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Marcelo Quiroga Santa Cruz

E l saqueo
d e B oliv ia

ediciones
PUERTADELSOL
Casilla 2188 —La Paz - Bolivia.
Prim era E dición: J u n io fi 19 73 - E d t. C ruis
Segunda E dición: Ju lio 1973 — E d t. Crisis
T ercera E d ición: Dic. 1979
E diciones PU E R T A D EL SOL

D E R E C H O S R E S E R V A D O S PO R EL A U T O R

— D epósito Legal 3 5 9 /7 9
- Im preso en Gráficas Galaxia S. R. L.
La Paz - Bolivia.
COLECCION LUCES Y SOMBRAS
Títulos publicados:
No. I.* Proceceso y Sentencia a la Reforma
Agraria en Bolivia —Luis Antezana E.
No. 2.— El Cooperativismo y la Comunidad
Indígena (Critica al cooperativismo
desde una perspectiva aymara) Rdo.
P. Gregorio Iriarte.
No. 3.- El Saqu@& de Bolivia -Marcelo
Quiroga Santa Cruz
POR PUBLICARSE:
Geopolítica y Geofagia en América
Latina (Cómo piensan y actúan
nuestros vecinos) —Edgar Oblitas F.
Foto portada: Antonio Eguino
Nuestro propósito anunciado en el primer
volumen de esta serie dice: “Se pretende sea una
colección de debate y polémica y constituye un
aporte a sus soluciones. Los intelectuales boíl*
víanos que piensen que sientan y crean que
pueden aportar, están cordialmente invitados
a formar parte de ella”.
La Colección LUCES Y SOMBRAS S#
enriquece ahora con el libro EL SAQUEO DÉ
BOLIVIA, del conocido intelectual y dirigente
Sr. Marcelo Quiroga Santa Cruz. Fue nuestro
principio ofrecer sólo textos de primera edición,
pero hemos considerado que este libro amplia­
mente difundido en el exterior no fue conocí*
do en nuestro país y esa es la razón para in­
cluirlo en nuestra colección. 1 . :.'í;
Los editores.
PROLOGO A LA TERCERA EDICION
Este estudio fue escrito en los últimos
meses de 1972. De él se hicieron dos ediciones,
ya agotadas, al promediar el año 1973. Redactado
en el exilio, sirvió al propósito inmediato de
desenmascarar la naturaleza proimperialista de la
política económica de la dictadura militar enca­
bezada por Banzer. La inactualidad cronológi­
ca de los hechos referidos, habfa aconsejado
rehusar los frecuentes pedidos de reedición.
Pero la evidente (y amenazante) actualidad
del contenido de clase del proyecto político
antinacional analizado, así como la activa per­
manencia de los instrumentos partidarios que en
ese entonces jugaron un papel protagónico en
“el saqueo de Bolivia”, instrumentos que , como
el MNR-H, se proponen hoy día asegurar con­
tinuidad “democrática” al sistema de poder de
1971» me han inclinado, finalmente, a permitir
esta tercera edición.
Siendo costumbre de los escritores dedicar
un libro a la persona que inspiró su redacción
o en cuyo homenaje se rinde el esfuerzo intelec­
tual, yo quiero que ésta, fruto de una pasión
inextinguible por la libertad y la justicia social,
le sea dedicada, postumamente, a los que ya
no verán la sociedad liberada de mañana que
ellos contribuyeron a organizar con su generosa
sangre.
MARCELO QUIROGA SANTA CRUZ
Vísperas de Boliria

En octubre de 1969, los latinoamerica­


nos tomaron nota de que en el Altiplano
de Bolivia existía un político nacionalista
de la pasta del general Enrique Mosconi, de
la Argentina, y del general Lázaro Cárde­
nas, de México. Ese hombre había llegado
a la primera fila de un régimen militar
cuyos protagonistas centrales, los genera­
les Alfredo Ovando y Juan José Torres,
alcanzarían a gobernar, en total, veintitrés
meses, desde el 26 de setiembre de 1969
hasta el 21 de agosto de 1971. Fueron vein­
titrés meses electrizantes, tejidos con cons­
piraciones internacionales, jaqueados por
el imperialismo y minados por las contra­
dicciones internas. Este período intenso
de la habitualmente dramática historia de
Bolivia ya es recordado por su rasgo más
sobresaliente, que sin duda lo marca para
siempre: fue entonces cuando la Gulf Oil
Corporation, la compañía norteamericana
más grande de Bolivia —y una de las ma­
yores del mundo— resultó privada de sus
7
concesiones y todos sus bienes fueron na­
cionalizados.
En aquel momento, los latinoamerica­
nos descubrieron los finos rasgos de Mar­
celo Quiroga Santa Cruz, el joven minis­
tro de Minas y Petróleo que había conver­
tido en leyes sus denuncias parlamenta­
rias contra el monopolio petrolero, y que
emprendía una drástica acción de gobier­
no destinada a rescatar para su país una
inmensa riqueza enajenada.
Yo viví junto a los nacionalistas boli­
vianos aquellos días y los siguientes, cuan­
do las manos delgadas de Quiroga Santa
Cruz se crispaban ligeramente sobre el ca­
ño de la ametralladora, mientras él pene­
traba en la noche de boca de lobo de La
Paz. Este abogado de escrupulosa opinión
jurídica, que había construido el instru­
mento legal para apartar a la Gulf Oil del
camino de su pueblo, era sobre todo un
intelectual de arma al brazo, en esa admi­
rable síntesis que, cuando se produce, en­
gendra las personalidades más poderosas
del continente.
Quiroga Santa Cruz no fue ministro del
gabinete del general Torres, que fuera de­
rribado por una conjura reaccionaria, mo­
torizada desde el Brasil, protegida por los
Estados Unidos e inicuamente sustentada
desde Buenos Aires por malos alumnos
de geopolítica, pero buenos empleados de
compañías norteamericanas. Para ese en­
tonces, Quiroga Santa Cruz había fundado
el Partido Socialista de Bolivia, cuyos ob­
8
jetivos me tocó recoger en una entrevista
de la que ahora reproduzco sus párrafos
principales, puesto, que su valor documen­
tal se realza al recordar la fecha de su ce­
lebración, julio de 1971. Antes de un mes,
los cónsules brasileños y los fascistas bo­
livianos asaltarían juntos el poder. En­
tonces Quiroga Santa Cruz respondió a mis
preguntas de este modo:
—El Partido Socialista de Bolivia fue
fundado en un congreso nacional, que cul­
minó con una demostración por las calles
de La Paz, hecho poco frecuente, ya que
los partidos de este país suelen constituir­
se en círculos más limitados, que se atre­
ven a la acción pública tiempo más tarde.
Desde entonces, ¿qué ha pasado en el país?
— El partido cuenta con 9 comités de­
partamentales, 6 organizaciones funciona­
les y comisiones nacionales de trabajado­
res, dependientes del Comité Central y del
Secretariado Ejecutivo Nacional (SEN);
todas las secciones han trabajado vigoro­
samente en la organización partidaria para
consolidar su estructura interna y hacer
posible su expansión. Ha habido un rápido
desarrollo político en la clase trabajadora,
entre los sectores oprimidos y en la inte­
lectualidad revolucionaria.
—¿Cómo puede explicar que, no sien­
do los principales dirigentes del PS miem­
bros de la clase obrera, pueda registrarse
en ella una buena disposición hacia el par­
tido?
9
— La alta dirección del PS es colegia­
da, hemos eliminado la tradición uniper­
sonal y vitalicia en el mando político de
los partidos y su inevitable consecuencia
deformadora, que es la reducción de una
numerosa colectividad democrática, en un
minúsculo grupo de amigos personales del
jefe. Por tanto, ninguno de los miembros
del Comité Central ni del Secretariado
Ejecutivo Nacional es un dirigente “princi­
pal”, todos somos iguales en obligaciones
y en derechos partidarios. En la historia
de la fundación de los partidos políticos
bolivianos, el PS ofrece el primer ejemplo
de organización de un partido por intelec­
tuales de la pequeña burguesía que deli­
beradamente, y en acto de consecuencia
ideológica, se someten a la dirección de la
clase trabajadora. La mayoría de los 24 ti­
tulares del Comité Central y la mayoría de
los 9 titulares del SEN son dirigentes obre­
ros y campesinos. En cuanto a los 4 que
representábamos a las fuerzas fusionadas,
todos provenientes de la pequeña burgue­
sía radicalizada, no hemos contribuido a
la formación del PS ni formamos parte de
su alta dirección en razón de nuestro ori­
gen de clase, sino a pesar de ello, contra­
riando los intereses de la clase de la que
procedemos, y porque hemos abrazado
apasionadamente la ideología de la clase
trabajadora.
—¿Cree usted que en Bolivia están da­
das las condiciones para la construcción
del socialismo?
10
— Esas condiciones no son algo que un
partido revolucionario debe esperar con­
templativamente, como se espera el vera­
no. Tampoco pueden surgir artificialmen­
te, dés la impaciencia o el voluntarismo.
Hace 20 años que el nacionalismo popular
de ideología pequeño burguesa derrotó al
liberalismo, que durante medio siglo fue
la expresión ideológica del predominio eco­
nómico y político de la oligarquía feudal
minera. Pero hace también casi dos déca­
das que el nacionalismo traicionó la cau­
sa popular y revolucionaria, pactó con la
oligarquía nativa y capituló ante el impe­
rialismo. Nuestro pueblo ha hecho la ex­
periencia del nacionalismo pequeño bur­
gués y la clase trabajadora ha tomado
conciencia de que en Bolivia no queda hoy
otra posibilidad de desarrollo político ha­
cia adelante que no sea el socialismo.
—¿Mediante qué medios el Partido So­
cialista espera capturar el poder?
— Por cierto que no será respetando las
reglas del juego de la tradicional demo­
cracia burguesa. El escrutinio electoral
clásico permite a quienes disponen de los
instrumentos de control electoralista ga­
nar o bien conservar el gobierno. Al PS lo
que le interesa no es el gobierno para sus
dirigentes y los puestos públicos para
sus militantes, sino el poder político para la
clase trabajadora y sus aliados, los sec­
tores oprimidos y los intelectuales revolu­
cionarios. Se trata de terminar con las
estructuras de la dependencia, no de ad­
II
ministrar una semicolonia condenada a la
miseria a causa del régimen de explotación
capitalista al que está sometida.
—¿Qué posición tiene el PS frente al
gobierno del general Torres?
—El PS preserva una absoluta indepen­
dencia respecto del gobierno del general
Torres. Eso sí, apoyará toda medida an­
tiimperialista y popular que el gobierno
adopte y reclamará nuevas medidas que
aseguren la continuidad, profundidad y el
contenido popular del proceso revolucio­
nario. El PS también estará junto a la
clase trabajadora y a las fuerzas revolu­
cionarias en resistencia popular ante los
intentos golpistas de la derecha y del fas­
cismo. El PS juzga al actual gobierno, no
obstante sus decisiones de interés popular
y aun de signo antiimperialista, una ma­
nifestación transitoria, insuficiente y con­
tradictoria de un proceso revolucionario
cuyas causas, desarrollo y finalidades so­
brepasan en mucho sus posibilidades ob­
jetivas.
—¿Qué posición tiene ante las FF. AA.?
— Ningún proceso de cambio basado
exclusiva y excluyentemente en las FF. AA.,
sin efectiva participación popular en el po­
der político, puede sobrepasar los límites
de un reformismo progresista incidental­
mente antiimperialista. Es indudable que
en el área de la dependencia, la miseria,
el atraso y el régimen de explotación inter­
na y externa del proletariado y la nación,
algunos sectores castrenses se sensibilizan,
12
recuperan la conciencia de la clase de la
que son oriundos y asumen el liderazgo de
un proceso de cambio restringido, que con­
tribuye a la maduración de condiciones de
un proceso revolucionario de transforma­
ción estructural protagonizada por los sec­
tores populares. No obstante, todo pro­
ceso de cambio liderizado y ejecutado por
las FF. AA., en cuanto aparato coercitivo
del orden establecido, que inevitable, ideo­
lógica y constitucionalménte es, tiene un
límite restringido impuesto por la necesi­
dad de autoconservación institucional.
Aquel pronóstico resultó profètico y
los límites que Quiroga Santa Cruz obser­
vaba en el proceso político fueron insal­
vables. Una marea de violencia reacciona­
ria se desató en el país y, mientras algu­
nos fantasmas insistían en saludar a la
manera romana en las calles de La Paz,
la Union Oil of California recibía un mi­
llón de hectáreas en concesión por treinta
años, la más formidable operación que el
monopolio petrolero ha concretado en el
continente en esta década.
El ciclo que los generales Ovando y
Torres abrieron, en 1969, con la firma de
Quiroga Santa Cruz al pie del histórico
decreto de'nacionalización de la Gulf Oil,
quedó cerrado, tres años y cinco meses
más tarde, por otro general, Hugo Ban-
zer. Este ha exhibido su propensión a la
democracia en un solo terreno: hace ase­
sinar, igualitariamente, a sus amigos y a
sus enemigos.
13
Pero Bolivia, ese laboratorio de ideas
que más tarde germinan en todo el con­
tinente, bulle ahora, como en vísperas de
los grandes sucesos históricos. Los gene­
rales que en 1971 torcieron el curso na­
cionalista de la historia boliviana y masa­
craron a su pueblo, se m asacran ahora
entre ellos, impotentes y desesperados por­
que Bolivia retorna, irresistiblemente, a
aquel curso interrumpido. En las nuevas
vísperas de Bolivia, Quiroga Santa Cruz,
que ha recorrido el camino del nacionalis­
mo al socialismo junto con su propio pue­
blo y con todos los de América latina, en­
juicia en este ensayo político la obra de
los militares cipayos de su patria y dis­
para sobre ellos la más prolija serie de
cargos. Una vez más, Quiroga Santa Cruz
ha probado que sabe cargar sus armas.
R ogelio G arcía L upo

Buenos Aires, mayo de 1973.

14
Frente a la ocupación
de Bolivia
El 21 de agosto de 1971 la burguesía proim-
perialista de Bolivia asalta el poder. El 27 de
octubre de 1972 asalta la remuneración de los
trabajadores. Entre ambas fechas, la Dictadura
fascista desnacionaliza implacablemente el patri­
monio económico de Bolivia y reduce la autori­
dad gubernamental a la que corresponde a la ad­
ministración colonial de un país ocupado. En
catorce meses, la Dictadura despojó a la nación
de sus riquezas naturales y las obsequió al impe­
rialismo; arrebató los salarios de los trabajado­
res y los regaló a la burguesía antinacional.
Su acción depredadora ha encontrado en la
Ley de Inversiones y la Ley de Hidrocarburos,
los instrumentos para legalizar, por medio de la
organización de Sociedades Mixtas, la desnacio­
nalización del petróleo, del gas, de la industria
de refinación, de la petroquímica, de los más ri­
cos yacimientos de COMIBOL, del Mutún, de la
metalurgia y de la siderurgia. La política de ex­
portaciones petroleras, definida por la Gulf, ago­
tará nuestras reservas petroleras antes de ocho
años, ocasionará al país una pérdida de cuatro­
cientos millones de dólares y lo someterá a la
condición de importador de hidrocarburos. Las
15?
transacciones con "Matilde” y la IMPC fueron
resueltas reservadamente, con el reconocimiento
de sumas cuantiosas por inversiones no realiza­
das y el obsequio de acciones liberadas. La de­
valuación monetaria ha sido impuesta por el im­
perialismo, a través del Banco Mundial, para
mejorar la capacidad de endeudamiento del Es­
tado que permita el financiamiento de la desna­
cionalización de nuestra economía. El empobre­
cimiento planificado de la clase trabajadora y
los sectores oprimidos de la población, así como
la imposición de un régimen policíaco que su­
prime todas las libertades y derechos humanos,
incluido el de la vida misma, tienden a asegurar
un "clima de garantías" atractivo para el capital
financiero internacional del que la Dictadura bur­
guesa es su agencia administrativa.
La burguesía antinacional masacró al pue­
blo en las calles para apoderarse del gobierno.
Continuó martirizándolo en las celdas, para con­
servarlo en provecho del imperialismo. Hoy lo
reprime brutalmente para evitar su derrota. Su
misión explotadora y entreguista no ha conclui­
do. Pero la paciencia de la clase trabajadora y
de los sectores populares ya se ha agotado. El
21 de agosto fueron necesarios los ta^<lues de
guerra para abrir las puertas del Palacio de Go­
bierno. El 27 de octubre han sido indispensa­
bles para cerrar el paso a la heroica insurgencia
popular.
El Partido Socialista de Bolivia tiene el de­
ber de esclarecer ante la conciencia de los traba­
jadores el carácter burgués de la Dictadura, su na­
turaleza fascista y su condición proimperialista,
explicando cada una de las medidas que compro­
meten sus intereses de clase y los intereses na­
cionales. La dirección del PS debe preparar al
partido en el conocimiento de las causas, carac*
16
terísticas y objetivos de la política general de la
Dictadura. Así, su dirección inedia y su m ilitan .
cia deben estar en condiciones de actuar en el
seno de las organizaciones de masas para orien­
tarlas en su lucha consciente contra la explote*
ción social y nacional. Pero la dirección del PS
también tiene el deber de caracterizar la presen­
te coyuntura política, de prever su desarrollo, de
señalar las perspectivas revolucionarias del pue­
blo boliviano y de formular las consignas que
expresen su concepción estratégica de la lucha
revolucionaria. A esa finalidad obedece la redac­
ción de este documento que desarrolla la Decla­
ración de Principios y la Tesis Política del PS,
en aplicación de la actual coyuntura.
De la permanente confrontación de la teoría
revolucionaria con la realidad concreta, del aná­
lisis de cada una de las decisiones de la Dictadu­
ra, surgirá una conciencia clara y un espíritu de
lucha resuelto. No basta señalar al enemigo. Es
necesario explicar cómo actúa. Sólo así sabre­
mos cómo debemos enfrentarlo. Si no explica­
mos la naturaleza fascista de la Dictadura, no
podremos unir a los sectores democráticos y
progresistas en una acción popular antifascista.
Si no podemos demostrar el contenido de clase
burgués de la Dictadura y el predominio de su
sector proimperialista no podremos organizar
correctamente la lucha de las masas trabajado­
ras. Si no demostramos el carácter proimperia­
lista de la Dictadura, no podremos movilizar al
pueblo de Bolivia en su lucha antimperialista.
Si no somos capaces de hacer todo esto, no po­
demos pretender un puesto en la vanguardia de
*a clase trabajadora y los sectores oprimidos.

17
1. La desnacionalización de
la economía boliviana
La política económica que la Dictadura ha
impuesto a los bolivianos no es de ella, por la
misma razón que el gobierno instalado en Bolivia
no es de Bolivia.
Como suele ocurrir en toda campaña de con­
quista, en la que el orden de ingreso de los inva­
sores al país ocupado guarda relación inversa­
mente proporcional a su autoridad, el 21 de
agosto de 1971 llegaron primero los conspirado­
res, después los tanques, luego los ejecutivos de
las empresas privadas monopólicas y, finalmen­
te, el embajador norteamericano. Siracusa entró
en el Palacio Quemado para reconocer oficial­
mente al nuevo hijo natural de la política exte­
rior norteamericana. Concluida la ceremonia,
declaró con indisimulable satisfacción y explica­
ble certidumbre: "Ahora se abren oportunidades
para servirnos mutuamente”.
