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Capitulo Iv
Capitulo Iv
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Lidia Cabrera indica igualmente, en lo que concierne aregionsl pueblo Lucumí (Yorùbá) de Cuba ( 1968:
17) : “La escuela publica, La Universidad y un catolicismo que acomodan perfectamente, y sus creencias no
alteraran en el fondo las ideas religiosas…” Ya dijimos que no teníamos intención de extender nuestro
estudio a los incontables grupos aculturados y que queríamos limitarnos al estudio de los “terreiros” Nàgó
“puros”, particularmente al de el àse òpó àfònjá.
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A Dictionary of the Yoruba Language (1950: 188) “òrun: heaven, sky, cloud, firmament, regions above”.
Abraham (1958: 527) “òrun: Heaven… ojú `prun = òde òrun: the sky. Sehun la interpretacion de BASCOM
(1969: 103): “Òlórun es el Dios del cielo revelado en los verdos de Ifá como el Dios del destino”,
consecuentemente Òrun esta asociado al cielo. Inclusive Molton Williams (1959: 59) hablando de la
celebración en Oyo del celebre festival anual de Òrun dice “…la celebración por el Bashorun de Òrun (el
cielo y los espíritus del cielo)”.
contenidos de este. Cada individuo, cada árbol, cada animal, cada ciudad, etc., posee un
doble espiritual y abstracto en Òrun; en Òrun habitan pues todas las suertes de entidades
sobrenaturales sobre las cuales nos entenderemos más adelante. O al contrario, todo lo que
existe en Òrun tiene sus representaciones materiales en Àiyé.
De lo que antecede se deduce que la traducción de Òrun por cielo o paraíso es el
fruto de una concepción insuficiente y de tendencia foránea. Como señala muy justamente
Picton (1968: 33) en lo que concierne a un grupo Igbira: “pero no hay idea de cielo, de
morada de Dios y de las almas de los justos que sea foránea a la creencia tradicional
Igbira”.
Los mitos revelan que en épocas remotas el àiyé y el Òrun no estaban separados. La
existencia no se desdoblaba en dos niveles y los seres de los dos espacio iban de uno a otro
sin problemas; los òrìsá habitaban al àiyé y los seres humanos podían ir al òrun y volver.
Fue después de la violación dad de ir a òrun y volver un mandato que òrun se separo de
àiyé y que la existencia se desdoblo; los seres humanos no tienen más la posibilidad de in a
òrun y volver de allá vivos.
Dos historias, itán3, mantenidas vivas por la tradición oral, cuentan la creación de
Sánmò, (cielo, atmósfera), consecuencia de la separación de òrun.
Una de ellas cuenta, resumiendo, que: En tiempo en que òrun limitaba directamente
con àiyé, un ser humano toca indebidamente a òrun con las manos sucias, lo que provocó la
irritación de Olórun, entidad suprema. Este soplo interponiendo su òfurufú aire divino
(aliento) que se trasformo en atmósfera, constituyendo el Sánmò o cielo.
La segunda historia es más elaborada. En el tiempo e que àiyé y òrun eran
limítrofes, las esposa estéril de un cazador de cierta edad se presento en varias ocasiones a
Òrìsàlá divinidad maestra de la creación de los seres humanos, y le imploro que le diese la
posibilidad de gestar un hijo. Repetidamente Òrìsàlá se rehusaba a atenderla. En fin movido
por la gran insistencia accede al deseo de la mujer, pero con una condición: el hijo no podía
jamás traspasar los limites de àiyé. Por eso desde que el niño dio sus primeros pasos sus
padres tomaron todas las precauciones necesarias. Así y todo cada vez que el padre iba a
trabajar al campo, el pequeño le pedía acompañarlo. Todo tipo de estratagemas eran hechas
para evitar que el niño acompañara al padre. Este salía escondido de madrugada. A medida
que el niño iba creciendo, el deseo de acompañar a su padre aumentaba. Habiendo llagado a
la pubertad una noche él decidió hacer un huequito en el saco que su padre llevaba todos
los días de madrugada y le puso una cierta cantidad de ceniza en el fondo. Así guiado por el
trillo de la ceniza consiguió localizar a su padre y lo siguió. Ellos anduvieron mucho tiempo
hasta llegar al límite de àiyé donde el padre poseía sus tierras. En ese exacto momento, el
padre se dio cuenta que estaba siendo seguido por su hijo. Pero este no pudo más detenerse,
atravesó el campo y a pesar de los gritos del padre y de los otros labradores continuó
avanzando. Traspasó los límites de àiyé sin prestar atención a las advertencias del guardia y
entró en òrun. Allá comenzó una larga odisea durante la cual el rapaz gritaba y desafiaba el
poder de Òrìsàlá, faltando el respeto a todos los que querían impedirle seguir su camino.
