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“¿Puede un hombre robar a Dios? (Malq.

3,8)
¡Pues ustedes me roban! Y encima
dicen ¿en qué te hemos robado Usted pregunta…
Señor? Pues, en el diezmo y en la Yo respondo
ofrenda reservada”. Parroquia: “San Agustín de Hipona”
Chanduy — Ecuador
Año 1 — No. 10 — Director: P. Carlos Valencia — 500 Ejemp —
Diciembre/2022

¿Qué es el Diezmo? (Primera parte)


Padre, ¿por qué en algunas de las sectas protestante es obligatorio dar el diezmo y en la Iglesia
Católica no es obligatorio?

Diezmo procede del latín decimus (la décima parte de algo) y para el Pueblo de Israel, el diezmo es la
décima parte de todos los frutos adquiridos, que se debe entregar a Dios como reconocimiento de su
dominio supremo (Levítico 27,30-33). El diezmo se le ofrece a Dios, pero se transfiere a sus ministros
(levitas y Sacerdotes).

El diezmo es una práctica de la antigüedad tanto entre los babilonios, persas, griegos y romanos, como
entre los hebreos. También es ley en la actualidad entre los musulmanes, judíos y muchos grupos
cristianos (protestantes).

En sentido religioso se llama diezmo a lo que el pueblo de Israel contribuía en cuanto frutos y ganado no
propiamente dinero porque el dinero no se diezmaba, ofrecían del producto de la tierra:
• Primero, para agradecer a Dios por todo lo que les había dado esta tierra prometida,
• Segundo, para contribuir al sostenimiento de los levitas y
• Tercero, como una base (presupuesto) para la administración de todo el año.

La tribu de los levitas no heredó la tierra como las otras tribus de Israel. En vez de ello, recibían de todas
las demás tribus, por ser representantes del Señor, el décimo de lo que la tierra producía, incluso del
ganado. Ellos a su vez debían ofrecer al Sacerdote una décima parte de todo lo recibido.

Frecuentemente se utiliza diezmo como un sinónimo de ofrenda, pero literalmente no es lo mismo,


debemos recordar que diezmo es una cosa que propiamente no es el dinero sino tierras, animales o
alimentos; actualmente se utiliza el término diezmo para referirse al aporte económico que realizan
los fieles para el sostenimiento de una Iglesia.
No estoy escribiendo simplemente sobre el "Dar". El dar en sí mismo es algo muy bueno
sobre todo cuando se da de corazón, pero me refiero aquí particularmente al diezmo

"obligatorio" que se predica con tanta frecuencia en las Iglesias actuales. Tampoco estoy diciendo que esté
bien no dar, de hecho, el Nuevo Testamento tiene suficiente guía acerca del tema de dar.

❖ EL DIEZMO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

El diezmo se discute en ambos Testamentos de la Biblia. Los israelitas daban el


diezmo en parte para proveer para sus Sacerdotes, pero ¿acaso este mandato se
mantuvo para las Iglesias del Nuevo Testamento?

El patriarca Abraham, le entregó un diezmo al Sacerdote Melquisedec en una muestra de gratitud. “Y


Melquisedec, rey de Salén y Sacerdote del Dios altísimo, le ofreció pan y vino. Luego bendijo a Abram con
estas palabras: «¡Que el Dios altísimo, creador del cielo y de la tierra, bendiga a Abram! ¡Bendito sea el Dios
altísimo, que entregó en tus manos a tus enemigos!» Entonces Abram le dio el diezmo de todo”. Gén.
14,18-20

Abraham no es israelita (por Jacob) ni es judío (por Judá) aún no existe la religión judía, el hecho de que el
diezmo de Abraham se llevó a cabo antes de que se diera la Ley de Moisés, como está registrado en Éxodo,
Levítico y Deuteronomio, ha llevado a algunos a la conclusión de que el diezmo no es sólo para los judíos.
Como tal, algunos creen que la acción de Abraham es un ejemplo para todos. El diezmo se usaba para
mantener a los siervos de Dios que estaban totalmente dedicados a trabajos religiosos y no poseían tierras
para cultivar. Ese era el caso de los levitas, entre ellos los Sacerdotes Núm. 18,20-21. El pueblo daba el
diezmo a los levitas que no eran Sacerdotes y estos, a su vez, daban la décima parte de ese diezmo a los
Sacerdotes Núm. 18,26-29.

❖ EL DIEZMO EN EL NUEVO TESTAMENTO

Es cierto que el Nuevo Testamento no menciona la palabra diezmos, más bien


se usa la palabra ofrendas, pero, eso no quiere decir que el pueblo no diezmara.
En muchas Iglesias locales se enseña a sus miembros que tienen la obligación de
entregar puntualmente un diezmo de sus ingresos, bajo la pretensión de que la
Biblia lo enseña y no hacerlo constituye el pecado de robar a Dios. “¿Puede un
hombre robar a Dios? ¡Pues ustedes me roban! Y encima dicen ¿en qué te
hemos robado Señor? Pues, en el diezmo y en la ofrenda reservada”. Malq. 3,8

Actualmente, el diezmo suele ser optativo en la religión cristiana, aunque diversas ramas (como los
Evangélicos, Adventistas, Testigos de Jehová, Mormones) insisten en la importancia de que los fieles
guarden una parte de sus ingresos para contribuir con la Iglesia. Se suele considerar el diezmo como una
responsabilidad ante Dios ya que ayuda a la difusión de su palabra en el mundo.
Pero bajo la gracia de nuestro Señor Jesucristo esto ha cambiado, no damos de forma
obligada, sino en base a lo que está en nuestro corazón, cada cristiano debería de saber la
importancia que tiene el hecho de dar a la Parroquia o ayudar en las necesidades de los
hermanos, es más, un verdadero cristiano debería tener un hábito de dar, y poner en práctica las palabras
de nuestro Señor Jesucristo: «es mejor dar que recibir». Hch. 20,35

