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LOS ÁNGELES DESDE LA REVELACIÓN

1. EN EL CATECISMO

Lo esencial sobre la enseñanza de la Iglesia sobre los ángeles lo encontramos en nuestro


antiguo catecismo de la doctrina cristiana, de perseverancia, del año 1938, donde se nos presenta la
naturaleza, origen, vocación, caída y misión de los mismos:

68.- ¿Qué son los Ángeles?


Los ángeles son unos seres puramente espirituales, dotados de inteligencia y voluntad.

69.- ¿Para qué creó Dios los ángeles?


Dios creó a los ángeles para que le alaben y sirvan eternamente.

70.- ¿En que estado creó Dios los ángeles?


Dios creó los ángeles en estado sobrenatural de gracia y santidad.

71.- ¿Perseveraron los ángeles en el estado que Dios los creó?


No todos los ángeles perseveraron en el estado que Dios los creó; muchos perseveraron en él y
se llaman ángeles buenos; otros lo perdieron por soberbia rebelándose contra Dios y fueron
precipitados al infierno y se llaman ángeles malos o demonios.

72.- ¿Qué hacen por nosotros los ángeles buenos?


Los ángeles buenos nos aman, ruegan a Dios por nosotros, nos mueven al bien y nos protegen
en el alma y en el cuerpo.

73.- ¿Quién es el ángel de la Guarda?


El ángel de la Guarda que se llama también ángel custodio, es el ángel que Dios da a cada uno
de nosotros, para que nos proteja en la tierra y nos lleve al cielo.

74.- ¿Cómo tenemos que honrar al santo ángel de la Guarda?


Tenemos que honrar al santo ángel de la Guarda, rezándole, dándole gracias por sus muchos
beneficios y siguiendo sus santas inspiraciones.

El Compendio del catecismo de la Iglesia Católica resume la doctrina de los ángeles en tres
preguntas acerca de su naturaleza, misión en la Iglesia y caída.

60. ¿Quiénes son los ángeles?


Los ángeles son criaturas puramente espirituales, incorpóreas, invisibles e inmortales; son seres
personales dotados de inteligencia y voluntad. Los ángeles, contemplando cara a cara,
incesantemente, a Dios, lo glorifican, lo sirven y son sus mensajeros en el cumplimiento de la
misión de salvación para todos los hombres.

61. ¿De qué modo los ángeles están presentes en la vida de la Iglesia?
La Iglesia se une a los ángeles para adorar a Dios, invoca la asistencia de los ángeles y celebra
litúrgicamente la memoria de algunos de ellos.
«Cada fiel tiene a su lado su ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida» (san
Basilio Magno).

74. ¿Qué es la caída de los ángeles?


Con la expresión «la caída de los ángeles» se indica que Satanás y los otros demonios, de los
que hablan la Sagrada Escritura y la Tradición de la Iglesia, eran inicialmente ángeles creados
buenos por Dios, que se transformaron en malvados porque rechazaron a Dios y a su Reino,
mediante una libre e irrevocable elección, dando así origen al infierno. Los demonios intentan
asociar al hombre a su rebelión contra Dios, pero Dios afirma en Cristo su segura victoria sobre
el Maligno.

En cambio el Catecismo de la Iglesia Católica es mucho más amplió, ya que señala su


existencia, por medio de la Revelación:
La existencia de los ángeles, una verdad de fe

328 La existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama


habitualmente ángeles, es una verdad de fe. E1 testimonio de la Escritura es tan claro como la
unanimidad de la Tradición.

Su naturaleza

Quiénes son los ángeles

329 S. Agustín dice respecto a ellos: “Angelus officii nomen est, non naturae. Quaeris numen
huins naturae, spiritus est; quaeris officium, ángelus est: ex eo quad est, spiritus est, ex eo
quod agit, ángelus” (“El nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su
naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel”)
(Psal. 103, 1, 15). Con todo su ser, los ángeles son servidores y mensajeros de Dios. Porque
contemplan “constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos” (Mt 18, 10), son
“agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra” (Sal 103, 20).

330 En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas
personales (cf Pío XII: DS 3891) e inmortales (cf Lc 20, 36). Superan en perfección a todas las
criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello (cf Dn 10, 9-12).

Su íntima relación con el misterio de Cristo

Cristo “con todos sus ángeles”

331 Cristo es el centro del mundo de los ángeles. Los ángeles le pertenecen: “Cuando el Hijo
del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles...” (Mt 25, 31). Le pertenecen
porque fueron creados por y para E1: “Porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos
y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las
Potestades: todo fue creado por él y para él” (Col 1, 16). Le pertenecen más aún porque los ha
hecho mensajeros de su designio de salvación: “¿Es que no son todos ellos espíritus servidores
con la misión de asistir a los que han de heredar la salvación?” (Hb 1, 14).

332 Desde la creación (cf Jb 38, 7, donde los ángeles son llamados “hijos de Dios”) y a lo largo
de toda la historia de la salvación, los encontramos, anunciando de lejos o de cerca, esa
salvación y sirviendo al designio divino de su realización: cierran el paraíso terrenal (cf Gn 3,
24), protegen a Lot (cf Gn 19), salvan a Agar y a su hijo (cf Gn 21, 17), detienen la mano de
Abraham (cf Gn 22, 11), la ley es comunicada por su ministerio (cf Hch 7,53), conducen el
pueblo de Dios (cf Ex 23, 20-23), anuncian nacimientos (cf Jc 13) y vocaciones (cf Jc 6, 11-24;
Is 6, 6), asisten a los profetas (cf 1 R 19, 5), por no citar más que algunos ejemplos. Finalmente,
el ángel Gabriel anuncia el nacimiento del Precursor y el de Jesús (cf Lc 1, 11.26).

333 De la Encarnación a la Ascensión, la vida del Verbo encarnado está rodeada de la adoración
y del servicio de los ángeles. Cuando Dios introduce “a su Primogénito en el mundo, dice:
'adórenle todos los ángeles de Dios”' (Hb 1, 6). Su cántico de alabanza en el nacimiento de
Cristo no ha cesado de resonar en la alabanza de la Iglesia: “Gloria a Dios...” (Lc 2, 14).
Protegen la infancia de Jesús (cf Mt 1, 20; 2, 13.19), sirven a Jesús en el desierto (cf Mc 1, 12;
Mt 4, 11), lo reconfortan en la agonía (cf Lc 22, 43), cuando E1 habría podido ser salvado por
ellos de la mano de sus enemigos (cf Mt 26, 53) como en otro tiempo Israel (cf 2 M 10, 29-30;
11,8). Son también los ángeles quienes “evangelizan” (Lc 2, 10) anunciando la Buena Nueva de
la Encarnación (cf Lc 2, 8-14), y de la Resurrección (cf Mc 16, 5-7) de Cristo. Con ocasión de
la segunda venida de Cristo, anunciada por los ángeles (cf Hb 1, 10-11), éstos estarán presentes
al servicio del juicio del Señor (cf Mt 13, 41; 25, 31 ; Lc 12, 8-9).

Su asistencia a la Iglesia

Los ángeles en la vida de la Iglesia


334 De aquí que toda la vida de la Iglesia se beneficie de la ayuda misteriosa y poderosa de los
ángeles (cf Hch 5, 18-20; 8, 26-29; 10, 3-8; 12, 6-11; 27, 23-25).

335 En su liturgia, la Iglesia se une a los ángeles para adorar al Dios tres veces santo (cf MR,
“Sanctus”); invoca su asistencia (así en el “In Paradisum deducant te angeli...” (“Al Paraíso te
lleven los ángeles...”) de la liturgia de difuntos, o también en el “Himno querubínico” de la
liturgia bizantina) y celebra más particularmente la memoria de ciertos ángeles (S. Miguel, S.
Gabriel, S. Rafael, los ángeles custodios).

336 Desde su comienzo (cf Mt 18, 10) a la muerte (cf Lc 16, 22), la vida humana está rodeada
de su custodia (cf Sal 34, 8; 91, 1013) y de su intercesión (cf Jb 33, 23-24; Za 1,12; Tb 12, 12).
“Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida” (S.
Basilio, Eun. 3, 1). Desde esta tierra, la vida cristiana participa, por la fe, en la sociedad
bienaventurada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios.

Y por último su caída

II LA CAIDA DE LOS ANGELES

391 Tras la elección desobediente de nuestros primeros padres se halla una voz seductora,
opuesta a Dios (cf. Gn 3,1-5) que, por envidia, los hace caer en la muerte (cf. Sb 2,24). La
Escritura y la Tradición de la Iglesia ven en este ser un ángel caído, llamado Satán o diablo (cf.
Jn 8,44; Ap 12,9). La Iglesia enseña que primero fue un ángel bueno, creado por Dios.
“Diabolus enim et alii daemones a Deo quidem natura creati sunt boni, sed ipsi per se facti
sunt mali” (“El diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con una naturaleza buena,
pero ellos se hicieron a sí mismos malos”) (Cc. de Letrán IV, año 1215: DS 800).

392 La Escritura habla de un pecado de estos ángeles (2 P 2,4). Esta “caída” consiste en la
elección libre de estos espíritus creados que rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y su
Reino. Encontramos un reflejo de esta rebelión en las palabras del tentador a nuestros primeros
padres: “Seréis como dioses” (Gn 3,5). El diablo es “pecador desde el principio” (1 Jn 3,8),
“padre de la mentira” (Jn 8,44).

393 Es el carácter irrevocable de su elección, y no un defecto de la infinita misericordia


divina lo que hace que el pecado de los ángeles no pueda ser perdonado. “No hay
arrepentimiento para ellos después de la caída, como no hay arrepentimiento para los hombres
después de la muerte” (S. Juan Damasceno, f.o. 2,4: PG 94, 877C).

394 La Escritura atestigua la influencia nefasta de aquel a quien Jesús llama “homicida
desde el principio” (Jn 8,44) y que incluso intentó apartarlo de la misión recibida del Padre (cf.
Mt 4,1-11). “El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo” (1 Jn 3,8). La más
grave en consecuencias de estas obras ha sido la seducción mentirosa que ha inducido al
hombre a desobedecer a Dios.

395 Sin embargo, el poder de Satán no es infinito. No es más que una criatura, poderosa
por el hecho de ser espíritu puro, pero siempre criatura: no puede impedir la edificación del
Reino de Dios. Aunque Satán actúe en el mundo por odio contra Dios y su Reino en Jesucristo,
y aunque su acción cause graves daños – de naturaleza espiritual e indirectamente incluso de
naturaleza física – en cada hombre y en la sociedad, esta acción es permitida por la divina
providencia que con fuerza y dulzura dirige la historia del hombre y del mundo. El que Dios
permita la actividad diabólica es un gran misterio, pero “nosotros sabemos que en todas las
cosas interviene Dios para bien de los que le aman” (Rm 8,28)

2. EN LA SAGRADA ESCRITURA

Para desarrollar la temática de los ángeles en la Sagrada Escritura, es útil tener en cuenta las
advertencias que M. Flick y Z. Alszeghy nos apuntaban en su libro: Los comienzos de la salvación:
Con mucha frecuencia se cree asegurado el fundamento bíblico para la doctrina acerca de los
ángeles, acumulando simplemente textos del Antiguo y del Nuevo Testamento, en que se
describen apariciones angélicas o se habla en general de las acciones de los ángeles respecto a
nuestro mundo.
Pero el verdadero problema radica en la valoración de esos textos.
Quien admite la doctrina católica de la inspiración, cree que los libros sagrados tienen a Dios
por autor y que, por tanto, «todo lo que el hagiógrafo afirma, enuncia e insinúa debe tenerse
como afirmado, enunciado e insinuado por el Espíritu Santo» (DS 2.180). No resulta fácil, sin
embargo, determinar hasta qué punto el autor sagrado intenta realmente enseñar alguna cosa
acerca de la existencia y de la actividad de los ángeles en cada uno de los textos. Se debe tener
en consideración el género literario empleado por los diversos autores (histórico-popular,
didáctico, poético, apocalíptico, etc.); determinar si se trata tan sólo de alusiones a creencias
populares, en favor de las cuales el hagiógrafo no compromete su testimonio; situar las
afirmaciones bíblicas sobre los ángeles en el contexto de la revelación progresiva. Únicamente
así resultará posible presentar de modo convincente que la enseñanza de la Iglesia en relación
con la existencia de ángeles buenos y malos se funda verdaderamente en la Sagrada Escritura. 1

En este sentido hay que tener en cuenta, como criterio interpretativo, lo indicado de Mons.
Ricardo Ferrara acerca de la progresiva revelación de la unicidad de Dios en la Sagrada Escritura,
que está íntimamente relacionado con la temática de los dioses, los ángeles y de los demonios.

