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IMPORTANCIA DE LA PASTORAL INFANTIL.

Siguiendo el mandato del Señor Jesús cuando dice: “dejad que los niños

vengan a mí, no se lo impidáis”, se puede hablar de una pastoral infantil que

busque valorar el papel del niño en la evangelización. La Iglesia en su qué hacer

misionero pretende llevar a cabo las diferentes acciones pastorales y

evangelizadoras, buscando que el pueblo cristiano alcance a comprender el amor

del Padre, manifestado en Cristo por medio de su pasión y muerte para nuestra

salvación, anuncio que no debe ser ajeno a los pequeños en edad, pero grandes

en sencillez y humildad.

La Iglesia particular de la Dorada-Guaduas en su plan de pastoral ha

pasado por alto, la importancia de los niños a la hora de evangelizar, las

pastorales que hay solo tocan por encima el trabajo pastoral con los niños

(educativa, familiar, misionera). Es necesario un trabajo más amplio con estos, ya

que la semilla del evangelio debe abonarse en las distintas etapas de la vida del

ser humano desde su concepción hasta su muerte (infancia, adolescencia,

juventud, adultez, vejez) de manera personalizada y personalizante.

No es fácil constituir una pastoral infantil, ella tiene unas ventajas y unos

riesgos. Sin duda se debe tener en cuenta el ambiente en que los niños crecen y

se desarrollan, la cultura y costumbres de cada lugar, el pensamiento, la vida de fe

e incluso el aspecto climatológico (es muy diferente el comportamiento y la

retentiva de un niño de clima cálido al de un clima templado y frío).


La personalidad de la mayoría de los niños, es de cercanía, apertura, sed

de conocer, de ser comprendidos y amados. Muchos tienen en buena estima al

sacerdote, las muestras de afecto reflejan dicho respeto. Pero estas ventajas, se

pueden convertir peligrosamente en un riesgo, debido a que lamentablemente la

sociedad busca por todos los medios posibles, acabar con la imagen del

consagrado, poniéndolo como el antagonista, el villano, en la vida de los

pequeños. Por tanto, el pastor de almas debe procurar un sano equilibrio y una

prudencia en el momento de trabajar con los niños; las muestras de cariño podrían

ser mal interpretadas por la comunidad o en el peor de los casos, el sacerdote

caer en pedofilia.

Hoy, cuando los niños crecen huérfanos con padres vivos, cuando sus

padres los han abandonado a su suerte, en una época de crisis de paternidad, es

cuando el sacerdote debe ser verdaderamente un “padre”, “pastor”, “amigo”. El

clérigo debe entender que estos niños son sus hijos, y un padre de familia por más

que malo que sea “no le va a dar a su hijo una serpiente en lugar de un huevo”.

Por eso no se entiende a un sacerdote que le haga daño a sus hijos y peor aún a

los más pequeños.

Conociendo a groso modo estas ventajas y estos riesgos, la pastoral

infantil debe convertirse en una de las más excelsas e importantes acciones

evangelizadoras de la Iglesia, unos niños bien formados serán los futuros líderes y

agentes de pastoral que llevaran la vanguardia en la cada una de las parroquias.

La pastoral infantil será semillero de vocaciones, fuente de catequistas y de

familias ejemplo.
Las parroquias o las comunidades deben tener en gran aprecio la pastoral

infantil no solo porque se forman en la fe a estos niños, sino porque de alguna u

otra manera se le arrebatan al mundo, a los vicios, a la maldad. Para que su ser

sea integro. La pastoral infantil visita desde este punto de vista será una gran

ayuda para continuar con la auto-edificación de la Iglesia y la instauración del

Reino en todos los lugares del mundo; pero si la Pastoral Infantil se ve como una

carga para la parroquia, como un riesgo, por miedo a los problemas referentes a la

protección del menor o por la fragilidad de la carne a cometer abusos. Es porque,

primero, se perdió el impulso del Espíritu Santo y segundo, porque se dejó de

actualizar la praxis evangelizadora de Jesús: acoger y escuchar con amor y

ternura a los niños.

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