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Los materiales líticos arqueológicos:

tipologías y clasificaciones

Lorena Mirambellx

Reflexionar sobre los materiales líticos arqueológicos tallados y puli-


dos en México nos deja un amargo sabor de boca, ya que las inves-
tigaciones sobre dichos materiales han estado marginadas, pues los
arqueólogos mexicanos han dado mayor importancia a la cerámica
desde su aparición durante el periodo conocido como Preclásico, que
se inicia ca.4500 a.P., hasta la etapa colonial, de fines del siglo xvlll a
principios del xlx, realizando estudios morfológicos y decorativos, con
objeto de establecer "tipologías", relaciones culturales e inclusive
hasta cronológicas.
A través de Ia historia de la arqueología mexicana han sido muy
pocos los investigadores interesados en la que en México se deno-
mina Etapa Lítica, es decir, la que se conoce en otros lugares como
Prehistoria, la que equivale al Paleolítico en sus fases inferior, me-
dio, superior y Mesolítico, por lo tanto, de las industrias líticas, al tra-
bajo humano realizado para Ia obtención de un fin específico, por
medio del cual se transforman las materias primas y mine-
rales- hasta hacerlas aptas para satisfacer necesidades,-rocases decir,
todas las operaciones materiales para la transformación y obten-
ción de artefactos. En México, para solucionar dudas e incógnitas al
respecto, se ha recurrido a tipologías estaNecidas en otros lugares, l

como Europa o Estados Unidos, y con esas bases se han denomina- I

l
do ciertas formas y artefactos, pretendiendo establecer "tipos" que
sólo Ilevan a confusiones tipológicas y morfológicas y no queremos
abundar en cuanto a tecnológicas, pues este último aspecto sólo oca-
sionalmente ha sido considerado.
Para el conocimiento e interpretación de la Etapa Lítica, que en
México va de ca. 35000 a ca. 4500 a.P., como es bien sabido, se dis-
pone en general sólo de los artefactos terminados o en proceso de
manufactura de piedra tallada o pulida, junto con los desechos de talla,
los testimonios mejor conservados de ese pasado, que son la base
de su estudio, sin descartar aquellos de origen orgánico que sólo en

* Subdirección de Laboratorios y Apoyo Académico. Dirección de Estudios


Arqueológicos.

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condiciones excepcionales se conservan. Esos artefactos, su evolución
y perfeccionamiento, nos dan las bases para conocerlos. Por ello, lo
primero que se debe llevar a cabo para el conocimiento e interpreta-
ción de los materiales líticos, es una descripción detallada como base
para una clasificación lógica de los artefactos manufacturados por el
hombre en momentos diferentes, siendo la única relación entre ellos
la causa específica que los llevó a su manufactura y uso.
Las clasificaciones se han establecido con el objetivo de organizar
todos los restos líticos de manufactura humana, tanto de los desechos
de talla como de los artefactos, lo que supone la elaboración de un
"cuadro clasificatorio" que incluya al menos las categorías más gene-
rales y así establecer varias clasificaciones, por ejemplo, una con base
en las formas de los artefactos (morfológica), su tecnología (tecnoló-
gica), y sus posibles funciones (funcional), y todo en conjunto nos lle-
vará a una clasificación mayor: a una tipología. Esto a primera vista
puede parecer simple, pero las formas creadas por el hombre siempre
presentan ligeras diferencias entre ellas. Por eso es obligado crear una
clasificación lo mejor adaptada a un objetivo, necesariamente arbi-
traria como todas las clasificaciones, y así los artefactos podrán orga-
nizarse y clasificarse de distintas formas, como se expresó anterior-
mente, para llegar a Ia elaboración de tipos, algo que va más allá de
simples síntesis intuitivas de artefactos similares, y se empiezan a
plantear a partir de un tratamiento cuantitativo de los datos arqueo-
lógicos (Ruiz Zapatero, 1998).
La tipología tíene como base la hipótesis de que en la manufactura
de los artefactos existen "modelos ideales", establecidos con base en
la funcionalidad económica, social e ideológica. EI método tipológico
en arqueología tíene dos objetivos fundamentales: a/ la clasificación,
para el establecimiento formal de tipos, y b)su evolución en tiempo
y espacio.
Concretamente, la construcción de secuencias tipológicas sólo po-
drá estar sustentada en fechamientos absolutos y muy ocasionalmente
en relativos.
Desde el siglo XIX se intentó establecer una tipología para los res-
tos de piedra tallada y pulida, es decir, se pretendió atribuir a cada uno
de ellos una clase representada por un tipo, término este último que
se ha adoptado para designar a aquellos artefactos semejantes mor-
fológicamente y que se ha definido como "modelo ideal que reúne
las características esenciales de todos los objetos de la misma natu-
raleza [...] aquel que presenta un conjunto de rasgos propios para de-
finirlo". Así, el tipo queda en un alto grado de abstracción y sus va-
riedades sólo se diferencian sensiblemente (Brezillon, 1971).
Así, el concepto de tipo se viene empleando desde finales del si-
glo XlX, y en Francia G. Mortillet (1883) estableció un esquema clasifi-

