Está en la página 1de 10

¿Qué es el síndrome de alienación parental?

Según la American Journal of Psychology es un trastorno donde se da la denigración hacia

uno de los progenitores, o el rechazo al mismo debido a la influencia del otro, a esto se le

suma la contribución del niño. En ella se encuentra:

Rechazo o denigración hacia el progenitor excluido de forma persistente

La justificación del rechazo, el alejamiento como respuesta no razonable a los

comportamientos del progenitor rechazado

El resultado de la influencia del otro progenitor.

Se lo considera como un proceso de programación psicológica realizada por uno de los

padres y dirigido hacia los hijos, para que estos rechacen al otro progenitor sin justificación

alguna.

2. ¿Qué niveles de gravedad presenta el SAP?

Según Luengo (2009), el rechazo de un hijo es la culminación de un proceso de alienación

que empieza mucho antes; por lo cual se habla de diferentes niveles.

Estadio leve

a. Incomodidad o preocupación expresas del alienador en cuanto a las visitas.

Existencia de nuevas pautas o normas que deben cumplirse durante las

visitas, referentes a alimentación, higiene y hábitos. Dificultades en el

momento de los intercambios (lloros, rabietas o dudas explícitas), pero

estabilidad durante la visita.

Estadio medio o moderado

b. Cambio brusco en la conducta del hijo hacia el progenitor excluido durante

las visitas: actitud indiferente o rebelde, y uso de expresiones adultizadas.

Estadio severo

c. Ausencia de contacto entre hijo y progenitor excluido. Reacción fóbica del

hijo ante la imagen, la idea o la presencia del progenitor excluido. Miedo

irracional hacia el padre excluido.

¿Cuáles son los síntomas básicos del SAP?

Campaña de denigración contra el progenitor que está siendo excluido. Es decir, criticarlo,

unas veces de forma explícita (diciéndole al niño lo malo que es su padre o su madre y

perjuicios que les está haciendo) y otras de forma sutil (mediante una conducta no verbal que
el hijo sepa decodificar perfectamente).

Racionalización y justificación débil o absurda del desprecio. Es decir, las razones que da el

niño para rechazar al progenitor excluido no son lógicas, sino ridículas, contradictorias o

inexistentes.

Falta de ambivalencia. Los mensajes hostiles del niño son directos y perseverantes; el

progenitor excluido es malo todos los días, independientemente de su comportamiento.

Insistencia del niño en la independencia de sus opiniones. Éste repite que piensa por sí

mismo, sin que nadie le indique lo que tiene que decir.

Apoyo al alienador de múltiples formas y con diferentes argumentos y reflexiones.

Ausencia de culpabilidad en sus conductas

Escenarios prestados, es déficit, uso de vocabulario y argumentos impropios de su edad, con

posesión de información inferior incluso a su propio nacimiento (infancia del progenitor,

datos sobre noviazgo de los padres, etc.), evidentemente todo en sentido negativo. Extensión de la aversión hacia
el entorno familiar y social del excluido. Por tanto no se excluye sólo al

progenitor, sino a todo aquel que tenga relación con éste.

¿Qué síntoma clave pone en alerta sobre la posibilidad de que estemos ante un caso

de SAP?

Hay que distinguir entre el primer síntoma de SAP en el alienador y en el hijo alienado:

En el progenitor alienador, el primer síntoma es la incomodidad por el hecho de que el otro

progenitor tenga a los niños. Por lo tanto, hay que valorar de qué manera muestra esa

incomodidad y cómo pone en práctica su rechazo a tal situación. Si es posible, hay que

averiguar de qué modo esa incomodidad lo impulsa a boicotear el tiempo de contacto de

los hijos con el otro progenitor: por ejemplo, mediante continuas llamadas de teléfono en

un día, no facilitando al progenitor excluido información necesaria de los niños, olvidando

la ropa que puedan necesitar los niños durante la visita. Es decir, hay que dilucidar cómo

esta incomodidad se traduce en obstrucción de la relación entre el padre o la madre

excluidos y sus hijos.

En el niño, el primer síntoma de alerta del SAP es su conducta adultizada, no la resistencia

que presente durante el intercambio de visitas (como muchas personas creen), puesto que,

como veremos más adelante, la resistencia no es exclusiva de este tipo de trastorno. Es

decir, el primer síntoma que puede llevar a pensar en un problema de alienación parental es
el cambio en la comunicación verbal del niño, y no tanto en su comunicación no verbal.

