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Juan Horacio Del.

Popolo es Abogado, Licenciado en Psicología,


Egresado dél Postj-grado en Psicoterapia Psicoanalítica de la
Asociación de Psicólogos de Mendoza, Miembro Fundador de la
Sociedad Iberoamericana de Psicología Jurídica, Conferenciante
invitado al IV Congreso Europeo de Psicología y Ley, Profesor
Invitado por el Colegio,Oficial de Psicólogos de España para el
■tlictado de Cursos de la especialidad Psicología Jurídica, Profesor
Titular de Psicología Jurídica en la Carrera de Maestría'.en
Criininología de la Universidad del Aconcagua, Mendoza, Profesor
Titular de Psicología Forense en la Carrera de Psicología en la
Universidad del Aconcagua, Profesor Coordinador de la Carrera
de Post-Grado en la Maestría de Criminología'de lá Universidad
dél Aconcagua, Mendoza^'EÍx-Juez de Faltas-de la Provincia de
Mendoza, Ex Fiscal en lo Correccional, Ex Fiscal de Instrucción,
Ex Juez de Instrucción, Miembro del Comité de Investigación-y-
Práctica de Psicología y Ley déla Asociación Europea de Psicología
y Ley, Director de Nuevos Proyectos J.urídicos-Penales del
Ministerio de Gobierno de la Provincia de Mendoza, Director, del
Centro Privado de Evaluaciones Psicológico-Forenses, Integrante
del Consejo Consultivo de la Dirección. de Criminología y
Victimología de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza. '
ISBN: 950-9099-38-4
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EDICIONES JURÍDICAS CUYO
Garibaldi 61 - Mendoza
Tel.-Fax: 0.61-200286

Hecho el depósito de la ley 11.723.


Derechos reservados
IMPRES O EN ARGENTINA
«JUAN H. DEL POPOLO ■\% i

PSICOLOGIA
JUDICIAL

EDICIONES JURÍDICAS CUYO


.'•SIGNATURA ...
I
| TOPOGRAFICA

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LIBRERIA ...
PRECIO .
C a p it u l o I

CONCEPTOS BÁSICOS

Designación de la actividad

La tarea ha sido denominada de diversas maneras.


Aunque con distintas concepciones, há sido llamada psi­
cología legal, forense, judicial, jurídica, psicología y ley,
etc.
Tradicionalmente en el país ha predominado la desig­
nación psicología forense. Forense aparece calificando el
término psicológico, como un adjetivo, dándole una espe­
cificidad y un sesgo a este quehacer.
Forense, conforme el diccionario de la Academia
Española, hace referencia a la plaza donde se trataban
en Roma los negocios públicos y donde el pretor celebra­
ba los juicios.
Por extensión, también se denomina al sitio en que
los tribunales oyen y dictaminan las causas y lo que con­
cierne al ejercicio de la abogacía y la práctica de los tri­
bunales 1.

1 Véase a] respecto Zelaschi, Roque, en Revista de Psicología Forense,


APFRA, año 1, ns 1.
8 Juan H. Del Popolo

A partir de este significado etimológico, existe una


corriente que conceptualiza la psicología forense como
área de la psicología vinculada específicamente a la p r á c -/
tica de los tribunales.
Para el autor, este es un concepto restringido de psi­
cología forense. .La tarea del psicólogo en el área del
derecho es mucho más amplia, que la que se puede desa­
rrollar en relación .con los tribunales de justicia. En todo
caso, los tribunales de justicia son un sector de la activi­
dad jurídica. Como veremos luego, hay otras actividades
que exceden ampliamente tal quehacer y en las que el
psicólogo puede realizar diversos y valiosos aportes al
mundo del derecho.
A los efectos de evitar esta connotación restringida,
quizás seá más conveniente la denominación psicología
jurídica, con el alcance que más adelante explicaremos.
La conceptualización de la actividad es importante
porque va a programar el curso de acción del operador, lo
va á delimitar y acotar. !
En realidad, cualquiera de las denominaciones que
ha recibido esta actividad, de hecho ha implicado la exis­
tencia de dos subsistemas en interacción: el jurídico y el
psicológico.

Algunos antecedentes de la disciplina

Seguidamente trazaremos una breve síntesis de algunos antece­


dentes históricos relacionados'con el desarrollo de la disciplina, forzo­
samente incompleta, teniendo presente la gran densidad de pensado1
res que han contribuido a su desarrollo. Para ello, reseñaremos
algunos aportes históricos a la interacción psicología - derecho, enten­
dida en sentido lato. Sólo haremos mención a alguno de los antece- .
Psicología judicial 9

dentes en razón de que una enumeración exhaustiva demandaría, a


ese solo efecto, una publicación específica.
Luego de la atenta lectura de los diversos precedentes que se
mencionarán, se podrá tomar conciencia de la numerosa cantidad de
científicos qué han trabajado intensamente en esta disciplina. Se
advertirán aportes desde todas las escuelas psicológicas: conductismo,
cognitivismo, psicoanálisis, psicología experimental, etc.
El hombre al juzgar la conducta de sus semejantes, históricamen­
te ha hecho aplicación de prejuicios, opiniones o conocimientos en
relación a la conducta humana.
Ya en los antiguos libros sagrados encontramos aplicaciones de
observaciones sobre la conducta al mundo de lo jurídico.
...Emilio Bonnet (1983) señala que Sang T’su, jurista del siglo XIII
antes de Cristo, escribió un tratado pericial llamado «Si Yuan» en el
que se señalaban algunos procedimientos para explicar la veracidad
de los testimonios en los casos de homicidio, aconsejando que el pre­
sunto autor fuera colocado frente al cadáver de la víctima y se obser­
varan sus reacciones!
La Biblia también contiene relatos de aplicaciones de conocimien­
tos psicológicos al mundo de lo jurídico.
En el Libro de Daniel, profeta que habría vivido en el siglo VI
antes de Cristo, se cita un interesante caso de exploración de la sin­
ceridad de los testimonios (Ver Daniel Cap. 13).
En el Libro de los Reyes (1 Reyes 3;16 y s.s.) se describe otro ju i­
cio al que se llega luego de extraer conclusiones derivadas de la obser­
vación de la conducta. A llí se relata lo que el Rey Salomón sentenció
frente al caso de dos prostitutas que simultáneamente decían ser la
madre de un niño pequeño. Ambas reclamaban la criatura frente al
Rey.
A los» efectos de decidir la situación, Salomón mandó traer una
espada y ordenó partir en dos al niño vivo y darle una mitad a cada
una de las mujeres que reclamaban al infante.
La verdadera madre del niño conmovida por la suerte que iba a
correr su hijo, dijo al Rey Salomón que le diera a la otra mujer el niño
vivo, en tanto que la otra decía: «No será ni para tí, ni para mí, que
lo partan». El Rey entonces sentenció que el niño fuera para la prime­
ra mujer y que nó se lo matara dado que ella era su madre.
Se advierte aquí cómo la observación de conducta sirvió para dar
una solución al conflicto que se presentaba.
Otros pensadores también hicieron observaciones de los hechos
10 Juan H. Del Popolo

de conducta en relación a la ética y al derecho, por lo que pueden ser


considerados predecesores lejanos de la psicología jurídica, tales como
Aristóteles, Hobbes, Pablo Zacchia, Descartes, Rousseau, entre otros. /
Jordi Bajet I Royo (1992) señala que en el año 1792 aparecen dos^
obras, una de Eckardtshausen sobre la necesidad de conocimientos
psicológicos para juzgar delitos y otra de Schaumann intitulada «Idea
de una Psicología Criminal».
En la última década del siglo pasado, caben mencionar las contri­
buciones de H. Gross, en especial su Psicología Criminal y la de Krafft
Ebing denominada Psicopatología judicial.
Friedrich, en el año 1835, escribe su «Manual sistemático de Psi­
cología Judicial».
Entre los científicos que se ocuparon de esta disciplina cabe recor­
dar a Cattell, quien a fines del siglo pasado realizó experimentos rela­
tivos a la psicología del testimonio en la Universidad de Columbia,
Estados Unidos.
Claparéde también trabajó en el área de la psicología del testimo­
nio en los primeros años del siglo XX. Escribió diversas obras, entre
las que podemos mencionar: «La Psychologie judiciaire», «La question
de la mémorie affective», «Experiences sur les témoignagés».
Cesare Lombroso escribió en 1906 una obra intitulada «La Psico­
logía del testimoni nei processi penal» y también estudió el testimonio
de los niños (1908) y el hipnotismo aplicado al procedimiento penal
(1887). Conjuntamente con Ferrero analizó la situacióii de la mujer
delincuente, la prostituta y la mujer normal (1890). .
Binet realizó experimentos en Francia relativos a este tema.
Escribió distintos trabajos sobre las declaraciones testimoniales entre
los que se cuenta «La science du témioignage», trabajo que data de
1905.
También estudiaron el área de los testimonios William Stern y
Munsterberg. Este último autor en el año 1907 publicó una controver­
tida obra denominada «On the witness stand» que provocó un abierto
rechazo entre los juristas de la época.
El psiquiatra-William Healy trabajó con delincuentes juveniles a
principios del siglo XX. Propugnó el «método del estudio de caso» con­
firiendo verdadera relevancia al cuidadoso análisis de cada caso par­
ticular.
Louis Terman, en la década del treinta, realizó sus aportes en el
área de selección de personal para fuerzas de seguridad al igual que
Louis Thurstone.
Psicología judicial 11

J. Varendondck se interesó por la realización de experimentos a


efectos de investigar el testimonio de niños. Sus trabajos se ubican en
la década de 1910.
Altavilla en las primeras décadas del siglo, en Italia, elabora una
muy interesante obra denominada «Psicología Judicial» (1925), en dos
tomos, cuya traducción es posible obtener en castellano. Altavilla hace
un exhaustivo análisis de una serie de temas tales como el proceso,
psicológico y la verdad judicial, el proceso psicológico en la normali­
dad, teniendo en cuenta la edad y sexo, las emociones y pasiones, las
diferencias individuales, las perturbaciones del proceso psíquico, las
situaciones de los deficientes o enfermos mentales, de los que simu­
lan, de la psicología del acusado, del abogado, del ministerio público,
del juez y sus diferentes funcionarios.
Dentro del Psicoanálisis, Sigmund Freud, escribió una serie de
articulas que en algunos casos hacen reférencia a situaciones estu­
diadas por la Psicología Jurídica. Entre ellos se pueden mencionar
«La indagatoria Forense y el Psicoanálisis» (1906), «El dictámen de
la Facultad en el proceso Halsmann» (1930-1931) y «El delincuente
por sentimiento de culpa» parte éste últim o de un trabajo más
amplio intitulado «Algunos tipos de carácter dilucidados por el tra­
bajo psicoanalítico» (1916). Otros escritos que contienen importan­
tes lineamientos teóricos en relación al área son: «El malestar en la
cultura», «Tótem y Tabú», «El por qué de la guerra» y «Dostoyevsky
y el parricidio» (1928). Dicho sea de paso Dostoyevsky escribió una
célebre obra literaria en la que aborda la problemática del crimen
intitulada «Crimen y Castigo». También resulta de relieve en el
área, otra de sus grandes obras llam ada «Los hermanos Karama­
zov».
Donald Woods Winnicott, quien murió en 1971, hizo interesantes
aportaciones al campo de la psicología criminal, particularmente en el
área de la deprivación y su relación con la delincuencia. Le tocó
desempeñarse durante la Segunda Guerra Mundial como psiquiatra
consultor y su tarea estuvo relacionada también con la temática de la
evacuación de personas durante ese conflicto bélico. En estas circuns­
tancias pudo hacer interesantes observaciones relativas a los niños
deprivados y subsecuentes tendencias antisociales.
John Bowlby también estudió y encontró relaciones entre robo y
deprivación, particularmente en relación a la figura materna en la
infancia. Así surge de su trabajo «La influencia del temprano medio
ambiente en el desarrollo de la neurosis y de la neurosis de carácter»
12 Juan H. Del Popolo

publicado en idioma inglés en «International Journal o f Psicho-Analy-


sis», 21-1940.
Interesa destacar un aspecto, en relación a la obra de Winriicott, .
que debiera merecer mayor atención. Para este autor, a la conducta
antisocial de los niños puede asignársele un valor psicológico positivo
como reacción frente a la pérdida de seres queridos siempre y cuando
ella encuentre apropiada respuesta en quienes estén a cargo de ellos.
En una Carta al British Medical Journal, fechada para el día 16 de
diciembre de 1939, John Bowlby, Emanuel Miller y D. W. Winnicott,
sostienen que uno' de los factores externos que causan la delincuencia
persistente es la prolongada separación del niño y la madre cuando
aquel es pequeño. Este autor dirigió numerosas charlas radiales a
padres y padres adoptivos durante el fenómeno bélico destinadas a
aportar conocimientos psicológicos para las familias inmersas en la
guerra.
Otro autor que desde el psicoanálisis estudió la problemática del
crimen fue Theodor Reik, quien escribió una m uy interesante obra
denominada «Psiconálisis del Crimen» (1942) y otra llamada «El
impulso a confesar». En su obra analiza la importancia del sentimien­
to de culpa ep la génesis de la conducta criminal.
Jacques Lacan hizo algunos aportes al área (Crimen de las her­
manas Pappin) y escribió una «Introducción teórica a las funciones
del Psicoanálisis en Criminología».
Alexander y Staub, médico psicoanalista el prim eío y jurista el
segundo, escribieron una interesante obra intitulada «El delincuente
y sus jueces desde el punto de vista psicoanalítico».
Melanie Klein realizó sus aportes dentro de esta área, especial­
mente en relación a los niños. Escribió, entre otros, dos artículos rele­
vantes: «Sobre la criminalidad» (1934) y «Tendencias criminales en los
niños normales».
En materia de delincuencia juvenil contribuyó Kate Friedlander
con su obra «Psicoanálisis de la delincuencia juvenil» cuya versión
también se consigue en lengua española. Aichom también se ocupa de
esta temática en un trabajo llamado «Wayward Youth» (1935) introdu­
ciendo el concepto de delincuencia latente presente en algunos niños
que sólo en apariencia resultan adaptados.
En la década de los treinta, otros autores desde el psicoanálisis
hicieron importantes aportes. Tal es el caso de Luis Jiménez de Asúa
quien escribió una obra intitulada «Psicoanálisis criminal» con intere­
santes aportaciones y descripciones de casos. Camargo Marín por su
Psicología judicial 13

parte, en España, escribió una obra llamada «El psicoanálisis y la


práctica judicial».
Erieh Fromm, dentro del psicoanálisis, pero adoptando una pers­
pectiva más sociológica, también contribuyó a la comprensión de la
agresión. Una de sus obras más relevantes en este sentido es «Anato­
mía de la destructividad humana».
Adler investigó en relación al complejo de inferioridad, que según
este autor, sería válido para explicar conductas delictivas que actua­
rían como mecanismo de compensación.
Jung relacionará el delito con los arquetipos inconscientes.
H. Von Henting realizó sus aportes a la materia con una completa
obra en varios tomos llamada «Estudios de psicología criminal».
También deben mencionarse las contribuciones de Eysenck a
nuestra ciencia. Entre sus trabajos se pueden mencionar «Crimen y
personalidad».
Bandura, por su parte, ha incursionado en el terreno de las expli­
caciones de la conducta criminal. Para este autor la conducta criminal
es conducta aprendida. Entre sus obras se pueden mencionar «Princi­
pios de modificación’ de la conducta», «Análisis del aprendizaje social
de la agresión» (1982), etc.
Kohlbert, discípulo de Piaget, relaciona la conducta delin­
cuente con los niveles evolutivos morales alcanzado por el indivi­
duo. Uno de sus trabajos más im portantes es «Stages in the Deve-
lopm ent o f Moral Thought and A ction», publicado en New York,
1969.
Emilio Mira y López realizó contribuciones en esta parcela, espe­
cialmente en el área del testimonio. Escribió una interesante obra de
la que fueron publicadas diversas ediciones, denominada «Manual de
Psicología Jurídica».
En relación con la temática específica de la psicología jurídica
merecen destacarse en lengua española los valiosos aportes realizados
por Luis Muñoz Sabaté, Ramón Bayés, Frederic Munné, quienes fue­
ron autores de una conocida obra pionera en el campo denominada
«Introducción a la Psicología Jurídica» (1980).
En la República Argentina el Profesor de la Universidad de San
Luis, Plácido Horas realizó una labor pionera.
En general, hay acuerdo en situar el gran desarrollo de lo que
específicamente se entiende por psicología jurídica a partir de 1960 o
1970. A partir de esta fecha hay una verdadera profusión de autores
y publicáciones que examinan distintos aspectos relevantes para la
14 Juan H. Del Popolo

psicología jurídica y que no resulta posible compendiar aquí eñ su


totalidad. Basten al respecto las citas hechas.

A sociacion es y publicaciones

Las modernas asociaciones dedicadas al estudio del fenómeno de


la interacción Psicología y Ley constituyen, como se ha dicho, una evi­
dencia de la vitalidad de la disciplina.'' ■
Entré ellas podemos contar a la División 41, Psichology and the
Law Society perteneciente a la Asociación Americana de Psicología
creada en 1981; la División de Psicología Legal de la Asociación de
Psicología Alemana; el Departamento de Psicología Criminológica y
Legal de la Sociedad Británica de Psicología; la Asociación Iberoame­
ricana de Psicología Jurídica; la Asociación Europea de Psicología y
Ley y la Asociación de Psicología Forense de la República Argentina.
En relación a la Asociación Europea de Psicología y Ley cabe
señalar que tiene su sede en la ciudad de Nuremberg, Alemania y
entre sus objetivos se cuenta la promoción de la investigación y desa­
rrollo, la mejora de los procedimientos legales, la enseñanza y prácti­
ca de la disciplina psicología y ley (Psicología Legal, Ley y Conducta
humana, Psicología Forense, etc.) dentro de Europa y el intercambio
de información a través del mundo.
La disciplina también cuenta con una serie de publicaciones espe­
cializadas y periódicas, la mayoría de ellas extranjeras entre las que
podemos mencionar: Forensic Psychology, Law and Human Behavior.
Law and Psychology Review, Behavioral Science and the Law, Mental
Health and Criminal Behavior.
En castellano debe destacarse el Anuario de Psicología Jurídica
del Colegio Oficial de Psicólogos de España y las publicaciones perió­
dicas de la Asociación de Psicólogos Forenses de la República Argen­
tina.
Otras publicaciones, sin estar especialmente dedicadas a la acti­
vidad de Psicología y Ley, también realizan publicaciones de la espe­
cialidad. Tal es el caso de la revista «Doctrina Penal», en Argentina o
el de los «Cuadernos de Criminología», órgano del Instituto de Crimi­
nología de la Policía de Investigaciones de Chile. Con respecto a las
publicaciones extranjeras podemos mencionar: Journal o f Personality
and Social Psychology, Journal o f Social Issues.
Psicología judicial 15

El modelo de subordinación

. Básicamente se han; desarrollado dos concepciones ,


para dar cuenta de la interacción psicología-derecho: la
de subordinación y la compleméritariedad.
Ei modéló dé subordinación define la actividad como
una psicología aplicada ál mejor ejercicio del derecho.
Muchos autores consideran que existe al menos una par­
cela del saber psicológico que tiene por finalidad respon­
der a las necesidades del mundo jurídico y satisfacer sus
preguntas y demandas.
Esta concepción también imperó desde la psiquiatría
forense. Al psicólogo, a partir de esta perspectiva, se lo
consideró un mero auxiliar del psiquiatra. Vicente P.
Cabello, en su obra «Psiquiatría Forense en el Derecho
Penal» (véase tomo I, pág 96), identifica o parifica infor­
me psicológico con pruebas psicotécnicas y adjudica al
psicólogo el rol de «la testista». Le atribuye un rol mera­
mente auxiliar y de subordinación, y postula que el diag­
nóstico clínico lo debe efectuar el médict» y no la psicólo-
ga. Afirma Cabello:

«... todo informe psiquiátrico en tanto pretenda


develar la personalidad humana debe recurrir al
auxilio del psicodiagnóstico, una pericia de esa
naturaleza que prescinda de los test mentales
puede ser tachada de incompleta...»

El autor citado agrega luego: «insistimos en que la


psicotecnia es una disciplina auxiliar de la psiquiatría
como son la electroencefalografía, los análisis de labora­
16 Juan H. Del Popolo

torio, los exámenes radiológicos, aunque ocupa dentro del


equipo un puesto de privilegio, dada la índole de su
cometido» (véase obra citada, tomo I, pág. 283). /
Esta concepción de la psicología en relación con la
actividad judicial, nos revela un claro modelo de subordi-.
nación de la psicología a la psiquiatría. En otros casos se
plantea la subordinación de la psicología al derecho. Su
papel se lo reduce a cooperar con.la administración de
justicia, a responder a las necesidades y preguntas del
derecho,''a realizar aplicaciones de los conocimientos psi­
cológicos al terreno legal. Otros creen que el rol del psi­
cólogo en el mundo del derecho es exclusivamente el de
un profesional capaz de responder a las consultas de los
abogados, jueces y juristas, de servir a los Tribunales de
Justicia y sistemas correccionales, de la policía, etc...
Cierto es que no hay inconveniente alguno en que el
psicólogo responda a las preguntas de los Tribunales, y
sirva a la administración de justicia, colaborando en lo
que le sea posible para una mejor administración de ese
servicio. Pero debemos preguntarnos si la esencia de su
rol en relación al mundo jurídico queda agotada en este
modelo que hemos llamado de^subordinación.
El modelo de subordinación tiene el defecto de fijar el
quehacer del psicólogo, en este campo, a lo que está defi­
nido en un momento dado como derecho.
Tiene también el problema, derivado de la situación
anterior, de aparecer respondiendo a preguntas desde el
derecho; sin embargo una contribución muy importante
que puede realizar es la de p re g u n ta rle al d e re ch o
p o r la ra cio n a lid a d , p o s ib ilid a d y co n v iv e n cia , de
sus c o n c e p tu a liz a c io n e s y n orm a s d esd e el p u n to
Psicología judicial 17

de vista de lo p s ic o ló g ic o . Puede desde esta perspecti­


va, preguntándole aí derecho, llevar a un co-pensamien-
to, que pueda hacer repensar parcelas del derecho. De
esta forma no participamos, de una concepción de la psi­
cología jurídica en la que una ciencia pregunta y la. otra
responde, y no intercambian pensamientos. Se trata de
un modelo lineal, de flujo unidireccional.
Tampoco participamos de la idea de que esta activi­
dad de la psicología, preguntando al derecho y reflexio­
nando psicológicamente sobre él, deba quedar relegadá a
un compartimento estanco, a un sector escindido de las
restantes actividades psicológicas que se relacionan con
el mundo jurídico.
En cualquier tipo de actividad psicológica desarrolla­
da por psicólogos en el área jurídica debe existir una
reflexión y análisis «psicológico» de la realidad con la que
se está tratando para, poder lograr, en definitiva, una
buena actuación. Ejemplificaremos este, punto.
Aún cuando el psicólogo esté trabajando en el terre­
no de lo pericial y se le formulen concretas demandas a
elucidar, no puede dejar de pensar, desde la perspectiva
psicológica, acerca de la misma demanda pericial. Debe,
por ejemplo, analizar si le es psicológicamente posible
responder esas preguntas. Esto implica que no se coloca
en el papel simplista de responder a las preguntas que
el derecho le hace. Amén de ello, para una mejor contri­
bución científica debe haber analizado los supuestos
implícitos y explícitos psicológicos sobre los que se asien­
ta el foco pericial para poder conocer los límites y posi­
bilidades de su actuación. Este conocimiento deviene de
haberle preguntado al derecho por los supuestos implíci-
18 Juan H. Del Popolo

tos y expresos de su actividad en ese terreno pericial y


de haber examinado suficientemente sus «ojos de cerra­
dura», término que ltiego explicitaremos. Parte de e s ta /
tarea se desarrolla «informalmente» én la práctica cuan­
do el psicólogo ayuda al magistrado a definir los puntos
de pericia que pueden ser científicamente respondidos.
En estas consultas «informales», más allá de los Códigos
de rito que,prescriben que es el juez, quien debe fijar los
puntos de pericia, vemos una lógica actividad de diálogo
(y no de modelo alguien pregunta, alguien responde)
entre el mundo de lo jurídico y el de lo psicológico. Es
natural que así sea ya que resulta bastante ilógico que
alguien pueda preguntar sin saber qué es lo que se pue­
de preguntar y responder. Como observa cualquier per­
sona con mínima práctica en el campo de la psicología
jurídica, muchas veces las preguntas de los profesiona­
les del derecho no tienen posibilidad científica de ser
respondidas y en muchas ocasiones no se preguntan
cuestiones verdaderamente relevantes e ilustradoras
para el caso en juzgamiento desaprovechando valiosas
observaciones factibles de hacer por el profesional psicó­
logo. Este modelo de subordinación delata en el fondo un
pensamiento de tipo linéal, no abierto a la complejidad,
ni a la interacción. Esta interacción puede tener inmen­
so valor, incluso desde la práctica profesional, al crear
nuevas respuestas para una situación concreta y romper
estereotipos.
En la práctica profesional de la psicología jurídica es
dable ver como muchos operadores formalmente mantie­
nen la concepción de subordinación científica en tanto
que en la práctica operan con un concepto de complemen-
Psicología judicial 19

tariedad, que mantienen inconfeso, «a escondidas». Esta


es una disociación inaceptable.
La crítica a este modelo de subordinación no implica
plantear la difusión de roles entre juez y psicólogo, o que
deba existir una decisión cogestionada, o que el juez pase
a ser psicólogo y el psicólogo juez, etc.
Se trata básicamente de un modelo epistemológico, de
una manera de situarse frente al conocimiento, más allá
de sus consecuencias prácticas.
El modelo de subordinación lo vemos también refleja­
do cuando la psicología jurídica reproduce las clasificacio­
nes del derecho para la ordenación de sus propios sabe­
res. Así como el derecho plantea un derecho de familia,
penal, penitenciario, de menores, civil, así la psicología
jurídica suele plantear una psicología pericial de familia,
de menores, civil, penal penitenciaria, etc. Sin perjuicio
de que la actividad se pueda ordenar por quehaceres, ello
no implica que la misma deba quedar reducida a ellos, en
una reproducción en espejo de la taxonomía de otra cien­
cia, que bien puede no ser la más valiosa para el desarro­
llo de la psicología jurídica.
El modelo de «subordinación» implica para muchos
psicólogos una posición cómoda, no generadora de las
angustias que conlleva el pensar, el proponer, el crear
respuestas, el cuestionamiento. El modelo de complemen-
tariedad, que seguidamente describiremos implica un
riesgo y desafío mayor.
20 Juan H. Del Popolo

El modelo de complementariedad

Frente al modelo de subordinación de la psicología ál


derecho o la psiquiatría, planteamos el modelo de c o m ­
p lem en ta rie d a d . Este planteo no se realiza por el
placer de una mera disquisición teórica, sino que está
dirigido a una .optimización de saberes. El modelo de
subordinación suboptimiza las posibilidades del conoci­
miento al aislar las disciplinas en compartimentos estan­
cos reproduciendo antiguos modelos epistemológicos.
Por las razones expuestas es que no le conferimos a la
psicología jurídica el carácter de ciencia «aplicada» o
«auxiliar» del derecho, puesto que el conjunto dé los cono­
cimientos psicológicos alcanza ya tal densidad que resul­
ta factible que* no solamente esta parcela científica res­
ponda a las preguntas que desde el derecho se le puedan
formular, sino que también puede analizar, comprender y
criticar psicológicamente los institutos del derecho, sien­
do tales actividades extremadamente útiles, jincluso des­
de tareas tan prácticas como el cotidiano quehacer peri­
cial. 1 • ■'
Debe aclararse que complementariedad no significa
confusión de saberes. Se trata en todo caso de la intersec­
ción de saberes, pero en los que cada disciplina conserva
ámbitos específicos. Complementariedad abre también la
perspectiva a un diálogo, una interacción con lo jurídico,
desde una posición propia, pero con apertura a otros
saberes.
Psicología judicial 21

Concepto de psicología jurídica

En base a lo expuesto es que formularemos un con­


cepto de psicología jurídica:

«es el estudio desde la perspectiva psicológica de


conducta! complejas y significativas •en forma
actual o potencial para lo jurídico, a los efectos de
su descripción, análisis, comprensión, crítica y
eventual actuación sobre ellas, en función de lo
jurídico».

Análisis del concepto

Analizaremos algunos aspectos de este concepto.

«Estudio desde una perspectiva psicológica...»

Reconocemos que se trata de una «perspectiva» y no


de la «perspectiva». Es una de las tantas formas en que
sé puede observar un fenómeno de conducta. Hay otras
maneras de observarlo: antropológica, médica, psiquiátri­
ca, biológica, cultural, histórica, sociológica, etc. Pero
esta manera de observar tiene una especificidad: es psi­
cológica. Asienta sobre el estudio del comportamiento,
sobre la comprensión de la conducta y más acotadamente
sobre los procesos mentales.
Este concepto hace compatible el accionar psicológico
en el ámbito jurídico con el de otros profesionales de
otras disciplinas-evitando caer en reduccionismos. Es un
22 Juan H. Del Popolo

concepto abierto a la complejidad y a la interdisciplina,


pero que a la vez reconoce un ámbito específico de acción/
Cuando hacemos referencia a «perspectiva psicológica»
no excluimos aporte alguno de la psicología como ciencia.
El aporte podrá provenir, como de hecho ha ocurrido en
la práctica, de la psicología experimental, cognitiva, psi-
copatología, sistémica, grupos, psicoanálisis, etc.

«...de conductas complejas...»:

La conducta de por sí es compleja puesto que está


densamente intersectada por múltiples significados posi­
bles.
Desde la misma perspectiva psicológica puede ser
examinada a partir de distintos horizontes, como lo vere­
mos en la pericia, al adoptar una perspectiva: pericial
multifactorial. Podemos analizar la conducta desde dis­
tintos factores: a) desde el contexto mínimo donde el
hecho a estudiar ha tenido lugar, b) desde su contexto
grupal, de familia de origen o familia actual, c) desde la
conducta vista en un contexto más amplio como el de la
comunidad donde la misma ha tenido lugar, y a. partir de
determinados constructos individuales.
Al tratar los aspectos periciales profundizaremos al
respecto. Si se recepta esta perspectiva de complejidad se
recala también en la aceptación de la limitación y de la
humildad en la comprensión de la conducta. El término
«perspectiva» también involucra que uno es sabedor de
que está manejando un recorte de la realidad, observan­
do desde un determinado campo. Esto hace que se deba
tener presente la validez y confiabilidad del instrumento
Psicología judicial 23

o modelo teórico con el que se está operando. Nos permite


preguntarnos en relación a los elementos acerca de los
que válidamente puede dar cuenta el marco-teórico.
No hay instrumento o modelo teórico alguno que pue­
da dar cuenta en forma válida de todo lo observable. Nor­
malmente los modelos teóricos dan cuenta de algunos
observables con nitidez acorde al campo de observación y
la perspectiva del observador. Existen elementos de ese
campo que no pueden ser observados por ese instrumen­
to teórico con igual nitidez y que quedan borrosos o con­
fusos para esa posición de observación.
. A partir de este principio es que resultan valiosos los
enfoques interdisciplinarios, puesto que las distintas
perspectivas permiten dar cuenta con mayor nitidez, de
múltiples, observables útiles para la comprensión más
unificada del fenómeno de conducta. Esta actitud podrá
también potenciar las posibilidades de encontrar mejores
soluciones alternativas para problemas humanos relacio­
nados con la disfunción social y que atiendan a la mejora
en la calidad de vida.
Esta complejidad no sólo ha de tenerse en cuenta a la
hora de analizar y visualizar los fenómenos en examen,
sino también al momento de actuar estratégicamente
sobre ella. Valiéndose de este modelo se podrán diseñar
estrategias complejas y optimizadoras de cambio.
Por otra parte al enfrentarse con la complejidad el
psicólogo puede entablar diálogo con otras realidades que
posibiliten una ampliación y cuestionamiento de su
saber.
Claro es que, enfrentarse con la complejidad, y la
multiplicidad de información no es sencillo.
24 Juan H. Del Popolo

Precisamente, nuestro momento cultural nos sitúa


frente a una a v a la n ch a de in fo r m a ció n y co m p le ji-
dad. Hoy no tiene sen tid o caer en reduccionismos frente"'
a la catarata de información y conocimientos provenien­
tes désde los más diversos frentes que nos ilustran desde
«perspectivas» tan diferentes (así por ejemplo, téngase en
cuenta transformaciones producidas por el computador,
las redes informáticas, etcéterá).
No es útil negar las «perspectivas», sino tomar cuenta
de su existencia, moverse entre ellas y construir creati­
vamente versiones más completas sabiendo elegir líneas
de fuerza de la multiplicidad, asomándose a la abismal
multidimensión de la vida y de los fenómenos, abriéndo­
nos a nuevas comprensiones para la psicología jurídica.
Estas «creaciones» para tratar de comprender más,
son un verdadero desafío para el científico actual.
Pero estos ingresos a la complejidad abren la posibi­
lidad de nuevas respuestas que no se alcanzarán por la
simple recolección estadística de datos. Estbs «insight»
suscitan la comprensión más profunda del problema y el
comienzo de la búsqueda de alternativas y soluciones
más justas.
/ Esta concepción sitúa a la psicología jurídica como
una forma de entender los fenómenos de la complejidad,

. a partir de un nivel: la in te g ra ció n p sico ló g ica .
Pero el enfrentar la complejidad produce angustia.
Tradicionalmente hay dos maneras de negar esta angus­
tia de la complejidad y del reconocimiento del límite y de
la ignorancia, y que los profesionales de la salud mental
debemos saber reconocer:
a) La impotencia: el psicólogo frente a la situación en
Psicología judicial 25

examen siente que nada puede hacer, que su tarea es


estéril, que hasta que no cambien las «estructuras» nada
. podrá hacer, que está preso del mecanismo de poder, etc.
b) La omnipotencia: normalmente la respuesta omni­
potente se encamina por el lado del reduccionismo. Se
toma un factor de la complejidad, biológico, social, psico­
lógico, psicopatológico, y se hace de su influencia un dog­
ma de fe. Se absolutiza esa verdad relativa con pérdida
de la comprensión del fenómeno en general. A partir de
esta , seudo-comprensión se piensa ingenuamente .que
modificando tal o cual factor (control social-pobreza, acce­
so y oportunidades, etc.) se modificará la realidad total.
La imagen de las capas de una cebolla puede ayudar
para la comprensión de este punto. Vemos en ella una
amplia confluencia e interceptación de capas, de manera
volumétrica. De la misma manera los fenómenos que se
presentan en este campo de estudio suelen estar densa­
mente interceptados. Los fenómenos no suelen estar aco­
tados en sus variables ni éstas, en la realidad, resultan
fáciles dé acotar o aislar. Existe una' densa concurrencia
de factores interactuantes. A todo esto cabe decir que los
«factores» muchas veces en realidad son construidos y
aislados teóricamente.
Dentro del mismo campo de la psicología, el fenómeno
de la conducta puede ser analizado desde muy distintas
perspectivas y contextos. Hay una amplia gama de cono­
cimientos psicológicos que pueden ser de muchísima uti­
lidad para estudiar un determinado asunto, por ejemplo,
uno sometido a pericia. Esto en un doble nivel al menos:
a nivel de distintas perspectivas teóricas (cognitiva, psi-
coanalítica, sistèmica, del aprendizaje, grupal, familiar,
26 Juan H. Del Popolo

etc.) y de distintos factores operando en el campo (fuerza


del yo, tolerancia a la frustración, ansiedades, defensas,
super yó, estadio moral, aprendizaje, contexto de in terac/
ción con la víctima, si es un asunto penal, familiar, gru­
pos de inserción, subcultura, etc.).

La co m p le jid a d y otras cie n cia s

Esta complejidad también es abarcada por otras ciencias más allá


de la psicología jurídica. Conviene tener con respecto a ellas, una
noción, aunque más no sea sumaria, a los efectos de poder acercarnos
a un trabajo que contemple la apertura a lo interdisciplinario. Breve­
mente las conceptualizaremos:

Psiquiatría forense

* M a rcó R ib é : la ha definido como la psiquiatría en función de


la justicia y dice que su objeto de estudio es el hombre enfermo de la
mente, ya sea violador de la normativa jurídica, ya sea necesitado de
protección jurídica. i
* V icen te P. C ab ello: conceptualiza la psiquiatría forense penal
como la aplicación de los conocimientos psiquiátricos a la teoría y
práctica del Derecho Penal.
* J o s é M a ría C o d ó n e Ig n a c io L ó p e z S aiz en su obra «Psi­
quiatría Jurídica Penal y Civil» definen a la Psiquiatría jurídica (no
ya forense) siguiendo a Weigandt como la ciencia que se propone acla­
rar los casos en que alguna persona por el estado especial de su salud
mental necesita una particular consideración ante la ley.
* N erio R o ja s: para este autor la psiquiatría forense abarca el
estudio de todas las cuestiones legales vinculadas con los alienados.
* E m ilio B on n et: esta disciplina estudia la personalidad anor­
mal del individuo humano, en relación de dependencia con la legisla­
ción de cada país.
Psicología judicial 27

Crim inología

* A n to n io G a rcía P a b lo s d e M olin a : la define en su «Manual


de Criminología» (pág. 41) como la ciencia empírica interdisciplinaria
que se ocupa del crimen, del delincuente, de la víctima, del control
social y del comportamiento desviado.
* G ü n th er K a iser: la conceptualiza como la totalidad ordenada
acerca del saber experimental del crimen, del infractor, de las normas
jurídicas, del comportamiento social negativo y del control de dicho
comportamiento.
* R a fa e l G a ró fa lo : para este autor en la ciencia general de la
criminalidad y de las penas.
* J o s é In g e n ie ro s : la conceptualiza como ciencia del delito.
* H ans G op p in g er: considera a la criminología como una ciencia
empírica e interdisciplinaria y que se ocupa de las circunstancias de
la esfera humana y social, relacionadas con el surgimiento, la comi­
sión y la evitación del crimen, así como del tratamiento de los viola­
dores de la Ley.
* M ich e la n g e lo P e lá e z : considera la criminología como una
ciencia de hechos, cuyo objeto es el fenómeno criminal, recordando
que está estrechamente vinculado con una realidad normativa, el cri­
men, cuya existencia depende de una definición legal y cuyo estudio
esta confiado a una disciplina jurídica, el Derecho Penal (tomado del
«Diccionario de Derecho Penal y Criminología» de Raúl Goldstein,
Astrea, Bs. As. 1993)

A ntropología crim inal

* R o d r íg u e z M a n za n era : «estudio de las características del


hombre criminal desde el punto de vista físico o cultural».

B iología crim inal

Estudia el efecto de los factores de tipo biológicos en el sujeto del


crimen y en la criminalidad en general.
28 Juan H. Del Popolo

Sociología criminal

* O sv a ld o N. T h ieg h i: «es la ciencia que estudia el delito como'


fenómeno social, es decir la.criminalidad en toda su complejidad y la
pena en cuanto reacción social, en sus orígenes, evolución y significa­
ción y en sus relaciones con los demás fenómenos sociales relaciona­
dos con una y otra» (concepto que a su vez toma del Diccionario de
Sociología de Henry Pratt Fairchild Bs. As. 1974 Fondo de Cultura
Económica, transcripto en op. cit. pág. 389).
* H é c to r S olís Q u iroga : citado'por R. Manzanera (op cit pág 68)
dice que se «llama sociología porque estudia los hechos sociales, las
interacciones humanas, el real acontecer colectivo, y busca su com­
prensión y entendimiento medíante el descubrimiento y sus conexio­
nes de sentido. Se califica de criminal porque concreta su estudio a los
hechos delictuosos, solo que considerados en su masa o totalidad» .

Victimología

* R a ú l G old stein : en su Diccionario de Derecho Penal y Crimi­


nología la conceptualiza como la parte de la Criminología que estudia
a la víctima (pág. 929)

Fenología

* C u e llo C alón : es la ciencia que se ocupa del estudio de los


diversos medios de represión y de prevención directa de delito (penas
y medidas de seguridad) y .especialmente de su ejecución y de la
actuación penitenciaria.
* R o d r íg u e z M an zanera: es el estudio de la reacción social con­
tra personas o conductas que son captadas por la colectividad (o por
una parte de ellas) como dañinas peligrosas o antisociales.

Medicina forense

* A lfre d o A ch a va l: es la aplicación de los conocimientos médicos


a los problemas legales o derivados de la legislación.
* G isb ert C alab u ig: es «el conjunto de conocimientos médicos y
Psicología judicial 29

biológicos, necesarios para la resolución de los problemas que plantea


el derecho, tanto en la aplicación práctica de las leyes como en su per­
feccionamiento y evaluación».

Política crim inal

* H an s G op p in g er: es una ciencia que sé ocupa de la política de


reforma del derecho penal en sentido amplio y de la ejecución de la
lucha contra el crimen por medio del Derecho Penal.
* C ou siñ o M a c Iver: (Diccionario de Goldstein ya mencionado)
dice que la política criminal es el arte de legislar y comprende la crí­
tica y la reforma de la ley vigente así como la iniciativa para la crea­
ción de nuevas instituciones.
* G iu sep p e M a g g iore: entiende que la política criminal es la
ciencia o arte de los medios que se sirve el estado para prevenir y
reprimir delitos.

Criminalística

* R o d r íg u e z M an zan era: es el conjunto de procedimientos apli­


cables a la búsqueda, descubrimiento y verificación científica del
hecho aparentemente delictuoso y del presunto actor de este.
Entre sus disciplinas se cuenta la balística, el estudio de docu­
mentos, accidentología vial, estudio de huellas y manchas, fotografía
forense, explosiones, incendio planimetría, etc.
Existen también otras disciplinas que colaboran en la investiga­
ción de hechos delictivos tales como la química forense, la bioquímica
forense, la odontología criminal, la estadística, etc. Dentro de las cien­
cias jurídico-penales encontramos al Derecho Penal, Derecho Procesal
Penal, Derecho de Ejecución Penal y al Derecho Policial.

Hemos hecho referencia a estas disciplinas, relaciona­


das con el estudio del fenómeno criminal, para poner de
manifiesto la complejidad de este fenómeno de conducta
que es estudiado desde más que múltiples perspectivas.
Debe recordarse que la psicología jurídica no sólo se
30 Juan H. Del Popolo

ocupa de fenómenos relacionados con la criminalidad. No


compartimos, por ende, la posición de algunos a u tores/
que centran el interés de la psicología jurídica en la
investigación de la conducta delictiva. Tal es la opinión
de Mario Qoscio y Eleonora Zenequelli (1980) quienes
expresan que la Psicología Jurídica tiene como objetivo^
fundamental el estudio de las motivaciones que impulsan
al acto delictivo y de los mecánismos de la personalidad
del delincuente, que son puestos en funcionamiento fren­
te a determinados hechos que actúan como desencade-J
nantes. Esta es solamente una parcela de actuación. Por
tanto, y con relación a otros fenómenos de conducta que
estudia la psicología jurídica, es posible encontrar gran
densidad de ciencias interesadas desde diversas perspec­
tivas en esos fenómenos, tales como las ciencias que pue­
den llegar a arrojar mayor luz sobre los asuntos y con­
ductas de la familia, menores, adopciones, etc.
Se trata entonces de imaginar estos fenómenos de con­
ducta de los que se ocupa la psicología jurídica en forma
volumétrica, interceptados de múltiples maneras. Además
de ello, los fenómenos no son estáticos sino dinámicos, en
modificación permanente. En la práctica esto significa que
debe uno prever estrategias de abordaje que puedan dar
cuenta en forma aproximada de esta complejidad volumé­
trica y que también puedan observar el fenómeno en for­
ma dinámica y no estática.
En el terreno pericial, y a manera de ejemplo, esto
conllevará la necesidad.de un abordaje multifactorial, y
múltiple en el tiempo, teniendo en cuenta las caracterís­
ticas dinámicas de los fenómenos bajo examen. Por otra
parte, la visión multifactorial no se concilia con una
Psicología judicial 31

suma de fenómenos sino con una visión integrada de la


pluralidad.

Proseguiremos con el análisis del concepto propuesto


de psicología jurídica: .....

«Conductas...significativas en forma actual o poten­


cial para lo jurídico...»

La conducta de la que se ocupa la psicología jurídica ,


; no es cualquier conducta sino aquella relevante, en for- ]
; ma actual:o potencial, para el mundo de lo jurídico. __ i
- Con los términos actual o potencial queremos signifi­
car que la psicología jurídica no solamente se puede ocu­
par de la conducta actualmente relevante para lo jurídi­
co, sino también de aquella, que puede llegar a serlo.
En cuanto a la expresión «jurídico», como bien indica
Pedro Bertolino, mundo jurídico significa algo complejo
abarcador de derechos de todo tipo, conductas, normas,
valoraciones. Para el autor citado, el mundo jurídico en
su estructura presenta una dimensión sociológica, nor-
mológica y dikelógica. Para Werner Goldschmidt el fenó­
meno jurídico se conforma con elementos de distinta
índole que pueden designarse someramente mediante las
voces: conducta, norma y justicia.
Está concepción de lo jurídico es más amplia que
algún ordenamiento normativo especifico contenido en
algún código usualmente llamados «derechos», tales como
el «Derecho Laboral», «Penal», «Civil», e tc .1

1 En otras palabras sé estudian desde una perspectiva psicológica los


fenómenos jurídicos integrados por normas (con respecto a ellas se pueden
32 Juan H. Del Popolo

El estudio de la conducta significativa para ese mun­


do jurídico así conceptualizado, desde la perspectiva psi­
cológica, es materia propia de la psicología jurídica.
Claramente el concepto se abre no sólo al derecho,
positivo actual y vigente, sino a potenciales ordenamien- .
tos jurídicos. Facilita, por ende, la participación de la p s i ­
cología jurídica en la gestación de proyectos alternativos
y en la crítica al sistema vigente.Este concepto resulta
abarcador de todas las áreas de lo jurídico y de cualquie­
ra de sus actividades: conducta de operadores del siste­
ma judicial, prevención, legislación, ejecución, conducta
institucional de organismos judiciales, asuntos de fami­
lia, menores, penales, policiales, correccionales, trata­
mientos, etc. La especificidad no esta dada por el hecho
de que sean conductas significativas para el mundo jurí­
dico, dado que una amplia gama de conductas pueden
reunir esta calidad, sino porque la descripción, análisis,
comprensión, critica y eventual actuación sobre esas con­
ductas está en función de lo jurídico, que rio es lo mismo
que en función de un derecho determinado. La norma es

indagar psicológicamente sus .supuestos conductuales implícitos, explícitos,


conducencia, capacidad para motivar en orden a su cumplimiento, sentimien­
tos que provocan, idoneidad para comunicar, aspectos semánticos, etc.), con­
ductas en relación a normas y valores de los distintos partícipes de la activi­
dad (abogados, jueces, defensores, fiscales, partes, imputados, víctimas,
testigos, organismos e instituciones, y sus interrelaciones sistémicas) y valores
(sentimiento de lo justo-injusto, valores en juego en relación a la norma, esta­
dios morales, etc.). El concepto resulta abarcador de distintas actividades que
se han propuesto como ramas o subdivisiones de la psicología jurídica o foren­
se. Creemos que trabajar con este concepto de psicología jurídica resulta valio­
so porque permite enfocar cada tarea en forma multidimensional, captando
desde lo psicológico, normas, conductas y valores presentes (aspectos que
caracterizan al fenómeno “jurídico”) enriqueciendo la perspectiva.
Psicología judicial 33

tan solo una parte de lo jurídico. Se supera también con


este concepto lo que trasunta el concepto de psicología
. forense como actividad, aplicada a lo relacionado con los
tribunales, que es en todo caso una parte de la actividad
..jurídica.... - .
' El mundo jurídico es una realidad perceptible. La psi­
cología jurídica puede examinar tanto las conductas de
ese mundo, como las normas por las que se rige y sus
valores, desde una perspectiva psicológica.
Con este concepto se engloban actividades que diver­
sos autores habían diferenciado y que seguidamente exa­
minaremos.

Modelos propuesto para diferenciar las distintas ramas


.de la Interacción psicológica y ley

Muñoz Sabaté diferenciaba entre:

1) Psicología. del Derecho.


2) Psicologíakeri ePDerecho.
3) Psicología para el Derecho.

La psicología del derecho según este autor trataría de


explicar la esencia jurídica. Indaga sobre la esencia de lo
jurídico, de lo justo como experiencia psíquica.
La psicología en el derecho, según Muñoz Sabaté,
sugiere la idea de que todo el derecho, o gran parte del
mismo, está lleno de componentes psicológicos y que por
lo tanto requiere de la psicología para su puesta en fun­
cionamiento. Esta disciplina trataría de indagar en cuan­
34 Juan H. Del Popolo

to a los componentes psicológicos en la normativa del


derecho.
La psicología para el derecho tendría funciones esen­
cialmente probatorias.
Estas tres actividades en realidad quedan englo­
badas en el concepto que hemos propuesto. Desde una
perspectiva psicológica es posible indagar el v a lo r (parte
de lo jurídico), la experiencia de lo justo como experiencia •
psíquica y también investigar desde una perspectiva psi­
cológica los supuestos implícitos y explícitos psicológicos
de una norma (norma, también parte de lo jurídico) como
conductas sometidas al terreno de .lo jurídico.
Todas estas actividades tienen cabida dentro de una
psicología aunque sea aplicada a resolver un problema
jurídico. Así, y a manera de ejemplo, cuando se está
investigando sobre jurados; se puede perfectamente tomar
en cuenta la vivencia de lo justo como experiencia psíqui- .
ca para este jurado, como así también los componentes
psicológicos de las normas propuestas para que ese jurado
juzgue y a la vez, los aspectos psicológicos de la actividad
probatoria presentada ante ese jurado. Cuando se está' j
actuando como perito es conveniente tener en cuenta des- ¡
de lo eqntratransferencial las vivencias de lo justo-injusto i
en el propio perito, como los supuestos psicológicos de las
normas relacionadas con la actividad pericial (incluso ;
para ver si desde la psicología se puede satisfacer la ;
demanda en forma real contenida en esas normas) y los j
aspectos psicológicos de la actividad probatoria (tales
como dichos de testigos, sus influencias por factores psico- 1
lógicos, fenómenos de transferencia inconsciente, de foca- i
lización, aspectos de memoria que puedan afectar la evo- i
Psicología judicial 35

cación, aspectos comunicacionales y de sesgo del interro­


gatorio, e tc.).
En realidad proponemos una visión integradora del
potencial de la psicología en relación al derecho. Evita­
mos disociaciones que pueden suboptimizar los resulta­
dos de la interacción psicología-derecho.
Veamos otros autores que también subdividen esta
materia en. diyersas áreas a los efectos de tener un cono­
cimiento más completo .en relación al concepto de psicolo-
'gía jurídica.
C la pa réd e (1908) ya hablaba de una psicología legal
que a su vez dividía en psicología judicial y psicología cri­
minal.
La psicología judicial, según este autor, hacía refe­
rencia al estudio de los hechos relativos a la actividad
judicial.
La psicología criminal estudiaba la ciencia del crimen
y de la criminalidad.
E n ricó F erri en el año 1925 diferenciaba:
Psicología criminal: que estudia al delincuente en
cuanto autor del delito. '
Psicología judicial: estudia la conducta del delincuen­
te en cuanto se lo imputa en el proceso penal, parte lesio­
nada, parte denunciante, testigos y acusador, defensor,
juez.
Psicología carcelaria: lo estudia en calidad de conde­
nado.
Psicología legal: que coordina las nociones psicológi­
cas y psicopatológicas necesarias para la aplicación de
las normas penales vigentes sobre las condiciones del
menor (discernimiento), del enfermo mental, del sordo­
36 Juan H. Del Popolo

mudo, del ebrio, como también de sus peculiares situacio­


nes agravantes o excusantes.
A d ela G a rzón también diferencia actividades d é la
psicología. Expresa que la psicología jurídica hace refe­
rencia a los fundamentos psicológicos del derecho; a las
raíces sociales y psicológicas que hicieron necesaria su
aparición.
Esta autora se refiere también a la psicología forense
o judicial y la define como la aplicación de la psicología a
la práctica profesional del jurista.
F ried m a n n diferencia una psicología en el derecho y
una psicología del derecho.

a) La psicología en el derecho, para este autor, parte


del marco legal y es un auxiliar en la planificación legal.
b) La psicología del derecho se encargaría del estudio
de los aspectos psicológicos del derecho.

H an ey (1980) y B a rto l (1983) -según relata Hess-


describen tres formas en que psicología y ley se relacio­
nan o para usar el término filosófico, «participan».
Psicología en el derecho: hace referencia a las especí­
ficas aplicaciones por psicólogos tales como la pericia
acerca de la insania o acerca de si las condiciones de una
prisión son escandalosas al punto de violar la quinta y
catorce enmienda, o si tal o cual padre es más hábil para
la custodia del niño (se refiere el autor a la legislación
estadounidense).
Psicología y derecho', estudian las facetas del sistema
legal en temas tales como la discrecionalidad policial
cuando llama a una esposa abusada (violencia sobre la
Psicología judicial 37

mujer), validez del testigo ocular, decisiones estratégicas


de los abogados en el procedimiento de selección de jura­
dos, los efectos de los estándares de prueba cuantitativos
versus los cualitativos, sobre las decisiones del jurado, o
cómo las víctimas pueden ser mejor tratadas tanto como
para no provocar traumas emocionales adicionales y que
les sea posible rendir un testimonio más revelador.
La psicología de la ley: trata asuntos abstractos tales
como por qué algunas leyes son obedecidas y otras burla­
das; cómo el delito de cuello blanco, el delito de corpora­
ciones o los criminales de corporaciones y loá contamina­
dores ambientales racionalizan sus crímenes; y cómo
influye el empleo de guardianes mujeres en estableci­
mientos de detención de hombres en contraste con el
empleo de guardias hombres en establecimientos de
mujeres, o cómo los ciudadanos experimentan el stress
del crimen, etc.
íta iim in d J a k o b (1992) en Alemania diferencia dos
ramas:
a) Psicología del derecho: que es conceptualizada
como la investigación de la esencia y significado de la ley
y justicia como fenómeno psicológico. Se trata de una
rama no legal y teorética:
b) Psicología en el derecho: rama más empírica y psi­
cológica que es descripta como la psicología al servicio de
la ley, o sea de psicología aplicada.
Aun cuando a nivel teórico puedan hacerse estas dis­
quisiciones, en la tarea práctica del psicólogo existe una
superposición de estos planos que no pueden ni deben ser
ignorados, y a riesgo de ser reiterativos, diremos que
cuando se están aportando conocimientos psicológicos a
38 Juan H. Del Popolo

los efectos de ayudar en la valoración de una prueba, por


ejemplo testimonial o confesional, necesariamente deben
tenerse presentes los supuestos psicológicos en los que' se
fundan las normas jurídicas de esa parcela de actividad
judicial, al menos para optimizar el trabajo y tener bien
en claro el sentido de los focos y de la demanda pericial,
y las vivencias de lo justo-injusto ligadas a la situación y
que se puedan suscitar en los operadores del sistema,
particularmente en el propio psicólogo que está operan-'
do, a los fines contratransferenciales, o con la finalidad
de no sesgar la información a proporcionar.
Se propone entonces un abordaje que no fracture inne­
cesariamente la realidad en compartimentos estancos..
Por esta razón optimizadora de saberes es que propo­
nemos un concepto de psicología jurídica comprensivo de
las distintas actividades muchas veces superpuestas en
lá práctica, separables en todo caso en el terreno de lo
especulativo, pero que en el quehacer cotidiano la mayo­
ría de las veces se encuentran unidas en forma inextrin-
cable por múltiples interacciones. Si la consideración de
este entramado sé deja de lado, se pierde la captación de
múltiples significados sumamente útiles para, la com­
prensión psicología de la conducta en relación a la activi­
dad jurídica.

Continuaremos con el análisis del concepto de Psico­


logía Jurídica:

«...a los efectos de su descripción, análisis,com­


prensión, crítica, y eventual actuación sobre ellas
en función de lo jurídico».
Psicología judicial ■ 39 s

Se trata entonces de una serie de actividades que se


realizan a partir del estudio de esas conductas desde la
perspectiva psicológicá.
. Interesará .en primer lugar describir esa conducta en
términos psicológicos; analizarla, examinarla en sus par­
tes constitutivas hasta llegar a conocer sus principios o
elementps. También comprenderla en términos psicológi­
cos y con sentido crítico y eventualmente podrá interesar
‘ actuar sobre ella, por ejemplo, cuando se plantea la
modificación de una institución judicial, o una modifica­
ción dé .conducta de los operadores o de las personas
sometidas al sistema judicial.
Estas tareas, obvio es que se realizan orientadas al
mundo jurídico, en función de lo jurídico.
El concepto es lo suficientemente amplio como para
posibilitar múltiples interacciones entre psicología y dere­
cho y superar el aislamiento que predominó durante
muchos años entre ambas disciplinas. Todas tienden a pro­
poner puntos de contacto entre ambos subsistemas, aun a
riesgo, de difuminar algunas superficies de contacto entre
ambas disciplinas.

Otras concepciones de la psicología forense

J a v ier U rra P o rtillo : la define como la ciencia que


enseña la aplicación de todas las ramas y saberes de la
psicología ante las preguntas de la justicia, y coopera en
todo momento con la Administración de justicia, actuan­
do en el foro (tribunal) mejorando él ejercicio del derecho.
40 Juan H. Del Popolo

B artol y B artol: (1987) definen la Psicología Foren­


se como: /
/

a) Las investigaciones encaminadas a elucidar la


relación entre comportamiento humano y procedimiento
legal, como por ejemplo, estudios experimentales en
cuanto a testimonios y mepioria, toma de decisiones de
jurados, comportamiento criminal, etc.

b) La práctica profesional de psicología, dentro del


sistema jurídico, en sus dos ramas civil o penal.

O svaldo Várela, H é cto r A lv a rez, A lfre d o Sar­


m iento: conceptualizan la Psicología Forense como aque­
lla parte de la psicología que se desarrolla dentro del
ámbito jurídico especifico y/o en sus órganos dependien­
tes caracterizándose por poseer técnicas propias que la
convierten en una ciencia auxiliar de ese campo.

Para R. T éixido: la psicología jurídica viene a ser el


análisis y descripción de una serie de comportamientos
humanos jurídicamente significativos y predicables den­
tro de la esfera particular de cuanto consideramos dere­
cho. (cfr. Garrido Genoves, 1982)

F rie d rich L o se l1* (1992) en Alemania expresa que


en términos amplios psicología forense es entendida

14 Autor citado en obra intitulada «Psychology and Law: Ouertu-


rers, Cre Scendors and Reprises», en Psychology and Law, Internatio­
nal Perspectives, Berlín, New York -1992-. Aclara este autor que el
incrementado uso y reuso del término «psicología legal» o psicología y
Psicología judicial 41

como la aplicación de teorías psicológicas y métodos o


hallazgos a la administración de justicia.

E m ilio M ira y L óp ez: conceptualiza la psicología


jurídica como la psicología aplicada al mejor ejercicio del
derecho.

La ley y el p s icó lo g o

En nuestro país el modelo de subordinación tuvo ple­


na. vigencia legal en la ley 17.132 de «Ejercicio de la
Medicina, Odontología y Actividades de Colaboración»
sancionada y promulgada el dia 24 de enero de 1967 y
publicada en el Boletín Oficial el día 31 de enero de 1967.
Esta ley regulaba el ejercicio de la medicina, odontología
y a ctiv id a d es de c o la b o r a c ió n d e las m ism as en la
Capital Federal y Territorio Nacional de Tierra del Fue­
go, Antártida e Islas del Atlántico Sur.
El artículo 91 de la citada ley prescribía que los psi­
cólogos pueden actuar:
a) en psicopatología, ú n ica m e n te co m o c o la b o r a ­
d ores del médico especializado en psiquiatría, por su
indicación y bajo su supervisión, control y con las respon­
sabilidades emergentes de los artículos 3S, 42, 19 inc. 9S;
d e b ie n d o lim ita r su a ctu a ció n a la o b te n c ió n de

ley en recientes años debería comprensivamente cubrir to d a s las


a p lic a c io n e s d e te o r ía s p s ic o ló g ic a s , m é to d o s y h a lla z g o s al
sistem a legal, posición con la que en términos generales concorda­
mos.
42 Juan H. Del Popolo

test p s ic o ló g ic o s y a la colaboración en tareas de inves­


tigación.
b) en medicina de recuperación o rehabilitación corrio
colaboradores del médico especializado y con la mismas
limitaciones del inciso precedente.

Agregaba este artículo: x


«Les está prohibido toda actividad con personas
enfermas fuera de lo expresamente autorizado en los
párrafos precedentes, asi mismo como la práctica del psi­
coanálisis y utilización de psicodrogas».
Este artículo fue derogado por la ley 23.277, artículo
10, publicada en el Boletín Oficial del 15 de noviembre
de 1985.
Se advierte aquí claramente el modelo de subordina­
ción del profesional psicólogo al médico psiquiatra, que
aun sigue imperando en la práctica en muchos ámbitos
forenses.
La ley 23.277 autoriza al profesional de la psicología
a ejercer su rol en forma autónoma, pudiendo integrarse
en equipos multidisciplinarios en forma privada o públi­
ca.
Aquí ya estamos en presencia de un modelo de inte­
gración, de complementariedad. La ley 23.277 regula el
Ejercicio Profesional de la Psicología, como actividad pro­
fesional independiente, en la Capital Federal, Territorio
Nacional de Tierra del Füego, e Islas del Atlántico Sur.
Esta ley, en su artículo 2- considera ejercicio profesio­
nal de la psicología la aplicación y/o indicación de teorías,
métodos, recursos, procedimientos y técnicas específicas
en:
Psicología judicial 43

a) El diagnóstico, pronóstico y tratamiento de la per­


sonalidad y la recuperación, conservación y prevención
de la salud mental de las personas.
b) La enseñanza y la investigación.
c) El desempeño de cargos, funciones, comisiones o
empleos por designaciones de autoridades públicas, inclu­
so nombramientos judiciales.
d) La emisión, evacuación, expedición, presentación
de certificaciones, consultas, asesoramiento, estudios,
consejos informes, dictámenes y p eritajes.
A partir del año 1985 se instala en el país una pro­
nunciada tendencia que modifica el estado de las cosas
existentes hasta esa fecha, en relación al ejercicio de la
psicología. Sin embargo aun hoy existen muchos profesio­
nales psicólogos que no conocen estas nuevas leyes y que
en su práctica profesional tampoco las hacen respetar.
En la provincia de Mendoza la ley 5045 regula el ejer­
cicio profesional del psicólogo. La ley data del año 1985.
En su artículo l 9 prescribe que el ejercicio de la psico­
logía como actividad libre e independiente solo se autori­
za a los egresados de la carrera mayor de psicología,
entendiéndose por tal aquella cuya duración no sea
menor de 5 años de grado académico, previa obtención de
la matrícula correspondiente en el Ministerio de Bienes­
tar Social.
Este cuerpo legal prevé las siguientes áreas ocupacio-
nales «sin perjuicio de que con el avance de la ciencia
pudieran desarrollarse nuevas áreas o limitarse a estas».
1) P s ic o lo g ía clín ica : comprendiendo tareas de Pro­
moción, Prevención, Diagnóstico y Tratamiento;
2) P sic o lo g ía e d u ca cio n a l: en instituciones de cual­
44 Juan H. Del Popolo

quier nivel, práctica privada, investigación, orientación


asesoramiento, asistencia en los distintos niveles com­
prometidos en enseñanza-aprendizaje. También aquí se
señala la imcumbencia del rol en promoción, prevención,
diagnóstico y tratamiento.
3) P s ic o lo g ía la b ora l: con las clásicas subdivisiones
en promoción, prevención, diagnóstico y tratamiento.
4) P s ic o lo g ía socia l: la esfera de acción se relaciona
con todas las instituciones, grupos y miembros de la
comunidad en cuanto fuerzas sociales que afectan la con­
ducta del individuo.
5) P s ic o lo g ía ju ríd ica : la ley en su artículo 89 inciso
c) se refiere a la p s ico lo g ía ju r íd ic a . Adviértase como
se designa a esta materia por ley Provincial. Resulta de
interés conocer cual es la esfera de acción que se le atri­
buye al psicólogo jurídico.
«La esfera de acción se halla en penitenciarias, insti­
tuciones de menores, institutos de clasificación, direccio­
nes de asuntos legales o instituciones similares que fun­
cionen en las penitenciarias o fuera de ellas, cuerpo
médico forense, o instituciones similares, juzgados de
menores, peritajes particulares en lo penal, centros espe­
cializados en el tratamiento de toxicómanos, otros de
igual finalidad donde se realicen entre otras las siguien­
tes tareas:

1ro: «Promoción y prevención»

1) Prevención del delito en todas sus formas y de los


factores ambientales predisponentes al mismo a través
Psicología judicial 45

de elaboración e implementación de programas informa­


tivos y educativos, propaganda y otros.
2) Asesoramiento y asistencia a los familiares de los
internados y de los liberados, asesoramiento a las diver­
sas instituciones sobre programas de rehabilitación y su
efectividad según la personalidad y pronóstico del inter­
nado o grupo. Detección y asesoramiento en relación a
personalidades con predisposición a delinquir y las nece­
sidades de asistencia y/o internación.
3) Asesoramiento en los casos de adopción, discerni­
miento de tutela, separación y las situaciones derivadas
de derecho de familia.
4) Participación en grupos interdisciplinarios con pro­
fesionales y personal de las instituciones para mejor
desarrollo de la misma.

2do: «Diagnóstico»

La ley prevé un diagnóstico individual, grupal, fami­


liar, institucional, en los siguientes casos:
1) Diagnóstico y control psicológico en la admisión,
permanencia y egreso de internos. Establecimiento a tra­
vés de diagnóstico diferencial del grado de peligrosidad y
pronóstico criminológico.
2) Determinación de responsabilidades en conductas
que impliquen riesgo para el individuo o sus semejantes.
3) Peritajes.
46 Juan H. Del Popolo

3ro: «Tratamiento»

Se refiere a los tratamientos de los desajustes de ctíri-


ductas individuales y grupales, que comprenden:
1) Tratamiento criminológico en personas que delin­
quen y su familia, tendientes a la rehabilitación.
2) Tratamientos psicoterapéuticos a internos en las
instituciones de menores tendientes a,lograr la integra­
ción al medio.
En su artículo 92 esta ley dice que en todas las áreas
de trabajo el psicólogo es el profesional capacitado para
investigar la conducta en su nivel de in te g ra ció n p s i­
co ló g ic a , sin que estas atribuciones afecten las otorga­
das a otros profesionales de acuerdo a la legislación
vigente.
Se plantea entonces un enfoque multidisciplinario de
trabajo en el que se expresa una especificidad en la labor
del psicólogo: la in v e stig a ció n de la co n d u cta en su
n iv e l de in te g ra ció n p s ico ló g ica .

El artículo 10 autoriza a los profesionales que ejercen


la psicología a certificar las prestaciones o servicios que
se efectúen en forma, totalmente autónoma; asi también
como las conclusiones diagnósticas referentes a estados
psíquicos de las personas en consulta.
También la provincia de Córdoba ha sancionado la ley
7106 (13-9-84) que prevé como área de la carrera la p s i­
co lo g ía ju r íd ic a con esfera de acción en Tribunales de
Justicia, instituciones penitenciarias de internación de
menores y en la práctica privada de la profesión.
Concretamente el artículo 3Sinciso d) prevé que en el
Psicología judicial 47

área de la Psicología Jurídica se considera ejercicio de la


profesión de psicólogo:
— el estudio de la, personalidad del sujeto que delin­
que;
— la rehabilitación del penado; ....... , -
— la orientación psicológica del liberado y sus fami­
liares;
— la actuación sobre las tensiones grupales en insti­
tutos penales con tareas de Psico-higiene;
— la colaboración en peritajes, empleando instrumen­
tos específicos;
— la realización de peritajes psicológicos;
— realización de peritajes y estudios de adopción y de
conflictos familiares.

En España el Convenio Colectivo para el personal labo­


ral al servicio de Justicia (BOZ 3-XII-92) conforme señala
Javier Urra (1993, en colaboración con otros autores) esta­
blece, con respecto a la actuación de los psicólogos:
«Su actuación se refiere a la exploración evaluación y
diagnóstico de las relaciones y pautas de interacción,
aspectos de la personalidad, inteligencia, aptitudes, acti­
tudes y otros aspectos de. la especialidad, de las personas
implicadas en los procesos judiciales de quien se solicite
el correspondiente informe psicológico por los respectivos
responsables de los órganos judiciales citados, así como
la colaboración con los respectivos miembros de los equi­
pos técnicos, para el desarrollo de las mencionadas fun­
ciones. Desempeña funciones de asesoramiento técnico
en los tribunales juzgados, fiscalías y órganos técnicos en
materia de su disciplina profesional».
48 Juan H. Del Popolo

En Perú en el reciente proyecto de Ley, relativo


al ejercicio Profesional del Psicólogo se contempla
como especialidad del ejercicio profesional la Psicolo-"
gía Legal y Delincuencial.
Se expresa en el referido proyecto que el Psicólo­
go Legal y Delincuencial, analiza los factores psico-
sociales que impulsan al hombre a delinquir y desa­
rrolla programas de orientación y consejería para la
readaptación social e interviene como asesor sobre
las dificultades de su competencia en la problemáti­
ca legal y es estado del derecho.
En otros países los profesionales psicólogos han
pasado por problemas similares. Así en Estados
Unidos es dable señalar el precedente del año 1962
«Jenkins vs. Estados Unidos» en el que el Tribunal
Supremo afirmó que es un error judicial rechazar la
peritación de un psicólogo respecto de su área de
especialización.
C a p it u l o II

ALGUNAS DIFICULTADES QUE EL PSICOLOGO


DEBE TENER EN CUENTA EN LA
INTERACCION PSICOLOGIA-DERECHO.
NECESIDAD DE SU CONOCIMIENTO

El punto de articulación entre los subsistemas psico­


lógico y jurídico es la conducta.
Pero esta conducta es estudiada en forma distinta por
ambas disciplinas.
El derecho estudia la conducta en interferencia inter-
subjetiva, con la finalidad de reglar el deber ser de esa
conducta.
La psicología intenta, comprender las leyes que rigen
las conductas. Se trata de dos perspectivas diferentes de
trabajo. Estas perspectivas distintas conllevan una serie
de situaciones diferenciales entre ambas ciencias, que
deben tenerse presentes para un adecuado trabajo profe­
sional.
Reseñaremos algunas de ellas.
Resulta necesario que tanto el trabajador del derecho
como el de la conducta conozca las situaciones que segui-
50 Juan H. Del Popolo

damente se expondrán, relativas a la interacción entre


ambas ciencias por las siguientes razones:
a) previo al trabajo en nuevos campos conviene (como
es el interdisciplinario psicología-derecho) estar en cono­
cimiento de las dificultades con que se tropezará;
b) este conocimiento permitirá guiar la acción de
manera más eficaz y productiva;
c) el conocimiento de estas dificultades podrá orientar
un mínimo programa de acción con valor orientado en los
distintos campos de actividad de la interacción psicolo­
gía-derecho.

A) Dificultades a nivel terminológico

El mismo término no necesariamente tiene el mismo


significado para la psicología y el derecho.
Esto sucede con el término «demente».Demente en el
terreno de la psicopatología hace referencia a un déficit
definitivo de causa orgánica, irreversible y progresivo
que afecta al psiquismo en forma global y totalizada,
pero con particular incidencia sobre los procesos intelec­
tuales y que termina por provocar una decadencia, mer­
ma o disminución de los grados previamente alcanzados.
Demente, desde el punto de lo jurídico, tiene otro sig-
nificado.El artículo 141 del Código Civil argentino dice
que son incapaces por demencia las personas que por
causa de enfermedades mentales no tengan aptitud para
dirigir su persona o administrar sus bienes.
El texto original del Código Civil (el transcripto arri­
ba es la versión de la ley 17.711) decía que se declaraban
Psicología judicial 51

dementes los individuos de uno u otro sexo que se hallen


en estado habitual de manía, demencia, o imbecilidad
aunque tengan intervalos lúcidos o la manía sea parcial.
Se advierte en el ejemplo los distintos significados para
el mismo término.
Estas diferencias de significación entre el lenguaje
psicológico y jurídico deben ser especialmente tenidas en
cuenta en la labor profesional del psicólogo en los ámbi­
tos de la justicia.
De la misma forma debe tenerse especial cuidado en*
la emisión de informes psicológicos en términos técnicos.
Si el destinatario del informe no lo puede comprender,
poca ayuda se le habrá podido brindar en el caso concre­
to. Una posibilidad es adicionar al final del mismo un
glosario de términos técnicos utilizados a los efectos de
que el lector lego en psicología sepa a que atenerse. Otra
manera de superar la dificultad es utilizar un lenguaje
sencillo en la redacción del informe, al alcance de la per­
sona a quien se dirige, y una tercera es la posibilidad de
intervenir en audiencias orales, hecho que permite que
se produzcan las aclaraciones necesarias para la buena
comunicación entre profesionales de distintas disciplinas.
En equipos multidisciplinarios que comienzan su tra­
bajo existe una marcada tendencia a dar por supuestos
significados comunes de términos que en realidad tienen
distinto significado para cada ciencia.
Resulta entonces conveniente, por razones metodoló­
gicas, que el coordinador de este equipo, pida precisiones
de significados de términos usados por los miembros del
mismo.
52 Juan H. Del Popolo

B) Dificultades a nivel de la fijación


de los «focos» de trabajo

El psicólogo cuando trabaja en interrelación con el


mundo jurídico debe saber advertir cuál es_la demanda
.expresa que desde el sistema judicial se le solicita. En
otras palabras, debe conocer cuál es el requerimiento
focal que se le formula. En materia pericial se encuentra
el foco expresado en los denominados «puntos de pericia».
Es muy conveniente que el psicólogo conozca, al
menos en los campos de más frecuente trabajo, los sus­
tentos y repercusiones dentro del sistema, legal, de las
demandas más usuales para la psicología. Así podrá
entender con mayor claridad que es lo que el juez requie­
re del perito psicólogo.
Estudiando los marcos legales relacionados con los
distintos focos periciales podrá conocer hasta dónde, des­
de la psicología, puede satisfacer la demanda de trabajo:
qué es lo que científicamente puede hacer. También debe
estar al tanto de los avances de la psicología en cada una
de las áreas de:trabajo para poder brindar una informa­
ción debidamente actualizada.Muchas veces se observa
que el psicólogo brinda a la justicia un informe a la
manera de un psicodiagnóstico clínico destinado á ser
remitido a otro psicólogo, cuando la demanda desde el
operador judicial no es esa. Esto es un grave error ocasio­
nado por la falta de conocimientos específicos en el área
de la psicología jurídica.
Psicología judicial 53

C) Dificultad a nivel de «Ley de Territorio»

Suele verse en el trabajo interdisciplinario la operati-


vidad de esta ley sustentada por el narcisismo de la dife­
rencia. Cada uno de los operadores de las distintas cien­
cias pierde objetividad y cree tener la verdad absoluta
respecto de un determinado problema. Tal situación a
veces está muy ligada a concepciones dogmáticas que ter­
minan en guerras «de religión» quedando relegado el ver­
dadero espíritu científico y la pasión por la verdad. Si los
operadores de distintas ciencias en un equipo de trabajo
confunden la tarea con un coto de caza, se hará muy difí­
cil poder implementar una tarea en común.
Muchos científicos en esta área psicológico-for'ense
han pasado por esta dificultad al enfrentarse con menta­
lidades estrechas que se amparan en categorías vacías
para sostener argumentos insustanciales que en realidad
rio son otra cosa que defensas enfermizas y primitivas de
su presunto territorio.
Udo Undeutsch, investigador alemán que trabajó
intensamente en el área de la credibilidad de las declara­
ciones haciendo aportes sustanciales para la psicología
forense, nos da un ejemplo que vale la pena transcribir.
Dice que inicialmente la evaluación de la credibilidad
del testimonio de la víctima por expertos psicólogos fue
vehementemente resistida y fue considerado no aplicable
a la práctica judicial por ser « una in v a sió n d e n tro del
ca m p o d el J u ra d o », u n a «v io la ció n a lo s d om in ios
del J u ra d o », etcétera .
Agrega Undeutsch que el autor más frecuentemente
citado en la historia del derecho Anglo-Americano, John
54 Juan H. Del Popolo

H. Wigmore, descartó estas frases llamándolas una mera


porción de «retórica vacía». Hoy en día, en los países ^en
que estas pericias se aplican, existe un claro consensó de
su utilidad.
Esto sirve para ejemplificar con cuanta vehemencia
se rechaza lo que no se conoce con argumentos vacíos que
en realidad se apoyan ei\ creer que el derecho es sólo
materia dé los juristas. .
Esta dificultad se suele plantear en la interacción con
la justicia; una de las maneras de superarlas es el traba­
jo interdisciplinario que comienza por fijar áreas centra­
les de cada disciplina explicando la complejidad de la
ciencia y la necesidad de interacción adecuada.

D) Dificultades por la falta de tolerancia


de la angustia, ignorancia y confusión.
La ilusoria pretensión de erradicar
la «subjetividad»

Muchas situaciones que se ventilan ante la justicia


provocan confusión y angustia en los operadores del sis­
tema que tratan con ellas.
Una manera particular de superar este estado afecti­
vo es a través de la sobresimplificación de los hechos,
encuadrándolos en algún «esquema» legal que les da una
aparente solución. La maniobra «tranquiliza» pero no
soluciona en realidad los problemas.
Una magnífica descripción de la operatividad de este
mecanisjno se observa .en la obra de Salvador Minuchin
«El triunfo de Ellen West».
Psicología judicial 55

El personaje del juez, en ésta obra de teatro, cuando


intervienen los afectos de las personas en juzgamiento,
manifiesta sentirse «confundido». Así por ejemplo, cuan­
do ambas partes pretenden ser demandante y demanda­
do ve esto; «muy poco claro e irregular». Trata de discri­
minar un culpable y un inocente, el bueno y el malo, él
héroe y el villano. Este mecanismo sobresimplificador de
la complejidad es muy común en los ámbitos judiciales,
muchas veces por exigencia explícita o implícita de los
mismos mecanismos legales que exigen el discernimiento
de un culpable o inocente, de un loco o cuerdo, etc.
Este esquema simplista de pensamiento, de larga tra­
dición en los sistemas jurídicos, impide que una útil car­
ga de información psicológica ingrese a los sistemas lega­
les. El sistema legal criba y selecciona la información,
muchas veces orientada a la búsqueda de una solución
simplificada.
En este aspecto la psicología jurídica tiene mucho que
decir. En primer lugar, cuando se le exigen respuestas
simplistas, debe señalar la imposibilidad de caer en tales
extremos. En segundo lugar, y como tarea propia de psi­
cología jurídica, debe colaborar con los cambios de legis­
lación a los efectos de que los mecanismos del derecho y
de la justicia, puedan receptar un valioso caudal de infor­
mación proveniente desde las ciencias de la conducta que
pueden contribuir para el mejoramiento de las soluciones
que el derecho adopta para la comunidad.
En los procesos de divorcio, es dable ver esta necesi­
dad de discriminación entre culpable e inocente. Aunque
se trata de una «culpabilidad» de tipo normativo, esta
conlleva importantes consecuencias para el funciona­
56 Juan H. Del Popolo

miento familiar. De ciertas manifestaciones de conducta


externa tales como adulterio, tentativa de uno de los cón­
yuges contra la vida del otro o de los hijos, injurias gra­
ves, abandono voluntario y malicioso, se hacen derivar
declaraciones de «culpabilidad» para uno de los cónyuges.
En una mirada más amplia, será dable ver en las fami­
lias la profusa cantidad de interacciones de distinto signo
que pueden haber llevado á ese estado de cosas. A partir
de una visión más amplia, entendiendo algo más el fun­
cionamiento familiar, quizás se pueda revisar en el caso
concreto las consecuencias de una culpabilidad declarada
sólo frente a determinados parámetros estáticos de con­
ducta externa.
Esta búsqueda de la «causa» del divorcio o separa­
ción y el hecho de hacerle surtir consecuencias jurídicas,
obedece a un pensamiento simplista de tipo lineal, que
rechaza la complejidad propia de estas situaciones fami­
liares.
Esta tendencia a la simplificación, con desprecio de
los hechos, se observa muchas veces cuando se le exige al
perito que diga si tal persona es o no es imputable, si es
o no peligroso, etc. (ello a pesar de que no es misión del
perito discernir si alguien es imputable o no). Se quiere
así cerrar rápidamente la angustia de la duda con una
«solución».
Predominan en muchos casos mecanismos obsesivos
de disociación, aislamiento y anulación, particularmente
en el terreno de afectos que confunden.
Psicología judicial 57

La pretensión ilusoria
de erradicar la «subjetividad»

En muchas instituciones del sistema judicial, particu­


larmente el área penal, se ha pretendido erradicar la
«subjetividad del juez», confundiendo subjetividad con
irracionalidad, agresividad o sadismo.
Cierto es que no han faltado razones históricas para
observar cómo esta subjetividad se ha transformado
muchas veces en grosera arbitrariedad.
En relación a este tema conviene que nos adentremos
algo más para poder comprender mejor el funcionamien­
to de ciertas instituciones del derecho en aspectos ligados
a la subjetividad y los afectos.
Esto nos permitirá entender algunos de los mecanis­
mos psicológicos de funcionamiento del área jurídica y a
partir de los supuestos que sustentan muchas normas
particularmente penales.
Cesare Beccaria escribió en el año 1764 una obra lla­
mada «De los delitos y las penas». Beccaria criticó en su
obra el sistema penal vigente caracterizado por la arbi­
trariedad, por la desproporción entre hecho y sanción,
vigencia de crueles torturas, interpretación de la ley
totalmente subjetiva, etc. Basta leer las crónicas de las
ejecuciones de la época para advertir su inhumanidad.
Tal es el caso de la ejecución de «Damiens», José Gabriel
Tupac Amaru y José Antonio Galán. La ejecución de
Damiens puede leerse en la obra «Vigilar y Castigar,
nacimiento de la prisión» de Michel Foucault.
Al decir de Eugenio Zaffaroni, Beccaria fue el autor
de la piedra angular de todas las reformas penales que
58 Juan H. Del Popólo

permitieron el posterior desarrollo de la disciplina del


derecho penal en la forma que se presenta contemporá­
neamente.
Beccaria en realidad se enfrenta con la problemáti­
ca de cómo controlar el despotismo y la arbitrariedad
en el ser humano. En otros términos, en los de Erich
Fromm, como controlar la agresión maligna, en parti­
cular el sadismo. v
Én todo sistema penal se plantea la problemática de
cómo controlar esta situación, tanto la de los «delincuen­
tes» como la de los operadores del sistema judicial a los
efectos de que no tengan respuestas sádicas frente a los
actos sádicos de los judiciables (personas sometidas a
juzgamiento). Ya decía Recasens Siches que el derecho no
nace para satisfacer la justicia sino la necesidad de segu­
ridad para evitar la «ley de la selva».
En ambientes de internación de delincuentes es dable
ver respuestas sádicas del entorno en respuesta al sadis­
mo de los internos, planteándose la existencia de verda­
deros sistemas paralelos paradecisorios.
Esta situación aparece muy clara en el Capitulo II de
la obra de Beccaria «De los delitos y de las penas». Allí se
lee:

«Las leyes son las condiciones bajo las cuales los


hombres dependientes y aislados se reunieron en
sociedad, hastiados de vivir en un continuo estado
de guerra y de gozar de una libertad que resultaba
inútil por la incertidumbre de conservarla. Sacrifica­
ron una parte de ella para gozar él resto con
seguridad y tranquilidad».
Psicología judicial 59

Frente a este continuo estado de guerra, clara mani­


festación de impulsos agresivos, surge la ley.
Sigmund Freud en «El malestar en la cultura» tam­
bién ve esta relación entre Cultura e intento de regular
los vínculos sociales. Dice que de faltar este primer inten­
to de regular los vínculos sociales, que es el elemento cul­
tural, «esos vínculos quedarían sometidos a la arbitrarie­
dad del individuo, vale decir, el de mayor fuerza física
resolvería en el sentido de sus intereses y mociones pul-
sionales» (ver Capítulo III, ob. cit.). Dice Freud:,
«La convivencia humana sólo se vuelve posible cuan­
do se aglutina una mayoría más fuerte que los individuos
aislados, y cohesionada frente a estos. Ahora el poder de
esa comunidad se contrapone como derecho al poder del
•individuo, que es condenado como violencia ¿bruta».
En la perspectiva de Freud, todos contribuyen con el
sacrificio de sus pulsiones a la existencia del derecho.
Esto trae aparejado, la renuncia a poderosas pulsiones y
en consecuencia se desarrolla un alto grado de insatisfac­
ción.
Para Freud, en «El malestar en la cultura», el ser
humano no es un ser manso, amable, a lo sumo capaz de
defenderse si lo atacan, sino que es lícito atribuir a su
dotación pulsional una buena cuota de agresividad. Sigue
diciendo este autor: «En consecuencia, el prójimo no es
solamente un posible auxiliar y objeto sexual, sino una
tentación para satisfacer en él la agresión, explotar su
fuerza de trabajo sin resarcirlo, desposeerlo de su patri­
monio, humillarlo, inflingirle dolores, martirizarlo y ase­
sinarlo».
Esta tendencia agresiva del ser humano ha sido cons­
60 Juan H. Del Popolo

tatada por diversos autores. Algunos anclan esta tenden­


cia agresiva en los instintos, otros en el carácter, algunos
en el aprendizaje. Pero todos reconocen esta inclinación
«agresiva».
Aún en pueblos civilizados aparece el sadismo y
crueldad bajo circunstancias apropiadas.
Freud en esto es muy ¿laro:
«Bajo circunstancias propicias, cuando están
ausentes las fuerzas anímicas contrarias que suelen
inhibirla se exterioriza también espontáneamente
(la agresión cruel), desenmascara a los seres huma­
nos como bestias salvajes que ni siquiera respetan a
los miembros de su propia especie. Quien evoque en
su recuerdo el espanto de las invasiones bárbaras,
las incursiones de los hunos, de los llamados mongo­
les bajo Gengis Khan y Temrlan, la conquista de
Jerusalén por los piadosos cruzados, y ayer apenas,
los horrores de la ultima Guerra Mundial, no podrá
menos que inclinarse desanimado, ante la verdad
objetiva de esta concepción» (op. cit. Cap. V).