El monoteísmo profético, o monoteísmo en sentido estricto, implica no sólo la explícita


afirmación del Dios único y su culto, sino una crítica de los dioses del politeísmo que llega a su
negación expresa. Así entendido, no es un fenómeno originario sino revolucionario: no debe ser
confundido con la primitiva creencia en los seres supremos ni con la monolatría (monoteísmo
práctico) de la religión patriarcal y mosaica. Aun cuando hunda sus raíces en aquellas dos
configuraciones, presenta su perfil original en los profetas de Israel y en la religiosidad que
proviene de ellos (judaísmo, cristianismo, islamismo).
En los predecesores del profetismo, más allá de vestigios politeístas (Jos 24, 2), hay rasgos que
encaminan al monoteísmo: la singularidad de Él, Dios de los padres, creador de cielo y tierra,
que interviene en la historia sin estar ligado a un santuario, como los Elohim locales; la
singularidad de Yahvé, el Dios celoso que no admite el culto a otro dios (Ex 20, 3; 34, 14). Pero
aquí la vigencia de Yahvé parece limitarse al reino de Israel y Judá: David teme el exilio que lo
obligaría a servir a dioses extranjeros (1 Sam 26, 19), Naamán se lleva tierra de Canaán para dar
culto a Yahvé en Siria (2 Re 5, 17).
El monoteísmo sólo se tornará explícito cuando estas dudas acerca de las dimensiones del
dominio de Yahvé alcancen su punto crítico con la destrucción del reino de Israel y de Judá: su
fracaso cuestionaba la fe en Yahvé como Señor que gobierna la historia. Mientras el pueblo
infiere que son los dioses de los asirios los que han prevalecido sobre Yahvé, los profetas
interpretan el fin de ambos reinos como castigo infligido por Yahvé al pueblo infiel a la alianza.
Ya antes del exilio ellos afirman que Yahvé es juez universal que castiga los pecados tanto de
Judá e Israel como de Damasco, Gaza y Tiro (cf. Am 1-2) y que el Señor que dirige la historia
es Yahvé, no los impotentes dioses extranjeros, meros ídolos fabricados por el hombre (Jer 10,
3s). Por el contrario, Yahvé maneja a su antojo al asirio, usándolo como vara y bastón de su
castigo (Is 10, 5s). Luego el monoteísmo profético reposa originariamente en la fe en Yahvé
como Señor de la historia y Juez universal. Pero en el exilio, el Deutero-Isaías consolida este
monoteísmo sumándole la fe en Yahvé como creador del mundo:

Pues así dice Yahvé, creador de los cielos, él que es Dios, plasmador de la tierra y su hacedor,
él, que... no la creó caótica, sino que la plasmó para ser habitada: «Yo soy Yahvé, no existe
ningún otro»... No saben nada los que llevan sus ídolos de madera, los que suplican a un dios
que no puede salvar. Exponed vuestras pruebas, deliberad todos juntos: «¿Quién hizo oír esto
desde antiguo y lo anunció hace tiempo? ¿No he sido yo, Yahvé? Fuera de mí no hay otro dios.
Dios justo y salvador. Volveos a mí y seréis salvados confines todos de la tierra, porque yo soy
Dios, no existe ningún otro» Is 45, 18-22; cf. Is 44, 24.27).

Tanto por este exclusivismo que niega lisa y llanamente la existencia y eficacia de los dioses
paganos como por el inclusivismo que los reinterpreta y convierte en meras creaturas –sea en
ángeles de las naciones (Dt 4, 19)27, sea en demonios (Bar 4, 7)–, este monoteísmo con-

1
M. Flick - Z. Alszeghy, Los comienzos de la salvación, Sigueme, Salamanca 1965, pág. 563-564.
solidado en la reforma deuteronómica y en el profetismo postexílico pasará a ser el dato
indiscutido que acompaña la oración cotidiana del israelita: «El Señor nuestro Dios es el único
Señor» (Dt 6, 4). Pero con esto apenas hemos señalado la etapa decisiva del monoteísmo
bíblico, una etapa cuya culminación se halla en el monoteísmo trinitario cristiano. 2
Siguiendo a Johann Auer, en su libro: El mundo creación de Dios,3 podemos decir que lo
primero que aparece en toda la Sagrada Escritura es el nombre para designar a los ángeles: malak
Yahvé = mensajero de Dios, donde lo importante no es el nombre propio del ángel o su
personalidad, sino su estar en función del que le envía, su absoluta relación con Dios, del cual es
instrumento. En este sentido los ángeles son enviados benéficos de Dios que acuden en ayuda de los
hombres (I Sam 29,9: Respondió Aquis a David: «Lo sé. Me eres grato como un ángel de Dios):

II Sam 19, 5-8: 5 Se recostó y quedó dormido bajo una retama, pero un ángel le tocó y le dijo:
«Levántate y come.» 6 Miró y a su cabecera había una torta cocida sobre piedras calientes y un
jarro de agua. Comió y bebió y se volvió a recostar. 7 El ángel de Yahvé volvió segunda vez, lo
tocó y le dijo: «Levántate y come, pues el camino ante ti es muy largo.» 8 Se levantó, comió y
bebió, y con la fuerza de aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el monte
de Dios, el Horeb.

II Re 19,35: Aquella misma noche el Ángel de Yahvé avanzó y golpeó en el campamento asirio
a ciento ochenta y cinco mil hombres; al amanecer eran todos cadáveres.

Ex 23, 20-24: 20 Yo voy a enviar un ángel delante de ti, para que te guarde en el camino y te
conduzca al lugar que te he preparado.21 Hazle caso y obedécele; no te rebeles contra él, pues
actúa en mi Nombre y no perdonará vuestras transgresiones. 22 Si le obedeces fielmente y
haces todo lo que yo diga, tus enemigos serán mis enemigos y tus adversarios mis
adversarios.23 Mi ángel caminará delante de ti y te introducirá en el país de los amorreos, de los
hititas, de los perizitas, de los cananeos, de los jivitas y de los jebuseos; y yo los exterminaré.
24 No te postrarás ante sus dioses, ni les darás culto; no imitarás su conducta.

Tb 12, 6-21: 6 Entonces Rafael llevó aparte a los dos y les dijo: «Bendecid a Dios y proclamad
ante todos los vivientes los bienes que os ha concedido, para bendecir y cantar su Nombre.
Manifestad a todos los hombres las acciones de Dios, dignas de honra, y no seáis remisos en
confesarle. 7 Bueno es mantener oculto el secreto del rey y también es bueno proclamar y
publicar las obras gloriosas de Dios. Practicad el bien y no tropezaréis con el mal.
8 «Buena es la oración con ayuno; y mejor es la limosna con justicia que la riqueza con
iniquidad. Mejor es hacer limosna que atesorar oro. 9 La limosna libra de la muerte y purifica
de todo pecado. Los limosneros tendrán larga vida.10 Los pecadores e inicuos son enemigos de
su propia vida.
11 «Os voy a decir toda la verdad, sin ocultaros nada. Ya os he manifestado que es bueno
mantener oculto el secreto del rey y que también es bueno publicar las obras gloriosas de Dios.
12 Cuando tú y Sara hacíais oración, era yo el que presentaba y leía ante la Gloria del Señor el
memorial de vuestras peticiones. Y lo mismo hacía cuando enterrabas a los muertos. 13 Cuando
te levantabas de la mesa sin tardanza, dejando la comida, para esconder un cadáver, era yo
enviado para someterte a prueba. 14 También ahora me ha enviado Dios para curarte a ti y a tu
nuera Sara. 15 Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están siempre presentes y tienen
entrada a la Gloria del Señor.»
16 Se turbaron ambos y cayeron sobre sus rostros, llenos de terror. 17 Él les dijo: «No temáis.
La paz sea con vosotros. Bendecid a Dios por siempre. 18 Si he estado con vosotros no ha sido
por pura benevolencia mía hacia vosotros, sino por voluntad de Dios. A él debéis bendecir por
todos los días, a él debéis cantar. 19 Os ha parecido que yo comía, pero sólo era apariencia. 20
Y ahora bendecid al Señor sobre la tierra y confesad a Dios. Mirad, yo subo al que me ha
enviado. Poned por escrito todo cuanto os ha sucedido.» Y se elevó. 21 Ellos se levantaron pero
ya no lo vieron más. Alabaron a Dios y entonaron himnos, dándole gracias por aquella gran
maravilla, pues se les había aparecido un ángel de Dios.

2
Ricardo Ferrara, El misterio de Dios. Correspondencias y paradojas, Sígueme, Salamanca 2005, pág. 48-50.
3
Johann Auer, El mundo creación de Dios, Herder, Barcelona 1979.
El título de “ángel de Dios” que la Vulgata no traduce literalmente “nuntius Dei” sino usa el
grecismo “angelus Dei”, en algunos textos tiene la característica de que primero actúa el ángel e
inmediatamente el mismo Yahvéh. Por ejemplo:

Gn 16, 7-14: 7 La encontró el Ángel de Yahvé junto a una fuente que manaba en el desierto -la
fuente que hay en el camino de Sur- 8 y dijo: «Agar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y a
dónde vas?» Contestó ella: «Voy huyendo de mi señora Saray.» 9 «Vuelve a tu señora, le dijo el
Ángel de Yahvé, y sométete a ella.» 10 Y dijo el Ángel de Yahvé: «Multiplicaré de tal modo tu
descendencia, que por su gran multitud no podrá contarse.» 11 Añadió el Ángel de Yahvé:
Sábete que has concebido y que darás a luz un hijo, al que llamarás Ismael, porque Yahvé ha
oído tu aflicción.

13 Dio Agar a Yahvé, que le había hablado, el nombre de «Tú eres El Roí», pues dijo: «¿Si será
que he llegado a ver aquí las espaldas de aquel que me ve?» 14 Por eso se llamó aquel pozo
«Pozo de Lajay Roí». Está entre Cades y Béred.

Gn 22, 1-3, 9-18: 1 Después de estas cosas, Dios tentó a Abrahán. Le dijo: «¡Abrahán,
Abrahán!» Él respondió: «Aquí estoy.» 2 Después añadió: «Toma a tu hijo, a tu único, al que
amas, a Isaac, vete al país de Moria y ofrécelo allí en holocausto en uno de los montes, el que
yo te diga.» 3 Abrahán se levantó de madrugada, aparejó su asno y tomó consigo a dos mozos y
a su hijo Isaac…
9 Llegados al lugar que le había dicho Dios, construyó allí Abrahán el altar y dispuso la leña;
luego ató a Isaac, su hijo, y lo puso sobre el ara, encima de la leña. 10 Alargó Abrahán la mano
y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo.
11 Entonces le llamó el Ángel de Yahvé desde el cielo diciendo: «¡Abrahán, Abrahán!» Él dijo:
«Aquí estoy.» 12 Continuó el Ángel: «No alargues tu mano contra el niño, ni le hagas nada, que
ahora ya sé que eres temeroso de Dios, ya que no me has negado tu hijo, tu único.»
13 Alzó Abrahán la vista y vio un carnero trabado en un zarzal por los cuernos. Fue Abrahán,
tomó el carnero y lo sacrificó en holocausto en lugar de su hijo.14 Abrahán llamó a aquel lugar
«Yahvé provee», de donde se dice hoy en día: «En el monte `Yahvé se aparece'.»
15 El Ángel de Yahvé llamó a Abrahán por segunda vez desde el cielo 16 y le dijo: «Por mí
mismo juro, oráculo de Yahvé, que por haber hecho esto, por no haberme negado tu hijo, tu
único, 17 yo te colmaré de bendiciones y acrecentaré muchísimo tu descendencia como las
estrellas del cielo y como las arenas de la playa, y se adueñará tu descendencia de la puerta de
sus enemigos. 18 Por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, en pago de
haber obedecido tú mi voz.»

La exégesis actual para explicar este fenómeno literario considera que en estos textos hay
interpolaciones de figuras angélicas en antiguos textos de apariciones de Dios, para salvaguardar la
trascendencia de Dios.

También en numerosos textos tardíos a los ángeles se los llama hijos de Dios:

Job 1, 6: Un día en que los hijos de Dios fueron a presentarse ante Yahvé, apareció también
entre ellos el Satán.