La pretendida mutualidad de servicios era
so'-miente una forma menos grosera de recla­
mar del nuevo gobierno la retribución de un ser­
vicio inestimable: el de haberlo inventado. En
suma, nada más que la presentación de una fac­
tura traducida al lenguaje que, aun entre los
19
embajadores norteamericanos, no puede menos
que ser diplomático.
Pero como el insigne servicio de confeccio­
nar a mano un gobierno a la medida de las ne­
cesidades económicas y políticas del imperialis­
mo y de sus agentes nativos, no es algo que deba
comprometer la gratitud del pueblo de Bolivia,
obligado ahora a pagar cuentas ajenas, la fac­
tura recibió un nombre menos ofensivo adecua­
do tanto para ocultar su carácter de cobranza
tramposa, como para prestarle la atractiva apa­
riencia de un donativo que acrecentaba la obli­
gación. Banzer la ha designado "el despegue
económico" y, exagerando el uso de un lenguaje
eufemístico tolerable en un embajador pero no
en un soldado, frecuentemente se refiere a su
compromiso de pago como a toda una política
económica.
El “despegue" comienza con la afirmación
de que la dependencia nacional sería una venta­
ja histórica y concluye en la consigna de la des­
nacionalización de Bolivia, aunque en nombre
del nacionalismo. Esta concepción autodenigran-
te, repulsiva en la conciencia del cipayo desem-
bozadamente entregado al servicio del opresor^
esta visión satisfecha de la propia condición co­
lonial, se reviste, con el mismo ánimo mimético
grotescamente imitativo con que el colono repro­
duce internamente las formas extemas de la so­
ciedad imperial, de algunas ideás comunes que
cumplen la finalidad de conferir alguna aparien­
cia de seriedad intelectual, a lo que no es más
que una forma ciega y empírica de instituciona-
lización política del lucro.
Así, la burguesía nativa del país colonizado,
la pobre burguesía intermediaria, la clase agente
instalada a la cábezk de un miserable desarrollo
capitalista atrasado y dependiente, repite algu­
20
nos tópicos del repertorio ideológico de la Hao»
homónima formada en el desarrollo histórico del
capitalismo metropolitano, proceso cuyo máxi­
mo y postrer vigor adquiere la forma del impe­
rialismo, es decir de la antinación. ¡Y todo ello,
en nombre del nacionalismo!
Impaciente por pagar la ayuda a la que debe
su existencia y asegurar su conservación, la Dic­
tadura extendió un pasaporte en blanco que de­
bió servir al traslado masivo del capital financie­
ro internacional a Bolivia: la Ley de Inversiones.
El más ligero análisis de su transparente ar­
ticulado revela, sin embargo, que es algo más
que un pasaporte de excepción. Se trata, en ver­
dad, de una autorización para el ejercicio legal
del despojo, de una carta-de legitimación de la
piratería, de una licencia para el saqueo de la
riqueza nacional. Semejante documento, sólo
comparable, por su origen y características, al
Código Davenport redactado por los propios in­
teresados y sancionado por un parlamento co­
rrompido, señala Como objetivos del mismo, en­
tre otros aparentemente consecuentes, el incre­
mento de la producción y la formación de aho­
rro interno. Con esta justificación, la Ley de
Inversiones establece un régimen de excepción
en la concesión de franquicias tributarias que
virtualmente elimina toda forma de contribu­
ción directa a la formación del presupuesto na­
cional, en favor de cualquier inversión o rein­
versión privada extranjera o nacional.
Disposiciones como la liberación total de de­
rechos arancelarios sobre la importación de todo
aquello que el inversor considere necesario; la de­
volución de gravámenes aduaneros que el inversor
pudiera haber cancelado extraordinariamente, ba­
jo la forma de cartas de crédito que le permiten
descontar aquellas imposiciones que sólo excep­
21
cionalm ente correspondiera pagar; la exención
del impuesto al capital móvil; la supresión de
todo impuesto sobre producción y ventas, fuese
de carácter nacional, departamental, municipal
y aun de los simples recargos universitarios; la
liberación de impuestos sobre transferencia, so­
bre plusvalía, sobre construcciones; la facultad
que tiene el inversor para resolver discrecional­
mente del régimen de depreciación de activos fi­
jos y de amortizaciones que le permita la recu­
peración del cien por ciento de sus inversiones
en el plazo promedial de sólo cuatro años; la se­
guridad de que el régimen tributario de excep­
ción (es decir su supresión completa),-no podrá
ser alterado en un plazo mínimo de siete años,
aunque sí será susceptible de rebaja (¡!); la libre
e irrestricta convertibilidad y disponibilidad del
capital para la amortización de las inversiones y
el pago de dividendos; la liberación del cien por
ciento de los impuestos sobre utilidades y renta
total, por una década, para las inversiones reali­
zadas en los lugares que se juzgue de menor de­
sarrollo económico y social; la concesión gratui­
ta de terrenos industriales, aunque el inversor
no los necesite; la concesión gratuita de tierras
fiscales para explotaciones agropecuarias. (Un
consorcio brasileño ya ha pedido la concesión de
seis mil hectáreas en una zona limítrofe con el
Brasil.) He ahí algunos de los privilegios que esta
Ley-Ganzúa pone en manos del imperialismo y su
agente nativo, la burguesía monopólica, para que
con ella abran la economía nacional a la explo­
tación impune del país.
En aplicación de las franquicias antes men­
cionadas, una compañía extranjera, privada o
estatal, podrá recibir el obsequio de grandes ex­
tensiones agrícolas para explotarlas sin pago de
tributo alguno. ¿Para qué ser. colonizador boli­
22
viano, que debe pagar impuestos por la misérri­
ma cosecha de bananas, y de yuca que arranca
con su esfuerzo al mezquino pedazo de tierra que
incorpora a la agricultura? Una compañía mi­
nera extranjera, privada o pública, podrá recibir
la concesión de un rico yacimiento mineral y lo
explotará sin pago de contribución alguna a la
economía fiscal. ¿Para qué ser uno de los dos
mil pequeños empresários bolivianos o uno de
los veinte mil mineros cooperativistas agobiados
por la irracional carga impositiva que pesa so­
bre ellos?
¿Hay algún sector de la sociedad boliviana
al que beneficia esta Ley de Inversiones? Sí, al
sector monopólico de la empresa privada forma­
da por grandes empresas de la burguesía indus­
trial (fabril, extractiva y agropecuaria), comer­
cial y bancaria, al sector que concentra en má-
nos de cien de las cinco mil empresas privadas,
en manos de los dueños de solamente el 2 % de
ellas, la mayor riqueza y poder político genera­
dos en la producción, el comercio y el crédito.
Es este sector el que, mediante sus dos repre­
sentantes directos en el directorio del INI y el
voto del Ministerio de Industria y Comercio, que
es el coto de caza de los ejecutivos de ese sector
hegemónico, controla las decisiones que se im­
ponen por encima de "toda autoridad en el país,
cualquiera que fuese su jerarquía".
Pero las características hasta ahora señala­
das son, comparativamente, las más benignas de
este increíble documento. Resta por considerar
un aspecto que pe de manifiesto el verdadero
carácter desnacionalizador de esta resolución que
no evoca la política económica del despotismo
asiático, pues en los países árabes aun las mo­
narquías absolutistas sobrevivientes idean formas
de hacer retroceder a las empresas multinaciona-
23
Ies de occidente que monopolizan la explotación
y el comercio mundial del petróleo. La semejan­
za se da, más bien, aunque de un modo formal­
mente más sofisticado, con el estulto trueque
de marfiles por espejos y abalorios, explicable
en una organización tribal, a causa del primiti­
vismo de su desarrollo económico. La misma
conducta observada por la dictadura fascista de
la Bolivia capitalista de 1972, se explica por los
beneficios que el ruinoso intercambio deja en las
hábiles manos de un sector de clase, la burguesía
monopólica, de las que caen algunos centavos
para los gestores político administrativos "re­
sueltos a salvar el país del comunismo", pero
con las dos manos.
Para los efectos de esta Ley de Inversiones,
las empresas privadas son, indistintamente, aque­
llas nacionales o extranjeras cuyo capital sea ín­
tegramente privado. Las empresas de economía
mixta son aquellas que reúnen capital público y
privado, sin indicación de las proporciones, en
una combinación tan vaga como conviene a esta
inocente disposición. Así, las empresas económi­
cas de Estado, creadas y administradas por la
Corporación Boliviana de Fomento, como una
planta hidroeléctrica (la de Corani), una fábrica
de cemento (la de Sucre o de Cochabamba), una
planta industrializadora de productos lácteos (la
PIL), un ingenio azucarero (el de Guabirá), po­
drán ser objeto de enajenación por medio de la
constitución de Sociedades Mixtas con capital
privado extranjero, en las que éste controle la
mayoría del aporte. En otras palabras, la Ley
de Inversiones, cuyas disposiciones están por en­
cima de cuaquier otra, sienta las bases de la pri­
vatización y la extranjerización del activo de
empresas que el Estado organizó, en aquellas
zonas y rubros que en ese entonces carecían
24
de interés para la clase terrateniente, en obse­
quio de su heredera, la burguesía agroindustrial
e industrial.
Pero no se trata solamente de la producción
láctea, azucarera, de cemento o de energía eléc­
trica que, aunque intervienen de un modo esti­
mable en la formación del PIB, no generan divi­
sas (lo "cuota americana" del azúcar ya desapa­
reció), sino también y sobre todo de la produc­
ción minera estatal que hace el mayor aporte del
85 % del volumen de exportaciones anuales del
país. Las empresas mineras del estado, todo el
activo de Corporación Minera de Bolivia (COMI-
BOL), pueden ser objeto de una negociación con
capitalistas privados extranjeros de la que resul­
tarán Sociedades Mixtas con participación mi­
noritaria del Estado.
¿No es esto, acaso, lo que Banzer anunció
sólo diez días después, de su posesión como Pre­
sidente, cuando dijo que para la solución de los
problemas económicos de COMIBOL "alternati­
vamente se procedería al establecimiento de so­
ciedades mixtas con inversión privada interna y
externa”? ¿Con quién consultó ese programa,
cuándo se discutió esta posibilidad de "solución”?
¿Acaso los innecesarios conspiradores del MNR
y de FSB y, desde luego, las FF.AA., lograban
ponerse de acuerdo, después de triunfado el gol­
pe, en la misma composición del gobierno? Las
FF.AA. y los partidos no sabían quién sería el
Presidente, pero el que resultó serlo ya sabía que
había que desnacionalizar las minas. Por eso fue
el elegido.
Así, veinte años después de la nacionaliza­
ción de las minas, que no se resolvió con la tinta
empleada en suscribir el decreto, sino con la san­
gre obrera derramad? en una lucha de decenios,
25
el militar que promete gobernar inspirado en la
memoria de Busch y Villarroel, apoyado políti­
camente por el civil que rubricó el decreto (Paz
Estenssoro), sanciona la ley de desnacionaliza­
ción que el INI les hace llegar desde el escritorio
de su director, el mismo que veinte años antes
fuera el último candidato presidencial de la casa
Aramayo. Ya están todos juntos. Ninguna dife­
rencia los separa.
Para los autores de la Ley-Ganzúa, sin em­
bargo, como para todo hurtador calificado, re­
sulta evidente que en un país cuyo Estado ha
tenido la insolencia de organizar algunas indus­
trias estratégicas que la burguesía minera confi­
nó a la región de la mitología, la depredación no
puede detenerse (si se le brinda una ocasión co­
mo ésta de contar con un gobierno propio que
aprueba leyes a la carta), en la desnacionaliza­
ción de la minería. Por eso han tenido la previ­
sión de establecer que ‘la metalurgia, la siderur­
gia y la petroquímica, sólo en sus etapas básicas
de fundición y refinación, porque las otras son
marginadas de hecho del radio de actividad in­
dustrial del Estado, se consideran reservadas a
éste para su desarrollo a través de sus empresas
respectivas. En realidad, es una manera oblicua
y quejumbrosa de decir que puesto que el Esta­
do ya tiene en su poder la fundición de minerales
y la refinación del petróleo, debe declararse que
las tiene, pero, al mismo tiempo, establecerse
claramente que dejará de tenerlas. Para ello se
dispone que el Estado podrá asociarse con el ca­
pital privado extranjero o nacional (que son dos
modos de llamarle al capital foráneo que, inscrito
a nombre de un "palo blanco" activo, bajo la for­
ma de crédito o de otra modalidad, no cambia
su condición extranjera), para la explotación, en
dos formas distintas, de esas tres actividades
26
consideradas como estratégicas. La más benigna
de ambas deja al Estado en minoría, frente al
capital privado extranjero y "nacional". La otra
determina la mayoría absoluta del capital priva­
do extranjero y transforma al Estado que hoy
es el único propietario, en un socio minoritario.
Pero el rigor de la disposición no es impla­
cable. También el imperialismo tiene ciertos ras­
gos de "nacionalismo" para la exportación. En
el caso previsto de una asociación mixta que
deje al Estado en franca minoría, el socio ma-
yoritario privado, el capitalista extranjero, le
venderá un cierto número de acciones que le per­
mita salir de esa condición tan desmedrada (no
se dice en qué proporción, por cierto), pero sólo
después de esperar nada más que un cuarto de
siglo. Al término de este plazo que sólo los im­
pacientes que no atienden a las exigencias de la
economía de escala pueden considerar excesivo,
el Estado al que se obligó a desandar el camino
recorrido en procura de la nacionalización de la
economía, tendrá que armarse de paciencia, pues
el control de la participación mayoritaria se dará
por la suma de su aporte y el del capital privado
"nacional", y no por la transferencia de la ma­
yoría del capital extranjero al patrimonio del
Estado.
Esta es la sentencia. El sentenciado es el
Estado. El botín al que se llega con la Ley-Gan­
zúa es YPFB, ENAF, COMIBOL, es decir, la refi­
nación y transformación industrial básica de los
hidrocarburos, la fundición de estaño y la side­
rurgia. La Ley-Ganzúa hace posible no solamente
la privatización de las empresas industriales or­
ganizadas por la CBF, la desnacionalización de
la minería, y la privatización y extranjerización
de la metalurgia, la petroquímica, la siderurgia;
es decir, de los sectores dinámicos y estratégicos
27
del desarrollo económico, sino que acuerda, en
beneficio del capitalista desnacionalizados un ré­
gimen de franquicias que la Dictadura niega a los
cuatro mil novecientos medianos y pequeños em­
presarios cuyo nombre invocan los representantes
de cien grandes empresas monopólicas. Esa es la
Ley de Inversiones que el Ministro de Industria
y Comercio , llevó personalmente a los Estados
Unidos y repartió a los interesados, en una se­
gunda traducción que restableció su idioma ori­
ginal: el inglés.
Los intereses del imperio y la colonia son
antagónicos por definición. Los de la burguesía
nativa de los países capitalistas neocolonizados
y los de la burguesía del país imperialista, co­
mienzan siendo los mismos, a causa de que aqué­
lla se forma como mera intermediaria en la ex­
plotación primaria de la riqueza nacional, para
ir diferenciándose, a medida que su desarrollo
capitalista se hace más orgánico, y terminar en­
trando en contradicción. Por ello, de la Ley de
Inversiones de un país capitalista dependiente
cuyá burguesía, puesta en el trance de elegir en­
tre sus propios intereses y los del imperialismo,
cuando ellos entran en pugna, debe esperarse dis­
posiciones que restrinjan las prerrogativas del
capital financiero monopólico internacional y
amplíen las que correspondan al capital privado
nacional. De un país dependiente, donde su bur­
guesía debe esta condición a la identificación de
sus intereses con los del imperialismo, puede es­
perarse una Ley de Inversiones que otorgue un
margen indistinto de ventajas al capital extran­
jero y al "nacional". Pero de la dictadura de un
país sometido a la condición de protectorado o
Estado asociado de los Estados Unidos, no po­
demos esperar sino una Ley-Ganzúa. Las estadís­
ticas nos señalan antes que a Haití, en él penúl­
28
timo puesto, según la producción interna bruta
y el ingreso por habitante. Todavía nuestra bur­
guesía monopólica no ha sobrepasado a la bur­
guesía vampiro haitiana que exporta sangre hu­
mana para conseguir divisas, aunque ya la hace
derramar sin tregua y sin piedad para exportar
confianza a los inversores.
Como parte de un programa de gobierno in-
formulado cuyo origen se ha convertido, por ra­
zones comprensibles, en secreto, Banzer declaró
una semana después de su arribo al Palacio Que­
mado que se enmendaría "la excesiva e irracio­
nal absorción, por parte del Estado, de muchas
actividades económicas para las que no se en­
contraba capacitado y la indiscriminada nacio­
nalización de la actividad económica de produc­
ción". Un modo seudo técnico de referirse a la
nacionalización de la Gulf, de la IMPC y de la
MMC, tres, empresas norteamericanas a las que
él mismo, siendo ministro, contribuyó a entregar
o consolidar la entrega del petróleo y el gas, del
estaño residual y del zinc.
Comencemos por "Matilde". El rico yaci­
miento de zinc, mineral estratégico que los Esta­
dos Unidos se procuran en un 50 % mediante la
explotación'que sus empresas transnacionales rea­
lizan en el exterior, fue revertido al patrimonio
del Estado por efecto de la nacionalización de
minas decretada en 1952. De las manos de Hos-
child, pasó, en avanzado estado de prospección,
a la administración de COMIBOL. Diez años des­
pués, el Congreso Nacional y el Poder Ejecutivo
aprobaron la Ley número 151 y el Decreto Re­
glamentario número 06000, respectivamente, dis­
posiciones que bajo la forma inaugural de las
sociedades mixtas resolvía la desnacionalización
de ’Matilde”. Tanto la nacionalización como la
29
desnacionalización fueron resueltas por el mismo
partido, el MNR, bajo la jefatura del mismo poli-
tico, Víctor Paz Estenssoro.
En respuesta a la licitación internacional
convocada por la COMIBOL, según consta en el
Acta número 420 del directorio de la empresa, en
enero de 1964 se aprobó un Acuerdo General con
la OMRD-, del Japón, para la explotación de "Ma­
tilde". En octubre del mismo año, el presidente
de COMIBOL y actual subjefe del MNR, suscri­
bió una Carta de Intenciones ratificatoria de di­
cho acuerdo. Es verdad que dos semanas des­
pués el presidente. Paz Estenssoro es derrocado
por su vicepresidente, el general Barrientos Or-
tuño. Pero como este ascenso inconstitucional no
modifica la posición de las clases respecto del
Poder y, mucho menos aún, el programa de go­
bierno que comparten derrocador y derrocado, el
proceso de desnacionalización sigue su curso, só­
lo que de un modo más expeditivo, como corres­
ponde a la naturaleza militar del nüevo régimen.
El primero de noviembre de 1965 la Junta Mili­
tar dispone la convocatoria internacional a un
concurso para el "arrendamiento" de "Matilde".
Como se advierte, el progreso es evidente. Ya ni
siquiera se habla de sociedad mixta. A cada go­
bierno corresponde un lenguaje distinto para de­
signar las mismas cosas. El 25 de julio de 1966,
desoyendo el unánime repudio popular, la Junta
entrega por 30 años la mina de zinc a la "Matil­
de Mines Corp.", una compañía organizada por
la United States Steel Corp. y Minerals and Che­
micals Pholipp Corp., en el Estado de Delaware.