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cator¡o para el Paleolítico europeo imponiendo un sistema de perio-
dización caracterizado por un "fósil director",l como el Musteriense, el
Aurignaciense, el Solutrense y el Magdaleniense, que hasta hoy día
se emplea por algunos investigadores. Lamentablemente, G. Mortillet
no percibió la variabilídad espacial de cada una de las etapas estable-
cidas y no estructuró un esquema con conceptos culturales o de tra-
dición tecnológica (Brezillon, op. cit.l.
El arqueólogo sueco O. Montelius (1885) implantó en su estudio
sobre la Edad del Bror;ce nórdica (1885) cinco etapas, con base en el
análisis de los cambios estílísticos presentes en los materiales manu-
facturados con esa materia prima, estudio al que se ha considerado un
"manifiesto" al método tipológico (Brezillon, op. cit.l.
El arqueólogo J. Evans (1864) escribió con respecto a las clasifi-
caciones de materiales líticos que

[...] es suficiente una simple ojeada a una colección de objetos líticos


ordenados unos junto a otros para demostrar la analogía de formas de
ejemplares diversos, para convencer a los más incrédulos que entre ellos
existe uniformidad de formas, una pureza tal de contornos, de filos y
que las puntas son en sí tan cortantes, que sólo pueden ser el resultado
de una intención humana.

Esto fue sin duda el resultado de que en aquella época se habían em-
pezado a identificar ciertos artefactos como de manufactura huma-
na, aquellos procedentes de terrazas fluviales, entre ellos tajadores o
choppers, tajaderas o chopping tools,los bifaciales conocidos como
Achelenses procedentes de cuevas y otros más. Empieza a perfilarse el
interés y la aceptación de vida humana desde épocas inmemoriales,
surge la Prehistoria como el periodo de la historia de la humanidad
anterior a la aparición de la documentación escrita, el estudio de los
procesos, de los cambios de la cultura material junto con los paleo-
ambientales, desde la aparición de los primeros seres considerados
humanos. Los límites de la Prehistoria son aún imprecisos y variables
en tiempo y espacio y los artefactos dejados por esas culturas han
recibido nombres con base en su morfología o las actividades intui-
tivamente atribuidas a ellas, tales como raspadores, raederas, denticu-
lados, hachas de mano bifaciales, etc. Posteriormente, estas primeras
nomenclaturas fueron subdivididas con criterios morfológicos, así los
artefactos bifaciales se clasificaron como amigdaloides, ovalados, etc.,
las raederas como rectas, circulares, entre otras.

I Se denomina fósil director a un elemento de cultura material exclusivo de un


contexto industrial concreto, que indica una cultura o una época determinada.

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Estas clasificaciones morfo-funcionales se ampliaron posterior-
mente con aquellos tipos establecidos con el nombre del yacimiento
del que procedían, lo cual creó mayor confusión.
Sería largo mencionar a todos aquellos que han intentado esta-
blecer una clasificación o tipología de la "industria lítica", no sin reco-
nocer sus valiosas contribuciones, pero nos limitaremos a aquéllos
cuyas aportaciones estlmamos son importantes.
Entre los ensayos clasificatorios más recientes tenemos el que
en la década de 1950 organiza Franqois Bordes para el Paleolítico,
tanto inferior como medio, de Francia: unas listas de tipos. Con base
en el empirismo preexistente, en su clasificación incorpora criterios
morfo-tecnológicos, denominaciones geográficas de regiones o de
yacimientos, lo que dio como resultado una lista cerrada que impi-
de añadir nuevos tipos, ya que ello conduciría a desfigurar los grá-
ficos acumulativos por él establecidos.
Para este investigador la tipología no es objeto de investigación
per se, sino un medio para estudiar los materiales líticos. Así, la inves-
tigación tipológica debe ser esencialmente pragmática, un tipo sólo
puede introducirse si corresponde a algo real, significativo. Ningu-
narazón de simetría o de lógica abstracta debe entrar en la línea de
cuenta. El objetivo de la tipología no debe sustentarse en una base
hierática, lógica y perfecta, todas las posibilidades son útiles para
dar cuenta de que existen en una u otra industria; la tipología se crea
para colaborar en la comprensión, el significado de los restos mate-
riales y para ello es necesario dar definiciones muy claras y precisas
(Bordes, 1965).
La tipología no pretende sustituir a una "morfología descriptiva",
su finalidad es lograr la definición del tipo através de la observación,
el análisis y la contrastación de todos los elementos que contribuyen
a determinar las diversas formas de los "artefactos" considerados. El
objetivo será obtener como resultado ei reagrupamiento de las for-
mas en categorías generales, fuera de consideraciones cronológicas o
geográficas, aquellas semejantes por su adaptabilidad a ciertas fun-
ciones, su morfología general, las técnicas empleadas para tal fin y
la distinción de variedades locales o temporales, cuyas características
conduzcan a diferenciarlos y separarlos (Brezillon, 19711.
Otra propuesta la hizo en la misma década George Laplace (1956,
19571, que tuvo como base el análisis previo de todas y cada una de
las características presentes en una serie de artefactos, lo que con-
dujo a una visión más objetiva y abierta a nuevas interpretaciones; pre-
sentó una tipología analítica. inicialmente elaborada para las industrias
del Paleolítico superior y del Epipaleolítico francés (Laplace, 1964,
1966). Esta tipología pionera fue aplicada posteriormente a periodos
anteriores y posterlores de la Prehistoria.

