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– Miles Davis
Aprender a escucharnos y a escuchar nos permitiría sentir, aprender y comprender lo que nos rodea,
incluso ayudar a nuestros seres queridos en una conversación, antes de abrir la boca escuchar.
La escultura sonora es un pretexto para escuchar y con suerte quizá también para visitar una galería de
“arte”, aunque en su propia casa podría construir su propia escultura con su reproductor de cd o mp3, ok,
ok no tiene ninguno de estos, haga una escultura sonora viviente como nos enseña Hildegard
Westerkamp:
Escuche.
Las palabras
en esta página impresa
son sonido.
Escuche.
La voz silenciosa
en esta página impresa,
es sonido.
Escuche.
La vida
en este vecindario
es sonido.
Escuche.
Disponga de una hora y salga a caminar por su vecindario. No haga otra cosa más que escuchar. Si está
caminando con otra u otras personas, deje claro que esta hora transcurrirá en silencio. Escuchen juntos a
todo.
Encuentre un lugar favorito en su vecindario y escuche. No hable con nadie. Siga caminando y escuche.
Escuche
las voces
mientras camina.
Escuche
las pausas.
Escuche.
Escuche su respiración
y sus ritmos
sus pasos
y sus ritmos.
Deténgase un momento y escuche sus pensamientos. Déjelos pasar como el sonido de un auto. Sígalos
hasta que ya no pueda escucharlos.
Escuche
las pausas
entre las sirenas y bocinas y aviones.
Escuche a la distancia.
Deje
de escuchar
por un momento.
Regrese a casa.
y amansadoras”.
La curadora Sáez de Ibarra nos dice que el concepto de Distopía “es una forma de ver
hacia adelante la existencia individual y colectiva. Es el concepto antónimo de la
utopía. La utopía con su esperanza, con su fe en las capacidades sociales del hombre,
con su humanismo, con su sabiduría propia del desapego de lo real, de lo mundano,
aparece no creíble, sin cabida en el juego de las posibilidades; sin fuerza virtual"(1).
La Distopía en este sentido surge como una alternativa frente al proyecto Utopista que si
bien es cierto se convirtió en objetivo fundamental para el proyecto humanista, hoy
parece decaer y casi desaparecer. Esto merecería una discusión más amplia, pero
sigamos el recorrido por el fundamento conceptual de la exposición. “Un sentimiento de
derrota –dice la curadora-, se ha apoderado de la perspectiva de criticidad de la
conciencia colectiva ante la guerra y la pobreza. Esta conciencia crítica colectiva es
individualista. Descreída. Desencantada. Se halla cruzada por la vergüenza y se auto
condena a la fatalidad como una forma de expiación”. Frente a tal nihilismo parece
surgir una opción: mirar de frente lo que se tiene y se vive y aceptarlo con fatalidad. Tal
parece ser el proyecto distópico frente al utópico. El no lugar de la utopía, deviene una
lugar perverso apocalíptico de la distopía, semejante a l lugar del totalitarismo, si nos
mantenemos al pie de la letra de los conceptos. En este sentido la Distopía (según el
término acuñado por Jhon Stuart Mill en el siglo XIX) es una oposición radical de la
Utopía (Thomás Moro), una utopía negativa y, en consecuencia, no es un mundo ideal el
que se nos revela , por el contrario el un mundo que nos aparece es un lugar donde el
desequilibrio, la desigualdad y el temor parece ser una constante.
La exposición está compuesta por varias obras de tres artistas latinoamericanos: Harold
Vásquez-Castañeda, Carlos Amorales y Miguel Ángel Ríos. Vásquez-Castañeda con sus
instalaciones sonora-musical El vuelo del murciélago (2004) y Hara Kiri (1998), hace
que el espectador entre en un espacio sumergido en una profunda penumbra. El clarinete
(Enrique Ardila) y la flauta (Pierre Dutrieux) pregrabados, logran crear un ambiente
sonoro que hace de nuestra experiencia estética algo inusual. Es frecuente ver en las
exposiciones y no escuchar. Aquí el sentido de la vista se ve enceguecido por la
oscuridad, a la cual nos habituamos paulatinamente, dejando que nuestros oídos nos
hablen del lugar y oriente nuestros pasos. Nuestro cuerpo se desplaza cuidadosamente
para no chocar con los otras personas, los pies se arrastran lentamente como para evitar
cualquier obstáculo. El chirriar de nuestros zapatos armoniza extrañamente con la
música. Los cuerpos se sientan en el suelo como esperando tomar algún apoyo. Esta
postura, casi primitiva nos lleva a ponernos de nuevo en la posición de nuestra
condición animal, donde un lejano temor se instala en nuestras cuatro extremidades que
ahora tocan el suelo. Algo que encontré incoherente en la instalación era la guía de luz
azul -tenue por cierto-, que nos impedía chocar contra la pared, pues estaba dispuesta a
todo lo largo del suelo. ¿Precaución curatorial para prevenir accidentes en el recinto o
descuido de parte del artista? Este detalle en realidad no le quita importancia a la obra.
