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EL URUGUAY
POR
LAURO AYESTARÁN
VOLUMEN I
VOLUMEN 1
AJO EL TÍT ULO “LOS O RÍGENES DE
LA M ÚSICA EN EL U R U G U A Y ”, ESTE
PRIM ER VO LU M EN D E LA OBRA DE
LAURO A Y E ST A R Á N , O BTU VO EN EL
AÑ O MIL N O VE CIEN TO S C U A R EN TA Y CINCO EL
PREM IO “PABLO BLANCO ACEVEDO" Q UE OTOR
GA LA U N IV E R SID A D DE LA REPUBLICA. E N P U
BLICACION CONM EM O RATIVA DE L C ENTENA RIO
DE LA M UERTE D E AR TIG AS Y SIE N D O M IN IS
TRO D E INSTRU CC IÓ N PU BLIC A Y PR EVISIÓ N
SOCIAL DO N JU ST IN O ZA YA LA M UNIZ, LO ED IT A
HOY EL SERVICIO O FICIAL DE D IF U SIO N RADIO
ELÉCTRICA (S O D R E ). CU YA COM ISIÓN DIREC
TIV A SE HALLA INT EG R A D A POR DO N A G USTÍN
M INELLI, DON A N D R E S PERCIV ALE, DON R U BEN
K. SVETOGORSKY, DO N ADOLFO FABREGAT Y
DO N JU A N 1LARIA.
OBRAS DEL AUTOR
D o m e n i c o Z i p o l i , e l g r a n c o m p o s i t o r y o r g a n i s t a r o m a n o d e l i 700 EN
e l R ío d e l a P la ta .
Montevideo, 1941.
C r ó n i c a d e u n a t e m p o r a d a m u s i c a l e n e l M o n t e v i d e o d e 1830.
M ontevideo, 1943.
F u e n t e s p a r a e l e s t u d io d e l a m ú s ic a c o l o n i a l u r u g u a y a .
Montevideo, 1947.
L a m ú s ic a i n d í g e n a e n e l U r u g u a y .
M ontevideo, 1949.
U n a n te c e d e n te c o lo n ia l de la p o e sía t r a d ic io n a l u ruguaya.
M ontevideo, 1949.
L a p r i m i t i v a p o e s í a g a u c h e s c a e n e l U r u g u a y , tomo I : 1812-1838.
Montevideo, 1950.
E l M in u é M o n to n ero .
Montevideo, 1950.
L a M is a p a r a D ía d e D i f u n t o s d e F r a y M a n u e l U b e d a ( M o n te v id e o ,
1802). Com entario y transcripción.
Montevideo, 1952.
L a M ú s i c a e n e l U r u g u a y , v o lu m e n I.
M ontevideo, 1953.
LA MÚ S I C A E N
EL U R U G U A Y
PLAN DE LA OBRA
PR IM ER A PARTE
SEGUNDA PARTE
LA MÚSICA CULTA
TERCERA PA RTE
LA MÚSICA FOLKLÓRICA
CUARTA PARTE
A N T O L O G ÍA Y E N SA Y O CRITICO
SOBRE EL PASADO Y EL PRESENTE
OE LA MÚSICA URUGUAYA
LA M Ú S I C A EN
EL U R U G U A Y
( P R E M I O ‘ P A B L O B L A \ C O A C E Y E D O" t
POR
LAURO AYESTARÁN
VOLUM EN I
P rim era P arte: L a MÚSICA PRIMITIVA
Seg u n d a P a rir: L a M í s ic a C u l t a h a s t a 1860
PRÓLOGO DE
X III
El m edio en que transcurrió la vida colon ial, el carácter
reciente de las ciudades y villas que en él surgieron, arm oni
zaron con la sencillez de la sociedad que no supo de aristocra
cias, de escudos, ni títulos de nobleza, form ada por campesinos
hum ildes y m odestos m ercaderes, soldados del rey y hom bres de
em presa que disputaron la tierra al indígena, que no conocieron
el boato de una sede virreinal, ni el estirado protocolo de una
audiencia y que vieron sólo de paso la m ajestad de un O bispo.
Ese am biente pobre en el que floreció la cultura europea casi en
las postrim erías de la portentosa empresa de civilización espa
ñola, por las causas ya apuntadas y por sus propias caracterís
ticas naturales, no podía ser m uy rico en sugestiones estéticas.
XIV
belleza, que no podían lograrse en un m edio de tan incipiente
form ación cultural.
XV
y la de 1848 conm ovieron los sentim ientos de sus habitantes
y que en 1855, los partidos en lucha que ensangrentaban sus
calles, hicieron una tregua para celebrar la noticia de la toma
de Sebastopol por los aliados.
XVI
candom be negro, la actividad de la venerable Casa de Com e
dias, el encanto de los viejos salones, con el suave ritm o de sus
gavotas y m inués, el insospechable m ilagro de un canto gre
g oriano en una perdida capilla de la R epública, hasta el abo
len go encopetado de la sala noble del Solís ya hacia mediados
del siglo con sus burgueses espectáculos de O pera, el virtu o
sism o de la Patti, los arranques efusivos de Caruso y aun con
la incipiente batuta del joven T oscanini.
X V I1
poco invasiones en masa de pueblos extraños, hechos que pro
vocan una dinám ica social agitada que enriquece el alm a hum ana
y la ayudan a conocerse a sí m ism a. N uestras razas americanas
se conservan estáticas aún. V iven acantonadas en una soledad
introspectiva sin m ayores energías para salir del horizonte v i
sible. Puede decirse que Am érica apenas ha avanzado un paso
desde aquella gran fusión social con la que España soñaba y
que em pezó a realizar. El panoram a, en lo fundam ental no ha
variado: por un lado zonas costaneras abiertas a las influencias
extrañas y detrás, un hinterland ajeno a este proceso, cuando
no receloso y hostil. Am érica está a la espera de que en su in
terno crisol se fundan los elem entos heterogéneos que constitu
yen su sustancia. Y a este precipitado histórico sí habrá que
ex igirle un alm a y una expresión propia.
X V III
m ación de la unidad racial y cultural de Am érica, necesario
substractum de form as artísticas propias y originales. El resto
será obra del tiem po y de grandes experiencias colectivas. Fijé
m onos en la historia de Europa. Entre la hora gloriosa de la Pax
R om ana, que realizó la unidad del M editerráneo y fusionó v ie
jísim as culturas orientales con elem entos greco-rom anos, hasta
la eclosión plena de pueblos con individualidad y obra propia,
transcurrieron m uchos siglos y m uchos afanes. La originalidad
antigua puede considerarse agotada en la época de los A ntoninos,
es decir en el sig lo segundo de la era cristiana. D espués, el Im
perio R om ano conocerá todavía horas de victoria; pero la gloria
sólo será de las legiones: la savia original estaba exhausta. D e
aquí vino un largo interregno y recién a partir del año m il em
pezó la ascensión cultural de occidente que culm inará con la
civilización variada y profunda de los siglos X II y X III. Fueron
necesarios pues, m ás de ocho siglos para que el gen io de O cci
dente encontrase nuevam ente la fuerza de su capacidad creadora.
Y no olvidem os que esos siglos presenciaron desplazam ientos de
unos pueblos, invasiones violentas de otros; es decir aconteci
m ientos que si por un lado rechazan la cultura hacen posible un
enriquecim iento y una m ayor com prensión de los valores recí
procos. Y m enos debem os olvidar que en estos siglos penetran
de un m odo revolucionario dos fuerzas llenas de sugestiones para
la vida y para el arte: el C ristianism o y el G erm anism o. Com
paradas con estas form idables transform aciones, los cinco siglos
transcurridos desde Colón hasta nuestros días, nos parecen cortos
e históricam ente insuficientes para lograr la obra original que
Am érica lleva latente.
* * *
XIX
años de investigación com o los que Ayestarán ha dedicado de
m anera ejem plar al estudio de un aspecto de la disciplina h is
tórica en el que no tiene precursores que le hubieran señalado
un camino.
Para recom poner los ecos del pasado m usical del país, Lauro
Ayestarán com enzó por reunir los elem entos de juicio que con
tienen los relatos de los viajeros y m em orialistas, los expedientes
y protocolos de los archivos, los epistolarios, la prensa periódica,
las hojas sueltas, en fin , las más variadas fuentes de consultas
que debió explorar sin el au xilio siquiera de una crónica que le
sirviera de guía. La investigación paciente, ordenada, sistem á
tica sin om itir detalle, con ser tan digna de alabanza cuando se
le cum ple con la honestidad con que la ha realizado Ayestarán,
no basta por sí sola para lograr la obra histórica si ese esfuerzo
no es com plem entado lu ego por una rigurosa labor crítica, efec
tuada con espíritu selectivo y por una posterior y definitiva etapa
de estructuración del tem a con sentido de la proporción y de
la belleza. Ayestarán ha cum plido plenam ente m ás allá de
la m edida que puede exigirse entre nosotros, cada una de esas
etapas de la creación histórica. En esta obra se adunan adm ira
blem ente la inform ación docum ental y erudita, la valoración
crítica, de la que por lo general carecen esfuerzos de igu al ín
dole, con la aptitud superior para dar form a orgánica y literaria
a uno de los procesos m ás ricos de la historia de nuestra cultura.
Sus trabajos anteriores, m onografías, ensayos críticos, relación
de fuentes, publicados desde 1940; su infatigable labor de com
p ilación de los elem entos de nuestro folklore realizada en todos
los rincones del país a la vez que señalan las jornadas previas
a la realización de este libro, testim onian una vocación excep
cional, una vigorosa e inteligente capacidad creadora. "La m ú
sica en el U ru gu ay” , libro consagratorio, único en su género
en la literatura am ericana, supone la culm inación de ese es
fuerzo científico al que Ayestarán ha dedicado con ejem plar des
interés los m ejores años de su vida.
Juan E. P iv e l D evoto
XX
PRIMERA PARTE
LA MUSICA PR IM IT IV A
C A P ÍT U L O I
LA MUSICA INDIGENA
4
Desde que la República Oriental comenzó a tener conciencia de
su historia, se ha venido repitiendo, con un empecinamiento casi
diría ejem plar, que nuestro indio charrú a ignoraba los m isterios es-
trem ecedores de una débil caña soplada con dulzura, de una cuerda
pulsada con destreza, de un parche o una m adera batidos a un ritmo
exacto, de una garganta, en fin, que sirviera p ara o tra cosa que para
una gutural inflexión de prim ario lenguaje o un bronco grito de
ancestral barbarie guerrera.
La supuesta afirm ación de que los ch arrú as no sólo desconocían
canciones e instrum entos sino hasta el ejercicio de la danza, llegó
hasta el gabinete de trabajo del más serio investigador alemán de la
edad contem poránea en esta últim a expresión estética, C urt Sachs,
quien en su im portante “H istoria U niversal de la danza” anota estas
prudentes p a la b ra s: “sólo con reservas debemos aceptar versiones re
lativas a los “pueblos que no danzan”. De acuerdo con las fuentes
originales de información, los indios charrúas uruguayos y los gua
raníes brasileños no poseen danzas de conjunto. No obstante, se sabe
hoy en día que los guaraníes al menos ejecutan danzas acompasadas,
acompañándose con rudim entarios tam bores fabricados con corteza
de calabaza, bailes éstos que no parecen ser de reciente adopción”.3
2. L a s r e fe r e n c ia s de A z a r a . — M as he aquí que a q
escribe estas líneas dióle por seguir el hilo de tal aserto y halló al
cabo de pacientes vigilias que todas, entiéndase bien, todas esas re
ferencias, venían a m orir en unas breves palabras de Don Félix de
A zara estam padas en sus fam osos “ V iajes por la Am érica M eri
dional” realizados en las postrim erías del siglo X V III y publicados
al amanecer del siguiente.4
Dice A zara que los charrúas “no conocen ni juegos, ni bailes, ni
canciones, ni instrum entos de música, ni sociedades o conversaciones
ociosas” ,5 y al referirse a los m inuanes aplicando sospechosamente
hasta las mismas palabras ag reg a: “O tro tanto digo de su falta de
religión, de educación, de leyes, de recompensas, de castigos, de dan
zas, de canciones, de instrum entos de música, de juegos, de socie
dades y de conversaciones ociosas”. ”
Aunque A zara se preocupa de advertirnos lo contrario en su pró
logo a la “ Descripción e historia del P arag u ay y del Río de la P la ta ” ,
bien sabida es su actitud despectiva hacia nuestros aborígenes, a
quienes tenía casi como una especie interm edia entre el hombre y los
animales. Su falta de sensibilidad antropológica, al lado de tantas
virtudes de seriedad científica que lo adornan, se evidencia en estas
palabras que dedica a los ch arrú as: “ H an tenido el mismo m aestro
de lengua que enseñó a los perros a lad rar de la misma m anera en
todos los países”, y hasta al resaltar algunas de sus naturales pre
disposiciones, subraya: “Todas estas cualidades parecen ap ro x im ar
les a los cuadrúpedos” ; para entusiasm arse luego con este peyorativo
parangón y a g re g a r: “Asimismo pueden tener cierta relación con las
aves por la fuerza y agudeza de su vista”, con lo cual los hace des
cender un escalón m ás dentro de la escala zoológica. . .
N uestros charrúas vivieron por cierto bajo un signo sangriento
y doloroso desde la m uerte de Juan Díaz de Solís hasta su destrucción
y m atanza en d Queguay en 1831. Después, los historiadores se en
c argaron de esculpir en su lápida una leyenda negra que está pi
diendo im perativam ente una revisión. Bien es verdad que ellos se
defendieron cerrándose a todo contacto extraño, enquistándose en
su prim itiva organización social hasta su m uerte que, como núcleo
tribal, se produce en los prim eros años del siglo X IX .
6
desecha la idea de que fueran “engaños” o “zalem as”, porque, des
conocida casi como era para él la lengua nativa, el adjetivo “ triste ”
sólo tiene sentido aplicado a la expresión de la melodía.
4. E l p r i m i t i v o i n s t r u m e n t a l c h a r r ú a d e 1573. — E n 1573,
un clérigo de arm as tom ar, M artín del Barco Centenera, extremeño
de nacimiento, llega “ a las Indias” acompañando, en calidad de A r
cediano del Río de la Plata, la expedición de O rtiz de Zárate. Baja
en Diciembre de 1573 en San Gabriel e interviene en el combate li
brado entre las huestes del Adelantado y los ch arrú as comandados
por Zapicán. En M ayo del año siguiente asiste a la revancha de Garay
en San Salvador en la misma costa uruguaya, donde perece el cacique
charrúa. T ra s aventuras sin cuento, de vuelta al viejo mundo, pu
blica en Lisboa en 1602 su poema “A rgentina y conquista del Río de
la P la ta ”,9 crónica rim ada de sus andanzas por lejanas tierras. Des
contadas sus infantiles fantaseosidades — anim ales míticos, etc.— , que
por otro lado están ausentes de los certeros relatos en que como testigo
presencial habla en prim era persona, esta obra es un documento di
recto pero de farragosa escritura a través de sus 1340 octavas reales.
E n ella, al relatar el combate de San Gabriel desarrollado en tierra
oriental, nos trae la prim era referencia de un instrum ental c h arrú a:
fragm ento éste que se complementa con otro del combate de San Sal
vador en 1574, por curioso destino, dos de los momentos de más
levantada entonación literaria de casi todo el poema, de una v ersifi
cación rotunda y de un color realista de prim era agua:
8
E n cuanto a los atam bores — acepción española de la época, de
los tam bores o cajas— probablemente fu eran construidos sin mem
b rana a la m anera de los pueblos prim itivos, es decir, simples troncos
batidos con un palo, esto es, idiófonos de percusión.
Creemos firm em ente que Barco Centenera dijo verdad acerca de
estos instrum entos por cuanto casi tres siglos más tard e en uno de
los m ás im portantes documentos charrúas — el llamado “ Códice Vi-
lardebó” que estudiamos más adelante— se repite el mismo problema.
Y si los charrúas conocían por lo menos ancestrales instrum entos
m usicales guerreros ¿por qué deducir entonces que ignoraban por
completo en su vida de paz— que nadie pudo estudiar con proli
jidad— otros instrum entos m ás propicios a la creación musical?
Este desconocimiento quizás provenga por otro lado de la falta
de adaptación de ellos a la civilización de los conquistadores. Casi
ignorada su vida en común veíasele al ch arrú a en grupos no muy
num erosos cuando en oscuro malón asaltaba poblaciones y pasaba
como un torbellino dejando tra s de sí una secuela de sangre y fuego,
p ara perderse o tra vez en los bosques llevándose un m agro botín.
P o r otro lado aquellos que tuvieron oportunidad de convivir en
arm onía con los charrúas, contados, por cierto y prisioneros o p ró fu
gos en todos los casos, aseveran que ellos eran sumam ente cordiales.
M ás aún, a quienes se les dió ese juego, ya que bastante de azar
tenía ese acaecimiento, los charrúas se les franquearon con toda na
turalidad. Pocos fueron en verdad los que con ellos convivieron pero
todos a su vuelta nos tra jero n una serie de noticias que por cierto
rectificaban las opiniones emitidas al respecto por viajeros y cro
nistas más o menos apresurados.
5. L a m ú s i c a e n l a s M i s i o n e s O r i e n t a l e s . — E n el prim er
tercio del siglo X V II llegaron a la B anda O riental los prim eros mi
sioneros. Los franciscanos se dispersaron por el S u r y los jesuítas
por el Norte. L a obra de estos últimos se extendió al septentrión
dentro de los límites del tra tad o de San Ildefonso y sus Misiones
O rientales pertenecientes al conglomerado de las llam adas Misiones
del P araguay quedaron fuera por completo de n uestra actual con
figuración geográfica. E n siete Reducciones jesuíticas de la antigua
Banda O riental — San Juan Bautista, Santo Angel, San Francisco
de B orja, San Nicolás, San Luis Gonzaga y San Miguel— se co
noció y practicó la música dentro de las m áxim as posibilidades de la
época. Bien conocidas son las actuaciones de los excelentes músicos
V erger, Vaseo, A nesanti o Sepp y de uno de los más grandes com
positores de música para órgano de todos los tiempos, Domenico
Zipoli, acerca de quien tuvim os oportunidad de dem ostrar que m urió
en Córdoba (República A rg e n tin a ), después de haber entrado en el
noviciado de la Compañía de Jesús en 1716 en Sevilla, y haber p a r
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tido para el Río de la P lata en 1717, actuando como M aestro de
Capilla de la Iglesia y U niversidad de los Jesuítas en Córdoba desde
1718 a 1726, fecha esta últim a de su óbito.12
E n las M isiones O rientales la música era una actividad natural
y espontánea que acompañaba al indígena en sus m anifestaciones pú
blicas de trabajo, de religiosidad desde luego y también de guerra.
E jecutantes, compositores, hasta “ luthiers” y constructores de órg a
nos, vivían bajo la vigilancia y el adiestram iento jesuítico, d esarro
llando en todos los sentidos sus aptitudes. M u rato ri nos tra e en su
raro “ Christianesim o felice” un inventario del instrum ental m isionero:
g u itarras, arpas, espinetas, laúdes, violines, violoncelos, trombones,
cornetas, oboes, etc. y refiere que tanto m anejaban el llamado “canto
ferm o semplice” como el figurado, con igual destreza, agregando un
relato de la visita del Obispo a las Reducciones del U ru g u ay en la
que oye ejecutar el violoncelo a un indígena con tal destreza “du
ran te un cuarto de hora, tan a tiempo, con una tal desenvoltura y
celeridad, que le reportó la adm iración y el aplauso de todos”. 11
E n los últimos años de las Misiones Jesuíticas el gusto por la
música y su adecuado ejercicio alcanzó un nivel encumbrado, llegán
dose hasta cantar M otetes en idioma guaraní y representarse óperas
bastante completas. Léase esta descripción de unas festividades en las
M isiones Orientales conmemorándose el natalicio de Carlos I I I : “A
la tarde se cantan vísperas con mucha solemnidad, esmerándose en
esto no poco los religiosos curas, y después vuelven a las escaram uzas
entretanto disponen algunos bailes ó danzas de m uchachos que m a
ravilla el orden y compás que guardan, aunque sean de tan corta
edad que no llegan a ocho años. Los bailes que usan son antiguos
ó estrangeros: yo no he visto en E spaña danzas semejantes, ni en las
diversiones públicas de algunos pueblos, ni en las que se usan en
el dia y octava de Corpus. A hora m odernamente van introduciendo
algunas contradanzas inglesas, danzas valencianas, y otros bailes que
usan los españoles. A estos muchachos danzantes los adornan con ves
tidos á propósito, con coronas y guirnaldas que hacen vistosas las
danzas: hay algunas que se componen de 24 danzantes, que form an
varios enlaces, y aun letras, con el nombre que quieren.
E n tre danza y danza hacen juegos ó entremeses, que en su idio
ma llaman menguas , todos de su invención. . . ” 14
A dviértase la presencia de la contradanza a mediados del siglo
X V III en plenas reducciones enclavadas prácticam ente en la selva y
a enormes distancias de las capitales coloniales.
E n el U ruguay, dentro de la demarcación actual, los Jesuítas sólo
establecieron algunas “estancias” y desde luego su casa central en
Montevideo, pero en esta última únicam ente dedicaron sus esfuerzos
10
en m ateria musical los habitantes españoles y criollos de la ciuaad,
quedando por lo tanto su ejercicio de m úsica religiosa fu era de este
capítulo dedicado a la indígena.
P o r otro lado, el charrúa en sus correrías hacia el N orte, era por
el contrario, uno de los más temibles enemigos de las Reducciones
Jesuíticas, compartiendo su responsabilidad destructora m uchas veces
con los mamelucos. E n contadas ocasiones reuniéronse los charrúas
bajo la organización m isionera, pero la term inación estaba fatalm ente
dictada por la destrucción a sangre y fuego de la Reducción. Asesi
nado el M isionero y quemadas las casas, volvía o tra vez el charrúa
hacia el Sur para lanzarse de nuevo a su vida nómade. E n 1615 el
Superior de los Jesuítas en Buenos A ires sugiere a los m isioneros que
“dos sepudieran occupar en m issionperpetua.con vna nación que esta
alli cerca de yndios ynfieles, y tan barbaros, que todas las vezes que
m uere algún parientesuyo se cortanalg.a coyuntura de los dedos de
las manos y assi ay algunos q le faltan quatro, o seys coyunturas con
form e alnum .0 desús difunctos, y quanto ha quesefundo esa Prouin.*
neseles hapodido qu ita r”. 13
Se refiere desde luego a los charrúas y al parecer esta b árb ara
mutilación de la falange de los dedos por cada uno de los parientes
fallecidos, es una de las pocas cosas ciertas que sobre ellos se aseveran,
ya que en todos los documentos posteriores y por conductos distintos,
cada vez que se habla de ellos, se insiste en destacar esta costumbre
que bajo apariencias tan terribles descubre un fondo de sombría so
lidaridad tribal hacia los desaparecidos.
E n 1691, el P adre Antonio Sepp, S. J., noble tirolés, llegado al
Río de la P lata en ese año, músico de superior calidad, instrum entista
y hasta fabricante de instrum entos, intentó extender la fé cristiana
h asta los charrúas del N orte de la actual República — especialmente
en el hoy estado brasileño de Río G rande del S u r— tomando como
punto de reunión el Yapeyú en la costa argentina, frente a la desem
bocadura del Ibicuy en el Río U ruguay.
A ese respecto escribe lo siguiente el propio P. Sepp: “ Se tomó,
pocos años ha, la determ inación de extender la Fe entre los pueblos
infieles, que aquí se llaman Cham as. Son casi tan feroces como las
bestias, con las cuales viven. V an casi desnudos y apenas tienen más
que la figura de hom bres” . . . “ Se pensó, pues, hum anizar a estos
bárbaros, y anunciarles el Evangelio. Se eligieron p ara esto, dos mi
sioneros, llenos de celo y de v a lo r: es a saber, al P. Antonio Bohm,
m uerto poco ha en olor de santidad, y al P. Hipólito Dáctili, italiano.
E l uno y el otro habían adquirido un g ran conocimiento, práctico
entre los indios, con el mucho núm ero de gente del Parag u ay , que
han convertido a la fé”. 10 Sigue después el relato refiriendo la con
versión de un charrúa llamado M o re y ra : “ Bien que tiene 60 años
11
de edad, no tiene repugnancia de sentarse con los niños, de hacer
la señal de la Cruz, y aprender como ellos el catecismo. Reza el Ro
sario con los cristianos. E n fin, está tan de veras convertido, que po
demos esperar que su ejemplo influirá mucho en la conversión de sus
com patriotas. Le ha seguido ya su m ujer con diez fam ilias de la mis
m a nación, que piden el bautismo, y viven en este pueblo p a ra apren
der el catecism o”.
Salvo estas esporádicas conversiones, el ch arrú a se cerró por
completo a la penetración misionera, no causando en el ánimo de él
n inguna impresión los peregrinajes musicales que por sus tie rra s rea
lizaban sacerdotes acompañados por indios músicos. E n ese sentido
los m isioneros lanzaron varias em bajadas p ara ten tar si por el ca
mino de los sonidos podían llegar hasta ellos. El B arón de las Ju ras
Reales en el prim er tomo de su fantaseoso Libro “ Entretenim ientos
de un prisionero en las Provincias del Rio de la P la ta ” editado en
Barcelona en 1828, publica un curioso grabado en el que se ve una
canoa con sacerdotes músicos próxim a a la ribera en la que un grupo
de indios escuchan extasiados. Al parecer no dió ningún resultado
y con ello se dedujo equivocadamente que los charrúas ni practi
caban la música ni eran sensibles a ella. Me place tran scrib ir esta
relación de una de esas misiones en 1627 que bajando por el Rio
U ruguay hasta el Río de la P lata atravesó el lugar donde los cha
rrú a s habían levantado sus toldos: “ en aquel tiempo, que era de
carnestolendas, viniese de la provincia del U ruguay,el P .e Diego de
A lfaro por el Rio U ruguay, y por el Rio de la plata sin ser llam ado;
con diversas embarcaciones, y con setenta Yndios de aquellas reduc
ciones que negaban nuestros contrarios; con que quedaron confusos
y abergonzados, principalm ente porque los 20,destos Indios que se
avian bautizado en estos tres años eran buenos cantores y músicos
de vihuelas de arco que trugeron consigo con que festejaron la fiesta
de las quarenta horas, con linda música, curiosas d a n ta s i saraos que
hicieron con mucho donayre i destreza con vistosos aderemos y plu
m ería de varios colores” .17
Pero si el charrúa no fué conocido por los m isioneros, menos lo
fué aún por el español. ¿Cómo podía ser esto último si hasta los
propios indios m isioneros tenían la más profunda aversión y terro r
por el conquistador? Léase al respecto este hecho relatado en una
C arta A nua del 1627: “ M as ellos que no tienen o tra cosa más odiosa
quel nombre de Español luego comenzaron a alvorotarse, i aun a que-
xarse de los P .'s que los reducían con condigion que no avia de en
tra r Español a sus tie rra s”, agregándose luego este pintoresco insulto
hacia ciertos indígenas que habían aceptado la presencia de un civil
peninsular en su pueblo: “les salieron al encuentro trecientos indios
arm ados de los infieles del U ruguay a m atarlos ofendidos con ellos
por esto mismo, que lo tenían por infam ia, afrentándoles con pala
bras i llamándolos m ugeres, que avian admitido por m arido al E s
pañol”. 18
U na verdad profunda emitió al respecto Francisco Bauzá — quien
también por otro lado insiste en aquello de que “H a y algo tétrico
en la melancolía im perante entre esas m asas de bárbaros sin cánti
cos ni juegos” (oh manes de A z a ra !)— al a firm a r con levantada se
riedad : “ No eran, sin embargo, torpes, corrom pidos ó feroces, de
m anera que sus tristezas parecen ser más bien el estado de un ánimo
en crisis, que no la displicencia resultante de una depresión moral
cuyo influjo no sentían. De todos modos, la tum ba encubrió el se
creto de estas m anifestaciones externas, y la inducción desprovista
de elementos de juicio, no puede penetrar hasta ellas” . 19
Al concretar todas estas noticias colaterales, cabe preguntarse
ah ora: ¿se oyó, o bien, se practicó música indígena m isionera en
nuestro territorio definitivo, durante los tiempos coloniales ? A lo cual
debemos responder a firm ativ am en te; no sólo du ran te ese período sino
aún hasta 1824 por lo menos. V an las pruebas.
6. M isa s c a n ta d a s e n t r e c h a r r ú a s y c h a n á e s e n 16 2 4 . —
Uno de los hechos menos conocidos con respecto a la presunta fu n
dación de Soriano y a las M isiones en el U ruguay, nos trae una
referencia concreta de música religiosa d urante la conquista.
El 17 de diciembre de 1624 llega a Buenos A ires el Gobernador
Francisco de Céspedes sucesor en este cargo de don Diego de Gón-
gora. A las pocas semanas, aprovechando la presencia en Buenos Aires
de un grupo de charrúas a los que había llamado p a ra hacer un gran
foso para defensa de la población contra los ataques de los holan
deses, les convence para que hagan reducción en la Banda Oriental
y les hace acom pañar de vuelta con dos españoles lenguaraces que
ponen una cruz en la tribu chaná y o tra en la ch arrú a a m anera de
pedimento de misión. Céspedes llama entonces al Obispo y le insta
p ara que se haga misión en estos dos puntos. El Obispo convoca a
los jesuítas y a los franciscanos exponiéndoles el pedido del Gober
nador. El P adre Francisco Vázquez, Superior de los jesuítas m ani
fiesta no tener a la sazón religiosos a quienes poder enviar a la otra
banda del río. El Provincial de los franciscanos, F ra y B ernardino de
Guzmán hallábase en el interior de la A rgentina — recuérdese esto— ,
y entonces F ra y Juan de V ergara, guardián del Convento de San
Francisco, m anifiesta que, aunque no tiene autorización de su Su
perior, se anim a a tentar esa empresa.
A fines de 1624, se em barca pues para la B anda O riental acom
pañado de F ra y Pedro G utiérrez, criollo “ lenguaraz en las lenguas
generales de los dichos yndios”. C ruzan el río en dos canoas en una
extensión de seis leguas y se adentran de 20 a 30 leguas hacia el
13
interior. Allí fundan dos reducciones a la altu ra aproxim ada de So-
riano en 1624: San Francisco de Olivares con los ch arrú as y San
Antonio de los Chaneces, con los chanáes. Perm anecen allí 15 días
y retornan a Buenos A ires con caciques de ambas tribus, sus m ujeres
e hijos.
Comienzan entonces reiterados pedidos de Céspedes al Rey para
que le facilite medios para la catequización de la Banda Oriental.
Sus disidencias con el Obispo de Buenos Aires determ inan que se deje
sin efecto este intento de penetración en la Banda nuestra.
De todas m aneras, en la Inform ación hecha en Buenos A ires
ante el G obernador Céspedes sobre los servicios realizados por F ray
Ju an de V ergara, aparece una referencia musical en la que están de
acuerdo todos los deponentes: que en la Banda Oriental se cantaron
misas entre los charrúas y chanáes. El Licenciado Francisco Caballero
Bazán, arcediano de la Catedral de Buenos A ires inform a que “ les
dixo missas. Rezadas y cantadas”. 20 Bernardo de León confirm a
lo mismo con estas palabras: “ Predicándoles diferentes vezes y di-
ziendoles m issas rrezadas y cantadas”. 21 El C apitán Salvador B ar
bosa de A guilar repite a su vez: “ les dixo missas cantadas y rreza
das”. 22 Y por último el propio interesado F ray Ju an de V erg ara
d e c la ra : “que les Predico el santo ebangelio y celebro dixo m issas rre-
dadas y cantadas entre ellos y les ynstruyo en n uestra santa fee ca-
tholica enseñándoles la D otrina xptiana y las oraciones y sauiendo los
dichos yndios que estaua en sus tie rra s vinieron otros yndios de otras
partes y a todos les alago y hizo buen tratam iento y agassajo y se
rreduxeron en dos reduciones que les pusso por nom bre ala vna sant.
francisco de oliuares de los charrúas y ala o tra sant. A ntonio de los
chanaes” .23
Lo interesante de todo ello es que F ray B ernardino de Guzmán
fué ajeno por completo a estas fundaciones, que ellas se realizaron
a fines de 1624 y que en ellas se oficiaron misas cantadas, hecho m u
sical que por su antigüedad no puede escapar a esta enumeración de
referencias sonoras sobre nuestros indígenas charrúas y chanáes.
7. I n s t r u m e n t a l i n d í g e n a d e 1 6 8 0 . — E n el ya lejano año
de 1 6 8 0 Don M anuel Lobo funda en nuestro actual territorio, hacia
el confín oeste del Río de la P lata, la Colonia del Sacram ento, plaza
fo rtificada bajo la tutela portuguesa en pleno territo rio español y
que es origen de la m ás complicada reyerta colonial. E n el mismo
año, el Gobernador español en Buenos A ires, José del G arro, des
pués de intim ar inútilm ente su evacuación a los intrusos, inicia una
expedición para expulsarlos violentamente, hecho éste que culmina
con un éxito momentáneo.
14
Y he aquí que en medio de esta ro ja crónica g u errera, surge una
de las prim eras noticias de la m úsica en nuestro territorio. José del
G arro solicita al P. Cristóbal A ltam irano que reclute hasta 3.000 in
dios de las M isiones del P a ra n á y U rug u ay para incorporarlos a la
a ltura del Pueblo de Santo Dom ingo de Soriano, situado al N orte de
la Colonia, a las tropas de españoles al m ando de V era M uxica, con
el fin de atacar en grueso núm ero la fortificad a plaza. El P adre A l
tam irano dicta entonces instrucciones m ilitares a los Padres Misio
neros de las D octrinas del P a ran á y U ruguay, y entre ellas ordena
que “ todos los indios se lleven sus pingollos ó pífanos ó flau tas con
que se animen a la g u e rra ”.24
E ste prim itivo instrum ental probablemente indígena resuena en
nuestro territorio en los prim eros meses del año 1680. El pinkillo o
tarka, llamado en el documento del P. A ltam irano “pingollo” es en
la actualidad un aerófono “del ambiente indígena inm igrante, ra ra
m ente aceptado en el ambiente de los aborígenes locales” según23
Carlos Vega, lo cual coincide perfectam ente con la entrada de indios
m isioneros en el U ruguay. Se construye con un tubo de caña de unos
treinta centím etros de largo por dos o tres centím etros de diám etro,
con seis perforaciones circulares y una pequeña, cuadrada, desviada
hacia la derecha del ejecutante. El canal de insuflación en la parte
in ferior del extrem o se corta en bisel y un taco de m adera cierra el
tubo dejando la rendija que da form a de cinta al soplo; en la parte
superior se hace una muesca en el tubo contra cuyo filo choca la
cinta de aire.
Pinkillos fueron, pues, los que anim aron a la g u e rra a los indí
genas que atacaron a M anuel Lobo en la Colonia del Sacram ento de
la B anda O riental en el año 1680.
8. Los IN D IO S M Ú S IC O S D E S O R IA N O A F I N E S D EL SIG LO X V II I.
Al través de todos los documentos coloniales que hemos hallado
con relación a la música en las iglesias de M ontevideo y del interior
de la Banda O riental, se deja constancia de que el instrum ental con
que se acompañaban las funciones religiosas era el siguiente: órgano,
gu ita rra , arpa y violines. L a llegada del Obispo al pueblo de Soriano
en 1779 determ ina una condigna efervescencia musical en el ámbito
de la iglesia. El M aestro H ilario, modesto “K appelm eister” de la lo
calidad, convoca a todos los indios músicos y form a con ellos un con
junto instrum ental ponderable. El Cabildo de Soriano los viste de
pies a cabeza y su generosidad llega hasta pagarles seis pesos y tres
r e a le s .. . por el gasto de jabón que han insumido en su limpieza en
el transcurso de 34 sem anas.20 Según se desprende del “ Libro de
Cuentas del Cabildo de Soriano”, entre los indios había hasta un
compositor, por esos años. Y no un compositor “alia m ente” , prim i
tivo e iletrado, sino un músico que dominaba la escritura sonora.
E n tre los gastos que autoriza la corporación fig u ra el pago de un peso
“al Indio que hizo la Solfa” . 27 No fué sin em bargo una esporá
dica intervención la de estos indios músicos; en años posteriores fi
g u ran en las cuentas del Cabildo idénticos pagos p ara los instrum en
tistas y cantores, para la renovación de las cuerdas de arpas, gui
ta rra s y violines y para los anónimos compositores que escribieron
sus melodías religiosas. No es posible determ inar la filiación étnica
de estos músicos. Bajo la denominación de “ indios” estaban los cha
rrú as, los chanáes y las otras tribus que habitaban el territo rio u ru
guayo. Fundam entalm ente esta denominación abarcaba también a los
guaraníes de las antiguas reducciones jesuíticas que a p a rtir de la
expulsión de la Compañía de Jesús, vagaban por los campos y nú
cleos poblados de toda la Banda O riental. Aquellos sólidos músicos
que se habían form ado en las Reducciones transm itieron a sus des
cendientes sus conocimientos y los batallones de la heroica P a tria
Vieja contaban con orgullo en sus bandas a los pífanos y tam bores
de tez cobriza. E n 1820 Augusto Saint-H ilaire conoció en la casa
de campo del Conde de Figueira, en las afu eras de Po rto Alegre, a
un pequeño guaraní que había servido de pífano en las tropas de
A rtig as ; preguntado por el distinguido viajero si deseaba perm anecer
en la fazenda del Conde de Figueira, contestóle el indiecito músico
que “deseaba voltar para junto de A rtig a s”, y anota de inmediato
Saint-H ilaire: “A rtigas posee una particular habilidad p ara hacerse
querido por los indios”. 28
E n tre las m ás im portantes referencias sobre estos indios músicos,
destacamos una muy curiosa que data de 1808. E n noviembre de ese
año se realiza en el pueblo de Santo Domingo de Soriano la solemne
fiesta de la ascención al reinado español de Fernando V II. El Ca
bildo de esta localidad organiza grandes festejos populares que cul
m inan el día 28: “Llegó eniin el dia 28 de Nob.e habiéndole prece
dido la inluminac.on de tres noches, las flautas, y Tam boriles délos
Indios, y diversos coros de música q.e repartidos p.r distintas calles
anunciaban la proxim idad de este gran dia. E n el al salir el sol apa
reció renobada toda la Poblac.0" y transfo rm ad a en un risueño bos
que : las calles barridas, y decoradas con laureles” . . . 28 B D urante
todo el día se oyó la “dulce A rm onia délos Instrum .108 músicos”, pero
al e n tra r en la iglesia, esta vez el instrum ental indígena no participó
de la función: “ Depositado el R.1 E stan d arte al lado del Ebangelio
del A ltar M ayor subieron al Coro todos los músicos a excepción délas
tam boras y treangulos”.
9. C a n to s c h a r r ú a s d e c o m b a t e , e n 1 8 1 2 . — A fines de
noviembre de 18 12 , A ntonio Díaz, a la sazón secretario del general
16
Rondeau, se acercó a un campamento ch arrú a ubicado en la costa
del arroyo A rias, afluente del Santa Lucia con el propósito de a tra e r
los a la causa de la revolución artiguista. D urante 22 días estuvo en
relación con ellos y por fin “se unieron a A rtigas sin pacto de alianza
y conservando su indep.ci“ ,sus costum bres y hábitos feroces” . En
el cuarto tomo de las “ M em orias” m anuscritas de Díaz, reciente
m ente adquiridas por el A rchivo General de la Nación, se describen
con lujo de detalles y, lo que es más im portante, con criterio de es
tudio etnológico, las condiciones sociales, prácticas, costum bres y ca
racteres psicológicos de nuestros aborígenes. A ntonio Díaz declara
estas intenciones en las siguientes palabras: “ Yo era entonces I joven
de edad de 24 años y mis prim eros pasos en esa indagación no pasaba
de cierta curiosidad; pero repitiéndose las ocasiones de verlos [a los
ch arrúas] por que siendo yo Sec.° del Gen.1 Rondeau iva con fre
cuencia en comisión de él a ver al Gral. A rtig as en la campaña du
ran te las desavenencias de este Gral. con el representante del Gob.
Nal. S arratea, me propuse hacer un estudio mas detenido y profundo
del hom bre salvaje, m oralmente considerado,pués que tenía tan buena
proporción de hacerlo por mis relaciones con los charrúas que me
trataban con am istad por los pequeños dones que en mis viajes les
hacía ”
En lo que nos es pertinente, corresponde tran scrib ir unos pá
rra fo s de este singular decumento que conocemos por atención del
Dr. Eugenio P etit Muñoz, y que refuerza n u estra tesis sobre de
term inadas prácticas musicales de los charrúas. Dice en prim er té r
m ino: “ Cuando van a pelear o saben q.e el enemigo se acerca el Ca
cique los form a a caballo en ala, y los proclam a con una muy larga
arenga en q.' expone las injurias o agravios recibidos de los enemigos
y les recuerda los tiempos y glorias de sus m ayores y sus propias ha
zañas y hechos de arm a .El Cacique cada vez que en la arenga los
incita y anim a a la venganza mueve la lanza blandiéndola con fuerza,
y en toda lalínea se arm a entonces una g rite ría prometiendo pelear
con valor para vengarse”. Luego agrega estas palabras im portantí
simas para nuestro estudio: “ M ientras q’du ra esa alocucion o procla
ma las m ugeres se ponen en fila a tra s de la linea de los hombres como
a distancia de veinte varas y [como ade] están cantando, no se que,
pero supongo q ' sera algún himno p.“ anim ar alos combatientes”
Toda esta escena concuerda exactam ente con la que en 1825 ve
el Sargento M ayor Benito Silva que se reg istra en el llamado “ Có
dice V ilardebó” analizado en párrafos posteriores. Allí también las
“m ugeres se ponen a cantar de un modo tan lúgubre que hace enter
necer” m ientras los guerreros se preparan p ara el asalto haciendo
sonar una bocina de guampa.
1/
Estos “peanes” guerreros se repiten en los pueblos de más an
cestral cultura y en último térm ino afloran también en las “m arse-
llesas” francesas c en los “himnos patrióticos” de edades y culturas
tan nuestras.
10. I n s t r u m e n t a l m i s i o n e r o d e 1815. — Cinco noticias — una
de ellas de trascendental im portancia— queremos sopesar en este ca
pítulo dedicado a nuestra música indígena. La prim era referencia
versa sobre los indios m isioneros que se radicaron en la Banda O rien
tal (dentro de las actuales demarcaciones de nuestra R epública), los
cuales, destruidas las Reducciones Jesuíticas del X orte, se fueron
corriendo hacia el Sur diseminándose en todo el ámbito de nuestro
territorio.
H acia el año 1815, habiéndose producido cierto entredicho entre
el gobierno de O torgués, instalado en Montevideo y José A rtigas, r a
dicado a la sazón en Purificación (D to. de Pay san d ú ), el Cabildo
m ontevideano envió al campamento artig u ista una delegación que
integraban el sabio Dám aso A ntonio L arrañ ag a, cura interino de
Montevideo, Antolín Reyna, F ray José Benito Lam as y M iguel Pisani
para entrevistarse con el Protector de los Pueblos Libres.
L a rra ñ a g a anotó cuidadosamente todas las peripecias del viaje
y a su llegada a Canelones el i.° de junio de 1815, he aquí lo que
dejó estam pado: “Lo que llegamos al Pueblo fué n uestra prim er di
ligencia pasar a ver al Comandante. Este nos hizo en tra r a su casa
y nos recibió con tanto agrado y m iram iento que me avergonzó re
cibiéndonos con una música regular de dos biolines, tam boras y triá n
gulo, tocados por quatro Indios de M isiones”.29
El valor de esta referencia es desde luego muy relativo dentro
del historial de nuestra música, pero de todas m aneras es signifi
cativo de un estado general de cosas: a p a rtir de la expulsión de los
jesuítas en 1767, los guaraníes corriéndose paulatinam ente hacia el
sur fueron disolviéndose en el conglomerado étnico del U ruguay que
su frió la influencia más por parte de los indios m isioneros que por
los c harrúas o por las otras tribus que lo poblaron de más antiguo.
18
Al día siguiente, 26 de mayo, se repite la misma escena, esta vez
descrito el desarrollo de la pantom im a en un impreso de la época con
m ayor riqueza de detalles: “ se repitió la danza de niños indianos,
que cada vez ofrecía nuevos estímulos á la adm iración y al aplauso.
El pequeño casique corifeo se presentaba sentado en aptitud de sa
tisfacción, y naturalidad. Allí recibía diferentes homenages de los
hijos del sol. Luego se ponía de pié, y arengaba en honor del libre
derecho de los Am ericanos, y el pueblo hacia resonar mil vivas al
despejo, y habilidad de la tierna juventud ”.31
E sta inocente pantom ima estaba concebida de acuerdo con el
concepto que en la época se tenía de las civilizaciones incaica y az
teca. Concebida quizás por algún español en hom enaje a “los niños
indianos” no pasaba de un pintoresquismo m ás o menos audaz. ¿Con
qué música se bailó esa danza? N ada dice al respecto la descripción.
12. C a n t o g r e g o r i a n o e n e l p u e b l o d e D u r a z n o e n 1824.—
L a te r c e r a n o tic ia a qu e alu d im o s lín e a s a r r ib a se r e f ie r e tam b ié n a
la m ú s ic a r e lig io s a m is io n e ra y es de s in g u la r im p o rta n c ia . E n 1824
lle g ó a M o n te v id e o la M is ió n A p o s tó lic a M u z i qu e in te g r a b a n
el C a n ó n ig o M a s t a i F e r r e t t i — e le v a d o lu e g o al solio p o n tific io
b a jo el n o m b re d e P ío X I — y J o sé S a llu s ti, s e c r e ta r io de la
m ism a, qu ien a la v u e lta p u b lic ó en R o m a en 1827 el D ia r io
de la m isión . Y en él se r e la t a e ste c u r io s o a c a e c im ie n to : “ m ien
tr a s p e rm a n ec im o s en M o n te v id e o , el s e ñ o r P e d r o J u a n S a la ,
d ig n ís im o sa c e rd o te y c o n fe s o r m ío a llí, se fu é a p a s a r u n a te m p o r a
d a a l cam p o, a d is ta n c ia d e c u a r e n ta le g u a s d e aq u e lla ciu d a d c e r c a
d e un p equ eñ o p u eb lo de in d io s, lla m a d o D u r a z n o . In v ita d o s po r
e llo s a c a n ta r m isa en s u fr a g io d e u n a p e r s o n a p r in c ip a l, qu e h a b ía
m u e rto en a q u e llo s d ía s , q u e d ó m u y e d ific a d o de la r e lig ió n y v e r
d a d e r a p ied a d de aq u e llo s b u e n o s in d io s, lo s c u a le s se re u n ie ro n en
g r a n n ú m e ro en su c a p illa con m u c h a d ev o c ió n . D e s p u é s , u n a p a rte
d e ello s, c on su lib ro en m a n o , c a n tó el o fic io de d ifu n to s con m u ch a
p a u sa y a p r o p ia d o to no. S e c a n tó d esp u é s la m isa , y los m ism os in
d io s, en u n o de lo s lib ro s c o r a le s d e ja d o s p o r los P a d r e s J e s u íta s,
a c o m p a ñ a r o n a l sa c e rd o te con el c a n to g r e g o r ia n o , m u y bien e n to
n a d o , com o si e stu v ie s e n to d a v ía b a jo el r é g im e n de aq u e llo s bu en os
D ir e c t o r e s d e la C o m p a ñ ía , qu e los h a b ía n in stru id o s . N o tó tam b ié n
el d ic h o s a c e rd o te qu e to d a s las fa m ilia s , aq u í y a llá r e u n id a s en
p e q u e ñ as p o b la c io n e s, tie n e n su c a p illa c o n s tru id a d e g r e d a y de m a
d e r a , con te ch o de p a ja , en la qu e se r eú n e n to d a s las ta r d e s p a ra
o ir la le c tu r a de c u a lq u ie r lib ro d e v o to , r e z a r el s a n to R o s a r io con
su le ta n ía , y p r a c tic a r o tro s a c to s d e p ie d a d ; reu n ió n á qu e ellos
d an el n o m b re de Escuela de Cristo.”32
E n pleno corazón de la República se entonaba pues en 1824, el
canto gregoriano en su más completa expresión colectiva. E n efecto.
19
el pueblo al igual que en el medioevo, era el acompañante del Sacrificio
de la M isa y cumplía su cometido entonando los cantos litúrgicos
cristianos, si bien a través de las deturpadas versiones que corrían por
ese entonces.
Y ese pueblo, integrado exclusivamente por indios, al decir del
relator, había recibido su tradición desde la era m isionera que había
desaparecido hacía ya más de medio siglo. No nos habla el cronista
de su filiación étnica. N o es audaz presum ir que fueran ellos otrora
integrantes de las Misiones O rientales que perseguidos por charrúas
y mamelucos, fuéronse moviendo hacia el Sur p a ra enquistarse en el
Pueblo de D urazno, hoy capital del departam ento del mismo nombre.
13. B o c i n a s d e g u a m p a e n t r e l o s c h a r r ú a s d e 1825. — La
cuarta referencia trae un poco de luz p ara el conocimiento directo
de la raza charrúa. E n 1825, el Sargento M ayor Benito Silva cae
prisionero de una banda de charrúas y con ellos convive cierto tiem
po. Teodoro Vilardebó, le toma años más tard e una declaración so
bre la vida y costum bres de los aborígenes y entonces Silva después
de establecer el único vocabulario que se conoce hasta la fecha a
ciencia cierta de ellos, describe esta curiosa escena: “ La señal de
que el enemigo se acerca, o de alarm a, es ([s o n a r u n ] ) unallam ada
con una guam pa y ponerse a dar vueltas ([u n o s ] ) enhilera detrás
de los otros, m ientras que las m ugeres ([h a c e n ]) se ponen a ([can -
t a r ] ) ( [ g r it a r ] ) de un modo tan lúgubre que hace enternecer”. 33
El hecho de emplear una guam pa a m anera de bocina p ara am
plificar órdenes de guerra nos dice claram ente de la procedencia
post-colombina de este instrum ento. La introducción del ganado va
cuno, posterior al descubrimiento, es la demostración de este aserto.
De todas m aneras cumple agregar otro aerófono al acervo orga-
nológico m usical del charrúa. P or otro lado la danza pírrica que
form an en hilera los charrúas antes de lanzarse al combate concuer
da perfectam ente con todas las expresiones coreográficas de los pue
blos prim itivos. E ra ésta una de las referencias que siempre espe
rábam os hallar y que viene a a firm a r el escepticismo de C u rt Sachs
acerca de los “pueblos que no danzan” entre los cuales coloca — a
beneficio de inventario— al charrúa uruguayo.
20
documentos posteriores al 1810 se habla de charrúas, conviene pre
venir al lector que con este nom bre se designaba genéricam ente a
todo indígena que m erodeaba por la antigua B anda Oriental come
tiendo depredaciones. Desde luego, que en esos grupos nómades, el
c h arrúa debía fig u ra r en buena proporción, pero de todas m aneras
no se tra tab a ya de una organización racial diferenciada.
Y cuando el naciente gobierno de la República se planteó el
problema de estos grupos indígenas que asaltaban estancias y pobla
ciones del noroeste del país, lo resolvió definitivam ente a sangre y
fuego. C ontra ellos m archó Fructuoso R ivera en la conocida expedi
ción punitiva y los liquidó en las puntas del Queguay en 1831.
E n junio de 1832 llegan a M ontevideo entre una quincena de
prisioneros, cuatro indígenas a los que se les tenia por charrúas, los
últimos vestigios de aquella raza que poblara la m argen uruguaya
del Río de la Plata. Si se llegara a dem ostrar científicam ente que
no lo eran, ello no a tentaría contra el interés musicológico de la re
ferencia de su instrum ental, ya que en último caso, se tra tab a de un
indígena que habitaba el U ruguay y tenía en nuestro país su campo
de desplazamiento.
Estos cuatro indígenas eran : el cacique V aim aca-Perú, el mé
dico de tribu Senaqué, el joven guerrero Tacuabé y su m ujer Gu-
yunusa. U n antiguo capitán del Estado M ayor Francés llamado Curel,
agregado al M inisterio de G uerra de su país y director a la sazón
del Colegio O riental de Montevideo, logró autorización del gobierno
oriental para transportarlos a F rancia y exhibirlos allí con el objeto
de d a r a conocer a la ciencia antropológica europea los últimos ejem
plares de una raza a punto de extinguirse, objeto éste que no eximía
una secreta aspiración de obtener de paso pingües ganancias.
El 25 de febrero de 1833 se em barca Curel en M ontevideo a bordo
del brik “ P háeton” llevando consigo en bodega a los cuatro charrúas
“en calidad de equipaje” . El 7 de mayo desem barcan en Saint-M alo
y trasladados de inmediato a P arís, el 8 de junio son visitados por
prim era vez por los M iembros de la Academia de Ciencias N a tu ra
les presidida por el eminente hom bre de ciencia G eoffroy Saint-H i-
laire. Expuestos luego a la curiosidad del público francés, previo
pago de la entrada correspondiente —digam os tam bién en beneficio
de los franceses que esta exhibición fué condenada desde algunos
periódicos— , el 26 de julio fallece de consunción Senaqué, y en no
viembre el cacique V aim aca-Perú. En este lapso Guyunusa da a
luz una niña — el 20 de setiembre del mismo año, según una no
table descripción del parto registrada por Tanchou en la “Gazette
des H ópitaux”— y m uere en Lyon un año más tarde, el 22 de julio
de 1834, de tisis pulmonar. E n ese mismo mes se pierde el rastro de
Tacuabé y su hija nacida de Guyunusa.
No obstante, con toda gravedad científica se han anotado sus
gestos, actitudes y costum bres, y a la m uerte de los tres prim eros se
han repartido buenamente sus cadáveres entre los Académicos y todas
sus medidas antropom étricas han quedado registradas con una no
table precisión.
Mas he aquí que entre los breves ensayos publicados en diferen
tes revistas de especialización y recopilados hace unos años por el
Secretario General de la “ Societé des A m éricanistes” , M. Paul Ri-
v e t,34 surgen dos referencias musicales sobre los presuntos charrúas
de singular im portancia, desarrolladas con toda am plitud: la reac
ción de los cuatro aborígenes ante una ejecución de la orquesta del
C onservatorio de P a rís y la descripción detallada del “ arco musical”
que había construido Tacuabé, su relación organológica y los aires
que en él ejecutaba.
Efectivam ente, en julio de 1833 los miembros de la Academia
de Ciencias M orales, deseando juzgar el efecto que la música pro
ducía en los charrúas, decidieron invitar a un conjunto de profesores
de la O rquesta del Conservatorio de P arís y a su director el eminente
compositor Cherubini para hacer “un rato de m úsica” y observar
luego las reacciones de nuestros aborígenes.
E ntre los instrum entistas se hallaba nada menos que Toulou, el
célebre flautista Jean-Louis Toulou (1786-1865), aquél a quien Le-
brun dedicó su ópera “ Le rosignol” especialmente p ara que su flauta
m aravillosa cantara el papel del ruiseñor, compositor él mismo de
un centenar de obras para dicho instrum ento y considerado aún en
los actuales días como uno de los máximos instrum entistas en la his
to ria de la flauta.
E n verdad que nuestros pobres charrú as no pudieron ser mejor
servidos desde el punto de vista sonoro. Y en realidad hicieron a
su m anera los debidos honores a tan eminentes ejecutantes, porque
saliendo de su habitual apatía, dieron en sus rostros señales de vivo
interés y de entusiasm o, especialmente hacia el arte de Toulou.
Leamos esta sabrosa crónica de “ Le N ational” del P arís de la
época: “ Se ha ejecutado prim eram ente, alejados de la presencia de
los salvajes y fuera de la vista de ellos, un quintento p ara cornos y
trom petas a pistón que les ha sorprendido, porque ellos no espera
ban esta arm onía, pero no pareció causarles una viva impresión, por
lo menos en lo que se refiere al cacique V aim aca-P eru y al joven
Tacuabé. Guyunusa y el viejo guerrero Senaqué han expresado en
su fisonomía algunas señales de sensibilidad, particularm ente el últi
mo, de ordinario bastante impasible. De inmediato los señores eje
cutantes se aproxim aron y tocaron en presencia de los indios algunos
fragm entos de un estilo más alegre y un m ovimiento m ás vivo igual
que al comienzo; entonces, los auditores del desierto parecieron 11111-
22
cho más anim ados; fueron sobretodo muy sensibles a algunos solos
de flauta y trom peta que Toulou y uno de los profesores que les acom
pañaban tuvieron la am abilidad de hacerles o ir”. 35
U n grupo selecto de miembros de la Academia, eminencias cien
tíficas y dam as de la sociedad asistieron a esta experiencia. Cheru-
bini llegó un poco tarde por lo cual dice el cronista “no pudo gozar
de este espectáculo” .
L a otra referencia del breve tránsito de los ch arrú as por P arís,
posee un interés fundam ental. Tacuabé ha llevado consigo un extraño
instrum ento. Algo así como un “ violín” construido por él, que es
analizado esta vez con profunda seriedad por Dum outier en un en
sayo aparecido en el “Journal de la Société de Phrénologie de P a ris ”
de 1833, intitulado “ Considérations phrénologiques su r les tetes de
quatre C h arrú as”. 30
“ Si bien no fabrican m ás que los objetos que les son de p ri
m era necesidad, se encuentran tam bién sin embargo algunos otros
de puro esparcim iento, tales como una especie de violín monocorde
del que les he visto a rra n c a r sonidos muy dulces y bastante arm o
niosos. Escogen una pequeña ram a de árbol bastante recta ; luego de
haberle quitado la corteza hacen cerca de uno de sus extrem os una
pequeña hendidura c irc u la r; a diez pulgadas o un pie de distancia
hacen o tra sem ejante y cortan la v a rita cinco pulgadas m ás abajo
de la segunda hendidura; éste es el m ango del instrum ento. A tan
fuertem ente de quince a veinte crines de cola de caballo de m anera
de form ar un lazo que es atravesado por el bastón y que lo hacen
subir más o menos hasta dos pulgadas de la hendidura in ferio r; la
o tra extrem idad de las crines la fijan luego en la hendidura superior
de modo que ella no puede soltarse. P a ra tocar esa especie de violín
hacen doblar el bastón hasta que el haz de crines descienda hasta
la hendidura inferior y perm anezca tenso como la cuerda de un a rc o ;
tom an el m ango con la mano izquierda de m anera que tres dedos
les puedan servir de tacto para v a ria r los sonidos, y fijan entre los
dientes la otra extrem idad del violín; una pequeña v ara recta y lisa
que m ojan con saliva, es el arco que hace v ib rar las crines y la aber
tu ra de los labios que abren y cierran como p ara tocar la guim barda,
les sirven pa ra m odular y v a ria r el tono. Sobre tal instrum ento es ló
gico pensar que el núm ero de notas que se pueden obtener es bas
tan te lim itado; sin em bargo da casi una octava y los aires que per
mite tocar son monótonos y poco variados y su compás es ordina
riam ente a tres tiempos".
E l instrum ento de Tacuabé no era o tra cosa que un “arco m u
sical”, el prim er cordófono que conoció el hombre.
P o r v ía c u lta , en la o rg a n o lo g ía m u s ic a l e u r o p e a d e la e r a c r is
tia n a a p a r e c e el a r c o m u s ic a l b a jo el n o m b re de “ m o n o c o r d io ” h a c ia
fines del año mil en las m iniaturas que ilustran los “ Com entarios
al Apocalipsis” de San Beato, existente en El E scorial.37 Angeles
impasibles, a solo, en uno de esos miniados y en una serie de siete
ejecutantes — núm ero cabalístico del Apocalipsis— en otro, dan su
demostración de la m anera de ejecutarse. E s un arco semicircular,
un m ango y un rem ate discoidal. Adem ás, como no pueden darse al
titudes, por cuanto la mano izquierda sostiene solamente el in stru
mento, se necesitan tantos ejecutantes cuantas notas distintas con
tenga la melodía. (F ig. 12).
A) Resonador
1) Sin resonador
a) A rcos de boca, en los cuales la cavidad bucal hace de ca ja de reso
nancia. L a madera del mango puede sostenerse apretada con los dientes
y con la cuerda hacia afu era (F ig . 9 ), o bien aquellos en los que la
cuerda toca levemente los labios del ejecutante como en el arco de
Tacuabé (F ig s. I, 2, 3, 4, 6 y 1 1 ).
b) E l mango del instrumento hace de resonador, siendo comúnmente de
caña de bambú (F ig . 10).
c) A rcos musicales sin ninguna suerte de resonador (F ig s . 5 y 12).
2) Con resonador.
a) Separado del mango del instrumento. Se apoya sobre una vasija suelta
(calabaza, canasta, cacharro de barro cocido, vaso de metal, etc.).
b) Unido al mango del instrumento. L a boca del resonador puede estar
hacia arriba, debajo de la cuerda, o hacia abajo apoyándose en el
pecho o vientre del ejecutante (F ig . 8 ).
c) Unido a la cuerda y deslizándose sobre ella (F ig . 7 ) .
1) Frotada
a) Con una v ara o un hueso (F ig s. 1, 3, 4 y 6).
b) Con la cuerda de otro arco (F ig s. 5 y 12).
c) Con una rueda.
2) Punteada
a) Directam ente con un dedo (F ig s. 8, 9 y 10).
b) Indirectamente con una vara, espina o hueso.
3) Percutida, con una vara (F ig . 1 1 ).
4) Tipo Mirlitón. ( E l arco musical delhotentote tiene una pluma de ave en
uno de los extrem os; por allí se sopla cantando suavemente y ésto hace
vibrar la cuerda. F ig. 7).
C) Cambio de altitudes. Las distintas alturas de las notas de una melodía se obtienen:
1) Pisando la cuerda
a) Con un dedo, tal como se realiza en el violín actual (F ig s. 1.3, 4, 9 y 10).
b) Con un palo (F ig s. 8 y 1 1 ).
26
Clasificación instrumental de acuerdo
con el sistema Hornbostel - Sachs.
D) M a te r ia l de la cuerda
1) Crines retorcidas (F ig s. i y 3 ).
2) T ripa (F ig . <?).
3) Cuero (F ig . 1 1 ).
4) Fib ras vegetales retorcidas (R afia, lianas, etc.).
5) Alam bre
6) De la misma materia del mango
29
caba por el año 1890 en el Sur del Brasil de donde provenía. Poli-
carpo P ereira nació en 1856 en D urazno y emigró al Brasil a los 10
años, aprendiendo allí a ejecutar en ese instrum ento, retornando al
U ruguay a los 20.
¿ Qué función sonoro-social desempeñaba el arco musical ? Cuando
el volumen sonoro es apreciable por la colectividad que rodea al ins
trum entista, tiene por objeto servir de fondo rítmico en las danzas
rituales como en los arcos musicales de los mexicanos. Pero común
mente el sonido que emite sólo se oye a 20 centímetros del ejecu
tante, es decir que, prácticam ente sólo lo oye quien lo ejecuta. De
ahí que el indígena diera un contenido m ágico a su ejecución y dijera
— las tribus californianas, tehuelches y chaquenses— que servía “para
conversar con los espíritus” .
El arco musical de Tacuabé pertenece a esta últim a categoría. De
acuerdo con sus dimensiones, el escaso núm ero de cerdas y el hecho
de ser frotado con una v arita m ojada en saliva, no podía ser un ins
trum ento de comunicación colectiva.
Pero la referencia de Dum outier que contiene el trab ajo de Paul
Rivet, nos tra e además una serie de noticias precisas acerca de la
música que del arco musical obtenía Tacuabé: “ Sobre tal instrum ento
se supone que el núm ero de notas que se puede obtener es bastante
lim itado: sin embargo da casi una octava y los aires que perm ite
ejecutar son monótonos y poco variados; su compás es ordinariam ente
a tres tiem pos”.
H abla el precitado académico de un melodía en compás ternario,
¿sería acaso una form a sim ilar al Y araví incaico a tres tiempos que
viajó por el N orte argentino y llegó hasta nuestro c h arrú a? Y de
cimos esto porque siempre nos han hecho cavilar aquellos aventu
rados versos de nuestro Z orrilla de San M artín en su poema “ T a
b a ré ” compuesto entre 1879 y ^ 8 7 , en el que — literariam ente desde
luego— se niega la aseveración de A zara:
Ella no exprime el fruto del quebracho',
N i recoge en la selva para su indio
L a miel del guabiyú, ni lleva el toldo,
N i entona el yaraví de triste ritmo.
30
El descubrimiento de la escala pentatónica incaica recién data de
1897.41 Sin embargo, el relevamiento folklórico de ambos pueblos,
realizado con espíritu científico apenas data de unos años a esta
p a rte ; el ya célebre libro de los esposos d’H arc o u rt “ La musique des
Incas”, prim ero en su terreno, fué publicado recién en 1925. Su re
copilación directa tiene un valor cronológico presente. Deducir que
lo que hoy cantan o ejecutan descendientes incaicos m ás o menos
directos, fué lo que se oyó en A m érica antes de A tahualpa, es algo
que ni aún a los propios m usicógrafos interesados se les ha ocurrido
insinuar. Las referencias de los cronistas y viajeros, única fuente, son
harto vagas e incompletas.
El siglo X IX que hubiera sido el último momento para recoger
de los sobrevivientes una colección de sus canciones y danzas vernácu
las, fué lastim osamente desaprovechado. En esa época fué el triu n fo del
mem orialista, más preocupado por la crónica amable de los recuerdos
de infancia o de la trasm isión adulterada de las referencias de sus
antepasados relatadas en las largas tertulias propicias a la fantasía y
al entusiasm o del momento. Se ha dicho que nunca se podrá lam entar
bastante la nefasta influencia que tuvieron en toda la Am érica las
célebres “Tradiciones P eru an as” de Ricardo Palm a, creadoras bien
es verdad de todo un bello género literario, pero fom entadoras de
la inexactitud histórica sacrificada en aras del llamado “toque pinto
resco” o del color de época. A greguem os que por lo menos se salvó
esto último.
E n el U ruguay, R icardo Palm a tuvo un aprovechado y brillante
discípulo en Isidoro De M aría y además una cohorte de im itadores de
segunda mano. Quienes pudieron habernos dado ese nexo de unión
entre los viajeros del siglo X V III y los verdaderos historiadores de
principios del siglo actual, perdieron la g ran oportunidad en sus des
m adejadas crónicas y confusos recuerdos.
La m usicografía am ericana tiene pues un vacío que será irre
mediable, desde el punto de vista de su repertorio indígena. Xo así
afortunadam ente desde el punto de vista criollo. La pautación inva
lorable del llamado “ Cancionero bonaerense” de V entura R. Lynch
del 1883, tanto para la A rgentina como p ara el U ruguay, representa
un jalón fundam ental que a su debido tiempo estudiarem os. Recuér
dese que el prim er cancionero de Chile, por ejemplo, “ C antares del
pueblo chileno” de Antonio Alba, data recién de 1898.
Cierto es que las disciplinas folklóricas apenas se practican en
todo el m undo desde hace un siglo y que la novísima ciencia bau
tizada con el nom bre de Folklore por W illiam John Thom s, desbrozó
definitivam ente su campo hace unos 50 años, pero es que en Am érica
falla aún la llam ada “ fuente seca” registrad a en los países europeos
en los grandes cancioneros cultos o populares. Nos falta un “Can
31
cionero de Palacio” de Barbieri y nos falta también una recolección
de canciones populares del tipo de las antiquísim as rusas pautadas
en el siglo X V III.
¿ Qué valor tienen — volviendo a lo n uestro— las referencias sobre
la m úsica indígena uruguaya que hemos transcripto y comentado
líneas a rrib a? Ni más ni menos que el de todas las anotaciones va
lederas para el resto de la música indígena latino-am ericana que
yacen en los libros y papelería de archivo.
Desde luego que con ello no se deduce que el indio oriental po
seyera una escala y una técnica tan diferenciadas como las del incaico
o azteca. Pero no por esto cumple asignarle un papel que por otro
lado hubiera sido excepcional, único y hasta digno de exaltarse: que
por prim era vez en la historia de los pueblos prim itivos existió una
tribu que ignoró por completo el juego de la música.
Em igrados unos, destruidos totalmente a sangre y fuego los otros
en 1831, los indígenas uruguayos se llevaron a la tum ba el secreto de
sus cantos y danzas. Apenas quedan flotando estas vagas referencias
de su prim aria organología. Desapareció el indio y desapareció su
música. Sólo quedó como puente visible entre dos m isterios el re
cuerdo de sus ancestrales instrum entos.
32
&
A M E R I C A S
— ~ 1 R',o„.dor
Estados Unidos
i. Klamath ? cav. bucal S pier (Izik ow itz)
2. Pomo P itjol cumui cav. bucal Loeb ( Izik.)
7,. Maidu ? cav. bucal Faye, Spier (Izik .)
4. Yokuts M aw u 0 M awuwi cav. bucal Kroeber (Izik .)
5. Havasupai ? cav. bucal Spier (Izik .)
6. Diagueño ? cav. bucal Spier (Izik .)
7. Salinan ? cav. bucal Masón (Izik .)
M éxico
8. Mayas Jul 0 Huí cav. bucal Bassauri, Saville
9. Cora Mitote calabaza Toor
Antillas
10. E sclavos negros ? calabaza d’Harcourt
Honduras Británica
11. Mayas Pastse cav. b u cal(*) Thompson (Iz ik .)
Guatemala
Arpa-ché,
12. Kekchi Marimba-ché cav. bucal ( 2) Sapper (Izik .)
0 Caramba
San Salvadcfr
13- ? Carimba 0 Caramba calabaza Balfour. Izikow itz
Honduras
Bum-un, Bum-bum,
14. Lenca Vurun-bumbum. calabaza Balfou r
Carimba 0 Caramba
Nicaragua
15. Mosquitos Carimba calabaza B alfour. Izikowitz
16. ? Q uijongo calabaza Balfour
Colombia
17. Motilones ? cav. bucal Reichel-D olm atof f
18. Busintana Tom ansu cav. bucal Bolinder (Izik .)
Guayañas
19- Kunibos cav. bucal Reich (Izik .)
33
“ aros T omangu cav. bucal Tessm ann (Izik .)
Perú
21. K aschibos K andiroé s/resonador Tessm ann (Izik .)
Trum pa cav. bucal Tessm ann (Izik .)
Brasil
Paraguay
Argentina
V ega, V ig gian o
31. P ilagá Cora (F ig u ra 4)
T en K ate, B alfou r
Lehmann-Nitsche,
32. Tehuelche K oh’lo (F ig u ra 3) cav. bucal V ega
Chile
Q uinquecahue, Isamitt, Guevara,
33. Araucanos Quincahue 0 s/resonador A lva rez, Lehmann-
K unkulkaw e (F ig . 5) Nitsche, V e g a
34. Fueguinos d’Harcourt
U ruguay
35. Charrúas ? (F ig . 1) cav. bucal Dumoutier (R ive t)
0 C E A N A
34
AF RIC A
tipo mirlitón
42. Hotentote G ora (F ig u ra 7) Balfou r, Chauvet
con calabaza
43. (A n g ola) H unga calabaza B alfou r
44. Zulús Gubo calabaza B alfou r
45. Bangango Mutanda calabaza Chauvet
M e-m e-ra-jan ( F i cav. del bam
46. (S enegal) S ch aeffner
gura 10) bú y bucal
47. Basuto Thom o calabaza Balfour
48. Venda T sijolo cav. bucal K irb y (S ch ae ffn e r)
49. Congos (B e lg a ) Lutantá (F ig u ra 9) cav. bucal Chauvet
50. Foulah Soko calabaza Chauvet
51. Cafres ? (F ig . 8) calabaza Chauvet
35
I de Tacuabé (Uruguay)
37
FIG. 3. — Arco musical tehuelche (Argentina)
(Robert Lehmann - Nitsche)
38
ARCO DE
FROTACION
ATADURA DE LA CUERDA
A T A D U R A DE LA CUERDA
39
(P eter Kolben)
40
41
FIG. 9. — Arco musical congo (Bajo Congo Belga)
(S tephen Chauvet)
42
43
N O TAS CO RRESPONDIENTES A L CAPITU LO I
45
M uratori: “ I l C r is t ia n e s im o f e l i c e n e l l e M is s io n i de P a d r i d e l l a Com -
p a g n ia di G e sú n e l P a r a g u a i ”, pag . 6o, Venezia, M D C C X L III).
(14) G o n z a lo de D o b la s : “ Memoria histórica, geográfica, política y económica sobre
la Provincia de Misiones de indios guaranis” (Colección de A n g elis), t. III,
págs. 45 y 46, Bum os A ires, 1836.
(15) O ctava Carta A nu a del P. Pedro O ñate en la que se relaciona lo acaecido du
rante el año 1615 (F acu ltad de F ilosofía y Letras. Instituto de Investigaciones
H istóricas: “ Docum entos para la Historia Argentina", t. X X ( “ Iglesia” ),
págs. 37 y 38, Buenos A ires, 1929).
(16) Segunda carta del P. A ntonio Sepp, publicada en el trabajo de C a r l o s L eo n -
iia r d t : “ E l Padre Antonio' Sepp, S . J. insigne misionero de las Reducciones
Guaraníticas del Uruguay, 1691-1733” , en revista “ Estudios” , año X III, págs.
45 1 y 452> Buenos A ires, 1924.
(17 ) Duodécim a C arta Anua del P. N icolás Mastrillo Durán en la que se relaciona
lo acaecido en la provincia en los años 1626 y 1627(Facu ltad de F ilos
Letras. Instituto de Investigaciones H istóricas: “ D ocum entos para la Historia
Argentina” , t. X X ( “ Iglesia” ), pág. 247, Buenos A ires, 1929).
(18) Ibidem, pág. 306.
(19) F r a n c is c o B a u z a : “ Historia de la Dominación Española en el Uruguay” , t. I,
pág. 116. M ontevideo, 1895.
(20) E n r i q u e P e ñ a : “ D on Francisco de Céspedes” , pág. 92. Buenos A ires. 1916.
(2 1) Ibidem, pág. 102.
(22) Ibidem, pág. 114.
(23) Ibidem, pág. 118.
(24) “ Instrucciones militares del P . Cristóbal Altamirano a los Padres M isioneros del
Paraná y Uruguay” . A rchivo de Indias, A udiencia Charcas, estante 76, cajón 2,
lega jo 21. Documento transcripto en el libro de L u is E n r i q u e A z a r ó l a G i l :
“ L a epopeya de M anuel Lobo” , págs. 194 y 195. Madrid, 1931.
(25) C a r lo s V e g a : “ Lo s instrumentos musicales aborígenes y criollos de la A rgen
tina” , pág. 223. Buenos A ires, 1946.
(26) “ Cabildo de Soriano. Libro de Cuentas” . Lib ro N.° 69. pág. 57. A rch iv o General
de la Nación. Fondo A rch iv o General A dm inistrativo. Montevideo.
(27) Ibidem, pág. 58.
(28) A u g u s te S a i n t - H i l a i r e : “ Voyage a Rio Grande do S u l” , pág. 28. Orléans, 1887.
(28B) A rch ivo General de la Nación. A rch iv o de Don M ariano Berro. “ Libro Co
piador de O ficio s del Cabildo de Sto. Domingo de Soriano” . A ños 1796 a
182(7]. Folios 57, 58 y 59.
(29) D á m a so A n to n i o L a r r a ñ a g a : “ Diario del viage desde M ontevideo al Pueblo
de Paisandú” , publicado en “ Escritos de don Dámaso Antonio Larrañaga” ,
editados por el Instituto H istórico y G eográfico del U ruguay, t. III, págs. 43
y 44. Montevideo, 1924.
(30) “ D E S C R IP C IO N / D E L A S / F I E S T A S C I V I C A S , / C E L E B R A D A S / E N
L A C A P I T A L / D E L O S / P U E B L O S O R I E N T A L E S / E L V E IN T E Y
C IN C O D E M A Y O / D E 1816” , pág. n . M ontevideo, 1816.
(31) Ibidem, págs. 14 y 15.
(32) D iario de la Misión Muzi, publicado en el trabajo del P . G u ille r m o F u r l o n g
C a r d i f f , S. J . : “ La M isión M u zi en Montevideo (1824-1825)” , en “ Revista
del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay” , t. X III, pág. 253. Mon
tevideo, 1937.
(33) “ N oticias sobre los indios charrúas dadas por el Sargento M ayor Benita Silva
y recogidas por el Dr. Teodoro Vilardebó” . Colección de Manuscritos, t. C X C III,
fol. 6. Museo H istórico N acional. Montevideo.
(34) P a u l R iv e t : “ L e s derniers charrúas” , en “ Revista de la Sociedad Am igos de la
Arqueología” , t. IV , págs. 5 a 117. Montevideo, 1930.
(35 ) “ M M . les commissaires nommés par l’Académ ie des sciences et celle des sciences
46
morales, désirant ju g e r de l’e ffe t que la musique produisait sur les I n d ia s -
Charrúas, ont été mercredi dernier, visiter ces sauvages. M. Berton avaií
conduit avec lui quelques professeurs des orchestres de l’Académ ie de mu
sique et du Conservatoire, parmi lesquels nous avons remarqué M M . Tulou
et M eifred./
On a exécuté d'abord, hors de la présence des sauvages, un quintetto pour
cors et trompettes á pistón, qui les a surpris, parce qu’ils ne s’attendaient pas
á cette harmonie, mais qui n’a pas paru leur causer une bien vive impression,
du moins par rapport au cacique Péru et au jeune Tacuabé, Guyunusa et le
vieux guerrier Sénaqué ont laissé voir sur leur physonomie quelques marques
de sensibilité, particuliérement le dernier, d’ordinaire assez impassible.
Bientót. M M . les exécutans se sont rapprochés et sont venus jou er en
présence des indiens des morceaux d’un style plus gai et d’un mouvement plus
v if que celui par lequel ils avaient com mencé; et alors, les auditeurs du désert
ont paru beaucoup plus anim és; ils ont surtout été fort sensibles á quelques
solos de flúte et de trompette que M Tu lou et l’un des professeurs qui
l’accom pagnaient ont bien voulu leur faire entendre.
Une société distinguée, composée de membres de l’Institut, d’autres savans
et de dames, á assité á cette epreuve, et en a suivi les diverses circonstances
avec un v if intérét. Nous avons beaucoup regretté que M. Chérubini et sa
fam ille soient arrivés un peu trop tard pour pouvoir jou ir de ce spectacle, d’autant
plus curieux qú il n’est pas de nature a étre répété.” ( “ Le N ational” de París,
14 de Julio de 1833, artículo reproducido en el trabajo de P a u l R iv e t : “ Les
derniers charrúas” , op. cit., págs. 19 y 20).
(36) "B ien qu’ils ne fassent que les objets qui sont pour / eux de premiére nécessité,
cependant on leur en trouve aussi quelques-uns de pur agrém ent: telle est l’es-
pece de violon monocorde dont je les ai vus tirer des sons tres doux et assez
harmonieux.
Une petite branche d’arbre ayant assez de raideur, est celle qú’ils pré-
fé re n t: aprés en avoir enlevé l’écorce ils font prés d’une des ses extrém ités
une petite entaille circulaire, á d ix pouces ou un pied de distance ils en font
une autre semblable, et coupent la baguette á cinq pouces environ audessous
de la seconde entaille; cette partie est le manche de l’instrument. Quinze á
vingt crins de queue de cheval sont fortem ent attachés de maniere á former
une boucle, qui est traversée par le baton, et que Ton fait monter jusqu’á deux
pouces environ de l’entaille in férieu re ; l’autre extrém ité des crins est fixée
aprés rentadle supérieure, d ’oü elle ne doit pas pouvoir se séparer.
Pour jou er de cette espéce de violon, ils font ployer le baton, pour que
l’anse de crins descende dans Tentadle inférieure, et qu’ils y demeurent tendus
comme la corde d ’un are; ils prennent le manche de la main gauche, de ma
niere á ce que trois de leurs doigts puissent servir de touches pour v arie r les
sons, et fixent entre les dents l’autre extrém ité du v io lo n ; une petite baguette
droite et lisse qu’ils mouillent de salive est l’archet qui fait vibrer les crins;
et l’ouverture des lévres, qu’ils agrandissent ou resserrent, comme pour jou er
de la guim barde, leur sert á moduler et varier le ton.
S ur un tel instrument, on peut bien penser que le nombre de notes que
l’on peut obtenir est assez lim ité; cependant il donne presque un octave, et / les
airs qu’il permet de jou er sont monotones et peu variés leur mesure est ordi-
nairement en trois temps.
II est tres présumable qu’ils ont quelques chants, mais je n’en ai pas
entendu. L ’un des quatre qui sont á P aris, siffie assez juste, lorsque la fantaisie
lui en prend.
II résulte de ces faits que l’assertion d’A zara. reproduite par M. Virey,
relativem ent á leur musique, ou á leurs amusemens, n’est pas e x a c te ; il y est
d it: “ lis n’ont ni chansons, ni danse, ni musique, ni société; toujours graves
et taciturnes, etc.” C ’est précisément le con traire ; on a été induit en erreur
par leur excessive réserve, tant ils mettent de soin á se cacher et á dissimuler
devant les étrangers toutes leurs sensations. Pour moi, je les ai vus et en-
tendus rire au x éclats, rarement, il est vrai, mais néanmoins cette manifes-
47
tation a lieu chez eux comme chez nous. Ils ont meme quelquej je u x d’adrtss':,
tels que celui du couteau ce les osselets: ils jouent au coutean á-peu-prés
comme nous jouons au bouchon, et en place d’osselets, ils se servent de petites
pierres.” ( D u m o u tii.r : “ Considérations phrénologiques sur Ies tetes de quatre
Charrúas", apareció.) en el “ Journal de la S ociété Phrénologique de París” ,
t. II, págs. 94 a 96, transcripto como apéndice N.° IX del trabajo de P a u l
R i v e t : "L e s derniers charrúas", op. cit., págs. 112 y 113).
(37) F e lip e P e d r e ll: “ Organología musical antigua española” , op. cit., págs. 39 y 40.
(38) El primer estudio profundo y ordenado del arco musical se debe a H enry
B a lfo u r quien en 1899 publica un folleto “ Th e N atural H istory o f the Musical
B ow ” que, acéptense o no sus conclusiones, sigue siendo un modelo de org a
nología musical comparada. Desde ese entonces hasta el breve y jugoso pa
rág rafo dedicado a este instrumento por C arlos V e g a en su reciente libro
"L o s Instrumentos Musicales aborígenes y criollos de la A rgentina” , la biblio
g r a fía se ha ido extendiendo en importantes aportes. Sobre ellos hemos ela
borado la tabla y el mapa que figu ran en el presente capítulo. A continuación
detallamos la b ibliografía que hemos seguido para su realización dejando cons
tancia de que cuando la noticia nos llega de segunda mano, estampamos entre
paréntesis al fin al de la ficha bibliográfica el autor que lo c ita :
R e n a to A lm e id a : “ Historia da música brasileira” , 2.a ed., pág. 115. Río
de Janeiro, 1942.
O n e y d a A l v a r e n g a : “ Música popular brasileña” , pág. 24. M éxico. 1947.
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“ Anthropos” , t. II, págs. 922 a 933, A ño 1908. ( D ’H a rcou rt).
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págs. 109 y siguientes. Berlín, 1899. ( D ’H a rcou rt).
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y Lionel de la Laurencie; primera parte, t. 5, pág. 3229. París, 1922.
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págs. 117 a 124. Córdoba, 1948.
(39) J- Im b e llo n i: “ Epítome de culturología” , págs. 105 a 109. Buenos A ires, 1936.
(40) L u c ia n o G a l l e t : “ Estudos de fo lclo re” , pág. 61. R ío de Janeiro, 1934.
(41) C a r lo s V e g a : “ Música Sudamericana” , pág. 12. Buenos A ires, 1946.
49
C A P ÍT U L O II
LA MUSICA NEGRA
A) IN T R O D U C C IO N
53
conocían con seriedad científica los aportes musicales de dos grandes
civilizaciones norteñas: la arábiga y la egipcia, es decir, las dos que
no eran precisam ente negras. Con respecto al A frica negra el
prim er intento profundo de síntesis en torno de su música, data de
1928 cuando Erich M. von Hornbostel publica en O x fo rd su ensayo
“A frican N egro M usic” . Al año siguiente aparece un libro que re
sume toda la inform ación sonora african a hasta ese entonces pero
se halla escrito por un aficionado indudablemente sagaz aunque de
escasa rigorosidad científica: la “ M usique N égre” 1 de Stephen
Chauvet publicado en 1929. Chauvet dem uestra que la música a fr i
cana — especialmente la de las regiones ecuatoriales de donde pro
viene la más fuerte corriente de esclavatura al U ruguay— está con
cebida sobre la base de motivos cortos, repetidos hasta el cansancio.
A segura además que en tanto en la civilización occidental predo
m ina desde hace casi un milenio la arm onía, en la música negra,
salvo excepcionales m archas paralelas de dos, tres y hasta cuatro
voces, reina soberanamente el concepto de la melodía p u ra; a esta
polifonía que no sigue las leyes de contrapunto ni de arm onía v erti
cal, corresponde llam arla heterofonía. Es frecuente —ag reg a— el em
pleo de la síncopa, golpeando las manos en el tiempo débil. E n cuanto
al concepto coreográfico, el sentido de la pareja no está presente
en las danzas sagradas, razón por la cual la supuesta lubricidad de
la danza africana sea pura im aginación; por lo general danzan los
hombres solos; a veces, hombres y m ujeres pero sin reconocerse en
p areja; en sum a: práctica constante de la danza colectiva. Lo más
frecuente es la acción sim ultánea de cantos, danzas y ejecución de
instrum entos: pocas veces se canta solo o se tañe solo. P o r último
Chauvet, repitiendo palabras de Delafosse le advierte al lector ésto
que quizás pueda e x tra ñ a r a aquellos prevenidos por las teorías que
corren desde hace años sobre la música afroam ericana: “ N ada me
nos específicamente negro, nada menos parecido a la verdadera m ú
sica negra, m ejor dicho, a la música del A frica, que el Jazz” . . .
En los últimos veinte años, el estudio de la música negra ha
entrado en el camino correcto y corresponde el empuje inicial al pe
n etrante talento y a la inform ación de prim era agua de Hornbostel.
M usicólogos bien form ados se han lanzado por las aldeas y selvas
africanas con sus aparatos grabadores y ya han comenzado a ap a
recer los prim eros álbumes de discos tomados “ in situ ” ; cabe des
tacar entre ellos el muy notable de la misión “ Ogoué-Congo” de 1946.
P o r otro lado han comenzado a publicarse las m onografías especiali
zadas como la de Percival R. K irby sobre los instrum entos africanos
del sur, m onografías parciales sobre las cuales, dentro de algunos años,
recién se podrá elaborar una visión com parativa de conjunto. A tí
tulo de novedad corresponde adelantar que la idea corriente de la
ausencia de la arm onía — en el sentido europeo de la misma— dentro
54
de la música negra africana, va en camino de ser desechada después
de los ..rabajos de A ndré Schaeffner quien ante los asistentes al Con
greso Internacional de A rchivos y Bibliotecas M usicales realizado
en P arís en 1951 nos demostró la presencia de un “organum ” de per
fectas m archas paralelas entre culturas negras que no han recibido
todavía la influencia europea.
De todas m aneras, el estado de los estudios musicológicos africa
nos, está recién en la etapa inicial al igual que en Am érica. E n nuestro
continente, tam bién se vive en el período del acopio de m ateriales des
tacándose los estudios de H enry E. Krehbiel en su libro de 1914 “A fro-
Am erican folk-songs” y actualm ente en los de Melville J. y Francés
S. Herskovits en la parte norte de A m érica; Fernando O rtiz en Cuba,
acaso el que m ayor acopio de m ateriales ha dado en sus últimos libros
“ La africanía de la música folklórica de Cuba” y “ Los bailes y el
teatro de los negros en el folklore de Cuba" (H ab an a, 1950 y 1951);
H arold Courlander en H a ití: Juan Liscano en Venezuela y Alario de
A ndrade, Oneyda A lvarenga y el mismo H erskovits en colaboración
con R. A. W aterm an en el Brasil. Los de A frica y los de América,
son casi todos ellos provisorios, como provisorio es tam bién este ca
pítulo nuestro que acaso sólo tenga el valor de un breve aporte para
el estudio de este apasionante problema.
La presencia de una fuerte música negra en nuestro vecino Brasil
o en Cuba, ha hecho que se intentara aplicar idénticos criterios meto
dológicos para estudiar la música negra en el U ruguay. H ay num e
rosos factores que impiden hom ologar estos hechos por más que la
sim ilitud del Candombe con las Congadas y Cucumbys sea evidente.
E n tre los más im portantes se destacan d o s : uno que constituye nuestro
orgullo y es la tem prana abolición de la esclavitud con respecto a esos
p aíses; el otro radica en que los negros y m ulatos constituyen actual
m ente el 3 por ciento de la población del U ruguay, en tanto que en el
Brasil, por ejemplo, el 33 por ciento. H ay sin embargo en aquellos dos
países una noble corriente de estudio científico del aporte musical del
negro, en tanto que en el U ruguay exceptuando los excelentes libros
de Pereda Yaldés y el simpático pero muy discutible de Vicente Rossi
“ Cosas de negros", muy poco se ha avanzado al respecto.
A todo esto debe sum arse otro hecho que distingue el carácter
de la esclavitud en nuestro país con respecto a o tras del continente
y radica en el tratam iento bastante considerado — felonía más o me
nos— que recibieron en nuestro medio por parte de sus amos. No
existió en el U ruguay una explotación intensiva de la a g ricu ltu ra: no
hubo “ fazendas” ni ingenios. La ganadería, prim ariam ente dirigida,
estaba a cargo del campesino criollo y del gauderio menos rebelde;
excepcionalmente el negro interviene como tropero o domador. El
único lugar donde pudo haberse hecho cruel la esclavitud fué en el
saladero colonial, pero tampoco fueron muy numerosos. Al esclavo
se ie confiaba los m enesteres domésticos en las ciudades, que ab
sorbían la m ayor parte de ellos, o las livianas tareas de una chacra
incipiente; gozaba de la confianza de su amo en razón de sus m uchas
v irtudes — de fidelidad entre otras— y llevaba el apellido del patrón.
Muchos de los nombres de la P a tria V ieja se perpetúan hoy a través
del hom bre de color. Y como su ritual cumplía además una función
de agrupam iento solidario de tribu frente al opresor, es lógico que
se diluyera lentamente y no tuviera ya significado en horas menos
am argas.
56
E ra n estas las tres modalidades teóricas de introducción del es
clavo, pero en la práctica, en el U ruguay, varias o tras form as (su b
repticias algunas de ellas) aum entaban la cuota de esclavatura en
form a notable sumándose a las anteriores. 4 ) So pretexto de “a rri
bada forzosa” al puerto de Montevideo, m uchas naves de origen por
tugués solicitaban autorizaciones precarias al Cabildo de Montevideo
para disponer de la venta de algunos esclavos m ientras se reparaban
los destrozos que un supuesto tem poral había hecho en la em barca
ción, con cuyo producto habían de costearse esas reparaciones. “ Claro
está — dice M artínez M ontero— que las autoridades españolas a la
tercer borrasca se percataron de que las tales no eran sino cuento;
pero como había aprem iante necesidad de esclavos aparentaban haber
visto la fu ria del m ar y perm iten el desembarco de aquellos que tan
oportunam ente ofrecen la posibilidad de satisfacer tales aprem ios” .
5) La incorporación al vecindario, de M ontevideo y demás poblaciones
uruguayas de habitantes de otros puntos del virreinato que obtenían
p ara sí y para sus esclavos la autorización del traslado correspon
diente. 6) Los perm isos especiales concedidos por virreyes o gober
nadores para la introducción de unos pocos negros con destino es
pecial: agricultura o fortificaciones. 7) L a solicitud del esclavo
— previa autorización de amo— para unirse a su fam ilia avecindada
en el U ruguay por traslado de sus dueños, y 8 ) Las introducciones
practicadas por cuenta del rey, sea para satisfacción de las necesi
dades de sus propiedades, o para la población de sus colonias.
A todo ello cabe ag reg ar una novena y últim a m anera, la que
más pingües ganancias daba a los traficantes, que era la casi inevi
table del contrabando, ya por el norte al través del Brasil, ya por
desembarcos subrepticios en las costas del Río de la Plata.
E n tre los “asientos” o contratos oficiales, el más im portante es
taba representado por la Real Compañía de Filipinas, privilegio acor
dado por el rey en 1787 para que introdujese por vía de ensayo “por
los puertos de Montevideo, Chile y Lima, los N egros que le parezca,
y bajo las condiciones que aqui se re fie re n . . . ”. A nteriorm ente la
Compañía G aditana, gozaba del mismo privilegio concedido en 1765.
Son estos los dos únicos asientos que se refieren concretam ente a
Montevideo, pero se habían celebrado otros muy im portantes para toda
la Am érica del S ur entre España y la Real Compañía de Guinea de
origen francés en 1701 y con In g laterra en 1773. La Real Compañía
de Filipinas tenía como comisionado en la Provincia de Buenos Aires
a M artín S a rra tea del cual era apoderado en M ontevideo José de Silva.
Pero sigamos paso a paso la trayectoria del esclavo desde la selva
a fricana hasta su m uerte en el Nuevo Mundo.
El negrero contaba en A frica con la complicidad de algunos n a
turales que vendían a sus herm anos de r a z a ; a golpes de látigo a rre a
ban con ellos desde la selva hasta los puertos de embarque. M uchas
veces las jornadas al través del continente africano era: ..umbrosas,
razón por la cual no se puede deducir por los puertos tic* salida, la
procedencia de esos esclavos. Y esos puertos iban desde e! Senegal
pasando por las áreas sudanesas y bantús hasta el oriente africano
en M ozambique pero sin tocar el área hotentote que se extendía hasta
el Cabo. Es lógico, pues, deducir que casi toda el A frica proveyera
de esclavos a Am érica y concretam ente al U ruguay. De todas ma
neras los nombres de las “naciones” no aclaran m ayorm ente la pro
cedencia de los africanos, pues en ellas se mezclan nombres de tribus
y de regiones más extensas, y en los libros de asiento figura a veces
la lisa y llana denominación de “african o ”. U na de las listas más
extensas de nacionalidades africanas en Montevideo nos la da el
padrón levantado en 1812 por Bartolom é de los Reyes p ara la calle
de San Pedro:
40
Guinea ............... ....... 30
Bolo ................... ......... 7
Muzumbi ...........
G anguela ...........
Lubora ...............
4
Casanche ...........
Quizambe .........
Ubolo (Lub olo?) 4
Camunda ........... 3
Mangúela ......... 18
Costa L o x o .........
A u zá ...................
Y sam á ...............
Tamban .............
Mocholo .............
60
extiende a hacernos delinquir de nuestra religión y que seamos tole
r a r tes de su libertinaje con una m ulata, tam bién su esclava que trae
a bordo para su divertim iento. Nos acusa de ladrones, ebrios y libi
dinosos y á la sombra de estos cargos nos azota y aflige con hambre
y desnudez como lo hace con cuanto esclavo toma á su servicio. Si
le pedimos que nos venda nos duplica el castigo de modo que no hay
razón que nos defienda o á que tomemos contra él una resolución es
pantosa. Deseosos pues de poner fin a nuestras calam idades hemos
resuelto o currir a V. E. para que vuestras leyes nos amparen. Por
eso pedimos que por orden de la Real Cédula nos saquen ele su poder
y nos depositen en la cárcel Pública y que nuestro amo nos de papel
de venta”. El 8 de julio de ese mismo año, pese a que Campos M aura
era súbdito portugués y residía con sus esclavos en embarcación con
pabellón de o tra nación, el Gobernador resolvió hacer lugar a esta
reclamación que invocaba reales órdenes españolas y los dos esclavos
fueron puestos a la venta en pública almoneda.
El problema de la proporción de negros que vivían en el U ruguay
hasta la abolición es bastante complejo. E x isten sin embargo, de
acuerdo con los censos practicados en M ontevideo en distintos años,
porcentajes bastante aproxim ados aunque se estim an inferiores a la
rea lid a d :
Negros
1769 27%
1778 27%
1803 24%
1810 35 %
1812 3i %
1819 24%
61
— carne de cañón— en la defensa de Montevideo después de la ba
talla de A rroyo Grande. No fué esto último, conviene decirlo, ori
ginal invención de los montevideanos. E n casi todos los países de
A m érica ocurrió lo mismo antes y después de esa fecha. P o r lo menos,
el U ruguay fué uno de los prim eros. En Cuba, por ejemplo, Carlos
M. de Céspedes, 16 años más tarde repitió el tenor de nuestra abo
lición “definitiva”. 3 Posteriorm ente aún, los Estados Unidos y el
Brasil cerraron esta negra etapa de la condición hum ana. T erm inada
la G uerra Grande en 1851, los sobrevivientes de ella, fueron en rea
lidad a p a rtir de esa fecha los que gozaron de libertad absoluta.
Pero volvamos a la llam ada música negra uruguaya.
62
ofrecí los de perfecta Aliena fe a los dioses prim itivos y mezclados
a veces con lefios cantos guerreros, recordando la vida de las tribus.
Estos cantos y oraciones eran siempre acompañados de contorsiones
y gritos de adm iración o sorpresa, que correspondía perfectam ente a
los sonidos emitidos en el “M acú” — tam bor gran d e — a los que se
añadían los estridentes sonidos derivados de los huesos, pedazos de
hierro y varios metales, instrum entos por medio de los cuales los
negros reconstruían lo m ejor que podían las costum bres que se ob
servan en las selvas del A fric a tropical. Y era esta g ran alma de la
raza africana, sencilla y pura, la que daba origen a esas leyendas ab
surdas y escalofriantes. Pretendiendo saber los rituales practicados
por los africanos en sus reuniones, varios escritores, de acuerdo con
los propios negros del Río de la Plata, han sostenido que sus dioses
se identificaban con los santos del calendario de la Iglesia Rom ana;
pero no era así” . . . “Aquellos que sostienen en sus crónicas que los
africanos no tenían figuras de sus dioses patronos, deben haber co
nocido muy pocos lugares de reunión, pues en muchos de ellos había
imágenes en las que se adoraba a los dioses del A frica lejana. T r a ta
remos de enum erar aquellos sitios de reunión que recordam os mejor.
Los “M agises” era una de las más temibles sectas, no tanto por la
naturaleza de hierro de su organización, sino por las absurdas le
yendas que se contaban acerca de ellos por sus ceremonias y m iste
riosos rituales; era una secta que tenía m uchas subdivisiones y un
g ran núm ero de lugares de asam blea; sus imágenes realizadas por
crudos artistas, representaban a los dioses “ M agis” que estaban com
pletamente diferenciados entre sí por sus características físicas lo
mismo que por sus ropas y atributos. N o sé si una ley atávica o una
concepción artística era que la deform idad fuese una característica
digna de la deidad. Los Congos conocidos con los nombres de Ben-
gales, Luandas, Minos, Melombes y Obertoches, servían a un mismo
dios en sus cultos y prácticas religiosas. L a form a corporal y la ves
tim enta de sus santos patronos diferían tanto entre sí como en el
caso de los Magises. Los Mozambiques, que habitaban en todas partes
del barrio del Cordón y que no eran menos num erosos que los ya men
cionados, tenían sus propios ritos y adoraban a un solo dios pero
representado en form as corporales distintas. En algunas reuniones
este dios era un guerrero arm ado, en otras un gentil pastor y en otras
se representaba bajo form as apenas definidas. A p arte de los Magises
todas las reuniones observaban en sus ceremonias los mismos rituales,
es decir, cantos, bailes, etc., con el obligado repiquetear de tam boriles”.
La segunda etapa del ritual africano que configuraba la organi
zación del Candombe propiam ente dicho está analizada con precisión
por B ottaro: “los adeptos crearon luego toda clase de divisiones en
sus organizaciones y los que oficiaban, empezaron como curas limos
neros hasta transform arse en representantes terrestres de sus dei-
63
clades. Con respecto a estas adaptaciones y jerarq u ías debemos decir
que ello dió lugar a su desmembramiento. Sórdidos intereses m ate
riales, pues, tuvieron buena parte en esto, lo mismo que las ambicio
nes de ganancias de los iniciados. Pero mucho más que estos defectos
o aspiraciones hum anas lo que destruía a estas organizaciones seudo-
religiosas era la abierta oposición de los negros montevideanos de al
guna cultura cuya acción empezó en el año 1860 a 1862 y culminó
en 1871 con la publicación del prim er diario escrito p ara los descen
dientes de los africanos de M ontevideo, La Conservación, en el que
se proclamaba desde las columnas editoriales la necesidad de term inar
de una vez con estas farsas que no eran religiosas, estas prácticas que
no obedecían a ningún principio lógico y que servían para indicar los
puntos de reunión donde el elemento negro se reunía p ara “aum entar
la población de los conventillos”. Este era el grito de L a Conservación
contra la práctica de sus m ayores”.
L a tercera etapa de degeneración total del Candombe su fre esta
violenta diatriba por parte de M arcelino B o tta ro : “ Las reuniones que
habían sido como quien dice los humildes santuarios de religiones des
conocidas, se transform aron en indignas cuevas de gitanos, desde el
exagerado color local hasta el intento de adivinación del porvenir,
incluyendo las peores y m ás inmorales imposturas. E ra el p araje más
apropiado para la gente supersticiosa donde se practicaba la escuela
de im posturas de “am or y fo rtu n a ” y “cúralo todo” , con su mezco
lanza de hierbas y yuyos para hacer infusiones y brebajes y la m ani
pulación del “mam bise” — hiel de oveja — dentro de las tiendas.
M ientras tanto desapareció la fe nativa y la delicada y simple a r
m onía de las danzas a frican as” . . .
E stas páginas de interpretación del Candombe escritas por un
hom bre de la raza, vienen a corroborar nuestra opinión acerca de su
coreografía y de su significación social y religiosa. Lo que hoy cono
cemos por Candombe a través de los cronistas del siglo X IX — Isi
doro D e-M aría especialmente — no es más que la segunda etapa de
la evolución de las danzas negras en todo el continente, cuando el
negro añade a las form as coreográficas suyas, algunas figuras de la
contradanza o la cuadrilla del blanco.
Sin embargo, pese a Bottaro, ésto es lo más interesante de toda
la teoría del Candombe. Si 'la danza africana hubiera permanecido in
tacta al trasplantarse de un continente a otro, no hubiera tenido ju sti
ficación en el nuevo ambiente. Se pierde el antiguo ritual, se pierde
la antigua música africana, pero como sobrevive el elemento hu
mano y algo de su cultura, aquél va a d ar su interpretación de las
danzas de la época unida al recuerdo de la coronación de los Reyes
Congos. E sto fué para nosotros el candombe que se gesta lentamente
a fines del siglo X Y III y que m uere alrededor de 1870 pero que lega
a la posteridad el bello detalle coreográfico de su “paso” , algunos de
64
sus personajes y sobre todo un instrum ento privativo, el tam boril, con
una rítm ica riquísim a que puede ser la surgente de una g ran form a
culta en un futuro, toda vez que es aún hoy un elemento en plena
vigencia que está esperando al g ran compositor que lo .unlversalice.
B) A N T E C E D E N T E S Y R E F E R E N C IA S D E L C A N D O M B E
66
Potosí to L im a ’, 11 quien asegura con las mismas palabras haberla
visto en M ontevideo en 1806 y anotada por último bajo el nombre de
L ariate por Mellet en su “Voyages dans l’interieure de l’Amérique
M éridionale” 12 en Chile hacia el 1813.
¿H ubo una feliz coincidencia entre estos cinco autores? In d u
dablemente que no porque los textos superpuestos coinciden palabra
por palabra. Vam os a cotejar las prim eras frases:
P ernetty H elins
6/
una calenda sagrada en las catedrales am ericanas a mediados del
siglo X V III.
Dejando a un lado el plagio en torno de su procedencia — Reino
de A rd ra en la costa de Guinea— y el hecho curiosísimo de que los
españoles la bailaran tam bién en sus establecimientos o plantaciones,
lo que llama la atención es la descripción coreográfica de la Calenda.
Esas dos filas de danzantes, el estribillo que alternativam ente cantan
los actores, el batido de palmas de los espectadores, son todos ele
mentos que perduraron hasta nuestros días. Esos Candombes que se
bailaron en M ontevideo a fines del pasado siglo recordaban tex tu al
mente esas evoluciones coreográficas como veremos más adelante.
68
y si no les perm iten ir á aquella perjudicial diversión viven incomodos,
no Sirben con voluntad y solicitan luego papelde venta”. 15 M as ade
lante se estam pa en el mismo documento las palabras “Tangos de
N egros”.
4. B a ile s d e n e g ro s d u r a n t e l a P a t r i a V i e j a (1 8 1 3 y 18 16 ).
Todas estas m archas y contram archas de la autoridad, ya prohibiendo,
ya autorizando los Candombes, se repiten d urante el período arti-
guista. En 1 8 1 3 , por ejemplo, durante el sitio de Montevideo, F ra n
cisco Acuña de Figueroa anota en su célebre diario histórico:
69
5- S a i n t - H i l a i r e d e s c r i b e l a s d a n z a s n e g r a s d e 1820. — El
i.° de noviembre de 1820, hallándose de paso por M ontevideo A gusto
Saint - H ilaire, describe de esta m anera las danzas negras que ve
b a ila r: “ paseándome por la ciudad llegué a una pequeña plaza donde
danzaban varios grupos de negros. M ovimientos violentos, posturas
innobles, contorsiones horrorosas, constituían los bailes de estos a fr i
canos a los cuales se entregaban apasionadam ente con una especie de
furor. Realmente, cuando danzan se olvidan de sí m ismos”. 19
7. C o m p a r s a s n e g r a s e n e l C a r n a v a l d e 1832. — La pre
sencia del negro en el carnaval montevideano no data de 1870, época
en que se fundan las prim eras “ sociedades de negros” , como se ha
repetido hasta el cansancio en artículos y hasta libros. C uarenta años
antes, por lo menos, ya hay documentos que certifican la intervención
del hom bre de color, en calidad de tal, dentro de las clásicas fiestas.
El periódico satírico “ La M atraca” publica en la época una visión
de las carnestolendas de 1832 con estas vividas palabras: “Unos van,
otros vienen; unos suben, otros bajan. Aqui un turco, alli un soldado
de la m arina; el m am arracho de los Diablos, el cartel de la comedia.
Por acá la policía, por alia los negros con el tango.” 21 E sta últim a
referencia al Tango de los negros tomada como acepción genérica del
Candombe, reproduce el mismo hecho de 1807. Nos ex trañ a el pá
rra fo que se refiere a “los Diablos” ¿es acaso una expresión sim ilar
70
a ios Diablitos de Colombia que analizam os en p á rra fo s posteriores?
El documento no aclara nada al respecto.
8. L a a p a r i c i ó n d e l a p a l a b r a “ C a n d o m b e ” e n 1834. — El
27 de noviembre de 1834 el periódico “ El U niversal” publica en léxico
bozalón un “ Canto patriótico de los negros, celebrando a la ley de
libertad de vientres y a la C onstitución” firm ado por “ Cinco siento
neglo de tulo nasione”. E sta poesía es recogida luego al año siguiente
en el prim er tomo del “ Parnaso O riental” y adjudicada a Francisco
Acuña de Figueroa. En ella, por prim era vez, hemos visto aparecer
la palabra “Candombe”. Tiene el encanto ingenuo de las letrillas de
un Góngora, quien ensaya tam bién siglos antes el remedo del habla
de los negros, y comienza a s í :
“ Compañclo di candombe
Pita pango c bebe chicha,
Ya le sijo que ticngncmo
N o se puede sé cativa:
P o léso lo Camundá,
Lo Casanchc, lo Cabinda,
L o Bangucla, lo Manyolo,
Tulo canta, tulo g r i t a . .. '’ etc.
9. E d i c t o p o l i c i a l s o b r e C a n d o m b e s e n 1839. — E l 28 de
junio de 1839 la Policía libra un decreto reglam entando “ Los bailes
denominados candombes, con el uso de tam bor”. E n él se establece
que están prohibidos en el interior de la ciudad y sólo permitidos
frente al m ar, hacia la parte sur, los días festivos debiendo term inar
a las nueve de la noche. Posteriorm ente fueron consentidos dentro
de las casas en distintas partes de la ciudad, habiendo por lo tanto
caído en desuso la prim itiva ordenanza.22
“ Cum pañeru! . . . ya qui turu vusotro acabamu ri bairá, ri batuqui cun nuestra
ningrita. para rase á cunuseé á ese Siñore branqiiiUo, rumieru qui tinem u; ya qui
hemu tumaru un pocu ri Cachuri, y vamu á impezá ri nuevu nuetro b airi; mi parece
m ijuri, qui entre musotro memu, si fumase una caucioni. un renguaíri brancu, para
cantase cu primiso ri nuetro Generá, cuandu se aseca esu brancu frujunasu, á
tucánu ra ribarosa, y rigueyo y tin tin, tirandu unu tiru, para gatass puvura un má.
E sa Cancioné narie puere hacere m ijó, qui nuetro cumpañeru érotó Ciriro Viró qui
etá cu nusotro y turu ru negru rivemu pirisiru in nete mumentu— Todos-si, s i . . . Oui
ra haga— Cirilo — Nada para mi mas placentero que servir á la noble Causa que
defendemos con el fusil y con la pluma, macsime cuando con esta ultima, sirvo y
complasco á las ninfas que nos cercan, que aunque nacidas en el ardiente clima del
A sia, no por eso ceden en hermosura y gen tileza; a las heladas, blancas y rubias
A lem an a s; venga una pluma, un poco de papel y tinta, que en este momento, me
encuentro inflamado, y voy á im provisaros una Canción, no en castellano castiszo
cual yo lo pronuncio, sinó en lengua mestiza que todos entengamos — si, si qui tudu
intingam u — A qui etase pape y pruma. y tinta que trache sagento — B ie n : atención
com pañeros; oid el Coro, aprendedlo, y después ,en cada estrofa que im provise lo
repetireis — Si, s i . . . Atención, pondremos antes que es compuesta por otro y se lo
mandaremos al tambor de la Línea, pues no quiero que suene el nombre del negro
C irilo, en versos im provisados.
Canción ri un C A S A N C H A
Qui tuvo in C A G A N C H A .
Curo
Tambara musique,
Tambura s i ñ ó ...
¡M u r i pit la P a t li a !...
¿D igurayú? . . . N ó . . .
N o quiele c savaglc
R ijano pasa
Ra caiic fclcsca
S ! viene pit má.
C u ro
A ninguno neglo
Tiniendu pambazu
Y gttcn cachurí.
Tiniendo ra chicha
Y pitando pangu;
Q ue comu balin Glcsc
Bairc ri fandangu” ,
etc.
La larga canción de los casancha term ina con esta anotación del
redactor de “ El Tam bor de la Linea” : “ Tal fué la escena que pre
sencié el Domingo á la tarde, y que escribí en el acto p ara llenar esta
página incluyendo en ella la Canción que no tard ó en m andarm e el
Dr. Cirilo Vidal, soldado del Batallón Núm. 4”.
74
representar en el teatró francés su célebre dram a Antonini y julio
Janin lo habia criticado en el tan acreditado Journal des D ébats; y
entretanto, despues, venian los dos juntos p ara observar y criticar
la mímica del payaso y las gracias de la Colombina”.
“ Nosotros, pigmeos al lado de tales ilustraciones, ¿por qué nos
tomarem os la licencia de hacer algunas observaciones críticas respecto
al baile de los negros, esa perpetua é inim itable diversión que los des
cendientes de la raza africana quieren tanto, por ciudadanos políti
cos que sean, como ántes la querían bajo las cadenas de la esclavitud?”
“ La chica es un baile apasionado novelesco; es decir, la cachucha
de los negros; ese viejo dram a de am or en acción que atraviesa todas
las jeneraciones del mundo, que se trasm ite por todos los senos y
todas las pupilas de la especie hum ana, sean de tal ó cual color, y cons
tituye una de esas poderosas leyes de igualdad que Dios ha estable
cido en su eterna sabiduría para protestar contra los escesos y las
tiranías de los m ortales.”
“ La bámbula, mímica guerrera, esgrim a de bastones mui seme
jan te a la pirrica de los griegos, ese baile de las lanzas chocando contra
los escudos, no gusta mas en el tiempo presente que á los patriarcas
de la jente morena. La jeneracion nueva, sobre todo entre las m u
jeres, desdeña esos recuerdos de los antepasados ; las negritas jóvenes
y buenas mozas se entregan ardientem ente á las delicias de la polka
de la m azurka, de la varsobiana, libando la copa envenenada de las
emociones europeas, y como sucede á todo lo que es ó se fig u ra ser
perfeccionado, desprecian altam ente á sus parientes.”
“ El Progreso, ese form idable carro que lleva al pasar una porcion
de cada jeneracion en la cuna y la tra sp o rta á cualquier estación mas
adelante, no deja de pisar bajo sus ruedas á todos los que se quedan
detras. H ace lo mismo con los blancos y con los negros, porque si
no es ciego como el destino, no es menos inflexible. ¿Cuál será la
conclusión que de esto sacarem os? N inguna, absolutam ente ninguna!
¿Q ué se puede concluir en el presente de los hechos destinados a
realizarse en el porvenir? El porvenir, á su vuelta cuando se haga
presente, lo dirá lo mismo y la hum anidad, al concluir su carrera,
encontrara qué. . . Vive Dios! no lo sospechamos” .
“ Cuántos raciocinios sobre el argum ento de dos ó más morenos
que saltan delante ? M alditas sean señores las lenguas de esos críticos
que no saben ni pueden callarse en los entreactos de la escena!”
E ste documento revela dos cosas im portantes: el nombre y la
descripción de dos danzas afro-uruguay as y la demostración de que
ambas ya se hallaban en decadencia a mediados del pasado siglo, ya
que las jóvenes de color libaban “la copa envenenada de las emociones
europeas” que no era o tra cosa que la M azurca, la Polca y la V arso
viana, desdeñando el baile de sus progenitores que constituía ya
una edad vencida.
12. L a c l á s i c a d e s c r i p c i ó n d e I s id o r o D e - M a r í a . — En
1888 Is id o ro D e - M a r ía p u b lic a el s e g u n d o to m o d e su s c éle b res t r a
d ic io n e s y re c u e rd o s “ M o n te v id e o A n t ig u o ” , en el c u a l f i g u r a u n c a
p ítu lo in titu la d o “ E l R e c in to y los C a n d o m b e s ” qu e s ir v ió d e b a se
a to d a s la s r e c o n s tr u c c io n e s qu e se h a n in ten ta d o s o b re el a n tig u o
e sp ec tá cu lo .
De-M aría testigo presencial de los mismos en épocas lejanas, es
tablece el período de auge del Candombe entre los años 1808 y 1829.
E x tracto, en su parte puram ente musical y coreográfica, la descripción
de nuestro delicioso m em orialista: “ La costa del S u r era el lugar de
los candombes, vale decir la cancha ó el estrado de la raza negra,
p ara sus bailes al aire libre. Si la raza blanca bailaba al compás del
arpa, del piano, del violín, de la g u ita rra ó de la música de viento,
¿porqué la africana no había de poder hacerlo también al son del
tam boril y de la m arim ba? Si la una se zarandeaba en el fandango,
el bolero, la contradanza y el pericón con sus figuras y castañeo, bien
podía la o tra sacudirse con el tan, tan, del candombe. Los domingos,
ya se sabía, no faltaba el candombe, en que eran piernas lo mismo
los negros viejos y mozos, que las negras, con licencia “de su merced
el amo ó la am a”, salvo si eran libertos ó esclavos de algún amo de
aquellos que los tra tab a n á la baqueta, sin perm itirles respiro. Cada
nación tenía su canchita de trecho en trecho, media alisada á fuerza
de talón, ó preparada con una capita de arena, p ara darle al tango.
Los Congos, M ozambiques, Benguelas, Minas, Cabindas, Molembos,
y en fin, todos los de A ngola hacían allí su rueda, y al son de la
tam bora, del tam boril, de la m arim ba en el m ate ó porongo, del ma-
zacalla y de los palillos, se entregaban contentos al candombe con su
calunga, cangné. . . cee llumba, eee llumba, y otros cánticos, acompa
ñados con las palm adas cadenciosas de los danzantes, que movía p ier
nas, brazos y cabeza al compás de aquel concierto que daba gusto á
los tíos. Y siga el tango, y el chinchirin chindó, chiuchi, y el tan-tan
del diviertimiento de las clases, y de la m ultitud que, siguiendo la cos
tumbre, iba á festejarlo en el paseo del Recinto” . . . “ El tango se pro
longaba hasta la puesta del sol, con sus variantes de bebe chicha, para
refrescar el gaznate, seco de tanto eee llumba, eee llumba, y paseantes
y danzantes se ponían en retirada. ¡ El día de R eyes! — ¡ O h ! en ese
día de regia fiesta, era lo que había que ver. — Vamos á los Reyes,
á las salas de los Benguelas, de los Congos y demás, por el barrio del
Sur, era la palabra de orden de el ama de casa, y apróntense m ucha
chas ; y los chicos saltaban de contento. Y como la soga va detrás del
caldero, allá iba tam bién el padre de brazete con la señora, y toda la
sacra fam ilia por delante” . . . “ E n cada sala un trono, con su cor
tinaje y el a lta r de San Antonio ó San B altazar, y el platillo, á la
entrada para los cobres ó pesetas, con el capitán g uardián de la puerta
y de la colecta. E n el trono aparecían sentados con mucha gravedad,
77
el Rey tío Francisco Sienrra, ó tío José Vidal, ó tío Antonio Pagóla,
con su par de charreteras, su casaca galoneada y su calzón blanco con
fra n ja, y sus colgajos con honores y decoraciones sobre el pecho. A
su lado la Reina tía Felipa A rtigas, ó tía Petrona D urán, ó tía M aría
del Rosario, la m ejor pastelera, con su vestido de rango, su m anta
de punto, su collar de cuentas blancas ó su cadena de oro luciendo
en el cuello de azabache: y las princesas y cam areras por el estilo” . . .
“ La fiesta no paraba en eso. Los Reyes y sus acompañantes asistían
en corporación á la M atriz á la fiesta de San B altazar, cuyo altar
pertenecía á doña Dolores Vidal de P ereira, quien por de contado,
lo preparaba con m agnificencia para la función del Santo. Concluida
ésta, salía la comitiva africana con su vestimenta de corte por esas
calles de Dios ó hacer la visita de regla al Gobernador y demás auto
ridades, quienes la recibían muy cortesmente y la obsequiaban” . . . 23
78
bombeo con intervalos muy cortos de descanso./ E sta danza ni tiene
accidentes ni me parece a mí que puede d espertar entusiasm o, por
m ás que algunas negritas sacan bastante partido de la sosera del
baile moviendo las caderas con desmadejam ientos rítmicos y deja
deces lánguidas./ Asi se bailaba el candombe allá por los años 1874,
y creo que seguirá bailándose m ientras haya negritos apegados á sus
tradiciones. / A lgún periodista endiablado, hizo una frase á costa
de los dem ócratas rojos, y vean ustedes por donde quedaron seña
lados con el mote de candomberos los que nosotros llam aríam os de
m agogos por cobijar bajo su banderín de partido á toda la gauchada
de arm as tom ar que sabía escupir por el colmillo.” 24
Con todo su m alhum or y antipatía por el baile de los negros
orientales, esta referencia de Eva Canel, fija una fecha y m arca un
jalón dentro de la evolución del mismo.
En realidad esto ya no es el Candombe, por más que exista el
acompañamiento de un mem branófono. E s una danza de p areja suelta
independiente y lo que definía justam ente a aquél era el hecho de ser
“de conjunto”, es decir que las parejas coordinaban entre sí sus mo
vimientos, dándole un carácter general a todo el salón de baile.
15. U n ú l t i m o d o c u m e n t o d e 1900 r e f e r e n t e a l a z e m b a o
c a n d o m b e . — E n los últimos años de su vida, el Candombe se ha
transform ado en danza de p areja suelta, independiente, picaresca. Uno
de sus postreros recuerdos se halla estam pado en la revista “ Rojo y
Blanco” del 18 de noviembre de 1900. E n ella se publica un artículo
firm ado por “ M andinga” que lleva el título “U n Candombe” donde
se transcribe un reportaje al negro C arrillo y a la m orena M anuela
A ldonaire que habitaban en el barrio “ La Comercial”, a la izquierda
del H ospital Italiano, frente casi a la Plaza de Frutos. Dice el co
m entarista : “ Cerca de esa plaza, en una casa medio derrum bada, á la
que se e n tra por un boquete abierto en el cerco, vive el moreno C a
rrillo, casi ciego, ex-sargento del 5.0 de cazadores, y m antenedor en
tu siasta del tradicional Candombe, zemba, ó baile de nación, como
dice la gente de color.” . . . “ El veterano Carrillo, arrim ado al cerco,
tenía entre sus piernas, ágiles todavía, un tam boril que acaso lució
en los buenos tiempos del C arnaval, por las calles de Montevideo, y
lo hacía sonar con el característico golpeteo de llam ada” . . . M ás ade
lante el articulista trae las palabras de dos estribillos de Candombe
y una breve descripción del mismo: “ P a ra entusiasm ar á la gente,
cantaba las viejas zcmbas, con esa voz infantil de los m orenos: Ca-
raroioué, Cararoioué . . . Rivera, Rivera, Rivera — y algo más que
no era fácil entender— . ¿Qué es eso de Rivera?, preguntam os a una
m orena vieja y tam bién ciega, que tiene el nom bre pintoresco de M a
nuela A donaire. — Esa es una zemba antigua, reí tiempo del finao
Rivero, el general” . . . “ Pasó otro rato : Carrillo llamó á un chiquitín
y le dió un tam boril pintado de blanco y celeste, p ara que lo acom
p añara a tocar. El botija tenía pocas disposiciones, pero golpeaba se
guido. — Ahí está el Congo, dijeron dos o tre s; y en efecto se pre
sentó un moreno que suele verse por las calles vendiendo yuyos, un
m oreno alegre que es para bailar y quebrarse, como vara verde. En
cuanto entró, se sacó el saco, dió a un m uchachón blanco que estaba
entre los curiosos el tam boril blanco y celeste, y m ientras sonaba el
clásico candombe y M anuela A ldonaire cantaba con Carrillo, salieron
á bailar dos parejas: el Congo con una vieja m orena de cabeza muy
arm ada y delantal blanco alm idonado; y dos m orenas voluntarias, que
se hacían frente, á falta de hom bre. . . M anuela A ldonaire y Carrillo
cantaban á dúo Pia, piaué, zamba, cala-tuba-., pia, piaué, hasta que
no pudieron m ás; el Congo caminaba con pasitos menudos, se reto r
cía, hacía cocos á su compañera, cantaba, llamaba á otros á b ailar. . .
El candombe no se arm aba”.
El artículo term ina con estas definitivas palabras: “ Decidida
m ente el candombe ha m u erto ; era demasiado inocente. . . como baile,
se entiende. O como dice un amigo nuestro que sabe latines: I11 illo
tempore populas bonus. . . ahora, ya no hay baile sino se ag arran ,
aunque sea de la m ano”.
16. E l ú l t i m o m e m o r i a l i s t a d e l o s C a n d o m b e s . — En 1922
el Doctor Domingo González escondido bajo el seudónimo de “ Licen
ciado P e ralta ”, a los 85 años de edad publicó un tomo de memorias
intitulado “ La A talaya de U lises” en cuyas páginas 108 y 109 des
cribió los candombes que había visto en su adolescencia d urante la
época de la G uerra Grande. Su mem oria fresca y rozagante, como
se puede dem ostrar por la precisión con que relata y recuerda hechos
y personajes, le ha valido el título de “el último m em orialista”. Sin
embargo, por razones de técnica documental no hemos querido situ ar
80
su documento en la época en que asistió a ellos — 1850 aproxim ada
m ente— sino como postrer relato de esta serie de referencias. Repite lo
ya sabido y agrega un estribillo más de la antigua pantom im a co
reográfica : “Los candombes no carecían de interés, pues allí se veían
como actores a la m ayoría de los morenos viejos de ambos sexos y
a las negritas criollas, y como espectadores, a los paseantes domin
gueros en general, y a m uchas personas, distinguidas de la sociedad
M ontevideana, entonces. Estos saludaban y aplaudían a los Reyes
Congos, que se exhibían, luciendo ricos tra jes alquilados o prestados,
tanto de Rey como de Reina, apareciendo en tal carácter, el moreno,
tío Joaquín, de la casa de Luna, o la m orena tía Pem ba, de la casa de
Don Julián Robledo que llegué a conocer y vivía en la calle hoy de
33 en el mismo sitio que ocupa al presente la casa núm ero 1320 a
I 337, propiedad de Don Francisco Piria. El canto monótono, como
el acompañamiento y la misma danza, form aba una combinación ori
ginal, verdaderas disonancias, a que era preciso hab itu ar el oído.
C) EL CANDOM BE
17. F u e n t e s y e s c e n a r i o d e l C a n d o m b e . — Desaparecido en
el U ruguay en los actuales tiempos como expresión viva de una co
lectividad racial y aún como supervivencia de o tras edades, podemos
reconstruir la coreografía del Candombe por dos caminos v alederos:
el documento literario de viajeros y cronistas de antaño y por el re
cuerdo de los ancianos de color que hemos interrogado al respecto.
A fortunadam ente no existe contradicción entre ambas fuentes. A un
que ocurren ciertas discrepancias de form a, se verá, por las razones
que apuntam os, que ellas indican una lenta evolución cronológica
más que un cambio radical o una contradicción definida.
Las personas de color a quienes hemos recurrido en procura de
referencias sobre el Candombe están todas contestes en a firm a r que
el candombe desapareció alrededor de 1880 pero que perduró hasta
ya entrado el siglo X X a m anera de danza inicial en toda sesión de
baile que se realizara en determ inados “conventillos” habitados por
gente de la raza negra. E ra algo así como el “prim er vals” que abría
el cotillón, al que seguían M azurcas, Chotis, etc., y tenía únicamente
un desvaído recuerdo de las calendas coloniales.
81
Si unimos, pues, las dos fuentes y tomamos como época un punto
intermedio entre la desaparición del Candombe y la aparición de las
“sociedades de negros” carnavalescas, podemos reconstruir con bas
tan te certeza su cerem onia y coreografía.
H acia las postrim erías del Candombe ya en decadencia, el pintor
Pedro Figari alcanzó a tom ar algunos apuntes; sobre ellos y sus re
cuerdos, en horas de ancianidad creadora reconstruyó pasos y cere
monias. Sus espléndidas telas y cartones no son documentos tex tu a le s;
la verdad ha sido trascendida hacia un superior lenguaje plástico y
algunos detalles — como la vistosa decoración de los tam boriles a la
m anera antillana— no coinciden con la realidad u ruguaya rigurosa
y menos brillante. Sin embargo, en los apuntes previos a sus cuadros,
F igari se ciñe estrecham ente a la verdad y capta el m ovimiento y los
personajes con un lápiz inquieto y veraz. T res apuntes inéditos nos
ha facilitado amablemente el P rof. Pedro F igari, hijo del pintor des
aparecido; en dos de ellos puede observarse la teoría del movimiento
de los bailarines, en tanto que en el otro, los reyes congos hacen su
en trada ceremoniosa en la sala del Candombe. Con respecto a esto
último vamos, en prim er térm ino a fija r su ámbito adecuado.
A lrededor de 1800 se efectuaban en la antigua Plaza del M er
cado y en el Cubo del Sur, bastión que rem ataba frente al m ar en la
costa sur, el ala de la m uralla que corría en esa dirección desde la
ciudadela enclavada en la hoy Plaza Independencia. Tenían lugar es
pecialmente entre el 25 de diciembre y el 6 de enero, fechas en que
las autoridades los perm itían por cuanto iban precedidos de visitas de
cortesía y de pleitesía a las casas de los principales dignatarios. A de
más, se repetían esporádicam ente en cuanta oportunidad viniera bien,
aunque ésto fué lo que dió origen a las reiteradas protestas de los
vecinos y consecuentemente la prohibición del Cabildo en los prim eros
tiempos y de la Policía posteriorm ente.
A parte de estos lugares públicos, los esclavos tenían sus “salas”.
E n documento ya analizado, se establece que en 1808 los negros po
seían casas habilitadas para estos fines, locales que alquilaban y ad o r
naban de m anera adecuada; en la segunda m itad del siglo X IX proli-
feraron en abundancia.
Los negros, como en todas partes de Am érica, estaban organi
zados en M ontevideo por “naciones” o grupos tribales de acuerdo
con su teórica procedencia africana. Cada una de ellas tenía su rey y su
reina, elegidos según el grado de nobleza de que gozaban en la loca
lidad africana. Posteriorm ente se les escogió entre los más ancianos
y m ejor reputados. A lrededor de 1870 sus salas se hallaban d istri
buidas de la siguiente m a n e ra :
Nación “M ina N agó”, en la calle Joaquín Requena esquina D u
razno. R eyes: M aría Rosco de B arboza y M anuel Barboza.
§3
Xación “ Congos M inas”, en la calle Ibicuy esquina Soriano.
Reyes: José Gómez y Catalina Gómez.
Nación “ Lubolos”, en la calle S ierra y L a Paz. Reyes: José Ca-
soso y M arg arita S ararí.
Nación “ M inas M agi”, cuyos reyes eran Catalina Vidal y su
esposo el Capitán Benjam ín Irigoyen, ganador éste último de ese
grado en la G uerra Grande, por su actuación descollante en la de
fensa de Montevideo.
Nación “ M inas N ucena”, en la calle Río N egro e Isla de F lores.25
La m uerte de los últimos africanos a fines del siglo X IX , des
integró totalm ente esta organización.
19. C e r e m o n i a y c o r e o g r a f í a d e l C a n d o m b e . — 1) Cortejo.
E n tra el Santo — un San Benito en m adera tallada— sobre una pa
rihuela que sostienen sobre sus hombros cuatro figurantes de fuerte
complexión y elevada estatura. D etrás de él avanzan el Rey y la
R eina; el prim ero con casaca m ilitar vistosa que ha pedido prestada
a su amo, lleno el pecho de medallas y sobre la testa, dorada corona;
84
la reina cargada de chafalonías, grandes collares de cuentas de vidrio
y su correspondiente atributo real. Junto a ellos, el Príncipe o los P rín
cipes, niños ataviados con lujo que se supone hijos de ambos. A m anera
de séquito m archan en dos filas hombres y m ujeres en p areja y por
último el grupo de instrum entistas con mazacallas, m arim bas y los
infaltables tamboriles. Haciendo cabriolas en torno al cortejo avanzan
el Gramillero y el Escobillero.
Sobre una elevada tarim a se coloca el S anto; en o tra inmediata
inferior sobre la cual hay dos sillones se ubican los reyes, de m anera
que no cubran la vista de la im ag en ; al pie de los soberanos se sientan
los príncipes. Los instrum entistas se detienen al lado derecho del Santo.
2) Form ación cu calle y “ ombligada " . — H om bres y m ujeres,
frente a frente, form an dos filas distanciadas entre sí en unos tres
metros. Las m ujeres baten palmas. Se suspende la m archa que ritm an
los instrum entos; los reyes toman asiento y va a comenzar el baile.
Al hablar de “om bligada” recurrim os aquí a una palabra que si
bien no figura en el léxico afro-platense, sintetiza perfectam ente este
paso del candombe; vendría a ser esta expresión una traducción de
la “ embigada” brasileña.
Comienza el ritm o sostenido de los tam boriles; las dos filas avan
zan lentamente casi a rra stra n d o los pies y cantando un monótono
estribillo que será el bajo continuo de toda la sesión.
Al llegar las dos filas fre n te a frente, hombres y m ujeres sacan
hacia a fuera sus vientres y hacen como si quisieran chocarse con sus
ombligos, luego se retiran un paso hacia a trá s y repiten este movi
miento pero con sus caras como si fueran a besarse y por último se
entrecruzan avanzando siem pre lentamente para colocarse en los lu
gares opuestos, es decir, otra vez en calle pero los hombres en el
lugar que ocuparon inicialmente las m ujeres y viceversa. Dan media
vuelta y repiten ocho o diez veces la misma escena y el mismo des
plazamiento.
3) Cuplés. — T erm inada lo que llamamos “om bligada” y vueltos
a colocarse en calle como al principio, sin moverse de su sitio flexionan
las rodillas al ritm o de la música. Salen entonces al medio el Esco
billero y el Gramillero. El prim ero lanza al aire su escobilla con la
finísim a habilidad de un prestidigitador japonés con su sombrilla, la
hace rodar por su brazo y sin detener su movimiento veloz de ro
tación y traslación la hace g ira r hasta sus pies; la vuelve a levantar
al aire, la hace recorrer todo el cuerpo, extática la faz, siguiendo con
la vista sus movimientos como si la escobilla tuviera vida propia y
le provocara no se qué encantam iento mágico. E n tre tanto, el g ra
millero, hace cabriolas apoyándose en su serpenteante bastón como an
ciano atacado de súbita y epiléptica prim avera. De pronto avanzan
un hombre y una m ujer del extrem o de la fila, danzan en pareja
suelta dándose de vientre y dibujando él la silueta de ella en el aire,
con sus manos y su cuerpo como si acariciara el lugar exacto que ella
ocupó. Vuelven otra vez a su fila, pero en último lugar y sigue la
siguiente pareja. Así pasan uno a uno hombres y m ujeres hasta que
queda en prim er térm ino de la fila la pareja que inició esta especie
de “pas de deux”. A veces sale de pronto al medio un negro y canta
un cuplé de cuatro versos que festejan los concurrentes. Los asistentes
acom pañan el ritmo m arcando a veces los tiempos débiles de la frase,
con palmadas.
4) Rueda. — Vuelven a acercarse lentamente las dos filas y co
mienza entonces una evolución en rueda que anuncia el final. T o
mados del brazo giran dos o tres veces en parejas frente a los reyes
en tanto que los tam boriles aum entan la intensidad de su sonido.
5) Entrevero. — Después comienza el desenfreno. Se viene
abajo todo el orden coreográfico y ante los reyes que parecen ser los
únicos que conservan su tranquilidad, hombres y m ujeres, escobillero
y gram illero se entremezclan en una danza de pies de fuego. Este es
en verdad el Candombe propiam ente dicho. El movimiento queda li
brado a la improvisación del m omento; se cambian de parejas, se
retuercen, se encogen, se estiran. H a y sin embargo un detalle im por
tan te: el m ovimiento de cada uno de los bailarines parecería origi
narse de las caderas para a rr ib a ; frente al ondular de la parte superior
del cuerpo, las piernas quedan afe rrad a s a la tie rra y los pies avanzan
siempre arrastrándose en el suelo; no hay saltos. Los tam boriles fre
néticos baten la más complicada teoría de ritm os hasta que. todo ese
m ar encrespado se aplaca cuando el último de los bailarines ha per
dido su aliento. El final está determ inado por el agotam iento físico
del cuerpo de baile m ientras los reyes quedan tam bién exhaustos por
la tensión y las ganas de a rro ja r a un lado la corona y lanzarse al
medio del torbellino.
86
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88
La otra es una de las melodías “oficiales” del siglo X IX , cuya
letra algo cambiada cita Isidoro D e-M aría en su célebre crónica, y
cuya música hemos recogido de R icardo M áxim o (78 años, radicado
en Sarandí del Yí, D urazno) quien a firm a haber;': oído en muchas
oportunidades en reuniones de negros, en los llamados “sitios” alre
dedor de 1890:
JT 3
89
“ Les Baluba”, Bruxelles, 1913, transcrita por Chauvet).
90
que corren, de nuestro repertorio instrum ental popular, no pertenece
ya al folklore sino a la etnología. Dejamos el tam boril p ara otro co
m entario más reposado y nos referirem os ahora a aquellos in stru
mentos que yacen en el recuerdo o en los papeles.
De acuerdo con la clasificación instrum ental de H ornbostel-
Sachs, en el U ruguay se conocieron y practicaron diez instrum entos
de procedencia africana agrupados en prim era instancia de la siguiente
m an e ra :
1. Idiófonos:
M azacallas
M ates o porongos
M arim bas
Canillas de anim ales lanares
Palillos
T acuaras
2. Membrcinófonos:
Tam boriles
“ M acú” (tam bor grande)
3. Cordófonos:
Arco musical
Cítara africana
1. Idiófonos. —- E n el cuadro que ilu stra estas páginas hemos
desarrollado la serie 1 de Idiófonos cuando nos conduce hasta el ins
trum ento indicado, cerrando la línea de la clasificación en aquellos
casos en que no hay representantes instrum entales en nuestro medio.
Es curioso observar que ningún documento se refiere a los tan co
munes instrum entos entre los negros del continente, improvisados con
utensilios de trabajo y que en los Estados Unidos se concreta en la
célebre tabla de lavar ( “ w ashboard” ).
Veamos entretanto las referencias y características de los idió
fonos enunciados.
El macacallct no era otra cosa que una “m araca” metálica cons
tru ida con dos conos de hojalata unidos por sus bases y provisto de
un mango de m adera; dentro del cuerpo del instrum ento se agitaban
piedrecillas o chumbos. La m araca, instrum ento pre-colombiano cuyo
nombre guaraní se escribe “ M baracá” fué citado por prim era vez en
el poema de Barco Centenera “ La A rgentina y conquista del Río de
la P la ta ” cuya acción ocurre en el siglo X V I y fué impreso en Lisboa
en 1602:
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El m azacalla citado tam bién por De M aría, es el instrum ento de
origen africano practicado en Am érica correspondiente a la m araca
indígena. La habilidad del ejecutante estriba en dom inar el montón
de piedrecillas que hay en su interior por medio del m ovimiento
de las muñecas y lanzarlas en puñado contra las paredes interiores
del instrum ento. H e aquí una pequeña teoría de la técnica de ejecución
de este tipo de sonajeros: “Cuando se tra ta de aprender m aracas,
entre nosotros, el discípulo se sienta frente al m aestro y comienza
por apoyar sobre el muslo el antebrazo, empuñando una m araca en
cada mano, y entonces comienza muy lentamente a hacerlas sonar al
ternativam ente empleando únicam ente la muñeca. El golpe seco se
aprende luego, y su aprendizaje comienza por levantar el antebrazo
y descargarlo sobre el m uslo; así el movimiento queda cortado b ru s
camente, y los “capachos” (o semillas) se detienen. E stas prácticas,
que constituyen el fundam ento de la técnica de un buen m araquero,
indudablemente se han perpetuado por tradición, y acaso no sea aven
turado suponer que de ese mismo modo comenzaba el “piache” a
iniciar al neófito en el m anejo de las m aracas sag rad as” .27
La técnica de ejecución y los sonidos obtenidos son m ás o menos
los mismos en la m araca y en el mazacalla. Sólo varía el m aterial
empleado: casi siempre la m araca es un instrum ento n atu ral que
consiste en una calabaza seca dentro de la cual se agitan las semillas
endurecidas; el m azacalla es de metal en form a de rombo en cuyo
interior se agitan piedrecillas o chumbos.
E n la organización de las danzas afro-uruguayas y posterior
m ente en la música carnavalesca m ontevideana, el m azacalla es el
instrum ento que sigue al tam boril en im portancia organológica. Por
lo general no se empleaba el par de mazacalla, sino una sola que
accionaba la mano derecha. D urante la m archa del ejecutante, la de
tención de las piedrecillas se hacía a veces golpeando el m ango sobre
el muslo derecho, flexionando la pierna y levantándola en ángulo
recto con el cuerpo, tal como se puede ver en el apunte de H erm e
negildo S á b a t28 tomado de la realidad m ontevideana a principios del
siglo actual. A lgunas veces hemos visto escrito el nom bre de este
instrum ento como “m asacalla” y tra tad o en género fem enino: “ la
m asacalla” .
El mate o porongo era algo así como una m araca cuyo sonido
se veía enriquecido por el golpe de conchillas percutidas sobre su
caparazón. E ra, según Rómulo F. Rossi, un m ate “ recubierto con
hilos que cruzaban gran núm ero de conchillas. En el Brasil se halla
hoy en vigencia bajo el nom bre de “piano-de-cuia”.
La marimba, xilófono construido con placas de m adera de dis
tin ta longitud percutidas con dos macillos y su correspondiente reso
nador inferior de calabaza, instrum ento típicam ente negro, posse hoy
una vasta área de dispersión en las Antillas y en la Am érica Central.
93
E! xilófono en sí — “ xylon” en griego, “m ad era”— aparece en es
tadios bastante pum itivos y en diversos lugares del mundo, pero
cuando lleva resonador de calabaza, según C u rt Sachs,29 es de pro
cedencia B antu o próxim o a esta área cultural africana, lo cual coin
cide perfectam ente con el hecho de que la m ayor parte de los esclavos
llegados al U ruguay en el siglo X V III pertenecieron a esta cultura.
El xilófono europeo que no lleva resonador alguno proviene, según
A ndré S h a e ffn e r,30 del Asia Austral.
Isidoro D e-M aría en crónica citada declara que el Candombe
alrededor del 1820 se acompañaba con “la m arim ba en el m ate o
porongo”. E stá describiendo en estas pocas palabras la característica
m ás privativa de este xilófono africano que es justam ente su reso
nancia en la calabaza. Es lástim a que no haya quedado ninguna no
tación de su juego por cuanto de todos los instrum entos afro -u ru
guayos, es el único capaz de cantar una melodía diferenciada siendo
los restantes de exclusiva índole rítm ica. Sin embargo no desechamos
la idea de que Isidoro De-M aría al hablar de la m arim ba se refiera
al arco musical con resonador de calabaza ya que este nombre se
reservaba tradicionalm ente en el U ruguay para denominar a estos
prim itivos cordófonos.
Las canillas de animales lanares pertenecían en el pasado siglo
al instrum ental afro-uruguayo. El precitado Rossi describe así este
instrum ento: “canillas de anim ales lanares atadas a sus extremos
paralela y transversalm ente, en form a de escalera, por dos tientos
de lonjas de bagual, huesos que hacían sonar los músicos a rrastran d o
sobre los mismos otro hueso”. 31 Estam os en presencia de un idió-
fono de frotación al que podría calificarse como osteófono”. P o r
su sistema de extracción del sonido tiene e x trao rd in aria similitud
con el “ recoreco” brasileño. Su sonido es indiferenciado en cuanto
a su altitud y se le llama “ la huesera” : M arcelino B ottaro se refiere
a este instrumento.
Los palillos de que habla Isidoro D e-M aría no hemos podido
registrarlos al través del recuerdo personal. ¿Fueron dos palillos en
trechocados a la m anera de la “clave xilofónica” cubana? El docu
m ento no es explícito, razón por la cual no lo hemos fijado en el
cuadro de idiófonos afro-uruguayos. Remitimos a los lectores a una
m onografía exhaustiva que sobre la “ clave” escribió Fernando O rtiz
en 1935.32
La tacuara era una caña de 60 a 70 centím etros de largo y del
m ás grueso diám etro que se podía obtener en las grandes tacua
ra s ; se apoyaba horizontalm ente sobre dos horquetas y se percutía
con un palillo de m adera. Pertenece a los idiófonos de golpe directo
percutido en un tubo, independiente. La ausencia de lengüeta hecha
en form a de incisión en “ H ” en el centro de la caña, la coloca entre
los m ás prim itivos tipos de su clase.
94
2. Mem branófonos. — E n la descripción de M arcelino B oitaro
sobre los prim itivos rituales africanos en el U ru g u ay anteriores a
la organización del Candombe, se estam pa las siguientes p a la b ra s:
Estos cantos y oraciones eran siem pre acompañados por contor
siones y gritos de adm iración o sorpresa, que correspondían per
fectamente a los sonidos emitidos por el “M acú” (tam bor g ran d e )...”
E s de suponer que se tra ta de un m em branófono de grandes dimen
siones. No obstante, nada impide tampoco pensar que nos hallaríam os
ante un tam bor de tronco excavado; en este caso se tra ta ría de un
idiófono de golpe. Es bien sabido que bajo el rubro de tam bores se
agrupan las dos prim eras series de la clasificación de H ornbostel-
Sachs, según lleven o no una mem brana.
E n realidad el único m em branófono que se practicaba en el
antiguo Candombe era el tam boril. E n el tomo dedicado a la música
tradicional del U ruguay vamos a referirn o s a él extensam ente ya
que ha evadido el límite de lo etnológico p ara e n tra r en el terreno
de lo folklórico. No corresponde, pues, en este capítulo, reg istrar
su rítm ica a c tu a l; con todo vamos a ensayar algunas consideraciones
previas sobre sus antecedentes, su clasificación, su construcción, su
decoración y su afinación o temple.
El tam boril es hoy en M ontevideo un instrum ento vivo y vasta
mente divulgado que ha rebasado la línea de color p ara adentrarse
entre los blancos, especialmente en los barrios del su r de la ciudad
quienes por su contacto con el elemento negro tom aron este in stru
mento como vehículo de expresión colectiva de alegría, llegando a ser
dentro del recinto ciudadano el heredero popular de la g u ita rra co
lonial o del acordeón campesino de fines del pasado siglo. U n hecho
musicológico nos perm ite a firm a r que este tam boril de hoy no fué en
su rítm ica igual al de épocas pretéritas. E n nuestros días la frase
rítm ica del tam boril consta de los inevitables dos compases que deben
cifrarse en compás de 4 /8 , lo cual perm ite superponer a él melodías
de tangos y milongas sin tem or a perder su m orfología. E s bien sabido
que el ritm o etnológico es “ libre” y como tal está m ás próxim o al
canto gregoriano que al de toda la música m étrica de la cultura occi
dental a p a rtir del ciclo trovadoresco.
En 1698 el P adre Labat estudió atentam ente los tam bores de los
negros de Santo Domingo y anotó sus nombres. Fabricaban dos tipos
de tam boriles con troncos de árbol previam ente ahuecados; una ex
trem idad quedaba abierta; la otra, cubierta con una piel de carnero
convenientemente rasurada. E l tam bor grave llamado “g ran tam bor” ,
tenía 1 m. 14 de longitud por 35 cm. de diám etro y era el que apo
yaba los acentos. El tam bor agudo llamado “babula” tenía igual lon
gitud por 20 cm. de diám etro y servía p ara dibujar el repiqueteo
sobre el fondo rítmico — téngase presente p ara cuando hablemos del
“chico” de nuestras baterías de tam bores— y casi isócrono del gran
tam bor. Colocaban ambos entre las piernas sentándose sobre ellos
y batían su parche con cuatro dedos de la mano. En verdad, ex
cepto su posición — hoy en ángulo de unos 8o.° con respecto al suelo
— el sistema, las dimensiones y el carácter son los mismos. El nombre
de “babula” que le asigna Labat al tam boril agudo, dió título a una
suerte de candombe del sur de los E stados Unidos y A ntillas: la lla
m ada “ Bám bula” de carácter guerrero que quizás fu era aquella que
vió bailar D ’O rbigny en la antigua Plaza del M ercado en Montevideo
el 6 de enero de 1827. Aquella que con el mismo nombre describe el
cronista del “ Comercio del P la ta ” de nuestra ciudad en 1857. La
“ Bám bula”, en fin, que tan ta difusión logró con Gottschalk a me
diados del pasado siglo en su celebrada “ Bam boula” ( “ Danse de
N égres” ), el opus 2 dentro de su vasta producción.
La presencia de tam boriles está certificada en todos los docu
mentos sobre la música negra en el U ruguay que hemos estam pado
en p á rra fo s precedentes. Sin embargo, así como no fué registrada
la melodía del antiguo Candombe, tampoco lo fué la del ritm o de estos
instrum entos. Vamos, pues, a referirnos brevem ente al tam boril en el
momento actual, como anticipo del capítulo que le dedicaremos en
nuestro tomo del folklore; las supuestas relaciones de sus ritm os con
los de épocas anteriores quedan bajo la responsabilidad del lector.
En nuestro medio actual el tam boril no se usa solo sino en juegos
y éstos están constituidos por cuatro tipos diferenciados, que llevan
los siguientes nombres y que responden aproxim adam ente a los cuatro
registros de la voz hum ana aunque sus “tessitu ras” sean más g ra v e s :
“ Chico” (soprano)
“ Repique” (contralto)
“ Piano” (tenor o más bien barítono)
“ Bombo” (bajo)
96
bembo. A m anera de puntos de apoyo se mueven estos dos tam boriles,
en tanto que los repiques y en m enor escala el piano, son perm anentes
improvisadores que dan al conjunto ese refinadísim o cambio circuns
tancial de acentos y síncopas cuya figuración parecería imposible de
pautar.
Parece ser que en tiempos anteriores, en el siglo X IX , se eje
cutaron con ambas manos sin auxilio del percutor de m adera que
hoy acciona la mano derecha. Lo obligatorio y general en el momento
actual es que la mano izquierda no use palillo en ningún caso.
Este palillo puede ser golpeado ya en la caja a unos 20 centí
m etros de la lonja ya en ésta y alternando con el golpe de los cuatro
dedos de la mano izquierda de tal m anera que puedan ambas manos
producir tres sonidos de tim bre y a ltura distintos. El tam boril es
sostenido debajo del brazo izquierdo del ejecutante m ediante una
correa que se apoya en el hombro derecho. La ejecución se realiza
du rante la m archa del instrum entista o cuando éste se detiene, pero
siempre debe hallarse de pie. L a parte abierta del instrum ento no se
apoya, pues, nunca sobre la tierra, lo cual quitaría resonancia al so
nido que se percibe claram ente durante las noches serenas a más de
500 m etros de distancia. Los ejecutantes avanzan al ritm o de los tam
boriles a rra stra n d o un tanto los pies, la cabeza inclinada hacia la de
recha y flexionan apenas las rodillas al m archar en un juego rítmico
en el que interviene todo el cuerpo.
Sin embargo, en el grabado montevideano de 1843 Que estam
pamos páginas atrás, el instrum entista, a horcajadas sobre la caja
de resonancia, bate el parche con ambas manos. Esto hace suponer
que su ejecución durante la m archa, sea de reciente data.
De acuerdo con la clasificación de Hornbostel-Sachs, el tam
boril afro-uruguayo es un membranófono de golpe directo, tubular,
en form a de barril, de un cuero, abierto, y lleva por lo tanto la
cifra 211.221.1 dentro de esta ordenación decimal.
De acuerdo con la clasificación establecida en 1936 por A ndré
Schaeffner es un instrumento de cuerpo sólido extensible, de mem
brana tensa sobre un tubo y cuyo sonido se obtiene por percusión
directa.
Sin embargo, el hecho de que en algunos momentos de la eje
cución el instrum entista golpea con el macillo de m adera sobre la caja
resonante, transform a accidentalmente al tam boril en un idiófono de
golpe directo, de percusión, independiente (c ifra : 111.211) dentro de
la clasificación de H ornbostel-Sachs, o en un instrumento de cuerpo
sólido inextensible, de manera, hueca, de tubo, dentro del sistem a de
Schaeffner.
Desde luego que, substancial y prim ordialm ente, el tam boril es
un m em branófono, pero como ocurre con num erosos instrum entos et
nológicos, no se m antiene dentro del cuadro rígido de una clasificación
98
sino que em igra hacia otras especies. Todo lo cual nos hace pensar
que estas dos clasificaciones m odernas con todo lo que han avanzado
sobre el viejo e incongruente sistema de “cuerda-viento-percusión” ,
son demasiado objetivas para el estudio de nuestro tam boril, al des
atender o m ejor dicho al relegar a las subdivisiones los “impulsos di
námicos”. E n este sentido habría que rec u rrir a la clasificación ge
nealógica de George M ontandon de 1919, dentro de la cual este ins
trum ento se halla ría regido por el segundo principio: la percusión,
ya que en todo él este impulso es el común denominador.
No existe un oficio especializado para la construcción de los tam
boriles; su fabricación está encomendada a un tonelero quien lo fa
brica con las “ duelas” de barricas de yerba m ate o de aceitunas. E stas
duelas están m achim bradas entre sí y se hallan reforzadas por flejes
de hierro que circundan en cinco partes el tam b o ril: uno en la ex tre
m idad del parche, otro próxim o a la extrem idad abierta y tres a lo
largo del cuerpo no siempre en relación de equidistancia. La mem
b rana es de cuero vacuno u ovino y se halla clavada con tachuelas
sobre el borde exterior de la boca m ayor del tonelete. La extrem idad
inferior queda abierta. El palillo percutor es de unos dos o tres cen
tím etros de diám etro y tre in ta centím etros de longitud. E s empleado
a veces el m ango de las antiguas perchas para ropa, construidas de
roble, por la nobleza y resistencia
de esta madera. La lonja se halla
claveteada con tachuelas que se su
ceden cada centím etro y medio en
torno de la boca superior.
De acuerdo con grabados y re
ferencias, la decoración de los tam
boriles del siglo X IX podía reali-
lizarse de tres m aneras distintas:
i.°) todo el tam boril sin pintar, es
decir, la m adera al descubierto con
los flejes de color hierro oxidado
como único contraste, tal como se
puede ver en la litografía de 1843
y en el dibujo de Herm enegildo Sá-
bat de 1901. 2.0) Pintado con un
solo color: rojo, por lo general y a
veces am arillo o azul claro. 3.0) En
fra n jas verticales, a m anera de
grandes gajos azules, rojos y ne
gros separados por filetes amarillos. E sta últim a es la decoración
tradicional que aún subsiste. La p intura al aceite sobre la m adera le
da brillantez y firm eza a los colores.
E n los últimos treinta o cuarenta años ha aparecido una cuarta
99
form a decorativa que consiste en pintarlos en bandas circulares con
filetes entrecruzados ya en el centro ya en el extrem o del parche tal
como se puede ver en algunos óleos de Pedro Figari. E sta decoración
no es tradicional. P or otro lado los filetes entrecruzados son el re
cuerdo gráfico de un “hecho funcional” que no existió en nuestros
tam boriles; son el recuerdo de las cuerdas cruzadas que sirven p ara
tem plar la lonja, tal como en algunos tam boriles cubanos. E stas cuer
das, pasando por ojales hechos en el borde de la m em brana, al ser
estiradas a la m anera de los “corsés” de antaño, elevan el tono de
la lonja. N uestro sistema de afinación es totalm ente distinto y por lo
tan to la expresión decorativa de un hecho funcional que no existió
nunca, no tiene sentido.
La decoración con estrellas y picos debe ser considerada también
como fantasía no socializada en nuestro medio.
E n realidad la m em brana no se afina sino que se tem pla al fuego.
E ste detalle de su técnica, previo a la ejecución, constituye uno de los
elementos de m ás color y carácter. Con papeles de diario hacen una
pequeña fogata sobre la calle, al borde de la vereda y, como en la
antigua escena de la adoración del fuego mágico, los negros van acer
cando y alejando sus tam boriles en un rápido y continuo movimiento
de rotación para que el calor de la llama haga estirar por igual la
lonja. A los pocos segundos comienzan a hacerla sonar para verificar
su tensión y para obtener sonidos diferenciados entre un tipo de tam
boril y otro. Si se aplica cuidadosamente el oído a esta operación, se
o bservará que evitan el unísono y la octava entre dos tam boriles de
distinta voz. P o r lo general van buscando “ la quinta” o m ejor aún,
un círculo de quintas, sin que ello quiera indicar una afinación exacta.
A ún cuando se lo propusieran deliberadam ente, ello sólo podría obte
nerse por simple casualidad ya que este sistema de afinación al fuego
sólo hace ascender el tono y no podría bajarse el mismo p a ra encontrar
la nota justa.
L a m em brana ha de ser “c urada” previamente con intensas fro
taciones de ajo. A lternan su afinación al fuego con rápidos escupi
tajos en la m em brana p a ra saber hasta que punto pueden acercarlos
h asta las llamas. Cuando el calor comienza a hacer evaporar la saliva,
lo retiran definitivam ente. La afinación ha sido consumada.
3. Cordófonos. — Los africanos introdujeron en Am érica dos
cordófonos prim itivos: el arco musical — que ya existía en nuestro
continente por la vía indígena— y la llamada “c ítara africa n a ” . A m
bos se hallan presentes en el U ruguay hasta ya entrado el siglo XX .
El arco musical que vino por la vía african a fué llamado en
nuestro medio “la m arim ba”. A él nos hemos referido extensam ente
en el capítulo inicial dedicado a la música indígena. Ramón M ontero
Brown en su libro “ Del terru ñ o ” 34 nos habla de un personaje de la
ciudad de M ercedes conocido bajo el nombre de “ El N egro de los
100
M ates” que ejecutaba la “m arim ba en los bezudos labios” a pri>:,-.;piGs
de este siglo. E n la localidad de Las Piedras alcanzamos nosotros a
oír al negro llamado Tío Roque que hacía tam bién m aravillas de ritmo
con su arco musical y por último, en 1943 grabam os juntam ente con la
distinguida investigadora argentina Isabel A retz en la localidad del
Cerro, cerca de veinte melodías ejecutadas en el arco musical por
Policarpo P ereira conocido por el nombre de “el negro de la m a
rim ba”. E n estos tres arcos musicales el resonador era la cavidad bucal.
L a cítara africana fué registrada tam bién en el precitado libro
de M ontero Brown en la ciudad de Mercedes. L a describe con toda
claridad al decir: “la cítara africana, especie de arco de flecha con
tres cuerdas de trip a ”.
Sin embargo, estos dos cordófonos no llegaron a socializarse en
nuestro medio ambiente, viviendo como flores exóticas entre el grupo
de idiófonos y m em branófonos de pura estirpe africana.
101
al hablar de la C ontradanza se detiene en este fundam ental detalle:
“ El circulo y la hilera son las form as básicas de todas las danzas
corales, y la m ayoría de las figuras pueden rem ontarse a la cultura
de la Edad de P iedra y aún a la P rim itiva Edad de Piedra. H asta
la disposición de hombres y m ujeres en una doble fila, enfrentados y
divididos en parejas, ya ha sido señalada en num erosas tribus a fr i
canas, entre los bailas de Rhodesia, los bergdamas y los bolokis del
Congo. El tem a prim itivo, fundam ental, es una vez más el combate
de am or con el ataque y huida, con la unión y la separación consi
g uientes”. 30
La sim ilitud con la C ontradanza no obliga a pensar en influen
cias de la danza europea sobre la de los negros en Am érica. Existe
h asta una razón de tiem po: la C ontradanza española recién se de
fine específicamente mucho después del año 1710, y la prim era des
cripción de los Candombes en toda Am érica, escrita por L ab at data
de 1698, si bien es cierto también que en esta últim a fecha la Con
tradanza inglesa ha triunfado en toda Europa. Lo que llama pode
rosam ente la atención a los viajeros franceses no es precisam ente
su disposición coreográfica sino el tinte “ fo rt vive et fo rt lascive”
que ella rezum a. El desplazamiento coreográfico es el que están acos
tum brados a ver y lo único que les impresiona es la intención
profundam ente sensual que ponen en todos los pasos de esa normal
coreografía.
Vayam os ahora a su filiación con las otras danzas de negros
del continente.
P or equivocado procedimiento se ha querfdo filiar al Candombe
u ruguayo por su relación fonética con el título sim ilar de otras danzas
afro-am ericanas. Así, Vicente Rossi lo relaciona con el Candomblé
de Bahía y entusiasm ado con este parentesco hace descender éste
último de la acepción rioplatense de candombe (sin la “ 1” ni el acento
agudo) agregando con reservas desde luego que “ Esto hace sos
pechar que a Río Grande y Bahía el vocablo “candombe” llegó por
importación y es su orijen rioplatense”. 37
Algo distintas son no obstante ambas danzas: el Candomblé es
una acción coreográfica de fuerte contenido religioso y mágico, en
tanto que el Candombe pertenece al ciclo de las danzas pantomímicas
p rofanas sobre las coronaciones de los reyes congos con remedo de
las instituciones estatales blancas como veremos más a d elan te; mien
tra s el Candomblé pertenece al culto sudanés del fetichismo gégé-
nagó, el Candombe apenas tiene un leve acento del fetichismo angolo-
congo de las religiones bantús.
De todos los procedimientos de filiación de una danza, el de la
aproxim ación fonética de su nom bre con el de o tras danzas, es ju s
tam ente el más peligroso; tan así que a veces bajo un mismo título
se cobijan dos expresiones coreográficas totalm ente distintas. Si ello
102
ocurre a veces en un mismo país con dos danzas de nom bre similar
que en distintas épocas significaron danzas distintas, véase lo aven
tu rado de su relación con otras danzas lejanas de nom bre m ás o
menos parecido.
L a danza tiene tres elementos prim ordiales: =u coreografía, su
música y el instrum ento con el cual se apoya el ritm o ; los tres pueden
ser de origen distinto. E n cuanto a su música el problema a su vez
se subdivide en tres posibilidades: la melodía, el ritm o y la arm o
nización que pueden provenir, por ejemplo, de tres direcciones dis
tin ta s: la melodía criolla, el ritm o african o y la arm onía europea.
Si tan delicado y sutil es el problem a que atañe al elemento que
se halla cobijado bajo un título, indudablemente que es peligrosísimo
deducir similitudes por la corriente de una simple palabra que se halla
fu era del juego concreto de la m ateria sonora.
E l problema del título, en resumen, atañe a la filología; casi
nunca a la musicología.
¿ Cuándo se comenzó a usar esta palabra en nuestro medio ? P o r
referencia escrita el dato más antiguo proviene de 1834 en el verso
de A cuña de Figueroa publicado en el “ E l U niversal” , que co
mienza : “ Compañelo di candombe” .. .
Isidoro D e-M aría en su crónica de 1888 lo fija desde 1808 en
adelante. A ntes de estas fechas la acción coreográfica de los afro-
uruguayos llevó el nombre de Calenda en la p lagiaría referencia de
P ernetty desde 1763 y de Tango o Tambo en 1807 según la resolución
prohibitiva del Cabildo de M ontevideo que hemos transcrito. E n
1900, ya en decadencia, se le llama Zemba.
¿Qué significado religioso-social tenía el Candombe? Todas las
referencias coinciden en este punto. Decíamos que era un recuerdo
de la coronación de los reyes congos con imitación de la organi
zación estatal blanca y desde el punto de vista religioso, un leve
sincretismo entre el fetichismo bantú y el culto católico al través
de la imagen de San Benito.
Veamos prim ero su relación con la danza afro-brasileña ya que
la proxim idad geográfica, el hecho de haber recibido a los negros
desde los mismos puntos de A frica y por último habiendo llegado
en proporción igual o m ayor del B rasil que del continente negro,
la corriente de esclavos, indica un camino seguro de filiación.
Tres grandes cultos religiosos tra nsp o rtaro n los negros esclavos
a la costa oriental del B ra sil: el fetichismo gégé-nagó, el culto malé
de las religiones sudanesas y el fetichismo angolo-congo de las reli
giones bantús. Los dos prim eros conservaron más su pureza origi
n aria en el nordeste del B rasil: Pernam buco, Alagoas, Sergipe,
B a h ía ; el prim ero dió origen al Candomblé bahiano que fué la form a
m ás potente de expresión religiosa. E ntretan to el fetichismo bantú
angolo-congo se diluyó en un sincretismo religioso con la im aginería
103
católica y aunque tiene como intensa expresión aislada la M acumba,
sim ilar al Candomblé, a ésta últim a expresión pertenecen los cantos
de la Cucumbys, Congadas, M aracatús, Guerreros, Ranchos y Reina
dos, o en general Batuques. P a ra nosotros a este ciclo pertenece el
Candombe oriental.
E n el Candomblé de Bahia y en la M acumba de Río, el baile es
un aditam ento im portantísim o pero lo esencial radica en el conte
nido religioso con los correspondientes trances de posesión y de m agia
que culm inaban hasta con el sacrificio humano. Queda fu era de
n uestra órbita y no los relacionaremos ya que en el Candombe más
modesto la danza era el “deus ex m achina” de la reunión y el ele
mento religioso quedaba como un aditam ento a la acción coreográ
fica a la inversa de los otros. P or el camino del fetichismo angolo-
congo encontrarem os m ayor parentesco.
Dos grandes sistemas se mueven en este último sentido: los
“autos” negros y la simple danza. E n tre los prim eros están las repre
sentaciones de los cucumbys, congadas y m aracatú s: entre los se
gundos, el Batuque.
Así parecería que se va descendiendo desde las escenas de m agia
de Candomblés y M acumbas hasta las representaciones de congadas,
M aracatús y Cucumbys, y de éstos a la danza del Batuque. T res esca
lones de religiosidad y tres escalones tam bién de entrada del negro
al conglom erado social latino americano. L a línea de color, el pig
mento, se diluye desde el negro puro de los prim eros, al m ulato de
los segundos, al casi blanco del tercero; por aniquilam iento de la
danza colectiva o la danza conexa o de grupo se pasa a la de pareja
enlazada y ya estamos en la danza de saló n ; de la samba ru ral pau-
lista a la samba de salón internacional.
¿Dónde se hallaría ubicado el Candombe, de haberse practicado
en el B rasil? E n tre la segunda y la terc e ra ; entre los “autos” de
las Congadas y las representaciones carnavalescas del Batuque. O
m ejor a ú n : perteneció en tiempos de la colonia a la segunda y al abo-
lirse la esclavitud pasó a pertenecer a la tercera.
D escartados Candomblé y M acumba que nada tuvieron que ver
con nuestro Candombe, veamos su sim ilitud con Congadas, Cucumbys,
M aracatús, etc.