Sal 29 (28) ¡Rendid a Yahvé, hijos de Dios, rendid a Yahvé gloria y poder! 2 Rendid a Yahvé la
gloria de su nombre, postraos ante Yahvé en el atrio sagrado.

Dt 32, 43: ¡Cielos, exultad con él, y adórenle los hijos de Dios! ¡Aclamadlo, naciones, con su
pueblo, y todos los mensajeros de Dios narren su fuerza!

Asimismo son llamados santos:

Job 15, 14-15: 14 ¿Qué es el hombre para creerse puro, para creerse inocente el nacido de
mujer? 15 Si ni siquiera confía en sus Santos, ni los cielos le parecen puros,

Dn 4, 10-11: 10 Mientras contemplaba en el lecho las visiones de mi cabeza, un vigilante santo


bajó del cielo 11 y gritó con voz potente: `Abatid el árbol, cortad sus ramas, arrancad sus hojas,
tirad sus frutos; que huyan las bestias de su sombra, y los pájaros de sus ramas.

Zac 14, 5: Y huiréis al valle de mis montes, porque el valle de los montes llegará hasta Yasol;
huiréis como cuando el terremoto en tiempos de Ozías, rey de Judá. Y vendrá Yahvé mi Dios y
todos los consagrados con él.

Eclo 42, 17: Ni siquiera los santos del Señor son capaces de contar todas sus maravillas, que el
Señor omnipotente ha establecido firmemente, para que el universo subsista en su gloria.
Desde el punto de vista histórico, debemos considerar dos momentos sobre la concepción de
los ángeles:

(a) Antes del destierro de Babilonia, encontramos tres etapas que responden a determinadas
situaciones históricas: en el periodo anterior de la monarquía, en la época del Templo y en el Siglo
VII a. C.

En el periodo anterior a la monarquía, se remarca el aspecto bélico de la acción de Dios,


donde Yahvé aparece rodeado de los ángeles como escuadrones y batallones de espíritus a su
mando: elohim sebaoth “El Señor de los ejércitos”.

Sal 103 (102)


19 Yahvé asentó su trono en el cielo,
su soberanía gobierna todo el universo.
20 Bendecid a Yahvé, ángeles suyos,
héroes potentes que cumplís sus órdenes
en cuanto oís la voz de su palabra.
21 Bendecid a Yahvé, todas sus huestes,
servidores suyos que hacéis su voluntad.
22 Bendecid a Yahvé, todas sus obras,
en todos los lugares de su imperio.
¡Bendice, alma mía, a Yahvé!

I Re 19, 9-18: 9 Allí se introdujo en la cueva, y pasó en ella la noche. Le llegó la palabra de
Yahvé, diciendo: «¿Qué haces aquí, Elías?» 10 Él dijo: «Ardo en celo por Yahvé, Dios Sebaot,
porque los israelitas han abandonado tu alianza, han derribado tus altares y han pasado a espada
a tus profetas; quedo yo solo y buscan mi vida para quitármela.» 11 Le dijo: «Sal y permanece
de pie en el monte ante Yahvé.» Entonces Yahvé pasó y hubo un huracán tan violento que
hendía las montañas y quebraba las rocas ante Yahvé; pero en el huracán no estaba Yahvé.
Después del huracán, un terremoto; pero en el terremoto no estaba Yahvé. 12 Después del
terremoto, fuego, pero en el fuego no estaba Yahvé. Después del fuego, el susurro de una brisa
suave. 13 Al oírlo Elías, enfundó su rostro con el manto, salió y se mantuvo en pie a la entrada
de la cueva. Le llegó una voz que le dijo: «¿Qué haces aquí, Elías?» 14 Él respondió: «Ardo en
celo por Yahvé, Dios Sebaot, porque los israelitas han abandonado tu alianza, han derribado tus
altares y han pasado a espada a tus profetas; quedo yo solo y buscan mi vida para quitármela.»
15 Yahvé le dijo: «Vuelve a tu camino en dirección al desierto de Damasco. Cuando llegues,
unge rey de Aram a Jazael, 16 rey de Israel a Jehú, hijo de Nimsí, y profeta sucesor tuyo a
Eliseo, hijo de Safat, de Abel Mejolá. 17 Al que escape a la espada de Jazael lo matará Jehú, y
al que escape a la espada de Jehú lo matará Eliseo. 18 Dejaré un resto de siete mil en Israel:
todas las rodillas que no se doblaron ante Baal, y todas las bocas que no le besaron.»

En la época del Templo de Jerusalén, se remarca el culto celestial a Dios que ejercen los
ángeles en su presencia.

I Sam 4, 4: El pueblo envió a Siló y sacaron de allí el arca de Yahvé Sebaot que está sobre los
querubines; estaban allí, con el arca de la alianza de Dios, los dos hijos de Elí, Jofní y Pinjás.

II Sam 6, 1-2: 1 Reunió de nuevo David a todo lo mejor de Israel, treinta mil hombres.2 Se
levantó David y partió con todo el pueblo que estaba con él a Baalá de Judá para subir desde allí
el arca de Dios sobre la que se invoca un nombre, el nombre de Yahvé Sebaot que se sienta
sobre los querubines.
I Re 6, 23-27: 23 Hizo en el santuario dos querubines de madera de acebuche de diez codos de
altura. 24 Un ala de un querubín medía cinco codos y cinco codos también la otra ala: diez
codos desde la punta de un ala hasta la punta de la otra. 25 El segundo querubín medía también
diez codos. Los dos querubines tenían las mismas medidas y la misma forma. 26 La altura de un
querubín era de diez codos; igualmente el segundo querubín. 27 Colocó los querubines en
medio del recinto interior. Los querubines tenían las alas desplegadas. Cada uno tocaba un muro
con un ala y en el centro del templo se tocaban uno al otro, ala con ala.
Is 6, 1-3: 1 El año de la muerte del rey Ozías vi al Señor sentado en un trono excelso y elevado,
y sus haldas llenaban el templo. 2 Unos serafines se mantenían erguidos por encima de él; cada
uno tenía seis alas: con un par se cubrían la faz, con otro par se cubrían los pies, y con el otro
par aleteaban.
3 Y se gritaban el uno al otro:
«Santo, santo, santo, Yahvé Sebaot: llena está toda la tierra de su gloria»

En el siglo VII a.C. se remarca el carácter de Creador de Dios y la subordinación de todas


las criaturas a Él, en especial de los ángeles que deben alabarlo y bendecirlo con toda la creación

Sal 148, 1-2:


1 ¡Aleluya!
¡Alabad a Yahvé desde el cielo,
alabadlo en las alturas,
2 alabadlo, todos sus ángeles,
todas sus huestes, alabadlo!

Dn 3, 52-58: 52
«Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres,
alabado y ensalzado por los siglos.
Bendito sea tu nombre, santo y famoso,
aclamado y ensalzado por los siglos.
53 Bendito seas en el templo de tu santa gloria,
aclamado y glorioso por los siglos.
54 Bendito seas en tu trono real,
aclamado y ensalzado por los siglos.
55 Bendito tú, que sondeas los abismos sentado sobre querubines,
alabado y ensalzado por los siglos.
56 Bendito seas en el firmamento celeste,
alabado y glorificado por los siglos.
57 Todas las obras del Señor, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
58 Ángeles del Señor, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(b) Durante el destierro en Babilonia hasta Cristo encontramos tres elementos que influyen en la
concepción sobre los ángeles: el monoteísmo, la apocalíptica y la helenización. El monoteísmo con
matiz nacionalista busca poner a todos los pueblos bajo el yugo de Israel y su religión, en la
apocalíptica Dios puede intervenir en cualquier momento de la historia y en el proceso de
helenización se introduce la concepción de ángeles malos, subordinados al poder de Dios, con una
importancia hasta entonces desconocida. Los ángeles aparecen con sus nombres propios:

Gabriel

Dn 10, 15-26: 15 Mientras yo, Daniel, contemplaba la visión e intentaba comprenderla, vi de


pronto delante de mí a alguien con aspecto humano, 16 y oí una voz humana junto al río Ulay,
que gritaba: «Gabriel, explícale a éste la visión.» 17 Él se acercó a donde yo estaba y, cuando
llegó, caí de bruces asustado. Me dijo: «Hombre, debes comprender que la visión se refiere al
tiempo final.» 18 Mientras me hablaba, yo estaba aletargado, rostro en tierra. Él me tocó y me
hizo incorporarme. 19 Después me dijo: «Mira, voy a manifestarte lo que ocurrirá al final de la
cólera, porque el fin está fijado. 20 El carnero con dos cuernos que has visto representa a los
reyes de Media y Persia. 21 El macho cabrío representa al rey de Grecia, y el cuerno grande
entre sus ojos es el primer rey. 22 Los cuatro cuernos que despuntaron en lugar del que se
rompió representan a cuatro reinos salidos de su nación, aunque menos poderosos. 23 «Y al
final de sus reinados repletos de crímenes, surgirá un rey insolente y embaucador. 24
Aumentará su poder, será un destructor portentoso y triunfará en sus empresas; destruirá a
poderosos y al pueblo de los santos. 25 Con su astucia hará triunfar la traición en sus obras, se
envalentonará y con frialdad aniquilará a multitudes. Se sublevará contra el Príncipe de los
príncipes, pero será destrozado sin intervención humana. 26 La visión referida de las tardes y
mañanas es verídica; mantenla en secreto, porque va para largo.»

Miguel

Dn 12, 1: «En aquel tiempo surgirá Miguel, el gran Príncipe que se ocupa de tu pueblo. Serán
tiempos difíciles como no los habrá habido desde que existen las naciones hasta ese momento.
Entonces se salvará tu pueblo, todos los inscritos en el libro.

Rafael

Tb 12, 6-21: 6 Entonces Rafael llevó aparte a los dos y les dijo: «Bendecid a Dios y proclamad
ante todos los vivientes los bienes que os ha concedido, para bendecir y cantar su Nombre.
Manifestad a todos los hombres las acciones de Dios, dignas de honra, y no seáis remisos en
confesarle. 7 Bueno es mantener oculto el secreto del rey y también es bueno proclamar y
publicar las obras gloriosas de Dios. Practicad el bien y no tropezaréis con el mal.
8 «Buena es la oración con ayuno; y mejor es la limosna con justicia que la riqueza con
iniquidad. Mejor es hacer limosna que atesorar oro. 9 La limosna libra de la muerte y purifica
de todo pecado. Los limosneros tendrán larga vida.10 Los pecadores e inicuos son enemigos de
su propia vida.
11 «Os voy a decir toda la verdad, sin ocultaros nada. Ya os he manifestado que es bueno
mantener oculto el secreto del rey y que también es bueno publicar las obras gloriosas de Dios.
12 Cuando tú y Sara hacíais oración, era yo el que presentaba y leía ante la Gloria del Señor el
memorial de vuestras peticiones. Y lo mismo hacía cuando enterrabas a los muertos. 13 Cuando
te levantabas de la mesa sin tardanza, dejando la comida, para esconder un cadáver, era yo
enviado para someterte a prueba. 14 También ahora me ha enviado Dios para curarte a ti y a tu
nuera Sara. 15 Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están siempre presentes y tienen
entrada a la Gloria del Señor.»
16 Se turbaron ambos y cayeron sobre sus rostros, llenos de terror. 17 Él les dijo: «No temáis.
La paz sea con vosotros. Bendecid a Dios por siempre. 18 Si he estado con vosotros no ha sido
por pura benevolencia mía hacia vosotros, sino por voluntad de Dios. A él debéis bendecir por
todos los días, a él debéis cantar. 19 Os ha parecido que yo comía, pero sólo era apariencia. 20
Y ahora bendecid al Señor sobre la tierra y confesad a Dios. Mirad, yo subo al que me ha
enviado. Poned por escrito todo cuanto os ha sucedido.» Y se elevó. 21 Ellos se levantaron pero
ya no lo vieron más. Alabaron a Dios y entonaron himnos, dándole gracias por aquella gran
maravilla, pues se les había aparecido un ángel de Dios.

Junto a la literatura canónica, aparece un conjunto abundante de literatura extra-canónica


(Henoc, Jubileos, Testamento de los 12 Patriarcas, etc.) donde la acción de los ángeles de desarrolla
gran con profusión.

En el Nuevo Testamento encontramos los relatos de los ángeles en diversos momentos de la vida de
Jesús.

En los relatos de la infancia encontramos dos tradiciones, la de Mateo que escribió para las
comunidades cristianas de Palestina convertidos del judaísmo; donde se busca mostrar como Jesús
cumple con todas las profecías del Antiguo Testamento. En este sentido, se presenta el relato de la
vocación de San José, a quién se le aparece el Ángel del Señor como a los antiguos Patriarcas.