Carlos Amorales nos presenta su proyección en la pared Manimal (2005). Esta pieza de
animación pone en evidencia la sustitución de lo animal a lo humano. La proyección
comienza con una escena donde unos perros salvajes corren en todas las direcciones en
manada hasta enfrentarse a otros perros similares. El combate es inevitable. Un bosque
muerto sirve de telón de fondo el cuál muy pronto se ve sustituido por una ciudad. La
reja que delimita ese mundo salvaje del de la civilización urbana se ve rápidamente
superada. Los árboles se han reemplazado por postes de luz y aviones que en una noche
de luna llena, comienzan a despegar en todas las direcciones dejando tras de sí, la
ciudad abandonada ahora dominada por los perros que aullan a la luna. Uno que otro
cuervo se posa en las cuerdas eléctricas.
Esta escena musicalizada por Julián Lede, logra recordarnos un pasaje de la novela “Soy
Leyenda” (1954) de Richard Mahteson donde el último sobreviviente a una epidemia
que azota a los Ángeles en los Estados Unidos, se enfrenta a una serie de perros y seres
humanos animalizados sedientos de sangre. Esta novela llevada al cine por Francis
Lawrence (2007) logra acercarse a la obra de Amorales la cual sin duda se ha inspirado
de la novela de Mahteson. Pero esto de las fuentes y los referentes no es del todo
irrelevante pues, al entrar al recinto nos encontramos con una excelente obra muy bien
montada, la cual nos hace pensar en ese universo apocalíptico quizá no tan lejano a
nuestro mundo real. Las paredes de la sala de exposición recrean el fondo del bosque de
la animación, poniendo al espectador en el mismo plano de los animales. Algo de
siniestro, en los términos freudianos, encontramos en esta obra, como lo extrañamente
familiar que nos atrae y al mismo tiempo nos produce temor. Lo animal prevalece sobre
lo humano.
Otra de las obras de Amorales es Dark Mirror (2004), Donde escuchamos y vemos en
el revés de la pantalla, una composición para piano interpretada por José María
Serralde. Mientras el músico ejecuta su pieza musical, nosotros vemos una animación
realizada por André Pahal, donde vemos los dibujos de Amorales que le identifican:
aviones en negro con las ventanas de un blanco luminoso que vuelan y se confunden
con las aves, hasta ir a estrellarse en un árbol del cual no pueden salir. El avión cuelga
de una de las ramas donde a su vez penden varios cráneos. En la misma escena el avión
se estalla en mil pedazos, acentuando la idea de muerte y desolación. Un color rojo se
extiende por la pantalla de un blanco luminoso. El dispositivo audiovisual a manera de
espejo, logra introducirnos en una especie de ensoñación pesadillezca, donde lo
apocalíptico deviene una constante.
Sin lugar a dudas las obras más interesantes de la muestra, a mi juicio, son las de
Miguel Ángel Ríos. A morir (2003-04) es una instalación audiovisual, de tres
proyecciones donde vemos en un primer plano varios trompos de color negro, que son
lanzados con fuerza. Los trompos “luchan” por permanecer en una rejilla trazada en el
suelo con líneas blancas. En esta obra, donde el sonido de los objetos es
sobredimensionado, se acentúa la idea de la exclusión social, étnica y política. Una
lucha por el espacio, logra desplazar todo equilibrio. Los trompos que giran
vertiginosamente se repelen entre sí hasta que uno de ellos permanece “triunfante”,
mientras un rastrillo extrae a los vencidos que ha dejado de girar y por ende permanecen
en el suelo. María Belén Sáez dice refiriéndose a esta obra: “A morir, nos presenta unos
trompos con vida propia en una poderosa alegoría. Un juego infantil y de adultos que
se convierte en un metáfora de la guerra. El sonido también es esencial en esta obra.
