, y los cavalleros
príncipe don Belianís de Grecia, que en y Arsileo hazía su batalla con el jayán
BELIANÍS DE GRECIA (i-Il) 85
porque vían venir de hazia la cibdad un metieron contra el príncipe don Belianís
gran tropel de cavalleros, los cuales Ue- viendo que aquél era el que toda su des-
gavan tan cerca que si se apearan ligera- truición causava y dos d'ellos se abracan
mente los podían desbaratar. Lo cual vis- con él, no le valiendo sus bravos golpes;
to por algunos de aquellos gigantes, se mas él no teniéndolos punto, hechando
apearon hasta diez de ellos por fenescer mano a una daga que a las espaldas traía
la batalla con el emperador, y los demás e poniendo al jayán que abracado le te-
arremetieron contra los cavalleros que nía por las espaldas, le apretó tan rezio
de la cibdad venían, que como estavan contra sí, que toda la daga fue metida
en tierra estraña todos los tenían por por el cuerpo hasta la empuñadura. Mas
enemigos; mas el Rey de Ungría, que era no lo pudo hazer tan a su salvo que a
el que con los cavalleros venía, que en esta ora el otro jayán no le hiriesse assi-
semejantes trances la experiencia le dava mismo con otra, de suerte que sus armas
a conoscer lo que se podía seguir, man- fueron por tres partes rotas y él de tres
dó a los cavalleros que dando buelta en golpes malamente herido; mas él vién-
torno sobre la otra mano a manera de dole en tanto peligro, echó fuertemente
caracol, se apartasen de tal suerte d'ellos los bracos al otro jayán, de suerte que
que pudiessen llegar adonde vían que el desapoderado de toda su tuerca dio con
emperador a esta ora con el príncipe Be- él en el suelo, donde luego le cortó la
lianís e los otros estavan haziendo su ba- cabeza. E bolvie[n]do a mirar por el em-
talla, porque, si con los otros cavalleros perador, vio que andava a bracos con
se detuviessen, tenía recelo qu'el empe- otro jayán; temiendo no le acaesciesse
rador fuesse muerto e su socorro fuesse algún desastre porque vio ir d'él tanta
en balde. Los cavalleros como eran tan sangre que fue maravillado cómo en los
escogidos, como aquellos qu'el empera- pies se podía tener, dio al jayán un tal
dor siempre traía para su guarda, siendo golpe en una pierna, que toda cortada
bastantes cada uno d'ellos para ser capi- vino al suelo y viendo que según el tro-
tanes de otros muchos, dieron la buelta pel de los cavallos a esta ora crecía, los
en cerco de tal suerte que, sin bolver las podrían fácilmente atrepellar, parecién-
espaldas ni romper con ellos lanca, fue- dole qu'el emperador según la gente que
ron prestamente donde el emperador y sobre él cargava y la sangre que d'él iva
los príncipes estavan, a los cuales halla- no podría subir a cavarlo, abracándose
ron muy acosados, a causa qu'el prínci- con él, con soberana presteza le puso en
pe don Brianel avía sido herido mala- un cavallo de los jayanes que se avían
mente por dos jayanes, de suerte que le apeado. Lo mismo hizo al príncipe Arsi-
avían derribado y el emperador [e] don leo, que a causa de la herida de su pier-
Belianís por le guardar, se avían tan va- na no podía cavalgar, y estimando mu-
lientemente con los jayanes como si cho a don Brianel, por lo que avía hecho
otros cavalleros fueran; y el príncipe Ar- juntamente con verle venir con el empe-
sileo estava hincada la rodilla diestra en rador su padre, le tomó en sus bracos
el suelo, a causa que un jayán con un ve- mandando a un cavallero que le pussie-
nablo le passara todo el muslo. sse en el castillo y le hiziessen algún re-
medio para que en sí bolviesse. Y que-
E como los cavalleros llegaron, el Rey riéndose acoger a un cavallo, no lo pudo
de Ungría con hasta veinte cavalleros se tan ligeramente hazer porque, como
apeó y los demás en torno hizieron ros- toda la gente se avía rebuelto, llegó so-
tro a los otros cavalleros e jayanes. Mas br'él tal priessa que se vio en aventura
los que dentro del cerco quedaron, arre-
B E H A N Í S DE GRECIA (i-Il) 87
de muerte, porque a esta ora, Galfeo el comencara, dando tan bravos golpes e
Desconoscido, aviendo rompido con la recibiéndolos de aquellos jayanes, como
gente del emperador, aviéndolos partido si en todo el día ovieran hecho nada más.
por medio con la mayor parte de aque- Ver las cosas que don Belianís hazía,
llos jayanes, llegó sobre él hiriéndole de viéndose delante el emperador su padre,
bravos y desmesurados golpes, mas él pensando que en su comparación no ha-
viéndose en tan grande aprieto comencó zía nada, no son de creer, por lo cual co-
a dar tales golpes por los unos y por los mencaron con furioso ímpetu a ganar lo
otros que triste aquel que alguno alcan- que del campo sus cavalleros avían per-
gava porque a esta ora eran tan mortales dido. A este medio tiempo, levantándose
que de seis golpes tres cavalleros y dos Galfeo el Desconocido que atordido,
bravos jayanes derribó de los cavallos. como vos diximos, quedara de la caída
Viendo que Galfeo hera el que más le que don Belianís diera con él del cavallo,
aquexava, le dio tal golpe en el quixote vio cómo sus cavalleros se retraían, sien-
de la pierna, que si a derecho golpe le do la mayor parte de los jayanes muer-
alcancara toda se la llevara, mas como le tos; assimismo vio tanta multitud de ca-
tomó de trabes llevóle todas las armadu- valleros que, no muy lexos de donde la
ras de la pierna hasta abaxo y viéndole - batalla se hazía, venían derramados, que
tan cerca de sí, trabólo por el escudo, de le pareció que passavan de diez mil. E
suerte que sacándoselo de las manos, viendo que su intención no podía aver
dio con Galfeo en tierra tal caída que de efecto, viendo par de sí al príncipe don
muy atordido no se pudo levantar y sin Galanio, que a esta ora bolvió en su
que nadie fuesse parte para se lo estor- acuerdo, tomando un cavallo de aque-
var, aunque malamente lo herían, saltó llos que por allí andavan sueltos, caval-
sin poner pie en el estrivo en el cavallo gó en él e llamando uno de sus cavalle-
de Galfeo. ros, le mandó que al príncipe le pusiesse
ante sí e aviéndolo hecho muy dissimu-
A esta ora llegó el emperador e como
ladamente, sin que del emperador ni na-
tan ligeramente le viesse subir en el ca-
die pudiesse ser visto, se metió por la
vallo estando tan malherido, estava
floresta e preguntando a unos hombres
como envelesado no creyendo que en el
que en el camino topó por donde el más
mundo uviesse cavallero que a la bon-
cercano camino para la mar fuesse, se
dad d'éste se igualasse, e lo que más le
metió por él, caminando hasta llegar
espantava era ver que aquélla era la pri-
donde sus naos quedaran. E con el gran
mera batalla en que se avía visto. E to-
temor que traía, mandando a la gente e
mándole muy gran imbidia de sus gran-
marineros que hiziessen a la vela, hecho
des hazañas, procurando de las imitar
al príncipe en una cama, donde le co-
comencó a hazer tales cosas que todos
mencaron a hazer muchos beneficios
quedavan maravillados e juntándose con
para que bolviesse, curándole de sus he-
él, don Belianís le dixo:
ridas, donde los dexaremos por os dezir
-Parece, señor, que los nuestros pier- lo que en la batalla sucedió, (ff. 9r-10v).
den algo el campo.
-Assí me parece, -dixo el emperador.
E llamando a Arsileo se juntaron to-
dos tres con el Rey de Ungría, que en la 3. Cartas de desafío
delantera de la gente estava comencan-
do a caudillar sus cavalleros; rebolvieron
a tan rezio la batalla como si entonces se B i e n t a r d e s e levantaron aquellos
altos y soberanos señores, princi-
88 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
pálmente los que en la batalla avían en- El Soldán de Babilonia, siervo de los soberanos
trado, que, aunque heridas no tuviessen, dioses, enemigo de todos aquellos que contra ra^ón
estavan tan molidos que apenas en los sus cosas quieren governar, a ti, el Gran Tártaro
pies se podían tener. El pesar que d'es- que contra ra^ón y justicia te intitulas rey de los reis
tas cosas no ser hechas por su mano sen- y a todos los reis y príncipes de tu compañía, salud.
tía el príncipe de Persia era tanto, que Ni ¿os celestiales movimientos pueden dexar de
desseava hallar manera cómo morir o ser sustentados en el estado que están, en su circular
matar al esforcado Prín[ci]pe don Belia- redondea dando y participando aquellas influencias
nís, aunque sus desseos no avían aquel que por el Disponedor de todas las cosas les fueron
lugar que él quisiera. Salidos que todos concedidas, ni la justicia puede dexar de ser conoáda
fueron a la real sala, juntándose a conse- y por todos, como principal señora de todo lo criado
jo los que sobre tal caso lo solían hazer, obedescida, ni el Soldán de Babilonia puede dexar de
fue acordado qu'el príncipe don Belianís aver rescebido notable fuerfa y agravio, ni el Gran
respondiesse al príncipe Ariobarzano Tártaro y príncipes sus valedores de hecho, por lo cual,
con las condiciones por él pedidas y con altos príncipes, no os deviérades de maravillar si con
esto, el príncipe escrivió la respuesta y vosotros de aquel cruel desabrimiento que las malas
llamando al príncipe de Finida, le rogó obras consigo traer suelen, no siendo por mi parte con-
que su parte, al real del Gran Tártaro y cedida vuestra demanda ni otorgada la batalla que pe-
Emperador de Trapisonda la llevasse y el dís, procura el general esparcimiento de vuestra san-
príncipe don Contumeliano la tomó y grey de todos aquellos que con tanta soberviay osadía
solo, sin persona alguna que lo acompa- entrastes a sojuzgar aquello que ni con justicia tener
ñasse, fue hasta llegar donde las guardas podíades ni con rasfm en ello ha^er guerra. Mas que-
del real estavan y, siéndoles dicho que riendo más usar de aquella clemencia que a mí mis-
era embaxador, fue hasta llegar a la tien- mo soy deudor que de la crueldad que érades merece-
da del Gran Tártaro, donde por él y to- dores, aunque de vuestra parte pedís cosas muy
dos los principales cavalleros del real, descomunales, diciendo que si vuestros cavalleros fue-
que juntos estavan a la sazón, fue man- ren vencedores, os sean restituidas la emperatriz de
dado que entrasse, saliendo para le Tartaria y princesa Impelía su hija, que en mi poder
acompañar cuatro reis vassallos del rey están, y entregada la princesa Florisbella mi hija, sin
de Sericana. Entrado que fue en la tien- obligación, por el precio de tan gran rescate, a cosa al-
da, siendo conocido por algunos de guna, de manera que sin aventurar nada queréis po-
aquellos príncipes, se levantaron a él y el ner en batalla lo que contra todo el universo puede ser
príncipe Ariobarzano le hizo sentar par defendido, yo acepto la batalla de la manera y en el
de sí, diziendo: número que por vuestra, parte es pedida, con tanto que
si los cavalleros que para la batalla dierdes fueren
-Con tal mensajero, mi señor, como la
vencidos, dentro en veinte días salgáis de todos mis rei-
vuestra merced, seguro estoy que el fin
nos, restituyéndome en pago de los daños que me avéis
desseado se pondrá en esta guerra tan
hecho, el reino de Ramola^ con todas sus indias co-
incierta por que passamos.
marcanas, q}te antes de agora de la corona imperial
-Yo os beso las manos, -respondió de Babilonia eran, y si esto quisierdes, inbiadme las
don Contumeliano-, y en lo demás, aquí rehenes bastantes y de oy en die% días se haga la ba-
veréis la relación de lo que deseáis. talla. No más, los dioses sean en vuestra guarda y os
Y con esto, dando la carta al prínci- aparten de yerro tan conoscido como contra mí avéis
pe, él la abrió y mandó leer y vio que cometido y para ha^er la batalla de mi parte, yo
assí dezía: nombro al soberano Emperador de Grecia, con los es-
clarescidos príncipes don Belanís, don Clarineoy don
Carta del Soldán de Babilonia para el Gran Eucidaner de Tesalia, sus hijos y al nuevamente ha-
Tártaro
BELIANÍS DE G R E C I A (i-Il)
liado y excelente príncipe Achules de Grecia, cuyas Respuesta del Gran Tártaro
hazañas con valerosidad y altera de linaje, de ú creo
serán bien conocidas; en lo demás al mensajero podrás El Gran Tártaro, señor de todos los confines de
dar crédito en todo lo que de mi parte te dixere. la tierra, rey de los reis, siervo de los soberanos dio-
ses, a ti, el Soldán de Babilonia, príncipes griegos y
Leída q u e fue la carta y oída p o r to- persianos con todos los demás de tu compañía, salud.
dos aquellos príncipes, a u n q u e la alegría. Sabrás que por los altos y soberanos dioses co-
que recibieron p o r acetarse la batalla nocida la injuria contra ellos por tu parte hecha en
fuesse grande, n o dexaron d e conoscer denegar a los verdaderos subcessores de su divina
que lo avían d e aver con los más avanta- prosapia, el ayuntamiento de tu hija por ellos pedi-
jados cavalleros q u e jamás uviessen oído da, tomándola por tan verdaderamente suya, como
dezir; y el Gran Tártaro, a u n q u e e n el sa- ella lo es en su divinal consistorio, á sido acordado
ber de Silfeno tuviesse gran confianca, n o de abaxar no sólo tu sobrada altera de que tanto te
dexó de sentirlo e n el alma, q u e él tenía precias, pero aun la d'essos príncipes griegos que con
al príncipe d o n Belianís p o r el más estre- tanta presunción piensan en el universo aver queda-
mado cavallero del m u n d o y d e los otros do iguales a su fortaleza para lo cual te hago saber
assimismo avía visto y oído tales cosas que para la batalla que será para el dia que tú di-
que n o p e q u e ñ a turbación le ponían; sgs y con las condiciones por ti pedidas, por man-
mas dissimulando lo q u e e n su coracón dado del alto dios Júpiter, yo nombro a los estrema-
sentía porqu'el príncipe d o n Contumelia- dos en bondad de armas y virtud de cavalleria: al
no n o se lo sintiesse, le respondió: rey Vepón con los altos y soberanos principes Ector
-Mucho m e plaze, esforeado príncipe, y Troilo con Delfebo y temido rey Menón, los cua-
que el soldán aya t o m a d o este acuerdo, les, por su div[in]al mano serán puestos aquel día
mas p o r lo q u e a él toca, p u e s e n lo d e - en el campo para ensalzamiento de su gloriosa y di-
más conocido está si sería bastante para vinal sangre y confusión de aquellos que contra ella
ser satisfecho a mi voluntad y e n lo q u e ser quisieron. Tas rehenes, por mi parte, serán el
dize d e los daños rescebidos, yo soy principe mi hijo y de la tuya, basta sola tu palabra.
contento, a u n q u e es contra razón, d e No más de que los dioses te guíen en aquello que
que sea el precio d e la batalla. [...] más a su servicio cumple.
[El príncipe don Contumeliano] s e b o l v i ó a
la ciudad y puesto ante los príncipes No poco alegres fueron aquellos cava-
griegos, les dio la respuesta y m a n d a d a lleros e n oír que, con tan rezios contrarios,
leer, vieron q u e assí dezía: la batalla se les ofrecía, (ff. 201v-202v).
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIO
TEXTOS
las princesas, que ni sabían qué parte -Agora es tiempo, valeroso príncipe,
guiaban ni, aunque lo supieran, cl'ello -respondió Ariobarcano-, de dexar essos
tuvieran cuidado alguno. Mayormente pensamientos que de ninguna cosa sir-
don Belianís que, acordándosele en qué ven, sino de lastimaros; y procurad la li-
punto estuvo su contento, no vía cosa bertad de la princesa y, aunque conosci-
que doblada pena no le causasse, y do vuestro alto valor, del mío aya tan
aunque llevava parte su altivo coracón poca necessidad, yo os prometo a fe de
con el pensamiento de su venganca, pa- cavalleros, de no dexar de passar por
reciéndole que no podía su señora estar cualquier peligroso trance que se ofrez-
en parte tan fuerte donde él no la hu- ca, aunque sobre ello la pérdida de mis
viesse, no pudo tanto que una noche estados y aún la muerte me sobrevenga,
qu'el mar se mostrava sossegado, bu- hasta que ayáis en vuestro poder a la
llendo sus ondas con la tempranea de princesa, (f. 3r)
sus aires, no se levantase de su lecho y
sintiendo el sosiego que la mar tenía, y
el poco reposo de que su alma gocava, 3. El final abierto de las aventu-
echándose de pechos sobre el castillo ras: el punto de partida de los deseos
de popa, olbidado de las grandes cosas de Don Quijote (I, 1)
que con tanta honra acabara, con voz
baxa porque de los marineros no fues-
se oído, comencó a quexarse contando
la mayor parte de sus desventuras, ju-
Y O le p r o m e t o que todos los ca-
valleros que traxeren espadas
doradas irán a pedir la mano al cada-
rando y prometiendo de dar la muerte a halso donde estuvieren.
Pedáneo y al máxico Fristón, de quien A mucha fe tuvo esta promesa y don
estas cosas tenía entendido procedían. Belianís riendo dize:
No pudo esto ser tan secreto que avián- -¿Quién osará, señores, ofrecer en
dose levantado el Príncipe de los Tárta- cosa donde le impiden tales cavalleros?
ros no le oyesse; y aunque él tuviesse el Y con todo esto, digo que defenderé por
coracón rendido a Florisbella, como servicio d'esta dama que ningún cavalle-
esta historia á echo relación, su virtud y ro sin su licencia pueda traer pluma en
el amor que a don Belianís cobrara, le el torneo; y el que sin ella la traxere, yo
causaron gran lástima de su pena, y es- se la quitaré.
timando más su amistad que otro cual- -Pues yo digo, -dixo don Lucidaner-,
quier interese, le dixo: no quiero quedar olvidado, y digo que
en el torneo, por servir a quien tanto fa-
-¿Qué es esto, señor, que atal ora os vor me á hecho, no consentiré que nin-
avéis levantado a mirar esta mar, que guno traya en el escudo campo de oro;
vuestros pensamientos siempre son tan y si alguno le osare, entrar se le haré en-
estendidos que en ellos, donde quiera os tregar a mi dama, pues no es justo que
pudiérades ocupar? las colores suyas ninguno sin su mando
-Antes son tan apretados, -respondió las entre en el torneo.
el príncipe, pesándole de aver sido oído- Tocava a Belflorán por la orden de su
, que creo conforme a la pena que me promesa, mas él estava algo sentido de
causan presto me consumirán la vida; y las promesas passadas, porque él traía el
por entretenerla estava mirando estas es- campo del escudo de oro y muy ricas plu-
pacios asaguas, que la vuestra merced mas, y espada con guarniciones de oro, y
dize. parecíale que o él no avía de entrar en el
92 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
torneo o que le convenía mirar por sí, por neo, y que le daré cualquier joya que
ver si otro alguno prometía cosa que le me pidiere de cualquier dama que tra-
tocase; a Rindaro dize mi señor: xere cavallero que la defienda sin sacar
-Ofresca la vuestra merced por en- alguna.
tr'ambos, que yo no sé lo que prometa, D'esta promesa se sintieron muchos,
que no quede corto según el valor de como aquellos que todos Uevavan damas
esta hermosa dama. al torneo.
-Señor, -dixo Rindaro-, mucho pro- -Pero yo, -dixo Brandaleón-, como el
metería yo si vos os obligades a cumplir que menos puede en este torneo, digo
por mí, que de otra suerte seré como el que estaré junto al cadahalso de mi
mosquito entre los elefantes. dama a pie, y por fuerca quitaré a los
-Vuestro valor, -dixo Belflorán-, es tal que por SLI parte me fueren señalados
que de ninguno tiene necessidad, y aora cien cavallos, los cuales queden para el
hazedlo que os toca, que yo quiero ser servicio de sus carros, lo cual haré sin to-
el postrero. mar cavallo ni lanca.
-Pues yo, -dixo Rindaro-, prometo de -Agora, señor Furibundo, -dixo don
cada mañana en el entretanto que los Belianís-, avernos de ver lo que todo el
torneos duraren defender por fuerca de mundo tiene tan conocido.
amor que mi dama excede en hermosu-
-Mi señor, -dixo Furibundo-, una lo-
ra a todas las damas de Egipto; y si uvie-
cura quiero hazer, y sino pudiere cum-
re cavallero que me derribare, que aya
plirla tomaré a la vuestra merced por
en premio el reino de Nisenia, que aora
padrino.
yo eredé.
-Sea en buena ora, -dixo don Belia-
-Agora os digo, -dixo el emperador-,
nís.
que sola mi dama quedará quexosa,
pues soy el que menos he ofrescido a su -Pues yo, -dixo el atrevido pagano-,
servicio. Agora veamos qué quiere hazer prometo a esta señora todos los precios
Salisterno. de los torneos, los cuales yo ganaré por
fuerca, para que haga d'ellos a su vo-
-Yo, señor, -dixo el príncipe-, quisie-
ra no verme en este trance, mas el Cava- luntad.
llero de las Águilas tiene la culpa, que á D'esto que Furibundo prometió se
querido regular los esfuercos de todos acoraron muchos, mas Belflorán a quien
por el suyo, y assí yo quiero ofrescer a por la orden, le tocava ser el postrero,
quien me tiene por suyo que los tres días dixo:
de los torneos, cada día estaré junto a los -Excelentes cavalleros, mi dama es
miradores del soldán, y después por la de tanto valor, y vosotros avéis prometi-
virtud de mi dama aver derribado a cien do tantas aventuras del torneo que para
cavallero, no consintiré que ninguno ha- mí no dexastes alguna, mas las grandes
ble al soldán sin que primero lleve su li- cosas an de ser caramente ávidas. Yo
cencia, confesando ser más justo pedir a prometo que mi dama trairá del torneo
ella que al soldán. una joya de cada una de las damas que
-Pues yo, -dixo Adamantes-, he per- están a la mesa con la manopla izquier-
dido la empresa que defendía, y soy pri- da del cavallero que la acompañare; y
sionero de la princesa Dolisena, no pue- más, si llego bivo a la batalla de los
do por mi voluntad entrar en el torneo egiptios y de topies, le embiaré el es-
ni hazer servicio a dama alguna, mas yo tandarte de aquellos contra quien yo
le ofresco de acompañarla en este tor- fuere en la batalla.
BELIANÍS DE GRECIA (III-IV) 93
Aquí se dio gran risa en la mesa, y el era nada según baxava la pujanca Arto-
emperador don Belanio le dixo: barcano y el rey Tholomeo de Egipto,
-Mucho avéis prometido. Yo, por mí, su señor. D'estas nuevas fueron alegres
digo que joya de mi dama ni manopla yo los cavalleros pareciéndoles que tenían
no la daré de buena voluntad. harto término para ir a Phila donde es-
Otro tanto dixeron otros; solos que- tava el campo. Y otro día partieron la
daron Rindaro y Furibundo, que no res- buelta d'El Cairo, y el huésped se ade-
pondieron palabra. Y estando las damas lantó por el seguro.
muy contentas de los estraños ofreci- Lo que en esta extraña aventura sub-
mientos que les hizieran, no porque cedió con las espantosas guerras de los
pensasen que bastaría a cumplirlos, la nubianos príncipes y libertad de la prin-
cena se acabó y todos se salieron a pas- cesa Belianisa, con lo que aconteció al
sear por el campo, mas el emperador niño Fortimán de Grecia que en Tartaria
llamando aparte al cavallero viejo le se criava, y lo que avino a estas dissi-
dixo: muladas princesas Primaflor y Dolainda,
-Buen señor, estos cavalleros son ta- con el fin de los amores de don Doliflor
les que muy enteramente cumplirán esto y Polisteo, y otras grandes hazañas qui-
que tienen ofrecido, mas conviene que siera contar, porque la aventura d'este
todo se ponga por memoria y se lleve al torneo cada uno cumplió su promesa
soldán, pidiéndole seguro para ello, por- sin desonor de sus compañeros, mas el
que de otra suerte no se le buelva en pe- sabio Fristón passando de Grecia a Nu-
sar aquello de que devría recibir tanto bia juró avía perdido la historia, y assí la
contento. tornó a buscar. Yo lo he esperado y no
-Muy bien me parece, -dixo el hués- viene, y suplir<e> yo con fingimientos
ped-, e por vuestro servicio yo me ade- historia tan estimada sería agravio; y assí
lantaré a pedir el seguro. lo dexaremos en esta parte, dando li-
Entonces el emperador de su letra cencia a cualquiera, a cuyo poder vinie-
hizo la memoria de lo que los cavalle- re la otra parte, la ponga junto con ésta,
ros avían de cumplir, llamando a cada porque yo quedo con harta pena y des-
uno por la devisa de su escudo encu- seo de verla.
briendo los nombres propios. Y así es- Y vuestra altexa me dé licencia si no
tuvieron aquel día tan festejados cuanto basta la que mi enfermedad se tenía, y
lo fueran jamás. Y aquella noche llegó me mande cosas de otra profisión, pues
un hijo del huésped que les contó nue- para escrivir amores no me da licencia la
vas de la guerra, y les dixo cómo de allí edad, y para armas se me á resfriado la
a treinta días estava aplazada campal sangre, protestando servirte como siem-
batalla, la cual se esperava sería en fa- pre. IMUS Deo.
vor de los egiptios y tártaros, porque Aquí se acaba la Tercera j cuarta parte de
propuesto que don Baldín avía ganado don Belianís de Grecia, compuesta por el li-
la ciudad de Phila y Siena y Elephanti- cenciado Gerónimo Fernández, así mis-
na al-Nilo, avían perdido la villa de mo autor de la primera y segunda. Im-
Vesa, que es más hazia Persia, y muchas pressa en la muy noble y muy leal
cavallerías, y que avían llegado en su ciudad de Burgos, cabeca de Castilla, Cá-
socorro gentes de las amazonas con la mara de su Magestad, por Pedro de San-
reina Cenobia, y un cavallero valentísi- tillana impressor. Año de mil quinientos
mo que se dezía Armesildo; mas que no y setenta y nueve, (ff. 280r-v).
94 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIOS
TEXTOS
Su banda era de amarillo porque así -De esa suerte, -dixo-, nadie dexará
la llevava la dama a quien se avía aficio- de ser firme amador con esas confianzas
nado el baliente persiano, llamada Celia. fundadas en el principio de sus amores,
-No quería, -dixo el baliente Pedá- que por la mayor parte suelen ser los fi-
neo-, que pareciésedes a la rosa Piavia, nes muy al contrario de lo que se desea.
que si así es, luego os podremos co- -Como aya algún tiempo bueno, cua-
mencar a tener lástima, como sea el fin lesquier otros disgustos será alivio, -res-
tan gloriosso como el que vino a buestra pondió el mancebo amante.
balerosa perssona. (Paréceme, señores, que estos caba-
Respondió el mancebo: lleros como mancebos an dado en llevar
-No ay pena que dulce no sea, y tra- su pretensión adelante; pues así es, bea-
baxo que no prometa descanso, pues ca- mos lo que saca Belflorán que, si con
minando por este mar de esperanzas, fa- ellos á de caminar, más trabaxos se le
cilitara los naufragios que suelen ser aparexan que los que pensaban).
muy ciertos en tal casso. Al punto, sacó las armas el griego jo-
Quitóles la respuesta la venida de ben; eran de unas finas esmeraldas, con
Adamantes, cuyas armas eran azules con tanto artificio juntadas que causaban no
cercos de oro; también su jernea verde y pequeña admiración; eran trasparentes
banda colorada concertándose con su tanto que cualquiera se viera en ellas. En
dama que la llevava assí, llamada Aurelia. el escudo en canpo dorado, llevava la
(Pusse estos tres nombres porque Esperanca, como la pintó Timantes, con
d'ellas y no de las demás hace mención una granada en la mano, al natural, que
esta istoria, que a su caussa estos tres ca- dio a todos estraño contentamiento, y a
valleros hicieron maravillas en armas, así su pie esta letra acul, que le daba la
en las guerras de Egipto como en otras mano de un cielo que a un lado estaba:
partes, como adelante se dirá).
En el escudo llevaba la Firmeza sobre Contra la desconfianza
el trabaxo en campo colorado y este está el bien a quien le aguarda
mote: y assí, aunque tarde no tarda,
cuando es cierta la Esperanza.
No ay que no sea sabroso
ni pena en más estrañeza Con mucho contento celebraron
que me quite fin glorioso aquellos príncipes las armas y hermosa
arrimado a la firmeza. divisa de Belflorán [...].
Salió el magnámino emperador a esta
-iMucho contento, señor Adamantes, ora, armado de unas armas indias con
recibimos todos de vuestra divisa, -dixo muchas libreas y romanos de oro, con
Tíndaro-, aunque me parece que es atre- tanto concierto que espantaba, porque
beros a prometer mucho sin saver los remataba cada estremo una piedra de es-
disgustos que cada día se ofrecen en este tima y de su color juntando el remate de
mal de enamorados. los flacos una nueba labor a manera de
-No podrían ser tan grandes, -respon- coronas; lo mismo llevava en el escudo
dió el gallardo joben-, que no los facilite saibó que la orla era de finísimas esme-
mi ánimo atendiendo no al rigor d'ellos raldas y en el canpo de oro tres coronas
sino a quien los a de sentir para mayor las cuales vaxaban del cielo y se las po-
gloria mía. nían al mismo emperador que encima de
96 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
que no poco la zelebraron, pero la linda tenía tan suspenso que no avía cosa que
infanta de Acaya, Celisa, con una desen- en él a guerta pasase, ni se le acordaba
boltura admirable dijo contra la infanta del príncipe ni de Florindo. (ff. 106v-
de la Gigantea: 108r).
-No paso por el parescer d'esta dama,
que, si a ella á dado tantos gustos el
Amor como publica, no por eso se ade- 3. El segundo Marte, príncipe de
nega cuan costoso es su contento; y que, Trapisonda, recibe la orden de caba-
cuando le viene a dar, tiene tan martiri- llería
cada el alma de quien le espera que lle-
gado no le conosce y, como le tiene en
tanta miseria tan falto de contento, por
pequeño que sea el que biene, le parece
E n el o r i e n t e s e comencaba a mos-
trar la luz del día, alegrando tan
hermosa vista los coracones de los que
ser bastante a resucitar mil muertos, no se aparexaban para el famoso torneo, re-
reparando en que los fabores son dispu- cibiendo no pequeño ánimo en su pre-
sieron para nuevos daños; y aunque no surosa venida que, como le esperaban
fuera por más de ver las guerras que en con tan buen deseo, parescíales que por
Grecia an suscedido, se avía de dar de cunplirle se hiciese algo adelantado,
mano al Amor, porque nunca suelen aunque para algunos fue tormento por
querer sino con fines dañosos, y porque acortarles las vidas; pero a los que las es-
beais la mala opinión que esta dama timaban en tanto como la honra, tan
hostenta en nombre de la infanta Lesbia, presto presentaron sus personas en la
tengo de decir un soneto que en mi tie- plaza como sus hermosos rayos. Por
rra oí a una dama en medio de sus fa- toda la gran ciudad no se oía otro que
bores; yo sé que eran tantos. alarma; todo el campo se puso a punto,
Así, tomando la harpa, dixo: por que los trapesondos queriendo mos-
trar el contento que tenían con el bale-
LMS sabores, ¿os gustos que me á dado roso Marte, príncipe suyo. No buena-
esta quimera que en el alma anida, mente se puede imaginar las galas, los
este entretenimiento de mi bida disfraces, las nuebas y vistosas inbencio-
es acíbar con oro disfrazado.
nes que sacaron, comencando al alba
Estos enredos, trabas y cuidado
porque no faltase tienpo. Era cosa digna
que me fuerzan a andar tan desabrida,
de ver tanta divisa vordada, tantas ban-
este gustar de la más cruel herida
deras al viento que, como treboleaban es
es demonio del alma apoderado.
ojeto sabrosos el ver cómo campeaban
los fogosos cavalleros, los bufidos de los
No más amor ni amar, no más contento,
varios nombres de la gente alegre, el
no mas fingir el rostro sahareño
berde guiar de las lancas, las furiosas
procurando al amante dulce medio,
arremetidas, los barios apellidos... no ay
ja que sus fabores son tormento
coracón por más tímido que con esso no
y que cuando se biene a cobrar dueño
se altere. Era cosa de mirar porque la
es para mayor mal y sin remedio.
gente de Marte en una conzertada bata-
lla que de cien mil pasaban se pusso en
Estaba el nuebo amante Brandaleón un concertado batallón todos ricamente
tan entretenido con la armonía d'ellas, armados, saibó las cabecas y manos, que
que nunca tanta inpresión hicieron las si- aquello era con ricos turbantes a la usan-
renas en los conpañeros de Ulises, cuan- ca de Turquía; no avía cavallero que
to agora la de la dama de Alaya, que le
98 A N T O L O G Í A 0 E LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
aquel día no se pusiesse el más costoso lear. No fue d'ellos aquel famosos Areo-
del mundo, pues no era esto lo que aún larcano, que debajo de su librea llebava
del todo admiraba porque venían treinta sus siguras armas con la divisa que solía
reyes con coronas en las cabecas, con traher en Bavilonia; en suma, no quedó
tan costosos aderecos que no avía más rey que no procurase venir allí con la
que desear todos; de berde y dorados mayor muestra de su valor que fue po-
los paramentos. El gran Tártaro y Soldán sible.
de Egipto trahían piedras de suma ines- Y todo lo merescía el novel cavallero
timable, y en medio de ellos al nuebo y que podía conpetir con los famosos prín-
segundo Marte, en cuerpo todo vestido cipes, que poco havía qu'el mismo oficio
de brocado berde, con muchos lacos tor- rescibieron. Y era de muy diferente con-
cidos y piedras que a los rayos del sol dición del padre que aún a él le pesaba
escurescían. Benía sin espada y daga, que así huviese quebrantado la palabra a
costumbre antigua en Egipto a los nobe- los de Nubia; pero como hera padre, avía
les cavalleros. Tras ellos en soberanos de obedescer y sufriósse por entonces.
carros triumphales que los tiraban blan- Luego hicieron sus diabólicas cere-
cos unicornios, venían tantas damas y monias sacrificando algunos animales al
tan hermosas que fue acertado interpo- dios Marte, en cuyo nonbre el segundo
ner una nube por el miedo de perder el de Trapisonda recibía las armas, las cua-
gobierno de su carro el antiguo enamo- les a esta hora le bestían cuatro reyes
rado. En uno venían ocho, que a Venus que eran el Tártaro, el Soldán de Egipto,
tornaban fea; todas heran de estima bes- el Rey de Arcadia y el de Midia, con tan-
tidas de color del nobel, con tanta pe- ta infinidad de instrumentos que parecía
drería que inpedía la vista los rayos que hundiese la ciudad. El baleroso Rey de
de sí imbiaban. Asidas de las manos de Curia le ciñó la espada, tomándole en
muchos reyes que a sus canas se devía sus manos juramento, que él no quisso
aquello, subieron a un cadahalso sump- que ninguna dama de Egipto se la ciñe-
tuoso en extremo, por que de donde ha- se, que no poco quedaron agrabiadas;
vían de mirar las damas el aplacado tor- pero él esperaba que se la ciñese otra
neo hera de fermosa plata, llenos de cuya hermosura sin decirle quién fuese
antiguas historias, todos poblados de ar- le avía enseñado Artarax, gran su amigo,
cos y cubierta con tantas lavores que el cual le dio las armas que no las tenía
causaron admiración, porque la cubierta mexores el mundo; eran blancas como
de los miradores que defendía la entrada de cavallero nobel, y por ellas muchos
a los rayos del sol eran tan relumbrantes grifos de admirable talla y pedrería dife-
que parescían una finísima esmeralda, renciados con algunos rubíes, dieron
con muchas dibersidades de colores, de contento a todos, lo cuales vieron luego
cuando en cuando entretexidas algunas fue jurado por príncipe de Trapisonda,
piedras d'ellas blancas, y d'ellas verdes y con todo contento de los reyes sus basa-
coloradas, que haviendo en ellas el sol llos que no se puede creer mayor el que
su reberveración causavan no pequeño recibieron los troyanos dando la jura a
contento los concertados colores; eran su Héctor, y con ella su ruina.
tan grandes que podían muy bien caver
Otros muchos príncipes y cavalleros
en él todas las damas y los reyes, aunque
rescibieron por su mano la orden de ca-
d'estos fueron pocos que no avían de pe-
ballería, (ff. 117v-119v).
BENCIMARTE DE LUSITANIA 99
por
Ma Teresa Soriano Romero
TESTIMONIOS
TEXTOS
Con alardosa muestra y gallarda entra- Apenas el dorado Apolo avía descoji-
da llegaron a su tienda los balerosos prín- do sus rubias trencas, cuando todos ocu-
cipes y luego se puso en la tela el bello paban los balcones y bentanas, y los re-
Florisenio, y fue lastimoso estrago que yes y príncipes el suyo para ber el
hizo, beinte y cuatro caballeros principales estranjero que sobre un gallardo caballo
abía denibado cuando llegó a ella el ba- blanco, armado de sus ricas armas, es-
lentíssimo Rodoro, marqués del Piamonte; peraba justa. Muchos la dieron que ha-
el su caso dirá otro capítulo, (ff. 3r-v). cer, pero ganaron poco porque de crue-
les encuentros puso en tierra más de
cincuenta. A la tela llegó el comedido Al-
2. Bencimarte y Florismundi se feo, principie] de Ceibo; d'éste recibió un
enfrentan en un torneo, naciendo de fortíssimo encuentro, pero a la tercera
langa le puso en el suelo con admiración
su gallardía el amor
de todos y excesibo deseo de saber
quién era aquel mancebo más furioso
n el s u p e r b í s i m o inperio de Tra-
E pisonda inperaba Belino, magnáni-
mo príncipe, casado con la bella Jelan-
que el sol.
Enojado estaba el bello Bencimarte
dria, hija del rey de la feliz Arabia, y de ber stts deudos y basallos corridos y
parió de un bieñtre dos hijas, la mayor, bencidos, finjió cierta indisposición y re-
hermosa sobre todo encarecimiento, se tirándose a su aposento se armó de ar-
llamó Esclaridana; la menor, fue milagro mas berdes sin dibisa alguna, y saliendo
por una puerta falsa del parque, sobre
de naturaleza y asonbro de sus tienpos,
un furioso caballo tordillo, se metió en la
y así la llamaron Florismundi. Salió es-
tela admirando su talle, y más que a esta
tremadamente aficionada a las armas por
hora se oyó en la alabastrina torre gran
hallarse con rebustas fuercas y así, lle-
número de bélicos instrumentos que to-
gando a los diez y seis años, pidió a su
caban alarma.
padre, con engaño, le diese la horden de
caballería, de suerte que no lo pudo ne- Con una gruesa langa esperaba la
gar y así, aunque a su pesar y de la en- braba Semíramis y, abiendo tocado un
peratriz, se la dio a imitación de la bella clarín, se encontraron tan poderosamen-
te que anbos perdieron los estribos, pero
Antezesora, reina y señora de aqtiel gran
pasando adelante los cobraron. Turba-
inperio, sustentó un torneo en qLie mos-
dos de los recios golpes, con nuebas lan-
tró ser fénix de balor como de hermosu-
gas se bolbieron a encontrar haciéndolas
ra; queríala igualmente, y aún con ben-
rajas sin moberse más que dos peñas,
taja, que a Esclaridana, cuya belleca era
corridos y coléricos de la neutralidad,
cada día, aunque inbidiosa de la de Flo-
buelben a encontrarse, con tal furia que
rismundi. la bellíssima infanta, quebrantadísima,
Sin poderla detener sus padres, se bino al suelo y el baleroso príncipe, con
partió muy aconpañada de damas y ca- una herida en el libre pecho, pasó ade-
balleros, pero pareciéndole estorbo para lante perdido el sentido y atónito de la
su intento, una noche los burló a los dos belleza del de lo blanco. Apeóse luego y
y se ausentó con sólo un doncel muy su llegando a ella, que estaba atónita de la
faborecido y, llegando al reino de Lusi- suya, la dixo:
tania, tubo nuebas de las justas y con mil -ínclito guerrero con quien el zielo se
peligrosas abenturas, en que mostró raro mostró tan liberal, sumamente me pesa
balor, entró en Lisboa. [...] de aberos enojado, pero si una buena
BENCIMARTE DE LUSITANIA 101
taoluntad sirbe de algún discuento la mía -Mi nonbre, baleroso príncipe, es Li-
tendréis eternamente segura y más que seo, hijo de un hermano bastardo del rey
no á de consentir que dejéis la tela, an- de Francia, a quien de algún balor o
tes en ella os é de aconpañar para ser bentura con que é ganado buena fama
discípulo de vuestro peregrino balor. dio el cielo la pensión de parecer mujer,
-Ventura mía es, señor caballero, -dbco que así lo piensan algunos, o todos los
la infanta-, el ser bencido de quien es fe- que me ben; y este pesar llebo con pa-
nis en balor y en cortesía. Aceto ese fabor, ciencia hasta que el tienpo me acredite,
y para aumento d'él os suplico me digáis y creed que desearé de oy más que lo
vuestro nonbre. que dé con bós la más fina y berdadera
-En la tienda lo sabréis, -dixo el prín- boluntad del mundo que mostrará en
cipe-, y yo el vuestro, que no menos lo vuestro serbicio a pesar de la misma
deseo. muerte.
Y en esto se entraron juntos, dejando Respondióle cortésmente Bencimarte
a todos admirados de el suceso. Ya se creyendo sus palabras, contra las cuales
abía sabido que era el príncipe el de lo eran su belleca y terneca crueles testigos,
berde. Y en esto llegó un paje de su pa- mayormente el recato con que apartada
dre, el rey, que suplicaba a su majestada d'él durmió, lebantándose antes que el
que no consintiese que nadie le bisitase, sol saliera a escurecerle, más bella que el
que quería estar los dos días que falta- claro día. Y armándose en su presencia,
ban con aquel caballero que no quería salió a la tela donde antes que el prínci-
ser conozido sino que sólo le inbiase pe saliera a ella, que fue tarde a causa de
quien le sirbiese. estar herido, hico cosas estrañas, dejan-
Así lo hico el rey, con suma alegría do en el suelo tres jigantes fortíssimos.
de tener tal hijo, que abiendo entrado en Dexó la tela al amigo, que sería atrebi-
la tienda con el forastero se quitó el yel- miento decir lo que hico. Esto duró has-
mo y le dixo su nonbre y, apenas des- ta la noche del último día. (ff. 5r-6v).
cubrió el bello rostro, cuando fue el libre
coracón de Florismundi bencido y sujeto
del que traía a los pies, con tal biolencia 3. Propiedades y efectos de pie-
como quien esperaba aquella ocasión dras mágicas
para bengar su injuria; y no pudiendo su
tormento tolerar aquel mudo accidente,
con un desmayo se arrimó a una silla
dando un profundo suspiro. Lleguó el
C on el ruido de la partida, pudo
entrar Florismundi en una cuadra
donde halló a Melisenia, llorosa y triste,
conpasibo príncipe a quitarle el yelmo y tan rendida de sus falsedades que pudo
deslunbróle su no bista belleza, quedan- ser que adelante castigase amor aquel
do atónito de ber tan bello y belicoso jo- delito, díxole:
ben, y luego imajinó que no lo era, re- -Mi señoría], sabe Amor sólo cuánto
bolbiendo en su fantasía las istorias de me lastima el ausencia que me amenaca,
aquellas fuertes damas y ilustres señoras en cuyo dolor sólo serbirá de consuelo
con que acreditó su sospecha, y biéndo- la firme fee que os enpeño de ser vues-
la en sí la hico sentar y reparar un rato; tro eternamente, bed qué me mandáis al
la infanta le hico acostar y su escudero le cuerpo, que en bós deposita el alma,
curó la herida y sentada en su cabecera, hasta bolber a beros en más dichoso
más en sí, le dixo: tienpo.
102 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
-Valeroso caballero, -dixo la infanta-, cho Leoncio que aquella sortija debería
el alma mía llebáis por prenda de mi fir- el remedio de sus penas y el mayor bien
meza, y para que la vuestra del todo no de su bida, aunque entonces entendió
se cuide de mi amor y su obligación, os poco estas palabras, dijo al capitán de la
quiero dar una prenda, si bien de menos guarda que pidiese licencia para que en-
estima, de la mayor en el jénero que trase donde estaba la infanta, la prince-
puede ser: el diamante d'esta sortija, de sa, porque traía cierta piedra de incon-
más del fondo y luz que en él miráis la parable birtud contra el beneno que
da a la noche más que dos hachas en- temían. Entró alegre el caballero y, aun-
cendidas, preserbando a quien le llebare que desconfiado, bolbió con licencia de
consigo de cualquier encantamento. la enperatriz que ya el enperador abían
Tomó el diamante, besando su blan- retirado sin alma de dolor, y admirando
ca mano la dama, y con honesto abraco su hermosura y gallardía, entró el infan-
se despidieron. Salieron de la ciudad con te a una cuadra donde en los bracos de
el príncipe Fortenio, que así lo avía pe- mil hermosas damas bio a la bellísima
dido a su padre. Llebaba unas armas ro- Esclaridana, aunque pálida y sin aliento,
sadas, tan ricas como fuertes. Contentí- más que la madre de Amor hermosa.
ssimos los dos de su entendimiento y Puso en tierra la rodilla y, dando el dia-
agrado enbarcáronse en una bien apres- mante a la que tenía más cerca, que era
tada nao la bía del Gran Cairo, donde les la hermosa Isabela, princesa de Alcisla,
dijo el rey conbenía enderecar su biaje. dijo:
(ff. llv 12r). -Tomad esta sortija, gallarda señora, y
con ella tocad el pecho de la clarísima
Entró en el inperio [Ckrisenio], y lle- princesa, que yo espero en el cielo que
gando a la famosa ciudad de Trapisonda, mi benida, boluntad suya misteriosa, á
una mañana la halló cubierta de tristeca de conjugar tan justas lágrimas.
y llanto jeneral, y llegando zerca de pa- Hícolo así Isabela y, en brebe rato, la
lacio preguntó a un caballero la causa de desmayada princesa fue bolbiendo en sí,
tan común sentimiento. cual si de un grabe sueno despertara, has-
-¡Ay de mí, jentil caballero!, -le res- ta que de todo punto cobró el sentido,
pondió. ¡Que nuestra serenísima prince- quedando admirada y muda de tan estra-
sa Esclaridana es muerta desde anoche ño suceso. Hizo el príncipe luego que
de un súbito dolor de coracón, que aun- quitando la piedra del oro que le guarne-
que dicen los más famosos médicos que cía le hiciesen polbos y que, desatado en
es desmayo, nacido de la merca del be- agua pura, le bebiese, con que de todo
neno que sospechan le an dado, su mor- punto quedó esforcada y lebre la prince-
tal color testifica su muerte! sa del cruel beneno. (ff. 19v-20r).
Sin alma quedó el gallardo joben de
tan tristes nuebas, mas haciendo memo-
ria de un diamante que el gran Leoncio 4. Amores d e Bencimarte y Flo-
le dio, de quien le dijo peregrinas birtu- rismundi: el descubrimiento del en-
des, sin responder palabra al caballero, gaño
fio su hermoso caballo de un mármol de
palacio y, poniendo en el arcón escudo
y yelmo, subió al hermoso corredor don- N o a b í a n a c a b a d o la brebe comida
cuando de lo más oculto de la sei-
de siendo inpedido de la guarda, alenta- ba salieron doze salbajes, hijos de aque-
do con acordarse tanbién que le abía di- llas soledades y de estraña merca y lije-
BENCIMARTE DE LUSITANIA 103
reca, cuyo ejercicio y granjeria era saltar pareciendo a los ojos del príncipe incon-
los pasajeros, armados de duras conchas parablemente hermosa, si bien a los más
y por armas una magas barreadas con libres pudiera. Alteróse biéndole benir y
unas puntas de tenplado acero; y llega- él acercándose de hinojos, la dijo:
ron tan de inprobiso, que pudieron herir -Sosegaos, clarísima infanta, que mi
dos de aquellos caballeros y príncipes, umildad no trata de enojaros, mas sólo
que fueron el de Grecia y la infanta. Al- de reprehender la creldad con que os
terados del asalto, tomaron sus espadas y abéis encubierto de quien os adora, Li-
escudos, se comencaron a defender ofen- seo, cuanto más Florismundi.
diendo con singular balor aquellas rebus- -Soberano príncipe, -le respondió-,
tas bestias. Encendido en amorosa cólera no puedo negar el sentimiento de ser de
andaba el gallardo Bencimarte biendo la bós conozida, pues con este engaño con
sangre del querido francés maticar la ber- tanta más decencia siguiera la inclina-
de yerba, sospechoso y enamorado de su ción de acompañaros por aficionada a
mesma fantasía. buestras claras hacañas. Mas pues á que-
Dos salbajes avía muerto, mas a su rido el cielo descubrir esta celada, os su-
costa que más de diez heridas tenía, de plico, como quien sois, guardéis este se-
una punta clabó otra de aquellas fieras, creto y desde aquí os constituyo por
cuando los zinco príncipes, andando fina defensa de mi honor y Argos helador de
su contienda con muerte de las demás, mi decoro, segura de hallarlo todo en
mas a tanta costa que apenas les queda- vuestro balor a pesar de vuestros floridos
ba aliento. Fue forcoso quedarse a curar años, fuertes enemigos de mi seguridad.
en la seiba como poco práticos en la tie- -Así lo prometo, soberana señora,
rra y así, retirándose entre unos hermo- que no ay afectos que no enfrenen mi
sos árboles que hacían un apacible palio obediencia y el deseo de agradaros y,
capaz de más personas se acomodaron, por tal fabor, beso las hermosas plantas
aunque mal, los cinco, y la infanta tomó con que hacéis abril estas seibas.
otro sitio, oculto aunque no lejos de allí, -Bolbed a vuestro albergue, príncipe
con su enano a quien fue forcoso descu- baleroso, no demos qué sospechar a los
brirse por tener dos o tres heridas en el amigos, pues ya los hados os rinden los
pecho. Admiróse el calcedonio y más sa- despojos en los principios de vuestro co-
biendo quién era y prometió guardar se- nocimiento, que después de muchos
creto, mas sabiendo las ansias del jene- años debiera negar cualquiera honesta
roso Bencimarte y lo que padecía de mujer.
confusión y entendiendo tanbién el gus- Bolbióse a su estancia el príncipe, sin
to con que ella le aconpañaba, cuan cau- seso de alegría, juzgándose indigno del
tiba la tenía su balor, estando los demás bien que poseía, Y apenas llegó el día si-
durmiendo le dixo todo lo que pasaba, guiente, con excesibo calor de que mal
dejando fuera de sí al baliente mancebo los reparaba la berde cubierta, abiéndo-
y dando mil gracias a la Fortuna y al dis- se saludado los gallardos amigos, cuan-
creto enano; y lebantándose muy paso, do bieron atrabesar un jentil caballero
llegó donde la hermosa dama, deshela- con unas armas negras y moradas. [...]
da, contenplaba el peligroso estado de
Ocho días estubieron en la seiba, tan
su bida, y los diamantes del manto de
bien entretenidos, que no sentían incon-
catiros, cuya luz ecedía la de sus ojos.
modidad alguna, mayormente Bencimar-
Tenía el rico diamante en el dedo con
te, que gastaba las brebes noches enter-
Rué alunbrando gran parte de la floresta,
neciendo las piedras y los robles con los
104 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
prendada a Trapisonda, como lo dicen, dos pren- que la pasión, la prudencia en ese inperial pecho,
das que afianzaron mi obligación, que la una es Je- mandándonos el perdón y gracia que esperamos en
landria, tan celebrada de vuestra magestadpor hija el reino de Tusitania de la piedad y balor que en
de los condes de Saltana, y la otra mi hijo perdi- él bibe.
do por mi desgracia, sin noticia del autor de esta ~Florismundi
crueldad. Tenga, señor y padre amado, mejor lugar ~Esclaridana. (ff. 66r-v).
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIOS
TEXTOS
ga yo por padre quien la princesa Rosi- canción uniendo los ánimos de aquellas
lasa me dice; no por que, Cavallero de la señoras tan admirados y suspensos que,
Luna, por eso merezcas tan soberano como arrebatadas, en la celestial gloria
bien como gocar tu señora, sino porque con la suabidad dulce de tal música es-
no es racón que la gloria de tales pensa- taban:
mientos en bajo pecho se aposente.
Decía esto con tantas lágrimas que no Canción
pudiendo el valiente Furiandro cufrillo,
avía llamado al emperador Sitandelfo, y En passiones me cosumo
subiendo ambos a do el de la Luna esta- sin esperar galardón,
ba, el emperador le dixo: pues es fuego mi passión
-¿Qu'es esto, mi señor y caro amigo? y la esperanza de humo
Valor tiene la vuestra merced para gocar
aun de las divinales diosas. Glosa
El de la Luna con la congoja se avía
desmayado que, como el emperador lo A hecho el amor en mí
sintiese, se abracó con él y Furiandro lo con su condición tan fiera
mismo, llenos de lágrimas de ver así a su lo que la bela de cera,
tan querido amigo. [...] que ella propia cría en sí
La emperatriz les suplicó que escu- la lu% qu'es causa que muera.
chasen a ver en qué pararía aquella Yo sigo esta proporción,
aventura. Ellas lo hicieron y oyeron mas es en grado más sumo,
cómo el de la Fe respondía: porque de estar mi pasión
-Magnánimo señor, es tan diferente tan dentro del corazón
mi pasión de la vuestra como aquella en pasiones me consumo.
que es sin galardón, y la esperanca de Y pudiera lo llevar
humo y muerta; con una sola cosa mori- como fuera mi acídente,
rá mi alma contenta, qu'es la gloria de así como el del doliente
aver empleado mis pensamientos tan que esperanza de sanar
bien y tomara mi cuerpo descanso, pues lo templa el dolor que siente.
su pasión es por la que par no tiene. Mas en mí no puede ser,
Furiandro le respondió: pues que hice profesión
-Conocida cosa es qu'el mejor de los en las manos del querer
cavalleros á de gocar del privilegio de de morir y padecer
ser de la mexor dama del mundo. Pues sin esperar galardón.
vuestra lealtad lo mereze, como l'aventu- Mas si amor con su poder
ra de Liseida que acabastes claro mostró, qu'es causa que tanto pene
suplico a la vuestra merced taña y cante me pudiera dar el ser
aquella canción desesperada que suele que la salamandria tiene,
ella cantar. que su bivir es arder,
Respondió el de la Fe: fuera bien aventurado
-Porque es la que me conbiene y la más que todos cuantos son,
verdad de mi pasión y vida. porque me uviera asentado
Y tomando el laúd comencó a tañer en mi centro y propio grado,
con tanta suavidad que a las tempestuo- ... pues es fuego mi passión.
sas ondas del mar y al aire suspendía, y Mas usa de tal primor
más cuando aleando la voz cantó esta amor con ardid y maña
108 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
-Si el qvie te defiende la entrada no y cansado cayó ante los escalones sin
henees, no podrás probar el aventura. sentido.
Don Boraldo puso mano a su espada Feliciano, nury contento de ber que
y comencé a golpear a don Clarandín, no se avía acavado el aventura, fue a
de suerte que en media ora le derrocó a provalla armado de sus armas y úbose
sus pies, y entrando por la puerta llegó a tan poderosamente con los tres cavalle-
un escalón. Mas luego fue echado fuera ros que a cavo de cuatro horas los paró
y puesto junto junto [sic] a don Clarandín, tales que, mal que los pessó, los dos bi-
entr'ambos sanos con las espadas en las nieron al suelo, y a pessar del otro, en-
manos. tró en el cuadro, mas no fue bisto más.
Luego salió Terturiano de Canderia, Don Roditangel quisiera provar la
mas a pocos golpes fue vencido [...]. abentura, mas estava tan herido que no
Luego salió Danisco el Grande y, aunque se la dexaron provar. El baliente don
se mostró valiente y duro en la batalla Balterín salió tan gaceando que gran
una ora, de dos golpes que don Boraldo contento dio de sí a todos y pasó ante
le dio al suelo; luego fue llevado a pala- paso; se fue a do los tres cavalleros guar-
cio. Don Leonís de la Fuente, que muy davan y húbose tan poderosamente con
enamorado andava, vino muy ricamente ellos que en cinco horas los benció y en-
armado, mas dentro de media ora fue trando por la puerta subió hasta la cuar-
bencido; lo mismo le acaesció al Rey de ta grada, mas luego fue hechado y pues-
Bulgaria, y a Paemitrando, aunque duró to con los tres para guardar.
tres oras; el conde de Sorbia duró otro El emperador Pandión dixo:
tanto; don León Flos duró cuatro oras; -Mal negocio es éste, dura es la en-
don Rosarán otras cuatro; don Cistel de trada. Mas, ¿qué será del Príncipe de Es-
Roco a Clarandín duró seis horas, lo paña y del otro cavallero que no han sa-
mismo don Soladiel, de suerte que el ba- lido?
liente Boraldo y don Clarandín defendie- -Esos, señor, -dixo Balisandro,- no su-
ron la entrada dos días benciendo los pieron hazer su negocio, porque sin
más de los príncipes griegos hasta el ter- bencimiento de las guardas no se les
cero qu'el baliente Soldán de Babilonia a concede la prueba.
cavo de ocho horas los derrocó y pasó No cansemos más, sino que los cuatro
adelante y subió tres escalones, mas lue- fueron Experiencia de Bondad, porque
go fue hechado y puesto con los dos ninguno se les defendió cuatro horas, y
príncipes. hera hermosa cosa de ber que de que se
El emperador Alpatricio, acordándose defendía mucho el cavallero que prova-
de cuan verdaderamente amava a la ba, se abrazavan con él y le desarmavan;
princessa, con unas armas de gran balor, más bencieron de docientos cavalleros
sin ser conocido bino a la prueba, abién- paganos de gran hecho de armas.
dose tan poderosamente que a cavo de Estando todos suspensos, salió un ca-
seis horas, andando muy desangrado, vallero harmado de unas armas turquíes
dando un golpe a don Clarandín que lo con una bandas encarnadas, y el escudo
hizo dar de manos en el suelo, a pesar encarnado con una letra que decía:
de los dos cavalleros, Soldán y Boraldo,
s
m ser parte para detenelle, pasó y entró Si merecerlo, cruel,
por la puerta, mas acaeció una cosa ma- pues nadie en amor me iguala.
ravillosa, que no salió más, antes molido
110 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
Gran contento dio su hermosa apos- amor que se [ajtreba a entrar por la puer-
tura y, llegándose a los cavalleros, los ta de mi encerramiento y despertaros.
aguardó y ellos se bienen para él y co- Y diziendo esto, sonó un trueno que
miencan con ellos el más estremado tor- fue de suerte que todos perdieron el
neo que visto se hubiese, y acordándose sentido, llenándose todo aquel espacio
de quién hera, tal golpe a don Clarandín de humo. A cavo de rato el humo se des-
da en una espinilla que sin sentido nin- hizo y quedó claro como de antes, y el
guno dio con él en el suelo y abrazán- cavallero junto al rey dormido sin yelmo
dose con el baliente Boraldo le sacó más y tendido junto a la reina, y el cuadro
de veinte pasos del sitio, y dando una cercado de fuego y una coluna junto al
buelta con él le hecho en el suelo. A este padrón con unas letras que dezían:
tiempo havía llevado muchos golpes y
malos y bolviendo sobre ellos los golpes El Cavallero de la Luna, hijo del emperador
de suerte que hera maravilla bellos; y Pandión y la emperatriz Alderina, estará conmigo
estando todos suspensos, biendo las al- preso hasta que aya doncella que en amor pase a la
tas cavallerías qu'el de lo Torquí hazía, a cruelda de Usada, iguale con la fe del Cavallero de
cavo de tres horas dio tres golpes, uno la Luna.
tras otro al Soldán que echando sangre
por la boca y narizes, le echó en el sue- Gran congoxa dio a todos ser el Prín-
lo, a tiempo que don Balterín le avía cipe de la Luna el Turquí y de su prisión,
dado un tan desaforado golpe que le mas quien lo sintió de beras fue la prin-
hizo dar de manos en el suelo, que eno- cessa, que se fue a su aposento y, co-
xado el de lo Turqtü comienza a golpea- mencando a llorar que ya por acostum-
lle de manera que lo traía fuera de sí, y brado oficio lo tenía, se acostó y estubo
acordándose de lo que con Boraldo le dos días en la cama, en los cuales nin-
abía acontecido, abrazándose con él, guna donzella hubo que la abentura pro-
aunque con arto trabajo, lo sacó fuera de vasse sino fue Floralva y Rosilaxa, que
todo el sitio hasta más de la mitad de la las demás no se atrevieron a entrar por
plaza, y allí le dexó sin sentido ninguno el fuego; mas las princesas fueron echa-
cabe el baliente Boraldo y, aunque les das fuera, maltratadas. [...]
hizieron remedios, no bolvieron, estan-
La princessa que en la cama estava
do sin herida ninguna. El cavallero entró
supo cómo las princesas Rosilaxa y Flo-
por la puerta sonando a esta hora los
ralva havían sido maltratadas, y también
gritos de Liscida mayores, y gran ruido.
le dijeron cómo nadie provava la aven-
Él subió por los escalones arriba y llegó
tura. Estava tal y acordándose cómo el
do el rey estava, y queriéndole llamar
de la Luna estava encantado y preso y
abrió los ojos el rey y le dixo alto, que
deciendo entre sí que
se pudo oír:
-¿Es posible, princesa Lunidea, que
-Gentil cavallero, ya por dos bezes puedas cufrir ante tus palacios ver al que
abéis acavado esta aventura; ya sabéis adoras y más que a ti amas de la suerte
que á de ser en compañía de doncella aquesta y no mueras por libertalle? ¡más
para acavalla del todo. peligros se puso él por ti!
Los príncipes que cerca estavan lo Y llena de amor y de congoxa de ber
oyeron. El sabidor Belisandro dixo que así a su querido príncipe, se lebanta y
así hera. pide los más ricos bestidos de su cámara,
-Y pésame que me hazéis compañía y acompañada de sus doncellas, a la pla-
hasta que aya donzella que tenga tanto za sale a tiempo que todos los empera-
EL CABALLERO DE LA LUNA 111
18 CIRONGILIO D E TRACIA
de Bernardo de Vargas
(1545)
por
Javier Roberto González
TESTIMONIO
TEXTOS
BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1553. EDICIÓN: Javier Roberto González (ed.), Alcalá de He-
nares, Centro de Estudios Cervantinos, en prensa. ESTUDIO: Sarmati (1992). GUÍA DE LECTURA:
González (2000).
112 CABALLERÍAS CASTELLANOS
ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C
cielo una luminaria tan grande y tan cla- y profulgente vía del duodécimo zodía-
ra que a juizio de los que la miravan pa- co, encima del carro veloz flegóneo, em-
recía ocupar la décima parte del cielo; biando de su cuarta esfera a la circunfe-
tan radiante se mostrava, que con su rencia de la inmovible tierra mensajeros
gran claridad privava los rayos del res- muy ciertos de su venida, cuando el
plandeciente sol. Duró esto assí por es- buen Cavallero de la Sierpe y el infante
pacio de tres días sin se mover de un lu- don Alcis se levantaron y mandaron a
gar, y al fin de los tres días, viéndolo sus escuderos que los cavallos y palafre-
todos los que en ello miravan, vissible- nes buscassen. (II, cap. 11, f. lxxvii').
mente desapareció. Y allende de lo ya
dicho, en la misma persona del infante
quiso Nuestro Señor Dios mostrar sus se- 3. Oscura profecía de la maga
ñales y grandes maravillas, poniendo y Palingea
esculpiendo en el su braco derecho diez
letras bermejas a manera de fuego, las "Duen cavallero don Cirongilio, su-
cuales, puesto que muchos se juntaron, "~ _L3 plícoos, si de lo que demandáis
no ovo persona alguna en toda aquella no os diere tan cumplida cuenta como
región que las supiesse ni acertasse a dessea vuestro corazón, me perdonéis y
leer ni entendiesse ni penetrasse su sig- no pongáis culpa a la voluntad qtie ten-
nificación, cosa dina de grande espanto go de serviros; pues que la del soberano
y admiración. (I, cap. 4, ff. ivv-v). Dios la desvía y aparta del camino que
elegir querría, porque su providencia in-
violable en cosa no sea ofendida y es-
2. Amaneceres torvada, antes la orden de los hados e
dispensación proceda al fin determinado
por naturaleza. Pero con todo os quiero
A p e n a s el hijo de Latona, aviendo
girado e ¡Ilustrado la antípoda re-
gión, ahuyentados los bicolóreos crines
dezir que las razones del gigante son
verdaderas e ciertas, y teniéndolas por
de la tripartita e triforme aurora, con ros- tales en ninguna d'ellas devéis dubdar; y
tro sereno y prefulgente, dexada y des- porque en todo no me tengáis por des-
amparada su fúlgida y áurea cuna, su- conoscida, agora que tengo lugar os
biendo en su ignífero e cuadriecual carro, quiero dezir algunas cosas que por vos
visitava a la dorada Queroneso, alegre passarán, para que con discreción pro-
con su visita cotidiana, e ya estendía sus veáis vuestros sentidos de sufrimiento,
rubicundos bracos, comunicando sus ge- porque no desmayen y sean vencidos en
nerativos accidentes con los habitadores la Batalla de la Fortuna que se ofrecerá.
del elemental orbe, centro del firmamen- Y son que sonará tanto la boz de la man-
to universal, cuando el cavallero Rodilar, sa cervatica que verná a los oídos del en-
despedido del del Águila muy consolado cerrado osso, el cual, encendido en amor
de lo que por él le avía sido prometido, d'ella, procurará por todas vías de la aver
se partió a su castillo, donde Rocadel su a su voluntad. Será sabido por el blanco
padre estava. (I, cap. 23, f. xxxiiif"). cisne, y encendido en grave saña teñirá
sus uñas agudas con agua salada y en-
cerrará en su engañoso vientre las dos
Con dificultad aquel rubicundo padre
partes más amigas, en el ayuntamiento
del indoto mancebo Faetón, descubrién-
de las cuales se engendrarán los enemi-
dose por el trópico septentrional del gos. Hará el uno y el otro llamamiento
baxo emisperio, vino para abrir la áurea
CIRONGILIO DE TRACIA 113
oeneral, y será entre ellos grave contien- tuviera bien que comprehender su tabla.
da; la mar se tornará sangre, y el aire lle- Era por la cintura tan gruesso que tres
no de bozes, y dará vencimiento la con- hombres juntos no le abracaran. La gran-
cordia. Quedará el posseedor con la deza y altura d'él no se dize, porque para
presa, y el hurto será loado por todo el colegirla, a mi ver, basta lo dicho. (I, cap.
mundo. Y de lo que digo ninguna cosa 35, lv").
faltará, -dixo la infanta-, que todo acae-
cerá antes que cosa sepas de tu genera-
ción, de lo cual no diré más hasta que 5. Cirongilio declara su a m o r a
sea tiempo. (I, cap. 18, xxviii'). la infanta Regia
u c h o s ó y o , señora, maravilla-
4. Descripción del gigante Par-
pasodo Piro
M do que aya poder en vos para
herir, y no conocimiento para sentir la
llaga que dais. Inhumanidad es estraña
u a n d o el cavallero le vio al punto herir el cuerpo, pero mayor es matar el
C se le representó en la memoria
aquel esquivo jayán que en el lago teme-
coracón; cruel cosa quitar la vida, y más
sin comparación perpetuar la muerte; el
roso venció, y gran pavor recibió viendo dolor que atormenta la salud es tolera-
su dessemejada grandeza y despropor- ble, pero el que maltrata el sentimiento
cionadas faiciones; las cuales eran en la es riguroso; la pena que publica la len-
manera que aquí se representarán, sin sa- gua consuelo es, pero la que el coracón
lir un punto de la verdad, antes quitando no comprehende passión; gran bien es
mucha parte, porque no sea causa de in- cuando de la herida se espera remedio,
credulidad ni sea tenido por fábula. Tenía pero, cuando ninguno ay, es perdición.
la cabeca tan grande que de un ojo a otro Dolor es el mío, y no le siento; mayor
avía un palmo de distancia, y de la fren- que ninguno, y no me lastima. ¡O, qué
te a la barva más que una vara de medir; gran contrariedad! Por mi vida, mi buena
y los ojos parecían en su rostro en la for- señora, ¿no os parece que es fábula, no
ma y aspecto que suele tener el sol lo tenéis por cosa de burla? ¡Ay de mí, ay
cuando sube en el solesticio de Capricor- de mí! ¿Por qué miré? Miré, señora, vues-
nio, y con el enojo que traía derramava tra hermosura y vencióme; vencióme
por ellos centellas de fuego, bien de la porque no tuve poder de resistirle; resis-
manera que resulta en el tocamiento y tirle pude, mas no quise; quise olvidarla,
calíbico congresso en la cilicina piedra mas la pena me combidó; combidó su
herida. Diferían sus narizes muy poco de gloria a mi sentimiento; sentimiento hizo
las de su cavallo, el humo de las cuales, mi coracón; mi coracón fue preso en pri-
que acompañava las oculares centellas, sión voluntaria; voluntaria, que su fuerca
representavan en su luciferina cara el no tiene igual; igual es sin duda el amor
éthnico y encendido fornace que nos fue que os tengo, e mi dolor. ¿Pero qué digo,
insinado por los antiguos. Remedava su cuitado? ¿Qué dolor, qué pena es la mía?
boca a la del Can Cervero, de cuyo co- Ninguna, pues la immensidad de su glo-
nocimiento hizo crueles experimentados ria crece, y por parte de averia vos cau-
los latinos. Tenía de la cabeca a los om- sado es trascendente. Perdonadme, se-
bros tan poco espacio que señal ninguna ñora mía, que bien sé que os ofendo,
de cuello en él se juzgava. El braco tenía bien sé que no soy digno de jactarme en
tan gruesso por la muñeca que una tercia ser castigado por vuestra mano; pero ya
114 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS
ni puede ser mi pena mayor ni podéis creta como a mi honra y a tu salud conviene (II,
crecer mi tormentosi no infundís en mi cap. 31, f. xcviii v ).
pecho un nuevo coracón que sienta lo
que el mío, que siempre tuve sino ago-
ra, sentir no puede, mortificado con los 7. La alegórica Casa del Amor
tormentos rigurosos que a mí, que soy
d'ellos indigno, hazen merecedor. Bien
veo que mis atrevidas razones ensañarán
vuestra humanidad, mas guía mi lengua
P u e s a n t e s q u e entréis, -dixeron
ellos-, queremos dezir lo que
avéis visto hasta aora qué sea, porque el
el desseo del descanso que me cobdicia, oficio nuestro no es otro. Que sabed que
y estorva a la voluntad y razón que no el cavallero que topastes adormido en
hagan su acostumbrado oficio. (II, cap. medio la carrera era el pensamiento, que
18, lxxxiii'-lxxxiiii'). jamás dexa de enlevarse y adormirse con
diferentes cogitaciones. Los golpes que
le distes con el cuento de la lanca no
6. Carta d e la infanta Regia a fueron sino provocaciones para que se
don Cirongilio imprimiesse en vos, como acaesció. La
senda honda e angosta por donde en-
trastes sin sentirlo es la profundidad del
F atigada con tus continuas querellas, buen
cavallero don Cirongilio, he acordado de ha-
%er lo que por tu carta pides, no tanto con desseo de
exercicio de los amores, en que los hom-
bres se meten sin saber cómo ni en qué
remediar tu pena cotno de escusar tu muerte, y no manera, en tiempo que más apartados
por lo que a ti toca sino por el pesar que el empe- son de se meter en él. Los floridos árbo-
rador mi padre d'ella avría, y toda su corte. Assí les, los dulces desseos de alcancar tras lo
que, pues desseas hablarme, yo soy d'ello contenta, que andan; los secos o sin fructo, los te-
porque la onestidad de la muger hallo no estar tan- mores del pensar. Los golpes que de rato
to en el mostrar disfavores como en la voluntad que en rato os recordavan son los desvíos
queda dentro en su pecho; de donde viene que mu- que el pensamiento da de alegrarse con
chas ve\es fingiendo apartar el mal lo desseamos, y sabores y desesperar con el contrario, y
•mostrando querer el bien lo aborrecemos, porque no es favor que bien cumplió su palabra, si
es lo que menoscaba la honra el aparejo de ser ma- os acordáis. El prado florido e oloroso es
las sino el disponer la voluntad a serlo. Pero porque la delectación de los dulces amores. La
no solamente devemos ser las mugeres buenas, mas boz que oístes, la razón, que mueve a re-
no dar aun muestras o señas ningunas por donde se verencia a los amadores, sometiéndolos
pueda juagar que no lo somos, he acordado que tu al querer y servicio de sus señores. Esta
venida sea esta noche que viene por la huerta de mi grande casa que vistes es donde el Amor
aposento, muy encubierta y secretamente, a las dos tiene su morada; es hecha como pirámi-
oras, que es tiempo cuando menos podrás ser senti- de a manera de llama de fuego, porque
do. L a puerta te será abierta por la infanta Iberia, el Amor assí hiere los coracones como
y allí, en su presencia, tú a la parte de la huerta e rayo ardiente y encendido y los abrasa
yo detrás de una pequeña rexa que a la huerta sale, con la llama de gran afición. Está sobre
me podrás de^iry declarar todo lo que tu voluntad [cinco cabecas de] escorpiones porque la
fuere muy por estenso. Y esto no lo rescibas por fa- naturaleza suya es tener adormida todo
vor ni pienses que por ti lo hago, como antes dixe, el verano la poncoña y el invierno vivifi-
sino porque la infanta hería, proveyendo a tu re- carla, e assí unas vezes aduerme y des-
medio y a mi honestidad, me forfó y atraxo a fa- cuida en el verano de gozar de lo que
cerlo. Y ha\ de manera que tu venida sea tan se- dessea en el invierno de la mayor de la
C I R O N G I L I O DE TRACIA 115
tan sancta empresa, considerando que este mente que de una parte y otra fueron a
maldito Turco, no contento con lo que sus hondo más de cien galeras, y fue el ruido
antepasados han hecho en el Asia, se dis- de aquel ayuntamiento tan grande cual se
pone a hazer en el vuestro por lo semejan- deve juzgar la caída de la infernal piedra de
te. Mira cómo acomete vuestro revaño, Ixión por los lítanos lapídeos y tenebrosos
quiere dissipar las ovejas del cristiano pue- montes, o como la caída del río Nilo en el
blo y destruirlas con su sobervia; y por cier- lugar de la Cata o Lupa, donde los mora-
to que tengo por averiguado, si ende no se dores de la provincia, por la frecuentante
endereca vuestro acorro, todo el romano precipitación del agua, tienen perdido el
pueblo será oy preso, con el descuido sentido del oír. Ya que las dos armadas fue-
grande que tiene de la venida de tan gran ron tan poderosamente mezcladas entre sí,
tirano, y tras él todo el occidental revaño. cosa era maravillosa de ver, que la multitud
Miradlo pues, nobles y grandes señores, y de las flechas de los aireos, encontrándose
proveeldo aora que tenéis tiempo; aora ha en los medios aires con las misivas ispícu-
de ser atajado este nefandíssimo príncipe y las de los escorpiones de los romanos ja-
su furor, pues pospuesto todo temor y ver- culadores, impedían a la divina claridad,
güenza osa amenazar al pueblo y religión dando lugar a la noturna tiniebra; tanto que
cristiana con tanta procacidad. ¿Pero para a muchos era salud y principal remedio de
qué son tantas razones, si mejor lo sientes la vida, para defenderlos de la a él endere-
que lo digo? No lo hagáis por lo que [el em- zada flecha, el jáculo embiado por él en
perador romano] meresce, sino por lo que, no-contrario, causándose de la colusión suya
bles señores, devéis. (IV, cap. 33, f. cciv). aquella aparencia y parescer de los lucha-
dores gallos, que moviendo contra sí el
pico del uno defiende que el del otro no le
9. Batalla naval entre turcos y hiera, quedando ambos de los mesmos pi-
cos asidos y colgados en el aire, e bien de
romanos
la manera que los topadores y mansos car-
neros, sacudiendo sus golpes y resabién-
P ues ya q u e la una flota y la otra fue
puesta a guisa de pelear, dada la se- dolos en las armas con que dessean herir-
ñal y mandado por los capitanes d'ellas, se, escusan que la cabeca suya alguno
juntáronse con grande furia tan poderosa- rescebir no pueda. (IV, cap. 32, f. cci').
por
Javier Guijarro Ceballos
TESTIMONIOS
TEXTOS
tendido a más de nuestros hechos, ten- bros Espejo de cavalkrías llamados; por
go por bien que en mi corte aya tal cos- consiguiente, todas las más de las cosas
tumbre de aquí adelante que, partiendo que aquí se cuentan no se hallan allá. E
algún buen cavallero d'ella, cuando porque en aquel tiempo acostumbravan
buelva sea tenido de jurar todas aque- escrevir en latín, llaman a este libro en
llas aventuras que a cavallería toquen Alemania Gloriosa Jacta magni imperatoris,
por que aya passado, sin quitar ni po- mas después todos estos libros fueron
ner cosa alguna por bien ni por mal que sacados de latín en vulgar alemán por
le aya avenido, porque esto será causa Demón de Nuremberga, que fue un
que, muchos que por no se alabar de- gran dotor, por mandado del empera-
xarían de dezir algo, de premia dirán la dor Felipe, visnieto d'este emperador
verdad. E assí mismo quiero e vos rue- Vasperaldo. (ff. 66r-v).
go que algunos de vosotros jurando di-
gáis lo cierto de las cosas que hasta
aquí por vos an passado que se. os acor- 3. La "traslatio imperii" en u n
daren, porque también d'ellas quede libro de caballerías "carolino"
memoria.
a n t e d ó n , a n t e s que del reino de
Todos cuantos en palacio eran tu-
vieron por bien lo que el emperador di- L Nuruega saliesse, fizo muchas e
xera, el cual mandó e rogó a don Cia- grandes cavallerías, de las cuales aquí no
rían que él fuesse el primero que se haze mención. E después passó en
jurasse. Como quiera que a él no plu- Alemana, e fuesse derechamente a la
guiesse de dezir cosa alguna que ovie- corte del emperador Macelao, el cual es-
sse hecho, óvolo de hazer. El juramen- tava en la ciudad de Colonia, que en
to tomavan el obispo de Colonia y el aquel tiempo era una de las buenas del
obispo de Maguncia e Vadulato, obispo mundo e agora es muy principal ciudad
de Corvera. E allí juró don Clarián, e en la provincia de Franconia. En ella es-
después en secreto dixo todas aquellas tán sepultados los tres Reyes Magos e
aventuras que se le acordaron por él Santa Úrsula, con la mayor parte de las
aver passado desque fuera caballero. E onze mil vírgines e otros muchos cuer-
como quiera que de sus amores no pos sanctos. Es ciudad de grandes edifi-
dixo cosa, ya vino tiempo que Vadula- cios y está assentada sobre la ribera del
to lo supo. [...] Assí mesmo juraron Rin. Pues Lantedón a ella llegado, fue
otros muchos buenos cavalleros, e fue muy bien recebido, ansí del emperador
puesto por escripto todo aquello que como de la emperatriz e del príncipe
más digno paresció de memoria, donde Vasperaldo, e de todos los altos hombres
se hizieron ocho libros de gran volu- que en la corte avía. Esta era en aquella
men, a los cuales en Alemania en latín hora una de las mayores e mejores cor-
llaman Speculum militiae, que en romance tes que entre todos los príncipes cristia-
castellano quiere dezir Espejo de cavalle- nos fallarse podía, y en mayor alteza fue
rías. E Vadulato de Bondirmague, sacan- puesta cuando Vasperaldo, fijo del em-
do d'estos libros aquellos hechos de perador Macelao, subcedió en el Imperio
don Clarián que más le agradaron e en tiempo que en ella estuvo aquel tan
otros algunos de otros buenos cavalle- estremado e bienandante cavallero,
ros, copiló esta historia, que tiene tres como adelante se dirá.
libros. Assí que muchas cosas que aquí
Mas por cuanto, filustre señor, a esta
se dexan de dezir, se hallarán en los li-
historia podrían contradezir otros algu-
120 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
nos libros, especialmente aquellos que no dexó el título que avía tomado; an-
hazen memoria de la genealogía de los tes, usava d'él triunfante e poderosa-
emperadores, comentando desde Julio mente. Aderezando el emperador Justi-
César, primero emperador, hasta todos niano su armada para le fazer guerra,
los otros que después subcedieron, adoleció de enfermedad que murió. Go-
como es no hazer memoria de que en liano quedó pacífico, aunque no bivio
este tiempo oviesse emperadores en mucho tiempo. Después d'esto, Justinia-
Alemana, pues a largos tiempos des- no Segundo, que a Justiniano en el Im-
pués d'esto la Iglesia traspassó el Impe- perio subcedió, también tuvo diferen-
rio de los franceses en los alemanes cias sobre esta causa con Macelao, fijo
quitándolo de la stirpe Carolina que lo de Goliano. E algunas vezes ayuntaron
posseía. E porque a cualquiera le sería sus gentes el uno contra el otro, mas no
menester trastornar muchos libros para ovieron rompimiento de guerra porque
quedar bien satisfecho d'esta duda, lo Justiniano, Emperador de Grecia, tuvo
que Badulato e Faderico de Maguncia, siempre gran contienda con los lombar-
obispos, en la Tercera Parte d'esta historia dos e Macelao, Emperador de Alemana,
escriven, yo lo porné en esta Primera, estava muy poderoso e muy amado de
pues es conviniente lugar, contándolo sus subditos porque era muy noble
assí como ellos lo dizen. Para lo cual, príncipe -e no menos lo fue su padre.
primeramente conviene que vuestra se- Muerto Justiniano, subcedió después
ñoría filustre sepa que en este tiempo la d'él Tiberio Segundo, que fue muy pia-
Iglesia no se empachava del Imperio ni doso e cristianísimo príncipe. E como el
avía eletores, como agora los ay, ni los emperador Macelao supiesse que este
ovo dende a grandes tiempos después. emperador Tiberio tenía muy cruel gue-
E los emperadores tenían su silla del rra con el grande Rey de Persia e que
Imperio en Constantinopla después que tenían aplazada batalla, embió muy
aquel glorioso emperador Constantino gran cavallería en su ayuda. En aquella
Magno traspassó su silla imperial en batalla fue el emperador Tiberio vence-
Constantinopla, dexando a Roma con dor e prendió e mató muchos de los
toda Italia e otras provincias al bien- persianos. E por esta buena obra e gran
aventurado papa San Silvestre. E Golia- ayuda que del emperador Macelao res-
no, padre que era de Macelao, Rey que cibió, hizo paz muy firme y entera con
era de Franconia e Lotoringia, duque de él, e de dos hijas que tenía, que a la ma-
Austria e Mecina e señor de otras pro- yor llamavan Constancia e a la otra Al-
vincias, sintiéndose muy poderoso, con tibea, dio la una d'ellas por muger a
acuerdo e consentimiento de muchos Vasperaldo, fijo del emperador Macelao.
príncipes e altos hombres sus subditos Esta fue Altibea, que fue muy hermosa
e amigos, titulóse de Emperador de e cumplida de buenas maneras. Con
Alemana, assí como en nuestra España esto, los dos emperadores Tiberio e
otros algunos reyes de Castilla fizieron. Macelao fueron muy amigos dende ade-
E después que ovo tomado la corona, lante. E assí, muy generoso señor, como
muchos que de ante le eran contrarios aquí se ha dicho, cuenta la Tercera parte
vinieron a su obediencia. E comoquiera d'esta historia. que en este tiempo ovo
que Justiniano, primero d'este nombre, emperadores en Alemana e que en esta
que entonce imperaba en Grecia, le guisa subcedieron algunos después
embiasse a dezir e a requerir que no se d'este Macelao -de quien agora se fabla-
llamasse emperador, por esso Goliano fasta que Eraldo, fijo de Phelippo -que
CLARIÁN DE LANDANÍS (i) 121
fue el sexto después del emperador Ma- meramente, que los fierros de las lan-
celao-, que había de ser coronado por gas no fuessen assí agudos que mucho
emperador e por ser de pequeña hedad daño pudiessen hazer. Assí mesmo, que
no bastante a governar y regir tan gran las espadas no llevassen assí afiladas
señorío, se rebolvieron tan grandes gue- como para las batallas solían hazer, que
rras en las Alemanas que él fue desobe- no se firiessen de punta de espada ni
decido e perdió el título de emperador en los cavallos. E que el cavallero que
con gran parte de su señorío. E passó langa tuviesse, no encontrasse al que
assí gran tiempo que en sus decendien- no la tenía (esto, después de passada la
tes no ovo emperador fasta que vino furia del primer romper). E quien a ca-
Otón, fijo de Enrique, Duque de Xaxo- vallo estuviesse, no acometiesse al de
nia, el cual Otón fue muy noble e glo- pie; que dos cavallos juntos no firiessen
rioso emperador y ensalcó mucho la a uno, si no fuesse no podiendo más
sancta fe católica. Decendió ligítima- hazer en alguna prisa. E que a quien el
mente de los emperadores aquí dichos yelmo fuesse derribado de la cabeca,
que en Alemana imperaron. Ovo el Im- ninguno le firiesse. E si dos cavalleros
perio después que la Iglesia le traspas- a pie batalla hiziessen, ninguno se me-
só de los franceses en los alemanes. E tiesse a los ayudar si alguna furia de
porque esto no haze a este cuento, no cavalleros de cavalleros no los despar-
se dirá aquí más d'ello. E lo que se ha tiesse. E que tuviessen tal concierto
fablado ha sido por evitar la dubda ya después de una vegada juntados que
dicha, (ff. llr-v).
diessen lugar a que se levantassen los
que cayessen porque no peligrasse la
gente. Leídas las condiciones, el Rey de
4. La codificación del t o r n e o Panonia mandó a Genadís que se sa-
liesse fuera con los que con él avían ve-
por
Javier Guijarro Ceballos
TESTIMONIOS
TEXTOS
C o m i e n c a el prohemio dirigido al
muy illustre señor don Alvar Pérez
de Guzmán, conde de Orgaz, alguazil 2. Alvaro de Castro, un físico en
mayor de Sevilla, señor de las villas de lides caballerescas
Santa Olalla y Polvoranca, etc, fecho por
maestre Alvaro, físico suyo. Una de las
loables condiciones, muy magnífico se-
ñor, que los generosos e grandes señores
A esta s a z ó n que esto se repartía es-
tava allí presente un cavallero de
aquéllos que cativos avían traído, el cual
pueden tener es el mandar a sus subdi- dixo:
tos a cada cual en el oficio que sabe que -Una pieca está allí desechada que no
le puede bien servir en él; e con esto, el la diera el Rey de Persia por todo cuan-
que sirve huelga en usar su oficio y el to tesoro aquí junto está.
que recibe el servicio se satisfaze cre- -¿E cuál es éssa?-, dixo don Galián.
yendo que está muy bien servido del tal El prisionero se llegó a donde el
servidor. Y engañado en mí vuestra se- montón del tesoro estava e sacó debaxo
ñoría y teniéndome en más reputación de otras muchas piecas una copa de oro,
de lo que yo debo ser tenido, me man- al parecer no de muy gran valor. E dixo:
dó que una obra que ovo venido a sus -Ésta es.
manos que fue principiada por otro, y es -¿Pues qué es lo que tiene, -dixo don
la Segunda parte del muy famoso cavallero don Cia- Galián-, que en tanto era tenida essa
rían de'Landanís,de la cual no estaban aún pieca?
escritas treinta hojas, que la acabasse yo, El prisionero dixo:
porque fue informado vuestra señoría -Ésta tiene tal virtud que, si alguna
que la avía llevado a Sevilla e a Vallado- poncoña se trae a la mesa donde ella es-
BIBUOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1574. EDICIÓN: Javier Guijarro Ceballos (ed.), Alcalá de He-
nares, Centro de Estudios Cervantinos, 2000. ESTUDIOS: Roubaud (1992-1993) y Guijarro (1997).
GUÍA DE LECTURA: Guijarro (2000).
CLARIÁN DE LANDANÍS ( i : LIBRO II) 123
tuviere, lo conocerán luego por una señal lláronle el hueso dentro, assí como el sa-
que ella faze: y es que ella ha d'estar lle- bio lo dixo. Luego mandó engastar el
na de agua o de vino siempre a la mesa hueso en esta copa, el cual es éste que
y, entrando por la puerta donde ella está en el suelo d'ella está como aquí veis
la poncoña, comienca a rebosar el agua E luego se lo mostró. Gran plazer fue
o vino que en ella ay fasta no quedar el que el emperador recibió de oír la
gota ninguna en ella. E después que ha gran virtud que la copa alcancava e dixo
vaziado todo el liquor de sí. suda ella tan al prisionero:
reziamente que pueden recoger algo de -Sólo por lo que de la copa nos avéis
aquel sudor, el cual es de tanta virtud dicho yo vos fago libre e, como libre,
que desfaze cualquier poncoña que un que fagáis de vos a la vuestra guisa.
hombre comiere o beviesse si d'ello to- El pagano le besó las manos e pidió-
mare un trago, por pequeño que sea. le armas e cavallo; el emperador se las
A gran cosa tuvieron todos aquellos mandó dar e assí se despidió d'él. E lue-
señores lo que el preso dixera. Y el em- go el emperador mandó que hinchesen
perador le dixo: la copa de vino e, puesta sobre una
-En verdad, yo no osase bever con tal mesa, mandó a un escudero que busca-
copa como éssa, que me paresce a mí se algún tósico e lo truxesse allí, el cual
que éssa tal por virtud del diablo haze lo truxo ende un veneno muy poncoñoso.
que faze. E así como llegó a trecho de diez passos
El prisionero le dixo: de donde la copa estava, luego comencó
-No lo haze sino por virtud de natu- el vino que en ella estava a reverter por
raleza. E si tú quieres que te lo diga, de- muchas partes, fasta que no quedó en
zírtelo he. ella una sola gota. E después de trastor-
El emperador le dixo que lo dixese. nada e visto que ninguna gota quedava
-Tú, señor, sabrás que estando el rey en ella, tornó a resudar unas gotas de un
Cosdroe de Persia en Fenicia, donde el liquor muy claro a maravilla; lo cual se
Ave Fénix se cría e no en otra parte del esperimentó en proviso, que dieron
mundo, el rey vido sobre un alta torre la aquel veneno a comer a un hombre que
Ave Fénix. E parecióle tan fermosa que a muerte estava condenado e, a la hora
preguntó qué ave era aquélla, al cual di- que lo comió, se tornó tan negro y es-
xeron que era una sola en el mundo, la pantable como un diablo e paróse tal
cual Ave Fénix se dezía. El rey preguntó que le rebentaron los sus vestidos por
a un gran sabio de las Indias que consi- todas partes. E luego que el liquor de la
go traía que cuál era la virtud de tan her- copa ovo tragado, en proviso tornó tan
mosa ave como aquélla; él le contó mu- sano como de antes. Visto aquesto por el
chas propiedades e virtudes d'ella. E emperador, fue tan alegre con la copa
sobre todas, le dixo que en el coracón que con joya en el mundo no lo podía
tenía un hueso, no mayor que una uña ser más. E assí todos quedaron muy ale-
de un dedo de hombre, la cual tenía tal gres e contentos con el repartimiento
virtud que donde ella estuviesse ningún que don Galián hiziera de los grandes te-
veneno ni cosa mala puede aver. El rey, soros que allí avía. (ff. 95v-96r).
como lo oyó, tomó un arco e tiróle una
flecha e matóla, donde se cree y tiene
por cierto que ai feneció la especie del 3. La caballería goda hispana en
Ave Fénix e que no lo avrá más en el el género caballeresco
mundo. Assí que abierto el coracón ha-
124 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
-Señor, abaxo, a orilla del estanque, lletas e otras diferentes maneras de pes-
están ya puestas. cados que nombrar no se pueden. No
Luego se decendieron para allá e fa- veían quién andava dentro más de cuan-
llaron las mesas puestas debaxo de unos to a cada uno de los que allí estavan, assí
arrayhanes muy frescos, de los cuales hombres como mugeres, les lancavan en
eran fechas unas calles bien largas y an- las faldas gran cantidad d'ellos. Y eran
chas e las fojas d'ellos por tal arteficio en- tantos los saltos que los pescados davan
tretexidas que se cubrían por lo alto, fa- que unas vezes acertavan en el rostro,
ziendo una muy rica techumbre que otras vezes en los pechos e los más en
todos tenían que mirar en ello, maravi- las frentes. E como davan el golpe, assí
llándose de tal obra que dezían ser de dexavan señal d'ello, que unos estavan
más estimación que si fuera de macone- señalados de colorado, otros de verde,
ría de oro e de plata. Luego que estos se- otros de prieto, otros de amarillo, assí
ñores eran asentados, el manjar fue allí que era cosa bien de mirar cómo todos
traído. E por la misma forma que la no- estavan. E como ninguno se veía su mis-
che de antes fueron servidos, así los ser- mo rostro, pensávase que el otro a quien
vían agora. Cierto, no menos admiración mirava estava señalado y él no. E d'esta
ponía a essos señores la abundancia de causa era tanta la risa que de verse los
los manjares e la riqueza de las baxillas unos a los otros no parecían sino locos,
de oro e plata en que se traían que si y el reír e burlar unos de otros y el mo-
ellos fueran rústicos pastores que no tejarse que unos a otros fazían que no
ovieran visto cosa de aquellas en su vida. oviera persona en el mundo, por cuerdo
Gran pieca estuvieron en comer. E alga- que fuera, que no se hartara de reír si allí
das que fueron las tablas, Celacunda dixo estuviera. Quien más encendía aquel rui-
al emperador que se parase sobr'el es- do era Radiarte de Monris, que a unos
tanque si quería gozar de ver el pescado. dezía que parecían guineos, a otros que
El assí lo fizo e todos con él, Y ellos assí parecían gualdados, a otros tintoreros, e
estando, vino por el aire adelante una assí por esta forma ultrajava a todos. E
gran vanda de langostas e cayeron en el todos dezían d'él, porque estava más se-
estanque. Eran tantos los pescados de di- ñalado que todos a causa que, como
versas maneras que saltavan fuera del más travieso, más golpes de los pesca-
agua a asir las langostas que no era cosa dos avía recebido. Mas él se pensava que
creíble a quien no viera. E de buelta que ninguna señal tenía, a la cual causa bur-
en el estanque caían fazían saltar tanta lava de todos e todos d'él. A estas oras,
agua que mojava a cuantos por allí esta- la emperatriz lo llamó e le dixo:
van, atanto que cuando se fueron de allí
ovieron de vestir otras vestiduras. Mucho -Vos, Radiarte, ¿no os veis cuál estáis?
trabajavan cuantos allí estavan por tomar ¿Por qué dezís tantas cosas de los otros?
algún pece de aquéllos e nunca pudie- Radiarte dixo:
ron. Mas luego desde a rato vieron cómo -Yo, señora, ninguna cosa tengo.
por muchas partes se desangrava y, en E diziendo esto púsose la mano por
chico espacio, el estanque quedó vazío su rostro, diziendo:
y el pescado casi en seco, de vista .de -Yo limpio esto de ninguna señal.
lo cual todos se maravillavan, e más de No se ovo bien puesto la mano en la
los diversos pescados que ende eran, cara cuando quedó tal como un negro de
porque allí eran anguillas, lampreas, ra- Guinea; al cual, cuando así lo vieron, era
yas, soleas, truchas, barvos, cornis e so- tanto lo que reían d'él que a muchos de
los que ai eran pesava, según el sonido
liK> ABALLERÍAS CASTELLANOS
ANTOLOGÍA DE LIBROS DE
lancavan de sí a mal de su grado. No verlo venir con tan poco aparato. E cui-
pudo sufrir el emperador d'estar allí, se- dó que de muy alcancado de alguna ne-
gún lo que veía que todos fazían, e sa- cessidad venía assí. E luego que se jun-
lióse de allí con el rey Lantedón y el rey taron, saludáronse los unos a los otros y
de Frisa e los otros reyes que eran en el conde Latipe dixo al duque:
edad crecida. Los otros señores quedaron -Señor, si tenéis alguna necesidad de
en su regozijo como de antes, (ff. lOOr-v). algo de aquella xarcia que ende va, lié-
venvosla a la vuestra posada.
Grande era el plazer que todos aque- El duque le dixo:
llos señores, assí los unos como los -Señor, a vos muchas gracias, que si
otros, levavan consigo en saber que al dexé de traer xarcia de casa fue por no
bueno de don Clarián levavan en su venir hecho recuero. Cuanto más que el
compañía. Y llegando a tres millas de la señor mi cormano, el conde de Alta Roca
ciudad de Murena, vieron venir por el que aquí viene, pienso que trae apero
camino del roxio un gran fardaje de mu- para él e para mí.
chos dromedarios e azémilas cargadas. Y El conde Latipe se sintió algo de
dende a rato, venían hasta trezientos ca- aquella respuesta, puesto que él también
valleros de muy luzidas armas. E pre- con malicia dixera lo que dicho avía,
guntó uno d'ésos del duque a aquéllos mas dissimulólo. E como supo que el
que con el fardaje venían que de quién conde de Alta Roca venía, llegóse a lo
era aquel repuesto e respondiéronle que hablar e díxole:
del conde Latipe. Éste, según dize la his- -Buen señor, venís todos tan dissimu-
toria, era servidor de una dama que se lados que hazéis perder el tino de quien
dezía Turismunda y era parienta muy sois.
cercana del rey de Quirandia. Y era la El conde le dixo:
más hermosa donzella que en todo el -Señor, allá en nuestras tierras no auc-
remo avía, a la cual causa traía tanto apa- torizan las bestias a los cavalleros, y por
rato. También sirvía a esta señora el du- esto venimos d'esta manera.
que de Normandos y d'esta causa anda- El conde Latipe le dixo:
van entrambos en competencia e se -Menos se auctorizán acá. Mas como
guardavan enemistad entrañable. Assí ay en estas partidas de por acá menos
que sabido por el duque que el conde necessidades que por allá, ay abundan-
Latipe ende venía, dixo a don Clarián: cia d'ellas para servicio de la gente.
-Señor, éste es el hombre. El conde le dixo:
Don Clarián le dixo: -Dineros aya, que bestias no faltarán
-Atendámoslo aquí si a vos parece. ni qué cargar en ellas, (ff. 138r-v).
El duque le dixo:
-En verdad, señor, ya aquí y en cual-
quier otro lugar que vos queráis, sin ver- 5. Los episodios entrelazados y
güenza ninguna lo ose atender. Por esso, la poética de un libro de caballerías
hazed lo que quisierdes.
s i e m p r e d o n Clarián iva hablando
Don Clarián mandó mover la gente y
que anduviessen a tal passo que a la
caíz de los caminos se pudiessen juntar.
E
por
en cosas de mucho passatiempo,
causa de dar plazer a su hermano: E
Y el conde Latipe también fue sabidor assí como llegaron al cabo de la Selva
que era aquél que allí venía el duque de Espantosa, junto a unas praderías que
Normandos, de lo cual se maravilló de ende eran estava una laguna muy gran-
CLARIÁN DE LANDANÍS ( i : LIBRO II) 127
de, e assí como a ella llegaron, Riramón »E assí como lo acabó de dezir, luego
quiso dar de bever a su cavallo. Don Cia- les tomó voluntad a los villanos de estar
rían le dixo: debaxo del agua. E unas vezes se esca-
-¡Dios quiera que en mejor pie entre- bullían en ella, otras vezes nadavan, otras
mos aquí nosotros que entraron los vi- vezes se salían a la orilla. Y en todo esto
llanos de Rostera! dezían mucho mal de sus lenguas, que
Riramón le preguntó qué avía seído las avían muy dañosas. Estando assí ha-
aquello; don Clarián le dixo-. blando, se les comencó a enronquecer la
-Vos, mi señor, avéis de saber que en boz e a mudar la habla y a ensanchar los
esta tierra ovo un famoso gigante que se cuellos. Y con el sabor del maldezir, se
llamó Ceo. Éste, entre muchos hijos e hi- les ensanchó la boca y los espinazos se
jas que tuvo, fue una d'ellas Latona. Ésta les igualaron con las cabecas, de guisa
fue tan fermosa y bella que se enamoró que parecían no tener cuellos. Y el espi-
d'ella Júpiter y ovo en ella a Febo e a nazo se les tornó verde con todo el cuer-
po e assí fueron tornados aquellos villa-
Diana. D'esto fue sabidora Juno, la mu-
nos en ranas. E ai fincaron siempre. Assí
ger de Júpiter, e procuró todo el mal a
que esto es lo que en esta laguna acaes-
Latona, la cual huyó por miedo que d'e-
ció, pues lo queréis saber.
lla ovo, levando sus dos hijuelos en sus
bracos. E passó por la tierra que llaman Riramón dixo:
Himenífera e vino a aportar a este lugar -¿Y esto tiénenlo por cierto los poe-
con gran sol e muy cansada y muerta de tas?
sed, ella y sus hijuelos. Y no hallava -No lo sé, -dixo don Clarián-, más de
dónde bever e, acaso, passó por este cuanto assí lo tienen escripto. Mas fabu-
lago o fuente de agua. E vido ende unos loso deve ser, que assí tienen otras mu-
villanos salvajes que estavan cortando de chas cosas a estas semejantes.
los salzes e carcas que allí avía. Y ella Riramón, que a maravilla se deleitava
como llegó a bever, los rústicos villanos de oír las tales fábulas, rogó a don Cla-
le defendieron el agua y ella dixo: rián que le dixesse algunas de las que sa-
bía; don Clarián dixo:
'-¡Válame mesura! ¿y por qué me de- -¿Luego, mi señor, mal avredes oído
fendéis el agua, la cual a ningún animal de lo que acaesció a Atamante ni al rey
ni planta es defendida? Cadino?
«Ellos todavía le defendieron que no -No, -dixo Riramón.
beviesse e aun la amenazavan con pala- Don Clarián dixo:
bras injuriosas. Y ella, todavía con mucha -Avéis de saber que el rey Cadino
humildad, les rogava que no por ella, casó con la muy hermosa Hermione e
sino por aquellos niños que perecían con ovo en ella cuatro hijas muy hermosas. E
sed les rogava la dexassen bever. Los vi- aunque casaron estas sus hijas con muy
llanos, en lugar de aceptar su ruego, lan- altos príncipes, Júpiter se enamoró d'e-
záronse en el agua e comencáronla de llas, especialmente de las dos que fueron
bolear y encenagar, de tal guisa que aun- muy hermosas además, Semele e Ino.
que quisiera bever no pudiera. Latona, D'esto fue sabidora Juno, su muger, e
indignada, con enojo que ovo olvidó la procuró con los celos que tenía de ad-
sed e aleó las manos al cielo e dixo: quirir todo el mal que pudiese a la casa
•-¡Ruego yo a los dioses que siempre del rey Cadino. E como ella se viese cua-
permanezcáis en esta laguna y no os si olvidada de su marido, Júpiter, a cau-
mantengáis sino del cieno d'ella! sa de Semele, quiso vengarse d'ella. E
128 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
por sus encantamientos hízose muger pudo. Y descendió en los infiernos por
muy vieja y que le temblava la boz de buscarle mayores penas e halló cerradas
vejez. Y en la figura parecía a una ama las puertas con piedra de adamante. Y a
qvie Semele tenía que se llamava Verces, la sazón que ella llegó, estavan ende las
que la criara. E Juno aguardó a tiempo tres furias infernales -Electo, Tesífone,
que Verces no estuviesse ende y entró Megera- peinándose, e caían de sus ca-
por la puerta, sin que ninguno sintiesse bellos culebras y escorpiones. E como la
si era ella o no, y assentóse a par de Se- vieron, viniéronse para ella y ella, con
mele. Y comencó a fablar con ella de gran ira, les dixo qtie le buscassen toda
muchas cosas e vinieron a fablar en Jú- venganca contra Ino e Atamente, su ma-
piter. E dixo la vieja: rido. Tesífone, oídas estas palabras de
«-Hija, y'os amo más que a mí y que- doña Juno, díxole que se fuesse, que ella
rría os apartar de toda desonra. Y por- sería presto en hazer su mandado. Y
qtie ay muchos hombres que se hazen tomó una antorcha negra en su mano
ser hijos de los dioses no seyéndolo, con mojada en sangre e ciñióse una culebra
lo cual engañan a las mugeres para las muy fiera al cuerpo. Y cubrióse de un
alcancar, por lo oaal yo querría que, a manto oscuro, del cual corría mucha san-
este vuestro amante que se dize ser Jú- gre, e fuesse para la casa de Atamante. E
piter, qtie vos le pidiésedes señal para comencó a obrar de sus hechizos, tan
saber si es dios o no. E la señal sea que grandes que a la hora comencó Ataman-
tal cual viene a la diosa Juno cuando con te a andar por su palacio como loco y
ella se junta, le digáis que tal venga a dando bozes que le quitassen de delante
vos. E assí sabréis si es dios o no. tina leona con dos leoncillos. Esto dezía
«Dichas estas palabras, salióse Juno e él por Ino, su muger, e sus dos hijos. E
fuese. Venido Júpiter a Semele, pidióle Ino traía en sus bracos a uno de sus dos
un don. Él, con el amor tan grande que hijuelos, Learco llamado, y llegando el
le tenía, por la agradar otorgóselo: e pi- padre a él, y el niño tendió las manos a
dióle que se le mostrasse a ella tal cual se él por lo alagar. Mas el padre lo tomó por
mostrava a Juno cuando con ella se el braco e tráxolo a la redonda, como
ayuntava. Júpiter iva con la mano a ce- honda, e dio con él en la pared un tal
rrarle la boca porque no acabasse de ha- golpe que lo hizo pedacos. Ino, con te-
blar, mas ella, como tmiger que era, ha- mor o con la locura que ya tenía, tomó al
bló tan apriessa que acabó su razón, de otro hijo en sus bracos y fuese con él co-
lo cual mucho pesó a Júpiter y entriste- rriendo a unas peñas que sobre la mar
cióse. Mas como avía jurado no pudo ál eran. Y despeñóse dende e, allí donde
fazer e subióse luego por el aire e vistió- cayó, se hizo una espuma blanca que
se de sus rayos lucidíssimos y entró don- hasta oy en aquel lugar dura. E porque
de Semele estava, la cual, cuando lo vido, algunas dueñas de Sidón, llorando por
ltiego murió. Y estava preñada e abrié- Ino, su señora, dezían mal de Juno, ella
ronla e sacáronle el hijo bivo. Y éste fue con SLIS grandes hechizerías las mudó a
el que después se dixo dios Baco. No todas, d'ellas en estatua de piedra, d'ellas
contenta Juno con esto e viendo que Ino, en aves que se llaman gaviotas, las cua-
la segunda hija del rey Cadino, se junta- les andan siempre por el agua; y esto es
va a ella Júpiter e criava a Baco (el cual porque aquéllas siempre buscan a esta
ya hazía miraglos, como cualqtiier de los Ino qLie se hecho en la mar. Visto por el
otros dioses), crecíale celo e invidia e rey Cadino estas desaventuras e otras
procuró contra Ino todo el mal que muchas que Juno le causa va, saliéronse
CLARIÁN DE LANDANÍS ( i : LIBRO II) 129
21 FLORAMANTE DE COLONIA
(n parte de Clarián de Landanís)
de Jerónimo López
(1550)
por
Javier Guijarro Ceballos
TESTIMONIO
TEXTOS
novedad e infortunio, alterados sus sen- que sepan los bivos que son desiguales
tidos, temiendo más de perder lo gana- las quexas d'amor y mi fe con él.
do que de se perder, firme sin firmeza de Los ojos, que han sido la causa primera
ser en sus males remediados, estuvo de mi movimiento ser muy verdadero,
quedo. [...] Como aquella tierra era de tal es justo que lloren su mal lastimero,
calidad, le fue representada que enton- que yo no le siento, sino que me muera.
ces prosiguiendo su camino se halló cer- Guarida no tengo, remedio espera
cada de medrosos árboles, la llanura de (mortal esperanza que assí me costriñe,
la cual no era muy plana; antes, en algu- que es impossible bivir, que me ciñe
nas partes la sombra ponía miedo, por lo los lomos, entrañas, de mala manera).
cual quiso más trabajar su cavallo de lo ¡O, tú, soledad, que más me aprietas
que devía por salir de tal temerosa mon- en este peligro de tanta congoxal
taña. Y hallando en un pequeño prado Si mal me buscaste ra^ón no me afloxa
una clara fuente, se apeó de su cavallo y que pene que sienta por curso planetas,
[...] con la mano en la mexilla, bañado en que allá en el cielo están las cometas
lágrimas, de tal manera comencó a dezir: fijas mostrando que mi nacimiento
a esto me endina, que su movimiento
Salid, mis sentidos, con ansia raviosa lo ál no requiere por sendas secretas.
do más encubiertos tenéis los pesares, Vos, fe verdadera de mí no dexada,
llorad con sospiros, sin cuento millares, casi vos pusistes en medio del alma.
passión que la vida dexo desseosa. Sofrid las passiones por tan rica palma
Crezcan las cuitas con bo% temerosa, que más con derecho seréis memorada,
iguálese pena según el dolor, que yo certidumbre de ser violada
que lleve ventaja, no sea tnenor por otra señora tengo de vos
que sienta la mano más triste que prosa. jamás lo seáis, que un solo dios
Lágrimas mías, mostrad lastimeras de vos adorado por mí desseada.
la muestra del gran dolor que tenéis, Y vos, alegría que fuiste comigo
regad mis entrañas si bien os doléis a tiempo devido de mucho favor,
del mal que Cupido vos hi%p de veras. cantad la ventura de mi mal mayor
Mostrad las querellas por montes, carreras; en muy triste metro, que no lo desdigo,
ladridos sentibles publiquen cuidado, que pues yo me quedo sin gloria d'abrigo
que todas las gentes de mi mal estado de aquella muy clara, diáfana estrella,
hagan espanto d'estrañas maneras. ra^ón me combida que muestre querella
Y vos, corapn, de quien tantas penas con fieros clamores que son el testigo.
tiene llevado por dura pleneta [sicj Contento me hallo con vos, mi pesar,
mirad que no sea la cuita secreta, que nunca vos siento de mí apartado.
que vuestros son males por causas agenas. Más lástima tengo de ser disdichado
Mas antes, lloroso, con lástimas llenas más que los otros que fueron armar,
de grave sentir, mostrad que vos duele quería morir, pero tal dessear.
la vida penada, y no vos consuele Niego la vida de mi fuerte pena,
placer terrestas [sic] ni bo^es amenazas. por donde yo creo que más me condena
Y vos, pensamiento muy triste, cruel, aqueste desseo que puede penar.
que /uestes la causa de mi perdimiento,
plañiendo caída con gran sentimiento, Vadulato
jamás no cesséis de quexaros bien d'él.
Gemidos muy grandes, fenchid el papel Abrid los oídos, discretos letores,
d'amargos renglones, dolores mortales, escuchad el poner de mi corta pluma,
FLORAMANTE DE COLONIA (il) 131
Exemplifica Floramante
Mirad, lastimados, aquel buen Orpheo, De^ís el consejo que debe tomar
Matías, muy firme, leal enamorado; todo biviente que teme justicia,
¿pues quién padesció assí lastimado pero como algunos aman nequicia
más que el triste de sí Macareo? . passan el yerro sin se justificar.
Aqueste sin dubda lisonja yo creo Mas vos, padre viejo de buen consejar,
ser de los otros altiva corona, ¿qué causa vos puso aquí no amando?
pues qy su memoria su fe apregona Que yo por mi suerte bivo penando
más que Ariadna con el gran Teseo [...]. y nunca remedio se quiere mostrar.
132 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
dende a un año no dessagáis vuestra tal manera que, sin fiw^ia de su vida, sus vassallos
compañía, que gran bien se seguirá de perderán la esperanza. Mas en este tiempo, tú no se-
vuestra bondad y ayuntamiento. Y aun- rás poderoso de resistir las fuerzas úngaras fasta que
que después seáis apartados por causa seas fuera de la Floresta de las Aventuras, que en-
que licitamente lo puede causar, sabed tonces, con ayuda del aventajado Cavallero Salvaje,
que será por la desventura del temido cobrarás la perdida casa. Más te digo que, andando
león. (ff. 133v-134r). el tiempo, por fuerza te as de combatir con el Cava-
llero del Bastardo Animal, y desconocidamente os
av[r]éis muerto si el muy muy valiente lobo de Da-
3. Carta del Sabio No Conoscido da no fuere, el cual será muy señalado cavallero. Y
al Cavallero del Sagitario él te hará verdadero amigo con el Cavallero del Bas-
tardo Animal, y tú fuelga de lo acetar por hermano,
A ti, el no Vencido Cavallero del Sagitario, que mucho es tu allegado. Más te digo que por la
XX. firme caudillo, leal defensor de la cavallería, muerte de don Fenasalis, príncipe de Macedonia, su
yo, el Sabio No Conoscido, tu verdadero amigo, te padre, desseando tomar raviosa venganza, verná con
embió gracias y saludes. Fagote saber que por te des- gran poder sobre justiano, rey de Numidia, y lo por-
viar de otro camino de que más daño y peligro te pu- ná en mucho estrecho de su vida y le quemará villas,
diera venir, con essos dos viejos te mandé esse estra- ciudades y castillos y le querrá tomar por fuerza a la
iio barco, en el cual, despidiendo los contrarios princesa Arminadora, su señora. Tero tu buena ven-
miedos, seguro puedes ir. Pero fagote saber que con la tura es tanta que no consentirá que tal afrenta a ti
juerga de los vientos tú llegarás a la Floresta de las sea fecha; antes, dándote Dios fuerzas y virtud, en
Aventuras, adonde te acaecerán medrosas y temera- persona irás a socorrer al rey Justiano. Y tanto ha-
rias cosas, en que primeramente te as de combatir con rás con tu poderoso bra^o que por tus propias manos
Gasineo, temeroso y fuerte gigante. Y pasando más matarás a Dramante, rey de Macedonia, y tú serás
adelante, al encuentro te venia aquel muy disforme causa de los suyos ser vencidos y gran parte d'ellos
cavallero Eurcamón de la Fea Cara, con el cual muertos. Estonces se amatarán las muy encendidas
avrás una muy fiera batalla. Y assí, no dando fin a llamas de tu abrasado corazón. Estonces querrás aver
tus aventuras, te fallarás con el muy valiente griego por bien empleadas las passadas passiones. Estonces
Arcemides el. Estraño, bravo y corajoso cavallero. gomarás de aquella gloria que jamás pensaste alcan-
Pues más prosiguiendo en tu camino, te combatirás zar. Estonces verás nuevas maravillas en tu reinar.
con Lerontes, el esquivo, ardid y esforzado cavallero. D'esta señora y de ti nacerá un luiente rayo de ca-
/..._/ Te combatirás con el aventajado Cavallero Sal- vallero, al cual pomas por nombre Belfortán de Nu-
vaje, que muchos años á que en essa floresta ha%e su midia. Y no pienses que un solo punto tiene de fal-
cbitación en arrepentimiento de sus pecados; el cual tar de lo que tengo dicho, que assí como digo averna.
es cristiano y mucho amigo del Emperador, tu padre, -Fin del libro (ff. l6lr-v).
y por su respecto tomó la forma del salvaje. Y aun
te digo que es cavallero de alto hecho de armas y de
muy alto linage, como aquel que deciende de la muy
4. La descripción del combate y
real liga del emperador Vasperaldo. Trabaja lo pos-
sus variantes
sibls por lo llevar contigo cuando d'essa floresta par-
tieres, porque d'ello se siguirá farta honra y nom-
bradla. Más te digo, que lo qtte en los muy crueles
Alpes te dixe no passarán cuarenta días que no haga
L a c o m i d a a c a b a d a , el emperador
con aquellos reyes e valerosos se-
ñores se fueron a sentar en sus muy ricas
comiendo. Tero aquí te conviene moderar con el seso
sillas para mirar en los torneos. No tardó
ta calidad del triste caso que como dixe verná, por la
mucho después d'esto que los generosos
Mal causa el viejo hermitaño saldrá de su nido con
nviosa quexa y la penada tortolica embravecerá de
cavalleros comencaron a entrar por aque-
llas estrañas puertas de alambre, assí que
134 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
en poco espacio estavan dentro de las las vidas, acometían sus contrarios con
doradas cadenas cuatro mili cavalleros tanto esfuerco que les fazían sentir para
muy escogidos y valientes. [...] Puestos en cuánto ellos eran. De la otra parte, Listrán
punto, movieron los unos contra los de la Bella Guardia e Canarpis de la Fun-
otros e firiéronse de las lancas. Muchos da, manteniendo los suyos e hiriendo a
de los vinieron a tierra mal que les pesó, todas partes animosamente, a los cuales,
assí que muchas lancas fueron quebra- como fue dicho la bondad de Belamán e
das, muchos escudos falsados, muchos Artelot, metiéndose por sus adversarios
arneses rompidos, muchos yelmos abo- de muy esquivos y fuertes golpes los
llados, muchas faldas desmalladas, guar- acompañavan. [...] En esto oyeron una
dabracos quebrantados. El ferir era espe- grita de la gente baxa que dezía:
so, el guardar muy necessario; tino era -¡Ya viene el gran diablo de los luze-
menester, el esfuerco requería ardimien- ros!
to; no faltava favor -mucho ayudava-, E mirando, viéronlo entrar por una
enojo no requería. Los golpes eran mor- de las puertas de alambre; el cual, como
tales, el herir muy lastimero. Con reveses en los torneos se vido, con bravo cora-
se contavan, con braveza se juntavan, cón baxó su lanca, y al encuentro le
con coraje se llagavan, con biveza se vino Belamán el Nombrado. Mas ello
guardavan. Bravamente combatían, pug- fue por su mal, que tan desapoderada-
nando cada uno de abiertamente hazer mente lo encontró que lo puso en tierra
conocer cuánta su bondad en armas era. muy mal quebrantado. Y sin que su lan-
Pero como Belamán el Nombrado e Ar- ca quebrasse, derribó cuatro cavalleros.
telot el Ligero más amassen la honra que (ff. 81v-82r).
por
Javier Guijarro Ceballos
TESTIMONIOS
TEXTOS
1
1. ¿Magia o t e a t r a l i d a d ? : e l á m -
bito cortesano en la obra caballeres-
ca de López
M'irando el buen cavallero [Fhra-
mante] con mucha diligencia por
la boca de la cueva, vido que por baxo
avía gran claridad y, buscando a tiento, Assí se passó esta comida hasta la
halló una maroma atada en una argolla noche, que bíspera de Sant Juan era, que
de fierro a la boca d'ella. Y desseoso de entonces fue armado el Donzel de la
saber los secretos de aquel lugar, hizo la Triste Figura de unas armas muy ricas a
señal de la cruz e assí abaxó por la ma- maravilla con las sobreseñales blancas,
roma ayuso. Y llegado al suelo, vido una assí como era la costumbre en aquel
sala de maravilloso edificio y, en medio tiempo que los cavalleros noveles traían.
d'ella, una yunque cuadrada. Y en cada
E assí, armado de todas armas sino las
esquina estava un gigante muy espanta-
manos e cabecas, acompañándole don
ble y grande, y tenía cada uno en sus
manos una muy pesada maca de hierro. Parminel, llegó a la capilla de palacio,
Y con ellas sin momento cansar davan adonde, puesto de rodillas delante el al-
tales golpes en aquella yunque que tres tar de Nuestra Señora, veló aquella no-
leguas a la redonda hazían temblar la tie- che las armas. La emperatriz e la prince-
rra. Y en cabo de la estraña e rica sala sa, con todas las damas y cavalleros, le
estava una rueda de hierro, la cual con tuvieron compañía. E assí se passó esta
grandíssima impetuosidad traía un río noche hasta que vino la mañana, que ya
caudal que la sala atravessava. Y la rue- estava el emperador para lo armar cava-
da, arteficiosamente, traía los disformes llero cuando llegó un mensagero dando
jayanes e las macas. Y pensando el no- bozes al emperador, diziendo:
ble Cavallero del Sagitario que los gigan- -Señor, atiende un poco que gentes
tes tenían entendimiento, los saludó con estrañas y grande compaña entran ya
mucha cortesía. E como ninguna cosa le por la ciudad de Colonia.
respondiesen, sacó la espada y embracó Tras el mensajero llegó un cavallero
su e s c u d o d i z i e n d o : «Cumple que luego me di-
armado de todas armas sino de yelmo e
gáis la causa de vuestro continuo trabajo e quién
mandiletes, el cual, llegando ant'él, fincó
hi%> este fermoso edificio». E c u a n d o c o n o s c i ó
que no eran hombres, fuese por la sala los hinijos e dixo:
mirando el lustroso edificio d'ella y, lle- -Señor emperador, el rey Deófilo te
gado a la rueda, por la virtud que Flora- haze saber cómo es llegado con la prin-
mante tenía súpitamente dexó de andar, cesa Leonisa, su fija, en tu corte para
e assí mesmo estuvieron los gigantes honrar tu fiesta. Mira qué mandas que
quedos, saliéndoles por las narizes un haga, que ya llegan a las puertas de tu
humo muy oloroso e suave. De aquesto palacio. [...]
fue muy maravillado el buen cavallero. Y Decendieron muy presto por las es-
cessando los gigantes de herir en la yun- caleras de palacio, mas no pudo ser esto
que, cessó el grande terremoto. [...] An- tan presto que ya el rey Deófilo, junta-
dando por la sala mirando las maravillo- mente con su hija, no subiessen. E cuan-
sas cosas para notar d'ella, vido el buen do los dos príncipes se hallaron, después
escudero Lucindo unas letras de oro es- de se aver fecho aquellas cerimonias que
culpidas en un blanco mármol, las cua- entre los semejantes se acostumbran,
les dezían d'esta manera:
dixo el emperador contra el rey Deófilo:
-¡Cómo, señor! ¿Assí nos salteáis la
. Este rico y famoso edificio hi%o la gran sabido- fiesta?