Mt 1, 20-25: 20 Así lo tenía planeado, cuando el ángel del Señor se le apareció en sueños y le
dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en
ella es del Espíritu Santo.21 Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él
salvará a su pueblo de sus pecados.» 22 Todo esto sucedió para que se cumpliese lo dicho por el
Señor por medio del profeta:
23 Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo,
y le pondrán por nombre Emmanuel,
que traducido significa: «Dios con nosotros». 24 Despertado José del sueño, hizo como el ángel
del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer.25 Y no la conocía hasta que ella dio a
luz un hijo, y le puso por nombre Jesús.

En cambio, San Lucas que escribe para los cristianos de origen pagano, presenta la
anunciación del Ángel Gabriel a la Virgen María.

Lc 1, 26-38: 26 Al sexto mes envió Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada
Nazaret, 27 a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el
nombre de la virgen era María. 28 Y, entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está
contigo.» 29 Ella se conturbó por estas palabras y se preguntaba qué significaría aquel saludo.
30 El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; 31 vas a
concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. 32 Él será
grande, se le llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; 33
reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.» 34 María respondió al
ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» 35 El ángel le respondió: «El Espíritu
Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de
nacer será santo y se le llamará Hijo de Dios. 36 Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido
un hijo en su vejez y este es ya el sexto mes de la que se decía que era estéril, 37 porque no hay
nada imposible para Dios.» 38 Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según
tu palabra.» Y el ángel, dejándola, se fue.

También hay otras apariciones, por ejemplo de los ángeles a los pastores y a Zacarías.

Lc 2, 8-15: 8 Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por
turno durante la noche su rebaño.9 Se les presentó el ángel del Señor, la gloria del Señor los
envolvió en su luz y se llenaron de temor. 10 El ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una
gran alegría, que lo será para todo el pueblo: 11 os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un
salvador, que es el Cristo Señor; 12 y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en
pañales y acostado en un pesebre.» 13 Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del
ejército celestial que alababa a Dios diciendo:
14 «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.»
15 Cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros:
«Vamos a Belén a ver lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado.»

En la predicación de Jesús

Lc 15, 10: Pues os digo que, del mismo modo, hay alegría entre los ángeles de Dios por un solo
pecador que se convierta.»

Mt 18, 10: «Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus
ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos.

Lc 16, 22: Sucedió, pues, que murió el pobre y los ángeles le llevaron al seno de Abrahán.
Murió también el rico y fue sepultado.

Mc 12, 25: Pues cuando resuciten de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido,
sino que serán como ángeles en los cielos.

Mt 26, 53: ¿O piensas que no puedo yo rogar a mi Padre, que pondría al punto a mi disposición
más de doce legiones de ángeles?

Jn 1, 51: Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de
Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»
Mc 13, 26-27: 26 Y entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y
gloria; 27 entonces enviará a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde el
extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.

En las tentaciones, en la pasión, en la resurrección y en la ascensión de Jesús

Mc 1, 12: A continuación, el Espíritu le empuja al desierto, 13 y permaneció en el desierto


cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Estaba entre los animales del campo y los ángeles le
servían.

Lc 22, 41-43: 41 Se apartó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba 42
diciendo: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.»
43 Entonces se le apareció un ángel venido del cielo que le confortaba.

4 No sabían qué pensar de esto, cuando se presentaron ante ellas dos hombres con vestidos
resplandecientes. 5 Asustadas, inclinaron el rostro a tierra, pero les dijeron: «¿Por qué buscáis
entre los muertos al que está vivo? 6 No está aquí, ha resucitado.

Hch 1, 9: Y dicho esto, fue levantado en presencia de ellos, y una nube le ocultó a sus ojos. 10
Como ellos estuvieran mirando fijamente al cielo mientras él se iba, se les presentaron de
pronto dos hombres vestidos de blanco 11 que les dijeron: «Galileos, ¿por qué permanecéis
mirando al cielo? Este Jesús, que de entre vosotros ha sido llevado al cielo, volverá así tal como
le habéis visto marchar al cielo».

También en la vida de la Iglesia naciente

Hch 5, 17-21: 17 Entonces intervino el sumo sacerdote y todos los suyos, los de la secta de los
saduceos; y llenos de envidia, 18 echaron mano a los apóstoles y los metieron en prisión
públicamente. 19 Pero el ángel del Señor, por la noche, abrió las puertas de la cárcel, los sacó y
les dijo: 20 «Id, presentaos en el Templo y comunicad al pueblo todo lo referente a esta Vida.»
21 Obedecieron, y al amanecer entraron en el Templo y se pusieron a enseñar.

Hch 12, 1-11: 1 Por aquel tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la Iglesia para
maltratarlos. 2 Hizo morir por la espada a Santiago, el hermano de Juan.3 Al ver que esto les
gustaba a los judíos, se atrevió a prender también a Pedro. Eran los días de los Ázimos. 4 Le
apresó, pues, le metió en la cárcel y le confió a cuatro escuadras de cuatro soldados para que le
custodiasen, con la intención de presentarle ante el pueblo después de la Pascua. 5 Así pues,
Pedro estaba custodiado en la cárcel, mientras la iglesia oraba insistentemente por él a Dios.
6 Cuando ya Herodes le iba a presentar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos
soldados, atado con dos cadenas; también unos centinelas ante la puerta custodiaban la cárcel. 7
De pronto se presentó el ángel del Señor y la celda se llenó de luz. El ángel golpeó a Pedro en el
costado, le despertó y le dijo: «Levántate aprisa.» Y cayeron las cadenas de sus manos. 8 Le
dijo el ángel: «Cíñete y cálzate las sandalias.» Así lo hizo. Añadió: «Ponte el manto y sígueme.»
9 Salió y se disponía a seguirle. No acababa de darse cuenta de que era real cuanto hacía el
ángel, sino que se figuraba ver una visión. 10 Habiendo atravesado la primera y la segunda
guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad. Ésta se les abrió por sí misma.
Salieron y recorrieron una calle. Y de pronto el ángel se apartó de él. 11 Pedro volvió en sí y
dijo: «Ahora me doy cuenta realmente de que el Señor ha enviado su ángel y me ha librado de
las manos de Herodes y de todo lo que esperaba el pueblo de los judíos.»

26 Un ángel del Señor habló así a Felipe: «Levántate y marcha hacia el sur por el camino que
baja de Jerusalén a Gaza. Es desierto.» 27 Se levantó y partió. Y he aquí que un etíope eunuco,
alto funcionario de Candace, reina de los etíopes, que estaba a cargo de todos sus tesoros, y
había venido a adorar en Jerusalén, 28 regresaba sentado en su carro, leyendo al profeta Isaías.

Hch 10, 1-8: 1 Había en Cesarea un hombre, llamado Cornelio, centurión de la cohorte Itálica, 2
piadoso y temeroso de Dios, como toda su familia, daba muchas limosnas al pueblo y
continuamente oraba a Dios.
3 Vio claramente en visión, hacia la hora nona del día, que el ángel de Dios entraba en su casa y
le decía: «Cornelio.» 4 Él le miró fijamente y lleno de espanto dijo: «¿Qué pasa, señor?» Le
respondió: «Tus oraciones y tus limosnas han subido como memorial ante la presencia de Dios.
5 Ahora envía hombres a Jope y haz venir a un tal Simón, a quien llaman Pedro. 6 Éste se
hospeda en casa de un tal Simón, curtidor, que tiene la casa junto al mar.» 7 Apenas se fue el
ángel que le hablaba, llamó a dos criados y a un soldado piadoso, de entre sus asistentes, 8 les
contó todo y los envió a Jope.

En los tiempos escatológicos

Ap 1, 20: La explicación del misterio de las siete estrellas que has visto en mi mano derecha y
de los siete candeleros de oro es ésta: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los
siete candeleros son las siete iglesias.

Ap 5, 1-2: 1 Vi también en la mano derecha del que está sentado en el trono un libro, escrito por
el anverso y el reverso, sellado con siete sellos. 2 Y vi a un ángel poderoso que proclamaba con
fuerte voz: «¿Quién es digno de abrir el libro y soltar sus sellos?»

AP 10, 1-3: 1 Vi también a otro ángel poderoso, que bajaba del cielo envuelto en una nube, con
el arcoiris sobre su cabeza, su rostro como el sol y sus piernas como columnas de fuego. 2 En
su mano tenía un librito abierto. Puso el pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra, 3
y gritó con fuerte voz, como ruge el león. Y cuando gritó, siete truenos hicieron oír su fragor.

Ap 12, 7-9: 7 Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron con
el Dragón. También el Dragón y sus ángeles combatieron, 8 pero no prevalecieron y no hubo ya
en el cielo lugar para ellos. 9 Y fue arrojado el gran Dragón, la Serpiente antigua, el llamado
diablo y Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus ángeles fueron
arrojados con él.

Ap 18, 21: Un ángel poderoso alzó entonces una piedra, como una gran rueda de molino, y la
arrojó al mar diciendo: «Así, de golpe, será arrojada Babilonia, la gran ciudad, y no aparecerá
ya más...»

Ap 20, 1-2: 1 Luego vi a un ángel que bajaba del cielo y tenía en su mano la llave del abismo y
una gran cadena. 2 Dominó al Dragón, la serpiente antigua -que es el diablo y Satanás- y lo
encadenó por mil años.

Ap 4, 1-8: 1 Después tuve una visión. He aquí que una puerta estaba abierta en el cielo, y
aquella voz que había oído antes, como voz de trompeta que hablara conmigo, me decía: «Sube
acá, que te voy a enseñar lo que ha de suceder después.» 2 Al instante caí en éxtasis. Vi que un
trono estaba erigido en el cielo, y Uno sentado en el trono. 3 El que estaba sentado era de
aspecto semejante al jaspe y a la cornalina; y un arcoiris alrededor del trono, de aspecto
semejante a la esmeralda. 4 Vi veinticuatro tronos alrededor del trono y, sentados en los tronos,
a veinticuatro Ancianos con vestiduras blancas y coronas de oro sobre sus cabezas. 5 Del trono
salen relámpagos y fragor y truenos; delante del trono arden siete antorchas de fuego, que son
los siete espíritus de Dios. 6 Delante del trono como un mar transparente semejante al cristal.
En medio del trono, y en torno al trono, cuatro Vivientes llenos de ojos por delante y por detrás.
7 El primer Viviente, como un león; el segundo Viviente, como un novillo; el tercer Viviente
tiene un rostro como de hombre; el cuarto Viviente es como un águila en vuelo.8 Los cuatro
Vivientes tienen cada uno seis alas, están llenos de ojos todo alrededor y por dentro, y repiten
sin descanso día y noche:
«Santo, Santo, Santo,
Señor, Dios Todopoderoso,
`Aquel que era, que es y que va a venir'.»