Concluye Freud en que la cultura tiene que poner


límites a las pulsiones agresivas de los seres humanos,
para sofrenar mediante formaciones psíquicas reactivas
sus exteriorizaciones.

Una expresión de esa formación cultural es el derecho


que intenta poner límites a esa agresividad cruel.
Muchos vieron en la ley ese instrumento para defen­
derse de la agresión cruel. Así Juan Jacobo Rousseau
Psicología judicial 61

quería «encontrar una forma de asociación que defienda


y proteja con la fuerza común a la persona...» («El con­
trato social o principios del derecho político», en Obras
selectas, 2da. edición, Bs. As., Ateneo 1959, págs. 852/
853).
Montesquieu ve en la separación de poderes una for­
ma de escapar de la tiranía, la arbitrariedad y la opre­
sión.
Francisco Carrara, uno de los grandes sistematizado­
res del Derecho Penal, hace su famoso «programa» con el
fin de poner freno «a las aberraciones de la autoridad en
la represión, en el juicio y en la prohibición».
Franz von Liszt, importante figura para el Derecho
penal, también intenta proteger la libertad del ciudadano
frente a la arbitrariedad ilimitada del poder estatal.

Sirvan estas pocas citas para poner en relieve tres


situaciones que interesan en sumo grado a la psicología
judicial:

a) La existencia de esta agresividad cruel en el ser


humano.
b) La necesidad, desde la cultura, de controlarla. El
derecho, particularmente el penal, ha ocupado un rol pre­
ponderante en este sentido.
c) La necesidad de controlar esa agresividad cruel en
los aplicadores del derecho, no sólo en los justiciados.

Debido a esta última situación, se diseñaron una


serie de procedimientos legales destinados a evitar la
arbitrariedad en los encargados de aplicar el derecho.
62 Juan H. Del Popolo

Esos mecanismos de control para evitar la crueldad y


arbitrariedad tendieron fundamentalmente a erradicar /
del proceso, en lo posible, la subjetividad del ju e z/su
afectividad, por temor a que se contaminase con irracio­
nalidad y arbitrariedad. „_ .......................
Así se diseñaron una serie de mecanismos y de resor­
tes tales como el principio de legalidad, la tipicidad
penal, las vías recursivas, el contralor del juez y de sus
decisiones por las partes, reglas de excusación y recusa­
ción, que entre otras finalidades intentan poner limites a
la subjetividad del juez. Se aprecia en las doctrinas que
fundamentan estos mecanismos que se trata de controlar
la subjetividad, pero no tanto por la subjetividad misma,
sino por el peligro cierto de que termine en arbitrariedad
e irracionalidad.
Bien reconoce Freud, sin embargo, en «El malestar de
la cultura», que «la ley no alcanza a las exteriorizaciones
más cautelosas y refinadas de lá agresión humana».
En términos populares impera el refrán «hecha la ley,
hecha la trampa» para mostrar como el sadismo se las
puede arreglar para superar la ley.
El problema es que la subjetividad, y la afectividad,
resultan esenciales para dar adecuadas respuestas a los
problemas humanos que no se puede resolver en báse a
silogismos legales. Por querer eliminar la cizaña de la
irracionalidad y arbitrariedad ligada a la afectividad
subjetiva, se corta también el trigo que puede surgir de
esa afectividad y subjetividad.
Veamos esto en palabras de Beccaria, uno de los auto­
res que contribuyó a dar forma a los sistemas penales
actuales:
Psicología judicial 63

«En todo delito debe hacer el juez un silogismo


perfecto: la premisa mayor debe ser la ley general,
la menor, la acción conforme o no la ley y la conse­
cuencia la libertad o la pena».

Más adelante indica:

«No hay nada más peligroso que el axioma


común de que es necesario consultar el espíritu de la
ley» .

Luego expresa:

«El espíritu de la ley sería, pues, el resultado de


una buena o mala lógica del juez, de una buena o
mala digestión; dependería de la violencia de sus
pasiones, de la debilidad de quien sufre, de sus rela­
ciones con el ofendido y de todas aquellas minúscu­
las fuerzas que transforman las apariencias de cada
objeto en el ánimo fluctuante del hombre».*

Veamos entonces, a través de estos párrafos que han


ejercido profunda influencia en el derecho, una importan­
te tendencia a aislar la afectividad subjetiva del operador
del sistema judicial pretendiendo manejarse con «perfec­
tos silogismos». Ello ha imperado con más fuerza en los.
sistemas del derecho más formales como el derecho
penal.
La dificultad, la gran paradoja desde lo psicológico, es

* Cfr. “De los delitos y de las penas”, op. cit.


64 Juan H. Del Popolo

que sin el juego de la afectividad no se puede crear, ni


comprender empáticamente, ni dar adecuada respuesta a
los problemas humanos.
Creo que esta es una dimensión en extremo relevante
que muestra la obra' de Minuchin «El Triunfo de Ellen
West». Muchos de los personajes de la obra, el juez, Kra-
epelin, el psicoanalista, Biswanger, Bleuler, no alcanzan
a comprender afectivamente a Ellen West.
Bien coloca Minuchin en boca del juez estas palabras
cuando se plantea entre los personajes de la obra un
notorio acercamiento afectivo:
«No aceptaré este nivel de cercanía. Deforma vuestra
perspectiva; la verdad requiere distancia. Esa es la razón
por la' que la justicia es ciega para que se vea sin tergi­
versaciones».
Claramente aquí se muesti a esta necesidad de tomar
distancia de la afectividad y subjetividad.
Resultan llamativas entonces las palabras de Michel
Foucault que prologan la obra de teatro' de Minuchin ya
mencionado:

«Tenemos todavía que escribir la historia de esa


otra forma de locura por la cual los hombres en acto
de soberana razón, confinan a sus prójimos y se
comunican y se reconocen entre sí a través de la des­
piadada lengua de la cordura».

Esta «despiadada lengua de la cordura», esta pretendi­


da vigencia absoluta de «la razón» la vemos palpitante en
aquel deseo expresado por Beccaria de que el juez haga un
«silogismo perfecto» a partir de la situación humana.
Psicología judicial .65

Es claro que nadie en sus cabales puede estar a favor


de la arbitrariedad. El problema es que ésta no se puede
controlar mediante «corsés» racionales que intenten erra­
dicar la subjetividad y afectividad.
__ Esto, por el contrario, suele llevar a un derecho des­
vitalizado, mecánico, sin vida, con soluciones rígidas y
estereotipadas.

¿Cómo puede aprovechar estos conocimientos el psicó­


logo jurídico en su práctica profesional?

Primero:
Comprendiendo la razón de ser de muchas estructuras
rígidas del derecho que no permiten el ingreso de situa­
ciones que tienen que ver con los niveles de cercanía afec­
tiva de los involucrados, especialmente en los derechos
más formales o rituales como el penal. En este sentido el
derecho de menores ha hecho considerables progresos.

Segundo:
Esta comprensión debe servir para discriminar en la
tarea práctica que afectividad-cercanía o subjetividad no
están necesariamente ligados a arbitrariedad, que en
muchísimas situáciones no se puede dar una más justa y
adecuada solución si no existe, aunque sea en un deter­
minado momento del proceso, este nivel de cercanía afec­
tiva con los involucrados, que es muy probable que los
elementos que tengan que ver con la afectividad —pro­
porcionados por el psicólogo— no puedan ser ingresados
al sistema judicial, más allá de la muy buena voluntad
que puedan tener algunos de sus operadores.
66 Juan H. Del Popólo

En este último sentido es frecuente oír como un juez


puede decir que «informalmente» puede comprender/la
situación humana de alguna persona o grupo, pero que
desde lo formal, desde la ley, no pueda adoptar solución
alternativa. Esto se condensa en refranes populares tales
como «Entiendo, pero marche preso».

Tercero:
Debe servir pára que se promuevan cambios sobre la
base de la discriminación subjetividad-irracionalidad, o
subjetividad-peligro de irracionalidad.

E) Dificultad al enfrentarse con los mecanismos


de inercia de la actividad judicial,
al menos en algunos sectores

Esta situación la ilustraremos con los dichos de uno


de los personajes de la obra comentada de Salvador
Minuchin.
El juez en uno de los pasajes de la obra dice:

«...uno de los problemas de la justicia es su


maquinaria de tan difícil manejo. Después de haberla
desconectado sigue todavía marchando un tiempo».

Uno de los personajes, Karl, le pregunta cuánto tiem­


po. Frente a esta pregunta, el juez responde:

«...No mucho. A veces un par de años, a veces


más»
Psicología judicial 67

Esto nos da la pauta de que estos mecanismos jurídi­


cos siguen operando cuando no existe un real interés de
las partes en su intervención y más allá, muchas veces,
de las necesidades reales de la sociedad y personas invo­
lucradas_______
Este mecanismo ya es reseñado desde antiguo. En el
mismo Evangelio se hace notar su operancia por parte de
los «doctores de la ley» que pretendían ser ciegos aplica-
dores de la ley más allá del mandato de la primera y más
importante: el amor.
Funciona a la manera de unas «anteojeras» que cie­
rran la visión hacia un determinado ángulo, el del texto
de la ley, sin importar si beneficia, perjudica, sirve, etc.
También es particularmente funcional en la práctiqa
del derecho de menores y familia donde las reglas
muchas veces se aplican también a pesar del menor por­
que «lo manda la ley».

F) Dificultad por la tendencia a fracturar


fenómenos complejos

El psicólogo jurídico también debe enfrentarse con la


tendencia consistente en muchas áreas, de desmembrar
la complejidad de los fenómenos en juzgamiento para que
puedan ser encasillados en determinados moldes legales.
Esta también puede ser una tendencia del propio psi­
cólogo jurídico, como muchas de las otras que se descri­
ben.
Esta ruptura del fenómeno desde el punto de vista
psicológico, esta simplificación trae graves consecuencias,
68 Juan H. Del Popolo

como sabemos, desde el punto de la contratran'sferencia.


Dar una solución adecuada implica una comprensión
adecuada de los hechos. /
Sabemos que la norma legal orienta la mirada del
observador, en este caso del jurista, del abogado, en un
sentido pero al mismo tiempo le impide la observación en
otros. Esta última circunstancia ha quedado muy bien
reseñada por Paul Watzlawick con referencia a la comu­
nicación humana. Sostiene que la comunicación se produ­
ce tácitamente a través de una ausencia de comunica­
ción, agregando que una de las leyes básicas de la teoría
de la información es la de que la aparición de la letra «a»
no significa «a», sino también, no «b» a «z». El significado
en definitiva se comunica a través de aquello que no nos
es comunicado. Vamos a recordar un cuento de Tony de
Mello valioso para reflexionar sobre este punto. El cuen­
to se llama «La paloma real» y dice:
«Nazrrudim, llegó a ser primer ministro del rey. En
cierta ocasión mientras deambulaba por el palacio vio,
por primera vez en su vida un halcón real. Hasta enton­
ces Nazrrudim. jamás había visto semejante clase de
paloma, de modo que tomó unas tijeras y cortó con ellas
las garras, las alas y.el pico del halcón. Ahora pareces un
pájaro como es debido, dijo, tu cuidador te ha tenido muy
descuidado».
En este caso el personaje Nazrrudim ve, como se dice
en el poema, por primera vez el halcón real; pero él lo
único que había visto antes eran palomas, entonces ante­
pone este estereotipo de paloma al halcón y convierte a
ese halcón en lo que él conoce, desde su marco de refe­
rencia, lo convierte en una paloma. Cuando dice, «tu cui­
Psicología judicial 69

dador te ha tenido muy descuidado» es porque no «entra»


esa imagen de halcón como posibilidad en su percepto,
como posibilidad autónoma, independiente; sino que le
tiene que buscar la forma que. él ya tiene en su cabeza, la
forma que tiene conocida de pájaro y le imprime esa for­
ma al halcón real.
Este fenómeno que está descripto aquí en este poema,
es el mismo que hemos visto desde el punto de vista del
personaje del juez, en la obra «El Triunfo de Ellen West»
y es el mismo fenómeno que describimos antes como «ojo
de cerradura». Se impone un constructo desde el marco
legal, a una situación que está en la realidad pero, como
en el caso del halcón real, se lo transforma en una cosa
que no es realmente tal. Se le cambia «la forma» con pre­
juicio para la comprensión. Cuando el operador en el sis­
tema judicial se ve enfrentado a este fenómeno del «ojo
de cerradura», por ejemplo en una pericia psicológica, es
posible que, como en el personaje del juez se sienta per­
plejo, angustiado, confuso y sienta necesidad de transfor­
mar rápidamente al modelo legal esta situación que ante
sus ojos aparece incomprensible. En otros términos,
encapsula ese cuerpo extraño en una forma conocida.
Este fenómeno entonces criba lo observado y le da silueta
y también provoca que se generen consecuencias de dis­
tinto tipo que actúan como un egreso del sistema. Al así
hacerlo fractura la comprensión de lo real.
Vamos a ejemplificar algo más la situación que pre­
sentamos: si el operador en el sistema judicial se adscri­
be a un modelo unifactorial de la conducta humana, esto
es que la conducta tiene una causa, tenderá naturalmen­
te frente a un acto de juzgamiento a buscar un «culpa­
70 Juan H. Del Popolo

ble». Si en cambio el sistema legal y su operador se ads­


criben a una teoría polifactorial en interacción circular
dinámica en la apreciación de la conducta, el análisis del
caso se podrá orientar hacia el relevamiento de los
distintos factores que en el mismo han incidido, y la res­
ponsabilidad podría ser considerada compartida. Esta
manera de ver, o descripción del mundo, generará conse­
cuencias de distinto orden; en la primer hipótesis será
necesario probablemente buscar a ese culpable y tal vez
segregarlo en una cárcel o manicomio ya que es el cau­
sante de los hechos. Si en cambio el operador se adscribe
al modelo polifactorial, es posible que tienda a tomar
medidas sobre múltiples factores para la solución del
conflicto. Si se quieren implementar los conocimientos de
la psicología comunitaria para colaborar en la solución de
los aspectos jurídicos, es obvio que el primer modelo
resulta incompatible para tal fin.
La fracturación de fenómenos complejos tiene su fun­
cionalidad para el sistema jurídico. Le permite aislar su
campo transformándolo en un compartimento estanco,
quitando el influjo retroalimentador de otras variables
del sistema que permitan su transformación.
Al implementar un férreo y cerrado sistema de nor­
mas que gobiernan el compartimento estanco y que per­
miten conducirlo en formas más o menos autosuficiente
le permite mantener el sistema. Sin embargo, este equi­
librio por engrosamiento de las periferias lleva también a
que el subsistema sé desconecte de la vida y la realidad.
Por ello urge el análisis y cuestionamiento de los
supuestos en los que se apoya el sistema más allá de su
validación dentro del propio subsistema.
Psicología judicial 71

Esta manera de ver la conducta y el modelo que fre­


cuentemente utilizan los sistemas penales tienen tam­
bién algunas de las características que se describen en el
siguiente punto.

G) Dificultad frente a las tendencias rotulatorias


del sistema y a las propias en tal sentido

Se tiende a rotular desde lo jurídico realidades de la


conducta, perdiéndose el carácter instrumental y útil de
este mecanismo para transformarse en algo rígido en el
que se fija la atención del jurista fragmentando la reali­
dad en compartimentos estancos. Esta característica se
hace particularmente visible cuando se trata de encua­
drar legalmente el hecho. Muchas veces sirve para que el
operador del sistema judicial coloque un rótulo y ponga
así la distancia que hemos ya visto en los pasajes de la
obra de teatro de Minuchin ya citados.
El rótulo también suele ser utilizado en la práctica
judicial por los abogados al hacer una selectiva presenta­
ción de ciertos aspectos de la realidad en función de los
particulares intereses defendidos por la parte y que a
veces poco colabora en la solución de los problemas real­
mente importantes en el conflicto.
En muchas ocasiones el sistema jurídico discurre por
los cauces de la adecuación del hecho en juzgamiento a
los requisitos y formalidades del Derecho, perdiendo su
posibilidad de aportar soluciones para dirimir el conflic­
to, agravándolo. El sujeto en juzgamiento advierte que su
problemática no tiene una posibilidad de solución en este
72 Juan H. Del Popolo

campo. Esto se advierte particularmente en el ámbito de


los procesos de familia.
El rótulo no es sólo una característica de los sistemas
jurídicos. También lo vemos en la práctica clínica a tra­
vés del mal uso del diagnóstico, cuando él está orientado
a evitar la angustia y a cesar también en la reflexión en
torno a las posibles soluciones del conflicto. Naturalmen­
te también el modelo psicológico puede caer en esta pro­
blemática de rotulación. No es exclusivo de una ciencia.
El rótulo se vuelve en -este sentido perjudicial, cuando
pierde sus características de un medio para comprender
la realidad, y se confunde, como ya se ha dicho anterior­
mente, el mapa con el territorio. En este caso hay una
pérdida de la función instrumental teórica del concepto,
para . transformarse en un concepto que priva de una
mejor comprensión del fenómeno real.
Este fenómeno interesa mucho también en psicopato-
logía. El diagnóstico, si bien nos da una aproximación a
un fenómeno, nos orienta en un sentido, pero también
nos cierra la comprensión en otros. Saber no es necesa­
riamente saber clasificar entidades psicopatológicas. Un
poema de Tony de Mello puede brindar una mayor com­
prensión de esta realidad que estamos tratando de expre­
sar. El mismo es útil para trabajar en la pericia psicoló­
gica forense y para tener una saludable conciencia y
respeto del límite teórico de los instrumentos que usamos
para comprender la realidad.
La poesía se llama «Nazrrudim ha muerto»:

Se hallaba en cierta ocasión Nazrrudim, que


tenía su día filosófico reflexionando en alta voz:
Psicología judicial 73

Vida y muerte. Quién puede decir lo que son?. Su


mujer que estaba trabajando en la cocina lo oyó y
dijo: «Los hombres sois todos iguales, absolutamente
estúpidos, todo el mundo sabe que cuando las extre­
midades de un hombre están rígidas y frías, ese
hombre está muerto».
Nazrrudim quedó impresionado por la sabiduría
práctica de su mujer. Cuando en otra ocasión se vio
sorprendido por la nieve, sintió como sus manos y
sus pies se congelaban y se entumecían. «Sin duda
estoy muerto» pensó, pero otro pensamiento le asal­
tó de pronto: «y qué hago yo paseando si estoy muer­
to. Debería estar tendido como cualquier muerto res­
petable» y esto fue lo que hizo.
Una hora después unas personas que iban de
viaje pasaron por allí y al verle tendido junto al
camino se pusieron á discutir si aquel hombre esta­
ba vivo o muerto. Nazrrudim deseaba con toda su
alma gritar y decirles: «estáis locos, no veis que
estoy muerto, no veis que mis extremidades están
frías y rígidas» pero se dio cuenta de que los muer­
tos no deben hablar de modo que refrenó su lengua.
Por fin los viajeros decidieron que el hombre
estaba muerto y cargaron sobre sus hombros el
cadáver para llevarlo al cementerio y enterrarlo. No
habían recorrido aun mucha distancia cuando llega­
ron a una bifurcación, una nueva disputa surgió
entre ellos acerca de cual sería el camino del cemen­
terio. Nazrrudim aguantó cuanto pudo pero al fin no
fue capaz de contenerse y dijo: «perdón caballeros,
pero el camino que lleva al cementerio es el de la
74 Juan H. Del Popolo

izquierda, ya se que se supone que los muertos no


pueden hablar, pero he roto la norma sólo por esta
vez y les aseguro que no volveré a decir una .pala­
bra»

Aquí vemos que cuando la realidad choca contra un


rótulo, una creencia rígidamente
X
afirmada como dice
Tony de Mello, lo que sale perdiendo es la realidad que es
desfigurada. Un último cuento nos da otro matiz de esta
situación. Se llama «Los expertos»: (del libro de Antoni
de Mello que se llama «El canto del pájaro»).

«Un hombre al que se consideraba muerto fue lle­


vado por sus amigos para ser enterrado. Cuando el
féretro estaba a punto de ser introducido en la tumba,
el hombre revivió inopinadamente y comenzó a golpe­
ar la tapa del féretro, abrieron el féretro y el hombre
se incorporó. «Que estáis haciendo?», dijo a los sorr
prendidos asistentes; «estoy vivo, no he muerto».
Sus palabras fueron acogidas con asombrado
silencio. Al fin uno de los deudos acertó a hablar.
Amigo dijo, «tanto los médicos como los sacerdotes
han certificado que habías muerto y cómo van a
haberse equivocado los expertos?» . Así pues, volvie­
ron a atornillar la tapa del féretro y lo enterraron
debidamente.»

Esto nos está mostrando, desde un punto de vista en


cierta forma irónico, como muchas veces el preconcepto
de la realidad hace que se imponga una determinada
interpretación de los hechos.
Psicología judicial 75

H) Dificultad para el trabajo psicológico-forense


por la recurrencia a modelos psicopatológicos

Otra de las características que se presentan desde el


punto de vista del armazón legal con respecto a la psico­
logía es la recurrencia permanente al modelo psicopatoló-
gico de comprensión de los hechos.
Tradicionalmente la actuación del perito psicólogo ha
aparecido ligada al modelo médico y al binomio salud-
enfermedad. Esta circunstancia se presenta, no sólo en
hispanoamérica, sino también en otras latitudes. Thomas
Grisso expresa que las evaluaciones psicoforenses no son
particularmente psicológicas, lo que está ejemplificado
por el hecho de que los reportes forenses de la psicología
a menudo no pueden ser distinguidos de aquellos escritos
por los psiquiatras y otros profesionales de la salud men­
tal. Agrega que los psicólogos, pueden a menudo incluir
algunos test clínicos que los psiquiatras no podrían, pero
esbozan teorías lógicas, conceptos y métodos de recolec­
ción de datos que pertencen a un campo que está más
allá de los límites de la psicología y que comparte con la
psiquiatría.
Esto también ocurre en nuestro país y debemos seña­
lar que es particularmente difícil poder superar esta
situación, y que requiere un esfuerzo bastante prolonga­
do de las personas que trabajan en el área psicológica
pues ha habido una importante contaminación del mode­
lo psiquiátrico de Salud-Enfermedad.
76 Juan H. Del Popolo

I) Tendencia a volver estáticos los fenómenos •


dinámicos /

Otra característica de muchos sistemas jurídicos es


que se tienden a volver estáticos los fenómenos dinámi­
cos de la conducta. Se tiende a adoptar una concepción
estática de la conducta huipana, modelo que ha queda­
do ampliamente rebasado con las ciencias de la conduc­
ta. que ven al fenómeno como fluyente, dinámico, inte-
ractuante, mutante. La- configuración del tiempo en el
derecho tiende a congelarse, a rigidizarse y a ser inter­
pretada en forma unívoca. Desde la psicología, en cam­
bio, sabemos que al mismo tiempo pueden coexistir
multiplicidad de fenómenos y significados en la mente.
Al jurista le resulta difícil comprender que en una mis­
ma persona puedan coexistir motivaciones contradicto­
rias.
Así en nuestros sistemas legales, la conducta de un
sujeto en un determinado momento de su vida, v. gr., en
el momento del delito, hace que a partir de esa situación
se tomen medidas que se prolongaran por años, por ejem­
plo la pena, sin considerar en términos generales, la posi­
bilidad de los cambios que en este sujeto puedan tener
lugar durante el transcurso del tiempo*. Es como «la
marca de Caín» que queda permanentemente fijada. Es
importante tener en cuenta este fenómeno en las evalua­
ciones periciales, en la que el perito no se debe manejar
con este concepto estático. Se trata de instaurar un

* Decimos “en términos generales” toda vez que hay cambios que sí se
dan, v. gr., régimen progresivo de la pena, pero en general, el sistema no tiene
el dinamismo que debiera.
Psicología judicial 77

modelo que recepte los cambios en el tiempo. En el caso


de las evaluaciones periciales, se debe tomar en cuenta la
historia del sujeto. Además, no debe realizarse una única
evaluación pericial, sino que debe existir una secuencia
pericial en el transcurso del tiempo.
Por otra parte las variables en juego en un proceso
son dinámicas, interactúan permanentemente y mutan.
Hay fluctuación permanente en el mundo de lo vivo. Por
ello es que las predicciones que se puedan formular son
cálculos de probabilidades sujetos a corrección y rectifica­
ción. Lo mismo cabe decir para las medidas aplicadas en
la justicia. En razón de lo expuesto deben primar meca­
nismos de «feed-back» que permitan formular oportunas
correcciones en las medidas tomadas en relación a las
personas $ los diseños legales.
Así el momento del hecho, desde lo penal, no puede
ser adecuadamente comprendido sin tener en cuenta el
«hecho ligado a un sistema en permanente movimiento».

J) Tendencia a adoptar el rol de observador neutro

Otra de las tendencias de los operadores del sistema


judicial, con respecto a los aspectos psicológicos, es la de
asumir el rol de observador neutro. Se tiende a tomar
una actitud alejada y fría del expediente que se patentiza
en la práctica con la mención, de que tal caso es «un hur­
to» o «un robo»,«una estafa». Lo mismo ocurre en medici­
na cuando se hace referencia a que se va a operar un
«hígado», «una vesícula», aislando así lo afectivo ponién­
dolo entre paréntesis. Es lo mismo que ocurre también a
78 Juan H. Del Popolo

nivel psicológico cuando se hace referencia a que tal o


cual persona es un neurótico, «un psicòtico». Si bien una-
persona puede operar, como un neurótico o psicòtico,
siempre es algo más que un neurótico o un psicòtico, y
muchas veces este rótulo oblitera la percepción, la segre­
ga y distorsiona.
Sabemos que es un hecho comprobado —incluso expe­
rimentalmente— que lo qué sucede a nuestro alrededor
lo interpretamos dé acuerdo a nuestros ésquemas cogni-
tivos y afectivos (Levine Chein, Murphy, 1942)

K) Tendencia al tratamiento disgregado


de la problemática en juego

Otra de las características que suelen presentar algu­


nos sistemas judiciales es un tratamiento disgregado de
las problemáticas en juego, que puede ocasionar gravísi­
mos daños a la comprensión del hecho y a la adopción de
medidas eficaces. Esto lo ha mostrado acabadamente Sal­
vador Minuchin cuando analiza el caso de María Colwell,
tramitado ante los tribunales de Inglaterra, en el que
intervienen múltiples .organismos ( es el caso de tenencia
de una niña), tales como dos investigadores del departa­
mento de viviendas de Brighton, el tribunal juvenil de
Hove, cinco asistentes de los servicios sociales, dos asis­
tentes sociales de la Sociedad Nacional para la preven­
ción de la crueldad ejercida en niños, tres visitantes de la
policía, dos doctores, un visitador médico, un secretario
de los servicios de salud, integrantes del parvulario y de
la escuela primaria. Por la disgregación en el tratamien­
Psicología judicial 79

to del tema, no pudieron evitar que el sistema montado


se convirtiera en un sistema paranoico, como lo dice el
mismo Minuchin. El mismo llevó en definitiva, a la
muerte de la niña por malos tratos al ser devuelta a su
familia de origen. También esta problemática de segrega­
ción en el tratamiento de la complejidad, se puede adver­
tir en algunas legislaciones en las que un mismo proble­
ma de familia, es tratado por múltiples instancias
judiciales distintas, que aportan soluciones contradicto­
rias y muchas veces inconvenientes. Así, por ejemplo, en
un problema de familia a veces suele intervenir un juez
civil con relación a determinadas partes que hacen al
patrimonio de las personas; un juez penal para estable­
cer la responsabilidad penal; un juzgado de menores; ser­
vicios sociales, etc. En este sentido, la situación se ha vis­
to mejorada por la creación de tribunales de familia en
los que un mismo juez, como en Nueva York, tiene a su
cargo la totalidad de la problemática, evitando trata­
mientos desarticulados del mismo problema frente a dis­
tintos jueces.
Naciones Unidas en 1985, recomienda que se adopten
legislaciones específicas, tanto en el ámbito penal, como
en el civil para resolver este tipo de problemas y para
lograr una adecuada coordinación de las respuestas.

L) Visiones ingenuas de la conducta humana

Otra característica de conducta de muchos sistemas


judiciales es la observación ingenua de la conducta
humana. Muchas veces esta conducta se describe en tér­
80 Juan H. Del Popolo

minos de sentido común, en términos de la calle, creyen­


do que se están haciendo observaciones psicológicas.
Otras veces se toma sólo lo manifiesto del discurso/no
indagando más profundamente las motivaciones de las
problemáticas enjuego.
Así, por ejemplo, se puede pensar que por el hecho de
que un testigo sea honesto responderá con exactitud,
asunto que dista de lo real:
Otra creencia ingenua es que habría sólo un factor
común que lleva a que existan conductas delictivas,
situación que se aleja marcadamente de la realidad.
Numerosos factores son los que pueden contribuir a que
una conducta delictiva tenga lugar. No se trata de grupos
que puedan ser identificados por un solo factor común.
Hutchins y Slesinger ya en 1929 destacaron como los
jueces utilizan supuestos ingenuos acerca de la conducta
humana al construir su juicio.
Otro mito es el de que todo enfermo mental resulta
peligroso.

LL) Acento sobre lo individual

Otra característica que vamos a reseñar, es el aicento


sobre lo individual. Esto se derivada de antiguas visiones
individualistas que tuvieron vigencia clara en el siglo
anterior. A partir de esto el derecho en buena medida se
concentra en la observación de aspectos individuales,
olvidando interacciones sistemáticas con perjuicio para la
comprensión del problema. Esto se advierte particular­
mente en estudios victimológicos de años recientes, cuan­
Psicología judicial 81

do frecuentemente colocan el acento en el autor del hecho


con olvido de la víctima.

M) Visiones racionalistas de la conducta humana'

Otra nota es la preponderancia de modelos racionalis­


tas, para interpretar realidades psicológicas. Así se dejan
de lado fenómenos psicológicos, como hemos visto, en pro
de la efectividad. Por ser menos visibles o asequibles
estos fenómenos se los considera inexistentes. Esto es
herencia de una civilización racionalista que pretendió
legislar minuciosamente y con códigos racionales situa­
ciones que, como lo muestra, nuestra ciencia psicológica,
escapan a los principios lógicos de identidad, contradic­
ción y de tercero excluido.
\ 1

N) Tendencia a no utilizar
los datos relevantes de la investigación
científica en tiempo oportuno

Resulta también advertible la falta de mecanismos


aptos para la más o menos rápida adaptación de hallaz­
gos científicos a los mecanismos legales. Normalmente,
por la inercia propia de los sistemas legales y la primacía
de compartimentos estancos, viejas concepciones científi­
cas receptadas por la ley tienden a perpetuarse en el
tiempo, sin corrección de ninguna especie a pesar de su
obsolencia.
Lo dicho resulta comprobable a partir del simple exa­
82 Juan H. Del Popolo

men de las teorías de conducta que subyacen a muchos


constructos legales. /'
Claro es que los científicos en numerosas situaciones
no facilitan el camino de la interacción productiva.
. Se observa, al menos en nuestro medio, un claro défi­
cit en la formación de profesionales para participar en la
investigación y hallazgo de soluciones a problemas con-
cretps de la convivencia y a'partir de su campo de espe­
cialidad profesional.

N) El fenómeno llamado «ojo de cerradura»

Ardua ha sido la tarea de abrir caminos de comunica­


ción entre Psicología y Derecho. La historia de la interre-
lación de ambas disciplinas registra la existencia de
numerosos conflictos, inconvenientes y malentendidos.
En mi opinión, las dificultades de entendimiento de
ambas ciencias tienen mucho que ver con !la existencia y
operatividad del fenómeno que a continuación reseñaré.
Los constructos en torno a la conducta impresos en el
armazón legal filtran y recortan las observaciones que
hace el aplicador de la ley.
Como un ojo de cerradura sólo dejan pasar cierta car­
ga de información compatible con los presupuestos jurídi­
cos.
La existencia y análisis de estos constructos vigentes
en el ordenamiento jurídico, deben ser examinados por la
psicología jurídica como tarea prioritaria por las conse­
cuencias que los mismos generan.
Así, el denominado «tipo penal» le señala al operador
Psicología judicial 83

judicial que es lo que debe mirar de la conducta para ver


si se encuentran presentes los elementos de la figura
delictiva.
Estos constructos impresos en el armazón legal están
muchas veces basados en observaciones ingenuas de la
conducta, que no se concilian con la observación psicoló­
gica a través de un método científico.
A manera de ejemplo, el artículo 34 inc. I9 del Código
Penal argentino, en orden a la imputabilidad contiene
una serie de supuestos en relación a la conducta de los
seres humanos imputables:
a) que estos tienen capacidad de conocer y diferenciar
los actos buenos de los malos, que pueden discriminar y
hacer juicios de valor al respecto para comprender, y no
sólo entender el acto criminal;
b) que se está en condiciones de elegir libremente
hacer o no hacer algo;
c) se vincula la imposibilidad de comprender la crimi­
nalidad del acto o dirigir las acciones con estados psico-
patológicos.
Aquí no se trata de mostrar si estos supuestos son o
no ciertos. Tan sólo se trata de ejemplificar su existencia.
El aplicador de la ley penal deberá ver si en el caso con­
creto se dan o no los supuestos contemplados en la nor­
ma. Parte entonces, lógicamente, de un constructo en tor­
no a las capacidades de los seres humanos, sus
capacidades de discriminar, de diferenciar y valorar, etc.
Estos constructos en torno a la conducta humana selec­
cionan la búsqueda de información y la criban, en el sen­
tido de que la información que ingresa es la compatible
con el constructo legal. El problema es que hay construc-
84 Juan H. Del Popolo

tos legales que se apoyan en concepciones psicológicas de


las conductas pretéritas y que suboptimizan los datos
que la psicología está en condiciones de ofrecer y las tare­
as que ésta puede emprender. Por eso es que importa
.revisar adecuadamente sus constructos detectando los
«ojos de cerradura». Con el avance de la lectura, podre­
mos ir señalando algunos \de ellos.

Hemos examinado algunas dificultades de trabajo,


que se suelen presentar en el área de la psicología jurídi­
ca. Se trata de tenerlas presentes a los efectos de imple-
mentar una modalidad de trabajo superadora en cada
uno de los campos en los que el especialista deba actuar
.dirigida a lograr una más efectiva manera de dar res­
puesta a los conflictos que el derecho intenta resolver.
Claro es que la posibilidad de implementar nuevos
modelos y formas de trabajo en los casos concretos de­
penderá de una gran variedad de factores. Pero al menos
resultará conveniente tener estas situaciones en cuenta
para encarar cambios en la medida de lo posible (siempre
existen posibilidades de cambio).
Se debe tener presente que nuestra forma actual de
resolver conflictos desde el derecho —en particular el
penal— en ciertos sectores, está obsoleta.

Minino programa de orientaciones para la


integración de la perspectiva psicológica
en el área jurídica

Se podría enunciar así:


Psicología judicial 85

1) Necesidad de conocimiento básico de la terminología


psicológica y jurídica y del alcance de ciertos conceptos
empleados que guardan estrecha relación con la actividad.
2) Necesidad de conocimiento básico de supuestos
implícitos y explícitos de algunos constructos del derecho
relacionados estrechamente con la interacción.
3) Expresión de conclusiones de la especialidad psico­
lógica en lenguaje accesible cuando las comunicaciones
vayan dirigidas a profesionales de otras disciplinas.
4) Previo a la puesta en marcha de equipos multidis-
ciplinarios se deberá trabajar internamente a los efectos
de la explicitación de modelos óptimos de abordaje y ter­
minología a emplear acorde a las características del tra­
bajo a implementar. En numerosos países funcionan
estos equipos multidisciplinarios.
Así, y a manera de ejemplo, el Código de los Niños y
Adolescentes en Perú (Decreto Ley 26.102 - 1992) prevé
la conformación del equipo multidisciplinario conformado
por médicos, pedagogos, psicólogos y asistentes sociales.
Son sus atribuciones:
a) emitir informes que le soliciten el juez y fiscal;
b) hacer el seguimiento de las medidas emitidas, el
dictámen técnico para los.efectos de la evaluación corres­
pondiente así como las recomendaciones para la toma de
decisiones;
c) las demás que se señalen en el Código.

Lo ideal es que los equipos multidisciplinarios funcio­


nen con un «feed-back» continuo con las autoridades judi­
ciales, dado que de esta manera la tarea termina por
resultar más provechosa para todos.
86 Juan H. Del Popolo

La ruptura de fronteras fijas e inamovibles entre


ciencias, rompiendo la actual taxonomía, permitirá un
crecimiento exponencial de saberes, posibilitando' la
emergencia de procesos creativos.
Complementando este punto, y desdé una perspectiva
multidisciplinaria, se proponen las siguientes:

Orientaciones para lá tarea de los equipos


de trabajo en psicología jurídica

Los equipos científicos de trabajo deberían posibilitar


el cumplimiento de las siguientes funciones, que normal­
mente son desempeñados por diversos integrantes:
1) Búsqueda de los datos del caso y relevamiento de
la complejidad.
2) Búsqueda de información científica pertinente.
3) Visualización creativa de la situación.
4) Estudio de situación.
5) Examen de alternativas.
6) Conocimiento de las principales demandas del sis­
tema jurídico; de sus objetivos y sustentos conductuales
de los constructos respectivos.
7) Respeto y escucha de los conocimientos que puedan
provenir desde otras ciencias y exposición clara de los
propios.
8) Tolerancia para enfrentarse a los procesos de
angustia y confusión que provoca el pensar creativo como
momento de crecimiento.
9) Conciencia de la complejidad de los fenómenos
humanos evitando caer en sobresimplificaciones y reduc-
Psicología judicial 87

cionismos, fracturaciones y visión por compartimiento


estanco, modelos lineales uni-factoriales.
10) Toma de conciencia de los aspectos afectivos pre­
sentes en la situación y de las fluctuaciones que descar­
tan visiones estáticas de los fenómenos.
11) Detección de mecanismos de aislamiento y diso­
ciación en el abordaje de los fenómenos a examinar.
12) Detección de los mecanismos inerciales en la reso­
lución de conflictos presentes en el caso.
13) Visualización de los integrantes del sistema como
observadores, aplicadores, participantes.
.14) Comprensión de la calidad instrumental de los
«rótulos» evitando transformarlos en realidades ontológi-
cas y evitando quedar únicamente ligado al modelo psic.o-
patológico.
15) Consideración de la dinámica de los factores en
juego y de su evolución en el tiempo.
16) Consideración de la realidad sistémica en juego.
17) Detección de los «ojos de cerradura» en el análisis
jurídico de los fenómenos y su explicitación.
18) Identificación de las visiones racionalistas de la
problemática y de las mutilaciones a nivel de los afectos.
19) Análisis crítico de las demandas que desde el
derecho se formulan y de su capacidad para resolver o
incrementar el conflicto y de los medios más idóneos para
ello. Si la demanda es imposible de cumplimentar, así
debe expresarlo.
20) Formulación de propuestas alternativas para la
comprensión del hecho y para la adopción de medidas y
en forma apropiada a la situación de que se trate.
21) Un adecuado profesionalismo evitará que el psicó­
88 Juan H. Del Popolo

logo quede contratransferencialmente actuando roles


incompatibles con el ejercicio profesional que se le
demandan eventualmente desde lo jurídico, tales como la
disociación afecto-razón, negación, etc.

Campos de trabajo en psicología jurídica

Reseñaremos algunos campos de trabajo propios de la


interacción psicológica:
— Penal
— Derecho industrial
— Laboral
— Menores (adopciones, custodias, tenencias, priva­
ción de patria potestad) y jóvenes
— Familia
— Comercial y civil
— Penitenciarias
— Correccionales
— Pabellones judiciales de hospitales psiquiátricos
— Centros victimológicos
— Organismos de asesoramiento criminológico, tales
como la Dirección de Asuntos Penales
— Legislaturas a los efectos del ásesóramiento para
la redacción de futuras leyes
— Investigaciones científicas
— Estudios sobre credibilidad y fiabilidad de declara­
ciones
— Clínicas médico-forenses
— Asesoramiento a instituciones de la comunidad a
Psicología judicial 89

consejos de seguridad y organismos gubernamentales,


cuerpos policiales
— Estudios e investigaciones sobre los actores del
proceso judicial, también llamada «psicología judiciaria»
— Gabinetes interdisciplinarios
— Estudios sobre jurados, selección de los integran­
tes que lo componen y procesos de tomas de decisiones
— Estudios enderezados a diseñar modelos más efica­
ces de organizaciones, e instituciones del sistema de jus­
ticia.

Algunas tareas propias de la psicología jurídica

— Promoción
— Prevención
— Asesoramientos
— Diagnósticos
— Asistencia
— Peritajes
— Tratamientos y seguimientos (intervenciones en
situaciones de crisis, grupos de reflexión, abordajes
comunitarios, mediación)
— Investigación
— Trabajos interinstitucionales e institucionales.

En relación a la metodología a implementar, caben


todas las que científicamente correspondan a la ciencia
psicológica, desde la simulación de modelos experimenta­
les, encuestas, inventarios de personalidad, experimentos
de laboratorio, aplicación de test mentales, estudio de
90 Juan H. Del Popolo

casos, correlaciónales, observaciones directas, observacio­


nes de campo, etc. Las tareas se pueden desarrollar,a
nivel individual.
Debemos señalar que muchas de estas áreas han
alcanzado importantes desarrollos convirtiéndose en
especialidades a los que los profesionales se dedican de
tiempo completo. Seguidaniente comentaremos activida­
des propias de algunas de ellas.

Algunas áreas de aplicación de la psicología jurídica

Siguiendo el criterio de Megargee, enunciado en el


año 1982, podemos distinguir entre actividades dirigidas
a la evaluación, al tratamiento y al entrenamiento en
materia de psicología jurídica. En materia de evaluación,
podemos encontrarnos con las siguientes actividades:

Area P olicial 1
Evaluación de perfiles de personalidad para policías
de percepción y. actitudes mutuas policías-ciudadano.
Este es un terreno muy novedoso e interesante puesto
que ayuda a evaluar estas percepciones y actitudes
mutuas, a diseñar estrategias de abordaje, a formular
entrenamientos en habilidades sociales específicas para
policías, a mejorar la imagen desde el punto de vista de
la percepción social del personal.
También el psicólogo jurídico puede evaluar perfiles

1 Incluimos el “área policial” dentro de la psicología jurídica teniendo en


cuenta el concepto amplio de la actividad que hemos tomado, aunque es justo
reconocer su cada vez más creciente desarrollo autónomo.
Psicología judicial 91

de personalidad en los casos de guardia cárceles, perso­


nal de centros correccionales, de rehabilitación, toxicó-
manos, centro de atención a víctimas.
En relación a esta área el psicólogo puede realizar
—además de las. tareas de selección, que se vienen prac­
ticando en Estados Unidos desde principios de siglo (por
ejemplo aplicación del Test Stanford - Binet, en Califor­
nia desde 1916)— las siguientes tareas:
* asesoramiento en materia de promociones de perso­
nal policial a jerarquías superiores;
* evaluación de aptitudes para cumplir tareas especí­
ficas del cargo, especialmente luego de incidentes parti­
cularmente traumáticos;
* selección de personal para grupos especiales (SWAT
o similar);
* asesoramiento para la administración y organiza­
ción de unidades policiales;
* intervenciones psicológicas luego de incidentes críti­
cos (ej: muerte de un compañero, o casos de oficiales heri­
dos en cumplimiento del deber);
* programas de prevención, inoculación de stress y
para lograr su reducción;
* entrenamiento;
* hipnosis para incrementar la seguridad de declara­
ciones testimoniales en relación a hechos criminales;
* programas de formación de personal policial para
atención de mujeres golpeadas, chicos abusados, forma­
ciones de consejeros de grupos de pares y para trabajar
con jóvenes o menores.

También resultan importantes las siguientes áreas:


92 Juan H. Del Popolo

A u topsia p sico ló g ica : este procedimiento intenta


colectar elementos de juicio para ayudar a estableceiv'si
la muerte de una persona ha sido producto de un homi­
cidio, suicidio o accidente. Esta determinación interesa a
los efectos de la investigación penal y también muchas
veces a los efectos de ver si corresponde el pago de segu­
ros de vida.
En muchos casos, los elementos objetivos de juicio
reunidos por las autoridades no permiten aclarar esta
situación, razón por la que se torna necesario implemen-
tar este procedimiento.
En Estados Unidos, el equipo del Centro de Preven­
ción del Suicidio en Los Angeles (LASPC), instrumentó
un procedimiento en el que se realiza una investigación
que abarca los treinta días previos al hecho de la muerte
consistente en una descripción desde lo psicosocial de las
actividades de la persona muerta, relaciones interperso­
nales, actitudes y conductas. Se entrevista a personas
que hubieran mantenido contacto (vecinos, padres, hijos,
esposa, empleados, compañeros de trabajo). Se trata de
indagar la existencia de motivaciones concientes o incon­
cientes de caracter autodestructivo que permitan avalar
o no la existencia de una determinación suicida.
Se indaga en torno a necesidades frustradas, eviden­
cia de plan previo, ambivalencia, depresión, pedidos de
ayuda, estado de salud mental, constricción de pensa­
miento, pasados intentos y estado del tratamiento que
estuviere llevando a cabo la persona, etc. (ver al respecto
Blau, 1994, op. cit.).
En Evans V. Provident Life and Accident Insurance
Co., Kan Ct App — 689— Brazil J, 12-28-90, una de las
Psicología judicial 93

Cortes de Apelaciones en Estados Unidos admitió que es


posible ofrecer testimonio en el Tribunal basado en este
procedimiento (Blau - 1994).
Una vez que estos datos han sido colectados, se ana­
lizan debidamente a los efectos de proporcionar las con­
clusiones a los solicitantes del informe. Requiere este tra­
bajo formación y entrenamiento especializado por parte
del psicólogo.

Identificación de perfiles psicológicos


de criminales en serie en relación
a delitos de homicidio o violaciones

Esta es una técnica que se practica desde la década


de 1970 (Reiser 1982).
' A partir de la semiología delictiva se intentan esta­
blecer algunos rasgos y dinamismos psicológicos propios
del ofensor. Se tienen en cuenta los actos antes - durante
y después del delito y los que emergen de la escena mis­
ma del crimen.
Conforme Blau (Blau 1994), la Academia del FBI ha
concentrado esfuerzos para estandarizar esta técnica,
que ayuda a resolver casos no resueltos por otros cami­
nos. En sus primeras investigaciones de asesinos en serie
diferenciaron el criminal desorganizado y el organizado.
El desorganizado, además de poseer úna serie de rasgos
específicos, tendía a ser asustadizo y confuso al tiempo
del crimen, era verosímil conocedor de la víctima, tendía
a vivir solo y probablemente cometía el crimen en la cara
de la víctima. El organizado, entre otros rasgos, planeaba
94 Juan H. Del Popolo

y pensaba su crimen, usualmente seguía los reportes del


mismo en los medios, cambiaba de ciudad o trabajo luego
de cometer el crimen, y al tiempo del homicidio estaba
por lo general deprimido y encolerizado (Blau, 1994).
Se aplica este procedimiento con homicidas o violado-
. res en serie para tratar dé establecer un patrón común
de conducta.
El mismo procedimiento se aplica en materia de crí­
menes protagonizados por pirom&níacós que en la inves­
tigación mostraron patrones comunes de personalidad.
Esta técnica tiene por propósito proporcionar a los
investigadores policiales datos útiles para la identifica­
ción del autor del delito.
Se intenta también colectar datos válidos para inferir
motivaciones subyacentes en el autor del delito.

Asistencia psicológica en materia


de negociación de rehenes

El psicólogo en esta área puede ofrecer distintos ser­


vicios tales como:
1) Selección de personal para la integración de grupos
dedicados a esta tarea.
2) Asesoramiento en el lugar del hecho.
3) Investigación de stress y grados de psicopatología
tanto en víctimas como en victimario.
4) Aspectos psicológicos del proceso de toma de rehe­
nes.
Psicología judicial 95

Motivaciones del delincuente y factores


que determinan su conducta

Concretamente se indaga por qué motivaciones con-


cientes o inconcientes ha podido cometer un hecho delic­
tivo y qué factores conductuales se correlacionan con él.
También resulta factible realizar evaluaciones para la
prevención, predicción, estudios epidemiológicos, y del rol
de los medios de comunicación social sobre el crimen
como factor propiciatario o inhibidor.

Testimonios

En el área de los procesos psicológicos involucrados en


los testimonios adquiere una gran participación el enfo­
que, desde el punto de vista de la psicología experimen­
tal, de la psicología de la percepción, de la memoria, de la
atención, de la selectividad, de los tipos de memoria en el
manejo de la información, de la evocación, del recuerdo,
para poder instrumentar un conocimiento que sea aplica­
ble en este campo.
En esta área se investigan procedimientos para eva­
luar credibilidad de los testimonios de personas y niños
sospechados de haber sido víctimas de abuso sexual (téc­
nica de análisis de Realidad de las declaraciones), méto­
dos para colectar la información recibida, procedimientos
hipnóticos para realizar estas investigaciones con testi­
gos, etc.
96 Juan H. Del Popolo

Capacidad civil

Hoy también adquiere relevancia la evaluación dé las


incapacidades mentales en el área del derecho civil, tales
como las incapacidades para hacer testamentos o que
nulifican los actos jurídicos o incapacidad civil (que opor­
tunamente veremos), o inhabilitaciones.

Iixiputabilidad

También las ciencias de la conducta pueden colaborar


para que el juez pueda expedirse en torno a la inimputa-
bilidad, a tenor del artículo 34 del Código Penal, o cuan­
do se plantean externaciones e internaciones en función
de esta inimputabilidad y de la peligrosidad, en la temá­
tica relativa al «animus», por ejemplo las situaciones
donde se ha de ayudar a deslindar, desde el punto de vis­
ta psicológico, si un individuo ha actuado con dolo even­
tual, o culpa conciente.

Capacidad procesal

También el psicólogo puede ser llamado a informar en


relación a la capacidad de una determinada persona para
estar en juicio. Resulta perfectamente posible que
alguien considerado, imputable al momento del hecho
resulte incapaz mentalmente al momento en que se lleve
a cabo el proceso. En tales circunstancias se puede tam­
bién requerir la actuación del psicólogo.
Psicología judicial 97

Problemática familiar

El profesional de las ciencias de la conducta puede


evaluar situaciones desde el punto de vista psicológico a
los efectos de que luego se puedan adoptar decisiones
relativas a adopciones, tenencias, guardas y prevención
de violencia familiar que no solamente es física sino que
puede ser sexual o emocional y no solamente con respec­
to a la mujer, sino también con respecto a los niños o
ancianos o al mismo marido o compañero dentro del ám­
bito familiar.
En relación a esta problemática el psicólogo también
puede dictaminar en relación a:
— conveniencia y regulación del régimen de visitas;
— privación o suspensión de la patria potestad;
—- venia supletoria para determinados actos de la
vida civil como el contraer matrimonio.

Evaluaciones en el área minoridad''

Esta área cada vez presenta un mayor desarrollo y


complejidad. Quizás sea una de las áreas de mayor creci­
miento dentro "de la especialidad.
Recordemos que recién en 1899 se crea en Estados
Unidos (Illinois) el primer Tribunal para menores y que
a partir de esa fecha comienza un desarrollo creciente de
las investigaciones y estudios sobre esta parcela.
Con posterioridad se multiplicó la creación de la
jurisdicción especializada de menores en diferentes paí­
ses.
98 Juan H. Del Popolo

Se impone en el área de los juzgados de menores el


trabajo en equipó, con otros profesionales, aunque con
distintas modalidades. El psicólogo en estas instancias
diagnósticas, evalúa situaciones, sugiere tratamientos,
etc. ■ -
Importa en sumo grado en esta área, el análisis de
factores de contexto como así también los evolutivos y
psicopatológicos.

Emoción violenta

Otra área es la evaluación de problemáticas ligadas a


la emoción violenta. Esta es un campo de mucho interés
en el que la psicología puede prestar un activo auxilio al
jurista y a las partes para poder determinar la presencia
de este factor que tienen por fin atenuar considerable­
mente la pena en los homicidios y en las lesiones.

Daño psíquico

El estudio y evaluación de las alteraciones sufridas


por la víctima y daño psíquico, son áreas relativamente
nuevas en las que existen una serie de parámetros psico­
lógicos que se pueden examinar a efectos de determinar
la cuerntía^de este daño, en función de una reclamación
de daños y perjuicios. Situaciones de daño psicológico se
presentan en accidentes de tránsito, accidentes laborales,
delitos (en el cáso de las víctimas que los han sufrido y
Psicología judicial 99

que reclaman la indemnización cómo consecuencia del


evento traumático que han padecido), etc.

Evaluación de sistemas legales

Estas evaluaciones se refieren no ya a sujetos indivi­


duales sino a las de sistemas legales en vistas a proponer
modificaciones o sistemas de cambio, a la psicología del
mismo control social y de los estamentos que la corpori-
zan, a la percepción de los sistemjas. legales por parte de
usuarios y operadores, a la psicología y percepción de los
hechos por parte de los jurados, conducta de jueces, a los
juicios que emiten, a sus deliberaciones, a la manera de
conformar jurados. Es un área que también integra el
área de evaluaciones en psicología forense.

Evaluaciones en materia de mal praxis

En estos casos el psicólogo es convocado para expedir­


se en relación a la praxis llevada a cabo por un colega. El
tribunal se avoca a reunir elementos de juicio para deter­
minar si existe responsabilidad o no del profesional y su
extensión, por un presunto inadecuado ejercicio profesio­
nal.
La responsabilidad profesional puede ser de naturale­
za:
a) Penal: en la medida en que el profesional en el
desempeño de su actividad incurre en una conducta que
la ley tipifica como delito.
100 Juan H. Del Popolo

b) Civil: en este caso se trata de juzgar, por lo gene­


ral, si existe obligación de reparar el daño y su extensión.
c) Administrativa: frente a los órganos encargados del
control del respeto al Código de Etica o del cumplimiento
de los deberes a cargo de los psicólogos que trabajan en
el área de la Administración Pública.
Las situaciones de mal praxis pueden presentarse en
los diferentes niveles y etapas de.la actividad profesio­
nal: diagnóstico, tratamiento, peritajes, etc. Al sólo efecto
de ilustrar al lector señalemos las causas más comunes
de mal praxis.

A. Actuar imperito

Actúa con impericia el que se desempeña en la


labor profesional psicológica sin poseer los conocimien­
tos suficientes para llevar a cabo la actividad correcta­
mente en beneficio del paciente o el que teniéndolos,
carece jie l suficiente entrenamiento o habilidad para
aplicarlos bien, y que como consecuencia de ello provo­
ca un daño.
Tal puede ser el caso del que se dedique a trabajar en
un determinado tipo de tratamiento o técnica psicológica
de diagnóstico sin estar debidamente entrenado o super­
visado para ello.
Psicología judicial 101

B. Actuar negligente

Otro rostro de la culpa es el de la negligencia que se


produce cuando el psicólogo actúa descuidadamente u
omitiendo tomar los cuidados que. el caso requería, y ello
ocasiona perjuicio.
Tal puede ser el caso derivado de errores groseros
cometidos por entrevistas apresuradas, anamnesis insu­
ficientes, o exámenes y evaluaciones de técnicas hechas
con desidia o falta de las debidas precauciones en pacien­
tes con elevado riesgo, por ejemplo, de suicidio.

C. Actuar imprudente

Otra forma de la culpa profesional es la de aquel psi­


cólogo que actúa con imprudencia, en forma temeraria,
por ejemplo, sobreinterpretando técnicas, o no teniendo
en cuenta los efectos que sus palabras puedan producir
en relación al «timing» del paciente.
Modernamente se presentan diversas situaciones que
se conocen como «abuso de la transferencia». Incurre en
esta situación el profesional que no conserva el control
adecuado del vínculo con el paciente y como consecuencia
de ello lo coloca en situaciones que le pueden resultar
dañosas.
La jurisprudencia extranjera ha tenido oportunidad
de considerar demandas en relación a estos casos en los
que el terapeuta había mantenido relaciones íntimas con
el paciente provocándole daño psíquico que debió de
indemnizar.
102 Juan H. Del Popolo

D. Actuar inobservante de los deberes y reglamentos

Otra forma de la culpa es el actuar inobservante de


los deberes y reglamentos que están a cargo del profesio­
nal y que puedan acarrear un daño al paciente. Tal sería
el caso del psicólogo que durante su guardia se ausenta
indebidamente abandonando a los pacientes a su cargo,
resultando de ello un daño para ellos; o de quien no
registra en la historia clínica las debidas recomendacio­
nes, observaciones terapéuticas, etc., resultando también
de ello un daño.
Un criterio o patrón de comparación a efectos de juz­
gar la corrección o incorrección de la conducta profesio­
nal será el del psicólogo que en esa actividad actúa con el
cuidado, diligencia, conocimiento y entrenamiento debi­
do. Se trata de comparar la conducta con la del profesio­
nal que, reuniendo estas características, hubiera actuado
bajo análogas circunstancias.
No toda equivocación o diferencia de opiniones es fun­
dante de responsabilidad profesional, sino, por lo gene­
ral, sólo aquella que implica errores o vicios graves y gro­
seros.

Evaluaciones en materia de contratos,


laboral e industrial

También a estas áreas se extiende la actividad profe­


sional del psicólogo, aunque no son tareas muy frecuen­
tes en el país. El peritaje se realiza con la finalidad de
analizar variables psicológicas que puedán influenciar en
Psicología judicial 103

el desarrollo de las precitadas actividades en su vincula­


ción con lo jurídico.

Tratamiento e intervenciones

El área de tratamiento,comprende también la formu­


lación de programas de rehabilitación para internos en
penitenciarias, correccionales o institutos de menores,
programas alternativos a la prisión que resultan muy
interesantes en esta época y que permiten una salida
mucho más conveniente que el encierro que tiene efectos
sumamente perjudiciales para la salud del individuo,
programas para el tratamiento de víctimas de delitos,
programas para el tratamiento de instituciones y comu­
nitarios que permitan desarrollar una mayor capacidad
de estas instituciones para, atender a sus objetivos espe­
cíficos.
También se investiga y trabaja en relación a proble­
mas psicológicos en prisión por parte del personal encar­
gado de su custodia, medidas educativas y factores que
influencian la percepción del rol y conducta del personal
de prisiones.
Con respecto a la efectividad de los tratamientos
realizados sobre delincuentes hasta mediados de los 80,
prevalecía la idea de que ningún tipo de tratamiento fun­
ciona en materia de rehabilitación criminal («nada fun­
ciona»).
Modernamente esta opinión tiende a cambiar. Los
estudios hechos a partir de la perspectiva meta - analíti­
ca tienden a mostrar diferencias significativas en la rein­
104 Juan H. Del Popolo

cidencia en grupos juveniles tratados con técnicas exito­


sas comparados con grupos no tratados. Las técnicas más
exitosas son en general las conductuáles, orientadas 'á la
adquisición de habilidades y multimodales que general­
mente incluyen componentes conductuáles u orientadas
a la adquisición de habilidades.

Entrenamiento

Por último, el psicólogo también colabora en la elabo­


ración de programas de entrenamiento que pueden estar
destinados á funcionarios, por ejemplo, agentes peniten­
ciarios, personal policial, personal de centros asistencia-
les ele la víctima, equipos interdisciplinarios, magistra­
dos, abogados, a los efectos que tengan un entrenamiento
específico en materia psicológica, para hacer más efectiva
su tarea.
Todas las áreas de aplicación reseñadas no tienen el
mismo desarrollo. En ciertos países unas alcánzan más
despligue que en otra. Como sé observa, se trata de áreas
bastante heterogéneas y diferentes, teniendo como factor
común la interrelación psicología-ley.
Aclarada pues, esta situación en relación a algunos
de los campos de actividad de la psicología forense,
vamos a señalar en la próxima unidad temática algunos
conceptos mínimos legales para que el perito psicólogo
desarrolle adecuadamente su actividad.
C a p it u l o II
APENDICE I

LA PSICOLOGIA JURIDICA
EN AMÉRICA LATINA

A continuación reproduciremos en forma sumaria, un


estudio realizado en relación con la situación de la psico­
logía jurídica en América Latina, y llevado a cabo en
1994.

Estado del arte

Metodología e instrumentos utilizados para la explo­


ración.
Con la finalidad de evaluar el estado del arte en rela­
ción a la disciplina Psicología y Ley en América Latina,
se procedió a:
1) Diseñar un cuestionario, el que más adelante se
transcribe.
2) Analizar las contribuciones de científicos prove­
nientes de Latino América en los dos últimos eventos
106 Juan H. Del Popolo

científicos que han convocado a distintos psicólogos que


investigan la interacción entre «Psicología y Ley». /

Este cuestionario fue remitido en diciembre de 1993 a


centros universitarios, educativos o gubernamentales
relacionados con la especialidad o que pudiera vincularse
con la misma. \

El listádo de instituciones a las que el mismo se remi­


tió se encontrará en las páginas finales de este tomo.

Resultados

Sumariamente se consignarán algunos de los resulta­


dos obtenidos a partir del cuestionario remitido, y de las
respuestas recibidas a vuelta de correo.
Se ha podido comprobar que las especialidades psico­
lógicas que se dedican a la apuntada interacción, reciben
distintas denominaciones que no siempre reflejan dife­
rentes contenidos.
En Chile, existen cátedras de «Psicología y Derecho»
(Facultad de Derecho Diego Portales) y de «Psicología
Criminal» (Facultad de Derecho Universidad de Chile).
Existen centros de terapia sistémica, centros de atención
a víctimas, centros de mujeres donde la especialidad se
aplica al igual que en equipos de psicólogos de gendarme­
ría y policía.
En el Departamento de Psicología, de la Facultad de
Educación y Humanidades de la Universidad de La Fron­
tera, Temuco, se dicta la asignatura Patología Social, de
régimen semestral y de caracter obligatorio en el que se
Psicología judicial 107

contemplan distintos contenidos relacionados con el fenó­


meno delictivo infanto-juvenil, su comprensión, predic­
ción, análisis, tipo, prevención y tratamiento.
En Costa Rica por una ley de 1977 se crea el Colegio
Profesional de Psicólogos.
En Guatemala, al parecer, no existe ni ha existido
programa o especialización alguna que tenga que ver con
«Psicología y Ley». Sin embargo, existe gran interés en
su desarrollo en el Departamento de Psicología de la Uni­
versidad Francisco Marroquin, según nos expresara su
Director, Dr. Luis Recinos.
En Perú, no es conocida la especialidad Psicología
Jurídica como tal, aunque de hecho psicólogos generales
o clínicos trabajan en el sector justicia (peritajes), pena­
les (rehabilitación) y maltrato infantil (apoyo).
Las cátedras existentes en Perú, según se nos ha
informado son: Psicología Delincuencial en la Universi­
dad Nacional Federico Villarreal, y Psicología Criminal
en la Universidad Mayor de San Marcos (UNMSM), y
enfatizan en sus programas las características clínicas de
las psicopatías. En la Universidad Mayor de San Marcos
se enseñan aspectos de la política carcelaria.
No existen cursos de postgrado, ni antecedentes de
seminarios sobre Psicología Jurídica.
No existe tampoco ley que respalde la especialidad
aunque si se ha elaborado un proyecto de ley sobre el
ejercicio profesional del psicólogo en el cual se considera
como especialidad a la psicología legal y delincuencial.
Sí se dicta en Perú un curso de psicología delincuen­
cial en un postgrado de maestría en Ciencias Penales de
la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional
108 Juan H. Del Popolo

Mayor de San Marcos dirigido a abogados y bachilleres


en derecho.
No hay publicaciones especializadas en psicología
jurídica, aunque se publican artículos de la disciplina.
Dentro de la División Nacional de Investigación Cri­
minal funciona la unidad de Psicología Forense que rea­
liza labores de peritaje conjuntamente con otras unida­
des de dicha división de'manera multidisciplinaria.
En Brasil, siempre acorde a la información recibida,
especialmente en la Universidad del Estado de Río de
Janeiro, existe una importante actividad en el área Psi­
cología y Ley.
Allí se dicta un Curso de Especialización en Psicolo­
gía Jurídica, que inició sus actividades en el año 1986.
Es un curso de postgrado con una duración de dos
años, que tiene por objetivo especializar a psicólogos,
capacitándolos para teorizar, investigar y prestar servi­
cios psicológicos en el ámbito de las Instituciones del
Derecho.
La Universidad de Río de Janeiro es la única Univer­
sidad de Brasil en ofrecer sistemáticamente esta especia­
lidad.
Este curso realiza también periódicamente semina­
rios sobre temas relacionados con la especialidad, tales
como seminario «Psicología e Instituciones de Derecho».
En el Estado de Río de Janeiro, no se ha creado el
cargo de psicólogo junto al Poder Judicial. Distintos pro­
fesionales actúan en presidios, juzgados de menores y
escuelas para menores infractores.
En el curso de Especialización de Psicología Jurídica
se dictan estas disciplinas o asignaturas: Semiología de
Psicología judicial 109

los disturbios de Personalidad I y II; Nociones de Dere­


cho; Psicopatología Forense; Patología Social; Psicología
Jurídica I, II y III; Psicología Institucional; Metodología
de Enseñanza Superior (electiva), conferencias multidis-
cipljnarias, y se exige la redacción de una monografía. El
curso tiene 630 horas-aula! de carga horaria.
En el área de la interacción, en Río de Janeiro se dic­
tan: Psicología Jurídica; Psicología Criminal y Psicología
e Instituciones de Derecho en las Universidades del
Estado de Río de Janeiro, Facultad de Humanidades
Pedro II y Universidad Gama Filho.
Los psicólogos trabajan en instituciones penales,
correccionales, fundaciones y asociaciones particulares,
centros relacionados con tratamientos de víctimas, mal­
trato de menores, violencia familiar y juzgado de meno1
res.
En México —conforme la información que nos sumi­
nistrara la Universidad Iberoamericana, p.or intermedio
del Director del Departamento de Psicología, Dr. José
Antonio Yisseda Heras— la especialidad relacionada con
la interacción Psicología y Ley se ha fomentado poco en
dicha casa de estudio, aunque sus alumnos realizan prác­
ticas en diversos reclusorios con mucho éxito.
La Universidad Nacional Autónoma de México nos ha
hecho saber que en su Facultad de Derecho se dicta la
cátedra de Criminología; y en la de Psicología, la dé
Rehabilitación Conductual, creadas en el año 1969 y
1971, respectivamente.
Además, se dictan seminarios privados de especializa-
ción en la ciudad de México, y distintos programas de
investigación, aplicándose la Psicología Jurídica en las
110 Juan H. Del Popolo

áreas de Administración de Justicia, Instituciones Pena­


les o Correccionales, Fundaciones y Asociaciones Particu­
lares, centros relacionados con el tratamiento de víctimas,
maltrato de menores, violencia familiar y mujer golpeada.
En este país los primeros dictámenes de que se tiene
registro, emitidos por un psicólogo, al parecer datan de la
segunda mitad de la década de los setenta y fueron rea­
lizados por el entonces Jefe-de Departamento de Psicolo­
gía Experimental Dr. Luis Lara Tapia, sobre casos en las
cortes penales de la ciudad de México.
En Uruguay, los psicólogos intervienen especialmente
en el área de Juzgados de Menores.
En Puerto Rico, el Centro Caribeño de Estudios Post-
graduados, ofrece Seminarios sobre los estándares lega­
les, la jurisprudencia Portorriqueña y Federal, el trasfon-
do teórico y las Normas Profesionales para la Evaluación
psicológica y consultorio en casos criminales, como así
también en casos civiles y de mediación psicológica en
Psicología Forense.
Entre otros objetivos específicos del curso, se propone
el adiestramiento en los criterios a usarse en evaluacio­
nes especializadas en casos criminales tales como la eva­
luación de inimputabilidad, peligrosidad y procesabili-
dad.
El seminario relacionado con casos criminales, entre
otros temas, aborda la división de las funciones del psicó­
logo en las etapas del proceso de enjuiciamiento criminal
(roles de consultor, amicus curiae, evaluador, psicotera-
peuta), el rol de la evaluación psicológica en la determi­
nación del derecho a la fianza, las reglas del descubri­
miento de prueba (incluyendo las deposiciones) y cómo se
Psicología judicial 111

aplican a la labor del psicólogo, el uso dé pruebas de refe­


rencia en la evaluación, análisis de los hallazgos en la
preparación del informe pericial, y en el peritaje, el deba­
te sobre el uso de hipnosis en casos criminales, la evalua­
ción de simulación, de procesabilidad, de competencia
paira testificar, para alegar y renunciar derechos, la
defensa de responsabilidad disminuida, de insania, de
mujer maltratada, de defensa propia, de defensa incon-
.sistente.
Por otra parte se abordan temas tales como el rol del
psicólogo en la evaluación de la credibilidad del testigo,
la credibilidad de los niños testigos, el rol del psicólogo
en la selección del jurado, y como psicoterapista de la víc­
tima en casos criminales, ingresos involuntarios, deter­
minación de peligrosidad y medidas de seguridad, etc..
El seminario en relación a la consultoría en casos
civiles aborda temas tales como el peritaje psicológico en
casos de reclusión civil involuntaria, el peritaje en el
campo educativo, asuntos de familia (divorcio, custodia,
relaciones filiales, tutela, adopción) el psicólogo en casos
de protección de menores, en casos de daños, determina­
ciones de capacidad o incapacidad, entre otros.
La Cátedra de Psicología Forense se dicta en el Cen­
tro Caribeño en Estudios Postgraduados desde el año
1981 en la ciudad de San Juan de Puerto Rico estando a
cargo la cátedra de los Profesores Carol Romay Ph.D. y
Aracelys Llanos, Ph.D. En dicho país no existen hasta el
momento leyes relativas a la profesión de psicólogos
forenses.
La ley 96 del año 1983 reglamentó en el país la prác­
tica de la profesión de psicólogo.
112 Juan H. Del Popólo

En Argentina, funciona una multiplicidad de cátedras


(nueve al menos) que se encargan de la enseñanza de
temáticas vinculadas con la interacción Psicología y Xíey.
Existen cátedras en las ciudades de Buenos Aires, Mar
del Plata, La Plata, Córdoba, San Luis, Mendoza, Rosario.
Una de las primeras cátedras de la especialidad en el
país fue la de Rosario en el año 1960 y estuvo a cargo de
la doctora Antonia Ramos de Nemeth y la actividad se
desarrollaba en un cuatrimestre. El programa abordaba
temas tales como los fundamentos teóricos de la conducta
desviada, psicología de los delitos de grupo, psicocrimino-
génesis y sociocriminología, delincuencia juvenil, nocio­
nes sobre el orden jurídico, estudio psicológico del testi­
monio, penología, deontología y del examen de la
bibliografía general citada se desprende que la misma
era realmente innovadora para su época y sumamente
profusa. También merece destacarse la actividad del Pro­
fesor Horas en San Luis y del psicólogo español Mira y
López en nuestra área de trabajo.
En Mendoza, República Argentina, la cátedra de Psi­
cología Jurídica se dicta durante el último año de la
carrera de grado y es anual. Los alumnos realizan sus
prácticas en correccionales de menores, juzgados civiles,
de menores y penales, dirección de asuntos penales, peni­
tenciaría provincial y otros centros de servicios para la
comunidad. En la carrera de postgrado en Criminología,
también se dicta la apuntada disciplina en el primer año.
Se ha conformadQ, asimismo, a fines de los años 80,
la Asociación de Psicólogos Forenses de la República
Argentina, que tiene una publicación periódica denomi­
nada «Psicología Forense».
Psicología judicial 113

También interesa destacar que en el año 1993, se con­


formó la Asociación Iberoamericana de Psicología Jurídi­
ca, con representantes de España, Estados Unidos,
Colombia, Argentina, México, Chile, Uruguay, Brasil.
Esta institución trabaja activamente en favor de la espe­
cialidad.
Las dos asociaciones mencionadas ofrecen cursos y
seminarios de postgrado.
En general, de las encuestas surge que son muy
pocas las publicaciones en relación a la especialidad,
existentes en Latinoamérica, al igual que la investiga­
ción aplicada, formación de postgrado, seminarios de
especializaciones, equipos que trabajen en forma multi-
disciplinaria, aplicaciones de la psicología a la creación
de leyes y como soporte para las decisiones de los Pode­
res Ejecutivos y Administradores.

Congresos de psicología

A los efectos de contar con una idea más acabada del


estado de la interacción «Psicología y Ley en América
Latina», analizamos los trabajos presentados en dos de
los más importantes congresos de la especialidad, a
saber:
1) el realizado en Madrid, España, del cinco al diez de
julio de 1992; y
2) el realizado en Santiago de Chile, del cuatro al
nueve de julio de 1993, XXIV Congreso Interamericano
de Psicología.
1. Con referencia al primero de los Congresos mencio­
114 Juan H. Del Popolo

nados, en al área Simposios, de los siete trabajos presen­


tados en esta área, tres correspondieron a autores Lati­
noamericanos (uno a Brasil, y dos a Argentina).
En el área, Trabajos libres, Argentina presentó trein­
ta y un (31) trabajos; España, veinte (20); Brasil, seis (6);
México, tres (3); Chile, uno (1); Venezuela, uno (1) y Por­
tugal, uno (1).
Además del «número»'de trabajos presentados, resul­
ta interesante tomar en cuenta que se abordaron múlti­
ples interacciones del área «Psicología y Ley», a saber:
Psicología de la víctima; ofensores; menores o adolescen­
tes; pericia; rol del psicólogo; acciones sobre organismos
de justicia; familia; mediación; psicología del testimonio;
psicología penitenciaria; problemas específicos de la inte­
racción con el Derecho Civil; capacitación; ingeniería del
conocimiento; imputabilidad; sida; delincuencia femeni­
na; etc..
2. En relación al Congreso Interamericano de Psicolo­
gía, organizado por la S.P.I., en el área taller y mesas
redondas, no se registraron trabajos en la especialidad.
En el área Simposios, se presentaron pocos trabajos
(cinco), correspondiendo: dos a autores chilenos; uno a
brasileños; uno boliviano y uno argentino.
En el área «Cartel», se presentaron tres (3) trabajos,
correspondiendo a Argentina y se relacionaron con la
conducta del delincuente.
En el área Ponencias libres, Argentina presentó cua­
tro (4) trabajos; Venezuela, tres (3); Brasil, uno (1) y Chi­
le, uno (1).
En cuanto a los temas abordados, en su gran mayoría
se relacionaron con la Adopción y Temáticas de Menores.
Psicología judicial 115

Análisis de resultados

Los países que parecen haber alcanzado mayor desa­


rrollo en la estructuración de ámbitos universitarios y
profesionales dentro del Area son: Argentina, Brasil,
México, Venezuela y Chile. Merecen también tenerse en
cuenta las contribuciones del Centro Caribeño de estu­
dios postgraduados.
En los restantes países de Latinoamérica, la discipli­
na aún no se ha desarrollado suficientemente, ello, en
virtud de las respuestas recibidas al cuestionario remiti­
do y la participación de los autores de distintos países en
Congresos de la especialidad.
En cuanto a las «denominaciones» de las materias
que se encargan de la interacción «Psicología y Ley», las
mismas varían grandemente con áreas de superposición.
En este punto sería deseable un mayor consenso de cla­
rificación de contenidos.
En muy apretada síntesis, se advierte en el continen­
te latinoamericano un importante déficit en los siguien­
tes aspectos:
1) Investigación Aplicada: déficit posiblemente ligado
a la carencia de presupuestos para tal tarea.
2) Formación de postgrado.
3) Participación de la psicología en las áreas de:
a) Creación de leyes.
b) Implementación de políticas de poderes ejecuti­
vos o administradores.
4) Pocos países del Area poseen leyes que respaldan
la acción de los psicólogos cuando trabajan en campos
vinculados con el Derecho.
116 Juan H. Del Popolo

5) Existen pocas publicaciones especializadas.


6) Existen pocos equipos multidisciplinarios que tra­
bajan en la especialidad.
7) Falta de conocimiento de posibles aplicaciones de
la interacción «Psicología y Ley» entre los mismos psicó­
logos.
\

Una propuesta

De los resultados obtenidos, y materiales examina­


dos, surge que la mayor cantidad de aplicaciones profe­
sionales y contribuciones científicas de la Psicología al
campo legal se centran en:
A) Area pericial y de asesoramiento experto en la
toma de decisiones judiciales.
B) Area asistencial.
C) En mucha menor medida: área de la prevención.
Si bien estas actividades resultan productivas y rele­
vantes, creo que existen un punto en el que se debe insis­
tir.
Las áreas antes reseñadas (pericial, asistencial y de
prevención), pueden estar —y de hecho a nuestro juicio
lo están— sirviendo a modelos agotados del Derecho, que
ya no resultan funcionales frente a los nuevos problemas
que conlleva la convivencia y la disfunción social.
En la mayoría, los diseños y constructos que actual­
mente operan en el ámbito de lo jurídico, pertenecen
—por lo menos en sus basamentos— a la Ciencia Jurídi­
ca de principios de siglo.
La psicología en los últimos cien años ha realizado
Psicología judicial 117

importantes contribuciones en múltiples sentidos, que


requieren en lo jurídico, se construyan nuevos diseños
capaces de receptar las innovaciones para una más ade­
cuada reconducción de la disfunción social. Es tal el
empuje tecnológico y científico de los últimos tiempos,
que ya la infraestructura jurídica tradicional no puede
dar cuenta de ellos. Este es un punto de fricción, y no de
interacción, donde los conocimientos que provienen de las
ciencias de la conducta corren el riesgo de quedar infrau-
tilizados.
'Por ende, y frente a la complejidad y densidad de las
ciencias que se ocupan de la conducta en sus distintos
niveles, se plantea el desafío de implementar las estruc­
turas tecnológicas jurídicas adecuadas y de servicios a
efectos de que se pueda llevar a cabo un verdadero proce­
so de transformación eficaz en interacción holística.
La falta de estrategias que permitan modificar
muchos constructos del derecho obsoletos, para hacerlos
más adecuados a lo que ahora conocemos de la conducta,
lleva a que inevitablemente se caiga en voluntarismos
que despilfarran conocimientos adquiridos en el área,
suboptimizando resultados, cayendo en modificaciones
que a lo más, mitigan estructuras obsoletas.
Si no se visualiza el serio problema por el que se
atraviesa, podemos estar contribuyendo seriamente a
aumentar la disfunción de un sistema agotado, constru­
yendo castillos de arena.
En este sentido, resulta esencial que el psicólogo des­
de su parcela pueda, trabajando en una ingeniería inte­
gral con otros científicos:
1) llamar la atención sobre los supuestos implícitos y
118 Juan H. Del Popolo

explícitos de los constructos del Derecho que resultan


agotados a la luz de las ciencias de la conducta;
2) proponer rediseños, reconversión y nuevos ingenie­
rías en los sistemas jurídicos, luego del pertinente diag­
nóstico circunstanciado del sistema, a fin de satisfacer
las demandas del colectivo social, utilizando los conoci­
mientos adquiridos y evitando nuevas inversiones en ins­
tituciones agotadas;
3) colaborar en implementación de nuevos diseños al
respecto.
Esta esencial tarea la hemos encontrado ausente en
nuestra investigación.
Las Universidades, sociedades e instituciones científi­
cas, o académicas, bien podrían asumir este desafío de
conformar equipos de trabajo que oferten a los gobiernos
e instituciones pertinentes, serias y adecuadas propues­
tas para la reconversión integral del sistema legal, acom­
pañando la transformación y reciclaje de sus operadores
a la luz de los actuales conocimientos eri torno a la con­
ducta.
De esta forma, lograríamos estructurar una «propues­
ta» alternativa al positivismo, modalidad en la que el psi­
cólogo aparece simplemente satisfaciendo las demandas
que se le generan desde el obsoleto sistema legal vigente,
para pasar a una posición en la que el científico de la
conducta propone nuevas visualizaciones, acordes al
escenario específico en el que el sistema en estudio se
encuentra enclavado* articulando sus conocimientos para
que éstos no queden en las aulas y trabajos de investiga­
ción.
Este esfuerzo de transformación bien vale la pena, y
Psicología judicial 119

permitirá probablemente crecimientos exponenciales de


la interacción «Psicología y Ley», que, por ahora quedan
atascados en numerosos cuellos de botella de un sistema
inercial y anquilosado.
Algún camino ya ha sido adelantado en este sentido,
pero resta mucho por hacer.
Naturalmente que este esfuerzo de articular la inte­
racción entre ambos subsistemas debe ser encarado con
un amplio conocimiento de los subsistemas específicos
involucrados —legal y psicológico entre otros— para
lograr el objetivo propuesto.

Seguidamente transcribimos el cuestionario que fue


remitido a diversas instituciones de América Latina para
explorar el estado del arte en la Región.
120 Juan H. Del Popolo

Cuestionario

Importante: Puede responderlo parcialmente sino


está a su alcance toda la información solicitada. Si Ud.
posee mayor información puede adjuntarla en hoja sepa­
rada señalando el ítem correspondiente.