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Denise de Sonneville-Bordes y J. Perrot (1954) elaboraron durante
ese mismo lapso un "Léxico tipológico para el Paleolítico superior", en
el que definieron todos y cada uno de los artefactos que lo caracterizan.
Los ensayos clasificatorios han sido múltiples y entre otros tenemos
los de Escalon de Fonton, patent€s en sus obras entre 1950 y 1960, el
de J. de Heinzelin de Braucourt (1962), el de J. Tlxien investigadores que
han preferido reunir un "corpus" que responda a la necesidad de uni-
ficar los términos empleados, ya que las clasificaciones no deben ser
estáticas, sino modificadas continuamente, según los nuevos hallazgos.
J.llxier (1963) considera más importante establecer una tipología
morfológica que una funcional, ya que

[...] si los artesanos prehistóricos manufacturaban artefactos de tal o cual


forma característica, es porque así lo desearon y un recuento de carac-
terísticas con base en una lista fundada sobre la tipología, no es más
que la suma de una enumeración de intenciones con base en sus res-
pectivas frecuencias.

Asimísmo, tenemos el de A. Leroi-Gourhan (1964), quien expresó que


"la Prehistoria puede pasar por una ciencia natural reclamando una
sistematización de los artefactos, como las que existen para rocas, mi-
nerales, flora y fauna, para regir la interpretación sincrónica y diacró-
nica de testimonios", pero no consideró que si bien los requerimien-
tos son semejantes, los materiales son muy diferentes, por lo tanto, los
métodos de análisis deben serlo y la diferencia radica en que los arte-
factos líticos son de manufactura manual, realizados por distintos hom-
bres en distintas épocas, los que no tienen relación entre ellos ni otras
diferencias que las causas que motivaron su rnanufactura para un uso
específico.
Para conocer esta etapa cultural se ha construido una sistemática
empírica y ese empirismo se basa en el hecho de que un "hacha de
pedernal" no es asimilable a un orden o a una familia como la zooló-
gica, ni tampoco un "raspador carenado" Io es a un género o especie,
por lo que sólo es posible un cierto paralelismo, que es perceptible en
los diversos ensayos de "taxonorrríd", elaborados para Ia clásificación
de artefactos líticos.
Posteriormente (1970), el citado investigador aportó una morfolo-
gía descriptiva, rnuy semejante a la de G. Laplace, la que se ha conver-
tido en un paradigma de la tipología lítica: el tratamiento estadístico
que reduce a cifras la realidad de los artefactos líticos.
En la década de 1980, se intentó ver a los artefactos líticos como
un producto de la actividad humana, como Io que son, manufactu-
rados para cubrir las necesidades, las preferencias tecno-funcionales
de aquellos seres que en un momento determinado los produjeron

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mediante la arqueología experimental, que se venía practicando des-
de épocas anteriores, de la reconstrucción de la cadena operativa, de
las acciones requeridas para la manufactura de un artefacto, factores
importantes para establecer una tipología lítica, que nos aproxime
tecnológicamente a los autores, ya que la experimentación estudia
los procesos del comportamiento de la materia prima y Ias técnicas
bajo condiciones científicas controladas, y permite efectuar observa-
ciones y elaborar hipótesis a fin de contrastarlas con la información
arqueológica. La reproducción de estas técnicas pretende una aproxi-
mación a las condiciones existentes en un momento dado, los pro-
blemas a los que se enfrentaron, eltiempo y la energía invertidos para
tal fin en el pasado.
Para los arqueólogos de Estados Unidos, el establecimiento de una
tipología fue también de gran interés y asítenemos que para el arqueó-
logo Alex D. Krieger (19441:

un tipo arqueológico representará una unidad de hábito cultural equi-


valente a un "rasgo cultural" dentro de la etnografía... Si bien la arqueo-
logía y la etnografía se enfrentan a las mismas dificultades para deter-
minar estas unidades. los dos conceptos deben servir al mismo objetivo
especialmente aquel para identificar los diversos ejemplos de comporta-
miento o de solr¡ciones técnicas susceptibles de trasmitirse entre los
seres humanos y ser utilizadas para reformular los desarrollos o interac-
ciones culturales.

