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Depósito

judicial

Práctica
profesional II
(ejecución)

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Depósito judicial
El depositario judicial es un auxiliar externo de los jueces, permanente o ad hoc,
encargado de cumplir una medida cautelar, guardando o vigilando material o
jurídicamente, los bienes o personas que constituyen la materia sobre la cual
recae la medida cautelar.

Para el depósito judicial resultante del embargo, rigen analógicamente las


disposiciones del Código Civil y Comercial relativas al contrato de depósito.

La aceptación del cargo se concreta firmando el depositario el acta de embargo.


En ella se debe dejar constancia de que lo hace con las responsabilidades legales,
lo que importa imponerlo de los deberes y obligaciones de los depositarios,
como asimismo de las penalidades en que incurren los depositarios infieles.

Rigen analógicamente, como ya anticipamos, las disposiciones de los artículos


del Código Civil y Comercial relativas al contrato de depósito.

Generalmente, el depósito se hace por intermedio del oficial de justicia, ante


quien debe aceptar el cargo y hacérsele entrega material o simbólica de la cosa,
o continuar con la posesión de ella.

Una vez que el depositario aceptó su designación y le es entregada la cosa objeto


de custodia, debe cumplir con todas las obligaciones que dispone el Código Civil
y Comercial para el contrato de depósito, adaptadas a las decisiones de la
autoridad judicial que le confirió el cargo, y asume la misma responsabilidad que
el depositario extrajudicial.

Su obligación primordial es la de proveer la seguridad material y jurídica de los


bienes con el objetivo de evitar que se tornen ilusorios los derechos de quien
solicita la medida cautelar, poniendo en la guarda de las cosas depositadas las
mismas diligencias que en las suyas propias, y entregarlas en las mismas
condiciones en que las recibió.

Las cosas no deben salir del ámbito de custodia del deudor, sufrir menoscabos o
daños materiales, ni ser sacadas de la circunscripción territorial donde quedaron
ubicadas, sin autorización del juez, salvo casos de urgencia y con el cargo de
ponerlo en conocimiento del magistrado inmediatamente.

Tiene el deber de informar, por propia iniciativa o a requerimiento del juez, y


ampliar los informes ya producidos, en resguardo de los bienes custodiados. Con
ellos el juez podrá disponer las medidas que considere convenientes, de oficio o
a pedido de partes.
El cambio de sede del depósito y la reticencia en informar autorizan el cambio
de depositario.

No es usual, pero sí sería conveniente, imponer a los depositarios materiales la


obligación periódica de informar sobre su gestión. Con ello se produciría un triple
efecto: por un lado, recordar la vigencia de sus obligaciones; por otro, garantizar
la seguridad de los bienes confiados y además evitar futuros conflictos.

El incumplimiento acarreará la responsabilidad penal respectiva, sin perjuicio de


que, administrativamente, se le puedan imponer las sanciones (ver leyes
orgánica del Poder Judicial).

El embargado designado depositario de un bien de su propiedad puede usarlo


siempre que no se disminuya la garantía.

Puede exigirse seguro, especialmente respecto de los automotores.


En lo que hace a la remuneración y gastos, toda custodia judicial puesta en
manos de terceros debe ser remunerada. La cuantía es fijada por el juez teniendo
en cuenta la naturaleza de los bienes, los riesgos de la custodia, el tiempo que ha
durado el depósito y el trabajo demandado.

Esta remuneración, así como los gastos, la soporta el condenado en costas, y si


fueron puestas por su orden, quien solicitó la medida.

Para realizar gastos en la cosa guardada en depósito judicial, el depositario ha de


solicitar autorización previa al juez, pues de lo contrario no pueden ser
reconocidos, salvo en supuestos de urgencia.

El depositario carece de derecho de retención sobre la cosa guardada.

Los gastos autorizados o urgentes necesarios y los honorarios del depositario


judicial, en atención a que la tarea del depositario contribuye a la conservación
de los bienes embargados en beneficio de los acreedores, constituyen un gasto
de justicia que, como tal, goza del privilegio que le acuerda la ley.

No hay acuerdo en relación a si la responsabilidad civil que le cabe al depositario


es contractual o extracontractual. Sin embargo, la cuestión carece de interés
práctico, pues en ambos casos responde por los daños causados, salvo en cuanto
a la prescripción.

Rige, además, el artículo 1757 del Código Civil y Comercial.

En cuanto a la responsabilidad penal, se encuadra en la figura típica de


malversación de caudales públicos prevista en el artículo 263 del Código Penal.
Bibliografía de referencias

Código Civil y Comercial de la Nación. (2014). Ley N.° 26.994. Honorable


Congreso de la Nación. Recuperado de:
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=235975
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.

Actualizado de la ley 17.454. Poder Ejecutivo Nacional. Recuperado de:


http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/15000-19999/1654
7/texact.htm

Rivera, J.C. (dir.) y Medina, G. (coord.) VV. AA.


(2014). Nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, comentado por
especialistas. Buenos Aires: La Ley.

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