Pero esta vez, a diferencia del estado de desarro­
llo en que fue rescatada para el patrimonio del
Estado en 1952, ya está, gracias a la inversión de
un millón de dólares hecha por la COMIBOL, en
condiciones de explotación inmediata.
30
El 30 de abril de 1971, cuando la nacionali­
zación de "Matilde" se convirtió en una existen­
cia popular apremiante, el Gobierno, presidido
por el general J. J. Torres Gonzales, decretó la
rescisión del leonino contrato de arrendamiento
suscrito entre COMIBOL y MMC.
Nadie en Bolivia puso nunca en duda el po­
der económico del consorcio que se adjudicó la
explotación de "Matilde". Dos formas de mani­
festación de este poder hicieron posible la con­
cesión del yacimiento de zinc y, en la parte que
ha debido corresponderle, la consumación del
golpe del 21 de agosto. Si en 1965 fue capaz de
obtener la dictación de un decreto unánimemen­
te repudiado, en 1971 pudo evitar la comerciali­
zación del zinc nacionalizado. Suscrito el contra­
to de venta entre el gobierno de Bolivia y la "In-
termill", el mineral se abarrotaba en los puertos
y el comprador incumplía el contrato. ¿La razón?
Que la Intermill y la Philipp Corp. compartían la
misma oficina: el número 229 de Park Avenue,
en Nueva York. Expropiado y comprador del
zinc eran una misma empresa. Pero cuando la
influencia económica de esta empresa se hizo
desmesurada, fue a partir del establecimiento de
la dictadura fascista. La empresa y el gobierno
de Bolivia no compartían una misma oficina, pero
obedecían al mismo interés. Pero ésta es la his­
toria de "Matilde”. Y lo que ahora debemos de­
nunciar es el cuento de "Matilde”.
La MMC en previsión de una medida como la
nacionalización, contrató un seguro con la agen­
cia estatal norteamericana Overseas Prívate In-
vestment Corp. (OPIC), entidad que debía pagar
la póliza respectiva, si el gobierno de Bolivia no
acordaba el pago de la indemnización correspon­
diente. Pero el gobierno de Bolivia estaba resuel­
to a mucho más que impedir que la agencia de
31
seguros del gobierno norteamericano gastara un
solo centavo por cuenta suya.
¿En qué suma aseguró la MMC sus inversio­
nes en Bolivia? Según consta en el certificado
otorgado por la “Agency for International Deve-
lopment”, de fecha 12 de febrero de 1971, el mon­
to total del seguro contratado por la MMC en la
OPIC es de u$s 16.720.000.—. Esta suma, como
lo acredita la misma agencia, no corresponde a la
realidad efectiva de las inversiones de la MMC,
sino a una estimación que incluye otros gastos.
La suma que la OPIC tendría que pagar se limita
a la que corresponda a inversiones por créditos
bancarios documentalmente acreditados, a las
que hubiera efectuado esa compañía de sus pro­
pios recursos y, finalmente, al monto de sus uti­
lidades correspondientes al período comprendido
entre la nacionalización y el pago de la póliza de
seguro. Esta suma, a pesar de incluir ítems como
el de renta no percibida, en absoluto extraña al
concepto de inversión, ha sido estimada por la
OPIC en algo más de u$s 12 millones, según in­
formación proporcionada directamente por uno
de sus personeros al gobierno de Bolivia. Para
una correcta evaluación de lo que a continuación
afirmamos, conviene recordar que esta suma, de
aproximadamente u$s 12 millones, es una estima­
ción del total de inversiones y utilidades no per­
cibidas, y que la propia OPIC no se refiere en
absoluto a las que por concepto de amortizacio­
nes o deudas impagas contraídas por la MMC
deban descontarse.
El propio Banco Mundial, en el estudio-infor­
me que realizó sobre "La Minería y la Metalurgia
en Bolivia", coincide con esta apreciación de las
inversiones. Huelga decir que, en ambos casos,
se trata de la opinión que merece el pan al pana­
dero.
32
Que la suma asegurada es mayor que la real­
mente invertida, es algo que la propia OPIC re­
conoce. Pero, tal vez este reconocimiento es me­
nos digno de tomarse en cuenta, por la dictadura,
que el testimonio de la propia MMC. Por carta
dirigida el 9 de diciembre de 1970 por el gerente
de la MMC al gobierno de Bolivia, esa compañía
reconoció que a esa fecha sus inversiones totali­
zaron la suma de u$s 10.910.627.—.
¿Cuál es la estimación que Bolivia ha hecho
de las inversiones de la MMC? La comisión que
al efecto de la determinación del monto indem-
nizable inició sus actividades durante el gobierno
del general Torres, concluyó su trabajo bajo la
dictadura del coronel Banzel, en noviembre de
1971. ¿Qué dice este informe? Sostiene y prueba
que a la fecha de la nacionalización de "Matilde”
(30/4/71), el total de inversiones alcanzaba a la
suma de de u$s 8.792.848.—. Y algo más: tam­
bién demuestra dicho informe que a esa m ism a
fecha la MMC registraba un pasivo (deudas que
dejó sin pagar) de u$s 2.860.011.—, suma que, de­
ducida de la anterior, arroja una inversión indem-
nizable de u$s 5.932.837.—.
Pero la MMC planteó la exigencia de cuadru­
plicar sü inversión y, Según las publicitadas y
amedrentadoras informaciones que la dictadura
deslizaba metódicamente, pedía nada menos que
24 millones de dólares. Por cierto que los perso-
neros de la MMC no esperaban recibirla, ni si­
quiera de un gobierno a cuya cabeza está preci­
samente uno de los firmantes del decreto que le
valió tan jugosa concesión, pues para que ello
ocurriera impunemente la campaña de represión,
silenciamiento y exterminio tendría que acabar
con el último de los trabajadores bolivianos. Era
nada más que una manera de hacer posible, en
mejores términos, la formación de una Sociedad
33
Mixta con el Estado, o, en su defecto, el pago de
una indemnización superior a lás inversiones,
pero inferior a la que originalmente sé pidió. De
este modo, el éxito estaba asegurado. O se obte­
nía la Sociedad Mixta, o se lograba el enervante
efecto político de transformar el sobreprecio que
se obtendría, en una bondadosa rebaja al país.
No estaba equivocada la MMC. El primero
de marzo de 1972, el gerente de la COMIBOL,
general Rogelio Miranda, el mismo que como mi­
nistro de Agricultura suscribiera seis años antes
el decreto de concesión de "Matilde”, envió a
MMC un "Memorándum de Intenciones” reserva­
do, que no dejaba dudas sobre su intención. Di­
cho Memorándum proponía la formación de una
Sociedad Mixta entre COMIBOL y la MMC, lo
que de por sí implicaba la desnacionalización del
zinc por correspondencia reservada y, además,
formulaba la oferta de que "la Sociedad Mixta
comprará el activo fijo de MMC, por la suma de
u$s 13.980.000.—”.
Pienso que no es necesario añadir nada a esta
tasación epistolar del general Miranda. El cuan-
tifica las inversiones indemnizables de la MMC
en una suma mayor que la considerada por la
OPIC, mayor que la estimada por el Banco Mun­
dial, mayor que la reconocida por la propia MMC
y, desde luego, pero esto último no debiera sor­
prendernos, superior en más del doble a la deter­
minada por la comisión técnica boliviana.
Pero, lo que sí exige un análisis, es la impli­
cación económica de su proposición y la enormi­
dad del daño que se pretendió inferir a los inte­
reses de la Nación. No se trataba de una sociedad
en la que cada una de las partes intervendría en
la proporción de sus aportes reales. De ninguna
manera. Esta era una asociación digna de la
Ley-Ganzúa y fiel reflejo de su espíritu desnacio-
34
nalizador. La increíble oferta del general gerente
(o gerente general) consistía en que el Estado
boliviano le daría a MMC, además de sus yaci­
mientos de zinc, estimados por la propia MMC
en u$s 64.6 millones, tomando en cuenta sola­
mente el rendimiento económico neto (renta);
además de la devolución del total de sus inver­
siones no recuperadas (u$s 5.932.837.—); además
de la suma de u$s 8.047.163.— (que corresponde
a la diferencia entre la suma total que se le ofre­
ce y la equivalente al valor de las inversiones in­
demnizares); además de todo ello, el obsequio
de acciones liberadas para que la MMC hiciera al
Estado boliviano el honor de aceptarlo como so­
cio... minoritario. Una gestión estupenda. Dar
u$s 78.5 millones, a cambio de u$s 6 millones.
Oye el Estado pague 13 dólares por cada uno que
a él le dé la MMC. La compañía norteamericana
no esperaba tanto. Unas cuantas sociedades mix­
tas como ésta, y el país verá cómo su bandera se
traslada en forma de una pequeña estrella, la nú­
mero cincuenta y uno, a otra bandera. ¡Y en nom­
bre del nacionalismo!
La protesta que a pesar de la represión y el
silenciamiento levantó la sospecha pública de lo
que se tramaba, dio ocasión para que el gerente
de COMIBOL exhibiera una inconmovible tenaci­
dad. El general Miranda asumió la responsabi­
lidad personal de la iniciativa y declaró: "Como
una de las posibles soluciones con la ex «Matil­
de», había planteado yo la posibilidad de la con­
formación de una Sociedad Mixta”. Luego explicó
por qué: “La conformación de una Sociedad Mix­
ta ha sido propuesta con la seguridad de que es
la menos onerosa para el país". Resulta inimagi­
nable lo que el general Miranda consideraría co­
mo la más onerosa de las soluciones. Frente a la
alternativa de indemnización por la que algunos
35
pronunciamientos públicos parecen inclinarse, el
general añade: "Evidentemente hay que pagar la
indemnización que se debe, pero aquí salta la pre­
gunta: ¿Con qué fondos?" Evidentemente, la pre­
gunta paralítica que no salta a la vista del gerente
es cómo y por qué ofrece él un pago al conta­
do de u$s 13.980.000.—, al mismo tiempo que de­
clara que no hay fondos para pagar solamente
u$s 5.932.837.
Pero la negociación era excesiva, aun para la
dictadura, y el temor de'la repulsa popular im­
puso una rectificación. En su reemplazo, luego
de algunos viajes a Washington, la comisión inter­
ministerial designada al efecto presentó al gobier­
no el texto del acuerdo reservado al que arribó
con la MMC. La dictadura lo sancionó para sa­
tisfacción de los accionistas de la MMC, de los
directores del Banco Mundial, verdadero inspira­
dor de toda la negociación, y, desde luego, del
gobierno norteamericano. Todos ellos resultaban
ganando, aunque por una vía que ofrecía a la Dic­
tadura la posibilidad de ocultar por un tiempo
lo que el país perdía y de presentar el despojo
como una ganancia.
La Dictadura resolvió el pago de u$s 13,4 mi­
llones a la MMC, en el carácter de indemnización
por sus inversiones. Al alivio producido en la
opinión popular por el abandono del proyecto de
sociedad mixta, se sumó el calculado efecto que
produjo el conocimiento de una suma notoria­
mente inferior a la que la propia dictadura divul­
gó como exigida, para conferir la apariencia de
un logro patriótico a lo qué en verdad fue una
típica negociación colonialista. (La comunicación
oficial hizo una relación casi deportiva de cómo
se habría hecho retroceder a la MMC, a 24, a 19,
a 16, en una dramática puja que concluía con la
proeza de ese 13,4 millones de dólares.)
36
¿Qué representa la suma de u$s 13,4 millones?
Representa un millón y medio de dólares más de
lo que el Banco Mundial y la OPIC estimaron
como inversión total, suma para, cuya determina­
ción ninguna de las dos instituciones descontó
las amortizaciones de capital ya efectuadas, ni el
pasivo de la MMC. Representa dos y medio mi­
llones de dólares más de lo que la propia MMC
reconoció por escrito como su inversión total,-
también sin tomar en cuenta las dos deducciones
mencionadas. Representa siete y medio millones
de dólares más que la suma estimada por la pro­
pia comisión de gobierno, bajo la dictadura ac­
tual. ¡Siete y medio millones de dólares regala­
dos por la dictadura a la MMC!
Pero, aún hay más por decir. Como ya lo
advirtiera el gerente de COMIBOL, en una sor­
prendentemente perspicaz observación suya sobre
la capacidad de pago del Estado, no había dinero
con qué pagar la indemnización. Contrariamente
a lo que podía suponerse, en este caso la falta de
dinero no era un obstáculo para satisfacer la exi­
gencia empresarial de un pago al contado y por
el doble del valor de lo expropiado. El ministro
de Minería anunció la solución, al declarar que:
“El país tendrá necesariamente que recurrir a
una institución crediticia". Y así füe. Sólo que
el crédito fue solicitado con mucha anterioridad
al anuncio de la indemnización y su gestión for­
mó parte inseparable y condicionante del arreglo
mismo.
La comisión ministerial que en julio de 1972
se trasladó a Pittsburg y Nueva York para defi-
nar los términos del acuerdo con los directivos
de la MMC, dio su aprobación a la exigencia de
un pago al contado de los u$s 13,4 millones, me­
diante el crédito de una organización banearia
internacional, muy probablemente el propio Ban­
37
co Mundial u otro bajo su patrocinio, crédito que
fue asegurado por la OPIC.
Ahora sí que la operación había sido comple­
tada, a entera satisfacción del interesado. La dic­
tadura, que debe recurrir a la más indigna men­
dicidad internacional para financiar el cuantioso
déficit del presupuesto nacional que su incapaci­
dad y deshonestidad provocan, no se detuvo a
considerar ni siquiera la posibilidad de una in­
demnización diferida, en consonancia con la ren­
tabilidad de "Matilde”. La Dictadura paga al con­
tado. Y paga, además de los u$s 7,5 millones
adicionales al monto de la verdadera inversión,
la suma que corresponda por los intereses banca-
rios del crédito, suma que, tomando en cuenta el
interés del 6 % anual y un plazo de amortización
de diez años (período de vida de la mina), fluc­
túa alrededor de los u$s 4 millones. Y paga, ade­
más, la prima que corresponda por la póliza de
seguro contratada en OPIC, en beneficio del ban­
co prestamista. Los accionistas de la MMC nunca
habrán hecho mejor inversión. Recuperan de in­
mediato la totalidad de sus inversiones que de­
bían recibir en el transcurso de algunos años;
reciben la cancelación del lucro cesante (las uti­
lidades que no percibieron entre la nacionaliza­
ción y la indemnización); beneficio que hoy día
ningún país del mundo les reconocería; obtienen
una utilidad equivalente al 120 % de su capital,
lo que es muchísimo más que el mejor de los di­
videndos, y, además, cancelado de inmediato, al
mismo tiempo que la recuperación del total de
su inversión.
La OPIC, esto es, el gobierno norteamericano,
evita, el pagar u$s 12 millones, aproximadamente,
suma que debía cancelar hasta fines de setiembre
de 1972; logra vender una nueva póliza de seguro
por una suma mayor. (u$s 13,4 millones); y, lo
38
más importante para ei gobierno de los Estados
Unidos, sienta un precedente importante en rela­
ción con las nacionalizaciones resueltas en otros
países latinoamericanos y que afectan a inversio­
nes norteamericanas aseguradas en la entidad es­
tatal de ese país.
El Banco Mundial consigue que "Matilde'' sea
mantenida administrativamente segregada del pa­
trimonio de COMIBOL (exigencia igual a la for­
mulada en relación con YABOG, la entidad trans­
portadora y comercializadora del gas de YPFB);
logra que OPIC, es decir, el gobierno de los Es­
tados Unidos, intervenga en la administración de
"Matilde" para controlar el pago del crédito ase­
gurado, por medio de técnicos y funcionarios cu­
yas remuneraciones tendrán que ser pagadas por
"Matilde”, es decir, por el Estado de Bolivia. Y
este es el momento de sentar la última denuncia,
en relación con "Matilde": Bolivia no recibirá
ningún ingreso de su explotación hasta la cance­
lación total del monto del crédito de u$s 13,4 mi­
llones destinados a la indemnización acordada en
favor de la MMC.
¿Debe sorprender a alguien que el FPN se
pronuncie sobre la negociación con MMC, "de­
clarando públicamente su plena conformidad con
la victoria nacional obtenida"? ¿Acaso los perso-
neros de las organizaciones integrantes de este
frente, no son los mismos que sentaron las bases
legales de la desnacionalización de “Matilde” (Paz
Estenssoro, a la cabeza del MNR); los mismos
que con su firma respaldaron la concesión de
"Matilde” a la MMC (el coronel Banzel y el ge­
neral Miranda); los mismos que en 1972 negocian
y deciden el obsequio de "Matilde”, en condicio­
nes que no tienen más ni peores precedentes que
sus propias decisiones administrativas del pasa­
do? ¿Cómo no admitir que la derrota nacional
39
sea para ellos una victoria, si la lúchá por la li­
beración nacional siempre les pareció trna empre­
sa foránea?
El ministro de Minería declaró, al término de
las negociaciones, que: "La solución del proble­
ma de la indemnización de "Matilde" permitirá
dar luz verde a varias solicitudes de crédito que
tiene Bolivia ante organismos de crédito interna­
cional, como ser el Banco Mundial".
Ya está consumada la traición a los intere­
ses de Bolivia. El Banco Mundial y la MMC han
vencido. ¡Pero no por mucho tiempo!
Las "colas’’ y "desmontes”, esa montaña he­
cha a mano por generaciones de trabajadores que
la formaron con la parte de su esfuerzo que nun­
ca llegó a las fundiciones de Liverpool, porque
carecía de valor económico para las grandes em­
presas mineras nacionalizadas, fueron entregados
a una empresa norteamericana, la International
Metal Processing Com. (IMPC), que hace tres
años comenzó a explotarlos sin intervención de
la clase obrera que la había formado y sin bene­
ficio para el país. De este modo el capital finan­
ciero internacional, como un ave que se nutre de
despojos, volvió al país del que había sido arro­
jado y, bajo otro nombre, con medios de profi-
tación más aguzados, devora lo que su antecesor
dejó como un desperdicio. Se lleva el desecho
de otro tiempo que la caída vertical de la ley del
mineral y el agotamiento de los viejos yacimien­
tos revalorizó al punto de convertir en una forma
apreciable de las reservas estatales.
La nacionalización de la IMPC coincidió con
el golpe fallido que el coronel Banzer protagoni­
zó el 11 de enero de 1971. Pero si el conato que
él encabezara contribuyó, a pesar suyo, a la adop­
ción de la medida que invalida otro de sus actos
40
ministeriales de 1965, una de sus primeras deci­
siones de gobierno fue la de desnacionalizarla.
Para ello, nada mejor que una Sociedad Mix­
ta al amparo de la Ley-Ganzúa y bajo una nueva
razón social que disfrace eficazmente el despojo:
Empresa Metalúrgica Boliviana S. A. (EMBOSA).
Tal el nombre elegido para identificar a la socie­
dad mixta constituida por la IMPC y COMIBOL.