Atravesó los varios espacios que componen òrun, luchando contra unos y otros, hasta llegar
al espacio anterior del lugar donde se encontraba el gran Òrìsàlá a cuyos oídos llegaron sus
insólitos desafíos. A pesar de habérsele llamado la atención varias veces el rapaz insistió
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La palabra Nàgó itán designa no solo cualquier tipo de cuento, sino también esencialmente los
itán`towòdówó, historias de tiempos inmemorables, mitos, rezos, trasmitidos oralmente de una generación a
otra, particularmente por los Babaláwo, sacerdotes del Oráculo de Ifá. Los itán –Ifá están comprendidos en los
256 “volúmenes” o signos llamados Odù, divididos en “capítulos” denominados ese.
hasta que Òrìsàlá irritado lanzó su Cayado ritual, el òpásóró, que, atravesando todos los
espacios de òrun vino a clavarse en àiyé separándolo para siempre de òrun, antes de
retornar a las manos de Òrìsàlá. Entre el àiyé y òrun apareció el sánmò, que se extendió
entre los dos.
El òfurufú, aire divino, es el que separa los dos niveles de existencia, el òrun de la
vida. Veremos más adelante que también es el èmi, la respiración, que diferencia un ará-
àiyé – ser habitante del mundo – de un ará-òrun, ser habitante del más allá.
En las dos historias que resumimos, el òrun, el más allá, residencia de lo
sobrenatural, esta diferenciado del Sànmó, la atmósfera, masa de aire soplada por Olorun.
La palabra Sànmó indicando el cielo-atmósfera haciendo par con ilè, la tierra, figura
en una adivinación muy conocida en nigeria yoruba, registrada igualmente por Abraham
(1958: 625):
Cuya respuesta es: ilè + sànmó, esto es, tierra y cielo; el excremento representa la tierra y la
hoja que lo cubre representa el cielo. Tenemos así expresiones utilizadas en sentido
figurado de manera extensiva:
Àiyé-òrun = mundo-más allá;
Ilè-sànmó = tierra-cielo.4
Ole? Kole?
Ella está firme? Ella no está firme?
Cuando el camaleón pisó por todos los lados, Oddua intentó por su lado, Oddua fue
la primera entidad en pisar la tierra, marcándola con su primera pegada, esa marca es
llamada esè ntaiyè Oduduwa.
Atrás de Oduduwa vinieron todas los otros òrìsá colocándose por su autoridad
comenzaron a instalarse. Todos los días Orunmila – patrón del oráculo de Ifá – consultaba
Ifá para Oddua. En medio de eso Obatalá se recobro viéndose sin el àpò-iwà retornó a
olorun, lamentándose de haber sido despojado del àpò. Olorun intentó apaciguarlo y en
compensación le transmitió el saber profundo y el poder que le permitía crear todos los
tipos de seres que irían a poblar la tierra. La narración dice textualmente: “Isè àjùloyè nni
ìsèdá, ti ó fi mòo sèdá àwon èniyàn àti orisirisi ohun gbogbo ti ò ò mòò òde àiyé òun àti igi
gbogbo, itàkùn, korikoto, eranko, eiye, eja ati àwon èniyàn”.
“Los trabajos transcendentales de la creación le permitirían crear todos los seres
humanos y las múltiples variedades de especies que poblarían los espacios del mundo:
árboles, plantas, hierbas, animales, aves, pájaros, peces, y todos los tipos humanos”.
Fue así que Obatalá aprendió y fue relegado para ejecutar esos importantes trabajos.
Entonces él se preparó para llegar a la tierra. Reunió los Orishas que esperaban por él,
Olúfón, Eteko, Olúorogbo, Olúwofin, Ògìyán y el resto de los òrìsá-FunFun.
