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Universidad Nacional de Colombia

Proyecto Urbano
Ensayo Final
Arq. María Clara Vejarano Alvarado

María Paula Perdomo Caicedo


Estudiante

Bogotá D.C.
20 de febrero del 2019

El término urbanismo surge a comienzos del siglo XIX, como solución a la necesidad de
organizar la ciudad, con la finalidad de que fuese capaz de orientar la construcción de
esta. Este saber, se sistematizo en 4 etapas: el origen, la consolidación, la revisión y la
renovación. La definición del proyecto urbano nace en esta última etapa.

Definir este concepto como estrategia de intervención es complejo, entendiendo que, para
permitir esta conceptualización, sería necesario limitar el mencionado concepto a una
escala y método de actuación, sin embargo, en base a diferentes textos y diversos autores
planteados y desarrollados a lo largo del curso, se busca un esclarecimiento y una
caracterización de esta rama urbanística evidenciada en diferentes ejemplos de
intervenciones urbanas.

El proyecto urbano surge durante una crisis en el planteamiento de la ciudad en las


décadas de 1970 y 1980, las cuales se caracterizan por la separación del macro
urbanismo y la practica proyectual, es decir, nace como saneamiento a la ruptura de
escalas que prestan atención al trazado de la ciudad y a la arquitectura de las
edificaciones, ahora buscando un enfoque en la escala intermedia que articule; donde el
proyecto urbano encuentra su sentido y metodología de intervención, siendo parte del
plan de la ciudad, pero entendiéndose como un proceso proyectual más que de
planificación de la ciudad.

Hay varios autores que buscan definir esta rama urbanística; entre estas definiciones
podemos encontrar la de Nuno Portas, quien vincula el proyecto urbano a la imagen de
los megaproyectos metropolitanos, “promovidos por la iniciativa pública o mediante
incentivos que generalmente se concentran en transporte avanzado, tecnología, negocios
o equipamientos lúdicos”1, por otro lado, José María Ezquiaga lo entiende como
estrategia para trazar la ciudad asociando el plan general con el proyecto arquitectónico
mediante un estudio que busca solventar los requerimientos de la ciudad, y brindándole
libertad al arquitecto para su realización. Finalmente, Manuel de Solá Morales, postula
cinco puntos que caracterizan esta intervención y que definen los proyectos urbanos, los
cuales son:

1. “Tener efectos territoriales más allá de su área de actuación


2. Superación de la mono funcionalidad mediante mezcla de usos, ritmos, usuarios,
etc.

1
Portas Nuno, El surgimiento del proyecto urbano

1
3. Escala intermedia, dependiente de cada ciudad y con la capacidad de ser
realizado en pocos años
4. Voluntad de hacer arquitectura de la ciudad, independiente de la arquitectura de
los edificios.
5. Componente público importante en la inversión y de los usos colectivos del
programa.”2

En base a esto, el proyecto urbano se puede definir como aquella intervención de escala
intermedia en la ciudad que articula la planeación de la ciudad con la arquitectura,
prestando atención al valor geográfico, necesidades y componentes de la ciudad, de tal
manera que se busca darle forma al lugar mediante la adición de elementos proyectuales
a la ciudad ya existente, perteneciendo al plan de la ciudad, pero entendiéndose como un
proceso proyectual más no planificado de la ciudad.

Esta estrategia de intervención, entiende la ciudad como una construcción por


fragmentos, articulada por trazados viarios, tejidos de edificaciones y lugares urbanos,
los cuales también se entienden como herramientas o elementos característicos de la
ciudad para su desarrollo. Además de estos componentes articulatorios, se entiende que
el proyecto urbano se interesa en: vincular la referencia de globalidad urbana, la
especificidad del lugar, la concepción material arquitectónica y la recuperación del
significado urbano del saber proyectual.

De igual manera se podría decir que el proyecto urbano surge como contraposición a los
ideales del urbanismo funcionalista y al plan urbanístico, de tal manera que arquitectos y
urbanistas deciden realizar proyectos para las ciudades y no planes. Su oposición al
urbanismo funcionalista se basa en que este busca intervenir la ciudad totalmente,
buscando un plan general que defina la forma urbana en su totalidad racionalizada y
desarrolle una zonificación en la ciudad.

Este pensamiento funcionalista que pretende diseñar la ciudad en su totalidad, olvida lo


preexistente e implementa un plan general de la ciudad, lo cual limita la libertad del
arquitecto en las intervenciones además de reducir su posibilidad de realización; también
minimiza el detalle como consecuencia de la escala que maneja generando así una
fragmentación, además que de acuerdo a la zonificación se vuelve ineficiente para el
estilo de vida de los ciudadanos, pues estas limitaciones teóricas y prácticas se deben a
que se maneja una escala donde la prioridad en el trazado la tiene la movilidad vehicular.