>'a Ce/acunda, hermana del emperador Vasperaldo, -Assí, -dixo él-, pues a Leonisa le ha
e
" el tiempo de Macelao, su padre, (ff. 6r-v). plazido que fuéssemos salteadores e no
reyes.
136 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
que los cavalleros se derrocavan de los besando con muchas lágrimas en las fazes
cavallos, e los de pie davan bozes e gri- a su hija. Aquí la multitud de la gente co-
tos, e las mugeres se descabellavan e no mencaron de alegrarse todos, llorando del
avía ninguno que sin medida ni concierto mucho plazer que tenía. E assí estavan to-
su dolor no mostrasse. Pero ya que el em- dos en el prado apeados, escuchando al
perador por los buenos consuelos del emperador las lastimeras e dulces palabras
eran Floranteo se fue apaziguando, bol- que con Protesilendos e con su hija pa-
viendo todos a cavalgar siguieron el cami- ssava. Pero al tiempo que más en este mi-
no. Pero no anduvieron ansí mucho que rar estavan embevecidos, llegaron otros
por un camino de mano izquierda vieron que el plazer e alegría pudieron del todo
venir corriendo un cavallero en un cavallo hazello grande e crecido. Estos eran Flori-
nicio, todo tinto de sangre que por entre mán e la princesa, que, como vieron la
las armas despedazadas en mucha abun- gente allegada, se allegaron por ver lo que
dancia le salía. En su compañía venía una era. E como vieron en lo que el empera-
donzella, e ambos venían a mucha prie- dor estava, entonces con mucha pena,
ssa. El emperador, que de tal suerte los rompiendo por la multitud de la gente,
vido venir, parándose en mitad del cami- passaron sin ser de nadie conocidos hasta
no los estuvo aguardando por preguntar el lugar adonde el emperador estava. E
nuevas al cavallero ferido si de sus fijas como Florimán emparejó con él, dixo
sabía sabía alguna parte. Pero assí como contra el emperador:
el cavallero e la donzella emparejaron -Señor, no sean todos los favores
con él, conociendo ser el emperador por- d'esse cavallero e dama, que nosotros
que el yelmo traía quitado, con mucha también parte merecemos.
presteza se derrocaron por tierra e, qui- E con dezir esto e quitar el yelmo e
tándose la donzella las antifazes y el cava- la princesa los antifazes, apeándose en el
llero el yelmo, mostraron ser Protesilen- suelo mostraron quién eran poniéndose
dos e Galiarda, que cuando el emperador de inojos ante el emperador por besalle
los conoció, derrocándose para ellos del las manos. Ninguna alegría de las de acá
cavallo abaxo, sin poder dezilles palabra baxo a la que el emperador entonces
echó a cada uno d'ellos el un braco, e assí sentiría no puede igualarse, que a todos
los tuvo por una grande pieca abracados, cuatro tenía abracados, (ff. 196r-v).
por
Javier Guijarro Ceballos
TESTIMONIOS
ti] Toledo, Gaspar de Ávila (a costa de Cosme Damián), 1528 (22 de noviembre) [-*]
TEXTOS
van- Mas con todas estas contrarieda- bio No Conocido, se fue poner a las
des, Floramante cortó la principal ca- ventanas de palacio, que toldadas de ri-
beca de la sierpe, e tanto se llegó a la cos paños estavan, e assí aguardaron
imagen por lo hazer que le tomó el por los cavalleros griegos. En otra ven-
braco donde tenía el estraño xamete y tana se puso la reina princesa con su
con mucho poder ge lo comencé a madre Lacedonia e muchas damas, que
desarmar. [...] A esta hora, como Flora- ya no veían la hora en que a los cava-
mante sin escudo y lanca se hallasse, lleros griegos viessen justar por ver si
sacó su espada y, pospuesto todo peli- eran tan esforzados de las personas
gro, se fue para la imagen. E guardán- como mostravan temerosos e osados en
dose con grande ligereza de una lanca- sus palabras. Pero no tardó mucho que
da que le tiró, le dio por encima de la su desseo fue cumplido, que al rey Flo-
cabeca tan fiero golpe que, dividiéndo- ramante vinieron a dezir cómo ya los
la en dos partes, paresció dentro en cavalleros griegos venían los más gala-
ella Olanques. [...] Floramante, que nes e bien armados. En esto los cava-
muy cansado e trabajado estava, assen- lleros griegos asomaron. Ellos eran seis;
tóse sobre un pilar de piedra que allí a venían armados de ricas e muy fuertes
manera de silla estava. E sus compañe- armas, traían delante de sí muchos ins-
ros se pusieron al entorno d'él y, des- trumentos que tañían muy suavemente.
pués que se dormió, comencaron de Traían dos camellos cargados de lancas
hablar en su esfuerco, diziendo que ni de diamantes e de roquetes. Delante
su padre don Ciarían, el emperador, ni d'ellos venían doze pages vestidos de
Gargón de la Loba, no se le igualavan
brocado. Con este concierto llegaron
con gran parte.
junto de la tela e, faziendo el uno su re-
-En verdad, -dixo el uno de los dos verencia al rey Floramante, passó la
cavalleros de Tracia-, que a mi parecer tela con mucho ardimiento. Este traía
que la grande aventura de la gruta de Ér- encima del yelmo una fermosa donze-
cuies no igualava con esta d'este haza- 11a metida en una fuente fasta la cinta,
ñoso laberinto, por donde Floramante con una letra que dezía:
merece más gloria e loor que su padre
don Clarián. (ff. 66r-68v).
Es éste fuego que ati^a
una muy ciega afición,
2. A r m a s , d i v i s a s , m o t e s y c i m e - qu'el cuerpo torna ceñirla,
ras: la espectacularidad del torneo del alma ha^e carbón.
con agudos puñales que lo herían, con Este cavallero iva tan apuesto encima
una letra que dezía: de su cavallo que todos miravan en él e
dezían:
Herimos este captivo -Si éste no es el fuerte Garcón de la
porque su dolor estraño Loba, el otro es muerto.
no cause más triste daño. El cavallero griego, que vido la mur-
muración de la gente, con bravo sem-
En medio de la tela estuvo quedo e, blante bate las piernas al cavallo. E tan
bolviéndose para el rey Floramante, se le rezio lo hizo correr que parecía un rayo
humilló con gran cortesía. Y el rey le de fuego. Yendo assí tiró un pie del es-
dixo: tribo e, dexándose caer para la otra par-
-¡A buena ventura vayáis, buen cava- te, puso la mano en tierra diziendo en
llero! alta boz:
E con esto passó muy apuestamente -Justo es que yo la bese, pues que
su carrera, faziendo poner las rodillas a vos la pisáis.
su cavallo muchas vezes en tierra. Otro E diziendo esto, llevó la mano a la
su compañero comengó luego a passar boca, tornándose a enderecar en la silla
la tela e, como el cavallo amaestrado como de primero estava. [...]
fuesse, batía con las manos de tal ma- Otro fermoso cavallero griego sacó
nera que la tierra fazía tremer. Este ca- encima de su yelmo una tabla esquinada
vallero griego en el lugar de la gran toda dorada, en la cual venía un hombre
bufa sacó unas puertas embarnizadas preso, assentado con una cadena platea-
cerradas e un niño llorando que le po- da por la garganta e una mano de don-
nía las manos para las abrir, con una le- zella que lo Uevava, con una letra que
dezía:
tra que dezía:
Estos son los galardones
Es el niño mi ventura
que sentirán del amor
que porfía galardón
en pago de su favor. [...]
las puertas mi perdición.
El último cavallero salió muy fermo-
El cavallo, con el poco sosiego que samente armado de unas armas celestes
levava, no le dio lugar que se humillasse con palomas de oro, y en lo alto de su
al rey. Viendo esto, el cavallero griego yelmo traía un falcón que iva bolando
púsole muy riziamente las espuelas e tras una perdiz que se le metió en unas
por allí lo fizo tornear con gran concier- matas, en que dezía la letra d'esta mane-
to. E después que su braveza fue mansa, ra que se sigue:
humillándose al rey Floramante passó
adelante. Tras él salió el cuarto cavallero, Siguió la fe de mis males
el cual traía por cimera una garca con las mi remedio,
alas abiertas e una letra en el pico que mas faltóle fin sin medio.
dezía:
E assí como con su cavallo corrió la
Entre todas conocí tela, faziendo el devido acatamiento al
la causa de me perder, rey Floramante se puso cabe sus compa-
mas quise perdido ser. ñeros, los cuales, llamando luego a un
donzel de los seis que con el cartel man-
CLARIBALTE 141
daron, le dieron todas las letras de la jus- parecía una donzella de gran beldad con
ta. [•••] Ellos que así en estas pláticas es- los bracos abiertos, con una letra en la
tavan, vieron asomar por la gran placa mano que dezía assí:
un cavallero de gran cuerpo e miembros,
armado de unas armas de luto, de cuar- Aunque la veis perdida
teles amarillas, el cual traía encima de su con tan triste navegar,
yelmo una nao con los másteles quebra- nunca dexará la mar. (ff. 86r-87r).
dos e las velas perdidas. En medio d'ella
24. CLARIBALTE
de Gonzalo Fernández de Oviedo
(1519)
por
Alberto del Río Nogueras
TESTIMONIOS
MANUSCRITO: Biblioteca Nacional (Madrid): ms. 885 (.olim E-225); copia de la edición de
1519 realizada por Don Antonio Paz y Meliá hacia 1860 por encargo de Serafín Es-
tébanez Calderón.
TEXTOS
BIBLIOGRAFÍA:Eisenberg-Marín: n° 1603. EDICIÓN: Alberto del Río Nogueras (ed.), Alcalá de He-
nares, Centro de Estudios Cervantinos, en prensa. ESTUDIO: Río Nogueras-(1985).
142 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
pero yo estoy de manera que no puedo pueda dar culpa de lo que dexé de ha-
seguir sino la vuestra y no en sólo lo que zer por mí mismo, os suplico que si vié-
mandas que diga, mas en todo lo que os redes que en sangre os merezco, que la
paresciere que de mi vida se haga. Mi indinidad de mi persona la ayáis por es-
nombre ya, señora, os le dixe la noche cusada y penséis que aunque es poca
de las fiestas que es don Félix. Soy hijo por sí mesma en respeto de la vuestra,
del duque Ponorio, hermano del Empe- que de oy adelante que estáis en mis en-
rador de Constantinopla, que es primo trañas ningún cavallero puede aver en
de Ardiano, Rey de Albania. Y como mi el mundo que ventaja me haga. Y si
padre fue segundo hijo del emperador pensáis tener marido y viéredes que es
Barbendo, quedóle por patrimonio una possible hazerme Dios y vos tan dichoso
gran señoría en diversas partes de Gre- que yo lo sea, que no fiéis en terceros
cia, pero haze su abitación en Albania tan ardua negociación, porque siempre
porque allí casó con la duquesa Clariosa, truecan las palabras y engañan al uno o
su prima hermana del mismo rey Ardia- a entramos. Vos y yo nos tengamos la
no, la cual es mi madre. Estando yo en culpa o el premio y porque a tan alta se-
aquella corte del rey, mi tío, no menos ñora no convernía que sin licencia de
tenido y acatado como Alberín, mi pri- vuestros padres públicamente esto se hi-
mo, que es príncipe hijo del dicho rey y ziesse ni aun a mí me estaría bien sin li-
eredero de aquel reino, oí a muchas per- cencia y bendición de los míos ser pú-
sonas que en esta corte de vuestros pa- blico esto, aquí está Dios por testigo.
dres han estado grandes loores de vues-
Ponedlo en sus manos y en obra, que
tra persona y desseando conocer tan
ningún tiempo hallares contradición ni
loada muger como sois en el mundo y
discrepancia en cosa de cuantas me
vencido de las nuevas que de vos por
avéis oído y para esto bastarán por testi-
todo él andan, yo propuse esta jornada y
gos Fulgencia y Laterio. Y si no quisiére-
en ella aventurar mi vida hasta saber si
des que lo sean basta que amos lo sea-
podría ser possible que me hiziesse Dios
tan diño que en vuestra gracia y amor mos. [...]
cupiese y, aunque estavan aplazados los Y dicho esto se tomaron de las ma-
torneos de Albania cuando partí, quise nos y se otorgaron por esposos confor-
salir de aquella tierra por estas causas me a lo que en aquel tiempo se usava,
en tal sazón. Lo uno porque mis padres teniendo Dios y aquella santa casa y de-
desseavan y el rey y la reina, mis tíos, lante por testigos de Laterio y Fulgencia,
querían que yo me casasse con mi prima los cuales quedaron muy espantados de
Cresilonda, hermana del príncipe Albe- ver aquello. Y porqu'el tiempo no dava
rín, la cual es muy gentil dama y la que ya lugar para que la princesa estoviesse
sucedería en aquellos reinos si el príncipe fuera de palacio más tarde, se despidie-
no oviesse hijos. Sus padres y los míos, ron los unos de los otros y don Félix y
porque aquel estado no viniesse en otro Laterio se quedaron en el templo y ellas
sucesor que de su sangre saliesse, dá- se fueron a palacio. Y allí don Félix le
vanme mucha prissa y, como yo estava dixo a Laterio lo que avía passado y la
más puesto en veniros a buscar que en princesa dixo a Fulgencia lo mismo des-
conceder tal matrimonio, busqué mane-
pués que fue llegada a su cámara, (cap.
ra para salir de aquel reino y venir a éste
16, ff. xixv-xxiv)-
a veros y ver hasta do corre mi ventura.
[...] Señora, porque en ningún tiempo me
CLARIBALTE 143
2. Gracias al Gran Sacerdote de todas las otras cosas que d'este hombre
Apolo, los enamorados contraen ma- se duda van están satisfechas, yo quiero
trimonio público lo que vuestras altezas y vuestra señoría
quieren.
o c o a n t e s q u e de noche fuesse, el Y dicho esto, se hincó de rodillas y
P Gran Sacerdote se fue a palacio y
luego se retruxeron el rey y la reina con
les besó las manos y acordaron que des-
pués de haver cenado y aun ser passada
él, y hablóles todo lo que avía dicho al buena parte de la noche, por el jardín de
Cavallero de la Rosa y lo que él le res- palacio entrassen el Gran Sacerdote y el
pondió, salvo que, aunque les certificó Cavallero de la Rosa y que en cierto
que era de muy alta sangre y tal que por apossento baxo que en él avía no esto-
ella no devía ser desechado, de ninguna viesse persona ninguna sino el rey y la
persona por alta que fuesse en el mun- reina y la princesa y que allí se les to-
do, no les dixo de cuáles parientes, mas marían las manos y se celebr[ar]ía este
díxoles el inconviniente qu'el cavallero real talasio. Y a todos paresció muy bien
hallava para la conclusión d'este matri- este acuerdo y el sacerdote se fue luego
monio y el medio que el sacerdote en de palacio y con un camarero suyo em-
ello dio, que era ser secreto. Y assí les bió un renglón al Cavallero de la Rosa
paresció muy bien al rey y a la reina y con el cual le pedía por merced que,
acordaron de dar luego conclusión en después que oviesse cenado, se llegasse
ello y mandaron venir allí a la princesa a su possada o le esperasse él en la suya
para le dezir lo uno y lo otro y que y que más holgaría que se fuesse a cenar
oviesse por bien de querer lo que sus con él Y el camarero del Gran Sacerdote
padres y tío querían. Y venida, le dixe- le dio la carta cerrada y el cavallero la
ron todo lo que después del combite el leyó y dixo:
Gran Sacerdote avía passado con el Ca- -Dezid a su señoría que yo haré lo
vallero de la Rosa y lo que él respondió, que me embía a mandar.
assí como ya lo avía dicho al rey y a la Y assí se dio la repuesta al sacerdote,
reina.y lo que todos tres avían acordado, el cual cenó y aguardó al cavallero; el
que era dar fin y conclusión en ello y que cual con Laterio se fue con sendas espa-
avía de ser muy secretamente, pero que das y capas. Y el sacerdote, assí como el
querían saber si ella lo avría por bien y Cavallero de la Rosa entró, se levantó a
que aviéndolo, qué les parescía que él y se entraron los dos en otra cámara
aquella misma noche se despossassen no más secreta y le dixo:
aviendo otra persona más de ellos cuatro -Señor, ya yo os quiero hablar como
y el Cavallero de la Rosa. Y assí como la hijo y deudo. Yo hablé al rey y a la rei-
princesa oyó todo lo que sus padres y tío na, mis hermanos, y a mi sobrina, la
dixeron, ella respondió: princesa, lo que oy con vos passó y ellos
-Señores, como otra vez que en esto están en esto como yo. Y está acordado
respondí dixe, yo no he de tener ni que- que esta noche se haga el despossorio si
rer otra voluntad sino la vuestra. Hazed por vos no queda y que aquesto sea con
y ordenad, que mi voluntad es de obe- tanto secreto y silencio como vos lo pe-
descer vuestro mandamiento aunque dís y queréis. Por donde conosceréis si
este cavallero fuera el más baxo hombre os aman, pues teniendo vuestra palabra
de vuestros reinos, cuánto más con tal por cierta, sin otra información ni segu-
persona. Y pues la reverendíssima per- ridad quieren que se haga. Y si vos lo
sona del Gran Sacerdote mi tío dize que queréis, en vuestra mano está y creo que
144 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
viene de la da Dios, pues tanto ha podi- go y terne de aquí adelante por hijo y
do en nuestras voluntades que todos es- verdadero amigo, assí por lo que vuestra
tamos en esto tan conformes como en persona es como por las causas que ago-
salvarnos ra se os dirán. Á plazido a Dios y está
El Cavallero de la Rosa le dixo: acordado que don Félix se desposse en
-Señor, pues yo dixe a vuestra seño- mis manos con la princesa Dorendaina,
ría que lo haría y yo lo desseo, no he de mi sobrina, con voluntad y consenti-
mudar propósito en cosa que tanto me miento de sus padres, mis hermanos, y
va. A la hora que vuestra señoría man- con la suya. Y porque sería largo dezir lo
dare y como lo quisiéredes y ordenáre- que todos ganamos en esto y cuan bien
des se haga. Y también me parece que a este cavallero le está hazello, como vos
yo haría maldad si a Laterío mi camare- os lo tenéis conoscido, no ay nescessi-
ro, que es muy buen cavallero y muy dad que en esto se gaste tiempo repli-
deudo mío y me ha criado y le devo más cándoslo. Pues es notorio lo uno y lo
que nunca señor devió a amigo, le en- otro, está ordenado que esta noche se
cubriesse cosa como ésta. Si a vuestra se- haga y celebre este desposorio. Y este
ñoría le paresce, razón es que se le de señor, como persona que os deve mu-
parte, pues de su fidelidad y secreto yo cho, no quiere que se le increpe a ingra-
estoy tan satisfecho como de mí mismo, titud no hazéroslo saber como es razón
y aun si alguna persona como él ovíera aunque pensávamos qu'esto solamente
cerca de la princesa o del rey y la reina era bien que lo supiessen don Félix y la
en quien assí se pudiesse fiar; yo holga- princesa y mis hermanos y yo. Mas como
ría que se le diesse parte, siquiera para digo, él quiere que se os dé parte y es-
que, como fuessen personas tan fiadas, téis presente con nosotros y yo lo tengo
cuando yo quisiesse ver o hablar a essos a buena dicha. Hágooslo saber y esto es
señores o a la princesa sin terceros es- para lo que os llamamos.
traños o otras gentes, se concertasse por Laterio dixo:
medio d'éstos. -Reverendíssimo señor y no menos
El Gran Sacerdote le dixo: illustríssimo, las manos beso a vuestra
-En verdad, señor, muy bien es lo señoría por tan señalada merced como
que dezís y muy bien me parece que le para mí es tal nueva y doy muchas gra-
gratifiquéis a Laterio, porque deve ser cias a Dios que en tal estado ha traído
muy buen cavallero y bien paresce su esto. Don Félix, mi señor, haze como
generosidad en su enanca y gentilezas. quien es en quererme por testigo de su
-Estonces, -dixo el cavallero-, pues buena ventura, y mi fe y servicios le me-
muy mejor os parescería en hechos de rescen que assí lo haga. Por mí nunca
armas, porque es uno de los hombres será manifestada cosa d'este negocio si
del mundo que mejor las manda y haze no me fuesse mandado por él solo.
lo que con ellas se deve hazer. Y con esto concluyeron su habla y
El sacerdote dixo: como fue tiempo, el Gran Sacerdote y
-Pues llamémosle. don Félix y Laterio solamente salieron
Y assí lo hizieron entrar donde ellos por cierta puerta secreta a media noche
estavan y el sacerdote tomó la mano y le y se fueron a la puerta del jardín, a la
dixo: cual hallaron al rey solo y a escuras. Y
-Señor Laterio, descubierto es vLiestro como entraron el Gran Sacerdote y don
nombre, porque el señor don Félix me lo Félix y Laterio, el mismo rey cerró la
ha dicho y quién sois. Y por esso os ten- puerta y todos cuatro se fueron hazia el
CLARIBALTE 145
aposento que antes se dixo, donde esta- cercano deudo, porque assí lo era de el
van la reina y su hija solas, esperándolos Cavallero de la Rosa. Y fecho esto se
sin otra compañía demás de ciertas velas sentaron la princesa y su esposo al un
que ardían. Y luego qu'el sacerdote en- cabo del estrado y al otro, cerca d'ellos,
tró, se llegó el rey a él y le dixo: sus padres y el sacerdote. Y hizieron
-Hermano, ¿cómo venís tres? sentar allí cerca con ellos a Laterio, con
Y él le dixo: el cual grandemente holgaron, porque
-Señor, este otro es su criado del Ca- era muy valerosa persona y muy sabio y
vallero de la Rosa y aun cercano deudo bien demostrava aver criado a tan gentil
y pues huelga él que sea testigo d'esto, cavallero como don Félix. Y después
holguemos todos. que cerca de una hora en esto estuvie-
Y el rey dixo: ron, se despidió el Gran Sacerdote; y el
-En verdad a mí me plaze, que en tal despossado, del rey y la reina y de la
persona parece que se puede hazer toda princesa, y se fueron, y Laterio con ellos.
confianca. Y el rey y la reina y su hija la princesa se
-Mejor lo podréis, señor, dezir, -dixo quedaron con aquel mismo gozo que
el Gran Sacerdote-, desque ayáis sabido padres muy contentos podían quedar,
qué tal es. hablando en las gracias del Cavallero de
Y con estas palabras entraron a la la Rosa y teniendo a muy crescida ven-
sala donde estavan la reina y la princesa tura aver cobrado tal hijo o yerno, como
y allí abracó el rey a Laterio y le dixo: en la verdad él era el más acabado prín-
-Cavallero, el Gran Sacerdote, mi her- cipe que ser podía en el mundo. Y da-
mano, me ha dicho quien sois y por esto van todos tres gracias a Dios. Y el sacer-
y por las otras causas que para ello ay, dote se fue con su ahijado y sobrino y
yo os he de tener de aquí adelante por con Laterio y desque fueron llegados a
muy cercano deudo. Y quede esto para su possada, ya que avían dexado al sa-
más oportunidad. cerdote en la suya, da van las mismas
gracias a Dios con estremada alegría y
Y Laterio besó la mano al rey y el sa-
gozo de su buena ventura, (cap. 23, ff.
cerdote dixo:
xxx'-xxxi1).
-Aquí no se puede dezir cosa que
cada uno de los que aquí están no la aya
en este caso sabido. A lo que este cava-
llero viene es a despossarse con la prin- 3. Veinte días de cortes e n la
cesa, mi sobrina, que presente está, con ciudad de Constantinopla
vuestras voluntades y la suya.
Y diziendo esto y tomándolos de las
manos, los desposó él mismo y les he-
cho su bendición. Y don Félix y la prin-
C o m p l i d o el p l a z o a que eran lla-
mados los del imperio para las
cortes, se comencaron; las cuales dura-
cesa se besaron luego y tras esto, él se ron veinte días y en ellos se concluye-
hincó de rodillas y besó las manos al rey ron todas las cosas que eran convinien-
y a la reina, por hijo, y ellos le dieron la tes para el buen gobierno y pacificación
mano y lo besaron en el rostro. Y el sa- de aquel estado. En el primero le jura-
cerdote hizo lo mismo y luego la prince- ron todos por eredero y señor natural y
sa por la misma forma. Y Laterio besó las se intituló universal heredero legítimo
manos al rey y a la reina y al Gran Sa- único para que después de los días de
cerdote y luego a don Félix y a la prin- Grefol y de Ponorio, padre del Cavalle-
cesa. Y todos ellos le abrazaron como a ro de la Fortuna, fuesse emperador. Esto
146 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
25 CLARIDORO DE ESPAÑA
(finales del siglo XVI)
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIO
TEXTOS
y fuertes abenturas que tubieron y pasa- Con esto le besó las manos más con-
ron echos increíbles, acavando de dejar tento que si del mundo le hubiera echo
los reinos y oficios y potestades, ir solo señor. Y en lebantando se bieron entrar
por el mundo con solas sus armas y ca- por la puerta una doncella hermosa y
vallo? ¿Quién les forcava a esto si no sólo bien aderecada, y delante dos escuderos
su baleroso ánimo ni los constreñía y los biejos con barbas y cabellos blancos, y
llebaba tanta desabentura sino el fuero atrás dos salvajes vestidos de caza. Y lle-
de aquella edad dorada que fue de cosas gando a la silla del rey, hincaron todos
de onra y de noble y alta cavallería, fa- cinco las rodillas y la doncella dijo:
bricada como se bee en Claridoro, prín- -Alto y valeroso rey Constantino, di-
cipe esclarecido que teniendo reinos y choso sobre todos cuantos de tu profe-
estados, tan grandes sin tener qué de- sión nacieron, pues as alcancado a tener
sear, pues no sólo era señor sino honra- un hijo tal cual tienes, que á de ser luz y
do?, y no contento con lo uno ni con lo espejo de las Españas. Suplico a tu ma-
otro, estimando más el ser honrado had- gestad mandes que benga porque a él y
quiriéndolo por su persona que tenién- no a ti vengo enderezada.
dolo de nacimiento, y ansí, con esta de- El rey muy pagado de las buenas ra-
terminación y grande orgullo, sufría cones de la doncella la mandó lebantar y
inpacientemente el término puesto y sentar junto a la reina, que presente es-
aplacado del torneo, pensando, como tava, y él en pie mientras esto se hacía.
sucedió, pedir a su padre le armara ca- (Este era dichosso tienpo pues los re-
vallero para las fiestas y, acavadas, irse yes que solos pueden hacer onra, la ha-
encubiertamente de casa de sus padres a cían y con esto eran respetados, estima-
buscar a las aventuras, cossa por él tan dos y temidos, sin usar de banidades y
desseada. Pues no tardó mucho de acer- alabancas, por la mayor parte mal quis-
carsse el día de Nuestra Señora de sep- tas, sino de una dinidad y blandura y li-
tienbre, en el cual, como tengo dicho, beralidad mediante la cual de los reinos
avían de ser las dos fiestas: el bautismo estrangeros acían suyos y a los propios
y el torneo. Y la ciudad y gente cortesa- de sus reinos abasallaban con las buenas
na se apercevían cada uno como más obras).
podían. La víspera era de la solene fies- Ya sentada el rey le dijo:
ta, cuando en acabando de comer el rey -Buena doncella, yo é recebido con
y la reina, el príncipe se lebantó e in- buestra visita muy gran contentamiento,
cando la rodilla delante de su padre, le y ansí le recibiré en que me digáis quién
pidió un don, pues no le avía de pedir sois y de dónde primero que el príncipe
cossa que a su corona real mal estubie- benga.
sse. El rey se lo prometió de buena bo- Ella respondió:
luntad. Y él dijo que ya su magestad vía -Balerosso señor, yo soy mandada y
cómo ya era de edad de ser cavallero y buestra virtud no consentirá que yo no
que así le suplicaba le iciese merced de cunpla con mi obligación, cuanto más
acerle para que, en las fiestas que se es- que en presencia del príncipe seréis en
peravan, él pudiese servirle y regocijar alguna parte satisfecho.
su corte. El rey le dijo que apercibiese lo El rey como vio que se quería encu-
necesario para ello y que belase en la ca- brir y bio que avía dicho buena racón,
pilla las armas, para que otro día antes no quiso inportunalla y llamando al prín-
del bautismo fuese armado cavallero. cipe que detrás de sí estaba, la dijo:
-Béis aquí por quien preguntáis.
148 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
otro descansso, sino sólo que tú le tengas. Usté yerro la tubo con bós; bengado estáis y tan a
que ba buelto en este papel, bale mucho porque con costa suya cuanto yo no sabría encare-
él aras tales encuentros que gran fama d'ellos cobres, cer. Poned delante lo que os quiere y
y del uno d'ellos recibirás un contentamiento incon- como del amor nació el celo, que tal es-
prensible. Y de una cossa te ago certificado, que tie- tado os pusso, ella pide todas estas mi-
nes otros amigos tan grandes como yo, y de más pro- sericordias; ella propria se acussa de su
vecho, y que en las armas y en todo lo que a cavallo yerro, en buestra clemencia espera su
conbiene, serás único. Por esto, dichoso principe, no consuelo, como en esta carta beréis,
desmayes, aunque será inposible sino con las cosas qu'en todos mis travajos é sustentado y
más dificultosas te enpleas, pues todas las acavarás en fiel guarda é puesto.
con tanta gloria y fama como oy te deseo, cuya real Diciendo esto, se la sacó y se la pusso
persona el sumo acedor guarde y prospere. en las manos. No tubo tienpo el bentu-
rosso moco para responder con palabras
Leída que fue la carta, el rey y la rei- a Salustia, sino que con efectos amoro-
na se olgaron infinito de los estimados ssos concedía su petición y avierta la car-
principios de su único hijo, y luego qui- ta y conocida la letra, [dixo]:
sieron ber cómo le venían las harmas; y -Por ti me perdí, por ti me gano; tú
al punto fue armado con ellas y ceñida me desterraste y así me algas el destierro.
su espada, estava tan bien dispuesto y [...] Y dichosso yo que te beo con nue-
gentil honbre que cosa más de ber en el bas de salud, de quien te hico más pia-
mundo no la avía, tanto que de todos era dossa que fuiste; y confiado de quien te
como por estremo mirado. Y el rey le inbía y de quien te da, te leo, aunque
dijo que hiciese la prueba del mudarse con muy temerosso corazón tema.
las armas para ber cossa tan maravillosa. Y comencóla a leer y bio que decía
Y el príncipe dijo entre sí: ansí:
-O si estas armas se bolviesen de co-
lor de fuego, y en el escudo muchas bra- Carta de la princesa Clera al principe Clarido-
sas y encima un cavallo sin quemarse. ro su fiel amigo.
No lo hubo pensado cuando las ar-
mas lo icieron y se tornaron conforme a Agora veo, caro amigo mío, qu'es muy atrevido
su deseo. Todos fueron maravillados de el amor pues él me forfó y mefuerfa, no quiero de-
tal cossa. (cap. 3, ff. 8r-10r). cir que bós me forjáis aunque assí me veréis;y ansí
es ragón no dar crédito a quien tan malo lo tubo de
bós. Bien vengado estáis y a costa de mi vida, de mi
2. Carta de la princesa Clera al disparate; y ansí os suplico con todo el amor que os
príncipe Claridoro, su fiel amigo tengo tne lo perdonéis y pongáis en olvido y os ben-
gáis luego qu'ésta recibáis a mi presencia para res-
J u n t o s s e s e n t a r o n en el berde sue-
lo y cada uno estubo aguardando a
qu'el otro ablasse. [...] Salustia fue la que
taurar mi vida y contento, y a bós os lo dé, si soy
parte para ello. Y si esto no queréis hadmitir, sólo
os suplico me perdonéis y después d'esto echo, os em-
pléis en quien mejor lo merezca que yo. Bien pudie-
ablar comencó dicien[do]:
-Dichosso encantamiento á sido éste, ra traeros muchos exenplos de personas balerossas
señor mío, pues tal fin é tenido de mis que perdonaron semejantes yerros, mas por ser en mi
travajos; y dichosos travajos, pues tal fin disculpa no quiero y no tengo otra si no confesar la
é tenido, Tienpo es, señor mío, de cle- grande culpa qu'é cometid; pero al principe y señor
mencia para la que tanto os quiere; tien- mío, más me confío en vuestra persona y valor que
po es de misericordia para la que que no en mi voluntad que, por grande que sea, no llega a
150 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
lo que bós merecéis; j temerossa de que os enfado con -Éste es el entierro de nuestro maestro
letra mía no passo adelante sino cese suplicando lo Mahoma, que por milagro suyo él está en
suplicado. el aire, cossa tan dibina como béis.
Claridoro dijo:
Más lágrimas fueron que las letras las -No tenéis racón, que ésta es cossa
que sobre la piadossa carta se derrama- natural, y cualquier cossa que aquí de
ron, (ff. 228v-229r). yerro metáis se alcaán ni más ni menos;
y porque lo beáis, pon ese mandílete
junto al arca y beréis cómo se sustenta y
3. Descripción del sepulcro de cómo no es milagro; y sino sacad la caja
Mahoma en Medina y poned las cenicas en el suelo y beréis
cómo s'están quedas.
El turco dijo:
A llí q u e d a r o n los dos amigos en
guarda del castillo; y mientras los
otros bolvían, buscaron quién los muer-
-No estamos agora en esas pruebas,
sino estad con la decencia que avéis
tos sepultasse, que de buena gana de la d'estar; sino aré yo os que lo agáis, que
tierra acudieron porqu'en estremo se hol- para eso me tienen puesto aquí.
garon de ver aquellos jigantes muertos. No pudo nuestro guerrero sufrir tal
Los nuebe cavalleros que iban con la agravio y ansí le dice:
Dezirinaica llegaron al gran sepulcro en -¡Tira, perro mahomético, que sólo el
Medina del falso proferta Mahoma, a trino y uno se deve adorar, que este vues-
donde estava un suntuosso tenplo har- tro Mahoma es ministro del demonio!
mado sobre infinidad de pilares de her- El turco [...] un grito alca, sacando su
mosso jaspe, lissos y redondos, que acia cimitarra; poco le duró su horgLÜlo, que
de un solo golpe dado por el belicosso
todo el tenplo como callejuelas, bajo de
braco, rinde el alma. Los de la guardia
dos estados medianos y una capilla toda
acuden al alboroto, mas como iban acu-
de fina piedra imán, y en medio en una
diendo iban dexando los espíritus, por-
caja de yerro los polvos quemados de
que los nuebe tales cossas acían que po-
Mahoma. Todos los naturales tenían
nían espanto. Claridoro trabó del arca y
aquello en gran beneración y milagro
fuera la arroja y con su espada en un
como si cossa natural no fuera; de guar- punto la cámara desace y salen fuera He-
da estavan cincuenta turcos bien harma- bando a las damas. En medio de sí, Flo-
dos y por eleción de su esfuerco puestos rencio el Macedonio acia grandes cossas
a la guarda. Y como a los nuebe cavalle- en armas; cada momento acudía mucha
ros biesen y a la hermossa princessa, los jente y todo el lugar se alborotó, de suer-
dexaron llegar y el huno d'ellos, que ca- te que ninguno que pudiesse tomar har-
pitán hera de la escuadra, llega a mos- inas dejó de tomallas, y más de dos mil
trarles la capilla y una rica llabe de oro los cercan. Y todos estavan puestos a ca-
saca para abrilles; dentro entraron sin vallo; y el bravo español tenía a las an-
hacer más mezura que la que hera ra- cas a la princessa muy bien atada, por-
cón; el turco se enfadó y dijo: que no cayesse. Y hechos una muela
-Con poca beneración entráis en se- entf ellos se rebuelben dando y recibien-
mexante lugar; incad buestras rodillas y do crueles golpes. Pireno acia maravillas
aced la oración decente. y los demás no menos; o cual andava el
Claridoro le dice: noble francés y el fiero español y el hún-
garo príncipe con él aventaxado mace-
-Este entierro, ¿cuyo es?
CLARIDORO DE ESPAÑA 151
clonio. [...] Si me atubiesse a decir los frillo este papel en bós más piedad alie que en mí
muertos por las cristianas harmas, diría buestras palabras amorossas; pues vuestro bien no
una cossa de hazmiración y espanto, puedo desealle, dexad esas regiones peligrossa, heñi-
más eran de mil los que a este tienpo en os a ber los ojos míos llorosos; beníos a ver rabones
el suelo estavan. (ff. 267v-268v). más piadossas; beníos a oír suspiros amorosos. Bol-
ved a ver el aspereza fiera buelta en blandura, en
atos más piadosos. Mas si tardáis, yo bibo de ma-
5. Muestras d e a m o r de Isiana y nera que no será el socorro y el provecho, porque
Rosana a sus enamorados: cartas y bendrá la muerte delantera. Tened piedad de un en-
poemas amorosos cendido pecho y en bibo fuego en llamas amorosas
que presto le ternán ceniza echo.
la carta le p o n e en la mano y dí-
Y cele que la lea, que luego buelbe
a cobrar respuesta. La carta alterado
Enbelesado estubo Pireno por un
rato, no pudiendo creher dicha tan gran-
toma y sin más aguardar la abre y la lee, de; no sé sabe qué diga tanto bien lo
y bio que así decía: que puede un coracón echo a hadbersi-
dad, que no puede creher cossa que en
Carta de Isiana a Pireno su provecho sea. Ansí está Pireno du-
dosso de lo que lee y incrédulo de lo
Una que yerra arrepentirse puede; perdón mere- que merece; mas tantas beces la lee y
ce aquella que á herrado, que al fin piedad a la tantas considera su boluntad, que por
crueldad eceda; por donde os pido, mi Pireno ama- ellas sacó que merecía tales palabras y
do, si merecerle puede quien fue parte para un desr con una poca desconfianca, responde y
fierro tan acelerado, pasa la vida; y si an a deta- cierra la carta, y al mensagero aguarda
larte en el ausenáa de su fiel Pireno, más áspera j para que la llebe [...].
cruel qu 'el fiero Marte corre por los pesares tan sin Entra al aposento del de Francia, llega
freno, o se consuma elfuego de su seno, que no pue- y ruido con las harmas ace para desper-
de acavarse un mal tan fuerte sino con fuerte vida y talle. Despertó y en la cama con la espa-
desabrida para que pueda mexorar su suerte; pues da en la mano se sienta; pregunta quién
ser no puedo desagradecida a tanta feey amor como ace ruido. Calla el mensajero para acelle
mostrastres, quiero mostrar que soy agradecida; pues asegurar más, y luego habla diciendo:
tan fácilmente os apartastes de una alma que os -Sosegad, rey balerosso, y escuchad un
adora, fácilmente podréis volver adonde la dexastes, recado de la hermossa princesa Rosana.
que aquí la aliaréis perpetuamente ocupada, con sola Como el rey oyó el nonbre de Rosa-
la memo7Ía de buestra vista dulce eternamente; que na, no quedó como hombre sino como
si un momento go§ó d'esta gloria y si un solo punto estatua, y enternecido todo dice:
gofa de miraros, acavásele la vida en tal vitoria. Si -A mí, indigno, biene recado de la
dexo de quererme por amaros, y si pretendo bida diosa española. No meresco tanto vien.
para veros, dígalo amor como quien puede oblaros, ¿Cómo sé no burláis conmigo?
que yo no oso, aunque ose quereros, bós fuistes la -Con tantas beras no es burla amor, y
ocasión de mi osadía y del miedo tanbién de no ofen- él ace esto. Tomad esta carta y lehedla, y
deros. Bengado estáis Pireno a costa mía; y tan a en ella aliaréis más berdad de la que yo
costa mía estáis bengado que si osas' decirlo, lo di- sabré deciros, y responde luego, porque
ría; mas puede tanto el miedo del enfado que reúsa á de ser mi buelta con presteca.
la mano el escrivillo y el corazón está debilitado. No
-Sí aré, -dixo el francés todo turbado.
puedo alfin mi daño descubrillo que por la vengan-
Y la carte abre, y la letra conoció y
za Amor quiere que calle; el mal dificultosso de su-
léela, y bio qué así decía-.
152 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
26 CLARIS DE TRAPISONDA
(mediados del siglo xvi)
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIO
TEXTOS
Y ansí con mucho plazer se fueron Argantel de Suebia y al caballero del Co-
para la gran ciudad y llegaron a tienpo razón Llagado y a Grabanor de Jena y su
que don Claris con otros muchos prínzi- ermano, Zelandor, y <b>a Galarte de Sa-
pes y caballeros eran salidos al canpo boya y don Galarán de Cantabria y Arta-
porque tenían nueba que ya los paganos leo el Alemán y Branamor el Brabo y Ba-
benían por la mar con inumerable jente; larán de la Torre y Florean y sus
y como todos bieron benir aquel jentil y ermanos, Florandino y Alaron, y otros
menbrado caballero, todos pusieron los muchos caballeros de gran cuenta, que
ojos en él. Balaín, que a su señor cono- muy ermosa cosa [...] (¿f. 33?)
zió, le fue a besar las manos con la ma-
yor alegría del mundo. ¡No se os podría
dezir la gran alegría que don Claris ubo 2. Fragmento 2: batalla de los
de ber a su buen escudero que por cristianos contra los paganos
muerto le tenía!.
-Ablad aquel caballero, -dijo Balaín-,
que sabed qu'es nonbrado de la Puente
de Plata, que mucho serbiros desea.
P asadas las treguas, la batalla se
apregonó por el real de los paganos
con muchas tronpas y atabales. El enpera-
El gran caballero, que conozió a don dor tanbién lo [iz]o apregonar; y otro día
Claris por las armas, con mucha cortesía de gran mañana todos los caballeros ya di-
le fue ablar. Don Claris y todos los otros chos, que ya sanos de sus llagas estaban,
prínzipés y caballeros los rezibieron con fueron armados por manos de sus señoras.
mucho amor y cortesía que muy nonbra- Las azes se ordenaron d'e[s]ta manera: la
do era por todo el mundo, y con mucho primera llebaba don Claris con treinta mil
plazer se fueron con él a palazio donde d'a caballo y cincuenta mil peones; con él
del enperador fue muy bien rezebido, iba el duque su amo, que muy buen ca-
aziéndole muy buen recojimiento, ballero era y el Caballero de la Puente de
si[e]ndo el más alegre onbre del mundo Plata y Grabanor de Jena y don Flordanís
biendo que cada día se aumentaba su de la Breva y Artaleo el Alemán y Brana-
cone por causa de don Claris, que mu- mor el Brabo. La segunda llebaba el rey
chos caballeros en su demanda benían. de Irlanda y el rey d'Escocia y el duque de
El enperador hizo dar una muy buena la Baja Borgoña; con ellos iban don Rosa-
posada junto a la de don Claris. ¡No se rarte de Escocia y don Blandiano de Irlan-
os podría dezir el amor que estos dos da y don Galarte de Saboya y Abalarán de
buenos caballeros se tomaron que nun- la Torre; estos Rebaban treinta mil d'a ca-
ca el un de otro s'apartaban! ballo y cincuenta mil peones. La terzera
Otro día de gran mañana todos los llebaba el rey d'Ungría y el rey d'Arconia
reys y grandes señores, es a saber: el rey y el rey de Suebia e otros treinta mil d'a
d'Ungría, el rey de Arconia, el rey de caballo y cincuenta mil de pie; con ellos
Suebia, el rey de Norgales, el rey de Dal- iba Florantieno d'Arconia, Argantel de
macia, el duque de Rupel, el duque Suebia y Elandor de Jena y Gastandón el
d'Anposa, el duque de Jena y el duque Bastardo, La quarta llebaban el rey de
de Saboya y el duque de Cantabria, y en- Norgales y el rey de Dalmacia y el duque
biaron a llamar a don Claris y al Caballe- de Anposa; con ellos iban don Roserán de
ro de la Puente de Plata y a don Rosarán Norgales, Gerión de Dalmacia, Berliando
de Panonia y a don Roserán de Norgales el Rojo, Leosranor de Gueldres. La quinta
y a don Rosarate d'Escozia y a Floranti- llebaba el duque de Saboya, el duque de
no d'Arconia y a Genion de Dalmazia y Perona, el duque de Jena, el conde de Ru-
156 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
sia, el duque de Ramel, el duque de Jarba, Uebaban peonaje ningún porque dezían
el duque de Gueldres, el conde de Tra- que más eran para estorbar. La quarta Ue-
móla y otros muchos duques y condes ba- baba el enperador de Tarquia, llamado
sallos del enperador Rosestán. Postrera Rotalante, con quarenta mil da caballo y
Uebaba el biejo enperador con cinquenta cinquenta mil peones; en su conpana iban
mil d'a caballo y ochenta mil peones; iban yal barón, rey de Tramontana, y <y> Su-
en su guarda el Caballero del Corazón Lla- yarnonte, rey d'Aquilea, y Grandamor,
gado y Florean y Florandino y don Gala- re [y] de Sonjia. La sesta y postrera Uebaba
rán de Cantabria y Balarán de la Torre y el soldán de Babilonia y Arliano; con él
Alaron d'España y otros muchos caballe- iba Olarquel de las Quinze Torres, un muy
ros de gran cuento. Y ansí con muy jentil fuerte pagano, éste Uebaba cinquenta mil
ordenanza salieron al canpo. da caballo y cien mil peones.
Los paganos ordenaron sus batallas Y con muy jentil aire se ban los unos a
d'esta manera: el fortísimo Blandarón, que los [otros] y como el sol ería en los arneses
mucho la muerte<s> de sus ermanos abía era la más lucida cosa de ber del mundo.
llorado, pidió las primeras batallas con sus Ya que llegaron a echadura de mar con los
cinquenta reys basallos, y ordenólos d'es- unos y los otros, calando las lanzas, Don
ta manera: la primera az Uebaban diez re- Claris y los diez reyes con sus azes se
yes de sus basallos.con sesenta mil caba- biene[n] a encontrar con tanta furia y bra-
lleros y cien mil peones; los reyes eran beza que la tierra azían tenblar, dándose
estos: el rey de Garba, el rey de Tramedia, mortales encuentros. Allí biérades la priesa
el rey Unbano, el rey Pinadeto, el rey Flo- que más de diez mil caballos salieron de la
ramino, el rey Zanbardo, el rey Gasquilio, priesa sin señores. Don Claris encontró al
el rey Traparo, el rey Bralamón, el rey Gi- rey de Zanbrabo, encuentro que dio con él
ralamo; estos eran los diez reys de la pri- muerto en tierra; lo mismo izieron don
mera. La segunda Uebaban beinte reyes, Flordanís y el gran Caballero de la Puente
es a saber: el rey Gallado, el rey Saliterno, de Plata, que al rey Gasquilio y al rey Tra-
el rey Ródano, el rey Platonio, el rey Ba- pano que delante se aliaron dan con ellos
lamorte, el rey Palandano, el rey Bruza- muertos en tierra, y poniendo mano a sus
forte, el rey Rosino, el rey Ortrolomo, el espadas, se lanza[n] entre sus enemigos
rey Lindano, el rey Cratalemo, el rey Dor- iriendo a diestro y a siniestro con tanta fu-
tilio, el rey Sobratano, el rey Percolino, el ria y brabeza qu'espanto ponían a sus ene-
rey Margatano, el rey Barlabán, el rey Oli- migos, que no daban golpe que no mata-
termo, el rey Gizcalano, el rey Tronsalo, el sen ni tulliesen caballero.
rey Salamano; estos Uebaban cincuenta Don Claris se topa con el rey Garba y
mil da caballo y sesenta mil peones. La de un rebés que por el gorjal le dio, dio
terzera Uebaba el fortísimo Blandarón con con él muerto en tierra; el rey Pinadeto y
beinte reyes, es a saber: el rey Sobrino y el rey de Tramedia y el rey Mibano, que
el rey Rosato y el rey Plandoro y el rey ansí bieron caer al rey Garba de un solo
Geldón y el rey Carmato y el rey Zelifaneo golpe, fueron muy espantados y todos
y el rey Breztelo y el rey Medalo y el rey juntamente arremeten a él; mas el buen
Flotruse y el rey Artilino y el rey Irbano y caballero echa el escudo a las espa[l]das y
el rey Cinzoto y el rey Solterio y el rey tomando su espada a dos manos da al rey
Plandemo y el rey Trozemo y el rey Rota- Pinadeto por cima del yelmo qu'él y la ca-
lino y el rey Brazasón y el rey Untalamo y beza fueron echas dos partes, y tornando
el rey Clardorato y el rey Gilisón; <la> es- a alzar su espada da al rey Mibano por
tos Uebaban sesenta mil da caballo y no cima del brazo derecho que por cima del
CLARÍS DE T R A P I S O N D A 157
codo fue cortado y luego cayó juntamen- Y diziendo esto, le dio con su espada
te con el espada. El rey de Tramedia no se por la muñeca que luego la mano bino
espera a don Claris, sino dando la buelta al suelo. El rey que ansí se bio tollido,
con su caballo se mete uyendo entre sus bolbiendo su caballo enpezó a uir como
caballeros. El brabo caballero que a<s>nsí de primero dando grandes gritos, y lle-
se le bio ir uyendo le sije como el alcón a gando a donde el fo[r]tísimo Blandarón
la sinple paloma, cortando brazos y pier- estaba, le dio grandes bozes diziendo:
nas y cabezas que bien ancha carrera le -Sepas, poderoso señor, que tus reyes
era echa. El de la Puente y don Flordanís son ya muertos por manos de un solo
y Branamor el Brabo y Grabanor de Jena caballero; que por los nuestros dioses te
y el duque de Ripol, amo de don Claris, y juro que de quatro golpes le bi matar al
Artaleo el Alemán no eran sino destruición rey Garba y al rey Pinadeto y al rey Mi-
de sus enemigos, que ansí se metían entre bano y mí me tollió como bees.
sus enemigos como ellos entre las obejas, Muy triste fue Blandarón de oír aque-
ansí falsaban los duros yelmos como si de llas nuebas y mirando acia la batalla bio
menos defensa fueran; pues los trapison- benir los suyos uyendo a rienda suelta. Los
dos biendo las marabillas que su señor beinte reyes los socorrieron con su az,
azía<n> no estaban de bagar, que cosa es- aunque tan desordenados benían que la az
traña era de los ber. El gran Caballero de de los beinte reys fue en punto de se per-
la Puente se topa con el rey Floramino der, que como los otros benían uyendo se
con quien ubo una rezia batalla, pero en lanzaron por ella con mucho<s> descon-
fin el rey fue muerto. Don Claris que en zierto. Don Claris que tan sin concierto los
sigimiento <y> del rey iba, le sigió tanto bio benir matando su az, arremete<n> a
que le alcanzó; aunque el rey daba altas ellos que gran daño los izieron y de todo
bozes que le defendiesen de aquel diablo, punto se perdieran si Blandarón no los so-
no ubo ninguno tan osado que tal osase corriera; el qual biendo sus dos azes des-
azer; y biendo que tan zerca benía, bolbió baratada, renegando de sus dioses muebe
a él su espada alta: con la suya, mas al encuentro le salieron el
-¡Espera, traidor, no uyáis, -dijo don rey de Irlanda y el de Escocia y el duque
Claris-, que y'os daré el pago de vuestro de la BajaBorgoña con su az. Blandarón
trabajo en benir a esta tiera! encontró al duque [...] (¿f. 36r-v?).
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIOS
TEXTOS
negra con un tocado blanco a la grecia- Ellaso, atendiendo la muerte, trajo allí
na, con su rebozo, y de cada lado d'él una donzella al esforcado Argesilao que
bajava un blanquísimo velo que, des- para te librar sacó de la corte del rey
cendiendo por los hombros y pechos, Anfiarao, su padre, y por su gran es-
arribava fasta lo más bajo de las ropas fuerzo matando en combate de solo a
que fasta el suelo llegavan. Traía en la solo al cruel jayán, y sus cavalleros te li-
mano diestra un cayado de marfil con bró; sepas que yo fui aquella donzella
que se sostenía y de la siniestra el más que tan noble servicio te fizo. Y soy Fi-
hermoso y apuesto donzel que en aque- lena de Arcadia. Pues no será menos
llos tiempos se bido. Mirávanle cuantos éste que agora te fago en traer a tu cor-
allí eran como por maravilla la fermo- te este fermoso doncel que el No Cono-
sura del rostro, la compostura del cuer- cido se llama, porque otro sino yo sabe
po, la proporción de brazos y piernas, y su linaje. Fagote cierto que es fidalgo,
el airoso y gentil semblante. Venía guar- assí de madre como de padre, y él me-
nido a guisa de monte, con una aljuba resce que le armes cavallero y tú sólo
corta y ceñidor de oro berde pardillo y mereces armalle. Gran serbicio, empe-
blanco, texido de arte que lanzavan fer- rador, te fice en traer al preciado Arge-
mosas y varias colores; traía descubier- silao en tiempo que tu bida otro reme-
ta la caveza; su cavello era como luzi- dio sino aquel tenía; pues dígote que no
das hebras de oro, descendíale fasta los es menor éste dé te tan ricas donas
hombros. como son este doncel; y pues tienes por
Pues como la dueña saliese del carro cierto que de coracón te amo y me des-
y tubiese de la mano el apuesto donzel, velo en te facer serbicios, te doy un
mirando a los monstruos marinos, le- abisso y entiende lo que te diré, porque
vantó en alto su blanco cayado, y en assí aberná sin falla. Fagote saber que
aquel punto como remolino de viento oy ha venido a tu corte quien descubri-
rebolvieron y tiraron el carro por cima rá un escondido fuego de tanta tuerca
de las gentes sin fazer daño más de afei- que cegarán infinitos ojos mirando su
tar barvas y cavellos. Con mucha pres- resplandor, y por él los preciados y ri-
teza corrió la ciudad y salió d'ella al cos joyeles de tu corona perderán su
mar, metiéndose en la nube; de la es- lustre y balor. Esfuércarte porque tú lo
taña maravilla donde más no fue bisto, berás como digo. Ora mira lo que te tra-
salió de tal manera de la gran capilla el vo; este apuesto y bien andante doncel,
extraño carro. La dueña passó adelante que assí lo será si algún tiempo bive,
fazia donde el emperador y emperatriz por balor en armas porná la fineca de tu
eran, trayendo de la mano al fermoso corona en más subido quilate; mas ¡ay
donzel, yendo tras ella altos hombres y del que este fuego que a tus joyeles
cavalleros y otras gentes por entender ofenderá, le encenderá su locano y gran
su benida. Assí como la dueña al empe- corazón abrasándole las entrañas, de
rador y emperatriz arrivó, qvie so paños manera que ni yerba, ni encanto ni sa-
de oro estavan y la capilla en gran si- ber Limano le podrá guarir, que con él
lencio, y la gente atenta, fincada de fi- no muera!
nojos ant'ellos, así mismo el donzel, Y no pudiendo más fablar por las
dixo: muchas lágrimas que de sus ojos sa-
-Alto emperador, acuérdesete debe, lían, calló. El emperador y emperatriz
cuando estando tú preso en el gran que atentamente escuchado la avían,
tendejón del desemejado jayán follón atendiendo ser ella la sabia Filena a
CLARISEL DE LAS FLORES 161
quien tanto devían, mostrándole gran rey Argesilao, fue tanto que en su bida
amor la ficieron levantar y así mismo al mayor lo sintió, y moría porque la missa
Doncel No Conocido. El emperador, fuesse cedo acabada para le fablar.
aunque assaz turbación le havían dado En esto el ovispo Basilio prosiguió
las espantossas racones de Filena, mos- con gran solemnidad la missa; y acabada
trando ledo semblante con su benida, los donceles que habían de recibir la hor-
díxola: den de cavallería, que en las gradas ante
-Mi buena amiga, bós seades la bien el altar de finojos la missa havían oído, le-
venida esta cassa donde tanto se os vantándose de ellas, descendieron para ir
debe, y pues no se bos puede pagar lo ante el emperador ha se armar cavallero;
mucho que de bós debemos, sino con y al tiempo que de las gradas descendía,
daros poder para que fagades de nos y sintieron por la capilla gran rumor, y era
de nuestros reinos a buestra guissa des- que bieron entrar por ella diez doncellas
de agora, bos los damos. Vuestras raco- guarnidas al traje de la baja Alemana, de
nes nos an puesto en gran confussión y ropas de horo y plata y sedas de dibersas
temor del fuego que á de quitar el balor colores, con chapeos pardos y blancos,
de mi corona y en gran cuidado la vida guirnaldas de fojas y troncos de laurel de
del Doncel No Conocido, que tanto oro y plata sobre los cabellos que sueltos
amor y beneficio nos á de facer. Ved si y esparcidos traían, semejando asaz fer-
estas ricas donas que me traedes se pue- mosas. Ante ella venía una doncella algo
den librar del encendido fuego que de- más membruda, guarnida como las de-
cís las ha de abrassar con poner todo más, y traía<n> a su cuello una rica espa-
nuestro imperio y poder. da, y <cada una d!ellas> otras doncellas
Filena, sossegando su coracón, dixo: sendas piecas de un fermoso arnés con
-Ningún remedio que yo alcance tie- las sobrevistas blancas, a guissa de novel.
ne, si no uno; y ése le será tan dificul- Era el escudo la mitad de alta de colo[r]
tosso de ha ver que dudo lo alcance; mas del cielo, semejando salir de entre las nu-
Dios puede mudar la sentencia de sus bes el alva con gran claridad, y en lo bajo,
hados y dalle vida y contentamiento. en canpo roxo, la yerba tornasol. Estas
doncellas sin ál acatar, faciéndoles todos
La emperatriz que demás cuidaba en
carrera por do passasen, que además bien
las espantossas racones que había dicho
parescían, de dos en dos, llebando en las
y le penaba entender los grandes serbi-
manos puestas en alto las piecas de las ar-
cios qu'el Doncel No Conocido le havía
mas, arribaron ante el emperador y em-
de fazer, y el tormento del fuego que ha-
peratriz, y faciéndoles gran mesura, ficié-
vía de passar, dbco:
ronla también al Doncel No Conocido,
-¡Ay, la mi buena amiga! Sí avéis vos
que Filena de la mano para ellas lo traía.
dicho racones tan fuertes y temerosas
Y assí como allí arribaron, con tanta pres-
que no nos han dado lugar para gomar-
teza cuanto se puede uno cubrir con un
nos con buestra benida y agradeceros el
mano, fue armado no dando d'esto poca
bien passado que nos havedes fecho y el
maravilla a aquellos que no entendían
placer presente de traernos al Doncel No
cuanto con su saber Filena facer podía.
Conocido.
Armado el doncel, trayéndolo Finela ante
Y fícola sentar cerca de sí, quedando el emperador, dixo:
el Doncel No Conocido de finojos. El
goco que recibió Belamir, conociendo al -Vedes aquí, señor, al Doncel No Co-
Doncel No Conocido, por quien havían nocido que para de vos.recibir la horden
él y sus amigos salidos de la corte del de cavallerías y serbiros biene.
162 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIOS
TEXTOS
En este tiempo vieron venir a muy E diziendo esto, tomó su langa y em-
gran prissa por la falda de la floresta al bragó su escudo. Ya el príncipe Lindedel
jayán sobre un grande y fermoso cavallo. se avía apartado lo que vio que era me-
Las armas que traía eran de un fino aze- nester para la justa e firiendo entramos
ro; venía sin escudo con intención de to- de las espuelas a los cavallos se vinieron
mar el del Arco. Traía en su compañía un a encontrar de las langas y el príncipe fi-
solo escudero con una gruessa langa en rió al jayán por medio del escudo y se lo
las manos. Assí como junto al arco llegó, falso passándole la langa de la otra par-
dixo en alta boz: te. El jayán herró su encuentro y él y su
-¿Quién eres tú, cosa captiva, que tu- cavallo vinieron a tierra. Assí del fuerte
viste atrevimiento de desdeñar a mi que- golpe como de la gran caída quedó el ja-
rida y muy amada hija. Levantante, -dixo yán tendido sin bullir pie ni mano, sa-
a ella-, e mira la fermosa venganza que liendósele repentinamente el alma.
d'esta cosa vil te daré y escoje una de Como Lindedel le vio de la manera que
dos cosas cuál más te agradare: o darle oído avéis, dixo a Bandiano, su escude-
la muerte o ponerle en perpetua prisión ro, que el hielmo le quitasse, creyendo
para que siempre muera, como suele que desmayado estava del rezio encuen-
acaescer a los malandantes que en la mi tro. Mandó que a grande prissa le die-
prisión están. ssen aire en el rostro por ver si tornaría,
Argadon dixo: pero todo tu affán era por demás, ya que
-Lindedel d'España, si tanta bondad él era muerto, Como el príncipe tal lo
en ti uviesse como abundancia de pala- viesse dixo:
bras sobervias, combatir teyas comigo a -Ya d'esta vez no tomaré tan hermo-
guisa de buen cavallero, lo que tú no sa esposa como el jayán cuidava darme.
acostumbras hazer sino falsa y alevosa- ¿Qué os diré de Barsina, que assí avía
mente, poniéndote al cuello el escudo nombre la hija del jayán, cuando enten-
encantado, que todos a los del mundo dió que su padre era muerto? Comengó
no te podrán vencer. a hazer muy esquivo llanto, mesándose
El jayán le respondió: sus negros e cortos cabellos y dezía:
-Porque veas en cuanto te tengo, yo -¡Ay captiva, que oy pierdo no tan so-
haré batalla contigo sin este escudo, lamente mi padre, má marido que yo
pero ha de ser con tal condición; que si tanto desseava! ¡Ay, dioses, cómo con-
yo te venciere, luego se celebren las so- sentistes que de solo un encuentro fue-
lennes bodas tuyas y de mi amada hija; sse muerto el más fuerte y más bravo ja-
e si yo de ti fuere vencido, que el mi tan yán de cuantos oy son nascidos! ¡Ay, mal
preciado escudo sea tuyo, y este partido cavallero, en mal punto yo vi la buena
te hago porque mi hija está muy pagada postura!
de la tu apostura. El príncipe Lindedel uvo duelo d'ella
-De tales bodas nos guarde Dios, -dixo e díxole:
el príncipe-, pero la batalla yo la otorgo -Señora donzella, no curéis de fatigar
con las condiciones dichas. vuestra persona por lo que ya no puede
Luego el jayán embió a su escudero a dexar de ser, pues el maltratamiento que
muy grande prissa al castillo por un es- a los cavalleros andantes y a las donze-
cudo; traído que fue, el jayán se lo echó llas que por aquí passavan hazía le die-
al cuello diziendo en alta boz: ron tal fin.
-Sed leda, hija mía, que oy os daré De la donzella hermosa vos digo que
marido estava demasiadamente leda e dixo:
CRISTALIÁN DE ESPAÑA 165
como el monstruo ya no podía andar de -Quien quiera que yo sea, -dixo él-,
la mucha sangre que del espalda y de la no tengo otro desseo sino de os servir y
pierna le salía, don Cristalián salió muy esto me hizo venir a estas partes en la
presto de entre sus manos, y fue tan ai- vuestra busca.
rado de se ver tan malferido que tornó La emperatriz le vio la mucha sangre
sobre él, que ya en el suelo estava ten- que de las piernas le salía e díxole:
dido dando grandes aullidos, y metióle -¡Ay cavallero e cómo venís ferido!
la espada hasta la cruz por la misma he- El infante le quería ayudar a desar-
rida de la espalda, que le atravesó el co- mar. Don Cristalián no lo consistió di-
racón. El monstruo dio un tan gran ge- ziendo que no estava en parte tan segu-
mido que todo el palacio paresció que ra que las armas se pudiesse quitar.
hizo temblar y luego fue muerto. Como -Ya no hay de qué temer, -dixo la em-
don Cristalián esto vio, hincó los hino- peratriz-, pues el monstruo es muerto,
jos en el suelo lo mejor que pudo, dio que yo sé bien que todos los encanta-
muchas gracias a Dios por la victoria mientos d'este palacio son ya deshechos,
que le avía dado contra aquella bestia. que assí me lo dixo el sabio Algamaz
Luego que el monstruo fue muerto, to- que aquí me truxo
dos los encantamientos del palacio Bra- -Pues que assí es, -dixo don Crista-
mador fueron deshechos y la emperatriz lián-, yo quiero hazer vuestro mandado.
Cristalina y su ama cayeron en tierra E luego se desenlazó el yelmo e se le
amortecidas del espantoso gemido que quitó. Cuando la emperatriz le vio tan
el monstruo dio; y el infante Luzesca- hermoso e tan niño no podía pensar
nio, que de grande e muy esforcado co- quién fuesse, que no lo conosció por-
racón era, estava echando agua en el que nunca lo vio sino cuando lo parió,
rostro a la emperatriz; ella tornó muy e díxole:
espantada, el infante le dixo:
-Cavallero, por la fe que a Dios de-
-¿Qué es esto, señora? Agora que el véis y a la cosa del mundo que más
monstruo es muerto, ¿mostráis tanta fla- amáis, que vos me digáis quién sois.
queza? -Mal lo haría yo, mi señora, -dixo él-,
Como la emperatriz esto oyó, dio mu- si en todo no hiziesse vuestro mandado:
chas gracias a Dios, e dixo: yo soy don Cristalián, vuestro hijo.
-Hijo mío, ¿qué fue del cavallero que Cuando la emperatriz tal oyó, fuelo a
lo mató? abracar con las lágrimas en los ojos, tan
-No sé, -dixo Luzescanio-, que con el demasiado fue el plazer que sintió, e
desmayo de vuestra magestad no he ido dixo teniéndole consigo abracado:
a lo ver. -¡O, hijo mío, que no podías tú ser
Ya el príncipe don Cristalián entrava peor que tu padre! Agora, mi amado
por la puerta. Como la emperatriz lo vio, hijo, me dezid a dónde dexastes al em-
muy presto se levantó e don Cristalián se perador.
humilló ante ella por le besar las manos, -No lo sé, -dixo don Cristalián- que lo
mas la emperatriz no se las quiso dar, nunca vi.
antes le hizo levantar y le dixo: Mucho fue triste la emperatriz de oír
-Buen cavallero, dezidme quién sois, aquellas nuevas e díxole que, como no
que en la devisa que en las armas traéis avía visto a su padre en tanto tiempo
creo yo que no sois el emperador, mi se- como avía que ella estava en aquel pala-
ñor. cio.
CRISTALIÁN DE ESPAÑA 167
-Porque él está en poder del sabio dor y el rey fueron espantados de cómo
Doroteo, -dixo don Cristalián-, nadie no siendo tan niño pudo suffrir tanto affán.
ha poder de verlo, que dizen que lo tie- -Alto e grande ha sido el principio de
ne encantado porque no se le acabasse su cavallería, -dixo Doroteo-, e grandes
la vida con el vuestro desseo son las maravillas que por el mundo ha
Como la emperatriz estas nuevas de hazer; e si Dios a mí me da la vida,
oyesse, las lágrimas le vinieron a los ojos yo lo escriviré todo porque d'él quede
otra vez e dando un sospiro dixo: memoria en el mundo para siempre ja-
-¡O, emperador Lindedel, y cuánta ra- más e esto quiero yo hazer por servir a
zón tengo yo de os amar sobre todas las vuestra magestad e al príncipe vuestro
cosas del mundo! hijo.
Don Cristalián la estava mirando y El emperador le dio muchas gracias
era muy espantado de ver la su gran her- por el trabajo que quería tomar e díxo-
mosura y dezía en su coracón que con le que él le prometía que su affán no se-
razón su padre, el emperador Lindedel, ría perdido. Doroteo se le humilló, (ff.
avía acabado tan estrañas aventuras en 37r-38r).
servicio de tan hermosa donzella, como
la emperatriz lo devía ser en aquel tiem-
po. Estando assí hablando, llegó el in- 3. Las b o d a s q u e d a n e n s u s p e n -
fante Luzescanio e humillándose ante so por la aparición de una doncella:
don Cristalián le pidió las manos para se el final abierto
las besar. Don Cristalián le abracó, que
gran plazer avía de lo ver tan hermoso e
tanbien tallado. La emperatriz hizo des-
armar la pierna a don Cristalián y con un
L os e m p e r a d o r e s se assentaron y
luego todos aquellos señores y se-
ñoras, cada uno en el lugar que a su es-
paño le apretaron la llaga, e luego se tor- tado convenía, y cenaron con demassia-
nó a poner la armadura. do plazer con todas las maneras de
Luego que el monstruo fue muerto, músicas que en el mundo pensarse pue-
toda la montaña se desencantó y el em- den. Como la cena fue acabada, entró
perador Lindedel fue en todo su sentido, por la puerta de la sala una muy hermo-
assí mismo el rey de Romanía. A esta sa donzella, ricamente guarnida. Ella ve-
hora entró por la tienda del emperador nía sola sin ninguna compañía, salvo un
el sabio Doroteo e le dixo: pequeño donzel. Como en el palacio
-¡Ea, mi señor, que ya es en el vues- fue, muchos avía en el que no la conos-
tro poder la emperatriz Cristalina; e si la cieron, por cuanto nunca la avían visto,
ver queréis, seguidme! pero como más cerca de aquellos seño-
Como el emperador esto oyó, como res llegó, luego fue conoscida por el
hombre fuera de sentido de plazer de lo emperador Lindedel y la emperatriz Cris-
que oía se fue con el sabio. [...] talina, y assí mismo lo fue de todos
-¿A dónde es mi hijo?, -dixo el rey. aquellos señores novios; ca sabed que
-Vos lo veréis más presto de lo que aquella fermosa donzella era la que a la
cuidáis, -dixo Doroteo. Fuente del Esperanca dio los anillos
E assí se fueron al Palacio Bramador, aquellos señores. La donzella se humilló
yendo el sabio Doroteo contando al em- ante todos haziéndoles grande acata-
perador e al rey las grandes maravillas miento, pero a ninguno de los que en el
en armas que el príncipe don Cristalián palacio estavan pidió las manos para se
avía hecho en aquel palacio. El empera- las besar porque en su persona bien
168 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
mostrava ser persona de alta guisa. Ella passaran y nos los llevara a tiempo que
se llegó junto a donde el emperador don tanto daño los hizo en los apartar d'es-
Cristalián estava, y todos los novios eran tas señoras!
cerca d'él. La fermosa donzella les dixo: -Mi señor, -dixo el sabio Doroteo-, sin
-A todos, mis buenos señores, a tiem- falta son grandes las maravillas que por
po sois de me complir el don que me el mundo ay; por aventura aquella don-
prometistes. zella no avría en el su poder lo que ella
Todos a una le dixeron que de grado tanto desseava, si un punto estos señores
harían su mandado, y cada uno le dio el aquí más se detuvieran. No puede ser
anillo que la donzella le avía dado que, sino ganar mucha honra en esta camino
como era de gran valor, cada uno lo te- que han hecho porque sin falta el aven-
nía consigo. Ella los tomó e dixo contra tura es muy estraña. Agora vamos al otro
aquellas señoras novias: aposento y veremos si es allí el cuerpo
-Mis señoras, la vuestra mesura sea sin cabeca.
de me perdonar si en la mi venida resci- E diziendo esto, el sabio Doroteo se
biredes enojo, que yo os hago ciertas, levantó y tomando una antorcha se fue a
por la fe que a Dios devo, que daño al- la sala a donde el cuerpo estava, pero
guno estos señores no reciban. como en aquel aposento entró, no halló
-¡Ay, buena donzella, -dixo la empe- trono ni al cuerpo sin cabeca ni lo demás
ratriz Cristalina-, y por ventura avéis de que oistes que allí estava, que era la ima-
llevar con vos alguno d'estos cavalleros. gen que el rétulo en las sus manos tenía.
La donzella no le respondió sino bol- Doroteo fue muy espantado y assí se
viéndose al pequeño donzel le dixo: bolvió al aposento a donde los empera-
-Amigo, poned a muy buen recado dores y emperatrizes estavan y como en
estos anillos. la sala entraron, dixo:
El donzel los tomó e muy presto los -Grandes son las maravillas que ay en
metió en una bolsica que consigo traía. este hecho, ca sabed que el cuerpo sin
Sabréis que como el donzel puso los ani- cabeca es dessaparescido.
llos en el lugar que oído avéis, repenti- Todos quedaron espantados de lo oír,
namente la donzella e el donzel se des- y no sabían qué se dezir de lo que visto
saparescieron del palacio llevando avían. El emperador Lindedel y el empe-
consigo al emperador don Cristalián y rador Aliandro y el rey del Monte Libeo
todos los novios sin ser vistos de perso- tomaron al sabio Doroteo y a la sabia
na algLina. Muy grande fue la turbación Membrina e pidiéronles consejo de lo
que en todo el palacio del emperador que devían hazer. Los sabios estuvieron
Aliandro huvo en aver perdido aquellos una pieca cuidando y mando acordaron
cavalleros por tal manera. [...] Todas Doroteo dixo:
aquellas señoras no cessavan llorar muy -Lo que a la sabia Membrina y a mi
agriamente por la pérdida de aquellos nos paresce es que aquí atendamos la
cavalleros. El sabio Doroteo las conortó venida de aquellos señores que, pu e s
diziéndoles que no rescibiessen pena todos fueron juntos, no ptieden mucho
que donde tantos e tan buenos cavalle- tardar.
ros ivan en una compañía poco daño En esto que aquellos dos sabios dixe-
podían rescibir. ron se acordaron todos de assí lo hazer.
-¡Mal aya la donzella, -dixo el rey del En el libro segundo de los invictos y
Monte Libeo-, que a tal tiempo nos hizo magnánimos cavalleros don Cristalián
tristes, atendiera a que algunos días de España, emperador de Costantino-
CRISTALIÁN DE ESPAÑA 169
pía e príncipe de los dos imperios Per- escribe el sabio Doroteo que sabréis las
sia y Trapisonda, y del infante Luzesca- grandes maravillas que en dar cima a
nio, su hermano, rey de Altariagreta e esta estraña aventura acaescieron. (ff.
príncipe de España e del Monte Libeo, 303v-304r).
por
Javier Gómez Montero
TESTIMONIOS
TEXTOS
nuestro sermón español del mejor y más templo, el cual, entre los innumerables
compuesto estilo que con la rudeza de presentes de sus vassallos, una poca
mi boto ingenio alcancar pude. E por no agua de un pobre subdito suyo no des-
me engolfar con la pequeña nave de mi deñó recebir, me dio halas a fazer a
insuficiencia en el mar de la muchedum- vuestra merced este peqLieñito servicio,
bre y los juizios de las dezidoras lengLias, suplicando mire con begnívolo ánimo
muchas de las cuales están llenas de tan- mi desseo, puesto que esta pequeña
tos reproches y aparejadas antes las re- obra sea en desigual grado menor. Por-
prehensiones que a otros virtuosos exer- que aceptar este presente me será gran-
cicios, quise la comencada obra romper díssima remuneración de mi passado
y aún muchas vezes lo efectuar si las ma- trabajo, el cual suplico a vuestra merced
nos de muchos señores y amigos míos no desdeñe, pues las sobras de la gran-
no me lo impidieran, por que hoviera yo deza de su virtud puede las faltas d'esta
por mejor que fuera mi trabajo en vano, obra soldar, cuya vida con prosperidad
aunque la corona de perseverancia no y augmento de estado Nuestro Redemp-
mereciera, que no someterme a las ¿nu- tor acreciente por muchos años. Amén,
merables reprehensiones de strbtiles y (hoja inicial).
botos entendimientos. Porque los arduos
ingenios que más y mejor ornamento de
vocablos alcanzaren y otro más alto esti- 2. Fiestas de Carlomagno en
lo supieren, ternán en poco ésta mi no Francia
bien traduzida historia. Y los que tanto
como en ella ésta no entendieren, aun-
que poco, no dexarán con mordicativas
reprehensiones de reprochar al autor, lo
E n las historias antiguas de Francia
una más verdadera por mano del
arcobispo don Turpín se halla, en la cual
cual es intolerable cosa de sufrir. cuenta que en las partes de Oriente avía
Pues viendo en tales combates las un rey, por nombre llamado Gradaso, de
velas de mi entendimiento metidas, tan- estado poderoso y de riquezas abundan-
tos y tan rezios que el mástel delgado de te y muy valiente de su persona tal que,
mi pequeño saber a cada parte doble- por la mucha valentía que en sí sentía,
gan, ya que no puedo dexar de aver en- no estimava a todo el mundo en nada,
trado en este tempestuoso golfo, acordé creyendo estar en su querer sojuzgalle y
de enderecar el governalle a un tal puer- traelle a su mandado. Era de muy gran-
to donde con mucho sossiego pudiesse de estatura y fuercas y, como muchas ve-
tener reposada seguridad. Por lo cual a zes oyesse dezir las maravillosas cosas
vuestra muy magnífica persona, digna que los paladines de Francia de continuo
de otros renombres más soberanos, ésta fazían, en especial los fechos de don
mal corregida obra enderecar quise por- Roldan y de su primo don Renaldos de
que, de su favor assegLirada, aunque ella Montalván, propuso en su coracón de
de suyo nada o poca cosa merezca, en passar en Francia y no reposar hasta ga-
cualquier parte que fuere vista, sea en nar de don Roldan su espada Dvirindana
mayor grado tenida. E puesto qvie mi y el cavallo de Renaldos, llamado Bayar-
atrevimiento por enderecar cosa tan pe- te. Muchos de los grandes de su reino le
queña a persona de sublime mereci- dixeron que era grande empresa y difi-
miento cabe merezca castigo, la magna- cultosa de acabar, ca bien havían oído
nimidad del poderoso rey Xerxes, cuya dezir, y algunos de vista y prueva lo sa-
benívola presencia en mi memoria con- bían, que no eran personas Roldan y Re-
ESPEJO DE CABALLERÍAS (i) 171
naldos que tales joyas dexarían a otros el conbite veinte y dos mili cavalleros
ganar pero, por más y más que le dixe- por copia, assí cristianos como paganos.
ron, no le pudieron quitar de la voluntad Y llegados todos a los reales palacios
lo que avía determinado. Y por toda su fueron servidos de muchas y diversas
tierra hizo llamamiento y mandó que to- viandas con muy grandes y ricas baxillas.
dos los de armas tomar se juntassen so En la mesa del emperador comieron to-
grandes penas, de forma que en poco dos los reyes de corona y en todas las
espacio juntó ciento y cincuenta mil ca- otras de grado en grado como el estado
valleros muy aderezados y diestros en la de cada uno merecía. No faltó Renaldos
guerra para passar en Francia, prome- de Montalván en este conbite porque era
tiendo a todos que él solo por su perso- ya venido a las justas, el cual, como a
na se ofrescía de ganar la espada a don una parte y a otra mirasse, vido a Gada-
Roldan y el cavallo a Renaldos. E ha- lón que puestos en él los ojos se bolvía
ziendo por la mar una muy luzida arma- riendo a manera de escarnio porque no
da se entró en ella con toda su gente. estava tan ricamente vestido como los
Al cual dexaremos navegar a la buel- otros grandes que allí estavan. Y assí
ta de España por contar, lo que en este como Renaldos lo vido y miró en ello
tiempo acaesció en Francia. Y es que el quería de enojo rebentar. El rey Balu-
emperador hizo ordenar unas justas para gante, qLie en ello miró, luego como le
Pascua florida a las cuales fueron JLintos vido encendido conosció la causa y em-
muchos cavalleros, assí de los de Francia bió un trujamán a Renaldos por el cual le
como de los de España. Allí se apareja- enbió a dezir que si alguna cosa le falta-
ron los paladines todos, cada uno orde- va que se lo embiase a dezir que él le
nando sus invenciones por ser más mi- proveería por quitar a los malos que d'él
rado. E sabido por todas partes el seguro no dixessen. El buen Renaldos, que la
del emperador, vinieron muchos paga- buena voluntad del rey Balugante vido,
nos por se provar en aquellas justas. Allí se lo tuvo en merced y embióle a dezir
vino el rey Grandonio y el fuerte Ferra- con el mesmo trujamán que conocido te-
guto y el rey Balugante y el rey Isoler y nía él la buena voluntad del rey, que no
Serpentino el Bravo y otros muchos avía por el presente necessidad alguna,
grandes señores y cavalleros, tantos y ta- mas que le dixesse que aunque viesse el
les que apenas en la gran ciudad de Pa- escarnio de Galalón no era de maravillar,
rís cabían. No se veía en la gran ciudad que de suyo era tener mala voluntad a
otra cosa sino sonar diversos instrumen- los de la casa de Claramonte, Todo esto
tos, cavallos muy fermosos de muchas dixo en baxa boz.
riquezas emparamentados, joyas y orna- Y de' que el mensajero se quiso ir,
mentos de guerra muy riquíssimos, tan- dixo alto que el conde Galalón lo oyó:
tos que la lengua humana no los podría -Siempre oí dezir que la puta en el le-
contar, que cada uno a porfía del otro sa- cho y el covarde en su casa metidos tie-
cava e inventava por ganar la prez y nen mucho plazer y de pequeñas cosas
honra y por agradar al emperador en es- se ríen, mas el bueno tiene en su casa
tos exercicios. Ya se llegava la Pascua severidad y en el campo fortaleza,
cuando las justas se avían de hazer. El
Mientras estas cosas passavan sona-
emperador conbidó a. todos aquellos
van los instrumentos de todas partes de
grandes señores que a las justas eran ve-
la gran sala y los serviciales ponían man-
nidos y a los que en su corte estavan a
jares de muchas maneras y tales que to-
comer aquel día, y se fueron hallados en
dos los conbidados se maravillavan del
172 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
gran concierto que en todo se tenía. To- ver la demanda de la donzella estraña-
dos estavan muy agradados assí de las mente maravillados de su gran fermosu-
viandas como de la riqueza de las baxi- ra, ca no parecía entre las otras que pre-
llas. El emperador se alegrava de ver tan- sentes eran sino una relumbrante rosa
ta cavallería consigo que allí estavan to- entre pequeñas flores, que era para ena-
dos los paladines sin ninguno faltar: el morar a cualquiera que la mirara aunque
conde don Roldan y el fuerte Renaldos, tuviera el corazón de piedra; la cual,
señor de Montalván, el marqués Olive- como a los pies del emperador se vido,
ros, el rey Salomón, el duque don Naimo con muy gracioso semblante dixo assí:
de Baviera, el duque don Estolfo, el es- -Magnánimo y poderoso señor, la tu
forzado don Urgel, don Angelinos, Ricar- gran proeza y fama de tus paladines que
do de Normandía, don Danés Ugero, por todo el mundo se estiende me dan
don Gualter Municón, el conde de Alta- mucha esperanza que mi largo camino
fulla, el fermoso Pinabello, y don Guari- no será en vano. Sepas, señor, que yo y
nos almirante de la mar, y Guido de Bor- mi hermano, que presente está, venimos
goña y otros muchos cavalleros de gran a honrar tu fiesta. Y a él llaman el fuerte
cuenta assí de los de Francia como de Argalia y a mi Angélica la Bella, que en
otras muchas partes vassallos del empe- nuestra tierra, llamada Latana, supimos
rador que, por evitar prolixidad, se de- las justas que, señor, avías ordenado y la
xan de contar más por estenso, (cap. 1) gran cavallería que en Francia era asso-
nada, entre la cual mi hermano, que pre-
sente está, se quiere en el principio de su
3. Una doncella solicita un don cavallería mostrar en esta manera si a tí,
al rey: el comienzo de las aventuras señor, plaze, so cuyo amparo venimos:
que a la fuente del gran pino, que es al
Padrón de Merlín, cualquiera de los que
L as m e s a s d e la gran sala eran ya al-
zadas, todos los cavalleros estavan
hablando cada cual en lo que más le
aquí están que quiera provar su fuerca y
ardimiento vaya allá, a donde hallará a
ágradava, el emperador con muy alegre mi hermano armado de todas armas no
semblante mirando a todos, cuando vie- con más compaña de la que aquí está.
ron entrar por la puerta cuatro gigantes Que sea de tomar armas con tal condi-
muy fieros y en medio d'ellos una don- ción que, provados los de la justa, si a mi
zella muy fermosa que un gentil cavalle- hermano derribare, gane a mí por em-
ro mancebo la traía por la mano. Todos presa, y si él fuere de mi hermano derri-
volvieron los ojos por la mirar, ca cierto bado, que quede por su prisionero.
más parescía divina que humana, que Esta razón propuesta por la donzella,
allende de venir muy ricamente ataviada de rodillas puesta, la respuesta del em-
parescía su rostro una luciente estrella. perador espera va. E mientras ella habla-
En la sala eran venidos por más regozi- va, todos los cavalleros no partían los
jar la fiesta muchas dueñas y donzellas ojos d'ella. E sobre todos don Roldan
de alta guisa, donde era la linda Galera- que más cerca estava, que con un cora-
na y doña Alda la bella y doña Claricia y zón vencido la mirava sin se cansar. Y
la linda Armelina y otras muchas de gran entre sí, vencido del amor de la donze-
cuenta. La donzella con muy fermoso lla, dezía:
continente passó por la sala adelante -Bienaventurado será el cavallero que
hasta llegar a la gran silla del emperador. tal joya ganare, que por la fe en que
Todos cuanto más podían se acercavan a creo, si señor de todo el mundo me hi-
ESPEJO DE C A B A L L E R Í A S (i) 173
ziessen, no lo tuviersse en tanto como venida es razón que se os cuente por es-
ganar tal empresa.. tenso porque se conozca el fin de su
E diziendo esto, dio un sospiro di- propósito, el cual no lo pudo saber otro
ziendo: sino Malgesí el cual, aunque muy enten-
-¡O, Dios! ¡Cómo creo que a las fuer- dido era de su arte, no se le hizo lo que
cas del amor no basta resistencia ni for- quiso, como adelante veréis, (cap. 2)
taleza alguna, ca sin armas de una deli-
cada donzella soy preso!
El fuerte Ferraguto, fijo del Rey de Es- 4. Sobre e l o r i g e n d e la d o n c e -
paña, que allí estava no menos vencido lla que ha solicitado el don
de amor de la donzella que Roldan, esta-
va rebolviendo en su pensamiento cómo
la ganaría. E tres vezes se determinó de
la quitar a los gigantes y al cavallero en
A p e n a s avía salido el cavallero Arga-
. lia y su hermana Angélica la bella
de la ciudad de París, cuando Malgesí to-
saliendo de allí, mas por el seguro del mando su cuaderno convocó cuatro de-
emperador no osava. Pues el valiente Re- monios de los sus más conocidos y fami-
naldos, que allí se acercó a la ver con los liares, a los cuales preguntó muy por
otros, assí como la vio, se paró como un entero la venida de la donzella a la corte
ardiente fuego, puesto en el mesmo cui- del emperador. Y el uno d'ellos, como
dado de los otros. Malgesí, que presente aquél que lo sabía mtiy bien, se lo contó:
estava, luego por su saber entendió el -Sepas que la donzella es hija del rey
engaño que la donzella traía, y viendo de Latana, el cual por hazer honra y pla-
que también su primo Renaldo era caído zer al rey Gradaso que con grande exérci-
en el lazo, en baxa voz que pocos le oye- to será presto en España por venir contra
ron, dixo poniendo el dedo en la frente: Francia. Y sabe que el rey de Latana es
-Para ésta, doña falsa donzella, que muy sabido en tu arte más que tú, y em-
no vayas d'esta tierra como tú piensas, bió a su hijo, que es aquel mancebo rezio
que yo te haré tal juego que para siem- que viste, el cual es muy esforeado cava-
pre se te acuerde de mí. llero, con unas armas hechas por su arte
E como todos tenían a Malgesí por que no basta ninguna otra arma a las em-
muy sabido en el arte de la nigromancia, pecer. Y assí mismo una lanca dorada he-
muchos se maravillaron qué podía ser cha por tal arte que a cualquier cavallero
aquello. E luego el emperador le dio en que con ella encontrare no bastará fuerca
tal manera la respuesta: ni resistencia a que no sea el cavallero en-
-Fermosa donzella, aunque nuestras contrado fuera de la silla. Y el cavallo que
justas se dilaten, yo quiero complazeros le dio sepas que en el mundo no la ay tal
en -vuestra demanda. Mas gran cosa en ligereza fuera de Bayarte, el cavallo de
quiere vuestro hermano emprender al tu cormano. Y llámase Rubicán. Y por
principio de su cavallería. Su desseo es más conbidar a la justa a los paladines,
alto y la joya es preciada a maravilla, que puso por postura a su hija Angélica y la
cada uno trabajará por vos ganar. Yo vos ganase el vencedor, lo cual él tiene por
recibo so mi amparo. Fágase todo como impossible. Y sepas que, después que a
vos lo avéís pedido. los paladines aya derribado, los prona en
prisión y se irá a su tierra con ellos por-
MLiy leda se levantó la donzella y, be- que, ellos presos, falle el rey Gradaso
sando al emperador las manos, se partió poca resistencia en Francia y faga lo que
de allí con su compañía, que a todos quiera a su voluntad. Y guárdate, ca la
pesó su ausencia. E porque entendáis su
174 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
donzella sabe mucho del arte de su padre Mas engañado estava Malgesí, que el
y trae un anillo en su persona de mucha anillo que consigo ella tenía la hizo libre
virtud, que cuando quiere, con él puesto de su encantamiento, ca su dormir no
en su boca, se faze invisible. Esto es lo era como el de los gigantes. E llegándo-
que sabemos de lo que nos has pregunta- se cerca d'ella, la comencó de abracar y
do. Piensa en lo que has de fazer, que sin besar. Ella que se sintió de tal manera
falta alguna te hemos dicho la verdad. tratar, dio un gran grito y recordó. Y
D'esta manera supo Malgesí el fecho como vido que Malgesí la tenía en sus
de Argalia y su venida, el cual como fue bracos, dio muy grandes bozes diziendo:
salido de la ciudad y su hermana con la -¡Acorred hermano Argalia, que me
compañía que traía, se fueron a la cam- quieren desonrar!
pañia del Padrón de Merlín, do fizo po- Argalia se levantó prestamente con la
ner dos tiendas admirablemente ricas la espada en la mano y vínose para su her-
una para sí y su hermana y la otra para mana. Y como vido Malgesí que su arte
los prisioneros que oviesse. Y luego se no havía con la donzella aprovechado, tú-
entró en la suya y se puso a dormir, ca vose por perdido y bien creyó que devía
venía del camino cansado y con gana de tener el anillo que el demonio le avía di-
reposar. Su hermana Angélica se salió de cho. Y viendo cerca de sí al cavallero
la tienda y, no muy lexos d'ella acompa- hovo pavor de muerte y, queriéndose
ñada de sus cuatro gigantes, que arma- aprovechar de su arte, sacava su cuader-
dos a la usanza de su tierra venían, se no. La donzella, que lo vio, arremetió a él
apartó a la sombra de un verde pino y se con sti hermano Argalia y, fuertemente te-
acostó en un fermoso tapete por holgar. niéndole ambos, le sacaron el cuaderno
Y assí se adormió y los gigantes en torno de las manos. Y como ella sabía del arte
d'ella, ca no tenían más cuidado sino de muy bien, empecó a invocar los demo-
la guardar, y para esto los embió el rey su nios, los cuales sin tardar vinieron, y man-
padre con ella. Ya la donzella dormía dó prestamente traer una gruesa cadena
muy a su plazer, cuando Malgesí muy con la cual ella y su hermano le ligaron,
prestamente de un demonio se haze lle- ca muchas havía en la tienda con que
var en el aire donde estava Angélica la avían de llevar los prisioneros ya dichos.
Bella y, como la vido que dormía con la E dixo d'esta manera a los demonios:
guarda que estava, comencó a dezir: -Tomad este hombre y levaldo al rey
-¡O, perros! ¡y cómo guardáis la más mi padre. Y dezilde que tanto fue ganar a
mala donzella que ay en el mundo! Espe- éste como a todos los paladines, porque
rad que yo vos prenderé sin batalla nin- éste era el mayor estorvo que podíamos
guna, que no vos valgan vuestras magas tener para acabar nuestra impresa co-
ferradas ni dardos ni tuertos cuchillos. mencada. Y contádselo todo y dezilde
Y tomando su cuaderno hizo su obra. Y que lo tenga a recaudo.
apenas la hovo acabado, cuando los cuatro Prestamente fue en los aires llevado
gigantes caen como muertos. Y como los el pobre de Malgesí dando las más dolo-
vido, tomó su espada en la mano y vase rosas bozes del mundo, que dolor era de
para Angélica que, como oístes, dormía. Y lo oír. Y fue levado en poder del padre
como tan linda la vido, detúvose en sí de de Argalia, el cual le puso en una muy
la no matar por entonces. Mas creyendo áspera prisión. Al cual dexaremos estar
que por el arte suya estava adormida, dixo: por contar lo que pasó en la corte del
-Antes que mal le haga quiero holgar emperador sobre la demanda de la don-
con ella. zella y su hermano Argalia. (cap. 3)
ESPEJO DE CABALLERÍAS (il) 175
por
Javier Gómez-Montero
TESTIMONIOS
TEXTOS
chos extraños del cual en su tiempo, va este tesoro, dezíase assí porque en-
después que armas vistió hasta agora no travan en la primera entrada por una
tuvieron par; puesto que muchos otros gran sala y muy fermosa. Mas dentro ha-
cavalleros de gran bondad hay en el vía aposentos muy ricos que eran un
mundo, no se igualan con los presentes cuarto del gran alcácar, que bastava para
que tengo nombrados. La hermosura, un apossiento de un rey. Y los edificios
pues no falta, porque la princessa Flori- de él eran grandes y muy bien hechos, a
mena es de esto buen testigo, y la infan- mucha costa y de gran antigüedad.
ta Melisandra no lo podrá negar, y doña Pues otro día por la mañana el infan-
Alda, la bella, también será de creer. Assí te se levantó y oyó missa en el palacio
que, esclarecido príncipe, razón es que se del emperador. [...] Pues como la missa
ponga por obra y no se dilate este hecho, fue acabada, allí delante de todos fue ar-
el cual para ser acabado no tiene recelo mado el infante de sus muy nombradas
de hombre bivo, sino del infante don Ro- y ricas armas, con las cuales allí parecía
serín, el cual no sólo a esta aventura ha su rostro, que desarmado estava, de un
de dar cima, sino a todas las que se le ángel. Y desque fue armado rescibió la
ofrecieren; y haziendo, se quitasse este bendición de un arcobispo, que la missa
impidimiento de tu palacio y ganasse el dicho havía. Y fuesse al emperador y pi-
mayor tesoro del universal mundo. Y el dióle las manos, mas él besándole en la
conde don Roldan, que tanto tiempo ha, cara no se las quiso dar, antes con lágri-
que sólo por ésto salió de su tierra, bol- mas, que de sus ojos corrían, le dixo:
verá a ella a reposar lo que le queda de -Hijo, Dios os guarde y vos dé victo-
la vida, que es breve espacio de tiempo, ria, por su infinita clemencia.
el fin del cual se le acerca, para que Y de allí abracó al conde don Roldan
muera como cavallero, donde después y a sus dos íntimos amigos Visobel y Es-
de ser su nombre digno de perpetua cardín. Y fuesse a despedir de la empe-
fama e inmortal memoria, goze del fruto ratriz, la cual con su despedida sin nú-
de sus obras en el cielo, que le es sobe- mero fueron las lágrimas que derramó.
rana y perpetua morada.
Pues contaros lo que sentía la her-
Al emperador y a todos los que allí mosa princessa no se os puede escrevir,
estavan, pareció muy bien la plática que que como ya todos derramavan lágrimas
el sabio Atalante havía propuesto. Y el no le fue a ella difícil, en más abundan-
emperador le dio muchas gracias por su cia y con amor más entrañable que todos
voluntad ser tan buena y por haver to- vertellas. Y cuando a ella a se despedir
mado este trabajo por le hazer servicio, el infante llegó no rehusó de lo abracar,
y díxole que ordenasse de este hecho, pospuesto todo pensamiento receloso de
como fuesse su voluntad. malas lenguas. Y al hecharle los bracos
Y fue ordenado que otro día por la le dixo, que el infante bien lo oyó:
mañana el infante don Roserín empe- -¡Ay, verdadero amor mío, Dios os
casse esta aventura; el cual habló mucho traiga a mis ojos sano y salvo de peligro!
con el sabio Atalante, porque en su pro- Y quitóse un hermoso relicario que a
pio aposento le aposentó, y díxole mu- su hermosa garganta tenía, y hechósele
chas razones con las cuales le hizo mu- al cuello diziendo:
cho crecer el ánimo para este señalado -Tened, infante, esperanza en Dios y
hecho. Porque en la verdad era harto pe- en su santíssima cruz, cuyas reliquias
ligroso, porque sabed que, aunque la van en este joyel metidas, que vos dará
sala encantada se dezía el lugar do esta- victoria.
ESPEJO DE CABALLERÍAS (il) 177
taturas, y era negro, y la cabeca muy las sanctas reliquias que llevava, las cu;
grande, con dos orejas colgando tan les su señora, la princessa Florimena, le
grandes como dos grandes platos y per- havía dado, se metió por la puerta de la
longadas, y el cabello de.la cabeca mu- cuadra por donde aqvjel monstruo havía
cho y muy negro, todo ensortijado, y la salido.
nariz ancha que por cada ventana de ella A cLiatro o cinco passos qLie dio den-
cupiera una pequeña naranja, y los ojos tro, sintióse herir de muchas frechas que
muy grandes, como dos hachas encendi- unas figuras de plata, tan grandes como
das, los bracos y el cuerpo y las piernas mugeres, que allí havía tiravan. Y a cada
desnudas, de pelo negras y muy grue- golpe de frecha, parecía que un ascua de
ssas. Salían por la boca, que cuasi de un lumbre le quemava por aquel lugar don-
palmo era, unos colminos como de java- de le dava el golpe, aunque las armas no
lí, y traía en las manos una porra de es- le passava. El infante, que tanto mal tra-
tremada grandeza, en el cabo de la cual tamiento de las estatuas de plata, que
estava una bola de hierro con más de mugeres parecían, sintió, viendo que no
ocho puntas de un xeme cada una. podían ser sino por arte del diablo he-
Y bramando como un toro, este fiero chas, fue presto a la parte donde las me-
vestiglo salió contra el infante don Rose- dias estavan, que cinco eran, y tocándo-
rín, la porra alta, con ambas manos tan las con su buena espada Balisarda
gran golpe le tiró, que, si de su destreza fueron derribadas en el suelo. Y apenas
y ligera soltura no se aprovechara, de fueron caídas cuando se levantaron
sólo aquel golpe le matara sin dubda. como de primero, aunque no con el po-
Mas cuando tan peligroso golpe el infan- der de herir que antes tenían. Y de allí
te vido venir a sí, dio un salto al través y fue a las otras cinco que a la otra parte
dexóle dar en el suelo, y como dio con estavan, que no havían aún cessado de
estrema fuerca tan gran ruido hizo que le tirar, antes con sus infernales frechas
pareció que todo el patio hizo estreme- aunque le no herían, muy gran pena le
cer y que las colunas de al derredor se davan, y assí como a las otras, las tocó y
caían. No se tardó don Roserín en el he- cayeron y se tornaron a levantar.
rir de su famosa espada, antes desque el Y como la cuadra era clara y muy ri-
golpe fue dado en el suelo, diole en la camente labrada, paróse a mirar aquellas
una pierna tal cuchillada que cuasi a cer- diez estatuas de plata y vídolas tan bien
cén se la cortó, como no havía armadu- hechas, que se quedó maravillado del
ra que los dulces filos impidiesse. Y primor y arte con que eran figuradas,
como le hovo dado esta herida, no sólo que no parecían sino bivas. En especial
el monstruoso animal por la ajchillada una que entre ellas estava, en cuyos pe-
cessó su batalla, mas antes por la virtud chos havía unas letras que dezían: Yo soy
de su espada Balisarda. [...] la diosa de la ca<¡a.
Cuando el infante don Roserín le vido Y de verdad, después de ser ellas de
deshecho diole al coracón un tan gran muy gran valor, por ser de plata su he-
esfuerco, viendo que todo era encanta- chura, era tal que igualava la forma a la
miento y diabólica arte, que puesto que materia. Allí creyó el animoso infante
ello era de mucho temor y peligro, no lo don Roserín que la fama que andava del
estimó como ello por su espanto devía mucho tesoro que allí havía era verda-
ser estimado. Antes encomendándose a dera, (cap. 59).
Dios y a su bendita madre, la virgen Ma-
ría, de todo coracón, y acordándose de
ESPEJO DE CABALLERÍAS (il) 179
No hovo leído las letras don Roserín, lisarda, porque desque le alcancava tan
cuando con ambas las manos travo del fácilmente le cortava las armas que él se
rétulo y le sacó de su mano de Drama- quedava espantado, y viéndose en breve
cón. Luego con el mayor ímpetu del espacio por muchas partes herido, em-
mundo se levantó el gigante bravo y pecava a sentir algún tanto de desmayo,
muy fuerte, y sabed que éste no era fan- el cual desque el infante don Roserín
tasma de encantamiento antes porque sintió, dobladas fuercas y ánimo cobran-
entró en este lugar encantado, fue de tal do más a menudo que de primero le he-
manera puesto como el infante le halló, ría. Dramacón con que tal se veía tratar
privado de todo sentido. Y para defensa de mano de un cavallero que ante él ena-
de este encantamiento, porque el que lo no parecía y que jamás golpe a derechas
hizo bien alcancó a saber que havía por ni a su plazer le podía alcancar, tomó el
tiempo de ser por mano de un cavallero cuchillo con ambas manos y fuese para
deshecho, contra el cual no bastarían los el infante llevándole alto por descargar
encantamientos de la morada donde los en él, con el cual de cierto acabaría sus
tesoros sobredichos y otros muchos que días si le efectuara sobre su persona. Mas
adelante veres se escondían, y por tanto el infante hizo semblante de le esperar, y
fue por arte reservado este furioso Dra- como venir le vido entróse de rezio de-
macón, para que supliessen sus fuercas baxo de sus bracos y diole de la punta
contra el infante al cual los encanta- de la espada tal golpe que ni las armas
mientos por virtud de su espada Balisar- defendieron que la espada no entrasse,
da no podían resistir. ni el mortal golpe le dexó con la vida.
Y assí como fue en pie dixo con una Mas no fue tan a su salvo que, aunque
ronca y gruessa boz: con los puños le alcancó con que el
-Di, mal aventurado cavallero ¿Y fuis- fuerte cuchillo tenía asido, tan apesgado
te tú osado de cometer lo que yo no golpe le dio, que fuera de su sentido le
pude acabar? Por tu sandio y loco atrevi- fizo caer.
miento yo te haré morir a mis manos Y el infante de una parte y el gigante
aquí, antes que las otras estancias de esta de otra cayeron, el uno muerto, partido
morada visites. el coracón de la punta del espada, y el
Esto dezía Dramacón pensando que otro sin sentido de la fuerca del golpe.
esta sala era la que el infante primera- Nunca en otro semejante peligro se
mente entra va. vido el infante, el cual desque en sí tor-
El cual le dixo con mansa palabra: nó, se levantó como atónito, pensando
-La muerte y la vida en manos de fallar ante sí a su contrario. Mas su bue-
Dios está, mas la sobervia que está en ti na ventura fue tal, que hizo de sólo
dará el pago. aquel golpe segura su persona de bata-
Y luego puso mano a su espada, y el lla. Y dando gracias a Dios, que assí de
gigante a su cuchillo, y tan grande y es- sus crueles manos le havía librado se
quiva batalla comencaron, que entre dos sentó encima de la tumba por descansar,
cavalleros mayor no podía ser. Dábanse que muy preciosa era y de gran valor.
grandes golpes, mostravan ambos en el Y mirando la sala vido en ella mu-
herir estremadas fuercas, cada uno de su chas arcas, las cuales estavan llenas de
destreza se aprovecha va. Allí el infante antigua moneda de oro y de plata, según
don Roserín ayudándose de toda su vir- después que fueron abiertas paresció. Y
tud recelava los golpes del Dramacón, y vido otra puerta que a un retraimiento
él también temía los crueles filos de Ba- de otra cámara entrava, y desque hovo
ESPEJO DE CABALLERÍAS (il) 181
31 ROSELAO DE GRECIA
(libro ni de Espejo de caballerías)
de Pedro de Reinosa
(1547)
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIOS
TEXTOS
verdad tales parecían por parte del gran era comunicado el alto grado que en el
saber del sabio Atalante, donde, al pare- coracón de su contrario assistía.
cer de los que mirávanse, figurava una Pues como el excelente sabio al em-
grande y rica calcada que sobre sí soste- perador y cavalleros anduviesse mostran-
nía un muy fuerte y galano muro, tan do esta suprema y transparente morada
transparente que no parecía sino un ru- que de allí adelante fue llamada Paraíso
bicundo y resplandeciente espejo, en el de Amor, les mostró dos puertas que el
cual los que Uegavan con una maravillo- fuerte muro en sí contenía, las cuales to-
sa mutance les veían transmutados en das parescían ser formadas de un tiberi-
aquellas personas que más amavan, que no y resplandeciente oro, formadas so-
si era cavallero claramente veía ante sus bre aquellas cuatro riquísimas colunas de
ojos representada la figura de aquella se- que se hizo mención en la segunda par-
ñora que más amava; y si era donzella, te d'esta gran historia que en el encanta-
aquel cavallero a que su coracón era más do palacio el infante don Roserín halló.
subjeto; las cuales figuras davan de sí las Sobre las cuales parescía con otra más
verdaderas muestras que sus amorosos nueva y sutil invención estar aquel res-
coracones más se estendían, y esto no plandeciente Sol de Oro, y aquella ines-
conocían más de cuantos ellos en su pe- timable Luna de Plata, y cada una en su
cho el amor de su contrario sentían. De postura, de los cuales tanta multitud de
lo cual todos aquellos grandes y precia- repentinos rayos procedían que a la vis-
dos cavalleros fueron muy admirados, de ta de los que miravan impidían de parti-
ver cosa tan sabrosa y de tan repentina cularmente, como solían, serles comuni-
aparencia; no porque ninguno pudiese cada su inestimable riqueza, donde
dar de sí ni de nada de lo que sentía a teniendo sus refulgentes rayos el hermo-
otro alguno parte, según era el estraño so Febo en los encorvados cuernos de la
sabor que de contemplar tan excelente fingida Diana hazia esta forcible aparen-
cosa recebían. Este cristalino y fuerte cia. Al umbral de las cuales puertas, es-
muro era ornamento y guarda de un tavan dos epitafios de unas letras góticas
grande y riquísimo alcácar, cuyas en- bien tajadas que declaravan de cada cual
cumbradas torres parescían comunicar d'ellas el nonbre; que la una se llamaba
su subida alteza con las nubes, siendo Puerta de Febo y la otra de Diana. Antes
todas ellas de un fino y resplandeciente las cuales parescían estar dos crecidos y
oro esmaltadas de innumerables piedras valientes cavalleros armados de unas ar-
de gran valor; del cual alcácar a cierto mas; el uno tan vermejas, y el otro tan
tiempo y hora del día oían un tan suave blancas cuanto la operación de sus ob-
son que no parescía con su lindeza y servados rayos en cada uno hazían, por-
ameno exercicio de música, sino un vero que el un gran cavallero que la Puerta de
trasunto del paraíso terrestre, que con Febo guardava parecía tan resplande-
los sones de los amenos instrumentos en ciente como una vera cometa, que de la
la sabrosa commemoración y sentidos de estreza luziente procede, el cual tenía un
los veros amadores que, como embelesa- epitafio de letras en su escudo, que d'es-
dos mirando en el transparente muro es- ta suerte dezían:
tavan, eran con la suavidad de tan dulce
armonía elevados, que jamás un punto
ni hora de aquella dulcura quisieran ser Yo soy el rey de Cerdeña, don Kugiero llama-
apartados-, especialmente aquellos que do, que fui puesto aquí para dar inmortalidad a mi
en sus trasuntadas formas conocía, y les temprana muerte y amorosos desseos. Quien los se-
cretos del Paraíso de Amor ver quisiere, si en la ley
184 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
de bien amar tan constante como yo fui se sintiere, siesse provar que tocasse aquella bozina;
suba por la ancha calcada que, si de mí uviere vic- al sonido de la cual, si era enamorado,
toria por su soberana virtud, le serán comunicados luego el cavallero contra quien guiasse,
los secretos del grande alcázary la entrada de mi fe- se pornía a punto de batalla; e si no lo
robina puerta. era, que no haría ninguna mención d'él.
Y la señora que se confiasse en su her-
Y el otro gran cavallero que en la otra mosura, y si amasse con lealtad, que se
puerta estava tenía otro epitafio de letras pusiesse la corona, y que si sobrepujase
como las suyas en su escudo, que d'esta a la de la Reina de Cerdeña, que subie-
suerte dezía: sse por la calcada donde le sería conce-
dida la entrada de la puerta, y amostró-
Yo soy aquella excelente y nunca vencida, sino les unas letras al derredor d'este padrón,
del cruel amor, reina de Cerdeña, madama Branda- que d'esta suerte dezían:
monte llamada, que para guarda d'esta diamantina
puerta fui diputada. Quien con las condiciones que Cuando los refulgentes rayos de Febo eclipsaren
aquel matador de mi vida con su muerte señaló qui- la ¿u^ de la fingida Diana, en pago de su cruel y
siera entrar por esta puerta, donde otro efecto y ma- vecina conversación, él perderá aquella ferovina apa-
ravillas diferentes que en esotra entrada se veen, riencia, donde, quedando en su primer possessión los
suba por la gran calcada que, si me venciere, le se- secretos del sabroso paraíso serán a todos comunes.
rán patentes los memorables secretos de amor. Y esto todo acaescerá por la virtud d'esse excelente
vencedor de las fortíssimas guardas.
¿Quién os sabrá contar los que el em-
perador y grandes señores con las mues- Donde, después de les aver todo esto
tras de tan estremada obra sentían? No amostrado, el emperador y aquellos se-
otro por cierto sino de aquel que de tan- ñores y señoras se bolvieron a sus ricos
to favor fuesse adornado, cuanto ellos aposentos con crecida admiración de la
eran excelentes y valerosísimos ánimos. sutil inventiva, y después de algunos
A donde la fama del supremo edificio, la días que aquel gran sabio estuvo en la
emperatriz y princesa Florimena, y infan- corte, del emperador y emperatriz, del
te Melisandre, y infante Coronea, y la in- infante Roserín y de todos se despidió,
fanta Argiana, junto con otras muy pre- dexando en las entrañas de cada uno de
ciadas y grandes señoras que en la corte todos estos señores y señoras impresso
estavan, vinieron, y como a cada una en un verdadero amor que a tan excelente
particular secreto les fuesse comunicado hombre era devido, donde lo dexaremos
en el cristalino muro de sus amores con en sus montes de Carena, que se puede
una repentina inestimable alegría eran, creer que no tardaría mucho en el cami-
assí ellos como ellas elevados, que no no; y os diremos de lo que al Cavallero
parescían sino personas fuera de todo de los Cisnes que en vareo venía acón-
sentido, que uno a otros no se hablavan, teselo, (ff. 2v-3v).
salvo aquellos que de las obras y pelea
de amor no estavan heridos. De allí el
gran sabio les amostró un padrón de co- 2. A las puertas del Castillo de
bre, tan alto como un estado; encima del Amor
cual estava un cuerno de marfil que de
una rica cadena de oro pendía junto con
una riquísima corona de oro, y les dixo
qu'el cavallero que aquella aventura qtú-
A veis d e s a b e r que como este gran
sabio en este su grande y deleito-
so jardín al valiente Cavallero de la Du-
ROSELAO DE GRECIA (III) 185
dosa Demanda, hizo llevándolo azia en tierra que tan hermosa nos parecía y
aquella torre que a modo de mástil de la no vemos a ninguno que d'ella ni de
deleitosa isla parecía, el valiente úngaro aquel grande animal nos dé razón.
vido llegando cerca infinitos parrales y Como esto dixo, la otra respondió:
jazmines, y árboles de frondosa y apazi- -Mi parecer es que vamos a este cas-
ble hoja para que lo que debaxo d'ellos, tillo, y en él hallaremos alguno que nos
en grandes cenadores estuviessen, no dé razón de lo que buscamos.
dexasen de gozar de mucho deleite y -Sea ansí, hermana, -dixo la otra.
gran descanso, donde entrando el gran A todo esto jamás ellas avían visto al
sabio con el buen cavallero Aleandro sabio Atalante ni al Cavallero de la Du-
por un gran cruzero que del gran castillo dosa Demanda, mas empecando que las
se armava, con gran fuerca un cuerno en donzellas al castillo guiaron, el sabio
el castillo oyeron sonar; y queriendo el dixo al cavallero:
Cavallero de la Dudosa Delanda deman- -Señor, defendedles la entrada por
dar lo qué sería, de un pequeño bosque palabras, mas si por fuerca quisieren en-
vido salir un cavallero a pie, de una ar- trar, entraos con ellas, que ai hallaréis
mas jaldes vestido, con su espada en la quién os dé aviso de lo que hazer deváis
mano, huyendo de dos hermosas donze- todos tres.
llas que con grandes ramas de un árbol Y dixiendo esto, el sabio Atalante le
tras él venían, el cual andava tan desati- soltó de la mano, y luego las donzellas le
nado de una parte a otra, que como sin vieron, que cerca llegavan, mas el gran
sentido se vino azia donde el sabio y el sabio no paresció. Y llegando cerca las
Caballero Negro estavan. Y como así el dos donzellas, haziendo la cortesía que a
valiente úngaro le viesse, queriéndole presencia de tan valeroso y esforcado ca-
socorrer, el sabio le apretó de la mano y vallero, como era el Príncipe de Ungría,
le hizo estar quedo, sin ser parte a para se devía, viéndole desarmado, la una le
se menear. E este comedio, las dos don- dixo d'esta manera:
zellas llegan y descargando con sus nu-
-Gentil cavallero, por la obligación
dosos palos sobre el cavallero de las ar-
que tenéis todos los tales a las donzellas
mas jaldes, en pequeño espacio le
os suplicamos yo y mi hermana que nos
pararon tal que como muerto se tendió
digáis en qué tierra estamos, y qué isla
en tierra. Luego del gran castillo por una
es ésta que con tanta estrañeza d'este
pequeña puerta que en el avía, salió
animal se muestra, y si haveis visto un
aquel caudaloso grifo que el Cavallero
cavallero falso que unas armas jaldes
de la Dudosa Demanda en la mar avía
trae, que nos robó falsamente de un
visto, y abriendo su descompassada
nuestro navio dos líos de nuestras ropas.
boca al cavallero de las armas jaldes en
ella tomó, y aleándole por el aire, los -Hermosas señoras, este cavallero
que le miravan le perdieron en pequeño que dezís, yo os lo vi parar tal que pien-
espacio de vista, de lo cual las dos don- so que compró bien caras las ropas que
zellas, bolviéndose la una a la otra, dezís averos llevado. Él y todo lo que él
como espantadas le dixo: tiene creo que deve estar en este castillo,
mas yo, como guarda d'él, no tengo li-
-Hermana, ¿qué os parece cuan bur- cencia para que a nadie dexe allá entrar.
ladas quedamos de aquel falso encanta- -¿Cómo?, -dixo la una-, ¿y en tan her-
dor que con tan sutil arte nuestras ropas moso cavallero cabe ninguna cosa que
hurtó? Ya veo que eso passa. Mas de una de mala crianca tenga l'obra? ¿Que tan
cosa me admiro más, y es cómo estamos descomedido seréis que a mí y a mi her-
186 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
mana no nos dexaréis entrar a cobrar medimiento, sigúeme, que más que le
nuestras ropas? pese, yo cobraré nuestras ropas.
