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Pedagogía decolonial: TRAZOS PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UN PARADIGMA-OTRO DESDE LA EDUCACIÓN-


Andrés Argüello Parra

Pedagogía decolonial: Apuesta integradora de constitución de subjetividades éticas ante los vestigios
indeterminados de las hegemonías de la modernidad allende la comprensión histórica de la colonialidad oficial.

 Aproximaciones y rastros

Muchos pensarían que hablar hoy de colonialidad es un anacronismo, de un acontecimiento superado tras las
luchas independentistas de las colonias hispano-lusitanas en el llamado “nuevo mundo”. Podría pensarse que la
colonialidad es un tema del siglo XVI . La perspectiva decolonial es un enfoque comprensivo construido desde las
ciencias sociales contemporáneas sobre el presupuesto de que la colonialidad es un proceso histórico inacabado.
Desde el enfoque “decolonial”, el capitalismo global contemporáneo resignifica, en un formato posmoderno, las
exclusiones provocadas por las jerarquías epistémicas, espirituales, raciales/étnicas y de género/sexualidad
desplegadas por la modernidad.
La base genealógica de la modernidad/colonialidad está fundada en el cristianismo, como proyecto histórico de
expansión de Europa por el Atlántico, a partir del “encuentro del nuevo mundo” en el siglo XVI; continúa con el
liberalismo por la expansión de la democracia liberal burguesa impulsada por la Revolución Francesa; prosigue con
el socialismo por la tensión capital-trabajo en el marco de la Revolución Industrial, las revoluciones proletarias y los
regímenes de oposición a la burguesía; y se prolonga por el colonialismo imperial del siglo XX como el nuevo
intento “civilizador” de las potencias occidentales consolidadas en los ideales políticos de la paz y el orden universal

La complejidad que implica la colonialidad del poder se comprende que la economía, la política, la cultura, la
educación y las demás dimensiones de la vida humana y social mantienen un carácter de vinculación sustantivo
para comprender las realidades: “el problema es hemos estudiado que estos fenómenos en compartimientos eran
construcciones de nuestra imaginación más que de la realidad”

Otro aspecto clave en el concepto de decolonialidad es el lugar que ésta ocupa en la crítica a la hegemonía de la
modernidad. Ésta es ese proyecto histórico de pensamiento legitimado como movimiento de occidentalización a lo
largo de varios siglos sobre la base de la supremacía de la razón centrada en el sujeto, racionalidad que legisla y
determina el significado de la existencia humana y la organización social.

Este tipo de cosmovisión moderna ha configurado progresivamente los modos de sociedad y política que hoy
conocemos; la comprensión de la ley y el derecho; el papel del dinero, la distribución de la renta y el establecimiento
de clases; la forma de construir o mejor transmitir conocimiento; la idea de ciencia y de tecnología; las cartografías
de las creencias religiosas, partidistas, asociacionistas; en general, las relaciones entre los pueblos, los sentidos de
vida, etcétera. Por eso se puede afirmar que la modernidad es un paradigma omniabarcante, inevitable y generador
de cierto tipo de sentidos.

Así como a la modernidad se debe el desarrollo de las comunicaciones y de las tecnologías, los avances en las
ciencias y en la protección de la salud, o la conquista de algunas libertades , a ella se asocian los millones de
víctimas de las guerras mundiales en el siglo XX, la creciente e injustificada pauperización e inequidad de las
sociedades, los clasismos y las discriminaciones ya no sólo de origen étnico sino por nacionalidad, y las formas
incompletas e indeterminadas de la democracia.
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La crítica a la modernidad: al interior de la misma filosofía europea por los aportes de la teoría crítica de la
Escuela de Frankfurt y las distintas variantes del tan sonado “posmodernismo” y posestructuralismo. a estas
corrientes han estado vinculados pensadores como Foucault, Derrida, Deleuze, Habermas, Lyotard, Vattimo, entre
otros.