Krieger consideró que para clasificar los materiales Iíticos debería


efectuarse una descripción total y detallada de todos y cada uno de los
"artefactos" , a fin de reducir las posibles repeticiones y establecer sis-
temas de clasificación con el objetivo de dar uniformidad a las des-
cripciones, para llegar a efectuar comparaciones viables entre vastos
territorios. Reconocía como proceso de un método tipológico'. a)una
clasificación en grandes tipos, netamente diferenciados entre ellos;
b/ conformación de pequeños grupos uniformes de aquellos objetos
que no presentan más que una combinación de características típi-
cas, dentro de esos grandes tipos; c) una reclasificación experimen-
tal (tentativa de tipo) de estos distintos grupos, teniendo en cuenta
factores cronológicos y geográficos, y d/ control de la validez de estos
tipos por un incremento de la muestra, en fin, de la descripción y de-
nominación de tipos aislados. La importante aportación de Krieger
es que, desde 1944y posteriormente en 1960, dio a conocer públlca-
mente una aproximación a la tipología y el haber demostrado su apli-
cabilidad para resolver problemas.
Años más tarde A.C. Spaulding (1953) expresó el interés metodoló-
gico que representa el hecho de retomar el problema de la tipología y
la investigación estadística de tipo como algo industrial, es decir, visto

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como "un grupo de objetos que representan un conjunto constante de
atributos cuyas características combinadas dan un modelo típico".
Esto significa que dentro de un conjunto de artefactos aparentemente
semejantes, el proceso de separarlos en tipos es un método para defi-
nir las asociaciones de atributos específicos buscados por quienes los
manufacturaron y no un sistema arbitrario de clasificación.
En fin, son numerosos los investigadores que han intentado estable-
cer nuevas tipologías o revisado lo establecido, como J.A. Ford (19b4),
los trabajos de L Ror.¡se (1944),los de J.H. steward (19b4), entre otros,
y los novedosos estudios actuales por computación, intentando definir
tipos estadísticamente. Al respecto, presentamos un comentario hecho
por Son nevi le-Bordes:
I

si es necesaria la eficiencia de un método estadístico aplicado al mate-


rial del Paleolítico, ello será una demostración de la existencia real de
tipos. Aparentemente este procedimiento más "científico,, para llegar
a la definición de un tipo, consiste en aislar todos los caracteres posi-
bles y por una correlación aplicada al mayor número de series válidas,
hacer surgir un tipo ideal que será definido por el mayor número de ca-
racterísticas presentes en los artefactos... Este procedimiento es largo
y costoso y tiende a nulificar la tipología utilizada por los arqueólogás
europeos (el método de selección intuitiva, estigmatízado por los inves-
tigadores de Estados Unidos), sin embargo, los métodos clásicos siguen
teniendo validez hasta hoy día,

Tal vez esta polémica entre los "tipólogos" modernos será mejor verla
como complementaria y no como opuesta.
sin duda una talentosa y perspicaz revisión de la tiporogía ra han lle-
vado a cabo Adams y Adams (1991), que en un análisis tanto arqueoló-
gico como filosófico exponen que "la tipología es una particular mane-
ra de clasificación", como podemos considerar el "estilo,, en Sacket, que
también es otra forma de clasificación, y un "tipo', es una ,,categoría,,,
y consideran que "todos los tipos (establecidos por los arqueólogos)
son un tanto artificiales y un tanto reales", lo que significa que han
sido parcialmente interpretados y parcialmente deducidos.
¿Pero qué debemos esperar de una tipología lítica? Desde luego,
definir los artefactos objeto de nuestro estudio y para ello es necesario
investigar, no basarnos en lo hecho y dicho por otros, debemos esta-
blecer nuestras propias hipótesis y para ello es necesario ser intuitivos
para llegar a deducciones válidas, y lograr un avance. Es obligado no
redescubrir las evidencias ya conocidas, hay que buscar nuevos mé-
todos, no se puede ni debe continuar con un desarroilo confuso de Ia
tipología, estableciendo tipos arbitrariamente, como es el conocido
caso de las puntas denominadas Garito, sólo por ser semejantes a las
tipo Gary, pero más pequeñas. Afortunadamente los estudios prosi-