-Ya os tengo dicho, -dixo el Cavalle- Y diziendo esto se fueron derechas a
ro de la Dudosa Demanda-, que no ten- la puerta del castillo, y por ella sin nin-
go tanta libertad, ni el que aquí me puso gún pavor se metieron. Y como el Cava-
me dio licencia para usar de mi volun- llero de la Dtidosa Demanda tan deter-
tad, por cumplir con la suya. minadas las viesse ir, tras ellas se mete
-¿Y qLiién es ese señor, -dixo la una en el castillo, do los dexaremos hasta
donzella-, que tanto poderío sobre vos que su tiempo, por os contar del infante
tiene? don Roserín, lo que en este comedio le
-Es señor d'este castillo y del mundo, avino, (ff. 53r-v).
-dixo el cavallero de Ungría.
-¿Cómo se llama?, -dixo la donzella.
-Amor tiene por nombre, y desamor 3. El sabio Atalante desencantó
por obras-, dixo el cavallero. la Torre de Amor liberando a los que
-Así me parece que usáis vos, -dixo la allí se encontraban
otra hermana-, que publicáis ser siervo
de amor, y tenéis gran descomedimiento
con nosotras que somos mugeres.
-Ya sabéis, señora, -dixo el cavallero-,
C o m o e s t o s dos cavalleros tan sin
piedad en su cruel batalla anduvie-
ren, hiriéndose por donde más daño ha-
que la propia libertad nuestra no consis- zer se podían, fue tanto el coraje que al
te salvo en no dárosla, ni permitir que de uno y otro creció que de sólo él qtierían
nosotros os apossesionéis, porque no rebentar, ende más el Cavallero Venturo-
venga ninguno al estado en que yo estoy. so, que, como se viesse tan malamente
-¿Y cuál es el estado que vos tenéis?, herido y que ningtma ventaja a su ene-
-dixo la una donzella. migo hazía, contra él arremete ya que en-
-El más cruel que imaginar se puede, tramos tenían muy poca fuerca para se
-dixo el cavallero-, ¿Qué mayor mal que- herir. Y aleando su espada con toda la
réis qtie uno possea, sino que biva en tie- más furia qtie pudo, hirió a su contrario
rra de tanto plazer como es ésta y jamás por cima del yelmo, que del gran golpe
goze de Lina hora d'él? ¿Y quer'esto ver? el espada se le hizo tres partes, y se que-
Sabed que la vista dos estáis se llama del dó con sola la empuñadura, al cual, el
deleite, y este castillo, el Castillo Amoro- Cavallero de la Torre, como sin espada a
so. Aquí dentro, según soy informado, su contrario viesse, enpecó reziamente a
que aún yo no lo he visto, está el gran herirle. Mas él, propuesto todo temor,
dios de amor con todos sus secuaces. como aquel que siempre en los mayores
-Si assí es, -dixo la una donzella,- poco peligros más osadía tenía, con el valiente
devéis tener d'él que publicáis, qu'es que Cavallero de la Torre se abraca, y andan-
siendo assí, como vos dezís, guarda del do abracados fue tanto lo que pugnaron
Castillo de Amor y siervo suyo, aún no por se derribar el uno al otro que, como
avéis sido para entrar como de casa, y estuviessen tan cansados de la gran bata-
suplicalle que os alivie la congoxa que lla, que más de seis horas avían manteni-
manifestáis y tenéis. do, sin ningún sentido al suelo de la bar-
ca vinieron, teniéndose muy reziamente
A esto respondió la otra hermana:
sin soltar. En esta hora, con grandíssima
-Déxalo, hermana, qu'él dize tino y
presteza la grande encantada isla del
haze otro; y porqLie será escusado aver
gran sabio Atalante, por la mar assomó y
en cavallero sin amor ningún buen co-
ROSELAO DE GRECIA ( i l l ) 187
venía con tanta furia y braveza el muy lla grande hoguera un rezio tronido, en la
fiero elefante que por proa traía, que es- gran mar se consumió, a modo de una
panto era de mirar. En este mismo punto breve cometa, quedando el tiempo claro
fue tan grande la congoxa y temor que y sereno, y el victorioso grifo y grande
los dos hombres de la donzella Clariola elefante, a modo de victoriosos por la se-
de ver tal estrañeza tomaron, que no fue- rena y sossegada mar se empiecan a con-
ron parte ellos ni ella para la barca me- tornear, trayendo el cabdaloso elefante
cer, como aquellos que muy turbados encima de su ancho y espacioso lomo a
con los estremos de sus señora Clariola aquel viejo y grande sabio Atalante, jun-
por la muerte de su novel cavallero hazía, tamente con todos aquellos que en el
teniéndole por tal, por lo cual del gran castillo encantado de la ínsula de Epiro
miedo cayó amortecida y sus dos hom- avían sido presos por mano de aquel
bres tapándose los ojos y cara a par de gran sabio Sarraceno, los cuales eran és-
ella se tienden. A esta hora la isla encan- tos: primeramente el hermitaño Paciano,
tada con su gran tormenta llega, y eran y Malgesi, y Ricardo de Ayamonte, y Ri-
las olas tan crescidas, y las gorgotadas del cardeto de Montalván, y el duque don
agua de la mar, que el elefante con su Estolfo, y el conde Galalón. Porque tanto
espaciosa trompa lancava, que la mar pá- quiero que sepáis que este era el castillo
resela subir a sus grandes montañas de artificioso a donde los ximios al buen
agua hasta las nuves, no porque el casti- conde don Roldan desarmaron, y a don-
llo encantado se meciesse de donde es- de los dos hadados jayanes, Artadelfo y
tava, desde que la isla encantada assomó,
Galtezino, a la princesa Fiorimena y in-
mas que si fuera una grande montaña,
fanta Roselinda y Melisandra avían traído
donde llegando cerca del grande y es-
presas, y porque es justo que sepáis por
pantable elefante, y abriendo su dese-
entero la razón de a dónde a estos seño-
compasada boca, el ligero grifo por ella
res llevaron, y de cómo este gran castillo
sale, y estendiendo sus grandes alas fuer-
de la isla salió, agora se os dirá más, mas
temente, aleándose sobre la torre las em-
pecé reziamente y con mucha furia a ba- tanto sabed que el cavallero del castillo
tir, con el cual ímpetu, rebolviendo la que la batalla ovo con el donzel venturo-
mayor parte de un muy crescido nublado so, era el buen conde don Roldan que,
que sobre la torre estava, después que él como ya se os dixo, por guarda d'él avía
por la boca del elefante salió, la empecó quedado, el cual juntamente estava ten-
a cubrir de espeso humo, y dende a pe- dido y sin sentido con el cavallero ven-
queña pieca de muy rescidas y terribles turoso. Y los dos cavalleros de la galera
llamas con una grande espadañada de era Escardín de Risa y Bisobel de Odán,
fuego, que por la boca en él lancó, em- que con él avían ávido batalla sin le aver
pegó a arder. Allí era de ver los rezios podido conoscer, porque aviendo dado
tronidos que del fuego y castillo salían, y bozes desde la mar, les salió a responder
las crescidas y altas llamas en que en bre- con la espada en la mano, como aquel
ve espacio en él avía, por lo cual poco a que sin ningún sentido estava en lo que
poco aquel artificio castillo, dando aque- hazía. (ff. 64v-65r).
188 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
por
Axayácatl Campos García Rojas
TESTIMONIOS
TEXTOS
BIBUOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1672. EDICIÓN: Daniel Eisenberg (ed.), 6 vols. Madrid, Espa-
sa-Calpe, 1975 (1976).
ESPEJO DE P R Í N C I P E S Y CABALLEROS (i) 189
llosas aventuras. Y al tercero día que por tomó voluntad de la provar, por saber lo
él avía caminado, fue assí: que luego por que avía dentro, (cap. iii, pp. 40-43).
la mañana el camino que llevava lo llevó
a meter por un monte llano, tan fresco y
deleitable cuanto lo pudiera ser cual- 3. El valor de la amistad y la
quier floresta. [...] Y assí una hora antes fuente de los salvajes
que anocheciesse aquel pequeño y mal
usado camino que llevava le llevó a dar
a unas grandes y muy altas rocas que en
medio de aquel monte avía, debaxo de
C o m o los d o s preciados cavalleros
[Rosiclery el rey Sacridoro] f u e s s e n j u n -
tos por aquellas ásperas y fragosas mon-
las cuales vio una cosa que le puso en tañas, ívanse contando el uno al otro sus
grande admiración. Y era que por una enamoradas passiones, y assí en contar-
boca de una cueva que se hazía en lo las como en oír cada uno lo que conta-
baxo de la roca salían muy grandes y es- va el otro, ninguna cosa parescía que
pessas llamas de fuego, acompañadas de sentían el trabajoso camino. [...] Y al ter-
un espesso humo que parescía cosa in- cero día, qu'el sol iva muy alto, como
fernal. Era la boca de la cueva tan gran- fuessen muy descuidados por una flores-
de que fácilmente pudiera caber por ella ta que parescía algo más apazible tierra
un cavallero sobre su cavallo. que la que avían passado, súbitamente
se les espantaron los cavallos y comen-
E como viesse una cosa tan espanto- taron de herizárseles las crines y de al-
sa, desseando saber qué fuesse, se qui- borotarse, dando grandes bufidos, de
so llegar más a ella. Mas el cavallo se es- suerte que no los podían tener ni passar
pantava tanto que no le pudo hazer adelante. Y como mirassen a todas par-
llegar cerca; y ansí, se huvo de apear tes por aver qué fuesse la causa de aque-
d'él. Y arrendándolo a un árbol, se fue a llo, vieron a desora que salían de hazia
pie hazia la espantosa cueva. E llegando lo más espesso de la floresta dos grandes
cerca, vio que estavan labradas unas le- salvajes, que en su grandeza parescían
tras muy grandes en la peña hazia la gigantes, los cuales venían sobre sendos
mano derecha de la cueva, que en ellas leones muy grandes y ferozes [...]. Y assí
mesmas se parescía aver largo tiempo como vieron los dos cavalleros, se fue-
que eran hechas. Y leyéndolas, vio que ron derechos para ellos; y como llega-
dezían ansí: ssen cerca, era tanto el miedo que los
cavallos tenían que no bastava la fuerca
Esta es la cueva del sabio Artidón, que fue ni el saber de los cavalleros para los te-
muerto por amores de Artidea, hija del rey Uberio ner ni arrastrar hazia los salvages. Y assí,
y única heredera d'este reino; la cual, en pago de su antes que tuviessen lugar de se apear
crueldad, estará aquí dando verdaderas respuestas de d'ellos, los salvages llegaron a ellos en
todo lo que le fuere preguntado, hasta que venga ca- sus domados leones. Y tomándolos por
vallero de tanta bondad que, venciendo las temerosas detrás, porque los cavallos se avían buel-
guardas de la entrada, pueda ponerla en libertad. Y to de ancas hazia ellos, les dieron a dos
entonces será libre la entrada a todos los que qui- manos con sus ñudosos bastones sendos
sieren saber algo del sabio.
golpes sobre sus finos yelmos que las ca-
becas les hizieron baxar hasta los pe-
chos, y se turbaron ya cuanto. Y antes
Como el Cavallero de Cupido huvo que se puediessen bólver ni desviar d'e-
bien leído las letras, mucho era maravi- llos, les dan otros sendos golpes sobre
llado de aquella aventura, y luego le
190 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
las caberas que de todo los aturdieron y fuera de sentido, a un mesmo tiempo sa-
sacaron fuera de sentido. lió de la profunda fuente un monstruo
Y assí, los tomaron en sus bracos, y marino muy grande, que tenía el cuerpo
sacándolos de los cavallos se los lleva- orrible y espantosa vista, y rostro de
ron, y se metieron con ellos por la es- donzella, con los cabellos largos que lle-
pessura adentro. Y no uvieron andado gavan hasta medio cuerpo; el cual, assí
mucho cuando llegaron a una grande como salió de la fuente se llegó al Cava-
fuente que parescía estar hecha a mane- llero de Cupido, que estava caído en tie-
ra de estanque, la cual era de una agua rra, y tomándolo entre sus bracos se su-
tan clara como un cristal, y era tanta su mió con él en la profundidad del agua,
hondura y profundidad que no parescía de tal manera que no pudieron ser más
que uviesse en ella suelo. Y allí llegados, vistos, ni quedó más memoria d'ellos.
los salvajes pusieron los cavalleros en el Cuando el buen rey Sacridoro vio a
suelo, assí desacordados como estavan su grande amigo assí sumido en el agua,
[...]. Y dando unos grandes baladras que y llevado por el monstruo a donde no
se oían muy lexos, en poco rato se jun- podía pensar sino que fuesse ya muerto
taron en la fuente más de veinte salvages para su manjar, no se puede dezir el
como aquéllos, unos cavalleros en lobos grandíssimo dolor y mortal angustia que
y otros en otras fieras bestias; los cuales, sintió en su coracón; que cierto no fuera
como se viessen juntos, algunos d'ellos mayor para él si la muerte allí se le ofres-
se llegaron a los cavalleros que estavan ciera. Que como se le acordasse aver
en tierra y trabajavan cuanto podían por perdido de por amigo el mejor y más
los desamar. Y como no fuessen diestros preciado príncipe que creía ser en todo
en aquello, rebolvíanlos de una parte a el mundo, y la esperanca del remedio
otra, y no acertavan a les quitar las ar- que ya en su pensamiento havía conce-
mas. Y como los rebolviessen ansí, el bido, no pudo cufrir tan grande angustia
Cavallero de Cupido fue buelto en su y mortal rabia. Y assí, se dexó caer en el
acuerdo. Y conosciendo el estado en suelo, y como si tuviera las bascas de la
que estava, y sacando aquella su fina y muerte se rebolvía por la tierra, dando
cortadora espada de la reina Julia, con gemidos y sospiros, y lamentando su
una grandíssima furia y escalentada ira desventura con palabras dolorosas y de
hiere al primero que halló más cerca de gran lástima. [...] Y assí con esta rabia y
un revés por medio de la cintura que, mortal angustia se va para la fuente, y
hecho dos partes, dio con él en tierra. poniéndose de pies junto a ella, mirava
[...] Y cuando ya la batalla fue acabada, la profundidad del agua, y tres vezes
el ínclito cavallero quedó tan cansado y hizo muestra de lancarse dentro, y tantas
molido que no se podía tener en pies. Y se tonrava a fuera. Y al fin, dize el sabio
siendo muy aquexado de la sed, se llegó Artemidoro que dixo estas palabras:
a la fuente, y quitándose el yelmo, sacó
con él de el agua d'ella [...]. Y beviendo -¡O, buen Cavallero de Cupido, pues
d'ella, aún no havía acabado de matar la que mis tristes hados no permitieron que
sed cuando cayó en el suelo desacorda- en vida pudiesse gozar de tu amistad, se-
do y fuera de sentido. guirámi muerte ahora la tuya, y posseerá
los huessos de entrambos una mesma
Y a este mesmo tiempo que él estava sepultura!
beviendo, el buen rey Sacridoro fue Diziendo esto, se dexó caer de pies
buelto en su acuerdo. [...] Y assí como el en la fuente assí armado como estava, y
Cavallero de Cupido cayó en el suelo con el peso de las armas luego fue su-
ESPEJO DE P R Í N C I P E S Y C A B A L L E R O S (i) 191
no pudieron hazer, acabaron sus mes- más del maravilloso golpe que avía he-
mos cavalleros, dándole muerte con cho, vieron en su rubicundo rostro tanta
poncoña, Y si quieres exemplo de mu- hermosura que no avía entendimiento
chos otros emperadores romanos, mira humano que lo pudiesse imaginar ni
quién mató a Pertinaz y a los dos Máxi- creer. [...]
mos, padre e hijo, a Balvino, a Maxión y -Sabed que yo me llamo Claridiana, y
a Probo, a Graciano y a Valentiniano el soy hija del emperador Teodoro d'éste
menor; todos buenos hombres, y muer- imperio de Trapisonda, y de la emperatriz
tos por manos de los de su exército. [...] Diana, reina de las amazonas; los cuales,
¡Cuántas vezes van los hombres a las aviendo seídos enemigos capitales, des-
guerras con esperanca de alcancar vito- pués que entre sí huvieron passado gran-
ría, y en lugar de vencer quedan venci- des guerras, de la primera vista que el
dos, y lo que peor es, que quedan muer- emperador vio a mi madre se enamoró
tos en el campo, y no vuelven a sus d'ella. Y siendo él mancebo y ella donze-
casas vencidos ni vencedores! (cap. v, lla, haziendo pazes, se casaron. Y no
pp. 100-104). aviendo otro hijo ni hija sino a mí, que
desde niña me he criado en este exercicio
de la caca. Y tengo propuesto de tomar
5. Doncella guerrera: Claridiana orden de cavallería, porque mi madre,
siendo donzella, hizo tan altas cosas en
[Bariandel,'Liriamandroy Zoilo] vieron las armas que no huvo cavallero en su
Y que de la mayor espessura salía tiempo que le passasse, y tengo mucho
un grande y espantoso puerco, que con desseo de parescelle en algo. [...] Valero-
gran velocidad venía corriendo, en se- sos príncipes, si todavía no se os haze
guimiento del cual vieron venir una grave, vamos a la ciudad de Trapisonda,
donzella, a parescer de poca edad, que que cerca de aquí es, porque con vuestra
en un poderoso cavallo venía, con un ida, las fiestas que, recibiendo yo la orden
venablo en la mano, y vestida con una de cavallería, se han de hazer, serán lue-
marlota de brocado verde, prendidos los go comencadas.
cabellos -que oro de Arabia parescían- Los príncipes, dándole las gracias por
con una red de oro llena de resplandes- la merced que en los querer llevar en su
cientes piedras, [...] la cual, hiriendo compañía les hazía, dixeron que harían
reziamente al cavallo de las espuelas, ve- lo que su merced mandasse. Y assí, ca-
nía con tanta furia que la tierra por do valgando, los cavalleros de la princessa
venía hazía temblar. [...] Y con la grande partieron para la gran ciudad de Trapi-
furia que traía, la hermosa dama passó sonda, [...] donde estuvieron quinze días
adelante con su cavallo. Y dándole lue- ganando de contino mucha honra [...].
go la buelta, muy sosegada, como si Mas las altas cavallerías que la princessa
cosa ninguna huviera hecho, passo a Claridiana en ellas hizo fueron tales que
passo se vino para los cavalleros, los en todos pusieron grande espanto, aun-
cuales tan espantados estavan de lo que que nunca los príncipes quisieron justar
avían visto que sin hablar palabra el uno ni provarse con ella. (II, pp. 217-18, 220-
al otro se miravan, paresciéndoles ser 21, 227)
cosa de sueño, o alguna calestial visión,
según las excelencias y estremadas gra-
cias que tan súbita y arrebatadamente
6. Doncella guerrera: hechos
vieron en aquella donzella; porque, de-
en armas y belleza
ESPEJO DE P R Í N C I P E S Y CABALLEROS (i) 193
O faltó, pues, en este tiempo la muy jayán y lo que avía passado supieron, su
N valerosa princessa Claridiana, que
aviendo mucho a la emperatriz consola-
gozo fue tan grande que hasta que lo
vieron en el campo muerto de una ven-
do, prometiéndole de no bolver a Grecia tana, no lo podían creer. Pues como la
sin el emperador, se hizo armar de sus princessa entró donde la reina y la in-
fuertes y ricas armas, y en un grande y li- fanta estavan, y supieron lo que en su
gero cavarlo, en compañía de solas sus deliberación avía hecho, se fueron para
donzellas, se partió de la ciudad [..,]. ella, diziendo:
No rehusó, pues, la fortíssima prin- -¡Ay, buen cavallero, de Dios ayáis el
cessa el pavoroso encuentro del jayán; galardón de lo que por nosotros avéis
que dando de las espuelas al cavallo, hecho! Y mucho os rogamos os quitéis el
con la lanca en la mano [.,.] le salió a re- yelmo, o nos digáis vuestro nombre,
cebir [...]. para saber a quién somos en tanto cargo.
Esto hecho, la princessa dio gracias a La princessa, por más las alegrar y
Dios por la victoria que la avía dado, y consolar, se quitó el yelmo y les dixo
subiendo en su cavallo, se fue para el quién era, quedando tan hermosa con el
castillo. Las puertas del castillo fueron trabajo que avía passado, que no menos
abiertas, porque la poca jente que del ja- maravilla era de mirar que cuando sale
yán avía quedado más plazer que pesar Diana por las tardes, al tiempo que es
rescibieron con. su muerte, a causa de del sol más encendida. Y la reina y la in-
sus crueles y malas condiciones. Y en- fanta, admiradas de tal maravilla, la esta-
trando la princessa dentro, luego tomó van mirando, pareciéndoles más ser sue-
las llaves del castillo; y preguntando a ño que verdad lo que veían. Y al fin,
dónde estava la reina, fuele mostrada abragándola la reina y la infanta, y dán-
una cuadra, donde la halló con la infan- dole gracias por lo que por ellas avía he-
ta Teófila y sus donzellas, que muy tris- cho, estuvieron allí lo que del día que-
tes estavan, sin esperanca de algún so- dava y la noche, y otro día por la
corro; las cuales, cuando la muerte del mañana. (IV, pp. 117, 121, 123-24)
por
Axayácatl Campos García Rojas
TESTIMONIOS
[1] Alcalá de Henares, Juan íñiguez de Lequerica (a costa de Blas de Robles y Diego
de Xaramillo), 1580 (colofón: 1581) [-4]
TEXTOS
cendido fuego de amor que le atormen- «-Cruel más que muger en el mundo
tava, declarándole su dañada intención. ha sido, ¿por qué has querido venir a es-
Fatigada ya de las continas razones mi tar d'esta manera, a trueco de no dar
hija Herea, como leona furiosa le repre- gusto a quien perpetuamente te le diera?
hendió, diziéndole lo que a tal caso re- ¿Parécete que es mejor padecer semejan-
quería. Lo que visto del insano rey, cuan te martirio, que no una gustosa y amo-
aceleradamente le respondía, queriéndo- rosa vida?
sele levantar del assiento do estava, la »La maltratada infanta le respondió
asió déla ropa y la detuvo, y con pala- con voz ronca:
bras blandas la quiso bolver a sossegar, -¡O, cruel traidor, más que ningún
[,..].Viendo el malvado rey, que la casta cavallero lo ha sido, ¿por qué te reparas
infanta se le defendía, ásela del pescue- di vil enemigo de los dioses, que no aca-
zo, diziendo: bas de sacar esta alma d'este mísero
»-No pienses, o cruel Herea, que te has cuerpo? ¿Házeslo porque no se vaya a
de librar de mis manos, sin conceder a mi quexar a donde te sea dado el castigo de
voluntad y desseo, que te prometo, en tu acervíssima crueza? ¡O, dioses, no me
pago de la crueldad que comigo usas, neguéis la justicia contra este falso y trai-
avrás la más caiel muerte, que jamás don- dor rey, no perdáis el nombre de justi-
zella passó. [...] Sábete infanta, que viva, cieros, por amparar tan maldito rey!
o muerta he de cumplir mi desseo, que «Con esto cansada del terrible dolor y
con tanto fuego me abrasa mi coracón. tormento que passava calló. No por esso
»Tan fuertemente se defendió, que el rey dexó de proseguir su crueldad, an-
con varonil ánimo guardó su honra. No tes con gran ravia la mirava, teniendo los
pudiendo su mal desseo ser cumplido, ojos lidibinos enclavados en ella. Vién-
con gran ravia que el encolerizado rey dolo la atormentada señora, codiciosa de
tenía, le cortó gran parte de la falda del la muerte, con voz furiosa le dixo:
vestido, y asiéndola fuertemente de los «-¿Qué piensas traidor el mayor de los
cabellos, la maltraxo tanto, que con la traidores? ¿Qué contemplas carnicero,
sangre, que de la cabeca le salía, matiza- desapiadado tigre, luxurioso puerco,
va la verde yerva. Con esto creyó, que deshonrador de la real corona? Acaba ya
algún tanto la assossegaría. Viéndose tan de atormentarme, que ya no es tiempo
mal tratar, mientras más lo procurava. de te arrepentir. Dame la muerte, em-
mayor furia le mostrava. Visto por el trai- biándome a par del seno de Diana.
dor, que no le aprovechava, va perdien- «Viendo el desapiadado rey la perse-
do la fe de cavallería, y el respeto que a verada que tenía en la defensa de su
quien era devía tener, blasfemando con- honra, con ánimo cruel, toma una toba-
tra el cielo, rasgándole a pedacos sus ro- lla que la infanta al cuerpo ceñida tenía,
pas, la desnudó, y con las riendas del pa- y con brutal ira se la echa al cuello, apre-
lafrén crueles acotes le dava en sus tándola hasta que del cuerpo se despidió
delicadas espaldas, matizándolas con el ánima.!...]
azules señales, y todo le aprovechava «La reina {la hermanad se quedó hazien-
poco. Viendo la perseverancia que la in- do grandes lamentaciones [...]. Toma en
fanta mostrava, añadiendo crueldad a su mano una daga, que del rey era, y en
crueldad, sus blancas y bien compuestas los bracos su pequeñito hijo le iva di-
piernas, con sus rollizos bracos con unos- ziendo:
cordeles agarroteó, y la ató a un árbol
»-No haré yo tanto mal al mundo, que
muy fuertemente, diziendo:
dexe hijo de tan mal padre en él.
196 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
por
Axayácatl Campos García Rojas
TESTIMONIOS
TEXTOS
ellas, con propósito de hazer en ellas co- El escudo le llevava el duque de Bra-
sas por do fuesse tenido. Vino el rey de va, y el yelmo otro cavallero amigo. En
Carthago valentíssimo joven, llamado llegando al puesto, comencaron muchos
Pontenio, de casta de gigantes. El prínci- cavalleros assí naturales como forasteros,
pe Riendarte de Frigia, en viendo la her- codiciosos de hora, a salir a la justa, (li-
mosura de la infanta se afficionó a ella, bro 1, cap. viii, ff. 28r-v).
y lo dissimuló hasta dar muestras de su
persona. Eran los que avían de sustentar
la sortija, el valiente duque de Soma, y el 2. Vida pastoril
de Pera, los cuales tenían muchos y esti-
mados precios para las justas, que el rey
les avía dado. Comencáronse otro día de
San Juan cinco de mayo, y duravan has-
M u c h o c o n t e n t o dio al gentil da-
ciano [don Heleno] estar en aquella
celebrada tierra, y ver la populosa Roma
ta San Juan de junio [...]. Llegando el día tan loada por todo el mundo, y más por
célebre, no parecía sino que la llana Pa- el famoso príncipe que la governava, de
rís se hundiesse con el ruido que se ha- cuya virtud avía oído en Dacia, y lo
zía de los intrumentos y reforjados tiros mismo de toda la gente. [...] dando la
de pólvora. Hizo aquel día el rey van- buelta a Roma, llegando al anochecer a
quete a los principales de la corte [...]. una deleitosa alameda, donde por ser
En acabando, se fueron los mantenedo- verano, quiso passar aquella noche. Assí
res a armar, y salieron conforme sus es- apeándose de su cavallo, se entró para
tados, ambos de armas verdes sembra- descansar más adentro, teniendo la ro-
das flores de lises por ellas con mucha dela por cabecera. Pero a cosa de las
pedrería por ellas, y las cubiertas de los onze de la noche le despertaron las vo-
cavallos de lo mismo. Entraron con cada zes de dos pastores que cerca del ha-
cincuenta pages todos de terciopelo ver- blavan, [...] con la luz de la luna vio dos
de golpeado sobre tela de oro que les pastores sentados debaxo de un encum-
parecía muy bien. Sólo se differenciavan brado pino hablando, y por oír lo que el
en los escudos: porque el de Soma como uno al otro dezían [...] llegó tan cerca,
vivía regalado, llevava dibuxada a su que pudo oír lo que el uno al otro de-
dama con una corona en la cabeca de zía, porque el que parecía algo más
fragrantés lirios, con esta letra por orla. mancebo con algunas muestras de eno-
jo dixo:
Por la belleza se debe -No ay que dudar Lisio, ni poner en
esta corona a mi dama, disputa la bizarría de mi pastora, que
y por quererla, la fama. sólo con su hermosura cobró la natura-
leza el nombre de famosa, por aver acer-
Passó con gentil donaire, haziendo su tado a poner en un subjeto lo más her-
comedimiento a las damas, llevándole el moso y acabado que reconoce el sol, y
escudo un cavallero francés gran su amigo, afirmar Poncenio, que su pastora es la
y la lanca el gran condestable de Francia. que merece tener por pastor a Apolo, es
El animoso duque de Pera llevava en el es- negar lo que a él se le deve, y lo que re-
cudo un coracón atravesado, con esta letra. conoce a mi pastora, pues si gusta de sa-
lir, es sólo por mirarla, pero no para
Señal da mi cornijón alumbrar, que él sabe que bastarían los
de mi dama la crueza, ojos de mi pastora, y amarla yo, hiziéra-
j también de mi firmeza. la agravio, sino estuviera en su suerte
202 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
qLie avía de ser querida, y que llegando dado. Y pues aquí no ay más qué hazer,
a esto, nadie con más razón merece y a mí me conviene pertirme, a Dios
amar y padecer que yo, y esto lo defen- quedéis encomendados, y llegue vuestra
deré a los adorados por dioses en la gran amistad tan adelante, que se pueda po-
Tinacria. Y para que entiendas las veras ner por exemplo, pues no poco le avéis
con que quiero, óyeme, y entenderás dado de amantes.
que es igual la pena que yo padezco y la -No os espanten, valeroso príncipe,
rigurosidad de mi llama, a la crueldad dixo Poncenio, estas amorosas señales,
con que soy tratado de Leandra. porque yo entiendo que a donde las ay
Y assí sacando su concertado rabel, mayores y con más veras, es entre los
comencé con tanta dulcura, que al señor rústicos pastores, porque en ellos con
de Dacia le pareció ser un trasumpto del más efficacia muestra amor su braco, y
cielo, según la gracia con que dio prin- da a entender lo que puede, sacándolos
cipio a esta letra. en llegando el toque de amoroso cuida-
do, del baxo trato, encumbrándolos a
Si ha de ser para agraviarte tratar las ansias de amor en más azicala-
el publicar mi querer, do estilo, que en los sumptuosos pala-
yo gusto de padecer cios, donde sólo obra la vista, pero acá
antes que hablando enojarte. el vivo celo, que es el que más adelgaza
Muy bien sé que la ra^ón el alma, hallando tanta ocasión con la
ha^e sabrosa la pena soledad que el hábito pastoril professa:
escriviendo en el arena y como sea ocasión para rebolver el li-
los grados de la passión. bro de la memoria, y en este mar siem-
Mas si ha de ser agraviarte pre se descubren cosas nuevas, por mer-
con publicar mi querer ca ha de aver quién las trate como a
yo callo, y con padecer tales, applicándolas el modo más nuevo
podré señora adorarte. y más conveniente, para aliviar el alma
Bien quisiera el pensamiento
recelosa de su bien, procurando grange-
dar parte de su firmeza
ar un seguro puerto, a do amaine des-
fixándola en la corteja,
cansado y seguro de más borrasca, (libro
o decirla al fresco viento.
1, cap. xiv, ff. 63v-63v).
Pero es muy claro agraviarte
publicar este querer
sólo quiero padecer, 3. Doncella guerrera: Sarmacia
y con callar adorarte.
d e l a n t e s e hizo el troyano [Oriste-
-Porque entiendas hermano Ponce-
nío, -dixo el enamorado pastor los dexos
A des], diziendo:
-Yo soy señor cavallero el que ayer
de su dulce canto-, las veras que me procuré el negocio de aquellos príncipes
dexa publicar la razón, y cómo está age- saliesse conforme a su desseo.
no d'ella, quien no gusta de conceder a Alegre lo estava mirando el cavallero
mi pastora, lo que el cielo la concede, de lo negro, viéndole su buen rostro,
(libro 1, cap. xiv, ff. 62r-62v) que nunca se le avía visto en palacio la
belicosa Sarmacia, que era aquella, que
-Estimo en lo que es razón, discreto tomando aquellas armas, algo aficionada
pastor lo que me avéis dicho, que no ha al troyano, le estava esperando para tor-
sido pequeño contento el que me avéis narse otra vez a provar, y pagar en la
ESPEJO DE P R Í N C I P E S Y CABALLEROS ( l I I - [ l V ] ) 203
misma moneda, lo que él avía hecho con cesa, Roselio, y la infanta Arbolinda, Arti-
ella en Liro. Assí le dixo: mio. Donde los dexaremos, por tornar al
-¿Pues cómo haziendo negocio age- cubierto bosque del sabio Salagio, que
no, no se vio en vos procurar el darle fin criava los cinco hermosos príncipes, (li-
con vencimiento, y no con sólo sustentar bro 1, cap. xvii, f. 74v).
la batalla, siendo para los príncipes que
os avían encargado su honra, muy mayor Tomaron tierra, que no les pareció
venciendo? averia en el mundo más hermosa. [...] Assí
-Esso ya es pedir más de lo justo, res- caminaron por entre aquellas alamendas,
pondió el troyano, aunque si supistes que muchas y deleitosas se veían, llevan-
que con quien me combatía era muger, do el escudo de Lisarte Roselio [Rosetíaí, y
no avía necessidad de preguntarlo, pues el de Florisarte Arbolinda, que se le hazía
está claro, que los cavalleros que se pre- fácil, por llevar consigo el alma de su due-
cian del nombre, gustan más de servir a ño [...]. D'esta suerte caminavan aquellos
las damas, que no offenderlas. (libro 1, que eran la flor de la cavallería. Quedá-
cap. xii, ff. 59v-60r). ronse algo atrás las dos señoras, diziendo
la bella romana [Rose/ia]-.
-¡Ay, infanta de Escocia [ArbolindaW ¡Y
4. Encantamiento-disfraz: pa- qué penoso officio hemos tomado, que
jes-doncella yo os prometo que no puedo resollar del
trabajo que me da este escudo! ¡Maldito
sea cavallero que assí me haze andar!
N o c o n v i e n e por agora, respon-
dió el viejo [Sabio Nabato], y sin
hablarles se tornó, entrando en el apo-
Cierto que he estado en puntas de de-
xarle caer, por ver la poca consideración
sento de la princesa, a la cual halló en su de mi amo, que teniendo él tal corpazo
continuo llanto, y diziéndola que le con- me le va a dar a mí, que aun llevar las
venía venirse con él ella, y Arbolinda, ha- riendas no puedo.
ziendo ciertos conjuros las sacó de la -Hermosa princesa, -respondió la gra-
mano, llevándolas a su morada, a donde ciosa Arbolinda-, en atrepellando con
las dio ciertas hiervas para que ninguno nuestra fama y honor salimos salimos de
las conociesse, sin su voluntad. Y ayu- los regalos, y pues no es tiempo d'ellos,
dándolas para perder el temor femenil, no ay sino hazer las manos al trabajo,
las vistió de pajes, con muy buenos ade- que no soy yo más de dura complesión
rezos, y los embió la vía que el príncipe que Roselia, y arrimadlo al argón, que
de Dacia avía llevado. Muy contentas las más vale que muera el cavallo, que no
dos señoras, si quiera por ver a su queri- que os canséis vos, que para más d'esta
do galán, agradeciendo mucho al sabio vez será menester vuestro esfuerco. (li-
lo que por ellas hazía, no se les acordan- bro 1, cap. xxviii, ff. 95r-95y).
do de más, sino de procurar servir al da-
ciano, y por aquella vía saber si amava
en otra parte, y desengañándose d'ello, 5. Claramante en el laberinto
tornarse y procurar la venganca, como de Creta
enemigos, de la burla que les avía hecho
en irse sin hablarlas, aviértdole recebido
con tanta generosidad por su cavallero.
En esto, y en caminar se entretenían los
U e v a v a [Claramante] [...] el hacha aze-
rada delante, y con airosos passos
entró por aquel reboltoso edificio, donde
dos bellos escuderos, llamándose la prin-
comencó a dar tantas bueltas que ya no
204 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
sabía de sí. [...] Cansado llegó a ver al- xándola al beneficio de los vientos entre
guna luz, que por unas altas vidrieras en- los fieros animales [...].
trava. Holgóse d'ello, y assí pudo atinar a Vio salir al temeroso minotauro, tan
salir a un ancho y riquíssimo patio lleno grande y disforme que el príncipe quedó
de historias tan naturalmente puestas, y admirado. El rostro tenía de hombre,
con tanto artificio debuxadas, que no aunque muy grande. Los ojos más re-
poco gusto recibió viéndolas. Por ellas lumbrantes que estrellas. Encima de la
entendió el bestial acesso que Pasíphe anchíssima frente tenía dos cuernos es-
tuvo con el toro. Parecióle tan mal, que pantosos. No avía diamante tan fuerte
tornó a otra parte los ojos, offendiéndo- como sus puntas. El cuello corto yancho.
le, no lo pintado, sino lo que representa- Tenía tan gran pecho, que sólo en verlo
va. Vio al gentil Teseo armado de las ar- mostrava la fortaleza que tenía. El color
mas que él le ganara, entrar en el era algo pardo. Andava tan bien en los
labirinto, con el hilo atado al braco, y a pies traseros, como poniéndolos todos
la puerta a las dos hermosas hermanas, cuatro. Tenía en lugar de dedos agudís-
que con gran recelo le esperavan. Era la simas uñas, con las cuales no avía arnés
causa que amavan, y a donde anda esta que no abriesse. Era de proporción de
passión, nadie vive assegurado, aun del un mediano toro, aunque tan robusto,
bien que goza teme. Mas adelante vio el que causava espanto mirarle, (libro 3,
ruin pago que dio a la bella Ariadna, de- cap. xix, ff. 43v-44v).
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIO
TEXTOS
a aplaudir a aquélla, alentar a ésta con libertando su galera de las dos que la te-
crecidos favores para levantar la pluma, nían oprimida con tantos caballeros y ji-
facilitando con ellos la empressa difícil gantes que los acometieron, viniendo la
por las colores que necessita su pintura buelta de Grecia y como no uviessen sa-
y no ser la mi rudeca aun para sacar en bido quiénes fuesen los que los avían
mal bosquejo tan éntranos acontecimien- ayudado, venían tan desseosos de saver-
tos, amorosos trances, valerosas hacañas lo, como reconocidos de su valor que-
y sucessos tan memorables como en la dándolo mucho más con lo bien recivi-
cuarta parte ofrece su dueño; mas consi- dos que fueron de los griegos príncipes
derando que mi intento es sólo serviros por lo mucho que los querían y por la
y que os daréis por pagadas de mis de- vista de la bellísima hija después queda-
seos en la quinta que os ofrezco, anima- ron muy pagados); y sabiendo Andronio
do mi atrevimiento de nuestro favor le y su espossa a los que devían la libertad
doy principio en la forma siguiente: y las vidas manifestaron rendidos agra-
Dejó el gran sabio Lirgandeo en el úl- decimientos y estimaciones aunque el no
timo capítulo de su historia a los dos ra- ver en Constantinopla al amado hijo ni
ros en valor y fortaleca, el gran scithiano que uviesse nuebas d'ellos entristeció su-
Braborante y el famoso africano Brufal- mamente; pero la compañía y cariño de
doro dando en el aire la buelta con sus todos los minoró la pena. Poco después
furiosos caballos, las espadas en alto con llegaron el espejo de amistad Acridoro
tan fiero denuedo que esaxera el sabio con su esposa Oriselva, y hermosa Sacri-
que al verlos se encoxieron de temor los dea con quien también hicieron grandes
más animosos griegos, guzgando sería su estremos y particularmente Rossicler,
batalla la mayor que avía visto el mundo que no ay cómo ponderar lo que vería al
y la más favorescida de jueces, pues lo de Antioquía; no faltaron Lisarte y su es-
eran de ella dos damas estremos de her- possa, ni Bransiniano y Laissa, que vi-
mosura y valor: la reina Arquisilora de nieron de Babilonia, y así mesmo Corne-
Lira por la parte de Brufaldoro, y Flora- lio con su amada Celidora, Polidolfo de
lissa, hija del príncipe Meridian por la de Croacia y su esposa, con todos los de-
Braborante, que la adoraba por diossa más reyes y príncipes amigos que esta
aunque la vía imposibilitada de corres- historia ha hecho mención que, como no
ponderle. (ff. lr-lv). uviesse ninguno que no debiese obliga-
ciones y beneficios a los griegos y uvie-
ssen sabido la coronación del grande Al-
febo y las grandiossas fiestas que se
2. Anuncio de u n a continuación proveían, todos quissieron hallarse a ce-
del ciclo: final del libro primero lebrar uno y otro y manifestar sus afec-
tuossos deseos. El galán Claramante con
E n e s t e t i e m p o avían empecado a
entrar los amigos que se espera-
ban, y el primero fue el Tártaro Andro-
que los tuvo grandes de passar en Gre-
cia, no atreviéndosse a dexar sola a su
querida espossa ni los poderossos reinos
nio con su querida Grisalinda y la bellís- que governaba ni su assitencia, imbió
sima Andronissia su hija, que la tuvieron seis reyes con majestuosso aparato que
después de Daristeo y con tantos estre- visitassen a los emperadores sus herma-
ñios de hermossura que igualaba a las nos y a todos los príncipes, que fue
más aventajadas de las damas griegas grandemente estimado y losembaxado-
(era el comedido Andronio a quien li- res muy bien recividos, deteniéndolos el
braron en la mar Claridiano y Arvissilora
206 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
fiereca ivan rompiendo las ondas, no fal- aplaudiendo la gala y vicarría del mance-
tando entre la diversidad de los que las bo, que venía armado de armas encarna-
ocupaban las grandes ballenas y los fu- das sembradas de flores y lacos de ar-
riosos tiburones, como también hermo- dientes rubíes, (ff. 12v-13v).
sas sirenas que con instrumentos en las
manos ivan haciendo una apacible músi-
ca, rodeando una maravillosa nave que 5- C o m p o s i c i o n e s p o é t i c a s d e n -
en medio del mar se vía tan hermossa- tro de la narración caballeresca
mente fabricada y dispuesta que no avía
más que desear; era toda dorada con mil
vistosos lacos encarnados; los vistosos
mástiles, así mismo dorados, las cuerdas
U ntes de entrar en el Rosque de las ma-
ravillas de Amor, Floralissa e Hipólita
se encuentran con una grandiosa figura en medio del
de cordones de oro y las velas de riquísi- prado, cuyo] "vestido era de color leonada
mas telas blancas, las flámulas vanderolas muy escura sin labor alguna; de la otra
y gallardetes de otras de diferentes colo- mano le pendía una tarjeta toda de oro
res; sobre el espolón de la proa se vía un entallados en ella unos versos que Flora-
león de maravillosa echura, antiguo bla- lissa leyó, oyéndolos la dessesperada Hi-
són de España; la popa, que era hermo- pólita, que decían d'esta manera:
sísima a la vista y ajedrezada de ricas pie-
dras, se vía rodeada de curiosos Principio de passiones amorossas,
corredores y dentro se oía tan dulce mú- de tortnentos, incendios y cuidados,
sica que deleitaba a todos los presentes; de alegres vidas, muertes lastimosas,
en lo alto de ella trahía una hermosa fi- felices dichas, lances desdichados;
gura de la boladora Fama, tocando su so- puerta para las lides peligrossas
nora trompa. Toda esta maravilla parecía de amor en corazones lastimados,
que a velas tendidas viniese rompiendo soy entre esperanzas y recelos
las finjidas ondas, hasta que llegando cer- viva imajinación de tus desvelos.
ca de los miradores, tocando con la proa
Primera entrada soy de aquel que entrega
en la orilla, al ruido de militares trompe-
el alma por despojos a lo que ama
tas y apacible salva fue echada sin ver
y en procelossos piélagos anega
por quien una puente que hasta la tela
la libertad que el dios alado inflama.
tomaba adornada de ricas telas. De la
O tú, a quien su poder dessasosiega
popa salió el valeroso Corselio, passando
y la estrañeza d'este bosque llama,
por entre jarcias y mástiles hasta la puen-
elije senda que te guíe y lleve
te por donde baxó corriendo tan ligero
donde Amor las potencias rije y mueve.
que pareció sueño. Seguíanle cien pajes
de encarnado y oro, y cada uno con dos (ff. 3l4v-315r)
doradas lancas que campeaban hermo-
ssamente, mas todo lo ponían en olvido
por mirar al español, que más furiosso 6. Aventura del Bosque de las
que el viento pasó la carrera hasta los mi- Maravillas de Amor: la alegoría amo-
radores donde hico su comedimiento rosa
quedando los emperadores, príncipes y
damas tan admirados como gustossos de
la maravillosa invención,,celebrándola en Y e n la e n t r a d a de cada una fue la
princessa viendo grandes cossas,
porque en la primera donde llegaron, de-
altas voces la gente de la placa por la
más extraña que jamás se avía visto y baxo de un vistosso arco que hacía la en-
trada todo de labores verdes y oro sobre
208 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
un glovo del mismo jénero que esta ba- la vida y que el alma quería arrancárse-
laustrada, en otra mediana colunna como le; tenía levantados los ojos al cielo y la
la de la Imajinación se vía una hermossí- boca abierta como que estuviesse dando
sima dama de tan rissueño y alegre sem- penossos suspiros. En la tarjeta que a sus
blante que parecía combidar a todos a pies tenía se vía pintada su misma figura
que Uegassen a admirarse de su gracia y entre tres exércitos, dos de caballeros y
veldad. Estaba toda vestida de un rasso uno de damas, con los semblantes del
de color verde muy hermossa; a los pies mismo jénero, y los capitanes que pare-
tenía una gran tarjeta en que estaba re- cía governarlos tenían letreros para dar-
tratada la misma figura que parecía lle- se a conocer nombrándolos por Dolor,
varse tras sí muchos caballeros y damas y Tormento y Pena:
ir como en triunfo, y por orla esta letra:
Si en pena el amor convierte
Si en el mar de amor bonanga el logro de tu afición,
esperas, amante firme, el tormento en galardón,
aspira a que lo confirme que soy la Congoxa advierte,
por su senda la Esperanza. camino de tu passión.
-De pocos será elexida esta senda, las principales que ay en este lado, pero,
aunque apetecida de muchos, -dijo la porque no os quede esta pena, las que
dama-, porque los heridos de Amor raras restan son la de la Dissimulación, del
veces consiguen el contento cumplido, Cuidado, del Sufrimiento, del Engaño, de
pues, si da alguno, es con la pensión de la Aspereca, de la Ausencia, la del Abo-
muchos lo cobras; pero al fin dichosos rrecimiento.
en los que estuviere constante. -Y aquella que está tan apartada de
-Bien podéis entrar en el número de todas -dixo Florilessa-, ¿de quién es y
ellos, -respondió el Deseo-, pues si por qué occasión la han dividido de las
amáis y poseehéis, sois igualmente co- demás?
rrespondida sin temor de mudanca. -No se pratican en esta morada, -res-
Llegaban en esto a otra entrada don- pondió el Deseo-, el atributo de que se
de se vía una triangular coluna que pa- precia y assí le han apartado de toda
recía toda de oro, sin glovo para dar a passión amorosa, porque es la Libertad.
entender su estavilidad, una hermossa -No quiero dejar de verla, -dixo la
dama con el rostro algo triste; el vestido dama-, antes de entrar por la senda que
era de color dorado y el arco de la mis- me toca, y assí deseo no escusséis de
ma manera. En la tarjeta estaba su ima-
acompañarme.
gen retratada con cual y cual dama y ca-
-No puedo negarme a ser obediente,
ballero que la assistía, vestidos de su
color: -respondió él-, y así vamos norabuena.
Y diciendo esto, descurrieron por las
referidas entradas reciviendo Floralissa
Si por ingrata aspereza,
grandes admiraciones, hasta que llegan-
rigor ni cruel th~anía
do a la remota de la Libertad la vio de-
de amar tu fee te desvía,
baxo de un arco de cristal y encima de
sigúeme, que soy Firmeza
una colunna y glovo de lo mismo, en fi-
y el premio darte podría.
gura de una hermossa dama el rostro
muy severo y los ojos baxos; el vestido
-Bien da a entender esta dama, -dixo
era todo blanco como también el campo
Floralissa-, los pocos que la tienen en la
de la tarjeta, donde se vían algunos ca-
soledad que muestra.
balleros y damas, el semblante del jéne-
-No ay que espantar, -respondió el
ro que le tenía la que los gobernaba; es-
Deseo-, si se considera que en el mundo
taban divididos unos de otros y sin hacer
no ay ya amor sino vana afición, y fal-
casso ni aun de mirarse:
tándole d'esta la correspondencia y la
posessión, no reina la firmeca. Y assí
será poco seguida su senda. Quien con libertad ufano,
Ya llegaban a otra que, por ser la de fiado en su confianza
la Seguridad, dixo el Deseo avía de en- a entrar aquí se abalanza,
trar por ella. passe que se esfuerza en vano
-Pues como siendo quien eres, -dixo que Amor tomará venganza.
la de Lacedonia-, quieres ataxar el ver to-
das las entradas que eran por esta parte. -Bien me prometo, -dijo la dama ale-
-Por llevarme el ansia de mayores gre de mirarla-, que de quien por aquí
maravillas, -respondió él-, y no detener- entrare blassonando de libre, tomará
nos en las que tienen menos que ver y venganca el cruel Amor con que saldrá
que admirar, y mas aviendo passado por sujeto a nuevos acidentes y alteraciones.
210 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
36 FEBO EL TROYANO
de Esteban de Corbera
(1576)
por
José Julio Martín Romero
TESTIMONIOS
TEXTOS
tenía y ponerle con un nuevo arrepenti- caso d'él, como si nada echo uviera se
miento de lo hecho, y con grande deseo metió por la cueva adelante. Mas a esta
de ir a ver a su señora Florindia. (cap. 30, hora el ruido se comencó tan grande, el
ff- 54v-6lr). estruendo tan espantoso que parecía el
mundo hundirse; la cueva toda tembla-
va, y a nuestro joven aparescían abomi-
2. Una aventura del Donzel del nables y ferocíssimas visiones: unas en
Febo figuras de animales, otras de vestiglos y
otras maneras de cosas infernales echan-
n frente d e sí vio una boca de cue- do llamas de fuego por la boca.. Y la
va muy orrible y escura, encima de cueva estava tan oscura que no avía más
•a cual en la mesma peña estavan unas claridad de la que las llamas de sí davan;
grandes letras gravadas, de lo cual no y las visiones, con espantables y roncas
poco espantado, acercándose a la cueva bozes, unas aullavan y otras davan gran-
leyó las letras que en su lenguaje estavan des gritos y bramidos, otras temerosos
escritas, que ansí dezían: baladros; a todo lo cual estava aquel
ilustre príncipe en pie con su fuerte bas-
El mayor secreto de los secretos estará secreto tón en la mano sin que la su rubicunda
"asta que venga aquel que, venciendo las defendidas color del rostro se le mudasse, [...] y de-
J secretas guardas, le pueda ser el secreto manifiesto, lante el Donzel del Febo se le paró un
donde muriendo comentará de bivir y biviendo em- feroz y espantable león, tan grande
pegará de morir, que ansí lo quiso la sabia infanta, como un mediano cavallo y tan fiero y
hija del infelice rey troyano, para mayor gloria de su orrible que cualquier fuerte cavallero
successory perpetua memoria de la sacrificada her- bastara a poner temor; [...] {el Doncel del
mana por el cruel lobo griego. [...] Febo] le dio otro golpe sobre la cabeca de
manera que, esparzidos los sesos del
león por la cueva, el bastón fue quebra-
Y no fue bien diez passos dentro
do en muchos pedacos, y el león dando
cuando delante se le paró un disforme y
un doloroso y espantable bramido cayó
espantable salvaje cuya grandeza era
en tierra estendiéndose con la rabia de la
mayor que de ningún jayán; era todo cu-
muerte; [...] havía dos fieros y temerosos
bierto de mucho y muy espesso vello tan
gigantes, todos de fuertes hojas de azero
crespo y negro que era para poner temor
armados salvo las cabecas, en las cuales
en el más fuerte de los fuertes; traía un
ningunas armas tenían de más de unos
nudoso bastón tan grande y pesado que
caxcos de serpientes como por celadas;
tres hombres no lo movieran del suelo.
sus rostros se vían ser tan fieros que más
No se espanta por le ver tan fiero el ilus-
infernales diablos que humanas perso-
tre joven antes con un animoso denuedo
s nas parecían; la color de sus rostros era
m mudar su intención que era passar
muy morena; las bocas tenían muy gran-
adelante se fue para el salvaje. [...] Dan-
des como leones, de más que a cada uno
do al salvaje un tal golpe con el su bas-
d'ellos d'ella le salían dos fieros y retor-
tón, que del todo desatinado andava por
cidos colmillos de más de medio palmo
caer, dando muy fieros bramidos; y acu-
de grandeza, los CLiales todo el baxero
diéndole con otro golpe que los caxcos
labio le tomavan; las narizes tenían muy
de la cabeca le hundió, <y> el salvaje
anchas a manera de bueyes; los ojos pa-
con un temeroso y horrendo bramido
y rescían encendidas hachas; y en las fren-
ino al suelo muerto. [...] Y el Donzel del
tes tenía cada uno dos cuernos de un
Febo viéndolo muerto, no haziendo más
FEBO EL TEOYANO 213
palmo en largo que más en orrible feal- por ellas de bulto maravillosamente re-
dad acrecentavan; en las manos tenían tratadas las hazañas de Teseo, siendo los
sendos grandes y limpios cuchillos [...]. bultos de las figuras de fino oro. [...] Y el
Mas no teniendo temor ninguno por Donzel del Febo en lo ver estava tan ad-
esso al peligro que ante los ojos tenía, mirado que en otro más de lo mirar no
viendo como para aquella gente eran es- era por entonces su cuidado.
cusadas razones y afirmando bien los Estando pues ansí, un fiero y espan-
pies en el suelo, levantó el braco y con table centauro, tomándolo por las espal-
una merca más que de cavallero le arro- das entre sus bracos, con él se fue a me-
jó el grande y azerado venablo; y acer- ter por una puerta que en la cuadra avía,
tándole en la grande y fiera haz con la que como el Donzel del Febo se viesse
pared le enclavó la cabeca, quedando la en tal peligro, no le cegando punto el te-
hasta temblando y el yerro metido por la mor, con su cuchillo dio al jayán centau-
pared; lo cual por él echo, con indoma- ro tan penetrantes heridas y estocadas
do esfuerco, sacando el cuchillo de mon- que soltándole cayó de la una parte
te que al lado traía, estuvo aguardando muerto. Y el Donzel del Febo se halló en
al otro jayán, pensando que en ver a su un espacioso y florido campo, en el cual
compañero de aquella suerte para el se todos los géneros y diversidad de árbo-
vernía; mas viendo cómo no moviéndo- les y yervas en que alguna olor y virtud
se de allí hazía por la muerte de su com- ay encubierta no faltavan; las frutas todas
pañero muy disformes gestos se fue con las que son en el mundo estavan en los
aventajado esfuerco para él y como muy árboles sin jamás corronperse ni caerse
cerca d'él Uegasse hizo muestra de lo he- d'ellos, en los cuales estavan aposenta-
rir, que siendo visto por el gigante des- das aves de diversa y estraña hechura y
cargó el cuchillo pensando con el primer colores, las cuales algunas vezes rebo-
golpe fenesciendo la batalla vengar a su lando por el sotil y templado aire que allí
compañero. Mas el Donzel del Febo, que corría hazían con sus harpadas lenguas
aquella no era su intención, con un lige- tan dulces cantos y sabrosa armonía que
ro salto se apartó más de tres passos del ninguna mundana música parecía que
jayán, y el cuchillo dio en el suelo don- allí faltasse; los animales, assí silvestres
de fue quebrado haziendo tan grande como los que en los pueblos se crían
ruido que pareció todo aquello hundirse. bravos y mansos, andavan todos tan do-
Y no avía bien el gigante descargado el mésticos que de cualquiera dexavan to-
cuchillo cuando aquel ilustre joven con marse; [...] en medio del campo vio una
otro ligero salto juntó con él y diole con casa fabricada que, según su hermosura,
su cuchillo un terrible golpe de revés en por la divina mano pensó ser hecha, no
el rostro que de la cabeca le hizo dos pensando que natural artífice tal obra
partes, cayendo la una parte, que era de pudiesse hazer, porque su assiento, se-
las narizes arriba, al suelo a una parte y gún dizen Claridoro y Rinaqueo, era
todo el cuerpo a otra, haziendo no me- éste: estava fundada sobre veinte y cua-
nor ruido que si un edificio cayera. Y el tro pilares de blanco y liso mármol que
soberano donzel, viendo quitado delan- salían cuanto un estado de la tierra, en-
te de sí aquel estorvo, no fue perezoso cima de las cuales veinte y cuatro leones
en entrar dentro en la cuadra, quedando de oro parecían sostenerla, por cuyas
tan admirado de ver su riqueza cuanto se bocas veinte y cuatro caños de agua que
puede dezir, porque eran las paredes todo el campo regavan salían, con tan
d'ella de un blanco y reluziente cristal, y sonoroso son y dulce armonía que ma-
214 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
ravillosa cosa era de oír; las paredes eran cuerpo humano tanta pudiesse caber. Es-
todas hechas de preciosas piedras llenas tava cruelmente degollada, teniendo la
de muchos diamantes, cafires, carbun- llaga tan reziente como si entonces se
clos, rubíes y otras muchas de diversas acabara de hazer, y encima de sus cabe-
maneras, con tanto resplandor que heri- llos (los cuales por ser tan rubios como
das del claro sol los rayos que d'ellas sa- <que> el reluziente oro resplandecían y
lían quitavan la vista a los ojos humanos; reluzían) tenía puesta una guirnalda de
[...] y el Donzel del Febo se halló en una finíssimo oro con inestimables piedras
cuadra redonda en medio de la cual vio en ella engastadas haziendo muy estraña
un sepulcro, el más estraño y rico que se labor. Por el sepulcro estava metida una
podía imaginar. Estava rodeado de doze espada que por medio de los pechos de
pilares de cristal con gran arte hechos, aquella hermo[sí]ssima donzella estava
los cuales tenían una capilla toda de un hincada, y solamente encima del sepul-
ardiente y fino rubí; encima de cada pi- cro la empuñadura y guarniciones se pa-
lar estava un ángel de oro esmaltado con recían, siendo tan ricas que no recebían
ricos y sutiles esmaltes con una acha en- comparación ni ay humana lengua que
cendida, la cual aunque siempre ardía su riqueza y estrañeza pueda dezir ni
nunca se gastava. En medio de la capilla contar: eran todas de un fino inestimable
estava el bulto del sepulcro, que era de diamante, salvo el pomo que de un relu-
cristal tan claro que muy bien se podía ziente carbunclo era, que de sí, ansí él
ver lo que dentro d'él avía, que era un como el diamante, infinitos rayos de res-
bulto o cuerpo de donzella. En torno de plandor hechavan, los cuales reverberan-
la cuadra estavan muchas figuras de do en las paredes de la cuadra, que
donzellas tan ricamente labradas y los como oístes de fino cristal eran, no me-
gestos con tanta perfición que propria- nos claridad de sí que el resplandezien-
mente ser bivas parescían; tenían en las te sol de sí davan.
manos instrumentos de diversas maneras
No se puede dezir cuan admirado el
con los cuales en entrando el Donzel del
Donzel del Febo de ver tantas y tan es-
Febo comencaron una tan dulce música
tañas cosas quedó, especialmente de la
que no parescían sino ángeles que para
hermosura de la donzella, que celestial
representar la celestial allí eran venidos,
y divinal serafín caído del cielo parescía;
porque la suavidad y melodía de la mú-
[...] vino a conocer ser aquella donzella
sica era tanta que el Donzel del Febo le
que allí sepultada estava la infanta Poli-
parescía ser en el paraíso; y las trompas
cena, hija del passado rey Príamo de
que algunas tañían juntamente con el
Troya, su antecessor, [...] y ansí estando
son hechavan tan odoríferas flores y ro-
en la mirar muy embevido, no sabiendo
sas que encima de la cabeca al Donzel
cómo, se le mudó la figura de Policena
del Febo le caían, que si nunca se aca-
en una tan divina y angélica faz que no
bara, aquella tuviera por la mayor gloria
cosa humana y nacida en la tierra pare-
que humanamente podía alcanzarse. Y
cía, mas que sobrepujando toda orden
con esto y con mayor desseo de ver lo
de naturaleza uviesse caído del cielo, re-
que en el sepulcro avía, se acercó a él; y
presentando en su vista parte de la glo-
ansí vio sepultada una donzella que en-
ria que a los que en él abitan les es con-
tonces parecía aver sido muerta, con tan
cedida; assí que, aunque en la figura
extremada y increíble hermosura que el
que de antes tenía fuesse dotada de toda
Donzel del Febo pensó fuesse alguna ce-
perfición en hermosura tanto cuanto hu-
lestial visión, porque no pensava que en
mano entendimiento lo podría imaginar.
FEBO EL TROYANO 215
con gran parte a la que hora en ella se la uvo sacado cuando el aire se hinchió
veía no igualava, [...] mas en esto sintió de una muy escura y espessa niebla,
muy grande ruido y estruendo, y como tanto que quitada la claridad ninguna
alcasse la cabeca por ver lo que era, con cosa podía verse, y por el medio d'ella
grande espanto suyo vio las donzellas comencaron tan espantosos bramidos y
que primero el dulce son con los acor- gritos. Y el estruendo fue tan grande, los
dados instrumentos hazían bueltas en baladros y las bozes tan temerosas, que
disformes y fieros gigantes, y los instru- no parescía sino que allí fuesse el abis-
mentos que antes tenían en las manos mo; y muchas roncas bozes se oían que
en muy tajantes y cortadoras hachas, dezían:
con las cuales haziendo el dicho ruido -Desecha es nuestra antigua morada,
para él querían mover. Y no poco d'ello quitado nos an el poderío que en ella te-
espantado, como sin armas se viesse por níamos.
aver perdido el cuchillo en la batalla con Y a la fin aviendo aquella tempestad
la sierpe, viendo ante sí la rica espada durado media hora, dando un grandíssi-
que por el sepulcro estava metida, en un mo estampido y espantable trueno, cessó
punto la tomó de la empuñadura y, ti- todo, hallándose el Donzel del Febo en
rando d'ella muy rezio, la sacó muy li- el florido campo donde dexara su cava-
geramente y con gran facilidad. Mas no lio, (ff. 66r-68v).
37. FELTX M A G N O
(1543)
por
Claudia Dematté
TESTIMONIOS
TEXTOS
BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1739. EDICIÓN: Libros I-II por Claudia Dematté, Alcalá de He-
nares, Centro de Estudios Cervantinos, 2001. ESTUDIO: Dematté (1998). GUÍA DE LECTURA: De-
matté (2000).
216 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
de Belandia un gigante, el mayor y más canpo azul y el sol pintado en él. Y le-
espantoso que nunca fue visto, que tan- vava un cavallo negro que tenía unas
bién venía a este torneo. [...] Llamávase pintas qLie a maravilla parecían bien. E
Gavalión de nombre, mas en todas las así entró en el gran campo a la ora que
partes donde era conocido todos le 11a- Candrián quería justar con el gigante. E a
mavan el Diablo Desemejado. [...] la sazón era allí junta mucha cavallería y
Mas agora vos contaremos de Félix mucha otra gente; por ver esta justa el
Magno que, como avéis oído, aportó cer- rey Sirián e la reina Segurianda estavan a
ca de aquella gran ciudad de Belandia una finiestra de una gran torre que cerca
con pensamiento de no salir en tierra del campo era y la princesa su hija esta-
por no detenerse en cosa alguna, porque va en otra y tenía puesta sobre sus her-
su propósito era de pasar en Grecia e mosos cabellos una guirnalda de piedras
provar sus tuercas contra aquellos infie- de muy gran valor. E su hermosura era
les enemigos de nuestra sancta fe que la tanta que todo el mundo se maravillava
mayor parte de aquel imperio se sabía y dezían todos que no podía ser que fue-
que tenían ganada. Mas, como viese que se aquella princesa hija de hombre terre-
no estava en la mar muy seguro porque nal, sino que Dios la avía embiado del
la tenpestad d'ella no era del todo aman- cielo al rey su padre y a la reina su ma-
sada, acordó de salir en tierra y cerca dre y dezían que, según ellos, eran de
donde salió vio una casa de orden de sanctos y ella de hermosa, que bien se
mugeres, que estava dos millas de la ciu- podía creer. [...]
dad, que se Uamava la Casa de los Ánge- Y tomando una lanca muy gruesa, to-
les. E como a ella llegó, luego supo del caron una tronpeta y al más correr de
gran torneo y como un gigante muy des- sus cavallos se encontraron tan fuerte-
emejado avía hecho tan grandes cosas mente que era maravilla de los mirar. El
en armas cuales nunca fueron vistas. [...] jayán encontró a Félix Magno en el es-
E luego le vino deseo de conbatirse con cudo y pasó la lanca a soslayo a las es-
el gigante e mandó traer sus armas a haldas, que todo lo que alcancó de las
aquella casa e aquella noche se confesó armas le llevó. Y hízole una herida en el
con un hombre bueno que ai era. El cual costado y quebró la lanca en muchas
le retó mucho quererse combatir con piecas. Félix Magno encontró al jayán en
aquel gigante, que le dezía de cierto que medio del escudo y, aunque muy fuerte
el día antes avía muerto cinco cavalleros era, fue de tanta fuerca el encuentro que
muy preciados. [...] la lanca le pasó y también el arnés. Y el
Como el hombre bueno vio que no jayán fue herido malame[n]te del hierro
podía apartar al cavallero de su propósi- de la lanca, la cual en muchas piecas fue
to, avía nuicha piedad d'él en velle de que[b]rada, y, topándose de los cavallos
tan poca edad y tan hermoso. Y otro día y de los cuerpos, fueron a tierra de tan
muy de mañana el hombre bueno dixo gran caída que todos pensaron que
misa, y Félix Magno tomó su bendición muertos fuesen. Félix Magno se levantó
e lo más secreto que pudo salió de aque- lo más presto que pudo y quitóse un tro-
lla casa y Danasil con él armado de to- co de lanca que tenía metido por el es-
das armas y Radior encima de un gran cudo y, sacando su espada, fue contra el
cavallo. Félix Magno iva armado de unas gigante que ya era levantado y tanbién
armas muy ricas que la infanta Belianisa tenía su espada en la mano. La cual era
le dio cuando d'ella se partió, sembradas tan grande que maravilla era. Félix Mag-
todas de estrellas de oro y el escudo avía no, con grande esfuerco, se llegó al ja-
FÉLIX MAGNO 217
yán y diole un golpe sobre el yelmo que, tó presto e dio al jayán otro golpe en el
aunque muy fuerte era, la espada entró braco derecho que le fizo una gran heri-
en él, mas no llegó a la cabeca. El jayán da y tras este le dio otro golpe sobre el
fue espantado de ver cómo aquel cava- yelmo de tan gran poder que la espada
Uero le avía así derribado y sentíase he- entró en la cabeca del jayán e tan mala-
rido y vínole tan gran saña que dio una mente le llagó que dio con él en tierra,
boz tan grande e tan ronca que todos que parecía aver caído una gran torre, e
fueron muy espantados. Y dio un gran Félix Magno fue contra él. Y quitándole
salto contra Félix Ma[g]no y quísole herir el yelmo, vio que era muerto. E metien-
sobre el yelmo. Félix Magno, que el gol- do su espada, dio muchas gracias a Dios
pe vio venir, puso presto su escudo y la por aquella merced que le avía fecho.
espada del jayán le cortó por medio y la Luego comencó a entrar la gente por el
una parte quedó en el braco de Félix campo a ver aquella maravilla. El rey
Magno y la otra cayó en tierra. Félix Srián estava que no sabía de sí de plazer.
Magno, que vio que no le convenía es- (ff. 12r-15r).
perar los desmesurados golpes del jayán
más que esperar a la mesma muerte
(porque si sobre el yelmo le acertara, 2. Félix Magno e n la Casa de los
como el gigante deseava, tanbién le hi- Ángeles
ziera dos partes a él como al escudo avía
hecho), dio un salto y, enbracando lo
mejor que pudo lo poco que del escudo
tenía, <y> fue contra el jayán. Y que-
P u e s b o l v i e n d o a Félix Magno, des-
pués que de Candrián se partió, él
fue lo más presto que pudo a la Casa de
riéndole herir, el jayán aleó su espada, los Ángeles e mandó llamar al honbre
mas Félix Magno le dio un golpe en la bueno que ya os diximos, el cual le reci-
una pierna que las armas le cortó y bió muy bien y le llevó a su aposento y
como la espada del jayán vio venir con- allí le hizo un lecho, el mejor que él
tra él, apartóse presto y luego tornó so- pudo, y Félix Magno se hecho en él e
bre el jayán con tanta lijereza que, antes dixo al honbre bueno que hiziese de ma-
que el jayán le pudiese herir, Félix Mag- nera que no fuese sabido que él estava
no le dio dos golpes sobre el yelmo, que allí e que le truxese quien le curase. [...]
el uno d'ellos le entró en la cabeca e le Y sabréis que en este tiempo vino
hizo una herida. El gigante estava tan aquella casa la reina Segurianda, que
malherido en los pechos de la lanca de otras muchas vezes lo solía hazer, por-
Félix Magno que el aliento le faltava y no que ella avía hecho aquella casa de or-
podía andar de una parte a otra y así es- den y holgava mucho en ella, y venía
tava quedo y dava tan grandes golpes con ella la princesa Leonorinda, su hija,
que a todos los que le miravan hazía ma- con otras muchas donzellas de alta gui-
ravillar. Y Félix Magno los recebía en su sa. Y fue así que un día, andando Félix
espada e en su medio escudo, el cual el Magno y Danasil paseando en un vergel
jayán le derribó a tierra de un golpe que que en el aposento del honbre bueno
le dio. Y Félix Magno tomó su espada era, que ya Félix Magno estava bueno,
con entrambas manos e dio al jayán so- Armandia, una donzella hija del Duque
bre el braco derecho un golpe que las de Fris, andando por la casa, vio una fi-
armas y parte de la carne le cortó. El.-ja- niestra de rexa muy pequeña. Y parán-
yán dexó su espada e quiso tomar con dose a ella, vio en el vergel a los dos ca-
sus bracos a Félix Magno, mas él se apar- valleros. Y Félix Magno le pareció el más
218 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
de bolver presto a velle e así fue donde cual sacó presto su espada, e la sierpe
su nao le estava esperando. E como en baxó la cabeca para tomar al cavallero
ella entró, luego alearon velas e partieron con la boca y el cavallero le dio con la
de aquella playa llevando la vía de Gre- espada tal golpe sobre la corona que en
cia, y sabréis que Félix Magno iva tan tris- la cabeca traía, que la corona e parte de
te que ningún otro consuelo Uevava sino la cabeca le hendió y la sierpe dio un
pensar de bolver presto a ver a aquella gran silvo. Y hechava tanto humo por las
princesa que con su vista tanto su cora-
narizes y fuego por los ojos que verda-
cón avía cativado. (ff. l4r-15r).
deramente parecía cosa criada en el in-
fierno, y con sus alas dio al cavallero tal
golpe, por cogelle en ellas, que el cava-
3. C ó m o e l C a v a l l e r o d e l a s Ar-
llero fue al suelo y la sierpe pasó sobre
mas Tristes conquistó la gran sierpe
que en el paso de la floresta de la Ol- él con la gran furia que llevava y el ca-
vidanca estava vallero se levantó muy presto y la sierpe
bolvió contra él, y él puso la espada de
j< 1 cavallero leyó las letras del pa- punta. Y baxando la sierpe la cabega, le
I j drón y pasó adelante y vio en fin
de aquella calcada una sierpe hechada
metió la espada por el cuello hasta que
se la pasó por la otra parte y tirando re-
en el suelo que parecía tan grande que zio de la espada, se apartó a una parte e
grande espanto era de la ver. El cavalle- la sierpe cayó en tierra como que era
ro dixo: muerta, y el cavallero fue muy maravilla-
-¡O, Dios todo poderoso, perdona a do de ver las dos grandes heridas que a
la mi alma, pues al cuerpo le es forcado la sierpe avía dado e mucho más se ma-
que muera entre los animales! ravillo cuando vio que ninguna sangre
Diziendo esto el cavallero, la gran de ella le salía y dexando la sierpe, pasó
sierpe se levantó y tendió una alas tan adelante donde vio unos grandes pala-
grandes que gran parte de la floresta to- cios. Y eran todos abiertos, que ninguna
ma van. El cavallero fue muy espantado puerta tenían ni paredes. Sino que avía
en ver una cosa tan desemejada de todas una gran cubierta de piedras de muchas
las del mundo y tan grande y, aunque en colores sobre muchos pilares y cada pi-
él no huvo ningún punto de pavor, bien
lar era de su manera y de su piedra y co-
le pareció que no podría aver en el mun-
lor. Y el suelo era todo de piedras muy
do cavallero, por esforcado que fuese,
que gran miedo no huviese [a] aquella menudas y tan reluzientes que la vista de
desemejada bestia. La cual comencó a los ojos quitavan. Y avía en medio de
sacudir sus grandes conchas, que hazía aquel palacio una gran fuente y todos
tan gran ruido que parecía que todos los los caños d'ella eran de fino oro e la pila
árboles de aquella floresta se meneavan. en que el agua caía era de pórfido, y por
El cavallo del cavallero fue tan espanta- de fuera y por los bordes tenía muchas
do que nunca su señor le pudo tener. Y piedras de muy gran valor y encima de
así le fue forcado dexalle y a pie con su la fuente estava una sierpe de oro con
lanca fue contra aquella gran sierpe y una corona de tantas piedras y perlas
encontróla en medio de los pechos, que que ningún emperador ni rey otra tal no
parecía que aví[a] topado en una peña, y podía tener y tenía con las uñas una ta-
la lanca fue hecha muchas piecas. Y la bla con unas letras que dezían:
sierpe dio un salto contra el cavallero, el
220 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
Aquí bivirán los que amando morirán, e si no tantas llamas de fuego de sí que al cava-
fuere vencido el dragón que por mi causa bive, seré llero le parecía que en medio del fuego
vengada. infernal estava, y por esto no perdió el
su fuerte coracón su grande esfuerco
E avéis de saber que por aquel pala- contra aquella gran bestia y dixo:
cio avía muchos cavalleros e jayanes, y -¡O Dios todo poderoso, ayúdame
todos andavan armados, aunque muchos con tu gran poder! -y de sí dixo:
d'ellos andavan sin escudos y yelmos y -¡O princesa, mi señora, por cierto
otros sin espadas y algunas de las sus muy mayor e más fuerte es el fuego en
armas traían rotas, e todos andavan de que yo bivo por tu amor que no es el del
una parte a otra e ninguno d'ellos salía infierno en el cual agora estoy metido,
de aquel palacio e, aunque al cavallero del cual sola tu membranca me defiende.
vieron, no hizieron cuenta d'él. El cava- El dragón bolvió contra el cavallero y
llero fue muy espantado así de ver a el cavallero le dio un golpe en el un bra-
aquellos cavalleros como de todo lo ál, e co mas no le hizo mal ninguno. El dra-
bien vio que eran encantados, y entró gón asió de su escudo con sus uñas y
por el palacio por ver si conocería algu- tiró tan rezio que, quebrando las embra-
no de los cavalleros, mas no pudo cono- saduras, le llevó consigo y luego le hizo
cer ninguno, y tomó al uno d'ellos y quí- pedacos. El cavallero fue al suelo de la
sole sacar por tuerca de aquel palacio gran fuerca que el dragón puso en lleva-
mas no pudo, y el cavallero pasó ade- He su escudo, mas luego se levantó y
lante donde vio una casa muy grande e mucho se maravilló de ver tan presto en
muy blanca con muchas torres e pare- tantas piecas desecho su escudo. Y fue
cióle tan bien labrada que el cavallero muy triste porque vio que la su espada
dezía entre sí nunca aver visto morada se avía buelto en palo, pues ninguna
tan hermosa e, queriendo ir a ella, vio cosa cortava, e fue d'esto muy sañudo e
que delante la puerta estava un dragón tomó la espada con ambas las manos e
que parecía ser mucho más grande que fue contra el dragón, el cual dio un gran
la sierpe. El cual, como al cavallero vio, silvo, que parecía que toda aquella flo-
se levantó del suelo y era tan grande que resta se quería hundir, y fue así mismo
toda aquella casa cubría e comencó a contra el cavallero y tomóle entre sus
cruxir sus alas que tan grandes eran que muy fuertes uñas y con los dientes le
gran espanto era de las mirar y hechava quería sacar el yelmo de la cabeca. El ca-
fuego por la boca y por las narizes, tan vallero, como en el punto de la muerte
ardiente que parecía que toda la floresta se vio, esforcóse lo más que pudo y me-
ardía en grandes llamas. El cavallero em- tió al dragón la espada por la boca y por
bragó su escudo y con la espada en la la garganta, tanto que no tenía de fuera
mano fue contra aquella bestia, que cosa sino la empuñadura, y el dragón dio es-
muy descomunal parecía poder aver con tonces un bramido tan grande que muy
ella batalla porque la vista d'ella bastava lueñe de allí se oyó, e luego cayó en tie-
para matar a todos los que la mirasen. El rra tan gran caída que parecía hundirse
dragón dio un gran salto contra el cava- toda aquella tierra, y con la una ala dio
llero, el cual se apartó porque el fuerte al cavallero tal golpe que por muy gran
dragón no le hiriese con sus fuertes pieca le hizo estar sin ningún acuerdo. Y
uñas. Y diole un golpe con su espada en después que bolvió en sí, hallóse que es-
la una ala que le pareció que en una tava debaxo de aquella ala que le avía
peña avía tocado. Y el dragón hechava herido y salió debaxo d'ella y fue muy
FÉLIX MAGNO 221
espantado de ver así vencida una bestia, ñores que en ella se cuenta. La cual yo he
la más fuerte y espantable que podía escripto de mi mano así como ello á pa-
aver en todo el mundo, e dio gracias a sado e yo lo he visto. Y porque es razón
Dios porque así se le avía escapado de que cavallero que tan alta aventura como
la misma muerte, (libro III, ff. 38v-39v). la que vos avéis acabado en cuenta de tan
altos cavalleros como en esta alta historia
son sea puesta, yo quiero escrevirla e
4. El Cavallero de la Verde Flor después yo os daré todo el libro.
arribó e n la isla Oriental donde era la El Cavallero de la Verde Flor agrade-
infanta Califa e después fue a la isla ció mucho a la infanta lo que le dezía,
Lesiana donde su señora era e lo que así de poner su aventura en cuenta de
ende le avino tan altos e tan preciados cavalleros como
era Félix Magno e todos los demás que
en esta grande historia se cuentan, como
D ize la historia que, yendo el Ca-
vallero de la Verde Flor por la
mar, como avéis oído, la mar se enbrave-
por dalle aquella tan grande historia.
Pues sabed que la infanta Califa es-
ció de tal manera que, haziéndole perder crivió en esta historia la aventura de este
el su camino, la fortuna le llevó muy lue- Cavallero de la Verde Flor e después le
ñe de donde él deseava ir. Tanto que la dio toda la historia. Y el cavallero agra-
su barca después de aver pasado muchas deció mucho aquel don a la infanta y,
vezes gran peligro de perderse, aportó a despedido de la infanta Califa e de sus
la isla Oriental donde la infanta Califa donzellas, se partió de aquella su isla e
era. Y sabrés que el cavallero salió a tie- navegó tanto por la mar que allegó a la
rra, e de la infanta y de todas sus donze- isla Lesiana. Y como a tierra salió, luego
llas fue conocido e la infanta le hizo fue donde era la casa, que ya os hemos
grande honra. Y el cavallero le contó dicho que en la isla estava, donde era
toda la su ventura, aunque ella ya la sa- aquella fermosa donzella, su señora. [...]
bía con su gran saber. Y el Cavallero de Y sabed que el Cavallero de la Verde
la Verde Flor estuvo con la infanta seis Flor, que así siempre se llamava, dio [a]
días. Queriéndose ir, la infanta le dixo: aquella fermosa donzella esta historia de
-Cavallero de buena ventura, yo os Félix Magno que la infanta Califa le dio
quiero dar un don, el mayor que yo jamás a él, como ya avéis oído. Con la cual la
tuve, que es la historia de Félix Magno e donzella fue muy alegre e agradeció mu-
de la princesa Leonorinda e de otros mu- cho al cavallero este don. (libro IV, ff.
chos cavalleros e grandes príncipes e se- 133r-133v).
38 FELIXMARTE DE HIRCANIA
de Melchor de Ortega
(1556)
por
María del Rosario Aguilar Perdomo
BIBLIOGRAFÍA:Eisenberg-Marín: n° 1745. EDICIÓN: María del Rosario Aguilar Perdomo (ed.), Al-
calá de Henares, Centro de Estudios Cervantinos, 1998. ESTUDIO: Aguilar Perdomo (1998). GulA
DE LECTURA: Aguilar Perdomo (1999).
222 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
TESTIMONIOS
MANUSCRITO: Biblioteca Nacional (Madrid): ms. 22.668 (copia a finales del siglo XVI de
la edición de 1556)
TEXTOS
porque participasse de ambos; y dizién- moso que era no pudo dexar de aver te-
dolo a la princesa no le pareció mal, mas mor. Y queriendo ir adelante, vio salir por
como fuesse de mayor entendimiento, el portillo un animal, el más grande y dis-
pensando en aquel nombre, vio que si forme, y el más estraño que jamás se vio:
se dixesse Felixmarte tendría mejor sig- era todo de la hechura de osso, salvo que
nificado, y no dexaría de cumplirse la in- la cabeca y cara tenía como de león, y
tención de Belsagina; y determinada en assí era cubierto de pelos largos vedeju-
ello mandóle que assí le dixesse; la cual dos, como león hasta el medio, y desde
salida fuera, haziendo la señal de la cruz allí abaxo tenía el pelo de osso; avía las
en nombre de la santíssima Trinidad lo piernas tan derechas como un hombre, y
baptizó, poniéndole el nombre que su los bracos lo mismo; y era tan grande que
madre avía mandado. Y esto hecho con no avía hombre por alto que fuesse que
gran diligencia lo criavan, el cual se ha- le igualasse con un palmo; venía enhies-
zía tan grande y hermoso, que les ponía to, y andava tan suelto y rezio que no
desseo de llegar a conoscer si sus obras avía hombre por ligero que fuesse que le
serían tan estrañas cuanto su nascimien- igualasse. (I, cap. 16, f. 30v, p. 51)
to y enanca. Y tanto amor le tomó Bel-
sagina que recelava si de las manos se le
avía de perder; y con este temor, como 3. El origen del m o n s t r u o Leo-
era cristiana, sin que la princesa lo vie- sardo
sse, hízole en medio del pecho cinco se-
ñales, de tal suerte que formavan una
cruz, y como la ovo hecho y passaron al-
gunos días, holgóse de ver que estava de
Y el o r i g e n del fuerte Leosardo, dize
la historia, que la sabia Astrofonia
alcancó a saber por su arte que un gran
arte que allí permanescería. (I, 10, ff. 23v- sabio, que era cruel enemigo suyo, ten-
24r; pp. 37-39) dría necessidad de parte de su sangre
para su remedio. Y procurando con todo
su poder que esto no oviesse efecto, vio
2. El m o n s t r u o Leosardo que el saber de aquel sabio era tanto,
que el suyo no sería parte para estorvar-
lo; y pensando el remedio, acordó de
C uando el más valeroso en armas de su tiem-
po, y más venturoso en amores, desdichado
en ellos, derramare la sangre del bravo Leosardo, el
hazer un encantamento, cuya fuerca
para ser deshecho estuviesse en tener
que la sacare cobrará tal virtud, que quedando sin efecto alguna cosa impossible y contra
par en bondad, con ella se sacará otra que ayudará natura. Y obrando sus artes encantóse a
a quitar la penitencia que el invisible padescety que- sí propia, de manera que ninguna arma
dando entonces este passo libre, saberse han nuevas ni otra cosa pudiesse sacarle la sangre, si
de la perdida princesa de Alemania no fuesse untada con la sangre de un
animal que sin encantamento fuesse en-
Duralte fue maravillado, assí de lo que gendrado de un león y de una ossa, que
las letras dezían, que lo más d'ellas no son dos animales tan contrarios y enemi-
podía entender, como de hallar el padrón gos, que impossible cosa y contra natura
en aquel lugar; empero demasiadamente era tener ayuntamiento ni generación. Y
fue ledo por las nuevas que de la prince- por más seguridad, hizo que si acaso tal
sa prometían [...]. Y passando del padrón animal se engendrasse, no pudiesse ser
oyó de la otra parte de las peñas unos muerto ni sacada d'él sangre sino por
bramidos tan espantables, que por ani- mano del mejor cavallero que oviesse en
224 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
esto sintió de veras fue aquella excelen- íala abierta, y salíanle d'ella dos colmillos
te y hermosa princesa Claribea con una tan largos como tres palmos y retornados
nueva alteración que sin entender de arriba; y en la cabeca avía cuernos ma-
qué le viniesse al coracón, adevinando yores que de ningún toro, y assí de
lo que le avía de subceder, y reprehen- aquella hechura; y le salían unas vedijas
diéndose, aunque niña, porque era la de pelos, y subíanle hazia arriba muy de-
más honesta y acabada en bondad que rechas, y tan largas como un palmo; y
en el mundo avía. Y con esta mudanca debaxo de los cuernos tenía orejas muy
se fueron con la emperatriz su madre, grandes y disformes. Y como ellos vie-
pensando quién sería aquel tan estraño ron que enderecava a la puerta, buelta el
donzel, al estanco que más abaxo estava. alegría en temeroso espanto, y poniendo
[...] Y sabed que éste era Felixmarte, que mano a sus espadas, aguardaron lo que
por estar aquel monesterio seis millas del sería. Y parando el bulto en la puerta
castillo del Fosado, adonde él se criava, abrióse el fuego y cesó la música, y vie-
y ser tan deleitoso se venían allí muchas ron un trono muy rico, que parecía ser
vezes él y Leandel, que por su hermano de oro. Y en una lonja, que delante del
tenía, y era a esta sazón de edad de doze trono se hazía, vieron muchas donzellas
años. (I, cap. 40, f. 62v; pp. 106-108). de gran hermosura, muy ricamente guar-
nidas, con instrumentos que aquella mú-
sica hazían. Y delante d'ellas venía aque-
5. El rapto y desaparición del lla disforme bestia. Y entonces le vieron
Caballero del Socorro el cuerpo, que era como de salvaje, ma-
yor que de ningún gigante, cubierto de
aquellas vedijas que en la cabeca traía;
E s t a n d o p u e s para cavalgar vieron
escurecerse el sol, como cuando
alguna nuve lo cubre, y assí lo pensaron,
las manos y pies tenía de hechura de
águila, y era cada dedo más gruesso que
y luego oyeron una armonía de música el braco, y las uñas conformes a su gran-
tan suave que verdaderamente parecía deza, tan agudas que espanto ponía.
cosa del cielo. Y ellos fueron maravilla- Éste, como cessó la música, saltó del tro-
dos, y puestos a la puerta vieron venir no dentro en la hermita, dando tan es-
en el aire, muy cerca de la hermita, un pantables bramidos que la tierra hazía
bulto redondo grande, que parecía de tremer. Todos quisieron ir a él estando
fuego, y cubríalo por encima una nube delante el Cavallero del Socorro y el
tan grande que hazía escurecer el sol. Donzel del Aventura, mas en la hora que
Éste enderecó a la hermita y cuando lle- él puso los pies en tierra, todos se sin-
gó cerca, abaxóse, y fuesse a poner en la tieron tan ligados que ni un paso se
puerta. Y entonces vieron una figura que pudo ninguno mover de donde estava ni
en la nuve de fuego parecía, tan orrible tuvo valor de alear el braco. La fiera bes-
y espantable que no oviera coracón hu- tia se fue al Cavallero del Socorro, lle-
mano que no temiera. El rostro que se vando la boca abierta con espantable fi-
mostrava era tan grande como dos vezes gura, y tomólo entre sus fuertes bracos
el de un gigante, y tenía los ojos redon- tan ligeramente como si ninguna cosa hi-
dos y muy grandes y tan reluzientes que ziera. Y en esta hora él perdió el sentido,
llamas de fuego parecían salir d'ellos; no y fue trocado de tal suerte que no se
se le veían narizes, salvo un gran aguje- acordava de cosa que por él oviesse pa-
ro en su lugar; y la boca avía de hechu- ssado, y recebía contento de verse entre
ra de león, y assí era el rostro todo, y tra- los bracos de aquella espantable bestia;
226 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS
por todo el mundo el renombre que oviessen oído las estrañas cosas que de
vuestro valor merece. Y porque parecería la ínsula Riscosa se dezían, antes que los
larga licencia si se supiesse que por mi emperadores se embarcassen ya la ínsu-
mego se hazía esto, os suplico que cuan- la estava llena de muchas y diversas gen-
do estemos en Costantinopla lo pidáis al tes [...]. Con lo cual aquel gran historia-
emperador. (III, cap. 30, ff. 236v; p. 414). dor Philosio dio fin a la tercera parte
d'esta gran historia, y dexó para contar
en la cuarta parte el sucesso que estos
11. El v i a j e d e e m p e r a d o r e s , r e - valerosos emperadores y grandes prínci-
yes, caballeros y doncellas hacia la pes y cavalleros tuvieron en este viaje de
ínsula Riscosa la ínsula Riscosa, y lo que en las estrañas
pruevas della les acaeció a ellos y a to-
o m o los emperadores viessen la das aquellas princesas, infantas y gran-
C muchedumbre de príncipes y ca-
valleros, princesas, infantas y donzellas
des señoras, junto con otras grandes y
diversas aventuras y notables hechos
que en Costantinopla se avían juntado, que acaecieron. Y también dirá en ella el
acordaron de poner por obra el viaje de fin de los honestos amores del príncipe
la ínsula Riscosa, y luego mandaron pro- Felixmarte, y de todos los otros príncipes
veer las naos que para ello les paresció. y cavalleros, como con la ayuda de nues-
Y como en toda Grecia y en otras mu- tro Señor se verá luego en la cuarta par-
chas partes se publicasse por cosa cierta te que se queda imprimiendo. (III, cap.
que los emperadores hazían este viaje, y 41, ff. 255r-256v; pp. 446-448).
39 FILORANTE
(finales del siglo xví)
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIO
TEXTOS
hermosas fuentes a donde con acordados bien parecía daba lugar que gozasse d'e-
instrumentos aquellas fermossas donce- Ua y tenía consigo muchas doncellas de
llas principiaron a tañer y cantar suave- su hedad y condición, aunque abía tan
mente canciones de amor dulce y gusto- poco tiempo que esta bida facía que sólo
sas, encendiendo más a Belamir y a la dos caballeros de su amor habían goza-
fermosa Florecinta, faciendo sospirar y do. Así que entrado de la manera que
sentir gran dolor a Filorante porque no oído abéis debajo de el pavellón de Be-
bía doncella por fermosa y agradable que lamir, biéndole alborotado en la ber dijo
fuese que su señora semejaze, a cuya con mucho donaire:
causa lo presente le dava mucho afán, -Membreseos, buen señor, de lo que
aunque todas aquellas cosas convocaban poco rato ha os dije, que no abiaes aca-
a deleite, tanto verde prado con fuentes vado la abentura, pues no me á salido
de mármoles y metales artificiosamente como yo cuida va, que pensando bence-
labradas y árboles con abes que gran ar- ros me avedes bencido. No sé qué gloria
monía por ellos tañían, mezclándose la beniros puede del bencimiento de una
música con el eco de las aguas y remor delicada doncella que se no bos á podi-
de las ojas de los árboles que el suabe do ni sabido defender.
biento movía acordados con los suabes En esto las doncellas, dejando las be-
instrumentos y delicadas boces. Y princi- las a una parte del pabellón, se salieron
piando el día a escurecer todos se metie- fuera a tiempo que Belamir saltó del le-
ron en el sumptuoso castillo, (ff. 2r-v). cho; travándole por sus fermosas manos
le respondió:
-Si tanta fuerca y poder, señora, tie-
2. Escena erótica nen los bencidos en esta tierra, poco po-
drán con ellos los bencedores.
Tomándola entre sus bracos, dejando
P u e s q u e d a n d o los caballeros en
sus lechos, partiéndose las donce-
llas para los suyos, quedando aquellas
ella caer las ropas que traía, entraron en
el rico lecho donde a gran savor y delei-
estancias con mucho silencio, no pasan- te cumplieron sus vokintades.
do gran pieca cuando Belamir oyó entre A este tiempo abino Albasilvio que al
las rosas y berdes arrayanes de sus pa- punto que sus ojos cerraba para dormir
bellones gran remor y, aleando la cabe- sintió a la pvierta de su pabellón pisadas
ca, bio entrar dos doncellas con sendos como de persona que en él entrase y
candeleros de plata en las manos y en sentándose sobre el lecho por mexor
ellos belas de blanca cera ardiendo, y atender lo que ser podría, sintió benir el
tras ellas la fermosa Florezinta casi des- pabellón adentro una persona. Entonces
nuda, con ropa de seda jaldes sin man- él saltó ligeramente de el lecho querien-
gas sembradas de clavellinas rojas y un do tomar su espada y manto qvie cerca
corto manto de seda roja aforrado en d'él tenía, oyó una boz muy baja y deli-
cendal jalde y un fermoso tocado de oro cada que le dixo:
con mangas anchas de camisa, y la ropa -Caballero, no abedes menester esas
y camisa escotadas de manera que traía armas para buestra captiva, que sin ellas
descubiertos SLIS albos y fermosos pe- podedes hazer d'ella a buestra guisa.
chos y garganta porque, como vos dixi- Cuando Albasilvio oyó las dulces ra-
mos, por ser de poca hedad tenía acor- cones y conoció ser doncella, turbóse
dado de nunca se casar sino de gocar más que si con diez caballeros se obiera
todo deleite, y assí el caballero que le de combatir, porque nunca en semejante
FILORANTE 231
batalla bisto se avía, mas biendo ser gran Mucha razón tengo de tomar benganca
cobardía en tal lugar y coyuntura reusa- de tu mentira y menosprecio. Mas, ¿qué
11a, especial siendo además fermossa, digo? que no podré, que mucho te amo.
acordó de folgar con ella; tomándola en- Y dando fin a este racones quedó gi-
tre sus bracos, le dijo: miendo y llorando, (f. 125v).
-Señora, bed aquí vuestro cautibo; si
en algo mi coracón os ha ofendido, aquí
yace donde podéis d'él tomar benganca. 4. Prueba de Paris
Y dejando la doncella una ropa luen-
ga que sobre su delgada camisa traía, se
metieron los dos en el lecho gustando y
gozando de aquel deleite que ninguno
R e c i b i e n d o gran pesar [Altinea] de la
folganca que Felisalva tomaba en
este razonamiento, el cual estorbó Gayo
d'ellos hasta entonces sentido havían, César que vino muy ufano diciendo:
quedando Albasilvio muy pagado d'ella -¡Gocaos, señoras, y mostraos locanas
y con gran racón porque era la más que ya estaes en el foco de la discordia
apuesta doncella de cuantas allí abía, y donde beremos quién es cada cual!
era cormana de Florecinta; y pagóse ella Altinea hera tan sañuda y celosa que
tanto de Albasilvio que sin que él ni otra no le plugo responder ni hablar a Gayo
persona alguna la conociese deliberó de César como solía. En esto no se espan-
venir a le dar su amor y como a otro tando, en poco llegaron cerca de un río
nunca dado lo avía quedó d'él tan paga- fondo donde a la otra parte d'él bieron
da que todo lo restante de su bida lea- la marabillosa morada de Enone y, aun-
mente lo amó, no se queriendo casar, (ff. que por la espesa y alta arboleda no po-
2v-3r). dían ber sus edificios ni gentilezas, y
buscando por donde badear el río, halla-
ron una estrecha y larga puente de már-
3. Lamento de la reina Altinea mol que al fin d'ella comentaban las al-
por el desamor que le demuestra el tas y encantadas columnas, términos de
Caballero de las Penas la fermosura y esfuerco; con mucho,
cosa maravillosa fue de ber la delicada
arte de las colunas porque heran tan al-
Y O n o s é q u é debo a Amor para
que me dé tan triste bida, ha-
ciéndome morir amando el más desme-
tas que apenas una águila puesta encima
se debisaba. Estaban por ellas muchas
surado caballero y sin amor para mí que imagines de cavalleros y doncellas que
nació. ¡Ay, desconocido Caballero de las la abentura probado abían, con tal con-
Penas! Todos los que te conocen te dan cierto que la más alta no se mostraba
fama de bueno y mesurado. ¿Cómo fuis- menor ni mayor que la más baja. Heran
te conmigo tan cruel y sin mesura min- puestos estos mármoles por tal ordena-
tiéndome en decir que no conocías al das ileras que no salían la una de la otra
Caballero de las Penas, mas que la prin- haciendo una calle muy luengua [sk] y
cesa Felisalba de Grecia que nunca te ancha de siete pasos; y de un mármol a
conoció bien? Sin mentirme podías escu- otro abía instancia de seis pasos, y al fin
sarte con decir que ganaste la Flor Amo- d'ellos en la frontera de la entrada heran
rosa por buen amador y que amarme no las imagines de las tres diosas; y entre
podías por amar otra doncella, y así con ellas la de Paris con su arco en la mano
este desengaño yo me volviera a mis rei- y una flecha como llama de fuego pues-
nos y, ¡por bentura!, mi agradable bida. ta en él, encarando facia la puente, mos-
232 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS
trando querer defender a las diosas. De- ron después en el primer mármol junto a
trás de estas imagines se bía una gran tierra su imagen al natural tan brabo
puerta de alabastro, assí que biendo el como él hera. Y bolbiéndose muy sañu-
emperador y todos los que con él bení- do a maravilla de la cortesía de quien le
an la puente y edificios, estubiéronlos tubo, acontencióle que no le firió Aris
una pieca mirando. A la mano diestra de porque, como no desamaba cosa nueba,
la puente bieron un padrón de alanbre que esto tubo Gayo César, que nunca
escripto en lenguaje griego antiguo. El miró dueña ni doncella que la desamase.
emperador quiso leer sus letras, las cua- Luego tras él, pasó Floriarte que, aun-
les decían: que avían aquel día muerto a su corma-
no Begadel, no mostró pesar ni senti-
A vosotros los que por aquípasaes, si abedes de miento alguno por aber muerto
ser de fama eterna, punades pasar los mármoles y peleando en socorro de su rey y señor.
ganar los precios; y abiso os que el justo Varis con- Llegado que fue a los altos y maravillo-
bierte el olvido la memoria y acuerda lo olvidado. sos mármoles donde a la entrada de la
Esto postrero que vos digo durará hasta que el cie- imagen de Paris, como hera de costum-
lo haya dado la buelta redonda bre, no se biendo ni sintiendo ál sino un
golpe en los pechos pareciéndole una
Supo el emperador leer las letras, llama de fuego que se le abía lancado
mas no entender las palabras, y bolvién- por él, sintiendo un ardor juntamente
dose a la emperatriz, mandó a todos que con Lin frío, mas no para que le diese do-
se pusiesen por la ribera de el río donde lor, y no curando d'ello pasó cinco már-
muy bien se podía ber la prueba, y que moles y, abiniéndole lo que a Gayo Cé-
no pasasen la puente sino aquellos que sar, que hera parecerle que fieros
la abentura abían de probar. Y ansí fue jayanes y mostruos le ponían fuertes ar-
luego hecho. Gayo César andaba muy mas en los pechos no le consintiendo
ardid queriendo ser el primero de la adelante pasar, de manera que le combi-
prueba diciendo: no volverse atrás por donde venido abía,
-Pésame que no es peligrosa, mas quedando su imagen entre otras muchas
quien es, dará bien que reír aquellos que figuras que allí abía en la quinta colun-
a nosotros no llegarán. na, aunque no la miró porque le bino un
Y apeándose de su cavallo con bra- pensamiento tan grabe y triste y un des-
bos ademanes, metiendo mano a la es- amor de su señora, que final se bolbió
pada, rebolbiendo un rico manto al bra- amando a Federnisa en aquel grado que
co, entró por la puente adelante antes le amaba y amando una dueña de
esgrimiendo por el aire la espada. Todos Costantinopla que mucho aborrescía. Y
cuidaban que abían de ganar el arco, si llegando ante el emperador, contóle lo
por denuedo y de menos coracón ganar- que le abía acontescido, mas no la mu-
se pudiese. Apenas llegó al primer már- danca de su pensamiento porque aun
mol cuando se paró sin poder dar paso bien no la entendía. Preguntáronle si le
adelante, dando golpes por el aire y al- avía fecho mal aquella furiosa flama de
tas bozes diciendo: fuego que la imagen de Paris lancado le
abía; dixo que no ál de sentir un fuerte
-¡Señores, sedme testigos que fieros ardor y un frío casi todo en un punto y
jayanes y monstruos me defienden el que se le abía quitado luego.
paso porque no gane el arco!
A demás reían todos cuan corto para- Tras él pasaron dos cavalleros de la
do abía y mucho más rieron cuando bie- reina, llegando el uno al cuarto mármol
FILORANTE 233
y el otro al segundo, donde sus imagines tan bien ella lo avía tratado, quedando
quedaron, abiniéndoles con la de Paris su imagen de los dos por el orden que
que salieron desamando a quien más las demás de los cavalleros; y fuese a ra-
amaban y amando a quien más aborres- tonar con una doncella de la condesa de
cer solían. Otros caballeros la probaron, Berón, a quien mucho antes desamar so-
no pasando alguno de la sesta coluna, lía; a demás sintió esto la fermosa Poli-
saliendo con la confusión que los prime- nelda y dijo:
ros donceles. El Galán llegó hasta la -Aquilina, ¿no béis cómo Victorino
octava coluna, tornándose desde allí muestra no conocerme y cómo se á ido
desamando a su señora Aureliana, apar- a raconar con aquella que él tanto des-
tándose d'ella por no le fablar, de lo que amar solía? ¿Qué me decides d'esto?
ella no poco se maravilló. Assí mismo Aquilina le respondió:
Bictorino llegó a la octava colunna sa- -No os dé pena este cuidado, que los
liendo desamando a su señora Polinelda, hombres tienen esa libertad para todo,
que ninguna racón para ello tubo, pues (ff. 181r-v).
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIO
TEXTOS
"IBUOGRAFÍA: Eisenberg-Marín Pina: n° 1762. EDICIÓN: José Manuel Lucía Megías (ed.), Alcalá
" e Henares, Centro de Estudios Cervantinos, 1997. ESTUDIO: Lucía Megías (1997).
234 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
cía y animándose con él se levantó y meros en consejo. Sucedió que sucediendo el desdi-
acordándose que, si sacava sangre, ten- chado Aman de tan noble casta siendo doncel fue
dría más que vencer, no curando de he- llevado -para su venturosa desdicha- a la corte del
rir, se abracó con el jayán; con su merca rey de Gebra a recebir la orden de cavallería, la cual
de pocos igualada lo aleó del suelo y se le fue dada con la honra posible, recibiendo la espa-
llegó a la puerta de la torre, donde lo da de i?iano de la hermosa Xarcina; recibiendo ella
dexó caer y fuero[n] dando hasta la mar, el alma del novel cavallero que, desde el punto que
donde con el peso de las armas se aho- la vido, quedó preso de su amor y lo mismo quedó
gó, celebrando la gente de su nave la vic- la infanta de Gebra. Til fuerte Aman fue tan loza-
toria con innumerables voces de alegría. no con el dulce y nuevo dolor que la hermosura de
No se fue alabando que el Cavallero de Xarcira en su coraron avia hecho que enpegó en he-
la Torre fue tras él y, así como soltó el gi- chos a mostrar la gran fuerza que los dioses con él
gante, por detrás le dio tal golpe en el avían repartieron. Tanta fama el Moro de Tria en
yelmo que algún tanto lo turbó; asegun- este exercicio ganó que de los paganos de Gebra en
dó una punta en las espaldas que las ma- gran manera era temido; ayudóle la Fortuna en que
nos le hizo poner en la puente y las ro- la disipadora fama llevó nuevas de su fortaleza a la
dillas en el paso de la puerta. No tardó ínsula Hayana, de donde es rey el fuerte y poderoso
en levantarse el trácico joven, todo fue jayán Caramante, el cual tiene un hermano mance-
por mal del cavallero porque hallándolo bo, llamado Zarmón, el cual deseoso de honra vino
junto a sí le echó sus bracos al cuerpo y a la ínsula de Gebra con propósito de aver batalla
haciendo lo propio el de la Torre co- con el fuerte Aman Aloro de Tria para que ven-
mencaron una peligrosa lucha. Procurava ciéndolo a él toda la honra ganada por el amante de
el príncipe sacarlo fuera y el cavallero es- Xarcina le fuese retribuida. Fuele la Fortuna ava-
torvarlo, pero al fin de buen rato el cava- ra porque, así como vido la hermosura de la hija de
llero halló en la puente sin sentido, don- Galebo, quedó de ella enamorado, y así con más or-
de el victorioso mancebo dexó y gullo pidió la batalla. Ta cual otorgó el de Gebra y
bolviendo a la cuadra vido en ella una por su mano fue vencido el gigante Zarmón y por
pequeña puerta, por la cual entró a una ello afrentado se bolvió a la ínsula Bayana, donde
cámara y a la luz que un gran carbunclo pensó una gran maldad. Ta victoria del fuerte
dava vio una ara cubierta de brocado ne- Aman acrecentó el amor que la hermosa infanta
gro, sobre lo cual avía una estatua de la Xarcina le tenía. Y una noche en su aposento ima-
Justicia; en cada mano tenía sendos per- ginó que ella era señora de un tan gran reino y que
gaminos arrollados y tomando el de la para vivir honrada y quietamente no avía menester
mano derecha lo abrió y viendo que es- más, salvo-un cavallero de valor y discreción que lo
tava escrito lo leyó, que así decía: governase y que no avía otro mejor que Aman de
Tria, pues era noble y valeroso y ponderó las veras
con que la<s> servía y ama va. Migo las partes del
El fuerte Aman Moro de Tría al cavallero que pagano con la infanta el poderoso Cupido con tan-
por su valor esto allegare a leer, salud, para que con tas veras que la dexó obligada a amarle y descu-
™a sea en deshacer el mayor agravio que se á vis- brirse, lo cual higo con una doncella su privada. Ya
to- Sabrá que en la grande y nonbrada ínsula de consideraréis el contento [que] Aman recibiría y con
Cebra uvo un rey muy recto y justo llamado Gale- él fue a hablar por una huerta a la hermosa infan-
>0
> el cual tuvo una hija estremada en hermosura ta y allífueron desposados, aunque no cunplieron su
por nonbre Xarcira. Ay en esta ínsula un castillo deseo. Sabréis que el gigante Zarmón, como el amor
muy fuerte con ocho torres; es la mejor posesión que de Xarcira le aquexase con amoroso celo, enbió a un
(
n Cebra tiene ningún cavallero, y los señores d'él primo suyo llamado Malcor a la ínsula de Greba
por excelencia se llaman Moros de Tría; tienen en para que todas las noches rondase la huerta de la
c
°i'te del rey Galebo el más principal lugary los pri-
236 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
infanta j una a caso salió de la huerta el venturo- el mago Episma, ya fuera muerta de pena. El rey
so -hasta entonces- Aman y, como Malcor lo vido, Caramante y su hermano Zarmón como hecho que
echó mano con sus conpañeros diciendo: "No se usa, ya lo tenían de su parte muy contentos bolvieron a
don traidor, hacer esto con los reyes, que yo os acu- la corte de Gebra y dixeron que, porque no fuesen
saré"; de lo cual temiendo el pagano de Tría echó tenidos por sospechosos, que todavía sustentarían ba-
mano a la espada y con soberano esfuerp dio un gol- talla a cualesquier cavalleros por el tienpo que du-
pe a Malcor por la garganta que la caveija de por rare la vida del rey Galebo. Ya veréis, cavallero, el
sí echó en el suelo; en algunas partes fue herido el pesar con que <qué> quedara elfuerte Aman, pre-
valeroso pagano de Tría por los conpañeros de Mal- so en el castillo de Tría, sin esperanza de ver a su
cor, mas no desmayó, antes con mucha ligereza se re- señora; y considerando la pena de Xarcina os supli-
bolvió entre ellos y dexando muertos seis s[e] salió y co prometáis el remedio, pues con vuestro valor lo po-
se fue a su morada, donde disimulado se estuvo. Con
déis dar. Con que acabo deseando el acrecentamien-
la muerte de Malcor y sus cavalleros se levantó en
to de vuestra honra y fama con mi remedio.
la cidad grande alboroto, hicieron inquisición, mas
El fuerte Aman Moro de Tría
no se supo, por lo cual el rey Galebo estava muy
confuso. No faltó quien lo sucedido escrivió al pode-
roso rey Caramante y a su hermano Zarmón, los
Muy admirado quedó el ínclito de
cuales, so color de vengar la muerte de Malcor, vi-
Tracia de semejante aventura y aviendo
nieron a hacer lo que deseavan y es que, llegados a
duelo del fuerte Aman propuso de ayu-
Gebra, acusaron -delante de toda la corte- de trai- darle y poniendo el pergamino donde
dor y desleal vasallo al fuerte Aman Moro de Tria estava tomó el de la mano izquierda y
y de falsa a la infanta Xarcina. Ya veréis la tur- vio que SLIS letras así decían:
bación que la demanda puso en la corte. No aguar-
dó más [el] colérico rey Galebo, porque mandó pren- Yo, el mago Episma, viendo la sinrazón que al
der al venturoso Moro de Tria y meterlo en una fuerte Aman se hace, indigna de su virtud y valor,
escura prisi[ó]n; lo propio higo de Xarcira, sin pareciéndome injusticia sino le ayudava con lo que
ablandarle las tiernas lamentaciones ni amorosas los dioses fueron servidos de partir conmigo, lo hice
persuasiones. Viendo esto, el rey Caramonte dixo para poner ánimo a los cavalleros a hacer lo propio
que lo que avían él y su hermano dicho lo susten- viendo que el que no tiene obligación -sino la de la
tarían tres años a cualesquier cavalleros que se lo de- ra{ón, que harta es- con todo su saver lo á procu-
mandasen y, si pasados faltavan, que pusiesen en su rado. Ellos que conjuramento lo an prometido con
poder los presos y el rey Galebo vino en ello. Tasa- todo su poder les ayuden y así digo que deseando que
ron los tres años y uvieron el rey Caramonte y Zar- se deshaga el tuerto que en Gebra se hace por los
món los presos en su poder, a pesar de toda la cor- señores de Bayana hice esta maravillosa torre para
te. Al fuerte Aman encerró en el grande y famoso que los caminantes cavalleros supiesen la causa de su
castillo de Tria, donde por darle muerte desesepera- obra; plísela en la mar porque está más a noticia de
da lo tiene encerrado con muchas guardas sin espe- todos, y en ella las guardas para que el que no fue-
ranza de salir. El gigante Zarmón ya oístes que es- se de valor no se pusiese en travajo, pues sería escu-
tava enamorado de la hermosa Xarcira, pues como sado. ¡O, tú, cavallero que esto leyeres!, si la obli-
la vido en su poder con increíble alegría se quiso ca- gación te constriñe, procura remedio para los afligidos
sar con ella, mas su hermano Caramonte con astu- amantes y porque no travajes en ir a Gebra, toma
to intento dixo que no lo hiciese, porque el rey Ga- uno de esos remos que en el ara están y ponió den-
lebo se enojaría y la desheredaría de la ínsula de tro de tu nave y con eso pierde cuidado de tu cami-
Gebra, sino que aguardase que el rey muriese. Zar- no. Con que acabo deseándote salud para que lo
món fue d'ello contento y así, porque estuviese más pongas por obra.
segura, la encerró en otro castillo donde pasa tan
triste vida que no puede creer; y si no la consolase El mago Episma
FLOR DE CABALLERÍAS 237
Muy contento acabó de leer el perga- cabo de aver travajado una hora, cayó
mino el príncipe de Tracia Rorsildarán y con la reina, en la cual caída ganó algu-
tomando un remo se bolvió a salir y ba- na pequeña ventaja y contentándose am-
xando por la puente entró en su nave y bas con lo hecho se levantaron y la prin-
mirando como la levadica se bolvía a dar cesa dio la orden de cavallería a la reina
puso el encantado remo. La nave co- y armándose anbas por lo que acaecer
mencé velocísimamente a caminar, de lo pudiese se sentaron al borde y muy ma-
cual ivan todos admirados; preguntaron ravillada la reina de vella muger que,
la causa y el noble tracio la dixo, donde hasta entonces no avía advertido, por te-
los dexaremos caminando por la mar ner sus dorados cavellos cojidos en una
que no en poco peligro se vido con un red de oro y admirándose de su perfecta
cavallero. (ff. 94v-98r). y sin par hermosura le preguntó quién
era, a lo cual respondió lo que savia, que
era más que el nonbre. Con la ligera ve-
2. La dama bizarra Rubimante locidad que la galera caminava, a hora de
combate contra la amazona Florazana sexta llegaron a un puerto donde la reina
mandó sacar dos cavallos y saliendo a
ser libre el perdido tigre abriendo camino a más tro- do, mas ella recibió tal repuesta que Apo-
vados rencores. lo la tomara por favor, que manos y rodi-
llas puso en el suelo. Luego se levantó y
No entendieron el obscuro rótulo, an- comencó fuertemente a golpear a su con-
tes picando a los cavallos querían entrar trario. La bella Rubimante andava muy es-
en el deleitoso camino, mas vino un aire pantada de los golpes que recebía de su
tan recio que detuvo a ellos y los cavallos. contrario y por ello acrecentava los suyos
Con más deseo les picaron más recio, mas en esto. La amacona reina se travo a bra-
no podían pasar adelante y muy enojadas cos con su contrario; eran iguales así en
se apearon y provaron a entrar y, aunque hermosura como fortaleca y andando lu-
les fue muy defendido, con rriugeril tesón chando cayeron anbos y dando en el sue-
vencieron la dificultad y entrando por el lo saltó el yelmo de la encantada dama,
camino comencaron a andar con mucho quedando su rostro más hermoso que el
contento por la frescura del sitio, suavidad de Apolo cuando las mañanas de prima-
del aire, melodía del canto de las aves, vera echa el resto de su gallardía. No se
hermosura de varias yervas, fragancia de uvo mostrado cuando vino un recio vien-
diversas flores. En efeto por la perfecta to que a la reina Florazara y a Rubimante
delectación no anduvieron mucho segu- y su contrario echaron fuera del camino,
ras porque vieron venir contra sí dos po- pareciendo ante él un cristalino muro que
derosos salvajes. Una porfiada batalla tu- defendía la entrada. Las letras del padrón
vieron con las damas, al cabo de rato
estavan mudadas. Viéndose fuera del en-
quedaron muertos y las victoriosas seño-
cantamento el contrario de Rubimante,
ras pasaron adelante y no muy lexos vie-
dando un suspiro dixo:
ron una gran casa de cristal; ante ella avía
una fuente que con el armonía que el so- -Valerosfos] cavalleros, para agradecer
noroso aiido cayendo una agua sobre y pagar el beneficio que me avéis hecho,
otra hacía. Estavan gustando d'ella una os suplico me queráis decir quién sois y,
hermosa dama, en su regaco estava echa- porque estéis seguros de mí, saved que
do un cavallero de lindo parecer, de gra- soy el emperador Rosendo de Rosia.
ve y hermoso rostro, de edad de treinta -Siento [que] por mi parte, esclarecido
años; cabe ella estava una doncella de señor, no cunpliré lo que me preguntáis,
grandísima hermosura; tanta era que mi- suplicóos me perdonéis. Saved que yo
rada de repente era un traslado de Rubi- soy Lina vuestra servidora, que no co-
mante. Como los tres señores vieron las nozco padre ni madre salvo que me crié
damas, se levantaron y se metieron en la encerrada en el Castillo Encubierto, don-
casa de cristal y a cabo de rato salieron de el valentísimo Cavallero del Arco hico
dos cavalleros armados de linda dispusi- maravillosas cavallerías por librarme y
ción y sacando las espadas se fueron para andando por la mar encontramos esta
las damas. Ellas enbracaron sus escudos y preciada reina de las amaconas y cami-
juntándose todos se dieron tan pesados nando llegamos a esta ínsula donde nos
golpes que las rodillas hincaron; otros á acaecido lo que avéis visto.
asegundan que casi se sacaron de sentido.
No sucedió en el mundo más hermosa ba- El emperador les dio las gracias de la
talla porque los guerreros eran estremo de cuenta que les avía dado y dixo más:
hermosura. Dio la reina Florazara un gol- -Si ay recaudo, valerosas damas, para
pe a su contrario sobre el honbro sinies- que podamos salir d'esta ínsula, hagá-
tro que con dolor no pudo tener el escu- moslo y vamos a Rosia donde tendréis
aquel inperio por vuestro.
