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UNIVERSIDAD DE CARTAGENA

Reseña Analítica

“LA ESTACIÓN DEL MIEDO O LA DESOLACIÓN DISPERSA”

Docente:

Nancy Rocío Correa Mosquera

Curso:

Historia del Caribe

Presentado por:

Aida Yelisa Polo Ramírez

Programa de Comunicación Social

Agosto de 2013
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RESEÑA ANALÍTICA

LA ESTACIÓN DEL MIEDO O LA DESOLACIÓN DISPERSA

Autor: Hermes Tovar Pinzón.

Lugar de publicación: Primera edición en 1997, Santa Fe de Bogotá, Colombia.

Editorial: Editorial Ariel.

Capitulo: Introducción, Capitulo I.

Dirigido: A la Docente Nancy Rocío Correa Mosquera y a los estudiantes del


curso Historia Del Caribe de la Universidad de Cartagena.

Aida Yelisa Polo Ramírez.


Historia del Caribe.
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Reseña Analítica
“LA ESTACIÓN DEL MIEDO O LA DESOLACIÓN DISPERSA”

Nosotros no somos mitos del pasado,


Ni del presente, sino que somos pueblos activos.
Mientras que haya un INDIO vivo en cualquier rincón de América
y del mundo, hay un brillo de esperanza y un pensamiento original.

Rigoberta Menchu

El planteamiento del texto “La Estación del miedo y la desolación dispersa” 1,


apunta principalmente a evidenciar las consecuencias desde un punto de vista
ecológico, social, económico y político que tuvo la conquista en el territorio
Americano.

El avasallamiento por parte de los extranjeros contra los nativos, demuestra que
este proceso transformó las estructuras étnicas hasta ese momento usadas en los
cacicazgos. Lo que en un principio se llamó “reciprocidad”, algo parecido a una
cortina de humo para esconder las verdaderas intenciones foráneas que consistía
en un intercambio pacifico de elementos entre culturas distintas, terminó en la
masacre de miles de amerindios quienes a pesar de su tragedia, de su pesadilla a
media luz del día, no cesaron en creer, tal vez ingenuamente, tal vez
fantásticamente, en los sueños que adornan su cosmogonía.

Los testimonios de los indígenas mostraban su alucinación al ver seres de otras


latitudes, que en vez de usar el trueque como forma de intercambio para conocer
otras culturas, se transformaron en fieras dominadas por los apuros de la
obtención del oro y otros demonios. Ya de manera profética, aldeanos habían

1 Tovar Pinzón, Hermes. “LA ESTACIÓN DEL MIEDO O LA DESOLACIÓN DISPERSA” Editorial
Ariel. Primera edición en 1997, Santa Fe de Bogotá, Colombia.

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augurado la llegada de estos seres no tan irreales. Tiempo antes de la llegada


triunfal y el asentamiento de colonias europeas, el Amerindio conocía sus
pretensiones.

Otro fenómeno que se explica en el texto es el recurso del “Rumor” como prueba
fehaciente de que América no era una tierra segmentada, no estaba separada por
ríos, cordilleras, y mares multicolores. Desde tiempos antiguos existía una
“conexión” entre los pueblos indígenas ya sea para espiar a quienes colindaban
con sus tierras, para intercambiar recursos o para conocer hechos novedosos de
las otras culturas. Así, el “Rumor” constituyó un aviso de que pronto llegarían
hombres pálidos acompañados de bestias para infundir dolor. En pocas palabras,
el “Rumor” advirtió la decadencia y la desidia en la que estaría sumergida la gran
América.

El texto aborda el factor económico y el motivo de tan crueles testimonios de lo


que en América se vivió. El poder enmarcado en el deseo de poseer mayor
cantidad de oro, perlas preciosas, granos y elementos que abundaban en la
realidad Americana, proclamó el grito de guerra sobre el cual se enfilarían las
armadas provenientes de El Viejo Continente para arrasar con todo aquello que
se traduciría en ganancias, y por ende, excedentes.

Se juega, entonces, una concepción bilateral de lo que es la moral, debido a que si


se cuestiona que desde la Corona eran direccionadas las ordenes para abusar de
los indígenas, lo que incluía cortar sus cabezas, mutilarlos, esclavizarlos, no se
puede establecer una cultura del respeto hacia los otros proveniente de los
supuestos hombres civilizados. Aún en contraposición de todo esto, existieron
enemigos de colonos que mediante cartas trataban de informar a Europa de los
atropellos que en América se cometían.