L as Congadas se registran en el Brasil en el siglo X V II y se
realizan en Navidad. Los personajes de la Congadas son los si
guientes: i ) Rey o Em perador, 2) Reina o E m peratriz, 3) M ameto
o príncipe, llamado a veces “ Suena”, 4) Quimboto o hechicero, 5) E m
bajador, 6) Capataz, 7) Príncipes, princesas y guerreros. Su a rg u
m ento coreográfico se desenvuelve en las siguientes escenas: 1) La
reina envía em bajadores a la corte del Rey Congo. 2) H ay varias
peripecias en medio de las cuales surge el M ameto y pide satisfac
ciones al Em bajador. 3) Declárase la lucha. 4 ) M uere el M ameto
104
(algunas veces es m uerto por una entidad am erindia: el Caboclo
blandiendo un terrible “tacape” ). 5) E l Quimboto hace evocaciones
y pases mágicos y cantos a los que responde el coro y resucita el M a
meto. 6) Danzas y cantos de júbilos generales.88
F uera de la acción escénica, del nudo dram ático que radica en
la m uerte y resurrección del M ameto, la sucesión de cuadros tiene si
militud con el Candombe. Los personajes son los mismos: los reyes,
el príncipe que viene a ser el M ameto, el gram illero, herbolario o mé
dico de tribu que no es otra cosa que el Quimboto, el escobillero con
vertido aquí en el capataz, etc. F alta al Candombe nuestro, pues, el
“auto” correspondiente.
Los Cucum bys cuya etimología proviene de “ cucumbre” , comida
preparada en el B rasil por los Congos, es bastante sim ilar a la con-
gada. Se realiza especialmente en Bahía. Los personajes son los
mismos y la acción escénica, un poco m ás rica, consta de tres epi
sodios bien diferenciados: 1) L a Salutación que se descompone en
a ) luego que los cucumbys arm ados de arco y flechas trasponen la
p u erta que se abre para ellos, la música y los danzarines ejecutan
m archas guerreras e himnos triunfales, b) se adelanta el Rey y can ta:
S o u rei de Congo,
Q uero brincar,
C heguei agora
D e Portugal
IOS
colman de recompensas al Quimboto, b) el Rey le ofrece a su h ija en
casam iento pero el Quimboto no la acepta. . . por ser ya casado. P o r
último viene un g ran epílogo de danzas y cantos generales.39
La relación con nuestro Candombe es exactam ente la m isma que
con las Gongadas.
El M aracatú nos va aproxim ando más al Candombe. Según N ina
Rodrigues, de antaño el M aracatú es un desfile carnavalesco, rem i
niscencia de la coronación de los dos reyes congos. E s de origen per-
nambucano y consta de dos escenas distintas. La prim era constituye
un Cortejo carnavalesco que se compone de: a ) la comparsa se inicia
por un estandarte a cuyo lado hay arqueros, b ) form ando cordón
van otras dos filas de m ujeres, c) en el medio del cordón varios fe
tiches : un gallo de m adera, un yacaré “empalhado” y una muñeca
vestida de blanco con m anto azul, d ) después, dignatarios de la corte
y por último el Rey y la Reina. L a segunda consiste en una visita:
el cortejo se dirige a la Iglesia de N uestra Señora del Rosario. Cantan
y bailan durante la procesión, y el cortejo al llegar ante la imagen
de la V irgen repite lo mismo con pequeñas v arian tes.40
Así pues, el M aracatú vendría a ser una reproducción invertida
en su orden, con respecto del antiguo Candombe m ontevideano en el
cual los negros visitaban prim ero la Catedral y hacían su hom enaje
a la imagen de San Benito y luego en cortejo pasaban a saludar a
las autoridades rem atando la jornada con un g ran candombe en el
Cubo del Sur.
El Rancho o Reinado lo constituían un grupo de hom bres y m u
jeres que representaban pastores y pastoras que iban a Belén y que
de paso entraban en las casas de fam ilias p ara realizar allí sus bailes.
E l Rancho se divide en dos categorías. L a prim era llam ada tem o era
de m ayor alcurnia, no por los negros que la integraban sino porque
se dirigían a las casas m ás distinguidas, uniform ados de blanco, en
parejas, y allí bailaban Cuadrillas, Polcas y Valses. L a segunda, el
Rancho propiam ente dicho, de m ás carácter popular, llevaba un Rey
Congo m ontado en un buey; se desarrollaba luego una lucha entre
dos personajes y bailaban por fin el Lundú zapateado.
De m enor im portancia que el M aracatú, se aproxim a bastante a
él y tiene por lo tanto sim ilar correspondencia con nuestro Candombe.
El Batuque, por fin, era el que más aproxim ación tenía con nues
tra expresión afro-rioplatense. Según Debret (1835) en Río de J a
neiro se realizaba el Batuque dispuestos los negros en círculo, h a
ciendo pantom im as y batiendo el ritm o con lo que encontraban: las
palmas de las manos, dos pequeños pedazos de hierro, fragm entos de
lozas, e tc .; el ritm o era m arcado “por dos tiempos precipitados y
uno lento”.41
E s de origen angolo-congo, no lleva representación alguna y con
lo ó
siste en un círculo form ado por los danzantes alternando hom bres y
m ujeres que después de ejecutar varios pasos se chocan los vientres
entre sí o más precisam ente sus ombligos. E stas “embigadas” lla
m adas tam bién “sembas” dieron origen coreográfico a la Sam ba ac
tual. P or extensión de semba se llamó así a veces al Batuque y se
acompaña con el ritm o de palm adas y m em branófonos del tipo de
la caja en form a de barrilete, los “atabaques” .
H e aquí la form a coreográfica más próxim a a nuestro Can
dombe. El atabaque no es o tra cosa que el tam boril y si se piensa
que uno de los estribillos más fam osos del Candombe comenzaba por
“ Loanda, Loanda, Loanda, y é !” se verá h asta la aproxim ación en el
origen africano de ambas, recuerdo en los dos casos de la capital de
Angola. P or otro lado los santos a cuya advocación se realiza son
los mismos.
E n síntesis, nuestro Candombe participa de los Ranchos y Rei
nados en cuanto al cortejo previo al acto de la danza, de los Cucumbys,
Congadas y M aracatús, por la presencia de los reyes negros y del B a
tuque por la expresión coreográfica de la danza pura.
Si extendemos el área de dispersión de la danza afro-am ericana
veremos que en todo el continente surgen expresiones sim ilares tam
bién a la rioplatense. E n P erú, Ricardo Palm a nos habla de los C a
bildos y Cofradías coloniales.42 R euníanse los negros allí p a ra com prar
su 'libertad, pero además, Cabildos y C ofradías eran los nom bres ge
néricos de danzas afro-peruanas, que provenían del nom bre que lle
vaba el local donde se realizaban las mismas. O rganizados en tribus
o naciones, tenía, cada una de ellas su reina que presidía las proce
siones y bailes, seguida de sus dam as de honor y de sus “ súbditos”
llevando velas en las manos y bailando al compás de una orquesta ne
tam ente africana. L a patrona de C ofradías y Cabildos era la V irgen
del R osario y se rendía culto adem ás a San Benito y a N u estra Señora
de la Luz. E n las procesiones de Corpus salían a la calle los “ diablos
danzantes” , personajes que veremos tam bién en Cuba y Colombia.
Al mismo ciclo que nuestro Candombe pertenecían pues las Co
fradías y Cabildos peruanos aunque sin la aparición de ese peculiar
personaje de las procesiones.
E n Antioquia (Colom bia) a p a rtir del 28 de diciembre hasta el
día de Reyes, salían a la calle los “diablitos” negros que organizaban
una especie de carnaval recorriendo la ciudad en comparsa, represen
tando pequeñas escenas y bailando en las casas de las principales fa
m ilias del lu g ar.43
E n H aití se conocían las Sociedades de Congos, con su corres
pondiente reina y tam bores, en tanto que en Cuba, existía una ins
titución sim ilar a la peruana llam ada tam bién Cabildo que tenía por
objeto principal obtener la libertad de los esclavos pero en la cual se
organizaban representaciones coreográficas exactam ente iguales a
107
las de los Candombes orientales, el 6 de enero de todos los años.44 El
rey congo vestido con la casaca que pedía prestada a su amo, su som
brero de dos picos y su g ran bastón, ejercía las funciones de capataz
y duraba en sus funciones cuatro años. Estam os pues en presencia
de una institución sim ilar a la de los reyes negros de nuestro Can
dombe, aun cuando el reinado de los nuestros fu era casi vitalicio.
H e aquí la filiación desde el punto de vista religioso y so
cial de nuestro candombe en función de las organizaciones sim ilares
en América.
P o r su religión:
O riginariam ente pertenece al ciclo del fetichismo angolo-congo y
se trasvasa por lento sincretism o al culto católico. El santo bajo cuya
advocación se realiza, es indudablemente San Benito. Se relaciona
desde el punto de vista religioso
E n B rasil con:
El M aracatú
El Batuque
Los Ranchos y Reinados
E n P erú con:
Los Cabildos y Cofradías
E n Colombia c o n :
Los Diablitos
E n Cuba con:
Los Cabildos y Cofradías
P o r su coreografía y ceremonia:
U na escena de la coronación de los reyes africanos y luego danza
general. Junto a ello una referencia de la organización estatal blanca
e imitación de su vestimenta. Se relaciona desde este punto de vista
E n B rasil con:
Las Congadas (m ás ampliada la escena y con nudo
dram ático)
Los Cucumbys (ibidem )
El M aracatú
El Rancho o Reinado
El Batuque
108
E n P erú con:
Los Cabildos y Cofradías
E n Colombia con:
Los Diablitos
En H aití con:
Las Sociedades de Congos
E n Cuba c o n :
Los Cabildos y Cofradías
P o r sus personajes:
E l Rey y la Reina llevan el mismo nom bre en todas las danzas
afro-am ericanas.
El Príncipe se llama M ameto o Suena en las Congadas y Cu
cumbys.
El Gramillero o médico de tribu (hechicero tam bién), se llama
Quimboto en las Congadas y Cucumbys.
El Escobero o Escobillero, m aestro de ceremonias y conductor
de la danza, se llama Capataz en Congadas y Cucumbys.
P o r su significación social:
Conseguir la manum isión de esclavos y luego ag ru p ar y de
fender la raza. El Candombe tiene su equivalente con las C ofrarias
brasileñas, en los Cabildos y C ofradías peruanos y cubanos y en las
Sociedades de Congos de H aití.
P o r su cultura negra:
Pertenece el Candombe al área cultural bantú con leves elementos
sudaneses. P or esta vía se une con todas las danzas afro-am ericanas
precedentes.
P o r su música e instrumental:
Sim ilar en todos los casos. Predom inancia de los m embranó-
fonos, especialmente de los tam boriles. En segundo térm ino, idiófonos.
109
NOTAS CORRESPONDIENTES AL CAPITULO II
III
SEGUNDA PARTE
LA MUSICA CULTA
Desde los orígenes hasta 1860
C A P ÍT U L O I
LA MUSICA RELIGIOSA
ii5
Niño Jesús que todavía repiten nuestras m adres en las estrofas del
“A rro rró ” o en los romances infantiles de “ Santa C atalina” , por ejem
plo. Este canto religioso popular es el que tiene la m ayor importancia
en toda Am érica y sus letras a floran todavía en el U ru g u ay cuando
se oye a un paisano entonar con la melodía de un Estilo, una “ D é
cima a lo divino”. En nuestros viajes de recolección folklórica hemos
encontrado varias de ellas. Es un vasto cancionero europeo antiguo,
sometido en España casi todo él a la estructura estrófica del romance
y, posteriorm ente, de la décima, que sobrevive intacto en Am érica a t r a
vés de tres siglos sin contam inarse con la realidad sonora circundante.
E n segundo térm ino E spaña pudo haber enviado su g ran poli
fonía religiosa del Renacimiento. En el momento de la conquista,
después de un período de afirm ación nacional representado por los
músicos de la corte de los Reyes Católicos — Escobar, Anchieta, Pe-
ñalosa o A lm orox— E spaña entraba en su m adurez m ás brillante
por el enriquecim iento que significó la aportación de los músicos
flamencos llegados en la época de Felipe I I; en ese entonces Vic
toria, M orales y G uerrero desarrollaban la más adm irable teoría de
la polifonía. Este tipo de música, no obstante, no estaba en condi
ciones de penetrar en el U ru g u ay ; faltaba lo más im portante: el ins
trum ento, ese coro de capilla de excelentes solfistas capaces de en trar
airosam ente en la compleja selva del contrapunto. M ontevideo se
funda dos siglos más tarde cuando toda esa grandeza ha rodado por
los suelos y España entra en el período más oscuro de su historia m u
sical dom inado por la dictadura de Farinelli, el favorito de Felipe V,
quien inaugura la edad del extranjerism o operístico en la península.
E n tercer térm ino sobrevivía todavía en España — como en toda
E u ropa— un vestigio del Canto Gregoriano. El g ran arte de la ho-
m ofonía medieval ya había desaparecido como música viva de una
colectividad, pero alentaba todavía, no como expresión popular es
pontánea, sino como una tesonera tendencia de la Iglesia Católica
para vivificar aquello que había sido su lenguaje más original y bello.
Después de la restauración solesmense, sabemos muy bien que el
canto llano que se conoció y practicó desde el 1400 en adelante, era
una suerte de caricatura casi del severo y profundo a rte de la alta
Edad Media. Y ese gregoriano, deturpado por las versiones equivo
cadas de los siglos X V I, X V II y X V III, fué justam ente el que llegó
a Am érica durante la conquista y el coloniaje. Adem ás, ya no era
popular en su espontaneidad — como lo era, por cierto, todo el can
cionero religioso del ciclo del Villancico y de la simple canción— y
sabemos que sólo en aquellos parajes en que la penetración m isionera
fué muy intensa, se practicó con profusión. El documento más im
portante de la presencia del canto gregoriano, que hemos analizado
en la parte dedicada a la música indígena, data de 1824, cuando el
secretario de la Misión Apostólica M uzi oye cantarlo en el pueblo
116
MI S S A L E
ROMANUM
EX DECR. SACR. CONCILII TRID EN TIN I
RESTITUTUM,
S A N C T I P I I P A P .E Q U I N T I
» JUSSU EDITUM ,
MATRITI. M.DCCXC.VII.
TYPIS SOCIETATIS.
del D urazno; el cronista se encarga de subrayar que eran indios que
habían venido de los antiguos pueblos de las M isiones Orientales.
Y como el U ruguay no tuvo grandes cantorías o escuelas ca
paces de interpretar la polifonía culta del Renacimiento, ni tuvo en
sus límites actuales una organización m isionera profunda, he aquí
que sólo recibió, en el orden de la música religiosa, la prim era co
rriente popular.
E n la segunda m itad del siglo X V III ya está plenam ente orde
nada la vida colonial en el U ruguay y en ese momento comienzan a
aparecer los prim eros organistas y m aestros de capilla. Al ciclo del
canto popular de la época de la conquista que acompañaban arperos,
vihuelistas y violinistas, sucede una expresión polifónica más com
p leja; misas a tres y cuatro voces con acompañamiento de órgano
comienzan a escucharse en la Iglesia M atriz o en la de San Francisco.
E n tre los m anuscritos dieciochescos del archivo de esta última, se
deslizan algunas páginas de H aydn y M ozart.
E sta segunda etapa de la evolución de nuestra m úsica religiosa,
cuyo índice más evidente es la M isa de D ifuntos de F ray M anuel
Ubeda escrita en M ontevideo en 1 8 0 2 , llega a su apogeo en 18 2 0 . El
B arón de la L aguna tra e desde Río de Janeiro misas del brasileño
Nunes García y de polifonistas portugueses. Sin embargo, el límpido
canto “a cappella” nunca llega a producirse aquí como ocurre en M é
xico o en Venezuela. Del canto colectivo popular se pasa directa
m ente al polifonismo acompañado instrum entalm ente, que va desde
1 7 5 0 a 18 30 .
El advenim iento del reinado de la ópera italiana en esta última
fecha, produce una tercera etapa en el ámbito de la música religiosa
uruguaya, etapa que llega hasta entrado el siglo XX . M isas de fuerte
contenido teatral con solistas, coros y orquesta, oratorios “non oran d o ”,
páginas organísticas de intensa expresividad rom ántica, se suceden
domingo a domingo en las iglesias montevideanas. Las obras de los
m aestros de capilla José G iu ffra y sobre todo Carmelo Calvo, son las
m ás representativas de este período.
E n las postrim erías del siglo X IX , el P ad re Pedro Rota, au to r
de una correctísim a “M isa de Requiem”, notablemente impresa en
M ontevideo en 1 8 9 6 , inicia el retorno hacia las fuentes melódicas
gregorianas si bien tra tad a s de acuerdo con un contrapuntism o aca
démico. Conocedor de la reform a solesmense, se preocupa intensa
m ente, años m ás tarde, de poner en vigencia las directivas de mú
sica litúrgica im plantadas por Pío X en su conocido “ M otu proprio”
de 1 9 0 3 .
2. L a m ú s ic a r e l i g i o s a e n t r e l o s in d io s . — En d o c u m e n to s
a n a liz a d o s en el p re ce d e n te e s t u d io so b re la m ú s ic a in d íg e n a , ha
b ía m o s v is t o q u e e n 18 0 8 , en o c a s ió n d e la f ie s t a d e la a s c e n c ió n al
118
reinado español de Fernando V II, el Cabildo de Soriano organizó
grandes festejos populares con intervención de los indios misioneros
quienes con sus flautas y tam boriles y “diversos coros de m úsica”
m archaron por las calles y llegaron hasta la iglesia subiendo al coro
“todos los músicos a excepción de las tam boras e treangulos”. No es
aventurado pensar que la m úsica que interpretaban — sobre todo por
los típicos instrum entos que tañían— eran los villancicos populares
que aún hoy sobreviven intactos en algunas partes de Am érica. A c
tualm ente en las funciones religiosas al aire libre en toda el área
que abarca el cancionero pentátonico — norte de la A rgentina, Perú,
Ecuador y Bolivia— las flautas y cajas siguen acompañando con
sus ritmos y melodías, el paso de una sagrada imagen y en cierto
modo repiten el emocionado gesto del ju g lar que, ante la imagen de
N uestra Señora, trenzaba sus pies en una danza de homenaje siendo
ésta su más tierna y profunda oración.
Cuando en 1763 pasó por M ontevideo Dom Pernetty, anotó en
su libro de viaje que “ Las ceremonias de la Religión son casi las
mismas que en M adrid. D urante todo el tiempo de la Misa, un habi
tante toca el arpa en una trib u n a” 1. E sta vez el viajero francés dijo
verdad — no así cuando habló de una “calenda sag rad a” o de las
danzas de salón como demostram os en los capítulos correspondientes—
porque el arpa y la g u ita rra eran justam ente los dos instrum entos
con que se acompañaban las funciones religiosas en la B anda O rien
tal en el siglo X V III. El Cabildo de Soriano, por ejemplo, desde 1769
paga todos los años por cuerdas para el arp a y la g u ita rra de su
iglesia. Así veremos en 1775 el siguiente asiento en su Libro de
Cuentas: “ Dos r r.s de cola (y lienzo) p ara componer el A rp a” 2, y
en 1776 “3 y2 rr.s de cuerdas para harpa y g u ita rra de la Iglecia”.3
Justam ente, la música religiosa en el pueblo de Santo Domingo
de Soriano en el siglo X V III, nos puede d ar una idea general acerca
de lo que ocurría en la B anda O riental en ese orden de actividades.
M uchas de nuestras poblaciones fueron fundadas sobre la base de
grupos indígenas que habían em igrado de las Misiones del U ruguay
después de la expulsión de los Jesuítas. E s frecuente, pues, ver “ in
dios músicos” en todo padrón o documentos dieciochescos de las po
blaciones rurales. En Soriano, alrededor de 1780, dirigía el in stru
m ental religioso el M aestro H ilario y según se desprende de las
cuentas del Cabildo de esa localidad, su conjunto estaba integrado
por guitarristas, arperos y violinistas, con el agregado ocasional de
caja y flauta que se incorporaban en los días del Santo P a tro n o .4
Los nombres de los “indios músicos” en el interior del país, siguen
apareciendo hasta mediados del siglo X IX . Así, en Soriano, leemos
en el Libro de Entierros de su parroquia correspondiente a 1820:
“ El día dos de Mayo del año mil ochocientos y beinte yo el in fra s
cripto Cura excusador de esta Parroquia de S.to D.g0 Soriano enterre
119
en el Sem enterio con oficio resado a Santiago Gonzales indio bioli-
nista de esta Iglecia Rom ana no recibió sacram ento de la comunion
p.r no dar lugar el mal. Y p.r verdad lo firmo. Fr. L azaro Gadea” 5
La única referencia que poseemos sobre canto gregoriano en
el U ruguay data de 1824 y sus ejecutantes eran justam ente indígenas
tal como se dem ostró en el capítulo inicial. Según aquel documento, en
el pueblo de D urazno “los indios, en uno de los libros corales de
jados por los P adres Jesuítas, acom pañaron al sacerdote con el canto
gregoriano, muy bien entonado, como si estuviesen todavía bajo el
régim en de aquellos buenos D irectores de la Com pañía que los habían
instruido”. Véase pues, de cómo el canto gregoriano es un hecho ais
lado y un simple recuerdo de una sólida organización m isionera que
tuvo lugar fuera de nuestros límites actuales casi cien años antes
de esa fecha.
120
122
Al desaparee _r ei arpa como instrum ento religioso en las pos
trim erías del siglo X V III, deja paso al órgano, tal como se puede
observar en todos los “libros de fábrica” de las iglesias uruguayas
de esa centuria. U na revisión detallada de los documentos de la V e
nerable O rden Tercera de la Iglesia de San Francisco nos dió la
pauta de esa evolución del arp a hacia el órgano. Precisam ente, en
esta Iglesia de San Francisco custodiase además el archivo musical
religioso más im portante del país; su estudio nos d ará la clave de
la actividad sonora durante el coloniaje y todo el siglo X IX en el
orden de la música religiosa.
4. E l a r c h iv o m u s ic a l d e l a I g le s ia d e S a n F r a n c is c o . —
H a c ia 1724 , d os añ o s an te s d e la fu n d a c ió n de M o n te v id e o , los j e
s u íta s , con el a u x ilio d e in d io s m is io n e ro s le v a n ta r o n la p r im itiv a
c a p illa qu e lu eg o h a b ía d e lla m a r s e d e S a n F r a n c is c o , la p r im e r a
c o n stru c c ió n d e c a r á c t e r re lig io s o d e la c a p ita l. S e g ú n te stim o n io d e
173 0 e sta b a “ e d ific a d a de P ie d r a fir m e y C u b ie r ta d e t e ja ” . 9 E l
30 de e n ero d e 1 7 3 0 el C a b ild o d e M o n te v id e o , re c ié n c o n stitu id o , la
h a b ilita com o I g le s ia M a tr iz y en e ste c a r á c te r fu n c io n a h a s ta fin e s
d e 1 73 9 en qu e se c o n s a g r a la M a t r iz V ie ja . E l i.° de m a y o de 174 0
ju n to a la ig le s ia se le v a n t a u n H o s p ic io y los je s u íta s ced en su a d
m in is tr a c ió n a los fr a n c is c a n o s q u ie n e s a b re n en 174 3 u n a e sc u e la
d e p r im e r a s le tr a s. E l 12 de d ic ie m b re d e 1 7 4 2 se fu n d a la V e n e r a b le
O r d e n T e r c e r a en d ic h a ig le s ia , c u y o s lib ro s , a fo r tu n a d a m e n te , es
lo ú n ic o qu e se h a s a lv a d o d e aq u e llo s d ías. P o r R e a l C é d u la , el 29
d e s etiem b re de 176 0 el R e y de E s p a ñ a e le v a a la c a te g o r ía d e C o n
v e n to al H o s p ic io d e S a n F r a n c is c o , y a la e x p u ls ió n d e los je s u íta s
en 1 7 6 7 los b e n e m é rito s s a c e rd o te s d e la O r d e n S e r á f i c a c e n tra li
z a r o n la e d u c a c ió n de los h a b ita n te s de M o n te v id e o . P o r su s a u la s
p a s a r o n c a s i to d o s los h o m b re s qu e lu e g o n o s h a n d e d a r la in d e p e n
d en c ia — A r t i g a s , e n tre ello s— y en 179 0 y a e stá n fu n c io n a n d o las
c á te d r a s s u p e rio r e s d e F ilo s o fía y T e o lo g ía . H a llá b a n s e u b ica d o s la
ig le s ia y el c o n v e n to en la e sq u in a d e las c a lle s S a n M ig u e l ( h o y
P ie d r a s ) y S a n F r a n c is c o ( h o y Z a b a l a ) ; su ig le s ia , con te ch o de
te ja a d os a g u a s o ste n ta b a a un la d o u n a to r r e con c a m p a n a r io c o n s
t r u id a a p rin c ip io s del s ig lo X IX , qu e en u n a a n tig u a fo t o g r a f ía se
d e s ta c a con a ir o s o señ orío .
La obra del Colegio de San B ernardino — que así se llamaba
el instituto docente franciscano— repercutió en la form ación de los
hombres de la revolución emancipadora, al punto de que en 1 8 1 1 Elío
expulsó a un grupo de jóvenes monjes nativos por su vinculación con
los patriotas que, encabezados por A rtigas, sitiaban a la sazón a Mon
tevideo. Sin embargo, al norm alizarse la vida independiente después
de 1830, el Convento comenzó a declinar por falta de sacerdotes y
pese a sus límpidos antecedentes educacionales y patriotas, fué di
123
suelto por el gobierno de Fructuoso Rivera por decreto del 31 de
diciembre de 1838. Dicen los considerandos del mismo: “ Cuando no
hay el núm ero preciso de conventuales no hay convento” . . . “ esta
blecimiento im productivo” . . . 10 Quedó, pues, San Francisco como
simple iglesia parroquial y alrededor de 1865 fué demolida para eri
girse la antigua Bolsa de Comercio, destruida a su vez en 1929 para
levantarse sobre su predio el actual edificio del Banco de la Repú
blica. Cuando su demolición de 1865, sobre los planos del arquitecto
francés V ictor Rabu, el constructor Ignacio Pedralbes levantó en la
esquina de las calles C errito y Solís la actual Iglesia de San F ra n
cisco donde hemos hallado* el archivo musical que pasamos a analizar.
Los libros de la O rden T ercera y el archivo musical, son los
únicos puentes documentales entre el antiguo Convento de San F ra n
cisco y la actual Iglesia del mismo nom bre ya que, presumiblemente,
en 1839, cuando el decreto de la extinción del Convento, los pocos
frailes que quedaban se llevaron a Europa los “libros de fábrica” de
la iglesia y la restante documentación relativa a la obra docente
franciscana.
El estado de conservación del archivo es bueno, pero muchas
obras aparecen incompletas. Ello se debe a que el copista no siempre
redactaba la p a rtitu ra completa sino las partes sueltas p ara los atriles
de los ejecutantes, y es bien sabido que estos m ateriales se extravían
con facilidad. Incluso, debe destacarse que las partichelas de algunas
obras acusan distintas caligrafías y que el form ato “apaisado” de
las mismas, característico del siglo X V III y de la prim era m itad
del X IX , predom ina en toda la colección. Debe agregarse al inven
tario, algunos misales que pertenecieron a la O rden Tercera y al
antiguo Convento, en vetustas encuadernaciones de terciopelo y ad o r
nos de fina platería. Las notaciones de canto llano que ostentan, per
tenecen a la llam ada “versión medicea” — así denominada por haber
sido publicada en Rom a en la im prenta del Cardenal de Médicis a
principios del siglo X V II— notaciones en valores regulares que no
expresan la gracia alada del ritm o libre gregoriano. L a carátula de
uno de estos misales, impreso en M adrid en 1797, ilustra adecua
damente estas páginas.
124
El archivo musical de San Francisco consta de 5.158 fojas, ma
nuscritas casi todas ellas (excepto las de seis p a rtitu ra s im presas)
que representan 194 obras; hay además 614 folios sueltos incom
pletos. H e aqui una síntesis del inventario:
125
si £S *55555155 5555S5 5 55 555 55 555 55 s 55 SSS=Ssils iisilss sss ss
Este archivo representa un índice de posibilidades de la música
religiosa uruguaya en todo el siglo X IX . P o r supuesto que la exis
tencia de estas pa rtitu ra s no obliga a pensar que todas ellas fueran
ejecutadas en los servicios religiosos, de la misma m anera que el po
seedor de una biblioteca no siem pre ha leído todos los libros que h a
bitan en sus anaqueles. P o r esto, justam ente, decimos que este archivo
representa índice de posibilidades, aún cuando presumiblemente casi
128
129
todas las pa rtitu ra s que lo integran fueron interpretadas en M onte
video a lo largo de la pasada centuria.
Desde el punto de vista de los órdenes de música litúrgica, se
observará que casi todos los géneros y combinaciones instrum entales
están representados de acuerdo con los tres tipos que fijáram os al
comienzo de este capítulo. H ay unas pocas misas de “canto llano”
(N os. ió o y 167) para una sola voz con acompañamiento de órgano;
su escritura es rudim entaria, con valores iguales y pobreza tonal, y
en ningún momento recuerda la sobria y profunda grandeza del arte
g reg o rian o ; de todas m aneras esto^ era lo que se tenía en Am érica y
aún en Europa, por “canto llano”jm te s de la reform a de los Benedic
tinos de Solesmes que recién se obra a fines del pasado siglo.
El rubro de música polifónica es el más nutrido y al lado de dos
herm osas partitu ras del siglo X V III, la “ M isa en sol-m ayor” de
M ozart (N.° 61) y “Las siete palabras” de H aydn (N.° 50), en v er
sión pianística, se hallan num erosos ejemplos del “operismo religioso”
del siglo romántico como un “ Sanctus” de Rossini (N.° 81) y una
M isa de Donizetti (N.° 37). E n este rubro falta casi por completo el
estilo “a cappella” ; todos los coros están acompañados inexorable
m ente por órgano u orquesta. La instrum entación es reducida pero en
muchos casos presenta un equilibrio perfecto, observándose combina
ciones que parecerían hoy de audacia insólita para la época en que
fueron escritas, si no olvidamos que estaban dictadas por las reducidas
posibilidades de instrum ental existente. E n tre ellas destacamos el “ Ne
recorderis” de Joaquín Pedrosa (N.° 69) p ara dos violines, dos fa
gotes, dos flautas, dos trom pas, dos tiples, tenor, bajo y acom paña
m iento de órgano, que suena como m odernísim a combinación de o r
questa de cám ara.
P or último y como era lógico, el canto religioso popular es muy
im portante abundando en “ Gozos” , “ Salves” , “ H im nos”, “L etanías”
y algún “Villancico”. Casi todos ellos están escritos por compositores
españoles o criollos y, desde luego, su texto literario se halla en idioma
castellano. Son, por otro lado, los más deteriorados por el uso.
Desde el punto de vista histórico nacional este archivo abarca
desde el coloniaje hasta 1890 aproxim adam ente. Del prim er período
colonial quedan, posiblemente, varias misas de au to r desconocido de
indudable caligrafía dieciochesca y, a ciencia cierta, la “ M isa p ara
D ía de D ifuntos” de F ra y M anuel Ubeda (N.° 94) fechada en M onte
video en 1802, pieza im par en el repertorio documental riopla-
tense, por su valor histórico. El au to r va a ser tratad o en el ca
pítulo correspondiente a los prim eros compositores y la obra en el
inventario razonado de la producción musical uruguaya.
El período correspondiente a las dominaciones luso - brasileñas
(1817-1825) se halla representado por im portantes páginas entre las
130
que se destacan en prim er térm ino las del compositor brasileño José
M auricio Nunes García. E n esa época el B arón de la Laguna importó
de Río de Janeiro instrum entistas y cantores y acaso tuvo la idea de
form ar en M ontevideo un coro sim ilar al brillante conjunto de la Ca
pilla Real (después, Im perial) de Río. Todo ello estaba, además, den
tro de su política rum bosa que repercutió en favor del desarrollo m u
sical especialmente en la órbita teatral. E l archivo de la Iglesia de San
Francisco es un índice evidente de este hecho; se conservan en él
num erosas copias, realizadas en Río de Janeiro, pertenecientes a los
principales polifonistas brasileños y portugueses. Del P adre Nunes
García (1767-1830) hemos hallados tres p a rtitu ra s: un “ Credo” (N.°
6 5 ), un “Tedeum ” (N.° 66) y una “ M isa” (N.° 67) en fa-m ayor para
tres voces y orquesta. Posiblemente algunas o tras obras que figuran
como de autor desconocido, pertenezcan a José M auricio. D esgracia
damente su producción no ha sido aún publicada con excepción de
algunos motetes y las dos versiones de su espléndida “ M issa de Re-
quiem ”. 11 E n la edición de 1897, el Vizconde de T au n ay estam pa una
lista de las obras de Nunes G arcía que componían la colección de Ga
briela Alves de Souza donde encontramos títulos sim ilares a los que
se hallan en el archivo m usical montevideano en antiguas copias b ra
sileñas.
De este mismo período hallamos tam bién una “M isa en B fa ” (en
si-bemol), de Joáo de Souza de Carvalho (N.° 8 5 ), una “M issa a 3”
de Barroso (N.° 5) y un “ C redo” de Joaquim Cordeiro Galáo (N.° 28)
p a ra cuatro voces y orquesta; sin embargo, algunas de las copias
parecen ser m ás modernas.
Del período histórico correspondiente a las prim eras presidencias
de la República (1830-1842) hállanse num erosas obras de Francisco
De Salvo entre las que destacamos un “ Credo” (N.° 29 b ) fechado
en 1833 y un “ T antum E rg o ” (N.° 97) de 1842. De Salvo declara
en algunas pa rtitu ra s que es el prim er violín de la C atedral pero
como en ninguna de ellas fig u ra la localidad correspondiente, bien
pudiera tra tarse de un músico extranjero cuyas páginas, por azar,
cayeron al archivo de San Francisco, ya que ninguna referencia hemos
podido hallar, por otros conductos, de su perm anencia en Montevideo.
E n tre las pa rtitu ra s curiosas correspondientes a esta época, des
tacam os cinco composiciones del flautista J. M. Cambeses, bien co
nocido en los teatros de Buenos A ires alrededor de 1830. Escritas
para solo de flauta, dan una idea cabal de la tan complicada como es
téril artesanía de la p aráfrasis sobre m otivos operísticos de la época
rom ántica; una de ellas es la “ Introducción y Jo ta aragonesa con 4
cantos y 30 variaciones para flauta sola” que tan tas veces in terpretaba
Cambeses en los entreactos de una comedia y cuyo m anuscrito no sa
bemos cómo pudo llegar a este archivo.
131
L a época de la G uerra Grande (1843-1851) está m agníficam ente
representada por el compositor José Aniceto de Castro quien posible
m ente fuera organista de San Francisco en ese período, ya que a sus
piezas originales deben agregarse num erosas copias de obras de otros
autores pero de su puño y letra. E n tre sus páginas originales desta
camos una “ M isa a 3 con acompañamiento” (N.° 17) fechada en 1843«
en una de las partes de esta obra se le e : “Acom pañam iento a la M issa
Solemne a 3 voces. Compuesta en Santiago, Año de 1840”. Su nombre
no lo hemos hallado en el completo trabajo de Eugenio P ereira Salas
sobre “ Los orígenes del arte musical en Chile” , de donde presumimos
que se refiera a la ciudad de Santiago de Compostela en España. José
Aniceto de C astro es adem ás el copista de los m anuscritos del “ Nuevo
método de piano con Ejercicios y Preludios” de Cram er fechado en
1843 y del álbum de “ Canciones con acompañamiento de g u ita rra y
piano” de esa misma fecha. Este último, analizado por nosotros en el
inventario razonado que se estam pa páginas adelante, es un florilegio
de canciones rom ánticas uruguayas y españolas de la época de la
G uerra Grande, de singular im portancia en la historia de nuestra
música.
P or último, corresponde anotar que a la segunda m itad del siglo
X IX pertenece una g ran parte de las obras que se custodian en este
archivo, debiendo mencionarse los nombres de José Fernández de la
V allina (Nos. 89 y 90), José Calvo (Nos. 9 al 16), Lorenzo Mon-
tersino (N os. 44 y 6 0 ), Vicente F erroni (N.° 145), Severino Rey
(N.° 76) y José G iuffra, todos ellos radicados en M ontevideo. Pero
este período queda fuera de los límites cronológicos del presente libro
y sobre él volveremos a su debido tiempo.
5. Los o r g a n i s t a s d e l a É p o c a c o l o n i a l h a s t a 1830. — H a
bíamos visto que el prim er período de la música religiosa en el U ru
guay está representado por el canto colectivo popular — no gregoriano,
sino de origen trovadoresco— que se acompañaba con arpas, vihuelas
o g u ita rra s y violines. La segunda etapa abarca desde mediados del
siglo X V III hasta 1830 aproxim adam ente, en que la implantación
de la ópera italiana va a determ inar un cambio en el concepto y en la
técnica de la música litúrgica y provocar el pasaje hacia un tercer
período indudablemente tocado por el romanticism o de la hora.
E sta segunda etapa está caracterizada por la buena solvencia
técnica de los ejecutantes que, a la m anera de los músicos europeos
de la época, son, en prim er térm ino, funcionarios competentes. El re
pertorio, sin mayores complejidades, está basado sobre una escritura
vocal a cuatro partes tratad as de acuerdo con un principio de arm onía
vertical. Ausente, pues, el contrapunto, esa m archa arm ónica de voces
se halla apoyada por el bajo cifrado del órgano, presente en todo mo
mento. M uchas pa rtitu ra s van acompañadas por otros instrum entos
132
133
134
— violines, flautas, trom petas y trom pas— pero no hacen o tra cosa
que duplicar las partes vocales sin llegar a constituir un conjunto o r
questal con vida propia y expresiva. E s el período de la música reli
giosa estrictam ente funcional. Pasado el 1830, el rom anticism o inci
piente, expresado a través del operismo italiano, va a cambiar la con
tex tu ra de esta música religiosa desencajándola de su funcionalidad
litúrgica tal como veremos en el p a rá g ra fo final de este capítulo.
La segunda etapa, adem ás, se desarrolla bajo el signo de un ins
trum ento: el órgano, que sucede al prim itivo conjunto de arpa, gui
ta rra y violín en el recinto de las iglesias coloniales. Y a en 1772 la
Venerable O rden T ercera de San Francisco paga un peso al organista
que interviene en la función del día de San R oque.12 Q uiere dedi
que la antigua iglesia de San Francisco poseía un órgano por esa
fecha. E n num erosos documentos se registran pagos a los “ folleros”
quienes m ediante palancas de m adera proveían de aire al in stru m en to ;
negros esclavos en muchos casos a quienes se les abonaba anualm ente
por “tira r los fuelles”. El presbítero José M anuel Pérez Castellanos
aclaraba en una carta fechada en 1787 que en esta iglesia existía un
pequeño órgano ,13 el mismo, que, según documentos hallados por nos
otros, ejecutaba en ese entonces B runo Barrales, el prim er organista
nativo que tuvo el U ruguay durante la dominación hispánica.
En tres recintos sagrados se desarrolló la historia de la música
religiosa m ontevideana en la época colonial: en la precitada iglesia
de San Francisco, en la Catedral y en la capilla de la H erm andad de
Caridad.
En 1775 se funda en M ontevideo la C ofradía de San José y Ca
ridad conocida vulgarm ente bajo el nom bre de la H erm andad de
C aridad, institución que realiza durante el período hispánico y los
prim eros decenios de la historia de la República una de las obras
de más fina y profunda caridad cristiana. E n el A rchivo General de
la Nación se custodian todos los libros de la H erm andad, adm inis
trad o ra del Hospital de C aridad, y constituyen un adm irable y
objetivo documento de la obra social realizada por la benem érita co
fradía. De la revisión sistem ática de sus nutridos tomos, hemos ex
traído num erosos documentos pa ra la historia de la m úsica religiosa
u ruguaya durante el período indiano y otros no menos im portantes
p a ra la evolución de nuestro prim itivo teatro ya que d urante muchos
años la H erm andad fué la adm inistradora de la Casa de Comedias a
la m uerte de su fundador, M anuel Cipriano de Meló, acaecida en 1813.
Sin embargo la Capilla del H ospital de C aridad, existente aún
hoy, fué levantada en los últimos años del siglo X V III — alrededor
de 1798, según se sostiene— y como desde mucho tiempo antes de
esa fecha figura repetidam ente en documentos el pago de músicos
y cantores, creemos que las funciones religiosas de la H erm andad
tuvieron lu g ar en una capilla prim itiva anterior a la actual, y que se
135
llam aba para sus funciones a los músicos de San Francisco toda vez
que los nombres de los ejecutantes son los mismos que los del viejo
convento. U na vez al año la cofradía realizaba una M isa de D ifuntos
por los herm anos fallecidos y daba lustre sonoro al N ovenario de
San José con solistas vocales y órgano. Desde 1789 en adelante, fi
g u ran en los recibos de la H erm andad de C aridad los nombres del
o rganista Bruno B arrales y del cantor Pascual Casas.
La Catedral de M ontevideo, por otro lado, albergaba a la A r-
chicofradía del Santísimo, cuyos antiguos libros coloniales hemos re
visado minuciosamente en procura de referencias m usicales; éstas
recién comienzan a aparecer a pa rtir de 1803 y son bastante abun
dantes.
En último térm ino correspondía completar la investigación en
la iglesia de m ayor im portancia en el interior de la B anda Oriental
d urante ese período. E sta era, sin duda, la de San Carlos cuyos libros
de la A rchicofradía del Santísim o, abundan también en referencias
musicales.
Sobre estos cuatro repositorios hemos podido obtener una vi
sión de conjunto del desenvolvimiento de la música religiosa del
siglo X V III y comienzos del X IX cuyos principales representantes
son los siguientes:
Tiburcio Ortega, nacido en Buenos Aires en 1759, llega a M on
tevideo alrededor de 1780 y actúa como violinista, clarinetista y o r
ganista hasta 1821. E s en realidad el prim er nombre de m aestro de
capilla que ha llegado hasta nosotros, de la época colonial. Su for-
136
m arión técnica debía ser muy completa en su medio y para su época
porque en varios documentos le vemos enfrentando conjuntos num e
rosos ya en las iglesias m ontevideanas, ya en los festejos oficiales
— como el de la llegada del V irrey Pedro de Meló de P ortugal en
1795 en que dirige una orquesta de once músicos— ya en el teatro.
Casado con M aría Josefa Larraechea natu ral de Santa Fé, form a en
M ontevideo una fam ilia de músicos distinguidos entre los que se des
tacan sus hijos Ciríaco y Hermenegildo. La prim era actuación de
Tiburcio O rtega, data de 1782 en que ejecuta el violín en las fu n
ciones de la Orden Tercera en la iglesia de San Francisco.14 A lre
dedor de 1800 Tiburcio O rtega es el músico más solicitado en el am
biente montevideano y al frente de sus instrum entistas pasa de la
iglesia de San Francisco a la Catedral y a la capilla de la H erm andad
de Caridad. E n 1816 percibe seis pesos como in strum entista de la
orquesta de la Casa de Comedias y alrededor de 1822 su nom bre des
aparece en los documentos. E l 28 de octubre de 1839 fallece en M on
tevideo; sus hijos harán perdurable su apellido en la historia de la
prim itiva música uruguaya.
Bruno Bórrales había nacido en M ontevideo el 5 de octubre de
1766 y era negro.15 Educado posiblemente por los franciscanos, a
los 11 años de edad era cam panero del convento y a los 18 organista
de la iglesia de San Francisco. P or tal concepto, en el tercer libro
de cuentas de la Orden Tercera, figura en 1784 cobrando dos pesos
por tocar en las honras de los herm anos difuntos. H a sta fines del
siglo X V III su nombre aparece en num erosos documentos, ya de la
H erm andad de C aridad, ya de la O rden T ercera, interviniendo en el
órgano como solista, como acom pañante de los pequeños conjuntos
instrum entales tan característicos en esa centuria en el Montevideo
indiano o bien como cantor. Así por ejemplo, en 1786 acompaña en
San Francisco al clarinetista Domingo García y a p a rtir de 1789 al
cantor Pascual Casas en la Capilla del Hospital de C arid ad .10 En
el prim ero de estos documentos se explica detalladam ente su come
tido con estas palabras: “ N uestro E rm ano Sindico D.n Juan de
E llauri, pagará al organista B runo tres pesos, el uno por el enflau
tado q.e tocó en las O n rras generales de los E rm anos D ifuntos
y los dos restantes por la asistencia, a la Procesion del M artes S.t0
eygualm.te S a tisfará al Clarinete García Dos pesos, por la asistencia
a dha. Procesion, que todo ym porta Cinco pesos. M ontevideo 12 de
Abril de 1786”.
A lrededor del 1800, B runo Barrales, conocido bajo el nombre
de “el negro organista” o “ el organista B runo” , actúa en la Iglesia
M atriz antigua. Isidoro D e-M aría habla del organista B ru n .17 No
es aventurado pensar que se tra ta de la misma persona.
Benito de San Francisco de A sís, vulgarm ente llamado “el Tío
Benito”, sucedió en el cargo de organista de San Francisco a Bruno
137
B arrales y desempeñó estas funciones entre 1796 y 1836. El Tío
Benito era negro, y esclavo en la época colonial; fué liberto a p artir
de 1830. D urante cuarenta años ofició de organista, casi a diario,
en esa iglesia, y sus conocimientos no debían ser m ayores por cuanto
en las grandes festividades se convocaba a otros músicos p ara subs
tituirlo. Sin embargo, las rem uneraciones que percibía en el siglo
X V III eran sim ilares a las de los otros músicos y el hecho de su
larga actuación en el cargo nos perm ite suponer que se le estimaba
verdaderam ente. T ratábase en realidad del organista perm anente de
San Francisco y al igual que B arrales en su adolescencia había sido
cam panero y follero de esta iglesia. Isidoro De-M aría le recuerda
fugazm ente en el tercer tomo de sus tradiciones y recuerdos del M on
tevideo antiguo al hablar de la prim itiva filarm ónica.
Blas Perera, el autor del Him no Nacional A rgentino, fué o r
g anista de excepción en la Iglesia de San Francisco entre 1802 y
1803. H abía nacido en Barcelona en 1765 y llegó a Buenos A ires
en la fra g a ta “ R osario” hacia el 1797. El 19 de agosto de 1802 per
cibe 19 pesos de la Venerable O rden T ercera de San Francisco por
su actuación en las festividades de San Roque, según se desprende
del tenor del siguiente recibo: “ H erm .0 Sindico sírvase m andar para
áD .n Blas P e rera la Cantidad de Diez y nuevepsos por aver tocado
el organo enlafunción délas quarentaoras que sehizo eneldia [de]
nuestro P atrón San Roque y los dos dias siguientes por sutrabajo
y unpeso al negro por lebantar los fuelles cuias dos p artidas hacen
la espresada cantidad délos Diez y nuebe pesos”. 18 Es curioso ob
servar que en el documento se le llama P e rera en tan to que él firm a
al pié del mismo: “ Recibí la cantidad expresada p.r tocar el organo
en los de quarenta horas. [Fdo.] Blas P a re ra ”. Este problema ya
ha sido ventilado en la historia de la música argentina sostenién
dose que los antecedentes del apellido catalán obligan a denominársele
Perera.
El 10 de agosto de 1803, Blas P erera vuelve a aparecer en los
documentos de la O rden Tercera cobrando 18 pesos por su actuación
como organista en las funciones de San Roque. Blas P e rera fué con
tratad o el 15 de noviembre de ese mismo año para el Coliseo P ro
visional de Buenos A ires en calidad de “prim er músico, m aestro,
compositor y director de orquesta” obligándosele a tocar en la o r
questa, el clave o el violoncelo.19 El i.° de mayo de 1804 inauguró el
Coliseo Provisional como director de orquesta, en la vecina orilla.
Todo ello nos perm ite suponer que Blas Perera fué el músico
m ás completo con que contó San Francisco en la época colonial, ju s
tam ente en los años en que F ray M anuel Ubeda compuso su “ Misa
p a ra día de D ifuntos” que se custodia en el archivo de dicha iglesia.
Radicado a fines de 1803 en Buenos Aires, casó allí en 1809 con F e r
nanda del Rey y escribió en agosto de 1813 el Him no Nacional A r
gentino sobre el texto literario de Vicente López, que bajo el título
de “ Canción P atrió tica” tantas veces se oyó en M ontevideo hasta
1850. Blas Perera retornó a España alrededor de 1817 ignorándose
la fecha y lugar de su fallecim iento; su actuación en el Montevideo
colonial debe destacarse como un verdadero acontecimiento en la his
to ria de nuestra música en ese lejano tiempo.
Am brosio Belarde n atu ral de Buenos A ires, fué o rganista “de
prim era” en la Catedral y en San Francisco entre 1804 y 1813. E ra
además m aestro de capilla y al frente de sus músicos intervenía en
una y otra iglesia. Dábase a sí mismo el título de “m aestro de mú
sica” y sus conjuntos instrum entales oscilaban entre 3 y 11 eje-
-------- - c j f j ?
¿ y t / t / ’y ^ 1 /" • ' n e / t / "
[Ja i . ,
139
1818 dirige un conjunto de seis músicos en las funciones dela Archi-
cofradía del Santísimo. A p a rtir de esa fecha, el nom bre de Ciríaco
O rtega aparece en numerosos documentos en su calidad de organista.
Registrado con el núm ero de inventario 95, en el Archivo M usical de
San Francisco, aparece una misa a 3 voces, fechada en Montevideo
en 1840; en la portada de la misma y bajo un testado, se puede
leer: “ Propiedad del S.r D.n Ciríaco O rtega O rganista y [ . . . ]
Yglesia M atriz”.
Herm enegildo Ortega nació en Montevideo el 12 de abril de
17 9 3 22 Y era h ij° del viejo organista colonial Tiburcio. A los 19 años
de edad ocupaba el atril de prim er clarinete en la precitada “M úsica
del E stado” que dirigía Luis F e rra n
en 1816 e intervenía como inte
grante de la orquesta de la Casa
de Comedias en la época de la
P a tria Vieja. En num erosos docu
mentos de la época artiguista, el
nombre de Herm enegildo O rtega nos
ha salido al paso; su form ación téc
nica debía ser muy completa porque
dominaba varios instrum entos y se
solicitaba su concurso en repetidas
oportunidades. A la entrada de Le-
cor en Montevideo, Hermenegildo
O rtega dejó la capital y se radicó en
San Carlos casándose allí el 30 de
abril de 1821 con Juana A ra ú jo .23
M iembro de la C ofradía del Santísi
mo de San Carlos, su actuación como
director de los conjuntos instrum en
tales religiosos de esa localidad y
como profesor de piano, es relevante.
Innum erables discípulos dejó Herm enegildo O rtega a su m uerte acae
cida en esta villa el 11 de agosto de 1873.24 El profesor H eraclio
Pérez Ubici, descendiente del distinguido m aestro, carolino por adop
ción, nos ha hecho llegar una antigua fo to g rafía que ilustra estas
páginas.
Fray José M aría de A rsa c, franciscano de los últimos tiempos
del Convento de San B ernardino, tuvo actuación descollante en las
funciones de la A rchicofradía del Santísim o de la Catedral entre 1832
y 1836. La m úsica instrum ental de la Iglesia M atriz corrió en muchas
oportunidades bajo su dirección; en 1832, por ejemplo, dirigió un
conjunto de cuatro voces, órgano y “trom pón” en los funerales por
los difuntos herm anos de la archicofradía.25
140
i 4i
(Archivo de la Iglesia de San’ Francisco. Montevideo).
142
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143
construirá un tablado, para que en las tardes de los días designados
alternen á bailar tres com parsas vestidas en diferente c arácter: las
dos de jóvenes adultos y la o tra de niños educados por el estableci
m iento de caridad: cada una de las danzas será presidida por una
fam a que recitará en loor de nuestra Constitución. E n uno de los
ángulos de la m isma plaza, por las partes de tal á tal hora, se eje
cu tarán evoluciones diestras de gusto y de perspectiva por una com
parsa de ginetes a caballo uniform em ente vestida”.27
T res años m ás tarde, en las festividades julias de 1833, veremos
que en la m añana del día 24 “ El cuerpo de cívicos dará la guardia
de honor, y después de la m isa hasta la hora de danzas las com
parsas, y los niños de las escuelas cantarán al pie de la columna
canciones patrióticas. Las comparsas y caballeros del torneo se reu
nirán en la casa fuerte á las dos de la tarde, y de alli se d irijirán con
sus m úsicas á la plaza m ayor, donde bailarán las prim eras por su
turno, siendo la contradanza de la de M ilitares y Empleados com
puesta por la Señorita Da. Jacinta Furrio!” . 28
U na de las últimas referencias de las com parsas corporativas
data del 18 de julio de 1834 en que a la Sociedad Filarm ónica d iri
gida por Antonio Sáenz “cúpole el honor de tocar en la Plaza his
tórica, en la danza de la brillante comparsa dirijida por Fernando
Quijano, y en la gran M isa en la M atriz, composicion de Saenz, su
D irector”. 20
A mediados del siglo X IX , las corporaciones ya están disueltas
y surge la comparsa como simple pretexto de diversión o sesión de
baile. E n abril de 1839, por ejemplo, Felipe y Carolina Catón se
ofrecen para d irigir com parsas80 y en 1851 ya se han transform ado
decididamente en un simple hecho de sociabilidad como se desprende
de este aviso del “ Comercio del P la ta ” : “ Comparsas. Se brinda á los
aficionados á ellas, un espacioso y bien adornado salón; tiene sus
correspondientes piezas de adorno, refresco, &a. &a. como también
disfraces ó dóminos. No se adm iten mas concurrentes que los de las
relaciones de la fam ilia de la casa, ó los amigos de ellos, por quienes
deberán responder. E n esta im prenta darán razó n ”.81
7. La m ú s ic a r e l ig io s a durante las d o m in a c io n e s lu so -
— E n época de las dominaciones luso-brasileñas el Barón
b r a s il e ñ a s .
de la Laguna hizo venir del B rasil a varios músicos profesionales
según se desprende de los nombres que figuran en las planillas de
las funciones de la H erm andad de C aridad entre 1820 y 1828. La
aparición de las copias de las obras del P. José M auricio Nunes
García en el archivo musical de San Francisco, que datan justam ente
de esa época, nos habla de esa preocupación de Lecor por d ar brillo
a la externación del culto religioso.
14 4
i 4S
U na de las principales ceremonias tuvo lugar en la Capilla de
la H erm andad de Caridad en ocasión de las exequias de la Em pe
ratriz del Brasil M aría Leopoldina, el 10 de m arzo de 1827. En el
raro folleto editado en ese año a propósito de este acto se lee lo si
guiente: “El clero secular vestido de sobrepelliz, y Religiosos de di
ferentes Ordenes form aban el coro baxo en el centro de la Iglesia
frente al T um ulo; y la música de voz e instrum ental ocupaba la tri
buna alternando ambos con toda solemnidad sus fúnebres cantos”. 32
El coro estaba dirigido por el m aestro Ju an José M oreno y costó la
elevada suma de cien pesos, por lo que puede deducirse que era muy
num eroso.33
E n ese mismo año el instrum ental que acompañó en la función
del Patrocinio de San José de la H erm andad de Caridad estaba in
tegrado de la siguiente m anera:
“ C A N T O R E S
I N ST RO M EN T O S
Preto ............................................................................. 4
Florencio ....................................................................... 4 ”
Ancelmo ....................................................................... 4 ”
N arcizo ......................................................................... 4 ”
A ffon go ......................................................................... 4 ”
José Jo aq u ¡m ................................................................ 4
Bernardino B a r r o s ...................................................... 4 ”
Joaquim F r a n c is c o ...................................................... 4 ”
Antonio de Souza ...................................................... 4 ”
8. L a m ú s ic a r e l ig io s a a c o m ie n z o s d e l p e r ío d o r o m á n t ic o
(1 8 3 0 - 1860). — Cuando en 1830 se canta la prim era ópera com
pleta en Montevideo, se abre, indudablemente, una nueva etapa en
la evolución de las ideas musicales en el país. E ste hecho tiene reper
146
cusión aún en los recintos sagrados y se inaugura un tercer período
en la historia de la música religiosa, caracterizado por el empleo de
grandes m asas instrum entales y vocales y por la aparición de un
acento teatral ancho y caluroso que va a predom inar por todo el
resto del siglo X IX . E n el archivo de la Iglesia de San Francisco
yacen num erosas partitu ras que representan a este período: misas
de Rossini y Donizetti, casi toda la producción del compositor José
Aniceto de Castro, arias de conocidas óperas italianas que, presu
miblemente, resonaron en la antigua iglesia, m úsica, en fin, que pasa
del teatro al recinto sagrado sin m ayor violencia p a ra el oído de los
m ontevideanos ya preparados desde la Casa de Comedias para este
ejercicio sonoro.
Los viejos m aestros de capilla de la época colonial han desapa
recido y no han engendrado una nueva generación que continúe la
tradición de la música litúrgica estrictam ente funcional. Las iglesias
y las sociedades piadosas recurren entonces a los músicos profesio
nales que llegan a M ontevideo por la vía del teatro. E n tre ellos des-
tácanse Antonio Sáenz, Antonio M. Parodi, M anuel Mochales, Lo
renzo M ontersino y José G iuffra, éste último un verdadero “kapell-
m eister” quien, a pesar de llegar al frente de una compañía operís
tica, se radica en el país y se dedica por el resto de sus días al ejer
cicio de la música religiosa ya como o rganista ya como director
de coros.
E n las obras de este período predom ina una m ayor ambición
de recursos sonoros. A las simples misas y motetes a tres o cuatro
voces con acompañamiento de órgano del período anterior, suceden
los grandes conjuntos de solistas, coro y orquesta. A la melodía dia
tónica que se mueve dentro de un reducido ámbito en la M isa de
Úbeda de 1802, sigue en este nuevo período una amplia e inquieta
curva melódica que procede por anchos intervalos a la m anera escé
nica. El tiempo tranquilo se agita en fragorosos “allegros” ; rápidos
“crescendos” cierran las partes de una misa como si fueran la re
solución escénica de un “ im broglio” en el último acto de una ópera
rossiniana.
Antonio Sáenz, el director estable de la orquesta de la Casa de
Comedias entre 1829 y 1843, tuvo en M ontevideo una actividad im
portante como m aestro de capilla de la Iglesia de San Francisco.
Sobre su obra y sobre su persona nos extenderem os detalladam ente
en los capítulos dedicados a la música escénica y a la producción n a
cional en el terreno de la composición, ya que a él se debe la prim era
versión musical del H im no Nacional. Cumple, no obstante, destacar
ahora que Sáenz condujo num erosos conjuntos instrum entales y vo
cales de música religiosa, entre ellos el de la función de San Roque
en la iglesia de San Francisco correspondiente al año 1842 en que
dirigió a 3 cantores, 2 violines, 1 clarinete, 1 flauta, 2 trom pas, 1 figle
147
y i contrabajo. E n ocasión del tercer aniversario de la J u ra de la
Constitución, dió a conocer una M isa Solemne en hom enaje al fausto
d ía; dice, en efecto, el program a de los festejos julios de 1833: “Con
una m isa solemne, Tedeum y Patencia compuesta la música de aquella
expresam ente para este día por el profesor D. A ntonio Saenz y exe-
cutada en su m ayor parte por aficionados bajo su dirección, se tri
b u tarán gracias, y dirijirán votos al Todo Poderoso por la protección
que nos dispensa, y por la prosperidad del E stado”.35 Su interpre
tación fué efectuada por la Sociedad Filarm ónica que en ese entonces
dirigía Sáenz en Montevideo.
M anuel M ochales, nacido en Cádiz en 1810, llega a Montevideo
con su esposa, la cantante Ram ona Molina, alrededor de 1838. Con
ductor de la banda m ilitar de la Unión, en 1846 aparece como di
rector de orquesta en la Iglesia de San Francisco y en 1850 organiza
una sociedad filarm ónica, radicándose luego en el Salto donde fallece
en 1877. Su actuación como accidental m aestro de capilla en San
Francisco abarca dos años y en ellos conduce una orquesta de 16
músicos.
Lorenzo M ontersino, director de la compañía lírica que enca
bezaba el tenor E nrique Rossi G uerra en 1852, pasó fugazm ente
por M ontevideo y dejó una M isa para tres voces, coro y orquesta cuyo
Credo se conserva en el archivo de San Francisco. Correctam ente
escrita dentro de un fuerte acento teatral, esta M isa es cifra del pe
ríodo rom ántico que estamos estudiando.
José G iu ffra, italiano de nacimiento, llegó al U ru g u ay alrededor
de 1850 con la compañía lírica de T eresa Questa y actuó prim era
m ente en la Casa de Comedias entre 1851 y 1852. Nom brado director
de coros de la Iglesia M atriz, en julio de 1855 dirigió con singular
éxito una M isa suya en hom enaje a N uestra Señora del H uerto, en
la cual intervinieron, entre otros, el tenor Ju an Comoli, el violinista
y director de orquesta Luis P reti y un conjunto vocal bastante n u
meroso. E n esa oportunidad el crítico musical del “ Comercio del
P la ta ” se extendió sobre este acontecimiento con estas p a la b ra s: “ La
m isa que hemos tenido el gusto de oir con motivo de la fiesta de
N u estra Señora del H uerto que tuvo lugar en la M atriz el domingo
ultimo nos hizo esperim entar mui dulces impresiones. En esta ocasion
pudimos escuchar la verdadera música de iglesia, y aprendimos á
conocer tres talentos superiores. El i.° es el Sr. Comoli que aunque
ya apreciabam os á la par de todo el público de M ontevideo, podemos
decir que no era en su justo valor, que hai mucha diferencia del canto
teatral al de iglesia, y es en este ultimo que la voz y el a rte del Sr. Co
moli se han m anifestado en todo su esplendor. El 2.0 de nuestros
virtuosi es el m aestro G iu ffra que nos ha im portado su bella música
clásica que nos era completamente desconocida. El mismo tuvo el
148
I
!1
149
honor de la dirección en la m isa del domingo y podemos aseg u rar que
es la prim era vez que hemos oido en Montevideo una obra relijiosa
ejecutada con tan ta precisión. El tercer talento que sobresalió en un
bellísimo solo de violin fué el del simpático artista Sr. P reti, que á
la inversa de muchos otros se hallaba mui a rrib a de su reputación.
M ui ra ra vez se encuentran unidos tanto m érito con tan ta modestia
y esta últim a calidad que le hace mas apreciable es cabalmente lo que
perjudica a su talento. Nosotros que hemos tenido m uchas ocasiones
de adm irar sus dotes artísticas, y aun conservamos frescas las im pre
siones de la g ran fantasía de Lucia tocada por él en el concierto de
Mm. Belloc con la cual entusiasm ó, conmovió, y arrancó los más es
pontáneos y espresivos aplausos de un auditorio intelijente nos com
placemos en hallar esta oportunidad de rendir un ju sto hom enaje á
su talento, mucho más cuando debido á su escesiva modestia, los dia
rios no le han preconizado cuanto merece. El Sr. P reti no solo es un
perfecto ejecutor si no que reúne á esta calidad el sentimiento del
verdadero a rtista que sabe comunicar por medio de las cuerdas de
su violin al que tiene la dicha de escucharle. Su golpe de arco es per
fecto, su afinación la mas pura, reúne á la dulzura la brillantez y
además es g ran lector y compositor mui distinguido. E n el adagio á
que nos hemos referido hizo resaltar toda la delicadeza de su arco,
y de su gusto, y con el realzó el m agnifico qui sedes cantado por el
Sr. Comoli, el pedazo que mas le distinguió en la misa. Ju sto es tam
bién conmem orar el laudamus cantado por los Sres. Comoli y Pe-
rone y felicitar á todos los artistas que tuvieron p arte en la intere
santísim a m isa que nos ha sugerido estas líneas.” 36
E n realidad, esta m isa de G iu ffra que, según la deliciosa cró
nica rom ántica ostentaba una línea “clásica”, debía ser, si nos ate
nemos a las otras partitu ras del compositor que pertenecen a la misma
época, un trabajo académico con escasas explosiones de teatralidad,
pero con sus “obligados” de violín y sus arias “de b rav u ra ” a cargo
del tenor.
De todas m aneras, G iuffra fué el prim er g ran m aestro de ca
pilla de form ación europea que se radicó en el U ruguay si se ex
ceptúa a Francisco José Debali quien habiéndolo sido tam bién no
llegó a ejercer este oficio en Montevideo. Fué G iu ffra, además, el
prim er profesor de contrapunto que tuvo el país y aconsejó en su
época a músicos como Tom ás Giribaldi o Julián Silva cuando éstos
hacían sus pininos en el arte de la composición. Antecesor del otro
“ kapellmeister” que tuvo M ontevideo en la segunda m itad del siglo
X IX , Carmelo Calvo, su obra y su figura pertenecen a este período
finisecular y queda por lo tanto fuera de los límites del grupo de
“ Los P recursores” que configuran las características de los músicos
tratados en este volumen.
A p a rtir de 1859, José G u iffra dirigió en San Francisco con
juntos de 15 instrum entistas, coro y solistas vocales, y en el archivo
de esta iglesia se conservan un “T antum E rg o ”, un “ Salve R egina”
una M isa y el m otete “ O salutaris hostia”, algunos de ellos estrenados
en la segunda m itad del pasado siglo y de sólida escritura contrapun-
tística. Con este verdadero m aestro se despide airosam ente el período
inicial de la historia de nuestra música religiosa.
NOTAS CORRESPONDIENTES AL CAPITULO I
Dom P e r n e t t y : “ H istoire d’un voy age aux Islcs Malouines", pág. 285. París,
M D CCLXX.
Cabildo de Soriano. Libro de Cuentas, pág. 21. Libro N.° 69 del A rchivo G e
neral de la Nación. Montevideo.
Ibidem, pág. 26.
Ibidem, págs. 64, 119 y 153.
“ Libro de Entierros", N.° 1, fol. 97. Iglesia de Santo Dom ingo Soriano. Dolores.
“ Libro de quentas de la venerable Orden Tercera de N . S .P . Francisco de
M ontevideo desde este año de 1764” , fol. 2. A rch ivo de la Iglesia de San
Francisco. M ontevideo.
C a r lo s L e o n h a r d t, S. J . : "Docum entos inéditos relativos a los antiguos je
suítas en la actual República O riental del U ruguay, sacados de los archivos
de Buenos A ire s ” , en la “ Revista del Instituto Histórico y Geográfico del
Uruguay” , tomo V , N.° 2, pág. 532. Montevideo, 1926.
A u g u s te S a i n t - H il a i r e : “ Voyagc a Rio Grande do' S u l” , pág. 156. Orléans.
1887.
Sesión del Cabildo de Montevideo del 30 de enero de 1730, en la “ Revista
del A rchivo ” , tomo I, pág. 219 (V id e : G u ille r m o F u r lo n g C a r d if f , S. J.:
“ L a Catedral de M ontevideo ( 1724-1930)” , pág. 6. Montevideo, 1934).
F r a y P a c ífic o O te r o : “ L a Orden Franciscana en el Uruguay” , pág. 111.
Buenos A ires, 1908. Por más referencias sobre la Iglesia de San Francisco,
con frontar: Ju a n G iu r i a : “ Arquitectura colonial” en la “ Revista Nacional” ,
año I, N.° 10, págs. 45 y 46. Montevideo, octubre de 1938; F r a y M a r ia n o de
S a n Ju a n de l a C ru z , O. C. D . : “ La enseñanza superior en Montevideo du
rante la época colonial” , apartado de la “ Revista Histórica” , tomo X V I, M on
tevideo, 1949; H o rac io A rred on d o: “ Civilización del Uruguay. A spectos ar
queológicos y sociológicos, ióoo-ipoo” , tomo I, págs. 177 y 178. Montevideo,
1 9 5 1; Isidoro D e -M a r ía : “ Tradiciones y recuerdos. M ontevideo Antiguo” [tomo
I], págs. [43] a 48. Montevideo, 1887.
P ad re J. M. N u n es G a r c ía : “ Missa de Réquiem” , versión de A lberto Nepo-
muceno, con una biografía por el Vizconde de Taunay. Río de Janeiro 1897.
U na segunda edición de esta obra bajo el título de “ Missa dos D efuntos” , fué
publicada como suplemento de la “ Revista Brasileira de M úsica” , en los nú
meros correspondientes a setiembre y diciembre de 1934 y m arzo y ju n io de 1935.
“ Libro de quentas de la venerable Orden Tercera de N . S .P . Francisco de
M ontevideo desde este año de 1764” . Libro I, fol. 9. A rch iv o de la Iglesia de
San Francisco. Montevideo.
F r a y P a c ífic o O te r o : “ La Orden Franciscana en el Uruguay” , pág. 42, Buenos
A ires, 1908.
“ Libro de quentas de la venerable Orden T e r c e r a ...” . Documento ya citado.
Libro I, fol. 11 vta. A rch iv o de la Iglesia de San Francisco. Montevideo.
" E l dia siete de octubre de sesenta y Seis Baptisé Sub Condicione puse oleo
y Chrisma Y o Juan Fran.co Bolaños á Fran.co Bruno de edad de dos dias, hijo
Leg.mo j e Juan A gustin Barrales, y de Juana Rosa Cam ejo Negros P. P. Caetano
B arrales y Theodora Barrales” . Libro Prim ero de Bautismos, fol. 194. A r
chivo de la Iglesia Matriz. Montevideo.
Cuenta de C argo y D ata de Manuel Valdés de la Cofrad ía de San José y del
Hospital de Caridad, Tesorero. “ A rch iv o del Hospital de Caridad de Monte
video” , libro I, fols. 182 vta. y 216. A rchivo General de la Nación. M ontevideo.
( i/ ) I sidoro D e -M a r ía : "Recuerdos y Tradiciones. M ontevideo A ntiguo", tomo I,
pág. 72. Montevideo, 1887.
(18) Libros de Cuentas de la Venerable Orden T ercera de la Iglesia de San F ran
cisco. Libro I V ; sin foliar. A rch iv o de la Iglesia de San Francisco. Montevideo.
(>9 ) J- L u is T r e n t i R oca m o ra : “ La música en el teatro porteño anterior a 1810” ,
en “ Revista de Estudios M usicales” , año I, N.° 1. págs. 44 y 45. Mendoza,
agosto de 1949.
(20) Libros de Cuentas de la Venerable Orden T ercera de San Francisco. Libro V ;
sin foliar. A rchivo de la Iglesia de San Francisco. Montevideo.
(21) Fondo ex-A rch ivo General A dm inistrativo; libro 604. fol. 166. A rchivo G e
neral de la Nación. Montevideo.
(22) Libro de Bautismos de la Iglesia M atriz. Libro 5, fol. 134. A rchivo de la
Iglesia M atriz. Montevideo.
(23) Libro de Matrim onios. Libro 2, fol. 17 vta. A rch ivo de la Iglesia de San Carlos.
(24) Libro de Defunciones. Libro 3, fol. 131 vta. A rch iv o de la Iglesia de San Carlos.
(25) "L ibro de Cuentas ( 182S-1834)” , sin foliar. A rchivo de la “ A rchicofrad ía del
Santísim o” , de la Iglesia M atriz. Montevideo.
(26) A rchivo General de Indias. Sevilla. Sección Y . Audiencia de Buenos Aires.
Cartas y Expedientes. A ño 1779. Est. 123. C aj. 5. Leg. 8 ( 1 1 ) . Mss. original,
papel con filigrana, fo rm a to : 30 x 21 cm., letra redonda, algo inclinada, in ter
línea 8 mm.. conservación buena. Documento publicado en el trabajo de José
T orre R e v el lo : “ D el M ontevideo del siglo X V I I I " , aparecido en la “ Revista
del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay” , tomo V I, N.° 2, págs. 181
a 183. Montevideo, 1929.
(27) “ E l Universal” , Montevideo, 12 de ju lio de 1830.
(28) “ E l Investigador” , M ontevideo, 20 de julio de 1833.
(29) A rtículo de I sidoro D e -M a r ía publicado en la revista “ M ontevideo Musical” ,
Montevideo, 24 de junio de 1885.
(30) “ E l Nacional", Montevideo, 4 de abril de 1839.
(3 1 ) “ Comercio del Plata". M ontevideo, 20 de febrero de 1851.
(32) “ Descripción de las Solem nes exequias que hizo en su Capilla el 10 de Marzo
de 1827 la Hermandad de Caridad de M ontevideo por la muy augusta, y muy
amable S .a Doña Maria Leopoldina Josefa Carolina. Archiduquesa de Austria,
emperatriz del Brasil” . . . pág. IX . Montevideo, 1827.
(33) “ A rchivo del Hospital de Caridad de Montevideo” , tomo X IX , fol. 232. A r
chivo General de la Nación. Montevideo.
(34) Ibidem, fol. 282.
(35) “ E l Investigador", M ontevideo, 20 de ju lio de 1833.
(36) “ Comercio del Plata" M ontevideo, 16, 17 de ju lio de 1855.
153
C A P ÍT U L O II
LA MUSICA ESCENICA
*56
Porque bien es verdad que no pudo ser m ejor servido por E u
ropa entera durante todo el siglo X IX . De la música “oficial” europea,
desde luego. Desde que en 1830 se cantó la prim era ópera completa
hasta pasada la prim era década del siglo presente, llegaron hasta la
cuenca del Plata los cantantes de más encumbrado prestigio. Pasaron
y repasaron sus escenarios figuras de la talla de Tam berlick, Stagno,
Tam agno, P atti, las T etrazzini, Caruso inclusive, quien recibió de
nuestro público hasta una rechifla en sus últimos años por haber de
jado escapar ¡horror! un prepotente “ volátil de corral” en “ Carm en” ,
como dijera un cronista, de su dorada garganta.
Rossini estrenó para Montevideo, aún en plena vida, al igual
que Y erdi y que W agner, sus más discutidas obras de creación. U n
joven pálido y nervioso hizo sus prim eras arm as en nuestro T eatro
Solís: se llamaba A rtu ro Toscanini. Bassini, Sivori, Gottschalk, lle
n aron nuestras ansias de “ virtuosidad” instrum ental.
El teatro fué nuestro vehículo de extensión musical. Dos corrien
tes llegaron a él en oleadas sucesivas. La tonadilla escénica durante
los últimos días del coloniaje: la ópera italiana luego, ambas p racti
cadas con sim ilar devoción. M as la prim era no tuvo m ayor proyección
por cuanto al llagar a M ontevideo había ya entrado en España en su
decrepitud y atada indisolublemente a la m adre p atria, no pudo des
ligarse de ella. La ópera italiana tomó la plaza por asalto y sentó
sus reales en el U ruguay y en Am érica, por todo el pasado siglo.
Entrem os un poco en el detalle de la evolución del gusto musical
en Montevideo. La tonadilla escénica española triu n fa aquí desde
* 7 9 3 hasta 1825. Su caída es vertical ante el prim er asomo de música
italiana. Su liquidación definitiva está dictada en estas frases que
firm an “T reinta y tres m elómanos” en “ El U niversal” del i.° de
julio de 1831, sobre las personas que “en m ateria de buen gusto y
bellas artes quieren que este país vuelva al estado en que yacía en el
tiempo de las fam osas tonadillas, en que lucían a competencia la mala
poesía, la m ala m úsica; y la m ala voz, dando muy m ala idea a los
ex tranjeros de nuestra civilización” .
Rossini es el que gana la batalla contra la Tonadilla, pero su
reinado es ciertam ente efím ero: apenas p erdura en vigor absoluto,
por veinte años. A fines de la G uerra G rande (1851) comienza a tam
balear su corona, rueda al suelo y es recogida por Y erdi quien impera
por medio siglo. E n tre ambas figuras se desliza un breve interregno
que ocupan Bellini y Donizetti alternativam ente.
Sin embargo, Y erdi asciende al trono muy lentamente. Los rossi-
nistas empecinados atacan a V erdi, nada menos que por su música
“violenta” , “ a tronadora”, y la aceptan dolorosamente como expresión
que tiende a identificarse con la “época de viajes rápidos” y exci
taciones violentas. . . No olvide el lector que estam os en 1855. P a ra
157
quien dude de estas aseveraciones, aquí está esta pieza curiosísim a
para el estudio de la evolución de la cultura musical uruguaya, apa
recida en el folletín musical del “Comercio del P la ta ”, del 22 de julio
de ese ya remoto año:
“N uestro teatro lírico se ve hoi invadido casi esclusivamente por
la música de Verdi. Luisa M iller, Ernani y Trovador son las óperas
que han constituido las últim as representaciones, y ántes de estas
la compañía no ha salido de los dominios de este m aestro, como si
quisiera seguir el ejemplo de casi todo el mundo filarm ónico, con
movido con el estrepitoso ruido de sus obras ó como si la moda ó
alguna de esas otras potestades de los pueblos cultos tomasen parte
en esta singular contienda. Parecería, sin embargo, que un pacto se
creto uniese á todos los em presarios á dar la preferencia á las p a rti
tu ras de este compositor, parecería que hubiese en ello un interés
especial en hacer predom inar esa m úsica, a fin de hacer mas fácil la
em presa de operar una pronta revolución en la m oderna escuela. El
hecho notable, que debe estudiarse por su significación m oral es que
en todas partes es bien aceptada esa esclusiva invasión, como si esa
música ruidosa, esa música atronadora llenase en el animo de la je-
neralidad de los públicos una necesidad de emocion violenta, poderosa
como las grandes ideas hoi dom inantes, como los grandes aconteci
mientos que hoi se desenvuelven en todo el mundo. Es por que, como
dijimos la otra vez, esa música tiende á identificarse con la época, y
en el siglo de la arm onía, en el siglo de los viajes rápidos por toda
la superficie del globo, la impaciencia de verlo todo, de sentirlo todo
en una sola vez invade todos los espíritus, y sin esplicárselo la mayor
parte, se siente cada uno respecto de la música como respecto de los
demás a rra stra d o ,á p referir aquello que, como una grande esposicion,
presenta el m ayor núm ero de objetos reunidos. La música de V erdi
aspira á sim bolizar la época en el arte, trayendo las ideas, las form as
de todas las escuelas para presentarlas en una fusión conveniente,
y como m odificadas en los rasgos mas sobresalientes de la fisonomía
nativa. Al brillo, al esplendor de los motivos italianos, mezcla la exa
geración, á veces, la hinchazón, la estravagancia de la escuela fra n
cesa, salpicando todas sus obras con algunas de esas sanguinolentas
notas de la arm onía alem ana” . . .
Perdónese la extensión de esta cita en virtud de su jugosa ob
servación. No es de extrañarse m ayorm ente cuando siglos antes y
un siglo después se aplica la misma term inología p ara liquidar pro
blemas similares. (¡O h manes de Straw insky y H o n eg g er!).
Desde luego que estas son las dos grandes líneas generales de
la música como estado social culto en nuestro medio de 1800 a 1900,
porque no sería justo olvidar otras dos corrientes que en la segunda
m itad del siglo X IX tuvieron un profundo y vasto cauce: la zarzuela
y la obra de los grandes conservatorios.
La zarzuela, la vieja zarzuela española de pu ra cepa andaluza,
anti-italianizante — pero italianizada a veces a fuerza de no querer
serlo— y tonadillesca. La vieja tonadilla escénica reverdecía en esta
form a española que en el siglo X IX tenía ya 150 años de vida. El
gusto montevideano por la tonadilla tomaba un nuevo empuje en la
zarzuela. Cuando se inauguró el nuevo local del T eatro San Felipe
en 1880 sobre las cenizas de la antigua Casa de Comedias, en su fa
chada se hizo fig u ra r el nombre de A rrie ta ju n to al de M o zart. . .
Los grandes conservatorios que despertaron al U ru g u ay a la vida
de la creación musical, tuvieron tam bién su raíz en una de esas dos
grandes corrientes: en la italiana, en la operística.
Los directores de orquesta que llegaron a M ontevideo quedá
banse muchos de ellos en nuestra ciudad figurando luego en los cua
dros de profesores de la Escuela Nacional de A rtes y Oficios, “La
L ira ”, el “ Instituto V erdi”, etc. Instrum entistas italianos de relieve
integraron las prim eras filarm ónicas y agrupaciones de cám ara de
fin de siglo.
N uestro prim er teatro, la Casa de Comedias, fundado en 1793
dió cabida en sus años mozos a la tonadilla escénica. Desde la do
minación brasileña comenzó la invasión de cantantes italianos, y des
pués de varios conatos de representaciones escénicas, se cantó por
fin en 1830 una ópera completa, desde luego de Rossini: “ El engaño
feliz”. L a tem porada de 1830 fué la clave de toda la cultura musical
m ontevideana del siglo X IX .
En ese sentido el U ruguay m archó de perfecto acuerdo con el
ritm o general de la implantación de la ópera italiana tan to en la Am é
rica del Sur como en la del Norte.
La aparición de la operística italiana en el panoram a musical
americano se efectúa en dos etapas. La prim era va de 181 o a 1820
y se observa al través de las arias y fragm entos que se cantan en
todos los teatros del nuevo mundo. L a segunda, ocupa el decenio 1820-
1830 y en ella se ofrecen las prim eras representaciones completas del
repertorio rossiniano. La aparición de Ja ópera y sus prestigios estalla
sim ultáneam ente en todos los escenarios.
El célebre M anuel García con su “trouppe” de cantantes italianos
estrena en noviembre de 1825 “ El Barbero de Sevilla” en el “ P ark
T h eater” de Nueva Y ork y después de actuar dos años en N orte
Am érica pasa a México dando allí la misma ópera en 1827 e inaugu
rando el reinado italiano en ese país. E n 1825 M iguel Vaccani y los
herm anos Tanni dan la prim era ópera en Buenos A ires: desde luego,
el “ B arbero”. El 26 de abril de 1830 Teresa Schieroni y M arg arita
Caravaglia ofrecen en Santiago de Chile le prim era representación
operística: “El engaño feliz” del mismo compositor. Brasil, Perú, etc.,
ofrecen el mismo panoram a.
159
E n el U ruguay se conocían las arias del repertorio italiano ya
en la década 1810-20. E n 1824 Vaccani ofrece versiones fragm en
tadas de las óperas itálicas y en 1830 se canta la prim era completa.
En realidad si se tiene en cuenta la liviandad con que se ha a n a
lizado la evolución de la ópera en otros países americanos, con el
mismo criterio podría decirse que en 1824 se cantó la prim era ópera
en Montevideo. Sin embargo en puridad de verdad la iniciación del
reinado de Rossini se fija en nuestro medio en el año 1830.
A ntes de esa fecha se realizaban espectáculos de ópera muy
curiosos. Se tomaba una p a rtitu ra : “El B arbero de Sevilla” (como
ocurrió por ejemplo el 28 de enero de 1829) y se cantaba casi todas
sus arias, dúos, tercetos, etc., con excepción de los recitativos e in
term edios instrum entales, aún cuando 'la obertura fu era siempre eje
cutada. Los actores salían a escena en tra je de carácter, decían su
parte y luego, “m utis por el fo ro ”. Caía el telón y al levantarse de
nuevo, aparecía otro personaje a hacer lo mismo con otro trozo. En
ese sentido me place transcribir este conato de crítica firm ado por
“ U nos que piensan entender algo en estas m aterias” aparecido en “ La
G aceta” de M ontevideo del 21 de octubre de 1829: con respecto a la
actuación de la cantante Sra. de Foresti dice a s í : “U na de las cosas
que contribuyeron á obscurecerle fue la o tra comparación que n a tu
ralm ente se hizo de lo deslucido de su tra je con el brillante y elegante
de aquellas otras señoras [Aquí se refiere a la Caravaglia y a la Schie-
roni]. Es cierto que aquellas representaban personages heroicos y
esta una campesina en el prim er dúo, y una esposa en su propia h a
bitación en el segundo, y en el a r i a ; mas las paredes de una habitación
domestica en el teatro son transparentes, y las rústicas de las óperas
muy coquetas. A gregase á esto que no comprendiendo la m ayor parte
del auditorio el asunto de dichas piezas su vista se considero d e fra u
dada del brillo y elegancia del tra g e ” .
No le hagamos cargo al habitante montevideano de entonces,
de esta flagrante confesión de sus debilidades por el ap arato y la
vestimenta m ás aún que por el limpio y alto goce estético: en otros
momentos, ese mismo vocero que recién nos hacía lam entar la po
breza indum entaria, levanta su voz con dignidad y exige a la A d
m inistración de la Casa de Comedias, la repetición de obras como
el “ Condenado por desconfiado” de Tirso, o la entonces novedad
“ El sí de las niñas” de M oratín, en lugar de tan jocosos como vul
gares sainetes, m engua del buen teatro, de la especie de “A un en
gaño otro m ayor ó sea El barbero que afeita el b u rro ”.
La implantación del reinado de la ópera italiana en Montevideo
alrededor de 1822, se debió entre otras causales al hecho histórico
de 'la dominación brasileña.
La brillante corte de Juan V I de P ortugal tiene su radiante
sucursal en la de su hijo Pedro en Río de Janeiro. Cuando el padre
160
se retira para Lisboa, el pueblo del B rasil se alza el 7 de setiembre
de 1822 contra la metrópolis y corona en diciembre al prim ogénito
que asciende al flam ante trono con el nombre de Pedro I. El U ruguay
cambia de tutela de inmediato y la corriente de cantantes italianos
del teatro y de la Capilla Real de Río hacia el Río de la Plata, se
hace aún más poderosa.
H acia el año 1822 las tem poradas teatrales comenzaron a esta
bilizarse definitivamente. E n tiempos de la dominación portuguesa
(1817-1822) la Casa de Comedias tuvo indudablemente un historial
brillante. Los habitantes montevideanos, cómodos y pacíficos, no
sintieron mayorm ente la trancisión al dominio brasileño que se obra
ese mismo año. E n setiembre, Lecor se establece en Canelones, y
M aldonado se convierte en el g ran puerto lusitano, pero la Casa de
Comedias no cierra sus puertas.
La tem porada teatral duraba desde la Pascua de Resurrección
de cada año hasta la Cuaresm a del siguiente, época esta últim a en
que la población dejaba de concurrir a toda clase de espectáculos.
Y como las compañías europeas se presentaban en Río de Janeiro
a principio de tem porada, pasaban luego a M ontevideo y se d iri
gían por último a Buenos Aires, he aquí de cómo los porteños em
presarios venían muchas veces a ésta para co n tratar actores y can
tantes según el éxito que estos hubieran tenido en nuestro Coliseo.
M ontevideo, como puerto obligado, era pues el origen de la actividad
escénica bonaerense.
H asta 1843, fecha de iniciación de la G uerra Grande, 'las re
presentaciones alcanzaron g ran predicamento y ya antes de ese en
tonces se comienza la construcción de un gigantesco teatro — gig an
tesco, por supuesto, para el reducido núm ero de la población y hasta
de los edificios— que recién a brirá sus puertas en 1856, años después
de levantado el sitio de Montevideo.
Pasados los prim eros meses del establecimiento del sitio, se
reanudaron las actividades de la música escénica y por muchos años,
cercada la plaza por las fuerzas de Oribe, el teatro nunca cerró sus
puertas. P or otro lado, el pueblo que iba creciendo en el campo si
tiador también tuvo su actuación musical perfectam ente organizada:
profesores de piano, canto, g u ita rra , etc. se anuncian en las columnas
del periódico oribista “ El defensor de la independencia am ericana” :
conciertos públicos y hasta espectáculos circenses se suceden con
toda normalidad. A los diez días de firm ado el tratad o de paz de
1851 el m aestro de piano y arm onía Antonio Aulés establece conser
vatorio en la capital y entre sus antecedentes honrosos declara que
tra ta rá de probar aquí sus m éritos “como lo ha probado ya en Buenos
A ires y el C errito donde estuvo algún tiempo establecido” ( “Co
m ercio del P la ta ”, M ontevideo, 18 de octubre de 1851).
161
La inauguración del T eatro Solís, tiene p ara la historia de nues
tra cultura musical el significado de la culminación de una etapa y
de la ap ertu ra hacia o tra nueva era de sim ilares características que
p erd u rará por espacio de medio siglo. Fué levantado únicam ente como
templo del a rte lírico italiano del siglo X IX . Sus orígenes hay que ir
a buscarlos en las prim eras representaciones operísticas del año 30.
Cuando la ópera italiana se impone en el año en que se ju ra nuestra
prim era constitución, ya comienzan a 'levantarse voces pidiendo un
escenario de m ayor amplitud y m agnificencia que el de la vieja y
colonial Casa de Comedias.
E s que la ópera italiana del pasado siglo necesita p a ra su com
pleta expresión el aditam iento suntuoso del color y la atm ósfera. Y
necesita además un doble público: una platea de brillantes, prósperos
y fríos burgueses, y un paraíso donde se irán a llorar con lágrim as
de verdad las suertes desdichadas de las Violetas y Gildas, uniéndose
ambos públicos ante el estremecimiento de un aria “de b rav u ra ” que
salva la cristalina voz de una soprano o ante un prolongado calderón
que se hincha como un perfecto cuerpo luminoso y se separa del fe
nómeno sonoro. E sta es la realidad social que corre ju n to con la be
lleza intrínseca de la partitu ra, y ello no podía darse en el escenario
reducido, ni en la incómoda platea de la vetusta sala de la calle del
Fuerte. N o era del caso lucir sus m ejores galas para a rra s tra r los
pies en sus pisos de ladrillo raspado y ver al fin sobre los hombros
las charreteras de aceite que los quinqués goteaban desde lo alto en
plena sala. Desde luego que con la construcción del Solís se fué hacia
el otro y h a rto generoso extremo. E ra mucho teatro p ara una po
blación reducida como la nuestra en la m itad del siglo pasado que
oscilaba alrededor de las 50.000 almas. Dos mil quinientas personas
y aún m ás — aunque para ser precisos las localidades eran 1584—
podía albergar en su ámbito suntuoso de una acústica perfecta y por
fin el 25 de agosto de 1856 se abrieron por prim era vez sus puertas.
E sta vez la música era de Verdi. Se cantó “ E rn a n i” .
Pero hay además o tra realidad social im portante: la ópera ita
liana crea en torno suyo toda una industria de vastas ram ificaciones
que la fom enta en pro de su existencia. Las grandes tem poradas in
vernales significan un vasto despliegue de actividades colaterales. Jo
yeros, perfum istas, sastres y modistas organizan en torno a la b u r
guesía m ontevideana una danza fantástica. N u estras fam ilias viven
socialmente para los tres meses centrales del año dedicados a la g ran
ópera. P o r vía de las grandes veladas de gala del 18 de julio y del
25 de agosto nuestra colectividad social entra por la senda del lujo
y la suntuosidad. Los cantantes elevan cien veces el precio de sus
actuaciones y se van de nuestras playas cargados de sólidos patacones.
“ L a eximia a rtista Adelina P atti — dice un cronista del “Montevideo
M usical” de 1888— ha adquirido en una joyería de esta ciudad unos
162
brillantes por la suma de 12.000 pesos oro. ¡ Lo que dan los gorgo
ritos de Lucía y B arbero!”.
Comienza la emigración de los grandes terratenientes a la ca
pital y por entre crisis y bancarrotas nuestra economía pasa del feu
dalismo a la burguesía. El gobierno apoya complacido desde sus
arcas exhaustas la realización de las grandes tem poradas y las
subvenciona graciosam ente. Coincide justam ente el auge de la g ran
ópera con la época del m ilitarism o m ás rutilante. Santos contrata
a los músicos italianos de las grandes compañías como profesores
p a ra su Escuela Nacional de A rtes y Oficios; por lo menos convierte
en docencia dem ocrática un lujo aristocrático.
Cuando amanecen los prim eros compositores nacionales la es
trella del alba de la ópera italiana brilla con su m áxim a plenitud en
el firmam ento. Ella les conducirá por el camino. L a prim era ópera
uruguaya fué estrenada el 14 de setiembre de 1878. E ra la “ P a risin a ”
de Tom ás Giribaldi. El libreto en italiano, obra de Felice Romani,
había servido a D onizetti hacía apenas 43 años p a ra su ópera hasta
del mismo nombre.
La inmigración italiana que se inicia en la G uerra G rande en
g ran escala y se acrecienta enorm emente en la segunda m itad del
siglo X IX — que va a determ inar el cambio de filiación étnica de
nuestro pueblo en un principio de única raíz española— tiene su
campo de ferm entación previa en los cantantes de ópera que comienza
a hacer popular el dulce idioma itálico. Cuando llegaron las grandes
m asas de agricultores y comerciantes, los orientales reconocerán su
verbo y lo aceptarán complacidos. No creo que sea aventurado ob
servar que el idioma había preparado convenientemente desde el tea
tro, la entrada de esa poderosa colectividad en nuestro complejo racial.
163
inglés T u rn er empapan sus pinceles en las ideas y la atm ósfera del
siglo; Berlioz sienta el principio de la “música de program a” esto es:
música, vehículo de ideas, sentimientos y paisajes, más aún que divino
juego sensorial e inteligente de sonidos capaz de provocar una limpia
emoción de jerarquía estética (M o z a rt), en su deslum brante “ Sin
fonía F an tástica” ; L am artine edita sus nostálgicas “ H arm onies”,
m ientras M endelssonhn compone el sutil tejido sinfónico de “ L a g ru ta
de F ingal”. Es, en una palabra, el Siglo Romántico vestido de punta
en blanco con los tributos de su resplandeciente gloria.
Pero todo este grande historial del año 1830 en Europa, no es
por cierto una realidad social y artística cohesionada y evidente. El
lento d iscurrir del tiempo y una perspectiva histórica amplia, nos per
miten reconstruir hoy las fuerzas imperecederas que movieron sub
terráneam ente todo el romanticismo. P o r la superficie corría o tra
vertiente más fácil y efím era. En 1830 el arte del salón no era ya
más el arte de la calle. Y a habían pasado para la música los dorados
tiempos en que un a ria que se oía en la empacada corte de Sanssouci
de Federico el Grande, se repetía en la más humilde taberna entre el
correr de los vasos de vino que una moza fresca y g a rrid a tran sp o r
taba en vilo. M ientras Schum ann componía sus delicados y fuertes
“ Papillons”, el g ran público se entregaba a la melodía desenfadada
de Gioacchino Antonio Rossini.
Y esta segunda corriente, corrió hasta Am érica, bajó hasta la
cuenca del P lata y golpeó con fuerza las puertas de nuestro Coliseo.
¿Cuál era entonces nuestro coeficiente cultural y artístico?
L a m usa fácil de don Francisco Acuña de Figueroa se enseño
reaba en nuestro ambiente literario; junto con sus letrillas, epigra
m as y acrósticos, cada dos años presentaba solemne e irrem ediable
m ente un H im no Nacional de su cosecha abundosa p ara la aprobación
del Superior Gobierno. Las composiciones en verso aparecidas en los
periódicos de la época, un unipersonal de M anuel A raucho “ Fillán,
hijo de D erm idio” editado en ese año por la Im prenta de la C aridad
y sobre todo el “ P arnaso Oriental ó Guirnalda Poética de la Repú
blica U ru g u ay a” comenzado a publicar en 1835 en Buenos A ires, son
la guía m ás segura para visitar los lugares literarios de aquellos tiem
pos; “guía de pecadores” se podrá decir de este último en muchos
casos, pero de todas m aneras de entre sus páginas se salvan algún
viejo diálogo de Bartolo H idalgo o alguna composición de m ayor en
tonación del Presbítero Juan Francisco M artínez, de los A raúcho o
del Doctor Carlos Gerónimo Villademoros.
E n 1830, un sabio de verdad, Dám aso Antonio L arrañ ag a, ciego
casi, dictaba sus fábulas amables. Comenzaba en ese mismo año la
inm igración argentina de la época rosista, personalidades la de estos
exilados que más tard e van a constituir la pléyade de los prim eros
rom ánticos de 1840 a quienes ha de alentar la noble prosa de Don
164
A ndrés Lam as en cuya Introducción a las “ Poesías” de Adolfo Berro,
va a establecer un verdadero anticipo de sagacidad histórico-literaria
dentro del arte latino-am ericano recién en sus albores.
E sta trancisión entre el academismo colonial — no por cierto do
rado clacisismo— y una prim aria concepción rom ántica, comienza a
obrarse a pa rtir de esa fecha.
Este año no es precisam ente el de m ayor brillantez del período
que llega hasta la G uerra Grande a cuyo final vuelven a trasm u tarse
los valores culturales, pero es en cambio el del amanecer definido
de nuestra cultura musical. E l montevideano comienza a oir música
—desde luego la segunda corriente superficial que hemos anotado—
c{ue se hace en Europa, interpretada por ejecutantes europeos de ex
celente categoría; un aria de Cimarosa, un trozo de las prim eras
óperas de Rossini se repetían — especialmente las de este último—
a los pocos años de haberse estrenado en Europa. Se inicia un mo
vimiento hacia la vetusta sala de la Casa de Comedias donde Casa-
cuberta emociona fuertem ente con el “ Otelo” y Joaquín Culebras di
vierte en “ El sí de las N iñas”. Poco a poco el teatro se convierte en
una necesidad cotidiana hasta llegar, term inada la G uerra Grande, a
darse en algunos momentos hasta veinte funciones de ópera por mes.
En hablando de música, la tem porada de 1830 se desenvuelve
bajo el signo fecundo de Rossini, pero de un Rossini de prim era mano.
En el mismo año en que el m aestro italiano se instala en P arís, el
montevideano oye su música aún sin aven tar por el diario manoseo
a que más tarde se la sometiera. Diecinueve representaciones operís
ticas se dan en ese año; excepción hecha en dos oportunidades en
que se pone en escena el “ Coradino” de Pavessi, compositor italiano
de escaso volumen, el resto de ellas fueron dedicadas exclusivamente
al repertorio del hoy casi desplumado “ Cisne de P esaro ”.
La verba turbulenta y amable de Rossini, donde el hum or corre
a gruesos chorros, constituyó la delicia del m ontevideano de 1830 que
quizás no estuviera capacitado para rep a ra r en el corto vuelo y en
la cómoda y despreocupada posición estética de aquél. Pero enorme
injusticia sería exigirle al público de la Casa de Comedias un pro
fundo acento crítico cuando ignoraba los auténticos monumentos ro
mánticos de esos tiempos y cuando en aquella sazón P arís, M ena,
Londres y Roma, reían ante la facundia del compositor italiano.
Y eso que hacía apenas tres años que Beethoven yacía olvidado,
110 por desconocimiento sino por desprecio, en un verde y grave ce
m enterio de las afueras de Y iena. . .
165
lo vistamos con entallada casaca, sombrero de copa no muy alto, a ju s
tado calzón, medias hasta la rodilla y fulgurantes hebillas en los za
patos. Tom a por la calle del Fuerte y se dirige hacia un g ran barracón
con techo de tejuela a dos aguas, cuyo frente m ira hacia el este.
A traviesa una de las dos grandes puertas del frente y penetra en el
interior. Se dirige hacia uno de los palcos laterales; su esclavo negro,
m inutos antes, le ha traído una silla desde su casa que allí ubica
“p ara su m erced el am o” y sobre ella se instala ceremonioso. Son 'las
siete y media de la tarde pero la función no ha dado aún comienzo.
En uno de los palcos de honor, los cabildantes m urm uran por lo bajo
no sé qué intrig a contra el Gobernador que ha anunciado vendría al
espectáculo, pero que ya comienza a hacerse esperar m ás de lo que
la cortesía autoriza. Se levanta por fin el Alcalde de P rim er Voto,
don Josef Cardoso, bate 'las palmas para d a r comienzo a la función,
pero el telón permanece inmutable. Por fin vuelve a sentarse, mohíno
y colorado el rostro, y sigue la intriga a m edia voz en el palco de los
cabildantes.
Son la nueve de la noche; las gentes del patio vuelven la cabeza;
acaba de e n tra r A ntonio Olaguer y Feliú, el G obernador; tom a asiento
en el palco del centro no sin antes saludar con media sonrisa a los
cabildantes que responden con una fría inclinación de cabeza. E ste a
su vez bate las palmas, se levanta el telón y sale el tonadillero. El
espectáculo ha dado comienzo.
E sta m ortificante escena se repite muchas noches y es origen
de los prim eros conflictos entre el gobernador y los ediles, hasta que
llega un día — el 15 de diciembre de 1793, para ser más precisos—
en que a los cabildantes se les ha cerrado con candado la puerta para
ellos reservada, por orden del Gobernador Don A ntonio Olaguer y
Feliú, y se encuentran de pronto en medio de la calle “hechos la irrisión
del pueblo” 1. Y para d a r todavía un tono más subido a esta burla
sangrienta, al día siguiente el propio Gobernador, adoptando un so
carrón aire de ausencia, 'les reconviene a los cabildantes por. . . no
haber asistido a la función.
Se inicia entonces un violento proceso ante la Real Audiencia
entre cuyos oficios aparece como al descuido una noticia que por largos
años se ignorara con precisión: que Olaguer y Feliú “á su arbitrio,
y sin consulta, acuerdo, ó noticia del cavildo dispuso en el año 1793,
establecer diversión publica de Comedias, quando hasta entonces no
las avia ávido” 2.
Según se deduce, pues, en 1793 se inauguraron las funciones
teatrales en la Casa de Comedias. Isidoro D e-M aría afirm a que fué
en 1794, bajo la gobernación de Joaquín del Pino. Doblemente equi
vocado se hallaba nuestro antiguo cronista: el 15 de setiembre de
l 793 ya se origina la prim era gran disputa entre el G obernador y
166
los Cabildantes en torno a las funciones de la Casa de Comedias y
además es bien sabido que Del Pino abandona la gobernación de
M ontevideo cuatro años antes de esa fecha.
El erro r es tan notable que hemos pensado m uchas veces que
todo se debe a un desliz tipográfico y que Isidoro D e-M aría quiso
decir 1791 en lugar de 1794, con lo cual coincidiría con la época de
la gobernación de Del Pino. E s presumible, además, que la fábrica
del edificio de la Casa de Comedias date de algunos años antes y po
demos hoy agregar, con todas las reservas del caso, que en el nú
m ero de la revista “M ontevideo M usical” correspondiente al l.° de
m arzo de 1908 se a firm a que fué “construido en 1791 según datos
obtenidos”. Lo que sabemos a ciencia cierta es que en 1793 ya es
tab a en pleno funcionam iento pero el local muy bien pudo haber sido
levantado en 1791.
U n sabroso expediente que se conserva en la Escribanía de Go
bierno y H acienda nos aclara la duda acerca de los motivos que pro
vocaron su erección3. E n 1806 don M anuel Cipriano de Meló y Me-
neses, natural de Lisboa y connaturalizado en actos de su M ajestad
Católica, casado con doña A na Joaquina de Silva de la Colonia del
Sacram ento, y Segundo Com andante del R esguardo de la Aduana
de Montevideo, hace testam ento ante el Escribano de su M ajestad
y declara entre sus bienes raíces la propiedad de la Casa de Comedias
a la que fué impulsado a construir por Don Antonio Olaguer y Feliú
y don Antonio de Córdoba, Gobernador y Com andante del R'ío de
la P lata respectivamente, quienes le anim aron “a que hiziese dicha
Casa de Comedias, en un corral arquilado, p ara divertir los ánimos
délos habitantes de este Pueblo que podrían padecer alguna quiebra
en su fidelidad, con motivo déla libertad, que había adoptado la Re
pública F rancesa”. Este documento tra e aparejado una trascendental
importancia para el estudio de la influencia de la Revolución F ra n
cesa como una causal rem ota de la independencia nacional.
T arde llegó para Montevideo, en relación con o tras ciudades de
la Am érica H ispana, el ejercicio y el goce del juego escénico; pero
cuando sonara la hora de su destino para nuestro pueblo, ello vino
impulsado por una corriente del em puje de la Revolución. E n efecto:
200 años hacía que M éjico contaba ya con su Casa de Comedias
cuando don M anuel Cipriano de Meló levantara su modesto corralón
en la calle del Fuerte. Alrededor del 1600 funcionaba en Lima el
“ C orral de Santo Dom ingo”. E n 1716, Potosí contaba con su “ Coliseo
de Com edias”. U n año antes de la fundación del nuestro, un cohete
disparado desde el atrio de la iglesia de San Bautista, incendió el
“T eatro de la R anchería” de Buenos A ires que contaba al producirse
este desgraciado accidente, 14 años de existencia.4
Existe un antecedente circunstancial con respecto a nuestro tea
tro digno de tenerse en cuenta aunque su valor sea m eramente tra
167
dicional. A ntes de la fundación de la Casa de Comedias unos oficiales
de la m arina española comandados por Ju an Jacinto de V arg as “ en
una especie de circo improvisado en la plazoleta del fu erte” 5 o fre
cieron al pueblo montevideano funciones teatrales, lo que despertó
ex traordinario interés y coadyuvó a la erección de nuestro prim er
teatro. No ha quedado ningún documento escrito de la época, sobre
tal acontecimiento. Sólo los cronistas de la segunda m itad del siglo
X IX hablan de él como cosa cierta recibida por tradición oral.
Cumple agregar con respec- w ____ "-jmir •— -----
to a las prim itivas funciones tea- ' - V. ’
trales en el M ontevideo colonial, -■
la presencia de títeres y volati
nes. Ju an Carlos Sábat Pebet en
substancioso artículo sobre los
orígenes teatrales m ontevideanos
aporta un documento de 1792 en
el que se habla de la caja de tí
teres de Juan Camacho que a la
sazón funcionaba en la capital.0
De todas m aneras, indudable
mente que el teatro, como insti
tución organizada, amanece en
M ontevideo en 1793.
N uestra Casa de Comedias
fué levantada en un predio exis
tente en la calle del F uerte (H oy
i.° de Mayo entre la Plaza Za-
bala y la calle 25 de M ayo), de
propiedad de Don Francisco O ri ; COMEDIAS. Apunl
be y de la M aríscala doña M aría
F rancisca de A lzáibar, por M a- ginal en la Biblioteca Nacionai)-
nuel Cipriano de Meló, para cuyo
efecto y por orden del G obernador que le in stara a su erección, tomó
cuatro mil pesos de los fondos de la caja del Regimiento de In fa n
tería, suma que garantizó en hipoteca de algunas casas suyas.
E n el año 1793 abrió sus puertas el nuevo Coliseo. Unos breves
apuntes del g ran calígrafo y dibujante, vasco de nacimiento pero
oriental por obra y honor, Ju an M anuel Besnes e Irigoyen, son los
más auténticos recuerdos físicos de la casa.
E n el año 1879 comenzóse a demoler y una fo to g rafía tomada
poco tiempo antes nos da una idea acabada de la fábrica del edificio
que al través de innúm eras refacciones quedó inmutable en su dispo
sición general. Su techo de tejuela a dos aguas quedó hasta sus úl
timos momentos como vestigio curioso de su prosapia colonial. In te
riorm ente poseía un patio o platea, de piso de ladrillo portugués ras
pado, a ambos lados sendas hileras de palcos hasta fo rm ar el núm ero
de cuarenta, y una cazuela. Sus tipos de localidades eran siete: pal
cos altos y bajos, lunetas de 1.a y 2.a fila, bancos, cazuela y gradas.
A los 6 años de inaugurado el teatro, el 21 de setiembre de 1799,
M anuel Cipriano de Meló adquiría el terreno donde había edificado
la Casa de Comedias, por la sum a de $ 5.500, a Don Francisco Oribe,
según se desprende del Título de Propiedad del Palacio O rtiz de Ta-
ranco (H o y M inisterio de Instrucción Pública) en documento escri
turado por el escribano Juan A ntonio M agariños.
En la tasación de la Casa de Comedias efectuada el 6 de diciem
bre de 1813 a la m uerte de Meló, se estimó su valor en la cantidad de
9.790 pesos y 3 cuartillas reales, teniendo en cuenta que ocupaba un
pedazo del terreno que lindaba al fondo y por el cual se pagaba el
correspondiente alquiler.7
Iniciadas las funciones teatrales en 1793, la disputa entre el
Gobernador y los cabildantes se generalizó a los cómicos, los cuales
fueron fuertem ente reconvenidos por el Cabildo por dem orar la hora
de iniciación del espectáculo y hacer caso omiso de la señal de co
mienzo, que los cabildantes hacían desde su palco.8
Salvados estos inconvenientes, las funciones fuéronse d esarro
llando con toda norm alidad hasta la invasión inglesa de 1807. No
bien fué tomado M ontevideo el 3 de febrero de ese año por el Ge
neral Auchm uty, se procedió a clausurar el teatro y a habilitarlo de
nuevo, esta vez como sala de rem ates de casim ires y artículos de al
macén, según anuncia el prim er núm ero de “ La Estrella del S u r” edi
tada por los invasores.9
Los actores habían tenido que form ar en las barricadas de la
defensa de la ciudad y muchos de ellos perecieron. Oigámoslo decir
a un propio inglés que estuvo en esta emergencia: “ H ay en M on
tevideo un teatro, que m ientras estuvieron los ingleses permaneció
cerrado. Todos los héroes de la farsa se vieron obligados a repre
sentar un papel im portante en la defensa del lugar, cosa que para
ellos resultó realmente una tragedia pues todos ellos hicieron su úl
timo m utis por el foro a la entrada de las tropas británicas” .'10
E n el “ D iario de la expedición del B rigadier General C ra u fu rd ”
redactado en 1807 se insiste sobre este p a rticu lar: “Cerca de allí vése
el Teatro, ocupado como almacén y casa de almoneda, por algunos
comerciantes. Allí vi m ercaderías diversas de pacotilla, azúcar, ca
bezas de cerdo, etc. La casa era enteram ente buena, pero sus dimen
siones escasas; estaba dividida en diversos puntos, sim ilar a los sitios
de diversión de esta ciudad: pienso que sea como el T eatro de la
Opera y otros muchos teatros ex tran jero s; la cabeza del apuntador
aparece por una pertecita abierta en el piso. Aquí no hay galería, y
los palcos bajos están al ras del suelo. Presum o que en el área del
169
patio, en el cual los asientos están divididos, los asientos de palco
son sillones para ocho personas, y que habrá un límite p a ra la ad
misión de asistentes, pues si esto no interesa tanto a los propietarios,
en cambio ha de im portar mucho a los espectadores, y conviene pro
teger a éstos de los empujones, apretones y pinchazos, según enseña
la experiencia en los salones de fiestas de Inglaterra. L a techum bre
está soportada por pilastras de grandes dimensiones, las cuales con
exclusión de su agradable estructura, quitan la vista de g ran parte
de la audiencia con la única ventaja de ofrecer un hermoso con
ju n to ”. 11
Poca sagacidad revelaron los invasores al ce rra r las puertas de
la Casa de Comedias y habilitarla como almacén. Quizás no pensaron
que aquel teatro que había nacido para que los habitantes de M on
tevideo olvidaran las ideas libertarias de la Revolución Francesa,
podría ahora servir m ejor aún a sus intereses si en él se represen
taban acciones escénicas favorables al espíritu y al imperio británicos.
Desde luego que esto hubiera sido tra b a ja r a tiro largo y los ingleses
urgidos im perativam ente por el tiempo, lanzaron de inmediato sus
líneas comerciales. Poco duró este estado de cosas porque en setiem
bre de ese mismo año, reconquistada la plaza, no quedó un solo invasor.
Inaugurado de nuevo el teatro en 1808, el pueblo sin distinción
de clases volcóse en la sala como para resarcirse de la época de p ri
vaciones y dolores que había sufrido, mas he aquí que habiendo sido
ocupadas las m ejores localidades por “m ugeres de o tra m enor con
sideración”, los vecinos más prominentes solicitaron al Cabildo que
seleccionase la concurrencia, resolviéndose en la sesión capitular del
2 de m arzo de 1808 que “ todas las personas de distinción del Pueblo
de ambos sexos y estados que quieran tom ar Palcos para sus fa
milias, y lunetas para sí solos, ocurran a este Cavildo á solicitar su
N.° y q en caso de pedir dos o mas sugetos de igual clase áun mismo
tiempo un mismo Palco o luneta se heche suerte entre los que sean
a fin de evitar de este modo cualquier queja. Que no habiendo ya mas
personas de distinción que soliciten Palcos ni lunetas, puedan darse
los que resulten sobrantes a cualquiera que los pida”. 12
V ino después la Revolución y los días de la P a tria Vieja. El
teatro como el m ás fino sism ógrafo registró el ritm o de estos tra s
cendentales acontecimientos y a las loas en honor de los reyes his
pánicos se sucedieron los unipersonales, comedias alegóricas y come
dietas sobre la L ibertad que se calentaba tibiamente al Sol de Mayo.
Y a en ese entonces la Casa de Comedias había sufrido mucho
en su físico. E n 1814, el Cabildo paga a Prudencio M uguiondo los
$ 1.000 que prestó para la refacción del teatro que es adm inistrado
por esa Corporación, entregando $ 150 mensuales a Doña A na Jo a
quina de Silva viuda de Meló, por el alquiler de la finca.
170
Bartolom é H idalgo, desde 1816 hasta el 30 de m arzo de 1817,
dirige los destinos de la Casa de Com edias13, es decir, hasta ya to
mado Montevideo por las fuerzas portuguesas al m ando de Lecor,
transform ándose luego por unos meses en censor de las comedias.
Convenía a la política del B arón de la L aguna propiciar las re
presentaciones teatrales y dar lustre a su brillante cohorte. E staba
dentro de sus planes políticos. C errada en los prim eros tiempos la
Casa de Comedias y adeudándose a los cómicos de la compañía de
Ju an Q uijano y su esposa P etronila Serrano, varios emolumentos
anteriores, se resuelve el 4 de junio de 1817 que los actores sean pa
gados en sus atrasos, la m itad en m oneda y la o tra m itad en especies14;
dos días más tarde se les insta a que se hagan cargo del teatro en una
especie de sociedad cooperativa15, cosa que así se cumple, llevándose
a escena “ Las esposas vengadas” interpretada por la Compañía de
Quijano, con la intervención de un jovencito llamado Juan Aurelio
C asacuberta que toma a su cargo el último papel: un criado.10
En ese mismo año de 1817 se inician las loterías de cartones
dentro del teatro, que tanto predicamento tuvieron en años poste
riores y que se prolongaron hasta la segunda m itad del siglo X IX .
Juan M atías Itu a rte y Francisco Galli proponen la realización de este
juego de azar, verdadero anticipo de la Lotería de Caridad que había
de perdurar hasta el momento presente. El 8 de febrero de 1817 el
Síndico Procurador Interino Luis de la Rosa B rito en un curioso ex
pediente deniega el pedido y aprovecha la oportunidad p ara reco
m endar el reglam ento que adjuntan los interesados. . . p ara usufructo
del propio Gobierno.17
Los portugueses prim ero y los brasileños luego favorecen cum
plidamente el desarrollo de las actividades de la Casa de Comedias.
H e aquí de cómo el teatro, escuela de costum bres, es vehículo tanto
de la libertad como de la opresión según sea el m otor que lo mueva.
Iniciada la gesta emancipadora en 1825 el Coliseo su fre una nueva
restauración en 1829. El m aestro de obras José Toribio eleva un in
form e el 11 de setiembre sobre el deplorable estado en que se halla
el teatro y el día 19 el Gobierno le encarga su restau ració n .18
El i.° de m arzo de 1830, José de B éjar expone al Gobierno que
podría llam arse a una licitación pública p ara el alquiler de la Casa
de Comedias y concesión de ella por 20 años, siempre que los propo
nentes se comprom etieran a hacer reparos im portantes en la sala
— cambiar el techo, por ejemplo— para lo cual el E stado colaboraría
con $ 3.000 en m etálico.19 Al parecer no hubo interesados y la adm i
nistración del teatro corrió ya por cuenta de la H erm andad de Ca
ridad, ya por comisiones que nom braba el Gobierno p ara entenderse
con el em presario eventual que debía renovar su contrato año a año.
Con respecto a la m anera de com portarse el público dentro del
Coliseo, en el año de 1830 se origina un curioso expediente sobre el
171
uso y abuso del tabaco dentro del mismo. Ramón López, sargento
graduado, fué apercibido por un Celador para que ap agara el cigarro
que fum aba. El interesado hizo caso omiso de la advertencia y agravó
su falta tirando con insolencia el mismo y encendiendo otro nuevo
y “haciendo de la Casa teatro una grocera cosina” 20, por lo cual fué
reprendido severamente por la policía. Prácticam ente no hubo graves
desórdenes en el teatro. Silbatina más o menos, los actores y cantantes
actuaron con comodidad sobre sus tablas. P o r otro lado como en
aquel entonces la crítica musical no era aún una potencia organizada
confiada a expertos o profesionales, su ejercicio quedaba librado a
las salidas espontáneas de los
auditores o del editor del pe
riódico a quienes contestaba a
veces en un bello ejemplo de
libertad de prensa pero de res
peto m utuo, el propio intere
sado — actor o músico— ya ex
cusándose por un desliz come
tido, ya levantando equivoca
das afirm aciones. E n todos los
casos, este sistema, verdadera
confesión a viva voz en plaza
pública, constituye pa ra nos
otros el más elocuente docu
m ento hum ano de la época y la
justificación necesaria para la
reconstrucción de un ambiente tomada poc°(MÍ>?eodeHrstóS en 1880'
ya esfum ado que intentam os
salvar al través de las edades de nuestra historia de la música.
La Casa de Comedias llam ada así desde sus comienzos en 1793,
se llamó indistintam ente “ Coliseo”, desde 1814, aún cuando esta de
nominación no fuera privativa sino genérica. En setiem bre de 1843
toma el nuevo título de “T eatro del Comercio”. 21 P o r fin, después
de pasar por la denominación de “ N acional”, en 1855 se otorgó
la designación de “T eatro de San Felipe y Santiago” o simplemente
“T eatro de San Felipe” hasta su demolición comenzada en 1879. Al
año siguiente se inauguró el flam ante teatro San Felipe sobre el lugar
que ocupaba el colonial edificio, que llegó a ser el templo de la zar
zuela, de la opereta francesa y del género chico, echado abajo a p rin
cipios del siglo X X cuando tenía todavía larga vida por delante, para
levantarse el Palacio O rtiz de Taranco, sede actual del M inisterio de
Instrucción Pública. Cuando funcionaba la antigua Casa de Come
dias, el edificio fué adquirido por el comerciante portugués Don Juan
F igueira en el año 1860 y el nuevo teatro San Felipe fué costeado
por él. El proyecto y la realización corrieron por cuenta del arq u i
tecto José C laret y empleándose en la obra 115 días, fué inaugurado
el i.° de mayo de 1880.22
D urante ochenta y seis años funcionó la Casa de Comedias. Allí
nació nuestro teatro y casi toda la cultura musical del siglo X IX .
173
y comedias24; el contrato se gestionó cuando A ranaz se hallaba to
davía radicado en M ontevideo en 1802.25 En cuanto a su estadía en
Chile sabemos que en 1793 se hallaba radicado en S an tiag o .26 E n el
p a rá g ra fo dedicado a los Precursores nos hemos extendido sobre esta
fig ura tan importante.
¿F ué acaso A ranaz el que dió impulso en nuestra Casa de Co
m edias en el 1800 al auge de la tonadilla? Las referencias hasta la
fecha nada concretan, pero no sería ello improbable toda vez que era
éste un músico de indudable prestigio en España. O tra interrogación
p odría form ularse con respecto a su posible parentesco con Pedro
A ranaz, eminente sacerdote compositor, español, au to r de más de
100 obras polifónicas sagradas y num erosas tonadillas, algunas de
éstas existentes en nuestro Coliseo. Del predicho A ranaz, los m usi
cólogos europeos F atis y M itjana tejen grandes elogios, al igual que
Felipe Pedrell quien en su célebre “L ira sacro-hispánica,, publicó
obras suyas.
O tro nom bre de músico de la Casa de Comedias es el de Luis
F errán . El 31 de M ayo de 1815 tuvo que tocar en casa de la Sra. de
Seco en un banquete que se brindó a O torgués, Ju an M aría Pérez
y Lucas O bes.27 F e rrá n era profesor de clarinete y octavín y director
de la “ M úsica del E stado”. E n el capítulo sobre Los P recursores nos
hemos referido a él.
L a prim itiva sinfónica tenía hasta una subvención especial, signo
de la im portancia de su cometido, como se desprende de la lectura de
la siguiente acta del Cabildo de fecha 2 de Enero de 1822: “ Seguida
m ente y con consideración al preinserto oficio teniendo presente S. E.
que la casa de Comedias tiraba mensualm.te déla caja de propios diez
y siete pesos destinados por el Sup.r gob.° p ara ayuda del costo de
la orquesta, desde que la decadencia del establecimiento no producía
lo bastante para éste y otros gastos: y persuadido de que teniendo
en el dia el teatro unas entradas de im portancia como es público y
notorio, habia cesado el motivo déla asignación, la que debia reti
rarse con doble justicia, mediante las necesidades espuestas; acordó
S. E. por voto unánim e, que la Ju n ta municipal de propios no vuelva
á librar la espresada cantidad, y que se haga saber á la compañía
cómica esta suspensión, para su inteligencia y gobierno” .
Sin embargo la substancia musical que alim entaba las represen
taciones teatrales de la Casa de Comedias desde fines del siglo X V III
era sin lugar a dudas la tonadilla escénica de prosapia española.
Al musicólogo español José Subirá le correspondió dem ostrar
que ellas no eran o tra cosa que una prim aria form a operística con su
acción escénica, obertura o introducción, dúos, coros, bailables, in
termedios, etc. De la Biblioteca M unicipal de M adrid desenterró tex
tos y músicas de dos mil tonadillas y cerca de medio m illar m ás de
!/4
la Biblioteca del C onservatorio Nacional de M adrid, las cuales fué
anotando y transcribiendo en los cuatro tomos que comenzara a
ed itar la Real Academia en 182828 y a los que siguió en 1933 su
compendio sobre las mismas, escrito para la “ Colección Labor”. 29
En estas obras de e x traordinaria enjundia, Subirá sostiene con
el auxilio de una copiosísima documentación, que la tonadilla escé
nica es una composición musical, desde luego escénica, con un plan
morfológico perfectam ente diferenciado y que constituye la autén
tica ópera española del siglo X V III, con la particularidad de que
en muchos casos los trozos se hallan unidos por un solo principio
melódico, como si fuera una suerte de vasta canción integrada por
varios núm eros que podía ser interpretada a sólo, a dúo, a trío, etc.,
llamándose “general” cuando en ella intervenían más de seis per
sonajes.
En cuanto a su nombre, tonadilla significaba un aum entativo
de la antigua form a y palabra “tonada”, así como a la inversa “ca
llejón” significa un diminutivo — con su aditam ento peyorativo—
de calle.
La tonadilla escénica describió en el ciclo de la música española
la curva siguiente:
De 1751 a 1757, aparición y albores (Tonadillas de Coradini,
N ebra, F e rre ira y M olina).
De 1757 a 1770, crecimiento y juventud (T onadillas de A ranaz,
G uerrero, Misón y Palom ino).
De 1771 a 1790, m adurez y apogeo (T onadillas de Este ve. La-
serna, Rosales, Valledor, Galván, Castel, M arcolini y F erandiere).
De 1791 a 1810, hipertrofia y decrepitud (Tonadillas de M oral,
Acero, Bustos y M anuel G arcía).
De 1811 a 1850, ocaso y olvido.
A hora bien, la prim era noticia musical que he hallado sobre la
Casa de Comedias se refiere precisam ente a la tonadilla. E n el con
tra to entre la compañía cómica y don Benito Abreu, suscrito el 12
de mayo de 1794 se lee lo siguiente: “ item : Que todos los, de esta
compañía, generalmente, hom bres y m ugeres deberán cantar siem
pre y quando se les señale p.r el Galan con assenso del predicho d.n
Benito ya sea en tonadas generales, ó en o tras de diversa clase” espe
cificándose luego el nombre de una de las tonadilleras “Ju an a Ibaita
con parte de cantado”. 30 E sto ocurre en el segundo año del fu n
cionamiento de nuestro Coliseo.
P o r ese entonces E spaña vive aún el apogeo de la tonadilla. Bien
es verdad que en 1792 don Leandro Fernández de M oratín estrena
“ La comedia nueva” donde se ensaña violentam ente con este gé
nero en pro de un afrancesam iento convicto y confeso: pero también
es verdad que ello es resultado de una evidencia: la tonadilla llena
por entero la escena española de la época. P o r otro lado, en 1792,
L aserna devuelve a M oratín la ofensa en su tonadilla escénica “ El
Pedante” al decir de S ubirá: “obra que encierra una aguda sátira
contra los m oratinistas enamorados de lo ex tran jero y desprecia-
dores de lo nacional”.
La definición de M oratín sobre la tonadilla es indudablemente
sangrienta. Oigámosla por boca de sus personajes de “La Comedia
nueva” (A cto I, escena I I I ) :
” trío ............................................. 62
generales ..................................... 31
176
Compulsados los títulos del libro del Coliseo con los registrados
en las obras de Subirá, he podido hallar buena parte de los autores
de las precitadas tonadillas que se cantaron en Montevideo. Ellos e ra n :
177
E l entretenido El letrado y litigante
Dónde voy ¡a y de m í! L a jardinerita
L a disculpa de los necios Los gitanos
L a disputa de la boda Los efectos del amor
El diario
Las dudas de la Rivera Marcolini, Juan
El desengaño de los hombres El petrim etre y la m aja
E l desengañado El cuento de un amante
E l desdén El francés y la maja
Los descontentos
Misón, Luis
L a dama desengañada
E l chiste del pajarito E l chasco del cofre
C riticar con inocencia Los negros
El cortejante calavera
Los celos de P aco G arcía L a m aja naranjera
Los cazadores y el payo L a graciosa
L a cartilla Los cazadores
E l ca fé de Cádiz
Moral, Pablo del
L a Buhonera
L a boda del criado E l lente
L a locura y el juicio
E l azote en la disculpa
La equivocación
L a astucia del amigo
De fuera vendrá
A quí tenéis a la silva
El amo burlado La crítica general
E l librito extraordinario
Las alhajas perdidas
A fin todo se descubre La viuda y el currutaco
E l albañil y la m aja La maestra y la discípula
La cazadora de Cádiz
A l primer tapón zurrapás
Los acomodos del vicio Rosales, Antonio
L a academia
Las ferias
Los civilizados
E l acomodo o Los negritos
Los abusos del teatro
L a S evera y el herrero
L a alianza
E l abate hablador
El amigo de moda
L a lavandera y el tuno
El amor propio de las naciones Mosqueteros del alma
L a dama de los perritos
L a tabernera
El desengaño feliz
E l agente y la viuda
Las dudas de la paya
Las preguntas y respuestas
El tambor y la m aja
L a trapera
Los títulos de comedia
E l tem o reform ado
E l sastre fingido
L a ram illetera y el ja rdinero Valledor, Jacinto
Oh qué penas am a rg a s! E l Sargento Briñoli
Los pareceres contrarios
Unos por carta de más Zabala, Gaspar (libretista)
L a pescadora y el cazador
178
halladas son aún escasas según Subirá— quizás nos traig a en un fu
tu ro algunas luces con respecto a la form ación de nuestro prim itivo
repertorio folklórico. E n efecto, cuando los personajes de una pro
ducción son “indianos” , o m ás precisam ente criollos o negros proce
dentes éstos últimos del continente africano, o m oros en fin, p ara pre
sentar a unos y otros con caracterización musical adecuada los com
positores les hacían cantar melodías propias de sus respectivas tierras.
Las canciones m oras se caracterizaban por sus estribillos donde se
prodigaban las voces “zalá” o “ zalam elá” y “g u ir-g u ir”. Las canciones
negras eran variadísim as, predom inando el “cumbé” ; tam bién se h a
llan “tononés” , así como algunas melodías en tipo de “g u a jiras” , y
esto último aún desde el fam oso Misón. Frecuentísim a es la asociación
de lo extranjero a lo nacional en la literatu ra musical tonadillesca. En
algunas de ellas intervienen personajes, del Río de la Plata. ¿Sería
difícil pensar que ello se com entara con música adecuada?
Del resto de las tonadillas que se transcriben en el libro del Co
liseo, quizás por la desfiguración que han sufrido los títulos, por el
m omento no he podido dar con los autores correspondientes. Quédanos
en tanto en pie, un voluminoso repertorio que a p a rtir de 1820 fué
cayendo en desuso. Y así como en España, en esa fecha, la tonadilla
escénica cae en su ocaso y olvido, en el Río de la Plata comienza a
efectuarse un tanto atrasadam ente su descomposición total.
Así, vemos en 1822 atacar duram ente a este género en “ El A rgos
de Buenos A yres” del 11 de setiem bre: “una de esas tonadillas á lo
antiguo, cuya letra, música y ejecución chocan igualmente, y son ca
paces de hacer creer á los forasteros que no tenemos oidos, sentido
común, ni vergüenza”.
E n Buenos Aires, precisam ente se conserva la letra de una célebre
tonadilla, poseedora de un cierto sentido picaresco aunque no rayano
en lo licencioso: “ La tonadilla del G ranadero” 32 de Pablo Esteve,
que también se halla registrada en la lista de nuestro Coliseo, can
tada en el Río de la P lata por más de trein ta años y que comienza a s í:
Granadero soy señores,
que me ocupo en conquistar
con arrogancia castillos,
damas con marcialidad.
Tratar no quiero
del excrcisio
porque mil veses
aquí lo han visto.
179
L a tonadilla escénica fué además en nuestro medio, signo de
los tiempos. Im portantes acontecimientos políticos se comentaron con
una tonadilla. Y lo más im portante de todo fué que en Montevideo
se compusieron tam bién varias de ellas cuyas p artitu ras, títulos y
autores han desaparecido, quedándonos únicam ente las fuentes secas
de sus referencias en distintos documentos. Destacam os entre ellas,
la que se compuso y cantó para las célebres fiestas m ayas de 1816.
En la noche del día 24, después de representarse en el teatro “ El
Siripo, casique de los Timbúes en el P a ra n á ” [¿de L avardén acaso,?]
se escuchó “ una tonadilla nueva alusiva á la grandeza del d ía”. 33
E n 1828 se ofreció la tonadilla general “Los m urcianos en la
cárcel” y en 1829 “ El pendón” a beneficio del cómico Felipe David.
D u rante 1830 se cantaron en M ontevideo varias de ellas, ya el gé
nero en plena decadencia. Petronila Serrano, Ju an Villarino y Juan
A. Casacuberta entonaron una “tonadilla a trío ” el 6 de julio que
sirvió de entremés entre la comedia en 4 actos “ L a u rraca ladrona”
y el sainete “ La boda del tío C arm ona”.
U n año más tarde, en 1831, esa decadencia se hace visible pú
blicamente en Montevideo. En un artículo firm ado por “T rein ta y
tres m elómanos” aparece en la prensa periódica esta violenta diatriba
co ntra los tonadilleros: “ No debemos empeñarnos en que se queden,
ni hay utilidad ninguna en sostenerlos — ¡Qué lenguaje! propio solo
de las personas que en m ateria de buen gusto y bellas artes quieren
que este país vuelva al estado en que yacia en tiempo de las fam osas
tonadillas, en que lucían a competencia la m ala poesía, la m ala mu-
sica ; y la m ala voz, dando muy m ala idea á los extrangeros de nuestra
civilización”. 34
L a últim a violenta diatriba sobre la tonadilla data de 1839. El
14 de enero de ese año se representó “ El tahonero y su sobrina” y el
cronista de “ El N acional” en su núm ero del 19 de enero estampó res
pecto de esa tonadilla las siguientes palabras: “ Pantom im a, Tonadilla,
Sainete, Barullo, que se yo; infernal, descarnada, m ejor para una
noche de truenos y fantasm as, alia en medio de los descarríos de la
naturaleza, que para castigar los ojos y el gusto de todo un público.
Odiosa y atra sad a invención; indigna y asquerosa farsa que nosotros
maldecimos”.
Salvo esporádicas apariciones de la tonadilla en nuestro esce
nario, este género al doblar el año 1830, cae como en España en un
ocaso irremediable.
Sin embargo, he registrado num erosas representaciones de to
nadillas en años posteriores. Así, en 1834, Luisa Quijano, Ju an A.
Casacuberta y Juan V illarino cantan “ Los m aestros de la Raboso” ,
la célebre tonadilla de Blas de Laserna rem atada por la no menos
célebre “ T ira n a del T rípili”. E n 1836 “ Los españoles viajantes ó sea
La m aja de Cádiz” del insigne Fernando Ferandiere. En 1837 “E l imán
t8 o
de la m ilicia”, “La m aja h o nrada” de Laserna y “ La tah o n a”. En
1839 “ El tahonero y su sobrina” , en 1847 y 1848 “ Los hidalgos de
M edellín”. E n 1848, “ Los hidalgos y la m aja ” por Ram ona Molina,
Petronila Serrano — “en carácter de hom bre”— y su hijo Fernando
Quijano. En 1858, en fin, la compañía de zarzuelas de Carolina
y M atilde Duelos pusieron en escena en el T eatro Solís “La vuelta
del soldado”.
La más conocida de todas ellas, fué sin duda “ Los m aestros de
la Raboso” de Blas de L aserna a la cual pertenecía la célebre “T iran a
del T rípili” que, al decir de Subirá, se aplicó como núm ero am bulante
a o tras tonadillas y cuya paternidad, con ciertas reservas, se atribuye
al precitado compositor. E sta T ira n a fué popularizada en toda Europa
por M ercadante quien la empleó como motivo en su ópera “ Los dos
Fíg aro s” (1835), y m odernamente por Granados, en “ Goyescas” .
En numerosos documentos montevideanos nos ha aparecido esta
T irana. La versión que publicamos a continuación, recién en la se
gunda sección — a p a rtir del compás noveno— deja oír el estribillo
de la fam osa T ira n a :
A m igos no me llaméis
Ballenato ni Tonina
Llamadme de aqui adelante
Lobo de la chamusquina.
Si me llaman Perendengues
Es con sobrada razón,
Por las vueltas y los dengue
D e mi alma y mi corazon.
181
Perend ........... Con el tripili, tripili trapala
Esta tirana se canta y se baila
¡ A y ! farolcillo
¡ A y ! molinada
Oue os he chupado el alm a.35
4. L a m ú s i c a m e l o d r a m á t i c a ( E l M e l ó l o g o ) . — El prim i
tivo teatro colonial m ontevideano recoge ávidam ente todas las es
pecies y form as musicales escénicas que proliferan en el teatro es
pañol del siglo X V III. Esto es por otro lado, lo norm al y lógico en
todo el teatro americano durante la dominación hispánica. Pero, lo
im portante en verdad en el caso concreto que vamos a estudiar, es
que en M ontevideo se organiza una réplica nacional al producto im
portado y por intermedio de ella surgen las prim eras obras teatrales
sobre asuntos nativos y escritas por hijos del país: “ La lealtad más
acendrada y Buenos Aires vengada” del presbítero Ju an Francisco
M artínez en pleno coloniaje, y los unipersonales de Bartolom é H i
dalgo en los días heroicos de la P a tria Vieja, obras todas ellas es
c ritas en form a de melólogo.
El melólogo es una acción escénica, por lo general para un solo
personaje, con un comentario sinfónico que ya teje un fondo sonoro
a la voz del actor, ya se alterna con la palabra p ara subrayar su ex
presividad o anticipar el sentimiento que va a declam arse de inme
diato. M ario Falcao E spalter fué en nuestro medio el prim er crí
tico de H idalgo30 que reveló la existencia del melólogo, aún cuando
182
no llegó a precisarlo como form a musical escénica que podía ser no
sólo unipersonal, sino también servir a un texto literario con varios
personajes.
José Subirá definió con precisión esta especie: “ Lo que carac
terizó al melólogo no era la presencia de un personaje único en la
escena sino la interrupción en los trozos declamados p ara que la o r
questa expresase los sentimientos que em bargaban al intérprete”. 37
Recientemente este musicólogo español acaba de publicar un notable
y exhaustivo trabajo sobre “ El compositor Iria rte y el cultivo es
pañol de melólogo (m elo d ram a)” en el que se reg istra hasta una
antigua referencia nuestra acerca de la música del unipersonal de
H idalgo “ Sentim ientos de un p a trio ta ”. 38
O riginariam ente llamóse a esta expresión escénica, “ M elodram a”
pero el uso equívoco de esta palabra que posteriorm ente se empleó
para aquellas piezas de los bajos fondos de la literatu ra en las cuales
se subraya la situación dram ática con los efectos del peor gusto,
obligó a aplicar el rótulo de melólogo, para aislar y definir la antigua
form a que tiene una de las historias más brillantes en el orden de
la música. Quizás estrañe a m ás de un auditor desprevenido saber
que pertenecen a la categoría del melólogo las siguientes obras capi
tales de la música de un siglo y medio a esta p a rte : “Tham os, rey
de E gipto” (1780) de M ozart, “ Egm ont” (1810) de Beethoven, “ P re
ciosa” (1820) de W eber, “ Rosam unda” (1823) de Schubert, “ El
sueño de una noche de verano” (1826-43) de Mendelssohn, “ Lelio o
El retorno a la vida” (1831) de Berlioz, “ M anfredo” (1848) de Schu-
m ann, “ La A rlesiana” (1872) de Bizet, “ Peer G ynt” (1874-76) de
Grieg, “ E rw a rtu n g ” (1909) de Schoenberg, “A m phion” (1928) de
Honegger, “ Persephone” (1933) de Straw insky. Verdaderam ente que
los modestos unipersonales de nuestro Bartolo H idalgo no podían
hallarse en m ejor compañía.
El concepto de esta form a está latiendo en la antigüedad helé
nica en aquel recitado dram ático sustentado con un fondo de liras
y aulos llamado “paracataloge”. De todas m aneras, la historia del
melólogo en la edad m oderna fué iniciada por Ju an Jacobo Rousseau
y llegó a sus últim as y más espléndidas consecuencias contem porá
neas en el “ P ierrot L unaire” de Schoenberg. No es, para nosotros,
aventurado pensar que esta obra del revolucionario m aestro de la
escuela de Viena, está explicada en el tratam iento de la voz y del
pequeño conjunto que la acompaña, por la historia del melólogo.
E n mayo de 1770, Rousseau dió a conocer en Lyon su “ Pyg-
malion” , escribiendo, además del texto literario que databa de 1762,
dos núm eros musicales del com entario escénico que fué completado
por el compositor Coignet, un negociante lyonés aficionado a la m ú
sica. El éxito de este ensayo, recogido de inmediato por Georg Benda
en A lem ania e irradiado desde P arís cinco años más tard e por la co
m edia Francesa, tuvo repercusión notable en España. E n 1789, el
fabulista Tom ás de Iria rte estrenó en Cádiz con resonante éxito su
melólogo “ Guzmán el Bueno” para el cual compuso letra y música,
exhum adas y estudiadas ambas recientemente por José Subirá en su
precitado ensayo. E n la últim a década del siglo X V III, el melólogo
español — en F rancia la innovación de Rousseau dejó m uy pocos
continuadores— se convirtió en una de las form as escénico-musica-
les m ás divulgadas, compitiendo honrosam ente con las tonadillas,
loas, jácaras y m ojigangas.
A principios del siglo X IX pasa a Montevideo y por imitación
de él surgen los prim eros intentos nacionales. H a sta 1850 por lo
menos, el melólogo gozó de vasto predicamento en el típico “ fin de
fiesta” con que se clausuraba en la antigua Casa de Comedias la
función del día. De entre todos ellos queremos detenernos en los de
Ju an Francisco M artínez, Bartolom é Hidalgo y M anuel de Araucho,
uruguayos los tres y cuyas letras se conservan. D esgraciadam ente
no hemos hallado todavía los comentarios sonoros correspondientes,
salvo la indicación expresa del carácter de la música que debía acom
pañarlos tal como se estam pa en las seis papeletas que siguen a conti
nuación :
1807 — “ L a lealtad más acendrada y Buenos A ires vengada” ,
del presbítero Juan Francisco M artínez. El prim itivo melólogo era
unipersonal, pero posteriorm ente, por hip ertro fia del género, tra n s
form óse en pluripersonal. A este último tipo pertenece el dram a ale
górico en dos actos y en verso del P adre Ju an Francisco M artínez
escrito p a ra exaltar la reconquista de Buenos Aires por los monte
videanos en 1806, durante las m emorables invasiones inglesas. Con
servam os la letra gracias a Luciano L ira quien en el tercer tomo de
“ El P arnaso O riental ó Guirnalda Poética de la República U ru g u ay a”
editado en M ontevideo en 1837, recogió entre las páginas 219 y 278
su texto literario. V éanse las acotaciones musicales de este meló
logo pluripersonal, tom adas de su edición príncipe:
Acto prim ero: “ al levantarse el telón, la M úsica tocará una b ri
llante obertura, que finalizada seguirá o tra alusiva al sueño de la
N infa y á la inquietud que dem ostrará: concluida, representa la
N in fa ” .. . “M úsica alusiva a estos afectos que concluirá en sobre
salto”. . .. “ M úsica lúgubre, durante la cual sale la 2.“ N in fa por un
escotillón vestida de negro, cabello tendido, pañuelo: en la m ayor
consternación, concluida la música dice” . .. “ Corto período de mú
sica lúgubre” . . . “M úsica lúgubre m ientras se acerca al tro n o ” . ..
“ Se desmaya apoyada de un árbol, cubriéndose el ro stro : la M úsica
lúgubre dará lugar a verse las dos desm ayadas” . . . “M úsica lugubre
co rta” . . . “M úsica lúgubre” . . . “ M úsica fu rio sa” . . . “ Tocan m ar
cha de caja y toda la M úsica” . . . “Estos vivas acompañados de es-
184
truénelo m ilitar y con una brillante m archa” . . . “ C ajas” . . . “ M archa
brillante con la que saldrán las tropas, com andadas por el oficial se
gundo; pero los G ranaderos, entre quienes saldrá la bandera, ven
d rán m andados por el General, h arán su venia los Gefes á la N infa,
y form ados dispondrá el general que hagan manejo al son de M ú
sica” . . . “Acom pañados de cajas; algunos tiros y música á compaz
de una brillante m archa se ván las trop as”.
Acto segundo: “ M úsica dulce y suave” . . . “ M úsica patética que
pasara á alegro” . . . “M úsica de languidéz, que á pocos compases
pasa á tem pestad” . .. “ M úsica dulce” . . . “ Tocan m archa m ilitar” . . .
“ Brillante m archa de orquesta y música m ilitar” . . . “Todos dentro
y fuera con cajas” . . . “Todos repiten con cajas” . . . “ Repiten todos,
y cajas”.
1816 — “ Sentim ientos de un patriota ” , de Bartolom é Hidalgo.
D urante el período de la P a tria Vieja, el melólogo se tran sfo rm a en
una espléndida arm a dialéctica. El 30 de enero de 1816 se estrena en
la Casa de Comedias de Montevideo el melólogo unipersonal de B a r
tolomé H idalgo “ Sentim ientos de un p atrio ta” que, al igual que la
pieza anterior se registra en “ El P arnaso O riental” (tom o I, págs.
28 a 37. Buenos Aires, 1835), con las siguientes acotaciones sonoras:
“ M úsica patética” . . . “M úsica apacible” . . . “Cajas dentro” . . .
“ M úsica bélice” . . . “ Cajas y música con m archa a un mismo tiempo”.
1816 — "L a libertad civil” , de Bartolom é H idalgo ( ?). — En
la edición de 1824 de “ La L ira A rgentina” impresa en P arís, aparece
entre las páginas 98 y 111, la letra del unipersonal “ La libertad civil”,
sin establecerse su paternidad. Adjudicada por Ricardo Rojas con
ciertas reservas a Esteban de Luca,39 y por M ario Falcao E spalter
a Bartolom é Hidalgo, su acotación orquestal dice a s í :
“después de un intermedio de música triste ” . . . “ Un intermedio
de música estrepitosa” . . . “ Interm edio de música tris te ” . . . “ In te r
medios de música agradable, é irán saliendo del templo varios in
dios” . . . “ D urante esta escena se entonará adentro la canción pa
triótica” . . .
1818 — “ E l T riun fo ” , de Bartolom é Hidalgo. — En 1818 B a r
tolomé Hidalgo escribe el unipersonal “ El T riu n fo ”, según lo ase
vera A ndrés Lam as en los m anuscritos de su “Antología Poética”
que nunca llegó a publicar y que se conservan en el Archivo y Bi
blioteca “ Pablo Blanco Acevedo” del Museo H istórico Nacional.
Lam as transcribe el melólogo Hidalgo con las debidas anotaciones
m usicales que, presumiblemente, recogió de “L a L ira A rg en tin a” de
1824, entre cuyas páginas 204 y 211 se estam pa este unipersonal, sin
indicación de autor o fecha. E ste documento de Lam as, que data de
la década 1840-1850, confirm a la paternidad de H idalgo con res
pecto a “ El T riu n fo ” . La intervención de la orquesta ha sido ano
tad a a s í:
186
“ Pequeño rasgo de música tris te ” . . . “ M úsica dentro de basti
dores, y se cantará la siguiente letrilla” . . . “E n este momento sin
introducción alguna se cantará adentro este verso, con la m archa
N acional” . . .
1830 — “ Fillán, hijo de D erm idio” , de M anuel de Araucho. —
Tirado en las prensas de la Im prenta de la C aridad aparece en el año
de la ju ra de la Constitución este texto literario de M anuel de A ra u
cho. Consérvase actualmente en la Colección Lam as de la Biblioteca
Nacional y fué reim preso en 1835 en la colección de poesías de
A raucho “U n paso en el Pindó” (págs. 93-99). Es un melólogo uni
personal con la siguiente acotación sinfónica:
“La orquesta ejecutará un adagio patético” . . . “ Se queda dor
mido sobre el tronco, m ientras dura el intermedio de m úsica” . . . “ Se
desmaya. M úsica alegórica a la situación” . . .
1835 — “ E l hombre duplicado ó P etim etre hambriento " , de M a
nuel de Araucho. — E n las páginas 100 a 106 del libro de poesías
de M anuel de A raucho “U n paso en el P indó” publicado en M onte
video en 1835, aparece el texto literario de este melólogo unipersonal
de una desbordada fantasía onírica. Su anotación sonora, realm ente
económica, dice así:
“ M úsica” . . . “ Lo deja [al libro], y tom a la g u ita rra ” . . . “ M ú
sica” . . .
[• jW /- ¡i4.'.*.* ^ -¡ /r
189
en la Biblioteca Nacional de Buenos A ires una copia m anuscrita
que databa de 1848, y transcribió su argum ento y algunos parla
mentos en su “ H istoria crítica de la literatu ra u ru g u ay a” 41 Creyó
sin em bargo que su autor era uruguayo; en realidad tratábase de
una refundición de una obra francesa. Lam entablem ente la página
musical de Dem etrio Rivero no posee referencias anecdóticas del
ambiente incaico en que se desarrolla el texto literario.
H acia 1850, el Melólogo, al igual que la decrépita tonadilla es
cénica con la cual compartió los honores del teatro colonial monte
videano, cayó en desuso para dar paso a la zarzuela fundada por
Calderón de la B arca a mediados del siglo X V II.
190
8.°) 1857 — Las Compañías de E nrique Tam berlick y de Emmy
La Grúa.
9.0) 1858— La Compañía Lelmi-Cavedagni.
io.°) 1859— Las Compañías de A na de L agrange, de Clarisse
Cailly y de Josefina M edori-R afael M írate.
Si conectamos los cuadros de los compositores con los de los
intérpretes, veremos que las Com pañías Tanni y Piacentini fueron
las que estrenaron el repertorio de Rossini, la de T eresa Questa la
que dió a conocer a Bellini y D onizetti y la de Id a E delvira y con
juntos posteriores las que estrenaron a Verdi.
Así, desde 1830 hasta 1859 inclusive, se estrenaron un total
de 70 óperas de acuerdo con la siguiente cronología:
830. M ayo 14. E l engaño fe liz : Rossini; Cía. Tanni.
830. Junio 18. Aureliano en Palm ira: Rossini; Cía. Tanni.
830. Julio 8. E l Coradino: P a v e ss i; Cía. Tanni.
830. Setiembre 20. Tancredo: Rossini; Cía. Tanni.
830. O ctubre 25. O telo: Rossini; Cía. Tanni.
831. Enero 24. E l Barbero de S evilla : Rossini; Cía. Tanni.
831. A bril 22. La caza de Enrique I V : P u ccita; Cía. Tanni.
831. M ayo 30. La italiana en A rgel: Rossini; Cía. Tanni.
831. Diciembre 12. A delina: G e n e ra li; Cía. de aficionados.
832. Setiembre 8. La cenicienta: Rossini; Cía. Piacentini.
832. Octubre 20. E l Turco en Italia: Rossini; Cía. Piacentini.
833. Enero 29. Elisa y Claudio: M ercadante; Cía. Piacentini.
834. A gosto 25. M atilde de Shabrán: Rossini; Cía. Piacentini.
834- A gosto 26. Inés: P ae r; Cía. Piacentini.
834. Setiembre 16. E l zapatero: M arcos P ortu gal; Cía. Piacentini.
835- A gosto 27. L a esclava en Bagdad: P a c in i; Cía. Piacentini.
835. O ctubre 2. La urraca ladrona: Rossini; Cía. Piacentini.
839- Febrero 28. Adina 0 el Duque de Granada: Rossini ( ?) ; Cía. Piacentini
850. M arzo 3. Lucía de Lammermoor: D ozinetti; Cía. R ico-Linari. (E n esa
fecha sólo se estrenó el 3.er acto; la versión completa se
ofreció en i.° de noviem bre de 1851 por la Cía. Q uesta)
851. Octubre 12. Beatriz de Tcnda: B ellin i; Cía. Questa.
851. Noviem bre 20. Gemina de Vergy: D onizetti; Cía. Questa.
852. Enero 18. L o s puritanos: B e llini; Cía. Edelvira.
852. Febrero 6. L o s dos Foscari: V e rd i; Cía. Edelvira.
852. Febrero 18. Ernani: V e rd i; Cía. Edelvira.
852. M arzo 13. Linda de Cham ounix: D onizetti; Cía. Edelvira.
852. M arzo 29. L a Sonámbula: B ellin i; Cía. Edelvira.
852. A bril 17. No'rma: B e llin i; Cía. Edelvira.
852. M avo 13. E lixir de amor: D onizetti; Cía. Edelvira.
852. M ayo 16. Nabuco: V e r d i; Cía. Edelvira.
852. Julio i* . L ucrecia Borgia: D onizetti; Cía. Matilde Eboli.
852. A gosto 6. E l Pirata: B e llini; Cía. Edelvira.
852. A gosto 17. E l maestro de capilla: P ae r; Cía. Fleuriet.
852. A gosto 17. La hija del regim iento: D onizetti; Cía. Fleuriet.
852. Setiembre 5. E l juram ento: M ercadante; Cía. Edelvira.
852. O ctubre 9. María de Rohan: D onizetti; Cía. Fleuriet.
852. Octubre 27. Capulctos y M ontescos: Bellini; Cía. Rossi G ucrra-O livieri
852. Noviem bre 5. La F a vorita : D on ize tti; Cía. Fleuriet.
832. Noviem bre 13. A fila: V e r d i; Cía. Rossi G uerra-O livieri.
852. Diciembre 6. Clara de R osenberg: R icci; Cía. Rossi G ucrra-O livieri.
852. Diciembre 22. La extranjera: Bellini; Cía. Ghioni-Luisia.
855. Enero 13. L o s m esnaderos: V e r d i; Cía. Rossi G uerra-Luisia.
191
1853. M arzo 11. Las prisiones de Edinburgo: R icci; Cía. Rossi G uerra-O liv
■853. A b ril 13. E l Tem plario: N icolai; Cía. Rossi G ucrra-O livieri.
1853. A b ril 27. L o s lombardos: V e rd i; Cía. Rossi G u erra-O livieri.
1853. M ayo 6. Luisa M iller: V e rd i; Cía. O livieri-G hioni.
1853. A go sto 26. Marino Faliercf: D onizetti; Cía. Rossi Guerra.
1853. Setiem bre 15. Belisario: D onizetti; Cía. Edelvira.
1853. Setiem bre 21. Don Pasquale: D onizetti; Cía. Edelvira.
1853- O ctubre 3. La Judía: H a le v y; Cía. Fleuriet.
1853- O ctubre 12. La novia corsa: P a c in i; Cía. Edelvira.
1853. Noviem bre 15 La muda de P ortici: A u ber; Cía. Fleuriet.
1853. Noviem bre 17 M acbeth: V e rd i; Cía. Edelvira.
1853- Diciem bre 22. Carlos V I: H a le v y; Cía. Fleuriet.
t 854- Enero 6. L o s mártires: D onizetti; Cía. Fleuriet.
1854. Enero 26. L a sirena: A u ber; Cía. Fleuriet.
1834. F ebrero 15. Roberto el Diablo: M eyerbeer; Cía. Fleuriet.
1854- M ayo 18. Una aventura de Scaramuccia: R icci; Cía. Rossi Gue
O livieri.
1854. M ayo 28. Clara de Roscnberg: R icci; Cía. Rossi Guerra.
1854. Junto 25. S a fo : P a c in i; Cía. Rossi Guerra.
1854. L o s monederos falsos: Rossi; Cía. Rossi Guerra.
1854. Octubre 12. Ch i dura vinci: R icci; Cía. Rossi Guerra.
i 854- Diciembre 23. E l sueño de una noche de verano: Thom as; Cía. Fleuriet
1855. M arzo 7. Torcuato Tasso: D onizetti; Cía. Tati-Cim a.
1855- A bril 14. E l Trovador: V e rd i; Cía. V e ra Lorini.
1855. A go sto 18. R igoletto: V e rd i; Cía. V e ra Lorini.
1856. M ayo 10. La Traviata: V e rd i; Cía. V e ra Lorini.
1856. Noviem bre 22 Luisa S tro zsi: Zanelli; Cía. V e ra Lorini.
1858. A gosto 7. II FornarettO: Zan elli; Cía. Lelm i-Cavedagni.
1858. Setiem bre 3. D on Sebastián: D onizetti; Cía. Lelm i-Cavedagni.
■ 859- Setiem bre 3. Marco Visconti: Petrella; Cía. Cailly-Lelm i-Cim a.
6. Los P R IM E R O S IN T E N T O S DE R E P R E S E N T A C IO N E S O P E R IS T IC A S
(1820-1830). — La entrada de la música italiana dentro del ámbito
de nuestra cultura sonora se realiza en la década 1820-30, tím idam ente
en sus comienzos, con form idable potencia luego. E n ese sentido,
M ontevideo m archa en pie de igualdad con respecto a las dos grandes
capitales del continente del pasado siglo: Río de Janeiro y Buenos
Aires.
De la existencia de la ópera en el U ruguay, hay un antecedente
muy curioso que se rem onta al año 1814. E n el inventario que se hace
en ese año en la biblioteca de la Casa de Comedias, aparece la p a rti
tu ra de la ópera “ El Curioso Indiscreto”, junto con o tras varias para
bailes pantomímicos y comedias.42 Desde luego que ello no autoriza
a pensar que esta ópera fuera dada con anterioridad en M ontevideo,
pero de todas m aneras queda la puerta abierta para un nuevo hallazgo
que pruebe su ejecución.
El verdadero precursor de la ópera italiana en nuestro medio es
el barítono M iguel Vaccani que ya en 1824 daba a conocer las p ri
m eras arias de Paisiello y de Rossini. En esa fecha llega a nuestra
capital la misión apostólica Muzzi integrada entre otros por el Ca
nónigo M astai F erretti, elevado m ás tard e al solio pontificio bajo el
nom bre de Pío IX. Don Francisco Juanicó les ofrece en su honor el
día 27 de diciembre una comida, en su quinta del M iguelete, a la que
asiste también el entonces Vicario Dám aso A ntonio L arrañ ag a, y he
aquí que a los postres según dice el cronista de la M isión: “dos compa
ñías de escogidos artistas de teatro, italianos, parte de Montevideo y
p arte traídos de Buenos A ires, a los que presidía el señor Vaccari,
tenor milanés de mucha estim a” 43 les hicieron oir arias de Rossini con
g ran agrado de la concurrencia, no tanto así cuando llegó el turno
a la bailarinas, por lo que la M isión M uzzi en pleno retiróse de in
mediato viendo en peligro la dignidad de sus hábitos.
E n esa oportunidad se cantaron las arias y dúos “ Nelcor piu
non mi sentó” , “ Di tanti palpiti, di tante pene” , etc.
M iguel Vaccani había nacido en M ilán alrededor de 1770 y si
guiendo el clásico itinerario le encontramos en Am érica por prim era
vez actuando en Río de Janeiro en 1822. Poco antes de esa fecha,
Vaccani era ya en E uropa un barítono de prim era categoría, al punto
de que Bretón de los H erreros en su célebre comedia “A M adrid me
vuelvo” , hace decir a su personaje Don B ernardo en la cuarta es
cena del prim er acto refiriéndose a la actividad teatral m atritense:
193
En 1833 volvió por sus fueros lí
ricos actuando por largos años. H a s
ta 1836 intervino con Justina P ia
centini en la Casa de Comedias de
Montevideo. U n hijo de Vaccani que
llevaba el mismo nombre de pila se
hallaba casado con Elisa Piacentini,
herm ana de Justina y cantante de re
nombre también. Pasó luego Vaccani
a Río de Janeiro y volvió a Buenos
A ires en 1838. Cuando estalló la Gue
rra Grande, Vaccani se estableció en
el M iguelete con las fuerzas sitiado
ras e intervino en algunas audiciones
del Circo Olímpico en 184944. P ° r fin,
al levantarse el sitio de Montevideo
fig. 48. —miguel vaccani, grabado pu- retornó a la capital y en su homenaje
deicsau°HbtoSdeTa ópefaTn Buenos Apres”2 Y beneficio la compañía de T eresa
Questa realizó un im portante con
cierto en el cual Vaccani cantó una escena y aria de la ópera “ El m aes
tro de Capilla” de Fioravanti y una cavatina de “ La Cenicienta” de
Rossini. E n esa oportunidad Vaccani declara haber sido uno de los p ri
meros cantantes italianos que pisó las tablas de la Casa de Comedias
y esconde su intervención en el Miguelete. Dice en el program a de
su beneficio: “ El grato recuerdo que tiene el beneficiado de las sim
patías y protección que siempre le ha prodigado en tiempos pasados
el jeneroso público de M ontevideo, lo ha animado después de trece
años de ausencia de este país a ofrecerle un espectáculo compuesto
de las siguientes piezas de canto. Si en la prim era época que dicho
a rtista tuvo el honor de presentarse en este teatro mereció la apro
bación jeneral de los concurrentes, se lisonjea que el público de M on
tevideo no dejará vanas las esperanzas de uno de los prim eros a rtistas
que cantó en estas escenas” 45
Al parecer su mímica era algo exagerada al punto de que desde
el periódico “ El Tiem po” de Buenos A ires de 1828, un crítico le ob
serva su actuación en “ E l Barbero de Sevilla” , con deliciosa severi
dad: “ Las gracias de un bufo tienen un límite fijo, que una vez tra s
pasado, es fácil que desagraden. P or ejemplo, el hacer caer al suelo
á D . Basilio, el cargarlo á cuestas para llevarlo adentro, el quitarle la
capa, el poner javon á D . Bartolo, hasta la frente, y el tirarle después
a la cara los paños de la barba nos parece que es llevar las cosas al
extremo, y rebajar la dignidad de lo bufo” 40.
Viejos cronistas nos hablan de su inform alidad en anunciar im
portantes conciertos y no aparecer a la hora del espectáculo, y de su
19 4
clásica figura que transitaba a las horas del sol por la calle del 25
de Mayo, de zapatillas de m arroquí y medias blancas, excentricidad
que chocaba vivamente con los hábitos discretos de los habitantes mon
tevideanos. Prim er barítono del Río de la P lata en la prim era mitad
del siglo X IX , su figura señera de cantante de alta escuela, llenó
toda una época en la historia de la actividad musical m ontevideana.
Retomemos el hilo de esta etapa de la historia de la ópera en
M ontevideo. D urante la década 1820 y 1830, la Casa de Comedias
fué el ámbito propicio para la entrada de esta corriente; prim ero
fueron simples arias y oberturas, en 1829 se intentaron las prim i
tivas versiones abreviadas y en 1830 se cantó la prim era ópera com
pleta. El 31 de julio de 1827 una Sociedad de Aficionados Franceses
ofrece una función a beneficio del H ospital de Caridad y en ella se
interpreta la “belle symphonie de E L B A R B ER O D E S E V IL L A ”
y durante los entreactos “on executera differentes Sym phonies”, en
tendida, desde luego, esta últim a palabra como O bertura de la ó p era.47
E n realidad la prim era tem porada organizada de música ita
liana fué la de 1829 y aún cuando no se llegó a can tar una sola ópera,
por medio de un sistema aplicado en todos los otros teatros del con
tinente, los montevideanos tuvieron noción aproxim ada de lo que era
esta form a musical. Ello consistía en e x traer de la ópera las arias,
dúos y coros — en una palabra, suprim ir los “ recitativos”— y darlos
seccionadamente e intercalados entre el subir y el b a ja r del telón.
V endría ésto a ser una versión de concierto de una ópera determ inada,
pero nunca puede hablarse de representaciones operísticas cabales por
cuanto faltaba precisam ente el elemento nuclear que era el desarrollo
de la unidad escénica. Es im portante insistir en este detalle porque
en algunas historias de la música en A m érica he visto adjudicar a
este tipo de representaciones el título de óperas. Si aplicamos de esta
m anera incorrecta tal calificación podríam os decir que por prim era
vez se dió en M ontevideo una ópera en 1824, cuando Vaccani realizaba
este tipo de audiciones. E n puridad de verdad, se da en Montevideo
una ópera completa recién en 1830.
En la tem porada de 1829, los herm anos Tanni dieron el 28 de
enero una selección de “El Barbero de Sevilla” de Rossini. Léase
esta descripción del program a y se aclararán las dudas a este resp ecto :
“ Continuará [anteriorm ente se había dado la comedia “ Las trav e
suras del am or” ] por las piezas de música vocal e instrum ental. La
farsa titulada E l barbero de Sez'illa. M úsica del célebre m aestro Ros
sini, compuesta de las piezas siguientes con sus recitados. Después de
la brillante Sinfonía seguirá la introducción de la célebre opera / A r i a :
Ecco ridente in Cielo: cantada por el Sr. M arcelo./ Canciones: Se
il mió nome saper voi b ram a n te ./ G ran dúo: Allidea de quel M etalo:
cantado por el Sr. M arcelo y el Sr. P a sc u al./ A ria : U na voce poco
fa : cantada por la señorita M aría
T a n i./ G ran dúo: Dunque io son
tu non m in g an i: cantado por la se
ñorita Tani y herm ano P ascu al./
G ran tem pestad, que d ará fin con
el muy acreditado Terceto Zitti,
Zitti, Piano, Piano, cantado por la
Señorita y los SS T an is.” 48
Los herm anos Tanni tienen
para la historia de n uestra activi
dad musical una trascendental im
portancia ya que fueron ellos quie
nes al año siguiente pusieron en
escena la prim era ópera que se
canto en Montevideo. H e aquí de
cómo llegaron hasta nuestra ciu
dad los precitados cantantes
El 25 de m arzo de 1824 se in
cendió el teatro de Río de Janeiro
y los cómicos y cantantes que en
TANNI,
aquellos tiempos actuaban allí, que
daron a disposición. Pablo Rosque-
llas, enviado a la sazón a Río por el eminente músico argentino José
A ntonio Picazzarri — tío de Juan Pedro Esnaola— contrató de entre
los cómicos cesantes a cuatro herm anos oriundos de Ita lia : Angela,
M aría, Pascual y M arcelo Tanni, para actuar en Buenos Aires du
rante la tem porada de 1824. Angela, soprano de co lo ratu ra; M aría,
soprano más bien dram ática: Pascual, barítono de extenso registro
y Marcelo, un evirado “ sopranista” que hacía las veces de tenor.
Angela Tanni se presenta por prim era vez en Montevideo el 31
de Enero de 1829: “por la prim era vez que la beneficiada se pre
senta ante este respetable público espera m erecer su indulgencia” . . .
P o r cierto que no fué m era indulgencia la que mereció del m ontevi
deano habitante, sino el más ardoroso entusiasm o hacia su voz y
también, justo es consignarlo, hacia su delicada persona. Su reper
torio eminentemente rossiniano, se elevaba de vez en cuando a las
alturas de un M ozart a quien interpretaba con exquisito donaire,
como quedó demostrado en su versión de Doña A na del “ Don Ju a n ”
m ozartiano que el 8 de febrero de 1827 se puso en escena en el co
liseo de Buenos Aires.
A ngelita Tanni intervino en Montevideo durante el año 1830 en
cuanto concierto lírico-instrum ental se ofreciera en la Casa de Come
dias, además de interpretar los papeles principales de cuanta ópera allí
se representara. Don Santiago Calzadilla nos tra e de ella este inte
resante recuerdo directo de su voz y presencia: “ En 1852 fui pre
196
sentado en M ontevideo a A ngelita Tani, casada como la W ilson, con
un distinguido caballero brasileño: mi amigo el señor Cunha, Ge
rente del Banco M auá en aquella capital. No habiendo cantado la es
truendosa música de Verdi, no había sufrido alteración ni detrim ento
alguno su voz; y era un placer oiría a sus 44 años, con una voz en
teram ente perfeccionada por la m aestría que dan los años en una
g arg a n ta privilegiada y cuidada”.49 E n “ La N ación” de M ontevideo
del 23 de diciembre de 1859, el nom bre de doña Angela Tanni de
Cunha aparece en la Comisión de Señoras de la Sociedad de Bene
ficencia creada por M aría Agell de H ocquart. H a sta el advenim iento
de Adelina P atti, no se oyó en M ontevideo una tal m anera de cantar
ni una voz de tan prim igenia pureza.
