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Romero Vazquez Andrés Historia de la filosofía I

Comentario de Protágoras
"Sobre los dioses no puedo tener la certeza de que existen ni de que no existen ni tampoco de
cómo son en su forma externa. Ya que son muchos los factores que me lo impiden: la
imprecisión del asunto, así como la brevedad de la vida humana" 1
En este fragmento de Protágoras de Abdera trata acerca del conocimiento humano y sus
límites. El saber no es lo mismo que conocer, Parménides distinguió entre el
“conocimiento” y “opinión” de las cosas, la disertación del fragmento de Protágoras no es
por la creencia u opinión de los dioses, sino por el conocimiento racional de estos. Los
factores principalmente que impiden tener claridad acerca de la existencia de los dioses a
los hombres es, que los dioses no son objeto de percepción sensorial directa, pero donde la
percepción nos abandona se recurre en su lugar a razonar. El sofista no niega la existencia
de los dioses, sino que, debido a la brevedad de la vida humana, no nos permite tener
hechos suficientes para argumentar o negar la existencia de estos mismos. El hombre no
puede conocer a los dioses ni darles fundamento de ellos gracias a sus propios límites, esto
nos quiere decir que el hombre no puede conocerlo todo y menos aquello que está más allá
de su existencia. Por lo tanto, a aquello que no puede conocer (los dioses), debe enfocarse
en lo que puede conocer, que es el mismo ser humano y su entorno.
El hombre conoce las cosas en los modos que se le presentan y como lo afectan,
otros hombres y las cosas son objetos de percepción sensorial, por ello que pueda
conocerlos. Para Protágoras el hombre es género, polis e individuo. El hombre no crea
cosas, conforme vive estos tres niveles es que da valor a las cosas, así que pueda distinguir
entre lo que es malo y lo que es bueno. Esta percepción de las cosas puede diferir con la de
los demás, sin embargo, esto no afecta al hecho de que toda percepción es verdadera, es por
el medio que conozco todo lo que me rodea y una vez percibido se incorpora a lo que es,
sin necesidad de tener una percepción continua. Para Protágoras sólo es verdaderamente
general la educación política2, la educación entonces es tratar de encontrar la mejor
percepción, darle una forma distinta de valor a algo para que me afecte, por consiguiente,
diferente. Esto significa que, si mi juicio se basa en aquello verdadero, sea mi percepción,
cambiará dependiendo de la relación con otros entes humanos y no humanos, también
cambiando uno mismo. Hay entonces distintos caminos que uno puede recorrer, pero como
el hombre es finito solo puede recorrer uno. No puede conocerlo todo, solamente aquello
para lo que se es hábil, aprehendido para saber administrar mi entorno, mi estado y yo
mismo. Protágoras reforma a quienes lo buscan, y así cambia sus formas de vida y de ser.

1
Melero Bellido, Antonio., Sofistas testimonios y fragmentos, Gredos, Madrid, 1996, DK 80, B 4.
2
Werner Jaeger, Paideia: los ideales de la cultura griega, Fondo de Cultura Económica, México, 1971, p. 275

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