1) En su país: ¿existen cátedras Universitarias de Psi­


cología Jurídica, Psicología Forense, Psicología Criminal,
o cualquier otra cátedra que se relacione con la especia­
lidad «Psicología y Ley»?
(Marque la respuesta adecuada con una cruz)
S I ___ N O ___ NO C O N O Z C O ___
a) Denominación de las mismas
1.......................2 .........................3 ................... .
b) ¿Cuántas cátedras existen?
c) Facultad o institución en la que Ud. conozca que
la/s materia/s se dicta/n.
1 ...................... 2 .........................3 .............. ;....... .
d) Año de cursado en que se dicta/n la/s misma/s.
1....................... 2 ......................... 3 .......................
e) ¿En qué ciudad o estado del país se desarrolla la
actividad académica?.
1.......................2 ....... ................. 3 .......................
f) Indique, si lo conoce, nombre del Profesor titular a
cargo de la materia.
1.......................2 .........................3 ............... .........
g) Año en que se creó la cátedra.
1 .......................2 ........... ’...........3 .........................
h) Si le es posible le rogam os acompañar un progra­
ma de los contenidos de la/s materia/s.
Psicología judicial 121

2 ) ¿Existe en su país Carreras de Postgrado o Sem i­


narios de especialización en las mencionadas disciplinas?
a) Indique cuáles y en qué ciudad se desarrolla esa
actividad.
b) Profesor a cargo de la actividad y si puede acom pa­
ñar el programa de contenidos respectivos.

3) ¿Existen en su país programas o proyectos de


investigación en el área, ya sea a nivel universitario,
gubernam ental, fundaciones o instituciones especializa­
das que se ocupen de las disciplinas antes m encionadas?
a) Denominación.
1 ..................... 2.......................
b) ¿Desde cuándo?
1 ........................ 2 .......................... 3........................
c) ¿En qué áreas?
1 2 .......................... 3 .........................
d) ¿Conoce el director del proyecto?. ¿Puede indicar
su nombre y dirección?
1
2
e) ¿Dónde se llevan a cabo las actividades?
1 ............ ......,......
2

4) Señale si existen:
a) Aplicaciones de la Psicología Jurídica en su país (o
ciencias que se ocupen de la interrelación Psicología y
Ley) en las áreas:
Adm inistración justicia
Instituciones penales o correcionales
Centro de seguridad
122 Juan H. Del Popolo

Fundaciones o asociaciones particulares


Area de creación de leyes como soporte
logístico para la toma de decisiones /
Poderes ejecutivos o administradores
Centros relacionados con tratamientos,
de víctimas
M altrato de menores
Violencia fam iliar
M ujer golpeada
Otras
b) Instituciones que se dediquen a la resolución de
conflictos, o cualquier otra institución en la que se apli­
quen estas disciplinas.

5) ¿Existen leyes o proyectos de leyes en su país rela­


tivos a la profesión de psicólogo forense o jurídico o que
se refieran a la interacción Psicología y Ley?

a) ¿Puede sum inistrar la docum entación respectiva?

6) ¿Existen en su país Instituciones internacionales


que prestan apoyo a la especialidad o se encargan de
difundirla?
S I ___ N O ___ NO C O N O Z C O ___
a) ¿Puede detallar cuáles?

7) Libros que se hayan publicado, revistas especiali­


zadas, proyectos de investigación que se hayan desarro­
llado en relación a la especialidad en su país
Psicología judicial 123

8) ¿Existen equipos m ultidisciplinarios que trabajen


en la especialidad?
a) Indique cuáles
b) ¿En qué lugar trabajan?

9) ¿Es conocida la especialidad entre los psicólogos?


a) ¿La conocen otros profesionales?
b) ¿Cómo está considerada?

10) ¿Qué propuesta sugiere para el desarrollo de esta


especialidad en su país?

11) Agregue cualquier otro dato que considere de inte­


rés.

Personas e instituciones a las que se


les ha rem itido el cuestionario

* U niversidad Sim ón Bolivar. Caracas - Venezuela.


* U niversidad de Carabobos - Venezuela.
* Universidad Central de Venezuela. Escuela de P si­
cología.
* Instituto de Psicología. Facultad de Medicina. Cara­
cas-Venezuela.
* U niversidad de Los Andes. Venezuela.
* U niversidad de Zulia. Venezuela.
* Universidad de Oriente. Venezuela.
* U niversidad N acional Autónom a de M éxico, D.F.,
México. Facultad de Psicología.
* U niversidad Iberoam ericana - M éxico D.F.
124 Juan H. Del Popolo

* U.A.N.L., Facultad de Psicología. M éxico.


* Universidad Autónom a de Baja Cal. México.
* Universidad Intercontinental. México.
* Universidad Autónom a M etropolitana. México.
* Universidad Bonaterra. México.
* Universidad Católica de Chile. Chile.
* Universidad Diego Portales. Chile.
* Universidad de la Frontera. Temuco. Chile.
* Universidad de Concepción. Concepción. Chile.
* Universidad de Chile. Chile.
* Servicio Nacional de la Mujer. Santiago de Chile.
* Instituto de Criminología. Santiago de Chile.
* Instituto de Psicología. Universidad San Pablo. Sao
Paulo. Brasil.
* Universidad Católica. Porto Alegre. Brasil.
* Universidad de Brasilia. Brasilia D.F. Brasil.
* Instituto Central de Psicología. San Pablo. Brasil.
* Universidad Federal de Paraiba. Brasil.
* Universidad del Estado de Río de Janeiro. M araca­
ná. Brasil.
* Universidad Federal de Espíritu Santo. Brasil.
* U niversidad Católica de Pelotón. Porto. Brasil.
* Universidad Francisco Marroquin. Guatemala.
* Instituto de Psicología aplicada. Guatemala.
* Universidad Federal Do Rio Grande Do Norte.
Natal. Brasil. •
* Universidad Católica de San Pablo. San Pablo. Bra­
sil.
* Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. Colom­
bia.
* U niversidad Católica del Norte. Antofagasta. Chile.
Psicología judicial 125

* Fundación «N iño y Patria». Punta Arenas. Chile.


* Universidad de Puerto Rico. Puerto Rico.
* Centro Caribeño de Estudios. Puerto Rico.
* Facultad de Psicología. Habana. Cuba.
* Universidad Católica Boliviana. Bolivia.
* Universidad de Lima. Lima. Perú.
* PSIDE. Centro de investigación y docum entación
Psicología y Desarrollo. Lima. Perú.
* Psicólogos . Aserones. Lima. Perú.
* Escuela de postgrado en Psicología. M iraflores.
Perú.
* Universidad Ricardo Palma. Lima. Perú.
* Centro de Estudios e Investigación Psicológica.
Lima. Perú.
* U niversidad Inca Garcilaso de la Vega. Jesús
María. Perú.
* Departam ento de Psicología. Nicaragua.
* St. John University. Jamaica.
* Instituto Tecnológico de Santo Dom ingo. Santo
Domingo.
* Hospital de Ora. Honduras.
* Universidad Nacional de Loja. Ecuador.
* Sra. M ónica Quevedo. La Paz. Bolivia.
* Sr. Carlos Larrarte. Representante Asociación Ibe­
roamericana de Psicología. Bogotá. Colombia.
* Sr. Eric Chargoy. Representante A.I.P.J. México.
* Sr. Paolo Araneda Jara. Representante A.I.P. J. Chile.
* Sra. Ana M aría Bem porta. Representante A.I.P.J.
Uruguay.
* Sra. Tania M aría Jore Aiello Tofolo. Representante
A.I.P.J. Sao Paulo. Brasil.
C a p it u l o II
APENDICE II

ALGUNOS PRECEPTOS LEGALES

1) L e y 5045 de la Provincia de M endoza. N or­


mas para el ejercicio de la profesión de la psicología.
2) L e y 5511 de la Provincia de M endoza Ley de
Carrera Psicológica. Profesionales que prestan fun­
ciones en la A dm inistración Pública Provincial y
Municipal. Norm as y Excepciones.
3) L e y 5837 de la Provincia de Mendoza. M odifi­
caciones a la ley 5511.
4) C ó d ig o d e E tic a y D is c ip lin a d e M e n d o z a
e n e l e je r c ic io d e la p r o f e s ió n d e P s ic ó lo g o .
5) L e y 7106. Ejercicio de la Profesión de Psicólo­
go en la Provincia de Córdoba.
6) L e y 23.277. Ley del Ejercicio Profesional de la
Psicología (B.O. 15/9/1985).
L ey 5045

EJERCICO PROFESIONAL, DE LA PSICOLOGIA

El Senado y Cámara de Diputados de la Provincia de


Mendoza, sancionan con fuerza de Ley: ¿y

Título I
De la profesión del psicólogo

Capítulo I
Parte general

Art. 1- — El ejercicio de la Psicología como actividad pro­


fesional libre e independiente, sólo se autorizará a los egresa­
dos de la carrera mayor de Psicología entendiéndose por tal,
aquella cuya duración no sea menor de cinco (5) años de grado
académico, previa obtención de la matrícula correspondiente
en el Ministerio de Bienestar Social.
Art. 2 - — Para poder obtener la matrícula habilitante para
el ejercicio de la profesión en la jurisdicción de la Provincia se
requiere:
a) Tener título nacional de Licenciado en Psicología, Doctor
en Psicología, Psicólogo, otorgado por Universidad Nacional,
Provincial, Regional o Privada habilitado por el Estado Nacio­
nal, conforme a la legislación universitaria;
Juan H. Del Popolo

b) Tener título oórgado por universidad extranjerá que


haya sido revalidado por Universidad nacional;
c) Tener título otorgado por Universidad extranjera y que
en virtud de tratados internacionales en vigencia haya sido
habilitado por Universidad Nacional;
d) Los profesionales extranjeros de título equivalente de
reconocido prestigió internacional, que estuvieren en tránsito
en el país y que fueran requeridos en consulta para asuntos de
su exclusiva especialidad.
La autorización para el ejercicio profesional, será concedi­
da, a pedido de los interesados por un período de seis meses,
pudiéndose prorrogar hasta un año como máximo.
Esta habilitación no podrá en ningún c^lso implicar el
ejercicio de la actividad profesional privadamente, debiendo
limitarse a la consulta para la que ha sido requerido;
e) Los profesionales extranjeros contratados por Insti­
tuciones Públicas o Privadas con finalidad de investigación,
asesoramiento o docencia, durante la vigencia de su contrato,
no podrán ejercer la profesión privadamente, debiendo limitar­
se a los fines para los que fue contratado.
f) Presentar plena capacidad civil y no estar inhabilitado
por sentencia judicial para el ejercicio de su profesión.
No podrán ejercer la profesión:
1) Los condenados a cualquier pena por delito contra la
salud de las personas y la fe pública con motivo del ejercicio de
la profesión y en general todos aquellos condenados a pena de
inhabilitación profesional;
2) Los excluidos del ejercicio profesional por sanciones dis­
ciplinarias.
Art. 3 S — Ninguna autoridad o repartición pública podrá
efectuar nombramiento de profesionales psicólogos que previa­
mente no acrediten haber cumplido con todos los requisitos de
matriculación en el Ministerio de Bienestar Social.
Psicología judicial 131

Capítulo II
Del uso del título

Art. 4- — Se considerará uso del título, toda actuación que


permita inferir la idea del ejercico de la profesión de Psicólogo.
Art. 5- — El uso del título por profesionales comprendidos
en la presente ley, estará sometido a las siguientes normas:
a) Sólo será permitido a las personas de existencia visible
que lo posean y que hayan cumplido con los requisitos que la
ley exige para su ejercicio; /}
b) En las sociedades de profesionales o cualquier clase dé*'
agrupación profesional, corresponderá que individualmente
cada uno de los integrantes de las mismas posea su título pro­
fesional habilitante y cumpla con los requisitos de matricula-
ción en el Ministerio de Bienestar Social.

Capítulo III
Del ejercicio profesional

Art. 6 B — A los efectos de esta ley se considera ejercicio


profesional de la psicología la aplicación de técnicas psicológi­
cas en los distintos campos de su quehacer (educacional, labo­
ral, social, clínico y jurídico); como así también, la tarea de
investigación en las diversas áreas de aplicación de la psicolo­
gía y la elaboración de nuevos métodos y técnicas de trabajo.
Igualmente, se considerará ejercicio de la profesión del psicólo­
go, el control de la enseñanza, difusión del conocimiento psico­
lógico y sus técnicas. El psicólogo podrá ejercer su actividad en
forma individual y/o integrando equipos interdisciplinarios, en
Instituciones o privadamente.
En ambos casos podrá hacerlo a requerimiento de profesio­
nales de otras disciplinas o de personas que por propia volun­
tad soliciten su asistencia profesional, con autonomía de elec­
ción de procedimientos y/o técnicas.
Art. 7B — En todos los supuestos y encualquiera de los
132 Juan H. Del Popolo

campos, los psicólogos son los profesionales específicamente


capacitados y autorizados para aplicar Tests de Inteligencia;
Tests de Personalidad, Técnicas y métodos proyectivos, Técni­
cas Psicoterapéuticas individuales y grupales (tales como'Psi-
codrama, Psicoanálisis, Psicoterapias breves, Psicoterapias
familiares así como otras referidas a la misma especialidad).
Sin que las presentes atribuciones afecten las otorgadas a
otros profesionales de acuerdo a la legislación vigente.
\ s

Capítulo IV
Areas ocupacionales y campos de aplicación

Art. 8 B— Con el objeto de delimitar el ejercicio de la psico­


logía, se establecen las siguientes áreas ocupacionales sin per­
juicio de que con el avance de la ciencia pudieran desarrollarse
nuevas áreas o limitarse éstas. Las nuevas especialidades
deberán ser acreditadas por el Estado y los requisitos se esta­
blecerán en la reglamentación de la presente ley.

a) Psicología clínica: La esfera de acción se halla en hospi­


tales generales y especializados, como así también otros cen­
tros de salud, hospitales maternos infantiles, sin que esta
numeración sea taxativa, considerando que todas las áreas
ocupacionales del psicólogo reciben aportes de la Psicología Clí­
nica.
En psicología clínica se realizan las siguientes tareas:

Promoción y prevención

1) Orientación y asesoramiento psicológico realizado a tra­


vés de la utilización de métodos y técnicas propias de esta cien­
cia que tenga como objetivo promover el desarrollo armónico de
la persona, la familia y las instituciones;
2) Intervención psicológica en momento de crisis indivi­
dual, grupal e institucional (embarazo, intervenciones quirúr­
gicas, muerte de familiar, accidentes, internaciones prolonga­
Psicología judicial 133

das, condiciones de la internación y otras) con la finalidad de


evitar situaciones patológicas;
3) Guía y orientación psicología en las distintas etapas del
desarrollo evolutivo (infancia, pubertad, adolescencia y demás
etapas);
4) Participación en grupos interdisciplinarios con profesio­
nales y personal de las instituciones para mejor desarrollo dé
la misma;
5) Implementación de programas a nivel de la comunidad
para promover la salud mental de la población.

Diagnóstico

1) Diagnóstico evolutivo del desarrollo normal y patológico


(nivel de maduración, intelectual, psicomotriz, de aptitudes e
intereses);
2) Diagnóstico de personalidad.
Diagnóstico precoz de los trastornos de conducta y de rela­
ción con el ambiente.
Diagnóstico psicopatológico.
Diagnóstico diferencial.
3) Diagnóstico familiar.
4) Diagnóstico Institucional y de otros grupos, con el fin de
realizar un pronóstico e indicaciones de orientación y trata­
miento.

Tratamiento

Tratamiento Psicoterapéutico y Rehabilitación de la pro­


blemática psicológica a través de las distintas técnicas de psi­
coterapia individual y grupal (familiar, institucional y otras).

b) Psicología educacional: La esfera de acción se halla en


instituciones educativas de cualquier nivel y en la práctica pri­
vada de la profesión. Asesoramiento y asistencia en todo lo
concerniente a los “Aspectos Psicológicos” del quehacer educa-
134 Juan H. Del Popólo

cional a través de investigación, orientación, asesoramiento y


asistencia en los distintos niveles comprometidos en el proceso
de la enseñanza y el aprendizaje, en relación a los factores psi­
cológicos que inciden en los mismos.
La precedente caracterización del área ocupacional y cam­
pó de aplicación de la psicología educacional no implica lá
exclusividad del psicólogo ni lá exclusión de otros profesionales
universitarios cuya capacitación curricular determine específi­
camente incumbencia y acciones concurrentes en el mismo
campo, como es el caso de pedagogos, psicopedagogos, médicos
en algunas especialidades, licenciados en ciencias de la educa­
ción, asistentes sociales, fonoaudiólogos, ortopedagogos y otros .
similares.

Promoción y prevención

1) Asesoramiento relativo a la institución escolar, para


lograr que la estructura y dinámica de la misma sea adecuada
a las necesidades psicológicas de sus integrantes.
2) Orientación escolar, vocacional, profesional, ocupacional
para el mejor aprovechamiento desde el punto de vista psicoló­
gico, en el proceso de enseñanza-aprendizaje.:
3) Asesoramiento y orientación de educadores y educandos
sobre los aspectos psicológicos que inciden en él aprendizaje.
4) Colaborar en el asesoramiento sobre el contenido, los
métodos y las técnicas de enseñanza y .de la evaluación, a fin
de adecuarlas a la psicología del educando en las distintas eta­
pas del desarrollo de la personalidad y de las estructuras cog­
noscitivas.
5) Estudio y asesoramiento sobre la psicoprofilaxis del rol
docente y sobre los diversos aspectos de la relación docentes-
alumnos-familia.
6) Implementation' de programas de difusión tendientes a
prevenir los problemas del aprendizaje, por causas psicológi­
cas.
Psicología judicial 135

Diagnóstico

1) De personalidad y de capacidades y habilidades genera­


les y específicas para una mejor adecuación de la enseñanza,
orientación vocacional y ocupacional de los educandos.
2) Identificación precoz de los problemas de aprendizaje y
conducta (individual y grupal).
3) Diagnóstico y evaluación del funcionamiento institucio­
nal y de las relaciones interpersonales que afecten el desarro­
llo psicológico de los miembros.

Tratamiento

Tratamiento psicoterapéutico de los problemas del aprendi­


zaje o conducta a través de técnicas de psicoterapia individual,
grupal, familiar e institucional.

c) Psicología jurídica: La esfera de acción se halla en peni­


tenciarias, instituciones de menores, institutos de clasificación,
direcciones de asuntos penales o institutos similares que fun­
cionen en las penitenciarías o fuera de ellas; Cuerpo Médico
Forense o instituciones similares; juzgados de menores, perita­
jes particulares en lo penal; centros especializados en el trata­
miento de toxicómános, otros de igual finalidad donde se reali­
za, entre otras la siguiente tarea:

Promoción y prevención

1) Prevención del delito en todas sus formas y de los facto­


res ambientales predisponentes al mismo, a través de: Elabo­
ración e Implementación de Programas informativos y Educa­
tivos, Propaganda y otros;
2) Asesoramiento y asistencia a los familiares de los inter­
nados y de los liberados. Asesoramiento a las diversas institu­
ciones sobre programas de rehabilitación y su efectividad
según la personalidad y pronóstico del internado o grupo.
136 Juan H. Del Popolo

Detección y asesoramiento en relación a personalidades con


predisposición a delinquir y las necesidades de asistencia y/o
internación; /
3) Asesoramiento en los casos de adopción, discernimiento
de tutela, separación y las situaciones derivadas de derecho de
familia;
4) Participación en grupos interdisciplinarios con profesio­
nales y personal de las instituciones, para mejor desarrollo de
la misma.

Diagnóstico

Diagnóstico individual, grupal, familiar, institucional y


otros, en los siguientes casos:
1) Diagnóstico y control psicológico en la admisión, perma­
nencia y egreso de los internos.
2) Establecimiento a través del diagnóstico diferencial, del
grado de peligrosidad y pronóstico criminológico.
3) Determinación de responsabilidades en la ejecución de
conductas que impliquen riesgos para el individuo o sus seme­
jantes.
4) Peritajes.

Tratamiento

De los desajustes de conducta individuales y grupales.


1) Tratamiento criminológico en personas que delinquen y
su familia, tendientes a la rehabilitación.
2) Tratamiento psicoterapéutico a internos en las institu­
ciones de menores tendientes a lograr la integración al
medio.

5) Psicología laboral: La esfera de acción se encuentra en


instituciones en las que existen actividades vinculadas al tra­
bajo y en gabinetes o instituciones privadas o públicas dedica­
das a tal fin.
Psicología judicial 137

Promoción y prevención

Asesoramiento en lo atinente al trabajo y la producción


creando el clima más favorable para la adecuación def trabajo
al hombre, lo que a su vez beneficiará la institución.
1) Asesoramiento laboral sobre la prevención de acciden­
tes;
2) Selección, distribución y perfeccionamiento del personal;
3) Evaluación de puestos y tareas, estudios de motivacio­
nes;
4) Asesoramiento acerca de la formación, adiestramiento y
valoración del trabajo;
5) Asesoramiento sobre la formación de mandos, rotación y
capacitación del personal, según las aptitudes psicofísicas y
mentales;
6) Asesoramiento sobre el desarrollo de la carrera (organi­
grama);
7) Asesoramiento en los casos de finalización de la relación
laboral (jubilación, renuncias, sanciones, despidos y otros);
8) Desarrollo orgamzacional.

Diagnóstico

Individual, grupal e institucional, para el adecuado desa­


rrollo de las relaciones de trabajo y evitar eventuales perturba­
ciones.

Tratamiento

—Tratamiento psicoterapéutico de los problemas que sur­


jan en las relaciones humanas en el trabajo, a través de técni­
cas psicológicas individuales, grupales e Institucionales.
—Tratamiento Ppsicoterapéutico de las tensiones de grupo
propendiente a prevenir, conservar y promover la salud psíqui­
ca de las relaciones de trabajo y evitar eventuales perturbacio­
nes.
138 Juan H. Del Popolo

e) Psicología Social: La esfera de acción está relacionada


con todas las Instituciones, grupos y miembros de la comuni­
dad que, en cuanto fuerzas sociales afectan la conductsi del
individuo el que a su vez ejerce influencia sobre la sociedad:
Industrias, organismos oficiales y privados, Instituciones de
Investigación sobre la opinión pública, Centros de Investiga­
ción Psicológica, antropológicas, empresas de publicidad y
demás afines y en la práctica privada con la perspectiva que
todas las áreas ocupácionales del Psicólogo reciban aportes de
la Psicología Social.

Promóción y Prevención

Asesoramiento y esclarecimiento en las Instituciones sobre


todo lo referente a dinámica grupal:
—Distribución de los roles en un grupo.
—Aprendizaje y comunicación en la interacción grupal.
—Dinámica instrumental y operativa en los grupos.
—Técnicas y métodos de abordaje a los grupos.
—Asesoramiento acerca de los factores psicológicos que
inciden en los fenómenos sociales como la producción, el consu­
mo, las actitudes, opiniones, prejuicios, motivaciones y la
comunicación.
Participación en grupos interdisciplinarios para el aborda­
je, diagnóstico y tratamiento de la situación.

Diagnóstico

Psicosocial
Sociodinámico
Institucional

Tratamiento

Tratamiento Psicoterapéutico de los trastornos vinculares


(Interpersonales, intra e intergrupales) que impiden el desa­
Psicología judicial 139

rrollo armónico de la institución, el grupo y del individuo den­


tro del grupo.
Art. 9° — En todas las áreas de trabajo el psicólogo es el pro­
fesional capacitado para investigar la conducta en su nivel de
integración psicológica sin que estas atribuciones afecten las otor­
gadas a otros profesionales de acuerdo a la legislación vigente.
Asimismo la investigación tenderá al perfeccionamiento y
obtención de nuevos métodos, técnicas y conocimientos de la
promoción y prevención, diagnóstico y tratamiento.

Capítulo V
De los derechos y deberes de los profesionales

Art. 10 — Los profesionales que ejerzan la psicología


podrán:
a) Certificar las prestaciones o servicios que efectúen en
forma totalmente autónoma, así como también las conclusiones
diagnósticas referentes a estados psíquicos de las personas en
consulta;
b) Efectuar interconsultas y/o derivaciones a otros profesio­
nales de la salud, cuando la naturaleza del problema de la per­
sona que acude a consulta así lo requiera, sean éstas de aten­
ción privada, mutualizada u hospitalaria.
Art. 11 — Son deberes del Psicólogo:
a) Prestar asistencia profesional psicológica al servicio de
la salud;
b) Brindar la colaboración que le sea requerida por las
autoridades sanitarias en caso de epidemia, desastres u otra
emergencia, en que su actividad profesional fuere necesaria;
c) Dar cumplimiento a las prescripciones de la presente ley,
las normas de ética profesional y los deberes inherentes de la
profesión.
Art. 12 — Derógase toda disposición que se oponga a la
presente ley.
Art. 13 — [De f o r m a ].
140 Juan H. Del Popolo

L ey 5511

EJERCICIO PROFESIONAL DEL PSICOLOGO


EN LA ADMINISTRACION PUBLICA

El Senado y Cámara de Diputados de la Provincia de Men­


doza, sancionan con fuerza de Ley:

Capítulo I
Del personal comprendido

Art. 1-. — Se establece por la presente ley el régimen de


carrera psicológica que comprende a los profesionales psicólo­
gos que presten funciones en la Administración Pública Pro­
vincial, Municipal y Obra Social de Empleados Públicos, con
excepción de los que pertenezcan a las Fuerzas de Seguridad y
Cuerpo Médico Forense.

Capítulo II
De las categorías

Art. 2°. — La carrera psicológica cuyo régimen se estatuye


por esta ley comprende dos (2) categorías: Psicológica Asisten-
cial y Psicología Sanitaria.
Art. 3 q. — Los profesionales comprendidos en la presente
ley se denominarán psicólogos de planta, entendiéndose por
tales a los que componene la dotación necesaria para el normal
cumplimiento de tareas asistenciales preventivas o sanitarias
y revistarán como:
a) Psicólogo titular: El que habiendo ingresado por concur­
so se incorpora al escalafón con carácter definitivo y plena
estabilidad.
Psicología judicial 141

b) Psicólogo interino: El que ha sido designado para cubrir


en forma transitoria las vacantes que se produzcan en las
dotaciones del personal efectivo, las que deberán ser concursa­
das indefectiblemente, en el año calendario posterior, excep­
tuándose de ser concursados los interinatos que tengan por
objeto cubrir vacantes producidas por incorporación de psicólo­
gos a las funciones jerárquicas y directivas que se establecen
en el Art. 49, como así también los producidos por licencias
ordinarias y extraordinarias previstas por la legislación vigen­
te. No será computable la permanencia en calidad de interino
para el encasillamiento por promoción automática.

Capítulo III
Del escalafón

Art. 4°. — Los profesionales comprendidos en el presente


régimen revistarán en el Agrupamiento Asitencial y Sanitario
que está integrado por:
a) Tramo personal profesional: se incluye en este tramo a
los psicólogos de planta, los que ingresarán por la Clase nueve
(9) inicial o por la superior que le correspondiere conforme a su
antigüedad en el Agrupamiento Asistencial correspondiente al
Escalafón General de la Administración Pública Provincial y
Municipal.
Se incluyen en este tramo a los profesionales que ocupen
las siguientes funciones jerárquicas, que comprenden tres (3)
niveles:
1) Jefe de departamento.
2) Jefe de servicios.
3) Jefe de sección.
b) Tramo Personal Directivo: Se incluye en este tramo a los
profesionales que ocupen la siguiente función directiva:
1) Director Asistente.
La reglamentación establecerá las funciones jerárquicas y
directivas que correspondan de acuerdo con la complejidad de
los establecimientos o unidades, asignando la responsabilidad
142 Juan H. Del Popolo

de conducción operativa asistencial o sanitaria y determinando


el porcentaje que en el concepto de adicional por función perci­
birán los psicólogos que revistan como Jefe de Departamento,
Jefe de Servicio y Jefe de Sección; como asimismo, las clases
que sé les deberá asignar, desde la Clase doce (12) a la Clase
trece (13) del Escalafón General, a los que revistan en el Tra­
mo de Personal Directivo de conformidad a la complejidad de
los establecimientos o unidades.

Capítulo IV
Del ingreso-a la carrera y promoción.

Art. 5°. — El ingreso como titular se realizará mediante el


concurso que prevé la presente ley y su reglamentación.
Art. 6°. — No podrán ingresar como titulares o interinos
quienes:
a) Hubieren sufrido condena por hecho doloso.
b) Hubieren sufrido condena por delito en perjuicio o con­
tra la administración pública.
c) Estuvieran fallidos o concursados civilmente, hasta que
obtengan su rehabilitación.
d) Tengan pendiente proceso criminal.
e) Estén inhabilitados para el ejercico de cargos públicos,
durante el término de la inhabilitación.
f) Hubieren sido exonerados en cualquier dependencia de
la Nación, de las provincias, o de las municipalidades, hasta
tanto no fueren rehabilitados.
g) Se encuentren en situación de incompatibilidad.
h) Se encuentren en infracción a las obligaciones de empa­
dronamiento, enrolamiento o servicio militar.
i) Hubieren sido declarados deudores morosos del fisco,
mientras no hayan regularizado su situación.
j) Superen la edad mínima establecida para la jubilación
ordinaria para el personal dependiente, salvo los contemplados
en el Art. 71.
Psicología judicial 143

Art. 7e. — El personal interino será designado por el Poder


Ejecutivo en la vacante del servicio o dependencia que corres­
ponda, a los efectos de la designación deberán considerarse los
antecedentes del postulánte en relación a su especialidad y
característica de la vacante a cubrir.
Art. 8 S. — La promoción del tramo personal profesional
será automática para todas las clases, accediendo a la inmedia­
ta superior con la siguiente permanencia en su clase de revis­
ta: Tres (3) años en la Clase nueve (9), a la Clase diez (10); sie­
te (7) años en la Clase diez (10), a la Clase once (11).
Art. 9 3. —Podrán acceder a las funciones jerárquicas y
directivas únicamente los psicólogos que revistan como titula­
res en el tramo personal profesional con ocho (8) años como
mínimo de antigüedad en la carrera, excepto para la función
de jefe de sección que deberá acreditar sólo seis (6) años de la
misma antigüedad.
Art. 10'. — El acceso a cada una de las funciones jerárqui­
cas y directivas se logrará por concurso, el que acordará al pro­
fesional designado, una establidad de cinco (5) años en la fun­
ción alcanzada. Podrá concursar nuevamente una vez vencido
ese período.
Art. 11. — El agente que cesa en su función jerárquica o
directiva se reintegrará al tramo personal profesional en la
clase que le corresponda, conforme a su antigüedad.
Art. 12 .— La reglamentación establecerá las condiciones
que deberán acreditar los aspirantes para cada una de las fun­
ciones jerárquicas y directivas.

Capítulo V
De la cesación en el régimen de carrera

Art. 13. — Los profesionales comprendidos en el régimen


de carrera cesarán en sus servicios por las siguientes causas:
a) Renuncia, una vez notificada su aceptación por la auto­
144 Juan H. Del Popolo

ridad competente o transcurrido el plazo de treinta (30) días


corridos a partir del día siguiente al de su presentación, salyo
que con anterioridad al vencimiento de dicho término se hubie­
re dispuesto instruir sumario administrativo.
b) Fallecimiento.
c) Cesantía.
d) Exoneración.
e) Jubilación.
f) Incompatibilidad.

Capítulo VI
De la estabilidad

Art. 14. — El cargo obtenido por concurso confiere al pro­


fesional estabilidad e inamovilidad en el mismo.
Solamente podrá modificarse el lugar y horario de trabajo
por las siguientes causas: —
a) Racionalización administrativa o funcional, debidamen­
te fundada por los organismos técnicos y dispuesta por ley,
decreto u ordenanza municipal, en un radio no mayor de vein­
ticinco (25) km. de su lugar de trabajo y en el horario compren­
dido entre las 7.00 y 21.00 horas.
b) Con consentimiento fehaciente del profesional o a su
solicitud.

Capítulo VII
De las incompatibilidades

Art. 15. — Será incompatible el desempeño, ya sea en zona


rural o urbana, de más de un (1) cargo rentado dependiente del
Estado Provincial, Municipal u Obra Social de Empleados
Públicos. Cuando el psicólogo se desempeñe en el régimen de
mayor dedicación Profesional que comprenda cuarenta y ocho
Psicología judicial 145

(48) horas semanales, tendrá incompatibilidad absoluta en el


desempeño de la profesión en relación de dependencia o en for­
ma independiente.
Art. 16. — La incompatibilidad para los profesionales com­
prendidos en los regímenes de veinticuatro (24) y treinta y seis
(36) horas semanales, con otros cargos cualquiera fuera su
naturaleza, incluyendo la actividad docente, será únicamente
la que resulte de la superposición horaria.
Art. 17. — Podrá desempeñarse más de un (1) cargo renta­
do en la Administración Pública Provincial, Municipal y Obra
Social de Empleados Públicos, sólo en zonas rurales cuando las
necesidades de la salud pública o la falta de psicólogos lo jus­
tifiquen como medida excepcional, en cuyo caso las designacio­
nes en más de un (1) cargo deberán hacerse en forma interina
y mientras subsistan los motivos que determinaron la excep­
ción.

Capítulo VIII
Del régimen de trabajo

Art. 18. — Establécense los siguientes regímenes de traba­


jo para los profesionales comprendidos en la presente ley:
a) Régimen común: Importa el cumplimiento de veinticua­
tro (24) horas de servicio semanales.
b) Régimen de mayor dedicación profesional: Importa el
cumplimiento de treinta y seis (36) horas de servicio semana­
les.
c) Régimen de dedicación exclusiva: Importa el cumpli­
miento de cuarenta y ocho (48) horas de servicios semana­
les.
Art. 19. — Estabécese para los regímenes precedentemente
referidos al desempeño de los profesionales en los servicios en
forma diaria y en días hábiles, a excepción de los servicios de
guardia, determinándose el número de horas de jornadas de
acuerdo con las necesidades de cada establecimiento, no
146 Juan H. Del Popolo

pudiéndose fijar un horario menor al de tres (3) horas conti­


nuadas por día.
Art. 20. — El horario de trabajo podrá establecerse entre
las 7.00 y las 21.00 horas, las jornadas sólo podrán ser fraccio­
nadas previo consentimiento expreso del agente.
Art. 21. — Cuando las necesidades del servicio lo exijan y las
posibilidades presupuestarias lo permitan, el personal que revis­
ta en el tramo personal profesional, podrá acceder al régimen de
mayor dedicación profesional con la aceptación expresa del agen­
te y previa resolución fundada de la autoridad competente.
Art. 22. — El régimen de trabajo contemplará el desarrollo
de actividades científicas'y de capacitación, compatibilizándose
con las tareas asistenciales o sanitarias, de acuerdo con las
normas que fije la reglamentación.
Art. 23. — Los regímenes de trabajo para los servicios de
guardia se establecerán de acuerdo con la complejidad de los
establecimientos o unidades; cuando se adopte un régimen de
mayor dedicación profesional no se podrán desempeñar más de
veinticuatro (24) horas continuadas en dicho servicio. >
. Art. 24. — Los profesionales que desempeñan funciones de
Jefe de Servicios y Jefe de Sección en los servicios de guardia,
deberán cumplir un horario de cuatro (4) horas diarias como
mínimo.
Art. 25. — La estructura y el régimen horario de los servi­
cios de guardia, serán establecidos por la reglamentación de la
presente ley. .
Art. 26. — Al solo efecto de garantizar, en los casos de
urgencia la más completa atención psicológica, los jefes de
guardias podrán requerir los servicios de profesionales especia­
lizados conforme lo que determine la reglamentación.
Art. 27. — Dentro de la jornada laboral del profesional
comprendida en esta ley, se empleará como parámetro un
módulo de tiempo llamado unidad, que servirá para regular la
tarea, teniendo en cuenta su especificidad y las características
de la atención psicológica en cada tipo, de prestación que la
reglamentación establecerá.
Psicología judicial 147

Capítulo IX
De las remuneraciones

Art. 28. — Los profesionales comprendidos en el tramo per­


sonal profesional con régimen de trabajo de veinticuatro (24)
horas semanales, percibirán su remuneración en función de su
clase de revista, comprendida entre la Clase nueve (9) y la Cla­
se once (11) del Escalafón para el Personal de la Administra­
ción Pública Provincial y Municipal, en su Agrupamiento Asis-
tencial y Sanitario, tramo profesional.
Art. 29. — La remuneración para las diferentes clases del
Tramo Personal Profesional en el régimen de mayor dedicación
profesional, se determinará de la siguiente forma:
a) Para el régimen de treinta y seis (36) horas semanales,
el sueldo de la clase de revista más el cincuenta por ciento
(50%) del mismo.
b) Para el régimen de cuarenta y ocho (48) horas semana­
les, el sueldo de la clase de revista más el ciento treinta por
ciento (130 %) del mismo.
Art. 30. — Los profesionales que se desempeñen en funcio­
nes jerárquicas percibirán además del haber que les correspon­
da por su situación de revista, un adicional por función que se
aplicará de acuerdo con los porcentuales, que establecerá la
reglamentación de la presente ley correspondiente a cada uno
de los niveles.
Art. 31.— Los coeficientes de corrección que se aplicarán al
adicional por función y que estarán relacionados con la comple­
jidad del establecimiento o unidad, se fijarán por la reglamen­
tación.
Art. 32. — Las remuneraciones de los profesionales que se
desempeñan en los servicios de guardia tendrán un incremento
porcentual que establecerá, la reglamentación de la presente
ley.
Art. 33. — Los profesionales percibirán además los adicio­
nales y asignaciones establecidos en las leyes generales como
complementarios de los sueldos de la administración pública,
148 Juan H. Del Popolo

para el agrupamiento profesional, cuando se desempeñen en


zonas desfavorables, además del sueldo que les corresponda,
tendrán una bonificación conforme lo establezca la reglamenta­
ción.
Art. 34. — Los profesionales que opten por el régimen de
cuarenta y ocho (48) horas, con incompatibilidad profesional
percibirán un cincuenta por ciento (50%), sobre la asignación
de la clase de revista en concepto de adicional por incompati­
bilidad profesional.

• Capítulo X
Del régimen disciplinario

Art. 35. — Los profesionales serán personalmente respon­


sables de los daños que causaren por el mal desempeño de sus
funciones, y sin perjuicio de las sanciones civiles y penales que
les pudieren corresponder, serán pasibles de las siguientes
medidas disciplinarias:
a) Advertencia.
b) Amonestación.
c) Suspensión de hasta treinta (30) días. !
d) Cesantía.
e) Exoneración.
El acto administrativo que disponga una sanción, deberá
ser fundado y expresará la causa de la misma. Se requerirá la
formación de un sumario administrativo para aplicar las san­
ciones de suspensión, cesantía y exoneración.
Las sanciones de advertencia y amonestáción, serán apli­
cadas por el jefe de servicio o por quien desempeñe funciones
equivalente o superiores; la sanción de suspensión deberá ser
solicitada por el director del establecimiento o por quien tenga
jefatura del mismo y sérá aplicada por el Ministro de Bienes­
tar Social o por el Director de la Obra Social de Empleados
Públicos. La cesantía y la exoneración sólo podrán ser aplica­
dos por el Poder Ejecutivo. Cuando la jurisdicción sea munici­
Psicología judicial 149

pal, las sanciones de suspensión, cesantía y exoneración, las


aplicará el intendente municipal.
Art. 36. — Los profesionales podrán ser sancionados cuan­
do estén incursos en las siguientes causales:
a) Comisión de delito doloso.
b) Conducta inmortal o reñida con las buenas costumbres
en el ejercicio de su cargo. '
c) Violación de las leyes y reglamentos que regulen el ejer­
cicio de la profesión.
d) Incumplimiento de las obligaciones en el desempeño del
carga.
Art. 37. — También serán causales de sanción, la violación
e inobservancia de obligaciones impuestas por normas legales
a los empleados y funcionarios públicos con carácter general,
pero en ningún caso podrá sancionarse por motivos o causales
de índole racial, religiosa, política o gremial.
Ordenada la formación del sumario a un profesional, podrá
suspendérsele previamente a los términos establecidos en el
estatuto del empleado público, cuando la permanencia en el
servicio pueda obstaculizar la investigación y siempre que no
pudiera ser trasladado a otro en forma preventiva.
Art. 38. — Cuando se ordene la formación de sumario a un
profesional comprendido en el régimen en de Carrera Psicoló­
gica, deberá actuar como instructor un asesor letrado pertene­
ciente al departamento jurídico de la repartición que se trate.
Art. 39. — En el sumario deberá darse intervención al
imputado haciéndosele conocer la prueba de cargo y acordán­
dosele un plazo de ocho (8) días hábiles para que presente
defensa y ofrezca pruebas.
Deberá hacerse saber la existencia del sumario a la asocia­
ción gremial a la que pertenezca el sumario, la que actuará
como veedora. Concluido el sumario y previo a la resolución
final, el Ministro de Bienestar Social, el Intendente Municipal
o el Director de la Obra Social de Empleados Públicos en su
caso, recabará opinión del H. Consejo Deontológico Psicológico,
quien deberá expedirse en el plazo de veinte (20) días hábiles.
150 Juan H. Del Popolo

Art. 40. — Los profesionales podrán plantear recurso de


reconsideración por ante el funcionario autor del acto, contra
las decisiones administrativas por la que se impongan las san­
ciones previstas en él Art. 35 en el plazo de diez (10) díás hábi­
les.
Art. 41. — Contra la denegatoria del recurso de reconside­
ración podrá interponerse debidamente fundado en el plazo de
diez (10) días hábiles recurso por ante el funcionario autor del
acto, el que sin más trámite y con sus antecedentes lo elevará
al superior jerárquico que corresponda según se trate de la
Administración Pública Provincial, Municipal y Obra Social de
Empleados Públicos.
Art. 42. — Contra los decretos del Poder Ejecutivo o las
resoluciones de las municipalidades que agoten la vía' adminsi-
trativa y causen estado, sólo podrá recurrise por ante la Supre­
ma Corte de Justicia por acción procesal administrativa.

Capítulo XI
Del régimen de concursos

Elección - Convocatoria - Procedimiento

Art. 43. — Establécense para la aplicación de la presente


ley, los siguientes regímenes de concurso:
a) Para el ingreso a la carrera en el tramo personal profe­
sional para cubrir vacantes.
b) Para las funciones jerárquica y del tramo directivo.
Art. 44. — A los fines de cubrir las vacantes de la carrera
psicológica, se divide la Provincia en tres (3) zonas:
a) Norte: Que comprende los departamentos de Capital,
Guaymallén, Godoy Cruz, Las Heras, Maipú, Lavalle, Luján,
Tunuyán, San Carlos y Tupungato.
b) Este: Comprende los departamentos de San Martín,
Rivadavia, Junín, Santa Rosa y La Paz.
Psicología judicial 151

c) Sur: Comprende los departamentos de San Rafael, Gene­


ral Alvear y Malargüe.
En casa una de estas zonas funcionarán dos (2) jurados de
concurso, uno (1) para el Tramo Personal Profesional y otro
para las funciones jerárquicas y del Tramo Directivo.
Art. 45. '■
— Los jurados del concurso del-tramo personal
profesional, estarán integrados por cinco (5) miembros titula­
res y cinco (5) miembros suplentes.
Los psicólogos escalafonados designarán por elección direc­
ta y secreta, tres (3) miembros titulares y tres (3) miembros
suplentes que deberán reunir los siguientes requisitos:
a) Domicilio real en la zona.
b) Diez (10) años de antigüedad en el escalafón.
A estos fines, el Ministerio de Bienestar Social confecciona­
rá el listado correspondiente.
Los restantes integrantes de los jurados serán designados:
Un (1) titular y un (1) suplente por el Ministerio de Bienestar
Social y un (1) titular y un (1) suplente por la Asociación de
Psicólogos de Mendoza, o entidad que los represente, debiendo
en ambos casos acreditar una antigüedad mínima de diez (10)
años en el ejercicio de la profesión.
Art. 46. — Los jurados de concurso para las funciones
jerárquicas y del tramo directivo estarán integrados por cinco
(5) miembros titulares y cinco (5) miembros suplentes.
Los psicólogos escalafonados designarán por elección direc­
ta y secreta, tres (3) miembros titulares y tres (3) miembros
suplentes que deberán reunir los siguientes requisitos:
a) Domicilio real en la zona.
b) Revistar como titular en cualquiera de las funciones,
excepto la de Jefe de Sección, o en el tramo directivo.
Para el caso que no pudiere integrarse el jurado por miem­
bros que reúnan los requisitos antes enunciados, deberá con­
cluirse en el listado que a tal efecto confeccionará el Ministerio
de Bienestar Social a profesionales de las otras zonas con igua­
les requisitos.
Los restantes integrantes de los jurados serán designados:
152 Juan H. Del Popolo

Un (1) miembro titular y un (1) miembro suplente por el


Ministerio de Bienestar Social y un (1) miembro titular y un
(1) miembro suplente por la Asociación de Psicólogos de Men­
doza o entidad que los represente debiendo en ambos casos
acreditar una antigüedad mínima de diez (10) años en el ejer­
cicio de la profesión.
Art. 47. — Las vacantes que se produzcan en los nuevos
cargos y funciones creados, presupuestariamente, deben ser
publicados por la Subsecretaría de Salud Pública, el último día
hábil del mes de diciembre y llamados a concurso el último día
hábil del mes de marzo del año siguiente.
Art. 48. — Los concursos para cubrir las vacantes produci­
das en el tramo personal profesional serán abiertos pudiendo
postularse los psicólogos escalafonados o no. Los concursos
para cubrir las vacantes en las funciones jerárquicas serán
cerrados para los profesionales de los servicios u organismos
del establecimiento o unidad en donde se produzca la vacante;
de no cubrirse, podrá ampliarse para otros profesionales de
acuerdo con lo que determine la reglamentación de la presente
ley.
Art. 49. — Los concursos serán abiertos para el tramo
directivo como asimismo para el nivel máximo de la estructu­
ra, cuando no esté previsto este tramo en el establecimiento o
unidad.
Art. 50. — Las elecciones para designar los miembros titu­
lares y suplentes de los jurados de concurso, deberán efectuar­
se cada dos (2) años, el último día hábil del, mes de octubre,
actuarán como titulares tres (3) psicólogos que hayan obtenido
la mayor cantidad de votos y como suplentes los que les sigan
en el resultado del escrutinio. En caso de paridad de votos, se
decidirá por sorteo. El Ministerio de Bienestar Social y la Aso­
ciación Psicológica de la Provincia de Mendoza, procederán a
designar los restantes miembros titulares y suplentes, una vez
realizada la selección y antes del llamado a concurso.
Art. 51. — El cargo de miembro de jurado, tanto titular
como suplente constituye carga pública y será de aceptación
Psicología judicial 153

obligatoria. No obstante el Ministerio de Bienestar Social


podrá excusar a los miembros del jurado, cuando se invoque
por escrito, la imposibilidad de cumplir el cometido por causa
debidamente fundada y con posterioridad a la elección.
Art. 52. — Designados los integrantes del jurado, éste
deberá constituirse los días fijados por la convocatoria en las
respectivas sedes o donde designe la autoridad competente.
Art. 53. — En la reunión constitutiva, los miembros titula­
res de los jurados procederán al elegir de entre ellos a ún (1)
presidente por simples mayoría. El jurado deberá constuirse con
cinco (5) miembros titulares debiendo incorporarse los suplen­
tes por sú orden en caso necesario. El jurado deberá sesionar
con la presencia de la totalidad de sus miembros y serán váli­
das las decisiones que se adopten por simple mayoría de votos.
El presidente del jurado y la Subsecretaría de Salud Pública
podrán convocarlo.
Art. 54. — El jurado de concurso deberá recabar todos los
elementos de juicio que considere convenientes, incluyendo la
presencia ante el mismo de dos (2) psicólogos de la especiali­
dad que se concursa. Dichos profesionales deberán ser designa­
dos por la sociedad científica de la especialidad concursada y
en caso de no existir ésta, deberán ser profesionales de recono­
cida idoneidad en la misma. Estos tendrán voz, pero no voto.
Art. 55 .— Los antecedentes de los concursantes que debe­
rán evaluar los jurados, se considerarán según los siguientes
rubros:
1) Antécedentes de labor profesional.
2) Antecedentes científicos y docentes.
3) Antecedentes en actividades comunitarias relacionadas
con la profesión.
Sobre un total global de cien (100) puntos, la distribución
del puntaje máximo que se asignará a cada uno de los rubros
mencionados será:
Para el l e: Setenta (70) puntos.
Para el 2°: Veinte (20) puntos.
Para el 3B: Diez (10) puntos.
154 Juan H. Del Popolo

La reglamentación discriminará los aspectos que compren­


den cada rubro y el puntaje que a ellos les corresponda, de con­
formidad con el tramo que se trate.
Art. 56. — La convocatoria a concurso deberá conteñer la
nómina de los cargos a cubrir, así como el nombre de los inte­
grantes de los jurados designados, y se publicará por dos (2)
. veces en una misma semana én el Boletín Oficial y en los dia­
rios de mayor circulación de la Provincia.
Igualm.ente deberán colocarse avisos en todos los estableci­
mientos asistenciales, sanitarios o unidades de la Provincia.
Art. 57. — Las inscripciones de los postulantes se recibirán
en los lugares fijados como sede de los jurados y los aspirantes
deberán presentar una solicitud que se llenará conforme a las
normas que fije la reglamentación, debiendo acompañar:
a) Documentación que acredite identidad.
b) Título habilitante debidamente inscripto en el Ministe­
rio de Bienestar Social.
c) Documentación probatoria de todos los antecedentes que
acompañare.
d) Fijar domicilio especial dentro de la ciudad sede del
jurado.
Juntamente con la solicitud de inscripción, los aspirantes
podrán recusar con causa a los miembros del jurado en los
casos previstos en el Código Procesal Civil de la Provincia de
Mendoza.
Cuando el concursante integre un servicio cuya jefatura
sea desempeñada por alguno de los miembros del jurado, éste
deberá excusarse.
Art. 58. — Se procederá a la clausura de la inscripción en
acto público el día y la hora fijados en el llamado a concurso en
la sede del jurado y deberá estar presente su presidente. Se
labrará un acta con la nómina de los postulantes inscriptos, el
número de legajo que le hubiere correspondido y la cantidad de
folios que lo integran, y deberá permanecer a disposición de los
interesados durante cinco (5) días hábiles posteriores a la clau­
sura en la sede del jurado.
Psicología judicial 155

Art. 59. — Vencido el término establecido en el artículo


precedente y por tres (3.) días hábiles, los aspirantes podrán
recusar a los miembros del jurado de concurso por las causales
previstas en el artículo 56 y los miembros del jurado en igual
caso y término, deberán excusarse de intervenir por iguales
motivos. Cuando se produjera la excusación por alguno de los
miembros del jurado, éste integrado a ese solo efecto con los
suplentes que corresponda, deberá decidir sobre la legitimidad
de la excusación por resolución que será irrecurrible. Si media­
re recusación deberá el presidente dar vista por tres (3) días
hábiles al miembro del jurado afectado, procediéndose luego
como queda previsto para el caso de excusación.
Art. 60. — Una vez constituidos los jurados en cada zona,
dentro de los treinta.(30) días corridos deberá expedirse. Ello
se concretará votando cada miembro del jurado fundadamente
y registrándose en acta.
La conclusión deberá ser notificada por cédula en el domicilio
legal constituido, por la Subsecretaría de Salud Pública a cada uno
de los aspirantes dentro de los cinco (5) días hábiles posteriores.
Art. 61. — Las conclusiones de los jurados de concurso sólo
podrán ser recurridas por vía de reconsideración y en los
siguientes casos:
a) Irregularidad en el procedimiento formal.
b) Aplicación errónea de las bases fijadas en la presente
ley o en el reglamento de concurso.
Deberá interponerse dentro de los diez (10) días hábiles
posteriores a la notificación y necesariamente deberá ser fun­
dado. El presidente del jurado dará vista por diez (10) días
hábiles a los aspirantes que pudieran resultar afectados por la
revocatoria y vencido el plazo para hacerlo, procederá a dictar
resolución dentro de los diez (10) días hábiles posteriores a que
el recurso quedó en estado de resolver.
Si se plantearen varios recursos de revocatoria, deberá dic­
tarse resolución que comprenda a todos y en este caso el plazo
para resolver comenzará a correr desde que queden en estado
todos ellos.
156 Juan H . Del Popolo

Art. 62. — La resolución adoptada por el jurado del concurso


deberá ser confirmada por decreto del Poder Ejecutivo o de inten­
dente municipal en su caso. Contra esta decisión, sólo podrán
interponerse la acción procesal administrativa y de inconstitucio-
nalidad ante la Suprema Corte de Justicia de la Provincia, en los
casos y con las formas establecidas en la Constitución Provincial
y en el Código Procesal Civil. La interposición de estas acciones
lo será exclusivamente con efecto devolutivo.
Art. 63.. — Producida la conclusión del jurado de concurso
o resuelta la revocatoria por éste, el Poder Ejecutivo o el inten­
dente municipal deberán proceder a designar al aspirante
seleccionado por el jurado dentro de los treinta (30) días corri­
dos desde la comunicación cursada por el mismo.
El profesional que gane un concurso y no ocupe el cargo, o
el que habiéndolo ocupado renuncie al mismo antes de los cien­
to ochenta (180) días sin razón debidamente justificada de tales
actos, no acumulará puntaje por ese antecedente, cursándose la
pertinente comunicación al H. Consejo Deontológico Psicológico.

Capítulo XII
De los establecimientos

Art. 64. — A los fines de la presente ley, los establecimien­


tos o unidades asistenciales y sanitarios y sus servicios, serán
clasificados por categorías y correlacionados con el régimen de
trabajo por el Ministerio de Bienestar Social, las municipalida­
des y la Obra Social de Empleados Públicos.

Capítulo XIII
De las comisiones

Comisión Permanente de la Carrera Psicológica

Art. 65. — Créase la Comisión Permanente de la Carrera


Psicología judicial 157

Psicológica presidida por el Subsecretario de Salud Pública e


integrada por igual número de representantes psicológicos del
Ministerio de Bienestar Social y de la Asociación Psicología de
la Provincia de Mendoza o entidad que los represente, con el
objeto de:
a) Evaluar los resultados de la aplicación de la presente
ley.
b) Velar por el estricto cumplimiento de esta ley.
c) Proponer normas reglamentarias.
d) Asesorar sobre aspectos atinentes a la conducción y
administración del personal comprendido.
e) Estudiar y proponer las disposiciones tendientes a nor­
malizar los distintos niveles de complejidad de los estableci­
mientos o unidades asistenciales o sanitarias.
f) Proponer los planteles profesionales en orden a su núme­
ro y estructura jerárquica, de acuerdo con sus niveles de com­
plejidad.
Los miembros de esta comisión serán designados y dura­
rán en sus funciones de acuerdo con lo que establezca la regla­
mentación de la presente ley.

Comisión de Docencia e Investigación

Art. 66. — Créase la Comisión de Docencia e Investigación,


que estará presidida por el Subsecretario de Salud Pública e
integrada por igual número de representantes de la Sub­
secretaría de Salud Pública y de la Asociación de Psicólogos de
Mendoza o entidad que los represente. La comisión deberá pro­
gramar las actividades de formación post-grado en los estable­
cimientos y unidades de la Administración Pública provincial,
municipal y Obra Social de Empleados Públicos. Dichos esta­
blecimientos o unidades deberán implementar programas, pla­
nes y sistemas de capacitación post-grado en beneficio de los
psicólogos incluidos o no en este régimen de carrera, de acuer­
do con las disposiciones que a tal efecto adopte.
158 Juan H. Del Popolo

Capítulo XIV
De los medios de capacitación

Art. 67. — Los medios de capacitación para los psicólogos


no incluidos en este régimen se podrán organizar y ejecutar
mediante los sistemas rde residencias psicológicas y concurren­
cia programada, los que se desarrollarán en los establecimien­
tos o unidades que cuenten con la estructura profesional ade­
cuada y que dispongan de los'medios suficientes.
Art. 68. — El sistema dé residencias psicológicas compren­
de a los psicólogos no incluidos en este régimen de carrera, que
adquiriendo capacitación,'serán remunerados.
Art. 69. — El sistema de concurrencia programada com­
prende a los psicólogos no incluidos en este régimen de carrera
ni en .el sistema de residencias, que adquiriendo capacitación
programada y periódica no serán remunerados.
Art. 70. — Los profesionales que se incluyan en los siste­
mas de residencias psicológicas y concurrencia programada,
realizarán las tareas asistenciales que sean menester a fin de
cumplimentar los propósitos de capacitación, pero en ningún
caso sustituirán las obligaciones que deben cumplir los psicólo­
gos incluidos en este régimen de carrera.

Capítulo XV
De las disposiciones generales

Art. 71. — En casos debidamente fundados y para la reali­


zación de tareas especiales de carácter transitorio y excepcio­
nal que no puedan ser ejecutadas por los psicólogos de planta,
la autoridad sanitaria podrá contratar psicólogos de destacada
. actuación profesional para su realización, especificando el plan
de trabajo y el tiempo de desarrollo de la tarea. En todos los
casos, deberá contarse con el acuerdo de la comisión perma­
nente de la carrera psicológica.
Art. 72. — En la aplicación de la presente ley, en su regla­
Psicología judicial 159

mentación y demás disposiciones que en su consecuencia se


dicten, deberá tenerse como objetivo primordial el eficiente
funcionamiento del Servicio Público de Salud y el interés de los
¡profesionales psicólogos a cuyo efecto se recabará la colabora­
ción de la Asociación Psicológica de la Provincia de Mendoza o
entidad que los represente.
Art. 73. — Los términos a que se refiere esta ley son dé
carácter perentorio o improrrogable.
Art. 74. — En todo aquello que no se encuentre expresa­
mente legislado en este régimen de carrera psicológica, serán
de aplicación supletoria las disposiciones legales vigentes para
los agentes de la Administración Pública Provincial y Munici­
pal.
Art. 75. — En las instituciones asistenciales y sanitarias
comprendidas en el ámbito de esta ley, deberá crearse una uni­
dad, sección, servicio de departamento de psicología acorde con
la cantidad de profesionales psicólogos de planta y con la
diversidad de los servicios según la reglamentación establezca.
Deberán estar a cargo de los mismos, en las respectivas jefatu­
ras profesionales psicólogos que dirigirán los aspectos adminis­
trativos, formativos y técnicos de los profesionales a su cargo.
Sujeto a la reglamentación que se dicte al respecto y sin
perjuicio de que el psicólogo pueda realizar su carrera asisten-
cial según el escalafón general que estable esta ley.

Capítulo XVI
De las disposiciones transitorias

Art. 76. — Déjanse incluidos los profesionales psicólogos


egresados de la Facultad Provincial de Antropología Escolar
con cuatro (4) años de curriculum, a los efectos de esta ley, en
igualdad de condiciones que los egresados de carreras mayores
universitarias de cinco (5) años.
Art. 77. — Los profesionales que se encuentran desempe­
160 Juan H. Del Popolo

ñando funcionaes jerárquicas a la fecha de la sanción de la pre­


sente ley, con carácter interino, continuarán, en las mismas
hasta su cobertura por el régimen de concursos establecido.
Art. 78. — A los fines de establecer la estructura de funcio­
nes jerárquicas sobre la cual se efectuará el primer llamado a
concurso, la autoridad sanitaria confeccionará la misma con
noventa (90) días corridos de antelación a la fecha de convoca­
toria.
Art. 79. — Derógase cualquier otra norma o disposición en
cuanto se oponga a la presente ley.
Art. 80. — [D e f o r m a ].
L ey 5837

MODIFICACIONES A I A LEY DE CARRERA


DEL PSICOLOGO

El Senado y Cámara de Diputados de la Provincia de Men­


doza, sancionan con fuerza de Ley:

Art. 1° — Modifícase el art. 39 de la ley 5511, Carrera Psi­


cológica, el que quedará redactado de la siguiente forma:
Art. 3S— Los profesionales comprendidos en la prsente ley,
se denominarán psicólogos de planta, entendiéndose por tales
a los que componen la dotación necesaria para el normal cum­
plimiento de tareas asistenciales, preventivas o sanitarias y
revistarán como:
a) Psicólogo titular: El que habiendo ingresado por concur­
so se incorpora al escalafón con carácter definitivo y plena
establidad;
b) Psicólogo interino: El que ha sido designado para cubrir
en forma transitoria las vacantes que se produzcan en las
dotaciones del personal efectivo, las que deberán ser concursa­
das indefectiblemente en el año calendario posterior, excep­
tuándose de ser concursados los interinatos que tengan por
objeto cubrir las funciones jerárquicas y directivas que se esta­
blecen en él Art. 4S, como así también los producidos por licen­
cia ordinarias y extraordinarias previstas por la legislación
vigente. No será computable la permanencia en calidad de
interino para el encasillamiento por promoción automática.
Juan H. Del Popolo

“Gozarán de efectividad en sus cargos todos los psicólogos


que al momento de la promulgación del régimen de carreta
psicológica estuvieran desempeñándose en el ámbito de aplica­
ción de la misma”.
Art. 2° — Modificase el art. 46 de la ley 5511 carrera psi­
cológica, el que quedará redactado de la siguiente forma:
Art. 46. — Los jurados de,concurso para funciones jerár­
quicas y del tramo directivo estarán integrados por cinco (5)
miembros titulares y cinco (5) miembros suplentes.
Los Psicólogos escalafonados designarán por elección direc­
ta y secreta tres (3) miembros titulares y tres (3) miembros
suplentes que deberán reunir los siguientes requisitos:
a) Domicilio real en la zona;
b) Revistar como titular en cualquiera de las funciones
excepto de la Jefe de Sección o en el tramo directivo.
Para el caso en que no pudiera integrarse el jurado por
miembros que reúnan los requisitos antes enunciados, deberá
incluirse en el listado que a tal efecto confeccionará el Ministe­
rio de Salud, a profesionales de las zonas con iguales requisi­
tos.
Los restantes integrantes de los jurados serán designados:
Un (1) miembro titular y un (1) miembro suplente por el
Ministerio de Salud y un (1) miembro titular y un (1) miembro
suplente por la Asociación de Psicólogo de Mendoza o entidad
que los represente, debiendo en ambos casos acreditar una
antigüedad mínima de diez (10) años en el ejercicio de la pro­
fesión.
De presentarse la imposibilidad de la constitución estos
jurados serán suplidos por los respectivos jurados del tramo
personal profesional en forma completa. Sus miembros debe­
rán excusarse al considerar sus antecedentes cuando al mismo
tiempo sean postulantes a desempeñar funciones jerárquicas o
del tramo directivo.

Art. 3 B. — [De fokm a]


CODIGO DE ÉTICA Y DISCIPLINA EN EL EJERCICIO
DE LA PROFESION DE PSICOLOGO

Capítulo I
De las normas éticas

Artículo 1° — Las normas éticas que se establecen no


importan la negación de otras no expresadas y que pueden
resultar del ejercicio profesional consciente y digno. El profe­
sional procederá con un criterio justo, evitando interpretacio­
nes capciosas o forzadas, con la finalidad de favorecer una
situación propia en perjuicio de colegas o pacientes. Cuando
determinada situación no llegue a estar contemplada
expresamente en este cuerpo de reglas, corresponde resolverlas
al Consejo Deontológico. Los conceptos expresados tienden a
fijar principios y a sistematizar el cuerpo de reglas morales
que deben gobernar la profesión.
Artículo 2 a — Las Asociaciones Profesionales, el Departa­
mento de Psicología y Consejeros podrán proponer al Consejo
Deontológico para su consideración, otras conductas que resul­
tasen violatorias de las reglas de ética profesional no previstas
en el presente código. .

Capítulo II
De los deberes con la sociedad y con sus pacientes

Artículo 3 B—a) En toda actuación el psicólogo cuidará de


sus pacientes, ateniéndose a su condición humana.
b) No hará distinción de: nacionalidad, religión, raza, de
partido político o clase; sólo verá al ser humano que lo necesi­
ta.
164 Juan H. Del Popolo

c) El psicólogo debe ser un individuo probo, de honor y hon­


rado en el ejercicio de su profesión.
d) Cooperará con sus medios técnicos psicológicos eii la
vigilancia, promoción, protección, atención y/o rehabilitación
de la salud psicológica individual y colectiva.
e) Tiene la obligación de denunciar y combatir:
1. El ejercicio ilegal de la profesión, cualquiera sea su for­
ma.
2. Toda, actuación que no se efectúe en el plano y nivel cien­
tífico de la Psicología.
3. La explotación del profesional en el ejercicio de su pro­
fesión. Para ello deberá recurrir a todos los medios legales de
que disponga, con la intervención del Consejo Deontológico.
f) Se dedicará a ampliar la comprensión que el hombre tie­
ne de sí mismo y de los demás. Mientras persigue esta finali­
dad protege el bienestar de cualquier persona que busque sus
servicios.
g) No usará su posición profesional o sus relaciones, ni per­
mitirá con sus conocimientos que sus servicios sean usados por
otros, con fines que no concuerden con los valores señalados
precedentemente.
h) Al mismo tiempo que exige para sí libertad de investigar
y de comunicación acepta la responsabilidad que confiere esta
libertad; ser competente cuando afirma serlo; ser objetivo con
el informe de sus hallazgos y ser considerado para los intereses
de sus colegas y de la sociedad.

Capítulo III
Deberes en las relaciones profesionales

Artículo 4 - — El respeto mutuo, la no intromisión en los


límites de la especialidad ajena y el evitar recurrir a medios
que no sean la competencia científica, constituyen la base de la
ética que rige las relaciones profesionales.
Artículo 5 - — El profesional que desempeña un cargo
Psicología judicial 165

público está obligado á respetar la ética profesional, cumplien­


do con todo lo establecido en este código.
Sus obligaciones con el Estado no lo eximen de sus deberes
éticos con sus colegas y, por lo tanto debe, dentro de la esfera
de su acción, como consecuencia del cargo que ocupa, propug­
nar por:
a) Que se respete el régimen de concurso.
b) Que se respete la estabilidad y el escalafón del profesio­
nal funcionario.
c) El derecho de amplia defensa y de sumario previo a toda
cesantía.
d) El derecho a profesar cualquier idea política o religiosa.
e) El derecho de agremiarse libremente y a defender los
intereses gremiales.
f) Que se respeten los demás derechos consagrados en las
leyes vigentes que hacen a la profesión.
Artículo 6- — Los profesionales psicólogos, tendrán la obli­
gación de cobrar honorarios que estén de acuerdo con la digni­
dad profesional y que no constituyan un factor de competencia
desleal.
Ley 7106

EJERCICIO DE LA PROFESION DE PSICOLOGO


"EN LA PROVINCIA DE CORDOBA

El Senado y Cámara de Diputados de la Provincia de Cór­


doba, reunidos en Asamblea General, sancionan con fuerza de
ley:

Artículo 1- — A los efectos de esta ley, se considera ejerci­


cio de la Psicología la aplicación e indicación de técnicas espe­
cíficamente psicológicas en la enseñanza, el asesoramiento, los
peritajes y la investigación, de la conducta humana, y en el
diagnóstico, pronóstico y tratamiento, tanto de las enfermeda­
des mentales de origen eminentemente psíquico, como de las
alteraciones psicológicas en enfermedades somáticas de las
personas, y la recuperación, conservación y prevención de la
salud mental de las mismas.
Art. 2 3 — El ejercicio de la Psicología se desarrollará en los
niveles, individual, grupal, institucional y comunitario, ya sea
en forma público privada, en las áreas de la Psicología Clínica,
Educacional, Laboral, Jurídica y Social.
a) Se entenderá por área de la Psicología Clínica: la esfera
de acción que se halla en hospitales generales, psiquiátricos,
neurosiquiátricos, centros de salud mental, clínicas e institu­
ciones privadas de la misma índole y en práctica privada de la
profesión.
b) Por área de la Psicología Educacional: la esfera de
acción que se halla en instituciones educativas y en la práctica
privada de la profesión;
Psicología judicial 167

c) Por área de la Psicología Laboral: la esfera de acción que


se realiza en las instituciones donde están implicadas activida­
des vinculadas al trabajo, en gabinete e instituciones creadas a
tal fin y en la práctica privada de la profesión.
d) Por área de la Psicología Jurídica: la esfera de acción
que se realiza en los tribunales de justicia, institutos peniten­
ciarios, de internación de menores y en la práctica privada dé
la profesión.
e) Por área de la Psicología Social: la esfera de acción rela­
cionada con todas las instituciones, grupos y miembros de la
comunidad que, en cuanto fuerza sociales, afectan la conducta
del individuo, industrias y organismos oficiales, instituciones
de la investigación sobre la opinión pública, centros de investi­
gación psicológicas, antropológicos, las empresas publicitarias
y demás afines, con la perspectiva que todas las áreas ocupa-
cionales del psicólogo reciban aportes de la Psicología Social.
La aplicación de las especialidades en las áreas descriptas se
hará extensible a todas aquellas instituciones que requieran
ejercicio profesional específico de cada especialidad. Asimismo
la enumeración de las áreas no limita la promoción de nuevas
especialidades, que requieran su formación particular y aplica­
ción específica para un mejor servicio a la comunidad determi­
nando así otras áreas ocupacionales.
Art. 3 2 — Se considerára ejercicio de la profesión de Psicó­
logos:
a) En el área de la Psicología Clínica: la exploración psico­
lógica de la estructura, dinámina y desarrollo de la personali­
dad, la orientación psicológica para la promoción y prevención
del equilibrio de la personalidad; la investigación y formula­
ción de diseños experimentales; el diagnóstico y tratamiento de
los conflictos y tensiones de la personalidad, mediante psicote­
rapia o terapia1psicológica; otras actividades que con el mismo
objetivo, requieran el uso de instrumentos y técnicas estricta­
mente psicológicos.
b) En el área del Psicología Educacional: investigar, orien­
tar, operar y enseñar en todos los niveles de la educación, en la
168 Juan H. Del Popolo

medida que en ella incidan factores psicológicos, con el fin de


crear juntamente con el educador y con los datos provenientes
de otros profesionales, el clima más favorable para lograr el
éxito del aprendizaje analizando mediante sus técnicas especí­
ficas, los problemas que gravitan en la tarea educativa, deriva­
da de la configuración psíquica y del medio social en que se
desenvuelve.
c) En el área de la Psicología Laboral: la selección, organi­
zación, distribución y desarrollo del personal; evaluación de
puestos y tareas; estudio de motivaciones, investigación y pro­
puesta de sistema de producción a través de los cuales el hom­
bre encuentra un medio dé'realización creando el clima más
favorable para la adecuación del trabajo al hombre; investiga­
ción de las causas psicológicas de accidentes en el ámbito labo­
ral, y asesoramiento sobre la prevención de los mismos; la
actuación sobre las tensiones de grupos propendiendo a preve­
nir, conservar y promover la salud psíquica de los integrantes
de la institución laboral.
d) En el área de la Psicología Jurídica: el estudio de la per­
sonalidad del sujeto que delinque; la rehabilitación del penado;
la orientación psicológica del liberado y de sus familiares; la
actuación sobre las tensiones grupales en institutos penales
con tareas de Psico-Higiene; la colaboración en peritajes,
empleando los instrumentos específicos; la realización de peri­
tajes psicológicos; realización de peritajes y estudios de adop­
ción y de conflictos familiares.
e) En el área de la Psicología Social: el estudio en general
del comportamiento del individuo en relación con el grupo
dinámico; la investigación de las actividades de las personas,
su nivel de aspiración, motivaciones, tendencias, opiniones,
problemas de comunicación de pequeños y grandes grupos.
El ejercicio de la profesión del psicólogo cualquiera fuera
su área podrá desarrollarse interdisciplinariamente. Igualmen­
te se considerará ejercicio de la profesión del psicólogo, la
orientación vocacional y profesional, la enseñanza y la difusión
del conocimiento y técnicas psicológicas.
Psicología judicial 169

Art. 4 - — El ejercicio de la profesión de psicólogo, en cual­


quiera de las áreas de la psicología solo se autorizará a aque­
llas personas que como consecuencia de haber cursado una
cárrera universitaria mayor, posean títulos habilitantes de psi­
cólogos, licenciado en psicología o doctor en psicología, previa
obtención de la matrícula profesional correspondiente a la ins­
cripción en el Consejo de Psicólogos de la Provincia de Córdo­
ba.
Art. 5° — Podrán ejercer la profesión de psicólogos:
a) Los que tengan títulos válidos y habilitantes de psicólo­
gos, licenciados en psicología o doctor en psicología expedido
por una Universidad Nacional o Privada autorizada conforme
a la legislación universitaria y habilitado de acuerdo con la
misma.
b) Los que tengan títulos otorgados por Universidad
Extranjera de igual jerarquía perteneciente a un país con el
que exista en vigencia tratado de reciprocidad, habilitados por
una Universidad Nacional.
c) Los profesionales extranjeros con títulos equivalente de
prestigio internacional reconocido y que estuvieran de tránsito
en el país, cuando fueran requeridos en consulta de su exclusi­
va especialidad, previa autorización a ese solo efecto que será
concedida a solicitud de los interesados por un plazo de seis (6)
meses prorrogables a un año como máximo por el Consejo de
Psicología de la Provincia de Córdoba, no pudiendo ejercer la
profesión privadamente.
d) Los que tengan título equivalente otorgado por Univer­
sidad Extranjera de igual jerarquía y que hubiesen revalidado
el título en una Universidad Nacional.
e) Los profesionales extranjeros con títulos equivalentes
contratados por instituciones públicas o privadas con finalida­
des de investigación, asesoramiento, docencia y/o para evacuar
consultas de dichas instituciones durante la vigencia del con­
trato y dentro de los límites que se reglamenten, no pudiendo
ejercer la profesión privadamente.
Art. 6° — Los psicólogos podrán certificar profesionalmen­
170 Juan H. Del Popolo

te, de acuerdo a lo que esta ley establece, las comprobaciones


y/o constancias que efectúen en el ejercicio de su profesión'
como así también los procedimientos técnicos psicológicos Uti­
lizados.
Art. 7- — Los profesionales psicólogos están, sin perjuicio
de lo que establezcan las demás disposiciones legales regla­
mentarias, obligados a:
a) Proteger a los examinados asegurándoles que la prueba
y sus resultados se utilizarán de acuerdo con las normas éticas
y prófesionales, cuando necesite aplicar pruebas psicológicas
para propósitos de enseñanza, clasificación o investigación.
b) Prestar la colaboración que sea requerida por las auto­
ridades sanitarias en caso de epidemias, desastres u otras
emergencias.
c) Mantenerse permanentemente informados de los progre­
sos concernientes a su disciplina cualquiera sea su especiali­
dad a los fines de la realización misma.
d) Guardar el más riguroso secreto sobre cualquier pres­
cripción o acto profesional salvo las excepciones de la ley o en
los casos que por la parte interesada se lo relevare de dicha
obligación expresamente. El secreto profesional deberá
guardarse con igual rigor respecto de los datos ó hechos que se
informaren en razón de su actividad profesional sobre las per­
sonas en sus aspectos físicos, psicológicos e ideológicos.
Art. 8° — Queda prohibido a los psicólogos:
a) Prescribir, administrar o aplicar medicamentos, electri­
cidad o cualquier otro medio médico, o mecánico o químico,
destinado a tratamiento de las enfermedades dé las personas.
b) Aplicar en sus prácticas profesionales procedimientos
que no hayan sido aprobados en los centros universitarios o
científicos del país.
c) Participar honorarios entre psicólogos o con cualquier
otro profesional del arte de curar, sin perjuicio de presentar
honorarios en conjunto o separadamente según corresponda.
Art. 9° — El Consejo Profesional de Psicólogos de la Pro­
vincia de Córdoba, reglamentará las sanciones a aplicar en
Psicología judicial 171

cada caso de incumplimiento o trasgresiones a la presente ley,


debiendo promover además, toda actividad tendiente al perfec­
cionamiento y actualización de los profesionales psicólogos.
Art. 10 — Derógase toda disposición que se oponga a la
presente ley.
Art. 11 — Comuniqúese al Poder Ejecutivo.

Molardo — Medina Allende — Gerónico — Cendoya.


Promulgación: Decreto N2 4624 del 21/09/84.
Publicación: B.O. 27/09/84.
L e y 23.277

PSICOLOGIA. NORMAS PARA EL EJERCICIO


• DE LA PROFESION. DEROGACION DE LOS ARTS.
92 Y 91 DE LA NORMA DE FACTO 17.132

Sanción: 27 de noviembre de 1985.


Promulgación: 6 de noviembre 1985 (Aplicación art. 70 C. Nacional).
Publicación: B.O. 15/11/85.

Citas legales: Ley 17.13?; XXVII-A, 44.

Proyecto de los diputados Cáceres y Maglietti, considerado


y aprobado con modificaciones por la Cámara de Diputados en
la sesión del 12 de setiembre de 1985 (D. ses. Dip. 1985, ps.
4436 a 4451) y por el Senado en la sesión del 27/28 de setiem­
bre de 1985 (D. ses. Se. 1985, ps. 2999 a 3002).

Título I
Del ejercicio profesional ámbito y autoridad de aplicación

Art. 1B— El ejercicio de la psicología, como actividad pro­


fesional independiente en la Capital Federal, Territorio Nacio­
nal de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur,
quedará sujeta a las disposiciones de la presente, ley.
El control del ejercicio de la profesión y el gobierno de la
matrícula respectiva se realizará por la Secretaría de Salud,
dependiente del Ministerio de Salud y Acción Social, en las
condiciones que se establezcan en la correspondiente regla­
mentación.
Psicología judicial 173

Art. 2 - — Se considera ejercicio profesional de la psicolo­


gía, a los efectos de la presente ley, la aplicación y/o indicación
de teorías, métodos, recursos, procedimientos y técnicas espe­
cíficas en:
a) El diagnóstico pronóstico y tratamiento de la personali­
dad y la recuperación; conservación y prevención de la salud
mental de las personas;
b) La enseñanza y la investigación;
c) El desempeño de cargos, funciones, comisiones o empleos
por designaciones de autoridades públicas, incluso nombra­
mientos judiciales;
d) La emisión, evacuación, expedición, presentación de cer­
tificaciones, consultas, asesoramiento, estudios, consejos, infor­
mes, dictámenes y peritajes.
Art. 32 — El psicólogo podrá ejercer su actividad autónoma
en forma individual y/o integrando equipos interdisciplinarios,
en forma privada o en instituciones públicas o privadas que
requieran sus servicios. En ambos casos podrá hacerlo a reque­
rimiento de especialistas en otras disciplinas o de personas que
voluntariamente soliciten su asistencia profesional.

Título II
De las condiciones para el ejercicio de la profesión

Art. 42 — El ejercicio de la profesión de psicólogos sólo se


autorizará a aquellas personas que:
1. Posean título habilitante de licenciado en psicología
otorgado por universidad nacional, provincial o privada habili­
tada por el Estado, conforme a la legislación o título equivalen­
te reconocido por las autoridades pertinentes.
2. Posean título otorgado por universidades extranjeras
que hayan sido revalidado en el país.
3. Tengan título otorgado por universidades extranjeras
que en virtud de tratados internacionales en vigencia haya
sido habilitado por universidad nacional.
174 Juan H. Del Popolo

4. También podrán ejercer la profesión:


a) Los extranjeros con título equivalente, que estuviesen en -
tránsito en el país y fueran oficialmente requeridos en consulta
para asuntos de su especialidad. La autorización para el ejer­
cicio profesional será concedida por un período de seis meses,
pudiendo prorrogarse.
. b) Los profesionales extranjeros contratados por institucio­
nes públicas o privadas con fines de investigación, docencia y
asesoramiento. Esta habilitación no autoriza al profesional
extranjero para el ejercicio independiente de su profesión,
debiendo limitarse a la actividad para la que ha sido requerido.
Art. 5S— El ejercicio profesional consistirá únicamente en
la ejecución personal de los actos enunciados en la presente
ley, quedando prohibido todo préstamo de la firma o nombre
profesional a terceros, sean éstos psicólogos o no.

Título III
Inhabilidades e incompatibilidades

Art. 6S — No podrán ejercer la profesión:


1. Los condenados por delitos contra las personas, el honor,
la libertad, la salud pública o la fe pública, hasta el transcurso
de un tiempo igual al de la condena, que en ningún caso podrá
ser menor de dos años.
2. Los que padezcan enfermedades psíquicas graves y/o
infecto-contagiosas mientras dure el período de contagio.

Título IV
. De los derechos y obligaciones

Art. 1- — Los profesionales que ejerzan la psicología


podrán:
1. Certificar las prestaciones de servicios que efectúen, así
como también las conclusiones de diagnósticos referentes a los
estados psíquicos de las personas en consulta.
Psicología judicial 175

2. Efectuar interconsultas y/o derivaciones a otros profesio­


nales de la salud cuando la naturaleza del problema así lo
requiera.
Art. 82 — Los profesionales que ejerzan la psicología están
obligados a:
1. Aconsejar la internación en establecimiento público o
privado de aquellas personas que atiendan y que por los tras­
tornos de su conducta signifiquen peligro para sí o para terce­
ros; así como su posterior externación.
2. Proteger a los examinados, asegurándose de que las
pruebas y resultados que obtenga se utilizaran de acuerdo a
normas éticas y profesionales.
3. Prestar la colaboración que le sea requerida por las
autoridades sanitarias en casos de emergencias.
4. Guardar el más riguroso secreto profesional sobre cual­
quier prescripción o acto que realizare en cumplimiento de sus
tareas específicas, así como de los datos o hechos que se les
comunicare en razón de su actividad profesional sobre aspectos
físicos, psicológicos o ideológicos de las personas.
5. Fijar domicilio profesional dentro del territorio de la
Capital Federal, Tierra del Fuego e Islas del Atlántico Sur.
Art. 92 — Queda prohibido a los profesionales que ejerzan
la psicología:
1. Prescribir, administrar o aplicar medicamentos, electri­
cidad o cualquier otro medio físico y/o químico destinado al tra­
tamiento de los pacientes.
2. Participar honorarios, entre psicólogos o con cualquier
otor profesional, sin perjuicio del derecho a presentar honora­
rios en conjunto por el trabajo realizado en equipo.
3. Anunciar o hacer anunciar actividad profesional como
psicólogo publicando falsos éxitos terapéuticos, estadísticas fic­
ticias, datos inexorados; prometer resultados en la curación o
cualquier otro engaño.
Art. 10 — Deróganse los arts. 99 y 91 de la norma de facto
17.132, y toda otra disposición que se oponga a la presente ley.
Art. 11 — Comuniqúese, etc.
3
C a p it u l o III

EL TRABAJO PERICIAL*

Necesidad de tener en cuenta la complejidad

Para un correcto trabajo a nivel de com prensión del


com portamiento deben analizarse m inuciosam ente los
m últiples factores que se intersectan en cada situación
forense. Diversos autores y m odelos teóricos intentan dar
cuenta de esta com plejidad propia de las ciencias de la
conducta. Entre ellos cabe citar a Buikhuisen, quién
diseñó una fórm ula de la conducta como función de facto­
res personales y sociales. Dentro de los factores persona­
les este autor considera los genéticos, variables endocri-
nológicas, factores biológicos relacionados con el cerebro,
variables neurofisiológicas, factores bioquímicos, psicofi-
siológicos, orgánicos, psiquiátricos, sociológicos, actitu­
des, normas y valores. Considera también factores desde

* En este capítulo, al describir el proceso pericial, sólo hacemos referencia


a ciertos y determinados Códigos de Procedimientos. Pero debe tenerse pre­
sente que al legislar sobre la prueba pericial, gran cantidad de Códigos de dis­
tintas latitudes lo hacen en forma similar, difiriendo tan sólo en detalles.
178 Juan H. Del Popolo

el punto de vista social tales como los hechos m ínimos al


momento del delito y el papel de la víctima, los factores
de nivel m edio, como las experiencias previas con la poli­
cía, el hogar paterno, los amigos y por último, los de nivel
máximo: situación política, económica, empleo, actitudes,
de la comunidad, grupos subculturales, etc.
S.