U n viajero inglés que la oyó en Buenos A ires alrededor de 1824,
a firm a que era contralto: “tiene una herm osa voz de contralto; sus
notas bajas son muy poderosas y algunas producen g ran efecto en
un trío de “Isabel, reina de In g la terra ”. 50 Sin em bargo las partes
por ella interpretadas tanto en M ontevideo como en Buenos Aires,
era de “ soprano ligera”. Quizá la confunda con su herm ana.
E n los prim eros días del mes de M arzo de 1831 m urió su prim er
esposo y A ngelita retiróse unas semanas de las tablas para volver a
p resentarse nuevamente el 13 de mayo de ese año y p ara caer en
ferm a de inmediato y dejar el escenario m ontevideano junto con sus
herm anos, en setiembre.
M aría Tanni era, al decir de los cronistas de antaño, de lindas
facciones, bella figura, alta y espigada, pero in ferio r a su herm ana
como artista. E n 1830 estuvo en Buenos A ires y retornó al año si
guiente a M ontevideo donde tuvo destacada actuación.
Pascual Tanni era un barítono discreto que siempre fué ensom
brecido en los escenarios rioplatenses por la im portante fig u ra de
su misma cuerda Miguel Vaccani. Pascual poseía no obstante un
extenso y lleno registro que le perm itía desem peñarse ya como b a rí
tono, ya como bajo, aún cuando su tim bre fu era de lo primero.
Marcelo Tanuí. L a fig u ra de M arcelo constituyó un apasionante
tema de conversación ciertam ente escabrosa en aquellos tiempos. E ra
un “c astrato” cuya voz se desenvolvía en el registro de soprano con
toda comodidad. C orría en torno suyo, a media voz, una negra le
yenda acerca de un evadido del coro de la Capilla Sixtina a quien
habían m utilado de niño a la usanza de aquellos célebres favoritos
de corte del siglo X V I. P or m ás que Calzadilla nos diga de él que
“ era u n . . . A belardo escapado de la Capilla Sixtina, título sobrado
para cantante de prim er orden” , lo único concreto que acerca de ello
sabemos en puridad de verdad, si es que la expresión de Calzadilla
no es figurada, era que podía cantar, pero de falsete, a una altu ra
desacostumbrada, que en 1800 hacía ya varios siglos que la Iglesia
Católica había condenado severamente esa b árb ara m utilación, y que
197
los modales de M arcelo al igual que los de su herm ano Pascual — con
su hom bruna voz de barítono bajo— eran afem inados en dem asía. . .
Los Tanni tuvieron en el Río de la Plata una misión necesaria
que cumplir. E n el año 1825 dieron en Buenos A ires la prim era ópera
completa que se vió y oyó por estas regiones: “El barbero de Sevilla” ,
en colaboración con Miguel Vaccani y dirigida por Santiago Massoni,
sobre quien hablaremos luego, el cual tres años antes había ofrecido
un concierto en la Sociedad Lancasteriana de M ontevideo. E n nuestra
capital, los Tanni pusieron tam bién en escena por prim era vez una
ópera completa: “ El engaño feliz” . H asta su llegada a ésta no se
sabía sino de trasvasadas referencias lo que era una ópera. Ellos
m ontaron con cierta propiedad casi todo el repertorio rossiniano. Bien
es verdad que italianizaron excluventem ente la atm ósfera musical rio-
platense, pero de todas m aneras cumplieron denodadam ente un des
tino cultural que se hallaba en vigencia en 1830 en la culta P arís, en
la culta Viena, en la culta Londres y desde luego en la culta Roma.
La prim era m itad de 1829 se halla cubierta por la Compañía
Tanni y la segunda por un conjunto de cantantes integrados por M ar
g a rita Caravaglia, T eresa Schieroni, A gustín M iró, Domingo Piz-
zoni, Joaquín Vettali y los esposos Foresti. Estos intérpretes con
tinuaron con el sistema de la miscelánea musical hasta bien entrado
el año 1830 y fueron preparando el ambiente p ara el retorno de los
herm anos Tanni que en ese año iban a dar la prim era ópera com
pleta. Su pasaje por nuestro escenario aunque fué veloz dejó sin em
bargo un agradable recuerdo. El conjunto precitado se embarcó luego
p ara Buenos A ires y pasó de inmediato a Chile, disolviéndose en su
g ira por el Pacífico. H e aquí las referencias biográficas de estos
c a n ta n tes:
L u is Foresti y Sra. — Luis Foresti era un barítono italiano n a
cido en Bérgam o que actuó en la tem porada de 1829 y permaneció
muchos años como profesor de canto y piano.51 E ra su especialidad
el Fígaro de “ El B arbero de Sevilla” cuya célebre rom anza cantaba
en cuanto se le daba la m enor oportunidad p ara ello ; dijo al respecto
un crítico musical de la época: “ Solo un g ran m aestro podría haber
concluido el a ria del Barbero de Sevilla al tiempo y aire que la cantó
el Sr. F oresti”. 52 Su esposa M aría Fratellini de Foresti, era una so
prano de discreto m érito; voz pequeña pero segura técnica. En 1830
le cupo interpretar los papeles de Isaura en el “Tancredo” y de El-
m ira en el “O telo”.
A gu stín M iró era un tenor de ciertos m erecimientos que en 1830
cantó junto con la Caravaglia y la Schieroni. Dijo de él un crítico
de “ La G aceta” del 29: “ el señor M iró hace tiempo que tiene reco
gidos los testim onios del público respecto á su m érito” .
Dom ingo Pizsoni. — Bajo cantante con escasos conocimientos
solfísticos. En M ontevideo interpretó un aria de Pacini y varios tro-
198
s
1
ü
‘ 99
zos del repertorio rossiniano. Llegó a ésta en agosto de 1829 y se
despidió de nuestro público el 13 de febrero del año siguiente. En
Santiago de Chile unos meses más tarde, despertósele un secreto afán
de director, dem ostrando en varias oportunidades un irascible genio.
En las arias bufas al estilo de la época, parece ser que alcanzaba su
plenitud, pero he aquí que dióle por m ontar una suerte de ópera en
serio, nada católica, por lo que don A ndrés Bello el insigne autor
de la silva a “L a agricultura de la zona tó rrid a ” le amonestó públi
cam ente: “ Pizzoni y Betali que tanto divierten en los papeles de una
fam iliaridad anim ada y festiva, se hallan fuera de su elemento en
lo heroico”. 53
Margarita Caravaglia. — Contralto y pianista italiana. Su arte
m enor de cantante se le festejó mucho tiempo en ambas m árgenes
del Plata. De ella nos queda una referencia de época por demás su
g estiva: en “ La G aceta” de Montevideo aparece éste uno de los p ri
m eros conatos de crítica musical en nuestro am biente: “ La señora
Gazabalia [se refiere a la C aravaglia], aunque de voz menos fuerte
y extendida, cantó con tan ta precisión, actividad y buen método que
á todos agradó, acreditando á los intelijentes ser una buena pro fe
sora. Su actuación además, es noble y se presentó con elegancia y
riqueza”. 54
E n febrero de 1830 partió para Chile presentándose en San
tiago el 26 de abril del mismo año. H izo allí las veces de tenor en
varias oportunidades.
Joaquín Vettali. — E ra un bajo cantante, italiano de naciona
lidad, de “prim o cartello” a la usanza de la época. De ello es feha
ciente testim onio este artículo firm ado por “ Unos que piensan en
tender algo en esas m aterias” aparecido en “ La Gaceta” del 21 de
agosto de 1829: “ Su voz aunque en estado de debilidad, por la indis
posición de que acaba de recobrase, es herm osa extensa flecsible, muy
trab ajad a y sujeta á las reglas del arte. Su acción es noble y muy
propia de un bajo cantor. E n cualquier teatro de Europa sería esti
mado, y en los nuestros debe serlo mucho m ás”. A ún quitando este
último intento de coacción a la libre opinión del montevideano de
aquel entonces, el artículo es sugestivo.
Teresa Schieroni. — Contralto italiana que actuaba invariable
mente con M a rg a rita C aravaglia, curiosa am istad escénica que se
prolongó al través de muchos años, ya en Río de Janeiro, ya en M on
tevideo, ya en Buenos Aires, ya en Santiago de Chile. E ra una g a
rrid a buena moza de g ran prestancia y m agnífica voz de contralto,
ágil y llena. De entre las loas tejidas en torno a su arte, quiero des
tacar ésta publicada en “ La G aceta” el 21 de agosto de 1829: El
metal y torrente de la voz de la prim era de estas señoras [la Schie
roni] causaron sorpresa por parecer estraños á su secso pero no
fueron desagradables, sino que su propia lijereza y flexivilidad, la
200
insinuó de tal modo á los oyentes que llenó el gusto de todos y obligó
con razones á los más extensos aplausos. No contribuyeron poco á
m erecerlos, su expresión, posesion de teatro, y elegancia con que
se presentó”.
201
se asociaron a este júbilo, po
niendo en escena el “Tancre-
TEA TRO . do ó sea El libertador de la
G R A N F U N C IO N E X T R A O R D IN A R IA . p a tria ”, de Rossini, que in
Hoy Viernes 14 del corriente. terp retaro n los tres herm anos
Tendrá el honor la compañía Tani de servir al T anni, la Señora de Foresti y
espetable público con la opera en dos actos
tulada— un tal M anuel V izente que des
EL ENGANO FELIZ de las columnas de “ El U niver
sal” del 20 de setiembre hum il
F l triunfo de la Inocencia. demente expresa que como “por
Los señores abonados serán preferidos ha prim era vez sale al teatro, es
la hora de costumbre. A las 7 ^
pera que el respetable público
le dispensará su indulgencia”.
Su nom bre no vuelve a surgir
m á s : por lo visto el público no
le expresó m ucha indulgencia...
E n este estado de novedades continúa la tem porada, hasta que
una noble rivalidad artística perm ite hacer oír una obra m aestra de
Rossini: su “ Otelo”. El 22 de junio, Juan Aurelio Casacuberta, re
cién llegado de Río de Janeiro, pone en escena la adaptación fra n
cesa del “O telo” de Shakespeare, realizada por Ducis y malamente
traducida al castellano por La Calle, donde se substituía a Desdé-
mona por Edelm ira, y a Yago por Pezzaro.
V eintiún años más tarde, en 1841, Sarm iento, que escribía por
aquel entonces para “ El M ercurio” de Santiago de Chile, nos trae
una jugosa nota sobre la versión de esta obra que oyera al mismo
C asacuberta en el teatro de la capital chilena: “ La representación del
Señor C asacuberta ha sido feliz, terrible hasta poner miedo en los
espectadores dos o tres veces i jeneralm ente bien desempeñada en
cuanto a la mímica, que es tan intelijente, tan expresiva i tan deli
cada en esta actor”. 55
El éxito de esta función en la que se ofrecía a la postre un “Otelo”
de tercera mano, incitó al grupo de cantantes que encabezaban los
Tanni, a b rindar una versión operística del mismo asunto.
Como por aquel tiempo había llegado un cantante de la talla de
Pablo Rosquellas, m ontaron el “Otelo” de Rossini con alta propiedad.
En esta p a rtitu ra que apenas hacía 14 años se había estrenado en
E uropa, Rossini suprim ió los recitativos sobre el “basso” de clave y
obtuvo una m ayor cohesión musical en su estructura. El músico cru
zaba el apogeo de su gloria: en ese mismo año de 1816 había dado a
conocer entre rechiflas y aplausos su “ B arbero” .
Algunos toques audaces en la instrum entación siempre feliz del
“cisne de P essaro” y la innovación de haber suprim ido el recitativo
convirtieron su “ Otelo” en una de las obras más interesantes de la
202
ópera bufa italiana (pese a su trágico asunto) del comienzos del
siglo X IX .
Su estreno para M ontevideo se anuncia el 18 de octubre, pero
habiéndose enferm ado la Sra. Foresti, recién el 25 del mismo mes se
puede poner sobre tablas con toda propiedad. El reparto en aquella
ocasión fué el siguiente:
203
ni, nuera de M iguel Vaccani y herm ana de Justina, actuó en el teatro
de M ontevideo desde 1832 hasta la G uerra Grande.
Justina Piacentini había llegado de Italia a Río de Janeiro en
julio de 1828 actuando en el T eatro de San Pedro de A lcántara de esa
ciudad junto con su padre Fabricio y sus dos herm anas Elisa, so
prano distinguida y Carolina bailarina de cierto renom bre.59 Fabricio,
conocidísimo bajo cantante en Italia fallece en Río de Janeiro el 13 de
noviembre de 1829 después de haber estrenado en ésa ju n to con sus
hijas “ La urraca ladrona” y “ La Cenicienta” de Rossini.00 E n 1832 los
herm anos Tanni a la sazón en Río incorporaron a su compañía a Ju s
tina y le incitaron a que visitara el Río de la Plata donde tantos triunfos
habían tenido ellos. Al parecer el diario “ British Packet” de Buenos
A ires “había anunciado que los herm anos Tanni, que estaban en Río
de Janeiro, tenían en su compañía una signorina zitella (so ltera) que
habría de deleitar al público de Buenos A ires cuando éste la viera, en
razón de il suo cantar che nelV anima si sente: “ i la cual señorita
soltera se llamaba Giustina Piacentini i era mui herm osa”.61
Piacentini actuó en Buenos A ires durante el mes de abril de 1832
y al siguiente pasó a M ontevideo radicándose definitivam ente en
n uestra capital. El 8 de mayo de 1832 ofreció en nuestra Casa de Co
medias su prim era audición de canto y los elogios de la prensa le
acom pañaron desde el día siguiente hasta el fin de su actuación pú
blica, diez años más tarde. Dijo en ocasión de su debut el crítico de
“ El U niversal” : “ El crédito que ha precedido el arribo de la Sra. P ia
centini á esta Capital, establecido desde mucho ántes en los teatros
de otros países, y especialmente en el de la Corte del Brasil, deja poco
que hacer a la pluma que intente tributarle ahora un nuevo elogio.
Felicitamos á los am antes de nuestro teatro lírico, por la adquisición
con que acaba de enriquecerse, y deseamos que el público, que en la
noche de ayer se ha m anifestado tan justo en aplaudir el mérito,
acuerde á la nueva compañía la protección necesaria p ara conservarla
y de la que ha acreditado ser tan digna. El Sr. Vaccani y demas ac
tores que han tenido parte en aquella función, no necesitan nuestros
débiles elogios” . 02
La im portancia de la figura de Justina Piacentini en nuestro
escenario está determ inada por el hecho de haber sido justam ente
ella la que apresuró el conocimiento del repertorio rossiniano y fa
cilitó el tránsito hacia otra edad de la música italiana: a la edad
de Bellini y Donizetti etapa interm edia entre Rossini y Verdi. Ella
m isma nos lo va a decir en uno de los program as de su función de
beneficio del 26 de junio de 1833 en esta deliciosa y arcaica prosa:
“ Debo notar al respetable público que el papel que en este rondó
desempeño. Rondó final de la ópera “El P ira ta ” de Bellini, repre
senta á una esposa delirante y frenética, que cree le han asesinado
204
su querido esposo. Ademas la música de este Rondó y la de la p ri
m era parte pertenecían al noble rival de Rossini nuestro Bellini que
hoy se honra en Europa con sus dignos laureles” .03
H a sta m arzo de 1839 actúa sin interrupción en nuestro teatro.
En junio de ese año se presenta en Buenos Aires dando a conocer
allí por prim era vez el 27 de julio la fam osa aria de la ópera “ N orm a”
de Bellini “C asta D iva”. Cuando estalla la G uerra Grande, Justina
vuelve al U ruguay y al poco tiempo abre un conservatorio musical
en el Cerrito. E sta es la tradición fam iliar al respecto. En puridad
de verdad ello no ha quedado registrado en documento público al
guno. Lo único que perm itiría deducir esto sería el hecho de que los
Vaccani, sus parientes próximos, actuaron en varias oportunidades
entre los sitiadores como queda comprobado en los anuncios de “ El
defensor de la independencia am ericana” 04 de 1849.
Francisco Acuña de Figueroa, el infaltable en las grandes opor
tunidades, cantó a su arte lírico — y tam bién a su belleza a fu er de
galante— en aquellos m emorables versos que publicara en “ El P a r
naso O riental” y que term ina así:
206
ficio de los hospitales de sangre realizó en el térm ino de un año cerca
de veinte conciertos y en el transcurso de la g u e rra que duró casi
nueve años se brindó generosam ente para cuanto festival de benefi
cencia se organizara.
U na vez levantado el sitio se incorporó a los elencos que llegaron
los años 1852 y 1853 como profesional en papeles secundarios.
R afael L u cei y sus hijas Carmela y Manuela llegaron a M onte
video en setiembre de 1845. R afael había nacido en T rieste y tenía
a la sazón 58 años según se establece en el “ Registro de Individuos
que solicitan Pasaporte”, publicado periódicam ente en los diarios de
la época.65 D urante su perm anencia en M ontevideo estrenó además
varias canciones españolas, portuguesas y brasileñas que había com
puesto, y fué llamado por el Gobierno para intervenir en el concurso
para la música del Him no Nacional abierto en 1845 y cuya substan
ciación nunca se pudo saber. E n tre sus más conocidas cavatinas se
destaca “ Salid suspiros míos” , en castellano. En la función cumplida
el 24 de enero de 1846 en hom enaje a los M inistros de las Potencias
Interventoras estrenó un H im no Italiano. Cantó num erosos trozos de
Cimarosa, Donizetti, etc., y acompañó al piano-forte, en el cual era
distinguido ejecutante, a sus hijas M anuela y Carmela, dos sopranos
de bellísima voz, especialmente la prim era, de “colo ratu ra”.
Así, pues, este período, vacío en cuanto a representaciones de
ópera fué extraordinariam ente fecundo en cambio desde el punto
de vista instrum ental. Los grandes conciertos de Sivori realizados
en 1850 nos dem uestran esta aseveración. Pero ello es tem a del p a rá
g rafo dedicado a la música instrum ental y su expresión al través de
los conciertos.
io. Los p r o l e g ó m e n o s d e l T e a t r o S o l í s (1852-1856). — F i
nalizada la G uerra Grande, la actividad operística se robustece g ran
demente. Habíam os dicho que cuatro días después de la firm a del
tra tad o de paz se había vuelto a escuchar una ópera completa en el
T e a tro de Montevideo. Efectivam ente, el 12 de octubre de 1851 la
compañía encabezada por T eresa Questa había puesto en escena
la ópera de Bellini “ Beatriz de Tenda” con g ran éxito. A p a rtir de
entonces, llegan lentamente las grandes compañías y vuelve a reinar
o tra vez la g ran expresión italiana del siglo X IX en nuestro medio
ambiente. Las tem poradas se suceden en este orden: en 1851 actúa
la Compañía de T eresa Questa, en 1852 y 1853 la de Ida Edelvira con
juntam ente con la de E nrique Rossi G uerra y Eugenio Luisia que
cubre las tem poradas de 1852-1853 y 1854; desde 1855 hasta la inau
g uración del T eatro Solís, la de Sofía V era Lorini.
Teresa Questa se presenta por prim era vez en M ontevideo el 12
de octubre de 1851, el mismo día en que A ndrés Lam as firm a los
cinco tratados con el Brasil. D a a conocer la ópera completa de Be
llini “ B eatriz de T enda” conjuntam ente con Federico T ati, A lejandro
G arcía y Dolores H ernández. E l director de orquesta era el M aestro
P arodi y las escenografías habían sido realizadas por Pittaluga. U n
cronista musical de la época nos trae este recuerdo de su actuación:
“L a Señora Questa, que desempeño el papel de Beatrice pertenece
a una buena escuela, su estilo es correcto y de buen gusto. P o r lo
que ella ejecuta en la escena, comprendemos que sus conocimientos
musicales no se lim itan á lo que se ve, y que si su voz tuviese mas
estension y mas fuerza ella tendría capacidad y alm a p ara ofrecernos
o tras bellezas”.00 Con respecto a sus colaboradores el mismo cronista
a g re g a : “ El Sr. T ati, prim er tenor no ha desmentido la fam a que le
había precedido. Sabíase que era un a rtista de m érito, que á la
m aestría y gracia del canto, unía alm a e intelijencia del papel que re
p resenta; sabíase que tenia posesion de la escena y que su mímica
siem pre inspirada por la situación en que se encontraba. Sabíase todo
esto y se vió verificado en las dos veces que cantó. Así fué que el
publico le demostró que su aparición en las tablas es siempre deseada.
N otóse que en las cuerdas bajas, que mas se acercan á los barítonos,
el Sr. T ati despliega con m ayor fuerza su voz, y que entonces satis
face mas. El Sr. G arcía ha cantado m ejor en esta ópera que en o tra
ocasion en este tea tro ; su voz ha parecido mas entonada y agradable.
L a señorita H ernández en el papel de Agnese, cooperó al éxito de la
ópera, y debe decirse que sus esfuerzos son bien recibidos del público.
L a orquesta y coros, susceptibles ambos de m ejoras, merecen un elo jio ;
aquella g racia al empeño é intelijencia del Sr. Parodi, llenó bien su
parte, aunque si no nos equivocamos, con mas exactitud el domingo.
Lo mismo nos han parecido los coros en ciertas p artes”.
208
r f f p v i w i
^ irillíu ;
Fig. 54. — EL TEATRO ^SOLIS en la época de su inauguración; dibujo de Roesler, impreso por
209
T eresa Questa cumplió el destino de haber estrenado para Mon
tevideo “ Beatriz de Tenda” y “Gemma de V erg y ” , dos óperas de Be
llini, hoy prácticam ente retiradas de su repertorio — del cual se co
nocen universalm ente “ La Sonám bula” y “N o rm a”— pero ejemplos
acabados de la tierna y pura melodía del m aestro italiano desaparecido
a tem prana edad.
Ida Edelvira fué quizás la figura más preponderante del lustro
previo a la inauguración del T eatro Solís. Debuta en M ontevideo el
6 de enero de 1852 en una miscelánea vocal. El público entusiasm ado
solicitó varias repeticiones de los núm eros que figuraban en el pro
gram a, iniciándose así en nuestro medio la costum bre de solicitar “bis”
que ha llegado hasta nuestros días. Oigamos al cronista del “ Comercio
del P la ta ”, “ Todavía duraban las g rata s impresiones de la noche
a nterior en el inmenso auditorio que tuvo la Sra. Ida. Su triu n fo fué
completo ; la concurrencia era mui num erosa, los aplausos mui repe
tidos; cosas ambas que prueban la buena acój ida que reserban á la
a rtista del mérito. Creemos que es un modo mui duro de dem ostrar
aceptación el pedir repetición de uno y dos trozos que hayan sido bien
ca n ta d o s; reconocemos en esa demanda imperiosa, la voluntad tiránica
de un auditorio entusiasm ado, pero creemos que debe m oderarse el
uso de un derecho que alguna vez puede haber razón para no satis
facerlo” .07
Ida Edelvira dió a conocer en prim era audición para M ontevideo
las óperas “ N orm a”, “ La Sonám bula”, “ Los P u ritan o s” y “ El P i
ra ta ” de Bellini, “E rn a n i”, “Nabucco” y “ Los dos Foscari” de Verdi,
“E lixir de am or”, “ Linda de C ham ounix”, “ La h ija del regim iento”,
“ Don Pasquale” y “ Belisario” de Donizetti, “ El Ju ram en to ” de M er
cadante y “L a novia corsa” de Pacini.
Enrique R ossi Guerra era la figura principal de la Compañía
L írica Italiana que integraban además en 1852 las prim eras sopranos
Rosa Olivieri de Luisia y A ngelina Ghioni, el prim er tenor Joaquín
Dordoni, los prim eros barítonos Eugenio Luisia y José Olivieri, el
bajo profundo Pedro F igari y la com prim aria Carolina Lanzani ; el
m aestro concertador de esta compañía era Lorenzo M ontersino y el
apuntador, escenógrafo y “segundos papeles” Antonio Casanova.
Su voz de registro tenor, era de una dulzura y fu erza a la vez
realm ente tocantes. Perm aneció en M ontevideo por espacio de dos
años dando a conocer en su com pañía: “ Capuletos y M ontescos” de
Bellini, “A tila”; “ Los M esnaderos”, “ Los lombardos” y “ Luisa M iller”
de Verdi, “ C lara de R osenberg” y “ M arino Faliero” de Donizetti, etc.
A fines del año 1854 dejó para siempre M ontevideo y después
de actuar en Buenos Aires, Santiago de Chile y Lima se radicó en
Bogotá, falleciendo allí a edad avanzada como modestísimo ja rd i
nero público. Según una crónica deliciosa del escritor colombiano
Laureano García O rtiz que alcanzó a conocerlo cuando Rossi G uerra
210
cuidaba en un jardín de aclimatación a una pareja de dromedarios,
el anciano tenor recordaba sus viejos buenos tiempos, “Aquí como
me ven ustedes, cuando yo entonaba aquí en el Coliseo, el aria final
de tenor en Lucía L am m erm or; T u che a D io spiegasti. . . las más
lindas m uchachas de Bogotá lloraban a lágrim a viva. Y cuando el
ventrudo tenor, con la copa en la mano con voz cascada pero ento
nación impecable, nos cantaba el aria rom ántica, de sus ojos azules
se desbordaban las lágrim as. En tal momento, por la parte más alta
de la enredadera asomaba la cabeza descarnada y lastim osa del dro
m edario”.68
S o fía Vera Lorini y Elisa Biscacianti. Sofía V era Lorini, la
soprano que inauguró el T eatro Solís había actuado en Montevideo
desde 1855. A su denodada ac
tuación le debemos el estreno de
.Vw¡* “ Rigoletto”, “ La T ra v ia ta ” y “ El
T rovad o r”, de Verdi. Fué ella la
que impuso definitivam ente el re
pertorio de este compositor en
nuestro medio ambiente. Sin em
bargo en medio de su radiante
actuación le salió al paso o tra fi
gu ra de singular y extraño pres
tigio: Elisa Biscacianti, (Boston,
1824-París, 1896) una soprano
nacida en los Estados U nidos de
N orteam érica y que llegó al Plata
en la misma época precedida de
enorme fam a. Inm ediatam ente el
^VERA^LORIN] ambiente montevideano se abrió
en dos bandos y se originó una
disputa que alcanzó caracteres
violentísimos. H e aquí una sabrosa relación y com entario de este in
cidente ocurrido en julio de 1855 al través de uno de los parciales
de Sofía V era L orini: “ P a ra apreciar bien el sacrificio impuesto al
público por la Sra. Biscacianti es necesario haber oído á la Sra. Lo
rini la noche después del estreno de la prim era. L a Lu cia y el T ro
vador estas dos creaciones divinas, entregadas á la interpretación
de las dos artistas han m arcado perfectam ente la diferencia que hai
entre ellas: la una, modesta, simpática, abriendo su camino sin es
trépito y sin cabala y que ha llegado á ser el ídolo de su público
á fuerza de m érito y de talento; la otra, que recorre á la m anera de
meteoro terrible los teatros am ericanos levantando tem pestades y
conjuraciones, identificándose con las pasiones violentas de los p a r
tidos locales, esplotando los odios, la curiosidad y los bolsillos, to
211
cando todos los resortes, interesando todas las influencias p ara o fre
cer en el momento decisivo, (sic) un espectáculo doloroso cuando
menos, ya que el respeto por su sexo no perm ite la clasificación que
debería dársele”.
“ La Lucía de la Biscacianti, m utilada y transportada, a rra s
tra d a al fango de una interpretación mecanica, producto de una es
cuela sin estética, no es por cierto la Lucia de la Persiani ni la de
Ida Edelvira. L a obra preciosa del autor de los M ártires fué p ro fa
nada, envilecida por la que singularizándose se ofreció como el astro
m atutino del arte americano “ Pobre a u ro ra ”.
“L a Sra. Biscacianti en una criatu ra débil, estéril, buena á lo mas
para repetir en el seno de la reunión doméstica las impresiones que
van pegadas á las notas de una música fácil pero insuficiente á tra
ducir el d ram a; a lanzar en medio de la pasión del poeta y del mú
sico aquellos écos que sublevan el corazon del público, por que su
organo y su arte son incapaces. D otada de flacas cuerdas, su g a r
g anta no es aquel instrum ento precioso que recorre adivinando todas
las exigencias del oido y su arte, falso, postizo, no traduce la situación
que intenta re tra ta r; su g a rganta saltaría en pedazos antes de pro
ducir una de aquellas notas redondas, llenas y apasionadas de la
P retti, y su mímica exigiría una rejeneración del individuo para d a r
nos la impresión que nos produce un solo gesto, una m irada, un solo
movimiento de la Sra. Lorini”. 69
No se crea demasiado no obstante en esta violenta crítica, vi
ciada de parcialidad. Elisa Biscacianti, aunque de distinto género
que la V era Lorini, era una soprano brillantísima. A m anera de con
tra p a rte a esta diatriba oigamos lo que nos dice de ella un poeta
distinguidísim o, Luis Dom ínguez:
A Elisa Biscacianti
212
Elisa Biscacianti era nieta del famoso compositor Jam es H ew it,
uno de los precursores de la música culta en los Estados U nidos e
integraba una extendida fam ilia de ejecutantes y compositores sobre
la cual John Tasker H ow ard en su divulgada historia de la música
estadounidense “O ur A m erican M usic” (3.a ed. New York, 1946)
se ha extendido en largas páginas. Llamábase Elisa Ostinelli y su
padre, el Conde Biscacianti, era un excelente violinista.
Su paso por Montevideo, fué realm ente fugaz. Cumplidas unas
pocas funciones dejó el campo libre a Sofía V era Lorini quien cerró
el período que va desde la conclusión de la G uerra G rande hasta la
inauguración del T eatro Solís y abrió etapas de esplendor de la ópera
italiana en el lujoso recinto del nuevo
coliseo.
11. La i
tro S o lís . — L a inauguración del T ea
tro Solís tiene p ara la historia de nues
tra cultura musical el significado de la
culminación de una etapa y de la aper
tu ra hacia o tra nueva, de parecidas ca
racterísticas, que perduró por espacio
de medio siglo. Fué levantado única
m ente como templo al arte lírico italiano
del siglo X IX . Sus orígenes hay que ir
a buscarlos en las prim eras representa
ciones operísticas de 1830. Cuando la
ópera italiana sienta sus reales en el
año en que se j u ra nuestra prim era cons
titución, ya comienzan a levantarse vo-
f ig .56.—e l i s a b i s c a c i a n t i , grabado ces pidiendo un escenario de m ayor
ria^íe'nuestros1v>iejo<sCteatros”,3 pig.^146* amplitud y m agnificencia que el de la
vieja Casa de Comedias.
Dos mil quinientas personas y aún más (p ara ser precisos las
localidades eran 1584) podía albergar en su ámbito suntuoso de una
acústica perfecta, y el 25 de agosto de 1856 se abrieron por prim era
vez sus puertas.
La Compañía que encabezaba Sofía V era Lorini form ada en
Buenos A ires fué la encargada de m ontar la función de su apertura.
Desde las 6 de la tarde, una banda de música instalada en la
plazoleta del teatro, hería el aire con el juego de sus trom peterías.
El boletero Soria poco trabajo había tenido en ese día ; vendidas ya
todas las entradas desde bastante tiempo atrás, su ventanilla se ha
llaba defendida con el clásico letrero “ No hay m ás localidades”.
A las siete y m edia se abrió la puerta lateral junto a la bole
tería que correspondía a las localidades de cazuela y paraíso (la puerta
213
hoy dedicada al paraíso no estaba aún habilitada) y unos m inutos
antes de las ocho, hizo su entrada el Presidente de la República a la
sazón don Gabriel P ereira recibido en la puerta principal por los
miembros de la Comisión Directiva Juan Miguel M artínez, Antonio
Ríus, Javier A lvarez, Joaquín E rrasquín, José M aría Esteves, Jaime
Illa V iam ont y Pablo Duplessis.
A las ocho horas en punto de la noche se levantó el telón y la
compañía en pleno entonó el H im no Nacional, cuyo solo cantó Sofía
V era Lorini.
Acto seguido levantóse en medio de la platea H eraclio J. F ajard o
y comenzó a recitar las Octavas de Francisco A cuña de Figueroa
dedicadas a la inauguración del teatro:
Salve, Pueblo O r ie n t a l...! Con ufanía
Tu Teatro magnífico inaugura,
Joya monumental de gran valía,
En mármoles, dorados y esculturas;
Digno templo del canto y poesía
Donde fama y aplausos aseguras:
Bello y sublim e el interior contemplo!
Y grandioso el peristilo del templo.
214
215
A los vibrantes si que asaz calurosos versos, el Jefe Político don
Luis H e rre ra tra jo un poco de m unicipal cordura leyendo una pieza
breve y seria sobre la ap ertu ra y acto seguido Octavio Lapido pro
nunció otro discurso patriótico que al decir de un cronista que asistió
al estreno “ofreció dos inconvenientes: el de ser algo extenso, y el
de haber el orador perdido la ilación al pronunciarlo”.
Nuevo discurso de Juan José B arboza redactor en Jefe de “El
N acional” y por fin la esperada ópera: el “ H e rn a n i” de Guisseppe
Verdi con libreto de Francesco Piave sobre el dram a homónimo de
V íctor H ugo, la quinta ópera del compositor italiano estrenada en
Venecia el 9 de m arzo de 1844 y comienzo de su carrera universal.
Su reparto en esta oportunidad fué el siguiente:
Doña E lv ira ..................... S o fía V e ra Lorini (soprano)
Ernani ................................ Juan Comoli (ten or)
Carlos V ............................ José Cima (barítono)
Don Ruy Gómez ............. Federico T atti (b ajo )
Ricardo .............................. A ngel Chiodini (ten or)
Juana ................................ Josefina T atti (medio-soprano)
lag o ..................................... Pablo Sardou (b ajo )
216
sica de cám ara está representada en los cuartetos de aficionados que
tienen su resonancia en los salones sociales.
Pero más tarde vendrá la docencia técnica de la Escuela N a
cional de A rtes y Oficios y el ciclo de los grandes conservatorios.
H a sta ese entonces el ejercicio y el goce de la música quedará
reducida a la m anifestación operística que, nacida alrededor de 1830,
va a cumplir su apogeo desde la fundación del T eatro Solís en 1856
hasta los um brales del siglo XX.
217
E l crítico m usical del ‘‘Comercio del P la ta ” comentó su actua
ción en M ontevideo con estas exaltadas palabras: “E n el Trovador,
el tenor empieza cantando tra s de la escena, sin que ninguna circuns
tancia sirva para preparar su entrada ó favorecerla: m ientras que
hasta el tercer acto el papel ó el rol de la G itana oscurece enteram ente
el suyo. Asi Tam berlick que m antenía su injenio impaciente y cau
tivo le ha soltado las riendas y m ostrado el espacio cuando el maes-
tro V erdi le ha abierto tam
bién la c arrera en su p a rti
tu ra : entonces se lanzó esa
voz pu ra y sonora, suave y
dolorida, poniendo en cada
palabra una voluntad y una
lágrim a; jugando con las di
ficultades mas prodijiosas del
a rte con la escala m isteriosa
de todas las pasiones hum a
nas. H asta ese momento el
público esperaba ansioso, casi
asombrado, porque habia ve
nido después de la fam a de
un milagro, y quería asistir
al m ilagro, como los napoli
tanos se atropellan cada año
en la fiesta de S. Janvrier
p ara m irar la sangre del san
to, que vuelva á correr en ese
día dentro el frasco de cristal
que la encierra; pero al instante mismo en que se m anifestó el por
tento artístico fué conmovida la reunión como un solo hom bre: el
aliento divino había tocado todas esas fren tes; cada uno de los es
pectadores se quedó encantado y aterrad o á la vez; en seguida, la
acción dram ática se desplegó ; el tenor se ha vuelto del cielo á la
tie rra y dejado caer inmóviles sus alas de águila. Y cuando su última
nota, cuando el último golpe de la orquesta dirijida con m aestría
por el Sr. C astagneri, que se ha form ado á su jenio y á su imajen, ha
espirado en el recinto del Solis, la concurrencia que se retiraba, hacia
recordar con sus olas y sus perturbaciones esa hora que viene des-
pues de la caida del viento y que no es la calma, cuando la mano de
Dios dirijiéndose á los vorájines del m ar, las m anda volver a á su
nivel” . . . 72
Veinte días permaneció en M ontevideo el célebre tenor y en
ese Ínterin ofreció seis funciones en el T eatro Solís: “ El T ro v ad o r”
(enero, 10), “ E rn a n i” (enero, 13), “ R igoletto” (enero, 20), “ El T ro
vador” (enero, 24), “ Luisa M iller” (enero, 27) y un concierto vocal
218
219
de despedida (enero, 30). Fué recibido en audiencia especial por el
Presidente de la República Gabriel A. P ereira y todo el pueblo mon
tevideano le rindió el m ás caluroso homenaje. Dos meses m ás tarde,
el 19 de m arzo retorna otra vez a nuestra ciudad; en ese entonces
acaba de estallar una terrible epidemia de fiebre am arilla; dos bene
m éritos ciudadanos mueren abnegadam ente combatiéndola; el Dr.
Teodoro Vilardebó y el Vicario Apostólico José Benito Lamas. Sin
haber podido concertar una nueva tem porada de ópera, Tam berlick
retorna a Buenos A ires a bordo de “El Pam pero” : “¿será por la fiebre
gástrica? ¿será por el precio doble de entrada que quería cobar?” ,
le pregunta el mismo cronista del “ Comercio del P la ta ”. P o r fin el
4 de junio pasa de largo por Montevideo, rumbo a Europa, después
de haber inaugurado el teatro Colón de la vecina orilla.
El resto de la tem porada de 1857 se desarrolla de la siguiente
m anera: en el T eatro Solís actúa la compañía de zarzuela española
dirigida por José Enam orado y encabezada por M atilde Duelos y Ro
sario Segura, y el cuadro de ballet integrado por los cinco herm anos
Rousset; en el San Felipe la compañía lírica de Em my L a G rúa y
Sofía V era Lorini ofrece en el mes de setiembre las siguientes óperas:
“ La F a v o rita ” y “ Lucrecia B orgia” de Donizetti, ‘N o rm a” de Be
llini, “ S afo ” de Pacini y “ El T rovador” de Verdi.
Em m y La Grúa soprano dram ática era una notable cantante.
Así lo reconoce la crítica m ontevideana con las siguientes palabras:
“ de la voz de la Sra. Lagrua, diremos es un m agnífico órgano, que
sin ser agudo, pertenece a los sopranos estensos, y ha sido trab ajad a
seriam ente en todas sus notas. El arte ha agregado á sus facultades
naturales una seguridad en la emisión de la nota, y m ediante un sis
tem a de respiración, la a rtista llega hasta m antener las últim as vi
braciones de esa misma nota por espacio de 38 a 40 segundos dism i
nuyéndola con toda la perfección posible, sin aflo jar ni un instante.
Las róndales y trinos son igualmente perfectos, y las notas bajas
revisten un tipo sombrío y profundo muy raro en la clase de voz que
posee la Sra. L a g ru a ”. 73
13. L a s o p r a n o A n a B i s h o p y e l t e n o r L u i s L e l m i e n 1858.
— C o n v u ls io n a d o el p a ís p o r la R e v o lu c ió n de lo s C o n s e r v a d o r e s en
los p r im e r o s m e ses d e 18 5 8 — qu e c u lm in a c on el d o lo r o s o h e ch o de
Q u in te r o s — la te m p o r a d a m u s ic a l se in ic ia re c ié n en el T e a t r o S o lís
a m e d ia d o s de ju n io con u n a a u d ic ió n d e la c éle b re s o p r a n o in g le s a
Ana Bishop, la m á s fa m o s a c a n ta n te lle g a d a h a s ta e n to n c e s a M o n
te v id e o . N a c id a en L o n d r e s en 18 10 , fu é la m á s g r a n d e s o p ra n o in
g le s a “ d e c o lo r a tu r a ” de to d o el s ig lo X I X ; su e d u c a c ió n m u sic a l h a
b ía la co m p leta d o c on los m á s g r a n d e s m a e s tr o s d e s u tiem p o com o
M o s c h e le s , p o r e je m p lo , q u ie n le h a b ía d a d o cla s es de p e r fe c c io n a m ie n
to p ia n ís tic o . A n a R iv ié r e , que a s í se lla m a b a o rig in a r ia m e n te , se casó
220
en 1831 con Sir H enry Bishop, autor de num erosas óperas, escenas líri
cas y oratorios, cuyo nom bre ha llegado hasta nuestros días a través de
su memorable melodía “ H ogar, dulce hogar” . E n 1839, A na Bishop fu
góse con el célebre arpista y compositor Bochsa y comenzó a recorrer
el mundo en largas giras de conciertos. Cuando llegó a Montevideo
hacía dos años que Bochsa había m uerto en A u stralia y la g ran so
prano, casada entonces con un
tal Schulz, ya entraba en su
atardecer vocal.
El 16 de junio de 1858
se presentó en el teatro Solís
cantando fragm entos de Be
llini ( “ Casta D iva” ), Rossini
y Donizetti, una balada ingle
sa y la canción popular m exi
cana “ L a C atatum ba” con la
cual cerró su audición. El pú
blico acogió fríam ente la p ri
m era parte del program a y en
la escena de la locura de “ L u
cia” se oyeron hasta algunos
silbidos. E l cronista musical
de la “ La Nación”, al día si
guiente de su concierto estam
pó estas palabras: “ Sin herir
la reputación que no dudamos
haya gozado en Europa esta
Señora, creemos que, no con
serva todas las dotes que le
conquistaron la reputación que
pregona. Los años no corren
impunem ente” . . . “ P or lo demás la señora Bishop revela ser una
música consum ada” . . . “Algunos im prudentes olvidando la mode
ración que distingue al pueblo O riental, silvaron estrepitosam ente
á la a rtista ”.
A nte tan hostil acogida, A na Bishop retornó de inmediato a
Londres despidiéndose de su ciudad natal en un m emorable concierto
el 17 de agosto de 1859. O rganizó luego una larg a g ira por todo el
m undo y se radicó por último en N ueva Y ork, donde le encontró la
m uerte a la edad de 74 años el 18 de m arzo de 1884.
El 20 de junio de este mismo año de 1858 se inicia en el teatro
Solís una tem porada operística de segundo orden encabezada por el
tenor Luis Lelmi, el barítono y compositor Luis Cavedagni y su es
posa T eresina Bagetti.
L u is Lelm i quien por prim era vez actúa en Montevideo en ese
221
año, fué en tem poradas posteriores uno de los cantantes más que
ridos de nuestro público con quien tuvo contacto durante casi dos
décadas, term inando sus días en 1907 como oscuro inspector muni
cipal en la ciudad de Buenos Aires. El cronista de “ La N ación” co
mentó su presentación con estas palabras: “tiene un tim bre de voz
claro y sonoro”. De agradable presencia y excelente escuela vocal
aunque frío en su expresividad, Luis Lelmi, sin llegar a nada ex
cepcional, fué uno de los cantantes más dignos que pisó las tablas
del Solís. Su tem porada inicial se inauguró con la ópera de V erdi
“ Los Lom bardos en la prim era C ruzada” y después de b rindar “ E r-
nani”, “ Belisario”, “ Linda de Cham ounix”, “ Los dos Foscari” ,
“A tila” y “El T rovador”, estrenó el 7 de agosto “ El F o rn a re tto ” de
Zanelli, un compositor italiano de segunda categoría y el 3 de setiem
bre “ Don Sebastián” de Donizetti. E sta últim a g ran ópera en cinco
actos, era una de las obras m aestras de la m adurez de Donizetti. E s
trenada en 1843 en P arís, al año siguiente de “ Don Pascual” , reinaba
en ella la gracia y la nobleza de sus últim as producciones tan lejanas
de aquella elemental “ Lucia” que le había hecho célebre. Lelmi hizo
de Don Sebastián, Rey de Portugal, y condujo la orquesta el m aestro
Luis Preti. E n la compañía que encabezaba Lelmi, figuraban también
Luis Cavedagni, cantante y compositor, y su esposa Teresina Bagetti;
“posee sin afectación, conocimiento de la escena y su voz es agradable
aunque no de m ucha fuerza” , dijo de ella el cronista de “ La N ación”
en su núm ero del 20 de junio de 1858. U n entusiasta adm irador pu
blicó sobre ella unos cálidos “pensam ientos en verso” el i.° de agosto
de ese año en el mismo periódico, que empezaban a s í:
14. L a s g r a n d e s c o m p a ñ ía s d e ó p e r a d e A n a de L agrange
y de J o s e f in a M e d o r i- R a f a e l M ír a t e e n 1859. — La tem porada
musical de 1859 fué realmente la m ás brillante de cuantas tuvo M on
tevideo hasta ese entonces. T re s compañías altern aro n desde el es
cenario del teatro Solís: du
ran te los meses de enero, fe
brero y diciembre, el g ran
elenco que encabezaba A na de
L ag ran g e; de agosto a octu
bre Luis Lelmi y Clarisse Cai-
lly ; en las últim as semanas del
año la compañía de Josefina
M edori.
k'7!ÍS*NL » A na de Lagrange venía
de los E stados Unidos prece
dida de la más exaltada pro
paganda. E n 1856 había es-
mm&r s trenado en Nueva Y ork la ópe-
t W i s f e ' i i r a (je A rd itti “ El espía” so-
" jefa' bre la novela deFenimore
ijf jl H ? , r ® Cooper, y sus prim eras ver
siones de “ La T ra v ia ta ” o
“ La estrella del N o rte” de
^ _\ \ A ])El \ g r a n g e rbd existente M eyerbeer se recuerdan aún
en el Museo delTeatro Solís. Montevideo. e n la S h i s t o r i a s d e l a U lÚSÍCa
en los Estados Unidos. H abía nacido en P a rís en 1825 y m urió en su
ciudad natal en 1905.
La compañía organizada previam ente en Buenos Aires, estaba
constituida de la siguiente m anera:
Prim a donna .................... A na de L agran ge
1.a Mezzo-soprano ......... A ngelina Fussoni
ler. Tenor ........................ Juan Comoli
ier. Barítono ................... Juan B. Reina
ie r. B a jo .......................... A lfre d o Didot
B a jo sui g e n e r i s ............... Pablo Sardou
B a ja comprimario ........... Roseo
2.ñ Dam a ............................ Rosita Dorina
2 ° Tenor ............................ A . Monteverde
223
en un largo folletín de “ La Nación” aparecido el 20 de enero de
1859: “ E n cuanto al canto, la voz de la señora de La Grange tiene
tres octavas de extensión y los registros perfectam ente unidos, el
tim bre es fuerte o suave como lo quiere ella, pero siempre puro, fresco
y agradable; tiene una vocalización estrao rd in aria y un método clá
sico, sereno, artístico al fin ”.
E n el lapso del mes que duró su prim er ciclo operístico, brindó
13 representaciones: “ La T ra v ia ta ”, “ Lucia de Lam m erm oor” , “El
Barbero de Sevilla” , “ N orm a”, “ R igoletto”, “ Lucrecia B orgia” y “La
Sonám bula” . El i.° de diciembre volvió a presentarse en el mismo
escenario ofreciendo en este segundo ciclo cinco óperas; el día 13
dió su últim a función dejándole la plaza a Josefina M edori, o tra emi
nente cantante.*
U n cronista exaltado condensó su impresión a través de estas
cálidas líneas de un delicioso mal gusto: “ La señora de La Grange
es decididamente una de estas organizaciones privilejiadas, el génio
de la música, la halló en un bello día por su camino, y encontrándola
de su entera satisfacción, la colocó sobre sus alas y la transportó al
espacio” . . . ( “ L a N ación”, 20 de enero de 1859).
A m anera de interregno en la actuación de A na de Lagrange,
el 14 de agosto se presentó en la misma sala del Solís la Compañía
Lelmi-Cailly que más tarde integró la soprano M aría Bedey. Junto
a estas prim eras figuras se hallaban la contralto A nneta Cassaloni,
el barítono José Cima, el bajo Pedro F igari y los comprimarios A.
M onteverde, V. Scarabelli y Dodero. La orquesta se hallaba d iri
gida por el bien conocido m aestro Clemente C astagneri que había
llegado con Tam berlick el 1857. E n el período de tres meses, este
elenco brindó 14 representaciones entre las cuales se contó con una
prim era audición. Efectivam ente, el 3 de setiembre se puso por p ri
m era vez en escena la ópera “M arco V isconti” de Enrico Petrella,
compositor italiano nacido en Palerm o cuya obra iba a la zaga de la
de V erdi en cuanto a éxito popular. E sta ópera había sido estrenada
en M ilán con el m ayor favor del público, hacía apenas cinco años y
alcanzó al través de dos representaciones una discreta popularidad
en nuestro medio.
Josefina M edori y el tenor R afael M írate, completaron los fas
tos operísticos de 1859. Su conjunto estaba organizado así:
Prim era soprano absoluta Josefina Medori
P rim er tenor absoluto .. R afa el M irate
Prim era dama . Annetta Cassaloni
Prim er barítono Giacom o A rnaud
Prim era dama . Clarisse Cailly
Prim er b a j o ............. Pedro F igari
M aestro concertante A ngel Piazzini
D irector de orq u esta: Luis Preti
225
El 17 de diciembre inauguraron su tem porada con “ El T rova
d o r” y en las dos últim as semanas del año brindaron “E rn a n i”, “ Ala
ria de R ohan” y “ Lucrecia B orgia”. La crítica fué tam bién entu
siasta con ellos: “ La Sra. M edori es una fig u ra a rro g an te y llena
de nobleza, su voz es de un g ran poder, su escuela de la mas nueva
de los grandes teatros, su acción acabada en alto grado, y puede
decirse con propiedad que la Sa. M edori es una a rtista p erfecta” . . .
“ El tenor M írate posee una gran voz, su tim bre es dulce a la vez y
robusto; en todo su canto no se le ve hacer ningún esfuerzo y con
serva el mismo torrente de voz al final de la opera como en su prin
cipio” ( “ La N ación”, 17 de diciembre de 1859). M irate, uno de los
más grandes cantantes de mediados de siglo, había sido el que es
trenó “Rigoletto” en Venecia en 1851, conjuntam ente con A nnetta
Cassaloni.
E sta tem porada de 1859 fué la ap ertu ra del m ás brillante pe
ríodo de la ópera del T eatro Solís que en la segunda m itad del si
glo X IX constituyó nuestro alimento musical por excelencia. La
aparición de la orquesta sinfónica de la “ Sociedad Beethoven” que
dirigía M anuel Pérez Badía en 1897, fué el anticipo de una evolu
ción en el gusto musical montevideano de 191 o. H asta entonces la
ópera fué nuestra exclusiva experiencia estética, como ocurrió por
otro lado en todo el continente. Dígase en descargo por lo menos,
que esa experiencia fué cumplida a través de las más perfectas
versiones, en la voz de oro de los m ás grandes cantantes del Siglo
Romántico.
226
c\WúAviZe<>i<lev. %b cta <856.
22 7
sólo sabemos que el último recibió lecciones del célebre ejecutante y
compositor. Tres “ niños prodigios” asom braron al pacífico habitante
m ontevideano de la prim era m itad del siglo X I X : el violinista Fede
rico Planel y los pianistas Dalm iro Costa y A rtu ro Napoleáo; eran
uruguayos los dos prim eros y portugués el último. No conviene olvidar
la presencia del g ran pintor Amadeo Gras en calidad de notable vio
loncelista (el prim ero y más grande en su instrum ento que se es
cuchó en el U ruguay en esa época), y del excelente g u ita rrista Dr. N i
canor Albarellos, un argentino que conjuntam ente con el uruguayo,
abogado también, Fernando Cruz Cordero, echaron las bases del arte
refinado de la g u ita rra culta en nuestro país.
He aquí una simple enumeración de los principales instrum en
tistas a la que sigue un comentario detallado de sus intervenciones:
1822. Santiago Massoni (v iolín ) y Esteban Massini (g u itarra).
1824. Mlle. Jolly (arp a).
1825. Mr. Stanislas (v io lín ).
1830. A ntonio Sáenz (varios instrumentos).
1830. Rem igio N avarro (pian o).
1830. M ariano Pablo Rosquellas (v io lín ).
1832. Mme. Dorm euil (arp a).
1834. Federico Planel (v io lín ).
1834. Carlos Bassini (v io lín ).
1840. Francisco G u elfi (v io lín ).
1842. Nicanor A lbarellos (g u itarra).
1842. Demetrio Rivero (v io lín ).
1845. Jorge Schabenbeck (v io lín ).
1849. Schikendanz ( fla u ta ).
1849. A gustín Robbio (v iolín ) y V eloz (pian o).
1849. C arlos W ynen (v io lín ).
1849. F rancisco Javier Guridi (piano) y sus h ijos: M anuel (v io lín ), Lorenzo (violín)
y F rancisco A ntonio (violon celo).
1850. Camilo S ívori (v io lín ).
1850. Amadeo G ras (violon celo).
1852. Pablo F aget (p ian o).
1853. A lberto Bussm ayer (pian o).
1853. G agliardi (fla u ta ).
1853. Enrique Palm arini (pian o).
1854. V íctor Guzmán (v io lín ).
1855. Gustavo Nessler (p ian o).
1855. Mme. B elloc (arp a).
1855. Dalm iro Costa (piano) y Lloverás (v io lín ).
1856. Rosa B orra (v io lín ).
1856. S ra. de F rery (v io lín ).
1857. Giovanni Tronconi (arp a) y Gustavo V a n M arke (violín y piano).
1857. A rtu ro Napoleáo (p ian o).
1858. O scar P fe iffe r (p ian o).
1858. A rth ur Loreau (pian o).
1858. A lberto Frauchel (p ian o).
1859. A lejand ro U guccioni (v io lín ).
1859. Ricardo Mulder (p ian o).
1859. M artín Sim onsen (v io lín ).
228
A ntes de esa fecha, probablemente no se conociera esta expresión im
portada de E uropa, por cuanto los intérpretes en la oportunidad refe
rida fueron justam ente los prim eros grandes ejecutantes europeos que
vinieron al Río de la Plata.
Siguiendo el clásico itinerario, Santiago M assoni, célebre violi
nista italiano discípulo de P aganini y E steban M assini, compositor e
in strum entista de varias especialidades, pasan por M ontevideo y o fre
cen en ésta un concierto antes de presentarse en Buenos Aires.
E n efecto: en el periódi
co m ontevideano “El Pacífico
O rien tal” del viernes 24 de
mayo de 1822, he encontrado
lo siguiente en una prosa de
liciosamente a rc a ica :
“ Los señores Massoni, y
M asini profesores de bien co
nocida reputación en la m úsi
ca, y últim am ente llegados a
ésta ciudad, tienen el honor de
in fo rm ar á los dignos y bene
m éritos habitantes de la h er
mosa M ontevideo, que movi
dos de la protección y generosa
acogida que tienen en este sue
lo dichoso las bellas artes, y
el buen gusto se proponen eje
cu tar en la sala de la escuela
Lancasteriana á las 8 de la
noche del 3 del proxim o veni
Fig. 64. — SANTIAGO MASSONI, grabado publi dero Junio un concierto de
cado en el libro de A. Taullard: “Historia de nuestros
m úsica instrum ental, y vocal
en que esperan dejar satisfe
chos á sus favorecedores con un divertim iento, en que se observará
la siguiente descripción.
“ P rim era parte. U na pomposa sinfonía del m ejor y más mo
derno gusto, U n concierto de violino del célebre Rodé. U n dúo de
g u ita rra y clarinete de la composición de M assini. U n dúo de gui
ta rra y violino. U ltim am ente M adam e M asini can tará una excelente
á ria acompañada de piano-forte.
“ Segunda parte. U na arm oniosa sinfonía de la creditada com
posición del m aestro Radicati. U n solo de flageolet doble suavísimo
instrum ento de reciente invención. U nas variaciones de g u ita rra de
la prim orosa mano del m aestro Caruli. U nas variaciones de violino,
y ademas de lo espuesto varias otras piezas de música de la más gus
229
tosa escosa, y que naturalm ente m erecerán la ilustrada aprobación
de los señores concurrentes”.
M assoni había oído a Paganini en Italia y se llamaba a sí mismo
discípulo de él. Notable director de orquesta, sus especialidades eran
Gluck y M ozart, cuyas oberturas ejecutaba a menudo en Buenos A i
res. El 8 de febrero de 1827, fecha de oro en los anales de la cultura
rioplatense, dirigió en la vecina orilla el “ Don Ju a n ” de M ozart, can
tado por elementos que más tarde vamos a encontrar en Montevideo
y algunos que ya habían intervenido en nuestro Coliseo.74
E n ese mismo año de 1827 pasó a Chile, donde permaneció dos
años, em igrando luego al Perú. De su obra creadora han quedado
los nom bres — aún no se han hallado las p a rtitu ra s— de dos ensayos
sobre la aplicación del folklore latino-am ericano en las form as uni
versales: sus “V ariaciones sobre el Gallinazo” y “V ariaciones sobre
el Cielito”, esta últim a que vendría a ser de una fundam ental trascen
dencia para el estudio de nuestra prim era y m ás auténtica m anifes
tación folklórica.
E n cuanto a Esteban M assini, era éste un músico acabado como
artesano y como a rtista de los sonidos. D irigió a toda una generación
de músicos argentinos.
El año 1830 dió a conocer, en Montevideo, la p a rtitu ra de una
canción patriótica suya, y sus otras composiciones — que figuran en
el “ Cancionero A rgentino” de 1837— “ La tórtola viuda”, “ L a des
pedida de B arracas” y “ El Desam or”, constituyeron bien cuidadas
p a rtitu ra s de enorm e popularidad en nuestro medio.
En el año 1835 compuso su luego célebre “ H im no de los R estau
radores” 70 con letra de José Rivera Indarte, escrito originariam ente
p ara canto y piano, que m ás tarde instrum entó p ara g ran orquesta
y transcribió p a ra varios instrum entos. E n tiempos de Rosas su
“ Him no de los R estauradores” gozó del más amplio predicamento.
M lle. Jolly. — H abíam os demostrado que d urante el período
colonial, el arpa com parte con la g u ita rra la suprem acía instrum ental
entre las jóvenes de la sociedad m ontevideana. E n num erosos inven
tarios de sucesiones aparece el arpa entre los instrum entos más va
liosos. En el año 1824 llega al U ruguay una arp ista francesa que
ofrece en la Casa de Comedias un recital el día 14 de m arzo de ese
año: “ El Domingo catorce del corriente se d a rá un g ran concierto
de H a rp a en el T eatro por M adamoiselle Jolly ; á las ocho y m edia” .76
No se consigna o tra referencia ni existe crítica posterior en los dia
rios de la época. En 1822 había actuado en M ontevideo o tra arpista,
M adam a Bompland, pero no existe constancia de su actuación en
la Casa de Comedias.
M r. Stanislas. — E n una de las funciones que a beneficio del
H ospital de Caridad se realiza en la Casa de Comedias en el año 1825,
se presenta el violinista Stanislas de larg a actuación en los teatros
rioplatenses. El 16 de abril se recaudan en esa función 119 pesos y
4 reales.17 Isidoro D e-M aría afirm a que en el año 1824 llegó S ta
nislas a M ontevideo conjuntam ente con tres cantantes italianos y
una bailarina francesa, y agrega luego: “ Su estadía no fué larga,
y como aves de paso, después de dar algunas funciones, los más de los
artistas levantaron el vuelo, quedando, dueña del campo la antigua
compañía cómica, de que era alm a Casacuberta y Petronila Se
rra n o ’’. 78
Antonio Sáens. — L a actuación de Antonio Sáenz en M onte
video será estudiada en el p a rá g ra fo correspondiente a los P re cu r
sores. E n ese comentario nos referirem os tam bién a su intervenc'ón
como solista en más de una docena de instrum entos.
Rem igio Navarro. — E n tre los buenos ejecutantes de piano en
la década 1830-1840 se destaca la fig u ra de Remigio N avarro, a r
gentino, discípulo del eminente m aestro Ju an Antonio Picazzarri. Se
presenta como pianista en M ontevideo el 22 de noviem bre de 183o.70
Bosch nos tra e de él una precisa sem blanza80 y lo veremos actuar en
n uestra capital hasta 1839 en que se ofrece como m aestro y afinador
de piano.81 Nos referirem os tam bién m ás extensam ente a él en el
capítulo sobre Los Precursores.
Mariano Pablo Rosquellas. — La actuación del g ran cantante
y violinista español, ha sido analizada en el p a rá g ra fo correspon
diente a la tem porada operística de 1830.
M nie. Dorm euil. — E l 25 de diciembre de 1832 se presenta en
la Casa de Comedias la Señora Dormeuil, ejecutante de arp a y piano
en una función a beneficio suyo en la que interviene la cantante Ju s
tina Piacentini. Reza así un program a de la ép oca: “E n el intermedio
del prim ero al segundo acto, la beneficiada executará al piano unas
brillantes variaciones de un aria de José con acompañamiento de o r
questa: composicion del celebre H erz, y una fan tasía m arcia en el
A rpa, composicion de Bochsa. Seguirá el 2.° acto de la comedia y
concluido, la misma beneficiada ejecutara al A rp a tres grandes va
riaciones de su misma composicion sobre el tem a de la A ria Italiana
N el cor piú non mi sentó” . 82 L a célebre página dieciochesca de Pai-
siello, se hallaba todavía en vigencia en el M ontevideo de 1832.
Federico Planel. — El 11 de mayo de 1822 nace en M ontevideo
Federico T ito M am erto Planel hijo de Luis A ntonio Planel, n atu ral
de Diofi, Reino de F rancia y de D oña Luisa Calmet, n atu ral de Mon-
telinau, Reino de Francia, según se reg istra en el Libro de B autis
mos de la Catedral de M ontevideo N.° 16 folio 201 vuelta. L a h er
m ana de Federico Planel se hallaba casada con el célebre violinista
Santiago M assoni quien corrió con la educación musical del niño. A
los cinco años de edad actúa en los salones montevideanos y b rasi
231
leños y hacia el año 1833 se traslada con sus padres, músicos tam
bién, a Lima. Después de una breve actuación en esta capital sigue
hacia V alparaíso presentándose allí en mayo de ese mismo año. H e
aquí el program a de su concierto del 6 de Junio de ese año en dicha
localidad:
“ E l niño Federico Planel, natural de Montevideo, de edad de 10 años, recien
llegado de Lim a tiene el honor de anunciar a este respetable público que el sábado
próxim o i.° de Junio dará en una sala de la nueva Aduana una función en la que
m anifestará la singular destreza que ha adquirido en tan corta edad.
1.a Parte
2.a Parte
232
“ T E A T R O . Gran función extraordinaria vocal e instrumental/ A beneficio del
profesor Carlos Bassini, primer violin del real conservatorio de Nápoles, miembro
y socio de las academias filarm ónicas de Palerm o y Peloritana en M essina, quien
tendrá el honor de presentarse por prim era vez al respetable público de Montevideo
ayudado de una parte de la compañía L írica la cual ha tenido la bondad de prestarse
para el Dom ingo 23 del corriente á adornar el espectáculo dividido del modo sigu iente:
1.a Parte
Gran Sinfonía.
Dueto de la Italiana en A rg e l por los S S . Salvatori é Izotta.
Variaciones de violin, sacadas de un hermoso tema de la ópera del P irata, com
puesta y ejecutadas por el beneficiado.
A ria titulada. E l C astillo de K uenilburth del maestro D onizetti, cantada por la
S ra. E liza V acani.
Gran dúo de la Semiramis, por la S ra. Justina y el Sr. Salvatori.
Variaciones de violin compuestas por el profesor Beriot, y ejecutadas por el
mismo beneficiado.
2.a Parte
S infonía.
Variaciones de violin sacadas de La Cachucha, compuestas y ejecutadas por
el beneficiado.
D úo de la A rm ida, cantado por la S ra. Justina y el Sr. Izotta.
Grandes variaciones de violin del celebre maestro Paganini y ejecutadas en una
sola cuerda por el P rofesor beneficiado.
Concluyendo el todo de la función con la aria de la Matilde cantada por se
gunda vez en este teatro por la S ra. Justina.
E sta es la función que tiene la honra de presentar al respetable público de
quien es humilde servidor.
CARLO S B A S S IN I.
A las ocho” .
“ E l U niversal” , Montevideo, 19 de noviembre - 1834.
233
pretando un Concierto de K reutzer, un tem a con variaciones de Radi
cad sobre “ La Cenicienta” de Rossini, y o tras variaciones sobre un
tem a original, de M eyseder.87 A fines de ese mismo año vuelve a
presentarse este instrum entista en un obligado de violín de la cava
tina de la ópera “N orm a”. A los pocos meses aparece en los perió
dicos m ontevideanos un aviso firm ado por A ndrés Guelfi, ofreciéndose
p ara d a r clases de violín, y unos años más tard e veremos a este úl
timo dirigiendo la orquesta de la Casa de Comedias. Creemos que
Francisco y A ndrés Guelfi son una misma persona; queda dicho esto,
sin embargo, a beneficio de inventario; la actuación de A ndrés Guelfi
como director de orquesta será analizada en el p a rá g ra fo corres
pondiente.
N icanor Albarellos. — El 25 de febrero de 1842 se presenta en
la Casa de Comedias de M ontevideo el gu ita rrista Nicanor Albarellos
ejecutando dos obras suyas: unas “V ariaciones de cielito” y unas
“V ariaciones del fandango” . Se presenta en calidad de aficionado y
se anuncia como el “ Doctor Albarellos”, 88 colaborando en un acto de
concierto como proscripto argentino en el que interviene tam bién De
m etrio Rivero. Rem itim os al lector al p arág rafo del Capítulo dedicado
a Los Precursores. Sobre su actuación en Buenos A ires léase un in
teresante com entario de Carlos V ega.80
D em etrio Rivero. — E n tre la generación argentina de los pros
criptos, se destaca en M ontevideo la figu ra de Dem etrio Rivero, hijo
de Roque, compositor éste último radicado en n uestra ciudad y a quien
se le ha confundido con otro músico negro que lleva su mismo nombre
y apellido. D em etrio actúa en Montevideo el 30 de enero de 1842
ejecutando al violín unas variaciones suyas sobre motivos de la ópera
“M ontescos y Capuletos” de B ellini; en el program a se presenta como
“ emigrado de la capital de Buenos-Aires, por haber abrazado la Justa-
Causa, que hoy defienden los Libres de la A m érica del Súd”. 00 E n
ese mismo año interviene en numerosos actos de concierto en el T eatro
ejecutando: una fantasía sobre motivos de la ópera “ Los M á rtire s”
de D onizetti conjuntam ente con su padre Roque, “ Si la m ar fuera
tin ta ”, de M ariano Pablo Rosquellas (febrero, 2 0 ), “Ven a mis b ra
zos mi bien” variaciones sobre un T riste chileno de Bassini (febrero,
25), un Concierto de Bériot (febrero, 27) y V ariaciones sobre mo
tivos de la ópera “ El P ira ta ” de Bellini (julio, 9 ). El 29 de marzo
de ese año se le ofrece la dirección de la orquesta del T eatro y actúa
al frente de ella hasta las postrim erías del m ismo.91 Su nom bre no
vuelve a aparecer más en las carteleras teatrales montevideanas.
Jorge Schabenbeck. — D urante los años 1845 y 1846 actúa en
M ontevideo el violinista Jorge Schabenbeck. El 25 de diciembre del
1845 interpreta un Concierto para violín y orquesta de V io tti02 y al
año siguiente unas variaciones de Bériot acompañado al piano por
234
Pelegrín B altasar. No se consignan críticas periodísticas a estas ac
tuaciones.
Schikendanz. — El prim er solista de flau ta que oyó Montevideo,
fué indudablemente Bernardino B arros en el año 1827. Veinte años
más tarde llega al U ruguay el flautista Schikendanz. El 10 de febrero
de 1849 interpreta “ Grandes variaciones p ara flau ta compuestas por
el célebre profesor Toulou”. 93 E s curiosa la referencia: Toulou, el
m ás gran d e flautista, quizás de
todos los tiempos, fué uno de los
instrum entistas que se hicieron
oír personalm ente en 1833 frente
a los cuatro últimos charrúas lle
vados a P a rís por el francés Cu-
rel. Sobre este hecho nos hemos
extendido en el capítulo corres
pondiente a la música indígena.
El i.° de julio de 1849 volvió a
intervenir Schikendanz en un con
cierto dirigido por Ignacio Pensel
interpretando unas Variaciones
para flau ta compuestas por el pre -
citado in stru m en tista.04
A g u stín Robbio. — El 1 8 de
enero de 1 8 4 9 , actúa por prim era
vez en M ontevideo el violinista
A gustín Robbio acompañado al
piano por Veloz. Se presentan en
la casa del Señor Antonini según
se desprende del siguiente aviso:
Se « d d“ u “ Los Sres Robbio. profesor de
umcipa e tísica. * on evu eo. V iolin , Y Veloz de Piano, de paso
en esta ciudad, cediendo á instan
cias de varios amigos, han convenido (ausiliados con algunos pro
fesores y aficionados aqui residentes) d ar un concierto vocal é ins
trum ental, el Jueves 1 8 , en la casa del Sr. Antonini sita en la pla
zoleta del muelle, en la cual, dicho Sr. ha cedido jenerosam ente un
local á propósito” .05 E n esta oportunidad Robbio ejecuta varias fan
tasías sobre motivos operísticos y “ El Trém ulo, capricho de inteli-
jencia” . Tres días más tarde ofrece su segundo y último recital en
el cual interpreta “E l Carnaval de Venecia, g ran F an tasía para Vio
lin, del inm ortal Paganini”.00 Cuando al año siguiente actuó en M on
tevideo el célebre Camilo Sívori, el cronista del “ Comercio del P la ta ”
se creyó en la obligación de recordar “la brillante y viva espresión de
Robbio”. Oriundo de Italia, A ustín Robbio volvió a presentarse en
M ontevideo en 1 8 7 5 y dedicó al m aestro Luis Sam bucetti (padre)
235
el retrato suyo que luce en el Museo “Francisco Sam bucetti” . Según
tradición fam iliar conservada en la fam ilia de este músico uruguayo,
Robbio era un ejecutante brillante, pero de una espectacularidad tal
que se le tenía por un “ fan tasista” m ás aún que por un instrum en
tista serio. U n grabado que representa a Robbio en la época en que
actuó en M ontevideo y que ilustra las presentes páginas, nos ha lle
gado a través de la fam ilia Uguccioni.
236
venta en la L ibrería de Hernández, calle del 25 de M ayo núm. 236,
desde el Sábado 4 del mismo”. 98 Después de actu ar repetidam ente
en el T eatro, en julio de 1852 anuncian por los diarios: “ Los profe
sores de música Dn. M anuel y D. Lorenzo Guridi, no habiendo tenido
tiempo de hacerlo personalmente, se despiden de sus amigos, lle
vando para siem pre los recuerdos de la am istad y buen acojimiento
que han hallado en este país” .99
Camilo Sívori. — H abía nacido en Génova el 25 de octubre de
1815 y cuando apenas tenía seis años de edad, ante sus excepcionales
aptitudes, Paganini se brindó para
darle lecciones, componiendo para
él, un Concertino y seis sonatas
para violín con g u ita rra , viola y
violoncelo. Sivori comenzó sus gi
ras de concierto a los diez años
de edad y tocó en 1828 en la sala
Chantereine de P arís acompaña
do nada menos que por Liszt. A
los 35 años de edad llegó a M on
tevideo hallándose a la sazón en
la plenitud de su carre ra que ha
bía de p erd u rarse largos años más
tard e hasta que la m uerte le en
contró en su ciudad natal el 18 de
febrero de 1894 a edad avanzadí
sima y en plena actuación todavía.
Cinco conciertos ofreció en M on
tevideo en la tem porada del 1850,
presentándose por prim era vez el
16 de m arzo bajo el título de
“Unico discípulo de P aganini” .
En un desborde adm irativo, el c rí
tico musical del “ Comercio del
P la ta ” escribió estas asaz calu
rosas líneas: “ Yo lo he adm irado. Lo he oído ejecutar prodijios; sacar
sonidos celestiales con su potente arco, y confieso que jam ás mis oídos
habían hasta entonces escuchado arm onía semejante. Porque cada
nota de Sivori es una perla, cada cadencia un suspiro anjelical”. 100
Con motivo de su “debut” se estampó está crónica más analítica
que transcribim os como ejemplo de la adm iración que su a rte produ
jera en nuestro público:
237
habia una superioridad notable sobre todos los que habíamos oido hasta ahora. Re
cordamos con placer la suavidad y pureza de Bazzini, la brillante y v iva espresion
de Robbio, y la precisión y delicadeza de W iner, pero en el Sr. Sivori, encontramos
una correcion y sobriedad en la frase, una claridad en la armonia. una verdad de
sentimientos y una posesion tan completa, que su ejecución no puede dejar de ser
comprendida y gustada de todos, y no pueden dejar de fijarse aun en los oidos menos
espertos los melodiosos cantos de su arco. La voz humana lleva una v en ta ja inmensa
sobre todos los instrumentos; porque dá á la espresion musical todo el Ínteres de
un sentimiento vivo. Se puede decir que da cuerpo y alma á la armonia. Un buen
cantor inspira el entusiasmo. Pero para inspirarlo solo por efecto de una armonia
fugaz, arrancada de las cuerdas de un instrumento inerte, se necesita superioridad
rara. A ella sola debe el Sr. Sivori los aplausos repetidos que recibió del público;
a la claridad y dulzura con que hacia comprender la m elodia; a la perfección con
que sacaba de las cuerdas de su violin esos triunfos de trinos y sonidos armoniosos
que iban á perderse en las ultim as notas de la escala, como un espiritu que se eva
pora al aire. En la primera parte, se estreno venciendo con una vanidad de maestro,
las dificultades de una pieza escabrosa. En la segunda comentó uno de los deliciosos
temas de Lucia, esplicando en lindísimas variaciones las tiernas armonías que llenan
el tercer acto de aquella ópera. L a tercera parte que fue la mas aplaudida, se com
ponía de cantos graciosos y sencillos, en que sacó del violín sonidos admirables.
Un maestro oiría esta pieza como un ju guete, pero el público le interrumpía con
sus aplausos, porque eran armonías que se pegaban al oido, graciosas, lijeras, y
comprendidas de todos. H a sido en fin una función d eliciosa; y por nuestra parte
deseamos al Sr. Sivori, en todas partes, el buen éxito que aquí merece su talento.
E l buen desempeño de la orquesta, bajo la dirección del Sr. Pen sel; y el Sr. K eifer
en su solo de Pistón, tuvieron también, y con justicia, una parte, en los aplausos
del numeroso concurso” . 101
238
por las provincias. R etorna al U ruguay en varias oportunidades
— 1846, 1848— hasta que en esta últim a fecha abre un taller de da-
guerreotipo con colores en Montevideo. Cuando los grandes concier
tos de Sívori en 1850, G ras que había tocado con Paganini, m aestro
éste a su vez del violinista que nos visitara, se ofrece a ejecutar en
su concierto. E n ese sentido nos explica esta situación el “Comercio
del P la ta ” : “ El Sr. D. Amadeo Gras, tan conocido en esta ciudad por
su m aestría en el violoncelo ,
tuvo la condescendencia de
acom pañar al Sr. Sivori en la
noche del 16. Se nos inform a
que tocará un dúo con el Sr.
Sivori, si este vuelve a pre
sentarse en público. Lo desea
mos y creemos que serán oi-
dos con m uchísimo placer”. 104
Dos años m ás permanece
en Montevideo, y se establece
por fin en 1854 en Gualeguay-
chú (E n tre R íos), habiendo
tenido 12 hijos y pintado cerca
de 2.000 retrato s hasta su fa
llecimiento acaecido en esa lo
calidad el 12 de setiembre de
1871. Sus restos descansan en
el Cem enterio de la Recoleta
en Buenos Aires. E n M onte
video, Am adeo Gras fué uno
de los m ás grandes violonce
listas que actuaron en el U ruguay en el siglo X IX , y su obra pictórica,
por la frescura e intención y por su robusta técnica fig u ra en prim er
plano entre la pléyade de los retratista s europeos afincados en el
P lata en esa época.
Pablo Faget. — E n el año 1851 llega a M ontevideo el músico
francés Pablo Faget, estableciéndose de inmediato como m aestro de
piano y canto y ofreciendo al año siguiente en la Casa de Comedias
un recital el 18 de m ayo; en esa oportunidad interp reta un N octurno
de Dohler, las variaciones de P rudent sobre el sexteto de “ Lucia de
Lam m erm oor” de Donizetti, el Trémolo de Rosellen y un estudio de
concierto de Zimm erm ann, alternando estas intervenciones al piano
con dos páginas ejecutadas en harm onium .105 Discípulo del Conser
vatorio de París, propietario de una im portante casa de música y
m aestro de piano, la figura de Faget se destaca netam ente en la so
ciedad musical m ontevideana hasta fines del pasado siglo. E n el ca-
239
pitillo correspondiente a los precursores de nuestra música, tra ta re
mos con más extensión su im portante actuación en nuestro medio
ambiente.
A lberto Bussm ayer. — Las prim eras versiones de las célebres
Rapsodias H úngaras de Liszt y de la “ Invitación a la danza” de
W eber, fueron realizadas en Montevideo por el pianista Alberto Buss
mayer. A ctúa por prim era vez el n de julio de 1853 en el Salón de
Baile M ontevideano; el 28 de noviembre de ese año, se presenta en
el T eatro este ejecutante quien interpreta el Andante y final de un
Concierto para piano y orquesta de Mendelssohn, “ La H ilan d era”,
de Litolf, la inevitable fantasía sobre “ La Sonám bula” de Bellini y
una pieza que anuncia como “Galopa H ú n g a ra ” de L iszt100. La apa
rición de dos nombres perm anentes en la historia de la música del
siglo X IX — M endelssohn y Liszt— dan a su concierto una nota ex
cepcional. El crítico del periódico “ El O rd en ”en su núm ero del 27
de noviembre de 1853 expresó estas definitivas palabras: “ El Sr. D.
Alberto Bussemeyer es, sin duda alguna el m ejor m aestro de fo rte
piano que haya llegado a M ontevideo”.
Enrique Palmarini. — El 4 de febrero de 1853, el pianista y
cantante E nrique Palm arini ofrece en el T eatro montevideano una
“A cadem ia” en la cual da a conocer algunas obras suyas: una M ar
cha Fúnebre sobre la m uerte de Carlos Alberto y unas “ Variaciones
de g ran fuerza, compuestas y ejecutadas por el mismo CO N U N
S O LO D E D O D E LA M A N O D E R E C H A , y acompañamiento de
b ajo” y dos canciones: “ El paseo de los sepulcros” y “ Come e serena
la tom ba”. Su program a se cerró con una parte más festiva: “ M is
celánea de P O L K A S y W A L S E S compuestas por el mismo y eje
cutadas en piano fo rte”. 107
V íctor Guzmán. — El violinista argentino V íctor Guzm án ofrece
en la tem porada de 1854 tres conciertos en la Casa de Comedias,
acompañado al piano por Lam bra. Sus program as están constituidos
por las inevitables fantasías sobre motivos de ópera y en uno de ellos
da a conocer una de las Polcas que hicieron época a mediados de sig lo :
“ Las H ijas del P la ta ” , compuesta por el mismo Guzmán. Sus actua
ciones se realizan el 12 y el 25 de m arzo y el 23 de abril de ese año.
En sus conciertos ejecuta aquel instrum ento ruso de paja y m adera
(Y erow a y Salam o) que diera a conocer por prim era vez en 1849
el violinista Carlos W ynen. U n crítico montevideano se expresa así
acerca de V íctor Guzm án: “ El Sr. Guzman ha agradado vivam ente:
es un inspirado a rtista, cuyo instrum ento, poseído de las afecciones
más tiernas del alma, las expresa con toda perfección y al parecer
las esalta”. 108
Gustavo Nessler. — El 23 de setiembre de 1855 se presenta en
M ontevideo “el Sr. N essler pianista alemán, dicipulo del conservato
240
rio de P a ris ” 109 ejecutando un E studio de Concierto de Prudent, una
página de Osborne intitulada “ Lluvia de perlas” y “ La ilustración
del P ro fe ta ” de L iszt; se tra ta en este último caso de una de las p a rá
frasis de concierto de Liszt sobre “El P ro fe ta ” de M eyerbeer. R adi
cado posteriorm ente en la A rgentina, Gustavo N essler dejó una vasta
producción de música de salón para piano, influida directam ente por
la obra de Gottschalk.
Mme. Belloc. — En el año 1855 actúa en M ontevideo una a r
pista francesa que da a conocer num erosas páginas de Félix Go-
d effroy, uno de los m aestros del arpa en el siglo X IX . M adame Belloc
actúa en el T eatro el 23 de mayo y en los salones del Señor B audrix
en la calle Zabala 109, el 25 de junio. Desde las columnas del “Co
m ercio del P la ta ” un adm irador, con frondoso entusiasm o, anticipa
el éxito que luego tuvieron sus intervenciones, con estas palabras:
“Quiera Dios que nos favorezca el buen tiempo, p a ra que la sociedad
dilettanti de M ontevideo, tenga el gusto de oir á la Sra. de Belloc, y
pueda apreciar los inmensos recursos del arpa, instrum ento celestial
que nos recuerda el dichoso tiempo de los trovadores. En observando
las obras de los grandes compositores, reconoceríamos que el pensa
m iento de aquellos injenios privilejiados, huyendo de las pasiones, bus
caba un asilo en las rejiones etéreas y quién podía m ejor inspirarlos
esos cantos vagos, amorosos indefinibles, sino el arpa, eco resonante
de nuestros pensamientos eróticos, y que repite en toda espresion y
verdad, los ardientes suspiros del alm a” . 110
D alm iro Costa, y Lloverás. — La prim era actuación de D al
m iro Costa en un escenario se produce el 21 de octubre de 1855. No
había cumplido todavía los 20 años de edad y acompaña en esa opor
tunidad al niño Lloverás, un precoz violinista argentino que ejecuta
unas V ariaciones sobre motivos de “ Lucia de Lam m erm oor” y de
“ Beatriz de T enda” de Donizetti. Adem ás, Dalm iro interpreta una
fantasía suya para piano solo. E l cronista del “ Comercio del P la ta ”
escribe esta página llena de prem oniciones: “ Las variaciones del joven
Costa en el piano, agradaron bastante, é hicieron recordar que cuando
ese joven era un niño de 4 años, se hacia n o tar por la precocidad de
sus disposiciones para la música. Si este joven hubiera tenido la
fo rtuna de recibir una educación a rtística en Europa, la República
O riental, tendría sin duda una gloria que o fre c e r; aquella precocidad
hacia esperar todo eso de Dalmiro. Nos dicen que el niño Lloverás
se vuelve a San Juan, provincia de su nacim iento dentro de unos
días ¿será posible que este embrión que tanto promete no pueda
hacer sus estudios en un conservatorio europeo ? E sto seria por cierto
doloroso!”. 111 P or ese entonces pasa por M ontevideo Segismundo
T halberg, el rival de Liszt, uno de los más grandes pianistas del pa
sado siglo: desdichadamente, no se puede concertar una actuación
suya en M ontevideo y Dalm iro Costa m archa a Buenos Aires, donde
241
recibe lecciones del g ran ejecutante en el tiempo en que éste perm a
nece en la vecina orilla en triunfal apoteosis.
^ Rosa Borra. — La prim era concertista que actúa en el T eatro
Solís apenas inaugurado, es la violinista argentina de 15 años de
edad Rosa B orra. Se presenta por prim era vez en la Casa de Co
medias el 11 de agosto de 1856 y el i.° de octubre, al mes de la inau
guración del Solís actúa en un concierto ofrecido en el “ fo y er” del
teatro, ejecutando varias fantasías sobre motivos operísticos acom
pañada por Lam bra. E n ocasión de su prim era presentación los pe
riódicos montevideanos exp re sa n : “Acaba de llegar de Buenos Aires
la Srta. Rosa B orra de 15 años, que dará conciertos en el T eatro y
en casas particulares. E s violinista y sigue las güellas de Paganini
y Sívori” . 112
^ Sra. de Frery. — La segunda concertista que actúa en el teatro
Solís es tam bién una m ujer y una violinista. Es la Señora de F rery
que se presenta el 4 de octubre de 1856 en una miscelánea vocal e
instrum ental interpretando una F antasía de Bériot, un Rondó ruso y
unas variaciones de Hauptm an. No se consignan críticas posteriores.
Giovanni Tronconi y Gustave Van M arke. — El 10 de setiembre
de 1857 se presentan en el T eatro Solís el arp ista Giovanni Tronconi,
discípulo de Bériot y el pianista Gustave V an M arke discípulo de
Thalberg, prim eros premios ambos del C onservatorio de París. Sus
program as rinden pleitesía a la época: fantasías sobre motivos ope
rísticos. A ctúan con singular éxito el 10 de setiembre y el i.° de
diciembre. El 15 de mayo de 1858 vuelve Tronconi a presentarse en
el Solís en un intermedio musical durante la función de M adame
L abarrére, célebre dom adora de fie ra s . . .
^ Arturo Napoleáo. — En realidad el prim er g ran ejecutante que
actúa en el teatro Solís es A rturo Napoleáo que se presenta el 4 de
diciembre de 1857 bajo el título de “notabilidad europea” interpre
tando cuatro fantasías de T halberg sobre motivos de las óperas “La
Sonám bula”, “ El T rovador”, “ E lixir de am or” y “ La H ija del Re
gim iento” , ésta últim a con acompañamiento de orquesta. La crítica
de la época en M ontevideo le tributa toda su adm iración: “ Después
de T halberg habrá en el mundo pocos ejecutantes que alcancen el
resultado del niño A rtu ro Napoleón. Aplausos inmensos, coronas y
flores han caído a los pies del niño m aravilloso” . 113
A rtu ro Napoleáo había nacido en Oporto (P o rtu g a l) en 1845,
de padre portugués y m adre italiana. Trece años tenía, pues cuando
se presentó en Montevideo. Diez años más tard e se radicó en el Brasil,
y desarrolló allí una vasta obra de docencia y de creación falleciendo
en 1925. Con singular éxito volvió a actuar en nuestro país en 1863
y en las postrim erías del siglo X IX . Poseedor de una técnica p ri
vilegiada, fué uno de los más grandes pianistas que oyó Montevideo
hasta la llegada de Gottschalk en 1867. Su segundo concierto en ese
242
mismo año de 1857, tuvo lugar en el Solís el 12 de diciembre; acom
pañado por la orquesta del teatro, interpretó la F an tasía de Pru d en t
sobre m otivos de “ Lucia de Lam m erm oor” de Donizetti, la de Ascher
sobre “L a T ra v ia ta ” de Verdi, la de Thalberg sobre “Moisés en
Egipto” de Rossini y la de H e rtz sobre “ La H ija del Regim iento”
de D onizetti.114
Oscar P fe iffe r . — El g ran acontecimiento pianístico de 1858
lo constituyó la presentación del pianista O scar P fe iffe r, oriundo
de Montevideo, quien después de haber completado sus estudios en
Alemania, volvía a su patria natal a los 34 años de edad en la ple
nitud de su carre ra de virtuoso. El 4 de noviem bre realizó su prim er
concierto en el T eatro Solís actuando en los interm edios de la com
pañía de comedias de Torres. Su repertorio se hallaba constituido
por las inevitables paráfrasis de concierto sobre tem as operísticos;
algunas de ellas pertenecían a su vasta producción; o tras eran las de
Gottschalk, H erz y Thalberg. El 18 del mismo mes, el Presidente de
la República Gabriel A. P ereira le invita a d ar un concierto en la
Casa de Gobierno, y cierra luego su actuación en la tem porada el
2 de diciembre desde el escenario del Solís. E n esta últim a presen
tación, volaron coronas de flores al escenario y su éxito realmente
triunfal, perduró en el recuerdo de cuantos le oyeron en esa época;
años más tarde su nombre se tra e a colación en la crónica periodís
tica parangonándosele con los m ás grandes virtuosos que llegan a
nuestras playas. Nacido en 1824 y m uerto en triste olvido en Buenos
Aires, donde se hallaba radicado, en 1906, su vida y su obra merecen
un comentario más reposado. E n el capítulo de “ Los Precursores” le
hemos dedicado más largas líneas.
A rthu r Loreau. — E n tre la pléyade de virtuosos extranjeros
radicados en el U ruguay, destácase la fig u ra del pianista francés
A rth u r Loreau que se presenta por prim era vez en el teatro Solís
el 20 de noviembre de 1858 interpretando las variaciones de H erz
sobre “ La H ija del Regim iento” de D onizetti y la p aráfrasis de con
cierto de Thalberg sobre m otivos de la ópera “ La m uda de Portici”
de Auber. A fincado en Montevideo, Loreau, excelente ejecutante y
músico de completa escuela, dedícase a la enseñanza del piano y a la
crítica musical. E n esta últim a disciplina, sus comentarios sobre la
actuación de A na de Lagrange en 1859, son un modelo de precisión
técnica, de equilibrio, de concepto y de objetividad substanciosa, en
un ambiente periodístico donde dom inan únicam ente el floripondio o
el vilipendio más exaltados.
Alberto Frauchel. — E l 25 de diciembre de 1858 se presenta en
el teatro San Felipe, el pianista Alberto Frauchel, uno de los p ri
m eros virtuosos que llegan a Montevideo, especializado en el juego
de la mano izquierda. Sus variaciones sobre “ Casta D iva” de “ N o r
m a”, escritas para la mano izquierda, provocaron la m ás entusiasta
acogida de público y crítica. Frauchel pasó luego a Buenos Aires
donde repitió su singular éxito.
Alejandro Uguccioni. — Figura consular del a rte del violín en
n uestro medio ambiente durante la segunda m itad del siglo X IX ,
A lejandro Uguccioni se presenta por prim era vez en Montevideo
el 25 de m arzo de 1859 desde el escenario del San Felipe. Tenía en
ese entonces 18 años y venía de actuar con verdadero éxito en la corte
imperial de Río de Janeiro; no era sin embargo la prim era vez que
pisaba nuestro suelo. H ijo de José Uguccioni, un excelente violinista
que había actuado esporádicam ente como profesor de orquesta en
la Casa de Comedias de Montevideo y en el T eatro de la V ictoria
en Buenos A ires durante la década 1830-1840, A lejandro nació en
Barcelona en 1841. En 1842 su padre se radicó en M ontevideo por
espacio de cuatro años; sus hijos José y A lejandro, a tem prana edad
recibieron de él lecciones de música dedicándose el prim ero al piano
y el segundo al violín. E n diciembre de 1846, A lejandro que contaba
pues cinco años de edad se presentó con g ran éxito en el T eatro de
la V ictoria de Buenos A ires; m archó luego toda la fam ilia a Río
de Janeiro radicándose allí hasta 1859 en que retornó a Montevideo
definitivam ente. A lejandro Uguccioni realizó su concierto inaugural
en nuestra capital con un program a de arduas dificultades: un Con
cierto de Bériot, unas Variaciones de H erz, un A ria M ilitar “conte
niendo cuatro difíciles variaciones en la cuarta cuerda” y cuatro
Valses burlescos.
A p a rtir de ese entonces la fam ilia Uguccioni establecióse en
Montevideo, falleciendo el padre en enero de 1887 y su hijo A lejan
dro el 24 de abril de 1895. A lejandro, autor de varias p a rtitu ra s que
gozaran de vasta popularidad en la época, “Une nuit á C adix”, “U na
lágrim a” y una “ M archa fúnebre”, fué uno de los abanderados de
la música de cám ara en nuestro medio ambiente, form ando como
prim er violín un quinteto que integraban además Pedro M artí, Luis
Sam bucetti (p ad re ), Domingo Debrus y Enrique Engelbrecht en 1878.
Su figura merece ser estudiada con m ayor pausa en el período fini
secular. Dejamos en éste consignado simplemente su nombre entre
la pléyade de ejecutantes anteriores al 1860, y rem itimos al lector
a los excelentes comentarios que sobre él estam paron M ariano Cortés
A rteaga ( “ La M añana” , M ontevideo i.° de noviembre de 1935) y
Raúl H. C astagnino ( “ El teatro en Buenos A ires durante la época
de Rosas” , pág. 411).
Ricardo M ulder. — E ntre los más espectaculares virtuosos de
piano del 1859, se destaca el ejecutante y compositor alemán Ricardo
M ulder que actúa en el mes de mayo en el teatro San Felipe. En
cierto modo las audiciones de M ulder son un remoto anticipo a las
que diez años más tarde realizara Gottschalk en el Solís. Así, el 24
de mayo da a conocer una “ G ran M archa triu n fa l” suya, p ara tres
244
pianos (M ulder, Faget y L o re au ), orquesta (dirigida por P re ti)
y banda m ilitar “con acompañamiento de fusilazos” a cargo de un
pelotón de soldados de infantería. Sus improvisaciones sobre temas
dados por la concurrencia, a la antigua usanza de los m aestros del
siglo X V III, causan admiración en nuestro público, y al mes siguiente
parte para Buenos A ires donde se radicará por algún tiempo.
■Martín (o Sim ón) Simonsen. — E l 10 de noviembre de 1859
se presenta en el teatro Solís M artín o Simón Simonsen, violinista
de Su M ajestad el Rey de D inam arca, conjuntam ente con su esposa
la soprano Fanny de Simonsen y el pianista A rth u r Loreau. Su p ri
m er recital demostró el valimiento de este g ran ejecutante dinam ar
qués, a quien se le parangona con Camilo Sivori. El cronista de “ La
Nación” en su núm ero del 11 de noviem bre estampó estas p a la b ra s:
“ Debemos no obstante declarar que á nuestro juicio, es el m ejor que
ha venido a nuestros tea tro s” . . . “ Simonsen no es uno de esos vio
linistas charlatanes que se han presentado en nuestros teatros y cuyo
m érito consistía en im itar el ladrido de los perros, el maullido de los
gatos, el canto del gallo ó el lloro de un niño. Simonsen es el verda
dero artista de genio y de estudio” . . . Sin embargo, en su último
recital del 19 de setiembre Simonsen desmintió flagrantem ente a su
entusiasta adm irador de “ La N ación”, al ejecutar “ El p ájaro en el
árbol” , un rondó burlesco de su producción en el cual desarrolló toda
una teoría de ornitología musical de muy discutible buen gusto. Al
mes siguiente su esposa, la soprano Fanny de Simonsen que hasta
último momento había actuado con él, dió a luz una niña en M onte
video, partiendo luego definitivam ente toda la fam ilia p ara Buenos
Aires a fines de 1859.
16. L a ó p e r a c ó m i c a f r a n c e s a y l a o p e r e t a . — La ópera
cómica francesa instituida por Juan Jacobo Rousseau en el siglo
X V III, toma a mediados del pasado siglo dos direcciones: una, de pre
tenciosa envergadura que pasa por las obras m ayores de Hérold y
Thom as y desemboca en la m agnífica “ C arm en” de Bizet, y o tra de
agradable y graciosa entonación m enor que halla su plenitud en las
operetas en un acto de A uber o Massé. Cam bia el carácter del texto
literario — dram ático en la prim era y de comicidad chispeante en la
segunda,— pero en ambas sobrevive la ordenación m usical de la an
tigua “opera comique” con su alternancia de partes cantadas y de
parlam entos hablados. M ontevideo comenzó a g u sta r de este tipo
de música francesa tan cara al imperio de Napoleón I II en el año
1852. Como había ocurrido con la ópera italiana, en vida de los
grandes compositores y a los pocos años de estrenadas sus obras en
Europa, nuestra ciudad conoció tam bién esta m anifestación musical
al través de cuadros de cantantes avezados en estas lides. Y es esta
una corriente im portante que conviene analizar, pues se cons
tituye en una de las surgentes del gusto musical en el M ontevideo del
siglo X IX .
L a Com pañía francesa que encabezaba el director de orquesta
P rosper Fleuriet y que integraban cantantes franceses de prim era ca
tegoría, ofreció los siguientes estrenos para M ontevideo en el tra n s
curso de tres años de actuación:
1852. A gosto 17. E l Maestro de Capilla: Paer.
1852. A gosto 17. L a hija del regim iento: Donizetti.
1852. A gosto 24. Lo s diamantes de la corona: Auber.
1852. Setiem bre 1. E l Dominó negro: Auber.
1852. Setiem bre 8. E l Chalet: Adam.
1852. Setiembre 8. L e s rendez-vous Bourgedes: Nicolo.
1852. Setiem bre 12. L e pan ier fleu ri: Thomas.
1852. Setiem bre 23. La dama blanca: Boieldieu.
1852. Setiem bre 28. E l nueva señor de la aldea: Boieldieu.
1852. O ctubre 2. L e pré aux clercs: Hérold.
1852. O ctubre 9. María de Rohan: Donizetti.
1852. O ctubre 21. E l Caid: Thomas.
1852. O ctubre 24. Fra D iavolo: Auber.
1852. Noviem bre 5. La F avorita: Donizetti
1852. Noviem bre 25. La N ovia: Aubert.
1852. Diciem bre 11. La Em bajadora: Auber.
i 853- O ctubre 3. La Judía: Halevy.
1853. O ctubre 22. Los M osqueteros de la R eina: H alevy.
1853. Noviem bre 4. Zampa: Hérold.
1853. Noviem bre 15. L a muda de P ortici: Auber.
1853. Noviem bre 28. Las bodas de Juanita: Massé.
1853. Diciembre 22. Carlos V I : Halevy.
1854. E n ero 6. L o s Mártires: Donizetti.
1854. Enero 26. La Siren a: Auber.
1854. F ebrero 16. Roberto el Diablo: M eyerbeer.
1854. Diciembre 23. E l sueño de una noche de verano: Thorm
246
E l éxito de la tem porada francesa de 1852 anim ó a su director
P rosper Fleuriet a pa rtir p a ra F rancia a mediados del año siguiente
a los efectos de obtener las últim as novedades del género y m ejorar
aún más su cuadro de cantantes. La “ Revue M usical” de P arís le
acogió con estas p a la b ra s: “ La Ciudad de M ontevideo que hasta hoy
no había tenido sino una compañía de italianos, ha form ado este año
una sociedad por acciones para poder conseguir en la Capital de la
República una compañía lírica de artista s franceses, a quienes ofrece
una protección señalada. E sta sociedad ha nom brado una comision
encargada de vigilar sus intereses. E sta comision tom ada entre los
más notables y ricos negociantes de la ciudad, se compone de los Se
ñores: Pedro Saenz de Zum aran, presidente. — Nicanor Costa, —
Pablo Duplessis, tesorero. — Luis A rtayeta, secretario. — Portal. —
M ateo P e tir y Fermepin. Los directores de la ópera francesa son los
Señores Prosper Fleuriet y Julio Dutilloy; son nombres muy inteli
gentes, que sabran corresponder á las esperanzas y á la confianza
de los habitantes de la Capital y agredecerles su protección, condu
ciendo hábilmente la empresa lírica que debe contribuir á dar á co
nocer y apreciar las obras m aestras de la m úsica francesa”. 115 Fleu
riet, de vuelta a M ontevideo a fines de 1853, puso en escena el 28
de noviembre “ Las Bodas de J u a n ita ” de M assé, una obra m aestra
del género que recién se había estrenado en el teatro de la “Opera
Comique” de P arís el 4 de febrero de ese mismo año.
L a actuación de estos excelentes cantantes franceses despertó
en el gusto montevideano un vivo interés que debilitó tran sito ria
mente un tanto el éxito exclusivo de la ópera italiana. Sin embargo,
esta emulación dió como resultado el m ejoram iento de ambos géneros
en nuestro medio ambiente. A las grandes compañías líricas italianas
que para triu n fa r tuvieron que m ejorar sus elencos, se opusieron los
cantantes franceses, superando también el suyo. Fleuriet había ade
más traído de F rancia dos excelentes sopranos, Elisa Lucas y Ste-
phanie Renonville y un tenor, Devaux, que encabezaron el conjunto.
Así pudo decir el cronista del “ Comercio del P la ta ” de 1853: “ Po
seemos hoi en nuestra capital lo que nunca tu v im o s: la mas completa,
la mas perfecta compañía lírica francesa, que haya llegado todavía
á la Am érica del Sud”. 116
247
a las m uchas zarzas que allí había. José Subirá, a quien hay que con
c u rrir obligatoriam ente para todo estudio sobre el teatro musical
español, nos ha explicado claram ente el nacimiento del nuevo g én ero :
“ Si el mal tiempo impedía salir a cazar, entonces acudían allá los có
micos profesionales de M adrid para d istraer al m onarca, con fu n
ciones especiales, más breves que las comedias en tres actos. Aquellas
obras daban señalada participación al canto y la música instrum en
tal, y pronto fueron conocidas con la expresión “ fiestas de la Z a r
zuela”. Prim ero se oirán ahí canciones sueltas, concertantes y c o ro s;
m as cuando se decidió crear obras en dos actos, que equiparasen la
im portancia literaria y la musical, surgió un nuevo género dram ático
al que prestó su nom bre la botánica por uno de esos azares tan insó
litos como pintorescos, bien frecuentes en la vida”. 117
H acía años, Calderón ya había dado un anticipo del género en
“E l Ja rd ín de F alerina”, pero el rótulo de zarzuela recién fué estam
pado en 1657 en “ El golfo de Sirenas” a la que siguió al año si
guiente “ El laurel de Apolo”, considerada la segunda zarzuela del
g ran escritor. Desdichadam ente no se han hallado todavía las mú
sicas correspondientes.
E n la prim era m itad del siglo X V III la zarzuela crece lentamente
por obra del compositor Sebastián Durón, cuya “ M uerte de amor es
ausencia” con letra de A ntonio de Zam ora tiene un éxito memorable
al igual que las zarzuelas de Cañizares con música de N ebra o de
Literes. Sin embargo, la llegada a M adrid en 1736 del célebre cas
trado Farinelli (C ario Broschi) determ ina el desplazamiento de la
zarzuela de los ambientes cortesanos. Farinelli, favorito de Felipe V
y luego de Fernando V I, im planta una dictadura musical en pro de
la ópera italiana, y la zarzuela es recogida en ambientes más popu
lares cuando Ram ón de la Cruz transform a la égloga mitológica en
frescos y directos cuadros de costumbres. A mediados del siglo X V III
nace con enormes bríos la Tonadilla Escénica y ju n to a ella se instala
un tanto tím idam ente la zarzuela. E spaña respira popularm ente desde
el punto de vista de la música escénica en esa época, a través de estos
dos géneros.
Don Ramón de la Cruz es el “libretista” que tran sfo rm a a la
zarzuela en lo que hoy es todavía este género. Sus piezas “ El tu to r
enam orado” con música de Luis Mison o “El Licenciado F a rfu lla ”
(1776) m usicalizada por A ntonio Rosales, representan los exponen
tes más expresivos de esta form a. Junto a ellas cabe destacar las zar
zuelas “ Clem entina” de Boccherini otro de los grandes de la
música que al igual que Domenico S carlatti no puede eva
dirse de la atracción espiritual y física de España, y “ El Barón
de Ulescas” con letra de M oratín y música de José Lidón.
Las zarzuelas dieciochescas pasaron al M ontevideo colonial
alrededor del 1800. E n el inventario de la Casa de Comedias
levantado entre 1814 y 1816 se
registran libretos de zarzuelas
conservados en su archivo: “ El
que de ajeno se viste” y “ Las
tram as b urladas”. Adem ás se
conservaban las p a rtitu ra s y p a r
tes de o tras dos: “ El Licencia
do F a rfu lla ” y “L a m ajestad en
la aldea” .118 No hay, sin em bar
go, indicación expresa de que
ellas se ejecutaran en M ontevi
deo, por más que la pobreza de
los periódicos en ese entonces no
perm itía que se estam paran los
detalles de las funciones del tea
tro. Es de todas m aneras muy
probable que ellas se conocieran
por nuestro público al igual que
las tonadillas.
En ese m ism o inventario
aparece un tipo de piezas suel
Fio. 69. — MARIANO SORIANO FUERTES, amor
tas, pertenecientes al ciclo de la
zarzuela y de la tonadilla, que
se cantaban con acompañamiento de g u ita rra , a m anera de
entrem és entre los actos de las comedias y que se llamaban
“ Princesas”. E n el folio 116 vta. de dicho documento y con refe
rencia al archivo musical del coliseo m ontevideano, se lee: “ M úsicas
de Princesillas acomodadas p.a var.s Comed.”.
La zarzuela española se define, en su postrera evolución, en la
década 1830-1840. La prim era zarzuela del siglo X IX correspon
diente a la form a que todos hoy conocemos, data de 1832 en que
Pedro Albéniz, Ramón Carnicer (el autor del Him no Nacional de
Chile), B altasar Saldoni y Francisco Pierm arini, estrenan conjunta
mente “ Los enredos de un curioso”, zarzuela colectivamente escrita
para los exámenes finales del “C onservatorio de M úsica” de M adrid
e interpretada por los alumnos de esta institución fundada oficialm ente
dos años antes. M ariano José de L a rra fué el libretista de la segunda
zarzuela española del siglo X IX estrenada el mismo año: “ El rap to ” ,
con música de Tom ás Genovés, y a ella siguió “ La novia y el con
cierto” de Basilio Basili sobre un texto literario de Bretón de los
H erreros en 1839.
La prim era obra ponderable de este renacimiento de la zarzuela
fué “ Geroma la castañera” de M ariano Soriano Fuertes, letra del
actor M ariano Fernández, que constaba de 11 núm eros musicales y
que fué estrenada en el teatro del Príncipe de M adrid el 3 de abril
250
de 1842. O riginariam ente fué calificada como “tonadilla” y 12 años
m ás tarde se conoció en M ontevideo bajo el rótulo de zarzuela, siendo
la prim era que inició en nuestro medio la historia de este género,
cuya cronología inicial m ontevideana se desarrolla de la m anera
que sigue:
251
al punto de que “ Buenas noches Don Simón” era una adaptación del
“vaudeville” francés “ Bonsoir, M onsieur P an taló n ”.
En realidad, la segunda tem porada, que abarcó desde fines de
1855 hasta abril de 1856, fué la que cimentó el prestigio de la zar
zuela en nuestro medio ambiente. Débese a Fernando Quijano la im
plantación de este género, ya que a mediados de 1854, había iniciado
tra tativ as para tra e r a M ontevideo uno de los conjuntos más nu
tridos de zarzuela andaluza que triunfab a en la ciudad de Cádiz.
De ello nos da cuenta la revista “Eco de la Juventud O riental” en
cuyo núm ero correspondiente al 25 de junio de 1854 se estam pa lo
que sigue:
•‘H oy se nos comunica una carta que el Sr. Q uijano ha recibido por la casa
de Soriano de Buenos A ires, escrita por el director de la compañía dramática que
trabaja a la sazón en el teatro principal de Cádiz. En esa carta se le participa que
en el mes actual concluyen los compromisos que esa compañía tiene en aquel teatro,
y que desde luego estará pronta a partir a esta capital. L a compañía mencionada
se compone del siguiente personal :
P rim er actor y director, D. Francisco T o rre s; 2.° id., D. Joaquín Cabella; Id.,
D. José G ov ea; Galán joven, D. M anuel V illen a ; Id. id., D. José Cabello; Prim er
barba, D. Vicente R ein a; 2 " id., D. F élix B ella; Prim er característico, D . Francisco
F ragoso ; Gracioso, D. A ntonio C alle; Prim era actriz, Carolina M ontesinos; 2.a id.,
D olores Fernández; Dam a joven, Luis M artínez; Característica, M aría Catalá.
253
nienclo desde su atril como simple ejecutante de orquesta y, ponién
dose de pie en los pasajes sofísticam ente m ás arriscados, m arcaba
el compás con el arco para volver a ocupar su lugar en el resto de
la obra. En otras oportunidades el “m aestro al cémbalo” hacía las
veces de director de orquesta como aún hoy, en ciertos conjuntos de
salón, cumple esta función el pianista acompañante. Desde luego que
las funciones de música escénica — ópera o ballet— exigían desde
tiempos pretéritos la presencia de un director que coordinara el palco
escénico con el foso orquestal, y la figura de este conductor que gol
peaba con su largo bastón desde el atril, los tiempos del compás, va
a adquirir rasgos más precisos y definidos cuando las orquestas de
cám ara pasan a los escenarios teatrales.
E n M ontevideo, a fines del siglo X V III, anda por los papeles
de los archivos de teatro o de las cantorías eclesiásticas, el nombre
de un director de conjuntos más o menos sinfónicos: Tiburcio O r
tega. Cuando en 1795 V irrey Don Pedro de Meló de P ortugal es
recibido en audiencia solemne por el Cabildo de Montevideo, un
grupo orquestal de once ejecutantes dirigido por O rtega le ofrece una
audición. El nom bre de Tiburcio O rtega está presente, además, en
num erosos documentos anteriores como organizador de conjuntos en
las funciones religiosas realizadas en la antigua iglesia de San F ra n
cisco, en la C atedral y en la Capilla de la Caridad. E s en realidad
el músico más destacado que actúa en M ontevideo d urante el siglo
X V III y presumiblemente fuera el conductor de orquesta de la Casa
de Comedias en la época de su fundación y hasta la aparición en
1806 de Juan Cayetano Barros. Nos falta, desdichadamente, la prueba
fehaciente de este aserto pero no es simplemente g ratu ita esta supo
sición. E n 1816 Tiburcio O rtega pertenece todavía a la orquesta
del teatro. En la página 136 nos hemos referido a él.
H a sta 1860 ocuparon la dirección de orquesta de la Casa de
Comedias, 18 músicos que se suceden en el siguiente orden:
! 793 Tiburcio Ortega ( ? )
1806 a 1829. Juan Cayetano Barros, con in tervención esporádica en 1822 de San
tiago Massoni.
1829 a 1837. A ntonio Sáenz, con intervenciones de Juan R é (1836).
1838 a 1848. Francisco José Debali, con intervenciones de A ndrés G u elfi (1840-
1847) y Dem etrio Rivero (1842).
1849 a 1851. Ignacio Pensel, con intervenciones de D omingo Parodi (1850-1851).
1852 a 1854. P rosper Fleuriet, director de la Compañía Francesa, y Juan Víctor Rivas,
director de la Compañía Italiana. Intervención esporádica de Lorenzo
M ontcrsino (18 52).
1855 a 1860. Luis Preti, con intervenciones importantes de César Dominicetti y
Clemente Castagneri, y esporádicas de L u is Sambucetti (p ad re) y
Celestino G riffon.
1.*Prim eram ente: Que desde esta fh a. queda recivido dicho Juan Cayetano al
cargo y exercicio delprimer violin y M aestro déla O rquesta del Coliseo ó Casa de
Com edias q.e tiene en pie el d.n M anuel Cipriano en esta P laza, deviendo continuar
en el por el termino de tres años contados desde esta fha, con el goce del sueldo de
sesenta p.s mensuales, y á mas de ello dos pesos mas por cada noche de función q.e
toque el violin [f. iv.] en dha Casa, siendo prevención que si por algún luto de per
sona, o peste, sitio de P laza, ó por otra causa legitim a, estuviere por algún tiempo
cerrada dicha Casa, devera gozar el medio sueldo de los referid os sesenta p.s mientras-
subsista aquella circunstancia, lo q.e igualm ente deverá entenderse en el tiempo de
quaresma pero con la obligación de q.e en todos estos casos hade enseñar y aleccionar
siempre a los cantores q.e hay y h uviere en lo subcesivo sirviendo en la citada casa.
2." Que no hade poder ninguno de anbos otorgantes durante el termino de esta
contrata separarse de ella ni solicitar alteración en el precio estipulado pero en el
caso de q.e el referido Barros quisiese pasar a la Bahia de todos los Santos á vuscar
a su M adre p.a conducirla a estos Dominios, ó á emprehender algún otro negocio de
sus intereses particulares, se lo permite desde ahora el d.n M anuel con la precisa
condicion q.e hade dejar en su lugar un substituto a satisfacción suya, q.e se obligue
á cumplir las convenciones de esta [ f. 2] Contrata, p.a q.e en ningún modo quede aban
donada la pp.ca d iv e r sió n -------------------------------------------------------------------------------------
3.0 Y fin alm ente: Que ha de ser del cargo y resorte del indicado Barros com-
bocar a los cantores, y demas Músicos de la Casa p.a los ensayos que deven hacerse
en lo q.e sea relativo á M úsica o canto, pues como tal M aestro de la Orquesta deve
dar a su arvitrio las disposiciones q.e juzgue convenientes al m ejor desempeño de su
encargo, debiendo seguir los referidos Músicos y Cantores las reglas q.e él diere ó
modificaciones q.e hiciese en m ateria de canto y música p.a el m ejor servicio del ppco.
Cuyos capítulos y condiciones se obligan a guardar religiosamente sin recla
marlos en manera alguna y con ningún p retex to; y si lo hicieren consienten q.e al q.e
asi lo executase no se le oiga en ju icio ni fuera de él, antes bien se le condene en
costas como a q.n intenta como m anifiesta temeridad acción ó dro q.e no le corres
ponda, siendo visto p.r el mismo hecho haverlos aprobado y ratificado como mayores
vínculos y firm ezas añadiéndoles fuerza [ f. 2v.] á fuerza y contrato á contrato. Y al
cumplim.10 y estavilidad de la presente Ess.ra en cuyos traslados consienten, obligaron
sus personas y bienes muebles y raíces havidos y por haver en la mas bastante forma
de dro. En cuyo testimonio asi r'sp e e nte lo otorgaron y firm aron en este
Regtro. de Contratos de la Ess.nia única pp.ca de esta Ciudad, q.e actualm .te corre a
mi cargo, siendo testigos d.n Justo Pastor Chorroarin, y d.n Bartolom é Hidalgo, ve
cinos de q.e doy fe, en este papel común p.r no usarse del sellado—
M anuel Cipriano de Meló
D ros. once rea.s
Juan Cayetano Barros
A nte mi—
P edro F elic.0 S a ín 1; de Caria
Ess.no de S. M .”
Sebastian .........................................
Pinheiro .............................................
J.e Joaq.n .............................................
Preto ....................................................
V n clarín . . .
otro clarinete
256
E n 1825 sus integrantes eran los siguientes, de acuerdo con la
lista de gastos efectuados para la función del 11 de noviembre a be
neficio de la H erm andad de C a rid a d :124
“ Relaqao do que cmporta a Orquesta
Preto ° .................................................................................. 2—
Chagas ................................................................................ 2—
Laverne ............................................................................. 2—
Pancho ................................................................................ 1— 4
P inheiro ............................................................................. 1— 4
Florencio ........................................................................... 1— 4
Souza .................................................................................. 2—
257
por la compañía que encabezaba Justin a Piacentini. E sta última
— ante el fracaso del nuevo director aficionado— solicita a Sáenz que
se haga cargo de nuevo de la dirección de la orquesta, pero el empre
sario aprovecha esta coyuntura para ejercer su autoridad y le pro
pone a Sáenz que se reintegre al teatro pero bajo las órdenes de Juan
Ré. Antonio Sáenz, entonces, sale a la prensa con estas p a la b ra s: “ Por
lo que hace al Sr. Ré, confieso que siento en el alm a no ver en él un
Paganini para aprender. Si este Sr. cree que es un desdoro d a r el puesto
al que tantos años lo ha desempeñado, yo creo que es más desdoro
volver á la orquesta sin que se me dé la satisfacción pedida” . 133 Con
motivo de una nueva versión del “ Tancredo” realizada el 8 de enero
de 1836, “ El U niversal”, al día siguiente, estam pa esta crítica: “ Ape
lamos á los concurrentes á las exhibiciones líricas, porque ellos com
prenderán como nosotros que la historia de la dirección del Sr. Ré,
ha correspondido al episodio elocuente del dúo del Tancredi, que pro
clamó á gritos su insuficiencia y corroboró completamente la idea de
que el tal Ré, puede tolerarse como un violin en la orquesta de un
pueblo civilizado, pero hasta que sepa algo mas, no podrá d irig ir sino
la de alguna aldea”.
El pleito se liquidó de inmediato.
Francisco José Debali. — La vida y la obra de Francisco José De
bali serán estudiadas en el capítulo dedicado a los Precursores. C orres
ponde al presente p a rá g ra fo analizar su actuación al frente de la
orquesta del Coliseo. A p a rtir de 1838 el nombre de este distinguido
m aestro húngaro comienza a aparecer en las funciones del teatro
como clarinetista y como director. E n 1841, su cargo de M aestro
M ayor del Ejército (en el cuerpo de G uardias N acionales) le impide
atender de una m anera perm anente esas funciones y cede muy ame-
nudo la batuta a A ndrés Guelfi. Sin embargo le veremos tom ar la
dirección en num erosas oportunidades durante la G uerra Grande, es
pecialmente en el año 1845. H acia el 1848 abandona definitivam ente
su cargo.
A ndrés G uelfi. — Com parte con Debali la dirección de la o r
questa del Coliseo entre los años 1840 y 1847. D istinguido ejecutante
de violín, sus prim eras actuaciones se realizan en calidad de solista
de este instrum ento. E n 1847, Ia orquesta de la Casa de Comedias
se hallaba encabezada de la siguiente m an e ra :134
Andrés G uelfi D irector y violín principal.
Demartini . . . Prim er violín
A gustín Lombardo Prim er flauta
A ntonio Barros .. Prim er clarinete
M atías Loyarte Prim er trompa
Luis Coecelli Prim era trompeta
José Giriboni T rombón
C iriaco ......... Prim er violoncelo
Luis Smolzi
258
E n 1852, A ndrés Guelfi se dedica exclusivam ente a la docencia,
habiendo ya abandonado la dirección orquestal del teatro, según se
infiere de varios anuncios en diarios de la época.135 P o r fin, en 1855,
lo encontramos al frente de un conjunto orquestal que anim aba uno
de los más conocidos recreos m ontevideanos. Dice el “ Comercio del
P la ta ” del 18 de enero de ese año: “ Concierto instrum ental en el
jardín M ontevideano, m añana jueves 18 del corriente. El Sr. Guelfi
director de la orquesta acompañado de otros varios artistas ejecuta
rán varias piezas de música entre ellas algunas llegadas últim am ente”.
Dem etrio Rivero. — Em igrado argentino d urante la tiran ía ro-
sista, Dem etrio Rivero, hijo de Roque, ocupa la dirección de la o r
questa de la Casa de Comedias durante el año 1842. D istinguido vio
linista además, su figura será estudiada debidamente en este sentido
en el p arág rafo dedicado a los conciertos y concertistas. El 9 de julio
de 1842, conduce la orquesta en la función a beneficio de los renom
brados cantantes italianos Livio y Rosa T assin i.136
Ignacio Pense!. — E n tre 1849 y I 852, se destaca con relieves
propios la figura de Ignacio Pensel, un director de m ayor vuelo que
sus antecesores, más especializado en el concierto que en el simple
acompañamiento operístico. El i.° de julio de 1849 conduce a la “ So
ciedad Filarm ónica” de la época integrada por aficionados y profe
sionales, estrenando en esa oportunidad una p a rtitu ra suya: “ La N e
reida o C am panilla”, un g ran galop para orquesta sinfónica.137 Su
reputación como severo y digno conductor orquestal, cunde de inme
diato en 1850 al acom pañar correctam ente al eminente violinista ita
liano Camilo Sívori en sus m emorables actuaciones. Al parecer, la o r
questa que acompañaba a los espectáculos de ópera en ese entonces
dirigida por Domingo Parodi, era de calidad inferior. Desde las co
lumnas del “Comercio del P la ta ” se reclam a calurosam ente porque
se confíe su dirección a Ignacio Pensel: “ Si la orquesta que dirije el
Sr. Pensel se ha conducido en el concierto del Sr. Sivori m ejor que la
que tiene hoi el teatro, no vemos una razón que se oponga á satisfacer
los justos deseos del público, lo que sin dificultad puede hacerse un
pequeño gasto más. Somos pues de opinion y pedimos con derecho
que el Sr. Pensel y su orquesta ocupen los atriles del teatro ”. 138 En
noviembre de ese mismo año, Ignacio Pensel conduce en el teatro la
orquesta que acompaña a los bailarines A na T rab atto n i y Enrique
F in art, interpretando los ballets clásicos “ La Sílfide” y “Giselle”. 139
En 1851 actúa en los conciertos de Lagom arsino, Ricci y Ronchetti,
y en 1852 lo vemos por últim a vez al frente de la orquesta de salón
del “ Baile M ensual” : “ La orquesta del Sr. Penzel, infunde con prim or
la animación y alegria en todos los corazones: sus valses, sus cuadri
llas, &a. dan vida y estímulo á todas las p arejas”. 140
Dom ingo Parodi. — La Com pañía Lírica Italiana encabezada
por la soprano T eresa Questa, tra jo a M ontevideo consigo al m aestro
259
Domingo Parodi, director de orquesta al parecer mediocre, al punto
de que varios abonados al teatro solicitan desde los periódicos que
se le substituya por el M aestro Pensel, como hemos visto en el p a rá
g rafo anterior. Dijo sin embargo, un cronista: “ La orquesta y los
coros, susceptibles ambos de m ejoras, merecen un elojio: aquella
gracias al empeño é intelijencia del Sr. Parodi llenó bien su parte,
aunque si no nos equivocamos, con más exactitud el dom ingo” . 141 Salvo
estas actuaciones suyas en el año 1851, su nom bre desaparece por
completo. La figura de Pensel, desplaza enteram ente a este tran si
torio director.
Prosper Fleuriet. — E n 1852 se presentó en M ontevideo el prim er
cuadro francés de operetas, cuyo director general y conductor de
orquesta era P rosper Fleuriet. En el térm ino de tres años dieron a
conocer buena parte del repertorio de la época en Europa. En 1853
Fleuriet abandona por seis meses la dirección de este conjunto a los
efectos de trasladarse a P arís para con tratar allí nuevos elementos.
R etorna a fines de ese año y continúa al frente de un brillante con
ju nto un año más. De b atuta flexible y de ponderado buen gusto,
Prosper Fleuriet es el prim er director francés que conoce Montevideo.
D eja además varias obras inspiradas en acontecimientos nacionales:
así, por ejemplo, en la función que a beneficio suyo se realiza en el
teatro el 18 de noviembre de 1852: “ Deseoso de ofrecer al distinguido
público que favorece las exhibiciones de la Sociedad Lírica Francesa,
un tributo de mi g ratitud, he dispuesto para mi beneficio la siguiente
función, de la que form ará una parte la G ran Cuadrilla m ilitar, con
el título de la Batalla de M onte Caseros, que tengo el honor de de
dicar al pueblo oriental” . 142
Juan V íctor Rivas. — El movimiento operístico de 1852 y 1853,
que fué quizás el m ás im portante antes de la inauguración del teatro
Solís, contó como director de orquesta al m aestro Juan V íctor Rivas
o Ribas. Llegó a M ontevideo en octubre de 1853 p ara actu ar con la
Compañía que encabezaba Ida Edelvira y permaneció cerca de dos
años en nuestro medio brindando un vastísimo repertorio italiano.
E n enero de 1856 falleció en Río de Ja n eiro .143 después de haber ac
tuado largam ente en Buenos Aires.
L u is Preti. — La personalidad del director de orquesta que inau
guró el T eatro Solís, se destacó vividamente en M ontevideo por es
pacio de medio siglo. A él le corresponde además otro m érito rele
vante: en 1875 dirije por prim era vez para nuestro país la T ercera
Sinfonía de Beethoven.
Daniel Muñoz en un hermoso artículo sobre la inauguración del
Solís, dejó varios detalles sobre su persona: “ D irigía la orquesta el
conocido Conde P re tti Bonatti que quedó avecindado en Montevideo
por largos años, á ratos consagrado á la música que era su culto y á
ratos al cultivo de la tie rra que era su afición”. 144
260
Luis P reti Bonatti, actuó
brillantem ente en nuestro me
dio el 22 de n o v ie m b r e de
1853, ejecutando el violín du
ran te un concierto de la So
ciedad Filarm ónica en el Trío
de M eyseder conjuntamente
con la Sra. V alentina Illa de
Castellanos y Carlos Guido.115
E n 1854 interviene también
como violinista en varias opor
tunidades y al año siguiente
ocupa la dirección de la or
questa de la Casa de Come
dias durante la te m p o r a d a
del cuadro italiano encabe
zado por Sofía V era Lorini.
D irigía ese conjunto en 1855
el m aestro C esar Dominicetti
y desde varios periódicos, vis- Fl0. ;0. _ LUIS PRETI, fotoErafla existente en
to el éxito obtenido por P reti el M“!eo '‘FrSm“c°pJa£bMú£, de '* Escuela
al frente de la Filarm ónica, se
sugiere que se le ceda la b atuta de la orquesta del teatro. Salen en
tonces a la prensa “Unos profesores de la orquesta” quienes expresan
lo que sigue: “para dejar al Sr. Dominicetti en el lu g ar que se me
rece no necesitamos dism inuir la capacidad del Sr. P retti, quien
apesar de los resultados que ha conseguido en la Sociedad Filarm ó
nica con sus aficionados noveles, y apesar de los señores intelijentes
no p asará nunca de un buen violin”. 146
La dirección de la orquesta de la Casa de Comedias le es con
fiada de inmediato a Preti, y al inaugurarse el 25 de agosto de 1856
el T eatro Solís, pasa a regir los destinos de este nuevo organismo.
A fines de ese mismo año m antiene una fuerte polémica con el crí
tico musical del “Comercio del P la ta ” que era el Dr. M iguel Cañé,
radicado en ese entonces en Montevideo, redactor principal de este
periódico. El cronista de este diario cierra la polémica con estas pa
labras: “ El Sr. P re tty M archesing director supremo de la orquesta
y de los coros de Solís, aprovechando los momentos actuales ha traído
á la anarquía un nuevo elemento de discusión de risa ó de critica
sublevándose abiertam ente contra los juicios de la prensa en un tono
que participa mucho de los acordes de su orquesta. Su introducción
es un ataque director al D r. Cañé redactor principal del Comercio
del Plata Tampoco ha dicho [el Dr. M iguel Cañé] que el Sr.
P retty no sea un violin distinguido; pero sí ha sostenido y sostendrá
m ientras los hechos no le prueben lo contrario, que la orquesta de
261
la ópera italiana de Montevideo era dirijida por los Señores Rivas
y Dom inichetty de un modo bien distinto del Sr. P re tty ”. 147
E n el año 1868 funda la “ Sociedad Filarm ónica” más impor
tante en el M ontevideo del siglo X IX de cuantas llevaron este títu lo .148
Volveremos sobre él en el capítulo dedicado a los prim eros com
positores que tuvo nuestro país.
César Dom inicetti. — L a Compañía Lírica Italian a que enca
bezaba la soprano Sofía V era Lorini, trajo en su elenco en 1855 al
director de orquesta italiano Cesar Dominicetti quien se presentó
por prim era vez en la Casa de Comedias el 28 de enero, conduciendo
la versión de la ópera de M ercadante “E l Ju ram en to ”. 149 El 16 de
setiembre de ese mismo año da a conocer en el teatro un “H im no P a
triótico”. 150 En 1856, tomó la batuta de la orquesta del teatro el m aes
tro Luis P reti y el nom bre de Dominicetti no volvió a fig u ra r más
en la cartelera teatral montevideana.
Clem ente Castagneri. — E n el mes de enero de 1857 el célebre
tenor Enrique Tam berlick actúa en Montevideo bajo la dirección del
m aestro Clemente Castagneri quien en la audición de despedida reali
zada el día 30 de ese mes estrena una obertura suya grandem ente elo
giada por la crítica musical de ese entonces: “esa sinfonía tan g ran
diosam ente desplegada y ejecutada con tanto esmero, que nos ha dado
una idea del Sr. C astagneri como compositor”. 151 Clemente C astag
neri, radicado por varios años en Buenos Aires, dió a conocer una
g ran cantata patriótica intitulada “ Los H ijos del Sol” , en el antiguo
T eatro Colón de Buenos A ires el 23 de junio de 1860, bajo su di
rección y con la intervención de los cantantes Alfredo Didot y Angel
C hiodini.152 Vuelve a actuar en M ontevideo en repetidas oportunida
des, especialmente en 1859, al frente de la compañía Lelmi-Cailly en
que estrena la ópera de Petrella “ M arco V isconti”.
L u is Sam bucetti (padre). — D irector de bandas m ilitares a me
diados del pasado siglo, Luis Sambucetti hizo sus arm as de director
de orquesta sinfónica, en el foso del T eatro Solís a p a rtir de 1858,
en que le vemos actuar con la compañía española de M atilde y C aro
lina Duelos. Dice un anuncio para la función del 26 de octubre de
ese año: “ La orquesta dirijida por el intelijente profesor Sambucetti
(L u is), tocará escojidas piezas de las más bellas óperas”. 153 F u n
dador de la fam ilia de músicos más im portante de la segunda mitad
del siglo X IX , Luis Sam bucetti, padre, escapa a la denominación de
precursor que hemos reservado para los músicos de la prim era mitad
de ese siglo, razón por la cual hemos dejado su bio-bibliografía para
el tomo correspondiente a aquél período.
Celestino G riffo n . — L a actuación orquestal del m aestro fra n
cés radicado en Montevideo, Celestino G riffon, comienza en agosto
de 1858 en que se presenta al frente del conjunto del T eatro San Fe
lipe durante los intervalos del espectáculo de m alabarism o de Azi
262
C heriff, el árabe “de goma elástica” , como le llama la propaganda de
la época. E n el carnaval de 1859 dirige la orquesta del San Felipe
d urante los bailes de m áscaras organizados en aquella sala. G riffon
había nacido en 1821 y llegó al U ruguay con el cuerpo expedicionario
del coronel Du C hateau durante la G uerra Grande. Term inado el sitio
de M ontevideo se radicó definitivam ente entre nosotros habiendo ocu
pado im portantes cargos en las bandas m ilitares del 1854. El in fal
table Francisco A cuña de Figueroa le dedicó una improvisación
con motivo de una serenata que en 1856 brindó al frente de su banda
del Escuadrón de A rtillería Ligera, al presidente de la República,
Gabriel A. P ereira:
“ La música deliciosa
Con que G rifón nos regala,
E s un lauro al que no iguala
L a emulación envidiosa.
263
ficheros de referencias escénicas de Minués, Contradanzas, Gavotas
y otros bailes de la vieja promoción, así como tam bién de Polcas, Cho
tis, M azurcas y Valses, alrededor de 1850. E n ese período inicial del
teatro, casi cuarenta nombres de bailarines surgen a prim er p lan o ; al
gunos de ellos son simples actores que complementan sus tareas con la
del baile. Sin embargo, los más encumbrados intérpretes no tenían en
mengua salir a escena una vez representadas las más estremecedoras
tragedias de A lfieri o V oltaire, para desatarse en una furibunda danza
de pies de fuego.
Y a es Juan A urelio Casacuberta, quien después de in terp retar
“ L a fam ilia Sirvan ó sea V oltaire en C astre”, salta de nuevo a escena
p ara acom pañar a Antonia Culebras en las figuraciones de un B o lera;
ya es Joaquín Culebras, padre de Antonia y viejísimo cómico de los
tiempos de la P a tria \ ieja, quien después de recitarse los cinco actos
de la tragedia “ N um ancia destruida” , aparece de nuevo sobre las ta
blas tan campante y procura “disipar el h o rro r y compasión que debe
inspirar la tragedia, con un bayle general en caracter jocoso cuyo título
es El honor en los m aridos y prudencia en las m ugeres”. 155
H ay, sin embargo, seis nombres memorables de bailarines pro
fesionales que cubren honrosam ente este período; son ellos los de
Toussaint, Cañete, Catón, Lehmann, T rab atto n i-F in art y Rousset. De
entre ellos destácanse los esposos José y Juana Cañete, por ser los
prim eros que aprovecharon las danzas nacionales llegando a crear una
varíente escénica del Cielito, y A na T rab atto n i y E nrique F inart,
quienes pusieron en escena por prim era vez en 1851, los ballets rom án
ticos “Giselle” y “ L a Sílfide” , casi recién creados en Europa.
P ero entremos al detalle de este pintoresco m undo de bailarines.
E n tre 1808 y 1857 veremos actuar a los siguientes:
1808. L a Paca.
1823. Juan A . Casacuberta.
1823. Petronila Serrano.
1824 >' j 833. Carolina Toussaint.
r829. Luis O uijano y A ntonia Culebras.
1829. Joaquín Culebras.
1829. José y M aría Chearini.
1829. José y Juana Cañete.
[830. F elipe D avid y Juan V illarino.
18^2. Felipe y Carolina Catón.
1832. Carolina Piacentini.
1833. Fernando Q uijano.
■837. Enrique y Guillerm ina P riggioni.
■845- Eloísa y Benjam ín Quijano.
1849. Compañía R a v e l: C arlos W inther, Julia y P'lora Lehmann, Luis Fe
y Gustavo D eloney.
1850. F rancisco Jorch.
1851. A n a Trabattoni y Enrique Finart.
1855. Manuel A vila.
1857. Carolina, A delaida, Theresina, Clementina y Laiís Rousset.
2 64
La Paca, según Isidoro D e-M aría130 había llegado a M onte
video, procedente de E spaña en 1808 conjuntam ente con los cómicos
Estrem era, Roldán y Rosalía Velazco. Dice el cronista: “ Si la tra
dición es verídica la Paca fué una g ran novedad con el bolero, que
sacaba á los más serios de sus casillas. De ella aprendió el joven Ca
sacuberta el bolero á las mil m aravillas” .
Francisco A cuña de Figueroa en sus versos intitulados “ R eparto
de papeles cómicos para una comedia” d ice :157
Dado que el resto de los actores a los que se refiere Acuña, son
de la misma época, es presumible que se refiera aquí a la m entada
bailarina. De todas m aneras, L a Paca, es el prim er nom bre de bai
larina profesional que asoma por entre los papeles del 1800. Desde
luego que hubo de haber otros que le precedieran, puesto que cuando
llegó a M ontevideo, el teatro tenía ya quince años de existencia, pero
los documentos de los prim eros tiempos de n uestra escena son muy
pocos y no surgen de ellos m ayores detalles.
Juan A . Casacuberta, el más grande actor sudam ericano de la
prim era m itad del siglo X IX , fué en M ontevideo, además, uno de
los anim adores más denodados del baile escénico. Desde 1823 tene
mos referencias de Casacuberta como bailarín: el 6 de febrero de
ese año se anuncia en la función a beneficio del H ospital de C aridad
en la Casa de Com edias: “la Señora M anuela M artínez y el señor
Ju an Casa-cuberta, bailarán E L L U N D U ” . 158
Casacuberta, incluso en la década 1830-1840 que m arca el apo
geo de su carrera, no dejó nunca de presentarse en los fin de fiesta
teatrales para bailar o para cantar tonadillas.
Nacido aproxim adam ente en 1795, su nacionalidad es punto aún
no documentado. Sospeché en un tiempo que fu era oriental. E n un
program a de la Casa de Comedias fechado el jueves 14 de febrero
de 1833,1“9 al anunciar el repertorio del día, insiste en varias opor
tunidades: “ Incorporado nuevamente á la Com pañía D ram atica de
esta Capital, es mi deber m anifestar á mis conciudadanos” . . . “y yo
deseando llenarla de un modo digno de la ilustración y buen gusto
de mi pais” . . . “Tal es la función que tengo el honor de dedicar á
mis conciudadanos” . . . P or otro lado el chileno don José Zapiola
afirm aba en sus célebres “ Recuerdos de tre in ta años” : “Ju an Casacu
berta, si no estamos equivocados, nacido en la República O riental” . . .
265
Ello no obstante, en el “ Re-
jistro de los Ciudadanos N a tu ra
les y Legales comprehendidos en
las M anzanas de la 3.a Sección de
esta Ciudad de M ontevideo”, 160
levantado el 10 de julio de 1830,
he encontrado en el folio 5 corres
pondiente a los habitantes de la
calle de San Vicente y en la casa
que lleva el núm ero 10: “Juan Ca-
sacubierta — Ciudad.0 Legal —
Soltero — exercicio Comico —
E dad 35 años” , de lo cual se de
duce que fuera conciudadano de
los montevideanos pero no na tu
ral sino legal, pudiendo por lo
tanto haber nacido en Buenos Ai
res, como, aún sin haberse docu
m entado todavía, se cree comun
mente.
E n 1807 se le ve por prim era
vez en Buenos A ires, niño aún, “juntando balas y m etrallas para
los patriotas que iban a atacar la iglesia de Santo Domingo, último re
ducto de los ingleses invasores”. 161 Según Isidoro D e-M aría, en 1808
aprendía a bailar Boleras, con La Paca, en Montevideo. U na de sus
prim eras intervenciones escénicas, la realiza en M ontevideo el 4
de noviembre de 1817 haciendo el último papel — “U n criado” — en
“Las Esposas V engadas”.
En Buenos A ires, en 1818, cuando contaba alrededor de los vein
te y tantos años, compone el papel de fantasm a en el sainete “ El va
liente y el fantasm a”. A p a rtir de 1820 se dedica al dram a y a la tra
gedia. Im itador del gigantesco Isidoro Maiquez y de Taim a, de quie
nes tenía fidedignas referencias, su repertorio por demás extenso
abarcaba, desde “ El Médico a palos” de M oratín, hasta “ El Pelayo”
de Q uintana, desde “ El vergonzoso en palacio” de Tirso, hasta “ Casa
con dos puertas. . . ” de Calderón; obras todas ellas que representaba
a menudo en Montevideo, cuyo público, asombrado, comenzaba a ad
quirir una cultura teatral altam ente noble al través de piezas de uni
versal jerarquía.
La acción de Casacuberta en la escena fué constante y múltiple.
Ejerció todos los m enesteres y fué en ellos sobresaliente.
Su pasión escénica constituyó una de las más nobles y grandes
lecciones de la historia del teatro latino-am ericano. No podía vivir
lejos de las tablas; cuando quedaba sin trabajo, bailaba en los en
tremeses, y pa ra g a n a r su sustento en sus prim eros años, hábil en la
266
costura, bordaba divisas y hasta trajes, que luego irían quizás a vestir
a mediocres émulos suyos.
Nuevo Moliére, muere en escena a mediados de setiembre de
1849, en Santiago de Chile, en el momento en que interpretaba el
último acto del dram a de V íctor Ducange “ Los seis grados del cri
m en”. Es el momento en que va a dar esta obra por últim a vez, según
indica el program a, “venciendo las resistencias que siempre he opues
to por la descomposición física que he sufrido cuando la he dado, en
la situación horrible del protagonista en el último cuadro, cuando es
capado del carro fatal tra ta de sustraerse al cadalso”. Sarm iento, que
pronunció una oración fúnebre en el m omento de e n te rra r sus restos
y que a la sazón era cronista teatral de “ El P ro g reso ” , de Santiago
de Chile, nos dejó entre otras, esta interesante apostilla sobre Juan
Aurelio C asacuberta: “mímica exquisita, detallada y llena de matices,
medios colores y gradaciones imperceptibles, que el ojo no alcanza a
seguir pero que el corazón lée i esplica una a u n a”. 162
Petronila Serrano, actriz, cantante y bailarina, tiene tam bién un
nom bre refulgente en esta últim a especialidad. F ig u ra consular de
nuestro teatro, Petronila perteneció a la pléyade de antiguos cómicos
que cim entaron la historia de nuestra escena. E n 1801 se presenta
por prim era vez en M ontevideo, y esto lo sabemos porque en 1848
anuncia por los diarios que ha cumplido sus 47 años de actividad
te a tra l163 y en 1855 los 54 correspondientes.164
E n tre 1805 y 1811, cantó tonadillas en M ontevideo y en Buenos
Aires, y casóse en nuestra ciudad con el insigne “b arb a” Ju an Oui-
jano, de cuya unión nacieron entre otros Fernando Ouijano. Su
estrella alcanza la plenitud en tiempos de las dominaciones portu
guesa y brasileña. E n 1823 el crítico de “ El Pam pero” en su número
del 5 de febrero observa violentam ente “ á Bernabé y Petronila por
su indecencia para bailar el despreciable y obsceno ondú”.
Si bien es verdad que cantó loas en 1821 a la Provincia Cispla-
tin a ,165 el 18 de julio de 1830, entonó el “ H im no a los T rein ta y T re s ”
ante los constituyentes patricios. L argas tem poradas ju n to a Casa
cuberta cim entaron su fam a y afianzaron su arte. H a sta los últimos
años de su vida, Petronila Serrano actuó en el teatro. Su fin fué,
no obstante, m uy doloroso.
Leamos este suelto aparecido en “ L a República” del 28 de julio
de 1858: “ . . .N o hace muchos años que una actriz oriental, se pre
sentaba en el teatro rodeada con los atractivos de su genio dram á
tico y recibía los bravos, aplausos y coronas de un pueblo que pre
miaba su arte y su talento” . .. “ Todavía hemos gozado la dulce im
presión de ver caer a sus plantas débiles y tem blorosas las últimas
flores enviadas por el entusiasm o y reconocimiento de sus adm ira
dores. Petronila Serrano, esta es la actriz O riental, la prim era en el
Río de la P lata, más aún, la prim era en la A m érica del Sud” . . . “ La
267
naturaleza privilejiada de Petronila, la ha hecho llegar hasta una
edad á que muy pocos alcanzan” . . . “¿Q uereis saber como vive?” . . .
“ E n tra d en su casa. L a m iseria se ha sentado á la puerta, la decre
pitud se seba en su víctima, el frío, la enferm edad, la indigencia se
han apoderado de la prim era actriz O riental”. Sigue a esto la nota
de una comisión que implora ayuda y el articulista agrega luego: “La
actriz que el público de Montevideo, de Buenos A ires y otros puntos
del Río de la P lata llenó de aplausos y premios d urante su larga vida
de teatro pide hoy una lim osna”.
M uere el 9 de setiembre de 1858.
Carolina Toussaint, llamada tam bién en o tras oportunidades Clo
tilde, fué la prim era bailarina francesa de cierta escuela, que actuó
en Montevideo. El 25 de noviembre de 1823 se presentó por prim era
vez en p areja con su esposo, en la Casa de Comedias, bailando “un
hermoso Dúo nuevo de Baile en caracter Asiático”. 100 Pasó luego a
Buenos A ires y volvió a Río de Janeiro en 1828. E n 1833 retornó
sola a Montevideo, actuando en el teatro en num erosas representa
ciones, y ofreció por la prensa, sus servicios como m aestra de baile.
H e aquí su anuncio: “ DÑ A. Clotilde T oussaint habiendo fixado su
residencia en esta capital tiene el honor de anunciar al público su de
term inación de d a r lecciones de baile á las Sras. que gusten ocuparla
en su mismo domicilio, ó yendo ella al de las Sras. discipulas. Su resi
dencia es en la casa conocida por la casa chica de Cipriano á donde
podran d irijir sus avisos las Señoras que deseen tom ar lecciones”.107
Luisa Quijano y Antonia Culebras. — Luisa Q uijano, hija de
Petronila Serrano y casada con el actor M áxim o Giménez, y Antonia
Culebras, hija del célebre bufo Joaquín, fueron entre los años 1829
y 1834, las sostenedoras más denodadas del baile escénico. Boleros,
M inués M ontoneros, Cachuchas, etc., sirvieron para que ambas ce
rra ra n inevitablemente todos los espectáculos en esos años. A ntonia
Culebras recibió de Juan A. C asacuberta la técnica del Bolero. Así
nos lo dice “ El U niversal” del 25 de agosto de 1830: “ En seguida
se presentará la joven Antonia Culebras á baylar las boleras por p ri
m era vez con el señor Juan C asa-cuberta que ha tenido la bondad
de enseñárselas”.
P o r su lado, Luisa Quijano se transform ó años más tarde en
una discretísim a soprano, actuando en “ Elisa y Claudio” de M erca
dante o en “ La U rra ca L adrona” de Rossini, con singular éxito.
Joaquín Culebras, tiene en la historia de la danza escénica una
actuación preponderante, habiendo sido durante muchos años — hasta
el año 1838 por lo menos— bailarín obligado en los “ fin de fiesta”
con que se clausuraban las funciones del teatro. M ás aún, Culebras
era el obligado anim ador de cuanto espectáculo representábase en la
Casa de Comedias. Español de nacimiento, ya figuraba en los elencos
dram áticos del Coliseo bonaerense hacia el 1814. De cuerpo enjuto
268
y ojillos penetrantes — pero ¡ay! con cierto grado de e s tr a b is m o -
encontraba enorme complacencia en destacar su castiza pronuncia
ción y c ortar los versos con toda alevosía: “el público, a pesar de
sus defectos físicos, lo apreciaba por sus modales finos, pureza de
lenguaje y estilo”. 108
E ra deplorable en el dram a y aún en la comedia, pero de pode
rosa efectividad en el sainete; según se estilaba en aquellos días, Cu
lebras, una vez term inada la función, salía a escena a anunciar la
próxim a representación, cosa que casi nunca podía term inar porque
el público de las gradas al ver su archiconocida estam pa, comenzaba
a exclam ar ¡ C ulebras! ¡ C ulebras!” y arm ábale una g rita tan espan
tosa, que con castizo lenguaje y todo, el tan popular como festejado
cómico, entrábase por entre telones muy ofendido pero muy orondo.
Tenía veleidades de escritor; en 1820, en una función a bene
ficio de la actriz M ontes de Oca, en Buenos A ires, dió a conocer una
composición suya dedicada a M anuel Belgrano, imponente loa mito
lógica donde se veía al héroe de Salta y Tucum án ascender a los cielos
para ser coronado allí por Jove, M arte y Apolo de cuerpo presente,
y referirse de paso a “la siempre inmaculada virgen pura, M aría de
las M ercedes”. 169
Antonio Zinny en su “H istoria de la prensa periódica de la Re
pública O riental del U ruguay” presenta a Culebras como co-director
del periódico “ El O bservador O riental” de 1829, ju n to con M árquez
y Fernando Quijano. Sin em bargo el propio cómico se encarga de
d estruirnos tal afirm ación en el ejem plar del 7 de febrero de 1829
del “ Sem anario M ercantil” : “ injustam ente calum niado tanto en esta
como en Buenos A ires de haber sido colaborador en el periódico titu
lado “E l O bservador O riental, que se da en M ontevideo, hago saber
á todos que jam ás he tenido ni tengo parte alguna en su composicion;
evitando así que se me pudiese aplicar aquel proverbio. — Quien calla,
o torga— . Joaquín C ulebras”.
El 28 de m arzo de 1831 “habiendo sabido que algunos pocos se
ñores concurrentes al teatro tienen alguna prevención contra él, sin
duda por falsos inform es” 170 decide Culebras retirarse de las tablas
y poner un escritorio de procuración en su casa de la calle de San
Diego, núm ero 22. Fué una de las tantas am enazas no cumplidas. E s
tableció su escritorio pero no se retiró de la escena.
Culebras era, como decíamos, oriundo de E sp añ a; había nacido
en 1790 y se hallaba radicado en el U ru g u ay desde 1817, según se
desprende de uno de los Registros de Ciudadanos de 1830.171 E n esa
oportunidad Joaquín Culebras en su calidad de ciudadano legal, juró
la P rim era Constitución de nuestra República naciente.
José y M aría Chearini. — El 15 de setiembre de 1829 se pre
sentó en M ontevideo una curiosa “trouppe” de acróbatas y bailarines
que encabezaba José Chearini y que integraban en un principio su
269
esposa e hijos. Sus espectáculos eran una suerte de miscelánea teatral
y circense. Quienes estudien aquella m anifestación de teatro criollo
nacida en el “picadero” , van a tener que h u rg ar en las actividades
de este remoto conjunto para hallar quizás un antecedente de los
circos trashum antes del 1890, donde, entre un caballo, un Ju an Mo-
reira y un oso am aestrado, alboreaba cierta m anifestación de nuestro
teatro nacional.
José Chearini y su honorable familia, bailaban ya en la cuerda
floja, ya en la tirante, Boleras, Gavotas o M inués, como lo hicieron
en el día de la J u ra de nuestra Constitución en un hilo de cáñamo
que se extendía desde la azotea del Cabildo hasta el centro de la
Plaza M atriz. E n el Edicto Policial promulgado p ara ese día figura
el siguiente a partado: “ E n la tarde del día 18 la compañía del Señor
Cherini ejecutará en la dicha plaza sobre la cuerda floja y tirante
todas las suertes de que ha dado testimonio su sobre saliente h a
bilidad”.
Más tarde los Chearini se presentaban en el P arque Argentino
de Buenos A ires con un henchido elenco, en el que figuraban ac
tores del renom bre de un Castañeda o de un Quijano.
José y Juana Cañete. — Las intervenciones esporádicas de Ca
sacuberta, Culebras o David, no eran sin embargo más que el pro
ducto de una g ran pasión escénica, de un entregam iento total al arte
y al juego de las tablas; los verdaderos bailarines de especialización
eran otros. Y el a rte de la danza entre 1829 y 1830 estuvo represen
tado en M ontevideo por dos figuras de continental renom bre: José
y Juana Cañete.
Juana Cañete bailaba con increíble rapidez el “padedú” — caste-
llanización del clásico “pas-de-deux”— a tal punto que los especta
dores llegaron a solicitarle públicamente que am inorase la velocidad
en las contravueltas, ya que veían de un momento a otro la respe
table hum anidad de la bailarina por los suelos; “debe ser algo más
cuidadosa en las contravueltas que da en el Padedú a fin de que no
llegue a desgraciarse en alguna de ellas”, le imploran sus devotos
al través de “ El U niversal”. 172
E ra n ambos dos españoles de singular prestancia que bailaban
Fandangos, Fandanguillos, Cachuchas y Boleras con fuerte expre
sividad. A lrededor de 1831 crearon una variante del C ielito:173 el
llamado “ Cielito en batalla”, razón por la cual sus nom bres quedaron
unidos a la figuración coreográfica de las danzas populares rio-
platenses.
Felipe David. — Nacido en Buenos Aires en 1797, Felipe David
subió a escena por prim era vez a los 16 años interpretando la ópera-
zarzuela “M onomanía M usical ó sea el fanático por la m úsica” e
implantando desde el remoto año de 1813 su graciosa fig u ra de có
mico irresistible. José A ntonio W ilde nos dejó de su figura un sa
270
broso a g u afuerte: “ Bastaba ver solamente á Felipe en la escena,
p a ra que se pronunciara la hilaridad; antes que d ijera una sola pa
labra la risa se hacia jeneral. E ra delgado i de fig u ra raquítica; las
pantorrillas (si es que m erecían sem ejante nom bre), parecían pa
lillos ; tenía una fisonomía particular sin ser desagradable” . .. “ En
los sainetes como era de suponer, Felipe D avid era el héroe; i á fe
que en algunos no dejaba que desear. P o r ejemplo, entre varios, el
publico no se cansaba (á pesar de repetirse con m ucha frecuencia),
de oírle en los tres novios imperfectos, en el que desempeñaba el rol
de tartam udo i cantaba tartam udeando, acompañandose en el arpa,
una canción de serenata á su novia que principiaba a s í :
E n el tiempo de Mari-Castaña
Una vieja solía cantar;
A tinos pollos chucurrutitos
Que corrían por su corral.
271
zones, tan ajustados que las previsoras m atronas ya tenían preparados
su abanico para el caso inminente de una espantosa ru p tu ra. El sin
embargo, seguía im pertérrito con su aire de jaco y la sonrisa que en
treabría sus labios acardenalados”. 177
En Montevideo, actuó con ciertas interrupciones, ju n to a su es
posa Carolina Catón, cerca de ocho años.
Carolina Piacentini, herm ana de Justina y Elisa, actúa en M on
tevideo en 1832 y brinda, en función a beneficio suyo, una serie de
números de baile. H e aquí su program a estam pado en “ El U niversal”
del 17 de octubre de 1832: “ E n el intermedio del prim ero al segundo
acto, la beneficiada en tra je de hombre, y la Sra. C arolina Catón, bai
larán el graciosísimo padedú de los Suspiros, y concluida la comedia
se ejecutará un baile pantomímico nuevo titulado E L M A E S T R O EX
LA A L D E A / Que será exornado con los siguientes bailables: P a
dedú, por la beneficiada y la Sra. Catón. Cuadrilla, bailada por las
mismas y el Sr. Villarino. Alemana por las mismas y el Sr. Villarino.
Gran terceto final bailado por las mismas y el Sr. C atón”.
Fernando Quijano. — Como no podía ser menos, el nom bre de
éste, el adelantado de nuestro teatro, fig u ra entre el elenco de los
bailarines de la Casa de Comedias. Damos detallada b iografía en el
capítulo correspondiente a Los Precursores.
Enrique y Guillermina Priggioni. — E n tre 1837 y 1842 actúan
en los fin de fiesta de la Casa de Comedias, los niños Enrique y Gui
llerm ina Priggioni bailando Boleras y Cachuchas. Guillermina se casa
con M olina y se incorpora al elenco estable del teatro durante la
G uerra Grande. Enrique, en esa misma época, form a p areja con M a
tilde Quijano.
Eloísa y Benjam ín Quijano. — Ambos eran hijos del actor F e r
nando O uijano y de la actriz M atilde Diez, y nietos por lo tanto de
la venerable Petronila Serrano. Niños todavía, les correspondió en
1845 introducir la Polca en el U ruguay. El 16 de noviembre de ese
año la bailaron por prim era vez en la Casa de Comedias y durante
diez años ambos herm anos hicieron fu ro r con este baile que ganó de
inmediato salones y teatro.
La Compañía R avel que dirigía Carlos W inther se presentó en
Montevideo en setiembre de 1849 y Por espacio de casi dos años rea
lizó num erosas funciones de acrobacia, baile y representación panto
mímica. La integraban además los siguientes bailarines: Julia y Flora
Lehm ann, L u is F crrin, Gustavo Deloney y una niñita a la que lla
m aban La petit Am onr. E ntre sus bailes más destacados se hallaba
“ Robert M acaire” , pero según se desprende de los program as de la
época, no alcanzaba a ser un “ballet” , no pasando más allá de una sim
ple representación pantomímica. El resto de sus program as estaba
integrado por danzas de la época o danzas características europeas.
Francisco Jorch, plegado en algunos momentos a la Compañía
Ravel, ofreció en M ontevideo en 1850, num erosas sesiones de baile
al final de las representaciones dram áticas. E n el “ Comercio del P la ta ”
del 11 de julio de ese mismo año anuncia así: “ El P ro feso r del Real
C onservatorio de Lisboa, compositor coreógrafo, y prim er bailarín
entre los de prim era clase. D. Francisco Jorch, recien llegado á esta
capital se compromete á dar lecciones de baile g ratis á las niñas de
ocho ó diez años de edad; pero quedando obligadas á presentarse en
público cuando dicho profesor lo necesite y por tiempo que será esta
blecido. D. Francisco Jorch se halla en el T eatro desde diez de la m a
ñana hasta la una de la tard e” . P a ra que el lector se form e idea clara
del espectáculo que constituía la Com pañía Ravel y Francisco Jorch,
transcribirem os simplemente la descripción de uno de sus números
de la función del 21 de Julio de 1850: “G ran cuadro Guillermo Tell
cuando se ve condenado á sacar con una flecha una m anzana de la
cabeza de su hijo iluminado con fuego blanco” . . . 718
Ana Trabattoni y Enrique Finart. — El g ran arte de la danza
recién entró en plenitud en Montevideo, en el año 1851, con la llegada
de A na T rabattoni y E nrique F inart. Discípulos ambos de la gran
escuela clásica de danza de Felipe Taglioni, pusieron por prim era vez
en escena en nuestro medio un verdadero Ballet.
E n tre otras obras de m enor im portancia, cumplió a estos baila
rines haber dado a conocer en M ontevideo las dos joyas del ballet
blanco: “ La Sílfide” y “Giselle”.
“ La Sílfide”, que subió a escena en la Casa de Comedias el 26
de enero de 1851, era un ballet en dos actos cuya coreografía había
compuesto el célebre Felipe Taglioni y cuya m úsica pertenecía a Jean
Schneitzhoeffer. Su estreno se había realizado en P a rís el 12 de marzo
de 1832 y el papel de la Sílfide había estado a cargo de M aría T a
glioni, quizás la más grande bailarina de todos los tiempos. Ju s ta
mente, a este ballet se le asigna en la historia de la danza la impor
tancia más elevada ; significa la ap e rtu ra del nuevo estilo de la danza
“de puntas”, en la cual habían de triu n fa r ju n to con la Taglioni, Fanny
E isler y C arlota Grisi.
“Giselle” o “ Las W illis”, coreografía de Jean Coralli y música
de Adam, había sido estrenada por C arlota Grisi, Coralli y Petipa
en el T eatro de la Academia Real de M úsica de P a rís el 28 de junio
de 1841. Diez años apenas de vida tenía el célebre ballet cuando los
esposos T rabattoni y F in a rt lo dieron a conocer en Montevideo. Del
arte de estos dos bailarines nos hablará un crítico m ontevideano de
la época: “ Sucedióle la Sra. T rabattoni y su esposo. E sta bella pa
reja cuyo m érito coreográfico es incontestable, va sucesivamente pre
sentando nuevas pruebas de su habilidad. Ambos estuvieron mui feli
ces el domingo en la ejecución de las piezas escijidas; y el Sr. F in a rt
nos pareció mas ajil que nunca, pues a buen seguro que al verle como
273
le vimos elevarse tantas veces, y b ajar como lo hacia, posando el
pié suavemente, nadie habría dicho que no era movido por un re
sorte, Su mímica y sus m aneras son distinguidas. Ningún jesto, nin
guna acción ejecuta que no sirva para probar que es un hom bre fino.
Cuando suspende a su esposa, cuando jira , cuando se eleva, siempre
su semblante el mismo, su actitud la mas elegante y noble. Y luego
tiene una com pañera que no le cede en ningún sentido, siéndole su
perior en mas de uno. Los dos recibieron buenos aplausos, y ella
mas cuando quiso repetir un largo pedazo que no había ejecutado a
su deseo, m erced a cierto desliz de la orquesta. E n la M anola, en la
p arte plástica del baile diremos, tal cual hoi se conoce, la p areja dio
un bello ra to ”. 179
Los esposos Cañete y Catón, se habían limitado en sus actua
ciones a la danza característica. Con A na Trabattoni y E nrique F i
n art, M ontevideo conoció el gran arte universal de la danza. E n ellos
está el antecedente más memorable de los grandes ballets que habían
de venir luego: el “ E xelsior” a fines del siglo X IX y el conjunto de
Diaghilev, el Ballet Ruso que encabezaban N ijinsky y la Karsavina,
en la segunda década del siglo actual.
M anuel A vila en 1855 vino a refrescar un tanto el baile español,
con su compañía de excelentes ejecutantes. Especialistas en “jaleos”
españoles, trajero n un recuerdo bastante exacto — según las crónicas
de la época— del baile flamenco.
L o s hermanos L u is, Carolina, Adelaida, Theresina y Clemen-
tina Rousset, constituyeron, en el orden cronológico, la segunda com
pañía de ballets que visitó el U ruguay. El 26 de julio de 1857 se pre
sentaron en el T eatro Solís ofreciendo el ballet de Coralli “ Giselle
o Las W illis” y el baile sevillano “ La M aja de Sevilla o Los Con
trabandistas”. El m aestro Luis P reti condujo la orquesta en esa opor
tunidad. El i.° de agosto de ese mismo año ofrecieron en el Solís
el ballet “ Sathanielle o El T riu n fo de la v irtu d ” ; creemos que se
tra ta del ballet “ Satanella” (1855) de Pablo Taglioni. Según las
crónicas de la época, Carolina era la más grande bailarina de los
cuatro, y si bien en los grandes ballets estaban a la altu ra de estas
creaciones, en las piezas de carácter español no lograban un acento
m uy legítimo, como se puede deducir de estas palabras del cronista
del “ Comercio del P la ta ” del 27 de julio de 1857: “aconsejamos á
toda bailarina superior de academia, que deje las fantasías ardientes
del meneo, á esas hijas de Eva que se han criado bajo los rayos del
mismo sol que dora las uvas en Jerez de la F ro n te ra ”.
21. L a s d a n z a s e x c l u s i v a m e n t e t e a t r a l e s . — Es frecuente,
habíamos dicho en el p arág rafo anterior, que el teatro se anticipe
en el siglo X IX a las danzas que luego se irrad iarán en el salón. P rá c
ticamente, todas las danzas de salón de la prim era m itad del pasado
274
siglo, penetran al U ruguay a través de la escena, tal como acontece
con la Polca en 1845, bailada por prim era vez en la escena y reco
gida a los pocos meses en las tertulias de los sitiadores y de los si
tiados en plena G uerra Grande. E n otros casos, el teatro da pres
tigio e irradiación a posteriori, al grupo de danzas campesinas tales
como el Pericón, el Cielito o la M edia C aña que suben a escena a
p a rtir de 1820 en el inevitable fin de fiesta con que se clausuraba las
funciones de la Casa de Comedias. U nas y o tras han sido tratad as
en el capítulo dedicado a la m úsica de salón. Vam os a referirnos
ahora a aquellas que sólo tienen vida en las tablas m ontevideanas.
Debe, no obstante, destacarse, que algunas de ellas, con cierta presun
ción, fueron tam bién bailadas en los salones, tales como la Cachucha
y la J o ta ; pero nos faltan los documentos probatorios de tal aserto.
Veamos, entretanto, la enumeración y características de aquellas
que sólo existen en nuestro medio en función del teatro. La fecha
que figura al lado de ellas, se refiere a la prim era vez en que surge
dicha danza en los documentos:
Lundú (1823).
Pas-de-deux ( 1829).
C achucha (1829).
Seguidillas (1829).
F ricassé (1830).
Jaleo (18 3 1).
A lem ana (1832).
G aita G allega (1833).
S olo de lanzas (1833).
D anza T u rca (1833).
P olaca (1833).
Cosaca (1836).
Jota (18 37).
S avoyarda ( r 849).
Paso Escocés (1849).
P aso Estiriano (1849).
Tarantela (1849).
Vienesa (1849).
Paso V a sco (1850).
Zam ba (18 55).
275
La rápida mulata vestida de varón
Danza el ardiente L U N D U y el B A T U Q U E .
Fingiendo la muchacha que levanta la falda
Y volando sobre la punta de los dedos,
Baila ante el mocetón que más le gusta
Una lasciva “ embigada” , abriendo los brazos.
Entonces el mcfzo torciendo el cuerpo
P o ne una mano en la frente y otra en la cadera,
O haciendo castañear los dedos,
Siguiendo de las violas el compás,
L e dice: ¡ Y o pago, yo pago! y de repente
Sobre la impúdica -meretriz lanza el salto.
¡O h danza venturosa! T ú entrabas
E n las humildes chozas donde las negras,
Donde las viles mulatas, apretando
P or debajo' del vientre una larga cinta,
T e honraban en compañía de guapos,
Batiendo sobre el suelo el pie descalzo.
Ahora ya consigues tener entrada
En las casas más honradas y palacios.182
E l B rasil ha llegado mucho antes que esta P rovincia á su mayor edad. E l alto
punto de su ilustración és inequívoco, y la grandiosidad de sus empresas presenta
la prueba mas luminosa de su saber. N o hay duda en esto; y así la bulla acaecida en
el teatro és forzoso atribuirla al ardiente movimiento de algunos pocos jovenes que,
acalorada su idea con los vestigios irritantes que les dejó la expectación de las
276
referidas liviandades, desearon sin premeditarlo, que se repitiese aquel bayle de
Cascabel gordo” .
277
t ú que que i/o - ce tem C x - be-$awi'cVa.*cl&-— m eit b en\.
Fig. 72. — LUNDU brasileño del siglo XIX. Transcripción de Mario de Andrade
278
m ente en el escenario de nuestra Casa de Comedias entre 1829 y
1850. Hemos visto cifrada la m úsica de esta danza en compás de tres
octavos; acompañada por una o dos g u ita rra s la Cachucha poseía
en su coreografía originaria el empleo de castañuelas. F u era de su
extensión en E spaña y en los escenarios de habla castellana, la Ca
chucha no tuvo vigencia universal hasta 1836, fecha en la que la
célebre bailarina Fanny Eissler la incorporó a su ballet “ Le Diable
B oiteux”. Desde entonces y por espacio de 30 años fué vastam ente
conocida, pero siempre como danza escénica.
H e aquí una versión para g u ita rra hallada en el archivo que
perteneció a Gerolamo Folie, actualm ente en nuestro poder.
279
pótesis data de 1844 y aunque muy divulgada no tiene ningún asi
dero ni demostración.
Desde 1829, fecha en que Juana Cañete baila una Cachucha en
la Casa de Comedias, hasta la segunda m itad del siglo X IX , esta
danza sube a escena en toda ocasión importante. Bailan Cachuchas
en los escenarios m ontevideanos: M aría Chearini en 182o,103 los es
posos Catón en 1832,194 Fernando Quijano en 1837,195, Guillermina
Priggioni en 184o,190 Dolores de Cambín en 1845,197 Eloísa y Ben
jam ín Quijano en 1847,199 Flora Lehmann en 185o.199 P o r espacio
de 30 años tiene vigencia escénica exclusivamente, en nuestro medio.
