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Tipos de Lucernas Romanas PDF
Tipos de Lucernas Romanas PDF
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All content following this page was uploaded by Raül Celis Betriu on 26 February 2017.
9-10
(2008-2009)
casos, diferencias cronológicas, que tienden a delimitar de una forma más precisa la
datación de la lucerna. Pero el problema de fondo aun persiste, ¿de dónde proceden estos
materiales? la respuesta, en el mayor número de casos, es de Fondos de Museos, para la
mayoría de los cuales, ni tan siquiera se tiene certeza de su origen o formación de la
colección. Por lo que nos encontramos delante de tipologías en las que la cronología se ha
basado en aspectos morfológicos e incluso parece, que siguiendo preceptos
“Winckelmannianos”. En resumen, que no tienen ninguna base “científica” para asegurar
las dataciones que ofrecen. Esto es lo que se llama como el “método tipológico”4. Por el
otro lado, hay las tipologías que se basan en materiales de excavaciones y con estratigrafía,
las cuales nos ofrecen el valor de la cronología; si bien es importante la forma y sus
variaciones, la secuencia cronológica queda delimitada y contrastada con la fecha del
estrato.
Lo hasta aquí expuesto nos gustaría que sirviese de introducción, o de principio
de líneas generales a lo que vamos a tratar a continuación, el estudio pormenorizado de
las propuestas de cada autor referente a las tipologías que establecen. Se han tratado para
el orden de la exposición en primer lugar, a los dos primeros autores que se dedicaron a
sistematizar lucernas, Dressel y Loeschcke. Luego se ordenan por el orden cronológico de
los materiales que han sido tratados y, por la importancia que ocupan en el mundo de la
investigación. Dos autores han tratado de una forma más extensa el estudio de la historia
de las investigaciones. El primero de ellos, Ponsich5 ofrece las diferentes publicaciones
comentadas hasta el año de la publicación de su estudio. El otro autor que dedica parte de
su obra a ello es Morillo Cerdán6 quien también ofrece un panorama más o menos crítico
de las tipologías existentes.
2.1. DRESSEL7
Publica por primera vez una tipología sistemática de las lucernas aparecidas en
Roma. Establece 31 tipos sobre la base de las diferencias que presentan los picos. No
ofrece cronologías para sus formas pero las ordena según cree él que debió ser su
secuencia evolutiva. El error más destacable que presenta es el hecho de ubicar sus formas
______________________
4 PROVOOST, A.: “Les lampes antiques en terre cuite. Introduction et essai de typologie générale avec des
détails concernant les lampes trovées en Italie”, L’antiquitée classique XLV, 1976, pp 5-39, pp 550-586.
5 PONSICH, M.: Les lampes romaines en terre cuite de la Maurètania Tingitane, Rabat, 1961.
6 MORILLO CERDAN, A.: “En torno a la tipología de lucernas: Problemas de nomenclatura”. Cuadernos
Dressel 5 y 6 en época republicana. Será más tarde, con Lamboglia y Beltrán8 cuando se va
a dotar de valor cronológico la tipología de Dressel. Estos autores también modifican
levemente alguna de las formas, debido a la influencia de otros investigadores como
Loeschcke, se dividirá la forma 9 de Dressel en los tres tipos característicos (vide infra).
En el caso que sólo nos basemos en el aspecto formal de la tipología, la de Dressel es una
de las más aceptadas por los investigadores y estudiosos que hayan trabajado en el
Mediterráneo occidental.
2.2. LOESCHCKE
______________________
8 LAMBOGLIA, N. BELTRAN, A.: “Apuntes sobre cronología cerámica”, Caesaraugusta 3, 1952, pp. 87-89, lams.
X-XIII.
9 LOESCHCKE, S.: Lampen aus Vindonissa, Ein Beitrag zur Geschichte von Vindonissa und des antiquen
romana e archeometria: Lo stato degli studi. Atti delle giornate internzionali di studio. Castello di
Montegufoni (Firenze), 1993, pp.127-142.
que faltan los tipos republicanos (las Dressel 1 – 4), así como otros tipos también
ampliamente documentados en otros yacimientos.
2.3. RICCI
2.4. DENEAUVE
2.5. BISI13
2.6. LEIBUNDGUT
2.7. PONSICH
2.8. PROVOOST
2.9. ATLANTE
Ceramica fine romana nel Bacino Mediterraneo, 1981, pp. 184-207, lams. XCIV-CIII.
de características de talleres, tanto por pastas como por decoraciones. Las cronologías
proceden de contextos estratigráficos intentando dar tanto la fecha de producción como
una aproximación a la de amortización y, las piezas de fondo museo se dejan la mayoría de
las veces, sin cronología. Este último hecho es interesante, ya que si bien tenemos
documentada una forma pero no su procedencia, se da a conocer el ejemplar,
insertándolo en el esquema evolutivo, mientras que no confunde al investigador dejando
claro que es un ejemplar sin contexto. Al igual que el sistema elegido por Provoost, es una
tipología abierta, por lo que permite insertar nuevos hallazgos sin la necesidad de cambiar
lo que ya está hecho o estructurado. La bibliografía es también extensísima, sabiendo de
ésta manera el origen de cada una de las formas que han servido para la construcción de
la tipología. Parte de las críticas que se pueden hacer, algunas tan importantes como el
hecho que no se dibuje las secciones de las asas, uno de los criterios esenciales, junto al
pico y la decoración, para establecer las clasificaciones. Así mismo a veces, la
multiplicación de los subtipos hace difícil asignar nuestro material a una de las formas
descritas por el Atlante.
2.10. SZENTLELEKY
Hemos dejado este autor húngaro para el final de la exposición ya que su obra
puede ilustrar lo que es un catálogo de museo que siempre ha sido tomado como tal y que
no tiene otras pretensiones, tal y como se desprende de la introducción del propio autor:
”In describing the heterogeneous material included in the catalogue, it did not seem to be
necessary to deal with fundamental questions, which have been answered already in the
literature on several occasions, or on which the literature cannot decide definitively even
today. This has to be left to publications based on new excavation materials, which can
make finer definitions on the basis of a large number of finds from certain areas and by the
exact observation of the evidence of stratification”20. Establece también una serie de tipos
basados en los orígenes de las piezas. Nosotros hemos tomado los tipos que considera
como romanos. Los dibujos están hechos a partir de piezas concretas, sin que establezca
el autor un “diseño robot” para cada una de ellas.