En el caso el niño no permite que el padre le ayude con las tareas de la escuela o en sus

actividades diarias, constantemente rechaza su ayuda y se muestra distante. Por otra parte, la

madre constantemente llama para saber el estado del menor.

5. ¿Qué características debería tener metodología en el estudio pericial del SAP?

En cuanto a las características de la metodología, es imprescindible que el perito cuente con

los dos progenitores y los menores en el estudio pericial, o al menos los haga partícipes de

sus hallazgos. Si se trata de una pericial de parte, el perito debe comunicarse con el otro

progenitor y pedirle su colaboración (independientemente de que éste acceda a colaborar o

metodología debe permitir observar el tipo de relación que existe otro aspecto importante

de la metodología es que debe incluir una valoración y un estudio de la historia de la

separación y del cumplimiento del régimen de visitas desde el momento en que quedó

regulado, cómo se ha llevado hasta ahora la nueva vida familiar, si se ha cumplido o no el

régimen pactado y, en caso de no haberse cumplido, si se ha denunciado o no. Además, hay

que recoger la explicación a estos hechos. Para el contenido de la metodología es importante

que el perito recoja los informes hechos por profesionales que hayan sido testigos de los

encuentros realizados entre el progenitor excluido y los psicólogos.

Son importantes los informes o testimonios de los profesores de los centros escolares a los

que acuden los niños, que ayudarán a saber cómo se enfrentan a la separación, cómo hablan

del progenitor excluido, si se refieren a él con resentimiento y, más importante aún, cuál es

la conducta del posible progenitor alienador. Deben valorarse también las intervenciones

terapéuticas que se han realizado hasta el momento: si la familia ha pasado por un servicio

de mediación familiar, de terapia familiar, de terapia infantil, etc. Es preciso que se recojan,

además, los resultados obtenidos y las causas del abandono de tal servicio, ya que es muy

frecuente que en los casos de SAP exista un agotamiento de las medidas terapéuticas sin

que éstas hayan aportado solución. Esto se debe a que el alienador no es un buen

colaborador en las terapias y sólo escucha a aquellos profesionales que le dan la razón,

incluidos los juristas en el pasado y existe en el presente con el progenitor excluido y los

hijos.

¿Qué contenidos precisos debería indagar una investigación pericial sobre el SAP?

Indicar cuánto tiempo ha transcurrido entre la separación de la pareja y el contacto


del progenitor no custodio con los niños. Por ejemplo, si uno de ellos sale del hogar

en durante esos dos meses, ¿qué relación ha tenido dicho progenitor con sus hijos?

¿Se le ha permitido verlos con facilidad? Este punto es importantísimo, porque su

respuesta permite observar los primeros síntomas de la alienación parental.

Obtener información acerca de la historia del cumplimiento o incumplimiento del

régimen de visitas desde que se cuenta con una sentencia que lo regula.

Realizar una historia de las denuncias realizadas por parte de un progenitor hacia el

otro y cuántas de ellas han quedado archivadas o se han desestimado. Es decir,

cuántas han sido falsas y cuál de los dos progenitores las ha llevado a cabo.

Evaluar el tiempo de desensibilización parental de los niños. Cuando el progenitor

presuntamente excluido va a recoger a sus hijos, puede encontrarse con que estos

casi no lo reconocen y mantienen una actitud fría con él o ella, hasta el punto de que

pueden llegar a ignorar su presencia. Esta situación puede durar unas horas o varios

días, hasta los niños vuelven a ser ellos mismos. El tiempo que transcurre desde que

el progenitor los recoge hasta que los niños se muestran espontáneos es el llamado

tiempo de desensibilización parental, necesario para desconectar de las signas, las

instrucciones o la ansiedad aportadas por el otro progenitor y que condicionan la

actitud de los hijos hacia el progenitor excluido.