En la Carta a los Hebreos (Hb.7,2-9) se nos enseña a guiarnos por esa medida. La Nueva Alianza no se limita
a la ley del 10% sino que nos refiere al ejemplo de Jesucristo que se dio sin reservas. Jesús vive una
entrega radical y nos enseña que debemos hacer lo mismo. Él nos da el siguiente modelo: «…Llegó
también una viuda pobre y echó dos moneditas, Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: "En verdad les
digo que esta viuda pobre ha echado más que todos los demás. Pues todos han echado de lo que les
sobraba, ésta, en cambio, ha echado todo lo que tenía para vivir"». Mc. 12,42-44

En materia de ofrendas, la decisión personal es fundamental. La viuda dio todo lo que tenía porque ella
también se sentía responsable del sostenimiento del culto y del sustento de los Sacerdotes (no por los
Sacerdotes en sí, sino por Dios) pero los fariseos, aunque daban escrupulosamente el diezmo para
sostenimiento de los Sacerdotes y levitas Mt. 23,23 y luego no cumplían con la misericordia de ayudar a los
necesitados, ni siquiera de su propia familia Mt. 15,5.

El Catecismo de la Iglesia Católica en el número 2043 nos dice: “El quinto mandamiento (ayudar a la
Iglesia en sus necesidades) señala la obligación de ayudar, cada uno según su capacidad, a socorrer en las
necesidades materiales de la Iglesia” y el Código de Derecho Canónico en el canon 222 dice que: “Los
fieles tienen el deber de ayudar a la Iglesia en sus necesidades, de modo que disponga de lo necesario para
el culto divino, las obras de apostolado y de caridad y el conveniente sustento de los ministros (Sacerdotes).
Tienen también el deber de promover la justicia social, así como, recordando el precepto del Señor, ayudar a
los más pobres con sus propios bienes”.

En la actualidad la Iglesia mantiene la enseñanza Paulina sobre la obligación de los fieles de contribuir
generosamente con las necesidades de la Iglesia según sus posibilidades. Pero debe entenderse según el
espíritu evangélico de una entrega de corazón por amor.

Debe entonces quedar claro que, al no precisar una cuota (Diezmo), la Iglesia no excusa de la obligación
de contribuir, al contrario, nos enseña que el cristiano debe dar a la medida de Cristo y por amor a Él, según
las necesidades de la Iglesia y sus propias posibilidades. Dar es una obligación y también un privilegio, un
gozo, porque es parte integral de nuestra vocación de hacer todo para propagar el Reino de Dios y Él espera
que su pueblo tome la responsabilidad de cuidar de su templo y de su obra.
La Biblia no menciona que en la Iglesia se debe dar el diezmo (10%), pero si tenemos que ser generosos en
el dar, y no sólo el dinero sino también tiempo, servicio, oración, apostolado-evangelización, etc. La
Iglesia se debe sostener con los diezmos y las ofrendas de los hermanos. Pues, debe ser una comunidad
donde los miembros se cuidan unos a otros y aportan para su sostenimiento.

A Dios no le importa la cantidad en sí, porque no todos tienen la capacidad de dar la misma cantidad. Lo
que Dios busca es el acto de amor y reverencia detrás de la ofrenda.
Pablo exhortó a sostener a los ministros de la misma manera que se hacía bajo la Ley y eso es con los
diezmos «¿No saben que los ministros que sirven en el templo reciben su alimento del templo, y que los que
atienden el altar (Sacerdotes) participan de lo que se ofrece en el altar?» 1Cor. 9,6-14. Del mismo modo el
Señor ordenó que los que predican la Buena Noticia sean sostenidos por los que reciben el beneficio del
mensaje. «El trabajador tiene derecho a su sustento». Mt. 10,10

Dar el diezmo o las ofrendas como sería el término actual no significa que no puedes ayudar de otras formas
algunos se contentan sólo con la ofrenda de la colecta semanal, unas pocas monedas que suelen poner, la
Santa Madre Iglesia se vio obligada a poner esa colecta ya que muchos cristianos olvidaron esta parte de la
generosidad y colaboración pero en realidad esa colecta no se debería hacer salvo para casos extraordinarios,
lo correcto es que cada cristiano cada familia o varias familias se junten por ejemplo, y hagan grupos de 3, 4 ó
5 familias y se organicen para distribuirse el trabajo.

Algunas cosas las puedes dar en comida (víveres), se pueden juntar entre cinco y seis familias y pueden
comprar las hostias, las velas, el vino, las hojas dominicales, flores, utensilios de aseo y limpieza,
reparaciones, cambio de focos, bancas dañadas, mantenimiento de la casa y el templo, pagos de servicios
básicos (electricidad, agua, teléfono), mantenimiento de vehículos, utensilios de oficina, etc. Porque entre más
personas se unen entonces el aporte económico es mucho menor ya que es una sola vez al mes y esas
necesidades materiales quedarían cubiertas.

Recuerda que el Sacerdote que te han asignado como Párroco es también tu preocupación (está a tu servicio)
no olvides que tiene que comer, también necesita medicina, vestuario, no tiene salario depende sólo de ti y
de la aportación generosa ya que es tu responsabilidad

.
(Código de Derecho Canónico, canon 222)

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