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guen, como se puede ver en esta misma obra, y continuar discutien-
do sobre el tema nos llevaría a llenar varias decenas de páginas, de-
pendiendo ello de los objetivos de la investigación.
Para que la tipología sea un instrumento de trabajo útil, debe ser
analítica y para establecerla es necesario aislar empíricamente los di-
ferentes atributos presentes en los artefactos, los que deben ser ve-
rificables, con limitaciones fijadas claramente. Asimismo, debe reali-
zarse la jerarquización de esos atributos, la que se creará con base en
el grado de dependencia de la variable, sea ésta tecnológica, morfoló-
gica o por el tipo de materia prima empleada, y llevar a cabo una veri- i
ficación estadística de los tipos identificados en una muestra o colec-
ción de estudio. Concretamente, la tipología lítica tiene como objetivo
el establecimiento del orden de los artefactos líticos en "tipos" y la de
éstos en listas para facilitar la clasificación.
En todo conjunto de materiales líticos arqueológicos se recupe-
ran artefactos que presentan diferentes atributos como: técnicas de
manufactura, morfología, materias primas, considerados como las ca-
racterísticas propias de un conjunto determinado. Estos artefactos son
1
los que permitirán diferenciar cronológicamente a los distintos conjun- l

tos atribuidos a diferentes grupos culturales.


Para aclarar y evidenciar estas diferencias o semejanzas en la arqueo-
logía se elabora una tipología lítica, con base en grupos de artefactos
que presentan complejas combinaciones de atributos que es necesario
jerarquizar, a fin de darles un valor en cuanto a su tecnología, morfo-
logía o uso. Así, una tipología será diferente a una clasificación, puesto
que cada pieza de un conjunto puede pertenecer a varios tipos.
Lo propio de una tipología es conjuntar aquellos caracteres que
permitan resolver problemas arqueológicos específicos, por ejemplo,
la existencia de varias fases contemporáneas, la sucesión cronológica
de un conjunto y otros. Como se ha visto, una tipología debe ser pen-
sada, ideada en función del problema que se plantea, por lo que debe-
rán seleccionarse los caracteres pertinentes y, en la actualidad, varias
tipologías pueden ser aplicadas a un conjunto para resolver diferentes
problemas, o pueden presentar un carácter mixto, aungue el valor de \
cada tipo establecido debe ser verificado sistemáticamente.
En conclusión, para que una tipología lítica sea un instrumento
de trabajo útil debe ser analítica y lo primero es llevar a cabo la carac-
terización de los atributos presentes en todos y cada uno de los arte-
factos, atributos que deben ser verificables, así como la jerarquización
de éstos y comprobar estadísticamente los tipos identificados y esta-
blecidos en la colección bajo estudio. La tipología lítica tiene como
objetivo el establecimiento de un orden en los artefactos de este gé-
nero, de "tipos", y, para facilitar la clasificación de éstos, crea listas
para tal fin.

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Lo anterior está en relación con la tipología o las tipologías en ge-
neral, pero en forma específica veremos aquellas sobre puntas de
proyectil o puntas de flecha, las que han sido publicadas desde el si-
glo XlX, como la de E. Deser (1865), quien sólo clasifica puntas de fle-
cha con barbas y sin barbas.
En 1880 V.J. Knoles distingue varios tipos de puntas, tales como
"dentadas, pedunculadas, triangulares, ovaladas, lanceoladas, rom-
boidales" y en 1883, el citado G. Mortillet agrupa las puntas de pro-
yectil en once categorías:

7/ Sin retoque, pequeñas lascas simples obtenidas por percusión, ge-


neralmente delgadas y con la parte superior (extremo distal) más o
menos aguda; 2) navajas aflautadas, pequeños fragmentos de nava-
jas talladas en puntas hacia la parte superior (distal) y con punta roma
(sin filo) en la base;3/amigdaloides;4)desechos;5/en forma de rom-
bo; 6)en forma de hoja; 7) con base convexa... regularmente triangu-
lares; B/ con base recla; 9)con base convexa; 10) con muesca... en forma
de hoja o con base convexa, con una muesca a cada lado de la base;
7 7/ pedunculadas.