Un tercer bloque recoge la crítica que brota de territorios impactados por las visiones imperiales hegemónicas
como Asia del Este y los países islámicos. Se habla de procesos de desoccidentalización tras la afirmación de nuevos
actores políticos sostenibles en las luchas por el poder imperial.

Walter Mignolo habla de paradigma-otro, que es distinto a decir sin más otro paradigma.El paradigma-otro es
aquel “construido sobre la conciencia de la colonialidad del poder, de la inseparabilidad modernidad/colonialidad,
de la diferencia colonial y de la relación entre producción de conocimiento y procesos de descolonización y de
socialización del poder. Este fue el impulso inicial, la necesidad de contribuir al derecho de existencia de un
‘paradigma otro’ en diálogo con los existentes. No como un ‘nuevo’ paradigma que, a lo Foucault o a lo Khun, haría
‘obsoleto’ al anterior, sino un ‘pensamiento otro’, esto es, un paradigma que coexiste, en conflicto con los existentes
(cristianos, liberales, marxistas y sus correspondientes ‘neos’ o ‘pos’)”

El programa decolonial como dispositivo de análisis del proyecto modernidad/colonialidad tiene tres
características primordiales que contribuyen a distinguirlo entre las distintas tradiciones críticas de la modernidad:
es diacrítico, dialógico y oposicional. Diacrítico porque busca, rescata y promueve la distinción desde un ejercicio
de reflexividad que involucra el propio eje de mira, es decir, su punto de partida es la mirada crítica de realidades
sin acepciones ideologizantes que conducen a autoproteccionismos acomodados. Es dialógico porque apuesta por
favorecer las condiciones del diálogo polivante entre los distintos actores que convoca cierta escena de la historia.
Por lo tanto, a diferencia de la “izquierda”, su lenguaje y su esquema de acción no es revanchista ni vindicativo. No
se trata de exterminar al otro hegemónico para permitir el resurgimiento del otro periférico. La apuesta decolonial
no es la mera transferencia de un poder hegemonizado. Y es oposicional porque reconoce “la doble cara” de la
otredad, sea individual, colectiva o estamental. El opuesto es una referencia de contraste que tiene por función la
ponderación de la propia distinción, no marcar la imposibilidad de la diferencia. Por eso, cuando la decolonialidad
habla de “conocimientos subalternos” o de “pensamiento fronterizo”, lo hace en términos de recuperación de la
episteme negada en esa subalternidad o frontera creada por el opuesto dominante.

Conclusión: la colonialidad pervive como un entramado de estructuras, ideologías, prácticas sociohistóricas


articuladas desde un movimiento dialéctico entre la supremacía de un referente universal y absoluto de
racionalidad frente a la minus- valoración epistémica de toda posible otredad. De hecho, el proyecto
modernidad/colonialidad conlleva la acción propia de no-dejar-ser aquella entidad que no se asemeja a sí mismo,
que no se integra por sujeción canónica:La colonialidad del poder es el dispositivo que produce y reproduce la
diferencia colonial. La diferencia colonial consiste en clasificar grupos de gentes o poblaciones e identificarlos en
sus faltas o excesos, lo cual marca la diferencia y la inferioridad con respecto a quien clasifica. La colonialidad del
poder es el lugar epistémico de enunciación en el que se describe y se legitima el poder. En este caso, el poder
colonial .

La educación en el anverso de la modernidad

La colonialidad global del poder abarca el plano de una educación colonial. Uno de los indicadores que mejor
expresa la condición colonial del ámbito de la educación es la configuración de telos (fines) pedagógicos atribuibles
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a una racionalidad monotópica moderna. Es decir, la pregunta por los fines viene simplificada por un solo tópico
del quehacer humano que se define por la vinculación con la lógica de la economía del capital y la industria del
trabajo.