Lo hasta aquí escrito, intenta ser una primera aproximación a una problemática
que nosotros no consideramos resuelta, las tipologías existentes. El primer problema a
considerar es el origen y naturaleza de los materiales que sirven de base para establecer las
tipologías. Algunas de ellas las encontramos basadas en materiales procedentes de fondos
______________________
20 SZENTLELEKY, Th: Ancient Lamps, Amsterdam, 1969, pp. 16.
de museo, con lo que no aportan ninguna cronología válida. Otras tipologías (un grupo
muy reducido) sí que proceden de excavaciones estratigráficas, con unos datos
cronológicos fiables y, el último grupo de tipologías, son una mezcla de materiales, entre
fondos de museo y estratigráficos con un valor cronológico altamente cuestionable. El
segundo problema es el considerar a las lucernas como una cerámica más, y no como un
objeto de arte. Nuestra intención es la de intentar situar, de forma metodológica, las
lucernas romanas a la altura del estudio de las otras producciones cerámicas, sin que por
ello queramos decir que la problemática intrínseca de estas producciones lucernarias se
pueda equiparar, por ejemplo, a las de la terra sigillata o de las producciones
campanienses por sólo citar algunos ejemplos. Demasiadas tipologías, orígenes dispares
de los materiales que han servido de base para éstas, uso y abuso por parte de la
investigación posterior de estas tipologías para constituir otras nuevas o para utilizar sus
resultados (en muchos casos, hipótesis) como algo fehaciente, han creado una serie de
relaciones entre ellas dignas del Laberinto del Minotauro (las tablas de conversión son un
claro ejemplo de ello). Pensamos que es necesario “ordenar” las diferentes publicaciones
dentro de una jerarquía de importancia. Esto quiere decir que se debe ser crítico con las
obras que se utilizan y no esperar de ellas más que lo que estas realmente nos ofrecen.
4.1. INTRODUCCION
“Un vase présente telle forme, il est issu de tel atelier: voilà les données
essentielles de son identité”.24 Continua Morel preguntándose si es necesario combinar
estos dos conceptos en una tipología. Su respuesta es analizar los conceptos de Tipo y
______________________
21 MOREL, J.P.: Céramique Campaniene: Les Formes. École Française de Rom, 1981.
22 PY, M.; ADROHER A.M.: ”Principes d’enregistrement du mobilier archeologique”, Lattara 4, 1994, pp. 3-100.
23 PROVOOST, A.: “Les lampes antiques... “ op. cit. n.4.
24 MOREL, J.P.: Céramique Campaniene… op.cit. n.21, pp. 21.
______________________
25 Ibíd., pp. 22.
26 Ibíd., pp. 22.
27 Ibíd., pp. 23.
4.2.3. LA CATEGORIA
Otro de los conceptos que podríamos definir es el de Categoría. Para Morel bajo
el concepto de categoría se agrupan artefactos cerámicos que presentan una serie de
caracteres perceptibles ya de forma inmediata (como por ejemplo, la forma de las asas) o
ya sea en base de definiciones rudimentarias (vasos con borde exvasado). El único interés
de las Categorías es el de facilitar una primera orientación en el interior de la tipología.
Termina diciendo que “Entre les catégories et les types sont définies d’autres subdivisions,
genres, espèces et séries. Sans que cela soit une règle absolue ni, soutout, ait motivé leur
définition, leur homogénéité quant à la classe, quant à la diffusion commerciale, quant à la
datation, tend à croire à mesure que l’on se rapproche du type“28. Esta noción de
categoría que nos define Morel, difiere un poco del concepto de Py y Adroher, quienes la
consideran como “Ce concept sert ici à réunir des ensembles de céramiques selon de
grands groupes fonctionnels”29. Basándose estos autores en los aspectos funcionales más
que en los morfológicos.
4.3. LA CRONOLOGIA
______________________
30 ROCA ROUMENS, M.: “Estado actual y perspectivas de la investigación de los centros productores de Terra
Sigillata Hispanica: el ejemplo de los Villares de Andújar, Jaén”, Florentia Iliberitana 1, 1990, pp. 392.
Este apartado que podríamos considerar como algo sin importancia es, desde
nuestro punto de vista, uno de los caballos de batalla del estudio de las lucernas, así como
de todas las demás clases cerámicas. Todos los investigadores incluyen, en algún apartado
de su trabajo, un capítulo dedicado a los porcentajes, ya sea del número de lucernas, de
sus tipologías, de las decoraciones, de las marcas o de alguno de estos principios
combinados entre ellos. Una de las realidades en el mundo de la arqueología es que nunca
nos llega el 100% de los objetos que existieron en el mundo antiguo. Tenemos pues, que
nuestras cuantificaciones se basan en una muestra que ya sabemos que nos aparece
sesgada desde el principio y de este sesgo, nosotros no hemos podido escoger las
variantes, nos las impone la realidad de nuestra ciencia. Tenemos pues (en el caso que
hayamos podido excavar todo un yacimiento) un 100% de materiales que no corresponde
al 100% real de lo que pudo llegar a existir, puede pero, que sí tengamos (de forma casi
milagrosa) ese 100% que existió pero nunca lo podremos saber. Decimos pues, que no
tenemos el 100% de lo que existió y del cual no sabemos que porcentaje no nos ha llegado
a nuestros días. De esto, hacemos otra vez una totalidad, un 100%. En el caso que el
yacimiento no haya sido excavado en su totalidad, volvemos a tener menos del 100% del
total de los artefactos arqueológicos que quedaron depositados en el yacimiento, sin que
sepamos el porcentaje de lo que queda por excavar. Nos encontramos pues, que del
teórico 100% original, no sabemos que parte tenemos. Otra característica (o paso) de esta
escala, es el hecho de lo que se encuentra publicado. A esta reflexión volveremos más
adelante, cuando hablemos de posibles localizaciones de talleres. La pregunta nada
inocente que nos podemos formular, es en que principios se han basado los autores para
ofrecernos las cifras que presentan en sus estudios. Las respuestas son tres: en el número
de fragmentos, en el número máximo de individuos o en el número mínimo de
individuos. Vamos pues a ver sobre que premisas reposan cada uno de ellos.
No tiene ninguna otra más complicación que contar cada una de las lucernas, o
fragmentos y dar la cifra total. En realidad, no se aplica ningún método estadístico,
simplemente es contar aquello que se tiene. Py y Adroher32 consideran que el NFR no
______________________
31 PROVOOST, A.: “Les lampes antiques... “ op.cit. n.4. pp. 12.
32 PY, M.; ADROHER A.M.: ”Principes d’enregistrement…” op. cit. n. 22, pp. 92.
représentée par des tesson mais par aucun bord ni fond, on compte 1 individu pour cette
catégorie (ce chiffre indiquant alors la présence plutôt que l’effectif )“36. Con esta
definición se considera al IC como igual o menor al de ICR. Al igual que ocurría con el
NMxI, la igualdad es un factor que no podemos demostrar aunque pueda darse. El hecho
de reducir, de un mínimo de dos fragmentos a uno, significa fabricar un objeto a partir de
dos fragmentos que puede que no hayan sido el mismo. Fabricamos objetos reduciendo
los fragmentos. Si bien, el número mínimo de individuos se considera como una realidad
estadística, y se dice, que como mínimo, habían tantos individuos, no que realmente
fueran estos, pensamos igualmente que se reduce la realidad.