El 27 de diciembre de 1971, la Dictadura autorizó,
por medio del decreto n9 10056, la negociación de
dicha sociedad. Todavía no habían transcurrido
dos semanas de la aprobación de la Ley-Ganzúa
y ya se la empleaba para franquear el ingreso de
los solicitados inversores a la explotación de nues­
tros recursos naturales. El 11 de abril de 1972
se suscribe la minuta de constitución de la socie­
dad. El 15 dé mayo la Dictadura aprueba tanto
la minuta como los estatutos de la nueva socie­
dad y materializa, por vez primera, el proyecto
general de convertir al país todo en el socio mi­
noritario de cualquier inversor sensible a la voca­
ción nacionalista de sus personeros.
¿Qué aporta el Estado a la constitución de
EMBOSA? Todo, absolutamente todo. ¿Y la
IMPC? Ella hace la contribución de renunciar al
uso de una razón social en idioma inglés, como
valioso aporte a la causa del nacionalismo. En
efecto, COMIBOL paga a la IMPC, y al contado,
la suma de u$s 1.447.066.— que el propio decreto
estima equivalente de todas las inversiones de la
IMPC y, además, com pensatoria de sus "nego­
cios”.
Pero esto de pagar los innominados negocios,
además de Tais inversiones es, sin embargo, la me­
nor y menos escandalosa de las condiciones esta­
blecidas para la desnacionalización de las "colas”
y "desmontes". COMIBOL aportará los yacimien­
tos (algunos millones de toneladas de desmontes
41
con un apreciable contenido estañífero), y todas
las instalaciones y maquinarias (puesto que las
ha comprado, sobrevaloradas, al pagar por ellas
no sólo el precio original, sin castigo por depre­
ciación, sino que además la suma correspondien­
te a unos "negocios" indefinibles). Y COMIBOL
sigue aportando: obsequiará a la IMPC, además
de contribuir con el 100 % del activo de la so­
ciedad mixta, el 45 % del capital, es decir, otros
u$s 650.000.—, en forma de acciones virtualmente
liberadas. Algo muy parecido a la fallida socie­
dad mixta que se intentó organizar con là MMC
para la explotación del zinc.
Con la intención de que esta disposición in­
dignante parezca menos dañina a los intereses
del país, la Dictadura fascista y la IMPC resolvie­
ron que diez años después de iniciadas las ope­
raciones, las instalaciones y m aquinarias que
COMIBOL compró al contado y con un injustifi­
cable sobreprecio, pasarán a ser de COMIBOL.
Es decir, que el Estado debe esperar diez años
para que se reconozca su derecho propietario so­
bre lo que ha comprado. Es como una venta a
plazo, pero al revés. Estas son, según el mismo
decreto, las condiciones "mínimas" en que se ba­
sa la comisión mixta. Hay que estar preparados
para las máximas.
¿Cuál será el único aporte efectivo de la
IMPC a esta sociedad digna del genio financiero
y del furor nacionalista de los generales gerentes
de la primera y segunda restauración roscofas-
cista? La tecnología. Ya estábamos acostumbra­
dos a este tributo empobrecedor que los países
dependientes deben pagar por la transferencia de
tecnología. Pero la magnitud del benefìcio eco­
nómico logrado en este caso nos da la dimensión
de la distancia a la que está, no la tecnología bo­
liviana del estaño respecto de la norteamericana,
sino la dictadura fascista, en relación con los in­
tereses de Bolivia.
¿Cómo explicar este nuevo despojo? El ar­
tículo segundo del decreto desnacionalizador de
las "colas” y "désmontes”, "autoriza al Banco
Central de Bolivia a conceder a COMIBOL un
préstamo de u$s 1.447.066.— destinado al pago
de la indemnización acordada”. Pero William
Rogers, secretario de Estado, en su informe so­
bre política exterior de los EE. UU. anuncia que:
"También se ha logrado un acuerdo para pagar
u$s L4 millones como compensación a la IMPC,
cuyo contrato concesionario había sido obligado
en dinero. El acuerdo estipula la continuada par­
ticipación^ de la IMPC en actividades de empresa
mixta con el Estado”. En marzo de 1972, los per-
soneros de la flamante EMBOSA inician la ges­
tión de un crédito por u$s 10 millones ante el
Banco Mundial. Los informantes de la gestión
indican que "La solicitud fue bien acogida por
el organismo financiero internacional'’
Esa es la explicación, y no otra.
Hay una idea recurrente con que el reducto
gerencial de los ejecutivos de la empresa privada
acuden presurosos al Palacio de Gobierno, cada
vez que a sus balcones asoma la efímera cabeza
de un presidente reaccionario: las Sociedades
Mixtas. En 1962 .lograron un tortuoso avance le­
gislativo. En 1972 han satisfecho sus aspiracio­
nes. Ya tienen ley'y sociedades mixtas. Y están
a punto de lograr lo que realmente esperan: ob­
tener que se desnacionalice la totalidad de las
dos actividades fundamentales del país, hoy en
manos del Estado, la industria minero-metalúrgi­
ca y la petrolera y petroquímica. En lo que hace
a la minería, el sueño de los desheredados sobre­
vivientes de la burguesía industrial minera con­
siste en compatibilizar la proyectada desnaciona­
43
lización con las inconveniencias políticas de una
medida semejante. Por uno de esos rasgos de cla­
rividencia política que en los hombres que sólo
saben de negocios se torna aguda en circunstan­
cias de riesgo, intuyen que el pueblo de Boliyia
no toleraría una desnacionalización por decreto
y con ese nombre. Su ingenio, y la necesidad que
tiene cara de hereje, les ha permitido descubrir
la fórmula: La descentralización administrativa
de las empresas de la CQMIBOL y las Sociedades
Mixtas. Lo primero para separar el casco viejo
de COMIBOL, esas minas agotadas, vacías de es­
taño pero llenas del recuerdo de la sangre obre­
ra y la miseria proletaria, sobre las que no hay
el menor interés privado. Lo segundo, para pro­
ceder a la desnacionalización subrepticia de los
yacimientos que conservan un alto interés econó­
mico.
Ya cayeron las “colas” y "desmontes". Ya
cayó el zinc. ¿Qué hacer con lo que queda? No
hay duda; nuevas sociedades mixtas. No en vano
alguien se dio el trabajo de redactar y traducir
al castellano esa Ley de Inversiones.
Un día cualquiera las páginas de los diarios,
cuyos titulares asombran al trabajador con el
cuotidiano anuncio de una copiosa lluvia de dóla­
res que los inversores y los prestamistas se dispu­
tan por precipitar sobre el país, pero que nunca
llegan a su bolsillo, ni siquiera en forma de unos
centavos de aumento en sus remuneraciones, re­
gistran una nueva razón social: United Develop-
ment Inc. (UNI).
Estimulada por la Ley de Inversiones, la UNI
llegó a Bolivia. La COMIBOL, "por instrucciones
expresas del Gobierno”, le abrió las puertas de
las reservas mineras del Estado. En silenciosas
negociaciones con autoridades de Gobierno y de
44
COMIBOL que ya han dado muchas muestras de
tener en mayor estima la reserva de sus negocia­
ciones que las reservas minerales del país, los
personeros de UNI arribaron a un acuerdo y fir­
maron una Carta de Intenciones. Por la suscrip­
ción de ese documento del 17 de agosto de 1972,
COMIBOL adquiere el compromiso de entregar
a UNI todos los estudios geológicos y de prospec­
ción minera de que dispone, algunos de los cua­
les encargó a una empresa minera mediana com­
petidora! suya, sobre una extensa zona mineraló­
gica que comprende nueve grandes yacimientos
de plata, cobre, zinc, plomo y de otros minerales.
Cuando UNI resuelva la conveniencia económica
de realizar una inversión, hará un aporte de ca­
pital de u$s 100 millones. En cuanto a COMIBOL,
aportará sus yacimientos (ya hemos visto que
éste es un aporte que la dictadura juzga simbó­
lico); amortizará las obligaciones que contraiga
con UNI entregándole minerales por un valor
equivalente al capital y a los intereses (se reco­
noce un interés mínimo del 8 % anual); y, ade­
más, le entregará a UNI, en "venta”, el 50 % de
la producción minera resultante.
Es claro que la "venta" no es más que una
manera de encubrir la real propiedad que UNI
adquiriría sobré el volumen total de la produc­
ción (la suma del equivalente a las amortizacio­
nes y el 50 % de "venta”). Y de este modo, por
la puerta de las asociaciones mixtas, o de los
"contratos de operaciones", o de las "empresas
operativas”, que la Ley-Ganzúa o la Ley de Hidro­
carburos abrió pára el saqueo de nuestro patri­
monio de recursos naturales no renovables, los
desnacionalizadores sientan las bases de la más
rápida e intensiva descapitalización de Bolivia,
como portaestandartes del capitalismo. Hoy es
María Luisa, Cobrecillos, Puntillas, Linares, Agui-
45
lar, Huancané, Collpani, Cerrillos, Bonete y San
Antonio de Lípez. Mañana será Malmisa, Coro-
coro y otras minas.
Quedará el casco viejo que a ningún inversor
interesa. Quedará el Campo de María Barzola
barrido por el viento de la ignominia. Lo que no
podrán privatizar jamás, lo que no podrán des­
nacionalizar es el espíritu combativo y revolucio­
nario de la clase trabajadora, es su decisión in­
quebrantable de retomar el cámino de la libera­
ción nacional. Y un día, que no lo olviden, ese
pueblo, esos trabajadores mineros que hoy pier­
den con la firma de un gerente lo que ayer con­
quistaron al precio de su sangre, marcharán otra
vez por el Campo de María Barzola para construir
una sociedad popular y nacional que no será mix­
ta, que será una sociedad de trabajadores, porque
la dictadura privada les ha enseñado que la bur­
guesía monopólica no tiene patria, sino bolsillos.
Durante muchos años Naciones Unidas se
mostró dispuesta a solventar los gastos que de­
mandaban los renovados estudios técnicos para
determinar, con una precisión innecesaria y ab­
surda, el tonelaje exacto de las reservas de hierro
del Mutún que ya era considerado como el yaci­
miento más importante del mundo. Siempre fue
posible encontrar dinero para el financiamiento
de los interminables estudios de calculación. Pero
la tarea de obtenerlo para poner en movimiento
esa gigantesca concentración de hierro que a su
vez empujaría, desde la base misma, el desarrollo
dinám ico de la economía nacional, era algo que
ni los gobiernos de la burguesía se habían pro­
puesto, ni el crédito internacional privado o pú­
blico controlado por el imperialismo estaba dis­
puesto a satisfacer. A menos, claro está, que la
explotación del Mutún se entregara precisamente
al capital privado extranjero.
46
Así lo comprendió el MNR en las postrime­
rías de su claudicadora gestión cuando, al mismo
tiempo que rechazar la oferta de un importante
crédito soviético para el desarrollo de esos yaci­
mientos, ofreció el Mutún en licitación interna­
cional que atrajo puntualmente a un oscuro con­
sorcio financiero. Su derrocamiento interrumpió
las gestiones que luego recomenzaron y siguieron,
intermitentemente, bajo el Gobierno de la Res­
tauración.
Bolivia se había habituado a pensar en el
Mutún como en un nuevo “El Dorado". Opulento
e inalcanzable al mismo tiempo, el Mutún era
sólo un lujo inútil que el azar había puesto en el
suelo de éste nuestro pueblo de pastores. El Mu­
tún había entrado a formar parte de la mitología
nacional. Había que desarrollar su explotación;
pero, al mismo tiempo, había que defender esa
riqueza de la voracidad de los inversores que se.
mostraban dispuestos a la “aventura” de realizar
la leyenda, a cambio del botín. Había que hacer
posible la explotación del Mutún pero no al pre­
cio del Mutún mismo. En 1969 presenté y obtuve
la aprobación del decreto que establece el mono­
polio estatal de la explotación del Mutún y, al
mismo tiempo, encomienda a COMIBOL el inicio
de los trabajos experimentales para la explota­
ción de las primeras cincuenta mil toneladas.
Seis días después de constituida la dictadura
fascista, el nuevo ministro de Minería y Metalur­
gia anunció: "Soy partidario de las empresas mix­
tas y espero que este sistèma de administración
se aplique en el caso del Mutún. Se necesita fi­
nanciar su explotación, acudiendo a la formación
de una empresa mixta entre el Estado y la firma
extranjera que esté dispuesta, en las condiciones
de la licitación internacional que se hará próxi-
47
mámente”. De nuevo la licitación., Pero esta vez
para la organización de una empresa mixto que
permita la desnacionalización del hierro. Y todo
esto, antes de que el gabinete se hubiera reunido
por primera vez y, desdé luego, cuatro meses an­
tes de la aprobación de la Ley-Ganzúa que legali­
zaría la formación de sociedades mixtas. ¿Cómo
entender una declaración tan rotunda y compro­
metedora? ¿Cómo comprender ese anuncio cuan­
do el impaciente desnacionalizador ni siquiera
había sido presentado a sus colegas de gabinete?
Es que el ministro no necesita consultar la opi­
nión de su Gobierno, por la misma razón que
Banzer no requería el criterio de las FF. AA. y el
Gobierno en su conjunto prescindía del juicio po­
pular. El mandatario consulta al mandante. Y
éste no está én Bolivia.
El 6 de octubre de 1972 la dictadura fascista
firmó el decreto de desnacionalización del hierro.
Lo hizo del modo más farisaico imaginable. Como
ni siquiera a ella puede ocultársele la inmensa
responsabilidad que contrae al entregar/bajo pre­
sión o estímulo, la riqueza fundamental de la que
depende nuestro desarrollo industrial básico, los
firmantes acuden al inagotable repertorio de ar­
gucias leguleyescas de que la burguesía y sus sir­
vientes disponen con destreja, y esgrime la fic­
ción jurídica de que el Mutún no estaría sometido
al régimen de concesiones mineras a personas
naturales o jurídicas privadas. Más aún, fingien­
do ignorar el decreto vigente que establece el mo­
nopolio estatal de su explotación, habla del con­
trol del Estado sobre la planificación, explotación
y comercialización del hierro. Pero a continua­
ción extrae de la manga la carta fraudulenta y la
pone servilmente en la mano del imperialismo
para determinar una nueva derrota nacional: la
explotación del Mutún deberá realizarse a través
48
de empresas fiscales (ya no COMIBOL, sino otras
por crearse, sin, la incómoda intervención de esa
empresa del Estado que simboliza la institución
de la nacionalización de las minas). Pero de em­
presas fiscales "que podrán Constituir empresas
mixtas para, la instalación y manejo de plantas’’.
La traición se ha consumado. Pero la Dictadura
añade, en una demostración de cinismo insupe­
rable, "si así conviene al interés nacional”.
El decreto desnacionalizados que se muestra
c?m? d(f finitorio de una "Política Nacional Side­
rúrgica", establece que "El financiamiento reque­
rido para la instalación de las industrias del hie­
rro y del acero podrá ser obtenido en cualquiera
fuente . Y añade: " de acuerdo con los pre­
ceptos constitucionales ’. La exhibioión de esta vo-
vación legalista de la Dictadura, entra en contra­
dicción con su irreprimible voluntad de entregar
el hierro de Bolivia, a pesar de las mismas nor­
mas de la legalidad burguesa que ella invoca y
dice defender. La Constitución Política del Estado
de Bolivia prohíbe, por disposición de su artículo
25, toda forma de concesión, cualquiera que fue­
se su modalidad, de parte del suelo o subsuelo
nacionales en una zona comprendida dentro de
los cincuenta kilómetros de las fronteras del país,
a personas o entidades extranjeras. ¿Extranjeros?
Esos son los revolucionarios. Para la Dictadura
fascista y proimperialista, el inversor privado ex­
tranjero es un compatriota. Por eso dispone que
la comisión ministerial 'encargada de elaborar un
proyecto de nuevo Código de Minería incluya, en­
tre las modificaciones previstas, una que suprima
la restricción contenida en el mencionado artícu­
lo 25 de la Constitución Política.
El joven oficial, el sargento, el soldado de
todas las guarniciones fronterizas, el boliviano
de uniforme, el centinela de todas las fronteras
49
)

de la heredad nacional, estará preguntándose qué


sentido tiene su actitud vigilante, qué justifica­
ción tiene su sacrificada entrega al principio de
la defensa de la soberanía y la integridad nacio­
nales, qué destino tienen la Patria, si el enemigo
de ella, el imperialismo, nos despoja de nuestras
más importantes riquezas, nos arrebata el pan de
la nuevas generaciones, nos somete a la condición
de un colonia, sin disparar un solo tiro, con sólo
pedir a la complaciente Dictadura del coronel
Banzer, qué firme algunos decretos.
Y el saqueo no concluye. El imperialismo y
la burguesía minera están resueltos a despojar al
Estado de todas aquellas riquezas que el pueblo,
en su fugaz paso por el poder y al término de
heroicas jornadas de lucha por la liberación na­
cional, recuperó para la Nación. Para ello, les es
indispensable desarticular el régimen legal que
asegura al Estado un modesto margen de activi­
dad industrial minero metalúrgica intolerable­
mente competitivo de la Minería Mediana. Esta,
compuesta de pocas empresas, una parte de las
cuales está controlada total o parcialmente por
capitalistas extranjeros, desempeña hoy día, aun­
que desde una posición hasta ahora menos hege-
mónica, por el menor peso relativo que posee,
pero ampliamente compensado por el respaldo
que los organismos de crédito internacional con­
trolados por el gobierno de los Estados Unidos
le proporcionan, el papel de un nuevo Superesta-
do Minero en rápido proceso de crecimiento.
En las décadas del 50 y 60, la Minería Me­
diana (MM) crece en la misma medida en que la
COMIBOL declina. La producción estañífera de
COMIBOL desciende en 27 % y la de la MM au­
menta en 120 %. Sólo en el período comprendi­
do entre 1965 y 1969 (período de la restauración),
la producción estañífera de la MM aumenta en
SO
53 %. Si en 1952 la COMIBOL controlaba el 72 %
de la producción de estaño, hoy no participa en
la producción estañífera sino con el 67 %. La pro-
dución de zinc de COMIBOL desciende en 20 °/o,
y la de la MM aumenta en 800 %; la producción
de cobre de COMIBOL desciende en 22 %, y la de
la MM aumenta en 1.000 0/o; la producción de an­
timonio de COMIBOL se mantiene en un volumen
insignificante, y la de la MM aumenta en 22 °'o;
la producción de Wolfram de COMIBOL descien­
de en 20 %, y la de la MM se mantiene estable.
En términos generales, la participación de la
producción estañífera en eí volumen de las ex­
portaciones minerales del país, disminuye para­
lelamente al deterioro de la minería estatal. En
1952, las exportaciones de estaño formaban el
60 % del total de las exportaciones mineras del
país. Hoy, difícilmente alcanzan al 50 % de la
producción de Wolfram, el 58 % de la produc­
ción de cobre y el 60 % de la producción de an­
timonio. El proceso de concentración y mono­
polización .de la industria extractiva minera en
manos de la MM, sucesora de la gran minería na­
cionalizada en 1952, se hace más notorio si se
piensa que las 22 empresas que compdnen la MM
controlan una producción-total dos veces mayor
que la producción de dos mil empresas chicas y
22 mil cooperativistas. Una sola emprfesa de la
MM controla el 60 % de la producción nacional
de Wolfram; una sola controla alrededor del 70 °/o
de la producción nacional de antimonio, y una
sola llegó a controlar prácticamente el 100 % de
la producción de zinc.