La Seguidilla. — L a clásica danza hispana, aquella que en ya
lejano año había citado y comentado Cervantes con estas palabras:
“era el brincar de las almas, el retozar de la risa, el desasosiego de
los cuerpos y, finalmente, el azogue de todos los sentidos” ( “ Don
Q uijote”, P a rte 2.a, Capítulo X X X Y III), la Seguidilla M anchega,
se practica con devoción en la Casa de Comedias de M ontevideo. La
antigua Seguidilla M anchega así llamada por su rg ir mucho antes
del 1600 en La M ancha, recién en el siglo X V III se une al Bolero
p ara originar la Seguidilla Bolera, al repertorio flamenco p ara cons
titu ir la “ sevillana” gitana, y a la Cachucha p ara convertirse en las
Seguidillas jaleadas.
Su frase en compás de tres octavos, se alterna con coplas can
tadas de las cuales nos trae Cervantes el recuerdo de aquella tan
célebre que comienza: “Ven, m uerte, tan escondida” y que Acuña
de Figueroa glosó repetidas veces. Fué la Seguidilla M anchega y
no la gitana ni la híbrida de formación posterior, la que vió bailar
M ontevideo en su Coliseo. Los esposos Cañete en 1829 y los Catón
en 1832 bailaron siem pre Seguidillas M anchegas. A veces ni figura
la palabra Seguidilla, pero siempre está presente el lugar de donde
proviene, tal como en el anuncio de 1832 que dice así: “ E n seguida
el Sr. Catón y su esposa bailarán unas alegres m anchegas”. 200
E l Fricasé. — El Fricasé, Fricassée o Fricatel, se rem onta al
siglo X V I y se aplicaba este nombre a las composiciones polifónicas
en las cuales cada voz tenía texto literario propio aunque la música
llevara la relación melódica de cualquier obra, a cuatro o seis partes,
de la época. E n el siglo X V II, los franceses definieron más clara
m ente este tipo de composición, escribiendo piezas con textos lite
rarios hum orísticos en distintos idiomas y con distintas melodías que
se yuxtaponían contrapuntísticam ente, guardando no obstante la de
bida relación dentro de las leyes del contrapunto. Se le confunde
m uchas veces con el “quodlibet” o “ ensalada m usical” , del que Juan
Sebastian Bach ha dejado tan notables ejemplos ( “ Quodlibet a trein ta
variaciones” ) y en realidad se tra ta del mismo tipo de composición
aunque con diferente nombre. E n realidad, el principio del Fricasé,
estriba en “yuxtaponer” distintas melodías, diferenciándose por lo
280
tanto del potpourri en que en éste las melodías se “eslabonan” rap-
sódicamente. H asta fines del siglo X V III se empleó el Fricasé dan
zando en Francia y ello se resolvía bailando simultáneamente dos
bailarines, uno de ellos el M inué, por ejemplo y el otro la Gavota.
¿ E ra éste el Fricasé que se bailaba en los teatros sudam erica
nos en la prim era m itad del siglo X IX ? Creo que sí, y la prueba es
é sta: siempre que se bailó en un teatro montevideano intervinieron
dos personas por lo menos (a veces dos caballos), como en el “Circo
Olímpico” de 1834.201 E n cuanto a su música, no hemos podido hallar
ni un solo ejemplo. Sin embargo, hasta que no aparezca alguno, no
se puede sustentar de una m anera categórica que no fuera un pot-
puorri de danzas, es decir que en lugar de yuxtaponerse, se eslabo
n aran una después de la otra. De todas m aneras creemos también
que será muy difícil hallar partituras, por el carácter de improvi
sación o, m ejor dicho, de arreglo circunstancial que tenía el Fricasé.
Xo se consignan jam ás los autores de los mismos porque era cos
tum bre que lo realizara el “m aestro al cémbalo” de las prim itivas
orquestas de teatro. P or otro lado no se verá que los grandes com
positores del ciclo de la Suite hayan escrito un solo Fricasé, como
que era esto un m enester secundario y no configuraba ninguna danza
específica.
Felipe David vestido de m ujer y Ju an Villarino de hombre, lo
bailan por prim era vez en la Casa de Comedias el 16 de Febrero de
183o.202 Aparece luego este baile en varias oportunidades hasta 1846
por lo menos, en que, según aviso de la prensa de la época, “ Petronila
en caracter de vieja bailará el Fricasé acom pañada por el caracterís
tico del baile”. 203
E l Jaleo. — El acto de anim ar con palm adas, interjecciones o ade
m anes a los que bailan, define en España al verbo jalear. Así pues,
el Jaleo, en su acepción más alta, no entraña una danza diferenciada
sino una simple actitud de los bailarines o de los asistentes. C orría
en el siglo X V III por España sin embargo, una danza de única me
lodía y ritmo que se denominaba “Jaleo de J e re z ”, en recuerdo del
célebre barrio de la gitanería. Bajo estas dos form as aparece el Jaleo
en la escena m ontevideana: como “Jaleo de Jerez” 204 y aplicado este
térm ino a otras danzas: “boleras jaleadas de la cachucha”.205 Y a
en 1831 el niño Luis Pablo Rosquellas canta un “Jaleo en caste
llano” 200 y hasta la Compañía D ram ática Francesa de 1852 presenta
un Jaleo “pas de deux espagnol, par m adam e D upré et mademoiselle
Landelle”. 207 Aparece además bajo otros nom bres como “Jaleo de Cá
d iz” 208 o simplemente “Jaleos Sevillanos” .209
En la segunda m itad del siglo X IX no se oye hablar más de
esta expresión, salvo en ciertas jornadas de danza española que se
alternaban con las representaciones de las viejas zarzuelas cortas.
281
La Alemana. — El 19 de octubre de 1832, en la función a bene
ficio de C arolina Piacentini, ésta, Carolina Catón y Ju an Villarino,
bailan en la Casa de Comedias una A lem ana.210 L a antigua Aleman-
da se origina alrededor del 1575 al tom ar este nom bre el Branle en
Alemania, por oposición a la Pavana ya caída en desuso. Integra
luego en su form a instrum ental la Suite clásica a m anera de prim er
núm ero de ella. Sin embargo, alrededor del 1760 aparece una versión
francesa, de tiempo vivo que casi ningún punto de contacto tiene con
la vieja Alemanda. Hem os encontrado un ejemplo de ella en el A r
chivo Debali.
283
La D anza Turca. — E n varias oportunidades la bailarina Ca
rolina T oussaint presentó en la Casa de Comedias “un solo en ca
racter turco” . 2115 Es una de las tantas convenciones exóticas en el
orden de la danza, equivalente a las fam osas “m archas tu rcas” o
rondós “alia tu rc a ” del siglo X V III, de los cuales son refinados
ejemplos los de M ozart o los de Beethoven.
La Polaca. — La gran danza nacional de Polonia, llamada in
distintam ente Polaca o Polonesa en nuestro idioma, comienza a m en
cionarse en su país a p a rtir de 1645. Es un cortejo m ajestuoso que
se rem onta a siglos anteriores y se origina en un m archa triu n fal
de los antiguos guerreros polacos. Las m ujeres no podían unirse
a la danza — dice C urt Sachs— sino con posterioridad a la inicia
ción, y entonces, en parejas separadas. Aún la Polonesa más reciente,
con parejas m ixtas, era evidentemente una ronda ceremonial dis
puesta de acuerdo con la edad y la dignidad, en solemne paso desli
zado. El m ajestuoso cortejo se interrum pía con el hincarse cortesano
ante la dama, un paseo de la dama por el lado izquierdo del caba
llero, y toda suerte de figuras extraídas de la antigua danza coral.
El acto de ceder a la compañera — sigue Sachs— constituía una fi
gu ra especial: el prim er bailarín debía ceder su com pañera y recibir
a la dama de la segunda pareja, y así sucesivamente hasta que al final
quedaba “ viudo”.217
Musicalmente es una doble danza que consta de una introducción
en compás binario y una conclusión en ternario. A fines del siglo
284
X Y III la Polaca sube al escenario en una variante de p areja suelta
independiente. E s un simple Pas-de-deux sobre el ritm o de esta danza
que, bajo esta form a, pierde el carácter de danza coral. Así fué bai
lada en M ontevideo por Carolina T oussaint y M iguel Vaccani en
1833218 y en otras oportunidades convertida en una simple canción
polaca, como ocurrió dos años más tard e al ser entonada en inglés
en la Casa de Comedias por la señora L aforest, esposa del director
del circo y espectáculos coreográficos.219
La Cosaca. — La acepción general de Pas-de-deux, cubre una
g ran cantidad de danzas características que se diferencian entre sí
por las actitudes que recuerdan el acento nacional de distintos países.
Y así como vimos un Pas-de-deux en form a de Polaca, corresponde
a n otar otro en form a de Cosaca rusa. E n 1836 se baila “por los bo
leros de la com pañía” , según reza el anuncio, un baile intitulado “ Co
saco Ruso”.220 E n 1840 el aviso es más concreto: “ Cosaco ruso, pa
dedú por Em ilia y A nita”,221 y en 1842, simplemente, “ Cosaca” dan
zada por E nrique Priggioni y M atilde Q u ijan o .222
T rátase, en realidad, de una fantasía teatral que recuerda el
baile campesino ruso del cosaco, con los golpes fuertes dados con el
285
Lehm ann bailan en el teatro la Jota A rag o n esa227 y en 1855 la re
piten Eloísa Ouijano, M aría, M anuel Avila y M artín ez.228 E n la se
gunda m itad del siglo X IX la Jota se extiende en el ambiente cam
pesino uruguayo, pero sin acriollarse. Las que hemos recogido en
nuestros viajes de recolección folklórica, responden exactam ente al
ritm o y al juego de altitudes de la Jota española.
E n un viejo cuaderno de danzas que perteneció al archivo de
Gerolamo Folie figura esta Jota A ragonesa:
286
tantes sim ilares que son propiedad: la Polca, de la Europa Central
y la Escocesa, de Inglaterra. La Escocesa, por otro lado, es anterior
a la Polca, lo cual provocó esta confusión de paternidades, cuando
en verdad se tra tab a de invenciones casi sim ultáneas.
— ESCOCESA
287
llam ada “T arantela napolitana” .234 No se llega a socializar en nues
tro medio, como ocurrió con la Jota, por ejemplo.
La Vienesa. — El 8 de diciembre de 1849, Julia y Flora Leh
m ann bailan en el teatro “ La V ienesa”, danza que repiten al año si
guiente.235 Paso de carácter como tantos otros que dan a conocer
estas dos precursoras de nuestra danza escénica, no tiene posterior
repercusión en nuestro medio.
E l Paso Vasco. — El 10 de m arzo de 1850, Flora y Julia Leh
m ann danzan un “ paso vasco”. 230 N inguna o tra referencia aclara este
baile. Presum iblem ente se tra ta de otro de los pasos de carácter de
índole exclusivam ente escénica (¿en tiempo de zortzico?).
L a Zamba. — El 20 de julio de 1855 el bailarín M artínez y su
esposa danzan un “baile peruano” , según reza el program a, in titu
lado “Zamba la batalla” .237 Y a conocía M ontevideo la Zamacueca, al
través de unas variaciones de concierto que el eminente violinista
italiano Camilo Sívori había brindado en sus m emorables recitales
de 1850, bajo el título de “ El C arnaval de Chile”. Zamba, Samba
Cueca, Zamacueca o simplemente Cueca, nunca tuvo en el U ruguay
proyección socializada. Sin embargo, cumple anotar la Zam ba como
simple baile teatral en el conglomerado coreográfico de mediados
del siglo X IX .
288
NOTAS CORRESPONDIENTES AL CAPITULO II
(i) “ P ara que la Audiencia de Buenos A yres inform e sobre los puntos que se
espresan relativos á la reelección de el A lcalde de prim er voto de Montevideo
D .n Franc.0 Cardoso, la Presidencia en el T e atro de Com edias del Gov.or y
resistencia de este á franquear la Puerta por donde acostumbran entrar los
Alcaldes.
[F0I.4 vta.]
+
S. M. en S .11 Yldefonso a 7 de A gosto de 1795.
+
[F0I.1]
El Rey
Consejo de 21 de Julio
de 1795
Sala 2.“
Presidente Regente y O idores de mi Real A udiencia de Buenos A yres.
P or parte del Cavildo Secular de la Ciudad de Montevideo se há hecho ins
tancia a fin de que se tomen varias providencias para remediar las vejaciones
abatim .to y poco decoro con que trata á sus individuos el G overnador de aquella
Plaza D." A ntonio O laguer y Feliu, quejándose entre otras cosas de que á su
arbitrio', sin consulta, acuerdo, o noticia del cavildo dispuso en el año de 1793.
establecer diversión publica de Comedias, quando hasta entonces no las avia
ávido, y si vnicam .te el entretenim iento de T íteres, ó volantines, á el qual
asistían el C av.‘l0 [Fol. ivta.] y A lcaldes ordinarios entrando no por la Puerta
común sino por otra reservada que dirigia a su P alco con el objeto de evitar
confusiones; pero el G overnador empeñado en desayrarlos. resolvió recoger
dha. llave sin prestar el menor aviso á los A lcaldes, y acudiendo según su
costumbre á entrar por la misma Puerta la noche del dia 15 de diciembre la
hallaron cerrada con Candado, y de consiguiente tuvieron que retirarse á su
casa hechos la irrisión del Pueblo: mas llevando adelante el G overnador esta
nueva farsa, les pasó oficio por escrito en el 16 recargándoles sobre su falta
de asistencia, desentendiendose en otros succesivos de sus verdaderas serias
contestaciones, vsando siempre de vn tono im propio y depresivo, por lo que
eligieron el medio prudente de [Fol. 2] form ar competencia en esa mi Real
Audiencia pero sin llegar el caso de ser oidos, logro el G overnador recayese
D ecreto aprovando su conducta, y previniendo á los A lcaldes se avian hecho
reparables sus gestiones en la formación de competencia, de manera que desde
aquel instante creció notablem.t<‘ el rubor haciendo para con el publico el papel
mas ridiculo que puede escojitarse, pues precisándoles el Gov.or á concurrir á
la Comedia, y P alco de la Ciudad, no son dueños de dar la menor providencia
para el buen orden y tranquilidad del teatro, mandándolo él todo desde su
P alco particular para el que mantiene P u erta reservada, siendo indisputable
que el Gov.or como G efe M ilitar de ningún privilegio goza en los [Fol. 2 vta.]
Teatros, cuyas disposiciones y buen orden son peculiares de la jurisdicción
ordinaria no asistiendo en el P alco de la Ciudad, a que se agrega averse
ofendido altamente el Gov.or de que el A lcalde de primer voto D ." Josef C a r
doso que lo fué en el espresado año de 1793, procurase defender con la co
rrespondiente moderación las facultades de su M inisterio buscando en esa mi
Real A udiem cia el desagravio de las ofensas que discurrian se le irrigaron
con los referidos procedim ientos del G overnador quien esplicó su encono mal
concevido por vn termino mucho mas doloroso, pues congregado el Cavildo
para el acto de elecciones del año 1794. aprobó llanam.te el acuerdo extendido
en su razón por lo respectivo á todos los sugetos nombrados exceptuando
[Fol. 3] vnicamente al citado D." Josef Cardoso, no obstante que hiva com-
preendido. y reeleg ido de vnanim e consentim iento de los vocales para con
tinuar en su oficio de A lcalde de primer v oto ; y avnque el Cavildo hizo re
curso en el asunto a mi V ir re y m anifestándole la infracción de la instrucción
con que se governava en punto á las dhas. elecciones desde que comenzó la
poblacion de la Ciudad, de nada sirvió porque el G ov.or practicó otro recurso
289
a fin de sostener sus ideas pretestando la observancia de las Leyes, y teniendo
valor de añadir entre otras especies dirigidas a ajar la notoria opinion del
espresado D .n Josef Cardoso. dos, absolutamente falsas, vna, de que se le
seguia y estava pendiente cierta causa grave criminal sobre aver herido á
[Fol. 3 vta.] vn Paragu ay, y otra la de ser sugeto que tenia dadas pruevas de
su caracter O rgulloso y violento en el año que avia regenteado la jurisdicion
O rdinaria, no dejando de instar al Ayuntam .t0 con am enazas y apremios para
su concurrencia á la posesion de los restantes O ficiales electos, y despojar
de la v ara á Cardoso depositándola en el A lfe r e z Real, según lo consiguió
antes que recayese la decisión de mi V ir re y que conformándose con el voto
consultivo de esa mi R.l A ud.a estimó acertada la resolución del G ov,or en no
confirm ar la reelección de dho. A lcalde Cardoso, mandando se procediese á
nom brar otra persona idónea que sirviese la vara de A lcalde de primer voto
en aquel año. Y aviendose visto en mi Consejo de Y nd ias [F ol. 4] con lo e x
puesto por mi F iscal hé resuelto informéis in structivam .te como os lo mando
oyendo nuevamente a dhos. Governador y A lcaldes O rdinarios si lo juzgaseis
necesario sobre los mencionados puntos decididos por esa mi R al A udiencia
relativos á la reelección del A lcalde Cardoso y a la Presidencia en el Teatro
de Com edias del Gov.or y resistencia de este a franquear la P uerta por donde
acostumbravan entrar los A lcaldes. Fecha en &.a [F ol. 4 vta.] Por Dup.d0
V isto. Reg.'la en el Lib. Perú de parte num.° 77 f.° 252 b.ta Refrend.8 del
S.or D .“ S ilvestre Collar.”
[A rch iv o G eneral de Indias — S evilla — Sección V — A udiencia de
Buenos A ires. — Cartas y expedientes. — A ño 1798. — Estante 123. — C a ja
7. — L e g ajo 20. — M anuscrito copia simple, papel con filigrana, form ato:
3 0 x 2 1 cm., letra redonda e inclinada, interlínea 14 mm., conservación buena.
— Documento publicado en “ Del Montevideo del siglo X V I I I ” de José Torre
Revello, aparecido en la “ Revista del Instituto H istórico y G eográfico del
U ruguay” , t. V I, N.° 2, págs. 697 a 700].
Ibidem.
“ [F ol. 12] Igualm ente declaro que sobre la casa principal de mi habitación tengo
impuesta á censo redimible del cinco por ciento anual, la cantidad de quatro
mil pesos corrientes pertenecientes álos fondos del Regim iento de Infantería
de esta Provincia. Cuya cantidad me mando dar el Señor G overnador Ins
pector General D .n A ntonio O laguer y Feliu, para in vertirlo en la fabrica,
y utencillos déla Casa de Comedias que desu orden, y á muchas instancias
suyas construí en el corralon déla Señora M aríscala Doña M aría F rancisca de
Alceibar, y por este motibo los puse sobre mis fincas, por no ser posible sobre
la misma Casa de Comedias, en que se gastaron, cuyo censo en caso de 110
levantarlo yo, quien, que con preferencia á toda otra cosa, se redima del
primer dinero, que se híziese, y produzca dicha Casa de Comedias, entrase á
poder de mis A lbaceas, como pertenecientes ami, despues que yo fallezca,
para que así esten dichas mis fincas, expedidas, y libres para los fines, á que
hé de destinarlos, lo que anoto asi para &.a Itt. D eclaro que [Fol. 12 vta.]
tengo celebrado convenio con Doña M aría C lara de Zabala, de zederle el arrim o,
y libre uso de mi pared D evisoria, siempre que su casa contigua á la mía prin
cipal este dedicada a la escuela de Niñas gratuitas que de presente se halla
en ella, ú otra obra pía, por lo qual no podrán mis subcesores in novar en esto
cosa alguna, ánoser que sede otro destino ala referid a casa; pues entonzes
tendrán acción derepetir el im porte de dicho arrim o ordeno, y es mi voluntad,
que mientras subsista en pie dicha casa de Comedia, todo lo que esta pro
duzca después de deducido todo lo necesario para su fomento y conservación,
se entregue a mi esposa. D .a A na Juaquina de Silba, para que lo distribuya
entre aquellos pobres, de Solemnidad y vergonzantes de este Pueblo, que mas
lo n ecesitan: cuyo encargo, despues de su fallecimiento pasará a los otros A l
baceas. Itt. es mi voluntad, que no por que el producido de D icha casa quede
destinado al fin predicho, ha dedejar esta dedar anualmente la comedia, que
acostumbra, para la fabricta de la Santa Igle- [Fol. 13] sia, Condición única
que expresam ente se pacto quando se erigió dicha casa á suplica del Señor
Governador D .n Ant.° O lagu er y F eliu ; y otra para el H ospital de Caridad.
Itt. quiero y mando que mientras subsista la espresada Casa, sea la atención
de mis A lbaceas P ag ar los quatro mil pesos, que corrientes hé tomado del
Regimiento F ixo, para la construcción de la obra de dicha casa, y libertar
mis fincas de dicho reato, si yo no puedo antes executarlo. Itt. declaro que
habiéndolos Señores D ." Antonio O laguer y F eliu y D .11 Antonio de Córdoba,
G overnador y Comandante de este Rio, y que respectivamente fueron en esta
P laza / .........../ (quando la G uerra, con fran cia) á que hiziese dicha Casa
de Comedia, en un corral arquilado, para divertir los ánimos délos habitantes
de este Pueblo que podrían padecer alguna quiebra en su fidelidad, con mo-
tibo de la libertad que había adoptado la República Francesa, y manifestado
yo al principio mucha repugnancia en adherir á las pretenciones délos dichos
Señores, por tener (según les m anifesté) [F ol. 13 vta.] destinados mis bienes
para los pobres de Solemnidad, y vergonzantes, y aun otorgado mi testa
mento v ajo aquel concepto, por lo qual tem ia pudiese padecer mi caudal (y
con el alibio de aquellos) algún desfalco grande con aquel proyecto, caso
que no correspondiese los efectos amis naturales deseos, sin embargo dichos
Señores, insistiendo en sus miras hicieron lo posible para reducirme á sus
ideas, como últimamente lo consiguieron, habiendo en su birtud arquilado el
corral de la Señora M aríscala, construido yo con mi peculio la nominada casa”
[Testam entería de Manuel Cipriano de Meló. - A ño 1813. - Expediente
N.° 45. - Folios 12 y 13. - Escribanía de Gobierno y Hacienda. M ontevideo].
(4) José T o rr e R e v e llo : “ Orígenes del teatro en Hispano-Am érica” , publicado
en “ Cuadernos de Cultura Teatral” editados por el Instituto Nacional de E s
tudios de Teatro, cuaderno N.° 8, págs. 39 a 64, Buenos A ires, 1937.
(5) Isidoro D e - M a r ía : “ Compendio de la Historia de la República O. del Uruguay” ,
pág. 154. M ontevideo, 1895.
(6) J u a n C a r lo s S á b a t P eb e t: “ Sobre los Orígenes Teatrales Montevideanos”
en el Suplemento dominical de “ E l D ía” , año X I V , N.° 663. M ontevideo, 30
de setiembre de 1945.
(7) “ [F ol. 113 vta.] Casa de comedia en la calle del Fuerte N .08 9-10-11.
A dvertencia
Quando pasamos á medir el terreno de este edificio se nos propuso q.e este
ocupaba mas que el terreno que realm.te correspondía al difunto D .n M anuel
Cipriano, y que este exceso era perteneciente al vecino del fondo q.° le habia
permitido ocuparlo pagandole alquiler, según se reconocía perfectam .te en la
pared del Sur, por una linea indicada por el Revoque; avista de esto hemos
solicitado con empeño los documentos precisos p.a ju stificación de las dim en
siones de dho. ed ificio y arreglarnos á ellos; pero no habiéndolos conseguido
hemos arreglado el fondo de dho edificio ala linea referid a que son 30 v.s supo
niéndola lo mismo por el lado del Norte.
Por 719 v.8 cuad.8 de terreno a 8 p.s una ........................................ “ 575Ó
Por 14 Yi Idem de enlosado en la vereda a 2p.s u n a .......................... 282”
Por 92 Idem de pared doble de ladrillo y cal a 22 r.s ........................ 253”
Por 694 Idem de Idem con barro á 14 r.8 ..................................... 214”
Por 63 Idem de Idem pared de piedra y barro a 14 r.8 ................. 373”4
P or 332 Idem pared de un ladrillo con barro a 9 r.8 ................... 373”4
Por 13 Idem Tabique revocado a 8 r.8 .................................................. 13”
P or 1183 Idem de revoques con cal a 2 y2 r.18 .............................. . 295”
P or 582 Idem de A zotea con argam asa a 11 r.8 ................................ 8oo”2
Por 292 Yi v.8 cuad.8 de enladrillado con ladrillo portugués y de
España, raspado y cortado a 12 r.8 .................................................. 488”6
P or 400 Idem de Idem con ladrillo ordinario deteriorado a 2 r.8 400”
P or la escalera principal ............................................................................. 30”
P or la déla parte del Norte ...................................................................... 30”
Por la del Sur .................................................................................................. 50”
P or el revoque del cornisamento del edificio ........................................ 30”
291
Importa esta tasación ( S E ) nueve mil siete cientos noventa p.s y tres cuar
tillos r.s Montevideo 6 de Diciembre
[Fdo.] Pedro V illa r y V á rela [Fdo.] Man.1 de D ios y N ova
[Testam entería de Manuel Cipriano de Meló. - A ño 1813. - Expediente
N.° 45. - Folio 113 vta. - Escribanía de Gobierno y Hacienda. M ontevideo.]
“ En la Ciudad de San Felipe de Montevideo á veinte y dos de Septiembre de
mil setecientos noventa y cinco: El Cavildo Justicia y Rexim iento de ella cuios
Individuos que al presente le componemos: hallándonos juntos en nuestra
Sala Capitular de Ayuntam iento como lo hemos De uso y costumbre para tratar
cosas tocantes al Servicio de Dios y bien Del publico con noticia del S.or
Gov.or de esta P laxa y asistencia De ntro Sindico Procurador gen.1 en este
estado el S.or Regidor Decano A lfere z Real, interino A lc.e O rdinario D e p ri
mero voto dijo que haviendo observado la noche del dia veinte, en la Casa
de Comedias, que despues de corridas las cortinas D el P alco D éla Ciudad, y
presentándose al publico la Justicia que preside, este demostró su bista con
el correspondiente Palm eteo siendo ya pasada la ora prefixad a y haviendo
antes avisado la compañia cóm ica estar lista, ó pronta para representar, no
se corrió por esta el Telón Del T eatro para dar principio á la comedia hasta
pasar un rato bastante notable, con escandalo D e todo el concurso, y detri
mento D éla representación de la R .1 Justicia. Que igualm.* se ha observado,
que dos comedias antes quando se presentó al pub.co tenia ya corrido el telón
biniendo por esto en conocimiento De que no se observa cumplidamente lo
prevenido p.r S .A . en su acordada de nuebe de Julio ultimo, en que manda
que alas Justicias es aquien corresponde la P residencia de tales funciones y
por lo mismo siendo la señal de mandar comenzar el correr la cortina del
P alco D éla Justicia y presentarse esta al pub.co como es costumbre en todas
partes, hizo presente estos tan notables desordenes á este Cuerpo para que por
el se tome la providencia que corresponda á fin D e que se cumpla puntualmente
lo q.e la R .1 A ud.a ha determinado. L o que oydo y entendido acordamos de
una misma conform idad se hagan com parecer en esta N tra Sala alos come
diantes aquienes vajo el mas serio apercebim.to se les haga las pre venciones
q.e corresponda á efecto de cortar un abuso indevido que contra la costumbre
y lo mandado p.r ntra R .1 A ud.n se puede introducir no poniendo en tiempo el
devido remedio en obsequio también Del m ejor regimen y subordinación á
que deve estar sugeta la compañia cómica observando las reglas y mandatos
déla Just.a que Preside. Y que esto se haga entender a dhos comediantes,
ó al que de ellos h aga Caveza,por los S .res Alcaldes de primero y segundo
V oto con asistencia de cualesquiera E scrivano que defee Deeste mandato p.a
que si reinsiden pueda procederse á lo que sea De Justicia, Con lo que se
concluió esta acta quefirmam os para que conste — Juan F ran.co Martinez —
F é lix Sainz déla M aza — Andrés Ant.° Vázquez — M arcos José Monterroso
— M anuel N ieto” .
[Lib ro IX de los “ Acuerdos del Cabildo", en “ Revista del A rchivo G ene
ral Adm inistrativo” , vol. V , pág. 20 a 22. Montevideo, 1916].
“ A T T H E T H E A T R E ./ On Saturday next the 30th inst. w ill be exposed for
S ale by P U B L IC A U C T IO N , a quantuty o f Scarlet, Blue and W hite Cloths
and Cassim eres, which w ill be sold in quantities, at the option o f the Bayer, in
order to accommodate the O ffice rs o f the A rm y, N a vy and others In the
same manner w ill be disposed o f a quantity o f rabie and B reak fast Cloths,
green Baize, Sheets, Shirts, and some Ladies Linen./ T H O M A S G O W L A N D ,/
V endue M aster” .
[“ The Southern Star” , N.° 1. Montevideo. Saturday. M ayo 23, 1807].
“ A Gentleman reccntly rcturned” : “ Notes on the V iceroyalty o f L a P lata in
South A m erica ; with a sketch o f the manners and character o f the inhabitants,
collected during a residence in the City o f Monte V id eo b y . . . ” págs. 65 y
66. London, 1808.
“ Diario de la Expedición del Brigadier General Craufurd” , en la “ Revista
Histórica” , t. V II I, págs. 209 y 210. Montevideo, 1917.
“ . . . l e habían dado varias quejas de q los m ejores P alcos de la casa de co
medias los tenian ocupados mugeres de otra menor consideración, y q para
evitar estos reparos y disgustos hallaba Su Señoria por mas acertado pre
venir, como prevendría al dueño de dicho Coliseo, ó al que corra con él, pase
á este Cavildo una relación de todos los P alcos y lunetas, y consiguientemente
advertir al Publico por medio de los correspondientes carteles, que meditaba
expedir, q todas las personas de distinción del Pueblo de ambos sexos y es
tados que quieran tomar P alcos para sus fam ilias, y lunetas para sí solos,
ocurran á este Cavildo á solicitar su N.° y q en caso de pedir dos o mas
sugetos de igual clase áun tiempo un mismo P alco o luneta, se heche suerte
entre los que sean afin de evitar de este modo cualquier queja. Que no ha
biendo ya mas personas de distinción que soliciten Palcos ni lunetas, puedan
darse los que resulten sobrantes a cualquiera que los pida. M anifestada por
Su Señoría esta su determinación ála Junta se consideró por mui conveniente,
y en consequen.11 haviendo acordado con el mismo Cavildo que por este sé
formasen los capitulos de ordenanza.para arreglo de lo interior del Teatro
y buen orden Del Patio, y procedióse a ello se rem itieron con el correspon
diente oficio firm ados por el mismo Cavildo y el Señor G overnador al encar
gado del Coliseo para su fixacion en los respectivos parajes, quedando Su
Señoria en expedir por su parte las competentes ordenes que hade observar
al oficia l de guardia. Con lo cual.se concluyó esta A cta q cerramos y fir
mamos con Su Señoria para que conste — X av ie r Elio — Pasq.1 José P a
rodi — Pedro Fran.eo de Berro — M anuel de O rtega — Manuel Vicente G u
tiérrez — Juan José Secco — Juan Dom ingo de las C arreras — Thom as Garcia
de Zuñiga. H a y nueve rúbricas.”
[A cta de la Sesión del Cabildo del 22 de m arzo de 1808, en “ Acuerdos
del Cabildo” , “ Revista del A rchivo General Administrativo” , vol. IX , págs. 70
a 71. Montevideo, 1919].
(13) M ario F alcáo E s p a l t e r : “ E l Poeta Uruguayo Bartolomé Hidalgo” , pág. 45.
2.# ed.. Madrid, M C M X X IX .
(14) “ Seguidamente hizose mocion Sobre lo acordado por S .E xea respecto á la
Casa de Comedias á fines déla quaresma próxim a pasada, quál era haber
convenido de unánime conformidad con él Señor Regidor defensor de Pobres
D .n Juan Mendez Caldeira. que este socorriese á cada Individuo déla Com
pañia Cóm ica con cinqiienta pesos, entendiendose que una onza seria en metá
lico y lo demas en Generos, y que él todo le seria satisfecho por la Junta Mu
nicipal de Propios á fines de A b ril ultim o con lo que produgese el remate déla
Im prenta de esta Ciudad acordado y dispuesto por acto de diez de A bril dicho” .
[Sesión del Cabildo del 4 de ju n io de 1817. en “ A cuerdos del extinguido
Cabildo de Montevideo” , vol. 13, pág. 110. M ontevideo, 1939].
(15 ) "Q ue recomendó a dichos Señores Diputados hiciesen presente ál A yunta
miento tomase las medidas mas oportunas.para que á toda costa se habra la
Casa Teatro de esta P laza, que se halla actualm ente cerrad a: sobre cuio par
ticular se acordó por él Excm ó Cavildo se inste á los Com icos para que tomen
- de su sola cuenta la referida casa, yendo interesados todos en sus produ
sin que los fondos públicos tengan que satisfacerles cosa alguna” .
[Sesión del Cabildo del 6 de ju n io de 1817, en “ A cuerdos del extinguido
Cabildo de M ontevideo” , vol 13, pág. 115. M ontevideo, 1939].
(16) Reparto del estreno en Montevideo de "L a s esposas vengadas” el 4 de no
viembre de 1817: Madama R is: Petrona — Madama L e e : Pepa — Madama
la D irectora: M anuela (C r u z ) — E l D irector: Guevara (Cascac.8) — Mr
L ee.: Q uixano (M an uel) — M .r R is: Sant.° H — U n criado: Casac.ta ( P e r e z).
(M anuscrito N.° 7611 de la Biblioteca N acional de Buenos A ires, Co
lección O laguer y Feliú. Publicado en el libro de Celina Sabor de Cortazar:
“ Las Esposas Vengadas y La E licene” , Noticias para la H istoria del Teatro
Nacional N.° 9, Instituto de Literatu ra A rgentina de la Facultad de Filosofía y
Letras de la U niversidad de Buenos A ires, págs. 303 y 304. Buenos A ires, 1940).
(17) Solicitud elevada con fecha 6 de febrero de 1817 por Juan M atías Ituarte y
F rancisco G alli al Cabildo de Montevideo para realizar lotería de cartones en
la Casa de Comedias. M anuscritos adquiridos por el A rch ivo General de la
Nación a la Sucesión M ario F alcao Espalter, aún sin ubicación.
293
(18 )C a ja 791. Fondo E x A rch iv o General A dm inistrativo. A rch iv o G eneral de la
Nación. M ontevideo.
(19) C a ja 795. (E x iste únicamente la carpeta con la síntesis del documento, reali
zada en la época). Fondo E x A rchivo G eneral Adm inistrativo. A rch iv o General
de la Nación. M ontevideo.
(20) C a ja 807. (E x iste únicamente la carpeta con la síntesis del documento, reali
zada en la época). Fondo E x A rchivo General A dm inistrativo. A rch iv o G e
neral de la Nación. Montevideo.
(21) “ E l Nacional” , Montevideo, 29 de setiembre de 1843.
(22) J osé M ar ía F ernández S a l d a ñ a : “ E l teatro de San Felip e” , artículo apare
cido en el Suplemento, A ño X I, N.° 476 del diario “ E l D ía” , M ontevideo, i.° de
marzo de 1942.
(23) J osé T orre R evello : “ E l teatro en la colonia” , “ Humanidades” , tomo X X III,
pág. 157. L a Plata, 1933.
(24) J osé E scalada Y rion do : “ Orígenes del Teatro Porteño” , en “ Boletín de E s
tudios de Teatro” del Instituto de Estudios de Teatro (Com isión N acional de
C u ltu ra), año III, tomo III, N.° 8. pág. 28. Buenos A ires, enero de 1945-
(25) Ibidem.
(26) E ugenio P ereira S a l a s : “L o s orígenes del arte musical en Chile” , págs. 45,
47, 60. 120, 121 y láminas 18 y 19. Santiago de Chile, 1941-
(27) Expediente sin encuadernar. A ño 1815. N.° 2, fol. 30 vta. Escriban ía de G o
bierno y H acienda. Montevideo.
(28) José S u b ir á : “ L a tonadilla escénica”, 4 tomos. M adrid, 1928-32.
(29) J osé S u b ir á : “ L a tonadilla escénica. Sus obras y sus autores” , Barcelona, 1933.
(30) E scritura de convenio y obligación entre la Compañía Cóm ica y Don Benito
Abreu, suscrita el 12 de mayo de 1794. Libro de Protocolos, correspondiente
al año 1794, fol. 320 vta. A rch ivo del Juzgado Letrado de i.* Instancia en
lo C ivil, de P rim er Turno. Montevideo.
(31) [F ol. 90] / A rch ivo del Coliceo de Los frenos trocados
1 Cdad/ Relación de las Com e La Pastora celosa
dias. Saynetes, y musicales q.e / Los títulos de Comedia
existen entregadas por d. Pedro Aquí teneis ala S ilva
Errasquin y se ha hecho./ cargo La Gitana hospt.1 de incurabi.8
de dhas el S or Juan F ran.co V er- La m aja narangera /
gara, A rchivero de la Casa con [Fol. i i i vta] / Los trages
la / nezesaria responsabilidad. E l Lente
Los consejos
[Fol. n o vta] / Tonadillas A solo Mosqueritos de toda el alma
Los efectos del delirio
[Fol. 111 ] / P atio mió de mi vida Los Corazones
L a visita del Francés El Sistem a de los preocupados
Las Maquinas del mundo Las M aulas de la hermosura
E l qüento de un amante Que letargo inumano
L a Espina Los Consejo de la (a_)miga
A l primer tapón Zurrapás La m alicia popular
El desengaño de los hombres El Empleo del C ortejo
E l Librito extraordinario L a función del lugar
Los E sclavos del mundo Aburrido me vengo
No sé en q.e consiste E l testamento déla Petimetra
L a razón de estado La sinplecita
T ild ar lo q.e mal parece Jusgarlo todo al reves
Todo oy llena de alegria Las músicas
Las cosas del Pueblo La Cortesana enla aldea
El chasco del mono La H id (.a )lg a en la Corte
L a verdad (con Solo violines Nadie ju zgu e p.r la vista
Las dudas déla P aya A l fin todo se descubre
El chiste del estrangero La Jardinerita
L a España moderna L a Jardinera del gusto
Las F erias E l repartim .t0 de la maja
L a A cadem ia Los Signos
294
del berano las noches [F ol. 113] / Las Preguntas y res
E l amor propio de las Naciones puesta.8
La s gracias de las Andaluzas/ E l buen fin
[Fol. 112] / Q uiero contaros mis S i la fortuna ayuda
mosqueteros E l Sueño de la Rosa
L a vida de los lugares L a Intruccion
Los Duendes L a C rytica del traoto [sic]
Q ue maldita vida (sin flautas El vicio descubierto
L os pasages del verano L a confianza
L a Buhonera L a critica general
O que penas am argas L a quexa de los animales
Pobrecita q.e congoja L a dama
S i huviere un Ydiom a C riticar con inocencia
E l tribunal de las quejas Los Civilizados
Los acomodos conveni( e jn c ia s L a Esperanza lisonjera
Las maulas de los hombres Los disparates del mundo
L a Disculpa de los necios L a cortecia
tenga silencio (con solo vidin.8 L a s Sombras
Los acomodos del vicio L a m a ja En iga
E l Pronóstico
La tirana del trípili
T a za preciosa de plata
E l Duendecillo
O que sueño tan felice
L a mala Etiqueta
L a G uya de Madrid A . dúo
Los 3 Estados de las M ugeres
E l amante timido
L a Soldada
Las A la ja s perdidas
E l azote enla disculpa
La m aja Zelosa
L a Burla del vicio
Los Esposos imprudentes
Las vistas de novios / Los Pareceres contrarios
[Fol. 112 vta] / L a Cortesana E l G itano Zeloso ( i . a P.e /
pastora [Fol. 113 vta.] / El Gitano Zeloso
E l Granadero (2.a P-e
L a P eregrina (S olo violin.8 Los G itanos ( i . a P.e
Mosqueter.8 de mi vida (Solo Los G itanos (2.a P .e
L a venida de Santurio
Ladencend.0’8 délos A baytes ( Solo Los m ajos de Sevilla
inútil Los Gitanos (sin inst.1
Y nu til — Donde voy Aydemi E L , ( E 8)P e jo Catoptrico
Los abusos del teatro La Madrina
E l chiste del paxarito L a P aya y el peregrino
L a Cóm ica nueva La petim e.8 Supuesta
L a falsa amistad Las Suertes trocadas
L a crítica irónica L a Señorita y el loco
El G ilgerito E l P age y la m aja
El D iario Los Platos
Cádiz amada y la bola L a novia porfiada
Unos p.r carta demas Los Pescadores
L a Cazadora El acomodo ó los Negritos
Los Com ercios del mundo inútil — L a limera (sin partitura
Los efectos del amor L a Sastifa(_ c)dones de 2 amantes
L a Cartilla El vie jo y la niña
De las mugeres no hay q.e fia r Dos amantes perdidos
E l C arro de los tontos Lo q.e puede la p re(.n)cion
E l Espejo verdadero L a Y talia n a y el Español
L a vida del petrim etre L a Boda del criado
Los oficios E l Zorongo
E l q.e se infiere L a locura y el Juicio
E l E xacio amoroso L a P aya y el abate
L a moderna educación / E l Carpintero aprendiz
295
El chusco y la m aja / El Petimetre m ajo /
[Fol. 114] / El A lbañil y la maja [Fol. 115] / E l Francés am olador
El Poeta y su muger Los M ajos celosos
El Parabién El Poéta y la gallega
E l mrb y la discipula El Poeta y la Cómica
El Petimetre y la maja
Los dos hidalgos A 3-
El tambor y la maja
El hermano Convencido Las 2 cuñad.s y el oficial
Los Prim os peregrinos Las 2 Cuñad.8 y Paco
El Hipócrita
L a S evera y el H errero L a Bellotera
L a Cóm ica nueva L a P aya y los Cazadores
El Rosquillero y la A lfa jo re ra El enferm o burlado
L a Cazadora de Cádiz El d es(en )g añ a d o
L a L a (/ n /) (v an )d e ra y el tuno El A gente y la viuda
Los Zelos del retrato L a Pescadora de Valencia
El P icarito burlado Am o ama, y criada
E l F rancés y la m aja El chasco del me (/ n /) son
El Desdén E l autor y parte nueva
L a Viuda y el Currutáco L a m aja barbera
E l Petime.e y la Patrona L a astucia del amigo
L a V iu da i el Sacristán L a g raciosa y conspont.1-
Los Cortejos reñidos Los Embiados del Pueblo
L a Dam a de sengañada L a trapera herr.or P uchig.0
L a Yntradec.'1 de C a (n jta r ia ce s E l hermozo Celosa
El abate quexoso El Chasco del confitero
E l Catalan y Buñolera Sold.° amo y criada
La Ram illetera y Jardín.0/ El desafio del a b a (/ n / )te y ofic.1
[Fol. 114 vta.] / El Habate H a Los Bagabundos
blador [Fol. 115 vta] / El Gusto perdido
E l Sold.° y la Patrona (con solo El sargent.0 briñoli
Los H idalgos de Medellin
L a m axa y el m ( a ) x o sinpartit. Los níros de la Rabosa
L a vanidad corregida El chasco del arca
L a Equivocación El tantananina
E l m ajo celoso P age ama y criada
Latemerosa La qiienta sin la huespeda
E l V iaja n te El mrb de Capilla
E l Protegido Los Españoles viajantes
E l Encuentro nocturno Los Montañeses
L a vizcayna y C iru j.0 El C a fé de Cádiz
La m aja constante El N ovio sin novia
L a Pescadora y Cazador El desflaco de la papelera
E l M arido S agaz Yon o se q.e arbitrio
E l Posma E l Gurrumino tuerto.
La D isputa de los treatos L a V ictoria del vsia
Los descontentos El Proyecto de lajoaquina
E l D esagravio de la m ajeza Los galanes de la pretola
La m orcillera y el majo Los Cazador.s y el payo
E l menestral prudente El trompo y Serranos inocent."
L a M axa y Berberisco El mro de D anza
E l Cortejante Calabera Defuera vendrá
El Entretenido Las Dudas de la R ivera
L a viuda El Sastre fingido
E l Letrado y litigante El viudo y las dos Criad.8
La tirana Cautiva Los negros (con solo violin.8
E l Pillo y Lavandera El marido hace muger /
E l tuno y la m aja [Fol. 116] / Los Zelos de Paco
L a muger convencida
Los petim.8 y el Hospiciano El Pasage del Clavel
El N ovio y las 2 herm.s Los oficios despreciados
E l mro de Música Los Soldad.* y Lugareña
L a A lian za E l Desengaño feliz
El Hosp.1 del desengaño L a gallega enamorada /
E l M ercader generoso [Fol. 116 vta.] / El C a fe déla flor
Los Casadores delis
E l Molinero y Pescad." L a Dam a de los perritos
E l terno reform ado La tabernera
El amo burlado Los murcianos en la Cárcel
Los voluntar.® de la Reyna
Generales El colegio de Música
La Cucaña Ñapóles
E l tah o (n )e ro . El R ey de Constantinopla
Los Serranos Ynocentes Los operistas de la Legua
Las contrariedades El A u la Cómica
Los Embusteros L a v arita de virtudes
Los Molineros El Chasco del Cofre
El am igo de Moda E l chasco de la viuda
Las maestra y discip.18 (sin flaut.8 Pastora, Cazador P aya y Zagal
L a disputa de la boda
Los Peluqueros El P leyto de las majas
El C ortejo al tocador Las Escofieteras
297
" Observador Oriental” . Montevideo, 26, 27 y 28 de enero de 1829.
S an tiago C a l z a d il l a : “ Las beldades de mi tiempo” , pág. 171. Bs. A ires, 1919.
U n I n g lé s : “ Cinco años en Buencfs A ires, 1820-1825” , 2.a ed. traducida al cas
tellano; pág. 39. Buenos A ires, 1942.
“ A V I S O / Luis Foresty, P rofesor de música, formado en el Im perial y Real
Conservatorio de Bergam o, en Italia, habiendo afirm ado su residencia en esta
capital á beneficio de la distinción que á merecido á diferentes fam ilias res
petables, tiene el honor de ofrecer á este respetable público pára dar lecciones
á personas de ambos sexos de piano, por el método moderno de armonia, acom
pañamiento y prim era composicion, asi como de canto por el gusto Italiano,
verificando todo con sujeción á las reglas y principios del arte y ciencia á que
pertenecen estas partes de la música. / El mismo profesor es compositor de
un nuevo y fácil método de enseñar á tocar el piano á personas de mano
pequeña, que mereció la aprobación del D irector general de dicho Conser
vatorio y el célebre M aestro Sim ón Mayer. Por este método un niño de seis
ó siete años puede fácilmente aprender a tocar dicho instrumento. V iv e en
la calle San Sebastian N.° 87” . [“ E l Universal” , M ontevideo, 20 de marzo
de 1830].
“ L a Gaceta” , M ontevideo, 21 de agosto de 1829.
“ E l Araucano” , S antiago de Chile, 18 de diciembre de 1830. (C itad o en “ Los
orígenes del arte musical en Chile” de E u g e n io P ereira S ala s , pág. 121,
Santiago de Chile. 1941).
“ La Gaceta” , M ontevideo, 21 de agosto de 1829.
D o m in g o F. S a r m ie n t o : “ Obras completas” , t. I, pág. 154. P arís, 1909.
J u a n de l a E r m it a : “ D on L u is Pablo Rosquellas” , Boletín de la Sociedad
G e o g rá fica “ S u cre” , t. X X X V I I Nos. 371 al 373, págs. 4 a 52, Sucre, oc
tubre de 1941.
J osé A . W i l d e : “ Buenos A ires desde setenta años atrás” , pág . 67. Buenos
A ires, 1881.
“ T E A T R O ./ Anoche tuvimos el placer de ver por primera vez al profesor
D. P. Rosquillas; prevenidos ya favorablemente por los bien merecidos elogios
de su extraordinaria habilidad y gusto esquisito, no fuim os menos sorpren
didos en la primorosa ejecución de las partes de canto, y sobre todo, en el
concierto de v io lin ; la acertada elección de una de sus mayores composiciones
donde brilla todo el fuego de su alma sensible, y los raros talentos del autor,
ha colmado nuestras esperanzas y hecho nacer un. deseo vehemente que su
noble condescendencia nos continúe favoreciéndo con otras exhibiciones” .
[“ E l Caduceo” , M ontevideo, 14 de setiembre de 1830.]
B ) “ C O R R E S P O N D E N C IA / S S .E E . del Caduceo / A l paso que me
es sumamente lisongero retribuir á V ds. la espresion de mi gratitud por el no
merecido elogio que se dignaron hacer de mis cortos talentos, debo también
m anifestarles para conocimiento del benigno público, que con tan favorable
acogida recibió mi primera exhibición en el teatro de esta capital, que he tenido
grandísim o pesar en aparecer desempeñando las partes de canto en un estado
bastante crítico, ocasionado por una indisposición que padecia desde hace dos dias
antes, y que solo compromiso de la función anunciada, puedo obligarm e á seme
jante sacrificio. A l mismo tiempo en remuneración de sus bondades, y para
corregir en lo posible una impresión que pudo solo neutralizar la escesiva
benevolencia de mis favorecedores, estoi dispuesto á dar otra representación,
en que procuraré con todo mi anhelo, si no merecer elogios, al menos acre
ditar mi fin a voluntad, consultando el restablecim iento de mi salud./ Soi de
Vds. S S .E E . mui reconocido y atento servidor./ Pablo Rosquellas
[“ E l Caduceo” , Montevideo, 16 de setiembre de 1830].
“ A nais da Biblioteca Nacional do Rio de Janeiro” , vol. L X . N ota en la pág.
62. Río de Janeiro, 1940.
V in c e n z o C e r n ic c h ia r o : “ Storia dclla M úsica nel Brasile” , pág. 123. M i
lano, 1926.
M a r ia n o G. B o sch : “ H istoria de la ópera en Buenos A ir e s” , pág. 75, op. cit.
“ E l Universal” , M ontevideo, 9 de mayo de 1832.
“ E l Universal” , Montevideo, 6 de jun io de 1833.
(64) " E l D efensor de la Independencia Americana” , M iguelete, 21 de diciembre
de 1849.
(65) “ Comercio del Plata” , M ontevideo, 18 de octubre de 1845.
(66) “ Comercio del Plata” , M ontevideo, 18 de octubre de 1851.
(67) “ Comercio del Plata” , M ontevideo, 7-8 de enero de 1852.
(68) J osé I g na cio P erdomo E sco bar : “ Esbozo histórico sobre la música colombiana” ,
en el “ B oletín Latino Am ericano de M úsica” , tomo IV , pág. 517. Bogotá, di
ciembre de 1938.
(69) “ Comercio del Plata” , Montevideo, n de ju lio de 1855.
(70) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 6 de junio de 1855.
(71) “ Comercio del Plata” , M ontevideo. 27 de agosto de 1856.
(72) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 12-13 de enero de 1857.
(73) "Com ercio del Plata” , Montevideo, 6 de setiembre de 1857.
(74) E l reparto completo del “ Don Juan” de M ozart cantado en Buenos A ire s el
8 de febrero de 1827 fué el siguiente:
Don Juan ............................................. Pablo Rosquellas.
Doña A na ........................................... A ngelita Tanni.
Don O ctavio ..................................... Cayetano Ricciolini.
E l Comendador ................................ M iguel Villam ea.
Doña E lv ira ....................................... Isabel Ricciolini.
Leporello ............................................. M iguel V accani.
Maseto .................................................. José A . V iera.
Zerlina ................................................. M aría Cándida Vaccani
D irector de Orquesta: S A N T I A G O M A S S O N I.
(75) “ Himno de los Restauradores / D E D IC A D O / A l E x .0 S.or Brigadier Ge
neral / Restaurador de las Leyes / Gobernador y Capitan General de la Pro
vincia de Buenos A ires/ D.n J U A N M A N U E L D E R O S A S / Palabras de
José Rivera Indarte/ Música de E stevan Massini / En la Imprenta del Comer
cio L ito g rafía del Estado / Calle de la Catedral N.° 17 / Buenos A ires / 1835” .
[P artitura en reproducción fascim ila r publicada en el libro de J u a n A.
P radér e : “ Juan M anuel de Rosas, su iconografía” , pág. 86. Buenos A ires, 1914].
“ E l Publicista M ercantil de M ontevideo” , M ontevideo, 10 de marzo de 1824.
“ Archivo del Hospital de Caridad de M ontevideo” , tomo X V I , fol. 46. Archivo
General de la Nación. Montevideo.
I sidoro D e -M a r í a : “ Tradiciones y recuerdos. M ontevideo A ntiguo” , op. cit.
Libro II, págs. 106 y 107.
“ E l Universal” , Montevideo, 19 de noviembre de 1830.
M ar ia n o G. B o íc h : “ H istoria del teatro en Buenos A ires” , op. cit., p á gs.
281 y 282.
“ E l Nacional” , Montevideo, 2 de enero de 1839.
“ E l Universal” , Montevideo, 21 de diciembre de 1832.
“ E l M ercurio” de Valparaíso, 30 de marzo de 1833. (A tención del musicólogo
chileno Eugenio P ereira Salas).
“ E l Universal”, M ontevideo, 7 de agosto de 1834.
“ E l Universal” , M ontevideo, 23 de agosto de 1834.
V i n c enzo C e r n ic c h ia r o : “ Storia della M úsica nel Brasile” , op. cit., pág. 134.
“ E l Nacional” , M ontevideo, 23 de abril de 1840.
“ E l Nacional” , Montevideo, 25 de febrero de 1842.
C arlos V e g a : “ M úsica Sudamericana” , págs. 108 y 109. Buenos A ires, 1946.
“ E l Nacional” , Montevideo, 29 de enero de 1842.
“ E l Nacional” , Montevideo, 29 de marzo de 1842.
“ Comercio del Plata” , M ontevideo, 23 de diciembre de 1845.
“ Comercio del Plata” , Montevideo, 8 de febrero de 1849.
“ Comercio del Plata” , M ontevideo, 28-29 de jun io de 1849.
“ Comercio del Plata” , M ontevideo, 16 de enero de 1849.
“ Comercio del Plata” , M ontevideo, 20 de enero de 1849.
“ Comercio del Plata” , M ontevideo, 3 de febrero de 1849.
“ Comercio del Plata” , Montevideo, 3 de agosto de 1849.
“ Comercio del Plata” , M ontevideo, 26-27-28 de julio de 1852.
“ Comercio del Plata” , Montevideo, i.° de abril de 1850.
299
(101) “ Comercio del Plata” , M ontevideo, 18 de m arzo de 1850.
(102) M ario C ésar G r a s : “ Amadeo Gras, pintor y músico. Su vida y su obra” .
Buenos A ires, 1942 y “ E l pintor Gras y la iconografía histórica sudamericana” .
Buenos A ires, 1946.
(103) “ E l Universal” , M ontevideo. 6 de febrero de 1833.
(104) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 19 de m arzo de 1850.
(105) “ Comercio del Plata” , M ontevideo, 15 de mayo de 1852.
(106) “ Comercio del P lata” , M ontevideo, 27 de noviembre de 1853.
(107) “ Comercio del P lata” , M ontevideo, 3-4 de febrero de 1853.
(108) “ Eco de la Juventud Oriental” , Montevideo, 30 de marzo de 1854.
(109) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 22 de setiembre de 1855.
(110) “ Comercio del P lata” , M ontevideo. 23 de mayo de 1855.
( n 1) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 22-23 de octubre de 1855.
(112 ) “ Com ercio del Plata” , Montevideo, 6 de agosto de 1856.
(113) “ Comercio del P lata” , Montevideo, 7 y 8 de diciembre de 1857.
(114 ) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 12 de diciembre de 1857.
(115) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 23 de ju lio de 1853.
(116) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 8 de octubre de 1853.
(11 7 ) J osé S u b ir á : “ Historia de la música teatral en España” , pág. 72. Barce
lona, 1945.
(118) Libro del “ Coliseo” ya citado; fol. 116 vta. A rch iv o General de la Nación.
Montevideo.
(119) F r ancisco A c u ñ a de F ig u ero a : “ Mosaico P oético” , tomo II, pág. 68. M on
tevideo, 1857.
(120) Expediente en el Protocolo del año 1806. Tom o I, folios 238, 239 y 240. A r
chivo del Juzgado L. de 1.* Instancia en lo Civil, de Prim er Tu rno. Montevideo.
(12 1) M ario F a lcao E s p a l t e r : “ E l Poeta Uruguayo Bartolomé Hidalgo” , pág. 21,
segunda edición. M adrid, 1929.
(122) Relación suscrita por D. Feo. G alli de los sueldos pagados en el mes de
m ayo de 1816 a los in tegrantes de la compañía de cómicos que actuaba en
M ontevideo en la Casa de Comedias. Montevideo, 6 de junio de 1816. Fondo
E x A rch iv o General A dm inistrativo. Libro N.° 603. A rchivo General de la
Nación. M ontevideo.
(123) Gastos efectuados en la función del Coliseo a beneficio del Hospital de C a
ridad, realizada el 25 de noviembre de 1824. “ A rch iv o del Hospital de C a
ridad de M ontevideo” , tomo X IV . A rch iv o General de la Nación. Montevideo.
(124) “ A rchivo del Hospital de Caridad de M ontevideo” , tomo X V I . fol. 102. A r
chivo del Juzgado Letrado de i." Instancia en lo Civil, de P rim er Turno.
(125) “ Semanario M ercantil de M ontevideo” , Montevideo, 9 de jun io de 1827.
(126) “ E l U niversal” , M ontevideo, 25-26 de marzo de 1830.
(127) M a r ian o G. B oscii : “ Historia del teatro en Buenos A ire s” , pág. 280. op. cit.
(128) “ E l Indicador” , Montevideo, 19 de agosto de 1831.
(129) I sidoro D e-M a r í a : “ Tradiciones y recuerdos. Montevideo A ntiguo” , op. cit.
libro III, págs. 143 a 147.
(130) “ E l Universal” , Montevideo, 22 de setiembre de 1837.
( 13 1 ) V in cenzo C e r n ic c iiia r o : “ Storia della Música' nel Brasile” , op. cit. pág. 461.
(132) “ E l Universal” , M ontevideo, 18 de setiembre de 1834.
(133) “ E l Universal” , M ontevideo, 5 de febrero de 1836.
O 34) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 15 de enero de 1847.
( 135) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 28 de febrero de 1852.
(136) “ E l Nacional” , M ontevideo. 8 de ju lio de 1842.
( T37 ) “ Comercio del Plata ” , M ontevideo. 28-29 de jun io de 1849.
(138) “ Comercio del Plata”, Montevideo, 22 de marzo de 1850.
0 3 9 ) “ Comercio' del P lata” , M ontevideo, 31 de octubre de 1850.
(140) “ Comercio del Plata” , M ontevideo, 9-10 de diciembre de 1852.
(14 1) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 18 de octubre de 1851.
(142) “ Com ercio del P lata” , Montevideo, 23 de ju lio de 1853.
(*4 3 ) M a r ia n o G. B oscii : “ Historia de la ópera en B uenos A ire s” , op. cit. pág. 220.
(144) “ La Razón” , M ontevideo, 16 de ju lio de 1909.
( T4 5 ) “ Comercio del Plata” , M ontevideo, 24 de noviembre de 1853.
300
(146) Comercio del Plata” , Montevideo, 11 de agosto de 1855.
(147) "Com ercio del Plata” , M ontevideo. 4 de diciembre de 1856.
(148) “ Montevideo M usical” , M ontevideo, 8 de ju lio de 1895.
(149) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 28 de enero de 1855.
(150) "Com ercio del Plata” , Montevideo, 15 de setiembre de 1855.
(15 1) “ Comercio del Plata” , M ontevideo, 1 de febrero de 1857.
(152) A lfredo F iorda K e l l y : “ Cronología de las óperas, dramas líricos, oratorios,
himnos, etc., cantados en Buenos A ire s” , pág. 55. Buenos A ires, 1934.
(153) “ La N ación” , M ontevideo, 26 de octubre de 1858.
(154) José M a r ía F ernández S a l d a ñ a : “ F ichas para un diccionario uruguayo de
biografías” , en “ A nales de la Universidad” , tomo I, pág. 374.
(155) “ E l Universal” , Montevideo, 12 de enero de 1830.
(156) Isidoro D e-M a r í a : “ Tradiciones y recuerdos. M ontevideo antiguo”, tomo II,
pág. 98, op. cit.
(157) F rancisco A c u ñ a de F ig u ero a : “ Obras completas” , tomo IV , pág. 88. M on
tevideo, 1890.
(158) “ A rchivo del Hospital de Caridad de M ontevideo” , tomo X II, fol. 331. A r
chivo General de la Nación. Montevideo.
(159) Program a correspondiente a la función del Teatro, de Montevideo, del día
14 de febrero de 1833. Museo H istórico N acional. Montevideo.
(160) "R ejistro de los Ciudadanos Naturales y Legales comprehendidos en las M an
zanas de la 3.* Sección de esta Ciudad de M ontevideo” , levantado el 10 de
julio de 1830. C a ja 802. Fondo E x A rch ivo G eneral A dm inistrativo. A rchivo
General de la Nación. Montevideo.
(16 1) M a r ía A n t o n ia O y u e l a : “ Juan A urelio Casacuberta” , pág. 77. B. A ires, 1937.
(162) “ Casacuberta de nuevo en la escena” , crónica de Dom ingo F. Sarmiento apa
recida en “ El Progreso” del 9 de enero de 1843,' ( “ O bras completas” , tomo II,
pág. 100. París, 1909).
(163) “ Comercio del P lata ” , Montevideo, 14 de febrero de 1848.
(164) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 19 de octubre de 1855.
(165) " E l A rgos de Buenos A yres” , Buenos A ires, 18 de agosto de 1821.
(166) Program a impreso en seda, por la Imprenta de la Caridad. “ A rchivo del H os
pital de Caridad de M ontevideo” , tomo X I V , fol. 242. A rch iv o G eneral de la
nación. M ontevideo.
(167) “ E l Universal” , M ontevideo, 20 de mayo de 1833.
(168) J osé A ntonio W il d e : “ Buenos A ire s desde setenta años atrás” , pág. 61, op. cit.
(169) M a r ian o G. B o s c ii : “ Historia del Teatro en Buenos A ir e s” , pág. 117, op. cit.
(170) “ E l Universal” , Montevideo, 28 de marzo de 1831.
(17 1) "R ejistro de los C iudadanos.. ” etc. doc. cit en llam ada N.° 160.
(172) “ E l Universal” , Montevideo, 17 de octubre de 1829.
073) C arlos V e g a : “L o s bailes criollos en el teatro nacional” , aparecido en “ C u a
dernos de Cultura T e atral” N.° 6, editado por el Instituto Nacional de Estudios
de Teatro, pág. 71. Buenos A ires, 1937.
(174) J osé A ntonio W il d e : “ Buenos A ires desde setenta años atrás” , pág. 60, op. cit.
(175) “ E l Universal” , Montevideo, 16 de febrero de 1830.
(176) " E l Universal” , Montevideo, 3 de mayo de 1832.
( 177) O ctavio C. B a t o l l a : “ La Sociedad de A ntaño” , pág. 220. Buenos A ires, 1908.
(178) “ Com ercio del Plata” , M ontevideo, 18 de ju lio de 1850.
(179) “ Comercio del Plata, Montevideo, 8 de enero de 1851.
(180) A ndrade M u r icy : “ Panorama da música brasileira” , en “ Rc7'ista Brasileña
de M úsica” , vol. IV , fascículos 2 y 4, pág. 97. Río de Janeiro, 1937.
(18 1) M au ricio M urst e R adam és M o s c a : “ Prontuario do estudante de música” ,
pág. 53. Sao Paulo, 1944.
(182) C urt S a c h s : “ Historia Universal de la Danza” , op. cit. pág. 373.
(183) “ E l Pampero” , Montevideo. 5 de febrero de 1823.
(184) ‘‘ Cabildo. Inform es y D ecretos” . Libro 30. Folios 238 a 241 vta. Fondo E x
A rchivo General Adm inistrativo. A rch ivo General de la Nación. Montevideo.
(Docum ento hallado por el escritor Jesualdo S osa).
(185) A rquivo Folclórico da D iscoteca Pública Municipal: “ Melodías registradas
por meios nao-mecánicos” , vol. i.°, pág. 35. M elodía N.° 30 de la Colección
301
M ario de A ndrade. Sao Paulo, 1946.
(186) “ A rchivo del Hospital de Caridad de M ontevideo” , tomo X X I, fol. 331. Pro
g ram a im preso en seda. A rch iv o General de la Nación. Montevideo.
(187) “ E l Universal” , M ontevideo, 23 de enero de 1833.
(188) “ E l Universal” , M ontevideo, 23 de setiembre de 1829.
(189) “ E l Universal” , Montevideo, 17 de octubre de 1829.
(190) “ El Nacional” , Montevideo, 18 de mayo de 1839.
(19 1) “El Nacional” , M ontevideo, 8 de diciembre de 1839.
(192) J acquf .s A r ago : “ Souvenirs d'un avengle. Voyage antour du monde” , pág.
230. P arís, 1844.
(193) “El Universal” , Montevideo, 10 de junio de 1830.
(194) “E l Universal” , Montevideo, 7 de diciembre de 1832.
(195) “ E l Universal” , Montevideo, 20 de setiembre de 1837.
(196) “ E l Nacional” , M ontevideo, 15 de diciembre de 1840.
(197) “ E l Nacional” , Montevideo, 19 deabril de 1845.
(198) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 30 de octubre de 1847.
(199) “ Comercio del Plata” , M ontevideo, 4 de marzo de 1850.
(200) “ E l Universal” , M ontevideo, 29 de setiembre de 1832.
(201) “ E l Universal” , Montevideo, 18 de enero de 1834.
(202) “ E l Universal” , M ontevideo, 16 de febrero de 1830.
(203) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 5 de enero de 1846.
(204) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 28 de diciembre de 1855.
(205) “ E l Universal” , M ontevideo, 14 de setiembre de 1836.
(206) “ E l Universal” , M ontevideo, 22 de setiembre de 1831.
(207) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 29 de junio de 1852.
(208) “ Comercio del Plata” , M ontevideo, 29 de jun io de 1855.
(209) “ Comercio del P lata” , Montevideo, 11 de enero de 1856.
(210) “ E l Universal” , M ontevideo, 17 de octubre de 1832.
(2 11) “ E l Universal” , Montevideo, 23 de enero de 1833.
(212) “ E l Nacional” , M ontevideo, 21 de enero y 12 de diciembre de 1839.
(213) “ E l Nacional” , Montevideo, 5 de febrero de 1841.
(214) “ E l Universal” , M ontevideo, 23 de enero de 1833.
(215) “ E l Universal” , M ontevideo, 2 de diciembre de 1836.
(216) “ E l Investigador” , Montevideo, 17 de abril de 1833.
(2 17) C urt S a c h s : “ Historia Universal de la Danza” , op. cit.. pág. 425.
(218) “El Universal” , M ontevideo, 8 de ju lio de 1833.
(219) “ E l Universal” , M ontevideo, 20 de agosto de 1835.
(220) “ E l Universal” , Montevideo, 29 de noviem bre de 1836.
(221) “ E l Nacional” , M ontevideo, 15 de enero de 1840.
(222) “ E l Nacional” , Montevideo, 1 de setiembre de 1842.
(223) J u l iá n R ib e r a : “ La música de la Jota Aragonesa” . Madrid, M C M X X V III.
(224) E duardo L ópez C h a v a r r i : “ M úsica Popular Española” , pág. n , 2." ed. B a r
celona, 1940.
(225) “ E l Universal” , M ontevideo, 23 de setiembre de 1837.
(226) “ E l Universal” , Montevideo, 6 de octubre de 1837.
(227) “ Comercio del Plata” , M ontevideo, 12 de diciembre, 22 de enero, 7 de febrero
y 4 de m arzo de 1850.
(228) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 18 de agosto de 1855.
(229) “ Com ercio del Plata” , Montevideo, 10 de octubre de 1849y 30 de enero de 1850.
(230) “ Comercio del Plata” , M ontevideo, 2 de noviembre y 7 de diciembre de 1849.
(231) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 6 de ju lio de 1855.
(232) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 2 de noviembre de 1849.
(233) “ Com ercio del Plata” , M ontevideo, 7 de noviembre de 1849, 22 de enero y
7 de febrero de 1850.
(234) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 31 de enero y 24 de m arzo de 1856 y 6
de marzo de 1857.
(235) “ Comercio del Plata” , M ontevideo, 7 de diciembre de 1849 y 25 de enero
de 1850.
(236) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 4 de marzo de 1850.
(237) “ Com ercio del Plata” , Montevideo, 19-20 de ju lio de 1855.
302
A PEN D IC E AL CA PITU LO II
1829
Enero, 15. Enero, 31.
“ Brillante escena de canto, que des Escena y aria de la óp. “ Isabel R ei
empeñará la S ra. Petronila” [Se- na de Inglaterra” , de Rossini, por
A n g ela Tanni.
Dúo de la óp. “ Dido” de M erca
dante, por M aría y M arcelo Tanni.
Enero, 22.
D úo de la óp. “ Isabel Reina de In
Sin fonía (? ) glaterra” , por A ngela y Pascual
“ A rm ida y Reinaldo” , melodrama en Tanni.
un acto con música escénica. A ria de la óp. “ L a urraca ladrona” ,
Cavatina de la óp. “ L a Italiana en de Rossini, por M aría Tanni.
A rg e l” , de Rossini, por Domingo Terceto de la óp. “ Isabel Reina de
Moreno. Inglaterra” , de Rossini, por M a
ría, A n g ela y Pascual Tanni.
Enero, 28.
“ El Barbero de S evilla” , versión Febrero, 20.
fragm entada de la óp. de R ossin i:
“ Canción Patriótica al Estado de
Obertura.
M ontevideo” , cantada a beneficio de
“ Eco ridente in ciel” , por M arcelo
Joaquín Culebras y Juan M. V elarde
Tanni.
en celebridad de la batalla de Itu-
“ Se il mío nome” , por el mismo.
“ A ll’idea de quel metallo” , dúo por zaingó.
M arcelo y Pascual Tanni. Programa existente en el Archivo Ge
neral de la Nación, Fondo Archivo
“ U na V oce poco fá” , por M aría General Administrativo, caja 777.
Tanni.
“ Dunque io son” , dúo por M aría y Junio, 23.
Pascual Tanni. Dúo ( ? ) en portugués.
“ Zitti. zitti, piano, piano” , por M a “ Solo inglés", bailado por Juan A n
ría, M arcelo y P ascual Tanni. drés Espinosa.
303
S e tie m b re , 3.
Obertura de la óp. “ Tancred o” , de Cavatina de Rossini, por Teresa
Rossini. Schieroni acompañada al piano por
Variaciones para piano, tocadas por M argarita Caravaglia.
Antonio Sáenz.
Setiembre, 75.
Julio, 3.
Se presenta la compañía acrobática
Variaciones para flauta, por A n to de José Chiarini, haciendo juegos
nio Sáenz. malabares con acompañamiento mu-
A ria bu fa de la óp. “ El Barbero de
S evilla” , de Rossini. por Domingo
M oreno.
Setiembre, 25.
Julio, 14. O bertura de la óp. "Tancred o” , de
Rossini.
“ E l Pendón” , tonadilla escénica a
“ Boleras del T ríp ili” , bailadas por
tres, a beneficio de Felipe David.
Juana y José Cañete.
“ E l bosque encantado” , Pas-de-deux
A gosto, 4. serio A nacreóntico” , bailado por
Dúo de la óp. “ L a Italiana en A r los mismos.
gel” , de Rossini, por Dom ingo Piz-
zoni y T eresa Schieroni.
Setiembre, 29.
A ria de P acini, por Dom ingo P iz-
“ L a Cachucha” , bailada por Juana
Cañete.
Dúo de la óp. "Tancred o” , de Ros
sini. por A gustín M iró y M argarita “ Los figurones burlados” , baile jo-
Caravaglia.
Rondó final de la óp. " L a Italiana
en A rg e l” , de Rossini, por Teresa Octubre, 3.
Schieroni.
“ Seguidillas manchegas” , bailadas
por Juana y José Cañete.
Agosto, 7.
“ L a rg o al Factótum ", de la óp. “ El
Barbero de S evilla” , de Rossini. por Octubre, 6.
Luis Foresti. “ Boleras de la Caleta” , por Juana
Dúo de la óp. “ Elisa y Claudio” , y José Cañete.
de M ercadante, por Joaquín V ettali “ El Universal” , 6-X-1829.
y S ra. de Foresti.
A ria de la óp. “ E l Coradino” , de Octubre, 12.
P avessi, por la S ra. Foresti. “ Canción del Estado” , en el 4.0 ani
A ria de la óp. " L a cenicienta” , de versario de la batalla de Sarandí.
Rossini, por Joaquín Vettali. Pas-de-deux del baile “ Blanca de
Dúo de la óp. “ L a m ujer astuta” , Rossi” , por Juana y José Cañete.
de M ayer, por Luis Foresti. “ El Universal”, 12-X-1829.
Octubre, 20.
Agosto, 11. “ G avota” , bailada por los niños
“ A bre el ojo ó E l aviso a los sol Chearini.
teros” , comedia con música in terca “ Solo inglés” , bailado por el paya-
lada, por Joaquín Culebras y Felipe sito de la Cía. Chearini.
David.
“El Universal”, 19-X-1829.
“ La muerte del arlequín” , panto-
Octubre, 23.
“ Minué M ontonero” , bailado por “ Fandango", bailado por Juana y
Luisita Q uijano y otra niña.
304
Octubre, 29. Noviembre, 29.
“ Solo Inglés” , por José Cañete. “ L a Flauta m ágica” , o “ Las com-
bulsiones musicales” , baile general
Noviembre, 10. en tres actos de medio carácter com
“ E l Lelito” , boleras bailadas por puesto y dirigido por José Cañete.
Juana y José Cañete.
“ El Universal”, io-xi-1829.
D iciembre, 11.
Noviembre, 17.
“ E l trágala” , boleras, bailadas por
“ G avota” , bailada por Juana y José Juana y José Cañete.
Cañete.
“El Universal”, 17-XI-1829.
1830
Enero, 24. Mayo, 6.
“ Tonadilla a trío” , cantada por P e Miscelánea vocal e instrumental,
tronila Serrano, Juan V illarin o y en la que se observó el siguiente
M anuel Martínez. p ro gram a:
20
305
M a yo , 14■ Junio, 4.
“ E l engaño feliz", ópera completa “ El engaño fe liz” , ópera en dos
en dos actos, de Rossini, por la actos, de Rossini, por la Compañía
Compañía Tanni. (P R IM E R A Tanni.
O P E R A C O M P L E T A Q U E SE
D A E N M O N T E V ID E O ) .
M iscelánea e instrumental,
nplió el siguiente
M iscelánea coreográfico-vocal. por
Luisa Q uijano y A ntonia Culebras
1.“ P arte (bailes) y Petronila Serrano ( Can-
to >- . „ . ...
O bertura ( ? ) , de Rossini.
D úo de la óp. “ E l puesto abando
nado” , de M ercadante, por Marcelo “ A ureliano en P alm ira” , ( P R IM E
Tanni y Luis Foresti. R A A U D IC IO N P A R A E L U R U
Escena y dúo de la óp. “ Matilde de G U A Y ) , ópera en dos actos de
Shabrán” , de Rossini, por Marcelo Rossini, por la Compañía Tanni.
y Pascual Tanni.
A ria de Pacini, por Luis Foresti.
T erceto de la óp. “ L a urraca la
drona” , de Rossini. por Angelita, “ Tonadilla a trío” , por Juan A u
M arcelo y Pascual Tanni. relio Casacuberta. Petronila S e rra
no y Juan V illarino.
Julio, 8.
O bertura ( ? ) , de Rossini. "E l Coradino o el T riu n fo del bello
Dúo de la óp. “ Torbaldo y Dorlis- sexo” , (P R IM E R A A U D IC IO N
k a” , de Rossini. por A ngelita y P A R A E L U R U G U A Y ) , ópera
Pascual Tanni. completa en dos actos de Pavessi,
A ria ( ? ) , de Rossini. por Marcelo por la Compañía Tanni.
Tanni.
Dúo de la óp. “ El puesto abando
nado” , de Mercadante, por Luis F o
resti y A ngelita Tanni. “ Canción P atriótica” , entonada por
A ria de la ópera “ L a italiana en toda la Compañía Tanni. "en cele
A rg e l” , de Rossini, por Pascual bración del aniversario de la ju ra
Tanni. de la independencia en Sud Amé-
Cuarteto de la óp. “ El avaro” , de
Tritto, por A ngelita. Pascual y M ar
celo Tanni y Luis Foresti. Julio, 18.
D anzas acrobáticas, por la "trou
pe” , de José Chearini, en la plaza
Mayo, 27. Matriz, durante las horas de la
“ El engaño fe liz” , ópera completa
en dos actos, de Rossini, por la com "Canción patriótica” , entonada en
pañia Tanni. la Casa de Comedias, por la com
( “ Em pezará con el prim er himno pañía dramática que encabezaba
que se cantó en A m érica a la li Juan A u relio Casacuberta. ( P roba
bertad, la hermosa marcha de “ Oid blemente la Canción de Los T rein ta
mortales el grito sag ra d o!” ) y T re s ) (1).
306
Julio, SI. 1." P arte
“ A ureliano en Palm ira", ópera en
dos actos, de Rossini, por la Com O bertura ( ? ) , de Rossini.
pañía Tanni. Dúo militar, de G enerali, por P as
cual Tanni y Luis Foresti.
“ El Universal”, 31.v11.1830. A ria ( ? ) , de Rossini, por Marcelo
S in fon ía ( ? )
Agosto, 17.
Dúo bufo, de M ercadante. por A n
“ D anza de M áscaras” en el segun gelita Tanni y Luis Foresti.
do acto de la comedia “ A belino o A ria M ilitar ( ? ) , por M ariano P a
el hombre de las tres caras” , en blo Rosquellas.
la que, exceptuando a Joaquín Cu Dúo de la ópera “ Elisa y Claudio” ,
lebras “ los otros demostraron que por los Tanni. ( ?)
no sabían su papel” . “ L a T iran a” , de M ariano Pablo
Rosquellas, cantada por su autor.
“El Universal”, io-i i-ix-1830.
Agosto, 26.
Setiembre, 17
“ Boleras” , bailadas por A ntonia C u
“ Pas-de-deux” , bailado en la ma
lebras y Juan A u relio Casacuberta.
roma, por José Chearini y su es-
Setiembre, ó.
“ E l engaño fe liz” , primer acto de “ Tancredo” , ( P R IM E R A A U D I
dicha ópera de Rossini, por la com C IO N P A R A E L U R U G U A Y ) ,
pañía Tanni y a continuación el ópera completa, en dos actos, de
siguiente p ro gram a: Rossini, cantada con el siguiente
Dúo Bufo, de Mosca, por A ngelita
Tanni y Luis Foresti.
Dúo de la ópera “ O telo", de Rossi
ni, por Pascual y M arcelo Tanni.
A ria bufa, de Generali. por Luis
Foresti.
Rondó final de la óp. “ L a Ceni
cienta” , de Rossini, por A ngelita
etiembre, 24.
“ B oleras” , bailadas por Antonia C
lebras y Juan Villarino.
Setiembre, 13. “ F andanguillo” , bailado por Ju
Villarino.
Miscelánea vocal e instrumental por
la Compañía Tanni y M ariano Pablo
Rosquellas, que se presenta por p ri iembre, 27.
mera vez en Montevideo, realizada Miscelánea vocal e instrumental,
de acuerdo con el siguiente pro- en la que se cumplió el siguiente
p ro gram a:
307
1." P arte O ctu b re, 25.
“ O telo” , (P R IM E R A A U D IC IO N
S in fonía ( ? ) , de Rossini. P A R A E L U R U G U A Y ) , ópera
D úo bufo, de Generali, por A nge completa de Rossini, cantada con
lita Tanni y L u is Foresti. el siguiente
A ria ( ? ) , de Rossini, por M arcelo
r epar to :
Tanni.
D úo ( ?), de Rossini, A ngelita T a n
ni y M ariano Pablo Rosquellas.
A ria ( ? ) , de Rossini. por Luis Fo-
308
D ic iem b re , 23. Diciembre, 27.
“ A ureliano en P alm ira” , ópera “ Tancred o” , ópera completa, de
completa, de Rossini, por la Com Rossini, por la Compañía Tanni.
pañia Tanni.
“El Universal”, 19-23-XII-1830. “ El Universal”, 24x11-1830.
1831
Enero, i.°. S in fonía ( ? ) , de Donizetti.
A udición de clarinete por el ins A ria b u fa de Rossini, por Luis Fo-
trumentista A ntonio Barros, con
acompañamiento de orquesta. D úo de Rossini, por A ngelita y
M aría Tanni.
D úo de la óp. “ Elisa y Claudio”
Enero, 18. de M ercadante, por M arcelo y P as
cual Tanni.
“ M inué montonero” en carácter ri
A ria de la óp. “ L a urraca ladrona” ,
dículo, bailado por Felipe D avid y
de Rossini, por M aría Tanni.
A ntonia Culebras en el Sainete
E scena y terceto de la óp. “ Isabel,
“ Los tres novios im perfectos” .
Reina de Inglaterra” de Rossini,
por A ngelita, M aría y Pascual
Enero 24. Tanni.
“ El Universal”, 4-5-111-1831.
“ El Barbero de S evilla” , (P R IM E
RA A U D IC IO N PARA EL Marzo, 20.
U R U G U A Y ), ópera completa de M iscelánea vocal en la que se cum
Rossini por la Compañía Tanni. plió el siguiente program a:
1.“ P arte
Enero, 31.
“ El Barbero de S evilla” , ópera S in fon ía ( ? ) .
completa de Rossini por la Com Dúo m ilitar de Generali, por P as
pañía Tanni. cual Tanni y Luis Foresti.
“El Universal”, 29-31-1-1831 A ria de Rossini, por M aría Tanni.
Dúo de la óp. “ Matilde de Sha-
Febrero, 7. b rán” , de Rossini, por M arcelo y
“ Tancredo” ópera completa de Ros Pascual Tanni.
sini, por la Compañía Tanni. A ria de Rossini, por Luis Foresti.
Terceto de la óp. “ L a urraca la
drona” , de Rossini, por María,
Febrero, 14 y 15. M arcelo y P ascual Tanni.
“ E l Barbero de Sevilla” , ópera
completa de Rossini, cantada en 2.a P arte
“ carácter ridículo” con el siguiente
S in fonía ( ? ) .
D úo de Rossini, por M aría y M ar
celo Tanni.
A ria de Rossini, por Pascual Tanni.
Cuarteto de la óp. “ El avaro” de
Tritto, por M aría, M arcelo y P as
cual Tanni y Luis Foresti.
Marzo, 6.
“ E l engaño feliz” , ópera completa M arzo, 24.
de Rossini, por la Compañía Tanni Miscelánea extraordinaria de canto
y en la segunda parte del programa y baile a beneficio de Miguel V ac-
la siguiente m iscelánea:
309
A b ril, 25.
S in fonía ( ? ) .
"Gran escena de baile ejecutada
por el beneficiado de cuatro fig u "Tancred o” , ópera completa de
rantes, en carácter español; música Rossini, por la Compañía Tanni.
nueva. . . D. A . Saenz” .
2.a P arte
Abril, 22.
“ La caza de Enrique IV ” , (P R I “ Grandes variaciones de clarinete
ejecutadas por el profesor D. A n
M E R A A U D IC IO N P AR A EL
U R U G U A Y ), ópera completa de tonio B arros” .
Puccita, cantada con el siguiente Dúo de la óp. “ Matilde de Sha-
brán” , de Rossini, por Teresa y
Luis Smolzi.
A ria, por Luis Foresti.
Dúo de Rossini, por Teresa y Luis
Smolzi.
A ria de Rossini, por Luis Smolzi.
Dúo de la óp. “ L a Cenicienta” , de
Rossini, por Luis Foresti y Luis
Smolzi.
O ctava Puncioíi ae la tercera temporada!
H oy Jueves 2 de Julio.
Abierta la escena con la brillante sinfonía dfcl
T A N L R E D I, se represéntala (a beneficio (leí
prelesor »le música i). Antonio Saenz,) lu acre
ditada comedia de liguron en ó actos, titulada
L a casualidad contra el cuidado,
o
EL CELOSO CAR1ÍIZALES.
Eli los intermedios ejecutará el interesado al
gunas variaciones del mejor gusto, y termmurk
la función con el divertidísimo sainete
A UN EN CA N O O T ílO M AYOR,
O EL, BARBERO A F E IT A E L l U H R g .
311
Mayo, 23. J u lio , 25.
“ El Barbero de Sevilla” , ópera “ L a italiana en A rg e l” , ópera com
completa de Rossini, por la Com pleta, de Rossini, por la Compañía
pañía Tanni. Tanni.
“ El Universal” , 24-VH-1831.
Mayo, 25. Agosto, i.°.
“ Canción Patriótica” . “ L a caza de Enrique I V ” , ópera
“El Universal” , 24-V-1831. completa, de Puccita, por la Com
Mayo, 27. pañía Tanni.
“ Canción Patriótica” .
“ E l Enano fingido” , “ gracioso bai Agosto, 8.
le pantomímico” .
“ El engaño feliz” , ópera completa
“El Universal”, 24-27-V-1831.
de Rossini, por la Compañía Tanni
Mayo, 30. y la siguiente miscelánea v o c a l:
“ L a Italiana en A rg e l” , ( P R IM E
R A A U D IC IO N P A R A E L U R U S in fonía ( ? ) de Rossini.
G U A Y ) , ópera completa de Rossi A ria y dueto de M ercadante por
ni, por la Compañía Tanni. M aría y M arcelo Tanni.
“El Universal” , 28-30-V-1831. A ria ( ? ) , por Luis Foresti.
Terceto de la óp. “ L a urraca la
Junio, ó. drona” , de Rossini, por M aría, P as
“ A ureliano en Palm ira” , ópera cual y M arcelo Tanni.
completa de Rossini, por la Com “ El Universal”, 6-8-VI11-1831.
pañía Tanni.
A gosto, 15.
“ E l Barbero de Sevilla” , ópera
“ Canción patriótica” en celebridad completa, de Rossini, por la Com
de la llegada a la capital del P re pañía Tanni.
sidente de la República ( “ se abrirá “El Universal”, 13-V111-1S31.
el proscenio con la canción patrió
Setiembre, 2.
tica que se cantó por primera vez
el día 25 de M ayo” ). Se presenta por primera v ez el ni
“ Boleras” . ño prodigio Luis Pablo Rosquellas'
con su padre M ariano Pablo y Luis
Junio, 16. F oresti desarrollando el siguiente
pro gram a:
“ L a caza de Enrique I V ” , ópera
completa de Puccita, por la Com
pañía Tanni. 1 .* P arte
3 Í2
Cavatina y escena de la óp. “ Tan- 2.* P arte
credo” de Rossini, por Luis Pablo
Rosquellas. S in fonía ( ? ) , de Rossini.
Coro de la óp. “ Tancredo” de Ros- “ Escena y cabatina compuesta por
el Sr. Rosquellas y cantada por el
G ran A ria de la óp. “Tancred o” . niño” .
de Rossini, por Luis Pablo Ros- Dúo de la óp. “ L a Rosa Blanca
quellas. y la Rosa R o ja ” de M ayer por M a
“ N arciso” , dúo bufo, por Mariano riano Pablo y Luis Pablo Rosque
Pablo Rosquellas y Luis Foresti. llas.
“El Universal”, 31-VIII-1831. A ria ( ? ) , p ir Luis Foresti.
Canción y solo en castellano por
Setiembre, p. M ariano Pablo Rosquellas.
M iscelánea vocal, en la que se ob “ El Universal”, 14-15-IX-183 >•
servó el siguiente programa.
Setiembre, 20.
1.a P arte “ Cantará de Sra. Lu isa Q uijano
Sin fonía ( ? ) , de Rossini. una divertida cavatina” .
G ran escena y aria con coro de “ El Universal”, 20-1x-1831.
la óp. “ L a V e stal” (S p on tin i?), Setiembre, 22.
por M ariano Pablo Rosquellas.
“ Jaleo” en castellano, por Luis P a
A ria militar de Rossini, por Luis
blo Rosquellas.
Foresti.
“ Dando fin con una tirana en cas
Cavatina, coro y aria de la óp. “ Tan-
tellano; nunca cantada en este
credo” , de Rossini, por Luis Pablo
Teatro” , por el Sr. Rosquellas.
Rosquellas.
“Ei Universal”, 22-IX-1831.
2.a P arte
Setiembre 26.
Obertura de la óp. “ L a Cenicienta” , “ Tancredo” , ópera completa, de
de Rossini. Rossini, por la Compañía Tanni,
A ria de la óp. “ E l Barbero de Se actuando M aría Tanni en el papel
v illa” de Rossini, por Luis Foresti. de Amenaida y Luisa Q uijano en
Gran escena y dúo de la óp. “ O te el de Isaura. " L a compañía se des
lo” , de Rossini, por M ariano, P a pide de este respetable público con
blo y Luis Pablo Rosquellas, “ des la repetición de una pieza de que
empeñando la parte de Otelo el se ha m anifestado tan apasionado
como aplaudido” .
Dúo de la óp. “ L a Cenicienta” , de
Rossini, por M ariano Pablo R os
quellas y Luis Foresti. Setiembre, 28.
“ Jaleo” , por M ariano Pablo R os Función a beneficio de Fernando
quellas ( “ dando fin con el jaléo Q u ijano en el cual “ E l interesado
castellano por el Sr. Rosquellas” .) en el 2.0 acto, tocará al piano la
cavatina Del] piacer mi Calsa il
Setiembre, 15. cor, en el cual espera la indulgen
M iscelánea vocal-instrum ental, en cia precisa, para dispensar los
en la que se cumplió el siguiente errores que cometa en la ejecución
de un instrumento que solo toca
por afición ” .
“ A ll’idea di quel metallo” , dúo de
la ópera “ E l Barbero de S evilla” ,
Sinfonía, de M ariano Pablo Ros
de Rossini, por Pascual Tanni y
quellas, por la orquesta.
Fernando Q uijano.
G ran escena aria militar por Luis
“ Pericón de media-caña” , bailado
Pablo Rosquellas.
por Fernando Q uijano en el sai
“ G ran concierto de violín compues
to y ejecutado por el profesor Ros nete de Collao “ Las bodas de Chi-
quellas, en el que introducirá una
polaca con variaciones” .
3r3
O ctubre, 4.
“ Sin fonía concertante” , con obli “ A delina” , (P R IM E R A A U D I
gado de clarinete por A ntonio Ba- C IO N P A R A E L U R U G U A Y ) ,
ópera completa de Pedro Generali
Dúo por M ariano Pablo y Luis P a (maestro que fuera de R ossini) [Ol
blo Rosquellas. (S e gu irá una gran la compañía de aficionados, bajo la
sinfonía concertante, nueva, y con dirección de Luis Foresti, en la
obligado de clarinete que desempe que interviene “ por primera vez,
ñará el profesor D . A ntonio B a en el papel de primer Tenor D.
rros, servirá de introducción á uno Luis Juan R ossi” .
de los m ejores duetos, cantado por
el profesor D. Pablo Rosquellas y
su tierno e incomparable niño” .)
Octubre, 8.
Diciembre, 22.
Intermedio de canto por Luis P a
blo Rosquellas y L uisa Q uijano en A beneficio de Petronila S e rra n o :
la obra teatral “ M arta la piadosa” , “ D i tanti palpiti” , de la óp. “ Tan-
de T irso de Molina, refundida por credo” de Rossini, por Luisa Q ui-
Solís.
Dúo de la espada, de la óp. “ Tan-
credo” , de Rossini, por L uisa y
Octubre, 12.
Fernando O uijano.
Diciembre, 29.
A beneficio de Fernando Q u ijano:
Octubre, 23. “ El Beneficiado se ha dispuesto,
M iscelánea vocal e instrumental en adornar la función con la hermosa
la que se cumplió el siguiente pro- A ria de Fígaro en el Barbero de
Sevilla titulada el Factótum, que
cantará en castellano después de
Variaciones para violín sobre “ L a
la presentación. [Anteriorm ente se
T iran a” , de M ariano Pablo Ros
había dado la obra teatral “ El m o
quellas, ejecutada por su autor.
linero de A penas ó El asesino y
“ Cavatina y A ria nueva compuesta
el Mudo” .] Y la graciosa Cava
por el Señor Rosquellas y ejecu ta
tina de la misma ópera una vocc
das en el Clarinete por el profesor poco fá que cantará mi hermanita
D. A ntonio B arros” . Luisa, terminando con un divertido
“ Jaleo y nueva T iran a” por ( ?) sainete, nuevo” .
1832
Febrero, 2. Febrero, p.
A beneficio de Joaquín Culebras se A beneficio del Mtro. Antonio
pone en escena el drama “ Batalla Saenz:
y triunfo de P azco por el General O bertura de la óp. “ L a urraca
San M artín” en el cual “ A lgunas ladrona” , de Rossini.
evoluciones militares que ejecutará Recitativo y Polaca de Antonio
la tropa y una nueva canción pa Saenz ejecutada al violoncelo por
triótica que se cantará en honor su autor ( “ el beneficiado, á quien
del ejército libertador, contribuirá este ilustrado público ha distingui
á el adorno de la representación del do y colmado de favores, tocará el
drama” . Violoncello y acompañados de la
Orquesta, una variaciones compo
314
sición suya Recitado y Polaca: ésta Concierto de trompa, ejecutado por
y el Recitado lo desempeñará con el Sr. Castaño.
una sola cuerda, circunstancia par Terceto de la óp. “ La urraca la
ticular que á la novedad, aumenta drona” , de Rossini. por Miguel
la dificultad del desempeño” .) V accani, Justina Piacentini y Luis
Foresti.
Febrero, 16.
A beneficio del pianista Remigio
S in fonía (P ).
“ O bertura” , de K u ffe r. C avatina ( ? ) , de Rossini. por Jus
tina Piacentini.
irero, ip. Dúo de la óp. "L a Cenicienta” , de
Rossini, por Luis Foresti y Miguel
O bertura de la óp. “ E l Barbero de
V accani.
S evilla” , de Rossini.
Concierto de pianoforte, por Re-
A ria de la óp. “ Torbaldo y Dor-
liska” de Rossini, por Juan V illa-
rino (en castellano).
“ El Universal”, 17-11-1&32. 3.a P arte
S in fonía ( ? ) . S in fonía ( ? ) .
A ria ( ? ) , por Luis Foresti. D úo ( ? ) de Rossini, por Elisa P ia
Dúo de la óp. "Sem íram is” , de Ro centini y M iguel Vaccani.
sini, por Miguel Vaccani. y Justii D úo pastoril, bailado por Felipe y
Piacentini. Catalina Catón.
3*5
3.a P arte
Junio, 28.
S in fonía ( ? ) . “ Seguidillas manchegas” , bailadas
Cavatina de la óp. “ El pretendiente por Felipe y Carolina Catón.
burlado” , de Mosca, por Luis Fo-
316
i .* P arte S e tie m b re , 8.
“ L a Cenicienta’’, (P R IM E R A A U
Sin fonía ( ? ) . D IC I O N P A R A E L U R U G U A Y ) ,
Dúo de la ópera “ Elisa y Claudio” , ópera completa de Rossini con el
de Mercadante, por Justina P ia siguiente
centini y Miguel Vaccani.
A ria de Rossini, por Elisa Piacen-
2.a P arte
Setiembre, 16.
Sin fonía ( ? ) . “ Pas-de-deux” , bailado por Felipe
A ria de la óp. “ El Barbero de Se y Carolina Catón.
villa” , de Rossini ( “ Una voce poco Variaciones, por el flautista A n-
fa ” ), por Justina Piacentini.
Concierto de flauta, de Rossini,
por Bernardino Barros.
A ria, escena y dúo de la óp. “ El Setiembre, 18.
Zapatero” , de M arcos Portugal, por “ L a Italiana en A rg e l” , ópera
Justina Piacentini y Miguel V a c- completa de Rossini, por la Com
pañía Piacentini.
“El Universal”, 18-1X-1832.
3.a P arte
Setiembre, 20.
D úo ( ? ) , de Rossini, por Elisa “ Pas-de-deux” , titulado “ L a B an
Piacentini y M iguel Foresti. da” , bailado por Felipe y Carolina
S in fonía concertante ( ? ) .
“ G ran terceto de la Fiesta de una
Rosa cantada por la S ra. Justina, Setiembre, 22.
Vaccani y F o r e s t i... M ercadante” .
“ L a Cenicienta” , ópera completa de
“El Universal”, 20-VI-1832. Rossini, por la Compañía Piacen-
Agosto, 3 y 5.
(V e r reparto del 8-Setiem bre-1832.
“ L a italiana en A rg e l” , ópera com
pleta de Rossini, por la Compañía
Piacentini-V accani, con in terven Setiembre, 23.
ción del primer tenor Juan Luis
“ Boleras del Contrabandista” , bai
Rossi y la “ T ercera dama, Luisa
Q uijano” . lado por Felipe y Carolina Catón.
“ El Universal”, 3-5-vm-i832.
317
TKATRO.
Cran Función Extraordinaria á beneficio
d<l «eéór Felipe David, granoso de cale tea
tro, o! martes I I de julio de Ib«í9.
Abierta la ese na con una ayradulde sinfo
nía se representará la jocosísima comedia en
tres acto»—
El niobio Predicador;
Rn la que dcseni|W’ñará el interesado, la
p.irtf; de Fray Anttdin, y la que sera eje
cutada con todo ni teatro y maquinaria que
le corresponde; á cuyo fin no ha omitido
£ istor., ni nada de cuanto pueda contribuir
a *u lucimiento y buen desem|x;fio.
En seguida se cantará la tonadilla de Fi
gurón á tres voces titulada—
E l Pendón.,
En la que el beneficiado ejecutará la bufn,
y terminara la funcioncon el divertidísimo sai
nete nuevo titulado.
LA MUGER CURIOSA,
ó el Duende en el Gabinete.
Se principiará á las 7.
f,c. “ ■ " P" ^ p £ £ ¿ ’ # 5 t t á l A - J l i L Í Ü S - 5 ' L ' W r t & T " ' e,cé" '“
318
tic m b rc, 30. O ctu b re, 27.
‘‘Seguidillas M anchegas” , bailadas “ G avota” , bailada por Felipe y Ca-
por Felipe y Carolina Catón. rolina Catón.
Octubre, 4.
“ Pas-de-deux” , de carácter campes
tre, bailado por Felipe y Carolina
Catón.
“El Universal”, 3-X-1832.
Octubre, p. Noviembre, 16.
"B oleras” , bailadas por Felipe y “ D anza de aldeanos” , dirigida por
Carolina Catón a beneficio de los Felipe Catón para la escena de la
niños expósitos del Hospital de Ca boda de la obra “ Los 10 años o sea
ridad. E l cerrajero de San Pol” , que se
“El Universal”, 9-X-1S32. da a beneficio de Fernando Qui-
Octubre, 12.
“ Pas-de-deux” , compuesto y bailado D úo de la óp. “ Elisa y Claudio” ,
por Felipe y Carolina Catón. ( “ Fa- de Mercadante, por Justina P iacen
dedú serio de su composición” .) tini y Miguel Vaccani.
Octubre, ip.
Noviembre, 20.
“ Pas-de-deux” , de Los Suspiros,
bailado por Carolina Catón y C a “ E l Tu rco en Italia” , ópera com
rolina Piacentini, “ en traje de pleta de Rossini, por la Compañía
Hombre” ésta última. P iacentini en homenaje a que “ S. E.
“ El Maestro de la A ldea” , baile el Presidente de la República se
pantomímico integrado por los si halla de regreso ya en esta capital” .
guientes bailables: “ Himno p atriótico” , de Antonio
"Pas-de-deux” , por Carolina Catón Barros. ( “ En el caso que S. E.
y Carolina Piacentini. honre á la compañía con su pre
“ Cuadrilla” , por Carolina Catón, sencia a la función, se cantará el
Carolina Piacentini y Juan Villa- himno nuevo que le ha sido dedi
cado con la música del profesor D.
" Alem ana” , por los mismos. Bernardino B arros” .)
"G ran terceto fin al” ( pas-de-trois ?)
por Carolina Catón, Carolina P ia
centini y Felipe Catón. Noviembre, 21.
“ El Universal”, 17-X-1832. “ Himno P atriótico” , letra o*
Octubre, 20. H ijo de la P atria” , música de
nardino Barros. (E ste hirnr
“ El T u rco en Italia” , (P R IM E R A
llama La Restauración y su
A U D IC IO N PARA EL URU
fué publicada en “ El Unive
G U A Y ) , ópera completa de R ossi
del 16-XI-1832.)
ni, por la Compañía Piacentini, a
Beneficio de M iguel Vaccani. “ Boleras del Contrabandista” ,
Felipe y Carolina Catón.
“ El Universal”, 18-X-1832.
Octubre, 25.
“ Pas-de-deux” , sobre la obertura Noviembre, 24.
de la óp. “ L a Italiana en A rg e l” , “ Himno Patriótico, de la Restau
de Rossini, por Felipe y Carolina ración” , letra de “ Un H ijo de la
P atria” , pero con música nueva de
“ A ll’idea di quel metallo” , dúo de Luis Smolzi.
la óp. “ El Barbero de Sevilla” , de “ L a Cenicienta” , ópera completa,
Rossini, por Juan Luis Rossi y de Rcssini, por la Compañía Pia-
Fernando Quijano.
“ El Universal”, 24-X-1832.
3r9
Noviembre, 29. “ L a Cachucha” , bailado por Felipe
“ Boleras’’, por Felipe y Carolina y Carolina Catón.
Catón a beneficio de Juan Villa- B aile pantomímico “ El M aestro de
la A ld ea” , per Carolina y Felipe
Catón y Carolina Piacentini.
“El Universal”, 7-XII-1832.
“ Himno P atriótico de L a Restau
Diciembre, 16.
ración” , letra de un h ijo de la
P atria” y música corregida de Luis M iscelánea a beneficio de Luis P a
Smolzi ( “ El Himno en honor al blo Rosquellas en la que se cumplió
feliz regreso de S. E. el Sr. P re el siguiente p ro gram a:
sidente de la República, música del “ Pas-de-deux” , bailado por Felipe
Sr. Smolzi, cuyo profesor en con y Carolina Catón, ( “ con música del
formidad de las observaciones que gran Rossini” .)
algunos aficionados se dignaron “ Jaleo en castellano” , cantado por
hacerle ha corregido la composi- el niño Luis Pablo Rosquellas.
“El Universal”, 14-XII-1832.
“ L a Cenicienta” , Segundo acto, de
la ópera de Rossini, por la Com Diciembre, 20.
pañía Piacentini. “ L a Cachucha” , bailada por Felipe
“ El Universal”, i-xn-1832. y Carolina Catón.
“ Seguidillas M anchegas” , bailadas
Diciembre, 6. por los mismos.
“ Pas-de-deux” , por Felipe y Caro “El Universal”, 19-XI1-1832.
lina Catón, ( “ el S r. Catón y su
Esposa bailarán un gran padedú Diciembre, 23.
en una hermosa decoración de Jar Variaciones para piano y orquesta
dín que para el efecto ha dispuesto sobre un “ A ria de José” , de H erz,
el Sr. Richete” ). por Madama Dormeuil.
“ El Universal”, 6-XII-1832. “ F antasía M arcial para arpa” , por
Diciembre, 13. la misma.
“ Variaciones” de Madama D or
A beneficio de Felipe Catón se
meuil para arpa, sobre el tema del
realiza un “ Fin de fiesta” c o n :
aria “ N el cor piú non mi sentó” .
A ria coreada de la óp. “ Semíra- C avatina ( ? ) , por Justina Piacen-
mis” , de Rossini, por Justina P ia
centini.
E scena de baile, por Felipe y Ca
D úo de la óp. “ E l Puesto A ban
rolina Catón.
donado” , de Mercadante, por Jus
tina Piacentini y Luis Foresti.
1833
Enero, 3. ^Pas-de-deux” , por Felipe y Caro
D úo ( ? ) por Miguel V accani y lina Catón.
Luis Pablo Rosquellas. “ El Universal”, 4-1-1833-
Tirana, “ El que sin amores vive”
de M ariano Pablo Rosquellas, can
tada por L uisa Q uijano y Luis Fantasía orquestal “ L a Batalla de
Pablo Rosquellas. A yacucho” , de M ariano Pablo R os
quellas, b ajo la dirección del autor
( “ se tocará una gran sinfonía com
Enero, 6. puesta por el Sr. D. Pablo Rosque
S in fon ía ( ? ) de Tritto. llas y titulada. - L A B A T A L L A D E
A ria ( ? ) de Rossini, por Juan Luis A Y A C U C H O . En la que la dirijira
y tocará el mismo el violonchello,
320
y seguirá la acción del modo si E n ero , 29.
guiente. A d agio que expresa la ma “ Elisa y Claudio” , ( P R IM E R A
drugada. Llam ada y reunión del A U D IC IO N PARA EL URU
E jército. M archa del mismo. Paso G U A Y ) , ópera de Mercadante a
doble con la caballería. Encuentro b eneficio de Santiago Minichetti
y ataque. M archa fúnebre. Llam ada con el siguiente
y paso doble que expresa la vic-
reparto :
Canción ( ? ) por Manuelita Funes.
Escena de baile.
32Í
F ebrero, 14. Mayo, 10.
A beneficio de Juan A . C asacu Dúo de la óp. "Sem íram is” , de
berta : Rossini, con Justina Piacentini.
Dúo de la óp. “ La urraca ladrona” , A ria con coros de la óp. “ El P i
de Rossini, por Juan Luis Rossi y rata” , de Bellini, por Justina P ia
Lu isa Q uijano. centini.
Mayo, 13.
“ Himno Patriótico” “ en celebridad
Febrero, 16. de las noticias oficiales de consoli
A beneficio de Rem igio N avarro: dación de la P az” .
O bertura de la óp. “ Dido abando “ El Un -■83.3.
nada” .
Dúo de la óp. “ Ricardo y Zoraida” , Mayo, 14.
de Rossini, por Juan Luis Rossi “ G ran solo de carácter serio” , bai
y Luisa Quijano. lado por Carolina Toussaint.
“El Universal”, 16-11-1833.
322
M a yo , 27.
Se repite en la partí D úo am ericano, por Carolina Tous
program a del 25. saint y M iguel V accani. ( “ Un gran
dúo nuevo en caracter americano
sobre un solo de violin egecutado
por el Sr. Saenz” ).
Junio, 2.
“ P olaca” , por Carolina Toussaint
Dúo de la óp. “ El bacanal de R o y M iguel Vaccani.
ma” ( ? ) , de Rossini, por Justina “ Boleras” , por los mismos.
y Elisa Piacentini.
Julio, 18.
“ Pas-de-deux” , por Carolina y M i
“ Pas-de-deux” , bailado por Miguel guel Vaccani.
V accani y Carolina Toussaint.
Junio, 26.
Dúo de la óp. “ Romeo y Julieta", Julio, 25 y 26.
de Bellini, por Justina y Elisa P ia "H im no N acional” , (id. an terior).
centini. B aile ( ? ) , por Carolina Toussaint
Terceto de la óp. “ Ricardo y Zo y M iguel Vaccani.
raida” , de Rossini, por Justina P ia “El Investigador”, 20-vi~i833-
centini, Elisa Piacentini y Luis
A gosto, 4.
Q uijano.
Rondó final de la óp. “ El P irata", D úo ( ? ) de Rossini, por Elisa y
de Bellini, por Justina Piacentini. Justina Piacentini.
Rondó ( ?), de D onizetti, con coros.
Rondó final de la óp. “ L a Ceni
cienta” , de Rossini, por la misma.
A gosto, 22.
A udición de canto a beneficio de
Junio, 29 y Julio, 3 y 7. Salvador Salvatori con interven
“ Pas-de-deux” , por Carolina Tous ción de Justina Piacentini, Luis
saint y M iguel Vaccani. Foresti y el interesado.
“El Universal”, i6-viii-i833.
323
Agosto, 25. “ Contradanza” (un despejo y M ar
Dúo de la óp. “ Semíramis” , de cha m ilitar), música de Antonio
Rossini, por Justina Piacentini y Sáenz, ejecutada por 20 soldados
S alvador S alvatori. de la guarnición de Montevideo y
bailada por Carolina Toussaint,
Luisa y Fernando Q uijano, Ma-
Agosto, 27. nuelita Funes, Miguel V accani y
M iscelánea a beneficio de Carolina Juan Villarino.
Toussaint, en la que se cumplió el
siguiente program a:
Setiembre, 6.
Dúo ruso, bailado por Carolina
A beneficio de Joaquín Culebras se
Toussaint y M iguel Vaccani.
da la obra “ Los 3 novios imper
Dúo ( ? ) de Rossini, por Justina
fectos, sordo, mudo, y tuerto” , en
Piacentini y Salvador Salvatori.
el que la Sra. Petronila Serrano
Baile Pantom ímico titulado “ Flora
y Z efiro o El inconsecuente corre desempeñará al arpa, “ En el tiempo
gido” , con el siguiente de M aricastañas. . . ”
r epar to :
Setiembre, 25.
“ Himno Patriótico” , conmemorando
Clore°....................... Luisa Quijano
el aniversario de la batalla de
Rincón.
Agosto, 29.
Setiembre, 28.
A ria de la óp. “ M arco A ntonio”
“ Himno de la R estauración” , letra
(L a Cleop atra), de Cimarosa, por
de F rancisco A cu ña de F igueroa y
Justina Piacentini.
A ria de la óp. “ Blanca y F aliero” , música de A ntonio Sáenz, cantado
de Rossini, por E lisa Vaccani. por Justina y Elisa Piacentini.
Dúo de la óp. “ L a Dam a del L a go” ,
de Rossini, por Justina Piacentini
y Elisa Vaccani. Octubre, 12.
“ G avota” , “ en traje m ilitaringles” , “ Himno Patriótico” .
bailada por Carolina Toussaint y
M iguel V accani. “El Universal”, 12-X-1833.
1834
Enero, 9.
A beneficio de Juan V illa r in o : En el Circo Olímpico por la Com
pañía L a fo r e s t:
O bertura de la óp. “ Semíramis” , de
“ Fricassé” , bailado por dos caballos
Rossini.
b ajo la dirección de Hammond.
O bertura de la óp. “ L a Cenicienta” ,
de Rossini. “El Universal”, 11-1-1834-
Rondó final de la óp. “ Matilde de Enero, 14.
Shabrán” , de Rossini. “ Minué a cuatro” .
Introducción de la óp. “ L a italiana “ Contradanza” , ambas danzas den
en A rg e l” , de Rossini. tro de la “ Comedia de figu rón” , en
A ria ( ? ) de Rossini. tres actos, “ Bien sabe el montañés
P or la Banda de música militar. donde el zapato le aprieta” .
324
Enero, i j . Mayo, 15.
“ Los maestros de la Raboso” , to “ L a Cenicienta” , ópera completa de
nadilla escénica de Laserna, can Rossini, por la Compañía Piaeen-
tada por Juan A . Casacuberta,
Luisa O uijano y Juan Villarino. “E1 Universal”, 13-V-1834.
“El Universal”, 14-1-1834.
Mayo, 22.
Enero, 28. “ El Barbero de Sevilla7', ópera
Miscelánea vocal a beneficio de completa de Rossini, por la Com
Justina P ia ce n tin i: pañía Piacentini con la in terven
Dúo de la óp. “ Matilde de Sha- ción del tenor V ícto r Isotta.
brán” , de Rossini, por Justina P ia
centini y Salvador Salvatori.
Rondó de la óp. “ L a esclava de Mayo, 25.
Bagdad” , de P acini por Justina
Piacentini. "H im no N acional A rgentino” .
Rondó de la óp. “ L a Cenicienta” , “ Matilde de Shabrán” , ( P R IM E
de Rossini, por Justina Piacentini. R A A U D IC IO N P A R A E L U R U
G U A Y ) , ópera completa de Rossini,
con el siguiente
Febrero, 2.
Rondó de la óp. “ M atilde de Sha-
brán” , de Rossini, por Justina P ia
centini.
Cavatina de la óp. “ L a Italiana en
A rg e l” , de Rossini, por Justina
Piacentini.
“ El Universal”, 1-11-1834-
“El Universal”, 24-V-1834.
Marzo, 20.
Junio, 22.
Miscelánea a beneficio de Justina
Piacentini. “ M atilde de Shabrán” , ópera com
pleta de Rossini, por la Compañía
1 .* P arte Piacentini.
“El Universal”, 21-VI-1834.
Sin fonía concertante ( ? ) , de Ros-
Junio, 26.
A ria ( ? ) de Rossini, por Elisa “ El T u rco en Italia” , ópera com
Piacentini.
pleta de Rossini, por la Compañía
A ria con coros de la óp. “ Semí Piacentini.
ramis” , de Rossini, por Justina P ia “El Universal”, 21-V1-1834.
centini.
Sin fonía ( ? ) de Rossini. Julio, 6.
Dúo de la op. “ I a Dam a del L a go” ,
O bertura de la óp. “ Semíramis” , de
de Rossini, por Elisa y Justina P ia
Rossini, por la orquesta de la Casa
centini.
de Com edias en unión con los mú
sicos de la fragata de guerra de
S. M. el R ey de Cerdeña, surta en
S in fonía ( ? ) . el Puerto de Montevideo y otras
A ria ( ? ) de Donizetti, por Elisa varias composiciones.
Piacentini.
“ Solo Inglés” , bailado por Miguel
Vaccani.
Julio, 10.
Sin fonía ( ? ) de Rossini.
Dúo de la óp. “ Matilde de Sha- “ El Barbero de Sevilla” , ópera
brán” , de Rossini, por Elisa y Jus completa, de Rossini, por la Com
tina Piacentini. pañía Piacentini.
325
Setiembre, 7.
A ria ( ? ) de Donizetti, por Elisa "Inés” , óp. completa de Paer, por
V accani. la Compañía Piacentini.
T río de Coccia por Justina Piacen
tini, Miguel V a ccani y Luis Foresti.
Setiembre, 16.
M iscelánea vocal a beneficio de
Julio, 25. M iguel V a cca n i:
“ L a Italiana en A rg e l” , óp. com
1.* P arte
pleta de Rossini, por la Compañía
Piacentini. S in fonía ( ? ) .
A ria de la óp. “ El Engaño F eliz” ,
de Rossini, por S alvador Salvatori.
Julio, JJ.
Dúo de la óp. "E lisa y Claudio” ,
“ E l Barbero de S evilla” , óp. com de Mercadante, por V íctor Issotta
pleta de Rossini, por la Compañía y Miguel Vaccani.
Piacentini. A ria ( ? ) de Pacini, por Luis Fo-
Setiembre, 28.
“ Inés” , óp. completa de Paer, por “ El Barbero de Sevilla” , óp. com
la Compañía Piacentini. pleta de Rossini, por la Compañía
Piacentini.
“El Universal”, 27-IX-1834.
326
Setiembre, 30. Variaciones sobre un tema de la
“ L a Cenicienta” , óp. completa de óp. “ E l P irata” , compuestas por
Rossini, por la Compañía Piacen- C arlos Bassini y ejecutadas por el
autor.
A ria de la óp. “ E l castillo de K e-
Octubre, 5. nilw orth” , de Donizetti, por Elisa
“ Elisa y Claudio” , óp. completa de Vaccani.
Mercadante, por la Compañía Pia- Dúo de la óp. “ Semíramis” , de Ros
sini, por Justina Piacentini y Sal
“E1 Universal”, 4-X-1834.
vador Salvatori.
Octubre, p. V ariaciones de violín de Carlos
“ A delina” , óp. completa de Gene- Bassini, ejecutadas por el autor.
rali, por la Compañía Piacentini.
Octubre, 17.
“ Inés” , óp. completa de Paer, por S in fonía ( ? ) .
la Compañía Piacentini. V ariaciones sobre “ L a Cachucha” ,
“El Universal”, 16-X-1834. de Bassini, por el a u t o r ...
Noviembre, 6. Dúo de la óp. “ A rm id a” , de R ossi
ni, por Justina Piacentini y V íctor
“ Inés” , óp. completa de Paer, por
Isotta.
la Compañía Piacentini.
Variaciones sobre una sola cuerda,
de Paganini, por Carlos Bassini.
Noviembre, 26. A ria de la óp. “ Matilde de S ha
Concierto a beneficio del violinista b rán” , de Rossini, por Justina P ia
Carlos Bassini en el cual se ob centini.
servó el siguiente program a: “El Universal”, i9-xi-i834-
D iciembre, 4 y 21.
Dos nuevos conciertos del violinista
S in fonía ( ? ) . italiano Carlos Bassini. N o se con
D úo de la óp. “ L a Italiana en A r signan programas.
gel” , de Rossini, por Salvador Sal
vatori y V íctor Isotta. “ El Universal’, 2-20-XII-1834.
1835
A bril, 19.
Miscelánea vocal e instrumental, M iscelánea vocal e instrumental a
por Justina Piacentini, Miguel beneficio del profesor de oboe y
Vaccani y Elisa Piacentini de V a c clarinete Carlos S id le r:
cani, precedida del “ Himno Na-
327
2.* P a r t e Junio, 19.
"L a Italiana en A rg e l” , óp. com
S in fonía Concertante ( ? ) . pleta de Rossini, por la Compañía
A ria de la óp. “ El engaño feliz” , P iacentini-Vaccani.
de Rossini, por Salvador Salvatori.
“ El Universal”, 17*1-1835-
A ria V ariad a sobre el tema “ Nel
cor pin non mi sentó” , de Bochsa, Junio, 24.
para clarinete, por Carlos Sidler. “ Inés” , óp. completa de Paer, por
Dúo de la óp. “ C lotilde” , de Boch- la Compañía P iacentini-Vaccani.
sa, por ( ? ) .
“El Universal”, 9* -i835-
Junio, 28.
M ayo, 25. M iscelánea vocal e instrumental,
“ L a Italiana en A rg e l” , óp. com por Justina y Elisa Piacentini, M i
pleta de Rossini, por la Compañía guel V accani, Salvador Salvatori y
Piacentini-Vaccani. V íctor Isotta.
“El Universal”, 26*1-1835.
“ El Universal”, 23-V-1835.
Junio, 4.
“ Elisa y Claudio” , óp. completa de
Mercadante, por la Compañía P ia
centini-Vaccani.
“ El Universal”, 30-V-1835.
Junio, 7.
M iscelánea vocal e instrumental Julio, 5.
por Elisa y Justina Piacentini, “ Elisa y Claudio” , óp. completa de
Miguel Vaccani, V ícto r Isotta, y Mercadante, por la Compañía P ia
Juan Luis Rossi. Se ejecuta entre centini-Vaccani.
otras el “ A ria del maestro Texeira “ El Universal”, 4*11-1835.
por el Sr. Salvatori” .
Julio, 23.
“ El Universal”, 6-vi-,83S. “ L a Cenicienta” , óp. completa de
Rossini, por la Compañía Piacen
tini-Vaccani.
“ Elisa y Claudio” , óp. completa de “ El Universal”, 23*11-1835-
Mercadante, por la Compañía P ia Julio, 26.
centini-Vaccani.
“ M atilde de Shabrán” , óp. com
“El Universal”, 9-VI-1835. pleta de Rossini, por la Compañía
Piacentini-Vaccani.
Junio, 14.
“El Universal”, 25*11-1835.
“ Inés” , óp. completa de Paer, con
el siguiente Julio, 30.
M iscelánea vocal en la cual inter
r e pa rt o : viene por primera vez la soprano
S ofía Laforest. Entre otras cosas
Conde Uberto ......... Salvador Salvatori se ca n ta : Dúo de la óp. “ La U rraca
Inés ....................... Justina Piacentini
Ladrona” , de Rossini, por S ofía
Laforest y V icto r Isotta.
A ria del “ E co” , de Bishop, canta
da en inglés por S o fía Laforest.
“ El Universal”, 13*1-1835. “El Universal”, 29-VI1-1835.
328
Agosto, 6.
Miscelánea V o c a l: Prim er acto de “ L a Esclava en Bagdad", óp. com
la óp. “ L a Italiana en A rg e l” , de pleta de Pacini, por la Compañia
Rossini, por la Compañía P iacen P iacentini-V accani.
tini-Vaccani junto con S o fía L a
forest y acto de concierto en la
segunda parte. Setiembre, 27.
" L a Esclava en Bagdad” , óp. com
pleta de Pacini, por la Compañía
Agosto, 20. P iacentini-V accani.
Miscelánea, vocal, instrumental y
coreográfica, en la cual se observó
el siguiente pro gram a: Setiembre, 30.
“ Inés” , óp. completa de Paer. por
i .* P arte
la Compañía Piacenti ¡-Vaccani.
S in fonía ( ? ) . “El Universal”, 30-IX-183S
Baile con suecos sobre la cuerda
elástica, per Carlos Laforest. Octubre, 2.
Baile bufo en la misma, por el pa “ L a U rraca Ladrona” , ( P R IM E
yaso Hofm aster. R A A U D IC IO N P A R A E L U R U
“ P ieza inglesa” , por Carlos La- G U A Y ) , óp. completa de Rossini,
con el siguiente
2 / P arte
r e pa r t o :
“ Souns the trumpet of Joy” , aria
por S o fía Laforest.
A ria ( ? ) de Rossini, por Juan Luis
Setiembre, 3. Octubre, 8.
“ M atilde de Shabrán” , óp. completa “ L a Italiana en A rg e l” , óp. com
de Rossini, por la Compañía P ia pleta de Rossini, con el siguiente
centini-Vaccani.
r e pa r t o :
“ El Universal” , 2-IX-1835.
Setiembre, 6.
“ Inés” , óp. completa de Paer, por
la Compañía Piacentini-Vaccani.
329
Octubre, 13. D iciem b re, 15.
“ Inés” , óp. completa de Paer, por “ L a U rraca Ladrona” , óp. com
la Compañía P iacentini-Vaccani. pleta de Rossini, por la Compañía
P iacentini-V accani, a beneficio de
“ El Universal”, 13-X-1835.
Salvador Salvatori.
“ El Universal”, 9-XH-183S.
“ L a U rraca Ladrona” , óp. comple Diciembre, 20.
ta de Rossini, por la Compañía “ L a Esclava de Bagdad” , óp. com
Piacentini-V accani. pleta de Pacini, por la Compañía
“ El Universal” , 28-XI-1835. Piacentini-V accani.
“ El Universal”, i 7-xii- i 83s.
Diciembre, 4.
Diciembre, 22.
“ L a Cenicienta” , óp. completa de
“ Matilde de Shabrán” , óp. completa
Rossini, por la Compañía P iacen
de Rossini, por la Compañía Pia-
tini-Vaccani, a beneficio de Miguel
centini-V accani.
“ El Universal”, 17-XI1-1835.
1836
Setiembre, 6.
" L a Cenicienta” , óp. completa de
Rossini, por la Compañía P iacen “ Bolero” , por una integrante de la
tini-Vaccani. Compañía dramática española.
330
A ria de F rancisco Casale, por Jus N o v ie m b r e , 29.
tina Piacentini. “ Cosaco Ruso” , danza bailada por
Casta D iva, de la óp. “ Norm a” , de integrantes de la Compañía D ra
Bellini, por Justina Piacentini y mática Española.
“El Universal”, 25-IX-1836.
Diciembre, 6.
Noviembre, 8.
“ Los españoles viajantes ó sea La
“ Solo Inglés” .
m aja de C ád iz” , tonadilla escénica
“ El Universal”, 8-XI-1836. a trío por la Compañía Dramática
Española.
Noviembre, 15. “ Boleras” , bailada por la misma.
“ Los maestros de la Raboso” , to “El Universal”, 5-XII-1836.
nadilla escénica de Blas de L a ser
na, por la Compañía D ram ática Diciembre, 75.
Española. A beneficio de los enfermos y n i
“ Boleras del Lelito” , por la misma. ños del Hospital de Caridad:
Cavatina de la óp. “ P arisina” , de
“ El Universal”, is-xi-r836.
D onizetti, por Justina Piacentini.
A ria de la óp. “ N orm a” , de B e
llini, por Justina Piacentini.
“ Los maestros de la Raboso” tona
“ Las Robadas” , boleras a trío, por
dilla escénica de Blas de Laserna,
elementos de la Compañía Dram á
por la Compañía dramática Esp a
tica Española.
ñola.
“ L a Cachucha” , bailada por la “ El Universal”, 15.XII-1836.
misma.
“El Universal”, 21-X1-1836. Diciembre, 17.
“ S olo Inglés” , por el Sr. Coya
Noviembre, 24. ( h ijo ).
“ E l que sin amores vive” , tirana de “ Largo al factótum ” , de la óp. “ El
M ariano Pablo Rosquellas, cantada Barbero de S evilla” , de Rossini por
por Justina Piacentini e H ilarión uno de los aficionados.
Moreno.
Diciem bre, 20.
“ Boleras del Chocolate” .
Noviembre, 27.
Diciembre, 29.
“ Himno N acional” .
A ria de Francisco Casale, por Jus “ Los in válidos fingidos ó sea El
tina Piacentini. recluta de la A ld ea” , baile panto-
331
1837
A b ril, 23.
“ E l Cosaco Ruso” , baile por la Enrique y Guillermina Priggioni
Compañía D ram ática Española. bailan en la obra teatral “ Derú ó
“El Universal”, 3-1-1837. E l asesino de tres caras” .
332
J ulio, 27. A gosto, 8.
Concierto del violinista italiano “ Boleras del T ríp ili” , por Carmen
Carlos Bassini como intermedio de V illarino y P riggioni.
la representación de la comedia
“ Él Barbero de S evilla” :
Setiembre, 19.
A ria variada sobre un tema de
P aganini, de Beriot, por Carlos “ Himno N acional” , en el aniver
Bassini. sario de la batalla de Carpintería.
Variaciones sobre el T riste “ Ven a
mis brazos mi bien” , por Carlos Setiembre, 26.
Bassini.
“ Jota aragonesa” , cantada por ( ? ) .
Concierto y Rondó de la Española,
de Bassini, ejecutados por su autor. “El Universal”, 23-IX-1837.
1838
Mayo, 17. Dúo con coros de la óp. “ El N o
“ L a tirana del T ríp ili” , bailada por v io” , de Pacini, por Justina P ia
los niños P riggioni. centini y Salvador Salvatori.
“ El Universal”, 14-V-1838. “ El Universal”, 4-VI-1838.
Junio, 7.
Noviembre, 11.
A beneficio de Justina Piacentini:
En homenaje a la entrada del Gral.
Dúo de la óp. “ Zaira” de M erca
Fructuoso Rivera a Montevideo:
dante, por Justina Piacentini y
S alvador Salvatori.
Escena y A ria de la óp. “ E l Pa- 1." P arte
chá” , de Donizetti, por Justina P ia
centini. “ Himno N acional” .
A ria con coro de la óp. “ Gemma Dúo de la óp. “ Zaira” , de M erca
de V e r g y ” , de Donizetti, por Jus dante, por Justina Piacentini y Be-
tina Piacentini.
333
Dúo de la óp. ‘‘Norm a” , de Bellini, 2.‘ P arte
por Josefa y Ramona Molina.
Concierto de clarinete por Francis Variaciones para clarinete por el
co José Debali. Prof. Francisco José Debali.
A ria de la óp. “ M arino F aliero” , A ria de la óp. “ Lu cia de Lammer-
de Donizetti, por Salvador Sal- moor” , de Donizetti, por Justina
Piacentini.
“ Escena y aria con coros, dedica
dos al beneficiado por su autor el
Mtro. T eixeira y ejecutado por
A ria de la óp. “ E l P aria” , de D o Salvatori” .
nizetti, por Salvador Salvatori. Dúo de la óp. “ El P irata” , de Be
A ria de la óp. “ El Coradino” , de llini, por Justina Piacentini y Ma
Pavesi, por Josefa Molina. rinangeli.
A ria de la óp. “ Gemma de V e r g y ” , “ El Nacional”, 20-XI-1838.
de Donizetti, por Justina Piacen- Noviembre, 25.
"Boleras” , por los niños P riggioni.
A ria con coros de la óp. “ M ón
“ El Nacional”, 24 x1-1838.
teseos y Capuletos” , de Donizetti,
por Marinangeli. Diciembre, 6.
D úo con coro de la óp. “ El asedio Función a beneficio de Marinangeli.
de Corinto” , “ compuesto el primer
tiempo por el Mtro. Rossini y el
alegro por el Sr. D onizetti” , por
Dúo de la óp. “ Torcuato T asso” .
Justina Piacentini y Salvador Sal-
de Donizetti, por Salvador S alva
tori y Marinangeli.
Cavatina de una óp. de Donizetti,
por Justina Piacentini.
Dúo de la óp. “ L u cía de Lammer-
moor” , de D onizetti, por Salvador
Noviembre, 18. Salvatori y Marinangeli.
D úo de la óp. “ O telo” , de Rossini, Rondó con coros de la óp. “ L a Ce
por las Srtas. Cañete y Ramona nicienta” , de Rossini, por Justina
Molina, en castellano. Piacentini.
2.a P arte
Noviembre, 22. Dúo de la óp. “ El N ovio” , de P a
A beneficio de Salvador Salvatori, cini, por Justina Piacentini y Sal
profesor de canto pensionado por vador Salvatori.
la Corte del B rasil; A ria de la óp. “ C iro” , de Romani,
por Marinangeli.
Cavatina de la óp. “ L a Sonámbu
la” , de Bellini, por Salvador Sal-
334
A ria del M aestro Francisco Casa Piacentini y Salvador Salvatori.
le, por Justina Piacentini. A ria de la óp. “ Marino Faliero” ,
A ria con coros de la óp. “ Norm a”, de D onizetti. por Salvador Salva-
de Bellini, por V íctor Issota.
Dúo de la óp. “ Semíramis” , de
Rossini, por Justina Piacentini y A ria de la óp. “ Romeo y Julieta” ,
Salvador Salvatori. de Bellini, por Marinangeli.
1839
" E l Tahonero y su sobrina” , to
Miscelánea lírica, en la que se ob nadilla escénica.
servó el siguiente pro gram a:
Enero, 24.
Función teatral a beneficio de Fer
Sin fonía ( ? ) . nando Q uijano.
Dúo de la óp. “ Donna Curitea” , O bertura de la óp. “ L ’apoteosi di
de Mercadante, por V íctor Issota Escole” , de Mercadante.
y Marinangeli. “ V a ls” , de Juan Strauss. (P ad re)
Romance de la óp. "Teobaldo e
Isolina” , de M aulachin, por Justina
Febrero, 20.
Piacentini.
Escena y aria de la óp. “ El Paria” , En celebración de la batalla de
de Donizetti, por Salvador Salva- Ituzaingó.
“ Himno N acional” .
Dúo de la óp. "L u cía de Lammer- “ Boleras” , bailadas por Guillermina
m oor” , de Donizetti, por Justina P riggioni y Fernando Quijano.
Piacentini y el Sr. Marinangeli. “El Nacional”, 20-11-1839.
Febrero, 24.
2.* P arte
" E l Engaño F e liz” , óp. completa de
Sinfonía ( ? ) . Rossini, con el siguiente
Dúo de la óp. "G uillerm o T e ll” ,
de Rossini, por Salvador Salvatori r epar to :
y V íctor Issota.
Escena y aria de la óp. “ El Fa-
yelo” , de Coccia, por Justina P ia
centini.
A ria y terceto de la "recomenda A l final se ejecuta un dúo de la
ble y nueva” ópera "A n a Bolena” , óp. “ Lu cía de Lamm ermoor” , de
de Donizetti, por Justina P iacen Donizetti, por Justina Piacentini y
tini, Salvador Salvatori y V íctor Marinangeli.
Issota. “El Nacional”, 22-11-1839.
“El Nacional”, 10-1-1839.
F ebrero, 26.
Enero, 14.
Función a beneficio de Petronila
En la función dramática a bene Serrano en la que se ejecu ta:
ficio de la actriz Matilde D iez de "Boleras del trípili” , bailada por
Q uijano se ejecuta : Guillermina P riggioni y Fernando
O bertura de la óp. “ N orm a” , de O uijano.
Bellini.
.335
Febrero, 28. Ju lio , 5.
“ A dina ó El Conde de G ranada” , “ Minué inglés” , por Carolina y F e
(P R IM E R A A U D IC IO N P A R A lipe Catón.
E L U R U G U A Y ) , ópera completa
de ( ?), por la Compañía Piacentini.
“El Nacional”, 22-11-1839. “ Minué inglés” , por Carolina y
Felipe Catón.
Marzo, 3.
“El Nacional”, 10^11-1839.
“ A dina ó El Duque de G ranada” ,
A gosto, 3.
ópera completa de ( ?), por la Com
“ L a joven generación” , canción gue
pañía Piacentini.
rrera, letra de un A rgentino, mú
sica de Roque Rivero, cantada por
Marzo, 7. jóvenes argentinos y uruguayos.
En el beneficio de Fernando Q ui
jano y durante la representación Noviembre, 21.
del drama " E l P a je ” .
A beneficio del bailarín Felipe Ca-
Canción para laúd de Roque Ri-
“ Pas - de - d eux” , por Guillermina
P riggioni de Molina y Felipe Ca-
“ Boleras del T ríp ili” , bailadas por “ L a Cachucha” , por la niña V illa-
los niños Carm elita V illarino y En
rique P riggioni. “ L a gaita gallega” , por G uillerm i
na P riggioni de Molina y Carolina
A bril, 9. Catón.
“ Boleras” , por los “ bcleros espa
Diciembre, 8.
ñoles” hermanos Carm en y José
Gim énez. "P as-de-deux” de " L a Italiana en
A rg e l” , de Rossini, por Carolina y
A bril, 23. Felipe Catón.
“ La Banda” , "gran dúo serio mi “ El Nacional”, 7-XII-1839.
tológico” por los bailarines Caro Diciembre, 12.
lina y Felipe Catón. A beneficio de Guillermina P r ig
gioni de M o lin a :
“ La gaita gallega o los inocentes
Mayo, i.°.
aldeanos” , bailado por Guillermina
“ Himno N acional” . P riggioni y Carolina Catón.
“ Boleras de la m atraca” , bailadas
por Carolina y Felipe Catón.
“ El Nacional”, 30-IV-1839. Diciembre, 18.
Mayo, 7. Seis músicos alemanes de una fr a
g ata americana ofrecen el siguiente
“ Boleras del contrabandista” , baila
p ro gram a:
das por Carolina y Felipe Catón.
T río para piano, violín y violon-
cello, por A . Shonip, E. E xner y
Mayo, 21. Hegelund.
“ Pas-de-deux” , sobre el rondó de Solo de flauta de Huhlan, por E.
la óp. “ L a Cenicienta” , de Rossini, Lemar.
por Carolina y Felipe Catón. Solo de violín de Gerr, por E.
Exner.
Solo de Fagote de Rossini, por H.
Mayo, 29. Hegelund.
Audición instrumental por 6 profe V ariaciones de flauta de Joulón,
sores alemanes que integran la or por E. Lehmann.
questa del Teatro (no se detalla T río de Pult, por Juhnup, Exner
program a). y Hegelund.
336
1840
M a yo , 25.
En la cuerda flo ja y tirante los Se canta el “ Himno N acional” , le
integrantes de la compañía gim nás tra de F rancisco Acuña de Figue
tica de Luis Dalle Casse, b ailan : roa, música de “ Un O riental” .
“ Pastorela” , por Em ilia.
“ El T irolés” , por Anita.
D urante la representación de “ La
Enero, 16. segunda dama duende” , comedia
A beneficio de Carolina Catón. de Scribe, arreglada por Ventura
Obertura de la óp. “ Lucía de Lam- de la V e g a y protagonizada por
mermocr” , de Donizetti. Fernando Q uijano, “ Se cantará
por las monjas del convento de
“ Julio ó El asesino ó L a fuerza de
la Gratitud” , escena pantomímica descalsas reales un himno compues
en 5 cuadros por Carolina y F e to por el profesor D. A ntonio Ba-
lipe Catón.
“ E1 Nacional”, n-vi-1840.
O bertura de la óp. “ Montescos y
capuletos” . de Bellini. Agosto, 14.
“ Cosaco Ruso” , pas-de-deux, por “ G avota” , bailada por la niña G u i
Em ilia y Anita. llerm ina P riggioni.
"Boleras de la m atraca” , por la “ El Nacional”, 13-VI11-1840.
niña Villarino y Carolina Catón.
Octubre, 28.
“ G avota” , por Guillermina P r ig
Abril, i i . gioni de Molina.
Los músicos de la fragata “ L ’A ta “El Nacional”, 28-IX-1840.
lante” , e je cu tan : Noviembre, 28.
Dos arias de la óp. “ Norm a” , de “ Solo Inglés” , bailado por el joven
Bellini. aficionado José Flores, “ con doce
Dos arias de la óp. " L a U rraca cuchillos atados en las piernas” .
Ladrona” , de Rossini.
A ria de la óp. “ L a muda de Por-
tici” , de Auber. Diciembre, 2.
A beneficio de los actores Petronila
Serrano y Manuel M artín ez:
A bril, 25. “ Los Q uáqueros” , pantomima jocosa
Función a beneficio del profesor in terpretada por Guillermina P r ig
de violín F rancisco G u elfi: gioni de Molina, M atilde D iez de
Obertura de la óp. "E l Pirata” , de Q uijano, Fernando Q uijano, Sr.
Bellini. Molina, Bernardino Hernández,
Dúo de flauta y fagot de la misma Petronila Serrano y Manuel Mar-
337
1841
E n e r o , 23. T erceto de la óp. "Rom eo y Ju-
“ Solo Inglés” , bailado con 12 cu
chillos atados a las piernas, por
José Flores. Agosto, 28.
“ Solo Inglés” , bailado por G uiller
Febrero, 6. mina P riggioni de Molina, en traje
“ Los inocentes aldeanos o L a gaita de hombre.
g allega” , bailado por los niños
Priggioni y Matilde Diez. Setiembre, 6.
"L os Q uáqueros” , baile general por A beneficio de los heridos de la
Guillermina P riggioni de Molina, Escuadra N a cio n al:
Vicente Molina, etc. S in fonía ( ? ) .
La Marsellesa, cantada por ( ? ) .
“ L a Valbeni” , cancioncilla.
Febrero, 16.
“ Bonheurs portagés” y “ T ire la
En el beneficio de los actores M ar ju ille ma femme” , dos cancion-
tínez y Ja u reg u i:
Cuarteto de la óp. “ Matilde S ha
brán” , de Rossini, ejecutada por la Setiembre, //.
banda de la G uardia Nacional y “ Solo Inglés” , bailado por G uiller
“ Acom pañada para la banda m ili mina Priggioni de Molina.
tar, por su músico mayor D . José
Debali” .
Dúo de la óp. “ N orm a” , de Bellini, Setiembre, 18.
de la misma manera que la anterior. “ L a Cachucha” , bailada por M atil
de Quijano.
“El Nacional”, 15-11-1841.
Mayo, 17. Diciembre, 11.
En los entreactos de la obra dra Obertura, de K allivoda.
mática "E l Campanero de San P a “ El Nacional”, io-xii-1841.
blo” , de Bouchardi, se ejecuta: Diciembre, 18.
S in fonía nueva de Francisco José “ L a gaita gallega” , bailada por A l-
Debali, por la orquesta bajo su di
rección.
O bertura de la óp. “ Semíramis” , Diciembre, 21.
de Rossini.
Cavatina con obligado de violín de “ Himno N acional” .
“ Himno A rgentino” .
la óp. “ Beatriz de Tenda” , de D o
nizetti, por Feo. José Debali.
1842
Enero, 15. “ L a vivandera” , canción militar,
“ Boleras del T ríp ili” , bailadas por letra y música de Eduardo L ’Ep i
A lva ra García. ne, por su autor.
Canción ( ? ) por Vicente Molina. A ria de Fígaro, de la óp. “ El B ar
bero de Sevilla” , de Rossini, por
Eduardo L ’Epine, con acompaña
Enero, 22.
miento de orquesta.
“ El abandono” , melodía francesa, “ El Nacional”, 18-21-1-1842.
letra de Lam artine y música de
L ’Epine, por Eduardo L ’Epine, Enero, 30.
alumno del conservatorio de París, A beneficio de Matilde D iez de
acompañándose al piano. O u ijano:
338
V ariaciones para violin sobre mo M arzo, 31.
tivos de la óp. “ Montescos y Ca- “ Los Estudiantes de Tu na” , sere
puletos” , de Bellini, compuestas nata española de Sebastián Y ra-
por el joven Demetrio Rivero y dier, cantada por Petronila S erra
ejecutados por el mismo, “ Em igra no y coros.
do de la capital de Buenos A ires
por haber abrazado L a Justa-Cau
A bril, p.
sa, que hoy defienden los Libres de
la A m érica del Súd” . Escena y dúo de la óp. “ El deste
rrado de G ranada” , de Meyerbeer,
por L ivio y Rosa Tassini.
F ebrero, 20. R ecitativo y cavatina de la óp.
"D onna Caritéa” , de Mercadante,
“ Himno N acional” y Argentino. por Rosa Tassini.
Fantasía sobre motivos de la óp.
“ Los mártires” , de Donizetti, para
violín y piano, por Demetrio y Ro- A bril, 12.
Escena y dúo de la óp. “ L a pietra
“ Si la mar fuera tinta” , variacio
di paragone” , de Rossini, por L i
nes para violín y orquesta de M a
vio y Rosa Tassini.
riano Pablo Rosquellas, por D e
Recitativo y aria de la óp. “ El ce
metrio Rivero.
loso obstinado” , de Mercadante, por
L ivio Tassini.
Febrero, 25.
“ Variaciones de cielito” , para g u i A bril, 21.
tarra con acompañamiento de or D úo bufo de la óp. “ E l puesto
questa, por Nicanor Albarellos. abandonado” , de Mercadante, por
“ V e n a mis brazos, mi bien” , v a
L ivio y Rosa Tassini.
riaciones sobre un “ triste” chileno
Escena y cavatina de la óp. “ La
de Carlos Bassini, ejecutadas al sonámbula” , de Bellini, por Livio
violin por Demetrio Rivero. Tassini.
“ Variaciones del fandango” , para “ El Nacional”, 2i-iv-i842.
guitarra por el D r. Nicanor A l
barellos. A bril, 26.
“ L a Cachucha” , bailada por la ni Escena y dúo de la óp. “ Sem íra
ña M atilde Quijano. mis” , de Rossini, por L ivio y Rosa
Tassini.
R ecitativo y aria de la óp. “ Tan-
Febrero, 27. crei” , de N icolini, por Rosa Tassini.
Concierto a beneficio de Demetrio
Rivero.
Mayo, i.°.
Composiciones de Bériot para v io
lín, por Demetrio Rivero. Escena y dúo de la óp. “ El deste
rrado de Granada” , de Meyerbeer,
por L ivio y Rosa Tassini.
R ecitativo y cavatina de la óp.
Marzo, 13. “ Donna Caritea” , de Mercadante,
“ Los Estudiantes de T u na” , sere por Rosa Tassini.
nata española de Sebastián Y ra-
dier, cantada por Petronila S erra
no y coros. Mayo, 10.
Escena y dúo de la óp. “ Norm a” ,
de Bellini, por L ivio y Rosa Tas-
Marzo, 29.
L a orquesta del teatro dirigida por Cavatina del eco, de la óp. “ L a pie
Demetrio Rivero in terpretará “ es- tra del paragone” , de Rossini, por
cojidas piezas de música” . R osa Tassini.
339
Mayo, 14.
“ L a fiesta de la rosa” , terceto can “ Himno patriótico” , de Demetrio
tado por los esposos Tassini y Fer R ivero, para la obra “ Am azam po” ,
nando Quijano. drama heroico de asunto am erica
“ L a Cachucha” , bailada por M atil no, traducción del francés y arre
de Q uijano y Guillermina P riggioni. glado para nuestro teatro. Se can
ta ese himno en el 2.0 acto en la
tumba de M anco Capac, en el altar
Moyo, 31 .
Dúo de la óp. “ Torbaldo y Dor-
liska” , de Rossini, por los esposos
Tassini.
Cavatina de la óp. “ Una aventura Audición a beneficio de L ivio y
de Scaram uccia” , de Ricci, por R o Rosa T a ssin i:
sa Tassini. Recitado y Cavatina, de la óp. “ El
“ El Nacional”, 20-v-i842. Barón de D olzeirú” , de P acini, por
L ivio Tassini.
Mayo, 23. D úo de la óp. “ P arisina” , de D o
Concierto en la “ Confitería del Jar nizetti. por L ivio y Rosa Tassini.
dín” , frente al Cabildo. Variaciones de clarinete, por A n
tonio Barros.
1 .* P arte Obertura, escena y rondó final de
la óp. “ Nitrocri, reina de Egipto” ,
Obertura de la óp. “ El P irata” , de de Mercadante, por L ivio y Rosa
Bellini, por la orquesta. Tassini.
Quinto canto variado para violín, Variaciones para violín, sobre la
de Bériot, por el maestro Gustavo, óp. “ El P irata” , de Bellini, por
procedente de París. Demetrio R ivero, director de la
F antasía para trombón con acom orquesta.
pañamiento de orquesta. “ La fiesta de la rosa” , terceto por
Rosa y L ivio Tassini y Fernando
2." P arte
Mayo, 31.
Setiembre, 10.
A ria de la óp. “ M arino F aliero” ,
de D onizetti, por L ivio Tassini. A beneficio de Guillermina P r ig
Escena y cavatina de la óp. “ Se gioni de Molina.
míramis” , de Rossini. por Rosa “ Cosaca” , bailada por Enrique
Tassini. P riggioni y Matilde Ouijano.
“ El Nacional”, 31-V-1842.
“ El Nacional”, jo-ix-i842.
Junio, p.
Setiembre, ip.
Escena y dúo de la óp. “ N orm a” ,
de Bellini, por los esposos Tassini. “ Los Estudiantes de Tu na” , sere
Escena y Cavatina de la óp. “ L a nata española de Sebastián Y ra-
Dam a del L a go” , de Rossini, por dier, por L ivio y Rosa Tassini y
Rosa Tassini. Fernando Q uijano.
340
O ctu bre, i.°. Noviembre, 14.
“C o to de Santones” , música de R o Canción báquica, de Roque Rivero,
que Rivero para el drama de M iguel que se canta en el drama de A n
A gustín Príncipe “ El Conde Don tonio G arcía Gutiérrez “ Calígula,
Julián” , que pone en escena F er Em perador Rom ano” .
nando Q uijano, Lapuerta, etc.
“ El Nacional”, 30-1x1842. Noviembre, 26.
Dos Valses, compuestos por Gre-
Octubre, 8.
grorio Marradas, ejecutados por
Dúo de la óp. “ Los Puritanos” , de la orquesta.
Bellini, para trompa (José R ovela)
y clarín de llaves.
Diciembre, 5.
Concierto con 4 variaciones, para
trompa, por José Rovela. Variaciones de V iolín, oor Deme
trio Rivero.
1843
Enero, 6. Noviembre, 4.
“ Jocko ó El orangután del Brasil” ,
melodrama en dos actos de Gabriel "H im no de la Batalla de Cagan-
Rocheport, “ Adornado de música y
Escena y aria de la óp. “ Torcuato
T asso” , de Donizetti, por A n g el
Setiembre, 17. Lagom arsino y coros.
En el T E A T R O IT A L IA N O , ca
lle del U ruguay a dos cuadras de
la Buena Vista, se presenta una Noi'iembre, 12.
Sociedad Filodram ática Italia n a:
Dúo de la óp. “ Lu cía de Lammer- "H im no a la Batalla de Cagancha” .
moor” , de Donizetti. “ El Nacional”, 3o-ix- i 843-
341
Cavatina de la óp. “ E lix ir de O bertura de la óp. “ Una aventura
amor” , de D onizetti, por A ngel de Scaram uccia” , de Ricci.
Lagom arsino.
“El Nacional”, 21x1-1843.
Noviembre, 30.
Diciembre, 20.
“ El currillo” , canción española por
una aficionada. “ La B arcarola” o “ Los pescadores
“ Bolero” , bailado por dos aficio de Montevideo” , “ canción general
nados. en la que se presentarán vestidos en
traje y carácter de nuestros in tré
D iciembre, 3. pidos pescadores, y la escena re
En el T E A T R O I T A L I A N O : presentará nuestra actual situación,
Dúo de la óp. “ Lu cía de Lammer- guerrera e im ponente” .
moor” , de Donizetti, por A ngel L a
gomarsino y el Sr. Gandolfo.
1844
Enero, 13. 2.* P arte
Baile( ?) por C arlos Bottini y M a
“ Himno Italiano” .
ría Campodónico.
Dúo obligado de flauta y trombón
Dúo de la óp. “ Las prisiones de
de la óp. “ Marino F aliero” , de D o
Edinburgo” , de Ricci.
nizetti.
“ El Nacional” , 13-1-1844.
A ria de la óp. “ El Barbero de Se
Enero, 14. villa” , de Rcssini, por A ngel L a
“ Himno N acional” . gomarsino.
“ La Cachucha” . D úo de la misma, por Doroteo P é
rez y A ngel Lagom arsino.
Final del 2.0 acto de la óp. “ La
Junio, 26. E x tran je ra” , de Bellini, arreglado
A beneficio de los in válidos del para orquesta.
E jército por la Sociedad de A fic io Escena y aria con coros de la óp.
nados Orientales. “ Gemma de V e r g y ” , de Donizetti,
“ Himno N acional” . por A ngel Lagomarsino.
Canción alusiva a la función, com
puesta por un joven oriental.
Canción de los pescadores napoli
tanos, compuesta por un joven
oriental.
342
Dúo de la óp. “ Los Capuletos y los Cavatina de la óp. “ Eran dos y
Montescos” , de Bellini, para flauta ahora son tres” , de Ricci, por A n
gel Lagom arsino.
Introducción de la óp. “ Tancredo” , D úo de la misma, por A ngel Lago
de Rossini, por A ngel Lagom ar marsino y Benito Linari.
sino y Benito Linari. “ El mago Irnoe” , pantomima.
Octubre, 4.
S in fonía ( ? ) , del M aestro Roser.
A beneficio de los Hospitales:
“ Himno Italiano” , por Scotto.
Escena de la plegaria y aria de
la óp. “ El Juramento” , de M erca
dante, por A ngel Lagom arsino. “ Himno N acional” ejecutado por
Cavatina de la óp. “ Los Capuletos el Sr. U riarte.
y los M ontescos” , de Bellini, por D úo de la óp. “ Clara de Rosem-
Scotto. berg” , de R icci, por A ngel L a go
D úo de la óp. “ Los Puritanos” , de marsino y Benito Linari.
Bellini, para clarín y trombón. Solo de baile, por Carlos Bottini.
C avatina de la óp. “ Eran dos y T e rcer acto de la óp. “ Torcuato
ahora son tres” , de Ricci, por A n T a sso” , de Donizetti, por A ngel
gel Lagomarsino. Lagom arsino y coros.
Dúo de la misma, por A ngel L a
gomarsino y Benito Linari.
“ L a fam ilia del molinero” , panto
mima sobre “ U na aventura de Sca- Escena y cavatina de la óp. “ N or
ram uccia” , de Ricci. ma” , de Bellini, por Benito Linari.
Dúo de la óp. “ Los Capuletos y
Agosto, 31. los Montescos” , de Bellini, obliga
do de violín y flauta.
A beneficio de los hospitales.
Introducción de la óp. “ El Furioso” ,
de D onizetti, por la Laserre, B e
i .* P arte
nito Linari, Giriboni y A ngel L a
O bertura de la óp. “ Nitocri, Reina gomarsino.
de Egipto” , de Mercadante. Dúo de la misma, por Benito L i
“ L a venganza O riental” , himno por nari y A ngel Lagom arsino.
“El Nacional”, 30-ix-i844-
Cavatina de la óp. “ Los Capuletos
y los Montescos” , de Bellini, por Noviembre, 17.
Scotto. A beneficio de los Hospitales de
Dúo de la óp. “ Clara de Rosem- 'Sangre.
berg” , de R icci, por A ngel L a go
marsino y Ventura. 1 .* P arte
Dúo de la óp. “ El ensayo de una
ópera seria” , de Gnecco, por A ngel “ Himno a Cagancha” , por Giriboni.
Lagom arsino y Benito Linari. Dúo de la óp. “ Lu cía de Lammer-
moor” , de Donizetti, por A ngel L a
2.* P arte gomarsino y Casanova.
D úo de la óp. “ El Furioso” , de
“ Himno Italiano” , nuevo, por D onizetti, por G iriboni y Sra. de
Lasserre.
Introducción de la óp. “ Tancredo” , Cavatina de la óp. “ El Barón Duls-
de Rossini, por A ngel Lagom arsino ken” , de ( ? ) , por A ngel Lagom ar-
y Benito Linari.
Escena de la plegaria y aria de la Cavatina compuesta por N. N. y
óp. “ El Juramento” , de Mercadante, cantada por un hermano de Lago
por A ngel Lagom arsino y Benito marsino.
Linari. Dúo de la óp. “ El ensayo de una
Cavatina de la óp. “ Gildippe” , obli ópera seria” , de Gnecco, por A n
gado de flauta. gel Lagom arsino y Benito Linari.
343
2.* P arte Introducción de la óp. “ El P irata” ,
de Bellini, por A n g el Lagom arsino,
D úo de la óp. “ E lix ir de am or” , Benito Linari y Casanova.
por Teresa Lanaro.
D úo de la óp. “ El Barbero de Se 2.1 P arte
v illa” , de Rossini, por Benito L i S in fonía ( ?).
nari acompañado por el Sr. Vinetti.
Solo de Baile, de ( ? ) , por Carlos 3.* P arte
Bottini.
D úo de la óp. “ L a Cenicienta” , de Cavatina de la óp. “ El Barbero de
Rossini, por A ngel Lagom arsino y S evilla” , de Rossini, por Angel
Benito Linari. Lagom arsino.
Q uinteto de la misma por la Sra.
Lassserre, A ngel Lagom arsino, B e
iembre, 22. nito Linari y Giriboni.
4.a P arte
C avatina de la óp. “ L u cía de Lam- “ E l cubero de Claquincourt” , pan
mermoor” , de Donizetti por Casa- tomima.
1845
Enero, 11. Introducción y coros de la óp. “ El
Concierto por la sociedad de A f i Furioso” , de D onizetti, por la Sra.
cionados Italia n os: Lasserre, A ngel Lagom arsino, C a
sanova y Benito Linari.
1 .* P arte
3.“ P arte
O bertura de la óp. “ El Barbero
de Sevilla” , de Rossini. " L a escalera m ágica” , pantomima.
Introducción y coros de la misma
por Giriboni y Benito Linari.
Cavatina de la óp. "E l Barón de Febrero, 2, 3.
Olsken” de ( ? ) , por A ngel L a go
D urante el Carnaval la Cía. de A f i
marsino.
cionados D ram áticos y líricos ofre
Obertura de la óp. "Tancred o” , de
cen funciones teatrales en cuyos
Rossini.
in tervalos cantan A ngel Lagom ar
Introducción y coros de la misma
sino, Josefa Molina y Ramona
por A ngel Lagom arsino y Benito
Molina de M ochales a beneficio de
los hospitales.
2." P arte
Febrero, 9.
Introducción y coros de la óp. “ El
P irata” , de Bellini, por Casanova, “ A los to r o s ! A los to ro s !” , can
A ngel Lagom arsino y Benito Linari. ción andaluza, cantada por Angel
Cavatina de la óp. “ Lu cía de Lam- Lagom arsino.
mermoor” , de D onizetti, por Casa- “ Boleras de las M ollares” , bailadas
por dos aficionados.
Q uinteto de la óp. “ El Barbero de “El Nacional”, 7-11-1845-
S evilla” , de Rossini, por la Sra.
Lasserre y los Sres. A ngel Lago Febrero, 23.
marsino, Casanova y Benito Linari. Terceto de la óp. “ El Barbero de
"S on la donne” , cavatina cantada S evilla” , de Rossini, por la S ra.
“ por el hermano del Sr. Lagom ar- Molina y los Sres. A ngel Lago
marsino y Benito Linari.
344
Escena, recitativo y dúo de la óp. 2.* P arte
“ Belisario” , de Donizetti, por la
Sra. Ramona M olina de Mochales Dúo bufo de la óp. “ Los dos pri
y A ngel Lagom arsino. sioneros” de ( ? ) , por A ngel L a
gomarsino y Benito Linari.
L a Calumnia, de la óp. “ El B a r Cavatina de la óp. “ Beatriz de Ten-
bero de Sevilla” , de Rossini, por da” , de Donizetti, por Pablo Pa-
Paulini.
Dúo de la óp. “ El engaño fe liz” , Cavatina de la óp. “ Los P risione
de Rossini. por A ngel Lagom arsino ros” , de ( ? ) , por la Sra. Lasserre.
y Benito Linari. Dúo de la óp. " L a caza de Enrique
“ El y E lla” , canción española, de IV ” , de Ricci, por A ngel L agom ar
Sebastián de Yrad ier, por Fernan sino, Benito Linari y coros.
do Q uijano y Ramona M olina de
Mochales. 3.* P arte
345
Ju lio , 4. Agosto, 8.
“ Sevillanas” , bailadas por Dolores “ Boleras del contrabandista” , bai
de Gambín. ladas por Dolores de Gambín y
“El Nacional”, i.°-vii-i845- Fernando Quijano.
Julio, p.
Durante la representación del dra Agosto, 12.
ma "Los misterios de Buenos A ires “ L a Intervención A nglo-F rancesa".
en 1840” , en los entreactos dirige la Himno nuevo, letra y música de
M úsica de G. N. D. José Debali. los aficionados, cantado por A ngel
Lagom arsino.
“El Nacional”, 7-VIW845.
“ II mío piano” , cavatina, por Be-
Julio, 16.
Dúo de la óp. “ Elisa y Claudio",
Miscelánea vocal e instrumental por de Mercadante, por A n g el L a go
A ngel Lagom arsino, Benito Linari
marsino y coros.
y Giriboni. Entre otras cosas se d a :
T ercer acto de la óp. “ Torcuato
Dúo instrumental de la óp. “ T o r
T asso” , de Donizetti, por A ngel
cuato Tasso” , de D onizetti, por
Lagom arsino y coros.
A ngel Lagom arsino al oficleide y
"E l muerto barbero” , pantomima.
Giriboni al trombón.
“ El Nacional”, 8-ii-viii-i845-
“El Nacional”, 1i-i6-viw845-
Setiembre, p.
Julio, I?. “ Boleras afandangadas” , por D o
lores de Gambín y otra señora.
Función a beneficio “ de los enfer
Canciones españolas, cantadas a la
mos y heridos” , con el siguiente
guitarra por D olores de Gambín.
program a musical.
Obertura ( ? ) . “El Nacional”, 2-5-9-ix-i845-
Himno Nacional, refundido por Setiembre, 13.
Francisco A cuña de Figueroa, mú Función de aficionados italianos
sica de "U n joven O rien tal” e ins dedicada a los M inistros de las dos
trumentada por Francisco José D e potencias interventoras:
bali. Obertura de la óp. “ Tancredo” , de
“ Sevillanas” , bailadas por Dolores
Rossini.
de Gambín, “ acompañada de otra
Introducción de la misma óp. por
en traje de hombre” . A ngel Lagom arsino y Benito Li-
“ L a orquesta dirigida por el distin
guido profesor maestro mayor de Dúo bufo de la óp. “ Clara de Ros-
la Música de G. N. D. José Debali. semberg” , de Ricci, por los mismos.
llenará los entreactos con escojidas Cavatina con coros de la óp. “ Ana
piezas de música” . Bolena” , de Donizetti, por los mis-
346
Cavatina de R afael Lucci, por M a O ctu b re, ó.
nuela Lucci ( “ Le ragazze d’ogni “ Los Panaderos", bailado por D o
lores de Gambín.
V ariaciones para oficleide, por A n
gel Lagom arsino.
Escena y cavatina de la óp. “ Tor- Octubre, 12.
haldo y D orliska” , de Rossini, por 1.* P arte
Carm elita Lucci. S in fonía ( ? ) por la orquesta di
rigida por Andrés G iielfi.
“ E u adoro, oh que desgrana” , mo-
Rondó para flauta y orquesta, por dinha portuguesa, por Manuela
José Parodi. Lucci.
"S alid suspiros míos” , cavatina en D úo de la óp. “ Belisario” , de D o
castellano de Rafael Lucci, por nizetti, por Carm ela Lucci y A ngel
M anuela Lucci. Lagom arsino.
Escena y dúo de la óp. “ Belisario” ,
de D onizetti, por Carm elo Lucci
y A ngel Lagom arsino. D úo de la óp. “ Torcuato T asso” ,
de Donizetti, por Carm ela Lucci y
3.* P arte Gandolfo.
Dúo de la óp. “ Semíramis” , de 3.* P arte
Rossini, para flauta y clarinete.
D úo de la óp. “ B elisario” , de D o D úo de la óp. “ Belisario” , de D o
nizetti, por A ngel Lagom arsino y nizetti, por A ngel Lagom arsino y
José Gandolfo. Gandolfo.
Cavatina de la óp. “ Semíramis” , de “ Salid suspiros míos” , cavatina en
Rossini, por Carm ela Lucci. castellano de R afael Lucci, por M a
nuela Lucci.
4.* P arte
O bertura ( ? ) , de Pacini.
“ E u nao quero v iv e r longe” , mo- “ No U niverso o Deus ventado” ,
dinha portuguesa, por Manuela modinha sobre motivos de la óp.
“ Norm a de Bellini” , por Manuela
Dúo bufo de la óp. “ Elisa y Clau Lucci.
dio” , de M ercadante, por Carm ela Escena y dúo bufo de la óp. “ E lixir
Lucci y A ngel Lagom arsino. de A m or” , de Donizetti, por C a r
mela Lucci y A ngel Lagomarsino.
“El Nacional”, 10-13-IX-184S.
“Comercio del Plata”, ’8.x-i 84S-
Octubre, 4.
Función por la sociedad de aficio Octubre, 31.
nados italianos: Función a beneficio de Petronila
“ Himno N acional” . S e rran o :
"H im no A rgentino” . “ ¡A g u a v á !” , canción española de
Cavatina de la óp. “ L a U rraca L a Sebastián de Yrad ier, por Dolores
drona” , de Rossini, por Manuela de Gambín.
Lucci. “ Boleras M anchegas” , por Dolores
A ria bufa ( ? ) , por A ngel L a go de Gambín y Xim énez.
marsino.
“ Tenho ainda un coragáo” , modi-
nha portuguesa, por Carm ela y Noviembre, 9.
M anuela Lucci. Dúo de la óp. “ Lu cía de Lammer-
“ L a avellanera” , de Sebastián de moor” , de Donizetti, por A ngel
Yrad ier, cantada por Dolores de Lagom arsino y Gandolfo.
Gambín. “ Le regazze d’ogni giorni” , cava
“ Fandango A ndaluz” , bailado por tina de R afael Lucci, por Carm ela
Dolores de Gambín y Fernando Lucci.
Q uijano. Cavatina de la óp. “ Semíramis” ,
de Rossini, por Carm ela Lucci.
347
Barcarola, por el coro de la Socie 3.* P arte
dad de A ficionados Italianos.
Obertura de la óp. “ L a V edova del
Benghal” , de Pellegrini, por la or
questa.
Noviembre, 16.
Escena y dúo de la óp. “ Los C a
‘‘La Cachucha” , bailada por la niña puletos y los Montescos” , de B e
Eloísa O uijano. llini, por R afael y Carm ela Lucci.
“ P olca” , bailada por Eloísa y Ben
jam ín Quijano.
4.* P arte
348
4.a P arte D ic iem b re , 28.
“ Roberto el A sesino” , acción mími- “ Himno N acional” .
Canciones españolas, por Dolores
de Gambín.
“Comercio del Plata”, 27-XII-1845.
1846
Enero, 6. Sin fonía ( ? ) .
Miscelánea vocal y coreográfica en “ Himno N acional” , cantado por
la cual se observó el siguiente pro- Manuela Lucci.
Dúo de la óp. “ A ndrónico e Irene” ,
“ Tu to e v a n o !” , aria de la óp. de Mercadante, por R afael y C a r
“ Torbaldo y D orliska” , de Rossini, mela Lucci.
por Carm ela Lucci.
Dúo de la óp. “ L a urraca ladrona” , 2.a P arte
de Rossini, por Carm ela y Manuela “ Himno Nacional Francés” , por
Lucci. Manuela Lucci.
“ Los Cuáqueros” , baile pantomí Cavatina de la óp. “ P arisin a” , de
m ico general “ En el que la Sra. D onizetti, por Carm ela Lucci.
Petronila en carácter de vieja bai
lará el Fricasé, acompañada del 3." P arte
característico del baile” .
“ Himno Nacional Inglés” , por C a r
melita Lucci.
Enero, 12. Dúo de la óp. “ L a finta S cioca” ,
de Mosca, por R afael y Carm ela
“ P olca” , bailada por Eloísa y B en
jam ín Q uijano.
“ Los acasos nocturnos” , baile pan 4.a P arte
tomímico.
