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Con qué facilidad nos dedicamos a juzgar a los demás!

Opinamos
con ligereza sobre cómo piensan, qué hacen o hacia dónde van.
Actuamos como espectadores que han pagado una entrada y tienen
derecho a criticar lo que ven. Nos sentimos revestidos de autoridad,
de sabiduría y de criterio para dar nuestra opinión. Y creemos incluso
que estamos haciendo un bien a la sociedad cuando aportamos
nuestro particular punto de vista.

Pero nuestras palabras revelan quiénes somos. Delatan nuestras


carencias. Señalando la mota del ojo del hermano nos estamos
despojando; de hecho, mostramos la viga del nuestro. Somos
el cazador cazado. La víctima se convierte verdugo. ¿No nos damos
cuenta de que la viga de nuestro ojo no nos deja ver con nitidez el
ojo del otro?

Así pues, ¡cómo nos atrevemos a juzgarlo, a criticarlo! Nuestra


mirada está distorsionada, las oscuridades de nuestro corazón la
enturbian. Vemos errores a diestro y siniestro y los denunciamos con
vehemencia. Sin embargo, vemos fuera lo que llevamos dentro.

El Evangelio nos invita a cambiar y ver de una manera nueva


el mundo y los demás. Si somos limpios de corazón, veremos
a Dios allí donde miremos.

La palabra del Señor es hoy bien clara: nuestro corazón es el que da origen a
nuestras obras, buenas o malas, y así también nuestra caridad y nuestra
misericordia se manifiestan en ellas; nuestros frutos serán lo que nosotros
mismos somos, Y hoy Él es terminante: vemos y juzgamos a los demás sin
ver ni juzgar lo malo que hay en nosotros, llamándonos hipócritas por esta
actitud.

Petición de perdón:

En un momento de silencio, pedimos perdón con fe y


esperanza.

- Tú que nos invitas a comprender las debilidades de los


demás. Señor, ten piedad.
- Tú que nos enseñas a no juzgar las actitudes de los demás.
Cristo, ten piedad.

- Tú que nos das fuerza para que ofrezcamos bondad,


comprensión, honestidad, y paz. Señor, ten piedad.

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros,


perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

ORACIÓN COLECTA. OREMOS. Concédenos tu ayuda,


Señor, para que el mundo progrese según tus planes, y
gocemos todos de una paz estable; que tu Iglesia se alegre
de poder servirte, con una entrega confiada y pacífica a
quienes nos necesitan. Por NSJC, tu Hijo...

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS. Acoge, Padre, la


humilde ofrenda que te presentamos, fruto de los propios
dones que de ti recibimos, y transfórmala con tu acción
poderosa para que nos sirva para nuestra santificación.

PREFACIO

En verdad es justo y necesario que nuestro corazón esté


agradecido contigo; y darte siempre las gracias por el amor
que derrochas para con nosotros, pues tu Hijo Jesucristo nos
muestra tu rostro misericordioso y nos revela tu plan de
salvación, el plan que él mismo, con la ofrenda de su vida,
realiza personalmente.

Por tanto como te interesas por nosotros y por cuantos dones


espirituales recibimos de ti, te alabamos y te cantamos
unidos a los ángeles que te alaban en el cielo y a toda
persona de buena voluntad que sigue tu Buena Noticia.

POSCOMUNION. OREMOS. Te damos gracias, Señor, por


esta Eucaristía; haz que su fuerza nos ayude a encontrar
ratos de silencio, para poder crecer desde dentro como
personas y como creyentes. Por JNS.

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