La dinámica colonial de la economía del capital en la educación ha conducido a un estado de mercantilización de


la enseñanza y de marketing educativo consistente en reproducir y ajustarse, desde el papel de las instituciones
escolares de todos los niveles, a las políticas corporativas de las principales transnacionales del capital.

un telos pedagógico definido por la racionalidad económica moderna unidimensiona el fenómeno de lo humano
al desconocer sus múltiples vinculaciones (ser humano-cosmos-culturas) y reduce los propósitos de la educación a
temas de gerencia como la acreditación de alta calidad, la eficiencia de productos y de clientes (como llaman los
protocolos de gestión a los estudiantes), y otras categorías de tipo tecnocrático como tecnologías de la información y
la comunicación e innovación (pero sin reinvención social), internacionalización (pero sin interculturalidad),
bilingüismo corporativo (por estricto criterio de utilidad), entrenamiento para el mundo global (pero sin localidad),
futurismo (pero sin ancestralidad). Tales factores, en su conjunto, consolidan la cuestión educativa como
responsable de acrecentar las brechas sociales, de clase, de etnia, de género, en suma, de otredad. La pedagogía
colonial de esta globalización del proyecto neoliberal es un dispositivo prolongador de las condiciones de no-ser, de
no permitir que el otro/lo otro sea.

En contrapartida, las pedagogías decoloniales son el territorio epistémico de la (auto) crítica y la conversación
sobre el presupuesto de su propia posibilidad y existencia. Cada realidad demanda determinado tipo de acción que
en otro contexto sería innecesaria o incluso inconveniente.

Será necesario comprender la pedagogía más allá de la escolarización como tarea social y como proyecto ético, y
como campo de conocimiento interactuante con las ciencias sociales históricas.

La pedagogía decolonial es como un lente para leer críticamente la historia que pasa como la historia que nos
pasa. Verla desde lo que no se dice, más allá de las etiquetas, o de los titulares, o de los discursos oficiales;
interpretar los silencios y cuanto hay detrás de las formas “políticamente correctas”. Todo esto para preparar desde
ahí la necesaria transformación de las realidades porque la pedagogía es un saber referido a las acciones geo-
referenciadas producto de la formación de la conciencia crítica. Aparece, así, ligada a la utopística de Wallerstein,
en el sentido de buscar “las vías posibles de constante liberación y emancipación de las estructuras de explotación y
dominación” (Mignolo ).

Las claves de comprensión/acción de las pedagogías decoloniales se pueden sintetizar en cuatro dominios:

1. La decolonización del saber:

Corresponde a la revisión de las geopolíticas del conocimiento como estructuras epistémicas del poder relacionadas
con formas de validación de la ciencia, la producción, divulgación y uso de saberes. Esta conversación entre
conocimientos legitimados y conocimientos emergentes será crucial para integrar propuestas epistémicas
significativas que rebasen el núcleo específico de las racionalizaciones occidentales.

superar los límites de la razón moderna en el acto de la construcción del conocimiento del siguiente modo:

Entiendo por Epistemología del Sur el reclamo de nuevos procesos de producción y de valoración de conocimientos
válidos, científicos y no científicos, y de nuevas relaciones entre diferentes tipos de conocimiento, a partir de las
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prácticas de las clases y grupos sociales que han sufrido de manera sistemática las injustas desigualdades y las
discriminaciones causadas por el capitalismo y el colonialismo (Boaventura de Sousa Santos)

La decolonización del saber implica incorporar el texto de la historia (pasado, presente y porvenir) para integrar la
dinámica humana, cósmica, tecno-científica y cultural en cierta unidad de sentido que aporta vigencia a las
necesidades reales de nuestros pueblos

Para ejercitar el principio de decolonización del saber, en términos didácticos, resulta oportuno el uso crítico y
alternativo de medios: hacer ver, hacer valorar, hacer apreciar, desde los ámbitos educativos, formales y no
formales. Se trata de hacer escuela de discusión colectiva sobre las realidades apremiantes que atañen a la
comunidad civil y que comprometen su dignificación, su sostenibilidad y su bienestar existencial. no hay que
olvidar que el uso alternativo de los periódicos, de los blogs, de los programas televisivos, así como de las fuentes
bibliohemerográficas y sus autores de frontera, se entiende también sometido a la crítica permanente, según el
postulado decolonial del autoexamen contra toda heroización.