“ Himno Italiano” , compuesto por
R afa el Lucci, cantado por Carm ela
Enero, 24.
“ Se fiato n’el corpo avete” , de la
Función dedicada por las Srtas. óp. “ E l matrimonio secreto” , de
Lucci a los M inistros de las P o Cim arosa, por R afael L u cci y el
tencias Internacionales: Sr. Casanova.
349
5.* P arte A bril, 12.
“ E l P intor chasqueado” , “ jocosa Función en homenaje al General
acción mímica” . José Garibaldi en la que se observó
el siguiente p ro gram a:
350
Cavatina de la óp. “ Torcuato Tas- M a yo , io .
so” , de D onizetti, por A gustín So Cavatina de la óp. “ A na Bolena” ,
lari. de Donizetti, por A gustín Solari.
Cavatina de la óp. “ L a urraca la Escena y dúo de la óp. “ Los Lom
drona’’, de Rossini, por Manuela bardos” , de Verd i, por R afael y
Carm ela Lucci.
Dúo bufo de la óp. “ E l puesto Dúo de la óp. “ Belisario” , de D o
abandonado” , de Mercadante, por nizetti, por A gustín Solari y Ven-
Rafael y Carm ela Lucci.
Escena y cavatina de la óp. “ Be Escena y cavatina de la óp. “ T o r
lisario” , de Donizetti, por Carm ela cuato T asso” , de Donizetti, por
Carm ela Lucci.
Dúo de la óp. “ C lara de Rosem- “ Se fiato n’el corpo avete” , de la
berg” , de Ricci, por R afael L u c óp. “ El matrimonio secreto” , de
ci y Ventura. Cimarosa, por R afael Lucci y Ven-
1847
Enero, iy. Enero, 24.
Miscelánea lírico dramática con el S in fonía ( ? ) .
siguiente program a, intercalada en Conjuración de M assaniello, de la
tre la presentación de la comedia óp. “ L a muda de P ortici” , de A u
"Enrique V I ” : ber, por Pablo Sanguinetti.
Fin al del Terceto, de la óp. “ Los
1.a P arte Lom bardos” , de Verdi, por la or
questa.
O bertura de la óp. “ El Tem plario” ,
Cavatina de la óp. “ S a fo ” , de P a
de Nicolai.
Cavatina de la misma óp., por cini, obligado de trombón, por José
A gustín Solari. Giriboni.
Escena y cavatina de la óp. “ L a
P azza” , de Coppola, por A gustín
2.a P arte
Solari.
D úo de flauta y clarinete sobre C avatina de la óp. “ Lucrecia Bor-
motivos de la óp. “ Linda de Cha- g ia ” , de D onizetti, por el trompe-
m ounix” , de Donizetti. tista Luis Coecelli.
C avatina de la óp. “ E rnani” , de Cavatina de la óp. “ El Proscrito” ,
V erdi, por Pablo Sanguinetti. por Pablo Sanguinetti.
Escena y A ria de la óp. “ Lucía
3.a P arte de Lamm ermoor” . de Donizetti, por
Obligado de flauta de la cavatina A gu stín Solari.
de la óp. “ Los Lombardos” , de V er- “ E x ta sis” , vals de Lanncr “ A toda
di, por A gustín Lombardo. orquesta” .
Cavatina de la óp. “ M aría de Ru-
denz” , de Donizetti, por A gustín Febrero, 2.
M iscelánea vocal y coreográfica
4.a P arte en la que se observó el siguiente
Obligado de clarinete de la óp.
“ Los dos Foscari” , de Verdi, por
A ntonio Barros. S in fonía ( ? ) .
A ria de Ernesto de la óp. “ Don P ieza con coros ( ? ) , cantada por
P ascual” , de Donizetti, por Pablo A gustín Solari y Pablo Sanguinetti.
Sanguinetti.
Cavatina de la óp. “ Gemina de
V e r g y ” , de Donizetti, por el mismo.
351
2.a P arte N o v ie m b r e, 28.
P ieza instrumental ( ? ) . Dentro de la representación de la
Cavatina de la óp. “ Gemma de comedia de Ventu ra de la V ega
V e r g y ” , de Donizetti, por A gustín “ L a vie ja a la P olka” , se baila:
Solari. “ L a Cachucha” , por Eloísa O uija-
Escena y cavatina de la óp. “ N or
ma” , de Bellini, por el mismo. Dúo bufo de la óp. “ La Cenicienta” ,
de Rossini, por Fernando Q uijano
y el aficionado José M. Montero.
3.a P arte
“Comercio del Plata”, 25-XI-1847.
P ieza instrumental ( ? ) . Diciembre, 12.
“ L a estatua m ágica” , pantomima. “ Los Hidalgos de Medellín” , tona
dilla escénica a tres con el siguiente
Octubre, 3/.
En una función por “ A ficionados
O rientales” :
“ L a Cachucha” , bailada por Eloísa “ T irana del trípili” , de Laserna.
Quijano.
“ Los entre-actos serán am enizados
con escojidas piezas de música bajo Diciembre, 18.
la dirección del M aestro D ebali” . M iscelánea vocal por aficionados
italianos:
Noviembre, 11. 1.a P arte
Función de A ficionados Franceses O bertura de la óp. “ Los m ártires” ,
que dan la obra “ A driana o el D ia de Donizetti.
blo en el cuerpo” , “ Comedia en un Cavatina de la óp. “ Regente” , de
acto, mezclados de cantos del «Tea Mercadante, “ á toda orquesta” .
tro de la gaité», por los Sres. Au- Escena y aria de la óp. “ Linda de
g ier y Joanny” . Chom ounix” , de D onizetti, por or
questa.
2.a P arte
Novi
Preludio con obligado de clarinete,
La Sociedad D ram ática Nacional
de la óp. “ Elena de F eltre” , de
anuncia la comedia “ L a inútil pre
Mercadante.
caución” de Beaum archais, traduc
A ria de la óp. "Roberto Deve-
ción de Hartzenbusch. En el 3er.
reaux” , de D onizetti, por Pablo
acto Ramona Molina “ cantará al
Sanguinetti.
piano, acompañada del Sr. Q u ija
"Him no dedicado al Sumo Pontí
no” una canción que requiere la
fice Pío I X ” , cantado por aficio
comedia. Concluido el 4.0 acto am
nados.
bos cantan al dúo “ Dunque io son”
de la óp. “ El Barbero de S evilla” , 3.a P arte
de Rossini. “ Suspiros” , vals, por la orquesta.
1848
Q uijano y Petronila Serrano. T e r
En conmemoración de la batalla de mina con la “ T iran a del T ríp ili” ,
C agancha se d á : de Laserna. ( V e r reparto del 12
‘Los H idalgos de Medellín” , tona de diciembre de 1847).
dilla escénica a tres interpretada
por Ramona Molina, Fernando “Comercio del Plata”, 28-29-30-31-XII-1847.
M a rzo , 5.
Himno nuevo en honor de Pío IX , A beneficio de G regorio Celis:
“ música y poesía de un aficionado “ Los reclutas de la aldea” , baile
italiano y cantado por D. Pablo pantomímico, música de Francisco
Sanguinetti” . José Debali, dirigido por Fernando
Cavatina de la óp. “ S a fo ” , de P a Q uijano y bailado por 40 personas
cini, por Pablo Sanguinetti. en traje de máscaras.
“ Comercio del Plata”, 7-1-1848. “ V a ls” de aldeanos y aldeanas por
Enero, 16. los mismos.
D anza de los arcos, por los mis-
“ El Chairo” , canción española, por
Ramona Molina. “Comercio del Plata”, 9-111-184S.
“ El que sin amores v iv e” , T irana
de M ariano Pablo Rosquellas, por Marzo, ó.
Ramona M olina y Fernando Q u i D úo de la óp. “ Elisa y Claudio” ,
de Mercadante, por Ramona Mo
j o s acasos nocturnos” , baile pan lina y Fernando Quijano.
tomímico. “ L a Cachucha” , bailada por Eloísa
“Comercio del Plata”, 12-1-1848. Q uijano.
Enero, 23.
S in fonía ( ? ) . Junio, 6 y 11.
“ El charrán de M álaga” , canción “ Los H idalgos y la m aja” , tonadilla
española de Sebastián de Yrad ier, escénica cantada por Ramona M o
por Fernando Quijano. lina, Fernando Q uijano y Petronila
“ L a avellanera de Madrid”, can S errano, ésta últim a “ en carácter
ción española de Sebastián de Y r a de hombre” . A l final se canta “ La
dier, por Ramona Molina. T irana del T ríp ili” .
“Comercio del Plata”, 21-1-1848.
“Comercio del Plata”, 6-9-VI-1848.
Febrero, 2.
Junio, 22.
“ El amante arlequín ó las estatuas
v iv as” , baile pantomímico compues “ Himno N acional” .
to por Fernando Q uijano “ en el que “ E l Cu rrillo” , canción española,
se presentará un Grupo de “ tres por Ramona Molina.
estatuas” compuestas, del D irector “ El que sin amores v iv e” , tirana
Fernando Q uijano y los niños E loí de M ariano Pablo Rosquellas, por
sa y Benjam ín Q uijano que eje Ramona M olina y Fernando Qui-
cutarán al compás de la música,
“Comercio del Plata”, 17-VI-1848.
varias posiciones académicas” .
Julio, 2.
F ebrero, 14. A ria de la óp. “ Julieta y Romeo” ,
de ( ? ) por Ramona Molina.
A beneficio de Petronila Serrano,
“ Los acasos nocturnos” , baile pan
en los intervalos de la comedia de
tomímico.
Bretón de los H erreros “ Mi em
pleo y mi m ujer” , se ejecu ta: “Comercio del Plata”, i-vn-1848.
“ Romance” , por Ramona Molina. Julio, 6.
“ El amante Arlequín ó los Estatuas A beneficio de Fernando Q u ijano:
vivas” , baile pantomímico de F e r “ Una voce poco fá ” , de la óp. “ El
nando Q uijano, por el autor, Eloísa Barbero de Sevilla” , de Rossini,
y Benjam ín Q uijano. cantado en castellano por Ramona
M olina.
Marzo, 2. Dúo de F íg aro y Rosina, de la óp.
A beneficio de Trinidad G uevara: “ E l Barbero de S evilla” , de Rossi
“ El Chairo” , canción española, por ni, por Ramona Molina y Fernan
Ramona Molina. do Q uijano, “ C uya letra ha sido
“ P olca” , bailada por Eloísa y Ben arreglada por el D irector” . [F e r
jam ín Quijano. nando Q uijano]
353
Julio, p. A ria, escena y dúo de la óp. “ El
A beneficio de Trinid ad Guevara: Barbero de Sevilla” , de Rossini.
“ P astorela” , compuesta por Fer “Comercio del Plata”, 28-vi 1-1848.
nando Q uijano y cantada por R a Setiembre, 3.
mona Molina con coros. “ Himno patriótico a la fraterni
“ U n secreto de Im portancia” , dúo dad” , de ( ? ) .
bufo por José M. Montero y Fer L a compañía dramática francesa da
nando Q uijano. la obra “ Le 24 F evrier de 1848 ’ y
"Comercio del Plata” , 7-VH-1848. en los intermedios “ la orquesta to
cará, bajo la dirección del Sr. De
Julio, 23. bali, todos los himnos y cantos pa
Canción española, cantada por R a trióticos nacionales y estrangeros” .
mona Molina. . . . “ Los aficionados como el autor
“Comercio del Plata” , 21-V11.1848. de la pieza y el del himno nuevo,
reclaman la indulgencia del público
Julio, 30. de Montevideo” .
A beneficio de Petronila S e rran o :
1849
354
P arte
1 .a P arte
Obertura de Lachner.
A ria de la óp. “ E rnani” , de Verdi, Obertura de la óp. “ E l Barbero de
por Pablo Sanguinetti. Sevilla” , de Rossini.
“ L a Melancolía” , por el violinista “ L a H istoria de la Esperanza” ,
Carlos Wynen. solo de violín compuesto y ejecu
Cavatina de la óp. “ M acbeth” , de tado por C arlos Wynen.
Verdi, por la orquesta. Solo de pistón de Muller, por el
Sr. K eifer.
V ariaciones de flauta compuestas y
2.a P arte ejecutadas por Schikendanz.
Obertura de la óp. “ E rnani” , de “ B aile de artistas” , vals de Strauss,
Verdi. por orquesta. por orquesta.
“ El Carnaval de V enecia” , fantasía
de Paganini, por el violinista C a r 2.a P a r te
los W ynen.
A ria de la óp. “ Los Lombardos” , O bertura de la óp. “ Don Juan", de
de Verdi, por Pablo Sanguinetti. M ozart, por orquesta.
Fantasía sobre motivos de la óp. “ Trém olo a Santa Cecilia” , vals de
“ Guillermo T ell” , de Rossini y de Strauss, por orquesta.
“ N orm a” , de Bellini, ejecutada por “ L a N ereida o Campanilla” , galop
Carlos W ynen en el instrumento de Pensel, ejecutado por la or
ruso de p aja y madera “ Y erow a questa.
y Salam o” , acompañado al piano
por Baltasar Pellegrini.
355
Capricho para piano de Francisco “ Alemanda a tres” , por el Sr.
Javier Guridi, ejecutado por el Lehmann, la Sra. W inther y Ca-
autor.
V ariaciones compuestas por M a “ H úngara” , paso a tres, por Car
nuel Guridi ejecutadas en el violín los W inther, Gustavo Deloney y
por el autor. Luis Ferrin.
“ V arsoviana” , bailado por Julia y
F lora Lehmann.
2.* P arte
356
Noviembre, 25. “ Bolero” , por F lora y Julia Leh-
“ Bolero” , bailado por Flora y Julia
Lehmann.
Diciembre, 30.
Diciembre, 2. L a compañía L írica de A lfon sa y
“ Godenski” , baile cómico, por la A lejand ro G arcía ofrece el siguien
Compañía Ravel, dirigida por C a r te program a:
los W inther.
“ Napolitana” , paso de carácter, por 1 .* P arte
Julia y Flora Lehmann.
“ El Vuelo al viento ó L a noche de O bertura de la óp. “ Norm a", de
las aventuras” , baile cómico, por la Bellini.
Compañía Ravel. Cavatina de Pollión, de la óp.
“Comercio del Plata”, 26.x1.1849. “ N orm a” , de Bellini, por Carlos
Rico.
Diciembre, 8.
Escena y dúo de la óp. “ El Tem
“ Paso escocés” , bailado por Julia plario” , de N icolai, por A lfonsa y
y Flora Lehmann. A lejand ro García.
“ L a Vienesa” , bailado por las mis-
3.* P arte
Diciembre, 23.
En el M iguelete durante la repre Obertura ( ? ) , de Auber.
sentación del C IR C O O L IM P IC O : E scena del Veneno de la óp. “ L u
“ Se cantaran por Bacani algunas crecia B orgia” , de Donizetti, por
piezas de F ig aro” . C arlos R icco y A lejand ro García.
Escena y aria de la óp. “ Beatriz
de Tenda” , de Bellini, por A . Gar-
1850
“ L a V arsoviana” , por Julia y Flora
“ Robert Macaire et Bertrand” , bai Lehmann.
le cómico por la Compañía Ravel
que dirige Carlos W inther.
Enero, 23.
Enero, 13. “ T arantela” , bailada por Julia y
F lora Lehmann.
“ Paso estiriano” , bailado por Flora “ Jota A ragonesa” , por Luis F errin,
y Julia Lehmann. Julia y Flora Lehmann.
“ E l hombre avaro” , pantomima por
la Compañía Ravel.
357
E n ero , 27. r e pa rt o :
358
M a rzo , 23.
Segundo Concierto del violinista
Obertura de la óp. “ Belisario” . de
Camilo Sívori.
Donizetti, por orquesta.
“ L a Campanela” , de Paganini por 1.a P arte
Camilo S ívori. O bertura de la óp. “ Carlos V I ” , de
H alevy. por la orquesta bajo la di
2.a P arte rección de Ignacio Pensel.
Obertura de la óp. “ Belisario” , de “ L a M elancolía” , fantasía fin aliza
Donizetti. da por un “ movimiento perpetuo”
O bertura de la óp. “ Don Juan” , de S ívori, ejecutada por su autor.
de M ozart, por orquesta. 2.a P arte
Fantasía de concierto sobre el final
O bertura de la óp. “ N abucco” , de
de la óp. “ Lucía de Lamm ermoor” ,
V erd i, por orquesta.
de D onizetti, de Sívori. ejecutada
“ A polo” , polca de Ignacio Pensel,
por el mismo.
ejecutada por la orquesta bajo su
dirección.
3.a P arte
“ L a molinera” , dúo para dos violi-
O bertura de la óp. “ El lago de las nes de Paganini, ejecutada “ en un
hadas” , de A uber. por la orquesta. solo violín” , por Camilo S ívori.
Pieza para pistón y orquesta, de 3.a P arte
Muller, por K eiffer.
“ El canto del Sinsonte ó sea El “ V a ls de la S irena” , de Zabinski,
carnaval de Cuba” , variaciones so por la orquesta.
bre el ritmo de la contradanza de “ L a N u eva Carolina” , polca de Ig
S ívori, ejecutada por el autor. nacio Pensel ejecutada por la or
L a orquesta se halla dirigida por questa, b ajo la dirección del autor.
el maestro Ignacio Pensel. Amadeo “ El carnaval de Chile” , variaciones
Gras acompaña al violoncelo a Sí- burlescas sobre el tema de la “ Za
macueca” , de S ív cri, ejecutado por
su autor.
Marzo, 19. “Comercio del Plata” , 21-111-1850.
Miscelánea vocal e instrumental Marzo, 31.
con el siguiente pro gram a: M iscelánea vocal e instrumental con
el siguiente program a:
1.a P arte
S in fonía ( ? ) . S in fonía ( ? ) .
A ria de la óp. “ A na Bolena". de Escena y dúo de la óp. “ Belisario” ,
D onizetti, por Carlos Rico. de D onizetti, por Carlos Rico.
Escena y aria de la óp. “ Los dos A ria de la óp. “ Nabuco” . de V er-
F oscari” , de Verdi. por Luis Pretti di, por L uisa Pretti.
y Carlos Rico.
2.a P arte
O bertura ( ? ) .
Escena y dúo de la óp. “ Romito
O bertura (?).
de P rovenza” de Sauri, por Carlos
Escena y dúo de la óp. “ El P i
Rico y Luisa Pretti.
rata” , de Bellini, por Luisa Pretti
A ria de la óp. “ P arisina” , de D o
y Carlos Rico.
nizetti, por Carlos Rico.
A ria de la óp. “ B eatriz de T enda” ,
3.a P arte
de Bellini, por Luisa Pretti.
“ V a ls” , de Strauss. 4.a P arte
A ria de la óp. “ M arino Faliero",
de Donizetti, por Carlos Rico. “ V a ls” , de Strauss.
Escena y aria de la óp. “ Nabucco” , Escena y dúo de la óp. “ A tila ” , de
de Verdi, por Luisa Pretti. Verdi, por L uisa Pretti y Carlos
Rico.
“Comercio del Plata”, 22-111-1850.
359
A b r il, 4. T río para violín, violoncelo y piano
M iscelánea vocal e instrumental en de Mayseder, por Camilo S ívori,
la que se observó el siguiente pro- Amadeo G ras y N elly D uroux G u i
lhem.
“ El Carnaval de V enecia” , de P a
1.a P arte ganini, por Camilo S ívori.
S in fonía ( ? ) . D irector de O rquesta: Ignacio
A ria de la óp. ‘‘Ernani” , de Verdi. Pensel.
por Carlos Rico.
Escena y aria de la óp. “ A tila ” , A bril, 14.
de Verd i, por L uisa Pretti. Escena y dúo de la óp. "L o s Mes-
nadercs” , de Verdi, por Luisa
2.a P arte
Pretti y Carlos Rico.
Sin fonía ( ? ) . T ercer acto de la óp. “ Lu cía de
Dúo de la óp. “ Los dos F cscari” , Lamm ermoor” , de Donizetti.
de V erd i, por L uisa Pretti y C ar “ El valentón del barrio del Perchel
los Rico. de M álaga” , canción española.
3.a P arte
Abril, 21.
Escena y aria de la óp. “ Los Lom
bardos” , de Verd i, por Luisa Pretti A beneficio de L uisa P r e tti:
y Carlos Rico.
Rom anza y aria de la misma óp..
por Luisa Pretti. S in fonía ( ? ) .
4.a P arte “ Casta D iva” , de la óp. “ N orm a” ,
de Bellini, por L uisa Pretti.
O bertura ( ? ) .
Escena y dúo de la óp. "Los Lom
bardos” , de Verdi, por Luisa Pretti
y Carlos Rico. O bertura de la óp. “ El Pirata” , de
“Comercio del Plata”, 2-iv-.85o. Bellini.
A bril, 9. Cavatina de la óp. “ A tila ” , de V er-
di, por Luisa Pretti.
T ercer Concierto del violinista C a
milo Sivori en la S A L A D E B A I
3.a P arte
L E M E N S U A L D E L Sr. T O B A L :
S in fonía ( ? ) .
1.a P arte
Escena y aria de la óp. " E lix ir de
O bertura de la óp. “ E rnani” , de amor” , de Donizetti, por Benito
Verdi, por la orquesta. Linari y coros.
Solo de flauta, por Dom ingo P a
rodi. 4.a P arte
“ L a Plegaria de M oisés” , de P ag a
nini, sobre la cuarta cuerda por O bertura ( ? ) .
Camilo S ívori. Escena y aria de la óp. "E rnani” ,
de Verdi, por L uisa Pretti.
2.a P arte
O bertura de la óp. “ El Barbero de 5.a P arte
S evilla” , de Rossini.
O bertura de la óp. “ Lu cía de Lam
Bolero del G uerrillero, ejecutado al mermoor” , de Donizetti.
violoncelo por Amadeo G ras acom Escena y dúo de la óp. " E lix ir de
pañado al piano por Camilo S ívori. amor” , de D onizetti, por Luisa
Dúo para violín y piano sobre mo Pretti y Benito Linari.
tivos de la óp. “ Guillermo T ell” ,
de Rossini, por Camilo Sívori y A bril, 28.
N elly D uroux Guilhem.
3.a P arte
Obertura de la óp. “ Semíramis” ,
Escena y aria de la óp. "M acbeth” , de Rossini.
de Verdi por la orquesta. “ Himno Italiano” , por Luisa Pretti.
360
LUCIA
D E LAM 1ERM O O R,
D RA M A TRÁJJCO
En dos partes.
M O N TEV ID E O .
I H ñ l .
2.* P arte
Cavatina de la óp. “ Lu cía de Lam- O bertura de la óp. “ L a dama blan
mermoor” , de Donizetti, por Carlos ca” , de Boieldieu.
Rico. F antasía de concierto sobre el final
Cavatina de la óp. “ Gemma de de la óp. “ Lucía de Lamm ermoor” ,
V e r g y ” , de D onizetti, por Luisa de Donizetti, compuesta y ejecuta
Pretti. da por Camilo S ívori.
3.* P arte 3.* P arte
“ V a ls del eco” , de Labitsky. O bertura de la óp. “ El Lago de las
Romanza, escena y dúo de la óp. Hadas” , de Auber.
“ El Juramento” , de Mercadante, F antasía para dos pistones sobre
por Luisa Pretti y Carlos Rico. motivos de la óp. “ Norm a” , de
4.* P arte Bellini, ejecutada por dos instru
mentistas de la orquesta.
Coro y aria de la óp. “ Lu cía de
“ E l carnaval am ericano” , capricho
Lammermoor” , de Donizetti, por
sobre el tema de la canción “ Yan-
coro y orquesta.
kee Doodle” , compuesto y ejecutado
C avatina de la óp. “ P arisin a” , de
por Camilo S ívori.
D onizetti, por L uisa Pretti.
“ L a A uro ra” , polca, por la or “Comercio del Plata”, 5-V1-1850.
questa. Julio, 8.
Canción italiana ( ? ) . Q uinto y últim o concierto de C a
milo Sívori.
1.11 P arte
O bertura de la óp. “ Las Bodas de
O bertura de la óp. “ L a H uérfana” ,
F íg aro ” , de M ozart.
de ( ? ) .
Concierto en la-m ayor, para violín
Variaciones para violín con acom
y orquesta de Sívori, ejecutado por
pañamiento de 2.0 violín, violoncelo
y piano, por Manuel Guridi, L o
renzo, Francisco A ntonio y F ran 2.* P arte
cisco Javier G uridi respectivamente.
O bertura de la óp. “ L a Italiana en
A rg e l” , de Rossini.
Cavatina de la óp. “ A na Bolena” , “ L a Campanela” , de Paganini, por
de D onizetti, por la orquesta. Camilo Sívori.
Variaciones para piano sobre un 3.* P arte
tema tirolés de Chelenec, por Fran
cisco Javier Guridi. O bertura de la óp. “ Belisario” , de
D onizetti.
3.* P arte “ L a P legaria de Moisés” , de P a
“ L a orientalita” , polca, ejecutada ganini, para la cuarta cuerda, por
por la orquesta. Camilo S ívori.
V ariaciones de violín sobre motivos “ Los trovadores” , vals de Lanner,
de la óp. “ L a S elva” , de ( ? ) , por por la orquesta.
Lorenzo Guridi acompañado al pia “ E l C arnaval de V enecia” , de P a
no por Francisco Javier Guridi. ganini, por Camilo S ívori.
“ Comercio del Plata”, 8-V11-1850.
Julio, 21.
Cuarto concierto de Camilo Sívori. Presentación del bailarín portugués
Francisco Jorch.
1 .* P arte
O bertura de la óp. “ A n a Bolena” , i.* P arte
de Donizetti. O bertura de la óp. “ El P irata”, de
F antasía para violín sobre motivos Bellini.
de la óp. “ N orm a” , de Bellini. Terceto compuesto por Francisco
Compuesta y ejecutada por Camilo Jorch e interpretado por el autor
S ívori. y F lora y Julia Lehmann.
362
2.* P arte
A ria de la óp. “ A na Bolena” , de S in fonía ( ? ) .
D onizetti, por la orquesta. Cavatina de la óp. “ Gemma de
“ Tarantela napolitana” , por Flora V e r g y ” , de D onizetti, por Pablo
y Julia Lehmann, Francisco Jorch Sentati.
y Luis Ferrin. Dúo de la misma óp. por Carolina
M erea y Pablo Sentati.
3.* P arte de la óp. “ El abandono” ,
Cavatina de la óp. “ Zelm ira” , de por Carolina Merea.
Rossini, por la orquesta.
Cuarteto de F rancisco Jorch, bai
lado por el autor, Luis Ferrin, Ju
lia y Flora Lehmann. la óp. “ Lucía de Lam-
4.* P arte por Caro-
" V a ls ” , de Labitsky, por la or
questa.
“Jota aragonesa” , por Julia y Flora
Lehmann, Luis Ferrin y Gustavo
Deloney.
S in fonía ( ? ) .
“ P olka” , de Strauss. Cuarto acto de la óp. “ Lucía de
“ G ran cuadro Guillermo Tell cuan Lamm ermoor” , de Donizetti por
do se ve condenado a sacar con una Pablo Sentati.
flecha una manzana de la cabeza “Comercio del Plata”, 28-IX-1850.
de su h ijo iluminado con fuego Octubre, 27.
blanco” . 1.* P arte
O bertura de la óp. “ El nuevo F í
Setiembre, 22 garo” , de Ricci.
Función beneficio de Carolina A ria de la óp. “ Torcuato Tasso” ,
M e rea: de D onizetti, por A ngel Scotto.
D úo de la óp. “ E lix ir de am or” ,
de D onizetti, por Dolores H ernán
S in fonía ( ? ) . dez y Benito Linari.
Rom anza de la óp. “ Lucrecia B o r.
g ia” , de D onizetti, por Carolina
2.* P arte
M erea. Dúo de la misma óp. por
Carolina M erea y Pablo Sentati. O bertura de la óp. “ Semíramis” ,
Cavatina de la óp. “ Nina pazza per de Rossini.
amore” , de Cóppola, por Pablo A ria de la óp. “ Marino Faliero” ,
Sentati. de Donizetti, por A ngel Scotto.
"Recuerdo del primer amor” , ca D úo de la óp. “ E lix ir de amor” , de
vatina de Vento, por Carolina D onizetti, por D olores Hernández
Merea. y Benito Linari.
2." P arte
Sin fonía ( ? ) .
Cavatina de la óp. “ Norm a” , de
Bellini, por Pablo Sentati.
363
N o v ie m b r e , 3. N o v ie m b re, 17.
P rim era presentación de los baila 1.* P arte
rines A n a Trabattoni y su esposo
Enrique C. F in a r t: O bertura de la óp. “ El Lago de
‘‘L a S ílfid e ” , ballet de Filippo T a las H adas” , de A uber.
glioni, música de Jean Schneitz- " L a reina de las flores” , acción
h oeffer, con el siguiente mímica y baile en un acto con el
siguiente
reparto : reparto :
Noviembre, 10.
Presentación de la soprano C ar
lota Cannon ero: 3." P arte
1.* P arte "H elenen” , vals de Strauss.
S in fonía ( ? ) . " E l Jaleo de Jérez” , por A na T r a
A ria de la óp. “ Torcuato Tasso” , battoni y Enrique Finart.
de Donizetti, por A n g el Scotto. D irector de orq u esta: Ignacio
A ria de la óp. “ L a Dam a del L a Pensel.
g o ” , de Rossini, por Carlota Can
nonero.
Fantasía para violín sobre motivos
de la óp. “ Lucía de Lamm ermoor” ,
de Donizetti, por Luis Preti. O bertura de la óp. “ Tancredo” ,
2.a P arte de Rossini.
Cavatina de la óp. “ N abu cco” , de
O bertura ( ? ) . V erdi, por L uisa Pretti.
A ria de la óp. “ Los dos Foscari” , Cavatina de la óp. “ E rnani” . de
de Verd i, por Dolores Hernández. V erdi, por Miguel Liguori.
“ Trém olo” , de Beriot, por el vio
linista Luis Preti. 2.* P arte
D úo de la óp. “ L a V e stal” , de M er
cadante, por Carlota Cannonero y O bertura de la óp. “ C arlos V I ” , de
Dolores Hernández. H alevy.
C avatina de la óp. “ Los dos F os
3.* P arte ca ri” , de Verd i, por Lu isa Pretti.
“ V a ls ” , de Lanner. C avatina de la misma óp. por En
A ria de la óp. “ L a F avorita” , de rique Liguori.
Donizetti, por Carlota Cannonero.
Dúo para violín y piano sobre la 3.* P arte
óp. “ Guillermo T e ll” , de Rossini,
por Luis P reti y José Canno O bertura de la óp. “ L a dama blan
nero respectivamente. ca” , de Boieldieu.
D úo de la óp. “ Los Puritanos” , de Escena y dúo de la óp. “ Los dos
Bellini, por Carlota Cannonero y Foscari” , de Verdi, por Luisa
Dolores Hernández. P retti y M iguel Liguori.
364
D ic iem b re , 8.
1.* P arte “ Paso rusticano” y “ E l E scocés” ,
por Caries W inther.
O bertura de la óp. “ A na Bolena” ,
de Donizetti.
D iciembre, ip.
Dúo de la óp. “ Los Lom bardos” ,
i .* P arte
de Verd i, por Lu isa Pretti y Miguel
Liguori. O bertura de la óp. “ Nabuco” , de
2.* P arte V erdi.
Dúo de la óp. “ Lucía de Lam m er
O bertura de la óp. “ L a Italiana en moor” , de Donizetti, por Clemente
A rg e l” , de Rossini. M ugnay y José M aría Ramonda.
Cavatina de la óp. “ Gemma de A ria de la óp. “ Los Mesnaderos” ,
V e r g y ” , de D onizetti, por Luisa de Verdi. por Erm inia M artini.
Pretti.
Cavatina, de la óp. “ L a novia cor 2.* P arte
sa” , de Pacini, por M iguel Liguori.
Cavatina de la óp. “ E r n a n i', de
3.* P arte V erd i, por Clemente Mugnay.
A ria de la óp. “ Gemma de V e r g y ” ,
“ Los Demonios” , vals de Strauss. de Donizetti, por José M aría R a
Dúo de la óp. “ A tila” , de Verdi, monda.
por Luisa Pretti y Miguel Liguori. Dúo final de la misma por Erm i
nia M artini y Clemente Mugnay.
3.* P arte
F antasía para 2 pistones sobre mo
tivos de la óp. “ L a Sonámbula” , O bertura de la óp. “ Juana de A r
de Bellini. co” , de Verdi.
Cavatina, de la óp. “ A tila” , de V er- C uarto acto de la óp. "E rn a n i” , de
di, por Luisa Pretti. V erdi, por Erm inia Martini, C le
mente M ugnay y José M aría R a
monda.
Diciembre, 4. 4.* P arte
“ V a ls” , de Strauss.
Dúo de la óp. “ E lixir de am or” ,
O bertura de la óp. “ A tila” , de V er-
de Donizetti, por Erm inia Martini
di, por Luisa Pretti.
y Clemente Mugnay.
Cavatina de la óp. “ Los Lom bar
dos” , de Verd i, por M iguel Liguori. “Comercio del Plata”, 17-XII-1850.
Diciembre, 22.
A n a Trabattoni y Enrique Finart
Obertura ( ? ) .
unidos a la compañía de Carlos
Dúo de la óp. “ Norm a” , de Bellini, W in ther ofrecen el siguiente pro-
por Luisa Pretti y Dolores H er
nández. “ G ran cuadro mímico y de circuns
tancias” , realizado por un joven
3.* P arte oriental, interpretado por A na T r a
Obertura ( ? ) . battoni, S ra. W inther, Carlos W in
Dúo de la óp. “ A tila ” , de Verd i, por ther, Benito Linari, Secco, Nortti
Luisa Pretti y M. Liguori. y resto de la compañía. L a mitad
de la escena está iluminada con
4.* P arte fuego blanco y la otra mitad con
fuego rojo. El título del cuadro es:
Sin fonía ( ? ) . “ L a República en manos de sus
Cavatina de la óp. “ E rnani” , de enemigos o L a República sostenida
V erd i, por Luisa Pretti. por sus defensores” .
“Comercio del Plata”, 2-XII-1850
365
1851
Enero, 5. “ L ’Italia tradita” , aria patriótica
“ Pygm alión” , ballet de Louis Milon, de A dej andró M arotta, cantada por
por A na Trabattoni, Enrique F i el mismo.
nart y la “ Petit-am our” . Romanza de la óp. “ M aría P adilla”
" E l Montañés” , bailado por Luis de ( ? ) , por José M. Ramonda.
Dúo de la óp. “ Los Puritanos” , de
“ Los molineros ó U na noche de Bellini, por A lejan d ro M arotta y
aventuras” , acción escénica por José M aría Ramonda.
Carlos W inther, Benito Linari,
Sacco, Nortti, etc.
“ L a M anola” , baile español, por Febrero, 15.
A na Trabattoni. “ G avota” , bailada por la “ Petit-
amour” .
“ El valentón del b arrio” , canción
Enero, 14. andaluza cantada por la “ Petit-
Am our” .
“ L a trompeta m ágica” , baile panto “Comercio del Plata”, 13*11-1851.
mímico, por C arlos W inther, Benito
Linari, Sacco y Nortti. Mayo, 29.
“ Paso estiriano” , por Enrique F i
1 .* P arte
nart y A na Trabattoni.
“ Himno N acional” , cantado por
Antonio Ronchetti y Petronila Se-
Enero, 19.
“ A sys y G alatea” , ballet de Charles Escena y aria de la óp. “ Sem íra
Didelot, por A n a Trabattoni y E n mis” , de Rossini, por A ntonio Ron
rique Finart. chetti.
“ Los A frica n os” , bailado por Luis
2.* P arte
Ferrin y la “ Petit-am our” .
“ Boleras” , por Enrique Finart y “ Una Lección de danza” , escena
A n a Trabattoni. mímica por A gripp a Pinzutti.
“Comercio del Plata”, 18-1-1851. Dúo de la óp. “ C lara de Rosem-
berg” , de D onizetti por Antonio
Enero, 26. Ronchetti y Benito Linari.
“ L a S ílfid e” , ballet de Filippo T a 3.a P arte
glioni, por A na Trabattoni, Enrique
F inart, Petronila Serrano y la “ M azurca” , bailada por Francisco
"Petit-am our” . Jorch y A gripp a Pinzutti.
“ L a capa del Toread or” , baile an Escena y cavatina de la óp. “ Co-
daluz, por Enrique Finart y Sra. lumella” , de F ioravanti, por A n
Trabattoni. tonio Ronchetti y coros.
4.a P arte
Enero, 30. “ Sonó la hora de libertad para los
En la sala del B aile Mensual del pueblos” , acción mímica por F ran
Sr. Tobal, se presentan el tenor cisco Jorch, A gripp a Pinzutti y
José M aría Ramonda y el cantante A ntonio Ronchetti.
y compositor A lejandro M aro tta:
O bertura ( ? ) .
Dúo de la óp. “ Linda de Chamou- Junio, i.°.
n ix ” , de Donizetti, por José M aría i.a P arte
Ramonda y A lejand ro M arotta.
A ria de la óp. “ Lucía de Lam m er Cavatina de la óp. “ El Barbero de
moor” , de Donizetti, por José M a Sevilla” , de Rossini, por Antonio
ría Ramonda. Ronchetti.
366
Dúo de la óp. “ L a Cenicienta” , de
Rossini, por Benito Linari y L a
gomarsino. A ria de la óp. “ Los dos F oscari” ,
A ria de la óp. “ Beatriz de T enda” , de Verd i, por D olores Hernández.
de Donizetti, por A ntonio Ron
chetti. 3.* P arte
5.* P arte
1 .* P arte
“ P olca” , por la orquesta.
Dúo de la óp. “ Belisario” , de D o D úo de la óp. “ Torcuato T asso” ,
nizetti, por Dolores Hernández y de D onizetti, por Dolores Hernán
Antonio Ronchetti. dez y A ntonio Ronchetti.
367
6.a P arte Donizetti, por A lejandro G arcía y
Carlos Pellegrini.
“ V a ls” , de Strauss, por la orquesta. A ria de la óp. “ A tila” , de Verdi,
Cavatina de la óp. “ E lix ir de por A lfonsina García.
A m or” , de D onizetti, por Antonio
Ronchetti y coros. 4.‘ P arte
“Comercio del Plata”, i6-i7-vh-i8si
Sin fonía ( ? ) .
A ria de la óp. “ El P irata” , de Be
Julio, 24.
llini, por C arlos Pellegrini.
“ P olca” , por Eugenio y A d ela de Dúo de la óp. “ Colum ella” , de Fio-
la compañía Henault. ravanti, por A lejand ro y A lfonsina
“ Baile de la T ra n ca” , por A lfredo.
“ El Arlequín y la muerte” , baile
cómico.
Agosto, 31.
Agosto, 10.
O bertura de la óp. “ N orm a” , de S in fonía ( ? ) .
Bellini, por la orquesta. Romanza de la óp. "To rcu ato Tas-
“ Gavota de V estris” , bailada por so” , de Donizetti, por Alejandro
Mme. Eugéne y A d ela de la Cía.
Henault. Dúo de la misma óp. por A lejandro
Cavatina de la óp. “ Los Lom bar y A lfonsina García.
dos” , de Verdi, para clarinete.
Himno Nacional.
“ Venus” , polca, de Labitsky, por la
orquesta. A ria de la óp. “ N abucco” , de V er-
“ L a metam orfosis de A rlequ ín” , di, por A lfonsina García.
pantomima. Dúo de la misma óp. por Alejandro
y A lfonsina García.
“ Comercio del Plata” , io-vm-1851.
3.* P arte
Agosto, 17.
“ L a flauta encantada” , pantomima, A ria de la óp. “ Ernani” . de Verdi,
por la compañía Henault. por A lejandro García.
A ria de la óp. “ A tila ” , de Verdi,
por A lfonsina García.
Agosto, 24.
4.* P arte
368
REPARTO: O ctu b re, 26.
“ Beatriz de Tenda” , ópera com
pleta de Bellini ( V e r reparto del
12 de O ctu b re).
“Comercio del Plata”, 26-X-1851.
Octubre, jo .
1 .* P arte
369
N o v ie m b r e, 30.
“ Lu cía de Lamm ermoor” , óp. com “ Lucía de Lamm ermoor” , óp. com
pleta de Donizetti, por la Compañía pleta de Donizetti, por la Compañía
Q uesta-Tati. Q uesta-Tati.
2.“ P arte
iembre, 18.
T ercer acto de la óp. “ B eatriz de “ Lu cía de Lamm ermoor” , óp. com
Tenda” , de Bellini, por les mismos. pleta de D cnizetti, por la Compañía
3.* P arte Questa-Tati.
Cavatina de la óp. “ A tila ” , de Ver-
Segundo acto de la óp. “ Lu cía de di, por José G iu ffra.
Lamm ermoor” , de D onizetti, por
Teresa Q uesta y coros.
Dúo de la óp. “ Roberto D evereaux” ,
de D onizetti, por Teresa Questa y
B eneficio de Miguel V a cca n i:
Federico Tati.
1852
i .* P arte
Dúo de la óp. “ L a no\
Dúo de la óp. "L u cía de Lammer
Pacini, por Ida Edelvii
moor” , de Donizetti, por Federico
T a ti y A ngel Chiodini.
Cavatina de la óp. " L a Maríscala Escena y aria bufa de la óp. “ (
de A n cre” , de Nini, por Ida Edel- lumella” , de Fioravanti, por el
370
3." P arte
“ El Barbero de Sevilla” , óp. com
Introducción y aria de la óp. “ El
pleta de Rossini, por la Compañía
Pirata” , de Bellini, por Federico
de Ida Edelvira.
Tati.
A ria de la óp. “ Los Mesnaderos” ,
de Verd i, por Ida Edelvira.
Enero, 29.
“Comercio del Plata”, 1-5-6-1-1852.
“ B eatriz de T end a” , óp. completa
de Bellini, con el siguiente
1.* P arte
2.* P arte
Febrero, i.°.
A ria de la óp. “ Colum ella” , de “ Lucía de Lamm ermoor” , óp. con
Fioravanti, por el señor Vento. pleta de Donizetti, por la Compañ:
Dúo de la óp. “ L a E x tran je ra” , de
Bellini, por Ida Edelvira y Fede
rico Tati.
3.* P arte
“ Los dos F oscari” , (P R IM E R A
Escena y aria de la óp. “ El Bravo” , A U D IC IO N P AR A E L URU
de Mercadante, por Federico Tati. G U A Y ) , óp. completa de Verdi,
Cavatina de la óp. "L o s Mesna por la Compañía de Ida Edelvira.
deros” , de Verd i, por Ida Edelvira.
37 1
Febrero, 20. Marzo, 29.
“ Los dos F oscari” , óp. completa de “ La Sonámbula” ( P R IM E R A A U
Verdi, por la Compañía de Ida D IC IO N P A R A E L U R U G U A Y )
Edelvira. óp. completa de Bellini, por la Com
“Comercio del Plata”, 18-11-1852. pañía de Ida Edelvira.
“Comercio del Plata”, 28-111-1852.
Febrero, 22, 23 y 24.
Durante los bailes de máscaras en Abril, 11.
el Teatro se bailan “ cuadrillas” , “ Los dos F oscari” , óp. completa
“ contradanzas” , “ polcas” y “ valses” . de Verd i, por la Compañía de Ida
“Comercio del Plata” , 21-11-1852. Edelvira.
“Comercio del Plata”, i i -iv- i 8S2.
Febrero, 27.
A bril, 15.
“ Beatriz de Tend a” , óp. completa, “ Linda de Cham ounix” , óp. com
de Bellini (V e r reparto de Ene- pleta de Donizetti, por la Compañía
ro, 29). de Ida Edelvira.
“Comercio del Plata” , 26-11-1852. “Comercio del Plata”, i 4-iv-i 8S2.
372
LA SONAMBULA,
---»e——
MELODRAMA EN TRES ACTOS.
PU ESTO E N M USIO \
W. 3 S e U ftU .
l'ARA EEPKESENT.VU8E EX EL
m i l i 11 ¡Miirai®.
i m í .
373
Mayo, i.°. reparto :
“ L a Sonámbula” , óp. completa de
Bellini, por la Compañía de Ida
Edelvira.
Mayo, 5.
“ N orm a” , ópera completa de Be
llini, por la Compañía Edelvira-
Q uesta. Mayo, 18.
“Comercio del Plata”, 5-V-1852.
Concierto vocal e instrumental por
Paul Faget, discípulo del Conser
M ayo, 7. vatorio del París.
Función a beneficio de Teresa
Questa.
1 .* P arte
“ Nocturno” , de Dohler, para piano,
Cuarto acto de la óp. “ Beatriz de por Paul Faget.
T end a” , de Bellini. Sexteto, andante y tema final de
la óp. “ Lucía de Lamm ermoor” , de
2.a P arte Donizetti, con variaciones compues
tas por Em ilio Prudent, por el
“ No más m uchachos!” , comedia por mismo.
la Compañía D ram ática Nacional. Dúo de la óp. “ Roberto D evereaux” ,
de Donizetti, por Ida Edelvira y
3.a P arte Felipe Tati.
O bertura de la óp. “ Zampa” , de
Cavatina de la óp. “ Lu cía de Lam H érold, arreglada para harmonium
mermoor'’ , de D onizetti, por T e y ejecutada por Pau l Faget.
resa Questa.
4.a P arte
374
Mayo 20.
“ Nabucco” , óp. completa de Verdi “ L a Sonámbula” , óp. completa de
(V e r reparto del 16 de M ayo). Bellini, por la Compañía de Ida
“Comercio del Plata”, 19-V-1852. Edelvira.
“Comercio del Plata”, 12-VI-1852.
Mayo, 23.
“ L a Sonámbula” , óp. completa de
Bellini, por la Compañía de Ida “ Beatriz de Tenda” , óp. completa
Edelvira. de Bellini, por la Compañía de Ida
Edelvira.
“Comercio del Plata”, i 6-vi-i 8S2.
Mayo, 25.
“ Nabucco” , óp. completa de Verd i.
(V e r reparto del 16 de M ayo). “ E lix ir de am or” , óp. completa de
“Comercio del Plata”, 23-V-1852. D onizetti, por la Compañía de Ida
Edelvira.
Mayo, 26.
“ Norm a” , óp. completa de Bellini,
por la Compañía de Ida Edelvira. Julio, i.°.
“Comercio del Plata”, 23-v-i 8S2. “ Lucrecia B org ia” , (P R IM E R A
A U D IC IO N PARA EL URU
Mayo, 30. G U A Y ) , óp. completa de Donizetti,
por la Compañía de Ida Edelvira.
“ N abucco” , óp. completa de Verdi.
“Comercio del Plata”, i-vn-1852.
(V e r reparto del 16 de M ayo).
“ Comercio del Plata” , 29-v-i 8S2.
Julio, 3.
Julio, 8.
Junio, 6.
“ Lucrecia B o rg ia” , óp. completa de
“ Norm a” , óp. completa de Bellini,
D onizetti, por la Compañía de Ida
por la Compañía de Ida Edelvira.
Edelvira.
“Comercio del Plata”, 7-VU-1852.
Julio, 14.
“ Nabucco” , óp. completa de Verd i.
(V e r reparto del 16 de M ayo). “ N abucco” , óp. completa de Verdi,
“Comercio del Plata”, 7-8-vi-x8S2. por la Compañía de Ida Edelvira.
Junio, 10.
Julio, 18.
“ Gemma de V e r g y ” , óp. completa
de Donizetti, por la Compañía de “ Himno N acional” y “ Norma” , óp.
Ida Edelvira. completa de Bellini, por la Com
pañía de Ida Edelvira.
375
J u lio , ip .
“ Himno N acional” y “ Lucrecia “ El P irata", (P R IM E R A A U D I
B orgia” , óp. completa de Donizetti. C IO N P A R A E L U R U G U A Y ) ,
por la Com prñía de Ida Edelvira. óp. completa de Bellini, por la
Compañia de Ida Edelvira.
Julio, 23.
Función a beneficio de Ida Edel- Agosto, 8.
Julio, 24.
“ Paso estiriano” , bailado por Sra.
D upré y la Srta. Landelle.
“ El maestro de la Capilla” , ( P R I
M E R A A U D IC IO N P A R A E L
“ Lucrecia B orgia” , óp. completa de U R U G U A Y ) , óp. completa de Paer,
Donizetti, por la Compañía de Ida y
Edelvira. “ La h ija del regimiento” , (P R IM E
R A A U D IC IO N P A R A E L U R U
G U A Y ) , óp. completa de Donizetti
Julio, 26. por la Compañía lírica Francesa
Prim er acto de la óp. “ Don Pas
cual” , de Donizetti, por Ida Edel
vira, Federico T a ti, Carlos Rico y
Vento. “ El P irata” , de Bellini, óp. com
A ria de la óp. “ El Dominó N egro” , pleta por la Compañía de Ida
de Auber, por Ida Edelvira. Edelvira.
P rim er acto de la óp. “ Torcuato
T asso” , de D onizetti, por Ida Edel
v ira y Federico Tati.
“ L a Calesera” , canción de Y radier,
por Ida Edelvira.
“ Los Puritanos” , óp. completa de
Ultim o acto de la óp. “ E rnani” , de
Bellini ( V e r reparto del 13 de
Verdi, por Ida Edelvira y Federico
A go sto).
y F elipe Tati.
ció del
376
Setiembre, 12.
“ Le panier fleu ri” , opereta de Tho-
" L a hija ,
D onizetti, por la
Setiembre, 15.
“ L u cía de Lamm ermoor” , óp. com
pleta por la Compañía de i pleta de Donizetti, por la Compañía
Lírica Francesa, con el siguiente
osto, 29.
“ N orm a” , óp. completa de Bellini,
por la Compañía de Ida Edelvira.
Setiembre, 18.
“ El Dominó N egro” , óp.
de A uber ( V e r reparto d<
Setiem bre).
Setiembre, 23.
“ L a Dama
de Boieldieu.
Setiembre, 8.
“ El Chalet” , oper< o Señor de la A ld ea” ,
a de Boieldieu, por la
Compañía L írica Francesa.
O ctubre, 9. O ctu b re, .
( P R IM E R A “ El C a id ’’ °p. co™Plet* ,de T h °-
ttt t tR
d tUt mas, por la Compañía L in c a Fran-
A U D IC IO N PARA EL U
G U A Y ) , óp. completa de Donizetti,
“ F ra D iavolo” , óp.
¡§ | £ s r r
S t o c í s boSurng Ma:CO
Octubre, 10.
“ L e pré aux clercs” , opi
pleta de Hérold, por la
Octubre, ¿y.
“ Los Capuletos y los Montescos” ,
(P R IM E R A A U D IC IO N P A R A
E L U R U G U A Y ) , óp. completa de
Bellini, con el siguiente
A ria de la óp. “ El Asedio de Co-
" L a F avorita” , (P R IM E R A A U rinto” , de Rossini, por Anita.
D IC IO N P A R A E L U R U G U A Y ) “ Le Panier Fleu ri” , opereta en un
óp. completa de Donizetti, por la acto de Thom as, por la Compañía
Compañía L írica Francesa con L írica Francesa.
Emon, Guillemet, D esveaux, A nita,
Noviembre, 19.
“Comercio del Plata”, 1-2-3-XI-1852.
“ A tila ” , óp. completa de Verdi.
( V e r reparto del 13 de Noviembre
Noviembre, 7. de 1852).
“Comercio del Plata”, i 9-XI-,8S2.
“ El Dominó N egro” , óp. completa
de Auber, por la Compañía L írica
Noviembre, 21.
Francesa.
" L a Favorita” , óp. completa de
Donizetti, por la Compañía Lírica
Francesa.
Noviembre, 10.
"L a Favorita” , óp. completa de
Donizetti, por la Compañía L írica Noviembre, 24.
Francesa. “ L u cía de Lamm ermoor” , óp. com
“Comercio del Plata”, 8 x1-1852. pleta de Donizetti, con el siguiente
reparto :
Noviembre, 12.
"F r a D iavolo” , óp. completa de
Auber. (V e r reparto del 24 de O c
tubre de 1852).
reparto :
Noviembre, 27.
“ E l Dominó N egro” , óp. completa
de A uber, por la Compañía Lírica
Francesa.
Noviembre, 28.
Noviembre, 18. E N E L T E A T R O DE L A V IL L A
D E L A U N IO N .
“ L a batalla de M onte-Caseros” , Concierto vocal a beneficio de la
cuadrilla militar de Prosper Fleu soprano M argarita Lemus en el que
riet, dirigida por su autor. se cumplió el siguiente p ro gram a:
“ L a H ija del Regimiento” , óp. com
pleta de Donizetti, con el siguiente 1.* P arte
reparto : O bertura ( ? ) .
A ria de la óp. “ El Barbero de Se
v illa” , de Rossini, por A ngel Chio-
379
“ El Chalet” , óp.. completa de Adam
O bertura de Bellini.
y
Cavatina de la óp. “ Los Capuletos “ L a H ija del Regim iento", óp.
y los Montescos” , de Bellini. por completa de Donizetti, por la Com
M argarita Lemus. pañía L írica Francesa.
D úo de la óp. “ Lucía de Lam m er
m oor” , de D onizetti, por M arg a
rita Lemus y A ngel Scotto.
Diciembre, 11.
3.* P arte
‘‘La embajadora” , óp. completa de
Dúo de la óp. “ E lix ir de am or” , A uber, por la Compañía Lírica
de Donizetti, por M argarita Lemus Francesa.
y A ngel Chiodini. “ L a batalla de M onte-Caseros” ,
cuadrilla de Prosper Fleuriet, bajo
la dirección de su autor.
Diciembre, 2.
“ Los diamantes de la corona” , óp.
completa de Auber, por la Compa
ñía L írica Francesa.
“ Los Capuletos y los Montescos”
óp. completa de Bellini. ( V e r re
parto del 27 de O ctubre de 1852).
D iciembre, 4.
“ Lucía de Lamm ermoor” , óp. con
pleta de Donizetti, por la Compañ
icmbre, 16.
“ El Chalet” , óp. completa de Adam
Diciembre, 6.
“ Clara de Rosenberg” , ( P R IM E R A “A tila” , óp. completa de Verdi.
A U D IC IO N PARA E L URU ( V e r reparto del 13 de Noviem bre
G U A Y ) , óp. completa de Ricci,
con el siguiente
Diciembre, 19.
Diciembre, 8.
E N E L T E A T R O D E L A V IL L A
“ C lara de Rosenberg” , óp. comple
D E L A U N IO N .
ta de Ricci. (V e r reparto del 6 de
M iscelánea vocal e instrumental en
Diciembre de 1852).
la que se cumplió el siguiente pro-
380
“ U na voce poco fa ” , de la óp. “ El
Barbero de S evilla” , de Rossini, por
M argarita Lemus.
“ Casta D iv a” , de la óp. “ N orm a” ,
de Bellini, por el flautista Jacinto
Galliardi.
Diciembre, 25.
3.* P arte
“ A tila” , óp. completa de Verdi.
C avatina de la óp. “ E lix ir de am or” , ( V e r reparto del 13 de Noviem bre
de Donizetti, por A ngel Chiodini. de 1852).
Dúo de la misma óp., por M argarita
Lemus y A ngel Chiodini.
(V e r
>852)
“ L a e xtran jera” , (P R IM E R A A U
D IC IO N P A R A E L U R U G U A Y )
1853
Enero, 2. r e p a rto :
Enero, 16.
" L a extranjera” , óp. comp “ Lucía de Lammermoor” , óp. com
Bellini, por Enrique Rossi pleta de Donizetti, por Enrique
Eugenio Luisia y Rosa O livieri de “ )sa O livieri de
381
"L o s Capuletos y los Montescos” ,
óp. completa de Bellini. ( V e r re
parto de 27 de Octubre de 1852).
2.“ P arte
Enero, 25. "H erm ana Jocrisse” , vaudeville de
Concierto con motivo del “ debut” V errier y D uvert, con el siguiente
de Ida E d e lv ir a :
3.* P arte
&Z„.
A ria de la óp. “ El Dominó N egro” ,
de Auber, por Ida Edelvira.
Dúo de la óp. “ Roberto D evereaux” , Febrero, 2.
de Donizetti, por Ida E d elvira y
Federico Tati. “ A tila ” , óp. completa de Verdi.
(V e r reparto del 13 de Noviembre
de 1852).
4.* P arte
“Comercio del Plata”, 31-1- y 1-11-1853-
Ultim o acto de la óp. “ Torcuato
Tasso” , de D onizetti, por Federico
Febrero, 4.
Tati y coros.
A ria de la óp. “ Los mesnaderos” , Miscelánea de piano, canto y de
de Verd i, por Ida Edelvira. clamación a beneficio del Profesor
Enrique Palmarini.
“Comercio del Plata” , 22-1-1853.
Enero, 30.
EN E L T E A T R O D E L A V IL L A “ Marcha fúnebre sobre la muerte
D E L A U N IO N . de Carlos A lberto” , compuesta y
ejecutada al piano por Enrique
Palmarini.
En homenaje a la Sra. de Prosper
“ El paseo de los sepulcros” , aria
Fleuriet, la Compañía Francesa
compuesta y ejecutada por Enrique
ofrece el siguiente pro gram a:
Palmarini.
Variaciones para piano ( “ con un
1.* P arte solo dedo de la mano derecha, y
acompañamiento de b ajo” ) com
“ D e Indiana y Charlem agne” , vau- puestas y ejecutadas por el anterior.
deville cantado, de Boyard y Du- “ Como e serena la tomba” , aria
manoir, con el siguiente compuesta y ejecutada por el mismo.
382
"L os mesnaderos” , óp. completa de
Polcas y valses, compuestos y eje- Verd i. (V e r reparto del 13 de Ene-
cutados por Enrique Palmarini. ro j g 1853).
M arzo, n .
"C lara de Rosenberg” , óp. completa
"Las prisiones de Edinburgo” ,
de Ricci.
(P R IM E R A A U D IC IO N P A R A
“Comercio del Plata”, 3-4-11-1853.
E L U R U G U A Y ) , óp. completa de
Ricci con el siguiente
Febrero, 10.
"E rnani” , óp. completa de Verdi. repar to :
Febrero, 7J.
"Lind a de Cham ounix” , óp. com
pleta de Donizetti, con el siguiente
reparto :
Marzo, 27.
“ Norm a” , óp. completa de Bellini,
con el siguiente
lagdalena ............... Magdalena Lemus
“Comercio del Plata”, 17-11-1853. repar to :
Febrero, 20.
“ Linda de Cham ounix” , óp. com “ Las prisiones de Edinburgo” , óp.
pleta de Donizetti. ( V e r reparto del completa de Ricci. (V e r reparto
13 de Febrero de 1853). del 11 de M arzo de 1853).
“Comercio del Plata”, 19-11-1853-
A bril, 4.
“ Los Capuletos y los Montescos” ,
“ Linda de Cham ounix” , óp. com
óp. completa de Bellini, por la Com
pleta de Donizetti. (V e r reparto
pañía O livieri-Luisia.
del 13 de Febrero de 1853).
383
A b ril, 10. “ El inglés turista” , escena cómica,
M iscelánea vocal a beneficio de Ida por Zimmerman.
Edelvira en la que intervienen la “ Le Parrain en A dvent” , chanso-
beneficiada y Felipe y Federico nette de Lesoneur, por Clotilde
Favrichon.
A bril, 13.
Obertura.
“ El Tem plario” , (P R IM E R A A U “ O jo y nariz” , vaudeville de Paul
D IC IO N P A R A E L U R U G U A Y ) de Koch, con el siguiente
óp. completa de Nicolai, con d si
guiente reparto :
reparto :
A bril, ip.
“ El Tem plario” , óp. completa de
Nicolai. (V e r reparto del 13 de
A bril de 1853).
A bril, 15. “Comercio de! Plata”, 15-IV-1853.
“ Linda de Cham ounix” , óp.
pleta de Donizetti. (V e r repartí
13 de Febrero de 1853).
óp. completa de
A bril, 16.
A beneficio de la actriz Clotilde
F av ric h o n : A bril, <?/.
"Los Lombardos” , ( P R IM E R A
A U D IC IO N PARA EL URU
G U A Y ) , óp. completa de Verdi.
“ L a seconde année ou A qui la “Comercio del Plata” , 25-26-1v-185.?.
faute” , vaudeville en un acto de
Scribe y Mélesville, con el siguiente
Mayo, i.°.
“ C lara de Rosenberg” , óp. completa
de Ricci.
“Comercio del Plata”, .?o-iv-i8S.?.
Egmont ................. Cha
Mayo, 6.
A l final, Clotilde F avrichon canta “ Lu isa M iller” , ( P R IM E R A A U
una aria de la óp. “ L a F avorita” , D IC IO N P A R A E L U R U G U A Y )
de Donizetti. óp. completa de Verd i. con el si
guiente
2." P arte
Obertura.
“ Mon coeur” , romanza de Arm and,
por Clotilde Favrichon.
Dúo de la óp. “ L u cía” , de D oni
zetti, por Charles y A lcide Clavel.
A ria de la óp. “ El Barbero de Se
v illa” , de Rossini, por Ida Edelvira.
384
TEATRO.
VIERNES u DE NOVIEMBRE DE i8a5.
ARMIDA Y REINALDO,
A continuación la Se&orita Hernández recitará el Monólogo de
MARIQUITA L 4 GOLOSA,
Seguirá la representación de la pieza Francesa, que lu merecido la apro
bación de lo s primeros Teatros, nominada:
TRAMAS DE GARULL A ,
el Gracioso desempeñará cinco caracteres diversos.
38 5
M a y o , 8.
“ Las prisiones de Edinburgo” ,
óp. completa de Ricci. ( V e r reparto
del i i de M arzo de 1853).
“Comercio del Plata”, 8-V-1853.
Mayo, 11.
“ Luisa M iller” , óp. completa de Variaciones para piano sobre la óp.
Verd i. (V e r reparto del 6 de Mayo “ A na Bolena” , de D onizetti, ejecu
de 1853). tadas por Rosa O livieri de Luisia
Escena y dúo de la óp. “ Los dos
F oscari” , de Verd i, por Angelina “ Camino de Fierro” , vals cantado
Ghioni y Enrique Rossi Guerra. por la misma.
Terceto de la óp. “ Una aventura
“ Comercio del Plata”, 9-10-V-1853. de Scaram uccia” , de Ricci, por En
rique Rossi G uerra, José O livieri
Mayo, 19. y Rosa O livieri de Luisia.
“ E lixir de am or” , óp. completa de
Donizetti, con el siguiente
Junio, 14.
reparto :
A beneficio de la contralto Em ilia
Lam b ra:
Segundo y T ercer acto de la óp.
“ Las prisiones de Edinburgo” , de
Ricci. ( Ver reparto n de M arzo
de 1853).
Miscelánea vocal, por Em ilia Lam
Mayo, 22. bra, Eugenio Luisia, Rosa O livieri
“ L a s prisiones de Edinburgo” , óp. de Luisia, etc.
completa de Ricci. ( V e r reparto del “Comercio del Plata”, 9-VI-1853.
11 de M arzo de 1853).
“ Comercio del Plata”, 22-V-1853.
“ Linda de Cham ounix” , óp. com
Mayo, 26. pleta de D onizetti. (V e r reparto
“ Ernani” , óp. completa de Verdi, del 13 de Febrero de 1853).
por la Com pañía O livieri-Luisia. “Comercio del Plata”, 18-VI-1853.
Junio, 24.
Junio, i.°. "L u cía de Lamm ermoor” , óp. com
“ E lix ir de amor” , óp. completa de pleta de Donizetti, por la Compañía
Donizetti. (V e r reparto de 19 de O livieri-Luisia.
M ayo de 1853).
386
J u lio , 14.
Dmpleta de “ E l Barbero de Sevilla” , óp.
Verd i. (V e r i 13 de Ene- pleta de Rossini. ( V e r repartí
ro de 1853). 11 de Junio de 1853).
En el “ S A L O N D E L B A I L E
M O N T E V ID E A N O ” a beneficio “ A tila ” , óp. completa d.
de Miguel Ligu o ri y Luis G a t t i: la Compañía O livieri-L
la danza” , de W eber,
por el pianista A lberto Bussmayer.
Dúo de la óp. “ L a V estal” , de
Spontini, por Rosa O livieri de L u i
sia y Miguel Liguori.
Romanza de la óp. “ Los Lom bar
dos” , de Verdi, por Pedro Figari.
Dúo de la óp. “ Macbeth” , de Verdi,
vocal sobre la base de
por Rosa O livieri de Luisia y Eu- ;ras, a beneficio de Fe-
lipe T ati
a ti y con intervención de Ida
Edelvira :1 beneficiado.
387
A gosto, i i y 14. Agosto, 26.
“ Los dos F oscari” , óp. comple! “ M arino F aliero” , ( P R I M E R A
Verdi, con el siguiente A U D IC IO N PARA EL URU
G U A Y ) , óp. completa de Donizetti,
con el siguiente
Agosto, 13.
“ El Tem plario” , óp. completa de
Nicolai. (Interviene A ngel Lago
m arsino). (V e r reparto del 13 de
Abril de 1853).
“Comercio del Plata”, ii-viii-i8S3.
A gosto, 2S.
A gosto, 17. “ Linda de Cham ounix” , óp. com
“ E l Barbero de Sevilla” , óp. com pleta de D onizetti. ( V e r reparto
pleta de Rossini. (V e r reparto del del 13 de Febrero de 1853).
11 de Junio de 1853).
“Comercio del Plata”, 1S-16-17-VHI-1853.
A gosto. 21.
“ L a Italiana en A rg e l” , óp. com Setiembre, 4.
pleta de Rossini, por la Compañía “ Los dos F oscari” , óp. completa de
Olivieri-Luisia. Yerd i. ( V e r reparto del 11 de
“ L a Cabaña del tío To m ” , polca A gosto de 1853).
por la orquesta.
388
r e pa r t o :
Setiembre, 15.
“ Belisario” , (P R IM E R A A U D I
C IO N P A R A E L U R U G U A Y ) ,
óp. completa de Donizetti con el
siguiente
reparto :
Octubre, 7.
“ L a Judía” , óp. completa de H a
levy. ( V e r reparto del 3 de O c
tubre de 1853).
Setiembre, 18. “Comercio del Plata”, 5-6 / x-1853.
“ Belisario” , óp. completa de D oni
zetti. (V e r reparto del 15 de Se O ctubre, 8.
tiembre de 1853). “ N orm a” , óp. completa de Bellini.
“Comercio del Plata”, 18-IX-1853.
389
REPARTO: Octubre, 23.
“ Ernani” , óp. completa de Verdi,
por la Compañía de Ida Edelvira.
Octubre, 25.
“ Los mosqueteros de la R eina” ,
óp. completa de H alevy. ( V e r re
parto del 22 de O ctubre de 1853).
“Comercio del Plata”, 25-X-1853.
Octubre, 14.
‘‘L a F avorita” , óp. completa de Octubre, 27.
Donizetti, con el siguiente “ Ernani” , óp. completa de Verdi,
por la Compañía de Ida Edelvira.
reparto : “Comercio del Plata”, 26-X-1853.
Octubre, 28.
“ La F avorita” , óp. completa de
Donizetti.
“Comercio del Plata”, 27-X-1853.
Octubre, 10.
“ L a F avorita” , óp. completa de
D onizetti. (V e r reparto del 14 de
O ctubre de 1853).
“Comercio del Plata”, 15-X-1853.
390
REPARTO : N o v ie m b r e, 12.
"Zam pa” , óp. completa de Hérold.
( V e r reparto del 4 de Noviembre
DanW° .. . . Leon^Chateaufort
de 1853).
“Comercio del Plata”, io-x-1853.
Rita ................... Stephanie
“Comercio del Plata” , 2-3-XI-18S3.
Noviembre, 13.
1 .* P arte
Noviembre, JJ.
O bertura de la óp. “ Nabucco” , de E N E L T E A T R O D E L A V IL L A
Verdi. D E L A U N IO N . A ria de la óp.
Dúo de la óp. “ A tila ” , de Verdi, “ Los dos F oscari” , de Verdi, por
por Eduardo Rivas y Pedro Figari. Benito G alasi y orquesta. (E n la
Cavatina de la óp. “ Nabucco” , de representación de la Compañía de
Verdi, por A ngelina Ghioni. M arionetas).
3.* P a r te
reparto :
Noviembre, ó.
“ Lucía de Lammermoor” , óp. com
pleta de Donizetti. (V e r reparto del
29 de Octubre de 1853).
“Comercio del Plata”, 5 x1-1853-
Noviembre, 7.
“ Zampa” , óp. completa de Hérold. Noviembre, 18.
(V e r reparto del 4 de Noviembre “ L a muda de P ortici” , óp. completa
de 1853). de A uber. ( V e r reparto del 15 de
Noviem bre de 1853).
391
Quinteto de la óp. “ Lucía de Lam
“ Zampa” , óp. completa de Hérold. mermoor” , de Donizetti, por la Srta.
(V e r reparto del 4 de Noviem bre Tomkinson y los Sres. A m at, K ru
de 1853). tish, Carlos Guido y Klengel.
“Comercio del Plata”, 20-xi-i 8S3.
Noviembre, 23.
Concierto, por la “ Sociedad F ilar
óp. completa de Verdi. mónica” . Posiblemente trátase del
( v <ír reparto del 17 de Noviem bre mismo concierto anterior, traslada
do al día 23.
1 .* P arte
O bertura de la óp. “ La Em bajado
‘L a F avorita” , óp. completa de D o ra” , de Auber.
Plegaria de la óp. “ Moisés en E g ip
nizetti. (V e r reparto del 14 de O c
to” , de Rossini, por Coros y solis-
tubre de 1853).
“Comercio del Plata”, 21-22-XI-1853.
“ E 1 A d iós” , duettino de Donizetti.
Romanza de la óp. “ El Padre Gai-
Noviembre, 22. llard” , de Reber.
T ercer concierto de la “ Sociedad Dúo para violín y piano, de Bériot.
Filarm ónica” . “ El v iaje ro” , lied de Franz Schu-
bert.
1.* P arte Canción, de Fesca.
Solo de concertino sobre motivos
Cavatina de la óp. “ Nabucco” , de de la óp. “ O beron” , de W eber.
Verdi, por Eduarda Mansilla. Serenata de la óp. “ Don Pascuale” ,
Solos de la óp. “ Moisés” , de Rossi de Donizetti.
ni, por la Srta. Tomkinson y los “ El ruiseñor” , romanza para canto,
Sres. K rutish y K lengel. flauta y piano, de Kummer.
“ E l A d iós” , duetto de salón, por la Dúo de la óp. “ Gemma de V e r g y ” ,
Srta. Vázquez y José Am at. de Donizetti.
Dúo para violín y piano, por los 2.* P arte
Sres. V aeza y Preti.
Canciones alemanas, por el Sr. K ru O bertura de la óp. “ L a trompeta
tish. del P ríncipe” , de Bazen.
Solo de concertino, por el Sr. Zie- Coro de la óp. “ L a E x tran je ra” , de
semann. Bellini.
“ E l ruiseñor” , romanza para canto T río para violín, piano y violoncelo,
y flauta, por la S rta. Tomkinson y de H ertz.
el Sr. Elía. Dúo de la óp. “ Elena da F eltre” ,
de Mercadante.
“ E ra mentira, soñé” y “ Sus ojos” ,
romanzas de José Amat, cantados,
T río para violín, piano y violon por su autor. (Estos romances per
celo de Mayseder, por Valentina tenecen a la Colección de las M e
Illa de Castellanos, L u is Preti y lodías Brasileras, compuestas por
Carlos Guido. D. José Amat, vertidas libremente
Dúo de la óp. “ Elena da F eltre” , al castellano por Carlos G uido).
de ( ? ) , por la Srta. Tomkinson y Variaciones para flauta y piano,
Carlos Guido. sobre un tema alemán de Bohm.
“ E ra mentira, soñé” y “ Sus ojos” , Invocación de la óp. “ Roberto el
romanzas de José Am at, por su D iablo” , de Meyerbeer.
autor. “ Invitación al vals” , de W eber.
Variaciones para flauta y piano Coro de la óp. “ M aría P adilla” , de
sobre un motivo alemán, por los D onizetti.
Sres. V a eza y Elía.
392
Judía”, óp. completa de Hale- j uan Pa))i0 sardou
& > . reparto del 3 de Octubre
Noviembre, 29.
"Los Lombardos en la Prim era Cru
zada”, óp. completa de Verdi, con
Verdi. ( Ver reparto del 26 de No-
viembre de 1^53).
1.* P arte
3.* P a r te
“Las Bodas de Juanita”, óp. com por la Compañía
pleta de Massé con el siguiente
393
Diciembre, 9. D iciem bre, 22.
“ Las Bodas de Juanita” , óp. com “ Carlos V I ” , (P R IM E R A A U D I
pleta de Massé. ( V e r reparto del C IO N P A R A E L U R U G U A Y ) ,
28 de Noviem bre de 1853). óp. completa de H alevy, por la
“ L a Favorita", tercer acto de dicha Compañía L írica Francesa, que
óp. de D onizetti, por la Compañía dirige Prosper Fleuriet.
Francesa bajo la dirección de Pros-
per Fleuriet.
Diciembre, 11.
“ M acbeth” , óp. completa de Verdi. Diciembre, 29.
(V e r reparto del 17 de Noviem bre
de 1853). Actos, i.°, 2.0 y 3.0 de la óp. “ Los
“Comercio del Plata”, ii-xn-1853. Mosqueteros de la Reina” , de H a
levy, por la Compañía L írica F ran
Diciembre, iS. cesa, que dirige Prosper Fleuriet.
“ L a muda de P ortici” , óp. completa “ Las Bodas de Juanita” , óp. com
de Auber. (V e r reparto del 15 de pleta de Massé. ( V e r reparto del
Noviem bre de 1853). 28 de Noviem bre de 1853).
1854
“ Las Bodas de Juanita” , óp. com
“ Zam pa” , óp. completa de Hérold. pleta de Masé, por la Compañía
(V e r reparto del 4 de Noviembre L írica Francesa.
de 1853).
A ria de la óp. "L e pré au x clercs” ,
de Hérold, por Elisa Lucas.
Enero, 15.
Solo de violín, por Luis Preti.
“ Los M ártires” , óp. completa de
Donizetti, por la Com pañía Lírica
Enero, 6. Francesa.
“ Los M ártires” , ( P R IM E R A A U
D IC I O N P A R A E L U R U G U A Y )
óp. completa de Donizetti, por la Enero, 19.
Compañía L írica Francesa.
“ L a muda de P ortici” , óp. comple
“ Comercio del Plata”, 4-1-1854.
ta de A uber, por la Compañía L í
rica Francesa. (V e r reparto del 15
de Noviem bre de 1853).
“ Los M ártires” , óp. completa de
D onizetti, por la Compañía Lírica
Francesa.
Enero, 22.
1.* P arte
394
2.* P arte F ebrero , 23.
“ Roberto el D iablo” , óp. completa
A ria de la óp. “ N orm a” , de Bellini, de Meyerbeer, por la Compañía
por Elisa Lucas. L írica Francesa.
A ria y coros de la óp. “ O telo” , de
“ Comercio del Plata”, 22-11-1854.
Rossini, por M arioz y coro.
A ria de la óp. “ Robin de los Bos
ques” , de Haber, por la Sra. R e Marzo, 7.
nonville. M iscelánea vocal de operetas fran
cesas, por la Compañía Lírica
3.* P arte Francesa.
“Comercio del Plata”, 6-7-111-1854.
Segundo acto de la óp. “ Guillermo
T e ll” , de Rossini. Función de la M arzo, 12.
de la Compañía L írica Francesa. Concierto del violinista argentino
“Comercio del Plata”, 22-1-1854. V ícto r Guzmán, acompañado por
el Sr. Lambra.
Enero, 26.
“ L a Sirena” , óp. completa de A u 1." P arte
ber, por la Compañía L írica F ran
cesa con M arioz, Sardou, Sotto, Rom anza de la óp. “ Don Sebas
Halvin, Elisa Lucas y Stephanie. tián” , de D onizetti, por Sardou.
A ria de la óp. “ Don Sebastián” ,
Enero, 29. de D onizetti, por Sardou.
A ria de la óp. ‘‘Semíramis” , de
" L a Sirena” , óp. completa de A u
Rossini, por Elisa Lucas.
ber, por la Compañía L írica Fran-
A ria de la óp. “ Los Lombardos” ,
de Verd i, por Renonville.
“Comercio del Plata”, 28-1-1854.
“ Recuerdos de Bellini” , fantasía
sobre motivos de la óp. “ L a So
Febrero, 2. námbula” , y “ El Pirata” , ejecuta
Segundo acto de la óp. “ L a muda das al violín, por V ícto r Guzmán.
de P ortici” , de Auber.
Miscelánea vocal, por la Compañía 2.* P arte
Lírica Francesa.
A ria de la óp. “ Los dos F oscari” ,
de Verdi, por M arioz.
Dúo de la óp. “ Lucía de Lamm er
Febrero, 12. m oor” , de Donizetti, por M arioz y
“ Zampa” , óp. completa de Hérold. Sardou.
(V e r reparto del 4 de Noviembre “ Las H ijas del Plata” , “ polca
de 1853). compuesta y ejecutada por el señor
Guzmán en el nuevo instrumento
ruso de p aja y madera” .
Febrero, 15. V a ls sobre motivos de “ El C arna
“ Roberto el D iablo” , ( P R IM E R A val de V en ecia” , ejecutado por
A U D IC IO N PARA EL URU Guzmán en el mismo instrumento.
“Comercio del Plata”, 11-111-1854.
G U A Y ) , óp. completa de M eyer
beer, por la Compañía L írica
Francesa. M arzo, 25.
Miscelánea vocal e instrum ental:
F antasía para violín, sobre el aria
Febrero, 19. final de la óp. “ Lucía de Lam m er
m oor” , de D onizetti, por V íctor
“ Los M ártires” , óp. completa de
Guzmán.
Donizetti, por la Compañía L írica
V ariaciones para violín sobre mo
Francesa.
tivos de la óp. “ Los dos F oscari” ,
de Verd i, por el mismo.
395
Quijano.
“ Las H ijas del P lata” , polca, de
V ícto r Guzmán,
Mayo, 14.
Concierto de despedida “ M aría
nista argentino V ícto r G u zm án :
Concierto para violín y orquesta,
1854).
de Bériot, por V ícto r Guzmán.
"Recuerdos de Bellin
bre las óperas “ L a i Mayo, 18.
“ El P irata” , por V i “ Una aventura de Scaram uccia” ,
" L a Cachucha” , ha (P R IM E R A A U D IC IO N P A R A
E L U R U G U A Y ) , óp. completa de
caída de Rosas” , gran polca Ricci, con el siguiente
tada por V ícto r Guzmán en el
miento de paja y madera.
H ijas del PJata” , polca de
r Guzmán ejecutadas en el
de Scaram uccia” ,
óp. completa de Ricci, por la Com
pañía O livieri-Lu isia. (V e r reparto
del 18 de M ayo de 1854).
Mayo, 25.
“ A tila” , óp. completa de V e r
( V e r reparto del i.° de Mayo
i8 5 4 )- .
Mayo, 28.
“ Clara de Rosenberg” , ( P R IM E
R A A U D IC IO N P A R A E L U R U
G U A Y ) , óp. completa de Ricci.
396
“ Marino Faliero” , óp. completa de J u n io , 29.
Donizetti. (V e r reparto del 12 de “ S a fo ” , óp. completa de Pacini.
Mayo de 1854). (V e r reparto del 25 de Junio de
1854)-
Junio, 5.
Julio, 2.
“Una aventura de Scaram
óp. completa de Ricci. (V er 1 “ La
del 18 de Mayo de 1854).
F oscari” ,
W U S -..,
las.
m ar Julio, 6.
“ S a fo ” , óp. completa de Pacini.
(V e r reparto del 25 de Junio de
1854).
de Ricci. (V e r reparto
M ayo de 1854).
Junio, 25.
“ S a fo ” , (P R IM E R A A U D IC IO N Julio, 75.
P A R A E L U R U G U A Y ) , óp. com
pleta de Pacini, con “ Ern;
397
O, Jó.
■
‘S a fo ” , óp. completa de Pacini.
(V e r reparto del 25 de Julio de
1 854).
Agosto, 24.
“ Gemma de V e r g y ” , óp. completa
de Donizetti, con el siguiente
A gosto, 10.
"L o s M esnaderos” , óp. completa de
Verdi. (V e r reparto del 9 de Julio
de 1854), con la variante de que Agosto, 27.
el papel de A rm inio está a cargo
“ El Barbero de S evilla” , óp. com
de Francisco D e-G iorgio).
pleta de Rossini, en la cual Josefina
A m ey hace de Rosina.
“Comercio del Plata”, 26-VHI-1854.
Agosto, 13.
“ Los Capuletos y los Montescos” , Agosto, 30.
óp. completa de Bellini por la Com “ Los Capuletos y los Montescos” ,
pañía O livieri-Luisia. óp. completa de Bellini, por la
Compañía O livieri-Luisia.
Agosto, 18.
Setiembre, 3.
"Los falsos monederos, ó sea Eu-
tiquio y S in forosa” , ( P R IM E R A “ Los falsos monederos” , óp. com
A U D IC IO N PARA E L URU pleta de Rossini. ( V e r reparto del
G U A Y ) , óp. completa de Lauro 18 de A gosto de 1854).
Rossi, con el siguiente “Comercio del Plata”, 2-1X-1854.
398
S e tie m b re , 7. S e tie m b re , 2 j.
"L a s Prisiones de Edinburgo” , óp. “ L a Italiana en A rg e l” , óp. com
completa de Ricci, a beneficio de pleta de Rossini. a beneficio de
Enrique Rossi Guerra, con el si C arolina Lanzani. (V e r reparto del
guiente 2 de Julio de 1854).
repar to :
Duque de Argil ---- Juan Pruzzo
SSfu-üi-::::: » « ^ . G2SSi
de la óp. “ Luisa Mi-
Octubre, 7.
“ Los dos F oscari” ,
Cenicienta” , óp.
de Verdi y fragmer de la óp.
beneficio de
“ Colum ella” , de Fio ti. (V e r
el siguiente
reparto del 8 de Jul 1854).
Octubre, 12.
“ Chi dura vince” , (P R IM E R A
A U D IC IO N PARA EL URU
A ria del O ratorio “ El G U A Y ) , óp. completa de Ricci, con
Haendel, por Silvestre Stanfield. el siguiente
Dúo del “ Stabat M ater” , de Ros
sini, por Rosa O livieri de Luisia y
Josefina Am ey.
Sin fonía G uerrera ( ? ) , por F ran
cisco D e-Giorgio.
Octubre, 15.
v T afc o n d Segundo de la óp. “ Los dos
Foscari” , de V
Escena y aria
399
Escena y aria de la óp. “ Los M ár “ Casta D iv a” , de la óp. “ Norm a” ,
tires” , de D onizetti. de Bellini, por E lisa Lucas.
Escena y aria de la óp. “ S a fo ” , de T ercer acto de la óp. “ Roberto el
Pacini. D iablo” , de M eyerbeer, por Sardou,
“Comercio del Plata”, 15-X-1854. E lisa Lucas y Marioz.
“Comercio del Plata”, 9-10-XII-1854.
Octubre, 16.
“ L a Cachucha” , bailada por Eloísa Diciembre, 16.
Q uijano, a beneficio de Petronila “ P olca” , bailada por Benjamín
Serrano. Quijano.
“Comercio del Plata” , 15-X.1854. “Comercio del Plata”, 13-XII-1854.
Noviembre, Diciembre, 23.
“ Los Capuletos y los Montescos” , “ El sueño de una noche de verano” ,
óp. completa de Bellini, a beneficio (P R IM E R A A U D IC IO N P A R A
del Hospital Italiano, con el sí - E L U R U G U A Y ) , óp. completa de
Thom as, a beneficio de Sardou.
con el siguiente
reparto :
reparto :
Diciembre, 28.
“Comercio del Plata”, 1x1-1854.
“ Buenas noches Don Sim ón” , zar
Noviembre, 24. zuela completa, música de Cristó
bal Oudrid, letra de Luis Olona.
“ Geroma la castañera” , zarzuela
que contiene los siguientes núm eros:
completa de M ariano Soriano F u er
Barcarola, por el Sr. Sirera, M i
tes, por la Compañía de Micaela
caela Rocca, C ristina y Sr. Fernan
do Quijano.
Quinteto, por las Sras. Micaela
Diciembre, 14. Rocca, Cristina . y Sres. Fernando
M iscelánea vocal a beneficio de Q uijano, Hernández y Gutiérrez.
M arioz, por la Compañía Lírica A rieta cómica, por Sirera.
F ran c esa: “ Buenas noches Don Sim ón” , por
Cuarto acto de la óp. “ L a Judía” , M icaela Rocca, Cristina y P etro
de H alevy, por Sardou y Marioz. nila Serrano y Fernando Quijano.
A ria de la óp. “ El Barbero de Se Final, coreado, por Micaela Rocca.
villa” , de Rossini, por Sardou. Petronila Serrano, Cristina, Fer
Escena final de la óp. “ Guillermo nando Q uijano y Sirera.
T e ll” , de Rossini, por M arioz. “Comercio del Plata”, 28-XII-1854.
1855
“ L u cía de Lamm ermoor” , óp. com “ Solo inglés” , bailado por Eloísa
pleta de D onizetti, a beneficio de Quijano.
Elisa Lucas con el siguiente “ Buenas noches Don Sim ón” , zar
zuela completa de Oudrid.
“Comercio del Plata”, 4-1-1855-
400
18 del corriente. El Sr. G uelfi di Febrero, 22.
rector de la orquesta, acompañado “ E lix ir de am or” , óp. completa de
de otros varios artistas, ejecutarán Donizetti. (V e r reparto del 17 de
varias piezas de música entre ellas Febrero de 1855).
algunas llegadas últimamente.
“Comercio del Plata” , 18-1-1855.
Febrero, 25.
Enero, 28. “ E l Juramento” , óp. completa de
“ El Juramento” , óp. completa de Mercadante. ( V e r reparto del 28
Mercadante, con el siguiente de Enero de 1855).
401
Marzo, 9. A bril, 19.
“ E rnani” , óp. completa de Verdi. “ E l Trovad or” , óp. completa de
(V e r reparto del 4 de F ebrero de Verdi. (V e r reparto del 14 de
A bril de 1855).
1855).
“Comercio del Plata”, 19-IV-1855.
Marzo, n .
“ Torcuato Tasso” , óp. completa de A bril, 20.
Donizetti. (V e r reparto del 7 de “ Geroma la castañera” , zarzuela
M arzo de 1855). completa, de M ariano Soriano
“Com -1855- Fuertes, por la Compañía de M i
caela Rocca.
M arzo, 17.
“ L uisa M iller” , óp. completa de
V erd i, con el siguiente Abril, 22.
“ El Trovad or” , óp. completa de
reparto : Verdi. ( V e r reparto del 14 de
A bril de 1855).
Conde de Walter .. Pedro Figari “Comercio del Plata”, 2i-iv-i8s5-
Rodolfo ............... Juan Comoli
A bril, 29.
Luisa ! ” ! ! ! " ! ! ! ! Sofía°Vera Lorini “ E l Trovad or” , óp. completa de
Laura ................... Carlota Cannonero
V erdi. ( V e r reparto del 14 de
“Comercio del Plata”, 16-111-1855- A bril de 1855).
“Comercio del Plata”, 29-1V-1855.
Marzo, 18.
“ Luisa M iller” , óp. completa de Mayo, 3.
V erd i. (V e r reparto del 17 de “ Ernani” , óp. completa de Verdi,
M arzo de 1855). a beneficio de S o fía V e ra Lorini.
( V e r reparto del 4 de Febrero de
r epar to :
A bril, 14.
“ El T rov ad or” , (P R IM E R A A U
D IC IO N P A R A E L U R U G U A Y )
óp. completa de V erd i, con el si LadyUMacbeth Softe Vef^Lorini
guiente Malcolm ............... Angel Chiodini
Macduff ............... Juan Comoli
reparto :
402
M a yo , 20. Ju n io , 3.
“ Macbeth” , óp. completa de Verdi. “ Los dos F oscari” , óp. completa de
(V e r reparto del 12 de M ayo de Verdi. ( V e r reparto del 31 de
iB55 )- M ayo de 1855).
Mayo, 23.
M iscelánea instrumental y vocal
con intervención de la arpista Mme. “ E l T rov ad or” , óp. completa de
de Belloc. V erdi. ( V e r reparto del 14 de
A bril de 1855).
1.* P arte “Comercio del Plata”, 4-5^1-1855-
Mayo, 27.
“ El Trovad or” , óp. completa de
“ M acbeth” , óp. completa de Verdi. V erd i. ( V e r reparto del 14 de A bril
( V e r reparto del 12 de M ayo de de 1855).
■855). “ Comercio del Plata”, i8-i9-vi-i855-
“Comercio del Plata” , 26-27-V-1855.
r epar to : REPARTO:
J im ioo,, 25.
25
“ Nabucco” , óp. completa de Verdi
fV p r reparto del 23 de Junio rl«
(V “Comercio del Plata”, i S-vh-i8SS.
1855)
Julio, 18.
“ El Trovad or” , óp. completa de
Junio, 29.
V erdi. ( V e r reparto del 14 de
“ E l Trovad or” , óp. completa de A bril de 1855).
V erd i. (V e r reparto del 14 de Abril “Comercio del Plata", 16-17^11-1855.
de 1855).
Julio, 24.
“ Lucía de Lamm ermoor” , óp. com
“ Boleras de León” , por A vila y su
pleta de Donizetti, protagonizada
pareja.
por Elisa Biscacianti.
“Comercio del Plata”, 6-VH1-1855.
Julio, 8.
“ E l T rov ad or” , óp. completa de “ Paso escocés” .
V erd i, (V e r reparto del 14 de A bril O bertura de la zarzuela “ Geroma
de 1855). la castañera” , de M ariano Soriano
Fuertes.
“ L a venta del puerto” , zarzuela en
Julio, 13. un acto de Cristóbal Oudrid, letra
de M ariano Fernández.
“ Luisa M iller” , óp. completa de
“Comercio del Plata”, 27^11-1855-
Verd i, con S o fía V e ra Lorini. (V e r
reparto del 17 de M arzo de 1855).
Julio, 29.
“ Nabucco” , óp. completa de Verdi.
Julio, 15. ( V e r reparto del 23 de Junio de
“ Nabucco” , óp. completa de Verdi. 1855).
(V e r reparto del 23 de Junio de
1855).
•1855- Julio, 31.
“ Linda de Cham ounix” , óp. com
Julio, 16. pleta de Donizetti, con el siguiente
“ E rnani” , óp. completa de Verdi,
con el siguiente r epar to :
repar to :
404
A g o sto , i.°.
“ P aca y Currillos ó sea El Jaleo
de los Mozos de Cád iz” , bailado
por los Sres. A vila y Martínez,
Eloísa Q uijano y Sra. María.
A gosto, 5.
“ Linda de Cham ounix” , óp. com
pleta de D onizetti. ( V e r reparto del
31 de Julio de 1855).
“Comercio del Plata”, 4-V111-1855.
Agosto, 7.
“Comercio del Plata”, 18-VI11-1855.
“ Polonesa” , bailada por Eloísa Qui-
Agosto, 20.
“ P aca y Currillo ó E l jaleo de los
mozos de Cád iz” , baile andaluz.
Agosto, p. "Jarabe A m ericano” .
“ Linda de Cham ounix” , óp. comple “ Buenas Noches don Sim ón” , zar
ta, de Donizetti. ( V e r reparto del zuela completa de Oudrid, música
31 de Julio de 1855). de Luis Olona.
“Comercio del Plata”, 19-VIII-1855.
Agosto, 12.
Agosto, 23-25 y 26.
“ E l Trovad or” , óp. completa de
Verd i a beneficio de las obras del “ R igoletto” , óp. completa de Verd i.
Hospital Italiano. (V e r reparto del ( V e r reparto del 18 de A gosto de
14 de A bril de 1855). 1855).
Setiembre, 13.
Agosto, 14.
“ R igoletto” , óp. completa de Verdi.
“ P aca y Currillo ó sea el Jaleo de ( V e r reparto del 18 de Agosto
los mozos de Cád iz” , bailado a be
de 1855).
neficio de M anuel A v ila ; él mismo,
M artínez, Eloísa Q uijano y M aría. “Comercio del Plata”, 22-25-26^,11-1855
“ E l jarabe am ericano” , por los mis-
Setiembre, 16.
“ E 1 Jaleo de Jerez” , por los mismos. “ Himno Patriótico” , "escrito por un
joven oriental con motivo de la sin
“Comercio del Plata”, 12-VIII-1855.
cera unión de los antiguos partidos
de la República en 29 de agosto
A gosto, 5. pasado, y puesto en música por el
“ Polonesa” , bailada por Eloísa Q u i maestro director de orquesta Sr. Do
jano y Martínez. minicetti. L a empresa lírica congra
túlase en poder por este medio con
tribuir para solem nizar aquel gran
Agosto, 18. dioso resultado del movimiento po
pular del 28 de A go sto del pasado
“ Rigoletto” , (P R IM E R A A U D I
C IO N P A R A E L U R U G U A Y ) ,
“ R igoletto” , óp. completa de Yerd i.
óp. completa de Verdi, con el si
guiente “Comercio del Plata”, 15-1x1855
405
S e tie m b re , /p. Dúo de la óp. “ R igoletto” , de V er-
“ Himno Patriótico” , de César D o di, por S o fía V e ra Lorini y Juan
minicetti. Comoli.
“ Linda de Cham ounix” , óp. comple “Comercio del Plata”, 6-X-1855.
ta de Verd i. ( V e r reparto del 31 Octubre, jp.
de Julio de 1855). “ Paso tirolés” , por Eloísa Q uijano
“Comercio del Plata”, 19-1x1855. a beneficio de su abuela Petronila
Setiembre, 21. Serrano, quien d ic e : “ A l cerrar mis
trabajos artísticos, que por el espa
“ R igoletto” , óp. completa de Verd i.
cio de 54 años he consagrado al
(V e r reparto del 18 de A gosto de
público M ontevideano la empresa
me ha consedido este día” .
l855)' “Comercio del Plata”, 19-X-1855.
Setiembre, 23. Octubre, 21.
“ El Trovad or” , óp. completa de V e r- Concierto del niño violinista Lio-
di. (V e r reparto del 14 de A bril
de 1855)- Variaciones sobre motivos d t la óp.
“ En el intermedio del i.° al 2 ° acto “ Lu cía de Lam m erm oor” , de D o
el S ’ Nessler pianista alemán, dis nizetti, de Debarbieri, por Lloverás
cípulo del conservatorio de París, (a l piano: D alm iro C osta).
tocará las siguientes piezas al pia Variaciones sobre mutivos de la
no-forte i.° Estudios de Concierto óp. “ B eatriz de Tenda". de D oni
por el Sr. Prudent. Y en el in ter zetti, por Lloverás (al piano: D al
medio del 2.0 al 3.0 acto “ L a ilus miro C osta).
tración del P ro feta” por el SR. F an tasía para piano, por Dalm iro
L iszt; y la “ L lu via de P erlas” , por
el Sr. Osborne” . “ Geroma la C astañer?” , zarzuela,
de M ariano Soriano Fuertes.
“Comercio del Plata”, 19-X-1855.
Setiembre, 25. Octubre, 25.
“ Lucía de Lamm ermoor” , óp. com
“ L a Cachucha” , bailada por Eloísa
pleta de Donizetti, por la Compa
ñía Lorini. Q uijano. „Comere.o dd pl ( „ ? 8
407
D ic iem b re , 20. D iciem b re, 2 j.
“ Los Contrabandistas de M álaga” , “ L a Inglesita” . baile general, d iri
baile andaluz b ajo la dirección del gido por Casas y Bueno.
Sr. Jiménez que consta de los si "E l T ío Canillitas o El Mundo Nue
guientes cuadros: i.°) Introducción, vo de Cádiz” , zarzuela completa de
2.0) Zapateado, por Jiménez y la Mariano Soriano Fuertes, letra de
Srta. Cánovas, 3.0) Fandango por José Sanz P érez, con el siguiente
el conjunto, 4.0) Paso del caballo, r e pa rt o :
por Cánovas y Jiménez, 5.0) Jarabe
madrileño, por el conjunto.
D iciembre, 22.
" E l rumbo m acareno” , baile anda
luz, por Casas.
“Comercio del Plata”, 2i-xii-i855-
Diciembre, 25.
Diciembre, 28.
"Buenas Noches don Sim ón” , zar “ Los M ajos de Rumbo” , tonadilla
zuela completa de Cristóbal Oudrid escénica por Matilde Larrosa y V a
por la Compañía Española de José lentina Rodríguez.
Enamorado, Valentina Rodríguez, " E l Jaleo de Jerez” , bailado por la
Compañía Española.
1856
ero, 1 5 .
“ Un día de T oros en el Puerto” ,
"B oleras Robadas” del “ Capricho” . bailado por la S ra. Bueno.
“ M alagueñas” , ambas por el Sr. C a "Jarabe veracruzan o” , por la misma.
sas, S rá. Bueno y cuerpo de baile.
408
4.*) V a ls de la locura.
“ F.l Paso de los Chales ó I-as N infas 5.*) P olka del tambor.
Encantadoras” , baile bajo la direc “ L a Jo fetá” , canción andaluza por
ción de Jiménez con in tervención de Valentina Rodríguez.
la Srta. Bueno y cuerpo de baile. "T ra m o ya” , zarzuela en un acto de
B arbieri.
Enera, 24.
"E l Duende” , 2.a parte de la zar F ebrero, 26.
zuela de Luis Hernando, letra de “ Geroma, la Castañera", zarzuela
Luis Olona. de M ariano Soriano Fuertes.
"Pas-de-deux” . por Bueno y Casas. “Comer-ic del Plata”, 25-26-11-1856.
“Comercio del Plata”, 23-1-1856. M arzo, i.°
Enero, 26. V a ls de Venus, e r ig id a por Casas.
"Jarabe A m ericano” , bailado por "G erom a. la Castañera” , a rzuela de
Bueno, Casas y cuerpo de baile. M ariano Soriano Fuertes.
“ Los quintos de Som osierra o el
Sargento M arco Bom ba” , baile ge
Marzo, 6.
neral por Casanova, José Enamo-
“ Jugar con Fu ego” , zarzuela de
“Comercio del Plata” , 26-1-1856. Barbieri.
“ Redow a” , bailada por Casas y
Enero, 2j.
"E l Señorito y la M aja", baile b ajo
la dirección de Jiménez y por la
Marzo, 8.
Srta. Canovas.
“ Comercio del Plata”, 27-1-1856. C avatina de la óp. "E l Barbero de
S evilla” , de Rossini, por Sardou.
Enero, 31. C avatina de la óp. “ Linda de C h a
"T aran tela Napolitana” , por la Srta. m ounix” , de D onizetti, por el mismo.
Cánovas y cuerpo coreográfico. “ Hom enaje a Montevideo” , sinfonía
“ Comercio del Plata”, 31-1-1856. del Sr. Ram os por la orquesta.
Febrero, 2. “ El Señorito y la M aja” , baile an
daluz b ajo la dirección de Jiménez.
"S ev illa n a” , por la Sra. Bueno.
Marzo, 9.
Febrero, 10.
“ Jaleo de Jeréz” , dirigido por Ji
"F e ria de M airena” , boleras por
ménez.
Bueno y Casas.
Febrero, i j . M arzo, n .
" L a Z aragoza” , bailada por la Srta. “ E l V a lle de A nd orra” , zarzuela
completa de Joaquín Gaztambide,
por la Compañía T orres - Enamo-
409
M a rzo , 26.
“ E l V a lle de A nd orra” , zarzuela de Duque de Mantua . Juan Comoli
Joaquín Gaztambide, letra de Olona. Rigoletto .............. José Cima
“Comercio del Plata”, 24-25-111-1856. Gilda .................... Sofía Vera Lorini
Sparafucile .......... Federico Tati
Magdalena ............ Josefina Tati
M arzo, jo.
“ E l V a lle de A n d orra” , zarzuela de
Joaquín Gaztambide. Marullo .......P---- León Chateaufort
“ El V a ls de la S irena” , por Casas
y Bueno. “Comercio del Plata”, 18-IV-1856.
“Comercio del Plata”, 30-111-1856.
Abril, 20.
A bril, i.°
“ Rigoletto” , óp. completa de Verdi.
“ Galop de la Pandereta” , bailado (V e r reparto del 19 de A bril de
por Casas y Bueno. 1856).
“Comercio del Plata”, 31-m y i-iv-1856.
reparto : reparto :
Conde de Luna . .. . Sardou
Leonora ............... Sofía Vera Lorini Vizconde de Sirval . .. . Juan Comoli
Azucena ............... Josefina Tati Antonio ...................... Vicente Cariano
Mauricio .............. Juan Comoli
Ferrando . . . . ....... Federico Tati Pierotto ...................... Josefina Tati
Prefecto ...................... Pedro Figari
410
“ L a T ra viata” , óp. completa de V er-
di a beneficio de Josefina Tati. ( V e r
reparto del 10 de M ayo de 1856).
A ria de la óp. “ Las prisiones de
la óp. “ Lu cía de Edim burgo” , de Ricci, por Pedro
le Donizetti. Ferranti.
i y A ria de la óp. “ Los Mes- A ria de la óp. “ Nitrocri, reina de
•c” Aa v “ -di por Juan Co- Egipto” , de Mercadante por Jose
fina Tati.
Mayo, 22.
“ Don Pasquale” , óp.
Donizetti. ( V e r reparto del 18 de
M ayo de 1856).
Mayo, 24.
“ Don Pasquale” , completa de
Ultim o acto de la óp. “ R igoletto” , D onizetti. (V e r o del 18 de
Mayo de 1856).
“ Good save the K in g ” , por S ofía
Mayo, io - ll . V e ra Lorini.
“ L a T ra viata” , (P R IM E R A A U “ La I
D IC IO N P A R A E L U R U G U A Y ) ,
óp. completa de Verd i, con el si
guiente
Mayo, 25.
“ L a T ra v ia ta ” , óp. completa de V er-
di. ( V e r reparto del 10 de M ayo
de 1856).
Mayo, 27.
“ E l T rov ad or” , óp. completa de
Verd i. ( V e r reparto del 5 de A bril
de 1856).
Agosto, 12.
Concierto de la violinista ;
411
S e tiem b re , 77.
IN A U G U R A C I O N DEL TEA T E A T R O S O L IS (4.* función).
T R O S O L IS . “ Rigoletto” , óp. completa de Verdi.
"H im no Nacional” , cantado por el ( V e r reparto del 19 de A bril de
coro de la compañía. S o lis ta : Sofía 1856).
V e ra Lorini. “Comercio del Plata”, 11-1x1856.
“ E rnani” , óp. completa de Verdi,
Setiembre, 14.
con el siguiente
T E A T R O S O L IS (5." función).
“ L a T ra viata” , óp. completa de V er-
di. ( V e r reparto del 10 de Mayo
de 1856).
•1856
Setiembre,
tiemore, 75.
Jaleo por la niña Encarnación C á
novas y Cardoso.
“Com •1856.
Setiembre, 18.
T E A T R O S O L IS (6.* función).
i (padre), Gandolfo, "L o s dos F oscari” , ópera completa
de Verdi, por la Compañía Lorini.
Setiembre, 28.
T E A T R O S O L IS (7.a fu nción).
"L a F avorita” , óp. completa de D o
nizetti, por la Compañía Lorini.
“Comercio del Plata”, 28-ix-i8s6.
Setiembre, 30.
T E A T R O S O L IS (8.a fu nción).
Agosto, 30.
" L a Favorita” , óp. completa de D o
T E A T R O S O L IS . Prim era función nizetti, por la Compañía Lorini.
teatral de la Compañía Española de “Comercio del Plata”, 29-30-,x-1856.
Torres, F ragoso y Enamorado que
ofrecen la obra de Bretón de los Octubre, i.°
Herreros " E l Pelo en la D ehesa” . T E A T R O S O L I S (Función es
“ Jaleo de Jerez” , por Encarnación pecial).
Cánovas. Concierto por el tenor José Amat
Zapateo del “ Capricho” , por Encar en el “ F oyer” del teatro.
nación Cánovas y Cardoso. F antasía ( ? ) para violín y piano,
“ ¡O h que apuros! ó sea L a Inau por Rosa Borra y el Sr. Lambra.
guración del T eatro S olís” , capri C avatina de la óp. “ E l Barbero de
cho im provisado de F rancisco X a S evilla” , de Rossini, por José Amat.
vier de Acha. Variaciones para piano sobre moti
vos de la óp. “ N orm a” , de Bellini
de Th alb erg por Aulés.
Setiembre, 2. Rom anza de la óp. “ Los Lom bar
T E A T R O S O L IS (2.* función). dos” , de Verd i, por Roberto F igari.
“ L a T ra via ta ” , óp. completa de V er- F antasía ( ? ) para violín y piano,
di. (V e r reparto del 10 de M ayo de por Rosa B orra y Lambra.
A ria de la óp. "Roberto D evereau x” .
“Comercio del Plata” 3, v i „ y ,2 .x 856 de Donizetti, por José A m at. A ria
( ?) por Roberto Figari.
Setiembre, 7. F antasía para piano sobre motivos
T E A T R O S O L IS (3.* función). de la óp. “ L a E x tran je ra” , de B e
“ Rigoletto” , óp. completa de Verdi. llini de Thalberg, por José Amat.
(V e r reparto del 19 de A bril de "Los Recuerdos de España” , por
1856). José Amat.
“Comercio del Plata”, 7-1X-1856.
412
O ctu b re, 4.
T E A T R O S O L IS (9.* función).
Concierto de la violinista Sra. de
Frery.
1.* P arte
Obertura de la óp. “ E l Dominó N e
gro ” , de A uber.
A ria de la óp. “ El Juramento” , de
Mercadante, por José Cim a y coros.
Dúo de la misma ópera por S ofía O ctu b re, 19.
V e ra Lorini y Josefina Tati.
Fantasía para violín, de Bériot, por T E A T R O S O L IS (15.a función).
Sra. Frery. “ E l T rovad or” , óp. completa de
Cuarto acto de la óp. “ El Juramen Verdi. ( V e r reparto del 18 de O c
to” , de M ercadante, por S o fía V era tubre de 1856;.
“Comercio del Plata”, 19-X-1856.
Lorini, Josefina T a ti. Juan Comoli
y José Cima.
Octubre, 25.
2.a P arte T E A T R O S O L IS (16 .a función).
O bertura de la óp. “ El Caballo de “ Lu cía de Lamm ermoor” , óp. com
Bronce” , de A ubert. pleta de D onizetti, por Carolina
A ria de la óp. “ Los dos Foscari” , M erea en el papel de Lucía, Juan
de Verd i. por Juan Comoli. Cómoli, José Cima, etc.
Rondó final ruso ejecutado por la “Comercio del Plata”, 25-X-1856.
Sra. Freri.
A ria de la óp. “ Zam pa” , de Hérold, Octubre, 50.
por Pablo Sardou. T E A T R O S O L I S (17.* función).
F antasía y Variaciones de Haupt- “ E rnani” , óp. completa de Verdi.
mann, por la S ra. Frery. ( V e r reparto del 25 de A gosto de
1856).
“Comercio del Plata”, 30-X-1856.
Octubre, 7.
T E A T R O S O L IS (10.a función). O ctubre, 31.
“ Linda de Cham ounix” , óp. com T E A T R O S O L IS (18.a función).
pleta de D onizetti. ( V e r reparto “ El Barbero de S evilla” , óp. com
del 25 de A bril de 1856). pleta de Rossini, por la Compañía
“Comercio del Plata”, 5-6-7-X-1856.
Octubre, p.
T E A T R O S O L IS ( i i .“ función). Noviem bre, 1 °
" L a T ra viata” , óp. completa de
Verd i. ( V e r reparto del 10 de Mayo T E A T R O S O L IS (19.a función).
de 1856). “ El Barbero de Sevilla” , óp. com
pleta de Rossini, por la Compañía
Lorini.
Octubre, 12. “Comercio del Plata”, i-xi-1856.
T E A T R O S O L IS (12.* función).
“ Linda de Cham ounix” , óp. comple Noviembre, 4.
ta de D onizetti. ( V e r reparto del T E A T R O S O L IS (20.a fu nción).
23 de A bril de 1856). “ Lu cía de Lam m erm oor” , óp. com
“Comercio del Plata”, i2-x-i856. pleta de D onizetti. ( V e r reparto del
Octubre, 14. 25 de A bril de 1856).
T E A T R O S O L IS (13.* función).
“ L a F avorita” , óp. completa de D o Noviem bre, 6.
nizetti, por la Compañía Lorini.
T E A T R O S O L IS (Función E x tr a
“Comercio del Plata” , 13-14-X-1856.
ordin aria).
Octubre, 18. “ Rigoletto” , ópera completa de V er-
T E A T R O S O L IS (14.* función). di a beneficio de Juan Comoli. (V e r
“ E l T rov ad or” , óp. completa de reparto del 19 de A bril de 1856).
Verd i, con el siguiente “Comercio del Plata”, 5-XI-1856.
413
N o v ie m b r e , 8. de Bellini con Carolina M erea y
T E A T R O S O L IS (21.* función). dúo de la misma ópera por Carolina
"E rn a n i” , ópera completa de Verdi. M erea y José Cima.
( V e r reparto del 25 de A go sto de “Comercio del Plata”, 27-XI-1856.
Noviembre, 30.
T E A T R O S O L IS (28.* función).
Noviembre, 11.
"L u isa S trozzi” , óp. completa de
T E A T R O S O L IS (22.* función). Zanelli, por la Compañía Lorini.
" L a T ra v ia ta ” , óp. completa de V er- V a ls con variaciones de Verisano,
di. (V e r reparto del 10 de Junio por Carolina M erea.
de 1856).
“Comercio del Plata”, 10-1 i-xi-1856.
Noviembre, 13. Diciembre, 7.
T E A T R O S O L IS (2 3/ función). T E A T R O S O L IS .
“ Los dos F oscari” , óp. completa cíe ' L a T ra via ta ” , óp. completa de V er-
Verd i, con Carolina Merea, Tati, di. (V e r reparto del 10 de M ayo
Comoli, Cima, etc. de 1856).
Noviembre, jó . D iciembre, 8.
T E A T R O S O L IS (24.* función). T E A T R O S O L IS .
“ El Barbero de Sevilla” , de Rossi “ Luisa S trozzi” , óp. completa de Z a
ni, por la Compañía Lorini. nelli, por la Compañía Lorini.
414
V ariaciones de Th alb erg sobre la
óp. “ Moisés en Egipto” , de Rossini,
Vals de la óp. “ Chi dura, vince” , por A m igo de Lara.
de Ricci, por A m alia Jacobson. Q uinta aria de Bériot ejecutada al
A ria de la óp. “ L uisa S trozzi” , de violín, por Luis Preti.
Zanelli, por José Cim a y coros. F antasía de K ontsky sobre “ Lucía
A ria de la óp. “ Los M esnaderos” , de Lam m erm oor” , de Donizetti, por
de Verdi, por Carolina Merea. Luis P reti y A m igo de Lara.
Variaciones de la óp. “ Los diaman Cuadrilla para orquesta “ dedicada a
tes de la Corona” , de Auber por los niños orientales” , por Luis Preti
A m alia Jacobson. b ajo su dirección.
“Comercio del Plata” , 14-XII-1856.
Diciembre, 20.
T E A T R O S O L IS . D iciembre, 31.
“ L a T ra via ta ” , óp. completa de V er- O bertura de la óp. “ Guillermo T e ll” ,
di a beneficio del director de or de Rossini.
questa Luis Preti, por la Compa “ L a Rumbosa y el T o rero” , bailable
ñía Lorini. español, por la S ra. Romero y los
Prim era sinfonía de Luis Preti, por Sres. A taño y Jiménez.
orquesta bajo la dirección del autor. “Comercio del Plata” , 29-30-XI1-1856.
415
1857
E n e r o , 10. goletto” , de Verd i, por Enrique
T E A T R O S O L IS . Tam berlick y S o fía V e ra Lorini.
“ El T rovad or” , óp. completa de Escena y A ria de la óp. “ Luisa
V erd i con el siguiente S trozzi” de Zanelli, por José Cim a y
Enero, 13.
Escena, aria y rondó de la óp. “ L a
"E rn a n i” , óp. completa de Verdi Cenicienta” de Rossini, por Annetta
con el siguiente Casaloni y coros.
Sinfonía compuesta por Castagneri
y ejecutada por la orquesta b ajo la
dirección del autor.
Escena y aria de la óp. “ El T r o v a
dor” de Verdi, por Enrique Tam
berlick.
T E A T R O S O L IS .
T E A T R O S O L IS . O bertura del “ Stabat M ater” de
"R igoletto” , óp. completa de Verdi, Rossini, por la orquesta.
por Enrique Tam berlick, S o fía V e ra “Comercio del Plata”, wi-1857.
Lorini, José Cima, etc.
T E A T R O S O L IS .
Enero, 24. “ M aja y Contrabandista” , bailable
T E A T R O S O L IS . español por la Compañía de Matilde
“ E l Trovad or” , óp. completa de V er- Duelos.
di. (V e r reparto del 10 de Enero
de i 857 ) ,c d, ^ , „ a Febrero, 17.
T E A T R O S O L IS .
Enero, 27. “ L a G itanilla del Perchel” , bailable
T E A T R O S O L IS . español que consta de los siguientes
“ L uisa M iller” , óp. completa de V er- fragm entos interpretados b ajo la d i
di, con Enrique Tam berlick, Susini, rección de A ta n é :
José Cima, Pedro F ig ari, S o fía V e ra
Lorini y Annetta Casaloni.
Enero, 30.
T E A T R O S O L IS .
Concierto de despedida del tenor
Enrique Tam berlick: Febrero, 22, 23 y 24.
T E A T R O S O L IS .
1.* P arte
Bailes de máscaras durante estos
Obertura, Introducción y A ria de días de carnaval, por la orquesta del
Zacarías de la óp. “ Nabucco” de teatro b ajo la dirección del Maestro
Verd i, por el bajo Susini y coros. Luis Preti.
“ Addio, addio” , dúo de la óp. “ Ri-
416
M arzo, 3. Marzo, 28.
T E A T R O S O L IS . T E A T R O S O L IS .
“ L a S al de Jesús” , zarzuela en un “ M alagueña” , dirigida por A tané y
acto dirigida por el Sr. O rtiz, en la bailada por Encarnación y A m alia
que actúa la S ra. Matilde Duelos Fernández.
quien cantará una romanza, y el Sr.
Pardiñas.
“Comercio del Plata”, 2-3-111-1857. Julio, 26.
T E A T R O S O L IS .
Marzo, 5.
“ Giselle o Las W illis” , ballet de
T E A T R O S O L IS . Jean Coralli, música de Adam con
“ L a Locura” , cuadrilla de Luis P re el siguiente
ti, dedicada a Matilde Duelos e
interpretada por la orquesta del R eparto :
Teatro.
“Comercio del Plata”, 4-111-1857.
Marzo, 7.
T E A T R O S O L IS .
“ Tarantela” , bailada bajo la direc
ción del Sr. Gim énez e interpretada
por Encarnación y A m elia F e r
nández.
“Comercio del Plata”, 6-111-1857. “ L a M aja de Sevilla o Los Contra
M arzo, 11. bandistas” , baile sevillano con los
siguientes núm eros:
T E A T R O S O L IS .
“ Geroma la Castañera” , zarzuela
completa de M ariano Soriano F u e r
tes, dirigida por José Enamorado e
interpretada por Matilde Duelos,
José Enamorado. Enrique López y
A guilar.
“Comercio del Plata”, 9-10-111-1857. Agosto, 1.
Marzo, 14. T E A T R O S O L IS .
T E A T R O S O L IS . “ Sathanielle o E l T riu n fo de la V ir
“ L a Sal de Jesús” , zarzuela en un tud” , ballet por las cuatro herm a
acto, dirigida por O rtiz e interpre nas Rousset.
tada por M atilde Duelos y Pardiñas.
“Comercio del Plata”, 14-111-1857. A gosto, 2.
M arzo, 21. T E A T R O S O L IS .
T E A T R O S O L IS . “ Sathanielle o El T riu n fo de la V ir
“ Geroma la Castañera” , zarzuela tud” , ballet, por las cuatro hermanas
completa de M ariano Soriano Fu er Rousset.
tes. ( V e r detalles en 11 de marzo “ Mr. Dechalum eau” . baile cómico
de 1857). por las mismas.
“Comercio del Plata”, 21-111-1857.
Marzo, 22. Agosto, p.
“ ¡ Es la C a c h i!” , zarzuela completa. T E A T R O S O L IS .
Concierto vocal e instrumental a be
Marzo, 24. neficio de S o fía V e ra L orini:
“ Las bodas de Juanita” , óp. cómica
en un acto de V íctor Massé, con el
siguiente Sin fonía ( ? ) de A uber.
Dúo de la óp. “ Nabucco” de Verdi,
r e pa rt o : por S o fía V e ra Lorini y el barítono
Gianni.
Fantasía sobre un tema de Celine,
de Haumann, por el violinista Luis
Preti, acompañado al piano por
417
Am igó.
Escena y A ria de la óp. “ Los Pu
ritanos” de Bellini, por S o fía V e ra
Setiembre, 7.
Cuadrilla de “ L a Locu ra” de Luis T E A T R O S A N F E L IP E .
Preti, por la orquesta. “ L a F avorita” , óp. completa de D o
Escena y aria de la óp. “ E l Jura nizetti, por Em my L a Grúa, Sofía
mento” de M ercadante. por Gianni. V e ra Lorini, Ubaldi y Casanova.
A ria de la óp. “ L a T ra viata” de “Comercio del Plata”, 6-ix- i 8S7.
Verd i, por S o fía V e ra Lorini. Setiembre, 70.
L a Cracoviana, por T h e r e s in a
T E A T R O S O L IS .
Rousset.
Concierto de arna, por Giovanni
Escena final de la óp. “ Los dos Fos
Tronconi.
ca ri” de Verd i, por S o fía V e r a L o
“ Souvenir de Naples” , fantasía.
rini y Gianni.
Fantasía sobre motivos de la óp.
“ L a T ra via ta ” , de Verdi.
Agosto, 75. Fantasía sobre motivos de la óp.
“ Lu crecia B org ia” , de Donizetti.
T E A T R O S O L IS .
M iscelánea coreográfica y vocal a
b eneficio de Carolina Rousset. Setiembre, 11.
T E A T R O S A N F E L IPE .
1.* P arte
“ N orm a” , óp. completa de Bellini,
“ El Carnaval de V enecia o L a F ies con Emma L a G rúa, S o fía V e ra
ta de las H adas” , bailado por las Lorini, A nnetta Casaloni, José C i
cuatro hermanas Rousset. ma, Casanova, F igari, Ubaldi, etc.
Rom anza de la óp. “ Los dos Fos
ca ri” , de Verd i, por Gianni. Setiembre, 12.
D úo de la misma óp. por Gianni y
S o fía V e ra Lorini. T E A T R O S O L IS .
“ Buenas Noches Don Sim ón” , zar
2.* P arte zuela completa de Oudrid, por M a
tilde y Carolina Duelos, Rosario S e
A ria de la óp. “ A tila ” de Verdi, gura, José Enamorado y Pardiñas.
por Gianni.
Romanza de la óp. “ Roberto el D ia
blo” , de A uber, por S o fía V e r a Lo- Setiembre, 73.
T E A T R O S O L IS .
“ Sathanielle o El T riu n fo de la “ Es la cachi” , zarzuela completa,
V irtud ” , por las cuatro hermanas por la Compañía Duelos.
Rousset,
Setiembre, 14.
Setiembre, 3. T E A T R O SA N F E L IP E
T E A T R O S O L IS . “ S a fo ” , óp. completa de Pacini, por
“ E l Duende” , zarzuela completa en Em my L a G rúa y A nnetta Casaloni.
dos actos, in terpretada por Matilde
y Caro lina Duelos, R osario Segura,
Setiembre, 16.
José Enamorado, O rtiz, Jover, Cu-
carellas, etc. T E A T R O SA N F E L IPE .
Miscelánea vocal a beneficio de So
fía V e ra Lorini.
Setiembre, 4.
1.* P arte
T E A T R O S A N F E L IPE .
“ N orm a” , óp. completa de Bellini
con el siguiente
418
3.* P arte
2.a P arte
Setiembre, 25.
Escena y A ria de la óp. “ M acbeth”
T E A T R O S A N F E L IPE . de Verd i, por S o fía V e ra Lorini.
“ Lucrecia B org ia” , óp. completa de Escena y dúo de la misma, por So
Donizetti, por Em my L a Grúa, José f ía V e r a Lorini y José Cima.
Cima, Pedro F ig ari, Ubaldi, y An-
neta Casaloni. 3.a P arte
U ltim o acto de la óp. “ Los Capu
Ultim o acto de la óp. “ Romeo y Ju
letos y los Montescos” de V accai,
lieta” de ( ? ) , por S o fía V e ra L o
por S o fía V e ra Lorini y A nneta C a
rini y Annetta Casaloni.
saloni.
“Comercio del Plata”, 7-X-1857.
Setiembre, 28.
Noviembre, 14
T E A T R O SA N F E L IPE . T E A T R O S O L IS .
“ El T rov ad or” , óp. completa de Introducción de la óp. “ Ernani” de
V erd i, por Em my L a Grúa, Annetta Verd i, por la Orquesta.
Casaloni, Ubaldi, José Cima y Pedro “ Sustos, apuros y lances por seguir
a una m ujer ó V ia je dramático” ,
zarzuela en 4 actos de Joaquín G az
tambide, letra de Luis Olona, por
Octubre, 2. R osario S egura, José Enam ora
T E A T R O S A N F E L IPE . do, etc.
M iscelánea vocal a beneficio de
Emmy la Grúa.
Diciembre, i.°
1." P arte T E A T R O S O L IS .
Concierto instrumental y vocal, por
Segundo acto de la óp. “ S a fo ” de el arpista G iovanni Tronconi. el
Pacini, por Em m y L a Grúa, Anneta violinista y pianista G ustave V an
Casaloni, Ubaldi, José Cima y Pedro M arke y la soprano M aría Bedey.
Figari.
i. a P arte
2.* P arte
Preludio e Introducción de “ L a T r a
Cuarto acto de la óp. “ L a F avorita” v iata” , de Verd i, por Banda Militar.
de Donizetti, por los mismos. A ndante y Rondó del y.° Concierto
419
de Bériot, para violín, por Gustave Concierto de piano, por A rtu ro N a
V a n M arke. poleáo.
Cavatina de la óp. “ Los Mesnade Fantasía sobre motivos de “ L a So
ros” , de Verd i, por M aría Bedey. námbula” de Bellini, de Thalberg.
“ Souvenir de N aples” , fantasía para Fantasía, sobre motivos de “ E l T r o
arpa por Giovanni Tronconi. vador” , de Verd i, de Kuhe.
Fantasía de la óp. “ L a Sonámbula” , F antasía sobre motivos de “ E lixir
de Bellini, de Thalberg, por Gus de amor” , de Donizetti, de Thalberg.
tave V an M arke. F antasía sobre “ L a H ija del R e g i
miento” , de Donizetti, de Thalberg,
2.* P arte acompañado en este número por la
orquesta del teatro.
O bertura de la óp. “ Guillerm o T e ll” , “Comercio del Plata”, 4-xii-i8S7.
de Rossini, con variaciones de fla-
geolet.
Diciembre, 12.
F antasía sobre motivos de la óp.
“ E rnani” , de Verd i, de Tronconi, T E A T R O S O L IS .
por su autor. Concierto de piano, por A rtu ro N a
“ Souvenir de Bellini” , por Gustave poleáo.
V an M arke. F antasía sobre “ L u cía de Lam m er
A ria de la óp. “ Lucrecia B org ia” , m oor” , de Donizetti, de Prudent.
de Donizetti, por M aría Bedey. F antasía sobre “ L a T ra viata” , de
F antasía sobre la óp. “ L a T r a v ia Verd i, de A scher.
ta” , de Verdi, de Tronconi, por su Fantasía sobre “ Moisés en Egipto” ,
de Rossini, de Thalberg.
A com paña al p ian o : Am igó. Fantasía sobre “ L a H ija del R egi
miento” , de Donizetti, de H ertz ( ? )
acompañado por la orquesta, del
Diciem bre, 4.
T E A T R O S O L IS .
1858
M ayo, 15. Fantasía sobre motivos de la óp. “ L a
T E A T R O S O L IS . F avorita” , de D onizetti, por el ar
En la función que ofrece la doma pista G iovanni Tronconi.
dora de fieras Mme. Labarrére: Variaciones sobre un motivo de la
F antasía sobre motivos de la óp. óp. “ Lucrecia B o rg ia” , de Donizetti,
“ Los Lom bardos” , de Verdi, por el por G iovanni Tronconi.
arpista Giovanni Tronconi. F antasía sobre motivos de la óp.
Fantasía sobre motivos de la óp. “ Los Lombardos” , de Verd i, por
“ Lucrecia B org ia” , de Donizetti, G iovanni Tronconi.
por Giovanni Tronconi.
M ayo, 20.
Junio, 16.
T E A T R O S O L IS .
En la función que ofrece Mme. L a
T E A T R O S O L IS .
barrére :
Concierto de canto de la célebre so
“ Souvenir de Naples” , por el ar
prano A nna Bishop.
pista Giovanni Tronconi.
Fragm ento de la óp. “ L a T ra viata” ,
de Verd i, por Giovanni Tronconi. i." P arte
“ La Nación”, 18-V-1858.
“ Casta D iv a” de la óp. “ Norm a” ,
Mayo, 29. de Bellini, por la soprano A nna B is
T E A T R O S O L IS . hop (en tra je de ca rá cter).
En la función que ofrece Mme. L a Escena y aria de la óp. “ Tancredo” ,
barrére : de Rossini, por A nna Bishop.
420
2.* P arte
T E A T R O S O L IS .
“ G ratias agamus tibi” , aria de Gu-
“ E rnani” , óp.
gliemini, por A nu a Bishop con obli
( V e r reparto del 24 de Jumo de
gado de flauta. 1858).
‘‘Balada ingle:
“ L a Palom a B lanca” , canción anda
“ Si V d. lo sal
luza por la Sra. T eresina Bagetti
Julio, 3 .
Escena de la locura de la óp. “ L u
cía de Lamrm T E A T R O S O L IS .
por A nna Bishop.
de
T E A T R O S O L IS .
Inauguración de la temporada líri-
ir-
cabezan Luis Lelmi, Teresina B a
getti de Cavedagni y Luis Ca-
Julio, 14.
T E A T R O S O L IS .
T E A T R O S O L IS .
“ Los dos F oscari” , óp. completa <
1§= 1I2=-
T E A T R O S O L IS .
“ Los Lom bardos en la Prim era Cru-
(V e r
422
Julio, 18. A g o s to , 6.
T E A T R O S O L IS . T E A T R O SA N F E L IPE .
“ Belisario” , óp. completa de Doni- D urante la representación del árabe
zetti. (V e r reparto del 3 de Julio A z i C h e riff, llamado “ El hombre
de 1858). de goma elástica” , se ejecutan:
“ La Nación”, 16-V11-J858. Obertura de la óp. “ Guillermo T e ll” ,
Julio, 19. de Rossini, por la orquesta bajo
la dirección del maestro Celestino
T E A T R O S O L IS . G riffon .
"A tila ” , óp. completa de Verd i, por “ Eu genia” , mazurca, por la misma
la Compañía L irica que encabezan orquesta.
Luis Lelm i-Bagetti-C avedagni.
Agosto, 7.
T E A T R O S O L IS .
T E A T R O S O L IS . “ E l Fornaretto” , (P R IM E R A A U
E n la función que ofrecen acróba D IC I O N P A R A E L U R U G U A Y ) ,
tas norteamericanos se ca n ta : óp. completa de G ualterio Zanelli,
T ercer acto de la óp. “ Linda de por la Compañía Lelm i-Bagetti-C a-
Cham ounix” de D onizetti, por la vedagni.
Compañía Lelm i-Bagetti-C avedagni. “ La Nación”, 6-vi 11-1858.
“ L luvia de palabras” , aria bufa, por A gosto, 8.
Luis Cavedagni.
T E A T R O S O L IS .
A ria de la óp. “ E l Barbero de S e
“ El T rov ad or” , óp. completa de
villa” de Rossini, por la S rta. Fu-
Verd i, por la Compañía Lelm i-Ba-
getti-Cavedagni.
"M i Pepa” , canción española, por
“ La Nación”, 6-VI11-1858.
Luis Cavedagni.
A gosto, 12.
Julio, 29. T E A T R O S O L IS .
“ E l F ornaretto” , óp. completa de
T E A T R O S O L IS . Zanelli, por la Compañía Lelm i-Ba-
“ Belisario” , óp. completa de D oni getti-Cavedagni.
zetti. (V e r reparto del 3 de Julio
de 1858).
“ La Nación”, 29-V11-1858. Agosto, 14.
T E A T R O S O L IS .
Julio, 31.
En el beneficio del tenor Luis Lelmi.
T E A T R O S O L IS . “ El T rov ad or” , óp. completa de V e r-
A beneficio de Teresina B agetti de di, por la Compañía Lelm i-Bagetti-
Cavedagni. Cavedagni.
“ A tila ” , óp. completa de Verd i, por Fantasía sobre un tema de la óp.
la Compañía Lelm i - B agetti - Cave- “ Lu cía de Lamm ermoor” , de D oni
zetti, por el pianista A n g el Ferrari.
Brindis de la óp. “ L a T ra viata” , de Galop de concierto de Quindant
Verd i, por Teresina B agetti de C a ( ? ) , por A ngel F errari.
vedagni.
“ E l y E lla” , canción española de
Y rad ier, por Luis Cavedagni. Agosto, 17.
Dúo bufo, de Rossini, por los espo T E A T R O S O L IS .
sos Bagetti-Cavedagni. “ Es la C a c h i!” , zarzuela, cantada
" L a Palom a Blanca” , canción, por por Matilde y Carolina Duelos, José
T eresina B agetti de Cavedagni. Enamorado, etc.
“La Nación”, 14-VI11-1858.
423
A g o sto , 20. R eparto :
T E A T R O S O L IS .
“ Los dos F oscari” , óp. completa de
Verd i. (V e r el reparto del 14 de
Julio de 1858).
A gosto, 22.
T E A T R O S O L IS .
" E l Fornaretto” , óp. completa de
Zanelli, por la Compañía Lelmi- Setiembre, 11
Bagetti-Cavedagni.
“ La Nación”, 21.vm.1858. T E A T R O S O L IS .
“ Don Sebastián” , óp. completa de
A gosto, 25. Donizetti. ( V e r reparto del 3 de S e
T E A T R O S O L IS . tiembre de 1858).
Dúo de la óp. “ E lix ir de A m or” , de
Conmemoración del 2 ° aniversario
Donizetti, por los esposos C ave
de su inauguración.
dagni.
Himno Nacional.
“ Haydée” , polca-m azurca (R ecuer “ M atilde” , vals de Gustavo Nessler,
por la orquesta, dedicada a Carlos
dos del 25 de A go sto ), de Gustavo
Nessler, por la orquesta. Casanuva y dirigida por Luis Preti.
“ La Nación”, n-ix-1858.
“ E rnani” , óp. completa de Verdi.
(V e r reparto del 24 de Junio de
1858). Setiembre. 18.
En los intermedios el tenor H ipó T E A T R O S O L IS .
lito, llegado de Río de Janeiro, in “ Geroma la C astañera” , zarzuela de
terpreta : M ariano Soriano F uertes, por M a
D os arias de la óp. “ Gemma de tilde y Carolina Duelos y José En a
V e r g y ” , de Donizetti. morado.
A ria de la óp. “ E l T rov ad or” , de
V e rd i” .
“La Nación”, 24-V111-1858. Setiembre, 24.
Agosto, 28. T E A T R O S O L IS .
“ L a Cam panilla” , zarzuela completa
T E A T R O S O L IS .
de Donizetti, por Matilde Duelos,
“ E l Trovad or” , óp. completa de V er-
José Enamorado y Luis Cavedagni.
di, por la Compañía Lelm i-Bagetti-
Cavedagni.
A ria de la óp. “ Las Prisiones de
Edinburgo” , de R icci, por Carlos Setiembre, 50.
Casanova. T E A T R O S O L IS .
A ria de la óp. “ Los Mesnaderos”, “ L a V uelta del Soldado” , tonadilla
de Verd i, por Caetano Bastoggi. escénica completa con el siguiente
“ La Nación” , 28-VI11-1858.
Agosto, JO. R eparto :
T E A T R O S O L IS .
Matilde Duelos
“ El Trovad or” , óp. completa de José Enamorado
V erd i, por la Compañía Lelm i-B a
getti-Cavedagni.
“ La Nación”, 28-viii-i8s8.
Setiembre, 3.
Octubre, 12.
T E A T R O S O L IS .
T E A T R O S O L IS .
“ Don Sebastián” , ( P R IM E R A A U A beneficio de José E n am orado:
D IC IO N P A R A E L U R U G U A Y ) , “ Jugar con Fu ego” , zarzuela com
óp. completa de Donizetti, con el pleta de F rancisco A sen jo Barbieri
siguiente con el siguiente
4 24
R eparto . Introducción y variaciones sobre
Duquesa de Medina . . . Matilde Duelos “ El Carn aval de V enecia” , com
Condesa de Borno ....... Carolina Duelos puesta por O scar P fe iffe r.
Noviembre, 7.
T E A T R O S O L IS .
"B a ile N acional” , ejecutado durante
la representación del sainete crio
Octubre, 21. llo de Collao “ Las Bodas de Chi-
T E A T R O S O L IS . vico y Pancha” , ofrecido por la
A beneficio del tenor Luis Cave- Com pañía Duelos.
425
.* P artf .
Escena y aria de la óp. “ El Jura
Prim er acto de la óp. “ N orm a” , de
mento” , de Mercadante, por Juan Bellini, con el siguiente
Bautista Giani y coros.
Variaciones sobre motivos de la óp.
R eparto :
“ E l P irata” , de Bellini, ejecutadas
al oficleide por Claudino José de
O liveira. 5S¡£ ::::::::::: S a S a S ?
Dúo de la óp. “ Los Puritanos” , de
Bellini, por José Enamorado y Juan 3.* P arte
Bautista Giani.
Escena de la locura de la óp. “ L u
3.* P arte cía de Lamm ermoor” , de Donizetti,
Escena y dúo de la óp. “ L uisa Mi- por Clarisse Cailly.
11er” , de Verd i por Vittorin a Liard “ Di quella p ira” de la óp. “ E l T r o
y Juan Bautista Giani. vador” , de Verd i, por Manuel D e
T e rce r acto de la óp. “ Los dos Fos- votti.
ca ri” , de Verd i, por Juan Bautista
Giani, A ntonio Cusano, Lorcdano y
Diciembre, 12.
“La Nación” , 23-XI-1858.
Diciembre, 2. T E A T R O S O L IS .
426
D ic iem b re , 25. V ariaciones sobre “ E l Carnaval de
T E A T R O SA N F E L IP E . V en ecia” , de A lberto Frauchel e je
V ariaciones de Thalb erg sobre mo cutadas al piano por el autor.
tivos de la óp. “ E lix ir de A m or” , de “La Nación”, 23-XH-1858.
Donizetti, por el pianista A lberto
Frauchel. Diciembre, 28.
C avatina de la óp. “ E rnani” , de T E A T R O S A N F E L IP E .
Verdi, por la soprano A delaida La -
C avatina de la óp. “ Lucrecia B or
rrumbe. g ia ” , de Donizetti, por Adelaida La-
“ Casta D iv a” de la óp. “ N orm a” ,
rrumbe.
de Bellini, arreglada para la mano A ria de la óp. “ L a F avorita” , de
izquierda, ejecutada por Alberto
D onizetti, por la misma.
Frauchel.
Rondó de la óp. " L a Cenicienta” ,
Rondó de la óp. “ Lu crecia B org ia” ,
de Rossini, por la misma.
de Donizetti, por Adelaida La-
rrumbe.
1859
R eparto :
Enero, 21.
T E A T R O S O L IS .
“ Lucía de Lamm ermoor” , óp. com
pleta de Donizetti, por la Compañía F ebrero, 6.
que encabeza A na de Lagrange. T E A T R O S O L IS .
“ La Nación”, 20-1-1859. “ El Barbero de Sevilla” , óp. com
pleta de Rossini. ( V e r reparto del
Enero, jo .
2 de febrero de 1859).
T E A T R O S O L IS . “ La Nación”, 4-11-1859-
“ E l Trovad or” , óp. completa de V e r-
di, por la Compañía que encabeza Febrero, 8.
A na de Lagran ge. T E A T R O S O L IS .
“ R igoletto” , óp. completa de Verd i,
“ La Nación”, 28-1-1859. con el siguiente
427
T ercer acto de la óp. “ Lucía de
Lamm ermoor” . de Donizetti, por
la Compañía.
D úo de la óp. “ Los H ugonotes" de
M eyerbeer, por A na de Lagran ge y
A lfred o Didot.
Febrero, 23.
T E A T R O S O L IS .
“ Lu cía de Lam m erm oor” , óp. cor
pleta de D onizetti, por la Compañ
Febrero, II. que encabeza A na de Lagrange.
T E A T R O S O L IS .
“ Lucrecia B orgia” , óp. completa de
D onizetti, con el siguiente Febrero, 25.
T E A T R O S O L IS .
“ Himno N acional” .
“ Norm a” , óp. completa de Bellini.
por la Compañía de A na de L a
g range. (V e r reparto del 4 de F e
brero de 1859).
F ebrero, 26.
T E A T R O S O L IS .
Febrero, 16. “ Lucrecia B org ia” , óp. complei
T E A T R O S O L IS . Donizetti. ( V e r reparto del 1
“ La febrero de 1859.
M arzo, 25.
T E A T R O SA N F E L IPE .
Concierto de Bériot, por el v ioli
nista A lejand ro Uguccioni.
V ariaciones de H erz, sobre motivos
de la óp. “ Belisario” , por A lejand ro
U guccioni.
A ria m ilitar variada “ conteniendo
cuatro difíciles variaciones en la
cuarta cuerda” , por A lejandro Uguc-
428
M a y o , 8. R eparto :
T E A T R O SA N F E L IPE .
" E l T orrente” , fantasía para piano,
por Ricardo Mulder.
“ L a Locom otora” , galop im itativo,
“ La Nación", 16-VH-1859.
por Ricardo Mulder.
A ria de la óp. “ E rnani” , de Verd i,
por A gn es Fabbri.
Im provisación sobre temas dados T E A T R O S O L IS .
por la concurrencia por el pianista “ Geroma la Castañera” , zarzuela de
Ricardo Mulder. M ariano Soríano Fuertes, con el
“ La Nación”, 8-V-1859. siguiente
429
Agosto, 4. S e tie m b re , 5.
T E A T R O S O L IS . En el M U S E O R E C R E A T I V O ,
“T ra m oya” , zarzuela en un acto, calle Ituzaingó N.° 102, se realiza
de Barbieri, por Carolina Duelos, una audición por el pianista F e
José Enamorado, etc. lipe Capell y su espora A lsina de
Capell.
A gosto, 14. “ La Nación”, 2-1X-1859.
T E A T R O S O L IS .
“ E l T rov ad or” , óp. completa de Setiembre, 10.
Verdi, por la Compañía de Cla
risse Cailly, Anna Cassaloni, Luis T E A T R O S O L IS .
Concierto de beneficencia para las
“ La Nación”, 13-VIH-1S59. viudas y huérfanos de la guerra de
Italia.
A gosto, 15.
T E A T R O S O L IS .
“ El T rov ad or” , óp. completa de i. 4 P arte
Verdi, por la Compañía de Clarisse
“ Himno N acional” .
Cailly, A nna Cassaloni, Luis Lel-
“ Himno Francés” .
“ Himno Italiano” , música de Luis
Sambucetti y letra de J. B. Scotti.
Agosto, 21. Dúo de la óp. “ Los dos F oscari” , de
T E A T R O S O L IS . V erdi, por A ntonio y Matilde De
“ L a F avorita” , óp. completa de D o Camilli.
nizetti, con el siguiente Romanza de la óp. “ M acbeth” de
V erd i, por V icente Cambroni.
R eparto : T r ío sobre motivos de la óp. “ Na-
bucco” , de Verd i, por Carlos A s-
tengo (p ian o), Pedro de Bengochea
(v io lín ) y Luis Laserre Brisson
( flau ta).
Dúo de la óp. “ A tila ” , de Verdi,
por A ntonio D e Cam illi y Rosea.
2.* P arte
A gosto, 25.
T E A T R O S O L IS . S in fonía por la orquesta dirigida
Himno Nacional. por Clemente Castagneri.
“ E rnani” , óp. completa de Verdi, Dúo de la óp. “ Los Puritanos” , de
por la Compañía de Cailly, Cassa Bellini, por Juan G ianni y Luis
loni, Lelmi, etc. Rosea.
T r ío sobre motivos de la óp. “ L a
E strella de S evilla” , por C arlos A s-
Setiembre, 3. tengo, Pedro de Bengochea y Luis
T E A T R O S O L IS . L aserre Brisson.
“ M arco V iscon ti” , (P R IM E R A A U Cavatina de la óp. “ Juana de A r
D IC IO N P A R A E L U R U G U A Y ) , co” , de Verd i, por Matilde D e C a
óp. completa de Petrella, con el si milli.
guiente Terceto de la óp. “ Los Lom bar
dos” , de Verd i, por M atilde D e C a
R epa r to : milli. Luis Rosea y Luis Lelmi.
José Cima
“La Nación”, 6-ix-i8s9-
Setiembre, 18.
T E A T R O S O L IS .
“ Lu crecia B o rg ia” , óp. completa de
D onizetti, con el siguiente
430
—»K*wie|i0^ieiw«-^«=—
7a. Función de la la. Temporada.
EL, BOMIJS'GO
ao xa -¿a
S:en lo el «Jijet >del Emprosnrio rcmplacer «
cúrrente* al T ut o, y llenar igua nvnic el «lc«
alguno* <le cato*, y otro«qu ■ n • |>iidi> ron neistir ó la
cena i*>r I * »«z «-I Jutve< 3 | del i asa<lu, par* hU r«-pt
ba« e. lo <n 11 fecha ir, ica a.
l)e-p'tc« de la sinfonía preparaL<ru á la apetm
n el titulo —
B E HORA.
Loe entre actos serán sostenida
musirá. Terminando la función. lam!
petables, con la ii.tere¿ante pet pieza en
LA D O N C E LL A Y LA VIUDITA
O
31 i S ecretario y yo.
431
O ctu b re, 13.
T E A T R O SA N F E L IPE .
“ El V alle de A nd orra” , zarzuela
completa de Joaquín Gaztambide,
con el siguiente
R eparto :
S e tie m b re , 25.
T E A T R O S O L IS .
“ M arco V isconti” , óp. completa de
Petrella. (V e r reparto del 3 de se
tiembre de 1859).
Octubre, 23.
Octubre, 2.
T E A T R O S O L IS .
T E A T R O S O L IS . “ Luisa M iller” , óp. completa de
“ L a T ra viata” , óp. completa de V e r- V erd i, con el siguiente
di, con el siguiente
R eparto :
R eparto :
Alfredo Luis^Ldmi'"3
Octubre, 27.
O ctubre, 4.
T E A T R O SA N F E LIPE .
T E A T R O S O L IS . “ El Grum ete” , zarzuela completa de
“ Los M esnaderos” , óp. completa de A rrieta, por Matilde y Carolina Du
V erdi con el siguiente elos, José Enamorado, etc.
“ El Campamento” , zarzuela militar,
R e p a r to :
por los mismos.
Clarisse^ Cailly “ Tome mate, che, tome mate” ,
canción am ericana, por Santiago
Ramos.
432
O ctub re, 30. N o v ie m b r e ,
T E A T R O S O L IS . T E A T R O S O L IS .
“ L a Bendición de las Ban Segundo concierto del violinista
O rientales” , alegoría música
Luis Cavedagni, por la Com Cavatina de la óp. “ Lu cía de Lam
T eresina Bagetti, José Cima, < mermoor” , de Donizetti, por Fanny
“ Nabucco” , óp. completa de ^
por la Compañía de Teresina “ L a V id a en el O céano” , variacio
getti, José Cima, etc. nes burlescas sobre aires americanos
e ingleses, por M artín Simonsen.
Serenata de Schubert, por Fanny
de Sim onsen, acompañada al violín
por M artín Sim onsen y orquesta.
T E A T R O S O L IS . F antasía sobre motivos de la óp.
, óp. completa de “ Ernani” , de Verd i, por Martín S i
Donizetti con el monsen.
“ A l dolce canto” , de Rodé, por
F anny de Sim onsen.
Andante Spianato, de Ernst, por
5S E -.. M artín Sim onsen.
“ E l Carn aval de V enecia” , de P a
ganini, por M artín Sim onsen.
T E A T R O S O L IS .
Prim er concierto de M artín Sim on T E A T R O S A N F E L IPE .
sen, violinista de S. M. el R ey de “ Jugar con Fu ego” , zarzuela o
Din amarca, y de su esposa la so pleta de F rancisco A . Barbieri,
prano Fanny de Simonsen. la Compañía Duelos.
i.* P arte
2.* P arte
433
Bolero de la óp. “ Chanteuse V oilée ” , D iciem b re, 3.
por F anny Sim onsen. T E A T R O SA N F E L IPE .
“ E l P ája ro en el A rb ol” , rondó bur En la función a beneficio del actor
lesco, por M artín Simonsen. y cantante Carlos Rico, éste ca n ta :
Rom anza de la óp. “ Los dos Fos-
cari” , de Verd i.
“ El Calecero A ndaluz” , canción es
pañola.
“ El C h arrán” , canción española.
T E A T R O S O L IS .
“ M arco V iscon ti” , óp. completa de
Petrella. (V e r reparto del 3 de se
Diciembre, 4.
tiembre de 1859).
U ltim o acto de la óp. “ L a Ceni T E A T R O S O L IS .
cienta” , de Rossini. “ Ernani” , óp. completa de Donizetti,
por la Compañía que encabezan A na
de Lagran ge. Luis Lelmi y José
Cima, con intervención del tenor
Balestra G alli. ^
Noviembre, 24.
T E A T R O SA N F E L IPE . Diciembre, 8.
T E A T R O S O L IS .
“ Lucrecia B org ia” , óp. completa de
Donizetti, por la Com pañía que en
“ E l E co” , compuesto y ejecutado cabezan A n a de Lagran ge, Luis
en la trompa, por C avalli. Lelmi y José Cima.
Dúo de la óp. “ L a F av orita” , de
D onizetti, por A nna Cassaloni y
Luis Lelmi. Diciembre, //.
F antasía sobre la óp. “ E lix ir de
T E A T R O S O L IS .
A m or” , de Donizetti, por el clari
“ Norm a” , óp. completa de Bellini,
netista E rva.
por la Compañía que encabezan
A na de Lagran ge, Luis Lelmi y
2.* P arte
José Cima. ^
Rom anza de Cavalli dedicada a Luis
Lelm i y cantada por éste. Diciembre, 13.
Misserere, de la óp. “ E l T rov ad or” ,
de Verd i, ejecutado por Cavalli. T E A T R O S O L IS .
Cavatina de la óp. “ L a F avorita” , “ Los Puritanos” , óp. completa de
de D onizetti, por A nna Cassaloni. Bellini con el siguiente
R eparto :
3.* P arte
Diciembre, 17.
D iciembre, i.°
T E A T R O S O L IS .
T E A T R O S O L IS . “ El Trovad or” , óp. completa de V e r-
“ L u cía de Lam m erm oor” , óp. com di, por la Compañía que encabezan
pleta de D onizetti, por la Compañía Josefina Medori y R afa el Mirate,
que encabezan A n a de L agarn ge, y que integran además A nna Cassa
Luis Lelmi y José Cima. loni, A rn aud y Pedro F igari.
“La Nación”, 17x11-1859-
434
D ic iem b re , 18. D ic iem b re , 28.
T E A T R O S O L IS .
T E A T R O S O L IS .
“ Ernani” , óp. completa de Verdi,
“ Ernani” , óp. completa de Verd i,
por la Compañía que encabezan Jo
por la Compañía que encabezan Jo
sefina Medori y R afael Mirate.
sefina Medori y R afael Mirate.
“La Nación”, 17-XII-1859. “ La Nación”, 28-XII-1859-
435
C A P ÍT U L O III
LA MUSICA DE SALON
437
estam pan estas palabras sobre la sociedad m ontevideana: “ El baile,
el juego, el paseo y la g alantería no escasean”. 1 E n 1807 surgen des
cripciones detalladas de la época de las invasiones inglesas; entre ellas
se destacan las vividas palabras de R obertso n : “Fui invitado a varias
de estas reuniones vespertinas y encontrélas entretenim iento combi
nado de música, baile, café, naipe, risa y conversación. M ientras las
jóvenes valsaban y hacían la corte en medio del salón, las mayores,
sentadas en fila sobre lo que se llama estrado, charlaban con todo el
esprit y vivacidad de la juventud. El estrado es una parte del piso
levantado en el testero del salón, cubierto con estera fina en verano
y en invierno con ricas y herm osas pieles. Los caballeros se agrupaban
en distintas partes de la habitación, unos jugaban a los naipes, otros
hablaban y otros bromeaban con las damas m ientras los m ás jóvenes,
alternativam ente, se sentaban al piano, adm iraban al cantor o bai
laban en fantásticas puntas de pie con graciosísim as compañeras. Me
parecía encantador cada paso, figura y pirueta. Todas las dam as que
vi en Montevideo valsaban y se movían en las intrincadas figuras de
la contradanza con gracia inimitable, como resultado de soltura y re
finam iento naturales”. 2
De esa misma época data una descripción de las tertulias colo
niales redactada por un cronista anónimo que se firm a “A gentleman
recently returned” y que publica en Londres en 1808 un pequeño libro
“ Notes on the Viceroyalty of L a Plata in South A m erica” ; en la pá
gina 91 de su opúsculo se lee: “ Sus talentos no son muchos y ra ra
vez leen. Su diversión consiste principalm ente en can tar y tocar en
la g u ita rra , en lo que pasan muchas de sus horas. Todas parecen a fi
cionadas a la música y algunas de ellas saben tocar el piano. Los aires
que entonan son por lo común canciones amorosas y las melancólicas
cantilenas del P e rú ”.
E stas descripciones se repiten a lo largo de dos décadas. E n 1810
el viajero Julián Mellet observa que “el bello sexo es de una belleza
y de una alegría admirables y extrem adam ente apasionado por el
baile y el canto”.
E l 9 de setiembre de 1823, el teniente de la m arina inglesa L. Bout-
cher H alloran, asiste a una tertulia m ontevideana y describe las dan
zas y la conversación, con estas vividas palabras:
“ ¿N ecesito relatar lo que sucedió a continuación? ¿cuán graciosamente se movía
Carolina en el minué inicial ? ¿ con qué sencilla elegancia estaban vestidas las dos atra
yentes hermanas Lisard a y Concepción? ¿qué animados mis com ensales? ¿qué fasci
nantes las numerosas damas?. L a habitación parecía un alegre jard ín de lozanas flores.
— “ Soldado: os propongo retirarnos y cambiar las ropas. U sted me meterá dentro
de su uniform e” .
A sí se hizo y el soldado recién alistado, centelleaba en la danza provocando la
alegría y la sopresa en nuestros buenos am igos; todo era hilaridad y buen humor
en el interior, pero afuera, la tormenta acumulada (que en este clima es tan repen
tina como violenta) repiqueteaba en terribles truenos alrededor de la mansión hospi
talaria, entremetiendo sus profundos y sombríos murmullos en los in tervalos más
438
suaves de la m úsica; la luz de las bujías empalidecía ante la espantosa llamarada
que arrojaban los relámpagos a lo largo de la galería de hierro, alrededor del patio
y por las altas ventanas.
Las danzas continuaron. — “ Me gustan los bailes españoles, tienen mucha gracia;
me gusta la música española: es simple y quejum brosa; me g u s t a ... pero se nos re
quiere en el comedor” . — “ Lisarda, aceptáis mi brazo; en verdad debiérais hablar
inglés; sé que lo entendeis perfectam ente. ¡Q u é ! ¿ni una palabra? bien pues, me
e sforzaré por comprender vuestro español” . Las Señoras están sentadas; la comida
excelente; los caballeros ofician de trinchadores o criados y se precian de no parti
cipar en la comida hasta que sus bellas acompañantes no vuelvan del salón de baile;
luego se saborea cada vaso centelleante brindando por los nombres de aquellas que
se retiran. A una copa sigue otra copa, pero la música se interpone con su melodía
subyugante y nos separa de la copa insidiosa. L a danza com ienza de n u e v o ...”
(L . Boutcher Halloran: “ Rescued Fragm ents o f Cabin Memorándums” , págs. 57 a
61. Plymouth, 1826).
Al doblar el año 1830 se sienten las prim eras a u ras del rom an
ticismo en Montevideo. U n romanticism o de vena política y poética
española y francesa, y de la más pura y exclusiva estirpe italiana
en el orden musical. Espronceda, Ochoa, H ugo, L am artine y M usset
fueron los adelantados literarios en nuestro pais; Rossini, Bellini,
D onizetti y M ercadante, los modelos musicales. Los emigrados a r
gentinos de la época rosista llegan en grueso núm ero a fines de la
década 1830-1840; no son precisam ente, los que van a in au g u rar el
ciclo rom ántico en nuestro medio, pero sí a prestigiarlo poderosa
m ente a través de Echeverría, M ármol, Alberdi, G utiérrez, M itre
o Sarmiento, cuyas obras se imprimen y circulan profusam ente en
Montevideo. El salón romántico los recibe fraternalm ente y su apogeo
luce refulgente en 1840.
En realidad los adelantados nativos del romanticism o surgen al
rededor de 1830 y son jóvenes de antiguas fam ilias montevideanas
que han m archado a Europa a completar su educación y vuelven de
ella tocados por el “mal del siglo” : una melancolía nostálgica que se
expresará luego en sus lam entaciones poéticas de peregrinos o en
sus piezas pianísticas donde no faltan los inevitables títulos de “U na
lágrim a”, “ A nte la tumba de la am ada” , etc. D estácase entre ellos
Cándido Juanicó, cuya vinculación personal con Espronceda, aún no
debidamente estudiada, lo transform a en uno de los precursores de
la edad rom ántica en el Río de la P lata. Julio L erena Juanicó en su
precioso libro “ Crónica de un hogar m ontevideano du ran te los tiem
pos de la Colonia y de la P a tria V ieja” (M ontevideo, 19 3 &)> tra n s
cribe algunos fragm entos de su epistolario y nos da el tono preciso
de una época, apenas conocida en este aspecto. Corresponde, pues,
detenerse un instante a este respecto.
Cándido Juanicó, discretísim o pianista, discípulo a la sazón del
C onservatorio Real de M úsica de Lieja, actúa en un concierto ante
Guillermo, rey de los Países Bajos en mayo de 1829. Cuando co
m unica a su herm ano m ayor Carlos este acontecimiento y le dice:
“heme aquí transform ado en a rtista real”, éste, le observa atnable-
439
mente con estas firm es palabras como convenía a un sudamericano
consciente de un destino histórico que recién amanecía:
. . . “ he de reprobarte también, aunque de paso, ese alucinam.t0 frivolo con que
te glorias en verte transform ado en artista Real. N o olvides jam ás que el R ey no
es más hombre que otro cualq.*, y que un h ijo de A m erica debe tener por principios
los republicanos que felizm .te rigen en tu país. E l entusiasmo que da la libertad
bien entendida es el mas noble que existe, porque reproduce el de todas las virtudes
sociales. T e he hecho esta indicac." solo p.a q.e no te dejes dominar de las ideas
realistas, que han sido el azote de la desgraciada E s p a ñ a ... E s cierto q.e p.r des
g racia la A m erica se halla aun sufriendo las convulsiones q.e trae consigo toda
revoluc.11, pero el in fortunio acaba por hacer sabio al que lo padece con constancia” .
440
Aniceto de Castro en 1843, de 79 piezas uruguayas, argentinas y es
pañolas que se conserva en el archivo de la Iglesia de San Francisco
y que vamos a analizar páginas adelante.
Las sociedades filarm ónicas levantan el nivel de las tertulias y
el simple acto de sociabilidad burguesa adquiere un tono más tra s
cendente; música, política y poesía se ag itan por partes iguales en
los salones montevideanos.
Los tristes acontecimientos de la G uerra Grande, lejos de inte
rru m pir la vida del salón m ontevideano, la robustecieron poderosa
mente y durante los prim eros tiempos le dieron el tono político im
perante, sin perder los atributos de sociabilidad superficial repre
sentados por la danza de salón. Tanto en el C errito como en M onte
video, tanto entre los sitiadores como entre los sitiados, el salón ro
m ántico brilla con todos sus prestigios. Y he aquí lo más curioso: en
plena G uerra Grande, al anochecer, cruzan a veces las líneas de
fuego las principales damas de M ontevideo p a ra asistir a los bailes
y retretas del C errito. E s de suponer que otro tan to hacen a su vez
las damas oribistas.
E n 1850, el g ran violoncelista y pintor Am adeo Gras tiene esta
blecido en Montevideo su taller de daguerrotipo en color, y en abril
de ese mismo año actúa con resonante éxito juntam ente con Camilo
Sívori en el Salón del “ Baile M ensual” y en la Casa de Comedias.
Y b ien : a mediados de ese mismo año, la esposa de G ras escribe a
uno de sus hijos: “T u padre va m uy seguido al Cerrito. A veces se
queda a dorm ir por allá. T ú sabes cómo lo aprecian Oribe y Doña
A gustina y cómo le complace a ésta escuchar buena m úsica”. P o r esa
misma época, M atilde Stew art — casada luego con M elchor Pacheco y
Obes— dama prom inente de la sociedad del M ontevideo sitiado, cruza
la línea para asistir a las audiciones de las bandas o rib ista s: “Anoche
fuimos con Rosita y M atilde Stew art a una retreta en el C errito”,
comunica otra vez a su hijo, la señora de Gras, en 185o.3
La actividad social en el salón del campo sitiador es ponderable.
E n el “ D iario” de Francisco Solano de A ntuña, se reseñan num e
rosas festividades; entre ellas, fué memorable la de las fiestas m ayas
de 1845 en el Miguelete, justam ente en uno de los momentos de
intensa actividad bélica de la G uerra Grande. El 24 de mayo de ese
año, Solano de A ntuña asienta en su diario: “ M al tiempo — viento
fuerte y frió del S .O . Y, sin embargo, corren los coches al baile
del Coronel M aza”. Sigue el día 25 de mayo, el siguiente comen
tario : “ El baile estuvo m agnífico, a pesar del tiempo. H abia 142
damas de baile extram atronas, buena m úsica, iluminación, y lindos
adornos en el salón de 35 varas de largo y 20 de ancho”. U n día
mas tarde, el 26, sigue ocupándose de este acontecim iento: “Todas
las conversaciones son del baile, por lo alegre y ordenado que estuvo”.4
Al prom ediar el Sitio de M ontevideo, en 1847, se festeja en la
441
ciudad sitiada, el casam iento de la reina de E spaña Isabel II, con una
brillantísim a recepción. T ruenan esta vez también los cañones, pero
no buscando la m uerte sino en fragorosas salvas para d ar comienzo al
baile. E xtraerem os de la crónica minuciosa que hizo el “ Comercio del
Plata, el 12 de febrero de 1847, l°s párrafo s pertinentes a este capítulo:
“ Todos saben cual fué el local; la casa del Sr. Rivas en el costado derecho de
la P laza de la Independencia, fu era del Mercado. A la entrada, en la ancha vereda
que alli hai, se habia formado un portal provisorio, elegante y decorado con escudos
y letreros que decian ¡V iv a Isabel 2 .'!” . . . “ P or fin como a las diez de la noche
empezaron las salas a poblarse de damas y caballeros, que revelaban con elegante
evidencia el afanoso trabajo de modistas y de sastres en la semana anterior, las g r a
vísim as consultas de P sichées y de Courriers des Salons” . . . “ L a orquesta la com
ponían dos músicas; una de ellas contratada por la Comisión, y la otra, de la fragata
francesa A frica n a, ofrecid a por el Sr. Alm irante Lainé. Cada banda tocaba alter
nativamente una de las piezas que se bailaban” ............. “ Pasadas serían las diez y
media, cuando la F ragata de S .M .C . “ P erla” cuya iluminación de m il faroles no
pudo lucir por el recio viento que se levantó, hizo una salva de 21 cañonazos, señal
de empezar el baile, que comenzó, en efecto, por unas cuadrillas, á que siguieron
otras y otras sin número, y valses de numerosas parejas, y la reina de la moda, la
indispensable Polka. N o es fácil describir la vista que ofrecían entonces esos sa
lones, poblados por 700 á 800 personas, moviéndose y ajitándse en todas direcciones,
al son de excelente música, y luciendo elegantes trajes y tocados, de variedad in fi
nita. Los valses principalmente eran de hermoso efecto, bailando á la vez en cada
salón al pie de setenta parejas” . . .
Empero, el salón montevideano no es sólo baile y sociabilidad
burguesa; es también, decíamos, música, estudio, política, literatura.
D urante más de diez años se establece en M ontevideo una dam a p a
tricia argentina de la época rivadaviana que colabora en el prestigio
del salón en nuestra c a p ita l: doña M ariquita Sánchez de Mendeville.
Como M adam e Sevigné moldea en acicalados preceptos la educación
de sus hijos; pero tam bién como M ariana Pineda borda con sus h á
biles manos las prim eras banderas de la p atria en los turbulentos días
de mayo. U na Sevigné republicana; una M arianita Pineda sin trá
gico desenlace. E n su colección de cartas, recientem ente publicada,
fechadas casi todas ellas en M ontevideo ( “ B iografía de una época.
C artas de M ariquita Sánchez” , Ediciones Peuser. Buenos Aires,
1952), aparecen num erosos documentos del salón m ontevideano, desde
1839 h asta 1854. E n ocasión de su cumpleaños, el 3 de noviembre
de 1842 escribe desde nuestra ciudad a su hija Florencia: “ Mi fiesta
la han celebrado con cuarenta onzas. L a señora del Cónsul francés
es o tra hija m ás que tengo. Toca el piano perfectam ente, como Es-
naola. Pone un libro y lo toca como si lo hubiera estudiado. Se vino
la víspera a casa con Albina. E studiaron un dúo de piano y harpa.
Yo sé del estudio y de todas las locuras que hacían p a ra divertirm e
mi día. Lo lucieron a la noche, y ayer comieron con sus dos m a
ridos aquí, y repetición a la noche, de modo que tres días me han
dado m úsica” . Correctísim a arpista, doña M ariquita Sánchez, ad
m irada con veneración por los em igrados argentinos, reúne en sus
salones montevideanos a la flor de la intelectualidad romántica.
442
Al prom ediar el siglo X IX , el salón, modesto y provinciano en
la época indiana, brillante y fecundo entre 1830 y 1850, desapa
rece como fuente de ferm entación cultural en el orden de la música
para transform arse o tra vez en un mero acto de sociabilidad.
Las sociedades filarm ónicas em igran del salón p ara buscar un pú
blico más numeroso y rico en apetencias culturales y realizan en
tonces sus funciones en los teatros y en los conservatorios. El salón,
fuera de la práctica del baile social, sólo recoge unas m igajas del
a rte sonoro que comienza a en tra r en un período de severa profe-
sionalidad en el ejecutante y de profunda necesidad de cultura en
el auditor.
443
“ S O C IE D A D F IL A R M O N IC A . A las siete de la noche del dia de hayer los
miembros de la Sociedad Filarm ónica de esta Ciudad presentaron la primera de
sus funciones públicas á un concurso lucido de Ciudadanos. Se H abrió esta bri
llante Escena con el T r io de Piano compuesto por el P rofesor M. Von Esch. Des-
pues de un pequeño interbalo de baile se executó un Concierto general donde el
hábil Flautista D. Bernardino Barros hizo lucir la harmonia, y dulzura de su ins
trumento. Concluyó este D elicioso Entretenimiento con el Dueto B u ffo S e inclinassi
á prender moglie del inim itable Rossini.
En este A cto no menos sociable que decoroso, y Espartano nada se m anifestó
tan digno de elogio como la decidida aplicación que la Juventud Montevideana des
cubrió hacia este objeto encantador. L a música es acaso el único de las A rtes que
sabe dulcificar, am aestrar, y comunicar á los Espíritus un cierto grado de energia
más poderoso en efecto, de lo que comunmente se ju zga. Si tratara de analizar
mis ideas sobre esta materia, diría que la lucida juventud se me presento en aquel
momento sem ejante á los moradores de la A rcad ial A tenas, y otros Pueblos gu e
rreros de la remota antigüedad, que mezclaban los coros musicales entre las filas
de los combatientes. Jamas podré olvidar los diversos efectos, que lograva producir
Tim otheo en el alma de A lexand ro por los modos musicales y á lydiano. y á phry-
g ia n o : y qualesquiera que no desconosca los principios de P hytagoras, de Thales,
de Platón y de A ristóteles observará, que su verdad es probada por las leyes de
Lycurgo, y por los hechos, que nos han conservado los mas célebres Historiadores.