Un sonido fuerte; la punta de los trompos en el suelo, sus giros cargados de energía, el
choque entre ellos, su caída. Este es un juego de niños-varones y mayores -quizá la
lógica masculina, lo que los estudiosos de genero llaman la lógica bélica- Un juego
para la camaradería asociada a la razón de la defensa del grupo por la violencia. Un
juego de muerte”. La lucha por el territorio, instaura el conflicto el cual deviene una
metáfora contundente en este juego macabro donde la realidad cobra vigencia. ¿Cuántas
de nuestras acciones cotidianas no viene atravesadas por este conflicto de intereses que
devienen realmente juegos bélicos donde el otro es casi exterminado y excluido,
desplazado, desaparecido? ¿Cuántas de nuestras realidades sociales están atravesadas
por esta condición bélica? En este sentido de nuestro cuestionamiento, la obra de Ríos
logra convertirse en una crítica contundente a la condición humana.
White Suite (2008) es una obra bastante fuerte y crítica. La habitación blanca donde se
supone se anuncia una noche de luna de miel, luego de una alianza, de un matrimonio,
deviene un lugar oscuro escenario de un combate. Un bailarín, impecablemente vestido
de blanco, quien danza a la manera de los gauchos argentinos, transforma su danza en
una provocación frente a unos perros hambrientos que convierten la danza en un
combate por el alimento. El danzante, en un fondo absolutamente negro, que nos
recuerda ciertas pinturas del tenebrismo español, sujeta firmemente en sus dos manos,
unas cuerdas de la que penden unos pedazos de carne. Estos son agitados
vertiginosamente en armonía con el zapateo. Esta proyección de dos canales
sincronizados, nos muestra una relación nada armoniosa entre lo animal y lo humano,
donde el hombre con el alimento parece atacar a esas fieras hambrientas las que
terminan atacando al hombre. En un momento uno de los perros cierra sus fauces en la
manga del traje blanco del hombre y los otros perros lo atacan también. El hombre ha
devenido presa y alimento en este combate des-carnado.
En definitiva, esta Distopía logra mostrarnos de una manera contundente como la utopía
como proyecto de la Humanidad ha cedido terreno frente a la Animalidad, que en este
caso deviene la encarnación de todos nuestros temores, de todos nuestros conflictos, de
todos nuestros males. El devenir-animal en este caso no sería una estrategia en términos
deleuzianos para devenir imperceptibles y enfrentar el capitalismo; al contrario sería
una condena de la cual todo proyecto la humanitas utópica ha sido condenando a
desaparecer. Reste felicitar a la curada por tan excelente trabajo y montaje que se hizo
con profesionalismo. El Museo de Arte bajo la dirección de Santiago Rueda Fajardo, ha
entrado definitivamente en otra era donde las exposiciones de arte generaran sin duda
un gran impacto en el contexto cultural local.
Ricardo Arcos-Palma.
Tenemos, si lo deseamos, todos los medios para modificar las cosas, por lo
menos las que están en nuestro entorno inmediato. A un niño se le puede curar.
El trauma empieza a curarse cuando el niño saca su primera buena nota. Es
increíble ver la felicidad que se produce en un niño que había perdido las
esperanzas de entender algo cuando se da cuenta de que puede hacerlo. Ver
cómo le cambia la cara es maravilloso… Para eso es necesario también un buen
profesor. A usted, por ejemplo, le salvó la vida darse cuenta de que era bueno
escribiendo… Fue la lectura la que me salvó la vida y por suerte fue una lectura
de obras literarias. Entre el caos de mi vida de mal alumno, de zoquete, donde
no lograba constituirme como individuo, en el que yo era un poco la presa de
muchísimos sentimientos destructores, mi forma de estructurarme consistió en
decidir a los 13 años leer a grandes autores. Por ejemplo, leí los cuentos de
Andersen cuando era pequeño y me encantaron. Ahora que soy mayor los he
vuelto a leer y he vuelto a comprobar de que se trata de una obra genial.