Py y Adroher definen el NTI como “Le NTI est en fait un NMI appliqué à chaque
forme de vase définie par la typologie dans chaque type de céramique. La formule de
calcul, pour chaque forme, est la suivante: nb de vases complets + nb de fonds ou nb de
bords (le plus fort) + 1 pour les décors, anses et tessons s’il n’y a ni fonds ni bords. Cette
méthode devrait pouvoir approcher au mieux le nombre réel de vases représentés dans
chaque ensemble. Elle nécessite cependant que la classification des formes de chaque type
de céramique soit bien établie (...)“37. Creemos que si bien, esta definición es
completamente correcta, también la consideramos obvia, ya que nadie aplicaría al NMI de
forma consciente, diferentes tipos cerámicos así como clases que no fueran las mismas.
Se podían hacer muchas reflexiones acerca de estos principios de cuantificación.
Primero de todo, queremos decir que, aunque sean métodos estadísticos, que tiendan a
simplificar la realidad, no pueden pero, negarla o falsificarla. Propondremos una serie de
ejemplos que, aunque la razón y la lógica nos indiquen una cosa, el método estadístico del
NMI (o NTI) nos indica todo lo contrario. Si tenemos, por ejemplo, dos fragmentos de pie
de una producción de TSS con marca, al no tener esta forma concreta, vamos a considerar
que son un solo individuo en tanto que apliquemos los principios estadísticos. No tanto
por la lógica, sino será la realidad misma la que nos indique que son dos individuos (o dos
fragmentos, para ser aun más realistas) y nos podemos preguntar el cómo vamos
posteriormente a tratar en la investigación estas dos marcas diferentes bajo un mismo
individuo (la ponderación por uno). Otro caso que nos podríamos replantear, es por
ejemplo, la forma Pasquinucci 127 en campaniense B (oide) cuya morfología nos presenta
dos asas de una forma característica para este tipo. Nos encontramos con 50 fragmentos
de ellas, sin borde, así que hemos de contar un solo individuo. La lógica nos dice que esto
no es posible, y nos podíamos replantear si, considerando que cada pieza tiene dos asas,
______________________
36 Ibíd., pp. 84.
37 Ibíd., pp. 94.
Clase A
Clase B
Cronologías
resultados obtenidos por el mismo sistema, factor que legitima el uso de estos resultados.
Si bien eso es cierto, lo que a nosotros nos tendría que interesar es trabajar con los
resultados que más se aproximen a la realidad (la que no tenemos representada al 100%).
Continuando con la Fig. 6, veremos que los tipos A4 y B4 presentan el mismo número de
individuos, mientras si contamos fragmentos, eso no es cierto. Lo mismo pasa cuando
analizamos los porcentajes según fragmentos o individuos (Lámina II, figs, 7 y 8; Lámina
III, figs. 9 y 10). Aquí la cronología no importa (ya que le hemos dado la misma) pero
entra en juego otro factor, el comercio. Habíamos comentado que la clase A procedía de la
península Italiana y B del sur de Francia. En este ejemplo de las A4 y B4, por los
resultados, diríamos que las dos formas tienen la misma influencia comercial cosa que no
es cierta. Si analizamos los fragmentos informes, 38 para A y 29 para B, vemos que es la
producción itálica la que parece que tiene una cuota de mercado más amplia, aunque los
fragmentos informes no nos sirvan (a priori) para fechar el estrato. Observando los
resultados (Figs. 1 y 2, Fig. 3 y 4) veremos que son teóricamente contradictorios y nos
preguntamos, cuales deben ser utilizados, o considerados como prioritarios, en el caso (el
del comercio) que ahora nos ocupa.
Continuemos teorizando, tenemos otro estrato, donde nos aparece una forma B5
(Lámina I) sin pie ni labio (Lámina I, TEO/05-69) siendo la única pieza de una clase
conocida con cronologías de producción. Si aplicamos el principio del NMI, debemos
considerarla como un fragmento informe, y por lo tanto, sin información tipo-cronológica
(siempre siguiendo los principios del NMI) Sabemos que la clase B tiene una última forma,
B6 de tiempos de Adriano. Si aplicamos el principio del NMI, vamos a tener que fechar el
estrato por el valor clase-cronológico de la producción B, que nos lleva hasta el reinado de
Adriano. En este caso, la teoría nos hace obliga a ir en contra de la razón. Lo que no
podemos hacer es decir, como creemos que es una forma B5 fechamos entonces el estrato
en tiempos de Vespasiano, porque no vamos a poder reflejarlo en la estadística. Fechamos
por un informe y su único destino estadístico es ser ponderado por uno con el resto de
sus congéneres sin forma. Los fragmentos informes tienen su importancia cuando
hablamos de producciones y con ellas de cronologías. Si el NMI considera el informe
como algo sin valor estadístico, éste se vuelve un problema a resolver para él (NMI)
cuando conlleva una serie de información que no puede ser contemplada.
Hemos visto que se cuentan pies (o bases) y labios que permiten establecer tipos.
Pero una lucerna romana no tiene labios o bordes (en el sentido de indicador de tipo) y
las bases lo máximo que permiten diferenciar son grandes grupos de lucernas. Nunca
podremos aplicar el sistema del NMI o del NTI. Ya hemos dicho que Lattes clasifica las
lucernas romanas como “Pétit Mobilier” por el simple hecho que no puede aplicar el
propio método que utiliza para el resto de los materiales cerámicos. A nuestro entender,
es otro de los factores que imposibilita que se estudie las lucernas romanas como lo que
son, otras producciones cerámicas romanas más. Es por este replanteamiento, que nos
vemos imposibilitados a usar el NMI tal y como se ha descrito, ya que a parte de no
considerar que sea el mejor para aplicar la estadística, él mismo nos excluye de su uso. Así
que tendremos que utilizar el NFR, el cual entendemos que no dista mucho de los
objetivos finales del NMxI. Creemos que este capítulo dedicado a los porcentajes es muy
importante ya que cuando presentamos resultados para que sean comparados tenemos
que conocer su naturaleza, ya que la validez del método comparativo se basa,
principalmente, en comparar cosas comparables. Creemos que siempre se deben dar el
número de fragmentos y si luego alguien puede acordar un método para hablar de NMI en
lucernas, especificarlo. Será entonces cuando los investigadores posteriores podrán tener
la libertad de disponer de los datos numéricos para utilizarlos según convengan.
Se debe realizar sobre una fractura fresca y bajo las mismas condiciones de luz38.