2.1. EXÉGESIS DE HEBREOS 1-2.


Cuando buscamos interpretar la Sagrada Escritura es importante no tomar frases aisladas,
sino leerlas en su contexto, para así poder comprender lo que el autor sagrado nos quiere comunicar
y Dios enseñar.
En este sentido un texto aislado no basta; el hombre, sometido al espacio y al tiempo para
alcanzar la verdad, necesita discurrir, ir de una verdad a otra para conocer la realidad; y cuando
expresa esa verdad conocida, debe expresarla mediante un discurso, mediante una argumentación,
para que los demás puedan acceder a ella, como decía H. Cazelles y P. Grelot:

Una palabra, una frase, una serie de proposiciones no tienen sentido sino en función de un
contexto más amplio: el del pensamiento vivo de un hombre que, en tales circunstancias
determinadas, recurriendo voluntariamente para expresarse a tal forma particular de discurso, se
aplica a transmitir a sus contemporáneos un mensaje que concibe con claridad. 4

Por eso Albert Vanhoye nos decía acerca de la Carta a los Hebreos:

Para comprender correctamente el mensaje que nos ha dejado el autor de Hebreos, no basta con
ir leyendo una tras otra cada una de sus frases. También es preciso especialmente saber apreciar
la composición de la obra entera. Efectivamente, cada uno de sus elementos no alcanza su
sentido exacto más que cuando se le sitúa en el lugar que le corresponde en todo el conjunto. De
lo contrario, una observación secundaria corre el peligro de ser considerada como esencial,
mientras que una afirmación central puede pasar desapercibida. Si se ignoran o se aprecian
indebidamente ciertas conexiones importantes, queda desfigurada toda la construcción. Por
consiguiente, un error en la estructura literaria tiene siempre consecuencias para la
interpretación del pensamiento y a veces sus repercusiones pueden ser muy graves, sobre todo
cuando se trata de una obra estructurada con esmero, tal como ocurre con Hebreos. 5

En este sentido debemos tener en cuenta los procedimientos que los autores antiguos tenían
para componer y escribir una obra. Las indicaciones que nos Albert Vanhoye da son las siguientes:

Para los que aprecian el análisis literario, el estudio de Hebreos se revela sumamente
interesante, ya que el autor se muestra en esta obra un consumado escritor. Ha compuesto su
tratado con un talento sin par, sirviéndose de los procedimientos que le proporcionaba su
educación judeo-helenística. He aquí la lista de los principales procedimientos utilizados; su
observación nos permitirá percibir la estructura del sermón sacerdotal:

(1) Anuncios de los temas por tratar;


(2) Inclusiones para señalar los límites de los diversos desarrollos;
(3) Variación del género literario: exposición o exhortación;
(4) Palabras que caracterizan un desarrollo;
(5) Transmisión mediante la repetición inmediata de una expresión o de una palabra, que
se llama entonces palabra-gancho;
(6) Disposiciones simétricas.6

Y acota a modo de comentario

A primera vista, esta técnica puede parecer complicada, pero se la domina fácilmente, ya que es
más natural de lo que podría creerse. El procedimiento más importante es evidentemente el
primero: el anuncio del tema (1). Antes de cada una de las partes, el autor expresa mediante una
fórmula breve el tema que va a desarrollar. En esta misma ocasión se suele indicar también si
este tema encierra quizá varios puntos. Para obtener el plan completo del sermón sacerdotal,
basta por consiguiente con ir recogiendo uno tras otro los diversos anuncios del tema con que
nos vamos encontrando a través del texto.
Pero el problema está en reconocerlos de pasada sin engañarnos. Nuestro autor no es de esos
predicadores que facilitan la tarea declarando abiertamente al comienzo de su sermón que

4
A. Robert - A. Feuillet, Introducción a la Biblia, Herder, Barcelona 1970. Pág. 208.
5
Albert Vanhoye, El mensaje de la carta a los Hebreos, Verbo Divino, Navarra 1993, pág. 19.
6
Albert Vanhoye, El mensaje de la carta a los Hebreos, Verbo Divino, Navarra 1993, pág. 20.
piensa desarrollar sucesivamente tres puntos: éste, y éste, y éste. Demasiado artista para
expresarse de esta forma matemática, el autor de Hebreos prefiere utilizar otros procedimientos
estilísticos más refinados, que apelan a la perspicacia de los oyentes.
No indica por eso al comienzo de su tratado el contenido de todo el sermón, ni la sucesión de
las diversas partes, sino que introduce oportunamente un tema, que será el de la primera parte.
Al final de esa primera parte, introduce el tema de la segunda; al final de la segunda, introduce
el tema de la tercera, y así sucesivamente. Finalmente, se obtiene una serie de 5 anuncios que se
sitúan respectivamente en 1, 4, luego en 2, 17-18, después en 5, 9-10, más tarde en 10, 36-39 y
finalmente en 12, 13.7

Este análisis estructural nos permite tener una mirada del conjunto de la obra y así ubicar en
su propio contexto las afirmaciones singulares que el autor nos propone. Como nos dice Albert
Vanhoye:

El estudio que acabamos de hacer nos ofrece una visión de conjunto que nos servirá mucho para
el futuro. Al poner de manifiesto la articulación del texto, supone una buena preparación para
nuestro trabajo de interpretación. Pero, antes de comenzarlo, dediquemos unos momentos a
admirar la perfección literaria de este sermón sacerdotal. Efectivamente, está claro que el autor
ha puesto en él todo su talento. No ha creído ni mucho menos que la importancia del mensaje
que tenía que transmitir le autorizase a descuidar su expresión formal. Al contrario, se ha
esforzado en ponerlo plenamente de relieve creando para él una formulación perfecta.8

Esta lectura nos permite un conocimiento lo más objetivo posible de la Sagrada Escritura

Su talento se revela manifiestamente en la armonía de la composición. Es sabido que el gusto


por las disposiciones simétricas es uno de los rasgos más marcados de la tradición literaria
bíblica. Nuestro autor se muestra en este punto heredero fidelísimo de ella; pero a este propósito
resultará conveniente una observación de método. En la lista de procedimientos que permiten
distinguir la estructura de Hebreos pusimos las "disposiciones simétricas" en último lugar. Este
orden es intencional. Quiere ponernos en guardia contra un error de método bastante frecuente,
que consiste en comenzar el estudio de la estructura asignándose como objetivo el
descubrimiento en el texto de una disposición simétrica. En ese caso se corre el grave peligro de
forzar las cosas y de imponer arbitrariamente al texto un esquema de estructura que no es el
suyo.
Por el contrario, el estudio de la estructura tiene que emprenderse sin apriorismos de ninguna
clase, empezando la investigación por las primeras series de procedimientos. Estas nos
permitirán distinguir la disposición del texto. Y solamente al final, una vez que haya quedado
establecida esta disposición, se podrá observar si corresponde o no a un esquema simétrico y si
presenta algunos aspectos especialmente interesantes.9

Con lo cual Albert Vanhoye nos propone el siguiente esquema:

I El nombre de Cristo 1, 5-2,18


II A Jesús sumo sacerdote digno de fe 3,1-4,14
II B Jesús sumo sacerdote misericordioso 4, 15-5, 10
– Exhortación preliminar 5, 11-6, 20
III A Sumo sacerdote a semejanza de Melquisedec 7, 1-28
III B Llegado a la perfección 8,1-9, 28
III C Causa de un estatuto eterno 10,1-18
– Exhortación final 10, 19-39
IV A La fe de los antiguos 11,1-40
IV B La paciencia necesaria 12,1-13
V Enderezad los caminos 12,14-13,21

7
Albert Vanhoye, El mensaje de la carta a los Hebreos, Verbo Divino, Navarra 1993, pág. 20-21.
8
Albert Vanhoye, El mensaje de la carta a los Hebreos, Verbo Divino, Navarra 1993, pág. 30.
9
Albert Vanhoye, El mensaje de la carta a los Hebreos, Verbo Divino, Navarra 1993, pág. 30.
Estructura de hebreos
Exordio: Intervenciones de Dios en la historia (1, 1-4) (Las y las frases en negrita anuncian un desarrollo posterior) Despedida (¿de Pablo?) (13, 22-25)
 (1, 4): El Hijo es superior a los ángeles Conclusión y doxología (13, 20-21)
por haber heredado un nombre muy distinto

I. SITUACION DE CRISTO (1, 5-2, 8) V. ¡ENDEREZAD EL CAMINO! (12, 14-13, 18)


(1, 5-14) (exposición) Hijo de Dios superior a los ángeles (12, 14-29) Santificación (relación con Dios)
(2, 1-4) (exhortación) Tomar en serio el mensaje (13, 1-6) Actitudes cristianas
(2, 5-18) (exposición) Hermano de los hombres (13, 7-19) La verdadera comunidad
 (2, 17) hecho semejante a sus hermanos para convertirse en un
sumo sacerdote misericordioso y digno de fe ante Dios para borrar
los pecados del pueblo

II. SUMO SACERDOTE DIGNO DE FE Y MISERICORDIOSO (3, 1-5, 10) IV. FE Y PACIENCIA (11, 1-12, 13)
A. DIGNO DE FE (3, 1-4, 14)
(3, 1-6) (exposición) Jesús digno de fe, superior a Moisés A. FE DE LOS ANTEPASADOS (11, 1-40)
(3, 7-4, 14) (exhortación) Prestarle nuestra fe (exposición) Realizaciones y pruebas de la fe en el A. T.
B. MISERICORDIOSO (4, 15-5, 10)
(4, 15-16) (exhortación) Vayamos a obtener misericordia B. NECESIDAD DE LA PACIENCIA (12, 1-13)
(5, 1-10) (exposición) Compartió nuestra miseria (exhortación) Acoger la prueba, necesaria para la educación de los hijos de Dios
 (5, 9-10) Llegado a la perfección (B)
fue causa de salvación eterna (C)  (12, 13) ¡Enderezad el camino!
proclamado sumo sacerdote por Dios (A)

III. VALOR INCOMPARABLE DEL SACERDOCIO Y DEL SACRIFICIO DE CRISTO (5, 11-10, 39)

(5, 11-6, 20) (exhortación) La explicación es difícil; ¡atención! (10. 19-39) Exhortación a una vida cristiana generosa
 (10, 36-39) Necesitáis tener paciencia.
"Mi justo vivirá por la fe"

A. SUMO SACERDOTE a semejanza de Melquisedec (7, 1-28) C. CAUSA DE SALVACION ETERNA (10, 1-18)
La figura bíblica de Melquisedec anuncia un sacerdocio Al revés de los antiguos sacrificios impotentes, la ofrenda
superior al sacerdocio levítico (Sal 110). personal de Cristo elimina el pecado y nos santifica

B. LLEGADOLA PERFECCION POR SU SACRIFICIO (8, 1-9, 28)

(8, 1-6) Culto antiguo terreno e imagen (9, 24-28) Acceso al cielo: verdadera relación con Dios
(8, 7-13) Primera alianza imperfecta y provisional (9, 15-23) La nueva alianza válidamente establecida
(9, 1-10) Antiguas instituciones impotentes (9, 11-14) Nuevas instituciones eficaces

CRISTO convertido en SUMO SACERDOTE de los bienes venideros


Esta estructura nos permite comprender el centro y el fin de todo el mensaje de la Carta a los
Hebreos: Cristo es el Sumo Sacerdote de los bienes venideros. Fin al cual se subordinan y
enlazan todo otro tipo de afirmación. Como nos dice Albert Vanhoye.

La interesante originalidad del autor de Hebreos consiste en ser el único de todo el Nuevo
Testamento que afirma explícitamente el sacerdocio de Cristo. Como hemos dicho, san Pablo
no toca nunca este tema; no habla ni una sola vez de curas, ni de sacerdocio, ni de sumo
sacerdote. Cuando los evangelios emplean el título de sacerdote o de sumo sacerdote, lo hacen
siempre para designar a los sacerdotes judíos, pero nunca para señalar a Jesús. Algo parecido es
lo que ocurre con los Hechos de los apóstoles, con la única excepción de que en ellos se utiliza
en cierta ocasión el titulo de sacerdote para designar a un sacerdote pagano (Hech 14, 13). Por
el contrario, el autor de Hebreos no vacila en designar al propio Jesús como "sacerdote" y
"sumo sacerdote"; invita a sus oyentes a "considerar al apóstol y sumo sacerdote de nuestra fe, a
Jesús (Heb 3, 1; cf. 4, 14.15; 5, 10; 6, 20; etc.) y presenta la afirmación del sacerdocio de Cristo
como el "punto capital" de su enseñanza (8, 1).10

Teniendo en cuenta esto, analicemos de modo más particular la sección (Primer anuncio (1,
4) y primera parte (1, 5-2, 18)) más referida a nuestra temática:

Con respecto al primer anuncio Albert Vanhoye nos señala la intención del autor de la Carta
a los Hebreos: desarrollar la superioridad de Cristo sobre los ángeles.

El primer anuncio (1) no es difícil de reconocer, ya que se presenta en el lugar en que era de
esperar, esto es, al final del exordio del sermón (1, 1-4) y la novedad de su tema llama
espontáneamente la atención. Al terminar la frase solemne que introduce su sermón, el
predicador se siente en la obligación de decir cuál va a ser la dirección que va a tomar. Leed la
larga frase inicial de Hebreos, donde se traza la trayectoria completa de la intervención de Dios
en la historia humana (1, 1-4). ¿No os llama la atención, al final, la insistencia repentina del
autor en una comparación entre Cristo y los ángeles (1, 4), comparación que se interesa
especialmente en el "nombre" alcanzado por Cristo? Como consecuencia de su obra redentora,
Cristo "ha heredado un nombre muy superior al de los ángeles". Así es como concluye el
exordio de Hebreos. El autor nos indica entonces el tema que intenta desarrollar en su primera
parte. A partir de la frase siguiente (1, 5), se puede comprobar que de hecho empieza una
demostración en este sentido. Se citan entonces ciertos pasajes de la escritura que atestiguan
cómo el nombre de Hijo se le da a Cristo y no a los ángeles.11

Por eso la temática de los ángeles articula toda la primera parte

¿Cuál es la extensión de esta primera parte? Hay un medio muy simple que nos permite
determinarlo. El autor nos ha hecho comprender que desarrollaría su tema mediante una
comparación de Cristo con los ángeles. Para delimitar esta parte, bastará por tanto observar
hasta dónde llega esta comparación. El autor habla de los ángeles a lo largo de los capítulos 1 y
2. La última mención de los mismos se halla en 2, 16. Abandonan entonces la escena y no
vuelven a aparecer hasta el final del sermón (12, 22; 13, 2). Presente por seis veces en el
capítulo 1 y cinco veces en el capítulo 2, la palabra "ángeles" caracteriza (4) a la primera parte
de Hebreos y revela su extensión; ésta corresponde a los dos primeros capítulos de nuestras
ediciones. Recordemos a este propósito que nuestra división en capítulos data de la edad media
y que pretende únicamente cierta comodidad, pero no indica la estructura de los escritos
bíblicos.12

Confirmando lo dicho con un análisis exegético más técnico.