2. La decolonización del ser

El correlato de las geopolíticas del conocimiento es la colonialidad del ser. Ésta es la traducción de dichas
dinámicas al plano de las subjetividades, donde es capaz de crear modos de vivir y de relacionarse caracterizados
por la dependencia, el sometimiento y la subvaloración por la incapacidad de asumir la gestión de sí mismo frente a
otros que detentan funciones de control o seguimiento. Las fundamentaciones y prácticas de la educación decolonial
están convocadas a los desafíos de la (auto) liberación frente a los legados sutiles de la colonialidad:

Darles a los a las personas los instrumentos necesarios para que entiendan lo que está pasando hoy desde la
perspectiva de la colonialidad. Ir pensando y haciendo entre todos un tipo de educación que es des-colonizadora.
Primero del ser. Porque no puedes descolonizar la economía si tienes un ser que ha estado formado por la
Modernidad (Arguello)

Una acción didáctica, como punto de partida para la generación de conciencias liberadoras, es emprender desde la
educación acciones informativas y divulgativas de los postulados decoloniales a través de redes (networking), en la
virtualidad y en la socialidad, que promuevan la consideración crítica de las “colonialidades normalizadas”, sus
ensamblajes, sus mimetismos y manifestaciones de la “necesidad colonialista”,[1] como instancia precedente de los
actos emancipatorios frente a la colonialidad global del poder.

3. La descolonización de las prácticas socioculturales

La colonialidad del ser se manifiesta en la definición de prácticas socio- culturales definidas como legítimas y
deseables para todos desde los cánones fijados de clase (capacidad de renta y capital en el mercado), etnia (blanca,
euro/anglosajona) y género (androcéntrico, hetero- normado).

La invención del paradigma de las “Américas” o del “Tercer mundo” conlleva el extrañamiento de la otredad, de
cuanto es situado en la exterioridad del canon creado. Una educación conectada con las tareas decoloniales en
sociedad exige afirmar el modo colectivo de ser otro en la conversación coexistencial –no en el aislamiento– con
distintos modos de alteridad. No hay otro absoluto sino referenciales en mutualidad. Aquí se sitúa el papel de la
interculturalidad crítica para leer lo local en clave global y en vínculos de interdependencias.
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Un camino didáctico para llevar a cabo este postulado es el seguimiento y acompañamiento integral a
movimientos sociales y opciones populares de reivindicación, no tanto como protagonistas de episodios
contestatarios sino como actitud crítica continua de transformación desde lo personal/subjetivante ante las
estructuras coloniales colectivas. No basta entonces la simple simpatía con la rebelión callejera, pues se puede estar
en la movilización con posicionamiento de colonizador sin asumir la necesaria decolonialidad de las ideologías.

4. La decolonización del currículo

Es fundamental la tarea social de la educación, en un sentido amplio, la escuela como escenario convencional
debe ser revisada en términos de apertura y circulación de epistemes, de formas distintas de conocer y comprender
la vida, expresadas en la formalidad de los currículos:

La escuela como mediadora social y cultural de la historia se enfrenta al desafío de una orientación ecuánime de
sus propósitos que atienda la complejidad del mundo evitando la unidimensionalización de aspectos conectados con
el plano económico (preparación para el trabajo, integración en un modelo productivo, capacidad de consumo, etc.)
[Se requieren] instituciones escolares donde se logre una adecuación pertinente del sistema educativo frente a la
realidad plural del mundo (Argüello).

La decolonización curricular demanda integrar a la cotidianidad de la escuela, problemas, temas, discusiones,


simbolizaciones, en general formas de producir y representar conocimiento, que expresen el mundo como
complejidad, esto es, la pluralidad religiosa, sexual, partidista, cósmica y cultural (tabla 1).