Se estudia el tipo de fractura, pudiendo ser lisa, rugosa o escalonada. El siguiente factor a
analizar es el color de la matriz, intentado dar la gama cromática de la pasta. El tercer
aspecto a describir es el de las inclusiones no plásticas, donde se engloban cuatro aspectos
que se corresponden a los diferentes tipos de inclusiones establecidos a partir de su
coloración, resultando ésta roja, gris / negra, blanca y transparente / brillante. Cada uno de
estos aspectos ofrece cinco posibilidades según el tamaño de las inclusiones: de fondo,
punteadas, pequeñas, grandes (de más de un milímetro) y falta de inclusiones. El cuarto
factor a describir es la macroporosidad, existiendo cuatro tipos, poros, vacuolas, aberturas
y falta de porosidad. Los resultados de la observación macroscópica, si bien permiten al
investigador que estudia su propio material clasificarlo en un número de grupos que él
considere necesarios, hacen que estos mismos conceptos sean de difícil transmisión y
comprensibles, en la misma medida que él los ha entendido, a cualquier otro investigador
que los quiera utilizar para sus materiales. En el caso de las lucernas romanas, la
observación macroscópica resulta de muy poca utilidad debido a la naturaleza de los
materiales, en grupos como las lucernas de volutas, el barniz que las cubre puede
presentar diversas tonalidades o incluso diferentes colores en una misma pieza, y las
características de las pastas de fractura, color de la matriz y macroporosidad son
prácticamente idénticas, con lo que resulta imposible el poder establecer diferentes
propuestas de talleres para su fabricación.
siguiente paso es la identificación de las Pastas (P) definidas como la mezcla de arcillas,
materiales no plásticos, agua, etc. usadas por el alfarero para la realización de las
cerámicas. La diferencia entre F y P es que la primera es P, una vez cocida en el horno. El
Taller (T) es donde se trata la P, y su conocimiento dependen exclusivamente de la
información arqueológica. La próxima variante a identificar son las zonas de procedencia
(Z) de ésta pasta. Si aplicamos este proceso, en realidad iría al revés:
Z → T→ P → F
→ TA → PA
Zi
→ TB → PB
al IC (Individuo Cerámico). Tenemos pues que, de una Zona de Incertitud puede haber
uno o más de un Taller, cada Taller puede preparar una o más de una Pasta, cada una de
esta Pasta puede derivar en una o más de una Fábrica, las cuales pueden estar
representadas por uno o más individuos cerámicos. Resumiendo: IC ≥ Fi ≥ Pi ≥ T ≥ Zi.
Los procesos (post) deposicionales también tienen un papel importante para alterar las
características originales de los IC. Pero no son esos los únicos factores (lo es también el
ruido causado por los procesos tecnológicos) que impiden, a veces, el reconocimiento de
las Zi. Se da en la realidad lo que se llama Zonas de Conjunción, (ZC) que son las Zi que
presentan características geoquímicas similares, por lo que tenemos que añadir una
complicación más en el esquema explicativo. En el caso que trabajemos con Talleres
conocidos, definiendo uno o más de un GR (grupo de referencia), la existencia de una ZC
que incluyera la Zi en la que nos encontramos, nos permitirá hallarnos en un Nivel de
Incertitud, Ni. Cuando no tenemos el Taller (o talleres) localizados de forma arqueológica,
solo podemos definir las URCP (Unidades de Referencia Composicional de la Pasta)
estando en un Nivel de Conjunción, NC. Esto significa que por no conocer directamente la
(s) Zi real(es) a que corresponden los IC que hemos analizado, tendríamos que aceptar la
posibilidad de integrar dentro de una misma URCP a IC procedentes de dos o más Zi que
formen una ZC. Solo cuando podamos asociar patrones entre una URCP y un GR,
pasaremos de un NC a un Ni. Entonces, no podemos asegurar que el IC proceda de una o
de la otra, en otras palabras, que dentro de esta URCP nos encontremos con IC
procedentes de más de una Zi y que por ello no tengan el mismo origen geográfico,
aunque sí las mismas características geoquímicas, haciendo imposible su asignación a una
Zi o a otra. De todo esto deducimos que cada ZC, PC o FC están formadas por dos o más Zi,
Pi o Fi.
La arqueometría sólo nos puede ofrecer respuestas a preguntas concretas que
nosotros realicemos. Una vez obtengamos los resultados tendremos que comparar esos
análisis para ver si podemos realizar asociaciones o no con materiales procedentes de un
taller conocido arqueológicamente (GR) o de un grupo que tengamos caracterizado por
sus características químicas y/o mineralógicas (URCP). Podemos tener un taller descubierto
arqueológicamente con un material con marca que podamos caracterizar, con lo que
tendremos un GR. El mismo taller produce material sin marca, el cual también podremos
incluir dentro del anterior GR descrito. Esta sería la situación ideal para establecer puntos
de referencia a la hora de definir de forma comprobable orígenes y localizaciones de
talleres y productos.
Podemos tener una lucerna con una marca de un taller que conozcamos
arqueológicamente, así como su GR, al analizar nuestra muestra nos dé un resultado que
no cuadre con el del GR y que no podamos achacar la diferencia de los resultados a los
procesos postdeposicionales, tenemos entonces una misma marca conocida bajo un GR y
una URCP. Decir si el material perteneciente a la URCP es fruto de una copia ilegal o de
una sucursal, es algo muy complejo de afirmar, por no decir que es casi imposible. Se nos
puede dar el caso de tener una marca sin tener documentado el taller de forma
arqueológica, con lo que los resultados de los análisis arqueométricos nos ofrecen una
URCP. Podemos analizar más marcas iguales y ver si los resultados nos ofrecen otras
nuevas URCP o las podemos incluir en las primeras. Tendríamos entonces, varios talleres
sin documentar arqueológicamente de una misma marca, o simplemente uno de ellos. Se
podría especular, en el caso que estas URCP fueran idénticas a otro GR, que el taller
podría estar ubicado en la zona que nos describe este GR. Pero esto sería posible y
probable, aunque no demostrable al cien por cien. Otra posibilidad sería analizar lucernas
sin marca, en el caso que tengamos el taller conocido arqueológicamente, hablaríamos de
GR, pero en el caso que no fuera así tenemos que hablar de URCP. En este último caso, los
resultados creemos que no nos servirían de mucho, (siempre hablamos de producciones
que no se puedan diferenciar a simple vista) ya que el margen para compararlos se nos
abre de forma desmedida, y la información que después de haber comparado diversos
URCP o GR nos ofrezca, tiene que ser lo suficientemente importante para compensar el
esfuerzo realizado. No sería inútil, por ejemplo, en casos en que lo que queramos es saber
la caracterización de un tipo muy concreto y considerado “raro” hasta el momento. La
arqueología debe proponer hipótesis y la arqueometría, con sus limitaciones, debe
decirnos sí o no a esas hipótesis.
un molde de ella, con lo que se crea la segunda generación (que crean los moldes B y C)
que van a presentar unas dimensiones más pequeñas y con menos calidad que la
producción a. En el caso del molde C, al haber sido extraído en un momento más
moderno de la producción de a, va a estar viciado de una decoración de menor calidad
que la producción B. De esta segunda generación de moldes, se extraen otros dos más E y
D. Resumiendo, dependiendo del momento que se ha extraído estos moldes de segunda
(B y C) o de tercera generación (E y D) van a resultar unas lucernas de dimensiones más
pequeñas (por la técnica del contramolde) y con una decoración más depauperada,
dependiendo del momento de la copia.
