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CLINICA DE LOS RIÑONES MENYDIAL

AMBATO

DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÌA

CHARLA INFORMATIVA PARA USUARIOS CON DIAGNÒSTICO DE


INSUFICIENCIA RENAL CRÒNICA CORRESPONDIENTE AL SEGUNDO
SEMESTRE 2016

Tema: Aspectos Psicológicos del diagnóstico de la Enfermedad Renal (Estadìos de


Kubler Ross)

Cuando una persona recibe la noticia de que tiene una enfermedad crónica y de que
debe ser trasplantada para seguir viviendo el impacto psicológico que se produce tanto a
nivel personal como familiar es tremendo. El cóctel de emociones que aparecen deben
ser resueltas de la mejor manera posible a través de un profesional de la psicología para
que no deriven a otro tipo de patologías. Aparece el concepto de duelo. El duelo aparece
como consecuencia de una pérdida, en este caso la pérdida de la salud, y por lo tanto se
desencadenan una serie de emociones:

En este sentido existe como referencia el modelo de Kübler –Ross (1926- 2004) para
describir las diferentes fases de un proceso de duelo o pérdida Negación y aislamiento:

“Me siento bien, esto no me puede estar pasando a mí”. La negación es un mecanismo
de defensa temporal ante una noticia inesperada e impactante. Como tal defensa
temporal, pronto irá siendo sustituida por una aceptación parcial.

Ira:
La negación es sustituida por la rabia, la envidia y el resentimiento; surgen todos los por
qué. Es una fase difícil de afrontar para los familiares y personas próximas, porque la ira
se activa contra todo y contra todos. Suelen quejarse de cualquier cosa, muchas veces de
manera injusta; todo es criticable. En otros momentos, la ira se torna en dolor y
lágrimas, culpa o vergüenza. La familia y quiénes rodean a la persona no deben tomar
esta ira como algo personal, sino que deben comprender las razones que la activan; así
evitarán reaccionar a su vez también con ira, y alimentar la conducta hostil del doliente.

Negociación:
«Dios, déjame vivir al menos para ver a mis hijos graduarse», «haré cualquier cosa por
un par de años más».

La tercera etapa involucra la esperanza de que la persona puede de alguna manera


posponer o retrasar la muerte. Psicológicamente, la persona está diciendo: «Entiendo
que voy a morir, pero si solamente pudiera tener más tiempo...».
Depresión:

«Estoy tan triste, ¿por qué hacer algo?»; «voy a morir, ¿qué sentido tiene?»; «extraño a
mis seres queridos, ¿por qué seguir?»

En esta fase, la persona se debilita, adelgaza, aparecen otros síntomas y se verá invadida
por una profunda tristeza. Este proceso permite a la persona moribunda desconectarse
de todo sentimiento de amor y cariño. Es un estado preparatorio para la aceptación de la
realidad, en el que es contraproducente intentar animarla y sugerirle mirar las cosas por
el lado positivo: esto es, a menudo, una expresión de las propias necesidades, que son
ajenas a ella. Esto significaría que no debería pensar en su duelo y sería absurdo decirle
que no esté triste. Si se le permite expresar su dolor, le será más fácil la aceptación final
y estará agradecida de que se le acepte sin decirle constantemente que no esté triste. Es
una etapa en la que se necesita mucha comunicación verbal, se tiene mucho para
compartir. Tal vez se transmite más acariciando la mano o simplemente permaneciendo
en silencio a su lado. Son momentos en los que la excesiva intervención de los que la
rodean para animarla, dificultarán su proceso de duelo.

Aceptación:
Quien ha pasado por las etapas anteriores, en las que pudo expresar sus sentimientos -su
envidia por los que no sufren este dolor, la ira y la depresión- contemplará el próximo
devenir con más tranquilidad. No hay que confundirse y creer que la aceptación es una
etapa feliz: en un principio está casi desprovista de sentimientos. Comienza a sentirse
una cierta paz, se puede estar bien solo o acompañado, no se tiene tanta necesidad de
hablar del propio dolor… la vida se va imponiendo.

Las citadas fases no se producen necesariamente de manera sucesiva. Además se puede


volver a una fase anterior, aunque se esté en una más avanzada, o por el contrario pasar
de la inicial a una más posterior.

Trataremos también de responder a una cuestión que la gente me ha planteado muy a


menudo: ¿Las personas trasplantadas se sienten enfermas?: Como muchas de las
preguntas en esta vida la respuesta no es tajante (Si o no). La respuesta es depende. En
las primeras fases de un trasplante la persona que lo vive se está adaptando a su nueva
situación y por lo tanto se puede decir que si, que se siente enfermo. A medida que el
tiempo transcurre las cicatrices cierran y el cuerpo va recuperando su tono habitual. Es
en este momento cuando la mente del individuo trasplantado comienza a percibir un
aumento claro y objetivo de su calidad de vida. Los síntomas de la enfermedad
comienzan a alejarse y la sensación de salud comienza a vivirse de nuevo. La sensación
de tener una enfermedad nunca desaparece del todo porque existe la evidencia clara de
que hay que tomar una medicación inmunosupresora que nos recuerda que este
trasplante hay que mantenerlo de esta manera. No obstante, a medida que el tiempo
pasa, y todos los procesos de ato-cuidado se automatizan, el mecanismo de negación
comienza a aparecer como una respuesta de adaptación y la sensación de enfermedad
que tiene la persona trasplantada remite en pos de la salud psíquica.

Sentirse de nuevo sano o curado puede conllevar que la persona


trasplantada comience a olvidar (negar) que necesita tomar esa medicación y cuidarse
y por lo tanto la pérdida del órgano se puede dar porque nuestro sistema inmunológico
comience a rechazarlo.

Cuando una persona recibe un órgano, lo habitual es que se sienta enormemente


agradecida con la vida y con esa persona que de manera altruista ha donado sus órganos
para que otras personas puedan vivir. Puede parecer extraño pero hay casos en donde
puede aparecer una depresión post-trasplante (muy parecida a la depresión post-parto).
Esto ocurre porque toda la energía se ha puesto al servicio de este momento y cuando el
deseo del trasplante se satisface, aparece la sensación de “no saber dónde mirar”
después. Los psicólogos llamamos a este concepto Umbral de la Felicidad y
precisamente nos referimos al hecho de que cuando una persona alcanza tal nivel de
felicidad después es difícil mantenerlo en el tiempo y comenzamos a vivir una
depresión o proceso distímico porque durante un tiempo no sabemos dónde “mirar”,
hacia donde dirigir nuestra energía, lo que de manera común se denomina: Encontrar un
sentido a nuestras vidas.
La intervención psicológica en el comportamiento del paciente con una enfermedad
crónica, a nivel cognitivo, emocional, conductual, social y espiritual, contribuye para un
mejor afrontamiento de la enfermedad por parte del paciente, permitiendo una
readaptación más rápida, con la finalidad de volver a una nueva faceta de vida
igualmente satisfactoria, con la máxima calidad de vida que el curso de la enfermedad
lo permita.

Dr. Felipe Gutiérrez


DERPARTAMENTO DE PSICOLOGÌA
Menydial Ambato

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