FLOR DE CABALLERÍAS 239
por
María del Rosario Aguilar Perdomo
TESTIMONIOS
TEXTOS
más cerca la saludaron muy cortésmente, ro; y lo mismo fizo a dos puercos muy
y ella otro sí les tornó las saludes en len- espantables que toparon aquel día, de lo
gua estraña; mas los infantes, como eran cual no poco espantados fueron los don-
enseñados en muchas lengtias, luego lo zeles; y cada uno d'ellos lo desseava
entendieron. Y Florineo que estava muy para sí, y más Florineo que nadie, que
codicioso de saber las aventuras del no uviera cosa por grande que fuera
mundo le fabló en su lengua y le dixo: siendo suya que él no diera por él para
-Mi buena señora, si vos paresciere lo presentar al rey su padre, que era el
género de mala crianca fablar a quien no mayor montero de coracón y obra que
conosco, ruégovos que me perdonéis, y avía en el mundo, y con desseo que uvo
si es cosa que sin aventura nada podéis del can dixo:
dezir, nos digáis por cortesía quién y de -Buena donzella, ¿avría cosa en el
dónde sois, y la demanda que tra[é]is, nuindo porque vos diéssedes ese can?
porque estos señores y yo somos donze- Y ella respondió qtie sí, y él le dixo
lles que desseamos mucho saber las co- que por qué cosa lo daría. Y ella le res-
sas estrañas del mundo. pondió que primero le diría quién era,
La donzella que tan mesurada y sa- ya por eso no quedara ni dexara de lo
biamente le vido fablar miró más en él saber. Dixo él:
que de primero, y como le vido tan fer- -Ca sabed que a mí llaman Florineo
moso y ricamente guarnido luego pensó de Lucea y soy fijo del rey Aquilanio de
que devía ser Florineo de Lucea, a quien Esocia que es señor d'esta tierra.
ella venía a buscar, y faziendo finta que Cuando la donzella esto oyó, se le
le no conocía respondió: humilló mucho y le pidió muy afincada-
-Fermoso donzel, yo soy una donze- mente que la perdonasse porque no le
lla estraña de Uueñes tierras, en las cua- avía fablado con la cortesía que merescía
les se acostumbra mucho el cacar y se por no averie conoscido, y díxole:
crían tales canes como éste que vedes, y -Mi buen señor, no ay persona en el
allá oí dezir cómo acá en esta vuestra ay mundo a quien yo dé el fermoso sino a
muy buenos montes adonde os exercí- vos, mas á de ser con condición que en.
táis mucho en la caca, por lo cual me pago d'él me avéis de otorgar un don
tomó codicia de los venir a ver por ver cual yo vos demandare.
la ventaja que fazen los unos a los otros, Y el infante estava con tanto deseo
y traxe comigo este fermoso lebrel por del can que luego se lo otorgó y ella le
ver si por codicia del querrá alguno em- entregó el can y comencaron su camino
prender lo que otros con gran cobardía fazia la ciudad fablando de muchas co-
no han osado. sas. (I, cap. 2, ff. 2v-3r).
Y ellos que vieron que la donzella se
quería encobrir no le demandaron más
de su fazienda, antes le rogaron que 2. Cardenia requiere de amores
pues venía a ver montes que se detu- a Florineo
viesse en aquel que era muy bueno y
que allí verían lo que aquel fermoso can
sabría fazer, y ella lo otorgó de buen gra-
do. Y metiéndose por la floresta no tar-
C u a n d o la d o n z e l l a Cardenia se
vido en el batel con aquel que tan-
to amava fallóse la más congoxada fflu-
dó de salir un oso muy grande, al cual el ger del mundo, porque diversos pensa-
can salió y acometió tan bravamente que mientos la combatían: de la una parte,
assí le degol[l]ó como si fuera un corde- amor, y de la otra, vergüenca; de la otra
FLORAMBEL DE LUCEA ( i - I l ) 24l
el temor que tenía de ver aquel que tan- E diziendo estas y otras muchas cosas
to amava puesto en aventura de muerte de grande amor la asosegó y le dio muy
si Corniel entrava en batalla a su causa. buena esperanca de cumplir toda su vo-
Y pensando en todas estas cosas no sa- luntad [...]. Y ansí anduvieron tanto fasta
bía en qué se determinar, y maldezía que fue de noche, la cual les tomó muy
muchas vezes a su tía la Dueña del Fon- escura en un verde prado junto a una
do Valle porque en tal cuidado la metie- fuente que estava casi en el camino. Y
ra; y en fin tuvo por mejor aunque reci- como vieron tan buen lugar para des-
biesse alguna afrenta descubrir su cansar, acordaron de quedarse allí aque-
coracón a Florineo que vivir con tanta lla noche; y quitando los frenos a los ca-
cuita, y estando un día después de aver vallos y al palafrén los dexaron pacer de
comido assentados al borde del batel mi- la yerva que assaz avía en el campo; y
rando la mar, le comencó a dezir: después Lelio sacó de cena, que del ba-
-Mi buen señor Florineo, ruégovos tel tomara algunas cosas pensando lo
que no tengáis a desonestidad ni maldad que avía de ser. Y como ovieron cenado,
lo que vos quiero dezir, pues si lo es, Lelio tendió su manto en el prado, don-
vuestra fermosura y bondad son causa de Florineo albergasse, y él y la donzella
d'ello, y es que avéis de saber, mi verda- se apartaron cada uno a su parte por lo
dero señor, que desde la primera ora dexar dormir, y él se tendió sobre el
que os vi me aquexa tanto el vuestro manto teniendo el escudo por cabecera;
amor que no pudiéndolo más sufrir de- mas la donzella, que en tal trance se
terminé de pediros ayáis duelo de mí, y vido, no se le olvidó lo que Florineo le
devéislo de fazer, porque si viesse que prometiera, antes estuvo aguardando a
después de averme descubierto a vos que Lelio se adormiesse, y cuando lo
dezir esto no lo tomásedes de buen gra- vido adormido levantóse muy passo y se
do, me echaría a la hora de aquí ayuso fue adonde Florineo estava; y él como la
donde en un punto pereciessen mi des- vido no le pesó con su venida, antes se
vergüenza y vida. desarmó muy passo ayudándole Carde-
nia, y después los dos se tendieron sobre
Y esto dezía con tanto fervor que mu-
el manto, donde con gran plazer de en-
chas lágrimas derramava por las sus fa-
trambos folgaron la mayor parte de la
zes. Cuando Florineo tal cosa oyó, fue
noche. Y Florineo quedó muy pagado de
mucho turbado, porque aunque avía co-
la donzella, porque era muy fermosa y
nocido d'ella que le avía buen talante no
apuesta y nunca a otra conosciera de
cuidó que a tanto se estendía, y según lo
aquella guisa, y sobre todo era muy gra-
que en ella conosció, bien vido que si no
ciosa. Y ansí estuvieron mucho a su sa-
le respondía bien de fecho se lancaría en
bor fasta que el alva venía. Y sabed que
la mar, y por no dar lugar a esto le res-
aquella noche Cardenia se fizo preñada,
pondió:
y venido el tiempo parió un fijo de quien
-Mi buena amiga Cardenia, no me adelante la historia fará larga mención,
tengades por cavallero tan sin mesura que que fue uno de los buenos cavalleros del
no sepa agradescer al que bien me faze y mundo. (I, cap. 6, ff. 6r-v).
dessea, y conosciendo yo de vos tan
grande amor y aviéndomelo manifestado
°s quedo tan obligado que no sé cosa
con que vos lo pague sino con otro tal, el 3. El nacimiento de d o n Lidiar-
cual yo vos tenía y tendré de aquí ade- te del Fondo Valle
lante, aunque no por la vía que fasta aquí.
242 CABALLERÍAS
ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C CASTELLANOS
Y c u a n d o C a r d e n i a le echó menos
[a Florineo], la cual le atendió fasta Y c o m o v e n í a algo cansado, dando
el escudo a su escudero, se quitó
la noche, como vido que no venía, lue- el yelmo viendo que no avía allí quién le
go pensó que se hera ido y fizo pesqui- conosciesse y púsose en la cabeca un
sa por el lugar donde le dixeron que lle- fermoso chapeo blanco con muy ricas
vava otras armas, por lo cual fue piedras que la infanta le mandaría dar; y
certificada del todo de su partida. Y como venía encendido con el calor y tra-
cuando se cierto lo supo, pensó de mo- bajo que passara quedó tan fermoso que
rir de pesar, y fazía tantas cosas que si no los cavalleros que no le avían visto fue-
fuera por su padre de fecho le fuera bus- ron muy espantados y pagados d'él, y
car, mas por su temor no osó. Y ansí más la infanta que nadie, porque como
quedó con mucha tristeza fasta de allí al- le vido tan aptiesto y avía visto las mara-
gunos días se sintió preñada, lo cual le villas en armas que fiziera puso tanto los
causó gran alivio y consuelo por que- ojos en él que sin poder resistir las fuer-
darle casta de tan alto príncipe y tan cas de Venus fue tan presa del amor de
buen cavallero. Y propuso en su pensa- Florineo que no tenían ningún descanso
miento de no ser casada ni conoscer a sino cuando lo mirava, aunque ella lo
otro hombre en su vida, la cual assí cum- encobría lo mejor que podía, porque
plió como adelante lo oiréis. Y viendo hera muy entendida y honesta donzella.
que ya el tiempo de parir se le acercava, (I, cap. 10, ff. llv-12r).
acordó de ir a la casa de su tía la Dueña
del Fondo Valle, porque allí podría parir
más encubiertamente que en otra parte 5. De c ó m o Beladina seduce al
alguna por ser su tía; y demandando li- valeroso Caballero del Salvaje
cencia a su padre diziendo que quería ir
a ver a su tía, se fue para allá. Y la sabia
dueña la rescibió muy bien y le dixo
toda su fazienda, que la sabía tan bien
Y e n e s t e m e d i o tiempo, la infanta
mandó aderecar grandes fiestas
en el castillo del Deporte, que ansí se Ua-
como ella. Y allí estuvo fasta que se mava un fermoso castillo que tenía en
cumplió el tiempo que avía de parir, y cabo de todo el reino sobre una ribera
venido el día parió un infante, el más de un río que por junto a él entrava en
fermoso del mundo, con el cual se folgo la mar, y estava assentado al pie de una
Cardenia demasiadamente, y mucho más montaña tan áspera que por maravilla
la dueña, porque sabía que avía de ser arribava allí persona nascida, porque es-
uno de los mejores cavalleros del mun- tava en la más apartada tierra de todo el
do; y faziéndolo cristiano, le pusieron reino de Irlanda; y en él avía tan fermo-
nombre don Lidiarte del Fondo Valle, sas y ricas moradas y vergeles y huertas
porque nasciera en aquel valle, y allí lo de tantas arboledas y tan sabrosas fuen-
tes que lo más del tiempo fazía en él su
criavan con la mayor diligencia que po-
habitación el rey de Irlanda, padre de la
dían. (I, cap. 9, ff. 9r-v).
infanta cuando era bivo, y por ser tan
deleitoso y apartado le llamavan el casti-
llo del Deporte. Y allí acordó la infanta
4. La h e r m o s a infanta Beladina de llevar a Florineo y fazetie tantas fies-
se enamora de Florineo, el Caballero tas y plazeres que le ganasse la voluntad
del Salvaje para qiie oviesse por bien de se casar.
con ella y procurava todo cuanto podía
FLORAMBEL DE LUCEA ( i - I l ) 243
por lo encender en el amor que ella ar- sus donzellas y escuderos que se fuessen
día; y como era niña y tan fermosa y lo- a comer; y tomando ella el laúd en sus
garía, él estaba muy pagado d'ella, mas fermosas manos comencó a tañer y can-
no tanto que le fiziesse mudar su propó- tar tan suavemente que Florineo quedó
sito [...] Y llegados a él [el castillo del De- espantado de la oír; y con mucha gracia
porte], Florineo fue muy maravillado de y melodía dio principio a una dulce can-
ver tan rica morada en lugar tan aparta- ción que dezía:
do y áspero, y cuando fueron dentro
nunca fazía sino mirar la fermosa y es- Pues que amor y mi ventura
traña labor, assí del castillo como de las me hicieron tan desdichada
cámaras y huertas y fuentes que en él de amar do no soy amada
avía y dezía que en su vida viera cosa viviré siempre en tristura.
tan rica y deleitosa como era aquel cas- Con tristura y sin placer
tillo, y allí estava tanto a su sabor que le viviré pues que mi suerte
semejava estar en el paraíso terrenal, me ha causado cruda muerte
porque luego como llegaron aquella fer- sin yo gelo merescer.
mosa infanta mandó poner las mesas Y pues que mi desventura
junto a una sabrosa fuente a la sombra mine fisp tan mal hadada
de unos árboles muy fermosos y oloro- de amar do no soy amada
sos, adonde comieron con mucho pla- viviré siempre en tristura.
zer, y los cuatro escuderos y Lelio ser-
vían al Cavallero del Salvaje y dos E como estava tan ferida del amor de-
donzellas a la infanta, y las otras cuatro zíala tan bien y con tanto dolor, mez-
estavan tañiendo y cantando muy dulce- clando con el suave canto tantos sospi-
mente, porque la una tañía un laúd, y la ros, que como era niña y fermosa no
otra un dulce mel, y todas se concerta- pudo tanto la fortaleza de Florineo que
van tan bien y fazían tan dulce armonía pudiesse resistir a las fuercas de Cupido
con sus suaves cantos que le parecía a para que su bravo coracón no fuesse
Florineo que en su vida oyera cosa que traspassado con las palabras de la can-
tan bien le paresciesse. Y allí fueron tan ción, las cuales encendieron en él un tan
bien servidos de tan diversas y buenas sabroso fuego de amor que jamás se le
viandas y tan abundosamente como lo mató. Y cuando la infanta dio fin a su
fuera en la corte del rey de Inglaterra. Y dulce música, él quedó tan pagado d'ella
Florineo estava maravillado del rico y que de todo en todo se determinó de no
alto servicio que la infanta le fazía y bien entender sino en servirla y en fazer cuan-
vido que no avía cosa en el mundo con to ella le mandasse con tal que no le es-
que le pudiesse pagar lo mucho que le torbasse de buscar las aventuras y seguir
devía, y si no tuviera memoria de las las armas. (I, cap. 15, ff. 21r-v).
aventuras y cosas de las armas, cierto se
casara con ella por la complazer, mas
acordándosele d'esto, no veía la hora de
ser salido de aquel lugar, porque le pa- 6. El nacimiento y rapto de Flo-
recía que recebía mucha vergüenca en rambel de Lucea
estar allí sin fazer cosa de que honra pu-
e n e s t e t i e m p o ya la infanta es-
diesse ganar. Y cuidando en todas estas
cosas estuvo fasta que ovieron comido. Y tava grand preñada, porque se
acercava el tiempo en que avía de parir
Y las tablas aleadas, la infanta mandó a
y tenía todas las cosas necessarias y a
244 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
punto cuando una tarde ya de noche le las lágrimas en los ojos de mucho plazer
tomaron los dolores del parto y, como le dio su bendición y le dixo:
era niña y no acostumbrada a tal menes- -Fijo mío, Dios que tan fermoso te
ter, vídose en mucho peligro y retráxose fizo te faga tal que parescas a tu padre,
a una rica cámara que aparejada por porque aunque no seas mejor que él me
aquello estava, solamente con Florineo y tendré por muy contenta; y pues que
Filena y Lelio, y mandó a todos los otros con tal señal nasciste, mi voto es que
del castillo que se fuessen a dormir y ayas por nombre Florambel de Lucea
que nadi fiziesse ruido porque no se porque le alcance parte de tu belleza y
sentía muy buena. Y después de todos también porque participemos d'él tu pa-
retraídos, Florineo la tomó en sus bracos dre y yo. [...]
y la comencó a esforcar mucho dizién- Y ansí estavan los dos con su fijo con
dole palabras de grande amor. Y como la el mayor plazer del mundo, mas como la
ora hera llegada, la infanta parió un niño adversa fortuna embió Dios a de la prós-
en las manos de Filena, el más fermoso pera [...] quiso tan presto mudar esta tan
y marvilloso que se nunca vido, porque sobrada alegría en amargos lloros y
era tan grande que Filena avía harto que abundancia de lágrimas d'esta manera,
fazer en lo tener en sus bracos y luego que estando Florineo y la infanta con su
lo enbolvió en muy ricos paños. Y es- fijo Florambel entre sí, sintieron muy
tando ansí enbolviendo le vido una se- gran estruendo en el castillo y vieron a
ñal, la más maravillosa que jamás en el desora abrirse con mucho ruido las puer-
mundo se viera, y era que el niño era el tas de la cámara y entrar por ellas un
más fermoso y blanco que nunca se vido león, el más espantable del mundo, y
y avía en el braco siniestro una pequeña eran tan grande como un gran cavallo y
flor muy hermosa y bien fecha a manera tan fiero que espanto era de lo mirar, y
de violeta, que era tan vermeja y encen- venía echando muy grandes llamas de
dida que semejava propiamente ser fe- fuego por las narizes y por la boca y por
cha de un rubí. Y cuando Filena le vido los ojos, y dando tan grandes saltos y
tan fermoso y la señal tan estraña con bramidos que todo el castillo fazía reso-
nar. Y det'ras d'él venía un home viejo y
que nasciera, fue muy espantada, y por
muy anciano con la barba fasta la cinta y
consolar a sus padres que estavan algún
tan blanca como la nieve, que avía los
tanto cuitados a causa de que la infanta
ojos tan resplandescientes que semeja-
quedara muy quebrantada del parto le
van dos antorchas encendidas, y el león
tomó medio enbuelto y se lo llevó al le-
se mostrava siempre más bravo y se ve-
cho donde la infanta estava y llegándose
nía a mucha priessa contra el lecho don-
a ella con mucho plazer le dixo: de la infanta y Florambel estavan, y
-Mi buena señora, alegradvos y dad cuando ella y Filena vieron cosa tan des-
gracias a Dios porque vos fizo madre de emejada y espantosa ovieron tan gran
tan fermosa criatura. miedo que sin ningún sentido quedaron
Y diziendo esto se lo puso delante y tales como muertas. Florineo, que aque-
la infanta le tomó entre sus bracos y, llo vido, aunque en gran pavor fue meti-
do, no le faltó su bravo coracón, antes
aunque estava mala, con el mayor gozo
con gran ardimiento se levantó de don-
del mundo le besó con mucho amor, y
de estava, y fue a tomar a gran priessa su
cuando le vido tan fermoso no se farta-
espada y manto que junto de sí tenía, y
va de lo mirar, y viendo la flor que en el
metiendo mano a ella embracó el manto
braco tenía fue mucho maravillada y con
FLORAMBEL DE LUCEA ( l - I l ) 245
y arremetió para el león con mucha ira dad; el cual estava solo sin escudero nin-
porque en tal rebato pusiera a su señora guno y a pie y tendido en el campo y
y diole tan gran golpe por cima de la ca- acostada la cabeca a un árbol, y en el
beca que la espada le saltó de la mano mismo árbol tenía arrendado un muy
bien lueñe sin le fazer mal ninguno y el buen cavallo y arrimada una gruessa lan-
león le echó sus duras uñas por cima del ga y el escudo y el yelmo muy cerca de
manto de guisa que cuanto d'él alcancé sí; el cual estava tan desacordado y pen-
llevó tras sí; y como Florineo se vido sin sativo que Florambel y su escudero cui-
espada y tan junto con el león bien cui- davan que dormía; y muy maravillados
dó que la su muerte era llegada, y con de quién podría ser aquel cavallero que
mucho esfuerco entró con él y le trabó tan bien parescía y de cómo estava en
con las manos por la garganta tan fuer- aquella guisa, anduvieron por su camino
temente que cuidó de lo afogar, mas el fasta que llegaron bien cerca de donde
león le echó sus duros bracos por cima el cavallero estava; el cual, como sintió
de los ombros a las espaldas con tanta las pisadas de los cavallos, aleó la cabe-
furia que le semejava a Florineo que to- ca por ver quién venía; y cuando vido
dos los huesos le menuzavan y que le que era un solo cavallero, tornó acostar
fincava las uñas fasta las entrañas. Y la cabeca al árbol sin fazer ninguna mu-
mientras que ellos estavan assí abraca- danca y tornóse a meter en su pensa-
dos, el viejo que vos diximos se fue para miento como de primero, y aunque pa-
el lecho de la infanta y tomando a Flo- saron el Cavallero de la Flor Vermeja y
rambel entre sus bracos dixo: su escudero no les dixo cosa alguna ni
-Ya d'esta vez no vendrá tanto daño ellos a él tampoco [...] Y estando a la
al mundo por ti como algunos cuidavan, mesa fablando con el florestero ya que
porque yo te pondré en tal parte que casi avía acabado de cenar, llegó el ca-
muy poco mal puedas fazer. [...] vallero que viera en la encruzijada, el
cual los saludó muy cortésmente y ellos
Y el anciano, desque tuvo al niño en
le tornaron las saludes. Y el cavallero se
su poder, se tornó para la puerta de la
entró a fazer dar recaudo a su cavallo y
cámara y con mucha priessa salió fuera.
entre tanto Florambel preguntó al flores-
Y en saliendo, el león soltó a Florineo,
tero que le dixesse si sabía quién era
dexándolo muy quebrantado y se salió
aquel cavallero y el florestero le respon-
tras d'él, y luego desaparecieron los dos,
dió que no sabía más de su fazienda
que nunca más los vieron. (I, cap. 20, ff.
cuanto se llamava el Cavallero Bovo [...]
28v-29v).
Florambel, que aquello oyó, fue muy
maravillado y crecióle mucho el desseo
que tenía de saber quién fuesse el cava-
7. La aventura del Caballero llero y por qué causa tenía aquel nombre
Bobo y qué aventura esperava en aquella gui-
sa. Y en esto vino el cavallero y se sen-
A esta h o r a llegaron a una encruzi-
jada donde se partían muchos ca-
minos y en ella vieron estar un cavallero
tó a cenar y servíanle a la mesa dos fijos
del florestero y Florambel lo estava mi-
rando mientras que cenava, porque le
armado de unas armas pardas muy rica- parescía muy bien y porque le vía que
mente obradas y que en el escudo tenía siempre perseverava en estar muy pen-
pintada una donzella que dormía sobre sativo, tanto que muchas vezes holvida-
un verde prado, y el cavallero parescía va de llevar el bocado a la boca; y tam-
en sí muy apuesto y aver en él gran bon-
246 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
bien vido que estava algo descolorido y -Dexemos agora mi buena amiga de
que tenía el semblante muy triste y que fablar en esso y vamos a ver aquel buen
en él parescía tener algún gran dolor en cavallero que ya cara havrá comprado
su coracón, por lo cual acordó de saber mi vista según lo que le havemos fecho
la causa de su tristeza y determinó de se esperar. [...]
le preguntar en acabándose la cena. (III, [F/orambe¡i, como se vido solo con su
cap. 25, ff. 174r-v). señora, que hera la cosa que más dessea-
va y havía codiciado en este mundo,
desechando todo empacho, procurava
8. De cómo fue hecha dueña la de pagar a su abrasado coracón las gran-
más hermosa doncella del mundo des cuitas y mortales desseos que por su
causa fasta allí avía sostenido; y tomán-
e vistió [Graseiinda] de muy fermosas dola entre sus bracos la comencó a abra-
S y ricas ropas que Ricandia le tenía car y besar muy dulcemente, mezclando
aparejadas y sobre sus dorados cabellos en medio muy amorosas tablas, y aun-
que sueltos llevava se puso una muy rica que ella le rogava muy afincadamente
guirnalda de oro con inestimable pedre- que no fiziesse cosa con que desonra le
ría con la cual parecía tan fermosa que viniesse, él se dio tan buena manera que
Ricandia que la mirava estava espantada aunque no sabía mucho de aquel me-
y díxole riendo: nester como aquel que nunca en otro
-Cuanto que yo fermosa señora, si tanto se viera, enseñado del gran amor
cavallero fuesse, viéndome assí a solas que a la infanta tenía, fizo tanto que no
con vos no sé lo que faría, aunque cui- aprovechándole a ella las sus onestas de-
do de Florambel, que según es de mesu- fensas al fin fue dueña aquella noche la
rado, no osará llegar a vos. más fermosa donzella del mundo por
Graseiinda se folgo mucho de lo que mano del mejor cavallero que en él ha-
Ricandia le dixera, aunque ovo algún vía ; y ansí estuvieron los dos con el ma-
tanto de vergüenca, y abracándola con yor deleite y gloria que jamás amantes
una graciosa risa le dixo: tuvieron. (V, cap. 21, ff. 3l4r-315r).
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIOS
TEXTOS
1. I n i c i o : l a h i s t o r i a prosigue 2. C o m p o s i c i o n e s p o é t i c a s d e n -
contada por una mujer tro de la narración caballeresca
les que fasta agora no an fallado quien y romas, y los ojos pequeños y bermejos
los venza. que ponía más espanto que codicia a
Mucho se folgaron los Caballeros quien la miraba, y los cabellos, que muy
Resplandecientes en oír tan fermosa y negros y crespos tenía, los tenía muy
graciosa abentura y a todos tomó talante conpuestos y entregados por detrás de
de se ir a probar en ella. (BNMadrid: las orexas, de las cuales le colgaban muy
fols. 47v-48r). grandes y ricos carcillos con piedras de
gran balor, y sobre la cabeza tenía pues-
3.2. La descripción de la duquesa ta una guirnalda de oro fecha como de
oxas de parra y d'ella salían grandes ra-
cimos de alxofar fechos a manera de
Y e n t r e u n o s árboles pararon todos,
y Lindoniso y Florián enlazaron
sus yelmos y echando los escudos a los
ubas. Y en el teatro donde ella estaba
abía en fondo muchas gradas por su or-
cuellos, con sus lanzas en las manos, so- den cubiertas de paños de oro y de seda,
lamente con la dueña que los aconpaña- y en ellas muchas dueñas y doncellas
ba, se comencaron acercar al castillo con muy ricamente guarnidas sentadas por
muy fermoso continente y, por lo que la su horden cada una según el mereci-
dueña les contara de la duquesa, con miento de su persona, estaban en las
gran codicia que tenían de la ber se fue- más altas gradas cerca de la duquesa,
ron facia la tienda que vos diximos, mas en lo alto no estaba sino ella sola; y
donde cuidaron que la fallarían; y cuan- muchas de aquellas doncellas tenían ar-
do llegaron, fueron no menos alegres pas y laudes y otros instrumentos en sus
que maravillados de las cosas que bieron manos, con los cuales cantaban y tañían
porque la tienda era muy rica, fecha toda muy dulcemente. Pues con el aparato
de un brocado berde muy ricamente que oído abéis estaba aquella muy más
bordada y guarnida con muchos lazos de que fermosa duquesa Remondina, a la
oro, y las cuerdas de la tienda era todas cual con todas las otras cosas estubieron
de seda berde y abía todas las alas alga- los dos buenos hermanos una pieca.
das por manera que se podía ber muy (BNMadrid: ff. 48v-49r).
bien todo lo que dentro estaba, en ma-
nera de la cual bieron aquella, que de 3.3. La Duquesa Remondina elige a los
tan fermosa se preciaba, duquesa Re- Caballeros Resplandecientes c o m o
mondina sentada encima de un cadahal- sus caballeros
so a manera de teatro, en una muy rica
cuadra de oro guarnida de muchas pie-
dras preciosas; y ella estaba bestida de
una ropa de seda azul, aforrada en tela
D e la m a n e r a que abéis oído les
abino a los buenos Caballeros
Resplandecientes con los de la Duquesa
de oro y acuchillada la seda por estraña Remondina, y abiéndolos vencido a to-
arte, senbradas por ellas muchas águilas dos y muerto parte d'ellos, se fueron
de oro, y entr'ellas bordadas y puestas contra el castillo. Y la duquesa por les fa-
muchas piedras de gran balor, y tenía los zer honra, los llebaba por las manos a
sus pechos de fuera que más eran ne- cada uno por la suya, y biendo su gran
gros que blancos, y sobre ellos un rico y fermosura iba la más contenta muger
ancho collar de oro de muchas piedras que nunca fue, cuidando aber ganado
de insumable balor. Y sabed qu'ella era para su servicio los mexores cavalleros
asaz negra y abía los labios muy gran- del mundo. Y con muy gran plazer los
des, y qu'ésos y las narizes muy anchas iba mirando, cuando a uno, cuando al
250 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
los dos somos hermanos, fijos de un pa- por sus caballeros y como tales le pro-
dre y de una madre; y aún os digo que metieron de facer de oy adelante todas
aun también fuimos juntamente enxen- las cosas que se ofreciesen en su servi-
drados y nacidos, así que por todas las cio y ansí estubieron fablando de mu-
cosas que abéis oído, digo que yo no chas cosas [...]. Y entre otras cosas la du-
siento manera cómo podamos gozar de quesa Remondina preguntó a los
la gran merced que Dios nos figo; si mi caballeros si querían quedar en aquella
conpañero no me dee su parte, porque tierra o qué era su boluntad de facer;
partirbos en dos es inposible y dexar yo porque si con ella querían fincar, los fa-
la mía mucho más, porque no lo daría ría señores de todo su estado para que lo
por cosa del mundo; pues que aya con- mandasen como ella misma. Mas ellos la
tienda entre nos para que el uno ubiese dixeron cómo andaban en una demanda
de morir ya bedes qu'el deudo y amistad que por estonces no la podían dexar y
que entre nosotros ay no lo consiente. que otro día les conbenía partirse por-
Por tanto, bed lo que mandáis que se que dexaran una fusta suya en la mar y
faga, pues a todas buestras preguntas que los que en ella quedaban los esta-
bos é respondido y satisfecho. rían aguardando. La duquesa como
Y calló por estonces que no dixo aquello oyó y abía puesto tanto amor en
más. Y la duquesa que aquello oyó estu- ellos, dixo que en todas maneras no po-
bo un poco pensando entre sí y bolvién- día dexar de ir con ellos por ber las gran-
dose contra Florián le preguntó que qué des caballerías que en su serbicio farían.
dezía él de aquellas cosas que su conpa- Y ellos dixeron que folgaban d'ello y
ñero había dicho. Y él respondió que ansí concertaron de se partir otro día.
decía lo mesmo, y que tanpoco soltaría (BNMadrid: ff. 51r-52r).
él la parte que d'ella abía ganado por
cosa del mundo. Cuando la duquesa
aquello oyó, como era tan libiana de 3.4. La Duquesa Remondina es recibida
todo en todo, cuidó que de mucho amor por el emperador de Constantinopla.
lo dezían, por lo cual fincó tan contenta
que no ay quien bos lo sepa dezir. Y con
gran placer que tenía les dixo: E l Cual [el emperadoñ y todos aquellos
preciados caballeros y altas donce-
llas se estaban riyendo, ansí de ber a la
-Agora bos digo que me puedo tener
por de buena bentura en aber ganado ta- duquesa tan fea y ricamente arreada,
les caballeros; y pues que los dos me te- como de las fablas que con sus caballe-
nedes tanto amor, yo bos lo quiero pagar ros pasaba y, como llegó ante el empe-
con amaros a entranbos sobre todas las rador, se le umilló algún tanto y él la re-
cosas del mundo y desde aquí bos reci- civió con mucha cortesía y placer
bo por mis caballeros. Y pues que tanto diciendo:
talante abedes de me serbir, yo fuelgo -Así Dios me ayude, apuesta doncella
mucho de tomar en cuenta todas las ca- fermosa; aventura es la que oy nos á
ballerías que de oy en más ficiéredes en Dios deparado en traer a mi corte a tan
mi servicio para bos lo pagar y agrade- preciada y fermosa conpaña como sois
cer con la boluntad que digo. bós y buestros aguardadores.
Los Caballeros Resplandecientes se La duquesa con mucha grabedad le
folgaron mucho de ber el contentamien- respondió:
to de la duquesa y de aber fallado ma- -Y ansí lo tengo yo y muy grande en
nera para la satisfacer, y allí se otorgaron aber arrivado a corte de tan alto príncipe
252 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
donde bos faremos todo el servicio que mucho deseo de gocar de alguno de sus
pudiéramos estos mis caballeros y yo. graciosos cuentos; por lo cual, después
La princesa y las que con ella benían que se vieron en el canpo fuera de la ci-
estaban tales viendo a la duquesa y de dad, por regocijar el camino se llegó a
cómo se preciaba tanto en sus meneos y donde Belíster que, como avéis oído,
fablas, que apenas podían tener la risa, y Uevava la rienda del palafrén de la du-
la princesa con mucha gracia dixo contra quesa, y le dijo:
el enperador por autoricar más la burla: -¡Sí Dios me ayude!, señor don Belís-
-Poderoso señor, sea la vuestra mer- ter, que ayer y hoy avéis ávido buena
ced servido de nos dar parte de la fer- aventura en topar con tan fermosas don-
mosa doncella y no la quiera gozar toda. cellas.
Y el emperador respondió: Y don Belíster que muy gracioso y
-Por mi fe, mi amada fija, que según entendido hera, sonriéndose algún tanto
me semexa apuesta la doncella, no qui- dijo:
siera dar parte a naide d'ella, porque -Saved, mi buen señor, que a quien
quisiérala todo para mí. Mas, pues que Dios quiere bien siempre le acarrea estos
así vos place, partamos todos tan buena lances tan buenos como a mí á fecho, de
presa como Dios oy nos á dado. lo cual creo yo que vos y todos estos pre-
Florián respondió riendo: ziados caballeros lleváis harta enbidia.
-Por Dios, mi buen señor, mal nos La duquesa que entendió las pláticas
quiere pagar la buestra merced a este de los caballeros, cuidando que de ber-
buen caballero y a mí la boluntad que dad lo decían y usando de su contina
tenemos de le serbir, pues que así nos gravedad y grandeca, con mucha sandez
querría quitar lo que nosotros a tanto bolbió la cabeza contra el Caballero de
afán abemos ganado. la Corona Imperial y le dixo:
Y con estas pláticas y otras más gra- -¿Y no vos parece, caballero, que se
ciosas recivieron el enperador y su fija y puede tener por de buena ventura el ca-
todos aquellos preciados caballeros y al- ballero que me lleva de rienda que,
tas doncellas a aquella tan sandía donze- cuando Dios quería, no me la solían lle-
11a. (BNMadrid: ff 71v-72r). var si no los mejores caballeros del mun-
do, y no pensavan ellos que les facía pe-
3.5. La Duquesa Remondina e n la cor- queña merced en ello?
te de Constantinopla -Y ansí no me maravillo de qu'este
caballero tenga tan buen conocimiento
que cuidé lo mismo, y aún por eso lo
Y d o n Belíster Uevava de rienda a
la disforme duquesa Remundina,
la cual iba muy ricamente bestida de una
digo yo, fermosa señora, -dijo el empe-
rador-, porque a mí nunca me depara
ropa muy preciada que la princesa le Dios tan dichosas andancas.
diera, que hera de una seda jalde muy -No sé si las merecéis, -dixo la du-
fermosa, guarnida y bordada de oro y quesa-, porque fasta agora nunca he vis-
puestas muy ricas piedras por enzima to para lo judgad, mas quitadbos el yel-
por maravillosa arte, por la cual pensava mo para ber si bos face agravio la
ella que parecía tan bien que, como to- Fortuna o no.
dos la miravan, entendía que iban ena- Muy grande placer y regocijo lleva-
morados de ella. Y como el emperador van todos y todas aquellos caballeros y
Floranbel abía oído fablar mucho de las doncellas en oír las locuras de la duque-
banalidades de aquella doncella, tenía sa, mas porque no se corriesen detenían
FLORAMBEL DE LUCEA ( l l l ) 253
la risa y disimulaban lo mejor que po- -Por buena fe, doña sandía y desber-
dían; y el Caballero Imperial viendo que gonzada doncella, que si esos buestros
no avía allí nadie que lo conociese, por caballeros que tan desmesurados como
pasar con la burla adelante, se quitó el bós parecen no bos castigan que yo lo
yelmo y le dio a Seberindo que, como la mande facer así a ellos como a bós de tal
duquesa le vido la caveca desharmada, guisa que todo el mundo pueda tomar
fue tan turbada qu'estubo ya cuando sin exemplo, porque otro día no tengades
poder fablar palabra. [...]. tan loco atrevimiento de facer escarnio
-Con esa condición yo fuelgo de ellos, ni enoxar a quien no merecíades servir
-dixo la duquesa-, por que de otra mane- ni descalcar.
ra no me sería bien contado, porque muy Cuando los caballeros y doncella
mal pagaría yo a los mis buenos caballe- aquello oyeron, biendo la saña de la du-
ros el demasiado amor que me tienen y quesa y la gravedad y autoridad con que
el que vos decís que me tenéis, que os lo fablava y en su senblante mostrava, fue-
agradezco mucho, el cual yo bos pagaré ron movidos a mayor risa y el uno de los
yo de grado en todo lo que quisierdes de cavalleros la respondió muy mesurado
mí, con tanto que no me pidáis cosa con- por la facer correr más de beras:
tra mi onra y honestidad. -No tenedes racón, señora doncella,
-De eso podéis estar bós bien segura, en facer castigar a la nuestra porque aya
dicho lo que diría cualquiera que os bie-
mi buena señora, -dijo el emperador-,
re, porque de mí bós os sé decir que,
que por cosa del mundo no bos la de-
aunque he andado muchas partes del
mandaría yo.
mundo, nunca otra tan fea ni tan disfor-
Y con estas fablas y otras muy gra- me la bi como a bós.
ciosas iban todos tan regocijados que no
Y al cavo de decir esto disparó una
sentían el camino. (BNMadrid: ff. lOOr-v).
tan gran risa que desde lueñe la pudie-
ran oír. La Duquesa que aquello oyó fue
3.6. Defensa de la Duquesa Remondi- tan llena de ira que toda inflamada en
na. ella comencó a dar muy grandes voces
diciendo:
Y la d o n c e l l a de la fuente dixo rien-
do a voces que todos la oyeron:
-Agora vos digo que he visto la más
-¡Aquí, aquí, mis buenos cavalleros!
¡Venid a darme venganca d'estos malos y
de su doncella que con tanto atrevi-
fermosa y donosa cosa que jamás pensé miento facen escarnio de mí! [...]
ver, así de apuestos cavalleros como de Mas sobre todos hera el placer que la
fea doncella; y lo que peor me parece de duquesa Remondina tenía cuando vido
ella es que según su fermoso traxe y bencidos a los cavalleros y que la venían
arreo y lo mucho que se precia aun creo a demandar perdón desdiciéndose de lo
que cuida que tiene alguna parte de fer- que le avían dicho, y la doncella tam-
mosura. bién, de lo cual quedó tan ufana y glo-
La duquesa, que muy bien oyó lo que riosa y les dijo tantas sandeces y sober-
la doncella dixera y entendió el escarnio vias que sería nunca acavar si todas las
que así ella como sus caballeros facían ubiésemos de contar; y los buenos caba-
con su demasiado reír, fue tan corrida y lleros y sus señoras se folgavan tanto de
sañuda que más no podía ser y bolvien- la oír que nunca quisieran que callara; y
do las riendas del palafrén contra ellos despidiéndose de los cavalleros y donce-
les dijo con gran ira: llas se fueron ellos a buscar sus aventu-
254 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
ras y los otros fincaron muy espantados do a sus caballeros que la batiesen y el
de los que les abiniera. (BNMadrid: ff. uno de ellos que más cerca se falló arre-
390v-391v). metió a la duquesa teniéndola por un
braco y diciéndole:
3.7. Los Caballeros Resplandecientes -Tened bos afuera, disforme animal, y
defienden a la Duquesa Remondina no seáis osada de poner las manos adon-
de no merecéis, porque sé de cierta que,
por
Cristina Castillo Martínez
TESTIMONIO
TEXTOS
vencería por le faltar la ayuda de su hijo) Y con esto dexándolos la sabia, subió
se haría, con su gran poder, señor de la dos escalones que en la sala estavan
cristiandad, y como esto uviesse hecho, para subir a la cuadra adonde la arredo-
desencantasse al príncipe don Florando ma estava colgada, y como en la cámara
con la agoa d'esta arredoma. Y como yo entró, haziendo sus conjuros y convoca-
soy en mucha deuda a este príncipe, no ciones, vinieron ciertos de sus familiares,
quería que su honra recibiesse ningún a los cuales ella mandó que le hinchie-
menoscabo, por lo cual venimos a esta ssen aquella cámara de cosa que aunque
torre para aver esta arredoma para des- aquella arredoma cayese, no se quebra-
encantar a don Florando, porque, como sse. Y ellos, como muy diligentes eran,
fuere desencantado, ha de ir ayudar a su lo hizieron tan presto que no passó un
padre el príncipe Paladiano, y hágoos cuarto de media ora que trayendo mu-
saber que al tiempo que llegare le será cha lana la hinchieron toda, y subiendo
bien menester su ayuda, y también vos- la sabia en riba de uno d'ellos, obró ella
otros avéis de lo hazer, como andando el de su saber de tal guisa que andando la
tiempo veréis. Y sabed que en esta torre cámara enderredor tres vezes se deshizo
están tres guardas: la primera es un fuer- el encantamiento y cayó el arredoma del
te cavallero llamado el Gran Maniberto, agoa en la lana, y porque no se trastor-
rey de Polismaga, con el cual, vos don nasse fue luego muy ligeramente a ella y
Clariseo, avéis daver batalla; la otra guar- la tomó en la mano, y como la uvo to-
da es un jayán que allende su fortaleza
mado, mandando a sus familiares que se
le puso el sabio cierta virtud que no
bolviessen, se vino ella adonde los cava-
puede de alguno ser vencido. Éste es en-
lleros atendiéndola estavan, que cuando
comendado a vos don Clarisarte, porque
ansí la vieron venir con la arredoma muy
sois más sotil y ingenioso, y como viere-
alegres fueron y la recibieron con mucho
des ansí haréis; la tercera es un cavalle-
amor, y ella a ellos otrosí. [...]
ro desarmado gran luchador y vos don
Clarisando vos avéis de combatir con él Dize la historia que la sabia desarmó
de lucha, mas avéis de tener un aviso a don Clariseo y a don Clarisarte y les
que os hago saber: que no puede ser de- curó algunas heridas que tenían, ponién-
rrocado por alguno por virtud de un ani- dole en ellas tan medicinales ungüentos
llo que en la mano diestra tiene, y vos que poco o cuasi nada las sintían, y
avéis de hazer de tal suerte que se lo como los uvo curado, cavalgando ellos
avéis de quitar y ansí lo venceréis, y en sus cavallos y ella en su palafrén, se
como fueren vencidas las tres guardas, pusieron en camino para la ciudad de
yo subiré a la torre para aver la arredo- Londres, mas por ser ya tarde, no pudie-
ma del agoa, y si aora no veis la torre no ron llegar a la ciudad y durmieron en el
os maravilléis, porque cuanto está en- campo aquella noche, y después d'aver
cantada, mas mañana, si plaze a Maho- encomido estuvieron reposando; mas
mat, la veréis a vuestra voluntad. [...] Lo tres oras antes del alva se levantaron de
más que ay por hazer, -respondió ella-, manera que llegaron a la ciudad en que-
que es la postrera aventura, es para mí riendo amanecer, y viendo la sabia que
guardada, como para cada uno de vos- aquel era oportuno tiempo para hazer lo
otros era guardada la que vencistes, y que quería, dixo a los infantes:
por tanto dexadme que yo pienso de le
dar tan buen fin como vosotros avéis -Hijos, quedaos aquí a esta puerta de
dado. [...] la ciudad porque no os conviene ver lo
que yo tengo de hazer.
FLORANDO DE INGLATERRA 259
-Pues que ansí es, -dixo don Clarisar- fuéssedes a dar derecho del jayán, y para
te-, empecad a caminar, porque yo os si- esto es a lo que os llevo, hablándoos, se-
guí ré. ñor, la verdad. E si avéis visto que os co-
Y con esto empegaron ambos a ca- nocí nombrándovos por vuestro nombre,
minar bolviendo por el camino que don y veis que este batel anda sin ser por
Clarisarte avía traído y, caminando ansí ninguno governado, todo lo hago con
por espacio de dos oras, llevando siem- mi saber. [...]
pre tanta priessa que nunca davan repo- Y con esto fueron al castillo y con-
so a las encavalgaduras que llegaron a la tando a su señor que estava allí un cava-
falda de una floresta en donde batía la llero y un viejo que le quería hablar cosa
mar, y como allí llegaron, se metieron en mucho de su provecho, el jayán les dixo
un batel que allí el viejo tenía aparejado, que pues ansí era que viniessen; lo cual,
y metiendo también los caballos, se em- como don Clarisarte oyó, vino con el sa-
pegó a mover el batel muy fuertemente bio al castillo. El jayán estava entre las
sin ser por alguno governado ni manda- almenas esperándolos y, como los vido
do, de lo que mucho se espantó don cerca de la puerta, les dixo con una boz
Clarisarte, por lo cual dixo al viejo: temerosa:
-Señor honrado, mucho me holgaría -¿Qué es lo que vosotros queréis, que
que me dixéssedes cómo este batel es me han dicho mis hombres que me que-
movido y anda tan rezio sin aver alguno ríades hablar cosas de mi provecho?
que con vela o remos lo haga andar, y Don Clarisarte, muy espantado de ver
mucho os ruego también, pues que so- su gran fealdad, le respondió:
mos ya en parte que de todo me podéis -Jayán Fradulán, por cierto que yo te
dar cuenta, que me digáis qué socorro es embié a dezir la verdad, porque si tú
lo que os tengo de hazer, y ansí mismo quisieres hazer lo que te dixere, no pue-
cómo sin me conocer me llamastes por des hazer cosa que más tu provecho sea.
mi nombre. -¿Y qué es?, -dixo el jayán muy sober-
Y entonces dixo el viejo: viosamente, porque vio que don Clarisar-
-De todo soy muy contento de os dar te le hablara con tan poca reverencia.
la respuesta. Vos sabréis cómo yo soy el -Es, -dixo don Clarisarte-, que soltan-
sabio del Castillo Encubierto e mi mora- do los presos que tienes, satisfaziéndolos
da es en los Alpes de Alemana, y como de los agravios que les tienes hechos, y
yo tuviesse un hijo cavallero, andando él tornándote cristiano, con hazer esprofi-
a sus aventuras, vino a portar a la ínsula ssión de tus pecados, no puedes hazer
sin Holganza, donde es señor Fradulán cosa que más provecho te sea para sal-
el Sin Piedad, y como mi hijo ende apor- vación del ánima que tan perdida tienes.
tasse, fue preso por los del jayán y pues- E si esto no uvieres de hazer, sabe por
to en prisión y como yo, por mi saber, cierto que soy aquí venido para me com-
supiesse lo que a mi hijo aconteciera, batir contigo y tomar en ti venganca de
viendo que no le podía dar remedio, es- cuantos males tienes hechos.
peré hasta ver si andando el tiempo se lo ¡O, quien viera al sin piedad Frandu-
podía dar, y sabiendo yo que aora el ja- lán lo que sintió con las palabras de don
yán quiere hazer sacrificio de todos los Clarisarte, cierto gran pavor uviera! Por-
presos que tiene, me acuité mucho por que él, como endimuniado, con una in-
amor de mi hijo, e viendo que vos sois fernal saña, dixo:
de los más esforzados cavalleros que ay -¡O, dioses engañadores y malos! ¿tan
en el mundo, os vine a rogar que me gran pesar os merecí yo que me hizié-
FLORANDO DE INGLATERRA 261
ssedes en pago de los servicios que os al sabio lo que sintió cuando vido a don
tengo hechos? ¿Por qué quesistes ansí Clarisarte en el suelo sin acuerdo! Por
averme traído a tiempo que oyesse yo cierto que parecía más sin sentido que
las palabras de una tan vil cosa, por cier- él; mas cuando lo vido levantar, fue tan-
to que dende adelante no sea loco en ta su alegría que no se puede creer.
hazeros más sacrificios, si no hazeros a Cuando el jayán vido venir a don Clari-
todos piecas y hazer una imagen a mi se- sarte, arremetió a él con su ancho cuchi-
mejanca y mandar a los míos que me llo en la mano dixiendo:
adoren y me honren pues que lo merez- -¿Cómo, estroso cavallero? ¿Aún no
co. [...] eres muerto?
El jayán, bolviéndose a don Clarisar- -Primero lo serás tú a mis manos, -dixo
te, le dixo: don Clarisarte.
-Di, cautiva cosa, ¿quién te dio atrevi- E diziendo esto arremetió uno a otro
miento de me venieres con tal demanda? y se empegaron a herir tan crudamente
-Déjate de las preguntas, bestia mala, que en poca pieca empecó a salir de sus
y dime si quieres aceptar mi batalla. cuerpos mucha sangre que, como don
-No quiero yo que me atiendas más Clarisarte era usado en aquel menester y
que en tanto que yo me arme. se avía combatido con otros semejantes,
-Bien cierto está, -dixo don Clarisarte-, se resguardava d'él con mucho tiento,
si tú me asseguras de los tuyos, dándole tales golpes que mucho los ha-
-Grande desventura sería la mía, -dixo zía sentir al jayán, por el cual él andava
el jayán-, si yo oviesse menester que de tan sañudo que parecía un bravo león, y
otra mano fuesses enojado sino de la no hazía ál que tirar muy crueles golpes
mía; por tanto, entra que yo te asseguro a don Clarisarte, mas él todos se los re-
e juro a la imagen de mi semejanca, que batía y a los que no podía resguar, dá-
por los traidores no quiero jurar, que si vase d'ellos con mucha ligereza, y ansí
alguno te enojare acá dentro, que con se combatieron por espacio de dos oras
mis manos lo tengo de deshazer. [...] y media, que vinieron a cansar en tal ma-
Y el jayán, muy sobervio, se arredró nera que les faltava el aliento, por lo cual
de don Clarisarte y arremetiendo uno se quitaron afuera para descansar, y en
contra otro se dieron tales encuentros, tanto dezía el jayán, muy aquexado de la
que las langas bolaron en muchas piezas caída de la pierna:
por el aire, y juntándose de los cuerpos -En verdad que éste con quien me
y cavallos y escudos e yelmos, vinieron combato debe de ser algún diablo, que
al suelo de muy grandes caídas. Fue de tan cansado me tiene que ningún golpe
tal manera, que don Clarisarte estuvo le puedo acertar teniéndome él tal para-
amortecido un rato en el campo, y el ja- do, por lo que me conviene tomar cruda
yán tomándole una pierna el cavallo de- vengaba en él.
baxo, que muy mal se la trató, no se po- E diziendo esto vio que don Clarisar-
día levantar, lo que mucho valió a don te movió para él e hizo él lo mismo; mas,
Clarisarte, porque si ansí el jayán no ca- con gran dolor de la pierna de que él
yera, la muerte no se le escusara. Y tan- mucho se sentía, dio un tal golpe a don
to hizo el jayán, que se levantó, y estan- Clarisarte sobre el escudo, que por el
do para ir sobre su enemigo, vido que se medio se lo hendió, y llegando al braco
levantara como quien recuerda de un le hizo una mala herida de que don Cla-
pesado sueño, y arremetió al jayán con risarte gran dolor recibió y muy sañudo
su espada en la mano. ¡Oh, quién viera arremetió al jayán y le dio tal golpe so-
262 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
bre el escudo que le cortó las embraga- una pequeña llaga en la cabeca. Don Cla-
duras d'él y se lo hizo caer en el suelo y, risarte que ansí se sintió herido, le dio un
abaxándose el jayán para lo tomar, lo revés y, tomándole por la mano siniestra
tornó a herir a su voluntad por las es- le cortó dos partes d'ella. El jayán, en ven-
paldas, que más de media espada le me- ganza d'este revés, le dio un golpe en una
tió por el cuerpo. Cuando el jayán se sin- pierna que malamente lo llagó, y acaban-
tió herido d'aquella manera, viendo que do de dar este golpe, por la mucha san-
la llaga era mortal, dexando de tomar el gre que perdido avía, demayó en tal ma-
escudo, tomó su espada a dos manos y nera qtie no se podía sostener en pie y
arremetió a don Clarisarte con una furio- cayó en el suelo, dando mil bueltas por el
sa braveza diziendo: campo con las vasquas de las muerte;
-¡Ay, cautiva cosa, que me has muer- mas don Clarisarte, por la saña que tenía
to! del golpe que en la pierna le avía dado,
Don Clarisarte que vido venir el teme- fue sobre él y, desenlazándole el yelmo,
roso golpe, se guardó d'él con mucha li- le cortó la cabeca diziendo:
gereza, mas el jayán le bolvió a dar otro -Allá irás, vasallo de Satanás, adonde
y, acertándole en el yelmo, aunque el gol- tus obras te darán el mérito que por ellas
pe no fue en lleno, se lo falso y le hizo mereces, (libro II, cap. 53).
44. FLORINDO
de Fernando Basurto
(1530)
por
Alberto del Río Nogueras
TESTIMONIO
TEXTOS
guardas para Florindo, porque tuvieron rogada por el uno e importunada por los
por cierto que, como tuviera mal remedio dos que les dixesse quién hera, los res-
lo uno, le tenía bueno lo otro, en especial pondió que les pidía de merced que no
cuando sintieron ser la señora persona de se lo mandasen dezir, pues hera su vo-
mucho y el enamorado hombre de poco. luntad de tener el caso secreto, según se
Y venidos a consejo de lo que havían de lo havían ofrecido. Viendo los tres cava-
hazer, pareció a los dos que, pues d'ellos lleros que convenía saber quién heran
no heran sentidos, que los dexassen, que los dos porque a ellos no los descu-
con el plazer de sus pasatiempos y regozi- briessen del caso que querían empren-
jo de su besar no los sentirían, pues esta- der, la tornaron a rogar, ofreciéndola otra
van apartados de la ventana por donde vez que no sería descubierta, que les di-
Florindo havía de salir. Al cual parecer xesse quién heran. Viendo la donzella la
dixo el otro que a él le parecía por alguas seguridad que todos le davan y que no
cosas que de aquello podían redundar que podía escusar de ser conocida, les dixo:
no se hiziesse ansí como lo dezían, porque -Sabed, cavalleros, que soy Fulgen-
si ellos ven que Florindo sale por tan sos- cia, por quien el uno de vosotros gran
pechoso lugar, teniendo por cierto que se tiempo bivio penado. Y el que está en
va por hazer servicio al duque se ascon- mi compañía es un moco de cavallos del
derá el uno y dará gritos el otro, por don- señor Florindo, que se llama Xorgato.
de el caso sería descubierto. Y que por Mucho fueron maravillados los tres
aquello, que hera mejor prendallos con la cavalleros y en especial el uno que gran
sabiduría de sus obras que con la espe- tiempo la havía servido, cuando supie-
ranza de sus palabras, pues no havía quien ron que persona de tan alta guisa esta-
mejor encubre los secretos que los culpa- va con mancebo de tan baxa suerte. Y
dos, pues callan los ágenos porque no se avergonzados de su vergüenca y confu-
digan los suyos. E que por aquello le pa- sos por su tardanca, les dixeron que
recía que los salteassen para conocellos y cada cual se retruxesse a su aposento
no para enojallos. porque no fuessen sentidos y que dé
Bien pareció a los dos el consejo que averíos visto allí que para siempre lo
dio el uno y tomado por última delibe- tendrían secreto con tal condición que
ración, entraron dentro donde los dos hiziessen ellos ál tanto.
estavan holgando y porque la señora no Acabadas sus razones se entró Fulgen-
recibiesse alteración con tal sobresalto, cia por la puerta del vergel y Xorgato se
dixo el uno: salió por una escala que tenía arrimada a
-Señora, no os alteréis, pues ha cabi- las paredes que le cercavan, que confina-
do vuestro caso en personas que para van con un corral adonde almohacava los
siempre os tendrán secreto. cavallos. Y quedados solos en el hermoso
-Señor, -dixo la donzella-, usanca es e odorífero vergel, se fueron a la finiestra
de buenos celar las faltas de los malos, la donde Florindo con grandíssimo cuidado
de los malos no callar las de los buenos. los esperava, teniendo en su poder ansí el
Luego qiie ovieron dado fin a las pa- cofre por él desseado, como otras muchas
labras se llegaron todos tres a ellos y en- joyas de oro que havía sacado d'el arca
comendándose en ella, la donzella les cerbuna donde el cofre estava. Y llegados
dixo cómo las fuercas de amor la havían a ella, fueron sentidos de Florindo, el cual
salteado con tan crueles encuentros que con mucho gozo los hecho un cordel para
la havían hecho deslizar y caer del ho- subir las escalas, lo cual con gran breve-
rroroso punto que antes estava. Y siendo dad fue hecho. E siendo hechadas con
FLORINDO 265
toda seguridad, subió por ella el uno de No es mucho dezillo, pues ella hizo poco
los tres cavalleros, el cual fue bien recebi- en burlarme en tres años que la serví, en
do de Florindo y, hechado el cofre y las los cuales despendí y gasté mucha parte
joyas con una cuerda a los dos cavalleros, de mi mayorazgo sin oír d'ella una pala-
se abaxaron los otros y sin dar lugar a di- bra que me diesse contento.
lación por el peligro que se esperava, se -No's maravilléis, -dixo Florindo-, que
salieron del vergel y en la posada del uno ella lo hiziesse ansí, pues es usanca de
de los tres abrieron el cofre, en el cual ha- mugeres tomar lo poco por más secreto
llaron muy valerosas riquezas de piedras y dexar lo mucho por menos público.
preciosas. [...] Lo cual ansí proveído, sien- Porque lo que uno se piensa tarde, lo
do apercebidos de las cosas más necessa- otro se imagina temprano, y ellas no
rias para su viaje, dieron comienco a ca- quieren otra cosa sino tomar venganca
minar con toda presteza porque tuvieron de su apetito donde intervenga mayor
por cierto que serían seguidos de gran secreto; porque allí donde es escusada la
gente de cavallo, ansí de los del duque, su sospecha es más fácil cometido el enga-
padre, como de otros que por servirle lo ño. Quién nunca pensara que una dama
harían. E por desatinar a los que fuessen tan apuesta como Fulgencia, que ha sido
en seguimiento, acordaron de ir proveídos servida de vos y de otros singulares ca-
de pan y vino y presutos con pensa- valleros, y aun algún tiempo de mí sin
miento de se retirar en una espessa mon- estimarme en más que a los otros, que se
taña que estava a cuarenta millas de Alia- havía de emplear en un moco de cava-
ría por estar en ella algunos días por llos. No sin causa Baco Servio en Alejan-
apartarse de los perseguidores. [...] dría tomó con su criado a Landina, su se-
El cual como llegó con los tres cava- ñora, haviéndola servido diez años sin
lleros a la espessa montaña que llevavan alcancar d'ella una amorosa palabra. Por
en la memoria, acordó por muchas cosas cierto yo hallo que la muger que se de-
de reparar en ella. La primera por des- termina por el varón es liviana y el varón
cansar del trabajo que havían llevado, la que gasta su tiempo serviendo a la mu-
segunda por la fatiga de sus cavallos, la ger es necio, porque ella se pierde por
tercera por apartarse de quien los seguía. amar y él se d'estruye no siendo amado.
E así acordado por todas tres cosas, to- No les plugo mucho a los dos cava-
maron en la montaña el más aplazible lleros porque Nimpho Catuno descubrió
alojamiento que les pareció junto a una a Fulgencia, mas viendo que lo dezía
muy hermosa fuente a donde tomaron con despecho que d'ella tenía, le dieron
muy alegre refresco con la provisión que por desculpado, (ff. ix-xi).
llevavan. Y venidos a hablar en cosas de
gentil conversación, preguntó Florindo a
los tres que con quién hablavan de se- 3. Sobre los peligros de la pri-
creto la noche antes en el vergel, porque mera noche de amor
le pareció que havía palabras de muger
entre ellos; a la cual pregunta respondió
Nimpho Catuno:
-Ni yo lo puedo descubrir por mi hon-
H a v é i s m e importunado que sola
una noche os hable en lugar se-
creto y que allí me diréis vuestro trabajo.
ra ni estos cavalleros lo dirán por su ver- Usanca es de penados amadores rogar
güenza, porque es cosa vedada por ra- por la primera noche y de las mugeres te-
zón de la palabra que dimos a Fulgencia nerse por burladas en la segunda, y de
estando en el vergel con Xorgato Gaco. los varones menospreciar en la tercera,
266 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
porque a voluntad cumplida, memoria da más mal pagada que la que deve el
olvidada. De donde en el fin procede varón a la muger ni mejor restituida que
arrepentimiento, de vosotros porque la que deve la muger al varón, porque
amastes y de nosotras porque amamos; ella paga con lo mucho y él jamás resti-
lo cual sucede de la primera noche, la tuye con lo poco. Pues haviendo conos-
cual si las mugeres escusássemos, no se- cido esto por uso y otras muchas cosas
ríamos desdeñadas de los varones, por- por espiriencia, ¿cuál es la muger que se
que de tan deseado gozo viene la triste- determina con el varón no para hablarle
za cierta, como acaece de todos los de noche, mas para no miralle de día,
amores que quieren gozarse en la prime- pues su galardón es incierto y la infamia
ra noche. Porque de aquélla se concierta de la muger no dudosa? (f. xxx').
la segunda, y de la segunda para la ter-
cera, y de tanto concierto se sigue un
desconcierto: o el del varón porque le pi- 4. Los preparativos de la guerra:
den o el de la muger porque no le dan, una mirada a la realidad cotidiana
o porque vosotros deseáis otras o por-
que nosotras queremos a otros. Y lo que
acerca d'esto encubrimos vosotros lo des-
cubrís, y en esto quien más gana sois
Y salidos los d o s de la sala, vieron
en los corredores del primer patio
que hazían muy hermosos escudos y ro-
vosotros y quien más pierde nosotras, delas en la una cuadra y en la otra arcos
porque callamos nuestros secretos por Uirquís y flechas y xaras y rayones y en la
nuestra honrra y publicáis nuestra mal- otra hastas de lancas d'armas y ginetas y
dad por darnos deshonra. ¡Maldita la de roncas y partesanas y de alavardas y
donzella que se crehe de ligero la prime- venablos y picas. Y en la otra cuadra vido
ra noche porque no llore en la segunda, que hazían sillas azeradas de muchas ma-
ni se ría el varón en la tercera, ni publi- neras. E después de haver visto aquello,
que el lugar secreto en la cuarta! Porque baxaron al patio, en el cual vido hazer en
si no dezís que entrastes por la puerta, la una cuadra mucha diversidad de cu-
alabáisos que entrastes por las ventanas y biertas de cavallos d'armas, de grandes la-
que os damos nosotras la mano. Y si ca- vores y flocaduras puestas en ellas. Y en
lláis dónde os hablamos, no encubrís la otra cLiadra vido que hazían aciones y
dónde nos habláis; y por esto no podéis riendas, cinchas y pretales para los cava-
dezir en lugar secreto, pues luego le ha- llos; y en la otra vido hazer caparazones
zéis público y no solamente a vuestros de muchas maneras de brocado y seda de
amigos mas a nuestros enemigos porque colores; y en la otra vio que hazían vesti-
con poca vergüenca pLibliquen nuestra dos para encima de las armas. E salidos al
desvergüenza; la cual fue ocasión de su otro patio, vio hazer espuelas y bocados
mal por socorrer a vuestro trabajo que de frenos de muchas maneras y en dos
publicáis tener por adquirir lo que tanto fraguas que havía vio que hazían hierros
deseáis. Del cual si no nos curásemos no de lancas d'armas y gineta y de roncas y
seríamos engañadas, mas por mirar al venablos y dardos, y de saetas y rayones
vuestro ponemos en olvido el nuestro, para vallestas de passa y de picas, y tam-
que nos redunda de nuestra misericordia bién vergas para vallestas de mano de
y de vuestra crueldad. De donde se nos maestros muy esperimentados; y en otra
sigue el bien que no ganamos y el mal fragua que estava por sí hazían espadas y
que jamás se olvida. E considerando en estoques, y dagas y puñales.Y salidos fue-
lo que quiero dezir, hallo qLie no ay deu- ra del palacio, vio que alrededor d'él ha-
FLORINDO 267
vía muchas fraguas donde hazían armas bastecer las fortalezas del reino. Y entran-
de muchas maneras. En especial vio en la do más adelante vido infinito trigo y ceva-
primera que hazían arneses y cosseletes y da y harina y vino y cecinas y tocinos e
almetes y celadas labradas de lindas lavo- vizcochos e otras muchas provisiones de
res; y en la segunda fragua vido hazer es- menor importancia y de mucha necessi-
copetas y arcabuzes; e en otra que junto a dad, sin las que de cada ora venían y en-
aquella estava vido que hazían muy luzi- travan en la casa de todo el reamen; las
dos estribos y herraduras y clavos. E pa- cuales eran tantas que cierto quedó muy
ssando más adelante vio hazer en otra cla- maravillado en ver el gasto que el rey ha-
vijas grandes y pequeñas, y sortijas y zía para continuar la guerra, en especial
ojales para encavalgar el artillería, la cual cuando vio los cavallos que havía para ti-
estavan fundiendo en un otro apartado rar el artillería, que entonces se le dobló
cerca del palacio, donde vido que havía muy más el espanto, considerando que no
seis cañones dobles y dos culebrinas por era bastante el duque, su señor, para es-
lindo estilo encureñados y puestos a pun- perar al rey de Ñapóles, cuánto más resis-
to. E haviéndolas medido, halló que tenían tirle, (f. lxxvi").
los cañones de largo a veinte y seis pal-
mos cada uno y las culebrinas treinta y
tres. Cerca de los cuales estavan doze tiros 5. Contra las mujeres que se
de campo encavalgados que eran falcone- acercan a los ejércitos
tes y serpentinos que podían echar las pe-
lotas de grandor de naranjas. E passado p o r q u e sabía que era gran confu-
adelante vido que estavan encavalgando
dos culebrinas bastardas de a quinze pal-
E sión de su exército si ivan en él
mugeres enamoradas, mandó que no
mos y medio cada una, y otros dos passa- fuessen ningunas, por escusar males y
bolantes del mesmo cuerpo y de mayores discordias entre su gente, salvo algunas
pelotas, y cuatro sacres de buen tamaño. que fuessen para lavar las camisas de los
Y entrado en la casa de la munición, halló infantes; sobre lo cual se vio que hizie-
que havía tantos y tan grandes pertrechos ron un gracioso ensayo para no ser re-
de guerra que fue muy maravillado; en la sistidas de ir en el exército. Y fue que al
cual vio hazer pelotas grandes y peque- tiempo que salió de Ñapóles con sobra
ñas, ansí de fierro colado como de plomo de gran pujanca, salieron muchas d'ellas
y estaño puesto sobre dados de hierro. Y que eran romanas en abito de soldados
también vido donde estavan haziendo los y otras en abito de lavanderas con em-
moldes de todas las pelotas y las maromas boltorios de camisas en las cabecas; y
y pernos y guindaleras y carros para tirar passando toda la gente por delante del
el artillería. Y en un apartado vio que es- rey, conosció a las mugeres romanas en
tavan haziendo pólvora para el artillería los rostros polidos, y no a las lavanderas
gruessa y refinada para escopetas; cerca por llevar cubiertas las caras, Y querien-
ue donde vido que hazían granadas de do descubrillas en presencia de unos ca-
fuego de alquitrán y las curueñas para valleros que con él estavan, les dixo:
toda el artillería y también los frascos y
hasquillos para los escopeteros; en la cual -Ni estos que aquí van son todos
casa vio otros infinitos palamentos de gue- hombres ni en Ñapóles quedan todas las
rra. Y salido d'ella, fue a ver la casa de los mugeres.
bastimentos, donde halló que estavan car- E no le haviendo entendido, les dixo
gando muchas provisiones para llevar a en verso las palabras que se siguen:
268 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
por
Javier Guijarro Ceballos
TESTIMONIO
TEXTOS
BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1797. ESTUDIO: Guijarro Ceballos (1999). GUÍA DE LECTURA: Gui-
jarro Ceballos (1999).
FLORISEO (I-Il) 269
señorío a un hermano suyo, cuyo nom- cido de sus abuelos o de la reina, su tía,
bre era Priano, al cual mandó que, allen- escrivió unas carta para que se pusiesse
de de tratar a sus vassallos en paz e jus- al cuello de la criatura que dezía ansí:
ticia, que toviesse a sus criados con los
oficios e sueldos que él los tenía e que -Mi padre fue muerto primero quejo nacido; su
se sirviesse d'ellos blandamente. E tomó- nombre era Floriseo de Bohemia. Por esta su firma
le omenaje que si él no bolviesse de do quiso que yo eredasse sus bienes, los cuales puedo
iva, que él como su governador toviesse aver porque legítimamente fui engendrado.
su señorío, con el cual acudiesse a la du-
quesa, su muger, la cual lo toviesse tan- E aviendo escrita esta carta e metido-
to que Floriseo Uegasse a edad de quin- la en el testamento, púsole un sello e
ze años, si ella no se casasse; e que si se diolo a Propicia que le toviesse en se-
casasse, que hasta edad de Floriseo to- creto, (ff. 100 r-v).
viesse Priano por él el señorío. E que si
la duquesa bolviesse sin Floriseo, que en
tanto que no casasse toviesse su tierra, la 2. La vocación militante y caba-
cual después oviesse Priano pues le ve- lleresca de Floriseo
nía de derecho. E en lo de su hazienda
mueble, que era de gran valor, distribu- e s t a n d o Floriseo en esta edad e
yóla en muchas obras pías que mandó
hazer e dotar de grandes rentas. E para
E con estas condiciones que se han
dicho, seyendo un día de Pascua de Re-
que esto toviesse más tuerca ordenólo el surrección, fueron juntos en aquella her-
duque a manera de testamento, en el mita muchos hermitaños que moravan en
cual dexó por albaceas al Rey de Bohe- aquel yermo, los cuales venían con vo-
mia que era o fuesse, e al arcobispo de luntad de rogar a Floriseo que tomasse
la ciudad de Praga que era o después su orden; para lo cual, después que to-
fuesse. E aviéndolo sellado embiólo jun- dos ovieron oído missa, habláronle cerca
to con los omenajes que su hermano le d'ello. E Floriseo tomó plazo para res-
hizo al rey, su señor, (f. 2v). ponderlos. Y estando él durmiendo una
noche ante del término que tenía para
Porque [Floriseo] en todas las cosas era responder, parecióle que vido un hom-
muy sabido e discreto, ordenó un testa- bre cerca de sí que le dixo:
mento, el cual dexó en poder de la due- -Floriseo, puesto que la religión es
ña, por el cual mandava que si él bol- cosa con que Nuestro Señor se sirve, no
viesse de Bohemia e la reina pariesse, quiere ser servido de ti en ella. Por tan-
que se Uevasse la criatura a sus padres o to, sal d'este yermo e ve por el mundo,
a su hermana, la Reina de Damasco, para donde todo tu pensamiento e obras sean
que la criasen hasta que fuesse de edad puestos en trabajo por acrecentar la hon-
para eredar el reino. E si su señora, la rei- ra de tu santa fe e por defender a todo
na, lo quisiesse por su eredero; e si no cristiano que esté puesto en necessidad
quisiesse la reina por no perder casa- de socorro. E todo esto harás con espe-
miento conocerlo por suyo, que eredasse ranza en Nuestro Señor, porque Él te
la su insola Encantada y el señorío que dará favor en toda batalla que comenca-
sus padres d'él tenían en Bohemia. E sin res e, al cabo, te hará ver a tus padres
esto ordenó su ánima como convenía. E fuera del cautiverio donde están.
porque si la criatura fuesse llevada a Ale- E dichas estas razones, queriendo
xandría o Damasco, no fuesse descono- Floriseo responder a este hombre que le
270 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
pareció aver visto, miró hazia la parte echaron su bendición y estuvieron allí
donde esta va e no lo vido, de lo cual tres días haziendo las exequias por Flo-
quedó maravillado. E como era muy ca- riseo, cuales si estonce se partiera d'esta
tólico pensó que a esta visión no devría vida hizieran. (ff. lOr-v).
de dar fe más de aquella que se deve dar -Soy contento, -dixo Fidelio-, de dezir
a los sueños; pero, con todo esso, no a vuestra merced todo lo que en esta in-
dexó de comunicar esto con su maestro, sola he visto e la razón por que venimos
el hermitaño, el cual le dixo: a ella. E ya dixe a vuestra merced cómo
-Hijo, como discreto hazes en hazer yo e mis hermanos partimos de Bretaña
poco caso d'esta visión que viste, pues por ver las maravilllas que nos contavan
en sueños era. d'esta tierra, por ganar en ella loor e hon-
Esto dezía el hermitaño por apartar a ra en el abito de cavalleros que tomamos
Floriseo el propósito que tenía de dexar y eredamos de quien decendimos. E ansí
el yermo; pero como viniesse la volun- fue que venimos a esta insola, que por el
tad de Floriseo guiada por Dios en otra un cabo d'ella es cerca de nuestra tierra
manera que los hermitaños querían, res- por mar; e por aquella parte ay grandes
pondió en esta manera: sierras y es tierra muy fría. E por esta par-
-Padres e señores míos, bien creo te es tierra muy caliente. E como entra-
que si miráis el processo de mi vida no mos en ella, partímonos mis hermanos e
hallaréis en ella, aunque de pecador ha yo cada uno por su parte y hezimos con-
sido, obra ni palabra mía por donde cierto que, si fuéssemos bivos, bolvería-
mostrase que tenía ni tengo descontento mos al cabo de un año todos al lugar
d'esta santa religión vuestra, antes está donde nos partimos, llevando cada uno
claro que siempre la amé e loé e defen- por memoria lo que le oviesse aconteci-
dí en cuanto pude, en lo cual no he yo do en esta tierra. E dende aquí al plazo
merecido cosa ante Dios, pues, por aver no ay sino dos meses, para en el cual
yo nacido -o casi- en ella, lo que en la avernos de ser todos juntos
religión he hecho ha sido obra que otra -Mucho me maravillo, -dixo Floriseo-,
no pudiera hazer porque no estuve en el seyendo vosotros de Bretaña, que es la
mundo; el cual, según sus nuevas, yo fuente de maravillosas aventuras, venir en
aborrecía, pero determino de ir a él por esta insola a buscarlas, pues que parece
provar si mi desseo, qtie es de servir a más tierra de brutos que de cavalleros.
Dios, se mostrará allá tanto firme que las -Señor, -dixo Fidelio-, no ay duda sino
ocasiones del mundo no la vengan, lo que mi tierra, qLie es la Grande Bretaña,
cual solamente me haze -e no otro mal fue oy ha dozientos años una gran feria
pensamiento- no tomar vuestro abito de donde otra cosa no se hallava ni tratava
penitencia. Por tanto, padres míos, cada ni vendía por cosa de gran valor sino
uno con su acostumbrada devoción de cosa de cavallería. E la causa d'esto era
oy más me encomiende a Nuestro Señor que en aquel tiempo todo el loor se dava
en vuestras oraciones, pues veis que voy a los cavalleros y en las armas se mani-
a parte donde me será bien menester el festava la verdad e los reyes de aquel
remedio de ellas, el cual por honra de tiempo tenían por honra tratarlas. E a esta
Nuestro Señor os demando. causa venían en aquella tierra demandas
Con muchas lágrimas acabó Floriseo o aventuras que se determinavan por las
de responder estas razones a los padres armas. Y el que en esto alcancó mayor
hermitaños, e ellos no con menos dolor loor, que oy dura e durará, fue Amadís
le acabaron de oír. E al cabo todos le de Gaula e sus hermanos e Esplandián,
FLORISEO (I-Il) 271
su hijo. Pero como las cosas se muden orden de cavalleros aya sido honrada,
por mudanca de Fortuna, pasó ya este tanto fuesse en estos tiempos abaxada e
uso de las armas de nuestra tierra a otras menospreciada, al menos en essas partes
partes, e como los nobles de aquella tie- donde se comencó el daño en los cava-
rra tengamos el desseo de ganar honra lleros. E como yo vea esto, tengo pensa-
por las armas, irnos por partes estrañas a do obrar en otra manera que los cavalle-
buscar cómo lo hagamos. E como oímos ros passados obraron, esto es, no
dezir mis hermanos e yo que en esta in- someterme a cosa que muger quiera ni
sola se offrecían aventuras donde los ca- traerla en mi compaña; no porque por
valleros podrían exercitar sus personas esto dexe yo de socorrerlas en sus ne-
en las armas, bolvimos a ella e concerta- cessidades a todo mi poder, pero no se-
mos de nos apartar como he dicho. [...] guirlas en sus antojos como los cavalleros
Y essa noche fueron a su castillo [al de passados hizieron. E por esto os aiego
Polomón], donde Floriseo e su compaña que vos embiéis essa donzella a vuestra
fueron bien servidos e tratados. Y estovo tierra, la cual parecerá mejor encerrada
allí seis días hasta que el cavallero de la como mujer honesta que no andar como
donzella sanó de sus heridas. E como anda. No sé en verdad, -dixo Floriseo-,
Floriseo le vido sano, díxole: qué fue la causa de tan mal uso como fue
-Cavallero, yo holgara mucho que to- y es andar las donzellas solas por los
dos fuéramos en una compañía; e si esta montes hechas procuradores o correos
vuestra donzella no diera estorbo a ello, de las cosas o negocios de los hombres.
ansí se hiziera. E no sé cómo no vían los antiguos cuán-
A esto dixo Artimio: to mal e mal enxemplo se podía seguir
-¿Qué embargo pone a nuestra com- d'este uso-, e que cuando alguno me res-
paña la donzella? ponda que la lealtad de los cavalleros de
aquel tiempo era tanta que hazía seguras
-A vuestro sabor, -dixo Floriseo-, bien
las donzellas por doquier que fuessen, a
sé yo que no daña la donzella, pero a mi
esto digo que esto bastava para las hazer
voluntad es muy contrario el acompaña-
guardadas de sus personas, pero no de
miento de mugeres. E a mi ver, si los ca-
todos los otros hombres e que d'esto (lo
valleros andantes o de la Tabla Redonda
que no podía ser) también los cavalleros
no se ovieran ocupado en demandas
las guardassen, al menos está claro que
deshonestas en que las mugeres los pu-
de la sospecha de su desonestidad no las
sieron, bien creo que hasta oy durara
podían con toda su fuerca guardar. Ansí
aquel muy noble oficio de las armas en
que, todo bien mirado, este uso era feo e
la honra que solía estar en el mundo en
sin provecho e sospechoso, por lo cual
el tiempo que la orden de cavallería se
yo huiré d'él en cuanto pueda e ansí hará
comencó. Pero como los cavalleros de
todo cavallero que quisiere mi compañía,
aquel tiempo comencaron a dexar el ser-
(ff. 80v-82v).
vicio de Dios y el deseo de virtud que
con sus fuercas e armas mostravan, e
se pusieron en el servicio de los desho-
nestos amores y en querer complir los 3. Las voces marginales
desordenados desseos de las livianas mu-
geres, fueron los cavalleros de mal en
peor. E por razón de su desautoridad e C o s a sería, señor, de yerro que-
rerme yo poner en defensa d'es-
malas obras en que se exercitavan per- to que Roberto me acusa seyendo vues-
mitió Nuestro Señor que tanto cuanto la tra merced el juez, que sois él mismo.
272 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
Por lo cual no diré ante vos cosa en mi Nuestro Señor que os perdone, que os
defensa, salvo dexarlo a vuestra determi- será más sano qu'el perdón de Roberto.
nación, la cual, si fuere que muera, sea A esto dixo Bucarpia:
en buena hora, porque a lo menos la -No curéis, señor, d'eso, porque ansí
causa de mi morir me será consuelo: ésta para tomar ley nueva como para tomar
es querer mi libertad, la cual vos me ro- marido me hezistes fuerca. E como toda
bastes dándome en sujeción a marido se- cosa que por fuerca se toma nunca se
yendo yo señora e libre como me ha- ama, ansí he hecho yo en todo lo que
llastes. De una cosa levaré pena: ésta es me distes, (f. 35r).
de que, como tengo coracón, no tuve
fuerca con que me defendiera e provara
cómo hezistes como mal cavallero en me 4. Floriseo ante la superstición
casar con Roberto. E que digáis que yo
lo quise, dezidme qué otra cosa pudiera
hazer aunque quisiera sino complir vues-
tra voluntad, siendo vos hombre e arma-
A l c a b o d'estOS días allegó a vista
de una insola e preguntó a Gesi-
po, diziéndole:
do. Pero, pues no puedo hazer esto por -Maestre, ¿qué tierra es ésta que ve-
ser muger, bien es que muera si quisié- mos?
redes como tal, aunque en la verdad en El maestre le dixo:
matarme más morirá vuestra proeza que -Señor, ésta es la insola Encantada.
mi vida. Y sé cierto que mi sangre recla- -¿Cómo es encantada?, -dixo Floriseo.
mará empós de vos doquier que fuére- -Señor, -dixo el maestre-, dízese que
des, diziendo éste es el que sin derecho de libres una dueña que se llamava Medea la en-
hasg cautivos. E aun sin esto me consuela el cantó grandes tiempos ha. E dizen que
morir, que me hará segura de bivir de- lo hizo porque su padre, el rey, no sa-
baxo del poder del más vil cavallero que liesse tras ella cuando se huyó de su casa
puede ser. Por tanto, hazed de mí lo que con Jasón.
quisiéredes, que a lo menos yo os dó se- A esto le dixo Floriseo:
guro, porque conozcáis mi coracón, que -Maestro, esso no se deve creer, por-
mi muerte sea con enxutos ojos. que en la verdad no ovo Jasón ni Medea;
e si los ovo, no hizieron lo que d'ellos
E dicho esto, retrúxose a su cámara e han escrito los poetas. E por esto no me
dexó a Floriseo muy espantado de su digáis la historia de la isla ni de sus pri-
gran dureza de coracón de Bucarpia. E meros pobladores, sino contadme qué
por no darle lugar a que desesperasse gentes ay en ella e su manera de bivir, e
entró a la hablar en esta manera: si es sugeta a algún señor.
-Paréceme, señora, que no negando -Señor, -dixo el maestre-, por esso se
vuestro yerro levantáis otro: esto es, de- dize encantada, porque no ay hombre
zir que yo os forcé a que fuéssedes mu- que pueda dar razón d'ella ni de su gen-
ger de Roberto, en lo cual habláis con te, si de la ribera d'ella no. E dízese que
passión e por esto contra verdad, porque no ha ávido hombre que entre más de
bien sabéis vos, señora, cómo ello fue de media legua dentro d'ella. E dízense mu-
vuestra voluntad e no de mi fuerca como chas cosas maravillosas d'ellas de que no
dezís; cuanto más que, si tan penoso os ay entera sabiduría, porque unos dizen
era este casamiento, podiérades apartar- que esta tierra paresce que está siempre
le sin muertes como hezistes. Por tanto, encendida e otros dizen que paresce que
pesándoos de lo passado, bolveos a se hunde; e otros, que los árboles d'ella
FLORISEO (I-Il) 273
parescen allegar al cielo e luego abaxar- hiere también sobre alguna parte en que
se al abismo, e que con todo esto ella ay cristal o otros cuerpos limpios, de lo
echa de sí un suave e fuerte olor e que cual se haze tanta claridad que embaraca
ay en ella infinita diversidad de colores la vista e piensan que es por encanta-
de árboles e de frutos e que se oyen en miento. E también esso del color que de-
ellas las bozes de los hombres, pero que zís, junto con la claridad, les haze desva-
no los pueden ver. nezer la cabeca, de manera que no
Mucho plazer ovo Floriseo en saber pueden -aunque osan- entrar adentro de
las propiedades de la insola que veían. E la isla, en la cual yo quiero entrar, si Dios
luego determinó entrar en ella [...]. Pues me ayudare, e no dexara de hazerlo aun-
como Floriseo no oviesse por el amor que fuera encantada, (ff. 78v-79r).
que tenía a la Reina de Bohemia dexado
la mayor affición que tenía al Hijo de la
Señora del Cielo, siempre pensava en 5. La primacía de la artillería
cómo le serviría. E porque sabía él bien
que creer cosa que se dixese d'encanta-
mientos desagradava a Dios, a esta cau-
sa no creyó que la maravilla de aquella
D ize la historia que, como Cirilo
era muy prudente para lo que
convenía hazer en las cosas de guerra,
isla viniesse sino por obra natural. E aun- dende el día que acordó de empocoñar
que otra cosa pensara o fuera, no lo di- las aguas a los enemigos, dende entonce
xera por apartar a su compaña de creer mandó hazer unos grandes trabucos e ca-
en vanidades. E por convenir al maestre rros en que hizo poner muchos tiros
de la nave, que creía ser la insola en- gruessos de pólvora que avía en el alcá-
cantada, pensó mucho una noche cómo car y en la ciudad. E fueron tan ingenio-
podría por vía natural parecer aquella in- samente hechos los carros que ligera-
sola tan extraña como parecía. E como él mente los podían levar y traer por do
fuesse sabio, ansí por arte que aprendió querían. E d'esta manera puestos en ellos
como por naturaleza que le dio gran in- los tiros, mostrólos a Floriseo e díxole:
genio, habló a su parecer la causa de la -Señor, yo pienso que, Dios querien-
estrañeza que en la insola se hallava e do, estos tiros nos han de dar entera Vi-
díxole al maestre en esta manera: toria contra nuestros enemigos.
-Amigo Gesipo, -dixo Floriseo-, yo he Y estonce mandó Floriseo dar pregón
pensado mucho en el parecer d'esta tierra que todo hombre que podiesse tomar
y hallo que es natural e no por encanta- armas en la ciudad saliesse essa noche
miento, como vos e todos los que la avéis con ellas al campo, que él les asegurava
visto creéis. E deve a lo cierto ser la cau- la Vitoria e mucha ganancia que abrían
sa la diversidad de las cosas sobre que de los enemigos. Y d'esta manera se jun-
hiere el sol e la muchedumbre de nuves taron más de cincuenta mil hombres con
que sobre ella se deven engendrar, que los que Floriseo tenía sus capitanías, y
reciben en sí diversas colores del sol e éstos ordenólos en esta manera: mandó
por esto paresce que se arde en diversas que quedassen en la ciudad quinze mil
colores de llamas. E cuando los rayos hie- hombres de los mejores y más armados,
ren sobre los árboles altos levántanse va- e cinco mil dio a Cirilo que fuessen guar-
pores que parecen a la vista allegar hasta dando los carros en que llevava los tiros
el cielo. E los hombres que han llegado a y artellería; e treinta mil que quedavan
esta isla, como veen estas cosas que cau- llevó consigo en sus capitanías muy bien
sa el sol sobre los vapores, o el sol, que ordenadas. E aviendo ansí bien ordena-
274 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
do, movió Cirilo con sus ingenios contra infante, su señor, que andava muy bravo
el real, que estaría de la ciudad media le- entre ellos, no podiendo pensar qué cosa
gua, e fue junto con la artillería con sus era aquella o de dónde les venía esto. Y
cinco mil hombres muy mansamente, sin d'esta manera fueron en breve tiempo ar-
hazer roido ninguno, e dixo a Floriseo: mados todos los que en el real podían to-
-Señor, vayase vuestra merced con mar armas (porque los más estavan em-
sus gentes al pie de la sierra, muy apar- poncoñados del agua, según se dixo).
tado del real porque no sean sentidos, y Pero según eran muchos, todavía se pu-
esté en escucha y esperanga que yo le sieron más de cincuenta mil moros apa-
embiaré los enemigos antes del alva a rejados para batalla, pero como fuesse
sus manos. Y estonce hará vuestra mer- noche y escuro no veían con quién pele-
ced d'ellos lo que suele. ar, salvo que de rato en rato caían en su
E ansí se despartieron Floriseo e Ciri- real grandes pelotas de metal ardiendo,
lo. E Floriseo fue derecho a la sierra, que las cuales hazían tanto daño como si fue-
era el camino por donde avían de ir los ran rayos, de manera que dende a dos
enemigos para su tierra, en paz o en horas que comencó Cirilo a hazer soltar
guerra, y estovo allí quedo con sus gen- sus tiros, viérades arder lo más del real, e
tes muy en orden. E como Cirilo se apar- por un cabo caían tiendas, e por otro
tó de Floriseo fue contra el real con cin- hombres e por otro cavallos. E como el
cuenta carros en que llevava cient tiros infante oviesse visto de cuál parte venían
de pólvora muy buenos y con ellos hom- los tiros, mandó guiar su gente contra
bres que los sabían bien tirar e regir. E aquella parte. E como fuessen con gran
como allegasse cerca del real sin ser sen- alarido, sintió Cirilo que los enemigos se
tido, porque los carros ivan de suerte acercavan y entonce dio gran priessa a
que no hazían sonido alguno e sin esto los artilleros para que soltassen más ti-
porque los más de los hombres del real ros, e fue ansí que soltavan de diez en
estavan durmiendo sin recelo ninguno, diez e ivan por tan baxo las pelotas que
que sería medianoche, y pudo llegar sin no perdían tiro que no diessen en las ba-
aver revés tan cerca que podía tirar al
tallas. Y como d'esto recebían gran daño
real con harto daño suyo. Y estonce
sin se poder defender, acordaron retraer-
mandó a los que llevava en su guarda
se hazia la sierra (esto hazían ellos cre-
que todos estoviessen juntos y prestos e
yendo que los tiros veniessen de la ciu-
que no saliesse ninguno de la artillería
dad). E como Cirilo no oyesse ya la grita
en tanto que los enemigos no saliessen a
de los enemigos, guió contra ellos toda-
ella. E dicho esto mandó soltar muy or-
denadamente los tiros, soltando cada vez vía tirando reziamente, lo cual hazía gran
dos o tres. E como los enemigos viessen daño en los contrarios, los cuales creían
aquello comencáronse de alborotar y ar- que aquéllos fuessen rayos del cielo, (ff-
mar con gran priessa, la cual les dava el 57r-v).
REIMUNDO DE GRECIA (ill) 275
por
Javier Guijarro Ceballos
TESTIMONIO
[1] Salamanca, [Alonso de Porras y Lorenzo de Liondedei], 1524 (10 de julio) [-»]
TEXTOS
tomar de su enemigo. Pero como en su gro o de honra venían a ella, porque allí
persona hallasse flaqueza corporal y en se les procurava el remedio por mano de
su coracón no tanta furia como para tal los cavalleros qu'el rey tenía para cum-
cosa, juzgóse por hombre sin provecho plir tales cosas; e a esta causa venían
para tomar por su persona la emienda personas de partes muy estrañas con di-
que justamente desseava alcancar de su versas demandas. E acaesció que en tan-
adversario. E estando confuso, comunicó to que Reimundo estava teniendo las no-
su desseo e flaqueza a un gran sabio su venas, según es dicho, vinieron un día a
maestro que se llamava Aliara vio, el la corte tres demandas: la una traía un
cual, después de haver bien pensado en escudero, la otra una donzella e la otra
este caso, dixo al rey: una dueña. E como todos fueron juntos
-Tú, señor, sabrás que tu verdadera delante del rey, dixéronle que le suplica-
venganca ha de venir por mano de un van que delante todos los cavalleros de
niño que yo te traeré, el cual ha de ser su corte les quisiesse oír su embaxada, e
el mejor cavallero del mundo. el rey les respondió que era contento de
Mucho le agradesció el rey este servi- oírlos otro día. [...] Estonce vino el escu-
cio, e diole priessa que fuesse por él. E dero estraño, el cual, haviendo hecho el
Alfarabio entró en una nave e, como lle- devido acatamiento al rey, dixo en esta
gó cerca de Alexandría, aguardó tiempo manera:
en que Reimundo saliesse a holgarse -Poderoso rey, yo soy un escudero
cerca del mar. E como un día estuviesse criado de la Reina de Inglaterra, según
el niño jugando a la ribera del mar, tomó que por este su sello podréis conocer, la
Alfarabio forma de vallena e apareció a cual, haviendo oído cómo esta vuestra
desora a la orilla del mar. E todos los corte es fuerte de toda virtud y esfuerco,
otros niños que acompañavan a Reimun- quiso embiarme a ella con un mensaje.
do huyeron hazia donde estava el ayo de Y es que os haze saber cómo de poco
Reimundo, e solamente Reimundo se tiempo a esta parte ella recibe un gran
quedó mirando la vallena, la cual, daño, y éste es que cada noche entra en
abriendo su boca, paresció haverlo tra- su palacio un hombre armado e con toda
gado. E dando a entender que se metía furia quebranta las puertas e fiere e mata
en el mar, se tornó a su nave, en la cual a cuantos le quieren resistir la entrada. E
volvió muy alegre, (ff. lr-v). allega hasta su cámara e tómale de po-
der a la princesa Melisa, su hija; e tíéne-
la donde quiere hasta que es de día, e
2. Tres d e m a n d a s llegan a la estonce déxala sana e entera como la
corte del rey Floriseo: el arte del en- primera vez la halló. E a la mañana no se
trelazamiento halla persona muerta ni herida, salvo
que todos están muy espantados. Dize
que vos ruega que, pues en vuestra casa
M u y c r e c i d a era la fama del rey
Floriseo antes que conociesse a
sus hijos, el príncipe Reimundo e Pirineo
hay tan esforzados cavalleros, que em-
biéis algunos que la saquen d'esta pena,
de la India. Pero después d'esto, fue su con que haze cierta que al cavallero que
corte más poblada de buenos cavalleros esto remediare le hará señor de la mejor
e más ennoblecida e más por ellos esti- cibdad de su reino.
mada, por el mucho provecho que d'ella Mucho se maravillaron todos en oír
se siguía a todas las personas que con tan estraño caso. E estonce mandó el rey
demanda de alguna necessidad de peli- que entrasse la segunda demanda, e es-
REIMUNDO DE GRECIA (ill) 277
tonce entró la donzella. E haviendo he- Haviendo todos dicho sus mensajes,
cho su acatamiento al rey, e díxole en díxoles el rey Floriseo: [...]
alta boz: -Cavalleros, bien sé que havréis pen-
-Señor rey, la Reina de Noruega, cuya sado tomar trabajo con estas demandas
criada yo soy, se vos recomienda por mí que son venidas de parte de estos reyes,
e vos haze saber cómo desde poco tiem- lo cual es justo, pues a hijos de reyes
po a esta parte recibe ella mucho daño conviene socorrer a reyes como son es-
de un gigante muy espantoso, cuyo tos que agora piden nuestro socorro. Por
nombre es Eumerón; el cual se pone a tanto, es mi parecer que echéis suertes
un puerto principal de su reino e dende cuál de vos seguirá una demanda de las
allí roba él e mata a todos cuantos entran tres dichas, de manera que por suerte
o salen del reino. E cuando va gente a él, cada uno cobre la que le cupiere.
métese en un monte muy áspero, donde Muy bien parecieron estas razones a
tiene muchas animalias por encanta- todos los que las oyeron e a la hora echa-
miento ponzoñosas a todas personas, las ron suertes. E cayó la primera demanda
cuales han muerto a algunos que han de Inglaterra al príncipe Reimundo, e la
entrado en el monte. Dize que, pues vos, segunda de Nuruega a Pirineo, e la ter-
señor, sois tan provechoso socorredor de cera de Escocia al príncipe de Damasco.
todos, que no le neguéis vuestro soco- [...] E a la hora se aderecaron estos tres
rro, embiando para esto a quien vos pa- cavalleros para se partir e despartir. E
resciere, al cual se dará por pago la me- concertáronse que si Dios los sacasse de
jor villa de su reino. aquella demanda, que serían luego en la
A todos paresció rezia demanda esta, corte del emperador. E hecho esto, des-
por ser con gigante tan rezio e encanta- pidiéronse del rey. (ff. 23r-v).
do. E haviéndola oído el rey, mandó que
entrasse la tercera demanda. E a la hora
entró la dueña que la traía e, haviendo 3 . La i n s o l a d e l A m o r : d e s c r i p -
saludado al rey, dixo: ción del Castillo de la Puente Peligro-
-Esclarecido señor rey, el Rey de Es- sa y de la Huerta Deleitosa
cocia mi señor os haze saber cómo es-
tando él puesto, como está, en mucha
edad e cercado de muchas enfermeda-
des, le ha venido una muy gran dolencia
F i l á r o n s e [Magiana y Zoroastra\ a una
isla que se llama la insola del Amor.
E descubrieron en ella un castillo cuyos
a su honra. Y es que el duque de Nor- muros eran altos a maravilla e hechos de
gales entró con gran engaño en su casa piedras cristales, e las almenas eran de
e le furto a la princesa Garinda, su hija, jaspes e las rejas que parecían de las ven-
la cual, por ser niña de siete años, no se tanas eran de oro. JE para entrar en este
pudo ni supo defender. E que este la tie- castillo, havían de entrar por una puente
ne criándola para darla a su fijo por mu- tan angosta que no podía passar más de
ger en siendo de edad. E que como éste un cavallero sin venir otro. Pero, entrada
casamiento sea por todo contra su hon- la puente, llegavan a una gran puerta
ra, que él lo tiene por malo. E por esto toda labrada atarceas {¿a taraceas?} de muy
que, pues a él le falta persona de quien diversos e olorosos maderos. Y entrando
se fíe, que os ruega que le embiéis algún dentro, veían un gran patio losado de
cavallero de quien se pueda fiar este fe- alabastro e de otras piedras de diversas e
cho, e que la paga será tal cual parte de hermosas colores, y en medio d'él estava
su reino él querrá tomar. una gran pila de agua hecha de plata, la
278 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS
cual sostenían con sus manos seis leones las cibdades, se fueron aquella isla, que
de alambre que echavan en ella por sus pusieron nombre del Amor porque el
ojos el agua. Era este patio cercado de amor los llevó a ella. Y en ella labraron
cuatro cuartos que componían la casa en este castillo para su defensa e morada, e
cuadra; eran tan altas las colunas o pila- la huerta para su descanso. E como se
res que los sostenían que por maravilla viessen de mucha edad, no haviendo ha-
era mirarlos, siendo como era cada uno vido hijos, acordaron dexar encantada
de una sola piedra e todos de diversos aquella insola hasta el tiempo que vinie-
colores. Era el enmaderamiento de la sse a ella quien, por ser más esforcado e
casa de tales maderos que, dando singu- más leal amador que todos los de su
lar olor de sí, eran escusados en aquella tiempo, la pudiesse ganar. E la manera de
casa todos otros buenos olores. Cada ganarla havía de ser que el cavallero que
cuarto tenía su corredor, e sala, e cua- viniesse a probar su aventura peleasse
dras, e retretes labrados tan ricamente con cuatro cavalleros que él dexava en-
cuanto más ni tal sutilmente podía ser en cantados. E que el cavallero que tuviesse
el mundo hallado algún edificio. Este cas- las condiciones dichas solamente los pu-
tillo estava algo en alto e su cava era de diesse derribar; e los otros fuessen d'ellos
increíble hondura, e llena del agua que derribados en la cava que estava llena de
venía de los caños que estavan en la agua, e allí estuviessen hasta que vinie-
casa. E cerca d'este castillo estava una sse el que havía de ser señor de la casa,
huerta cuya cerca era, aunque no tal alta, el cual, como passasse libremente por la
hecha a la manera de la del castillo; pero puente, havía de salir dende una torre
eran sus árboles tan altos que parecían una donzella e havía con gran solenidad
sobre la cerca, e tan verdes e tan llenos de coronarle de una corona de laurel e
de diversidad de frutos que su vista con- meterle en el castillo. E para la más leal
fortava los ojos de quien los mirava, y el e más hermosa muger del mundo dexa-
olor que d'ellos salía era tan suave que ron la huerta, la cual la havía de ganar
dava al coracón singular mantenimiento. si entrasse por su puerta sin ser derriba-
Estava en medio d'ella una maravillosa da por la fuerca de un gran viento que
fuente, de que toda se regava, e tenía d'ella salía, el cual viento havía de haver
muchas calles e labores hechas de muy derribado a cuantas señores hoviessen
frescas e hermosas matas. Tenía a la una venido primero que la que havía de com-
parte hecho un cenador, el más lindo que plir la aventura, (ff. 62r-v).
se pudo pensar; tenía de su natural la
muy dulce e continua música que en ella
hazían las aves que allí se criavan. Cier-
to, era cosa de estraña fortaleza e linda 4. Frente al combate masivo, el
hermosura ver este castillo e huerta. El enfrentamiento caballeresco
castillo se llamava de la Puente Peligrosa;
la huerta se dezía la Huerta Deleitosa. Era
el señor d'este castillo un cavallero cuyo Y a s e d i x o cómo se assentó tregua
entre el emperador y el rey Flori-
seo por espacio de cuatro meses. Pues al
nombre era Cupidoro, e la señora de la
huerta era su amiga Deneriana. Estos ha- presente es de saber que el delegado y
vían sido los más leales amadores que eletores del emperador que allí eran ve-
ovo en sus tiempos en el mundo, e, por nidos trabajaron mucho por poner en
gozar de sí sin el impedimento de las co- paz estos señores. E viendo qu'el empe-
sas d'este mundo que más se hallan en rador no quería venir en cosa buena con
el rey Floriseo, queriendo estos señores
REIMUNDO DE GRECIA ( i l l ) 279
por el poder que tenían poner remedio emperador porque dende estonce le da-
para que más gente cristiana no murie- van por elegido, o que lo fuesse Rei-
sse en las batallas que se esperavan, llo- mundo si pareciesse e su padre no lo
vieron su consejo e sentenciaron qu'el quisiesse o pudiesse regir. Esto es lo que
emperador, metiendo su persona, entra- los eletores acordaron e sentenciaron y
sse en campo con seis cavalleros de su el delegado lo confirmó. E hiziéronla
parte contra el rey Floriseo, el cual me- leer al emperador e al rey Floriseo e se-
tiesse su persona con otros seis cavalle- ñalaron qu'el día de la batalla fuesse
ros; e que si el emperador venciesse, dende en veinte días. E asseguraron el
que su hijo, el príncipe de Grecia, lle- campo a ambas las partes con muchas
vasse el señorío que Reimundo havía de gentes que ellos traxeron de todos los
eredar casando con su hija del rey Flori- reyes cristianos a quien para esto las em-
seo, e si el rey Floriseo venciesse e por biaron a pedir, (ff. 65r-v)
caso muriesse el emperador, qu'él fuesse
por
Nieves Baranda
TESTIMONIOS
TEXTOS
EDICIÓN: Nieves Baranda (ed.), Alcalá de Henares, Centro de Estudios Cervantinos, en prensa.
ESTUDIO: Baranda (1995).
280 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
tarse con él uno por uno. Guarino pidió apartó al lado e dexó pasar el golpe e no
que le diessen una lanca gruesa, e pri- le pudo tocar, e dio tal golpe con ella en
mero preguntó a Artilafo quién era aquel tierra que fincó más de dos palmos en el
cavallero. E cuando supo que aquel era suelo. E Guarino arremetió a él e diole
Almonides, fue muy alegre e tomó una un golpe en la pierna izquierda e córte-
lanca e fuesse contra él. Y el uno y el sela más de la mitad. Estonces él dio una
otro asseguraron el canpo; e micer Di- gran boz e renegó de Mahomad. E por
noino le pidió por merced que tomase esta herida no cayó, mas antes andava
su cavallo, porque era mejor qu'el suyo, más derecho. Guiarino le andava alderre-
pero él no lo quiso. Almonides preguntó dor porque la sangre le salía mucha e su
a Guarino quién era. Y él respondió: gente no lo veían, que si lo vieran, ellos
-Yo só Guarino. le ovieran acorrido. Guarino más con
Almonides dixo: seso que con fuerca se conbatía.
-Por Mahomad, juro que si todo el E cuando el sol comencava a abaxar-
mundo me dieran por mío, no me fizie- se, Almonides por la mucha sangre que
ran tan alegre como en me fallar contigo avía perdido ya no se podía tener en pie.
en tienpo que tú lleves a cuestas la so- E Guarino, desque assí lo vido, enbracó
bervia de lo que me enbiaste dezir. E el escudo e arremetió a él, e diole un es-
cree que ás de morir a mis manos. tocada por los pechos, que media espa-
E amenazándose de muerte arredrá- da le metió. Almonides dio con la cimi-
ronse el uno del otro por tomar carrera. tarra a Guarino, mas poco mal le fizo
Dixo Guarino: según la gran flaqueza que tenía de que
-¡O, cuánto es falsa la opinión de avía perdido toda su fuerca. E como
aqueste sobervio, que tanto se fía de sí Guarino sacó el espada de su cuerpo,
mismo que no cree que ningún honbre luego Almonides cayó muerto en tierra.
en el mundo aya que con él se osasse E Guarino corrió a do el cavallo de Al-
conbatir! monides estava e tomólo, e cavalgó en él
Entonces fue el uno contra el otro e e tornóse a su gente. Aquellos del real
diéronse grandes encuentros, por mane- llenos de dolor tomaron el cuerpo e le-
ra que Almonides ferido cayó por las an- váronlo a su tienda. E Guarino con su
cas del cavallo y el cavallo de Guarino gente, con gran Vitoria, tornó dentro del
cayó e oviera de peligrar por el mal ca- castillo faziendo grande alegría. La no-
vallo, que cuasi le cayó todo encima. E
che fizieron grandes fuegos por la Vitoria
trabajó de presto se levantar e levantado,
que avían havido. (f. 62v).
puso mano a la espada. Y Almonides
puso mano a la suya, que era una cimi-
tarra. E Almonides era tan grande honbre
de cuerpo que no llegava Guarino su ca- 5. La Sibila recibe a Guarino en
beca a sus pechos, e Guarino parecía tan su cueva
pequeño a él que Almonides dixo fazia
el cielo, engañado de sí mismo:
-¡O, Fortuna! ¿E cómo puede ser esto
que un enano a respeto de mí me de-
A bierta la p u e r t a , Guarino entró
dentro a siete días de junio a las
doze horas del día. E aquestas tres da-
rribe? mas le dixeron:
Y aun este era mayor mal que el pri- -Bien sea venido el señor Guarino,
mero. E airado diole un golpe con la ci- muchos días ha que nosotras sabíamos
mitarra muy fieramente. E Guarino se de vuestra venida.
GUARINO MEZQUINO 283
Estas tres damas eran tan fermosas y muger, e si Dios por su merced no le
tan lindas e tan ataviadas que lengua hu- oviera tornado su seso, él oviera caído
mana no lo sabría dezir. E al tienpo del do no se levantara. Mas tornóse a Dios e
entrar le dava el sol en la cara. Y des- dixo XII vezes: Jesucristo nazareno, líbrame d'es-
pués que ovieron cerrado la puerta, una te encantamiento, y esto dixo él entre sí mis-
de aquellas damas dixo con una falsa mo en su coracón.
risa: E la Sibila le dixo toda su pena desde
-Aqueste será nuestro señor. el día que Alexandre lo avía fecho libre
Y él entre sí dixo: Tú no piensas bien la fasta esta hora que él fablava con ella e
verdad. todas las cosas que avía fecho en toda su
Y la una le tomó la alforja e la otra la vida, e más le dixo:
bota e la candela, la tercera lo tomó por -Yo quiero que tú veas mis tesoros,
la mano, y metió la espada en la vaina e si son tales e tantos como los del Pres-
fuesse con aquella dama. Y entraron por te Juan.
otra puerta y llegaron a una gran huerta Y levólo a una cámara que estava en
en una muy fermosa sala que dentro un gran palacio y mostróle tanto oro e
d'ella estava toda historiada, e dentro tanta plata, e tantas perlas, piedras pre-
d'ella estavan más de cincuenta damas ciosas e tantos joyeles, e tanta riqueza
muy fermosas, la uno mucho e la otra que si no fuera cosa fantástica y falsa,
más. Todas se bolvieron la cara para él todo cuanto en el mundo avía andado
y en medio de todas ellas estava assen- no valía tanto como ello solo.
tada una, la más fermosa muger que ja- Y después tornaron e fueron a una
más nunca mis ojos vieron. E una de las muy rica sala e allí le fue aparejado de
tres que le abrieron le dixo: comer, y él assentado a la mesa, muchas
-Cavallero, aquella que allí veis es damas le servían, que era cosa de mara-
nuestra señora, la Sibila. villar. E cuando ovieron comido, lo llevó
Y ella se fue para él y él para ella. a un jardín, el cual parecía a él estar en
Guarino se le fincó de rodillas a la Sibila un nuevo paraíso, en el cual avía de to-
e la Sibila se le fincó a él de rodillas. E to- dos los frutos que la lengua humana po-
móla por la mano y ella dixo a Guarino: dría fablar y por esto conosció Guarino
-Bien sea venido el buen cavallero todas aquestas cosas ser falsas e aparen-
Guarino. tes, porque allí avía muchas frutas fuera
Y él la saludó diziendo: de su natural sazón. E andando por
-Aquella virtud en la cual tú has es- aqueste jardín, Guarino le comencó a
peranza, aquella te ayude. dezir:
E mientra que él fablava, ella se tra- -¡O, sapientíssima Sibila, aviéndote
bajava por fazerse con muy más hermo- concedido la divina Providencia tal gra-
so parecer e tanta era su hermosura que cia que fueste tú maestra para anunciar
cualquier cuerpo humano oviera enga- que en una virgen avía de encarnar el
ñado. E con dulces palabras y fermoso Salvador de la humana natura! ¿Cómo
acogimiento estava en ella toda hermo- perdiste tú el seso de no te salvar e por
sura e honestidad. Sus mienbros todos qué te desesperaste si la divinidad no
eran de demasiada gentileza y de muy encarnasse en ti? (ff. 71r-v).
hermosa grandeza e de muy linda color.
E tanto la miró que cuasi del propósito
que él llevava lo sacó, y estava cuasi fue- 6. Muerte del protagonista
ra de sí viendo tanta hermosura en una
284 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIO
TEXTOS
1. El Doncel del León es arma- mucho tiempo lo huviera usado; assí que
do caballero viendo su avilidad y la buena maña que
tenía, davan más crédito a las palabras
que Alquisa d'él avía dicho. Él tenía gran
H avía el D o n z e l del León catorze
años. El rey le havía dado un
maestro que le mostrase a cavalgar a ca-
cuidado de esto cuando el servivio de la
princesa le dava lugar, a la cual procura-
vallo, jugar de espada y de otras armas, va servir en lo que podía porque cono-
y lo demás tocante al abito militar y el cía que le amava mucho, y se lo mostra-
exercicio de las armas, en lo cual todo va por señales muy claras y, se lo
tenía tan buena gracia y maña como si huviera dado a entender por palabras,
sino fuera por lo que Alquifa le havía -Así será, -dixo el donzel-, y a tu pa-
dicho. Viéndose el Donzel del León de dre quiero dar el cargo d'ello, que mejor
l'edad que les parescía que podía ser ca- que yo lo sabrá hazer.
vallero, con el gran desseo que tenía de -Assí sea, -dixo Filiseo-, como sea ve-
buscar su padre, aunque estava muy nido, se lo diréis para que lo provea.
contento con lo que Alquifa le havía di- Assí se dexaron d'ello. Otro día, es-
cho, y assí el rey le hazía tan buen trata- tando el donzel en este cuidado, vido en-
miento, teniendo por cierto todo lo que trar al enano de Alquifa en su rocín, de-
d'él le dixo, el cual buscava tienpo y sa- lante de sí traía un lío grande; el cual hizo
zón para hazer saber al rey su voluntad. subir a donde el Donzel del León estava.
Acavando un día de comer, hincóse ante Después de ser haver humillado al rey y
él de hinojos y suplicóle que un don le a la reina, bolvióse acia él y díxole:
otorgasse, pues de derecho por ser el -Señor León Flos, Alquifa, mi señora,
primero se le devía. El rey le mandó le- manda por mí besar vuestras manos
vantar, pero el donzel no lo hizo hasta como quien mucho os ama y dessea ser-
que el don le fue otorgado, por el cual le viros. Embíaos estas armas con que seáis
besó las manos, y díxole: cavallero.
-Lo que a vuestra alteza pido es que El doncel desembolvió el lío y sacó
me hagáis cavallero de vuestra mano. d'él unas armas tan blancas como si fue-
-Doncel del León, -dixo el rey-, no es ran de plata, sembrados por ellas mu-
tiempo aora. Cuando lo fuere, yo holga- chos leones; el yelmo de la misma ma-
ré d'ello porque vuestra tierna hedad no nera, y un escudo de fino acero no
lo consiente; porque aduro podríades menos relumbrante que las armas con el
sostener el peso de las armas, ¡qué más campo indio, y en el medio un león ber-
hazer con ella lo que combiene para ser mejo con una flor blanca en la boca,
cavallero! como el que él tenía en los pechos. Dio-
-Mi corazón me dize que ya es tiem- le la vaina de la espada, que era de un
po que lo sea, y me paresce gran ver- hueso negro, díxole:
güenza estar assí. -Señor, dize mi señora que no os
Mucho quisiera el rey escusárselo, pese porque los leones y la vaina son
pero conociendo su voluntad y por le ha- negros, que cuando la espada se tornare
ver otorgado el don, y también porque su en su propia color lo harán los leones y
nacimiento fue tan estraño de los otros, la vaina, como la fina grana y ésta dexa-
no sabía si en dilatarlo algún daño no re- réis por otra que sea la mejor del mun-
ceviesse, húvole de conceder, díxole. do, y la ganaréis con mucha honra.
-Pues assí os plaze, apareja las armas Mucho plazer ovo el rey de ver las ar-
y en la noche tené la vigilia en mi capi- mas, y fue maravillado de la rica labor
lla y daros he la orden de cavallería. d'ellas, pero mayor lo ovo con ellas el
El donzel le besó otra vez las manos. Donzel del León. Tomó la vaina y metió
El rey le abracó y besó en el rostro, que la espada en ella y dixo al enano:
lo tenía muy hermoso, y assí se quedó -¿Mandaron te dezir otra cosa?
demás hablar en ello. El donzel se salió -No, -dixo él.
de palacio tan alegre que no podía en- -Pues di a tu señora, -dixo León Flos-,
cubrir su plazer. Juntóse con Filiseo, a que le agradezco mucho la merced que
quien no menos placía, díxole: me hizo. Y pues al presente no tengo otra
-Aora, señor, menester es proveer las cosa sino mi persona para se la pagar,
armas, pues que ya tenéis la espada. que de ella se podrá servir siempre que
286 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
quisiera, y que yo haré mucho por verme -Donzel del León, si tan cumplido os
presto con ella, que la desseo hablar para haze Dios en esfuerco como os hizo en
saber d'ella una cosa que a duro, según fermosura, en vos será mejor empleada la
creo, lo podría saber de cierto. horden de cavallería que en otro ninguno.
Esto dezía por le preguntar quién su Él calló con vergüenca que havía de
padre y madre fuessen, que creía que ella lo que el rey le dixo.
lo sabía por lo que el rey havía dicho. Fuéronse a comer con muy gran pla-
-Cuanto más presto fuere vuestra vis- zer del Donzel del León, por ser cavalle-
ta, -dixo el enano-, sé yo que más hol- ro según lo que desseava serlo, (cap. 8,
gará mi señora porque os ama mucho y ff. lOv-llv)
tiene deseos de serviros.
-Buen enano, -dixo el rey-, salúdame
a tu señora y dile que mucho plazer me 2. Casos de amor, c a s o s de des-
hará en venirse por acá, porque la reina amor: el engaño de León Flos
y la princesa le tienen mucho amor y se
holgarán con ella.
Assí se despidió el enano y llegando C a m i n a r o n d o s días sin que cosa
les aviniese. Al tercero vieron ve-
nir acia sí cuatro cavalleros; traían con
donde su señora estava, contóle lo que
ellos otras tantas donzellas hermosas,
havía passado.
mayormente la una d'ellas, que en her-
A la noche, el Donzel del León veló
mosura y desemboltura excedía a las
las armas en la capilla del rey y junto
otras. Como se juntaron la donzella her-
con él Feliseo y muchos donzeles que le
mosa que vido a León Flos tan hermoso
aconpañaron parte de la noche; y la y bien armado, díxole:
princesa con sus donzellas, que por su
-Señor cavallero, estas donzellas y yo
linda conversación y crianca de todos
venimos contra nuestra voluntad con es-
era muy amado. Otro día haviendo el rey
tos cavalleros; ha cuatro días que anda-
oído misa armó cavallero al Donzel del
mos en su conpañía y, aunque al princi-
León; calcóle la espuela diestra y diole
pio de su conocimiento, fue con nuestra
con el espada en el hombro, y juró que
voluntad, aora no lo es. Y pues parecéis
guardaría ciertas cosas que en aquel
tales que no consentiréis que se nos
tiempo los que armavan cavalleros jura- haga merca, os pedimos que nos quitéis
van; y díxole: d'ellos.
-¿De cuya mano queréis tomar el es- -No parecéis foreadas, -dixo León
pada? Flos-, pues de vuestro grado venís con
-De la princesa Altaclara, si toviere ellos.
por bien de me la dar, -dixo él. -Sí somos, -dixeron todas-, que con-
-Con tal, -dixo ella-, que por un año tra muestra voluntad nos traen.
os nombréis mi cavallero, a mí me plaze -Señores, -dixo León Flos-, ya vedes lo
d'ello. que estas donzellas dizen, y atan buenos
-En eso, muy alta señora, mayor es la cavalleros como parecéis, no combiene
merced que recibo, -dixo él. hazerlo. Haréisnos merced las dexéis en
Luego la princesa le ciñó el espada su libertad para que se vayan donde qui-
que Alquifa le havía dado, y quedó tan sieren, pues no ay razón que de otra ma-
apuesto que parescía que mucho en su nera estén en vuestra compañía.
hermosura las armas havían acrecentado. -Las donzellas son nuestras, -dixeron
El rey que le miró, le dixo: los cavalleros-, y las ganamos de buena
LEÓN FLOS DE TRACIA 287
d'ellos velasse, sperava la noche para que no son pocas, y por encubrirlas de
gozar de León Flos, que por más hermo- mí, fingís mucha honestidad.
so de todos lo avía escogido. Y llegaron -Mejor es, señora, -dixo León Flos-,
a una posada de un buen hombre, que a que calléis lo que conmigo pasáis, y no
los cavalleros de aventura acogía; des- publicarme, pues de publicallo, ganáis
pués de aver cenado, el huésped pre- poco.
guntó a una de las donzellas si acostum- -Esto, -dixo riendo-, que pasáis vos
bravan dormir con los cavalleros; ella conmigo, para que lo calle, -respondió
dixo que sí; y diéronles cuatro lechos. ella-, no quiero, sino que todos como yo
Cada una se fue con su cavallero; y sepan quién sois, que prometéis con
como León Flos vido a la donzella que vuestro gesto hermoso lo que niegan
junto al suyo le aguarda va, díxole: vuestras obras malas, y que no engañéis
-¿Qué atendéis, señora? a nadie como hizistes a mí.
-Que nos acostemos, -dixo ella-, que -No tenéis razón, señora, -dixo León
ya es ora. Flos, no pudiendo encubrir la risa-, que
-No lo es para mí, -dixo él-, si hemos yo no os rogué ninguna cosa para que
de dormir juntos. os quexéis de mí, que, como yo conoz-
-Pues, ¿también os cabe la vela esta no- co lo que en ese caso puedo, apartóme
che como la passada?, -dixo la donzella. de no tropecar en él por no dar muestra
-Assí entiendo que avrá de ser, -dixo a todos de lo que no querría que su-
León Flos-, pues estáis en camisa, que piesse ninguno, a cuya causa os rogava
querréis gozar del lecho. fuesse secreto.
-¿Y vos no os acostaréis en él?,- dixo
Y dissimulando con ella, se hecho
ella.
encima de una arca donde burlando y
-No veo yo cómo, -respondió él-,
mal durmiendo de lo que la donzella de-
pues havéis tomado posessión d'él.
zía pasó la noche.