Este esquema sería razonable si tuviéramos el taller o los talleres localizados, los
moldes y restos de las producciones, con lo que sí podríamos establecer una cronología
relativa. Cuando falla una de estas evidencias, y desgraciadamente en arqueología es lo
más común, el sistema se vuelve casi pueril. Nos sorprende el último razonamiento que
realiza Provoost cuando dice, después de reflexionar sobre que no se puede asegurar que
la lucerna con detalles menos claros sea la más moderna, lo siguiente “En général, on ne
peut distinguer de telles lampes provenant d’un période ultérieure de celles provenant
d’un période plus ancienne, que si on se fonde sur la technique de poterie”43.
Este es el error que se arrastra en las tipologías que se consideran a sí mismas
como las legítimas para ofrecer orígenes de las lucernas. No entendemos cuál es la
“technique de poterie” que nos dice que una lucerna es más moderna que otra. Si nos
basamos en ella para decir que una Dressel 1 presenta una “technique de poterie”
diferente de una Atlante VIII, y por lo tanto, podríamos pensar que la Dressel 1 es más
antigua que la Atlante VIII, estaríamos en lo correcto, ya que una presenta a veces la
“technique de poterie” de la campaniense C mientras que la Atlante VIII la de la terra
sigillata africana. Pero este no es el caso que plantea Provoost. Si de un tipo de lucerna se
realizan contramoldes, la lucerna resultante va a tener la misma forma de la que he servido
como modelo, así como la misma decoración (e incluso, se puede copiar la marca en el
caso que ésta presente) Los problemas resultantes de este proceso son varios, por un lado,
saber donde estaba ubicado el taller original, y donde los “ilegales”, por otro,
cuestionarnos si permiten realmente las características de las pastas y los barnices
diferenciar las producciones. Si la respuesta fuera afirmativa, este estudio no tendría razón
de ser. Durante mucho tiempo se han asociado libremente los principios tipológicos con
los cronológicos; Dressel fue un ejemplo de ello, estableció sus tipos y sin darles nunca
una cronología, los intentó ordenar según los intuía. Pero el dar valor de procedencia a
una tipología sin conocer los talleres o grandes rasgos de su producción (como es el caso
de las lucernas en TSA, que permitan formar una URCP O GR claros), creemos que es una
temeridad, aparte de una pérdida de tiempo. Estamos delante de una concepción de
______________________
43 Ibíd., pp. 18.
tipologías que se mezcla tipo y clase, tipo que conlleva valores cronológicos per se sin que
sepamos de forma clara como se produce el tránsito entre forma y producción.
muchos puntos de vista. De un lado, niega que los talleres provinciales tengan la
capacidad técnica para producir lucernas de calidad. Lo que contradice entonces, el
supuesto establecimiento de sucursales, llamémoslas, “legales”, de procedencia itálica. Por
lo que los talleres provinciales copiarían por contramolde una lucerna itálica y la
reproducirían, con el mismo motivo decorativo, con aspecto “provincial”. Se mezcla la
calidad técnica con la procedencia. Si tomamos como referencia que los moldes para
fabricar lucernas eran (la mayoría de las veces) fabricados en yeso, cuyo desgaste por el
uso es considerable, daría como resultado que un taller itálico estuviera produciendo
lucernas “de buena calidad” hasta que el molde estuviera en sus últimas. Por tanto esta
acción conlleva que las últimas lucernas que han salido de este molde presenten las
características técnicas de los “talleres provinciales”, y que las consideremos como tal. Con
nuestra reflexión sumada a las conclusiones de Morillo-Cerdán, haría que estuviéramos
produciendo un error de atribución de procedencia del material. Claro que también
podrían copiar solo la forma, siendo ellos (los talleres locales) los que idean la nueva
decoración para esos consumidores menos “romanizados”. Así pues, podemos deducir
que, en el caso que encontremos lucernas con decoración simple y “mal hechas”, estamos
delante de un yacimiento de gente “no romanizada”. A nadie se le escapa que esta
conclusión es de lo más arriesgada porque puede que en el mismo estrato nos aparezcan
unas buenas producciones de TSI o TSS decorada que “demuestren” que los pobladores si
estaban ”aculturizados”.
Interesantes son las aportaciones de Mercedes Roca cuando nos habla de los
principios que pueden servir para atribuir el material hallado en un centro de recepción a
uno de producción, mediante la decoración: “En la idea de que la decoración, tanto
punzones como estilos y temas, constituye un criterio de atribución nada despreciable con
todo lo que ello implica, se impone pues un estudio pormenorizado y exhaustivo de la
producción decorada en los mismos centros, estudio que debe contemplar; formas (con
sus correspondientes variantes), características físicas (arcilla, barniz) temas y motivos,
estilos (tanto personales como anónimos), cronología (siempre que sea posible sobre la
base de la secuencia interna de los vertederos) y localización espacial (por vertederos
siempre que sea posible). Todos estos puntos se complementan entre sí y un tratamiento
lo más completo posible de cada uno de ellos garantiza un más sólido conocimiento de la
producción decorada de un centro con todas sus consecuencias”46. Cita la misma autora
estos principios, aparte de los posibles estudios arqueométricos que se puedan aplicar a
las cerámicas para conocer su origen. El concepto clave aquí es el de Centro de
Producción. Será a partir de éste que se puedan crear los parámetros para luego
comprobar que el material procedente de un centro de recepción pueda pertenecer o no
a ese centro productivo. Es muy complicado el hallazgo de los talleres de lucernas y, en el
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46 ROCA ROUMENS, M.: “Estado actual y perspectivas…” op. cit. n.30. pp. 398.
¿Qué entendemos por Marca o por Firma? según Bonnet se entiende “par
«signature» on tend à caractériser un individu par son nom propre. Ce terme fait référence
à la fabrication, d’autant plus que le nom est parfois précédé de la mention OFFICINA (...)
Le terme «marque» peut être accompagné de l’adjectif anépigraphe. Il recouvre tous les
signes isolés, ou qui accompagnent les signatures (...) Mais ce terme est souvent utilisé
aussi pour parler de signature : «signature» renvoi à un homme, «marque» implique
surcroît la notion d’atelier, de firme, de label“47. Nosotros vamos a utilizar de forma
indistinta estos conceptos en la exposición siguiente, ya que no vamos a analizar de forma
concreta ninguna firma ni marca. Empecemos, pues, con el concepto de Provoost sobre
ellas: “La valeur des marques de potier pour dater et localiser les lampes est moins grande
qu’on pourrait penser à première vue. Ceci provient du fait que chaque lampe peut être
imitée n’importe où et n’importe quand de façon quasi mécanique (...) Jusqu’à maintenant
les résultats se réduisent practicament à rien »48. Se introducen dos conceptos: por un
lado, la lucerna se puede “piratear” y, con ello, la marca que lleva la lucerna original, con
lo que sólo la marca no nos sirve para decir donde podía estar ubicado un taller ya que la
“copia” podía haber estado hecha en otro lugar. El segundo concepto, se encuentra
implícito en el hecho que no se conocen muchos de los talleres, por lo que nos movemos
casi siempre dentro de la hipótesis sobre las ubicaciones.