Sin embargo, es menester señalar, que esta burla contra los vivos trasgredió los
límites de la espiritualidad y el respeto a quienes yacen bajo la Tierra Firme,
esperando encontrarse con sus Dioses, o como se dice en la sociedad moderna,

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“pasar a mejor vida”. La ambición también se centró en los no vivos, por las
ornamentas con que eran enterrados, las habitaciones con figuras atractivas a sus
ojos; y sobretodo, después de arrasar con la poca dignidad de estos cuerpos
inertes, cimentar sobre aquellos cementerios campos en donde sus descendientes
eran oprimidos y esclavizados.

Por otro lado, en el aspecto demográfico, como es esperable, la población


indígena descendió de forma exponencial. Varios factores contribuyeron a esto,
como lo es el trabajo, la salud, la alimentación, el estado mental y psíquico, y los
cambios ambientales. No solo la piromanía aportó para la desolación de las
aldeas, las fosas comunes improvisadas, y los desplazamientos forzosos; sino
también la incursión de enfermedades europeas en tierras lejanas.

Una consecución de hechos que apuntan a consolidar el crecimiento de unos


cuantos y el hundimiento de unos miles. América va más allá de sinónimo de
maravillas, de fantasmagorías, y cuentos encantados, América se transforma en
las bases para la consolidación de futuros monopolios.

La diferencia, la desidia y el desdén se visualizan de mejor forma en el sistema


económico actual que se ha implementado en la mayoría de los países del
mundo, el cual es el capitalismo. Sin embargo desde tiempos prehispánicos, estos
antivalores apoyados por la legitimidad que le daba la Corona, transformaron una
sociedad “limpia” que una vez conoció al hombre blanco, convirtió su día a día en
una realidad infernal.

Retrata el autor de manera explícita en forma de crónicas escritas en tiempos de


conquista, la crueldad y el afán por avasallar tierras ajenas. El material dorado, ya
escaso en ese entonces en el continente “civilizado”, corrompió (y sigue
corrompiendo) la conciencia racional, y por ende, el actuar del hombre. La
racionalidad, entonces, languidece frente a los caprichos que impulsa la avaricia,
esa que penetra por los ojos, se aglomera en las manos para abultar bolsillos y

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finalmente divide la tierra, a sabiendas de la inferioridad y el maltrato a otros de la


misma especie, mas no de la misma “estirpe”.

El camino hacia el mercantilismo se llevó consigo el status de culturas tal vez


milenarias que imperaban en un mundo que siglos después seria denominado “El
Continente de la Esperanza”. Tal vez ese sobrenombre no se desliga de lo que en
un principio fue y que después, a pesar de los atropellos y la sangre que se
derramó en tierras paradisiacas, permaneció intacto en las mentes de los
amerindios: los sueños, las ganas. En resumidas cuentas, LA ESPERANZA.

DESPERTAR MULTICOLOR

Queda por concluir, que la liberación y el despertar de la etnicidad se deben dar


por etapas que involucren cada día más a los actores de nuestra cotidianidad. En
la proyección de una conexión globalizada, mundial y simultánea con los otros
pueblos, está la restauración de una tierra enmudecida que padeció del síndrome
del silencio infinito.

El espectro de colores antes opacado por la neutralidad del negro y el blanco,


ahora es el arcoíris que adorna el resurgir de Latinoamérica. El mestizaje, nuestra
herencia cultural, no solo se demuestra por el tono de la piel, la textura del cabello,
ni la estatura ni la fisionomía del cuerpo. No. La herencia antes sepultada bajo las
lápidas de la modernidad sosa y asfixiante, goza del legado de la Pacha mama, y
de nunca más de los mal llamados “mitos sobre la creación” sino de un credo
fundado por nuestros padres pre-americanos.

Este pedazo de tierra, esta “Tierra Firme”, es la conjunción de rasgos


multifacéticos. El hibrido entre la opresión y el oprimido, el español y el cacique, la
dama y la india; una definición de lo que somos ahora es arriesgada y un tanto

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años, se siguen repitiendo; ahora no por el oro, ni por las esmeraldas; ahora es
por quien se eleva primero en esta guerra piramidal de posesiones efímeras.

Someramente, a América se le podría denominar como La Innombrable, La


Deseada, El Paraíso; pero aparte de todos los adjetivos que se pueden usar para
intentar nombrar al Edén de la conquista; se puede acotar en lo que ha sido y que
nunca ha dejado de ser, a pesar de las revoluciones y los apuros mundanos:

América, la cambiante.

Aida Yelisa Polo Ramírez.


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