Estos esquem as m ultifactoriales han sido utilizado


también con éxito por otros autores. Así, por ejem plo,
cabe m encionar el m odelo-ecológico del maltrato infantil
en la obra de Cirillo-D i Blasio llamada «Niños m altrata­
dos, diagnóstico y terapia familiar». A llí se presenta un
esquema de trabajo a partir del m odelo ecológico pro­
puesto en 1980 por Garbarino y relatado por Browne en
1988, en él que se consideran factores individuales, fam i­
liares, sociales, culturales, sistemas sociales de „apoyo y
redes sociales, y los sucesos de las diferentes etapas de la
vida, la interpretación de los hechos, el stress en el m al­
trato del niño, etc. Dentro de los:factores in3ívMuales^se
conceptualizan una serie de ellos, a saber: pércepción de
experiencias infantiles, prácticas educativas, salud física ^
y mental, tolerancia a las frustraciones, acercam iento a
la solución de problem as, capacidad de hacer frente a las
dificultades, im agen de sí, etc.. Entre los'factQres'fa m i­
llares,’ se exam inan la estabilidad de la paréja, la inte­
racción entre los m iem bros de la familia, las necesidades ,y,~
particulares de cada uno de los miembros, la estructura ^
familiar, las redes, la violencia familiar. También se eva­
lúan los ía cto re s ^ s o c ia le s ^ r e d e s sociales form ales e
informales, bienestar general de la comunidad, condicio­
nes de adaptabilidad, integración social, agencias de
Psicología judicial 179

com unidad de acogida, recursos económ icos, desocupa­


ción, y los fa c t o r e s c u ltu r a le s , como actitudes frente a
la violencia y castigos, educación, concepción de la fam i­
lia, de la sociedad, de. las instituciones de apoyo a la
familia, el significado atribuido a los conceptos de mérito,
individualism o, progreso y tecnología.
Este abordaje multidisciplinario, fue receptado en el
centro de la ciudad de M ilán para la ayuda al niño m al­
tratado y a la familia en crisis.
En m uchos lugares se aplican estos esquem as in te­
grando diversas concepciones teóricas. Es interesante la
posibilidad de esta perspectiva ecológica y m ultifactorial
de dar cuenta de la m ultiplicidad de factores para la
com prensión de un hecho. Se trabaja en form a interdisci-*,
plinaria en muchos tribunales de m enores, y de familia, J
en los que el equipo técnico da una determ inada visión j
del problem a al juez y a partir de ella éste puede, desde ;
lo m ultidisciplinario, m ovilizar distintos sectores o facto- i
res, desde los personales hasta los fam iliares, y las orga- j
nizaciones de la com unidad (com o la Cruz Roja o Cari- !
tas), o determ inados’iinstitutos de enseñanza o talleres,
para tratar la m odificación de la situación que se presen­
ta, pero ya desde un contexto social.
También en la escala de Rogers propuesta en EE.UU.
para la valoración de la responsabilidad penal, vemos
que se integran datos procedentes de distintas fuentes.
En la fase uno de recolección de datos, se revisan los
informes policiales, las declaraciones del sumario, se bus­
can antecedentes de tipo psicológico, psiquiátrico, m édi­
co, de conducta delictiva anterior, y cualquier inform a­
ción en general necesaria para efectuar las valoraciones
180 Juan H. Del Popolo

de la segunda fase o para com plem entar los m odelos de


decisión de la tercera fase. En definitiva, se está abierto
a cualquier fuente de inform ación y variable relevante
para la com prensión del caso.
La fase dos de la escala, com prende distintas fases
para la evaluación tanto de variables psicológicas como
de contexto, tales como la organicidad, el control conduc-
tual, el cognitivo, psicopatología, etcétera.
En estos m odelos lo im portante es destacar que se
hace el estudio a partir de un conjunto de variables.
Nosotros hemos elaborado para el uso de la Cátedra,
una lista de factores a los efectos de desarrollar la labor
pericial, y han sido elegidos teniendo presentes distintas
contribuciones del área criminológica y psicológica, tales
como, Labelling Aproach, la visión psicoanalítica en sus
distintos aspectos, las teorías del aprendizaje, las técni­
cas de la neutralización, las teorías de las subculturas, y
las teorías funcionalistas entre otras. De esta form a, se
plasma la visión de complejidad a la que ya hem os hecho
referencia.
Al poder colectar las contribuciones de diversas
escuelas teóricas, hemos partido de la necesidad de evi­
tar visiones reduccionistas. Se deben tener presentes
diversas variables para evaluar su presencia y su peso en
cada caso. Cómo se han de interrelacionar es im posible
de predecir desde un prim er m omento. El caso individual
presenta siem pre m atices altam ente particulares. La
identificación de los factores operantes en cada situación
debe com plem entarse — en el caso de que se nos soliciten
orientaciones para la acción— con técnicas para la solu­
ción creativa de problemas. No hay recetas ni m odelos
Psicología judicial 181

fijos. Ellas tienen por precio la claudicación de la libertad


de im aginar y crear alternativas. Intentam os apartarnos
de m odelos y respuestas estereotipadas para la solución
de problem as. Las estrategias de solución conocidas las
tenem os en cuenta a manera de arsenal para m ovilizarla
frente al caso concreto. Sólo frente a él se crea una res­
puesta «facetada a medida». No obstante, la limitación de
m edios, es posible hacer ju ga r alternativas creativas, y
m ás aún si trabaja con un gabinete pericial interdiscipli­
nario con egresos múltiples hacia las redes comunitarias.
A partir de la m ejor com prensión del problem a en
juego, será posible proponer y diseñar nuevas alternati­
vas de solución más allá de la solución legal que pudiera
ya estar consagrada.
Esta com prensión se da a través de la visualización
de la com plejidad y no a partir de factores aislados. El
m odelo propuesto se adapta al trabajo, con el computador
que puede dar cuenta de m ultiplicidad de variables en
interacción y que posibilita abordar el fenóm eno desde
distintos focos e interfases, dando cuenta de perspectivas
múltiples desde distintas «ventanas». El mismo hecho se
puede abordar desde la perspectiva de la víctim a, la
comunidad, el autor, lo desencadenante, etc.
Este m odelo perm ite tam bién una visión articulada
de la problem ática, evitando a la descalificación de otras
ópticas por el hecho de no ser propias.
Los factores a tener en cuenta para la pericia serán
analizados in extenso en otro tomo de esta obra. Perm i­
ten analizar la situación del peritado utilizando una muy
am plia gam a de variables. Pero resultaba necesario en
esta parte de la obra hacer m ención a la existencia de
182 Juan H. Del Popolo

esta «complejidad». Estos factores deben tenerse presen­


tes para intentar también soluciones creativas de los pro­
blemas con los que tropezam os en la pericia.

Evolución del trabajo pericial


y algunas de sus características.
E l secreto profesional

El f o c o c e n t r a l d e l t r a b a jo p e r i c ia l consistirá en
la tárea de evacuar los llam ados puntos de pericia, fija­
dos por el magistrado. Este es propiam ente el objeto de
la pericia psicológica: pero aquí aparece una primera difi­
cultad. Para que el m agistrado form ule adecuadamente
los puntos de pericia, y no en form a ambigua o genérica,
ha de tener un conocimiento m ínim o sobre lo que puede
pedir racionalm ente del perito y los aportes que la cien­
cia de éste le puede brindar.
En cuanto a la secuencia m ism a del proceso pericial
me parece indispensable que en el prim er contacto con el
o los sujetos que intervendrán en el proceso en calidad de
peritados, se les com unique que se actúa en calidad de
perito y que se pondrá en conocim iento del juez todos los
resultados que se obtengan del proceso. También es
im portante hacerle conocer de qué juzgado proviene la
designación pericial, el tiem po estim ado de trabajo, el
objetivo de la tarea y quién es la persona que la está lle­
vando a cabo y auxiliares,que.intervendrán.
Esto ayudará a clarificar en favor del examinado la
situación de pericia, y perm itirá evitar fantasías contra-
transferenciales que puedan interferir con la tarea.
Psicología judicial 183

También se le debe hacer saber que, en definitiva, la


resolución en la causa la tom ará el Tribunal y no el psi­
cólogo, y cuál es el rol que el profesional jugará.
Asim ism o, resulta necesario hacerle conocer que al
finalizar.el proceso pericial podrá el entrevistado pregun­
tar sobre situaciones que él quiera saber. De esta forma
se incluye que habrá devolución de información, circuns­
tancia que contribuye a reducir la ansiedad.
j Teniendo el perito obligación legal de com unicar al
m agistrado que le encargó la pericia todas las circuns­
tancias relevantes con relación a la labor encomendada y
estando incluso sancionado en Argentina y en otros paí­
ses con pena de prisión el hecho de afirmar una falsedad
o negar o callar la verdad en todo o en parte en la pericia
(concretam ente en el artículo 275 del Código Penal
Argentino), parece absolutam ente necesario hacerle
conocer este hecho al o los sujetos que se presentarán al
examen. El deber de com unicar al juez lo obtenido en
relación a la tarea encom endada proviene del mismo
marco normativo del derecho y no está el perito en condi­
ciones de alterar este m andato de la ley.
El hecho de inform arle al sujeto a examinar la apun­
tada circunstancia evitará luego fenóm enos contratrans-
ferenciales en el entrevistador, sintiendo que está reve­
lando datos que le fueron confiados en la intimidad.
En segundo lugar, esto le perm itirá al entrevistado la
posibilidad de negarse a colaborar con el perito. Tal nega­
tiva, resulta absolutamente legítim a en el caso del im pu­
tado (en la esfera penal). Este no se encuentra obligado a
declarar contra sí m ism o ni a ofrecer pruebas, y menos si
lo pueden perjudicar. jDe todas m aneras, es poco lo que
184 Juan H. Del Popolo

pericialm ente se puede hacer para exam inar el estado


actual de un sujeto desde el punto de vista psicológico si
éste se niega a colaborar con el entrevistador.
Resulta interesante citar el precedente de los EE.UU.
«M iranda vs. Arizona» (1966), en el que se concluye que
ninguna información obtenida por un psicólogo es válida
si el examinado no conoce su derecho a inhibirse de
suministrarla.
Gisbert Calabuig, entiende que el derecho a manifes­
tar librem ente la conciencia es inalienable e intangible y
toda coacción física o psíquica repugna a la naturaleza
humana. Desde esta perspectiva, tam bién cabe pregun­
tarse hasta qué punto se puede obligar a una persona
distinta del imputado (por ejemplo, la víctima o un testi­
go) a colaborar y someterse al peritaje psicológico. Con­
forme lo que venimos exponiendo, parece que correspon­
de inclinarse por la respuesta negativa teniendo presente
la protección de la intim idad de esa persona.
{^Se recom ienda que la p rim er entrevista sea lo más
abierta posible. Es inconveniente que el perito conozca en
esta prim er entrevista pericial mayores datos en torno a
la situación del sujeto a examinar.
Tal actitud tiene por finalidad evitar la formación de
prejuicios o sesgos. El hecho de no conocer estos datos,
ayudará a que el psicólogo pueda utilizar las primeras
im presiones de la persona o personas a examinar, para
confrontarlas posteriormente con los datos que provienen
del proceso pericial y del estudio de la causa. En este
sentido resultará útil hacerle conocer al sujeto o grupo
examinado, que no se tiene conocim iento de la causa.
Cabe aclarar que no resultará posible que se desempeñe
Psicología judicial . 185

como perito psicólogo, quien haya tenido a su cargo el


tratam iento psicológico de la persona a examinar.
Habiendo estado a cargo del tratam iento, el profesional
tiene obligación de resguardar el secreto profesional,
situación que colisiona con la obligación de m anifestar la
verdad que tiene el perito. Por otra parte, desde el punto
de vista técnico, ese doble rol resulta altamente inconve­
niente desde m uchos aspectosT^j
Con respecto al secreto pro'fesional, dispone el artícu­
lo 247 del Código Procesal Penal de la provincia de M en­
doza, que deben abstenerse de declarar sobre los hechos
secretos que lleguen a su conocim iento en razón del pro­
pio estado, oficio o profesión, bajo pena de nulidad, entre
otros; los m édicos, farm acéuticos, parteras y d e m á s
a u x ilia r e s d e l a r te d e c u r a r (en este últim o apartado
se incluyen los psicólogos). La parte final del artículo 247
del Código Procesal Penal de la provincia de M endoza,
indica que las personas antes m encionadas no podrán
negar su testim onio cuando sean liberados del deber de
guardar secreto, y que si el testigo invocare erróneam en­
te la obligación del secreto, sobre un hecho que no puede
estar com prendido en ella, el ju ez procederá sin m ás a
interrogar.
¿Cómo se debe interpretar esta situación?
^Concretamente, el psicólogo durante su ejercicio pro­
fesional, tiene obligación de guardar el secreto en torno a
lo que escucha cuando se desem peña como tal a nivel de
tratamiento. Cuando cumple el rol de perito, tiene por el
contrario, obligación de m anifestar la verdad al juez.
Ocurre muchas veces que el psicólogo, sin ser designado
perito, es citado como testigo experto. Tal es el caso del
186 Juan H. Del Popolo

psicólogo que tiene a su cargo el tratamiento de una per­


sona y que en tal carácter es llam ado a declarar. En este
caso, si se lo interroga sobre circunstancias que hacen al ;
tratam iento, está autorizado por ley a guardar secretó
acerca de lo que el paciente le ha confiado. Una excepción
frente a este secreto, es que el mismo paciente lo libere
de guardarlo. Entonces, tiene que testim oniar sobre las
circunstancias en torno a las que se le interroga.^!
Es conveniente en este caso, redactar una autoriza­
ción escrita en la que el paciente autoriza al psicólogo a
concurrir a tribunales a efectos de declarar sobre tal o
cual asunto que ha conocido a raíz de su ejercicio profe­
sional. También resulta apropiado trabajar en sesión las
fantasías y ansiedades relacionadas con esa intervención.
Hay otras causas, que luego verem os, por las que el
psicólogo puede quedar liberado de este precepto de la
ética profesional, también contenido en el derecho, que le
im pide hablar sobre lo que conoce en relación al trata­
miento de una persona.
Es válido señalar que la jurisprudencia ha dicho que
es suficiente para am pararse en el secreto, que el profe­
sional haya conocido las noticias por razón del ejercicio
de la profesión, no siendo necesario qué esas noticias le
hayan sido confiadas en carácter de secreto.
Resulta oportuno, saber que el artículo 156 del Códi­
go Penal Argentino, reprim e con prisión de seis meses a
dos años o multa de 20.000 a 500.000 pesos e inhabilita­
ción especial en su caso por seis meses a tres años, al que
teniendo noticias por razón de su estado, oficio, empleo,
profesión, o arte, de un secreto cuya divulgación pueda
causar daño, lo revelare sin ju sta causa.
Psicología judicial 187

S e c r e t o es un térm ino que no solam ente hace refe­


rencia a lo que se calla o a lo que se oculta, o a lo que se
confía bajo esa expresa denom inación al psicólogo, sino
también, lo que éste, en razón de su práctica profesional
descubre o advierte por sí m ism o aunque lo desconozca el
pr.opio paciente. Todas estas circunstancias se engloban
también bajo este concepto en cuanto hacen referencia a
la vida privada de una persona.
¡ Dijimos que el consentim iento del interesado puede
hacer que el profesional quede liberado del secreto y que
lo pueda comunicar. Tam bién se señalan como causas
que admiten su divulgación la defensa del propio interés
o la defensa del interés del otro. A sí por ejemplo, la per­
sona que recibe en su calidad de psicólogo un secreto y le
resulta indispensable como defensa personal en una acu­
sación contra su buen crédito profesional y su buen nom ­
bre, revelar circunstancias de un determinado tratam ien­
to y exclusivam ente en la m edida de la necesidad, lo
puede hacer para autodefenderse. Tam bién puede ser
justa causa de revelación el ejercicio de un derecho, p o r
ejemplo, el hecho de revelar que se ha atendido a tal o
cual persona a los efectos de dem andar los honorarios
por servicio profesional y exclusivam ente en la m edida
necesaria para ese fin. A veces la propia ley im pone la
obligación de denunciar ciertos hechos, v. gr., enferm eda­
des contagiosas o enferm edades peligrosas para la salud
que deben ser denunciadas ante los organism os com pe­
tentes./
No sólo se debe guardar secreto del diagnóstico de
ese paciente, sino tam bién de las ideas m orales que
pudo haber expuesto, económ icas, políticas, o relativas a
188 Juan H. Del Popolo

la situación financiera de ese paciente. El supervisor en


m ateria psicológica tiene tam bién la m ism a obligación
de guardar secreto sobre las cosas que le ha comunicadQ
el psicólogo que va y lo consulta. Se trata de un secreto
derivado en razón de la profesión.
Quien viole un secreto, se expone a que se le demande
por responsabilidad penal (ya hemos visto en el artículo
157 del Código Penal), por responsabilidad civil, para la
reparación del perjuicio, y eventualmente por responsabi­
lidad adm inistrativa. También puede suceder que se le
atribuya alguna responsabilidad a nivel de colegio profe­
sional.
En este punto tam bién se debe tener en cuenta el
artículo 1071 bis del Código Civil, que dispone lo siguien­
te: «el que arbitrariam ente se entrom etiere en la vida
ajena, publicando retratos, difundiendo correspondencia,
mortificando a otro en sus costumbres o sentimientos, o
perturbando de cualquier modo su intimidad, y el hecho
no fuere un delito penal, será obligado a cesar en tales
actividades si antes no hubiera cesado y a pagar una
indem nización que fijará equitativam ente el juez de
acuerdo a las circunstancias. Además, podrá éste, a pedi­
do del agraviado ordenar la publicación de la sentencia
en un diario o periódico del lugar si esta m edida fuesé
procedente para una adecuada reparación».
Se trata de proteger el derecho a la intim idad de las
personas y en particular, en el caso que estamos exam i­
nando, del paciente. En el área de los tratamientos psico­
lógicos es fundam ental este resguardo, puesto que perm i­
te que el paciente pueda com unicarle librem ente al
psicólogo toda una serie de circunstancias que hacen a su
Psicología judicial 189

vida m ental y que son necesarias para el éxito de la


tarea.
El pacto de San José de Costa Rica, aprobado por Ley
23.054 tam bién garantiza, que toda persona tiene dere­
cho al respeto de su honra y al reconocim iento de su dig­
nidad y que nadie puede ser objeto de inferencias arbi­
trarias o abusivas en su vida privada o en la de su
familia, en su dom icilio o en su correspondencia, ni ata-
que§ ilegales a su honra ni a su reputación.
-E n los establecim ientos públicos de salud, el personal
que entra en contacto con los archivos, historias clínicas
e informes de pacientes, tam bién tiene obligación de
guardar ese secretó. i|
Hay una circunstancia que hay que tener en cuenta:
el paciente que corre serio riesgo de suicidio. En este caso
es válido inform ar a los familiares de esta situación y el
profesional, si así lo hace, no viola el secreto profesional,
pues está en presencia de un estado de necesidad que lle­
va a que se pueda com unicar esta circunstancia a los
parientes a los efectos del resguardo de la salud de esa
persona. Tam bién es válida la publicación de trabajos
científicos sobres casos clínicos, en la m edida en que se
resguarde la intim idad y no se difunda la identidad de
ese paciente.
La Asociación Psicológica Am ericana (APA) estatuye
que «los psicólogos tienen una obligación primaria de res­
petar la confidencialidad de la inform ación obtenida de
las personas en el curso de sus trabajos como psicólogos».
Agrega que «ellos revelan tal inform ación a otros sólo
con el consentim iento de la persona o del representante
legal de la persona, excepto en aquellas inusuales cir-
190 Juan H. Del Popolo

cunstancias en las cuales no hacerlo podría resultar en


un claro peligro para la persona o para otros. Donde es
apropiado, los psicólogos inform an a sus clientes de los '
lím ites legales de la confidencialidad».
Num erosos Códigos de Etica también legislan en tor­
no al Secreto Profesional. Así lo hace el Código de Etica
y Disciplina para el ejercicio, la profesión psicológica
aprobado por Decreto .2984 del 18-10-91 de la Provincia
de Mendoza. En sus artículos 1- y 8e expresa:

CAPITU LO IV. D el s e c r e to p r o fe s io n a l.

ART. 7S. El Secreto profesional es -un deber que nace de la escen-


cia misma de la profesión. El interés público, la seguridad de los
pacientes, la honra de las familias, la respetablidad del profesional
exigen el secreto. El psicólogo está obligado a conservar como secreto
todo cuanto vea, oiga o descubra en el ejercicio de su profesión y no
debe divulgarlo. El secreto profesional es una obligación; revelarlo sin
justa causa provocando o pudiendo provocar daños a terceros, es un
delito previsto en el art. 156 del Código Penal. No es necesario publi­
car el hecho para que exista revelación, basta la confidencia a una
persona aislada, cualquiera sea el vínculo con el paciente.

ART. 8a. El profesional no incurre en responsabilidad cuando


revela el secreto en los siguientes casos:
a) cuando actúa como perito, cuando rinda informes sobre candi­
datos que han sido enviados para su examen y a tal fin debe elevar
dichos informes en sobres, cerrados, cuidando de que lleguen a quien
se los encomendó;
b) cuando está autorizado por autoridad competente para recono­
cer el estado de una persona;
c) cuando actúa como funcionario de sanidad nacional, provincial,
municipal, militar y otras;
d) cuando se trata de denuncias destinadas a evitar que cometa
un error judicial;
Psicología judicial 191

e) cuando el profesional es acusado o demandado bajo imputación


de daño culposo en el ejercicio de su profesión;
f) cuando el profesional es citado ante el Tribunal Judicial como
testigo para declarar sobre hechos que haya conocido en el ejercicio de
su profesión, deberá solicitar al juez de la causa la liberación del
secreto profesional. En este caso el profesional debe comportarse con
mesura, limitándose a responder lo necesario sin incurrir en excesos
de información que violen la intimidad de la persona, sin provecho
para la justicia.

El Código Procesal Civil de la Provincia de Mendoza


aplicable naturalm ente a la esfera de los juzgados civiles,
dispone en su artículo 199 inciso 4e que si un testigo se
niega a declarar invocando secreto profesional o inm inen­
cia de daño m oral o m aterial para él o su cónyuge as­
cendientes o descendientes, el juzgador le escuchará
privadam ente sobre los m otivos y circunstancias de su
negativa y le perm itirá o no abstenerse de contestar. No
podrá invocarse el secreto profesional, dispone esta nor­
ma, cuando el interesado exim a al testigo del deber de
guardar secreto; salvo que el ju ez por razones vinculadas
al orden público lo autorice a mantenerse en él.
Debe aclararse, con respecto a esta situación, que tal
como se ha señalado, el hecho de estar presuntam ente
amparado por el secreto profesional no exim e al profesio­
nal psicólogo de concurrir a la citación del tribunal. Una
vez que ha concurrido al m ism o y recién cuando concre­
tam ente se le ha form ulado la pregunta que considera
que viola el secreto profesional, es que aquél puede
ampararse en este derecho y se seguirá el procedimiento
previsto en la norm a ya explicitada.
El profesional psicólogo, puede erróneam ente creer
estar amparado en relación al secreto profesional. Debido
192 Juan H. Del Popolo

a ello es que se prevé este procedimiento donde el juez le


escucha para resolver en privado sobre su procedencia y
dispensarlo o no, de esa obligación de declarar.
En consecuencia, en materia procesal civil es facultad
del ju ez, conforme indica el procesálista Lino Enrique
Palacio, decidir atendiendo a las circunstancias del caso
si dispensa o no, al testigo del ..deber de declarar.
El Código Procesal Penal dé la Nación, Ley 23.984,
•con respecto a esta situación establece en su artículo 244
que deberán abstenerse de declarar sobre los hechos
secretos que hubieren llegado a su conocim iento, en
razón del propio estado, oficio o profesión, bajo_pena dé
nulidadj los m inistros de un culto adm itido, los aboga­
dos, procuradores, y escribanos, los médicos, farm acéuti­
cos, parteros y d e m á s a u x ilia r e s d e l a r te d e c u r a r ;
los m ilitares y funcionarios públicos sobre el secreto de
estado. Entre estos auxiliares del arte de curar es obvio
que se encuentra el profesional psicólogo. Prevé esta dis­
posición que estas personas no podrán negar su testim o­
nio cuando sean liberadas del deber de guardar secreto
por el interesado, salvo las m encionadas en prim er tér­
mino, es decir los m inistros de un culto admitido. Dice
esta norm a que si el testigo invocare erróneam ente ese
deber con respecto a un hecho que no puede estar com ­
prendido en él, el ju e z procederá sin m ás a interrogar.
Es decir, conforme el Código Procesal Penal de la
Nación, distinto del Código Procesal Civil de la Provin­
cia, lo que establece el ju ez es si puede o no, la persona
estar com prendida en el secreto profesional, pero nada
más. En cam bio, en el Código Procesal Civil de M endo­
za, la diferencia consiste en que el juez, puede, como
Psicología judicial 193

antes expresam os, dispensarlo o no, del deber de decla­


rar, atendiendo a las circunstancias propias del caso
específico.
El Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, en
su artículo 444, faculta al testigo a rehusarse a contestar
las preguntas (inciso dos), si no pudiera responder sin
revelar un secreto profesional, militar, científico, artístico
o industrial.
C ontinuando pues, con las secuencias del proceso
pericial y ya hbchas estas aclaraciones con relación a
los psicólogos tratan tes que no se desem peñan com o
peritos, cabe decir que luego de esta prim er entrevista;
realizad.a en la form a más abierta posible, es convenien­
te intercalar las técnicas psicológicas que se consideren
más oportunas, de conform idad a la situación a in vesti­
gar, procediendo tam bién a realizar el estudio del expe­
diente, del que se podrán extraer elem entos válidos
para fundar hipótesis que relacionen él hecho investiga­
do con todas las otras probanzas reunidas en el exp e­
diente judicial. E sta es una fase muy im portante, en la
que el psicólogo puede a través de las declaraciones de
los testigos, de los otros peritajes, de las m ism as decla­
raciones del im putado, de las pericias crim inalísticas,
establecer elem entos de relación entre lo que está
investigando y el resto de los elem entos que están en el
contexto del hecho.
En cuanto a las técnicas psicológicas a aplicar, depen­
derá en definitiva del caso que se está estudiando. Deben
considerarse los aspectos relacionados con la confiabili-
dad y validez de cada una de las técnicas im plem enta-
das. También cada psicólogo debe utilizar las técnicas
194 Juan H. Del Popolo

que m ejor conozca y maneje, siempre y cuando resulten


pertinentes para el estudio del caso.
Después de la aplicaciones de las técnicas pertinen- 1
tes, parece relevante, tener una entrevista sem idirigidá |
con la persona peritada, con el objeto de poder afinar |
hipótesis con respecto a las situaciones examinadas. j
Debe recordarse que no sólo se aplican en el proceso ¡
pericia:! las técnicas de entrevista, proyectivas, etc., sino
que en numerosos casos resulta del todo necesario trasla­
darse a efectos de visitar la fam ilia del peritado, sus
situaciones de contexto: ambiente, compañeros de traba­
jo, familia de origen, colegios a los que hubiere concurri­
do, educadores, centros de salud, consultas del expedien­
te, etc.
Todas estas m edidas perm itirán recolectar datos que i
hagan a la valoración debida de su contexto social.
Se presenta pues, una situación de clara diferencia­
ción con el encuadre característico de la situación clínica
en el que estas m edidas por lo general no; se llevan a
cabo.
Las observaciones directas de los contextos proporcio­
nan por lo general, valiosos datos para, elaborar el infor­
me.
A través del estudio y análisis de esos factores, se
podrá generar una respuesta creativa con relación a la
situación concreta de la persona o grupo examinado.
Por últim o, es pertinente instrum entar algún tipo de
devolución de la inforniación al examinado, aunque sea
m ínim a, puesto que se está en presencia de un sujeto o
de un grupo que se m oviliza frente a un proceso pericial,
y no frente a un objeto del que se extraen datos.
Psicología judicial 195

í A posteriori de todo este proceso, han de redactarse


las conclusiones del inform e haciendo m ención a la des­
cripción de la persona examinada, las operaciones practi­
cadas, las técnicas im plem entada, sus resultados y las
conclusiones fundam entadas a las que se arribe, en for­
ma clara y expresadas en un lenguaje apto, para que
pueda ser entendido por el juez que interviene en la cau­
sa, a quien va dirigido~éí inform e pericial.
El perito debe tener especial cuidado con conductas
que le pueden llevar a sesgar inform ación. Se suele
observar la tendencia a m anejarse con juicios de valor en
torno al sujeto examinado que tienden a prejuiciar el pro­
ceso pericial, a preguntar sesgadam ente, a negar u omi­
tir inform ación relevante, a escuchar distorsionadamente
y a poner de relieve — dentro del proceso— los datos que
confirmen el propio punto de vista, negando zonas de
duda y de incertezas.
Para realizar un buen trabajo pericial, el psicólogo
debe ser capaz de tolerar la angustia que produce el pro­
ceso de pensar y no obturarlo con apresuradas conclusio­
nes. Ello im plica aceptar en ciertos tramos del proceso la
confusión y el no saber.
Los antecedentes delictivos del sujeto a veces tien ­
den a conform ar el pre-ju icio. P or ello debe presen tar­
se especial atención a su in flu en cia en el proceso p eri­
cial.
Algunos de los errores más frecuentes en j.a práctica,
p e ricia l— al m om ento de em itir las conclusiones— son:
1) Sesgar las conclusiones buscando y valorando evi­
dencias que apoyen las propias im presiones descartando
toda evidencia en contrario o m inim izándolo.
196 Juan H. Del Popolo

2) M al interpretación o sobreinterpretación de técni­


cas psicológicas.
3) N o tom ar en cuenta la validez y confiabilidad de
las técnicas.
4) Creencias de que signos específicos en una técnica
pueden decidir por sí mismos el caso investigado.
5) No reconocim iento de los límites de la tarea confor­
me posibilidades de los instrum entos diagnósticos utili­
zados.
Seguidam ente, enunciarem os algunos conceptos que
desde el punto de vista legal, resultan necesarios para el
trabajo pericial.

O b je to d e la p e r ic ia p s ic o ló g ic a

| El ju ez puede ordenar una pericia para conocer o


apreciar algún hecho o circunstancia pertinente á la cau­
sa que se está ventilando,] para lo cual sean necesarios o
convenientes conocim ientos especiales en alguna ciencia,
arte o técnica.
Las p e r ic ia s pueden ser de m uy distinto tipo. Una de
ellas es la psicología, pero tam bién se ordenan pericias
caligráficas, contables, balísticas, en relación a los acci­
dentes de tránsito, pericias fonolingüísticas, pericias de
tipo genético, pericias toxicológicas, en las que son nece­
sarios conocim ientos de distintas ciencias. Se considera
que el ju ez sabe de derecho, pero no de una cantidad de
ciencias que hacen muchas veces a los hechos que tiene
que investigar. Entonces recurre, para poder conocer y
Psicología judicial 197

apreciar determinados hechos, a las personas que tienen


conocim ientos especiales (en nuestro caso psicológicos),
para poder ilustrarse debidamente, a los efectos de escla­
recer esos hechos o circunstancias y dictar una reso­
lución. En este punto es im portante señalar que el co­
nocim iento psicológico, es un conocim iento altamente
especializado. Muchas veces desde el punto de vista ina­
decuado de funcionarios del área de justicia, se considera
que se tiene «intuición psicológica», y por esto se prescin­
de de nom brar un perito a fin de aclarar situaciones que
por lo com ún suelen ser m uy com plejas, cual es la inves­
tigación de la conducta humana. Al actuar así, se incurre
en un error puesto que en realidad, desde la observación
ingenua muchas veces prejuiciada, se están haciendo ju i­
cios, no solam ente de valor, sino sobre las conductas de
las personas, que puedan resultar gravem ente falaces y
erróneos. El psicólogo — a través de su actuación peri­
cial— puede arrojar luz para una m ejor intelección de los
conflictos en juzgam iento, poniendo de relieve alternati­
vas y m atices de la conducta que escapan a la observa­
ción ingenua.

Diferencia entre testigo y perito

\ La diferencia fundam ental entre el testigo y el perito


es que el testigo relata los hechos que ha percibido; en
cambio el perito realiza su m isión por un encargo del
juez y debe expedirse (especialm ente el perito psicólogo),
en base a sus conocim ientos científicos de psicología en
198 Juan H. Del Popolo

relación al hecho por el cual se le ha solicitado el perita­


je.

Requisitos para ser perito

En cuanto a los re q u is ito s p a ra ser p e rito , debe­


mos señalar que específicamente en relación, al perito
psicólogo, debe tener título de tal como prescribe la ley
que regula su actividad obtenida en carrera de por lo
menos cinco años de duración.
Debe gozar de salud mental e idoneidad para desem­
peñar su cometido. No puede ser perito aquella persona
que deba o pueda abstenerse de prestar declaración como
testigo (entre ellos el psicólogo que ha intervenido en el
tratamiento no puede ser a la vez perito, porque es
incompatible el deber de decir la verdad del perito con el
deber de secreto profesional del testigo).
El Código de Procedimientos Penales de Córdoba,
previo a la L ey'8123, prescribía que no pueden ser peri­
tos los menores de edad, los insanos, los que deban o pue­
dan abstenerse de declarar como testigos, los que hayan
sido citados como tales, los condenados y los inhabilita­
dos (por ejemplo, si ha recaído una inhabilitación sobre el
profesional psicólogo, éste no podría conforme esta ley
concurrir al proceso como perito).
Nuestro Código Procesal Penal en su artículo 262,
contiene una disposición similar. Dice: «No podrán ser
peritos los menores de edad, los insanos, los que deban o
puedan abstenerse a declarar como testigos, los que en la
causa hayan sido llamados como tales, los condenados e
Psicología judicial 199

inhabilitados durante el tiempo de la condena o inhabili­


tación».

Designación de peritos

En cuanto a la d e sig n a ció n dé lo s p e rito s, confor­


me a Código como el de Mendoza, es el juez quien así .lo
hace, aun cuando pueda ser propuesto por'las partes. El
juez lo designa, y notifica esta medida a las partes. En el
término que el juez fije, estas últimas pueden proponer
otros peritos. Los peritos no oficiales deben aceptar el
cargo bajo juramento, i

Tipos de peritos

En primer lugar están los peritos oficiales.,Es conve­


niente saber que existen psicólogos-designados por el
estado para cumplir esta función y que pertenecen, por
ejemplo, entre otras instituciones, al cuerpo médico
forense y . criminalístico de la provincia. También hay
peritos en juzgados como el de menores, psicólogos que
desempeñan allí su actividad en relación a la actividad
propia del mismo.
'Perito psicólogo de oficio;es, en cambio, el designado
directámente por el juez o bien a pedido del Ministerio
Fiscal.
Por último, debemos considerar él perito nombrado a
petición de parte. Téngase en cuenta que siempre al peri­
to lo designa el juez, pero en este caso la designación se
200 Juan H. Del Popolo

realiza a pedido de una de las partes en el proceso que


puede ser por ejemplo la defensa o el actor civil. Esto tie­
ne importancia en materia de honorarios, como veremos
luego.

Obligaciones del perito y algunas, cuestiones


relativas a los procedimientos civiles y penales

Conforme lo establece el artículo 261 del Código Pro­


cesal Penal de la Provincia de Mendoza, nadie puede
negarse a acudir al llamamiento del juez para desempe­
ñar un servicio pericial, a no ser que estuviere legítima­
mente impedido. En este caso, lo deberá informar al noti­
ficársele su designación.
Los peritos no oficiales, aceptan el cargo siempre bajo
juramento.
Lo normal es que el juez designe o nombre al perito
psicólogo que se tiene que hacer cargo de evacuar la
pericia, y le notifique tal medida en su domicilio. Una
vez que toma conocimiento de esta notificación, el perito
concurre al tribunal dentro de un plazo determinado y
acepta el cargo. Esto se hace a través de un Acta que se
denomina de «aceptación de cargo». En esta acta, se pro­
cede a fijar el domicilio legal que es al lugar donde hán
de llegar todas las notificaciones relativas al encargo
pericial.
Si el perito psicólogo fuere notificado de que se le ha
conferido el cargo de perito en un expediente, y ante esta
citación de la justicia no compareciere, en materia penal,
puede ser llevado al tribunal con el auxilio de la fuerza
Psicología judicial 201

pública. Allí entonces tendrá que explicar por qué causas


no ha comparecido al llamamiento. A partir del momento
que acepta el cargo ya se transforma en perito, y empieza
a cumplir su manda pericial. Recordemos que el perito
oficial, que es un funcionario nombrado por la adminis­
tración de justicia, no tienen necesidad de aceptar el car­
go, como sí la tienen los peritos de oficio y los peritos de
parte.
El artículo 243 del Código Penal Argentino sanciona
con prisión de 15 días a un mes al que siendo legalmente
citado como testigo perito o intérprete, se abstuviese de
compárecer o de prestar la declaración o exposición res­
pectiva.
En el caso del perito o interprete, se le impone, ade­
más, inhabilitación especial de un mes a un año.
Los peritos oficiales prestan juramento al hacerse
cargo de su puesto y por lo tanto, en cada pericia no.
están obligados a reiterar nuevamente el juramento.
Otra obligación, es la de veracidad. Su incumplimien­
to está sancionado por el artículo 275 del Código Penal, y
como hemos visto, deben ser fieles a la obligación de
mantener la confidencia y el secreto en relación a quie­
nes sean terceros dentro del trábajo pericial.
El perito debe cumplir fielmente su cometido, respon­
diendo a los puntos de pericia que el juez le ha fijado y
dentro del plazo estipulado por el tribunal para respon­
der a su demanda pericial.
Hasta aquí hemos revisado la designación de peritos
en el Procedimiento Penal. Veamos ahora la designación
de peritos en el Procedimiento Civil en la Provincia de
Mendoza.
202 Juan H. Del Popolo

Conforme al artículo 191 del Código Procesal Civil de


Mendoza, cuando se ofrezca prueba de informes o de dic­
támenes de peritos o de expertos (que puede ser el perito
psicólogo), se acompañaran oportunamente los puntos
sobre los cuales versará, es decir, se acompañan los pun­
tos que a la parte demandante-demandado le interesa
que el perito conteste. Estos auxiliares de la justicia son
designados en la forma establecida por el artículo 177
inciso 11, que prevé lo siguiente: al proveer sobre la
admisión de prueba pericial, el juez citará a los litigan­
tes, (por ejemplo demandante y demandado) a una
audiencia y allí las partes, proponen el perito.
Supongamos que a esa citación va una de las partes.
El juez está facultado para designar el perito que propo­
ne esa parte en esa audiencia. Si no hay acuerdo, es
decir, si las partes no se ponen de acuerdo, en torno a la
persona que quieren designar como perito, se procede en
la forma prevista por el artículo 46 inciso sexto del Códi­
go Procesal Civil de Mendoza. El artículo 46, establece
que los jueces tienen la facultad de practicar todas las
designaciones de peritos* expertos y otros auxiliares,
mediante el sorteo público.
De acuerdo al artículo 2- de la Ley Provincial 1289,
deben hacerse las designaciones por sorteo. Este sorteo
se realiza en base a una lista que se confecciona en la
Suprema Corte de Justicia, en la que se anotan en
determinado momento del año, las personas que desean
integrarla a los efectos de su designación como peritos.
Allí deben anotarse los psicólogos matriculados que
deseen ingresar en las listas a los efectos del sorteo de
peritos.
Psicología judicial 203

En materia civil, una vez que las partes prestan


común acuerdo para la designación del perito, o se desig­
na al perito propuesto por la parte que concurrió a la
audiencia o al sorteado según el caso, se le notifica su
designación y acepta el cargo con arreglo a derecho. Debe
venir a aceptar el cargo el perito dentro de los dos días
de notificado. Caso contrario, queda sin efecto la designa­
ción y se elimina automáticamente su nombre de la lista
de peritos. Igualmente debe constituir domicilio legal, al
momento de ser designado. También se establece que los
peritos expertos (artículo 191 inciso 2S) serán uno o tres
según la importancia o complejidad del asunto, a criterio
del tribunal. Si fueran tres, deben actuar y dictaminar
conjuntamente pudiendo en caso de discrepancia sentar
cada uno su dictamen o informe sobre los puntos en desa­
cuerdo, pero dentro de un mismo escrito. En todo caso,
dice el artículo 191 Código Procesal Civil de Mendoza,
deben comparecer a la audiencia para sustanciar la cau­
sa, en la que podrá solicitársele aclaraciones sobre los
puntos que le fueren sometidos, debiendo ser citados en
forma dispuesta para el testigo. La incomparecencia sin
justa causa, invocada y justificada antes la audiencia; les
hace perder el derecho a percibir honorarios, sin perjuicio
de que puedan ser obligados a comparecer por la fuerza
pública.
El artículo 192 Código Civil de Mendoza prevé la for­
ma de actuar y dictaminar de los peritos. Este establece:
el reconocimiento o examen lo deben practicar en la
fecha y hora señaladas, (por ejemplo las técnicas pericia­
les), si los litigantes así lo hubieran solicitado al ofrecer
la prueba y el tribunal lo considere conveniente, en cuyo
204 Juan H. Del Popolo

caso se les notificará a domicilio y podrán asistir a la dili­


gencia y hacer las observaciones que creyeran necesa­
rias. El informe o dictamen detallará los principios cien­
tíficos o prácticos, las operaciones experimentales o
técnicas, en las cuales se funden las conclusiones respec­
to a cada punto sometido. El perito psicólogo, en este "\
caso, los debe detallar: los principios científicos en los j
que ha basado su informe, qué técnicas ha aplicado, :
(entrevistas, técnicas gráficas, técnicás próyectivas, etc.)
y las conclusiones fundadas en principios científicos.
El artículo 193 del Código Procesal Civil de Mendoa
establece que si el informe o dictamen no comprende
todos los puntos propuestos por los litigantes (que son los
puntos a investigar que proponen las partes o señalados
por el juez), o.no se ajustará a lo dispuesto por los artícu­
los que antes hemos expuesto, o adoleciere de otras defi­
ciencias que pudiere restarle eficacia, de oficio (o sea por
impulso del juez) o a pedido de cualquiera de las partes,
se dispondrá en el plazo que se fije, que sean subsanadas
esas omisiones y deficiencias. Los litigantes, podrán ejer­
cer esta facultad dentro de los 5 días;de la notificación
por cédula del decreto que dispone su agregación. Si no
cumple el perito con esa orden judicial, puede perder los
honorarios sin perjuicio de que pueda ser hallado respon­
sable de conformidad con el artículo 2a del Código Proce­
sal Civil de la Provincia, que es el que le permite a los
jueces establecer responsabilidad de los peritos, y apli­
carles las sanciones que le pudieran corresponder por su
mal desempeño.
Vamos a ver algunas normas que se aplican del Códi­
go Procesal Penal de la Nación.
Psicología judicial 205

En él, la situación de los peritos se encuentra regula­


da en los artículos 253 al 267.
En el artículo 253, se establece que el juez podrá
ordenar una pericia, siempre que para conocer o apreciar
algún hecho o circunstancia pertinente a la causa sean
necesarios conocimientos especiales en alguna ciencia,
arte o técnica.
¿Qué calidad habilitante le exige este Código Pocesal
Penal de la Nación a los peritos?
Primero, dice que deben tener títulos de tales en la
materia que pertenezca en el punto sobre el que han de
expedirse. Si se requiere una pericia psicológica, deben
tener la calidad de psicólogos, deben haber egresado y
tener el título de tal y además estar inscriptos en las lis­
tas formadas por el órgano judicial competente.
¿Quiénes no pueden ser peritos, quiénes son inca­
paces según el Código Procesal Penal de la Nación?
Son incapaces, 1) los que deban o puedan abstenerse
de declarar como testigos, o que hayan sido citados
como tales en la causa (es decir si alguien va en carác­
ter de testigo, no puede ir a la vez en carácter de peri­
to); 2) los que han sido eliminados del registro de peri­
tos por una sanción; 3) los condenados y 4) los
inhabilitados.
En el ámbito procesal penal de la Nación, es obligato­
ria la aceptación del cargo de perito. Tiene el designado
la obligación de aceptar y desempeñar el cargo, salvo que
tenga un grave impedimento. Si tiene ese grave impedi­
mento, deben ponerlo en conocimiento del juez al ser
notificado de la designación.
¿Qué pasa en el ámbito procesal penal nacional si un
206 Juan H. Del Popolo

perito no acude a la citación o no presenta el informe en


el debido tiempo sin causa justificada? Incurre en las res­
ponsabilidades de los artículos 154 y 247 del Código Pro­
cesal Penal de la Nación.
También en el ámbito nacional tenemos el,perito de
oficio, que lo designa el juez. Designa a uno, salvo que
sea imprescindible que sean más y lo hacg entre los que
tengan el carácter de peritos oficiales. Si no hubiere peri­
tos oficiales, lo hace entre los funcionarios públicos que
en razón de su título profesional o de su competencia, se
encuentren habilitados para emitir dictamen acerca del
hecho o circunstancia que se quiera establecer. También
las partes, por ejemplo, el fiscal, el querellante y los
defensores, pueden proponer perito; en el término de tres
días a contar desde que se los notifica de la designación
del perito de oficio por parte del juez.
Este es el ámbito del Código Procesal Penal de la
Nación. En el Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación, vamos a encontrar un régimen específico a partir
del artículo 458. En base a él la parte que demanda pue­
de proponer este tipo de prueba pericial. La contraparte
o parte demandada, al contestar la vista que se le confe­
rirá de la demanda, puede proponer otros puntos de peri­
cia que deban constituir objeto de la prueba y observar la
procedencia de los mencionados por la otra parte, por
quien los ofreció. El juzgado dictará la resolución y si
considerase admisible la prueba pericial, fija una audien­
cia para que las partes, de común acuerdo designen un
perito único, o si se considera que deben ser tres, cada
una de ellas, con la conformidad de la contraria, propon­
drán uno y el tribunal designa un tercero.
Psicología judicial 207

En caso de incompárecencia de una o de ambas par­


tes (es decir que rio vayan las partes a esta audiencia), o
a falta de acuerdo (no se ponen de acuerdo para la desig­
nación del perito único, o desconformidad con el propues­
to por la contraria) y cuando los «litis consortes» no con­
cordaran con la designación del perito de parte, el juez
nombra uno o tres según el valor o complejidad del asun­
to. También en esa audiencia el juez oye a las partes
acerca de las observaciones que formularon respecto de
los puntos de pericia. El juez fija esos puntos de pericia
y puede agregar otros, eliminar los improcedentes o los
superfluos y señala el plazo dentro del cual deben expe­
dirse los peritos. Si no se fija plazo se entiende que es 30
días.
También existe la posibilidad que antes de la audien­
cia, las partes de común acuerdo pueden presentar un
escrito proponiendo peritos y puntos de pericia.
Los peritos, también para el Código Procesal Civil de
la Nación, deben tener título de tales, por ejemplo el títu­
lo de psicólogo.
Hemos visto que dentro del ámbito procesal penal y
procesal civil, existen algunas diferencias con respecto a
la designación de peritos.
/ En el ámbito del proceso civil, el nombramiento de los
”¡ peritos, depende más de las partes, que se tienen que
•poner de acuerdo para designar perito. Si no hay acuer-
I ido, el juez es quien interviene para designarlo. Es decir,
r siempre lo designa el juez, lo que pasa es que en el ámbi-
> to civil las partes, se poneq de acuerdo y lo proponen y el
i; juez lo designa si hay acuerdo.
En cambio, en el Código Procesal Penal, fundamen-
.208 Juan H. Del Popolo

talmente es el juez el que designa a uno de los peritos y


las partes pueden proponer otros. En el ámbito del pro­
ceso penal, ante la designación, el perito tiene el deber
de aceptar el cargo que se le ha conferido, lo que no ocu­
rre dentro del ámbito del procedimiento civil. Esto se
explica, porque hay intereses comprometidos de carác­
ter público, es decir la sociedad misma es la que está
interesada en el descubrimiento d é la verdad, en el des­
cubrimiento de los hechos, porque esos hechos han teni-
do una repercusión dentro del ámbito de esa sociedad,'^--*
En cambio, en el Proceso Civil y Comercial, se vinculan |
a la defensa y al reclamo de intereses ligados a las par- j
tes y no tanto del interés social en que no se cometan j
delitos. Por ello es que las regulaciones son distintas..,-''

El perito y el deber de inhibirse.


Excusación. Recusación

Los códigos procesales prevén una serie de situacio­


nes frente a las que el perito tiene obligación de apartar­
se de la causa, de excusarse de entender en la misma.
Estas causas, además de la de incapacidad, y de incom­
patibilidad, son las que hacen que los peritos no puedan
actuar como tales. Ya hemos visto las causas de incapa­
cidad e incompatibilidad.
¿Cuáles son esas causas frente a las cuales el perito
se debe inhibir según el Código. Procesal Penal de la Pro­
vincia de Mendoza? Son las mismas que se establecen
para los jueces. En general tienden a garantizar que el
perito sea imparcial. Figuran con mayor o menor exten-
Psicología judicial 209

sión en la mayoría de los Códigos Procesales. Abordare­


mos las establecidas para el Código Procesal Penal de
Mendoza (Art. 51). j'Una de ellas es ser pariente dentro
del cuarto grado de “consanguinidad o segundo de afini-
dad_con alguno de los interesados?]
[Otras causales: si él o alguno de dichos parientes que
acabamos de mencionar tiene un interés en el proceso, si
ha sido tutor o curador o hubiera estado bajo la tutela o
curatera de alguno de los interesados en la pericia, o si
él o sus parientes (dentro de los grados expresados), tie­
ne un juicio pendiente iniciado con anterioridad con uno
de los interesados o una sociedad con alguno de ellos
(salvo la anónima); si el perito, su esposa, padres o hijos
u otras personas que vivan a su cargo fueren acreedores,
deudores o fiadores de algunos de los interesados, salvo
que se tratare de bancos oficiales o constituidos por
sociedades anónimas o si antes de comenzar el proceso,
fue denunciante o acusador de algunos de los interesa­
dos; o denunciado o acusado por ellos, salvo que circuns­
tancias posteriores demuestren que hay armonía entre
ambos.
También debe apartarse: si hubiere dado consejos o,
hubiere manifestado extrajudicialmente su opinión sobre
el proceso a uno de los interesados, o si tiene amistad
íntima o enemistad manifiesta con el imputado o con
alguna de las partes que actúa como actor civil o si él, su
esposa, padre o hijo, hubieren recibido o recibieren bene­
ficios de importancia de alguno de los interesados, o si
después del proceso hubiere recibido presentes o dádivas
aunque sean de poco v a lo ifj
Hemos enunciado algunas de las causales en las que
210 Juan H. Del Popolo

el perito tiene obligación de excusarse de entender en la


causa.
¿A qué se refiere la ley Procesal Penal de Mendoza
con la expresión «interesados»? Son interesados él o los
imputados, es decir, la o las personas a quienes se ha
atribuido el delito en la causa, el ofendido, el damnifica­
do por ese delito o el civilmente.responsable, es decir la
persona que por las leyes civiles debe responder por el
delito, aunque este último no se constituya en parte al
igual que sus representantes,, defensores o mandatarios.
j^Si no se excusa el perito por sí mismo de entender en
la causa, las partes, el abogado defensor o los mandata­
rios, pueden recusarlo cuando exista alguno de los moti­
vos señaladosjSupongamos que un perito sea amigo ínti­
mo o enemigo íntimo del imputado. Si no cumple con el
deber de apartarse, las partes, pueden pedirle al juez su
apartamientoT^e prevé un trámite para la recusación y
para la excusación. Se trata de un procedimiento en que
el perito es oído por el juez. Puede averiguar sumaria­
mente cuál es la verdad de la cuestión y decide el juez
sin recurso alguno. Es un trámite brevísimo en el que se
oye al perito y luego de una averiguación el juez lo apar­
ta o no de la causa en cuestiónTj
En el Código Procesal Civil de la Provincia de Mendo­
za, tambiénjse prevé que los peritos expertos puedan ser
recusados.? Las causales en forma genérica son las
siguientes: ("están previstas en el artículo 14): tener un
interés directo o indirecto, de naturaleza económica en el
pleito, ser representante legal o convencional de alguno
de los litigantes; ser cónyuge, pariente consanguíneo en
línea directa, colateral hasta el cuarto grado, o por afini- .
Psicología judicial 211

dad hasta el segundo, de cualquiera de los litigantes o


excluido el parentesco colateral de tercero a cuarto grado
de sus abogados representantes o haber dictado la reso­
lución apelada (este caso no es válido para el perito) o
haber anticipado opinión sobre el litigio, es cualquier
carácter. Si el perito ha anticipado opinión sobre el litigio
también tiene obligación de apartarse. )
Si hay recusación, ésta es resuelta por el juez o tribu­
nal, previa vista por tres días al recusado, y el juez
resuelve esta situación acerca de si va a hacer lugar al
apartamiento del perito o no.

Directivas de la pericia

En el Código Procesal Penal de la Provincia de Men­


doza, es el juez quien dirije la pericia, formula concreta-,
mente qué cuestiones se han de elucidar, y fija el plazo
en que ha de expedirse el perito (incluso puede asistir a
las operaciones periciales). La mayoría de los Códigos
Procesales Penales contienen normas iguales o similares.
Tal es el caso del Art. 260 del Código Procesal Penal de la
Nación Argentina, del Art. 262 del Código Procesal Penal
de Córdoba, o del Art. 238 del Código Procesal de Córdo­
ba, Le§r 8123, con la salvedad que acuerda tal poder al
órgano que ordena su realización, y aunque con algunas
variantes, del Art. 224 del Código Procesal Penal italia­
no. El juez también, eri el ámbito del procedimiento
penal puede autorizar al perito a examinar las actuacio­
nes del expediente o asistir a determinados actos proce­
sales, por ejemplo a la declaración de un testigo, y siem-
212 Juan H. Del Popolo

pre el perito esta obligado a guardar reserva sobre estas


cuestiones que oye en el transcurso de su labor profesio­
nal.
El Código Procesal Penal de la Nación, en su artículo
260, establece normas similares, en cuanto a quefes el
juez quien dirije la pericia, formula concretamente las
cuestiones a aclarar, fija el plazo en el que ha de expedir­
se el perito y también puede asistir a las operaciones, por
ejemplo a las entrevistas, si lo estima conveniente. Tam­
bién el juez puede autorizar al perito para que examine
las actuaciones o asista a determinados actos procesales?)
Dar las directivas de la pericia, no significa que el
juez vaya a incursionar en ámbitos estrictamente técni­
cos, por ejemplo cuál técnica es más recomendable, si
tomar un Rorschach en vez de un Bender, etc. Lo que él
hace es establecer qué es lo que interesa averiguar en
definitiva desde el punto de vista pericial, a los fines del
proceso que él está investigando. Esa es la directiva que
él da, orienta con respecto a lo que es menester indagar.
La determinación de los aspectos técnicos está obviamen­
te siempre a cargo del perito.
También el juez puede remitirse y hacer suyos los
puntos de pericia que las partes han propuesto. Esto es
frecuente en el procedimiento civil.
En materia penal, no obstante, las partes pueden pro­
poner u ofrecer como prueba la realización de una peri­
cia, indicando los asuntos sobre los que ha de versar.
En materia civil, cuanto se ofrece prueba pericial se
deben acompañar en tiempo oportuno los puntos sobre
los cuales versará (Art. 191 inc. I9 Código Procesal Civil
de Mendoza). El tribunal, al designar al perito señalará
Psicología judicial 213

los puntos sobre los que ha de versar el dictamen, de


acuerdo a los ofrecidos por las partes y los que considere
oportuno agregar, pudiendo excluir los que no se refieran
a hechos controvertidos o que resulten claramente inne­
cesarios (ver nota Art. 191 Código Procesal Civil de Men­
doza).

Discrepancias entre peritos

¿Qué sucede si hay discrepancias entre varios peritos


que están interviniendo en el examen pericial, o si los
peritos disienten y no se ponen de acuerdo en cuanto a
los puntos sobre los cuales tienen que expedirse?
Dentro del ámbito del procedimiento penal de la Pro­
vincia de Mendoza, la situación está contemplada en el
artículo 266. Allí se_prevé que los peritos practiquen uni­
dos el examen. Si hay, dos o tres ¡peritos designados todos
deben realizar las entrevistas en forma conjunta. Deben
tomar.las-técnicas y_.asjs.tir. a, la entrevista en forma con­
junta. Después de esta toma en conjunto de las técnicas
.que sean menester aplicar al caso, pasan a deliberar en
sesión .secreta.. El juez puede asistir a esa deliberación y
los peritos redactan un informe en común si están de
acuerdo. Si no hay acuerdo, redacta cada uno su dictá-
-
mecu
f
LSi los informes son disidentes en número par (un
informe por un lado, un informe por el otro, dos informes
por un lado, dos informes por el otro), el juez puede nom­
brar otro perito, es decir un tercer perito, para que exa­
mine esos dictámenes e informe sobre su mérito, con o
214 Juan H. Del Popolo

sin realización de nuevas operaciones, según sea posible


o necesario.
Lógico es que, una pericia de común acuerdo tiene
mayor poder de convicción para el juez que pericias disi­
dentes. De todas maneras, el juez puede formar su pro­
pia opinión, leyendo los dictámenes disidentes y puede
arribar a una opinión distinta a la que han llegado los
peritos al valorar la situación de hecho que tienen que
examinar.
Adviértase que la norma prevé' que los peritos, si son
varios, deben deliberar en sesión secreta. Esto precisa­
mente, hace a la necesidad de que se discutan las distin­
tas opiniones periciales a efecto de llegar, si es posible, a
un dictamen común. Las opiniones de cada uno de los
peritos deben ser sopesadas dentro de esta deliberación
exhaustivamente por los peritos que están interviniendo
en ese momento en el expediente. J
El Código Procesal Penal de la Nación prevé tamb,ién
normativa muy similar para el caso de las discrepancias
periciales, en su artículo 262 segunda parte.
El Código Procesal Civil de la Provincia de Mendoza
en el artículo 191 establece que los peritos pueden ser
uno o tres según la importancia y complejidad del asun­
to, a criterio del tribunal. Pero si son tres deben actuar y
dictaminar conjuntamente. Si hay discrepancia cada uno
puede asentar en su dictamen o informe la discrepancia
sobre los puntos en desacuerdo, pero siempre en un mis­
mo escrito.
¿Qué es lo que se intenta con esto? En primer lugar,
que los argumentos puedan ser contrastados entre los
peritos. Sabemos que en muchos casos las opiniones pue­
Psicología judicial 215

den ser disímiles y que una discusión puede acercar las


perspectivas de los distintos peritos. De todas maneras,
también se establece la posibilidad de dejar a salvo la
opinión de cada uno de ellos si es que no llegan a un
acuerdo de opinión.

Honorarios de los peritos

Los peritos oficiales tienen un sueldo a cargo del


Estado. Son los peritos que trabajan, por ejemplo, en el
cuerpo médico forense o en el juzgado de menores. Se
trata de funcionarios públicos específicamente designa­
dos para cumplimentar tales funciones y que por lo gene­
ral, forman parte de cuerpos periciales específicos.
Si el perito ha sido nombrado de oficio por el juez, o
ha sido propuesto por el ministerio público, es decir, ha
sido nombrado por iniciativa del juez o a pedido del fis­
cal, tiene derecho a cobrar honorarios, salvo en una
situación:._que tenga , un sueldo en la provincia o en la
municipalidad por cargo desempeñado en virtud de los
conocimientos especiales de la ciencia que la pericia
requiere. Por ejemplo, supongamos que el juez designe
un perito de oficio que trabaje como psicólogo en un hos­
pital público y que tenga un sueldo como tal allí o en una
municipalidad. En este caso, el perito no va a poder
cobrar honorarios por la pericia psicológica encomendada
porque ya tiene un sueldo a cargo de la provincia (la pro­
vincia le está pagando por el desempeño de esa profe­
sión). En cambio, si estuviese empleado en la municipa­
lidad o en el Poder Ejecutivo de la Provincia o en la
216 Juan H. Del Popolo

Legislatura, pero no en razón de esos conocimientos


especiales que la pericia requiere en ese caso (psicológi­
co), sí tiene derecho a cobrar honorarios. /
¿Qué sucede con el perito nombrado a petición de par­
te? Puede cobrar siempre directamente de la parte que lo
propuso o del condenado en costas sus honorarios. Este
es el procedimiento en el ámbito de la justicia penal den­
tro de la Provincia de Mendoza.
En el ámbito del proceso civil, el juez regula los hono­
rarios de los peritos intervinientes. El perito tiene posibi­
lidad de cobrar estos honorarios cuando están regulados
del condenado en costas o del litigante que motivó la
actuación, el servicio o el gasto. Entonces le puede cobrar
concretamente, una vez que hay regulación de honorarios
a quien lo propuso, (quien motivó ese servicio o gasto) o
al condenado en costas (la persona a la cual el juez ha
establecido que deba pagar las costas del proceso por
haber perdido el litigio).
~Eljuez, conforme enseña Lino E. Palacio, debe regu­
lar los honorarios de acuerdo con los aranceles relativos
a la profesión y guardando congruencia con los de los
restantes profesionales que han intervénido en el proce­
so.
A los efectos de conocer los aranceles relativos a. la
profesión de psicólogo podrá solicitar informe a los res^
pectivos colegios profesionales. El hecho de que sea el
juez quien regule los honorarios, permite mayor impar­
cialidad a la labor pericial. Generalmente se toman en
cuenta una serie de parámetros tales como:
1) el tipo y extensión del trabajo encomendado;
2) el número de técnicas y sesiones aplicadas;
Psicología judicial 217

3) la cuantía del litigio;


4) el mérito científico de la pericia y su calidad.

Utilización de datos o informaciones


provenientes de terceras personas

¿Es posible considerar en la pericia datos o informa­


ciones proporcionadas por la persona ofendida, o por
otras personas ?
Creemos que no hay obstáculo para que estos datos se
utilicen, lo que no significa que a estas declaraciones con­
tenidas en la pericia se les deba conferir valor probatorio
cómo'si se tratara de declaraciones tomadas en el proce­
so. Estos datos así obtenidos suelen ser muy importantes
para evacuar las demandas periciales.
El Código Procesal Penal italiano en su artículo 228
soluciona el problema al establecer que «cuando a los
fines del ejercicio del cargo de perito éste solicite informa­
ciones al imputado, a la persona defendida o a otras per­
sonas, los elementos adquiridos de tal modo pueden ser
utilizados solamente para los fines del dictamen pericial».
El problema ha sido controvertido en nuestro medio,
pero es dable pensar que la solución de la ley italiana es
correcta puesto que contempla las necesidades para ela­
borar la pericia, como también la debida recepción de los
medios de prueba por parte del tribunal, en tiempo y for­
ma.
Otras leyes son más restrictivas. Así las Reglas Fede­
rales del Procedimiento Criminal — 1985— Estados Uni-
218 Juan H. Dèi Popolo

dos, establecen que «ninguna manifestación del acusado


en el curso de una exanimación forense, con o sin el con­
sentimiento del acusado, ningún testimonio del experto
basado sobre tales manisfestaciones y ningún otro fruto
de esas manisfestaciones será admitido como evidencia,
contra el acusado en un procedimiento criminal excepto
en un asunto respecto, de su condición mental sobre la
que el acusado ha introducido testimonio.
La ley francesa en lo civil antes de 1944 y la ordenan­
za en lo penal de 1960, permitían,que el perito interro­
gue a las partes y recepte declaraciones de tarea.
De todas formas, es conveniente que se solicite la
correspondiente autorización del juez para proceder a
receptar tales declaraciones. También el juez podrá dis­
poner si interroga a testigos o a las partes, a los efectos
de recibir los datos que le fueren menester para poder
llevar a cabo la pericia.

Etapas dentro del proceso pericial

En orden a una mayor claridad, resumiremos las cua­


tro grandes etapas dentro de la labor pericial:
^1) La designación del perito.
(0 )L a tarea pericial propiamente dicha, que compren­
de el examen de los elementos que hacen a la situación
de hecho que se pretende dilucidar o investigar y la apli­
cación de las distintas técnicas^ psicológicas que sean
necesarias para aclarar esa demanda pericial.
Si fuesen varios los peritos psicólogos intervinientes y
no hubiere acuerdo acerca de la manera de llevar a cabo
Psicología judicial 219

la pericia, los peritos deberán informar al juez antes de


proceder (Art. 265 Código Procesal Penal de Mendoza)
quien resolverá en definitiva.
El foco pericial permitirá saber qué sector de los
hechos son relevantes en el caso concreto.
El perito no puede ampliar por sí los puntos de peri­
cia solicitados, ni extenderse más allá de los límites que
estos fijan, entendiendo incluso algunos autores, que en
estos casos el dictámen será nulo y en la medida en que
aborjla puntos no pedidos.
(^JOLa deliberación, si hay pluralidad de peritos.
A la deliberación, conforme el Código Procesal Penal
de Mendoza, (Art. 266), sólo pueden asistir el juez y los
peritos, puesto que se pretende que el acto quede a salvo
de cualquier sesgo indebido. El Código Procesal Penal de
la Nación (Art. 262) contiene una. prescripción similar, al
igual que la de muchos códigos.
f 4)} La redacción y/o exposición del dictamen propia­
mente dicho.
Recordemos que el tipo de técnicas a implementar,
variará según la demanda pericial. No es lo mismo peri-
tar una sifeUación en la que esté en juego la necesidad del
tribunal de reunir elementos de juicio acerca de la impu-
tabilidad de una persona, que una pericia destinada a
proveer de elementos para determinar si existió emoción
violenta. También difiere si lo que se trata de establecer
es la posibilidad de una externación o una internación o
si lo que está en juego es la determinación de la capaci­
dad civil, laboral, o una adopción, tenencia, daño psíquico
o si se trata de una pericia sobre una declaración testi­
monial o relativa a una situación donde lo que se trata
220 Juan H. Del Popolo

de establecer es, si existe dolo eventual o culpa conciente


desde la dimensión psicológica. Cada una de estas situa­
ciones podrá exigir técnicas distintas.

Técnicas psicológicas más utilizadas

Paul R. Lees-Háley (19.92) condujo una. investigación,


en base a un cuestionario administrado a los concurren­
tes al Séptimo Simposio Anual de Psicología Forense
celebrado por el American College of Forense Psychology,
celebrado en Newport Beach California, en mayo de
1991. El mismo fue administrado a 69 concurrentes que
incluía a psicólogos con diverso rango de ejercicio profe­
sional en psicología forense, con una relativamente fuer­
te experiencia en evaluaciones criminales.
Sólo mencionaremos las diez técnicas más usadas
conforme esta investigación, que resultaron ser (en orden
de mayor frecuencia a menor):
1) MMPI o MMPI-2
2) WAIS - R -
3) RORSCHACH Inkblot
4) BENDER GESTALT
5) Test de Completar Oraciones (de todas clases)
6) Escala de Memoria de WESCHLER
7) Dibujo de la FIGURA HUMANA
8) Wide Range Achievement Test
9) WISC - R / WPPSI
10) TAT
Actualmente hay una tendencia creciente a desarro­
llar programas computarizados para la aplicación e
Psicología judicial 221

interpretación de técnicas, los que deben ser manejados -


con conocimiento y cuidado. Los más numerosos resultan
compatibles con IBM y Apple.

Principales errores en la aplicación


ele técnicas psicológicas en el ámbito forense

Brevemente reseñaremos algunas cuestiones puestas


de relieve por la investigación llevada a cabo por Wake-
field y Underwager (1993), remitiendo a su publicación
para una más completa ilustración.
Estos autores advirtieron que en técnicas gráficas
(HTP o Kinetic Family Drawings) existen a menudo
sobreinterpretaciones y malas interpretaciones de la téc­
nica, mencionando un trabajo de Harris que observa que /
hay muy poca evidencia de «signos» de indicadores váli- /
dos de características de personalidad en gráficos (Draw
A Perron).
La cátedra también examinó en 1991 una pequeña
muestra de técnicas gráficas encontrando muy poca evi­
dencia de que qjdstieran «signos» en gráficos que se corre­
lacionaron en forma positiva con indicadores forenses.

Rorschach

Para los autores mencionados no hay apoyo empírico


para la validez del Rorscharch, excepto cuando el siste­
ma Exnér es usado. En tal sentido se muestran con
serias reservas hacia su uso.
222 Juan H. Del Popolo

M MP1

Es una técnica que ha sido investigada y validada por


muchos años. No obstante, conforme los autores citados,
es sobreinterpretada y mal interpretada, apartándose de
las investigaciones empíricas que le pudieran dar respal­
do.
Otras técnicas son examinadas én este artículo, ejem­
plificando casos de üsos incorrectos.
Debemos concordar con la posibilidad de sobreinter-
pretación o mala interpretación de técnicas psicológicas y
también advertir sobre la necesidad de validaciones
empíricas en relación a su fiabilidad y validez.
Debido a ello, es que sugerimos la necesidad de corre­
lacionar los datos de las técnicas con los datos provenien­
tes de todas las fuentes disponibles en relación a la con­
ducta relevante del individuo o grupo en examen, a los
efectos de disminuir al mínimo las posibilidades de error.

Características de la labor del perito

Dentro del ámbito pericial psicológico, la tarea del


perito es personal e indelegable. Pueden valerse los peri­
tos de determinados auxiliares y delegar estudios com­
plementarios en manos de otras personas, pero la tarea
de redactar y de fundar el dictamen, es eminentemente
personal del perito designado. Conforme señala Devis
Echandia, no puede encargar el pferito a otra persona la
realización de operaciones técnicas que fundamenten la
conclusión ni limitarse a transcribir el concepto de otro,
Psicología judicial 223

porque no existiría el desempeño personal del encargo y


por lo tanto, el dictamen quedaría viciado de nulidad.
Algunos Códigos de Procedimiento como el italiano,
facultan al perito a servirse de auxiliar de su confianza
en el desarrollo de tareas materiales que no impliquen
a p re cia ció n o ev a lu a ción , concepto que puede hacerse
extensivo a nuestro procedimiento.

Lugar y tiempo para realizar la pericia

. El lugar de realización de la prueba pericial, es el


sitio acordado por los peritos o el lugar designado por el
juez. Normalmente, el lugar designado es el cuerpo médi­
co forense o establecimiento análogo. Si se trata de una
persona privada de la libertad, es trasladada de la peni­
tenciaria al cuerpo médico forense a los efectos de la
práctica pericial. Pero podría ser también que la pericia
se lleve a cabo en la misma dependencia de la penitencia­
ria provincial. Allí, en el día y hora fijados, entonces
comienzan las operaciones a los efectos de la práctica
pericial.

Actuación conjunta con otros profesionales

Puede que en una determinada peritación interven­


gan otros profesionales como peritos psiquiatras. Lo ide­
al es trabajar con un modelo de complementariedad. En
este sentido, la Suprema Corte de la Provincia de Bue­
nos Aires, reglamentó la organización y estructura de
224 Juan H. Del Popolo

funciones de las secciones y servicios de la asesoría peri­


cial, por acordadas 1793/78 del 27/6/78. Vamos a ver
algunas de las disposiciones aplicables a los psicólogos y
a los psiquiatras. Estas disposiciones rigen para la Pro­
vincia de Bs. As., pero es interesante tenerlas en cuenta
por el precedente legislativo que pueden significar. A la
sección psicólogos, dentro de esta asesoría pericial de la
Provincia de Bs. As., le corresponde actuar en estudios
psicológicos, entrevistas individuales o grupales y admi­
nistración de los test. Se les fija,la tarea de actuar con­
juntamente con los médicos psiquiatras en la elaboración
de los informes periciales, cuando la índole del caso lo
requiera. Aquí tenemos entonces la prescripción de una
tarea conjunta superando el modelo lineal de subordina­
ción en el que el psicólogo actúa por encargo y no por
conjunción con otros profesionales. También el psicólogo
puede actuar en la realización del estudio psicológico de
los procesados, a los efectos de responder a específicos
puntos de pericia requeridos por los magistrados o a
solicitud de los médicos forenses, concurriendo con su
aporte especializado a las conclusiones médico legales.
Para el psiquiatra se fijan las siguientes funciones (den-,
tro de esta asesoría en la Provincia de Bs.As.): realizar
estudios psicológicos y psiquiátricos individuales o gru­
pales, en caso de divorcio en ocasión de matrimonio,
tenencia de hijos, régimen de visitas, alimentos, adop­
ción, tutela, cúratela, anulación de la patria potestad y
daños y perjuicios e informar diagnósticamente en los
casos de declaración de insania e inhabilitación e inter­
nación.
Vemos entonces como se va planteando un modelo
Psicología judicial 225

conjunto de actuación más que un modelo estrictamente


individual separado por compartimentos estancos.

Pericias forzosas

Ciertos Códigos Procesales Penales imponen la rea­


lización de pericias para comprobar el estado mental
del imputado en forma obligatoria, cuando se dan cier­
tas condiciones tales como que el delito esté reprimido
con pena no menor de diez años de prisión, o cuando el
imputado sea sordomudo, menor de 18 años o mayor
de 70 años (Art. 70 Código Procesal Penal de Mendoza;
o cuando fuera probable la aplicación de una medida
de seguridad (Art. 78 Código Procesal Penal de la
Nación).

Forma y contenido del dictamen pericial.

Normalmente el dictamen reviste la forma escrita,


pero en el Código Procesal Penal para la Provincia de
Mendoza también se establece que puede el dictamen
pericial revestir la forma de declaración.
¿Cuál es la estructura que se prevé para este informe
pericial?
\í En primer lugar, corresponde hacer la descripción de
la persona ó dé los hechos o las cosas examinádas eiíias
condiciones en que se hallaron. Se describe la persona
sometida a análisis, sus datos personales (de identifica­
ción), y sus funciones psicológicas en el momento actual.
226 Juan H. Del Popolo

\ En segundo lugar, se debe hacer una relación detalla­


da de todos las operaciones practicadas y de sus resulta­
dos. Concretamente se enuncian todas las técnicas que se
han utilizado y los resultados obtenidos debidamente dis­
criminados por técnica. Se ha de indicar qué variantes
técnicas se utilizaron, tipos de materiales utilizados,
fechas en que se aplicaron (entrevistas realizadas, con­
signando su tipo, entrevistados y citas a entrevistas a las
que las partes no concurrieron), y résultádos de cada
subtest, en caso de que una misma técnica esté compues­
ta por varios de ellos, así como todos los datos obtenidos,
sin omitir ninguno. Puede el perito valerse de tablas o
despersigramas para mejor ilustrar su pericia, y resulta
de buena práctica acompañar en carpeta separada los
distintos protocolos de las técnicas.
Asimismo, se ha de consignar si se obtuvieron regis­
tros de video o audio de las entrevistas, las que serán debi­
damente conservadas para el caso en que el Tribunal las
requiera como prueba. Nuevos procedimientos en el campo
de las técnicas psicológicas forenses requieren el uso de
medios técnicos de registro de las entrevistas para un más
cuidadoso análisis de la información. Incluso resulta útil
esta manera de registrar la información, para llevar a
cabo supervisiones o nuevos re-exámenes del material por
otros profesionales o por parte del Juez o Tribunal.
_ En tercer lugar se redactan las conclusiones, siempre
debidamente fundadas en la ciencia psicológica. Las. con­
clusiones deberán ser formuladas en lenguaje claro y se
referirán a los distintos puntos de pericia solicitados. Si
el perito no tiene suficientes elementos de juicio para lle­
gar a una conclusión afirmativa o negativa, así debe
Psicología judicial 227

hacerlo saber al magistrado, al igual que si sobre el pun­


to existen otras posibles teorías o interpretaciones.
\En materia civil, el dictamen — según algunos orde-
¡ namientos procesales— se presenta con copia para las
.partes. El Código Procesal Civil de Mendoza prevé que si
el dictamen no comprende todos los puntos propuestos
por los litigantes o señalados por el juzgado, o no se ajus­
taron a lo dispuesto por los Arts. 191, 192 o adoleciera de
otras deficiencias que pudieran restarle eficacia, de oficio
o a pedido de cualquiera de los litigantes, se dispondrá
en el plazo que se fije, que sean subsanadas las omisio­
nes. y deficiencias. A veces se solieran aclaraciones que
permiten al perito suministrar información adicional
sobre el objeto de la pericia.
1 Se debe consignar la fecha y lugar en que la pericia
ise practicó y el dictamen debe ser firmado por el perito.
En España, la Ley de Enjuiciamiento Criminal regula
la peritación en el proceso penal (Arts. 456-485) previen­
do que el informe pericial ha de contener en lo posible:
1) la descripción de la persona o cosa que sea objeto
del mismo, en el estado o modo en que se halle;
2) relación de todas las operaciones practicadas y de
su resultado;
3) las conclusiones que de tales datos formulen los
peritos, conforme a los principios y reglas de su ciencia.
Conviene, si el caso lo requiere, adicionar un glosario
al final de la pericia, que contenga los principales signi­
ficados de la terminología científica utilizada.
Se debe expresar en base a qué principios psicológicos
o científicos se llega a la conclusión, y además se debe
consignar la fecha en que las operaciones se practicaron.
228 Juan H. Del Popolo

Se debe diferenciar en el informe si lo observado o


diagnosticado lo es a partir del estado actual o si se trata
de inferencias o diagnósticos retrospectivos a partir del
examen de otros parámetros (estudio del expediente,
datos obtenidos en entrevistas con personas significati­
vas del entorno, etc.) haciéndolos constar en su caso.

Necesidad de crear modelos de interacción


en la relación juez-perito

Normalmente predomina un modelo lineal en el


manejo de la información juez-perito. El juez fija los pun­
tos de pericia y los comunica al psicólogo para que él los
elucide, y los investigue. Pero en la práctica, se suele
observar, la utilidad de que el psicólogo mantenga una
entrevista con quien fijará los puntos periciales, para
intercambiar ideas sobre las posibilidades científicas de
satisfacer la demanda y para esclarecer la posibilidad de
responder a otros puntos que pueden ser de utilidad. A
partir de esta entrevista, muchas veces se suele elaborar
con provecho una lista de puntos periciales que luego
serán de gran utilidad para la mejor comprensión del
hecho en juzgamiento. Otras veces, esta tarea se realiza
con el abogado de parte, en una conversación previa que
permite establecer más claramente los puntos periciales.
Hemos visto que cada ciencia tiené su campo de acción,
sus «ojos de cerradura», sus lenguajes específicos. Preci­
samente mediante esta entrevista previa, se trata dé
dilucidar estas cuestiones, para un mejor aprovecha­
miento del trabajo, y del esfuerzo conjunto.
Psicología judicial 229

El modelo pericial que no contemple ningún tipo de


«feed back» entre quien «encarga» la pericia y el que la
realiza, normalmente entorpecerá la función pericial.
¡f Algunos juzgados, sobre todo en el área de menores y
i de familia, ya funcionan con esquemas de amplia interac­
c ió n en el área pericial.
^ De ser posible, es conveniente que el juez se reúna
con el equipo técnico y en conjunto .¿precisen la demanda
pericial y los puntos de pericia. Esto posibilitará una
mejor comprensión de la tarea por parte del equipo técni­
co y del juez. A partir de ese momento conjunto, se dise­
ñan los objetivos de la investigación pericial y posterior­
mente permite que haya un permanente «feed back» y
que el juez, pueda realmente compenetrarse en la tarea
y tomar contacto con los «puntos grises» del caso, e inclu­
so con las nuevas necesidades de investigación.
Este esquema también se suele aplicar en países de
habla anglosajona, en los que existe una interacción
entre el fiscal o el abogado que pide la medida y el perito,
a los efectos de poder esclarecer las demandas periciales.
Muchas veces se ha visto que un mal peritaje puede
derivar de un desconocimiento de la necesidad legal por
parte del perito o de una información equivocada sobre
los estándares legales, o de un encargo pericial que des­
conoce lo que la ciencia puede ofrecer.
El perito puede intervenir en audiencias orales. En
nuestra provincia de Mendoza normalmente interviene en
los procesos penales en la etapa de debate oral. Aún cuan­
do exista un informe escrito en la etapa de la instrucción
es preguntado ampliamente por el juez, por el ministerio
fiscal y por la defensa en relación al objeto de su pericia.
230 Juan H. Del Popolo

Se da así una posiblidad mucho mayor para acercar dife­


rencias entre psicología y derecho. El perito entra en con­
tacto directo con el Tribunal y puede éxplicitar mucho
mejor su cometido y el alcance de su ciencia para esclare­
cer los hechos. Puede también responder a aclaraciones, y
brindar explicaciones ulteriores, que muchas veces el sim­
ple escrito no permite contemplar. Esta es la gran ventaja
que tiene el debate oral y la inmediación: la posibilidad de
contrastar datos y de tener adecuado «feed back» entre el
perito y el Tribunal.

Limitación al dictamen pericial

El artículo 268 del Código Procesal Penal de Mendo­


za, establece que las pericias psiquiátricas no pueden
versar sobre caracteres generales o genéricos de la perso­
nalidad dél sujeto examinado e independiente de causas
patológicas. Esta disposición que figura en múltiple Códi­
gos Procesales Penales Argentinos ha sido tomada según
Jorge Ciaría Olmedo del Art. 314 del Código italiano pre­
viamente vigente que prohibía establecer por pericia:
1) La habitualidad o profesíonalidad en el delito,
2) La tendencia a delinquir.
3) El carácter y la personalidad del imputado.
4) En general, las cualidades psíquicas independien­
tes de causas patológicas.
El Art. 220 del Código Procesal Penal italiano actual,
contiene la misma prohibición en su inciso 2a, salvo lo
previsto a los fines de la ejecución de la pena o de la
medida de seguridad.
Psicología judicial 231

El Código Procesal Penal Colombiano, también prohíbe


las peritaciones relativas a los puntos señalados en los inci­
sos l s, 29, 3S, del Código Procesal Penal italiano, Art. 314.
La prohibición de expedirse sobre la «personalidad
del sujeto» es muy antigua, y en realidad no ha tenido
aplicación práctica. El uso y la costumbre han terminado
por dejarla en la realidad sin efecto. La disposición ha
querido resguardar la intimidad de la persona y que no
se investiguen circunstancias que no tienen que ver con
el objeto del proceso y que sean independientes también
de causas patológicas. Pero desde el punto de vista de la
psicología, hemos visto que no solamente nos ocupamos
de situaciones patológicas sino que también, para arrojar
más luz sobre un hecho, se examinan cuestiones íntima­
mente relacionadas con el accionar de la conducta fuera
de lo patológico y ya plenamente en el terreno de la «nor­
malidad». Esta prohibición, con base en el modelo de la
enfermedad mental, en el momento actual no ayuda pre­
cisamente a la interacción de la psicología y el derecho.

D iferen cias en tre las técn ica s aplicables


en una entrevista clín ica y en una foren se

En primer lugar, debemos observar a q u ién va d iri­


gida la in form a ción .
En uno de los casos es a un miembro de la adminis­
tración de justicia (juez, fiscal, etc.). En el caso de un psi-
codiagnóstico, el que va a recibir la información es por lo
general el paciente, un psicólogo o un psiquiatra. El des­
tinatario de la información nos hace prever ciertas dife-
232 Juan H. Del Popolo

rendas para el manejo de los lenguajes y de la comunica­


ción. Por otra parte, los psicodiagnósticos que luego ser-
virán para un posterior tratamiento pueden en el curso*
de este último ser verificados o corregidos. En cambio, los
datos volcados en las pericias forenses no tienen tal posi­
bilidad.