Mortillet reunió elementos para conformar una morfología descrip-


tiva de puntas de proyectil pendunculadas, las cuales subdividió de
diferentes maneras: a/ largas y cortas; b)con retoques a ambos lados
y puntas de flecha de cara plana; c/ con barbas, barbas simples, y do-
bles... la extremidad de las barbas es por lo regular aguda, por lo que
el extremo (distal) es generalmente en forma de triángulo... constitu-
yen un grupo de puntas de flecha con barbas triangulares, y d/ con
borde cortante continuo, almenado y más o menos dentado.
En '1910, T. Wilson publicó la siguiente clasificación de puntas:

Foliáceas

en punta en ambos I cóncava


extremos de base { recta
ovalada I convexa

en punta en un extremo I cóncavo


rectas, bordes paralelos { recto
hacia la base [ .onuu*o

Triangu lares

romboidales
con pedúnculo (I con hombro
[ .on barbas
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Aberrantes (10 clases): bordes con bisel, bordes denticulados, bordes
denticulados y pedúnculo ahorcado, aletas largas, cuadrados en los
extremos, sección triangular, borde cortante transversal, etcétera.
En 1917, H. Rellini presenta un nuevo "ensayo de clasificación de
puntas de proyectil":

1. Amigdaloides.
2. Ovaladas y ovaladas alargadas.
3. Alargadas.
4. Elípticas: con base convexa y con base cóncava.
5. Triangulares: con base cóncava y con base rectilínea.
6. Elípticas.
7. Triangulares.
8. Alargadas con barbas: sin pedúnculo, con pendúnculo y con
barbas en ángulo.
9. Cuerpos rectos alargados, pedúnculos y pequeños hombros.
10. Pedúnculo bifurcado, bordes denticulados, bordes en bisel, anor-
males y aberrantes.

En 1924, V. Cotte establece también una serie de tipos alargados,.amig-


daloides, filoformes (de aristas agudas), con base recta o cóncava, con
aletas sin pedúnculo, con muesca, con pedúnculo y aletas. :
Años más tarde, 1959, H.J. Hugot dio a conocer su "Ensayo sobre
las puntas de flecha del Sahara", a las que él denomina armaduras,2 en
el que analiza las clasificaciones anteriores, refiriéndose especialmen-
te a la poco conocida de B.L. Smith (1950), "en la que cada familia está
identificada por una letra y cada modificación al interior de una misma
familia por una cifta". Para H.J. Hugot la terminología aplicada a las
armaduras puede ser definida de una manera simple partiendo de tres
tipos: triangular, lanceolada o pedunculada, foliácea con punta doble.
Hugot (1959) define una punta como "objeto cuya extremidad dis-
tal presenta una forma para ser lanzada con un arco o una ballesta",y
justifica su preferencia por el nombre de "armadt)ta",ya que el térmi-
no flecha para él es inexacto: evoca una forma esbelta, un ángulo más
o menos agudo cuya propiedad es picar o perforar, pero hay pun-
tas que no presentan ninguna de estas características, como son las
de corte transversal. Existen también armaduras que terminan en una
forma curva, cóncava o convexá, por lo que el nombre de punta será
reservado a la extremidad distal y opuesto a la base del asta, del man-
go. La "armadura" será, en consecuencia, el objeto manufacturado.
que "arma la punta". Este investigador presentó una clasificación en

2 Las denomina armaduras por tratarse de un conjunto de piezas sobre las


que se arma una cosa, en este caso una lanza, un venablo, etcétera.

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nueve familias, subdividida cada una en los grupos de armaduras que
sean necesarios:

1. Triangulares, con base recta, cóncava o modificada.


2. Tringulares y base cóncava.
3. Foliáceas.
4. Pedunculadas.
5. Alargadas.
6. Con borde cortante transversal.
7. Con borde cortante redondeado.
8. Sobre fragmentos navajillas en bruto.
9. Atípicas.

En México carecemos de una tipología lítica propia y uno de los pro-


blemas de mayor envergadura al que nos enfrentamos está relacio-
nado con las puntas de proyectil, las que empiezan a surgir durante
el Cenolítico inferior (14000-9000 a.P.) y su presencia persiste hasta
los siglos xvl y xvll, con cambios morfológicos notables.
Desde luego hay estudios como los realizados por José Luis Loren-
zo y Luis Aveleyra en la década de 1950, o el de Roger Bartra (1964).
Se ha investigado sobre la tipología y la periodificación en el rnéto-
do arqueológico y otros, como el Análisis tipológico de artefactos, de
A. García Cook (1967); el estudio The Non CeramicArtifacts, realizado
por R. MacNeish, A. Nelken-Terner e l. Weitlaner Johnson; el análisis
sobre las puntas de proyectil acanaladas tipo "Clovis" de J. García-
Bárcena (1979): Una punta acanalada de la cueva de Los Grifos, en
Ocozocoautla, Chiapas, en que establece tres subgrupos de estas clá-
sicas puntas localizadas en México: las de contorno pentagonal, las
de forma de hoja y las de lados cóncavos, con claras especificacio-
nes al respecto; el de Diana Santamaría y J. García-Bárcena (19881, Pun-
tas de proyectí1, cuchillos y otras herramientas sencillas de Los Grifos,
o La clasificación arqueológica de ínstrumentos líticos de Margarita
Gaxiola (1988), quien hace un interesante análisis de las investigacio-
nes que sobre las clasificaciónes de materiales líticos arqueológicos
se han realizado en México, y desde luego hay que mencionar el de Sara
Elia Rivera et al. (1990), y algunos más realizados durante la última
década del siglo Xx, me refiero a aquellos que han sido presentados
como tesis para la obtención de un grado académico, por Io que no
están aún debidamente sancionados por los arqueólogos conocedo-
res del tema.
En relación con los diferentes tipos de puntas que proliferan en
México desde el Cenolítico inferior, el superior, el Protoneolítico, y
etapas posteriores, tanto las que presentan distintas formas de pe-
dúnculos como las de formas triangulares, la tipología empleada es

