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En la Universidad un profesor venía observando que una de sus

clases no tenía la motivación suficiente y estaba detectando


que la autoestima estaba cada vez más baja, así que un día
comenzó su conferencia sosteniendo en su mano un billete de
500 peso mientras se lo enseñaba a todo el alumnado. En el
aula había en ese momento más de cien estudiantes a los que
les preguntó:

-¿Quién de ustedes desearía que le regalara este billete de 500


pesos?

De inmediato se levantaron muchas manos, tal como era de


prever. El profesor dijo entonces:

-Le voy a dar estos 500 pesos a uno de ustedes pero primero
déjenme hacer esto-. De inmediato procedió a estrujar el
billete, preguntando después -¿Alguien lo quiere todavía?

Las manos se levantaron nuevamente y en mayor número que


antes.

-Bien-, replicó -¿qué pasa si yo hago esto?- Lo tiró al suelo y


comenzó a pisarlo con su zapato, y levantándolo ahora
completamente aplastado y sucio, volvió a preguntar -Ahora,
¿quién de ustedes todavía lo quiere?

Otra vez las manos de casi todos los estudiantes se levantaron


rápidamente.

-Bien, pues síganme un momento-, dijo mientras salía por la


puerta de la clase sin detenerse hasta llegar al exterior del
edificio.

Esperó a que terminaran de salir sus alumnos y cuando todos


le habían rodeado de nuevo, cogió el billete sucio que llevaba
aun en su mano y lo tiró a un charco lleno de barro y hojas
secas volviendo a pisarlo para que se quedara totalmente
inmerso en el lodo.

-¿Alguien de ustedes lo querría todavía?- preguntó a la


concurrencia, volviendo a ver como todas las manos se
levantaban de nuevo. -Queridos alumnos, acaban de aprender
la lección más importante del todo el curso.

Los alumnos se miraban entre si perplejos sin acabar de


entender lo que su viejo profesor quería transmitirles, pero
siguió hablando.

-No importa lo que le pasó al billete. Lo he arrugado, tirado al


suelo, pisoteado, metido en el barro más sucio y, aún a pesar
de todo ello, ustedes todavía desean tenerlo. ¿Por qué?
Sencillo, porque todavía no ha perdido su valor. Todavía vale
500 pesos. Muchas veces en nuestras vidas somos pisoteados,
estrujados, y tirados al barro; la vida y las circunstancias nos
hacen pasar por momentos duros y nos sentimos como si
fuéramos inservibles, como si no sirviésemos para nada
absolutamente. Sin embargo, no importa lo que les haya
ocurrido o lo que les ocurrirá, ustedes nunca perderán su valor
porque lo que ustedes valen no reside en la situación que les
rodea ni en las condiciones en que ustedes viven en cada
momento; el verdadero valor reside en su interior y eso nunca
cambiará. Y nada, por duro o malo que ocurra, podrá modificar
el valor interior de cada uno de ustedes; no lo olviden
nunca. Sucio o limpio, pisoteado, arrugado o impecablemente
planchado ustedes son lo que hay dentro de cada uno.

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