Evidentemente que yo no sabía esto cuando era pequeño, pero leerlo me salvó la
vida. Y también me salvó escribir, empecé a hacerlo desde pequeño. Y también
salvó la vida de muchos alumnos a través de la literatura… Hace tiempos estaba
en un bar y un hombre que estaba tomándose una copa junto a la barra me miró
y me dijo: “Dos segundos sombra”. Inmediatamente me di cuenta de que había
sido alumno mío en determinado año en el que les había dado a leer ese texto en
clase. “Ese libro me hizo lector”, me dijo y me contó que ahora era piloto de
avión y que cada vez que estaba volando ponía el piloto automático y se ponía a
leer. Así que lo que hice también puede ser peligroso. Pero lo que yo solía hacer
cuando era profesor era sacar cada día un tiempo para leer con mis alumnos en
voz alta sin temer a la inspección escolar, sin tener que diseccionar los textos
como se hacen en la escuela. Cada vez que empezaba a leer un texto les
preguntaba a mis alumnos quién lo quería leer y siempre aparecía alguien,
llegaba a tener treinta libros circulando entre los alumnos. Mi pasión era
reconciliar a los niños con la novela. En Francia y en muchas partes de Europa
se habla del fracaso de la escuela pública, sector en el que usted trabajó muchos
años. Se cree que es un modelo que ya no va más e incluso se habla del regreso
al profesor único y castigador… No quiero admitir el fracaso de la enseñanza
pública. Vivimos en una sociedad en la cual solo hace cuarenta años enseñamos
a todos los niños de nuestras sociedades, sin importar si es rico, pobre,
extranjero, de color, árabe… Solo hace cuarenta años. Es la primera vez en la
historia de la humanidad que sucede tal fenómeno pedagógico. En consecuencia
la escuela de hoy, incluso con sus problemas, es un alto hecho de civilización. Yo
acepto hablar de los problemas de la escuela si partimos de esa constatación. La
escuela como está hecha, con el dinero que cuesta, es ante todo un hecho de
civilización europeo único en la historia de la humanidad. Luego podemos
empezar a hablar de los problemas que son complejos, numerosos. Pero hay
crisis, al menos todo el mundo habla de ella. Un ejemplo es la película Entre los
muros que ha sido tan exitosa en Francia y que muestra los problemas sociales
de una escuela en los barrios periféricos de París… No es que no me guste hablar
de la crisis, a mí me gusta hablar de todo. Pero cuando hablo no me gusta
simplificar. Hay dos maneras de abordar un tema: desde la imaginación que
siempre se simplifica y desde la realidad que siempre es compleja.
Entre los muros describe una aula particular, en un instituto particular, que es
distinto del instituto que está al lado. En esta película se ve un salón de clase en
crisis, con niños violentos que insultan a los profesores y se insultan entre ellos.
La misma semana que vi la película visité tres institutos diferentes en barrios
iguales al que se desarrolla la trama, que son considerados barrios difíciles.
Estas tres clases responden a la misma definición socioeconómica a la de los
niños de la película, pero eran completamente diferentes. Sentían tanto
entusiasmo por aprender que les recomendé una obra de teatro que me
presentarían al final de año. Yo no los conocía hasta ese momento, pero los vi
tan vitales que les propuse ese juego. En Francia hay una especie de fantasía que
está muy cercana a lo que se podría llamar racismo. Y no es una fantasía, sino
que también se traduce en los hechos. Pero realmente lo que no se quiere ver es
que estos niños que son negros, que son musulmanes, son adolescentes que
tienen problemas pero que eso no los hace peligrosos. Esto se debe a una
ideología que está muy cercana a esa idea del miedo a la inmigración. Porque si
se ven los hechos y los números, en Francia hay 12 millones de alumnos y de
estos solo el 0,4% son alumnos hiperviolentos. Solo se habla de esos niños para
referirse a la crisis de la escuela. Este 0,4% representa 50.000 alumnos lo que
indica que quedan 11 millones 950 mil que son absolutamente normales. Usted
ha dicho que la escuela está hoy sola contra el mundo… Esta sola frente a una
sociedad mercantilizada que crea consumidores desde la cuna. Los niños de hoy
están educados para cambiar de deseos permanentemente, es la era de la
multiplicación de los deseos superficiales. La escuela está sola frente a ese
fenómeno y es la única institución que se dirige a satisfacer los deseos vitales de
los niños, como el deseo de aprender a leer, a contar, a escribir. Pero estos son
procesos que toman tiempo, requieren esfuerzo y reflexión, que son
exactamente los valores opuestos a los valores del consumo que se satisfacen
inmediatamente. El consumismo es el gran rival de los profesores.