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NORTE
FACULTAD CIENCIAS DE LA
SALUD
NUTRICIÓN Y SALUD
COMUNITARIA
SEGURIDAD ALIMENTARIA II
Trabajo autónomo
CONSULTA
Nombre: Andrés Chávez
Curso: 6to nutrición
Fecha: 01/05/2019
Docente: Msc. Alejandra Gómez
ANALISIS DE ESTABILIDAD DE ALIMENTOS
El análisis de los diferentes tipos de alimentos nace por la necesidad vital del ser
humano de conocer las sustancias que ingiere. Desde el punto de vista químico,
los alimentos son tan complejos, que de algunos aún se desconoce su
composición completa. Agua, proteínas, carbohidratos, lípidos, minerales,
vitaminas, pigmentos y aromas, pero también otras muchas sustancias,
proporcionan al alimento sus características especiales de color, sabor, olor y
textura. Además, a su composición natural se suman los posibles aditivos
añadidos durante su procesado, así como contaminantes potenciales, tanto
químicos como biológicos. No en vano son los elementos químicamente más
complejos que entran en contacto con el organismo.
Análisis para conseguir exactitud y sensibilidad
Estos factores potencian y promocionan un avance continuo de las técnicas de
análisis de alimentos, siempre en la búsqueda de unos objetivos
concretos. Exactitud y sensibilidad han sido dos de las características más
perseguidas, pero no las únicas. La selectividad y la sensibilidad, además de la
rapidez y la economía de los métodos analíticos, también han determinado su
desarrollo:
Selectividad. Se refiere a la especificidad, es decir, la capacidad del método
para medir solo el componente de interés, en presencia de otros, sin que estos
interfieran.
Exactitud. Capacidad del método para proporcionar un resultado que sea lo más
cercano posible al "valor real" considerado como correcto.
Precisión. Entendida como la reproducibilidad del método, es la capacidad de
obtener un nivel de similitud entre los valores numéricos de varias medidas de la
misma propiedad realizadas bajo las mismas condiciones experimentales.
Sensibilidad. La capacidad del método para medir un valor que sea cercano a
cero. Cuanto más sensible sea una técnica, más capaz será de detectar valores
infinitesimales.
El análisis organoléptico o sensorial es uno de los primeros, tanto histórica
como secuencialmente, que se realiza al valorar un alimento. Apariencia, color,
olor, sabor o textura aportarán valiosos datos acerca de su estado y naturaleza.
El más sencillo de los análisis no lo es tanto si se tiene en cuenta que deberá
realizarse por personal entrenado para tal fin, cuyos sentidos sean capaces de
apreciar sustancias en cantidades que, en ocasiones, incluso las máquinas no
pueden detectar.
Los métodos de análisis microbiológico detectan microorganismos de forma
cualitativa o cuantitativa, bien porque su presencia o número resulta en sí nocivo
para la salud, bien porque revela a otros patógenos nocivos. Es el caso de
indicadores de contaminación fecal, que ponen de manifiesto una posible
contaminación de esta naturaleza en el alimento.
Por su parte, los métodos de análisis físico-químico incluyen las
determinaciones básicas que se realizan de forma más frecuente para conocer
la composición de los alimentos. Se basan en determinaciones físico-químicas y
posibilitan la obtención de datos cuantitativos relacionados con la composición y
el valor nutricional, algunos parámetros organolépticos o de estabilidad previsible
del producto (agua, pH...). La composición química centesimal aproximada, que
tan a menudo se refleja en el etiquetado del alimento, es una determinación
básica que incluye la cantidad en porcentaje de:
Humedad y Extracto Seco (sólidos totales), que comprende la parte Inorgánica
(cenizas) y la Orgánica. A su vez, se divide en compuestos: solubles en
disolventes orgánicos (grasas); con nitrógeno (proteínas); no grasos y no
nitrogenados (carbohidratos), que incluyen digeribles y no digeribles (fibra).
Además, es interesante averiguar el pH y, en función del tipo de alimento, otros
valores como la acidez o el porcentaje de alcohol. A partir de estas
determinaciones, se puede conocer la composición básica del alimento, sus
elementos nutritivos, facilitar su conservación y mantener su textura y
consistencia, así como controlar si el producto cumple los límites fijados por la
normativa para evitar posibles casos de fraude o adulteración.
La actividad de agua está relacionada con la textura de los alimentos: a una
mayor actividad, la textura es mucho más jugosa y tierna; sin embargo, el
producto se altera de forma más fácil y se debe tener más cuidado.
A medida que la actividad de agua disminuye, la textura se endurece y el
producto se seca más rápido. Por el contrario, los alimentos cuya actividad de
agua es baja por naturaleza son más crujientes y se rompen con facilidad.
En ambos casos, el parámetro de la actividad de agua del alimento es un factor
determinante para la seguridad del mismo y permite determinar su capacidad de
conservación junto con la capacidad de propagación de los microorganismos.
Los valores de aw comprendidos entre 0,6 y 0,9 son considerados alimentos de
humedad intermedia.
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