El día que estaban para llegar, Orunmila, que estaba consultando Ifá para Oddua, le
anuncia el acontecimiento. Obatalá y su séquito venían de los espacios de òrun. Orula le
hizo saber a Oddua que si ella quería que la tierra estuviera firmemente establecida y que la
existencia se desarrollara y creciera como ella había proyectado, ella debía recibir a Obatalá
con reverencias y todos debían considerarlo como su padre.
El día de su llegada Òrìsànlá fue recibido y saludado con gran respeto:
1. Oba-áláá o kú àbòò!
2. Oba nlá mò wá déé oo!
3. O kú ìrìn!
4. Erú wáá dájì.
5. Erú wáá dájì.
6. Olówó àiyé wònyé ò ò.
Odúa y Obatalá quedaron sentados cara a cara, hasta el momento en que Obatalá
decidió que iría a instalarse con su gente y recuperarían un lugar llamado Idita.
Construyeron una ciudad y la rodearon de vigías.
Continúa un largo texto, según el cual los dos grupos se interrogaban a fin de saber
quien realmente debía reinar. Si Obatalá es poderoso, Oduduwa llegó primero y creo una
tierra sobre las agua, donde todos viven. Pero también fue Obatalá quien creó las especies y
todos los seres. Los grupos no llegaban a un acuerdo y las divergencias y los roces
quedaban cada vez más serios hasta generar en escaramuzas.
Las opiniones no eran constantes y las opiniones de uno y otro lado aumentaban o
disminuían de acuerdo con el que parecía ser más poderoso, hasta que explotó una
verdadera guerra, poniendo en peligro toda la creación. Orunmila intervino en un nuevo
Odù, Iwòrì-Òbèrè, y trajo la solución. Ese signo apareció el día en que Orunmila consulto a
Ifá a fin de que solucionara la lucha entre Òrìsànlá y Oddua.
Orúnmìlà uso toda su sabiduría para hacer que Odúa y Obàtálà vinieran a Oropo,
donde consiguió sentarlos cara a cara, destacando la importancia de la tarea de cada uno de
ellos; reconfortó a Obàtálà diciendo que él era el más viejo, que Odúa había creado la tierra
en su lugar y que él había venido para ayudar y consolidar la creación y no era justo que él
echara todo a perder. Después convenció a Odúa de ser amable con Obàtálà: no había sido
ella quien había creado la tierra? Y acaso Obàtálà no había venido de òrun para que
conviviesen juntos? Acaso todas las criaturas, árboles, animales y seres humanos no sabían
que la tierra le pertenecía?
Fue así que él hizo a Odúa sentarse a su izquierda y a Obàtálà sentarse a su derecha
y Orúnmìlà se colocó en el centro, realizó los sacrificios prescritos para sellar el acuerdo.
Es a partir de ese acontecimiento que se celebran, anualmente, los sacrificios y el
festival con la comida (ododún síse) que reúne los dos grupos que le rinden culto a
Odùduwà y Obàtálà, reviviendo y reactualizando la relación armoniosa entre el poder
femenino y el poder masculino, entre el àiyé y el òrun, que permitirá la sobre vivencia del
universo y la continuación de la existencia de los dos niveles.
Las dos mitades de igbá-odù deben mantenerse unidas, òrun y àiyé, Odúa y Obàtálà,
lo femenino y lo masculino se complementan para poder contener los elementos-signos que
permiten la procreación y la continuidad de la existencia.
Picton (1968: 35) señala para los Igbira la existencia de una relación semejante entre
ohomorihi (ser supremo que incluye el cielo-atmósfera y los cielos-paraísos, señor de la
lluvia, “la cual es una de las pruebas más evidentes de su poder y de su presencia”) y ete (la
tierra).
“La idea es que omohorihi y ete se complementan, son inmensamente vastos y se
encuentran en el horizonte. Ambos comenzaron a existir juntos: uno no creo al otro.
Ohomorihi es el marido y ete su mujer; de la misma forma que el marido impregna su
mujer de semen, ohomorihi fertiliza a ete con la lluvia a fin de hacer brotar los granos”.
Veremos en otro mito que transcribiremos íntegramente (cf. P. 159) que son también
“los manojos de lluvia” de òrun, escapando de las manos de Esu que los transporta cuando
el mundo está cerca de perecer, que caen sobre la tierra, la fecunda y la regenera:
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Hablaremos del Àpéré en el capítulo consagrado a la individualización.
propósito secreto compartido. La unión de lo masculino y lo femenino en la imagen edan
simboliza el echo de reunir dos para hacer un tercero”.