Fijarse en cuál de los progenitores ha llevado a los hijos a la entrevista con el

psicólogo. Esto es muy importante porque, generalmente, nos encontramos con que

las respuestas y conductas que muestran los niños están condicionadas por el

progenitor que los acompaña. Como quien suele llevar a los niños al psicólogo de

los equipos técnicos del juzgado es el progenitor custodio, y, por lo general, el

custodio es el alienador, hay que tener en cuenta que las respuestas de los menores

estarán mediatizadas por el presunto alienador y por las consignas que éste les ha

dado antes de entrar.

Conocer los estados de ánimo del presunto alienador cuando los menores están con

el progenitor excluido. Este aspecto es muy importante, y el examinador debería

recoger toda la información posible al respecto

¿El SAP siempre se da inmediatamente después de la separación?

Es posible encontrar casos en los que no se observe una alienación parental desde un inicio,
sobre todo cuando, durante una primera época, el régimen de visitas se realiza sin muchas

interferencias y se va cumpliendo. En esos casos, pueden pasar meses, o incluso años, hasta

que el régimen de visitas deja de cumplirse y los niños manifiestan un rechazo No siempre

contra el progenitor excluido

¿Quién aliena actúa siempre solo?

Normalmente, la alienación parte de una única mente directriz, mientras que los

desarrollos son compartidos a partir de la fuente de información de la persona que

aliena, encargada de involucrar a todo aquel que considere necesario para llevar

cabo su fin.

Como pensamiento absoluto que es el SAP (Todo el que no está conmigo, está

contra mi), no admite contrastes ni contraposiciones, puesto que lo que se asume es

lo verdadero. Además, el alienador sabe que la coherencia inicial es uno de los

motores del SAP, ya que es la que permite lograr la coherencia general del proceso.

Eso hace que el progenitor alienador ate todos los cabos desde el principio y no deje

ningún elemento al azar.

La persona alienadora pedirá ayuda de familiares directos o de amistades íntimas.

Ellos serán su férreo apoyo y accederán normalmente a la alienación engañados por

sus justificaciones, pudiendo incluso llegar a la conclusión de que el alienador está

sufriendo un maltrato lo entendiendo justificada posición.

¿Qué tipo de crianza caracteriza al alienador?

El primero de ellos es el estilo de crianza rígido, inflexible, de poca tolerancia a la

frustración, con patrones agresivos bien sea activa o pasivamente), autoritario,

castigador y autocrático. En este caso, sólo se aceptan los patrones de

comportamiento prescritos por el alienador, y la desviación de los mismos es algo

contraproducente para la propia familia, de forma que deberá ser reprimida de

inmediato. Hay cierto paralelismo entre este estilo de crianza y los sistemas de

rechazo, pues los pequeños viven sometidos a una inexorabilidad de sus

comportamientos, que fomenta en ellos el miedo al abandono (o a la pérdida de

afecto) y la necesidad de protegerse, a la vez que los lleva a buscar el beneplácito

del progenitor.

El segundo esquema corresponde al estilo de crianza sobreprotector, excesivamente


guiado y cauto. En este caso, el progenitor cubre las necesidades emocionales de

los niños con una actuación protectora en exceso, que acaba por hacerlos

dependientes de él o ella

¿Cuáles son las mentiras más usuales del alienador?

Mentiras dirigidas al hijo alienado. En este ámbito encontramos un amplio abanico

de sentencias que tienen por objeto condicionar al menor (como, por ejemplo,

mentiras acerca de lo mala persona que es el otro progenitor). Algunas de ellas son

informaciones duras y despectivas que se le dan al niño sobre el progenitor excluido,

quieren ahora sólo es descrito mediante innumerables defectos. Existen también las

mentiras acerca de la conveniencia de que ese progenitor quede excluido, algo que

se justifica diciendo que es necesario para la vida normalizada del menor

Mentiras hacia el progenitor al que se pretende excluir. La persona que aliena

elabora falacias contundentes y casi siempre rodeadas de auténtica crueldad. Están

bien urdidas y su objetivo es conseguir que progresivamente el padre o la madre

objeto de exclusión sea cada vez más percibido como extraño a la propia familia.

Así, se hacen frecuentes las críticas desaforadas concentradas en lo mal que cría y

educa al hijo. A este desprestigio del progenitor excluido se suma que el progenitor

alienador se va erigiendo como el único garante de la educación y crianza del menor;

con lo cual, la exclusión se afianza cada día.