T en g o por ahora la singular satisfacción de anunciar al publico este primer
ensayo de nuestra virtuosa Juventud: y se puede esperar, que si sus progresos son
iguales, á los que hán adquirido en tan pocos dias, en breve llegarán á los ápices
de la perfección” . 6
444
escojidos métodos y práctica de enseñanza, le dan la suficiente garantía para abrir
su escuela. Los once instrumentos con que en este teatro y en el de Buenos-Aires
(e l dia 3 del actual) ha tocado, son, violin, flauta, violoncelo, octavín, corneta de
llaves, clarinete, trompa, guitarra, viola ,piano y contrabajo” .7
445
La intervención m ás descollante de la Sociedad Filarm ónica de
Sáenz, se produjo en los festejos del tercer aniversario de la Ju ra
de la Constitución en 1833, en que sus integrantes in terpretaron en
la Catedral, la M isa Solemne del propio Sáenz, escrita especialmente
p ara este fasto y que, según “ El Investigador” fué “ executada en
su m ayor parte por aficionados bajo su dirección”. Al prom ediar el
año 1835, se disolvió esta organización memorable. Sáenz siguió al
frente de la orquesta del teatro y los músicos que la integraban cum
plieron otros destinos en la vida pública o en la privada.
L a Filarm ónica de la localidad de M inas actuó en la época de
la G uerra G rande (1843-1851) y fué dirigida por Hermenegildo
Arce. La im portancia de este hecho musical se reflejó sobre la to
ponimia del país, al punto de que uno de los cerros que circundan la
ciudad de M inas, lleva hoy el nom bre de “ La Filarm ónica” por haber
sido el lugar de ensayo de la incipiente orquesta minuana.
E n m arzo de 1883, Daniel Muñoz escribió el prim er comenta
rio que conocemos acerca de este conjunto. Al año siguiente lo tra n s
cribió en el tomo de “ Colección de A rtículos” que bajo el seudónimo
de Sansón C arrasco publicó en M ontevideo.10 Con la imprecisión
proverbial de los m em orialistas finiseculares, Daniel M uñoz fijó la
fecha de la actuación de L a Filarm ónica “allá por los años cuarenta
y tantos”. No obstante, don A ureliano G. Berro, aseguró que se había
creado alrededor de 1833, en la época en que el poeta B ernardo P.
Berro, mucho antes de ascender a la presidencia de la República, te
nía costum bre de visitar periódicamente la ciudad de las sierras. V e
rem os más adelante que esta últim a fecha es inexacta. El artículo de
Sansón C arrasco nos tra e el nom bre de sus organizadores y dice a s í :
“ A la derecha se ve un cerrito precioso, muy redondo, el mas cercano al pueblo,
en cuya fald a mueren las tapias del Cementerio. Llám ase aquel Cerrito de la Filar
mónica, y cuenta su historia que el nombre le viene por haber sido, allá por los años
cuarenta y tantos, punto de reunión de varios jóvenes que habian organizado una
sociedad musical en la que figuraban Santiago Boada, Guillermo Bonilla, Ramón
Matta, A n g el y Pedro Pico, Tim oteo Rodríguez, Jorge Carballido, E ulogio Ladereche
y varios otros, todos vecinos de la villa, gente alegre y dispuesta siempre a divertirse.
Este tocaba el violín, aquel soplaba el clarinete, el otro manejaba el fagot, cual em
puñaba el trombón, tal pifiaba en la flauta, y hasta no faltaba quien hiciese retumbar
el bombo, tarea que creo estaba a cargo del señor Ladereche, hoy respetable y esti
mado hacendado del departamento.
P or qué iban los filarm ónicos minuanos á ensayar al cerrito, es cosa que nadie
ha querido contarme, pero fácilmente se comprende que aquel alejam iento era im
puesto por el vecindario, al cual le sería insoportable la algarabía que armaban en
los ensayos aquellos devotos de Euterpe.
E l hecho es que ensayaban en el cerrito, y cuentan las crónicas que no quedó
en todos aquellos contornos ni un lagarto ni una víbora, espamtadas todas las ali
mañas y sabandijas con la barahunda que allí metían los músicos, a quienes podria
llam árseles músicos de la le g u a .. . por el hecho de ejercitarse a una legua del pueblo.
Pero no se crea que los desterrados al cerrito lo pasaban del todo mal, pues, so pre
texto de hacer oir lo que ensayaban, llevaban allí a todas las fam ilias del pueblo,
y con este m otivo se bailaba á más y m ejor sobre la verde alfom bra de pasto que
tapiza aquella verde colina” .
446
El comentario posterior de Aureliano G. Berro, fija una fecha
más rem ota y habla concretam ente de su director, Hermenegildo
Arce. Evidentem ente, si la Filarm ónica, tal como asegura Berro, se
fundó en 1833, su director no pudo haber sido Arce, por cuanto éste
contaba en ese entonces seis años de edad. De todas m aneras, co
rresponde transcribir su com entario:
“ Por ese tiempo [1833], Berro tomó la costumbre de concurrir todos los sá
bados a la que es hoy ciudad de las sierras, solicitado por las numerosas amistades
que se había creado. A iniciativa suya se fundó la sociedad musical y coreográfica
“ L a F ilarm ónica” , cuyas sesiones tenían lugar en los suburbios de la villa, en una
casa situada sobre un pequeño cerro que lleva ahora ese nombre original y que lim ita
la planta urbana por el extrem o del Este.
“ L a Filarm ónica” creó y sostuvo una orquesta, que d irigía el maestro H er
menegildo A rce, venerado como un genio por la tradición minuana. Las cuerdas de
las arpas, violines y guitarras que los músicos empleaban, y que componía su ins
trumental, eran fabricadas por ellos mismos, reconociéndosele a don Bernardo es
pecial destreza en la materia. “ L a F ilarm ónica” no solo celebraba sus tenidas en el
local de sus ensayos y estudios, sino que, como se usaba entonces en Montevideo
y £e usó después en las poblaciones rurales, obligaba a la im provisación de bailes
y fiestas en las casas de las principales fam ilias, concurriendo a ellas con ese objeto,
mediase o no previa in vitación. Berro tocaba también el piano y cantaba con bas
tante corrección” . 11
447
L a Sociedad Filarm ónica de 1849 fué dirigida por Ignacio Pen-
sel y se presentó el i.° de julio de ese año en la Casa de Comedias.
E n esa oportunidad actuó el violinista Carlos W hite, director de la
o rquesta de la fra g a ta británica “ Raleigh” que se hallaba su rta en
el puerto de Montevideo. Debe destacarse que en esta oportunidad
Pensel dirigió, entre otras obras, la obertura de la ópera “ Don Ju a n ”
de M ozart.13
Fué, en realidad, un intento aislado y circunstancial que no llegó
a tener repercusión en los ambientes del salón montevideano.
L a Sociedad Filarm ónica de 1850 fué organizada por M anuel
Mochales, músico español al que nos hemos referido en la página 148,
a propósito de su actuación como director de orquesta en la Iglesia
de San Francisco en 1846. Sin embargo, esta sociedad tuvo vida
efím era; el 21 de setiembre de 1850 realizó su prim era y única au
dición en los almacenes de don Joáo Figueira y en ella actuaron la
Sra. M oré de Yeus, Angel Scotto y otros aficionados juntam ente con
una orquesta dirigida por M ochales.14
L a Sociedad Filarm ónica de 1853 fué acaso la de m ayor tra s
cendencia después de aquella que en 1831 dirigió Antonio Sáenz. Esta
nueva sociedad se hallaba dirigida inicialmente por Luis P reti y, a
p a rtir de su segunda audición, por José Am at. Su prim er concierto
se realizó el 22 de agosto de 1853 en casa del Sr. Tobal y la o r
questa dirigida por Luis P reti se hallaba integrada a s í: violines:
Green, C arreras, M ontaner, Rivas y P re ti; viola: G arcía; violonce
los: C. M arques y Carlos Guido; contrabajo: D uthilloy; flau tas: Elía
y Cerone; clarinete: Claveri; corneta a pistones: O ughterson; tim
bales: R enna.15 El i.° de octubre se brindó el segundo concierto y el
22 de noviembre el tercero. En estas dos oportunidades, José Am at,
distinguido músico español, organizó y dirigió el repertorio dando a
conocer algunas pa rtitu ra s suyas. E n el capítulo dedicado a los
Precursores, volveremos a encontrarnos con A m at en su doble con
dición de compositor y cantante.
E l program a del tercer concierto, elaborado de acuerdo con el
criterio de miscelánea vocal e instrum ental tan caro al salón europeo
de mediados del pasado siglo, fué el siguiente:
P r im e r a P arte
448
S egunda P arte
1. T río para piano, violín y violoncelo, de M eyseder, por V alentina Illa de Caste
llanos, Luis P reti y Carlos Guido.
2. Dúo de la óp. “ Elena de Feltre” , por la Srta. Tom kinson y Carlos Guido.
3. “ E ra m entira! soñé” y “ Sus ojos” , de José A m at, cantadas por su autor.
4. Variaciones para flauta y piano sobre un motivo alemán por los Sres. V a ez a y Elía.
5. Quinteto ( ? ) de la óp. “ Lu cía de Lamm ermoor” , de D onizetti, por la Srta. To m
kinson y los Sres. José Am at, K rutisk, C arlos Guido y K lengel.
6. "Invitación a la danza” , de W eber.
3. C a rá c te r y c la s ific a c ió n de la s d a n z a s p ra c tic a d a s e n
el s a ló n , e n el U ru g u a y , h a s ta 1860. — La d a n z a d e s a ló n e n el
U r u g u a y s e d e s a r r o l l a e n d o s g r a n d e s e t a p a s c o m o c o r r e s p o n d e a lo s
ú ltim o s d o s c ie n to s a ñ o s e n to d o el m u n d o o c c id e n ta l: e n el s ig lo X V III
h a s ta 1840 se d e s e n v u e lv e b a jo el s ig n o d e la danza de pareja suelta ,
ya in d e p e n d ie n te com o en el P a s p ié , la G a v o ta o el M in u é , y a de
c o n ju n to c o m o e n la C o n t r a d a n z a o la s C u a d r illa s ; d e s d e 1840 h a s ta
f i n d e s ig lo , b a jo la f o r m a d e la pareja tomada independiente — en
lazada, c o m o e n el V a ls , la P o lc a , la M a z u r c a o el C h o tis .
Juan B autista Alberdi, exilado a la sazón en Montevideo, nos
dejó en 1838 una notable descripción de la antigua form a del baile
dieciochesco que se ha prolongado hasta ese entonces: “ El prim er
cuidado para el éxito de una tertulia, es el de elejir un buen basto-
449
ñ e ro . D e l b a s to n e r o d ep en d e el to n o de la te rtu lia y no del d u e ñ o de
c a s a , qu e n o se h a d e p o n e r á s a c u d ir a las c o n cu r r e n te s p a r a qu e se
d esp ierte n , si e stá n ta im a d a s . E l b a s to n e ro debe ser de n e c esid a d ,
h o m b re b ro m is ta , a le g r e , qu e v iv e en p e rp e tu a r is a , que se r íe d e todo,
m en os d e lo qu e es ris ib le , h o m b re d e e so s que las s e ñ o r a s v ie ja s d icen
al m e n c io n a r : — qu é a l a j a !, qu e m o s o ! qu é c o r t e s ía ! d ic h o s a la n iñ a
q u e lo m e r e c e ! S u s a tr ib u c io n e s s o n : — d esd e lu eg o h a c e r b a ila r m i
n u é á to d o el m u nd o. D e s g r a c ia p a r a él si c o m ie n za p o r o tro b a il e !
q u e d a r á en la o p in ió n d e un camilucho. T a n to v a lie r a el p r in c ip ia r
á c o m e r p o r el g u is a d o y n ó p o r la sop a. P o b r e de él, si a n te s que
to d a s la s s e ñ o ra s h a y a n co n clu id o de b a ila r m in u é, p a s a á o tra
c o s a ” . . . “ E n s e g u id a d eb e p a s a r á c o n tra d a n z a y p re c is a m e n te á
c o n tra d a n z a . T r a s de la so p a el a s a d o : n a d a m á s ló g ic o . A l t e r a r este
o rd e n in m em o ria l, fu e r a e ch a r p o r t ie r r a to d o o rd e n . Q u é p a r e c e ría
u n a c u a d r illa d esp u e s de lo s p r im e r o s m in u e te s ? E l b a s to n e r o debe
c o n o c e r to d a s la s a fin id a d e s de c o r a z ó n y de f i g u r a y h a c e r qu e ellas
p r e s id a n su s e le c c io n es al q u e rid o con su q u e r id a : a l v ie jo con la
v ie ja : a la fe a c on el f e o : á la lin d a con el lin d o : á la r ic a con el r ic o :
si h a y u n a tu e r ta y un tu e r to , los d o s : si h a y un s o rd o y u n a s o rd a ,
los d o s : n a d a de c o n fu s io n ni d e b a r u llo : qu e se c ru ce n las o b e ja s ;
la g e n te , an de en a r m o n ía . A h o r a v ie n e la c u a d r illa . L o s e le g a n te s
d eb en c o r r e r , y a r r e b a ta r s e las c a b e c e ra s : es un d eb er de m o d e stia
y de o b secu en cia. S e d eb e b a ila r la C u a d r illa , c on los o jo s en los pies,
á v e r qu e tal se p o r ta n , p o r qu e el b a ile , es a s u n to to d o de lo s pies,
y n a d a de la c a b e z a , de la b o ca, de los o jo s . T o d o solo d eb e s e r c o
r o n a d o p o r u n a s a lv a , au n q u e s ea m as fr ió qu e b e so d e v i e j a " . 11
A lb e r d i co n o c ía m u y b ien la te la en que b o r d a b a su co m en ta rio .
Q u in c e añ o s m á s ta r d e , en 18 5 4 , el p a n o r a m a h a c a m b ia d o p o r
co m p leto . O ig a m o s al c r o n is ta s o c ia l del “ E c o de la J u v e n tu d O r ie n
t a l” de ese e n to n c e s, q u ie n d e s c rib e el sa ló n d e b a ile y p o n e en b o ca
d e u n a s e ñ o ra d e c ie r ta ed a d e sta s p a la b r a s , con s a r c a s m o : “ P u e s !
el m o do de b a ila r de la é p o c a . . . O b s e r v e V . s in ó e sa p a r e ja que
p a sa en e ste m o m e n to . . . el b r a z o del m o zalb e ce a b a r c a la c in tu r a
d e la jo v e n com o s i se a g a r r a s e á u n a ta b la d e s a lv a c ió n . . . su c u erp o
fo r m a u n o con el d e la n iñ a ” . . . “ H o y el h o n e sto m inuet es f a s t i
d io so , r id íc u lo , in a d m is ib le ; la g a r b o s a contradanza id em id em ,
íd e m : la cuadrilla e s lo ú n ic o qu e c o n se r v a n d e m is b e n d ito s tie m p os,
y e sta m ism a p o rq u e la e sp lo ta n en p ró d e n a d a la u d a b le s in te n c io
n e s ” . . . “ H o y , c a b a lle r o , n u e v o s b a iles, m u y lin d os, m u y g r a c io s o s
en v e r d a d , h a n s u b s titu id o á a q u e llo s de m i tiem p o, m o n ó to n o s é in
s íp id o s : ta le s son la Polka, el Schotis, el Vals á vapor, la M azurka,
etc. e t c .; b a ile s to d o s ta n g a r b o s o s com o h o n e sto s, y esto es po rq u e
la c iv iliz a c ió n no s in v a d e á p a so s a g ig a n ta d o s . . . T a l e ra la m o r d a
c id a d con qu e p r o n u n c ia b a e sta s p a la b r a s la b u e n a de la s e ñ o ra , que
lleg ó al e stre m o de im p a c ie n ta r m e en alto g r a d o c u a n d o h iz o m en ció n
45 °
C L A S IF IC A C IÓ N DE LAS D A N ZA S P R A CTICA D AS E N EL SA LÓ N ,
EN EL U RUGU AY, H ASTA l8 Ó O
Agiles y airososs \) F a n d a n g o
tiempos vivos, ge- : B olero
neralmente cor / P asp ié
Independiente
Bailes «de dos».
La pareja reali-
is. Ejecuta-1
«en cuatro» Graves ■vivas í G a v o ta
híbridas. Alternan tiempos < M inu é
lentos con tiempos I M in u é M on ton ero
vivos. \ R igod ó n
Hombre y mujer I
bailan s u e lto s. I Semi - graves
Excepcionalmen - J _ . C o n tra d a n za
te se toman las J conjunto
C u a d rilla s
manos o se en-1 Bailes en líneas, '
lazan en figuras I rondas, cuadri-
como el vals. Has, etc. La pa- <
D ANZAS DE PAREJA reja coordina sus \ Graves - vivas 1 C ielito
I A lte r n a n me \ P ericó n
Hombre y mujer se re- , ' mientos lentos ( f M edia C a ñ a
conocen como compa- \ movimientos £
ñeros y danzan con ese 1 , gres.
carácter. I
' V a ls
P olca
\ G alop
V a rso v ia n a
Tomada / Independiente I f R ed ova
M azu rca
Hombre y mujer / La pareja baila J
bailan principal- j s' \ C h o tis
451
de la m a z u rk a !.. . la m azurka. . . mi baile predilecto y delicioso. . .
¡O h! fué cosa de abrasarm e” . . . 1S
Dos sobrevivencias de las antiguas danzas corales batallan en
el siglo X IX con las danzas de pareja independiente: las Cuadrillas
y, posteriorm ente, los Lanceros. Desde Montevideo, en carta fechada
el 18 de julio de 1844, doña M ariquita Sánchez de Mendeville, nos
revela este estado de cosas: “Tocaron cosas preciosas y bailaron las
señoras lindísimas cuadrillas y valses”.
U na veintena de danzas se practican en el salón uruguayo desde
el coloniaje inclusive hasta mediados del siglo X IX . De entre ellas
hay tres de típica prosapia criolla: el Cielito, el Pericón y la M edia
C aña; a p a rtir de 1820, estas tres danzas pasan a los teatro s y a
los salones, pero sin perder su vigencia folklórica. Existe además
una danza pública o de espectáculo que se da en las calles m ontevi
deanas: es la D anza de las Cintas o Danza de T ren zar que aunque
no pertenece al salón, la hemos incorporado a este capítulo por tra
tarse de una proyección colectiva del baile social.
P a ra la clasificación, desde el punto de vista coreográfico, de
este repertorio de danzas, hemos adoptado el sistem a notablemente
claro del musicólogo argentino Carlos V ega en el cual se adoptan y
adaptan criterios consagrados, especialmente el de las clasificaciones
de C urt Sachs.
Seguidam ente entrarem os en el estudio de cada una de ellas,
según van apareciendo cronológicamente en los documentos que he
mos hallado.
452
por Juan M anuel de la Sota en su ra ra “H isto ria del territorio orien
tal del U ruguay”, se describe con lujo de detalles el encuentro: “ Se
sirvió la mesa con toda grandeza y cerca de la noche fueron los por
tugueses a dar un sarao al m arqués y bailar contradanza. La prim era
se componía de ocho oficiales m ilitares que representaban las cuatro
partes del m undo y las cuatro estaciones del año, vestidos de los co
rrespondientes colores adornados los que figuraban de m ujer, con
diam antes y preparativos propios. La segunda constaba de ocho
personas que eran soldados vestidos de indios orientales, también
enmascarados. La 3.a de ocho soldados, cuatro en tra je de tigres y
cuatro de yacarés, con vestidos pintados unidos al cuerpo y muy
apropiados á lo que representaban. La 4.a de nueve soldados con los
cuerpos pintados, sus carcaces adornados de plumas de varios colores,
su arco y flechas. D anzaron ocho contradanzas y muchos minuetes
hasta cerca de la m edia noche, tocándose m uchas sonatas, y cantán
dose arias, lo que hizo la noche muy lucida y agradable. M ostróse el
M arqués muy satisfecho de este obsequio. Danzó el mismo m arqués
y el Sr. Jeneral y todos los oficiales de una y o tra parte. P resen tá
ronse al M arqués tres sonetos alusivos al objeto a que se dedicaba
la función dos de ellos en español y uno en italiano”. 19
E n verdad que estamos frente a una de las m ás curiosas des
cripciones de la Contradanza colonial. Todo un fantástico ballet con
representaciones zoom orfas e intervención de fig u ras indígenas. Re
vive en él todavía la antigua costum bre renacentista del baile con
antifaz.
P ero filiemos en prim er térm ino a la C ontradanza.
Llam ada en In g laterra originariam ente “country-dance”, en
F rancia “contredanse” y en Alem ania “kon tretan z”, su nombre si no
su coreografía o su música (existen varias teorías al respecto) pa
rece provenir de la prim era: “ country-dance”, esto es: “danza cam
pesina” .
Complicada en extrem o su coreografía, que se fué enriquecien
do gradualm ente hasta llegar a un núm ero elevadísimo de figuras
distintas, su base es la fusión de dos simples ordenaciones: el “ round”,
es decir, “la danza en círculo con alternación de hombres y m ujeres”
y el “long-w ays” o form ación en calle de hombres frente a mujeres.
A estas posiciones se agregan luego todas las variantes im agina
bles: cadenas, canastas, “la re ja ” (el “paseíto al campo” del Pericón
p o sterior), etc.
L a C ontradanza se baila en la campiña inglesa d urante el si
glo X V I. A lrededor del 1600 asciende a los salones de la Corte, y
ochenta y cinco años más tarde, aparece en F ran cia y Holanda con
singular brío, desplazando al Branle, una de las form as m adres de
la danza francesa, progenitor de las m ás variadas expresiones como
la Gavota, por ejemplo.
453
E n 1710 los Borbones introducen la Contradanza en España.
Debe advertirse que la C ontradanza en Francia y España, es leve
mente m odificada y así puede hablarse con propiedad de una Con
tradanza Inglesa, de una francesa y de una española. E n Francia,
además, se crea una variante alrededor de 1723 que se llama Cotillón.
A principios del siglo X IX , la Contradanza da origen a dos fo r
mas coreográficas de enorme dispersión: la Cuadrilla y Los Lanceros.
La prim era, que quiere decir “cuadrada” (proviene de la palabra
italiana “squadra” ) por la disposición en cuadrado de los bailarines,
ya que se baila en grupos de cuatro form ando dos pares, vis a vis,
tiene su consagración oficial en 1815 cuando la impone Napoleón I.
Sin embargo, los antecedentes de la Cuadrilla se hallan en una obra
de Juan Jocobo Rousseau "Fétes de Polymnie”de 1745, pero en rea
lidad adquiere su dispersión en la prim era m itad del pasado siglo.
U n poco más tarde aparecen Los Lanceros que, según se dice
equivocadamente, fueron creados por el bailarín Laborde en 1856
en la corte de Napoleón 1 1 1 . E n realidad ya se bailaba en Dublín en
1817 y su nombre y descripción aparece en el libro de danza de Joseph
H a r t quien asegura que se bailaba por la sociedad británica en el
verano de 1819.
Si sintetizamos la cronología de la C ontradanza, veremos la
siguiente línea de fec h a s:
1550. — Se baila en la campaña de Inglaterra.
1600. — Se baila en la corte inglesa.
1685. — Se irradia a H olanda y Francia.
1710. — Se irradia a España.
1723. — Surge en F rancia una variante llamada Cotillón.
1745. — Antecedente remoto de la Cuadrilla en una obra de Rousseau.
1752. — En esa fecha y a se bailaba la Contradanza en la Banda Oriental.
1815. — Surge la Cuadrilla.
1819. — Surgen Los Lanceros.
1850. — Decae la Contradanza en Montevideo.
1880. — Desaparece definitivam ente la Contradanza en el U rugu ay como
form a socializada.
454
he visto en E spaña danzas semejantes, ni en las diversiones públicas
de algunos pueblos, ni en las que se usan en el día y octava de Corpus.
A hora m odernamente van introduciendo algunas contradanzas ingle
sas, danzas valencianas, y otros bailes que usan los españoles. A estos
muchachos danzantes los adornan con vestidos á propósito, con co
ronas y guirnaldas que hacen vistosas las danzas: hay algunas que
se componen de 24 danzantes, que form an varios enlaces, y aun letras,
con el nombre que quieren. /E n tr e danza y danza hacen juegos ó
entremeses, que en su idioma llaman menguas, todos de su inven
ción. . . ” 20
Campo y salón fueron asaltados por la C ontradanza triunfando
en ellos plenamente.
De 1807 nos queda esta referencia sobre la sociedad m ontevi
deana que hemos transcrito íntegram ente en el p a rá g ra fo i.° y que
ahora extractam os en la parte pertinente: “Todas las damas que
vi en M ontevideo valsaban y se m ovían en intrincadas figuras de
la contradanza con gracia inimitable, como resultado de soltura y
refinam iento naturales” .21
La C ontradanza sigue durante toda la prim era m itad del siglo
X IX como la danza básica de todas las fiestas públicas, oficiales y
privadas. El 25 de mayo de 1816, duran te las grandes festividades
de ese año, a las once de la noche comenzó un sarao en la nueva
sala consistorial en el cual se bailó esta danza d urante toda la noche:
“ L a prim era contradanza excedió en tre in ta y quatro p arejas”. El
fu ro r por este baile perduró toda la noche “hasta que el sol empezó
á verter sus doradas luces sobre nuestro suelo” . . . 22
La C ontradanza salta a la plaza pública y el 24 de julio de 1833,
durante los festejos del tercer aniversario de la J u ra de la Constitu
ción, veremos que entre los núm eros fig u ra el siguiente: “ Las com
parsas y caballeros del torneo se reunirán en la casa fuerte á las dos
de la tarde, de allí se dirijirán con sus músicas á la plaza mayor,
donde bailarán las prim eras por su turn o siendo la contradanza de
la de M ilitares y Empleados compuesta por la Señorita Da. Jacinta
F u rrio l” .23
El teatro fué precisam ente uno de los puntos de irradiación de
la C ontradanza. El 29 de agosto de 1833 dirige M iguel Vaccani una
Contradanza cuya música ha sido compuesta por Antonio Sáenz,24
y en varios otros momentos dentro de las comedias, sainetes y peti-
piezas, veremos surgir esta im portante expresión coreográfica.
Debe recordarse que la aparición de Cuadrillas y Lanceros no
determ ina la desaparición de la C ontradanza : por el contrario alte r
na y rivaliza con sus hijos directos. E n los anuncios de los bailes de
m áscaras durante el carnaval de 1852 se expresa que h ab rá una
orquesta “buena y num erosa para tocar alternativam ente cuadrillas,
contradanzas, polkas y wals”. 25
455
E n el orden de las tertulias de sociedad, la C ontradanza es el
segundo baile que se lleva a cabo. Se inicia la sesión con un Minué.
“ Figarillo”, es decir Juan B autista Alberdi, describe así la aparición
de la C ontradanza, en el ya citado artículo publicado en “E l Inicia
do r” de 1838: “ En seguida debe pasar á contradanza y precisamente
á contradanza. T ras de la sopa el asado: nada m ás lógico. A lterar
este orden inmemorial, fuera echar por tie rra todo orden. Qué pa
recería una cuadrilla despues de la prim eros m inuetes?” 20
Pasado el 1850, la C ontradanza entra en su decrepitud. La Cua
drilla y luego Los Lanceros la desplazan lentamente. L a g ran Con
tradanza después de haber proliferado en las tres form as europeas
— Cotillón, Cuadrillas y Lanceros— y en las tres criollas — Cielito,
Pericón y M edia Caña— cae en su ocaso irremediable en 1880. Ya
en 1854, según habíam os visto, dice un cronista de la época por
boca de una señora de relativa edad: “ Hoy el honesto minuet es
fastidioso, ridículo, inadm isible; la garbosa contradanza idem, idem,
idem; la cuadrilla es lo único que conservan de mis benditos tiempos,
y esta misma por que 1a esplotan en pró de nada laudables intencio
nes”.2' E ra el momento del auge de la M azurca en Montevideo, y la
C ontradanza sólo aparecía de vez en cuando en algún baile de car
naval de los teatros.
Veamos entretanto su dispersión en América.
Según los estudios fundam entales de Carlos V ega sobre la Con
tra d a n z a,28 la form a inglesa de este baile llega a Buenos A ires en
1730 y ya en noviembre de 1747 durante los festejos de la coronación
del rey Fernando V I se oye hablar de este baile: “ en las dos noches
el Gov."r y Capitan Gral. propinó un m agnifico refresco atodos los
circunstantes, que sirvió de paréntesis, para las contradanzas, M i
nuetes y A reas”. Alrededor de 1800 llega a Buenos A ires la C ontra
danza española y más tarde aún la francesa. Chile, P erú y Brasil
practican la original inglesa durante todo el siglo X V III, pero su
reinado se liquida en todas partes alrededor de 1850.
Coreografía de la Contradanza. — Se inicia con dos posiciones:
1.“ una rueda ( “round” ) que form an las parejas y 2 ° “ en calle”
( “longways” ) form ada por dos filas frente a frente, de hombres y
m ujeres respectivamente. T erm inadas estas dos posiciones comienzan
las figuras aisladas que llegan a un núm ero elevado. Preside la Con
tradanza un m aestro de ceremonia que en voz alta indica el cambio
de fig u ra s: es el bastonero (¡recordar ésto!). E n tre sus fig u ras más
im portantes se destacan “L a C anasta”, el “A vant-deux”, el “ Moli
nete” de damas o de caballeros “ P antalón ”, “E té ”, “ Poule”, “T rén is”
(su creación se adjudica al célebre bailarín T re n itz ), “ Cadena” , etc.
Queremos referirnos a esta última, la “ Cadena” que interesa
vivam ente a nuestro folklore. Se form a un solo círculo en una misma
línea, pero los hombres m archan en una dirección y las m ujeres en
456
o tra ; cuando el hom bre se enfrenta a la m ujer le da la mano de
recha, pasa a un lado de ella y da la izquierda a la que sigue, exacta
mente igual a la cadena del Pericón. La C ontradanza se rem ata con
un “Finale” de e x traordinaria brillantez y complicación. E n las es
pañolas y francesas el núm ero de figuras es distinto al igual que su
ordenación, pero en las líneas generales perm anece inmutable.
L a música de la Contradanza. -— L a C ontradanza se escribió
siempre er. secciones iguales de ocho compases que encierran una idea
musical completa y en compás ya de seis octavos ya de dos cuartos.
O bran en nuestro poder num erosos ejemplos de Contradanzas
inglesas, españolas y francesas, cuyos m anuscritos yacen en antiguos
archivos m ontevideanos. Hem os seleccionado dos ejemplos represen
tativos cuya escritura se presenta en distintos compases. H e aquí una
“ Contradanza inglesa” en compás de dos cuartos:
\. V'V V
457
Proyección de la Contradanza en nuestro folklore. — La tesis
de Carlos V ega sobre la proyección de la C ontradanza en la fo r
mación de nuestro folklore se refiere únicam ente al aspecto coreo
gráfico. E l musicólogo argentino ha establecido el siguiente cuadro
que comparte por entero el autor de este trabajo. P o r nuestro ca-
COUNTRY- DANCE
ESPAÑOLA
458
El Paspié, originario de los m arineros de la Baja Bretaña, pasa
a P arís en 1587 y asciende, durante el reinado de Luis X IV , a in
teg ra r los ballets de la corte. E n 1612, P raeto riu s aclara la proce
dencia de su nom bre: “porque en esta danza un pie debe golpearse
con el otro y cruzarse sobre él” .
A principios del siglo X V III Sebastián B rossard en su “ Diction-
naire de M usique” define el Paspié como “un M inué cuyo movimiento
es muy vivo y muy alegre”.30
Ju an Jacobo Rousseau, a su vez, en su “ Diccionario de M úsica”
de 1764, nos explica su m úsica: “A ire de una danza del mismo n o m
bre, muy común, cuyo compás es ternario, se escribe en ^ y se m arca
a un tiempo; el m ovimiento es más vivo que el del M inué”. 31
Debe agregarse que algunos Paspiés están cifrados en compás
de tres cuartos. Constan de dos, tres o cuatro partes de ocho compa
ses cada una, que se repiten por lo menos una vez. El Paspié pasa a
in tegrar la estructura de la Suite alrededor del 1700, intercalándose
entre la Sarabanda y la Jiga final. Como danza cortesana desaparece
en Europa en 1767 y en el U ruguay síguese bailando hasta principios
del siglo X IX .
H acia 1829 Francisco Acuña de Figueroa escribe en M onte
video su “ Poem a épico intitulado la conspiración de las V iejas contra
las Jóvenes” en el cual las prim eras exclam an con una gracia de dis
cutible buen gusto:
“ Nosotras al paspié y ála tirana
en los tiempos de ñaupas y Cevallos
dimos envidia á Venas soberana
con los pies que hoy se ven llenos de callos” 32
6. E l M i n u é e u r o p e o y e l M i n u é M o n t o n e r o . — En los
días de la Independencia se organiza en el Río de la P lata una ré
plica nacional al viejo M inué de cuño francés que había predominado
en todo el coloniaje y nace así el Minué M ontonero, llamado también
el M ontonero a secas, o, como clave de esa hora, “E l N acional”.
E sta nueva especie tiene una vida intensa pero relativamente
corta que abarca desde 1820 hasta 1850, y en cierto modo no debe
entenderse como la despedida o el último estertor del antiguo Minué,
459
sino como un hijo am ericano de la vejez de esta espléndida danza, de
tan saneada historia en la evolución del pensam iento musical eu
ropeo. U n hijo criollo, decimos, que se diferencia evidentemente de
su progenitor por su m úsica y por su coreografía, toda vez que,
presumiblemente, en el Allegro intermedio se emplean los zapateos
y castañetas propios de las danzas criollas.
E l reciente hallazgo de las partitu ras de nueve minués m onto
neros que yacían en distintos archivos montevideanos algunas de las
cuales estam pam os en el presente p arágrafo , nos autoriza a hablar de
una nueva y diferenciada estructura musical.
S u historia. — El M inué europeo penetra en el U ruguay, pre
sumiblemente, al comenzar el siglo X V III y la prim era icferencia
concreta de esta danza data del 23 de setiembre de 1752. En
el p arág rafo 4 dedicado a la Contradanza hemos tran scrito el
detalle de la fiesta realizada con motivo del encuentro de las mi
siones dem arcadoras de límites, en esa fecha, que term ina a s í: “ D an
zaron contradanzas y muchos m inuetes hasta cerca de la media noche,
tocándose muchas sonatas, y cantándose arias, lo que hizo la noche
muy lucida y agradable” .33
Conjuntam ente con la C ontradanza, la Gaveta y el Paspié, el
M inué se convierte en una de las danzas dilectas de los salones co
loniales m ontevideanos. E n 1807, durante la dominación inglesa, se
bailaron minués en M ontevideo: la referencia nos llega a través del
“ D iario de la Expedición del B rigadier General C ra u fu rd ” y dice
así: “ Poco antes de la evacuación del país, m uchas de las fam ilias
volvieron a la ciudad, y el general G orver ofreció un baile a sus re
laciones, que empezó con un minué dirigido por el dueño de la casa
general Balbiani, a su pedido especial, pues estaba notablemente o r
gulloso de su modo de b a ilar: y efectivam ente era un buen bailarín,
aunque su figura era algo grotesca, y su aire pedante hacían el es
pectáculo algo ridículo; pero sus modales eran los de un caballero,
y estas pequeñas debilidades las contrarrestaban su vivacidad y buen
hum or. E staba encantado de pensar en hacer un viaje a In g laterra
y su ambición era de presenciar la ópera”. 34
Los cronistas de antaño dan en afirm ar que se bailaba bajo tres
figuraciones coreográficas: el ceremonioso y aristocrático minué liso
la m ayor parte de las veces, luego el figurado y, excepcionalmente,
el m inué de la corte.
O bran en nuestro poder m ás de una docena de estos minués de
la prim era m itad del siglo X IX ; hasta un “ M inué Republicano” de
1837 inspirado en la melodía del prim itivo Him no Nacional de A n
tonio Sáenz y que figura en el inventario razonado de la producción
musical uruguaya que estam pam os más adelante. E n tre ellos poseemos
dos ejemplos de “ M inué Liso” uno de los cuales en su versión para
g u ita rra es el siguiente:
460
A mediados del pasado siglo el M inué cae en desuso y en un
periódico m ontevideano de 1854 se leerá ésto: “ H oy el honesto m inuet
es fastidioso, ridículo inadm isible”. 35
A hora bien, antes de desaparecer, el viejo M inué engendra una
réplica nacional, dijimos, conocida bajo el nom bre de M inué M onto
nero. Desde luego que su m orfología con el tiempo “allegro” ence
rrado por dos “andantes” ya está presente en el molde europeo y
se proyecta tam bién hacia la Gavota, como se verá en el p a rág rafo
correspondiente a esta últim a danza, pero el ambiente criollo le presta
sus “castañetas”, sus cambios de altitudes y adornos, lo cual nos per
mite decir que esta danza ha sido “criollizada” o acriollada.
Según la documentación que obra en nuestro poder el M onto
nero se coordina en la década 1820-1830 y subsiste al igual que el
M inué europeo hasta 1850. La prim era referencia del M inué M onto
nero data del 11 de agosto de 1829 en que sobre el escenario de la
Casa de Comedias de M ontevideo se baila esta danza con el título ya
diferenciado. Dice así el program a de la época: “ Seguirá una g ra
ciosa Pantom im a nueva titulada LA M U E R T E D E L A R L E Q U IN
la que term inará con un M IN U E M O N T O N E R O bailado por dos
N iñas ejecutando la Sa. L uisita Q uijano la parte de hom bre”. 30
Felipe David en la fam osísima comedia “ Los tres novios imper
fectos”, baila un M ontonero el 18 de enero de 1831 y los niños Prig-
gioni el 12 de enero de 1837 danzan en el teatro “ LA S B O L E R A S
D E L M O N T O N E R O ” 37; no es aventurado pensar que la acepción
de boleras no fuera otra cosa que un trasvase de palabras: “minué
abolerado” y de allí a “boleras del m ontonero”.
No se crea sin embargo que el M inué M ontonero es sólo danza
de espectáculo; su presencia en el salón está certificada en estas pa
labras de un cronista tan serio como M ariano F erreira, quien refi
riéndose al baile dado a fines de 1839 en casa de Doña B ernardina
Fragoso de Rivera, expresa lo que sigue: “Term inado el desfile se
hizo un poco de m úsica, y doña B ernardina se empeñó en que mi
herm ano Ferm ín y yo luciéramos nuestras habilidades bailando un
M inué montonero, el cual estaba muy en moda por esa época” .38
A esta historia ciudadana del M inué corresponde ag reg ar dos
curiosas referencias campesinas. El poeta B ernardo Prudencio B erro
— Presidente de la República en 1860— escribe en 1833 una extensa
poesía sobre las costum bres y las personas de la población ru ral de
Minas. L a composición se halla fechada en Casupá el 28 de diciembre
de 1833 y en la estrofa pertinente dice así:
“ Con un donaire sin par
M ueve la liaera planta.
S i baila minuet, encanta;
S i contradanza, embelesa;
S i pericón, interesa;
S i balsa, admira y espanta” . 39
2 .' parte: “ A L L E G R O ” g } , J~ J~ ~ | r j -]
16 compases
462
una frase musical más ancha. L a idea fraseológica se halla subdi-
vidida, al punto de que si reconstruim os el pensam iento original de
acuerdo con los acentos lógicos, veremos que la frase pasa a ordenarse
en un clarísimo compás de seis octavos:
T m 8 ™ s°" , m 1 m 1 j j .j n
463
Fórmulas rítmicas de acompañamiento del M inué Montonero
1.* parte: “ M O D E R A T O ” f | J J J I
3 | ^ r~) J 3|
h n i
2.* p a rte : “ A L L E G R O ” | |
11 ^ ij ^ j i
», r i n n ,
Conviene d ejar constancia de que el A llegro del M inué M onto
nero es llamado “ Cielito” en algunos documentos argentinos. Esta
p alabra obra como un “comodín”, peligroso p ara el investigador, en
la term inología de las danzas y canciones rioplatenses. E n la prim era
m itad del siglo X IX , la palabra Cielito cubre tres cosas: i.°) a la
vieja y conocida danza coral de las mismas características y de la
m isma promoción que el Pericón y la M edia C aña; 2.°) significa
simplemente canción política, como aquéllas de Hidalgo que entona
ban los patriotas frente a los m uros del M ontevideo sitiado en 1813;
3.0) se llama así — recordamos ahora un M inué de Esnaola, muy co
nocido— al Allegro del M inué M ontonero. Bien pudiera ser que las
dos prim eras fueran una sola cosa, es decir, una canción danzada que
podía adem ás darse independientemente en form a melódica p a ra canto
y guitarra.
P a ra complicar más aún este problema, he aquí que en la segunda
m itad del siglo X IX , la palabra Cielito representa dos cosas m ás, y
seguimos la enum eración: 4.0) es una de las figuras del Pericón tal
como se puede observar en la p a rtitu ra del uruguayo Leopoldo Díaz,
“ Pericón N acional”, im presa en M ontevideo en 1891, fig u ra que se
464
acompañaba con canto, y 5.0) es llamado Cielito a la sección in ter
media, más movida, del Estilo, que cubre los versos ^.°, 6.°, y.° v 8.°
de la décima y cuyo acompañamiento m archa en compás de seis octavos.
Lo curioso es que en los cinco casos, musicalmente hablando, se
tra ta de algo casi igual, ya que en todos ellos aparece con similar
figuración y representa una aceleración del tiempo inicial de la obra.
Hace unos años la Facultad de Hum anidades y Ciencias publicó
un trabajo nuestro sobre esta danza (L au ro A y estarán : “ El Minué
M ontonero” , Montevideo, 1950), en el cual se reproducían nueve
ejemplos m anuscritos de esta especie coreográfica. Reeditamos hoy
los dos ejemplos más representativos de ellos — el N.° 1 y el N.° 8—
pero queremos señalar las características técnicas y documentales de
esta colección:
M IN U E M O N T O N E R O N.° 2
M IN U E M O N T O N E R O N.° 3
A utor: desconocido (copia de F rancisco José D eba li). — Títu lo: “ Montonero” .—
F echa : 1845 aproximadamente. — Instrumental: partes sueltas para flauta, pistón
en si-bemol, violín i.°, violín 2.0 y contrabajo. — Procedencia: se halla en el A rchivo
Debali y procede del fondo de la Casa de Com edias de la década 1840-1850 en que
el copista de esta partitura, Francisco José Debali, era director de orquesta. Lleva
el N.° 448 del inventario de este archivo. — F orma musical: su m orfología responde
a la fórm ula b á s ica : “ M oderato-Allegro-Coda” y no presenta ninguna peculiaridad
digna de destacarse.
M IN U E M O N T O N E R O N.° 4
A utor: desconocido (copia de Francisco José D eba li). — Títu lo: “ M ontonero” .—
F echa : 1845 aproximadamente. — Instrumental: partes sueltas para clarinete, trompa
en fa, violín y contrabajo. — Procedencia: se halla en el A rc h iv o D ebali y procede
del fondo de la Casa de Comedias de la década 1840-1850 en que el copista de esta
partitura, F rancisco José Debali, fué director de orquesta. L le v a el N.° 513 del
inventario de este archivo. — Form a musical: fórmula básica: “ M oderato-Allegro-
C oda” . Ninguna peculiaridad.
M IN U E M O N T O N E R O N.° 5
M IN U E M O N T O N E R O N.° 6
M IN U E M O N T O N E R O N.° 7
466
tonero en el Suplemento Literario de “ L a Nación” de Buenos A ire s del 8 de julio
de 1951. En esa versión se le llama Cielito al A llegro.
M IN U E M O N T O N E R O N.° 9
Autor: desconocido (copia de F rancisco José D eba li). — Títu lo: “ Minuetto” .—
Fecha: 1845 aproximadamente. — Instrumental: sólo está escrita la línea melódica,
sin indicación instrumental. — Procedencia: fig u ra en la página 4 de un manuscrito
de Francisco José Debali para orquesta y canto. Se halla en el A rch ivo Debali y
lleva el número 726 de inventario. — Form a musical: responde a la variante “ M o
derato-A llegro” , cuyo A lle g ro consta de dos secciones de 16 compases cada una.
467
468
4 69
4 /0
fija en el compañero. Volvían o tra vez al centro, se daban las manos
y se dirigían a las otras dos esquinas del salón. E n seguida, volvían
al lugar de donde habían partido; repetían los pasos del principio y
antes de separarse se hacían el último saludo. L a m úsica del minuet,
en tiempo de tres por cuatro, debía de ser pausada y m ajestuosa, en
tonos bemoles, ra ra vez sostenidos” 43. D entro de un cuidadoso plan
de suposiciones y sin forzar los documentos, ésta debía ser, pues, la
coreografía de los 8 prim eros compases del M ontonero que form aban
el “ M oderato” o m inué propiam ente dicho. Presum iblem ente también
ésta debía ser la coreografía de la “ Coda” final de 4 compases, que
retornaba al mismo aire y a las mismas altitudes.
T res años m ás tarde, en 1830, Arsenio Isabelle ve bailar la “mon
to nera” — como él llama— en Buenos A ires y completa la referencia
con esta explicación: “ Especie de m inué saltado, en el cual la baila
rin a imita las castañuelas con los dedos. E sta danza es verdadera
mente encantadora”.44 Y a tenemos, por lo tanto, o tra indicación co
reográfica : posee castañetas — fricción de los dedos pulgar y m ayor
tan común en las danzas rioplatenses del tipo del Gato— , es decir,
gesto picaresco que ubica a esta danza entre la serie de “graves-
vivas” . Este paso vendría a ser, pues, el de los 16 compases del “Alle
gro” intermedio.
En resumen, el M inué M ontonero es danza de pareja suelta, es
decir que los bailarines no se enlazan; pertenece además a la subdi
visión de independiente porque el salón de baile no form a una unidad
coreográfica y las parejas actúan por lo tanto sin relación de depen
dencia las unas de las o tra s; por último, pertenece a la categoría de
graves-vivas, porque se alternan movimientos lentos con movimientos
vivos, enriquecidos estos últimos, a m anera de bordados picarescos,
con castañetas.
471
El abate B rossard a principios del siglo X V III nos da una ex
plicación de su construcción m usical: “es una especie de danza cuyo
aire tiene dos “reprises” , la prim era de cuatro y la segunda ordina
riam ente de ocho compases a dos tiempos, a veces alegres, a veces
graves. Cada “reprise” se ejecuta dos veces. La prim era comienza
“en levant” [en anacrusa] por una blanca y dos negras o notas equi
valentes y term ina “en b a tta n t” [tiene term inación m asculina] de
clinando sobre la dom inante o la mediante del modo, jam ás sobre la
final [tónica] a menos que sea en Rondó. La segunda “ reprise” co
mienza también “en levant” y term ina “ en b a tta n t”, declinando sobre
la tónica”.
Toda su teoría coreográfica y musical evoluciona lentamente y
se aproxim a a la que conocemos del Minué y especialmente, en nues
tro medio, a la del M inué M ontonero tal como se vió en el p a rág rafo
correspondiente a esta últim a danza.
En el álbum de danzas de salón montevideanas, m anuscrito por
Francisco José Debali entre 1840 y 1850, fig u ra la siguiente Gavota
cuya construcción obedece al siguiente plan:
Andante — 8 compases, en tres cuartos
Allegreto — 8 ” ” dos cuartos
I2 ” ” ” ”
472
_$• y-i » JL JL
I : - *■»**’ n * - , -
473
“la G A B O TA de V E S T R IS ”. 49 H e aquí la explicación de todas estas
esporádicas apariciones de la danza francesa. D espojada de su con
tenido de expresión social o de simple sociabilidad, sube al escenario
como espectáculo de vistosidad.
474
rrano en 1833 y su hijo Fernando Q uijano conjuntam ente con Do
lores de Gambin en 1845.
475
intermedios ejecuta “ Los trovadores” del mismo autor. ( “Comercio
del P la ta ”, i.° de julio de 1850).
La fiebre del Vals registra su curva m áxim a alrededor del 1840
cuando en el periódico “E l C orsario” en su cuarta entrega de ese año
publica estos v e rso s:57
Oh, valsa divina!
A legre, festiva,
Tan rápida y viva
Cual viento veloz
N os llevas en brazos
D e dulce armonía,
D u lce Poesía,
Encanto y amor,
Corremos
Volamos,
D e amor;
A la danza,
S e olvida
E l d o io r ... etc.
476
Adem ás, el Vals significó la aparición de la danza de giro r á
pido; ese giro que avanzaba con un movimiento de rotación y tra s
lación como en nuestro sistema planetario la tie rra y la luna danzan
en torno al sol. . .
E n 1837 aparece la prim era colección de p a rtitu ra s impresas en
el país. El periódico “ L a Abeja del P la ta ” publica seis páginas m usi
cales grabadas por el litógrafo Gielis. E n tre ellas fig u ra el “Valse
a los Paquetes” de Roque Rivero que transcribim os en el inventario
razonado que ilustra este volumen.
E n tre los valses m ás antiguos nos place estam par el que sigue,
cuya caligrafía pertenece a Francisco José Debali y fué escrito en
la época de la G uerra Grande.
477
El Bolero o las Boleras, ya están presentes en antiguos papeles
montevideanos en los prim eros años del siglo X IX . E n m anuscrito
que perteneció a Bartolom é M itre y redactado por José Prego de
Oliver, éste compuso en el M ontevideo de 1807 las siguientes Bo
leras a propósito de la reconquista de Buenos A ires por las tropas
que partieron de la Banda O rien ta l:58
Puesto que quieres que cante
bolera alegre
escucha la derrota
de los ingleses.
V e repitiendo
abance! fu e g o ! á ellos!
que ban huyendo.
El Bolero, aire de danza, ordinariam ente cantado, tiene su origen
en España en la segunda m itad del siglo X V III, hijo legítimo de la
seguidilla, aunque de un carácter más noble y majestuoso, al decir
de Pedrell.59
Dos etimologías corren sobre el Bolero: una de ellas lo hace
provenir del bailarín Sebastián Cerezo quien bailaba la seguidilla
a un tiempo muy lento, dando enormes saltos pausados y m antenién
dose cierto rato en el aire, de donde “resultó que las gentes se ci
taban unas a otras para ir a ver al que volaba, o como decían ellos,
al bolero” ; la otra etimología asegura que el nom bre se tomó de unas
gitanas que bailaron en Andalucía unas seguidillas llevando en sus
vestidos unas guarniciones hechas con bolitas de pasam anería a las
cuales dieron en llam ar boleras.
El Bolero pasa al U ruguay como danza teatral y como danza
de salón. Los esposos Cañete hacen de ella una especial creación en
1829 en la Casa de Comedias. Alcides d’O rbigny anota por ese mismo
año y en el mismo local la siguiente referen cia: “L a scéne fu t ensuite
égagée par un bolero q’une spagnole danza avec au ta n t de gráce que
de précision”. 00
El viajero Arséne Isabelle que pasa por el U ru g u ay entre 1830
y 1834, anota que tanto las porteñas como las m ontevideanas no
se toman el tra b a jo de estudiar por “música escrita”, pero que
después de oír una o dos veces un aria, una contradanza o una
o bertura, la repiten al piano o a la g u ita rra con la m ayor precisión y
prefieren en los salones “ tristes Péruviens, les boleros spagnols, les
cielitos nationaux que ne sont pas sans charm e” .61
Bajo el título de Boleras o amalgamado este nom bre al de o tra
danza, se bailaron en la Casa de Comedias num erosas expresiones
de este tipo: “ Boleras del T rípili” que no es o tra cosa que la “T iran a
del T rípili”, “ Boleras de la Caleta” , “ Boleras del Lelito ” , “ Boleras
del Trágala” todas ellas por los esposos Cañete; “ Boleras del Contra
bandista” y “ Boleras del M ontonero” , por los esposos Catón, “ B o
leras jaleadas de la Cachucha” , “ Boleras del Chocolate” , “ Boleras
479
Robadas” , “ Boleras de la M arica” , “ Boleras de la M atraca” , “ B o
leras afandangadas” , “ Boleras M anchegas” , “ Boleras de León ” .
De entre todas ellas, la más fam osa fué, sin duda, la Bolera del
C ontrabandista que no era otra cosa que el “ Polo del C ontraban
d ista” de M anuel G arcia estrenado en E spaña en 1806 como núm ero
musical del monólogo “El poeta calculista”. La versión que publi
camos, de puño y letra de Francisco José Debali, perteneció al an
tiguo archivo de la Casa de Comedias y, presumiblemente, sirvió en
los atriles de la orquesta durante las interpretaciones que de la misma
se hicieron en las tablas.
481
llamados el Cielito: no valen más que un medio pero están mui di
v ertidos”. E n esa época, el Gato — danza cantada picaresca, de pa
reja suelta independiente— se hallaba en vigencia, y si bien el do
cumento no es m uy explícito, ya aparece en nuestro país el nombre
de esta especie, en los papeles.
De entre las num erosas letras del Cielito que hemos transcripto
en nuestro libro “ L a prim itiva poesía gauchesca en el U ru g u a y ”
(tom o I. Montevideo, 1950), queremos detenernos en una de ellas,
publicada en 1832:
* “ Está templado el changango
Para cantar é afición
E l cielo de salsipuedes
A los de la oposicion.
Cielito cielo que si
Cielito de la Diablada
Señó Juan T a b a de chancho
E s bagual qeu no hecha nada” . . .
482
Justam ente, H ilario Ascasubi, ve bailar en las fiestas julias de
Montevideo del año 1833 un “ Cielito con bolsa” en la Casa de Co
medias, y lo comenta con estas p a la b ra s:
“ D e ahí bailaron otras cosas
que yo no puedo explicar;
pera lo que me gustó
fu é, amigo, que al rematar
se armó un cielito con bolsa,
y ya se largó á cantar
sin guitarra, un mozo amorgo
de aquellos de la ciudá.
¡B ie n haiga el criollo ladino,
cómo se supo qu eja ri”
483
No sólo en el salón sino tam bién en el teatro : en la década 1820-
1830, la M edia Caña ya había subido al escenario de la Casa de
Comedias dentro de la representación del célebre sainete criollo del
argentino Collao “ Las bodas de Chivico y Pancha” , llamado también
“ El Gaucho” .
Se ha afirm ado que esta pieza data de 1820 aproxim adam ente;
estam os en condiciones de suponer con cierto fundam ento que ya se
conocía en Montevideo cinco años antes. Efectivam ente, en el libro
del “ Coliseo” montevideano leemos el siguiente asiento correspon
diente a enero de 1 8 1 5 : “ P or 2 p.s 4 r.8 pagados a Ju an M iguel C o sío
p.r su trabajo de ha ver copiado el Sainete del Gaucho”. 07
E n un program a impreso en seda por la Im prenta de la Ca
ridad, se establece que el 25 de diciembre de 1824 se llevó a escena
esta pieza.08 E n la cartelera de teatros publicada en “ El Indicador”,
de M ontevideo, del 26 de setiembre de 1831, se aclara aún más este
detalle: en la noche del 28 de ese mes y año, Fernando Quijano, el
adelantado del teatro montevideano de la prim era m itad del siglo
X IX , realiza una función a beneficio suyo y comunica en el program a
correspondiente que in terpretará “ El Gaucho o sea L a boda de P a n
cha y Chivico. E n el que se bailará el pericón de M edia C aña”.
Llamábase Pericón al bastonero o m aestro de ceremonias que daba
las voces de m ando en el b aile; de donde se oirá hablar, en esa época,
de “gavota apericonada” o “minué con pericón”, esto es, gavotas y
minués con bastonero. E n 1839, A cuña de Figueroa al escribir su
M edia Caña Constitucional la definió así: “ Baile mui en uso en
los pueblos de cam paña; y tam bién se llama asi el canto, y la tonada
especial, con que se acompaña al son de la g u ita rra o del piano”.
E n tre 1839 y 1845, H ilario Ascasubi publica en nuestra capital
varias letras para bailar la M edia Caña que llevan los siguientes
títulos: “ M edia C aña del campo para los Libres a propósitos de la
Batalla de Cagancha en 1839”, “Al triu n fo de los patriotas en el
C erro de Montevideo, sobre los soldados de Rosas en 1843” y
“ M edia Caña salvaje del Río N egro”, de 1845. P ° r último, cabe ano
ta r que en “ El N acional”, del 28 de diciembre de 1842 se publica
una letra política, firm ada por “ Form ón” , que comienza así:
. . . “ Venga la guitarra
Vamos a cantar
Una inedia-caña
E n lindo ca n ta r ...”
484
Rio G rande do Sul” , editado en Londres en 1856, se cita a la “ meia-
canha” entre las veinte danzas que practica el hom bre de campo de
esa región.
E n 1883, Joáo Cezimbra Jacques escribe las siguientes palabras
acerca de esta región lim ítrofe con el U ru g u ay a c tu a l: “Los antiguos
habitantes de este territorio, practicaban bailes propios, o m ejor di
cho, sui-generis, que, por los rastros parecen resultado de una com
binación de danzas de los prim itivos paulistas, mineros, lagunenses,
con las danzas de los azorianos e indígenas sumados a la media-caña
y el pericón, usados especialmente en las repúblicas del Plata, de
modo particular en Corrientes, E n tre Ríos y Estado O riental. El
motivo que nos lleva a suponerlo, estriba en que en esas danzas
se notan no sólo los zapateados de los antiguos pobladores de la pro
vincia, de origen portugués, sino tam bién ciertos meneos y pasadas
de mano entre la dam a y el caballero en la m edia-caña y el pericón” .69
E sa teoría, tan divulgada, que hace provenir las danzas folkló
ricas de un país am ericano de la danza folklórica que habrían im
portado desde Europa los paisanos que por prim era vez em igraron,
tiene aquí una curiosa y lógica contradicción. E n el U ru g u ay pre
dom ina una inmigración inicial de Galicia y de las Islas C anarias;
en el sur del Brasil, de P ortugal y de las Islas A zores; en las pro
vincias orientales argentinas, de Andalucía. N o obstante, en las tres
regiones am ericanas se practica la misma danza. E n realidad, su
origen hay que buscarlo en otro mecanismo de folklorización: la mú
sica folklórica europea no pasa a Am érica ni engendra la música fol
klórica am ericana. E sta se origina, en el orden de la coreografía,
por el descenso de la danza de salón, en un proceso analizado con
lúcida claridad y firm e documentación por Carlos V eg a.70
Desde hace setenta años, la M edia Caña desapareció como mú
sica en el ambiente campesino uruguayo, después de haber gozado
de una vida lozana en la prim era m itad del siglo pasado.
E n nuestros viajes de investigación y recolección folklóricas por
el interior de la República, no hemos hallado un solo criollo viejo que
recordara exactam ente la coreografía o la música de la M edia Caña.
Algunos, sin embargo, nos aseguraron que en sus mocedades la vieron
bailar y que tenía grandes sim ilitudes con el Pericón.
P or la fuente seca de la referencia escrita de la época, tam
poco es posible una reconstrucción total, pero en este caso el pano
ram a está m ás iluminado, aunque incompleto todavía. En la A r
gentina, Carlos V ega ha recompuesto parcialm ente su form a coreo
gráfica y asevera al respecto que “ La M edia Caña como el Pericón,
es una contradanza criolla. F uera del “betún” y las castañetas que
le prestaron las danzas picarescas y las relaciones que le introduje
ron, sus figuras conocidas, (rueda, cadena, canasta) son suertes de
la vieja C ontradanza inglesa”.
Ocho o diez parejas inician la danza colocadas en círculo o en
fila ; en este último caso, de un lado los hombres y del otro las m u
jeres, m irándose unos a otros. La prim era fig u ra es la ronda, vuelta
redonda, pero sin hacer cadena, hasta llegar a colocarse en el lugar
inicial; puede suponerse que las m ujeres van en una dirección y los
hom bres en otra. La cadena, al parecer, se agregaba al final de la
ronda. Luego de ésta se iniciaban las relaciones, estrofas en cuartetas
recitadas alternativam ente por cada pareja. A cada relación sigue
un valseo de p areja enlazada, que efectúan los recitantes, m ientras
el resto de los danzantes se toman de la mano, dando vueltas alrede
d o r de los solistas. Al final de cada verso de la m edia-caña se hacía
el “betún”, especie de breve zapateo y cabriola con castañetas (chas
quido de los dedos m ayor y pulgar). Casi al final se form aba la ca
n asta : “las dam as en círculo, tom adas de las m an o s; todos los hom
bres detrás, en un círculo m ayor, encerrándolas; en un momento dado
los hombres se inclinan e introducen medio cuerpo por debajo de los
brazos de las dam as”, en algo así como una zambullida.
H erm ana nutricia del Pericón y del Cielito, la M edia Caña des
ciende, coreográficam ente hablando, de la C ontradanza. E s danza de
pare ja suelta, en conjunto, que pertenece a la subdivisión de “graves-
vivas”, es decir, que se alternan en ella m ovimientos lentos con mo
vimientos alegres. Parece ser que, próxim a a su extinción, se tra n s
form ó en un valseo de p areja independiente enlazada.
Del período 1830-1850, conocemos cuatro ejemplos de M edia Ca
ña. Con todas las reservas del caso, por tra tarse de fantasías teatrales
o de salón y no de pautaciones tom adas de la realidad folklórica, pa
sarem os a analizarlas ya que en este capítulo tratam os precisam ente
las proyecciones de salón de las danzas folklóricas.
i.°) “ Boleras de la M edia C aña” de A ntonio Sáenz, publicada en
la “Guirnalda M usical dedicada a las Bellas A m ericanas”, M onte
video, 1837. Es una pieza española de corte tonadillesco, sin relación
alguna con la M edia Caña folklórica rioplatense. (V éase fig u ra 140).
2 ° ) “ M edia Caña de la Batalla de C agancha” de Francisco José
Debali. Pertenece a la fantasía descriptiva “ La Batalla de C agancha”
escrita entre los años 1839 y 1845. Según tradición fam iliar fué es
bozada en el mismo campo de batalla en 1839.
Se tra ta de una fantasía descriptiva, originariam ente escrita p ara
piano y luego instrum entada para banda y p ara orquesta, como lo
hemos podido com probar en el archivo de la fam ilia de Debali, que
custodia uno de sus fam iliares en la ciudad de M ontevideo. U n a de
las versiones para piano se halla en el Museo H istórico Nacional.
Tiene el encanto arcaico de aquella “ Sonata Bíblica” de Kuhnau
donde se describe, el combate de David contra Goliath. E stá dividida
en diez episodios, cuyos títulos son los siguientes: l.°) “ L a tranqui
486
lidad del E jército Constitucional antes de la batalla de Cagancha.
2.°) “ La sorpresa del enemigo”. 3.0) “Toque de cornetas y trom pas”.
4.0) “Toque de los clarines por el ataque”. 5.°) “L a batalla y la dis
persión del enemigo”. 6.°) “ La recogida de los heridos y m uertos”.
7.°) “E l descanso de los libres vencedores del Ejército C onstitucional”.
8.°) “Al grito de la L ibertad el Ser Supremo alzó su poder contra los
tiranos invasores” . 9.°) “ El placer de los vencedores ha dedicado
esta m edia Caña al M aestro M ayor del E jército ” . 10.°) “ L a alegría
de la entrada de los voluntarios a M ontevideo” .
La escritura representa un trabajo ponderable, dentro de la época
de simples aficionados a la composición. Posee, decíamos, el vetusto
aire de las piezas para clave del 1700, y si el pueblo de Israel feste
jab a la victoria de David bailando un M inué, el ejército de Rivera lo
hace lógicamente con una M edia Caña.
El noveno movimiento, “E l placer de los vencedores ha dedi
cado esta m edia Caña al M aestro M ayor del E jército ”, es, p ara nos-
487
otros, de capital im portancia. T rátase de la prim era pautación de
una danza popular uruguaya, que se rem onta al año 1839. Vayam os
por partes: de una danza con título rioplatense, porque, dado el ca
rácter de fantasía que acusa esta p artitu ra, bien pudo ser una ca
prichosa creación del autor, sin razón de dependencia con el hecho
folklórico. P resenta un estrecho parentesco con el célebre “ Polo del
C ontrabandista” del tonadillero M anuel García que hemos publicado en
la figura 99 del presente capítulo. En la segunda parte de la Media
Caña, (com pás 29 en adelante), se presenta un bajo característico
de la escritura sonatística m ozartiana. Recién en el tercer período,
(com pás 37 en adelante), se oyen resonancias criollas típicas del Pe
ricón actual. (Véase figuras 168 y 169).
3.0) “M edia Caña con Tabapui, T riste y C am pana”. Pertenece,
tam bién, al Archivo de Francisco José Debali, compositor que fa
lleció en M ontevideo en 1859. Se conservan todas las partes de banda,
no así la p artitura. N o se establece en ella que su au to r sea el propio
Debali, pero es, indudablemente, su caligrafía musical. Se tra ta de
una página más alejada aún que la anterior de lo que hoy tenemos
por M edia Caña, aunque se halla en el mismo compás de tres octavos.
La introducción en tiempo de A ndante, es un fragm ento de elemental
trabajo de composición escolástica de la época: fragm ento amable, sin
c arácter nacional. (V éase figuras 114 y 115).
4.0) “ M edia Caña para pianoforte”. E n un álbum de piezas de
salón que pertenece al mismo Archivo de Debali, y en el que figuran
minués montoneros, gavotas, valses y contradanzas españolas y
francesas, aparece subrepticiam ente una “M edia C anya”, que es la
“ Cam pana” anterior arreglada para piano. O stenta los mismos ca
racteres que las dos anteriores. Con idénticas reservas, publicamos
este documento que bien podría ser una “bolera de media caña” , con
reminiscencias tirolesas ( !) llegada al país por la vía del teatro con
la Tonadilla Escénica española. De todas m aneras, y como sugestión
p ara futuros estudios, nos parece fecunda su publicación. (Véase
fig u ra 102).
13. E l P e r i c ó n . — El Pericón, la danza nacional por exce
lencia del U ruguay, nace a fines del siglo X V III en el ambiente cam
pesino, sube al escenario teatral alrededor de 1820 y diez años más
tarde se baila en los salones, en tertulias íntimas, h asta 1850 apro
ximadamente. Sin embargo, no pierde su vigencia folklórica y sigue
en los ambientes rurales hasta ya bien entrado el siglo XX .
E n las más antiguas referencias escritas sobre las danzas del
país, el Pericón deja sus inconfundibles huellas. Huellas de su nom
b re nada más, desdichadamente, porque recién en 1876, a través
de un curioso folleto en verso “ Preludios de dos g u ita rra s” , surge
claram ente una descripción bastante completa de la coreografía de
esta danza. En cuanto a su música, todavía sigue siendo la breve
488
pautación del folleto de V entura R. Lynch en 1883, el m ás antiguo
recuerdo de ella.
Su nombre parece provenir del título que antaño se daba al que
dirigía el baile, esto es, el de “pericón” o “perico” y al que posterior
m ente se llamó “bastonero” o m aestro de cerem onias de la acción
coreográfica, tal como anotam os con respecto de la M edia Caña.
En la prim era noticia sobre canciones y danzas uruguayas que
conservamos nosotros del siglo X V III, aparece el nom bre de Perico.
Resulta peligroso, desde luego, deducir, por la sim ilitud de nombres,
una relación entre Perico y Pericón, pero de todas m aneras el dato
es muy sugestivo. E n el ya citado fragm ento de José Espinosa quien,
en junio de 1794, toma contacto con nuestro “guazo” u hombre de
campo, se habla de que “cantan unas rara s seguidillas desentonadas
que llaman de Cadena, o el Perico, o Mal-Ambo, acompañándolos con
una desacordada guitarrilla que siempre es un tiple” .71 Se refiere E s
pinosa a unas seguidillas “cantadas”, lo cual concuerda con las más
antiguas referencias que aseveran — todavía los viejos paisanos de
nuestro campo lo pueden confirm ar— que el Pericón se cantaba
siempre.
A p a rtir de esa fecha, la palabra Pericón aparece en num erosos
documentos como sinónimo de baile anim ado o trifulca. E n el siglo
X V III ocurre lo mismo con la palabra Fandango y, a fines del X IX ,
con la palabra Milonga. Así, pues, en el periódico montevideano “El
Pam pero”, del 22 de enero de 1823, se habla de Pericón como ex
presión genérica de baile:
“ Oiganle a mi villa vieja, [S an José]
en grande con el Barcfn, \_Lccor']
al cabo sacó sus prendas
tan luego en el P ericón ."
490
tan sólo 24 compases y se indicaba luego un “da capo’’ sobre los p ri
m eros ocho compases de cada sección para fo rm ar el núm ero de 32.
Juan B autista Alberdi en su citado folletín “Condiciones de una
tertulia de baile” publicado en “ E l Iniciador” de M ontevideo de 1838,
nos habla del predicam ento de esta danza en los salones rioplatenses
de esa época: “A hora viene la cuadrilla. Los elegantes deben correr,
y arrebatarse las cabeceras: es un deber de m odestia y de obsecuencia.
Se debe bailar la Cuadrilla, con los ojos en los pies, á ver que tal se
portan, porque el baile, es asunto todo de pies, y nada de la cabeza,
de la boca, de los ojos. Todo solo debe ser coronado por una salva,
aunque sea mas frió que beso de vieja”.
La Cuadrilla está presente, alrededor del 1830, en los salones
y en el teatro. E n el beneficio de C arolina Piacentini en 1833, se baila
una Cuadrilla en un fin de fiesta coreográfico.13 E n 1851, Raúl Legout
y Pablo Faget, recientem ente llegados de Europa abren dos casas de
ventas de pianos y partitu ras en las cuales ofrecen Cuadrillas, Valses
y Polcas.74 El m aestro de baile A grippa Pinzutti, avisa al público
en ese mismo año que dará clases para la enseñanza de esta nueva
d anza.75
Y a en 1852, en la ciudad de Salto, en el baile que se realiza en
honor del Presidente Giró, se bailan Cuadrillas, signo éste de la vasta
difusión que tuvo de inmediato en todo el ámbito de nuestro terri
torio: “cualquiera que hubiese seguido con empeño a nuestras g ra
ciosas bailarinas en los giros de un vals arreb atad o r, o en los m ar
cados compases de una Cuadrilla, se hubiera como nosotros, sorpren
dido de la elegancia y buen tono de aquella sociedad”, dice Francisco
X avier de Acha, testigo presencial y cronista de esta fiesta.70
E n ese mismo año el director de la Compañía Lírica Francesa,
P rosper Fleuriet, estrena una “g ran cuadrilla m ilitar, con el título
de la “ Batalla de M onte Caseros, que tengo el honor de dedicar al
pueblo O riental”. 77
E n 1856, Luis Preti, el director de la orquesta del T eatro Solís,
escribe una Cuadrilla “dedicada a los niños orientales”. 78
L a Cuadrilla se baila hasta principios del siglo actual — su rei
nado abarca desde 1830 hasta 1900 en el U ruguay— y deja en cierto
m omento paso a su herm ana menor, los L anceros; sin embargo,
en el período inicial de auge de las Cuadrillas, un cronista de la
época se preocupa en hacernos notar la vinculación de ésta con la
vieja Contradanza al poner en boca de una señora de edad estas pa
labras : “la cuadrilla es lo único que conservan de mis benditos tiem
pos, y esta misma por que la esplotan en pró de nada laudables in
tenciones”. 7”
E n los álbumes montevideanos de danzas de salón de la prim era
m itad del siglo X IX , hemos hallado num erosos ejemplos de C uadri
llas, muy a menudo en cinco partes con un Vals final, tal como las que
49 1
492
494
publica en M ontevideo Antonio Sáenz en 1837 en “L a Guirnalda
M usical dedicada a las Bellas A m ericanas” que se transcribe en la
antología documental que figura como apéndice al capítulo IV. P o r
otro lado, los tram os coreográficos de esta danza, fig u ran también
en cuadernos de baile de la época.
L a que estampamos como ejemplo pertinente de las Cuadrillas
montevideanas, fué escrita por Gerolamo Folie, para g u ita rra , a me
diados del pasado siglo y dedicada a la fam ilia Sambucetti.
495
de 1860, consta de tres secciones de ocho compases cada una, con
“ reprise” final de la prim era.
Creemos que esta danza dejó de bailarse en el U ru g u ay en la
segunda m itad del siglo X IX y su vida no tuvo el vigoroso poderío
del M inué o de la Contradanza.
49Ó
mano, resulta que en la punta del m ástil las cintas empiezan a ce
ñirse sobre la superficie de la m adera form ando una especie de te
jido. A m edida que prospera la acción, el tejido baja recubriendo el
palo, y así llega un momento en que el trozo de la cinta no trenzado
es tan corto y el tejido ha bajado tanto que los niños no pueden p ro
seguir sus movimientos. Term ina así una clase de tejido, y en seguida
los ejecutantes inician exactam ente las m ismas evoluciones, pero al
revés, siempre con las cintas en la mano, con lo que el tejido hecho se
deshace. B asta una sola equivocación en los m ovimientos p ara que
el enredo de las cintas determ ine el fracaso del conjunto. El espec
táculo consta de cuatro “suertes” o tejidos distintos denominados “ La
canasta”, “la contradanza”, “la m alla” y “el rem olino” , y tanto la ac
ción de tren zar como la de destrenzar van precedidas de una canción
que ejecutan en coro los niños, cada uno firm e en su puesto inicial”.82
D urante los festejos del tercer aniversario de la J u ra de la Cons
titución en 1833, H ilario Ascasubi ve bailar en M ontevideo una Danza
de T renzar con los colores de la pa tria:
Y dieron el lugar
á otra tropilla distinta
que luego subió á danzar;
y si bien lo hicieron unas,
no se quedaron atrás,
los seguidos, que bailando
se pusieron á trenzar
unas cintas de la patria
con toda preciosidá.
Sujetaron un istante;
y entonces vide trepar
a un muchacho como un cielo
que principió á platicar
á gritos con las mirones;
y todos al escuchar
las razones del mocito,
en cuanto cesó de hablar
gritaron: ¡V iv a la P atria!
y entraron á palmotiar
de la plaza y los tejaos
las gentes como maizal.
A los gritos los danzantes
se volvieron á agachar
y déle g u asca. . . otra vez,
bailando hasta destrenzar
las cintas completamente. . . ” 83
497
Actualm ente la D anza de las Cintas se practica en festivales es
colares, pero le falta la extensión popular y colectiva. F u era de la
escuela y bajo la dirección de las m aestras, no se practica como juego
o como externación folklórica.
498
en el núm ero del i.° de julio de 1846: “ El que suscribe pone en cono
cimiento del público que habiendo recibido la doble y nueva polka
de un estilo elegante y sencillo, se propone d ar lecciones de ella en
las casas particu lares: una de las figuras será de cuatro p e rso n as: los
nombres, sin contar la introducción, son los siguientes: i.° la estu
d iantina; 2.0 la graciosa; 3.0 la del elegante; 4.0 la in g rata e x tra n je ra ;
5.0 la Am alia; 6.° la triple combinación del paso Bohemiano. E n el
Batallón Libertad O riental, la compañía de V olteadores recibirá ó r
denes de los señores o señoras que gusten ocuparlo”.
E n 1850 aparece la prim era Polca uruguaya. Se llama “ L a O rien-
talita” y es ejecutada por la orquesta de la Casa de Comedias el 19
de m ayo.80 Al año siguiente, Pablo F aget y Raoul Legout, llegados
de P arís, ponen en venta en sus respectivas casas de m úsica las p a r
titu ra s de las más célebres Polcas de la época.87
Agrippa Pinzutti, m aestro de baile, ofrece tam bién sus servicios
en 1851 para enseñar a bailar la Polca, las C uadrillas, el V als, el
Chotis y la R'edova “que son los más m odernos de la sociedad”. 88
Como era lógico en los bailes de m áscaras que se ofrecen en el
teatro en el Carnaval de 1852, “habrá una orquesta buena y nume
rosa para tocar alternativam ente Cuadrillas, Contradanzas, Polkas
y W als”. 89
Dalm iro Costa, el músico uruguayo m ejor dotado del siglo X IX ,
rinde pleitesía a la Polca en una de sus prim eras composiciones. Lea
mos la sección de avisos del “ Comercio del P la ta ” de 1856: “ Flor
de un día — Polka m azurka— , de mucho gusto, compuesta por el
joven Dalmiro Costa, se vende al precio de medio patacón. E n esta
im prenta d arán razón” .90
La vieja C ontradanza, que había sido por espacio de dos siglos
reina y señora de los salones, entraba ya en su ocaso. Cuando estalla
el furo r de la Polca, lanza sus últimos estertores; sin embargo, en
gendra dos generaciones m ás: la Cuadrilla prim ero y los Lanceros
luego. La tem pestad de las nuevas danzas ruge alrededor del 1850
y un cronista montevideano anota estas certeras observaciones que
hemos transcrito fragm entariam ente en p arág rafo s anteriores y que
ah ora vamos a dar completo: “Vimos que la orquesta tenía por de
lante una lista de las piezas que debía tocar, y notam os que en ella
figuraban con repetición la cuadrilla, el valse, la polca, el schottish,
pero, contradanza no era perm itida más que una vez: esto es injusto.
L a contradanza, que es un baile de tono, es aceptada con favor to
davía; da entrada a un tiempo a un g ran núm ero de p arejas; puede
servir pues mui bien para dism inuir un tanto el schottish, la polca y
el valse, bailes tempestuosos y que cuestan mui caros a los trajes de
las señoritas y no pocos estragos a sus tocados. Adem ás, tal como se
baila hoi, levantando tanto sus codos los caballeros, no ganan esos
bailes en elegancia a la contradanza: una p areja en ésta, ni ocupa con
sus brazos más espacio que el preciso, ni d errib ará a o tra p areja en
su ímpetu violento. Opinamos, pues, porque no se tra te de d esterrar
nu estra pacífica c o n trad an za: nada tiene de común con el frío m inuet,
para que se la quiera hacer seguir el mismo camino”.91
E n realidad, el cronista de entonces no se daba cuenta de que
la razón de la desaparición de la C ontradanza no era un fenómeno
aislado en nuestro m edio; correspondía a toda una evolución ge
neral de la danza: del baile de pareja suelta de conjunto, se pasaba
lentamente al baile de p areja tom ada independiente.
La Polca se extiende de inmediato de los salones al campo y
cambia allí bastante su fisonomía. Francisco Bauzá en sus “ Estudios
L iterarios” editados en 1885, revela la existencia de esta danza en
el ámbito ru ral uruguayo, al decir que “Las hijas de los labradores
bailan polkas y m azurkas como se danzan en los pueblos”. L a Polca
ha iniciado una segunda vida.
La música de la prim itiva Polca contaba con una introducción
y dos o más secciones de ocho compases cada una. Sus fórm ulas
de acompañamiento er;an im /ariablem ente:
í , n ^ , 1n > n » i n 1 n
Si P n \ fl n , n n \ n
u n n \ n P \ n n n 1
Poseemos num erosos ejemplos de Polcas de salón de la década
de su introducción en el U ruguay. Uno de ellos pertenece a F ra n
cisco José Debali registrado con el núm ero 40 B en el inventario
de su archivo y se tra ta de una “ Introducción e Polka H u n g ares”
p ara orquesta cuya m orfología es la siguiente: Introducción: 15 com
pases; Polca: 12 secciones de 8 compases cada una (to ta l: 96 com
p a ses); Coda: 42 compases.
La Polca que ilustra este p arág rafo data de la década 1850-
1860 y pertenece a Pío Giribaldi, herm ano del au to r de “ P a risin a ” ,
e instrum entista que integró la orquesta del T eatro Solís en la noche
de su inauguración. E s una Polca con tres motivos distintos de ocho
compases cada uno que se eslabonan repitiéndose sucesivamente.
El paso característico de Polca consiste en una flexión hacia
dentro de una pierna m ientras la otra realiza un pequeño sobrepaso;
el cuerpo se inclina graciosam ente hacia el lado de la pierna que se
flexiona.
L a antigua Polca poseía diez figuras, de las cuales — según C urt
Sachs— , sólo cinco se practicaban en el salón europeo: 1) Paseo,
Soo
2) Vals, 3) Vals revertido en abrazo cerrado, con vueltas sobre la
pierna derecha, 4 ) Vals roulée, y 5) Paso Bohemiano en el cual la
pierna derecha no descansa en la form a acostum brada en la segunda
corchea del segundo compás, sino que apoya rápidam ente el talón
y la punta. Vals, significa solamente “danza de g iro ”, no, por su
puesto, paso ternario.
501
19- E l G a l o p . — Alrededor de 1825, aparece en A lem ania esta
danza que pasa de inmediato a F rancia y se extiende luego por todo
el salón occidental. V inculada en cierto modo a la Polca, integra luego
la Cuadrilla y sobrevive hasta 1900. A fines del pasado siglo se de
finió al Galop como una Polca rápida en que las parejas galopaban
por el salón en un compás de dos cuartos cuya medida metronómica
es de 126 para la negra.
E n 1849 se conoce por prim era vez el Galop en Montevideo. La
Com pañía Ravel en función realizada el 4 de octubre de ese año pre
senta “ Pequeña Galopada”, por los señores F e rrin y Deloney y las
señoritas Julia y C arolina.02 Y a en ese mismo año Ignacio Pensel,
director de una Sociedad Filarm ónica M ontevideana, brinda “L a N e
reida ó Cam panilla” Galop compuesto por él, que se interp reta “á
toda orquesta”.93 De inmediato se extiende el Galop y p erdura por
toda la segunda m itad del siglo X IX .
502
La V arsoviana se baila por prim era vez en M ontevideo por Julia
y Flora Lehm ann en la función del 4 de octubre de 1849 en la Casa
de Comedias.94 Todavía la V arsoviana no había prendido en los sa
lones europeos, al parecer; su irradiación comienza en P a rís después
de 1853. Sin em bargo ya era conocida en M ontevideo cuatro años
antes. E n 1850, además, la repiten en el escenario las herm anas
Lehm ann.95
Toda esta simple enumeración de fechas nos sirve para dem ostrar
que la versión registrada en varios diccionarios universales y t r a
tados de danzas, acerca de su origen atribuido a Francisco Alonso,
carece de fundam ento. E sta inveterada costum bre de adjudicar g ra
ciosamente a un destacado bailarín la creación deliberada de una dan
za, siempre es recibida con aplauso entre los aficionados a la his-
Fig. 110. — VARSOVIANA para guitarra, de autor desconocido, que perteneció al archivo de Gerolamo
Folie. (Colección de Lauro Ayestarán).
503
to riografía coreográfica. E n el “ Diccionario de la M úsica” de Michel
Brenet, por ejemplo, se establece que la V arsoviana es un baile “en
form a de vals compuesto hacia el año 1853 Por d joven profesor
español Francisco Alonso, que lo presentó en París. M úsica y baile
p rodujeron un efecto agradable a la vista y al oído”.90
Sin embargo, decimos, cuatro años antes se bailó repetidas veces
en el teatro m ontevideano. M ás aún, en 1854, la V arsoviana ya está
en pleno auge en los salones de nuestra capital. El poeta y periodista
Carlos A. F ajardo, al describir un baile de la Unión, se lam enta de
que la orquesta no ejecutara en toda la noche la V arsoviana, cosa
que cayó como “una gota de sinsabor sobre el placer de aquellos
instantes”. 97
De esa época poseemos una p a rtitu ra para g u ita rra de la V a r
soviana que consta de tres secciones de ocho compases cada una:
A fines del siglo X IX , la V arsoviana desaparece en el reper
torio de los bailes de salón y en 191 o, el m aestro de danza M arcelo
Vignali, ensaya en M ontevideo un reverdecer de ella en su “V a r
soviana N ueva” cuya teoría coreográfica describe en su tratad o
“ Salón del baile”.98 Como era imaginable, su deliberado intento no
tuvo éxito.
504
22. L a M a z u r c a . — H e aquí una de las especies europeas que,
como la Polca, el Chotis y el Vals, adquiere carta de ciudadanía
criolla en nuestro medio ambiente y al perder vigencia en los sa
lones y perpetuarse como supervivencia inm ediata en los ambientes
rurales, se convierte en un indudable hecho folklórico.
Tan lejos está ya la M azurca europea de la u ruguaya que hasta
su título se ha perdido llamándosela hoy, comercialmente, Ranchera.
Y no es necesario ser músico para darse cuenta de la distancia que
va de una M azurca de Federico Chopin a una M azurca criolla eje
cutada en el acordeón campesino de una sola hilera.
Sin embargo, la M azurca de Chopin y la R anchera campesina,
distanciadas entre sí por tantas razones de orden musical y social,
son producto de una misma fórm ula rítm ica que en el prim ero se
convierte en un hecho estético culto y en la segunda en un impulso
popular perfectam ente diferenciado.
505
¿Cómo nace y cómo penetra en el U ruguay la M azurca? Surge
en el siglo X V I en el Palatinado de M asovia en Polonia de donde
tom a el nom bre de M asuriana o M azurca. E s en sus comienzos una
canción danzada en form a de ronda coral y dos siglos m ás tard e se
extiende a Rusia y a A lem ania por obra de los repartos que su friera
el país m ártir. Se conoce una suerte de M azurca rusa que proviene
del siglo X V III y que todavía recuerda por vía popular algún viejo
paisano de nuestra República. A lrededor de 1750, Augusto III, Elec
tor de Sajonia y Rey de Polonia, la introduce en Alem ania dándole
g ran prestigio. Sin embargo, recién a mediados del siglo pasado llega
a P a rís y esta capital la extiende de inmediato por todo el m undo
como danza de p areja tom ada-enlazada, al igual que la Polca y el
Chotis con quienes form a una generación común. La fecha de irra
diación de la M azurca se fija en P arís en 1845. A los seis años ya
está en nuestro país. E fectivam ente: el 12 de febrero de 1851, apa
rece en el “ Comercio del P la ta ” de M ontevideo el siguiente aviso:
“ M. Raoul Legout, llegado de P arís últimam ente, acuerda, iguala,
rep ara y deja como nuevos toda especie de pianos a precios mui mo
derados. A venta: un m agnifico piano vertical de palisandro de tres
cuerdas y de siete o ctav as; es de g ran poder de sonoridad y de la mas
elegante form a. Cuadrillas, valsas, polkas, m azurkas, redowas y scho-
tischs nuevos á dos y cuatro m anos. . . ”
El 29 de mayo de ese mismo año se baila por prim era vez en
el teatro por los m aestros de danza Francisco Jorch y A grippa Pin-
z u tti101 y en 1854 la M azurca constituye la danza fav o rita de los sa
lones montevideanos.
E n el Ja rd ín M ontevideano de 1854, recreo fam iliar de la época
“donde el público tom a su taza de té ó su vaso de sorbete al compás
de unas variaciones de L ist ó H e rtz ” , dice un cronista de la época
que la orquesta ejecutó “ las m agníficas creaciones de V erdi, las en
cantadoras melodías de Bellini y los acentos arm ónicos de Donizzeti,
mezclados á algunas lindas M azurkas”. 102
P o r ese entonces se hallan en nuestra capital las tropas b rasi
leñas — unos 4 .0 0 0 hombres— que han llegado p ara apoyar el go
bierno del presidente Venancio Flores. E l 24 de mayo de 1854 las
bandas m ilitares del Brasil, acompañan en la Casa de Gobierno el
baile que en hom enaje a los interventores ofrece el P residente de la
República. “ Sólo un incidente hubo que contrarió en p arte el placer
que se prom etían nuestras bellas en esa noche: cuando se tra tó de
bailar la danza favorita, la encantadora m asurka, supimos con gran
disgusto que las músicas brasileras nos las tocaban. ¡ L ástim a que
esa gotita de sinsabor viniese a a g ria r por un momento aquellas horas
de solaz!” 103
E n 1856, Dalm iro Costa trasciende en un lenguaje pianístico
superior la M azurca, de igual modo y salvando las distancias, que
506
Chopin lo había hecho pocos años antes. Publica en ese entonces “ Flor
de un día”, una Polca-M azurca “de mucho gu sto ” al decir del “ Co
mercio del P la ta ” de la época.104
L a M azurca penetra en el campo en la segunda m itad del siglo
X IX y se convierte junto con la Polca, la H ab an era o Danza, el
Chotis y el Vals, en una especie acriollada. Pierde algunas de sus ca
racterísticas y en la actualidad, desaparecida como danza de salón,
su música se ha convertido en una expresión folklorizada. H ace unos
tre in ta años aproxim adam ente, se le cambia el nom bre de M azurca
por el de Ranchera. E sta sustitución, realizada en los ambientes ciu
dadanos con fines de explotación comercial por parte de varias edi
toriales de música popular, le da a la historia de la M azurca un efí-
SO 7
m ero lustre en el medio ambiente rioplatense. H oy ha vuelto a caer
en desuso. Adem ás durante ese período en que se llamó Ranchera,
ya no se bailaba a la antigua usanza sino como simple danza de
p areja abrazada.
La frase musical de la m azurca responde al siguiente esquema
originario que acepta num erosas variantes.
i \ n n n ¡ n j n
508
Schottish y contradanzas”, 106 y en 1857 en una revista semi o seudo
literaria, el versificador levanta su voz para darnos una demostración
del auge y peligro de las nuevas d a n z as:
I V%'
¿5 q M > TjJÍ ¿J 4 v
. t í tS¡ ¡ :Ü ’J J , U n t j
y U M / f 1® u ? \ü I pli ,
Itívyjv ü g \ üj ^ 2T-£•.
Fie. 113. — CHOTIS, de autor desconocido, parte de violín; copia de Francisco José Debali
Inventario N.« 513. (Archivo Debali. Montevideo).
509
en series de cuatro compases o sus m últiplos; acompaña la melodía
vocal el piano o la g u ita rra y ambos se reducen a desarrollar el bajo
arm ónico ya por medio de m archas de acordes, ya repitiendo la mano
derecha la melodía vocal doblada en terceras, quintas, sextas u oc
tavas m ientras la izquierda se mueve en acordes arpegiados o bajos
“albertinos” ; su invención arm ónica es incipiente y sus fórm ulas ca
dencíales oscilan de la tónica ( I ) a la dom inante (V ) y de ésta, o tra
vez a la tónica, pasando a veces por grados intermedios pero muy
próxim os; el texto literario, en castellano, se desenvuelve en form a
silábica, salvo en los finales con algunos ornam entos que no llegan
casi nunca a la amplia vocalización m elism ática; el ámbito melódico
es bastante amplio y los acentos prosódicos y musicales se hallan en
estricta correspondencia; el corte de la melodía, por último, acusa
un flagrante parentesco con el italianism o operístico, salvo aquellas
canciones de origen tonadillesco que recuerdan aires populares es
pañoles del 1800 y los T ristes criollos, de origen peruano al parecer.
A propósito del T riste criollo, debemos destacar que ya anda por
los salones montevideanos alrededor del 1800 y corresponde al efecto
extenderse sobre esta especie de nuestro cancionero en la m edida en
que penetra y se desenvuelve en el salón durante ese período.
5 11
. — FRANCISCO JOSE DEBALI (?): “ Media Caña, Tabapui, Triste y Campana”,
5 12
■%*..£; •— Ü > 2 •«& •S ¿ K 3 ;
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r j ^ .tí;¿ ’:O , ¿T t£ ^ ' f f'? \O .Q>.
¿ZÚS^*
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513
de cuatro octavos (4 versos), Cielito en seis octavos (4 versos) y
Final en cuatro octavos (2 versos). De todas m aneras, tiene la con
figuración melódica y rítm ica del preludio instrum ental del Estilo,
si bien extendido en una suerte de cuatro variaciones ru d im e n ta ria s;
normalmente, este preludio vendría a estar representado por los p ri
meros 13 compases.
A ndante
if - f r -i r r rír r T ir f rir f
^ V J> I J y | j>y 7 1
26. U n á l b u m d e c a n c i o n e s m o n t e v i d e a n a s d e 1843. —
F rente a las abundantes referencias bibliográficas sobre las canciones
rioplatenses de la prim era m itad del pasado siglo, la h istoriografía
musical no había dado aún con las pa rtitu ra s correspondientes de las
prim eras canciones rom ánticas de ese período. Estam os nosotros hoy
en condiciones de presentar, en copias de la época, 79 p a rtitu ra s que
comprenden obras que fueron impresas casi todas ellas en Am érica
en tre 1820 y 1843.
En el A rchivo de la Iglesia de San Francisco, registrado con el
núm ero 194 de su inventario, hemos hallado un cuaderno m anuscrito
cuyas tapas de tela recubren un ejem plar del “ El N acional” de M on
tevideo correspondiente al 18 de m arzo de 1843. Fué copiado por
José Aniceto de C astro alrededor de esa época y en sus tapas luce
un m arbete en el que se le e : “Canciones / con Acom pañam iento de /
G u itarra y Piano / d e . . . ” A través del testado que sigue a continua
ción se puede leer con dificultad, “José Aniceto de C astro” y de
5H
todas m aneras la rúbrica corresponde a este músico del cual se con
servan otras pa rtitu ra s en el precitado archivo.
Su form ato de caja es de 28 x 20 cm. y consta de 70 páginas
p autadas de las cuales 54 contienen notaciones musicales. E l copista
trazó de su puño y letra 28 pentagram as en cada página y puede
suponerse que, dadas las reducidas dimensiones de las mismas, que
corresponden a una hoja de papel florete, la notación debió haber
sido hecha, a veces, con ayuda de una lupa de aumento. El papel lleva
la m arca de agua “A P ” y se halla en buen estado de conservación.
La tinta, sin campeche, se ha desvaído bastante lo que, unido a la
pequeñez de! trazo, nos ha dificultado grandem ente la transcripción.
L a prim era página comienza en la canción N.° 11 y por otros
detalles de encuadernación, además, podemos decir que han sido
arrancadas del cuaderno las diez prim eras piezas que no hemos aún
podido hallar. E n el inventario razonado que se publica a continuación
hemos empleado pa ra cada canción, dos num eraciones: la correlativa
actual y la original del cuaderno que se inicia en el núm ero II.
Como fuera del título no lleva indicación alguna sobre los au
tores de la letra y de la música, hemos tenido que descubrir por otros
medios sus nombres, razón por la cual, una g ran parte de ellas aún
fig uran sin las indicaciones correspondientes de sus creadores.
El copista José Aniceto de C astro transcribió buena parte de dos
colecciones rioplatenses y una española, originales p ara canto y piano
y, presumiblemente, creó la parte de g u ita rra que tan sólo se limita
a doblar el bajo del pianoforte. Efectivam ente, en este álbum figuran
num erosas páginas del “ Cancionero A rgentino” cuyos cuatro tomos
fueron publicados en Buenos A ires por José Antonio W ilde entre 1837
y 1839, contiene, íntegra, la colección de diez canciones intitulada
“ ¡ No me olvides! ó sea Colección de Cantos A m orosos”, impresa en
M ontevideo en 1841 y varios núm eros del álbum “ Colección de can
ciones nuevas españolas” letra de Juan del P eral y música de Se
bastián de Y radier tirado en las prensas m atritenses hacia el 1840.
Adem ás figuran en é l : una M odinha brasileña, transcripciones en
castellano de fragm entos operísticos y una vieja canción cubana,
“L a C orina”, publicada en La H abana en 1820 que recorre triu n
fante los salones sudamericanos de esa época. Es, pues, este cuaderno
de canciones, guía y clave del salón rom ántico y corresponde exten
derse en su análisis.
N.° 1. A uto r: desconocido. T ítulo: “ L o s lamentos del corazón” .
N.° original: 11. Pág. 1. Incipit: “Y a que mis am antes a n s i a s .. . ”
P a ra voz, g u ita rra y piano.
La prim era canción que se conserva de este álbum, es, en cierto
modo, la clave del mismo. Luego de una introducción de ocho com
pases, se eleva la melodía con flexibilidad y gracia en ancho ámbito,
cortada en cuatro períodos de cuatro compases cada uno, más dos
SiS
compases finales a m anera de frase conclusiva en la cual se repite
el último verso. El piano acompaña en m archas de acordes la curva
melódica y la g u ita rra repite, prácticam ente, el juego de la mano
derecha de aquél. Su letra dice a s í:
Y a que mis amantes ansias
pagas sólo con rigor
y no> merecen mis males
tengas de ellos compasión,
oye, ingrata, los lamentos
de mi triste corazón
que en el fuego de tus ojos,
tirano, se abrasa mi amor. (B IS )
516
la copia de José Aniceto de C astro para este álbum de canciones, m a
nuscrito dos años más tarde. Todas ellas han sido tran scritas por
este prolijo amanuense musical. La prim era es ésta; las restantes,
corresponden a los núm eros 42 al 50 del presente inventario.
E n tre los núm eros de la colección “¡N o me olvides!” fig u ra “ El
m ulato” sobre letra de N. Varela. No es aventurado pensar que la
canción registrada con el nom bre de “ Del D ram a El M ulato”, es la
misma. Tiene todas las características de la escritura de Roque Ri
vero: su corte norm al de dos períodos de ocho compases cada uno y
la prim aria arm onización de este precursor de la música uruguaya
al cual le dedicamos un extenso p arág rafo en el siguiente capítulo.
F rente a otras piezas del mismo álbum, más trab ajad as y originales,
ésta de Roque Rivero no acusa m ayor interés.
N.° 4. A uto r: desconocido. T ítulo: “ L a Inconstancia” . N.° o ri
g inal: 14. Pág. 2. Incipit: “ Después que de mi a u s e n c ia ...” . P a ra
voz, g u ita rra y piano.
N.° 5. A u to r: desconocido. T ítulo: “ E l D e s t i n o N.° original:
15. Pág. 3. Incipit: “ El destino un día ha q u e r i d o ...” . P a ra voz,
g u ita rra y piano.
Canción de correcta fac tu ra y de flag ran te influencia operística.
Es el tipo m ás común del salón rom ántico en el Río de la Plata.
N.° 6. A u to r: desconocido. T ítulo: “ E l Trobador” . N.° original:
16. Pág. 3. Incipit: “ Despacio viene la m u e r t e . .. ”. P a ra voz, gui
ta rra y piano.
N.° 7. A u to r: desconocido. T ítulo: “ L a s Q u e j a s N.° original:
17. Pág. 4. Incipit: “ Sal de mi dócil pecho. . . ” . P a ra voz, g u ita rra
y piano.
N.° 8. A u to r: R o s s i n i . T ítulo: “ A ria de la Opera del Barbero
de S e v i l l a N.° original: 18. Pág. 5. Incipit: “U n acento poco h a. . . ”.
P a ra voz, g u ita rra y piano.
T rátase de una versión castellana de la célebre a ria de Rosina
de la ópera “ El Barbero de Sevilla” , de Rossini, “U na voce poco fa ” .
La traducción es muy correcta y la versión rítm ica muy ajustada.
N.° 9. A uto r: desconocido. T ítulo: “ E l B a r t o l i l l o N.° original:
19. Pág. 9. Incipit: “ Y a no voy al monte a v er. . P a ra voz, gui
ta rra y piano.
N.° 10. A u to r: desconocido. T ítulo: no posee. N.° original: 20.
Pág. 8. In cip it: “ Me ha dicho mi m am a. . . ” . P a ra voz, g u ita rra
y piano.
Tiene esta canción el carácter de una antigua Barcarola en com
pás de seis octavos, especie m usical bien conocida y practicada en el
salón y en el teatro montevideanos de la prim era m itad del siglo X IX .
N.° 11. A u to r: desconocido. T ítulo: no posee. N.° original: 21.
Pág. 8. Incipit: “ Me acuerdo que a tu lado. . . ”. P a ra voz, g u ita rra
y piano.
5*7
' 30
5i 8
Si 9
520
N.° 12. A u to r: desconocido. T ítulo: no posee. N.° original: 22.
Pág. 9. Incipit: ‘A u se n te del dueño. . . ” . P a ra voz, g u ita rra y piano.
N.° 13. A uto r: desconocido. T ítulo: “ E l C h a i r o N.° original:
23. Pág. 9. Incipit: “Cuando un viejo a una m u c h a c h a ...”. P a ra
voz, gu ita rra y piano.
E sta canción española, de indudable origen tonadillesco, anduvo
como entremés teatral en las carteleras m ontevideanas de la década
1830-1840. Tiene fuerte gracia melódica.
N.° 14. A u to r: desconocido. T ítulo: E l Solitario ó sea E l amor
sin o b j e t o N.° original: 24. Pág. 11. Incipit: “V anam ente. . . ”. P a ra
voz, g u ita rra y piano.
N.° 15. A uto r: desconocido. T ítulo: “ E l Dom inio” . N.° original:
25. Pág. 11. Incipit: “ Del dominio de C u p id o ...” . P a ra voz, gui
ta r r a y piano.
N.° 16. A uto r: desconocido. T ítulo: “ E l Chiton” . N.° original:
26. Pág. 12. Incipit: “ Si los suspiros. . . ”. P a ra voz, g u ita rra y piano.
N.° 17. A uto r: “M .”. T ítulo: “ E l Trobador” . N.° original: 27.
Pág. 12. Incipit: “U n tiempo fué que en cítaras. . . ” . P a ra voz, gui
ta rra y piano. Fué publicada en la colección “ Cancionero A rgentino” ,
tomo IV, Buenos A ires, 1839.
E n el cuarto tomo del “ Cancionero A rgentino” editado en las
prensas bonaerenses por José Antonio W ilde aparece esta compo
sición. Se establece en ella que el autor de su m úsica es “M . . No
sería aventurado pensar que se tra ta ra de Esteban M assini, compo
sitor italiano radicado en ese entonces en Buenos A ires y del cual
hay varias composiciones en los tomos restantes de esa misma co
lección. L a página es correcta en su escritura musical y bien carac
terística de la incipiente época rom ántica en el salón.
N.° 18. A uto r: desconocido. Título “ E l Piru lé” . N.° original: 28.
Pág. 12. Incipit: “M ás abajo de mi casa...” P a ra voz, g u ita rra y piano.
H e aquí otra canción de procedencia popular española, quizás
tonadillesca. Se diferencia este tipo de la canción rom ántica en la
gracia rítmica, en el desenfado del texto literario y en la aparición de
fórm ulas cadencíales típicam ente españolas.
N.° 19. A u to r: desconocido. T ítulo: “ E l A l f r e d o N.° original:
29. Pág. 12. Incipit: “Voy a p a rtir mi dulce am iga. . . ” . P a ra voz,
g u ita rra y piano.
N.° 20. A uto r: desconocido. T ítulo: “ D el Soldado” . N.° origi
nal: 30. Pág. 13. Incipit: “P a rtió a la g u erra un valiente. . . ” . P a ra
voz, g u ita rra y piano.
E s una m archa de tipo m ilitar que bien pudiera ser una de las
tantas “ Canciones P atrióticas” españolas de la época de Fernando V IL
N.° 21. A u tor: desconocido. T ítulo: “ Him no a Venus” . N.° ori
ginal: 31. Pág. 14. Incipit: “V enus poderosa. . . ”. P a ra voz, g u itarra
y piano.
N.° 22. A uto r: desconocido. T ítulo: “ E l Solitario” . N.° origi
n al: 32. Pág. 14. Incipit: “ E n cual hado nací tan funesto. . . ”. P a ra
voz, g u ita rra y piano.
N.° 23. A uto r: desconocido. T ítulo: “ D el Jaleo la Tinta” . N.°
original: 33. Pág. 15. Incipit: “ Si la m ar fu era tin ta . . . ” . P a ra voz,
g u ita rra y piano.
Canción de decidido acento español.
N.° 24. A uto r: desconocido. T ítulo: “ L a Solitaria” . N.° original:
34. Pág. 15. Incipit: “ Yo gozaba de gusto y placer. . P a ra voz,
g u ita rra y piano.
N.° 25. A u to r: desconocido. T ítulo: no posee. N.° original: 35.
Pág. 16. Incipit: “ E n fin mi Dios ya no la veré. . . ” . P a ra voz, gui
ta rra y piano.
N.° 26. A u to r : desconocido. T ítu lo : “ L a L e a ” . N.° o rig in a l: 36.
Pág. 16. Incipit: A la lea lea me suelo. . . ”. P a ra voz, g u ita rra y
piano.
N.° 27. A u to r: desconocido. T ítulo: “ E l Requiebro Canción G i
tana” . N.° original: 37. Pág. 17. Incipit: “Que quieres que te diga
g ita n a . . . P a ra voz, g u ita rra y piano.
N.° 28. A u to r: R o s s i n i . T ítulo: “ A ria del F ígaro” . N.° origi
n al: 33. Pág. 19. Incipit: “ Paso al factótum de la ciudad. . . ”. P a ra
voz, g u ita rra y piano.
T rá ta se de una versión en castellano de la cavatina de Fígaro,
“L argo al factótum ”, de la ópera “ El B arbero de Sevilla” de Rossini.
Al term inar la breve introducción, sólo la g u ita rra acompaña la voz
tal como corresponde teóricam ente a la célebre aria rossiniana. Debe
destacarse que los acentos están correctam ente distribuidos.
N.° 29. A u to r : R o q u e R i v e r o . T ítu lo : “ La A rg en tin a”. N.° o ri
ginal : 38. Pág. 23. In cip it: “ P roscrito por siem pre. . . ” . P a ra voz y
piano. L etra de J u a n M a r í a G u t i é r r e z y J o s é R i v e r a I n d a r t e .
E n la colección de don Ricardo Grille, hemos hallado el impreso
de esta p a rtitu ra que, facsimilarmente, reproduciremos en el próxim o
capítulo; fué tirada en las prensas de la “ Im prenta del N acional” al
rededor de 1843. E a copia de José Aniceto de C astro se reduce a la
transcripción fiel de la voz y el piano sin ag reg ar la parte de g u ita rra
como lo hace en las cuarenta prim eras canciones. Sobre ella volve-
veremos al tra ta r la fig u ra de Roque Rivero, en el p arág rafo 12 del
capítulo siguiente, dedicado a Los Precursores.
N.° 30. A u to r : J u a n P e d r o E s n a o l a . T ítulo: “ L a E lisa” . N.° o ri
ginal: 39. Pág. 24. Incipit: Elisa yo te ju ro . . . ”. P a ra voz, g u ita rra
y piano.
E n el tomo prim ero del “ Cancionero A rgentino” que editaba
José A. W ilde (Buenos A ires, 1837) apareció esta canción cuya mú
sica pertenece a Juan Pedro Esnaola. E s una m iniatura musical de
fino sesgo m ozartiano.
522
N.° 31. A uto r: desconocido. T ítulo: “ L a Trom pa fiera ” . N.° o ri
ginal : 40. Pág. 25. In cip it: “Llam a la trom pa f ie r a . . . ” . P a ra voz,
g u ita rra y piano.
N.° 32. A u to r: desconocido. T ítulo: no posee. N.° original: 41.
Pág. 25. Incipit: “Apenas mis ojos. . . ”. P a ra voz, g u ita rra y piano.
N. 33. A u to r : desconocido T ítu lo : “ L a s buenas noches” . N.° ori
g inal: 42. Pág. 25. Incipit: “ Buenas noches. . . ” . P a ra voz y gu itarra.
N.° 34. A u to r : desconocido. T ítu lo : “ Him no patriótico” . N.° ori
ginal: 43. Pág. 26. Incipit: “ Si la suerte desgraciada. . P a ra voz
y piano.
Este Him no, así como el siguiente, pertenecen, a nuestro enten
der, al ciclo de la Canción P a triótica española. Su letra comienza a s í:
S i la suerte desgraciada
M e conduce prisionero
Siem pre diré placentero
Viva la Constitución.
etc.
523
N.° 40. A u to r: desconocido. T ítulo: “ E l Chistós” . N.° original:
49. Pág. 29. Incipit: “ Desde q.e te vi. . . ”. P a ra voz y gu itarra.
N.° 4 1 . A u t o r : R o q u e R i v e r o . T í t u l o : “ E l ramito de flores
N.° o r i g i n a l : 5 0 . P á g . 3 0 . L e t r a : F r a n c i s c o A c u ñ a d e F i g u e r o a .
I n c ip it: “ D e ju n q u illo , d e m a lv a y v io le ta . . P a r a v o z y p ia n o . F u é
p u b lic a d o e n el “ C a n c io n e r o A r g e n tin o ” , to m o I I I , B u e n o s A ir e s , 1 8 3 8 .
(V é ase fig u ra 1 1 7 ).
E sta canción de Roque Rivero con letra de Acuña de Figueroa,
aparecida en el tercer tomo del “Cancionero A rgentino” , gozó de
g ran predicamento en el salón montevideano. Su form a equilibrada
en dos secciones de ocho compases cada una y el corte de su melodía
muy próxim o al de una barcarola, son las dos características de esta
típica página de salón, cuya letra dice:
D e junquillo, de malva y vic/leta
un rainito compuso mi amada
miróme y su fa z delicada
cubrió un velo de tierno rubor;
con sigilo, sensible y discreta,
vacilando me ofrece el ramito;
yo lo beso y humilde repito
¡A y Dorina, no olvides mi amor!
524
N.° 44. A uto r: R o q u e R i v e r o . T ítulo: “ La Súplica” . N.° o ri
ginal: 53. Pág. 31. L etra : A n t o n i o R ' i b o t . Incipit: “ Llega, llega,
ángel mío. . . ” . P a ra voz y piano. Fué publicado en la colección “¡No
me olvides!”, Montevideo, 1841. (V éase figuras 118 y 119).
N.° 45. A uto r: R o q u e R i v e r o . T ítulo: “ Y o te amé” . N.° ori
ginal: 54. Pág. 32. L e tra : L u is D o m í n g u e z . Incipit: “Yo te amé,
joven herm osa. . . ”. P a ra voz y piano. Fué publicado en la colección
“ ¡No me olvides!”, M ontevideo, 1841. (V éase fig u ra 119).
N.° 46. A u to r : R o q u e R i v e r o . T ítu lo : “ E s a tí” . N.° o rig in a l:
55. Pág. 33. L e tra : J o s é M. C a n t i l o . Incipit: “Nó el suspiro de mi
p e c h o .. . ”. P a ra voz y piano. Fué publicado en la colección “ ¡No me
olvides!”, Montevideo, 1841.
N.° 47. A uto r: R o q u e R i v e r o . T ítulo: “ E l N ovio” . N.° origi
nal: 56. Pág. 33. L e tra : J u a n C r u z V a r e l a . Incipit: “ Linda o fea,
gorda o flaca. . . ”. P a ra voz y piano. Fué publicado en la colección
“¡N o me olvides!”. Montevideo, 1841.
N.° 48. A u to r : R o q u e R i v e r o . T ítu lo : “ E l Prisionero” . N.° ori
ginal: 57. Pág. 33. L e tra : J o s é Z o r r i l l a . Incipit: “ T riste canta el
prisionero. . Pa r a voz y piano. Fué publicado en la colección “¡No
me olvides!”, Montevideo, 1841.
N.° 49. A uto r: R o q u e R i v e r o . T ítulo: “ E l suspiro de amor” .
N.° orig in a l: 58. Pág. 34. L e tra : E u g e n i o O c h o a . In cip it: “ E ra la
noche y debajo de la gótica ventana. . . ”. P a ra voz y piano. Fué pu
blicado en la colección “¡No me olvides!” , Montevideo, 1841.
N.° 50. A uto r: R o q u e R i v e r o . T ítulo: “ T u Estrellita” . N.° ori
g inal: 59. Pág. 34. L etra : B a r t o l o m é M i t r e . Incipit: “ E n medio de
la noche. . . ”, P a ra voz y piano. Fué publicado en la colección “ ¡No
me olvides!”, Montevideo, 1841. (Véase fig u ra 120).
Acaso sea ésta la pieza más original de toda la colección por su
acento decididamente criollo. Tiene todo el aire de un T riste criollo,
con sus fórm ulas cadencíales, tal como se observa en los prim eros
compases y en la curva de su melodía aún cuando la m orfología de
esta pieza no responde estrictam ente a la del Estilo folklórico.
N.° 51. A u to r: desconocido. T ítulo: “ La M anola” . N.° original:
óo. Pág. 35. Incipit: “Ancha fra n ja de v e llu d o ...” . P a ra voz, gui
ta rra y piano.
N.” 52. A utor: R o q u e R i v e r o . T ítulo: “ La Cautiva” . N.° ori
ginal: 61. Pág. 35. Incipit: "Con la vista clavada en el cielo. . . ”. P a ra
voz y piano. Fué publicado en el “ Cancionero A rg en tin o ”, tomo III,
Buenos Aires, 1838.
N.° 53. A uto r: desconocido. T ítulo: “ Un adiós". N .” original: 62.
Pág. 36. Incipit: “U n adiós debo d ejarte. . . ”. P a ra voz sola.
N.° 54. A uto r: desconocido. T ítulo: “ E l Trabador” . N.° origi
nal : 63. Pág. 37. In cip it: ilegible. P a ra voz y piano.
525
N.° 55. A uto r: desconocido. T ítulo: “ L a C o rin a ’ . N.° original:
64. Pág. 37. Incipit: “Yo lograra feliz y contenta. . P a ra voz y
piano. Publicada en L a H abana en 1820.
H e aquí la canción de salón más andariega de toda la prim era
m itad del siglo X IX . Publicada, según Alejo Carpentier, en Cuba
en 1820, “con letra deliciosamente ingenua que quiere prolongar las
emociones de una lacrim osa lectura”, 115 fué hallada tam bién entre
viejos papeles argentinos por Isabel A re tz .116 A hora aparece en el
U ruguay en un cuaderno de 1843. Su calidad melódica, en relación
con las restantes de este mismo cuaderno, es algo pobre. Su letra dice:
Yo lograra fe liz y contenta
de pesar y tristeza ignorada
tiernamente de Roma obsequiada
entre amigos dichosa vivir.
M as ¡ay, triste! de amor el veneno
por mis venas discurre inclemente
yo v i a Osvaldo y le amé de repente
¡A y , Corina, ya debes m orir!
527
N.° 62. A uto r: desconocido. T ítulo: “ M enham et” . N.° original:
71. Pág. 41. Incipit: “ M enham et al p a rtir de G r a n a d a ...”. P a ra
voz y piano.
N.° 63. A uto r: desconocido. T ítulo: “ A Florinda” . N.° original:
72. Pág. 41. Incipit: “ No trates mi cariño F l o r i n d a ...”. P a ra voz
y piano.
N.° 64. A u to r: desconocido. T ítulo: “ U11 Jasmin” . N.° original:
73. Pág. 42. In cip it: “ Ese jasm in q.e yo al p a rtir. . . ” . P a ra voz y piano.
N.° 65. A utor: desconocido. T ítulo: “ E l Sueño” . N.° original:
74. Pág. 42. Incipit: “ E n ti imagino pensando. . . ”. P a ra voz y piano.
N.° 66. A u to r: desconocido. T ítulo: “ M úsica de la N orm a” . N.°
original: 75. Pág. 43. Incipit: “Veo bella a tuas p l a n t a s .. . ”. P a ra
voz y piano. Texto literario en portugués.
N.° 67. A uto r: desconocido. T ítulo: “ T riste recuerdo de la au
sencia” . N.° original: 76. Pág. 44. Incipit: “Ve suspiro de am ar
gu ra . . . ”. P a ra voz y piano.
N.° 68. A u to r : desconocido. T ítu lo : “ M odinha” . N.° o rig in a l: 77.
Pág. 44. Incipit: “ M uito e m b o r a ...”. P a ra voz y piano.
N.° 69. A u to r : desconocido. T ítu lo : “ E l R ocío” . N.° o rig in a l: 78.
Pág. 45. Incipit: no tiene letra. P a ra voz y piano. F alta aplicarle la
letra a la línea melódica del canto.
N.° 70. A u to r: S e b a s t i á n Y r a d i e r . T ítulo: “ E l adiós de E l
vira” . N.° original: 79. Pág. 46. L e tra : J u a n d e l P e r a l . Incipit:
“ Queda a Dios A lam bra bella. . . ”. P a ra voz y piano. Fué publicado en
el álbum “ Colección de Canciones Nuevas Españolas”, M adrid, 1840.
E n el Archivo Debali se halla el álbum de Y rad ier “ Colección
de Canciones Nuevas Españolas” tirado en las prensas m atritenses
en 1840. E n él hemos hallado num erosas canciones que, al igual que
ésta, se cantaron en el teatro y en los salones montevideanos. E n tre
las m ás conocidas del autor de “ La Palom a”, en dicho álbum figura
“ Los E studiantes de T u n a ”.
N.° 71. A uto r: desconocido. T ítulo: “ Obrigar a q.e nos amen” .
N.° o rig in a l: 80. Pág. 47. In cip it: “ O brigar a q.e nos a m e n . . . ”. P a ra
voz y piano.
N.° 72. A u to r: desconocido. T ítulo: “ A Saudady” . N.° original:
8 1 ..Pág. 48. Incipit: “A saudadi. . . ” . P a ra voz y piano.
N.° 73. A u to r: desconocido. T ítulo: “ E l D elirio” . N.° original:
82. Pág. 49. Incipit: “Tus recuerdos agitan mi pecho. . . ”. P a ra voz
y piano.
N.° 7 4 . A uto r: J o s e f a S o m e l l e r a . T ítulo: “ A la memoria de
D .a Corina Blanco” . N.° original: 8 3 . Pág. 50. Incipit: “ M urió Co-
rina oh p e sa r. . . ” . Fué publicado en el “ Cancionero A rgentino”, tomo
I, Buenos Aires, 1 8 3 7 .
N.° 75. A u to r: desconocido. T ítulo: “ E l M ilitar” . N.° original:
84. Pág. 50. Incipit: “ El amor me dom ina. . Pa r a voz y piano.
52§
N.° 76. A u tor: desconocido. T ítulo: “ L a madre Selva” . N.° ori
ginal: 8 5 . Pág. 5 1 . L e tra : E s t e b a n E c h e v e r r í a . Incipit: “Tan hu
milde como bella. . . ”. P a ra voz y piano. E sta conocida letra es del
poeta argentino, exilado a la sazón en Montevideo, Esteban Echeverría.
N.° 77. A uto r: desconocido. T ítulo: “ La Sim patía” . N.° original:
8 6 . Pág. 5 1 . Incipit: “ Dulce y tierna sim patía. . P a ra voz y piano.
N.° 78. A uto r: desconocido. T ítulo: “ La Rival Generosa” . N.°
original: 87. Pág. 52. Incipit: “ De mi hado el decreto funesto. .
P a ra voz y piano.
N.° 79. A u to r: desconocido. T ítulo: “ M i llanto” . N.° original: 88.
Pág. 52. Incipit: “ Caro bien un momento s iq u i e r a ...” . P a ra voz
y piano.
N.° 80. A u to r: desconocido. Son seis compases de una obra in
completa y sin título que se hallan en la pág. 54.
Cerramos, pues, el capítulo dedicado a la música de salón con
este largo inventario del cuaderno de José Aniceto de Castro. Acaso
su extensión se halle compensada por la posibilidad de que alguien
descubra los autores de la m ayor parte de e llas; nó por el mero hecho
de satisfacer una curiosidad, sino porque creemos que m uchas de
estas canciones vienen de otros salones americanos, como en el caso
de “ La C orina”, oriunda de L a Habana.
E n ese sentido, nuestro continente se mueve en form a sincro
nizada con respecto a la música de salón de la prim era m itad del
pasado siglo. Sin m ayor potencialidad creadora, recibe pasivamente
en su seno lo que la moda europea le impone. Recién cuando por la
vía del salón, algunas de estas músicas cae en el dominio del pueblo,
éste las fecunda y alterando sus caracteres, las fokloriza. P o r ello y
en atención a muchas especies que luego veremos a disposición del
pueblo en el tomo dedicado al folklore de nuestro país, le hemos dedi
cado a la música de salón tan dilatado espacio en este panoram a del
pensamiento musical uruguayo.
529
NO TAS C O R R E S P O N D IE N T E S AL C A P IT U L O III
(1 ) " Diario de Agu irre” , publicado en “ A nales de la Biblioteca” , tomo IV , pág. 142.
Buenos A ires, 1905.
(2) J. P . y W . P. R obertso n : “ Letters on Paraguay” , tomo I, págs. 104 y 105.
London, 1839.
(3) M a r io C ésar G r a s : “ E l pintor Gras y la iconografía histórica sudamericana” ,
pág. 138. Buenos A ires, 1946.
(4) “ Campo sitiador. D iario de lo que se habla, de lo que se v é y de lo que se
oye con relación á la Guerra. En cuanto á rumores contiene innumerables
m entiras; algunas, en cuanto á los sucesos; ninguna, respecto de la opinión
dominante en el campo sitiador. Em pieza el 4 de Noviem bre de 1844, al año,
ocho meses y diez y nueve días del sitio. Por el D.r Don Francisco Solano
de A ntuña” . En el A rch ivo del Ingeniero D. Juan José de A rteaga. Monte
video. (Com unicado por el historiador Mateo M agariños de M ello).
(5) Isidoro D e - M a r ía : “ Tradiciones y recuerdos. Montevideo antiguo” . Libro III,
pág. 144. M ontevideo, 1890.
(6) “ Semanario M ercantil de M ontevideo” , Montevideo, 9 de junio de 1827.
(7) “ E l Indicador” , Montevideo, 19 de agosto de 1831, y “ E l Universal” , Mon
tevideo, 27, 28, 29 y 31 de agosto, y 1, 2, 3 de setiembre de 1831.
(8) “ M ontevideo M usical” , M ontevideo, 24 de junio de 1885.
(9) V id e nota N.° 5.
(10) S a n s ó n C arrasco [D a n i e l M u ñ o z ] : “ Colección de artículos” , págs. 239 y
240. M ontevideo, 1884.
(1 1 ) A u r e l ia n o G. B e rro : “ Bernardo P . Berro. Vida pública y privada” , págs. 55
y 56. M ontevideo, 1920.
(12) “ Gran Guía General de fin de siglo de la ciudad y departamento de Minas
para 1900” , dirigida y redactada por Bernardo Machado, págs. 69 a 71.
Montevideo, s/f.
(13) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 29 de junio de 1849.
(14) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 20,23 y 27 de setiembre de 1850.
(15 ) “ Comercio del Plata” , M ontevideo, 26 de agosto de 1853.
(16) “ Comercio del Plata” , M ontevideo, 24 de noviembre de 1853.
(17 ) “ E l Iniciador” , M ontevideo, i.° de setiembre de 1838.
(18) “ E co de la Juventud Oriental” , Montevideo, 8 de junio de 1854.
(19) “ E xtracto del diario de la espedición y demarcación de la A m érica M eridional
y de las campañas de misiones del U ruguay, tomado por los españoles en la
rendición del Rio G rande, correspondiente al tratado de 1750” . Publicado en
la “ Historia del territorio Oriental del Uruguay” , de Juan M anuel de la Sota,
Montevideo, 1841 y reeditado en el trabajo de H oracio Arredondo ( h ijo ) :
“ Maldo'nado y sus fortificaciones” , aparecido en la “ Revista de la Sociedad
A m igos de la Arqueología” , tomo III, págs. 369 a 379. M ontevideo, 1929.
(20) G onzalo de D oblas : “ M emoria histórica, geográfica, política y económica
sobre la Provincia de M isiones de indios Guaranis” . Colección D e Angelis,
tomo III, págs. 45 y 46. Buenos A ires, 1836.
(21) J. P. y W . P. R o b er tso n : “ Letters on Paraguay” , t. I, págs. 104 y 105, op. cit.
(22) “ Descripción de la fiestas cívicas celebradas en la Capital de los Pueblos
Orientales el veinte y cinco de mayo de 1816” , pág. 12. Montevideo, 1816.
(23) “ E l Investigador” . M ontevideo, 20 de ju lio de 1833.
(24) “ E l Universal” , Montevideo, 27 de agosto de 1833.
(25) “ Com ercio del Plata” , Montevideo, 21 de febrero de 1852.
(26) “ E l Iniciador” , Montevideo, i.° de setiembre de 1838.
(27) “ E co de la Juventud Oriental” , Montevideo, 8 de jun io de 1854.
(28) H e aquí los más im portantes artículos publicados por Carlos V e g a en “ La
Prensa” de Buenos A ir e s : “ L a Contradanza en la colonia” , 30 de octubre
de 1938. “ La contradanza en la Argentina” , 28 de agosto de 1938. “ Contra
danza y Cielito” , 26 de marzo de 1939. “ L a forma de la contradanza” , 20 de
noviembre de 1938. “ Contradanza y media caña” , 11 de junio de 1939 “ Con-
53°
tradanzci y P ericón”, i.° de octubre de 1939. “ L a contradanza y su familia” ,
5 de noviembre de 1939.
(29) C arta de Dom ingo Mariano de Ederra a Sebastián de A rostegui, fechada
en Lim a el 26 de abril de 1798. Fondo e x-A rchivo y Museo Histórico, ca ja 4.
A rchivo General de la Nación. M ontevideo. (Com unicado por la P ro f. M aría
Julia A rd a o ).
(30) S e b a s tien B rossard : “ D ictionairc de musique” , pág. 303, 3.* edición. Am s-
terdam, [17 15].
(3 1 ) J- J- R o u s s e a u : “ Dictionnaire de M usique” , tomo II, pág. 80. Colección
“ O euvres de J. J. Rousseau” , P arís, M D C C C X X V I.
(32) F rancisco A c u ñ a de F ig u e r o a : “ Poem a épico intitulado la conspiración de
las V ieja s contra las Jovenes” . Manuscrito fechado en 1829 y publicado en
el apéndice documental del trabajo del D r. G ustavo G a l l i n a l : “ Elaboración
y fuentes de la Malambruñada” , en la “ Revista Histórica” , tomo X V I , Nos.
46-48, pág. 528. Montevideo, diciembre de 1948.
(33) Vide nota N.° 19.
(34) “ Diario de la Expedición del Brigadier General Craufurd” , en Revista H is
tórica, tomo V II I, págs. 526 y 527. Montevideo, 1917.
(35) “ E co de la Juventud Oriental” , M ontevideo, 8 de junio de 1854.
(36) “ E l Universal” , Montevideo, 10 de agosto de 1829.
(37) “ E l Universal” , Montevideo, 10 de enero de 1837.
(38) M a r ia n o F e rreira : “ Memorias” , p á g . 9. M o n tev id eo , 1920.
(39) E l manuscrito original, de donde hemos tomado esta transcripción, se halla
en poder del historiador Juan E . P ivel Devoto. Esta poesía fu é publicada
en form a incompleta por B ernardo M achado en su “ Gran Guía General de
F in de Siglo de la ciudad y departamento de Minas para 1900” , págs. 69 a 71.
Montevideo, s/f.
(40) L. P . : “ L e s Charrúas, L e s Gauchos” (2eme article ), en “ L e Natictnal” , París,
12 de julio de 1833. Este artículo fué luego transcripto como apéndice V I del
trabajo de P a u l R iv et , “ L e s derniers Charrúas” , en la R evista de la S o
ciedad Am igos de la Arqueología, tomo IV , pág. 95. M ontevideo, 1930.
(41) A ndrés B e ltr a m e y D o m in g o V . L o m b a r d i : “ L a despedida (M inué federal)
N.° 23.0. Buenos A ires, octubre de 1933.
(42) A lcide D ’O r b ig n y : “ Voyage dans l’Am erique Méridicfnale” , P arís, 1835-
39-43. (R eferencia comunicada por Isabel A re tz ).
(43) J osé Z a p io la : “ Recuerdos de treinta años, sexta edición, pág. 43. Santiago
de Chile, 1929.
(44) A r sen io I s a b e l l e : “ V ia je a Argentina, Uruguay y Brasil, en 1830” , traducción
de P ablo P a l a n t . Editorial A m ericana. Buenos A ires, 1943. (R eferencia
comunicada por Carlos V e g a ).
(45) A l eja n d ro M aga riños C e r v a n t e s : “ Caramurú” , op. cit., p á g . 75.
(46) “ A rchivo del Hospital de Caridad de M ontevideo” , tomo X I X , fol. 394. A r
chivo General de la Nación. Montevideo.
(47) “ E l Universal” , Montevideo, 27 de agosto de 1833.
(48) “ Comercio del Plata” , M ontevideo, 27 de marzo de 1850.
(49) “ Com ercia del Plata” , Montevideo, 10 de agosto de 1851.
(50) Expediente N.° 2 del año 1790. Juzgado Letrado de Soriano. Mercedes. (A te n
ción del P rof. Rogelio B rito ).
(51) “ Cabildo de San Juan Bautista” (S anta L u cía). “ Libro de Acuerdos” , tomo
II, fol. 57 vta. A cta de la sesión del 27 de enero de 1798. A rch iv o General
de la Nación. Montevideo.
(52) J osé A n t o n io W i l d e : “ Buenos A ire s desde setenta años atrás” , pág. 136.
Buenos A ires, 1881.
( 53) J- P* y W . P. R obertson : “ Letters on Paraguay” , op. cit., t. I, págs. 105 y 105.
(54) “ Diario de la Expedición del Brigadier General Craufurd” , op. cit., pág. 523.
(55) A u gu ste S a i n t - H il a ir e : “ Voyage a Rio Grande do S u l” , pág. 205. Or-
leáns, 1883.
(56) “ E l Nacional” , Montevideo, 24 de enero de 1839.
(57) “ E l Corsaria” , N.° 4, págs. 121 y 122. Montevideo, 1840.
531
( 5^) E s ta n is la o S. Z e b a llo s : “ Cancionero Popular de la Revista de Derecho,
Historia y Letras", tomo I, pág. 7. Buenos A ires, 1905.
(59) F e lip e P e d r e ll: “ Las form as pianísticas” , t. I, pág. 203.
(60) A lcide d’O r bigny : “ Voyage dans l’Am érique Méridionale” , t. II, pág. 322.
P arís, 1835.
(61) A r sén e I s a b e l l e : “ Vcfyage a Buénos-Ayres et a Porto A leg re” , pág. 357.
H avre, 1835.
(62) Este libro manuscrito fué publicado en la Revista de la Biblioteca N acional
de Lim a “ F é n ix ” , en el artículo de A lejandro Lostaunau “ E l desconocido ma
nuscrito de Pereyra y Ruiz sobre Arequipa” , págs. [813] a 838. Lim a, segundo
semestre de 1946.
(63) V en tu ra R. L y n c h : “ La Provincia de Buenos A ir e s hasta la definición
de la cuestión Capital de la República” , tomo I, pág. 32. Buenos A ires, 1883.
(64) H ila rio A sca subi : “ Paulino Lucero o Lo s gauchos del Río de la P lata” ,
pág. 241. París, 1872.
(65) V en tu ra R. L y n c h : obra citada, pág. 32.
(66) C arlos V e g a : “ E l Cielito de la Independencia” , aparecido en “ E l H ogar” ,
Buenos A ires, 6 de ju lio de 1951.
(67) Coliseo” , libro citado, fol. 18 vta. Fondo ex A rchivo General A dm inistra
tivo. A rchivo General de la Nación. Montevideo.
(68) “ A rchivo del Hospital de Caridad de M ontevideo” , tomoX I V , fol. 242. A r
chivo General de la Nación. Montevideo.
(69) J0Á0 C ezim bra J a c q u e s : “ Ensaio sobre costumes do Rio Grande do S u l” ,
pág. 91. Porto A leg re, 1883.
(70) C arlos V e g a : “ D anzas y canciones argentinas” , págs. [25] en adelante. Bue
nos A ires, 1936.
(71) P edro Novo y C olson : “ V ia je político-científico alrededor del mundo por las
corbetas Descubierta y A trevida al mando de los capitanes de Navio D . A le
jandro Malaspina y D on José Bustamante y Guerra desde 1789 a 1794” - C a
pítulo: “ Estudio de las costumbres y descripciones interesantes de la América
del Sur’ ’, por J osé E spin o s a y T ello . Subtítulo: “ D escripción del que llaman
guazo ú hombre de campo” , pág. 561, columna 1. Madrid, 1885.
F rancisco B a u z á : “ Estudios literarios” , pág. 288. Montevideo, 1885.
“ E l Universal” , Montevideo, 17 de octubre de 1832.
“ Comercio del Plata” , Montevideo, 30 de marzo y 5 de abril de 1851.
“ Comercio del Plata” , M ontevideo, 13 de mayo de 1851.
J osé M a r ía F er nánd ez S ald aña y C ésar M irand a : “ Historia general de la
ciudad y el departamento del Salto” , pág. 184. M ontevideo, 1920.
“ Comercio del Plata” , Montevideo, 18 de noviembre de 1852.
“ Comercio del Plata” , Montevideo, 16 de diciembre de 1856.
“ E co de la Juventud Oriental” , Montevideo, 8 de junio de 1854.
“ E l Universal” , M ontevideo, 19 de marzo de 1834.
“ Comercio del Plata” , Montevideo, 12 de diciembre de 1845.
C arlos V e g a : “ M úsica Sudamericana” , pág. 56. Buenos A ires, 1946.
Ibidem, pág. 62.
“ D iario” , manuscrito de F rancisco Solano Antuña, citado en “ E l fina l de la
Guerra Grande” de Manuel Fonseca, pág. 103. Montevideo, 1946.
(85 “ Comercio del Plata” , Montevideo, 11 de noviembre de 1845.
“ Comercio del Plata” , Montevideo, 18 de mayo de 1850.
“ Comercio del Plata” , Montevideo, 18 de febrero y 30 de m arzo de 1851.
“ Comercio del Plata” , Montevideo, 13 de mayo de 1851.
“ Com ercio del Plata” , M ontevideo, 21 de febrero de 1852.
“ Comercio del Plata” , M ontevideo, 14 de noviembre de 1856.
“ Comercio del Plata” , Montevideo, 9, 10, 11 y 12 de octubre de 1852.
“ Comercio del Plata” , Montevideo, 10 de octubre de 1849.
“ Comercio del Plata” , M ontevideo, 28y 29 de junio de 1849.
“ Comercio del Plata” , Montevideo, 10 de octubre de 1849.
“ Comercio del Plata” , Montevideo, 4 de enero de 1850.
532
(96) M ic h e l B r e n e t : “ Diccionario de la música. Histórico y técnico” , traducido
por José Barberá Humbert, J. R icart M atas y A u relio Capmany,
col. II. Barcelona, 1946.
(97) “ E co de la Juventud. Oriental” , Montevideo, 8 de ju n io de 1854.
(98) M arcelo V ig n a l i : “ Salón del Baile y Guía del Trato Social” , págs. 100 y
101. Montevideo, M C M X .
(99) C urt S a c h s : “ Historia Universal de la Danza” , op. cit., p á g s. 435 y 436.
(100) “ Comercio del Plata” , M ontevideo, 18 de febrero de 1851.
(101) “ Comercio del Plata” , M ontevideo, 25 y 27 de mayo de 1851.
(102) “ Eco de la Juventud Oriental” , Montevideo, 28 de mayo de 1854.
(103) “ Eco de la Juventud Oriental” , M ontevideo, 28 de mayo de 1854.
(104) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 14 de noviembre de 1856.
(105) “ Comercio del Plata” , M ontevideo, 18 de febrero de 1851.
(106) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 28 de febrero de 1852.
(107) “ E l Eco Uruguayo” , M ontevideo, 8de marzo de 1857.
(108) L auro A y e s t a r á n : “ D el fo lklo re musical uruguayo. E l Estilo” , aparecido en
el Suplemento Dom inical de “ E l D ía” , año X V I , N.° 776. Montevideo, 30 de
noviembre de 1947.
(109) F é l ix de A z a r a : “ Voyages dans VAmérique M éridionale” , tomo II, pág. 306.
P arís, 1809.
(110) E u ge n io P ereira S a l a s : “L o s orígenes del arte musical en Chile” , pág. 247.
S antiago de Chile, 1941.
(1 1 1 ) A r sén e I s a b e l l e : “ Voyage a Buénos-Ayres et a Porto A leg re” , pág. 257.
H avre, 1835.
(112) “ E l Talismán” , M ontevideo, 8 de noviembre de 1840.
(113) I sabel A r e t z : “ Manuscritos musicales de la época de la independencia” , apa
recido en “ La Nación” , 2.* sección, Buenos A ires, i.° de abril de 1951.
(114) “ E l Nacional” , Montevideo, i.° de diciembre de 1841 y 19 de enero de 1842.
(115) A l e jo C a r p e n t ie r : “ La música en Cuba” , pág. 123. M éxico, 1946.
(116 ) I sabel A r e t z : “ E l folklore musical argentino” , pág. 26. Buenos A ires, 1952.
533
C A P ÍT U L O IV
LOS PRECURSORES
LO S P R IM E R O S C O M P O S IT O R E S Y SU S O BRAS
535
con otras savias, un fru to diferenciado. Empero, no despreciemos
su experiencia denodada. En otra escala de valores también ellos
están buscando su mensaje. ¿E s que Am érica ha hallado aún hoy
su augusta voz definitiva en la historia general de la música?
Si afinam os el estudio de estos precursores uruguayos de la
prim era m itad del siglo X IX , podremos reconocer dos etapas cla
ram ente diferenciadas.
La prim era se extiende desde la colonia hasta la J u ra de la Cons
titución en 1830. N o es este último un límite fraguado o cómodo: ya
veremos cómo la afirm ación nacional de independencia va a reper
cutir consecuentemente en el orden musical, para engendrar una
cierta afirm ación, nacional también, del pensamiento sonoro. E sta
prim era etapa se halla representada por una actitud estrictam ente
funcional por parte del hombre músico; éste cumple su destino con
cierta solvencia técnica pero no asoma en él una intención creadora
más o menos trascendente; si compone música será únicamente
para cumplir lisamente con las obligaciones de su contrato con la
empresa del teatro, con el gobierno que le ha llamado para dirigir sus
bandas o con la autoridad eclesiástica a cuyo servicio litúrgico se
halla adscrito como arpero, cantor, violinista, organista o composi
tor. Vemos así que en 1799 Cabildo de Soriano paga un peso “ al
Indio que hizo la Solfa”, es decir, que compuso música para una fes
tividad religiosa, o que en 1815 se obliga al m aestro Luis F e rrá n a
poner de su cosecha “una Sonata nueva cada sem ana” en las audicio
nes de la “M úsica del E stado”. E sto mismo es una de las característi
cas de la llam ada E dad Clásica en la alta música europea; los crea
dores, adscritos a las cortes, son tam bién funcionarios compositores.
L a diferencia entre los resultados de la música que este mismo tipo
de compositor ha escrito en Europa y en Am érica, estriba en un
doble problema de ambiente levantado y de calidad personal. M ien
tra s estas dos coordenadas no estén presentes de una m anera amplia,
la creación musical trascendente no brota con fluidez. E n la misma
actitud de funcionarios hállanse un Juan Sebastián Bach en W ei-
m ar y el indio músico en Soriano; es de presum ir, no obstante, la di
ferencia existente entre la Passacaglia y Fuga en do-menor del p ri
mero, escrita d urante su estadía en esa localidad, y la “ solfa” de
nuestro incipiente compositor en un perdido pueblo americano.
La segunda etapa abarca desde 1830 hasta pasado el medio si
glo, y en ella va a aparecer tím idam ente el precursor propiamente
dicho. E n tanto la técnica crece por la llegada de sólidos m aestros
italianos, españoles y franceses, surge el compositor uruguayo nativo.
Seis nombres nuestros hemos podido aislar de entre un total de medio
centenar de músicos compositores o profesores: O scar P fe iffe r, fo r
mado en E u ro p a ; cuatro damas m ontevideanas: Jacinta Furriol, C ar
men Luna, O rfilia Pozzolo y D olorcita R entería, y un actor de tea
536
tro que ignoraba la notación m usical: Fernando Quijano. Balance
ciertam ente desolador para el incipiente orgullo nacional de esa época.
Sin embargo, hay algo más im portante que tonifica este panora
ma, y es la preocupación de ir descubriendo lentam ente el signo de
n uestra nacionalidad; en a firm a r ciertas modalidades vernáculas, ya
m irando hacia a trás a las flam antes glorias nacionales de la patria
naciente y cantándolas en las innumerables “ canciones patrióticas”
que inundan ese período, ya m irando hacia la m adre tie rra que asoma
su m áscara folklórica en esos T ristes y M edia Caña que Debali pre
senta en varios momentos de su obra. A hora, que las canciones pa
trióticas se vuelcan en el molde europeo del “ aria da capo” y que la
M edia Caña recuerda más al Polo del C ontrabandista del tonadillero
español M anuel García que a la m ajestuosa danza nacional. De ahí
que su intención nacionalista sea más “lite ra ria ” que musical. Sin
embargo y por encima de su pobre textura, hay en todo caso una in
tención que las salva nó como m úsica sino como un hecho social de
ferm entación nacional que está en estado de eclosión en una oscura
suerte de prehistoria de la música uruguaya.
E n cuanto a la docencia se refiere, en toda la prim era m itad del
siglo X IX abundan los m aestros para todas las especialidades in stru
mentales, arm onía, contrapunto y composición. Comienzan a ap are
cer las agrupaciones de profesionales y aficionados a través de las
num erosas sociedades filarm ónicas que hemos estudiado en el capí
tulo precedente, y un verdadero m aestro como Francisco José Debali
encabeza la pléyade de músicos profesionales de seguro oficio.
La crítica musical en ese período no está todavía organizada
como especialización. E s simplemente un resollar en voz alta del
auditor que acude a las columnas del periódico p a ra que le acojan
su diatriba o su cálido elogio. Lo simpático y curioso es que el mismo
periódico acoge tam bién la defensa o el agradecim iento del propio
intérprete o compositor. Bajo ocasionales seudónimos, los oyentes se
reúnen para arrem eter contra o a favor del m úsico: así, nos han lle
gado las críticas de “Unos que piensan entender algo en estas m ate
ria s”, “Varios concurrentes al tea tro ”, “U nos am antes de la m úsica”,
“ F agotte” , “Om nibus”, etc. Dos eminentes exilados argentinos salen
a la lid de la crítica m usical: M iguel Cañé en 1838 y Ju an Bautista
Alberdi desde 1841.
Cuando uno lee los parangones que se establecen en los perió
dicos, entre los grandes músicos del siglo X IX , no puede menos de
sonreírse, de la misma m anera que hoy se leen las inflam adas críticas
contra V erdi de una indudable autoridad como Fétis. E n un extenso
folletín del “Comercio del P la ta ” del 9 de julio de 1855, el crítico
que firm a “A. C.” comienza a hablar del sitio de Sebastopol y si
gue cotejando a Rossini con Beethoven: p ara él, la música de Rossini
es “notable por el brillo de la im ajinación, por la abundancia y fres
537
cura de los temas y por la vehemencia, esplendor y limpidez del len
g u aje de la pasión, bien que tan fácil en su acción como neglijente
en sus procederes” ; la de Beethoven “por el contrario, mas estrava-
gante tal vez, en sus combinaciones, ha acopiado m ayor erudición, y
se m anifiesta mas lojica y mas científica” .. .
Dos años más tarde, en el mismo “ Comercio del P la ta ”, en el
núm ero correspondiente al 31 de enero de 1857, el cronista, con indu
dable hum or, subraya la producción verdiana con estas p a la b ra s: “ El
defecto que según nos parece tiene Giuseppe Verdi, apesar de su in
contestable m aestría, es el de haber encerrado la ópera en el círculo
del dram a lírico; es decir de las pasiones trájicas, en los amores
fatales, que no tienen otro porvenir ni o tra esperanza sinó la tumba
donde la amante, sea desdeñada, sea amenazada en su honor, se re-
fu jia ; ó un duelo desesperado en el cual el héroe, el principe, ha
de sucumbir inevitablemente en fa diez ó en si natural ” . . .
F uera de los compositores grandes de la operística italiana, de
la opereta y ópera cómica francesa y de la prim itiva zarzuela espa
ñola, Montevideo recién comienza a entrar, pasado el 1830, en los
autores fundam entales de la g ran historia de la música occidental.
E n 1835 Justina Piacentini canta un aria de la ópera “Fidelio” de
Beethoven. E n 1850, durante el recital del célebre violinista Camilo
Sivori, la orquesta de la Casa de Comedias interpreta la obertura
de la ópera “ Don Ju a n ” de M ozart. E n 1853 Gustavo Helmhold eje
cuta al piano una reducción de la obertura del “ Freyschütz” de W e-
ber. E n 1854 Silvestre Stanfield entona un aria del oratorio “El
M esías” de H aendel y en 1855 el pianista alemán Nessler da a cono
cer la paráfrasis de concierto de Liszt sobre “ El P ro fe ta ” de M eyer-
beer. La tríada de los grandes compositores de violín, Paganini,
Spohr y Bériot, es bien conocida en ese entonces. E n 1822 Santiago
M assoni se presenta en la Sociedad Lancasteriana como discípulo
de Paganini; en 1837 Carlos Bassini tañe algunos Caprichos de aquél
y además da a conocer el Octavo Concierto en la-menor, opus 47, de
Spohr “en form a de una escena cantada” que, según el program a de
la época, se tra ta de un concierto “imitando una escena cantable por
el célebre Spohr”. Cuando en 1850 se presenta, esta vez sí, el único
discípulo auténtico de Paganini, Camilo Sivori, el nom bre del gran
compositor y virtuoso italiano ya era vastam ente conocido. A José
A m at le debemos el conocimiento de F ran z Schubert, algunos de
cuyos “Heder” canta en 1853. A todo ello cumple ag reg ar que las
obras de P a e r y Cimarosa son también vastam ente divulgadas, espe
cialmente las arias de “ El M atrim onio Secreto” de este último que en
repetidas oportunidades se entonan en el teatro. E n el terreno de la
g u ita rra , las obras de Carulli y Giuliani y el método de Dionisio
A guado figuran en las listas de partitu ras de casi todos los comer
cios m usicales de ese período.
538
S o b r e e ste am b ie n te se le v a n ta n , p u es, la s f i g u r a s d e los P r e
c u r s o r e s , d e e n tr e lo s c u a le s d e s tá c a n s e con se ñ e ro s p e r file s d os de
e ll o s : F r a n c i s c o J o s é D e b a l i y O s c a r P f e i f f e r . E l p r im e r o es un
e x c e le n te m ú sico c u y a fo r m a c ió n té c n ic a d e s e s g o d ie cio c h es c o , tr a e
a l a m b ie n te u n e stilo só lid o y c o h e re n te , a u n q u e u n ta n to a tr a s a d o
en la h o r a en q u e le to c a a c tu a r . R e c u é r d e s e qu e en 1840, D e b a li
s ig u e e m p lea n d o en su s ac o m p a ñ a m ie n to s p ia n ís tic o s el “ b a jo de A l -
b e r ti” , ta n c a r o a los s o n a tis ta s d e fin e s d el s ig lo X V I I I . O s c a r
P f e i f f e r , n a tiv o d e M o n te v id e o y e d u c a d o m u s ic a lm e n te en A le m a
n ia , lle v a en su r e lo j de c o m p o sito r la h o r a e x a c ta y d e s p lie g a a lr e
d e d o r d el 1860 la c o r u s c a n te v a c u id a d d e la p a r á fr a s i s d e c o n cie rto
sob re te m a s d e ó p e ra , si bien con u n a té cn ic a d e e s c r itu r a p ia n ís tic a
m u y s u p e rio r a la qu e se o y e en el M o n te v id e o d e e sa ép oca . S u s
“ ilu s tr a c io n e s ” , p a r á fr a s i s o fa n t a s ía s , son e q u iv a le n te s a la s de
L is z t , T h a lb e r g y G o tts c h a lk ; en e lla s a m an e c e, p o r o tro lad o , el
le n g u a je r o m á n tico d el p ia n o q u e lle g a a o tra s y m á s im p o rta n te s
c o n clu sio n es en los esp lén d id o s “ A ñ o s d e p e r e g r in a je ” d el prim ero .
Al entrar, pues, directam ente en las bio-bibliografías de estos
Precursores, debemos hacer una advertencia im portante: deliberada
mente hemos dejado fu era la vida y la obra de D a l m i r o C o s t a , F e r
nando C ruz C ordero, C e l e s t in o G r if f o n , P ablo F aget, J osé
G i u f f r a , M i g u e l H i ñ e s y L u is S a m b u c e t t i (p ad re ), compositores
todos ellos conocidos antes de 1860, en v irtud de estas dos razones:
i.° porque la obra m ayor de todos ellos se inicia después de esa fecha,
2.0 porque en cuanto a concepto y calidad, esa m isma obra se halla
muy por encima del nivel de la música de este prim er período y no
puede, por lo tanto, cotejarse con la de Los Precursores. Reservamos
p ara ellos un lugar im portante en el futu ro volumen sobre la música
culta uruguaya desde 1860 hasta nuestros días.
2. F ray M a n u el Ú be
— L a historia de la m úsi
da.
ca en el U ru g u ay dentro del
orden de los compositores, se
abre con la fig u ra de F ray
M anuel Úbeda, fundador de una ciudad colonial de la antigua Banda
O riental, patriota benemérito en horas de la independencia y autor
de una “ M isa para Día de D ifuntos” fechada en M ontevideo en
1802. Fernando G utiérrez nos ha dejado una semblanza de este hom
bre excepcional, en su folleto “ Porongos”, 1 a cuyas referencias po
demos ag reg ar hoy las de su actuación como compositor de música
sagrada.
Manuel Úbeda nació en Valencia alrededor de 17 6 0 y se ordenó
como sacerdote de la O rden de los T rin itario s Calzados. E l 19 de
diciembre de 1800 partió de Barcelona rumbo a Sud Am érica como
539
capellán de la fra g a ta arm ada en corso y mercancía “N u estra Se
ñora del P ilar y Soledad” , al m ando de G erardo Esteve y Llach.
España e Inglaterra hallábanse desde hacía cinco años en pie de
guerra, y próxim o a las costas del Brasil, la fra g a ta española fué
apresada por el navio inglés “A rgos” que la llevó a Rio de Janeiro.
A fines de 1801, a bordo de la fra g a ta “ Cleopatra” fué embarcado
F ra y M anuel Úbeda en Río con destino a Montevideo. A principios
de 1802 debió haber term inado en nuestra ciudad la M isa de Requiera
que hemos hallado.
E n ese momento se produce en la Banda Oriental un hecho me
m orable que va a dar como resultado la fundación de una de nuestras
ciudades actuales. U n grupo de proletarios acaudillados por F ra n
cisco Fondar, precursor de la fundación de Trinidad, según F e rn an
do G utiérrez, solicita al obispo de Buenos Aires la erección de una
capilla en la localidad de Porongos, en el hoy departam ento de Flores.
E sta solicitud es vivam ente resistida por el terrateniente Miguel Ig
nacio de la Cuadra, radicado en Montevideo y propietario de una gran
estancia que rodeaba los campos realengos donde habría de levan
tarse el oratorio. El obispo de Buenos Aires, a cuya jurisdicción
eclesiástica pertenecía este paraje, designa entonces a F ray Manuel
Úbeda el 19 de enero de 1802 y éste parte a principios del mes si
guiente para hacerse cargo de su nuevo destino. E n tre el 5 y el 10
de febrero de 1802 se rezan las prim eras misas y se comienza la
construcción de un oratorio público que habría de ser el núcleo aglu
tinador de una población naciente. Las protestas de Miguel Ignacio
de la C uadra arrecian contra F ray M anuel, pero el grupo de sus
pobres feligreses triu n fa sobre el latifundista y nace un nuevo pueblo
colonial. “F ra y M anuel Úbeda fué el fundador de Porongos — dice
Fernando G utiérrez— porque adm inistró durante veintiún años la
Capilla de la Santísim a T rinidad, centro a que convergieron en de
m anda de protección espiritual los vecinos de toda la reg ió n ; porque
desde que llegó a Porongos adhirió resueltam ente a la causa de los
vecinos del pago que después de haber conseguido autorización para
const -uir la Capilla pretendían que se les o torgaran ju n to a ésta, pe
queñas parcelas para levantar sus viviendas humildes de terró n y
p aja; porque ejerció autoridad civil, en form a perm anente, sobre los
adherentes al culto religioso, desde la capilla histórica, y en uso de
esa autoridad, repartió solares a los pobladores de P orongos”.
La población y la capilla es colocada bajo la advocación de la
Santísim a Trinidad, como consecuencia presumible de pertenecer a
la orden trin ita ria F ray M anuel Úbeda, y cuando años más tarde es
talla la revolución emancipadora. F ray Manuel se pliega generosa
m ente a la causa de la independencia y a rra s tra hacia ella a todos
sus feligreses. E s entonces cuando desde la “ Gazeta de Buenos-
A yres” del viernes 10 de enero de 1812, se publican estas herm osas
540
palabras sobre su actitud: “ Los de la B anda Oriental han dado ya
testimonio de esta verdad, y los inm ortales curas D. Santiago Fi-
gueredo, y el P. F r. M anuel W eda, cuyos nombres pronunciarán con
asombro y veneración la más rem ota posteridad, nos dicen desde las
m argenes del U ruguay, que saben ser párrocos sin dexar de ser ciu
dadanos, y que respetan los derechos de la p atria á la p ar que los
augustos derechos de la religión”.
Al estam parse el apellido de “W eda” — que debe leerse, Úbeda—
se le agrega una llam ada al pie de la página donde se lee: “Dicho
religioso cura de la parroquia de los Porongos es español del reyno
de Valencia, y de edad de 50 a 60 años á quien han seguido todos
sus feligreses”.
541
Puede observarse en estos m anuscritos, cuatro caligrafías dis
tintas que representan, además, cuatro épocas bien claras de este
grupo de copias:
Caligrafía A
Caligrafía B
Caligrafía C
Caligrafía D
542
hemos transcrito por incompleta. El “Ingem isco” y el “ In ter oves",
faltan también.
5 .°) O ffertorio. Se halla completo.
6.°) Sanctus. Se halla completo.
7 .°) Benedictus. Se halla completo.
La ausencia de los dos núm eros finales de toda M isa de D ifun
tos : el “Agnus D ei” y el “Communio”, puede explicarse por la razón
expuesta anteriorm ente a propósito del Gradual. El Canto Llano,
pálido reflejo del 1800 de lo que fué el g ran arte gregoriano de la
Edad Media, servía de m ateria intercelular en las partes de toda
Misa. Posiblemente, el mismo coro entonaba al unísono, bajo fórm u
las conocidas, las secciones que faltan.
La M isa de Úbeda presenta dos tipos de erro res: de copia y de
composición. Los prim eros han sido salvados con llam adas al pie de
la página, por el transcriptor. Son errores que afectan a las figuras
— ausencias de puntillos o silencios, cambios de figuraciones, etc.—
o que afectan a las altitudes, como la aparición insólita de alteracio
nes accidentales en un acorde perfecto, etc.
Los errores de composición han sido respetados y en realidad
no pasan de simples pobrezas arm ónicas, como la aparición de “quin
tas" u “octavas” consecutivas, como ocurre en estos dos ejem plos:
543
E n el m anuscrito original falta toda la parte de soprano que
debe haberse extraviado. La hemos reconstruido con facilidad por
que la m archa arm ónica de las tres partes restantes, de una norm a
lidad académica, pide la aparición de esa voz en la medida y a la
altu ra en que lo hemos hecho. Si algún día llegara a encontrarse, es
tam os seguros de que coincidiría en un noventa por ciento con la que
hemos reconstruido. De todas m aneras, y a los efectos de una mayor
g a ra n tía en esta reconstrucción, hemos consultado a los m aes
tros Vicente Ascone y Alberto González, a quienes el tran scrip to r
agradece sus oportunas observaciones, aún cuando no los haga res
ponsables de la transcripción y mucho menos de los errores que pu
diera contener.
L a “M isa para día de D ifuntos” de F ray M anuel Úbeda repre
senta, en prim er térm ino, un correcto trab ajo funcional. E s una M isa
de simple y lógico orden litúrgico en cuanto a la intención; exenta de
efectos de teatralidad, las voces se mueven dentro de cortos interva
los. Su escritura vocal responde a un concepto de m archa arm ónica
vertical sobre el acorde perfecto de fa-m ayor en cuyo tono están casi
todos los movimientos, excepto el “G radual” que se halla en fa-m enor
y el “ Dies Ira e ” en re-menor.
No presenta la obra ningún artificio de composición y no puede
parangonarse sin desmedro con lo que escribían en esa época los po-
lifonistas venezolanos como Lam as o los brasileños como Nunes
García.
Sin embargo, tiene un encanto de “prim itivo”, dentro de la sim
plicidad de recursos y la estricta funcionalidad litúrgica. Los acentos
melódicos y literarios se hallan en ceñida correspondencia y en ese
sentido la frase musical presenta un corte excelente. Desde el punto
de vista de la composición, el Gradual es el movimiento más trab a
jado y original, con su período regular de 32 compases y el tono
sombrío de fa-m enor que pide su texto literario.
O bra de artesano es esta M isa ; no, desde luego, de m aduro a r
tista. Es, por el momento, la prim era composición que se conserva en la
historia musical del Río de la Plata.
544
N inguna o tra referencia nos ha llegado de su vida y de su obra,
salvo la p a rtitu ra y partes de una “ M isa a dúo” suya, que se conserva
en el Archivo de la Iglesia de San Francisco. E s im portante destacar
que su form ación musical debió haberse realizado en el M ontevideo
o en el Buenos A ires indiano. El P adre Sostoa debía tener alrededor
de 70 años cuando falleció en 1813. Posiblemente, esta M isa data de
fines del siglo X V III.
4.
— O r iu n d o , p re su m ib le m e n te, de
P o r t u g a l, d esd e co m ie n z o d el si
g lo X I X se h a l l a r a d i c a d o en
M o n te v id e o J u a n C a y e ta n o B a r r o s .
E l 20 de m a r z o d e 1806 se fir m a
en e s ta c iu d a d un c o n tra to e n tre
é ste y el d u e ñ o d e la C a s a de C o
m e d ias, M a n u e l C ip r ia n o de M e ló ,
p o r el c u al, B a r r o s se c o m p ro m ete a d ir ig ir la o rq u e s ta d el te a tr o y
e n s e ñ a r a los c a n to re s . E l c u e r p o de e ste c o n tra to , qu e c o n sta de
tres a r tíc u lo s, f u é tr a n s c r ip to en la s p á g in a s 255 y 2 5 6 d el p re sen te
volu m en .
545
Es probable que B arros hiciera un viaje a Bahía p a ra tra e r con
sigo a fam iliares suyos, por cuanto a los pocos años veremos fig u ra r
en M ontevideo a otros dos músicos de origen brasileño — acaso hijos
suyos— que llevan su mismo apellido: Antonio Barros, clarinetista
y compositor que actúa desde 1825 hasta 1847 y B ernardino B arros,
distinguido flautista que interviene en num erosas funciones del teatro
entre 1824 y 1832; sobre ambos nos extenderem os en los p arág rafo s
subsiguientes.
Ju an Cayetano B arros sigue actuando en la dirección de la o r
questa del teatro hasta el final de la década 1820-1830 en que lo subs
tituye Antonio Sáenz. Fué, pues, a ciencia cierta, entre 1806 y 1827
profesor de violín, quizás uno de los prim eros con que contó M onte
video. Perteneciente a la H erm andad de Caridad, actuó g ratu ita
mente en todas las funciones que se dieron a beneficio del H ospital
en el te a tro .3 Su presencia al frente de la orquesta de la Casa de
Comedias está certificada en numerosos documentos de los años 1806,
1816 y 1827.4
CORO
Cantem os alegres
L a Constitución
Q ue por ella libres
Y a los hombres son.
L a Santa Justicia
D e l cielo bajó
A romper el yugo
D e dura Opresión
Y aunque el despotismo
Combatirla osó,
R esistir no pudo
S u enérgica voz.
546
Desde el punto de vista musical es un excelente trabajo, pese a
las octavas paralelas en que abunda el Coro. Tiene la solemnidad de
los antiguos himnos corales europeos de los siglos X V II y X V III,
tan distantes de ese tipo de aria operística de 1800 al que responden
casi todos los himnos del continente americano, incluso el nuestro.
E l coral inicial se halla escrito para dos sopranos y bajo con el
aditam ento de un bajo continuo sin desarrollar. E s curiosa esta com
binación polifónica de dos registros tan distantes como los de las so
pranos y el bajo (las dos prim eras se hallan en clave de do en p ri
m era línea) que se mueven a dos octavas de distancia:
547
ción de beneficio del 31 de julio de 1827, leemos: “A la O rquesta,
excepto el H erm ano Antonio B arros que la dirigió g ratis” . . . 7
En 1831 actúa como prim er clarinete de la orquesta del teatro
y al año siguiente estrena su H im no de la Restauración. El 17 de
setiembre de 1855 fallece en M ontevideo siendo enterrado en el ce
m enterio de la Iglesia de San Francisco. E n el Libro de Defunciones
del Archivo de esta Parroquia, libro 2, folio 72 vta. el P. Ju an M artín
reg istra su óbito y expresa el lugar de su nacimiento. E l 3 de octubre
de ese mismo año a las 10 de la m añana se efectuó en la Iglesia
M atriz el funeral correspondiente al que concurrieron todos los mú
sicos montevideanos, cantándose una M isa de Requiem en tanto que
el 12.0 Batallón Brasileño ejecutaba en el atrio piezas adecuadas a
esta ceremonia, según lo expresa el “Comercio del P la ta ” del 4 de
octubre de 1855.
Fué indiscutiblemente el prim er clarinetista con que contó el
U ruguay en la prim era m itad del siglo X IX y su obra de compo
sitor, fué muy bien considerada en su época, al punto de que el Go
bierno de la República lo convocó en 1840 y en 1846 para d o tar ofi
cialmente de música al Him no Nacional, aunque en estas dos emer
gencias el concurso no tuvo substanciación.
A través de la única obra suya que conocemos, una “ Grand
Symphonie” para orquesta — léase O bertura— , podemos ubicar a
Antonio B arros dentro de la escuela rossiniana: gracia e invención
melódicas de puro cuño italiano, g ran libertad form al y transparente
escritura orquestal.
548
CORO
549
E n tre los prim eros salones de “ café-concierto” que se inaugu
raro n en Montevideo, se hallaba la “ Confitería del J a rd ín ” ubicada
frente al Cabildo. El 23 de mayo de 1842, en un nutrido program a
de m isceláneas musicales se estrena unas “Variaciones compuestas y
ejecutadas por el Sr. B arros” 13. Bien pudiera tra tarse del mismo
Concierto para clarinete y orquesta de 1831 ya que el respeto aca
démico por las denominaciones de Sinfonía, Concierto y V ariación,
no se practica en esa época ni en nuestro medio.
550
6. A n t o n i o S á e n z . — E n 1830 una fig u ra de legendario pres
tigio, presidía el foso orquestal y el palco escénico de la Casa de Co
m edias: era el director de orquesta A ntonio Sáenz, sevillano de na
cimiento y radicado en M ontevideo desde hacía medio año. Y su
legendario prestigio fincaba en su asombrosa habilidad p a ra ejecutar
por igual once instrum entos de cuerda y de viento, amén de poder
conducir a un neófito en los secretos de la composición o someter a
una disciplina vocal a un cantante en ciernes.
Antonio Sáenz fué el último representante de la escuela colonial
de la música escénica española. E n todas las p a rtitu ra s que de él
conocemos, rezum a una de las características del ciclo de la Tonadilla
Escénica: el empleo constante de las danzas populares españolas lle
vadas a la escena. P o r otro lado, sus Canciones Patrióticas y sus
danzas de salón, no están muy afectadas por la operística ita lia n a :
incluso su Him no Nacional publicado en 1837 recuerda al Clementi
que sirve de fuente tem ática p a ra el H im no Nacional A rgentino, más
que al Donizetti que se esconde en el Him no Nacional U ruguayo
de Debali. No hay que asustarse de ello: la noble m úsica itálica en
gendra todos los himnos nacionales de Sudamérica.
A mediados de junio de 1829 desembarcó en M ontevideo prove
niente de Río de Janeiro. Su form ación musical de raíz europea y su
intervención destacada en orquestas del viejo mundo, le perm itieron
enseñorearse de inmediato de nuestro medio y el asentista de la Casa
de Comedias vió en él la persona suspirada p ara conducir los destinos
de la “orquesta sinfónica” que integraban músicos retirados de ba
tallón y jóvenes entusiastas, m ás entusiastas estos últimos que com
petentes. E n cuanto A ntonio Sáenz llegó a M ontevideo comenzó a
ensayar y a ordenar ese conato de orquesta que a rra stra b a su vida
efím era en la Casa de Comedias. Consigo había traído de Europa un
instrum ental bastante completo y auxiliado por el pianista Remigio
N avarro, y el flautista B ernardino B arros — más tard e se unió a
ellos el notable clarinetista Antonio B arros— pensó darle fisonomía
propia a la orquesta. E n 1830 intervino al frente de ella en cuanta
representación musical o literaria se pusiera en escena. El 26 de
enero de ese mismo año, en el beneficio a la bailarina Ju an a Cañete,
se estrenó un “Him no Nacional, cantado por “ la nueva música que
le ha compuesto el profesor D. A ntonio Sáenz” 14. E l i.° de diciembre
dió a conocer la música para una canción dedicada a Fructuoso Ri
vera en el homenaje que le trib u ta ra n al flam ante prim er presidente
constitucional unos aficionados montevideanos.
Al año siguiente m archó a Buenos A ires, esta vez sacando a re
lucir su condición de violoncelista y pidiendo disculpas porque el ins
trum ento que iba a tocar era “uno de los más difíciles, por la imi
tación que puede dársele a la voz hum ana”. 15 P o r lo visto no obtuvo
en el Coliseo bonaerense el éxito de asombro que esperaba porque a
5S1
los 15 días de su presentación le hallamos de nuevo en Montevideo
estam pando en varios periódicos de ésta el siguiente sabroso an uncio:
“ A N T O N I O S A E N Z , profesor y maestro de música, habiendo sido invitado
por algunos amantes de ella para el establecim iento de una escuela de enseñanza
instrumental, canto y composicion, ha dispuesto establecerla bajo los auspicios de su
buena disposición y la loable afición del jeneroso publico Montevideano.
