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Literatura cubana contemporánea
¿Jorge Enrique Lage tendrá conciencia de este asunto? No lo sé. Tampoco voy a
preguntárselo. Hablaremos de otras cuestiones… Que para seguirle la rima a la manía del
escritor, voy a enumerarlas en lengua anglosajona.
—No sé. Supongo que una vez que desechas el realismo (pero también esa otra forma
codificada de realismo conocida como ciencia-ficción), la verosimilitud, los personajes
creíbles y todo eso, puedes trabajar con cualquier cosa. De un tiempo para acá he venido
pensando los cuentos como si fueran instalaciones: agregas un elemento, luego otro,
amarras por aquí, copias y pegas por allá, vas probando e intercalando materiales…, y
esperas que se cierre algún circuito, que aparezca alguna corriente de sentido. Yo le
llamaría “proceso de montaje”.
—¿De qué manera definir la literatura de Jorge E. Lage? A todos los críticos les
interesan las clasificaciones y he visto que te asocian con la literatura del absurdo,
con dadá y el surrealismo… Como “un isótopo ilegible en la Isla del Realismo
Raso”, te describe Orlando Luis Pardo Lazo. Simplemente diferente, alegan otros.
Y yo, aunque sin ánimo de fundar una nueva etiqueta, pienso tu literatura como
realismo “excéntrico”. En los dos sentidos del término; o sea, tanto por la índole
extravagante de tus narraciones, como por la desterritorialización y la falta de
anclaje en una realidad fácilmente distinguible. Pero, ¿has pensado tú alguna vez
en una manera de definir tu propia literatura? ¿Qué dirías al respecto?
—Te voy a decir lo que a menudo dicen los peloteros cuando no tienen nada que decir: “El
terreno dirá la última palabra”. Y aquí estoy incluyendo, por supuesto, las fallas del
terreno.
—De una de las asignaturas del quinto año de la carrera, Toxicología, recuerdo el siguiente
precepto: No hay sustancias inocuas, sólo maneras inocuas de utilizar las sustancias. Algo
así. Donde dice utilizar podemos poner también mezclar, combinar, agitar… Si existe
alguna continuidad/ruptura, me gustaría ubicarla por ahí. No escribas de manera inocua,
me digo hoy a mí mismo, intenta escribir de la manera menos inocua posible. Fracaso la
mayoría de las veces, pero es una idea que me persigue: la toxicidad de la ficción.
—Un crítico cubano de arte (¿o crítico de arte cubano?), no recuerdo si fue
Gerardo Mosquera, dijo que los cubanos padecemos una “neurosis de identidad”.
Aunque yo sea de los que piensan que el mapa genético de un escritor hay que
buscarlo en su biblioteca personal y no en el origen nacional, de todos modos no
voy a sustraerme a la tentación de hacerte la pregunta estándar. ¿Cuál es la
postura de Lage en cuanto a ser representado como “escritor cubano”?
—La última vez que resultó funcional hablar en términos de generación fue para referirse
a aquellos escritores que empezaron a publicar y a acaparar la atención a finales de los 80
y principios de los 90. Los llamados “novísimos” en sus distintas tendencias, el grupo
Diáspora(s), los nuevos modos de pensar la escritura y lo social, etc. Allí empezaba el
poscomunismo. En comparación con esto, el cambio de siglo y de milenio no representa
nada, más allá de la movida informática que por demás ha sido bastante limitada en Cuba
(¿quién me ha robado el siglo XXI?, se pregunta Joaquín Sabina en una canción, y uno no
puede menos que escucharlo con una sonrisa). Casi todos los autores de los “años 0”, o al
menos los narradores, cuando se sientan a escribir no hacen otra cosa que sumarse a la
resaca de aquella ola, dos décadas atrás.
—“La literatura cubana actual tiene su parte de vitrina. Pero detrás de la vitrina
está el cajón oculto de esos escritores, muertos y vivos”. Estoy citando algo que tú
mismo dijiste en una entrevista y a partir de ahí quiero que me des una valoración
general, incluyendo tanto los noveles como los mayorcitos de edad, sobre la
literatura que se escribe hoy en Cuba, o la escrita por cubanos, no importa dónde
vivan, si tienes referencia de ella…
“He leído muy poco de la ficción cubana que no se publica en Cuba, pero tampoco me
parece que haya mucho que buscar ahí. En el planeta literario que más me interesa, la
especie inteligente son los narradores como Juan Abreu, autor de dos novelas —
Garbageland y Orlán Veinticinco, ambas en Mondadori— que a mi modo de ver reformulan
brillantemente la herencia de Reinaldo Arenas. Pregúntales a los lectores habituales de
novedades cubanas, dentro o fuera de la isla, a ver cuántos saben quién es Juan Abreu.
“Desde hace tiempo considero que el género que más fuerza tiene dentro de lo que se
escribe hoy en Cuba es la poesía. Oscar Cruz, Legna Rodríguez, Leymen Pérez, entre otros.
Esa es la generación que hay que seguir. Ojalá los narradores jóvenes los lean y aprendan
de ellos. ¿Pero aprender qué?, me pregunto. No estoy seguro. Habrá que averiguarlo”.
“La soledad del escritor en la isla la veo más bien como soledad del lector. Habría que
hacer una encuesta: preguntarle a una serie de escritores de todo el país cuáles han sido
los mejores libros que han leído en los últimos meses, y cómo llegaron a sus manos, y si
han leído a X, Y y Z. Creo que podemos empezar a hablar de la soledad a partir de ahí.
¿Causas? Está claro que el confinamiento político y económico en que vivimos.”