En segundo lugar, la persona que consulta en el mar­


co clínico, es una persona que por lo menos desde el pun­
to de vista consciente está empeñado en obtener una
solución para el problema por el cual consulta. En la
e n trev ista fo r e n s e , n o rm a lm e n te la p e r s o n a es
en v ia d a , no concurre por propia voluntad, y se deben
tener en cuenta posibilidades de simulación y de mentira
que nunca hay que descartar en el trámite de la pericia.
Estos factores de simulación pueden estar íntimamente
relacionados con algún propósito ganancial, tales como
obtener la liberación, un certificado de capacidad, o de
incapacidad, etc. )

En tercer lugar, hay otra situación que ya Freud


había indagado en un artículo que se intitula «La indaga­
toria forense y el psicoanálisis» (tomo IX, Amorrourtu,
pág. 83). Afirma que en los casos de neurosis, particular­
mente en la histeria, hay un secreto que develar que el
neurótico también desconoce, se oculta a sí mismo por los
efectos del desalojo y de la represión. En cambio, en el
caso del criminal, se trata de un secreto que el sabe y
oculta a los demás. ]
f En el encuadre clínico, está incluido el deber de guar­
dar el secreto profesional en torno a las revelaciones que
Psicología judicial 233

se reciban por parte del paciente acerca de su situación,


creencias, ideologías, problemática familiar, etc. En el
ámbito forense, ya hemos visto los matices que esta
situación puede presentar, j
I^Desde lo forense está implícita la demanda que se
realiza desde otra ciencia, desde la jurídica, para posibi­
litar la recolección de información necesaria para los
fines jurídicos. En cambio, desde, el punto de vista clínico,
la necesidad proviene de otro sector de la misma ciencia
psicológica o de una necesidad ocupacional, vocacional,
educacional, necesidad de recibir un tratamiento etc., y
no .de interacción con otro campo con sus leyes y su siste­
matización propia, i
í Otra diferencia en torno al encuadre, es que las
entrevistas en el terreno forense debieran evitar acerca­
mientos o sugestiones de tipo terapéuticos para dirigirse
directamente hacia la obtención de información pertinen­
te. En cambio, en lá entrevista clínica para fines terapéu­
ticos, hay un acercamiento terapéutico desde la primer
entrevista, j
f Debe tenerse presente que, en materia forense, el
diagnóstico no agota la tarea. En la etapa del diagnóstico
es conveniente que se utilicen códigos internacionales
para comuriicar la información al juez ya sea el DSM IV
o ICD9, a los efectos de poder ubicar la situación diag­
nóstica de la persona examinada, dentro de una catego­
ría que tenga un reconocimiento internacional. Pero
como hemos dicho no se agota aquí la tarea; lo que se
pretende en todo caso es la comprensión de la situación
por la que ha atravesado esa persona o grupo, en función
del foco legal que se demanda como prioritario para la
234 Juan H. Del Popolo

aclaración de los puntos periciales. Además, amén del


diagnóstico del estado actual, suele ser necesario el diag­
nóstico retrospectivo y también -—y en la medida de lo
posible— la progresión sobre futuras conductas.
También interesa en el marco forense saber conden­
sar la información y saber qué información es pertinente
y tener presente que la misma se convertirá en relativa­
mente pública.
Normalmente se puede obtener gran cantidad de
información, que puede ser útil a los fines clínicos, pero
no a los fines forenses.
Por último, el psicólogo forense muchas veces se
encuentra en la necesidad de concurrir a audiencias en
las que debe responder a minuciosos interrogatorios de
las partes, que muchas veces podrán provocar elevada
ansiedad frente a los que debe actuar con el debido pro­
fesionalismo. '

Encadenamientos de los datos periciales

A través de numerosos estudios se ha visto que rara


vez una sola técnica, o un solo ítem de una técnica, per­
mite arrojar una conclusión debidamente fundada y
correlacionada con una determinada situación pericial.
í Así, por ejemplo, que aparezca tal o cual rasgo en Rors- "'\
chach, Bender, Weschler o gráficas, no significa de por sí
que el entrevistado, presente tal o cual rasgo de conduc­
ta. Es conveniente realizar, en este sentido, un encadena­
miento de los datos obtenidos a través de las técnicas con
los de la historia, los de la vida real, y los que surgen del
Psicología judicial Í235

expediente, para ver si todos esos datos en conjunto


muestran que una determinada hipótesis tiene consisten­
cia. Este método resulta muy valioso y sobre todo es muy
importante para el convencimiento del juez en el caso
concreto. No es lo mismo afirmar que, tal o cual conclu­
sión se alcanza a través de una técnica o un determinado
ítem de una técnica por un determinado baremo estadís­
tico, que mostrar que la conclusión se alcanza a partir de
varias técnicas en conjunto y mostrar las correlaciones
de lo observado en la vida real del sujeto o del grupo, que
se está peritando. Estudios empíricos han demostrado a
nivel de técnicas gráficas la poca evidencia seria de que
determinados «signos» sean indicadores válidos de carac­
terísticas de personalidad.
Así también en el accionar delictivo debemos hacer
una correlación entre el plano del delito desde la semio­
logía de la conducta que estamos investigando y la
estructuración psicológica de determinado sujeto. Esto
tiene un doble mérito: por un lado permite realizar un
informe mucho mas certero, preciso y concluyente y por
otro, desde el punto de vista de los actores judiciales, lle­
va a una mayor comprensión de la situación en juego.
Para poder hacer efectiva esta tarea, naturalmente
que es necesario tener algunos conocimientos mínimos
legales como para poder responder con solvencia al foco
pericial, y poder precisar y entender el lenguaje del dere­
cho y del juez.
236 Juan H. Del Popolò

Medios de registros técnicos


de las entrevistas

En cuanto al uso de métodos mecánicos de'registro


(grabador, videos, etc,) pueden ser usados, pero es conve­
niente hacérselo saber al peritado, y si se observa que
éste está angustiado o ansiosp, por el uso de estos, lo con­
veniente es suprimirlos. Si son bien tolerados, ayudarán
mucho a las supervisiones y a la escucha posterior del
psicólogo.
En determinados procedimientos periciales (por ej.
análisis de credibilidad de declaraciones), los medios de
registro técnico resultan muy útiles.
Por otra parte, contribuyen a poder confrontar hipóte­
sis con mayor exactitud y precisión, dado que una y otra
vez se puede volver a revisar lo registrado.
También facilitan que otros profesionales puedan
supervisar el material y que el mismo eventualmente
pueda ser visto por las autoridades que ehcargaron la
pericia.
Además permiten el registro de estados irrepetibles
(por ej. la entrevista en el momento próximo al hecho).
Luego, este material podrá ser minuciosamente examina­
do a la luz de los provenientes de otras fuentes.
En suma, este tipo de procedimientos resulta de gran
ayuda para la realización de la labor pericial.
Psicología judicial 237

Aparentes reacciones de culpabilidad

El hecho de que el individuo peritado frente a una


situación determinada, por ejemplo una entrevista, se
presente con signos manifiestos de ansiedad, no significa
de por sí que esté ocultando o queriendo ocultar informa­
ción, o que esté ansioso porque sea responsable del hecho
que se esta investigando.
En la historia de la humanidad se han registrado
algunas técnicas que tenían por finalidad detectar este
estado de ansiedad, al que se lo interpretaba como una
respuesta positiva de culpabilidad de la persona imputa­
da. Así, en la antigüedad se le obligaba a la persona sos­
pechosa a comer arroz seco. Si ésta estaba ansiosa no
había respuestas de salivación adecuadas y por ende no
podía tragarlo.
Este tipo de respuesta, condicionado por la ansiedad,
era interpretada como la reacción propia de una persona
culpable.
El detector de mentiras, también funciona en base a
alteraciones neurofisiológicas, producidas por la ansie­
dad. La técnica básica es la obtención de un patrón de
respuestas a nivel de respiración, de respuestas galváni­
cas de la piel o del latido cardíaco en las que el sujeto
responde a preguntas neutras que no están relacionadas
con el hecho que se investiga. Este patrón neutro se com­
para posteriormente con preguntas que tienen que ver
con el hecho que se esta investigando y se establece si
hay una alteración de los patrones fisiológicos que antes
hemos mencionado. Pero, la simple alteración del regis­
tro fisiológico no significa que el individuo esté mintien­
238 Juan H. Del Pòpolo

do; basta que esté «ansioso» para que se produzca este


tipo de respuesta.
También se ha usado la prueba de asociación de pala­
bras como experimento destinado a establecer si se pre­
sentan respuestas ansiógenas, o cargadas emocionalmen­
te, frente a palabras estímulos. Este tipo de trabajos fue
analizado por Freud en un artículo que se denominó «La
indagatoria forense y el psicoanálisis». El mismo fue ori­
ginariamente una conferencia pronunciada por Freud, en
junio de 1906, a raíz de.una invitación al Seminario de
Jurisprudencia de la Universidad de Viena, para los
alumnos del seminario (Publicado en el tomo IX de las
obras completas editadas por Amorrourtu, pág. 83).
Freud empieza por reconocer la creciente intelección
sobre la inseguridad de las declaraciones testimoniales
en el ámbito de la Jurisprudencia. Luego realiza algunos
comentarios en torno a un procedimiento usual en esa
época, que fundamentalmente trabajaba con el método
de asociación de palabras. Se proponía a la persona a
examinar una palabra estímulo y luego esta persona
tenía que responder frente a ésta con la primera palabra
que viniera a su mente. Se observaba el contenido de las
respuestas, el alargamiento en los tiempos de reacción, el
error en la reproducción y la perseveración.
Se postulaba la existencia de un complejo emocional
que coloreaba la respuesta con algunos de estos fenóme­
nos; ya sea con un alargamiento del tiempo de reacción,
cambios en el contenido de la respuesta, etc. En esta aca­
demia de Jurisprudencia, se había ideado una experien­
cia de simulación, donde los alumnos fingían o trataban
de simular ignorar determinadas cuestiones con respecto
Psicología judicial 239

a un contenido que estaban declarando y se probaba con


esta técnica de asociación de palabras, si realmente se
presentaba algunos de estos fenómenos.
Esta expériencia también había sido desarrollada por
Wundt, Kraepelin, Bleuler y Jung. Freud cuando comen­
ta esta técnica recomienda ca u te la y advierte del peligro
de hacer aplicaciones apresuradas de ella, y también dice
que en este método de asociación el investigado puede
ser despistado porque el neurótico (y esto es importante
a los fines de la materia) puede reaccionar como si fuera
culpable siendo en realidad inocente, porque lleva en su
interior una conciencia de culpa aprontada y al acecho
para apoderarse de cualquier inculpación. Por tanto, y
haciendo aplicación de esta advertencia y conocimiento,
cualquier respuesta de este tipo, por ejemplo el hecho de
que la persona sufra de taquicardia, ansiedad, palidez
frente a una pregunta del examinador, no debe ser inter­
pretado como signo de culpa, sino en todo caso como sig­
no de ansiedad y esta ansiedad puede obedecer perfecta­
mente a esta situación que estamos explicando y a la que
son propensos los neuróticos.
Esto se complementa con lo que hemos expresado
antes, acerca de la necesidad del encadenado de técnicas
y de observaciones de conductas para formular hipótesis
más probables en torno a la conducta de un individuo. Ya
sabemos que a partir de una observación de conducta
externa, no necesariamente podemos inferir con validez,
que esté presente intrapsíquicamente una determinada
situación. Así, frente a estas manifestaciones de conduc­
ta ansiosa, no necesariamente debemos inferir que este­
mos frente a un individuo culpable.
240 Juan H. Del Popolo

De la misma manera hay otra observación importan­


te que realizó Freud, y que está relatada en un artículo-
intitulado «El dictamen de la facultad en el proceso
Halssman». Allí advierte que comprobar la existencia del
complejo de edipo en un individuo, no es dato suficiente
para extraer conclusiones sobre la autoría de un crimen.
Indica en el artículo citado que, si se hubiese demostrado
objetivamente que el autor dél hecho era un sujeto que se
llamaba Philips Halssman, estaría por cierto justificado
traer a cuenta el complejo de edipo con miras de descu­
brir los motivos de un crimen que de otro modo no se
comprendería. Pero por la existencia de este complejo de
edipo deducir que, verdaderamente había un motivo para
el crimen, era una cosa que no compadecía con la serie­
dad y. con el razonamiento científico. Freud comentando
esta situación trae en este artículo una interesante anéc­
dota; dice que se había producido una violación de domi­
cilio y se condena como delincuente a un hombre al que
se le encontró la ganzúa. Relata, que tras el pronuncia­
miento de la sentencia y preguntando al reo si tenía
alguna observación que hacer pidió también ser penado
por adulterio, porque también tenía el instrumento para
cometer este delito. Con esto quiere significar Freud, que
el hecho de tener el instrumento para cometer el delito,
nó significa haberlo hecho. La constatación de un ele­
mento de naturaleza psíquica, no necesariamente signifi­
ca (por ejemplo una fantasía de tipo homicida) que la
persona haya actuado esta fantasía.
Psicología judicial 241

El dictamen pericial y el perito:


la transferencia

El perito no debe caer en una respuesta de omnipo­


tencia o de impotencia, no se trata de responder a todas
las preguntas por si o por no, como si el perito psicólogo
supiera todo. Se debe diferenciar lo que se puede decir
racionalmente con certeza, lo que se puede plantear en el
terreno hipotético y lo que se desconoce.
Otras veces, se pretende que el psicólogo con su inter­
vención «arregle» omnipotentemente situaciones extremas,
o se intenta que mejore los «argumentos» que una parte
esgrime contra otra, en lugar de permitirle un espacio de
reflexión propia e imparcial. Así se procura instrumentar
su tarea como un «arma» más de la batalla judicial.
En la técnica pericial, aparecen respuestas de tipo
contratransferencial que son producidas por la situación
que hay en juego; que pueden llevar a veces al perito a
tener una «actuación», a creer que se ha hecho una injus­
ticia con el detenido (que puede serlo), pero a veces esto
se transmite por intermedio de la «inoculación» y rápida­
mente el perito o la persona que está practicando el exa­
men, se ve compelida a realizar ciertos actos sin mayor
reflexión y sin mayor pensamiento. Muchas veces estas
son respuestas contratransferenciales.
En otros casos hay respuestas que lo llevan a una
situación de impotencia en la que no puede pensar en
torno al. material. En muchos de los casos de pacientes
psicópatas conviene releer atentamente las entrevistas,
puesto que en primer instancia estas aparecen como
racionales, lógicas, pero si se empieza a analizar con cier­
242 Juan H. Del Popolo

to detalle, se ven importantes elementos de contradic­


ción, de ilogicidad, de respuestas inoculatorias que per­
turban el pensamiento de la persona que está realiz.aíido
esta pericia y lo tienden a inmovilizar. Otras veces el
entrevistado suscita miedo o temor, y todo esto corres­
ponde que sea examinado a la luz de lo que está suce­
diendo en el campo de la entrevista.
El perito, tal como está legislado en nuestro Código
de Procedimientos, debe mantenerse imparcial en sus
valoraciones. Esta situación es distinta de la misión del
consultor técnico de la parte, que no es propiamente un
perito (se les llama también perito contralor). Esta perso­
na asesora a una de las partes y no tiene obligación de
ser imparcial. Paradlos peritos de control, por ejemplo en
el Código Procesal de Córdoba, el cargo no es obligatorio
y tampoco están obligados al trámite de la excusación y
recusación. Ya vimos que se los considera peritos parcia­
les, porque son peritos que van a asesorar a la parte. Se
trata entonces, de un auxiliar de la parte que lo propuso
y no tiene el deber de expresarse con veracidad.
Esta postura ha sido criticada por muchos autores.
De todas maneras, cuando es esta la situación,, las reglas
son claras y el juez sabe a que atenerse; sabe que se tra­
ta en definitiva de un perito de control, de un auxiliar de
la parte, de alguien que no esta obligado a decir la ver­
dad y tiene esto en cuenta para el momento de valorar la
pericia.
En Mendoza, en la legislación provincial, no existe
este tipo de perito contralor. Sólo existe la obligación de
decir la verdad y de ser fiel al juez en cuanto al encargo
que se formula.
Psicología judicial 243

Valoración de la pericia

■L. Debe recordarse también que el juez es perito de peri­


tos, y en definitiva, en la mayoría de los Códigos moder­
nos el dictamen pericial es valorado conforme á los prin­
cipios de la sana crítica y la libre convicción, por lo menos
en la esfera penal? Allí el juez puede examinar la calidad
de los fundamentos científicos que han expuesto los peri­
tos; tener en cuenta su idoneidad, si la pericia es unifor­
me o si ha habido discrepancias y el resto de la prueba
que se ha incorporado al expediente, para determinar, si
•y— '

se trata de un proceso penal, la verdad real./ El juez no


está obligado a aceptar la opinión de los peritos simple­
mente porque éstos la enuncien, ""j
El Código de Procedimientos'Civil y Comercial de la
Nación Argentina establece algunos criterios para esta­
blecer la fuerza probatoria del dictamen pericial, que
pueden considerarse en general válidos. Ellos son:
a) la competencia de los peritos;
b) la uniformidad o disconformidad de sus. opiniones;
c) los principios científicos en que se fundan;
d) concordancia de su aplicación con las reglas de la
rama crítica y demás pruebas y elementos de convicción
que la .causa ofrezca.
El juez fundadamente puede apartarse del dictamen
pericial.
\J3uele ser frecuente que, si la pericia contiene puntos
obscuros, el perito sea nuevamente citado al Tribunal a
los efectos de pedirle aclaraciones. jEsto se puede hacer a
veces por escrito, a veces oralmente, a veces se le enco­
mienda una ampliación de la tarea pericial para que se
244 Juan H. Del Popolo

expida sobre nuevos puntos que han surgido y que son


importantes tener en cuenta para resolver el proceso./

Simulación
Va" "
L Simular es dar apariéncia de verdad a algo que en
reálidad no lo tiene. Este es un factor que se debe tener
siempre presente en el diagnóstico pericial.^La posibili­
dad de simulación no sólo es importante en el campo del
procedimiento penal, sino en el laboral, civil, de familia.
Así, dentro del procedimiento penal se puede simular
para lograr una externación de un hospital psiquiátrico,
aparentando que los síntomas han remitido; o bien se
puede intentar una simulación para fingir haber estado
enajenado al momento de cometer un hecho delictivo con
la esperanza de escapar del castigo. También dentro dél
campo laboral caben los distintos tipos de simulación. Se
puede simular con la finalidad de obtener un beneficio
jubilatorio anticipado o una licencia por razones de enfer­
medad mental. Igualmente en el ámbito civil se puede
simular para evitar a una declaración de demencia que
prive a la persona del manejo y administración de sus
bienes, o se puede simular para hacer aparecer a una
persona sana como demente. En este área, tan ligada a
los propósitos gananciales, debe el perito esmerarse para
establecer posibilidades de simulación en el accionar de
la persona que esta peritando. Sobre todo cuando esto
está dependiendo de algún tipo de beneficio.
Psicología judicial 245

Tipos de simulación

Cuando hablamos de simulación, nos referimos a un


actuar deliberado, consciente y no del actuar de una perso­
na que inconscientemente se puede «engañar» a sí misma j
Hay distintas variedades de simulación. Vamos a
tomar los conceptos de Marcó Ribé y otros, en su obra
«Psiquiatría forense», los que resumiremos a los. efectos
de la clasificación y análisis. Podemos hablar de una
simulación total o verdadera, en la que el sujeto de una
forma consciente y deliberada finge el padecimiento de
enfermedad mental, de acuerdo a los conocimientos
intuitivos o concretos que posee acerca de los enfermos
psíquicos.
La sobresimulación, es una forma de simulación que s
realiza un enfermo mental o un anormal, pero que pade- 1
ce un cuadro clínico diferente del que exhibe.
La metasimulación o perseveración es la actitud con-
sistente en prolongar síntomas de- un trastorno mental I
verdadero del que recientemente curó. .J
La hipersimulación que es bastante corriente, es exa­
gerar su engaño en determinados momentos, como lo son
la observación médico-pericial, los momentos de vigilan­
cia o de presentación ante el juez.
La retrosimulación es la reproducción de síntomas de
un proceso que en épocas anteriores el padeció realmen­
te. y
La presimulación es la realizada por un individuo con
anterioridad a cometer un delito, a fin de poder invocar
posteriormente ese padecimiento. Bonnet indica que fue
Mairet (1908) quien le asignó este nombre.
246 Juan H. Del Popolo

XL_ a disimulación que es una simulación invertida, con­


siste en el intento por parte del enfermo de ocultar su
padecim ientojBonnet, citando a Borda (1932), exprésa
que en ninguna forma psiquiátrica, como en el delirio sis­
tematizado crónico interpretativo se observa.la frecuen­
cia de la disimulación, compartiendo ampliamente esta
opinión.
Dentro de las pautas que nos van a permitir diagnos­
ticar la posibilidad de simulación, vamos a tener en cuen­
ta algunas que son importantes para estos fines.

Técnicas para la detección de simulación

1ro.) E x a m e n d e la s e m io lo g ía d e lic tiv a . En el


mismo hecho delictivo deben observar sus característi­
cas, para ver si responde desde el punto de vista de la
semiología, a mecanismos de tipo psicopatológicos. Por
ejemplo: los individuos psicóticos generalmente produ­
cen hechos que son fríos, absurdos, irrazonables, incom­
prensibles, sin motivación aparente, bizarros. Esto se
relaciona con la personalidad del individuo. Este es un
primer elemento que se debe tener en cuenta, para
poder determinar hasta qué punto esa persona con esos
rasgos, pudo haber realizado ese hecho tal como sé pre­
senta semiológicamente. Importa también el atento exa­
men de los momentos previos y posteriores al delito, a
cuyo efecto resultará de importancia la consulta del
expediente.
2do.) H is to ria d e l in d iv id u o ; a través de ella se
puede establecer por medio del registro psicopagológico
previo, si esta persona presentaba los rasgos caracterís­
Psicología judicial 247

ticos y propios de la enfermedad en su desarrollo y evo­


lución.
3ro.) A p lic a c ió n d e las té cn ic a s ; entrevistas y dis­
tintos tipos de técnicas, para poder establecer si hay una
correlación entre la supuesta enfermedad y lo que se nos
expresa a través de las técnicas psicológicas.
4to.) O b s e r v a ció n d e las p e rso n a s q u e h a n r o d e ­
a d o al e n fe rm o ; por ejemplo, los enfermeros que han
estado con él en el hospital psiquiátrico pueden darnos
una valiosa información en relación a la conducta del
enfermo. Así se puede establecer si responde a los patro­
nes propios de la enfermedad. Ejemplo: los individuos
maníacos simuladores cuando no están junto a los enfer­
meros pierden su estado de excitación, en la noche duer­
men tranquilamente. Un maníaco en pleno brote resulta
difícil que pueda tener una cesasión imprevista del episo­
dio. Para cada cuadro se puede establecer la posibilidad
de un diagnóstico diferencial entre afección simulada y
real, por las características de cómo se presenta esa
enfermedad.
5to.) E xá m en es co m p le m e n ta rio s, en torno al indi­
viduo. Marco Ribe sugiere algunos tipos de pruebas espe­
cíficas para la simulación:
* P ru eb a s id e n tifica tiv a s sim ples: consisten en
mostrarle al sujeto objetos de uso cotidiano pidiéndole que
lo identifique. Una persona sana o con una enfermedad
psíquica, salvo que tenga una grave alteración de la con­
ciencia, responde satisfactoriamente, en tanto que el simu­
lador burdo se equivoca. Existen otras pruebas tales como
la presentación de una secuencia simple de letras o núme­
ros por breve tiempo con la consigna de que la copie lo más
248 Juan H. Del Popolo

exactamente que pueda.' El simulado suele fracasar en la


tarea sin que se encuentre patología que lo justifique. /
* P ru e b a d e S tó rrin g : se le hace calcular al indivi­
duo cuanto es 4 + 5; 3 + 6; 8 + 10. Los simuladores mani­
fiestan no acordarse de estas operaciones matemáticas o
se equivocan.
* O tra es la d e lo s d íg ito s: se le dice una serie de
números, por ejemplo: un número de teléfono y se le pide
al sujeto que los repita. El sujeto normal los repite casi
todos, los enfermos psíquicos incluso los afectados por
deterioro mental repiten como mínimo tres, el simulador
no puede recordar ni una cifra o falla en dos cifras situa­
das en un mismo lugar.
* O tras p ru e b a s son las de K ra ft E b in g y la d e
Abrhansera, R o s a n o v, Jung", y e l p s ic o d ia g n ó s t ic o
d e M ira y L ó p e z , que no comentamos en este apartado.
¡ No debe confundirse simulación con mitomanía. La
personalidad mitómana confabulatoria, ha sido definida
por Dupre, como la personalidad que tiene una tendencia _
patológica, más o menos voluntaria a la mentira y a la
creación de fábulas imaginarias. Esto no significa lo m is­
mo que mentir en una situación determinada y con un
propósito ganancial. .
'^ Sistemáticamente en estos individuos encontramos
desde la infancia, que existe una propensión hacia la
mentira y hacia la fábula. La simulación es definida por
el DSMIII, como una condición no atribuible a trastorno
mental, es decir a un foco de atención o tratamiento. El
sujeto voluntariamente presenta síntomas falsos o consi­
derablemente exagerados. ^
El simulador presenta características tales como que
Psicología judicial 249

está muy poco predispuesto a someterse al tratamiento


para la curación de su supuesta dolencia, por su falta de
preocupación, por la supuesta enfermedad, cuando no es
observado.
La simulación a veces puede ser una respuesta adap-
tativa frente a factores severos de stress, en los que una
persona trata de salvaguardarse a si misma de una con­
secuencia grave como puede ser la prisión. Porot, en su
diccionario de psiquiatría, hace una clasificación en tres
grupos principales:
Uno de los grupos es el que tiene actitudes negativas,
de estupor, mutismo y de sordomudez.
Un segundo grupo está conformado por aquellas
manifestaciones más o menos agitadas y delirantes que
hace el simulador.
Un tercer grupo está identificado por la absurdidad
de los planteos que hace.
En estos casos son útiles las técnicas de observación y
el examen detenido de cada una de estas manifestaciones
de conducta para poder establecer si guardan alguna
relación con un cuadro psicopatológico.
Sin perjuicio de lo expuesto, hay fenómenos con los
que debe estar familiarizado el perito, tales como el Sín­
drome de Estocolmo que se presenta en personas secues­
tradas sometidas a hostilidad. Pese a ello no escapan ni
piden ayuda. En estos casos el psicólogo no debe inter­
pretar estas conductas de las víctimas en el sentido de
consentir la hostilidad. Se trata de un fenómeno emer­
gente de una compleja situación psicológica.
Debe tenerse presente que en las técnicas proyectivas
también se puede simular.
250 Juan H. Del Popolo

Conforme señala Carlos Rodríguez Sutil se realiza­


ron en la Universidad de Arizoña dos investigaciones
(Albert, Fox y Kahn — 1980— y Kahn, Fox y Rhóde
— 1988— ) para intentar comprobar hasta qué punto los
sujetos pueden simular sus resultados en el Rorcharch.
Los simuladores bien informados lograban engañar al
experto, como así también los simuladores sin instruc­
ción, no comprobándose lá hipótesis de Exner de que los
simuladores podían ser detectados por los buenos indica­
dores de Fuerzas del yo (F+%). Este mismo autor, consig­
na el experimento de Seamons et. ai. (1981) en la prisión
del Estado de Utah, Estados Unidos, que arroja las
siguientes conclusiones:
^ a) cuando un sujeto intenta parecer normal, da más
respuestas populares (P);
b) si el examinado intenta parecer mentalmente
enfermo, aparece calidad formal (X+%, F+%) y el índice
Lambda en la norma con elevado número de dramatismo,
sangre, texturas (+) vista (V), movimientos no humanos
(M, FM) y combinaciones inapropiadas (INCOM). j
En realidad resulta del todo conveniente analizar los
datos en su totalidad y en forma encadenada para reali­
zar hipótesis en torno a la posibilidad de simulación. No
resulta adecuado llegar a esta conclusión a partir de téc­
nicas aisladas. El conjunto de la técnica, los hechos que
emergen de la semiología pre - en - y -post-delictiva y las
observaciones realizadas en relación a la conducta del

1 SUTIL, Carlos Rodríguez, en «La utilidd del Rorcharch y las


técnicas proyectivas en la evaluación pericial» Anuario de Psicología
Jurídica. Colegio O.F. de Psicología. 1993. España.
Psicología judicial 251

examinado, en el medio en que este se encuentra, nos


proporcionarán pautas más seguras para emitir juicio.

Devolución de información

Í^En cuanto a la devolución pericial, hemos dicho que


es conveniente hacer una devolución al paciente, aunque
sea mínima. Al final del estudio pericial, se le puede pre­
guntar si quiere conocer alguna cosa en relación al estu­
dio y responderle en la medida de lo posible y lo perti­
nente, porque hay situaciones en las que no se puede
adelantar información hasta que ésta, esté en conoci­
miento del juez.’ 7
!
C a p it u l o III

APENDICE

I- ACTA. MODELO DE ACEPTACION DEL CARGO DE


PERITO.
Mendoza...................... de........... de mil novecientos
....................... siendo las......... horas comparece a
Secretaría el D r.............(matrícula)...................y
MANIFIESTA: Que acepta el cargo de perito para el
que fuera designado en estos autos n9.................. caratu­
lados............................... .jurando su fiel y leal desempeño
constituyendo domicilio legal en calle..............................
..............................leyó y firmó ante mi.

II- MODELO DE AUTORIZACION PARA REVELAR


INFORMACION RECIBIDA BAJO SECRETO PROFE­
SIONAL. (Puede ser modificado acorde a las diferentes
circunstancias de cada caso).
í?or la presente autorizado al/la Licenciada en Psico­
logía % ...................... matrícula ................ a revelar toda
la infoririación concerniente a mi (tratamiento - diagnós­
254 Juan H. Del Popolo

tico - orientación vocacional, etc.) a las autoridades de (o


al juzgado, etc) .................. realizado a partir de .........
............y h a s ta ........................-
Firma.
Lugar y Fecha.
C apitulo IV

NOCIONES LEGALES BASICAS SOBRE


LAS MAS COMUNES DEMANDAS PERICIALES

En este capítulo estableceremos algunas característi­


cas de las más frecuentes demandas periciales*. En con­
creto, se trata de ver qué es lo que pide el derecho que la
psicología aclare con respecto a una serie de situaciones
tales como la irnputabilidad, la capacidad civil, interna­
ciones, externaciones, asuntos relativos al matrimonio,
divorcio, etc. Debe tenerse presente que el perito psicólo­
go tiéne el deber de conocer las principales característi­
cas del sistema normativo en el que actúa, para saber
qué es lo que se demanda, lo que no impide que también
pueda situarse en una postura científica crítica con res­
pecto al mismo.

* Sólo se enunciarán en forma genérica algunas nociones legales básicas


con respecto a las pericias más frecuentes . Luego, en los sucesivos tomos del
manual, se harán desarrollos particularizados.
256 Juan H. Del Popólo

X m putabilidad

Ricardo Núñez, un prestigioso tratadista de derecho


penal en nuestro país, dice que la imputabilidad es la
condición del delincuente que lo hace capaz de actuar
culpablemente. Esto significa que, la ley requiere de una
determinada capacidad para que alguien pueda ser
delincuente. Otros autores, como Zaffaroni, dicen que es
imputable aquella persona que tiene una ausencia de
impedimento psíquico para la comprensión de la antijuri­
dicidad de la conducta.
Un delito en sentido jurídico, tiene una conceptualiza-
ción desde el punto de vista de la teoría jurídica. No es lo
mismo el concepto de delito desde el punto de vista socio­
lógico que desde el jurídico. Desde esta última óptica,
d e lito es u n a a c c ió n h u m an a típ ica , a n tiju r íd ic a y
cu lp a b le. Que es una a cció n , significa, que se está en,
presencia de un comportamiento humano que es integra-
tivo tanto del hacer (o sea, de las acciones propiamente
dichas), como del no hacer. Se puede infringir la ley en
algunos casos, tanto haciendo (por ejemplo, él que mata
a otro), como omitiendo hacer (por ejemplo, quien omite
prestar los auxilios debidos cuando está obligado a ello).
Además de la acción, el delito es una acción humana típi­
ca, antijurídica y culpable, es decir que tenemos otro
requisito que es el de la tip icid a d . La conducta para ser
sancionada dentro del ordenamiento penal, tiene que
estar descripta taxativamente en el ordenamiento jurídi­
co penal. Si no existe la descripción de una conducta
prohibida, si no hay ley previa que sancione una determi­
nada conducta en forma específica y concreta, tampoco
Psicología judicial 257

puede haber ni pena ni castigo. Este es un principio que


costó muchísimos esfuerzos a la humanidad para su con­
sagración. De esto se sigue que, todo aquello que no está
prohibido, está permitido, y entra en la zona de libertad
del ordenamiento jurídico. Para que una conducta sea
sancionada desde el punto de vista penal, debe existir
una conformidad de esa conducta con la descripción que
se hace en el Código Penal o en las leyes penales. Ade­
más, para que un accionar sea delictivo, se agrega un
tercer requisito: que sea a n tiju r íd ic o . ¿Cuándo una con­
ducta humana es antijurídica? Cuando es contraria al
derecho en su totalidad, cuando está en desacuerdo con
todo el ordenamiento jurídico. Puede ser que una deter­
minada conducta sea una acción típica, y sin embargo no
sea antijurídica, y por ende, sea lícita. Así por ejemplo,
tomemos el caso de un funcionario policial que en el ejer­
cicio de su deber, frente a un asalto toma su arma para
defender a otras personas del ataque de terceros con
armas de fuego. Es probable que en el curso de su accio­
nar cometa, una acción típica, pero no comete un delito.
Si mata a uno de los asaltantes, ha cometido una acción
típica, pero no antijurídica. ¿Por qué ha cometido una
acción típica? Porque ha desarrollado una acción huma­
na, en segundo lugar esa acción humana está prevista en
el Código Penal como típica (en el artículo 79 del Código
Penal se sanciona al que matare a otro), pero reunidos
estos requisitos de acción y de tipicidad, la conducta en el
ejemplo no es antijurídica, porque el agente ha obrado en
legítima defensa de los terceros y además en el cumpli­
miento de su deber. Estas dos situaciones, el haber obra­
do en el cumplimiento del deber, en el legítimo ejercicio
258 Juan H. Del Popolo

de su autoridad, y por otra parte, defendiendo a un ter­


cero de esa agresión ilegítima que sufría por parte de los
asaltantes, con una necesidad racional del medio .que
empleó para repeler la agresión — cual es el uso del arma
cuando también los otros estaban armados— hace que
esta conducta a los ojos del derecho no sea considerada
delictiva. ,
Entonces, hay. causas, que restan antijuridicidad a la
conducta, y se conocen como causas de justificación.
Vamos a ver someramente algunas de ellas.

¿Cuáles son las causas de justificación que prevé el


Código Penal? Son:

1) E l estado de necesidad que se encuentra previsto


en el inciso tercero del artículo 34. Por esta norma no es
punible el que causa un mal por evitar otro mayor inmi­
nente a que ha sido extraño. Quien hurta un pedazo de
pan para satisfacer su hambre, y esta situación presenta
para esa persona los rasgos de un mal mayor inminente
y al que ha sido extraño (no es el que simplemente va y
hurta porque no quiere trabajar, sino el que hurta en una
situación de necesidad para salvar la vida frente a una
situación de este tipo) puede llegar a ampararse en este
caudal. Lesiona esta persona el bien jurídico de otro (su
propiedad) precisamente para poder hacer frente a ese
peligro actual e inminente al cual se enfrenta.

2) Otra situación que justifica, es la prevista por el


inciso cuarto del artículo 34, que es el que determina que
no es punible el que obrare en cumplimiento de un deber,
Psicología judicial 259

o en el legítimo ejercicio de su derecho, autoridad o cargo.


En este caso, como la persona obra en el ejercicio legíti­
mo de una autoridad, de un cargo, de un derecho, de un
deber, no comete delito.

3) Otra causal dé justificación es el haber actuado en


virtud de obediencia debida.

4) Otra causal es la legítima defensa propia o de sus


derechos. Para que haya legítima defensa tienen que con­
currir las siguientes circunstancias enumeradas por el
inciso sexto del artículo 34 que son:

a) Agresión ilegítima.

b ) Necesidad racional del medio empleado para impe­


dirla o repelerla. Con esto queremos decir que tiene que
haber una proporcionalidad, una necesidad del medio
que se usa para repeler la agresión, frente al medio que
se utiliza para atacar. Es decir, si una persona ataca a
otra con golpes de puño, no hay una proporcionalidad, no
hay una necesidad racional del medio si la otra persona
se defiende con un arma de grueso calibre. La excepción
a esta regla sería que quien ataca con golpes de puño
fuera un boxeador profesional, de peso pesado por ejem­
plo, pero en las circunstancias comunes, donde hay una
similitud física de ambos agresores, no habría una nece­
sidad del medio empleado para impedir o repeler la agre­
sión.

c) Un tercer requisito para que haya legítima defensa


260 Juan H. Del Popolo

es que exista falta de provocación suficiente por parte de


la persona que se defiende.

5) Por último en el inciso siete del artículo 34, se pre­


vé otra conducta que actúa como causal de justificación y
es la que establece la ley cuando dice que no son punibles
aquellos que obran en defensa de la persona o de los dere­
chos de otro. Esto se llama la legítima defensa de un ter­
cero. Se da siempre que haya existido agresión ilegítima
por parte del agresor, y, también tiene que existir necesi­
dad racional del medio empleado para impedirla o repe­
lerla. Y si ha habido provocación suficiente por parte del
agredido, la ley exige que en esa provocación suficiente
no haya participado el tercero defensor.

Otro de los elementos mencionados en el concepto


delito es la culpabilidad.
Ricardo Núñez, define a la culpabilidad como el modo
del comportamiento psíquico del autor del delito, que
fundamenta su responsabilidad penal desde el punto de
vista personal y que está subordinado a su capacidad, a
su saber y a su libertad de determinación, v. gr., la per­
sona que comete un delito bajo amenaza de sufrir un mal
grave e inminente no actúa culpablemente, porque no
hay una relación psicológica entre el autor y su hecho.
Esta es una causa de inculpabilidad porque no ha podido
proceder libremente. En esta situación se actúa presiona­
do realmente por el temor y por la amenaza que violen­
tan su posibilidad de determinación, y en consecuencia,
su voluntad queda totalmente viciada. En este caso de
coacción no se procede culpablemente. Aclaramos que
Psicología judicial 261

sólo damos un concepto elemental del tema, el que en


realidad ha sido materia de profusas discrepancias doc­
trinarias.
Un presupuesto de la culpabilidad es la imputabili-
dad.
A la im p u ta b ilid a d , algunos la definen como un pre­
supuesto de la capacidad para ser culpable. Otros, opi­
nan que el concepto de imputabilidad integra la culpabi­
lidad, que es uno de sus elemento. No vamos a entrar en
esta discusión, simplemente tomaremos el concepto de
Sebastián Soler, un estudioso del derecho penal, que dice
que la im p u ta b ilid a d es la p o s ib ilid a d c o n d ic io n a d a
p o r la sa lu d y la m a d u re z e sp iritu a l del a u to r d e l
h e ch o , d e v a lo r a r c o r r e c ta m e n te lo s d e b e r e s y de
o b r a r c o r r e c ta m e n te c o n ese co n o c im ie n to . Básica­
mente es una posibilidad que depende de la salud y de la
madurez espiritual del autor. Por tanto, para poder ser
culpable, se debe ser imputable.
¿Quiénes no son imputables, quiénes no tienen esta
capacidad de ser culpables, quiénes no tienen esta posibi­
lidad de valorar correctamente los deberes y de obrar de
acuerdo con ese conocimiento en función de un déficit en
su salud o en su madurez?
En primer lugar, lo s m e n o re s. La ley presume que
por debajo de determinada edad, la persona no tiene la
capacidad suficiente para ser imputables. La ley argenti­
na 22.278, establece que no es punible (en definitiva, no
es imputable) el menor que no haya cumplido los 16 años
de edad. Entre los 16 y los 18 años es inimputable, res­
pecto de los delitos de acción privada, o los reprimidos
con pena privativa de la libertad que no exceda los 2
262 Juan H. Del Popolo

años, o penados con multa, o penados con inhabilitación.


¿Cuáles son estos delitos de acción privada, según el a r ty '
culo 73 del Código Penal? Son: el adulterio, las calum­
nias e injurias, la violación de secretos (salvo en los casos
de los ai-tículos 154 y 157 del Código Penal), la concu­
rrencia desleal del artículo 159, y los incumplimientos de
los deberes de asistencia familiar cuando la víctima fuera
el cónyuge. En estos casos, los menores que no han cum­
plido los 18 años no son punibles, y tampoco cuando
cometen un delito que eátá reprimido con pena privativa
de libertad, pero que no excede los dos años. Hay delitos
que solamente contienen pena de multa o inhabilitación.
Con relación a algunos de estos delitos, tampoco son
estos méñores imputables. En suma, por debajo de los 16
años, los menores son inimputables cualquiera sea el
delito que cometan. Por encima de los 16 años (de acuer­
do a esta Ley 22.278) y hasta los 18 años, sólo se los res­
ponsabiliza si cometen un delito sancionado con más de 2
años de pena privativa de la libertad.
La edad a partir de la que se fija la responsabilidad
criminal, ha sufrido fluctuaciones en nuestro derecho y
en otras legislaciones.
En el Código Penal Español de 1822 era irresponsa­
ble antes de los siete años. En el Código, de 1848, este
límite se llevó a nueve años, exigiéndose luego el discer­
nimiento, que podía en caso de ausencia eximir de res­
ponsabilidad hasta los 17 años (Código Penal 1822) o 15
años (Código Penal 1848).
Hay otras situaciones que impiden que alguien pueda
ser considerado imputable. Son las circunstancias previs­
tas por el artículo 34 inciso primero del Código Penal, que
Psicología judicial 263

en lo pertinente a la imputabilidad dice: «No son punibles


(inciso Ia), el que no haya podido en el momento del
hecho, ya sea por insuficiencia de sus facultades, por alte­
ración morbosa de las mismas o por su estado de incon-
ciencia, error o ignorancia de hecho no imputable, com­
prender la criminalidad del acto o dirigir sus acciones. Lo
de error o ignorancia de hecho no imputable, es una causa
que excluye la culpabilidad, no la imputabilidad.
¿Qué es lo que tiene que haber pasado en el momento
del hecho para que alguien sea inimputable? Que haya
padecido de una insuficiencia de sus facultades, de una
alteración morbosa de las mismas o de un estado de
inconciencia, que lo haya llevado a no comprender la cri­
minalidad del acto o dirigir sus acciones. Se requiere un
diagnóstico de tipo retrospectivo por parte del perito. A
veces es difícil de poder realizarlo, porque entre el
momento del hecho y el del examen ha pasado mucho
tiempo. Otras veces, si el paciente está medicado, supon­
gamos el caso de un psicótico, la medicación probable­
mente ya ha empezado a provocar su efecto, y por ende
los signos y síntomas que estaban presentes en el
momento del hecho suelen quedar bastante desdibujados.
Entonces el perito trata de reunir elementos de juicio,
elementos diagnósticos, para poder visualizar cuáles han
sido las funciones, las capacidades naturales de ese
paciente en ese momento del hecho. Para eso puede recu­
rrir, autorizado por el juez, al examen de los testimonios
de la causa. Así, es conveniente saber si lo ha examinado
un médico en los primeros momentos del hecho o recurrir
a la declaración o al testimonio de ese médico, a las his­
torias clínicas.
264 Juan H. Del Popolo

La persona para ser inimputable debe encontrarse en


alguna de las situaciones que hemos descripto, que confor-,'
man lo que se llama el apartado psiquiátrico de la fórmula
del artículo 34 del Código Penal. En otras palabras, en el
momento del hecho debe haber atravesado por un estado
de inconciencia no imputable, o bien, haber padecido una
alteración morbosa o una insuficiencia de sus facultades.
Por insuficiencia de las facultades, entendemos una
falta de desarrollo de las mismas que tradicionalmerite o
mayoritariamente se sostiene que hacen refierencia al
campo mental. Esto se vincula con las oligofrenias.
Zaffaroni no coincide con esta opinión. Dice que no
sólo cuando la ley se refiere a insuficiencia de las facul­
tades habla de las oligofrenias, sino que también com­
prende otras facultades pueden ser insuficientes y deter­
minar una perturbación de conciencia tales como la
fatiga, el agotamiento, el sueño, etc. Pero este pensa­
miento no es compartido por la mayoría de la doctrina y
de la jurisprudencia.
Por a lte ra ció n m o rb o s a («morbo» significa enferme­
dad) de las facultades se han dado diversos conceptos.
Para algunos, equivale a alienación mental. Este es el
criterio más antiguo, de más vieja data dentro de la tra­
dición jurídica. Es el que sostuvieron Nerio Rojas, Herre­
ra, etc.
Para otros, alteración morbosa no es igual a alienado.
Para la denominada tesis nosológica (representada por
Vicente Cabello, Frías Caballero-y otros autores) signifi­
ca enfermedad mental. Se traslada la situación a definir
o que ella sea. Nerio Rojas entiende que alienación men­
tal es el trastorno general y permanente de las funciones
Psicología judicial 265

psíquicas, cuyo carácter patológico es ignorado o mal


comprendido por el enfermo y que impide la adaptación
lógica y activa a las normas del medio ambiente sin pro­
vecho para si mismo o para los demás. Este concepto de
alienación prácticamente está tomado sobre la base de la
psicosis.
Habíamos dicho que para Vicente Cabello el concepto
de alteración morbosa se vinculaba al concepto de enfer­
medad. Cabello luego de realizar un examen de distintos
conceptos de enfermedad tales como los criterios de tipo
cultural, biológico, normativo y valorativo, define la
enfermedad mental como «el resultado de un proceso
cerebral orgánico o funcional, que poniéndose de mani­
fiesto mediante síntomas provistos de tipicidad, acepta
una etiología reconocida o postulada en cuya virtud se
produce una alteración de la personalidad, que imposibi­
lita adoptar una conducta acorde con los valores sociales
en vigencia». (Ver Capítulo 9S ,tomo uno). Lo importante
es señalar que, entre la tesis alienista y la tesis nosológi-
ca hay en el campo de lo práctico importantísimas dife­
rencias. Si partimos de la tesis alienista, fundamental­
mente ingresan a la inimputabilidad los psicóticos. Pero
hay un importante sector de enfermos que quedan fuera
de la posibilidad de ser declarados inimputables. Así,
dice Cabello con razón, que son excluidos del concepto de
alienación los neuróticos, las personalidades psicopáti­
cas, los conmocionados de cráneo, los post-encefalíticos,
el 50% de los epilépticos, los histéricos, los defectuosos
esquizofrénicos, los toxicómanos, los alcoholistas cróni­
cos, los afásicos preseniles, puesto que son considerados
semi alienados.
266 Juan H. Del Popolo

[ Debemos tener presenté que no basta la enfermedad


mental o la alteración morbosa de las facultades para
que alguien sea declarado inimputable. jAdemás, esta'
alteración morbosa debe llevar a que el sujeto en el
momento del hecho no haya podido comprender la crimi­
nalidad del acto o dirigir sus acciones. Este comprender
la criminalidad del acto y dirigir sus acciones, es lo que
se llama el «apéndice psicológico» de la fórmula del artí­
culo 34 del Código Penal.
El perito tiene que establecer si el sujeto es un oligo-
frénico o sea, si padece insuficiencias de las facultades, si
presenta alguna enfermedad mental que hemos dicho
que es equivalente en la tesis nosológica a alteración
morbosa. En tercer lugar, debe establecer si padeció un
estado d e inconciencia y si esta circunstancia, desde el
punto de vista de las funciones o capacidades naturales
de la conducta, lo pudo haber llevado a impedir que diri-
jiera sus acciones y comprendiera la criminalidad del
acto. Luego, el juez en base a estos elementos podrá esta­
blecer si a ese sujeto se le podía exigir una conducta dis­
tinta de la que llevó acabo. Esto ya es resorte valorativo
del tribunal. En definitiva, quien emite este juicio de
inimputabilidad es el juez.
Las funciones de juez y perito difieren. El perito
podrá establecer si padeció de un estado de inconciencia,
de alteración morbosa, de insuficiencia de las facultades
(esto referido siempre al momento del hecho, es un diag­
nóstico retrospectivo), y además, podrá expedirse en tor­
no a sus efectos psicológicos. Ver si, desde el punto de
vista de sus capacidades naturales pudo comprender y
dirigir sus acciones, sin prejuicio de que el juez haga un
Psicología judicial 267

juicio valorativo con respecto a esta situación que es de


su exclusiva incumbencia. Los estados de inconciencia
hacen referencia a profundas perturbaciones de la con­
ciencia, no a la inconciencia total, sino a graves deses­
tructuraciones de la lucidez de conciencia.
Estos estados pueden ser tributarios de una gran
variedad de situaciones. Los estados de inconciencia
reconocen muy diversas etiologías, son generalmente de
aparición brusca y están limitados en el tiempo. Pueden
devenir del alcoholismo agudo, circunstancia que pueden
provocar una grave desestructuración de la conciencia.
Como se aprecia, nuestro código, ha seguido en la fór­
mula del artículo 34, un método que se llama psiquiátri­
co, psicológico, jurídico.
Hay algunos códigos, que simplemente hacen depen­
der la imputabilidad de un factor de tipo psiquiátrico,
como lo es la salud mental. A sí por ejemplo, el Código
Penal español, establece en su artículo 89 inciso primero,
que están exentos de responsabilidad criminal, el enaje­
nado y el que se haya en situación de trastorno mental
transitorio, a no ser que éste haya sido buscado de propó­
sito para delinquir. El Código español utiliza una termi­
nología, para definir la inimputabilidad, netamente psi­
quiátrica, biológica, no condicionada a un apéndice
psicológico, como lo hace la fórmula del artículo 34 del
Código Penal argentino. Otros códigos, también siguen
este sistema biológico o psiquiátrico puro, y Vicente
Cabello cita como ejemplo al Código de Honduras, que
hace referencia al imbécil o demente, al de Chile que
habla del loco o demente; al de Puerto Rico que menciona
al idiota o al lunático y el de Bolivia, que contempla al
268 Juan H. Del Popolo

demente. El Código de Chile, dice en su artículo 10 que


están exentos de responsabilidad criminal, el loco o
demente, salvo que haya obrado en un intervalo lúcido, y
el que por cualquier causa independiente de su voluntad
se halle privado totalmente de razón. Se hace referencia
al loco o demente, por tanto, se está atendiendo exclusi­
vamente a la presencia o ausencia de un factor psiquiá­
trico o a un factor biológico.
Hay otros códigos que atienen fundamentalmente al
funcionamiento de las operaciones psicológicas y su ren­
dimiento, y que no contienen, para señalar la inimputa-
bilidad, un padecimiento de tipo psiquiátrico. Es decir, no
conceptualizan la inimputabilidad desde un parámetro
psiquiátrico. Como dice Cabello, tal es el sistema que
impera en Venezuela, que menciona la enfermedad men­
tal (Art. 62 Código Penal venezolano) o el de México que
habla de anómalos mentales (Art. 62 Código Penal); o el
de Colombia, que se refiere a trastorno mental; o el de
Ecuador, a la capacidad de entender y querer; o el de
Panamá, al discernimiento, conciencia y libertad; o el de
Paraguay, al uso de las facultades intelectuales. En estos
códigos, se finca el problema de la inimputabilidad en
definir si la persona se encuentra en alguna de estas cir­
cunstancias, sin hacer referencia a ningún cuadro psi­
quiátrico*. Vicente Cabello, estima que el sistema mixto
de nuestro Código es más ventajoso, porque, si desde el
apartado psiquiátrico se puede dudar la valoración psico­
lógica decide finalmente si estamos en presencia de un
imputable o de un inimputable. Con esto quiere decir que

* Desconocemos si a la fecha los citados códigos han sido modificados.


Psicología judicial 269

si dudamos de hasta dónde afecta la alteración morbosa


las facultades, con el apéndice psicológico, salimos de
dudas, porque ese estado necesariamente debe haber
repercutido en la imposibilidad de comprender la crimi­
nalidad del acto, o dirigir sus acciones. Está situación de
la imputabilidad y de la inimputabilidad, siempre ha
preocupado en la historia y en la jurisprudencia, a fin de
no castigar a personas que están severamente limitadas
en sus facultades mentales.
Platt y Diamond, mencionan al Talmud Babilónico,
que dispone que un sordomudo, un idiota y un menor,
son torpes para entender, así como que la persona que los
ha injuriado a ellos es responsable; mientras que si ellos
injurian a otros, están exentos. En esta obra de hace
miles de años, se preveía que los idiotas, los sordomudos
y los menores, no tienen esta capacidad para entender.
También expresan que este concepto estuvo anclado en la
teología. Así se decía que Dios no podía encontrar justa­
mente responsable a un infante, a un idiota, a un lunáti­
co. A partir de este concepto teológico, que es en Inglate­
rra anterior a Enrique I, se llegó desde el punto de vista
del derecho, a considerar injusto sancionar a una perso­
na que atravesara por este tipo de situaciones y por estos
estados. En alguna época debemos recordar que, sin
embargo, se sancionó a estas personas al igual que a los
«normales», pero desde la teología, se fue ampliando esta
situación al campo de lo secular, que ya había sido toma­
do también por la ley griega y romana. En estas leyes se
decía que los niños por debajo de la edad de 7 años eran
considerados incapaces de dolo, pues no poseían suficien­
te discreción o inteligencia para discernir entre lo acerta­
270 Juan H. Del Popolo

do y lo equivocado. En la base existía un soporte antropo­


lógico y filosófico para la adopción de estas fórmulas. Se
parte del hecho de que quien comprende la criminalidad'
del acto, puede dirigir sus acciones y presenta un estado
de salud mental, (si no es menor) debe ser responsable de
sus actos. Esto está anclado en una visión antropológica
que presupone la libertad de elección del ser humano y el
hecho de ser responsable de sus acciones.
Estos constructos son derivados de nuestra estructu­
ra social y cultural. El perito parte de este constructo y lo
que puede hacer es ver si puede ayudar o no a establecer
si realmente hubo una alteración morbosa, una insufi­
ciencia, un estado de inconciencia, y cuál fue su efecto.
En otros países, se han usado distintas reglas para
determinar si una persona es imputable o no. Así v. gr.
en EE.ÜU. imperó en determinada época la regla que se
llama M’Naghten, que fue establecida en 1843 por los
juzgados británicos. Según ella, un hombre no es culpa­
ble si ha actuado bajo los efectos de u n a ; enfermedad
mental, de forma tal que no fuera conciente de la natura­
leza, calidad y consecuencia de su acto, o fuera incapaz
de advertir que su ácto era nocivo. Además y conforme
expresa Kaplan, para absolver a una persona de castigo,
un delirio tiene que ser tal que si fuera verdadero sería
una defensa adecuada. Si la idea delirante no justifica el
delito, según este autor presumiblemente el hombre es
responsable, culpable y castigable. Esta regla M’Nagh­
ten, se conoce como la prueba del bien y del mal, y deriva
del caso M’Naghten (1843). En esa fecha, este hombre
había padecido de delirios de persecución. Así las cosas,
actuó la situación delirante y cuando un tal Drumond
Psicología judicial 271

salía de la casa de Pili, M’Naghten le disparó confundién­


dolo con Pili. Fue declarado enajenado mental y encerra­
do en un hospital. A raíz de este caso, surgió la regla de
que: para establecer una defensa sobre la base de enaje­
nación mental, debe probarse claramente que en el
momento de cometer el acto, la parte acusada obró bajo
el influjo de un trastorno de la razón y enfermedad men­
tal y no conocía la naturaleza o cualidad del acto que rea­
lizaba, y si lo conocía, no sabía que lo que estaba hacien­
do estaba mal; y además cuando una persona obra bajo
un delirio parcial sólo, y no está loco por otras razones, y
debido a su estado comete un delito, debe ser considerado
en la misma situación en cuanto a la responsabilidad
como si los hechos con respecto a los cuales existe el deli­
to fuera real. Como dice Kaplan, lo que pregunta esta
regla es si el defendido entendía la naturaleza o la cuali­
dad del acto y si conocía la diferencia entre el bien y el
mal respecto de la conducta que estaba desarrollando. En
1922, se la reexamina en Inglaterra y surgió también la
ampliación del concepto de trastorno mental para los
casos de impulso irresistible. Esta ley se ha llamado
como la ley «del policía muy cerca». Se concede la atenua­
ción por impulso irresistible sólo si se establece que el
imputado hubiese llevado a cabo su acto aunque hubiese
tenido un policía al lado de él (Kaplan). Además la regla
Durkham, establecida en 1954 en EE.UU. por el juez
David Bazelon, establece que un acusado no es criminal­
mente responsable si su acto es contrario a la ley y fue
producto de enfermedad o defecto mental.
Han habido muchos problemas para identificar qué es
producto de una enfermedad mental, qué no lo es, y tam-
272 Juan H. Del Popolo

bien para interpretar los términos enfermedad y defecto.


Posteriormente en 1972, el tribunal de apelaciones del
distrito de Columbia, en el caso Brawner (incluido el juez
Bazelon en este tribunal), decidió abandonar la regla
Durkham y adoptar en su lugar la prueba recomendada
en 1962 por el instituto de derecho americano en su
Código Penal modelo, que es Ielley de los tribunales fede­
rales en la actualidad en los EE.UU. En este Código
Penal modelo, el instituto de derecho americano reco­
mendó la siguiente prueba .de la responsabilidad mental:
una persona no es responsable de su conducta criminal si
en el momento de realizar esta conducta debido a una
enfermedad o defecto mental carece de capacidad para
apreciar la criminalidad, la maldad, o para conformar su
accionar, a la exigencia de la ley. Los términos enferme­
dad o defecto mental, no incluyen una anomalía manifes­
tada sólo por conductas criminales o antisociales, o de
otro tipo, de carácter reiterado (ver al respecto Kaplan,
op. cit.).
La Asociación Americana de Psiquiatría de los Esta­
dos Unidos, ha intentado limitar el concepto de enferme­
dad de la regla anterior, solamente a las enfermedades
gravemente anormales. Después del caso Hinckley, la ten­
tativa de homicidio frustrada a Ronald Reagan, se ha
intentado limitar la evidencia de la enfermedad mental al
conocimiento, para apreciar la criminalidad del acto, pero
no para el control, propiamente dicho de la conducta.
Hemos visto que en el Código Penal argentino, en el
Art. 34, para apreciar la imputabilidad o la inimputabi-
lidad de un sujeto y para proporcionar elementos de valía
para el juez en torno a esta situación, atendemos al
Psicología judicial 273

momento del hecho. Pero hay una situación que debemos


considerar:
¿Qué pasa con un sujeto que se embriaga o toma dro­
gas preordenadamente para cometer un delito?
En este caso, al momento de cometerlo, está en un
estado de conciencia que no le permite comprender la cri­
minalidad del acto o dirigir sus acciones. En este caso:
¿Lo vamos a considerar inimputable, cuando volunta­
riamente se ha colocado bajo tal estado para darse ani­
mo, para matar o para cometer un delito?
Veamos distintas situaciones.
Si un sujeto se coloca en un estado de inimputabili-
dad, tomando una bebida alcohólica, para darse ánimos
para matar, tenemos lo que se llama ebriedad preordena-
da para cometer el delito. En este caso ha de responder
por la figura dolosa, es decir si cometió un homicidio,
como el autor del homicidio, porque usó la bebida como
un instrumento, (como un medio) y en el momento de
entregarse libremente al acto estaba decidido y preorde-
nado y determinado a matar. Luego, ha de responder por
la figura del homicidio como cualquier otro autor.
Puede ser que al momento de colocarse en ese estado
de inimputabilidad, simplemente no se propuso matar,
sino que aceptó con indiferencia que se produjese ese
resultado. Por ejemplo, al momento de emborracharse,
sabiendo que le hacía mal el tóxico, pensó: si mato o no
mato que importa, me da igual. Aquí estamos ante la figu­
ra del dolo eventual. Se representa el resultado probable
de la muerte y con indiferencia asiente en la producción
del mismo. En este caso nos vamos a fijar en cuál fue el
contenido subjetivo, el contenido psíquico en ese momento
274 Juan H. Del Popolo

previo. Y como ha sido, precisamente, un contenido del


tipo de lo que se llama en derecho «dolo eventual», esta
persona ha de responder por dolo. De la misma manera,
ha de verse cuál es el estado mental en el momento de
entregarse libremente al acto que produce al estado de-
inconsciencia, para determinar cual será la responsabili­
dad desde el punto de vista de la culpabilidad. No se exa­
mina el momento del hecho, sino su momento previo.
También hay situaciones especiales de la «actio libera
in causa», con respecto a la negligencia, a la imprudencia
y a otras figuras.
Examinaremos a continuación la institución de la
inimputabilidad disminuida. Hay sujetos en los que uno
no puede decir que están francamente en un estado de
inimputabilidad, como lo hemos visto; pero que tampoco
son plenamente imputables. Son las conocidas zonas gri­
ses. Esto es una realidad que de hecho existe y que no esta
considerada como tal, como inimputabilidad disminuida,
en el Código argentino. Si, por ejemplo, la preveía el pro­
yecto Soler en el año 1960, que hablaba de la inimputabi­
lidad disminuida, haciendo referencia a los casos de insu­
ficiencia de las facultades, alteraciones morbosas, o
perturbaciones de la consciencia, en las que se halla grave­
mente disminuida en el momento del hecho la capacidad
de la gente para comprender la criminalidad del acto diri­
gir sus acciones, y le aplicaba una pena atenuada.
Esta es una institución que no está expresamente
legislada.
Para graduar las penas corresponderá hacer aplica­
ción de las previsiones de los artículos 40 y 41 del Código
Penal.
Psicología judicial 275

Estos casos podrán ser considerados al momento de


graduar la pena, teniendo en cuenta lo que allí se esta­
blece.
El artículo 40 dispone que en las penas divisibles por
razón de tiempo o de cantidad, los tribunales fijarán la
condensación de acuerdo con las circunstancias atenuan­
tes o agravantes particulares a cada caso y de conformi­
dad a las reglas del artículo 41.
Este último dispone que a los efectos de artículo 40 se
tendrá en cuenta:
í) La naturaleza de la acción y de los medios emplea­
dos para ejecutarla y la extensión del daño y del peligro
causados;
2) la edad, la educación, las costumbres y la conducta
precedente del sujeto, la calidad de los motivos que lo lle­
varon a delinquir, especialmente la miseria y dificultad
para ganarse el sustento propio y necesario y de los
suyos, la participación que haya tomado en el hecho, las
reincidencias en las que hubiera incurrido y los demás
antecedentes y condiciones personales, así como los vín­
culos personales la calidad de las personas, la circuns­
tancia de tiempo, lugar y modo y ocasión que demuestre
su mayor o menor peligrosidad. Estos parámetros nos
permiten, en cierta forma, tener en cuenta los casos de
personas imputábles que tienen por su constitución psí­
quica una posibilidad menor de comprender la criminali­
dad del acto o dirigir sus acciones, aún cuando sean
imputables a quienes se le puede fijar una pena atenua­
da.
Hay Códigos que expresamente contemplan estas
situaciones de imputabilidad disminuida con una penali­
276 Juan H. Del Popolo

dad atenuada. Se ha hablado de los semialienados, tam­


bién para referirse a la situación de personas que no tie­
nen la plena capacidad, pero que tampoco son absoluta^
mente incapaces.
La institución de la capacidad disminuida, sin embar­
go, ha sido muy discutida por los que sostienen que se es
imputable o no se es imputable.
Analizaremos más en detalle, lo que significa com­
prender la criminalidad del acto y dirigir sus acciones.
Dirigir las acciones, hace referencia a la posibilidad o
imposibilidad que tienen determinados enfermos de
poder dirigir lo que hacen. Por ejemplo, en los neuróticos
obsesivos esta de tal manera instrumentada la impulsión
que les resulta m uy difícil poder abstenerse de hacer lo
que realizan. En estos casos en los que no hay posibili­
dad de dirigir las acciones a partir de un yo, se da esta
condición que transforma al sujeto en inimputable, siem­
pre y cuando se den las restantes. En cuanto a compren­
der la criminalidad del acto Soler indica que por esta
expresión se debe entender la comprensión en un sentido
práctico y empírico, con relación a la vida cotidiana, en la
que se sabe cual es el sentido de hacer lo que se quiere y
se comprende lo que se hace.
Otros autores difieren en cuanto al significado de
comprender la criminalidad del acto. Así, para Justo Laje
Anaya, 1985 comprender la criminalidad del acto es
saber o dudar, en síntesis, que lo que libremente se quie­
re es malo.
Ricardo Nuñez, entiende que comprender la crimina­
lidad del acto se refiere a la posibilidad del autor de
saber lo que hace y comprender el significado social de
Psicología judicial 277

ello. Y como consecuencia, se habla del carácter antiso­


cial del acto.
Para Caballero, la comprensión de la criminalidad del
acto significa, que el sujeto sabe que es un hecho antiso­
cial y que es perjudicial para el prójimo, que el hecho le
va a ocasionar al otro un trastorno en sus derechos o en
sus bienes. Dice también que comprender la criminalidad
del hecho no es conocer que está sancionado, ni que es
antijurídico, ni que está prohibido.
Para Spolanski (1976) comprender la criminalidad
del acto, presupone el conocimiento de la existencia de
una norma que prohíbe el acto bajo amenaza de pena en
la esfera del profano, pero también requiere una actitud
valorativa, por la cual el autor sienta que lo que ejecuta
es un acto disvalioso.
En esto, como hemos visto, hay discrepancias en doc­
trina. Interesa en todo caso, desde el punto de vista peri­
cial, ayudar a establecer desde la óptica de las capacida­
des psicológicas, si la persona pudo dirigir las acciones y
si pudo comprender realmente el acto que hacía y hasta
que punto.
Hemos señalado simplemente algunas pautas que nos
van a ayudar en el discernimiento del caso desde el enfo­
que pericial, proporcionando elementos al juez, para que
éste pueda establecer si un individuo es imputable o
inimputable*.
En la medida que no exista una adecuación al orde­
namiento jurídico, por lo menos en hechos que son grose-

* En otros tomos de esta obra ampliaremos estas situaciones bási­


cas en relación a cada uno de los cuadros de la serie psicopatológicas.
278 Juan H. Del Pòpolo

ramente repudiados por el contexto social, hay un juicio


de reproche. De este juicio de reproche, escapa quien no ,,
puede entender esto por sus incapacidades mentales, o
en el caso de que aún entendiéndolo, no pueda hacer otra
cosa. En estos casos no se hace tal juicio de reproche y
por lo tanto tampoco se aplica una pena. En definitiva la
sociedad instaura a través de la cultura y del derecho, un
mecanismo de adaptación para el cumplimiento de las
normas y prevé quien ha de estar exento de reproche y
de pena.
Desde la psicología forense podemos estudiar estos
mecanismo de adaptación, cómo funcionan, por qué fun­
cionan, la motivación de esos controles, y la posibilidad
de otros mecanismos de adaptación. Todas éstas son
situaciones que podemos estudiar mas allá de la imputa-
bilidad y que podemos referir al manejo de la agresión en
la cultura y de la necesidad de coijtrol desde la perspec­
tiva social.
Con respecto a las técnicas psicológicas específicas de
evaluación, de las capacidades psicológicas en juego en
las pericias —para que luego el juez evalúe la inimputabi-
lidad—, en ciertos países se utilizan guías para entrevis­
tas (ej: Técnica de Rógers, o Fitness Interview Test
(F.I.T.) o test de conclusión de Granes (ej: Competence
Screening Test). Estas técnicas no se han traducido al
castellano ni se han adaptado suficientemente a pobla­
ciones hispanas.
La escala de Rogers (Rogers Criminal Responsability
Assesment Scales: R.C.R.A.S.), estructuras diversas varia­
bles cuantificables para evaluar insania desde el concepto
legal a través de 23 variables psicológicas agrupadas en 5
Psicología judicial 279

áreas: confiabilidad del reporte, organicidad, psicopatolo-


gía y control cognitivo y conductual (Rogers, 1981).
Cada una de las variables psicológicas fue configura­
da con criterios altamente específicos en cuanto a presen­
cia y severidad de la sintomatología (Rogers, 1981).
También se estableció un modelo jerárquico para la
toma de decisiones, en base a los standarts de insania
tomados por el American Law Institute (A.L.I.)*
Se utilizan el M.M.P.I., y el 16 P.F., WAIS, y otras téc­
nicas generales como Bender, gráficas, etc.
En general se consideran inimputables: idiotas, imbé­
ciles, esquizofrénicos en brote, psicóticos maníaco-depre­
sivos en acceso maníaco o depresivo, dementes, demen­
cias traumáticas, psicosis paranoica. Pero en realidad,
cada caso debe ser examinado individualmente.
Desde la perspectiva pericial importa analizar cuida­
dosamente los factores de contexto mínimo (que han
estado presentes al momento del hecho) medios (contexto
familar, educacional, laboral, del acusado) y máximo
(situaiones sociales en las que está inmerso).

Psicogénesis y semiología delictiva

Bien indica Emanuel Hammer, que en todo acto,


expresión o respuesta de un individuo, como también en

* Regla A.L.I. (1961): “Una persona no es responsable de su con­


ducta criminal al momento de tal conducta, como resultado de una
enfermedad o defecto mental, carecía de capacidad sustancial para
apreciar la criminalidad de su conducta o para conformar su conducta
o los requirimentos de la ley”.
280 Juan H. Del Popolo

sus gestos, percepciones, sentimientos, elecciones, verba-


lizaciones o actos motores queda «marcada» la impronta
de su personalidad. Así como en las técnicas gráficas el
dibujo expresa la psiquis de esa persona, también en los
hechos cometidos adquieren expresión, factores de tipo
psicológicos presentes en esa persona.
Por la expresión “semiología” se entiende el estudio
de los síntomas de las enfermedades desde un punto de
vista pronóstico y diagnóstico. Se considera que es sinó­
nimo de la expresión semiótica. Desde_la_perspectiva des-
deTla que estamos trabajando, se trata fundamentalmen­
te de indagar en el mismo hecho delictivo, cuáles son las
características o notas propias.
Se trata de establecer, si es posible, algún tipo de
correlación entre esa forma o factura del delito y las
características de personalidad de su autor. Es obvio que
no existe una relación «uno a uno»; pero partiendo de lo
que decía Hammer, siempre algunos rasgos de esa perso­
nalidad, algunas características de esa psiquis van a que­
dar impresas en la forma de y en la factura en que se ha
cometido ese hecho delictivo.
Constituirá un objeto de indagación, establecer las
correlaciones que pudieran existir entre la forma de pre­
sentación el hecho y las características de personalidad
de su autor.
Así, el crimen de un psicotico se puede caracterizar
por su frialdad, por sus características bizarras, porque
el hecho resulta incomprensible desde el observador
común.
Esta incomprensibilidad está en función de que, des­
de el punto de vista del observador externo, no se alean-
Psicología judicial 281

za a comprender o vislumbrar el motivo del hecho delic­


tivo. Pero, sin embargo, este motivo desde lo intrapsíqui-
co, resulta comprensible. Puede el hecho haber acaecido
bajo el mandato imperativo del delirio, de una alucina­
ción, etc.
Estas características que nos muestra el hecho, el ser
frío, absurdo, aparentemente inmotivado, irrazonable,
bizarro, incoherente, guardan una correlación con la per­
sonalidad del autor. En el resto de sus actos, precede
------- también—sin—una—motivación—coherente-Gon—la—de—los
observadores, desde la óptica media del sentido común.
En el oligofrénico, los hechos delictivos se carac­
terizan por su ingenuidad, puerilidad, bajo nivel de pla­
neamiento, por su pobreza en cuanto a preparación o
anticipación. Esta pobreza queda reflejada en el hecho
delictivo.
En los epilépticos, también se suele establecer una
relación entre las características de perseveración y
adherencia de su personalidad, y algunos hechos delicti­
vos que se explican, o por lo menos se comprenden mejor,
a partir del estudio de una personalidad epiléptica.
Estas correlaciones son muy ciertas en otros ámbitos
como por ejemplo en el literario. La obra Dostoyevsky,
«Crimen y castigo», refleja las características de la
personalidad de su autor, de tipo epiléptico. Ha quedado
allí plasmadas las características de adherencia, perseve­
ración.
Asimismo en los pintores se observa esta situación.
Según sus períodos, tienen etapas donde priman deter­
minadas formas o colores y hasta es posible, para el
observador experto, reconocerlas y diferenciarlas de
282 Juan H. Del Popolo

otros pintores, porque estos rasgos han quedado plasma­


dos en su obra.
Dentro de las posibilidades periciales está la de esta­
blecer algunos nexos entre la semiología del delito y su
psicogénesis.
Este término psicogénesis, ha sido entendido como
sinónimo de criminogénesis. o desdelitogénesis.
La psicogénesis no es sólo lá motivación. Esta es
sólo uno de los factores psicológicos que puede conside­
rarse en el hecho delictivo. Pueden plasmarse otros ras­
gos de conducta que se expresan a través de la situa­
ción delictiva. No sólo la motivación puede quedar
impresa en la conformación del delito, sino también los
rasgos de ese individuo, sus defensas, ansiedades, esti­
los, mecanismos comunicacionales, las características
de su yo, etc...
Psicogénesis, no es para nosotros el estudio y poste­
rior diagnóstico «del mecanismo psíquico» — como lo es
para Bonet— en virtud del cual se comete un delito. Hay
múltiples expresiones de ese aparato psíquico que pue­
den quedar plasmados en el hecho delictivo.
Hay una complejidad de factores con interpelaciones
específicas entre cada uno de ellos.
El término «mecanismo», da idea de una secuencia.
En realidad no se trata de una secuencia, sino de un
conjunto de rasgos, de fenómenos que pueden quedar
impresos como una huella en esa forma de cometer el
hecho.
No hacemos solo referencia a la manera, o a los
pasos, o al mecanismo propio del delito, cuando estudia­
mos este concepto de psicogénesis, sino a la plasmación
Psicología judicial 283

desde la vertiente psicológica (por eso psicogénesis) de


esos factores en la factura del hecho delictivo.
En el caso de los asesinos en serie (Serial Killers) el
análisis de la psicogénesis y semiología delictiva adquie­
re capital importancia. Normalmente, en distintos delitos
realizados por la misma persona, se advierte un patrón
de conducta común; (así Douglas, Ressler, Burguess, y
Hartman, 1986). El F.B.I. ha desarrollado al respecto
importantes investigaciones.
Para estudiar la semiología delictiva debe analizarse
minuciosamente el acto delictivo: comienzo, progresión,
lugar y tiempo en el que tuvo lugar, conductas del autor
en interacción con la víctima y terceros grados de organi­
zación o desorganización de la conducta, uso de armas,
características de la víctima, secuencias de conducta víc­
tima, victimario en forma detallada, etc.
En general, se distingue entre criminales organizados
y desorganizados, y presentan cada uno sus propios per­
files. También se han investigado perfiles de homicidas,
violadores, piromaníacos, exhibicionistas, homicidas en
el grupo familiar, etc.

Internaciones y externaciones

Con respecto a las internaciones, podemos reconocer


al menos dos situaciones diferentes; una es la interna­
ción voluntaria, con consentimiento del paciente para
someterse a determinado tratamiento médico o quirúrgi­
co o por enfermedad mental. La otra, es la forzada o
284 Juan H. Del Popolo

involuntaria, en la que el individuo es internado sin su


consentimiento.
Muchas veces el perito debe intervenir con su opinión
experta, a raíz de internaciones o eventualmente para
proceder a externar a un enfermo. Es necesario tener
algún conocimiento de las normas que regulan las inter­
naciones y qué es lo que se busca, desde el campo jurídico.
El magistrado, en este tema, es asesorado por la opi­
nión del perito, quien se supone es experto en temas de
salud'mentafc
La opinión pericial en materia de internaciones y
externaciones, no se debe movilizar por factores coyuntu-
rales, como tomar la decisión de externar eri función del
número de camas disponibles, o por la imposibilidad de
modificar los rasgos del paciente, o por las perturbaciones
que éste ocasiona al resto de los enfermos. Estos factores
pueden ser reales, pero no suficientes para externar.
En ocaciones se mantiene la internación, no tanto por
las características del caso, sino por la posibilidad de que
el sujeto vuelva a cometer un acto delictivo y se vea en
juego la responsabilidad profesional del perito.
Cabe señalar que estos pronósticos de reincidencia
son muy relativos. En muchos estudios científicos, se ha
visto que no hay un basamento realmente serio para
definir con exactitud, la posibilidad de que una persona
vuelva a cometer algún acto delictivo, sea o no enfermo
mental. *

* Las falsas predicciones de peligrosidad o violencia alcanzan


desde el 54% al 99% de los casos, según Monahan, en “The preventio
of violence”, en “Comunity mental health and the Criminal Justice
System”, New York, Pergamon Press, 1975.
Psicología judicial 285

Debemos señalar que en numerosas oportunidades


los derechos del enfermo mental — especialmente del hos­
pitalizado— resultan claramente conculcados por la posi­
ción de vulnerabilidad en que se encuentra. Diversas
organizaciones internacionales se han ocupado de su
situación. Tal es el caso de la Organización Mundial de la
Salud, Consejo de Europa, O.E.A. y muchas organizacio­
nes no gubernamentales.

Principales normas que regulan


la internación de enfermos
mentales en el ámbito argentino

El art. 34 inciso primero, segundo párrafo dispone lo


siguiente:

«En caso de enajenación, el tribunal podrá orde­


nar la reclusión del agente en un manicomio del que
no saldrá sino por resolución judicial, con audiencia
del ministerio público y previo dictamen de peritos
que declaren desaparecido el peligro de que el enfer­
mo se dañe a si mismo o a los demás».

No se trata en este caso una pena, sino de na «medida


de seguridad». Las penas se aplican a los imputables;
«las medidas de seguridad», en función de un hecho delic­
tivo ya cometido, se aplican a los inimputables.
Para ordenar esta internación, desde el punto de vis­
ta penal, es necesario que exista la comisión de un hecho
286 Juan H. Del Popolo

delictivo por parte del sujeto. No se prevé la internación,


sólo por la presunción de que un individuo sea peligroso.
Tiene que haber cometido un hecho delictivo primero, y
tiene que existir la posibilidad de que el enfermo se dañe
a si mismo y a los demás. Esto nos esta significando que
es una medida en función de la protección ese enfermo y
de quienes lo rodean.
Para disponer la cesación de esa medida de seguri­
dad, debe haber desaparecido el peligro de que el enfer­
mo se dañe a si mismo y a los demás. Adviértase que no
es necesario, para disponer la externación de una perso­
na internada en razón del art. 34 del Código Penal, que
el enfermo se haya «curado». Simplemente debe haber
desaparecido tal peligro. Puede también el paciente con­
tinuar su tratamiento en consultorio ambulatorio o exter­
no. Esta externación se produce con audiencia del Minis­
terio Público y con el dictamen de peritos. Luego de este
dictamen, se dicta la resolución judicial haciendo o no
lugar a la externación.
También se toma en cuenta la opinión de los médicos
tratantes que mantienen al enfermo internado. Esta
medida de seguridad, a diferencia de las penas, tiene una
duración indeterminada en el tiempo porque su cesación
depende de que realmente desaparezca la posibilidad del
peligro mencionado.
Cuando la ley hace referencia a que desaparezca el
peligro de que el enfermo se dañe a si mismo o a los
demás, el daño que ¿e toma ,en cuenta no es necesaria­
mente la comisión de otro delito, puede ser también cual­
quier perjuicio apreciable. Dice Nuñez, «es el que el pue­
da causarse en su persona o bienes u ocasionar a la
Psicología judicial 287

persona o bienes de terceros», ya que la medida atiende


a la seguridad personal y a la general.
Algunos fallos han establecido que para que proceda el
egreso del alienado, es necesario que se haya producido
una total y absoluta desaparición del peligro que determi­
nó la internación, no siendo suficiente a ese efecto él
informe médico que dice «se encuentra en condiciones de
ser dada de alta siempre que una persona de responsabi­
lidad se encargue de su cuidado y vigilancia». (Así el fallo
de la Cámara Criminal de la Capital, del 29 de octubre de
1948 publicado en el tomo 54 de «La Ley», en la página
239). En este fallo se exige algo que no puede consignarse
en muchos casos, y es la total y absoluta desaparición de
las posibilidades de peligro. Esto es pretender demasiado.
Aún en relación a una persona sana es imposible afirmar
que en el momento siguiente no podrá dañarse a si misma
o a terceros. Fijar tal exigencia como se ha dicho, es poner
una condición imposible, (ver Laje Anaya; Justo; op. cit.).
Esta tesis en forma racional no puede prosperar. En
todo caso habrá que ver si razonablemente en el diagnós­
tico actual, han desaparecido las condiciones que hacen a
alguien peligroso. Pero no es posible transportar esto
para el futuro en forma indeterminada, en forma absolu­
ta, total y sin reservas. Decía un destacado tratadista del
derecho penal llamado Luis Jiménez de Asúa que, en
modo definitivo y a priori, «ni los juristas, ni los psiquia­
tras, ni los pedagogos, nadie en suma, es capaz de formu­
lar un juicio absoluto, cierto sobre la temibilidad del
hombre».
Lo que puede proporcionar la psicología o la psiquia­
tría en estos casos, es un diagnóstico en relación al
288 Juan H. Del Popolo

momento actual. Hay quienes sostienen que no es posible


que exista un período de prueba, una liberación condicio­
nada del enfermo mental, porque de la misma ley se des­
prendería que esta liberación en el Art. 34 es absoluta­
mente definitiva y debe darse cuando ha desaparecido el
peligro de que el enfermo se dañe a si mismo o a los
demás. Han sostenido importantes autores, que la libera­
ción condicional no procede, porque corresponde que la
observación se haga en el mismo establecimiento del
enfermo. Sin embargo, sería deseable que en este punto
se reformara la legislación, permitiendo el egreso de los
pacientes a prueba para poder evaluar más concretamen­
te su adaptación al medio.
En muchos casos no es conveniente que una persona
pase directamente de un régimen de internación, a uno
de total libertad e instalación en la sociedad. Vicente
Cabello, sugiere la creación de un patronato de aliena­
dos, a cuyo cuidado y vigilancia debiera someterse el libe­
rado. Esta medida vendría a cubrir la necesidad de una
progresiva readaptación social, dentro de un régimen
intermedio entre la internación absoluta y el alta defini­
tiva. Es necesaria una zona de transición entre ambas
situaciones.
Vicente Cabello propone una fórmula de cinco ele­
mentos para evaluar la posibilidad de externación.
1) Personalidad del enfermo: primero se tiene que ver
y estudiar la personalidad en función de la peligrosidad.
2) Naturaleza y carácter de la enfermedad mental
que padece.
3) Momento evolutivo de la afección, no es lo mismo
un esquizofrénico en periodo de defecto que en brote.
Psicología judicial 289

4) La gravedad del delito cometido.