“ A brirá la escuela en su casa morada calle de Santiago N.° 41, junto al Correo,
donde los aficionados que deseen honrarle con su asistencia, podrán aprender solféo,
canto, piano y composicion, por los m ejores principios y métodos del conservatorio
de P aris y otros suyos. Podrán tomai lecciones de los once instrumentos de cuerda
y viento con que ha servido ya al respetable público de esta capital, y con los cuales
ha conseguido ag radar y ser aplaudido del de Buenos-Aires. Los dias de lección por
ahora, serán Mártes, Jueves y Sábado, desde las seis de la tarde hasta las nueve
de la noche, pagando cada discipulo cinco pesos mensuales. También se compromete
á dar lecciones en las casas que lo soliciten. El profesor se lisonjea de quedar tan
airoso y satisfecho en M ontevideo, como lo ha conseguido en Europa, donde ha
visto discípulos suyos fig u rar en conciertos y orquestas con brillantes y aplauso en
pocos meses. El conocimiento que tiene de todos los instrumentos musicales, sus esco-
jidos métodos y práctica de enseñanza, le dan la suficiente garantía para abrir su
escuela. Los once instrumentos con que en este teatro y en el de Buenos-A ires (el
día 3 del actual) ha tocado, son, violin, flauta, violoncelo, octavín, corneta de llaves,
clarinete, trompa, guitarra, viola, piano y contrabajo” . 10
552
La últim a noticia de Sáenz que pudimos obtener fué un pro
gram a de un concierto que o freciera en Rio de Janeiro en 1845: “G ran
de fun^áo vocal e instrum ental em beneficio do Senhor Antonio Sáenz
prim eira Rebeca de algum s theatros de Europa e da Am erica, o quale,
tendo chegado á esta corte e tendo sido convidado por algum s am a
dores de bellas artes, d a rá um concerto coadjuvando pelos artistas da
companhia Iyrica italiana”. M ás adelante dice así, luego de anunciar
unas variaciones de P a g a n in i: “ Tocadas n ’um a corda com a particu-
laridade de que o beneficiado tocará algums dellas com urna benca-
llinha em vez de arco”. P or último brindó al público carioca una eje
cución en catorce instrum entos distintos.10
E sta vez había enriquecido su galería de espectacularidades con
tres instrum entos de más. Y así le vemos desaparecer de los esce
narios americanos con su form idable colección de instrum entos tras
de sí.
553
En la función a beneficio de Antonio Sáenz que se realiza en la
Casa de Comedias el 9 de febrero de 1832, después de interpretarse el
d ram a “E l hombre de la Selva N egra y Picaro H o n rad o ”, divulgada
pieza en tres actos, “ el beneficiado, a quien este ilustrado Público ha
distinguido y colmado de favores, tocará en el Violoncello y acom
pañado de la O rquesta unas variaciones composicion suya Recitado
y Polaca: esta y el Recitado lo desem peñará con una sola cuerda, cir
cunstancia particular que á la novedad aum enta la dificultad del des
empeño”.23
554
Al comentar los festejos mayos de 1833, “ E l Investigador” 20
estampó estas p a la b ra s: “Anoche se cantó en el teatro el Him no de
la restauración, que recuerda las glorias de nuestro Presidente y de
los bravos restauradores de las L eyes; y esta noche se entonará por
prim era vez el himno siguiente en celebridad de este g ran día. Aquel
y este son hijos de la m usa fácil y elegante de D. Francisco de F i
gueroa; la música de ambos es arreglad a por el profesor D. A n
tonio Saenz.
I.- E S T R O F A
CORO
5SS
y concluida, el Gobierno y su cortejo se retira ran por la calle de
S. Gabriel, saludados por las músicas del tablado de la plaza y por
tada del F uerte”.27
Los intérpretes de esa M isa que, posiblemente, fu era p ara coros
y orquesta, integraban la Sociedad Filarm ónica que dirigía Sáenz;
sobre ella nos hemos extendido en el p a rág rafo 2 del precedente
capítulo tercero.
556
nete ú otros instrum entos, pueden hallar en la Guirnalda en que ejer
citar su afición, estando arreglados los tonos p a ra todos esos ins
trum entos, tomando por norm a la parte cantante del Piano. / El
A utor siente no poder ofrecer a los conocedores un presente mas com
pleto. / A N T O N IO S A E N Z ./ E n la L ibrería de H ernández, se halla
la canción del Trovador para g u ita r ra ./ N O TA . — La Guirnalda no
es periodico sem anal”.29 Veinte días más tard e aparece esta colección
en librería m ontevideana: “ L a Guirnalda M usical D E D IC A D A A
LA S B E L L A S A M E R IC A N A S. Se halla en venta en la librería de
H ernández”. 30
E n Buenos A ires, M ariano G. Bosch sostuvo, con leve impre
cisión, que fué impresa al año siguiente: “ En 1838, publicóse la G uir
nalda musical, dedicada á las bellas am ericanas, por A ntonio Sáenz,
i era una colección de piezas “ escojidas” , p a ra canto, piano i baile,
compuesta del H im no oriental, la Canción de los m usulmanes, las bo
leras de la m edia-caña i del Trípili, fam osas en esa época, dos mi
nuete, una contradanza i un vals, llamado en los anuncios “una valsa”,
i unas cuadrillas. E ste álbum se vendía en lo de Mompié, calle de
Potosí, núm ero 39 i en lo de Espinosa, el m ulato violoncelista del
Coliseo, calle C atedral núm ero 107” .31
E n el Archivo Debali hemos hallado recientem ente la p artitu ra,
siendo por ahora, el único ejem plar que se conoce de esta ra ra pu
blicación. T rátase de un álbum de 8 páginas cuyas dimensiones son
de 185 X 310 mm. de caja, en regular estado de conservación, al que
le falta la carátula y, posiblemente, una página final. Suponemos que
fué impreso en Montevideo por cuanto en esa época la litografía de
Gielis ya había dado a luz varias p a rtitu ra s y la colección contiene
una “ Canción Republicana” que no es o tra cosa que el Him no N a
cional del U ruguay anterior al de Debali, y en fin, o tras páginas bien
conocidas en los program as teatrales de la época. No obstante, la
falta del pie de imprenta, obliga a algunas reservas a este respecto.
L a colección se inicia con una página en form a rapsódica, de
danzas españolas, intitulada “ Boleras de la M edia Caña, Tripili y
Cachucha”. Luego de una introducción en form a de Bolero en tres
cuartos, se escucha una M edia Caña de firm e acento español, cuya
m orfología y disposición melódica y rítm ica, recuerda las de F ra n
cisco José Debali de esos mismos años; en ningún momento debe
pensarse que estamos ante la M edia Caña criolla. Sigue a ésta la
célebre T irana del Trípili, supuestam ente compuesta por Blas de La-
serna como danza final de su tonadilla “ Los m aestros de la Raboso”,
núm ero ambulante que rem ata luego innúm eras tonadillas de fines
del siglo X V III. P or último, se escucha la Cachucha, sim ilar en un
todo a la que se conocía en esa época y de la cual hemos dado otro
ejemplo m ontevideano en la fig u ra 73 del presente volumen.
557
E n el segundo número, bajo el título de “ Canción Republicana” ,
nos hallamos ante el Him no Nacional con la antigua letra de F ra n
cisco Acuña de Figueroa, aprobada oficialmente en 1833. Posible
m ente sea éste el segundo Him no Nacional de Sáenz, ya que el p ri
m ero — de 1830— no ha llegado hasta nosotros. L a melodía del coro
— compases 71 y siguientes— al comienzo del “Orientales, la p atria
o la tum ba”, recuerda flagrantem ente la del Him no Nacional A rg en
tino ( “ Oid m ortales el grito sagrado” ) tan bien conocido en el M on
tevideo de la época de la Independencia. De todas m aneras, este H im
no de Sáenz tiene menos intención operística que el actual y posee el
aire de las canciones patrióticas de principios de siglo.
El tercer núm ero es un M inué Republicano; la m isma melodía
del H im no Nacional anterior sirve de fuente tem ática p ara este M inué,
por lo cual el autor lo llama “republicano” ; en todo caso tiene, lógi
camente, similitud con el Him no Nacional de la A rgentina. E s el
M inué clásico en dos períodos de 8 compases cada uno ; p ara ser un
M inué M ontonero, tendría que tener un allegro intermedio en seis
octavos.
El Him no M usulm án para la pieza dram ática “Aben H um eya” ,
configura la c uarta pieza del álbum. Es la página m ás inspirada de
toda la colección; la melodía m archa con simple nobleza y correcta
articulación, desde luego que sin la menor alusión melódica a lo “m u
sulm án” que pide el título.
El quinto núm ero es otro M inué, “E l Solitario”, de idéntica es
tru c tu ra que el anterior.
U nas “ C uadrillas nuevas dedicadas a las Filarm ónicas” consti
tuyen la sexta obra. Consta de las cinco fig u ras y un V als final sobre
el tem a de la Jo ta aragonesa. E n tre las figuras se observará que, contra
lo que es tradicional, prim ero se halla “L a Pastourelle” y luego “La
T rénis”. E ra costum bre en toda cuadrilla rem atar las cinco figuras
con una danza de g iro ; en este caso, A ntonio Sáenz, sin negar su es
tirpe, realiza un Vals sobre el tem a de una Jo ta aragonesa.
El último núm ero es una contradanza intitulada “ El C arnaval”
que, aunque sus dos períodos están completos y resuelto tonalm ente
el último, bien pudiera continuar con o tras nuevas secciones.
" E l y Ella” . — Boleras. — Partes existentes en el A rchivo Debali. — Monte
video. (Inventario: N.° 893). — P ara violín. — Véase fig u ra 148.
7. M a r i a n o P a b l o R o s q u e l l a s . — P a b lo R o s q u e lla s , co m
p o s ito r , te n o r, v io lin is ta y v io lo n c e lista , h a b ía n a cid o en M a d r id 32 y
a n te s de lle g a r a l R ío d e la P la t a en 182 3, te n ía y a u n a b r illa n te
t r a y e c to r ia en la m ú s ic a e u ro p e a. H a b ía a c tu a d o en L o n d r e s , P a r ís ,
558
Barcelona, etc., y el Rey Fernando V II le había nom brado prim er
violín de la C ám ara Regia, regalándole un célebre Stradivarius. En
1818 se casó en Irlanda con Leticia de Lacy, descendiente del Conde
de Lacy, General de los Ejércitos de E spaña en el siglo X V III. Al
rededor de 1822 llegó a Río de Janeiro, naciendo allí su hijo Luis
Pablo, más tarde niño prodigio que asom brara a M ontevideo en 1831
y luego destacado poeta, compositor y profesor de Derecho en Bolivia,
sobre quien asegura Ju an de la E rm ita en su interesante trab ajo sobre
su actuación en Bolivia, que era hijo bastardo del E m perador Pedro
I del Brasil.
Pablo Rosquellas ostentaba una figu ra alta y espigada, grandes
ojos negros y expresivos; disputábanselo damas y em presarios: “po
seía la música com o c ie n c ia i la
practicaba como arte. Su voz no era
poderosa, pero s a b ía r e m e d ia r ese
inconveniente i suplir esa carencia
con suma habilidad con los socorros
de la ciencia, la mímica y aún por me
dio de la orquesta. E ra adm irable
como con un ademán, un jesto, un
m ovim iento; con poner la mano sobre
el corazón, echarse lijeram ente hacia
atrás i ab rir un tanto la boca, suplia
una nota que no alcanzaba i que era
hábilm ente dada por la flauta ó el
clarinete en momento oportuno”. 33
Como dato fehaciente de su con
dición de músico y de su ra ra cultura
musical, conviene recordar aquí que
Rosquellas dirigió en la “ B ritish Epis QUELLÁS, carbón en poder de su des
cendiente Alfredo Jauregui Rosquellas.
copal C hurch” de Buenos A ires, el 7
de setiembre de 1832, un admirable
program a de música sacra, integrado nada menos que con fragm entos
de los oratorios “ El M esías”, “ Sansón” y “Judas M acabeo” de H aen-
del y de “ La Creación” de H aydn.
E n M ontevideo interpretó con fuerte emoción el papel central del
“Otelo” de Rossini. E l 13 de setiembre de 1830, con motivo de su
presentación en un concierto vocal e instrum ental, un crítico m onte
videano dijo de él: “Anoche tuvimos el placer de ver por prim era
vez al profesor D. P. Rosquillas ( s i c ) ; prevenidos ya favorablem ente
por los bien merecidos elogios de su e x trao rd in aria habilidad y gusto
esquisito, no fuimos menos sorprendidos en la prim orosa ejecución
en las partes del canto, y sobre todo, en el concierto del violín; la
acertada elección de una de sus m ayores composiciones donde brilla
todo el fuego de su alma sensible, y los raro s talentos del autor, ha
559
colmado nuestras esperanzas y ha hecho nacer un deseo vehemente
de que su noble condescendencia nos continúe favoreciendo con otras
exhibiciones”. Al parecer Rosquellas había cantado en inferioridad
de condiciones vocales como se desprende de un agradecim iento a
esta crítica que se publicó bajo su firm a en el mismo periódico.34
T an sólo tres años actuó en M ontevideo Pablo Rosquellas — 1830
a j 8 3 3 — Pero su nom bre y su obra perduraron en nuestro medio
ambiente hasta mediados de siglo. Después de una actuación en Bue
nos A ires, se estableció en M aragua (B olivia) dedicándose a negocios
de m inas de plata, falleciendo en Chuquisaca el 12 de julio de 1859.
Su hijo Luis Pablo, nacido en Río de Janeiro el 25 de abril de 1825
y m uerto en Sucre el 13 de julio de 1883, niño prodigio que asombró
a M ontevideo en 1831 con su canto, tuvo descollante actuación en
Bolivia como abogado, escritor y músico.
Aunque M ariano Pablo Rosquellas no se afincó definitivam ente
en nuestro país, su obra merece ser tratad a en este grupo de pre
cursores por cuanto ejerció notable influencia en la de sus colegas
montevideanos de ese entonces. E n sus fantasías orquestales fué el
precursor del Poem a Sinfónico en nuestro medio.
561
El 20 de febrero de 1842 el violinista argentino Dem etrio R i
vero, hijo de Roque, ejecutó esta página de M ariano Pablo Ros
quellas41 de la cual no poseemos o tra referencia.
562
Fernando Q uijano en un artículo aparecido en “ El N acional”
de Montevideo del 3 de junio de 1840, aseveró que en 1835, se había
cantado el Him no Nacional prim itivo con música de Luis Smolzi.
N inguna otra referencia nos ha llegado al respecto, excepto que en
1846 fué convocado conjuntam ente con Debali, B arros, etc., para
un concurso en el cual había de aprobarse oficialm ente la música del
Him no Nacional, concurso que nunca fué substanciado.
9. F ray
,, y • O y — E n t r e 1832 y
A rzac.
>- s e / e / GC4U.CI jg jg aparece e] nombre de
José M aría de Arzac, fraile
de la Orden Franciscana, en
los recibos de la Archico-
frad ía del Santísim o de la
Catedral, como director de
conjuntos orquestales de iglesia. E n el Archivo de San Francisco se
conserva un “ Dies Ira e ” suyo. N inguna o tra referencia hemos po
dido hallar de este músico que lleva el mismo nom bre y apellido del
editor de la “Gaceta M ercantil” de 1829-1830 y propietario luego
de “ El Com eta” en este último año.
s63
T rátase de 4 folios con las partes sueltas que se enuncian en
el encabezamiento. F alta, evidentemente, la parte vocal, pero de todas
m aneras, esta obra acusa una pobreza total de fac tu ra ; es un sim
plísimo trabajo funcional de la música religiosa de la década 1830-
1840 en la que debió ser escrita.
564
el H im no Nacional de Acuña de Figueroa en su prim era versión.
Consultado al respecto A ntonio Sáenz, éste se expidió desfavorable
m ente y el Gobierno de Oribe resolvió en enero de 1837 no aprobar
la música de Cassale y llam ar a concurso para proveer la música
del m ismo.46
En 1841 fué llamado por Antonio Aulés para que diera un in
form e técnico público sobre su colección de m úsica p ara piano — la
de Aulés— atacada desde el punto de vista arm ónico por el crítico
Fagotte de “El N acional”. Francisco Cassale inició un fundado an á
lisis con estas palabras: “ Sr. A ulés: he visto sus composiciones y en
ellas no encuentro nada tomado á Rossini, Bellini, etc. como se dice
por el N acional; pero como hoy las composiciones de música son
tantas y las notas no son sino siete, es muy fácil hallar algún compás
que se parezca. . . ” 47
Al comenzar el Sitio de M ontevideo (1843) el nom bre de Cassale
desaparece de la vida musical pública del U ruguay.
O BRAS: A ria ” . — Estrenada en 1836. — N o hemos hallado la partitura.
565
D ulce Patria, tus hijos leales
Esto ju ra n . . . sus votos oid;
D efender de las leyes el templo
O en sus aras con gloria morir.
566
en compañía de su hijo Demetrio, distinguido violinista y director de
orquesta. Los viejos cronistas argentinos José A ntonio W ilde, autor
de “ Buenos A ires desde setenta años a trá s ” 52 y Santiago Calzadilla
de “Las beldades de mi tiem po”, 53 hablan de un m aestro negro Roque
Rivero que tuvo además empresa de carru ajes en Buenos A ires entre
1828 y 1831 y que en ese entonces era ya de edad avanzada. Zinny
en su “ H istoria de la prensa periódica del U ru g u a y ”, 54 al referirse
al “Ramillete M usical de las Dam as O rientales” de 1837 asegura que
“la música pertenecía al profesor don Roque Rivero (n e g ro )”. Creo
firm em ente que Roque Rivero ni era negro ni tuvo nada que ver,
como se ha pretendido, con el pintoresco personaje de los cronistas
de antaño. Efectivam ente, en 1838 el Doctor M iguel Cañé, exilado
en Montevideo, recibe desde “ El Iniciador” , con estas palabras, la
aparición del Album Musical de Rivero sobre el 25 de M ayo: “ha
llegado a nuestras manos el cuaderno publicado por el Sr. Roque Ri
vero; el homenaje que el joven a rtista ha ofrecido al m ejor dia de
todo un m undo. . . ” 55 E s difícil pensar que este artista, joven, adm i
rado por los más distinguidos exilados argentinos, que produce in
tensam ente hasta 1843, fuera aquel popular em presario de pompas
fúnebres, músico de ocasión que en 1828 estaba ya en su ancianidad
en Buenos Aires.
Roque Rivero despliega una actividad brillante en Montevideo
entre 1837 y 1843. En el teatro acompaña al piano a su hijo, el vio
linista Dem etrio Rivero, es invitado de honor a las m ás selectas reu
niones intelectuales del período previo a la G uerra Grande, publica
m ás de veinte composiciones, escribe música escénica a instancias
del director del teatro y hasta hace periodismo colaborando en “ El
T alism án” de 1840 que redactaban Ju an M aría G utiérrez y José
Rivera Indarte.
Sus partitu ras tienen, desde luego, toda la debilidad técnica de
un precursor de estas latitudes, que oscila entre el aficionado y el
profesional, pero de todas m aneras son bien representativas del es
tado de la música en el Río de la Plata du ran te la prim era m itad del
siglo X IX . Son acaso las piezas de la colección “¡N o me olvides!” lo
más acabado de su vasta producción m ontevideana; tienen cierto en
canto melódico y, a veces, asom a un acento criollo bien diferenciado
como en “T u estrellita”, sobre letra de Bartolom é M itre, que pre
senta una curva de altitudes y hasta fórm ulas cadencíales en el acom
pañamiento, típicas de un Estilo o T riste de nuestros días.
Roque Rivero es el músico en el cual se reproduce en escala re
ducida de valores, desde luego, el complejo de Chopin. E m igra al
U ruguay huyendo de la tiranía rosista y canta aquí a su p atria au
sente. Sin embargo, ello no obsta para que en algunas oportunidades
viaje a la capital vecina: en “ El U niversal” del 17 de m arzo de 1838,
entre los pasaportes despachados el día 16, leemos lo siguiente:
567
“ Roque Rivero y su fam ilia [para] Buenos A ires”. De todas m aneras,
su fig u ra está presente en todos los momentos en que los exilados
argentinos lanzan sus inflam adas diatribas contra Rosas.
" Valse a los Paquetes” . — Publicado en “ L a A b e ja del P lata” , N.° 5, pág. 60.
M ontevideo, 17 de ju n io de 1837. — Litografiad o en Montevideo por Gielis. — E x is
tente en la Biblioteca N acional. M ontevideo. — P ara piano. — V éase fig u ra 152.
569
Véase la referencia estam pada en la pág. 524 del presente vo
lumen a propósito de esta canción.
Consta de dos partes de ocho compases cada una, más una pe
queña frase conclusiva que abarca dos compases. Su form a ostenta,
pues, una sólida cuadratura, y sobre una sencilla arm onización se
yergue la línea melódica articulada y no sin gracia dentro de su
elementalidad de recursos. El texto literario dice así:
5/0
El 3 de agosto de 1839 se cantó en la Casa de Comedias “por
jóvenes argentinas y uruguayas” una canción gu errera, música de
Roque Rivero y letra de “un argentino em igrado”. 58 Diez días más
tarde la librería de H ernández pone en venta esta canción anunciada
de la siguiente m anera: “C A N C IO N G U E R R E R A D E LA N U E
V A G E N E R A C IO N ! Cantada en el T eatro de M ontevideo la noche
del 3 de agosto de 1839. E n beneficio de la Libertad. Se halla de venta
en la librería de H ernández calle de San Pedro núm. 96”.59 P resu
miblemente se tra ta de la venta de la letra de esta canción ya que la
música fué editada bajo la dirección del eminente dibujante fra n
cés Adolfo D ’H astrel en París. E n poder del D r. José M aría F e r
nández Saldaña obra un ejem plar que fué comentado por éste hace
unos años.60
Se tra ta de una de las páginas más vibrantes de Roque Rivero
y su coro dice a s í :
Juventud argentina á las armas.
A la guerra, al combate volemos,
Gloria y Patria venciendo tendremos
Gloria eterna muriendo también.
57 i
colección ( “El Suspiro de am or”, “T u estrella”, “Vivo en tí” y “Yo
am é” ) , 61 que fué completada en enero del año siguiente con la apa
rición de las restantes.02 Al térm ino de su publicación, se vendía ya
en colección, ya por piezas sueltas.
Aunque no nos ha llegado el impreso de la época, conocemos
toda la colección a través de la copia que hizo José Aniceto de Castro
p ara su álbum de melodías con acompañamiento de g u ita rra y piano
que analizam os en el pará g ra fo final del capítulo precedente, dedi
cado a las canciones de salón. Toda la colección acusa una firm e
unidad de estilo. Son canciones en dos secciones, y en alguna de ellas
se indica el retorno textual a la prim era, de tal m anera que confi
g u ran una perfecta “ aria da capo”. Salvo “T u estrella” , de flagrante
parentesco melódico con los T ristes criollos, el resto su fre la influen
cia del aria operística italiana pero sin ornam entos melódicos ni ca
dencias privativas de este género.
Su proceso tonal y arm ónico es rudim entario: casi todas ellas
se mueven de la tónica a la dom inante en la prim era parte y del tono
de la dom inante al de la tónica en la segunda. Las fórm ulas caden
cíales de su acompañamiento son, error más o menos, de un obse
cuente academismo.
Sin embargo, fuera del valor de documento de una hora de la
historia de la música de salón, tienen, en la simplicidad de sus re
cursos, un encanto evidente. Acaso una arm onía rica y compleja no
m archara de acuerdo con la simplicidad de la melodía, de la misma
m anera que la simplicidad arm ónica de la célebre “ C asta D iva” be-
lliniana es un prodigio de correspondencia con la línea melódica,
tam bién simplemente prodigiosa. P or otro lado, crear una curva me
lódica articulada y compleja no hubiera condecido con los sencillos
textos literarios puestos en música.
Roque Rivero poseía, sin duda, el don de la melodía y domi
naba los rudim entos de la composición. E ste álbum de canciones es
un ejemplo cabal de todo ello.
572
Dedicada a José M aria Bustillo, aparece en “ El N acional” la
letra de esta m archa firm ada con las iniciales M. C.” que co
rresponden a José M aría Cantilo, en cuyo encabezamiento se ex
presa: “ CO N M U SIC A D E D O N R O Q U E R IV E R O ”.93 El Coro
de la misma dice a s í:
573
G rille; otro es la copia que José Aniceto de Castro estampó en las
páginas 23 y 24 de su álbum m anuscrito de “ Canciones con acom
pañam iento de g u ita rra y piano”, comentado en el capítulo anterior.
T rá ta se de una de las canciones patrióticas más acertadas del fecundo
com positor; la estrofa inicial se abre con rotundo y hasta no
vedoso acento y se mueve luego en un ancho y articulado cauce me
lódico, incluso hasta con cierta inquietud y originalidad tonal. Sin
embargo, la extensión del texto m usicalizado atenta contra un orden
difícil de m antener hasta el final, y la obra cae en progresiones y
rellenos. De todas m aneras, constituye un buen ejemplo de la pléyade
de los precursores, con todas las miserias y grandezas de su destino.
13. C a r m e n L u n a . — E l s eg u n d o n o m b re d e c o m p o sito r u r u
g u a y o qu e a p a r e c e en el s ig lo X IX , c o rre s p o n d e ta m b ié n a l d e u n a
m u je r : C a r m e n L u n a , a u to r a en 1837 d e un M in u é p a r a p ia n o p u
b lica d o en la r e v is t a lit e r a r io m u s ic a l “ L a A b e j a del P l a t a ” .
Efectivam ente, en conmemoración del séptimo aniversario de
la J u ra de la Constitución del U ruguay, Carmen Luna, “joven
oriental, hija de respetable fam ilia” al decir de la precitada revista,60
da a conocer un M inué que intitula “ El 18 de julio de 1837” . N o te
nemos en la época otra referencia que esta que insertam os y un álbum
N O T A
de música que contiene fragm entos para piano de la ópera “ Los Ca-
puletos y los M ontescos” de Bellini que fig u ra en nuestro archivo. P e r
teneciente a la fam ilia Correa Luna que en nuestros días sigue su tra
574
dición musical, nos ha sido imposible fija r su fecha de nacimiento y
de muerte.
O B R A S : “ E l 18 de Julio de 1837. Minuet” . — P ara piano. — Litografiad o por
Gielis. Publicado en “ L a A b e ja del P lata” , N.° 10 pág. 120. Montevideo, 5 de agosto
de 1837. — Biblioteca Nacional. M ontevideo. — V éase fig u ra 160.
14. F r a n c i s c o J o s é D e b a l i . — De
entre el grupo de los que hemos llamado
Precursores, se le v a n t a la f ig u r a de
Francisco José Debali, el au to r del H im
no Nacional, con señeros relieves en su
triple calidad de compositor, director de orquesta e instrum entista.
Desde su llegada a Montevideo en 1838, hasta su m uerte acaecida en
esta ciudad en 1859, cumple una de las más denodadas tareas, po
niendo al servicio de la cultura musical ambiente, toda su severa pre
paración técnica en un medio donde triu n fan , a veces, la improvi
sación y la incompetencia del aficionado.
Fué la suya una vida quemada en el servicio de la m úsica; de
una música estrictam ente funcional, pero no por ello menos m úsica;
quemada aún en el sentido más objetivo del térm ino, ya que en su
calidad de M aestro M ayor de las G uardias Nacionales, las largas y
penosas jornadas m ilitares le acarrearon la enferm edad que había de
postrarlo definitivamente.
Su extensa obra de compositor ostenta, en prim er térm ino, una
calidad técnica realmente insólita en el medio en que le toca actuar.
Su invención armónica, dentro de un academismo de fines del siglo
X V III, es bastante rica y equilibrada; su dominio instrum ental, co
rrectísim o, tal como puede observarse en sus num erosas y cambiantes
orquestaciones. Dom inaba la composición con clara seguridad y los
períodos de sus obras están cortados con segura mano. Faltóle, acaso,
enfrentarse con las grandes form as de la Sonata, de la Sinfonía y
del Concierto, y aún de poner en sus O berturas y F an tasías — verda
deros anticipos de Poem as Sinfónicos— una preocupación estética
trascendente y una originalidad de prim era agua. Pero de todas ma
neras, en un ambiente como el de Sud Am érica, en la época en que se
desarrolla su existencia, en que la música es un lujoso ocio de des
575
ocupados mentales, su figura merece todo respeto por la perm anente
y seria dedicación de toda una vida al servicio del ejercicio sonoro.
Su versatilidad como instrum entista está dem ostrada en el he
cho de que dominaba con m ayor o m enor fortuna la técnica de cuatro
instrum entos de aliento: el clarinete, el óboe, el fagot y la flauta. El
clarinete fué su instrum ento preferido y en el que obtuvo la m ejor
calidad; en sus años mozos, alrededor de 1820, había sido oboísta
del regim iento de infantería N.° 51 del Ejército Real A ustríaco; esto
le perm itió dom inar los secretos de los instrum entos de lengüeta doble,
al punto de que en 1856 tocó el fagot en la noche de la inauguración
del T eatro Solís; acaso como flautista no obtuvo mayores éxitos por
cuanto el cronista de “ El N acional” le observó en 1839: “ Devali
no es en la flauta lo que es en el clarinete. Tenga paciencia; no todos
estam os en el lugar que nos toca”. 67 De todas m aneras, quiere decir
que Debali conocía tam bién la técnica de los aerófonos de filo.
Francisco José Debali nació en Kineen, provincia de W allachey,
en H ungría, en 1791.08 Su apellido, de a n tig u o o r ig e n m agyar, se
escribía originariam ente, D ebaly y en algunos documentos el maes
tro firm ó a la antigua usanza. Después de haber actuado como oboís
ta en las bandas m ilitares de su país natal, a los 29 años se esta
bleció en Italia y, según declaró en 1845, antes de llegar al U ruguay
fué m aestro de capilla en Ovada y Finale M arina, Músico M ayor
de los regim ientos Savona, Casal y Dragones de Piamonte, y prim er
clarinete y segundo Músico M ayor de la Guardia Real del Rey de
C erdeña.69 D urante su perm anencia en Italia contrajo enlace en Ale-
x andria con M agdalena Bagnasco, nacida en Génova, de quien tuvo
num erosos hijos, entre ellos a José Debali, nacido en M ontevideo en
1841, distinguido músico uruguayo radicado luego en Paysandú.
Su últim a composición escrita en Finale M arina, Italia, está fe
chada el 16 de octubre de 1837; el 11 de noviembre de 1838, en fu n
ción realizada en la Casa de Comedias con motivo de la entrada de
R ivera a Montevideo, Debali ejecuta un solo de clarinete. E n ese
Ínterin debió haber viajado al Río de la Plata. Su intención era la
de radicarse en San Pablo (B rasil), pero una epidemia de fiebre
am arilla que azotaba esa localidad, le obligó a seguir rumbo a M on
tevideo. Al llegar al U ruguay en 1838, Debali tenía, pues, 47 años
de edad y una vasta obra de compositor ya realizada. Según se ex
presa en un diploma fechado en M ilán en 1820, era de estatu ra me
diana, cabello castaño, ojos azules, nariz pequeña y “presencia sana” ;
hablaba alemán, húngaro e italiano.
E n 1839 nom brado Músico M ayor de la escolta presidencial
de R ivera y como tal asistió a la batalla de Cagancha librada contra
las tropas que m andaba Pascual Echagüe el 29 de diciembre de ese
año. E n tre 1841 y 1848 actuó al frente de la orquesta de la Casa de
Comedias de una m anera casi estable, alternando estas funciones, en
576
los prim eros años, con las de m aestro de banda de los regim ientos
que comandaban los coroneles Gabriel Velazco y Santiago L avan
d era.70 Al iniciarse el Sitio de M ontevideo y entre los años 1843 y
1849 entró en la Legión Francesa bajo las órdenes del coronel Thié-
baud, en calidad de Músico M ayor.
E n esa época, la obra de Debali corría por Am érica. E n Brasil,
en 1847, l°s niños José y A lejandro Uguccioni, quienes más tarde
se incorporaron al ambiente musical uruguayo dejando una fecunda
obra, ejecutaron una “ variazione sulla q u arta corda, con brillante
polonesa; bello e leggiadro variato con trilli ad allegri, di Debali”. 71
En 1849, Debali acompañó en calidad de director de orquesta
a la compañía de Fernando Quijano que se trasladó a Buenos A ires
para actuar en el “T eatro A rgentino”. E s curioso observar cómo en
pleno Sitio de M ontevideo, Q uijano, furibundo detractor de Rosas,
desarrolla una larga tem porada en Buenos Aires. A este respecto
escribe José Debali en su “ B iografía de F. J. Debali” : “M i padre
estuvo con Q uijano hasta principios del año 1852, pues en Enero de
dicho año volvió a M ontevideo y Q uijano se quedó en Buenos
A ires”. 72
El 7 de agosto de 1852 fué nom brado Músico M ayor del Ba
tallón 1.° de Cazadores, cargo que desempeñó hasta el año siguiente
en que, teniendo que m archar a campaña, Debali pidió se le diera
de baja, por el fuerte reum atism o contraído en época del Sitio. En
1855 solicitó reingreso al ejército en el regim iento de artillería que
comandaba Domingo Evia, sirviendo en él por dos años. Su en fer
medad vivió en el recuerdo de su hijo José quien estampó al respecto
estas palabras en la biografía de su padre: “ P a ra que se vea hasta
que punto mi padre era conocido como músico puedo recordar que
estando en Montevideo un argentino emigrado, Ascasubi, que hacía
composiciones poéticas contra los sitiadores, pues era en la época
de la G uerra Grande, se le pedía a mi padre música p a ra dichas
composiciones y hasta se le llevaba en una especie de litera, por su
enferm edad que lo postraba, para que dirigiese esos cantos acom
pañados con su m úsica”.
El 13 de enero de 1859, a los 68 años de edad, falleció Debali
en Montevideo. El diario “ L a N ación” de la época, comentó con
estas palabras su deceso: “El decano de los músicos. El antiguo y
honrado vecino D." José Deballi, profesor aventajado y que por mu
chos años fué en nuestro país, gefe de diferentes bandas de música
y de orquestas en el teatro de San Felipe y Santiago [Casa de Co
medias] dejó de existir de un ataque de apoplegía el jueves 13. Ayer
por la m añana, todos los profesores que contiene Montevideo, se
reunieron en la casa m ortuoria y acom pañaron el cadaver hasta el
Cementerio, tocando en su tránsito piezas fúnebres”. 73
A la m uerte de Francisco José Debali, su hijo José, distinguido
577
compositor uruguayo sobre el cual nos extenderem os en el próxim o
volumen, se estableció en la ciudad de Paysandú alrededor de 1860
y llevó consigo el rico repositorio de p artitu ras de su padre. Este
A rchivo sirvió de trinchera durante el sitio de Paysandú en 1865;
dram áticas m anchas de sangre condecoran algunas de sus partitu ras,
m ientras otras ostentan impactos de bala. E n 1948, a instancias
n uestras, fué traído a Montevideo por su actual poseedor, don Luis
J. Debali quien, después de ordenarlo, nos franqueó generosamente
libre entrada a él. E n un sagaz y acucioso esfuerzo, nuestro discí
pulo W alter Guido, realizó el prim er inventario del mismo, como t r a
bajo de sem inario del curso de M úsica Nacional que dictamos en
1950 en la Facultad de H um anidades y Ciencias. F alta fija r los au
tores de una c uarta parte del Archivo Debali, pero, de todas m a
neras, la pesada tarea inicial de enfrentarse con este repertorio dis
perso, ordenarlo y someterlo a inventario, fué cumplida airosamente.
La m asa documental de este repositorio es imponente: cerca de
900 obras que representan alrededor de 20.000 páginas, m anuscritas
casi todas ellas por Francisco José Debali. Prácticam ente, el Archivo
Debali es el archivo musical de la Casa de Comedias entre 1821 y
1858, ya que, fuera de las obras originales de Debali, la m ayor parte
de ellas son las pa rtitu ra s y partes del repertorio de música escé
nica — óperas, himnos, melodram as, tonadillas, zarzuelas, etc.— que
vemos aparecer en las carteleras teatrales du ran te ese lapso. Junto
a ellas figura toda la producción de música m ilitar y religiosa de
Debali y las danzas de salón de la época, que nos ha perm itido ilus
tra r debidamente la m ayor parte de los bailes tratados en el capítulo
I II dedicado a la música de salón.
Sobre esta base, podemos decir que la obra de Francisco José
Debali, se conserva casi íntegra y vamos a referirn o s detallada
mente a ella.
O B R A S: E l total de su producción conocida y conservada as
ciende a 143 obras. F alta en muchos casos la p artitu ra, hallándose
solamente las partes instrum entales, y su estado de conservación es
bueno en general. E n el estado adjunto fig u ra la obra de Debali que
se conserva en el A rchivo y las partitu ras existentes en el Museo H is
tórico Nacional y en la colección del autor de estas líneas. Sabemos que
en poder del M aestro Duncan Sadi Baco se encuentran siete obras
más. No nos ha sido posible consultarlas todas y, posiblemente algunas
de ellas sean las partitu ras de las mismas obras que en el Archivo De
bali están representadas por las partichelas sueltas. Corresponde, sin
embargo, enunciar sus títu lo s: “ La B atalla de Cagancha” para banda,
“ Sinfonía dedicada a los alumnos del Real Colegio de A sti”, “ Sin
fonía N.° 18” , compuesta en Ovada, “ D ivertimento para arm onía”,
“ M archa Regimiento de Dragones del Piam onte”, “ Introducción y
Polonesa” y “ Sinfonía Regimiento Casale a T orino”.
I n v e n t a r io de la obra de F r a n c is c o J o sé D ebali
S3
SgSS
SSS£SSSS£ £É ££S SS SS£ gg
28SS SSS 2S
579
58°
A D V E R T E N C IA . — En este Inventario sólo figuran aquella
cuyas carátulas o encabezamientos, Francisco José Debali se declaró,
autor de las mismas. Hay muchas otras, de puño y letra de
quizás también le pertenezcan; sin embargo, no nos hemos at\
y nos hallamos a la espera de nuevos documentos que certifiqui
ticidad, antes de incorporarlas a la presente lista.
P o r otro lado, Debali dejó en su A rchivo más de un centenar de
taciones suyas para orquesta y banda, que se adaptaban a las plazas instrumen
del conjunto de la Casa de Comedias o de las bandas militares de la época de la
Guerra Grande. A este respecto, corresponde aclarar que muchas de ellas son
sim ples reducciones del acompañamiento orquestal de un aria de ópera. E n algunos
momentos faltaba en la orquesta del teatro, el fagot, por ejemplo, y su parte, en-
tonees, si tenia solo importante, era transcrita por Debali para violoncelo. M a
chas veces el oboe sustituido por un clarinete, rumento que, al ¡
daba por estas lati ides ya que sus versiones acu n tres partes para
de lengüeta clarinete principal, clarinete y clarinete 2.0. E t
de oberturas almente escritas )
conocim iento de la <
581
L a producción de Debali responde a las pequeñas form as de
fines del siglo X V III. Tituladas como “A rm onía”, aparecen tres obras
que no son o tra cosa que Divertim entos p ara pequeño conjunto de
vientos sim ilares a las Serenatas y Casaciones de la época mozar-
tiana. E n ninguna de ellas se observa un plan form al de allegro de
S onata; constan de cinco o seis movimientos breves de form a libre. En
la prim era, que lleva el núm ero i de inventario, se suceden, rápida
mente un Adagio, un Largo, un A llegro un Andante y un Allegro
fin al; toda la obra dura ocho o diez m inutos y se oponen en ella los
grupos de m aderas contra los de metales. Constan de motivos inde
pendientes que se van exponiendo sin solución de continuidad.
L as diez Sinfonías que aparecen a lo largo del inventario, son
o tras tantas O berturas en un sólo movimiento pero con cambios de
tiempo. Constan de una brevísim a introducción que da paso a un
tem a principal que va a ser tomado por distintos grupos orquestales;
a veces aparece un segundo tem a que se expone seguidam ente y, sin
e n tra r en conflicto con el prim ero, m uere p ara hacer oír o tra vez el
tem a principal o bien un tercer motivo con el que se clausura la obra.
E n otras O berturas, un tem a único pasea por distintos instrum entos
y se amplifica su acompañamiento armónico en un “tu tti” final.
Sus Conciertos son simples fantasías p ara uno o dos instrum en
tos solistas — clarinete, trom pa, trom peta— tratados a la m anera
de “obligados” ; no hay lucha o rivalidad entre el instrum ento solista
y el conjunto orquestal; simplemente, aquél se desprende de la m asa
sinfónica y canta su parte, m ientras éste teje fórm ulas de acom
pañamiento.
L a música de carácter religioso está representada por tres M isas,
dos M agníficat, cinco Tantum Ergo y varios Motetes. L a m ayor parte
de ella está escrita para tres voces — dos tenores y bajo— con o r
questa o banda. Son sencillas y verticales m archas arm ónicas sobre
el texto litúrgico, siem pre respetado en sus acentos y en su carácter.
D estacam os entre ellos un “G loria” (In v en tario : N.° 55) a cuatro
voces y orquesta, muy bien trabajado en el movimiento de las mismas
y con cierta intención contrapuntística aunque sin vasto desarrollo
horizontal. Casi toda esta producción data de 1826 y 1827 en que
Debali se hallaba como m aestro de capilla en Ovada, y no pasa más
allá de una música funcional de acuerdo con el carácter imperante
en la prim era m itad del siglo X IX .
Su incursión en el terreno de las danzas y canciones criollas, no
supone una estética nacionalista que en Europa estaba en sus albores
en esa época. Su T riste, su Tabapui, sus M edia Cañas, son sencillas
arm onizaciones de estas melodías y de estas danzas, con graves con
fusiones como la que ocurre con la M edia C aña de “ L a Batalla de
C agancha” que es el fam oso “ Polo del C ontrabandista” de Manuel
García discretam ente alterado. Sobre ello nos hemos extendido en el
p a rágrafo 12 del capítulo precedente.
Num erosas M archas, Valses, M azurcas y Polcas, completan el
cuadro de su obra creadora sin agregar nada m emorable a la misma.
Corresponde, por último, destacar la existencia de m ás de un cen
ten ar de transcripciones y orquestaciones de arias de ópera; muchas
de ellas llegaban a M ontevideo en versiones p a ra canto y piano;
o tras debían ser reducidas al instrum ental que poseía la orquesta de
la Casa de Com edias; Debali, director de la misma, cumplía en ellas
la función de transcriptor.
El Him no Nacional de la República Oriental del U ruguay, obra
exclusiva de este compositor, a nuestro entender, será estudiado en
el capítulo V.
Su producción, en general, se halla dentro de un nivel técnico
muy superior al del medio ambiente. Destácase su excelente dominio
del tratam iento instrum ental y su correcta fac tu ra de composición,
con períodos bien cortados y dominio de los tem as que expone. Ahora,
que estos temas no ofrecen m ayor desarrollo y una vez expuestos
dejan paso a otros nuevos, predom inando, pues, el concepto de la
composición por secciones independientes más que el de la combi
nación sonatística de exposición, desarrollo y reexposición de dos
temas. E n ese sentido, vamos a referirnos detalladam ente a dos obras
suyas: la prim era representa su m ejor momento de composición; la
segunda, escrita en M ontevideo, se halla en vinculación ceñida con
un hecho histórico del país donde term inó sus días.
“ Trío para violín, clarinete en do y guitarra” . — P artes sueltas completas, exis
tentes en el A rchivo Debali. M ontevideo. Inventario N.° 21. — Véase figu ras 161 a 163.
583
Sexto movimiento: “ Largo” . E n do-mayor.
Séptimo movimiento: “ Allegro” . E n sol-mayor.
P R IM E R M O V IM IE N T O
A A’ A B B’ B
Tó nica Dominante Tónica Tó nica Dominante Tónica
Debali se hallaba indudablemente enam orado de esta página,
por cuanto la repitió en el Dúo para flau ta y g u ita rra que lleva el
núm ero 19 del Inventario del Archivo, cuyos tres prim eros movi
m ientos son exactam ente iguales. A este respecto corresponde anotar
lo siguiente: si bien el T río no lleva la indicación expresa de que su
au tor sea Debali, en el Dúo, se declara au to r del mismo.
El T río de nuestro compositor representa, de todas m aneras, un
trabajo de fino trazo dieciochesco y la am algam a instrum ental suena
deliciosamente, con vetusto aire de auténtica m úsica de cámara.
585
Tiene esta obra, habíamos dicho, todo el encanto de las piezas
p ara clave de principios del siglo X V III. No así, desde luego, su
escritura, ya que en ella se oye la melodía acompañada por el “bajo
albertino” , tan caro a los sonatistas de la segunda m itad de ese
siglo. Sin embargo, la composición fué concebida para orquesta y
su prim era versión para piano, abunda en largos trémolos propios
de la escritura sinfónica o bandística.
586
casa, un curso de piano esclusivamente para señoritas”. 70 E n tre sus
discipulas más distinguidas figuraron O rfilia Pozzolo y Dolorcita
Rentería de quienes hablarem os m ás adelante.
O B R A S : “ L a lágrima” . — P ara canto y piano. — Letra de A . de la Cruz M. —
Litografiad o por G ielis y publicado en “ El Iris” , tomo I, entre páginas 32 y 33.
Montevideo, agosto de 1848. Biblioteca Nacional Argentina. Buenos A ires. — Véase
fig u ra 172.
587
ió . A n t o n io A u l é s . —
Procedente de Barcelona,
en julio de 1839 se esta
bleció en M o n te v id e o el
m aestro español Antonio
A u lé s ,7’ c o m p o s ito r y
profesor de piano quien
actuó cerca de veinte años en nuestro ambiente. Publicó en 1841
una colección de cuadrillas y minués, y una “corona fúnebre”
para piano, en recuerdo de M ercedes A ntuña, la novia de Adolfo
Berro, fallecida el m ism o a ñ o que el p o e ta . D u r a n te la G uerra
Grande, Aulés estableció un Conservatorio en el C errito y actuó
como docente en Buenos Aires. H acia el 1845, desde esta últim a
ciudad pidió autorización al “ Presidente de la República O riental”
Don M anuel Oribe para trasladarse a España con motivo de la m uer
te de un herm ano suyo y para ponerse al frente de los negocios de su
p adre.80 No bien se firm a la paz de 1851, Aulés retornó a M onte
video y ofreció sus servicios m usicales a través de las columnas del
“ Comercio del P la ta ” con estas palabras: “ L E C C IO N E S D E M U
SIC A P IA N O Y A R M O N IA . El que suscribe bien conocido en el
pais por su antiguo profesorado en el arte de la música acaba de
fija r de nuevo su residencia en esta Capital, despues de una ausencia
de varios años á que le obligaron las calam itosas circunstancias en
que se vio el pais” . . . “no tard a rá en probar en esta Capital cuanto
tienen de reales, como lo ha probado ya en Buenos A ires y el Ce
rrito donde estuvo algún tiempo establecido. A juicio del que sus
cribe las ventajas de su método estriban principalm ente en la ense
ñanza sim ultanea de la música, la composicion y el piano” .. .
“ M erced á esta convicción aplicada al estudio teorico y practico de
la música, ha logrado poner á sus discípulos en estados de poseer
todos los principios jerenales que abrazan los tres ram os constitu
tivos del arte en el corto espacio de tres meses. De modo que con
este estudio prelim inar y alguna aplicación y ejercicios, pocos o nin
gunos dejaran de concluir su educación artística en el plazo de dos
años. Los señores que gusten favorecerm e podrán o cu rrir á la calle
de los 33 núm ero 102 donde darán razón. Antonio A ulés” .81
Excelente pianista, A ntonio Aulés intervino en num erosos con
ciertos de las sociedades filarm ónicas de la década 1850-1860; entre
ellos destacamos el realizado en el “ foyer” del teatro Solís en 1856,
en el cual interpretó la fantasía de T halberg sobre motivos de la
ópera “ N orm a” de Bellini,82 la inevitable fantasía sobre temas ope
rísticos, con lo cual rinde pleitesía a la moda pianística imperante.
De toda su producción tan sólo conocemos un pequeño vals para
piano intitulado “ L a G raciosa”, por lo cual no podemos em itir opi
nión generalizada acerca de su obra de creación.
O B R A S : “ Coleccion de fo r piano música fuerte [¿te] compuesta y dedicada al
bello sexo oriental” . — P ara piano. — A u tografiad a en Montevideo por J. G ielis y pu
blicada en 1841. — N o hemos hallado la partitura. — Consta de los siguientes números:
S89
Graciosas orientales” : “ E n el último tiempo del quinto compás de
la prim era parte el autor ha escrito fá-la arriba, y do-fá-la abajo;
y para pasar luego á dó m ayor ha empleado mi-sol a rrib a y mi-sol
abajo; se ha valido, es decir, para hacer su trancision de dos oc
tavas seguidas que la regla anterior condena”. Sigue luego un lento
desmenuzamiento de las obras y vuelve a insistir en la falta de o ri
ginalidad de las m ism as: “Las cuadrillas Am ericanas Libres, solo son
una copilacion de temas substraídos de operas de Bellini, Rossini,
H erz, & a, sin que el Sr. Aules tenga una parte en el trab ajo bien nimio
de haberlas cumplido en un orden que nada tiene de estrao rd in ario ”.
Rem ata por último su artículo con estas palabras: “ Hemos sensu-
rado, con menos serenidad de la que podíamos haber empleado, la
publicación del Sr. Aules, y á fé, que sin odio á su persona, porque
no le conocemos, sin emulación á su talento, porque no le tenemos
nosotros, ni sabemos que él le tiene, ni otros motivos absolutamente
que el de servir al mismo arte á que él ha querido servir publicando
su m úsica; y eleccionar de paso con ocacion de una obra que se ha pre
sentado, á los que, á ejemplo suyo, se lanzan á componer colecciones
en un a rte para el cual no se han preparado, ni por la adquisición si
quiera de sus mas prim ordiales rudim entos”.
Seis días m ás tarde A ntonio Aulés sale en las mismas columnas
de “El N acional” a defender su Colección contra tan violento ataque
y después de transcribir una carta que le ha rem itido el m aestro F ra n
cisco Cassale, inicia su réplica. Cassale apoya a Aulés con estas
palabras “he visto sus composiciones y en ellas no encuentro
nada tomado á Rossini, Bellini &a. como se dice por el N acional:
pero como hoy las composiciones de música son tantas y las notas no
son sino siete, es muy fácil hallar algún compás que se parezca” .84 De
inmediato Aulés se trenza en una complicada explicación de cómo
las series de quintas pueden ser empleadas y se apoya m ás que en la
teoría, en la práctica de los grandes compositores clásicos. E n una pa
labra, se advierte que tanto el crítico como el criticado conocen per
fectam ente su oficio. La colección tuvo vasta difusión en su época,
pero desgraciadam ente la p a rtitu ra no ha llegado hasta nosotros.
" E l llanto de una madre” . — P ara piano. — L itog rafiad o por J. Gielis en M on
tevideo y publicado en 1841. — No hemos hallado la partitura.
590
se consigna en esa época) que M ercedes A ntuña. E l infaltable Acuña
de Figueroa, une los dos nom bres en uno de sus m ás certeros poemas
59 i
del cual sólo conocemos esta obra. La única referencia que de él po
seemos, viene estam pada en el mismo núm ero de “ El T alism án” y
dice así: “Acompañamos este núm ero de un balse precioso que ha
redactado el Sr. Am elong: puede tom arse como una débil aunque
sobrada prueba del buen gusto y distinguido talento de este joven,
cuya enseñanza musical no se podría recom endar bastantem ente á
los amigos de la buen ejecución”.
592
al piano por su padre, Roque. E l program a de la época nos aclara
que Dem etrio Rivero se hallaba radicado transitoriam ente en M on
tevideo como “ emigrado de la capital de Buenos-Aires, por haber
abrazado la Justa-C ausa, que hoy defienden los Libres de la Am é
rica del Súd”.88
593
El 25 de febrero de 1842, Nicanor Albarellos da a conocer en la
Casa de Comedias estas V ariaciones para g u ita rra y orquesta sobre
el Cielito.90 Desdichadam ente no nos ha llegado esta p artitu ra, com
puesta' sobre una especie folklórica de nuestro país.
20. F e r n a n d o Q u i j a n o . — L a p re s e n c ia d e F e r n a n d o Q u ija n o
e n tre el g r u p o de los m ú s ic o s p r e c u r s o r e s u r u g u a y o s , q u iz á s p u e d a
e x t r a ñ a r p o r c u a n to ig n o r a b a la n o ta c ió n d el le n g u a je so n o ro . S in
e m b a rg o , ello no fu é ó b ice p a r a qu e d ic ta r a n u m e ro s a s p á g in a s ; so b re
tr e s de e lla s p o seem o s r e fe r e n c ia s fid e d ig n a s y u n a nos h a lle g a d o
im p resa , v e r tid a p a r a c a n to y p ia n o p o r su g r a n a m ig o , el e x c e le n te
m ú s ic o F r a n c is c o J osé D e b a li. P o r e sta s m ism a s co n d icio n es es, en
c ie r to m o d o , u n m ú s ic o c la v e del g r u p o d e los P r e c u r s o r e s y en a te n
ció n a ello , m á s qu e a s u o b ra , le d ed ic a m o s e ste p a u sa d o c o m en ta rio .
Quijano fué el prim er adelantado criollo del teatro nacional y
en el lapso de más de treinta años de actuación — 1827-1860— cum
plió en las tablas todas las tareas imaginables excepto la de apun
tador, según tenemos entendido. Oigase b ien : fué en la escena, prim er
actor, compositor, pianista, cantante de óperas, zarzuelas y tonadillas,
bailarín, coreógrafo, autor de dram as y sainetes, director de escena,
em presario de teatro, acróbata y
hasta tram oyista. Adem ás fué pe
riodista — y nó de ocasión— , versi
ficador, m ilitar distinguido y según
tradición fam iliar, guitarrista.
Dos recuerdos de su envoltura
física nos han llegado: uno, publi
cado en el “ D iario de la T a rd e ” de
Buenos A ires en 1848 que dice: “es
preciso revisarle la boca, pues no
falta quien opine que por parecer
lleno de cara se pone algunos relle
nos de estopa” ;91 el otro consiste en
una fotografía directa tom ada en su
ancianidad en la que se le vé lucir
unas herm osas barbas pluviales de
profeta.
H abía nacido en M ontevideo el
14 de diciembre de 1805 y era hijo
del “b arba” Juan Fernando Quijano
y de la actriz Petronila Serrano. Su
p artida de nacimiento está registra- fotográfica A£ Dei Sf¡umNHÍst¿noó
da en esa fecha en los libros de bau- Nacional. Montevideo,
tismos de la Catedral y nos ha lle
gado merced al historiador de nuestro teatro Ju an Carlos Sábat Pebet.
Su padre era español, había nacido en 1778 y llegó al U ruguay alre
dedor de 1787. En los comienzos del siglo X IX fué uno de los p ri
meros actores del teatro y en 1830, retirado ya de las tablas se h a
llaba dedicado al comercio. Su m adre, Petronila Serrano, fué
también una de las figuras consulares de la escena uruguaya y en
el capítulo de los orígenes de nuestra música teatral le hemos dedi
cado un p arág rafo en la pág. 267. Llevaba pues nuestro Fernando,
sangre teatral por las dos ram as de sus antecesores y a los diez años
ya actuó sobre tablas como cantor de la Lotería O ficial; a los 18
años ganada ocho pesos y cuatro reales mensuales como copiador de
cartones de la L otería del H ospital de C aridad en la Casa de Come
dias.02,E n ese entonces la Lotería que se ex traía en el teatro era uno
de los tantos espectáculos que se le brindaba a un M ontevideo domi
nado por los brasileños y al parecer colaboraba toda la fam ilia Qui-
jano en esta tarea por cuanto algún aspirante despechado les sale al
paso en el año 1823 desde el periódico “ El A guacero” con estas pa
labras: “ Q uisiera que vd., si lo sabe, y sino otro que sepa, se sirviese
decirme si la fam ilia del señor Q uijano tiene algún privilegio esclu-
sivo para que sus hijos sean eternam ente los cantores de la lotería
en el teatro: ellos la cantaron en la época que llaman de los orien
tales, la cantaron el año pasado, y la cantan el presente”.03
Veinte años tenía Fernando Quijano cuando se produjo la c ru
zada libertadora de 1825 y de inmediato se enroló en los batallones
de la patria como A lférez Portaguión, actuando denodadamente
en los campos de Arapey, donde fué herido. Al ju ra rse la Consti
tución de 1830, Quijano dejó transitoriam ente el ejército p ara dedi
carse por entero al teatro. Su accidentada carre ra escénica se des
arrolla hasta 1860 y actúa alternativam ente en la Casa de Comedias
de Montevideo y en el Coliseo Provisional y luego en el T eatro A r
gentino de Buenos Aires. Se reincorpora al ejército en 1839 y com
bate en la batalla de Cagancha. Violento periodista antirrosista, ello
no impide que en pleno Sitio de M ontevideo, se traslade a Buenos
A ires en 1849 y actúe varios años en el T eatro A rgentino de la ve
cina orilla. Su participación en la composición de la música del Himno
Nacional, no obliga a form ular su nombre en calidad de autor junto
con el de Francisco José Debali, tal como veremos en el capítulo V.
E sto no hubiera agregado mucho más a su valimiento como adelan
tado del teatro musical uruguayo.
E n 1832 contrajo enlace con la actriz M atilde Diez, de quien tuvo
tres hijos: Benjamín, Eloísa y Fernando. A la m uerte de ella, al pa
recer, casó por segunda vez,M y el 7 de octubre de 1852, por tercera,
con Justina o B ernardina Rivero V illagrán quien le dió tres hijas:
Juana, H ilaria y M aruja.
Retirado de las tablas y con el grado de Comandante, Fernando
Q uijano falleció en Paysandú, de hidropesía, el 3 de diciembre de
595
1871. El diario “E l Siglo” de M ontevideo, tres días más tarde, co
mentó su m uerte con estas palabras: “E n Paysandú ha dejado de
existir agobiado por la edad, el viejo actor oriental Don Fernando
Quijano, cuyo nombre está ligado íntimam ente a las prim eras m ani
festaciones del arte dram ático entre nosotros. ¡ P az en la tum ba del
benemérito artista y del excelente am igo!”
Vamos a seguir alternativam ente desde todos los ángulos de su
múltiple actividad esta vida tan rica y compleja.
Como compositor, tenemos noticias concretas de cuatro obras
suyas. En las polémicas que a su m uerte se suscitaron en torno de la
paternidad del Him no Nacional, los amigos y conocidos de Q uijano
aseguraron que ignoraba la notación musical y, consecuentemente, los
secretos más elementales de la composición. E n ese entendido, Qui
jano vendría a ser el creador “alia m ente” de la línea melódica de esas
páginas. L a prim era data de 1845 5 a beneficio del H ospital de Sangre
de la defensa de M ontevideo, se realiza en la Casa de Comedias una
función para la cual compone un Him no dedicado a la a p ertu ra de
aquel establecimiento.95 La segunda es una Pastorela de N avidad
compuesta en 1848 para la obra dram ática “ Don Pedro el Cruel de
Castilla”.90 La tercera es una canción p ara canto y piano pautada
por Francisco José Debali, “¡U na lágrim a!” publicada en “El Iris ”
de 1848,97 que reproducim os facsim ilarm ente en la fig u ra 176 del
presente volumen. L a cuarta, una música escénica para el baile pan
tomímico “El am ante arlequín ó Las E statu as vivas” dado en el teatro
ese mismo año.98
E n todo momento, Q uijano tuvo buen cuidado en dejar cons
tancia de que no era músico profesional, solicitando en los program as,
benevolencia del público por su calidad de aficionado. No se puede,
pues, considerar con seriedad su obra de creador, toda vez que aún
dentro de los límites de la creación melódica, los períodos tuvieron que
ser cortados y ordenados por el transcrip to r y aún esa misma me
lodía alterada en sus figuraciones y altitudes p ara resultar coherente
e inteligible. T al fué lo que ocurrió con la melodía de “¡U n a lágrim a!”
que comentamos líneas adelante.
Como pianista la referencia data de 1831. El 28 de setiembre
de ese año se realiza en el teatro una función a beneficio suyo en
cuyo program a se lee: “ El interesado en el 2.0 acto, tocará al piano
la cavatina Dell piacer mi Calsa il cor, en el cual espera la induljencia
precisa, para dispensar los errores que cometa en la ejecución de un
instrum ento que solo toca por afición” .99
Como guitarrista, el documento de referencia es posterior a su
muerte. E n una de las polémicas periodísticas sobre la paternidad del
H im no Nacional, el escritor Francisco X avier de A cha contempo
ráneo y amigo de Quijano, sale a la prensa en 1885 y a firm a que le
oyó tocar a éste el H im no a “ la g uitarra, y despues en el piano varias
596
veces, en presencia de m uchas otras personas” .. . “tocaba varios ins
trum entos y entre ellos con suma habilidad y buen gusto el piano;
pero m eramente de afición, y ya antes de in ten tar la música del
Himno, habia compuesto la de varias canciones y coros que fueron
muy aplaudidos en el hoy teatro de San Felipe de que mucho tiempo
fué director y em presario” . 100 Con toda clase de reservas tran scri
bimos este documento ya muy posterior. De la época no hay noticias
fidedignas acerca de Q uijano guitarrista.
Como cantante abarcó todos los géneros: ópera, zarzuela, tona
dilla escénica, etc. El 4 de febrero de 1833 hizo el papel de Fiorello
en la versión de “El Barbero de Sevilla” de Rossini encabezada por
Ju stina Piacentini y Miguel Vacani. Cantó además en las tonadillas
“ Los hidalgos de M edellín” y “La T ahona” y tuvo num erosas ac
tuaciones en los fines de fiesta operísticos. Tenía voz de tenor y en
sus últimos años de teatro cantó en la prim era zarzuela que se dió en
Montevideo en 1854 y se especializó en canciones andaluzas.
Como bailarín dice Bosch que en Buenos A ires “ Quijano vestido
de m ujer, bailaba boleras acompañado de C asacuberta”. En M onte
video tam bién: el 19 de febrero de 1833 se presenta en unas boleras
“bailadas por el Sr. C asa-cuberta y el Sr. Q uijano en trag e de mu-
g e r”. 101 Conjuntam ente con Guillermina Priggioni de M olina le ve
remos en muchas oportunidades bailar fandangos, boleras y cachuchas.
Como coreógrafo ya hemos hablado a propósito del baile pan
tomímico “ El am ante arlequín” en 1848. D irigió además cuerpos de
baile en num erosas oportunidades. Así, el 3 de diciembre de 1836
después de interpretar la comedia de Julián de C astro “M as vale
tarde que nunca” leemos en el p ro g ra m a : “ Finalizada esta, una com
parsa de ocho parejas, ejecutará una V IS T O S A D A N Z A de lanzas
y bandas titulada — La Nacional Legal. Compuesta de agradables
figuras, herm osas perspectivas y elegantes grupos; dirigida y en
sayada (por gracia p articular) como así mismo lo es toda la función,
por el Director Nacional de la Compañía D ram atica, el Sr. Q ui
jan o ”. 102 En 1848 ensayó y dirigió el bailable “ Los P eruanos” que
tuvo gran resonancia en la época.
Como actor cumple indudablemente su destino más claro; es
este el capítulo más im portante de su vida pública; en calidad de tal
estuvo en actividad más de treinta años. E n los comienzos de su ca
rrera, el crítico teatral del periódico argentino “ B ritish Packet” de
1832 le hizo esta crítica: “ El señor Q uijano desde su regreso de M on
tevideo, ha modificado en algo esa exageración a la cual era tan
propenso. Este caballero tiene talento y es un actor vivaz, brillante
en partes como la de Tom Shufferton, Jerem ías Diddler, lacayo de
puerta, y en las que en inglés se llaman de segundo g a lá n ; y también
en las rudim entarias farsa s”. 103 El mismo periódico le criticó meses
más tarde: “ tiene el mismo defecto que otros actores nuestros, de
597
dirigirse al auditorio, sobre todo para decir una gracia, al punto que
esta tard e se apartó por completo de los que com partían con él el diá
logo, para dirigirse a los espectadores”. 104 Santiago W ilde que al
canzó a oirle en Buenos Aires resum ió sus impresiones con estas pa
lab ras: “ Q U IJA N O . — Tenía talento n atu ral; poco ó ningún es
tudio; poseía el don de la im itación; era lo que puede llam arse un
actor jeneral; lo mismo era para él lo serio que lo cómico, tanto le
daba representar un personaje conspicuo en una trajed ia como tener
el último papel en un sainete. P o r fin, cantaba, bailaba i aparecía
en todos los roles imajinables, sin que pueda decirse que fuese deci
didam ente malo en ninguno. Q uijano era oriental”. 105
Como autor de comedias y sainetes poseemos referencias de dos
obras teatrales suyas: la comedia en dos actos “ ¡Quién d iría!” y el
sainete “U n paseo a San Fernando”, amén de num erosas traduccio
nes y refundiciones, no del todo católicas por cierto, de Tirso de
Molina. Efectivam ente: el 29 de diciembre de 1845 en conmemo
ración del sexto aniversario de la batalla de Cagancha en la cual in
tervino, “ se representará una comedia en dos actos y en verso y pro
sa, orijinal de D. Fernando Ouijano, nominada Q U IE N D IR IA ” .106
E n febrero de 1850, en el T eatro A rgentino de Buenos A ires estrenó
el sainete “ U n paseo a San F ernando” en el que, según el “ D iario
de la T a rd e ” de la vecina orilla intentó “ reproducir en el teatro las
escenas fam iliares de nuestra sociedad, quizás recargadas en su tinta
para deducir alguna conveniencia m oral”. 107 Sus pecados como adap
tad or son ciertam ente graves aunque el gusto de la época, según se
desprende de la siguiente crítica de entonces, bien se lo m erecía:
“ Doña M aría de León, viuda de Don Sancho el bravo. El dram a
que presento es una refundición de la célebre comedia, del poeta an
tiguo Tirso de Molina, “ La prudencia en la m ujer”, hecha por el
actor Don Fernando Q uijano” . . . “ Los defectos de que adolecía
como composición antigua, la hacían imposible exhibirse conforme
era ella” . . . “el señor Quijano, emprendió su difícil refundición”. 108
E n su larga vida teatral tradujo además “A fren ta por a fre n ta ” ,
“ Los prisioneros de Saint C yr” y “ El Republicano de la g ran semana
de febrero en P a rís ”, que ocuparon muchas veces las carteleras de
los teatros montevideanos y bonaerenses.
Como director y empresario teatral intervino alternativam ente
entre 1829 y 1843 en ambas capitales. Al estallar la G uerra Grande
perm aneció en nuestro país entre 1843 y J^49, pero en plena con
tienda pasó en esta últim a fecha a la vecina orilla y actuó un tiempo
como em presario y actor del T eatro A rgentino. Vuelto a M ontevideo,
en 1854 organizó empresa conjuntam ente con la casa de Soriano de
Buenos Aires para tra e r de Cádiz una compañía de zarzuela que
encabezaban Francisco T orres como prim er actor y Santiago Ramos
como m aestro de m úsica.109 A Q uijano le debemos la versión de la
598
prim era zarzuela española que se escuchó en M ontevideo el 28 de
diciembre de ese año que cantó conjuntam ente con su m adre P etro
nila Serrano y Micaela Roca.
Como acróbata le vemos fig u ra r tam bién en varias oportuni
dades. E ntre ellas, el 25 de noviembre de 1831 iba a ejecutar “vis
tosos saltos de B atut sobre un caballo n a tu ra l’’ pero en esa oportu
nidad no pudo hacerlo porque enferm ó a últim a hora y lo sustituyó
Manuel Cossio.110
Como tramoyista le veremos el 7 de m arzo de 1848: al darse a
beneficio suyo “ El diablo predicador” : “ La parte de la M A Q U I
N A R IA y Aparición de San Miguel, como asi mismo, el Descubri
miento de la V irgen, figurado en un gran R E S P L A N D O R cercado
de Q U E R U B IN E S , y la bajada y subida del Diablo, será dirijida
por el D irector de la Sociedad [Fernando Q uijano] el que desem
peñará la parte de Lego F ray A ntolín”. 111
Como versificador — no nos atrevem os a llam arle poeta— que
dan num erosas composiciones en los diarios montevideanos de la época.
Destacam os este curioso acróstico sobre Napoleón aparecido en 1832:
599
tropas de Rivera, en la batalla de Cagancha; a principios de 1840
deja de nuevo el servicio m ilitar. Al estallar la G uerra Grande, re
to rna al ejército en 1843. Comprometido en la revolución de los Con
servadores de 1857, es desterrado junto con César Díaz a Buenos
Aires y dado de baja en el ejército, en esa fecha. E n 1864, por fin,
es llamado de nuevo a servicio, en el que permanece hasta su m uerte.11*
Sus 33 años de vida m ilitar reconocida, no le impidieron dedicarse a
los múltiples m enesteres del teatro y del periodismo.
“ A L H O S P I T A L / IN A U G U R A D O / P O R L A S D A M A S
O R IE N T A L E S . / H IM N O . /
CORO
“ E l amante arlequín ó Las estatuas vivas” . — M úsica escénica para esta pan
tomima. — Estrenada en 1848. — N o hemos hallado la partitura.
600
diente a la función dada en el teatro de M ontevideo el 2 de febrero
de 1848: “ Y finalizando el todo, el divertido B A IL E P A N T O M I
M ICO, nuevo compuesto por el director [Fernando Q uijano] E l
amante arlequín ó L a s estatuas vivas. E n el que se presentará un
grupo de T R E S E S T A T U A S compuestas, del D irector y los niños
Eloísa y Benjam ín O uijano que ejecutarán al compás de la música,
varias posiciones académicas”.118
“ ¡U n a lágrim a!” — Pautada y puesta para piano por F rancisco José Debali.
P ara canto y piano. — Letra de Fernando Q uijano. — Publicada en “ E l Iris” , tomo I,
entre páginas 64 y 65. Montevideo, noviembre de 1848. — L itog rafiad o por Gielis. —
Consérvase en la Biblioteca Nacional Argentina. Buenos A ires. — Véase fig u ra 176.
601
cisco José Debali, retocó luego y por último armonizó p ara piano.
E n el Archivo Debali hallamos la prim era versión de la línea meló
dica autografiada por Debali, tom ada al dictado, al parecer, de F e r
nando Quijano. E n un ejem plar del “ El Iris” de M ontevideo corres
pondiente a noviembre de 1848, que se conserva en la Biblioteca N a
cional de Buenos Aires, aparece el impreso definitivo, arreglado para
canto y piano.
Si se compara la figura 126 que representa el m anuscrito prim i
tivo de puño y letra de Debali, con la fig u ra 176 del impreso de 1848,
se observará que Debali realizó sobre ella una tarea ordenadora de
m aestro de composición. Cortó la melodía con mayor equilibrio, re
duciendo algunas figuras a la m itad de su valor y le dió form a cohe
rente al pensam iento musical del aficionado. ¿Pudo haber ocurrido
esto mismo con la melodía del H im no Nacional? Debali sostuvo pú
blicamente que no fué así y puso por testigo a Acuña de Figueroa
y al propio Q uijano; éste no lo desmintió.
“ ¡U na lágrim a!" es una sencilla cavatina de corte operístico ita
liano al estilo de Donizetti, aunque sin cadencias ni floreos. E n ese
sentido, pertenece al ciclo del salón romántico rioplatense, hallándose
muy próxim o a las canciones copiadas por José Aniceto de Castro
en 1843, en el álbum que analizam os en el último p a rá g ra fo del ca
pítulo precedente.
602
que le dedica el infaltable Francisco Acuña de Figueroa publicado en
la página 27 del volumen noveno de sus “ O bras Com pletas”.
603
discípulo de Paganini, Ignacio Pensel, director a la sazón de la or
questa de la Casa de Comedias y acompañante ocasional del gran
ejecutante, estrenó estas dos polcas.
Al igual que la pieza anterior fué dada por los mismos in tér
pretes el 30 de enero de 1851.
604
liennes” (¿fueron estas últimas las anunciadas “ Noches del P la ta ”
a las que luego cambió el título?) y el 25 de m arzo de 1857 al
fundarse la “ Imperial Academia de M úsica e O pera N acional” se
le confía el cargo de gerente y
adm inistrador económico. Desde
allí propició tesoneram ente la crea
ción de una escuela de ópera b ra
sileña que había de d a r como más
alto ejemplo la fig u ra de Carlos
Gomes, cuyas prim eras p artitu ras
fueron estrenadas en ese entonces.
Cuando llegó a Montevideo en
1853 ya había cumplido cinco años
de labor tesonera en Río y cuando
vuelve en 1857 se le confía ese alto
puesto en el C onservatorio Nacio
nal recién fundado. Desdichada
mente, una serie de intrigas dieron
por tie rra esa obra tan im portante
en 1864, fecha en que se disuelve
la organización. E n Buenos Aires
editó en 1856 el periódico musical
“ L a L ira A rg en tin a”.
A m at intentó tesoneram ente
en su obra de creación y en la org a
nización de la Academia, propiciar la form ación de una escuela na
cional brasileña. Es en este sentido uno de los prim eros adelantados
del americanismo musical. E n sus partitu ras, no obstante, no alcanzó
a d ar un sentido nacional a la m odinha, convirtiéndola en una ligera
pieza de salón con reminiscencias italianas. Se conservan algunas de
ellas y Renato Almeida en su im portante “ H isto ria da M úsica Bra-
sileira”, que inform a precisam ente de la actuación de A m at en el
Brasil, transcribe una de ellas.123
O bra en nuestra colección una p a rtitu ra de José Am at. E s el
epílogo de su ópera “ L ’autre W aterloo”, sobre texto literario de Be-
nedict Gallet de Kulture, publicado en P arís como obsequio a los
suscriptores de “El Am ericano”. T rá ta se de un aria p ara canto y
piano de excelente factura, sobre la fuente melódica de “L a M ar-
sellesa”.
La casa “ N arciso e A rtu r N apoleáo” publicó en Río de Janeiro
alrededor de 1870 las siguientes m odinhas de José A m at: “ Déos
e ella”, “Concha e a virgem ” , “ Foi assim o seu am o r”, “ Meu anjo,
escuta”, “ M irzalina”, “ Prom essa de am or”, “ P o r un a i!”, “ Que dizem
minhas flores”, “ Rosa m urcha”, “ Seus olhos” , “ Sobre a vaga” ,
“ Sonhei”, “ Silpho ou anjo” y “ Urna visáo”.
605
O B R A S : “ Las H ija s del Plata” . — Colección de 12 piezas para canto y piano.—
Letra de D íaz Gonqalvez, traducida libremente al castellano por Carlos Guido. — Im
presa en París. — No hemos hallado la partitura.
SU S OJOS
O rijin al de G o n ^ alves D ía s
606
agregarse la circunstancia m emorable de que bajo su batuta, en la
noche del 25 de agosto de 1856, el T eatro Solis inauguró su sala.
H ijo de Ju an Luis P reti B onatti, el último representante de los
condes Bonatti, de M antua, y de Carolina M archesini, nació en Tolosa
el 11 de noviembre de 1826. Su padre, afiliado a una de las sociedades
secretas de los carbonarios, hubo de em igrar a F ran cia en esa época
y, discreto flautista, fué el prim er m aestro de música que tuvo Luis
P reti a los cinco años de edad. El nom bre de pila de nuestro
músico, como convenía a las ideas políticas de su padre, era el de
Liber Román, al punto de que en
sus prim eras presentaciones en
Montevideo, aparece en las car
teleras teatrales bajo el nombre
de Liberal P reti, adoptando lue
go, definitiva y oficialmente, el
de Luis. H acia el 1846 sus pa
dres se traslad aro n a Bruselas y
Luis Preti, por espacio de dos
años, recibió lecciones de violín
de Bériot, el m ás grande técnico
de este instrum ento de la pri
m era m itad del pasado siglo.
E n 1848 emprendió el viaje
a Sudam érica y actuó en Río de
Janeiro con Sivori y en Buenos
A ires como director de orquesta
de la compañía de Pestalardo. El
10 de noviembre de 1850 se pre
senta por prim era vez en M onte
video ejecutando en la Casa de
Comedias una fan tasía para vio
lín y orquesta sobre temas de la
ópera “ Lucía de Lam m erm oor”
de Donizetti. E n 1852 se radica
definitivam ente en nuestra ciu d a d ; en su casa quinta de la calle Mi-
guelete, la m uerte le encuentra, cargado de años y de recuerdos el
20 de noviembre de 1902.125 Su fotografía ilustra la página 261 del
presente volumen y en ella nos hemos referido a su actuación como
director de orquesta hasta el 1860.
En 1868 fundó una Sociedad Filarm ónica, en la que actuó Gotts-
chalk y al cual acompañó, sociedad cuya vida se prolongó por espacio
de 25 años. E n 1895, recordando este acontecimiento, decía Manuel
López, cronista de “M ontevideo M usical” respecto de P r e ti: “m aestro
que fué sobresaliente en su profesión, que aún lo es, á pesar de ser se
607
xagenario, en la que entonces no abundaban sus colegas como ahora,
que ha trabajado incesantem ente durante medio siglo entre nosotros
en ésta que él puede considerar tan justificadam ente su segunda pa
tria, donde ha form ado tantos discípulos aventajados, algunos de los
cuales son hoy también m aestros”. 120
El 6 de setiembre de 1875 dirige, por prim era vez p ara el U ru
guay, la T ercera Sinfonía de Beethoven en un concierto de benefi
cencia en el cual interviene, por prim era vez tam bién, el joven Luis
Sam bucetti quien años m ás tarde vendría a ser uno de nuestros com
positores m ás representativos; en 1878 funda el cuarteto de cuerdas
de la Sociedad “ La L ira ” conjuntam ente con Alceo Caneschi, Miguel
F erroni y C ésar Bignami, que fué la prim era entidad estable de mú
sica de cám ara con que contó nuestro país; en 1876, en fin, dirige en
prim era audición “ El G uarany” del brasileño Carlos Gomes, a cuya
sombra habían de nacer las prim eras óperas de autores uruguayos.
E n 1875 publicó en P arís un pequeño libro de viaje “ De Lima
a M ilán” , donde registró muy finam ente sus observaciones sobre la
vida musical y las costum bres sudam ericanas de ese entonces. Contra
lo que se supone corrientem ente, en ese entonces, los cantantes de
ópera habían dejado de ser músicos técnicamente competentes, como
lo fueron los grandes cantantes de siglos anteriores. E n un extenso
capítulo sobre el estado de la música en la culta Milán, nos deja estas
palabras que tienen el m érito de ser estam padas por un excelente di
rector de orquesta de su tiempo:
609
“ La Locura” . — Cuadrillas para orquesta. — Estrenada en 1857. — N o hemos
hallado la partitura.
610
Sobre este im portante acontecimiento político escribe el director
de orquesta del T eatro San Felipe, C ésar Dominicetti, el Him no P a
triótico de referencia que se ejecuta antes de la representación de la
ópera “R igoletto” de V erdi por la Compañía que encabeza la so
prano Sofía V era Lorini en la noche del 16 de Setiembre de 1855.
No tenemos noticia de que este himno haya sido editado.
El anuncio de la época establece que dicho himno ha sido “ es
crito por un joven oriental con motivo de la sincera unión de los an
tiguos partidos de la República, en 29 de agosto pasado, y puesto en
música por el m aestro director de orquesta Sr. Dominicetti. La em
presa lírica congratúlase en poder por este medio contribuir para so
lemnizar aquel grandioso resultado del movimiento popular del 28
de Agosto del pasado mes”. 130
Es de recordar que el seudónimo de “U n joven oriental” corres
pondía, en la época de la G uerra Grande, a Fernando Ouijano. Sin
em bargo en 1855, O uijano no era ya, precisamente, joven y el anun
cio no aclara m ayor cosa. De todas m aneras, queda planteada la po
sibilidad de que haya sido éste, el autor de su letra.
611
pajinas, gratis, para completar el núm ero de ciento de que debe cons
ta r cada volumen y una cubierta con el índice de las piezas conte
nidas en él. 4.a El precio de suscricion en Montevideo es de 15 rls.
mensuales y 30 por trim estre, adelantados en uno y otro caso”. 132
Su actuación en Montevideo se desarrolla durante los años 1855
y 1856 y nos deja una obra orquestal dedicada a nuestra ciudad.
612
P fe iffe r había nacido en M ontevideo hacia el 1824 y era hijo
del abogado P fe iffe r, de Lem berg y de Ida Reyer de P fe iffe r, oriun
da de Viena. Su madre, nacida en 1797 había casado con P fe iffe r
en 1820 y emprendieron juntos un viaje por Sud Am érica un año
antes del nacimiento de O scar en Montevideo, retornando casi de in
mediato a Europa. A la m uerte del Doctor P fe iffe r, en 1842, su
esposa Ida dedicóse a una misión insólita p ara una m ujer en esa
época: el viaje geográfico, que había de llevarla en un largo periplo
por todo el mundo, incluso hasta las nacientes del Am azonas, y aca
rrearle la m uerte en últim a instancia. Fué publicando además, pe
riódicamente, num erosos libros con sus observaciones: “V iaje de una
vienesa a T ie rra S anta”, en 1844, “V iaje de una m ujer alrededor
del m undo” en 1850, etc. E n 1856 fué presentada por el célebre geó
g rafo V íctor Adolfo M alte-B run a la Sociedad de Geografía de
P arís que, por unanim idad de votos la designó miembro honorario
de la misma y le concedió una medalla especial. En esa oportunidad,
M alte-B run, reveló que Ida P fe iffe r había recorrido 3 2 .000 millas
geográficas, aportando en sus libros notable inform ación científica.
E n esa fecha emprendió su último viaje, contrayendo “unas fiebres”
en M adagascar y falleciendo a consecuencia de ello, en Viena, a fines
de 1858, cuando su hijo O scar se presentaba en M ontevideo. Su obra
fué reconocida en Europa como muy im portante en las disciplinas
geográficas y su nom bre y aventurada vida se recuerdan en diccio
narios e historias universales.
Al llegar a Montevideo, en 1858, O scar P fe iffe r visitó la redac
ción de “ La Nación” , la que publicó al día siguiente este com entario:
“ E l Sr. Oscar P h e iffe r — A yer anunciam os el arribo de este caba
llero á nuestra capital, procedente de Rio Janeiro, y hoy tenemos el
sumo gusto de anunciar al público, que esta celebridad artística, cuya
reputación es Europea, pues asi lo vemos consignado en varios diarios
de aquellas rejiones, es hijo de este pais form ado y educado en A le
mania. El Sr. O scar tuvo ayer la amabilidad de hacer una visita a
esta redacción y entregar una carta del caballero Luis Antonio N a
varro de A ndrade, redactor en gefe del Diario do Rio Janeiro en la
que aquel señor dice lo siguiente. . . ”. E n tre los p árrafo s de esta
carta, destacamos lo que sigue: “ Partiendo el señor P h e iffe r para
M ontevideo y Buenos Aires, siendo portador de esta carta p ara vds.
les pido que lo distingan y lo recomienden á los demás colegas O rien
tales, como compatriota que son vds, pues él ha tenido la fortuna de
nacer en M ontevideo ”, 135
O scar P fe iffe r, nacido, pues, en M ontevideo, fué form ado m u
sicalmente en Alemania. A edad tem prana recorrió Europa en largas
giras de concierto, con brillante éxito. Así, pudo decir su empresario
en ocasión de su prim er cóncierto en M ontevideo: “ La fam a U n i
versal que precede á este sin igual a rtista condecorado por la m ayor
613
p arte de los soberanos de Europa, escusa á la empresa de encomiar
el m érito de esta celebridad”. 136
Al comienzo de la década 1850-1860, P fe iffe r se lanzó a recorrer
el m undo llegando a México a fines de 1855. Su triu n fo fué real
m ente asombroso al punto de que a fines de siglo todavía se recor
daban las ejecuciones de este virtuoso: “ P fe iffe r fué evidentemente
superior a H erz, cuya escuela no era comparable con la de los mo
dernos principes del piano a cuyo frente se hallaban Liszt y Thal-
b erg” . . . “ P fe iffe r, al rarísim o m érito de la composición elevada, unió
el de una ejecución asombrosa en cuanto a su delicadeza, corrección y
elegancia. Este pianista excelente dejó imperecedera m em oria de su
inspiración y de la brillantez de sus efectos en el piano que como pocos
dominó con sus dedos tan fuertes y tan flexibles, como el m ejor acero;
muy adm irado fué, y aún hay en México [se escribía ésto en 1895]
quien lo recuerde en el tour de fo rcé de tocar la T aran tela de Doeheler,
en octavas, tercias, cuartas, quintas y sextas, que como contraste re
quieren un movimiento ligero, igual prontísimo, no ya de los dedos,
sino exclusivam ente de la m uñeca; bien se podía m irar el brazo de
P fe iffe r; estaba tan inmóvil como si hubiera pertenecido a una es
tatu a de mármol. E n su último concierto, el 27 de m arzo en el N a
cional, P fe iffe r tocó tres piezas suyas: un A ndante y Rondó para
piano y orquesta, una fantasía sobre un tem a favorito de Lucrecia,
y otro para dos pianos sobre una C avatina de E rnani, en cuya eje
cución acompañó al gran pianista el distinguido profesor don Tom ás
León” . 137
H acia el 1858 emprendió una gira por el continente sudam eri
cano presentándose en Río de Janeiro en tres grandes conciertos
d urante el mes de m arzo de ese año. La crítica musical carioca re
conoció en él “un ingenio extraordinario en la ejecución brillante;
expresión y m aestría en el colorido y especialmente una enorme h a
bilidad en piezas escritas para la mano izquierda”. 138
El 4 de noviembre de 1858 actúa por prim era vez en M onte
video, su ciudad natal, desde el escenario del teatro Solís en un me
m orable concierto en el que ejecuta una “G ran F an tasía dram ática
sobre temas de Lucrecia B orgia” de su producción, “ El B ananero”
de Gottschalk, “ Recuerdos de Nápoles” de Doeheler (con los que
asom brara al público m exicano hacía tres años) y una Introducción
y V ariaciones sobre el Carnaval de Venecia “composición del señor
P fe iffe r y ejecutada por él mismo”. Su éxito fué inmenso y un cro
nista de la época volcó su impresión en estas p a la b ra s: “ E l Sr. P fe iffe r
es para nosotros un a rtista de génio y corazon. Sentado delante de
su piano, se entusiasm a y hace participar al espectador de ese mismo
entusiasm o comunicándole los sentimientos, por medio de las notas
con una delicadeza y dulzura inesplicables”. 139
614
El Presidente de la República, Gabriel A. P ereira, lo invita a la
Casa de Gobierno y organiza allí un concierto del g ran pianista quien
esta vez ejecuta variaciones suyas y de T halberg sobre las óperas
“ E rn an i”, “ Lucrecia B orgia” y “ E lixir de am or”. 110 En el teatro San
Felipe redita su éxito inicial en dos conciertos realizados el II de
noviembre y el 2 de diciembre de ese mismo año ; en este último da
a conocer sus Variaciones para la mano izquierda sobre un tem a ori
ginal y en ambos ejecuta a dos pianos con el virtuoso francés A rth u r
Loreau radicado en Montevideo.
Tenía P fe iffe r en ese entonces 34 años de edad y hallábase en
la cumbre de su carrera de virtuoso y compositor. Destacábase por
la limpieza y brillo de su juego técnico y fué, hasta la llegada de
Goottschalk en la década 1860-70, el m ás grande pianista que pisó
nuestras tablas, ya que Segismundo Thalberg, desdichadamente no
había podido concertar en 1855 una actuación en M ontevideo, en
donde se hallaba de paso. A fines de 1858 P fe iffe r se presentó en
Buenos A ires y radicóse definitivam ente allí dedicándose a la ense
ñanza del piano y a la composición. E n varias oportunidades org a
nizó giras de concierto por todo el continente, volviendo, por ejemplo,
a Río de Janeiro en 1882 ; su audición en el Club Beethoven de esta
ciudad fué sin embargo, de escasa resonancia; el g ran pianista en
traba en la decrepitud de su brillante técnica, que era justam ente lo
que le defendía y retornó de inmediato a Buenos A ires donde te r
minó sus días el 4 de agosto de 1906. La nota necrológica de “La
N ación” bonaerense de la época, decía a s í : “O scar P fe iffe r. E l in
fortunado artista que un dia fué eximio en el a rte del piano, ha
m uerto ayer en Belgrano, á los 82 años de edad, olvidado i pobre”. 141
Conocemos de él dos p a rtitu r a s : su fantasía de concierto sobre
la escena y danza m orisca de “A ída" de V erdi editada por Mon-
guillot en Buenos Aires, y las V ariaciones sobre el a ria “Om bra
leggera” de la ópera “ D inorah" de M eyerbeer editada por Sydow
en Río de Janeiro. Tienen ambas las virtudes y defectos de toda esta
literatura pianística a la que rindió pleitesía Liszt en sus años mozos
y que llegó a su cumbre de discutible buen gusto con H erz, Thalberg
y Gottschalk. Las páginas de P fe iffe r que obran en nuestro archivo,
se destacan por su sólida escritura pianística y su inventiva en la
artesanía de la p a rá frasis; a parte de ello, son m ás o menos vacías
de sustantividad sonora. E n pocas palabras: en nada desmerecen
pero en nada superan a la escritura de la época en este género tan
popular.
Su figura de cabal virtuoso del piano, cumple en el Río de la
P lata una función más im portante que la de compositor, abriendo
la nueva era de la ejecución “de b rav u ra ” en un ambiente, aldeano
todavía, de minués y contradanzas con su simple bajo “a la tónica-
6 15
dom inante”. E n ese sentido, P fe iffe r es un adelantado instrum ental
digno del m ayor respeto.
616
“ Variaciones para la mano izquierda sobre un tema original” . — P ara piano.
Estrenado en Montevideo en 1858. — No hemos hallado la partitura.
617
Lelmi e integrada, entre otros, por el barítono Luis Cavedagni y su
esposa Teresina Bagetti. E n esa tem porada se estrena la ópera de
Donizetti “ Don Sebastián” en la cual le corresponde a Cavedagni el
papel de Don Juan.
Radicado luego en Montevideo, Cavedagni da a conocer algunas
p a rtitu ra s suyas y viaja continuamente a Buenos Aires para in ter
venir en las funciones del antiguo T eatro Colón. H acia el 1874, el
Presidente Gilí del P araguay, lo invita a reorganizar las bandas m i
litares de la Asunción. A p a rtir de esa fecha, Cavedagni se instala
definitivam ente en aquel país, donde alcanza ejem plar notoriedad
como compositor y director de conjuntos instrum entales, al punto
de que se le encarga de revisar el Him no Nacional del P araguay,
letra de Francisco A cuña de Figueroa y música de Francisco José
Debali, al decir del propio transcriptor.
U na noticia del “ Montevideo M usical” de 1903, dem uestra que
en esa fecha, Cavedagni, que tenía entonces 85 años de edad, aca
baba de componer una opereta bufa “Eutiquio y Sinforosa” en la
A sunción.148 E s la última referencia que de él poseemos.
D urante su perm anencia en Montevideo en los años 1858 y 1859,
Cavedagni, dió a conocer dos obras suyas sobre las cuales nos exten
demos en los pá rra fo s siguientes:
618
gracia española con tanta propiedad que cree uno hallarse en las
felices rej iones de nuestra m adre pa tria ” .
619
N O T A S C O R R E S P O N D IE N T E S A L C A P IT U L O IV
Ó2 I
(77) A ntonio Z i n n y : “ Historia de la prensa periódica de la República Oriental
del Uruguay” , pág. 214. Buenos A ires, 1883.
(78) J osué T . W il k e s : “ Un D iscurso sobre la música bajo el gobierno de Rosas,
seguido del comentario gráfico musical que motiva acerca del Cielito” , en el
“ Boletín Latino Americano de M úsica” , año IV , tomo IV , págs. 292 y 293.
Bogotá, diciembre de 1938.
(79) Pasaporte presentado el día 14 de julio de 1838: “ Antonio A ulés - Barcelona” .
“ E l Universal” , Montevideo, 16 de ju lio de 1838.
(80) Carta de A ntonio A ulés al Presidente de la República O riental Don Manuel
Oribe, fechada en Buenos A ires el 13 de setiembre de 1845. A rch iv o de F ran
cisco Lasala en poder de su nieto el arq. Francisco Lasala. Montevideo. (C o
municada por el historiador M ateo J. Magariños de M ello).
(81) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 18 de octubre de 1851.
(82) “ Comercio del Plata” , Montevideo, i.° de octubre de 1856.
(83) “ E l Nacional” , Montevideo, 31 de agosto de 1841.
(84) “ E l Nacional” , M ontevideo, 18 de setiembre de 1841.
(85) “ E l Nacional” , Montevideo, 28 de setiembre de 1841.
(86) C arta de M arcos Rincón a Francisco Lasala, fechada en A sencio el 2 de
abril de 1848. A rch ivo de Francisco Lasala en poder del arq. Francisco La-
sala. Montevideo.
(87) “ E l Nacional” , M ontevideo, 16 de febrero de 1842.
(88) “ E l Nacional” , Montevideo, 29 de enero de 1842.
(89) C arlos V e g a : “ Música Sudamericana” , págs. 108 y 109. Buenos A ires, 1946.
(90) “ E l Nacional” , Montevideo, 25 de febrero de 1842.
(91) R a ú l H. C a s t a g n in o : “ E l teatro en Buenos A ires durante la época de Rosas” ,
pág. 172. Buenos A ires, 1944.
(92) “ A rchivo del Hospital de Caridad de M ontevideo” , tomo X II, fol. 424. A r
chivo General de la Nación. Montevideo.
(93) “ E l A guacero” , Montevideo, 19 de ju lio de 1823.
(94) E dmundo J. F a v a r o : “ Ensayo histórico sobre los antecedentes del Himno
Nacional” , en “ Boletín Latino Americano de Música” , año IV , tomo IV ,
pág. 623. Bogotá, diciembre de 1938.
(95) “ E l Nacional” , Montevideo, 15 de abril de 1845.
(96) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 7 de ju lio de 1848.
(97) “ E l Iris” , tomo I, entre páginas 64 y 65. Montevideo, noviembre de 1848.
(98) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 26 y 31 de enero de 1848.
(99) “ E l Indicador” , Montevideo, 26, 27 y 28 de setiembre de 1831.
(100) E dmundo J. F a v a r o : op. cit., pág. 603.
(101) “ E l Universal” , Montevideo, 16 de febrero de 1833.
(102) “ E l Universal” , M ontevideo, 2 de diciembre de 1836.
(103) R a ú l H. C a s t a g n in o : op. cit., pág. 171.
(104) Ibidem.
(105) S an t ia g o A ntonio W il d e : “ Buenos A ir e s desde setenta años atrás” , pág. 59.
Buenos A ires, 1881.
(106) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 27 de diciembre de 1845.
(107) R a ú l H. C a s t a g n in o : op. cit., pág. 172.
(108) M a n u e l B il b a o : “ Buenos A ires desde su fundación hasta nuestros días” ,
págs. 207, 208 y 209. Buenos A ires, 1902.
(109) “ E co de la Juventud Oriental” , Montevideo, 25 de jun io de 1854.
(110) “ E l Universal” , Montevideo, 24 y 25 de diciembre de 1831.
(m ) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 3 de m arzo de 1848.
(112 ) “ E l Universal” , Montevideo, 14 de noviembre de 1832.
(113) A ntonio Z i n n y : “ Historia de la prensa periódica de la República Oriental
del Uruguay” , op. cit., pág. 360.
(114) Ibidem, págs. 495, 175 y 496.
(11 5 ) Sección Independencia. L e g a jo N.° 5; carpeta N.° 1; fol. 46. A rchivo del
Estado M ayor G eneral del Ejército. Montevideo.
(116 ) “ E l Nacional” , Montevideo, 15 de abril de 1845.
(11 7 ) “ E l Nacional” , Montevideo, 19 de abril de 1845.
Ó22
(118) " Comercio del Plata” , Montevideo, 26 y 31 de enero de 1848.
(119) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 7 de ju lio de 1848.
(120) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 28 y 29 de julio de 1849.
(12 1) “ Comercio del Plata” , M ontevideo, 25 y 29 de enero de 1851.
(122) “ Comercio del Plata” , Montevideo, i.° de octubre de 1856.
(123) R enato A l m e id a : “ Historia da M úsica Brasileira” , págs. 357 a 399. 2.* ed.
Río de Janeiro, 1942.
(124) “ Comercio del Plata” , M ontevideo, 24 de noviembre de 1853.
(125) “ E l Siglo” , M ontevideo, 21 de noviembre de 1902.
(126) “ Montevideo Musical” , Montevideo, 8 de ju lio de 1895.
(127) “ Comercio del Plata” , M ontevideo, 16 de diciembre de 1856.
(128) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 4 de marzo de 1857.
(129) J u a n E. P ivel D evoto : “ Historia de los partidos políticos en < Uruguay” ,
tomo I, pág. 248. Montevideo, 1942.
(130) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 15 de setiembre de 1855.
(13 1) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 7 de octubre de 1855.
(132) “ Comercio del Plata” , M ontevideo, 24 de noviembre de 1855.
(133) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 8 de m arzo de 1856.
(134) “ Comercio del Plata” , Montevideo, i.° de febrero de 1857.
(135) “ La Nación” , Montevideo, 19 de octubre de 1858.
(136) “ La Nación” , Montevideo, 3 de noviembre de 1858.
(137) E nriq ue O lavarría y F er r a r i : “ Reseña histórica del Teatro en M é xico ",
M éxico, 1895. Citado en el libro de O tto M ayer - S erra : “ Músii :a y Músicos
de Latinoamérica” , tomo II, pág. 774. M éxico, 1947.
(138) V in cenzo C ernicch iaro : “ Storia della M úsica nel Brasile” , p ág. 395. Mi-
laño, 1926.
(139) “ La N ación” , Montevideo, 6 de noviembre de 1858.
(140) “ La Nación” , Montevideo, 19 de noviembre de 1858.
(14 1) “ La N ación” , Buenos A ires, 5 de agosto de 1906. Citado en ellibro de M a -
riano G. B osch : “ Historia del Teatro en Buenos A ire s”.,,op.
pág.
cit 512.
(142) “ L a N ación” , Montevideo, 3 de noviem bre de 1858.
(143) “ Montevideo M usical” , Montevideo, i.° de octubre de 1903.
(144) “ La Nación” , Montevideo, 19 de octubre de 1858.
(145) “ La Nación” , Montevideo, 20 de octubre de 1858.
(146) “ La Nación” , Montevideo, 21 de octubre de 1859.
623
A p é n d ic e a l C a p ít u l o IV
A N T O LO G ÍA D O C U M E N TA L D E PA RTITU RA S
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INTROITO
Fig. 13L — FRAY MANUEL UBEDA: Introito de la “ Misa para día de Difuntos”,
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Fig. 136. — P. JUAN JOSE DE SOSTOA: “ Misa a dúo” ; págs. 4 y 5 (conclusión).
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— JUAN CAYETANO
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Fig. 149. — LUIS SMOLZI: “Minuet Fúnebre” , publicado en el “Ramillete Literario”, Montevideo,
setiembre de 1847. (Museo Histórico Nacional. Archivo y Biblioteca “ Pablo Blanco Acevedo”. Montevideo).
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Fig. 156. — ROQUE RIVERO: “Himno triunfal a los vencedores de Cagancha” , de 1843; versiót
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FRANCISCO ^JOSE DEBALI: “La Batalla^ de ^Cagancha’^ versión para piano de 1844,
663
664
Fig. 167. — FRANCISCO JOSE DEBALI: “La Batalla de Cagancha”, págs. 7 y 8. (Continúa)
66s
666
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Fie. 169. — FRANCISCO JOSE DEBALI: “ La Batalla de Cagancha”, págs. 11 y 12. (Continúa)
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IL SI LFO
Montevideo
Litografié de LWk^cland. Misiones 109.
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68o
682
C A P ÍT U L O V
MISCELANEA
2. L a s c a n c i o n e s p a t r i ó t i c a s y p o l í t i c a s . — A p a rtir de
1810, el U ruguay comienza a cantar a la libertad naciente a través
de las canciones patrióticas. El prim er ejemplo de ellas data del 2 5
de octubre de ese año, en que el oriental Eusebio V aldenegro publica
en “L a Gazeta de Buenos-Ayres” la canción que comienza: “Viva,
com patriotas, nuestro patrio suelo. . .
L as loas a los reyes hispánicos siguen entonándose en M onte
video; la campaña, levantada en arm as por José A rtigas, alza su
voz en esta especie literario-m usical que, pasado el 1830, va a con-
683
vertirse en arm a dialéctica de la política. Las canciones patrióticas
— 1810-1830— alcanzan su caudal más robusto en 1816 d urante los
días de la P a tria V ieja; las canciones políticas — 1830-1860— viven
su apogeo alrededor de 1843, cuando la triste lucha intestina divide
al U ruguay en dos bandos y Montevideo sufre un largo asedio.
Sin embargo, tanto una como otra son, técnicamente, un pro
ducto importado que no llega, incluso, a cam biar de caracteres espe
cíficos al ponerse en contacto con la realidad nacional. Sus rotundos
versos de diez sílabas son recursos de alquimia retórica de la más
pu ra estirpe europea. Sus melodías, cortadas de acuerdo con el orden
del “ aria da capo” (A -B -A ) se mueven en las altitudes más tra n si
tadas de la música, europea también, de ese entonces. La verdadera
réplica criolla en el orden literario y m usical nos llega a través de
la llam ada “literatu ra gauchesca” , en la letra, y del Cielito patriótico
o la M edia Caña política, en la música.
E n un estudio nuestro sobre los orígenes de la poesía gauchesca
en el U ruguay, hemos desarrollado ampliamente este concepto.1 Con
viene recordar aquí, de paso, que una razón dialéctica preside esta
lite ra tu ra augural gauchesca ; la preside y la origina. Tiene que ha
blarle al hom bre de la cam paña para atraerlo a la causa de la indepen
dencia y escoge un tipo diferenciado: el gaucho. Se substituye por él.
M as, no conviene seguir adelante sin aclarar previam ente que el poeta
gauchesco no es un gaucho. Incluso, su experiencia anecdótica del
hecho gauchesco no es muy rica. Aunque parezca extraño, desde el
punto de vista estético, esto es lo normal. A los fines puram ente
artísticos, la experiencia es de distinto orden; está más en la subs
tancia que en el accidente, y convengamos en que la substancia está
dada en las esencias más intransferibles por la ceñida precisión de
estilo que no deja paso a divagaciones pretendidam ente “literarias”,
o, m ejor dicho, retóricas. No fué una preocupación retórica la que
movió a Hidalgo, poeta culto por excelencia, a M anuel A raucho o
a H ilario Ascasubi a redactar sus cielitos, diálogos, m edia-cañas o
décimas. Fué una fulm inante necesidad de expresión. El hecho a rtís
tico se les dió por añadidura pero no por azar, en el ajuste estricto
de todos los resortes estilísticos. Todos ellos eran escritores de es
tirpe; con una naturalidad m aravillosa dieron en el blanco de la poesía
y produjeron, al decir de Menéndez y Pelayo “Las obras más origi
nales de la literatu ra sudam ericana”.
En el orden musical, su pensamiento se vuelca en tres es
pecies folklóricas de la canción danzada: el Cielito, el Pericón y
la M edia Caña.
Las canciones patrióticas, en cambio, nos llegan completamente
arm adas desde el Viejo M undo en su texto literario y en su música.
U n simple cotejo de letras nos dem ostrará cabalmente este a s e rto : en
1809 se publica en Cádiz una “Colección de canciones patrióticas
684
hechas en demostración de la lealtad española” 2 que se abre con una
canción patriótica cuyos prim eros versos veremos recogidos con pe
queñas variantes en la más célebre canción patriótica uruguaya pu
blicada en el periódico “ La A u ro ra ”, M ontevideo, i.° de febrero
de 1823:
Uno de los prim eros himnos artiguistas de 1812 que tuvo gran
repercusión en el ambiente de la Banda O riental, comenzaba a s í:
Bravos Orientales,
Himnos entonad,
Q ue Artigas va al templo
D e la libertad.
687
Es bien sabido que aunque los prim eros originales del “ D iario
H istórico”, fueron escritos en la época, su autor los fué retocando en
sucesivas versiones m anuscritas, según el cambiante color político,
al punto de que lo que hubo de ser exaltación de los sitiados, se tra n s
form ó en apología de los patriotas sitiadores. E ste Cielito que apa
rece como nota al pie de una página, se halla en los más antiguos
originales m anuscritos del “ D iario H istórico” que se conservan en
la Biblioteca Nacional y en el Archivo y Biblioteca “ Pablo Blanco
Acevedo”. E n el m anuscrito último, sólo figuran, al igual que en la
edición de las “O bras completas de Francisco Acuña de F igueroa”
(tom o I. Montevideo, 1890), las dos prim eras estrofas que hemos
transcrito. Sin documento probatorio alguno, fué adjudicado a B a r
tolomé H idalgo y se le agregaron dos estrofas más, cantadas el 27
de noviembre de ese mismo año.
1813. — A u tor desconocido: “ Cielito patriótico” . — Cantado por los patriotas
frente a los muros de Montevideo, el i.° de octubre de 1813. — No hemos hallado
la partitura.
688
E l escorbuto y la sarna,
Causaron su destrucción,
Y detrás iban llorando
M il godos en procesión.
K irie eleisón - K irie eleisón” .
E l ratón en su cueva
huye del perro
y de susto prefiere
morirse adentro.
A s í cobardes,
los godos van muriendo,
pero no salen” .
690
Calvo, Galdo y M anuel Suárcz,
Ingratos sin reflexión.
Quisieron con su traición
A la Patria dar pesares.
E l tirano pretendió
Degollar al inocente,
P ero el D ios omnipotente
E l brazo le suspendió.
Posteriorm ente se supo que estos versos habían sido hechos por
don Domingo Sáenz, oriental, oficial de los Dragones de la P a tria ” .
691
dicho acerca del anterior, con más la circunstancia de estar compro
bada por modo fidedigno, (lo dijo el propio H idalgo), la presencia
del cantor criollo en el sitio m encionado”. P a ra nosotros, la p ater
nidad de este Cielito atribuida a Hidalgo, es totalmente gratuita.
692
vido omenage, que en tan ju sta razón le es tributado por nuestro sexo
en la Capital, puede V. estar seguro de que no dieramos la m enor
ocasion á su extrañeza”. 8
Ya en ese entonces corrían las canciones y m archas patrióticas
de Hidalgo, y el H im no Nacional de la A rgentina fué objeto de es
pecial interpretación en los festejos cívicos en torno del 25 de mayo
de cada año, hasta mediados del siglo X IX . Poseemos, además, cons
tancia expresa de que la página de P e rera se interpretó el 27 de mayo
de 1830, el 25 de mayo de 1834, el 21 de diciembre de 1841, el 6 de
octubre y el 28 de noviembre de 1845, según se puede ver en la cro
nología de la música escénica uruguaya que figura como apéndice al
capítulo II de este volumen. H a sta en los festejos con que se con
memoró en el pueblo de Soriano la J u ra de nu estra Constitución, el
20 de setiembre de 1830, se entonó este Himno. E l 27 de mayo de
ese año memorable se estableció en el program a tea tra l de ese día:
“ Em pezará con el prim er himno que se cantó en Am érica á la li
bertad, la herm osa m archa de Oid mortales el grito sagrado!” 9 En
la “ Canción Republicana” de Antonio Sáenz — uno de nuestros p ri
m eros himnos nacionales— publicada en M ontevideo en la “ G uir
nalda” de 1837, puede observarse claras resonancias de la melodía
de Perera.
1816. — A utor desconocido: “ Canción Patriótica” . — Entonada el 24 de mayo
de 1816. — No hemos hallado la partitura.
693
A l sol que brillante,
Y fausto amanece
Arom as, y cantos
A m érica ofrece.
La lóbrega noche
De la servidumbre
Huyó de la lumbre
D el febo de M ayo;
Y al ver su carrera
La infame opresion.
Siente turbación
Tristeza, y desmayo” . 11
etc.
H IM N O A L A A P E R T U R A / D E L A B IB L IO T E C A , / E L
V E I N T I S E IS D E M A Y O
C oro
etc.
694
E n 1821, en plena dominación lusitana se ejecutaron en M onte
video varias canciones patrióticas. Desde luego, que ahora la p atria
era Portugal y a su rey Don Juan V I fueron dedicadas. Véase la
descripción de “ El A rgos de Buenos A yres”, de la función realizada
en la Casa de Comedias el 6 de agosto de 1821: “ El 6 huvo también
comedia y al levantarse el telón bolvió á aparecer el retrato de Ju an 6.
al mismo tiempo dió principio la música con m archa, repitiendo con
secutivam ente viva el rey de portugal, y la cisplatina Oriental. D uró
esta torm enta o tra media h o r a ; dio principio á una comedia de 5
actos y al 3. cuando se corrió el telón, apareció una música en el patio
de la casa tocando la m archa patriótica: la oficialidad portuguesa
y la tropa que se hallaba de guardia cantaba la defensa de la patria
y la cis-platina hasta m orir, ó hasta morrere (como dicen los P o r
tugueses). D uró mucho tiempo este fam oso canto y hubiera durado
hasta hoy — si los comicos no hubieran tocado el p ito ; quedó en si
lencio esta turbonada, y se descorrio el telón — Enseguida cantó la
Petronila un elogio al rey D. Juan 6. hallándose el retrato presente
durante el canto — La hicieron repetir por agrad o ”. 13
1821. — Juan Cayetano B a rros: “ Cantemos gostosos la Con 'titución” . — Can
tado en el teatro el 15 de setiembre de 1821. — P artitu ra existente en el A rchivo
Debali. Montevideo. (In ven tario: N.° 186). — P ara dos sopranos, b ajo y bajo con
tinuo. — V éase figu ras 137 y 138.
695
se entonó una M archa Cívica que provocó, como era de suponer una
curiosa reacción en el público. En esos momentos presidía el Cabildo
revolucionario y Lecor se había establecido en Canelones. H e aquí
el com entario del periódico “ Los amigos del pueblo” que se tirab a en
la im prenta de los Ayllones: “ seríamos injustos si silenciáramos que
tres caballeros oficiales portugueses que estaban solos en el palco del
jefe superior, previnieron nuestros deseos, poniéndose de pie antes
que nadie, al entonarse la m archa cívica, que por ahora es entre nos
otros la única nacional. La presteza con que á la voz de un solo ciu
dadano se levantaron de sus asientos todos los espectadores y el con
tento que brillaba en sus semblantes, ha sido una señal inequívoca
de los patrióticos sentimientos de que se encuentran todos animados.
Es mui humilde nuestra pluma para que pueda dar una idéa de las
agradables y multiplicadas sensaciones que en aquel acto esperimen-
tamos, y del ardor sagrado que á nuestros pechos inflam aba al oir
á todo el patio entonar con entusiasm o el coro, aplaudir cada uno sus
versos y pedir otra y o tra vez su repetición. Bástenos decir, que el
em perador del Brasil, el barón de la L aguna y cuantos traidores lo
acompañan habrían furiosam ente renunciado á su loca empresa de
subyugarnos, si en aquel momento hubiesen observado las mas vivas
é insinuantes efusiones del amor sagrado de la patria” . 15
A los quince días de este hecho se produce en el teatro una reac
ción más interesante aún a propósito de la “ M archa Cívica” que pro
mueve estas líneas: “ En celebridad del aniversario de la publicación
ó ju ra de la Constitución portugueza, tubimos comedia la noche del
15, cantándose por principio el himno nacional portugués, al que es-
tubo de pie todo el concurso según costumbre. A ntes del sainete se
cantó el Tragala; y concluido, pidió el patio, con instancia la m archa
c ívica; pero la compañía cómica, otras veces tan condescendiente, se
m anifestó en esta irresoluta y como turb a d a ; lo que no pudimos ni
debemos atrib u ir á otro motivo que al de estar presente el jefe de
la división. Se ha dicho, que procedía de hallarse el galan con orden
de no cantar otras cosas que las anunciadas en el c a rte l; mas nosotros
estam os mui distantes de creerlo, por saber que en tales casos nada
puede negarse al público siempre que en lo que pida no peligre la se
guridad común, el respeto debido á los m agistrados, ó la moderación
y la decencia, en cualquier sentido. P a ra comprobar este concepto,
basta el hacer observar que la m archa cívica se cantó. S i ; se cantó,
estando durante ella en pie el excmo Cabildo, y todos los demas hom
bres, incluso los señores oficiales portugueses, esceptuando en estos
algunos p ersonajes; pero las señoras. . . las damas americanas, que
por un efecto de su educación y nada mas, son las prim eras á pararse
en cuanto rompe la música del himno portugués, ¿es posible que sus
paisanos, que sus esposos, sus hijos, sus herm anos, sus padres, no
les m erezcan al menos, por urbanidad, el obsequio que á nuestros pro
696
tectores dispensan? E s preciso haberlo visto, y no se nos ha ocultado
que la señorita Olave se levantó de la silla, y la hizo volverse á sentar
o tra señora. . . que la esposa de M r. F ranck y algunas m adam as hi
cieron igual dem ostración: y tam bién sabemos, que hubo am ericana
tan patriota, y tan justam ente agraviada del desaire hecho á su pais,
hizo pedazos en aquel momento con sus manos, el velo que tenía
puesto”. 16
No nos ha llegado ni la letra ni la música de dicha M archa Cí
vica. ¿Sería, acaso, aquella canción patriótica que publicó “ La A u
ro ra ” unos meses antes de este acontecimiento, el i.° de febrero de
1823 y cuyo coro comenzaba “O rientales corred a las arm as: el mo
mento de gloria llegó” ?
1823. — A utor desconocido: " Canción del Trágala” . — Cantada en la Casa
de Comedias el 15 de setiembre de 1823. — N o hemos hallado la partitura.
CORO
Trágala dicen
A los camuesos
Que antes vivían
D el sudor nuestro.
Ya se acabaron
A quellos tiempos
Ea, Manola,
N o hay más remedio.
T rá g a la perro.
698
S u constancia, su acero y sus pechos,
Sólo traen al combate fatal,
Y a su esfuerzo sangriento sucumbe
La valiente legión imperial.
699
ópera de Rossini “El Barbero de Sevilla”, la soprano A ngelita Tanni
entona “un aria en castellano, alusiva á la festividad de este g ran
dia, y hecha de profeso para él”. 24
1831. — A utor desconocido: “ Himno Patriótico a la P a z” . — Letra de P . Ba-
zán. — Cantado en la Casa de Comedias, el 5 de noviembre de 1831. — No hemos
hallado la partitura.
“ D e la trompa guerrera
el eco belicoso
inflama fervoroso
el patriótico ardor”
etc.
700
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AUTOR DESCONOCIDO:
702
cual “se a brirá la escena con una Oda alusiva á tan g ran dia, y se
cantará un Him no Patriótico todo nuevo, composicion del Sr. D. M a
nuel A raucho”. 29
Su texto literario comenzaba:
“ Viva compatriotas
La C O N S T IT U C IO N ,
Y humille al tirano
Nuestro Pabellón” .30
etc.
En las páginas 548 y 549 del presente volumen, nos hemos refe
rido extensamente a este Him no, cuya letra transcribim os.
1832. — Luis S m o lz i: “ Himno de la Restauración” . — L e tra de “ Un H ijo
de la P atria” [Francisco A cuña de F ig u eroa], — Cantado en la Casa de Comedias,
el 24 de noviembre de 1832. — N o hemos hallado la partitura.
703
1833- — A ntonio S á e n z : “ Himno Patriótico de la Restauración” . — Letra de
F rancisco A cuña de Figueroa. — Cantado en la Casa de Comedias, el 24 de mayo
de 1833. — N o hemos hallado la partitura.
705
i 837- — A ntonio S áenz: “ Canción Republicana” [Himno N acional]. — Letra
de F rancisco A cuña de F igueroa. — Publicado en “ L a Guirnalda Musical dedicada
a las Bellas A m ericanas” , Montevideo, diciembre de 1837. — Impreso existente en
el A rch iv o Debali. Montevideo. — V éase figuras 141 a 143.
En las páginas 188 a 190 nos hemos referido a esta obra cuya
p a rtitu ra reproducim os en la figura 47. Responde exactam ente al tipo
de Canción P atriótica europea aún cuando el texto literario se refiere
a un acontecimiento típicam ente sudamericano.
1842. — Roque R ive ro: “ Himno de los Libertadores” . — Letra de Andrés
Lamas. — Im preso en 1842. — No hemos hallado la partitura.
706
707
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Fig. 188. — FERNANDO QUIJANO(?): “Tin tin” , págs. 2 y 3 (conclusión).
708
La letra, de Francisco A cuña de Figueroa, fué publicada en “ El N a
cional” del i.° de julio de 1842 bajo uno de sus seudónim os: “U n
O riental”.
Desde el punto de vista musical este H im no es un verdadero
acierto de expresión dentro de una total sencillez de recursos. Consta
de dos partes de 8 y 9 compases respectivamente. Como conviene al
carácter del texto literario, hállase en el sombrío tono de m i-menor
y hacia el final de la prim era sección evoluciona hacia el relativo
m ayor (sol-m ayor). U n sólo motivo melódico engendra las dos partes
y al comienzo de la segunda nos encontramos con una inflexión me
lódica típica del T riste rioplatense. Su form a responde, pues, al sen
cillo esquema A -A ’.
1843. —' Roque R iv e r o : “ Hyrnno triunfal a los vencedores de Cagancha” . —
Cantado en la Casa de Comedias, el 4 de noviem bre de 1843. — Partitura existente
en el A rchivo Debali. Montevideo. — V éase figu ras 155 y 156.
Tintín de la Aguada
tintín del Cor don,
gallina guisada
709
hundir en el cuerpo hum ano am arrado el puñal, según los alti-bajos
del arco sobre las cuerdas del violin!”
Seis días más tarde, el 29 de m arzo, aparece en el mismo perió
dico una “ Canción de extram uros” en la que se am enaza — literaria
mente desde luego— con hacer lo mismo a los sitiadores, una vez
vencidos:
Hermoso fandango
Bailarán los dos,
S in tocar el suelo
Que será un primor,
Y sus zapateos
Serán como un son".
etc.
710
N o seas borrico Con que asi flacucho
P onte en marcha ya Ten un mancarrón
P ues sino no te alza Q ue te saque airoso
N i la Caridad. de este rempujón,
Y una v ez caido, P ues si te descuidas,
Todos te han de dar, N o te salvan, no,
P o r frente, derecha, N i las lavativas
Izquierda y detrás. D el Restaurador.
711
Tam bor de la Línea” redactado por Fernando Quijano. ¿F u é acaso
éste, el au to r de la m úsica? De todas m aneras, el documento no es
explícito a este respecto.
Desde el punto de vista musical, su línea melódica recuerda las
piezas cantables de las tonadillas escénicas españolas de principios
de siglo. E n 1843 Ia Tonadilla Escénica se hallaba próxim a a su ex
tinción en Montevideo, frente a la invasión absorbente de la operís
tica italiana. E ste “ T in T in” vendría a ser uno de los últimos ester
tores de la popular especie dieciochesca española.
Todo esto es m uy claro si lo planteamos de acuerdo con los do
cumentos m usicales de 1843. Sin embargo, si proyectamos estas refe
rencias al campo de las danzas y canciones folklóricas, el problema
se complica extraordinariam ente. En ese entonces, viven en nuestro
medio dos canciones danzadas que llevan los nombres de “ Refalosa”
y “ M edia C aña” . Frecuentem ente, H ilario Ascasubi habla de T in Tin
y Refalosa como de dos especies diferenciadas, de M edia Caña Re
falosa y, para complicar aún m ás las cosas, el estribillo del T in Tin
aparece como sinónimo de M edia C aña:
“ Tin tin, media caña
Tin tin caña entera
Tin tin, lo que gustes
Tin tin, lo que quieras” .
if
<J> A
713
7i 4
El 24 de abril de 1844, “E l N acional” de Montevideo publicó
una poesía de Francisco Acuña de Figueroa intitulada “ A bre [arre]
que te pincho oriental” que comenzaba “Y a estarás conform e en que
m archó U r q u i z a . .. ” . Sobre ella, al parecer, Francisco José Debali
desarrolló una canción que luego instrum entó p ara pequeña orquesta
y que se conserva en su Archivo. La flauta conduce la línea melódica
y el estribillo “A rre que te pincho” se escucha a p a rtir del compás
núm ero 10. T rátase de una cancioncilla de corte tonadillesco de cierta
g racia expresiva.
1844. — A u tor desconocido: " Canción alusiva a los inválidos del E jército ". —
Cantada en la Casa de Comedias, el 26 de junio de 1844. — No hemos hallado
la partitura.
M as que la mazorca
S e quiebra y desgrana,
Y de hoy á mañana
L e estrujan la nuez.
¡A y , qué fandanguillo
L e espera, si envida!
N i alafia me pida
Q ue soy de Jerez.
etc.
716
7i 7
español. Como en este m anuscrito no se expresa que el au to r fu era
el copista, nos hemos abstenido de adjudicársela a Debali en la tabla
de sus obras, pero de todas m aneras se nos ocurre que bien pudiera
ser éste su autor.
1845. — A u tor desconocido: “ Himno a la intervención anglo-francesa” . — Can
tado en la Casa de Comedias, el 12 de agosto de 1845. — N o hemos hallado la
partitura.
718
se probaron distintas músicas escritas por los m aestros Sáenz, Smolzi,
B arros y Cassale, pero ninguna de ellas prendió en el oído y en el espí
ritu del pueblo. D urante la G uerra Grande, el músico húngaro rad i
cado en M ontevideo, Francisco José Debali, asistido por el actor
oriental Fernando Quijano, quien le explicó el sentido de la letra de
Acuña de Figueroa, escribió la m úsica del Him no, la cual, lentamente,
fué ganando prestigio entre el pueblo que lo escuchaba y repetía en
las funciones del prim itivo teatro m ontevideano: la Casa de Comedias.
Cuando la elección popular ya estaba decidida, el Gobierno no hizo
o tra cosa que poner el sello oficial a una aspiración colectiva y en los
decretos del 25 y 26 de julio de 1848 oficializó su música. E n ellos se
declaraba que el autor de la misma era Fernando Quijano. Sin
embargo, todos los m anuscritos de la época y todas las versiones
impresas del H im no en el siglo X IX , declaraban que su au to r era
Francisco José Debali. Ello no obstante, los decretos de 1848 o ri
ginaron posteriorm ente una polémica muy curiosa entre “quijanis-
ta s ” y “debalistas” que aún hoy se halla en vigencia.
No vamos a en tra r nosotros en el estudio de esta larg a reyerta
que, viciada de parcialidad por ambos bandos, no hizo o tra cosa que
complicar el problema. L a dejarem os a un lado y rem itirem os al lector
que quiera interiorizarse en ella a un extenso trab ajo publicado hace
unos años.43
Planteadas las cosas en vida de los autores, el problema tiene dos
aspectos a considerar: uno histórico a través de documentos públicos
y otro técnico-musical que surge del estudio objetivo de las partitu ras.
P o r ambos caminos hemos llegado claram ente a la conclusión de que
el autor de la música actual del “ Him no Nacional de la República
O riental del U ruguay” es Francisco José Debali.
Desde el punto de vista histórico, la cronología del H im no actual,
según documentos públicos, puede establecerse de la siguiente m an e ra :
719
el día 25 de mayo de ese año, se cantó en el T eatro el H im no N a
cional con música de “ U n O riental” , seudónimo del mismo F e r
nando Quijano.
1845 _ Julio _ I2- — El Gobierno aprueba una reform a que ha
hecho en las estrofas del Solo, el autor de su letra, Francisco Acuña
de Figueroa. V ersión definitiva del texto literario del Him no N a
cional ( “ El N acional”, Montevideo, 18 de julio de 1845). El decreto
se halla firm ado por Joaquín Suárez y Santiago Vázquez, y la refo r
ma sólo afecta los versos de las estrofas.
1845 " Julio - 19. — E n la Casa de Comedias se entona el Him no
N acional:
M in is t e r io
G obierno
Montevideo, Julio 25 de 1848.
D EC R ETO .
SUAREZ.
M a n u e l H errera y O bes .
720
s
m m - • 'rrr^r.—~
H I M N O NAC I ONA L DE M O N T E V I D E O *
Montevideo
Uio.iral'ia(lti.:W,'¡!a lii(l..\
721
¡ i
A i
722
1848 - Julio - 26. — El Gobierno reitera el decreto lanzado el día
anterior, con una segunda resolución:
M in is t e r io
G o bie rno
Montevideo, Julio 26 de 1848.
D EC R ETO .
SUAREZ.
M a n u e l H errera y O bes .
Q. S. M. B.
José Debali, maestro de música” .
723
E n ocasión del último artículo de 1855, Fernando Q uijano que
se hallaba en esos momentos actuando en la Casa de Comedias, no
desmintió a su amigo Debali. P or otro lado, si Debali hubiera tenido
la m ás leve intención de alte ra r la verdad se hubiera valido de cual
quier artilugio menos el de poner por testigos — que lo hubieran des
mentido de inmediato— al propio Quijano, a un hombre de la noto
riedad pública del autor de la letra, Francisco Acuña de Figueroa, ni
a los señores Costa quienes, al parecer, asistieron al prim er ensayo
de la música realizado en el teatro. N uestro Him no, pues, no nació
ni por encargo, ni en los salones más o menos aristocráticos de la
época, sino en la institución popular por excelencia de ese entonces:
el T eatro. El pueblo, en libres pero invisibles comicios, lo seleccionó
de entre el montón de músicas que venían corriendo p ara la misma
letra y el Gobierno, entonces, cristalizando una espontánea voluntad,
dió su aprobación oficial en 1848.
A fortunadam ente, las convocatorias que se hicieron p ara dotar
por medio de un concurso de música oficial al Him no, nunca fueron
substanciadas. Y decimos ésto porque, jurados en tantas competencias
musicales, no creemos mucho en los fallos de un concurso p ara este
tipo de composiciones que luego debe refren d ar todo un pueblo, aún
partiendo de la base de la mayor competencia y probidad por parte
de los jueces.
Queremos recordar dos convocatorias: una producida en 1840
y o tra en 1846. El 30 de junio de 1840 la Comisión Censora y Di
rectiva del T eatro invitó a los profesores Francisco Cassale y A n
tonio B arros:
724
p artitura. De todas m aneras, la fecha más rem ota de su composición
fíjase en 1840 y la más próxim a en 1847.
Desde el punto de vista técnico-musical, hemos llegado a la misma
solución con respecto a la paternidad de su p artitu ra. Pero veamos
prim eram ente las características estrictam ente sonoras de esta pieza.
Los himnos nacionales tienen una vida autónom a dentro de la
historia general de la música. No son hechos estéticos químicamente
p u ro s ; es decir, no nacen de una individual intuición creadora que una
vez fijada en sonidos no acepta superación. A nadie se le ocurriría
reform ar un M inué de M ozart o la Novena Sinfonía.
U n himno nacional nace de un acto individual sí, pero tiene luego
un período de crecimiento y he aquí que una vez llegado a su m adurez
perdura intocable para siempre o desaparece bruscam ente por una
razón de orden política o social.
La M arsellesa nació en 1792, creció lentamente por espacio de
cuarenta años y cuando llegó a su m adurez nadie se atrevió a tocar
una sola nota. Y esto ocurrió hace ya más de un siglo. Si se compara
el prim itivo “ Canto de la A rm ada del R hin” de R ouget de l’Isle con
el que hoy conocemos bajo el nom bre de “L a M arsellesa”, se obser
v ará un curioso ciclo evolutivo que va desde una melodía algo inde
cisa hasta la fuerza ardiente y avasallante del actual himno de la
Libertad.
¿ Quién fué el que obró esa m aravillosa tau m atu rg ia ? P o r cierto
que no fueron los transcriptores. Fué ese pueblo que agrupó los va
lores de las notas de una m anera m ás nerviosa y candente, que lo
cantó pasando por distintos intervalos. Los músicos cultos no hicieron
o tra cosa que acercar su oído a la m asa que lo iba cantando y reflejar
esas variantes en las sucesivas ediciones. El músico culto puede y
debe m ejorar técnicamente un himno, ajustando su arm onía, cin
celando su form a, equilibrando los acentos de la letra con los de la
música, pero le está vedado oponerse al río de la tradición cuando ella
socializa una variante que no atenta contra el buen decir musical.
Decíamos también que estos himnos llegados a su plenitud, per
du ran intocables o desaparecen en un brusco colapso, y ello se debe
a que música y letra son una unidad indestructible. Si In g laterra abo
liese el sistema de la m onarquía, es claro que el pueblo británico no
podría cantar ya “ Dios salve a nuestro Gracioso Rey”. Así ocurrió
en muchos países en los que un cambio de su organización social o
simplemente política, determinó la desaparición de su himno nacional
y dió origen a uno enteram ente nuevo.
D entro de ese espíritu, nuestro H im no tuvo un crecimiento vege
tativo de la más perfecta norm alidad que puede dividirse en tres
etapas: su infancia representada por los m anuscritos originales que
pacientem ente pautó Debali entre 1845 Y ^ 5 8 p ara las bandas del
ejército, para la orquesta del teatro o para los amigos que le pidieron
725
copia de él; su adolescencia que se inicia alrededor de 1860, cuando
aparecen las prim eras partitu ras impresas en las cuales, turbulen
tam ente, se obran toda clase de refo rm a s; su m adurez actual a p a rtir
de 1934 cuando el Gobierno toma cartas en el asunto y dispone que
el m aestro G erardo Grasso realice una revisión cuidadosa, comple
tada por un segundo decreto de 1938 por el cual el m aestro Benone
Calcavecchia beneficia su articulación prosódica, volviendo en cierto
modo a las fuentes originales. Actualm ente, con el conocimiento cabal
de las tres etapas, correspondería fija r por una Ley expresa la cris
talización definitiva de la música de nuestro Himno. A fo rtu n ad a
m ente se dispone de los m anuscritos originales y de casi cuarenta
ediciones — que obran en nuestra colección— sobre las cuales podría
form ularse una versión modelo que reflejase esa tradición y diese
fisonom ía exacta a la canción de la patria.
Transitem os, pues a través de esas tres etapas de su ya larga
historia.
Con respecto a la que hemos llamado “la infancia del H im no”,
conocemos cuatro m anuscritos originales de puño y letra de F ra n
cisco José Debali: i .” P a ra piano solo, existente en el Museo H istó
rico N acional; 2 ° P a ra piano y coro (dos tenores y bajo, con “divissi”
en la parte de segundo tenor) que se custodia en el Archivo Debali;
3.° P a ra orquesta con parte de canto a una voz pero sin letra, en el
mismo Archivo Debali: 4.° P a ra piano y coro (dos tenores y bajo,
con “divissi” en la parte de segundo ten o r), en la Colección de Lauro
A yestarán. Salvo el tercero que presenta una larguísim a introducción
de 68 compases, los restantes coinciden casi textualm ente y los cuatro
se hallan en el tono de mi-bemol-mayor. Publicados los tres prim eros
en form a facsim ilar,40 vamos a reproducir el cuarto, que obra en
nuestro poder y que es el original más limpio de las versiones para
canto y piano (véase figuras 199 a 204).
T odas estas copias configuran la prim era etapa del Him no y
fueron escritas por Debali, a nuestro entender, entre 1845 1 1858.
E n el Archivo Debali yace una quinta copia para orquesta y coro en
cuya carátula se agregó “nell anno 1841”, pero evidentemente no es
caligrafía de Debali.
La segunda etapa que hemos llamado la de “ la adolescencia del
H im no” está representada por las versiones impresas que comen
zaron a circular alrededor de 1860, a la m uerte de Debali acaecida
el año anterior. La prim era fué tirada en M ontevideo según el crítico
musical Fanoste Ñ ervo en su conocido artículo de 1885: “ La prim era
edición se hizo, salvo error, en la litografía de W egéand en esta
ciudad, y poco despues o tra en Buenos A ires en el almacén de Jacobi
y Dominico”. 47 L a tercera edición vendría a ser la editada por Ricordi
en M ilán bajo título de “ Him no O riental de M ontevideo”. E n el Museo
H istórico Nacional se conserva la piedra litográfica de la carátula
726
de la edición de W iegeland (fig u ra 193). En nuestro poder obra,
completa, la edición de Jacobi y Dominico (fig u ra 194) y la de Ri-
cordi (fig u ra 195). E n esta etapa se observan dos im portantes va
riantes con respecto a los m anuscritos originales: en la Introducción
instrum ental se le agrega el 7.0 compás, por indicación de Luis Sam-
bucetti (padre) y la reiteración “ que sabemos cum plir” en el Coro,
lo cual transform a totalm ente el corte de este verso y aum enta en
dos compases este período. Recién a fines del siglo X IX aparece des
pués del “¡T iranos tem blad” del Solo, la exclamación, “ ¡A h !”, que
no fig u ra ni en los originales ni en las prim eras ediciones.
E n este período de turbulenta adolescencia, se realizan invero
símiles fraseos y hasta se llega a ornam entar su línea melódica con
“gruppettos” impracticables pa ra la entonación colectiva.
La tercera etapa se inicia en la reform a de G erardo Grasso rea
lizada por Decreto del M inisterio de Instrucción Pública del 14 de
mayo de 1934. Grasso arm oniza correctam ente la melodía, suprime
los ornam entos melódicos pero en su versión sobrevive uno de los
errores más curiosos implantados en la segunda e ta p a : la letra d ice:
“ De este don sacrosanto la gloria m erecimos. . . ¡T iranos tem blad!” ;
la melodía, en cambio, obliga a decir este absurdo: “ De este don sa
crosanto la gloria. Merecimos tiranos, tem blad!” ya que la prolon
gación que provoca un puntillo en la sílaba “ci” obliga a unir la úl
tim a sílaba “mos” con la palabra “tiran o s”. P o r otro lado, en la
versión de Grasso, como en las anteriores ediciones impresas, por la
misma causa descrita, se obliga a pronunciar “sacrosanto”, cosa que
no ocurría en los m anuscritos originales. P o r decreto de 20 de mayo
de 1938, el m aestro Benone Calcavecchia realizó la últim a reform a
volviendo en estos dos problemas a la solución m ás correcta que se
hallaba resuelta en las pa rtitu ra s m anuscritas por Debali.
Entrem os ahora a su análisis estrictam ente musical. El Him no
fué escrito originariam ente en el tono de mi-bemol-mayor pero ya
en las prim eras ediciones impresas p a ra piano, se le transportó a fa-
mayor. Conócense además, versiones en do-mayor, en sol-mayor — la
transcripción pa ra g u ita rra de José M aría López im presa a fines
del siglo X IX — y en si-bemol-mayor, esta últim a quizás la m ás ade
cuada para el canto colectivo. E n síntesis, todos esos transportes han
sido concebidos con verdadera sagacidad p a ra las siguientes funciones:
727
Coro iniciado en el compás núm ero 34 a m anera de anacrusa interna
y al mismo aire ; viene luego el Solo en un M oderato a la m itad de
velocidad del Coro, p a ra volver a éste que se repite textualm ente. Su
distribución en compases es la que sigue:
* j ~3, j n j j”3 , j j •
L a melodía de corte típico de ópera italiana de la prim era mitad
del siglo X IX , está sustentada por una arm onización de escolástica
elementalidad, sin refinam ientos armónicos pero sin equivocaciones
ni vacíos y acusa una unidad tonal inquebrantable.
Tonalmente, el plan de nuestro Him no es muy equilibrado y bas
tante rico en el Solo. Aquí también rinde pleitesía al proceso tonal
del a ria de ópera italiana. El Coro se inicia y concluye en el tono
fundam ental y presenta, interiorm ente, dos evidentes direcciones to
nales tran sito rias: una hacia el relativo m enor y o tra hacia el tono
de la dominante. El Solo, mucho m ás intencionado desde este punto
de vista, comienza en el tono fundam ental, pasa, transitoriam ente
tam bién, al relativo menor, a la dom inante, al relativo m enor de la
dom inante y después de un rápido y variado proceso, declina sobre
la dominante. Luego de un pequeño puente de transición de dos com
pases entre la dom inante y la tónica confiado al piano, la vuelta del
Coro irrum pe sobre el tono fundam ental. E n síntesis, su proceso
tonal es el siguiente:
729
Decíamos que, melódicamente hablando, nuestro Him no se halla
bajo el signo de la operística italiana del siglo X IX , al igual que casi
todos los himnos americanos. Su parentesco con un fragm ento de la
ópera “ Lucrecia B orgia” de D onizetti.no le quita, desde luego, ori
ginalidad a su melodía. No obstante, en muchas oportunidades y desde
el siglo pasado se sigue insistiendo sobre este punto en detrim ento
de la originalidad de nuestra canción patria. U n a simple confron
tación de los textos dilucidará este problema.
E n la S tre tta del Prólogo de la ópera “ Lucrecia B orgia” de Do-
nizetti que comienza “M affio Orsini, Signora son’io”, el bajo Ga-
zella canta en el compás 21, el texto que dice “ lo congiunto d’oppresso
consorte”, con una melodía que se inicia de idéntica m anera:
Andante
Son en total, como puede ver el lector, nueve notas comunes que
abarcan la anacrusa y un compás y medio, y en Donizetti hay, además,
dos silencios de semicorchea convertidos en sendos puntillos en el
H im no; la fórm ula de acompañamiento es totalm ente distinta en la
articulación del bajo:
D ebali:
(versión actual)
730
compases de que consta la versión original. E stas similitudes se ob
servan en todos los tiempos y a través de los m ás encumbrados y o ri
ginales compositores. En cierto modo se repite el mismo problema
en el Him no Nacional A rgentino, según un estudio del m aestro V íctor
de Rubertis, cuya Introducción acusa evidente sim ilitud con dos com
pases de la Sonatina opus 36 núm ero 4 de Clem enti.48
La ópera de Donizetti había sido compuesta en 1833 y recién
se dió a conocer completa en M ontevideo por la Compañía de Ida
E delvira el i.° de julio de 1852,49 esto es, cinco o seis años después
de compuesto el Himno. Sin embargo, cumple ag reg ar que en 1841
ya se hallaban en venta en Montevideo, en la casa de Carlos Bottino,
fragm entos de aquella ob ra,50 y en 1846 hay un curioso antecedente
del predicamento de que gozaba en nuestro medio esta ópera de Do
nizetti, conocida fragm entariam ente. El 12 de abril de 1846, una
sociedad de aficionados brinda al general José Garibaldi una función
extraordinaria en la Casa de Comedias y como segundo núm ero se
canta “el grande y nuevo himno italiano, escrito a propósito para
dicha función, arreglado de la introducción de la ópera “ Lucrecia
B orgia”, por un profesor de nuestra orquesta”. 01
C ontra lo que se ha dicho por los “debalistas” más apasionados,
Q uijano y Debali colaboraron musicalmente en o tras oportunidades,
como se puede ver en la página 601 y en la fig u ra 176 del presente
volumen, a propósito de “¡U na lágrim a” , melodía de Q uijano, pau
tada, retocada y arm onizada para piano por Debali. ¿O currió lo
mismo con respecto del Him no Nacional? Debali afirm ó que no, y
Quijano calló la boca. Pero aún en el caso de que Fernando Q uijano
le hubiera salido al paso a su amigo Debali para rectificarlo, por
medio de un simple y objetivo análisis de la p a rtitu ra se puede de
m ostrar que ella es obra exclusiva de un músico de escuela. Y F e r
nando Quijano declaró públicamente en 1831 que era un aficionado.
Entrem os, pues, en el problema de la paternidad de la música
del Himno, encarado objetivam ente sobre la base de sus condiciones
estrictam ente sonoras. Si se estudia la form a m usical de esta página,
se verá la presencia de un compositor experimentado, y por un sis
tem a lógico de “despejar incógnitas”, puede llegarse a la certeza de
que el autor de la música fué el m aestro húngaro.
i.°) L a Introducción es obra exclusiva de Debali. Resonancias
de ella aparecen en los prim eros compases de la segunda parte de “ La
Batalla de C agancha”, intitulada “ La Sorpresa” (véase fig u ra 165),
anterior al Himno. Debali, además, tenía concepto cabal de que él era
su autor, al punto de que empleó casi íntegro este fragm ento como
introducción a una cavatina de la ópera “A tila” de V erdi, según se
puede ver en la figura 196. E ra frecuente que llegaran a Montevideo
las arias de ópera en versiones para canto y piano. El director de
orquesta del teatro — Francisco José Debali— las instrum entaba de
731
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736
737
acuerdo con las disponibilidades de su conjunto, agregándole muchas
veces una introducción de su cosecha. O bra de un arm onista depu
rado, esta Introducción tiene un sesgo rossiniano, razón por la cual
los “quijanistas” más entusiastas siempre concedieron que esta parte
era de Debali.
2 ° ) E l acompañamiento, ya sea para piano como p ara orquesta
o banda, es obra exclusiva de Debali. Desconocedor Q uijano de la
notación musical, el acompañamiento armónico nunca pudo haber
sido escrito por un aficionado y mucho menos instrum entado para
orquesta y banda.
3.0) La melodia del Solo es obra exclusiva de Debali. Si se
analiza cuidadosamente la música del Him no, se verá que el Solo
es un puro artificio de composición: trá tase de una disgregación de
la célula melódica del Coro, llevada a la m itad de velocidad y con
pequeños retoques en la constelación de altitudes por las que pasa la
melodía. Jam ás un analfabeto musical como Quijano podía d ar la
sección interm edia de un “a ria da capo” monotemática, con el buen
conocimiento de oficio que supone el Solo de nuestro Himno.
4.”) Queda en discusión, por último, la melodía desnuda del
Coro. Se dijo en una oportunidad que lo único que pudo ser de Q ui
jan o . . . era en realidad de Donizetti. No compartimos esa suposición
en cuanto a la importancia de la sim ilitud del Him no con el fra g
m ento de “Lucrecia B orgia”, tal como determinamos en el cotejo
de ambas frases estam pado líneas arriba. De todas m anera, el orden
form al que preside la melodía del Coro, cortada en series inmutables
de cuatro compases en su versión original, su coherencia rítm ica y
tonal, revelan una vez más la presencia de un verdadero músico, el
cual, aún en el caso de habérsele dictado un motivo melódico, puso
de sí mucho más que ese mismo motivo.
La solución salomónica adoptada en la edición oficial de 1934
en la que, por prim era vez se estam paron juntam ente los nombres
de Quijano y Debali como responsables de la música del Him no N a
cional, es incorrecta. A la luz de todos los documentos debidamente
interpretados y a la luz también que irrad ia un desapasionado an á
lisis de la partitu ra, el autor de la misma es Francisco José Debali.
738
fano es una pequeña flauta travesera de seis agujeros, empleada por
los alemanes y suizos, y como su calibre es muy angosto, comparable
al caño de una pistola, produce un sonido p enetrante”. Puede recu-
rrirse con certeza al libro de A rbeau p a ra aden trarse en la técnica
de ejecución de estos instrum entos en el siglo X V I.
La horadación cilindrica del pífano tenía un diám etro muy pe
queño, razón por la cual no podía darse en ellos los fundam entales;
al tañerse suavem ente daba la octava alta y con una pequeña sobre
presión pasaba al tercer arm ónico o sea a la duodécima del fu n d a
m ental; por este motivo el pífano se movía entre el octaveo y el
quinteo, cuyas notas interm edias se obtenían descubriendo sucesi
vamente los orificios o empleando la digitación cruzada del entronque.
Su sonido era, pues, muy agudo y se combinaba con las cajas o tam
bores — llamados “atam bores”— de larg a caja cilindrica y cuerdas
cruzadas que servían para tem plar la lonja.
La trom peta lisa, sin llaves ni pistones, desde luego, daba los
arm ónicos naturales y se combinaba con los timbales — llamados “a ta
bales”— importados al parecer, a comienzos del Renacimiento del
oeste de Asia, ya que los que existían en E uropa en el siglo X II eran
pequeños y no respondían a la técnica más o menos m oderna de a fi
nación, como ocurría con los asiáticos.
E n 1680 el P. Altam irano ordena a los indios que van a sitiar
la Colonia del Sacram ento que lleven sus pífanos “con que se animen
a la g u e rra ”, según documento estam pado en la página 15 del pre
sente volumen. Y a en esa época resuenan estos instrum entos en la
antigua Banda Oriental.
Los atam bores o cajas de g u e rra se hallan presentes en los actos
civiles y sirven para convocar a los vecinos de las poblaciones recién
fundadas y dar lectura ante ellos de las Reales Ordenes, Bandos y
A utos por parte del Alcalde o del pregonero. Así, por ejemplo, el 5
de enero de 1730, apenas fundada M ontevideo, Don B runo M auricio
de Zavala lanza uno de sus prim eros Bandos con estas p a la b ra s: “o r
deno y mando al Alcalde de prim er voto á quien doy comision para
que haga rom per y rompa este Bando á son de cajas de g u e rra ” . . . 52
La combinación instrum ental de música m ilitar en el siglo X V III
estaba constituida frecuentem ente, en Am érica, por trom petas, trom
pas, timbales, pífanos y tam bores. Debe advertirse que en las bandas
militares, la trom pa no equivale al corno, sino que es una trom peta
grande afinada en mi-bemol grave. E l 2 de noviembre de 1762, don
Pedro de Ceballos, después de un corto sitio, penetra con un fuerte
ejército en la Colonia del Sacram ento. Veamos cómo se le recibe,
según un documento de la época: “ El citado día á la una del día se
tocó en el campamento la Asamblea, á las dos la m archa, y se puso
la tropa en movimiento en el siguiente o rd e n : los lacayos de S. E.
con caballo cubierto; cuatro D ragones con sable en mano, dos Capi-
739
tañes, el Capellan M ayor y el A uditor de G uerra todos á caballo. Le
seguía el M ayor General con 12 Dragones á pie, y form ados, dos
trom petas, dos trom pas y los timbales que alternando con los tam
bores y pífanos que batían ya la m archa dragona y la de in fan
tería . . . ” . . . “salieron fuera del porton á recibir á nuestro General,
quien directam ente se fué á la Iglesia M atriz y al en tra r en ella,
entonó el Capellan M ayor del E jercito el Te-Deum laudam us”. 53 Debe
entenderse por “trom pas” las trom petas grandes en mi-bemol grave
y no desde luego los cornos.
L ET I C A
Guerra,5Grañde?,t(En
740
en el U ruguay. En 1768 se publica en M adrid la recopilación de todas
las ordenanzas de los ejércitos españoles y por ella sabemos que en
el siglo X V III, la “Asam blea”, por ejemplo, a la que se refiere el
precitado documento era uno de los siete toques “que han de u sar
las trom petas y Timbales de la Cavalleria, en Guarnición, Q uartel
y Cam paña” .54
E n dicha ordenanza figuran todas las combinaciones de tam
bores y pífanos, y de trom petas y timbales. A los prim eros corres
ponden los siguientes:
"T O Q U E S Q U E H A N D E O B S E R V A R
los Tam bores, y Pifanos
“TO Q U E S Q U E H A N D E U SA R
las trompetas, y Tim bales de la Cavalleria,
en Guarnición, Ouartel, y Campaña.
741
742
Este incidente feliz, fué debido a los indios M isioneros del Gober
nador A guirre que aunque de caballería llevaban cajas de g u e rra y
pitos en lugar de los antiguos tim bales y trom petas, y empezaron a
tocar en los pasos que cubrían, pa ra dar la alarm a a la fu erza”. 55
E s de suponerse que en época de la dominación portuguesa, las
bandas m ilitares alcanzaron extraordinario brillo. B rackenridge nos
habla de una fastuosa recepción ofrecida en M ontevideo por Lecor
en 1817, en la cual “al mismo tiempo nuestros oídos se regalaban con
la música más dulce de la banda del general”. 56
L a pautación más antigua de música m ilitar que conservamos,
data de los tiempos de la G uerra Grande. U n pequeño cuadernillo
m anuscrito de los “Toques de O rdenanza” que perteneció a las tropas
sitiadoras de Oribe, cuya pautación debió realizarse alrededor de
1845, ha llegado a nuestras manos. En las figuras 205 y 206 publi
camos su carátula y prim eras páginas. Con algunas variantes, casi
todos sus toques sobreviven todavía en las reglamentaciones m ilitares.
E stán escritos para clarín liso en el que sólo se obtienen los arm ó
nicos naturales.
L a historia de la música m ilitar u ruguaya tiene hacia el año
1815, una derivación muy im portante al salir del campo estrictam ente
funcional del ejército y proyectarse hacia el ámbito civil. E n la época
de la P a tria V ieja se fundó la banda del Cuerpo Cívico de In fa n
tería, bajo el título de “ M úsica del Estado” , dirigida en 1815 por
el m aestro Luis F errán. E n ella se obligaba, además, al director y a
sus integrantes a dictar clases instrum entales. Según un documento
de la época, al “ clarinete músico m ayor” Luis F errán , se le abonaba
treinta pesos mensuales para d irigir el conjunto, “con la obligación
de enseñar clarinetes y octavines, y poner una sonata nueva cada
sem ana”. 57 Dicho conjunto instrum ental estaba integrado de la si
guiente m anera:
Luis Ferrán ................................ D irector
Juan Román ........................ Fagot
Ciriaco O r t e g a ............................ Trom pa (¿trom peta g rav e? )
Josef F u e n t e s .............................. Trom pa ””
Hermenegildo O rtega ................ Clarinete
Luis Lucron ................................ Clarinete
X av ie r Rodríguez ...................... Clarinete
Andrés S a n s ................................ O ctavín
Juan D íaz ..................................... Pandereta
Nicolás A g u i r r e .......................... Triángulo
743
La presencia de las bandas m ilitares en las funciones de teatro,
está certificada en numerosos documentos. Así, el 9 de enero de 1834,
un conjunto de esta naturaleza toca en la Casa de Comedias la ober
tu ra de la ópera “ La Italiana en A rgel”.59 El 16 de febrero de 1841
la banda de la G uardia Nacional ejecuta en el teatro el cuarteto de
la ópera “M atilde de S habrán” de Rossini “ acomodada para la banda
m ilitar, por su músico m ayor D. José Debali”. 00 E n el recreo público
“Jardín M ontevideano”, el 6 de mayo de 1854, la banda del 2.° de
Cazadores, ofrece un extenso concierto.01
Indudablemente, la presencia de un músico como Francisco José
Debali, dió a las bandas m ilitares a p a rtir de 1839 un impulso e x tra
ordinario. Ricas instrum entaciones se conservan en su archivo. Un
viajero inglés que pasa por Montevideo en junio de 1842, anota en
su diario: “tiene varias y excelentes bandas de música”. 02
En la década 1850-1860, al caer enferm o Francisco José Debali,
el músico francés Celestino G riffon completa la obra iniciada por el
m aestro húngaro y lleva a las bandas m ilitares a un nivel aún su
perior, obteniendo el aumento de plazas en las bandas de casi todos
los regimientos. A fines del siglo X IX , las bandas m ilitares llegaron
a su apogeo, realizándose en la Plaza Independencia curiosos certá
menes que agrupaban casi doscientos instrum entistas. Y este bri
llante período de la historia de nuestra música m ilitar, tiene su más
rem oto antecedente en los denodados esfuerzos de Debali y G riffon.
744
la extensión de su enseñanza debía ir en detrim ento de la pro fu n
didad de la m isma; en todo caso tratábase de un esfuerzo aislado y
personal que no suponía una organización form al de conservatorio.
Acaso el intento más ponderable fué el que realizó el m aestro francés
Pablo Faget. E n 1857 echó las bases de un g ran conservatorio, el p ri
mero que iba a tener el país, con un presupuesto mensual de 1350
patacones, cantidad muy elevada para la época. El proyecto se pu
blico en el “Comercio del P la ta ” 03 y aunque no prosperó en su to ta
lidad, a tra jo un crecido núm ero de discípulos para su director y sirvió
posteriorm ente de base para la Sociedad Filarm ónica de 1866, pre
cursora a su vez del conservatorio “ L a L ira ”.
U n verdadero semillero de docencia musical se produjo a través
de las Sociedades Filarm ónicas estudiadas en el tercer capítulo de
esta parte. Sin embargo, ninguna de ellas llegó a concretarse en un
conservatorio ya que la finalidad que las presidía no era la enseñanza
sino la divulgación del arte sonoro.
P or obra, pues, de la iniciativa personal aislada, se desarrolló
du rante un siglo y medio, hasta la época finisecular de los grandes
conservatorios, la enseñanza musical en el U ruguay. Prácticam ente,
casi todos los músicos compositores tratad o s en el capítulo IV que
titulam os “ Los P recursores”, dictaron clases de música en nuestro
país. Corresponde integrar sus nombres en el siguiente cuadro de
los profesores de música y rem itir luego al lector a las páginas pre
cedentes donde son tratados especialmente.
A ños de
Nombre Especialidad instrumental
actuación
745
A ños de
Nombre Especialidad instrumental
actuación
746
tevideo, en calidad de profesional, Antonio A ranaz “m aestro com
positor de música”. 68 En febrero de ese año, A ranaz gestionó “por
intermedio de su hijo Pedro la creación de un teatro de su propiedad
en Buenos A ires” ; como el virrey Del Pino dem orara en contestar
a su pedido, optó por volver a España.
H acía ya cerca de veinte años que A ranaz se hallaba recorriendo
A m érica como m aestro de capilla y director y compositor de tona
dillas escénicas. Efectivam ente, en 1787 fué contratado por Lorente
y Maciel asentistas del teatro bonaerense (sucesores del insigne Ve-
larde) quienes le hicieron venir de Cádiz con la obligación de “en
señar a cantar, asi todas las tonadillas, como las músicas de comedias,
sainetes etcetera y componer las músicas de todas las letras que se
le ofrescan” .69 A pa rtir de ese entonces dirigió la orquesta del teatro
de L a Ranchería en Buenos A ires.70
E n 1793 pasa a Santiago de Chile cumpliendo allí una im por
tante tarea. Se presentó al Cabildo Eclesiástico con una “M isa con
todo instrum ental” para dem ostrar su idoneidad como m aestro de ca
pilla y ocupar el cargo de “C antor” de la C atedral de Santiago, pero
el puesto ya había sido dado a un músico limeño.71 Dedicóse entonces
al teatro, preparando y dirigiendo tonadillas y bailes escénicos. De
él se conservan la precitada “M isa con todo instrum ental” en la Bi
blioteca de la Cantoría de la Iglesia de Santiago, y dos fragm entos
de tonadillas: unas Boleras y una T irana, fechadas en el mismo año
de 1793, en poder actualm ente del distinguido musicólogo Eugenio
P ereira Salas y publicadas éstas últim as en su fundam ental aporte
sobre la música chilena.
E n 1797 A ranaz m archa a V alparaíso y en 1802, como decíamos
al comenzar esta papeleta, lo encontramos en M ontevideo de donde re
to rna a España.
E ra oriundo de Santander y en algunos documentos aparece bajo
los nombres de A ranas o A rañas. N ada tiene que ver desde luego
con el célebre tonadillero y compositor de música sacra del siglo
X V III Pedro A ranaz y Vides llamado “Tudela” , por cuanto éste era
sacerdote y se hallaba en ese entonces en el apogeo de su carrera.
Blas Perera. — Véase página 138.
Am brosio Belarde. — Véase página 139.
Juan Cayetano Barros. — Véase página 545.
Ciríaco Ortega. — Véase página 139.
Herm enegildo Ortega. — Véase página 140.
L u is Ferrán. — E n tre los hechos más m emorables desde el punto
de vista musical de la época de la P a tria V ieja, se halla sin duda el
de la creación de la Banda del Cuerpo de Cívicos de In fan tería que,
bajo el título de “M úsica del E stado” , se hallaba dirigida en 1815
por el m aestro Luis F errán. E n ella se obligaba al director y a al
gunos de sus integrantes a dictar clases de su especialidad in stru
747
mental. Según documento de la época se pagaba a “ Luis F e rra n Cla
rinete músico m ayor 30 p.“ mensuales, con la obligación de enseñar
clarinetes y octavines, y poner una sonata nueva cada sem ana” .72 En
el p a rá g ra fo 4 del presente capítulo hemos detallado los nombres de
los integrantes de esta prim itiva banda municipal.
El 31 de mayo de ese mismo año de 1815 Luis F e rrá n tuvo que
tocar en casa de la Señora de Seco en un banquete que se brindó a
O torgués, Juan M aría Pérez y Lucas Obes quienes, entre paréntesis
se negaron a pagar el costo de la cena y de los músicos, aduciendo
que el Cabildo lo había ordenado así y no ellos. E n el expediente de
la demanda promovida por Domingo A rtayeta por cobro de 204 pesos
y 7 reales, importe de dicha cena, Luis F e rrá n depone como testigo
del D r. Lucas Obes y aparece como Músico M ayor del Cuerpo de
Cívicos de Infan tería de esta plaza.73
Luis F errán, pertenecía a la orquesta de la Casa de Comedias
y en 1816 ganaba 10 pesos con 4 reales por mes en calidad de clari
netista de la misma. Sabemos, pues, por documentos certeros que en
1815 y 1816, desempeñó en Montevideo im portantes actividades do
centes y directivas.
Juan Román. — E n el precitado documento de la Banda del
Cuerpo de Cívicos de Infan tería de Montevideo en 1815, hallamos
este rubro: “Juan Román fagot 20 pesos con la obligación en enseñar
fagot y trom pa”. E n ese mismo año fué sustituido por José Xavier.
N inguna otra referencia nos queda de Ju an Román.
Bernardino Barros. — Su actuación en Montevideo abarca desde
1824 hasta 1832. E n 1827 integró la prim era “ Sociedad Filarm ónica”
con que contó nuestra ciudad y en su concierto inaugural del 8 de
Junio “se executó un Concierto general donde el hábil Flautista D.
B ernardino B arros hizo lucir la harm onía y dulzura de su in stru
mento”. 71 A p a rtir de esa fecha y durante tres años no vemos su
nom bre en la cartelera de teatros hasta que en 1831 anuncia por los
periódicos que se propone dar clases de flauta, con estas p a la b ra s:
“ B E R N A R D IN O B A RR O S, recien llegado á este país, P ro feso r de
Música y M aestro de Flauta, tiene el honor de participar á todos los
SS. que gusten dedicarse á la m úsica y quieran tom ar lecciones de
dicho instrum ento con él, pueden procurarlo en su casa calle San
M iguel N.° 128”. 75
La últim a referencia que de él poseemos, data de 1832. E n el
program a de la miscelánea vocal que ofrecen en la Casa de Comedias
en la noche del 22 de julio Justina Piacentini y M iguel Vaccani, lee
mos “ Concierto de flauta por el profesor B arro s. . . Rossini”. 70
Antonio Barros. — Véase página 547.
Antonio Sáenz. — Véase página 551.
L u is Foresti. — E n tre los años 1829 y 1838 actuó en Montevideo
como cantante y profesor de piano y canto, Luis Foresti, nacido en
748
Bérgamo (L om bardía) en 1790.77 Procedente de Buenos A ires, se
presentó por prim era vez en nuestro medio durante la tem porada de
1829. En 1830 ofrece públicamente sus servicios de m aestro de m ú
sica con estas p a la b ra s:
749
nos A ires y retorna luego a Montevideo en 1839 para dedicarse por
algunos años a la enseñanza del piano en nuestra capital.
N um erosas intervenciones cumple N av arro en Montevideo en
esa década y alterna su actividad de concertista con la de m aestro
de piano y de compositor. M ariano G. Bosch nos tra e la siguiente re
ferencia al respecto: “ El pianista negro, Remijio N avarro, compo
sitor célebre de aquellas épocas, autor de los m ás bellos i adm irados
minuetos que se bailaban en los salones i el teatro, estaba en el apojeo
de su gloria, como compositor i concertista de piano, en esos años de
1830 a 1836, i en este sentido lo mencionamos. E ra además el autor
de la música de la m ayor parte de la petipiezas i no pocas tonadas
y estilos criollos, i en los conciertos el acompañante de los cantantes”.81
A utor de la música de la canción “Am elia” con letra de Florencio
V arela que integró el “ Cancionero A rgentino” de 1837, su últim a
intervención en Montevideo data de 1839 en que ofrece públicamente
sus servicios como m aestro y afinador de pianos: “E l P ro feso r y
M aestro de Piano y canto que firm a, habiendo llegado á esta Capital,
se ofrece al público para dar lecciones: las personas que gusten favo
recerlo se servirán o currir á la Im prenta Oriental calle de San Be
nito núm. 84 donde encontrarán á R E M IG IO N A V A RRO . N o ta: Co
nociendo la escaces de tem pladores de piano se ofrece igualm ente para
su arreglo” .82
L u is Sm olzi. — Véase pág. 562.
Sra. de Schobloch. — E n tre los numerosos avisos de profesio
nales musicales de 1833, destacamos sin comentario, por ausencia de
m ayores datos, el siguiente: “A V ISO . M r. de Schobloch fabricante
de p ianos; y su Esposa profesora de Piano y tem pladora de dicho ins
trum ento, se ha mudado su domicilio á la Calle de San Joaquín
Núm. 31” . 83 Debe advertirse que en esa época llamábase “ fab ri
cante de pianos” al restaurador o reparador de los mismos.
Francisco Cassale. — Véase página 564.
Roque Rivero. — Véase página 566.
R afael González. — E n noviembre de 1837 aparece en los pe
riódicos montevideanos el anuncio de Rafael González quien se ofrece
para dar clases de piano y a fin a r instrum entos.84 No nos ha llegado
ninguna o tra referencia sobre este profesor.
Francisco José Debali. — Véase página 575.
Peregrín Baltasar. —- Véase página 586.
Ram ón Guardiola. — E n el año 1839 se ofrece en Montevideo
el profesor de piano Ramón Guardiola con estas sugestivas p a la b ra s:
“ El profesor de M úsica y Piano D. Ram ón Guardiola, ofrece al res
petable publico M ontevideano enseñar la música por un nuevo mé
todo, en el cual se aprende á sacar en el piano todo género de piezas
de Opera, en menos de la m itad del tiempo que se emplea en los
demas métodos inventados hasta el diá”. 85 El conservatorio se ha-
liaba instalado frente “al reñidero de gallos’’. N inguna o tra noticia
poseemos respecto a este profesor.
Cayetano L oforte. — E n ese mismo año de 1839 brinda sus ser
vicios el precitado m aestro, a través de un anuncio en el cual se es
tam pan los precios corrientes de la época: “ El que suscribe P rofesor
de música se ofrece á este ilustrado Pueblo de M ontevideo p ara la
enseñanza de Piano y Canto. Cobra $ 10 mensuales dando 3 lecciones
por semana y $ 8 siendo 2 alumnos en una casa. C A Y E T A N O L O
F O R T E ”. 80
M anuel Fernández. — L a g u ita rra tiene en nuestro medio am
biente, como es sabido, una doble y potente vida culta y popular. En
el prim er sentido, abundan en M ontevideo los profesores de g u itarra
en la prim era m itad del siglo X I X ; destacamos entre ellos a Antonio
Sáenz en 1831 y a este M anuel Fernández, al parecer español, quien
en 1840 se brinda a dar clases a través del siguiente anuncio: “ A
los aficionados á la guitarra. El profesor D. M anuel Fernandez que
ha llegado á esta Capital se ofrece á los aficionados á este instrum ento
para dar lecciones en sus casas. Las personas que quieran favore
cerlo, podrán ocurrir á esta im prenta ó á la calle de S. Sebastian
frente al núm. 20 en las casas de D. Juan M aria P erez”. 87
Antonio A ulés. — Véase página 588.
A ndrés G uelfi. — E n tre los años 1840 y 1855 se halla radicado
en Montevideo el director de orquesta de la Casa de Comedias y P ro
fesor de violín A ndrés Guelfi. E n algunos anuncios se firm a como
Francisco G uelfi; creemos que se tra ta de la misma persona.