¿Cómo se explica este proceso simultáneo de
crecimiento de la MM y la declinación de la mine­
ría estatal? ¿Por qué, bajo las condiciones "ad­
versas" de que se lamentaban los personeros de
la MM, pudo ésta crecer incesantemente? ¿No
51
habrá alguna re la c ió n de casualidad entre el agi-
gantamiento de la Minería Mediana y la jibariza-
ción de la estatal? ¿No será que la expansión de
la primera se produce a expensas de la segunda?
¿No será que una misma causa determina-lúcida­
mente ambos procesos inversos?
Bolivia controla entre el 17 y el 20 % de
la producción mundial de estaño (la producción
mundial es de 180.000 toneladas anuales). El res­
to corresponde a cinco países, tres de los cuales
están situados en una zona conflictiva donde el
imperialismo norteamericano ve amagados sus
intereses. Los otros dos forman parte de los paí­
ses africano? que, en su tránsito de, la colonia a
la independencia, comienzan a descubrir en la ex­
plotación de sus riquezas naturales la razón de su
dependencia pero también, como lo reconociera
el mundo árabe en su riqueza petrolífera, o los
indoasiáticos en sus reservas estañíferas, el talón
de Aquiles del imperialismo. Bolivia, monoexpor-
tadora, capitalista y dependiente, en el centro
mismo del hemisferio y del sistema interamerica­
no, resulta, para la política norteamericana, más
que un país con-un gobierno, una reserva estra­
tégica con un administrador. Los Estados Uni­
dos consumen 55.000 toneladas anuales de estaño.
Pero no producen ninguna. El total de la produc­
ción estañífera de Bolivia no alcanzaría a cubrir
más que el 57 % de los necesidades de EE. UU.
Como es fácil comprender, el gobierno nor­
teamericano, representante político de las gran­
des corporaciones consumidoras de minerales de
estaño (incluidas, por cierto, las dedicadas a la
industria de la guerra), piensan-que este último
depósito de estaño en occidente, esta última reser­
va de otros recursos minerales estratégicos, no
debiera estar en manos de un Estado cuyo poder
político, frecuentado, aunque pasajeramente, por
52
posiciones progresistas, parece cada vez más al
alcance de las masas oprimidas que Kan term in a,
do por descubrir que entre la explotación social
y la dependencia nacional hay una íntima rela­
ción. Por el contrario, el imperialismo sabe que
los yacimientos mineralógicos y de hidrocarburos
deben estar en poder de las corporaciones trans­
nacionales controladas por el capital financiero
norteamericano, o por empresas privadas de bo­
livianos asociados o vinculados con las primeras,
en una relación de franca o encubierta dependen­
cia financiera o comercial. ¿Cómo hacer posible
que el proceso de reversión de las riquezas nacio­
nales al patrimonio del. Estado, empujado por la
toma de conciencia y la movilización de la clase
trabajadora y las organizaciones populares, se
detengan e inicie el retroceso hacia la desnacio­
nalización de la economía nacional?
Fundamentalmente, reponiendo en el poder a
las fuerzas políticas representativas de la burgue­
sía industrial, comercial, agraria y bancaria. Y
para esto, movilizando la “ayuda económica” que
adquiere las formas más diversas e ingeniosas.
Desde la modesta suma destinada a la mercena-
rización de aquellos que deben abrir a tiros las
puertas del Palacio de Gobierno y franquear el
-paso de los gerentes al poder, hasta el financia-
miento internacional de un desarrollo capitalista
afianzador de la dependencia y destinado al incre­
mento y control de las exportaciones de recursos
no renovables y materias primas sin elaboración
industrial, pasando por el periódico subsidio para
el equilibrio de un presupuesto fiscal crónicamen­
te deficitario.
Un ligero análisis de la estructura del crédi­
to y la inversión para el financiamiento del de­
sarrollo de la industria minerometalúrgica, nos
ofrece una prueba irrecusable de que la "ayuda
53
económica” que el gobierno de los Estados Uni­
dos administra a través de sus agencias guber­
namentales, de las instituciones de crédito inter­
nacionales, incluidas las entidades bancarias de
las que el Estado prestatario es miembro y, fi­
nalmente, por medio de las corporaciones trans­
nacionales, es el factor determinante del proceso
de desnacionalización económica del país.
En los primeros doce meses de administra­
ción de la Dictadura oligárquico fascista se han
gestionado, formalizado o desembolsado, créditos
e inversiones por una suma que sobrepasa los
190 millones de dólares, con destino exclusivo a
la actividad minera. Esta cantidad, equivalente
al 40 % del saldo total de la deuda externa con­
traída por el país en todas las administraciones
pasadas, muestra por sí sola la orientación de
un financiamiento que sigue con infalible olfato
la ruta trazada por la Ley de Inversiones. Pero la
inquietante magnitud dél endeudamiento con un
solo destino industrial-extractivo, inocultablemen­
te desproporcionado aun para un país de condi­
ción tradicionalmente monoexportadora de mi­
nerales, muestra menos de lo que revela su es­
tructura interna.
¿En qué proporción de este cuantioso finan­
ciamiento participan la minería estatal y la pri­
vada? El 96 % está destinado a la privada, y el
4 °,i> a la estatal. La rotundidad de estos indica­
dores debería eximimos de mayores indagacio­
nes. Sin embargo, hay bastante más que decir.
¿Cómo se descompone ese 4 °'o destinado a la mi­
nería del Estado, desde el punto de vista del ori­
gen y el destino de los u$s 7.5 millones que re­
presenta? El 80 °/o corresponde al crédito de la
URSS destinado a la instalación de hornos de
volatización de concentrados de estaño (u$s 6 mi­
llones); u$s 918.000, provienen de un crédito in­
54
glés para proyectos de lixiviación de cobre y con­
centración de estaño; ufs 400.000 se originan en
un crédito de la Corporación Andina de Fomento
para el estudio de un, proyecto de fundición de
antimonio; y el saldo, u$s 230.000, a la suma que
recibió COMIBOL de un Plan de Emergencia de
la Presidencia de la República financiado por el
gobierno de los EE. UU. ¡Doscientos treinta mil
dólares para la COMIBOL! Esta es la medida del
interés que el fomento de la industria minera del
Estado suscita en los planes de "ayuda económi­
ca" norteamericana.
En cuanto a los casi ú$s 183 millones ges­
tionados a favor de la actividad minera privada,
el 77 °/o (u$s 140 millones) está destinado al fi-
nanciamiento de las Sociedades Mixtas que, en
el proceso de desnacionalización previsto por la
Ley de Inversiones, formarán las empresas pri­
vadas extranjeras a expensas del patrimonio es­
tatal. Así, para desnacionalizar el Mutún (u$s 30
millones), las "colas” y "desmontes” (u$s 10 mi­
llones), o los yacimientos de María Luisa, Cobre-
cilios, Muancané, San Antonio de Lípez, etc. (u$s
100 millones), para todo ello, hay un total de
u$s 140 millones. Para prolongar la agonía bu­
rocrática de COMIBOL, hay u$s 230.000.
Hasta aquí hemos hablado de la minería pri­
vada, sin discriminar todavía entre la mediana
y la pequeña. La MM, cuyos personeros, en la
Dictadura muestran una temible intransigencia
ideológica, se muestran en cambio, a la hora del
aprovechamiento de los créditos, con una incom­
parable tolerancia y abogan por el pluralismo
ideológico, siempre que éste se traduzca en dine­
ro. Ya se han apresurado a comprometer en su
favor ufs 3 millones del crédito global otorgado
por la URSS antes del establecimiento de la Dic­
tadura.
55
Desde el 21 de agosto pasado, la MM ya ha
comprometido créditos por una suma de u$s 13
millones, cantidad que ese mal administrador e
insolvente empresario que es el Estado, tiene que
avalar para que el genio administrador de la MM
la reproduzca en provecho suyo.
¿Qué queda, en verdad, en poder de cada
una de las partes a las que tocan esos millones
que los EE. UU. prometen y la reiteración perio­
dística multiplica y prolonga en sus efectos pu­
blicitarios? De aproximadamente u$s 179 millo­
nes, son u$s 166 millones los que quedan en ma­
nos de empresas norteamericanas; u$s 13 millo­
nes en poder de la Minería Mediana que, en bue­
na parte, es norteamericana; u$s 230.000 para la
COMIBOL; y nada, absolutamente nada para los
2.000 mineros chicos y los 20.000 cooperativistas.
Se comprende por qué el símbolo de esa extraña
Alian/a para el Progreso muestra dos manos igua­
les. Es que las dos son del imperialismo. Una
de elals recibe, desde la neocolonia, lo que la
otra da desde la metrópoli.
La burguesía minera nativa tiene en el finan-
ciamiento internacional una herramienta tan po­
derosa y dúctil que, si bien no le permite capita­
lizar sino una parte exigua de aquella, que con
su entusiasta respaldo hace posible la descapita-
lización del país todo, le sirve en cambio para
desmontar toda la estructura jurídico-institucio-
nal e impositiva que ofrece el estrecho marco de
defensa legal dentro del cual la minería estatal
se bate en retirada desde el día siguiente de su
constitución. Un buen ejemplo de ello nos lo da
el Banco Mundial que condiciona el otorgamiento
de sus créditos mineros, entre otras cosas, a
la reorganización del Banco Minero de Bolivia
(BAMIN). No se trata, sin embargo, de la preo­
cupación que el prestamista tiene por la solven­
56
cia del prestatario o por la idoneidad de la em­
presa administradora del crédito. La insolente
exigencia que la dictadura recibe con simpatía y
acata con obsecuencia, propone nada menos que
la conversión del BAMIN en una agencia de cré­
dito intermediaria que, por el sector al que se
destinan los préstamos y al que se entrega su
administración, la Minería Mediana, debe pasar
inadvertidamente del área estatal a la privada.
Por decreto que presenté y, no sin vencer
serios obstáculos, fue aprobado hace tres años,
se estableció el monopolio estatal del comercio
exterior de nuestros minerales, por intermedio
del BAMIN. Esta medida fundamenta], dada la
estructura de nuestro comercio exterior derivada
del carácter monoproductor del país, contraria­
ba los intereses de la Minería Mediana y los de
las casas rescatadoras vinculadas a ella y depen­
dientes de los consorcios financieros que contro­
lan el comercio internacional de los minerales.
Por ello, su adopción fue presentada por los dam­
nificados no como una disposición inconveniente
para ellos, sino imposible para el país. Como la
metalurgia del estaño convertida en alquimia me­
dieval, como la leyenda del Mutún, también el
conocimiento de la comercialización de los mine­
rales en un país que hace un siglo y medio vive
justamente a pesar de su comercialización pri­
vada, fue convertido por la Minería Mediana en
una ciencia oculta. Los iniciados en este conoci­
miento hermético, aquellos que durante ciento
cincuenta años nos asombraron con la proeza de
vender algo tan exótico e invendible como nues­
tros minerales, no se avenían a compartir la glo­
ria de esta sapiencia exclusiva con una entidad
estatal de fomento como el BAMIN.
¿Cómo devolver la compraventa de minera­
les a los rescatadores que mediante el empleo de
57
una teletipo y un idioma cabalístico hacen posi­
ble la realización económica de este pueblo que,
sin su ayuda, no sería más que una multitud de
topos que extraen de la tierra y acumulan sin
sentido algo que nadie quiere comprar? El Banco
Mundial tiene la solución y ya la ha formulado
como una exigencia perentoria: debe eliminarse
la División de Comercialización del BAMIN, y
reducir las funciones de este banco a las de una
mera intermediación en la concesión de los cré­
ditos que la Minería Mediana se otorgará a sí
misma. Para que esto último sea posible, el Ban­
co Mundial ya consiguió la aprobación de la
Resolución número 158.680 que, en octubre de
1971, eliminó al delegado alterno de los 22.000
mineros chicos y cooperativistas en el Directorio
del BAMIN. El sentido de esta eliminación se
hace patente si se advierte que son justamente
los mineros chicos y los cooperativistas los que
en la práctica se mantienen obligados a la venta
al BAMIN de su pequeña producción, pues la
MM burla el decreto antes referido mediante el
pago de una participación irrisoria que le per­
mite seguir practicando esa suerte de prestidigi-
tación comercial.
¿Qué hacer con la comercialización de mine­
rales? Declarar que ésta es libre para las vein­
tidós empresas y las casas rescatadoras, pero no
para los veintidós mil pequeños productores que
como deudores de créditos otorgados a una tasa
de interés prohibitivo, pueden pasar a depender
de COMIBOL. La derogatoria del decreto que
estableció el monopolio estatal de la comerciali­
zación exterior de nuestros minerales, restituye
a la Minería Mediana y a las casas rescatadoras
el control imperialista del comercio interno y
externo de una producción minera que, por su
composición y su volumen, adquiere un carácter
decisivo en la economía nacional. Con esta me­
dida se intenta transferir a COMIBOL todo el
pasivo de BAMIN, incluidas obligaciones socia­
les y acreencias incobrables o de difícil cobran­
za; pasar a sus planillas todo el- personal consi­
derado excedente y, finalmente, poner al servicio
de la MM no un banco de fomento de la minería
pequeña, mucho menos de comercialización mi­
nera, sino una saneada agencia de crédito pro­
motora de la libre empresa. Nuevamente la pro­
ducción minera de 22.000 mineros chicos caerá en
manos de las casas rescatadoras; el crédito de
fomento no llegará a manos de ellos porque la
única garantía que éstos podían ofrecer era la de
su producción; una parte apreciable del volumen
de producción que COMIBOL exhibe anualmente
pero que se origina en la compra de mineral a
los pequeños productores, será desviada hacia
las casas rescatadoras; y, naturalmente, la pro­
ducción estañífera de la minería mediana comen­
zará a burlar la disposición que le obliga a su­
ministrar una parte proporcional de los requeri­
mientos de la Empresa Nacional de Fundiciones
(ENAF).
Si la promesa de ún financiamiento interna­
cional de la minería está condicionada a la rec­
tificación de la política minera nacional, ,en el
sentido de los objetivos del imperialismo, com­
petido como está por una creciente necesidad de
recursos minerales demandados por su propio
desarrollo industrial, debe comenzar por servir
a la distorsión de nuestra política metalúrgica e
impedir que la transformación industrial de nues­
tros minerales se dé en nuestro país. Esta es
la razón por la que el Banco Mundial negó tra­
dicionalmente toda asistencia económica para los
inconclusos proyectos metalúrgicos del Estado, y
ésta es la explicación de por qué priva de barri-
59
lia de estaño a la ENAF, mediante la anulación
del monopolio estatal sobre el comercio exterior
de los minerales. ¿Qué interés puede tener p ú a
la burguesía minera que Bolivia se sustraiga de la
dependencia ruinosa de un solo mercado para
la fundición de su barrilla? ¿Qué interés puede
tener para ella el que Bolivia disminuya su vul­
nerabilidad externa y logre exportar estaño me­
tálico a diez países* en un solo año, por un valor
superior en veinte veces a la suma lograda por la
totalidad de nuestras exportaciones manufactu­
reras? Lo importante para ella es que el Ministe­
rio de Industria y Comercio pueda exhibir con
orgullo la colocación, en China Nacionalista, de
algunas cajas de whisky importado, envasado y
reexportado.
Si ENAF obtuviera el financiamiento de la
segunda y tercera fases de su plan de fundición
estañífera y elevara la capacidad instalada que
actualmente le permite una producción exporta­
ble por valor de u$s 23.5 millones anuales, para
lo que requiere una inversión de no más de u$s
15 millones (pues, gran parte de 1a infraestruc­
tura industrial es común a las tres fases), la Mi­
nería Mediana se vería obligada a entregar toda
su producción a la fundición del Estado y per­
dería el control sobre su comercialización. Por
eso el imperialismo y la dictadura privada coin­
ciden en que, no habiendo podido impedir el es­
tablecimiento de ENAF, no deben permitir que
su capacidad de fundición comprometa más del
25 % de la producción nacional de estaño. (ENAF
funde 7.500 toneladas-año y 800 toneladas de
aleaciones). Así, las fundiciones ultramarinas po­
drán disponer del 75 % y la Minería Mediana
tendrá ocasión de seguir vendiendo, en dólares
al exterior y no en pesos bolivianos a ENAF, no
sólo lo que ella produce, sino lo que los 22.000
60
mineros chicos qu&TOO tienen- teletipo le entre­
gan en las condiciones que ellas imponga»;
*í f Desnacionalizad© el Mtítún, las “colas” y
“desmontes”, los diez yacimientos prometidos a
la UNI, segregada “Matilde” y comprometida to­
da su rentabilidad en el pago de una indemniza­
ción fraudulenta, derogados los decretos que es­
tablecieron el monopolio estatal de la fundición
y la comercialización exterior de los minerales,
liquidado el BAMlN, sentenciada ENAF a una
existencia limitada, cerrados los canales de fi-
nanciamiento para la prospección y explotación
minera estatal, ¿qué resta por hacer con ese trá­
gico símbolo de la nacionalización de las minas
que es la COMIBOL? Queda por levantar las
reservas mineras fiscales y entregar todas esas
áreas á su explotación por el capital financiero
internacional. Ya lo han pedido los interesados
y la dictadura los ha complacido mediante la
modificación del Código de Minería.
Ahora sí que el casco viejo de COMIBOL co­
mienza a crujir bajo el insoportable peso de la
política minera de la Dictadura. En los agotados
yacimientos hurgan desesperadamente miles de
trabajadores que deben redoblar sus esfuerzos
para compensar la constante disminución de la
rentabilidad de sus empresas y el decreciente po­
der adquisitivo de un salario verticalmente redu­
cido por decreto. Entre las dos formas de cruel
escamoteo dd fruto de su sacrificio, el mismo
obrero que hace veinte años cediera parte de su
salario para la instalación de una fundición de
estaño para las minas que su heroica interven­
ción revolucionaria recuperó para la nación, ve
cómo la Dictadura expropia el patrimonio minero
nacional por causa de necesidad y utilidad pri­
vada extranjera. Sí lá suerte del proletariado mi­
nero, es la de la nadónproletarizada, el triunfo
6t
de la clase trabajadora será el de la nación li­
berada.
A seis meses de su constitución y respaldada
por el mismo partido que en 1956 procedió a la
aprobación del Código Davenport, la Dictadura
ha resuelto la segunda desnacionalización de nues­
tros hidrocarburos. La primera se operó por me­
dio de aquel código redactado por los abogados
de las empresas norteamericanas beneficiarías
del mismo, cuyos servicios profesionales fueron
pagados con parte de la “ayuda americana" a
Bolivia, código elevado a rango de Ley de la Re­
pública por el Parlamento de un gobierno pe­
queño burgués, en proceso de claudicación frente
al imperialismo y a la burguesía. Esta segunda
desnacionalización se ejecuta por la conversión
en decreto de un documento redactado con an­
terioridad al 21 de agosto, como parte substan­
cial de las medidas económicas que los protago­
nistas del golpe fascista se comprometieron a
sancionar. Ya lo dijo el gerente general de YPFB,
dos semanas después del golpe: “La empresa
(YPFB), con sus propios recursos, no está ca­
pacitada para llevar adelante los proyectos pe­
troleros. Consorcios y compañías extranjeras se­
rán invitadas a licitaciones internacionales para
invertir sus capitales. Estas inversiones se las di­
rigirá a las áreas potencialmente aptas para la
explotación petrolífera. Los inversionistas priva­
dos podrán invertir capitales, sólo conociendo
las probabilidades de ganancia o pérdida. Desde
luego, los capitales que vengan al país estarán
sujetos a un trato especial". ("Red carpet", lla­
man a este trato los norteamericanos).