Mentiras dirigidas al entorno. En este terreno, queda claro que la persona que aliena

precisa de nuevas adscripciones, de modo que también dirige sus mentiras hacia

otras personas. La programación debe ser del todo eficaz para que ofrezca una

completa apología del proceso de exclusión. En el entorno se reciben mentiras sobre

el bienestar que va a proporcionar la nueva vida, que será mejor porque protegerá

más los derechos del niño. Hay mentiras de todo tipo, pero la mayor parte de ellas

son muy difíciles de demostrar, porque van unidas a hechos y manifestaciones

sacadas de contexto y manipuladas al máximo.

. ¿Cómo son las acusaciones del alienador hacia el excluido?

Las acusaciones que efectúa el alienador hacia el excluido suelen ser superficiales,

tendenciosamente subjetivas y desde luego, injustas:

Superficiales, porque suelen incidir en aspectos hasta entonces aceptados dentro de la


relación de pareja y se crean en la mayoría de los casos desde la conveniencia, no desde

el sentido profundo de las cosas.

Tendenciosamente subjetivas, porque, en relación punto anterior, todo es urdido por

una mente guiada de forma inexorable por una manera propia de ver las cosas, lo que

determina la creación de una historia paralela a la realidad, que luego acabará por

sustituirla.

Injustas, porque las acusaciones son efectuadas en el seno de la pareja pero con el punto

de mira puesto fuera de ella, y, por tanto, son susceptibles de tener una entidad desigual

entre quien las ejecuta y quien las recibe (sólo el primero conoce su finalidad). Dichas

acusaciones son injustas porque no se trata más que de una manera de interpretar los

hechos, que no es en absoluto la única existente.

Las acusaciones más usuales suelen ser tres:

Como miembro de la pareja. Estas acusaciones tienen como objetivo intentar demostrar la

incapacidad de quien va a ser excluido de seguir formando una pareja, o incluso de amar y

ser amado. De hecho, se intenta demostrar que no es que el excluido haya hecho la vida

imposible al otro en concreto, sino que habría perjudicado a cualquier pareja. Por lo general,

las acusaciones se centran en la desvalorización de quien va a ser excluido, buscándose

argumentos para que también el entorno comience a minusvalorar a esa persona.

Contra la propia pareja. Estas acusaciones tienen como objetivo intentar sacar a flote la

causa de los conflictos. Como se trata de aspectos que hasta ahora habían pasado, es preciso

hacer un esfuerzo y destapar el tarro de las maldades del otro, lo que a veces obliga incluye

que intervenga un juez que justifique la custodia.

Hacia los hijos. El objetivo de estas acusaciones es fundamentar la alienación parental, es

decir, atacar el punto nuclear básico que son los menores y que van a producir la exclusión

completa.

¿Podemos clasificar a los alienadores?

Existen tres tipos de alienadores según los intereses o móviles que llevan a la alienación, y

dos tipos de alienadores según la manera o forma en que alienan. Según los intereses que

mueven a los alienadores, encontramos:

Alienadores cuyo interés es básicamente monetario, que llegan a negociar las visitas

de los niños en función de las compensaciones económicas. Este perfil de alienador


no suele derivar en alienación de nivel severo (tipo fobia), sino que suele

permanecer en el grado leve o moderado de SAP pues le basta con conseguir los

intereses económicos que pretende de la otra parte.

Alienadores con motivación emocional o anímica, producidas a raíz de la

separación: actúan por odio, por sed de venganza, etc. Lo que pretenden es que el

otro progenitor fracase, que se hunda, de modo que son muy destructivos. Su

intención no es hacer daño sólo a través de los hijos, sino en todos los ámbitos.

Alienadores cuyo interés o móvil está en la propia patología sus prejuicios. Son

alienadores que no tienen móvil ni motivo, sencillamente piensan que así debe ser

según sus creencias acerca de con quién deben estar y por deben ser cuidados los

hijos.

Por otra parte, según la forma de programar a los niños que tienen los alienadores, podemos hacer

la siguiente división:

Alienadores victimsitas, que programan a base de generar pena y de presentarse como

víctimas. Los hijos cuyo alienador es de este tipo se convierten en protectores de ese

progenitor. Dichos niños intentan ser responsables de sus padres, cosa que puede generarles

mucha ansiedad, somatizan mucho y, en general, presentan un descenso en el rendimiento

escolar.