5) Las condiciones (que el autor llama) mesológicas,
las condiciones que existen en el ambiente al cual debe
restituirse el presunto insano, que pueden ser adversas,
favorables o neutras.
El tercer párrafo del Art.34 del Código Penal estable­
ce que en los demás casos en que se absolviere a un pro­
cesado por las causales del presente inciso (se refiere al
34, párrafo uno) el Tribunal ordenará la reclusión del
mismo en un establecimiento adecuado, hasta que se
compruebe la desaparición de las condiciones que lo
hicieron peligroso.
Este párrafo se aplica a todos aquellos casos de enfer­
mos no enajenados. Se requiere para internar en este
establecimiento adecuado (que ya no es un manicomio), la
presencia, de condiciones que hagan «peligroso» a la perso­
na. La medida va a cesar cuando éstas desaparezcan.
Para la externación, en este último supuesto, la ley
no requiere el previo dictamen de peritos y audiencia del
Ministerio Público. La duración de la medida es indeter­
minada y cesa ya, cuando desaparecen las condiciones
que hacen peligroso al enfermo.
No hay acuerdo con respecto a cuales son las situacio­
nes que la ley prevé en este párrafo tercero. Para Nuñez,
son los casos que derivan de la inconsciencia (por ejem­
plo, la inconsciencia ebriosa), y para Jiménez de Asúa, no
sólo son los casos de inconsciencia sino también los de
insuficiencia de las facultades (por ejemplo, las oligofre­
nias). Nuñez rechaza este último criterio diciendo ,que la
insuficiencia de las facultades ingresan en el primer
supuesto, en el caso de enajenación. Estima que los pre­
290 Juan H. Del Popolo

cedentes legislativos demuestran que la expresión «ena­


jenación», se refiere a todos los casos de enfermedad
mental previstos por el apartado uno de la norma*.
La gran mayoría de los autores está de acuerdo en
que en este tercer párrafo, la ley no hace referencia a los
casos de error o ignorancia de hecho, no imputables que
se prevé en el párrafo uno del Art. 34.
En general, se entiende que la obligatoriedad de la
internación está supeditada al hecho de que el agente
presente condiciones que lo hacen peligroso. Para eva­
luar esto se requerirá la ayuda pericial.
El problema de esta norma y de otras que regulan las
internaciones, reside en que las mismas suelen extender­
se por largo tiempo; a veces mas allá de las necesidades
del paciente. Por otra parte, estas reclusiones pueden
ocasionarles graves prejuicios, como los derivados del
hospitalismo.
El perito deberá establecer el diagnóstico en el
momento actual del paciente, si se trata de un enajena­
do, un neurótico, un psicòtico, etc., y además deberá ayu­
dar a estimar, desde el punto de vista de las capacidades
psicológicas de esa persona, si existe el peligro de que ese
enfermo se dañe a sí ó a los demás. Si duda, debe así
expresarlo, pues en definitiva el que tiene que resolver la
situación es el juez.
Por ejemplo, entre las personas que ofrecen peligros
de daño hacia los demás, por lo general se encuentran los
pacientes que padecen trastorños celotípicos, paranoicos,
esquizofrenias paranoides. Revierten peligro para si mis­

* Al respecto véase Laje Anaya, Justo, op. cit.


Psicología judicial 291

mos los depresivos ansiosos y melancólicos (por la posibi­


lidad de suicidio y de suicidio ampliado). En general, hay
suficiente evidencia de que la predicción de peligrosidad
dista bastante de ser un juicio objetivo y está interferido
muchas veces por factores subjetivos.
Quizás sea interesante considerar los factores de peli­
grosidad ya mencionados para la pericia psicológica,
como elementos para aproximarnos en torno al diagnós­
tico actual de la peligrosidad, que siempre es bastante
incierto y no debe ser formulado con términos absolutos
y ni asertivos, por no permitirlo el estado actual de las
ciencias.
Recordemos que en el ámbito de los tratamientos psi­
cológicos, el profesional tiene el deber de comportarse con
cuidado y diligencia ante el paciente con riesgo suicida.
Ello involucra que no debe ser negligente en la conside­
ración o evaluación del mismo. Debidamente evaluado,
debe adoptar la medida adecuada que puede incluir la
conducta de suscitar una internación, incluso involunta­
ria, para resguardar la vida y salud del paciente. El
hecho de no comportarse con la diligencia debida puede
constituir, unido a otros factores, un caso de responsabi­
lidad profesional por mala práctica.

Código de procedimientos e iniraputabilidad

Abordaremos algunas medidas previstas en el Código


de Procedimientos de Mendoza, que son aplicables a
quien ha cometido un delito y ha sido absuelto, por resul­
tar inimputable.
292 Juan H. Del Popolo

En primer lugar, dispone el Código Procesal Penal,


que la medida de seguridad debe ser vigilada por el tri­
bunal que la dictó y que las autoridades del estableci­
miento o lugar en que se cumpla, informarán lo que
corresponda en relación a la situación- del paciente. Ade­
más, establece el Art. 557, del Código Procesal Penal
que, el tribunal al disponer la, ejecución de una medida
de seguridad impartida las instrucciones necesarias a la
autoridad o a la persona encargada de ejecutarla, fijará
los plazos y las formas en que se debe informar acerca
del estado de la persona sometida a la medida o sobre
cualquier otra circunstancia de interés.
Estas instrucciones podrán ser variadas en el curso
de la ejecución según sea necesario, dándole noticia al
encargado.
Se establece que cuando el tribunal determine la apli­
cación de la medida del Art. 34, inciso primero, del Códi­
go Penal, ordenará especialmente la observación psiquiá­
trica del sujeto. Y por otra parte, prevé el dictamen de
dos peritos — que ya habíamos mencionados— en el
informe técnico oficial del establecimiento en donde la
medida se cumple.

Incapacidad mental sobrevenida


durante el proceso

Es la del imputado que al momento del hecho es


imputable y a quien durante el proceso le sobreviene
alguna incapacidad mental. En este caso, la ley establece
que el juez ordenará la suspensión de la causa y la inter­
Psicología judicial 293

nación del imputado en un establecimiento adecuado,


cuyo director le dará cuenta semestralmente sobre el
estado del enfermo.
¿Qué efectos tiene esta suspensión por incapacidad
mental sobreviniente del imputado?
Impide su interrogatorio y el juicio contra él, sin
prejuicio de que se averigüe el hecho o se prosiga la cau­
sa contra los coprocesados*. Cuando el imputado se cura,
la causa continúa. Se puede requerir un dictamen peri­
cial a los efectos de determinar si ha sobrevenido la inca­
pacidad mental en el procesado.

¿Por qué el derecho procesal suspende el juicio en


contra del imputado y su interrogatorio?
Porque caso contrario se estaría violando el derecho
de defensa, pues se estaría procediendo en contra de una
persona que no puede defenderse por esa incapacidad
que lo está afectando. La ley se refiere a incapacidad
mental en términos genéricos. En este inciso se contem­
pla una incapacidad procesal, para estar en juicio y para

* Lo mismo sucede en el derecho comparado, v.gr., en Duskey vs.


United States, 362 U.S. 402 (Í960) de la Suprema Corte de los Esta­
dos Unidos, fallo en el que se decidió que incluso no basta para ser
sometido a proceso, que el acusado esté orientado en tiempo y espacio
ó que recuerde eventos, sino que también debe poseer la suficinete
capacidad para consultar con su abogado con un razonable grado de
entendimiento racional y debe tener un racional y fáctico entendi­
miento de los procedimientos seguidos contra él. En la legislación de
Mendoza, consultar Art. 72, CPP; en el Código Procesal Penal de la
Nación, la situación se legisla en Art. 77; en Córdoba, Art. 74 del CPP
y Ley 8123, Art. 84.
294 Juan H. Del Popolo

defenderse, que se subsana de la forma antes apuntada.


La ley exige que el imputado pueda entender la acusa­
ción que se le formula para defenderse adecuadamente;
Debe tener también la capacidad mental suficiente para
colaborar con su abogado en su defensa y declarar. Se
han desarrollado diversos instrumentos para evaluar la
competencia del acusado para estar en proceso. Entre
dichas técnicas figuran: Test de Competencia de Lipsitt,
Lelos y Me. Garry (1977), que es una prueba de oraciones
incompletos.
Resulta útil la aplicación de distintas técnicas proyec-
tivas o custionarios de personalidad, con la finalidad de
evaluar su estado mental. La entrevista es esencial, y se
debe indagar en relación a la autopercepción del inculpa­
do y la situación por la que atraviesa, examinando las
adjudicaciones de rol que hace con respecto a abogados,
jueces, fiscales, etc. Es conveniente la entrevista semies-
tructurada.
En particular, es apropiada la técnica Wais-R para
poder conocer con mayor profundidad el estado de las
funciones psicológicas de la persona examinada.
Si hay indicadores de déficits neuropsicológicos,
deben usarse técnicas adecuadas para su evaluación.
(Bender, Benton, Luria, Wesbrarka, etc.)
Importará evaluar la capacidad de comprensión, de
los actos propios del proceso. Una persona que no puede
comprender adecuadamente tampoco puede distinguir
qué información es relévante para su defensa.
Pensamos que la capacidad que la ley procesal
requiere es la capacidad necesaria para defenderse y
comprender los actos del proceso. Ello haciendo una
Psicología judicial 295

interpretación sistemática e integral de las normas seña­


ladas. En otras palabras, y ejemplificando, debe tener
capacidad para entender:
— Que está frente a un tribunal de justicia.
— La acusación que se le formula, los hechos que se
le atribuyen, y las pruebas en su contra (lo que dicen los
testigos, peritos, etc.).
— El rol de las partes en el proceso.
— Los derechos que le asisten (debe poder ejercerlos).
— Las instrucciones que se le comunican.
— Que se puede comunicar con su abogado, etc.
Con acierto refiere Jorge Clariá Olmedo que la inca­
pacidad de intervención del imputado se vincula con
condiciones psicobiológicas que no le perm itan defen­
derse personalmente, por carencia del suficiente poder
de entender o de querer, de ejercer sus derechos y
hacer valer sus intereses jurídicos (t. II. pág. 398, op.
cit.)
Incapacidad sobrevenida no es sinónimo de inimputa-
bilidad, ni de enfermedad mental. La imputabilidad se
refiere al momento del hecho y se deben merituar los
parámetros propios de cada legislación: al respecto (en
Argentina Art. 34, inc. I 9, Código Penal). Por otra parte
hay enfermedades mentales que no conllevan esta inca­
pacidad procesal sobreviniente.
La decisión final sobre la capacidad o incapacidad es
resorte del juez y no del perito. Este último debe poner al
tribunal en conocimiento de sus hallazgos en relación al
inculpado.
Pero cabe preguntarse qué decisión corresponde
tomar si el imputado no se “cura”: ¿Ha de seguir eterna­
296 Juan H. Del Popolo

mente internado en el caso de los Códigos que prevén tal


medida? (arg. Art. 72, Código Procesal Penal de Mendo-
za).
Adviértase que no se trata ni de una persona conde­
nada, ni tan siquiera de un “procesado”, en muchos siste­
mas procesales.
La Suprema Corte de los Estados Unidos tuvo oportu­
nidad de expedirse eñ relación a esta situación en “Jack-
son vs. Indiana” (406 U.S. 715 y ss. 1972).
Allí se dijo que una persona acusada por el estado,
por una ofensa criminal y confinada solamente sobre la
base de su incapacidad para proceder al proceso, no
puede ser retenida más que en el período de tiempo
razonablemente necesario, para establecer si hay una
probabilidad sustancial de que logrará la capacidad en
un futuro previsible. Si se determina que este no es el
caso, el estado debe instituir el acostumbrado proceso
civil de internación, que podría ser requerido para
internar indefinidamente a otro ciudadano, o liberar al
acusado.
En el caso de nuestra legislación pensamos que no
puede indefinidamente quedar sometido a una medida de
internación, teniendo presente que no ha sido declarado
culpable, y pesa sobre él tan sólo una imputación. Tan
sólo existe un motivo de sospecha de que ha participado
en la comisión del delito. Tampoco parece prudente suje­
tar su situación a la prescripción a otro modo de termi­
nar el proceso.
En el Código de Procedimientos Penales a nivel nacio­
nal, el Art. 77 sólo prevé la internación si el estado del
incapaz lo tornare peligroso para si o para terceros.
Psicología judicial 297

No sucede lo mismo con otros códigos (Art. 72 Código


Procesal Penal de Mendoza) que ordenan la internación
por el sólo hecho de ser incapaz. En este sentido la legis­
lación nacional es más justa y avanzada. Si no hay peli­
grosidad, no hay razón para internar. Pero: ¿cuál es el
período de tiempo razonablemente necesario para mante­
ner la internación de una persona por incapacidad sobre-
viniente?
Aquí se plantea la necesidad de una respuesta legis­
lativa que deberá ser prudencialmente fijado. Ciertos
autores han sugerido el plazo de 6 meses como razonable.
El. imputado no puede indefinidamente ser privado de su
libertad, tan sólo por una simple sospecha de haber
cometido un posible hecho delictivo. Aquí debe primar el
estado constitucional de inocencia.
Normalmente estas “incapacidades” se presentarán
en los casos de psicosis, aunque no se debe identificar
uno y otro término. Conviene indagar en la entrevista, en
torno a la existencia de procesos psicóticos, v. gr.: desór­
denes del pensamiento, trastornos del juicio o de la
comunicación severos, ideas delirantes, alucinaciones,
desórdenes en la orientación en tiempo y espacio, severos
desórdenes afectivos, adecuación de defensas.
Si el individuo es idiota o imbécil no tendrá la capaci­
dad requerida por ley.
En este tipo de evaluaciones se requiere un diagnós­
tico del estado actual.
En el curso de la entrevista, realizada en forma cui­
dadosa, se podrá analizar si la persona tiene la capaci­
dad requerida, más allá de la expresión abstracta de con­
ceptos relacionados con el proceso. Así, por ejemplo,
298 Juan H. Del Popolo

probablemente no pueda conceptualizar lo que es “la acu­


sación”, pero del conjunto de la entrevista se podrá co lé -'
gir si lo entiende en términos concretos.

Ley penitenciaria y enfermedad mental

Expresa el Art. 116 de la Ley Penitenciaria Nacional


(Decreto, Ley 412/58 que data del año 1958), que el inter­
no que llegare a presentar algunas de las formas de alie­
nación mental, deberá ser separado del régimen común
del establecimiento al cual se reintegrará cuando dicho
estado de alienación hubiese cesado o rémitido.
El Art. 117 establece que, podrá ser separado del régi­
men común el interno que padeciere afección mental, que
sin indicar alienación, sea de tal gravedad e índole que
perturbe la tranquilidad de sus iguales, constituyéndose
en promotor de conductas indisciplinadas. Ello, sin per­
juicio de su atención psiquiátrica especializada, e incluso
de su internación en un hospital psiquiátrico si fuere
menester para el tratamiento de la enfermedad en cues­
tión.

Ley de estupefacientes

Enunciaremos algunas medidas de seguridad que


prevé la Ley de Estupefacientes en su nuevo régimen,
para las personas adictas. Se trata de la Ley 23.737, san­
cionada por el Congreso de la Nación el 21 de setiembre
de 1989, promulgada el 10 de octubre de 1989 y publica-
Psicología judicial 299

da en el Boletín Oficial, el 11 de octubre del mismo año.


Rige actualmente en el país, y es importante destacar
que el legislador ha considerado al adicto como delin­
cuente. Se rescata de esta ley, a los fines periciales, las
siguientes normas, a los efectos de tener un conocimiento
básico de estas disposiciones.
El Art. 16 determina que cuando el condenado por
cualquier delito (hurto, robo, falsificación), dependiere
física o psíquicamente de estupefacientes, el juez impon­
drá además de la pena, una medida de seguridad curati­
va que consistirá en un tratamiento de desintoxicación y
rehabilitación por el tiempo necesario a estos fines, y
cesará por resolución judicial, previo dictamen de peritos
que así lo aconsejen.
Esta medida es por tiempo indeterminado. La ley
anterior, (20.771), lim itaba el tratamiento al tiempo de
duración de la pena. Otra norma importante es la que
prevé el Art. 17 de la ley 23.737. Cuando se acredita que
la tenencia es para uso personal, una vez que se declara
la culpabilidad del autor, y que el mismo depende física o
psíquicamente de estupefacientes, el juez puede dejar en
suspenso la aplicación de la pena y someterlo a una
medida de seguridad curativa por el tiempo necesario
para su'desintoxicación y rehabilitación. Expresa la ley
que, acreditado su resultado satisfactorio, se exime al
sujeto de la aplicación de la pena. Si transcurridos dos
años de tratamiento, no se ha obtenido un grado acepta­
ble de curación por la falta de colaboración de la persona
sometida a esta medida, deberá aplicársele la pena y con­
tinuar con la medida de seguridad por el tiempo necesa­
rio o sólo esta última.
300 Juan H. Del Popolo

Se han formulado numerosas críticas de esta ley. Una


de ellas es que la medida de seguridad es por tiempo
indeterminado, circunstancia que puede ser sumameíite
grave para el sujeto sometido a ella. También se critica la
sumisión a tratamientos coactivos. Estos tratamientos
«coactivos», la mayoría de las veces son inútiles por el
mismo hecho de ser coactiyos.
El Art. 18 de la Ley 23.737 indica, que cuando se
acredite durante el sumario por semi-plena prueba, que
la tenencia es para uso. personal, y existen indicios sufi­
cientes a criterio del juez acerca de la responsabilidad del
procesado, y éste dependiere física o psíquicamente de
estupefacientes, con su consentimiento se le aplicará un
tratamiento curativo por el tiempo necesario para su
desintoxicación y rehabilitación, y se suspenderá el trá­
mite del sumario.
Acreditado su resultado satisfactorio se dictará sobre­
seimiento definitivo. Si transcurridos dos años de trata­
miento, por falta de cooperación del procesado, no se
obtuvo un grado aceptable de recuperación, se reanudará
el trámite de la causa y en su caso, podrá aplicársele la
pena y continuar con el tratamiento por el tiempo nece­
sario o mantener sólo la medida de seguridad. Esta nor­
ma prevé una situación distinta de la del Art. 17. En este
caso todavía no se ha acreditado la culpabilidad del pro­
cesado en la tenencia de estupefacientes para uso perso­
nal y todavía no se le ha aplicado una pena. El individuo
está bajo sumario.
La disposición del Art. 19 también es importante.
Dispone que la medida de seguridad que comprende el
tratamiento, desintoxicación y rehabilitación, prevista en
Psicología judicial 301

los Art 16, 17 y 18 que ya hemos reseñado, se llevara a


cabo en establecimientos adecuados, que el tribunal
determine de una lista de instituciones bajo conducción
profesional reconocidas y evaluadas periódicamente,
registradas oficialmente y con autorización de habilita­
ción por la autoridad sanitaria, nacional o provincial,
quien hará conocer mensualmente la listas actualizadas
al Poder Judicial y sera difundida en forma pública. El
tratamiento podrá aplicársele preventivamente al acusa­
do, cuando prestare su consentimiento para ello o cuando
existiere peligro de que se dañe a si mismo o a los demás.
Estará dirigido por un equipo de técnicos y comprenderá
los aspectos médicos, psiquiátricos, psicológicos, pedagó­
gicos, criminológicos y de asistencia social; pudiendo eje­
cutarse en forma ambulatoria, con internación o de for­
ma alternativa según el caso. Cuando el tratamiento se
aplicare al condenado, su ejecución será previa, compu­
tándose el tiempo de duración de la misma para el cum­
plimiento de la pena. Respecto de. los procesados, el tiem­
po de tratamiento suspenderá la prescripción de la acción
penal. El servicio penitenciario federal o provincial debe­
rá arbitrar los medios para disponer en cada unidad de
un lugar donde, de forma separada al resto de los demás
internos, pueda ejecutarse la medida de seguridad de
rehabilitación de los Art. 16, 17 y 18.
El Art. 20 que dice «para la aplicación de los supues­
tos establecidos en los Art. 16, 17 y 18, el juez previo dic­
tamen de peritos» (acá se utiliza la expresión en plural,
por lo tanto se entiende por lo menos dos peritos), deberá
distinguir entre el delincuente que hace uso indebido de
estupefacientes y el adicto a drogas que ingresa al delito,
302 Juan H. Del Popolo

para que el tratamiento de rehabilitación en ambos casos


sea establecido en función del nivel de patología y, del
delito cometido, a los efectos de la orientación ter^peúti-
ca más adecuada.
El Art. 21 establece «en los casos de la tenencia de
estupefacientes para consumo personal, si el procesado
no depende física o psíquicamente de estupefacientes por
tratarse de un principiante o experimentador, el juez de
la causa podrá, por única vez, sustituir la pena por una
medida de seguridad educativa en la forma y modo que
judicialmente se determine. Tal medida debe comprender
el cumplimiento obligatorio de un programa especializa­
do, relativo al comportamiento responsable frente al uso
y tenencia indebida de estupefacientes que con una dura­
ción mínima de tres meses, la autoridad educativa,
nacional o provincial, implementará a los efectos del
mejor cumplimiento de la ley».
Adviértase, que se prevé una medida educativa, no
curativa, en la que la persona tiene que asistir a un pro­
grama especializado de mínima duración, (tres meses),
relativo al comportamiento responsable frente al uso y
tenencia indebida de estupefacientes. La ley continúa
así: «la sustitución por esta medida educativa, será
comunicada al Registro Nacional de Reincidencias y
Estadística criminal y carcelaria, organismo que lo comu­
nicará solamente a los tribunales del país con competen­
cia, para la aplicación de la siguiente ley cuando esto lo
requiriesen. Si concluido el tiempo de tratamiento, este
no hubiere dado resultados satisfactorios por falta de
cooperación del condenado, el tribunal hará cumplir la
pena en la forma fijada en la sentencia». Aquí se sustitu­
Psicología judicial 303

ye la pena de la sentencia por esta medida educativa


para el adicto. Como hemos dicho, la ley ha sido muy cri­
ticada por estos aspectos de imposición de tratamientos
coactivos. Otra tendencia propicia que el tratamiento
para los drogadictos se limita a aquellos en los que el
propio adicto preste su conformidad en forma fehaciente
o solicite el tratamiento. Por otra parte, en el país nos
enfrentamos con una segunda problemática, y es que en
muchas partes no hay centros especializados para el tra­
tamiento de ádictos y programas de rehabilitación, por lo
que a veces la aplicación de estas medidas suele ser utó­
pica o bastante ideal por carencia de recursos económicos
para montar estos centros especializados.
El mismo hecho de sancionar al drogadicto cuando la
tenencia es para el uso personal, ya de por si ha sido cri­
ticado. Elias Neuman señala que reprimir al tenedor, al
adicto, enfrentarlo con la férrea maquinaria policial,
judicial y carcelaria, implica mayores angustias y tensio­
nes y a mayores cantidades de éstas, hay mayor necesi­
dad de drogas.

Pericia y emoción violenta

También es factible que al perito psicólogo le puedan


ser encomendadas pericias que guarden relación con los
estados de emoción violenta.
Veamos en primer lugar la prescripción legal para
luego analizar los focos periciales. El Código Penal
Argentino en su Art. 81, inc. «a», prescribe:
304 Juan H. Del Popolo

K Art. 81: Se impondrá reclusión de 3 a 6 años o pri­


sión de 1 a 3 años: a) al que matare a otro, encontrándo­
se en un estado de emoción violenta y que las circunstan­
cias hicieran excusable.
Esta figura penal se aplica para los casos de homici­
dios y en el caso de que se tipifique el delito de lesiones
dolosas, sean estas leves (Art. 89 Código Penal), graves
(Art. 90- Código Penal)' o gravísimas (Art. 91 Código
Penal), de conformidad a lo prescripto por el Art. 93 del
Código Penal.
En el caso de homicidio agravado por el parentesco
(Art. 81 inc. Ia, Código Penal) quien mata a su ascendien­
te, descendiente o cónyuge, sabiendo que lo son, si ha
mediado emoción violenta se aplica una pena atenuada.
Esa pena atenuada es de reclusión o prisión de 10 a 25
años. Si no existe atenuación, la pena es de reclusión o
prisión perpetua.
Como se observa, el hecho de encuadrar la conducta
del procesado en las disposiciones relativas a la emoción
violenta, trae importantes efectos sobre la pena a aplicar.
La emoción violenta se configura a partir de un par­
ticular estado de la psiquis del autor. Este estado es el
que puede ser evaluado a partir dé la pericia psicológica.
Los datos fácticos serán luego valorados por el juez,
quien en definitiva establecerá si el hecho queda atrapa-7
do en las previsiones de este artículo y si las circunstan­
cias del mismo resultan suficientes para excusar que el
autor se haya emocionado en la forma que lo hizo.
El término «emoción violenta», desde lo legal, confor­
me enseña Ricardo Nuñez (Tratado de Derecho Penal,
tomo III, p. 75) hace referencia a un éstado de «conmo­
Psicología judicial 305

ción del ánimo», que influye «sobre la posibilidad del


autor de mantener el pleno gobierno de sus frenos inhibi­
torios frente a las incitaciones o la acción homicida».
Aclara este autor que el estado de conmoción del ánimo
se^traduce en furor, ira, irritación, excitación, dolor, mie­
do, etc.
' En otros términos, ese «huracán psicológico» como
también se lo ha llamado, desborda el normal funciona­
miento de las funciones del yo, disminuyendo las posibi­
lidades de autodominio pleno.
En casos excepcionales, la alteración puede llevar a
situaciones de inimputabilidad por inconciencia.
Usualmente será necesaria la pericia psicológica, a
los fines de aportar elementos de juicio que ayuden al
magistrado a establecer si:

a) Existió el referido estado emocional y su génesis.


b) Su intensidad.
c) Su efecto sobre las funciones psicológicas del proce­
sado.

Se precisa, en consecuencia, de un diagnóstico retros­


pectivo que permita colectar elementos de juicio para
establecer hipótesis válidas al respecto.
Es dable observar que en numerosos casos el autor de
estos delitos ha recibido una larga serie de estímulos
stressantes antes de poner en marcha la conducta delic­
tiva. Por énde, el estímulo que inmediatamente precede
al hecho delictivo, visto aisladamente, no permite com­
prender debidamente la conducta homicida o lesivaifiSi,
en cambio, se analizan conductas precedentes, especial­
306 Juan H. Del Popolo

mente la relación víctima-victimario y los contextos de la


conducta el hecho se puede aclarar notoriamente en su
comprensión..1
A los efectos de realizar un estudio retrospectivo de
los fenómenos de conducta implicada en el estado de
emoción violenta, convendrá analizar los siguientes pun­
tos; que también pueden ser pedidos al solicitar la peri­
cia psicológica:

a) Factores de contexto mínimo, medio y máximo pre­


sentes en el hecho. Como ya hemos expuesto, la conducta
se entiende a partir de situarla en un contexto;
b) interacciones víctima-victimario e historia de la
relación. Este punto suele ser de mayor importancia para
la comprensión del hecho;
c) factores desencadenantes de stress en forma previa
al hecho. Conviene identificar todos los factores operan­
tes al respecto, en la historia previa inmediata del sujeto
evaluando intensidad;
d) posibilidad de control de los impulsos y tolerancia
a la frustración;
e) juicio de realidad y percepción al momento del
hecho, motivación;
f) presencia de estados psicopatológicos que suelen
aclarar estados de desestructuración de la conciencia.
Debe analizarse con minuciosidad la personalidad previa
del imputado, el estado de sus defensás y la posibilidad
del yo de control de los impulsos. En este últim o senti­
do, la técn ica de R orsch a ch pu ede o fre ce r datos de
valía en p a rticu la r al exam in ar las respuestas de
color, form a y m ovim iento;
Psicología judicial 307

g) predominio de funciones automáticas, influencia


del estado afectivo sobre la atención y coordinación neu­
romuscular;
h) estado de la memoria al momento del hecho y a
posteriori; r
i) semiología del hecho delictivo. Tipo de reacción y
posibilidad de respuesta diferida (en la que según Cabe­
llo, la respuesta se distancia del estímulo sin cesar la
emoción) y retardada donde la respuesta de emoción tar­
da en aparecer. En ella se puede advertir la presencia
misma de la emoción;
.j) autoestima, depresión y grado de la herida narcisis-
ta sufrida;
k) conducta posterior del autor del hecho;
I) presencia o ausencia de consumo de alcohol o dro­
gas, que suelen actuar como deshinibidores de la conduc­
ta;
II) existencia de conducta planificada;
m) significado simbólico del hecho para el sujeto,
puesto que nos permitirá comprender en mayor medida
la razón psicológica de su emoción.

En los casos de emoción violenta, existen al menos


dos variables que es posible observar:

(f a) Emoción violenta como respuesta a un estímulo


súbito e inesperado que desencadena la conducta delicti­
va.
b) La conducta delictiva ha sido gestada a través de
la presencia de estímulos reiterados dé carácter stressan-
tes. Esta última situación se suele presentar en delito
308 Juan H. Del Popolo

bajo este estado, cometidos dentro del grupo familiar en


parejas, en vínculos homosexuales en los que el sadismo
desplegado en el episodio criminal suele ser notorio. y

Algunos autores recurren al concepto de crisis catatí-


micas para analizar la emoción violenta (Wertham,
1937). Otros, a la teoría del Caos. Este último es el caso
de T. Fabian y W Stadler (1992), quienes analizaron crí­
menes pasionales aplicando esta teoría para explicar la
causa del hecho, y la teoría del stress para mencionar lo
relativo a la intensidad de la reacción. La teoría del caso
resulta apta para referirse a los sistemas no lineales,
como los relacionados con la conducta humana que pue­
den ser fuertemente desestabilizadoras por la aparición
de múltiples mínimos cambios en las condiciones del sis­
tema. Si se observa la conducta desde una perspectiva
lineal, homicidio en estado de emoción violenta, aparece
como incomprensible. Si es visto, en cambio, desde esta
perspectiva teórica, se advierte como múltiples pequeños
cambios, colocan al sistema en condiciones inestables,
tendiendo la conducta, hacia atractores que antes fueron
ineficaces por la estabilidad del sistema.
(f A veces, un hecho o palabra trivial basta para desen-
cádenar la conducta de emoción violenta. Pero esta con­
ducta no puede ser adecuadamente entendida con un
simple esquema lineal^
En suma, deben analizarse cuidadosamente los facto­
res provocadores de stress, su intensidad y su acumula­
ción en forma previa al hecho, y los sucesos del mundo
externo que han tenido lugar, y las vivencias del mundo
interno para poder comprender correctamente la sitúa-
Psicología judicial 309

ción mental del sujeto al momento del hecho que incluso


en ciertos casos puede provocar una importante pérdida
de la capacidad de comprender la criminalidad del acto o
dirigir sus acciones.
; Estos estados de intensa emoción, suelen ir acompa-
ñádos de un aumento en las respuestas más o menos
automáticos, debido a que el yo queda disminuido en sus
funciones. A veces se advierte en la presencia de procesos
propios del proceso primario con desplazamiento del pro­
ceso secundario. Por la misma razón, muchos trastornos
de memoria son observables en estos estados, aunque es
dable señalar que en ocasiones el hecho alcanza una
mayor fijación en la memoria.
Excepcionalmente se plantea la posibilidad de que el
sujeto ingrese en un estado de inconciencia como conse­
cuencia de un extenso estado de emoción. Generalmente,
estas situaciones se asocian con una patología de base.
Tal como indica Reinhart Y Heinz Zipj (1987), pueden
eliminar totalmente la capacidad de imputabilidad inclu­
so cuando se han originado en una especial excitabilidad
del autor. Entre ellos se mencionan: explotaciones de ira,
estados de la más alta excitación por miedo o deseo
sexual, etc.
; Debido a que el yo y sus funciones suelen ser arrolla­
das por la intensa emoción, la reflexión, la anticipación,
pensamiento lógico y secuencial, el planeamiento, que­
dan disminuidos o anulados! Por esta razón es que se
producen los fenómenos de «racionalización» descripto
por Cabello, en que el sujeto tiende a «emparchar» sus
declaraciones, dado que muchos eventos por el proceso
catatímico vivido no quedan adecuadamente fijados/ '
310 Juan H. Del Popolo

Suelen tener intensas repercusiones somáticas du­


rante el hecho (aceleración del ritmo cardíaco, respira­
ción acelerada, palidez, sequedad de boca) y con posterio­
ridad estos puntos deben ser investigados en la pericia.
n '

( Vicente Cabello distingue, siguiendo a López Ibor, dos


formas de reacción frente a la emoción violenta:

a) Sobresalto o activa;
b) sobrecogimiento ,o pasiva en la que el sujeto queda
inmóvil, indefenso, se queda «frío», como clavado en el
suelo, sin atinar a nada.

Demencias.
Pericias en torno a la capacidad civil

Para trabajar pericialmente en esta área hay que


tener un mínimo conocimiento de determinadas normas.
Del Código Civil vamos a examinar, la norma prevista,
por el artículo 141. Esta norma dice: «Se declaran inca­
paces por dem encia, las personas que por causa de
enfermedades mentales, no tengan actitud, para dirigir
su persona o administrar sus bienes».
Adviértase que el concepto de demencia civil es dis­
tinto del psicopatológico. Sabemos que la demencia tiene
un particular significado desde el punto, de vista de la
fenomenología psiquiátrica.
Demencia en sentido psicopatológico es un déficit de
causa orgánica, definitivo, progresivo e irreversible, que
afecta al aparato psíquico de manera totalizada y global
Psicología judicial 311

con particular incidencia sobre los aspectos intelectuales,


provocando una declinación manifiesta de los procesos
intelectuales. En cambio, para ser demente según el
Código Civil, se requiere una enfermedad mental y que
como consecuencia de la misma, la persona no tenga acti- --
tud para dirigir su persona o administrar sus bienes.
Recordemos que el artículo 140 del Código Civil, dis­
pone que ninguna persona será habida por demente,
para los efectos que en este código se determinan, sin
que la demencia sea previamente verificada y declarada
por juez competente. El artículo 142 del Código Civil,
prevé que la declaración judicial de demencia no podrá
hacerse sino a solicitud de parte y después de un examen
de facultativos.
El artículo 143 establece que si del examen de facul­
tativos resultare ser efectiva la demencia, deberá ser
calificada en su respectivo carácter y si fuere manía,
deberá decirse si es parcial o total. Luego vamos a ver
algunas normas aplicables a este proceso por demencia.
La definición anterior que había dado Vélez Sarsfield
sobre la demencia,establecía que se declaran dementes
los individuos de uno u otro sexo que se hallen en estado
habitual de manía, demencia, o imbecilidad aunque ten­
gan intervalos lucidos o la manía sea parcial. Este con­
cepto ya no está vigente. En definitiva, cuando se solicita
una pericia en torno a la incapacidad mental de determi­
nada persona, (la incapacidad por demencia) pericial­
mente han de investigarse dos situaciones. Primero, si
esa persona padece de una enfermedad mental. En este
caso habrá que realizar el diagnóstico de esa enfermedad
mental en el momento actual. Es conveniente realizar el
f1íl2> Juan H. Del Popolo

diagnóstico en términos de las clasificaciones de las orga­


nizaciones internacionales (por ejemplo, la de'la Asociar
ción Americana de Psiquiatría o de la Organización Mun­
dial de la Salud). Segundo, debe determinarse si esa
„enfermedad conlleva que la persona no tenga aptitud
para dirigir su persona o administrar sus bienes. Se han
considerado incluidos dentro de esta categoría los oligo-
frénicos, esquizofrénicos, personas que padecen del sín­
drome delirante persecutorio de carácter paranoico. En
cuanto a los débiles, se .los ha incluido en el grado infe­
rior en la zona limítrofe con la imbecilidad.
Aún cuando la persona padezca de enfermedad men­
tal, no corresponde declararla insana o demente (incapaz
por demencia), si puede administrar sus bienes y los
medios de vida que le son necesarios para un desenvolvi­
miento normal.
El hecho de envejecer, el hecho de perder algunas
facultades mentales o disminuirlas, no significa un esta­
do de demencia. Una cosa es la demencia senil y otra
cosa es la senilidad, que conlleva de por sí una disminu­
ción o enlentecimiento de las facultades físicas y menta­
les. Para declarar la incapacidad no debe tratarse de
senilidad, sino de una demencia senil propiamente dicha.
Con respecto a las características de la enfermedad,
la doctrina ha señalado que debe ser grave y profunda,
de tal manera que ponga a la persona en incapacidad de
dirigir su persona o administrar sus bienes, no debe ser
meramente temporal sino que debe ser extendida en el
tiempo, para que se pueda declarar la incapacidad por
demencia.
Veremos otras nociones de estos procesos para de­
Psicología judicial 313

clarar la insania por demencia de una persona. En pri­


mer lugar, el juicio de insania está regulado por el Códi­
go Civil y también por leyes de procedimiento que tam­
bién en nuestro caso están contenidos (en el caso dé la
Provincia de Mendoza), en el Código de Procedimiento
Civil. En primer término, debe existir una solicitud de
parte para que proceda el juicio por demencia y además
se exige un examen de facultativos.
Conforme al Código de Procedimiento Civil, (artículo
305 de la Provincia de Mendoza), tienen personería para
promover o intervenir en el proceso por declaración de
insania, o por rehabilitación del insano en el interés de
éste, el cónyuge, los ascendientes y descendientes sin limi­
tación de grado, los hermanos y el ministerio pupilar. Los
demás parientes y el cónsul respectivo si el interesado fue­
ra extranjero, pueden denunciar el estado de presunta
demencia, o su cesación, y también puede hacerlo cualquier
persona cuando la demencia por su naturaleza traiga apa­
rejada molestias o peligros. La rehabilitación del insano
puede ser solicitada, además por el curador definitivo.
Cuando intervinieren diversos parientes en el proce­
dimiento, se aplicarán en lo pertinente las disposiciones
de una institución que se llama «litis consorcio» para que
los parientes actúen en una misma posición procesal.
Para la promoción de la demanda de insania el ar­
tículo 306 del Código Procesal Civil exige, además de los
recaudos genéricos para una demanda, que se denuncie
el nombre y domicilio de los parientes del demandado de
grado más próximo que el actor si los hay, y que se acom­
pañe un certificado médico que acredite el estado mental
de aquél.
314 Juan H. Del Popolo

Con respecto a algunas notas propias de este procedi­


miento, cabe señalar que una vez que se ha interpuesto
la demanda se designa un curador provisorio de la lista
de abogados y a ese curador se le corre el traslado de la
demanda. El juez está autorizado en cualquier estado del
proceso a decretar medidas precautorias sobre la persona
y bienes del presunto insano. Son medidas destinadas a
salvaguardar su situación y la de sus bienes. El juez
debe ver y escuchar personalmente al presunto insano y
admitir las pruebas idóneas que ofreciere. Para declarar
la insania, sin prejuicio de las facultades del juez en la
apreciación de las pruebas, el Código de Procedimientos
Civiles prevé que es indispensable el dictamen concor­
dante de dos peritos médicos por lo menos.
La sentencia, por último, debe contener decisiones
categóricas sobre la capacidad o incapacidad del deman­
dado; y designará un curador definitivo conforme a lo
dispuesto por el Código Civil. Adviértase cómo en esta
legislación del Código de Procedimientos Civiles, siempre
se está hablando de certificado médico o de pericia o de
dictamen concordante de dos peritos médicos por lo
menos. Es decir, no se está haciendo referencia a profe­
sionales de la salud, sino a profesionales médicos. Esta
es una manera de legislar esta institución, y en este caso,
por la misma disposición de la ley, el psicólogo tiene un
papel en cierta forma auxiliar.
¿Qué requisitos debe tener este primer certificado
médico con el que se inicia, una demanda de insania?
Es suficiente que establezca «prima facie» cuál es el
estado de salud mental de la persona examinada. Ello
sin perjuicio de que posteriormente, la persona sea revi-
Psicología judicial 315

sada o examinada mentalmente por los médicos forenses


con mayor profundidad.
El Código de Procedimiento Civil de la Nación en su
artículo 626, inciso tercero, exige que sean por lo menos
tres médicos psiquiatras o legistas los que den esta opi­
nión o peritaje. En el ámbito del Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación, en su artículo 631, se dispone
una serie de recaudos que debe observar la prueba peri­
cial médica. Ellos son: debe contener el diagnóstico, la
fecha aproximada en que la enfermedad se manifestó, el
pronóstico, el régimen aconsejable para la protección y
asistencia del presunto insano y la necesidad de su inter­
nación. Sin ser obligatorio en la provincia, es conveniente
observar en las pericias algunos de estos puntos.
Las personas que pueden pedir la declaración de
demencia, están mencionadas en el artículo 144 del Códi­
go Civil. Son: el esposo o esposa no divorciados, los
parientes del demente, el ministerio de menores, el res­
pectivo cónsul si el demente fuera extranjero o cualquier-
persona del pueblo cuando el demente sea furioso o inco­
mode a sus vecinos.
El artículo 145 del Código Civil, dispone que si el
demente es menor de 14 años, no puede pedirse la decla­
ración de demencia. Tampoco cuando una solicitud se
hubiere declarado ya improbada, aunque sea otra perso­
na quien la solicita; salvo si expusiese hechos de demen­
cia sobrevinientes a esa declaración judicial. Esto evita
que se reiteren los pedidos de declaraciones de demencia.
Es parte esencial en este proceso, el Ministerio de Meno­
res, conforme lo dispone el Código Civil.
Si la demencia apareciera notoria e indudable, confor-
316 Juan H. Del Popolo

me al artículo 148, el juez manda inmediatamente a


recaudar los bienes del demente denunciado y entregar-'-
los bajo inventario a un curador provisorio para que éste
los administre.
¿Cuándo cesa la incapacidad por el completo restable­
cimiento del demente? Conforme al artículo 150, después
de un nuevo examen de sanjdad hecho por facultativos y
después de la declaración jiidicial con audiencia del
Ministerio de Menores. Al insano que ha recuperado su
capacidad, se le otorga nuevamente su capacidad civil.
En realidad, lo que se exige conforme a la mayoría de
la doctrina, no es una perfecta salud mental, sino que
cese de la incapacidad que antes tenía. Dicho de otro
modo, que supere ese estado por el que la enfermedad
mental lo hacía incapaz de dirigir su persona o adminis­
trar sus bienes. Es necesario el examen de facultativos
que declaren esta situación.
Fundamentalmente vemos que esta institución de la
declaración de demencia, mira precisamente a resguar­
dar la persona insana para que no quede expuesta a
situaciones donde otros se puedan aprovechar de su per­
sona o patrimonio.
En general, y en relación al valor probatorio del dic­
tamen, se acepta que si los peritos médicos informan que
la persona denunciada como demente en realidad está
sana, el juez no puede apartarse de esta situación. En
cambio, cuando el dictamen de los peritos afirma la
enfermedad, de la persona que está sujeta al juicio de
incapacidad, el juez deberá ver si realmente se cumple
también, en base a toda la prueba, que esa enfermedad
mental lo incapacite para dirigir su persona o adminis-
Psicología judicial 317

trar sus bienes. En otras palabras, se ha dicho que si el


informe de los médicos acepta la incapacidad, por otras
pruebas, por ejemplo por pruebas testimoniales arrima­
das al proceso, el juez puede persuadirse de una opinión
contraria y en ese caso no está obligado a ajustarse al
dictamen médico. Si en cambio, se considera que el
denunciado está sano, no puede apartarse el juez de este
criterio de los facultativos.
Con posterioridad a la sentencia que declare a una
persona demente, conforme lo dispone el Código Civil en
su artículo 1041, son nulos los actos jurídicos otorgados
por personas absolutamente incapaces por su dependen­
cia de una representación necesaria. Por otro lado dispo­
ne el artículo 472 del Código Civil, que si la sentencia
que concluye el juicio declara incapaz al demandado,
serán de ningún valor los actos posteriores de adminis­
tración que el incapaz celebrare. No vamos a entrar a
discutir profundamente todas las situaciones de los actos
anteriores y posteriores a la declaración de la incapaci­
dad o demencia por ser un tema netamente de caracterís­
ticas jurídicas. Aquí sólo interesa examinar la situación
en relación a la pericia y cómo se tramita (por lo menos
tener los conocimientos generales relativos a la demen­
cia), para conocer lo básico de esta institución.
Agreguemos, por último, que tienen incapacidad
absoluta desde el punto de vista del Derecho Civil, con­
forme lo establece en el artículo 54 del Código Civil, los
dementes entre otras personas.
Aclaremos que el término «curador», señala a la per­
sona que es designada como representante legal del inca­
paz. En caso de los dementes y sordo mudos, son repre­
318 Juan H. Del Popolo

sentantes legales de los incapaces, los curadores que se


les nombre. Ello en razón de que estas personas carecen
de capacidad para los actos de la vida civil, razón por Já
cual la ley les designa un curador a los efectos de su
representación. Una de las principales obligaciones del
curador del incapaz, es cuidar que éste recobre su capa­
cidad si es posible y también, con este objeto aplicar con
estas referencias las reritas de sus bienes.
Dispone el artículo 475 del Código Civil, que los
declarados incapaces son-considerados como menores de
edad en cuanto a su persona y bienes. Las leyes sobre la
tutela de los menores se aplicará a la curaduría de los
incapaces.
Ahora bien a las personas que padecen oligofrenia en
los grados más profundos, ya sea de imbecilidad o de idio­
cia en general, se los puede considerar completamente
incapaces a los efectos del Código Civil, y susceptibles de
declaración de demencia. Esta situación se suele plantear
cuando reciben bienes por vía de donación, herencia, etc..
En cuanto a las personas débiles mentales, generalmente
con un coeficiente mayor de 50, hay que ver caso por caso,
comprobando a si se da la situación de que esta persona
no puede dirigir su persona o administrar sus bienes.
En los cuadros demenciales que se presentan franca­
mente, es bastante claro que el individuo resulte total­
mente incapaz. Las formas iniciales de demencias son las
que pueden ofrecer algunas situaciones de duda con res­
pecto a la declaración de capacidad o incapacidad. Hay
formas que presentan un tránsito lento hacia la demen­
cia, y otras que son más bruscas en cuanto a la forma
final de la enfermedad.
Psicología judicial 319

Con respecto a la esquizofrenia, con la actual medica­


ción a veces no hay necesidad de llegar a una incapacita-
ción civil, salvo en algunos casos de esquizofrénicos cata-
tónicos o de alguna forma de defecto esquizofrénico, de
esquizofrenias particularmente graves. Si los brotes
esquizofrénicos fueran reiterados, graves, severos, inten­
sos, y la persona tiene bienes o hay peligro en cuanto a
lesión de su persona, es conveniente la incapacitación sin
perjuicio de que sesada esta situación vuelva a su capa­
cidad. Si se presenta un deterioro esquizofrénico profun­
do, lo apropiado es la incapacitación de la persona. La
esquizofrenia en «proceso» y los enfermos con deterioro
de carácter psicòtico deben ser declarados incapaces; en
los restantes casos puede bastar la inhabilitación.
En la manía también puede llegarse a la incapacita­
ción, sobre todo por situaciones que tienden a que estas
personas realicen contratos y entren en litigios y hagan
gastos indebidos, precisamente por su misma situación
maníaca.
Los paranoicos pueden a veces dilapidar su patrimo­
nio en base a sus delirios (particularmente delirios rela­
cionados con los aspectos megalomaníacos). Fuera del
delirio, puede ser que las personas actúen con normali­
dad.
Los delirantes, por lo general, deben ser declarados
incapaces.
En definitiva, habrá que ver cada uno de los casos a
ver si se cumple o no con los requisitos que establece
nuestra ley y que ya hemos mencionado.
En las epilepsias, la incapacitación en general no pro­
cede, puesto que el ataque epiléptico no tiene una
320 Juan H. Del Popólo

influencia decisiva sobre la capacidad de dirigir y admi­


nistrar los bienes de esa persona.
En general los neuróticos, salvo los gravemente enfer­
mos, no pierden la posibilidad de dirigir su persona y
administrar sus bienes, ál igual que los psicópatas (en el
sentido en que nosotros utilizamos el termino). En los
casos graves habrá que estudiar en cada caso cuál es la
situación concreta.
Con respecto a los alcohólicos, seguidamente vamos a
hacer algunas referencias sobre todo al hablar de inhabi­
litación de enfermos.
En el apéndice del presente capítulo podrá encontrar­
se la enumeración de los puntos periciales que conviene
tener en cuenta para satisfacer estas demandas.

Inhabilitaciones

La «Inhabilitación» está prevista por el artículo 152


bis del Código Civil, sancionado por la Ley 17.711. Esta
institución está fundamentalmente destinada a proteger
a ciertos sujetos que están afectados por trastornos de la
conducta que inciden sobre su capacidad, colocándolos en
una situación de minusvalía para la administración de
sus bienes. El derecho tome ciertas medidas destinadas a
protegerlos.
Dicha norma dice: «Podrá inhabilitarse judicialmente
a: 1— Quien por embriaguez habitual o uso de estupefa­
cientes, estén expuestos a otorgar actos jurídicos perjudi­
ciales a su persona o patrimonio. 2— A los disminuidos
en sus facultades, cuando sin llegar a la situación previs­
Psicología judicial 321

ta en el artículo 141 del Código Civil, el juez estime que


del ejercicio de su plena capacidad puede resultar presu­
miblemente daños a su persona o patrimonio. 3— A quie­
nes por la prodigalidad en los actos de administración de
sus bienes, expusieren a su familia a la pérdida del patri­
monio. En este último caso sólo procederá la inhabilita­
ción si la persona imputada tuviere cónyuge, ascendiente
o dependiente y hubiere dilapidado una parte importante
de su patrimonio. La acción para obtener esta inhabilita­
ción sólo corresponderá al cónyuge, ascendiente o depen­
diente. Al inhabilitado se le nombra un curador y se apli­
carán en lo pertinente las normas relativas a la
declaración de incapacidad por demencia y rehabilita-
,ción. Sin la conformidad del curador, los inhabilitados no
podrán disponer.de sus bienes por actos entre vivos. Los
inhabilitados podrán otorgar por sí actos de administra­
ción salvo lo que limite la sentencia de inhabilitación
teniendo presente las consecuencias del caso.
En relación a estas personas que están en estas cir­
cunstancias de minusvalía, se pueden tomar medidas de
protección. Estas consisten en nombrarles o designarles
un curador. Sin la conformidad de éste, estas personas no
pueden disponer de sus bienes por actos entre-vivos, es
decir no por causa de muerte; y además se les permite
que puedan administrar sus bienes, salvo las limitacio­
nes que establezca la sentencia de inhabilitación.
En el primer supuesto, tenemos que analizar la situa­
ción de los ebrios habituales. Se exige ebriedad con hábi­
to. No se mira a quien está accidentalmente bajo la
influencia del alcohol o del uso de estupefacientes. Por
otra parte, se obliga también que esta situación revista
322 Juan H. Del Popolo

caracteres graves para esa persona o su patrimonio. El


sólo vicio sin que se dé esta circunstancia de gravedad,
no faculta a la ley para tomar tan grave medida de inha­
bilitación. Por ende, se deberá examinar la etapa o fase
de la carrera alcohólica por la que atraviesa el peritado.
También debe prestarse atención a la sintomatología físi­
ca y psíquica relacionada con el consumo habitual de este
tóxico.
El inciso dos se refiere a aquellas personas disminui­
das en sus facultades, cuando no llegan al supuesto de
demencia, y si el juez estima que del ejercicio de su plena
capacidad puede resultar presumiblemente algún daño a
su patrimonio o a su persona. Esta situación comprende
las cuestiones relativas a los denominados «semialiena-
dos». Son personas que no han perdido totalmente la
razón en términos jurídicos como para llegar a una decla­
ración de demencia, pero que debido a la disminución de
esas facultades están expuestos a otorgar actos perjudi­
ciales para su persona o patrimonio. Por ejemplo, pueden
ser personas que frente a edad avanzada o frente a sor­
dera o párálisis completas, o a otras situaciones de ori­
gen psicopatológico, puedan estar en esta situación.
Se requiere una disminución de cárácter permanente
de estas facultades mentales y, por otra parte, la posibi­
lidad de esta gestión patrimonial peijudicial.
Persona pródiga, es aquella que por un desorden en
su conducta, disipa su fortuna en gastos sin sentido, y en
estos casos ya la ley njisma fija las condiciones para que
proceda la inhabilitación. Debe ser una conducta habi­
tual, haber perdido una parte importante de su patrimo­
nio, debe haber una exposición de la familia derivada de
Psicología judicial 323

esta pérdida del patrimonio y actos dilapidatorios en los


actos de administración y de disposición.
En cuanto a los inhabilitados, no hay propiamente
una representación, como en el caso de los incapaces,
sino una complementación de su capacidad. El inhabili­
tado sigue actuando por sí, pero la validez o nulidad de
su actuación quedan subordinadas a la expresión de la
voluntad del asistente llamado en este caso curador.
Como dijimos, la situación fundamental, está dirigida
a la disposición de los bienes que requiere de la conformi­
dad del curador.
En relación a los actos de administración, sólo son
capaces los limitados por la sentencia. En el caso de los
ebrios, de los toxicómanos y de los individuos disminui­
dos en sus facultades, es indispensable el examen de los
facultativos por aplicación de los preceptos del artículo
142 del Código Civil. En estos casos, el perito opina téc­
nicamente sobre la situación de enfermedad y sobre la
repercusión de esa situación en torno a los actos propios
de la persona que se quiere eventualmente inhabilitar.
En lo relativo a la rehabilitación de los inhabilitados, se
aplican las disposiciones referidas a la cesación de la
demencia del artículo 150 del Código Civil.
Al mencionar la ley a los ebrios habituales obviamen­
te se está refiriendo a los alcohólicos crónicos. Respecto
de ellos habrá que precisar en la persona la etapa del
alcoholismo en que se encuentran, grado de deterioro y
sintomatología general del paciente. En referencia a los
estupefacientes corresponderá realizar un exhaustivo
análisis del sujeto y sus contextos mínimo y medio.
En general, los autores han incluido dentro del grupo
324 Juan H. Del Popolo

de los disminuidos en sus facultades, que no llegan a las


demencias, a los traumatizados, cerebrales, a enfermeda­
des infecciosas u orgánicas que produzcan una debilita­
ción mental, a las epilepsias, esquizofrenias (especial­
mente formas de defecto) formas maníaco-depresivas en
la psicosis maniaco-depresiva, psicopatías, neurosis, his­
teria y en general a la ancianidad en cuanto curse con
debilidad mental.
La vejez solamente puede ser motivo de inhabilita­
ción cuando reúna las características de una enfermedad
mental; porque no es el envejecer normal lo que justifica
las características de una inhabilitación.
Las personalidades psicopáticas, para algunos, se
consideran modos de ser y no enfermedades. Esto es
importante para ver hasta qué punto pueden ser conside­
radas enfermedades mentales sujetas a esta declaración.
Desde el punto de vista psicopatológico, la prodigali­
dad se puede asociar a veces con procesos de demencia
senil, artereoescleróticos, preseniles, delirios megaloma-
niacos o eróticos, debilidad mental o psicosis maniaco-
depresiva en su faz maniaca.
Desde el punto de vista pericial, se tratará de ver si
estas personas, un toxicómano y si desde su capacidad
psicológica natural, están expuestas a otorgar actos jurí­
dicos perjudiciales a su persona o su patrimonio. En el
caso del inciso segundo, de los disminuidos en sus facul­
tades, habrá que precisar cuál es el cuadro nosológico
siempre referido a la categorización en términos de orga­
nizaciones internacionales, y si se puede esperar presu­
miblemente daño a su persona o patrimonio. En relación
a los pródigos, también habrá que determinar si existe
Psicología judicial 325

diagnóstico psicopatológico y revisar esta situación a la


luz de sus funciones yoicas. Girbert Calabuig, cita a
Moglie, y distingue una prodigalidad esencial y una sin­
tomática. La última «seria expresión de una indudable
enfermedad mental, con desórdenes de conducta, debili­
dad volitiva e insuficiencia crítica por déficit de juicio».

Internaciones desde el C ódigo Civil

Dispone el artículo 482 del Código Civil que, «el


demente no será privado de su libertad personal sino en
los casos en que sea de temer que, usando de ellas se dañe
a sí mismo o dañe a otros. No podrá tampoco ser traslada­
do a una casa de dementes sin autorización judicial».
Sigue esta norma:» Las autoridades policiales
podrán disponer de la internación dando inmediata
cuenta al juez de las personas que por padecer enferme­
dades mentales o ser alcoholistas crónicos o toxicóma-
nos, pudieran dañar su salud o la de terceros o afecta­
ren la tranquilidad publica. Dicha internación sólo
podrá ordenarse previo dictamen del medico oficial. A
pedido de las personas enumeradas en el artículo 144,
el juez podrá, previa información sumaria, disponer la
internación de quienes se encuentren afectados de
enfermedades metales, aunque no justifiquen la decla­
ración de demencia, alcoholistas crónicos y toxicómanos
que requieren asistencia en establecimientos adecua­
dos, debiendo designar un defensor especial para asegu­
rar que la internación no se prolongue más de lo indis­
pensable y aun evitarla; si pueden prestarle debida
326 Juan H. Del Popolo

asistencia las personas obligadas a la prestación de ali­


mentos». ,
En este artículo, se faculta al juez y a la autoridad
policial a propiciar y determinar la internación bajo
determinadas circunstancias.
El criterio de la ley civil, para privar de libertad a un
demente, es en función del probable daño que puede cau­
sar hacia su persona o a terceros. No se persigue propia­
mente un propósito de curación sino de evitar peligros de
daño. De hecho, existen personas aquejadas de enferme­
dades mentales y que para el derecho pueden ser demen­
tes (o sea que no puedan dirigir su persona o administrar
sus bienes) y declaradas tales, que en realidad no presen­
ten peligro de dañarse a sí mismo o a otros. Entonces,
con respecto a ellos no es necesario ordenar la interna­
ción en un establecimiento especializado.
En otros países se sigue un criterio semejante. Así, en
Estados Unidos, Kaplan refiere que en el año 1976 en el
caso de O’Connor y Donaldron, el Tribunal Supremo
determinó que los pacientes mentales inofensivos no pue­
den ser confinados contra su voluntad sin tratamiento si
pueden vivir en libertad.
La ley autoriza ál personal policial a disponer la
internación dando inmediatamente al juez cuenta de las
personas que resulten ser enfermos mentales, alcoholis-
tas crónicos o toxicómanos y que puedan dañar su salud
o la de terceros o afecten la tranquilidad pública. Otra
vez aquí aparece el própósito tutelar de la ley para evitar
estos daños o que se afecte la tranquilidad pública. Pero
la policía cuando realiza esta medida, debe anoticiar
inmediatamente al juez, cosa que no siempre ocurre y
Psicología judicial 327

que a veces sucede con mucha tardanza. Esto ha sido


motivo para que a nivel nacional se reglamente una ley
especial con mejores plazos y mayores garantías para la
persona que ha sido privada de su libertad como conse­
cuencia de una internación policial. De todas maneras,
esta internación, debe ordenarse previo dictamen de un
médico oficial. (Ley 22.914; ver apéndice).
La última parte de este artículo, faculta al juez, pre­
vio la información sumaria, a disponer la internación de
los enfermos mentales (aunque no sean declarados
dementes), alcohólicos y toxicómanos que requieran asis­
tencia en establecimientos adecuados. Se les designa un
defensor para que la internación no se prolongue más de
lo indispensable y además para que pueda reclamar asis­
tencia de las personas obligadas a pedir alimentos.
Las personas enumeradas en el artículo 144 a que
hace referencia esta norma, son las habilitadas para soli­
citar al juez esta medida que acabamos de señalar.
A estos procesos de internaciones forzadas o involun­
tarias, se le ha prestado poca atención desde la jurispru­
dencia e incluso desde la misma psiquiatría y psicología
en cuanto a la eticidad y maneras de proceder en la
internación y de controlar que la mendida no se exceda
en perjuicio de la persona que la sufre. Así, se han regis­
trado numerosas situaciones de abuso con respecto a per­
sonas que padecen internación por largo tiempo, más allá
del recomendable, con todas la consecuencias negativas
para la administración pública y para el hospital, y con­
secuencias nocivas para la comunidad.
En muchos casos la internación forzada no es necesa­
ria, por que hay otros medios que permiten resolver la
328 Juan H. Del Popolo

situación con menos costo para el paciente y para su


familia. Muchas veces la familia es la que promueve
estas internaciones porque no puede hacerse cargo de'la
problemática que se plantea en relación al enfermo. Nor­
malmente, los internos en los pabellones de los hospita­
les psiquiátricos en el Ambito de lo Judicial, suelen ser
personas de muy bajos recursos, personas prácticamente
marginales!
En el ámbito nacional, se dio Un paso adelante con la
Ley 22.914 del año 1983, que fija una serie de condicio­
nes para la internación y regula cómo ha de ser ésta.
Esta ley sólo rige para el ámbito nacional no para el
ámbito de la Provincia de Mendoza.

Pericias y matrimonio

En materia de matrimonio, el artículo 166 inciso octa­


vo del Código Civil, prevé que es un impedimento para
contraer matrimonio la privación permanenté o transito­
ria de la razón por cualquier causa que fuere. Eventual­
mente, el perito puede ser llamado a intervenir para
establecer si se da esta situación en una persona.
A título ilustrativo, cabe decir que estamos en presen­
cia de una nulidad relativa conforme lo prevé el artículo
220 inciso dos del Código Civil. En este caso, la nulidad
puede ser demandada por los que habrían podido oponer­
se a la celebración del matrimonio, y el mismo incapaz
puede demandar la nulidad cuando recobre la razón si no
continuara la cohabitación; y el otro cónyuge, si hubiera
Psicología judicial 329

ignorado la carencia de razón al tiempo de la celebración


del matrimonio y no hubiese hecho vida marital después
de conocida la incapacidad.
. Otra situación que eventualmente puede demandar la
actuación del perito psicólogo, es la prevista por el Art.
203 del Código Civil. En virtud de esta norma, uno de los
cónyuges puede pedir la separación personal en razón de
alteraciones mentales graves de carácter permanente,
alcoholismo o adicción a la droga del otro cónyuge, si tales
afecciones pueden provocar trastornos de conducta que
impiden la vida en común o la del cónyuge enfermo con
los hijos. Se trata entonces, de que el perito psicólogo
establezca si existen esas alteraciones mentales graves de
carácter permanente, o alcoholismo o adicción a las dro­
gas del otro cónyuge. Pero no basta esta situación, sino se
requiere que tales trastornos impidan la vida en común o
la del cónyuge enfermo con los hijos. Se deberá hacer un
estudio desde el punto de vista diagnóstico, psicopatológi-
co y de las interacciones o relaciones familiares de estas
personas a los efectos de precisar la situación prevista.
También puede intervenir pericialmente en áreas
relacionadas con la nulidad del matrimonio; vicios de
consentimiento, etc. y es especialmente en el área de la
separación o divorcio en la que se utilizan técnicas de
mediación que permiten que no se profundicen las ruptu­
ras y desacuerdos familiares, situación muy común en los
procesos contenciosos en los que todos los miembros de la
familia resultan perjudicados. Se pueden implementar
técnicas para la resolución creativa de problemas, para
facilitar la comunicación, para negociar, controlar el
stress, etc.
330 Juan H. Del Popolo

Pericias y testamento

En materia de testamentos se puede solicitar la inter­


vención del perito psicólogo. El artículo 3615 del Código
Qivil dispone que, para testar es preciso que la persona
esté en su perfecta razón. Los dementes sólo podrán
hacerlo en los intervalos lúcidos que sean suficientemen­
te ciertos y prolongados, para asegurarse que la enferme­
dad ha cesado por entonces. En algunas oportunidades se
tendrá que determinar .por medio de un diagnóstico
retrospectivo, si al momento del testamento esa persona
estaba o no en perfecto uso de sus facultades mentales.
Si se trata de un demente en sentido jurídico, se deberá
establecer si ha estado en un intervalo lúcido lo suficien­
temente cierto y prolongado, para asegurar que la enfer­
medad había cesado. Esto también podrá constituir el
campo de la materia pericial. A veces se tiene que recu­
rrir a una serie de análisis, entre los que se cuenta el
caligráfico, a efecto de poder establecer debidamente esta
situación.
El artículo 3607 define lo que es el testamento. Es un
acto escrito, celebrado con la solemnidades de la ley, por
el cual, una persona dispone del todo o parte de sus bie­
nes para después de su muerte. Analizaremos, en este
punto, las exigencias legales vinculadas a la pericia y lo
que hay que determinar como foco pericial.
El artículo 3614 de Código Civil, establece que no
pueden testar los menores de 18 años de uno y otro sexo.
Otra norma de importancia es la del Art. 3616 del
Código Civil, que señala que la ley presume que toda per­
sona esta en su sano juicio mientras no se pruebe lo con­
Psicología judicial 331

trario. Al que pidiese la nulidad del testamento, agrega,


le incumbe probar que el testador no se hallaba en su
completa razón al tiempo de hacer sus disposiciones.
Pero si el testador, tiempo antes de testar, se hubiese
hallado notoriamente en estado habitual de demencia,
quien sostiene la validez del testamento debe probar que
el testador lo ha ordenado en un intervalo lúcido.
Resulta interesante hacer una mención de la nota de
Vélez Sarfield al artículo 3615, aunque más no sea en
forma parcial. Dice el codificador, que menciona solamen­
te en el artículo a los dementes (prevé que solo los
dementes podrán hacer testamentos en los intervalos
lúcidos y que se requiere que se esté en perfecta razón
para testar), porque la demencia es la expresión genérica
que designa todas las variedades de locura. Es la priva­
ción de la razón con sus accidentes y sus fenómenos
diversos. Sigue Vélez Sarffield, todas las especies de
demencia tienen por principio una enfermedad escencial
de la razón, y por consiguiente, falta de deliberación y
voluntad. La demencia comprende la locura continua o
intermitente, la locura total o parcial, la locura tranquila
o delirante, el furor, el idiotismo, etc. La primera parte
del artículo comprende la embriaguez y todo accidente
que prive de la completa razón.
Esta « perfecta razón» se requiere al momento en que
se hace el testamento y se requiere aquí, no una perfecta
o ideal inteligencia, sino en la medida para determinarse
válidamente en materia testamentaria. Se debe estar
entonces en sano juicio al momento de testar.
Algunos opinan que cuando el artículo 3615 menciona
a los dementes, se refiere a los no declarados tales en jui-
332 Juan H. Del Popolo

ció, porque el declarado en juicio es incapaz de actos de


la vida civil. /
Por la terminología «intervalos lúcidos», el codificador
entiende, la adquisición durante un determinado tiempo
aunque sea en forma transitoria de la enfermedad de la
razón o de la salud mental. Algunos han cuestionado la
existencia de tales intervalos. Estos intervalos se podrían
dar en la locura circular, en la psicosis maníaco depresiva
que es una enfermedad qué tiene esta posibilidad de
intervalo de normalidad.. También podría ocurrir, en otras
enfermedades como en las esquizofrenias, donde puede
haber intervalos más o menos libres entre brote y brote.
Para el estudio de esta situación pericial, normalmen­
te habrá que recurrir a un diagnóstico retrospectivo, pre­
cisar las circunstancias históricas y concomitantes al
momento de otorgar el testamento, estudiar su contenido
fechas, firmas, grafías, etc, para poder determinar hasta
que punto esta persona podía o no estar afectada de una
enfermedad mental. Así mismo, se puede1usar informa­
ciones provenientes de terceros, como médicos que hallan
atendido al paciente durante algún tiempo al momento
contemporáneo de testar, o estudios psicológicos, psico-
diagnóstico, de jubilación, que pudieran haber sido
hechos en algunos de estos momentos, y testimonios de
familiares, amigos, etc.
En ciertos casos, especialmente fuera del país, se esti­
la solicitar un informe psicológico de la persona que va a
realizar un testamento. Se recomienda grabar las entre­
vistas en vídeo-tape, puesto que se contará con un ele­
mento de juicio llegado el momento para sostener la vali­
dez del acto de última voluntad.
Psicología judicial 333

Si eltestador está vivo, se podrá realizar una amplia


entrevista semiestructurada en relación a las funciones
psicológicas, focalizando en las razones para testar y las
relaciones que lo unen con su ámbito familiar. Los cua­
dros seniles deben merecer especial consideración en la
entrevista.

Pericias y patria potestad

La patria potestad, según el artículo 264 del Código


Civil es el conjunto de deberes y derechos que correspon­
den a los padres sobre la persona y bienes de los hijos,
para su protección y formación integral desde la concep­
ción de éstos y mientras sean menores de edad y no se
hallan emancipado. El artículo 307 del Código Civil, indi­
ca que se puede privar de la patria potestad al padre o a
la madre por el abandono,entre otras causas, que hicie­
ren de alguno de sus hijos, para el que los haya abando­
nado aún cuando quede bajo guarda, sea recogido por el
otro progenitor o un tercero. También por poner en peli­
gro la seguridad, la salud física o psíquica o la moralidad
del hijo mediante malos, tratamientos, ejemplos pernicio­
sos, inconducta notoria o delincuencia. La situación que
puede estar más asociada a los fines periciales psicológi­
cos, aunque todas están relacionadas, es la correspon­
diente a colocar en peligro la salud psíquica del hijo
mediante malos tratamientos, ejemplos perniciosos es
inconducta notoria o delincuencia. Se tratara de estable­
cer mediante el procedimiento pericial si se ha puesto o
no en peligro esa salud psíquica de ese menor a los fines
334 Juan H. Del Popolo

f de ilustrar al juez sobre este particular. Adviértase que


i
-í,
se requiere peligro, no la concreción de ese daño psíquico./ /
En esta área debe prestarse particular atención a .la
constitución del síndrome del niño golpeado, y a la exis­
tencia de las distintas formas de abuso infantil, que tie­
nen una incidencia mucho mayor de la que se sospecha y
conoce.
Especial atención merecen los indicadores de depriva­
ción emocional. En muchos casos éstos golpes llegan a
provocar la muerte del menor.
Estos casos en numerosas ocasiones no se denuncian
y pasan a integrar las cifras negras de la criminalidad.
La deprivación materna ha sido bien estudiada por
Winnicott y Bowlby. Produce una importante serie de
manifestaciones entre las que se encuentran: retraso
mental, autismo, retraso emocional, etc.
El maltrato no sólo se manifiesta por deprivaciones
afectivas, sino también por abuso físico (golpes, fractu­
ras, heridas, arrojamiento de líquidos calientes, quema­
duras), sexuales (por ejemplo, actos de corrupción) o abu­
so psicológico (coacción, insulto, gritos, reprimendas,
excusión).
El abuso puede provenir de los padres, padrastros,
concubinos de los padres, abuelos, y aparecen en todos
los estratos socio-económicos, aunque en las clases más
altas tiene más posibilidad de pasar oculto. El autor pue­
de ser un psicópata, alcohólico, adicto, perverso. Muchos
en su infancia, también, han sido víctimas de malos tra­
tos.
Psicología judicial 335

Pericia y adopción

En. materia de adopción también se suele requerir la


intervención de los peritos. Se pueden solicitar distintos
informes para evaluar la situación del menor, la familia
a la que va a ingresar, la conveniencia o no de esta situa­
ción para el niño adoptado y para el matrimonio.

Pericia y otras situaciones


de familia

El psicólogo puede intervenir en pericias relaciona­


das con custodia y tenencia de hijos menores, régimen
de visitas, etc., situaciones que más adelante abordare­
mos, y en las que interesa, entre otros factores, tener
presente las habilidades de cada padre para hacerse car­
go de los menores, las interacciones familiares, estudio
de los miembros y en torno a roles, homeostasis, comu­
nicación, etc. Las técnicas psicológicas suelen ser de
gran valor para identificar las necesidades del niño en
función de elegir la custodia o guarda más conveniente
para él. Importa evaluar la posibilidad de custodia com­
partida.

Determinación de probables actos violentos


en las familias

Es importante tomar en cuenta, algunos parámetros


que la investigación ha puesto de relieve en relación a la
336 Juan H. Del Popolo

posibilidad de que se cometa un homicidio dentro del


grupo familiar.
Hagaman, Wells, Blau y Wells. (1987), determinaron7
que un homicidio familiar, es más probable que ocurra
cuando se alcanzan estas situaciones:
1) Drogas o alcohol en uso ál tiempo del evento.
2) Presiones culturales para que el perpetrador salve
las apariencias.
3) Previas amenazas de suicidio por parte del perpe­
trador.
4) Reciente depresión profunda del perpetrador.
5) Reciente relación amorosa rota.
6) El perpetrador ha estado últimamente separado de
su familia.
. 7) Amenazas de venganza contra la familia por parte
del perpetrador.
Interesa tener estos factores presentes a los efectos
de examinar niveles de riesgo en familias, y sugerir opor­
tunas medidas preventivas. Estos riesgos se pueden che­
quear luego de una entrevista dirigida a ese efecto.

• Mediación

En el campo de la Psicología Jurídica aplicada a los


asuntos de familia, existe la posibilidad de un mayor
avance para superar fenómenos del tipo «ojo de cerradu­
ra».
Así, se han implementado nuevas maneras de solu­
cionar conflictos en esta área, como los Programas de
Mediación que intentan conseguir acuerdos consertados
Psicología judicial 337

en el proceso de separación o divorcio, con mucho menos


costo afectivo y económico para las partes que toman
parte en él. Estos acuerdos negociados logran la disminu­
ción de los incumplimientos de lo acordado, y se refiere a
tenencia de los hijos, acuerdos sobre bienes, visitas, etc.
Estos programas han funcionado con éxito en Espa­
ña, conforme expone la doctora Trinidad Bernal Samper,
directora del Programa de Mediación implementado por
la Dirección General de Protección jurídica del Menor,
dependiente del Ministerio de Asuntos Sociales (Setiem­
bre de 1990). El programa se puso en marcha en Febrero
de 1991, en Madrid, en el Centro de Psicología Abside. El
equipo de trabajo se compone de abogados y psicólogos
que trabajan en forma interdisciplinaria. Es subvencio­
nado por el Ministerio de Asuntos Sociales y se oferta al
público en forma gratuita. Un alto porcentaje de los
usuarios considera al programa, luego de un año,
totalmente satisfactorio (72%) o bastante satisfactorio
(22,1%).
Los resultados del mismo pueden ser consultados en
el anuario de Psicología Jurídica, del Colegio Oficial de
Psicólogos, delegación Madrid, 1993.
Este tipo de programas implica un claro apartamien­
to de la manera tradicional de intentar resolver conflic­
tos, a través del esquema: decisión del juez (asesoramien-
to del perito), que ha resultado a veces ineficaz y
potenciador de conflictos*.

* También reemplaza el concepto tan usual en proceso del juicio


como “batalla” con “derrotados” y “victoriosos”, por el diálogo y acuer­
do.
338 Juan H. Del Popolò

En general, la mediación intenta a través del media­


dor (persona neutral), facilitar la comunicación entre los
padres, relevar los puntos de acuerdo y los de conflictó,
agilizando la toma de decisiones compartidas, ayudár a
clarificar malos entendidos, diferenciando urgencias y
necesidades, y procesos emocionales que interfieren con
una más sana y racional toma de decisiones.
En las decisiones obtenidas a través del arbitraje o
del juez, son estos últimos funcionarios quienes deciden.
En cambio, en el proceso de mediación, son los mismos
padres los que acuerdan como llevar adelante la situa­
ción.
Las técnicas de mediación en la problemática de
separaciones y divorcio, representa un claro avance sobre
el modelo contencioso. Seguidamente mencionamos las
etapas por las que atraviesa este proceso, en el que el
psicólogo y el abogado realizan entrevistas conjuntas a
partir del modelo de trabajo expuesto por Trinidad B.
Samper y M. Gloria Francisco (1991):
1) Entrevista conjunta realizada por un abogado y
psicólogo, con una fase catártica y otra en la que se cana­
lizan emociones, se informa de alternativas y de la conve­
niencia de que concurra el otro cónyuge.
2) Suministro de la información psicológica y jurídica
pertinente a la situación, (efectos emocionales de la rup­
tura, explicación del mecanismo de reciprocidad, procedi­
mientos judiciales, costos, consecuencias, etc.).
3) Estudio psicológico y jurídico de la problemática
planteada para concretar las alternativas más viables y
menos perjudicial para todos los miembros de la familia.
4) Implémentación de modelos educativos para adqui­
Psicología judicial 339

rir destreza para afrontar problemas, (habilidades socia­


les, de comunicación, técnica de resolución de problemas,
de control de entes, habilidades de gestión y negociación).
5) Resolución del conflicto: inicio del procedimiento
judicial que puede ser con o sin acuerdo.
Además de la mediación, el psicólogo puede evaluar
ajuste de la madre o padre para la patermidad, peticio­
nar el cambio de custodia, plan de visitas, significado de
abuelos para el menor, etc.

Niños maltratados y víctimas de delitos.


Pericias e intervenciones técnicas cuando
estos son testigos

Se han desarrollado una serie de procedimientos e


intervenciones técnicas, destinados a evitar victimizacio-
nes secundarias o agravamientos del conflicto en meno­
res víctimas de delitos o que los han presenciado, y con
fuerte impacto emocional para ellos.
La actual estructura del procedimiento pericial en
nuestro país, y en muchos del extranjero, no permite que
exista un trato adecuado en estas situaciones para el
mentor.
En general, el menor víctima, atraviesa por estas difi­
cultades:

* Repetidos interrogatorios. En distintas etapas del


procedimiento en relación a la situación traumática. Así,
se lo suele interrogar en sede policial, en dependencias del
cuerpo médico forense, al realizar la pericia psiquiátrica o
340 Juan H. Del Popolo

psicológica, por parte del asistente social, a los efectos de


la encuesta ambiental, en el juzgado de instrucción, en la,
cámara del crimen. Esta multiplicidad de interrogatorios
puede tener efectos muy negativos, puesto que implican
revivir los hechos en contextos no apropiados, con la apa­
rición de sentimientos de humillación, vergüenza, etc.

* Interrogatorios no apropiados a la edad en lugares


inadecuados. El interrogatorio no se realiza en sitios ade­
cuados con las circunstancias por las que atraviesa el
menor. Así, las salas no son apropiadas porque se lo inte­
rroga en salas de justicial-resultan absolutamente extra­
ñas o intimidatorias para el menor víctima, o en oficinas
policiales, sin ninguna preparación al efecto, con perma­
nente gente en tránsito, interrupciones, personal no
entrenado, etc.
La terminología y procedimiento de interrogatorio,
muchas veces es inadecuada. En muchos países, desde
hace años se implementan técnicas de júego, uso de
muñecos, técnicas gráficas para trabajos con el menor en
estas situaciones.

* Largas esperas los días de audiencia y eventuales


postergaciones del debate. En estas circunstancias el
menor se ve obligado a esperar —a veces horas— hasta
ser atendido, incluso con la posibilidad de que el debate
sea postergado y citado para nueva audiencia.

* Confrontaciones con el imputado. En numerosas


ocasiones es obligado a carearse con el imputado o se ve
obligado a encontrarse con él. Tal es el caso de los
Psicología judicial 341

encuentros producidos cuando está a la espera de prestar


declaraciones o durante la declaración en debate, con el
consiguiente efecto traumático para la víctima o incluso
potenciales intimidaciones.

* Ignorancia de las circunstancias en la que se


encuentra inmerso o de lo que sucederá. En la mayoría de
las ocasiones, la víctima menor, no ha recibido explicacio­
nes de lo que sucederá en el procedimiento judicial, de
las personas que intervienen, de la finalidad de los actos
que se llevan a cabo.

* Carencia del necesario acompañamiento terapéutico.


Es dable observar que el menor víctima debe enfrentar
las distintas situaciones sin el debido acompañamiento
de personal especializado, a los efectos de reducir el
estrés propio de estas situaciones.
Como consecuencia de estos factores, se pueden ope­
rar efectos traumáticos sobre el menor, desencadenantes
de una segunda victimización, luego de la primera produ­
cida por la perpetración misma del hecho.
Estos efectos post-traumáticos, no son deseables ni
para el menor ni para el procedimiento judicial. Para el
menor, en tanto y en cuanto tienen potencial para agra­
var el cuadro previo.
Y para el procedimiento judicial, porque un testigo
que transita por estos factores potenciadores de la ansie­
dad, tiene menos probabilidades de brindar una declara­
ción más fidedigna, porque puede incluso inhibir el fun­
cionamiento adecuado de sus funciones yoicas y las de
memoria.
342 Juan H. Del Popolo

Frente a estas circunstancias, el psicólogo jurídico


puede proporcionar auxilio en alguna de las siguientes
áreas: ./

a) Diseños, de procedimientos y ambientes adecuados


para escuchar al menor víctima del hecho.
b) Conducción de la entrevista —con la presencia del
juez— a los efectos de recolectar los datos que podrían
ser necesarios para la investigación, pero implementando
el «timing» adecuado, ajustando terminologías al nivel
evolutivo de la víctima, a su acostumbrado vocabulario,
etc.
c) Observación de conducta de la víctima y terceros a
efectos de proporcionar criterios en torno a-la credibili­
dad de la declaración. En este último sentido, Undeustch
y Max Estellor en Alemania, entre otros, han investigado
procedimientos y maneras de evaluar la declaración de
menores víctimas para ilustrar a los jueces.
Estos elementos de juicio —analizados debidamen­
te— luego serán datos útiles para que el Tribunal pueda
evaluar la credibilidad del testimonio, aún cuando el dic­
tamen no sea vinculante.
d) Abordaje para la contención del menor en situación
de crisis.
En este sector puede el psicólogo coordinar la activi­
dad con los servicios de salud o atención victimológica,
para úna prestación de servicios psicológicos tempranos
que ayude a superar las situación traumática lo mejor y
más rápidamente posible.

En muchos países se ha aconsejado la utilización de


Psicología judicial 343

medios de registro de las entrevistas (audio, video) que


evitan la repetición de innecesarios interrogatorios; per­
miten que el psicólogo jurídico pueda analizar la declara­
ción del menor a partir de un material fidedigno y tam­
bién conservan con exactitud la declaración desde los
primeros momentos del hecho.
La última alternativa es especialmente recomendable
porque el transcurso del tiempo tiende a afectar los
recuerdos de la memoria.
En el Estado de Israel, desde el año 1955, se aplica
un procedimiento especial para los menores de 14 años
víctimas de ofensas contra la moralidad, (ver apéndice).
Existe la figura del interrogador juvenil, que es quien
otorga el permiso para que un niño sea oído en el Tribu­
nal, cuando un delito contra la moralidad ha sido come­
tido sobre su persona o en su presencia o sospechado de
él, y luego de entrevistarse con él y de examinar una
serie de elementos.
En el caso de que esta persona otorgue el permiso,
ninguna persona estará presente en la declaración,
excepto el fiscal, el acusado, el interrogador juvenil y la
persona que hubiese sido autorizada por la corte.
El criterio con el que opera el interrogador para auto­
rizar o no la audiencia, se basa en el hecho de que la mis­
ma pueda provocar o no daño al menor.
Se autoriza también la grabación de la entrevista.
La defensa, el fiscal, y el juez, pueden solicitar ulte­
rior interrogatorio del menor.
El interrogador se suele valer de técnicas, de dibujos,
muñecos, etc. para cumplir su cometido; incluso, moderna­
mente, puede opinar sobre la credibilidad del testimonio.
344 Juan H. Del Popolo

Si el funcionario no autoriza al menor a declarar lo


hace él —por el menor y a partir de sus dichos— en la
audiencia.
En Alemania, intervienen testigos expertos (normal­
mente psicólogos) para evaluar la credibilidad de las
declaraciones. Hay una serie de criterios para conducir la
evaluación, y a ella se ha recurrido en gran cantidad de
casos desde 1954.
El análisis de credibilidad propiciado por Steller se
basa en una serie de criterios: motivaciones, caracterís­
ticas del testigo, estructura lógica, estructuración de la
producción, cantidad de detalles, encaje contextual,
descripción de interacciones, reproducción de conversa­
ciones, detalles inusuales o superfluos, relatos del esta­
do mental del sujeto, correcciones espontáneas, etc.
Son diecinueve (19) criterios entre los que se encuen­
tran algunos de los citados en el párrafo precedentes,
divididos en cinco grandes secciones:

1) Características generales de la declaración.


2) ¡Contenido específico.
3) Peculiaridades de contenido.
4) Motivación y contenidos referidos.
5) Elementos específicos de la ofensa.