Es por esto, por lo cual, en el proyecto urbano, se reconoce la imposibilidad de controlar


completamente la forma urbana de la ciudad y la entiende más como un tejido de
actividades y proyectos que la mantienen viva. Además, se concibe este cambio de
pensamiento como una consecuencia de la transición de una ciudad que crece y necesita
un plan a una que se transforma y necesita proyectos que la articulen, lo cual se logra
mediante el desarrollo de la escala intermedia, que integra la escala globalizada de la
ciudad y la escala arquitectónica de las edificaciones incluyendo detalles y brindándole
jerarquía al espacio público.

Esta estrategia de intervención ha sido aplicada en diferentes ciudades del mundo; un


ejemplo temprano a cargo de H.P. Berlage es la expansión Sur de Ámsterdam en 1901,

2
Solá-Morales i Rubio Manuel, La segunda historia del proyecto urbano En: “dearquitectura 01 El
Proyceto Urbano”. Universidad de los Andes, facultad de Arquitectura. Bogotá – Colombia, 2007.

2
la cual abarco aproximadamente 280 hectáreas. Este proyecto urbano, se caracterizó por
aportar nuevas estrategias al trazado de la ciudad, con las cuales, se podría decir que
surgió esta escala intermedia.

Entre estas características destacadas encontramos: la continuidad de la ciudad


existente, es decir -en otras palabras-, se estudió, analizó y reinterpreto lo existente
buscando una integración con la intervención; esta articulación se logra mediante el
sistema jerárquico de espacios viales que propone Berlage, en el cual se piensa cada
calle de acuerdo a la fluencia que representa; la estructura urbana propia de la
intervención representa un papel importante, pues mediante su desarrollo, se genera una
nueva concepción de la manzana urbana: mediante las manzanas cerradas con espacios
centrales colectivos; considerando este elemento como responsable de la generación de
espacio público la y por la variedad de tipos edificatorios de vivienda.

Toda esta caracterización es innovadora para la época y está dirigida a la nueva


concepción de la ciudad de arquitectura urbana, donde es esencial la comunicación entre
las escalas, es decir, entre la intervención propuesta y la metrópoli; respondiendo de esta
manera a los requerimientos principales del proyecto urbano.

Es en este punto y gracias al ejemplo mencionado, donde se entiende la ciudad como


una construcción histórica, como una articulación y superposición de proyectos que
buscan solucionar problemáticas contemporáneas en un trazo histórico preexistente. A
esta temática y concepción de la ciudad característica del proyecto urbano se le suma la
influencia en su argumentación de Pierre Lavedan, quien mediante su concepción de la
ciudad ratifica la importancia de la construcción histórica como punto de partida.

Pierre Lavedan entiende la ciudad como un ser vivo, el cual es regulable gracias al
urbanismo, además, considera la ciudad moderna como una historia de degeneración,
producto de la industrialización. Basados en esto, la ciudad es concebida como un
continuo espacio-temporal que está en constante cambio y transformación, que necesita
ser analizada para comprenderla y que se concluye como el resultado de la evolución de
las formas urbanas, de la sumatoria de lo preexistente con los nuevos proyectos, es decir,
como una construcción histórica mediada y controlada por el urbanismo, y más
exactamente por el proyecto urbano.

En cuanto a la forma urbana -característica también del proyecto urbano y evidenciada


de igual manera en la ampliación Sur de Ámsterdam-, se considera objeto de estudio del
urbanismo. Esta preocupación se ve reflejada según Lavedan en la geografía y la
sociología de la ciudad, principales determinantes de la tipología formal; y también se
evidencia en la obra del autor Ludovico Quaroni, quien considera la ciudad como una
estructura, donde las partes están relacionadas con el todo y el arquitecto es el encargado
de controlar y producir estos elementos formales que constituyen el todo de la ciudad. En
otras palabras, considera la forma urbana como la relación entre las formas y los espacios
que constituyen la estructura de la ciudad y de la vida en ella; brindándole importancia a
la dependencia de las formas de las partes urbanas y de la correspondencia de la escala
arquitectónica y urbanística.