La marca como parte de la información acerca del origen de las producciones
tiene su importancia, ya que obras como las de Bailey sobre las colecciones del British
Museum están estructuradas sobre las áreas productivas de las lucernas (incluyendo, por
ello, las marcas). Esto nos ha llevado a leer con detenimiento e interés los principios en
que se basa este autor para establecer estas procedencias. Así leemos: “This second
volume of the Catalogue of the Lamps in the British Museum is devoted to lamps which
were manufactures in Italy, as far as that can be determined. There is no doubt that the
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47 BONNET, J. : “Lampes céramiques signées. Définition critique d’ateliers du Haut Empire “. Documents
d’Archéologie Française, 13, 1988. pp. 15.
48 PROVOOST, A.: “Les lampes antiques... ” op.cit. n.4. pp. 18.
great majority of the lamps included are of Italian origin, but in a few cases this conjectural
and possibly controversial”49. El hecho es que no encontramos en ninguna otra parte de
su obra otra referencia sobre en que se basa esta afirmación. Si leemos la introducción de
su tercer volumen nos encontramos con lo siguiente: “This volume of the Catalogue of the
Lamps in the British Museum, the third in the series, includes pottery lamps made within
the area of Roman rule during the Imperial period (...) The lamps are grouped
geographically by place of manufacture, where this can be determined, but it may be that
some have been attributed erroneously”50. Que viene a ser el mismo principio que para las
del volumen II. Nuestro interés se centra en saber en que premisas se ha basado para
diferenciar las producciones, entendiendo aquellas que por tipo y características técnicas,
sean muy similares. Puede que esto nos lo aclare el mismo Bailey en otro artículo, “One
of the difficulties here turns on the nature of verbal descriptions of such features as
texture, density and above all, colour: even the most elaborate colour-chart (Munsell) is
inadequate to convey the latter in archaeological work. These nuances cannot be
described in words, and yet, some generalizations must be made if a work of synthesis is
to be useful to the reader. Statements on such matters as colour and texture must
therefore be over-simplified ones, which do not begin to convey the complexity of
judgements made on the basis of years of experience in handling and observing the
artefacts themselves. (...) To echo the words of Professor Ashmole, writing about marble
identification and scientific examination: “I fear that we shall have to rely on a method
(…) which was employed (...) for centuries (...), namely, that of the naked eye and
common sense””51. Seguramente estas reflexiones son correctas, pero lo que no nos
queda tan claro es quien dice que una lucerna de tipo X con una pasta y barniz de Y
características, está fabricada en tal sitio. El ejemplo del profesor Ashmole, se refiere a
mármoles, materiales que sufren pocas variaciones de composición a lo largo de los años,
y donde las canteras de donde proceden, pueden ser contrastadas fehacientemente. La
observación macroscópica de una cerámica nos ofrece información, pero aunque
podamos describirla perfectamente, sin un posterior análisis arqueométrico, será muy
difícil poder teorizar con resultados en las manos sobre su origen. Bailey expone lo
siguiente sobre el concepto de Marca y el orígen de los talleres: “Subjective judgments are
open to argument and some co-workers in the field of lamp-study may well object to the
banishment of KEΛCEI and CCORVRS from Italy (and probably worked in western
Tripolitania, in Africa Proconsularis) and the inclusion of such names as CLOHELI and
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49 BAILEY, D.: A Catalogue of the lamps in the British Museum: Roman Lamps made in Italy. 1980. London.
pp. vii.
50 BAILEY, D.: A Catalogue of the lamps in the British Museum: Roman Provincial Lamps. 1988. London. pp.
vii.
51 BAILEY, D.: “The Roman Terracotta Lamp Industry”, Les lampes en terre cuite en Méditerranée des origines
CCLOSVC as Italians makers, rather than African makers of lamps. In this context, the
writer must admit that he has published both CIVNDRAC and MNOVIVST as Italian Makers,
whereas he now believes them to be both north African residents.”52. La palabra clave para
nosotros es “belive”. Lo que se reduce a simple opinión el ubicar los talleres en una zona
geográfica en concreto, sin saber cuales han sido los motivos para que en primera
instancia ubique el taller en Italia, y después, cambiarlo a África.
Hace pero también (Bailey) una serie de reflexiones que consideramos
interesantes, como el hecho de la relativa importancia de las listas de firmas con las
siguientes palabras “Such lists may be misleading as far as the first aspect is concerned, as
their incompleteness, reflecting only those lamps which are published or which are readily
available in Museum collections, may give a false impression as to the place of
manufacture.”53. Esto nos introduce en el campo de las listas de marcas. Lo primero que
tenemos que saber es de donde procede el material, si de fondos de museos o de
yacimientos con estratigrafías. En el segundo caso, tenemos controlado al menos, el lugar
donde estas marcas han sido encontradas. Lo segundo a observar en estas listas, es si
acompaña a la marca con la forma (tipo) de la lucerna sobre la que se encuentra. Esto nos
va a poder permitir al menos que, aún sin conocer el taller, podamos empezar a efectuar
listas cruzadas entre tipos y marcas para poder establecer que posibles tipos producía un
posible taller. Recordemos las posibles copias fraudulentas de los originales marcados,
pero esto nos supone solo un problema de identificación de talleres. Si se copia una
marca, se copia también la forma sobre la que se encuentra, por lo que no se inventan
nuevas tipologías sobre marcas y tipologías existentes.
La conjunción de marca junto con tipo y decoración para localizar talleres, fue la
idea principal que utilizó Bonnet54 para establecer un complejo estudio de comparaciones
con toda una serie de conclusiones. Lo que nos interesa en este nivel de nuestro estudio
es analizar sobre que principios y realidades se basó esta autora francesa. Lo primero que
nos sorprende es conocer el origen de los materiales que estudió, procedente en su gran
mayoría de fondos museo. Dice la autora que cree que las lucernas conservadas en
museos provinciales o locales debieron estar formadas por materiales procedentes de la
misma zona, con lo que equipara los fondos museos con materiales procedentes de
excavaciones. Analiza los tipos lucernarios y codifica de forma exhaustiva los motivos
decorativos para poder establecer las comparaciones y, detectar de esta forma, los que
proceden de los mismos punzones. Luego analiza el tipo y la decoración comparándola
con la marca. Establece talleres que fabrican unos tipos con unas decoraciones
determinadas. Hasta aquí creemos que si bien esto puede no reflejar la realidad, tampoco
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52 BAILEY, D.: A Catalogue of the lamp... op. cit. n. 49, pp. 89-90.