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la de Suhm, Krieger y Jelks (1954), establecida para el estado de Texas,
Estados Unidos, olvidándose de la cronología,y como no es posible
seguir empleando dicho enfoque tipológico, es el momento de esta-
blecer nuestra propia tipología, concretamente para las puntas de
proyectil. Sín duda, algunos de los tipos establecidos son de utilidad,
aunque la cronología será distinta, ya que las nuestras son, deben
ser, lógicamente más tardías o tal vez contemporáneas. Ello habrá
que establecerlo con precisión.
Existen numerosas colecciones de estos artefactos, los que en su
mayor parte presentan procedencia, no siempre precisa, ya que mu-
chas de las piezas han sido colectadas en superficie y no son producto
de excavaciones sistemáticas, por lo que carecen del control estrati-
gráfico requerido y es difícil situarlas cronológicamente con exactitud.
Asimismo, es necesario comenzar el análisis de las puntas de pro-
yectil para llegar a una "tipología propia" estudiando las formas, las
técnicas de manufactura, la materia prima, concretamente la evolución,
los cambios tecnológicos, morfológicos y de materia prima, en estas
piezas, a través del tiempo y el espacio, en el territorio mexicano.
Se ha definido como punta de proyectil a todo resto lítico lasquea-
do y retocado que presente el extremo dístal agudo, a aquel artefacto
que puede causar una herida al penetrar, manufacturado empleando
distintas materias primas (pedernal, obsidiana, hueso, cuerno, etc.) y
que constituyen claros indicadores culturales y cronológicos.
Las puntas fueron manufacturadas para facilitar la caza de ejem-
plares de tamaño mayor y medio al ser enmangadas al extremo de un
asta larga o corta, resultando así un arma: lanza, venablo, jabalina,
flecha, y pueden estar manufacturadas sobre lasca o navaja, y su
característica mayor es estar formadas por dos bordes cortantes (uno
puede estar ligeramente abatido) obtenidos con distintas técnicas (per-
cusión o presión), los que forman un ángulo, una punta capaz de perfo-
rar y regularmente mantienen una simetría bilateral. La punta forma
la extremidad distal del artefacto y la proximal, la opuesta a la ante-
rior es la más característica, pues en ella se efectúan retoques con-
ducentes a formar la zona en la cual la pieza se sujeta a un astil de
madera u otro material. Muchas puntas, por su morfología y dimen-
siones pueden ser empleadas como cuchillos, siendo en ocasiones
difícil precisar la línea de demarcación que separa a los cuchillos de
las puntas y generalmente se emplea un criterio de tamaño.
Por ello se presenta un primer intento para establecer una tipolo-
gía morfológica de las puntas de proyectíl, la que deberá irse afinando
y perfeccionado según avancen las investigaciones. Para efectuar un
análisis morfológico una vez más consideramos que la forma más sim-
ple es la presentada porA. Leroi-Gourhan (19721, y con base en la mis-
ma, la presentada por L. Mirambell (19741.

38
Siguiendo dicha clasificación las puntas pueden aparecer: a/ sin pe-
dúnculo y b/ con pedúnculo (parte que hace de pie o sustentáculo).

ao

Las hojas o cuerpos pueden presentar formas: a/ triangulares (equi-


láteros, isósceles); b/ lanceoladas con muesca basal; c)foliáceas con
puntas en ambos extremos (proximaly distal o uno recto), y d/con aca-
naladura por cara dorsal o en ambas, dorsal y ventral.

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Los bordes de las hojas o cuerpos pueden ser: a/ rectos; b/ cóncavos,


y c/ convexos.

A b c

39

^
Las hojas o cuerpos presentan los bordes orientados: paralelamente
al eje o convergentes hacia la base (a, b, c, d, e, f). Los bordes a su vez
pueden ser rectilíneos (a, d), convexos (b, e), cóncavos (e, f).