En Canadá, EE.UU., Inglaterra, Noruega, Suecia, se


han propiciado la adopción de criterios distintos a estos
efectos.
En los casos en que pericialmente se investigue el
probable abuso de un menor, han de tenerse en cuenta
estos parámetros.
Psicología judicial 345

1. Evaluación de sintomatologia relacionada con


ansiedad:
e Fácil cansancio.
° Insomnio.
° Dificultad para “ir a la cama” o dormir solo.......
8 Pérdida del apetito.
® Aislamiento.
® Dificultades en la concentración.
® Juegos repetidos que expresan aspectos relaciona­
dos con conductas de abuso.
° Pérdida de intereses previos.
° Evitación de actividades antes placenteras.
® Trastornos en alimentación.
® Trastornos del sueño o pesadillas.
® Hiperexcitabilidad.
2. Problemas somáticos:
° Trastornos gastrointestinales.
° Dolores de cabeza.
° Enuresis, encopresis.
® Vómitos.
® Órganos genitales (inflamación, dolor, etc)
3. Aparición de sentimientos de depresión.
4. Aparición de conductas problemáticas (robo, hurto,
incendio, vandalismo, crueldad, conductas de auto-daño,
o de excesiva masturbación o trastornos en hábitos higié­
nicos.
5. Trastornos a nivel escolar (en la conducta adapta-
tiva o en el rendimiento). Súbitas declinaciones en el ren­
dimiento escolar.
6. Problemas con figuras del ambiente y. adultos.
346 Juan H. Del Popolo

7. Conductas fóbicas o regresivas. Evitación de figu­


ras masculinas o femeninas.
8. Motivaciones en el grupo familiar.
9. Signos de stress, vergüenza o humillación durante
entrevistas o en relación con padre o figura de autoridad.
10. Observación de conducta gráfica y de juego. Con­
ducta en relación a los pares..
11. Consistencia y característica de la declaración.
12. Comparación entre la conducta previa y posterior
al abuso sospechado.
13. Rango de funcionamiento intelectual.

Guía para la recepción de declaraciones


en niños abusados

Vemos algunso criterios para la recepción de declara­


ciones de niños sospechados de haber sido abusados, apli­
cables para aquellos que deben tomarlas:
A) Aplique los conocimientos generales acerca de
como recepcionar un testimonio correctamente;
B) El debido respeto de los derechos y necesidades del
niño, también se concreta y operativiza en la forma en
que se le recibe declaración.
C) Un ñiño víctima o testigo inadecuadamente trata­
do:
a— Sugre emocionalmente en forma innecesaria una
doble victimización.
b— Por el “stress” padecido por el sufrimiento no es
un testigo útil.
Debe lograr en la declaración un adecuado “rapport”,
si pretende que la declaración sea útil a la justicia y no
Psicología judicial 347

perjudicial para el niño. Requiere de tacto, comprensión


y paciencia, por tanto no debe realizarla en los momentos
en que esté mas fatigado. Evite interrogatorios múltiples.
Le ayudarán las siguientes pautas:
F a se I : Momentos previos a la recepción de la decla­
ración.
1— Recepcione la declaración lo más inmediatamente
posible luego del hecho.
2— Prevea la intervención de algún trabajador de la
salud mental con entrenamiento en el trabajo con niños
para la fecha de la recepción de la declaración.
. 3— Cite a las personas que estén a cargo del niño,
previo a realizar la audiencia, y si no son sospechosos del
hecho investigado. Explíqueles los objetivos del procedi­
miento. Solicíteles que informan del mismo al niño y
acerca de la importancia de decir la verdad al momento
de recepcionar la declaración.
4— Prevea que el día de la audiencia pueda contar con
una sala confortable, sin distracciones ni interrupciones.
F a se II : Día en que se recibe la declaración.
1— Un representativo de la institución debe recibir al
niño en el lugar de espera y a quien lo acompañe.
2— Arbitre en lo posible una sala adecuada para la
espera del niño distinta de la del resto de los citados.
3— Empiece puntualmente la audiencia. Evite repro-
gramarla.
4— Acompañe al niño a su ingreso a la sala donde se
le recibirá la declaración. Si es pequeño, tómelo de la
mano.
5— Preséntelé la sala y permita que la observe.
Hágale conocer las personas que están presentes por
348 Juan H. Del Popolo

su nombre y función. Utilice un lenguaje sencillo y no


enjuiciante con la víctima. Evite preguntas abstractas /
referidas al cuando y por qué. No use forma alguna cié
amenaza, intimación, coerción, para obtener la declara­
ción. Explíquele qué es lo que se espera de él o ella en ,1a
audiencia.
6— Tome la precausión de que se siente cómodamen­
te.
7— Si no existe sala especiar para recepcionar la
declaración, adapte las comodidades con que cuenta, y
evite el uso de estrados cuando se le recepciona declara­
ción. La sala debe ser al menos confortable y debe hacer
sentir seguro al niño.
8— Interrumpa la declaración del niño, tantas veces
como sea necesario si advierte signos de fatiga o angus­
tia. No supere en la recepción de la declaración los
20-30 minutos. El personal de salud debe contener la
aparición de sentimientos de vergüenza, culpa y humi­
llación.
9— Comience la declaración con una conversación
informal para poder conocer el nivel de desarrollo del
niño y sus expresiones. Explíquele la importancia de
decir la verdad, de no adivinar respuestas y formule
algunas preguntas de prueba para asegurarse que ha
comprendido esta consigna correctamente.
10— Use, si es necesario, muñecos correctos anatómi­
cos para qúe el niño pueda expresarse mejor.. En su caso,
recurra al trabajo con el experto para la realización de
este tipo de pericias. Solicite un análisis de credibildiad
de la declaración.
11— Evite preguntas sesgadas o sugestivas. Use tér­
Psicología judicial 349

minos sencillos. Grabe la audiencia. Una vez puesto a


funcionar el medio de registro técnico no lo interrumpa y
vuelva a poner en funcionamiento.
F a se III: Cierre de la declaración.
1— No cierre la entrevista abruptamente. Pregunte
al niño como se ha sentido y si quiere agregar algo más.
2— Agradezca al niño y no le asegure cosas que no
esté seguro que se cumplirán. Explique al niño (si lo pue­
de entender), o a sus padres, los sucesivos pasos del pro­
cedimiento.

Pericia y esfera laboral

En la esfera laboral, se pueden presentar incapacida­


des que demandan un procedimiento pericial en relación
al trabajador. Por ejemplo, incapacidad mental sobrevi-
niente, que puede llevar a que se tenga que pagar un
seguro o una prestación jubilatoria por incapacidad, o
un despido con las consiguientes posibilidades de indem­
nización. En estos casos, la pericia deberá versar sobre la
capacidad o incapacidad del trabajador y las característi­
cas de la enfermedad que sufra y sus repercusiones en lo
laboral.(íCsí, en los depresivos, se suelen dar incapacida­
des labórales porque generalmente faltan mucho al tra­
bajo, sienten que no pueden hacer nada, absolutamente
impotentes, se autorreprochan conductas, se sienten inú­
tiles y esto lleva, a veces, por renuncia del trabajador o
por despido del empleador, a situaciones en donde se
plantean temáticas periciales. En el maníaco es frecuen­
te que renuncie, guiado por las ideas de tipo megaloma-
350 Juan H. Del Popolo

níaco de que ya no necesita depender de ningún trabajo.


Los paranoicos son muy difícilmente adaptables a la vida
laboral, porque normalmente presentan roces y proble-'
máticas con sus jefes y con sus compañeros de trabajo.
En cuanto a los epilépticos, se registran causas de acci­
dentes, y de ausentismo en estos pacientes. En la psico­
sis tóxica, se presentan consecuencias de tipo psicológico
para las cuales se solicita peritaje. En las neurosis, los
neuróticos fóbicos también suelen registrar cuando la
fobia es acentuada, problemáticas de tipo laboral. A
veces se inhiben y no pueden salir de su domicilio. Los
psicópatas, en el sentido del trastorno de la personalidad
antisocial, también resultan difícil que mantengan un
adecuado vínculo. Por ende, suelen abandonar con facili­
dad su trabajo, por no establecer vínculos estables.^)

Pericia y culpabilidad

Otras áreas periciales son las relativas a la culpabi­


lidad, por ejemplo, la determinación del dolo eventual o
culpa consciente. Al respecto se ha realizado un trabajo
de tesis muy interesante que podrá consultarse por
separado en esta obra. También el psicólogo puede peri-
tar en relación a los aspectos psicológicos en los casos de
sujetos a quienes se les atribuyen actos de negligencia o
imprudencia..
Psicología judicial 351

Pericia y daño psíquico

El daño psíquico ha sido definido por Matilde Zabala


de González, como una perturbación patológica de la per­
sonalidad de la víctima que altera su equilibrio básico o
agrava algún desequilibrio precedente. Adviértase que en
esta definición se habla primero de perturbación patoló­
gica de la personalidad y en segundo lugar, que altere el
equilibrio básico que ya tenia o que agrave algún dese­
quilibrio precedente. Luego, no es necesario que la perso­
na haya estado en perfecto estado de salud mental, en
forma previa al hecho en consideráción.
El daño psíquico, pueden provenir de distintas situa­
ciones: un accidente de tránsito, mal praxis médica,
haber sido víctima de un delito (por ejemplo una viola­
ción, corrupción, o un delito de abuso deshonesto), de un
accidente laboral, etc. Se trata de establecer hasta que
punto la víctima, se ha visto perturbada patológicamen­
te o se ha agravado ese desequilibrio precedente al que
hacíamos referencia.
Para poder determinar cómo se ha visto agravada una
situación precedente, conviene solicitar (o hacer solicitar)
toda constancia o estudio psicológico que permita conocer
su funcionamiento psicológico antes del evento traumático.
Estos datos también permitirán comparar el actual nivel
psicológico con el previo. Importan registros escolares,
informes, orientaciones vocacionales, estudios para selec­
ción de personal, psicodiagnóstico realizados, etcétera.
El tipo de situación a examinar, determinará la clase
de material a utilizar el que debe ser apropiado en rela­
ción al sujeto a examinar.
352 Juan H. Del Popólo

i
/ La muerte traumática de un miembro de la familia,
también puede acarrear situaciones de mal funciona-/
miento psicológico, y pueden ser evaluadas en miras-'a
solicitar un eventual resarcimiento, j
Pueden provocar dalños psicológicos la exposición o
uso de determinados productos o sustancias o piezas en
mal estado.
En todos casos, deben revisarse con sumo cuidado en
la entrevista la historia del paciente, desde el momento
del suceso traumático que se sospecha ocasionara el daño
psíquico hasta el momento actual, para identificar otras
fuentes posibles del mismo.
En ciertas áreas —por ejemplo la policial— se han
conducido investigaciones específicas relativas a los efec­
tos psicológicos de incidentes particularmente traumáti­
cos.
Así, R. Soloman y J. Horn (en Reese y H. Goldstein
«Psichological Services for Law Enforcement» — 1986—
Washington D.C.) estudiaron las reacciones de 86 oficia­
les de policía, luego de que ellos hicieran fuego a un
sujeto en la línea del deber. Se identificaron las siguien­
tes reacciones (en orden de frecuencia): elevada sensa­
ción de riesgo; sentimientos de enojo; pesadillas; aisla­
miento; miedo y ansiedad acerca del futuro; dificultades
en el sueño; «flashbacks»; adormecimiento emocional;
depresión; alienación; sentimiento de culpa; aflicción o
remordimiento; problemas con figuras de autoridad; pro­
blemas sexuales; uso de alcohol y drogas y pensamiento
suicida.
En los casos de post-stress postraumático conviene
—de ser posible— que se brinde a la víctima asistencia
Psicología judicial 353

psicológica lo más rápido posible —dentro de los tres (3)


días posteriores al evento, según Blau-1994— . Este últi­
mo autor distingue tres fases de reacción siguientes a un
evento traumático y en policías:

1) Fase de impacto: comienza con evento traumático y


continua hasta que el agente stressante ya no tiene efec­
to directo. Esta fase puede durar minutos o días y el foco
de atención está sobre el presente y sobre el evento trau­
mático. Pueden existir sentimientos o actos sin sentido o
torpes entre otras conductas.
2) Fase de aislamiento: que dura hastá que a la per­
sona le es posible retornar a la vida y rutina diaria. La
persona tiene necesidad de contar su historia en un
intento de dominar el stress.
3) Fase post-traumática con síntomas típicos.

Conviene que la labor pericial sea llevada a cabo en


la forma más próxima al evento traumático que motiva
la misma y que, en lo posible, existan múltiples entre­
vistas en distintos momentos a los efectos de hacer un
mejor seguimiento de la evolución psicológica del pacien­
te.
Es útil emplear en las entrevistas cercanas al hecho,
medios de registros técnicos (audio o video), a los efectos
de que esos primeros momentos queden bien registrados,
los que podrán ser revisados luego por otros profesiona­
les peritos.
Esta conceptualización relativa al daño psicológico, es
distinta a la del daño moral, que es otro rubro por el cual
se suele solicitar indemnizaciones en la esfera de la jus­
354 Juan H. Del Popolo

ticia^No siempre el daño psíquico se acompaña de daño


físico, aunque en muchas situaciones, por ejemplo ampu­
taciones o severos traumatismos físicos, provocan tam­
bién un daño de tipo psicológico?]
(E l hecho de que exista daño moral tampoco significa
de.por sí que exista daño psíquico. Puede resultar posible
que se vivencie el sufrimiento sin que esto conlleve una.
alteración patológica en la personalidad de la víctima J
El sufrimiento dé por si, no implica la existencia de
una patología, pudiendo estas vivencias transitar por los
carriles del duelo normal.
jTSl daño psíquico, en cambio, puede acarrear pérdidas
materiales (por ejemplo: que como consecuencia del pade­
cimiento psicológico, no pueda cumplir con un determina­
do trabajo, el pago del tratamiento, etc. y sufrimiento
como consecuencia de su padecimiento^
Sin embargo, cabe señalar que fijar la cuantía de la
indemnización no es sencillo para los jueces, aún cuando
puedan haber ciertos parámetros para ello. Es bueno
tener presente que dos individuos no responden de igual
manera frente a similar trauma psíquico; como tampoco
responden de igual manera frente a similares traumas
físicos. En cada caso existe un significado simbólico indi­
vidual del trauma, y factores cognitivos coñductuales y
de contextos distintos.
^Importa fundamentalmente la determinación del
daño psíquico para que el juez pueda fijar el resarcimien­
to . Está incluido en él tratamiento terapéutico psicológi­
co, que sea'necesario para la curación del paciente. En
este ámbito, normalmente se hace un pronóstico de la
situación posible de tratamiento, que no tiene por que ser
Psicología judicial 355

en términos rígidos sino que puede ser una prospectiva


probable de tratamiento, indicando una determinada fre­
cuencia semanal y un determinado costo, a los efectos de
que el juez tenga elementos o parámetros para fijar la
indemnización que sea menester!]
Este es un terreno muy interesante desde el punto de
vista psicológico. En general, se puede asociar este tipo
de situaciones, con las derivadas de las neurosis póst-
traumáticas del DSMIV. Los pacientes suelen presentar
una serie de signos y síntomas que hay que investigar:
dificultades en el sueño, signos somáticos que están rela­
cionados con ansiedad como jaquecas, vértigos, cefaleas,
opresiones precordiales, disnea, taquicardias, síntomas
digestivos, palidez, ahogo, dolor precordial, fotofobia,
sudoración, anorexia, bulimia. Todos estos síntomas se
explican, por el elevado nivel de ansiedad que es propio
de estos pacientes, luego de haber sufrido el choque trau­
mático. También se deben examinar las circunstancias
previas al accidente y los eventos posteriores, y la aten­
ción al post-evento traumático.
>7 Es importante determinar si han existido internaciones,
como a transcurrido la vida del paciente durante la misma,
la contención familiar, el personal que lo ha atendido, las
relaciones con los profesionales, etc. Muchas veces los profe­
sionales provocan en la víctima lo que se llama una segun­
da victimización, como consecuencia de una mala atención
(otras veces lo hacen los Tribunales o los policías).
fEn ocasiones, el incremento del perjuicio psicológico
obedece al trato dado a la persona con posterioridad al
daño, circunstancia que debe ser diferenciada en el tra­
bajo pericial. )
/
356 Juan H. Del Popolo

En algunos países se acostumbra a que las declaracio­


nes de las personas víctimas de delitos, por ejemplo de
menores, sean tomadas por personal experto, de tal
manera de evitar en lo posible segundas victimizaciones.
¡Interesa revisar las experiencias de duelos previos que se
puedan haber reavivado con motivo del acontecimiento
traum áticoj
En cuanto a situaciones propiamente psicológicas,
habrá que indagar estados depresivos post-trauma, sen­
timientos de pánico, recuerdos dolorosos intrusivos,
situaciones de hiperalerta, respuestas de alarma o irrita­
bilidad, evitaciones. También habrá que examinar la
existencia de sentimientos de inferioridad, cómo es el
estado del yo previo y posterior al hecho, las vivencias y
hasta que punto estas han lesionado la autoestima,
temores fóbicos, efectos sobre la salud en general, cam­
bios de carácter, síntomas disfóricos, atención fatigable,
que. se suelen producir luego de estas situaciones.
l_Conviene solicitar al paciente, que compare el antes y
el después del evento traumático y que relate los cambios
que dice haber sufrido en la forma más completa posible:"]
^También se deberá realizar un prolija evaluación de
la historia del paciente en orden a identificar situaciones
patológicas preexistentes.J
IjNo sólo importa precisar los efectos emocionales del
trauma, sino las repercusiones en las funciones yoicas.
En los sujetos que han sufrido daño en su imagen cor­
poral, se debérá investigar la influencia del evento en el
área del narcisimo^j
La simulación y exageración de síntomas es esperable
y debe merecer una cuidadosa evaluación.
Psicología judicial 357

L Desde el ámbito del mundo extemo, hay que constatar


sentimientos de aislamiento porque suelen producirse lue­
go de estos hechos, pérdida de intereses previos, dificulta­
des para concentrarse, fallas de memoria, dificultades para
el estudio, dificultades en el trabajo o en las vivencias de
placer, sentimientos de desamparo, de vergüenza, humilla­
ción e inferioridad, actitud de los demás hacia el paciente
luego del accidente, situáciones de tensión social, anhedo-
nia y la alteración de proyectos previos. A veces, esta alte­
ración está ligada a cambios corporales que no permiten la
ejecución de las funciones que antes desempeñaban.~"J
/.Las dificultades para concentrarse adecuadamente
causan importantes perjuicios a profesionales y estudian-
tes en sus tareas. J
/JDebe prestarse atención a la prolongación de senti­
mientos de dependencia que pueden verse agravados
más allá de la necesaria y útil, que este tipo de situacio­
nes produce. El paciente en muchos casos suele autoinva-
lidarse, permaneciendo en la dependencia, en forma no
útiJLy más allá de su necesidad^ /
En estos casos se atraviesa por las fases caracte­
rísticas del duelo y habrá que examinar, luego de un acci­
dente traumático, en que fase se encuentra el paciente,
(protesta, negación, invasión, reacción depresiva, de de­
pendencia o de adaptación). Es importante establecer
estas fases para ayudarlo a emerger de estas situaciones
por las que puede estar pasando.
El daño psicológico también puede derivar de otras
fuentes, como las secuelas de traumatismos encéfalocra-
neanos en espina dorsal. Será en ciertos casos, necesario
establecer la repercusión del traumatismo sobre las fun­
358 Juan H. Del Popolo

ciones psicológicas del sujeto en estudio (Tabaddor et. al.,


1985-citado— por Vázquez Mezquita y Hernández Sán­
chez en “Secuelas Psicológicas del T.C.E. [Traumatisnios
craneoericefálicos], en los accidentes de tráfico; Anuario
de Psicología Jurídica, Madrid, 1993). Estos autores
informan que los dos mejores índices de pronóstico de
recuperación cognitiva en pacientes que han sufrido estos
traumatismo son reconocimiento, comprensión y coordina­
ción visomotora ejecutando el test de recuerdo verbal.
Resulta apropiada una atención lo más próxima al
hecho para disminuir las posibilidades de daño psíquico.
Debe tenerse presente que la labor de evaluación no
sé desarrolla dentro de las estrategias del marco clínico,
sino dentro del encuadre psicológico forense, por lo que
debe recurrirse a diversas fuentes de información ade­
más de las que suministra el sujeto afectado, para reco­
lectar datos pertinentes con respecto a la conducta. Es
un error común el implementar abordajes clínicos a los
fines forenses. Hay que establecer si las vivencias des­
criptas por el paciente en relación a su estado psicológico,
son características de los cuadros psicotraumáticos y si
existe correlación con los hallazgos clínicos.

Algunas técnicas periciales psicológicas. ■


Lesión psíquica

Escala P K

Escala elaborada por Keane para ser usada en el


MMPI, midiendo PTSD en veteranos de guerra, 1984.
Psicología judicial 359

Escala P S

Escala creada por «Reserch Triangle Institute North


Carolina».

Indicadores en técnicas de Rorschach

Indices de Van der KoeK: aumento de m (movimiento


inanimado), contenido aumentado de respuestas anató­
micas sangrientas o de sangre, más bajo M: (M + Sum
C), indicadores de desorden del pensamiento, formas
vagas, forma convencional a expensas de percepciones
precisas.

Sympton Checklist 90 revised

Especialmente diseñada para mujeres víctimas de


delitos violentos y a los efectos de evaluar PTSD.

Watson PTSD Interview.

Spitzer and Williams structured clinical interview for


D S M -III PTSD.

Técnicas Neuropsicológicas.
360 Juan H. Del Popolo

Puntos periciales que pueden ser solicitados


para evaluar la lesión psíquica

Seguidamente indicamos algunos posibles puntos de


pericia:
A) Indique estado del paciente en el momento actual.
Descripción de sus funciones psicológicas y de sus meca­
nismos defensivos en las siguientes áreas:

1) Modificaciones en la conducta del paciente que se


hubieren detectado en el trabajo pericial y a partir del
evento materia de la litis en los presentes actuados.
2) ¿Han existido causas preexistentes que justifiquen
su estado actual?
3) Evolución psicológica del paciente a partir del
evento traumático.
4) Indique si existen posibilidades de simulación.
5) Indique si existen posibilidades de organicidad.
6) Detalle naturaleza y extensión, en sú caso, de las
incapacidades encontradas. .

B) Recomendaciones terapéuticas que se formulan.


Costo aproximado en su caso del tratamiento indicado.
Tipo de tratamiento que se indica y razones que lo justi­
fiquen.
C) Influencia del estado actual del paciente sobre su
conducta en el mundo externo y de relación.
D) Pronóstico y recómeñdaciones que se puedan for­
mular.
Psicología judicial 361

Daño psíquico y mujeres maltratadas.


Pericias en caso de mujeres maltratadas

En ocasiones, miembros de la familia víctima de la


violencia, especialmente mujeres maltratadas, suelen ser
causa del pedido de estudios periciales psicológicos.
En estos casos es importante considerar y evaluar la
existencia de ciclos de violencia conyugal (Ciclo de Wal-
ker), analizando cuidadosamente las circunstancias de
conducta presente en la familia, para analizar cuando
comenzó, personas involucradas, extensión y frecuencia
de.los ciclos de abuso, y las modalidades del mismo en la
interacción familiar (por ejemplo, si es de tipo emocional,
físico, sexual, etc.)
En numerosos casos suelen presentar, en el miembro-
víctima, signos de stress postraumático, como trastornos
del sueño, somáticos, depresión, miedo, ansiedad difusa,
etc.
Veremos a continuación algunos índices que suelen
aparecer en las técnicas psicológicas en los casos de
mujeres que padecen el síndrome de mujeres golpeadas y
que cometen actos de violencia contra su abusador.
Conforme Levit (1991),rén los casos en los que la
mujer comete homicidio o asalto como manifestación de
su autodefensa no se presentan los rasgos de Stress Post
Traumático. En los casos en que la autodefensa aparece
como primer factor, no hay pánico o depresión aguda
relativa al homicidio mismo7\
Veamos los rasgos que, conforme este autor, se pre­
sentan en técnicas psicológicas de mujeres que padecen
el síndrome y también en los casos de Stress Post Trau-
362 Juan H. Del Popolo

mático. Transcribiremos al autor en lo sustancial mencio­


nado en el trabajo citado, quien detecta los siguientes,
hallazgos: _/
Wechsler: aparecen disminuidos los subtest de dígito
de símbolo (claves) y retención de dígitos y puede haber
una disminución en el resto de las funciones intelectua­
les. También puede presentarse una disrupción en analo­
gía y completamiento de figura (disminución), la reduc­
ción en las funciones intelectuales puede ser tanto como
un 20 o 30% del puntaje prorrateado en razón de los
devastadores efectos de la situación traumática y de la
total inhabilidad para rescatar fuerzas que operan duran­
te el primer o segundo mes luego del ataque. Siempre
estamos hablando de mujeres que han cometido un acto
delictivo como consecuencia de homicidios o casos de vio­
lencia por parte de la mujer, en el cual el síndrome de la
mujer golpeada ha actuado como factor desencadenante.

'r ‘ 1Casa, Arbol, Persona^ y Bender:f .hay indicadores de


aguda ansiedad intensa, intemalización de la hostilidad,
depresión, sentimiento de culpa, apartamiento de la rea­
lidad y están afectados en forma generalizada los proce­
sos pérceptuales los que dan un cierto co lo r orgán ico al
cuadro. En realidad las manifestaciones en el Bender o
en el HTP, no son consecuencias de un cuadro orgánico
sino derivada del stress post-traumático. También hay
indicadores que dan la impresión de una psicosis funcio­
nal aguda.

Rorschach:fe 1 número de respuestas está siempre


marcadamente disminuido, con signos de ansiedad
Psicología judicial 363

depresión y retirada de la realidad. Tomando este test de


6 a 12 meses después del hecho, particularmente si se ha
mediado psicoterapia mientras la mujer espera su juicio,
puede aparecer un significativo mejoramiento en todas
las áreas de funcionamiento, particularmente en la inte­
lectual. Cuando la fase aguda disminuye, procesos más
normales emocionales e intelectuales comienzan a apare-

Cuando media autodefensa que no deriva o no es


reflejo del sindrome de la mujer golpeada, las funciones
intelectuales influenciadas por la ansiedad y la depresión
aparecen mucho más intactas en el HTP, en el Bender
hay signos de ansiedad pero estos aparecen más relacio­
nados con la situación legal por la que atraviesa la
mujer. Estos test no reflejan rasgos psicóticos orgánicos o
funcionales como suelen aparecer en el caso de la mujer
golpeada que comete un hecho delictivo como respuesta a
la situación. En el Rorschach, se aproxima a la normali­
dad esperable. La orientación está generalmente intacta.
Es importante evaluar pericialmente si se trata de una
mujer golpeada o de un episodio de autodefensa a los
efectos de que un Tribunal pueda encuadrar mejor la
situación legal misma.
Las técnicas señaladas deberán ser comparadas y
constatadas con los restantes elementos que la pericia
pueda colectar antes de proporcionar una opinión válida.
En general, y con respecto a la pericia, debe tenerse pre­
sente que:
l)|En estados post-traumáticos, las defensas del yo en
los primeros momentos pueden quedar desbordadas por
la gran carga de excitación que inunda el aparato men-
364 Juan H. Del Popolo

tal, recurriendo a la implementación de procesos regresi­


vos, propios del proceso primarioA ,
2) Deben detallarse tanto las modificaciones a nivel
del mundo interno, como del mundo externo en la vida
del paciente.
3) El punto pericial es relevante porque a veces, el
suceso traumático tan solo., agrava condiciones que ya
existían en la vida mental del sujeto, por ende, deben
diferenciarse estas situaciones, en la medida de lo posi­
ble, a los fines de que el juez pueda diferenciar sus cau­
sas y fijar la indemnización más justa. Siempre el evento
traumático se encadena dentro de una historia vital que
puede tener menor o mayor intensidad psicopatológíca.
4) Deben detallarse las fases por las que ha atravesa­
do el paciente a partir del evento traumático.

Pericias sobre peligrosidad

[^Conforme investigaciones de campo practicadas en


diversas latitudes, resulta en extremo dificultoso identi­
ficar factores que señalen confiablemente^ la posibilidad
de que un individuo reincida en el delito*. ¡
Hay algunos factores de riesgo al respecto. Enuncia­
mos los criterios para evaluar riesgos de nueva comisión
delictiva en delincuentes sexuales, utilizado por el «Juve-

* Así, Sloven Ko R. eh Psichiatry and Law, Borton,: Little,


Brown, 1973; Zis Kin, J. Coping with psychiatric and psychological
testimony, Warna del Rdo, Law and Psychology Press. Incluso, la exis­
tencia de una historia de violencia en el sujeto no és criterio seguro
para entender que será peligroso.
Psicología judicial 365

nile Sexual Offender Program» (fuente: Wayne R. Smith,


University of Washington, Seatle, 1987) publicado por
Cándido Sánchez en el artículo intitulado «Perspectivas
Actuales en la Delincuencia Sexual», (Anuario Psicología
Jurídica, Colegio Oficial de Psicología, 1993).
fCriterios de b a jo riesgo:
Primer delito conocido sin evidencia de patrón delicti­
vo desarrollado.
Delincuente receptivo en la exploración de manera
no-defensiva.
El infractor reconoce y comprende el impacto negati­
vo del delito sobre la víctima....
La familia identifica problemas dentro del grupo
familiar relacionados con el comportamiento sexual des­
viado dél agresor.
El infractor tiene una adecuada adaptación social,
con presencia de apoyo de un grupo de iguales y de par­
ticipación en actividades.
El delincuente no posee antecedentes de problemas
conductuales y o académicos.
Criterios de riesgo m oderado:
El infractor ha cometido dos o más delitos probados y
evidentes.
Suspensión de la conducta delictiva cuando la víctima
exterioriza dolor o sufrimiento.
El agresor se resiste a describir y explorar el delito,
aunque desde una postura no defensiva....
El infractor posee antecedentes de trastorno conduc-
tual que implican agresión física.
El delincuente muestra una adaptación social pobre,
incluyendo aislamiento con respecto al grupo de iguales.
366 Juan H. Del Popolo

El agresor sexual tiene un historial de problemática


adaptativo/comportamental o académica.
Criterios de alto riesgo:
El infractor ha recibido tratamiento por haber come­
tido un delito sexual previamente.
El delito fue predatorio (con ensañamiento).
El delito fue ritualista... ,
Historia de consumo crónico de tóxicos.
El infractor ha sido víctima de abusos físicos y/o
sexuales repetitivos.
La unidad familiar del agresor es crónicamente dis­
funcional.?’

En todo caso resulta necesario realizar, cuando se


solicitan estos dictámenes, evaluaciones en extremo pru­
dentes y cautelosas.
Es útil la realización de evaluaciones continuas en el
tiempo acerca de la situación del sujeto en su contexto,
para poder dar cuenta en mayor medida de la evolución
de los factores de riesgo.
[ Es necesario tener presente una visión multifacto-
riál para la evaluación de los factores de riesgo, en la
peligrosidad en los que se consideren factores p e rso n a ­
les (edad, habilidades empáticas, coeficiente intelec­
tual, traumatismos cerebrales, afectos y defensas,
depresiones, fantasías agresión para resolver conflictos,
patologías orgánicas y psicopatológica, disfunciones
cerébrales, etc.), de con tex to m ínim o (papel de la víc­
tima, tipo de violencia, planeamiento, uso de drogas o
alcohol; impulsividad, desencadenantes, etc), de c o n ­
t e x to m e d io (conocimiento o desconocimiento de la víc­
Psicología judicial 367

tima, etiquetamiento, historia de la relación, aprendiza­


je de pautas de conducta violenta para la resolución de
problemas, stress, pautas de violencia familiar, historial
de violencia, experiencias dé deprivación, conflictos cón
la autoridad policial o judicial, habilidades de vida y
sociales, subcultura, historia de contacto con institucio­
nes) y de co n te x to m áxim o (situación desde el macro-
contéxto). |
Estos factores podrán dar tan solo una visión orienta-
tiva y no deben ser analizados en forma aislada, sino que
deben verse sus interfases y entrecruzamientos en la
situación concreta en forma dinámica. Importa tener en
cuenta, si el individuo está privado de su libertad, el con­
texto social al que irá, y sus posibilidades reales de con­
tención.
En ocasiones, ciertos estudios parecen demostrar el
peso de los factores biológicos y orgánicos cerebrales en
la conducta violenta. Así parece surgir del estudio de
Yeuddall y otros (1971) en el Alberto Hospital que sostie­
ne que, en criminales con carrera criminal persistente, se
constató en un alto porcentaje (80%) la incidencia de pro­
blemática neuropsicológica localizada en el cerebro
(región temporal y frontal).
Claro es que, ningún factor biológico puede ser aisla­
damente considerado.
Múltiples investigaciones tienden a mostrar también
la importancia del factor edad. Luego de los 30 años el
historial de violencia tiende a disminuir.
Los padecimientos psicopatológicos no deben ser aso­
ciados a la peligrosidad de manera lineal, aunque hay
ciertas enfermedades frente a las que cabe esperar com­
368 Juan H. Del Popolo

portamientos peligrosos para el sujeto u otros (depresión


ansiosa, paranoia, esquizofrenia en forma de comienzo).
Los estudios empíricos realizados no han tenido
resultados alentadores a fin de predecir la peligrosidad,
predominando la presencia de fases positivas y negativas
(estudios de Kozol, Bacher, Garófalo (1972); con predic­
ciones incorrectas de peligrosidad en el 60% de los casos;
estudios de Wenk y. otros (1972); estudios Baxtron, etc,
Cocozza y otro (1978)).
Ciertamente las pericias de este tipo corren el riesgo
de resultar severamente sesgadas por la ideología del
entrevistador, por ello es prudente presentar al juez los
factores de riesgo que se hayan identificado a partir de
evidencias y datos concretos, poniendo a su vez de relieve
frente a quién encarga la pericia los límites científicos de
la tarea;

Pericias y experiencias relativas


a situaciones contractuales

Este campo pericial está poco desarrollado, aunque


con respecto a él la psicología tiene mucho que ofrecer.
Un caso judicial muy interesante ha sido expuesto
por Luis Muñoz Sabaté en «Introducción á la Psicología
Jurídica»:
La pericia psicológica en el caso, debía establecer
asuntos netamente ligados a la percepción espacial en
relación a lá posibilidad de caer en error evitable. El
autor plantea un interesante modo de acción que hubiera
podido desarrollar un perito psicológico, desde lo experi­
Psicología judicial 369

mental y en el caso concreto. Remitimos al lector intere­


sado a su lectura.
En materia de determinar errores y si el mismo es
vencible o no, en casos en los que estén involucrados pro­
cesos perceptivos espaciales, la psicología puede ser de
gran ayuda.
En algunos países, el perito psicólogo es llamado a
dictaminar en demaiidas relacionadas con indemnizacio­
nes por daños o muerte, sufridos como consecuencia de
uso de productos defectuosos o utilizados indebidamente.
En estas circunstancias, el psicólogo ha sido llamado a
testificar acerca de la posibilidad y adecuación de las
advertencias e instrucciones para manejar el producto
cuestionado, desde el punto perceptivo acerca de cómo el
consumidor interpreta las directivas para su uso, cómo
ve el producto, la imagen creada por la publicidad, entre
otros aspectos (al respecto ver Blau, 1984). También peri­
ta en relación a infracciones relacionadas con patentes,
marcas registradas, anuncios o publicidad a los efectos
de proporcionar elementos científicos que ayuden a
establecer desde la percepción del público la copia o
semejanza de los mismos. Se suelen realizar en estos
casos investigaciones de los consumidores y experimen­
tos de laboratorio.

Peritajes sobre la credibilidad


de las declaraciones

Esta es un área pericial de gran interés para la justi­


cia. Fundamentalmente en este tipo de pericias se inten­
370 Juan H. Del Popolo

tan poner de relieve los aspectos psicológicos presentes,


en una declaración testimonial relacionada con su fiabi­
lidad, validez, exactitud, errores de memoria, incidencia
en la emoción, ansiedad, fenómenos especiales, percep­
ción del tiempo, técnicas de interrogatorio, entre otros
temas. El punto será desarrollado en otro de los tomos de
este manual.
C a p it u l o IV
A p é n d ic e I

PUNTOS PERICIALES QUE PUEDEN SER


SOLICITADOS Á LOS EFECTOS DE LA POSTERIOR
VALORACION JUDICIAL DE LA IMPUTABILIDAD

Seguidamente se trasncribirán algunos puntos de


pericia que pueden ser solicitados directamente por el
Tribunal, o luego de la pertinente solicitud del Ministerio
Público o Defensa, y a los efectos de que por intermedio
de la labor pericial se puedan reunir elementos de juicio
suficientes para que el juzgador pueda valorar fundada­
mente la imputabilidad o inimputabilidad del procesado
en el caso concreto.
La tarea de dilucidar si un individuo es imputable o
inimputable corresponde al juez y en manera alguna el
psicólogo ó psiquiatra puede suplantarlo en tal misión.
Sin embargo, estos profesionales están en condiciones
óptimas para ofrecer valiosos datos acerca de la conduc­
ta, que le permitirán al magistrado formular sus juicios
en forma más cercana a la verdad. Comprender la crimi­
372 Juan H. Del Popolo

nalidad del acto y dirigir las acciones, aun cuando pue­


dan ser consideradas conductas desde el punto de vista
de lo valorativo, implican también un sustrato de tipo
psicológico.
Eventualmente, los puntos de pericia propuestos más
abajo, también podrán resultar útiles a los efectos de que
el perito pueda tener en cuenta algunos aspectos relevan­
tes a evaluar, aun cuando no le sean solicitados expresa
y puntualmente.
Los puntos de pericia son meramente orientativos y
deberán ser seleccionados, para su aplicación en un caso
concreto, luego de analizar cuidadosamente su pertinen­
cia y utilidad en la situación específica en juzgamiento.
También en lo pertinente podrán ser aplicados a deman­
das periciales que. se puedan formular en legislaciones
diferentes a la Argentina, en las que se deban establecer
desde los hechos situaciones psicológicas semejantes.
He estimado útil confeccionar esta lista para facilitar
en; a media de lo posible la tarea de los profesionales en
esta área, y porque la experiencia pone de relieve que en
muchas ocasiones los profesionales del derecho no cono­
cen —ni tienen por qué conocer necesariamente;— qué es
lo que la psicología en cada caso de demanda pericial les
puéde ofrecer. De otra parte los profesionales de las cien­
cias de la conducta muchas veces tampoco saben que es
lo que realmente necesitan los profesionales del derecho
en cada una de las áreas periciales, y por lo tanto, entre­
gan informes periciales que no son lo suficientemente
útiles o completos a los fines jurídicos, o que muchas
veces son meros informes de tipo clínicos.
Debe tenerse presente qué, imposible agotar todos los
Psicología judicial 373

posibles puntos de pericia que en cada caso puedan ser


fomulados.
Para cumplimentar este tipo de demandas periciales,
es necesaria la realización de un estudio de conducta
retrospectivo, tarea que en la mayoría de los casos no es
sencilla, y en la que en muchas ocasiones no se cuenta
con elementos suficientes de juicio para arribar a una
conclusión con cierto grado de certeza. Esta tarea, se ve
a veces dificultada por el hecho de que el paciente a exa­
minar ha recibido tratamiento farmacológico luego de
cometido el hecho, con la consiguiente alteración de su
comportamiento.
Este diagnóstico retrospectivo puede ser configurado
a partir de muy diversas fuentes, entre las que se cuen­
tan las siguentes;
—Entrevistas al imputado. Resulta de gran impor­
tancia escuchar y registrar su relato del hecho para luego
analizarlo minuciosamente.
—Entrevistas a familiares, testigos del hecho, fami­
liares de la víctima.
—Historias clínicas confeccionadas con anterioridad
al delito investigado, o al tiempo del mismo (delitos
cometidos por personas internadas).
—Conducta previa y posterior al hecho investigado.
—Registros de técnicas psicológicas aplicadas con
anterioridad, como las utilizadas a los efectos de realizar
una orientación vocacional, selección en el ámbito de lo
laboral, tratamiento psicoterapeútico, etc.
—Lectura y análisis de las constancias del expedien­
te, previa autorización judicial a los efectos de que le sea
permitida al perito su consulta.
374 Juan H. Del Popolo

—Datos provenientes de:


1) aplicación de diversas técnicas psicológicas;
2) informes de médicos forenses;
3) de la historia vital, infancia, historia familiar, his­
toria educacional, relaciones anormales; -
4) de la misma escena del crimen, los que normal­
mente figuran en el expediente.
En cuanto a las declaraciones que figuran transcrip­
tas en el expediente, deben ser leídas con cuidado, habi­
da cuenta de los fenómenos que distorsionan la recepción
de las declaraciones, los que en otra parte de esta obra se
estudiarán.
5) los primeros momentos a partir de la detención;
6) de previas actividades delictivas.
Decimos estudio retrospectivo de conducta, toda vez
que lo importante es ofrecer las apreciaciones que desde
la psicología ayuden a definir los aspectos relevantes al
momento del hecho. El diagnóstico clínico, si bien es un
elemento importante no agota la situación. Para el juez
será de gran utilidad tener un panorama lo más comple­
to posible del funcionamiento del imputado en áquel
momento, a partir de un diagnóstico descriptivo^
Las ciencias de la conducta, y en particular la ciencia
psicológica, pueden ofrecer valiosos aportes para enten­
der y comprender mejor las situaciones en examen. Pre­
vio a que el juez valore si el individuo es imputable o
inimputable, debe conocer con la mayor precisión posible
las circunstancias fácticas conductuales. Los modernos
aportes dé las ciencias de la conducta pueden ayudar a
discriminar las denominadas zonas “grises” en las que
sólo un detenido examen de las circunstancias de conduc­
Psicología judicial 375

ta presentes én el caso, puede ayudar a establecer hasta


qué punto una determinada persona puede ser considera­
da imputable o ininmputable. También el más profundo y
meticuloso análisis de los hechos de conducta podrá pro­
porcionar comprensiones más discriminadas de las situa­
ciones de conducta por las que atraviesan las personas,
que lleven a su vez a la necesidad de plantear otras
alternativas para los imputables e inimputables, distin­
tas a las del manicomio o la cárcel.fLos procedimientos
periciales tradicionales más antiguos, sólo permiten
diagnosticar con claridad los puntos claramente extremos
del continuo imputabilidad-inimputabilidad. Así, por
ejemplo, por lo general no se duda que una persona que
padece de una esquizofrenia al momento del hecho, en
pleno brote “psicótico”, debe ser considerada inimputable.
Donde las situaciones no son tan claras es en otro tipo de
afecciones como las neurosis, psicopatías, etc. En estos
casos, la ciencia psicológica puede contribuir para arrojar
más claridad acerca de los procesos de conducta desenca­
denados durante el hecho. El detallado análisis psicológi­
co podrá también ser de utilidad, aún cuando el indivi­
duo fuera considerado imputable, a los efectos de las más
adecuadas mensuración de la pena, por ejemplo a la luz
del los Arts. 40 y 41 Código Penal Argentino; o de la apli­
cación de la condena condicional (art. 26 Código Penal); o
de la suspensión del proceso a prueba; (art. 76 bis C.
Penal) etc. La menor posibilidad para autoderminarse de
conformidad a la norma, también debe ser tomada en
cuenta para la elección y fijación de la pena.
En relación a los distintos puntos de pericia que
seguidamente se propondrán, se mencionarán distintas
376 Juan H. Del Popolo

técnicas psicométricas que pueden auxiliar al perito a los


efectos de evaluarlos. Pero debe tenerse presente que,
ninguna técnica puede por sí misma dar cuenta acabada
de los complejos aspectos de conducta que se encuentran
en juego en las distintas cuestiones periciales que se
detallarán. Sus resultados deben ser analizados a la luz
de la complejidad de factores y perspectivas presentes en
cada caso. . _ ■
Tampoco se pueden ofrecer conclusiones a partir del
simple resultado numérico de un test o subtest. No es
válido realizar afirmaciones genéricas basadas en meras
diferencias numéricas inter o intra test como muchas
veces en la práctica se observa.
Bien decía David Weschler (1973) que, “la inteligen­
cia, como la personalidad, es un ente demasiado compli­
cado para definirla por medio de un simple número”.
Agregaba este autor que, “los individuos que tienen el
mismo cociente inteléctual pueden diferir considerable­
mente en cuanto a su capacidad efectiva o potencial para
la conducta inteligente”. Por tanto, las técnicas que en
cada caso se indican para evaluar las distintas situacio­
nes periciales, deben ser analizadas en conjunto con
otros factores y elementos de juicio provenientes del aná­
lisis global de la conducta en examen. Ningún dato psico-
métrico aislado por sí sólo bastará para dar adecuada
respuesta a las situaciones que se propondrán.
Héchas estas aclaraciones, transcribiremos algunas
posibles demandas periciales en el área de la imputabili-
dad y tal como pueden ser formuladas al perito intervi-
niente.
Psicología judicial 377

Ejemplos de puntos de pericia

'~La demanda pericial —^para que posteriormente el


Tribunal, conjuntamente con otros elementos de prueba,
pueda analizar la imputabilidad— podría configurarse de
la siguiente forma:
1. Para que exprese el perito si al momento del hecho
que en estos autos se le atribuye al imputado, éste pade­
cía de:
—Algún tipo de alteración morbosa de sus facultades
mentales;
—Tratorno de la conciencia;
—Insuficiencia de sus facultades mentales;

Adviértase que en este primer punto de pericia, se


interroga al perito a partir de la letra del artículo 34
inciso l e del Código Penal Argentino, en su primer apar­
tado.]}
La demanda pericial podría continuar de la siguiente
forma, en el caso de que se sospeche la presencia de algu­
na probable “alteración morbosa” de las facultades men­
tales.
\j2. Exprese el perito fundadamente cuál es el diagnós­
tico de la alteración mental padecida por el imputado y
de conformidad a los códigos internacionales en vigencia
(por ejemplo, Clasificación Diagnostica contemplada en el
DSM TV, de la Asociación de Psiquiatría Americana).
3. En su caso, refiera el perito cuáles pudieron ser los
efectos ciertos o probables de la alteración morbosa
encontrada sobre la conducta del imputado al momento
del hecho que en estos obrados se le atribuyen.
378 Juan H. Del Popolo

4. Indique el perito la severidad o gravedad de la


alteración padecida por el imputado. /
5. Establezca el perito en su caso la fase o estado.de
la enfermedad padecida por el imputado.
6. Exprese el perito la etiología probable de la dolen­
cia, su evolución y pronóstico."!

Ejemplificación de puntos periciales que pueden


ser solicitados a los efectos de reunir elementos
de juicio desde lo psicológico para que el juez
valore fundadamente la posibilidad del imputado
de “comprender la criminalidad del acto”

A continuación, se mencionarán algunas áreas de


funcionamiento psicológico que pueden sér examinadas
por el perito psicólogo a los efectos de reunir datos de
importancia para que el Tribunal pueda valorar con
mejores elementos de juicio la capacidad de “comprender
la criminalidad del acto” del inculpado en el caso concre­
to, y al momento del hecho. Posteriormente incluiremos
posibles puntos de pericia que pueden ser solicitados
cuando se sospecha, desde las capacidades psicológicas
del sujeto, un trastorno en la posibilidad de “dirigir las
acciones”. Cierto es que, resulta muy difícil desde el pun­
to de Vista pericial ilustrar al Tribunal en relación a las
capacidades d¡el sujeto desde el punto de vista natural de
comprender la criminalidad del acto o dirigir las accio­
nes. Ya Kurt Schneider señalaba esta dificultad, cuando
expresaba que los psiquiatras casi nunca podían diferen­
ciar este tipo de situación y que tan lejos en sus respues-
Psicología judicial 379

tas no llegaban. Pero la ciencia psicológica, al menos pue­


de ofrecer un panorama del estado de ciertas funciones
psíquicas que resultan imprescindibles para llevar a cabo
estas funciones. Luego enunciaremos algunos puntos
periciales que pueden ser solicitados al explorar trastor­
nos de la conciencia, o insuficiencia de las facultades
mentales.
En realidd todos los puntos de pericia que se propo­
nen para la evaluación de las capacidades que desde el
punto de vista psicológico son necesarias para analizar la
imputabilidad, funcionan en el psiquismo en forma inter-
relacionada. Incluso, comprender la criminalidad del acto
y dirigir las acciones desde un punto de vista psicológico,
requieren de la interrelación adecuada de una gran gama
de factores de orden emocional e intelectual. Se hace la
subclasificación, que a continuación se desarrolla, al sólo
efecto de hacer más didáctica la exposición y proporcio­
nar una guía orienta:tiva al profesional que debe solicitar
la pericia.

Ejempli fie ación de puntos de pericia


que se pueden solicitar

Indique el perito, las consecuencias ciertas o proba­


bles de la alteración morbosa padecida por el inculpado,
sobre las siguientes áreas de funcionamiento psicológico:
380 Juan H. Del Popolo

A. J u icio C rítico
Comentario

David Rapaport (1971), expresa que el concepto “jui­


cio” implica la movilización automática y sin esfuerzo de
aquellas informaciones que conduzcan a una respuesta
apropiada y pertinente ante uij.a situación dada.
CjEl subtest de “Comprensión”, dentro del test de
Weschler (WAIS), es adecuado para estimar esta situa­
ción. En los sujetos psicóticos, depresivos y gravemente
neuróticos, este subtest suele presentar un puntaje mar­
cadamente inferior al que se obtiene en Vocabulario. Por-
tuondo (1970), indica que casi todos los psicóticos fallan
bastante en este subtest por su juicio deteriorado. Estas
fallas en la capacidad judicativa hacen que la compren­
sión del acto se vea distorsionada. Los sujetos que pade­
cen trastornos mentales orgánicos, también suelen pade­
cer de alteraciones del juicio y de la capacidad^ para
entender plenamente el significado de un problemá.j
Como expresa D.Weschler (1973), una de las mayores
recompensas de este subtest es que cuando se aplica
oralmente, puede brindar valiosos datos clínicos acerca
del sujeto. Agrega que con frecuencia es de valor al diag­
nosticar personalidades psicopáticas, algunas veces
sugiere la presencia de tendencia esquizofrénica (como lo
revela la presencia de respuestas perversas y extrava-
gentes) y casi siempre nos dice algo de la experiencia
social y cultural del sujeto.
Zimmerman y Woo Sam (1976), sostienen que este
subtest puede revelar modos de enfrentarse con la reali­
dad (pasivo, dependiente, adecuado y autodominio). El
Psicología judicial 381

análisis de “estos modos de enfrentarse con la realidad”,


de estos modos de construir juicios y respuestas frente a
situaciones dadas, y que pueden ser revelados por este
subtest, nos resultará valioso a la hora de saber de las
posibles desviaciones y contaminaciones del juicio crítico
del examinado. Esto, a su vez, nos aportará un dato
valioso para conocer algo más acerca de “cómo” el exami­
nado se enfrentó y vivenció la situación en el momento
del hecho por el cual se lo juzga, y hasta qué punto la
“comprendió” desde su psiquismo. Los datos de mayor
utilidad, son lo que se extraen al analizar desde el punto
de. vista clínico las diferentes respuestas dadas por el
sujeto al ser observado mediante la aplicación de este
subtest. Los autores citados en último término, ejempli­
fican distintos'tipos de respuestas con las posibles inter­
pretaciones clínicas posibles (respuestas de tipo fóbicos,
dependientes, provocadoras, irreflexivas, paranoides, his­
téricas, temerarias, obsesivas), que pueden ser consulta­
das a los efectos de una más completa ilustración en su
obra, reiterándose que las conjeturas sobre cada respues­
ta particular deben ser analizadas a la luz de la conducta
global del examinado en situación.
[""Él test de Rorschach también puede ser aplicado para
evaluar desviaciones del juicio, que puedan implicar una
distorsión en la comprensión de los hechos. Habrá que
prestar atención a la existencia de algunos de los
siguientes fenómenos:

—Verbalizaciones desviadas, o arbitrarias.


—Contaminaciones.
—Confabulaciones.
382 Juan H. Del Popolo

—Lógica autista.
—Verbalizaciones absurdas.
—Bajo nivel formal.
—Existencia de preceptos rotos, destruidos, partidos.
—Autorreferencias.
—Pérdida de distancia con la lámina.

El análisis siempre se practicará, a partir del conjun­


to de los resultados obtenidos a través de todo el proceso
pericial. Debe recordarse que en todos los casos se obten­
drá un registro de las funciones del imputado en el
momento actual, y que podrán servir como elementos de
juicio para evaluar el momento del hecho.
Para que un sujeto pueda comprender el sentido de
una conducta se requiere que, entre otras funciones, ten­
ga la capacidad de evaluar lo que resulta adecuado y'per­
tinente a la situación. A su vez, para que esto pueda
suceder, es necesario un equilibrio desde el punto de vis­
ta afectivo que supone la presencia de un funcionamiento
adecuado en diversas áreas de la personalidad.
Por medio dèi juicio crítico, el hombre puede diferen­
ciar lo correcto de lo incorrecto, lo bueno de lo malo.'^J

B. Capacidad de planear y anticipar conductas


Comentario

[jPara comprender el sentido de un acto y sus conse­


cuencias, es necesario contar, con la posibilidd de antici­
par cuáles serán las consecuencias de la conducta que se
asume. En los sujetos que padecen esquizofrenia, en los
psicóticos depresivos, esta posibilidad se encuentra noto­
Psicología judicial 383

riamente disminuida. El sujeto que carece de la posibili­


dad de realizar anticipaciones correctas de las consecuen­
cias de la conducta que adopta, tampoco está en condicio­
nes de comprender cabalmente el sentido de un acto.
Desde el punto de vista psicométrico, algunos autores
afirman que el subtest de ordenamiento de figuras
(WAIS) resulta adecuado para evaluar esta capacidad
psicológica. Zimmerman y ot. (1976), entienden que para
que el sujeto realice con éxito la tarea, debe captar los
detalles de los dibujos, detectar las secuencias y ordenar
las tarjetas de modo que cuenten una historia con senti­
do. Agregan que; quienes realizan esta tarea deben pose­
er la capacidad de demorar la solución, hasta que capten
todos sus componentes y comprendan sus posibles impli­
caciones. La capacidad de anticipar y planear conductas,
implica la posibilidad de representarse mentalmente los
propios actos de conducta y sus consecuencias. Desde el
punto de vista de las funciones psicológicas, comprender
el sentido de una acción conlleva la posibilidad de com­
prender las secuencias de las acciones y su consecuencia.
También el subtest de rompecabezas puede asociarse
con la capacidad de planear conductas.
Debe tenerse presente que, como hemos dicho, nin­
gún subtest aislado puede llegar a dar cuenta acabada­
mente de la situación psicológica del examinado. Sólo un
análisis global de todas las funciones permitirá llegar a
un juicio más adecuado. /
384 Juan H. Del Popolo

C. Prueba de realidad
Comentario

Fenichel (1979), expresa que la prueba de realidad


implica la capacidad de anticipar el futuro en la imagina­
ción, mediante un ir probando la realidad ensayando, de
una manera activa y en pequeñas dosis lo que podría
sucederle a úno de una maneta pasiva y en dosis desco­
nocidas. Esta capacidad psicológica de “prueba de la rea­
lidad”, de acción de ensayo, es necesaria para que desde
el punto de vista intrapsíquico, se pueda decir que el
sujeto ha podido comprender el sentido de la conducta
que desarrollará. El desarrollo de esta capacidad permite
elaborar un juicio adecuado.

D. Sentido de realidad
Comentario

^E1 yo mediante esta función puede establecer si lo


percibido está en el mundo interno o en el mundo exter­
no. La función colapsa en los psicóticos, que bajo ciertas
condiciones no discriminan si lo percibido está en el
mundo interno o en el mundo exterior. Es necesaria esta
posibilidad de discriminación para comprender el sentido
de un actoTA

E. Capacidad de discriminar
Comentario

Esta capacidad permite distiguir lo que corresponde a


una situación dada de los elementos que pueden ser aje­
Psicología judicial 385

nos a ella. ¡Esta posibilidad de diferenciación, fracasa


cuando hay motivos masivos de proyección sobre lo perci­
bido. Si no existe una adecuada discriminación, mal pue­
de existir una adecuada comprensión de la situación en
la que el sujeto está inmerso. I

F. Funciones simbólicas del yo: capacidad de


entender adecuadamente significante y significado
Comentario

La correcta intelección de los significados del signifi­


cante resulta también esencial para comprender la situa­
ción. Esta capacidad se halla alterada gravemente en los
procesos psicóticos, y en menor medida en las neurosis.
ÍE1 test de semejanzas, dentro de la técnica de Wesch-
ler, permite examinar la capacidad del sujeto de com­
prender el significado en el área de la formación de con­
ceptos verbales. Para que el sujeto pueda comprender
semejanzas y diferencias en este subtest, debe poder cap­
tar los significados?'/

G. Percepción interna de necesidades y capaci­


dad de percibir angustia y señal de alarma
Comentario

Estas capacidades también resultan importantes a


los fines de evaluar hasta qué punto un sujeto determi­
nado ha estado en condiciones de comprender el sentido
de un acto.
386 Juan H. Del Popolo

■ H. Curso y contenido del pensamiento


Comentario

Son alteraciones del curso y contenido del pensamién-


to: aceleración, lentitud, inercia, interceptación, barraje,
perseveración, estereotipias, verbigeración, fusión, incohe­
rencia, disgregación, ideas obsesivas, fijas, delirantes,
existencia de neologismos. Elíás interfieren en la compren­
sión dél sentido del ácto, como fácilmente se advertirá.
Todas las funciones antes transcriptas son necesarias
en mayor y menor grado para poder “comprender” psico­
lógicamente el sentido de una conducta, lo disvalioso de
lajpisma, su significado, etc.
| Es conveniente que el juzgador conozca, pericia
mediante, hasta qué punto la “alteración morbosa”
encontrada, puede o no incidir sobre las capacidades psi­
cológicas necesarias para una adecuada comprensión de
la situación. Estas funciones son factibles de ser evalua­
das en mayor y menor grados por medio de distintas téc­
nicas psicológicas que gozan de adecuada validación y
confiabilidad. f

Ejemplificación de puntos de pericia


relacionados con la capacidad psicológica
de dirigir las acciones

Veremos algunos probables puntos de pericia que


guardan mayor relación con la posibilidad de “dirigir las
acciones” desde un punto de vista psicológico, e indepen­
diente de que el Tribunal pueda realizar la pertinente
valoración desde el punto de vista jurídico en relación a
Psicología judicial 387

las conductas del imputado. Los puntos de pericia podrí­


an ser enunciados como a continuación se detalla:

[—Exprese el perito fundadamente, y en la medida de


su conocimiento y posibilidades científicas, hasta que
punto la alteración morbosa encontrada ha tenido inci­
dencia al momento del hecho sobre las siguientes áreas
de comportamiento:
a— Posibilidades del yo de controlar los impulsos
Esta capacidad resulta esencial y se halla alterada en
diversas patologías. Así, por ejemplo, en ciertas neurosis
obsesivas graves, se presentan impulsos que el paciente
vive como una imposición, sientiéndose obligado a reali­
zar determinandos rituales, careciendo de la libertad
para elegir otra conducta. Estos casos representan una
importante pérdida de la libertad de optar. En otros
casos menos dramáticos, esta libertad de elección se
encuentra disminuida, aunque en menor medida.
Debe examinarse la capacidad del yo de controlar el
acceso a la motilidad desde el punto de vista de la psiquis.
El yo no puede ser observado escindido del contexto en el
que el hecho ha sucedido. En numerosas oportunidades,
es dable observar que la cantidad de estímulos internos y
externos que inciden en un momento dado sobre el yo es
tan arrolladora, que hace que colapsen sus funciones y el
sujeto adopte los mecanismos propios del procesos prima­
rio, dejando de lado los del secundario con las consiguien­
tes pérdida de las posibilidades de reflexión sobre la pro­
pia conducta. Tal situación suele ser observada en los
intensos cuadros de emoción, aunque excepcionalmente
388 Juan H. Del Popolo

esta situación ingresará por sí misma, como situación que


conlleve la inimputabilidad. También se han de identifi­
car los agentes estresantes a los que hubiere estado el'
imputado sometido, que pueden haber disminuido sensi­
blemente la capacidad del yo de controlar éstímulos.
Adviértase que las funciones del yo pueden debilitar­
se tanto por regresión como por represión. ^

b— Capacidad de tolerar la frustración

£ Poder tolerar la frustración y la espera, resulta esen­


cial para poder pensar y dirigir las acciones.
Conlleva la posibilidad de aplazar la satisfacción del
deseo teniendo en cuenta la realidad o los mandatos del
superyo. .
La imposibilidad de tolerar frustraciones, juega un
rol esencial en muchas patologías. En las psicopatías de
carácter grave, este rasgo se presenta en forma marcada.
El paciente resulta incapaz de aplazar la satisfacción del
deseo, y por ello ve limitadas sus posibilidades de resistir
a la tentación de realizar el acto, que muchas veces es
delictivo. Ello, en manera alguna bastará para conside­
rar que el sujeto ha perdido la posibilidad de dirigir las
accionesj pero será un elemento más a tener en cuenta,
para lá comprensión de la situación global de conducta al
momento del hecho, i

&— Coordinación visomotriz

\ Esta función también resulta importante a los efectos


de poder dirigir las acciones en el caso concreto. Podemos
Psicología judicial 389

señalar que en los graves trastornos de la conciencia, se


suelen presentar episodios de pérdida de la coordinación
visomotriz con la emergencia de automatismos, _J
Los subtest de Construcción con cubos, Composición
de objetos y Símbolos de dígitos, suponen una adecuada
organización de la actividad viso-motriz y pueden ser uti­
lizados a los efectos de evaluarla.
( Los pacientes orgánicos presentan un pobre rendi­
miento en esta área. Numerosos cuadros tóxicos hacen
que el paciente pierda la coordinación visomotriz y no
pueda dirigir adecuadamente sus acciones. \

d— Adecuada capacidad de atención y concentración

Presupone la lucidez de conciencia. Estas capacidades


son necesarias, al menos en cierto grado, para poder
comprender el sentido de cualquier acto y dirigir las
acciones. Los graves estados de perturbación de la con­
ciencia comprometen estas capacidades seriamente.
Los subtest de aritmética y retención de dígitos en el
test de Weschler, conforme Rapaport, se correlacionan
con la posibilidad de evaluar atención y concentración.

Otras evaluaciones a solicitar

También es conveniente solicitar la evaluación de


otras funciones que guardan estrecha relación con la
posibilidad de comprender la criminalidad del acto y diri­
gir las acciones, a saber:
390 Juan H. Del Popolo

e— Ansiedades predominantes al momento del hecho


y defensas del yo

CEn determinados momentos, el grado de ansiedad expe­


rimentado por el sujeto puede ser tan intenso que lleve a
qué el sujeto desbordado no pueda implementar mecanis­
mos de defensas útiles y adecuados para la situación. )

f — Memoria del hecho


y
; La memoria del hecho, es un elemento de gran utili­
dad par evaluar numerosa cantidad de factores en el
terreno de la psicología forense, aunque en numerosas
oportunidades es un factor muy dependiente de la posibi­
lidad de simular.

g— Interacciones víctima-victimario

\ Proporciona elementos de valía para entender, desde


un punto de vista sistèmico, la conducta. Los esquemas
lineales no posibilitan la adecuada intelección de las con­
ductas emergentes y de su sentido. Su correcta compren­
sión ayuda a éstablecér con mayor claridad el sentido y
dirección de la conducta desde el punto de vista de las
capacidades psicológicas naturales del sujeto en examen.

h— Influencias de la situación de contexto

El análisis de los contextos mínimo medio y máximo


permite analizar con mayor claridad las posibilidades
psicológicas de comprender y dirigir las acciones.
Psicología judicial 391

i— Correlaciones que pudieran existir entré el estado


de las funciones psicológicas del acusado y la semiología
delictiva

Permite contar con valiosos indicios para confirmar 0


descartar la existencia de la patología pretextada. Por
otra parte, el hecho debidamente analizado también nos
habla de las características de personalidad del sujeto.

j— Posibilidades de simulación

En toda pericia psicológica deben tenerse en cuenta


las posibilidades de simular de los sujetos.

k— Otros estudios que se puedan recomendar

Del estudio pericial psicológico puede surgir la nece­


sidad de sugerir la realización de otros estudios: neuroló-
gicos, de clínica médica, o por medio de técnicas especia­
lizadas, para poder corroborar o descartar la existencia
de otras patologías.
También es relevante solicitar el estado actual de las
funciones del imputado y en relación a los mismos pun­
tos antes transcriptos.
392 Juan H. Del Popolo

Ej amplificación de puntos periciales ú tiles.


para reunir elementos desde el punto
de vista psicológico para evaluar la existencia
de trastornos de la conciencia

Abordaremos algunos puntos de pericia que resultan


pertinentes de soliciitar cuando se evalúa la incidencia
de un “trastorno de la conciencia”, sin perjuicio de que
dichos puntos puedan ser solicitados cuando se examina
la posibilidad de comprender el sentido de un acto, la
capacidad de dirigir las acciones, etc.; dado que el psi-
quismo funciona holísticamente y no por compartimentos
estancos. Hacemos esta división al solo efecto didáctico y
para una mejor comprensión del tema que se desarrolla.
Los puntos de pericia factibles de ser solicitados a este
fin son:
“Para que el perito se expida acerca de posibles alte­
raciones perceptivas, a nivel cuatitativo o cualitativo,
que pudieran haber existido al momento del hecho”.
El estudio de la.s alteraciones de la percepción es
importante para poder establecer las características y
profundidad del trastorno de la conciencia. Existe una
gran gama de trastornos de la percepción que podemos
subdividir en cualitativos, y cuantitativos. Dentro* de los
cuantitativos adquieren importancia la pesqúisa de posi­
bles alucionaciones, pseudo alucionaciones y alucinosis . ;
La alucinación, clásicamente ha sido definida como
“una percepción sin objeto”. La pseudo-alucinación, con­
forme enseña Pereyra (1973), puede definirse como “la
proyección de representaciones vivas acordes con un
estado subjetivo, que son tomadas por hechos reales por
Psicología judicial 393

una deficiencia de juicio”. La claridad sensorial es mucho


menor que en los casos de alucinación donde ésta es más
íntima. La “alucinosis”, en cambio, hace referencia a
aquel proceso en que todo el fenómeno consiste en la alu­
cinación sin que ella esté seguida o precedida de ideas
delirantes. A la luz de lo expuesto, resultará útil en los
casos de trastornos de la conciencia en los que se sospe­
che la presencia de este tipo de fenómenos, interrogar al
perito en relación a los siguientes puntos:
[_'• Detalle presencia de posibles ilusiones o alucinacio­
nes al momento del hecho.
. ® Orientación auto y alopsíquica al momento del
hecho.
° Severidad del trastorno de la conciencia.
® Probable etiología del mismo.
® Forma de comienzo y desaparición.
® Existencia de automatismo, debiendo en su caso
detallarse tipo y características del mismo.
° Posibilidades de simulación, i

Ejemplificación de puntos de pericia que pueden


ser solicitados en los casos en que se sospecha
insuficiencias de las facultades

. En cuanto a la temática de la Insuficiencia de las


Facultades, resulta factible interrogar al perito sobre los
siguientes puntos:
p® Tipo de insuficiencia (idiocia, imbecilia, debilidad).
"• Cociente intelectual a nivel psicométrico, clínico
educacional y social.
394 Juan H. Del Popolo

No sólo importa la apreciación psicométrica del co­


ciente de inteligencia que puedan arrojar las distintas
técnicas psicológicas, sino también las apreciaciones clí­
nicas y educacionales para poder trazar un panorama
completo de sus características. Por esta razón, es que se
solicitan como puntos de pericia.
( La precisión en la severidad y tipo de la insuficiencia
también interesa para poder establecer las posibilidades
de la comprensión del acto.] En ciertos casos de débiles
mentales subsiste la posibilidad de comprender el senti­
do y características de actos sencillos (como la rotura de
una vidriera), circunstancia que no se presenta en rela­
ción a actos más complejos, como puede ser la participa­
ción en una maniobra defraudatoria de cierta compleji­
dad en la que el individuo podrá ser no imputable en
relación al hecho. [Recordemos que tanto el idiota como el
imbécil deben ser considerados inimputables.
° Correlaciones que pudieran existir entre la insufi­
ciencia de las facultades y semiología delictivá.
En relación a esta situación, la misma semiología
delictiva muestra las características de un delito de muy
pobre nivel de planeamiento. Suele ser un dato de impor­
tancia para tener en cuenta.
® Posibilidades de simulación.
Las posibilidades de simulación suelen ser muy esca­
sas, atento a las características propias de la oligofrenia
y a los detalles que pueden surgir de la historia vital del
paciente.'
° Area de los afectos y carácter.
. Importa establecer las Características erécticas o apa­
cibles o tórpidas del deficiente. Los débiles armónicos
Psicología judicial 395

suelen ser dóciles y sumisos y no presentan mayores pro­


blemas de carácter a diferencia de los erécticos que son
más tórpidos y agresivos.
Codon y López Saiz (1968), refieren que el oligofréni-
co activo o eréctico suele ser el protagonista de crímenes"
horrendos y monstruosos cometidos contra familiares o
seres débiles o indefensos, sin que se encuentre motiva­
ción, finalidad ni sombra de justificación. ^
Suele ser conveniente la solicitud de "exámenes com­
plementarios a los efectos de precisar la existencia de
otros trastornos que pueden acompañar a las oligrofre-
nias, como trastornos ñeurológicos, del lenguaje, somáti­
cos, etc.
El estudio del estado actual es de gran importancia,
puesto que entre el estado actual y el del momento del
hecho, en lo referente a la insuficiencia de las facultades
intelectuales, no se observa mayor diferencia.

Ejemplificación de puntos de periciá que pueden


ser solicitados para evaluar
incapacidad en el juicio de insania

Seguidamente propondremos algunos puntos de peri­


cia que pueden ser solicitados por los profesionales inter-
vinientes al Tribunal a los efectos de reunir elementos de
juicio para que posteriormente éste pueda pronunciarse
con mayores elementos en los casos en los que se tramita
la insania de una persona.
Los puntos periciales que se proponen también pue­
den ser tenidos en cuenta por los peritos intervinientes,
396 Juan H. Del Popólo

aun cuando no fueren propuestos expresamente en la


demanda pericial, y en el marco de demandas más am­
plias y genéricas.
Seguidamente los enunciaremos a los fines puramen­
te ejemplificati vos.
Muchos de los factores que se enunciarán a los efectos
de evaluar las capacidades psicológicas de las personas
para dirigir su persona O: administrar sus bienes, ya han
sido examinados cuando me refería a la proposición de
puntos de pericia en materia de imputabilidad, por lo que
me remito a aquella descripción en honor a la brevedad.
Podría la demanda pericial ser formulada en los
siguientes términos:
l9 Exprese el perito si en el momento actual el exami­
nado padece alguna enfermedad mental.

Comentario

El artículo 141 del Código Civil utiliza la expresión


“enfermedades mentales” en su texto. En efecto dice:
“Se declaran incapaces por demencia, las personas
que por causa de enfermedades mentales no tengan apti­
tud, para dirigir, su persona o administrar sus bienes”.
Por ende, en la demanda pericial interrogamos expre­
samente acerca de la existencia de tales enfermedades.
: El Código Civil Español asume una redacción diferen­
te. Este expresa: .
Art. 199. Nadie puede ser incapacitado sino por sen­
tencia judicial en virtud de las causas establecidas en la
ley - ' V a ; , ; í'p .íw
Psicología judicial 397

Art. 200. Son causas de incapacitación, siempre que


impidan a la persona gobernarse por sí misma:
1. La enfermedad de deficiencia mental.
2. Las deficiencias orgánicas o funcionales persisten­
tes.
3. El alcoholismo y la toxicomanía grave y habituales.
Los distintos focos periciales, en su caso, podrán ser
incluidos en consecuencia en la demanda pericial dentro
de este otro sistema legislativo.
En la anterior redacción del Código Civil Argentino
no se utilizaba la expresión enfermedades mentales, sino
que se disponía que se declaran dementes los individuos
de uno y otros sexo que se hallan en estado habitual de
manía, demencia'o imbecibilidad aunque tuvieran inter­
valos lúcidos o la manía fuera parcial.
El Código Civil Argentino no hace distinción entre
enfermedades mentales, por lo que cualquier enfermedad
que conlleve la falta de aptitud para que el examinado
dirija su persona1o administre sus bienes, bastará para
considerarlo incapaz por demencia.

22 En caso de que la respuesta a la pregunta anterior


fuere afirmativa, formule el diagnóstico de la enfermedad
padecida.

Comentario

El artículo 143 del Código Civil Argentino establece:


“Si del examen de facultativos resultare ser efectiva
la demencia, deberá ser calificada en su respectivo carác­
ter...”.
398 Juan H. Del Popolo

La “calificación en el respectivo carácter” incluye la


precisión diagnóstica del padecimiento mental, asunto
que en el punto pericial propuesto es materia de interro­
gatorio.

3e Describa los principales rasgos de la enfermedad,


incluyendo fase o estado de la misma en que el enfermo
se encuentra. '
La descripción de los rasgos de la enfermedad pa­
decida permitirá ilustrar al juez acerca de sus caracterís­
ticas y le posibilitará valorar en que grado la enfermedad
interfiere con la aptitud para dirigir la persona o bienes
del adminitrado.
La precisión de la fase o estado de la enfermedad es
pertinente dado que las enfermedades tienen distintos
cursos que inciden en diferente medida en la capacidad
del individuo peritado a los efectos previstos por la ley

42 Exprese el perito cuáles son las consecuencias que


la enfermedad encontrada tiene en relación a la capaci­
dad del examinado para dirigir su persona y administrar
sus bienes y en especial qué incidencia tiene sobre las
funciones psicológicas que a continuación se detallan,
debiendo indicarse en cada caso la severidad del trastor­
no:
-— Juicio crítico.
— Orientación autopsíquica.
— Orientación alopsíquica.
— Prueba de realidad.
— Sentido de realidad.
— Tolerancia a la frustración.
Psicología judicial 399

— Capacidad del yo de controlar los impulsos.


— Contacto con la realidad.
— Trastornos en el curso y contenido del pensamien­
to;
— Atención.
— Concentración.
— Coordinación visomotriz.
— Capacidad de anticipar y planear conductas.
— Percepción.
— Vínculos.
— Ansiedades predominantes y defensas del yo.
— Trastornos de la identidad.
— Deterioro.
— Cociente intelectual a nivel psicométrico, clínico y
social.
— Trastornos en el área de los afectos.
— Posibilidades yoicas de discriminación.
— Percepción interna de necesidades.
— Función sintáctica del yo.

Comentario

En este punto pericial se interroga en torno a los


efectos de la enfermedad sobre las áreas que específica­
mente establece la norma del Código Civil Argentino.
Asimismo el punto contiene el pedido de una descrip­
ción del estado psicológico en relación a distintas áreas
de conducta especialmente ligadas a las aptitudes para
gobernarse a sí mismo y administrar los bienes. El
mayor detalle en relación a estas funciones permitirá al
400 Juan H. Del ’Pòpolo

juez apreciar hasta qué punto el sujeto resulta capaz,


desde el punto de vista psicológico, para hacerse cargo de
esas funciones. El análisis particularizado por área de
conducta permite amplificar la visión para que el Tribu­
nal pueda pronunciarse con mayor certeza:
Sin mayor esfuerzo se comprenderá que a los efectos
de dirigir la propia persona y administrar los bienes se
requiere de un adecuado juicio crítico, de un aparato de
percepción que funcione adecuadamente, de un adecuado
control de los impulsos,de una suficiente posibilidad de
atención, concentración y coordinación visomotriz. No
menos importantes resultan las otras funciones indivi­
dualizadas tales como la capacidad de anticipar y planear,
un adecuado nivel de inteligencia y adecuadas defensas
del yo. Cada una de las áreas propuestas resulta suscep­
tible de ser evaluada psicológicamente con cierta preci­
sión y, en su caso, proporcionará información en relación
a si existen áreas en déficit y la severidad del trastorno,
lo que a su vez permitirá al juez tener una idea más aca­
bada del grado de incapacidad y si la misma se presenta
sólo en determinadas áreas, situación que permitirá, por
ejemplo, disponer la medida prevista por el artículo 152
bis del Código Civil. Esta última norma le da la posibili­
dad al juez, en determinados casos en ella previstos, deli­
mitar sólo determinados actos de administración de con­
formidad a las circunstancias del caso. Pues bien: a partir
de una adecuada evaluación de las distintas funciones
podrá la pericia proporcionar datos para que el juez pue­
da justipreciar más acertadamente que áreas de la admi­
nistración de los bienes no deben permitir en función del
estado psicológico que el sujeto presenta.
Psicología judicial 401

Ciertas situaciones psicopatológicas pueden reque­


rir de la incapacitación, por ejemplo en el caso de los
delirantes lúcidos, que pueden perder su patrimonio
como consecuencia de seguir las inspiraciones de su
delirio. ----- -----
El factor deterioro puede adquirir relevante impor­
tancia en este tipo de actividades periciales. Muchos de
los juicios de insania que se tramitan tienen por sujetos
a personas afectadas de síndromes demenciales (aquí nos
referimos a demencia en sentido psicopatológico, que no
es sinónimo de demencia en sentido jurídico).
. En los procesos de este tipo resulta importante tener
una medida psicométrica del deterioro del sujeto someti­
do a examen, sin perjuicio de que también resulte esen­
cial su valoración desde el punto de vista de la clínica.
Aclaremos que el deterioro no solamente es propio de
los procesos demenciales sino también es un fenómeno
que se presenta en forma fisiológica por el envejecimien­
to. (llamado deterioro mental normal).
A los fines de satisfacer esta necesidad la técnica de
Weschler ofrece una valiosa ayuda.
Su creador entiende por deterioro mental la caída sig­
nificativa o pérdida de habilidades intelectuales. Afirma
el autor citado que “concretamente”, se considera que
una persona da evidencia de deterioro mental cuando ya
no resulta capaz de llevar adelante sus tareas mentales
con la velocidad, exactitud o eficiencia previamente
características de su nivel de funcionamiento.
En los procesos demenciales estas pérdidas suelen ser
muy significativas, comprometiendo severamente la apti­
tud para dirigir su persona o administrar sus bienes.
402 Juan H. Del Popolo

Importará procesar con la ayuda de las técnicas psi-


cométricas las áreas en que las funciones se encuentran
disminuidas a los efectos de ver en cada caso cuan com­
prometedoras pueden ser para que la persona pueda diri­
gir su persona ó administrar sus bienes, que puede no
juzgarse con un parámetro en general, sino que deberá
considerarse en relación a las actividades que esa perso­
na desempeña.
Importa tener presente el concepto de pseudodeterio-
ro de Portuondo (1970), al respecto este autor señala que
el pseudodeterioro mental es el que podemos observar
con cierta frecuencia, por ejemplo, en la ezquizofrenia, en
el cual los enfermos pueden llegar a un alto grado de
deterioro y bajo tratamiento volver a niveles más o
menos normales. Por esta, entre otras razones, es que
hemos incluido entre los puntos periciales a ser indaga­
dos, los efectos esperados del tratamiento del sujeto.
El deterioro patológico, a diferencia del deterioro nor­
mal o fisiológico, se caracteriza por ser irreversible.
Más allá del porcentaje numérico de deterioro, debe
evaluarse el mismo en forma clínica, toda vez que como
indica el mismo Portuondo aparecen “deterioros” que en
realidad no son tales sino simples desajustés emocionales.
Los sujetos afectados de idiocia o imbecilia no tienen
capacidad de hecho para el ejercicio de sus derechos. La
evaluación de la capacidad intelectual podrá ubicarlo en
algunas de estas categorías diagnóstica. Los débiles men­
tales tienen una capacidad ptiás limitada que deberá será
evaluada en cada caso concreto a los efectos de aplicar la
medida que para ellos resulte más conveniente.
Además de proponer la evaluación de las áreas de
Psicología judicial 403

conducta antes mencionadas, en todo o en parte, propo­


nemos también la posibilidad de incluir alguno de los
siguientes puntos de pericia:
5. Exprese el perito fecha probable o cierta de apari­
ción de la enfermedad o trastorno al que ha hecho refe­
rencia.
6. Pronóstico de la enfermedad.
7. Régimen de protección y asistencia del enfermo e
indique si resulta necesaria la internación del mismo.
8. Recomendaciones y sugerencias terapéuticas. Efec­
tos esperables de los tratamientos sugeridos.
9. Otros éxamenes que se recomiendan.
.10. Notoriedad de la enfermedad.
11. Historia y evolución de la enfermedad.
12. Posibilidad de simulación.
Se solicita el pronóstico y probable evolución de la
enfermedad en razón de que muchos trastornos hoy en
día se benefician enormente con la terapéutica adecuada
por lo que si el proceso, por ejemplo psicòtico, se prevé
que es de corta duración puede ser altamente inconve­
niente declarar la insania de la persona en cuestión. Tal
puede ser el caso de los brotes esquizofrénicos adecuada­
mente tratados. La conducta a adoptar puede ser dife­
rente en el caso de los sujetos que padecen una psicosis
de tipo maníaco dado que se sienten muchas veces pre­
dispuestos a comportarse en forma prodiga quedando
ellos y su familia en la ruina.
Si se plantea en la causa de Nulidad de algún acto
jurídico, en función de la insania de la persona que lo
otorgó podrán solicitarse estos puntos de pericia sin per­
juicio de los que antes mencionáramos y en lo pertinente:
404 Juan H. Del Popolo

— Estado psíquico del otorgante del acto al momento


de los actos cuya nulidad se peticiona;
— Para que exprese el perito si en él momento referi­
do en el punto anterior existían rasgos que hicieran noto­
rio el padecimiento del éxaminado, debiendo detallarlos
en su caso.
'\

Comentario

En los casos apuntados el perito deberá realizar el


denominado diagnóstico retrospectivo. Conocidas son las
dificultades para realizar tal tipo de diagnóstico que
muchas veces se debe apoyar en inferencias. El perito
para su construcción ha de valerse de datos generalmen­
te históricos. La complejidad de la situación se agrava
cuando se ha de peritar a los efectos de ilustrar al Tribu­
nal en relación al acto otorgado por una persona fallecida
al momento de que el Tribunal ordena la tarea pericial.
En este último caso el perito deberá valérse de varia­
dos elementos de juicio, tales como datos provenientes de
los estudios psico-caligráficos, entrevistas realizadas con
familiares, vecinos, compañeros de trabajo, historiales
clínicos, psicodiagnósticos realizados para esas fechas,
rendimiento laboral o educacional, conductas desempe­
ñadas contemporáneas a esa fecha, etc.
C a p it u l o IV
A p é n d ic e II
Trabajo pericial realizado por:
Lic. Omar Hugo Mejía, con la coordinación
del Dr. Juan H. Del Pòpolo

EL CASO “M”: UN CASO INUSUAL EN MATERIA


PERICIAL PSICOLOGICA

¿Homicidio mediando dolo eventual


o culpa consciente?

En la presente comunicación, se sigue en cierta forma


la línea de trabajo desarrollado por Hilde Kaufmann en
su obra 1, en cuanto anuda a partir del caso concreto lo
psicológico y lo jurídico en nuevas síntesis con capacidad
para provocar cambios en nuestra manera de compren­
der y operar en el sistema judicial.
Se pretende mostrar a partir de una situación peri­
cial psicológica concreta, la posibilidad cierta de incursio-
nar en un nuevo e inhabitual campo pericial. Se trata de
mostrar también la factibilidad de proporcionar al juzga­

1 Hilde Kaufmann: “Delicuentes juveniles, diagnosis y juzga­


miento”. Ed. Depalma. 1983.
406 Juan H. Del Popolo

dor indicios de valía (no certezas) para expedirse en tor­


no a la culpabilidad en un campo tan arduo, para el dere­
cho en la práctica, como el de deslindar el dolo eventual
de la culpa consciente, muchas veces de importancia vital
para la persona sometida a proceso penal. Se eligió pré-
séntar la situación a partir de un caso concreto, como
una forma de poner relieve a las vivas articulaciones
entre los distintos y múltiples matices que ofrecen situa­
ciones de este tipo con conceptos netamente jurídicos. En
un área de frontera poco' explorada, y que excede el cam­
po de tareas que comunmente se encomiendan al perito
psicólogo. De esta forma, se avanza hacia un nuevo hori­
zonte de la actividad, que podrá tener posiblemente
grandes proyecciones y en el que la psicología tiene
mucho que ofrecer, aún cuando por el momento las posi­
bilidades de vinculación han sido poco desarrolladas.