Tomando en consideración los mencionados autores y su posición frente a la temática


formal, se podría decir que la importancia de la forma urbana en el proyecto urbano está
basada en diferentes determinantes y finalidades de proyección de la ciudad. Entre las
cuales encontramos la geografía, la cual es una variable de acuerdo a la ciudad que se

3
pretenda intervenir; el ámbito social también dependiente de la ciudad, pues es en base
a este que el proyecto urbano determina su funcionalidad y por ende su morfología; y
finalmente la comprensión de la estructura urbana como un tejido de relaciones entre
formas urbanas y espacios que le brindan coherencia a la intervención y la hacen una
proyección integral, gracias a la conciencia de la morfología urbana. Es en base a lo
mencionado que la dimensión físico-espacial de la ciudad toma prioridad en el diseño de
la intervención del proyecto urbano contemporáneo.

De manera análoga, el proyecto urbano, se puede clasificar en tres generaciones según


Nuno Portas, las cuales se diferencian de acuerdo al contexto en el cual se desarrollan
las intervenciones consecuentes a la ciudad, las necesidades y problemáticas de la
época. La primera generación corresponde a la del TEAM X, en los años ’60, en la cual
fue posible “integrar, en concepciones tridimensionales, todos los elementos estructurales
normalmente separados en la ciudad genérica”3.

La segunda generación, a la cual pertenecen arquitectos y urbanistas como Rossi, Solá-


Morales, Bohigas, entre otros; inicia en los años ’70 con una crisis que induce a las
intervenciones puntuales, de carácter municipal y no estatal. Los proyectos desarrollados
por esta generación mantienen la identificación del lenguaje de la arquitectura del autor
a la vez que se relaciona con el tejido preexistente sobre el cual se implantan. También
se caracteriza por su enfoque en la tipología, en el lenguaje de lo edificado y en la
creación de espacios colectivos que se articulan con la morfología delimitadora; buscando
de esta manera favorecer los entornos. Sin embargo, se hace necesario inquirir y definir
los sistemas de planificación, los procesos y los tipos de intervención, como consecuencia
de la insuficiencia de estas estrategias.

En base a lo mencionado anteriormente, la tercera generación mantiene el protagonismo


del arquitecto, pero discrepa de la segunda en la propuesta de un nuevo programa, en
las nuevas oportunidades para las intervenciones, los procesos implementados y por el
estilo de planificación; lo cual se refiere a la “relación biunívoca y no jerárquica, que el
proyecto tiende a establecer con el plan”4.

Finalmente, para concluir y de acuerdo a lo ya mencionado, el proyecto urbano como


estrategia de intervención y proyección de la ciudad, cumple un papel fundamental en la
articulación y relación de las diferentes escalas necesarias para el desarrollo de la ciudad,
en ámbitos de diseño, de construcción, de gestión y de planificación. Es decir -en otras
palabras-, se puede definir como una manera de construir ciudad a través de la
arquitectura, como un instrumento cuyo objetivo es resolver problemáticas sociales y
espaciales dotando el territorio preexistente de elementos que vinculan el entorno y
entienden la intervención urbana como un producto histórico que recupera el
protagonismo público en la ciudad. En síntesis, se considera la integración de los
componentes estratégicos necesarios para generar una ciudad con la capacidad de ser
analizada, pensada, diseñada y sobre todo, construida.

3
Portas Nuno, El surgimiento del proyecto urbano, pg. 1
4
Portas Nuno, El surgimiento del proyecto urbano, pg. 2

4
− La actividad urbanística de Berlage; Benévolo, Leonardo; En: Historia de la
Arquitectura Moderna; Barcelon; Editorial Gustavo Gili.
− Qu’est-ce l’Urbanisme? Introduction à l’histoire de l’Urbanieme ; Lavedan,
Pierre; En: “Constructores de la Ciudad Contemporánea, aproximación disciplinar a través
de los textos”; Luque Valdivia, José (coordinador).
− La torre di Babeli; Quaroni, Ludovico; En: “Constructores de la Ciudad Contemporánea,
aproximación disciplinar a través de los textos”; Luque Valdivia, José (coordinador).
− Razón y utopía del Proyecto Urbano; Ezquiaga, José María; En: “Madrid Proyecto
Madrid 1983 – 1987”; Ayuntamiento de Madrid.
− La segunda historia del Proyecto Urbano; Solá-Morales y Rubió, Manuel.; En:
“dearquitectura 01 El Proyceto Urbano”. Universidad de los Andes, facultad de
Arquitectura. Bogotá – Colombia, 2007.
− El surgimiento del Proyecto Urbano; Portas, Nuno.
− Proyectar la Ciudad; Panerai, Philippe & Mangin, David; Ediciones Celeste, Madrid,
2002. Capítulos: 1, 2, 3, 4, 5.

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