-Harto lugar ay para ambos, -dixo
ella. A la mañana siguieron su camino; la
-No me parece a mí que le daréis vos, donzella iva muy triste y medio llorosa,
-dixo él-, porque yo acostumbro dormir y más lo mostró cuando vido el buen
solo, y vos no lo querréis dexar. contentamiento que las otras llevavan, e
-¡Mal me haga Dios, -dixo ella-, si díxoles:
solo bós en él dormís sino que, pues vos -No me puedo quexar de nadie sino
no queréis que yo me huelgue esta no- de mí que, si mal tengo, yo me lo escogí.
che sino dármela mala, que vos en el le- -¿Cómo es éso?, -dixeron las donzellas.
cho solo no la tengáis! -Que tomé a este cavallero, -dixo
-Buena ora, -dixo León Flos-; si con eso ella-, que él no lo deve ser, sino alguna
estáis contenta, yo lo tengo por bueno. donzella que anda en abito disfragado,
-Yo por malo, -dixo ella-, y mal aya según lo que d'él he conocido e visto.
quién os escogió, que mi pago me ha- León Flos dixo a los cavalleros lo que
véis dado. con la donzella havía passado, de que
-Pues, señora, -dixo León Flos-, yo no rieron mucho d'ella, y díxole el marqués:
quedo sin él, según la mala noche; se me -¿Qué descontento tenéis de nuestro
apareja, durmamos y no demos parte compañero, señora donzella?
d'esto a ninguno. -Téngolo tanto, -dixo ella-, que plu-
-No dexaré yo, -dixo la donzella-, de guiera a Dios que yo no dexara al que
publicar vuestras faltas, que bien creo dexé por tomar el que no deviera, que
LEÓN FLOS DE TRACIA 289
por mí sola se podrá dezir que quien -No es yerro, señora, -respondió León
bien tiene y mal escoge. Flos-, querer yo mirar por vuestra honra
-Señora, -dixo León Flos-, no es eso y guardarla y defenderos de los que os
lo que yo os havía rogado, que fuese se- hizieren fuerca.
creto lo que entre nosotros pasase. -Denfendévos la vuestra, -dixo la
-¿Y qué os devo yo a vos ni a vuestras donzella-, si alguna tenéis y haréis harto,
obras, -dixo ella-, para que yo haga lo que la mía, andando con vos, yo fío que
que vos queréis? Antes por no hazerlo está bien defendida y guardada, que por
sino al contrario, os publicaré como a miedo de no defenderme de alguno.
mal vino que vos no sois hombre ni te- -Creo que no havéis razón, -dixo León
néis muestra d'ello sino en venir armado, Flos-, pues sois testigo de lo passado.
pues teniendo una donzella como yo a -Ai os esperaba, -respondió ella-, que
vuestra voluntad dos noches, la una di- bien cierta estava que os havíades de
xistes que os cavia la vela para guardar loar de aquella nonada que hizistes. Yo
vuestros conpañeros, y la otra dormistes tengo por cierto que al cavallero que de-
encima de una arca por no dormir en el rrivastes no le derrivó vuestro esfuerco
lecho conmigo. Mirad si éstas son cosas sino su mucha flaqueza, con que él se
para que yo las cele ni para que ninguno cayó de su cavallo.
que lo sepa os tenga por hombre; ni yo D'esto rieron los cavalleros de buena
os tengo por tal ni vos lo devéis de ser. gana. Dixo el marqués:
Y los cavalleros reían mucho del eno- -Señora, presto le havéis conocido.
jo que la donzella mostrava y de la disi- -De una buelta de ojo que yo doy,
mulación con que León Flos respondía, -dixo ella-, conozco quién es cada uno.
el cual le dixo: -Tomad de nosotros el que os agra-
-Señora, ya sabéis vos los inconbi- dare, -dixo el marqués-, y dexá el que
nientes que yo tuve en esas noches para escogistes, pues avéis conocido sus fal-
apartarme de vos, pues queréis que to- tas, que de presto pocas cosas se acier-
dos lo entiendan; y lo que no se hizo en tan, que más que hermosura han de te-
una, se podrá hazer en otra, que no es- ner los cavalleros.
tán los hombres siempre en un ser sino -Esa sinrazón, -dixo ella-, no haré yo
que con el tiempo se mudan sus volun- a mis compañeras, que lo que no apro-
tades. No desconfiéis de mí, que presto vecha para mí, poco fructo sacarán ellas.
vendrá la noche. -A mí vos, -dixo León Flos-, quered-
-Por cierto, en vos, -dixo ella-, temé me para vuestro cavallero, y tomad uno
yo poca confianca que a la noche no os de estos mis compañeros como amigo.
faltará otra disculpa para encubrir vues- -¡Qué gracioso sois vos!, -dixo ella-,
tras faltas. para mi cavallero no creo yo que lo sois
-Esas no creo yo que me las encubri- ni lo seréis de ninguna; y cuando lo fué-
réis mucho, según las que me havéis pu- redes, será de alguna que se engañe por
blicado, dixiéndome que no ser hombre; la vista como yo hize.
pues si me conociésedes, de otra mane- -Aora, señora, -dixo León Flos-, ya te-
ra me juzgaría des. néis conocido para lo que soy y lo que
-Por lo conocido me pesa, -dixo ella-, valgo. Si no os contento, a mí me pesa
v pluguiera a Dios que nunca os oviera d'ello, y la emienda de lo que he faltado,
visto, que no sé quien me engañó, sino yo la haré en lo que fuéredes servida.
que la afición es causa de muchos yerros, -Eso no aguardaré yo de vos, -dixo la
como lo fue del mío. donzella-, y no quisiera sino saber vues-
290 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
49 L E P O L E M O ( E L C A B A L L E R O D E L A C R U Z )
de Alonso de Salazar
(1521)
por
Anna Bognolo
TESTIMONIOS
TEXTOS
1. Rapto del niño Lepolemo por bracos de la ama, y ella por no desper-
los moros tarlo no se osó levantar. Y estando assí
descuidada salieron adesora unos moros
con dos fustas pequeñas, que estavan
E l e m p e r a d o r , que muy aficionado
era a la caca, luego concedió en lo
que el cavallero dixo, y mandó a ciertos
escondidos en una quiebra que la mar
hazía entre unas peñas para robar los ca-
capitanes suyos qu'estuviessen allí con el minantes. Y vieron al ama y a los dos ni-
exército, qu'él con la emperatriz y sus hi- ños, y ella no los vido hasta ser presa
jos se quería ir al bosque que aquel ca- d'ellos y con espanto comencó a dar bo-
vallero le dezía con poca gente porque zes y ellos la arrebataron y la pusieron
no le enojassen. Y assí se partieron con con los niños en una de aquellas fustas.
pocos servidores y con aparejo de tien- Y sin ser vistos de ninguno alearon velas
das, porque en el bosque donde ivan no y se fueron por la mar adelante. El ama
avía casas en que se aposentassen. Y lle- hazía los mayores llantos y estremos del
gados al bosque, mandaron poner sus mundo que aun los moros avían dolor
tiendas en do mejor les pareció. Y en de ver lo que hazía, y sino fuera por dar
ellas quedava la emperatriz con sus hijos razón del niño, se oviera echado mil ve-
y mugeres mientra el emperador iva a zes en la mar como desesperada de ver-
cacar con algunos cavalleros. Dende ma- se tan grande afrenta y necessidad con el
tavan venados y otros animales que avía príncipe, y más se dolía del pesar del
de muchas maneras, donde el empera- emperador, su señor, que de su daño
dor holgava mucho. Y la Fortuna, que propio. [...]
nunca en un ser tiene las cosas, estando Estando la emperatriz en las tiendas,
el emperador y todos en este plazer, como avernos dicho, aviendo plazer con
acaeció que un día el ama que criava al sus damas y algunos caballeros que allí
príncipe Lepolemo, saliéndose paseando quedaron, vio venir al ama con su infan-
con el príncipe de la mano tomóle gana ta, y como avían salido juntas ella y el
de ver a solas una fuente que allí cerca ama del príncipe, luego preguntó por
le avían dicho que estava y apartóse con ella, y dixéronle que se avía ido por el
el príncipe y con un hijo suyo de edad bosque adelante, porque el príncipe 11o-
de vii años, por entre aquellas matas es- rava si lo quería tornar a las tiendas. Y
pessas, cuanto un tiro de vallesta. Y des- con esto estuvo un poco assí descuidada
pués asséntose encima de una peña sin dezir más. Pero desque vio que se
qu 'estava junto a la mar, a mirar cómo se tardava más de lo que le parecía qu'era
quebravan las ondas. Y con el ruido del razón, mandó que la fuesen a buscar, y
agua y como el niño venía cansado de luego muchos de aquellos caballeros y
andar por el campo, adurmióse en los otros criados suyos que allí estavan, la
LEPOLEMO (EL CABALLERO DE LA C R U Z ) ( i ) 293
fueron a buscar, y no hallándola ni ras- rostro con sus manos y rasgar sus tocas
tro d'ella ni de los niños, no osava nin- y dezir palabras tan lastimeras que a
guno bolver ante la emperatriz con tan cuantos estavan allí hazía quebrar el co-
ruin nueva. Y desque ella vido que tan- racón de dolor, que no avía persona que
to tardavan sin ninguna traerle respues- tuviesse fuerca para poder le dezir una
ta, luego pensó que algún gran mal de- palabra de conorte, antes lloravan, todos
vía ser del ama o del príncipe, su hijo, tan triste llanto, que era cosa de la ma-
creyendo que algún animal de los del yor compasión del mundo. En esto ovo
bosque o otra cosa semejante lo oviesse quien fue al emperador con la triste nue-
muerto. Salió como muger fuera de seso va y a decirle lo que la emperatriz hazía
de las tiendas y vio que muchos de los por su hijo. ¿Quién podría decir la alte-
que avían ido a buscarlo estavan de cin- ración qu'el emperador sintió de tales
co en cinco o de seis en seis apartados nuevas? Que si no fuera por no mostrar
hablando unos con otros y todos ojos flaqueza delante aquellos cavalleros ro-
puestos en tierra y los rostros tristes. manos, se dexara caer del cavallo en que
Desque assí los vido la emperatriz, que iva, y se diera con la cabeca porradas a
discreta era, entendió lo que podía ser, y unas partes y a otras. Pero sin dezir pa-
comencó a dar bozes llamándolos que labra ni de turvado echar lágrima, se vol-
les diessen razón de lo que era de su vió corriendo para las tiendas donde la
hijo. Un caballero, criado suyo, hombre emperatriz estava, la cual halló tal que
anciano, muy honrada persona, que tan- más tenía imagen de muerta que de biva,
to sentía el pesar de la emperatriz como y todas las damas que allí estavan lo
ella, le dixo: mesmo. El emperador que tal la vido
-Señora no se halla el príncipe ni el pensó qu'era tiempo de sacar fuercas de
ama, creemos que como el bosque es es- flaqueza y assentóse en el estrado donde
pesso se avrán perdido entre las matas, la emperatriz estava como muerta, y to-
plazerá a Dios que luego vernán. No se móla de las manos porque se dava gol-
mate vuestra alteza que la ama es tan pes en el rostro con ellas, y comencóle
cuerda que sabrá dar razón de sí. de dezir palabras de conorte; y ella,
Y esto dezía él por conortar a la em- como sintió al emperador, que no avía
peratriz, cual bien creía que algún pes- visto qu'estava allí aunque la tenía de las
cado de la mar grande los avía tragado, manos, hasta que le habló, según estava
porque avían hallado el bonete y un cá- turvada, comencó a fazer el mayor llan-
pate del príncipe junto a la mar y un ro- to que jamás fue visto de atribulada mu-
sario en que el ama rezava. Y creyeron ger, diziendo:
sin duda que esto sería, porque si algún -¿Qué os parece señor del fin de
animal de la tierra los oviesse comido vuestro amado hijo, que alguna vallena o
avrían hallado rastro de sangre. Y en to- otra cosa semejante los ha comido, que
dos ellos ninguno sospechó que moros veis aquí el bonete y el capato de vues-
los oviessen prendido, porque pensava tro hijo y el rosario del ama que fue ha-
que estando el emperador tan cerca no llado junto a la mar, y ellos no parecen
osarían venir si no fuera grande armada, en el mundo?
Y que, si fuera tal, qu'ellos la ovieran vis- Y cuando esto dezía, parecía que sus
to. De manera que desque la emperatriz ojos fuessen dos fuentes de lágrimas. El
supo de cierto qu'el príncipe no parecía emperador no pudo tanto sufrir el dolor
y que todo el bosque avían buscado y que viendo lo que la emperatriz hazía no
que no se hallava, comencó a ferir su Uorasse agrámente con grandes sollocos,
294 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
pero pensó que en el avía d'estar el es- y como el ama estava tan congoxada de
fuerzo y juntóse con la emperatriz y to- verse en manos de tal gente, Uorava que
móle la cabeca sobre su braco, dizién- deshazla su coracón en lágrimas y siem-
dole tantas palabras dulces para quitarle pre tenía en los bracos al príncipe y a su
algo de su congoxa, y otras vezes ha- hijo de la mano por no perderlos de vis-
ziendo como que se enojava, diziendo ta. Y el príncipe que veía que su ama Uo-
que no eran cosas de católica querer ha- rava sin él saber en el daño en qu'esta-
zer tales estremos, pues que la voluntad van, con la niñez le dezía:
de Dios era ésta, que aun no avían visto -Madre, ¿por qué lloras?
señales para que ellos fuesen muertos, Y limpiávale las lágrimas con su
que plazería a Dios qu'ellos parecerían. mano. Y cuando el ama veía esto qu'el
Y con estas y otras semejantes palabras príncipe hazía se le doblava la passión,
se sossegó algo el llanto de la empera- pero era tan cuerda que la dolor no le
triz, pero ¡Dios sabe el coracón del em- turvava el juizio, para pensar en lo devía
perador que tal estava, aunque lo disi- hazer para sus remedio y de los niños, y
mulaba. Y tomó de las manos a la dezía entre sí muchas vezes:
emperatriz, el bonete y el capato del
-Si yo descubro quién es este niño,
príncipe, que no hazía sino mirarlos y
ellos lo matarán o, a lo menos, nunca lo
hablar con ellos como si le ovieran de
soltarán por la enemistad que todos los
dar cuenta de su hijo. Y mandó que los
moros tienen con el emperador, por los
pusiesen donde no los viesse la empera-
muchos daños que d'él han recebido; y
triz. Y después mandó tornar a buscar
por donde me pensare ganar, perderé;
todo el bosque sin dexar rama sin bus-
car; y como no lo hallaron, el emperador pues si digo que son mis hijos y que soy
acordó de volverse luego en Alemana y muger de hombre pobre, pensarán ser
sin más mandó alear las tiendas. Y asi- mentira porque un pobre no lleva sus hi-
mismo su real y con la mayor tristeza jos y muger tan bien vestidos como és-
que jamás fue vista. Por sus jornadas sin tos van.
les acaecer cosa de notar, allegaron en La buena de muger estava en estos
Alemana, donde todos esta van tristes estremos en que veis rogando a Dios le
que ya avían sabido las nuevas de la pér- diesse consejo, que de otro no le espe-
dida de su príncipe, que de todos era ra va. Y estuvo un poco entre sí pensan-
amado. Y tenía ya el príncipe cuando se do, y en esto llamáronla que fuesse de-
perdió tres años, y parecía de cinco, que lante del capitán, y ella fue no desando
era muy grande criatura y hermosa a ma- los niños, como dicho es, y el capitán le
ravilla. [...] preguntó:
Ya ha dicho la historia cómo aquellas -Di, cristiana, ¿estos son tus hijos?
dos fustas de moros que estavan escon- Dixo con la mayor paciencia que
didas en la costa se llevaron al ama y a pudo que sí.
su hijo y al príncipe Lepolemo y, como -Y su padre, ¿quien es?, -dixo el
los ovieron tomado, alearon velas y se moro.
fueron sin ser vistos ni sentidos de nadie. Ella respondió:
Y como ellos se vieron en alta mar, se- -Si no te conviene, no lo quieras saber,
guros de las gentes de la costa, el capi- porque si te tengo de dezir verdad como
tán de las fustas mandó traer al ama y a lo acostumbro de más de las pena que
los dos niños ante sí para preguntarle tengo de verme fuera de mi libertad con
quién eran por ver el rescate que valían; mis hijos, me la doblas en querer saber mi
LEPOLEMO (EL CABALLERO DE LA C R U Z ) (i) 295
manera de vida, que solo a los confesso- el ama con sus niños assentada en el
res lo solemos los cristianos dezir. suelo al sol. Y no bien bastecida de las
Dixo el moro: cosas necessarias qu'era manzilla de ver-
-Conviene que me lo digas porque lo los. Muchos vinieron a comprar al ama,
quiero saber. pero no querían a los niños por ser chi-
Entonces ella dixo: quitos; y ella cuando veía que alguno la
-Pues porque no me afruentes ante quería comprar sola les dezía:
todos estos, que aunque soy cativa por -Moro no me compres sin mis hijos,
esso no desprecio mi honra mándalos sino yo me mataré, y mataré a ellos, assí
apartar. que no gozarás de mi servicio ni de tus
Entonce el capitán mandó que se dineros.
apartassen los que estavan junto con él. Y esto dezía con tan alterado gesto
Y ella se allegó más a él y le dixo: que parecía que ya lo quería hazer. Y el
-Señor capitán, tú sabrás como yo soy moro que la vendía estava d'esto despe-
casada en Roma con un sastre, le cual chado, que la quiso matar dos o tres ve-
tiene mejor diligencia en jugar y gastar la ces, sino por miedo de la justicia del rey
hazienda que no en ganarla. Yo vista la lo oviera fecho. Después vino un pana-
perdición de mi casa, no por gana que dero que se atrevió a comprar a la ma-
yo tenía de hazer cosa fea, mas por la dre y a los hijos, porque ella le dixo que,
necessidad que me apremiava, tuve por si a todos los comprava, que ella le ser-
bien de hazer por un clérigo, muy hon- viría muy bien. Y con esto el moro pa-
rada persona, que ay muchos d'ellos en nadero dio por todos setenta doblas y
Roma, y éste remedia mis necessidades y aun el que los vendió pensó que le aví-
de mi casa, y este hijo mayor es de mi an dado mucho según los tenía en ruin
marido, y este niño chico es del clérigo. posesió. (caps, v-vii, ff. 3r-5r).
Es hombre que tiene cerca de trescientos
ducados de renta, sabido que aya nues-
tra prisión yo sé qu'él se empeñará por 2. Lepolemo, caballero encanta-
rescatar a mí y a su hijo. Si tú quieres tor- do: el humor
nar allá, yo haré que te dé de rescate cer-
ca doscientos ducados, y para seguridad s t a n d o las cosas en el estado de
d'esto yo te dexaré los hijos en prenda
hasta que tú ayas los dineros.
E plazer que la historia hos ha con-
tado, el Cavallero de la +, por su propio
Y estas cosas dezía el ama porqu'el nombre llamado el príncipe Lepolemo, y
moro los tuviesse en menos, porque assí el delfín de Francia, cuantos más plaze-
le cumplía. El capitán que vio que era res y fiestas se hazían tanto más sus co-
tan ruin gente sonrióse de lo que l'ama razones estavan atormentados por sus
le dezía que tornasse a la costa por dos- señoras, viéndolas cada día devisadas de
cientos ducados, y no curó de dezirle muy ricos vestidos y aderecos de sus
nada sino mandar que se tornasse a su personas, Y un día entre los otros, la in-
lugar, y a ella y a todos lo otros cativos fanta Andriana hija del rey de Francia e
Rué Uevavan, los levaron a vender a Tú- la infanta Milesia, hija del emperador, a
nez. Y sacáronlos a una placa donde to- quien en el príncipe y el delfín servían,
dos los de la ciudad ivan a comprar to- como lo avéis oído, a una ventana que
das las cosas necessarias, a donde salía a una puerta donde el rey de Fran-
vinieron cuasi toda la gente de la ciudad, cia tenía ossos y leones e otros animales
d'ellos por verlos, d'ellos por comprar. Y fieros que los grandes, señores suelen te-
296 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
ner. Y como el príncipe Lepolemo, que gárades que no tomávades con el furto
estava con el delfín asentado con el em- en las manos, que d'essas cosas aviamos
perador, las vido, dixo al delfín: estado hablando e de cansadas buscáva-
-Señor vamos a estorvar su habla a la mos materia nueva en qué hablar.
señora, vuestra hermana y la mía, que Dixo entonses el príncipe Lepolemo:
las veo muy fundadas en largas razones. -¿Conocéis señoras, que mi sospecha
-Vamos, -dxo el delfín, como aquel es cierta?
que mucha gana lo tenía, sino que no lo Dixo la infanta Andriana:
osava dezir. -Señor, essa no es sospecha sino que
Y assí fueron los dos muy passo por lo sabéis con essa vuestra arte, que mu-
ver si podrían entender alguna palabra chas vezes diría mal de vos sino que no
de las que hablavan. Y oyeron que dezía oso pensando que donde quiera qu'es-
la infanta Andriana: táis sabéis lo que digo e lo que hago
-Señora aquel león que veis qu'está contra vos que, después que hos vi ha-
paseando agora le tiene la cuartana, que zer lo que hezistes el día que el empera-
Dios permite que la tenga de tercer a ter- dor entró, aquí hos tengo miedo e que-
cer día, porque de otra manera con su rría más saberlo hazer que un gran
braveza y crueldad entraría a los pobla- tesoro, solo por passar tiempo, porque
dos a comerse los hombres. en toda mi vida ove tanto plazer como
Entonces dixo el Cavallero de la +: aquel día con aquellos que huían e con
-Señoras, si por crueles viniesse a to- los palos que el gigante dava en el sue-
dos la cuartana, muchos ay en el mundo lo, pensando que dava a lleno.
que la merecerían mejor que no los leo- Dixo el Delfín:
nes. -Señor, por merced que se haga algo
Entonces ellas dos se bolvieron con de plazer en estos día,s que yo sé tam-
sobresalto por ver quién era el que las bién que holgará la señora, vuestra her-
estava escuchando, e como los vieron, mana, que ya no queremos ver de vos
hiziéronle su acatamiento como a her- más cosas de cavallerías, pues está claro
manos mayores y príncipes les convenía. que no tenéis segundo.
Assentáronse junto con ellas en los mes- Dixo la infanta Milesia:
mos vancos que grandes eran, e dixo la -Hazedlo por mi vida, señor herma-
infanta Andriana: no, que por vida del emperador, que
-Assí señores que venís a saltear desque nací no ove tanto plazer como
nuestras razones, creo que pensávades aquel día.
que dezíamos mal de vosotros. -Señora hermana, -dixo el príncipe-,
-Señora, -dixo el príncipe Lepolemo-, no es mucho que no ayáis visto mayor
aunque lo dixérades, no era mucha sin- plazer pues que siempre hasta agora
razón, porque bien cabe en mí a lo me- avéis estado en prisión.
nos, pero no creíamos que de tan cuer- Y la infanta Andriana híxole del ojo
das señoras pudiesse salir mal de nadi, que lo hiziesse. Entonces el príncipe
mas hablando verdad, pensávamos que dixo:
hablávades de colores, o de vestidos, o -Por el mandato de cualquiera de
de cosas labradas de oro, o lo más cierto vosotros señores era razón que yo pu~
de afeites, o de cosas para cabellos, que siesse la vida, cuanto más por el ruego
es la prática más común de damas. de todos hazer una cosa tan liviana
-Por mi vida señor hermano, -dixo la como la que me pedís; no se hable cosa
infanta Milesia-, que si un poco antes lle- ninguna que de hoy en seis días es ai
LEPOLEMO (EL CABALLERO DE LA C R U Z ) (i) 297
de San Juan yo ordenaré alguna cosa hombre por los palos que no cayesse en
que creo será de plazer. el lodo. Y como estava hecho por arte de
Y así acabaron su prática. Y como encantamiento no se suziavan en él las
fueron un día antes de San Juan, el prín- ropas ni los pies, sino solamente las ma-
cipe Lepolemo rogó al emperador e al nos y alguna cosa que les surtía a la cara.
rey e a sus mugeres que le hiziessen mer- Y como es cuasi natural el reírse si hom-
ced de ser sus combidados aquella tarde, bre vee caer alguno, las infantas reían en
v el otro día, que era la fiesta de san ver caer tantos sin hazerse mal, y díxoles
Juan, a la casa del bosque que era dos le- el príncipe Lepolemo:
guas de allí, que era una casa de plazer -Passemos, señoras, aquella fuente si
del rey de Francia donde algunos días queréis aver plazer.
del año solía ir a caca. Y el emperador y Y fuéronse para la fuente, y cuando
todos fueron muy contentos. Y así el el rey la vido, maravillóse porque él no
príncipe hizo aderecar la casa muy rica- avía visto aquella fuente en cuantas ve-
mente que allí mostró bien sus aderecos, zes avía venido allí, y paráronse todos a
y puso la rica cama que la Reina de Du- mirarla. Y como la gente qLie caía en el
ron le avía dado, que fue muy mirada de lodo, tenían necesidad a su parecer de
todos, y otras muchas que tenía muy ri- lavarse, todos corrían a aquella fuente
cas, tanto que no ovo necessidad de lle- que les parecía muy hermosa agua. Y
var ninguna cama para nadi. Antes en como tomavan del agua y se lavavan las
aquellas tuvieron las mugeres bien qué manos y la cara en la mesma hora los tiz-
mirar, y más hizo por arte de encanta- nava a todos solamente las caras y como
miento junto a la mesma casa en un gran no se veían ellos a sí mesmos, y veían a
prado que avía un cuarto más por la los otros tiznados, viérades entr'ellos
mesma casa se mandava, que parecía la grande risa burlándose unos de otros
más rica cosa que en Francia se hallasse, porque estavan tiznados, no viendo lo
con muchos aposentos e todos muy ade- que ello tenían. D'esto avía tan gran rui-
recados con camas y tapicería, que todos do de plazer que el rey y emperador y
lo que lo miravan se maravillavan de ver las señoras no avía ninguno d'ellos que
cosa tan rica e bien concertada. Adereca- no pensasse caer de la musa de risa. Y
do todo esto hizo defuera de la casa una esta tizne les durava tan solamente hasta
fuente de agua muy clara, e con sus ca- que llegavan a una entrada que avía en
ños de mármoles muy blancos que pare- la casa y no más que luego tornavan
cía que ponía gana de bever a los que la como de antes. Y las infantas ivan rien-
veían; y hecho esto fuesse para París. Y do con el príncipe Lepolemo y con el
venida la hora, el emperador y el rey e Delfín de cómo los tiznados cada uno
todas las damas cavalgaron muy acom- d'ellos se pensava estar limpio y burlá-
pañados de cavalleros con mucho plazer. vanse de los otros. Y passaron adelante
y entraron en la casa, la cual estava tan
Y como iva mucha gente a pie por ser tal
aderecada que el rey de Francia que era
día y por ser tal fiesta, tanto que cuasi no
suya y muchas veces avía estado allí no
quedó en la ciudad hombre ni muger
la conocía, y dixo al príncipe:
que no fuesse tras ellos que los campos
V caminos ivan llenos. Y como llegaron -En todo hos ha hecho Dios compli-
Ur
> poco antes de donde estava hecha la do, hasta en hazer que aquesta casa vie-
fuente, avía un charco de lodo que lo ja parezca bien.
Passavan por unas portezuelas de palo; y Y como passó adelante y vio y entró
es
tava hecho por tal arte que no passava en el cuarto nuevo y vido tan rica obra,
298 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
por
Anna Bognolo
TESTIMONIOS
TEXTOS
1. Las grandes maravillas del [el] más hermoso hedificio del mundo,
Castillo de Cupido que era un castillo cuadrado; y en las
cuatro esquinas, en cada una, una gentil
las otras cuatro, cubierta de un chapitel tanta estrañeza, hasta que llegaron a una
de gran valor, y encima del chapitel es- de las cuatro torres, la cual estava cerra-
tava un dios Cupido de la forma que lo da con una rica puerta, y encima d'ella
traía Leandro el Bel en el escudo. Las unas letras que dezían: Esta es la morada del
gradas por donde al Castillo de Cupido triunfo de la castidad; y haviendo leído las le-
subían, q Ue assí fue llamado, eran de un tras, luego la puerta fue abierta, y assí los
blanco y cristalino alabastro; y siendo el sabidores, como los príncipes, subieron
hermoso Castillo de Cupido parescido, por una rica escalera, hasta que se halla-
en él se comencaron a tirar tantos tiros ron en una cuadra toda labrada de mar-
de artillería como si todas las armadas fil y guarnescida de muchas piedras
del mundo allí se combatieran; y acaba- blancas, y en la frontera d'ella estava
da la furia de los tiros, sonó dentro en el una figura de donzella en estremo her-
castillo la más suave música que podía mosa con abito cacador y muchos perros
ser en el mundo, de lo cual los donzeles y sabuesos cabe ella. Ella tenía sus her-
estavan muy maravillados, y luego vie- mosos cabellos cogidos con una red de
ron abrir de la gran torre una rica puer- oro, y sobre ellos una corona de fino
ta, y por ella echaron un gran batel todo oro, con unas letras de piedras de dia-
labrado de ricos follajes, y luego salieron mantes que dezían: Diana, diosa de la casti-
en el doze gigantes ricamente arreados, dad. A la redonda de la sala estavan infi-
los cuales, tomando los remos en la nitas donzellas con el mismo abito de
mano, tocaron en el agua, de suerte que cacadoras, con muchos perros de traíla,
páresela la más dulce melodía del mun- y cada una tenía su nombre sobre la ca-
do, y venían con tanta presteza que en beca, donde avía muchas de las passa-
breve fueron en la orilla, y luego el sabi- das, assí como la casta Penélope, que
dor mandó a los gigantes que metiessen tantos años aguardó a su marido Ulixes;
dentro los cavallos y palafrenes, y ellos la casta Lucrecia, atravesada con su es-
lo hizieron con gran diligencia, y los sa- pada; la hermosa casta Dido, muerta por
bidores y los donzeles se metieron en el no consentir en la maldad del traidor
batel, y los gigantes con la misma melo- Yarbas; con otras muchas, que grande
día dieron la buelta al Castillo de Cupi- rato passaron en contenplarlas. A la
do, y luego los sabidores y donzeles su- puerta de la cuadra, estavan unas letras
biron por las gradas arriba hasta entrar que assí dezían: ha sala del triunfo de la cas-
en el Castillo de Cupido, y luego los gi- tidad no avrá su fin hasta que a su compaña sea
gantes con gran diligencia metieron los ajuntada la más excelente en castidad de su tiempo.
cavallos y palafrenes dentro, y la barca; Aviendo visto todo aquello, luego se
y, cerrando la puerta, el Castillo de Cu- baxaron de aquella sala, y la puerta se
pido comencó a mover con gran preste- tornó a cerrar como de primero; y luego
za, dando aquellos tiros de la suerte de los sabidores con los donzeles, que muy
cuando vino, y los sabidores y los don- admirados ivan de todo lo que avían vis-
zeles se entraron en el castillo maravilla- to, movieron por aquellos aposentos
dos de ver su gran estrañeza, assí de ri- hasta la otra esquina del castillo, y vieron
cas salas labradas de oro y piedras, en él otra puerta que a la otra torre su-
como de otras y muy estrañas labores, bía, y sobre la puerta estavan unas letras
que bien parescía todo figurado y hecho que assí dezían: Este es aposento de la deses-
por arte; y, siendo todos desarmados, to- peración de amor, cuya demanda jamás será acaba-
mándolos el sabidor por las manos, mos- da hasta que aquí entre aquella que más en su tiem-
trándoles todos aquellos aposentos de po esta passión sentirá. Y luego los sabidores
LEANDRO EL BEL ( i l ) 301
hizieron abrir aquella puerta, y en com- Baxados de allí los sabidores, lleva-
pañía de los donzeles subieron a lo alto ron a los príncipes a la cuarta torre de la
hasta que se hallaron en una cuadra del otra esquina del castillo, en la ojal esta-
tamaño de la otra, toda labrada a mara- van unas semejantes letras que assí de-
villa de una piedra de color de amarillo zían: Esta es la cuadra del fuego amoroso, donde
sobre pardo, y guarnescido de muchas aquel que sabe la passión de amores, su calor no le
resplandecientes piedras amarillas. En la maltrata, y el que d'él no ha sabido le causa cruel
frontera de la cuadra estava una silla va- pena. Siendo leídas las letras, luego los sa-
zía sin persona alguna en ella, salvo bidores y ellos subieron a otra muy rica
unas letras que dezían: El presente assiento decuadra, a la redonda de la cual estavan
desesperación está aquí guardado para aquella que, muchas donzellas y dueñas ricamente
con desesperado fin, su vida querrá acabar, donde arreadas. Todas estavan abiertas por me-
será puesta hasta que por mano de la otra de aquí dio del coracón, y d'ellas salía una flama
sea librada. A la redonda de aquella cua- de fuego muy grande, con el cual se sen-
dra, avía muchas figuras de mugeres que tían tan alegres que señal de muchas ale-
murieron por desastres de amores, como grías sus gestos mostravan. Tanto fue el
Tisbe por Píramo, y Hero por su amigo ardor que los donzeles sintieron por no
Leandro, y la sabia Medea por el cruel aver aún amado que, no lo pudiendo su-
Jasón, todas tan tristes que no se quisie- frir, se baxaron abaxo. Solos los dos vie-
ron allí detener mucho. Y luego baxaron jos sabidores pudieron dentro entrar, go-
a lo baxo y, siendo guiados por los sabi- zando de aquella suavidad, y al cabo de
dores, llegaron a la tercer torre de la otra gran pieca baxaron abaxo, donde los
donzeles los esperavan, y por ser muy
esquina del castillo, y sobre la puerta
tarde aquel día no quisieron ver más.
vieron unas letras de muy fino oro que
Antes, se recogieron a una muy rica sala
assí d e z í a n : Esta es la morada del descanso de
donde, siendo puestas las mesas, fueron
amor, donde cualquiera que d'este mal fuere herido,
también servidos de los gigantes, y con
hallará descanso a su pena.
tantas diversidades de manjares que en
Y siendo leídas las hermosas letras y corte de ningún rey no lo pudieron ser
subidos a lo alto, se hallaron en una cua- mejor. Y siendo hora de retraerse, fueron
dra muy rica que toda se parescía ser he- llevados a muy ricas cámaras, donde en
cha de sus piedras de diversas colores, muy ricos lechos fueron echados, y allí
assí las paredes como el suelo y techo, reposaron hasta la siguiente mañana, la
tan transparente y relumbrante que gran cual venida, acabaron de ver las grandes
claridad estava dentro. En la frontera de maravillas del Castillo de Amor, como
aquella cuadra, estava una figura de dio- agora diremos. [...]
sa Venus, con unas letras que assí de- Cuando el alumbrador del mundo co-
zían: Esta es la diosa Venus, que siempre buscó mencaba a resplandescer por nuestro
descanso a sus amores. Ella era doctada d e orbe mundano, su orizón ya queriendo
tanta hermosura, que todos estuvieron cercar, con gran hermosura al primer
suspensos mirándola. A la diestra del tri- grado de la zona salía, se levantó el sa-
bunal de la diosa Venus, avía muchas bidor Artidoro y la sabidora Arismena, su
mugeres que en continuo descanso de muger, y luego sonaron en todo el Cas-
sus penas avían tenido, sin jamás sentir tillo de Cupido muchos instrumentos al-
cocobras del amor, que por evitar proli- tos, con los cuales los donzeles desper-
xidad no se dize, y también porque a su taron, que muy sossegados avían
lugar se dirá más estensamente. dormido, como aquellos qLie libres de
302 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
todo cuidado se sentían. Y luego fueron dio d'ella, estava una grande y bien obra-
vestidos de muy ricas ropas por mano de da figura de un mundo, que sobre los
los gigantes y, saliendo a la rica sala exes se sustentava, tamaño como una
donde la noche antes avían cenado, ha- gran rueda de carreta, tan maravilloso
llaron en ella a sus padres los sabidores que todas las cosas que en el mundo pa-
y, aviándose recebido muy bien, almor- ssavan, se vían allí muy claramente, y esto
zaron abastadamente. El sabidor tomó era lo que cada uno desseava, porque
por las manos al príncipe Leandro el Bel, todo era impossible, y por esto se dize de
y los otros en su seguimiento fueron por los secretos de amor, porque cada uno, si
el castillo, acabando de ver sus maravi- quería ver a su amiga, y desengañarse de
llosos hedificios, hasta que entraron a lo que por él passava, lo podía allí muy
una huerta que en medio de estraño cas- fácilmente ver, y lo más que aquella aven-
tillo se hazía; y aquellos edificios cerca- tura tenía, era que a todos era lícita su en-
van aquel vergel, el cual, puesto que no trada.
fuesse muy grande, era tan deleitoso, Bolviendo, pues, a nuestro propósito,
con diversidades de árboles cargados de luego que los príncipes uvieron entrado
fructas que todo el año llevavan, que el allí, y el sabidor les uvo mostrado los se-
hermoso vergel en que ellos se avían cretos del encantado castillo, todos ellos
criado, en comparación d'este, era como pusieron los ojos en la ciudad de Cos-
nada, porque allí no faltavan melodiosos tantinopla, porque mucho desseo tenían
páxaros, que con sus harpadas lenguas, de verla, por las cosas que d'ella avían
con concordadas vozes, melodiosas ar- oído al sabidor su padre, y allí vieron las
monías hazían con tanto ingenio que a grandes justas y torneos que en la ciudad
sus tiempos interponían sus pausas y to- passavan, la grandeza y alteza de aque-
nos, que más paraíso terrenal que otra lla tan nombrada ciudad, los muchos ca-
cosa parecía, pues el fresco y verde sue- valleros, las grandes galas e invenciones
lo, con sus muchas flores, contino estava que traían sin saber nadie quién eran, y
rociado del agua que de hermosas y cris- mirando más adelante vieron a los hon-
talinas fuentes salía, salvo que por no rados emperadores, que bien mostravan
cansar mi pluma y dar fastidio al lector, sus presencias y la majestad de sus so-
no las cuento. Basta saber que fue fabri- beranas personas ser mer[e]cedoras de la
cado por la mano del gran sabidor Arti- señoría del mundo. Más adelante vieron
doro y de su muger Artimena. En medio a la princesa Cupidea de Costantinopla,
d'este fresco jardín, se hazía la otra quin- tan llena de fermosura que, assí como el
ta torre que, como avernos contado, te- hermoso Leandro el Bel la vido, por
nía sobre lo más alto el dios Cupido he- poco no cayó de su estado en el suelo,
cho de fino oro, y por esso se llamava el y tornando en sí se puso a contemplar su
Castillo de Cupido. Y siendo llegados a la gran hermosura sin saber quien era, has-
torre, que de gran hermosura era, vieron ta que a su petición el sabidor Artidoro
sobre las puertas unas letras que ansí de- le declaró cómo era la princesa Cupidea.
ZÍan: Esta es la morada del dios Cupido, donde Pues no menos acontesció a otro de los
cualquiera que viene conosce la causa de su desen- donzeles, que Rosafán mortalmente fue
gaño. Leído que uvieron las letras, sin llagado de la grande fermosura de una
más se detener, todos subieron por una donzella que en el mundo vido estar, la
escalera de la torre a lo alto del castillo, cual el buen sabidor les declaró que era
hasta que se hallaron en otra cuadreta una infanta hija del rey de Dacia, llama-
muy más rica que las passadas. En me- da Drismena, y puesto que todos los
LEANDRO EL B E L (il) 303
otros donzeles anduviessen mirando lo -Amor, ¿por qué causa en lo más tier-
que más les plazía, no lo hazía Leandro no de mi edad me quesiste subjectar a
el Bel mirando a su señora Cupidea, que tus crueles leyes? ¿Cómo no usaras comi-
no quisiera jamás apartarse de allí por go de alguna piedad, no en dexarme de
ninguna vía. Assí estuvieron sin decendir herir, pues contigo no lo puedes acabar,
de la torre hasta que era ora de comer, mas en darme la muerte? De sabidor Ar-
que mandó el sabidor viendo cuanto tidoro, mi señor, y estas son vuestras
holgavan allí Leandro, a quien él tanto grandes profecías, que de mí a grandes
desseava servir, que les fuessen allí pues- vozes pronosticávades, ¿cómo tan presto
tas las tablas, y siendo sentadas jamás el avéis de faltar, faltándome la vida, que
buen Leandro el Bel quitava los ojos del con tan insufrible passión, es impossible
mundo, antes contemplava en su señora poderla substentar?
que a la sazón a sí misma comía. Aunque Éstas y otras muchas cosas dezía
la vio con semblante triste, no dexava de nuestro buen Leandro el Bel en toda
sentir algunos estímulos del peregrino aquella noche, hasta que venido el día
amor, o por mejor dezir de los incom- se subió a la cuadra de los secretos del
portables celos, no amasse por dicha al- mundo, y allí passava todo su tiempo
gún cavallero. Y de quien él más temía, hasta llegar donde ivan guiados por el
era de aquel Cavallero de las Donzellas, saber del gran sabidor, como agora con-
que tan locano allí veía, y ciertamente si taremos, (caps, xix-xx).
en su mano fuera él se combatiera con él
de buena gana hasta la muerte, y más
por parecerle que mirava demasiado a su 2. E n f r e n t a m i e n t o d e l C a v a l l e -
señora. Assí passaron hasta ser fenescida ro de las Donzellas y el Cavallero de
la comida, que muy poco tomó d'ella Cupido por el amor de la princesa
el príncipe Leandro el Bel, ni otros de Cupidea
sus compañeros, y con los otros que li-
bres de tal cuidado estavan mirando las
maravillas que allí passavan, y todo el
resto hasta la noche les paresció casi
r n t a era la tristeza y malenconía del
Cavallero de las Donzellas de ver-
se tan fuera de la gracia de su señora, y
nada. Viendo el sabidor que era tiempo que cada día visitava al Cavallero de Cu-
de baxarse de allí, porque ya el herma- pido, e que d'él no tenía memoria, que
no de Proserpina dexava de hazer su ofi- de pesar se quería dexar morir, y lloran-
cio para cumplir con el otro inferior he- do maldezía su ventura muchas vezes
misferio, entonces por fuerca los hizo el cada hora, diziendo:
sabidor baxar de la torre, porque repo- -Floramor, el más desdichado cavalle-
sassen, que cierto más reposo les fuera, ro de los nascidos, ¿cómo tan contraria
en especial a Leandro el Bel estar miran- es tu ventura que no te baste ser sobra-
do a su señora Cupidea, y muchas vezes do d'este Cavallero de Cupido, sino que
estuvo por bolverse a la torre, si no fue- él se aparte para apartarte del amor de tu
ra por no enojar al sabidor, y con aque- señora Cupidea? Mas no será parte para
llo se metió en su lecho dando mortales que yo no pierda la vida, o del todo la
sospiros, diziendo cosas que gran lásti- quite a este que assí me causa a mí la
ma era verlo tan maltrecho, porque, de- muerte.
rramando infinitas lágrimas de sus her- Y con aquello, las más vezes que los
mosos ojos, dezía: médicos venían, no hallavan mejoría al-
guna en sus heridas. Antes, de cada mo-
304 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
cada uno por su parte a sus posadas cessaron de su batalla, quedando más de
muy tristes, por no se poder dar la muer- diez hombres muertos; y el emperador
te, dexando trabada aquella quistión de mismo comencó a hazer pesquisa sobre
tal suerte que, sin verse los unos a los quien serían, mas ninguno supo dezir
otros, se avían muerto más de diez hom- cosa alguna d'ello, más que unos se ma-
bres. Tanto que vino a oídos del empe- tavan a otros sin piedad alguna. Y vien-
rador, el cual con sola una ropa encima, do el emperador que no podía saber
y con muchas hachas delante, fue al lu- cosa alguna, se tornó a su aposento muy
gar de la pelea. Y, viéndolo a él, todos enojado, (cap. xliv).
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIO
TEXTOS
BIBUOGBAFIA: Eis'enberg-Marín: n° 1830. EDICIÓN: Antonio Cortijo (ed.), Alcalá de Henares, Cen-
tro de Estudios Cervantinos, en prensa. ESTUDIOS: Cozad (1976) y Lucía Megías (1996).
306 CABALLERÍAS CASTELLANOS
ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C
mosas, benidas, según paresce, en con- sarias a un niño de la nobleca que él pa-
pañía de algunos cavalleros, los cuales recía y representava con su rostro y bes-
andavan a caca por aquellos montes. tidos. [...] Dos días estubieron allí aque-
Nosotros, como bimos el hermoso apa- llos bárbaros gocando del buen
rexo, asiendo de ellas, con amenacas de tratamiento que se les hacía. Al tercero,
muerte si gritasen, las tomamos a hancas diciéndome que se querían ir por tierra a
de nuestros cavallos, caminando hacia la la ciudad de Dioscuria, yo les pregunté
mar. Entre ellas, truximos una muy her- qué determinaban hacer del niño. El uno
mosa que madre o ama devía ser d'este respondió que él de buena gana le hen-
niño, la cual grandísimos estremos y dería si allí aliase quién cómpraselo qui-
llantos hacía, mostrando sentir más la siere. En esto el otro, mirándole con los
prisión d'este niño que la suya. [...] Suce- ojos airados, le dixo:
dió que ayer tarde a estas oras se co- >-¿Cómo quieres tú henderlo, que no
mencé a levantar una cruel tormenta. Be- es tuyo? ¿Tú no sabes que este niño yo le
nida la noche, creció en tanta manera tomé de los bracos de su madre y le é
que yo e éste mi conpañero, como deses- traído en los míos sin nunca desamparar-
perados de que la nao pudiese salvar- lo, siendo tú de parecer que le echáse-
se, echos de concierto, sin dar parte al- mos en la mar cuando en el barco venía?
guno, mientras todos andavan ocupados »El que venderle quería, escalentado
en el remedio de la nao, tiramos d'este del bino que en abundancia abía vebido,
barco aborde, que por popa benía; salta- buelto inpaciente con aquellas palabras,
mos a él. Acaso la madre o ama que este con una furia bárvara, diciendo y acien-
niño criava, aliándose aborde a la misma do, asió un grueso palo que allí estava y
sacón, biéndonos saltar, comencónos a díxole:
rogar por señas llorando la acoxiésemos «-¡Agora verás tú si puedo yo hender-
en él. Nosotros, condolidos, tomamos le o si me le podrás tú quitar!
primero la criatura, y al tiempo que ella
»Y tal palo le dio sobre la caveca que
quería entrar, cargó tanta gente que por
ésta echa pedacos dio con él muerto en
no ser undidos aciéndonos a lo largo,
el suelo. Estavan allí de aquellos aldea-
cortamos el cavo con que atado iva el
nos, a la sacón cinco o seis; yo dando
barco, y encomendándonos en el favor
boces, comencé a decirles:
de la Fortuna, que por mejor tubimos es-
»-¡Prendelde, que á muerto un honbre!
perarle en el que en la nao, la cual con
toda la demás jente perdimos en un pun- •-¡Muera, muera!
to de bista, discurrimos toda la noche y »La furia popular, que no á mucho
el día asta la ora que nos bistes, que fue menester, y más de jente várbara, de
Dios servido, aplacando la tormenta, de ellos con palos, de ellos con piedras, co-
echarnos a esta parte. [...] mencaron a ir tras de él, que yendo hiba
acia un monte, y alcanzándole tal le pa-
«Dolido yo de la contraria fortuna del raron que a palos y pedradas murió.
pobre infante que en tan tiernos años le Contento yo del fin d'esta trajedia [...],
traía en manos de corsarios por tormen- estúbeme allí todo aquel berano criando
tas y fortunas de mar, propuse en mí, si el niño [...]. Benido setienbre yo, señor,
por alguna bía pudiese aberle en mi po- me enbarqué y trayendo en mi conpañía
der uñándole a aquellos bárbaros, lle- a la mujer que el niño abía tenido a car-
varlo a mi pobre morada y allí con cui- go, que biuda era, en conpañía de otro
dado y amor de propio hijo criarlo, hijuelo suyo, me bine a mi morada, don-
enseñándole aquellas cosas todas nece- de crié este hermoso y jentil doncel asta
308 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
la edad en que beis; qu'este que aquí Lebantado, le calcóle la espuela dere-
biene a pediros la orden de cavallería es, cha, y dándole en el hombro derecho
buen señor, el niño de que os é contado, tres golpes con su espada, le dixo:
por el cual tantán cosas comencaron a -Dios, que tan hos hico venturoso
pasar desde que a luz d'este mundo sa- doncel os aga tanbién caballero como de
lió del bientre de su madre, y tantas ma- bós se espera, y vuestro padre nos pro-
yores otras le están aparexadas, como la mete. Agora, si traéis espada, que yo no
Fama a su tienpo las publicará, no sin la beo, la podréis recevir de quien mejor
gran admiración de las jentes. Suplicóos, os pareciere.
pues, poderoso señor, seis servido de le En esto el savio Tirteo, sacando de-
dar esta horden, que en él tan bien en- baxo de su manto una riquísima espada,
pleada será, y con la que tantos servicios dijo:
os á de hacer [...] -Yo se la traigo aquí tal, buen señor,
En estremo olgó el enperador con cual conbiene a la alta bondad que él
cuantos en la gran sala estavan de oír el con ella mostrará.
discurso de bida de aquel jentil y her- Y llegado a la princesa Diomedea, le
moso doncel. Todos le miravan aficiona- dixo:
damente como admirados de las cosas -A vos, como a la más hermosa y aca-
que de él prometía el sabio, al cual res- vada criatura del mundo, suplico yo deis
pondió el enperador: de vuestra mano esta espada a mi hijo,
como al que reciviéndola de tal mano por
-Por cierto, Tirteo amigo, yo tengo a
vuestro servicio ara con ella las más altas
buena dicha que este jentil doncel aya
cosas que nunca cavallero en su tienpo ni
benido a mi corte a recevir de mí mano en los pasados hico ni ara. Y ay berná
orden tan honrosa. [...] tienpo, yo os digo, que estiméis más que
Buelto al hermoso doncel, le dixo: a todo el señorío del mundo abérsela
-Bós, amigo, podréis belar las harmas dado, según de ella teméis necesidad, y a
esta noche, o que dó quisieredes, que yo tal sacón seréis de ella socorrida.
os armaré luego cavallero. Encendida la princesa de lo qu'el sa-
E incó las rodillas por le vesar la vio le dixo, y abergoncada algún tanto,
mano, y no se la queriendo dar el enpe- quedó tan hermosa a ojos de todos que
rador, le respondió: cosa del cielo parecía, y tanto más a los
-Por cierto, poderoso señor, bien me del hermoso doncel que incado estava
abía a mí informado mi padre Tirteo de de rodillas delante de ella, y en todo el
vuestra gran bondad y de la merced que discurso de Tirteo de Armenia abía esta-
aciales a cuantos a vuestra corte bienen. do atento a sólo mirarla, que cierto, no
Yo, por la que a mí me hacéis, beso le pareció sino que estava arrevatado de
vuestras inperiales manos. En lo demás, un excesivo contento allá en el cielo. Y
puedo ser luego armado caballero, que de tal manera abrió las puertas de el
la noche pasada en una hermita que está <de> su coracón descuidado y no <ha>
cerca de aquí me mandó mi padre belar echo a ber semejantes bellecas, que a
las armas; y siendo bós ervido, aquí lue- gran priesa fue beviendo aquella mortal
go puedo ser armado cavallero. y dulcísima poncoñía amorosa por sus
-Eso aré yo de muy gran boluntad, -res- ojos; y encontrados algunas beces los ra-
pondió el enperador, no menos satisfecho yos de su bista con los espíritus que he-
de su discreta manera de ablar que de su ñían de los ojos de la princesa, de tal
persona y dispusición. manera se mezclaron y fueron por las
LIDAMARTE DE ARMENIA 309
secretas benas asta el coracón, alterando le dar las gracias de tan alta merced
su delicada sangre, que comencé al mo- como le hacía, (ff. 2v-6v).
mento a sentir un furioso ardor, una des-
asosegada y dulcísima pena, que como
poco experto, no podía entender qué le 2. Lidamarte en el templo de
dolía ni de qué parte le nacía aquel nue- Marte: la aventura maravillosa (con
bo sentimiento. Ya deseava sospirar para u n exordio sobre Prometeo)
descanso de aquel ardor y desasosiego
que en su pecho sentía, pero refrenado
de parescerle bergoncosa cosa y no per-
mitida en semejante lugar, refrenava, no
P a s a d o a q u e l l a noche, abiendo dor-
mido [Udamartej Alvano] escondidos
entre los árvoles por no ser acaso aliados
sin mucha pena sus sospiros, dando con por alguna amacona, luego que esotro
un algo triste y dulcísimo mirar a enten- día amaneció, levantados en pie y enco-
der su nueba pasión a la princesa, que mendados a Dios, se fueron derechos a
algunas bistas abía puesto en él sin ser las primeras puertas del muro. Llegado a
parte para dejarle de parecer el más her- ellas Lidamarte, al punto que con la
moso y apuesto doncel que en su bida guarnición de su hespada las tocó, contra
ubiese visto, hallando un particular con- la cual ningún encantamiento tenía fuer-
tento más de mirarle a él que a otro ál de ca que más antiguo no fuese, fueron
cuantos en la sala estavan. Y así, cebada abiertas con gran ruido, y contra Lida-
del gusto d'esta novedad, comencé ella marte, que delante hiva por entrar, se bi-
tanbién a dar entrada a este contento, sin nieron dos espantables toros, hechando
que entendiese la pobre señora qué era llamas de vibo fuego por las bocas, en-
aquello que por los ojos recibía y con bueltas en espesas nubes de humo. He-
tan nuebo gusto le bañava el coracón y ran sus cuernos de fino acero y de pun-
se le hiba poco a poco encendiendo; tas tan agudas que aguijas parescían.
aliaba ya en sí una fuerca que, si por di- Estos fueron los toros domados por Xa-
cha apartava de él los ojos, se los torna- són en la demanda del bellocino de oro
va luego allí, pasando disimuladamente cuando, socorrido de la industria y saver
de un cavo a otro la bista, por reparar en de Medea, benció las espantosas guardas
aquel dulcísimo medio algún tanto; y de aquel tenplo de Mars. Pasólas a este
también le benían a ella algunos blandos tenplo pocos años después la misma Me-
y no bien formados sospiros, los cuales, dea cuando, bueltas a estas tierras con
llegando al cerco de sus blanquísimos su marido Jasón, ayudaron él y ella al
dientes, abriendo blandamente sus her- viexo padre Aeta contra sus enemigos.
mosos lavios, los dexava ir por el aire, Pasólas por ruego de una reina de las
sin sonido que indicio fuese de lo que amaconas para guarda d'este tenplo don-
en su pecho pasava. de tenían todas sus riquecas y tesoros
cuantos abían por largos años ganado de
Así andava, pues, Amor en esta sacón
diversas jentes conquistado con sus ar-
urdiendo la trama de una tan sabrosa is-
mas. Estos animosos toros del dios Marte
toria, como fue la d'estos dos amantes,
era pues, como digo, los que se binieron
adelante. [...] Tomada licencia de su pa-
para Lidamarte, que abiendo desenbaina-
dre, lebantóse y tomando la rica espada,
do su espada al tienpo que por entrar
que de todos fue muy mirada, la ciñó al
iva, se sintió dar boces, diciendo:
nobel cavallero que de rodillas estava
delante de ella tan turbado que no savia -¡Estad, hijo, aguardad si no queréis
de sí ni qué le decir, ni con qué palabras ser muertos!
310 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
correr, no pudía repar sino muy lejos; y si gó muy junto, y pegado al árbol, después
con la punta del cuerno le acertara, no le de ansí tenerlo, comencó a tirar del pos-
balieran armas ni defensa alguna para no trero, que con no menor dificultad le jun-
perder allí la bida. El toro bolbió cuando tó con su conpañero. Luego allí asió de
Lidamarte, buelto en sí, iba levantándose, un yugo y coyundas que allí estavan, y
abetido de su peligro y del toro que bol- sin poderlos sacudir de sus ya domadas
vía. Con gran tiento le aguardó, urtándo- cervices, se las echó acia éstas, con que
le el cuerpo; él pasado, llegóse al árbol, y muy mansos los dexó, echándoles junta-
tornando a tomar el otro cavo de la soga, mente un arado que aparexado alió. Des-
echa otra lacada, se puso a aguardar. E atándolos del árvol, comencó con ellos
esto el toro benía, y con el mismo tiento como mejor supo arar la tierra de entre el
y buen suceso le enlacó, dexándole acer tenplo y el muro.
sus bramuras, tiró de la soga del primero Después de arada, sintiéndose cansa-
que ya más manso estava y no sin gran- do, sobre una gran piedra que allí esta-
dísimas tuercas que ubo menester, le lle- ba, se sentó a descansar, (ff. 45r-46v).
por
Rafael Ramos
TESTIMONIO
TEXTOS
1. Las armas del héroe lo hizo muy grandes señales, por donde
Lidamor pensó que Roseldos acabaría el
aventura. Mas, como más cerca d'él lle-
N o a n d u v i e r o n mucho cuando
fueron a dar donde los padrones
estavan, y luego apeáronse de sus cava-
gó, el ídolo se estuvo quedo, que no
hizo semblante ninguno. Llegándose a él
Roseldos, assióle del arco, más luego
Uos para provar el [aventura]. El primero sentió que le empuxavan hazia atrás ma-
que quiso proballa fue Roseldos de Ir- lamente. Sentiendo gran turbación en sí
landa, y luego se fue para el primer ído- se tiró afuera, diziendo que aquella
lo, que el arco tenía. Cuando cerca d'él aventura no estava para él guardada. Y
quiso llegar, el ídolo hizo señal de tirar- luego se fue al ídolo que tenía el espa-
le la flecha, y llegando más cerca el ído- da, diziendo;
BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1842. EDICIÓN: Rafael Ramos (e<±), Alcalá de Henares, Cen-
tro de Estudios Cervantinos, en prensa. GUÍA DE LECTURA: Sáenz Carbonell (1999).
312 CABALLERÍAS CASTELLANOS
ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C
-Quiera Dios que halle mejor dicha avía acontescido. Y tanpoco él pensava
contigo que no con tu compañero, el de acabarla, como su cormano, mas toda
cual lo á mirado muy mal comigo, que vía quiso provar su ventura. Y ansí se fue
no me dexó llegar a sí, que luego me para el primer ídolo, que el arco tenía; y
hizo apartar afuera. ansí como él movió para provar el aven-
Ansí hablava Roseldos con él como si tura, el ídolo hizo señales las cuales nun-
bivo fuera. Y llegando cerca del ídolo ca avía hecho. Y llegando cerca d'él, fle-
hizo señal, la cual hasta ai no avía hecho chó el arco muy reziamente; mas
a ningún cavallero de los que se avían Lidamor, que ansí lo vio flechar el arco,
ido a provar, Fue la señal que escrimió el cubrióse bien de su escudo, encomen-
espada tan rezíamente que parescía que- dándose a Nuestra Señora que le diesse
rerle dar con ella gran golpe, pero des- gracia de acabar aquella aventura. Mas
que junto con él llegó ívale a echar llegando más cerca el ídolo le tiró la fle-
mano del espada, mas luego se tiró afue- cha, y fue con tanta fuerca que le falso
ra el buen Roseldos, diziendo que aque- el escudo y el arnés, y passó la flecha
lla aventura no estava para él aguardada. por un costado,, a raíz de la carne. Vien-
Y luego se fue para el otro ídolo, que te- do el buen Lidamor tirar ansí al ídolo,
nía el yelmo en las manos, mas tanto arremetió con él muy ligeramente, y qui-
hizo como al primero. Y [apartóse] afue- tóle el arco de las manos y luego el ído-
ra, diziendo: lo estuvo quedo, que no hizo ningún
-Todavía me conviene provar el semblante.
Aventura de la Corona. Quicá hallaré Visto esto por Lidamor, con mucha
mejor dicha que no en las armas. alegría le quitó el [arco]; dándolo a Ro-
Y ansí se fue para el ídolo que la co- seldos, se fue para el otro ídolo, que la
rona tenía. Y desque con él llegó, el ído- espada tenía. Y llegando cerca d'él, el
lo hizo un semblante de quererle poner ídolo hizo muy grandes señales, mas lle-
la corona en la cabeca; lo cual visto por gando junto con él aleó el espada y dió-
él, se puiso con mucha alegría de mane- le tal golpe por el brocal del escudo que
ra que el ídolo pudiesse ponerle la coro- se lo hendió hasta las embrasaduras. Vis-
na en la cabeca, diziendo: to este gran golpe por el buen Lidamor,
-D'esta hecha, corona tengo para arremetió con el ídolo con mucha ligere-
cuando sea rey. za antes que otro golpe le diesse, y asió-
Mas su pensamiento fue en vano, que le del espada con una mano y con la otra
cuando él pensó que el ídolo baxava las tenía el escudo. Y luego el ídolo se estu-
manos a ponerle la corona, entonces pa- vo quedo, que ningún mudamiento hizo.
resció alearse más alto el braco que tenía Y viendo Lidamor que el ídolo tenía la
la corona, y aquella hora le dieron un tal vaina ceñida, llegóse a él y quítósela de
empuxón que por poco no fuera a besar la [cintura] ligeramente.
la tierra. Viendo el fruto que sacava su Esto ansí hecho, muy alegre con la
ardanca allí, tiróse afuera diziendo: rica espada y con el rico escudo, se fue
- D'esta hecha, no pienso quedar con para el otro ídolo que el yelmo tenía. Y
corona ni quitar a mi compañero de pro- llegando junto del ídolo hizo muy gran-
var el aventura. Mas si tan mal recibi- des señales, mas no se curando de todas
miento halla como yo tanpoco terna co- ellas el buen Lidamor llegóse el ídolo, y
rona para cuando sea rey. travóle por el yelmo y sacóselo de las
Y ansí se quedó donde Lidamor esta- manos; y luego quedó aqueste ídolo
va, espantado de lo que a su cormano como los otros. Y visto por Lidamor la ri-
LIDAMOR DE ESCOCIA 313
queza del yelmo, quitóse el suyo y enla- hiziesse, fue muy maravillado dello; y
zóse aquel en la cabeca, que tan bien le pensando que fuesse el diablo, comencó
vino como si a su medida fuera hecho. a se santiguar. Y el cavallero de Alema-
Y con mucha alegría se fue para el ña, que le vio de aquella manera, pre-
otro ídolo que la corona tenía. Y en lle- guntóle la causa dello y de su turbación;
gándole cerca d'él hizo las señales que mas como Florantén se lo dixesse fue
los otros avían hecho; mas llegando más muy maravillado d'ello. Y sin más aguar-
junto del ídolo hizo semblante de que- dar se fue a la puerta del castillo y con
rérsela poner en la cabeca. Viéndolo el toda su fuerca provó a querer abrir la
buen Lidamor, allegóse donde el ídolo se puerta, pero como las manos a ella lle-
la pudiesse poner en la cabeca, y luego gasse fue empuxado tan rezio que a mal
le fue puesta. Y con grande ruido des- de su grado dieron con él d'espaldas en
aparescieron en aquella hora los ídolos tierra.
que las joyas tenían, diziendo: Empero a esta ora llegó allí Flora-
-Cumplidas son las profecías del gran monte, el cual de aquello ni de lo que a
sabio Boleno. Florantén avía acontescido no sabía
Y con un humo muy negro desapa- nada, porque avía estado a aquella sazón
rescieron de allí, que más no fueron vis- mirando las estrañas labores que al de-
tos, (cap. xviii, ff. xxixrv). rredor del castillo estavan. Y como vio a
Asidón ansí en tierra y no viesse otro al-
guno cerca d'él, fue muy maravillado por
2. El Palacio del Cruel Amor ello. Y preguntando a Florantén la causa
dello, se lo dixo. El cual, como lo supo,
puesto caso que dello muy maravillado
L l e g a n d o a los palacios comencaron
a mirar los ricos edificios que tenía,
porque por todas las paredes del palacio
fuesse, no pudo estar sin reír de gana en
ver a Asidón ansí tan maltratado en tie-
estavan figurados notables hechos de ca- rra. Como Asidón se levantó, vínose
valleros antepassados, ansí de guerras riendo donde Florantén y Floramonte es-
como de cosas de amores. Ansí mirando, tavan, diziendo:
llegaron a las puertas de los palacios, las -Por buena fe, para mí no está guar-
cuales eran brocadas con clavos de fino dada esta aventura ni yo pienso de aca-
oro, y encima de la portada muchos ca- barla tan poco como vos, señor Floran-
valleros y dueñas figurados, sentados en tén.
ricas sillas con ramos de flores en las ma- Y él, que mucho avía folgado de lo
nos derechas y sus letreros que dezían el que a Asidón avía acontescido, riendo le
nombre de cada uno, los cuales los ca- respondió:
valleros miravan con mucha afición; mas -Por buena fe, señor Asidón, igual
como no pudiessen entender las letras d'esta aventura sacaremos la honra.
por no entender el lenguaje en que esta- Floramonte dixo ansí:
van, estos no podían saber quién fues- -Señores compañeros, bien será que
sen los cavalleros y dueñas. De que todo riáis de mí ansí como yo de vosotros he
lo ovieron mirado, Florantén se arrimó a hecho, que yo delibro de passar por la
la puerta del palacio y puxó con las ma- aventura que vosotros avéis provado.
nos por abrir la puerta. Empero, a aque- Florantén respondió diziendo:
lla ora se sentió empuxar tan reziámente -Por buena fe, señor Floramonte, si
que le fue forcado desviarse afuera; y esta aventura por bondad de armas se ha
como no viesse quién aquella fuerca le de acabar yo creo que provándola vos
314 CABALLERÍAS
ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C CASTELLANOS
daréis cima a lo que nosotros hemos fal- de muy estraña manera, que no pares-
tado. cían sino estar propiamente bivas, entre
Y luego Floramonte se fue a las puer- las cuales avía una que en hermosura
tas del palacio, y poniendo las manos en passava a todas las otras, y mirándola
ella comencó a puxar muy rezio por bien Floramonte, porque la vio estar pa-
abrirlas. Empero, a aquella ora sentió tan resciendo ser señora de todas las otras,
gran turbación en sí que no tenía miem- <y> viola un letrero que al parescer de-
bro en su cuerpo que no le temblasse; vía ser su propio nombre; mas como
empero con todo esto se esforcó lo más esto viesse en la lenguaje ya dicha no lo
que pudo por abrir la puerta, y tanta pudo entender Floramonte. A otra parte
fuerca en ella puso que las abrió hazien- vio muchos navios figurados que pares-
do el mayor ruido del mundo, tanto que cían venir por la mar, de los cuales salía
por toda la isla fue sonado. mucha gente de armas en tierra. Ansí
Florantén y Asidón, que mirando es- mismo vio a otra parte figurada una gran
tavan, cayeron en tierra sin ningún sen- ciudad de la cual parescía salir muchos
tido. Ansí mismo hizo Floramonte. Y en- cavalleros a dar batalla a aquellos otros
derezándose, como las puertas fueron cavalleros que de la mar en tierra salían.
abiertas, él cayó entre ellas tal como Esto mirava con mucha afición el buen
muerto, y ansí estuvo una pieca. Mas infante Floramonte aziéndole mucho de
después que en sí tornó, levantóse pa- ver aquello que presente veía, dessean-
resciéndole que de un sueño desperta- do mucho saber qué cosa fuesse aquello.
sse, y mirando a una parte y a otra vio Y con este gran desseo se fue para la
muchas figuras de cavalleros en una por- segunda puerta, pensando abrirla como
tada, y ansí mismo vio otra segunda la primera. Pero como las manos él pu-
puerta, la más rica y estraña del mundo, siesse para quererla abrir, sentióse em-
porque era de unos jaspes resplandes- puxar tan rezio que a mal de su grado le
cientes y por ellas engastadas muchas fue forcado apartarse, maravillándose
piedras preciosas con todos sus guarni- mucho dello. Pero a esta ora estava él
mientos de un fino oro, y encima de la con mucho pensamiento por aver sido
puerta estava un cavallo muy grande y ansí empuxado sin ver quién lo pudie-
hermoso, hecho de oro, y un cavallero sse hazer, y no sabía si avía de bolver
armado sobre él y una espada en la otra vez a provar a abrir la puerta. Pero
mano y un escudo ente sí, que parescía estando en este pensamiento vio delante
querer defender la entrada a cualquiera sí un cavallero viejo que al parescer pa-
que por allí quisiesse passar. A otra par- ssava de cien años, porque sus barbas y
te de las paredes de la rica portada esta- cabellos eran tan blancos como la nieve,
van figuradas muchas batallas y cavalle- el cual le dixo:
ros armados. En esto andava mirando -Floramonte, no pienses de acabar
Floramonte muy maravillado en ver tales aquello que agora cuidado tienes, que
cosas, y veía grandes letreros entre los sepas que esta aventura no podrás más
cavalleros que dezían sus propios nom- acabar en ello de lo que ás acabado por-
bres, mas como estuviessen en lenguaje que a otro cavallero que passará en bon-
griega y él no la supiesse no pudo ai- dad de armas a todos los del mundo está
cancar a saber quién fuessen aquellos otorgada; y sepas que de tu linaje será
cavalleros ni qué fuesse aquella aventu- aquel que á de dar cabo a esta aventura.
ra. Mirando todas estas cosas, vio a otra Y porque sepas qué aventura es esta,
parte una compaña de dueñas figuradas sabe que la llaman el Palacio del Cruel
LIDAMOR DE ESCOCIA 315
Amor, porque por amor fueron muertos que le avía acaescido y lo que allá den-
la más parte d'estos cavalleros que aquí tro avía visto. Floramonte les dixo:
ves figurados; y sábete que fueron de los -¿Por qué causa vosotros no entrastes
valientes y buenos cavalleros que hasta a lo ver?
agora han sido, y tal fue muerto entre Florantén le contó por qué lo avían
ellos que passava en bondad de armas a dexado de hazer, de lo que mucho Flo-
todos los del mundo. Y, por agora, no ramonte rió, y díxolos todo lo que den-
cures de más saber. tro avía visto. Solamente les dexó de de-
Y diziendo esto el cavallero viejo, sin zir cómo de su linaje avía de ser quien la
que Floramonte le pudiesse más hablar, acabasse. Ansí mismo les contó cómo
se desapareció, de lo que él quedó muy avía querido entrar por la segunda puer-
espantado y maravillado. Y ansí se puso ta, y lo que en ello le avino, de lo que
a mirar a aquellos cavalleros que el vie- [Florantén] fue muy maravillado; y riendo
jo cavallero le avía dicho que avían sido le dixo:
muertos, y mirava con mucha afición a -Parésceme, señor Floramonte, que
uno dellos, que este le paresció a él ser tan bien os hizieron a vos a mal de vues-
estremado sobre todos los otros. tro grado apartar afuera a la segunda
puerta, como a nosotros a la primera.
Pues en esta ora, Florantén y Asidón
bolvieron a sí, levantándose muy espan- Y hablando en esto y en otras mu-
tados por lo que les avía venido. Vieron chas cosas fueron mirando todo el muro
de la huerta, al derreror de la cual vieron
las puertas del palacio abiertas, de lo
muchos animales, ansí ciervos como
que ellos mucho se maravillaron, y vién-
puercos y otros muchos animales de
dolas ansí quisieron entrar donde Flora-
muy estraña hechura, y muchas aves de
monte veían, pero a la entrada de la
rapiña y otras muchas aves menudas que
puerta sentiéronse empuxar tan rezio
por muy hermosos árboles estavan asen-
fuera que les fue forcado apartarse de las
tados al derredor de la huerta. Ansí an-
puertas; y espantados y maravillados duvieron todo el cerco de la huerta y no
d'esto, se pusieron a mirar las figuras hallaron puerta ninguna que a ella en-
que al derredor de la portada estavan. A trasse. Pues viendo los cavalleros que no
esta ora Floramonte andava mirando por hallavan otra cosa ninguna de ver, vien-
todas partes, y viendo sobre todas aque- do que ya la noche se venía, bolviéron-
llas figuras una con un libro en las ma- se a la parte do sus cavallos avían dexa-
nos, que parescía estar leyendo por él, y do. (cap. xli, ff. lxiiiiv-lxvv).
un letrero en el braco que dezía el nom-
bre d'él. Mirando todas estas cosas era
como el ciego que oye lidiar el [toro] y
no lo puede ver. Así estava Floramonte
3. La copa de oro encantada
mirando aquello que allí estava figurado,
que lo veía todo en muy estraña manera
y no podía saber qué fuesse aquello ni
D ize la historia que Lidamor ovo
mucha vergüenca de lo que el
Emperador le dezía, que la copa diesse,
quién ellos fuessen. Después que allí
y hincó las rodillas ante él diziendo:
una pieca estuvo mirando aquello, que
-Suplico a la vuestra merced que no
gran sabor avía de lo ver, salió afuera,
me quiera echar tan gran cargo, que muy
donde Florantén y el cavallero de Ale-
mejor las donzellas la tomarán de la mano
maña estavan, los cuales le recibieron
de vuestra merced que no de la mía.
con mucha alegría, preguntándole por lo
El emperador dixo:
316 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
coracón que más no podía ser, y pares- creción como la que más lo fuesse en la
cíale que estava en un hermoso jardín casa del emperador, dexando aparte la
donde muy hermosas flores avía, entre las princesa Floriana, que aquesta par en el
cuales avía una rosa resplandesciente que mundo no tenía; la cual, después de aver
a todas las otras flores escurescía sus her- dado las gracias a [Filiberta], diola a Vi-
mosuras. Pues con esto, el nuevo amador manda, hija del Conde de Flandes; y ansí
con mucho atamiento tendió su braco y fue dada a todas las otras donzellas que
dio la copa a la princesa, diziendo: con la princesa estavan. A la que a la
-Suplico a la vuestra merced, señora postre fue dada fue a [Armenisa], hija del
Princesa, que aquesta copa quiera tomar Conde de Gelandia. Esta, aunque no era
como de un cavallero que mucho dessea hermosa, era muy graciosa en hablar, y
servir al emperador, vuestro padre, y a la dixo:
emperatriz, vuestra madre, y a vos como -Por mi fe, yo soy ávida por la más
hija suya y como a la más hermosa don- fea de todas y soy la postrera a que la
zella que en el mundo áy. [copa] á sido dada. Pero yo seré la pri-
La princesa la tomó, diziendo: mera que por ella beva, y yo amo tan
-Tomarla he yo, señor cavallero, por lealmente que entiendo de acabar el
averia conquistado tan preciado cavalle- aventura. ¡Bien creo que alguna se arre-
ro como vos y por ser de vuestra mano, pentirá por no la aver provado primero
pero no porque aquí no aya donzellas que me la diesse!
que más con razón le podía ser dada. Y diziendo aquesto la puso a la boca
Y tomando la copa en la mano, se y bevió por ella, mas la copa no hizo
bolvió contra la infanta Claricia, diziendo: más mudamiento que si por ella no ovie-
-A vos la dó yo, señora Claricia, en ran bevido, por lo cual la princesa y to-
señal que en vos ay todo cumplimiento das sus donzellas rieron de gana.
de gracia y hermosura. Armenisa la dio a otra donzella que
La Infanta la tomó, diziendo: llamavan Filidessa, hija del Duque de
-Por no desdecirvos, señora, seráme Jasa. Esta era muy hermosa y amava de
foreado tomar la copa. Empero, bien veo todo su coracón a Florantén de Atenas, el
que ay aquí otras donzellas tan hermosas cual ansí mesmo la amava a ella. Aques-
con quien yo en esta parte no me podré ta donzella tomó la copa, diziendo:
igualar. -Yo amo de coracón aquel buen ca-
Y diziendo esto, la dio a Orimalda, vallero Florantén de Atenas, por lo cual,
hija del Rey de Dinamarca, la qual la si por amar lealmente se á de acavar esta
tomó diziendo: aventura, yo prometo de nunca amar
-Como yo, señora Claricia, sepa que otro si aquel no.
esto [a mí más va] por cortesía que por Y, diziendo esto, puso la copa a la
razón, la tomaré. Que, cierto, a la her- boca y bevió por ella, mas no hizo más
mosura de la señora Princesa y vuestra que a Armenisa avía hecho, y con mucha
ninguna de todas nosotras no podremos vergüenca la dio a otra donzella que lla-
igualar. mavan Arpiona, hija del Marqués de
Y diziendo esto, la dio a Filiberta; la Brandanburque. Aquesta era muy estre-
cual, después de aver hablado y dado las mada en hermosura, la cual tomó la
gracias a la Infanta por ello, la dio a la copa y, preciándose mucho en su her-
infanta Arinda, hija del Rey de Ircania, la mosura, tomó la copa y bevió por ella,
cual, aunque pagana era, no dexava de mas no hizo más que las primeras avían
ser tan estremada en hermosura y en dis- hecho. Ansí hizieron muchas donzellas
318 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
que por evitar prolixidad aquí no son di- a entender al su nuevo amante el grande
chos sus nombres ni quién sean, mas de amor que le tenía.
cuanto no hizieron más que las primeras. Pero, en esto, el buen cavallero Lida-
Filiberta tomó la copa, diziendo: mor no cessavan sus ojos de contemplar
-Dios sabe cuánto mi coracón sería la gran hermosura de la princesa, y dezía
alegre si yo fuesse amada del Cavallero en su coracón que en el mundo no se
del Dios de Amor. podría hallar más acabada donzella en
Y pensando esto en su coracón, bevió hermosura y beldad; y con esto era su
por la copa, pero no hizo más de bever coracón atormentado de aquellas passio-
del agua que en ella estava. Y luego fue nes que los leales amadores suelen tener.
dada a la infanta [Arinda\, pero no hizo Pues la Princesa, ansí mismo, lo mirava
más que Filiberta; y luego fue dada a la muchas vezes, no podiendo encubrir el
infanta Orimalda, hija del Rey de Dina- mucho amor que en él avía puesto.
marca. Y esta infanta era en estremo her- En esto, Moribella se bolvió a sentar
mosa y cumplida de todas gracias y bel- como antes estava, sin hazer más muda-
dad, tanto de d'ella a la infanta Claricia miento del que hecho avía en se levantar.
avía muy poca diferencia, salvo que esta Y visto esto por la princesa, fue la más
infanta era más blanca y alta de cuerpo y alegre del mundo. Y, tomando la copa de
la infanta Claricia era menor de cuerpo y la mano de Claricia, dixo entre sí:
de más color en el rostro. Pues, la infan- -Cierto, si por amar lealmente aques-
ta Orimalda tomando la copa en la mano, ta aventura se á de acabar, yo creo de
bevió por ella, pero no hizo más que la acabarla según el amor que a este cava-
infanta [Arinda], por lo cual con mucha llero he puesto, tanto que de mí no soy
vergüenca la dio a la infanta Claricia, que señora.
la tomó con mucha alegría diziendo: Y con esto aleó, como que mirava al
emperador, su señor; y, como víesse que
-Pues vos, señora Orimalda, faltastes todos tenían los ojos en ella, no osó mi-
d'esta aventura, bien creo que a mí será rar al cavallero, mas con mucha esperan-
por demás provar. Pero, por passar por za de acabar la aventura comencó a be-
la ventura que, señora, passastes, holga- ver. Como ovo bevido parte del agua, y
ré de la provar por vos tener compañía. apartado la copa, la piedra saltó tan re-
Orimalda le respondió: ziamente y con tanto ímpetu que la parte
-En vos, señora, ay tanta hermosura del agua que en la copa quedava se de-
que daréis cabo a lo que nosotras falta- rramó y mojó la cara a la princesa, y ansí
do hemos. mismo alguna parte le cayó a la infanta
La infanta Claricia, aunque d'esto ha- Claricia, que cerca estava. Pero la prince-
blasse, no dexava en sí de pensar que sa fue tan espantada del gran ruido que la
acabaría aquella aventura por el verda- piedra hizo que dexó caer la copa en el
dero amor que tenía a Animor el Her- suelo. Pero a esta ora se levantó Moribe-
moso. Y pensando en esto, puso la copa lla de donde estava assentada, y hincan-
a la boca y, ansí como ella comencó a do las rodillas ante la Princesa, diziendo:
bever, Moribella se levantó en pie, Todos -Los dioses, que todo el poder tienen,
pensaron en la ver levantar que la infan- alta Princesa y señora, te den el galardón
ta Claricia avía acabado la aventura, y lo por el gran beneficio y mercedes que oy
mismo pensó la princesa Floriana, a la por ti me han sido hechas en bolverme
cual mucho le pesó, porque mucho qui- mi habla, que gran tiempo avía que per-
siera ella provar aquella aventura por dar dida tenía. Cierto, vos sois la más acaba-
LIDAMOR DE ESCOCIA 319
53. MARSINDO
(principios del siglo xvi)
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIO
ti] Biblioteca de la Real Academia de la Historia (Madrid): Ms. 9/804 iolim, L.75) [->]
TEXTOS
rar, fue tomada por un cavallero moro vida sostener; y después de la muerte,
pariente del Rey de Domas, al cual se le Al-faxin mandó al ama de Almonjelj su
anonbrava al-Farxin; el cual viendo a ijo que acabase.
Marsindo, fue maravillado de su gran fer-
mosura, tanto que lo preció mucho y
enbiólo luego [***] la su ama a Domas, su 2. B a t a l l a q u e Garflr, r e y d e Te-
muger, que iziese criar aquel niño muy salia, y Pirio, rey de Argos, tuvieron
bien, pues Dios le avía fecho tan estre- c o n el Caballero de la Espina
mado de las otras criaturas; y su muger
ansí lo izo porque ella tenía otro niño su
íjo de aquella edad que era Marsindo, y
criavánjelo en casa. Y los amos ellos to-
E l Cavallero de la Espina pasó la
puente y traía ya su lanca en la
mano y dixo:
máronse mucha amistad. -Señores cavalleros, bien soy cierto
Y acaesció qu'este cavallero que cati- que queréis justar, pues me avéis espe-
vo a Marsindo e a su ama adolescíó en rado.
Ungría, de manera que uvo de bolver a -A eso somos venidos, -dijo Pirio, y
su casa, e ansí escapó de no ser muerto bajó su lanca.
en las batallas como murió el rey su se- El Cavallero de la Espina, aunque
ñor y otros muchos buenos cavalleros. Y muy bien le parescieron, no los dudó,
llegado Al-Farxin a Domas, fue muy bien mas fuese a encontrar con Pirio al más
recebido de su muger y estuvo algunos correr de sus cavallos. Los encuentros
días doliente. Por esta causa no pudo fueron con grand fuerca, tanto qu'el rey
tornar a la gerra, mas tornando supieron de Argos fue sacado de la silla, y cayó
la muerte del su rey e las destruiciones grande caída; mas herió al Cavallero de
de todos. Los moros hjzieron grandes la Espina con la lanca e levantóse atur-
llantos por el rey y, como este cavallero dido, y sacó su espada y fue como onbre
fuese de los más principales de toda la fuera de seso con la vergüenca que ovo
cibdad de Domas, juntóse luego con el de su hermano e dio al cavallo del Ca-
infante Amardín, hijo mayor del Rey de vallero de la Espina tan fuerte golpe que
Domas y aleóle por el rey y tomó la go- la cabeca le cortó. El cavallo cayó luego
vernación de todo el reino porque Amar- muerto, y dio al rey tan fuerte golpe por
din no avrá más de quinze años, hasta encima de la cabeca que se la fico encu-
que fue de edaz [...]. nar, mas no pasó mucho que no llevase
Al-Faxin mandó al reino de suyo, y lo el galardón, que Pirio le dio tan fuerte
tuvo en paz, emo era cavallero muy se- golpe por encima del yelmo que le fizo
sudo. E el rey lo quería mucho y no sa- al Cavallero de l'Espina hincar una rodi-
bia más de lo que's le aconsejava. Agora lla en el suelo. Mas cresciólo grande ar-
sabed que en este tpo Marsindo era tan dimiento de enojo, y aleó la espada y dio
amado y querido de Al-Farxin como lo a Pirio tal golpe en el braco del escudo
era a su ijo Almongeli; aviendo dos años que gelo hizo soltar, e como la llaga fue
fue como la ama que lo criava a gran di- grande, no pudo tornar a enbracarlo. El
ligencia y amor adolesció de tal manera Cavallero de l'Espina le feria a voluntad.
que murió, porque era tan triste en ver- Pirio quiso poner su fecho en ventura, y
se cautiva y su marido, ijos perdidos, juntóse con el Cavallero de l'Espina para
qu'este dolor fue causa de le quitar la derrocarlo en el suelo, atreviéndose en
vida, sino fuera por el mucho amor que su grande fuerza; mas el otro muy más.
a Marsindo tenía, no pudiera tanto la qu'él la tenía, que era más mozo, y bra-
MARSINDO 321
que, aunque recibiesen muy grande -Señor conviene que entremos en esta
afán, de no tornar a la corte hasta hallar barca porque vamos sin ningún enbaraco
a Grimonte o sus nuevas, y otros mu- a donde avernos de ir, espicialmente para
chos cavalleros del rey fueron en su bus- que vos no llevéis armas. Yo os juro por
ca, ansí mesmo Francaquel, que enbió la fe que a Dios devo que no avernos de
Manfredo; el rey estava tan enojado que salir del señorío del rey de Ingalaterra, e
por muy buenas nuevas que cada día seguramente podéis ir conmigo.
cadal día [su] le venían de la destruición -Ansí creo yo que será, -dixo Gri-
de sus enemigos, no se podían alegrar monte-, como vos dezís. Vamos a donde
porque tenía a mala ventura averse per- quisierdes en el nonbre de Dios, que por
dido tan buen cavallero en su reino. afán no dexaré de conplir lo que vos
No vos podríamos dezir lo que [****] prometí.
acerca por su señor; y si no fuera por Y luego salieron los escuderos de la
Ardiñán y por Dineipa, que contino la barca y tomaron el cavallo de Grimonte
tenían consigo, que la consolava, ella y metiéronlo dentro, y ansí mesmo él y
muriera; y a estas princesas pesa va tanto la donzella entraron. Entrados todos, los
por la pérdida de Grimonte que más no marineros movieron de allí y anduvieron
podía ser. Y a todos los criados de Gri-
tres días con buen tienpo y lievan todo
monte mandava dar conplidamente lo
lo que avían menester. Y pasados los tres
que avían menester y los consolava mu-
días, llegaron a un puerto muy bueno,
cho diziendo que él esperava en Dios de
saber muy prestamente, porqu'él avía tal salieron todos en tierra y los escuderos
que se sabría valer de cualquier peligro sacaron el cavallo de Grimonte y el pa-
que venirle pudiese. Polidante y Franca- lafrén de la donzella, y cavalgaron luego
quel no fueron los postreros que fueron y la donzella le dixo:
en busca de Grimonte, mas antes se de- -Señor cavallero, venid conmigo, que
xavan morir de pesar. Y ansí estavan los antes que pase medio día llegaremos al
unos e los otros por la mayor cuita que lugar a donde vos tengo dicho qu'está
por pérdida de cavallero se rescebió. [...] mi señora.
Grimonte y la donzella anduvieron -Vamos a donde mandardes, -dixo
por su camino aquel día hasta que fue Grimonte-, que ya quería ser allá porque
noche, que alvergaron en cas de un me parece que mucho soy alongado de
montañero que los recibió muy bien y la corte. Bien soy cierto que abrán a mi
les dio de lo que tenía que cenasen, y causa mis amigos mucha turbación e
después cada uno se echó a su parte. enojo, mas conviéneme de pasallo.
Grimonte rogó a Nuestro Señor que le La donzella lo llevó por un camino
guardase en aquel camino de algún en- que estava en una gran floresta, y andu-
gaño por que nol' estorvase que fuese a vo tanto por ella que a ora de medio día
ver a su señora, que finalmente era ator- la pasaron y entraron en un gran llano, y
mentado en aquel camino de su deseo. vieron un castillo muy bien fecho y asen-
E otro día partieron de allí e anduvieron tado en un otero. La donzella dixo a Gri-
tanto que, cuando se quería poner el sol,
monte:
llegaron a la ribera del mar. La donzella
-¿Vedes allí, señor, aquel castillo? Es
lo metió entre unas sierras e allí hallaron
de mi señora, la cual será muy alegre en
a la ribera de la mar una barca, aunque
estavan dos marineros. La donzella dixo la vuestra venida. [...] Yo me quiero ade-
a Grimonte: lantar a fazérselo saber e vos, señor, ve-
nid vos con esos escuderos.
MARSINDO 323
Y como esto dixo la donzella, fuese a tanto con aquella mi tía que me crió con
grande prissa y entró en el castillo e hico casarse conmigo, que más no pudo ser;
saber a su señora cómo Grimonte venía. e venía muchas vezes a hablar con ella y
Ella fue tan alegre que dezir no se vos conmigo, por onde yo lo huve de amar
podría, y mandó que todo el palazio fue- tanto que hize toda su voluntad, con
se aderezado para rescebir a Grimonte. pleito que me hizo de casarse conmigo.
Y ella con otras dueñas y donzellas salió Y esto hize yo con trato de boluntad de
a la puerta del castillo; y como Grimon- mis parientes, porque su padre y el mío
te llegó, ella fue a él antes que se apea- sienpre fueron enemigos. Y a la fin, el
se e quísole besar los pies, y díxole: hijo lo fue más mío, que después de
-¡Ay, señor cavallero!, ¿qué servicio os averme a su voluntad, amó él mucho a
podría hazer que pudiese pagaros el una donzella muy fermosa y, aunque era
gran bien que me avéis echo? Mas yo no villana, se casó con ella y la llevó a su
podría azello según vuestro gran valor y castillo y la tiene muy honrada. Como yo
merecimiento. Aquel Señor del mundo, esto supe, quise morir con pesar; quexé-
que estremado sobre todos los buenos me a mis parientes d'él; todos huvieron
os izo, vos lo pague. Ruégovos que os gran plazer por el escarnio que de mí
apeéis e olgaréis algún día en este vues- hizo, porque ellos todos me lo havían
tro castillo, por onde él se podría llamar defendido, y ninguno d'ellos quiso en-
bienaventurado [...]. tender en mi fazienda, salvo dos hijos de
Grimonte se apeó y tomó a la dueña aquella mi tía, que me crío, que eran
por la mano y fuéronse al palacio, y las muy buenos cavalleros, que lo fueron a
donzellas lo desarmaron y trajéronle un defender y desafiar, diziéndole que le
manto rico que cubriese y fuele luego avían hecho traición; y él respondió que
dado de comer. Todos no entendían en no dezía verdad, que gelo fazía conoscer
otra cosa sino en serville. Y después que si osasen entrar a conbatirse con él en su
ubo olgado una pieca la dueña le co- castillo <ellos con él>. Ellos con el gran
mencé de dezir: deseo que tenían de vengarse d'él dixe-
ron que les plazía y entraron dentro por
-Mi señor, la mi buena ventura que
su mal, que fasta oy no an salido ni sa-
me vos traxo delante de mí, quiérovos
bemos si son muertos o presos. Mi tía
contar toda mi fazienda, que tengo es-
murió con pesar d'ellos. Yo, como me vi
peranza que avéis de remediar [...]. Yo,
ansí desonrada, no supe qué me fazer
señor, quedé sola e sin padre ni madre
sino irme a una dueña que ay en esta tie-
que en quinze días murieron anbos a
rra, señora de una ínsula, donde ella
dos, y ellos era muy ricos y onrados en
vibe. [...] Contóle todo mi fecho e rogóle
esta tierra; y dexáronme toda su here-
que me quisiese consejar lo que devía
dad, que es este castillo que veis y otras
fazer para cobrallo, porque no puedo
ricas eredades e yo quedé muy pequeña
con mi coracón acabar de desamallo, ni
en poder de una mi tía, hermana de mi
buscarle mal. [...] Díxome:
madre, que me crió a gran vicio. Y aví-
nome ansí que un cavallero d'esta tierra »-Ija, mucho pesar tengo de la vuestra
se enamoró mucho de mí, y este cava- venida y por la desonra, que sólo Dios
llero es el más hermoso y de alta prez de es aquel que lo puede tornar a vuestro
armas que ay en esta tierra, y es señor poder, porque veo grande peligro en
de un castillo, el más fuerte que en ella este fecho. Porque vuestra benida no sea
ay, por onde es el más sobervio y des- en balde, vos quiero dezir lo que devéis
mesurado que le convenía. Él se travaxó hazer si vuestro coracón quiere ser ven-
324 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
gado de aquel que tanto mal vos fizo. Mureque supo el vencimiento de sus gen-
Sabed que otro ninguno no lo puede ha- tes, vino con más de cien mile cavalleros
zer sino un cavallero que agora está en contra Paunicio y uvieron entranbos muy
la corte del rey de Ingalaterra, que se lla- crueles batallas; mas a la fin fue vencido
ma Grimonte, el cual es de tanta bondad e muerto por las manos de Lidos, fijo del
que sin ningún temor entrará en el casti- jigante Mazaron, que a maravilla era buen
llo y vencerá a él y a sus hermanos, y le cavallero; e desde allí para Unicio fue
hará hazer todo lo que quisier, e yo faré conquistando toda la tierra e ganó mu-
tanto por mi arte que la ora que los vie- chos reinos de África, fasta que llegó a la
res la cara, él olvidará la otra e de vos no cibdad de Marruecos, a donde el Mira-
se pueda apartar. Mas avéis de prometer molín estava e puso cerco sobr'ella; e fue-
que ansí como oviere acavado vuestro ron allí fechas grandes cosas en armas, e
fecho, me lo trais acá [...], que quiero a la fin uvo la Paunicia por una donzella
que por mí haga una cosa que yo le ro- muy fermosa, fija del Miramolín, que d'él
garé. Y si él viniere a vuestro mandado, se enamoró de los grandes fechos que
hazedle mucha onra [...]. d'él oyó dezir, y enbióle a dezir que, si. él
-Contado vos é, mi señor, toda mi fa- se quería casar con ella, que le daría la
zienda; pidos por merced que vos dolás cibdad e le faría señor de la tierra, e lo
de mí y me hagáis valer mi derecho, fizo con condición que se tornase cristia-
pues Dios tanta bondad en vos puso; y na; y ella le dio manera cómo entrase en
aquella dueña me dixo que vos abríades la cibdad, e prendióle al Miramolín e de
librado por su consejo una donzella de allí ganó toda la África, que no quedó rey
la mayor cuita del mundo y ganastes una ni gran señor que no lo obedeciese por
espada muy buena cuando la librastes. señor; y él fizo lo que le prometió a la
(ff. 147r-150r). donzella, que la tornó cristiana e se casó
con ella. E mientra él bibió, todavía tuvo
guerra con los moros e sienpre alcancó
4. Final del libro: el anuncio de vitoria d'ellos, de manera que fue señor
nuevas aventuras de gran tierra e fizo tan estrañas cosas en
armas que igualó a la bondad de su pa-
dre. Y aquí no vos las contamos como él
E v i d o E n o r d e dos espadas ricas e
buenas, quísolas traer anbas a dos,
como su abuelo Erpión; e la que le dio el
las pasó porque en la su grande istoria lo
cuenta muy conplidamente. Amén. Deo
enperador, traía ceñida, e con la otra con- gracias, (folio sin numeración en el cuer-
batía en las batallas que entrava. Cuando po de libro).
por
José Manuel Lucía Megías
BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín Pina: n° 1852. ESTUDIO: Lucía Megías (1996: 118-120) y Marino
(1987-1989).
MEXIANO DE LA ESPERANZA 325
TESTIMONIO
TEXTOS
!+Platon fedro, e de amor} para d'esta -Pues a fe que pone el autor, -dixo
manera hacer que se conserbe la hermo- Belisandra-, un entremés de amor vien
sura en la especie, ya que no se puede gracioso, que puso allí y, aunque gasta
conserbar en el indibiduo. Y como para el contallo tres o cuatro capítulos; y fue
este trueque e junta son menester las vi- que como así un ratico estuviesen abra-
sagras y lacos que los bayan juntando, cados los amantes gocando de aquella
buscan los amantes partes por donde gloria que por el beso se les comunica-
más se comuniquen, no sólo lo que es ba, trabados en las manos, se quedaron
corporal, mas aún lo spiritual y digno así asentados en el escalera mirándose
qu'es el alma. Y como la boca no sólo es el uno al otro por más de dos oras de
dulce y tierna por fe del cuerpo, mas espacio.
juntamente por ella salen aquellas pala- -Prima mía, -dijo Lacerisa-, perdóne-
bras y anélito que son [***] como vesti- me lo que le dixe denantes y por vida
glios del alma; y con aquel toque no sólo suya, ¿qué es la causa d'essos raptos y
se muebe a dulcísimos deleites de amor, suspensión en los amantes? Que a mí pa-
más juntamente siente avrirse una puer- réceme que tras tal cossa con quien vien
ta a las almas de los dos amantes, las quisiesse, que en parlar o en otras cosas
cuales traídas por un deseo de juntarse, pasaría el tiempo mío en estarme así cer-
la una con la otra, y así por allí se tras- ca [***] mirando a quien vien quiero.
pasan y trasportan por su beces confor- -Pues me torna, vuestra gracia, a
mes, y tan vien la una en el cuerpo de la mandar que haga lo que no es de mi fa-
otra; y de tal manera se enbuelben en cultad. [...] Sólo diré, y si fuere prolixa
uno que cada cuerpo de entramos que- vuestra gracia me dirá [***], y así para sa-
da con dos almas y casi un ánima com- ber lo que vuestra gracia desea se á de
puesto de las dos gobierna y rige dos suponer que amor no es otra cossa, se-
cuerpos. Y por esto el beso es ayunta- gún la difinición de los sabios antiguos,
miento no sólo del cuerpo, mas también sino un deseo de gocar lo que es her-
del alma; y como tal es deseado de los moso; y porque el deseo nunca codicia
que se aman, porque mediante él se sino lo que conoce, es necesario que el
hace aquella junta que en casos de amor conocimiento sea siempre primero qu'el
es tan deseada. deseo; el cual naturalmente ama lo que
-O, prima, mil cosas por vida suya le es bueno [...]. Dios á ordenado la cosa
preguntaría sino que noto que luego se d'esta manera: que cada virtud, cuyo ofi-
me mete en unas filosofías que, aunque cio es conocer, tenga por conpañera otra
son verdaderas y agudas, son punosas virtud, cuyo oficio es codiciar; y porque
para en conbersación tan llana como la en nuestra alma ay tres formas de cono-
que tratamos, que en mi berdad que me cer, es, a saber, por el sentido, por la ra-
a contentado la racón estrañamente, mas cón, por el entendimiento, del sentido
es menester para vien entendella un co- nace el apetito, el cual es común a los
mento, como Aley de Sulpicio; y aquí hombres y a las vestías; de la racón nace
entre nosotras más llaneca y menos agu- la eleción, que es propia del hombre; y
deca bastaría. [...] del entendimiento, por el cual puede el
hombre participar en los ángeles, nace la
-Ca, ca, mi señora Belisandra, no más
que parece que baya a sangrar ella la boluntad, de manera que, como el senti-
respuesta. Pasemos con él vien adelante do no conoce sino cosas sensibles, así
y diga vuestra gracia que más pasaron en tanbién el apetito no codicia sino las
la escalera. mismas; y así como el entendimiento no
MEXIANO DE LA ESPERANZA 327
tiene ojo sino a las cosas inteligibles, así 3. Los consejos prácticos: los
la boluntad no alcanca otro manteni- remedios contra el mal olor de boca
miento sino los bienes del spíritu. El (con un vituperio contra las mujeres
honbre de natura racional, puesto como que se cuidan e n extremo)
medio entre estos dos estremos, puede,
[...] inclinándose al sentido o lebantán-
dose al entendimiento, llegarse a los de-
seos agora de una parte, agora de otra;
P u e s [...] d a d n o s de vestir, -dixo
Belisandra.
Y con esto les pidieron el bestido que
pues supuesto esto, igual objeto del tenemos dicho, y así en lebantándose en
amor es lo hermoso, aquella hermosura mantos y faxas, después de se haber cal-
que se contenpla en el rostro de una cado con sedas ropas, delante de dos
dama o en las buenas partes de un ca- muy hermosos espexos, donde se verán
ballero, lo cual todo demana de Dios, así todas de pies a cabeca, sentadas en sen-
en estas como en todas las demás criatu- das sillas vaxas [...], con dos tragos de
ras estendiéndose sobre todas ellas vino blanco excelentísimo, preparado
como los claros rayos del sol [...]. Pues con un poco de ámbar y vien poco y un
como el sentido conoce aquello que su amuz (Nitomeno dice que se llama cano-
objeto, qu'es lo corporal y sensible, pa, entiendo que debe ser el malbalesco
biene luego el apetito a desear aquella silvestre, qu'es caliente en fin del primer
cosa corporal por el sentido conocida; y grado, y algo etílico). Pues con dos tra-
como el entendimiento pasa a las cosas gos d'este vino se labaron los dientes y
espirituales deseando estar de ellas a la encías, y después con unas rahíces de
boluntad, biene la racón con una tuerca malba aderezadas con sangre de drago,
de amor a confirmar estos dos estremos vino y las demás [...], dieron una buelta a
[...]. Un día que en la cosa amada el sen- los dientes, tomando después otro trago
tido y el entendimiento alien sus objec- de vino [...]. Y acabándolos de limpiar,
tos y [***] siguiente el apetito y la bolun- Belisandra dixo a Taurisa:
tad, y con una complacencia que el alma
-En esto de la boca y dientes cualquier
tiene de haber aliado tan agradable ob-
curiosidad que las mugeres tengamos es
jecto está mantiniendo la boluntad de las
lícita, como no sea tampoco estremo, por-
cosas spiritualicadas y el apetito de las
que cierto una buena y limpia boca mu-
sensibles, que tiene presentes, y con esto
cho adorna un vuen rostro; y por el con-
enpleado el alma con el deseo de la tras-
trario, la mala es en estremo lo que la
formación se suspende y arroba de suer-
afea, [...] y no creo que ayes en el mundo
te que cesan todas las operaciones que
que más afé y desdice una dama. [...]
no sea aquello y así está el alma como si
dixésemos en una gloria de amor, go- Luego se labaron con unos paños
cando de aquel mantenimiento para ella delgados de olanda, con una sola poca
tan sabroso; y ésta es la causa del estar- de agua limpia, sin más invenciones. El
se suspensos los amantes, obrando solas malicioso de Nictameno, a quien este
las almas y zesando las conjúrales ope- paso dales una mano a las damas que se
raciones que la pueden estorbar. afeitan estremada, yo no quiero usar de
aquel rigor qu'él es un traidor: llámalas
-A fe, prima mía, -dijo Laucerisa-, que máscaras pintadas, dicípulas de Execa-
es muy buena la racón, mas algunas ré- be. imagines de yesso, figuras falsas,
plicas se me ofrecen, mas quiéralas dejar gestos vendederos de mentiras, mugeres
por no enfadalla. (ff. 102r-v). fingidas y diablos verdaderos; mas no
tiene racón de decir tanto mal por una
328 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
nigramuda con que se desuellan las ca- De officis. lib. I, & Habetur, 23. questi.
ras que Dios les dio, por un poco de al- 3. fortitudo) de ladrones perfecta justicia
bayalde o yesso [...] con que se encalan, es la tal guerra, y muy bien es que haya
por un poco de color con que se pintan, gente en este arte exercitada para que,
por un poco de alcool con que se tras- cuando fuere menester, se defiendan
nochan, por una mucha de resplandor- del cruel tirano. Qu'el soldado exercita-
cilio con que se destruyen los dientes, do en la paz {+Casiodorus, lib. i, epísto-
se gastan la color natural y gela comen la. 28. & lib. 3. epist. 1} es el que más se
por arrugarse antes de tiempo y por des- señala en la guerra; porque el arte y pe-
hacer lo hermoso que Dios les hico, por ricia de la guerra y el ser exercitados y
hacer ellas la fealdad que an inventado, maestros en ellas, aumenta el atrevi-
(ff. 128r-v). miento, da ánimo y multiplica el esfuer-
zo Í+Vegencius. De re militari. lib. 1, c.2.
& lib. 2, & 3. multis in locisl; pero á se
4. Sobre el arte de la guerra de tomar la guerra de tal manera que el
principal fin que de ella se pretenda sea
la paz {+Cicero, lib. oficiis & Aristotiles
L ibro q u a r t o de la primera parte de
la coránica de don Mexiano de la
Esperanca, llamado el caballero de la fe,
ethico & lib. 10}; lo contrario d'esto ha-
cía el bárbaro scita Sophrasto, el cual su
y de sus illustrísimos echos y famosas fin era benganca, su deseo derrama-
ácanas" {+ y de sus grandes ansias por miento de sangre cristiana; lo que pre-
comerj. [...] tendía era sediciones y rebueltas, mas
La causa del pelear j+s. Bernardus. no espantéis, pues aquellas cuatro par-
De noba miliciajsuele hacer la guerra tes principales del buen príncipe y ca-
justa y el fin se llamará bueno o malo pitán le faltaban, que son sciencia en el
respecto de la causa que mobió a que la arte militar [+Cicero moratione de laudi-
guerra se hixiesse; y para que lo sea bus Magni e Pomepiil, birtud en las cos-
f+n. ques 4. Julianus}, es menester qu'el tumbres, autoridad en la persona y feli-
que lo manda pueda y tenga jurisdición cidad en los sucesos; por lo que lo que
para mandalla; e quien á de obedecer tenía hera mucha speriencia de largos
i+23 questio, 11 o a quién se manda sea años en la guerra, mas no buen hinge-
obligado a la tal obediencia y que con- nio para la desposición de las cosas; te-
tra quién se haga merezca (+23. quest. 2. nía estrañas fuercas corporales, mas
c ultimo & questi ,s. de oudendisjel ser predominadas de su endemoniada so-
combatido, y debelado por sus deméri- bervia, con lo cual todo lo destruía, (ff.
tos o por ser injusto poseedor de lo 301r-v).
que procuramos probarle, y que la cau-
sa mobedora sea justa (+23 quest. s.
cum homo), y no por nuestro antoxo, 5. El final abierto (con u n en-
parecer o benganca sino que con la cantamiento definitivo)
guerra se procure la paz y que éste sea
su fin {+23. questione 1. apud veros &
quest. 4. displicet}, procurando que
sean castigados los malos y premiados
H a v i é n d o s e concertado las cosas
de la milicia como combenía,
que cierto Mauro italiano lo hico aque-
los justos. Porque la guerra que al cruel lla noche escogidíssimamente, no en la
Dárbaro resiste defiende al pobre beci- batalla porque no se alió en ella, qu'es-
no que no sea robado (+S. Ambrosius, taba en el campo de los españoles,
MEXIANO DE LA ESPERANZA 329
55 MORGANTE
(1533)
por
Patricia Faul y Folke Gernet
TESTIMONIO
a) Libro I
[1] Valencia, Francisco Díaz Romano, 1533 (16 de septiembre)
b) Libro II
[2] Valencia, Nicolás Duran d e Salvanyach, 1535 [->]
TEXTO
era ido a delibrar a su primo Roldan de palabras de Calaron, a causa que por
la presión, que en el reino de Persia es- ellas havía puesto en escrópulo la honra
tava, tornó a regir y governar su imperio de su hija, como en el primero libro hos
y reino de Francia; el cual, después de ha sido contado. Morgante, a quien las
partido Reinaldos, y con él Oliveros y Ri- espuelas, que havía puesto, en su propio
cardeto, la primera cosa que hizo fue desseo reposar no dexavan, pidió licen-
embiar a Meridiana con toda su gente y cia al rey Caradoro para ir a buscar al se-
ejército al rey Caradoro, su padre, regra- ñor del cuartel; la cual concedida, se
ciándole la honra que d'él havía recebi- puso en camino; y la hermosa Meridiana,
do, assimesmo ofresciéndole mucha antes que partiesse, le rogó mucho que
amistad; de la cual cosa fue la hermosa fuesse por él avisada de Oliveros dónde
dama muy contenta, pues no estava en se hallava y el estado en qué estava y si
corte el marqués Oliveros, que allí la de- por ventura havía tomado algunos nue-
tenía, ca era ido con Reinaldos a Persia; vos amores con que a ella olvidasse. To-
y mucho d'él se quexava, porque assí la das aquellas cosas, no sin falta de amo-
tenía olvidada, ignorando los grandes rosas lágrimas, la hermosa dama rogava
trabajos en que el buen paladín se vio, y encáresela, como aquella que mucho
ausante d'ella. Morgante essomesmo, amava y con tan justa razón amar debía,
pues el conde Roldan, su señor, no esta- por ser Oliveros tan gentil y esforcado
va en la corte, con desseo de le ir a bus- cavallero como era. Partido pues Mor-
car a servir, quiso acompañar primero a gante de Meridiana, después de haver
la hermosa Meridiana, cuyo servidor era, por diversas partes caminado, una ma-
por servir al marqués Oliveros y a ella, y ñana, por descancar, se assentó sobre un
después buscar a su señor. Assí que, des- gran canto, que en medio de un espesso
pedida del emperador Meridiana y pues- valle estava, que muy cansado se hallava
ta en camino, acompañada del valeroso por haver el día antes travessado un
gigante, su aguardador, en fin de muchas grandíssimo bosque, sin haver comido,
y grandes jornadas, llegaron a su tierra y sino fueran algunas frutas, que en los ár-
presenta delante del rey Caradoro, su boles hallava, y yerbas del campo. Y mi-
padre. Fue d'él muy bien recebida, y no rando por el camino que havía seguido,
menos Morgante, a causa que era muy vio de lexos por él venir un hombre asaz
bien querido en toda aquella tierra por grande de cuerpo y muy escuro en el há-
los muchos servidos que al rey havía he- bito que traía y dixo entre sí:
cho. Y mucho holgavan con él cuando
se acordavan de cómo havía traído al rey -No te conozco, pero yo sabré d'aquí
Mofredonio, embuelto en su tienda, por a poco quién tú eres.
delibrar al buen paladín Dudón de la Y como llegasse a donde estava assen-
Maca de prisión. No curó aquí el rey Ca- tado, mil vezes lo estuvo mirando de pies
radoro de pedir la muerte del gigante a cabeca, porque assí en la figura y rostro
Verguto, su mensajero, porque ya era in- y maneras de su persona parescía una
formado que aquello havía sido ordido y cosa muy salvaxe y estraña y muy suzia,
tramado por manos del traidor de Cala- al cual dixo:
ron, lo que se conformava por la carta -Viandante, ¿cómo te llaman?
que del conde de Maganca havía recibi- Y el caminante, con mucha desem-
do, que fue causa de embiar a Verrugo,' boltura, le respondió:
el gigante, en Francia. Y mucho le pesó -Margute tengo por nombre y muchas
por haver assí tan ligeramente creído las vezes, acordándome de los hombres tan
grandes como vos sois, me tomó volun-
332 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
tad de ser gigante. Y cuando llegué a la baldona a las que lo beben, por este
meitad del camino, yo no pude más su- mandamiento no solamente no lo tengo
bir y por esso he quedado con esta dis- por profeta de dios, como los moros di-
posición pequeña que veis, que no ten- zen, más por sueño o fantasma. Esso-
go más de siete bragadas en alto. mesmo yo pienso que Apolino debe ser
-Por mí fe, vos séais el bien venido, frenético o loco, si manda vedar el vino
-dixo Morgante-, pues con vuestra veni- a los de su ley, como lo dizen algunos,
da habéis socorrido mi sed con este fias- que, si fuera cuerdo, no lo negara y Tri-
co de vino que traéis en la cinta, que dos vigante no menos es por ventura cual-
días ha que no he gustado gota de vino que necio, pues tiene por mejor la po-
ni de agua. ción del agua que no del mosto cozido.
Y después que hubo bebido, le dixo: ¿Queréis, señor, que hos diga la vida es he-
-Yo entiendo de pagaros bien este cha como hombre se la quiere ha^er a sabor de su
servid, que me habéis hecho, si quisiér- paladar! Con estas cosas que tengo dichas
des venir en mi compañía e ofréscohos vos bien podréis de aquí adelante dezir
que seréis de mí tratado como entre ami- que yo debo de ser cualque herege y
gos se requiere. Por ende querría saber hombre sin ley alguna; mas, porque en
de vos si sois cristiano o moro; o si ado- este cuento no se passe el tiempo en pa-
ráis y eréis en Cristo o en Apolinos o en labras jocosas, hablando de verdad, hos
Trivigante, en quien todos los moros sé dezir que, si bien miráis mi condición
adoran, honran y creen. y pláticas, veréis que no soy tierra do se
-Por mi fe, -respondió Margute-, no planta buena viña. ¿Queréis en fin saber
tengo ley alguna, ni miro más en lo tin- qué secta es la mía? Tened atención a lo
to que en lo blanco, que mi verdadera que dezirhos quiero; y después bautíza-
creencia y fe es adorar en un buen ca- me y nómbrame como vos quisiérdes,
pón cozido o assado; y más fe tengo con que yo soy hijo de una monja griega, la
él cuando me lo traen a la mesa reboca- cual, siendo cativa en Bu[rs]ia, ciudad de
do con lonjas de tocino o con manteca, moros, fui en ella engendrado por un
especialmente si tengo hambre, que no grande alfaquí, a quien los cristianos lla-
en todos los santos del cielo, que nunca man papa o papaso. Y como fuesse cre-
los conoscí. Adoro también en la cerve- ciendo so el poder y crianca de mi pa-
sa a falta de buen mosto; y más en la en- dre, fue mi primero oficio tañer un laúd,
xuta y áspera, que no en la blanda y dul- en lo cual me deleitava estrañamente,
ce. Y sobre todos los santos, en quien porque tenía yo presunción de saber
traigo más esperanca es en el buen vino cantar aquellas grandes hazañas de Tro-
sin tenerse, en el cual ninguno pienso ya y de Aquiles y otras cosas semejantes.
que puede ser sano ni salvo. Creo y ado- Y porque esto parescía virtud, luego fui
ro también en la torta y en la tortilla, cansado d'este exercicio y tomé el arco
porque son madre y hija. El paternóster, turqueso en las manos, con el cual hazía
que los cristianos rezan con la lengua, todo el mal que podía; y tanto que un
rezo yo con los dientes y muelas, cuan- día, entrando yo en la Mesquita do mi
do, harto de aves, como por passatiem- padre estava, lo maté. Y luego, saliéndo-
po los higadillos d'ellas. Éstos tengo yo me de allí, me puse esta cimitarra que
por mis santos, porque mejor bebo con traigo colgada de la cinta y empecé de
tres d'ellos que con uno sólo cuando la caminar y andar por el mundo, llevando
sed me aquexa. Y si Mahoma allá en su en mi compañía cuantos peccados y ta-
ley a sus secaces manda no beber vino y cañerías pueden ser halladas entre turcos
MORGANTE 333
hermano, ni a deudo, ni a otra ninguna vezes coroca como papa con todas
persona que no la acometa. Y esto a cau- aquellas insignias y señales de oro que
sa de tener desterrada de mí la vergüen- suelen hazer en ella. Más herramienta
za, la cual jamás he podido llevar en mi podría mostrar que todos los herreros
compañía comigo, que como can rabio- del mundo saben hazer, ca yo traigo co-
so buelvo siete tanto de lo que me en- migo trapañadores, paletillas, limas sor-
prestan en este officio. Y cuando veo das, ganzúas, puxavantes, boriles, gri-
que soy enojoso o lastimero, jamás me maldillas, serresillas, escaleras de soga y
faltan mil palabricas alegres y faceciosas, de madera portátiles y secretos peales de
con que procuro provocar a risa al que hierro muy blandos para no ser sentido
tengo enojado. por dónde passare para hazer más lavor
Maravillado se hacía Morgante de oír a mi provecho y a costas del caído. Trai-
la mala vida y peccadora qu'este Margu- go assimesmo huego artificial, que no da
te tenía; y más de las suziedades que de sí luz alguna, antes a mi voluntad se
contava y, de atónito de oír las porque- enciende con saliva.' Y si me viéssedes
rías, no hablava palabra alguna. Y prosi- solo en una rica iglesia, cuan desem-
guiendo Margute en su razonamiento, bueltamente sé despojar los altares, des-
deleitándole mucho de contar sus viles pués de haver abierto el arquilla de las
hazañas, porque tal es la costumbre del caridades, con todo que de contino pro-
vellaco, dezía: curo que el primero buelo sea en la sa-
-Si por ventura me preguntan si he te- cristanía, porque entonces soy buen cris-
nido ansarones a pasto o, más propia- tiano, porque luego me abraco con la
mente hablando, putas en la mancebía, cruz o cálices y patenas, porque son de
no me lo pregunte nadie, que por la vida plata; y a la postre voy desnudando to-
no lo diría, porque sé que, aunque lo dí- dos los santos y santas que vestidos ha-
xesse, que en vezes he traído mil muge- llo, pues desembolver y hurtar la tapice-
res al partido, yo sé que no mentiría y no ría de un palacio mejor la sé cojer que el
sería creído d'ello. Y a las vezes ponía mejor repostero del mundo; pues coger
en semejante monesterio cinco y sacava la colada, que las mugeres suelen tener
seis o todas aquellas que en mis manos tendida a las fuentes y ríos después de
podían venir; es a saber: mocas, mocha- limpia, mejor que la más desembuelta y
chas, viejas. Tan gentilmente enbaucava servicial hembra del mundo. Y si yo
y enlabiava las bovas que de muy abo- pensasse ser a cada passo ahorcado, no
yadas se venían conmigo. Éstas son en dexaría de hurtar generalmente a todo el
suma las tres virtudes cardinales que más mundo, porque todas las cosas <del> co-
en uso he tenido en esta vida como ten- munes son a todos, aunque principal-
go dichas; es a saber: la gula, el rabo y mente sean de Dios. Y antes que yo ro-
el dado. Por ende conviene qtie sepáis la basse assí escondídamente como agora
cuarta y casi principal de las teologales hago, fui malandrín, salteador de cami-
para bien descoser el saco de mis haza- nos, mucho tiempo; y tan platico y cob-
ñosas vellaquerías, porque nadie se que- dicioso era de hurtar, que al más famoso
xe de mi compañía. Para lo cual havéis santo del cielo huviera por un cuatrín
de saber que he tenido poca necessidad despojado la camisa. Y por estar más re-
de traer escalera, aunque algunas vezes posado y con menos sobresalto, dexé
he usado d'ella por cometer y hazer los aquella manera de vivir mal tan pública-
hurtos, que hasta oy tengo hechos y co- mente, porque, como dizen, a ora mala no
metidos. Por lo cual he tenido algunas ladra can. Sabe Dios que, si mi voluntad
MORGANTE 335
no es agora como entonces tan prompta ser mi condición tan estraña y aborresci-
y aparejada para ello, el desseo no dexa ble a todo el mundo, siendo de mi
de hazer su oficio como solía, tan incli- natural tan superbo y tan rixoso, tan em-
nado soy en este exercicio que más no bidioso, tan importuno, cual en los pe-
puede ser. Otras tres virtudes cardinales ccados y vilezas contadas podéis haver
me quedan para hazeros manifiestas. Por visto, de manera que yo puedo andar
ende no os sea enojoso oírme. Si yo sé por todo el mundo con este sombrero
falsar un libro, Dios es testigo, de un X que traigo muy bien echado sobre los
hazer un U, que de la primera pluma no ojos por no ser conoscido de todos. Y
se haría mejor. Ciertamente, si lo viésse- esto porque ya toda la tierra, por donde
des, juraríades que no se tocó de manos he caminado, tiene de mí assaz conosci-
ni menos de cuchillo para hazerlo, por- do, ser yo tan limpia persona como la
que yo tengo ciertas materiales y polvas más suzia carnecería del mundo. Y por
que comen la letra sin poner manos en esto que, doquiera que passo y ando,
ella. Y no sólo esto, pero quitar y añadir dexo rastro como caracol; y lo peor es
hojas, rehazer la rúbrica, que, sin saber que de nada me arrepiento, ni de nada
cómo, no solamente veréis trocadas las me encubro, ni de cosa tengo empacho,
cuentas, más el título, la cubierta, el ni de mudar lugares, ni leyes, ni amigos,
nombre y el año cuando se hizo. Jura- ni tierras, de manera que, doquiera que
mentos y perjuros no han sido ni son yo me hallo, procuro solamente mi pro-
más enojosos para mí de hazer que co- vecho y el daño de todo el resto. Mucho
mer higos muy maduros o cualquier otra más tengo que contar de lo que he di-
fruta sabrosa a mi gusto. Y si me pre- cho, lo cual quiero al presente dexar por
guntássedes si han sido en provecho de no hos fatigar más con mi largo razona-
alguno de grado, diría que en daño de miento, por ventura tan enojoso para
todos, de donde se han travado penden- vuestra condición, cuanto apazible para
cias, que hasta oy no son fenescidas. la mía. Sólo con una cosa doy fin y es
Cuistiones y enemistades de balde las que en todo cuanto de mí havéis oído no
compro cuando cuestan dineros, cuanto es el diezmo de lo que veréis en obra, si
más no costándolos, afirmando con fal- mi compañía aceptar quisiérdes. Sola-
sos juramentos mil mentiras, de las cua- mente hos doy aviso que en toda mi vida
les no se alabe nadie saber ni dezir más hize traición a ninguno que de mi se
que yo he forgicado y dicho. No desseo fiasse, más yo soy tal y tan bueno que en
otra cosa, sino que el mundo y el cielo toda mi vida se fio nadie de mí.
estuviessen en continuo fuego y guerra y Más de una hora estuvo Morgante
pestilencia, con que a mí no me tocasse atento escuchando a Margute lo que de-
cosa alguna. Limosnas, caridades, ayu- zía, que jamás partió los ojos de mirar su
nos como otros hazen escusado, es dezir rostro y hábito ni las orejas de oír sus pa-
cuan contrarios son a mi costumbre por labras, (libro II, ff. iT-iiiv).