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La base de las puntas no pedunculadas puede ser: a/ recta; b/ convexa,
y c/ cóncava.

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- presentan en el extremo proximal una prolongación


Algunas puntas
que puede clasificarse como base y los bordes pueden ser: a/ con-
vergentes rectilíneos; b/ convergentes convexos, y c/ convergentes
cóncavos.

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Los pedúnculos presentan bordes: a/ paralelos; b/ convergentes, y


c/ divergentes.
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40
Los bordes del pedúnculo pueden ser: a/ rectos; b/ convexos, y c/ cón-
cavos.

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El extremo del pedúnculo puede ser: a/ puntiagudo; b)recto; c/ con-


vexo, y d/ cóncavo.

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Las muescas son: a/ rectas; b/ agudas; c/ obtusas , y d) redondeadas.


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cua, y d/ redondeadas.

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41
El ancho también presenta diferencias y así tenemos puntas: a)muy
anchas; b/ anchas; c/ de anchura media-media, y d/ angostas. El ancho
máximo de una pieza, a partir del talón, puede estar situado, depen-
diendo de la longitud mayor: a)hacia los dos tercios superiores; b)en
la parte media; c/ en los dos tercios inferiores, y d) a un décimo de la
parte inferior.

La localización de Ia anchura máxima en una pieza influye en la forma


general de la misma. El ancho del pendúnculo, cuando está presen-
te, es también de importancia en la morfología. En cuanto al grosor
de una pieza, ésta podrá ser considerada: muy gruesa, gruesa, media
y delgada. Las navajas son consideradas, dependiendo de su longitud
máxima, de ancho normal y angostas. También tenemos las denom-
inadas navajillas, que miden entre 6 y 4 cm de longitud máxima. Estos
índices deberán establecerse con base en el análisis del material en
proceso de estudio, a priories difícil.
Una tipología de puntas de proyectil será establecida en esta pri-
mera fase, con base en la forma general que presentan, será morfoló-
gica y, tratándose de las pedunculadas, muy diversas las variantes.
Para que el análísis morfológico de puntas de proyectil sea objeti-
vo deberá hacerse en forma sistemática y rigurosa y será conveniente
que cada pieza tenga su propia tarjeta, en la que se incluya fotogra-
fía a escala y un croquis de la misma y paralelamente la identificación
de la materia prima. Este estudio deberá continuarse con uno tecno-
lógico, pero para comenzar estimamos que con lo presentado y las
observaciones de cada investigador se enriquecerá la información,
y tendremos una clasificación aplicable a todas las puntas proceden-
tes de distintos sitios, la que paralelamente dará información de los
cambios en cuanto a las formas y dimensiones ocurridas a través del

43
tiempo y no sólo de la Etapa Lítica, sino de las que perduraron. Las
formas de puntas de proyectil en sí no presentan la misma crono-
logía en todas las regiones geográficas, por lo que no pueden ser
indicadores confiables, pero la morfología es útil para ordenar varia-
bles, establecer espesores y tamaños, para a continuación pasar a
la siguiente etapa del análisis: tecnología y función. La morfología es
sólo una fase del análisis de los materiales líticos, lo que en el pasado
fue el objetivo central, pero en la actualidad la investigación no debe
limitarse.
Finalmente, después de haber revisado parte de Ia documentación
existente en relación con lastipologías, a más de 100 años del estable-
cimiento de las primeras, nos lleva a interrogarnos sobre el objetivo u
objetivos que en la actualidad deben considerarse con base en la expe-
riencia acumulada, ya que la tipología de la industria lítica arqueológi-
ca, sea tallada o pulida, debe progresar y Iiberarse de las ataduras que
presentan algunas de las establecidas y aceptadas, las llamadas clási-
cas, teniendo en cuenta las finalidades de la Etapa Lítica en México y
las posteriores, objeto de nuestro estudio.
Establecer una tipología Iítica para los materiales de México es una
obra mayor, lenta pero forzosa, que está en proceso, en la que para
tener sólidas bases habrá que analizar numerosos conjuntos de arte-
factos líticos, especialmente aquellos obtenidos científicamente, para
que puedan ser fechados. La necesidad de analizar numerosas series
procedentes de todo el país se impone para que los tipos y subtipos
que se establezcan tengan las bases requeridas y finalmente habrá que
estudiar todos los artefactos líticos más por su función que por su
forma, ya que fueron manufacturados para algo específico: cortar,
raer, perforar, etc., y desde luego las técnicas de manufactura, pues
son éstas las que nos darán los cambios evolutivos a través de la his-
toria y, todo en conjunto, un mejor conocimiento de los grupos y cultu-
ras que florecieron en México.

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s Esta bibliografía fue consultada, aunque no toda aparece citada en el texto


presentado.

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