1. Introducción

Presentaremos aspectos de un análisis pericial psico­


lógico, no tradicional, llevado a cabo en nuestro medio y
trascendente, al menos, por las consecuencias jurídicas
que tuvo en torno a la situación de un hombre (en ade­
lante “M”) que ocasionó la muerte de su cónyuge median­
te el disparo de un arma de fuego.
Estimamos que presentar un caso concreto en base a
lá aplicación de conocimientos específicamente psicológi­
cos podía resultar más ilustrativo que la mención de con­
ceptos generales abstractos sobre el tema, en atención a
los sutiles matices que ofrece este tipo de investigaciones
Psicología judicial 407

periciales, en donde se anudan complejas estructuras


conceptuales, legales y psicológicas. El caso individual
comentado permite mostrar múltiples articulaciones
entre psicología y derecho: más concretamente en rela­
ción con lo conductual y los conceptos legales de dolo
eventual y culpa consciente.
El tipo de análisis desde la psicología jurídica que
desarrollamos; -bastante inhabitual en nuestro medio- ya
había sido rescatado como posible objeto de la psicología
forense por Muñoz Sabaté cuando, en su conocida obra2,
afirmaba que hay términos verbales cuyo análisis semán­
tico corresponde científicamente a la Psicología por estar
ligado al análisis de descriptores jurídicos como el “ani-
mus”.
El hecho que aquí se analizó, dió lugar a un proceso
judicial ventilado ante l°s tribunales penales de Mendo­
za, Argentina, en el que se planteó una y otra vez, por
parte de las distintas instancias judiciales cómo debía
calificarse legalmente el hecho: si, como homicidio doloso
calificado por el vínculo, mediando dolo eventual (Art. 80
inc. l s del Código Penal), o si como homicidio culposo
(Art. 94 del mismo Cuerpo legal; Código Penal Argenti­
no). En el primer caso, la pena mínima a aplicar si el
procesado es encontrado culpable es de prisión perpetua;
en el segundo, la pena máxima factible de ser aplicada es
de tres años de prisión. Como fácilmente se comprende­
rá, la correcta calificación del hecho tendría importantes

2 Muñoz Sabate, Bayes, Mumme: “Introducción a la Psicología


Jurídica”, Ed. Triljes. Biblioteca de Psicología Científica. México 1980.
408 Juan H. Del Popolo

repercusiones, como de hecho las tuvo, para la vida del


procesado.
La peritación psicológica, durante el curso del
proceso, ayudó a esclarecer, notablemente, cuál era la
más adecuada calificación jurídica. En base a ella el Tri­
bunal de Instrucción la calificó como culposa y así el pro­
cesado pudo obtener su libertad. El criterio fue en prin­
cipio compartido por el Tribunal de Apelación y por la
Suprema Corte de la Provincia, no así, por otro tribunal
que también intervino en.la investigación.

2. Objeto de la demanda pericial

Estuvo orientada a buscar desde la conducta elemen­


tos que ayudaran a dilucidar si “M” cometió el homicidio
con dolo eventual o con culpa consciente. Por otra parte,
el objeto de la presente pericia difiere de las prácticas
que más comunmente se realizan en esta materia , tales
como las que ayudan a establecer la imputabilidad, peli­
grosidad, emoción violenta, necesidad de internación o
externación, etc.
Para que el lector ajeno a las ciencias jurídicas pueda
entender con mayor precisión, los alcances de la perita­
ción que se encomendó, reseñaremos los conceptos de
dolo eventual y culpa consciente.
Resulta clarificadora la fórmula de Frank cuando
enseña que hay dolo eventual donde la convicción de la
necesidad del resultado, previsto como posible, no habría
hecho desistir al autor.
En este sentido, como nos ilustra Fontán Balestra, no
Psicología judicial 409

solamente se precisa que el resultado se halla previsto


cuando menos posible, sino que se debe haber asentido
en él y en última instancia haberlo aceptado (“Derecho
Penal”, Parte General II, pag. 303).
Siguiendo el criterio del Tribunal Superior de Justicia
de Cordoba, Argentina3, el dolo eventual y la culpa cons­
ciente tienen en común la previsión como probable o posi­
ble del agente criminoso (en este caso la muerte de la víc­
tima por parte de “M”); pero mientras actúa con culpa
quien termina rechazando ese evento por confiar en que
no se produciría, actúa con dolo eventual quien mantiene
esa representación y hace suyo ese resultado (para deter­
minar si “M” ingresaba en este último “standard” jurídi­
co, debía establecerse si éste se representó psíquicamente
el resultado letal y al menos asintió con indiferencia en
su producción).
Bien sostiene el maestro español Luis Jiménez de
Asua, que en estos casos se requiere que el juez examine
las representaciones y los motivos que actuaron sobre la
psique del sujeto, investigando en los recónditos elemen­
tos del alma humana 4.
Teniendo presente este último concepto, obvio es que,
la ciencia psicológica tiene elementos propios de suma
valía que aportar para inclinar la balanza de la justicia,
con un adecuado basamento científico, en uno u otro sen­
tido.
El autor mencionado señala que es arduo deslindar

3 Barbera de Risso, María Cristina “Doctrina Penal del Tribunal


Superior de Justicia de Córdoba”, vol. I. Ed. Depalma. 1983.
4 Jiménez de Asua Luis: “Tratado de Derecho Penal”, tomo V. Ed.
Losada. Bs. As, 1956.
410 Juan H. Del Popolo

entre las fronteras del dolo eventual y la culpa conscien­


te; por ello, la pericia psicológica desempeñará un m4s
que importante papel, toda vez que se trata de investigar
situaciones que asiente fundamentalmente en la psique
del sujeto y en un hecho de conducta.
En definitiva, los términos dolo eventual y culpa
consciente, son términos verbales, cuyo análisis semánti­
co corresponde científicamente (al menos en buena parte,
agregamos nosotros), a 1¿ Psicología; como lo plantea
Muñoz Sabate, cuando explicita en el capítulo VIII de su
ya tradicional Introducción a la Psicología Jurídica, la
posibilidad de análisis operacional de descriptores jurídi­
cos como el “Animus” 5.
Si bien puede haber una observación ingenua de la
conducta, desde el sentido común, resulta de innegable
interés que el perito psicólogo se expida científicamente
sobre la situación planteada, pues, está en óptimas con­
diciones para discriminar desde la conducta, elementos
de juicio que ayuden a corroborar una u ótra hipótesis;
que el Juez, en definitiva, discernirá a la luz de todos los
factores incorporados a la causa.

3. Relato suscinto del hecho

“M”, quien se desempañaba como agente de seguri­


dad social, (con unos meses de antigüedad), se encontra­
ba separado de la víctima,, su esposa* diez meses antes
del hecho.

5 Op. cit.
Psicología judicial 411

El imputado concurre a tomar mate a la casa de la


occisa (en adelante “L”). En momentos en que se encon­
traba en el dormitorio de “L”, “M” manipula su arma
reglamentaria efectuando un disparo que impactó en el
cráneo de “L” y le ocasionó su muerte.
Un testigo presencial del hecho expone que cuando la
víctima estaba conversando con el imputado, éste tomó el
arma y a “L” del brazo, diciéndole esta última: "... tené
cuidado que se te puede escapar un tiro...” en tanto que
“M” apuntándole con el arma le dijo: “...no... qué se me va
a escapar...”; y en ese preciso instante el testigo sintió el
disparo, observando, mientras salía de la habitación que
“L” caía al suelo.
Como imaginará el lector, el hecho de que el autor
haya apuntado a la cabeza de la víctima con el arma,
pese a la advertencia de ésta en torno a la posibilidad
letal y siendo agente de seguridad social (conociendo por
su profesión el funcionamiento y la peligrosidad del
arma), fue uno de los elementos que dio pie a la hipótesis
de que se estaba en presencia de un homicidio doloso.
Para comprender mejor la conducta del imputado se
tuvieron en cuenta otras secuencias conductuales e histo­
ria personal de “M” y “L” que brevemente relataremos.

4. C onducta posterior-inm ediata de Í4M”


lu ego del h ech o

“M”, luego del hecho, dijo:


"... no puede ser, no puede ser, no puede ser...”; "... me
412 Juan H. Del Popolo

tengo que matar, me tengo que morir, no sé como pudo


ocurrir esto, me tengo que morir yo...” ,
Inmediatamente después del hecho, el encartado.^
otras personas, trasladan a la víctima a un hospital. En
el viaje “M” decía a uno de ltís ocupantes del transporte:
“... calíate, no se va a morir, no se tiene que morir,
porque yo a ella la necesito, no se me va a morir...”
De esta forma, mientras “M” conducía, gritaba:
“...Dios mío, en que despelote me metí...”; “...que se
mataba él, pero que le devolviera la vida a e l l a . . q u e
lo había hecho sin querer, que rio tenía noción que el
arma estaba cargada porque la había limpiado...”
En el hospital, el imputado decía:
“... te maté, te maté...” (y se agarraba la cabeza y se
la golpeaba con las manos y lloraba).

5. Actitud y conducta del encartado en momentos


previos al hecho

Dicen los testigos: "... “L” estaba lavando, él (“M”) se


puso a ayudarle a lavar y después que terminaron se fue­
ron a la habitación y allí se pusieron a conversar...”.
Agregando que la relación entre ambos era muy buena,
como cuando eran novios.
La pareja esa noche se disponía a salir de paseo y no
hubo evidencia de discusiones recientes.
Psicología judicial 413

6. Relato de actitudes habitualmente imprudentes


del encartado

Los testigos son coincidentes en afirmar que “M” solía


gastar bromas con su arma, que vivía jugando con ella,
apuntaba a los niños, incluso a su propia hija, “jugando”.
En este punto, los testigos expresan: “... vivía jugando
con el arma...”
“... tenía por costumbre jugar con el arma, les presta­
ba las balas a los niñitos para que jugaran, le sabía
apuntar a ella o a cualquiera, cosa que ocurría con
mucha frecuencia...”
"... El siempre jugaba con el arma, la desarmaba, la
armaba, le apuntaba jugando a los chicos...”
“... Cuando llegaba de trabajar jugaba con la pisto­
la...”
“... Siempre hacía esos chistes, cuando venía descar­
gaba el arma, se las mostraba a los chicos, o les decía: “si
no te portás bien te meto un tiro”, y les ponía el arma en
la cabeza, parece que le picaba, a veces la dejaba arriba
de algún mueblé y la tomaba, la desarmaba, la enseñaba;
cuando salía con “L” a comprar, se la ponía en la cintura,
lo cual era permanente.”
“... La nena le decía “te voy a matar”, y él (“M”) le
decía: yo tengo un revolver más grande que el tuyo...”
En sus declaraciones ante la justicia no reconoce
tales conductas como propias, afirmando: “... yo no era de
jugar con el arma...”
414 Juan H. Del Popolo

1. Explicaciones brindadas por el imputado sobre


lo ocurrido

En primer instancia eñ sede policial dijo: me dis­


ponía a tomar mate con mi esposa, por lo que fuimos a la
habitación y aproveché para limpiar el arma...”. Expresa
que procedió a retirar el cargador y constatar que el
arma no estuviera cargada, cuando, “accidentalmente” la
misma se disparó.
Luego, en sede judicial, dice haber verificado si el
arma tenía o no “bala en boca”, sosteniendo que al lim­
piarla se le escapó un tiro. Niega haber jugado con el
arma diciendo que su mujer no se hallaba en la habita­
ción, que no la vió entrar y que se encontraba sentado
limpiando el arma.
Como se advierte, las versiones del encartado resul­
tan contradictorias. El relato en sede judicial, tampoco se
concilia con las conclusiones de la pericia balística que
determina que el autor al momento del disparo se halla­
ba de pie, con el brazo extendido a 30-60 cm. de la vícti­
ma, y que el arma se disparó sin tener el cargador colo­
cado, en razón de que la estaba limpiando.
Estas contradicciones señaladas también contribuye­
ron a pensar en la existencia de una conducta dolosa.

8. Datos, personales de “M”

Al momento del hecho tiene 25 años, estudios prima­


rios completos, convive con su padre, madre y una her­
Psicología judicial 415

mana. El grupo familiar es de condición humilde, y no


registra antecedentes penales ni psicopatológicos.
“M” se desempeñó como abastero en un frigorífico,
chofer de camión, metalúrgico y empleado en una empre­
sa petrolera. También emprendió trabajos en una verdu­
lería por cuenta propia y finalmente se desempeñó como
agente de seguridad, motivado por el embarazo de su
esposa y porque no tenía servicios asistenciales (mutual
médica).
Importa tener presente la inestabilidad laboral de
“M”, porque es un rasgo de conducta que unido a otros,
que se indicarán más adelante, nos permitirá compren­
der mejor el objeto de la investigación propuesta.

9. Datos de la víctima

Cuenta al momento del hecho con 27 años, es ama de


casa y tiene estudios primarios completos. Unos días
antes del hecho comenzó a trabajar en servicio domésti­
co. Sin antecedentes penitenciarios o psicopatológicos.

10. Relación de pareja entre víctima y victimario


(resumen de la pericia socio-ambiental)

“M” conoció a su mujer en séptimo grado de la escue­


la primaria. Estuvo de novio 13 años y casado 2 años. Del
vínculo nace una niña, contrayendo matrimonio poste­
riormente, en el mismo año.
Luego de contraer nupcias la pareja convivió con la
416 Juan H. Del Popolo

familia de origen de “M”, ocupando una habitación en


construcción, compartiendo el baño y la mesa familiar.
La madre del causante explica que “L” le exigía a “M”
vivir solos, pero como éste no podía pagar un alquiler, la
joven se fue a vivir a cása de su madre-con su pequeña
hija. “M” concurría allí con mucha frecuencia. Menciona
también que su hijo era “... toda chacota...”. Por su parte,
el padre del autor refiere acérca de su hijo lo que sigue:
“...lo he criado regalón..”, agrega que nunca le pegó y que
tiene alma de niño..” .
La madre de la víctima dice: “...que nunca oyó dispu­
tar a la pareja en forma violenta...”. Cuando nació su nie­
ta asevera que “M” no se preocupaba por ésta, que no
parecía responsable y que no trabajaba.
Es. dable destacar que en la pericia socio-ambiental
ninguno de los vecinos de la familia de origen de “M”
lo describen como sujeto de conductas agresivas fran­
cas.
10.1. Investigaciones periciales realizadas en el caso
a) Necropsia: Consideraciones médico-legales: Mujer de
27 años de edad, que falleciera como consecuencia de “un
impacto de bala en forma accidental”; según consta en
nota policial.
Se observa orificio de entrada de proyectil por arma
de fuego a nivel de región occipitotemporal derecha.
Cuyas direcciones fueron: a- de izquierda a derecha; b-
de adelante-atrás; levemente descendente. Causa de
muerte: Dilaceración de masa encefálica por proyectil de
arma de fuego.
b) Guantelete de parafina: Resultado negativo.
Psicología judicial 417

c) Dosaje alcóholico: Tres centigramos de alcohol por


mil mi. de sangre. Normal al momento de la extracción.
d) Peritaje balístico: Ver resultado en punto 7.
e) Examen psiquiátrico: No presenta al momento del
examen trastornos psíquicos encuadrables dentro del
concepto de alienación mental. Sus funciones psíquicas
acordes a edad, sexo, grado de instrucción y medio socio-
cultural. El causante comprende la criminalidad de sus
actos y puede dirigir sus acciones.
f) Encuesta socio-ambiental: Ver punto 10.
g) Examen psicológico

11. Semiología delictiva

En relación con las. características del delito y sus cir­


cunstancias, encontramos algunos aspectos llamativos,
indicios que nos acercan al modo en que obró el autor.
El hecho fue cometido en la propia casa paterna de
“L”, en momentos en que dicha vivienda se hallaba ocu­
pada por parientes cercanos a ésta. Por los datos que sur­
gen del expediente judicial se constata que “M” no ocultó
a la víctima, ni el delito de su autoría, como tampoco pre­
tendió huir con posterioridad al mismo. Por el contrario,
según la crónica, intentó recuperar a “L” y se entregó
espontáneamente a la autoridad. Tampoco, podemos
decir, confeccionó el autor del hecho un plan, previamen­
te razonado, que le permitiera ejecutar el acto criminoso
y librarse de sufrir las consecuencias penales. Por otra
parte es difícil encontrar desde lo fenomenológico un
motivo que haga “comprensible” la respuesta agresiva.
418 Juan H. Del Popolo

Tal vez por ello, es notable, el carácter de “accidental”


que le confieren al evento algunas opiniones vertidas pop'
los testigos. En este sentido, nos parece oportuno citar a
E. Fromm cuando en su libro 6 hace referencia a la agre­
sión accidental o no intencional. Así nos dice: "... El ejem­
plo clásico de este tipo es el disparo de rifle que hiere o
mata por accidente a un individuo circundante. El psico­
análisis ha reducido algo la simplicidad de la definición
jurídica relativa a los actos accidentales al introducir el
concepto de motivación inconsciente, de modo que uno
puede plantear la cuestión de si lo que aparece acciden­
tal rio lo deseo inconscientemente el agresor. Esta consi­
deración disminuiría el número de casos que entran en la
categoría de agresión no intencional, pero sería una sim­
plificación exagerada y puramente dogmática suponer
que toda agresión accidental se debe a motivaciones
inconscientes”. Teniendo en cuenta tal advertencia, y a la
espera de un examen globál de la conducta del encarta­
do; sólo queremos destacar otro elemento que se despren­
de de tales declaraciones; esto es, el carácter de “chiste”,
de “broma” que llegó a mal término, con el cual califican
los testigos la conducta delictiva de “M”; elemento a con­
siderar con mayor detenimiento al avanzar en el presen­
te trabajo.

6 Fromm, Erich: “Anatomía de la destructividad humana”. Ed.


Siglo Veintiuno. 1974.
Psicología judicial 419

12. T écnicas de exp lora ción p sicológica s em pleadas


en el tra bajo p ericia l p sico ló g ico

1- H T P : Como síntesis general de la evaluación de


esta técnica, constatamos un yo débil, con una autoima-
gen pobre y débil autoestima. Sensación de impotencia y
futilidad. La comunicación en parte se halla mediada por
la fantasía, obstaculizando un contacto adecuado con la
realidad. Asimismo, son notorios los aspectos de pasivi­
dad e inmadurez y elementos correlacionados con una
fuerte necesidad interna de protección. Se pueden inferir,
además, a partir de los relatos, uná carga impotente de
idealización, especialmente en el gráfico de la pareja.
Aquí el dibujo se torna más primitivo y desorganizado y
no se encuentran características diferenciales en los
dibujos de ambos sexos; expresando la dificultad del suje­
to para establecer diferenciación en el rol y papel sexual.

2- Desiderativo: Presenta dificultades en la integra­


ción de la emoción con el pensamiento. Ansiedad perse­
cutoria. Se destaca una considerable disociación entre los
aspectos buenos y malos que el sujeto siente poseer. De
este modo aparecen fluctuaciones importantes entre sen­
timientos de utilidad e inutilidad. Es posible que exista
en el sujeto, una fuerte hostilidad inconsciente, como
también, un sentimiento profundo de inutilidad.

3- Bender : Buena organización en su plano vital. No


presenta indicaciones de lesión cerebral. Débil autoesti­
ma. impulsividad, ansiedad, falta de atención en la
tarea. Terquedad. Nivel de coordinación normal.
420 Juan H. Del Pòpolo

Hostilidad reprimida (evaluación según HUTT -uso


del espacio I-figuras 4,5,6 y 7.

4- Test de Roschach: (evaluación según Klopfer)


Son característicos los fracasos y la falta de compro­
miso que el sujeto establece con el material para organi­
zar respuestas. Estos fracasos pueden obedecer por una
parte, al aumento de la ansiedad persecutoria propiciada
por las características ambiguas del material de test. Es
probable, además, que-frente a la dificultad para contro­
lar conscientemente las respuestas, el sujeto no las de,
como intento de ocultar contenidos internos que en su
fantasía lo comprometan en el proceso judicial y como
forma de brindar una imagen socialmente aceptable.

Tot. R. : 5 Adic.: 1 M: Suma C = 0 : 0


F % : 40 % (FM + m): (Fe + c + C’) = 3 : 0
FKF Fe : 40 % N Rep. Lam: VIII-IX-X = 40%
R
W :M =4 :0
N Populares : 4 F = 37 %
N Originales : 0 F + T = 65 %
AT : 0 Grupo Vital = 100 %
H: 20 % Indice de realidad : 6.
(H + A) : (Hd + Ad)= 5: 0 Fracasos: IMV-VI-YII-IX
Relaciones'suplementarias
M : FM = 0 : 3
M : FM + m = 0 : 3
FK + Fe + F = 0 : 2,50
FK + Fk + Fe : KF + K + KF + cF + c = 0 : 0
FC : CF + c = 0 : 0
W : 50 %
D : 25 %
S : 25 %
Psicología judicial 421

5- TAT (abreviado)
El héroe de las historias generalmente es un niño,
donde se destacan aspectos de inmadurez y dependencia.
Idealización de la relación de pareja. Se constata un alto
nivel de aspiración, sin mediar en ésta los pasos interme­
dios para realizarlo. Así en la historia de la lámina N I
“M” relata: Un niño que está pensando en ser un gran
violinista... Piensa que puede estar en una gran orques­
ta, ser importante, lograr gran fama, ser un gran escri­
tor. La historia puede terminar en la fábula que él se
imagine, ser de lo más grande...”

6- Test de Weschler-Bellevue: (puntajes equiparados)


Logra un mejor desempeño en el área verbal abstrac­
ta, adecuados puntajes en los subtest de Información,
Vocabulario y Comprensión que le. permiten organizar el
pensamiento. En el nivel ejecutivo su rendimiento no es
homogéneo, donde aparece su dificultad para relacionar­
se con las personas y para manipular las situaciones
sociales, como también para enfrentar los problemas que
debe resolver y su reacción ante sus errores y responsa­
bilidades.

Información: 10 Comprensión Visual: 7


Comprensión: 14 Observación: 10
Analogías: 16 Construcción: 12
Dígitos: 7 Razonamiento Práctico: 8
Aritmética: 6 Atención: 8
Vocabulario: 12 Total de puntajes sub-teSt de
Total de puntajes equiparados ejecución: 45
sub-test verbales: 65
422 Juan H. Del Popolo

Puntaje total equiparado: 99


CI Verbal: 109
CI Ejecución: 96
CI Total: 103 (normal promedio)
Deterioro: 16%

12.1. Semiología de las funciones psíquicas


Atención: En la primera entrevista estuvo disminuida
la atención voluntaria*, asociada a factores afectivos deri­
vados del contexto de encierro y de su preocupación por
el futuro.
Orientación auto y alopsíquica: Sin alteraciones.
Curso y contenido del pensamiento: Sin alteraciones.
Rapaport: Relación con ciertas reservas, pero sin
ocultar manifiestamente información.
Defensas: De tipo confusional, paranoide, en las pri­
meras entrevistas.
Memoria de corto y largo plazo: Aparece conservada.
En el momento del hecho no parece probable que hubiese
existido una conciencia restringida que afectara la aten­
ción y la fijación. Adviértase que su eficacia práctica,
durante el transcurso de los momentos posteriores al
hecho, no se vio alterada por falta de control o desorgani­
zación; como es frecuente que ocurra en estados de emo­
tividad exaltada, que no sólo afecta el estado de concien­
cia, sino también la eficacia práctica de la conducta
(condujo un automóvil). Por ende, el recuerdo del hecho
distinto de la versión que ofrecen las pruebas, bien puede
obedecer a un fenómeno de disimulación o de transfor­
mación de lo ocurrido y no a un fenómeno patológico de
Psicología judicial 423

la conciencia o de algún acontecimiento traumático que


altere la memoria.

13. Datos de la investigación psicológica y su


importancia para satisfacer la demanda pericial

Concretamente el peritaje psicológico debía proporcio­


nar elementos de juicio para ayudar a establecer al Tri­
bunal si “M” al momento del hecho:
a) Se representó la posibilidad del resultado mortal
b) Si se representó tal posibilidad y confió en que el
resultado no se produciría (Hipótesis de Homicidio culpo­
so)
c) Si se representó el resultado y asintió con indife­
rencia en su producción (en cuyo caso debía responder
como autor de un Homicidio doloso)

Para lograr configurar esta respuesta se realizó un


análisis de la conducta desde una perspectiva longitudi­
nal (historia de “M”) y transversal, funciones psicológicas
en el aquí y ahora y al momento del hecho.
A partir de este doble registro se advirtieron las
siguientes características en su conducta que comenta­
mos a continuación y que posibilitaron que se pudiera
responder al requerimiento pericial, con valiosos indicios,
engarzando la perspectiva psicológica con la necesidad
jurídica; logrando una comprensión del hecho que sin el
auxilio de la psicología no se podría haber obtenido, posi­
bilitando una más justa aplicación de la ley.
424 Juan H. Del Popolo

A)Disminución de la eficiencia de las funciones psico­


lógicas relacioadas con el juicio crítico
En este punto seguimos a Bellak en su trabajo “Eva­
luación de la funciones del Yo”, quien al referirse al juicio
crítico como función del Yo enuncia los factores que lo
*■

componen y del que tomamos el item Anticipación de las


posibles consecuencias de iin hecho” (previsión de peli­
gros probables-problemas legáles-vcensura social-desapro-
bación-inadecuación-daño físico).^
\J3n relación a esta función en el test de Weschler se
observó una disminuición en el test de Comprensión
visual que resulta relevante y que se asocia con déficit en
la capacidad de anticipar y planear la conducta^
En la historia vital del sujeto a sí mismo advertimos
esta falta en la función yoica. Así, relata en las entrevis­
tas que construyó el techo de la vivienda que habitaba
luego de que contrajera matrimonio, sin poseer conoci­
mientos y habilidades específicas para tal fin, terminan­
do ésta por derrumbarse.
En su historia laboral también se verifica la falta de
un proyecto sólido en el terreno ocupacional con inestabi­
lidad en sus emprendimientos que trasuntan este mismo
déficit en relación a esta función. Así mismo, el embarazo
de su pareja no es deseado por “M”, representándoselo
como “accidental”, no planeado.
Cuando presta indagatoria en sede judicial tampoco
anticipa ni planea lo que va a declarar; como consecuen­
cia de ello logra agravar notoriamente su situación proce­
sal al proporcionar explicaciones contradictorias como las
que ya hemos reseñado.
Por otra parte, el déficit en la función de anticipación
Psicología judicial 425

se manifiesta en la conducta de “M ” expresada en los


“juegos” que éste establecía con el arma. Tal conducta
refleja en parte, la falla en la conciencia de las probables
consecuencias dañinas en su accionar. Dichos comporta­
mientos son referidos por los testigos como “habituales”,
“frecuentes”, otorgando por ello un grado cuantitativa­
mente alto de conductas que expresan juicios erróneos.
En las entrevistas, “M” siente que las cosas “le ocu­
rren”, “le suceden”, “se le imponen”, no reconociendo su
déficit en la anticipación de las conductas que implemen-
ta. De esta manera comenta "... no nos preparan cono­
ciendo las leyes, en mi caso yo las conozco aquí (prisión);
le pasan las cosas y uno no sabe...” Al delito cometido lo
define como: “... un golpe en la vida...”
Estos elementos, desde lo longitudinal y lo transver­
sal reseñan un rasgo de conducta de “M ” que notoria­
mente se correlaciona con el objeto de la demanda peri­
cial.
Es dable sostener a la vista de este déficit en esta
función yoica que como “M” dice no haya anticipado con­
sistentemente la posibilidad del resultado mortal.
Este primer rasgo de conducta contribuye a conside­
rar la hipótesis del Homicidio doloso como menos proba­
ble.
Así cobran sustento desde la óptica conductual sus
manifestaciones de que "... lo hizo sin querer...”, “...no se
dió cuenta...” , “....que se le escapó un tiro...”

B) Rasgos omnipotentes en la conducta de “M ”


Los testigos nos ilustran en torno a la conducta de
“M” con el arma. En tal sentido expresan en el expedien­
426 Juan H. Del Popolo

te que eran comunes en “M” las siguientes expresiones


(especialmente con los niños): "... yo tengo un revolver
más grande que el tuyo...”, "... si no te portás bien te
meto un tiro...”. No se desprendía del arma, ni aún para
salir de compras fuera de su trabajo. Elementos.testimo­
niales donde aparece claramente como el autor utilizaba
el arma para reafirmar su autoridad, para que los otros
obedecieran y acataran su deseo. “M” dejaba este instru­
mento a la vista y al alcance de los demás; "... la enseña­
ba...”, "... la mostraba...”, como si este objeto no pudiera
dejar de ser reconocido o ignorado para los otros.
Es factible pensar dadas estas singularidades en la
conducta que venimos exponiendo, como por ejemplo, la
gran valoración afectiva con la que el sujeto tenía el
arma, como también la notable simbiosis que le impedía
desprenderse de la misma, que este instrumento actuaba
para “M” como un reasegurador de su autoridad y poder;
confundiendo los atributos de la cosa con su propia iden­
tidad.
Estas circunstancias avalan la hipótesis de que arma
y función operan como dadores de una seudo identidad
omnipotente.
Aunque “M” también expresaba "... mire, yo tengo un
concepto: el que entra como agente de seguridad es un
inútil...”. Como se advierte, la situación resulta típica de
los trastornos narcisistas de la personalidad en los que se
oscila en la autovaloración del 0 al 10, de la impotencia
a la omnipotencia. También en las entrevistas aparece el
efecto de completud, de plenitud, propio del “espejo” des-
cripto por Lacan donde el “otro” funciona como parte de
sí. Así refiere “M” acerca de su matrimonio: “...nos enten­
Psicología judicial 427

díamos mirándonos... y así sentíamos todo...”; “...no tení­


amos problemas ni secretos...” . En este discurso no hay
lugar para las diferencias, ni los desacuerdos; tampoco
para “oir” seriamente la advertencia del otro de que era
posible un resultado mortal.
Desde las técnicas psicológicas nos limitaremos a
reseñar tan solo la lámina 1 del TAT que resulta particu­
larmente ilustrativa al respecto. Allí relata: “... un niño
que está pensando en ser violinista... puede soñar en ser
un gran violinista. Piensa que puede estar en una gran
orquesta importante, lograr gran fama, ser un gran escri­
tor. La historia puede terminar en la fábula que él se
imagina, ser de lo más grande”.
En el HTP se constata a partir de su evaluación un
yo débil, con autoimagen pobre, débil autoestima, sensa­
ción de impotencia y futilidad.
En esta lámina señalada (TAT) se advierte un alto
nivel de aspiración en el que queda puesto de relieve el
rasgo de omnipotencia que venimos reseñando; que encu­
bre un profundo sentimiento de impotencia. A nuestro
entender, es posible que la conducta de “juegos” manifes­
tada por el encartado revelara el aspecto inverso, omni­
potente, a tales sentimientos inconscientes de debilidad,
inutilidad y de baja autoestima que a modo de “autoen-
gaño” evita al sujeto hacerse cargo conscientemente de
estos aspectos temidos. A su vez, esta “pátina” omnipo­
tente proporciona ilusoriamente una autoimagen contra­
ria a estos elementos rechazados del sí mismo, como de
alguien “fuerte”, “grande” y poderoso.
Desde esta perspectiva se puede establecer un segun­
do punto de articulación útil a los fines periciales pro-
428 Juan H. Del Popolo

puestos. La frase dicha por el autor en momentos previos


al hecho “...no, qué se me va escapar un tiro...” se hace^
plenamente comprensible en su dinámica psicológica ..á
partir de los mecanismos omnipotentes referidos, como
consecuencia de los cuales el sujeto cree ilúsoriamente en
su capacidad de control sobre el arma y de su “poder
jugar” ilimitadamente con un elemento peligroso. Desde
este punto de vista, se cuenta con otro elemento para,
considerar como menos probable desde lo psicológico que
se hubiese representado la posibilidad del resultado m or­
tal, asintiendo en él.
Reinhart Leemp en su obra 7, reseña un caso análogo
al que nos ocupa. Se trata de DANIEL “M” quien tam­
bién presentaba notables trastornos de autoestima y
gran necesidad de prestigio colocándose en la pose de
“hombre fuerte”, jugando al “pistolero”, provocando igual­
mente la muerte de la víctima.

C) Aparición de la conducta delictiva a la manera


de acto fallido
El hecho en su factura recuerda lo desarrollado por el
psicoanálisis en torno al denominado “acto fallido” en
donde emerge la agresividad más allá de lo querido cons­
cientemente. Esta idea se relaciona con la teoría del acto
fallido elaborada por S. Freud en 1901. En un artículo de
este autor 8 leemos: “Si a ciertas insuficiencias de nues­
tras raciones psíquicas -olvidos, errores en el habla,

7 Leemp, Reinhart: “Delincuencia juvenil: Análisis de ochenta


casos de homicidio”. Ed. Herder. Barcelona. 1979.
8 Freud, Sigmund: “Obras Completas”. Ed. Amorrourtu, 1980..
Psicología judicial 429

escritura, lectura, acciones casuales-... y a ciertos desem­


peños que parecen desprovistos de propósito se les aplica
el procedimiento de la indagación analítica demuestran
estar bien motivados y determinados por-unos motivos
no consabidos a la conciencia”. De esta manera, porque
existe en esta concepción la idea de fuerza inconsciente,
se explica así, algunos casos de error personal; donde por
ejemplo se dice o se hace todo lo opuesto de lo que cons­
cientemente se quería decir o hacer. Ya que la motivación
es desconocida por el sujeto, es muy posible que se tienda
a explicar dicha acción fallida como una “desatención” o
una “casualidad”.
En las técnicas gráficas y en el test de Bender hemos
encontrado también indicios de hostilidad reprimida con­
forme la interpretación según Hutt (uso del espacio I -
figuras 4,5,6 y 7). En el Desiderativo se ha advertido
ansiedad persecutoria y una notable disociación entre los
aspectos buenos y malos que el sujeto siente poseer, dan­
do pie a la hipótesis de la existencia de una fuerte hosti­
lidad no consciente.*
En conclusión, es posible que “M” en el momento del
hecho careciera de una motivación consciente que avala­
ra el resultado de su acción resultándole a él mismo
“inexplicable” lo sucedido; por lo cual verbaliza al poco
tiempo del hecho: “... no sé cómo pudo ocurrir ésto...” ;
acercándonos por lo tanto a la hipótesis de culpa.

* Las declaraciones de los testigos que atribuyen a la conducta de


juego de “M” el matiz de “chiste” y al homicidio como de “broma que
terminó mal”, refuerza esta hipótesis desde el ángulo de fuerza
inconsciente que se materializó en la acción letal.
430 Juan H. Del Popolo

Desde esta tercera perspectiva se puede sostener la


hipótesis de que se está en presencia de una acción ,
impensada, de un acting neurótico (Bellak), producto dé
una falla en la regulación y control de los impulsos. Así
el sujeto siente "... que se le escapó...” un tiro, que fue
víctima de un impulso desbocado, desconocido.

D) Estado de la relación de pareja precedente al hecho


Al describir la relación de pareja señalaremos ante­
riormente cómo para “M” no existía un conflicto en tanto
formula su matrimonio como ideal. Desde lo fenomenoló-
gico no aparecen indicios que nos permitan hallar una
motivación consciente en el sujeto que explique la res­
puesta agresiva.
Desde esta óptica, para el punto pericial, cabe desta­
car esta ausencia de conflicto de pareja, por lo cual, des­
de lo consciente, no estuvo presente en el sujeto una
motivación comprensible que hubiese actuado para dese­
ar el resultado de su acción, acercándonos afirmativa­
mente a la hipótesis de culpa.

E) Conducta posterior al hecho


En el punto cuatro señalamos la conducta posterior al
hecho de “M” y la respuesta emocional del autor (“e n :
fresco” inmediatamente posterior al hecho delictivo) ver­
tidas en los datos testimoniales. Declaraciones otorgadas
por los familiares de la víctima. Repetiremos algunos de
estos testimonios:
“M” decía luego del hecho: "... no puede ser, no puede
ser, no puede ser...”; “que se mataba él pero que le devol­
viera la vida a ella...”; "... me tengo que matar, me tengo
Psicología judicial 431

que morir, no sé cómo pudo ocurrir ésto, me tengo que


morir yo...”. Los testigos lo habían visto a “M” muy ner­
vioso y asustado después del hecho.
Estos testimonios sirven para discernir en mejor
medida acerca del núcleo afectivo vivenciado por el autor
y de esta manera ver si encuadra en la categoría de dolo
eventual o culpa, que es lo que nos ocupa en el trabajo
pericial.
Acerca de la acción dolosa Fontan Balestra enseña
que se requiere que no solamente el resultado se haya
previsto cuando menos como posible, sino que se haya
asentido en él, que en última instancia se lo acepte
(Derecho Penal, Parte general II, pág. 303).
En su obra Vicente Cabello 9 nos ilustra acerca de la
raíz subjetiva del dolo eventual cuando explica que ésta
debe rastrearse en la indiferencia; siguiendo la regla de
Reinhard Frank de aquellas personas que dicen: “resulte
así o de otro modo, pase lo que pase, obro en todo caso”.
Las expresiones afectivas del autor (reconstruidas a
partir de los datos testimoniales) transmiten reproche,
sorpresa, preplejidad, confusión ante algo (resultado) que
no se esperaba que ocurriera. La respuesta emocional de
“M” momentos posteriores al hecho se puede correlacio­
nar con las fallas en las funciones psíquicas de anticipa­
ción y planeamiento ya mencionadas. Por otra parte, la
“sorpresa” y perplejidad manifestada por el encartado
momentos posteriores al hecho puede ser pensada como
efecto terminal del posible rechazo de la previsión misma

9 Cabello, Vicente: “Psiquiatría forense- en el derecho penal”.


Tomo I. Cap. V. Ed. Hammurabi. Bs. As.
432 Juan H. Del Popolo

que se puede inferir de la frase emitida por “M” momen­


tos previos al delito, a saber: no... qué se me va a,
escapar...”
Los intentos de revertir el resultado por parte de “M”
se encuentran impregnados de componentes mágicos-
omnipotentes (“... que se mataba él, pero que le devolvie­
ra la vida a ella...”) como concretos (ya que el autor tras­
lada a “L” a un hospital como-intención de recuperarla),
destacan el rechazo (con mayor probabilidad) emocional
al desenlace letal, o bien,-la no aceptación insensible del
mismo.
En definitiva, pensamos a partir de los elementos
mencionados, que la respuesta emocional del encartado
encuadra mejor en la hipótesis de culpa, contribuyendo a
restar probabilidad a la hipótesis del Homicidio median­
do dolo eventual.

F) Aporte psicológico para el entendimiento de las


contradicciones de “M ” en su relato del hecho
Se mencionaron anteriormente las contradicciones
burdas y poco creíbles que “M” ofreció a la justicia en su
versión de los hechos. Frente a tales contradicciones se
incrementó la sospecha en algunos funcionarios como
también el interrogante de: ¿qué se proponía el autor al
distorcionar los hechos?
Si bien la actitud de “M” es reprochable desde el pun­
to de vista ético, esto significa necesariamente, que tales
contradicciones y faltas a la verdad tengan como inten­
ción ocultar un hecho doloso. Por sobre todo, aclaramos
al comienzo del trabajo, que, para diferenciar un acto
doloso de uno culposo era necesario, entre otras cosas,
Psicología judicial 433

discernir retrospectivamente el estado anímico del encar­


tado momentos previos al hecho y con posterioridad al
mismo. De este modo, tales contradicciones pueden obe­
decer a muy diversos motivos. En tal sentido reseñamos
en el apartado de B de esta sección acerca del alto grado
de disociación sobre sus aspectos negativos (inutilidad-
hostilidad-inmadurez...) para evitar lo temido de sí mis­
mo e impidiendo reconocer conscientemente su propia
responsabilidad en los hechos. Esta característica se
encuentra definida en el llamado Trastorno de personali­
dad narcisista otorgado por el Manual de diagnóstico
DSM-HI-R. Allí leemos acerca de este rasgo: “Es frecuen­
te el autodelirio defensivo y el autoengaño por medio de
la deformación de los hechos, de modo que se preserva el
sentimiento de la propia importancia”.
Como hipótesis pensamos que “M” no reconoce haber
sido partícipe de los “juegos” con el arma (que declaran
reiteradamente los testigos) porque de acuerdo a su
modalidad psíquica no puede dar una imagen de ser fali­
ble preservando una autoimagen “fuerte”, “poderosa”, y
libre de fallas. Es posible que tal autoengaño tenga
características defensivas para el sujeto (reconociendo
éste en las últimas entrevistas sufrir remordimientos por
su acción), ya que le permite liberarse de momento al no
reconocer su propia responsabilidad en el hecho, de dosis
poco tolerables de culpa por su accionar que provocó
finalmente el deceso de su esposa.
434 Juan H. Del Popolo

14. Conclusión

Los elementos aportados por la pericia psicológica'


permiten afirmar como hipótesis más probable que, “M”
al momento de cometer el hecho no asintió con indiferen­
cia en la producción del resultado mortal de su cónyuge
y que, con el mismo grado de probabilidad se puede sos­
tener que resulta creíble su afirmación de que creyó que
el resultado no se produciría. Aún cuando sobre el parti­
cular no se pueda proporcionar certeza, sus característi­
cas conductuales dan pie para dar crédito a sus versiones
al menos para favorecerlo con el beneficio de la duda, que
ya es mucho.
Así mismo, a partir de la dinámica psicológica de “M”
se hacen comprensibles las contradicciones en que incu­
rren sus explicaciones brindadas ante la justicia (falta de
anticipación y planeamiento y aspiración de brindar una
imagen idealizada, sin fallas), sin que ello implique que
su intención sea ocultar un hecho doloso, como desde una
mirada ingenua se interpretó.
De esta forma, el presente trabajo plantea la posibili­
dad de explorar psicológicamente conductas que constitu­
yen la materialidad fáctica de standards legales relacio­
nados con la culpabilidad, articulación poco explorada
hasta el momento y de promisorios desarrollos.
APÉNDICE

Aproximación al examen del hecho a partir


de una perspectiva lacaniana

Las características del hecho como las circunstancias


que lo rodearon muestran al delito como desprovisto de
un móvil que lo “justifique”. Desde el sujeto (“M ”), actor
principal del drama heteroagresivo no aparece una
“razón esencial” que haga comprensible el acto criminal,
como podría ser un beneficio económico a partir del mis­
mo. Por el contrario, “M ” no sólo no aporta motivos a los
magistrados y profesionales en su labor pericial, sino que
dicha incógnita encarna en el sujeto cuando a partir de la
crudeza materializada de su acción dice:

me tengo que matar, me tengo que morir... no sé


como pudo ocurrir esto... me tengo que morir yo...”

En donde el sujeto atónito y desesperado tratando de


“borrar” el resultado de su acción prefiere morir, anular
su vida. Esta vez la agresión se dirige para sí como auto-
agresión con el intento mágico de revertir esta situación
trágica que, (al reconocer “lo distinto” revelado por la
realidad cotidiana) “contradice” lo que el sujeto creía y
quería mantener.
Decimos “esta vez” porque a manera de hipótesis
436 Juan H. Del Popolo

suponemos que ocurrió algo inmediatamente anterior al


acto agresivo que vino como á poner “en duda” su poder7
de control y que posiblemente fué detonante otorgando
movilidad al mecanismo de agresividad incoiisciente.
Previo al acto, la víctima se dirige a “M” del siguiente
modo: “... tené cuidado que se te puede escapar un
tiro...”, al observar al encartado en sus juegos con el
arma. Discurso sostenido por la víctima a lo cual sigue de
parte de “M” un: “...No.. ..qué se ine va a escapar (un
tiro)...”. Como efecto de creencia en un “poder jugar” ili­
mitadamente con un elemento peligroso sin tomar en
cuenta, tendiendo a desconocer características de la rea­
lidad externa y de su propio mundo interno. De esta
manera, el resultado de su acción incluye tácitamente un
límite,, duro por cierto, a su propia creencia y un corte en
“su saber” acerca de sí mismo. Es en este punto donde se
pierde, se extravía de momento la causalidad, el sentido
de su acción; eliminando como producto no sólo a otra
persona, sino desapareciendo su autocontrol, dando paso
a “eso” que produce un “esto” desilusionante y fatal. Es
aquí donde la sociedad se hace responsable de él, la ley
de los hombres toma cartas en el asunto aislándolo de los
demás, recluyéndolo en una prisión.
Ahora bien, ¿de qué manera vivió y experimentó “M”
su relación de pareja?. Al respecto contamos con algunos
datos que nos confieren algún entendimiento sobre el
vínculo establecido con su cónyuge.
En las entrevistas “M” refiere acerca de su matrimo­
nio lo que sigue: “... No teníamos problemas... toda una
vida estuvimos juntos, fue algo hermoso... nos entendía­
mos, mirándonos ya sentíamos todo... teníamos todo..
Psicología judicial 437

mucho amor, buen compañerismo... no teníamos secre­


tos...”. A continuación transcribimos la historia que
acompaña al gráfico dé la pareja: “ ... Mi señora y yo, fue
una relación m uy buena, muy unida, muy compañeros;
nunca tuvimos algo negativo, lo que quería uno el otro
también, el poco tiempo que estuvimos como matrimonio
fue algo hermoso y hubiera sido algo muy lindo...”
Frases sugerentes en las cuales se actualiza en el
sujeto el efecto de “completud”, de plenitud propio del
espejo. Donde el otro (semejante) funciona como parte del
sí mismo devolviendo la imagen de sí por la mirada, de
un Otro que “sabe” lo que se siente; que tiene “todo”,
como si el entendimiento estuviera sentado predominan­
temente en lo imaginario donde no hay lugar para los
problemas surgidos a partir de lo diferente del otro. No
podían surgir divergencias en el “querer” como si ambos
fuesen lo mismo. Al parecer no se toleraban los desacuer­
dos en esta pareja; por lo cual, no se podía ser distinto
acortando como intento la distancia con un Otro ideal.
En relación con esto “M” no podía establecer una dis­
tancia con su mujer, no toleraba una separación de la
misma. Así definida la relación, carece de lugar para las
diferencias, para el conflicto que podía surgir y de hecho
surgen, de la convivencia cotidiana con un ser querido y
es llamativo que la convivencia real de esta pareja fue de
unos pocos meses en contraste con un noviazgo prolonga­
do de trece años.
Sin embargo, constatamos que en los primeros
momentos de formación de las parejas, sucede por lo
común una reedición de este sentimiento del “ser uno con
el otro”. Momento por demás fundante de la misma, gra­
438 Juan H. Del Popolo

tificante, que se acompaña de una buena dosis de ilusión


y fantasía. Al respecto, es interesante rescatar una frase
de J. Lacan al definir el amor como un “Dar lo que no se
tiene a quien no lo es”, donde, a nuestro entender resue­
na en ella algo del orden de la ilusión. Pero acaso este
estado ideal, fundante, ¿puede darse de otra manera?
Parece cierto también, qué en su evolución gradual­
mente las parejas (algunas por lo menos) empiezan a
reconocer lo distinto del otro; abandonando tal estado con
la correspondiente desilusión del “no eras como yo creía”,
aprendiendo y tolerando hasta cierto punto convivir con
un otro distinto del que se demanda. Es en el plano de la
génesis del amor y con la pérdida de este momento nar-
cisista como efecto de castración, pérdida de este Otro
incondicional y en el intento inconsciente de reecontrarlo
que se busca, se demanda la plenitud lógica de un estado
anterior en el cual el otro no está como objeto diferente,
sino como objeto pleno. Pérdida de este Otro sin barrar
dada por la historia constitucional edípica dél sujeto y en
la medida que éste se defiende de la castración de este
Otro porque es intolerante, se busca, se demanda aquello
que está antes de la castración, es decir; un Otro sin
fallas que “todo lo puede”. Es posible pensar como hipó­
tesis a partir de las frases dichas por “M” que éste inten­
taba recuperar en esta relación un estado de plenitud
ideal, anhelo por demás inconsciente.
Las dificultades surgen en relación con el intento
inconsciente de recupéración de la satisfacción lógica
experimentada con ese Otro incondicional; sin tener en
cuenta desde la intimidad que el otro de la realidad es
distinto al que se anhela; es decir, pasando por lo alto
Psicología judicial 439

aspectos de la realidad del otro semejante sin considerar


sus posibilidades y limitaciones por ejemplo. Inconve­
nientes originados cuándo desde lo inconsciente no se
acepta, no se tolera, que el otro objeto de afecto sea dis­
tinto a ese Otro que se tuvo, que se expresa en el neuró­
tico en ese intento a toda costa de coincidir siendo “uno
con el otro”. Así como dice un humorista italiano: “El cri­
men perfecto es como el matrimonio perfecto, todo anda
bien mientras no lo agarren”.
Este tolerar lo diferente de un otro semejante depen­
de de la historia constitucional del sujeto, (de cómo atra­
vesó los momentos edípicos) y hace que se pueda convivir
más o menos pacíficamente con ellas o que por el contra­
rio, se las intente “borrar” por medio de la agresión en
sus múltiples formas, permitiendo en algunos casos man­
tener libre al sujeto de fallas que no se toleran del sí mis­
mo puestas en el otro.
Podría pensarse, asimismo, que esta respuesta agre­
siva marca la intolerancia de lo inconsciente ante un
Otro castrado (metaforizado), agresión que viene como
intento de recuperación, de mantenimiento, de este Otro
inolvidable, poseedor de la verdad. Por ello surge el
reproche dirigido a este otro de la realidad que no “se
atreve” a ser como se quiere que sea desde lo íntimo.
Reproche y enojo que va dirigido a un Otro que “puede”
pero que no quiere dar lo que se pide. En mayor o menor
medida este mecanismo se activa en cualquier pareja
normal y en muchas situaciones de la vida.
Retomando algunos puntos teóricos originales de
S.Freud, la escuela Francesa enseña que existe en los
sujetos un anhelo inconsciente de recuperación del esta-
440 Juan H. Del Popolo

do de completud que se experimentó previo a la castra­


ción, como satisfacción lógica experimentada del “ser uno .
con el otro”. A partir de la castración (metáfora paterna)
que pone un límite a una. relación dual previa, fusionan­
te, este Otro pasa a ser dividido, no da respuesta, no es
garante de nada, es deseante a su vez por lo cual no está
completo. Problema que remite al sujeto a la experiencia
sufriente de no tener a alguien que lo signifique y lo con­
suele; que lo deja en el vacío. Castración de este Otro que
lo remite a un momento de desamparo original, vincula­
do también a los momentos de desarticulación y caos
intraorgánico propio de la prematuración específica de la
cría humana.
Formulaciones teóricas que parcialmente al menos
pretenden dar cuenta de eso que en lo cotidiano llama­
mos reproche, intolerancia, enojo, agresión; cuando desde
la intimidad inconsciente del sujeto se pasa por alto el
“no poder” por la fórmula imaginaria del “no querés dar­
me lo que te pido”. Presentificando por el acto la creencia
inconsciente en este Otro absoluto. Traemos a colación
estas articulaciones teóricas para establecer alguna rela­
ción hipotética en la génesis del proceso delictivo en “M”.
Espejo que se corre de momento mostrándole lo distinto
por su voz al sujeto. Voz que le muestra al sujeto la posi­
bilidad de que ocurra “lo imposible”. Hacia esta voz, pen­
samos, va dirigida la acción agresiva de “M” que le mues­
tra lo diferente, lo que él no tolera: ser falible con el
arma (terreno de la castración simbólica).
A su vez, pensamos que dicha acción, de tipo Acting-
out, impensada de parte del autor, viene a presentificar
como por un acto de fe de la existencia sostenida desde lo
Psicología judicial 441

inconsciente de un Otro sin barrar; que no “puede equi­


vocarse”, no dando lugar a dudas (terreno de la frustra­
ción imaginaria). Acción irreflexiva donde de momento se
acorta la distancia a este Otro sabio que se anticipa a la
acción, reafirmando su “poder de verdad”.
L e g is l a c ió n

LEY 22.914
INTERNACION Y EGRESO
DE ESTABLECIMIENTOS DE SALUD MENTAL
(B.O. 20/9/83)

Artículo l 2 — [C a s o s d e in t e r n a c ió n ] La internación de
personas en establecimientos públicos o privados de salud
mental o de tratamiento para afectados de enfermedades men­
tales, alcohólicos crónicos o toxicómanos, sólo se admitirá:
a) por orden judicial;
b) a pedido del propio interesado o su representante legal;
c) por disposición de la autoridad policial en los supuestos
y con los recaudos establecidos en el segundo párrafo del art.
482 del Cód. Civil;
d) en caso de urgencia, a pedido de las personas enumera­
das en los incs. I9 al 49 del art. 144 del Cód. Civil.

A r t . 2 9 — [I n s t a n c ia p r o p i a o d e l r e p r e s e n t a n t e l e g a l ]
La internación a pedido del propio interesado o de su represen­
tante legal deberá ajustarse a las siguientes disposiciones:
a) el peticionante suscribirá una solicitud de internación
ante el director del establecimiento o quien lo reemplace, pre­
sentando con ella un dictamen médico que identifique al posi­
ble internado, efectúe su diagnóstico y dé opinión fundada
sobre la necesidad e internación;
444 Juan H. Del Popolo

b) admitida la internación el director del establecimiento


deberá:
1) efectuar dentro de las cuarenta y ocho horas su propio./
dictamen médico o convalidar el de otro facultativo del mismo
establecimiento;
2) comunicar dentro de las setenta y dos horas al ministe­
rio de menores e incapaces la internación efectuada cuando se
trate de alguna de las circunstancias contempladas en los
arts. 141, 152 bis, incs. 1B y 2- o 482, párrafos segundo y
tercero del Cód. Civil ó en el caso de constar que la misma
persona ya había sido internada con anterioridad. Con tal
comunicación acompañará copia de los dictámenes médicos
producidos;
3) en cualquier otro caso si la internación superara los
veinte días deberá formularse igual comunicación;
c) si el internado estuviera sujeto a tutela o cúratela, su
representante deberá comunicar al juez de la causa la interna­
ción efectuada dentro de las veinticuatro horas de producida.
Art. 39 — [D is p o s ic ió n d e l a a u t o r id a d p o l ic ia l ] Cuando
la internación hubiese procedido por disposición de autoridad
policial el director del establecimiento deberá efectuar su pro­
pio dictamen médico o convalidar el de otro facultativo del mis­
mo establecimiento e informar dentro de las veinticuatro horas
del comienzo de la internación al ministerio de menores e inca­
paces, acompañando copia del dictamen y el del médico o fiscal
dispuesto previamente por la autoridad policial.
En el sexto día de la internación, de no mediar notificación
judicial ordenando mantenerla, el director del establecimiento
comunicará tal situación al ministerio de menores e incapaces
interviniente, y si dentro del tercer día siguiente no recibiere
la orden judicial requerida, por su sola autoridad dispondrá el
cese de la internación, notificación de ello al internado o a su
representante legal.
Art. 49 — [C a s o s d e u r g e n c ia ] En los casos de urgencia a
que se refiere el inciso a) del art. Ia se observarán las siguien­
tes disposiciones:
Psicología judicial 445

a) las personas facultadas deberán pedir la internación por


escrito firmado ante el director del establecimiento o quien lo
reemplace, quien accederá o rechazará fundadamente;
b) producida la internación, el solicitante deberá comuni­
carla al ministerio de menores e incapaces, dentro de las vein­
ticuatro horas;
c) el director del establecimiento procederá en estos casos
de igual modo al establecido en el art. 39. De no mediar orden
judicial en contrario y aunque no hubieren vencido los plazos
establecidos en el artículo citado, dispondrá por su sola auto­
ridad que la internación cese tan pronto desaparezcan las
causas que la justificaron, notificando de ello al interesado o
a su representante legal y al ministerio de menores e incapa­
ces.
Art. 5S— [D e p e n d e n c ia j u d ic ia l ] Cuando el internado se
encuentre bajo la autoridad judicial, cualquiera sea el origen
de la internación, el director del establecimiento:
a) deberá informar al juez de la causa con una periodicidad
no mayor de cuatro meses, sobre las novedades que se produz­
can en la historia clínica del internado;
b) podrá autorizar salidas o paseos a prueba, si los juzga
convenientes y el grado de recuperación del internado lo per­
mite, individualizando con precisión a la persona responsable
de su cuidado fuera del establecimiento e informando al juez
dentro de las veinticuatro horas;
c) requerirá autorización judicial para disponer el alta pro­
visoria, la transferencia del internado a otro establecimiento o
su externación definitiva.
Art. 6S— [COMUNICACION] Toda internación será comunica­
da inmediatamente por el director del establecimiento a los
parientes del internado u otras personas que este indique.
Art. 7S — [H is t o r ia c l ín i c a ] La dirección del estableci­
miento confeccionará una historia clínica de cada internado, en
la que constará con la mayor precisión posible: sus datos per­
sonales, los exámenes verificados, el diagnóstico y el pronósti­
co, la indicación del índice de peligrosidad que se le atribuya,
446 Juan H. Del Popolo

el régimen aconsejable para su protección y asistencia, las eva­


luaciones periódicas del tratamiento, y las fechas de interna­
ción y egreso.
A la historia clínica se agregarán:
a) solicitudes de internación y egreso. Deberán contener los
datos personales del peticionante;
b) las órdenes judiciales y las disposiciones de la autoridad
policial;
c) copia de las comunicaciones y notificaciones a que se
refiere esta ley, con las constancias de su recepción por los des­
tinatarios.
Art. 82 — [V is it a s ] El intémado podrá ser siempre visitado
por su representante legal o por el defensor especial previsto
en el art. 482 del Cód. Civil. Tales visitas no podrán ser impe­
didas.
Art. 92 — [I m p u l s o j u d i c i a l d e o f ic io ] Los jueces impul­
sarán de oficio y con la mayor celeridad las actuaciones judi­
ciales relativas a las personas comprendidas en la presente
ley.
Art. 10 — [I n s p e c c ió n j u d ic ia l ] Los jueces inspeccionarán
los lugares de internación y verificarán las condiciones de alo­
jamiento, cuidado personal y atención médica. '
Art. 11 — [E g r e s o d e l o s in t e r n a d o s ] Los jueces dispon­
drán de oficio todas las medidas apropiadas a fin de que las
internaciones se limiten al tiempo indispensable requerido por
las necesidades terapéuticas y la seguridad del internado y de
terceros. E l ministerio de menores e incapaces y, en caso, el
defensor especial del art. 482 del Cód. Civil, serán notificados
de las disposiciones que se adopten.
El director del establecimiento, en informe fundado, hará
saber cuando el internado se encuentre en condiciones de egre­
sar y, de ser posible, propondrá a quienes tengan mayor idonei­
dad para hacerse cargo de él o, en su caso, manifestará lo inne­
cesario de esta previsión. El juez, previa vista al curador y al
ministerio de menores e incapaces, resolverá con preferente
despacho.
Psicología judicial 447

Art. 12 — [F u n c io n e s d e l m in is t e r io d e m e n o r e s e in c a p a ­
ces] Los asesores de menores e incapaces deberán:
a) visitar los establecimientos de internación de las perso­
nas que se encuentren bajo su representación promiscua, toda
vez que fuera necesario y al menos cada seis meses, verifican­
do la evolución de su salud, el régimen de atención, las condi­
ciones de alojamiento, el cuidado personal y la atención médica
que reciben, informando al juez interviniente;
b) promover según corresponda, el proceso de declaración
de incapacidad por demencia o la información sumaria previs­
ta por el art. 482 del Cód. Civil, así como la rehabilitación de
los incapaces;
c) controlar el trámite de las actuaciones en que interviene,
requiriendo las medidas conducentes al mejor tratamiento y
cuidado de los internados, así como la administración y custo­
dia de sus bienes y, tan pronto sea pertinente, solicitar el cese
de las internaciones.
Art. 13 — [R e s p o n s a b il id a d d e l o s d ir e c t o r e s d e e s t a b l e ­
c im ie n t o s a s is t e n c i a l e s ] El incumplimiento total o parcial de
los deberes que la presente ley impone a los directores de los
establecimientos asistenciales, será puesto en conocimiento de
la autoridad a la que competa el ejercicio del poder de policía
sanitaria y, en su caso, de la autoridad judicial correspondiente
en lo criminal y correccional.
Los jueces y el ministerio de menores e incapaces deberán
denunciar de inmediato a aquellas autoridades, las inobser­
vancias que lleguen a su conocimiento.
Art. 14 — [C e n t r o d e o b s e r v a c ió n ] El ministerio de justi­
cia estudiará la posibilidad de constituir un centro de observa­
ción para recibir a las personas cuya internación se inicie con
intervención de la autoridad policial, observándose en ese caso
las disposiciones de los arts. 3By 4a.
Art. 15 — [Á m b i t o d e a p l ic a c ió n ] La presente ley se apli­
cará en la Capital Federal y en el Territorio Nacional de Tierra
del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.
El Poder Ejecutivo Nacional informará a los gobiernos de
448 Juan H. Del Popolo

las provincias del texto y los fundam entos de la presente, a fin


de que se contem ple la posibilidad de im plem entar una legis­
lación similar.
A r t. 16 [D e forma ]
DERECHO COMPARADO

DISPOSICIONES PROCESALES
EN CASO DE NIÑOS ABUSADOS

E st a d o d e Is r a e l
L e y d e r e v is ió n d e l a p r o t e c c ió n
DE EVIDENCIA EN NIÑOS

Artículo l 2 — Definiciones.
En esta ley por “niño” se entiende toda persona menor de
catorce (14) años de edad; ofensa “contra la moralidad” signifi­
ca alguna de las ofensas que se enumeren en el “listado”.
Art. 22 — Audiencia del niño como testigo.
a) Salvo con el permiso de un interrogador juvenil, el niño
no será oído como testigo en una ofensa contra la moralidad
cometida sobre su persona o en su presencia, o de la cual el-
ella es sospechoso; y una declaración por el niño sobre tal ofen­
sa no será admitida como evidencia.
b) En el lugar en que el interrogador juvenil ha permitido
a un chico ser oído como testigo, ninguna persona estará pre­
sente al momento de tomar la evidencia excepto el fiscal, el
acusador, el interrogador juvenil, y la persona a la que la Corte
le ha permitido estar presente.
c) La Corte puede ordenar que la toma de la evidencia o la
recepción de la declaración bajo la subsección a) sea interrum­
pida si después de oir al interrogador juvenil, este es de la opi­
nión que la continuidad de ella, puede causar daño al niño.
Art. 32 — Nombramiento de interrogadores juveni­
les.
450 Juan H. Del Popolo

a) El Ministerio de Justicia nombrará los interrogadores


juveniles para los propósitos de esta ley.
b) Un interrogador juvenil puede ser nombrado sólo des-'
pués de consultar con el comité.
c) El comité consistirá de cinco miembros, á saber:
1) Un Juez de Juzgado Correccional actualmente desempe­
ñándose como Juez para los propósitos de la ordenanza 1937
de Delincuentes Juveniles nombrado por el Ministerio de Jus­
ticia;
2) Un experto en higiene mental nombrado por el Ministe­
rio de Salud;
3) Un educador nombrado por el Ministerio de Educación y
Cultura;
4) Un experto en cuidado del Joven y del niño nombrado
por el Ministerio de Bienestar Social;
5) Un oficial superior de la Policía nombrado por el Minis­
terio de Policía;
d) El juez deberá actuar como Presidente del Comité;
e) El Comité deberá dictar las reglas para sus deliberacio­
nes y trabajo eri la medida que ellas no han sido dictadas por
regulaciones.
Art. 4 — Exanimación solo por interrogador juvenil.
-

Excepto para la examinación como testigo permitida por el


interrogador juvenil bajo la sección 2, un niño no será exami­
nado en relación a una ofensa contra la moralidad salvo por el
interrogador juvenil; pero esta previsión no deberá aplicarse:
1) Para las preguntas hechas al tiempo o inmediatamente
después de la comisión del delito o tan pronto como una sospe­
cha razonable se alce de que tal ofensa ha sido cometida;
2) Para las preguntas hechas por el padre, madre, guar­
dián, la persona que tenga la supervisión del niño o un médico.
Art. 5" — Presencia en la examinación.
Ninguna persona deberá estar presente al tiempo de la
examinación de un niño por el interrogador juvenil, salvo con
el permiso de este último.
Art. 62 — Publicación.
Psicología judicial 451

a) Ninguna persona deberá publicar cosa alguna destinada


a revelar la identidad de un niño examinado en relación a una
ofensa ante una Corte salvo con el permiso de la Corte.
b) La persona que contravenga esta sección es pasible de
ser encarcelada por un término de seis meses o una multa de
250 libras o ambas clases de penalidades.
Art. 1- — Presencia del niño en las operaciones de
investigación.
Donde, en el curso de una investigación policial en una
ofensa contra la moralidad, aparezca necesario llevar a cabo
un acto requiriendo la presencia o participación de un niño, tal
acto no deberá ser llevado a cabo, salvo en acuerdo con las
directivas del interrogador juvenil.
Art. 8S — R eporte a la policía.
a) En los casos en que una examinación en relación a una
ofensa contra la moralidad ha sido celebrada por un interroga­
dor juvenil a requerimiento de la Policía, el interrogador juve­
nil deberá revelar a la Policía las particularidades de la exami­
nación y presentar sus conclusiones ante ella.
b) Las previsiones de la sección 6 deberán aplicarse “muta-
tis mutandi” al reporte del interrogador juvenil bajo esta sec­
ción.
Art. 99 — Evidencia admisible.
La evidencia, en relación a una ofensa contra la moralidad
tomada o grabada por un interrogador juvenil o grabada por
un interrogador juvenil y cada una de las actas o reportes de
una examinación en relación a la ofensa preparada por el inte­
rrogador juvenil durante o después de la examinación son
admisibles como evidencia en la Corte.
Art. 10 — Examinación adicional.
En los casos en que la toma de evidencia o recepción han
sido discontinuados bajo la sección 2c) o en los que la evidencia
como la referida en la sección 6 ha sido sometida a la Corte el
procesado puede requerir y el Juez ordenar que el interrogador
juvenil reexamine al niño y le pregunte una particular cues­
tión, pero el interrogador juvenil puede refutar solicitar todas
452 Juan H. Del Popolo

o algunas de las preguntas así requeridas si el o ella es de la


opinión que solicitarlas es probable que cause daño al niño.
Art. 11 — Apoyatura.
Una persona no deberá ser convicta sobre la evidencia bajo
la sección 9 a menos que sea corroborada por otra evidencia.
Art. 12 — Implementación y regulaciones.
El Ministerio de Justicia estará a cargo de la implementa­
ción de esta ley y de hacer las regulaciones relacionadas a la
tal implementación:
Art. 13 — Entrada en vigencia.
Esta ley deberá entrar en vigencia en el cuarto Tishrei
5716 (20 de setiembre, 1955)
Listado
(Sección 1)
Ofensas contra secciones 208-209-210-211-345 (A)-346-347-
348-349-337-368 (B)-368 (C) -del Código Criminal.
Yitzchak Ben-Zvi Moshe Sharett Pinchas Rosen
Presidente Primer Ministro Ministro Just.

Enmiendas (1989). Primera enmienda: La ley se aplica


no solo a ofensas sexuales sino también a cualquier ofensa
cometida contra el niño por sus padres.
Segunda enmienda: La ley autoriza al Juez a remover al
acusado de la Corte cuando un chico esta testificando sobre
incesto.
Tercera enmienda: Toda interrogación juvenil debe ser
grabada.
Algunas disposiciones del sistema canadiense. Esta-
tuto-Bill-C-15-1987.
—Sección 274: dispone que no es esencial tener evidencia
adicional para corroborar el testimonio de un niño víctima o
testigo en orden a condenar a alguien por un delito sexual.
—(P.640) La evidencia de reputación sexual, sea general o
específica, no es admisible para los propósitos de refutar o
corroborar la denuncia.
—(P.640) Si el denunciante es, al tiempo de el proceso o de
Psicología judicial 453

la investigación preliminar, un menor de 18 años, el presidente


del Tribunal puede ordenar que el denunciante testifique fuera
del recinto de la Corte o detrás de una pantalla u otro artefacto
que le pueda permitir ál denunciante no ser visto por el acusa­
do, si el Juez es de la opinión que la exclusión es necesaria para
obtener un completo y cándido relato de los actos denunciados.
—(P.641) Un video-tape puede ser hecho y usado, que con­
tengan el testimonio de un niño víctima si la cinta es grabada
dentro de un tiempo razonable después del delito alegado. El
niño luego en el estrado “adopta” el video-tape y su contenido.

Alemania. Fallo de la Suprema Corte


de la República Federal

Bg Hst 1955, 7, pp-82-86.


“Un experto psiquiatra o psicólogo debe ser llamado a tes­
tificar acerca de la veracidad del relato de un testigo, si la con­
vicción depende primaria o exclusivamente sobre el testimonio
de un testigo bajo la mayoría de edad o si el testimonio no es
sustancialmente corroborado por otra evidencia.”
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INDICE

Capítulo I
CONCEPTOS BASICOS

Designación de la actividad............... ....................... 7


Algunos antecedentes de la disciplina................................. 8
Asociaciones y publicaciones........................................ . 14
El modelo de subordinación............................................. 15
El modelo de complementariedad.................................... 20
Concepto de psicología jurídica........................................ 21

Análisis del concento ................................................... 21


La complejidad y otras ciencias....................................... 26
Psiquiatría forense............................................... ........... 26
Criminología..................................................................... 27
Antropología criminal....................................................... 27
Biología criminal.............................................................. 27
Sociología criminal......................................................... 28
Victimología...................................................................... 28
Fenología.......................................................................... 28
464 Indice

Medicina forense.............................................................. 28
Política criminal............................................................... 29
Criminalística....................... ........................................... 29

Otras concepciones de la psicología forense............ 39


La ley y el psicólogo..................................................... 41

Capítulo II
ALGUNAS DIFICULTADES QUE EL PSICOLOGO DEBE TENER
EN CUENTA EN LA INTERACCION PSICOLOGIA-DERECHO.
NECESIDAD DE SU CONOCIMIENTO

A) Dificultades a nivel terminológico.............................. 50


B) Dificultades a nivel de la fijación de los “focos”
de trabajo................................................................... 52
C) Dificultad a nivel de “ley de territorio”...................... 53
D) Dificultades por la falta de tolerancia de la angustia,
ignorancia y confusión. La ilusoria pretensión de
erradicar la “subjetividad”......................................... 54

La pretensión ilusoria de erradicar la


“subjetividad” .......................................................... 57
E) Dificultad al enfrentarse con los mecanismos de
inercia de la actividad judicial, al menos en algunos
sectores................................................................. ..... 66
F) Dificultad por la tendencia a fracturar fenómenos
complejos.................................................................... 67
G) Dificultad frente a las tendencias rotulatorias del
sistema y a las propias en tal sentido....................... 71
Indice 465

H) Dificultad para el trabajo psicológico-forense por la


recurrencia a modelos psicopatológicos...................... ... 75
D Tendencia a volver estáticos los fenómenos
dinámicos................................................................... ...76
J) Tendencia a adoptar el rol de observador neutro.......... 77
K) Tendencia al tratamiento disgregado de la
problemática en juego................. .............................. ... 78
L) Visiones ingenuas de la conducta humana................ ... 79
LL) Acento sobre lo individual......................................... ... 80
M) Visiones racionalistas de la conducta humana.............. 81
N) Tendencia a no utilizar los datos relevantes de la
investigación científica en tiempo oportuno.............. ... 81
Ñ) El fenómeno llamado “ojo de cerradura”.................... ... 82

Mínimo programa de orientaciones para la


integración de la perspectiva psicológica
en el área' ju ríd ica .................................................. 84
Orientaciones para la tarea de los equipos de
trabajo en psicología jurídica............................... 86
Identificación de perfiles psicológicos de
criminales en serie en relación a delitos de
homicidio o violaciones......................................... 93
Asistencia psicológica en materia de negociación
de rehenes............................................................... 95
Motivaciones del delincuente y factores que
determinan su conducta................... .................... 95
Testimonios.................................................................... 95
Capacidad civ il............................................................. 96
Imputabilidad............................................................... ("96 )
Capacidad procesal...................................................... 9íT
Problemática familiar.................................................. 97
466 Indice

Evoluciones en el área m inoridad............................. 97


Emoción violenta........................................... ............... 98
Daño p síq u ico..................... ......................................... 98
Evaluación de sistemas legales................................... 99
Evoluciones en materia de mal praxis...................... 99

A) Actuar imperito......................... i,,.............................. 100


B) Actuar negligente....................................................... 101
C) Actuar imprudente..................................................... 101
D) Actuar inobservante de los deberes y reglamentos.... 102

Evaluaciones en materia de contratos, laboral e


industrial............................. .................................... 102
Tratamiento e intervenciones.................................... 103
Entrenamiento............................................................... 104

Capítulo II
Apéndice I
LA PSICOLOGIA JURIDICA EN AMÉRICA LATINA

Estado del arte....................... .......................................... 105


Resultados.................................................................. ..... 106
Congresos de psicología........................................... . 113
Análisis de resultados...................................................... 115
Una propuesta................................................................. 116
Cuestionario............................ :...... ;................................ 120
Personas e instituciones a las que se les ha
remitido el cuestionario............................................. 123
Indice 467

Capítulo II
Apéndice II
ALGUNOS PRECEPTOS LEGALES

....................... .................127
Ley 5045. Ejercicio profesional de la psicología............. 129
Ley 5511. Ejercicio profesional del psicólogo en la
administración pública............................................... 140
Ley 5837. Modificaciones a la ley de carrera del
psicólogo............................................................... ..... 161
Código de Etica y Disciplina de Mendoza en
ejercicio de la profesión de p sicólog o................ 163
Ley 7106. Ejercicio de la profesión de psicólogo en la
provincia de Córdoba................................................. 167
Ley 23.277. Psicología. Normas para el ejercicio de la
profesión. Derogación de los arts. 9®y 91 de la norma
de facto 17.132........................................................... 172

Capítulo III
EL TRABAJO PERICIAL

......................................................................................... .177
Necesidad de tener en cuenta la complejidad.................. ..177
Evolución del trabajo pericial y algunas de sus
características. El secreto profesional........................ (182'
Objeto de la pericia psicológica........................................ .196
Diferencia entre testigo y perito..................................197
Requisitos para ser perito.......................... .................198
468 Indice

Designación de peritos................................................ 199


Tipos de peritos........................................................... 199
Obligaciones del perito y algunas cuestiones relativas
a los procedimientos civiles y penales....................... 201_
El perito y el deber de inhibirse. Excusación. Recusación 208 >
Directivas de la pericia................................................ . 211
Discrepancias entre peritos............................................... 213
Honorarios de los peritos ...^........... ........................... ....... 215
Utilización de datos o informaciones provenientes de
terceras personas...................:..................................... 217
Etapas dentro del proceso pericial....... •........................... <^18
Técnicas psicológicas más utilizadas................................ 220
Principales errores en la aplicación de técnicas
psicológicas en el ámbito forense............................... 221
Características de la labor del perito............................... 222
Lugar y tiempo para realizar la pericia........................... 223
Actuación conjunta con otros profesionales..................... 223
Pericias forzosas............................................................... 225
Forma y contenido del dictamen pericial......................... 225
Necesidad de crear modelos de interacción en la
relación juez-perito......................................................•228
Limitación al dictamen pericial........................................ 230
Diferencia entre las técnicas aplicables en una
entrevista clínica y en una forense.............................',.^23Íi
Encadenamientos de los datos periciales..................... . 234
Medios de registros técnicos en las entrevistas................ 236
Aparentes reacciones de culpabilidad......................... . 237
El dictamen pericial y el perito: la transferencia............. 241
Valoración de la pericia..................................................... 2^3
Simulación......................................................................... 244;
Tipos de simulación.......................................................... 245
Indice 469

Técnicas para la detección de simulación........................ 246_


Devolución de información............................................... 251

Capítulo III
Apéndice

I. Acta. Modelo de aceptación del cargo de perito..........253


II. Modelo de autorización para revelar información
recibida bajo secreto profesional................................ .253

Capituló IV
NOCIONES LEGALES BASICAS SOBRE LAS MAS COMUNES
DEMANDAS PERICIALES

.............................. .............................................................255
Imputabilidad....................................................................256
Psicogénesis y semiología delictiva............................... i.. 279
Internaciones y externaciones...........................................283
Principales normas que regulan la internación de
enfermos mentales en el ámbito argentino.................285
Código de Procedimiento e inimputabilidad.................... ..291
Incapacidad mental sobrevenida durante el proceso ........ 292
Ley penitenciaria y enfermedad mental.......................... .298
Ley de estupefacientes.................................................. .... 298
Pericia y emoción violenta............................................... (303)
Demencias. Pericias en torno a la capacidad civil..............310
470 Indice

Inhabilitaciones....................................................... ........ ..320


Internaciones desde el Código Civil................................. ..325
Pericias y matrimonio..............,....................................... ..328
Pericias y testamento....................................................... ..330
Pericias y patria potestad...................................................333
Pericia y adopción............................................................. ..335
Pericia y otras situaciones de familia .................................335
Determinación de probables actos violentos en las
familias................................................................ — 335
Mediación.............................. ........................................336
Niños maltratados y víctimas de delitos. Pericias e
intervenciones técnicas cuando éstos son testigos..... (339 /
Repetidos interrogatorios..............................................339
Interrogatorios no apropiados a la edad o en lugares __
inadecuados............................................................ (340,}
Largas esperas los días de audiencia, eventuales
postergaciones del debate........ .................................340
Confrontaciones con el imputado............................... .340
Ignorancia de las circunstancias en la que se
encuentra inmerso o de lo que sucederá...................341
Carencia del necesario acompañamiento terapéutico. 341
Guía mínima para la recepción de declaraciones en
niños abusados................. ...........................................346
Pericia y esfera laboral.......................................................349
Pericia y culpabilidad....................................................:... 350
Pericia y daño psíquico.......................................................351
Algunas técnicas periciales psicológicas. Lesión psíquica. 358
Puntos periciales que pueden ser solicitados para
evaluar la lesión psíquica........................................... .360
Daño psíquico y mujeres maltratadas. Pericias en caso
de mujeres maltratadas................................ ............. .361
Indice A ll

. . ------ -
Pericias sobre peligrosidad................. ............................ (^364
Pericias y experiencias relativas a situaciones
contractuales..........;........ ........................................... 368
Peritajes sobre la credibilidad de las declaraciones......... 369

Capítulo IV
Apéndice I
PUNTOS PERICIALES QUE PUEDEN SER SOLICITADOS A LOS
EFECTOS DE LA POSTERIOR VALORACION JUDICIAL DE LA
•. IMPUTABILIDADji

.............................. ........................................................... 371


Ejemplos de puntos de pericia.......................................... 377
Ejemplificación de puntos periciales que pueden ser
solicitados a los efectos de reunir elementos de juicio
desde lo psicológico para que el juez valore
fundadamente la posibilidad del imputado de
“comprender la criminalidad del acto”....................... .378
Ejemplificación de puntos de pericia que se puedan
solicitar....................... ............................................... .379
a. Juicio crítico............................... .............................380
b. Capacidad de planear y anticipar conductas...........382
c. Prueba de realidad................................................. .384
d. Sentido de realidad................................................ .384
e. Capacidad dé discriminar........................................384
f. Funciones simbólicas del yo: capacidad de entender
adecuadamente significante y significado............. .385
g. Percepción interna de necesidades y capacidad de
472 Indice

percibir angustia y señal de alarma...................... 385


h. Curso y contenido del pensamiento....................... 386
Ejemplificación de puntos de pericia relacionados con la
capacidad psicológica de dirigir las acciones.............. 386
a. Posibilidades del yo de controlar los impulsos....... (387,)
b. Capacidad de tolerar la frustración....................... (38$,
c. Coordinación visomotriz......................................... 388,
d. Adecuada capacidad de atención y concentración... 389,)
e. Ansiedades predominantes del momento del
hecho y defensas del yo...... .:.................................. 390
f. Memoria del hecho.................................................. 390:
g. Interacciones víctima-victimario............................ 390
h. Influencias de la situación de contexto................. 390
i. Correlaciones que pudieran existir éntre el estado
de las funciones psicológicas del acusado y la
semiología delictiva................................................. 391
j. Posibilidades de simulación..................................... 391
k. Otros estudios que se puedan recomendar............. 391
Ejemplificación de puntos periciales útiles para reunir
elementos desde el punto de vista psicológico para
evaluar la existencia de trastornos de la conciencia... 392
Ejemplificación de puntos de pericia qué pueden ser
solicitados en los casos en qúe se sospecha
insuficiencias de las facultades............................. . 393
Ejemplificación de puntos de pericia que puedan ser
solicitados para evaluar incapacidad en el juicio
de insania................................................................ . 395
Indice 473

Capítulo IV
Apéndice II
EL CASO “M”: UN CASO INUSUAL EN MATERIA PERICIAL
PSICOLOGICA

¿Homicidio mediando dolo eventual o culpa consciente?.. 405


1. Introducción................................................................ 406
2. Objeto de la demanda pericial.................................... 408
3. Relato suscinto del hecho........................................... 410
4. Conducta posterior-inmediata de “M” luego del hecho 411
5. Actitud y conducta del encartado en momentos
previos al hecho.......................................................... 412
6. Relato de actitudes habitualmente imprudentes
del encartado.............................................................. 413
7. Explicaciones brindadas por el imputado sobre lo
ocurrido...................................................................... 414
8. Datos personales de “M” ............................................ 414
9. Datos de la víctima.................................................... 415
10. Relación de pareja entre víctima y victimario
(resumen de la pericia socio-ambiental).................... 415
10.1. Investigaciones periciales realizadas en el caso...... 416
a) Necropsia............................................................... 416
b) Guantelate de parafina........................................... 416
c) Dosaje alcohólico....................... ............................. 417
d) Peritaje balístico.................................................... 417
e) Examen psiquiátrico.............................................. 417
f) Encuesta socio-ambiental........................ ............... 417
g) Examen psicológico................................................ 417
11. Semiología delictiva................................................... 417
12. Técnicas de exploración psicológicas empleadas en el
trabajo pericial psicológico.......................................... 419
474 Indice

1. H.T.P........................................................................ 419
2. Desiderativo............................................................ 419
3. Bender..................................................................... 419
4. Test de Rorschach................................................... 420
5. TAT (abreviado)...................................................... 421
6. Test de Wechsler-Bellevue...................................... 421
12.1. Semiología de las funciones psíquicas..................... 422
13. Datos de la investigación psicológica y su importancia
para satisfacer la demanda pericial........................ . 423
A) Disminución de la eficiencia de las funciones
psicológicas relacionadas con el juicio crítico....... 424
B) Rasgos omnipotentes en la conducta de “M”........ 429
C) Aparición de la conducta delictiva a la manera de
acto fallido...................... ...... ............................... 428
D) Estado de la relación de pareja precedente al
hecho..................................................................... 430
E) Conducta posterior al hecho................................. 430
F) Aporte psicológico para el entendimiento de las
contradicciones de “M” en su relato del hecho...... 432
14. Conclusión................................................................... 434

Apéndice
APROXIMACION AL EXAMEN DEL HECHO A PARTIR DE UNA
PERSPECTIVA LACANIANA

435
Indice 475

LEGISLACION

Ley 22.914. Internación y egreso de establecimientos de


salud mental (B.O. 220/9/83) ..................................... 443

Derecho comparado. Disposiciones procesales en caso


de niños abusados. Estado de Israel. Ley de revisión
de la protección de evidencia en niños ..................... 449

Bibliografía........................................................................ 455

Indice 463
Este libro se terminó de imprimir
en el mes de julio de 1996
en ARTES GRAFICAS UNION
Perú 1875 - Tel. 257043 - 381042
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