E n 1841 tenía establecido su estudio en la calle San Benito
al núm ero 114.88 E n 1852 estam pa en los periódicos el siguiente
aviso: “El que firm a, profesor de violín, se ofrece para d ar lecciones
en las casas de los SS. que quieran favorecerlo ó en la de su habi
tación calle Buenos A ires núm. 182. Tam bién se ofrece p ara tertulias
de baile teniendo una selecta coleccion de cuadrillas, valses, polkas,
Schottish y contradanzas. — A nd rés G uelfi” .™
M anuel M ochales (P rofeso r de piano). — Al iniciarse la Guerra
Grande, llegó a Montevideo el músico español M anuel Mochales, na
cido en Cádiz en 1810 y casado con la excelente cantante Ramona
Molina. E n agosto de 1845 hallamos en funciones de Músico M ayor
según se desprende del siguiente aviso de “ El N acional” : “ S E R E
N A TA . El Músico M ayor y demas individuos que componen la m ú
sica de la U N IO N tienen el honor de participar á los am antes de
la música y á los aficionados, no menos que á todo el público que
el Domingo 24 á las 8 de la noche se repetirá la Serenata á que se
alude, en la plaza de la M atriz, si el tiempo lo permite. M ochales” .00
E n setiembre de ese año en ocasión de haber observado ruidosamente
en el teatro la actuación de Debali como director de la orquesta de
la Casa de Comedias, éste le dirige, públicamente esta violenta acu
7S i
sación: “hasta ahora he dejado en silencio las diatribas de los char
latanes que vienen á Am érica á decir que han sido en su pais lo que
ni siquiera han soñado. Uno de esos charlatanes es el señor Mochales
que siendo en Cádiz un segundo oficleir de la una banda m ilitar y
corista de la ópera, llegó á este destino, titulándose m aestro profe
so r”.91 E n 1846 es citado por el Gobierno p ara el concurso de la mú
sica para el Him no Nacional y en 1850 fundó una Sociedad F ila r
mónica que tuvo precaria vida por más que se le apoyara desde la
prensa: “ El intento del Sr. Mochales, según estamos inform ados, es
la form acion de una sociedad filarm ónica” .. . “ sabemos que este Sr.
pidió varios edificios para dar su concierto, y que le fueron reu sad o s;
que el Sr. Figueira le facilitó jenerosam ente sus alm acenes; que la
mayor parte de músicos se le ofrecieron g ratis á form ar la orquesta,
que el Sr. Mochales en persona tuvo la bondad de traernos á nuestras
casas las tarjeta s de invitación; que él mismo decoró las salas, nu
meró y arregló las sillas, que por sí solo pagó todos los demas gastos
y sobre todo que ha venido á darnos las gracias por n uestra asis
tencia” . . . “Concluimos rogando á los Sres. Mochales y discípulos
que sigan sin desanim arse”.92
M anuel Mochales se dedicó a la enseñanza del piano du ran te al
gunos años, estableciéndose luego en la ciudad de Salto. Dicen a este
último respecto José M. Fernández Saldaña y César M iranda en su
“ H istoria general de la ciudad y el departam ento del Salto” : “ Ligado
por siem pre a su desarrollo estará el nombre de M anuel Mochales,
prim er m aestro de capilla de la iglesia parroquial y paciente, m inu
cioso m aestro también, de la prim er generación fem enina que cul
tivó la música entre nosotros, y a quien en 1848, hallamos citado
como director de una academia privada en M ontevideo, du ran te los
días del Sitio. E ra Mochales, según el recuerdo que de él conservaba
su discípula, doña Dolores Saldaña de Fernández, un hombrecito a
la vez pequeño y recio, que m antuvo su robustez hasta pasados los
sesenta años. N ariz apuntada, medio calvo, de barba cerrada y recor
tada. E ra un g ran tom ador de rapé. Tenía por costum bre dejar m a
nuscrita a cada discípula la nueva lección de solfeo, sobre la cual
insistía con g ran tenacidad, cambiándola sólo cuando la ejecutante
la dominaba por completo. Falleció Mochales en la casita en que
habitara toda su vida, en la calle Colón entre Daym án y U ruguay,
el 24 de Junio del crudo invierno de 1877, cargando 67 otoños sobre
sus espaldas cuadradas”.93
Juan E loy M achado. — La vida musical entre los sitiadores de
M ontevideo durante la G uerra Grande, fué tan norm al como dentro
de la ciudad sitiada. Hem os encontrado nombres de profesores de
danza, m úsica, de referencias de actos de concierto, etc. Cúmplenos
destacar ahora el aviso que en el periódico oribista del M iguelete “El
D efensor de la Independencia A m ericana” aparece en 1849: “ El maes
752
tro de piano y gu ita rra que firm a avisa á las personas aficionadas á
la música, y que se dignen ocuparlo, que se ha mudado á los ranchos
nuevos frente á la casa en que vivió el finado Sr. General Nuñez,
donde se le encontrará á cualquier hora del día p ara d ar lecciones
de los instrum entos que profesa ó para a fin a r pianos. Ju an Eloy
M achado”. 04
L u is Preti. — Véase página 606.
Alejandro Marotta. — Véase página 603.
José Porto. — H acia el año 1851, aparece en los periódicos el
aviso del P rofesor José Porto, m aestro de g u ita rra y corneta a pistón
que ofrece sus servicios en la calle C errito N .“ 104.06
Pablo Faget. — En el año 1851 se establece en M ontevideo el
músico francés Pablo Faget que permanece incorporado a nuestro
medio ambiente hasta su m uerte acaecida a edad avanzada en 1910.
Su actuación pública como pianista es descollante en toda la segunda
m itad del siglo X IX y en los prim eros años de su llegada al país esta
bleció una im portante casa de música. L a prim era noticia que de él
tenemos, data del 30 de m arzo de 1851 en que ofrece con estas pa
labras sus servicios de m aestro de m úsica: “ P ro feso r de piano. El
Sr. D. Pablo Faget, (discípulo del conservatorio de P a ris) se ofrece
al publico para dar lecciones de piano y canto, los precios estarán
arreglados á las circunstancias actuales del país. E l Sr. Faget, vive
en la calle del C errito núm ero 215: en la misma casa hai p ara vender
piezas de música para piano, cuadrillas, balsas, polkas, álbum para
piano, las partitu ras de Lucia, N orm a, A na Bolena, Sonam bula, Stra-
niera, para piano y canto”. 011 E n 1857 echó las bases p ara un gran
conservatorio, el prim ero que iba a tener el país, con un presupuesto
mensual de 1350 patacones. El proyecto se publicó en el “ Comercio
del P la ta ”,07 pero aunque no prosperó, sirvió posteriorm ente de base
para la Sociedad Filarm ónica de la década 1860-70 que cumplió una
obra tan m eritoria.
Pablo Faget, fué un músico de avanzada técnica y a él le dedi
caremos un p arágrafo im portante en el próxim o tomo de esta obra,
ya que aun cuando llegó a M ontevideo en el filo de 1850, no puede
ser considerado como un precursor.
M anuel Navarro. — Alrededor del 1850 se halla dictando clases
de piano en Montevideo este músico. E n 1852 comunica a sus discí
pulos que ha mudado su residencia con estas palabras: “ D. Manuel
N avarro profesor de piano, mudó su residencia p ara la calle del Ju n
cal, en los altos del núm. 110 frente al mercado. A fina, copia músicas,
toca en tertulias, tanto el piano como la serafina, y enseña á tocar:
las personas que quieran honrarlo con su confianza, serán servidos
con sobriedad y a precios cómodos” .08
José Am at. — Véase página 604.
Carlos Lambra. — H acia el año 1853 se presenta en la Casa de
753
Comedias la contralto Em ilia Lam bra, actuando con un discreto éxito
conjuntam ente con Ida Edelvira, Angelina Ghioni y otros cantantes
de merecimiento. Al año siguiente, el 12 de m arzo de 1854, ofrece
en el mismo teatro un recital el violinista argentino V íctor Guzmán
acompañado al piano por Carlos Lam bra. El Dr. Domingo González
que alcanzó a oírlo en su época, nos tra e en su libro de recuerdos
“ Resonancias del pasado” una curiosísim a referencia sobre “la an
tigua m aestra o m aestro Lam bra, que habiéndose exhibido en M on
tevideo bajo el aspecto de una donosa dama llam ada “ E m ilia”, no
tardó en renegar del sexo y optar por el de varón, con el nom bre de
“ C arlos”, aunque sin probarlo”.08
A p a rtir de 1854 se incorpora pues, Carlos Lam bra a la acti
vidad musical m ontevideana y tiene destacada intervención en los
prim eros conciertos que se ofrecen en el “ foyer” del T eatro Solís en
el prim er año de su inauguración. Establecido durante casi veinte años
en nuestro medio, dictó clases de piano, canto y arm onía, form ando
en el prim ero a ejecutantes tan distinguidos como Solana Reyes de
González y V entura E strá z u la s.100
José G iuffra, — Véase página 148.
Gustavo Nessler. — E n 1855 se establece en M ontevideo este
p rofesor de piano que ofrece en los diarios de la época sus servicios,
con estas p a la b ra s: “A los aficionados del piano. D. Gustavo H essler
p ianista francés recien llegado de Europa en la fra g a ta E m peratriz
Eujenia, tiene el honor de avisar al público, que se encarga de form ar
sus discípulos en el corto tiempo de cuatro meses, dejándolos en es
tado de poder seguir solos. Em plea el método adoptado en el Conser
vatorio musical de París. D irijir las esquelas al Sr. G. H essler, Hotel
de P a rís calle del 25 de mayo n.° 244”. 101 Alrededor de 1860 se ra
dicó en Buenos A ires y dejó una extensa obra de música de salón
p a ra piano.
Antonio Gandolfo. — Radicase en M ontevideo en 1855 y
se presenta públicamente bajo estas palabras: “ P R O F E S O R V IO
L IN IS T A . El abajo firm ado profesor de violín recien llegado de
E uropa, habiendo determ inado perm anecer en esta Capital, pone en
conocimiento del ilustrado público, que habiendo sido en Europa pro
fesor y director de orquestas durante doce años, y habiendo contri
buido allí con sus débiles esfuerzos al progreso de la juventud ita
liana, desea dejar en M ontevideo algún recuerdo y por esto se ofrece
al respetable pueblo, para dar lecciones particulares de violin, piano,
g u ita rra y toda clase de instrum entos musicales; afin a pianos con
toda perfección y el canto que tanto agrad a á este público lo enseña
con toda la perfección que exije el a rte ” . . . “calle C errito núm. 8
donde reside, provisoriam ente y en caso de no encontrarlo alli en la
calle del U ruguay núm. 134 daran razón. Antonio Gondolfo”. 102
Am igó de Lara. — La orquesta que inauguró el T eatro Solís
754
en 1856 bajo la dirección de Luis P re tti contaba con un “m aestro al
cémbalo”, a la antigua usanza dieciochesca que era Amigó de Lara.
Radicado en Montevideo, tuvo una actuación bastante destacada como
p rofesor y pianista, acompañando en los prim eros años del nuevo tea-
tro a cuanto cantante o instrum entista se presentara en esta sala.
José Vallarino. — Se establece en M ontevideo como profesor de
piano y director de orquesta de salón en 1857. De esa fecha d ata su
aviso insertado en la prensa de la época: “A los am antes del baile.
— El que firm a, profesor de m úsica, se ofrece p ara toda clase de
tertulia, teniendo como disponer de un buen pianista, á más de una
escelente orquesta. E n la intelijencia que sera según arreglo que se
haga á satisfacion de las personas que tengan á bien honrarle con su
confianza. P a ra tra ta r ocúrrase á la calle de los T rein ta y T res núm.
41. José V allarino”. 103
M atías Errasquin. — E n la “Guia de M ontevideo” de H orne y
W onner de 1859, figura este m aestro como profesor de piano en nues
tra capital.104 N inguna otra referencia nos ha llegado respecto del
mismo, fuera de esta simple enunciación.
R afael Vanrell (Profeso r de piano). — De la misma época que
el anterior, cabe repetir idénticas frases al respecto.
A rthu r Loreau. — E n el año 1858 llega a M ontevideo el pianista
francés A rth u r Loreau. H acia el 20 de noviembre de ese año se pre
senta en público en el teatro Solís interpretando unas variaciones dé
concierto de H erz y T halberg sobre motivos operísticos y cola
bora luego con el célebre virtuoso uruguayo O scar P feiffer. Radi
cado en Montevideo alterna sus actuaciones públicas con la crítica
musical que desarrolla desde “ La Nación” y con la enseñanza m u
sical, compartiendo con Paul Faget, en ese entonces, los prim eros pues
tos de profesores de piano en el M ontevideo de 1860. E11 la página 243
del presente volumen nos hemos referido a la actuación pública de
este músico.
755
Jas prim eras pa rtitu ra s que adornan la colección de la revista “La
A beja del P la ta ”. E n la página 12 del prim er núm ero de esta publi
cación periódica correspondiente al 13 de mayo de 1837, aparece la
p a rtitu ra para piano “Ultim o pensam iento”, atribuida a W eber, que
debe ser considerada, hasta donde llegan nuestros estudios, como el
prim er impreso musical del U ruguay, aún cuando la artesanía lito-
g ráfica databa de comienzos de la década 1830-1840.
A ella siguen sucesivamente en el correr de ese año y dentro de
la misma revista, “ El 25 de Mayo de 1837” un minué de Roque Ri
vero, el “Valse a los Paquetes” del mismo autor, “ El Sueño” de Ban-
derali, “ El 18 de Julio de 1837” minué de Carmen Luna, y una
“ Canción” para canto y piano de autor desconocido. M edia docena
de páginas correctam ente grabadas por Gielis y tirad as en las pren
sas de la Im prenta de la Caridad.
En ese año de 1837, memorable para la historia musical nuestra,
se publica también la colección de A ntonio Sáenz “L a Guirnalda M u
sical dedicada a las Bellas A m ericanas” y ve luz la prim era revista
musical montevideana, el “ Ram illete M usical de las Dam as O rien
tales” redactada por Miguel Cañé, cuyo prim er núm ero aparece el
28 de agosto de 1837.
A pa rtir de esa fecha se organiza definitivam ente la artesanía
de la edición musical que requiere tres etapas y, consecuentemente,
tres profesiones especializadas: el autografista o copista musical que
realiza el trabajo caligráfico de la copia, el litógrafo que tran sp o rta
a la piedra dicha a utografía y el impresor que tira en la prensa los
ejem plares definitivos. M uchas veces el au to g rafista y el litógrafo
son una misma persona.
José Gielis, el prim er litógrafo m usical que tuvo el país, nació
en C ourtrai (B élgica), llegó a Montevideo a comienzos de la década
1830-1840 y “trabajó en la im prenta litográfica de Carlos Risso, p ri
m era casa del ram o establecida en el país”. 106 E n 1835 abrió lito
g rafía propia y al año siguiente imprimió las célebres “ Divisas para
los sombreros de los ciudadanos que form an la G uardia N acional”. 107
E n 1837 trasladó sus talleres a la librería de Jaim e H ernández y se
ofreció allí a “d a r clases de escritura y dibujo de 6 á 8 de la noche” . 108
E n 1841 litografió el álbum de piezas para piano y “ El llanto de una
m adre” de A ntonio Aulés, y al producirse el sitio de M ontevideo se
enroló como oficial en la Legión Francesa, falleciendo en M ontevideo
alrededor de 1848. E n tre sus últimos trabajos se destaca la colección
de pa rtitu ra s de “ El Iris ”. E n m arzo de 1849 rem atada la lito
g rafía de Gielis.
E l grabador musical que sucedió a Gielis en ese período fué
Mége, quien, asociado en los prim eros tiempos con Lebas litografió
en febrero de 1848 el “ Him no a Pío IX ” de M ag azzari,109 y, presu
miblemente, otras partituras. Se hallaba establecido en la calle 25 de
756
M ayo N.° 233 y, posteriorm ente, tuvo vasta actuación en estos me
nesteres de artesanía musical, en la firm a “ Mége y A ubriot”.
E n 1853 la casa de Ram ón Irigoyen ofrece sus servicios como
litografía musical y en 1858 W iegeland adquiere el establecimiento
de C. Valpetre. La figura del litógrafo musical W iegeland tiene ex
cepcional im portancia en la segunda m itad del siglo X IX . A él se
debe, entre otras partitu ras históricas, la prim era edición del Him no
Nacional que data, al parecer, del año 1858 en que inauguró su li
tografía.
E n tre las tareas más difíciles de la bibliografía en general, se
halla indudablemente el rubro de música impresa, por la inveterada
costum bre del editor de om itir la fecha en el pie de im prenta. Acaso
sea el único tipo de impreso que no lleva la determinación del año,
desde hace más de dos siglos por lo menos. P o r otro lado, la misma
plancha o piedra, se emplea en sucesivas ediciones y el problema com
plícase aún más para poder establecer la fecha de la edición príncipe.
H asta el año 1860, que hemos fijado como límite máximo para
este volumen, tenemos noticia cierta de 26 impresos musicales u ru
guayos, de los cuales 15 hemos podido ver y los publicamos en el
correr de estas páginas. Como prim era contribución para el estudio
de éstos que llam aríam os los “ incunables” de la música uruguaya,
vamos a establecer la siguiente bibliografía que no pretende ser, desde
luego, exhaustiva.
B iblio grafía de la m ú sic a im presa en el U r u g u ay h a s t a 1860
757
millete musical de las damas orientales” , N.° i. Montevideo, 28 de agosto de
1837. — En el único ejemplar que conocemos de esta revista, que se conserva
en la Biblioteca de la Universidad de L a Plata falta la partitura, cuyo autor,
según A ntonio Zinny, era Roque Rivero. — No hemos hallado la partitura.
“ C A N C IO N ” [de autor desconocido]. — 1 pág. — P ara canto (en castellano)
y piano. — Grabado por José Gielis. — Im preso por la “ Imprenta de la Ca
ridad” . — Publicado en la revista “ L a A beja del P lata” , N° 14, pág. 168.
M ontevideo, 9 de setiembre de 1837. — Consérvase en la Biblioteca Nacional.
Montevideo. V éase figu ra 208.
Antonio Sáen z: “ La Guirnalda musical dedicada a las bellas americanas” . —
8 págs. — Publicada en octubre de 1837. — Ejem plar existente en el A rchivo
Debali. Montevideo, y comentado en la pág. 556 del presente volumen. —
V éase figuras 140 a 147. — L a colección consta de los siguientes núm eros:
1. “ B O L E R A S J A L E A D A S / de la Media Caña Trípili / y Cachucha” . —
P ág . 1. — P ara piano.
2. “ C A N C IO N R E P U B L I C A N A ” . — Págs. 2, 3 y 4. — P ara canto y
piano. — Letra de Francisco A cuña de Figueroa. — Es el “ Himno Na
cional” de 1837.
3. “ M IN U E T R E P U B L I C A N O ” . — Pág. 5. — P ara piano.
4. “ H IM N O M U S U L M A N / en la Abem Humeya” . — Págs. 5 y 6. —
p ara canto a tres voces y piano.
5. “ E l Solitario / M IN U E T ” . — Pág. 6. — P ara piano.
6 . “ C U A D R I L L A S N U E V A S / dedicadas a las / F I L A R M O N I C A S ” . —
Págs. 7 y 8.
7 . “ V A L Z A / de la Jota / aragonesa” . — Pág. 8. — P ara piano. — Obra
como número final de las Cuadrillas anteriores.
8. “ E l Carnaval / C O N T R A D A N Z A ” — Pág. 8. — P ara piano.
Roque R ivero: “ Colección de composiciones dedicadas al 25 de mayo” . —
Publicada a fines de mayo de 1838. — V éase comentario en la pág. 568 del
presente volumen. — No hemos hallado la partitura.
L . de C.: “ Fructuoso Rivera” . — En el periódico “ El Constitucional” corres
pondiente al 26 de diciembre de 1839, figu ra el siguiente aviso: “ E l Fructuoso
Rivera. Himno dedicado á la S ra. Da. Bernardina F ragoso de Rivera, poesia
de J. de M. música de L . de C. se vende en la L ibrería de H ernández” . —
No hemos hallado la partitura.
“ V A L S / P o r el S .r Am elong” — 1 pág. — P ara piano — Im preso en la
“ Imprenta del N acional” . — Publicado en la revista “ El Talism án” , N.° 4.
Montevideo, 4 de octubre de 1840. — Consérvase en la Biblioteca Nacional.
Buenos A ires. — Véase figu ra 175.
Antonio A ulés: título desconocido. — Publicado en la revista “ El Talism án” ,
N.° 7. Montevideo, 25 de octubre de 1840. — En el número de “ E l Talism án”
correspondiente al 11 de octubre de 1840 se lee lo siguiente: “ A l número 7.0
acompañará una composición de música, orijinal del profesor de Piano D.
A ntonio A ulés” . — N o hemos hallado la partitura.
“ C O L E C C IO N / D e fo r piano música fuerte compuesta y dedicada al bello
sexo oriental por Antonio A u lés [ íic ] ” . — Grabado por José Gielis. — Pu
blicada en agosto de 1841. — Véase com entario y detalles en la pág. 589 del
presente volumen. — No hemos hallado la partitura. — L a colección consta
de los siguientes núm eros:
1. “ L a s Graciosas Orientales” , Cuadrillas.
2. “ Las Americanas libres” , Cuadrillas.
3. “ E l Drongo” , Minué.
4 . “ E l Tulipán” , Minué.
5. “ E l A m igo” , Minué.
6. “ E l Momento” , Minué.
7 . “ L a Zebrilla” , Vals.
8. “ L a M elisa” , Vals.
9 . “ E l Piscoiro” , Vals.
10. “ L a Generosa” , Vals.
758
14- Antonio A ulés: “ E l llanto de una madre” . — V a ls para piano dedicado a la
memoria de M ercedes Antuña. — Grabado por José Gielis. — Publicada el
28 de setiembre de 1841. — Véase comentario y detalles en la página 590 del
presente volumen. — No hemos hallado la partitura.
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759
16. Roque Rivero: “ Himno de los Libertadores” . — P ara canto (en castellano)
y piano. — Letra de Andrés Lamas. — En la contratapa del iibro “ Poesías”
de A d olfo Berro (M ontevideo, 1842) se lee lo siguiente: “ publicaciones hechas
por las prensas de Montevideo” . . . “ Himno de los Libertadores — Poesía de
D. A nd rés Lamas, música de D. R. Rivero” . — N o hemos hallado la partitura.
17 . “ L A A R G E N T I N A / Canción / Compuesta por Juan M . G utiérrez y J. Rivera
Indarte y dedicada al ejército / de reserva de la provincia de Corrientes —
M úsica de Roque Rivero.” — 4 págs. — P ara canto (en castellano) y piano. —
Impreso por la “ Im prenta del N acional” en 1843. — Consérvase en la colec
ción de don Ricardo Grille. M ontevideo. — Véase figuras 157 a 159.
18. “ R A M I L L E T E L IT E R A R IO / M IN U E T F U N E B R E / dedicado a la me
moria / de la / Señorita N . . . / Música de Esm olzi. [L u is S m o lzi]” . — 1 pá
gina. — P ara piano. — Im preso por la “ Imprenta del 18 de Julio” . — P ubli
cado en el prospecto de la revista “ Ram illete Literario” , M ontevideo, setiem
de 1847. — Consérvase en el A rch iv o y Biblioteca “ Pablo Blanco A ceved o” .
M ontevideo. — V éase figu ra 149.
19. Magazzari: “ Himno a P ío I X ” . — P ara canto y piano. — Letra de F. Meuc-
ci. — Grabado por Mége y Lebas. — Publicado en 1848. — En el “ Comercio
del P lata” del 19 de febrero de 1848 se lee este preciso comentario b ibliográ
fic o : “ H IM N O A P IO IX . — Los Sres. Mége y Le Bas, acaban de publicar
por su L ito g rafia el último Himno del Papa, música del maestro M agazzari,
traído á esta capital por el Sr. Cónsul de la Santa Sede. Cualquiera diría al
ver este trabajo, que no es producto de la piedra de la litografía, sino del acero
ó del cobre del grabador. L a carátula es mui bella, y tiene por adorno un glob
rodeado de los símbolos de la música y la Pintura, con el libro de las leyes
regeneradoras de Pió al pié, y el áncora de la esperanza Italiana á un lado.
Todo ello es del m ejor gusto y de p erfecta ejecución. / L a lámina musical es
mui bella é im presa con suma nitidez y cla rid ad : condicion esencial en esta
clase de obras, para que el o jo del ejecutor pueda apreciar de un golpe la
notas que debe producir con la mano y con la voz. / Creemos que hasta ahor
nuestras prensas no habían alcanzado á esta p erfe cción ; y por ello felicitamos
á los S rs. M ege y LeBas. Su obra les hace mucho honor y es digna de la
protección de los aficionados, sin la cual es imposible que progresen las ar
tes” . — N o hemos hallado la partitura.
20. “ L A L A G R IM A / Poesía de A . de la Cruz M. / Música de P . Baltazar.
[Peregrín Baltasar]” . — 2 págs. — P ara canto (en castellano) y piano. —
Grabado por José Gielis. — Impreso por la “ Imprenta Hispano A m ericana” . —
Publicado en la revista “ E l Iris” , tomo I, entre páginas 32 y 33. Montevideo,
agosto de 1848. — Consérvase en la Biblioteca Nacional. Buenos A ires. —
Véase fig u ra 172.
2 1. U N A L A G R I M A ! ! / P O E S I A . .. M U S IC A D E D . F E R N .d0 Q U IJ A N O
/ a la / ¡M em oria de su esposa! / Puesta p.a piano por el Maestroi Deballi.
[Francisco José D ebali]” . — 2 págs. — P ara canto (en castellano) y piano. —
G rabado por José Gielis. — Impreso por la “ Im prenta Hispano A m ericana” . —
Publicado en la revista “ E l Iris” , tomo I, entre págs. 64 y 65. Montevideo,
noviembre de 1848. — Consérvase en la Biblioteca Nacional. Buenos A ires. —
V éase fig u ra 176.
22. “ L A A U R O R A / V A L Z A / Compuesta por La S eñ .ta O rfilia P ozolo y escrita
por su maestro B. Peregrini. [Peregrín Baltasar]” . — 1 pág. — P ara pia
no. — Grabado por José Gielis ( ? ) . — Im preso por la “ Imprenta Hispano
A m ericana” . — Publicado en la revista “ El Iris” , tomo II, entre páginas 40
y 41. M ontevideo, diciembre de 1848. — Consérvase en la Biblioteca Nacional.
Buenos A ires. — Véase fig u ra 177.
23. “ L A E S P E R A N Z A / V A L Z A / Compuesta por La S .ta D .a D O L O R C I T A
R E N T E R IA y escrita. / sin ninguna especie de corrección por su maestro
el S .r Peregrini. [Peregrín Baltasar]” . — 1 pág. — P ara piano. — Grabado
por José G ielis ( ? ) . — Im preso por la “ Imprenta Hispano A m ericana” . —
Publicado en la revista “ El Iris” , tomo III, entre págs. 4 y 5. Montevideo,
760
enero de 1849. — Consérvase en la Biblioteca Nacional. Buenos A ires. —
Véase figura 178.
24. Dalmiro Costa: “ F lo r de un día” . — Polca-m azurca, para piano. — En el
“ Com ercio del P lata” del 14 de noviembre de 1856 se lee lo siguiente: “ Flor
de un dia — P olka m azurka — de mucho gusto compuesta por el joven D al
miro Costa, se vende al precio de medio patacón. En esta im prenta darán
razón” . — N o hemos hallado la partitura.
25. " H IM N O N A C I O N A L D E M O N T E V ID E O / C A P I T A L D E L A R E P U
B L IC A O R IE N T A L D E L U R U G U A Y / \Bigotc, escudo nacional con ban
deras y dos banderas nacionales con las astas cruzadas] / para / P I A N O /
por / D E B A L L I . / Montevideo / Litografía de L . Wiegeland. M isiones 109” . —
Impreso alrededor de 1859. — Conocemos solamente la piedra L itog ráfica de
la carátula (M useo H istórico Nacional. M ontevideo). — Véase fig u ra 193.
26. A utor desconocido: “ Cuadrilla Imperial". — P ara piano. — En “ L a N ación”
del i.° de agosto de 1859 hemos hallado el siguiente aviso: “ Cuadrilla Imperial. /
En la litografía del Sr. Mége se halla en venta la cuadrilla del Principe
Im perial para piano” . — No hemos hallado la partitura.
762
yw oos h v s i c Ai
, w otór®,^S,co»,rad,„ «
, ('aví®s i ‘
763
halla actualm ente en la Biblioteca de la U niversidad de La Plata.
E n su “ H istoria de la prensa periódica de la República O riental del
U ru g u a y ”, Zinny estampó el siguiente comentario acerca de esta
publicación: 110
764
IT .» í . ° ] MONTEVIDEO - ACOSTO 2a _ 1837.
RAMILLETE MUSICAL
PE LAS
D A M A S O R IE N T A L E S.
ü '¿ m í e 3 2 2 0 © IK E B U m i
B E L L I N I.
Este nombro que no suena en nuestros labio?, sin despertar en c. alma *
te recuerdo de una gran perdida, pertenece a! hombrea quien su época coloo en a
cima del arte: su patria fue la Sicilia. y en pocos de sus hijos, se hallaran u r sr.naüw
los puros y brillantes colores de aqt<cl!a naturaleza portentosa. tn a sensibihuad ex
quisita é inagotable, su alma ardiente y energica, retratan con fi<k!uhd la .nrtupnc^
«le aquel cielo tan envidiado de todos lo¿ pueblos europeos, ¿fhebosa tierra. **««■»: •*
les hombres produce!
2
Rossini con su Barbero de Sevilla abrió las puertas del porvenir y ensancha el
campo del arte. Sus cantos populares y revolucionarios, sus licencias inauditas v prola!
ñas, al paso que le atraían la aspera critica de los eruditos, llenaban dé entusiasmo el
corazon de ia multitud, que lo proclamaba regenerador y divino genio. Ros»im fué co
ronado con la humilde oliva que lo« pueblos dan k sus hombres queridos; sus sucesos
sus triunfos, derrocaron por fin el trono despotico de los rutineros é imitadores. La
luz brillo, y el encanto de sus acentos fue comprendido de todos: *as formas cedieron ú
la idea, y la severidad al entusiasmo.
E l tiempo ejerce una tiranía dolo rosa sobre las producciones del arte: la Eu
ropa se ajitaba, el brazo poderoso la habia conmovido, y el artista, el poeta, el po-
litico, y todos seguían el impulso general. Asi, Rossini por esa influencia fatal tuvo
que dar ú sus ohrus un caracter transitorio, y que en el día nos trae ü la memoria uu
recuerdo bien triste.
T a l era el estado del arte cuando Bollini se presentó al mundo por la pri
mera vez.
766
3
767
4
768
a la sombra del rancho canta ra ra s seguidillas al son de una guita-
rrilla “que casi siempre es un tiple” .
Los instrum entos cultos, traídos de E uropa por los almacenes
montevideanos, que im portaban los m ás variados géneros, iban cu
briendo las necesidades de la ciudad m ayor y de la campaña. De
entre todo este instrum ental hay uno que aparece en casi todos los
documentos coloniales; es la g u ita rra que va a tener una doble y
lozana vida por vía culta, y por vía popular; g u ita rra de m adera de
pino, de caja de resonancia m ás bien pequeña, que en los rem ates
se paga por ella exiguas cantidades. E n 1783, por ejemplo, en el
pueblo de Soriano al liquidarse los bienes sucesorios de don Francisco
Deniz aparece “una g u ita rra de pino en buen uso” por la que Pedro
Pablo Sánchez “H izo la m ayor y m ejor p ostura” ofreciendo “nueue
rrealez”.111
Recién en la prim era m itad del siglo X IX se organiza el co
m ercio musical en M ontevideo como una actividad especializada y
vemos entonces aparecer en los periódicos de la época num erosas
menciones de violeros, litógrafos musicales, casas de m úsica, a fin a
dores de pianos y venta de p a rtitu ra s e instrum entos. E n los prim e
ros tiempos este comercio está confiado a los libreros, tenderos e
importadores, pero luego van apareciendo lentamente las casas del
ram o exclusivo de m úsica; tres de ellas cumplen con toda prosperi
dad su comercio: el almacén musical de Rafael Pons establecido en
1842; la casa Raoul Legout en 1851 y la de Pedro V iladecants en
1855. Con todo, la segunda de ellas, como un resabio de o tras edades,
en un pintoresco aviso comunica a sus clientes que ju n to con los
instrum entos y partitu ras ha recibido de F rancia el dentífrico del
D octor D ésirabode: “dos gotas sobre el cepillito bastan la prim era
vez pa ra lim piar los dientes más perdidos, y una gota cada día para
entretenerlos en el m ejor estado de salud y blancura” . . . 112 Deliciosa
imagen de los buenos tiempos viejos!
No hemos hallado claves, clavicordios o espinetas coloniales que
indudablemente debieron haber llegado al U ruguay en el siglo X V III.
Los prim eros pianofortes — ya verdaderos pianos a macillos de cuero—
d atan del 1800 y algunos de ellos se exhiben en nuestro Museo H is
tórico Nacional. Son instrum entos prim itivos todavía, sin el sistema
de doble escape. A estos pianos de mesa suceden desde 1835 en ade
lante los verticales de fabricación inglesa y pasado el 1850 los de cola.
Efectivam ente, el 23 de mayo de 1835 en el almacén de la calle de
San Gabriel al núm ero 136, se reciben “dos pianos perpendiculares de
voces m uy superiores y hechos por los fabricantes más acreditados de
Londres, los cuales se venden a precios acomodados en la casa de Beley,
S tew art y Ca.” 113
Los acordeones que tan ta difusión van a tener luego en el ámbito
campesino comienzan a llegar alrededor de 1850. G u itarras de la re
769
nom brada casa española de G uerra y los m agníficos pianos E ra rd , dan
excelentes ganancias a sus introductores.
Pero entrem os al detalle de este floreciente comercio que en cierto
modo es índice también de un nivel musical. E n tre 1822 y 1858 des
arrollan sus actividades en este ram o 32 casas, ya vendiendo p a rtitu
ras, ya ofreciéndose para tem plar pianos, ya litografiando e im pri
miendo obras, ya fabricando instrum entos:
770
LA PRECIOSA
771
Venta de partituras e instrumentos. — Las prim eras referencias
concretas sobre el comercio musical datan de 1822; una de ellas dice
a s í: “A V ISO S. E n la tienda de perfum es del señor Saporiti, calle de
S. Pedro num. 52 se vende papel de música p ara piano y canto” ;114 la
o tra, rez a : “E n la librería cerca del fuerte, de d. M anuel Yañez, se
vende papel de música para clarinete y flau ta”. 110 E n estos casos, “pa
pel de m úsica” es equivalente a “p a rtitu ra ”.
E n el año 1832 se ofrece en venta un surtido completo de obras
p ara conjuntos instrum entales, con estas palabras: “A V ISO A LO S
A F IC IO N A D O S A LA M U SICA . E n la tienda de D. M anuel Pi-
ñeiro calle de S. Pedro N. 72 frente á la casa de la Sra. de Ellauri, se
vende á precios sum am ente Ínfimos y por tener que ausentar el inte
resado, la música siguiente: Cuartetos para flauta con acompañamien
to de violin, viola y bajo. Dichos para flautas, con acompañamiento de
clarinete, trom pa y fagot, tríos para flauta con acompañamiento de
violin y bajo. Dichos para tres flautas. Dichos para dos clarinetes y
bajo y o tra infinidad de piezas de gusto y de los m ejores autores”. 110
M uy curioso, por la especificación de las danzas de moda en
!833, es éste que estam pa Carlos Sotilla en “El U niversal” : “A V ISO
A LO S A M A N T E S D E LA M U SIC A . — Coleccion de minuetes,
contradanzas y balees, de los bailes públicos del tea tro ; p ara piano,
g u ita rra sola, y para dos flautas, arregladas para aficionados. T am
bién hay el aria de F ígaro en castellano con acompañamiento de piano,
arreglada para flauta y g u ita r ra : en la tienda de D. Carlos Sotilla,
calle de San Felipe se encontrarán, y también o tras piezas”. 117
La librería de Jaim e H ernández, que es quizás la más impor
tan te en la prim era m itad del siglo X IX , en num erosas oportuni
dades, entre 1837 y 1848, ofrece en venta p artitu ras musicales. En
ella se aceptan, además, suscripciones para el “ Cancionero A rgentino”
de 1837 y para “ La Guirnalda M usical dedicada a las Bellas Am e
ricanas” de A ntonio Sáenz, de esa misma fecha. De entre sus muchos
avisos, destacamos éste de 1841: “A V ISO M U SIC A L. Se acaban de
recibir cuatro colecciones de canciones Españolas m odernas p ara canto
con acompañamiento de piano y de g u ita rra por separado, entre dichas
canciones hay algunas andaluzas como el jaleo. L a coleccion son 18
canciones, precio 8 patacones. E n la calle de san pedro librería de
D. Jaim e H ernández estara de venta”. 118
La venta de instrum entos está confiada también a las tiendas y
almacenes de esa época. E n ese sentido, leemos en el “ Comercio del
P la ta ” de 1852 el siguiente aviso con los correspondientes precios en
patacones: “OR GA NO S. G ran órgano de 12 registros, de percusión...
500 pts.” ............ “Acordeones ricos y de nueva invención. . . 25 pts.”...
“ Calle del Rincón núm. 52” . 110 Es, justam ente, el momento en que
el acordeón penetra en el U ruguay y llega casi a equipararse con la
g u ita rra en difusión campesina. La inmigración italiana que comienza
772
a hacerse sentir en fuerte escala, es la que va a irrad iarlo en prim era
instancia.
P a ra finalizar: hasta mediados de siglo, decíamos, la venta de
p a rtitu ra s se confunde todavía con la venta de libros, perfum es, den
tífricos y rapé. Léase en tal sentido este curioso anuncio de 1854 de
la librería de F erreira, sita en la calle 25 de M ayo núm ero 182: “se
encuentra un rico surtido de ricos albums, de música conteniendo 12
piezas diferentes” . . . “E n la misma librería se han recibido del J a
neiro, por encomienda, el verdadero rapé de la imperial fábrica de
M euron y Ca.”. 120
Casas de música. — La prim era casa exclusivamente de música,
establecida en M ontevideo en 1842, fué la de R afael Pons. Deducimos
esta fecha de iniciación por el siguiente aviso publicado en 1855 en
el cual solicita a los interesados pa ra que concurran a retira r los ins
trum entos que habían dejado para rep arar en su taller desde el año
anterior a la iniciación de la G uerra G rande: “A R M O N IA Y M E
LO D IA . En el establecimiento de música de Rafael Pons, calle del
Rincón N.° 240 se ha recibido un rico surtido de música la más mo
derna, como son: óperas completas para piano y canto; piano á 4
manos, piano solo, violin, flauta, &a., piezas sueltas de óperas, id
para salón, para estudios, métodos para muchos instrum entos, cua
drillas, balses, schotis, polkas, m azurkas de muchísimas clases de lo
más moderno y de gusto, un surtido de modelos p ara decoraciones de
teatro, modelos figurines de tra jes de varias naciones antiguas y mo
dernas, modelos de edificios pa ra arquitectos, dibujos de m arcar,
papel de colores lisos, jaspeados, floreados de muchísimas clases,
estuches de m atemáticos y cajas de p intu ra de lo más fino; in stru
mentos de música para banda m ilitar de todas clases y tonos muchos
de ellos se podran vender en depósitos por cajones, instrum entos para
orquesta, violines, gu ita rra s españolas de todas clases, francesas,
brasileras, portuguesas, alemanas, italianas, bandurrias, bandolines,
acordiones, armonicos, é infinidad de accesorios para todos los ins
trum entos y muchos otros artículos. Estam pas m odernas sobre la
g u erra de Rusia, historias de Fernando é Isabel la Católica, id del
Cid. H ernán Cortés y muchas otras obras. N o ta: se ruega á todas
las personas que tengan gu ita rra s ú otros instrum entos á componer
desde el año 1842 hasta diciembre de 1854, que vayan á sacarlos
pagando el valor de la compostura que está contratado, que no apa
reciendo el dueño hasta el último de Febrero del presente, se ven
derán por lo que dieren y sin reclamación alguna”. 121 Aunque ex
tenso, el aviso es sugestivo porque se refiere al detalle de lo que
vendía una casa de música en el M ontevideo de mediados del siglo
X IX . Fuerte comerciante en otros negocios, R afael Pons fué quien
mandó im prim ir en la casa Ricordi de M ilán la tercera edición del
H im no Nacional. E n 1852 había anunciado su g u ita rre ría con estas
773
p alabras: “Al buen gusto de la música. En la g u ita rre ría calle
Rincón num ero 240, se han recibido nuevamente las operas más
m odernas que han salido como son: para canto y piano A rm ando
il Gondoliero, L ’Asedio D ’Arlem, M asnadieri, Luisa M iller y varias
o tras piezas sueltas de otras óperas m odernas las mismas y otras
mas para piano solo, todas músicas de V erd i: é infinidad de pie
zas para piano, flauta, violin, G uitarra &a. á mas instrum entos
de metal y de cuerda, cuerdas de violin, g u ita rra y o tras accesorias
á ellos”. 122
A fines de 1850 se establece en Montevideo la casa de música
del francés Raoul Legout quien introdujo en el país la afinación ab
soluta de acuerdo con el diapasón que se conserva en la O pera de
P arís. Léase su interesante aviso de 1851: “ SU S C R IC IO N P A R A
E L A F IN A M IE N T O Y C O N SE R V A C IO N D E P IA N O S . Los
pianos serán recorridos y afinados regularm ente, una vez por semana,
y al principio dos veces, hasta que estén de acuerdo con el diapasón de
la O pera de P a ris ; las m áquinas serán objeto de un cuidado particular,
asi como el teclado, las teclas y los pedales; las cuerdas pequeñas agu
das que se rompan serán rem plazadas sin aumento de precio; las
cuerdas gruesas y las hiladas se pagarán aparte. Es inútil hacer re
sa lta r las ventajas de sem ejante sistema de suscricion en un país
donde los pianos se deterioran sin cesar; y es sabido que basta ame-
nudo una simple precaución dirijida por una mano experim entada
p a ra salvar un escelente instrum ento de una ruina inm inente; en cuan
to al acorde todo el mundo ha notado que el m ejor piano no resiste
la estación de los bailes á las valsas y cuadrillas estrepitosam ente eje
cutadas, y se conoce todo el peligro que hai, p ara los principiantes
sobre todo, en tocar en seguida en un instrum ento destemplado y en
habituar así el oido á malas entonaciones. E stas consideraciones nos
han determ inado á introducir en Montevideo un sistema nuevo que
tiene en P a rís el m ayor éxito. Precio de suscricion mensual, 3 pata
cones; y cuando haya muchos pianos en la misma casa, el precio de
la suscricion no aum entará mas que un patacón por piano. Precio del
afinam iento ordinario, 2 patacones”. 123
Fué Legout, en los prim eros tiempos, representante de los pianos
galvanizados de Camilo Schubert y en 1852 anunció haber recibido
“m ás de diez mil piezas m odernas: valses, cuadrillas, polkas, scho-
tischs, escritas para piano, á cuatro m anos”. 124
P o r último, el 16 de febrero de 1855 sef abre la tercera casa de
música de M ontevideo: es el establecimiento de Pedro Viladecants,
compositor a ratos y representante de la célebre casa E ra rd . In tro
dujo en nuestro país el “pianoctave” que lanzó a la circulación la casa
Blondel de P a rís de la cual era socio Viladecants. El propio intere
sado nos va a explicar este instrum ento en su aviso del “ Comercio
del P la ta ” de 1855: “ P IA N O S O C TA V A D O S. Pedro Viladecants,
774
ofrece á las personas de su am istad y al público, su establecimiento
de fábrica y depósito de pianos, calle del Rincón N.” 40, que se abre
el 16 del corriente: en dicho establecimiento se encontrarán pianos
de últim a invención (O C T A V A D O S ) con los que puede con una
sola tecla hacer responder la octava, una mano pequeña que no alcance
á ella, y producir el efecto de cuatro manos cualquiera que toque re
gularm ente. A mas cualquiera de estos pianos se encontraran de va
rias otras clases, como tam bién pianos - órganos, órganos, un surtido
de m úsica, tam boretes, atriles, p orta - música. &a. &a. E n dicha fá
brica se componen pianos y órganos, y se aplicará a cualquiera piano
vertical el nuevo sistema octavado” . 125
775
En la misma casa encontrarán para vender cuerdas rom anas supe
riores para violin y g uitarra, métodos para g u ita rra y música suelta
por A guado” . . . 128
A finadores de pianos. — Los prim eros afinadores de pianos que
tuvo el U ruguay, fueron los mismos m aestros de este instrum ento. En
todos los ofrecim ientos de servicio, el interesado deja constancia ex
presa de que además de dictar sus clases, se compromete a “a fin ar,
rep a ra r e igualar el instrum ento”. H ay además especialistas exclu
sivos de esta a rte sa n ía ; entre ellos destacamos en 1828 a Carlos V ernet
“tem plador de pianos” que vive en la Calle San Pedro N.° 115,129 y
en 1833 a M r. de Schobloch y señora que se presentan, él como “ fa
bricante de pianos” y ella como “tem pladora de dicho instrum ento” 130
(debe entenderse por “ fabricante”, lo mismo que “compositor” de
piano, a aquel que restau ra instrum entos). P o r último cabe destacar
a M atías Vesseli quien ofrece sus servicios en 1853 p ara rep a ra r y
a fin a r “toda clase de pianos, órganos, órganos ó cualquier otro ins
trum ento”. 131
Cuando en 1867 llega Gottschalk a M ontevideo, el célebre pia
nista norteam ericano logra reunir 300 instrum entos p ara realizar sus
espectaculares conciertos sinfónicos. E n cierto modo esta ronda de
violeros, afinadores y compositores de piano, le han preparado el
camino.
776
NOTAS C O R R E S P O N D IE N T E S AL C A P IT U L O V
777
(35) “ E l Investigador” , Montevideo, 25 de setiembre de 1833.
(36) “ E l Universal” , Montevideo, 12 de octubre de 1833.
(37) “ E l Universal” , Montevideo, 17 de diciembre de 1836.
(38) “ E l Universal” , Montevideo, 10 de enero de 1837.
(39) “ E l Constitucional” , Montevideo, 26 de diciembre de 1839.
(40) “ E l Nacional” , Montevideo, 20 y 26 de junio de 1844.
(41) “ E l Nacional” , Montevideo, 9 y 11 de agosto de 1845.
(42) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 1 y 2 de setiembre de 1848.
(43) Edm undo J. F a v a r o : “ Ensayo histórico sobre los antecedentes del Himno
Nacional” , publicado en el “ B oletín Latino Americano de M úsica” , año IV,
tomo IV, págs. 571 a 634. Bogotá, diciembre de 1938.
(44) “ Libro de Actas, Reglamentos, Resoluciones, comunicaciones y demas actos
oficiales de la Comisión Censora y D irectiva del Teatro” . Manuscritos H is
tóricos del Uruguay, vol. V, años’ 1840 a 1882, fol. 11. Biblioteca Nacional.
Montevideo.
(45) Documento en caja 959. Fondo Ministerio de Guerra. Archivo General de la
Nación. Montevideo. (Citado en el artículo de Edmundo J. Favaro. Vide
nota 43)-
(46) Edm undo J. F a v a r o : op. cit.
(47) “ E l Siglo” , Montevideo, 19 de agosto de 1885; reproducido luego en la revista
“ M ontevideo M usical” , Montevideo, i.° de setiembre de 1885.
(48) V í c t o r de R u b e r tis : “ La fu ente temática del Himno Nacional Argentino” ,
Buenos Aires, 1938.
(49) “ Comercio del Plata” , Montevideo, i.° de julio de 1852.
(50) “ E l N acional” , Montevideo, 30 de junio de 1841.
(51) “ Com ercio del Plata", Montevideo, 11 de abril de 1846.
(52) Isidoro D e - M a r ía : “ Páginas históricas de la República Oriental del Uruguay” ,
pág. 27. M ontevideo, 1892.
(53) “ D iario de José María Cabrcr” , publicado en el libro de Melitón González:
“ E l límite Oriental del Territorio de M isiones” , tomo I, págs. 129 y 130.
Montevideo, 1882.
(54) “ Ordenanzas de S . M . para el régimen, disciplina, subordinación y servicio
de sus exercitos” , tomo II, pág. 153. M adrid, 1768.
( 55) “ Diario de Guerra del Brasil llevado por el ayudante José Brito del Pino” ,
en “ Revista Histórica” , tomo V III, pág. 374. Montevideo, 19T7.
(56) M. B r a c k e n rid g e : “ Voyage to Buenos Ayres, performed in the years 1817
and 1818” , pág. 78. London, 1830.
(57) Libro 486, año 1815, fol. 115. Fondo Ex Archivo General Administrativo. A r
chivo General de la Nación. Montevideo.
(58) Relación suscrita por D. Feo. Galli de los sueldos pagados en el mes de
mayo de 1816 a los integrantes de la compañía decómicosque actuaba en
Montevideo en la Casa de Comedias. Montevideo, 6 de junio de 1816. Fondo
E x Archivo General Administrativo. Libro N.° 603. Archivo General de la
Nación. Montevideo.
(59) “ E l Universal” , Montevideo, 8 de enero de 1834.
(60) “ E l Nacional” , Montevideo, 15 de febrero de 1841.
(61) “ Com ercio del Plata” , Montevideo, 5 de mayo de 1854.
(62) W . W h i t t l e : “ Journal o f a voyage to R iver Píate” , pág. 49. Manchester, 1846.
(63) Libro 486, año 1815, fol. 115. Fondo Ex Archivo General Administrativo. A r
chivo General de la Nación. Montevideo.
(64) “ E l Indicador” , Montevideo, 19 de agosto de 1831, y “ E l Universal” , Mon
tevideo, 25, 27, 29 y 31 de agosto de 1831.
(65) “ Com ercio del Plata” , Montevideo, 10 de enero de 1857.
(66) Actas del Cabildo de Montevideo, en “ Revista del A rchivo General A d m i
nistrativo” , tomo IV, pág. 121. Montevideo, 1890.
(67) F r a n c is c o X a v ie r Brab o : “ Colección de documentos relativos á la expulsión
de los Jesuítas” , pág. 57. Madrid, 1872.
(68) Jorge E s c a la d a Y r io n d o : “ Orígenes del teatro porteño” , en “ B oletín de E s
tudios de Teatro” , año III, N.° 8, pág. 28. Buenos Aires, enero de 1945.
778
( 6g) Ibidem, pág. 32.
(70) G u ille r m o F u r lo n g : “ M úsicos argentinos durante la dominación hispánica” ,
pág. 162. Buenos Aires, MCMXLV.
(71) E u g e n io P e r e ir a S a l a s : “L os orígenes del arte musical en Chile” , pág. 47.
Santiago de Chile, 1941.
(72) Libro 486, año 1815, fol. 115. Fondo Ex Archivo General Administrativo. A r
chivo General de la Nación. Montevideo.
(73) Año 1815, expediente sin encuadernar N.° 2, fol. 30 vta. Archivo de la Escri
banía de Gobierno y Hacienda. Montevideo.
(74) “ Semanario M ercantil de M ontevideo” , Montevideo, 9 de junio de 1827.
(75) “ E l Universal” , Montevideo, 8 de noviembre de 1831.
(76) “ E l Universal” , Montevideo, 20 de julio de 1832.
(77) O re s te s A r a ú jo : “L os italianos en el Uruguay” , pág. 182. Buenos A ires, 1920.
(78) “ E l Universal” , Montevideo, 20 de marzo de 1830.
(79) “ E l Universal” , Montevideo, 19 de noviembre de 1830.
(80) “ E l Indicador” , Montevideo, 26, 27, 28 y 31 de agosto de 1831.
(81) M a r ia n o G. B o s c h : “ H istoria del teatro en Buenos A ires” , op. cit., 281 y 282.
(82) “El Nacional” , Montevideo, 2 de enero de 1839.
(83) “ E l Universal” , Montevideo, 20 de marzo de 1833.
(84) “ E l D efensor de las Leyes” , Montevideo, 7 de noviembre de 1837.
(85) “ E l Constitucional” , Montevideo, 6 de junio de 1839.
(86) “ E l Nacional” , Montevideo, 5 de marzo de 1839.
(87) “ E l Nacional” , Montevideo, i.° de octubre de 1840.
(88) “ E l Nacional” , Montevideo, 17 de febrero de 1841.
(89) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 28 de febrero de 1852.
(90) “ E l Nacional” , Montevideo, 22 de agosto de 1845.
(91) “ E l Nacional” , Montevideo, 20 de setiembre de 1845.
(92) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 27 de setiembre de 1850.
(93 ) J°sé M a r ía F e rn á n d e z S a ld a ñ a y C é s a r M ira n d a : “ H istoria general de la
ciudad y el departamento del Salto” , pág. 203. Montevideo, 1920.
(94) “ E l D efensor de la Independencia Americana” , Miguelete, 2 de octubre de 1849.
( 95) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 22 de octubre de 1851.
(96) “ Camercio del Plata” , Montevideo, 30 de marzo de 1851.
(97) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 10 de enero de 1857.
(98) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 2 de diciembre de 1852.
(99) L ice n cia d o P e r a lt a [D r. D om ingo G o n z á le z ] : “ Resonancias del pasado” ,
págs. 17 y 18. Montevideo, 1920.
(100) “ Montevideo M usical” , Montevideo, i.° de febrero de 1887.
(101) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 4 de julio de 1855.
(102) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 14 de noviembre de 1855.
(103) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 12 de febrero de 1857.
(104 ) J. E. H o rn e y E. W o n n e r : “ Guía de M ontevideo con algunos pormenores
sobre el Estado Oriental del Uruguay” , parte II, pág. 17.Montevideo, 1859.
( 105) José T o rib io M e d in a : “ La Imprenta en M éxico ” , 2 tomos. Santiago de Chile,
I 9°5 y 1911. (Véase el im portante artículo de L o t a M. S p e l l “L os primeros
libros de música impresos en A m érica” , aparecido en el “ B oletín Latino A m e
ricano de Música” , año V, N.° V, págs. 195 a 201. Montevideo, octubre de 1941).
(ío 6 ) José M a r ía F e rn án d e z S a ld a ñ a : “ F ichas para un diccionario uruguayo de
biografías” , tomo I, págs. 141 y 142. Montevideo, 1945.
(107) “ E l Universal” , Montevideo, 19 de agosto de 1836.
(108) “ E l Universal” , Montevideo, 5 de julio de 1837.
( 109 ) “ Comercio del Plata” , Montevideo, 19 de febrero de 1848.
(110) A n t o n io Z i n n y : “ Historia de la prensa periódica de la República Oriental del
Uruguay” , págs. 386 y 387. Buenos Aires, 1883.
(m ) Remate de la Sucesión de Francisco Deniz. Expediente N.° 3 del año 1793,
fol. 7. Juzgado Letrado de Soriano. Mercedes.
(112) “ Co'mercio del Plata” , Montevideo, 2 de diciembre de 1852.
(113) “ E l Universal” , Montevideo, 22 de mayo de 1835.
(114) “ E l Patriota” , Montevideo, 5 de setiembre de 1822.
779
“ E l Patriota” , Montevideo, 13 de setiembre de 1822.
“ E l Universal” , Montevideo, 3 de octubre de 1832.
“ E l Universal” , Montevideo, 28 de marzo de 1833.
“ E l Nacional” , Montevideo, 6 de febrero de 1841.
“ Comercio del Plata” , Montevideo, 2 de diciembre de 1852.
“ Com ercio del Plata” , Montevideo, 2 y 3 de octubre de 1854.
“ Comercio del Plata” , Montevideo, 28 de enero de 1855.
“ Com ercio del Plata’ ,’ Montevideo, 11 de julio de 1852.
“ Comercio del Plata” , Montevideo, 5 de abril de 1851.
“ Comercio del Plata” , Montevideo, 2 de diciembre de 1852.
“ Comercio del Plata” , Montevideo, 15 de febrero de 1855.
“ Comercio del Plata” , Montevideo, 7 de diciembre de 1858.
“ E l Nacional” , Montevideo, 25 de febrero de 1841.
“ Comercio del Plata” , Montevideo, 17 de diciembre de 1849.
“ Semanario Mercantil” , Montevideo, 14 de junio de 1828.
“ E l Universal” , Montevideo, 20 de marzo de 1833.
“ Comercio del Plata” , Montevideo, 13 de febrero de 1853.
I N D I C E S
1. Í NDICE ONOMÁSTI CO
A A R Ó N : 84. A L FR ED O : 368.
A B B A D IA : 125. ALM EIDA. Renato: 34, 48. 605, 623.
A B E N -JO T : 285. ALMIRÓN, Pedro: 708. 710.
ABEM H U M E Y A : 566, 558, 642, 758. ALMOROX, Juan: 116.
ABREU , Benito: 175, 294. ALONSO, Francisco: 503, 504.
ACOSTA, Patricio: 88. A L P O IN : 452.
ACUÑA D E FIG U ERO A , Francisco: A L SIN A DE CAPELL, Sra.: 430.
69, 71. 103, 110. 164, 205, 214, 253, A LTAM IRANO, P. Cristóbal: 15, 739.
255, 263. 265, 28o, 300, 301 , 322, 323. ALVARENGA, Oneyda: 34, 48, 55.
342, 331, 332, 337, 346, 459, 480, 484. ALVA RES P ER EIR A CORUJA, An
518, 524, 53i. 548. 553, 554. 555, 556. tonio: 484.
558, 562, 565, 566. 569, 591, ÓOO, Ó02, ALVAREZ. Javier: 214, 227.
603, 618, 639, 648, 687, 688, 689, 690, ALVAREZ. Ju an: 34, 48.
691, 692, 697, 698, 699, 701. 702, 703, ALVAREZ ACERO. Bernardo: 175.
704, 705, 706, 709, 712, 713, 716, 717, ALVAREZ C IEN FU EG O S, Nicasio:
718,719,720,723,724,758. 705-
ACHA, Francisco X avier de: 214, 412, AL V ES DE SOUZA, Gabriela: 131.
491,596. ALZÁIBAR, María Francisca de: 168,
ADAM, Adolphe: 273. 364, 377, 380, 290.
AMAT, José: 389, 392, 412, 443. 448,
A D E L A : 368. 472. 449. 535. 538, 604. 605, 606, 746, 753.
A FFO N Q O : 146. A M ELONG: 535, 591. 592, 673, 758.
AGATA, D oña: 770. A M ED É: 216, 412.
A G ELL DE HOCQUART, M aría: 197. AMEY, Josefina: 397, 398, 399.
AGUADO, D ionisio: 538. AMIGÓ DE L A R A : 216, 415, 418, 420,
A G U IL A R : 417. 746, 754. 755-
AGU IRRE, José M aría: 445. AN CELM O: 146.
AGUIRRE, Juan Francisco, 437, 530. A N CH IE TA , Juan: 116.
AGUIRRE, Nicolás: 743. A NDRADE, Mario d e : 55, 277, 278,
AGU STIN A , D oña: 441. 302.
ALARY, Giulio: 404. AN D RAD E M URICY, J. C.: 301.
ALBA, Antonio: 31. A N ESA N TI. P. Pablo: 9.
ALBARELLOS, N icanor: 228, 234, 339, A N G ELIS, Pedro d e : 8, 45, 46.
535- 593. 594- A N IT A : 246, 337, 377, 378. 379.
ALBÉNIZ, Pedro: 250. AN K ERM AN , B.: 24.
ALBERD I, Juan Bautista : 439, 449, 456, A N T O N IN I: 235, 354.
49i, 5ii, 537- A N TO N IO LI, G.: 389, 399.
ALB E R T I (B ajo albertino) : 584. A NTUÑA, Francisco Solano de: 441,
ALCORTA, Basilio: 445.
A LD O N A IR E. M anuela: 79, 80. AN TUÑ A, Mercedes: 588, 590, 591,
A LE JA N D R O M AGNO: 444. 759-
ALFARO, P. Diego de: 12. ARAGO, Jacques: 279, 302.
A L FIE R I, Conde d e : 264. ARANAZ, Antonio: 173, 174. 745, 746,
A LFO N SO X E L SA B IO : 285. 747-
78 3
ARANAZ Y V ID E S, P edro: 174, 175, 249, 279, 286, 457, 461, 465, 468, 492,
177. 178, 747- 495, 50i, 503, 505, 507, 533, 547, 574,
ARAUCHO, Francisco: 164, 693, 694. 581, 605, 607, 610, 617, 629, 659, 677,
ARAUCHO, M anuel: 164, 184, 187, 315, 679, 722, 726, 732, 771, 775, 777.
684, 700, 703, 705. A Y LLON ES, H erm anos: 696.
ARAÜJO, Juana: 140. A YM ERICH, Enrique: 429.
ARAÜJO, O restes: 779. AY N E, Ignacio: 125.
A R A U SE : 236. AZARA, Félix de: [3], 5, 6, 13, 30, 45,
ARBEA U , T h o in o t: 471, 475, 738, 739. 47, 510, 511, 533-
ARCE, A ntonio: 447. AZAROLA GIL, Luis E nrique: 46.
ARCE, Herm enegildo: 443, 446, 447. AZI C H E R IF F : 262, 423.
ARDAO, M aría Ju lia: 531.
A RD IT I, Luigi: 223.
ARÉCHAGA, Justino: 445. BABCOCK: 770.
ARETZ, Isabel: 43, 101, 466, 511, 527, BACIGALUP, Francisco: 203, 308, 309,
531- 533- 310.
A R G U E L L E S: 425. BACO, Duncan Sadi: 578, 585.
A R IS T Ó T E L E S: 444- BACH, Johann Sebastian: 280, 536.
ARM A N D : 384. BAGNASCO DE DEBALI, M agdalena:
ARNAUD, Giaccomo: 224, 434. 576.
A RO STEG U I, Sebastián de: 458, 531. B A G E TTI D E CAVEDAGNI, T e re sa :
ARTA Y ETA . Domingo: 748. 221, 222, 422, 423, 433, 618, 619.
ARTA Y ETA , Luis: 247. BA LBIAN I, General: 460.
ARTEAGA, Juan José de: 530. BA LESTRA G A L L I: 434.
ARTIG A S, Felipa: 78. BALFOUR, H e n ry : 24, 33, 34, 35, 40,
A RTIG A S, José G .: 16, 17, 18, 69, 123, 48.
546, 683, 686, 690. 692. B ALTASAR, P eregrín: 235, 236, 350,
A RTIG A S, M ajín: 770. 355, 477, 535, 586, 587, 59*> 602, 603,
ARZAC, F ray José M aría de: 125, 140, 670, 671, 675, 676, 724, 745, 750, 760.
142, 535. 563. BALZO, H ugo: 723.
ARRAGA ( Flia.) : 445. BA NDERALI, Davidde: 756, 757.
A RRED O N D O (h ijo ), H oracio: n i, B A P T IS T A : 389.
152, 530. BARAS, José: 238.
A RR IETA , Emilio: 159, 251, 432. BARAS DE GRAS, Carmen: 238.
ASCASUBI, H ilario: 482, 483, 484, 489, BARBERA HUM BERT, Jo sé : 533.
497. 532, 564, 577, 684, 712. B A RBIERI, Francisco Asenjo: 32, 251,
A SCONE, Vicente 544. 252, 408, 409, 424, 425, 429, 430, 433.
A SCH ER, Joseph: 243, 420. B A RBIERI, José: 396.
ASSUNCÁO, Octavio: 762, 763. BARBOSA DE AGUILAR, Cap. Sal-
A STENGO, C arlos: 430.
A TA H U A L P A : 31. BARBOZA, Juan José: 216.
ATA N É, A racely: 416. BARBOZA, Manuel: 82.
A T A Ñ O : 415. B A RCENA: 711.
AUBER, D an iel: 192, 243, 245, 246, 337, BARCO CEN TEN ERA , Martín d el: 7,
35i, 357, 359, 362, 364, 37i, 374, 376, 8, 9, 47, 9 i-
378, 379, 38o, 389, 39i, 392, 393, 394, BARRALES, Bruno: 135, 136, 137. 138,
395, 413, 415, 425, 433- 152.
A U B IN : 382, 389. BARRALES, Caetano: 152.
AUBIN , Srta. de: 391. BARRALES, Juan Agustín: 152.
AUCH M U TY , Sir M anuel: 169. BARRALES, Teodora: 152.
A U G IE R : 352. BARREDA, E lisa : 253, 429.
AUG U STO II I (E lector de Sajonia y BARREDA, M aría: 253, 407, 408, 429,
Rey de Polonia) : 506. 432.
A ULÉS, Antonio: 161, 412, 535, 565, BARREDA, R afael: 429.
588, 589, 590, 59 *, 622, 672, 746, 751, BARROS, Antonio: 146, 257, 258, 309,
756, 758, 759- 310, 314, 317, 319, 337, 340, 350, 351,
A VILA, M anuel: 264, 274, 286, 404, 405. 385. 535, 546, 547. 548, 549, 550, 551,
AV ELLIN O , A ndrea: 125. 561, 562, 563, 564. 637, 703, 719, 724,
A Y ESTA RÁ N , Lauro: 45, 140, 181, 221, 745, 748.
784
B E R N A R D IN O : 256.
314, 3 i 6, 317, 319, 443, 444, 546, 547, BER TE T, II.: 215.
551, 745, 748. B E R T O N : 47.
BARROS, Juan Cayetano: 146. 254, 255, BERRO, Adolfo: 165, 572, 588, 590, 591,
256. 257, 535, 545, 546, 547, 550. 635, 760.
636, 685, 695, 745, 746, 757. BERRO, Aueliano G .: 446, 447, 530.
BARR O SO : 125. BERRO, Bernardo Prudencio: 446, 447,
BA SILI, Basilio: 250. 462,490,530.
BASSAURI, Carlos: 33. BERRO, M ariano: 46, 59.
BA SSIN I, Carlos: 157, 226, 228, 232, BERRO, Pedro Francisco d e : 293.
233, 234, 237, 238, 327, 333, 339, B E SN ES E IRIGOYEN, Juan M anuel:
B A S T IA N I: 216, 412. 168.
BASTOGGI, Caetano: 222, 424. BIG A TTI, Leonor: 330.
BASTOGGI, Sra. de: 422. BIGNAM I, César: 608.
BATOLLA, Octavio C.: 301. BILBAO, Manuel: 622.
B A U D R IX : 241. BISCA CIANTI, Conde de: 213.
BAUZA, Francisco: 13. 46, 490, 500, BISCACIANTI, E lisa: 190, 211, 212,
532. 213, 404.
B A Y O T : 77. BISH O P, A na: 155, 220, 221, 420, 422.
BAZÁN, P .: 700. B ISH O P, Sir H enry: 221, 328.
BAZEN, 392. BIZET, Georges: 183, 245.
BEA U M A RCH A IS, P ierre Augustin BLANCO, Corina: 528.
Carón d e : 352. BLANCO ACEVEDO, Pablo: 563, 565,
BEDEY, M aría: 224, 419, 420, 432. 647, 648, 688, 705, 760.
BEE T H O V E N , Ludwig van: 165, 183, B L A N C H E T : 246, 377.
226, 260, 284, 327, 537, 538, 608, 609. BLASCO, Coronel: 452.
BÉJAR, José de: 171. BLIXÉN, Carlos: 777.
BELA RD E, Ambrosio: 139. 745, 747. B L O N D EL: 774.
BELEY, ST E W A R T y Cía.: 769, 770. BLU TEAU, R afael: 45.
BELGRANO, Manuel: 269, 657. BOADAS, Santiago: 446, 447.
BELTRA M E, A ndrés: 467, 531. BO CCHERINI, L u ig i: 248.
BELLA, F élix: 252. BOCHSA, Nicolás: 221, 231, 327, 328.
BEL L IN I, Vincenzo 157 190 191, 204, BOEHM, Theobald: 392.
205, 206, 208, 210, 220, 234, 322, 323, BÓHM, P. A ntonio: 11.
33i. 333, 334, 335, 337, 338. 339- 340, BO IELD IEU , Franqois A drien: 246,
341, 342, 343, 344, 345, 348, 352, 354, 362, 364, 377.
357. 358, 359, 360, 362, 363, 365, 366, BOLAÑOS, P. Juan Francisco: 152.
367, 368, 369. 371, 372, 373, 374. 375, BO LIN DER, Gustav: 33, 48.
376, 377, 378, 380, 381, 382, 383, 384, BOM PLAND, M m e.: 230.
388, 389, 391, 392, 393, 395, 398. 400, BO NILLA, Guillermo: 446.
4 i 5, 418, 420, 425. 426, 427, 428, 429, BONILLA, José M aría: 516, 518, 524,
434, 439, 476, 506, 565, 574, 588, 589, 57 i, 579-
590, 592, 616, 764, 765, 766, 767, 768. B O NATTI, Condes d e : 607.
BELLO, A ndrés: 200. BO RDESE, L uigi: 125.
BELLOC. M me.: 150, 228, 241, 403. B O R D O G N I: 125.
BENDA, G eorg: 183. BORRA, Rosa: 228, 242, 411, 412.
B ENGOCHEA, Pedro de: 430. BOSCH, Mariano G .: 192, 297, 298, 299,
B EN ITO , Tío (Benito de San F ran 300, 301, 557, 562, 597, 620, 621, 623,
cisco de Asís) : 137, 138. 750, 779-
BERGAM ASCHI, Giovanni: 425. BOTTARO, M arcelino: 62, 63, 64, 94,
BERGER, Ludw ig: 127. 95. no.
BERGER, P. Luis. V er: Verger, P. B O TTIN I, Carlos: 342, 343.
B O TTINO, Carlos: 731, 770.
BÉRIOT, Charles Auguste d e : 233, 234, B O U C H A R D I: 338.
242,244,333,339,340,350,364,392, B O ULET, J u a n : 745. 746.
396,413,415,420,428,448,538,586, B O UTCHER H A LLORA N, L .: 438,
607. 439-
BERLIOZ, H éctor: 164, 183. BOYARD: 382.
BRABO, Francisco Javier: 746, 778.
785
BRA CK EN RID G E, H enry M .: 743, CANÉL, E va: 51, 78, 79, m .
778. CANNONERO, Carlota: 217, 364, 371,
B REN ET, Michel: 504, 533. 396, 401, 402, 403, 404, 405, 410, 411,
BRETÓN D E LOS H ERRERO S, 413 , 416.
M anuel: 183, 250, 285, 353, 431. CÁNOVAS, Encarnación: 287, 408, 409,
BRITO D E L PIN O , José: 741, 778. 412.
BR IT O S T ÍF A N O , Rogelio: 531. C A NESCHI, Alceo: 608.
BRO SCH I, Cario. V er: Farinelli. CANTO, M argarita: 407.
BROSSARD, Sebastien de: 459, 472, CANTILO, José M aría: 516, 525, 571,
53i- 572, 573, 579-
BROW N, Almirante Guillermo: 691. CA ÑETE, José: 264, 270, 274, 278, 304,
BRUSCOLI, José: 389, 393. 305, 472, 474, 478, 496, 554.
BUEN O , F rancisca: 252. C A ÑETE, Ju a n a : 264. 270. 274, 278, 280,
BUEN O , Francisco: 407, 408, 409, 410. 304, 305, 472, 474, 478, 551, 553, 554.
BUENO, Sra. de: 426. CAPAC, Manco. V er: Manco Capac.
B U E R O : 476. C A PELL, Felipe: 430.
B U STA M A N TE Y GUERRA, José: CAPMANY, Aurelio: 533.
532. CARAVAGLIA, M argarita: 159, 160,
BU STILLO , José M.: 573. 190, 198, 200. 304, 305.
BU STO S, M ariano: 175, 177. C ARBAJAL DE CHA VES, Concep
BUSSM A Y ER, Alberto: 228, 240, 387, ción: 279.
393- CARBALLIDO, Jorge: 446.
CARDOSO, Francisco: 289.
CARDOSO, José: 408, 412, 426.
CARDOSO, Jo se f: 166, 289, 290.
C. R .: 77- C ARIANO, V icente: 410.
CABALLERO, A ntonia: 447. CARLOS III (Rey de España) : 10,
CABALLERO BAZÁN, Lic. Francisco: 454, 746.
14- CARLOS V (Rey de España) : 390.
C A B A L L I: 334. CARNICER, Ramón: 250, 718.
CABELLA, Joaquín: 252. C A RO LIN A : 356, 502.
CABELLO, José: 252, 407. C A R PEN TIER , A lejo: 527, 533.
CABRER, José M aría: 778. CARULLI, Ferdinando: 229, 538, 584.
CAILLY, C larisse: 191, 222, 223, 224, CARUSO, Enrico: 157.
426, 430, 432. CARRASCO, Sansón. V er: Muñoz, Da-
CALCAÑO, José A ntonio: m .
CALCAVECCHIA, Benone: 726, 727. C A RRERAS: 448.
CALDERÓN D E LA BARCA, Pedro: CARRERAS, Juan Domingo de la s:
190, 247, 248, 266. 293-
CALM ET, Luisa: 231. CARRILLO, Manuel: 308.
CA LV O : 691. CARRILLO, Sargento: 79, 80.
CALVO, Carmelo: 118, 150. CASACUBERTA, Juan Aurelio: 165,
CALVO, José: 125, 126, 132. 171, 180, 202, 231, 264, 265, 266, 267,
CALZADILLA, S antiago: 196, 197, 298, 268, 270, 278, 293, 306, 307, 322, 325,
567, 621. 332, 477, 597, 695.
CALLE, A ntonio: 252. C ASACUBERTA (h ijo ), Juan: 378.
CALLE, La. V er: La Calle. C A SALONI, A na: 217, 224, 226, 416,
CAMACHO, Ju an : 168. 418, 419, 430, 432, 434.
CAM BESES, José M aría: 125, 131. CASANOVA, A ntonio: 206, 210, 388.
CAMBRONI, Vicente: 430. CASANOVA, Carlos: 222, 344, 345,
CAM EJO, Juana Rosa: 152. 418, 419, 422, 424.
CAM ILLI, A ntonio: 430. CASAS (B ailarín) : 408, 409, 410.
CAM ILLI, M atilde: 430. CASAS, Pascual: 136, 137.
CAM INAL, A gu stín : 770, 775. CASOSO, José: 84.
C A M PA N O N E : 350. C A SSADEM UNT, Narciso: 127.
CAMPODÓNICO, M aría: 342. CASSALE, Francisco: 331, 332, 335,
CAM PODRÓN, Francisco: 251, 429. 535, 564, 565, 566, 590, 648, 705, 719,
CAM POS MAURA, José: 60, 61. 724, 745, 750.
CAÑÉ, M iguel: 261, 567, 569, 764, 756. CA STAGN ERI, Clemente: 217, 218,
786
224, 2 54» 202, 43°, 432> 535, 612. COGIOLA, Lorenzo: 125.
CASTAGNINO, Raúl H .: 244, 554, CO IGNET, H orace: 183.
620, 622. COLOM BO: 216, 412.
CA STA Ñ O : 315. C O LLAO: 313, 425, 484.
CASTAÑERA, Antonio: 270. COLLAR, Silvestre: 290.
CA STEL, José: 175, 177, 178. COLLE, R. P . : 90.
C A S T E L L E T T I: 216, 412. COMOLI, Juan: 148, 150, 216, 223, 401,
CASTRO, Angel A. de: 125. 402, 403, 404, 405, 407, 410, 411, 412,
CASTRO, A ntonio: 445. 413, 414, 427, 428.
CASTRO, José Aniceto de: 125, 127, COMELLA, Luciano Francisco: 187,
128, 132, 141, 145, 147, 441, 514, 515, 188.
517,518,522,526,529,569,570,571, CO N TIN I, Luis: 388, 390, 393, 433.
572, 574, 602, 759. CONCHA, José: 188.
CASTRO, Julián de: 597. COOPER, Fenim ore: 223.
CA S T U R IN A : 125. COPPOLA , Pietro A ntonio: 351, 363.
CATALA, M aría: 252. CO RA DINI, Francisco: 175.
CA TA LÁ N : 146. CORALLI, J e a n : 273, 274, 364, 417.
CATÓN, Carolina: 144, 264, 271. 272, CO RD EIRO GALÁO, Joaquim: 125,
, , , , , ,
274 278 280 282 283 315 316 317 , , 131-
3 [9> 320, 321, 336, 337, 472, 478, 554. CORDERO, Fernando C ru z: 228, 539,
CATÓN, F elipe: 144, 264, 271. 272,
274, 280, 315, 316, 317, 319, 320, 321, CÓRDOBA, Antonio de: 167, 291.
336, 337, 472, 478 , 554- CORNÜ, Teodoro: 770.
CAVAILLON, Rosita: 762, 763. CORTÉS, H ern á n : 773.
C A V A L L I: 434. CORTÉS ARTEAGA, M ariano: 244.
CAVEDAGNI, Luis: 191, 221, 222, 422, CORREA LUN A ( F lia .) : 574.
423, 424, 425. 433, 535, 617, 618, 619. COSIO, Juan Miguel: 484.
CAVIA, Pedro Feliciano Sains de. V er: COSSIO, M anuel: 599.
Sains de Cavia, Pedro Feliciano de. COSTA, Dalmiro: 228, 241. 407, 499,
CAVIGLIA (h ijo ), B uenaventura: 4S. 506, 539, 604, 762.
C E L IN E : 417. COSTA, Nicanor: 247.
CELLIS, G reg ario : 353. COSTA, Pablo: 222, 422, 424.
CEREZO, Sebastián: 478. COSTA, Pascual: 723, 724.
CERIO LI, Francisco: 125. CO TARELO Y MORI, Emilio: 182.
CERN ICCH IA RO , Vincenzo: 298, 299, COURLANDER, H aro íd : 55.
300, 620, 621, 623. COVARRUBIAS, Sebastián de: 738.
C ER O N E : 448. COYA, Juan: 332, 496.
C E R U T T I: 125. COYA ( h ijo ) : 331.
CERV A N TES SAAVEDRA, Miguel CRAMER, Johann Baptist: 127, 132,
de: 280. 145-
CÉSPED ES, Carlos M. de: 62, 110. CRAUFURD, Brigadier General: 169,
CÉSPED ES, Francisco de: 13, 14, 46. 292, 460, 475, 531.
CEVALLOS, Pedro de: 459, 739. C R IST IN A : 400.
CEZIM BRA JA CQ U ES, Joáo: 485, 532. CRUZ: 293.
CIBILS, José D .: 771. CRUZ, Ramón de l a : 248.
CIMA, José: 216, 217, 219, 224, 401, 402, CUADRA, Miguel Ignacio de l a : 540.
403, 404, 405, 410, 411, 412, 413, 414, C U CA RELLAS: 418.
415. 416, 419. 43», 432. 433. 434- CULEBRAS, Antonio: 264, 268, 271,
C 1MAROSA, Domenico: 165, 207, 324, 306, 307, 309.
349, 538. CULEBRAS, Joaquín: 165, 264, 268,
CLARET, José: 173. 269, 270, 303, 304, 314, 324, 599, 698.
CLAVEL, Alcide: 384. CUNARD, N ancy: 62, n o .
CLAVEL, Charles: 389. C U N H A : 197.
C L A V E R I: 448. CU R EL: 21, 235.
CLE M E N T E V III (P a p a ): 117. CUSANO, A ntonio: 426.
C LEM EN TI, Muzio: 551, 731.
CLO R IN D A : 345.
COCCIA, C ario: 326, 331, 332, 335.
COECELLI, Luis: 258, 351. C H A G A S: 146, 256, 257.
787
C H A R L E S : 378, 379, 384. D EL PIN O , Joaquín (V irrey). V er:
C H A TEA U FO R T, León: 390, 391, 393, Pino, Joaquín Del.
400, 403, 410, 411, 417. D EL REY, Fernanda. V er: Rey, F er
C HA U V ET, Stephen: 35, 41, 42, 48, nanda Del.
54, 90, n o . D E L L IN O : 127.
CHA VEZ (Copista brasileño) : 129. DE-M ARÍA, Isidoro: 31, 51, 64, 76, 77,
C H E A R IN I, José: 264, 269, 270, 304, 89,93,94,103, n i, 137,138,152,153,
306, 307, 496. 166, 167, 231, 257, 265, 266, 291, 299,
C H E A R IN I, M aría: 264, 269, 280, 306. 301, 306, 443, 445, 477, 530, 552, 620,
C H E P P I, A .: 401. 698, 777, 778.
C H E R U B IN I, Luigi: 22, 23, 47. D E M A R T IN I: 216. 258, 412.
C HESSO , José: 429, 432. D E M A R TIN I, Srta.: 363.
C H IO D IN I, A ngel: 216, 262, 370, 371, D ENIZ, Francisco: 769, 779.
374, 376, 379, 381, 382, 383, 388, 389, D ENTU , E .: 607.
390, 39i, 393, 400, 401, 402, 403, 404, DELGADO, Pablo: 703, 704.
405, 412. DE SALVO, Francesco. V e r: Salvo,
C H IR IF F , Azi. V er: Azi Cheriff. Francesco De.
C H O PIN , F réd éric: 163, 226, 505, 507, D ÉSIRABODE, D r.: 769.
567- D ESVEAUX, Ernesto: 246, 247, 377,
C H O PIT E A , A m elia: 59. 378, 379-
C H O U D E N S : 771. D EV O TTI, Manuel: 426, 433.
DIAGO, María Ignacia: 127.
D IAGU ILEV , Sergio: 274.
D. J. C.: 126. DIAS, Antonio Gon^alves: 449, 606.
D Á CTILI, P. H ipólito: 11. DÍAZ, Antonio: 16, 17.
D A LLE CASE, Luis: 337. DÍAZ, César: 600.
D A SS O : 216, 412. DÍAZ, Juan: 743.
DASSO, Santiago: 216, 412. DÍAZ, Leopoldo: 464.
DAVALOS, Balbino: 49. DÍAZ, Modesto: 445.
D A V ID : 486, 487. DÍAZ DE GUZMÁN, R u i: 8.
DAVID, Felipe: 180, 264, 270, 271, 281, DÍAZ DE SOLÍS, Juan: 6.
304, 305, 309,318,461. DID DLER, Jerem ías: 597.
DEBA LI, Francisco José: 126, 150, 188, D IDELOT, C harles: 366.
216, 254, 257,258,282, 284,285,287, ID O T, A lfredo: 223, 262, 427, 428,
D
334, 338, 346,352,353, 354,412, 465, 434-
466,467,469,472,473,474,477,479, D IEZ DE Q U IJANO , M atilde: 272, 283,
480, 486, 487, 488, 496, 500, 502, 509, 335, 337, 338, 592, 595-
510, 511, 512, 513, 514, 535, 537, 539, D IV R Y : 390.
550. 551, 557. 563. 573. 575. 576, 578, D IX ON , Roland B.: 48.
579 , 580, 581 , 582, 583, 584 , 585, 586 , DOBLAS, Gonzalo de: 46, 454, 530.
594, 595, 596, 600, 601, 602, 618, 621, D O D E R O : 224, 430, 432, 434.
659, 660, 661, 662, 663, 664, 665, 666, DO H LER, Theodor: 239, 374, 387, 425,
667, 668, 669, 674, 685, 695, 701, 706,
, , , , , ,
712 713 714 715 716 717 718 719 , , D O M EN ECH, Pablo: 516, 571, 770.
720, 721, 722, 723, 724, 725, 726, 727, DOM ÍNGUEZ, Luis: 212, 516, 520, 525,
729. 730. 731, 732, 733. 734, 735, 736, 57i, 759-
737, 738, 744. 745 . 746. 750. 758, 760. D O M IN ICETTI, César: 254, 261, 262,
762. 405, 407, 535, 610, 611, 718.
D EBA LI, José: 576, 577, 621, 712. D O N IZETT I, Gaetano: 125, 130, 147,
D EBA LI, Luis J . : 578. 157, 190, 191, 192, 204, 207, 210, 217,
D E B A R B IE R I: 407. 220, 221, 222, 233, 234, 239, 241, 243,
D E B R E T : 106. 246, 251, 253, 305, 309, 323, 326, 327,
DEBRU S, Domingo: 216, 244, 412. 332. 333, 334, 337, 338, 339, 34°, 341,
D EFFA U D IS, Barón de: 718. 342, 344. 345, 347, 35°, 351, 352, 354,
D E L A C R O IX : 163. 355, 357, 358, 359, 360. 361, 362, 363,
D ELA FO SSE, M aurice: 54. 364, 365, 366, 36 7, 3®, 369, 370, 371,
D E L FIN O , M iguel: 770. 372, 374. 375, 376, 377, 378, 379, 380,
DELO N EY , Gustavo: 264, 272, 356, 363, 381, 382, 383, 384, 386, 387, 388, 389,
502. 391, 392, 394, 395, 396, 397, 399, 400,
401, 404, 4° 5, 4° 7, 4° 9>4 I0> 4 11» 4 I2> ER A RD : 774.
413, 414, 415, 418, 419, 422, 423, 424, E R M ITA, Juan de la: 298, 559, 620.
426, 427, 430, 433, 434, 435, 439, 448, E R N S T : 433-
449, 476, 506, 551, 602, 607, 616, 618, E R V A : 434-
730 , 73 i, 738 , 768. E RRASQUIN, Pedro: 294.
DORDONI, Joaquín: 210, 379, 381, 383, ERRAZQUIN, Joaquín: 214, 227.
384, 390, 393- ERRAZQUIN, M atías: 746, 755.
DORINA, Rosita: 223, 427, 428, 432. ESCALADA YRIONDO, Jorge: 294,
DORIZAO: 146. 778.
DORM EU IL, Mme.: 228, 231, 320. ESCOBAR, Juan: 116.
DU CH A TEA U , Cnel.: 263. ESCOT, Pablo: 356.
DUCANGE, V íctor: 267. E SCUDERO, P ilar: 429.
D U C IS : 202. ESLAVA, H ilarión: 125.
DUCLÓS, Carolina, 181, 253, 262, 418, ESNA OLA, Juan Pedro: 196, 442, 464,
423, 424, 425, 429, 430, 432. 522.
DUCLÓS, M atilde: 181, 220, 251, 253, E SCH, M. von: 444-
262, 416, 417, 418, 423, 424, 425, 429, E S PIN O SA (violoncelista) : 557.
432, 610, 618. E SPIN O SA , Juan A ndrés: 303.
DUM A N O IR: 382. E S PIN O SA Y TELLO, Jo sé : 489, 532.
DUMAS, A lejandro: 74. E SPRONCEDA, José de: 439.
D U M O U T IE R : 23, 30, 48, 49. ESTA V ILLO , Domingo de: 136.
D U PL E SSIS, Pablo: 214, 227, 247 E ST EV E, Luis: 285.
DUPRÉ, Mme.: 281, 375, 376. E STEV E, Pablo: 175, 177, 178, 179.
DURAN, Petrona: 78. E S T E V E Y LLACH, Gerardo: 540.
DURÓN, Sebastián: 248. E ST EV ES, José M aría: 214, 227.
DUROUX GU ILH EM , Nelly: 360. ESTRÁZULAS DE LUCERNA, Ven
D U TH ILLO Y , Julio: 246, 247, 369, 390, tu ra: 754.
39i, 448. E S T R E M E R A : 265, 477.
D U V E R T : 382. E T IE N N E , G .: 356.
EU G EN E, M me.: 472.
E U G E N IO : 368.
E U T E R P E : 446.
EBO LI, Matilde: 375, 376, 383, 398, EVIA, Domingo: 577.
399, 400. E X N ER, E .: 336.
ECHAGÜE, P ascual: 576.
ECH EV ER R ÍA , E steban: 439, 529, 593.
ED ELV IRA , Ida: 190, 191, 208, 210,
212, 260, 370, 371, 372, 374, 375, 376, FA BBRI, Agnes: 428, 429.
377, 382, 383, 384, 387, 388, 389, 390, F A C C H IN E T T I: 334.
^ 39i, 393, 73i, 754- FAGET, Pablo: 228, 239, 245, 374, 426,
EDERRA , Domingo M ariano d e : 458, 429, 491, 499, 539, 745, 746, 753. 755,
531- 770.
ELSLER. F anny: 273, 279. FAJARDO, Carlos A .: 504.
E K E R L IN : 371. FAJARDO, Heraclio J.: 214.
E L ÍA S : 392, 448, 449. FALCAO ESPA LTER , M ario: 182,
ELÍO , Francisco Jav ier: 68, n o , 123, 186, 187, 293, 297, 300, 691, 777.
293- FA N O STE, Ñervo. V er: Wonner,
F.LLAURI, Juan de: 137. Stefano.
ELLA U RI, León: 445. F A R IN E L L I (Cario Broschi) : 116,
ELLA U RI, Sr. 552. 248, 340.
F.LLAURI, Sra. de: 772. F A R IN E T E : 308.
EM IL IA : 337. FASCÓ: 126.
E M O N : 246, 377, 378. FAVARO, Edmundo J . : 621, 622, 778.
EM ON, Sra. d e : 246, 379. FA V RICHON, Clotilde: 384.
ENAM ORADO. José: 220, 251, 253, FA Y E : 33.
407, 408, 409, 412, 417, 418, 419, 423, F E A T H E R M A N : 34.
424, 425, 426, 429, 430, 432. FED ERICO E L G RA N D E: 164.
EN G ELBR EC H T, E nrique: 244. F E L IP E II (Rey de España) : 116.
L’E P IN E , Eduardo: 338. F E L IP E IV (Rey de España) : 247.
78 9
F E L IP E V (Rey de España) : 116, 248. FL E U R IET, Sra. de: 382.
FE R A N D IE R E , Fernando: 177, 175, FL O R EN C IO : 146, 257.
180. FLO RES, José: 337, 338.
FE R N Á N D E Z : 416. FLORES, Venancio: 506, 610.
FERN Á N D EZ, Amelia: 417. FO LLE, G erolamo: 279, 286, 465, 492,
FER N Á N D EZ, Antonio: 252. 493. 494. 495. 5° i. 503. 505. 5° 7-
FERN Á N D EZ, Dolores: 252. FONDAR, Francisco: 540.
FERN Á N D EZ, Encarnación: 417. FO NSECA, Manuel: 532.
FERN Á N D EZ, M ariano: 250, 251, 404, F O R ESTI, Luis: 198. 201, 203 298, 304,
407. 306, 307, 308, 309,310, 312, 313, 314,
FERN Á N D EZ, Manuel: 746, 751. 315, 316, 320, 321,323, 325, 326, 745,
FER N Á N D EZ, Tom ás: 445. 748. 749-
FER N Á N D EZ D E LA VA LLIN A , FOY, W .: 24.
José: 126, 132. FRAGOSO, Francisco: 251, 252, 253,
FE RN Á N D E Z SALDAÑA, José Ma- 409, 412.
ría : 263, 294, 301, 532, 570, 571, 621, FRAGOSO DE RIVERA, B ernardina:
651, 752, 779- 461, 462, 706, 758.
FER N A N D O V D E ARAGÓN (Rey FRANCK, M r.: 697.
de España) : 773. F RA N CH I, Pablo: 401.
FER N A N D O V I (Rey de E s p a ñ a ): F R A T E L L IN I DE FO R ESTI, M aría:
248, 456. 160,198,202,203,304,308,749.
FER N A N D O V II (Rey de E spaña) : FR AU CHEL, Alberto: 228, 243, 244,
16, 119, 521, 559, 697. 427.
FERRÁ N , L uis: 139, 140, 174, 536, 743, FRERY, Sra. de: 228, 242, 413.
745, 747, 748. FR IO N , H. V .: 679.
FE R R A N T I, P edro: 410, 411. F U EN TES, Jo se f: 743-
F E R R A R I: 216, 412. F U N ES, M anuelita: 321, 324, 556.
FERR A R I, A ngel: 423. F U RLO NG CA RD IFF, R. P. Gui
FER R E IR A , M ariano: 461, 531. llermo: 46, 152, 297, 779.
FE RR E IR A , F erm ín : 462. FU RRIOL, Diego: 445, 564.
F E R R E IR A (L ibrería de) : 770, 773. FU RRIOL, Jacinta: 144, 455, 535, 536,
FE R R E IR A , Manuel: 175. 564.
FE R R E IR O , Francisco: 425. FU RRIO L, Miguel: 564.
FER R IN , Luis: 264, 272, 285, 356, 357, FU SSO N I, Angelina: 222, 223, 422, 423.
358, 363, 366, 502. 424, 427, 428.
F ER R O N I, M iguel: 608.
FE R R O N I, Vicente: 127, 132.
FE SC A : 392.
FÉ T IS, Frangois Joseph: 174, 537. G A B R IE L SK Y : 125.
FIG A RI, Pedro (Cantante) : 217, 224, G A B U T T I: 126.
378, 379. 38o,381, 383. 384. 386, 387. GADEA, F ray Lázaro: 120.
391. 393. 401,402, 403, 404, 405, 407, G A GLIARDI, Jacinto: 228, 381, 387.
410, 411, 412,416, 418, 419, 430, 432, G A IA N T E : 126.
434- GALASI, Benito: 391.
FIG A R I, Pedro (P in to r): 53, 82, 83, G A LDO: 691.
G ALLET, Luciano: 34, 48, 49.
FIG A R I (h ijo ), P edro: 82, 83. GA LLET D E KU LTU RE, Benedict:
FIG U E IR A , Conde de: 16. 605.
F 1G UEIRA, José H .: 45- GALLI, Francisco: 171, 293, 300, 778.
FIG U EIRA , Joáo: 172, 448, 752. G A LLINAL, Gustavo: 531.
FIG U E R E D O , Santiago: 541. GALVÁN ( O fic ia l): 686.
FIN A R T , Enrique C . : 259, 264, 273. GALVÁN, V entura: 175, 177.
274. 364. 365. 366. G AMBÍN, Dolores d e : 280, 345. 346,
FIN SC H , O .: 34- 347. 349. 350. 475. 49^-
FIO RA V A N T I, V alentino: 194, 366, G A N DOLFO (V iolinista) : 216, 412.
378, 370. 37i. 399. 400, 401. G ANDOLFO, A ntonio: 746, 754.
FIO RD A KELLY, A lfredo: 301. G ANDOLFO, José: 341, 342, 347-
F L E U R IE T , Prosper: 246, 247, 254, G ARABELLI, A ntonio: 216, 412.
260, 377. 379. 380, 382, 394, 398, 49*• GARAY, Juan d e : 7.
790
G A RCÍA : 448. GOMES FR EY R E DE ANDRADA,
GARCÍA, A lejandro: 208, 357, 368, 369, (G e n e ra l): 101, 452.
370 . GÓMEZ, C atalina: 84.
GARCÍA, A lfonsa: 357, 368. GÓMEZ, Jo sé : 84.
GARCÍA, A lv a ra : 338. GÓMEZ, Ludgardo: 407.
GARCÍA, Domingo: 137. GÓMEZ DE GÁNDARA, N .: 587.
GARCÍA, Ju an : 429. GÓMEZ DE R EQU ENA, N icolás: 777.
GARCÍA, Manuel: 159, 175, 177, 479, G O N ELLA : 126.
480, 488, 537, 583. GÓNGORA, Diego de: 13.
GARCÍA D EL CA STILLO , J. L .: 188. GÓNGORA, Luis de: 71.
GARCÍA DELGADO, J o sé : 408. GONZÁLEZ, A lberto: 544.
GARCÍA GUTIÉRREZ, Antonio: 251, GONZÁLEZ, Antonio: 201.
341, 573- GONZÁLEZ, Domingo (Licenciado P e
GARCÍA ORTIZ, Laureano: 210. ralta) : 80, 754, 779.
GARCÍA SIEN RA , Pedro: 445- GONZÁLEZ, Emilia: 378.
GARCÍA D E ZÚÑIGA, Tom ás: 293. GONZÁLEZ, Juan Pedro: 445.
GARIBA LD I, José: 206, 350, 604, 731. GONZÁLEZ, M aría M agdalena: 564.
GARM ENDIA, Francisco Javier: 216. GONZÁLEZ, Meliton: 778.
GARRIGOSA, R afael: 432. GONZÁLEZ, R afael: 745, 750.
GARRO, José del: 14, 15. GONZÁLEZ, Santiago: 120.
GATTI, Luis: 387. GONZÁLEZ DE JUANICÓ, Julianita:
GAZTAM BIDÉ, Joaquín: 251, 252, 253, 587, 671.
409, 410, 419, 432. GONZÁLEZ GARAÑO, Alejo B.: 762.
GEN ERA LI, Pietro: 190, 191, 305, 307, GORE O U SELEY , M r.: 718.
308, 309, 310, 314, 326, 327, 749. GORVER, (G eneral) : 460.
GENOVÉS, Tom ás: 250. G O TTSCH ALK, Louis M oreau: 96,
G E R R : 336. 157, 241, 242, 243, 244, 425, 433, 449,
G H IN O N : 432. 539» 607, 614, 615, 617, 776.
GH IO N I, Angelina: 210, 378, 379, 381, G O U D E R : 238.
383, 386, 391, 754- GOVEA, José: 252, 408, 432.
GIA N N I, Juan Bautista: 222, 417, 418, GOW LAND, Ju an: 770.
425, 426, 427. GOW LAND, T hom as: 292.
GIEL IS, José: 477, 557, 568, 575, 587, G RAEBN ER, F ritz : 24.
589. 59°. 59i. 601, 602, 603, 755, 756, GRAHAM, M aría: 510.
757» 758, 759. 760, 764, 765, 770. GRANADA, Daniel: 79, n i .
GILL, Juan B autista: 618. GRANADOS, E nrique: 181.
GIMÉNEZ, Carm en: 336. GRANDÉ, Em ilia: 252.
GIMÉNEZ, Diego: 407. GRANDÉ, Josefa: 252.
GIMÉNEZ, José: 336. GRAS, Amadeo: 228, 238. 239, 300, 359,
GIMÉNEZ, Máximo: 268. 360, 441.
G IO R D A N I: 126. GRAS, Mario C ésar: 300, 530.
GIORGIO, Francisco de: 398, 399. GRAS, Sra. de: 441.
GIRIB A LD I, Pío: 216, 412, 500, 501. GRAS, Simón: 238.
GIRIB A LD I, Tomás E .: 150, 163, 216. GRASSO, G erardo: 686, 726, 727.
GIRIBO N I, José: 258, 343, 344, 345, G R E E N : 448.
346, 348, 351. GRIEG, Edvard H agerup: 183.
GIRÓ, Juan Francisco: 610, 698. G R IFFO N , Celestino: 254, 262, 263, 423,
G IU FFR A , José: 118, 126, 127, 132, 539» 744-
147, 148, 149, 150, 151, 370, 374» 539» G RILLE, Ricardo: 573, 574, 655, 709,
609, 746, 754. 760.
GIU LIA N I, M auro: 538. G R ISI, Carlota: 273.
G IU LIA N O , Francisco: 381, 396, 401, GRÚA, Emmy la: 191, 220. 418, 419.
402, 403, 404, 410. GRUBB, W. B arbrooke: 48.
GLUCK, Christophe-W illibald: 230. GUARDIOLA, R am ón: 746, 750.
GNECCO, Francesco: 342, 343. G U ELFI, Andrés: 228, 233, 234, 254,
G O D EFR O ID , Félix: 241, 403. 258,259,337,345,347,401,508,724,
G O E P F E R T : 327. 746, 751.
G O L IA T H : 486. GUERRERO, Antonio: 175.
GOM ES, Carlos: 605, 608. GUERRERO, Francisco: 116.
791
G U EV A R A : 293. H ELM S, Antony Zacchariah: 66, 67,
GUEVARA, L aurentina: 601.
GUEVARA, Tom ás: 34. H E N R IE T : 382.
GUEVARA, T rinidad: 353, 354, 601. H E R SK O V ITS, Francés S.: 55.
G U G LIELM IN I, Luis: 388, 389, 390, K E R SK O V ITS, Melville J . : 55.
393, 422. HERNÁND EZ, (S rta. d e ): 385.
G UIDO, Carlos: 261, 392, 448, 449, 606. HERNÁND EZ, Bernardino: 337.
GUIDO, W a lte r: 578. HERNÁND EZ, Dolores: 208, 363, 364,
GUIGO, José: 65. 365, 367, 369, 370.
G U IL L E M E T : 246, 377, 378. HERNÁND EZ, Jaim e: 516, 552, 557,
G U ILLEM ET, Sra. de: 246, 378. 57i, 572, 587, 706, 710, 711, 756, 758,
G U ILLERM O (Rey de los Países Ba- 765, 770, 772.
j o s ) : 439. H E R NA NDO, Rafael: 251, 252, 253,
G U RID I, Francisco Antonio: 228, 236. 407, 409, 432.
362. H ÉROLD, Louis Joseph F erdinand: 245,
G U RID I, Francisco Jav ier: 228, 236. 246, 364, 374, 377, 378, 390, 39i, 392-
355, 356, 362. 393, 394, 395, 4 ^3, 415-
G U RID I, Lorenzo: 228, 236. 237, 362. HERZ, H einrich: 231, 243, 244, 320,
GU RID I, M anuel: 228, 236, 237, 356, 326, 387, 392, 425, 428, 476, 506, 589,
358, 362. 590, 614, 615, 617, 755.
G U ST A V O : 340. H ERRERA , Luis: 216.
GUTIÉR R EZ, Diego: 252, 400. H E R R ER A Y OBES, M anuel: 720, 723.
G U TIÉRREZ, Fernando: 539, 540, 620. H E W IT , Jam es: 213.
G U TIÉRREZ, Juan M aría: 439, 516, H IDALGO, Bartolomé: 164, 171, 182,
519, 522, 524, 567, 571, 573, 655, 709, 183, 184, 185, 186, 187, 255, 297, 464,
759, 76o. 480, 489, 684, 687, 688, 689, 691, 692,
G U TIÉRREZ, Manuel Vicente: 293. 693-
G U TIÉRREZ, Fray Pedro: 13. H IL A R IO , M aestro: 15, 119.
GUYUNUSA, 21, 22, 47. H IÑ E S, Miguel: 539.
GUZMÁN, F ray Bernardino de: 13, 14. H IP Ó L IT O : 424.
GUZMÁN, V íctor: 228, 240, 395, 396, H O F F M A S T E R : 392.
H O N EGGER, A rthur: 158, 183.
754-
H O RN E, J. E .: 755, 779.
GUZZO, Luis: 379, 428.
H O RN BO STEL, Erich M. v o n : 25, 27,
54, 89, 91, 92, 97, 98, i i i .
HUGO, V íctor: 156, 163, 216, 252, 431,
H A B E R : 395. 439-
H U H L A N : 336.
HALÉV Y , Jacques Fromental E lie: 192,
246, 355, 364, 389, 390, 393, 394, 400.
HA LV IN , A .: 389, 290, 391, 395.
H A M M O N D : 324. IBAITA, Juana: 175.
H A E N D E L , Georg Friedrich: 399, 538, 1GARZÁBAL. Manuel: 421.
559- ILLA DE CASTELLANO S, Valentina.
H A RG REA V ES, Francisco: 593. V er: Ylla de Castellanos, Valentina.
H A RT, Josep h : 454. ILLA Y VIAM ONT, Jaime. V e r: Ylla
d’HARCOURT, Raoul y M argueritte: y Viamont, Jaime.
29, 3 i, 33, 34, 48. 49- IM BELLONI, José: 24, 49.
H A RTZEN BU SC H , Juan Eugenio: 352. INZENGA, José: 251.
d’H A STREL, Adolphe: 570, .571, 651, IR IA RTE, Tomás de: 183, 184, 188, 297.
706, 762, 763. IRIGOYEN, Cap. Benjamín: 84.
d’H A ST R E L . L u isita: 762, 763. IRIGOYEN, Bernardo: 406.
H A U PT M A N N , M oritz: 242, 340, 413, IRIGOYEN, Ramón: 757, 770.
417 - ISA B EL II (Reina de España) : 442,
HAY D N , Franz-Joseph: 118, 121, 126, 523, 773-
130, 559- ISA BELLE, A rséne: 471, 478, 511, 531,
H E G E L U N D : 336. 532, 533-
H E IT B E L : 308, 749. ISAM ITT, Carlos: 34, 39, 48.
H ELM H O LD , Gustavo: 387, 538. 1'ISLE , Rouget de: 725.
792
ISOLA, Gaetano: 126. KROEBER, A. L .: 33, 48.
ISOTTA , V íctor: 203, 233, 325, 326, 327, K R U T IS H : 392, 448, 449.
328, 329, 335. K U F F E R : 315.
ITU A R T E , Juan M atías: 171, 293. K U H E : 420.
IZIK O W ITZ, Karl G ustav: 33, 34, 48. KUHN AU, Johann: 486, 585.
K U M M E R : 392.
J. de M .: 706, 758.
J. M. J .: 125. L. de C .: 706, 758.
JA CO BI Y D O M IN IC O : 722, 726, 727. LABANDERA, M ariano: 445.
JACOBSON, Amalia: 414, 415, 417. LABANDERA, Juan A ntonio: 445.
JA N IN , Jules: 74, 75. LABARRE, Teodoro: 403.
JA U R E G U I: 338. LABARRERE, M m e.: 242, 420.
JÁ U R E G U I ROSQUELLAS, A lfredo: LABAT, P. Jean Baptiste: 66, 67, 95,
96, 102, n o .
559-
JA Y LEU R , Carlos: 770. LA BITSKY, Jo se f: 362, 363, 368.
JIM É N E Z (B a ila rín ): 408, 409, 415, LA B O RD E: 454.
416, 417. I.A C A LLE: 202.
JIM ÉN EZ, Diego: 408. L A C R O IX : 389.
JIM ÉN EZ, Salvador: 445- LACY, Conde d e : 559.
JIM É N E Z QUIJA NO , Luis: 350. LACY, Leticia de: 559.
JO A N N Y : 352. L A CHNER, Franz ( ? ) : 355.
JO A Q U ÍN , T ío: 81. LA DERECHE, E ulogio: 446.
JOAQUIM , Francisco: 146. LA FA Y E TTE, Gral.: 553.
JO LLY , M lle.: 228, 230. L A FO R EST, Carlos: 329, 496.
JO RCH , Francisco: 264, 273, 362, 363. L A FO REST, S o fía : 285, 328, 329.
366, 506. LA FO N T, Charles Phillippe: 340.
JO SÉ JO A Q U IM : 146, 256. LA GRÜA, Emmy. V er: Grúa, Emmy
IOSÉ M A R ÍA : 256. la.
TOSÉ X A V IE R : 748. LAGUNA, Barón de la. V er: Lecor,
JO S E F IN A : 356. Carlos Federico.
JO VER, 418, 433- LAGUNA, Julián: 599.
JU A N V I (Rey de Portugal) : 160, 695. LAINÉ, Alm irante: 442.
JUANICÓ, Cándido: 214, 439, 440, 587. LAGOM ARSINO, Angel: 206, 259, 341,
JUANICÓ, Carlos: 439. 342, 343, 344, 345, 346, 347, 367, 388,
JUANICÓ, Francisco: 193, 207. 573, 7i 8.
JU H N U P : 336. LAGRANGE, Ana de: 155, 191, 222,
223, 224, 243, 427, 428, 434.
JU RA S REA LES, Barón de las: 12.
LA M A RTIN E, Alphonse de: 338, 439.
LAMAS, Andrés: 165, 185, 186, 208,
572, 706, 760.
K A LK BREN N ER, Friedrich Wilhelm LAMAS, Fray José Benito: 18, 220.
M ichael: 589. LAMAS, Luis: 610.
KALLIV O D A , Johannes W enzeslaus: LA M BERT (Escenógrafo) : 232, 412,
338. 413 -
KARSA V IN A , T ham ar: 274. LAMBRA, Carlos: 240, 242, 395, 412,
KATE, H. T e n : 34, 48. 746, 753, 754-
LAMBRA, Em ilia: 386, 391, 754.
K E E F F E R : 216, 238, 355, 359, 412. LAN ARO, T eresa: 344.
KIRBY, Percival R .: 35, 54. L A N D ELLE, Mlle.: 281, 375, 376.
K L EN G E L : 392, 448, 449. LA N N ER, Joseph: 351, 362, 364, 475.
KNO SP, Gastón: 48. LANZANI, Carolina: 210, 378, 379, 380,
KOCK, Paul de: 382, 384. 381, 383, 384, 386, 387, 388, 396, 397,
ICOLBEN, Peter: 40. 398, 399-
K O N T SK Y : 415. LA PID O , Octavio: 216.
K O PPERS, P. W .: 24. L A PU E R T A : 341.
K REH BIEL, H enry E .: 55. LARRA, M ariano José d e : 250.
K REU TZER, Rodolphe: 234, 337. LA RRAECHEA, María Josefa: 137.
793
LARRAÑAGA, Dámaso Antonio: 18, LINARDO, Benedicto. V er: Linari Be-
46, 164, 193, 694.
LARROSA, M atilde: 408. LIN A RI, Benito: 203, 206, 310, 316, 321,
LARRUM BE, Adelaida: 222, 427. 325, 328, 329, 333, 334, 335, 343, 344,
LASALA, Francisco: 445, 591, 622. 3 4 5 ,3 4 6 ,3 4 8 ,3 5 8 ,3 6 0 ,3 6 3 ,3 6 5 ,3 6 6 ,
LASALA (A rquitecto), Francisco: 622. 367-
LASERN A , Blas de: 175, 176, 177, 178, L IP PO L IS, Juan: 368.
180, 181, 187, 188, 325, 331, 352, 385, LIRA, Luciano: 184.
557- LISCANO, Juan: 55.
LA SER RE BRISON, Luis: 430. LISZT, F ranz: 226, 237, 240, 241, 393,
LA SSER R E, S r.: 342. 407, 425, 433, 476, 506, 538, 539, 612,
LASSERRE, Sra. de: 343, 344, 345. 614, 615, 617.
LA U REN CIE, Lionel de la: 48, 49. L IT ER ES, Antonio de: 248.
LA U V E R G N E : 77. L IT O L FF, Henry Charles: 393.
LAV A LLE, Ju an : 571, 701, 702, 706. LOBO, Manuel: 14, 15, 46.
LAV A LLEJA , Juan A ntonio: 548, 593. LOEB, Edw in: 33.
LAV A N D ERA , Santiago: ^77. L O FO RTE, Cayetano: 746, 751.
LAVARDÉN, Manuel de: 180. LOM BARDI, Domingo V .: 531.
LA V E R N E : 146, 256, 257. LOMBARDO, A gustín: 258.
LAVIGNAC, A lb ert: 48, 49- L O PES DE SOUZA, Pero: 6, 45.
L É B A S : 756. LÓPEZ, Enrique: 407, 408, 417.
L É B E R O N : 378. LÓPEZ, José M aría: 727.
LE B R U N : 379. LÓPEZ, M anuel: 607.
LEB RU N , Louis-Sébastien: 22. LÓPEZ, M aría: 429.
LECOR, Carlos Federico (B arón de la LÓPEZ, Ramón: 172.
L a g u n a ): 118, 131, 140, 144, 146, 161, LÓPEZ, Vicente: 139, 692.
171, 489, 646, 696, 743. LÓ PEZ CHAVARRI, Eduardo: 302.
LEGOUT, Raoul: 491, 499, 504, 506, LOREAU, A rth u r: 223, 228, 243, 245,
769, 770, 774. 775. 425, 426, 429, 433, 615, 616, 746, 755.
LEGUIZAM ÓN, M artiniano: 691. LO RED A N O : 426.
LEH M A N , E .: 336. LO REN TE , José de San Pedro: 173,
LEH M A N N , Flo ra: 264, 272, 280, 285, 747-
286, 287, 288, 356, 357, 358, 362, 363, LO RIN I, Sofía Vera. V er: V era Lorini,
Sofía.
LEH M A N N , Ju lia: 264, 272, 285, 286, LO STA UNAU, Alejandro: 532.
287, 288, 356, 357, 358, 362, 363, 502, LO Y ARTE, M atías: 258.
503- LU AND E, A lejandro: 425.
LEH M A N N , S r.: 356.
LUCA, Esteban de: 186.
L E H M A N N -N IT S C H E , Robert: 34, 38,
LUCAS, Elisa: 247, 389, 390, 391, 393,
49-
L E L IA : 246, 377. 394, 395, 400.
LELM I, L uis: 155, 191, 220, 221. 222, LUCCI, Carmela: 206, 207, 346, 347,
223, 422, 423, 424, 430, 432, 434, 618, 348, 349, 351-
619. LUCCI, M anuela: 206, 207. 346, 347,
LELONG, John M .: 602. 348, 351-
LEM AR, E .: 336. LUCCI, Rafael: 206, 207, 346, 348, 349,
LEM U S, M argarita: 379, 380, 381, 383, 351, 724-
387- LUCRON, Luis: 743.
LEÓN, Bernardo de: 14. L U IS : 256.
LEÓN, Tom ás: 614, 616. LU ISIA , Eugenio: 208, 210, 378, 379,
LEO N H A R D T , R. P. Carlos: 46, 152. 380, 381, 383, 384, 386. 387, 388, 396,
LER E N A JUANICÓ, Julio: 439. 397, 398, 399, 400.
L E S O N E U R : 384- LUM BRERAS, Francisco: 251.
L E Z IC A : 740. LUM HOLTZ, C ari: 49.
LIARD, V ittorina: 425, 426. LUNA, C arm en: 535, 536, 574, 658, 756,
LICEN CIA D O Peralta. V e r: González, 757-
Domingo. LUNA, F lia .: 81.
LIDÓN, José: 248. LUNA, S r.: 602.
LIG U O RI, M iguel: 364, 365, 387. LY CU RG O : 444-
794
LYNCH, V entura R .: 31, 481, 483, 489, M A RTÍNEZ, Antonia: 252.
532 . M ARTÍNEZ, Pbro. Juan Francisco:
164, 182, 184, 292.
M ARTÍNEZ, Juan Miguel: 214, 227.
M ARTÍNEZ, Luisa: 252.
LLA M Bl, Francisco: 566. M A RTÍN EZ, Manuel: 286, 288, 305,
LLO V E R A S: 228, 241, 407. 308, 337, 338, 404, 405.
M A RTÍNEZ, M anuela: 265, 278, 695.
M A RTÍN EZ M ONTERO , Homero: 56,
57, 60, n o .
M. A. D E LA CRUZ: 587, 670, 760. M A RTIN I, E rm inia: 365.
MACIEL, Juan M anuel: 173, 747. M ARTORELL, Antonio: 445.
MACEDO, Joaquim M anoel: 592. M ARRADAS, Gregorio: 341.
M ACH A D O : 126. M ASON, J. A .: 33.
MACHADO, Bernardo: 530, 531. M ASON, Otis T . : 34, 49.
MACHADO, Juan Eloy: 746, 752, 753. M ASSAFERRO, F lía.: 440.
MAESO, Justo: 686, 777. MASSÉ, V íctor: 245, 246, 247, 393, 394,
MAGARIÑOS, Juan Antonio: 169. 417 -
M AGARIÑOS CERV A N TES, Alejan M A SSERA - LEREN A JUANICÓ,
dro : 472, 480, 495, 531. Flía:. 587.
M AGARIÑOS D E MELLO, Mateo, J.: M A SSINI, Esteban: 228, 229. 230, 299.
530, 622. 521, 699.
M AG A ZZA RI: 756, 760. M A SSINI, Mme.: 229.
MAIQUEZ, Isidoro: 226. M A SSINI, Zolino: 376.
M ALA SPIN A , A lejandro: 532. M ASSONI, Santiago: 198, 226, 228.
M ALIBRA N , M aría Felicita: 205, 223, 229, 230, 231, 233, 238, 254, 299.
M A STA I F E R R E T T I, Canónigo. V er:
M A LTE BRUN, Víctor Adolphe: 613. Pío IX.
MANCO C A PA C: 188, 340, 593. M A STRILLO DURÁN, P. N icolás: 46.
M AN D EV ILLE, Julio de: 775. M ATTA, Ramón: 446.
M A N D Ü : 356. M ATURANA, F lía.: 445-
M A N G R O FI: 310. M A U LA C H IM : 335.
M ANSILLA, E duarda: 392, 448. MÁXIMO, R icardo: 89.
M A N U E L : 293. M AYER, Simone (Johann Simón
MANUEL, Antonio: 120. M ayr) : 298, 304, 313, 749.
M A N U ELA : 293. M AYER-SERRA, Otto: 623.
MARCOLINI, Ju an : 175, 178. M AYSEDER, Joseph: 234, 261, 337,
M A RC H ESIN I, Carolina: 607. 392, 449.
M AR EN G O : 363. MAZA, M ariano: 441, 711.
M A R I: 216, 412. M EDINA , José Toribio: 779.
MARÍA D E L R O SA R IO : 78. M EDINA , Santos: 474.
MARÍA L E O PO L D IN A (Em peratriz M EDORI, Josefina: 155, 191, 222, 223,
del Brasil) : 146, 153. 224, 225, 226, 434, 435.
M AR IA N O : 126, 146. M E IF R E D : 47.
M ARIANO SAN JU A N DE LA M EGE: 756.
CRUZ, F ra y : 152. M EGE Y A U B R IO T : 757.
M A R IC : 377. M EGE Y L EB A S: 760, 770.
M A R IA N G E L I: 334, 335. M E L E G G I: 126.
M ARIO Z: 389, 390, 391, 400. M É L E S V IL L E : 384.
MARKE, Gustave V a n : 228, 242, 419, MELO, Manuel Cipriano de: 135, 167,
420. 168,169,173,254,255,256,291,292,
MÁRMOL, J o sé : 439, 599. 545-
MAROTTA, A lejandro: 366. 535, 604. M ELO DE PO RTU GAL Y VILLENA,
746, 753- P edro: 137, 254.
MARQUES, C.: 448. M ELUZZI, S alvador: 126.
MÁRQUEZ, José M a ría : 559. M ELLET, Jullien: 67, n o , 438.
M ARTÍ, P e d ro : 244. M E N D EL SSO H N BARTHOLDY , Fé
M ARTÍN , P. J u a n : 548. lix: 164, 183, 188, 240, 393.
M A R T ÍN E Z : 385. M ÉNDEZ CALDEIRA. Juan: 293.
795
MENDOZA, Vicente T .: 49. M O NTES DE OCA, Antonina: 269.
M EN ÉN D EZ Y PELA Y O , M arcelino: M O NTES D E OCA, Dominguita: 332.
684. M O N TESINO S, Carolina: 252.
M EN E SE S, Cnel.: 452. M O N TEVERD E, A .: 222, 223, 224, 422,
M E N H A M E T : 528. 424, 427, 428, 430, 434.
M ERCA D A N TE, Giuseppe S averio: M O N TEV ERDE, José: 374.
181, 190, 191, 262, 268, 303, 304, 306, M O N TORO : 332.
307,309,310,316,317,320,321,326, M ORAES FILH O , Mello: n i .
327,328,333,335,337,339,340,343, MORAL, Pablo del: 175, 178.
3 4 6 . 3 4 7 , 3 4 8 , 3 5 1 , 3 5 2 , 3 5 3 . 3 5 4 , 355. M ORALES, Cristóbal: 116.
362,364,367,377,388,389,392,401, M O R A N D I: 308.
403. 411, 4i3> 414, 418, 425, 426, 439, M ORATÍN, Leandro Fernández de:
589, 755- 175, 176, 248, 266.
M EREA, Carolina: 363, 414, 415. M ORÉ D E YEUS, Sra. de: 448.
M ESTR E, P. Ju an : 124. M ORENO, Domingo: 303, 304,
MEUCCI, F .: 760. M ORENO, H ilarión: 331.
M EU RO N E T C IE .: 773. M ORENO, Juan José: 146.
M EY ERBEER, Giacomo: 192, 223, 241, M OREYRA (C h arrú a): n .
246,339,392,395,400,418,428,538, M O R IN I: 315.
615, 617, 679, 680, 681, 682. MOSCA, Giuseppe: 307, 315, 316, 349.
M IG U E L : 256, 257. MOSCA, Radamés: 301.
M ILTO N , L o u is: 366. MOZART, W olfgang Amadeus: 118,
M IN É : 126. 121, 122, 126, 130, 159, 164, 183, 193,
M IN IC H E T T I, Santiago: 317, 321. 196, 203, 284, 355, 359, 362, 448, 538,
M IQ U E L A R T D E GRAS, Flavia: 238. 584, 725-
M IRANDA, C ésar: 532, 752, 779. MUGNAY, Clemente: 365.
M IR A TE, R affaele: 191, 222, 224. 226, M ULDER, Ricardo: 228, 244, 245, 248,
434, 435- 429.
MIRÓ, A gustín: 198, 304, 305. M U LLER: 355, 359.
M ISÓN, Luis: 175, 178, 248. MUÑOZ, Daniel (Sansón Carrasco) :
M ITJA N A , R afael: 174, 182. 260, 446, 530.
M ITR E, Bartolomé: 439, 478, 516, 525, M URATORI, Lodovico A ntonio: 10,
526, 567, 571, 759. 45-
MOCHALES, M anuel: 147, 148, 443, M URGUIONDO, Prudencio: 170.
448, 586, 724, 746, 751, 752. M URST, Mauricio: 310.
M O L IE R E : 267. M U SSET, A lfred d e : 163, 439.
M OLINA, José: 175. M U SSO : 126.
M OLINA, Jo sefa: 334, 344- M U ZI: 19, 46, 116.
M O LIN A D E M OCHALES, Ramona:
148, 181, 334, 344, 345, 352, 353, 354,
383, 393, 601, 751.
MOLINA, Vicente: 272, 283, 337, 338, N A POLEÁO, A rth u r: 228, 242. 420.
558. N A POLEÁO, Narcizo e A rthur: 592,
M O L IN A R I: 216, 412. 605.
M O M PIÉ (L ibrero de Buenos A ir e s ) : N A POLEÓN I : 454, 599-
557- N A POLEÓN I I I: 245.
M ON G U ILLO T, G.: 617. NARANCIO, Edmundo M .: n o .
M ON TA N D O N , George: 99. N A RCIZO : 146.
M O N T A N E R : 448. NAVA, Gaetano: 126.
M ONTANY, Luis: 321. NAVA JAS, José M aría: 445.
M ONTERO, José M.: 354. NAVARRO, Manuel: 746, 753.
M ON TERO BROW N, Ram ón: 100, N AVARRO, Remigio. 228, 231, 308, 312,
315, 316, 322, 551, 745, 749. 750.
M ON TERO BU STA M A N TE, Raúl: NAVARRO DE ANDRADE, Luis An
tonio: 613.
M O N TER O CALVO, M anuel: 498, 501. NAVIA, F lía.: 445.
M O N TER SIN O , Lorenzo: 126, 132, NEBRA, José: 175, 248.
141, 147. 148. 210, 254. NEGRO, V icente: 60.
M ON TERRO SO , Marcos José: 292. NEPOM UCENO , Alberto: 152.
79 6
NER I, Carlota: 374. O R TIZ: 417, 418.
N ESSLER , Gustavo: 228, 240, 241, 407, ORTIZ, Fernando: 55, 94, n o , n i .
424, 538, 746. 754- O R TIZ D E ZARATE, Ju a n : 7.
NICOLAI, O tto: 190, 192, 350, 351, OSBORNE, George Alexander: 241,
357, 369, 384. 350, 354, 407-
NIC O L IN I, Giuseppe: 339. OTERO, Fray Pacífico: 152.
N IC O L O : 246. GTORGUÉS, Fernando: 18, 174, 748.
N IN A RODRIGUES, Raimundo: 106, OUDRID, Cristóbal: 251, 253, 400, 404,
405, 408, 418, 429, 432, 771.
N IETO , Manuel: 292. OYUELA, M aría A ntonia: 301.
N IJIN SK Y , V laslav: 274.
N IN I, A lessandro: 370.
NOBERASCO, Vincenzo: 126.
NOCE Y O T T O N : 770. P. L .: 531-
N O RD EN SK IO LD , E rland: 34, 49. PABLO, Hércules: 345.
N O R T I: 365, 366. PABLOS, Ju an : 755.
NOVA, Manuel de Dios y : 292. PACA, L a: 264, 265, 266, 477.
NOVO Y COLSON, P edro: 532. PA CIN I, Giovanni: 188, 190, 191, 210,
N U N ES GARCÍA, P. José M auricio: 220, 306, 316, 325, 326, 329, 330, 332,
n 8 , 126,129,131,133,134,144,152, 333, 334, 335, 340, 347, 348, 351, 353,
544- 354, 365, 389, 390, 39i, 397, 398, 400,
NUÑEZ, G ral.: 707, 710, 753. 418, 419.
PA CHECO Y OBES, M elchor: 441 •
PAER, Ferdinando: 190, 191, 246, 326,
327, 328, 330, 376, 538, 755.
OBES, Lucas J . : 174, 748. PA G A N IN I, Niccoló: 226, 230, 233, 235,
OCHOA, Eugenio: 439, 516, 525, 571, 236, 237, 238, 242, 258, 333, 355, 359,
759- 360, 362, 433, 475, 538, 553, 604.
OLAGUER Y FEL IÜ , Antonio: 166, PAGOLA, A ntonio: 78.
167, 289, 290, 291. P A ISIELL O , Giovanni: 192, 231.
OLA V A RRÍA Y FE RRA RI, Enrique: PA LA N T, Pablo: 531.
623.
PALMA, Ricardo: 31, 107, 111.
OLAVE, Srta. d e : 697.
PA LM A RIN I, Enrique: 228, 240. 382.
O LIV EIR A , Claudino José d e : 425, 426.
OLIV IE R I, José: 190, 210, 379, 380, 383, 383-
PA LOM IN O, José: 175.
384, 386, 387, 388, 396, 398, 399, 400.
PA LLÉS, M ariano: 126.
O L IV IE R I D E LU ISIA , Rosa: 210,
PA M PÍN , Ferando: 124.
378, 379, 38o, 381, 383, 384, 386, 387,
388, 396, 397, 398, 399, 400. PA N C H O : 257.
OLM OS, José: 425, 429, 432. PA N O FK A , H einrich: 350.
OLONA, Luis: 251, 253, 400, 405, 407, PA R D IÑ A S : 417, 418.
409, 410, 419, 429, 432. PARDO, Joaquín: 60.
OÑA TE, P. Pedro: 46. PA RERA , Blas. V er: Perera, Blas.
O RB ERA : 216, 412. PA RODI, Alejandro: 370.
D ’ORBIGNY, A lcide: 70, 74, 77, 96, PA RODI, Antonio M .: 147.
i i i , 467, 478, 531, 532. PA RODI, Domingo: 208, 254, 259, 260,
O RIBE, Francisco: 168, 169. 36°. 369.
O RIBE, Ignacio: 331, 565, 648, 705. PA RODI, José: 347.
O RIBE, Manuel: 161, 283, 332, 441, 565, PA RODI, Pablo: 345.
566, 588, 591, 599, 622, 705, 707, 709, PARODI, Pascual Jo sé : 293.
710, 743- P A S H JE R : 316.
OROÑA, D om ingo: 620. PA V ESI, Stefano: 165, 190, 191, 201,
ORTEGA, C iríaco: 137, 139. 140, 256, 304,306,308,334.
257, 258, 743, 745, 747- PA T TI, Adelina: 157, 162, 197, 205.
ORTEGA, Hermenegildo: 137, 140. 743, P A U L IN I: 345.
745, 747- PEDRAGOSA, José: 374.
ORTEGA, Manuel de: 293. PED RALBES, Ignacio: 124.
ORTEGA, T iburcio: 136, 137, 139, 140, PED RELL , Felipe: 8, 44, 45, 48, 174,
254, 745, 746. 182, 283, 478, 532.
797
PE D R O I (Em perador del B rasil) : 160, PET R O N ILA , La. V e r: Serrano, Pe
161, 559. tronila.
PE D R O E L CRU EL D E CA STILLA : P F E IF F E R , D r.: 613.
596, 601. P F E IF F E R , Ida (Id a Reyer de Pfeif-
PED RO SA , Joaquín: 126, 130, 143. fer) : 612, 613.
P E L L E G R IN I: 348. P F E IF F E R , O scar: 228, 243, 425, 426,
PE L L E G R IN I, Carlos: 368. 535, 536, 539, ó l 2.613, 614, 615, 616,
PEM BA, T ía : 81. 6l7, 679, 68O, 68l, 682, 755.
PE N S E L , Ignacio: 235, 238, 254, 259. P H IL L IP S : 382.
260,355,359,364,367,443,448,502, P I Y ARSUAGA, Francisco: 777.
535, 603, 604. P I Y MARGALL, Francisco: 777.
PEÑ A LO SA , Francisco: 116. P IA C E N T IN I, Carolina: 204. 264, 272.
P E P A : 293. 278, 282, 319, 320, 329, 491.
PERA L, Juan del: 515, 528. PIA C E N T IN I, Fabricio: 204.
P ERA LTA , Juan José: 474. PIA C E N T IN I, Justina: 190, 191, 194,
PERA LTA , Licenciado. V er: González, 203, 204. 205, 231, 233, 258, 272, 315,
Domingo. 3!6, 3!7, 320, 321, 322, 323, 324, 325,
PERD O M O ESCOBAR, José Ignacio: 326, 327, 328, 329, 330, 331, 332, 333,
299. 334, 335, 538, 562, 564, 565, 566, 597,
PE R E A ALONSO, Sixto: 4, 45- 748, 749-
PE R E D A VALDÉS, Ildefonso: 55, 74, P IA C E N T IN I DE VACCANI, Elisa:
84. 194, 203, 204, 233, 272, 315, 316, 317,
PERE IR A , Antonio N .: 586, 621. 321, 322, 323, 324, 325, 326, 327, 328,
PERE IR A , Gabriel A .: 214, 220, 243. 329, 556-
263, 61 5. PIA V E, Francesco: 216.
PERE IR A , Policarpo: 29, 30, 101. PIA ZZIN I, A ngel: 224, 381, 383, 384,
P E R E IR A CORUJA, Antonio Alvares 386, 379, 390, 391, 393.
de. V e r: Alvares Pereira Coruja, PICAZZARRI, Juan Antonio: 196, 231,
Antonio. 749-
P E R E IR A SALAS, Eugenio: 49, m , PICO, Angel: 446.
132,294,298,299,533,747,779. PICO, Pedro: 446.
PER ER A , Blas: 138. 139, 692, 693, 745, PIE R M A R IN I, Francisco: 250.
PIN A , M ariano: 251.
747-
PIN ED A , M ariana: 442.
PER EY R A Y RUIZ, Pbro. Antonio:
480, 532. PIN O , Joaquín del: 166, 167, 747.
PÉREZ (violinista) : 216, 412. P IN H E IR O : 146, 256, 257.
PÉREZ, Doroteo: 206, 332, 342, 350. P IN ZU T TI, Agrippa: 366, 491, 499, 506.
PIÑ EIR O , Hermanos: 445.
PÉREZ, Juan M aría: 174, 748.
PIÑ EIR O , Manuel: 770, 772.
PÉREZ, Juan José: 332. PÍO V (P apa) : 117.
PÉR EZ BADÍA, M anuel: 226. P ÍO IX ( P a p a ) : 19, 193, 353, 756, 760.
PÉREZ CA STELLA N O , José M anuel: PÍO X (P apa) : 118.
135- PIR IA , Francisco: 81.
PÉREZ U B ICI, H eraclio : 140. P IS A N I. Miguel: 18.
P E R N E T T Y , Dom: 51, 65, 66, 67, 103, P 1T Á G O R A S: 444-
110, 119, 152. PIT TA LUGA, Alejandro: 208, 369, 412.
PE RO N E . V e r: Perrone, Domingo. P IV E L DEVOTO, Juan E .: 60, 387,
PE R S IA N I TA C CH IN A R D I, Fanny: 490, 53i, 623, 740.
PIZZON I, Domingo: 190, 198, 304, 305.
PER R O N E , Domingo: 150, 397, 398, PLA NEL, Federico: 228, 231, 232, 326.
399- PLA NEL, Luis Antonio: 231.
PE ST A L A R D O (E m p re sa rio ): 607. PL A TÓ N : 444.
PE T IP A , Lucien: 273. POMBO, Manuel: m .
P E T IR Y F E R M E PIN , M ateo: 247. PONS, Rafael: 722, 769, 770, 771, 773.
PE T IT -A M O U R : 272, 357, 358, 366. P O R TA L : 247.
P E T IT MUÑOZ, Eugenio: 17, n o . PO RTO, José: 746, 753.
PET R E L L A , E rric o : 192, 224, 262, 430, PORTUGAL, Marcos: 191, 317, 326.
432, 434- POZZOLO, O rfilia: 535, 536, 587, 602,
P E T R O N A : 293. 603, 675, 760.
798
PRA D ERE, Juan A .: 299. Q U IR S E , M aría de: 399.
PRA D ERIO , A ntonio: 777.
P R A E T O R IU S : 459.
PREG O D E O LIV ER, Jo sé : 478.
P R E T I, Luis: 148, 150, 216, 222, 223, R. V .: 568.
224, 245, 254, 260, 261, 262, 274, 364, RABÜ, V íctor: 124.
392, 394, 412, 415, 416, 417, 418, 422, R A DICATI, Felice-Alessandro: 229,
424, 425, 427, 428, 429, 432, 434, 443,
448, 449, 491, 535, 606, 607, 609, 610, RAMÓN, Ju a n : 743.
677, 678, 746, 753, 755. RAMONDA, José M aría: 371, 365, 366,
PR E T I BO N A TTI, Juan Luis: 607. 604.
PR E T O : 146, 256, 257. RAM ORINO, TO M A SSO : 126.
P R E T T I, Luisa: 206, 212, 358, 359, 360, RAMOS, A rthur: m .
362, 364, 365. RAMOS, Santiago: 252, 253, 407, 408,
PRIG G IO N I, Enrique: 264, 272, 285, 409, 429, 432, 535, 598, 611. 612.
332, 336, 340. RA O U L: 378.
PR IG G IO N I DE MOLINA, Guiller R A O U SSE : 389.
mina : 264, 272, 280, 283, 332, 335, 336, R A SPA IL, Frangois V incent: 586.
337, 338, 340, 472. 496 , 597- RÉ, J u a n : 254, 257, 258, 326, 330.
P R IN C IPE , Miguel A gustín: 573. REBER, N apoleón-H enri: 392.
PR U D E N T , Em ile: 239, 241, 243, 374. REG NAULT, Jean-B aptist¿: 238.
407, 420. R EICH, A lfred: 33.
FRUZZO, M iguel: 396, 397, 399. RE ICH EL,-D O LM A TO FF, P.: 33, 49.
PUCCITA, Vincenzo: 191, 310, 312. R EIN A . Juan Bautista: 223, 427, 428.
R EIN A , V icente: 252, 407, 408.
R E N N A : 448.
R E N O N V ILLE, Stephanie: 247, 389,
Q U ESTA , Teresa: 148, 190, 191, 194, 390, 39i, 393, 395, 400.
208. 210, 259, 369, 370, 372, 374. R E N T ER ÍA , D olorcita: 477. 535, 536,
OUEV ED O , Cardenal P edro: 143. 587. Í02, 676, 760.
QU IJA N O , Benjam ín: 264, 272. 280, REY, Fernanda del: 138.
348, 35°, 353, 400, 498, 595, 601. REY, Severino: 126. 132.
Q U IJA N O , Elisa, 317. R E Y E S: 711.
Q U IJA N O , Eloísa: 264. 272. 280, 286. R EYES, Antonia: 429.
348, 349, 350 , 352 , 353, 389, 396, 400, R EYES, Bartolomé de lo s: 58.
405, 407, 496, 498, 595, 601. R EY ES D E GONZÁLEZ, Solana: 754.
Q U IJA N O , Fernando: 71, 144, 181, 182, REYNA, Antolín: 18.
206, 251, 252, 264, 267, 269, 270, 272, RIBAS, Eduardo: 390, 391.
280, 313, 314, 319, 321, 322, 323, 324, RIBAS, Juan Víctor. V e r: Rivas, Juan
33i, 332, 333, 335, 336, 337, 340, 341,
345, 346, 347, 349, 35o, 352, 353, 354- R IBERA , Julián: 88, 285, 302,
399, 400, 475, 484, 535, 537, 549, 556, RIBOT, Antonio: 516, 519, 525, 571, 759.
563, 565, 566, 570, 577, 581, 594. 595, R ICART MATAS, J.: 533.
596, 597, 598, 599, 600, 601, 602, 610, RICCI, Federico: 190, 192, 386, 399, 410,
611, 674, 707, 708, 709, 712, 718, 719, 4 1 1, 424-
720, 723, 724, 731, 738, 760. RICO, Carlos: 357, 358, 359, 360, 362,
Q U IJA N O (h ijo ), Fernando: 595. 374, 376, 408, 432, 434-
QU IJA N O , H ilaria: 595. RICCI, L uigi: 190, 191, 192, 340, 341,
QU IJA N O , Juan : 171, 182, 267, 276, 3 4 2 ,3 4 3 ,3 4 5 , 3 4 6 , 3 4 8 , 3 5 1 , 3 6 3 , 3 6 7 ,
293, 594- 380,381,383,384,386,387,396,397,
Q U IJA N O , Juan a: 595. 3 9 9 ,4 0 1 ,4 1 5 -
QU IJA N O , Luisa: 180, 264, 268, 304, R ICCIO LIN I, Cayetano: 299.
306, 313, 314, 317, 320, 321, 322, 323, R ICCIO LIN I, Isabel: 299.
324, 325, 461, 556. R ICORDI (C asa) : 726, 727.
QU IJA N O , M aru ja: 595. RICORDI, T ito : 722, 771.
QU IJA N O , Matilde: 272, 285, 338, 339, R IC H E T E : 320.
340. RIEGO, Rafael D e l: 695, 697.
Q U IN D A N T : 423. R IE S, Ferdinand: 589.
QU IN TA N A , José: 266. R IG A U D : 495.
799
RINCÓN, M arcos: 591, 622, 711. ROMERO, Sra. de: 415.
R ÍO S SILVA, José: m . R O N C H ETTI, Antonio: 259, 366, 367,
R IO T T E , P. J .: 128. 368, 369.
R IP A : 126. R ONDEAU, José: 17.
RISSO, C arlos: 756. ROQUE, T ío: 101.
RÍU S, Antonio: 214, 227. ROSA, Matilde de l a : 407.
RIVARO, José: 354. ROSA BRITO, Luis de la: 171.
R IV A S : 442. RO SALES, Antonio: 175, 178, 248.
R IV A S : 448. ROSAS, Juan Manuel de: 230, 299, 568,
R IVA S, Juan V íctor: 254, 260, 262, 390. 577. 599. 622, 657, 711, 716, 717.
R IVER A , Fructuoso: 21, 80, 124, 283, ROSCO DE BARBOZA, M aría: 82.
308, 333. 487,548,549.55i, 553.560, ROSEA, Francisco: 223, 388, 405, 410,
561, 565, 576,585,600,706,758. 427, 428, 430.
RIV ER A IN D A R TE, J o sé : 299, 230, ROSER, Franz de Paula: 343.
522, 567, 573, 655, 709, 760. RO SELLEN, H enri: 239, 374.
RIV ERO , D em etrio: 188, 189, 190, 228, ROSQUELLAS, Luis Pablo: 281, 298,
233, 234, 254, 259, 339, 340, 341, 535, 312, 313, 314, 320, 559, 560, 620.
562, 567, 592, 593. 706. ROSQUELLAS, M ariano Pablo: 196,
RIV ERO , Roque: 233, 234, 259, 336, 202, 203, 228, 231, 234, 298, 299, 307,
339. 341. 477.516,517,518,519,520, 308,312,313,314,331,332,339,346,
522, 524, 525,526,535,562,566,567, 353, 535- 558. 560, 561, 562, 592, 700.
568, 569, 570,571,572,573,575,592, R O S S I: 126.
593. 649, 650,651,652,653,654,655, RO SSI, Juan Luis: 314, 317, 319, 320,
656, 657, 706,709,745,750,756,757, 321, 322, 328, 329.
758, 759. 76o,762,764. ROSSI, Lauro: 190, 192, 398.
RIV ER O VILLAGRÁN, Bernardina: ROSSI, Pablo: 216, 412.
595- RO SSI, Rómulo F . : 93, 94, III.
RIV E T , Pau l: 22, 28, 30, 34, 46, 47, 48, RO SSI, Vicente: 55. 102, 111.
49. 531- R O SSI GUERRA, Enrique: 148, 190,
R IV 1ERE, M.: 215. 208, 210, 378,380, 381, 383, 386, 387,
ROBBIO, A gustín: 228, 235, 236, 237, 388, 396, 397,398, 399, 400.
RO SSIN I, Gioacchino: 126, 127, 130,
KUijJ-.ivi : 35U. 147. 157. I 59>¡6o, 164. 165, 190, 191,
RO B ERTSO N , J. P. y W . P . : 438, 475, 192, 193, 194,195, 199, 201, 202, 203,
530, 531- 204, 205, 206,217, 221, 234, 243, 257,
ROBLED O , Julián: 81. 268, 278, 303,304, 305, 306, 307, 308,
ROCA, M icaela: 251, 400, 402, 599. 3<>9, 3I0> 312,313, 314, 315, 316, 317,
R O C H EPO R T, G abriel: 341. 319, 320, 321,322, 323, 324, 325, 326,
RODE, Jacques Pierre Joseph: 229, 232, 327, 328, 329,330, 331, 332, 334, 335,
426, 433- 336. 337. 338,339. 340, 342, 343. 344.
RODRÍGUEZ, A dolfo: 111. 345. 346, 347,348, 349. 35», 351, 352,
RODRÍGUEZ, Carm en: 253, 407, 429, 353, 354, 355,360, 362, 363, 364, 365,
432 . 366, 367, 369,370, 371, 379, 381, 384,
RODRÍGUEZ, M anuelita: 677. 386, 387, 388,392, 393, 395, 397, 398,
RODRÍGUEZ, Tim oteo: 446. 399, 400, 409,411, 412, 413, 414, 415,
RODRÍGUEZ, V alentina: 408, 409. 416, 419, 420,423, 427, 429, 432, 433,
RODRÍGUEZ, X avier: 743. 434, 439, 444,448, 5! 7, 522, 537, 550,
ROD R ÍG U EZ D E A RELLA N O , V i 559, 562, 565,589, 590, 597, 700, 744,
cente: 188. 748, 755, 766.
R O E S L E R : 209. ROTA, P. Pedro: 118.
R OH D E, Jorge M ax: 777. R OUSSEAU, Jean-Jacques: 183, 184,
ROJAS, Ricardo: 186, 297. 245, 454. 459, 490, 495, 531-
R O JO : 416. R O USSET, A delaida: 264, 274, 417.
R O L D A N : 265, 477. R O USSET, Carolina: 264, 274, 417,
ROMÁN, Ju an : 745, 748. 418.
ROM ANI, Felice: 163. R O USSET, Clementina: 264, 274.
ROM ANI, Pietro: 334. R O USSET, Luis: 264, 274,417.
ROMERO, José: 252. RO USSET, Theresina: 264,274,417,
ROMERO, M anuel: 252.
8(30
ROXLO, Carlos: 188, 297. SA N G U IN ETTI, Pablo: 206. 349. 350.
R U B ERTIS, Víctor de: 731, 778. 35*. 353. 355-
RUIZ, Fray M iguel: 541. SA N JURJO , P. L aureano: 125.
RUIZ DE A RELLA N O : 385. SANS. A ndrés: 743.
SANSÓN CARRASCO. V er: Muñoz.
Daniel.
SANTA ROSA D E L IM A : 695.
SÁBAT. Hermenegildo: 93. 99, it t . SANZ PÉREZ, José: 251. 408.
SÁBAT PEB ET, Juan Carlos: 168. 227, S A P O R IT I: 770. 772.
291. 594. SA PPER, K a rl: 33, 40.
SACHS, C u rt: 5. 20, 25, 27, 45, 49, 91. SARARI. M argarita: 84.
92. 94, 97. 98, 101, n i . 282, 284, 301. SARDOU, Pablo: 216. 223, 389. 390,
302, 452, 459. 495, 500. 508, 533. 39'- 393- 395. 400. 404, 405. 4« 7- 4<>9.
SÁENZ, Antonio: 144, 147, 148, 193. 410. 411. 412. 415. 417, 427. 428.
201, 228, 231. 254, 257,258, 304, 305. SA RM IEN TO, Domingo Faustino: 202.
308, 310, 311, 314. 321.322, 323. 324, 267. 298, 301. 439.
326. 443, 444. 445. 446,448. 455, 460, SAROGUE, M anuela: 749.
486. 495. 535, 551. 552553. 554, 555. SARTO D EL: 397.
556. 557. 558. 565. 566,638, 639, 640. SARRATEA, Manuel: 17.
641. 642. 643, 644, 645.646, 685. 690, SARRATEA. M artín: 57.
691. 693. 704. 706. 712.710, 744, 745, SA V ILLE. Marshall II.: 33.40.
748, 751, 756. 758, 762. 772. S A U R I: 359.
SAENZ DE ZUMARÁN. Pedro: 247. SCARABELLI. Luis: 224. 430. 432. 434.
SA IN S DE CAVIA, Pedro Feliciano: SCARLATTI, Domenico: 248.
255, 256. SCOTTI. J. B.: 430.
S A IN T -A U B IN : 384. SCOTTO.* Angel:* 206. 342, 343. 363.
380. 381. 448.
SA IN T H ILA IRE, A ugusto: 16, 46, 51, SCREM IN I: 216. 412.
70. n o . 120, 152. 475, 531, 686. 777.
SCRIBE, Eugéne: 337. 384.
SA IN T H ILA IRE. G eoffroy: 21. SCHABENBECK, Jorge: 228. 23^ 234.
SÁINZ DE LA MAZA, Félix: 292.
340. 35°. 586.
SALA. Pedro Juan: 19. S C H A EFFN ER , André: 35. 42. 49. 55.
SALAS. A gustín: 445. 94. 98. n i .
SALDAÑA DE FERNANDEZ. Dolo SC H IA FFIN O . Rafael: 45.
res : 752. SC H IERO N I, Teresa: 159, 160, 190.
SALDONI, B altasar: 250. 198, 200, 304. 405.
SALDUONDO, Juan : 445. S C H IK E N D A N T Z : 228, 235. 355.
SA LV A TO RI. Salvador: 233. 323. 324, SCHM IDT, P. W .: 24.
325. 326. 327, 328. 329, 330. 333. 334. S C H N E IT Z H O E FFE R , Joan: 273. 364.
335- SCHOBLOCH. S r.: 750, 770. 776.
SALVO. Francesco de: 125, 127. 128, SCHOBLOCH, S ra.: 745. 7=50. 776.
131. SCHOENBERG . A rnold: 183.
SALLABERRY, P. Juan Faustino: 45. SCHUBERT, Cam ille: 774.
SA LLU STI, José: 19. SCHUBERT. F ra n z : 183. 392, 433. 440.
SAM BU CETTI. Flia.: 429. 495. 5° 9. 538. 604.
SAM BU CETTI, Luis: 608. S C H U FFER TO N , Tom : 597.
SA M BU CETTI (P a d re ). Luis: 216. S C H U L Z : 221.
235, 244, 254, 262, 350. 412. 430. 539. SCHUM ANN, R obert: 164. 183.
727. S E B A ST IÁ N : 256.
SAN A N T O N IO : 76. SECCO (B aila rín ): 365. 366.
SAN B A LTA SA R: 76. 78. SECCO, Juan José: 293.
SAN B E A T O : 24. SECCO. Sra. de: 174.
SA N B E N IT O : 84. 103, to ó , 107. SEGURA, Rosario: 220, 2^3. 418. 419.
SAN M ARTÍN, José d e : 700. SELER. E duard: 49.
SA N R O Q U E : 120, 135. SELLA N ES, G ilberto: 124.
SÁNCHEZ, Srta. de: 363. SE N A Q U É: 21, 22. 47.
SÁNCHEZ D E ARCO. Francisco: 251. SENTATT. Pablo: 206. 363.
SÁNCHEZ D E M EN D EV ILLE, M ari S E PP. P. Antonio: 9. n . 46.
quita: 442, 452. SERRANO. Antonio: 6, 45.
SERRA N O , Petronila: 171. 180, 181. SOUZA DE CARVALHO. Joáo de:
182, 206, 231, 251, 264, 267. 268, 272, 126, 129. 131.
276, 277, 281, 303, 305, 306, 307, 314. SPELL. Lotta M.: 779.
322, 324, 335, 337, 339, 347, 349, 352, S PIER , Leslie : 33.
353. 354- 364. 366. 400, 407, 474, 594, S PO E L B E SC H : 126.
595. 599. 695. SPO H R, Ludwig: 333, 538.
SEV IG N É, Mme.: 442. S PO N T INI, Gasparo: 313. 387.
SH A K E SPE A R E , W illiam : 202. STAGNO. Roberto: 157.
SH O N IP, A.: 336. ST A N FIE L I). Silvestre: 396. 397, 398,
SIR O N E : 126. 399- 413. 538.
SICH EL. A .: 49. S T A N ISLA S: 228. 230. 231.
SIDD LER, Carlos: 327. 328. ST E W A R T, Matilde: 441.
SIERRA , A tanasio: 599. STEW A RT, Rosita: 441.
SIERRA , Francisco: 78. STRAUSS (P ad re ). Johann: 335- 354-
SIL V A : 216, 412. 355. 358. 364. 365. 368. 475.
SILVA. Benito: 17, 20, 46. ST R A W INSKY, Igor: 158. 183.
SILVA, José de: 57. SUÁREZ, Joaquín: 579, 585, 662, 720.
SILV A , Julián: 150. 723-
SUÁREZ, Manuel: 691.
SILV A D E MELO, Ana Joaquina de: SUÁREZ PEÑA. Lino: n i .
167. 170. 290.
SUBIRÁ, José: 174, 175. 176, 177. 179.
SIM O N SE N , Fanny de: 245, 433, 434.
181, 182. 183, 184. 248. 294, 297, 300.
SIM O N SEN , M artín (o S im ón): 228,
S U B IR ÍA : 216. 412.
245. 433. 434-
S U S IN I: 416.
SIN C U N E G U I: 216. 412. SYDOW , F.: 617, 679.
S IR E R A : 400. SZ O LLO SY : 417.
SI VORI, Camillo: 157, 207, 226, 228,
233. 235- 237.238, 239. 242. 245, 259.
288, 358, 359,360, 362, 441, 475, 538,
603, 607. TA BEY. M artín: 139.
SMOLZI, Luis: 258, 310, 319, 320. 535. TABEYRO, Martín. V er: Tabey. Mar-
549. 562. 563,6+7- 703. 719, 724. 745'
750, 76O. TA CUABÉ: [3]. 20, 21, 22, 23, 24, 28,
SMOLZI, Teresa: 310, 562.
29. 30- 37. 47-
SOBEJA N O , José: 127. TA G IO N I, Filippo: 273, 364, 366.
SOLARI, A gustín: 206, 349, 350, 351, TA G LIO N I, Pablo: 274.
352 . T A G LIO NI, M aría: 276.
SOLÉ, Esteban: 126. TALM A, Franqois-Joseph : 266.
SO LÍS, Dionisio: 314. TAMAGNO, Francesco: 157.
SOM ELLERA . Josefa: 528. T A M B E R L IC K : E nrico: 155. 157. 191.
SONTAG,, Henriette Gertrude W alpur- 217, 218, 220, 262, 416. 612.
g is : 205, 223. 426. T A N C H O U : 21.
S O P H IE : 382. TA N N I, Angelita: 196. T97, 201, 203,
SO R IA : 213. 299. 303. 305. 3o6. 3° 7, 308, 309, 310.
SORIA N O F U E R T E S, M ariano: 249, 312, 700.
250, 251, 252, 400, 402, 404. 407, 408, TA N N I, Herm anos: 159, 190, 191, 195.
409, 4 i 7. 424. 429- TA N N I, Marcelo: 195, 197. 198, 201.
SOSA, Jesualdo: 301. 203, 303, 305, 306. 307, 308, 309, 310,
SOSA, M arcelino: 711. 312.
SO STOA, Domingo d e : 544, 620. TA N N I, M aría: 196, 197. 303. 309, 310.
SO STOA, Francisco José de: 544. 312, 313.
SO STOA, P. Juan José de: 126, 535. TÁ N N I, Pascual: 195, 196, 197. 198.
544. 545. 620. 632, 633, 634. 201, 203, 207, 303, 305. 306. 307, 308.
SOTA, Juan Manuel de la: m , 453, 309, 310, 312. 313.
530 . TA PIA . Eugenio de: 187.
SO TILLA . Carlos: 772. T A R T IN O : 381.
SO T T O : 389, 390, 391, 395. TA SK ER HOW ARD . John: 213.
SO U Z A : 257. T A SSIN I, Livio: 259, 339. 340.
SOUZA, Antonio de: 146. T A SSIN I, Rosa: 259, 339, 340.
802
TA T I, B árbara: 389, 401. 402, 403, 404, UBALDI, 418, 419-
405. ÚBEDA, F ray Manuel: 118. 126. 130,
T A T I, Federico: 208, 216, 369. 370, 371, 138, 147, 535» 539. 540, 541, 542. 543»
376, 382, 383, 384, 388, 389, 390. 393, 544» 545» 627, 628, 629, 630, 631.
410, 411, 412. UGUCCIONI. Alejandro: 228, 244, 428.
T A T I, Felicio: 415.
T A T I, Felipe: 372, 374, 375, 383, 384, U GUCCIONI (P a d re), José: 244.
U GUCCIONI (H ijo ), José: 244. S77-
387- UM SW O RTH, J u a n : 232.
T A T I, Josefina Bertolina: 216, 388. 390, U R IA R T E : 343. 425.
391- 393» 410, 411, 412, 413, 414. URBANO V III (P a p a ): 117.
T A U B E R : 426. UROUIZA, Justo José de: 716.
TAULLARD, A lfredo: 196, 211, 213,
229.
TAUNAY. Vizconde de: 131, 152.
T E IS E IR A : 334. VACCAI,. Nicola: 386, 419.
TESSM A N N , G ím ther: 34. VACCANI, Elisa. V er: Piacentina de
TET R A Z Z IN I. Luisa: 157. Vaccani, Elisa.
T E X E IR A : 328. V ACCANI, María Cándida: 193, 299.
THA LBERG . Sigismond: 241, 242. 243. VACCANI, Miguel: 159, 160. 190. 192,
412, 415, 420, 425, 426, 427, 539, 588, 193. 194, 195- 197» 198. 203, 204, 205,
ÓI2 . 6 l 4 , 6 l 5, 6 l 7, 755. 278, 285, 299, 309, 310, 315, 316, 317.
T H A L E S : 444- 319, 320, 321, 322, 323, 325, 326, 328.
TH IÉB A U D . Cnel. Juan C .: 577. 329» 330. 357»370» 455» 472. 496, 553»
THOM AS, Ambroise: 126, 192, 245, 246, 556, 597» 748, 749-
VACCHERI. Giovanni: 126.
377. 378. 379» 400.
TH O M PSO N , Eric J .: 33. VAEZA. Luis: 392. 448. 449.
V A IM A CA -PERÜ : 21, 22, 47.
THO M S, W illiam John: 31.
V A LA D A RE S: 146.
T ÍL M A N : 216, 412.
V A LD ELIRIO S. Marqués de: 101. 452.
T IM O T H E O : 444. V A LD EN EGRO , Eusebio: 683.
TIR SO D E M O LIN A : 160, 266, 314. VALDÉS, Manuel: 152.
598 . V A L E N T IN A : 407.
T O B A L : 366, 448. V A LPETRE, C.: 757.
TOMF.I D E GAGLIANI. Bianca: 237. V A LLARINO, José: 746. 7^5.
T O M K 1NSON. S rta .: 392, 448. 449. YALLEDOR, Jacinto: 175, "178.
TOOR, Francos: 33, 49. YA N RRELL. R afael: 746, 755.
T O RIB IO . José: 171. VARELA, Florencio: 750.
TO R R E REV ELLO , José: 153, 290, V ARELA, Juan Cruz: 516. 525, 560. 571..
291. 294. 759-
TORRES, Francisco: 251, 252, 253, 412. VARELA, N .: 516, 517. 571, 759.
598. VARGAS. Juan Jacinto de: 168.
TO SC A N IN I. A rturo: 157. Y ASEO, Juan: 9.
TOULOU, Jean-L ouis: 22, 23, 47. 235, V A T IC A N : 368.
355- VÁZQUEZ, Andrés Antonio: 292.
TO U SSA IN T . Carolina: 264, 268. 278. VÁZQUEZ. P. Francisco: 13.
285, 322, 323. 324. 472. 556. VÁZQUEZ, Santiago: 445, 719, 720.
TRA B A TTO N I, A na: 259, 264, 273, VÁZQUEZ, S rta .: 392. 448.
274» 364. 365. 366. VEGA, Carlos: 15. 25. 34, 46, 48, 49. 66.
TRA B IN O , M iguel: 379, 387, 388. 88. 110, i i i , 234, 299, 301. 452, 456,
TR A IB E L N ELCIS, José M .: n o . 458. 483. 485, 497- 530, 53i» 532. 593»
T R E N IT Z : 456. 622.
T R E N T I ROCAMORA. José Luis: 153. VEGA. V EN TU RA DE L A : 252, 285,
266. 337» 408, 549-
TR IT T O , Giacomo: 306, 309, 320. V EIRA , Ramón: 445.
TR O N C A R E L L I: 126. V ELARDE, Ambrosio. V er: Belarde,
TRO N CO N I, G iovanni: 228, 242, 418,
419» 420. V ELA RI)E, Juan M.: 303, 698, 747-
T U R N E R : 164. VELAZCO, G abriel: 577.
803
V IN A T IE R I: 126.
V EL O Z : 228, 235, 354, 355. V IN E T T I: 344.
VEN TO . Luis: 126, 363. 37i. 3/ 6. 414. V IO TTI, Giovanni Battisla: 234, 349.
V E N T U R A : 342, 343, 350. V IR E Y : 47.
VERA LO R IN I. Sofía: 190, 208, 211. V O LTA IR E: 264.
212, 213. 214, 216, 217, 220, 261, 262,
401. 402, 403. 404. 405, 407, 4 I0> 411,
4 ' 2, 413. 416, 417, 418, 419. 609, 6lO,
611. W AGNER, Richard: 156, 157.
V ER D I, Giuseppe: 126, 156, 157. 158, W AURIN. Marqués d e : 34.
162, 190, 191, 192, 197. 204, 210, 21 I, W EBER, Cari María v o n : 183, 240, 387,
216, 217. 220. 222, 224, 349. 350. 351, 392, 414, 440, 448, 449, 538, 705, 756,
354. 355. 357. 359. 360, 363, 364. 365, 757. 759-
367, 368, 370, 37i. 372, 374. 375- 376, W E H LE , Ch.: 679.
3/ 8, 379. 380, 381, 382, 383. 384. 386. W H IT E , Carlos: 448.
387. 388, 389. 390. 391. 392, 393. 394. W H IT T L E , W .: 778.
395. 396, 397. 398. 399. 401, 402, 403. W IEG ELA N D (L itó g ra fo ): 263, 610,
404. 405. 407. 410, 411, 413, 414. 415. 677, 721, 726, 727, 757, 762, 770.
416, 4 i 7. 418. 419. 420, 422, 423, 424. W ILD E. José Antonio: 203, 270, 298.
425. 426, 428. 429. 430. 432, 433. 434. 301. 515, 521, 522, 531, 560, 567, 620,
435. 448. 476. 506. 537. 538. 609. 611, 621.
615, 616. 617, 729, 73i. 774- W ILK ES. Josué T . : 587, 622.
VERGARA, F ray Juan de: 13. 14. W IL S O N : 197.
VERGARA, Juan Francisco: 294. W IN T H E R . Carlos: 264, 272, 356, 357,
V ER G ER (o B erger), P. Luis: 9. 358. 365. 366, 472.
VER ISA N O : 414. W IN TH ER . Sra. de: 356, 358.
V ER N E T , C arlos: 770. 776. W O NNER, Stefano (Fanoste Ñervo) :
V E R R IE R : 382. 726, 755, 779.
V E S T R IS : 474- W RAN ITZKY , Paul: 232.
V E SS E L I. M atías: 770, 776. W'YNEN, Carlos: 228, 233. 236. 237.
V ET T A L I, Joaquín: 190, 198. 200. 304, 238, 240, 355.
305 - .
VIASÓN, Antonio: 252.
VIC E N T E . M anuel: 202. 307.
VICTORIA. Tomás Luis de: 116. X IM EN ES (C antante): 332.
VIDA, José: 252. XIM ÉNEZ (B ailarín ): 347.
VIDAL, Catalina: 84.
VIDAL, Cirilo: 72, 74.
VIDAL, losé: 78.
V ID A L D E P E R E IR A . Dolores: 78. Y á ÑEZ. M anuel: 770, 772.
VIERA, José A .: 299. Y á XEZ. Sra. de: 699.
V IG G IA N O ESA ÍN . Julio : 34, 39, 49. YLLA DE CA STELLA NOS, Valenti-
VIG N A Ll, M arcelo: 504, 533. 11a: 261, 392. 449.
VIG O D ET. Gaspar d e : 480, 687. 688, YLLA D E VIAM ON T, Jaim e: 214.
689.
V ILA D ECA N TS, Pedro: 769, 770. 771. YRADIER, Sebastián d e : 339, 340, 345.
774- 775- 347. 353. 357. 376, 423, 5*5. 528. ‘
VILARDEBÓ, Teodoro: 20. 46. 220.
VILLA D EM O RO S. Carlos Jerónim o:
164.
VILLAM EA. M iguel: 299. ZABALA. Gaspar: 178.
VILLA R Y VA RELA , P edro: 292. ZA B IN SK Y : 359.
VILLA R IN O . Carm en: 333, 336. ZALDO, Carlos d e : 679.
VILLA R IN O , Juan: 180! 264,'271, 272. ZAMORA, Antonio d e : 348.
278, 281, 282, 283, 305, 306, 307, 308. ZA NELLI. G ualterio: 190, 192, 217, 222,
315-319. 320, 321, 322, 323, 324. 325. 414, 415. 416, 423. 424.
337. 556. ZA PICÁ N : 7.
VIL L E N A , M anuel: 252. ZAPIOLA, José: 265. 467. 531.
ZAVALA, Bruno Mauricio de: 739.
804
ZAVALA, María Clara d e : 290. ZINNY, A ntonio: 71, 269, 567, 587, 621,
ZEBALLOS, Estanislao S.: 532. 622,758,762,764,765,779.
ZEM BORAIN, Eulogio: 421. Z IPO LI, Domenico: 9.
Z IE S E M A N N : 292, 448. ZORRILLA, José: 516, 525, 571, 759.
ZIM M E RM A N N : 239, 374, 377, 378, ZO RRILLA D E SAN M ARTÍN, J u a n :
382, 384. 3 0.
ZIM M ERM ANN, Frazier y C ía.: 770. ZUCCHI, Carlos: 216.
ZING A RELLI, Nicola A ntonio: 127, ZULOAGA, M aría Cruz d e : 544, 620.
766. ZULOAGA, J u a n : 620.
2. Í NDICE DE FIGURAS
807
PÁGINA
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F igura P á g in a
8 lO
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F igura P á g in a
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F igura P á g in a
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3. Í NDI CE GENERAL
P r ó l o g o , por J u a n E. P i v e l D e v o to
P rim e ra P a rte : L A M U S IC A P R IM IT IV A
Capítulo I: LA M USICA IN D IG EN A
Introducción ..................................................................................
Las referencias de Azara ..........................................................
La prim era referencia musical de 1531 ...............................
El primitivo instrumental charrúa de 1573 .........................
La música en las Misiones Orientales .................................
Misas cantadas entre charrúas y chanáes en 1624 ..........
Instrumental indígena de 1680 ...............................................
Los indios músicos de Soriano a fines del siglo X V III
Cantos charrúas de combate en 1812 ...................................
Instrumental misionero de 1815 .............................................
Las danzas indianas de 1816 ...................................................
Canto gregoriano en el pueblo de Durazno en 1824 . . . .
Bocinas de guampa entre los charrúas, de 1825 ............
E l arco musical de Tacuabé (1833) ...................................
Antecedentes del arco musical ...............................................
Clasificación del arco musical ...............................................
El arco musical en América ...................................................
Tablas, mapa y figuras ...........................................................
Notas correspondientes al capítulo I ...................................
815
PÁGINA
8l 6
Capítulo I II : LA M USICA DE SALON
Capítulo I V : LOS PREC U R SO RES (Los primeros compositores y sus obras) 535
Capítulo V: M ISCELANEA
INDICES
I n d ic e o n o m á s tic o .................................................................... 783
I n d ic e de f i g u r a s .................................................................... 807
I n d ic e g e n e r a l .......................................................................... 815
8 18
E S T E P R IM E R V O L U M E N DE LA OBRA DE LAURO
A Y EST A RÁ N “ LA M Ú S IC A E N E L U R U G U A Y "
CO N U N PRÓLOGO DE J U A N E . P IV E L DEVOTO,
T E R M IN Ó DE I M P R IM I R S E E N M O N T E V ID E O E N
LOS T A L L E R E S G RA FICO S DE LA “ IM PR ES O R A
U R U G U A Y A ", S. A . E L D ÍA C IN C O D EL M E S
DE AGOSTO D EL A Ñ O M I L N O V E C IE N T O S C I N
C U E N T A Y TRES. LA C O M P O S IC IÓ N E IM P R E
S IO N T IP O G R Á F IC A ESTU V O A CARGO D E L J E F E
DE T IP O G R A F ÍA H U M B E R T O R O D RÍG UEZ Y DEL
J E F E DE M Á Q U IN A S JO S É Á N G E L PRADO. LOS
GRABADOS F U E R O N REA LIZA D O S E N E L T A L LE R
DE “ BE R TA Z Z O N I Y L O R IO " , S. A . B A JO LA V IG I
L A N C IA DE A N T O N IO BOVEDA. SE I M P R IM I O
E N P A P E L IL U S T R A C IÓ N “ PR O V E N A R T ” DE C I N
C U E N T A K IL O S , DE PR O C E D E N C IA IN G L E S A . EL
T I R A J E ES DE DOS M IL Q U IN I E N T O S E J E M
PL A R E S DE LOS C U A L E S DOS M IL P E R T E N E C E N
A L SE R V IC IO O F IC IA L DE D IF U S IO N RADIO
E L É C T R IC A (S O D R E ) Y Q U IN I E N T O S A L A U TO R .
E L E X L1BR1S F U E R E A L I Z A D O POR DOÑA
M A R ÍA M A T IL D E G A R1BALDI DE SA B AT P E B E T .