Entre tanto la observación de la practica ritual y de los textos nos obligan a no
concordar con él en un punto fundamental cuando declara que “En el resto de la religión
Yoruba el tres es evitado”. Al contrario, todo el énfasis esta colocado en el tres. El
dualismo, el cuatro y su cuadrado, el 16, comprendiendo unidades en equilibrio, deben su
propia existencia al echo de ser “movidos” por las unidades de tres. Así mismo, por
ejemplo, Ifá – representado por los 16 Oddun y su cuadrado, 256 – quedaría rígido,
desprovisto de significación funcional, si no estuviese sustentado y acompañado
insuperablemente por Ésù , Igbá-keta, el “tres” por excelencia.
Eso se torna bien evidente en las representaciones geométricas bordadas, diseñadas
y grabadas que integran el complejo simbólico de esculturas y objetos rituales: Una serie de
triangulos representado unidades dinamicas de tre elementos y una serie de rombos
representando unidades de cuatro elementos.
La figura 1 representa los tres elementos de una unidad y la figura 2 una progresión
de triángulos formando rombos. Entre todos los ejemplos que podríamos citar el más
interesante es talvez, el que aparece grabado en el Opón Ifá (plancha ritual utilizada por el
babalawo durante el proceso de adivinación) documentado en el museo de antigüedades de
lagos (n. 61, XII, 35/29). Dos rostros representando a Ésù divide la circunferencia del
Opón en dos mitades. Toda la circunferencia esta trabajada por un borde tallado. Una mitad
ostenta una progresión de rombos y la otra una serie de progresión de triángulos tal cual
esta reproducido en la figura 3.
La unidad de tres elementos adquiere toda su expresividad dinámica en la
representación espacial del cono (figura 4), en que la corona de los Oba 10 constituye un
significativo personal.
Veremos más adelante cuando tratemos de Ésù la relación existente entre el cono y
la espiral con su símbolo Òkòtò (especie de caracol) como representación de espacio y
crecimiento (figura 5).
Finalmente, con relación a la concepción del mundo queremos referirnos a otro
nivel de ver y de clasificar los elementos del universo, categorías sobre las que nos
entenderemos porque serán retomadas a lo largo de los próximos capítulos. El Nàgó, al
hacer sus ofrendas las presentan en dirección a los cuatro puntos del espacio que
representan el universo. Teniendo la ofrenda en la mano ellos extiende el brazo hacia el
frente saludando el naciente, el Iyo-Orùn; levantando su brazo hacia atrás saluda el
poniente, el Iwò-Òrun; Después extiende el brazo hacia la derecha saludando el lado
derecho del mundo, el Òtún-àiyé, y finalmente hacia la izquierda saludando el lado
izquierdo del mundo, el Òsí-àiyé (fig. 6,7,8).
Al naciente pertenece todo aquello que esta en vía de desarrollo, lo que esta en la
frente, el Iwájú, y que al cumplir su ciclo pasara a pertenecer al poniente, lo que esta detrás;
aquello que esta acordado, que vive, que tiene dirección, el futuro, pertenece al naciente;
aquello que duerme, esta muerto, el pasado, pertenece al poniente. Cuando tratemos de la
individualización veremos que el Ori (la cabeza) esta equiparada al naciente, y esè (los
pies), que nos conduce y están en contacto con la tierra, al poniente. Pero también es del
poniente, de los ancestros, que renace la vida, el naciente y así sucesivamente. Veremos que
el concepto àsèsè significa simultáneamente el principio de los principios y los muertos que
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R.F.THOMPSON (1969) se profundiza en la descripción y el análisis de las coronas Yorubas señalando su
forma cónica.
permitirán el renacimiento permanente. A su vez todos los elementos del naciente y del
poniente, de todo el universo, se reagrupan en dos categorías: Los de la derecha y los de la
Izquierda. Hay también una tercera categoría que posee las cualidades y las significaciones
de los de la derecha y de los de la izquierda y cuyos elementos son considerados
perteneciendo al centro, tales como por ejemplo:
Èmi – la respiración
Olorun – uno de cuyos títulos es
Oba arinùn-róòde – señor que concentra en sí mismo todo lo que es interior y todo
lo que es exterior, todo lo que es oculto y lo que es manifiesto;
Ésù , principio dinámico de la comunicación y de la expansión que trasporta el àse;
Etc.