Los demás procedimientos confirman también los límites de esta parte y manifiestan además su
composición interna. Esta comprende dos párrafos de exposición (1, 5-14 y 2, 5-18) simétricos
(6) en una y otra parte con una breve exhortación (2, 1-4) (3). El primer párrafo evoca la
posición de Cristo glorificado en la presencia de Dios (1, 5-14); el otro señala su relación con
10
Albert Vanhoye, El mensaje de la carta a los Hebreos, Verbo Divino, Navarra 1993, pág. 11.
11
Albert Vanhoye, El mensaje de la carta a los Hebreos, Verbo Divino, Navarra 1993, pág. 21.
12
Albert Vanhoye, El mensaje de la carta a los Hebreos, Verbo Divino, Navarra 1993, pág. 21.
los hombres (2, 5-18). Cristo es Hijo de Dios y hermano de los hombres. Tanto en un caso como
en el otro, tiene "un nombre muy distinto del de los ángeles" (cf. 1, 4).
Puesto ya de relieve por las variaciones de género literario (exposición, exhortación,
exposición) (3) el límite de los párrafos queda subrayado todavía más por un encuadramiento
verbal que se llama inclusión (2) y que consiste en repetir al final de un desarrollo una palabra o
una fórmula que se habían utilizado al principio. Pues bien, la fórmula que señala el comienzo
del primer párrafo: "En efecto, ¿a qué ángel dijo alguna vez?" (1, 5) se recoge en 1, 13 para
indicar el final de ese párrafo.
Este mismo procedimiento sirve también para el otro párrafo de exposición. Las primeras
palabras del mismo (2, 5) se recogen en 2, 1 6 para concluir: "En efecto, no es de los ángeles de
los que...".
El oyente que se deja guiar por estas diversas señales se da cuenta de que la última mención de
los ángeles en 2, 16 supone la conclusión de la primera parte. El autor ha expuesto brevemente,
pero no sin profundidad, el misterio de Cristo. Ha equilibrado su desarrollo de una forma
interesante: glorificación divina por un lado (1, 5-14), solidaridad humana por otro (2, 5-16).
Esta disposición armoniosa (6) refuerza la impresión que se experimenta en 2, 16 de haber
llegado al final de la parte que empezó en 1, 5.13

A partir de lo anterior podemos interpretar estos textos.

En primer lugar, el primer anuncio, donde en una estructura simétrica el autor de la Carta a
los Hebreos desarrolla la relación Hijo con respecto al Padre, en el seno de la divinidad, enmarcada
en una cristología ascendente y descendente.

Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres


por medio de los Profetas;
en estos últimos tiempos
nos ha hablado por medio del
Hijo
a quien instituyó heredero de después de llevar a cabo la
todo, purificación de los pecados, se
sentó a la diestra de la Majestad
en las alturas,
por quien también hizo los y el que sostiene todo con su
mundos; palabra poderosa,
el cual,
siendo
resplandor de su gloria
e impronta de su sustancia

con una superioridad sobre los ángeles tanto mayor cuanto más le supera en el nombre heredado.

A la luz de esta eminencia del Hijo, se puede interpretar su superioridad sobre los ángeles en
la primera parte.

Esta primera parte se presenta como una breve síntesis doctrinal del misterio de Cristo. El
autor se mantiene en ella dentro de las perspectivas tradicionales, de forma que sus oyentes pueden
seguirle sin ninguna dificultad. Apela en primer lugar a la experiencia de la comunidad cristiana,
que contempla en la fe a Cristo glorificado y lo reconoce como su Señor (1, 5-14) Recuerda a
continuación el camino de sufrimiento que recorrió Jesús para llegar a esta gloria (2, 5-18).
Pasión y glorificación de Jesucristo: son las dos afirmaciones básicas del mensaje cristiano (cf. 1
Cor 15, 3-4).14
Estas dos dimensiones de Cristo son justamente constituyentes del sacerdocio de Cristo.
13
Albert Vanhoye, El mensaje de la carta a los Hebreos, Verbo Divino, Navarra 1993, pág. 24.
14
Albert Vanhoye, El mensaje de la carta a los Hebreos, Verbo Divino, Navarra 1993, pág. 37.
El sacerdocio, como vimos anteriormente, pretende ser un instrumento de mediación. Desde
este punto de vista, ¿no hay que reconocer que Cristo glorificado, Hijo de Dios (1, 5-14) y
hermano de los hombres (2, 5-16), se encuentra en una situación ideal de mediador? Por medio
de su pasión, ha alcanzado para su humanidad la glorificación filial ante Dios y al mismo
tiempo se ha vinculado a nosotros de la forma más completa y definitiva, tomando sobre sí
nuestra muerte. Al no hacer más que una sola cosa con Dios y una sola cosa con nosotros, es el
mediador perfecto, o, en otras palabras, el "sumo sacerdote misericordioso y digno de fe" (2,
17).
Para llegar a esta posición, lo que le era más necesario era hacerse semejante a nosotros, ya que
la otra condición de la mediación, la que se refiere a las relaciones con Dios, estaba asegurada
por el hecho de ser el Hijo de Dios. Por consiguiente, el autor presentará en 2, 17 el tema del
sacerdocio en relación más inmediata con la exposición sobre la pasión. "Para convertirse en
sumo sacerdote", Cristo tenía que "hacerse en todo semejante a sus hermanos"; "en todo"
significa en este caso: hasta en las pruebas, en el sufrimiento y en la muerte.15

De aquí se ve el lugar y el papel de los ángeles en la economía de la salvación.

Comprobamos de este modo que la disposición misma de la parte I está admirablemente


concebida para preparar la introducción de un nuevo tema. Añadamos que la insistencia en los
ángeles, que a primera vista podría parecernos pintoresca, se explica también perfectamente por
esta orientación. En efecto, es su capacidad de mediación lo que atraía hacia los ángeles a los
creyentes de aquella época. ¿No eran los ángeles los seres mejor situados para servir de
intermediarios entre los hombres y Dios? La tradición judía les concedía este papel; algunos
textos atribuían incluso al más elevado de ellos la dignidad de sumo sacerdote celestial.
Combatiendo implícitamente estas pretensiones, nuestro autor demuestra sin decirlo que Cristo
está mucho mejor calificado que cualquier ángel para cumplir la misión de sumo sacerdote.
Hijo de Dios, tiene con su Padre una relación mucho más íntima que ningún ángel (1, 5-14).
Hermano de los hombres, es mucho más capaz de comprendernos y ayudarnos (2, 5-16). Los
ángeles tienen seguramente un lugar en la realización de los designios de Dios, pero es un lugar
subalterno (1, 14). Cristo glorificado vale incomparablemente más que ellos. El es para nosotros
mucho más que un simple intermediario, ya que se ha convertido en lo más profundo de su ser,
gracias a su pasión, en el verdadero mediador entre Dios y los hombres.16

A partir de esto podemos comprender las distintas expresiones que encontramos en este
texto referidas a los ángeles, tomadas generalmente del Antiguo Testamento.

Los ángeles en antítesis respecto al Hijo


Los ángeles como siervos adoran al Hijo Primogénito
5 En efecto, ¿a qué ángel dijo alguna vez: Hijo mío eres 6 Y nuevamente al introducir a su Primogénito en el
tú; yo te he engendrado hoy; y también: Yo seré para él un mundo dice: Y adórenle todos los ángeles de Dios.
padre, y él será para mí un hijo?

La mutabilidad de los ángeles se contrapone a la inmutabilidad del Hijo


7 Y de los ángeles dice: Hace de los vientos sus ángeles, y 8 Pero del Hijo: Tu trono, ¡oh Dios!, por los siglos de los
de las llamas de fuego sus ministros. siglos; y: El cetro de tu realeza, cetro de equidad. 9
Amaste la justicia y aborreciste la iniquidad; por eso te
ungió, ¡oh Dios!, tu Dios con óleo de alegría entre tus
compañeros. 10 Y también: Tú al comienzo, ¡oh Señor!,
pusiste los cimientos de la tierra, y obra de tu mano son
los cielos.11 Ellos perecerán, mas tú permaneces; todos
como un vestido envejecerán; 12 como un manto los
enrollarás, como un vestido, y serán cambiados. Pero tú
eres el mismo y tus años no tendrán fin.

El ministerio de los ángeles se contrapone a la soberanía del Hijo

15
Albert Vanhoye, El mensaje de la carta a los Hebreos, Verbo Divino, Navarra 1993, pág. 38.
16
Albert Vanhoye, El mensaje de la carta a los Hebreos, Verbo Divino, Navarra 1993, pág. 38.
13 Y ¿a qué ángel dijo alguna vez: Siéntate a mi diestra,
hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies?
14 ¿Es que no son todos ellos espíritus servidores con la
misión de asistir a los que han de heredar la salvación?

La promulgación de la Antigua Alianza por medio de los ángeles se contrapone a la Nueva Alianza en Cristo
2 Pues si la palabra promulgada por medio de ángeles 3 ¿cómo saldremos absueltos nosotros si descuidamos tan
obtuvo tal firmeza que toda trasgresión y desobediencia grande salvación? La cual comenzó a ser anunciada por el
recibió justa retribución, Señor, y nos fue luego confirmada por quienes la oyeron,
4 testificando también Dios con signos y prodigios, con
toda suerte de milagros y dones del Espíritu Santo
repartidos según su voluntad.

El reinado sobre el mundo y sobre los ángeles de Cristo por su pasión


5 En efecto, Dios no sometió a los ángeles el mundo 6 Pues atestiguó alguien en algún lugar: ¿Qué es el
venidero del cual estamos hablando. hombre, para que te acuerdes de él? ¿O el hijo del
hombre, para que de él te preocupes? 7 Lo hiciste por un
poco inferior a los ángeles; de gloria y honor lo coronaste.
8 Todo lo sometiste bajo sus pies. Al someterle todo, nada
dejó que no le estuviera sometido. Mas al presente, no
vemos todavía que le esté sometido todo. 9 Pero a aquel
que fue hecho inferior a los ángeles por un poco, a Jesús,
le vemos coronado de gloria y honor por haber padecido
la muerte, pues por la gracia de Dios gustó la muerte para
bien de todos.

El demonio es vencido por la muerte de Cristo


14 Por tanto, como los hijos comparten la sangre y la
carne, así también compartió él las mismas, para reducir a
la impotencia mediante su muerte al que tenía el dominio
sobre la muerte, es decir, al diablo, 15 y liberar a los que,
por temor a la muerte, estaban de por vida sometidos a
esclavitud.

La redención del hombre por medio de la encarnación del Verbo que no ha tenido lugar con los ángeles
16 Porque, ciertamente, no es a los ángeles a quienes 17 Por eso tuvo que asemejarse en todo a sus hermanos,
tiende una mano, sino a la descendencia de Abrahán. para ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel en lo que
toca a Dios, y expiar los pecados del pueblo

3. EN LA TRADICIÓN

Para entender la doctrina de los Padres hay que considerar dos momentos:
a) cuando los Padres la Iglesia, con una actitud apologética, deben luchar contra las diversas
herejías gnósticas que entendían a los ángeles como seres divinos, como dioses subordinados
mediadores de los dioses supremos y los hombres, a los cuales en algunos casos se le atribuían el
poder de haber creado el mundo y a los hombres.

Johann Auer nos da la siguiente síntesis

b) Después del Concilio de Nicea, cuando se desarrollan las primeras teologías bajo el influjo de las
filosofías estoica y neoplatónica.