53 Ibíd., pp. 89.
54 BONNET, J. : “Lampes céramiques signées…” op. cit. n. 47.
es incorrecto, ya que está basado sobre objetos reales. El problema empieza cuando esto
se jerarquiza y se universaliza. Establece series de producciones mediante el tamaño de las
lucernas, siguiendo los principios que habíamos descrito en Provoost. Una vez tiene
establecidas las dimensiones de las lucernas, analiza las decoraciones, junto a los tipos,
estableciendo cuales copian a cuales, y, mediante la firma, identifica los talleres que copian
a los otros. Lo más controvertido es el sistema para, una vez esta todo jerarquizado,
localizar los talleres y ubicarlos geográficamente, que se realiza mediante las estadísticas
sobre los lugares que se han encontrado más marcas de un determinado taller. Este
principio se puede anular completamente diciendo que el número de marcas conocidas es
fruto de diversos factores, tales como las excavaciones realizadas y los estudios publicados.
Otro razonamiento que podemos continuar haciéndonos, es, en el caso que salgan a la luz
nuevas lucernas marcadas con decoración de tamaño diferente a las que se habían
realizado para la jerarquización de los talleres, tendríamos que cambiar también ésta
relación de quien copia a quien, lo que implica que el encontrar una lucerna diferente a lo
que hemos teorizado, puede invalidar todo el estudio precedente. Pensamos que este
sistema de localizar y establecer relaciones entre talleres es el menos aconsejable de todos.
Porque, para concluir, también tenemos talleres que producen lucernas con
decoración pero sin marca, entonces ¿cómo los ubicamos geográficamente dentro del
sistema? Se nos podrá responder que siguiendo los principios de dimensiones tipológicas
y de decoraciones, pero la comprobación (aun teórica) de este principio nos parece que
tiene un cincuenta por cierto de ser cierta, y otro cincuenta que no, con lo que no
podemos concluir nada y continuar moviéndonos en la hipótesis que, creemos, más que
hacer avanzar en la investigación, la entorpecen. Hay mucho material que no aparece
marcado con lo que complica y amplia mucho más las premisas que debemos tener en
cuenta. Nos podríamos plantear que si el no llevar marca es por el hecho que son
producciones que no están destinadas a la exportación, y por ello los talleres los debemos
de considerar como locales, o bien se podría pensar que pertenecen a un momento en
que no es necesario la marca para identificar producciones.
Otra reflexión de la que queremos dejar constancia, es el hecho que se considere
las marcas como indicador de tipologías y clases. Hemos citado anteriormente que muchas
veces, lo único que nos queda tipológicamente de una marca es la base sobre la que se
encuentra, sin el resto de la lucerna que nos permita determinar su tipo. Se ha especulado
sobre el hecho que esta marca nos indique la forma de la lucerna, responderíamos que
hay producciones como las de COPPIRES, por ejemplo, que se constatan en al menos
dieciocho tipos55 con lo aplicar este principio de reconocimiento, es del todo imposible.
Otra posibilidad que se podría plantear, es el caso de marcas como FORTIS, que casi
siempre aparecen sobre lucernas con la forma Dressel 5 y 6. Si bien esto es cierto, no lo
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55 MAESTRIPIERI, D; CECI, M.: “Gli Oppi: una famiglia di fabricanti urbani di lucerne”, JRA 3, 1990, pp. 128.
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56 HARRIS, W.V.: “Roman Terracotta Lamps: the Organisation of an Industry“. Journal of Roman Studies, LXX,
1980, pp.126-145.
57 BAILEY, D.: “The Roman Terracotta Lamp Industry... ” op. cit. n. 51, pp. 59-63.
Lampen”58. Bailey, por su parte, cree que el ejército tiene capacidad técnica para producir
lucernas, (principio que también es confirmado por Morillo-Cerdán59) pero que ello no
implica que no se produzcan importaciones desde la península italiana para satisfacer sus
necesidades.
Que hay comercio de lucernas romanas, es indiscutible. Para demostrarlo
podemos citar el pecio (entre otros) de Cala Culip IV donde se encuentran un mínimo de
42 lucernas, procedentes de 160 fragmentos. Se podría especular si éstas eran para el uso
de la tripulación, pero la distribución en el yacimiento nos demuestra lo contrario:
“Aquesta distribució del material ens fa pensar que de les com a mínim 42 llànties que
transportava la nau, al menys les de la marca OPPI devien viatjar juntes, embalades en un
sol paquet les dimensions del qual ens són desconegudes. Tenint en compte, però, les
mesures mitjanes d’aquestes llànties : 11 cm. de longitud per 5 cm. d’altura i uns 7 cm.
d’amplada, podien cabre en un paquet que, si era de forma cúbica, devia mesurar,
aproximadament, 30 cm. d’aresta i devia ocupar, en conseqüència, uns 27 dm. cúbics.”60.
Este aspecto de las dimensiones de la carga, es utilizado también por Bailey61 para
demostrar que, incluso en transporte terrestre, los paquetes no eran tan grandes para que
su coste fuera tan elevado, contradiciendo los postulados de Harris62. Pero el auténtico
caballo de batalla es poder identificar lo que consideramos producciones “originales”
realizadas en un taller que podamos identificar arqueológicamente. Luego observar si,
otro material que lleva la misma marca presenta las mismas características arqueométricas
que las del taller localizado. En el caso que así sea, hablaremos entonces de comercio,
tenemos un punto de origen y uno de destino contrastados. En el caso que los resultados
de dos lucernas con una misma marca pero con diferentes resultados de pastas y barnices,
nos llevaría a dos replanteamientos, por un lado, considerar la posibilidad que el taller
documentado arqueológicamente ha establecido una sucursal “legal” y por ello, tenemos
la misma marca con dos caracterizaciones diferentes. O por otro lado, que se trate de una
copia ilegal. El problema es como diferenciar lo que es “ilegal” de lo que es “sucursal”. Se
podría decir estudiando detenidamente las características y diferencias de las marcas, pero
volvemos otra vez a olvidar una categoría tan kantiana como el tiempo. En un taller que
funcione veinte años y que use siempre el mismo cognomen o tria nomina, no tiene
porque tener siempre la marca la misma forma. Queremos decir con ello, que en el
propio taller “original” pueden ir cambiando el punzón para estampillar la marca,
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58 LEIBUNDGUT A.: Die römischen lampen... op. cit. n.15, pp. 128.
59 MORILLO CERDAN, A: Cerámica romana de Herrera... op. cit. n. 2.
60 NIETO, J.; JOVER, A.; IZQUIERDO, P.; PUIG, A.M.; ALAMINOS, A.; MARTÍN, A.; PUJOL, M.; PALOU, H. ;
COLOMER, S.: Excavacions arqueològiques subaquàtiques a Cala Culip, I, Girona, 1989, pp. 122-123.