Las dos desnacionalizaciones se operan bajo
la ficción de una misma inspiración política: el
nacionalismo; ambas comprometen al mismo par­
tido en la responsabilidad político administrati­
62
va: el MNR; las dos son determinadas po*; una
misma clase en ejercicio real del poder: la ‘bur­
guesía; ambas, se ejecutan por imposición y en
servicio de un mismo interés: el imperialismo
norteamericano.
Con la ampulosa denominación de Ley Ge­
neral de Hidrocarburos, la Dictadura ha impues­
to al país una disposición más cínica que inge­
niosa, destinada a desnacionalizar el petróleo en
nombre de la vigorización de Yacimientos Petro­
líferos Fiscales Bolivianos (YPFB). Dicha ley se
funda, aparte de la consabida argumentación de
la carencia de ahorro interno común a todas las
disposiciones desnacionalizadoras, en la argucia
que se designa como la necesidad de llenar con
la nueva norma un "vacío legislativo”. Este va­
cío insoportable para la dictadura es el mismo
que asfixiaba a la Gulf en los días que mediaron
entre la derogación del Código Davenport y la
nacionalización del petróleo (26 de septiembre al
17 de octubre de 1969). Cuando presenté y ob­
tuve la aprobación de los dos decretos respecti­
vos, en circunstancias particularmente difíciles,
hasta hoy desconocidas y a las que me referiré
en otra ocasión, sostuve que cualquier norma re­
guladora de la inversión de capital privado inter­
nacional en la explotación de nuestros hidrocar­
buros, por ventajosa que pareciera en los térmi­
nos de participación estatal, equivaldría a la des­
nacionalización del petróleo y que, por tanto, era
no sólo innecesaria, sino incompatible con el
principio de la independencia económica nacional.
Ni la Dictadura ni la Gulf pueden imaginar
un país sin una disposición legal que permita la
intervención del capital financiero internacional
en el aprovechamiento de nuestra riqueza petro­
lera. ¿Cómo podría la Dictadura concebir su pro­
pia existencia al margen del sometimiento eco*
63
nómico del pais a los intereses del imperialismo,
si es precisamente éste el precio que debe pagar
por su origen y conservación?
La Ley de Desnacionalización del Petróleo
comienza por repetir la ficción jurídica de la iná-
lienabilidad e imprescriptibilidad del derecho es­
tatal sobre nuestros hidrocarburos, aunque su
condición de recursos no renovables ctínViérten
la concesión de su usfructo en una forma dé
transferencia objetiva del derecho dé propiedad
sobre la parte explotada. Pero a continuación
establece que todas las operaciones, fuesen dé
exploración, explotación, transporte y comercia­
lización que teóricamente estarían reservadas a
YPFB, pueden ser desarrolladas por "terceros”,
en nombre suyo. Estos "terceros” pueden ser,
indistintamente, un particular’ boliviano o éx-
tranjero, o una empresa privada o pública ex­
tranjeras, "cuando así convenga al interés nació*
nal", previsión que, dada la identificación dél
interés nacional con el interés capitalista en qué
la Dictadura cree dogmáticamente, anunciá qué
el tercero podrá ser la Gulf Oi! Company, con
ese u otro nombre, o PETROBRAS, la empresa
estatal petrolera brasileña.
¿Cuándo y cómo entraría el "tercero” a ex­
plotar el petróleo desnacionalizado "en nombre
y representación de YPFB”? Cuando la Gulf o
PETROBRAS, por ejemplo, reciban una conce­
sión que la Ley de Hidrocarburos prefiere desig­
nar con la traquilizadora denom i n a ^ de " e s ­
trato de Operación", por un tiempo de 30 años.
Siguiendo esta práctica dé cambiar los nombres
que en propiedad sirven para designar el género
de las relaciones jurídico-económicas, la Ley de
Hidrocarburos prefiere llam ar "aportes” a la in­
versión que el "tercero" debe realizar en el área
que se le conceda en exclusividad y nombrar "con­
64
tratista” al concesionario que invierta "por su
cuenta y riesgo”. La finalidad de esta nueva
adulteración terminológica es dejar la impresión
de que el "tercero" es un filántropo enternecido
por la pasión desnacionaliza dora del coronel Ban-
zer, dispuesto a gastar su dinero, sin la menor
preocupación por recuperarlo, en la búsqueda
casi quimérica de algo inencontrable. O que la
dictadura es a tal punto celosa en la defensa de
los intereses nacionales, que acepta la desnacio­
nalización del petróleo pero a condición de que
el "tercero” haga el favor de liberar al Estado de
la obligación de resarcirle de inversiones impro­
ductivas.
Pero, la verdad es muy distinta. Y es que
esta ley, inspirada por el Banco Mundial y la
Gulf, servirá al retorno embozado de esta em­
presa a la posesión de áreas que le son a tal pun­
to conocidas que sus inversiones dejarán de ser
de "riesgo”, y la pretendía filantropía del anó­
nimo "tercero” será, otra vez, un excelente nego­
cio de la Gulf, y por treinta años. Esta ley desna-
cionalizadora pretende introducir a la Gulf de
contrabando. Como teme al patriótico control
de los trabajadores de YPFB, la disfraza de un
inofensivo especialista en operaciones que cobra­
ría sus servicios solamente si encontrara petró­
leo en el fondo de los pozos. Pero el disfraz se
resiste a adaptarse a la anatomía empresarial
monopólica de la Gulf. La Ley Desnacionaliza-
dora explica la contradicción sosteniendo que, en
realidad, más que un técnico en perforaciones,
es un socio que en vez de ejecutar trabajos por
contrato "aporta” todo el capital que se requie­
re. Pero ocurre que la ley confiesa que el "ter­
cero” no sólo "aportará" todo el capital reque­
rido, sino también todas las instalaciones, los
equipos, los materiales, el personal, la tecnolo­
65
gía y, sobre todo, el control efectivo de la admi­
nistración. Es entonces que, sorprendida en acto
de contrabando, la Ley Desnacionalizadora en la
que se combina la astucia altoperuana de los
ocultos asesóles adiestrados en el oficio de mo­
nederos falsos, con la grosera imposición del
prestamista internacional usurario, comienza a
referirse al "tercero’* como a un concesionario
al que por razones explicables mantiene de in­
cógnito.
¿Cómo recuperará sus inversiones el "terce­
ro"? En esencia, del mismo modo que lo hacia
la Gulf. Ella disponía de la producción que lo­
graba en las áreas que le fueron entregadas en
exclusividad. También el "tercero" podrá éxpor-
tar libremente los volúmenes de hidrocarburos
que le correspondan por la explotación de las
áreas que con carácter exclusivo se le concedan.
¿Qué género de obligaciones tendrá el "tercero"
con el Estado? Básicamente, las mismas que te­
nía la Gulf. La Gulf estaba obligada a vender a
YPFB el petróleo que esta entidad requería para
la atención proporcional de las necesidades in­
ternas. También el "tercero" deberá hacerlo, pe­
ro los pesos bolivianos que YPFB le pague por su
petróleo, podrán ser cambiados por dólares de
libre disponibilidad. Esta facultad concedida al
"tercero” no sólo ratifica el derecho dé propie­
dad efectiva que sobre el petróleo se reconoce
en su favor, sino que obliga a que el Estado in­
vierta sus escasas divisas en la compra de lo que
es suyo. La compra en dólares que el Estado
hará de su petróleo es una operación comercial
tan original como la de importar algo que el pro­
pio país produce, a menos que se reconozca en
beneficio del "tercero" algo como el derecho de
extraterritorialidad de que disfrutan solamente
Jas sedes diplomáticas. La Gulf construía oleo-
66
duelos para su .servicio con una inversión que
YPFB debía pagarla (Sica Sica-Arica). También
el “tercero” podrá financiar la construcción de
oleoductos que usará prioritariamente para el
transporte de^sus productos. (¿De qué otro mo­
do podría llevarlos del pozo al puerto?), pero la
obligación de pago recaerá en YPFB. La Gulf
pagaba el 11 % de regalías departamentales. El
"tercero” pagará lo mismo. La Gulf pagaba un
impuesto sobre utilidades. El “tercero” pagará
al Estado el 19 % sobre el valor del petróleo en
boca de pozo. La cancelación de ese 30 % susti­
tuye el pago de todo impuesto sobre utilidades y
renta total. Ambas formas de tributación son
iguales a las que pesan sobre la producción pro­
pia de YPFB. Para que el trato que la Ley Des-
nacionalizadora acuerda al monopolio extranje­
ro y a la entidad fiscal del petróleo no sea tan
formal y ostensiblemente igualitario, se establece
un impuesto que el "tercero" deberá pagar a
YPFB en petróleo y que la ley no determina ni
en el monto ni en la forma de su aplicación, aun­
que no por olvido. Deja a YPFB la facultad de
negociar la cuantía y la modalidad de su percep­
ción, sin que a este respecto le importe a la Dic­
tadura ese vacío legislativo que, cuando se refie­
re a una norma que haría posible la reanudación
del saqueo del país, le produce una nostalgia in­
tolerable.
Lo que sí consignan con precisión los auto­
res de esta ley es la obligación que se impone a
YPFB de pagar tanto el 11 % como el 19 % de
regalía departamental y de impuesto nacional,
respectivamente, sobre esa parte que recibiría
del "tercero”. Sin duda que el Ministro de Ener­
gía e Hidrocarburos tenía razón cuando frente
a los miembros del "Bolivian North American
Business Council” explicó que: "Uno de los prin­
67
cipales objetivos de la Ley de Hidrocarburos es
precisamente el de atraer y garantizar la utiliza­
ción de capitales extranjeros”.
¿Cuál es la aparente innovación que esta ley
ofrece respecto del régimen de concesión que es­
tableció el Código Davenport, y que sirve a la
confección de esta nueva piel de cordero que los
monopolios petroleros se han echado al lomo pa­
ra ocultar el colmillo? Son dos: el pago de los
impuestos en hidrocarburos y la presunta irre-
cuperabilidad de aquellas inversiones totalmente
improductivas. Y ambas son formas distintas de
engatusar a los ingenuos o dar coartadas a los
picaros. Lo que realmente importa no es la na­
turaleza física del medio de pago ("dinero o pe­
tróleo”), sino el valor de aquello con que se paga.
Y a este respecto, naturalmente, la ley vuelve a
exhibir una contradictoria indiferencia por los
vacíos legislativos. ¿Cuál es el precio en boca de
pozo que el "tercero” deberá estimar para el pa­
go de la parte que corresponda a YPFB como in­
demnización periódica por la expropiación de sus
hidrocarburos? La ley no pierde el tiempo en la
mención de estas cosas superfluas. Habla vaga­
mente de "volúmenes” que ya serán definidos
entre el "tercero" e YPFB. No estamos, pues,
ante un caso de pago en especies o trueque, sino
ante un ardid capitalista. El aprovechamiento
del petróleo sigue un ritmo ininterrumpido que
se inicia en el flujo del subsuelo y sigue en el
transporte y su comercialización internacional,
y no es un producto que se preste a la entrega y
devolución en canastas, como las papas. Por
tanto, aquello de que el "tercero" entregará el
petróleo que extraiga de su concesión, para lue­
go recibirlo en devolución, previo descuento de
la parte equivalente a la suma que deba por im­
puestos, no pasa de ser una comedia ofensiva, ya
68
no solamente para el conocimiento que los hom­
bres de YPFB tienen dé la industria petrolífera,
sino también para el simple sentido común.
En cuanto a aquello de que el concesionario
fuera a invertir capitales que no podría recupe­
rar sino encontrando hidrocarburos, es un modo
desvergonzado de decir que gracias a esta ley el
Estado habrá conquistado el extraordinario pri­
vilegio de incumplir una obligación universal de
resarcimiento por daños y perjuicios. Y esto ya
es demasiado. El Código Davenport del que esta
ley intenta diferenciarse formalmente aunque re­
produciendo lo esencial de sus disposiciones, per­
mitía exactamente lo mismo. En aplicación de
ese Código derogado es que once compañías ex­
tranjeras, nueve de las cuales eran norteameri­
canas, invirtieron sin resultado en la exploración
de nueve millones de hectáreas y se fueron del
país sin pretender, ni siquiera del gobierno de
entonces, la recuperación de sus inversiones por
otra vía que no fuera la de encontrar petróleo.
Se dirá que la innovación a este respecto comien­
za a ser válida a partir del momento en que el
concesionario encuentre petróleo, porque ella le
impediría la recuperación de sus inversiones fa­
llidas. Pero es que esta increíble granjeria que
hace diez y seis años las compañías norteameri­
canas se dieron a sí mismas, no es admitida,
hace mucho tiempo, por ningún país que libera
sus reservas de hidrocarburos a la explotación
privada. Por lo demás, su aplicación es imposi­
ble, aun desde el punto de vista técnico, en otro
sistema de participación estatal que no sea so­
bre un margen de utilidad imponible, lo que re­
sulta de la definición de un costo al que se incor­
poraría la deducción correspondiente a !a amor­
tización de las inversiones anteriores no repro­
ductivas. Y éste, no es el caso.
69
Es a todo esto que la Ley Desnacionaliza-
dora llama "Contrato de Operaciones", deno­
minación sospechosamente semejante a aquella
“Operación Conjunta" que la Gulf ideó en 1967,
como señuelo para obtener la concesión de me­
dio millón de hectáreas en el altiplano, con la
promesa de otorgar al Estado un trato apenas
menos abusivo que el que aseguraba el Código
Davenport.
La ley dispone que YPFB intervenga, sin que
se sepa en qué proporción, en la integración de
una Junta de Control qúe cumplirá la función
de supervisar la ejecución de los trabajos. En
esta participación casi simbólica se refugia la
preterida institución petrolera del Estado para
dar algún viso de verdad a la patraña aquella
del Contrato de Operaciones. Pero si YPFB es
objeto de una expropiación del patrimonio pe­
trolero nacional entregado a su custodia el 17 de
octubre de 1969, su situación burocrática es me­
nos desmedrada que la del Ministerio de Hidro­
carburos, despacho al que la ley de su creación
le asignó la tuición de la entidad fiscal del pe­
tróleo. YPFB puede decidir, sin participación del
Poder Ejecutivo y con absoluta prescindencia
del Ministerio de Hidrocarburos, de la idoneidad
dé los "terceros”, de la concesión de áreas «de
explotación y de todos los términos del contrato,
incluida la magnitud y la modalidad de la parti­
cipación estatal.
Como se ve, ,el Estado pierde atribuciones
legislativas en favor de la autarquía, y ésta pier­
de su patrimonio petrolero en favor de "terce­
ros”. ¿Y el Poder Ejecutivo? A él le está reser­
vada la honrosa y difícil tarea de levar un regis­
tro de los contratistas, en el despacho de Hidro­
carburos. A juzgar por el número de "terceros"
que cederán al espíritu desnacionalizador de esta
70
ley. será una tarea muy fatigosa. Es claro que
él "tercero" tiene más autoridad que el Estado,
pues puede expropiar terrenos de particulares.
Aquí, la facultad legislativa del Estado pasa di­
rectamente a la empresa privada extranjera. Y
en este proceso de suplantación interminable, el
Estado mismo queda reducido al Poder Ejecuti­
vo, pues n inguna de las instancias, absolutamen­
te ninguna, requiere del conocimiento de algún
poder representativo de la voluntad popular que
los gerentes y los generales han resuelto, siguien­
do su mania persecutoria, expulsar de sus in­
termitentes fervores legalistas. ¿Cómo poner en
duda la afirmación del Ministerio de Hidrocar­
buros de la dictadura, a tiempo de presentar esta
Ley Desnacionalizadora?: "La característica prin­
cipal de la nueva Ley de Hidrocarburos es que
está basada en principios netamente naciona­
listas".
Sin embargo, no hay por qué creer en una
hipertrofia de YPFB que halaga un sentimiento
patriótico general, adormece de satisfacción a
técnicos desaprensivos de esa entidad, y sirve de
coartada a los que desde dentro de la autarquía
del petróleo se han comprometido con su liqui­
dación. Estas engañosas concesiones al incre­
mento de la capacidad de negociación y de la
autonomía burocrática de YPFB, en detrimento
del poder del Estado, no son más que modos de
cebar la trampa en que caerá todo el patrimonio
de YPFB y ,con él, el de hidrocarburos de toda
la nación. Porque esta ley nos tiene reservada
una última sorpresa.
Siguiendo la ruta trazada por la Ley-Ganzúa,
como un anexo interpretativo suyo, la Ley auto­
riza la formación de Sociedades Mixtas a costa
del activo de YPFB, para la "...ejecución de
proyectos industriales y de refinación de produc­
71
tos destinados a la exportación". Después de es­
tablecer .de este modo categórico Ja desnaciona­
lización, no ya solamente de las reservas de hi-
drocarburos, sino de toda la actividad industrial
(incluida la producción de carburantes y lubri-
cantes), que YPFB posee en la actualidad, y de
la,. que debe desarrollar dentro de la petroquí­
mica, en el marco del acuerdo subregional andi­
no, la Ley se desentiende del asunto. Ni un solo
artículo explicatorio, ni una sola mención más,
nada que oriente sobre la manera cómo se con­
sumará la desnacionalización integral de YPFB.
Aunque la Ley ya nos tiene acostumbrados
a estas reaccione? contradictorias que la legisla­
ción petrolera provoca en la Dictadura y que van
de la repulsión a la ansiedad por el "vacío”, el
entusiasmo que muestra por el silenciamiento de
lo que concierne a la privatización de YPFB es
excesivo y reclama una explicación. És que en
la mente de sus redactores y para la secreta vo­
luntad de la Dictadura, el artículo 13? que esta­
blece la asociación mixta de YPFB con Gulf u
otra compañía similar, no es más que una refe­
rencia a la ley que norma la desnacionalización
del petróleo, del gas, de las "colas" y "desmon­
tes”, de ENAF, de COMIBOL: la Ley-Ganzúa, la
Ley de Inversiones.
Después de todo lo expuesto, conviene decir
que tal vez el único aporte de la Dictadura a la
redacción de la Ley de Hidrocarburos, sea la in­
troducción de un artículo que la muestra más
embargada por preocupaciones zoológicas y bo­
tánicas que petroleras: “Art. 15 - j. - Adoptar las
medidas adecuadas para la preservación de la fau­
na y ñor a. . No es difícil reconocer en la pa­
triótica defensa que los autores hacen de la
fauna, la expresión de un respetable instinto de
conservación. Veamos ahora qué resultados ten­
72
drá para et país esta inqüietudpor preservar
algunas reservas zoológicas, con absoluta des­
preocupación por la defensa de nuestras reser­
vas petroleras.
Desnacionalizada la riqueza petrolífera y ga­
sífera por medio de los Contratos de Operacio­
nes; privatizado y desnacionalizado el patrimonio
industrial de refinación y transformación petro­
química, por medio de las Sociedades Mixtas, de­
bemos preguntarnos si al menos YPFB podrá
disponer de las reservas en actual explotación
para asegurar la satisfacción de las necesidades
internas del. país.