La influencia estoica se advierte claramente en la angelología de san Ambrosio (†397), que


formula, ahora sus afirmaciones sobre los ángeles más en relación con la antropología y la
doctrina de Dios. Los ángeles superan a los hombres por dotación natural y sobrenatural (De
Spir. Sancto I, 7, 83); pero son esencialmente inferiores a Dios, son «criaturas de Dios»,
«servidores del Hijo de Dios» (Hexaem: I, 5, 19: PL 14,131). A los ángeles se les atribuye una
gran importancia en la historia de la salvación para la creación entera, y en especial para la
Iglesia. Todo está «repleto de ángeles, el aire, la tierra y el mar y la Iglesia, presidiendo en todas
partes los ángeles» (In Ps 118, sermo 1, 9: PL 15,1203B; sobre la importancia de los ángeles
para la Iglesia como cuerpo de Cristo y templo de Dios, cf. Ep. 76, 12s). De manera parecida
desarrolla Agustín (†430) su doctrina, de los ángeles (cf. Ench. cáp. 56; De civit. Dei XI, 9, 11,
13, 32-34; XII, 1, 6, 9, 24: PL 41,323-357: parangón entre la angelología cristiana y la teología
errónea del neoplatonismo; cf. K. Pelz., Die Engellehre des hl. Augustinus, Munster 1913). Es
en esa época cuando se desarrolla especialmente la doctrina de los ángeles custodios. En el
siglo V aparece también en las grandes liturgias, como conclusión del prefacio y tránsito al
canon, la referencia a las «innumerables miríadas de ángeles» que entonan su trisagio (cf. las
liturgias de Crisóstomo, Basilio, Serapión, Marcos, Santiago, la liturgia egipcia y la exposición
de las Constitutiones Apostoticae en el libro VIII). No hay que perder de vista la importancia de
los ángeles para la liturgia, tal vez debido al Apocalipsis, si se considera la obra capital para la
angelología de finales de la patrística, De ecclesiastica hierarchica, redactada tal vez por un
obispo sirio, entre 500 y el 520, bajo el pseud6nimo de Dionisio Areopagita. En quince
capítulos expone su doctrina sobre los ángeles, divididos en tres tríadas (grupos de tres): tronos,
serafines y querubines; dominaciones, potestades y virtudes; principados, arcángeles y ángeles.
Claramente se deja sentir la doctrina neoplatónica del ser, así como la nueva estructuración de
la Iglesia en Jerarquías. Los ángeles están entre Dios y el hombre, por su servicio, y también
por su mismo ser, aun cuando nunca dejan de ser simples criaturas. Juan Damasceno (1149) ha
compendiado y conservado la angelología griega para la Iglesia oriental en su obra. De fide
orthodoxa c 3s, mientras que el papa Gregorio Magno (t604) la introdujo en la Iglesia de Roma
(cf. L. Kurtz, Gregors des Grossen Lehre von den Engel, Rotenburgo 1938).18

También podemos presentar la lectura del Oficio divino del 29 de Septiembre, fiesta de los
Santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael:

De las homilías de san Gregorio Magno, papa, sobre los evangelios


Homilía 34, 8-9

Hay que saber que el nombre de «ángel» designa la función, no el ser del que lo lleva. En
efecto, aquellos santos espíritus de la patria celestial son siempre espíritus, pero no siempre
pueden ser llamados ángeles, ya que solamente lo son cuando ejercen su oficio de mensajeros.
Los que transmiten mensajes de menor importancia se llaman ángeles, los que anuncian cosas
de gran trascendencia se llaman arcángeles.

Por esto, a la Virgen María no le fue enviado un ángel cualquiera, sino el arcángel Gabriel, ya
que un mensaje de tal trascendencia requería que fuese transmitido por un ángel de la máxima
categoría.

Por la misma razón, se les atribuyen también nombres personales, que designan cuál es su
actuación propia. Porque en aquella ciudad santa, allí donde la visión del Dios omnipotente da
un conocimiento perfecto de todo, no son necesarios estos nombres propios para conocer a las
personas, pero sí lo son para nosotros, ya que a través de estos nombres conocemos cuál es la
misión específica para la cual nos son enviados. Y, así, Miguel significa: «¿Quién como Dios?»,
Gabriel significa: «Fortaleza de Dios» y Rafael significa: «Medicina de Dios».

Por esto, cuando se trata de alguna misión que requiera un poder especial, es enviado Miguel,
dando a entender por su actuación y por su nombre que nadie puede hacer lo que sólo Dios
puede hacer. De ahí que aquel antiguo enemigo, que por su soberbia pretendió igualarse a Dios,
diciendo: Escalaré los cielos, por encima de los astros divinos levantaré mi trono, me igualaré al
Altísimo, nos es mostrado luchando contra el arcángel Miguel, cuando, al fin del mundo, será
desposeído de su poder y destinado al extremo suplicio, como nos lo presenta Juan: Se trabó
una batalla con el arcángel Miguel.

A María le fue enviado Gabriel, cuyo nombre significa «Fortaleza de Dios», porque venía a
anunciar a aquel que, a pesar de su apariencia humilde, había de reducir a los Principados y

17
Johann Auer, El mundo creación de Dios, Herder, Barcelona 1979, pág. 469-470.
18
Johann Auer, El mundo creación de Dios, Herder, Barcelona 1979, pág. 470-471.
Potestades. Era, pues, natural que aquel que es la fortaleza de Dios anunciara la venida del que
es el Señor de los ejércitos y héroe en las batallas.

Rafael significa, como dijimos: «Medicina de Dios»; este nombre le viene del hecho de haber
curado a Tobías, cuando, tocándole los ojos con sus manos, lo libró de las tinieblas de su
ceguera. Si, pues, había sido enviado a curar, con razón es llamado «Medicina de Dios».

Y la lectura del Oficio divino de los Santos Ángeles custodios del 2 Octubre:

De los sermones de san Bernardo abad


Sermón 12 sobre el salmo 90

A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. Den gracias al Señor por su
misericordia por las maravillas que hace con los hombres. Den gracias y digan entre los
gentiles: «El Señor ha estado grande con ellos». Señor, ¿qué es el hombre para que le des
importancia, para que te ocupes de él? Porque te ocupas ciertamente de él, demuestras tu
solicitud y tu interés para con él. Llegas hasta enviarle tu Hijo único, le infundes tu Espíritu,
incluso le prometes la visión de tu rostro. Y, para que ninguno de los seres celestiales deje de
tomar parte en esta solicitud por nosotros, envías a los espíritus bienaventurados para que nos
sirvan y nos ayuden, los constituyes nuestros guardianes, mandas que sean nuestros ayos.

A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. Estas palabras deben
inspirarte una gran reverencia, deben infundirte una gran devoción y conferirte una gran
confianza. Reverencia por la presencia de los ángeles, devoción por su benevolencia, confianza
por su custodia. Porque ellos están presentes Junto a ti, y lo están para tu bien. Están presentes
para protegerte, lo están en beneficio tuyo. Y, aunque lo están porque Dios les ha dado esta
orden, no por ello debemos dejar de estarles agradecidos, pues que cumplen con tanto amor esta
orden y nos ayudan en nuestras necesidades, que son tan grandes.

Seamos, pues, devotos y agradecidos a unos guardianes tan eximios; correspondamos a su


amor, honrémoslos cuanto podamos y según debemos. Sin embargo, no olvidemos que todo
nuestro amor y honor ha de tener por objeto a aquel de quien procede todo, tanto para ellos
como para nosotros, gracias al cual podemos amar y honrar, ser amados y honrados.

En él, hermanos, amemos con verdadero afecto a sus ángeles, pensando que un día hemos de
participar con ellos de la misma herencia y que, mientras llega este día, el Padre los ha puesto
junto a nosotros, a manera de tutores y administradores. En efecto, ahora somos ya hijos de
Dios, aunque ello no es aún visible, ya que, por ser todavía menores de edad, estamos bajo
tutores y administradores, como si en nada nos distinguiéramos de los esclavos.

Por lo demás, aunque somos menores de edad y aunque nos queda por recorrer un camino tan
largo y tan peligroso, nada debemos temer bajo la custodia de unos guardianes tan eximios.
Ellos, los que nos guardan en nuestros caminos, no pueden ser vencidos ni engañados, y menos
aún pueden engañarnos. Son fieles, son prudentes, son poderosos: ¿por qué espantarnos? Basta
con que los sigamos, con que estemos unidos a ellos, y viviremos así a la sombra del
Omnipotente.

4. EN EL MAGISTERIO

PRIMER CONCILIO DE NICEA, 325 Primero ecuménico (contra los arrianos)


El Símbolo Niceno

Creemos en un solo Dios Padre omnipotente, creador de todas las cosas, de las visibles y de las
invisibles; (DS 54)

PRIMER CONCILIO DE CONSTANTINOPLA, 381 II ecuménico (contra los macedonianos,


etc.)
Símbolo Niceno-Constantinopolitano
Creemos en un solo Dios, Padre omnipotente, creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas
visibles o invisibles. (DS 86)

CONCILIO DE BRAGA, 561


Anatematismos contra los herejes, especialmente contra los priscilianistas

5. Si alguno cree que las almas humanas o los ángeles tienen su existencia de la sustancia de
Dios, como dijeron Maniqueo y Prisciliano, sea anatema.
6. Si alguno dice que las almas humanas pecaron primero en la morada celestial y por esto
fueron echadas a los cuerpos humanos en la tierra, sea anatema.
7. Si alguno dice que el diablo no fue primero un ángel bueno hecho por Dios, y que su
naturaleza no fue obra de Dios, sino que dice que emergió de las tinieblas y que no tiene autor
alguno de si, sino que él mismo es el principio y la sustancia del mal, como dijeron Maniqueo y
Prisciliano, sea anatema.
8. Si alguno cree que el diablo ha hecho en el mundo algunas criaturas y que por su propia
autoridad sigue produciendo los truenos, los rayos, las tormentas y las sequías, como dijo
Prisciliano, sea anatema.

12. Si alguno dice que la plasmación del cuerpo humano es un invento del diablo y que las
concepciones en el seno de las madres toman figura por obra del diablo, por lo que tampoco
cree en la resurrección de la carne, como dijeron Maniqueo y Prisciliano, sea anatema.
13. Si alguno dice que la creación de la carne toda no es obra de Dios, sino de los ángeles
malignos, como dijo Prisciliano, sea anatema. (DS 235-243)

IV CONCILIO DE LETRAN, 1215 XII ecuménico (contra los albigenses, Joaquín, los
valdenses, etc.)
De la Trinidad, los sacramentos, la misión canónica, etc.
Cáp. I. De La fe católica

[Definición contra los albigenses y otros herejes]


Firmemente creemos y simplemente confesamos, que uno solo es el verdadero Dios, eterno,
inmenso e inconmutable, incomprensible, omnipotente e inefable, Padre, Hijo y Espíritu Santo:
tres personas ciertamente, pero una sola esencia, sustancia o naturaleza absolutamente simple.
El Padre no viene de nadie, el Hijo del Padre solo, y el Espíritu Santo a la vez de uno y de otro,
sin comienzo, siempre y sin fin. El Padre que engendra, el Hijo que nace y el Espíritu Santo que
procede: consustanciales, coiguales, coomnipotentes y coeternos; un solo principio de todas las
cosas; Creador de todas las cosas, de las visibles y de las invisibles, espirituales y corporales;
que por su omnipotente virtud a la vez desde el principio del tiempo creó de la nada a una y otra
criatura, la espiritual y la corporal, es decir, la angélica y la mundana, y después la humana,
como común, compuesta de espíritu y de cuerpo. Porque el diablo y demás demonios, por Dios
ciertamente fueron creados buenos por naturaleza; mas ellos, por sí mismos, se hicieron malos.
El hombre, empero, pecó por sugestión del diablo. Esta Santa Trinidad, que según la común
esencia es indivisa y, según las propiedades personales, diferente, primero por Moisés y los
santos profetas y por otros siervos suyos, según la ordenadísima disposición de los tiempos, dio
al género humano la doctrina saludable. (DS 428)

CONCILIO VATICANO, 1869-1870 XX ecuménico (sobre la fe y la Iglesia)


SESION III
(24 de abril de 1870)
Constitución dogmática sobre la fe católica

[Del acto de la creación en sí y en oposición a los errores modernos, y del efecto de la


creación]. Este solo verdadero Dios, por su bondad “y virtud omnipotente”, no para aumentar
su bienaventuranza ni para adquirirla, sino para manifestar su perfección por los bienes que
reparte a la criatura, con libérrimo designio, “juntamente desde el principio del tiempo, creó de
la nada a una y otra criatura, la espiritual y la corporal, esto es, la angélica y la mundana, y
luego la humana, como común, constituida de espíritu y cuerpo” [Conc. Later. IV, v. 428; Can 2
y 5]. (DS 1783)

De algunas falsas opiniones que amenazan destruir los fundamentos de la doctrina católica
[De la Encíclica Humani generis, de 12 de agosto de 1950]

Algunos plantean también la cuestión de si los ángeles son criaturas personales y si la materia
difiere esencialmente del espíritu. (DS 2318)

5. EN SANTO TOMÁS

Santo Tomas ha tratado el tema de los ángeles, sustancias separadas o Inteligencias en todas
sus grandes obras, incluso le dedicó íntegramente el opúsculo De substantiis separatis y una de las
Quaestiones Disputatae: De Spiritualibus Creaturis. Finalmente, en De malo, la entera cuestión 16
tiene como tema los ángeles caídos o demonios.