61 BAILEY, D.: “The Roman Terracotta Lamp Industry... ” op. cit. n. 51, pp. 60-61.
62 HARRIS, W.V.: “Roman Terracotta Lamps...” op. cit. n.56, pp. 135.
6. Conclusiones
ésta el primer valor en la tipología. Nosotros pensamos más en un modelo tipo Provoost
pero introduciendo el concepto cronológico para empezar a clasificar los tipos antes que
por la forma de la lucerna.
Se han establecido en general cinco grandes grupos para las lucernas, haciendo
mención a factores que abarcan desde el cronológico a la forma o, incluso, a las
producciones. Nos referimos al adjetivo que acompaña al nombre lucerna. Así se habla de
lucernas Republicanas o Tardo-Republicanas, lucernas de Volutas, lucernas de Disco,
lucernas de Canal (o Firmalampen) y las lucernas (mal llamadas) Cristianas, Tardo
Antiguas o de TSA. El por qué creemos que estas divisiones o grandes grupos son
interesantes, viene dado por el hecho de que mucho material lucernario nos aparece muy
fragmentado, sin que podamos dar una forma en concreto. También es cierto que muchas
veces, con un perfil que incluya parte del depósito y el margo (o un poco del disco)
indicaría a que grupo puede pertenecer.
Se nos puede acusar que este principio carece de precisión cronológica, ya que si
hablamos de las lucernas de volutas, por ejemplo, éstas abarcan todo el S.I d.C.
Tendremos que responder que esto es cierto pero también mencionaremos que, (y la
experiencia nos lo ha demostrado) en un estrato que se fechaba, como mínimo, antes del
50 a.C. por la ausencia de TSI, las secciones de las lucernas de volutas allí aparecidas
hicieron avanzar la cronología hasta tiempos de Augusto como mínimo. Un fragmento de
lucerna no sirve para ofrecer una datación precisa, pero si que ayuda a corregir propuestas
cronológicas ofrecidas por otros materiales. Esta nueva tipología respetaría estos cinco
grandes grupos y se basaría en tipos (aunque como ya hemos apuntado, algunos de los
principios en los que se basarían estos grupos conlleven la noción de clase) El siguiente
paso será el saber como establecemos el tipo. Hablamos de aspectos morfológicos, sin que
de momento nos centremos en la cronología que a partir de ellos se pudiera derivar. Del
mismo modo que ha ido fijando la investigación, creemos que el pico es la mejor parte de
la morfología de la lucerna para establecer la tipología. Podríamos hablar de subtipos
teniendo en cuenta diferencias que consideremos como significativas; por ejemplo,
podemos decir que el tipo es la Dressel 9, mientras que los subtipos serían la Dressel 9 A
(Loeschcke IA), la Dressel 9 B (Loeschcke IB) y la Dressel 9 C (Loeschcke IC). En este caso
en concreto, sí que presentan diferencias cronológicas entre ellas, con lo que creemos que
es lícito el establecer un subtipo dentro del tipo. Luego, si se quisiera profundizar con las
posibilidades que nos ofrece la morfología, se podría establecer variantes (y subvariantes)
de estos tipos o subtipos. Especificando siempre sobre que nos fundamos para hacer las
divisiones y mostrando un dibujo o fotografía real de la lucerna que nos ha servido de
base. De sobra es conocido que en el momento en que se van haciendo subdivisiones,
cada vez es más difícil el poder asignar un material a una de ellas, siendo éste un poco el
problema que presenta la tipología del Atlante. Un aspecto sobre el que el mundo de la
establece Bailey en las decoraciones para establecer el orden de las piezas dentro de la
tipología. Así mismo, podríamos utilizar estos principios organizativos en el caso que
quisiéramos hacer un apartado en esta futurible nueva tipología referente a decoraciones.
Creemos que la simple decoración nos aporta una información muy sesgada, con lo que
siempre que nos sea posible, sería deseable citarla junto a la forma sobre la que aparezca.
Aquí puede entrar otra vez el valor del concepto de grupo que comentábamos
anteriormente. Si mediante las secciones, en el caso que no tengamos el pico de la
lucerna, podemos atribuir una decoración a uno de los grandes grupos, tendremos un
poco más de información contrastable sobre que posibles tipos puede aparecer esta. Lo
que nunca podremos pretender es igualar estos resultados con los que aparezcan sobre
un tipo concreto. Si bien es cierto que no se puede encorsetar el conocimiento en una
ciencia como la arqueología, tampoco podemos justificar decisiones y opiniones basadas
solo en la experiencia o en las “corazonadas”.
Referente a las marcas, en el caso que las tengamos sobre un tipo definido, las
indicaremos siempre con relación a éste, y en el caso que solo las tengamos sobre una
base (o otra parte de la lucerna) fragmentada, las ordenaremos también siguiendo los
principios que nos ofrece Bailey69 que son, en primer lugar, los nombres de los fabricantes
así como las iniciales varias, las marcas del fabricante, incluyendo las in planta pedis, sin
marca o con ella pero ilegible, las marcas que han dejado los moldes, las inscripciones en
los discos, y por último, las inscripciones varias. A partir de las marcas, se podrían
establecer clases o procedencias. Ya hemos comentado que esto no es tarea fácil, pero es
aquí donde nos puede ayudar la arqueometría, tanto si se ha documentado el taller que
las produce, y con ello tenemos un Grupo de Referencia con el que comparar nuestros
datos, como el en caso que no se haya descubierto el taller de forma arqueológica, pero
podamos establecer una Unidad Referencial Composicional de la Pasta. Tenemos que
relacionar siempre que nos sea posible el tipo junto a su decoración y su marca con tal de
ir teorizando sobre la posible producción de cada taller (o grupo de talleres). En el caso
que dispongamos de análisis arqueométricos, servirnos de ellos para añadir nuevas
variantes de conocimiento comprobable, pero sin perder nunca de vista que, en la
mayoría de los casos, lo que realmente estamos fabricando son hipótesis, y la fosilización
de las mismas a lo único que contribuye es a negar posibles avances o nuevas
interpretaciones en el caso de que materiales, aparecidos con posterioridad a las mismas y
que no cuadren con ellas, tengan un complicado papel de encaje dentro de la
investigación. Es por ello que repetiremos, una vez más, que es necesaria la participación
del mayor número de investigadores posibles en el teórico caso que este proyecto de una
nueva tipología se llevara a término. Y según nuestra opinión, no lo vemos una tarea
imposible, los medios son los puestos por la ciencia tecnológica moderna, por lo que solo
______________________
69 Ibíd.
quedaría la voluntad de cada uno de nosotros en querer llevar a cabo este proyecto. Puede
que fuera una tarea dura y ardua, pero el resultado que se obtendría permitiría sentar las
bases para una investigación unificada con las ventajas que esto supondría.
Lám.IV