Cualquier país que no soporte la ruinosa ad­
ministración neocolonial que ejercita la dicta­
dura empresarial de Bolivia, limita la explotación
de sus hidrocarburos con el propósito de preser­
var su existencia en cantidad suficiente ..para sa­
tisfacer la demanda nacional durante un período
de quince años. Claro está que esta regulación
de la relación reservas-producción, por la que los
países productores utilizan un barril de cada
quince de que disponen, se establece tanto por
medio de la restricción en la explotación como
por el incremento de las reservas.
Las reservas de petróleo de que YPFB dispo­
nía en sus doce campos, al primero de enero de
1969, eran de 40.560.000 barriles, y los de la
Gulf, a la misma fecha, de 42.200.000 barri­
les. Entre ambas empresas, las reservas suma­
ban 82.760.000 barriles. La producción de 1969
(14.757.000), la de 1970 (8.820.000), la de 1971
(13.446.000), y la de 1972 (que sumará la canti­
dad de 53.523.000 barriles que, restadas de los
82.760.000 con que las dos empresas contaban al
primero de enero de 1969, reducen las reservas
de petróleo de Bolivia, al primero de enero de
1973, a la cantidad de 29.237.000 barriles.
73
¿Cuál es la producción actual de petróleo?
Entre las exportaciones al Brasil (12.000 barriles
diarios); al Perú (7.000 barriles diarios); y a
Chile (5.000 barriles diarios), todas ellas por el
puerto de Arica; y las exportaciones a la Argen­
tina (15.000 barriles diarios), nuestras ventas al
exterior totalizan la cantidad de 39.000 barriles
diarios. A ello hay que añadir la cantidad desti­
nada al consumo nacional (13.000 barriles dia­
rios), lo que totaliza la cantidad de 52.000 barri­
les diarios o, lo que es lo mismo, de 19.000.000
de barriles al año. ¿Para cuánto tiempo alcanza­
rán los 29.237.000 que quedan como reservas al
primero de enero de 1973? Al ritmo de produc­
ción señalado, para un año y medio. Bolivia ex­
plota en dieciocho meses, lo que el gobierno dé
cualquier país capitalista y no el administrador
de un protectorado, explota en quince años.
¿Por qué? Venezuela, país cuya industria pe­
trolera está controlada por los consorcios petro­
leros internacionales, pugna por aum entar la tri­
butación petrolera en 100 °/o. La D icta d u ra de
Bolivia, país que hace tres años nacionalizó su
petróleo, lo devuelve a las em presas im perialistas
y les libera de im puestos. Venezuela, que expor­
ta m illones de barriles al día, porque cuenta con
una de las m ayores reservas m undiales, resuelve
dism inuir su producción en 15 °/o. La Dictadura
de Bolivia, país que tiene una m odesta reserva de
crudo, ha decidido perm itir el agotam iento de sus
recursos petroleros en un año y m edio.
Ante sem ejante situación y evidencia incon­
trovertible, la Dictadura fascista, fiel a su costum ­
bre de escam otear la verdad, nos m uestra una
reserva suplem entaria, la del "condensado”. Las
reservas de "condensado" que Gulf tenía en sus
c o n c e sio n e s revertidas al dom inio del Estado,
74
en los campos de Colpa y Rio Grande, eran de
125.000.000 de barriles. ¿Cuánto tiempo durará
esta reserva de "condensado”? Al ritmo de explo­
tación actual (52.000 barriles diarios) y sin con­
siderar el incremento de 8 a 10 % anual que ex­
perimenta el consumo interno, alcanzará para seis
años y medio.
¿Qué es el “condensado"? La Dictadura ocul­
ta al país la característica y la importancia eco­
nómica de este hidrocarburo. Desde luego, su
explotación para la obtención de petróleo es a tal
punto antieconómica que prácticamente todos los
países, entre ellos Venezuela, han prohibido esta
forma de aprovechamiento. La razón es que por
cada barril de "condensado” que se obtiene, se
pierden 25.000 pies cúbico de gas. Si tenemos en
cuenta el precio de 25 centavos de dólar los mil
pies cúbicos de gas (es el precio mínimo vigente en
el contrato de venta suscrito con Argentina), des­
cribiremos que para producir un barril de petró­
leo cuyo precio promedial vigente es de u$s 2,90
(entre los ufs 2,80 que rige para todas las expor­
taciones sobre el Pacífico, y los ufs 3,00 fijados
para las ventas a la Argentina), se perderán 25.000
pies cúbicos de gas con un precio de ufs 6,25.
En conjunto y al término de la explotación de las
reservas de "condensado" de los campos de Col­
pa, Palmar y Río Grande, la operación de apro­
vechamiento de su coiftenido de petróleo per­
mitirá la obtención de ufs 362,5 millones (por
la venta dé 125 millones de barriles al precio
promedio de ufs 2,90), en vez de la suma de ufs
781.250.000, que es el valor de los 3.125.000.000.000
de nies cúbicos de gas al precio de ufs 0,25 los
mil pies cúbicos). Lo que significa la pérdida
para el país de ufs 418.750.000 (cuatrocientos die­
ciocho millones, setecientos cincuenta mil dóla­
res), en el plazo de seis años y medio.
73
¿Por qué YPFfi destina una sufría importante
de su magra economía (ujs 3 m91ones)re¿tándola
dé' las necesidades de Inversión en-exploraciones
que incrementen, sus reservas, en lá ampliación
de la producción de Río Grande con el-aumento
consiguiente de seis mil barriles de "condensado”
al día? ¿Por qué a partir del primero de setiem­
bre de 1972 la explotación se ha incrementado en
tres mil cien barriles diarios (un aumento equi­
valente al diez por ciento respecto de la produc­
ción del mes anterior), alcanzando al volumen
mayor en los últimos treinta años?
Alguna explicación debe tener esta demencial
política petrolera que en un año y medio agotará
nuestras reservas de crudo y en seis años y me­
dio liquidará nuestras reservas de "condensado",
ocasionando la pérdida de una suma igual al pre­
supuesto nacional de tres años; alguna finalidad
debe tener la Dictadura para convertir a Bolivia,
antes de ocho años, de país exportador en país
importador de petróleo. ¿Es que el déficit acu­
sado por el presupuesto fiscal y la perspectiva de
un déficit igual o mayor para la próxima gestión,
obligan a forzar la contribución de YPFB a la
formación del presupuesto nacional? ¿O es que
la incidencia de un aumento de nuestras exporta­
ciones en la balanza comercial determina esta po­
lítica?
No. La explicación es otra. Y para compren­
derla en toda su significación, es preciso recordar
los términos de un decreto al que seis días des­
pués de ser aprobado califiqué como el "Acta de
Transacción con la Gulf”. Me refiero al decreto
de indemnización a la Gulf. Dicha disposición es­
tableció el monto indemnizable en la suma de
u$s 78.622.171,44 y resolvió que su cancelación se
haría mediante el descuento del 19,5 % del valor
bruto de todas las exportaciones de petróleo y gas
76
originadas en las que fueron reservas de la Gulf,
o en las de YPFB, en caso de que esta entidad
resolviera la venta prioritaria del petróleo de sus
propios yacimientos. Dicha disposición añadía
que el plazo de amortización sería de veinte años,
transcurridos los cuales cesaría todo pago a Gulf,
aunque no se hubiera cancelado la totalidad de la
indemnización. En el "Acta de Transacción con
la Gulf” se demostró que dicho decreto fue re­
dactado de modo de asegurar una más pronta
indemnización a Gulf, por el procedimiento del
descuento de un porcentaje fijo sobre una pro­
ducción variable e ilimitada, lo que aseguraba el
pago de la indemnización total en un máximo de
ocho años y no en veinte.
Y esto es lo que confirma la realidad y, al
mismo tiempo, explica la política de exportacio­
nes intensivas e irracionales que la Dictadura im­
pone por cuenta de la Gulf y con la complicidad
de la administración superior de YPFB.
¿Cómo aplica la Dictadura y con qué resul­
tados el decreto referido? Entre las exportacio­
nes al Perú (7.000 ba. día), a Chile (5.000 ba. día),
y al Brasil (12.000 ba. día), nuestras ventas por
Arica alcanzan a 8.760.000 barriles anuales al pre­
cio de u$s 2,82 el barril, con un valor total de
u$s 24.703.200. Las exportaciones a la Argentina
(15.000 ba. día), suman 5.475.000 barriles anuales
al precio unitario de u$s 3,00 lo que totaliza una
venta de u$s 16.425.000 al año. A las exportacio­
nes de petróleo, hay que agregar las exporta­
ciones de gas a la Argentina (54.750.000.000 de
pies cúbicos anuales, al precio de u$s 0,25 centa­
vos los mil pies cúbicos), las que arrojan la suma
anual de ufs 14 millones. El total anual de las
ventas de crudo y de gas es de ufs 55.128.200, su­
ma de la que el 19,5 % (u|s 10.749.999), corres­
ponde a la Gulf, en amortización anual de la suma
de u$s 78.622.171,44 determ inada, por el decreto
de indem nización.
¿En cuánto tiem po se pagará el total de la
indem nización? Al ritm o de am ortización indica­
do, en el plazo de siete años. Tiem po coincidente
con el del agotam iento de nuestras reservas de
petróleo y de "condensado”. ¿Por qué coincide
el plazo de am ortización con el de agotam iento
de nuestras reservas? Porque la Gulf calculó que
el 19,5 % del valor de las reservas que ella cono­
cía m uy bien, equivalían al m onto de la indem ni­
zación que exigió en pago. A Bolivia le interesa
restringir sus exportaciones de petróleo para ase­
gurar la satisfacción de las necesidades naciona­
les por un plazo no m enor de quince años. Pero
a la Gulf le interesa recuperar sus inversiones en
el *menor tiem po posible y para ello es necesario
que nuestro petróleo se agote en un año y medio.
Se hace lo que conviene a la Gulf y lo que per­
judica al país. A Bolivia no le conviene la venta
de contenido de petróleo que hay en sus reservas
de " co n d en sa d o ”, porque pierde cuatrocientos
m illones de dólares. Pero a la Gulf le es im pres­
cindible que el " co n d en sa d o ’' se agote en seis
años y m edio para obtener un pronto pago de su
indem nización. Se hace lo que interesa a la Gulf
y perjudica al país.
En la cerem onia inaugural de las exportacio­
nes de gas a la Argentina, el coronel Banzer con­
fiesa que: “El gasoducto y las exportaciones de
gas constituyen hasta la fecha el proyecto indus­
trial m ás grande acom etido por nuestra nación
durante su vida republicana". Y en el m ensaje
del 6 de agosto añade: "El sector de Hidrocarbu­
ros ha adquirido en nuestra econom ía una impor­
tancia sin paralelo en el curso de toda su histo­
ria”. Ambos juicios im plican el reconocim iento
involuntario del inm enso beneficio económ ico de­
78
rivado de la Nacionalización del Petróleo. Lo que
no impide que un secreto rencor político común
a la burguesía antinacional y el sometimiento de
la Dictadura de clase a los intereses del imperia­
lismo, le dicte esta declaración: "Debe terminar
la excesiva e irracional absorción por parte del
Estado de muchas actividades económicas para
las que no se encontraba capacitado, así como
la indiscriminada nacionalización de actividades
económicas de producción”. Y esta rendición de
cuentas: “Mi gobierno se consagró a la tarea de
restablecer el clima de confianza que exigía el país
para atraer al inversionista extranjero y asociarlo
a la riqueza natural de nuestro suelo".
Antes de la Nacionalización, la Gulf producía
el 80 % del petróleo y YPFB solamente el 20 %.
Pero como el consumo nacional era un 50 % ma­
yor que la producción de YPFB, el mercado in­
terno dependía de las ventas que en la misma
proporción hacía Gulf a YPFB. Después de la Na­
cionalización YPFB produce el 100 % del petró­
leo nacional, satisface todas las necesidades inter­
nas y es el único exportador de todo el excedente.
Antes de la Nacionalización, Gulf poseía el 80 %
de las reservas de petróleo, y YPFB solamente el
20 %. Las reservas que YPFB poseía antes de la
Nacionalización se habrían agotado en siete años
(antes de 1976). Las reservas de que dispone des­
pués de la Nacionalización alcanzarían para trein­
ta y cinco años de suministro nacional. Gulf po­
seía el 90 % de las reservas de gas, y YPFB so­
lamente el 10 % . Después de la Nacionalización
YPFB posee el 100 % de las reservas de petróleo
y de gas. Antes de la Nacionalización nuestro pe­
tróleo tenía un solo mercado exterior privado:
el de la propia Gulf y al precio determinado por
ella misma. Después de la Nacionalización nues­
tro petróleo tiene cuatro mercados exteriores es-
79
tatales al precio definido por la cotización .inter­
nacional en el área. Antes de la Nacionalización
ía Gulf pagó al departamento de Santa Cruz, por
concepto de regalías correspondientes a todos los
años de su gestión, la cantidad total de u$s 5,4
millones, con un máximo anual de u$s 2,4 millo­
nes; Después de la Nacionalización YPFB pagó a
Santa Cruz, hasta el 31 de diciembre de 1972, la
suma de u$s 8 millones. El próximo año pagará
la cantidad de u$s 5 millones. En un solo año
YPFB pagará a Santa Cruz una suma superior en
100 9ó a la pagada por la Gulf c igual a la que
esa em presa canceló a ese departamento desde el
principio hasta el fin de su intervención en Bpli-
via. Antes de la Nacionalización la Gulf tributa­
ba, entre las regalías departam entales y el im ­
puesto nacional sobre utilidades, la sum a máxima
de uSs 6 m illones anuales. Pero después lus re­
cuperaba por }a venta anual de tres m illones de
barriles de petróleo destinados a YPFB. 'Después
de la N acionalización YPFB contribuyó, a pesar
del boicot de la Gulf y la consiguiente demora en
la iniciación de las exportaciones de gas y la in­
terrupción de las exportaciones de crudo, con una
cantidad de uSs 20 m illones. Antes de ía Nacio­
nalización la Gulf .canceló, por concepto de im ­
puestos, un total de solam ente u$s 11 m illones
correspondiente a todos los años de su gestión
em presarial. En un solo año, el próxim o de 1973,
YPFB pagará im puestos departam entales y nacio­
nales por una sum a de u$s 18 m illones. Antes de
la Nacionalización el aporte de la Gulf a la eco­
nom ía nacional se reducía al m áxim o de u js 6
m illones de tributación anual. Después de la’ Na­
cionalización el ingreso bruto de YPFB sobrepasó
los u$s 100 millones y, a partir del primero de
enero de 1973, será de u$s 70 m illones anuales.
Antes de la Nacionalización las necesidades inter­
80
naS de petróleo, de gasolina, de kerosene, de lu­
bricantes; las necesidades nacionales de gas para
uso doméstico (licuado), para la generación,de
energía termoeléctrica en Santa Cruz, para su
aplicación en el desarrollo de los planes metalúr­
gicos de ENAF, de la siderurgia del Mutún, de la
petroquímica, todos dependían de las reservas
controladas por la Gulf. La Nacionalización del
Petróleo liberó al país de esta dependencia.
Es a este resultado al que la Dictadura y los
plumarios de la burguesía antinacional se refie­
ren como a una empresa altamente perjudicial a
los intereses del país.
La Dictadura, por su naturaleza de apéndice
policíaco burocrático de los intereses imperialis­
tas que le dieron origen, está compelida a desan­
dar el camino que el pueblo de Bolivia avanzó en
procura de su indepedencia económica. Pero como
los beneficios económicos derivados de la Nacio­
nalización del Petróleo son inocultables, la Dicta­
dura optó pór una desnacionalización indirecta
que la protegiera dé las consecuencias políticas
negativas de semejante determinación. Y esto es
lo que ha hecho por medio de la Ley de Hidro­
carburos y la política de exportaciones intensivas.
Ambas medidas persiguen la pronta liquidación
de YPFB y su reemplazo por el capital financiero
internacional.
La Dictadura llama a licitación internacional
para explotar a Bolivia. La Dictadura ha puesto
en remate al país entero. Su astucia es tanta
como su deshonestidad. Dejará en poder del Es­
tado el casco viejo de COMIBOL y los más anti­
guos campos de YPFB. Los exhaustos socavones
de “Siglo xx” y los agotados yacimientos de Ca-
miri nos recordarán dentro de poco, como hace
tiempo líos lo recuerda el cerro de Potosí, la im­
placable descapitalización de Bolivia colonizada.
81
El ministro de Finanzas de la Dictadura ha
declarado que la capacidad de endeudamiento ex­
terno del país es equivalente al 20 ó 25 % del
Producto Nacional Bruto (PNB), límite del que
estaríamos muy lejos; que nuestra capacidad de
pago nos permite hacer frente a amortizaciones
anuales de hasta u$s 50 millones; y que, final­
mente, no recuerda el monto al que ascendía la
deuda externa del país al 31 de diciembre de 1971,
auque cree que era de aproximadamente u$s 500
millones. Es admirable, pero de las tres aprecia­
ciones, el ministro acertó solamente en la confe­
sión última de su mala memoria. En efecto, el
total de la deuda externa al 31/12/71, fue de
u$s 601,2 millones. Sin duda que la Dictadura en-
eontró el partido adecuado y el partido halló al
hombre recomendable para ejecutar la política
económica que convenía al imperialismo. El MNR
siente por la inflación monetaria tanta indiferen­
cia como su ministro de Finanzas exhibe por la
veracidad y la congruencia de la política finan­
ciera de que es responsable.
Pero la diferencia de cien millones de dólares
en la estimación de la deuda externa, es nada más
que un aspecto del equívoco integral de sus aser­
ciones y, ciertamente, el menos perjudicial. Lo
que realmente preocupa es su manifiesta inclina­
ción por el endeudamiento. El PNB del país as­
ciende en 1972 a los mil millones de dólares. En
consecuencia, siguiendo al ministro, el país podría
contraer deudas hasta el límite de doscientos a
doscientos cincuenta millones de dólares. Pero
ocurre que al 31/12/71 ya debía u$s 601,2 millo­
nes, es decir, casi tres veces la cantidad fijada
como máxima y equivalente al 60 % del PNB. No
estamos, pues, “muy por debajo”, sino muy por
encima del margen final de endeudamiento seña­
lado. Respecto de la capacidad de pago del país,
82
el ministro afirma que podemos hacer frente a
amortizaciones anuales de hasta u$s 50 millnnft«;
También esta vez la mala memoria no le permite
reparar en que el índice de amortización anual
ha sido en la gestión pasada de u$s 21,4 millones.
¿Es que estamos frente a un nuevo "milagro”,
esta vez no económico sino puramente financiero,
por el que, contrastando con el reclamo de los
países pobres que se unen en la exigencia angus­
tiosa de un refmandamiento global de la deuda
externa cuya asistencia compromete una parte
excesiva de sus presupuestos nacionales y de sus
disponibilidades de divisas, la dictadura de Boli-
via nos deslumbra con el anuncio de que tiene
una capacidad de pago ociosa y que, por tanto,
estaría en condiciones de contraer nuevas obliga­
ciones hasta por un 140 % de las que ya tiene?