Ahora consideremos solamente Summa Contra Gentiles y Summae Theologiae.

La Summa Contra Gentiles Santo Tomás ha la dividido en tres apartados:

1. Primer Proemio: abarca del capítulo primero al noveno del Primo Libro.
2. La verdad que la fe profesa y la razón investiga: abarca el resto del Primo Libro, el
Secundo Libro y el Tertio Libro.
3. La verdad que excede la razón: abarca el Quarto Libro.

A su vez, divide el segundo apartado de modo tripartito, tratando sucesivamente:

a) De aquello que conviene a Dios en sí mismo: I, 10-102.


b) Del proceso de las criaturas desde Dios: II, 1-101.
c) Del orden de las criaturas hacia Dios como Fin: III, 1-163.

El inciso b) se puede también dividir en tres secciones:

1) Sección I: “De la producción de las cosas en el esse” (II, 6-38).


2) Sección II: “De la distinción de las criaturas” (II, 39-45).
3) Sección III: “De la naturaleza de las mismas cosas, producidas y distinguidas,
en cuanto pertenece a la verdad de la fe” (II, 46-101).19

En la Sección III: “De la naturaleza de las mismas cosas producidas y distinguidas, en


cuanto pertenece a la verdad de la fe”, Santo Tomás pone a nuestra consideración únicamente las
criaturas intelectuales. La estructura de esta Sección se puede dividir en cuatro divisiones:

a) La sustancia intelectual es incorruptible (II, 46-55).


b) El alma humana es una sustancia intelectual (II, 56-78).
c) El alma humana es incorruptible (II, 79-90).
d) Existen sustancias intelectuales no unidas a los cuerpos (II, 91-101).

Las divisiones a), b) y c) son los términos del silogismo de la primera argumentación del
capítulo 79:

19
CG II,5. [877]: Erit autem hic prosecutionis ordo, ut primo agamus de productione rerum in esse; secundo, de earum
distinctione; tertio vero de ipsarum rerum productarum et distinctarum natura, quantum ad fidei pertinet veritatem.
a) Se probó anteriormente que toda substancia a) Ostensum est enim supra omnem substantiam
intelectual es incorruptible. intellectualem esse incorruptibilem.
b) El alma humana es una substancia intelectual, b) Anima autem hominis est quaedam substantia
como se dijo. intellectualis, ut ostensum est.
c) Luego el alma humana debe ser incorruptible. c) Oportet igitur animam humanam inco-
rruptibilem esse.20

Los motivos por los cuales pensamos que esta Sección responde a este silogismo son: en
primer lugar, porque las argumentaciones de los capítulos 46-54 convergen en el capítulo 55, donde
el Angélico demuestra que las sustancias intelectuales son incorruptibles; en segundo lugar, porque
también las argumentaciones de los capítulos 56-78 se ordenan a demostrar que el alma humana es
una sustancia intelectual unida al cuerpo como forma y, en tercer lugar, porque los capítulos 80-90
no hacen otra cosa que desarrollar el capítulo 79, donde Santo Tomás demuestra que el alma es
incorruptible.

a) Santo Tomás, a partir de la afirmación de la existencia de criaturas intelectuales


constituidas “en el sumo vértice de las cosas” (in summo rerum vertice) (II,46), deduce, por un lado,
que tienen voluntad (II,47) y libertad (II,48), y por otro lado, que no son corpóreas (II,49); por
tanto, no son materiales (II,50) ni son formas materiales (II,51). En ellas hay composición de esse y
esencia (II,52), y de acto y potencia (II,53); no es igual la proporción entre: ex materia et forma y ex
substantia et esse (II,54). Concluye que son incorruptibles (II,55).

b) A continuación, el Angélico se plantea si estas substancias intelectuales se pueden unir a


los cuerpos (II,56). Rechaza las posiciones de Platón (Plato) (II,57-58), Averroes (Averroes) (II,59-
61), Alejandro (Alexander) (II,62), Galeno (Galenus) (II,63), Empédocles (Empedocles) (II,64) y
los Antiguos (Antiqui) (II,65-67) y afirma que el alma humana es una substancia intelectual unida al
cuerpo como forma (II,68-69),21 conforme a lo afirmado por Aristóteles (II,70). Por lo cual, el alma
se une inmediatamente al cuerpo (II,71), está toda en todo el cuerpo y toda en cada una de sus
partes (II,72). También afirma que tanto el intelecto posible (intellectum posibilem) (II,73-75) como
el intelecto agente (intellectum agens) (II,76-77) son propios de cada hombre, interpretando
rectamente a Aristóteles (II,78).

c) A partir de a) y de b), concluye que el alma humana es incorruptible e inmortal (II,79-81);


en cambio, las almas de los animales son mortales (II,82). Y aunque el alma humana no tenga fin
por ser inmortal, ha comenzado a existir (II,84), de lo cual se sigue que no es de la substancia divina
(II,85). Tampoco procede del semen (II,86), sino que es creada por Dios (II,87-89) como la única
substancia intelectual que se une al cuerpo (II,90).

d) A partir de la existencia de almas incorruptibles se puede pensar en la existencia de


substancias intelectuales no unidas a los cuerpos (II,91), cuya multitud supera el número de cuerpos
materiales (II,92), siendo cada una su propia especie (II,93) y distintas específicamente del alma
humana (II,94) y de las otras substancias separadas (II,95). Estas substancias separadas no conocen
intelectualmente desde lo sensible (II,96), sino que, al conocer siempre en acto (II,97), se conocen a
sí mismas, conocen otras substancias separadas (II,98) y las cosas materiales (II,99) y singulares
(II,100) de modo no simultáneo (II,101).

En la Summae Theologiae Santo Tomás sigue otro orden:


20
CG II,79. [1598].
21
CG II,68. [1449]: Si enim substantia intellectualis non unitur corpori solum ut motor, ut Plato posuit, neque
continuatur ei solum per phantasmata, ut dixit Averroes, sed ut forma; neque tamen intellectus quo homo intelligit, est
praeparatio in humana natura, ut dixit Alexander; neque complexio, ut Galenus; neque harmonia, ut Empedocles; neque
corpus, vel sensus, vel imaginatio, ut Antiqui dixerunt: relinquitur quod anima humana sit intellectualis substantia
corpori unita ut forma. Notemos como en este texto Santo Tomás nos da el orden de los capítulos 57-67.
La se divide en tres partes:

1. primero, de Dios;
2. segundo, de la marcha del hombre hacia Dios;
3. tercero, de Cristo, el cual, como hombre, es el camino en nuestra marcha hacia Dios.22

La reflexión sobre Dios abarcará tres partes.

a) En la primera trataremos lo que es propio de la esencia divina;


b) en la segunda, lo que pertenece a la distinción de personas;
c) en la tercera, lo que se refiere a las criaturas en cuanto que proceden de El.23

En lo concerniente a las criaturas en cuanto procedentes de Dios, abarcará tres partes.

1) Primero, estudio de la producción de las criaturas.


2) Segundo, su diversificación.
3) Tercero, su conservación y gobierno.24

En cuanto a la diversificación entre la criatura espiritual y la corporal, estudia:

a. En primer lugar, lo referente a la criatura puramente espiritual y que en la


Escritura Sagrada es llamada ángel.
b. Segundo, lo referente a la criatura puramente corporal.
c. Tercero, lo referente a la criatura compuesta a partir de lo corporal y de lo
espiritual, que es el hombre.25

Con respecto a los ángeles,

A. primero hay que tratar lo referente a su sustancia;


B. segundo, lo referente a su entendimiento;
C. tercero, lo referente a su voluntad;
D. cuarto, lo referente a su creación.26

22
S. Th., I, q. 2, prologo: primo tractabimus de Deo; secundo, de motu rationalis creaturae in Deum; tertio, de Christo,
qui, secundum quod homo, via est nobis tendendi in Deum.
23
S. Th., I, q. 2, prologo: Consideratio autem de Deo tripartita erit. Primo namque considerabimus ea quae ad essentiam
divinam pertinent; secundo, ea quae pertinent ad distinctionem personarum; tertio, ea quae pertinent ad processum
creaturarum ab ipso.
24
S. Th., I, q. 44, prologo: Post considerationem divinarum personarum, considerandum restat de processione
creaturarum a Deo. Erit autem haec consideratio tripartita, ut primo consideretur de productione creaturarum; secundo,
de earum distinctione; tertio, de conservatione et gubernatione.
25
S. Th., I, q. 50, prologo: Post haec considerandum est de distinctione corporalis et spiritualis creaturae. Et primo, de
creatura pure spirituali, quae in Scriptura sacra Angelus nominatur; secundo, de creatura pure corporali; tertio, de
creatura composita ex corporali et spirituali, quae est homo.
26
S. Th., I, q. 50, prologo: Circa vero Angelos, considerandum est primo de his quae pertinent ad eorum substantiam;
secundo, de his quae pertinent ad eorum intellectum; tertio, de his quae pertinent ad eorum voluntatem; quarto, de his
quae pertinent ad eorum creationem.
Después de lo que ha sido establecido sobre la naturaleza de los ángeles, sobre su
conocimiento y voluntad, ahora falta por tratar lo referente a su creación o, en general, a su origen.
Dicho estudio abarcará tres partes:

I. primero trataremos lo referente a cómo son producidos en su ser natural;


II. segundo, cómo son perfectos en gracia o gloria;
III. tercero, cómo algunos de ellos se hicieron malos.27

En un esquema:

27
S. Th., I, q. 61, prologo: Post ea quae praemissa sunt de natura Angelorum, et cognitione et voluntate eorum, restat
considerandum de eorum creatione, sive universaliter de eorum exordio. Et haec consideratio est tripartita. Nam primo
considerabimus quomodo producti sunt in esse naturae; secundo, quomodo perfecti sunt in gratia vel gloria; tertio,
quomodo aliqui ex eis facti sunt mali.
Analogía del ser Analogía sicológica
Yo Soy el que Soy (Ex 3, 15) Dios es Espíritu (Jn 4, 24) – Dios es Amor (I Jn 4, 16) La Palabra era Dios (Jn 1, 1) El Espíritu que procede del Padre (Jn 15, 26)
† E
sobrenatural histórica T an sit quid sit Trinidad
Dios M
revela ángeles 1° Motor Entitativos Operativos Origen Procesiones
Uno-Trino 1° Causa
natural H 1° Ser necesario Simplicidad Providencia Relaciones
animales 1° Ente Perfección Ciencia Verdad general
vegetales Inteligente Bondad Predestinació Personas Padre propios
n
minerale Vida Poder Felicidad particular Hijo nombres
s
Reino ser Cosmológico Justicia Espíritu Santo apropiados
s
Voluntad Amor
2° muerte Infinito Misericordia Encarnación (Cristo)
Inmenso visibles
juicio universal cielos Inmutable Pentecostés (Iglesia)
Eterno Misiones
infierno purgatorio Único Don de sabiduría
invisibles (Moral)
juicio particular Caridad

resurrección
CREA
* fin del mundo muerte Creación Distinción
Jesucristo Dios y hombre

conveniencia A imagen de Dios (Gn 1, 27) especial general

Virgen unión frutos del S S bien – mal


bienaventuranzas ángeles
Escatología encarnación virtudes y dones S S buenos y malos
naturaleza
Religiosos vida actos humanos fin del
hombre
enseñanza inteligencia gobierno producción hombre
Santidad milagros Gracia - Ley voluntad felicidad
Paraíso
Laicos pasión – muerte pasiones cosas
materiales
Jerarquía resurrección vicios
pecados
Pueblo ascensión pecado original
Iglesia Espíritu
Misterio sacramentos Santo 2° venida *

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