336 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
56 OLIVANTE DE LAURA
de Antonio de Torquemada
(1564)
por
Jesús Dvice García
TESTIMONIO
TEXTOS
BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1856. EDICIÓN: Antonio de Torquemada, Obras Completas, II. Don
Olivante de Laura, ed. Isabel Muguruza, Madrid, Fundación José Antonio de Castro, 1997. ESTU-
DIO: Muguruza (1996).
OLIVANTE DE LAURA 337
dassen. Y leyendo los nombres que assi- 3. Aparición del elemento pas-
mismo traían escritos, vi que el d'él de- toril
zía Olivante de Laura y el d'ella la princesa leu-
cemia. Por los cuales, como hasta aquel
punto a mi noticia no uviessen venido,
no pude venir en conocimiento de quién
Y d i c i e n d o e s t o y otras muchas co-
sas sin que Peliscán ni los escude-
ros lo sintiessen, estuvo hasta passadas
fuessen. Mas, por no dexar de ver el su- dos horas después de media noche, al
cesso de tan hermosa y gentil compañía, cual tiempo oyendo tañer junto a la
no curé por entonces preguntar ninguna fuente, una churumbela de pastor muy
cosa. ("Prólogo del auctor"). dulce y sabrosamente, la estuvo escu-
chando, pareciéndole recebir con el sua-
ve son d'ella algún alivio de su tormen-
2. El libro hallado y el falso au- to, como para quien era tan necessario.
tor Y despertando a Peliscán, que sin nin-
gún cuydado estava dormiendo, los dos
o y c o n t e n t a , dixo Ipermea, porque estuvieron atentos, pareciéndoles que ja-
S sola la causa que me preguntas es
la que aquí te ha traído. Sabrás que en el
más la uviessen visto tan graciosamente
tocar. Y yendo muy passo por entre los
tiempo que entre los mortales anduve árboles, sin que del que la tañía pudie-
yo, con mucha afición quise y seguí a ssen ser sentidos, vieron que era un pas-
este noble y magnánimo emperador, sir- tor que echado cabe la fuente, dexando
viéndole en todo lo que mis mercas y sa- de tañer, con un tal doloroso sospiro que
ber bastaron, aun desde antes de su na- las entrañas parecían quebrársele co-
cimiento, y recibiendo d'él tantas mencé a dezir:
mercedes y buenas obras que cada una -¡O, montes, valles delitosos, florestas
d'ellas era merecedora de mayores servi- dulces y sabrosas, fuentes, arroyos y co-
cios. Assí que agora, doliendo me que rrientes ríos, suaves flores y rosas que en
sus esclarecidas hazañas con el discurso esta dulce floresta se produzen, pues
del tiempo de las gentes el olvido pues- con la tranquilidad del manso viento y
tas fuessen, perdiendo de la memoria lo con el silencio nocturno tenéis lugar y
que con tanta razón deviera estar en ella, aparejo, resonad con el desdichado Sil-
aquí te he hecho venir para rogarte que vano las dolorosas quexas, las tristes
tengas por bien recebir un libro, en el desventuras de la mayor y más dichosa
cual, con entera verdad, yo sus supre- ventura suya! Parleras aves que aposen-
mos y valerosos hechos, no añadiendo, tadas en los floridos árboles escucháis
mas antes quitando de lo que deviera, las lamentaciones acostumbradas de
hize escrevir, para que con toda diligen- quien contino vuestros oídos con ellas
cia, poniéndolo en el estilo más primo atormenta, pues que por naturaleza os es
de la lengua que agora se usa, lo mejor concedido, publicad juntamente comigo
que tú pidieres lo hagas divulgar y pu- con vuestras haspadas lenguas la causa
blicar, como a noticia de todas las gentes de mi dolor, para que con oírla reciba
vengan. Porque yo confío de tu saber y mayor consuelo del que por padecerla
diligencia que en lo que te encargo y en- se merece; ni sé si me quexe del atrevi-
comiendo, no aviendo falta en la volun- miento de mi fantasía, pues en tan alto
tad, no la avrá en lo que te pido. ("Pró- grado hizo su aposento, donde faltó la
logo del auctor"). posibilidad para subir y sobró la razón
para desesperar. ¡Ay, Silvano, Silvano!,
338 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
dutos venía del río que en un punto la dras y madera, de manera que sin estor-
cava se comencó a henchir toda de agua. vo del agua podían llegar a los muros [...]
Aspizel y los hombres que con él estavan En tanto el Soldán hazía dar todos los
se tornaron a subir al castillo, cerrando combates que podía a la torre, haziendo
muy bien la puerta del postigo. La agua cavar todos los cimientos y desbaratarlos
entrava tan rezia y con tanta furia que los para que cayesse; mas la torre era de una
que estavan dentro en la cava, como era argamasa tan rezia y fuerte que muy
de noche y no la veían, cuando la sen- poca mella hazían en ella, porque de
tían estavan casi anegados; y era tanta la arriba a los que andavan haziéndolo les
priessa que tenían a salirse que los unos tiravan piedras, las cuales, cuando más
caían sobre los otros, y muchos venían no podían, quitavan del mismo muro,
rodando desde arriba y caían en el agua, que, haziéndoles mucho daño, a su pe-
la cual, como cada hora iva más crecien- sar los hazían quitar afuera [...] Y siendo
do, los ahogava luego. Y assí comencaron passados cuatro días que en la torre es-
a dar las mayores bozes y alaridos que ja- tavan, hizo aparejar para otro día tantos
más fueron vistos, que ninguno pensava ingenios y artificios para derrocar la to-
escapar bivo; y assí murieron más de qui- rre que tenían por muy cierto que sería
nientos, y los que salieron pensavan aver impossible dexar de caer y matar a todos
escapado del mayor peligro de la batalla. los que dentro estavan (III, cap. xvii).
(III, cap. xvi).
Silvano lo hizo assí, haziéndola en
El Soldán llegó a este tiempo ante el tres partes: la una dio al rey Tirses con
castillo con todos los que lo seguían, y dos mil y quinientos cavalleros, mandó
como rabioso perro, viendo el estrago seguir al príncipe Olivante, y a Darisio
que tan a salvo avían hecho, se messava que fuesse con él; y los otros dos mil ca-
las barvas, y tomando toda la gente de valleros tomó para sí, mandando que to-
pie, hizo traer muchas palas y agadones, dos se pusiessen no en escuadrón, sino
y les hazía cavar y echar tanta multitud en ala muy estendida, porque los enemi-
de tierra dentro de la cava que en dos gos pensassen que muy mayor número
días, por mucho que los de dentro resis- de gente era, y que, cuando pareciessen,
tían no pudieron tanto hazer ni estorvar hiziessen el mayor estruendo y regozijo
que, como la gente era mucha, no la hin- que pudiessen, para poner pavor a sus
chiessen en muchas partes, echando pie- enemigos. (III, cap. xxi).
por
Carlos Rubio Pacho
TESTIMONIOS
a) Libro i
[1] Toledo, Herederos de Fernando de Santa Catalina, 1547 (24 de julio). [->]
b) Libro II
[1] Toledo, Herederos de Fernando de Santa Catalina (a costa de Diego Ferrer),
1548 (16 de julio) [-»]
TEXTOS
1. Palmerín consigue superar otro cavallero. Mas como en Palmerín los
las aventuras de la Isla Peligrosa d'esta calidad hiziessen poca imprisión,
quiso passar adelante para acabar de lle-
c a b a d a s q u e f u e r o n estas bata- var su aventura al fin que desseava, no
A llas, Palmerín entró dentro en el
castillo sin nengún perjuizio. En el patio
se contentando de la mucha honra que
aquel día avía ganado, pareciéndole que
de abajo vio la manera de él, que era tan más deshonra es perder lo ganado, que
maravillosa cuanto sus peligros fueron honra ganar lo perdido. Puesto que allí
para espantar; todas las casas y torres es- no avía ya que perder para quien tanto
tavan asentadas sobre pilares de jaspe de avía ganado y porque no le quedase
altura de diez bracas; el patio cubierto cosa nenguna por hazer, arremetió al gi-
de unas piedras verdes y blancas corta- gante que puesto que parecía natural era
das por un compás asentadas a manera artificialmente hecho, y dándole un gran
de axedrés. En el medio de él avía unos golpe con su espada le hizo venir al sue-
caños de agua que subían para arriba lo como cosa muerta y sin sentido que
era. Luego, entró en la sala y después de
con tanta fuerca, que allegavan a los más
mirar particularmente todas aquellas co-
altos aposentos de la casa. Después d'es-
sas d'ella, halló una puerta pequeña que
to el enmaderamiento era de una invin-
salía a unos muy ricos corredores; de allí
ción tan nueva y sotil que no se podía
no avía salida para nenguna parte sino
comprehender en el juizio de ningún
para otras casas que estavan de la otra
hombre el principio ni fin de él. Assí que
parte de los corredores frontero d'ellas, y
todas las cosas que de la puerta adentro entre ellas y los corredores se hazía una
estavan eran dignas de muy gran loor, y balsa o badén tan hondo que era cosa
algunas para espantar. para espantar mirarle. De aquel vadén
Palmerín, después de mirar aquellos salía un río de agua negra tan temerosa
hedificios por baxo, subió por una esca- y triste que según la negrura y hedor que
la que iva a dar en una sala tan artificio- d'ella salía era para quitar el sentido de
samente labrada, que todas las otras co- todo hombre que aquel olor oliese por
sas que hasta allí viera le parecieron que parecía la propia laguna que dizen
pequeñas en comparación de aquesta. A de Aquerón, varquero del infierno. Sa-
la entrada d'ella estava un gigante tan bréis que para passar d'estos corredores
grande y espantoso cuanto nunca viera a la otra parte no tenía otra cosa sino
otro, con una maca de yerro en sus ma- una tabla tan angosta como dos manos,
nos de mucho peso, y viendo que Pal- y allende de ser en sí delgada páresela
merín quería entrar en la sala, la esgri- estar en sí tan podrida y gastada del
mió con un continiente tan temeroso tiempo, que parecía no poder cufrir en sí
que bastava a poner miedo en cualquier ningún peso por pequeño que fuesse.
-"" ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
Palmerín, viendo que por ningún en sus pies, que no le pudo menear, de
cabo podía passar en la otra parte, cosa donde estava quedando espantado de lo
que él mucho desseava, para ver todas la que viera. Y entrando por las casas, no
maravillas de aquella casa, y que aquella halló otra gente sino mugeres y personas
puente era muy peligrosa estuvo puesto de servicio, a quien preguntó por dónde
en la mayor confusión del mundo. Mas se servían para abaxo. Ellas se lo mos-
como se le acordó que ya el emperador traron y luego mandó llamar por uno de
Palmerín, su agüelo, se avía ya visto en aquellos hombres al cavallero con quien
otra aventura como aquella y sólo en la ovo la primera batalla. Vino a estar con
determinación de los hombres está el él por una parte donde el río no se pa-
acometer de las cosas, después de avelle sava. Palmerín quiso saber el nombre del
passado todo por la fantasía, determinó castillo y de la dueña que matara.
de passar de la otra parte dexando todas -Señor, -respondió él-, a vos no se
las armas, que no passó sino con sola su puede negar nada; esta isla en que estáis
espada, temiendo que con el pesso de se llama la Isla Peligrosa; algunos quie-
las armas sería para mayor daño. Y po- ren afirmar que la gran sabidora Urgan-
niendo el pie en la tabla y el coracón en da la Desconocida fue señora d'ella y
su señora iva afirmando sobre el espada, que aquí se encubría a todos y que por
mas como llegó a la mitad d'ella, co- su muerte quedó encantada y esto, por-
mencé a doblegarse para abaxo junta- que ninguno la poblase, dexando aquí
mente con sonar que parecía quebrarse estos palacios y una fuente que allá fue-
por muchas partes, entonces se tuvo por ra queda de la manera que veréis. Y que
del todo perdido y detiniéndose un poco esto sea assí, la razón lo muestra porque
dixo entre sí: nunca en nuestros tiempos ni antes de
-Señora, si yo en las grandes afrentas nosotros vimos persona que supiesse dar
espero vuestra ayuda, ¿en cuál mayor nuevas d'esta isla, siendo cosa tan seña-
que ésta me puede ver mi ventura? La lada para hablarse en ella sino fue esta
vida, si yo no la desseara para serviros, dueña que se echó en el río que se 11a-
en poco tuviera perd'ella aquí; esta vez mava Eutropa, tía del gigante Dramu-
la quita d'este peligro y después ordena siando, de quien bien abréis oído decir;
alguno de vuestro servicio en que yo la que por ver a su sobrino vencido por
pierda y entonces vos quedaréis servida manos de un solo cavallero con todos
y yo contento. sus guardadores y Don Duardos, con to-
dos los otros príncipes sueltos, de lo cual
Entonces tornó a caminar por la tabla
llevava gran lástima por ver que cosa
tenido tan poco sus meneos como si ca-
que tanto deseaba. Y oviéndola traído a
minara por una puente muy segura; aún
tan buen efeto suceder assí, se fue al Sol-
no fue bien de la otra parte, cuando sa-
dán de Babilonia para le hazer venir so-
lió a los corredores una vieja, en su pa-
bre Costantinopla y destruilla. Y porque
recer de gran hedad, descabellada, el
en esto su intención no vino al fin que
rostro rascuñado, diciendo:
deseaba, como sabía este lugar, viéndo-
-¡Qué me aprovecha mi saber, si tan- se ya desesperada de los otros remedios,
tas vezes ha de ser destruido por un solo truxo consiguo los tres caballeros que
cavallero! matastes, que eran de su generación y a
Y echando mano de Palmerín, por mí con ellos, más por engaño que por
Uevalle tras sí, se echó en aquel hondo voluntad, y asentando en esta tierra,
río donde hizo el fin que sus obras me- desencantó esta isla con propósito de to-
recieron; mas Palmerín se tuvo tan bien
PALMERÍN DE INGLATERRA 343
dos los cavalleros que a ella viniessen de bres que esperavan cuando viessen gen-
hazellos matar o prender para satisfación te que los viniesse a sacar, para otra cosa
de su desseo. Ayer prendieron aquí a de lo que venían. Cuando Palmerín co-
uno, anoche otro, entramos de tanto noció que el uno era Belisarte y el otro
prescio que primero que los venciessen Germán Dorliens, viéndolos tan carga-
vencieron a mí y a los otros dos. dos de yerros y en tal lugar, sintió muy
-Los nombres de los tres cavalleros os gran pena y con esto se le rasaron los
suplico que me digáis, -dixo Palmerín-, y ojos de agua y mandóles luego quitar las
también me enseña la prisión donde los prisiones. Díxoles Belisarte:
pressos están para los sacar d'ella, pues -Señores caballeros, este beneficio
aquí no ay más que hazer. mucho mejor estuviera por hazer, y fue-
-El primero, -respondió él-, se llama- ra mejor dexallo para otra parte pues es
va Titubante el Negro; el segundo, Me- para más daño nuestro.
drusán el Temido; el tercero Forvolando -Señor Belisarte, -dixo Palmerín-,
el Fuerte. Si en alguna ora estuvistes en quien os mandó aquí meter no fue para
casa del emperador Palmerín ai los po- os quitar tan presto las prisiones.
dríades ver. Entonces, quitándose el yelmo por-
-Yo los conocí muy bien, -dixo Pal- que le conociessen, dixo Germán Dor-
merín-, y también conocí siempre d'ellos liens:
la intención dañada contra quien no lo -Ya yo, señor Palmerín, no se me da
merecía, por lo cual no me espanto ve- nada que me prendan cada día, pues allá
nir a hallar en este mundo el pago de sus quedáis vos para soltar a todos, según
obras y en el otro no sé lo que será. tenéis por oficio, de lo que Dramusiando
Luego se fueron a la prisión donde puede ser buen testigo.
los otros estavan, adonde no avía allí Passadas estas y otras palabras de
más que dos por aver poco tiempo que mucho plazer, se salieron afuera; el ca-
Eutropa allí llegara, que si le durara más, ballero que andava sirviendo mandó lue-
bien pudiera ser que fuera allí otro pa- go poner la mesa con que Palmerín fue
sso peor que el de Damusiando. Mas Da- contento porque Palmerín en todo aquel
llarte, que lo sintió, lo atajó con su saber día no avía comido; no menos Belisarte
trayendo el batel en que Palmerín fue a y Germán Dorlines lo tenían necessidad,
aquella parte donde le halló. porque los que allí los metieron mayor
Pues tornando al propósito, Palmerín cuidado tuvieron de aprisionallos, que
llegó a la prisión de Eutropa que era por no de darles lo que avían necessidad.
debaxo del suelo tanto trecho, y por tie- Mas esto no era mucho, pues la necessi-
rra tan escura, como un tiro de ballesta. dad enseña a los tiempos en que todo se
-Agora creo, -dixo Palmerín al cava- ha de cufrir en especial cuando falta el
llero que con él iva, con una hacha en la remedio, (libro I, cap. 58).
mano-, que esto nunca fue de Urganda,
porque su condición, según se dize, no
consentía tratar a los cavalleros tan mal. 2. A v e n t u r a e n e l r e i n o d e F r a n -
Y yendo assí platicando en el espan- cia: las aventuras de las cuatro damas
to que aquello le hazía, allegaron a unas
u e s t o q u e este libro y la historia
rexas grandes a manera de puertas, y
abriendo el cavallero un candado con
que se cerravan, entraron dentro; vieron
P d'él sea de Palmerín de Inglaterra y
de Floriano del Desierto, su hermano,
a los dos cavalleros en pie, como hom- como en el tiempo que ellos florecían
344 CABALLERÍAS CASTELLANOS
A N T O L O G Í A DE LIBROS DE C
uviesse otros príncipes y cavalleros casi los viniessen a buscar de lexos. Paresce
iguales con ellos en obras, y merescedo- que fueron tan notables las obras y he-
res de se hazer memoria de sus aconte- chos que allí acontecieron, que de aque-
cimientos, quiso el autor no dexar en ol- lla antigüedad quedaron hasta agora los
vido las obras de algunos d'ellos. nombres a los mismos castillos, que has-
Creyendo que haziéndolo assí, hazía ta agora los ay en Francia.
cosa para le reprehender y culpar y tam- Estas cuatro señoras, servidas de mu-
bién a las damas quitaría su precio, chos, no contentas de querer poner en
cuando por ellas o en su nombre, se hi- rebuelta y a las otras de su tiempo en
ziessen cavallerías y obras merescedoras desprecio, tocadas de embidias unas de
de mucho acuerdo, y de saberse en to- otras, quisieron que d'ellas cuatro se su-
das partes. A esta causa le pareció bien píesse cuál era la que hazía ventaja a las
escrevir algunas cosas que en aquellos otras. Telensi servía a la infanta Gratimar,
días acontescieron en el reino de Francia hija segunda de Arnedos, rey de Francia,
a muchos cavalleros andantes, algunas a en su casa; más altiva, más sobervia, más
su plazer; otras al contrario, según la for- valerosa que todas, tan confiada en su
tuna de cada uno las ordenava. parecer, gracia y disposición, que lo des-
Y dize, que como en aquel tiempo la preciava todo. Mansi, Latranja y Torsi
fama de la hermosura de Polinarda en servían a la reina; cada una tocada de las
Grecia, de Miraguarda en España, de Leo- mismas calidades que dixe de Telensi,
narda en Tracia, fuesse tanta que hazía usavan del mismo desprecio, sino cuan-
escurescer y tener en poco todas las to Mansi tenía de ventaja ser amada y
princesas y damas de los otros reinos, servida del rey, con que algún tanto la
como Francia, entre los de los cristianos sobervia y presumpción la señoreava.
sea uno de los más principales y muy fa- Mas d'estas cuatro, siendo casadas las
moso por antigüedad de las obras, algu- tres no por esso querían que las donze-
nas damas d'él, que en parescer y her- Uas de su tiempo las hiziessen ventaja,
mosura pensavan proceder a todas, pues en parescer y hermosura no se la
embidiosas de la fama ajena, ensober- hazían en ser servidas lo mismo, cosa
vescidas de su confianca, quexosas de que mucho se acostumbra y poco se es-
los cavalleros franceses por cuya falta o traña en Francia, y no es mucho guar-
flaqueza de amor les parescía que sus darse, aun esta regla, pues es dolencia
nombres no sonavan por encima de to- que viene de tan lexos.
dos los otros. Juntadas cuatro d'ellas en Torsi, siendo donzella y por casar,
aquellos días, a todo el reino y corte pensava que esta calidad, allende de las
donde en aquellos días hazían su habita- otras, le hazían merecer más. Mas como
ción, pensavan que hazían ventaja a las entre ellas la embidia fuesse grande y la
otras, ordenaron entre sí una manera de presumpción igual para prueva del me-
aventura a donde muchos cavalleros an- rescimiento de cada una, ordenaron en-
dantes viniessen, y por combate y armas tre sí que ninguna se dexase servir de
hiziessen prueva de sus personas en su ningún cavallero sino con esta condición:
nombre d'ellas, para que a costa de san- que aquel que en nombre de alguna qui-
gre de muchos, sus hermosuras tuvie- siesse seguir las aventuras, viesse a todas
ssen fama en todas partes. Estas señoras cuatro, y vistas, escógese por señora
se Uamavan Mansi, Telensi, Latranja, Tbr- aquella que más la voluntad le aficiona-
si, cada una tenía su castillo de los nom- sse, y la primera cosa que en su servicio
bres d'ellas mismas, para que por ellas hiciese, fuesse combatirse uno por uno
PALMERÍN DE INGLATERRA 345
con cuatro servidores de las otras. Los todavía algunos caballeros que, vencidos
cuales venciendo, avría por galardón lla- del aguardador de Miraguarda, passavan
marse cavallero de aquella por quien se la vida apassionada, quisieron provar
combatió, y con este nombre no pudie- esta aventura, y como algunos fuessen
sse por el mundo seguir las aventuras, de su natural enamorados, unos por ser-
quedando su señora con vitoria de la más vicios de unas, otros de otras, huvo
hermosa, haziendo las ventajas en todos quien hiziesse batallas, mas nunca vino
los autos y cerimonias reales, vanidades tal que venciesse a los otros.
que entre las mugeres más se estima y Mucho tiempo duró esta contienda,
dessea, que como de su propia naturale- sin ninguna d'éstas cuatro señoras aca-
za sean sobervias y presuntuosas, pod'e- bar de quedar en entero vencimiento,
11o ser entre las de su tiempo, y poder haziendo sobre ello persuaciones a ca-
usar de desprecio a quien con ellas bive, valleros, como que Dios para tales obras
es para ellas el mayor precio que en esta las hiciese. Y porque también algunos
vida se puede alcancar. cavalleros señalados de casa del Empe-
Ordenado este pacto y concierto con rador tuvieron parte en los trabajos d'es-
que se pensó hazer en Francia una aven- ta aventura, diráse alguna cosa d'ellos,
tura igual a la del castillo de Almaurol, que no será razón esconder las obras de
como los hijos del rey que en las armas ninguno, cuando son tales que pueden
hazían ventaja a todos los del rey, no tu- ser exemplo a los que no las usan. Assí,
viessen las voluntadas prendadas en otra que durando estos competimientos, la
parte, gastavan el tiempo fuera de la cor- fama d'ellos se derramó por el mundo,
te, y no entraron en esta aventura. Ger- que fue causa algunos cavalleros desfa-
mán de Orliens, como también sirviesse vorecidos en otras partes querer venir a
a Florenda, hija mayor del rey, fue fuera tomar nuevos amores, y seguir nuevo
de la cuenta d'ella. Los otros cavalleros cuidado, ganado o merecido con su tra-
franceses, como de su natural, el amor bajo. [...]
tenga poca parte en ellos, no uvo mu- Estando la corte de Francia en la ciu-
chos que quisiessen seguir la orden con dad de París cuasi todo un verano, mu-
que cada una de aquellas cuatro señoras chos cavalleros vinieron a ella, que se afi-
quería ser servida. Algunos que quisie- cionaron al servicio d'estas señoras,
ron provarse en los peligros del aventu- haziendo en sus nombres justas, batallas
ra, viendo una de aquellas damas, venci- y otras cosas que entre los enamorados se
do de su amores, dezía que en su hazen, y las más vezes, los menos entre-
nombre aventuraría su persona según el metidos en estas cosas eran franceses,
assiento de su postura; después, viendo que no repartió el amor tanto de sus do-
la segunda, olvidávase del amor primero, lores que sepan qué cosa es amor, ni nin-
y a esta hazía el mesmo ofrecimiento; guno tenga la afición tan biva que ella
mas viendo la tercera, olvidava las otras mesma los enseñe. Mas como de fuera vi-
dos, y viendo la cuarta, perdía la memo- niessen muchos, el amor que allí los guía-
ria de las tres. De manera que el temor va los hazía sentir todos sus acidentes.
de cada una los apartava de la afrenta,
Gran sobervia acompañava a las se-
díziendo que tal fuerca hallavan en el
ñoras que de todas estas cosas eran cau-
parecer d'ellas, que siempre la presente
sa, y la de Torsi mayor que de todas, por-
hazía poner en olvido las otras. Con este
que las otras, allende de con su parecer
achaque, dexados los amores, se desvia-
querer aficionar, hazíanlo con buen trata-
van del daño que d'él les podía recrecer;
miento, el parecer alegre, a quien a su
346 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
servicio se ofrecía, que era cosa de más vía obliga o aficiona, debe de ser tenida
assegurar voluntades agenas. Torsi, de en mucho, pues cativando voluntades, la
más hermosa de presiimpción, o de más suya parece siempre que está libre,
cruel, todo su fundamiento era en la es- Menos servidores tenía Torsi, a lo me-
peranca y confianza de su hermosura, y nos en Francia, que querían lo que ella
como de ninguna otra cosa se quisiesse negava, mas de estrangeros, los más se
ayudar, todo su parecer era acompañado le aficionavan, que no podían negar el
de un desdén, desprecio y essención, y merescimiento del desprecio en que te-
sobre todo, olvidada de todos los servi- nía a todo el mundo. Y quien tiene la
cios, y de la voluntad con que los hazían, presunción altiva y mala de contentar en
alegrávase que no se dixesse por ella que caso tan dudoso, huelga d'esperimentar
con muestras apacibles atraía a sí volun- su fortuna, porque no ay vencimiento
tades agenas. Sola en sí mesma confiava, grande sino a donde el que se combate
y a la verdad, aunque esto parezca grave se desespera, (libro II, caps. 35-36 y 72,
a quien sirve y ama la dama que por esta ff. lxxiiif-lxxvO.
58 PALMERÍN DE OLIVIA
de ¿Francisco Vázquez)
(1511)
por
Ma Carmen Marín Pina
TESTIMONIOS
TEXTOS
los del reino fueron muy ledos con él, e pueda vencer a nenguno de los cavalle-
la Reina le puso nombre Polendos, por- ros. E mi saber no puede desfazer aquel
que tomasse los nombres de Palmerín e encantamiento porque fue fecho antes
de su abuelo Florendos, porque eran la que yo e por mano de aquella que mu-
flor de la cavallería del mundo e también cho sabía, e si Palmerín no entra en el
porqu'en aquella tierra quería dezir 'hur- castillo yo creo que tarde vendrá quien
tado', (cap. 95, pp. 305-309). lo pueda fazer.
E otro día, al alva del día, se partie-
ron e llegaron a ora de prima al primer
7. El castillo de los diez padrones padrón. E sabed qu'estavan uno de otro
echadura de una piedra e todos estavan
, A y señora!, -dixo Muca-, Dios es en derecho los unos de los otros, e al
~ I x V Aquel que lo puede fazer, que primero todos podían llegar sin ningún
sabed mi saber poco vos puede a vos embargo; e en medio de aquel padrón
aprovechar: aprovecharvos ha más la estava una espada metida, la más rica
bondad de Palmerín. Vuestra enferme- que se podía en el mundo fallar, e no se
dad se causó por una flor que olistes e parecía d'ella sino la empuñadura, e to-
por flor avéis de ser guarida, e ésta no la dos cuantos allí Uegavan avían provado
puede aver sino aquel que en bondad de sacalla e no podieron. El infante To-
passa a todos los del mundo. E quiero man, como allí llegó, provó de sacalla
que sepáis que en esta tierra ovo una mas no pudo: e ansí fizo Dormín e todos
donzella fijadalgo, que era señora de un los otros. E desque todos faltaron, roga-
castillo muy bueno; e ésta no se quiso ron a Palmerín que provasse de sacalla,
casar mas diose a deprender todas las ar- e él lo fizo mas tanto acabó como los
tes qu'ella pudo, e ha bien ciento e cin- otros e dixo, desque no pudo sacalla:
cuenta años que murió; e en su vida cri- -Esta espada para alguno está aquí
yó un árbol en una huerta qu'ella tenía, guardada-. E mucho dudó en su coracón
qu'es tan estremado de todos los otros de no entrar en el castillo cuando no
que todo el año tiene flores, e éstas son pudo sacar la espada, mas no lo dio a
de tanta virtud que vos podrán a vos dar entender. [...]
guarida. E ansimismo en aquel árvol cría Palmerín se puso en punto para co-
un ave, la más fermosa que en el mun- mentar su batalla con los cavalleros, e
do puede aver otra, e no se mantiene antes que moviesse santiguóse tres ve-
sino de las flores de aquel árbol, e cuan- zes. Entonces conoscieron todos que era
do ella está leda echa por la boca un cristiano, que fasta allí no lo sabían de
agua muy oliente: si vos aquélla pudié- cierto. E como esto fizo, cubrióse de su
ssedes aver, del todo se os quitarían vues- escudo e baxó su lanca e passó el pa-
tros males e quedaríades tal como érades drón: y en medio del uno e del otro sa-
primero e aun muy más fermosa. E este lió un cavallero en un cavallo alazán e
castillo se llama el de los diez padrones, de unas muy ricas armas e venía con la
porqu'ella fizo al tiempo de su muerte lanca baxa e embragando su escudo, e
un encantamiento que no pudiesse en- vínose a encontrar con Palmerín e fue-
trar en aquel castillo cavallero nenguno ron tales los encuentros que ambos a
sin que primero no uviesse batalla con dos fueron a tierra. El can, que no se
diez cavalleros qu'ella allí dexó encanta- partía de Palmerín, tomó su cavallo por
dos; e de cada padrón sale un cavallero. . la rienda en la boca e túvolo ansí quedo,
E fasta oy no ha ido allí cavallero que mientre tanto los cavalleros se levanta-
ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
ta
* crud que todo e T a n T VM * f ^ ^ * ñ £ t r a V Ó l e de^ e - u d o tan
ve
Hos. Ei q ca Val fe ro Heí m a ^ l l l a d ° ? d e ^ « e m e n t e que gelo sacó de las manos
Shü
tan liae r o J2 ¿ ° andava e lue
§ ° e l ^vallero cayó en tierra e eme
C d Ó tal C m
P - e s ? r q : e S s coTY í ™ * ° ° ™ t o ' e P a l m e a s e ma
6 G ÍUG m U y l e d
combatido E ' p a s ó una * ^ f^ ° e conoció ^ a
cosa no fi7i ~ „ ! T OTa q U G ° t r a t u e r a d e ac ue
? i l cavallero estava en el es-
CUd
grandes e pesado " 1 " ? ; T f ? ° " ^ " él a q u d l ° P u d i e s - &2r
t0d S qU£ 1 ¡
merín vido^ue en d a v a i w f ^ ^ " ° ' g e r a « los vencería. E
anSÍ VCrdad C o m o él lo
cía manera de ve n C e se Z ^ ^ ^ P ^ ó . (cap
ae venceise, con grande saña 131-132, p P . 457 y 461)
59 PRIMALEÓN
de ¿Francisco Vázquez?
(1512)
por
a
M Carmen Marín Pina
TESTIMONIOS
TEXTOS
Pnmaleon bolvió a ellos con gran saña y vía de tornar a ella fasta fazer algún gran
)° a cada uno tan fuerte golpe, que fecho y todavía él acordó de punar ha-
estos los echó a tierra y después co- ver a Flérida y sacalla de Costantinopla si
nenco a ferir por todas partes. Perequín él pudiesse; y si él ansí lo fiziesse, que
vido y tomó una lanca y fue para Pri- sería bienandante en ganar por sí mesmo
lateon y, sin dezille nada, lo encontró a tan fermosa cosa y de fazer al empera-
i!, P° de rosamente, que le fizo perder dor aquel pesar como él fizo a su avue-
jas estriberas y frisóle la loriga y fizóle lo. Y esto afirmó en su pensamiento. Y
a
Uaga. Primaleón se espantó quién llegando a la ciudad de Costantinopla
a aquel que ansí lo acometía y tornó desconocido, que persona en él no mi-
°re el y comencólo a ferir y Perequín rava, fuesse al palacio del emperador y
el, como aquel que no desseava otra allí lo vido él a su voluntad y conoció la
osa s ,n 0 s u muem L] Qomo Perequín gran tristeza que todos tenían por no sa-
. muerto, los más de sus cavalleros lo ber nuevas de Primaleón. Y don Duar-
eron porque de contino andavan en su dos mirava a todas partes por ver si ve-
« ua roa. [...] E c u a n d o k d u q u e s a y Gfi _ ría a Flérida, mas ella pocas vezes salía
orna supieron todo el fecho, uvieron de su cámara, que gran pesar tenía por
pesar
o n rio > especialmente Gridonia, su hermano.
4"e lo amava de coracón. Entonces fizo Y don Duardos estovo en la ciudad
lia juramento delante de todos cuantos de Costantinopla tres días que jamás la
He e A fStaVan d e n o s e c a s a r c o n c a v a - pudo ver y él no fazía otra cosa sino an-
ro del mundo, sino con aquel que le darse por las rúas mirando aquella gran
esse en arras la cabeca de Primaleón. ciudad de Costantinopla. Y un día en la
Cca
P- 72-73, P P . 133-136). tarde, andando mirando por de fuera los
palacios del emperador, llegóse aquella
parte de la huerta donde el emperador
néro° n D u a r d o s ' Príncipe jardi- se engendró estava. Y sabed qu'el em-
perador la avía fecho cercar de muy alto
muro y havía labrado en ella caños de
d o n
Y D u a r d o s s e vist[i]ó unos pa- muy gran sotileza por donde venía agua
aver ° n S b s m á s viles
que él P u d o muy fría a unas fuentes que en ella esta-
oorii' m a S P r Viles
° °< ue e l l o s e r a n n
o se van muy bien obradas. Y porque él avía
valor a r e i C ° b r Í r k SU g r a n f e r m osura y seído allí engendrado, fizo grandes cosas
deS( ue d o n
cer ! r 3 Duardos se vido en ella y fizo poner en ella árboles de es-
rea de la cibdad de Costantinopla, dio trañas maneras. Y tenía allí un ortelano
dJrtal 8radas a Dios
P°r le
aver guar- que los curasse y fizóle una morada en
a S t a aUí y r óle ue d e allí la huerta para él y su muger y fizóle una
adeLí °8 <l puerta por donde se mandasse. Y esta
rriess f ° l £ d e s a M P a r a s s e y le aco-
nafi-J a , S u c u i t a Porqu'él era acom- huerta estava a la parte de la cámara de
pañado de grandes pensamientos, qu'él Flérida y ella de contino con sus donze-
sa d í i ^ T d a r a c o n o c e r Por ser la cau- Uas salían a folgar muchas vezes allí.
la l d a d e
to Primaleón y no sabía si se Y aquella tarde que don Duardos se
en r a I n § l a t e rra y embiar a demandar acaeció a venir por allí, el ortelano, que
esto | S a m Í e n t ° a F l é r i d a a l a p e r a d o r , y era un hombre viejo, y estava a la puer-
Pem,, 6 e r a a é l g r a v e d e f a z e r Porque ta de la huerta que quería salir y su mu-
qUC m i e n t r
DH« e tanto la perdería. Y ger cerrar la puerta porque Flérida esta-
P S a v i a sa
lido de su tierra, que no de- va con sus donzellas en la huerta. Y no
PRIMALEÓN (il) 355
pudo la ortelana tan presto cerrar la armas por amor d'ella como otros cava-
puerta que don Duardos no las viesse. Y lleros fazen por donde alcancan los co-
bien conoció que allí estava su señora y razones de aquellas que aman. A mí la
tanta fue la su alegría que el coracón se ventura me ha seído tan esquiva que me
le estr[e]meció y quedó turbado en ver la á fecho mezquino cavador de tierra y
puerta cerrada. El órtelano se fue su ca- otro remedio no tengo para la poder ser-
mino a las cosas que a él menest[e]r le vir. ¡Ay, don Duardos!, ¿qué farás? Que te
eran y don Duardos no tovo tanto poder conviene morir muy cedo con desseo de
que de allí se fuesse, antes estovo muy aquella que no puedes aver, que, consi-
cuitado fasta que el ortolano tornó. En derando el su gran valor y el tu poco
este tiempo pensó él que si él en aque- merecer, es razón que pagues con la
lla huerta pudiese entrar, que sería él muerte el loco atrevimiento que has te-
más bienandante del mundo aunque él nido. Mas ¿de qué me quexo yo?, ¿qué
se fiziesse tan baxo que tomasse el ofi- mayor bienandanza quiero yo para mí
cio del órtelano, y acordó de dalle gran- que es ésta de estar en lugar adonde
des dones porque él lo tomasse en su cada día la pueda ver y fablar? ¡Qu'esto
compañía. [...] no á de durar para siempre! ¡Ya viniesse
Y luego el órtelano guisó de cena de la ora que mis ojos la viessen que nin-
lo qu'ellos tenían y fizo entender a sus fi- gún afán ni trabajo que yo sufra será
jos pequeños que era su hermano y to- duro para mí, mas muy suave! (cap. 97,
dos fueron muy ledos con él. Y como él pp. 218-220).
oyó dezir a la ortelana el nombre de su
marido, acordó don Duardos de llamar-
se ansí por desconocerse. Y desque ha- 3. Primaleón enamorado de su
blaron en muchas cosas, don Duardos le enemiga
dixo que quería dormir en la huerta por
comencar a obrar su fecho y los ortela-
nos se acostaron. Y don Duardos se sa-
lió entre los árboles, que en aquel tiem-
P r i m a l e ó n y el cavallero Giber ansi-
mesmo se fueron para el castillo
de la Roca Partida y no ivan armados
po era la fuerca del verano y estavan los sino solamente de sus espadas y ricos
árboles todos cargados de ramos y flores mantos cubiertos, y no Uevavan consigo
que davan de sí grande olor, que don sino al enano y al escudero de la du-
Duardos sentía gran descanso en su co- quesa. Primaleón iva tan desacordado en
racón. Y sentóse cabe las fuentes por ver pensar de ver a Gridonia, que no oía las
caer el agua de los caños; allí le era a él cosas que el enano passava con el cava-
lugar muy sabroso pensando que su se- llero Giber. [...] El escudero fizo entrar a
ñora muchas vezes allí estava. Y los con- los dos cavalleros y el alcaide fue con
juros que él fizo para aver el tesoro fue- ellos fasta que fueron ante Gridonia. Era
ron mortales sospiros que de su coracón ya tan tarde que tenían candelas encen-
salían desseando de ver aquella ora que didas y a la lumbre d'ellas parecía Gri-
él con su señora se viesse en aquel de- donia tan fermosa que era cosa estraña
leitoso lugar, mas dezía él: de ver aunqu'ella estava muy triste por
-¡Ay cautivo, que pienso que jamás amor de la guerra que el príncipe le fa-
este desseo yo lo entiendo de ver com- zía. Ella se levantó luego a recebir los ca-
plido! ¿Cómo querrá ella ver una cosa valleros y ellos fincaron las rodillas an-
tan baxa como yo agora estoy? Es verdad t'ella. Gridonia tomó al cavallero Giber
que la sirvo con fazer grandes cosas en con una mano y al de la Roca Partida
356 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
[Primaleón] con la otra y fizólos levantar y galardón que prometéis a quien vos la
sentar en el estrado y ella en medio d'e- diere, mas fazello he yo por vengar al ca-
llos. ¿Quién podría dezir lo que sentían vallero Giber y por vengaros a vos. (cap.
los coracones de aquellos dos cavalleros? 87, pp. 191 y 193).
El cavallero Giber de verse tan cerca de
Gridonia, Primaleón de vella y mirar él la
su gran fermosura que le pareció a Pri- 4. El Gran Patagón y los salvajes
maleón rmicho más que le avían dicho y patagones
estava tan trasportado, que no podía fa-
blar ni sabía qué dixesse. [...] i buen señor, -dixo Palantín-,
Y Primaleón fue triste cuando oyó M la mayor población que ella
dezir a Gridonia que Primaleón era trai- tiene es en la costa de la mar; y a una
dor y en mirallo tan graciosamente sintió parte d'esta isla ay muy grandes monta-
gran turbación en su coracófn] en pensar ñas y, de poco tiempo a esta parte, mo-
que aquella que él tanto amava era tan ran en ellas una gente muy partada de
sañuda contra él y díxole: todas las otras que ay en ella, porque bi-
-Mi señora, el cavallero Giber es de ven ansí como animales y son muy bra-
tanto coracón y vos ama tanto que todo vos y esquivos y comen carne cruda de
afán que él passe por serviros le será lo que cacan por las montañas. Y son
gran descanso; y yo creo qtie él no fol- ansí como salvajes que no traen sino
gará fasta verse con Primaleón. Y pésa- vestidtiras de pieles de las animalias que
me mucho d'ello que creo que recebirá matan y son tan desemejadas, que es
gran daño porque, según he oído dezir a cosa maravillosa de ver. Mas todo es
muchos cavalleros, a Primaleón le es nada con un hombre que agora ay en-
acusada la muerte de Perequín sin razón tr'ellos que se llama Patagón. Y este Pa-
y por esto creo yo que no fizo él traición tagón dizen que lo engendró un animal
en lo matar en los torneos, como se que ay en aquellas montañas, qu'es el
acaecen muchas vezes. Y si yo me uvie- más dessemejado que ay en el mundo,
sse de combatir con él, otra razón bus- salvo que tiene mucho entendimiento y
caría para lo fazer y no aquella y bien se es muy amigo de las mugeres. Y dizen
á parescido en los cavalleros que él á que ovo que aver con una de aquellas
vencido; y si él alguna culpa tuviera, ya patagonas, que ansí las llamamos noso-
fuera muerto por mano de alguno de los tros por salvajes, y que aquel animal en-
que lo han desafiado. gendró en ella aqtiel fijo; y esto tiénenlo
-¡Ay, Cavallero de la Roca Partida, rué- por muy cierto según salió desemejado,
govos, por la fe que a Dios devéis, -dixo que tiene la cabeca como de can y las
Gridonia-, que no me fabléis en salvar a orejas tan grandes que le llegan fasta los
Primaleón que me faréis morir con pesar hombros, y los dientes muy agudos y
si d'él me dezís! grandes que le salen fuera de la boca re-
tuertos, y los pies de manera de ciervo y
-Yo me escusaré de fazeros pesar
corre tan ligero que no ay quien lo pue-
-dixo Primaleón- y yo vos prometo, por
da alcancar. Y algunos que lo han visto
este pesar que vos fize agora, que si el
dizen d'él maravillas. Y él anda de conti-
cavallero Giber no vos da venganca de
no por los montes cacando y trae dos
Primaleón, de jamás folgar fasta que vos
leones de trailla con que faze sus cacas
dé su cabeca en vuestras manos; y esto
y trae un arco en sus manos con saetas
no lo faré porque pienso no ser merece-
muy agudas con que fiere. Y desque este
dor de alcancar tan gran bien como es el
PRIMALEÓN (il) 357
venía Finea sola y estava toda la noche amarga, porqu'él sentiesse el amargura
con él. Y de aquella vida jamás fuera eno- qu'él sentía en su coracón por la false-
jado Tarnaes si la ventura no lo mudara al dad que le avía fecho. Y por todos los
revés, que sabed que el rey en todo este árvoles andavan muy grandes aves y ne-
tiempo que él allí estuvo no vino a ver a gras a maravilla y el rey les mandó que
Finea y la causa d'ello era porque avía tres vezes en el día lo firiessen con los
embiado a llamar a Briceo, padre de Fi- picos en la cara y en el cuerpo y ansi-
nea, por le fazer grandes bienes y honras mesmo en los ojos, porque avía visto la
por le ganar la voluntad. [...] fermosura de Finea. Y ansí lo dexó en
Tarnaes y Finea, cuando conoscieron tan gran cuita y tormento y cubrió aquel
al rey, fueron espantados y no supieron lugar de una niebla muy escura porque
qué fiziessen ni dixessen. El rey, estraña- no pudiese ser visto de persona del
mente airado d'él, no acordándosele que mundo ni fallado.
era su fijo, sin nenguna piadad obró en E desque fizo sus encantamientos a su
sus encantamientos y fuese con él a una voluntad, tornóse para el castillo donde Fi-
montaña que avía en aquella tierra muy nea quedava y esto fizo él tan prestamente
áspera y apartada. Y allí fizo por sus ar- que antes que fuesse de día fue en la huer-
tes una torre y una huerta cabe ella de ta. Y veniendo en aquel lugar donde a Fi-
estraños árvoles y toda la fruta d'ellos nea avía dexado, fallóla muerta y metida la
era tan amarga y ansimesmo el agua que espada de Tarnaes por el coracón, que sa-
en ella avía, que no avía hombre que la bed que, ansí como ella vido llevar tan
pudiese gustar. Y allí metió él a Tarnaes, caielmente a su amigo, pensó que el rey lo
su fijo, y díxole que no avía de comer llevava a matar y que asimesmo faría a ella,
otra cosa sino de aquella fruta y agua tan (caps. 140-141, pp. 341-345).
60. PLATIR
de Francisco de Enciso Zarate
(1533)
por
Ma Carmen Marín Pina
TESTIMONIO
TEXTOS
BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 1999- EDICIÓN: Ma Carmen Marín Pina (ed.), Alcalá de Hena-
res, Centro de Estudios Cervantinos, 1997. ESTUDIOS: Marín Pina (1996).
PLATIR ( I I I ) 359
nada dezir, y con el gran pesar que tenía su señora Florinda ni después, mas ante
no hazía sino bolver las espaldas a la contino creció en su amor fasta la muer-
donzella que cabo ella yazía torciendo te, como su historia lo devisa más largo.
las manos una con la otra fingiendo que Mucho maravillada estava Trióla y no lo
le dolía el coracón. Y assí passó ella toda pudiera ella creer si no la viera ella en
aquella noche y tantas vascas hazía la in- poder de Silbia. [...] Y luego con esto
fanta en el lecho, que le fue forcado a la hizo ella llamar a Filadelfo y díxole:
donzella de levantarse. Grande era el -Ve al castillo del Alva y si ai fallares
duelo que todos los del palacio fazían, el Cavallero del Espejo, dale esta carta; y
tanto que vino el rey luego aquel día de si no lo hallares ai, ve en Inglaterra, que
mañana a ver la infanta y preguntóle en la corte del rey don Duardos lo halla-
qu'es lo que sentía con mucha piedad. rás, y no tomes d'él por ninguna manera
La infanta le dixo: respuesta; aunque te la dé, di que yo te
-Señor, la verdadera muerte siento lo mando assí. [...]
que me degüella. El donzel le saludó y le dio la carta
-Pues esforcadvos, hija, que todo lo de la infanta Florinda. Y ante qLie Platir
que convenga para vuestra salud todo se la rescibiesse, le tremieron las carnes y le
hará aunque supiesse yo quedar sin el falleció el coracón, que bien cuidó él lo
reino de Lacedemonia. Y punad por le- que en la carta venía. Y tomó su carta y
vantarvos muy cedo por dar algún des- leyóla y tanta fue la pena que con ella
canso a la reina, vuestra madre, que tan- rescibió, que no la pudo acabar de leer
to como vos siente vuestra enfermedad, ni sostenerla en las manos según las
que de mí ya soy viejo; sí Dios fuere ser- fuertes razones en ella venían. Allí súbi-
vido de llamarme d'esta manera, aquí es- tamente le falleció el coracón y cayó
toy para complir su voluntad. Folgad como muerto en tierra sin ningún senti-
vos, fija, y ved vos todo lo que a vos do tener, tanto le penetraron sus razo-
se vos antojare, que todo se hará como nes; y ansí estuvo una gran pieca, que
lo vos quisiéredes. [...] nunca pudo tornar en sí, de que el don-
Pues idos todos, quedando la infanta zel Filadelfo uvo mucha manzilla de ver
y Trióla solas, la infanta le dixo toda la ansí morir un tan presciado cavallero
causa de su enfermedad y cómo avía vis- como lo era el infante Platir. Allí malde-
to en poder de la traidora de Silbia la pe- zía los aceleramientos de las donzellas y
rilla que ella havía dado al infante Platir. sus cartas, que tanto poder tenían sobre
-Y según la donzella fuelga de hablar locos cavalleros. Pues a cabo de rato re-
en el cavallero, por muy cierto tengo cordó ya cuanto Platir y dixo contra Fila-
que lo ama muy afincadamente y lo mes- delfo:
mo creo del infante, pues assí me á bur- -Dezid, donzel, por el amor que a
lado en dar lo que yo le avía dado con Dios devedes, ¿díxovos más la infanta
sus puras importunaciones, como vos, que me dixéssedes?
señora, sabedes. -Díxome, señor, -respondió Filadelfo-,
Y cierto vos digo que la hermosura y que no recibiesse carta vuestra ni res-
gracia de Silbia mucho autorizavan en el puesta por ninguna manera, y que ansí
pensamiento de la infanta, porque era la vos dfxesse que me era de su parte man-
donzella una de las apuestas del mundo, dado.
mas mucha más era la lealtad del infan- -Pues idvos ora sin respuesta, -dixo
te Platir, que nunca se halló en su histo- Platir-, y dezid a la infanta que yo me vó
ria que otra donzella amasse ante que a a pagar por el mundo lo que nunca pe-
PLATIR ( I I I ) 361
qué, como el más desconsolado cavalle- -Ora no fables más en ello, -dixo Flo-
ro que toda ventura le desampara. rinda-. Si mi vida quieres, conviene que
Y con esto demandó sus armas y ca- luego me hagas hazer armas y todo lo
vallo y sin poner más recabdo en la isla, que es necessario lo más encubierto que
a vista del donzel Filadelfo, se fue sin sea possible.
más atender por do la Fortuna lo guió Ansí lo hizo Filadelfo, que de nadie
acá y allá, que no llevó él más camino fue sentido y tráxolo todo una noche
concertado del que que avedes oído. Y para palacio. Y mandó la infanta qu'el
ansí anduvo él bien seis días sin entrar en campo del escudo fuesse blanco con
poblado ni comer, ni parava en cabo nin- unos ramos verdes de oliva sembrados
guno más de cuanto dava él de comer a por ai con sus sobreseñales con los mis-
su cavallo muy poco. Tal andava él, que mos ramos, y vos digo que era bien lu-
no lo podía él fazer andar atrás ni ade- zido todo. Y luego aquella noche se lo
lante con la gran fatiga y hambre que en- provó todo la infanta y vínole tan bien,
trambos a dos sufrían pensando en aque- que fue maravilla, de que la infanta se
llas crueles razones que la infanta en la folgo mucho. Y hizo ella con Filadelfo
carta le avía escripto, que noche ni día que luego otra noche toviesse apareja-
no le podían hazer sossegar, tanta era su dos dos cavallos al postigo de la huerta
pena. (caps. 34 y 36, pp. 160-162 y 169). porque a prima noche se fuessen, que ya
cuando en la cibdad fuesse sentida la ida
de la infanta Florinda que estoviesse ella
3. Florinda, virgo bellatrix alexada gran trecho de la cibdad y fuese
causa que nadie le estorvasse este glo-
rioso camino. [...]
A esta o r a l l a m ó Florinda a Filadel-
fo y díxole todo su coracón y
cómo ella entendía de ir en Bohemia y
Y luego enderecó Filadelfo algo so-
bre la mano derecha y anduvieron toda
llegar a la cueva donde estava encantado aquella noche y casi fasta ora de nona
el cavallero Platir y el rey, su señor, y te- sin resposar. Ya a esta ora los cavallos
nerles compañía en el mismo encanta- ivan cansados y tanbién Florinda iva
miento; y que, porque creía que si fue- algo fatigada, y metiéronse por medio de
sse, dezía Florinda, en ábitos de donzella la floresta un valle arriba; debaxo de
que no se querría con ella aver Pelian- unos árboles, cabe una fuente se apea-
dos como se á con los otros cavalleros. ron. Allí comió la infanta de lo que Fila-
-Me conviene de ir armado como ca- delfo traía lo que les fizo menester y lue-
vallero a cavallo. Y por esta guisa, terne go Florinda dixo que quería reposar, que
ya manera de justar con él y él de me- se durmía.
terme en la prisión con el infante, mi se- -Pues hágalo vuestra alteza, -dixo Fi-
ñor. Y también, yendo d'esta manera, no ladelfo-, que yo velaré en cuanto ella
avrá quien nos conozca aunque del rei- duerme.
no salgan tras nos. Y esto conviene que Y echó su yelmo a la cabecera y el
assí se faga, porque de otra manera yo escudo hechóse sobre él a dormir como
no podría bivir una sola ora. Y este pen- si toda su vida fuera criada en las armas.
samiento me á mí tornado tan locana Allí soñó Florinda casi todo bien ansí
como estos días as visto, que bien sé que como le avino en la cueva con el infan-
se hazen todos maravillados d'ello. te Platir, de que ella estava muy alegre.
-Gran cosa queredes hazer, señora, Y despertó con esto y vido luego venir
-dixo Filadelfo. casi desde el principio del valle una don-
362 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
zella en un palafrén a todo correr, dando Florinda cavallero, que muría por ella de
los mayores gritos del mundo, y tras ella amores, tanto que, yéndose acostar la in-
un cavallero. Y como los vido ansí venir, fanta, no se pudo cufrir Mirnalta, la don-
la infanta bien cuidó que la donzella ve- zella, que ansí avía nombre, qLie no des-
nía a pedirle socorro, y tomó su yelmo y cubriesse su coracón a la infanta. Y vos
enlazólo en la cabeca lo mejor que ella digo que Mirnalta era por maravilla fer-
pudo, y echó su escudo al cuelo y echó mosa y muy agraciada, tanto que pareció
mano a su espada, y tomó la donzella ella muy bien a la infanta Florinda. Mu-
cabo sí y dixo contra el cavallero: chas cosas de amores y de requiebros
-Cavallero, estad quedo, que agora passaron entre la donzella y Florinda,
no avedes de hazer a la donzella cosa tanto que Florinda se otorgó por su ca-
ninguna, que está ella en mi poder y de- vallero veyendo el sobrado amor que
fendérvosla ía yo por batalla si vos y Mirnalta le tenía, prometiéndole que
cosa desaguisada le hiziéssedes. Mas tan- cuanto él bolviesse de provarse en una
to y faré yo, que si tuerto y vos tiene fe- aventura de un cavallero su amigo que
cho que vos lo emiende. estava en prisión de luego ser con ella y
-No quiero yo más, -dixo el cavallero-, d'estar allí cuanto ella mandase.
que cosa de la donzella yo no lo quiero -A Dios merced, -dixo Mirnalta-, que
por ninguna manera. Sabredes, señor ca- agora me tengo yo por la mas bienan-
vallero, que á bien dos días que topé esta
dante donzella del mundo, pues de tal
donzella en una floresta dos jornadas de
cavallero soy servidora.
aquí, do yazía yo cabe una fuente dor-
-Soylo yo vuestro, -dezía Florinda-, y
miendo, y ella me tomó el escudo que
trae al cuello y por cosa que con ella he esta ventura no quiero yo dexarla de co-
fecho nunca me lo á querido tornar, de- nocer. Y pues que Dios me á hecho la
ziendo que anda en el escudo devisa de mayor merced del mundo en que vos,
su amigo y suya, y dígovos, señor cavalle- mi señora, me quisiéssedes tomar por
ro, que si no fuera por ampararla vos, que vuestro cavallero, que donzella sodes
yo le hiziera que comprara caramente el vos para que cualquiera príncipe se to-
enojo que me tiene fecho todo este tiem- viesse por bienandante de serviros. Por
po passado. (cap. 70, pp. 317-318). la orden que juré de cavallería, que en
cosa no me entremeta si no es en esta
aventura que vó fasta que sea aquí con
vos para hazer vuestro mandado.
4. La doncella guerrera y el jue-
go de la seducción Y con esto tomava Florinda las ma-
nos a Mirnalta y besávaselas muchas ve-
zes. Luego dende a cuanto, salió la don-
Y a casi c u a n d o quería anochecer,
allegaron al castillo y por muchas
importunaciones de la donzella quedó
zella de la cámara y dexó a la infanta
sola, la cual nunca ál fazía sino cuidar en
allí aquella noche Florinda, do ella fue su amigo el infante con los mayores pen-
muy bien servida de todo lo que le hizo samientos del mundo. Ansí pasó aquella
menester a ella y al donzel Filadelfo. noche y con doblados dolores lo passo
Pues ya después que desarmada, Florin- la donzella Mirnalta, que no veía ella la
da quedó la cosa del mundo más bella; ora que amaneciesse para ir ver al cava-
con el calor que llevava no parecía sino llero, que cuidava ella que lo era. (cap.
verdaderamente ángel. Fue tan pagada 70, pp. 319-320).
de ella la donzella, creyendo que fuesse
PHILESBIÁN DE CANDARÍA 363
por
Hernando Cabarcas Antequera
TESTIiMONIO
TEXTOS
vienen esas donzellas hermosas, háblen- grandes arboledas, vieron estar un pilar
le con mesura y seréis todos libres por de mármol, que por una boca de un león
ellas, que las ama mucho y no vos verná que en él estava aleado, y los ojos y los
ningún mal [...]. Y el jayán mirando la más de sus miembros, caños de agua
hermosura de la infanta, estava muy ator- muy clara salían, que de una fuente la-
descido en el amor suyo sin nada le ha- brada manavan que en medio del prado
zer. E como ya viesse que avía buelto en era. Alegres fueron los cavalleros del lu-
sí queriendo sin nada le dezir, como bes- gar tan vicioso, abscondido, que allí es-
tial que era, tener ajuntamiento con ella, tava, y muy maravillados d'ello. Pues allí,
súbito le vino tan gran tremor y miedo, mandándoles descavalgar y hechando
que espantado del gran tremor que en su sus cavallos a pascer por la verde yerva
coracón le vino, cayó como si una gran que era do la floresta estava, se sentaron
torre cayera en tierra, y de la caída que todos tres, y dixo la duquesa:
dio quedó como muerto. La infanta, que -Beved d'esta dulce agua del pilar,
muy espantada era, viendo la gran mara- que yo vos digo que passarán algunos
villa que el poderoso Señor por ella y su días que cavallero como vos no lo beva,
cormana obrava, tomando gran esfuerco y vos dará gran refrigerio; porque ésta se
en sí, como persona que de una gran rui- llama la Fuente del Pilar del Agua de
na y peligro escapa y sale, se fuera don- Acrescentar Amor.
de Lecisa estava. La cual, como ella la Los cavalleros, biviendo de la fuente,
sentiesse llamar, pensando que fuesse el luego fueron muy más enhartados. Y ol-
jayán que se veniesse para ella y que ya vidando el amor de sus mugeres, ende-
con su cormana avía tomado su deleite, más Perindeo fue tan enamorado de la
no osando llorar ni responder, estava donzella, que no pudo estar sin se alle-
muy queda. Mas viendo porfiavan llamar, gar a ella diziendo:
y que la Uamavan cormana y señora mu- -Si Dios me vala, mi buena señora,
chas vegadas, conosciendo la boz de
pues vos me avéis mandado que tome la
Yrboina se levantó con gran priessa y
muerte para mí; si no me vale la vuestra
abrió la puerta, (ff. xxvv-xxvir).
mesura, con mucha razón me podría
quexar de serme tan cruel cuanto her-
mosa os hizo Dios para mi mal no me re-
3. Las magas m o r a s Daifalea y mediando.
Zulbaya encantan a Armirán y Perin- -Esso no haré yo, por mi fe -dixo la
deo c o n el agua de acrecentar amor donzella-, ni vos mi señor Perindeo lo
merescéis; mas dexad allegar aquella
las gentes que devisas. En memoria del avían llagado, aunque las del príncipe
cual servicio que te fago, para siempre eran sin peligro, de que Odorpo se sen-
de mí te acordarás; y porque en otro tía muy desmayado, el príncipe le hizo
tiempo que en semejante peligro te veas, una tan gran herida sobre el braco de la
serás por mí assí mesmo socorrido. manga de la loriga, de que más no se
»E assí, dexándome un hermoso ani- pudo aprovechar con él; assí viéndole
llo en mis faldas, y tomándolo yo con dio otro golpe sobre el yelmo que dio
gran consuelo que en las palabras del con él en tierra, y yendo sobre él sin nin-
gran grifo avía sentido, y mostrando la guna compassión que del ovi[e]sse le
valerosa piedra que en él estava, súbito cortó la cabeca, y dixo:
vía caer aquellas gentes en tierra, y ser -Assí plega al poderoso señor tenga-
desechas como humo. De que yo que- mos presto los que contra tan gran sin
dando en gran alegría y demasiado pla- razón en estos reinos entraron, (f. xlv).
zer, gente de gran hermosura y valor,
assí de cavalleros, como hermosas due-
ñas y donzellas con semblante de cresci- 7. L o s a m i g o s d e O d o r p o desa-
da alegría y apostura, en contra de mí fían al prínipe Felinis, llamado ahora
veniendo y haziéndome gran mesura, el Caballero de los Corazones
me tomavan. E llevándome a una cáma-
ra de riqueza y valor incomparable, can-
tando me dezían:
«-Bien venga aquella que subrepujan-
S a b i e n d o c u á l el Cavallero de los
Coracones era, mucho fue en gran
manera maravillado de su poca edad y
do a nos de hermosura e bondad, por su gran hermosura y de su grande esfuerco,
esfuerco y valor, será reina y señora con dixo:
el señor del preciado grifo, cuyo conse- -Cavallero, el jayán Maleorte y Bra-
jo tomó, y holgará entre las más fortuna- mafeo el Fuerte mis señores, y el rey
das seguirá, (ff. xxivv-xxvr). Hermior de Panonia y Suecia, que se lla-
ma como hermano suyo en armas que
es, te hazen saber por mí cómo ellos han
6. El combate entre el príncipe sabido por muy manifiesto y claros testi-
Felinis y el gigante Odorpo monios dignos de fe en como tú, con
gran traición y engaño, matasse al noble
Odorpo de la Delpha, espejo de nuestro
Y embragando sus escudos y he-
chando mano a sus espadas se
encomencaron a herir y hazer una vata-
linaje sobrino de mis señores, que como
a sí mesmo amavan; y después, aviendo
Ua muy fiera; mas el príncipe Felinis que los de la villa de Artulea pedido treguas
conosció estar en gran peligro, porque si a Odorpo, y él les aviendo assegurado,
sentidos fuessen, no podía escapar de porque a él querían por señor, con gen-
prissión de la mucha gente de Odorpo, te de la villa acometiste su genfte], y es-
dávase gran priessa por dar fin a la bata- tando en seguro d'ella los venciste y ma-
lla. Y assí anduvieron buena pieca, que taste, d'estruyendo todos los que estavan
por mucho que se esforcava para le ven- en el castillo de Gamber aviéndote en-
cer hallava en él gran resistencia, y tremetido en ser caudillo principal d'esta
aviándose ya dado muchos golpes, tanto gente y reino y enemigo mortal suyo.
que ya tenían todas las armas abolladas Por lo cual dizen que como malo y falso
y los escudos tajados y mucha sangre cavallero que eres, te mandan desafiar
que de algunas heridas corrían que se para que en campo seguro que te darán,
PHILESBIAN DE CANDARÍA 367
te harán bien conoscer ser verdad todo priessa, porque él iva adelante como les
lo que de ti se dize; que aunque poca ad'estrando y salidos que fueron una
venganca sea la muerte tuya en cambio gran milla del prado, bolviendo el rostro
de aquel tan noble cavallero Odorpo, a ellos, les dixo hechándoles los bracos
por ser tú el que en algo esta gente y al cuello:
reino tienen, serán satisfechos. Y para -¡O, mis buenos y muy verdaderos
que con más voluntad y mejor la tomes, cormanos!, ¿cuál ventura ha sido la vues-
donde tanta gloria avrás por ossar tomar tra tan contraria, o desmerescimiento de
batalla con ellos, si tú solo no osares que vuestro linaje, que tanto tiempo ayáis sin
metas cuatro o cinco cavalleros, cuales a el conoscimiento de natural razón esta-
ti te parecieren, contigo; con tal condi- do, y con tanto olvido de los que tanto
ción que si vencidos fuéredes que el rei- os aman? Yo soy vuestro cormano Felinis
no de Suecia y sus señoríos queden al de Ungría, a quien dexando en tanta tier-
rey Hermior subjecto, y la infanta Dolo- na edad, ya estoy en el estado en que
bela se dé a Maleorte, y si vencedores veis; y vuestras dueñas tan dignas de no
que el rey Hermior de Panonia, hazien- ser olvidadas que dexastes, teniendo ya
do la emienda que la reina o tú mandá- fijos grandes de vosotros, son aora ma-
redes de los daños que aquí se han he- dres de hermosos donzeles, con lágrimas
cho, le dé cada un año parias, las que tú de congoxa siempre llamando a sus pa-
más ordenares. Y ellos pornán otros cin- dres; y avéis todo olvidado por el amor
co cavalleros que les mejor parescieren de unas moras magas, enemigas de
para que se dé fin a esta batalla y con- nuestra sancta ley y fidelidad.
tienda. Y assí, si tú te prescias de bueno, Cuando Armirán de Suecia y Perin-
tú escaparás mucha gente que no muera deo de la Roca sintieron las palabras que
de la tuya, y ganarás lo que más desseas el príncipe Felinis les dixera, y conoscie-
sin mucho trabajo y fatiga, (ff. xlv"v). ron ser verdad cuanto les hablava, estan-
do como espantados y fuera de sí y
como que de un gran sueño fueran des-
8. Felinis libera de la Aventura piertos, viendo a Felinis que muy bien
del Agua de Acrecentar Amor a Pe- conoscieron y las palabras que les dixe-
rindeo y Armirán ra tan amorosas y lastimeras, dixeron:
-¡O, muy bienaventurado y muy
Y n o e s t u v o m u c h o assí, cuando
vio los cavalleros que él buscava
y aquel buen donzel, que Plauril avía
buen señor cormano nuestro!, bendito
sea y alabado aquél Señor que ante nos
vos truxo, y enderescó vuestro camino
nombre, que aviendo andado a caca ve- para que de tanta aflición y congoxa nos
nían a reposar a la fuente. Y llegando a sacásedes, y diéssedes tan gran gloria a
ellos, sin que conoscer lo pudiessen, de vuestro valor, y alegría a los que bien
que gran lástima ovo, y no podiendo es- nos aman. (f. lviiv).
tar sin que las lágrimas le corriessen de
sus hermosos ojos, les dixo:
-Cavalleros y donzel, venid en pos 9- Felinis y Florisena apagan
de mí, y mostraros he yo una hermosa sus mortales deseos
aventura.
Ellos, que como personas de fuera de
sí eran, levantándose ligeramente, c-aval-
gando en sus cavallos le siguieron a gran
S e ñ o r a , -dixo don Felinis-, [...]
oyame la vuestra virtud, mi bue-
na señora, donde con más reposo estéis
368 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
en este vuestro aposento del hermoso vosotros, buenos señores, los que sois, y
jardín, que mi señor Floridior y Leonisa no por yerro tenéis aquello que forcado
se acompañarán. avernos hecho, y no por ligereza de vo-
La princesa, que ya ál no podía hazer luntad, mas por muy gran firmeza de
según el grande y crescido amor que la amor durable lo emprendistes, yo quiero
tenía vencida, consentiendo, y diziéndo- ver si en vos se hallará aquello con que
le el príncipe que le quería amostrar un siempre me avéis forcado vos, buen se-
anillo hermoso que Membrún le diera en ñor Felinis, en que delante mi cormana y
gaje de la batalla, sacó el anillo del dedo, mi señor don Floridior digáis lo que en-
que más fuerca tuvo para lo que quiso tre vos y mí passado ha de ley de matri-
de las donzellas, porque aquella virtud monio; y vos, mi buen señor don Flori-
tenía, y viéronse muy claro como si mu- dior, ante nos con mi cormana Leonisa,
chas antorchas estuvieran encendidas porque siendo para con Dios libres de
ante ellos, encendiéndose en el fuego de culpa, lo seamos los unos de los otros
sus amores. E bolviéndolo a encubrir, to- ante nos.
mando el príncipe a la princesa por la Don Felinis, y don Floridior, besán-
mano, y don Floridior a Leonisa, des- dole las manos por la habla tan mesura-
pués de ávidas muchas razones entre da y discreta que hiziera, y diziendo que
ellos, que la historia no haze mención, aquello tenían ellos por la mayor gloria,
viendo los cavalleros el mucho aparejo [dixo]:
que tenían, y la gran parte que les avían -Que yo me doy por vuestro, mi muy
dado en aquel deleitoso jardín, hizieron presciada señora, que porque vos lo
dueñas a aquellas más hermosas que en queréis y assí es necessario, por esposo
aquella sazón avía, con gran contento y marido, y juro la fe de cavallería de ja-
d'ellos. E como es costumbre después de más ser la señora de mi coracón otra
cumplidos sus desseos, conoscer y mirar sino vos.
con más prudencia lo que no a tanta La princesa, haziendo lo mesmo a Leo-
honra como a su bondad convenía las nisa con don Floridior, [que] passassen se-
semejantes personas avían obrado, dissi- mejantes palabras, fueron los más conten-
mulando la princesa con gran gravedad tos del mundo; y bolviendo como de
su yerro, siendo juntos todos cinco, con nuevo a aver entrellos crescidos auctos de
no poca vergüenca que en su hermoso aquellos que tanto se amavan, estuvieron
rostro señalava, assí les dixo: otra pieca. (f. lxxxiiv).
-Aunque, mis buenos señores, no
pueda quedar sin culpa, y assí del yerro
que hize llevar la pena, pues conoscien- 10. El abandono de Philesbián
do vuestra gran bondad y mesura y con-
fiándome en ella tal fructo he sacado, lo as t o m a n d o la rica cadena de
cual jamás pudiera pensar, mucho me
pesa que mi señora cormana aya caído
M oro que a sus pechos tenía, y sa-
cando el anillo que le diera del jayán
por mí en lo que yo por mi mesma cul- Membrún el príncipe, y otras ricas joyas,
pa soy; que aunque oviera de ser lo que se las echó al cuello, diziendo:
fue, pues no ay otro que con más razón -Aunque presto te aya de ver, si el
la merescer podía que vos, mi buen se- poderoso Señor lo permite, si la fortuna
ñor don Floridior, no fuera justo que en algo contrariarte quisiere y no me veas
tan breve tiempo tanta libertad se per- tan cedo, ¡O, hijo muy amado!, toma esto
diesse. Mas porque yo creo que siendo que tu amada madre y extremado padre
PHILESBIÁN DE CANDARÍA 369
llevas, porque no quedes del todo des- nuestra lengua se dize, sea su nombre
heredado de lo que por ellos meresces. maravilloso.
E haziéndole hechar luego el agua E assí, diziéndolo a su madre la prin-
del baptismo, y desnudándole para ello, cesa, y todos, siendo muy contenta, le
vieron cómo el hermoso infante tenía llamaron Philesbián, por su padre y lina-
tanto puesto los ojos en una finiestra que je, de Candaría; que amador de las cosas
en el rico aposento del jardín era, que maravillosas en griego aquello quieren
todos fueron maravillados d'ello. E mi- dezir.
rando más atentamente, vieron cómo Pues baptizado el hermoso don Phi-
una estrella de maravilloso resplandor lesbián de Candaría, y puesto su nombre
estava sobre él, y parescía aver allí sido tan conveniente, fue llevado por la her-
assentada sobre ellos. E como Baliaya mosa dueña Baliaya, madre del hermoso
fuesse unas de las más sabidas dueñas Garnestes, con los cavalleros que apare-
en letras que en la corte se hallavan de jado tenían, diziendo que era hijo de una
la reina Aliastra, y en ello mirasse, dixo: su cormana y lo llevavan a Cindara en-
-Cierto, mis buenas señoras, esta ma- cubiertamente; y otra dueña, llamada La-
ravillosa señal que aquí vemos es gran riola, a la hija de Leonisa, que Claricia
pronóstico, y señal de gran valor d'este avía nombre, a la Condessa de Galmeriz;
infante nos enseña; que pues el podero- mas esta infanta fue sin ningún contraste
so Señor assí mostrarnos quiso, y él será llevada a la Condessa su tía, y se crió
el más amador de su servicio y de las co- con mucha poridad y secreto fasta su
sas durables y eternas, cual en su tiempo tiempo, y el hermoso infante don Philes-
no será otro, justo es que por su nombre bián no en Cindara, como adelante oi-
sea más conoscido; y assí, en lo que en réis, (f. lxxxviiiv).
por
Alejandra Suárez Sánchez de León
TESTIMONIO
TEXTOS
Boecia huvo un cristianíssimo rey que pidisse, aunque la petición no fuesse tan
llamavan Minandro, casado con una no- justa como él pensaría que lo era.
ble reina, que Grumedela avía nombre, El santo Frontonio estuvo muy atento
que en aquellos tiempos no se hallaron a todo lo que el rey dezía y, desque bien
reyes tan justicieros, ni que en más paz entendió toda su cuita, le conortó y es-
y concordia rigiessen y governassen sus forcé cuanto pudo, trayéndole a la me-
reinos; y assí eran tenidos y acatados no moria muchos exemplos y santas dotri-
solamente de sus vasallos, mas aun de nas de la Sagrada Escritura que a su caso
los reyes sus vezinos y comarcanos, y hazían, que él muy bien sabía, que gran
por doquiera que su fama se estendía. letrado era. Y assí mismo le dixo:
Mas como ninguno, por grande que sea
-Hijo señor, mi consejo es, si a vos os
ni abastado de los bienes de fortuna, si
parece, que dexando este hecho a Dios,
le falta la menor cosa que su corazón
que el poder tiene y de quien el remedio
dessea, no puede vivir contento, cuánto
verdadero ha de venir y avéis de esperar
mas aqueste buen rey Minandro, care-
por su santa misericordia y piedad, antes
ciendo de lo principal, que era heredero
que de aquí os partáis os confesséis de
de su reino y grande señorío, tenía legíti-
todos vuestros pecados y recibáis el sa-
ma causa y razón para vivir más penado
cramento de su Sagrado Cuerpo. Y esto
que ningún otro príncipe ni señor que le
hecho, tened esperanca en Dios, que él
faltasse lo que a él tan demasiadamente
os oirá. Y yo, aunque indigno en mis sa-
le sobrava; porque cuanto más él veía
crificios y pobres oraciones, os prometo
que posseía, tanta más pena le daba no
todos los días que viviere os ofrecer y en-
tener a quien dexallo. (cap. 1, f. i).
comendar con tanto amor y voluntad
como si mi hijo fuéssedes. (cap. ix, f. 13).
La reina, su madre, holgava muchas que avía hechura de un lobo muy ham-
vezes de ver los juegos que Policisne briento, y señaló con la mano azia po-
con los donzeles hazía, y entrávase mu- niente. Y saliéndose muy contenta y
chas vezes en un jardín que en el pala- ahumando sus altares con gran acata-
cio estava y en él, cabe una fuente que miento; y antes que saliesse, le hablaron
en el medio se hazía, se ponía la reina a todos juntos con gran clamor y aullidos,
mirar verlos trevejar y tirar sus arcos. Y que la sala parecía hundirse, diziendo:
un día Policisne llegó a todos los donze- -Mira bien lo que hazes y ten en más
les ordenando con ellos que el que la este hecho que lo que piensas, que de
suerte cupiesse tuviesse cargo de defen- todos los del mundo te asseguramos que
der el agua de la fuente a los otros que esto no te podrá escusar ni estorvar sino
bever quisiessen. La reina se espantó uno. (cap. xxxvii, f. 56).
con sus donzellas de oír lo que el prín-
cipe dezía. (cap. xxvn, ff. 41v-42r).
5. El príncipe Policisne es ar-
mado caballero.
4. De cómo la maga Almándro-
ga puede curar a su hija Fidea.
fuérades como mugeres sois, de otra gui- la hora, su coracón cobró aquel senti-
sa lo librara des, mas a esto nos obliga la miento, el cual le duró hasta que murió,
orden de cavallería que recibimos, que y entendió mejor su mal, como más ade-
es de serviros y honraros en todo. lante se declarará en el segundo libro,
Y con esto, ellas, sacando unas muy (cap. LXV, f. 115)
ricas cadenas de oro, metieron en ellas al
príncipe, y Ardíneo y a Limercio, y ellos,
alegres de tal prisión, movieron tras ellas 9. Policisne se enfrenta a la pri-
que las cadenas tiravan. Y no anduvie- mera prueba establecida para liberar a
ron mucho que no llegaron a un prado la emperatriz Clarinda de su encanta-
muy llano donde estavan assentadas las miento
tiendas y en medio d'ellas una muy her-
mosa y muy grande, con muchas vande-
ras en lo alto. Todas cuantas gentes en
las tiendas y real topavan eran mugeres
Y a SU m ú s i c a a s s o m ó encima de
la columna un anciano viejo de
muy reverenda persona, la barba y los
todas a guisa de guerra, de que mucho cabellos tan blancos coma la nieve, ves-
espanto causava aquellos caballeros, tida una aljuba de seda morada con una
(cap. mi, f. 86). capilla en ella de unos muy finos veros.
En su cabeca tenía un bonete de la mes-
ma seda morada con un rollo por ella de
8. Lamentos amorosos y caba- unos muy finos armiños, y en estas pues-
llerescos de Policisne tas y bordadas muchas perlas y precia-
das piedras. En sus manos trahía un libro
con las cubiertas de oro, el cual puso en
D ezía en su coracón:
-¡O, Policisne! ¡cuan bien andante
serías si agora tú pudiesses hallar aque-
el retril. Y sentándose en su silla, las ima-
gines callaron sus trompas y el anciano
lla honrada sabia Ardémula para lo que viejo, poniendo los ojos en el Cavallero
sientes, que no sabes qué es, desque oís- del Escudo, que ya podréis pensar que
te nombrar a la emperatriz Clarinda, le tal a esta sazón estaría, viendo tan gran-
contasses y d'ella lo supieses, pues el sa- des novedades, pasmado de tal aventu-
ber del mundo en ella está encerrado; y ra; y el anciano viejo le dixo desde enci-
también haría tornar a Ardíneo en su ser! ma de la coluna:
¡Cómo podrás agora hablar al rey Arsan- -Osado cavallero, si tanto esfuerco
dos ni a la reina Armínea en su hecho, tienes como hermosura, llegado eres a
pues a la principal cosa que venía era, si tiempo que lo avrás bien menester. Ago-
él se ha de quedar ansí en mal punto ra, aunque es tarde, puedes escoger de
hize tal camino! Dios, remedia tú lo uno dos cosas que a los que aquí ossan lle-
y lo otro, que si el mal que tengo no me gar les digo: la una, que si te arrepientes
sabe dezir alguno qué es, yo moriré la de aver entrado puédeste tornar, mas has
más desastrada muerte del mundo! [...]. de quedar aquí en un lago encantado
Que sabe que, cuando Alistan el Ena- hasta que Dios quiera, con otros que no
morado leyó el nombre que oír lo hizo al han tenido coracón de hazer armas con
Cavallero del Escudo, entonces las cifras este jayán y saber esta aventura y por
que hasta allí él no avía entendido, por- qué aquí estoy; y si esto no quieres ha-
que no era tiempo, se tornaron claras zer, haste de combatir con este jayán, al
para que el Cavallero del Escudo y otro cual si quieres le recordaré luego y yo te
cualquiera las entendiesse; y entonces a daré razón d'esta aventura y de la mane-
374 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
63. POLINDO
(1526)
por
Ma Carmen Marín Pina
TESTIMONIO
TEXTOS
entramos cuernos del toro y el alva co- carro triunfal con cuatro cavallos que le
rriendo venía con su lado y tierno rostro traían más blancos que nieve; el cual ca-
aumentando la tenebrosa escuridad y rro era de tres alturas y en la más alta
encubriendo las lluviosas estrellas, en el una imperial silla adornada de muchas
cual semejante día Paciano y Manireso, piedras y perlas de gran valor. Y en la
saliendo de un pequeño lugar, camina- segunda altura d'él estava con muchos
van por aquel camino verde dando mu- doseles de brocado muy ricos, en medio
cha prisa a sus cavallos cada uno por su del cual estava un cavallero armado de
buena andanca muy alegres, ansí como todas armas con un rétulo donde se re-
aquel romano Mucio viéndose por su presentava ser el fuerte Héctor y a la otra
costanca y gran osadía llevar en tr[i]unfal parte el fuerte Hércules, armado de un
carro al señado [sic] y cuan alegre se ha- cuero de león y con una corona de lau-
Uava aquel griego Arquilles hallándose rel en sus manos. Y en el otro teatro ve-
vencedor de aquel Hétor sin par y cuan- nía un niño con sus alas y sus ojos con
do aquel troyano París se veía de la her- un blanco cendal cubiertos, ceñida un
mosa Helena posseedor; no menos ale- aljava de saetas abundosa y en su sinies-
gría cabía en los coracones de estos dos tra mano un arco y en su diestra una co-
príncipes, mayormente Paciano como rona de rosas de diversas colores. Y ansí
considerasse que aquella por quien cui- todos con mucha alegría ivan a rescebir
ta padecía muy presto gozaría de su es- a su señor y príncipe con este triunfo
tremada hermosura; y ansí, hablando en que avéis oído, lo cual ya de antes
muchas cosas más, a Camorlique se acer- avía[n] ordenado unas hadas, las cuales
cavan, donde Paciano embió a su escu- la historia adelante hará mención. [...]
dero a Camorlique haziendo saber a los Y en esto, en lo más alto del carro,
suyos de su venida. Y ansí el escudero parecieron doze donzellas; cada una con
dio gran prisa a su cavallo y tanto andu- su diversidad de dulces istrumentos ta-
vo que llegó a la cibdad y, como tomas- ñen muy dulcemente, Y acavada la mú-
se camino para el gran palacio, topó en sica, la una d'ellas dixo:
una calle al duque de Tripol, al cual,
-Noble rey, sube en el carro que tan-
después que vesado las manos, le dixo
to meresces.
la venida del rey y del príncipe Manire-
Y como esto dixo tornaron a hazer su
so, por lo cual el duque ovo muy estre-
dulce música y en esto el duque hizo
mado plazer y mandó pregonar por la
apear de su cavallo al rey y fue puesto
cibdad que los oficios dexassen y triun-
en el primer teatro, donde el dios Cupi-
falmente fuesse su rey recebido a hazer
do, el cual se allegó a el rey y le puso la
grandes fiestas y juegos.
olorosa corona y luego Cupido desapa-
El conde Orcián y Narciso salieron reció y quedó en el lugar donde él esta-
primero de la cibdad vestidos y atavia- va un epitafio de letras de oro que de
dos muy ricamente y acompañados de esta manera dezía: serbulis maior. Y ansí fue
muchos cavalleros. Y tras ellos salió el subido en el segundo teatro, donde Hér-
duque de Cánfora con muchos cavalle- cules y Hétor estavan, los cuales le pu-
ros muy ricamente ataviados, tras los sieron la corona de laurel y luego desa-
cuales salieron muchos cavalleros y se- parecieron, quedando en su lugar un
ñores de alta guisa atraviados según que epitafio de letras de fina púrpura que
les convenía. E a la postre salió el duque ansí dezían: militanbus armis mundi excidit mi-
de Tripol, padre de Narciso, que muy es- licia. Y en este comedio la música de las
forzado cavallero era, e tras él traían un donzellas nunca cesava y ansí el rey Pa-
376 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
ciano fue subido en el postrer teatro provar mis fuercas en la estraña aventura
donde las donzellas que música hazían de la cueba y en la su demanda morir,
callaron. Y el rey fue sentado en aquella mayormente que yo me hallaría el más
rica silla y luego vino una donzella de las dichoso y bienandante cavallero del mun-
doze, la que más en fermosura estrema do si con su mandado en ella entrar pu-
era, y le puso una corona de oro muy diesse, con tal ardimiento y esfuerco que
rica y de muchas perlas y piedras pre- acabar la pudiesse.
ciosas de gran valor y luego se tornó la La princesa Balisia [sic], como de su
donzella a proseguir su dulce música. Y hermosura de don Polindo muy turbada
a los pies del rey Paciano estava una estuviesse, medio titubeando le dixo.-
imagen de oro con una tabla en sus ma- -Muy esforcado y valiente cavallero,
nos donde un epitafio estava de letras
tanto de mi bondad con vuestra virtud
griegas que de esta manera dezía: regu^
publicáis que no sé cómo pagarlo pueda.
potentior. Y en este comedio fue Manireso
Mas pues con tan animoso coracón os
subido en el triunfal carro y asentado en
querés disponer a entrar en esta tan peli-
una silla junto al rey Paciano y ansí co-
grosa aventura, os ruego, señor, que lo
mencaron tornar hazia la cibdad. (capí-
hagáis, que yo bien conosco en vos que
tulo v, fol. xj").
avéis de ser alegría d'esta nuestra corte
que tan entristecida como la veis está.
Don Polindo la quiso besar las ma-
2. Enamoramiento, declaración nos, mas la princesa las quitó afuera y le
y matrimonio secreto
hizo assentar y estava ya tan presa de su
amor que muy bien en sus señales lo se-
L a p r i n c e s a bolvió la cabeca y le
vio <miró>. Como le vido tan her-
moso y tan gentil hombre, le pareció que
creto de su coracón publicava e ansí
nunca podía partir d'él sus hermosos
ojos. E don Polindo no menos estava,
una saeta le havía traspassado el su
tan inflamadas sus entrañas de su amor
coracón. El príncipe don Polindo, que
que parte de sí no tenía. [...]
nunca avía quitado los ojos d'ella, e le
pareció que, aunque estava con luto y
tristeza, [era] la más linda que sus ojos Carta del príncipe don Polindo a la princesa Belisia
vieron y no le paresció menos la pena
que su coracón sintió que la princesa Más de alegre qtte de triste, señora, preñarme po-
Belisia havía passado; y muy alterado dría si jo tanto sobrado saber para valerme tuviese
oyó missa hasta que fue acabada, que en como para escrevirle, mas como mi vida y discreáón
este tiempo nunca partió los ojos de la son tuyos más de libertadpara me darpena que para
princesa e tantas vezes cuantas la mírava remediarme dexaron; tantas cosas según de crueles pe-
no era sino una saeta para su coracón. La nasy tormentos manifestaría que la pluma se me can-
princesa le embió a llamar con la donze- sasse, mas teniendo mi carta, ansí como mi corazón
lla que le avía traído; don Polindo fue de lo siente, no lo sabría dernr acorde que con los lagri-
buena voluntad y, llegado que fue adon- mosos ojos lo que padesco. Y [si] mi fe conociesses,
de la princesa Basílía [sic] estava, se hin- podrásme, señora, de?rir cómo de te escrevirfui osado;
có de hinojos en tierra y le dixo: no te maravilles de mi mucho atrever porque tu fer-
-Sepa, vuestra alteza, que la mar de vir- mosura causó mi afición y el afición mi ossary si por
tudes que en vuestra alteza se apossentan lo fa^er meresco pena, mándamela dar, que más quie-
me ha movido a mí, un cavallero estraño, ro con la gloria morir que sin remedio bivir.
a venir a tu corte con voluntad de querer
POLINDO 377
Como de leer la carta la princesa aca- 3. La demanda del más leal ama-
bó, su rostro de diversas colores fue tor- dor
nado, tanto que conoció el amor que le
tenía. [...]
Y así en esto y en otras cosas estu-
vieron hablando hasta que cerca del jar-
P oderoso y esclarecido emperador, tres cavalle-
ros andantes de lueñes tierras venidos suplica-
mos a Vuestra Cesaría Magestad este cartel mande
dín allegaron y vieron la puerta abierta. leer a los cavalleros que en esta corte ay y dándonos
Don Polindo se allegó y como la prince- seguro para ponelles una demanda, que es que cada
sa a tal ora no durmiese, antes su cora- uno de nosotros se halla el más leal amadory mere-
cón con amorosos sospiros que a su áni- cedor de amar a su señora que ay en el mundo, so-
mo davan consuelo, esperava aquel por bre la cual ra^ón nos combatiremos tres días; y cada
quien su vida en continos pensamientos uno á de aguardar a su día y si por ventura fuere
de su gentil parecer desvelava. Y ansí vencido, elprimero á de guardar el vencedor aquel día
como las avezicas rezién nacidas con sus y ganará un portacartas de un rubí el más rico que
picos aviertos esperan el mantenimiento en gran parte ay. Y si fuere vencido, á de dexar las
que su madre les trahe, ansí la princesa armas y cavallo ansí como él llevará el portacartas
Belisia, con el oído despierto, esperava a que es apresciado a la mejor cibdad del imperio de
su hermoso amante don Polindo. [...] La Costantinopla. Nuestros nombres estarán suspensos
princesa lo tomó por la mano y cuando fasta que nuestras obras los dibulguen.
se vio tocar de aquellas tan angélicas
manos de la princesa Belisia, fue tanto el Escrito el cartel, lo dieron a Lavinio
poder de la alegría que sintió que se le que lo llevase al emperador. [...] Y luego
cubrió su coracón del alegría tanto que aparejaron las cosas necesarias para salir
no savia parte de sí, mas esforzándose e pusieron en medio de una placa que
algún tanto se hincó de hinojos en tierra delante el palacio del emperador estava
y le dixo medio titubeando: una tienda, la cual era hecha de cuatro
-Piense, vuestra alteza, que es tanto esquinas y de un Heneo muy blanco, y
el poder y señorío que vuestra alteza tie- en cada pared estava figurada una don-
ne sobre mi coracón que ni la fuerca de zella con un arco en la mano y una sea-
los jayanes ni el esfuerco de los estre- ta en él empulcada, y encima de la tien-
mados cavalleros ni el poderío de mun- da una donzella con un mundo en la
do poder no tendría para del servicio de mano y la donzella estava en carnes y un
vuestra alteza quitarme, de quien yo soy cendal ante sus vergüencas y a los pies
cautivo. de la donzella el portacartas del rubí. Y
Dicho esto se tomaron de las manos cuando el emperador supo que estava ya
y se otorgaron por esposos conforme a puesta, lo fue a ver y, cuando lo vido,
lo que en aquel tiempo se usava, unien- dixo que valía dos tanto de lo que su
do por testigo a Filestra y a Lavinio, que dueño lo avía apreciado. Y don Polindo
de lo que avía visto espantado estava. Y hizo hazer unas armas encarnadas con
porque la tiniebla de la noche no dava su devisa de la sierpe y el cavallo encu-
más lugar que allí estuviessen, con un bertado de brocado encarnado altibaxo
muy amoroso abraco mezclado con dul- y los altos hazían unas sierpes que se
ces besos, se despidieron estos dos mordían unas a otras y veinte lancas co-
amantes y la princesa se fue a su apo- loradas y encarnadas. Flamizen sacó sus
sento y don Polindo se tornó al suyo, armas negras que se traía. Don Claribeo
(capítulos xiiij, xvij y xxj, fols. xxij', xxvij" hizo unas armas rosadas sembradas unas
y xxxiij'-xxxiiij'). estrellas y en el escudo una estrella muy
378 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS
E la h a d a l o t o m ó por la mano y lo
asentó en el estrado y después de
muchas y consolatorias palabras le aver
como un cavallo y hechura tenía de ser-
piente e el lomo como de camaleón, sal-
vo que unos bLirullones redondos como
dicho, le dixo [...]: huessos de espinazos tenía e de cada
-Sabed que en la Isla de Sernia, don- uno d'ellos una espina negra muy aguda
de un muy esforcado cavallero está en y teníalos erizados. E su cabeca de he-
guarda d'ella, en esta isla está un templo chura de tigre e una muy larga nariz que
que los antiguos allí hedeficaron a hon- trompa de elefante significava. Y tenía
ra de la diosa Juna y esta diosa que ellos unos muy agudos y muy grandes dien-
tenían, como grandíssima mágica fuesse, tes. E tenía la cola de gamo. Tenía dos
en un jardín que cabo el templo está, cuernos como de toro muy agudos y las
fizo una muy hermosa fuente, la cual de- píermas tenía como de oso e tenía en
baxo de un hermoso árbol nace, el cual cada dedo una uña muy fuerte y su color
árbol lleva una fruta como mancanas do- d'ella de serpiente y tenía el cuerno duro
radas y éstas tienen tal virtud que en
[...] Y como don Polindo ya se viesse de
gustándolas alguna persona encantada
la batalla mucho aquexado, se allegó a él
luego de su mal es libre. Y por guarda
y le metió el espada por el pecho que le
de esta tal fruta, a la puerta del jardín
llegó al coracón y luego, dando un te-
está un jayán que cuantos cavalleros allí
meroso bramido, cayó en tierra muerto.
se han provado sin ninguna honra se
Y don Polindo se apartó afuera por el
buelven vencidos; mas yo confío tanto
en vuestra buena bondad y ventura que desatino que el bramido le hizo, mas
ligeramente le darés cima. Y más puso luego tornó en sí y se llegó al árbol [...];
en guarda de aquel árbol al pie d'él un tomó una de aquellas mancanas y la co-
muy fiero animal llamado Cerviferno, el mió. Y luego que la acabó de comer fue
cual es tan espantoso y fuerte que de un de todas sus llagas guarido, (capítulo
aullido mata un cavallero por esforcado lxxxix, fols. cxlv-cxlj').
que sea. Y este Cerviferno ni de día ni de
noche duerme, mas antes vela y es tan
fuerte el jayán que de fuera está que 6. Belisia desencantada
nunca cavallero á podido dentro entrar
para con este Cerviferno provarse. Y
esto, fijo mío, es la más cierta medecina
que a la princesa guarecer puede, (capí-
C o m o d o n P o l i n d o no reposase,
deseando la mañana para dar re-
medio a su señora, como la fermosa luz
tulo lxxiiij, fols. cxiijv-cxiiijr).
viese, un ligero salto de su lecho dio y
luego de los donzeles fue servido de rica
vestidura, la que para tal hecho era con-
POLINDO 379
veniente y por guarnición una letra que que su triste mal en curso de luna le pre-
dezía: cedía. Y como don Polindo así la vido, no
pudo tanto su piadoso coracón cufrir que
bivas lágrimas por sus fermosas fazes no
Ya mis alegres dulgores no se van con el bien
que les darán. le corriessen y con mucha tristeza tomó
una olorosa mancana y se allegó a la
Y luego que fue vestido, cubriendo un princesa Belisia y medio titubeando se la
rico manto y ciñendo su rica espada, se puso en aquella boca qu'él besar solía. E
fue derecho a palacio muy encubierta- la princesa, como la tomase, comencó de
mente y un donzel el cofre de la manca- la comer y el rey y todos los cavalleros es-
nas llevava. [...] Y ansí se llegaron donde perando estavan mirando al rostro de la
la princesa Belisia estava, que era en un princesa por ver qué le aprovecharían. Y
muy rico lecho; estava tan malparada con como la mirasen, les parescía qu'el rostro
su mal que otra parescía y en aquel co- de muy fermosa y clara color se le torna-
medio estava algún tanto sosegada por- va. (capítulo xcj, fol. cxliiif").
64. POLISMÁN
de Jerónimo de Contreras
(12 de mayo de 1573)
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIO
TEXTOS
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIOS
TEXTOS
Y cuando don Roldan llegó cerca de to, Renaldos quería tornar a tiera por ro-
París toda la gente de la cibdad salta bar el tesoro del rey e, como él visto el
por ver a la linda Balisandra e el conde gran peligro que en la buelta avía, le avía
don Roldan los saludava muy bien a to- defendido la buelta e prometido de le
dos. E cuando fue llegado al palacio hazer dar en llegando a la corte cuatro
real e apeado, fue muy acompañado de cargas de oro, e que con esto Renaldos
los grandes señores e cavalleros que le se avía contentado. Cuando esto contava
avían salido a recebir e subió a fazer re- don Roldan, todos los cavalleros estavan
verencia al emperador. E cuando fue mucho maravillados de las grandes ma-
delante él, el emperador se levantó a él ñas de Renaldos. Y el emperador se
por le abracar, e díxole: puso la mano en las barvas e dixo:
-Bien seas venido mi sobrino; dime, -¡Por mi fe! Yo haré traer corona a
¿qué es de don Renaldos? don Renaldos.
Don Roldan le respondió: E preguntó a Roldan si vernían ya
-Señor, yo os diré todo lo que sé. cerca; respondió Roldan:
Y en alta boz, que todos los que en -Señor, esta noche será en la cibdad.
la sala estavan lo podían oír, comencé a Assí estovieron todo aquel día ha-
dezir assí: blando en cosas de plazer. E cuando la
-Muy alto e poderoso señor, yo fui en noche fue venida, el emperador se con-
compañía de don Renaldos delante el goxara mucho de que Renaldos ni Bali-
rey Trafiomer, vestidos como mercade- sandra no venían e demandó a Roldan:
res, e dig'os, señor, que jamás vi hombre
-¿Qué es esto, sobrino?, ¿cómo no vie-
que con Renaldos se pueda igualar en
ne aquel buen cavallero e su compañía?
discreción ni en mañas. E dígovos, señor,
que yo le oí dezir delante el rey e de to- Don Roldan respondió:
dos los de su corte las mayores mentiras -Señor, ¡por mi fe!, yo estoy muy ma-
que nunca se dixeron e dezíalas con tan ravillado, pero ya no pueden tardar.
buena color que por mi fe, señor, a mí Respondió don Estolfo:
me hazía estar indiviso; y todos los mo- -Señor, por Dios, que pienso e me da
ros le estavan escuchando con tanta el alma que pues Renaldos hasta agora
atención como si fuera un gran predica- no es venido, que él debe aver llevado a
dor e hazíasse tan gran mercader que to- Montalván la linda Balisandra.
dos estavan espantados de oír sus gran- E el emperador con mucho enojo,
des mercaderías. E dezía como por todo dixo:
el mundo andavan sus mercaderías e to- -En ora mala queréis os vos duque
das las naos que navegan dezía que eran hazer profeta. ¿Qué te parece, sobrino
suyas, o tenía parte en ellas. Mas de tan- Roldan?
to vos digo, señor, que yo nunca hablé Respondió don Roldan:
palabra. El rey Trafiomer creyendo él ser -Verdaderamente, señor, lo que don
tan gran mercader como dezía, le hizo Estolfo dize es verdad, y él se la ha lle-
amostrar su gran tesoro, e nos combidó vado a Montalván. E yo no pude hazer
a comer a su mesa. E por más nos hon- más en ello.
rar, nos hizo mostrar su hija. E cuando esto oyó el emperador, que-
E todo por estenso le contó cómo dó tan triste que no podía hablar. E lue-
avía passado e cómo después de aver go mandó sacar de la prisión a Galalón,
muerto al rey Trafiomer e tomado la be- e llorando muy fuertemente se comencó
lla Balisandra e siendo salidos del puer- a quexar assí de Renaldos diziendo:
386
ANTOLOGÍA DE LIBROS r>F r A D A rT
U 1 D E
CABALLERÍAS CASTELLANOÍ
-¡O, malvado ladrón, nunca v o tal
Pudiera creer de ti! ¿Esto era lo que tú ciones me has faltado, procura de hazer,
Por rm servicio dezías que harías? Bien entre tanto que yo duermo, buena guar-
Parece que todo eres lleno d'engaños e da de mi persona e pacerás d'esa yerva
no guardas más lealtad al estraño que a del prado!
tu señor propio, ni a tu amigo más que Y el cavallo se inclinó la cabeca que
a tu enemigo, todos los llevas por un ca bien le entendía. E fuesse al derredor del
l
mino. árbol paciendo. E Renaldos echando su
escudo en tierra, puso en él su cabeza e,
Y luego le hizo processo e mandó
como aquel que cansado estava, e con el
pregonar con trompetas que cualquiera
que le disse bivo a Renaldos, que le da mucho dolor que de la soledad que de
"a por él cuatro cargas de oro. E buelto sus amigos sentía comencó a dormir
a los sus cavalleros, e díxoles: muy fieramente. Y estando assí durmien-
do le apareció en visión un ángel con
J O , cuánto en[o]jo me ha fecho el
una ropa como la nieve blanca, el cual le
traidor, ladrón de don Renaldos que ja- dixo assí:
mas me podrá hazer enmienda d'ello'
-¡O, Renaldos! ¿Qué tienes agora deli-
|Que aquella en quien yo tenía puesto
berado de hazer? ¿Por qué te afliges tanto?
m» coracon me ha hurtado, e ha ávido
E Renaldos le respondió que a Brana
a ella su virginidad! Mas assí Dios me quería ir por vengar sus injurias sobre la
ayude que yo gelo pague bien si puedo gente e vassallos del traidor de Roldan,
o me costará mi vida e estado, mas yó pues él no ha querido salir fuera a pelear
tomare d'él muy cruel venganca e le conmigo. Y el ángel le respondió:
haré morir muy vil e deshonrada muerte, -Guarda, cavallero, que no plaze al
(ff 9 l í ^ ^ y a n o <i u i e r o m á s curar. Alto Señor que padezcan assí los inno-
centes; e de parte de Dios te mando que
allá no vayas, antes irás en la paganía
contra los enemigos de la sancta fe que
2. U n á n g e l s e l e a p a r e c e a Re-
no passará mucho tiempo que serás con-
naldos de Montalbán e n sueños y l e
tento e satisfecho de todo lo que de-
hace cambiar su destino e intención
mandas e ten buena esperanca en Dios
e persevera en buenas obras que Él te
T a historia cuenta que iva Renaldos
remediará por su infinita misericordia
- ^ sus camino para Brana con el dicho
haziéndote el mejor andante de cuantos
0 6 metÍÓSe P r Un e s e s
Se^H? ° P ^ cavalleros oy biven. Si Roldan te ha eno-
flore ta adelante porque allí pudiesse ha- jado, antes de mucho él te demandará
zer su llanto sin ser de ninguno sentido,
mil vezes d'ello perdón; e sabe de cierto
mucho T °' OSC m
° ° dC Sangre
P ° re que en este camino ganarás un compa-
mucho llorar yendo por do el cavallo ñero que te será muy fiel, e tú serás
quena^E tomándole en aquella floresta siempre alegre de tal ganancia.
DUSO d h C ° m ^ m U y l a S S ° e S t u v i e s s e ^ ^ Después que hovo esto dicho, se par-
Puso debaxo de un muy grande e her- tió e Renaldos fue desvelado, que con el
moso árbol, por dormir que mucho lo
sobresalto del coracón no dormía muy
a m eneSter E qUÍtand rimero
freno a R ° P
treno a Bayarte abracándole su cabeca le «1 reposado, con mucho plazer que su
dezia estas palabras: alma sentía; e hincando de rodillas las
mi manos al cielo hizo su oración dando
naZ°' l a d e r o amigo e buen com- muchas gracias a Dios, que no le tenía
panero, que jamás en todas mis tribula-
olvidado, e conoció su mal pensamiento
RENALDOS DE MONTALBÁN (i-Il) 387
dexando de seguir lo que tenía propues- por el semejante harán de ti, si Dios no
to. E sin más tardar se enlazó el yelmo e dispone en ello.
tomó su escudo en el braco e metió el E Renaldos se rió de aquesto e díxo-
freno a su cavallo subiendo en él ligera- les que no hoviessen miedo e que le
mente e anduvo tanto que salió de la es- desenbargassen la cubierta toda e que
pessa selva entrando en un camino muy ellos se fuessen abaxo, que él solo que-
espacioso. E luego conoció que por allí ría contra ellos mostrarse. E los marine-
passara él cuando fue a la batalla de los ros, aunque por cosa impossible lo tu-
moros e assí anduvo hasta que fue junto viessen, hizieron su mandado. E siendo
donde la batalla fuera e luego tomó una los corsarios cerca con muchas bozes
de las sobrevistas de aquellos muertos, la viendo tan poca resistencia en la nave
cual se puso encima y era aquesta so- saltaron muchos d'ellos dentro. E Renal-
brevista azul con tres dragones del plata dos que al castillo de popa estava, no se
en ella. E movió presto de allí no por ca- movió hasta que la cubierta fue llena, e
mino ni por senda alguna, antes se fue luego con una gruessa barra, que non
por un desierto adelante reclamando a quiso con su berta darles, da va de muy
Dios e a sus sanctos por do la ventura le pesados golpes sobr'ellos, assí que en
guiava, e su cavallo le llevava tanto que poco espacio d'hora mató mas de sesen-
llegó a la orilla del mar e vido que esta- ta, sin otros muchos que hizo saltar en el
va una nave fermada sobre las áncoras agua donde fueron ahogados; e fue la
que los marineros eran decendidos a tie- cubierta de aquellos desempachada, mas
rra por algunas cosas que eran necessa- luego subieron en ella otros muchos
rias. E Renaldos fue d'esto muy alegre e hombres bien armados de resfresco e
demandó a algunos cual era el patrón de Renaldos los dexava entrar hasta que fue
aquella nave y el uno d'ellos respondió: la cubierta llena. E Renaldos los acome-
-Yo soy, mas ¿por qué lo peguntáis tió haziendo tal estrago d'ellos que toda
vos que, según veo, devéis ir perdido e la nave corría sangre que ninguno de los
parecéis cavallero de alto affer? que subieron no tornó a sus galeas. E
cuando la poca gente que en ellas que-
Y entonces respondió Renaldos que
dava vieron lo que el cavallero havía he-
era un cavallero de ventura, e que, si a
cho tuvieron por bien de alongarse. E
él plazía, quería entrar en su nave pa-
Renaldos les dezía a grandes bozes:
gándole bien lo que quisiesse. Y el pa-
trón que no era por otro sino por ganar -¿Por qué no subís traidores aquí?
dixo que le plazía. Y hecha su avenen- Mas ellos no curaron de sus razones
cia, entró Renaldos en la nave, e luego que con la fuerca de los remos se alon-
alearon velas al viento navegando dos garon tanto que fueron perdidos de vis-
días por el mar prósperamente e al ter- ta. Y entonces aquellos que escondidos
cero día que ya estavan cercanos de la estavan, salieron fuera e viendo tanta
tierra, vieron venir cuatro galeas de cor- gente muerta se le hincaron de rodillas
sarios contra su nave; e cuando por el delante queriéndole besar los pies por-
patrón e mercaderes fueron vistas, llo- que assí los havía librado de muerte y el
vieron gran miedo no sabiendo qué se patrón le dixo:
hazer. E Renaldos dixo por qué hazía tal -Esforcado cavallero, si quisiéredes
sentimiento, e el patrón le dixo: la mitad de mi nave, yo os la daré por-
-Porque estos corsarios tomarían que vais comigo por defenderme de los
nuestra nave e nos matarán a todos, e- cossarios.
388 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
E Renaldos le dixo que él quería de- cayó en tierra, e diole otro golpe encima
cendir allí e ver qué tierra era essa. E de la cabeca que se la hizo dos partes, e
fueron todos los mercaderes muy tristes tornóse a echar cerca de la fuente e allí
de su partida. E tomaron entonces mil durmió hasta la mañana e luego subió
doblas par dar a Renaldos e él nunca las en su cavallo e se fue por do la ventura
quiso tomar. Empero rogó mucho al pa- le guiava. (ff. I44v-l45v).
trón que por el servicio que de su per-
sona havía recebido y en satisfación del
mucho amor que le tenía no quería otro, 3. Renaldos se lamenta por es-
salvo que toda su vida do quiera que fa- tar en la cárcel y otras aventuras ca-
llasse cavalleros estraños les hiziesse mu- ballerescas
cha honra, que a tiempo vernían de pa-
gárselo. Y el patrón se lo prometió assí e
veniéndole los ojos en agua le dixo que
a dó quería ir, porque aquella tierra era
C u a n d o R e n a l d o s se vido en aque-
lla escura cárcel no por crimen
que hoviesse cometido Uorava de sus
desabitada e no havía otro por aquellas ojos y dezía.
selvas sino muchos leones e ossos e -¡O, traidor rey Almancor! ¿E dónde
otras bestias dessemejadas, e muchos la- me hablaste tú jamás ni me diste tu teso-
drones que allí moravan. E don Renaldos ro ni cuándo entró en mi coracón de ma-
dixo que todavía quería ir, que por otra tar al emperador? Agora se abriesse la
cosa nacido no era sino por passar las ta- tierra para te sorber allá donde estás. ¡O,
les afrentas e trabajos. E visto por el pa- Señor Dios! ¿E cómo podéis suffrir tan
trón que no lo podía estorvar su camino, gran traición?
le dixo: E después recordávase de sus buenos
-Señor, y'os ruego mucho que, a do compañeros y dezía:
quiera que me veáis, me tengáis por -¡O, mió fiel amigo Tintinago y cuan
vuestro vassallo e servidor. presto olvidaréis mi nombre por cierto
E abracándole muchas vezes él e los cuando el baptismo de mis manos rece-
otros, se partió d'ellos entrando por biste! E cuando nos fue hecha en París
aquel espesso bosque suplicando al in- tanta honra por el socorro que a Carlos di-
menso Dios que le dexasse hazer cosas mos, no pensávades que en aquesto ho-
que ftiessen a su sancto servicio. E an- viesse de venir. ¡O, mi querido Filominiso!
dando d'esta manera le salen al camino ¡E cuan breve tiempo ha durado nuestra
dos elephantes muy grandes, lo cuales compañía! E no me duelo tanto de mi
mató e fue su camino. E queriendo ya muerte cuanto por vuestro destierro, que
anochecer llegó en un fresco prado en el bien sé que os tomarán sin armas los trai-
cual estava una luzida fuente e descaval- dores de Maganca y creo que vos matarán
gando de su cavallo le quitó el freno de- e seré yo causa d'ello por haveros traído
xándolo pacer, e fuese a la fuente e be- entre esta mala gente. ¡Mas plega a Dios
vió del agua que muy dulce era. Y de perdonar vuestros pecados e colocar
estando tendido cerca de la fuente llegó vuestras almas en la sancta gloria!
allí un muy espantable osso que por be- E desque ovo dicho estas e otras mu-
ver venía e, cuando vio el cavallero, se chas lamentaciones, comencó a rezar
aleó en los pies e fue por tomarle en los muchos psalmos e oraciones.
bracos, mas Renaldos, que ya en pies es- Agora lo dexaremos a él por hablar
tava, le dio tal golpe en ellos, que se los del duque Estolfo que sabiendo cómo
cortó e la bestia con grandes bramidos Tintimago e Filominiso eran ya partidos
RENALDOS DE MONTALBÁN (i-Il) 389
de París recibió mucho pesar porque de -Amigos, ruegovos que aquí esperéis
tal manera se ivan; e luego cavalgó en su unos d[í]as hasta que tanto que yo haya
cavallo e metióse por el camino de Mon- aparejado cuatro mil hombres bien arma-
talván por donde pensava que los halla- dos que por donde quiera que vosotros
ría más cierto. E tanto anduvo corriendo vais anden en vuestra compañía.
que fue en vista d'ellos. E cuando los co- E luego se determinaron ellos regra-
noció, dio bozes que lo esperassen e ciando al duque la mucha cortesía que
oyéndose llamar los dos compañeros se les hazía. E Estolfo se partió d'ellos e
detuvieron por ver lo que quería. E fuese a París. Mas no fue a palacio, an-
cuando Estolfo fue cerca d'ellos los salu- tes llamó a todos sus amigos e servido-
dó e dixo: res muy secretamente e, cuando hovo
-¿Cómo, señores? ¿Assí os havéis de allegado hasta más de cuatro mil hom-
partir como si fuéssedes algunos traido- bres, les dixo:
res? ¡Par Dios! No será verdad, que pues- -Si vosotros queréis provar bien vues-
to que yo sea estado el primero que en tras personas e hazer muchas ganadas
esta péssima carta he dado fe, yo lo yo os meteré en parte donde las podréis
emendaré muy bien si vosotros quisiere - muy bien hazer, e aun vos quiero pagar
des aconsejándoos que no andéis de tal por dos años.
manera por la paganía donde seréis co- E todos respondieron que estavan
nocidos y muertos a cruda muerte. E si prestos con sueldo o sin sueldo de ir a
no queréis quedar en la corte de Carlos, donde mandava. Mas Estolfo pagó muy
venios comigo en Inglaterra donde seréis bien a todos e armado de sus armas sa-
señores absolutamente. ¡E mal para lió con ellos e guiólos para el castillo
donde Filominiso e Tintinago estavan. Y
quien en contra vosotros querrá travar
allí les entregó estas gentes rogándoles a
pelea!
cada uno por si que se trabajassen de ha-
E oyendo assí hablar al duque Estol- zer cosas que fuessen en servicio de
fo, respondieron que muchas mercedes, Dios; e assí se lo prometieron todos. Es-
que toda vía deliberavan de ir contra la tolfo abracó a los dos compañeros di-
pagana gente, y entre ellos morir si me- ziendo que Dios fuessen en continua
nester fuesse. Dixo entonces Estolfo: guarda e dixo:
-Pues assí y allá queréis ir, yo os rue- -Yo me bolveré a París, por ver cómo
go que vengáis comigo a un mi castillo irán estos hechos de Renaldos, que cier-
que en esta floresta está, y después yo os to, si algún agravio se le haze yo mos-
diré lo qué havéis de hazer. traré enteramente quién es Estolfo.
En esto no pudieron contravenir los E partióse d'ellos al más correr de su
compañeros e dieron licencia a los cria- cavallo. Pues teniendo tan luzida compa-
dos de Renaldos, los cuales levaron el ñía Filominiso e Tintinago dixeron que
cavallo e las armas a Montalván. E Filo- deliberavan ir en España, porque en la
miniso e Tintinago se fueron con el du- primera villa o castillo que hallassen pu-
que Estolfo para aquel su castillo. E lle- diesen executar su fiera saña. E toda
gando en aquél, comieron muy bien de aquella gente con mucho plazer movió
lo que allí hallaron; e después les dixo el siguiendo a los dos cavalleros, (ff. 197r-
duque Estolfo: 198r).
390 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
66. LA TRAPESONDA
(libro ni de Renaldos de Montalbán)
(1513)
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIOS
TEXTOS
árbol, y soltó el cavallo que pasciesse, e -¡O, señor conde! Acuérdate que tú
echóse a dormir junto a la fuente. E den- mataste de don Chiaro e después te pesó
de a un rato don Renaldos despertó, e por gran tiempo de su muerte; e quicá si
vido a don Roldan que dormía fuerte- agora tú me matas a mí, también te pe-
mente, e dixo: sará; e aun yo creo que d'esto que hazes
-¡O, poderoso Dios! ¡Y cuánta es la también te pesa; mas deves ser forcado
bondad de don Roldan! ¡Plégate, Señor, para ello en alguna manera, que, si tú
de me dar gracia como le pueda traer a matarme desseasses, nunca mejor tiem-
todo bien! po podiste tener que cuando dormiendo
E dixiendo estas palabras las lágrimas me hallasteis; en lo no querer hazer co-
se le saltaron de los ojos, e comencó a nozco de ti que no tienes desseo de mi
dezir: muerte.
