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Una voz más profunda, es decir, un tono de voz más bajo, no sólo
transmite una sensación de autoridad y de credibilidad, sino que
también genera empatía, ya que da la sensación de que simpatizamos
con lo que la otra persona siente, que nos preocupa y que tenemos un
verdadero interés en su bienestar.
No hay que confundir bajar el tono de voz, que consiste en hablar con
una voz más profunda, con bajar el volumen de la voz, algo que, por
ejemplo, en el teatro se utiliza para crear dramatismo.
De hecho, las personas que hablan más deprisa de lo normal, que son
unas tres palabras y media por segundo, son más persuasivas que las
personas que hablan despacio.
Si una persona habla rápido, suponemos que sabe de lo que habla, por
tanto, resulta más persuasiva, incluso cuando no llegamos a entender
muy bien el mensaje debido a la velocidad con la que habla.
Sin embargo, las mujeres que tiene un tono de voz más alto, una voz
más na, sin llegar a ser chillona, resultan más atractivas. El tono de
voz típico de la voz femenina se debe al efecto de los estrógenos.
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