Los cuatro vectores comprensivos se expresan en los territorios epistémicos de la hermenéutica pluritópica.[2] Los
campos de la hermenéutica pluritópica de las pedagogías decoloniales se pueden expresar en tres grandes
corrientes: fomento y preservación cultural, análisis y transformación sociopolítica, y tendencias ecosóficas. A cada
una de ellas se han de abrir los escenarios de la escuela y de la comunidad civil dentro de las tareas de formación de
la conciencia para el ejercicio conversacional.

Conclusión: Educación y decolonialidad , una articulación necesaria


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Las distintas realidades de nuestro mundo latinoamericano, en cada uno de sus contextos nacionales y locales,
plantean la urgencia de repensar el campo de la educación como un acto de acción, compromiso y transformación
sociohistórica.

El proyecto de la decolonialidad es una opción epistémica, social y humana que permite hacer el ejercicio de
ruptura de las múltiples prolongaciones coloniales que, desde los distintos globalismos de esta época, mantienen las
diferencias del no-ser aunque con denominaciones y estrategias protegidas en las sutilezas o en las falacias del
bienestar común.

“Un paradigma otro” surge de la toma de conciencia y del análisis de la colonialidad del poder en el que se asentó,
dominante y explotador, el proyecto de la modernidad. Por eso, si la modernidad es un proyecto incompleto, ya no
podrá completarse en el terreno de la modernidad misma, sino desde el terreno de la descolonización, esto es, desde
la perspectiva abierta por el “descubrimiento” de la colonialidad (Mignolo).

El vínculo educación y decolonialidad contribuye a construir un sentido amplio de pertinencia pedagógica más
allá de la atención a las necesidades inmediatas del mercado profesional o de la transmisión de determinado
proyecto de nación. Expresa el retorno a la fundación ética de lo humano, de lo cósmico, de lo vital, de lo ancestral,
como marco comprensivo de las educaciones de este milenio, es decir, de la pluralización de un proyecto planetario
viable en la escena actual de la historia.

La educación decolonial se hace protagonista en la construcción de un “paradigma otro” de sociedad-mundo.


Manifiesta, así, el sentido crítico-proactivo ante las propias colonialidades, las cuales pueden albergarse en las
falacias de la necesidad o en la inercia de las costumbres. Es necesario ver de una manera nueva la realidad
histórica para situarse ante ella como sujetos legitimados más allá de la ideología.

El proyecto modernidad/colonialidad es crítico tanto de la derecha como de la izquierda. Se posiciona frente a las
ideologías imperiales, racistas, sexistas y no comulga con la izquierda marxista. Esto es: el pensamiento decolonial es
desobediente tanto epistémica como políticamente (Maldonado-Torres).

Re-construir, des-aprender para re-aprender nuestros magisterios, y nuestras interacciones, y nuestras didácticas,
y nuestras academias, es la tarea decolonizadora de la pedagogía en el transcurrir cotidiano, lo cual acontece desde
el giro epistémico intentado en la esfera particular de cada actor social de la educación como una apuesta de vida,
de dignidad y de responsabilidad con las generaciones del presente y de su inmediato porvenir.

Notas

1necesidad colonialista : proceso sostenido en la colonialidad global y sistémica del poder por el cual éste se justifica
como conveniente a partir de falacias o argucias doctrinarias que apoyan el sistema-mundo establecido, tales como
“salvación eterna” (argumento religioso), progreso y desarrollo (argumento económico liberal), democracia y
seguridad (argumento político), tecnificación y mercado (globalización neoliberal), entre otros.

2En la perspectiva decolonial se habla de “hermenéutica pluritópica” en oposición al dispositivo más típico de la
modernidad, la “hermenéutica monotópica”. se trata de transitar de las lógicas del Uno (mono-) a las lógicas de la
pluralidad como puntos de partida para realizar la interpretación de las realidades en sus distintas dimensiones
humanas, sociales, culturales, etc.

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