-Agora veo yo bien que don Roldan, Entonces don Roldan se estrañó más
mi primo, no ha gana de matarme, mas diziendo:
alguna cosa deve aver hecho el traidor -¡O, vil ladrón desventurado! ¿E cómo
de Galalón por poner enemistad entre por hombre me tienes tú que avía de fa-
nosotros; que si él matarme quisiera, zer tan gran traición e vileza, que a un
bien pudiera cuando yo dormía e nunca hombre [dormido] avría yo de herir ni
por persona del mundo fuera sabido ofender. No, no, no, que bivo e armado
cómo me avía muerto. tengo de vengar tantos males y robos
Y estando assí hablando y llorando que tú as hecho, e toma prestamente tus
entre sí, don Roldan despertó y levantó- armas e cavalga en su tu cavallo, e mues-
se prestamente e dixo a don Renaldos: tra todo lo que puedes hazer.
-¡Ea, sus, don ladrón, aparéjate y E cuando don Renaldos vido que no
guárdate de mí, que yo te haré que nun- le aprovechavan nada sus buenas razo-
ca más robes a ninguno! nes, díxole:
E don Renaldos le respondió: -¡O, conde don Roldan! Pues assí
-¡O, noble conde! ¿Qué es la causa de quieres que sea, a Dios hago testigo de
tu enojo tan grande contra mí? Cata que cuántas vezes te he requerido muy cor-
si quieres matarme, toma mi espada y tésmente por la paz, y cuan soberbiosa-
párteme por medio; o si me quieres de- mente me as respondido. E Nuestro Se-
xar bivo, mándame que vaya a la moris- ñor me ayude e libre. Como yo tengo la
ma, o donde tú más quieres, que yo iré razón y tú la fuerca, [no] quieres entrar
de buena voluntad, y haré guerra a comigo en la batalla.
quien tú mandares; e todo cuanto qui- Y tomó su yelmo y enlazóselo, y ca-
sieres, haré por no aver cuistión ni bata- valgó en su cavallo, e tomó su escudo y
lla contigo, con tanto que no me mandes langa, e don Roldan hizo lo mismo. E
ir delante del emperador, porque el trai- cuando los dos fueron a cavallo, abracá-
dor de Galalón no vengue en mí. ronse y demandáronse uno de otro
Don Roldan le respondió: cuanto vieron que era menester. E don
-Renaldos, no me hables más d'essas Renaldos comencó de fazer oración a
chufas, que cumple que tú e yo nos Nuestro Señor diziendo:
afrontemos e ayamos nuestra batalla, -¡O, Redemptor mío, Jesucrito, que
porque el uno de nos quede aquí, pues por salvar los peccadores quesiste derra-
sobre este concierto somos aquí venidos; mar tu preciosa sangre en el árbol de la
e no aya más sino que te armes. vera cruz! Ya Tú, Señor, vees cómo mi
E don Renaldos le tornó a dezir: voluntad no es de hazer esta batalla, por-
392 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
damas, entre las cuales no faltó la linda res bodas, que jamás tan rica fiesta en
Aldabella, que en el mundo no tenía par, el mundo fue vista. Venida la noche, el
assí como el arcobispo don Turpín escri- emperador los hizo dormir en su rica cá-
ve. El emperador con todos los doze pa- mara, e la fermosa dama Armelina se
res cavalgó a cavallo, e todos los treinta empreñó de un hijo que llamaron Veren-
reyes con los dos hermanos; y el conde guer. Venida la mañana, cristianos y mo-
Galalón con ellos todos en una compa- ros se ataviaron muy ricamente, e todos
ñía irruy bien aderezados. Y como fue- empresentaron muy ricos presentes a la
ron junto con el abadía, descavalgaron linda dama de infinitíssimas joyas, perlas,
todos, e sin engaño ninguno el empera- cafires, balaxes, rubíes, diamantes, esme-
dor hizo a Amón y Juneto cavalleros. raldas que fueron apreciados en más de
Después tomó a su fija por la mano e un millón de ducados. Hecha la gran
desposóla con don Juneto, e hízole du- fiesta de Jtmeto, entendieron en rehazer
que de una gran señoría. El emperador a Montalván. Todos los grandes señores
estava muy contento e comencóse la se dividieron en dos partes: la una que-
triunfante missa; después el emperador dó con el rey Ballano; la otra fue en Pu-
se bolvió a Amón, e díxole: lla con el rey Amón; e después lo acon-
-Yo te hago rey de Pulla. pañaron en Calabria, donde tomó
E de sus manos le coronó. En Cala- posessión del ducado; e todos los gran-
bria avía una duqtiesa del linage de Ro- des señores del reino le hizieron pleito
ger, y era señora de toda Calabria, que el omenaje, y él les confirmó todas las tie-
emperador Carlos se la avía mandado rras que tenían. Ovo de esta duquesa
dar para su dote. E traíale casamiento cuatro hijos, los cuales fueron valientes
con el buen rey Ansuiso; el emperador cavalleros, e hizieron grandes hechos
Carlos la dio por muger al rey Amón. E después de la muerte del conde don Rol-
dicha la missa, tornáronse a París. dan e de los doze pares de Francia, que
Cosa demasiada sería contar aquel murieron por los moros de España en la
rico combite ni las grandes dancas e bai- batalla de Roncesvalles por la traición
les que se hizieron en aquellas singula- del conde Galalón. (f. Il4v).
67. BALDO
(libro iv de Renaldos de Montalbán)
(1545)
por
Folke Gernert
TESTIMONIO
EDICIÓN: Folke Gernert (ed.), Alcalá de Henares, Centro de Estudios Cervantinos, en prensa.
ESTUDIOS: Blecua (1971/72) y Kónig (1980, 2000). GUÍA DE LECTURA: Gernert (2000).
BALDO (IV) 395
TEXTOS
truendo se comencó que nosotros, más vergüenca, no son dignas de ser declara-
que atemorizados, comencamos a correr das en nuestro común hablar. Ay otras
por salir de la cueva que pensamos que cosas más estendidamente contadas: lo
se cayera sobre nosotros. Tan ligeramen- uno por dar sabor al lector que no que-
te huíamos como en toda nuestra vida de con la desgracia de no declarar el ne-
podimos porque -como dize Vergilio- el gocio; lo otro que como la poesía atada
temor da alas a los pies. Assí salimos no a tantas cadenas de sonoridad, cuantidad
esperándose el uno al otro. Entramónos y otras cosas va muy breve en las cosas
en el batel y saltamos luego en la nao que se avían de estender y porque lo que
bolviendo la cara hazia la isla, pero no la se cumplió no daña a la historia. Porque
vimos más. La causa d'esto se verá en la el principio d'esta obra se entienda, se
quinta parte del sabio Palagrio. Assí que, pone antes un preámbulo sacado de las
aviendo buscado las yervas que quería- obras del arzobispo don Turpino. En lo
mos, allegamos a nuestra patria jurando demás ruego al lector que supla su saber
de no emplear en más nuestro ocio en tal nuestras faltas, pues no es cosa nueva
cosa. Donde yo luego, viendo mi libro errar; lo cual desde que ha el mundo
que tratava de tan memorables hechos, principio se usa y es tan celebrada por
lo di a los impresores para que se mani- antigüedad de tiempos. No es mucho
festassen por el mundo. Es todo dicho que en mí más se demuestre y más se de-
del maestro Juan Acuario, de adonde yo, clare. Vale. (ff. ivv-vr).
aviendo aquel libro a las manos, con más
reposo que no él, lo alcanco. No pensé
hallar otra mejor manera de atriaca que
no él. De adonde este libro se compara a 2. Falqueto cuenta e n qué ma-
la atriaca, la cual, como se á compuesto nera fue transformado en perro
de las entrañas de la bívora y de yerbas
medicinales, puesta sobre la mordedura
poncoñosa, va derecha al coracon por
parte de la bívora, donde allegando tras
D e s d e e n t o n c e s me fue bien en
casa del rey dos años, donde era
del rey muy querido y de todos muy
ellas las yervas saludables vencen la pon- amado; donde tuve un muy grandíssimo
coña. De adonde tuve por bien hazer al amigo llamado Archedón. Éste tenía por
fin de los capítulos que fuessen menester amiga una muy gran maga de aquella
SLIS adiciones sacadas de filósofos mora- tierra, adonde fuemos un día por folgar-
les para que tome algún provecho el lec- nos. Y estando todos tres a la mesa, co-
tor a lo que va mi intención encaminada, mencó la maga a contar las cosas que le
no como aquellos libros que solamente avían acontescido a cavalleros con ella y
alegran y aún esso con gracias deshones- de cómo los avía tornado muchas vezes
tas no siguiendo más de aquella historia en diversos animales y otras cosas. Assí
prolíxa. De adonde, viendo la buena vo- lo contó. Yo, que de aquello no podía
luntad del maestro Juan Acuario, quise creer que aquello fuesse verdad, co-
manifestar el tal libro a los de mi lengua: miéncele a dezir que no podía ser aque-
lo uno porque acompañasse a ess'otros llo ni que lo creería hasta que lo viesse.
que andan del mismo don Reinaldos; lo Y entonces, pensando una maldad, dixo
otro por cumplir y enriquescer, aunque la maga:
no sea sino con mi buena voluntad, la
lengua española. En esta transladación -Bien es que el hombre no lo crea
no van muchas cosas que, fablando con hasta que lo aya muy bien experimen-
tado.
BALDO (IV) 397
bien supe y aún él me lo dixo). Allí le tarle algLina cosa de lo que me avía
dixo el hijo de la maga, que Aungacio se acaescido. Pero en lugar de hablar, co-
llamava: mencé a ladrar. Entonces bolvieron hazia
-Pues, señor Archedón, dexáme esse mí los de la ronda, y como vieron un pe-
cargo, que yo os lo trairé en la tarde a rro tan grande, con gran plazer van a mí
vuestra sala. para tomarme y llevarme atado que les
Entonces Archedón, agradeciéndose- ayudasse a rondar, pero yo me pusse en
lo, buélvese a mí y cuenta todo cómo defensa assí con los dientes como con
passó, de lo cual me alegré, no catando los encuentros que les dava. Allí el alcal-
en el odio o desamor que el otro me po- de dava bozes, diziendo:
día tener. Venida ya la tarde, heos aquí -¡Matadlo! ¡No nos estorve nuestro ca-
donde viene Nugacio con un vaso lleno mino!
de un olio bueno y muy claro; el cual me Pero nadie se osava llegar a mí. Pero
dio, diziendo: con piedras me adobavan el nuevo cue-
-Señor, esto os lo avéis de untar a me- ro, donde sin más parar, me di a huir por
dianoche por los mismos lugares que toda la ciudad. Y sin aver remedio, veni-
vos cogistes esse mal olor. da la mañana, conosciéndome los que la
Yo lo tomé de muy buena voluntad, noche avían andado en la ronda, co-
y venida la hora, no diziendo cosa a mi miencan a tirarme diversidad de piedras.
compañero, me salgo por una puerta fal- Donde, aviendo yo caído en poder del
sa de la casa real y comienco a andar por pueblo, comiencan a ir tras mí, no de-
los lugares que más me acordava, y assí- xándome parar. De tal manera salí moli-
mismo, quitadas todas las ropas, me unté do de las piedras como de los mordedu-
todo el cuerpo. Donde viérades allí una
ras de los otros perros de la ciudad, y
cosa maravillosa: perder el cuerpo su tez
caminando por el campo, muerto de
y pararse áspero, todo peludo; encorbá-
hambre y del cansancio, mal parado me
vaseme el cuerpo; mudárseme los bracos
eché en una senda real donde quicá ha-
en forma de animal. Lo último que me
llasse quien me Uevasse a SLI casa. Don-
unté fue la cara, y éssa, más presto de-
de estuve un día, y passando dos hom-
xando su forma, se tornó en cabeca de
grande perro y assímismo todo el cuer- bres por allí, como me vieron tan
po, no para que yo pudiesse verme, sino grande, acodiciáronse a llevarme consi-
que sentía yo estar assí, no dándome go, y halagándome con pan y otras co-
mucho por ello, pensando que todo se- sas, me llevaron y llamáronme Vestigato.
ría como lo de la noche passada. Pero Donde allegados a una gran cibdad lla-
no fue assí, que, acabado el ungüento, mada Aliaga, y fuéronse al me[rc]ado y
yo quedé en forma de grande perro. mercáronme un lindo collar de cuero de
Donde viéndome assí la cabeca hazia el tigre, y pusiérotnjmelo con su cadena, y
suelo, ya bien noche que declinava ha- diéronme a un moco que traían. [...] (ff.
zia el día, determiné de irme hazia la 7v-8v).
casa real, donde a la mañana hallaría re-
medio. Pues comencando camino nue-
vo, no uve andado mucho, cuando topé 3. Cíngar cuenta cómo, junto a
con la ronda que solía andar allí siem- un magistrado de justicia, comienza
pre. La cual, como yo conocía muy bien,
e n Milán su carrera de ladrón de al-
creyendo que no avría perdido la boz,
tos vuelos
allegúeme a él par[a] hablalle algo y con-
BALDO (IV) 399
los de oro de los de Francia, y echa los »Y comienca a contar todo cómo es-
florines en un talegón amarillo y los tava y cuántos eran y adonde estavan
otros en un azul. Los cuales talegones, puestos por manos del cambiador. El
sellados de su anillo con todo esso otro cual dixo delante de toda la gente que
dinero, los mete en el cofre y tórnalo a allí estava:
cerrar. Y toma el cartapacio de las cuen- •-Señores, si tal tuviere en mi tienda
tas y escrive en ella, como conocía el que me corten la cabeca, que viene esse
cambiador que avía recebído aquel dine- hombre errado.
ro, metido en aquellos talegones de -Veámoslo, -dixo el magistrado.
aquella manera, y porque estava mal dis- »-Sea en ora buena, -respondió el
puesto avía hecho qu'él propio firmasse. cambiador, estando ignorante de avello;
Yo, sin más dilación, quisiera con aque- y muy salvo abre su casa y entra dentro
llo fuir; él, como sagaz, denostándome, con la más de la gente, estándolo espe-
díxome que estuviese quedo, y salimos rando Guarico dando bozes a la puerta
todo puesto como estava, tornando a ce- desde su cavallo. Adonde abriendo el
rrar la puerta, díxome que me quedasse cambiador su cofre y hallando los tres ta-
echado en aquellos poyos y que en la legones, hallósse confuso, y mudo con
mañana vería lo que sabría fazer. Él fue- gran turbación. El magistrado, que vido
sse; yo quédeme allí, y en la mañana, vie- ser verdad lo que Guarico dezía, dale sus
nen los cambiadores y cada uno abría su tres talegones y despídelo en buen hora.
casa. Estando en esto, viene Guarico Entonces toda la gente toma al cambia-
Guarnidor en su cavallo con su toca de dor como si fuera un engañador y per-
camino, que se quería partir. Y allegósse vertidor de el crédito con gran ignomi-
al cambiador, que estava abriendo la nia, y assí se lo llevan a la cárcel,
puerta, y saludóle diziéndole: diziéndole muchas cosas, no sabiendo él
qué responder, porque iva como loco.
«-Señor, ¿conocéisme? Entonces salíme tras del ladrón famoso,
»-No, -dixo el cambiador. espantado de su arte y cómo allí, donde
»-¿No?, -respondió Guar<n>ico. ¡O, tanta diligencia se pone, pudo robar tan-
desventurado de mí! Bueno es esso que ta cosa; porque los cambiadores, con las
no me conocéis. ¿Assí lo soléis hazer graves penas guardados, dexavan allí su
con los que se encomiendan en vuestro dinero. Assí que nosotros, salidos a un
crédito? cabo desierto, dixo Guarico:
»-¿Qué dezís, -dixo el cambiador-, »-Mirá, aprende cómo yo hize. Toma
que no os he visto ni sé quién sois? Mira, este talegón y sabe bivir con él, que yo
señor, si es alguno de essotros. me vo a Roma en abito de cavallero, no
»-¡0, mal hombre!, -dixo Guar<n>ico-. abatiéndome a cosas viles; porque el
¿Y agora me dizes esso? águila, aunque bive de rapiña, es loada
••Díziendo esto, saca un puñal que te- porque toma cosas nobles. Por esso, ios
nía, y arremetiendo el cavallo a él, ásse- de aquí, donde otra vez no os conozcan.
le de los cabellos, maltratando al cam- «Diziendo esto, diome el talegón de
biador. A lo cual acorrió mucha gente, y los reales y partióse a gran priessa de mí,
uno de los magistrados y preguntó a quedando yo alegre con la tal satísfá-
Guarico qué quería. ción.
-Señor, -dixo él-, ayer a este hombre Y cataldo aquí, diziendo esto aquel
en tres talegones le di ciertos dineros mancebo, sacó su talegón y contó cien
que me guardasse. reales y dióselos a su compañero, que-
BALDO (IV) 401
dando yo con gran imbidia de aquello por muerte. La discordia que aquí fue
y con voluntad de imitar a tales hom- sembrada entre los compañeros de Bal-
bres. Ellos se fueron a dormir y yo tam- do sinifica cuando pelearon las cosas
bién, hasta que vino la mañana e nos que están dentro de nos mesmos, las
fuemos cada uno por su parte, (cap. xx, unas por seguir lo malo, las otras por se-
ff. 30v-31v). guir lo bueno. De la cual pelea escapan-
do el ánima con la razón libre y desem-
baracadas, veen todas estas penas. Por el
5. Explicación moralizadora al gigante Ticio entenderemos los luxurio-
final de un capítulo sos o los locos, porque, como dize Sé-
neca, infinita es la generación de los lo-
n el infierno fingen los poetas aver cos, a quien, si porfíes de reprehender,
E tres furias hermanas, hijas de la cansaráste. Por los que están debaxo la
noche, como dize <Ovidio> [Vergilio] en montaña se figuran los adúlteros. Por
la duodécima Eneida, llamadas Tisífone, Exión se entiende cualquier sobervio
Megera, Alecto. Pero significan tres cosas que todas sus cosas encomienda a la va-
que ay principales en el infierno: Alecto, riable rueda de la fortuna. Por Sí[si]fo se
cosa que no dexa de atormentar, Mege- significa el ambicioso. Como ya avernos
ra, aborrescimiento porque los que allí dicho por es'otras penas y pecados por-
entren no dexan de ser atormentados y que allí penavan puede discurrir el lector
de aborrescer todas las cosas criadas absteniéndose de aquellos pecados que
pues que no se supieron aprovechar d'e- los gentiles también aborrescían. (cap.
llas; Tisífone significa venganca hecha xxxv, f. 59r)-
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIOS
[1] Libros I-II: Lisboa: Biblioteca Nacional: COD/11255, n° de registro 230687 [-»]
[2] Libro III: Lisboa: Biblioteca Nacional: COD/615 M
TEXTOS
paresca con el otro, ansí en los gustos y cuales se avían sorvidos en aquel encan-
voluntades, pensamientos y obras, y en tado lago; las maravillas de Floribea y
todo lo demás nenguno d'ellos entera- con sus ermanos, con otras gustozas
mente se párese bien a todo, aunque sea aventuras y agradables sucesos d'estos y
bueno; ni mal a todo, aunque sea malo. de otros muchos cavalleros que andan
Y vemos bien esta variedad y la espre- siempre ofreciéndose a la avuentura, o
mentamos cada ora: que al que le aliase por su gusto, o por dezeo de fama [...].
la guerra no le cuadran los amores; el Fin del libro primero de la segunda par-
que quiere sermón y no gusta de la pla- te d e la Selva de cavalarías famosas. A gloria
sa; el malencóníco gusta de la soledad, de Dios, amén. (f. 270v).
el colérico de las armas, el sanguinio de
las fiestas y conversasiones, y el flemáti- Porque quizieran dar allí fin aquella
co de cozas varias, y aún le plaze más jornada, pues le avía caído la ocazión en
nesedades que si lo zofra...; al fin vemos la mano, y lo que izieran después re-
que agrada a uno lo que a otros no pá- quiere otra nueva historia, dando aquí
rese bien, de suerte que dar algún autor fin a este segundo libro y a la cansada
de alguna obra satisfaciones que lleguen pluma, para que antes enpesemos nue-
a todos fuera celar agua en la mar. Y ansí vas maravillas y immortales echos d'es-
yo no quero dar ninguna sino que ize tos prínsipes y de otros muchos que izie-
este libro por mi gusto, y por satisfazer ron en los campos de Capadosia, con las
al de un amiguo que me lo pedió y tie- maravillas de Florisbea y gustozos cuen-
ne mucho de leerle. Si a otros parescie- tos y aventuras que a todos susedieron
re bien, ai lo tiene y resiberé gran mersé en esta guerra [...]. Fin del segundo libro
d'estos tales emmédaronle de su mano de la primera parte de la Selva de cavalkrias
de las faltas que le aliaren y ahorráreme famosas, (f. 475v)-
de lo que tuviere para lo demás; y los
demás, se le paresieren mal, nadie les
Y comviene que nos también pare-
obliga a que los leja, pues a ninguno d'e-
mos, dando algún descanco a la caneada
llos llamamos para jues d'esta obra; y me
pluma que, si em alguó el curiozo lector
párese de gran importansia que ellos lo
aliado gusto em esta gran historia, empe-
sean algún a su ofisio, que también no
saremos la tersera parte, onde se verá los
faltará quien corte por ellos; y al que le
famozos echos em armas que aquellos
duela, bien Dios le guarde".
príncipes izieran em aquella aventura de
aquella ciudad; y de las grandes fiestas
que se izieran dispués, que duraron mu-
2. Organización de la materia chos días; las obras generales de muchos
textual príncipes y cavalleros dispués de bolver
las damas; las maravillas que ellas izieran
ans
V í * os dexaremos en su cami- antes de ser conosidas; y las bravas aven-
-I- no, dando aquí fin a este primero turas del Castillo Cristalino y de la Torre
libro d'esta segunda parte de la Selva para de las Maravillas y del Sepulcro de Ata-
que, descansando la cansada pluma un lante; com bravos amores de aquellos
rato, entremos a dezir en otro libro las nuevos príncipes que salieran al mundo;
maravillas de tantos y tan valerosos ca- com la partida de Lusiono y su muerte
valleros y bizarras damas, enpesando em los campos de Capadocia por sierta
por las locuras del Mauritano y las mara- aventura, de que no pesó a Brandarete;
villosas obras del Rey de España, los com otras muy gustozas aventuras donde
SELVA D E CAVALARÍAS 403
el Amor mostrará mejor su poder que en ro sin dañarlas; tenía unas muy largas
lo antes, onde Marte mostró el suyo. Y alas de cuero que tendidas bolava en
ansí será bien quedarse esto ansí, que, se ellas más ligero que una águila; de suer-
ay gusto de saber estas antegüedades, te que era, aunque ermoza en su modo,
aquí las tiene, que no está tan vazía la la más notable coza que en el mundo
caza de la memoria que no tengua emse- yamás se ha visto. Estava insillada con su
rrados em sus aposentos muchos libros silla de armas, de arzones bien altos y
d'ellas, de los que les sacaremos todo lo serrados con su beida, que todo parescía
que aquí nos falta, pues está em poder de fino oro. Allí tenía una lanca. (libro I:
de aquellos sabios la llave d'ella y nunca ff. 10V-110-
se abre que no salgua de allí alguna cosa
de provecho, (ff. 178").
4. Aventuras sólo destinadas a
las damas bizarras
3. Las a r m a s de la princesa Flo-
ribea
Y d o y m i p a l a b r a de que acaba-
da esta aventura bolverlas a
Costantinopla a tiempo que sean majores
P e r o t a n limpias y ermozas que era
maravilla verlas, porque ya no eran
blancas sino cubiertas de leones de oro
las fiestas que en ellas se an de azer de
lo que ellas serán asta su Ueguada. Y a
con muchas piedras de varios colores estos invictos príncipes, pido mucho no
que de ellos eran formados antes aquel se apartem de vuestra corte por su au-
oro, el escudo era encarnado y en medio senzia, porque la aventura onde ellas
de un cielo que en la mitad tenía estava van no es posible acabarse por otras per-
una mano con un puñal que quería dar sonas sino por sus eroicas manos. Y este
en un corasón que ardía en una llama. es el dom que tenguo pedido; y soplico
No se vio más rica piessa en el mundo, me perdonen que no puede ser menos
y al pie una letra que dezía: por ahora, pues ellas se an encarguado
del oficio de cavalleros y están obligua-
Este muera a fuego y sangre, das a dar complimiento a los agravios
porque a otro muy abracado que alguno rescibe [...].
com lo mismo á atormentado. Todas aquellas damas nombradas se
subieron en aquel carro despedidas de
Estava allí una de las más memora- todos, con gran soledade de todos los
bles y espantosas bestias qu'en el mun- que quedavan y, pensando que se de-
do se havía criado para servirle de cava- tendría mucho el sabio para preguntarle
llo: era mayor que un gran cavallo, toda más despacio el remate de aquella aven-
verde cubierta de conchas por los pe- tura, él aziendo una gran cortezía, como
chos y ancas, aunque las tenía de cava- un rayo, sin aguardar más subió en uno
lio; y la cabeca, aunque paresía de un de aquellos grifos y, dando ellos un lige-
genete muy ermozo, saliendo por la ro buelo al cielo, com aquel carro fue
boca unos colmillos muy agudos de dos cortando la región del aire tan derecho
palmos; la cola y las piernas eran de un como si con aquellas ruedas fuera cami-
ermozo cavallo, salvo que en lugar de nando por algúm ameno y dorado cami-
las coz em los pies tenía unas majores no; y en un punto desaparesieron todos,
que de león o tigre, recojidas en unas dexando tanta soledad en los que que-
vainas con que podía caminar muy lige- davan que, a no atajarse con otras pláti-
404 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
cas y con la palabra que el sabio les avía 6. Las justas: descripción de las
dado, no fuera mucho durar aquel senti- armas de un caballero
miento em los padres y espozos mucho
por que dexaran de partirse muchos
atrás d'ellas, porque no sabían d ó n d e
avían de hir todos <tras ellas no sabían
E ntró por esta otra parte el famo-
zo d o m Grasilauro a r m a d o de unas
armas todas doradas q u e le e m b i ó para
onde de ir todos> tras ellas, vayan, que aquel día el sabio Castidel, cubiertas to-
em la tersera parte d'esta grande istoria das de rozas de perlas y robines; coza
se dirá onde fueran llevadas u lo que allá tan riqua y de tanto valor q u e n o las po-
le susedió y como todas dexaran allá los día azer sino q u e n las izo. En el escudo
hijos encantados, que después costarán en c a m p o seleste estavan sinco estrellas
tanto a todo el m u n d o em nuevas y nun- sobre una corona d e pedradía y al pie
ca vistas guerras, (libro II: ff. 176v-1770. una letra que dize así:
Solo á de mereserla
5. Carta amorosa una estrella rotilante
por libertar a su amante,
por
Rafael Beltrán Llavador y José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIO
TEXTOS
Mandó Tirante que le truxessen una y ansí le puso llevar cuando quiso para
entorcha encendida, e luego fue fecho. mayor bien, para el que le ha colocado
Después que la lumbre entró en la cá- en la gloria del paraíso. Y d'esto le deve
mara, vio un pavellón todo negro; alle- dar vuestra alteza muchas gracias. Y el
góse a él e abrióle e vio una señora toda que es lleno de misericordia y de infini-
cubierta de paño grosero con un gran ta piadad, dará a vuestra alteza próspera
velo negro sobre la cabeca, que le cubría y luenga vida en este mundo, y eterna
toda hasta los pies. Tirante le quitó el gloria después de la muerte en el otro, y
velo de la cabeca e quedó con la cara hazernos ha vencedores de nuestros
descubierta; visto el gesto, Tirante hincó enemigos. La segunda causa por que es-
la rodilla en tierra y vesóle el pie sobre tán tristes es por la gran morisma que
la ropa y después la mano. Ella tenía veen muy cerca temiendo perder los
unos paternostres de oro esmaltados, y bienes y la vida; y el menos mal que les
besólos y diolos a besar a Tirante. Des- puede venir es ser captivos en poder de
pués vio una cama con cortinas negras, infieles, por que es nescesario que vues-
y la Infanta de azetuní negro, cubierta tra alteza y la señora emperatriz mues-
con una ropa de terciopelo de la misma tren la cara alegre a todos lo que los vie-
color. A los pies de la cama estavan ren, para consolarlos del dolor en que
asentadas una dueña y una donzella. La están puestos, porque tomen ánimo y es-
donzella era hija del Duque de Macedo- fuerzo para varonilmente pelear contra
nia, y la dueña se llama va la Biuda Re- los enemigos.
posada, la cual avía criado de leche a la Y el emperador, considerando el
infanta. Al cabo de la cama vio estar has- buen consejo que le capitán le dava,
ta ciento y setenta dueñas y donzellas dixo:
que estavan todas con la emperatriz y -Yo quiero y mando que luego, ansí
con la infanta Carmesina. Tirante se acer- hombres como mugeres, todos dexen el
có a la cama e hizo gran reverencia a la luto.
infanta y besóle la mano. Después fue a
Diziendo el emperador estar y otras
abrir las ventanas y pareció a todas las
semejantes palabras, los oídos de Tirante
damas que salían de gran captiverio por-
estavan atentos a ellas, y los ojos, por otra
que avía muchos días que estavan en
parte, contemplavan en la gran belleza y
aquellas tinieblas por la muerte del hijo
hermosura de Carmesina; la cual, por el
del enperador. Dixo Tirante:
gran calor que hazía y porque avían esta-
-Hablando con el acatamiento que do con las ventanas cerradas, estava me-
devo, yo diré a vuestra alteza y a la se- dio desabrochada, que se mostravan en
ñora emperatriz que presente está mi sus pechos dos mancanas de paraíso que
pensamiento. Yo veo que el pueblo d'es- parescían cristalinas, las cuales dieron en-
ta insigne cibdad está muy triste y dolo- trada a los ojos de Tirante, que de allí
rido por dos causas: la primera, por la adelante no hallaron la puerta por donde
pérdida que a vuestra alteza le vino de la avían de salir, e para siempre quedaron
muerte de aquel animoso cavallero el en prissión y en poder de persona libre
príncipe, vuestro hijo; vuestra magestad hasta que la muerte de entrambos los
no se deve tanto congoxar, pues murió apartó. Mas seos bien dezir de cierto que
en servicio de Dios defendiendo su sanc- los ojos de Tirante no avían jamás recebi-
ta fe católica; antes deve dar loores y do semejante cebo, por muchas honras y
gracias a la inmensa bondad de Nuestro plazeres que avía visto, como fue solo
Señor Dios que se le avía empresentado, éste de ver a la infanta.
408 CABALLERÍAS CASTELLANOS
ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C
porque allí le encontró la una lanca, y la contró con el Rey de Capadocia; y como
otro encontró en el guardabraco esquier- el rey le vio se fue para él, e con la es-
do. Y si no fuera por las buenas y leales pada le tiró un golpe encima de la cabe-
armas, él fuera muerto de aquella vez. ca que le hundió el capacete en los cas-
Como el Rey de Egipto lo vio en tierra, cos y atordido cayó en tierra. Tirante
quiso descavalgar; y como tuvo la pierna prestamente descavalgó y cortóle las co-
encima del arzón de la silla que se apea- rreas del capacete para le cortar la cabe-
va, vino el Señor d'Agramunte y encon- ca. E prestamente allegó un cavallero,
tróle en medio de la pierna, y pasógela que con alta boz y piadosa dixo:
de la otra parte; él sintió muy gran dolor -Señor, por merced, no queráis matar
de aquella herida y cayó en tierra a mal al rey, pues él está mortalmente herido; e
de su grado. Como Tirante le vio assí pues es mortal y vencido, por vuestra beg-
caído en tierra, apresuróse azia él, pero nididad dadle un poco espacio de vida,
no pudo llegar; tanta era la prisa de la que bien os basta que seáis vencedor.
gente. Como el rey fue levantado, tomó Dixo Tirante:
una lanca que halló en tierra, y metióse -¿Qué es la causa que te mueve que
entre la gente poco a poco, y allegóse tú quieras demandar gracia de piedad
tanto hasta que Tirante que le echó un para este nuestro público enemigo que,
bote de lanca; y como no tenía bavera con tanta crueldad, en sola confianca de
diole en medio de la cara, que le derri- su virtud y de sus armas ha hecho todo
bó cuatro dientes y muelas, de donde lo que ha podido por darme la muerte?
perdió mucha sangre y tenía gran dolor. Por lo cual, es justa cosa que él sea pu-
Pero él siempre peleava, que ni por nido según él quería hazer de nosotros.
aquella herida no se dexava. Como Ipó- Y no es agora tiempo sino de crueldad,
lito le vio estar a pie y en tanto peligro, pues nuestra victoria está en sola la po-
con mucho esfuerco hizo tanto que llegó tencia de la virtud de nosotros y no en
a donde é estava; y tan presto como los méritos de la virtud de mi potencia.
pudo, descavalgó y dixo:
Y ansí él le desató el capacete y cor-
-Señor, por Dios os ruego que caval- tóle la cabeca. La hacha de Tirante era
guéis aquí. bien conoscida entre las otras, que esta-
E Tirante peleava cerca del cabo del va toda teñida de sangre de los hombres
ala, que poco a poco se iva apartando de que avía muerto. La tierra estaba toda
la prisa de la gente. Y él cavalgó y dixo cubierta de cuerpos muertos, y bien te-
a IpólitO: ñida de la sangre que d'ellos se havía de-
-¿Y tú qué harás? rramado. Tirante tornó a cavallo, y como
Respondió Ipólito: los turcos vieron muerto al valentísimo
-Salvad, señor, vuestra persona, que, rey, vinieron gran multitud d'ellos sobre
aunque a mí me maten, por amor de Tirante y esforzáronse mucho por le ma-
vuestra señoría yo terne mi muerte por tar. Y fue muy malherido y derribado del
bien empleada. cavallo; y él prestamente se levantó no
Tirante tornó a la batalla buscando al nada desmayado por la caída ni temero-
Rey de Egipto, el cual por el gran dolor so de las heridas, antes a pie se metió en
de la pierna era salido de la batalla. Ti- la prisa de la gente, que no parecía sino
rante vio que no le podía hallar, conti- un león; y con ayuda de los suyos, tornó
nuamente peleava con los otros. Y des- a subir a cavallo.
pués de buen espacio fue suerte que, Ésta fue muy fuerte y áspera batalla, y
andando peleando por la batalla, se en- tanto como ella fue más fuerte, fue mayor
410 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
dolor. Y mirando mi spíritu por el aguje- todo lo que he hecho ha sido voluntad
ro, vi dende a poco cómo Estefanía es- de mi marido.
tendió los bracos y rendió las armas; em- »Y d'estas y tales cosas dezía muchas
pero esforeándose dixo: Estefanía. Después de todo esto, que el
»-¡Vete, cruel de poco amor, que no as día se allegava, la majestad vuestra y Ti-
piedad ni misericordia de las donzellas rante la conortavan lo mejor que podían.
hasta que le as violada la castidad! ¡O, Y dende a rato los gallos tornaron a can-
sin fe! ¿Y de cuánta pena eres digno, si tar, y vuestra alteza rogava muy humil-
yo no te quiero perdonar, y doliéndome mente a Tirante que se quisiesse ir por-
de tu mucho más te amo? ¿Dónde está la que de ninguno del castillo no fuessen
fe que tú me has quebrantado? ¿Dónde vistos. E Tirante suplicava a vuestra alte-
está tu mano derecha que con la mía za le quisiese hazer gracia de soltarle el
juntaste? ¿Dónde están los sanctos que juramento porque pudiesse alcancar el
truxiste en testimonio, los cuales por tu vitorioso triunfo que desseava, assí como
falsa boca ayer nombraste cuando me su primo. Y la celsitud vuestra no quiso
prometiste que no me harías mal ni sería sino quedar vitoriosa de la batalla. Y
por ti engañada? Gran osadía as cometi- como ellos se fueron idos, desperté y no
do, que con deliberado pensamiento has vi nada, ni a Ipólito ni a ninguno. Fui
querido robar el despojo de mi virgini- puesta en gran pensamiento y como me
dad; e porque tú eres hombre de tanta hallé los pechos y el vientre mojados de
autoridad, e porque mi querella más ver- agua vine a creer que devía ser verdad;
daderamente sea conoscida... y entonces el dolor me aumentó en tan-
ta manera que dava bueltas por la cama
«Llamó a la princesa y a Tirante y como haze el enfermo que vasquea con
mostróles la camisa y díxoles: la muerte y no halla el camino; por lo
•-Aquesta mi sangre es fuerca que la cual deliberé amar a Ipólito de verdade-
repare amor. ro coracón, y pasaré mi vida penada assí
»Y todo esto dezía con muchas lágri- como haze Estefanía. ¿Yo estaré con los
mas en los ojos; después dixo: ojos cerrados, y ninguno no me dará re-
-¿Quién terna contentamiento de mí, medio? E digo que amor me ha turbado
ni quién fiará de mí, que no he sabido tanto los sentidos que soy muerta si Ipó-
guardar a mí misma? Pues, ¿cómo será lito no me socorre, siquiera que pasase
guardada por mí otra donzella que me mi vida durmiendo; que sin duda es gran
sea encomendada? No me conorto sino dolor despertar a quien buen sueño sue-
con una cosa: que no he hecho nada ña, (cap. 163).
que sea en perjuizio de mi marido, sino
que he complido su voluntad a mal de
mi grado. A mis bodas no an venido los 6. Juegos de manos en el lecho
cortesanos, ni clérigo no se ha vestido
para nos dezir la misa; no es venida mi
madre ni mis parientes, ni an ávido tra-
bajo en desnudarme las ropas y vestirme
P lazerdemivida tomó a Tirante por
la mano y llevóle a la cámara de la
princesa, e hízole acostar a su costado. Y
la camisa; no me an subido por fuerca a las tablas de la cama, hazia la cabecera,
la cama, que yo se supe subir; los minis- no llegavan a la pared. Y Plazerdemivida
triles no an ávido trabajo en tañer y can- se metió allí y dixo a Tirante que esto-
tar, ni los cavalleros y cortesanos en dan- viesse quedo hasta que ella gelo dixesse.
car, que bodas sordas han sido. Empero Y Plazerdemivida puso su cabeca sobre
412 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
el almohada, entre Tirante y la princesa, -¡O, maldita sea tú!, -dixo la princesa.
y tenía la cara buelta azia ella; y tomó la ¿Y no as ávido temor de mí ni vergüenga
mano de Tirante y pusósela sobre los del mundo, que sin yo saber nada me has
pechos de la princesa, el cual le palpó puesto en tanto trabajo y disfamación?
los pechos y el vientre y de allí abaxo. La -Ya, señora, -dixo Plazerdemivida-,
princesa despertó y dixo: pues el mal es hecho, dad en ello reme-
-¡O, válame Dios, cómo eres enojosa! dio; que me parece que el callar es el
¿No me puedes dexar morir? mejor remedio y más seguro.
Dixo Plazerdemivida: Y Tirante con baxa boz le suplicava
-¡O, cómo sois donzella de mal sofri- lo mejor que podía. Y viéndose ella en
miento! Salís agora del baño y tenéis las tan estrecho paso, que de la una parte la
carnes lisas y gentiles, y deleitóme en to- combatía amor y de otra temor, y al fin
carlas. deliberó de callar, (cap. 233).
-Toca do quisieres, -dixo la princesa-,
y no pongas la mano tan debaxo.
-Dormid, haréis bien, y dexadme to- 7. ¿La buena muerte? Tirante
car este cuerpo, pues es mío, que yo es- muere de pleuresía o "mal de costado"
toy aquí en lugar de Tirante. ¡O, traidor
de Tirante! ¿Y dónde estás agora? Que si
toviesses la mano donde yo la tengo, es-
tañes alegre y contento.
Y c o m o T i r a n t e llegó a una jorna-
da de la ciudad de Costantinopla,
detúvose en una ciudad que se llama
Y él tenié la mano sobre el vientre de Andrinópol, porque el emperador le avié
la princesa, y Plazerdemivida tenía la embiado a dezir que no entrase hasta
suya sobre la cabeca de Tirante. Y como que él se lo embiase a dezir. Y estando
ella conocía que la princesa se dormía, en aquella ciudad con mucho deleite y
afloxava la mano, y entonces Tirante to- tomando muchas maneras de plazeres,
cava a su plazer; y d'esta manera se de- paseándose con el rey Escariano y el Rey
portó cerca de una ora. Y como Plazer- de Sicilia por la ribera de un río que
demivida conoció que ella dormía bien, passa junto con la ciudad, le tomó de sú-
afloxó del todo la mano. E Tirante quiso pito tan gran mal de costado y tan po-
tentar la paciencia y dar fin a su desseo. deroso, que le ovieron de tomar en bra-
Y la princesa despertó, y dixo: cos y levarle a la ciudad.
-¿Qué malaventura hazes que no me E como fue echado en la cama, vinie-
quieres dexar dormir esta noche? ¿Eres ron los físicos, assí los suyos como los del
tornada loca que quieres tentar lo que es rey Escariano, que eran de los singulares
contra de natura? del mundo, e hiziéronle infinitas medici-
Y a poco rato ella conoció que era nas y no pudieron dar ningún remedio a
más que muger, y no quiso consentir, an- su dolor. Entonces Tirante se tuvo por
tes comencé a dar gritos. Y Plazerdemi- muerto y mandó que llamasen a su con-
vida le atapava la boca con sus manos; y fesor, el cual era un buen religioso de la
díxole a la oreja porque las otras no lo orden de San Francisco y maestro en teo-
sintiessen: logía, hombre de grandíssima ciencia; y él
-¡Callad, señora, que no queráis disfa- confesó con mucha diligencia todos sus
mar a vuestra persona, que temo que no pecados y con mucha contrición, tenién-
lo sienta la emperatriz! ¡Catad que es dose por muerto según el mucho dolor le
vuestro cavallero Tirante, quien por vos ahincava y poco remedio que sentía con
se dexará morir! lo que los físicos le hazían. (cap. 467).
TRISTÁN EL JOVEN 413
por
María Luzdivina Cuesta Torre
TESTIMONIO
TEXTOS
Camila:
la reina Ginebra, y la reina dixo a tenía abracada, dando muy crueles sos-
piros, y dezía:
-Enemiga mía, ¿qué cuidado has teni- -¡O, cativa reina, esta que es sierva
do de hazer una cosa que tanto te en- mía tuvo ventura de tener abracado al
cargué y que tanto me va? rey don Tristán, y yo, siendo reina, y la
-No he podido más, -dixo Camila-, más hermosa del mundo, no quiere mi
que nunca lo hallé desocupado. De con- ventura que lo toque salvo con la vista o
tino está con él don Langarote. con el pensamiento! Dime, amiga mía
-¡Lancado sea él del mi amor, que Camila, por mi vida, ¿qué passaste con
tantos enojos me haze!, -dixo la reina-. él? (cap. 187, p. 770).
¡Por Dios te digo que yo lo mida por la
mesma medida y le haga tantos enojos
que le alleguen a la muerte! 2. Entrega amorosa y matrimo-
-¡Por Dios!, -dixo Camila-, don Langa- nio secreto
rote vos tiene poca culpa. ¿Qué sabe él
los secretos de vuestro coracón y volun-
tad?
-No los sabe, -dixo la reina-, pero á
Y d e s q u e n i n g u n a persona pare-
cía por todo el palacio, Zafira dixo
a la reina Trinea:
me hecho y haze estremados enojos, y -Señora, aparejadvos para la batalla.
no se me irá sin el galardón. -¿E cómo á de ser esto?, -dixo la rei-
-Dexemos essas iras, -dixo Camila-, y na.
escuchad, y dirévos cómo he hablado al -Señora, -dixo Zafira-, yo tengo con-
rey don Tristán y lo he tenido abracado certado con el rey que vos vais para su
con estos mis bracos. lecho, donde vos atiende; y con el don-
¿Dízeslo de verdad?, -dixo la reina. zel Elisandro, que abrirá la puerta. Y pa-
-Verdad es, sin duda, -dixo Camila. réceme, señora, que porque no os ocu-
BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n°. 2040. EDICIÓN: María Luzdivina Cuesta Torre (ed.), México,
UNAM, 1997. ESTUDIOS: Campos García (1997) y Cuesta Torre (1994). GUIA DE LECTURA: Cuesta To-
rre (1999).
414 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
péis en desnudaros y en vestiros, que -Mi señor, la reina Trinea es, que vos
vais en una muy rica camisa y encima ama tanto que ál no pudo hazer con su
una ropa forrada, que no tengáis más coracón.
que hazer salvo soltar la ropa y metervos Y diziendo estas palabras soltó la
en la cama. Y porque es justo que tales ropa y quedó en camisa, y lancóse con
bellezas como la vuestra y la suya vos el rey en la cama. Tres cosas avéis de sa-
veáis, yo llevaré una lanterna con una ber y notar: la una es que el rey don Tris-
vela encendida muy encubierta. tán y Trinea, la reina de las amazonas,
-Sea assí, mi buena donzella. eran de cada dieziocho años; y la segun-
Y diziendo estas palabras la reina da, que estos amores se efectuaron con-
temblava tan fuertemente que no acerta- tra la voluntad del rey; y la tercera, que
va a hablar. Y Zafira dixo a la reina: la reina, que era donzella, quedó hecha
-¿Qué temblar es ésse en las batallas? dueña, y el rey tan contento d'ella y tan
enamorado que pocas eran las noches
¿Dónde aventuráis perder la vida no tem-
que no se vían. Y Zafira, desque vio que
bláis y en ésta que la tenéis segura, tem-
ya era cerca el día, fuesse para la cama
bláis?
de los reyes y hizo a la reina que se le-
-¡Ay, mí amiga, -dixo la reina a Zafi- vantasse. Y la reina se levantó y se fue a
ra-, el amor estremado que yo tengo a su aposento muy contenta y alegre a ma-
don Tristán es la causa! ravilla, (cap. 169, pp. 698-699).
-Comencaos a desnudar, señora, -dixo
Zafira-, y aparejaos, que es hora. No se
nos vaya la noche en pláticas.
La reina, que no dexava de temblar,
3. Realismo descriptivo
como iva a cosa que ella nunca hizo, no
acertava a desnudarse. Y Zafira la des-
nudó y vistióle una camisa muy rica, y
Y l o s c a v a l l e r o s s e herían mortal-
mente, pero el rey don Tristán
tomó la lición de don Langarote, y anda-
sobre la camisa echóle una ropa de car-
va muy assosegado y con gran tentó, ha-
mesí pelo forrada en martas. Y Zafira ziendo perder al jayán todos los sus gol-
tomó una lanterna encendida debaxo de pes, de que el jayán estava muy airado y
su manto y descalcas salieron del apo- dava grande priessa a don Tristán. Y el
sento de la reina Trinea y fueron al apo- rey don Tristán, cada vez que el jayán
sento real. Y Zafira tocó muy passico en perdía el golpe, lo hería a su voluntad,
la puerta, y Elisandro abrió luego la en manera que el jayán estava herido de
puerta y entró Zafira y la reina. Elisandro algunas feridas de que harta sangre se le
conoció la reina, pero Zafira puso el iva. Y tanto anduvieron lidiando que les
dedo en la boca que callasse, y Elisan- fue necessario retirarse y descansar. Pero
dro, creyendo que era cosa concertada mucha más necessidad tenía el jayán,
con el rey, calló. que comoquiera que era muy pesado y
Y la reina y Zafira passaron adelante, dava grande priessa a don Tristán, can-
hasta la cama del rey don Tristán, y allí sóse y no se harta va de huelgo. Y el rey
descubrieron la luz. Y el rey despertó y, don Tristán, que se hallava en buena dis-
como vio la reina par de sí, fue muy ma- pusición y conoció que Orribel estava
ravillado, y dixo: cansado, no lo quiso dexar descansar, y
-¡Válasme Dios! ¿Es sueño éste, o veo fuesse para él. Y diole un golpe por cima
a la reina Trinea par de mí? del yelmo que se lo falso y hízole una
Y la reina Trinea dixo: grande herida en la cabeca. Pero no se
TRISTÁN EL JOVEN 415
fue sin galardón, que el jayán le dio un pago del golpe que d'él recibiera, que
tan grande golpe con su cuchillo que le mucho lo avía atormentado. Y aguardó a
hizo abaxar el escudo y alcáncele en la que el jayán le tirasse otro golpe para
cabeca, que se la fizo abaxar hasta los vengarse del golpe passado. Y fue assí
ombros, y la una rodilla le hizo hincar en que el jayán, de toda su fuerca quiso he-
el suelo. Don Tristán se levantó y procu- rir al rey, cuidando de aquel golpe dar
ró de guardarse de tan mortales golpes. fin a la batalla; mas avínole al revés, que
Y el rey Artur, que tan mortal golpe vido el rey vido venir el golpe y con mucha
recebir a don Tristán, el espíritu se le tur- destreza se desvió, y el cuhillo de Orri-
bó, creyendo que don Tristán era herido bel dio en el suelo un gran golpe. Y an-
de muerte. Los cavalleros se combatían tes que lo levantasse, el rey don Tristán
d'esta segunda batalla mortalmente, hi- hirió con su buen espada al jayán de
riéndose por todas partes. Y el rey don toda su fuerca. Y quiso su ventura que
Tristán hazía perder los golpes al jayán, por la mesma herida que en la cabeca
y algunos recebía en el escudo. Y tiró al avía hecho al jayán, por aquella mesma
jayán un tal golpe, creyendo que le dava metió la espada, con tanta fuerca que la
en la cabeca, y solamente le alcancó en cabeca le hendió fasta los ojos, y el jayán
el escudo, que otro tanto le echó al sue- cayó muerto. A esta hora veríades tocar
lo que la primera le avía echado, en ma- las trompas que la ciudad hundían con
nera que el jayán no traía más de medio regozijo y plazer. (cap. 188, pp. 778-780).
escudo, y la mano con que lo traía asido
se parecía. El rey Artur y los que con él
estavan holgaron mucho del golpe que 4. Realismo y parodia irónica
el rey don Tristán hiziera, y conocieron
que el rey andava bueno y rezio. Y tan-
to anduvieron lidiando y hiriéndose por
todas partes que les fue forcado retirarse
Y n o m u y l e x o s d e allí apartóse el
camino en dos partes, y no sabían
cuál tomar. Y el rey dixo a la donzella:
por descansar. Y el jayán andava tan
-Amiga, pues sois d'esta tierra, vos sa-
cansado y sin aliento que por la visera
bréis cuál d'estos dos caminos emos de
lancava grande niebla. Y el rey don Tris-
tomar.
tán conoció qu'el jayán andava cansado
-En verdad, señor, -dixo la donzella-,
y desangrado de la sangre que de las he-
yo soy d'esta villa donde vamos, y muy
ridas se le iva: no lo dexó descansar y
poco ha que vine por este camino, pero
comencaron la tercera batalla. Y el rey
no sé cuál d'estos dos emos de tomar.
don Tristán le iva a herir de toda su fuer-
ca, y entrompecó en una piedra y perdió Y la Bella Guarda dixo al rey:
el golpe, y el jayán Orribel le hirió por -Señor, sea una cosa: yo cerraré los
cima del yelmo, que ambas rodillas le ojos y soltaré la rienda a mi cavallo, y
hizo poner en el suelo. Y el rey Artur, por el camino que el cavallo tomare, si-
que tan grande golpe vido dar al jayán gámoslo.
que hizo arrodillar a don Tristán, dio una -Sea assí, -dixo el rey-, pero paréce-
gran boz diziendo: me que se verificará en nosotros lo que
está escrito: que si un ciego guía a otros
-¡O, válame Dios, muerto es el rey ciegos, todos caerán en un hoyo.
don Tristán d'este golpe! Pero no obstante esto, se hizo la es-
Pero como el rey don Tristán era piriencia, y por el camino que guió el ca-
moco y suelto, luego fue en pie, y pro- vallo de la Bella Guarda, aquél siguie-
curava por todas vías de dar al jayán el ron. Y anduvieron gran pieca por él, y
4l6 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
esta gran duquesa de Milán, qu'es tan que hombres vieron, y es de edad de
bella y tan linda como veis, prometióme doze años. Y siendo d'esta edad, el rey
que avía de ser mi casamentera? Y agora su padre ovo un fijo varón. Y cuanto pla-
sospecho que me ha de tomar a don Pa- zer vino al padre, tanto pesar ovo Blae-
lante para sí, porque don Palante la sir- si, viendo que perdía la erencia del rei-
ve y precia mucho, y a mí no estima. Y no. Y el rey, con alegría del hijo, mandó
agora vino estotra reina Trinea, tan dama fazer muchas alegrías y apregonar un
y tan relinda que sospecho que me ha torneo muy rico. Y fui al torneo y vide
de tomar al rey don Tristán o a su primo aquella strella reluciente sobre todas. Y
el Franco. fenecido el torneo, me di a conocer al
La risa era tanta que no avía quien rey, el cual me llevó a ver a la infanta
d'ellas pudiesse fablar. Y desque un po- Blaesi; y dígovos que assí como es estre-
quito se assosegaron, dixo la reina Tri- mada en hermosura, assí lo es en mesu-
nea a la duquesa de Milán: ra y cortesía. Yo le quise besar las manos
-Señora duquesa, denvos a vos al se- y no me las quiso dar, y supliquéle me
ñor don Palante, y a mí a don Tristán, y recibiesse por su cavallero y, con licen-
seamos vos y yo sus casamenteras para cia y mandamiento del rey su padre, me
con el Franco. recibió, de lo cual yo soy el más dicho-
La duquesa de Milán dixo a la reina so y bienaventurado, y el más alegre del
Trinea que le plazía. mundo. Y ando a buscar las aventuras
-Pues si vosotras, señoras, esso fazéis, por servicio de mi señora Blaesi; e si al-
-dixo Miliana-, yo seré vuestra amiga y gún cavallero oviere qu'es tan bien ena-
no me pesará de vuestra venida. morado como yo, y tan alegre, yo se lo
-Pues assí será, -dixeron la reina y la defenderé y combatiré.
duquesa. A esto respondió micer Antonio:
Y en estas pláticas estuvieron fasta -Buen cavallero Salobret, vos dezís
que la condessa Brangel las llamó que se que sois el más dichoso y más alegre del
fuessen a cenar. Y la infanta y las reinas mundo; yo vos digo que yo soy el más
y señoras se sentaron a cenar con muy desdichado y el más triste hombre del
grande regozijo y plazer que passavan mundo. Y vos defenderé por fuerca de
con la duquesa Miliana, y con otras mu- armas que es mayor causa y razón de ser
chas pláticas que no faltavan para aver triste la mía que la que vos tenéis de ser
plazer. (cap. 165, p. 684). alegre.
Salobret aceptó el desafío y batalla. Y
rogava a Dios que fuesse amanecido
6. Tristán el Joven y el Quijote para verse en batalla, en servicio de su
señora Blaesi; y dezía a micer Antonio:
icer A n t o n i o dixo a Salobret: -La batalla entre vos y mí no se pue-
M -Señor cavallero, pues no nos de-
xáis dormir, contadnos vuestros amores y
de escusar, pero por pasar la noche fas-
ta que venga el día, yo vos provaré por
quién es essa donzella tan fermosa. razón que mi causa es mayor y más su-
Salobret dixo: ficiente que la vuestra. Cierta cosa es que
-Plazerme á. la alegría, qu'es cosa desseada y muy es-
E dixo: timada, y es señora; y la tristeza es abo-
-Yo soy Salobret, fijo del rey de Esco- rrecida, desechada, y es sierva. Luego si-
cia. Y sabed que el rey de Nuruéga tiene gúese que más noble causa es la que
una sola fija, llamada Blaesi, la más bella causa alegría que la que causa tristeza. Y
418 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
si es más noble causa, sigúese que yo -Tomemos las langas a mis escuderos,
tengo razón, y que vos no la tenéis que si a vos plaze, y tornemos a la justa.
con la mía se iguale. -Plázeme, -dixo micer Antonio.
Micer Antonio respondió: Y tomadas las lancas, se fueron a he-
-No vos combato yo cuál es mejor, rir bravamente. Las lancas fueron que-
alegría o tristeza, que en esta mejoría no bradas, y los cavalleros entrambos fue-
tengo duda; pero combatirvos he que la ron a tierra y dieron grandes caídas.
causa que a mí hizo triste es muy más Micer Antonio encontró a Salobret en el
grande j más suficiente que la que a vos escudo, que todo el rostro de su donze-
hizo alegre. 11a le despintó. Los cavalleros se levanta-
Galeote, que todo esto oía, dixo en ron y echaron mano a las espadas, y co-
alta boz: mencáronse a combatir esquivamente de
-¡O, válame Dios! ¿Qué es esto que muy grandes y pesados golpes que lum-
oyó? ¿Quién nunca oyó tal caso? ¿Quién bre hazían salir de los yelmos. Y los es-
nunca vio causa de tal batalla? ¡La mayor cudos se desfazían y caían a pedacos por
novedad es que nunca vi, ni desque los el campo. Y a cabo de gran pieca, a mal
hombres vistieron armas tal batalla fizie- de su grado, se retiraron afuera por des-
ron! ¡No es esta batalla para ser fecha en cansar; y micer Antonio dixo a Salobret:
este yermo, salvo en la corte del rey Ar- -Cavallero, por buena señal tengo
tur, para que la viessen, y deprendiessen que vos he despintado y parado fea la
los cayalleros las cosas nunca vistas! vuestra hermosa donzella. Si tanto la
Y en este medio tiempo comencó a amáis, mejor la deviérades guardar.
amanecer, j los cavalleros aparejarse Salobret miró su escudo y uvo pesar
para la batalla. Siendo ya el día claro, de ver assí maltratada su donzella, y dixo
dixo Galeote a micer Antonio: a micer Antonio:
-Señor, no vos apresuréis en la bata- -Sabed que soy pintor, y cuido tor-
lla, que los que mucha priessa se dan, narla a pintar con la vuestra sangre.
cansan muy presto. Por tanto, sabet sos- Y dichas estas palabras, se fueron a
teneros en la batalla, que me parece que herir de muy pesados golpes, que las ar-
ha de durar gran pieca. mas traían rotas y tintas de sangre, y los
Micer Antonio dixo: cavalleros muy lassos, sin que mejoría se
-Merced a vos, señor Galeote; lo faré mostrasse del uno al otro. Y viéndolos
como mandáis, si a Dios plaze. Galeote tan maltratados, uvo manzilla
Los cavalleros fueron todos tres ar- d'ellos, y cuidó que, si no los despartía,
mados, y Galeote dixo a los cavalleros: que entrambos morirían, y apriessa, con
-Pues a tal tiempo me fallo, conviene la espada en la mano, a su despesar se
que sea padrino y medianero entre los metió en medio d'ellos; y díxoles:
dos. -Cavalleros, yo he visto vuestras dos
Y requerió al uno y al otro si estavan batallas, y han sido las más bien feridas y
bien armados. Hecho esto, los cavalleros combatidas que yo nunca vi. Y hasta ago-
se pusieron el uno a una parte y el otro ra del uno al otro no ay mejoría. Si a vos
a la otra. Y tomaron sus lancas y ferieron plaze, gran cortesía me haréis que dexéis
de las espuelas a los cavallos, y al más esta batalla en mis manos y juzgado.
correr, bien cubiertos de sus escudos, se Los cavalleros, por le complazer, lo
fueron a encontrar. Las lancas bolaron en dexaron en sus manos. Y Galeote se lo
piecas y passaron los cavalleros bien regradeció, y jtizgó d'esta manera, que
apuestos. Sal[ob]ret dixo a micer Antonio: cada uno tenía muy gran razón, y que
TRISTÁN EL JOVEN 419
cada uno de los cavalleros sintiesse y tu- muy largas mercedes en oro y plata y co-
viesse su causa propria por mayor, (cap. llares y joyeles y atavío de casa, que le
38, pp. 218-220).. hizo representar gran señor. Y fecho esto,
don Pedro de Lara besó las manos al rey
don Juan y al rey don Tristán y díxoles:
7. El autor -Señores, ¿qué gracias puedo ya dar a
vuestras grandezas que sean suficientes
luego mandó llamar al piloto a las estremadas mercedes que me avéis
Y mayor, el que avía sido su casa-
mentero, y venido, díxole el rey don
hecho? Una sola cosa diré; que esta mi
persona que con vuestras grandezas
Juan: avéis engrandecido con lo que me avéis
-Amigo, yo vos soy en mucho cargo dado, siempre estará a vuestro servicio.
por aver sido principio para que yo ca- Y el rey don Juan dixo a don Pedro
sasse con la reina Iseo, las cosas que yo de Lara:
más amo en el mundo; y porque es jus- -El señor rey don Tristán y yo cree-
to ser gualardonado tan señalado servi- mos que haréis todo lo que buen cava-
cio, yo vos hago merced de la mi villa de llero deva ha¿er. Pero dexemos agora es-
Lara con todo su término, para vos y tas pláticas y idvos para las fustas, y
para todos vuestros descendientes legíti- todos los estandartes y vanderas hazed
mos. Y no quiero que más seáis piloto, quitar de las fustas y pintad en ellos las
salvo que residáis en Lara o en mi corte, mis armas, que es un castillo, y las armas
donde de mí siempre seréis honrado y de la reina Iseo mi muger, que son un
favorecido. Y quiero que seáis armado león dorado en un campo blanco.
cavallero por mano del señor rey don Y don Pedro de Lara llevó consigo
Tristán. pintores de Leonís y fuesse para el puer-
El rey don Tristán dixo que era alegre to y hizo presto pintar los escudos de
de armarlo cavallero. Y aquella noche el castillos y leones en los estandartes y
piloto veló las armas y a la missa mayor vanderas, y mandólos poner en las fus-
fue armado cavallero por mano del rey tas, que a maravilla parecían bien. Y dí-
don Tristán. Y de ai adelante lo llamaron govos que ésta fue la primera vez que se
don Pedro de Lara, y fue muy honrado juntaron y mezclaron en un escudo los
cavallero, y d'él abaxaron muy buenos y castillos y leones: el castillo por Castilla
preciados cavalleros. Y sabed que el rey y el león por el reino de Leonís (cap. 228,
don Tristán hizo a don Pedro de Lara pp. 978-979).
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIO
TEXTOS
1. Prólogo por el que se dedica los trabajos que en ellos padecen. Por
la obra a doña Mencia de Mendoza y donde el mejor y más conveniente re-
exhortación al lector medio, para triumphar de sus malicias,
es conocer cualquier escriptor su cierta
ignorancia y juntamente, sin los prólixos
E s t a n g r a n d e la ceguedad de los
que escriven, Illustríssima Señora,
que no solamente no veen los apparen-
y desterrados rodeos llenos de dichos de
philósofos y hazañas de cavalleros, de
tes y claros defectos de sus obras, pero que en los prólogos antiguamente se ha-
su mayor gloria es manifestarlas para zía memoria, dirigir su obra a quien no
que, por su rnesmo medio, sean a los solamente de los detractores con su sa-
que los ignoran públicos y manifiestos; ber la defienda, pero con su poder los
por donde si la escusación de la primera castigue, de suerte que por ninguna vía
causa, junto con la consideración de ser para reprehenderla se atrevan y como
proprias suyas, no los desculpasse, cier- hecha la investigación devida de las per-
to es que. antes merecerían ser argüidos sonas dentr'ambos géneros, que han pe-
por su descuido que galardonados por dido llegar a mi noticia, en ninguna,
su trabajo. Y si en estos tiempos, como como en la vuestra Illustríssima Señoría,
fue en los passados y creo será en los al saber y poder que dixe tan clara y no-
venideros, no se reprehendiessen sino toriamente concurran, conociendo pri-
los errores públicos y por personas peri- meramente mi ignorancia, no ser menor
tas y en las letras exercitadas, aun no se- que el atrevimiento, que de dirigir a
rían tanto de culpar aquellos que con al- vuestra Illustríssima Señoría obra de tan
gún fundamento en semejante exercicio baxo estilo he osado tener, humildemen-
trabajan de emplear su tiempo porque te la suplico sea servida de recebirla y a
no temerían reprehensión sino de sus ella ya a mí otorgarnos nombre de su-
iguales o más sabios. Pero como el vicio yos, pues para en este siglo otra mayor
del reprehender esté más arraigado en bienaventuranza no desseamos, por la
los ignorantes que en los primeros, algu- segura proteción y conocida honra que
nos y muchos ay que de escrevir dexan, de tan cumplida merced se nos ha de re-
considerando que los que menos sien- crecer. Y porque no sería devido, siendo
ten, leyendo las agenas obras, no se de- la obra a vuestra Illustríssima Señoría di-
leitan ni trabajan en más de escudriñar rigida, dexar de certificarla cómo fue ha-
que defectos, y vicios podrán aplicarles, llada y adonde y en qué tiempo se escri-
pues en cualquier obra, aunque buena, vio, sabrá, Illustríssima Señora, qtie en el
no dexan de inquirirlos y publicarlos; año de mil e quinientos e veinte y uno,
por la cual causa la mayor parte o cuasi teniendo cortes el emperador don Car-
de todos los que escrevir podrían no los, rey y señor nuestro en la ciudad de
osan, no dexando assí mesmo de consi- Nuormacia del imperio de Alemana, vino
derar cuan pequeño es el fruto que, en a verlo el rey don Hernando, su herma-
esta nuestra edad, de tan laborioso exer- no, no sin gran número de grandes y
cicio se alcanca, y cuan ciertos y grandes otros cavalleros de Ungría; con un de lo
VALERIÁN DE HUNGRÍA 421
cuales tomé tan gran amicicia que un día Si de ver y oír las cosas sobrenatura-
platicando de las cosas maravillosas de les, discreto y estudioso lector, no se
España, porque no me pareciessen deve recebir admiración considerando el
menos bien las de Ungría, me mostró y poder que el alto Señor tiene para obrar-
después dexó, para que las pudiesse las, cuanto pues menos de aquellas que
leer, las dos partes, primera y segunda la experiencia nos enseña y representa
de la crónica de un príncipe de aquel tan fáciles, que contemplado estudio y
reino tan valeroso como antiguo llamado trabajo las podemos saber y exercitar.
Valerián de Ungría; y quiso la suerte que Por ende si de la presente historia, para
antes de ver yo el fin d'ellas, vide el de tu satisfactión cumplida, algunas dudas
su vida, por donde quedaron en mi se te recrecieren, assí por razón de las
poder. vidas y hazañas de los cavalleros y her-
mosuras y estados de las dueñas y don-
Y en el año de mil quinientos y trein-
zellas, como por lo que algunos supie-
ta, hallándome en la ciudad de Cuenca,
ron en las artes y estrañas lenguas que
por razón de las muertes que se siguie-
entendieron y hablaron, yo te ruego,
ron en ésta de Valencia, assí por huir el
aunque no se diga por extenso su origen
vicio de la ociosidad como porque aque-
ni cómo ni adonde las aprendieron, que
llos que latín no alcancan no dexassen
desechadas de tu pensamiento, procedas
de gozar de obra tan provechosa, acor- en la lectura hasta el fin, pues no halla-
dé, aunque no sin continuo y trabajoso rás cosa tan fuera de razón y del orden
exercicio, de traduzirlas de su elegante y natural que en los passados y presentes
muy gracioso latín, escripto por un sabio tiempos no se ayan visto y se hallen sus
llamado Arismenio, en el romance que iguales, y en muchos grados más diffíci-
verá vuestra IUustríssima Señoría. A la les de creer. Señaladamente que lo que
cual assí mesmo suplico no dexe de en ella se escribe no solamente no exce-
mandar la leer porque ultra de no haver de pero no iguala lo que en otras cuasi
en su lectura cosa que de honestidad sin número historias, assí antiguas como
carezca, antes siendo cuasi en todas sus modernas, havrás primero leído, en las
partes muy provechosa no será menos cuales no ay ni se leen tantos ni tan salu-
que su claro e bivo ingenio, en cosas dables consejos y castigos como en el
sublimes y muy delicadas continuamen- discurso d'esta se te offrecerán para tu
te exercitado, por algún breve tiempo provecho y aviso; por donde mayor cré-
no se deleite en las de la dicha obra aun- dito has de dar a la presente, pues no la
que morales y llanas; pues la interposi- puedes argüir de fingida ni falsa sino
ción de los exercicios con la variedad de sólo del baxó estilo y ignorancia, los
las cosas, allende del natural desseo, nos cuales yo conozco ser y tener tan gran-
causan dessear larga vida, la cual junta- des como su mesma baxeza los declara
mente con los estados de vuestra y sin comparación mayor; y assí mismo
IUustríssima Señoría plega al Señor de de algunos errores y defectos de dicho-
todo lo criado con entera salud y des- nes y letras que, por razón de la nueva
cansado ánimo acrecentar por largos y impressión, se havrán causado, los cua-
bien aventurados tiempos, feneciendo les ten por cierto que no hallarás si
en fin d'ellos en su santo servicio. Amén. pudieran escusarse, y pues la ignorancia,
que digo, a todos los mortales, según
que más y menos alcanca, tú no le aña-
Erhortación del mesmo traductor de la historia al lector das malicia, porque si argüyeres contra
422 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
que vieres ser te aplazible y dexando lo tener, fincava las rodillas en el suelo
ál te contentes, y cufras con ver lo que pidiéndole por merced, que d'él se
muchos de los passados dessearon y dolie-sse, y que aquella hermosa donze-
que, no se les otorgando, a ti, sin cuida- lla puesto que en mirarlo se mostrase
do que de lo ver tuviesses, favorece la doler de su pena, no bastava tanto aque-
fortuna para que no solamente lo veas, lla demostración que con ella se le acre-
pero que lo puedas con rrruy pequeño centasse su cuasi perdido effuerco hasta
precio gozar. Vale. (ff. 2r-v, 4r). tanto que haviendo con aquella honrada
dueña hablado, dirigiendo otra él su
sazón le dezía que, si le desseava, la vida
2. El príncipe Nestarcio tiene trabajasse de librarla de un fiero dragón
u n sueño profetice Discurso sobre el que en una grande placa de aquella ciu-
matrimonio dad hallaría, el cual haviéndole ya roído
la mayor parte de su honra y fama con
su insaciable hambre la estava esperan-
Cuando Nestarcio fue en su lecho
acostado, no se olvidó de pensar
en lo que Equivalió le dixera, assí en lo
do para le tragar el cuerpo y vida junto,
y que si lo matava, no dexaría de hallar
de su hija como en la batalla que con ole gran remedio para su pena. Y que oído
convenía hazer, por donde, después de aquello, sacando aquella donzella con la
haver passado gran parte de la noche mesma dueña de la torre, iva a buscar el
platicando consigo, junto con la determi- dragón en la placa que le dixera y
nación que para entrambos casos conve- poniendo la donzella en la más alta parte
nía trabajó de halagar sus sentidos de de aquella placa, a donde el peligro del
manera que el sueño le sobreveniesse dragón temer no pudiesse, con muy gran
por dar a su fatigado cuerpo algún desseo lo estava atendiendo, el cual no
pequeño descanso, lo que hazer no tardava de venir contra él con gran
pudo hasta tanto que la mayor parte de denuedo por le quitar la vida, pero que
la noche fue passada porque los cuida- aprovechándose de su destreza le hurta-
dos de su señora y de las batallas de va muchas vezes el cuerpo llagándolo
Aspalión y de Fulvián no lo permetían. con su espada de grandes llagas, pero
Pero cuando el cansancio pudo aquel que después de passada gran pieca, no
impedimiento vencer, no tardó en ador- le aprovechando su destreza ni ardi-
mirse y en soñar, que después de haver miento, se hallava en los bracos de aquel
muchos días caminado con su compañía fiero dragón, el cual con todas sus fuer-
Uegava a una grande ciudad y de altos y zas trabajava de ahogarlo y con sus agu-
hermosos edificios, anclando por la cual das uñas passarle las carnes hasta las
se maravillava de la ver tan poblada que entrañas, por donde viéndose en tan
le parecía que no podía haver en el grande aprieto y peligro, sacando de su
mundo su igual; y juntamente que con grande esfuerco dobladas tuercas, le
una dueña de gran autoridad entrava en puxava una pequeña daga que traía por
una torre a donde Dáñela los guiava, en entre las ingles, con tanta fuerca y cau-
la cual hallava una donzella a su parecer sándole tan gran dolor y daño juntos que
la más hermosa y de mayores gracias de assí por aquello como por la ravia de la
cuantas se acordava haver visto, de cuya muerte que de aquella llaga se la causa-
vista se le recrecía tan grande deleite y va cuasi en el mesmo instante dava el
espantos juntos que lo hazían temblar dragón tan espantable bramido que
tanto que, no se pudiendo sobre sus pies allende de causar a todos los que en
VALERIÁN DE HUNGRÍA 423
aquella plaga su batalla miravan grande su compaña, quedaron los postreros por
espanto que dava él juncto al dragón ir a su plazer hablando en lo que se les
cuasi muerto y sin algún sentido. Por ofrecería; por donde a el tiempo que
donde recordando Nestarcio tan atorme- Nestarcio vido conveniente sazón le
tado perlasso, como si aquella batalla en dixo:
effecto passara dixo: -Anoche vos rogué, virtuoso cavalle-
-¡O, Señor Dios, valedme que me ro, que para que con mayor acuerdo
muero! pudiesse mi parecer deziros acerca de lo
A las bozes del cual Elisen y Brimarel, que de mi saber quisistes, vos sufriésse-
que junto a su cama dormían, recorda- des hasta agora, y puesto que mi edad y
ron y saltando presto del lecho fueron esperiencia no sean para tanto bastantes,
por ver lo que su señor quería, al cual el desseo de vos complazer me ha dado
hallaron que no podía hablar, por donde causa que vos diga lo que oiréis:
queriendo salir de la cámara para pedir Aspalión es tan buen cavallero, según
lumbre, él los detuvo diziendo muy a suena d'él fama y vos me havéis dicho,
passo que se sufriessen porque ningún y tan preciado del rey d'este reino y de
mal tenía assí como era verdad, porque aquellos que de su persona y obras tie-
en poco espacio cobró su perdido nen noticia, que muy pocos se hallarían
esfuerco y sentidos, de suerte que se no mejores ni sus iguales, por donde desse-
parecía en él haver passado cosa de las ando él a vuestra hija para que d'él sea
que havéis oído; y pues vieron que ya señora y compañera por aquella vía que
no podía tardar el día, se comencaron de son los desseos lícitos y la honra no se
vestir, y aun no lo havían acabado cuan- menoscaba, no sé yo que se puedan
do la resplandeciente alva comencó de ofrecer contrarios de tanto peso que al
dar los acostumbrados señales de su sali- menor quilate de su bondad igualar pue-
da, por donde Brimarel fue para ade- dan, puesto que no possea más de vil
rezar sus cavallos, quedando Elisen para cavallo y armas; pues aquellos que claro
ayudar a armar a Nestarcio. Y como juizio alcancan en semejantes casos no
Equivalió lo sintiesse, no tardó en recor- acostumbran buscar más de las virtudes
dar las donzellas, las cuales fueron tan y bondad, y no los otros temporales bie-
presto vestidas que por ellas no se retar- nes, por donde por mí no se alcanca que
dó la partida, por donde todos juntos en le otorgar vuestra fija por muger se
partieron por causa que Nestarcio rogó a vos pueda seguir menos honra y des-
Equivalió que tuviesse por bien de ir con canso, que si a otro cavallero que muy
él y levar su hija hasta el passo que rico fuesse la otorgássedes, porque
Aspalión guardava, assí porque viessen conociendo Aspalión, que sola su bon-
cómo lo hazía su cavallero contra los dad vos mueve a lo querer por fijo ave-
caminantes, como porque podría ser que riguado, está que siendo tan virtuoso no
se hiziesse más de lo que cuidavan, lo solamente vos obedecerá como a su pro-
que assí a Equivalió como a su hija no prio padre, pero honrará vuestra fija más
desplugo, la cual estrañamente desseava como señora que como muger, porque
ver la batalla de aquellos dos cavalleros, para lo assí hazer lo forcarán el amor
pareciéndole que se no podrían hallar que le tiene, junto con la voluntad que
sus iguales assí al uno en estado como al havrá en vos conocido, por donde vues-
otro en esfuerco y bondad; y assí como tro coracón, no solamente se alegrará
a caminar comencaron Nestarcio con por razón del gozo presente, pero des-
Equivalió, dexando passar delante toda cansará y será aconsolado de las passa-
424 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS
das perdidas, en io venidero, io qLie vos muerte por servicio de quien jamas vido
podría al revés suceder si con otro que a ni conoció ni sabe si en algún tiempo le
vLiestra hija no amasse, ni a vos ruesse será agradecido. Pero tornando a nuestra
en la obligación que vos el será, la casás- primera plática, llamad, si vos parece,
sedes como por la mayor parte vemos vuestra hija porque sabida su voluntad
que los casamientos que se hazen podáis con mayor acuerdo determinaros.
teniendo por último fin los perecederos Maravillado quedó Equivalió del
bienes y no las virtudes y bondad, saber y discreción de Hestarcio porque a
pocas, o por dezir mejor, ningunas vezes maravilla le pareció bien cuanto dixiera
se aciertan, porque tiran al hito perece- pues en ello mostrava ser preciador de la
dero dexando aquel que perecer no honra y bondad aunque con gran desseo
puede; y de aquel vengo a dezir que si de saber porque fin havía las postreras
un cavallero tan preciado como Aspalión palabras de SLI razón dicho. Pareciéndole
ama-sse cualquier donzella del ímpio cosa muy grave un príncipe tan alto y de
que, si Nuestro Señor Dios por bien tan poca edad, hoviesse ya su coracón
tuviere ha ser mío, aunque de gran esta- otorgado a quien no conocía por donde
do fuesse, lo dexaría yo de trabajar que estuvo para se lo preguntar, pero acor-
por muger se la diessen sus padres, dándose que cuando por su nombre y
puesto que para lo effectuar se le hovies- hazienda le preguntó no dexo de se lo
se de dar por mí alguna parte de mi esta- dezir con mucha vohitad, callando la
do, por lo poder tener en mi compañía y causa de su camino, acordó de sufrirse
servicio, pues la bondad de un cavallero otrosí porque le pareció que a tan alto
no tiene estima ni precio, señaladamen- hombre no se devía preguntar más de lo
te cuando por sí mesmo se alcanca y que de su propia voluntad a dezir se
merece por ella ser honrado sin la haver comediría y en fin de sus pensamientos
de SLIS padres heredado. Esto es, mi ver- le dixo que le tenía en merced el traba-
dadero amigo, lo que mi flaco juizio y jo que de cuidar en sus fechos tomara
menor experiencia alcancan en este para satisfación y servado de lo cual sup-
fecho, aunque para mayor satisfación plicava a nuestro señor Dios le diesse
mía querría saber la voluntad de vuestra por ello el galardón devido, pues sus
fija porque concurriendo en ello con fuercas eran muy pequeña cosa, y que
mayor fundamento se podría mi parecer pues le parecía que se devía llamar su
poner en efecto, y si el descontenta- hija para aquel effecto que a él no le
miento que vos de Aspalión tenéis no es dexava de parece lo mesmo, pues aque-
por más del atrevimiento que de hablar llo era lo más firme y seguro, (cap. vn, ff.
a vuestra hija en vuestra presencia tuvo, 9v-10v).
no devéis clexar de perderlo. Pues amor
forcó las potencias de su lengua para
que lo dixiesse, el CLial a ninguna cosa
tiene consideración ni respecto, aunque 3. Sobre torneos y fiestas en la
no querría hablar en esto, pues no se me ciudad de Colonia
otorgaría desculpar a otre sin que a mí
c a u s a q u e el siguiente día havían
diesse mayor culpa; porque si Alpalión
viendo la hermosura y gracia de vuestra A de comencar los torneos, el empe-
rador ordenó que comiessen de mañana,
hija fue forcado dezirle lo que oístes,
algo menos tiene de culpa que aquel porque pudiessen ir a ver los tempranos
que de su propia voluntad va a buscar la por donde, cuando a la placa llegaron,
aún no passava medio día; e antes que
VALERIÁN DE HUNGRÍA 425
por
Carlos Alvar y José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIO
TEXTO
BIBLIOGRAFÍA: Sharrer. n° Ae4. FACSÍMIL: Oviedo. Ediciones Trea. 1999. EDICIONES: Pedro Bohigas
(ed.), Barcelona. Selecciones Bibliófilas. 1957. 1961 y 1962 (3 volúmenes): José Javier Fuente del
Pilar, (ed.) (con prólogo de L. A. de Cuenca). Madrid, Miraguano. 1988: Isabel Hernández (ed.).
Oviedo. Ediciones Trea. 1999 (¡unto al facsímil): Paloma Gracia (ed.). Alcalá de Henares. Centro
de Estudios Cervantinos, en orensa. ESTUDIOS: Cátedra-Rodríguez Velasco (2000). Cuesta (1995).
Gracia (1993 v 1996), Hall (1982) v Morros (1988). GUÍA DE LECTURA: Gracia (1999).
430 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS
cuál fin avrían. Mas sin falta, por el grand que ellos fizieron. E un día qLie llegaron
saber que avía, fabló tan escuramente allí, la Donzella del Lago dixo a Merlín:
que no podía honbre entender lo que -¿Pareceos este lugar bien estraño?
dezía, porque dixo en el Libro del Sancto -Sí, -dixo Merlín-, pero no es tan
Greal que sus profecías no serían sabidas estraño que en él non vos amuestre la
fasta que fuesen pasadas. E tanto dixo de más rica cámara e más fermosa que
las cosas que avían de venir que fue lla- nunca vistes.
mado Profeta de los ingleses e aún agora ansí -¡Ay Dios!, -dixo la donzella-. ¿Quién
lo llaman, que mucho supo de sí e de podría fazer en tan estraño lugar tan fer-
otre. E otrosí de su muerte dixo que mosa cámara como vos dezís?
muger lo mataría; e él guareció de muer- -Cierto, -dixo Merlín-, yo os lo diré
te a muchos buenos onbres e a sí mesmo cómo fue aquí fecho [...].
no pudo guarecer. E él así lo dixo: E esto -Esta cámara quiero ir a ver, que
acaece en muchos lugares, que los que son maestros dezís que es tan bien fecha e en tan
e sabios e dan consejo e profetizan a otros e a si no estraño lugar.
pueden dar consejo ni profetizar lo que les aprove- E esto era ya tarde, al sereno de la
cha a su muerte. E así acaeció a Merlín, q u e noche, e fizo Merlín encender muchas
profetizó a todo el mundo e era el más candelas e fuese con la donzella a la
sabio, e a sí mesmo no pudo aconsejar cueva, e cavalleros e escuderos e donze-
ni profetizar, ca él-amó por su peccado a Uas con ellos, e dexaron la otra conpaña
la Donzella del Lago, que era en aquel en la posada do tenían el fardaje. E
tienpo una de las más fermosas mugeres cuando llegaron a la cueva, fallaron una
del mundo; e otrosí era muy rica e avía puerta de fierro, que parecía que avía
grant tierra e era natural de la Pequeña muchos años que no fuera abierta. E
Bretaña; de bautismo, avía nonbre abriéronla e entraron dentro e fallaron
Niviana. E ésta crió muchos onbres bue- aquel lugar tan rico e fermoso que no ha
nos e muchas dueñas e fizo mucho bien. onbre que lo contar pudiese. E fueron a
E cuando ella vio que la Merlín amava la cámara e fallaron otra puerta de fierro
por su desonra, comencó aprender d'él e abriéronla e entraron dentro e fallaron
todos los encantamentos que sabía; e ai aquel monumento cubierto de cober-
fazíale grand infinta que lo amava tura de seda colorada. Después que la
mucho, lo que ella amava poco. E cierto Donzella del Lago cató la cámara toda e
que él fizo tanto que aprendió d'él tanta los cuerpos de los dos amadores, que
ciencia que sabía más que onbre ni que yazían dentro muertos, dixo en su
coragón que, pues aquella cámara era en
muger que fuese en aquel tienpo, salvo
tan estraño e apartado lugar, que creía
Merlín, que sabía más; e sabía profetizar
que nunca ai onbre vernía, que era bien
lo que Merlín non sabía mostrar a otre. E
que quedase allí Merlín para sienpre. E
él la amava de todo su coracón; e ella lo
dixo a Merlín:
desamava en cuanto podía, que nunca
muger desamó tanto a honbre e bien lo -Cierto, muy alegre e sabrosa vida
mostró en la fin'; pero tanto le mostró fazen los dos amadores que se bien
ella de amor que él creía que lo amava quieren en tal logar. E maravillosamente
mucho. E así anduvieron un grand tien- se amaron éstos que dexaron el mundo
po, ella aprendiendo toda vía d'él, fasta por aver plazer de sus amores.
que llegó aquel valle donde Merlín dixo:
Bandemagus llegó después a las chocas -Cierto, señora, como éstos dexaron
el mundo por sus amores, así lo dexé yo
BALADRO DEL SABIO MERLIN 431
por vuestro amor, que bien sabéis como -Amigos, -dixo ella-, este onbre
yo era señor de la Grant Bretaña e de la sabed que es fijo del diablo e sus obras
Pequeña, e del rey Artur e de su fazien- fazía. E andava enpós de mí por me
da toda, e cuánta honra me fazían todas fazer escarnio e desonra si pudiese, ca él
las gentes; e creían cuanto yo dezía e creía de mí aver la mi virginidad, la que
guiávanse por consejo mío. E todo lo yo he ofrecido a Dios; e nunca otro la
dexé por vuestro amor. avrá sino Él, como señor que todas las
E la donzella le dixo: cosas e a mí fizo. E bien escapé del fijo
-Merlín, esto sé yo muy bien; así faré del diablo sin me desonrar, si pudiera;
yo por vos. E cierto de aquella tan glo- mas Dios me libró d'él, que sabía mi
riosa vida que aquellos dos amadores intención e la suya. E pues que él me
ovieron, he yo gran enbidia; e quiero quería escarnecer, mejor es que escar-
que folguemos esta noche aquí e aya- nesca yo d'él. Cierto, por mal suyo me
mos plazer cuidó desonrar, ca yo le acortaré su vida
por lo que él contra mí pensava fazer.
E Merlín le dixo:
-Señora, fagamos como quisierdes. E mandó luego tomarlo a aquellos sus
Entonces mandó ella venir sus gentes onbres. E metiéronlo dentro en aquel
e mandó que le traxiesen allí su cámara monumento, que estava abierto, e fizólo
e bien de cenar; e Merlín mandó traer la cerrar, así como ante estava. E fizo encima
del monumento su encantamento con
suya. E a poca de hora tornó Merlín muy
letras e carátulas que le él mesmo enseña-
triste e a fazer mal contenente. E la don-
ra, tan fuertes que jamás no verná tan
zella le dixo que qué avía, e él le dixo:
rezio onbre que pueda abrir ni alear la
-Cierto, señora, que todo el cuerpo cobertura del monumento ni sobre él tirar-
me duele e todos mis mienbros me trie- la; ni fue aleada fasta que llegó y después
men e falléceme la merca e el coracón e Tristán, el buen cavallero, que la algo.
tomo tan gran espanto que no sé qué
E este encantamento fizo ella en tal
pueda ser de mí.
manera que él yazía sobre los dos ama-
E la donzella le dixo: dores. E puso sobre el monumento una
-Merlín, no ayáis miedo e esforcad- canpana por tal vía que de ninguno
vos, que a los otros solíades vos esforear, pudiese ser aleada, fasta que viniese
¿cómo os desmayáis? aquel que avía de amar más lealmente
Merlín no respondió cosa. Después que todos los que amaron. E cuando
que esto dixo, cenaron e fuese Merlín viniese el amador de los amadores e
acostar e durmióse luego como aquel que viese aquel monumento e las letras que
avía sueño mortal. Después que la donze- en él estavan e el nonbre de Merlín, des-
lla lo vio dormido, fizo sobre él su encan- fazerle ía el encantamento, porque avía
tamento, que le él mesmo enseñó; e él de alear la canpana para ver los hue-
encantólo tan fuerte que no sentía cosa sos de los amadores. Así fizo el encanta-
que le fiziesen. E llamó aquellos de su mento como le Merlín mostró; e así
conpaña e de quien se más fiava e díxo- avino, que duró después fasta que
les: Tristán vino e estuvo ai como adelante
-Tomad a Merlín e traetlo por esta oiréis.
casa por los cabellos e por los bracos e D'esta manera fue Merlín metido en el
veré si acordará. monumento. E como quiera que él fue
E ellos lo fizieron; mas por mal que le muy sabio e grand profeta de las cosas
fizieron, nunca pudo acordar. [...] que avían de venir, Dios, que es sabidor
452 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
engañado por muger virgen, así como lo mosa cosa en tan estraño lugar. E cuan-
él profetizó; e así fue muerto por los do vio el monumento, maravillóse, ca
encantamentos mesmos que él mostró a nunca viera otro tan termoso e tan rico.
la Donzella del Lago, ca en otra manera E en la cámara avía grand lunbre, ca de
ella ni otre no lo pudiera matar sino Dios. suso d'él avía tres tiniestras muy buenas.
E aquella noche durmió allí e en la E después que vio el monumento fue
mañana cavalgo con sus gentes e fuese. contra ios pies d'ei e vio en la canpana e
Al tercero día llegó allí Bandemagus e su en el sepulcro letras; e visto lo que dezí-
donzella; e cuando vio las chocas e las an estuvo pensando en quién podrían
ramas, dixo a la donzella: ser los dos amadores. A desora oyó una
-Donzella, aquí reposemos en estas grant voz que dezia:
chocas oy. L...J -¡Ay, captivo! ¿Por qué nací?
E otro día de mañana, Bandemagus E d'esta boz fue él tan espantado que
se levantó así armado como estava, que no uvo qué dezir nin supo qué fiziese,
no se desarmó de noche; e la donzella ca bien vio que aquella boz salía del
dormía, ca era cansada de la jornada que monumento. E quísose ir, pero dixo:
fiziera. E Bademagus salió de la choca e -Grand vergüenca me sería de estar
miró si vería alguna iglesia do irían a oír en el lugar donde tal cosa oyese, si no
míssa, ca era en aquel tienpo costunbre supiese dó sale esta boz e qué cosa es.
de los caballeros andantes oír misa antes E él estava todavía mucho espantado.
que entrasen al camino, si fuese en lugar Estonces escucho e oyó fablar paso a
do pudiesen fallar clérigo; e demás que aquel que yazía en el monumento, e
los de la Tabla Redonda lo avían de fazer dezía así:
por mandado de la corte e porque era -Bandemagus, no ayas miedo de mí,
costunbre. E estando Bandemagus ca no te verná por mí mal alguno.
mirando si vería alguna iglesia, vio una E cuando esto oyó el cavallero,
carrera por do la Donzella del Lago e su esforcóse más e fabló más osadamente e
conpaña salieran de la cueva do Merlín dixo:
quedó soterrado vivo. E él entró por -¿Quién eres tú que me conoces e
aquella carrera fasta que entró en la sabes mi nonbre e tales ansias fazes?
cueva e falló la puerta de fierro que dixe. ¿Eres muerto o vivo? Cierto mucho me
Estonces entró e miró a todas partes e maravillo de ti. E por Dios, dime tu non-
dixo: bre e fazme saver de tu fazienda e qué
—¡Ay, Santa María, qué cosa es ésta cosa eres.
tan buena e tan fermosa! E después d'esto salió del monumen-
E él esto diziendo, oyó una voz to una grand boz mucho dolorosa e muy
espantosa, como de onbre que yazía so espantosa de oír. E fabló más claramen-
tierra. E miró derredor de sí e no vio te e dixo:
cosa e fue espantado e dixo: -¡Ay Bandemagus! Sabe que yo soy el
-No dexaré de saber qué cosa es esta más mal aventurado onbre del mundo. E
voz. verdaderamente así es porque yo mesmo
E parecióle que en aquella cueva era fize que muriese tan crudamente, que yo
do salía; e tomó la espada en la mano e me maté con mis propias manos, porque
abrióla; e entró dentro e vio aquella casa enseñé a la más mortal enemiga que en el
tan buena e dixo en su coracón que era mundo avía con qué me pudiese matar.
paraíso aquella cámara; pero ovo miedo E después que esto dixo, dio otro
de ser encantado, porque veía tan fer- baladro muy doloroso. Estonces se signó
BALADRO DEL SABIO MERLÍN 453
Bandemagus e fabló más sin miedo e -Yo sov, -dixo Merlín-, mas yo no
dixo: avía tanto saber como vosotros creíades,
-¿Tú eres onbre? ¿O cómo fuiste que va os dixe que yo mesmo me traxe
encerrado en este monumento? a la muerte.
E la boz dixo: E Bandemagus le dixo:
-¡Av Bandemagus! Confiando yo de -Merlín, vos no os desconfortéis, ca
una donzella en la cual nunca falleció yo abriré el monumento e os tiraré de ai
crueza e deslealtad e traición, a la cual si os no tiene otra cosa, que si vos ai
vo fize mucho bien e mucha avuda, por- muriésedes, sería grand daño e cosa de
que la más amava qtie a otra cosa, me mucho doler.
encerró aquí, que por su saber nin poder Entonces dixo Merlín:
non pudiera ella fazer cosa contra mí; -De balde os trabajares, ca este
mas vo le enseñé por que ella me ha monumento es cerrado por tal encanta-
dado tan cruda muerte, mento tan fuerte e por tan fuertes pala-
E Bandemagus le dixo: bras, que son de tal calidad, que no ay
-Dezidme, por Dios, ¿quién sois vos onbre en el mundo que lo pudiese abrir.
e cómo avéis nonbre? E por esto me conviene de morir, ca en
E la boz le dixo: el mundo non ay onbre mortal que me
-Bandemagus, tú me viste ya muchas pueda dar vida. E esta canpana que veis
vezes en grand honra e muv preciado, ca no se moverá por cavallero qtie aquí
el mundo me tenía en parte por señor; e venga, que es en tal manera encantada
creían todo lo que yo dezía, así como si que no se podrá mover fasta qtie Tristán,
lo dixese uno de los apóstoles del Señor, el buen cavallero, venga aquí, que me ha
E a ti no me qtiiero encubrir; sabe que de sacar.
yo sov Merlín, el que tú mucho amavas E Bandemagus le dixo:
en casa del rey Artur. E todos los que me -Dezidme quién es aquel Tristán e
veían me tenían por el más sabio del irlo he buscar por libraros d'esta muerte,
mundo; mas cierto yo fue el más sandio si él fuere cerca de aquí.
e el más alongado de saber que en el E Merlín le dixo:
mundo nació, ca vo mostré e enseñé a -Bandemagus, ¿e qué dizes de
mi enemiga cómo ella me matase. E Tristán, que es aún tan pequeño que
pues así fue vo el más sandio onbre del aún trebeja con la teta de su ama e no
mundo, porque vo mostrava a los otros ha aún dos años conplidos? E aquél
cómo se guardasen e el mi mal no supe verná aquí por ver mis huesos e mi
entender ni guardarme d'él, ni quiso [El] sepultura e por llorar mi muerte, e aqLiél
que mi peccado lo supiese. E cierto bien abrirá este monumento. E fasta aquel
podes dezir al rey Artur que en mi muer- tienpo que aquél venga, no se abrirá. E
te perdió uno de los mejores amigos que aquél será tan buen cavallero que su
en el mundo avía. E cierto, el reino de buena cavallería e sus tan buenos fechos
Londres me fallará mucho menos cuan- e su fermosura e cortesía alegrará a todo
do le será menester, ca si vo aquel tien- el mundo. E creed esto sin falta; mas yo
po llegara, no fuera destruido el reino de non lo veré e pesa mucho; e por bien
Londres, como lo ha de ser. aventurado me temía si pudiese ser que
Cuando Bandemagus esto ovó, fue folgasen mis ojos en vista de tan buen
mucho espantado e dixo; cavallero como él será. E todo onbre
-¿Cómo? ¿Vos sois aquel muy sapien- bueno devría desear de lo ver.
tísimo Merlín. que teníamos por profeta? E Bandemagus dixo:
434 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS
-¡Ay Merlín! Pues me dezís que tan E todos los buenos cavalleros del mundo
buen onbre será e tan buen cavallero que se preciaren la vernán a ver; e el
aquel Tristán, que por sus bondades e que ende fuere conpañero se terna por
cavallería será el rrrundo en alegría e pla- bienandante. E cuando fuere en la
zer, por Dios me mostrad, si os pluguie- mayor honra e en el mayor poder
re, cómo lo conoceré yo cuando él fuere entonces comencará su vergüenca e
cavallero. verná su abaxamiento; e comencarse
Merlín dixo: han a perder todos los buenos onbres.
-Bandemagus, así como se conoce la En aquel tienpo se llamará el rey Artur,
luna entre las estrellas, que es mucho rey tribulado, e luengo tienpo deseará su
mayor e de mayor lunbre, así parecerá muerte. E aquel tienpo fallecerá la flor
Tristán sobre todos los cavalleros. Mas de la cavallería de todo el mundo. E los
verdaderamente que él avrá dos cavalle- reinos de Londres, que tú verás conpli-
ros en conpañía: e el uno será poco dos de toda buena ventura sobre todos
mayor de días que él e será su par, e el los otros reinos, tornarán en gran dolor e
otro será un poco mejor que él; pero cuita; mas aquel tienpo no verás tú, ca
Tristán será flor de los cavalleros en bon- Aquel que no ha miedo ni vergüenca a
dat e en toda cavallería. E ninguno de ninguno enbiará por ti.
los otros no serán tales como éstos; e E Bandemagus le dixo:
éstos serán muy buenos en cavallería, -Dezidme, ¿qué dezís del rey Artur?
mas a todos pasará Tristán en bondad e ¿Podrá reinar luengo tienpo?
fermosura. -Sí, -dixo Merlín-, e será mucho
Bandemagus le dixo: menester al mundo de reinar mucho. E
—Pues vos, Merlín, me dezís que estos todos los reyes d'esta tierra valdrán muy
tres serán tan btienos cavalleros que poco sin él, ca él en su vida usará luen-
pasarán en toda bondad e cavallería a go tienpo de alegría e abenirle han cosas,
todos los otros, e pues me dezís el non- estrañas; mas al fin su casa será fuente
bre del uno, dezidme el nonbre de los de lágrimas e su término será en el dolo-
otros dos. roso día en que los que quedaren de la
-No faré, -dixo Merlín. Tabla Redonda farán fin. Aquel día será
E después que esto dixo, dio un gran buen día de sangre e de tristeza e de
baladro doloroso que el cielo trespasó mortal pesar; aquel día entrará saña e
tal que Bandemagus uvo d'él grand cuita pesar e dolor; aquel día havrán a los ojos
e sentimiento. E si lo pudiera acorrer, de atados paños que no verán; aquel día
grado lo fiziera. E Merlín fizo dentro su será la ventura madrasta a todo el
duelo muy doloroso e esquibo a marabi- mundo e todos en aquel tienpo serán
11a, que no ay coracón humano que no lavados en sangre de onbres. Allí se
ubiese d'ello grand sentimiento. E matarán hermanos e parientes e el padre
Bandemagus le dixo: al fijo e el fijo al padre; e no se avrán
-¡Ay, Merlín, buen amigo! Dezidme, vergüenca ni se temerán el uno al otro.
si os pluguiere, la Tabla Redonda que se E allí non habrá sino cuita e dolor des-
fizo por vuestro consejo, ¿qué será d'ella? pués que el padre diere el golpe al fijo
E Merlín dixo: malo e mal fecho, de que morirá; e de
-Bandemagus, ella entrará en grand aquel golpe morirá la flor de la cavalle-
onra e en muy grand alegría e alteza ría toda. E aquel día será día de grand
además; e será de tan gran poder que duelo e pesar, que lo no podrá creer
avrán las gentes que fablar por sienpre. onbre ninguno. E el mundo todo devría
BALADRO DEL SABIO MERLÍN 435
quiere aver parte. ¿Por qué no vienes tú Estas palabras e otras muy sentibles
por mí con tu grande e mala conpaña de dixo. E sobre esto Merlín calló e murió
tus servientes e fazme aver mala fin? Ca con un muy doloroso baladro que fue
yo soy tu carne, ven e tómame, que de tan en alta boz que, según lo escrive el
ti vine por mala ventura e a ti me quiero autor e otros muchos que d'esto fabla-
tornar, que yo soy tuyo de comienco. ron, este baladro, que entonces dio
que sienpre fize tus obras e yo no quie- Merlín, fue oído sobre todas las otras
ro ni amo sino a ti; e a ti ruego e a ti bozes, que sonó a dos jornadas a todas
demando que me no dexes. ¡Ay infierno, partes. E oy día están ai los padrones
que sienpre estás abierto para mí e para que los honbres buenos de aquel tienpo
otros, alégrate, que Merlín entrará en ti e fizieron poner; e están ai por que sea
a ti me dó derechamente! sabido por dó fue la boz oída e fasta dó
E cuando Bandemagus esto oyó, fue llegó el sonido d'ella. E las candelas que
tan espantado que no supo qué fiziese e él fizo arder sienpre, de luengo tienpo,
sobre ios <tres> treze reis que mató el
signóse muchas vezes de las grandes
rey Artur cuando venció ai hermano del
maravillas que oía e dixo entre sí:
rey Rión, fueron luego muertas. E otras
-Desde oy más me quiero ir de aquí. muchas cosas acaecieron aquel día que
E luego tornó de otro acuerdo e dixo: Merlín murió, que las tovieron por mara-
-Por cierto, no lo faré, antes quiero villa, Por esto lo llaman el Valadro de Merlín
esperar en qué manera finará Merlín. en romance, el cual será de grado oído
E él así estando ant'el monumento, de muchas gentes, en especial de aque-
vino un gran trueno e pedrisco e tan llos cavalleros que nunca fizieron villa-
grand roído espantoso e tan grand escu- nía, sino proezas e grandes bondades de
ridad que no vio ni punto más que si cavallería e cosas estrañas que fizieron
fuese noche escura, aunque era un poco los cavalleros de la Tabla Redonda; d'es-
ante de nona. E oyó en la casa buelta e to da cuenta por estenso la Istoria del Santo
alboroco tan grande como si estuviesen Greal.
allí mil onbres e que diese cada uno las
Bandemagus estubo así atordecido
mayores bozes que pudiese. E avía entre
del espanto que ubo en oír el baladro de
ellas muchas bozes feas e espantosas, de
Merlín e las grandes bozes, como ya es
las cuales Bandemagus uvo grant miedo
dicho; e tanto estubo atordecido como
que no se pudo tener en los pies; e pare-
uno pudiera andar una jornada. E desque
cióle que le fallecía el coracón e que en su acuerdo tornó, vio tanta multitud
toda la fuerca del cuerpo le menguava; e de diablos que le pareció que toda la tie-
cayó atordido en tierra e muy sin virtut, rra cobrían. E salió de allí con grant
que creyó luego ser muerto; tanto uvo espanto e con mucho dolor, porque no
gran miedo. E él así yaziendo en tierra, pudo remediar en cosa la muerte de
oyó un baladro tan grande como si mil Merlín. E así como onbre el más de los
onbres diesen vozes todos a una. E entre tristes, fue a do avía dexado su donzella,
todas avía una boz tan grande que sona- la cual, desque le vio, fue muy atribula-
ba sobre todas las otras e parecía que da, porque le vio tan desfigurado que a
llorava al cielo. E dezía aquella boz: gran pena le conocía; e preguntóle con
-¡Ay, cativo! ¿Por qué nací, pues mi infinitos ruegos que le dixese de qué
fin con tan gran dolor la he? Di, mezqui- venía ansí desfigurado e dó avía estado
no Merlín, ¿e dónde vas a te perder? ¡Ay, tanto tienpo. Vandemagus, vistos ios con-
qué pérdida tan dolorosa! goxosos ruegos que su donzella le fazía,
BALADRO DEL SABIO MERLÍN 437
forcó a tablar, que tal venía que con toda ron. E Morlot quiso la primera batalla e
pena podía ser entendido lo que dezía; e abaxaron sus lancas e de todo su poder
lo mejor que pudo, contó punto por se encontraron; e Morlot pasó a
punto a la donzella todo lo que avía visto Merliadús la lanca por los pechos fasta la
e oído. La donzella se maravilló de oír las otra parte e cayó muerto en tierra. E
cosas que Bandemagus dezía e rogóle Bandemagus, que lo vio, pesóle, como
que luego se fuesen de allí, lo cual quiera que así gelo avía dicho Merlín que
Bandemagus fizo. E fuese por la monta- avía de ser, según arriba es dicho. [...]
ña a ver si podría fallar a Morlot o a Así pasó la muerte de Merlín, como
Meliadús el Arreziado para acabar su arriba es dicho, e con mayor sentimien-
aventura, como Merlín le avía consejado. to que aquí se escrivir puede; pero quien
E tanto andubo que falló a Morlot e fizo quiera puede colegir por vía de razón un
con él su amistad e enbiaron la donzella onbre que tanto serbia al rey e reino,
honorablemente a su tierra; e fueron bus- cuánta razón avían de le llorar todos, (ff.
car a Meliadús e a poco trecho le topa- lOOr-v y 102v-105v).
por
Carlos Alvar y José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIOS
TEXTOS
oyó un gran ladrido de canes, tan gran- moriera el cavallo, alcancalla ía, e caba-
de como si fuessen xxx o xl canes; y na lo que demando, ca más ha de un
pensó que eran los suyos e levantó la año que ando tras ella por saber la ver-
cabera e vio venir una bestia e no muy dad d'ella. [...]
grande, mas era la más dessemejada que Dize el cuento que cuando el niño
nunca vio porque de su figura era tan esto oyó, fixo semblante que ovo ende
estraña e tan dessemejada era como en gran pesar, e partióse del rey e fuesse
Cuento del Santo Grial dize; e por ende no meter en una mata muy espessa, e mudó
os dize aquí atan conplidamente cómo la presencia del niño e tornó en seme-
era, pero de los más de las fechuras diré, janca de viejo de ochenta años, tan flaco
ca ella avía la cabeca e cuello de oveja a semejanza que apenas podía andar; e
blanco como nieve, e pies e piernas de- fue vestido de un guisón; e assí fue ante
can negras como carbón; e avía el cuer- el rey e saluólo. [...]
po y el alcafar como raposo. E la bestia -Dezidme, -dixo el rey-, lo que vos
vino a la fuente, e comencé de bever e preguntare. Dezidme de aquella bestia
miróla mucho e signóse y dixo: que vi, la más dessemejada de que
-¡En buena fe, agora veo la mayor nunca oí fablar; e traía dentro en sí bes-
maravilla que nunca vi! La bestia tan des- tias que ladravan, e parecíame que era
semejada como ésta nunca d'ella oí sueño, ca me parecía que ninguna cria-
fablar, ca estraña de fuera y de dentro, ca tura no podría boz salir fuera del vientre
oyó bien e conozco que trae dentro en de su madre.
sí fijos bivos, que ladran como canes. Y Y el hombre bueno dixo:
nunca en el reino de Londres vio hom- -Si vos ende maravillades, hazedes
bre tales maravillas como estas d'esta gran derecho, ca sin falta esto es maravi-
bestia dessemejada. [...] lla, assí en lo ver como en lo oír.
Assí fabló el rey consigo mismo de la Y el rey dixo:
Bestia Ladradora, e cuando comencé a -Agora me dezid qué sea.
bever, las bestias que andavan dentro en El hombre bueno dixo:
ella calláronse; e después que bevió, -Esta es una maravilla del Santo Grial,
comentó a ladrar assí como antes; assí e non vos puedo más dezir, ca mejor
como si xxx canes fuessen empós d'ella; hombre que yo os lo dirá.
e assí se partió la bestia de la fuente. Y -E ¿quién es ésso?, -dixo el rey.
el rey la miró mientra la vio quedó tan -No es aún engendrado, -dixo el
espantado d'esta maravilla que no sabía hombre bueno-, mas aína lo será; y en
si dormía ni si velava, y ella se fue a tan engendrar lo ha aquel cavallero que vis-
grande andar que en poca de ora no la tes que va empós de la bestia.
vio e comentó a pensar más que antes, Y el rey dixo:
e mientra que assí pensava, llegó a él un -¿Qué sabéis vos si lo vi?
cavallero e díxole: Y él dixo:
-¡Oyes tú, cavallero, que piensas, -Sí sé; e aún sé el pleito que ha entre
dime si vistes la dessemejada bestia que vos.
lleva en sí los ladridos de diez canes! E el rey dixo:
Y el rey dixo: -Agora me dezid qué cavallero es.
-Yo la vi agora y aun no va media Y el hombre bueno le dixo:
legua. -Vos lo sabréis bien si lo prováredes
-¡Ay Dios!, -dixo el cavallero-, ¡cómo a la justa, e no os diré ál d'esta vez. [...]
soy tan desdichado, ca si agora no me E más os digo de la bestia que non
DEMANDA DEL SANTO GRIAL 439
bredes ende la verdad hasta que de a su tiempo esta bestia que vos aquí vis-
aquel que d'éste salirá os lo fará conocer, tes, y fuesse por el monte que parescía
e avra nonbre Perseval de Galaz, porque que más de cient canes ladravan en su
será natural de Galaz; e será tan amigo vientre. E assí andará fasta que venga el
de Nuestro Señor que él dará su virgini- buen cavallero que avrá nombre Galaz
dad tan maravillosa que cual saliere del que la matará. E cuando Idomenes vio
vientre de su madre tal entrará so la tie- que a su hijo matara a tuerto, entendió
rra. Y esta verdad avrá este cavallero que que Dios oyera la oración que fizo por el
d'esta bestia él os dirá la verdad; mas testimonio que su hermana dixera contra
antes no podéis saber tan conplidamen- él. E tornó entonces a la hija e atormen-
te la verdad, pero deziros he una parte tóla en manera que le contó cómo el dia-
por vuestro amor. Sabed que Idomedes, blo la engañara. Entonces hizo el padre
que fue rey [del refino de Londres, que justicia brava y cruda d'ella porque min-
agora ha nombre Inglaterra, ovo una fija tiera; y assí perdió Idomenes sus hijos
muy fermosa que sabía mucho de las vii ambos por su mala ventura. (I, caps,
artes e amava estudiar en el arte de cxlvi-cxlvii y cliii, ff. 30v-33r).
nigromancia, porque amava el mundo; e
amó a un su hermano de fol amor, que
era infante grande y fermoso, e prome- 2. Cómo comienza la demanda
tiera a Dios su castidad. Y este infante del Santo Grial
avía nonbre Galaz. E porque no quiso
fazer lo que ella quiso, fizo al padre que
lo prendiesse, ca le dfxo que la foreara y
era d'él preñada, y mentía, ca todo gelo
G r a n d e fue el alegría y el plazer
que los cavalleros de la Tabla
Redonda ovieron aquel día cuando se
mostrara el diablo que la engañó, ca le vieron que eran todos de consuno. E
dixo que durmiesse una vez con él e que sabed que después que la Tabla
faría que la amasse su hermano; y ella lo Redonda fue comencada que nunca ai
fizo e durmió con ella, ca le pareció él fueron todos assonados; mas aquel día
en una fuente de una huerta de su sin falta avino que fueron ai todos, mas
padre, do ella iva a menudo estar; y después nunca allí fueron. E contra la
parecióle en forma de hombre fermoso y noche después de bísperas, cuando se
assí durmió con ella el diablo muchas asentaron a las mesas, oyeron un trueno
vezes; y ella fue preñada de diablos; e atan grande e atan espantoso que les
cuando el padre la vio preñada, pregun- pareció que todo el palacio caía; e luego
tóle qué fuera aquella. Ella dixo assí desque el trueno quedó, entró una tan
como el diablo gelo enseñó: gran claridad que fizo el palacio dos
-Señor padre, sabed que me forcó mi tanto claro que ante era; e cuantos en el
hermano Galaz. palacio estavan luego fueron cumplidos
El rey Idomenes prendió al hijo e de la gracia del Espíritu Santo; e
preguntó a la fija qué justicia quería que comencáronse a mirar unos a otros, e
hiziesse d'él; e díxole que lo diesse bivo viéronse muy maravillosos de gracia en
a comer a canes. E assí fue Galaz echa- que estavan; e maravillávanse mucho
do a canes por sentencia de su hermana. dónde esto les venía, e no uvo ai tal que
E fizo una oración a Dios e dixo que dia- pudiesse hablar por una gran pieca, ante
blos ladrassen en su vientre porque estavan callados e mirándose los unos a
mentía, y que ladrasen como canes. Y los otros. Y ellos assí estando entró en el
después que él fue justiciado, ella parió palacio el Santo Grial cubierto de un
440 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS
no uvo ai hombre que viesse quién lo lo vi: mas sino pudifelre ser. tornaré me
traía; e tanto que entró fue el palacio tan entonce. Í...1
cumplido de tal olor como si todas espe- Cuando los cavalleros de la Tabla
cias del mundo ai fuessen. Y él fue por Redonda overon lo que dezía Galván,
medio del palacio, de una parte e de sufriéronse fasta que comieron, mas
otra, v en derredor de las mesas; e por tanto que las mesas fueron aleadas, fue-
do passava. luego las mesas eran cum- ron todos ant'el rey e fizieron aquella
plidas de tales manjares cuales en sus prome-ssa que fiziera Galván: e dixeron
coracones deseavan cada uno. E des- que jamás no quedaríafn] de andar fasta
pués que cada uno uvo lo que menester que estuviessen a la alta mesa do tan
avía a su plazer. salióse el Santo Grial tan sabrosos manjares eran guisados como
presto que ninguno no supo qué fuera eran aquellos que aquel día comieron, si
d'él, ni por cuál parte se saliera. E los era cosa que otorgada les fuesse por
que ante no podían fablar fablaron afán e por trabajo que pudiesen sufrir.
entonce e dieron gracias a Nuestro Señor [...1
que les feziera tan gran honra, que así Cuando el rey vio que todos avían
los confortara e ahondara de la gracia fecho esta promessa. uvo gran pesar e
del Santo Vaso. Mas sobre todos aquellos gran amargura en su coracón. ca vio que
que muy ledos eran, más lo era el rey no los podía tornar en ninguna guisa; e
Artur, porque mavor merced le mostrara dixo a Galván:
Nuestro Señor que a ningún rey que ante -Galván. vos me avedes muerto y
reinase en.Londres. E d'esto fueron muy escarnido, ca por esta promesa que
ledos cuantos ai eran, ca bien les pareció fezistes me tollistes la mejor conpaña e
que se membrava Dios d'ellos e fablaron la más leal que nunca fue en el mundo,
ai mucho y el rey dixo a los que cab'él la conpaña de la Mesa Redonda, ca des-
estavan: pués que se de aquí partieren, vo bien sé
-Cierto, amigos, como devemos ser que no tornarán acá todos, ante morirán
alegres de que Dios nos mostró tan gran gran pieca d'ellos en esta demanda, ca
señal de amor que a tan alta fiesta como no averna tan cedo cima como vos pen-
es la de Pentecosté nos dio de comer de sades. E por esto me pesa ende mucho,
su santo cellero. f.,,1 ca siempre les fize honra de todo mi
Galván. que servía ant'él. díxole: ooder e quíselos bien, e quiero assí
-Señor, aún av ál que vos no pensa- como si fuessen mis fijos, o mis herma-
des; sabe que no ay cavallero en el pala- nos: e por esto me es muy grave tu pro-
cio que no oviesse de comer cuanto metimiento. E cuando vo que los solía
pensó en su coracón: esto nunca avino ver. e aver su compaña, e los no viere,
en ninguna corte sino en casa del rey sufriré gran cuita e gran pesar.
Pelles, mas de tanto fuimos todos enga- E después que el rey esto dixo,
ñados, que no lo vimos sino cubierto, comencó a pensar mucho y el pensando,
por que. cuanto en mí es. prometo a comencáronle las lágrimas a venir a los
Dios agora ante la cavallería que maña- ojos e a correr por la faz. assí que todos
na sin detenimiento entraré en la lo veían. (II. caps, xxxiii-xxxvi. ff. lOlr-v).
Demanda del Santo Grial. así que la
manterné un año e día. e por ventura
más; e aún más digo, que jamás no tor- 3. Galaz, Perceval y otros caba-
naré a la corte por cosa que avenga fasta lleros reciben de nuevo el alimento
que lo vea mejor e a mí plazer que agora del Santo Grial
DEMANDA DEL SANTO GRIAL 441
-¡Ay, señor!, -dixo Galaz-, ¿por qué no Luego vino Galaz para la lanca que
queréis que todos mis cavalleros vayan estava sobre la tabla e tomó la sangre e
allá? fuesse para el rey que estava en Sarra, e
-Yo te lo diré, -dixo Nuestro Señor-, untóle con la sangre que d'ella salió el
porque quiero que vayas en semejanca cuerpo do avía el dolor. E sabed que gres
de los apóstoles que comieron comigo el tanto quiere dezir como tollido. Y cual-
jueves de la cena; e assí eran ellos doze quier que fuere untado, luego será sano
e comigo el trezeno. como todos. Y luego salió del lecho e
E después que esto uvo dicho, vieron dio gracias a Jesucristo porque tal soco-
ángeles que lo rescibieron e llevaron con rro le embiara y le truxeron muy nobles
muy muchos cantos e muy fermosamen- paños y uvo muy gran alegría. (II, caps,
te. [...] ccclxxvi-ccclxxviii, ff. 177r-178r).
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIO
TEXTOS
1. Los diablos se lamentan por que non cuidamos que onbre de mugier
la venida de Jesucristo nasciese que nuestro non fuese. E éste
nos destroyó así que nasció, que non
vimos nada de saber de onbre terrenal
M u c h o s a ñ u d o s fueron elos dia-
blos cuando Nuestro Señor fue a
los infiernos e sacó ende a Adán e Eva e
así como vemos e sabemos de los otros
onbres.
de los otros cuantos le progo, e tuvié- Entonce respondió uno d'ellos e
ronlo por maravilla, a assañáronse e dixo:
dexieron: -A nos mató que cuidávamos nos que
-¿Qué onbre podría ser que nos forcó nos valiese las profectas que antes dezie-
e que nuestras fortalezas nos quebrantó? ran qu'el Fijo de Dios vernía salvar a los
E nada non nos valle contra él nin guar- peccadores, aquellos qu'él salvar quesie-
da que tengamos non se le puede ascon- se, aquellos fazíamos nos atormentar más
der, que todo su plazer non faga; demás que a los otros, así bivos en tierra como
BIBLIOGRAFÍA: Sharrer: nD Ael. EDICIÓN: K. Pietsch, Spanish Grail Fragmente: el Libro de Josep Abarimatia,
La estaña de Merlín, Langarote, The University of Chicago Press, 1924-1925, pp. 55-81. ESTUDIOS: Alvar
(1991), Gracia (1996 y 1998) y Lucía Megías (1998).