Alienadores autoritarios, que se sirven de una conducta enfadó o rabia. Los hijos de estos

alienadores que programan a través de generación del temor, se convierten en niños muy

obedientes, con una relación al alienador de tipo subordinado, generoso.

¿Qué es el conflicto de lealtades?

Es un dilema emocional del niño que siente que debe elegir entre el afecto hacia su madre

y el afecto hacia su padre, como si ambos afectos fueran incompatibles. Los principales

síntomas que lo definen son tres:

Resistencias del niño en los intercambios de las visitas. En ocasiones el niño puede

mostrarse excesivamente cariñoso en los primeros días de convivencia con un

progenitor para luego pedir contactar o ver al otro progenitor o preguntar

insistentemente por éste.

Disimulo de su afecto hacia un progenitor ante el otro progenitor, con conductas

evitativas y, en ocasiones, actitudes hostiles.


Mentiras y fabulaciones acerca de ambos progenitores.

¿Cómo afecta la alienación al desarrollo del niño?

El niño alienado ha vivido una etapa en la que ha cambiado de forma abrupta de campo

cognitivo, se ha adultizado y ha dejado de valorar a personas de validez constatada en su vida.

Los efectos de este tipo de programación mental son básicamente tres y podemos observarlos

a corto plazo desde el inicio de la alienación:

Dependencia emocional, que en los niños más pequeños puede cursar en ansiedad por

separación hacia el progenitor alienador. Con o sin ansiedad por separación, la dependencia

emocional resta al menor capacidad de desarrollar su autonomía y autosuficiencia a la hora de

tomar decisiones o expresar espontáneamente sus opiniones y emociones.

Tendencia a la fabulación con identificación, es decir, desarrollar pensamientos prestados y

creérselos. El niño alienado es capaz de confundirse con lo que le explica el alienador, e incluso llegar a creer que
ha estado en lugares que nunca visitado o ha visto cosas que realmente nunca

ha conocido.

Fobia, en el caso del SAP severo, no sólo hacia el progenitor excluido sino hacia todo lo que

directa o indirectamente tenga que ver o proceda de éste, sea esto realmente así o producto de

la imaginación del niño. El niño se vuelve especialmente quisquilloso o maniaco con objetos,

colores y lugares, por no mencionar personas, que tengan que ver con los gustos, preferencias

o amistades del excluido. El rechazo es radical y sin opción a la reflexión, pero es extraño que

el niño verbalice la razón y, si lo hace, es con cierto cinismo y en compañía del alienador: Qué

asco, las manzanas, le encantaban a mi padre, Que pueblo más asqueroso, donde nació mi

madre, No me gusta la gente de pelo rubio, como mi padre, que era muy feo

16. ¿Qué efectos psicológicos tiene excluir a un progenitor de la vida de un niño?

Ansiedad. Si el niño es de carácter retraído, se vuelve aún más hermético; y si el niño es de

carácter rebelde, también se radicaliza su rebeldía. En cualquier caso, en sus circunstancias.

Problemas de conducta o agresividad. Es fácil can indicios de depresión infantil, que muchos

niños, se manifiesta con conductas agresivas, del diagnóstico debe considerar esta

característica.

Somatización. Puede tener enuresis incontinencia de orina en la cama cuando ya no tiene edad

para sufrí problemas de tipo digestivo, vómitos, diarreas o problemas óseos, en los excluido

peculiar, más óseos-dolores de espalda o extremidades.


Los síntomas a largo plazo:

Síndrome abandónico. Sentimiento recurrente de ser rechazado, excluido o cuestionado por su

entorno social, con miedo a establecer relaciones afectivas con compromiso.

Crisis de ansiedad acompañada de crisis existencial. Los niños con SAP pueden tener conflictos

para definir su identidad. Les cuesta tomar decisiones, se sienten confundidos consigo mismos, tienen
sentimientos de culpabilidad si han sido capaces de hacer una relectura del pasado y

darse cuenta de la manipulación de que fueron objeto. Cuando no consiguen resolver su

sentimiento de culpabilidad, quedan atrapados en una línea autodestructiva que puede

desarrollar algún tipo de depresión o bien una adicción.

También podría gustarte