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raíz de la crisis se está escuchando, cada día más, que estamos en pleno cambio de

paradigma y que quien no lo haga, tiene un futuro muy poco halagüeño. Unos dicen que
tardará años, otros decimos que se dará en muy poco tiempo. ¿Qué es todo esto? ¿Qué está
pasando?

Quizás lo primero es definir qué es un paradigma y cuál es el paradigma actual por el que nos
movemos. Un paradigma es el conjunto de reglas, escritas o no, las cuales determinan nuestra moral,
creencias, visión de la realidad y del mundo. La cuestión con los paradigmas es que pueden
cegarnos a “otras realidades”. Uno de los ejemplos más estudiados al respecto es lo que aconteció
con el reloj de cuarzo:

[...] Suiza es un país conocido por sus relojes. En 1970, Suiza controlaba el 90% del mercado
mundial de relojes. Un día un técnico de una de las mayores empresas de relojería mostró a
sus jefes un nuevo modelo que acababa de inventar. Se trataba de un reloj electrónico de
cuarzo. Su superior observó el prototipo y le dijo: “Esto no es un reloj. No tiene resortes ni
rubíes”, y no dio ninguna importancia al descubrimiento. Pero los japoneses y los
estadounidenses sí se la dieron. Y el mundo entero también. Pusieron a la venta el reloj de
cuarzo, y en 1982, el 90% del mercado que controlaban los suizos, se redujo al 15%. Perdieron
el liderazgo y cincuenta mil puestos de trabajo por culpa de la nueva tecnología, ¡inventada
por un suizo! [...]

Fuente: WikiLearning

En este caso, el paradigma conllevó que asimilaran el servicio que vendían, “medición de tiempo”,
con la máquina que, en ese momento, se utilizaba para hacer tal medición y sólo quien estaba fuera
del viejo paradigma, estadounidenses y, sobre todo, japoneses, pudieron prever las oportunidades
que el cambio conllevaba.

Igual estoy confundida pero, personalmente, relaciono los cambios de paradigma con la saturación
de mercados. Creo que la primera señal de que un cambio de paradigma está a punto de aparecer
es cuando los mercados dejan de crecer por incremento del valor añadido del servicio. Éste se
asimila a un producto y su crecimiento comienza a realizarse por diversificación, con la consecuente
atomización y coste que ello conlleva (branding, marketing, ventas, investigación, etc.).

Bajo mi perspectiva, el siguiente aviso se da cuando el crecimiento pasa a darse por fusiones y
adquisiciones. Todo ello, a la postre, significa una saturación del mercado. Por mucho que se
intente que siga creciendo de forma artificial, antes o después se llega a una vía sin salida o crisis.
Algunos ejemplos, en España, los tenemos en los sectores de la construcción (y servicios
adyacentes), automoción (¿cuántos coches quieren que tengamos por familia?) y telefonía móvil
(idem):
- ¿Cuánto venden? Aquello que por crecimiento vegetativo era de esperar (nuevos clientes que
entran en el mercado y reposición).

- ¿Quiénes están vendiendo más? Aquellos que siguen ofreciendo nuevos valores añadidos:
smartphone, iphone, etc. y que están cambiando el paradigma o reglas por las que se movía la
telefonía móvil.

- ¿Quiénes tienen más probabilidades de seguir vendiendo? Seguramente aquellos que se


adecúen a una nueva forma de relacionarse y comunicarse que está prendiendo en la sociedad. Es
decir, aquellos que, de nuevo, se sumen al cambio de paradigma.

Cuando hay un cambio de paradigma, quien no se suba al carro acaba estrellándose, bien en forma
de reconversión, bien en forma de extinción, por muy importante que haya sido en el viejo orden. En
España tenemos numerosos ejemplos de lo que ha sucedido a lo largo de los últimos 30 años, entre
la reconversión minera, siderúrgica y naval y atención a lo que se avecina con los Bancos y Cajas,
actualmente.

Permitidme que para finalizar, ilustre “la importancia de adecuarse a los nuevos paradigmas” con
esta anécdota tal y como la narra Frank Koch en Proceedings, la revista del Instituto Naval de
Estados Unidos:

“Dos acorazados asignados a la escuadra de entrenamiento, habían estado de maniobras en el mar


con tempestad durante varios días. Yo servía en el buque insignia y estaba de guardia en el puente
cuando caía la noche. La visibilidad era pobre; había niebla, de modo que el capitán permanecía
sobre el puente supervisando todas las actividades.

- Poco después de que oscureciera, el vigía que estaba en el extremo del puente informó: “Luz a
estribor”.

- “¿Rumbo directo o se desvía hacia popa?”, gritó el capitán. El vigía respondió que directo, lo que
significaba que nuestro propio curso nos estaba conduciendo a una colisión con aquel buque.

- El capitán llamó al encargado de emitir señales. “Envía este mensaje: Estamos a punto de
colisionar; aconsejamos cambiar 20 grados su rumbo.”

- Llegó otra señal de respuesta: “Aconsejamos que ustedes cambien 20 grados su rumbo”.

- El capitán dijo: “Contéstele: Soy capitán; cambie su rumbo 20 grados”.

- “Soy marinero de 2ª clase – nos respondieron -. Mejor cambie su rumbo 20 grados”.

- El capitán ya estaba hecho una furia. Espetó: “Conteste: Soy un acorazado. Cambie su rumbo
20 grados”.
- La linterna del interlocutor envió su último mensaje: “Yo soy un faro”.

- Cambiamos nuestro rumbo.”

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