444 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
muertos aquí. E fazíannos semejar que fable por nos e demostrase nuestro saber
non clavan nada por nuestros tormentos, e nuestra predicación e nuestra fazienda
ante confortavan a los peccadores por- e cómo guarde el nuestro poder, cómo
que les dezían que nascería en tierra el sabemos todas las cosas que fueron e
que los vernía librar. Atanto lo dezieron que son fechas e dichas? E si nos ovié-
fasta que vino e nos tolió lo que aviamos semos un tal onbre que d'esto oviese
aquí. E así que nos toldrá los otros que poder, e que fuese con los otros onbres
bivos son si fuer sesudo. en tierra, así nos podría mucho ayudar,
-Pero, ¿cómo pudo venir que lo engañarlos ía así como los profectas
nunca sopimos?, -dixo el otro-, ¿qué nos engañaron a nos, que dezían tales cosas
lo tollió? que nunca nos cuidemos que podíesen
-¿E non lo sabes tú? seer; e así diría éste las cosas que fuesen
Dixo el otro: fechas e dichas e bien ciertas, e sería por
-Non. esto creído de muchos. ¡Aya, qué bien
-Sepas tú que los faz lavar a los sus sería, -dixieron los diablos-, que de tal
servientes en una [agua] sagrada en el su manera podiésemos onbre aver!
nonbre; e por aquella agua son quitos de Entonce dixo uno:
todos sus peccados; e cuando los lavan -Yo non he poder de fazer fijo nin de
a sus servientes, dizen así: En el nombre del yazer con mugier, ca, si yo oviese poder,
Padre e del Fijo e del Spíritu Santo. Amén. E por yo lo avía mucho guisado, ca yo he una
esta razón nos lo tuelle e del peccado de mugier que faze e dize cuanto yo quiero.
Adán e de Eva que los devíamos de E los otros dixieron:
averíos. Agora perdemos por esto, que -Tal ha qui entre nos que puede
non avernos sobre ellos ningund poder. tomar forma de onbre e de yazer con
E más nos y fizo, que dexó en la tierra mugier. Mas conviene que lo faga lo más
sus servientes que los salvan por confe- encubiertamente que podiere.
sión. E tantas non farán de nuestras E así fablaron los diablos de fazer
obras que si ellos se confesaren ende e onbre que engañase a los otros, (ff. 283r-
se quesieren quitar e arrepentir e fezie- v).
ren lo que les ellos mandaren, nunca
serán en nuestro poder. E por esto los
avernos todos perdidos; ca todos serán 3. Los diablos consiguen su pro-
salvos en esta guisa si quesieren creher a pósito (en un primer momento)
los sus servientes, (ff. 283v-284r)
cuando la el Peccado vio así sola e bien vasalla que bien le guisara lo que él que-
sañuda, fue muy bien ledo; e por le fazer siera (ff. 287r-v).
mayor [pesar aver], membról' la muerte
de su padre, e de su madre, e de su her-
mano e hermana, e del onbre bueno que 4. La doncella recibe consejo de
le aposiera su hermana que yoguiera con u n hombre santo
ella. E ovo ende atal pesar que a pocas
oviera de morir; e en aquel pesar ador-
mióse. E cuando el Peccado vio que con
la grand saña se le escayeran todos los
E él [el hombre bueno] cuando la vio,
díxol':
-¿Qué coita es ésta, ca mucho te veo
bienes, fue ende muy ledo e dixo: triste?
-Agora es toda fuera de la gracia de E ella respondió:
Dios e del mandado de su maestro. -Gran derecho he en ser triste, ca me
Agora podemos en ella fazer nuestro fijo, avino lo que non avino a mugier. E
ca iré a ella e fazerle he creyente que só vengo a vos por ende a consejarme con-
un onbre, que non ha cosa por que con vusco, ca vos me dezistes que non
mugier non yoguiesse, que oviesse así puede ninguno tan grand peccado fazer
como dize de sí misma, que no yazería que, si se manifestare e fezier lo que
con onbre que viese. mandare su maestro, que será perdona-
. E así la engañó. Mas yo vos digo que do. E, señor, yo pequé mucho, e sabet
esto podes fallar más conplidamente en que ya só engañada por el Enemigo.
la grand Estoria de Langarote, ca non fago E contóle entonce cómo le acaesciera
aquí si non tener esta una razón; todo, de su hermana cómo veniera a su
desd'ende non avernos que veer en su casa, e en cómo tomara muy grand saña,
plazer. Mas el Peccado andudo guisando e cómo por ela saña que ovo que acaes-
de yazer e fuese a ella e yogo con ella ció que non se sino, e lo quel' acaescie-
en dormiendo, e ella concebió. E pues ra de noche.
que concebió, despertó, e menbrósele lo -E cuando desperté, fálleme que non
qu'el onbre bueno le dixiera e santiguó- era donzella. E caté toda la casa e non
se e dixo: fallé ende ninguien e fallé mi puerta bien
-¡Sancta María!, ¿qué es esto que así cerrada. E así soy, señor, engañada. ¡E
me avino, ca non soy tal como cuando por Dios, pídovos merced, que si el cuer-
me aquí eché? ¡Señora Gloriosa, fija e po fuer perdido, que non pierda el alma!
madre de Jesucristo, rogat al vuestro E el onbre bueno cuando oyó lo que
bendicho padre que me guarde el alma dezía, maravillóse e non la quiso creer
e el cuerpo de peligro e de poder del de lo que dixiera, ca nunca oyera fablar
Enemigo! de tal maravilla. E el onbre bueno dixo:
E entonce se levantó e vuscó aquel -Si tú eres llena de grand peccado, e
que con ella yoguiera, e non le pudo el peccado es en ti, ¿cómo te consagraré
fallar. E fue a la puerta e fallóla cerrada e te daré penitencia? Ca sé verdadera-
como la dexara. E después cató toda la mente que tú mientes, ca nunca fue
casa e non falló ninguna cosa. Entonce mugier corronpida que non sopiese de
sopo cómo era el Peccado, e ovo ende quién o a lo menos que non viese al
grand pesar e llamó al Nuestro Señor e onbre que le feziese. ¿E tú me quieres
rogól' que la non dexase prender escar- fazer creyente que tal maravilla te avino?
nio en este mundo. La noche pasada, el
día venido, el diablo levó ende la su E é respondió:
446 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
-Si verdat es, aína lo podemos saber; fechas e dichas; así quiso Nuestro Señor
mas si tú feziste grand peccado de la que todo lo sopiese, que nada non le
obediencia que pasaste, tú ayunarás por menguase del derecho de su padre, así
ende todos los viernes. E por la locanía como vos ya dixe. E Nuestro Señor que
onde te non creo, yo te daré penitencia todo lo sabe e lo conosce, por el pesar
si la quesieres conplir. que su madre ende ovo, e como por su
E ella respondió: culpa no fue e por la confesión que ende
-Tan grave no me la darás que non fizo, e por la penitencia que ella tomó
faga. por su grado non fuera nin fue por su
-¿Prometes, -dixo él-, que nunca farás plazer, e porque él fue batizado, non
este peccado? quísoP qu'el [peccado] de la madre le
-Sí, -dixo ella-, fuera con aquel que enpeciese; e diol' poder e sen de saber
viene a mí en dormiendo, de que me todas elas cosas qvie eran fechas e dichas
non puedo guardar ende. como su padre; e por esta razón lo sopo;
E él dixo: e más diol' de suyo las cosas que eran de
-Jesucristo, te conpró por la su pres- venir contra aquellas que sabía. Agora se
ciosa sangre e la su muerte, e te guarda- puede dar el mogo a Dios si quesiere e
rá también como del otro daño si le tú darle su derecho e al Peccado el suyo; ca
bien creyeres e lo rogares de corazón. el diablo non fizo en él si non cuanto es
Entonce le dio su penitencia e bendí- el cuerpo, e Nuestro Señor en él el spíri-
xola e metióla en amor de Jesucristo tu por veer e por oír e por fablar e por
cuanto él más pudo. E tomó del agua entender así como faz a los otros; mas
bendicha e echól' e diol' d'ella a bever mucho dio más a este que a otro ningu-
en el nonbre de Jesucristo, e dixoP: no como le yazía. Agora se tenga a cual
-Así guárdate que te non fallesca quisiere. [...]
nada de todo cuanto te mando. E cada e Así fue aquel moco nado. Cuando las
cuando que te vieres en coita, sínate e mugieres le rescebieron del vientre de su
acomiéndate a Dios. (ff. 287v-288r). madre, non ovo y tal que non oviese y
grand miedo, ca lo vieron más velloso e
de mayor cabello que ningund moco
5. El nacimiento d e Merlín que viesen; e mostráronlo a la madre; e
cuando lo ella vio, sínose e dixo:
justicia, pues la non fezier de la mía. Mas clérigo lo sopiere que lo tú sabes, fuirá
por Dios e por salvar tu madre ante el por miedo de ti. E el diablo cuyas obras
pueblo, dime quién fue tu padre. él fizo síenpre, levarlo ha a una agua e
E el moco dixo: matarse ha y. E por esto podes provar
-Yo te lo diré más por tu amor que por que yo sé las cosas que han de venir.
tu merca, que yo quiero que tú sepas e E el juez dixo:
creas que só yo fijo de un diablo que -Si yo esto veo, nunca descreeré lo
engañó a mi madre e ha nonbre que tú dixieres.
Alquibez, que es de una conpaña que son Entonce se partieron e venieron ante
suso en el aire. Y Dios quiso que oviese el pueblo; e dixo el juez:
yo su saber e su memoria e elas cosas -Agora vos digo que su madre d'este
que son dichas e pasadas e fechas. Por moco es libre por derecha razón, e yo
esto sé yo la fazienda de tu madre. E nunca vi onbre tan sesudo como éste.
Nuestro Señor quiso que sopiese esto de E todos dixieron:
parte de mi padre, e quiso por la buena -¡Dios aya ende buen grado porque la
vida que vivió mi madre e por la verda- dueña es libre de muerte!
dera penitencia que este onbre bueno le Así fue la madre de Merlín libre, e la
dio que aquí see, e por los encomenda- madre del juez culpada. E Merlín fincó
mientos de Santa Iglesia que ella vien con el juez. El juez enbió su madre e
tovo e creyó, quiso el Nuestro Señor que enbió con ella dos onbres por saber si
yo oviese tal virtud que yo sopiese las era verdat lo que el moco dixiera. E la
cosas que avían de venir. E esto puedes madre del juez tanto que llegó a su casa,
tú bien provar por una cosa que te yo fallóse con el clérigo e contóle todo
diré. [...] cuanto le aveniera. E el clérigo ovo tal
Entonce lo tiró aparte e díxol': pavor del juez que fuyó de la villa, e
-Tu madre se irá contra el clérigo e topó un río e tovo por mejor de se matar
dezir le ha cuanto le yo dixe; e cuando el y que de matarlo el juez de mala muer-
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIO
BIBLIOGRAFÍA: Sharrer: n° Aa3. ESTUDIOS: Bohigas (1924); Chicote (2001); Contreras (1995).
Gómez Redondo (1999: 1470-1475) y Lucía Megías (1994).
LANZAROTE DEL LAGO. A. PROCEDENTE DE LA VULÜATA 'W)
TEXTOS
e comenzó a se revolver de una parte a y gran pieca después del vatir de las
otra, e a gemir y a bramar, y hazer la más finiestras, estando así don Galván, oyó el
mala fin del mundo. E desque ella se mayor duelo del mundo, e parescióle
hubo así revolcado una piega, estendió- que hera de mugeres. E cuando se quiso
se como si fuese muerta. E don Galván levantar por ver lo que hera, vido salir
se maravilló d'esto mucho, mayormente de una cámara más de doze donzellas,
cuando vido que la serpiente echó por que fazían el mayor duelo del mundo, y
su voca más que cinco serpentinos venían la una tas la otra, y dezían todas
vivos. E desque esto ovo fecho, partióse llorando:
dende la serpiente de la cámara debido -¡Buen Señor Dios! ¿Cuándo saldre-
[e vino] al grande palacio, e falló " un mos d'este travajo?
león pardo, e más fuerte del mundo, e Y fuéronse para la cámara donde
dexóse correr el uno contra el otro, e havía entrado el palomo, y fincaron los
comencaron entre sí la más fuerte vatalla inojos ante la puerta, e comencaron a
del mundo, e todavía cuidava la serpien- fazer oraciones, llorando muy fuerte-
te vencer al león pardo; mas no lo podía mente. E desque estubieron así gran
fazer, y en cuanto se combatían, avino a pieca, tornáronse a la cámara donde
don Galván que no veía gota, mager que havían salido. [...]
la luna entrava muy clara en el palacio. Cuando las donzellas entraron en la
Mas a cabo de pieca cobró la vista, así cámara, luego vido don Galván salir de
que vien podía ver el león pardo e la una cámara un cavallero todo armado, el
serpiente, que aún se conbatían. [...] escudo al cuello y el espada en la mano,
Gran pieza duró la vatalla de las dos que le dixo:
vestías, en tal manera que don Galván -¡Señor cavallero, levantádvos de ai e
no sabía cuál havía lo mejor ni lo peor. id a dormid a una d'esas cámaras, que ai
Cuando la serpiente vio que no podía no podedes estar mucho!
conquerir al león pardo, tornóse a la -De aquí no me moveré, -dixo don
cámara donde havía salido, e tan aína Galván-, e aquí moriré.
como en la cámara entró, corrieron a ella -No fazedes vien, señor, -dixo el
los serpentinos que ansí avían fincado e cavallero-; sabed que me convatiré con
ella a ellos, así que comencaron una vos antes que dexarvos ai estar.
batalla muy braba entre sí, e los serpen- De me convatir, -dixo don Galván-
tinos ayudávanse los unos a los otros yo me sufriría agora si vos pluguiese;
muy bien a todo su poder, de manera mas por recelo de me convatir, yo no me
que duró la vatalla muy gran pieca de la levantaré de aquí.
noche, tanto que a la fin la serpiente -Por buena fee, -dixo el cavallero-,
mató a los serpentinos, y ellos a ella. Y pues no queredes fazerlo de grado, vos
luego comencaron las puertas de las lo faredes por fuerca, e guardadvos de
finiestras del palacio a tremir y a darse mí, que vos desafío.
unas con otras, e fazían tan gran ruido, e Entonce echó el escudo sobre la
tan gran buelta, que semejava que el cabeza, e fuese contra Galván, la espada
palacio se quería fundir. Y luego entró en la mano. E don Galván se apercibió
en el palacio un gran viento y en sí recio lo mejor que pudo por se defender; mas
que todos los juncos de que estava el ellos se ferian muy fuertemente y se des-
palacio juntado llevava, e d'esta aventu- pedacavan los escudos, e los yelmos, e
ra se maravilló mucho don Galván y las lorigas en las espaldas y en los costa-
estando allí quedo por ver si vería más, dos, e sobre los brazos, así que mucha
452 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS
Mas mucho hera enpeorado don Galván E casi un poco ante que las vozes
de la llaga de la espalda, ca no podía fuesen oídas, fue el palacio lleno todo de
mucho ferir de la espada, sino que le las buenas oluras del mundo. E don
convino a endurar e a sufrir cuanto Galván, que oyó las vozes tan dulces,
pudo, encubriéndose de su escudo, non abidó que fuesen cosas terrenales,
como aquel que bien lo sabía fazer. Y el sino celestiales y espirituales, e sin falta
cavallero la traía así la espada tajante, tales heran ellas, ca él non podía ver
una ora de acá y otra ora de allá, como cosa alderredor de sí; y por esto lo
aquel que mucho hera omne bueno e de cviidó, ca bien entendía que los ojos
gran proeca. E don Galván abía tanto terrenales las cosas celestiales non podí-
sufrido, que bien hera arrepentido, e an ver. E de grado se levantara, mas no
fuese muy fuertemente al cavallero. e podía, ca havía perdido toda la fuerca
comencólo a ferir muy de recio por el del cuerpo y el poder de los miembros.
yelmo e por el escudo, y el otro a él eso E luego vido salir de una cámara a la
mismo, así que duró la batalla muy luen- donzella del Sancto Greal, e delante de
gamente, que no avía tal d'ellos qvie no las tablas que traía el Sancto Greal, bení-
oviese perdido la fuerca del cuerpo, ca an encensarios que non quedavan d'en-
eran tales parados que no se podían censar. E luego comencaron todas las
tener en los pies, así que el uno se cayó vozes a cantar así dulcemente que cora-
de la una parte y el otro de la otra, e zón de omne no lo podía pensar, ni len-
tanto se ha vían convatido, que las piecas gua mortal dezir, e todos decían a una
de las mallas de las lorigas y de los escu- VOZ:
dos [cubilan el suelo], y ellos estavan tan -¡Onra y loor sea al Padre de los
lasos que no podían alear los bracos de Cielos! [...]'
tierra, y esta van así como amortecidos. Cuando los cantos duraron una gran
pieza, tomó la donzella el Sancto Greal e
tornólo a la cámara donde lo avía traído,
Gran pieza estubieron así, ca don e partiéronse dende las vozes, e cerrá-
Galván estava ante el lecho y el ronse luego todas las finiestras del pala-
Cavallero, cerca d'él, atordidos. E luego cio, ansí que fincó el palacio tan esento
comencó el palacio e las puertas de las que don Galván no veía cosa. Pero tanto
finiestras a tremer y a se dar las unas con le avino vien que se sintió sano e sin
las otras, y a tronar, y a relanpaguear todo dolor, e de la llaga de la espada se
muy fieramente. E sabed que d'esta sintió bien guarido, y levantóse muy ale-
aventura no plugo mucho a don Galván, gre, y vino a buscar el Cavallero con
ca él estava tan cansado e tan trabajado quien se havía convatido. y nunca lo
de los golpes e de los truenos, qLie no falló. Y entonce escuchó y vio venir con-
sabía si hera muerto o bivo. Entonzes tra sí muy gran compaña de gente, e sin-
bino un biento ansí manso e dulce que tió que lo tomaban por los bracos, y por
no hera sino maravilla. E luego oyó en el las espaldas, y por los pies y por la cabe-
palacio unas vozes que cantavan ansí za, y que lo llevavan fuera del palacio, y
dulcemente que no havía cosa en el que lo atavan muy bien en una carreta
siglo que ansí pudiese cantar. E las voces que estava en el corral. E de mañana,
podían ser bien docientas. e don Galván cuando el sol fue salido, despertó don
no podía entender cosa de lo que decí- Galván e fallóse en la carreta que estava
an, salvo tanto que decían al cavo: atado, e viose magro e cautivo, que no
-¡Gloria e honra sea al Rey del Cielo! valía cuatro sueldos. E cuando se vido
LANZAROTE DEL LAGO. A. PROCEDENTE DE LA VULGATA 453
mundo. E luego vido y venir una vieja Entonces le contó las aventuras que
que traía una correa en la mano, e co- aquella noche le avían avenido, e el
mencé con ella a ferir al rocín, e llevó la omne bueno fincó todo espantado, ansí
carreta por medio de las rúas de la villa. que le non fabló por una gran pieca, y
E cuando los menestrales vieron el cava- cuando le pudo fablar, díxole:
Uero en la carreta, iban en pos d'él dán- -¡Ay, señor, así me ayude Dios! ¡Ver-
dole voces y gritos y silvos, y lanzában- daderamente es mala aventura esto que
le sostias de capatos viejos, e facíanle ovistes!
cuanto mal podían. E ansí fueron con él -¡Ay!, -dixo don Galván-, ¡buen señor,
escarneciéndolo fasta fuera de la villa; e por Dios, si sabedes qtié es, decímelo!
desque pasaron la fuente, desatóle la -Cierto, -dixo el omne bueno-, aquel
vieja e díxole: vaso que vistes, era el Sancto Greal, don-
-Don cavallero, salid de la carreta, de la sancta sangre de nuestro señor Jesu
que asaz avéis ai estado. Cristo fue caída, e a ésta, cuando vos
E don Galván descendió d'ella luego non vos omillastes ni fezistes oración,
e subió en su cavallo e preguntó a la vie- bien vos devíades agradar dende; y esto
ja cómo havía nombre aquel castillo; y vistes vos bien cuando vistes las mesas
ella le dixo que avía nombre Correserit. todas ahondadas de todo cuanto ovieron
menester, e vos fuistes olvidado.
Entonces se fue dende don Galván, fa-
ciendo el mayor duelo del mundo, e -¡Por Dios!, -dixo don Galván-, esa
maldecía la ora en que fuera cavallero, aventura sé que es ansí verdaderamente;
ca era el más vil y el más desonrado ca- mas de las otras me decid la verdad.
vallero del mundo. [...] -De mí, -dixo el honbre bueno-, no
sabredes más; e por eso no estades aquí
Ansí se fue don Galván faciendo su
más, ca de mí eos más no sabredes.
duelo y llorando muy fuertemente, y an-
-Buen señor, -dixo don Galván-, al
dado todo aquel día sin comer e sin be-
menos dezidme qué cosa es la serpiente,
ver, así que a la tarde llegó a una hermi-
si savedes.
ta sagrada, y el hermitaño decía sus
-Yo vos los diré, -dixo el omne bue-
vísperas; y don Galván las oyó muy bien,
no-, mas non sabredes de mí más, ca
y el omne bueno, desque ovo dicho sus non vos lo diré. [...]
vísperas, entró a su casa e preguntó a
-¿Verdaderamente es verdad, -dixo el
don Galván quién era, y él le contó toda
hermitaño-, que vistes la serpiente que
la verdad. echó los serpentinos por su voca vivos,
-¡Ay, señor! -dixo el hermitaño- vos y que se salía al gran palacio, y cuando
seades el bien venido, e vos sodes el ai fue, falló un león pardo, e que conva-
omne del mundo que yo más deseava tía con él, mas no lo podría vencer, e
ver. ¿E cómo venides así triste? E ruégo- que se tornaba a la cámara e que los ser-
vos yo que non desmayedes por cosa pentinos se convatían con ella, e mató
que vos avenga, que no ay en el mundo ella a ellos y ellos a ella? Esto vistes vos
tan buen cavallero que alguna vez no muy bien, -dixo el omne bueno.
aya alguna desaventura. -Verdad es, -dixo don Galván.
-Cierto -dixo don Galván-, que a los -Agora vos diré, -dixo el omne bue-
buenos bienen las desaventuras, mas no-, esto qué senefica: sabed que la ser-
nunca a un omne solo vinieron tantas pentina, que es grande e luenga y fuer-
como a mí me an venido de quinze días te, senefica al rey Artur, vuestro tío, que
acá. se partirá de su tierra, así como la ser-
454 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
resciviólo muy alegremente, y él fue ale- dre y d'él, ca él fue siempre virgen ansí
gre con ella como solía ser con la reina. en corazón como en obra, segund su his-
Y ansí fueron ayuntados el mejor cavalle- toria lo divisa. Y ansí fue cobrada flor por
ro y él más fermoso del mundo con la flor; ca en su concibimiento fue la flor de
más hermosa donzella y de mayor guisa la donzella perdida, mas por ella fue co-
que en el mundo havía. Mas ellos se brada otra flor, que fue flor de la cavalle-
amaban por desemejadas guisas, ca él ría e, si allí fue flor perdida, mucho bien
amaba a la reina pensando que hera ella, fue cobrado, ca él fue tal en toda su vida
y ella amaba a él, non tanto por la codi- que por los bienes que él fizo en su vida
cia de la carne, -aunque él hera el más fue ende el pecado perdonado. [...]
fermoso onbre del mundo- como por ha- Agora dize el quento que don Lanca-
ver faito d'él por el cual cuidaba ser tor- rote yugó toda aquella noche con aquella
nada la tierra en su estado bien como de donzella y fizóle perder un tal nombre,
primero, que por el doloroso golpe que cual nunca después lo cobró: en cuanto se
el cavallero de las dos espadas fizo fue echó, hera donzella; y en la mañana, fa-
tornada en pobreza y en lloro, ansí como llóse dueña. Y allí le fue cambiado el
la gran Historia del Santo Greal lo devisa nombre de donzella en nombre de dueña.
cumplidamente. Y mucho lo desamó don Y otro día de mañana cuando don
Langarote después, ca por toda su beldad Langarote despertó, cató alrededor de sí
non la quisiera él si supiera él quien hera, y no pudo ver ni punto porque todas las
mas cuidava él que hera la reina Ginebra; finiestras heran cerradas y fue maravilla-
ca por eso fizo ella lo que fizo. Pero el do a dó hera, ca él hera ya en su seso;
Señor, en quien toda piedad cabe y que ya tentó cerca de sí con la mano y falló
non juzga todos pecadores todavía se- la dueña y díxole:
gund sus merecimientos, quiso que este -Amiga, ¿quién sodes vos?
ayuntamiento fuese por pro de todos los -Señor, -dfxo ella-, yo soy la fija del
de la tierra que todavía fuesen en pobre- rey Peles, de la Tierra Forana.
za y en dolor, y quiso que aquella dueña Y cuando él esto oyó, luego entendió
concibiese tal fruto porque la flor de la que hera engañado y encantado y salió
donzella que se perdía fuese por ella co- luego de la cama muy triste y vistióse y
brada otra flor, porque aquella tierra y calzóse y fue tomar sus armas y armóse
otras muchas que entonces heran en y tornó a la cámara y abrió las finiestras,
amargura y en gran lloro fuesen tornadas y cuando vio a aquella por quien fue en-
en alegría y en gran plazer, y ansí como gañado, fue tan sañudo que fue maravi-
la Historia del Sancto Greal nos lo testimonialla cómo no ensandeció, y dixo:
que por la pérdida de aquella flor fue co-
-Por buena fee, de tan gran mal como
brado don Galas por muy noble cavalle-
éste luego me quiero vengar.
ro, aquél que se asentó en la silla Peli-
grosa de la sancta tabla de Josep Estonzes metió mano al espada y fue
Abarimatia en la cual no se asentó cava- contra la dueña y díxole:
llero que muerto o tullido no fuese don- -Si me Dios ayuda, vos me havedes
de no escapase. Y por este don Galas hu- muerto y quiero que vos murades por
bieron cima todas las haventuras del ello, que no quiero que engañedes jamás
Sancto Greal e ansí como el nombre de a otro como engañastes a mí.
Galas fue perdido en don Lanzarote por Y luego algo la espada para la ferir y
el pecado de su padre, así fue cobrado ella ovo muy gran pavor y juntó las ma-
en éste por la muy sancta vida de su ma- nos y fincó los inojos ante él y pidióle
merced y díxole:
456 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
-¡Ay, buen cavallero!, no me matedes, que fue una maravilla, él y todos los de la
por aquella piedad que Jesucristo ovo de tierra otrosí; mas agora dexa el cuento de
Sancta María Madalena. fablar del rey Peles e su fija e torna a don
Y él estando quedo , pensó un poco Lancarote del Lago. (ff. 310v-3l4r).
y paróla mientes y vidola tan fermosa
que hera maravilla y pensó qué faría: si
la mataría o si la dexaría. Y él tenía la es- 3. Lanzarote e n e l Lecho de Mer-
pada en la mano, y ella estava en cami- lín y el final del códice
sa ante él pidiéndole merced, los inojos
fincados muy omildosamente y él paró
mientes al rostro y a los ojos y a la boca
y viola tan hermosa que fue ende es-
E l l e c h o d e Merlín hera de madera
muy rica e muy fermoso, y a los
cuatro pies del lecho havía cuatro pila-
pantado y díxole: res de cobre, y sobre los dos pilares de
-Dueña, yo me quiero ir por vencido la cabecera estavan dos imágenes de
y por rentado, como aquel que se no osa donzellas fechas de cobre tan maravillo-
vengar de tan gran mal como me fecistes samente que parescían bibas, y lancava
que yo faría gran crueldad en destruir la una a la otra una pelota de oro, y la
tanta beldad como Dios en vos puso y otra la rescevía y ansí jugavan todo el
ruégovos que me perdonedes por cuan- día; y en los pilares de los pies estavan
to saqué el espada contra vos, que la ira dos leones de cobre, qtie parescían bi-
y el mal talante me lo fizo fazer. bos, y en el medio d'ellos estava una
-Señor, -dixo ella-, yo vos perdonaré imagen de niño que parescía bibo, y es-
por tal que vos me perdonedes todo el tava desnudo y tenía la una mano sobre
vuestro mal talante e que nunca jamás el león y la otra sobre el otro; y los leo-
ayades de mí saña. nes daban tan grandes gemidos que pa-
-Yo lo otorgo, -dixo don Langarote. rescía que querían comer al niño e no lo
Entonces metió su espada en la baina, podían alcancar.
y encomendó la dueña a Dios, y partióse Mas don Lancarote que traía un anillo
dende e falló en el corral su cavallo ensi- que desfacía todos los encantamientos,
llado, que Brisaina se lo mandara tener cató la piedra de su anillo, y luego se
presto que sabía ella que en cuanto co- quebraron los pilares todos, y las donze-
nociese la dueña que por cosa del mun- llas y leones y el niño que se fizieron
do no estaría y más; y después que ca- más de mile piecas, e luego entendió
valgó, tomó su escudo y su lanca que que hera encantamiento. Y asentóse lue-
falló acostada en un árbol y partióse den- go en el Lecho de Merlín ansí como en
de muy triste y sañudo y entró en su ca- otro lecho, e entonces vino a él una due-
mino pensando muy fuertemente. E tanto ña vieja, señora de la torre, y comentó a
que el rey Peles supo que hera ido Lan- fazer gran duelo diziendo:
carote, fue ver a su fija y cuando la vio, -Señor cavallero, por la cosa que más
fallóla muy espantada del gran miedo que amades que me dedes un don.
hubiera, que hera maravilla y contóle Y él se lo otorgó.
cuanto le acontesciera. Y cuando el Rey -Pues quiero que vos vayades de
sopo todo el fecho plugole ende muy aquí.
mucho y mandóla servir y guardar más -Yo quisiera más saver,- dixo don
que de antes fazía. Y ante de dos meses Lancarote-, de las nuebas de la ínsula de
entendieron que estava preñada e cuando Merlín, más no puedo ál fazer, pues lo
lo supo el rey, su padre, fue tan alegre prometí.
LANZAROTE DEL LAGO. A. PROCEDENTE DE LA VULGATA 457
Entonces se partió ende y vínose por -Señor, -dixeron ellas-, vos entrad en
la puente de fierro por do havía pasado, y esa barca.
falló a su escudero y cavalgó en su cava- E su escudero con él, y sus cavalle-
lio y friéronse por su camino preguntando ros, y alearon las velas luego, y friéronse
todavía por nuebas de don Tristán. [...] y andubieron todo el día por la mar fas-
Tanto andubo don Langarote en bus- ta la noche que se durmieron por ir muy
ca de don Tristán que llegó a la mar y fa- cansados y, cuando fue de mañana, fa-
lló una barca de do salían doze donze- lláronse en la ínsula Fonda, donde el rey
llas muy fermosas que parescían fijas de Pelinor hera en una cámara muy rica y
rey, y don Langarote las saluó y les pre- su escudero de don Langarote fallóse
guntó si savían algunas nuebas de don cerca de su fuente.
Tristán, e le dixeron: Aquí se acava el Segundo j tercero libro de
-Dezidnos Muestro nonbre y tal po- don Langarote de Lago y á se de comenzar el
dedes ser que vos diremos lo que save- Libro de don Tristán; y acabóse en miérco-
mos. les, veinte y cuatro días de octubre año
Entonces dixo él: del nascimiento de nuestro salvador Jesu
-Yo é nombre don Langarote del Cristo de mil e cuatrocientos y catorze
Lago. años. Finís (ff. 354v -355v).
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIO
TEXTOS
1. Lanzarote y la reina Ginebra ovo ende el pesar que es sobre todos los
son descubiertos juntos e n la habita- pesares, ca él ama va la reina Ginebra
ción de la reina. desmesuradamente. Entonce comengó a
pensar así granel piega que non sopo
StO d i x o el rey de Langarote, que lo cosa do estava; e Morderet le dixo:
E non podía creer que era verdat
que el yazía con la reina. Mas aquella ora
-Señor, nos lo encobrimos mientra
podimos; agora dezímos vos lo sin nues-
que los sobrinos fueron preguntados, tro grado. Agora fazet y lo que vos se-
BIBLIOGRAFÍA: Sharrer: n° Ael. EDICIÓN: K. Pietsch. Spanish Gmil Fragmento: el Libro de Josep Abarima-
tia, La estoria de Merlín, Langarote, The University of Chicago Press, 1924-1925, pp. 85-89. ESTUDIOS-,
Alvar (199D, Gracia (1996 y 1998) y Lucía Megías (1998).
458 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
mejare, e que non venga mal ende a E escuchó e oyó a la puerta grand gri-
vuestra tierra nin a vuestros amigos. te e grandes bozes de onbres do querían
-Comoquier, -dixo él-, que sea ende quebrantar la puerta, mas non podían.
vengado, así que sienpre ende fablarán. -¡Ay, -dixo ella-, amigo, agora sabrá el
E si el mi bien queredes, ruégovos yo rey mi fazienda e la vuestra! ¡Todo esto
que me lo tomedes y. vos ordió Agravaín!
E ellos gelo prometieron que lo farían -¡Se Dios me ayuda,- dixo él-, yo or-
así, e el rey les prometió que faría en tal diré la su muerte!
guisa justicia que sienpre él e su linaje Entonce se levantó del lecho.
ende fablasen. Entonce salieron de la cá- -¡Ay, señora!, -dixo él-, ¿ay aquí algu-
mara e fuéronse al palacio; mas bien pá- na loriga?
resela en el rey como andava sañudo; e -Certas, -dixo ella-, non, ca plaze a
fuese el rey a caca e non quiso que Lan- Dios que muramos aquí amos; pero si
garote fuese con él. ploguiese a Dios que vos escapásedes de
-E ¿en cómo, -dixo Lancarote a algu- aquí, sé yo bien que non y atal que me
nos de sus cavalleros-, veres qué sen- ose matar sabiendo que vos érades bivo,
tíante me fizo el rey? mas cuido que nuestros peccados nos
confondrán.
Ca non sabía Lancarote en como era
ya descobierto. [...] Entonce vino Lancarote a la puerta e
dio vozes a los que fuera estavan e dixo:
Tanto que el rey Artús fue a caca, en-
bió la reina dezir a Lancarote que venie- -Malos cavalleros e covardes, atendet
un poco, ca cedo avredes e ela puerta
se a ella onde ál non feziese e él fue muy
abierta e yo veré quál será el ardit que
ledo e consejóse con Boores:
entrará primero.
-¡Por Dios!, non vayades allá, ca bien
Entonce abrió la puerta e dixo:
sabedes que, si allá ides, pesar vos ende
-¡Agora entrat!
verná, ca he pavor de vos e el mi cora-
E un cavallero que avía nonbre Cana-
cón me lo diz.
gois, que desamava mucho a Lancarote,
E él dixo que lo non dexaría en nin- entró primero e Lancarote, que tenía ya
guna guisa. la espada sacada, feriólo de toda su fuer-
-Pues así queredes, señor, id escondi- ca en guisa quel' non presó arma que lo
damente e levat con vos vuestra espada. non fendiese fasta las espaldas, e dio con
E fuese a la cámara de la reina. Mas él muerto en tierra. E cuando los otros
sabet que bien entendió él que Morderec vieron este golpe, non ovo y tal que osa-
e sus hermanos con muchos cavalleros le se entrar, ante se fezieron afuera en tal
tenían la puerta de la cámara. En tanto guisa que la entrada fincó libre; e cuan-
cuanto él entró en la cámara, echóse con do esto vio Lancarote dixo a la reina:
la reina, mas non yogo y mucho, que lue- -Señora, esta guerra es foida cuando
go venieron a la puerta los que lo espe- a vos ploguiere irme.
ravan e falláronla cerrada e dixieron: E ella dixo:
-Agravaín:, ¿qué faremos? -Si vos fuerdes en salvo, yo non avré
-Quebrantaremos la puerta-, dixo él. pavor de mí.
E desí ferieron a la puerta e oyólos la Entonce tiró Lancarote al cavallero
reina e levantóse toda tollida e dixo a que matara escontra sí e cerró la puerta
Lancarote: porquel' non entrasen los otros e desar-
-¡Ay, amigo, muertos somos! mól' e priso' de aquellas armas las mejo-
-¿Cómo?, -dixo él-, ¿qué es esto? res qu'él pudo, e dixo a la reina:
LANZAROTE DEL LAGO. B. PROCEDENTE DE LA POSTVULGATA 459
-Señora, agora puedo yo, si Dios qui- las nuevas, cavalgó él e los suyos, e fa-
siere, irme en salvo, que de cuantos que lláronse treinta e dos cavalleros, e fué-
me aquí guardan yo me libraré bien ronse escontra do parescía el fuego e,
como yo cuido. cuando la gente los vieron venir, dieron
E dixo ella: vozes a los que guardavan la reina:
-Idvos e pensat de mí, ca yo bien sé -¡Fuit, que aquí Lancarote onde viene
que aína avré menester la vuestra ayuda. por levar la reina!
-¡O, bien!- dixo él-, mas si a vos plu- E Lancarote que venía delante todos
guiere, levarvos he comigo, ca non ha dexóse correr Agravaín, ca bien lo co-
aquí onbre porqtie vos yo dexe. nosció por sus armas e feriólo tan fiera-
-Esto non quiero yo, -dixo ella-, ca mente que le non valió arma ninguna e
luego así será llanamente la nuestra follía metió la lanca por él que paresció el fie-
conoscida, mas Dios lo guisará mejor. rro de la otra parte e cayó en tierra
Entonce abrió Lancarote la puerta e muerto, ansí que Langarote con los su-
dixo que non quería más yazer en pre- yos derribaron ende muy grand pieca, ca
sión e ferió al primero de un grand gol- fue una lit muy brava e muy presto fue-
pe quel' fizo en tierra caer estordido, e ron vencidos. E cuando Lancarote vio
elos otros que esto vieron feziéronse esto fue a la reina e díxole:
afuera e dexáronle la carrera. E Lancaro- -Señora, ¿qué queredes que vos faga-
te ftiese a su posada e falló a Boores en mos?
una cámara con pavor de non verlo, qtie E ella respondió:
su voluntad le dava, ca bien gelo dezía -Amigo, yo querría que me levásedes
su coracón, ca los del linaje del rey lo a donde el rey non me feziese mal.
tomarían con la reina si podiesen. E en -Señora, -dixo él-, cavalgat e vayámo-
esto Lancarote con sti linaje partióse de nos aquella floresta e prenderemos y
la villa cavalgando e fuéronse a la flo- consejo que sea bueno.
resta e metiéronse en la orilla d'ella, E feziéronlo así e sopólo luego el rey
donde era más espesa e estodieron y cómo eran desbaratados todos los suyos
fasta la noche; e enbió luego Lancarote e Lancarote levara la reina e mandara
un donzel a saber nuevas e traxiéronle luego el rey guardar todos los puertos. E
en cómo el rey lo enbiara prender a la Lancarote con los suyos levaron a la rei-
posada e non le fallaron e luego el rey na a un castillo muy fuerte e de allí en-
mandara por su sentencia quemar a la bió por sus amigos que le veniesen a so-
reina e guardáronla fasta otro día. (ff. correr, ca le tenía el rey Artús cercado. E
298v-299v). en esto enbió Lancarote dozientos cava-
lleros secretamente que se lancasen en la
floresta e estodiesen ende en tanto que
2. Lanzarote salva a la reina Gi- sopiesen del rey si vernía en paz; donde
nebra de ser quemada no, que dende saldrían a socorrer a los
del castillo, e así fue que pelearon des-
pués muy bravamente e morieran mu-
E l rey m a n d ó Agravaín que tomase
ochenta cavalleros armados para
guardar el cuerpo de la reina, allí do el
chos de los del rey, mayormente de los
de la Tabla Redonda; de ciento e cin-
fuego era, que si Lancarote veniese que quenta que eran morieron ende setenta
la non podiese levar; e él fizólo ansí e dos, e de los otros muchos, (ff. 300r-v).
como el rey le mandara e leváronse la
reina a quemar. E Lancarote en que supo
460 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
3. Lanzarote envía una doncella le fiz tuerto -así como le algunos dizen-,
al rey Arturo. dezilde que me porné contra los mejores
tres cavalleros de la su corte que me la
non apone a derecho esta ciilpa e onra
C u a n d o vio Langarote que el rey Ar-
tús lo tenía cercado e que era el on-
bre del mundo que él más amara e que
d'él; e por amor grande que perdí por
mal aponimiento, dezidle que me porné
más onra le feziera, ovo ende grand pe- ende en juizio d'esta muerte si le plo-
sar que non sopo qué y fazer si non pa- gier'; e si él ál diz que esta guerra co-
vor; mas porque lo amara el rey Artús mencé por la muerte de sus sobrinos,
más que a otro onbre que non fuese su dezilde que de aquella muerte non soy
pariente, entonce tomó una donzella e tan culpado porque él me deviese des-
apartóse con ella en una cámara e díxole: amar tan mortalmente, ca ellos mesmos
-Donzella, vos irés al rey Artús e de- se fueron razón de la su muerte.
zilde de mi parte que me maravillo mu- E la donzella luego se partió e levó su
cho porque comencó esta guerrera con- mandado e contólo todo al rey e ante
tra mí, ca non cuido que le nunca tanto que el rey respondióle Galván que el
erré que lo así deviese fazer. Si vos él de- Rey estava para vengar la su venganca
xier' que lo faze por lo de la reina e que [...] (f. 300v).
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIO
TEXTOS
BIBLIOGRAFÍA: Sharrer: n° Ael. EDICIÓN: K. Pietsch, Spanish Grail Fragments: el Libro de Josep Abarima-
tía, La estoria de Mertín, Langarote, The University of Chicago Press, 1924-1925, pp. 1-54. ESTUDIOS:
Alvar (199D, Gracia (1996 y 1998) y Lucía Megías (1998).
LIBRO DE J O S E P ABARIMATÍA 461
-Padre, si podiese ser que yo non so- que les su carne e su sangre diese. E
friese esta pasión. pues que la tovo, fue muy gozoso, e le-
Pero non ovo tan grand coita porque vóla a su casa e guardóla en un lugar
él quesiese escusar de la muerte; e mu- muy limpio e muy fermoso.
chos estavan y que avían comencamien- E cuando sopo que el salvador del
to de lo creer que dudaron; e avía un ca- mundo era muerto e aquellos que lo ma-
vallero que avía nonbre Josep de taron le querían quebrantar las piernas,
Abarimatía; e Abarimatía es en tierra de así como solían fazer a los ladrones, non
Aromata. E non veniera allí Josep por quiso tanto atender aquellos que en la
esta razón, mas veniera a Jerusalén siete cruz lo posieron que Y quebrantasen las
años ante que Nuestro Señor Jesucristo piernas, ante vino a Pilato, cuyo vasallo
fuesse puesto en la cruz. E avía en él fir- era (siete años avía que d'él oviera sol-
me crehencia; non se osava mostrar por dada) e pediól' merced, pues tanto ser-
cristiano, con miedo de los judíos, ca era vicio le avía fecho, quel' diese un don,
mucho onbre bueno e muy sofridor e ca mucho poco le costaría de lo suyo, e
quito de inbidia e de soberna, e acorría sería mucho a él e a su servicio. E Pilato
de su aver a los pobres, e otras muchas dixo que lo avería, e bien devía aver tal
bondades avía en él. E d'esto fabla el pri- don; e Josep le pidió el cuerpo de Jesu-
mero salmo del salterio: Bienaventurado escristo. E Pilato cuidó que poco le de-
aquel que se non llega al consejo de los malos. E mandava, ca cuidó quel' dava un pobre
entonce Josep era en Jerusalén con su pecador, mas dioP la salud de la vida e
mugier e con su fijo, que avía nonbre Jo- lunbre e eso mismo al fazedor e resuci-
safás. E aquel Josafás pasó en el linaje de tador de los todos los cuerpos; e éste fue
su padre allende la mar, donde es agora el más rico don que nunca onbre vio,
Inglaterra, ca entonce se llamava la por que la conoscencia de Pilatos fue tal
Grand Bretaña, e pasólos sin navio, en que non sopo qué dava, por ende le
l'álabe de su camisa. pueden dezir más gracia que don, ca si
E mucho uvo duelo de la muerte de él sopiera la grand alteza e el grand po-
Jesucristo e pensó en cómo oviese más derío de aquel cuerpo, él non presciara
su amor, ca él non lo amara tanto si non contra él la riqueza nin el señorío de
fuera leal cristiano, ca ninguna malan- todo el mundo. Mas Josep, desque ovo
danza non puede la onbre partir el leal ganado lo que conoscía, fue muy alegre
amor. E cuando él vio en la cruz aquel cuando el don le ovo otorgado, e tóvose
en que él creía que era fijo de Dios e sal- ende por mejor pagado que él tenía que
vador del mundo, non se espantó nin lo pagava.
creyó menos por ende-, enpero que lo E cuando vino a la cruz do Él estava
vido finar, antes esperava la sancta resu- puesto, comencó de llorar doloridamente
rreción. E porque la non podiera ver por los muy grandes dolores que Él so-
vevo, e pensó en qué manera avila de friera. E cuando lo descendió de la cruz,
aquellas cosas que 1' tanxieron en su con grandes sospiros llorando mucho,
vida. Entonce fue a la casa do él comie- echólo en un monumento que feziera
ra el cordero con sus discípulos el día de para sí. E desí fue a su casa por la esco-
la Pascua, e preguntó por el lugar do co- dilla e tornó a Él e cogió en ella tanta de
miera; e mostráronle el lugar que fuera aquella sangre cuanta más pudo coger, e
fecho para comer, e en la más alta silla después tornóla a guardar a su casa. E
de la casa allí falló el escodilla do el fijo por esta sangre mostró Dios después
de Dios comiera con los apóstoles ante muchas virtudes en tierra de promisión, e
462 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
todas las cosas crudas a quien yo era Entonce abrió Josafás el archa con
piadoso padre. E guardatvos semejar muy grand miedo e con muy grand du-
aquel tan bravo linaje, ca bien devéis danca, e vido dentro un onbre vestido de
canbiar el coracón de aquellos onde unos paños temerosos que semejavan
cambiastes la vida. E mantenetvos contra fuego que ardía, e su rostro e sus manos
mí como leales fijos, e yo mantener me e sus pies otros tales eran. E estavan de-
contra vos padre de buen talante. E más rredor d'él cinco ángeles vestidos de
faré por vos que fiz por mis profecías, otros tales paños e eran de otra tal seme-
que me servieron ante de vos de buen janca. E cada uno d'ellos avía seis alias
coracón e de buena voluntad. Así casi que semejavan fuego que ardía. E el uno
ellos ovieron el Spíritu Sancto, así lo ave- d'ellos tenía en su mano una grand cruz
redes vos e averedes demás otra cosa, bermeja, mas grand cosa sería de conos-
que avredes de cadal día mi cuerpo en cer de qué fuste era. E el segundo ángel
vuestra conpaña, así como lo ovistes cor- tenía en su mano tres clavos todos san-
poralmente en tierra. Mas tanto y avere- grientos, que la sangre que ende salía
des partimiento que yo veniera en tierra, quel' semejó entonce fresca. E el tercero
mas agora non me veredes en aquella ángel tenía en su mano una lanca que el
semejanca. [...] fierro era sangriento e la lanca otrosí san-
grienta fasta el logar do el ángel tenía la
-Josafás, el mi leal serviente, agora mano. E el cuarto ángel tenía ante el ros-
ven a mí, ca bien deves ser maestro de tro d'él una cobertura que era otrosí san-
tan alta cosa aver en poder como mi car- grienta del un cabo fasta el rostro. E el
ne e la sangre de tu salvador; ca yo en ti quinto ángel tenía en su mano una ma-
prové e conoscí e fállete linpio más de nada de correas todas sangrientas que se-
todos los naturales pecados tanto que mejavan fechas de vergas. E cada uno
ningunt onbre non podrá pensar en su d'estos ángeles tenían un rollo de parga-
coracón. E porque yo conosco e sé más mino do avía letras escriptas e dezían: És-
que tú cuando tú eras, e porque eras lin- tas son las armas para el vengador que aquí es, e
pio de luxuria e de codicia, e quito de venció e destruyó la muerte. E aquel onbre q u e
argullo e de toda braveza e casto, e por tenían los ángeles cercado en derredor
esto quiero yo que rescibas de mi mano tenía letras blancas en medio del rostro, e
la más alta orden que onbre mortal pue- dezían en ebraico: En esta guisa veniréyo e de
de aver nin rescebir. Ninguno de los las cosas judgar en el postrimero día de la fin. Así
otros non las rescibirán de mí si no tú so- dezían las letras. E semejava que de sus
lamente. E después la rescibirán de ti los manos e de sus pies cogía sangre, así
que la tomar quesieren. quel' semejava deyuso que el archa era
Entonce se llegó el moco a Él e co- toda bermeja e cinco tanto parescía ma-
mencé de llorar muy de coracón e gra- yor que non solía, ca el onbre que él vie-
desciólo mucho a Dios que lo llamava a ra dentro e los cinco ángeles non le se-
tan alta onra rescebir, de que ningund mejava que podiesen caber en el archa
que ante era. E fue muy fieramente es-
onbre mortal non podía ser dado por
pantado así que non sopo qué dixese nin
servicio quel' oviese fecho a su semejar
qué feziese. Ante se apremió a tierra e co-
si Dios solamente lo non onrase por su
mencé mucho a pensar, e la voz lo llamó,
gracia. E cuando llegó al archa, dixo el
e él católa e vido aquel onbre calcificado
Nuestro Señor:
en la cruz que el ángel tenía. E los fierros
-<Sobre> [Abre] el archa e non ayas que el otro ángel tenía vídolos metidos
miedo de lo que hy vieres. [...]
464 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
en las manos e en los pies; e tenía la co- que non cató defendimíento, ante se
bertura derredor de sí. E bien semejara a dexó caher de inojos ante el archa, e cató
onbre que sofría coita de muerte. Des- e vido en el archa un altar pequeño, co-
pués cató Josafás e vido que la lanca que bierto de paños blancos; e vido y un xa-
viera tener el tercero ángel que la tenía el mete muy rico e sobr'él tres piegros que
onbre crucificado por medio del costado; todos corrían sangre. E vido y un fierro
e descendía por la langa un arroyo de de lanca todo sangriento e puesto al uno
sangre que nin semejava que era todo de de los cabos del altar; e al otro cabo, vido
sangre nin todo de agua, pero semejava la escodilla que él aduxiera, e en medio
que era todo de sangre e de agua. Vido del altar un vaso de oro muy rico e un
so los pies del crucífixo aquella escudilla cobertor muy noble otrosí, que era de
que Josep su padre metiera en el archa. E oro. Mas el cobertero non podía bien di-
semejo!' aquella sangre de los pies que visarle nin lo que yazía so él, ca era co-
caía en la escudilla, e que era ya tan lle- bierto de un [paño] blanco, así que non
na que se quería verter. E después le se- podía veer fuera por delante. E sobre el
mejó que [el onbre] se cayera en tierra, e altar vido una mano muy fermosa que te-
la lanca cayera ayuso. E cuando Josafás nía una cruz toda vermeja, mas non veía
esto vio, corrió a él por lo erguir, e cuan- aquel cuya la mano era. E vido ante el al-
do se quiso entrar en el arca, vido los cin- tar dos manos que tenían dos candelas,
co ángeles estar a la entrada con sus es- mas [non] veía aquél cuyas manos eran.
padas desnudas; e los tres les tovieron las E el ésto veyendo, oyó una puerta de la
puntas de las espadas derechas, e los que cámara sonar. [...]
las tenían aleadas en alto e fezieron de- -Agora ven e farás [el sacramento] de
mostranca ca por ferir; e por ende él non mí carne e de mi sangre, así que todo mi
dexó de entrar; tanto avía grand duelo de pueblo lo vea.
lo levantar, aquel que era su Dios e su E entonce lo metió en Tarca, e vídolo
Salvador. E quiso meter el pie dentro, todo el pueblo, e cresció tanto el arca
mas no podía, que lo tenía dos ángeles que todos estavan dentro largamente. E
muy de rezio por los bracos; e cató así e veían los ángeles ir e venir por ante el
vido los ángeles que tenían en señas ma- arca. Allí dentro fizo Josafás el primero
nos; e el uno tenía en la otra mano una sacramento que nunca fizo a aquel pue-
redoma, e el otro en la otra mano un en- blo; mas tosté lo conpió, ca non dixo si-
censario e una buxeta. Cató Josafás su non la palabra solamente que dixo Nues-
padre e mandilóse porque estava tan mu- tro Señor en la cena a sus discípulos:
cho a la entrada del archa sin más fazer
nin dezir, e que era lo que viera. [...] -Comet, éste es el verdadero cuerpo
que por vos e por otros muchos será
Entonce se levantó Josep donde ya- majado.
zía faziendo oración e fuese contra su E otrosí les dixo en el vino:
fijo. E cuando Josafás lo vido venir, ten- -Tenet e bevet todos, ca ésta es la
dió la mano contra él e comencól abra- sangre de la mi nueva ley, la mía misma,
car e díxol': que por vos será vertida en redenpción
-Aquí, padre, ñon vos llegues a mí, ca del mundo e de vuestros peccados.
me toleres la gloria en que yo estoy tan E estas palabras dixo Josafás sobre el
alunbrado de los mostramientos spiritua- pan que falló sobre la patena del cáliz. E
les que yo non soy en tierra. tan aína como gelo dixo, el pan tornó
E cuando Josep esto oyó, ovo tan carne, e el vino sangre, (ff. 270r-272v y f.
grand sabor de veer aquellas maravillas 277r).
TRISTÁN CASTELLANO 465
VI TRISTAN DE LEONIS
a. El Tristán castellano
(finales del siglo xv)
por
Carlos Alvar y José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIOS
TEXTOS
BIBLIOGRAFÍA: Sharrer: n° Ae6 (para ms. 20262, n° 19). EDICIÓN: Carlos Alvar y José Manuel Lucía
Megías (eds.), Revista de Literatura Medieval, 1999- ESTUDIOS: Alvar-Lucía (1999), Gómez Redondo
(1999) y Lucía (1998).
466 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
El cavallero le dixo:
-¿En cuál parte queredes vos ir,
que yo vos levaré allá?
Atanto andudo el cavallero por sus
jornadas que llegó a Tintoíl. E cuando
fue él allá, vído cerca de la mar tiendas
—De buena mente, señor, -dixo ella- fincadas, donde el rey Mares e la reina
non sé dónde vaya; mas ruégovos que Iseo e toda su conpaña eran asentados.
me levedes a alguna abadía donde yo E estavan en muy grant solaz en un pia-
pueda servir a Dios e a mi señora Santa do e la reina dexó el solaz e partióse de
María, que tanta merced me ha fecho en sus escuderos e dueñas e donzellas, e
este punto, porque me ha librado de fuese a una muy buena fuente que era
muerte. en el piado e allí comencó a fazer su
-E dó d'ello gracias a Dios; e a vos duelo e a llorar por la muerte de Bran-
estonce, -dixo el [cavallero]- donzella, gel. E estando la reina en aquel llanto, el
yo vos llevaré a un monesterío real e en cavallero pasó por ai e entendió todo
él están fijas de reyes e de condes e de aquello que la reina dezía de Brangel. E
otros grandes cavalleros ende podedes estando en esto, los escuderos que la
estar e salvaredes vuestra ánima; e yo avían llevado al monte vinieron ant'ella e
quiero ir buscar los escuderos que an dixieron:
muerto a vuestro padre, e a vos así an -Señora, nos avemoj- buscado toda la
desonrado. E yo vos vengaré si a Dios floresta e non podemos fallar el lugar
plaze e tornarvos he en vuestra eredat, e donde la dexamos a Brangel.
yo querré morir por vos mantener. [La reina dixo]:
E ella le dio muchas gracias. -[¿Cómo puede ser? Vos dexistes que
-Mas yo vos ruego que lo non faga- la non avíades muerto, porque a mí pe-
des, [que más amo yo servir] a Dios. sava mucho, ¿e agora dezides que] non
E [andudieron fasta que] llegaron a[l podedes [fallarla?] Prometo, ¡para [la mi
monesterío e] llamaron a [la puerta e] les fe!, que] si vos non [me dezides la] ver-
abrierton e entraron denjtro. E desfcaval- dat que [yo vos faré] matar luego.
garon e ovíeron] muy granft plazer. E [E cuando ellos e]sto oyeron, [dixe-
aquellas du]eñas fiziéfronles mucha] onra ron]:
e d[iéronles] e bien de [cenar. E el cava- -[Señolra, nos vos [diremos la] verdat
llero] dixo: de la donzfella: sabet] que [nos la meti-
-Dueñfas, yo vos traigo aquí] esta mos en el espesura de la] florelsta e por
don[zella que] quiere estar e [servir a aquello que] vos enbíó dezir [nos
Dios] hovíjmos piedat d'ellfa e nos] acordamos
[E] las dueñ[as le respondieron que] e fafllamos] de la non matar, [e atámos]la
de dóndfe era la donzella o] qué a un árbol [e atamos el) su palafrén cer-
aventfura la avía allí traildo. E él [les con- ca [d'ella; e] tornárnosla a [buscar] en
tó en cómo a] la donzelQa avía fallado] aquel luglar] e non la emos [halllado a
en la flore[sta e contóles tolda la ave[ntu- ella nin a su cavallo.
ra; e cuando] les ovo [contado todo esto, E cuando la reina entendió que era
rogó]les que la [oviesen en su] enco- ella biva, fue ella muy al[egr]e e dixo a
miendfa. E ellas] fueron mu[y alegres e] los escuderos:
pagadas [e dixiéronle]: -Tiradvos delante mí, e non venga-
-Señor cavafllero, nos la terjnemos e des delante de mí por njngunt tienpo
[le haremos toda onlra e plazetr por fasta que me traygades a Brangel biva o
amor de vos]. [...] muerta. [...]
TRISTÁN CASTELLANO 467
puede dar sin vos. E por esto yo quiero Brangel e [fuérolnse del palacio e
que lo confirmedes. [fuér]onse por su camino. [E] dexemos
E él dixo: agora el cuen[to] d'esta razón e
—¡Por buena fe, cavallero, non me de- tornar[no]s hemos a contar de Pa[lo]ma-
mandaredes cosa ya tant grande que yo des. Sabed que era Pa[lo]mades muy
non vos la otorg[ara s]i ella vos lo pro- bien valien[te] cavallero e fue fijo de [un]
metilo]. cavallero del linaje del [re]y Evalate, el
[E el] rey fizóla luego [venir ante] sí e cual era [idóHatre, que non creía
preguntóle [sí era ver]dat aquello que fi[rme]mente en Dios e non [era] obi-
aquel [cavaller]o dezía; e ella dix[o que] sí: diente a la corona [del] inperio del rey
-E ruégovos que le sea [dado de] Artur. [E] aquel rey Evalate fu[e corrjido e
vuestra parte e de la mía [e de] toda la echado de su tierra [por] el rey Merianes,
corte. su ve[zi]no. E así fue ventura [qu]e vinie-
E el rey di[xo]: ron en hueste e en batalla amos a dos.
—Mandat todo aquello que v[os plu]gie~ [E] aquel rey Evalate [traía] un escudo
re, e yo vos lo otorígo bi]en e lealmente con un[a cruz] bermeja, la cual fufe de]
sobre [mi co]rona. Josep Abenamatía. E conquirió mucha
E el cavallero di[xo]: tierra e ensalcó cristiandat. E en aquel
-[Yo] demando la reina Iseo, [que la] punto fue la batalla del rey Merianes e
quiero levar a mi tierra. de Evalate, que fue vencido; e non avía
E [el] rey e todos atquellos] que [ende] remedio sinon él mientras fuía levava el
fueron esta van muy trfistes]. E él respon- escudo que non le fazía mal. E luego co-
dió e dixo: nosció que aquel era el escudo que fue-
-¿[Así], cavallero, queredes vos [des- ra de Josep Abenamatía, que fue amigo
on]rar la mi corona? de Dios e de la Santa Fe. E dixo que si
E el [cava]llero dixo: Dios lo ayudase en aquella batalla que él
-Sí, señor; qu[e por] esta razón vine se tornaría cristiano de bautismo. E luego
yo a [aquesta] tierra. tornaron las g[ente]s e cobraron coracotn
E el rey le pregfuntó] que quién era; e ellos] fueron contra Merianfes. E] cuan-
e dixo: do fue en la gra[n batajlla, él vido que de
-Y[o soy] Palomades el Pagano. [las heri]das que davan en [el escudo] sa-
[E el] rey se maravilló e dix[o que] lía sangre. [Entonces] ovo la creen[cia en
cuáles diablos lo avíafn trafldo allí. E Dios conplida]. [...]
dixo que el [don non] gelo podía renun-
ciar [pues que] gelo avía prometido [so- Cuando Palomtades ovo] sacada a la
bre] su corona; e dixo el r[ey]: r[eina de] la corte del [rey Ma]res, e el rey
-[Yo] vos la dó la reina [de aques]ta e [todos] otros fueron muy [tristes] por
manera: que si p[or venjtura oviere al- aquesta aventura, [e en tojda la corte non
gunt [cavallero que] vos la pueda tirar ovo [algunt) cavallero que tom[ase las
por [fuer]ca de armas, que el don [non] ar]mas para ir en pos [de Palo]mades; e
aya valor; e aun, que [en] todo mi reino Palomades [se iva] con la reina ribera [de
non yafgades] con ella nin sea toteada] la] mar. E la reina [non fa]zía sinon llorar
de vos. por [el prometi]miento de su señ[or]r, de
E dixo: su amigo Tris[tán e] dezía:
-Pláze[me] de voluntad. -¡Ay, el mi caro [amigo] Tristán!, ¿[dó
E luego [to]mó la reina delante de sodes] vos [ago]ra?, si yo [topásejvos en
[toldos [e subió]gela en el [palafrén] de este camino, [por tal] que me tirásedes
TRISTÁN CASTELLANO 469
[d'este] mal cavallero!, e a[gora, fue]se yo clava. E [mientra] ellos se conbatían, [se
muerta a s[alva]. metió la] reina por la flo[resta e] fuese a
[E] cuando Palomades [sacó] la reina un charco [d'agua], e ella se quería echar
de la cort[e del] rey, Tristán non e[ra (dentro plor se afogar ante [que] la ovie-
ende que era ido a caca por la mañana. se Paloma[des en su] poder, que bien [sa-
En aquel tiempo era venido en la corte bía e]lla que aquel que (era venidlo a la
un cavallero, el cual era ferido de una batalla que [non era don] Tristán. E
lancada e venía] a la reina [que lo gua- mientra [se] iva al charco encon[tró un]
resci]ese. E aquel [cavallero avía] nonbre ruano que anda[va a caca], que la [reco-
Sa[gramor e demandó que] por cuál ra- nosció que] la re[ina era] ella [e díxole]:
zón [eran todos tristes e] contaron [cómo -¡Por Dios, señora!, ¡[que] non vos
Palo]mades [levava la reina.] Lue[go echedes [en ese m]al lugar, ¿qué es [de
dixo:] vos]?, ¿cómo sodes aquí?
-Id [al palacio e ved s]i ay al[unt ca- [E] ella le contó toda [la razón] punto
vallero] que tome [armas para ir en pos por punto, que [non le m]intió nada, e
de Palomades] [...] dixo [cómo se quería afogar en el charco
[El escudero dixo a su señor]: antes que ninguno la hoviese, salvo el
-¿Cómo?, ¿tan aborrido [sodes que rey su señor]. [...] (fragmentos 5, 6Vb, 8,
vos] queredes meter a peQigro de 40 y 46).
mulerte que aún vos [non sodes] sano.
-¡Para la mi fe!, -dix[o Sagramor]-,
más quiero morir qu[e non vivir] entre
los covardes [cavalleros] de Cornualla,
3. Muerte de Tristán
que no[n osan delfender a su señora [de
un solo] cavallero. t a m b i é n avía el rey miedo que la
retina se echase de la torre ayuso
E luego [el cavallero] salió de la corte
de dolor de Tristán; e dixo entre sí mes-
[e andudo] tanto fasta que [vido al
mo que la muerte de Tristán le sería a él
cava]llero que levava a l[a reina; e] lla-
mólo e díxolle]: grant daño, e dixo a Alderete:
-[Cavallero], ¡esperad!, que conba- -¡Maldicha sea la ora que yo tomé el
ti[rvos conlviene o dexad la [reina que] tu consejo, que yo seré denostado por
levades falsamente]. todo el mundo por la muerte de Tristán!
[E Palo]mades se tornó (en su] cavallo E cuando las nuevas vinieron que
e dixo: Tristán non podía escapar más de tres
-La [reina non la] podedes ir sin días, e cuando la reina lo sopo, ella co-
batallla]. mencé a fazer un muy grant duelo; e
[E voüvióse el uno contra [el otro e] Brangel le dixo:
diéronse tan granfdes golpes] que amos -¡Ay, señora!, ¿qué faredes vos, que
cayeron; [e al] caer que Sagramor [re- los vuestros gozos mueren?
ben]tóle la ferida que [traía e] rebentóle E cuando ella oyó estas palabras ron-
la sangre; [mas tanto] era de buen ca- pióse un paño de oro que tenía en la ca-
valüero que non lo sintió; antes se le- beca e fazía tan gran duelo que todo
vantó en pie con gran ardimento e pu- omne que lo oyese avía grant piadat, e
sieron mano a las espadas, e diéronse] cuidávanse que luego en aquella ora
grandes goltpes que] el fuego salía muy murié la reina por amor de don Tristán,
[alto. E] Palomades cuidava [que er]a e dezían que non podía ella bevir sin
Tristán por los gran[des goíjpes que le don Tristán.
470 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
E [cuando don Tristán vido que le lle- [cor]tesía, si a vos plaze: que quera[de]s
gaba la mujerte, él fizo llamar su amigo que la reina Iseo venga [a verme], que la
Sagramor, e rog[óle] que le troxiese allí a vea antes que yo mu[era] e que ella sea
su tío [el] rey Mares: a mi fin.
—E dezilde que íyoí lo quiero ver an- [E] dixo el rey Mares:
tes que mfuelra, que yo sé que él non es -Sobrifno, yo faré aquello que vos
t[an] alegre de mi muerte como [lo es] Al- quisierdes.]
derete. [E mandó que la reina veniese luego.
E Sagramor dix[o que] él faría todo su Los cavalleros truxeron el mensaje a la
mandado; e [caval]gó cavalgó, e fuese reina, e vino con ellos luego e venia
para el [rey] e díxole llorando que falziendo muy grant duelo a maravilla,
Tris[tán] le rogava que lo fuese a [ver], con muchas dueñas e donzellas. E allá
que Tristán lo llama va. E [él] comencó fue delante de Tristán; e luego que ella
fuertemente a llofrar] e dezía: lo vido, se amortesció en mano de dos
-¡Ay, mesquino e cat[ivo]!, e ¡cómo he onrados cavalleros, e estudo así mucho,
muerto el mefjor] e el más cortés cava- que non pudo fablar. E ella non rogava
llero e que he fecho mal a mí mesmo [e] a Dios otras cosas sinon que le diese la •
a toda Cornualla! E ¡maldifcho] sea Alde- muerte luego, porque ella muriese con
ret, que primeramfente] me consejó esto su señor. E cuando don Tristán vido a la
que lo fizfiese]! reina Iseo, que tanto amava, él se quiso
E luego el Rey Mares soviose en su enderecar en el lecho, mas non pudo, e
cavallo e levó consfigo] tanta de gente dixo:
que él pudtiese] ser seguro al castillo de -Señora, vos seades muy bienvenida.
[Sag]ramor. E cuando el rey llfegó] al cas- Mas vos sodes agora venida muy tarde;
tillo de Sagramor, de[sca]valgó e fuese mas la vuestra venida non me puede va-
para la cama[ra donde yazía don Tristán. ler desde oy. Sabed, señora, que a la fin
E cuando el rey lo vido así desfigurado, es venido Tristán el bueno e el leal amigo.
uvo gran piadat d'él; e como don] Tristán E cuando ella oyó aquestas palabras,
vido venir [al] rey Mares, él se quiso a pocas que non morió. E ella comencó
le[va]ntar o posar en el lecho, [m]as non de llorar e de sospirar muy fuerte a ma-
pudo, e dixo: ravilla, de grant dolor que avía, e díxole:
-Tío [se]ñor, vos seades bienvenido] -¡Ay, el mi dulce amigo señor don
a la mi muerte, que vos [ta]nto avedes Tristán!, ¿sodes vos aquel que [a morir]
deseado, e [ag]ora avedes conplido vues- vos conviene?
tros [déselos; mas yo vos digo que [tien- -A la mi fe, señora, -dixo don Tris-
po] verná que vos querríades [av]er per- tán-, yo soy aquel que a morir me con-
dido la meitad [del] vuestro reino que yo viene, que non puedo escapar en ningu-
fuese [bíjvo. Mas de oy más non [se] na guisa, que non puedo escapar.
puede ál fazer. E don Tristán comencó de sospirar, e
E cuando [Tri]stán ovo dicho esto, el paróse mientes a sí mismo ante todos e
[re]y Mares comencó a llorar [por] aque- dixo:
llo que Tristán le avía [diicho. E don Tris- -La mí señora Iseo, que me catades,
tán le dixo: que yo só Tristán, el vuestro leal cavalle-
-[Señor], non Uoredes, que yo veo ro. ¡Catadme, señora! ¿Son aquestos los
[qu]e vuestro gozo viene; e de {m]uy cabellos de Tristán que vos solíades ca-
grant gozo e grant [ale]gría Horades. Mas tar?, ¡ay, señora!, ¿es aqueste el cuerpo
yo vos [ru]ego que me fagades una de Tristán que solía ser?, ¿e son aquestos
TRISTÁN CASTELLANO 471
los ojos de Tristán que vos solíades ca- aquellos que ai estavan comen[caron] de
tar? llorar; e non le pudieron hablar dende a
E cuando la reina oyó aquestas pala- una grant pieca.
bras, cayó en tierra amortecida, luego la A cabo de una grant pieca, dixo don
levantaron dos cavalleros, e dixo don Tristán entre sí mesmo:
Tristán: -Tristán, [ago]ra eres venido a la
—¡Ay dulce señora, que no he fuerca! muerte, [e as] fallado quien te derrueque
E dixo: [a tierra], la cual cosa tú non podíías]
-¡Ay mesquino cavallero!, ¡cómo fue creer que así avía de [venir] nin pensava
doloroso golpe aqueste que a mí fue que tan buen [cava]llero avía en el mun-
dado a muy grant traición que {grantl do- do co[mo t]ú eras.
lor tjengol! E luego comencó [a de]zir:
E non [quedava] todo el día [de Uo]rar; -¡Ay, señora Iseo, fermo[sa e] dulce
e la reina [púsole muchos enplalstos [e amiga!, agora ¿vos [qué] faredes que yo
medezinas, enpero todo non valía nada, muero?
ya que la] poncoña [le entrava dentro del [E alpenas podía fablar. E a[sí fa]zían
colracón, que era [ya medio mulerto. E todos los cavalle[ros e] todos los que ai
todos [fazían duelo porque a don Tlristán estavan. [E don] Tristán comencó a fazer
[se le apocava el bivir]. [muy] grant llanto por las cavaülerías
E otro día de mañana don Tristán se que] tenían a dexar [e dixo en altas] bo-
esforcó de fablar fuertementte por] la zes:
muerte que se le Ue[gava], e dixo: -¡Don Palo[mades!, ¡agora quedalrán
-¡Ay, dulce señora!, [¡e cómo s]ó ve- nuestras armtas e] nuestras cavallerías,
nido a los postrime[ros dí]as, que oy en que nun[ca] daredes golpes a Tristán [ni
aqueste día [me conMene a morir. Tríjstán a vos, que ya la mu[erte l]o par-
E di[xo a los] que estavan enderredor te. ¡Ay, Dinadán!, [¡fenecido es] ora nues-
[en alta] voz: tro solaz e nuestra con[pañía] e nuestra
—¡Ay, Dios mi señor!, [¡valedme,] que cavallería, que yo [estoy] agora peor que
mi fin se allega! non vos [pensades nin podríades en nin-
[E luego] comencó el dueüo tan guna manera creer!]
gralnde que nunca [fue su par]. E non [E dixo:]
avía allí ca[vallero] nin dueña que se pu- -[¡Ay, mi Dios!, y ¡cómo mue]ra sin
dietse tener] de llorar. E el due{lo turó) batalla de cavallero!; ¡ay, cavalleros an-
grant pieca, e [don Tri]stán llamó a Sa- dantes!, ¡cómo só triste porque yo mue-
gramor e [díxlole: ro sin batalla de cavallero, porque yo
-El mi buten amigo, [ruégovlos que muero en el lecho!
me traigades [el mi esculdo e mi espada, E luego se bolvió contra Sagramor, su
que la [vea an]tes que muera. amigo, e díxole:
E Sag[ramor] gela troxo delante e -Yo vos ruego que me saludedes mu-
[Tristán] le rogó que la sacase [el espalda cho a mi amigo don Lancarote, e a estos
de la vaina. E él [sacógela] e púsogela en dos que a vos nonbré cuando los vier-
la [mano, e Tristán la tomó e la cató, e des. E aun vos ruego como amigo que,
dezía sospirando]: pues non puedo enpresentar el mi cuer-
[-¡Ay, la mi buena espada!, e ¡cómo po a la corte del rey Artur nin a los ca-
me es tan grave de vos dexar tan aína!] valleros de la Tabla Redonda, que vos de
[E tomóla Sagramor e tornóla a la vai- la mi parte que me los saludedes a to-
na; e Tristán] comencó a llorar e todos dos; e vos ruego que vos de la mi parte
472 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
derete que le fizo buscar la muerte, fizó- naolcon las velas negras, (preguntó) que
lo quemar como falso e alevoso; e fizie- de quién (eral o dónde venía, e (díxo)le
ron grant daño en todo el reino e muy en cómo era Quefdín el su) hermano,
grant destruimiento. E qu'el rey Mares se que venía sin su señor don Tristán; e
falló muy culpante por la muerte de don ella conosció luego que era muerto e
Tristán e le pesava mucho e desde allí luego se fue echar en el lecho de sota
quedó en cuita e en dolor, e su reino en de la nao con grant dolor que avía. E
trebuto. [...] Quedín cuando sopo que allí estava su
Cuenta el libro que Quedín se tornó hermana, entró dentro e fallóla muy
en Leonís con Gorvalán e con (su triste, e contóle en cómo era muerto
huleste, e Langarote eso meismo, e quel don Tristán su marido; e tamaño tomó
Quedín fizo fazer una {naol que fuese el pesar que luego le rebentó el coracón
a su tierra que {era la Pjequeña Bretaña, en el cuerpo e murió luego; e cuando
e fizo {ponerl velas negras, e (enco- Quedín su hermano la vido así morir,
menldó a Dios a Gorvalán je a Blrangel fue muy triste e salió con grant dolor a
e a todos, e (quísose mleter en su nao tierra a su padre el rey; e el rey e sus
para se (ir a la) Pequeña Bretaña; e cavalleros fueron muy tristes por la
anfdudo tanínto por la mar fasta (que muerte de don Tristán e de Iseo de las
Ulegó a la Pequeña Bretalña; e en} lle- Blancas Manos, su muger. E el rey fizo
gando al puerto, (vido alí una (nao| en enterrar a su fija onradamente e fizieron
la cual (estava) Iseo de las Blancas muy gran duelo e grant llanto por Iseo
Ma(nos, la sulhermana, que se quería de las Blancas Manos; e por don Tristán
[***] donde para se ir a [***] do don Tris- de Leonís fizo el rey escrevir en la se-
tán pensó [***] (quel estava en el reino pultura de su fija letras entalladas que
de (Leonís. El luego que ella vido (la dezían: Aquí [...] (fragmentos 37 y 38).
VI TRISTÁN DE LEONÍS
b. Cuento de Tristán de Leonís
(siglo xv)
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIO
BIBLIOGRAFÍA: Sharrer: n° Ad5. EDICIONES: George Tyler Northup (ed.), Chicago, Univ. of Chi-
cago Press, 1928 Ivy Corfis (ed.), Edition and Concórdame of the Vatkan Manuscript 6428 of the "Cuento
de Tristán de Leonís", Madison, The Hispanic Seminary of Medieval Studies, 1985 (microficha: re-
producido en ADMYTE 0, 1994). ESTUDIOS: Alvar (1991), Faccon (1996), Gómez Redondo (1999:
1513-1523) y Rubio Pacho (1996).
474 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
TEXTOS
-¿Cómo queredes vos que esta batalla 2. Tristán tiene que guardar el
quede? Ca dize este cavallero que la Rei- paso de Tintaíol por orden de su tío,
na de Ungría es más cortés e más fer- el rey Mares
mosa que non es la reina Genebla.
E sobre esto tomó esta batalla e dixo
que ninguno non faría paz entre él e mí E n p e r o u n día llamó a la reina e a
Tristán e a una parte, e comencó el
rey de fablar con Tristán allí delante la
e que la batalla convenía que non ovie-
se fin fasta la muerte. E en este punto reina, e dixo:
fizo Lancarote, con grand ira que ovo, -Sobrino, yo oí fablar de las altas cava-
una grant descortesía; e él se tornó con- Herías que vos fezistes por el mundo e fa-
tra el Amorante con grand ira, su espada zedes oy día eso mesmo, e sé una parte
d'ello. E agora sabed que yo quiero, por
en la mano, e dixo él:
vuestro honor, vedar esta puente de Tin-
-Amorante, non es ésta la primera ve-
taíol e que ninguno non pase sin batalla o
gada que tú dexiste tales palabras como que se ponga en prisión. E pues Dios tan-
éstas; mas un día devías tú venir al pun- ta honor e precio vos quiso dar, bien es
to. E agora guárdate de mí, e de Melia- que este regno aya su parte por vos.
gans no te guaredes, ca non te dará más E Tristán entendió bien la razón por
golpes. que el rey lo fazía, enpero dixo que él
En esto aleó la espada e diole hun faría aquello que él pudiese por su ho-
golpe que le fizo encunar la cabeca con- nor del rey e del regno.
tra tierra. E este golpe pareció muy mal -Pues agora, -dixo el rey-, sabed que
a Brandolís, e fizóse adelante e dixo a por vuestro honor e por veer alguna
Lancarote que ésto non era fecho de alto cosa de la vuestra cavallería, yo quiero
cavallero como él era e que le podría ser vedar el paso de Tintaíol e que por allí
retraído en la corte del rey, mas que él le non pase cavallero sin conbatirse con-
rogava que non fuese más contra él. vusco; e allí estaremos la reina y yo e
-Certas, -dixo Langarote-, yo non sé toda nuestra corte. E así podremos veer
que averna, mas si yo sé que d'este día las vuestras cavallerías o alguna cosa d'e-
en adelante el Amorant dize tales pala- Uas. E sabed, sobrino, que yo lo deseo
mucho ver.
bras, yo no le dé la muerte; mas, señor
Brandolís, esta vegada yo le perdono por -Señor, -dixo Tristán-, las mis cavalle-
amor de vos. rías son asaz pequeñas, mas enpero de
mi poder yo cunpliré vuestro manda-
E el Amorante juró que jamás non de-
miento.
ría tales palabras, e ansí los posieron en
El rey mandó luego levar las tiendas
paz. El Amorante y Meliagans quedaron a la puente de Tintaíol para él e para la
allí por folgar, e Brandolís e Lancarote reina, e mandó allí cerca de las tiendas
fueron su camino por la floresta. E a poner una canpana que tañiesen, por
poco de tienpo los dos cavalleros se le- cada cavallero que por allí pasase, una
vantaron e fueron su camino, el uno por vez. E así fue todo fecho como el rey lo
una parte, el otro por la otra. mandó. E cuando el rey sopo que las
Mas agora dexaremos los dos cava- tiendas eran arrivadas e la canpana e
lleros estar, e tornaremos a Tristán. (ff. todo según que lo él avía mandado, él se
70v-72r). partió de Tintaíol, la cibdat, con toda la
corte, e fuéronse al Paso de Tintaíol, e
allí mandó que estoviesen las guardas e,
476 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
cuando viniese algún cavallero, que lue- mejo non ovo tanto poder nin tanta fuer-
go tañiesen la canpana una vez. E así es- ca que pudiese durar los grandes golpes
tuvieron cinco días que por allí pasasse de Tristán, que así feria e majava sobre
ningún cavallero. él, e dixo:
E a cabo de los cinco días que el rey -Señor, a mí paresce que yo veo ago-
e la corte estavan al paso, vino por allí el ra una maravilla, ca yo non vi jamás en
buen cavallero que dezían Argemós. E Cornualla cavallero conbatir así malamen-
aquel que guardava tañó una vez la can- te como vos fazedes e a mí paresce que
pana así como le era mandado. E Tristán vos querés dar fin a esta batalla. Pero esto
cavalgó luego e fuese a la puente e vio non se deve fazer, ca yo creo que nos
el cavallero que quería pasar, e dixo: non somos enemigos mortalles; e por
-Cavallero, detenetvos un poco, ca esto yo vos ruego que vos me digades
vos non podes pasar sin batalla. vuestro nonbre e yo dezirvos he el mío.
El cavallero fue mucho maravillado, E sabed que el Cavallero Bermejo era
enpero sin más dezir baxó su lanca e muy buen cavallero e sabía mucho del
fuese contra Tristán e él contra él otrosí, esgrima, mas él fue en tal manera es-
e feriáronse muy reziamente, enpero Ar- pantado de los grandes golpes que rece-
gemós cayó en tierra del cavallo; e Tris- bía que él no fazía salvo rogar a Dios
tán lo tomó por la mano muy cortes- que le perdonase sus pecados. E en esto
mente e dixo: dixo Tristán:
-Señor, si vos plaze, vos vernés a mi
-Agora sabed que vos conviene que
señor el rey.
me digades vuestro nonbre.
E el rey lo mandó poner en prisión. E
-Certas,- dixo el cavallero-, a mí lla-
este día mesmo, a cabo de grand pieca,
man el Cavallero Bermejo, si le oístes de-
vino por allí el Cavallero Bermejo. E la
zir. E yo vos ruego que me querades per-
guarda tañió otra vez la canpana, e lue-
go salió Tristán de la tienda, e fuese a la donar e que yo non muera oy en esta
puente, e dixo: manera.
-Cavallero, vos no pasares por aquí sin -Yo vos digo, -dixo Tristán-, que vos
batalla, o vos vernés a entrar en prisión. non morrades, ca nos non avernos caso
El cavallero fue todo irado, e dixo: nin razón por que devamos morir, el uno
-Pues vos batalla demandades, sabed nin el otro; mas vos iredes ante el rey e
que d'esta non vos falliré yo, mas en vos pornedes en SLI prisión, fasta que a
vuestra prisión vos digo que non entraré él plega de vos sacar.
yo. E vos catat otro a quien amanazedes El cavallero estava mucho irado, e
con palavras, ca yo poco precio los dixo en sospirando:
vuestros dichos nin de los cavalleros de ~¿E quién sodes vos que me manda-
Cornualla. des poner en prisión del rey?
Tristán firió el cavallo de las espue- -Saved, -dixo -el-, que a mí llaman
llas, e el cavallero otro tal fizo, e vinie- Tristán.
ron así reziamente que ellos e sus cava- E como el cavallero entendió estas
llos cayeron en tierra. Mas ellos se palabras, él dio una boz un poco alta e
levantaron mucho aína, e posieron mano dixo:
a las espadas, e comencaron de se con- -Señor, vos me avedes errar mala-
batir el uno contra el otro muy áspera- mente contra vos en cuanto yo non vos
mente, en tal manera que amos avían conocía. E sabed que, si yo entendiera
bien que fazer; enpero el Cavallero Ber- que vos erades Tristán, que yo mesmo
CUENTO DE TRISTÁN DE LEONÍS 477
sin otra langa me pusiera en prisión o en non pueden ál ser sino bondat e precio
otra parte a dó vos mandáredes. e grandes fechos; e do son los mallos, se
Tristán le dava muchas gracias del falla toda maldat e toda desealtat e villa-
onor que le fazía, e él se fue luego al nía. Mas, señora, mi señor Langarote se
rey, e el rey lo mandó poner en prisión vos enbia encomendar así.
con el otro, e mandólos servir muy bien. -Señor, -dixo la reina-, ¿e cómo está
En ante de grand pieca, después que don Lancarote con el rey? Yo vos ruego
el Cavallero Bermejo fue puesto en pri- que me lo digades.
sión, acaesció que vinieron por allí dos -Señora, -dixo Tristán-, Lancarote es
cavalleros parientes de Lancarote, e más amado del rey que ningún otro ca-
amos así fueron puestos en prisión. E vallero, e non es maravilla, ca por cierto
después vieron venir a Galván, el leal so- él es flor de todos los otros de su corte.
brino del rey Artús. E el que guardava ta- E así estovieron aquella noche en
ñió la canpana una vez según solía fazer. grand solaz, fablando e tomando mucho
E Tristán salió de la tienda, e vínose a la plazer. E la reina demandó a Tristán
puente e dixo: cómo estava la reina Genebra. Él dixo
-Cavallero, sabed que vos non pode- que él non la avía vido.
des pasar por aquí sin batalla, salvo si E otro día, cuando se levantaron de
vos ponedes en la prisión. comer, Tristán e la reina se entraron al
Galván fue todo maravillado qué vergel, e comencaron de fablar el uno e
cosa era ésta que agora nuevamente ve- el otro de sus fechos; e en esto dixo Tris-
nía en el regno de Cornualla, e dixo: tán:
-Certas, cavallero, yo vos digo que en -Señora, yo non vos lo celaría punto,
la prisión yo no quiero entrar. E sabed ca yo non podría. Sabed que el rey man-
agora que ante quiero yo conbatirme dó apregonar un torneo en su corte que
convusco que non entrar en prisión. deve ser de aquí a veinte días, e yo que-
E luego baxó su lanca e vínose con- ría que vos e yo fuésemos ai.
tra Tristán. Amos eran de grand fuerca e Sabed que d'esto fue la reina muy
poderosos cavalleros, e d'este encuentro alegre e dixo:
Galván cayó en tierra mal ferido. Tristán -Señor, pues yo vos digo que yo que-
descendió luego del cavallo e vino con- ría más ir en esa tierra de Camalot que
tra él con la espada en alto por lo ferir. en ninguna otra parte, e yo vos ruego
(ff. 88r-89v). que vos me levedes convusco.
E así acordaron amos de ir al torneo.
E luego mandó Tristán aparejar todas sus
3. Tristán lleva a la r e i n a Gine- cosas, segund que menester le fazían
bra a un torneo para en torneo.
E cuando el tienpo fue acercado para
lueñe del torneo era por la grant fermo- -¿Non?, -dixo el rey-, pues yo sé muy
sura de un pino qué estava allí cerca jun- bien su tienda e ruégovos que vayamos
to con su tienda, e otrosí por una fuente allá vos e yo, e non quiero que otra con-
muy rica e fermosa, e más porque los ca- pañía vaya connusco.
valleros de la corte non lo conociesen. E -Señor, -dixo Lancarote-, sofritvos tan
así estovieron allí fasta el día que el tor- solamente fasta la mañana, e verdes me-
neo fue comencado. jor los fechos del cavallero cuáles son. E
Cuando el día del torneo fue venido, yo vos digo ciertamente que él es aquel
el rey mandó tañer las tronpetas e que que el otro día venció el torneo.
todos los cavalleros comencasen el tor- Así estovieron aquella noche, e otro
neo, e que feziesen de armas segund día mandó el rey que todos los cavalle-
que avían acostunbrado. E sabed que al- ros feziesen de armas según solían. El
tamente fue bastido el torneo de nobles torneo fue comencado muy ricamente, e
cavalleros de espada e de lanca. Ellos este día andava el cavallero Galván muy
comencaron el torneo tan ricamente e ta- áspero e follón en la priesa de los cava-
lles fechos de armas fazían los unos e los lleros; e bien mostrava él en aquel tor-
otros que non ha omne que los viese neo grand parte de la su fuerca, ca por
que non dixese que allí estava la flor de cierto en aquel punto non avía " cavalle-
la cavallería del mundo e la nobleza. ro que tanto feziese de huna espada
Tristán estava mirando fuera del torneo como era don Galván. E como Tristán
por ver quién fazía mejor de armas de vio que todos los cavalleros le davan
los que torneavan, e vio que todos an- placa por do él venía, bien entendió que
davan mesclados, en manera que él no él avía lo mejor en el torneo. E en esto
podía devisar quién avía lo mejor. E en ferió su cavallo de las espuellas e fuese
esto firió su cavallo de las espuellas, e contra él, e firiólo de la espada tan re-
comencó de ferir en la mésela de los ca- ziamente quel' fizo baxar la eabeca fasta
valleros así ásperamente que a poca de las servizes del cavallo. E luego se tornó
ora non quedó ninguno en la placa por a los otros e comencó de ferir en ellos a
do él anda va. Mas ante le dieron todos el una parte e a otra así ásperamente que
camino e comencávanlo a mirar, maravi- grand maravilla era de lo veer. E fizo tan-
llándose todos quién podría él ser. E to en poca de ora que en la placa non
como él vio que en el torneo non avía fincó cavallero, ante comencaron todos
cavallero que de armas feziese cosa nin- de mirar. El rey, como vio que todos los
guna, e todos estavan así mirando, el fue cavalleros se salían del torneo, fue mu-
mucho maravillado e salióse de allí lo cho maravillado; e tornóse contra Lanca-
más celladamente que él pudo contra su rote e dixo:
tienda. E el rey non olvida va el torneo
-¿E non vedes el abaxamiento que
nin la razón por que era bastido, ante vio
este día vino en Camelote, que por un
bien cómo Tristán se partió e contra cuál
solo cavallero todos cuantos " son dexa-
parte era ido. E en esto se tornó contra
ron el torneo e así fuyen delante d'él
Lancarote e dixo:
como ovejas delante el lobo?
-¿Avedes vos visto el cavallero que -Señor, -dixo Lancarote-, non lo aya-
tan aína nos tiró nuestro solaz en este des a maravilla, ca yo vos juro que por
torneo? la mi fe que, si él es aquel que yo pien-
-Señor, -dixo Lancarote-, yo lo vi bien, so, que non es maravilla si los cavalleros
mas non sé contra cuál parte él es ido. fuyan de dellante.
CUENTO DE TRISTÁN DE LEONÍS 479
E en esto dixo el rey que él quería ir -Donzella, -dixo Langarote-, sabed que
contra aquella parte que el cavallero era non somos aquí venidos por fazer enojo
ido por saber quién era, ca él lo deseava al cavallero; mas yo vos pido por cortesía
mucho conoscer. que vos le digades que aquí están dos ca-
E luego el rey e Langarote ser partie- valleros que lo quieren ver e fablar con él.
ron de la tienda e veniéronse a la tienda E Brangel entendió bien que éste era
do estava Tristán. Langarote, e dixo:
E cuando Tristán vino del torneo, fa- -Certas, señor, esto faré yo de grado.
lló las tablas puestas, ca ya era cerca de E en esto se fue a la cama a do esta-
medio día, e pasáronse a comer. E des- van Tristán e la reina dormiendo, e dixo:
que ovieron comido, acostáronse a dor- -Señor, levadvos, que sabed que a la
mir luego, en manera que, cuando el rey puerta están dos cavalleros que vos
e Langarote venieron, Tristán e la reina quieren ver e fablar convusco.
ya dormían la siesta. E como los fallaron -¿E quién son los cavalleros?, -dixo
que todos <que> dormían, Langarote co- Tristán.
mencé de saltar alderredor de la tienda. -Señor, -dixo Brangel-, a mí paresce
E como Brangel vio que saltavan ende- que oí dezir que el uno es el rey e el otro
rredor de la tienda, ella salió fuera e Langarote.
dixo: Como Tristán oyó estas palavras, él se
-Señor cavallero, a mí paresce agora levantó muy apriesa e despertó a la rei-
que vos non sodes cortés como yo vi de na, e él vistióse solamente una aljuba de
otros, asaz que vos andades saltando cendal verde, e salió a la puerta a do es-
aquí cerca do duerme otro cavallero que tava el rey e Langarote, e fizóles grand
por ventura valle tanto como vos. E así honor. El rey fue muy alegre cuando vio
Dios me dé bien, que yo creo que vos que éste era Tristán, aquel que él tanto
andades buscando ruido, e bien lo po- deseava ver e lo amava de todo corazón,
dredes fallar. (ff. 107r-108v).
VI TRISTÁN DE LEONIS
c. Tristán de Leonís
(1501)
por
Carlos Alvar y José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIOS
BIBLIOGRAFÍA: Sharrer: n° Ad7. EDICIÓN: Luzdivina Cuesta Torre (ed.), Alcalá de Henares, Cen-
tro de Estudios Cervantinos, 1999. ESTUDIOS: Alvar (1991), Beltrán (1996), Cuesta (1994 y 1997),
Gómez Redondo (1999). GUIA DE LECTURA: Cuesta (1998).
480 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
TEXTOS
te. E después que ovieron acabado su dado. Y fueron rescebidos por todos los
voluntad el uno e el otro, tornaron aca- de la cibdad con gran honra e alegría
bar el juego del axedrez, que tenían co- por la venida de Tristán y de Iseo.
mentado, (ff. 24r-v). Y un domingo fizo el rey manda-
miento que todos los cavalleros veniesen
a la corte, porque quería tomar a Iseo por
3. El engaño de la noche de bodasmuger delante todos. E esto fue luego
hecho, e toda la gente de la tierra vino
ende aquel día. E el rey, en presencia de
D ize la istoria que, andando Tristán
al un cabo e al otro navegando todos, tomóla por muger e oyeron missa
por la mar, fue voluntad de Dios que lle- con grand alegría e con juegos. E des-
garon al puerto de Tintoíl. E salió fuera pués, fuéronse para el palacio e tuvieron
Tristán e enbió cuatro cavalleros al rey muy nobles cortes. E cuando vino la no-
Mares porque le contasen las nuevas. El che que el rey havía de dormir con la rei-
rey, cuando esto oyó, fue maravillado, na, Tristán llamó a Gorvalán e díxole:
porque él pensava que fuese muerto e -Amo, vos sabéis bien la manera que
cierto no fue él alegre por su venida; en- es entre mí e Iseo, por que es menester
pero, fizo senblante que le plazía con su que tomemos consejo qu'el rey no lo
venida; e luego mandó pregonar por la sienta.
cibdad que todos saliesen fuera a resce- E Gorvalán dixo:
bir a Tristán e a Iseo la Brunda. E caval- -Esto, mi señor, dexaldo a mí, que yo
gó el rey con toda su cavallería e fuese pondré remedio en ello en manera qu'el
para la mar. E fallaron a Tristán e a Iseo rey no lo sienta.
ya salidos en tierra con toda su conpaña. E contóle cómo lo haría, e en qué
Y Tristán, luego que vio al rey, hincó los manera. Luego Gorvalán fue para Bran-
hinojos delante él e díxole: gel e díxole:
-Señor rey, yo vos trayo a mi señora -Mi buena amiga Brangel, esto que
Iseo, e póngovosla en vuestras manos diré, sea en poridad.
para que sea vuestra legítima muger. E ella dixo:
Él díxo: -Dezid todo aquello que os plazerá.
-¡Mi amado sobrino Tristán, vos seáis E Gorvalán le dixo:
muy bien venido, así como el más leal -Bien sabéis vos la razón que es en-
cavallero del mundo! tre Tristán e Iseo, vuestra señora, por
Y el rey cuando vio a Iseo, la más fer- que es menester que tomemos consejo
mosa que jamás vio, plúgole mucho e sobr'ello porque ellos ni nosotros no
comencóla con grand alegría abracar e ayamos mal. E vos podéis poner reme-
besar. E estudieron aquel día e aquella dio, si quisierdes.
noche haziendo grandes alegrías ribera E Brangel dixo:
de la mar; y luego, al alva del día, ellos -Yo haré toda cosa que torne a honra
se aparejaron e fuéronse para la cibdad. e pro de mi señora Iseo e de Tristán, mi
E Iseo iva muy ricamente ataviada como señor.
convenía a noble donzella, y todos los E Gorvalán le dixo:
que la vían se agradavan mucho d'ella, e -Vos, Brangel, es menester que os
dezían que bendito fuese el Soberano acostéis esta noche con el rey, e abrá
Dios, que tan noble señora les havía vuestra virginidad. E cuando fuere fecho,
TRISTÁN DE LEONÍS 483
propósito haze. E es así que cruró aque- aquellos que ponían en escrito las cava-
lla costunbre fasta que Galaz vino, que Herías de los cavalleros de la Tabla Re-
cunplió la Silla Peligrosa; mas dende donda e las aventuras e fechos que ellos
adelante fallesció aquella costunbre; e fazían en el reino de Londres. E el rey
dixeron que enpós de aquel cavallero no tomó juramento a Tristán que dixese ver-
podía venir otro mejor, ni tan bueno ni dad de todas las cavallerías que fasta en-
tan santo. E por esta razón havía estado tonces oviese hecho. E juró Tristán que
aquel tienpo la silla de Morlot vazía diez él dería la verdad de todas sus cavallerí-
años e dos meses, como dicho es, ca me- as, e que otra cosa no dería, sino aque-
jor cavallero que él fasta entonces no llo que havía contecido. Luego Tristán
fiera ende venido. comencó a contar las cavallerías punto
E aquel día que los omnes buenos de por punto que havía fecho después que
la corte del rey Artur ovieron rescebido era cavallero fasta aquel día. E esto con-
en su conpañía a don Tristán e le ovie- tó ante el rey e ante los cavalleros de la
ron otorgado la onra de la Tabla Redon- Tabla Redonda. E cuando él lo uvo todo
da, comencaron de mirar por las sillas, a contado, calló e non dixo más; e cuando
una parte e a otra, por ver si podrían ha- el rey uvo oído aquellas palabras e las
llar letras nuevas en alguna de las sillas. cavallerías de Tristán, él dixo a Lancaro-
E fallaron en la silla que havía sido de te e a Galván, reyéndose:
Morlot el nonbre de Tristán. E ellos fue- -¿Qué os paresce del buen cavallero
ron muy alegres e dixéronle al rey: Tristán? ¿Fizo jamás cavallero en su he-
-Señor, recebido es Tristán en vuestra dad tan grandes fechos e cavallerías de
corte por conpañero de la Tabla Redon- armas como él ha fecho? ¡Así me ayude
da, e la silla de Morlot de Irlanda le es Dios, no pudiera creer que él oviese tan-
otorgada para él, y fallamos y su nonbre to fecho! E bien le puede onbre tener
escrito. por el mejor cavallero del mundo, ca él
E cuando el rey oyó aquello, fue muy lo es sin falta.
alegre, que él lo deseava mucho que E Lancarote dixo:
Tristán fuese conpañero de la Tabla Re- -¡Así me ayude Dios, señor, vos dezís
donda; e fue Lancarote muy alegre, e gran verdad!, que yo mucho lo conozco,
toda la corte. E llevaron a Tristán a lo e ellas son todas verdad, e aún más de
asentar en la silla, así como a los otros lo que á dicho.
cavalleros se acostunbrava. E juró, como E en esta manera fueron sabidas las
los otros lo havían jurado, que al su po- cavallerías de Tristán en la corte del rey
der acrecentase la onra del rey Artur, e Artur, e fueron escritas en el Libro de las
que en tienpo de su vida no fuese con- aventuras, (ff. 74v-75r).
tra la Tabla Redonda, si no fuese por
desconocimiento, o por torneo o justa. E
así fue don Tristán rescebido con mucha 5. Muerte de los enamorados y
onra por todos los de la corte. E aquel descripción de Iseo
día fue la fiesta grande en la corte del
rey Artur, porque Tristán fiera conpañe-
ro de la Tabla Redonda.
E al tercero día, cuando él uvo folga-
E h i z o la sepultura cobrir de unas
muy verdes ondas, en medio de
las cuales fizo poner una pequeña barca
do, el rey Artur mandó venir ante sí sin remos, cuyo mástel quebrado tenía, e
TRISTÁN E LEONÍS 485
besos, mas parescían en graciosidad denegar los dulces abracos. E sus gracio-
tanto que todos cuantos la miravan con- sas manos no eran ni punto villanas ni
vidavan a besar. So guarda e cobertura gruesas, cuyos dedos eran luengos e del-
de los cuales tenía los menudos dientes, gados. E las uñas parescían ser de mar-
que parescían ser de fino marfil, puestos fil; los cuales bracos, manos e dedos
en orden, no más uno que otro, puestos parescían ser de color de nieve.
e afirmados en las muy coloradas enzías, Tenía otrosí muy espacioso e blanco
que parescían ser de color de rosa. Así pecho, en que eran dos tetillas a manera
que todo su rostro de filosomía no avía de dos mancanas; eran agudas, que
defecto. parescían ronper sus vestiduras, e que
Tenía otrosí deleitoso cuello e afilada natura havía allí obrado en su pecho dos
garganta, que parescía ser una pequeña pequeñas pelotas.
coluna de fino cristal, no encorvado, mas E así considerando con mucha imagi-
derecho; el cual en su blancura no nación e estudio todas las faciones e su
demostrava diferencia de nieve. El cual derecha estatura de la reina Iseo, puéde-
demostrava por la espaciosa garganta las se d'ella bien dezir que a natura humana
delgadas venas, que bien se esmera van non se podía pedir cosa que en ella
en la blancura. fallescido fuese.
Tenía otrosí las muy iguales e dere- E así, recontadas por orden todas las
chas espaldas, e los hermosos e bien hermosuras d'esta señora, quiero dar fin
apuestos bracos, los cuales parescían no a mi dezir. (ff. 93r-v).
APÉNDICE 2:
por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIO
TEXTOS
L4]quella ora que lo vio Brontaxar A esta hora Uegava Brontaxar más
enderescar contra sí, dexó colgar la cerca, y vio a Amadís cómo enderecava
espada de la cadena e tomó una lanca contra él, y cómo tenía el yelmo dorado;
muy buena de un escudero que le y por las nuevas de las grandes cosas
aguarda va, que le traía, e dixo a una boz que d'él le dixeron antes que en la bata-
alta e espantable: lla entrasse, andava con gran saña
raviando por le encontrar. Y tomó luego
una lanca muy gruessa, y dixo a una boz
alta:
-¡Agora veredes fermoso golpe de la -¡Agora veréis fermoso golpe si aquel
lanca si me osare atender aquel cavalle- del yelmo de oro me osare atender!
ro que se enderescó contra mí! Y firió el cavallo de las espuelas, la
Estonce metió la lanca so el sobaco e lanca so el sobaco, y fue contra él, y
dexó correr el cavallo contra él e firié- Amadís, que ya movía, por el semejante;
ronse de las langas en los escudos tan y firiéronse con las langas en los escu-
cruamente que luego fueron falsaWw] dos, que luego fueron falsados y las
langas quebradas, y ellos se toparon de
los cuerpos de los cavallos, uno con otro
tan fuertemente, que a cada uno le
490 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE ABALLERÍAS CASTELLANOS
[***] e del ferir [***] e tan vano [***] [que Y Brontaxar fue tan desvanecido de
non] se pudo Xe[ner en el cavallo e cayó) estor-
la cabeca, que se no pudo tener en el
dido e[« el suelo como si] fuese muerU?] [***] cavallo, y cayó en el suelo como si fuese
e desfigurlWo] [***] en el canpM [***] muerto; y con la gran pesadumbre suya
[^««Jbrantósela [***] cerca del p[echo e levó dio todo el cuerpo sobre el pie, y que-
la] lanca me[tidapor el escudo ma]guer fuer[/ebró la pierna cabe él, y levó un troco de
era}. [***] fuerte [***] L4]madís s[***]cadas la lanca metido por el escudo, maguer
d[***] [desacordado para [***] [darle] de lasfuerte era. El cavallo de Amadís se fizo
espu[«/aj-] [***] e quebranf***] nin se atrás bien dos bracadas y estovo por
men[' M ] que traía ceñitóz] [***]a ella para caer. Y Amadís fue tan desacordado, que
que fe[***]rían, mas el [***] Florestán le no pudo dar de las espuelas ni poner
cuandM [***] dexáronse correr [***] ferian mano a la spada para se defender de los
e firierM [***]te que en poca d[***]po d'e- que le ferian. Pero el rey Perión, que ya
llos e su[***] él e dixo: era a cavallo, y vio el gran cavallero y el
-¡Buen fijo [***]sodes mal ferido! encuentro que Amadís le diera tan fuer-
E [***]iva ya cobrando en su [***] e en te, fue muy espantado, y dixo:
su fuerca ovo verg[üenfa] [***] -Señor Dios, guarda aquel cavallero.
Agora, hijo Florestán, acorrámosle.
[+de su padre reclamo] Estonces llegaron tan bravos, que
maravilla era de los ver, y metiéronse
por entre todos, firiendo y derribando
fasta llegar a Amadís, y díxole el Rey:
-¿Qué es esso, cavallero? ¡Esforcad,
esforcad, que aquí esto yo!
Amadís conoció la boz de su padre,
ahunque no era enteramente en su
acuerdo, y puso mano a su spada, y vio
cómo ferian muchos a su padre y a su
hermano, y comencó a dar por los unos
y por los otros, ahunque no con mucha
fuerca.
2. Fragmento II
[2r: a]
[2f: b]
[***] su [***] mas [***] tan rre[***]an roto -Pues vamos adelante, -dixo Amadís.
[***] andavan [***] H]madís [***]ntado Y no tardó mucho que oyeron muy
[***]nque ar[**]rir o ma[***] a los ca[***] se gran ruido de mucha gente, de muy
pue [***] la ínsoM [***] si tan [***]o el grandes golpes de langas y de espadas
quiere [***] a allá tan [***] de los [***] os muy agudas y bien tajantes; y tomando
SLiyos [***] e ama[***] que ma[***] toviese todas SLIS armas fueron todos para allá.
[***] un po [***] des boces [****] sueño Y vieron muy gran gente que tenían cer-
[***]dustra [***] omnes [***] matar cados dos cavalleros y dos escuderos
que estavan a pie, que los cavallos les
avían muerto y queríanlos matar;
492 A N T O L O G Í A DE LIBROS DE C
CABALLERÍAS CASTELLANOS
[***] [fuerte e [***] padre e [***]te lo Aviendo Esplandián cuatro años que
en[***] vre [***] mon [***] allí [***] allí naciera, Nasciano el hermitaño embió
vn[***] ana el [***] guarda [***]injiese e [**] por él que gelo truxessen, y él vino bien
quel mo[***J e así co[***] co allí [***]si criado de su tiempo, y violo tan fermo-
amanf***] a [***]nsu so, que fue maravillado; y santiguándo-
lo, lo llegó a sí, y el niño lo abracava
como si lo conociera. Estonces hizo bol-
ver el ama, y quedando allí un su fijo,
que de la leche d'él criara a Esplandián,
y entrambos estos niños andavan trebe-
jando cabe la hermita, de que el santo
hombre era muy ledo, y dava gracias a
Dios porque havía querido guardar tal
criatura.
FRAGMENTOS DEL AMADÍS DE GAULA MEDIEVAL 493
Nasciano que le [***] sa e a todas 1[***] Pues assí acaesció que, siendo
e de la noche [**] cuando lo podían [***] Esplandián cansado de folgar, echóse a
comer mas n[***] no ni bevía vi[**]ta años dormir debaxo de un árbol, y la leona
e que er[**] Esplandián aprendió[***] e que ya oístes, que algLinas vezes venía el
tirar con s[***] aquel lugar d[***] monta- hermitaño y él le dava de comer cuando
van mo [***] muy cacador [***] [Mllestas e lo havía, vio el niño y fuese a él, y andu-
av [***] buen omne que [***] eran muy vo un poco alderredor oliéndolo, y des-
bue[***]nados e tir [***] tienpo vini[***] era pués echóse cabe él. Y el otro niño fue
Espland[/á«] [***] le ayudarán [***] llorando al hombre bueno, diziendo
Nasciano e [***] Nasciano m [***] mas cómo un can grande quería comer a
espesa [***] otro lugar Esplandián. El hombre bueno salió, y
vio la leona, y fue allá, mas ella se vino
a él, falagándolo, y tomó el niño en sus
bracos, que era ya despierto;
[***-|fiZ0 fr>:«] tres nj[**«] n [ a n [*«] u e [...] D'esta ida qu'él fizo en tanto pa-
[***] s [***] ni [***] vas d e [***] e así a [***] ssaron cuatro años que nunca bolvió a
cuita [***] ípelügros q u e [***]to an [***] Gaula ni a la insola Firme, ni supo de su
fuera [***] al ílo [***] c u a n d o [***] le [***] señora Oriana, que esto le dava mayor
parte tormenta, y cuitava tanto su coracón,
que en comparación d'ello todos los
otros peligros y trabajos tenía por fol-
ganca, y si algún consuelo sentía, no era
sino saber cierto que su señora, siendo
firme en su membranca d'él, padecía
otra semejante soledad.
[***]n buen justador que el [***] a otro Y puso las espuelas a su cavarlo con
quien a justar [***] ese tener en la silla esperanca que del primer encuentro lo
[***] derecho golpe alcan[***]os levavan lancaría de la silla, así como a otros
las lancas [***]s e bien apretadas en muchos lo avía fecho, porque era el
[***]unos e ivan bien cubieri/w d\e sus mejor justador que avía en gran parte. El
escudos así como a[quello]s que eran muy Cavallero del Enano, que ya tomara sus
bien usatów en] aquel menester e que lo armas, movió para él bien cubierto de su
[muy ¿>]ien sabían fazer e que a [caída uno escudo, y aquella justa fue partida de los
d'ellos grand sabor [vender al otro si primeros encuentros, que las lancas fue-
podiese aquella [comentaron amos así ron quebradas y el cavallero amenaza-
que mn[guno] d'ellos non fallesció de su dor fue fuera de la silla, y el de la Verde
[parte] ante si ferieron tan áura.[mente] queEspada su escudo falsado y la loriga, y la
de aquel justar fue [la ¿wjtalla de amos cuchilla de la lanca le fizo una llaga en
partida, que [el Gw]aIlero de la Verde la garganta de que se oviera a sentir mal.
Espatóz dio] a Brandasidel, que así [era por]
FRAGMENTOS DEL AMADÍS DE GAULA MEDIEVAL 495
[***]de se después sentió muy mal e Y passó por él, y quitando el pedaco
él tiró el pedaco de la lanca de sí, e de de la langa que por el escudo tenía meti-
su escudo e del yelmo a grand afán, e do, bolvió contra Brandansidel, que assí
cató do yazía Brandasidel, e viole yazer avía nombre el cavallero, y violo tendi-
tendido en el canpo tal como muerto, e do en el campo como muerto, y dixo a
dixo a Gandalín: Gandalín:
Dize, e tírale el escudo del cuello e el -Desciende, y tira el escudo y el
yelmo de la cabeca a este cavallero. yelmo a esse cavallero, y cátalo si es
E Gandalín fizólo así como su señor muerto.
le mandó. E cuando tiró al cavallero el Y él assí lo fizo; y el cavallero cogió
yelmo de la cabeca estremeció e vínole huelgo y esforeóse ya cuanto, pero no
el fueMgo e esforcó, mas non en tal en manera que toviese sentido. Y el de
manera que non fincase estremecido del la Verde Espada le puso la punto de la
entendimiento que avía perdido. [***] espada en el rostro y rompióle ya cuan-
irguióse asentado. El de la V[erde] Espada to, y dixo:
llegóse a él az[¿? d]o estava en el cavallo -Vos, don cavallero amenazador y
e torna!***] su lanca de sobre mano e desdeñador de quien no conocéis, con-
púsole el fierro de la lanca en el rostro viene que perdáis la cabeca o passéis
de guisa que le ronpió ya cuanto de la por la ley que señalastes.
faz. E Brandasidel sintiólo ende e tornó Él, con temor de la muerte, acordó
más en su ac[#<?r|do e en menbranca del más y baxó el rostro.
peligro en que estava, baxó el rostro
sobre [***]
[***] freno del cavallo [***]ente lo tira- Y tanto cuanto a la dueña y su com-
va por [***] e los otros ivan en [***] tristes paña y las gentes de la villa se maravi-
e muy alo[***] e él iva todo armado [***] llavan de la desaventura que aquel que
yelmo que non podía le[***]va el rostro e por fuerte cavallero tenían avía alcanza-
las ma[**]madas; así pasó por [***]nan do, tanto y más la fortaleza del que lo
que ya oistes e p[***] su conpañía e cenviera ensalcavan y loavan, afirmando
cuando 1[***] vio ir Gorisanda qu[***J así ser verdaderas las grandes cosas que
nombre aquella dueña [***]de las otras fasta allí d'él avían oído.
dixo a Biandíasideñ: Pues esto assí fecho, el Cavallero de
-Certas, valdría de tom[***] cavallero la Verde Espada vio la donzella que le
de tomar. llamara, que la batalla avía mirado, y
El d[***] prometió e los entendidj***] oído todas las palabras que ante passa-
entendidas que y estaban] [***] sabían ran, y yéndose contra ella le dixo:
cómo los prome[***] tos pasaron riéronse -Señora donzella, agora iré al manda-
[***] pagáronse de lo que [***] do de vuestra señora, si a vos plugiere.
Brandasidel se fue de [***] mente a la -Mucho me plaze -dixo ella- y assí lo
villa en un [***]sa que y avía en me [***] fará a Grasinda mi señora- que assí avía
e aquella placa era la [***] que en la villa nombre la dueña.
avía [***] mejor rúa e más pob[**] e de
mejor gente e a [***]
[+era fa reclamo]
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Campo", Revista de Filología Española, 79, pp. 123-158.
BIBLIOGRAFÍA 507
3 . TEXTOS MEDIEVALES
T a colección Los libros de Rocinante, dirigida por Carlos Alvar y José Manuel Lucía Megías,
nace con el propósito de ofrecer cuidadas ediciones de los libros de caballerías castella-
nos, tanto impresos como manuscritos, acompañadas de un estudio introductorio que sitúe al
texto y al autor en el contexto del género caballeresco. Se publican dos libros al año. Hasta la
fecha se han editado los siguientes títulos:
NOMBRE
DOMICILIO
[ ] Reembolso
[ ] Giro postal
[ 1 Cheque
[ 3 Con cargo a mi tarjeta de crédito [ ] VISA
Todas las personas interesadas en más información puede ponerse en contacto con nosotros en:
CENTRO DE ESTUDIOS CERVANTINOS (PALACIO LAREDO).
Paseo de la Estación, 10. 28807 Alcalá de Henares (España)
Teléfono: 91-883 13 50/ 888 26 50. Fax: 91-883 12 16. Correo Electrónico: jmluciamaterra.es
G U Í A S DE L E C T U R A CABALLERESCA
L as guías de lectura caballeresca, proyecto editorial del Centro de Estudios Cervantinos y del
Seminario de Estudios Medievales y Renacentistas de la Universidad de Alcalá, nacen con
la pretensión de convertirse en una herramienta útil para acercarse al complejo universo de
los libros de caballerías castellanos.
Junto a las ediciones de los textos ("Los libros de Rocinante"), creemos necesario contar
con una serie de herramientas de apoyo para poder seguir de cerca la infinidad de persona-
jes y aventuras que se suceden en sus páginas. Con este fin se han creado las GUÍAS DE LECTU-
RA CABALLERESCA, una colección de libros que ayuden y potencien el estudio de los libros de
caballerías castellanos, uno de los géneros más desatendidos por la crítica. Cada uno de los
títulos se dedicará a un libro de caballerías castellano, en donde se ofrecerán las siguientes
informaciones, basadas en la princeps o en la primera reedición conservada: [1] Reproducción
de la portada de la princeps y de su colofón. [2] Breve introducción. [3] Argumento de la obra,
organizado por grupos temáticos. [4] Diccionario de personajes. [5] Listado completo de per-
sonajes. [6] Reproducción de la tabla de capítulos. [7] Bibliografía.
El plan editorial prevé la publicación de cerca de seis títulos al año. Desde 1998, se han
publicados los siguientes títulos:
NOMBRE
DOMICILIO
[ 1 Reembolso
[ J Giro postal
[ 1 Cheque
[ ] Con cargo a mi tarjeta de crédito [ ] VISA
Todas las personas interesadas en más información puede ponerse en contacto con nosotros en:
CENTRO DE ESTUDIOS CERVANTINOS (PALACIO UREDO).
Paseo de la Estación, 10. 28807 Alcalá de Llenares (España)
Teléfono: 91-883 13 50/ 888 26 50. Fax: 91-883 12 16. Correo Electrónico: jmluciam@terra.es
T os libros de caballerías castellanos constituyen el género de ficción más
-i—J importante de los Siglos de Oro; el género más citado debido a que
Cervantes escribió uno de los libros de caballerías más originales, su Don Quijote de
la Mancha; y el género más desconocido debido a la dificultad de la consulta de
los textos, la carencia ele ediciones, y la extensión de los mismos.
Desde hace años, el Centro de Estudios Cervantinos, como un medio de
conocimiento ele la obra de Cervantes, se ha propuesto hacer accesible al lector
del siglo xxi el género de ficción por excelencia durante los siglos xvi y xvii; por
este motivo ha creado dos colecciones; Los libros de Rocinante (para la edición de los
textos) y las Guias de lectura caballeresca (herramienta para hacer comprensible sus
contenidos).
La Antología de libros de caballerías castellanos se ha pensado como una tercera
propuesta, complementaria a las anteriores, con la misma intención divulgativa:
ofrecer, por primera vez, fragmentos del corpus completo ele los textos
caballerescos ejue hoy conocemos (más de setenta), así como ele aquelkos textos
medievales ejue proceden ele la Materia ele Bretaña, ace^mpañados de la indicación
ele los testimonios conservados y referencias bibliográficas básicas para el
conex'imiento de cada uno de los textexs. La Antología abarca un espacio
cronológico cjue va desde finales del siglo xv hasta mediados del siglo xvn, fecha
en la cjiue se datan los últimos libros ele caballerías castellanos conocidos.
En la edición ele los distintos textos han participado los siguientes
investigadores: María del Rosario Aguilar Perdomo, Carlos Alvar, Nieves Baranda,
Rafael Beltrán Llavador, Anna Bognolo, Hernando Cabarcas, Juan Manuel Cacho
Blecua, Axayácatl Campos García Re)jas, Dorothy A. Carpenter, Cristina Castillo,
Ma Luzdivina Cuesta Torre, Claudia Dematté, Patricia Faul, Lilia Ferrado ele
Orcluna, Folke Gernert, Javier Guijarro Ceballos, Javier Gómez-Montero, José
Manuel Lucía Megías, Ma Carmen Marín Pina, Javier Martín Lalanda, José Julio
Martín Romero, Gema Montero, Rafael Ramos, Alberto del Río Nogueras, Isabel
Romero. Carlos Rubio Pacho, Emilio Sales Dasí y Ma Teresa Soriano Romero.
La Antología de libros de caballerías castellanos ha sido compilada y realizada por José
Manuel Lucía Megías, profesor ele Filología Románica ele la Universidad
Complutense ele Madrid y autor de varias monografías y artículos de investigación
sobre libros ele caballerías castellanos.