Para seguir el pensamiento del ministro, el
país estaría en condiciones de endeudarse en una
suma superior al PNB. Y lo dice el gobierno cuya
situación financiera es a tal punto comprometida
que a los seis meses de iniciada su gestión pidió
diferir el pago de la deuda pública externa; lo di­
ce el gobierno que ni siquiera puede lograr el
desembolso de créditos ya aprobados, por incum­
plimiento en el pago de los aportes gubernamen­
tales; lo dicé el gobierno que a la asistencia de la
deuda externa e interna debe destinar el 20 % del
presupuesto de 1972.
Un análisis del incremento de la deuda exter­
na bajo la administración de la dictadura, nos
mostrará que más que frente a¿m caso de aluci­
nación, estamos en presencia de una racionaliza­
ción o explicación "a posteriori”, de una política
irresponsable ya consumada. Durante los prime­
ros doce meses de administración pro-imperia-
lista, la Dictadura ha obtenido la aprobación de
créditos por un monto superior a los u$s 130 mi-
83
Uones y extendido solicitudes formales por un
total de u$s 306 millones adicionales, lo que hace
un total de aproximadamente u$s 436 millones,
sin contar no pocos créditos de proveedores, ban­
ca privada extranjera y otros. En un solo año la
Dictadura ha resuelto elevar la deuda externa del
país en una suma equivalente al 75 % del total
acumulado en los últimos treinta años (1942/72).
El crecimiento anual de la deuda externa durante
los últimos nueve años fue de un promedio de
ufs 44,7 millones. En un solo año de adminis­
tración fascista, se contraen obligaciones por
ufs 130 millones.
El pueblo de Bólivia se pregunta si estos cré­
ditos servirán al mejoramiento de sus condicio­
nes de vida; se pregunta, sencillamente, si estas
deudas que la Dictadura contrae en su nombre lo
tienen en cuenta como al futuro partícipe de la
riqueza que su inversión contribuiría a generar,
o solamente como al deudor involuntario que de­
berá resignarse a peores condiciones de vida para
amortizarlas. La respuesta surge de un ligero
análisis de la estructura del crédito.
En el inicio de la asistencia económica que a
través de la dictadura fascista el gobierno de los
EE. UU. presta a las corporaciones norteamerica­
nas, a costa del trabajo de los bolivianos y a ex­
pensas *de la riqueza nacional, hay una e* na
alegórica de toda la política crediticia ejecuta­
da bajo el nombre de "Ayuda Americana”. Es
aquella que se desarrolla la mañana del 24 de
agosto de 1971, cuando el embajador Siracusa en­
trega al coronel Banzer .un donativo de dos millo­
nes de dólares. Todavía no se han recogido todos
los cadáveres, aún se escucha el tableteo de las
ametralladoras y no ha cesado el vuelo de los ca­
zas sobre la Universidad, pero el cheque llega a
manos de un gobierno al que todavía no se ha
84
reconocido. Tres semanas después llegan doce
millones de dólares. Tres meses después llegan
cinco millones en armas y pertrechos de guerra y
represión. Un año después la "ayuda" sobrepasa
los cincuenta millones de dólares. Todo lo cual
hace exclamar a USAID que: "Nuestra ayuda a
los bolivianos es mayor que la que damos a los
países africanos”. Naturalmente. En Africa los
EE. UU. pretenden reemplazar al colonialismo
europeo. En América latina deben financiar la
represión continental para preservar el régimen
neocolonial que controlan.
El promedio de "ayuda” americana en los úl­
timos treinta años fue de u$s 14 millones anuales.
En el primer año de la Dictadura fue de u$s 55
millones, lo que equivale a un aumento del 400%.
Esta suma corresponde al 11 % del total otorga­
do por el gobierno norteamericano, a través de su
Agencia Internacional para el Desarrollo (AID),
a todos los países de América Latina y, de hecho,
es muy superior a la entregada al Brasil.
¿Cuál es la composición y la característica
de esta asistencia económica? Bajo la Común de­
nominación de "ayuda” se mezclan todas aquellas
sumas entregadas en calidad de créditos y de do­
nativos. Así, globalmente considerados como una
"cooperación” del gobierno norteamericano al de
Bolivia, donativos como las armas y pertrechos
represivos o los gastos de asistencia ‘‘técnica’’ a
los servicios policiales, sirven para que el prés­
tamo de cincuenta millones de dólares adquiera
el carácter aparente de un obsequio, lo que se
aprovecha publicitariamente para mostrar como
menos indigna la obsecuencia de la Dictadura y
ofrecer a la burguesía nativa el asidero para su
prédica de la inviabilidad histórica de Bolivia al
margen de la "caridad” de los EE. UU. La asis­
tencia económica otorgada a Bolivia por el go-
85
biemo norteamericano a través de USAID, tuvo
y tiene, ahora en mayor medida, el carácter de un
periódico soborno presupuestado para compro­
meter a los gobiernos, las instituciones y las per­
sonas de los que éstos dependen. Como "sopor­
te” del deficitario presupuesto nacional, como
préstamo de emergencia para el pago de sueldos
y salarios en una empresa descentralizada; como
financiamiento de insignificantes obras públicas
propagandísticas; como avituallamiento y dota­
ción de armamento y material bélico a las FF. AA.
y como asistencia técnica a los organismos poli­
ciales; como entrega de harina bajo las prescrip­
ciones de la Ley 480 y la formación de los fondos
de contrapartida: como presupuestos reservados
de algunos Ministerios; como asistencia económi­
ca a las organizaciones laborales, educacionales,
a las comunidades campesinas, a los asentamien­
tos de los colonizadores; o, simplemente, como
gratificación económica directa a los más altos
funcionarios del Estado. Con todos estos desti­
nos, la "ayuda” americana ha sido empleada para
corromper la moral funcionaría, para obtener la
aprobación de disposiciones legales, desde Reso­
luciones Ministeriales hasta Leyes de la Repúbli­
ca, contrarias al interés nacional; para la distor­
sión de políticas tributarias; para la definición
del régimen de salarios; para la determinación
de la política económica e internacional del país;
para la penetración ideológica y el control de las
FF. AA.; para la dirección efectiva del gobierno
interior y el control de los mecanismos de repre­
sión política y social; para la infiltración corrup­
tora en el seno de las organizaciones campesinas
y laborales. Ahí están las pruebas: el Código Da-
venport y la Ley de Hidrocarburos; el Decreto
06556, que entregó el monopolio del comercio ex­
terior de Bolivia a los EE. UU.; ahí están los con­
86
tratos de construcciones públicas, los de provi­
sión de materiales o los de asistencia técnica; ahí
está el Plan Triangular que decretó el despido ma­
sivo de trabajadores y la reducción de los salarios
de los que quedaban; ahí está la Ley de Inversio-
siones; ahí está la devaluación de la moneda; la
confesión y las declaraciones judiciales de ex mi­
nistros que sirvieron a la CIA; ahí están los téc­
nicos de Seguridad Pública, los asesores milita­
res, los cursos en Panamá, la presencia de la
ORIT, de los Cuerpos de Paz; ahí están las cuen­
tas reservadas formadas en los fondos de contra­
partida.
La su m í entregada por USAID en los últim os
treinta años, destinada a lo que se denom ina Se­
guridad Pública, Adm inistración y Asuntos Labó­
rales, que son tres ítem distintos pero una sola
form a de soborno y de control policíaco político
de parte del aparato estatal, es cuatro veces su­
perior a la destinada para Salud Pública, por
ejem plo, y dos vcees m ayor que la destinada para
Educación, pero encubierta en la denom inación
genérica de Asistencia Técnica para el Desarrollo.
¿Cómo se descom pone esa asistencia que so­
brepasa los cincuenta m illones de dólares? Trein­
ta y dos han sido destinados a las dos fases del
llam ado Programa Nacional de Em ergencia de la
Presidencia de la República. Com o su nom bre lo
indica, no se trata de un aporte al financiam iento
del desarrollo económ ico nacional, sino de un
préstam o político a la persona del Presidente,
para que éste pueda solventar algunas necesida­
des fiscales aprem iantes (uSs 5 m illones para cu­
brir una parte pequeña del déficit presupuestario
de 1971) y, sobre todo, para la ejecución, bajo su
patrocinio y sin fiscalización de ningún género,
de m enudas obras públicas dem ográficam ente uti-
87
tizadas para proporcionarle algún ascendiente po­
lítico. De este modo, este refuerzo al presupuesto
de la Presidencia de la República, del que sola­
mente dos terceras partes bastarían para finan­
ciar la ampliación de ENAF hasta el total de la
producción de COMIBOL para generar un ingreso
bruto por exportación de estaño metálico del or­
den de los u$s 70 millones anuales, se destina a
otros fines que por razones comprensibles inte­
resan más a USAID y a la Dictadura: la iniciación
o conclusión de 376 pequeñas obras, algunas de
las cuales son tan importantes como el cambio
de color de la fachada de un edificio público, o,
bajo la denominación más oblicuamente técnica,
el pago.de los servicios personales que exigen los
organizadores de una manifestación espontánea
de apoyo político. Claro está que entre uno y otro
destino de la inversión de esta "ayuda”, USAID
y el coronel Banzer dan la espalda a la metalur­
gia y prefieren decididamente aquel que les per­
mita pronunciar 376 discursos y colgar 376 car­
teles recordatorios de que aquellas obras básicas
y dinamizadoras de un desarrollo industrial ace­
lerado, son obra de la alianza de la burguesía na­
tiva y los militares que representan sus intereses,
con el Gobierno de los EE. UU., para el progreso
de las inversiones imperialistas.
Pero el condicionamiento y la unilateralidad
del financiamiento del desarrollo económico afian­
zador de la dependencia, se hace más evidente si
se piensa que, con excepción del crédito otorgado
por los proveedores (una parte del cual también
es norteamericano), el cien por ciento de la deuda
externa se origina en créditos concedidos por el
Gobierno de los EE. UU. (AID), o por las institu­
ciones de crédito nacionales o multinacionales
norteamericanas que controla (Eximbank, Banco
Mundial, banca privada norteamericana y BID).
88
Esta sumar que al 31/12/71 alcanza a u$s 341 mi­
llones y que la Dictadura está incrementando con
nuevos préstamos de las mismas fuentes, por un
total superior a los ufs 430 millones, fue otorga­
da previo el cumplimiento de condiciones onero­
sas para el país, ofensivamente limitativas de la
auioridad y la autonomía del Estado, violatorias
del espíritu de la propia legalidad burguesa con­
tenida en la Constitución Política, lesivas a la so­
beranía nacional y consolidadoras del régimen de
explotación popular y de dependencia nacional.
A despecho del carácter multinacional del
BID, el control que los EE. UU. ejercen en la ad­
ministración de los créditos, tanto en razón del
peso específico de sus aportes, como por el dere­
cho a veto de que dispone sobre los "fondos es­
peciales", hace que el monto de los créditos no
guarde relación con los aportes de los Estados
miembros, sino con las preferencias derivadas de
la política exterior hemisférica de los EE- UU.
Así, Brasil, por ejemplo, que aporta el 12,5 % del
capital, recibió en los doce años de existencia
del BID el equivalente al 22 % del total prestado
(u$s 1.031 millones). Continuando esta política
discriminatoria, en la última gestión crediticia del
BID los préstamos otorgados al Brasil llegan al
50 % del total aprobado ,para todos los países de
América Latina (u$s 437 millones), y junto a los
concedidos en favor de México, comprometen el
80 °/o de la suma total prestada al conjunto de las
naciones latinoamericanas. Pero a Chile y el Perú,
en el mismo período, el BID no ha prestado ni
un centavo. A la notoria e irritante segregación
de los países que asumen la defensa de sus rique­
zas, se añade el trámite dilatorio y las trabas bu­
rocráticas opuesta; a la concreción efectiva de
los créditos gestionados, cuando el país o el des­
tino del préstamo carecen de interés para el im-
89
;rialismo. Bolivia obtuvo en 1961 la aprobación
e créditos por un total de u$s 122.8 millones.
)iez años después no se habían desembolsado
nás que u$s 74.4 millones (el 62 %).
En cuanto a la voluntad del Banco Mundial
para satisfacer los requerimientos económicos del
país, comencemos por recordar que nuestra expe­
riencia ilustra su absoluto desinterés en el finan-
ciamiento del desarrollo. En los últimos cinco
años el Banco Mundial desembolsó créditos otor­
gados a Bolivia por un total de u$s 7 millones.
En el mismo tiempo, sólo el Gobierno argentino
desembolsó créditos por más del doble (u$s 16.3
millones). Pero el Banco Mundial hace algunos
servicios menores. Y como la caridad comienza
por casa, de los u$s 10 millones solicitados por
la Dictadura para la ampliación de la capacidad
eléctrica de nuestro país, cuatro están destinados
a una empresa norteamericana que por muchos
años figuró como canadiense y que ahora ha adop­
tado el nombre de Compañía Boliviana de Elec­
tricidad (ex Bolivian Power Co. Ltd.). En este
caso, el Estado compromete su garantía para el
crédito que un Banco norteamericano otorga a
una empresa norteamericana (con lo que acre­
cienta la deuda externa del país y disminuye su
capacidad de endeudamiento) y, por añadidura,
adquiere el compromiso de autorizar nuevas alzas
de tarifas de consumo para garantizar la capaci­
dad de pago de la empresa beneficiada con el
préstamo. En otras palabras, el usuario, emplea­
do u obrero, debe pagar tarifas más altas para
que una compañía norteamericana de electricidad
pueda obtener un crédito de un Banco norteame­
ricano, con garantía del Gobierno de Bolivia.
¿Quién presta? Un Banco norteamericano. ¿Quién
se beneficia con el préstamo? Una compañía nor­
teamericana ¿Quién es el deudor? El Estado bo-
90
vh n o. ¿Quiéi Pag,' el nróstam o? El pueblo
liviano. ¿Quién paga el préstamo? Bltpjttstíwocon-
sumidor. n nT,,.n ,7, iC . ! jrnne tialismo i>...
Para este Banco que el impert&M$akO utiliza
como el gran ariete que abre las puertas de los
países en desarrollo a la penetración del capital
financiero internacional, Bolivia carece de interés
como mercado para la instalación de la industria
fabril privada y su política crediticia, naturalmen­
te, le prohíbe el fmandamiento de empresas esta­
tales. ¿Acaso los acuerdos subregionales que am­
plían los espacios económicos y crean mercados
complementarios, han modificado esta visión de
Bolivia? ¿Cuánto ha prestado el Banco Mundial,
efectivamente, de esa alucinante cantidad de dó­
lares que la Dictadura menciona y repite maja­
deramente? Nada; absolutamente nada. Pero la
sola aceptación de formularios por un total de
u$s 98 millones destinados a la desnacionaliza­
ción del Mutún, de lo más ricos yacimientos de
COMIBOL, de las "colas" y "desmontes’’, del pe­
tróleo, del gas, ya le ha permitido obtener de la
Dictadura la aprobación de la Ley de Inversiones,
la Ley de Hidrocarburos, la modificación del Có­
digo de Minería, la cancelación del monopolio es­
tatal del comercio exterior de los minerales, del
monopolio estatal de la metalurgia, de la siderur­
gia, de la petroquímica, decisiones e instrumentos
que garantizan a los mandahtes de ese Banco, el
régimen de impunidad necesario para la explota­
ción de Bolivia y de los bolivianos.
Hay, siirembargo, tres exigencias más que el
Banco Mundial y el Gobierno de los EE. UU. ha­
cen a la Dictadura de su dependencia. Una de
ellas, la modificación del artículo 25 de la Cons­
titución Política del Estado, para hacer posible la
desnacionalización del Mutún, ya ha sido satisfe­
cha mediante una mera rectificación del Código
de Minería. La Carta Magn», ese libro sagrado de
91
la institucionalidad y la legalidad burguesas que
la Dictadura invoca para justificar la cruel repre­
sión del pueblo boliviano, no podía áfer un obs­
táculo para los proyectos desnacionalizadores del
prestam ista y del inversor.
La segunda exigencia ha sido identificada por
el grupo m onopólico de la burguesía industrial,
com ercial y bancaria que invoca el interés de toda
la actividad privada para respaldar el reclam o y
las im posiciones antinacionales de cien em presas.
Se trata del régim en com ún de tratam iento a los
capitales extranjeros establecido por la cláusula
21- del Acuerdo de Cartagena. Ellos explican que
esta cláusula es incom patible con su decisión de
usar ". . . su m áxim a creatividad en la generación
de nuevos proyectos que sean atractivos para la
inversión extranjera”, y piden la rem oción de esta
disposición lim itante. Ya está form ulada la exi­
gencia.
El m odesto esfuerzo que los países signata­
rios del Acuerdos Subregional Andino han hecho
por aprovechar las contradicciones que se dan en
el cam po del capitalism o y por lim itar la acción
im perialista en el m ercado qué les es com ún, lo
que se traduce en el control concertado de las
inversiones privadas originadas fuera del área de
com prom iso (finalidad que está m uy lejos de ser
revolucionaria), resulta intolerable para los eje­
cutivos del grupo de las cien em presas y, por
cierto, para el Banco Mundial. ¿Cómo podrían
ellas y su Dictadura em presarial aceptar que un
cam po de actividades com o el de servicios públi­
cos, la banca y los seguros, los m edios de com uni­
cación colectiva, los transportes, sea vedado para
la inversión privada extranjera? ¿Cómo abando­
nar a la B olivian Power, por ejem plo, o al First
N ational City Bank? ¿Cómo podrían ellos acep­
tar que las com pañías privadas norteam ericanas
92
establecidas en Bolivia, sean obligadas a ceder
el 51 % de sus acciones a los inversionistas na­
cionales, si lo que ellos están obteniendo es pre­
cisamente lo contrario, la transferencia de las
acciones del Estado en provecho del inversor pri­
vado norteamericano? ¿Cómo podrian aceptar
que se limite la expatriación de las utilidades de
las compañías privadas extranjeras, al 14 % anual,
precisamente cuando ellos celebran la ilimitada
franquicia que al respecto confiere la Ley de In­
versiones? ¿Cómo aceptar que algunos países de­
pendientes acuerden relacionar sus economías
complementarias y crear un mercado recíproco pa­
ra el estímulo de su desarrollo, en lugar de formar
una gran masa consumidora regional para el es­
tablecimiento de industrias privadas imperialis­
tas a un costo menor de producción? El Acuerdo
de Cartagena nos habla de nacionalizar el capital
extranjero por la vía de las Sociedades Mixtas.
Los ejecutivos y su Dictadura, con empleo de la
Ley-Gáñzúa y la de Hidrocarburos, hacen posible
la cxtranjerizacióñ del capital nacional por la mis­
ma vía: las Sociedades Mixtas. ¿Por qué habrían
de aceptar ellos el establecimiento de limitacio­
nes concertadas a la inversión extranjera, lo que
pone fin a la competencia que nuestros países li­
bran por ofrecer mayores franquicias al capital
foráneo, si la Dictadura y sus empresarios están
resueltos a regalar todo el país? Por todo ello, no
hay duda de que la segunda exigencia del Banco
Mundial está en vías de ser cumplida.
La tercera, la devaluación monetaria, ya ha
sido ejecutada. Si la Ley de Inversiones y la de
Hidrocarburos sientan las bases legales de la des­
nacionalización de nuestra economía, la devalua­
ción monetaria la completa haciendo posible el
financiamiento interno, al precio de la miseria po­
pular.
93
2 E l empobrecimiento
del pueblo
¿Cómo justifica la Dictadura boliviana la de­
valuación monetaria? Estas son algunas de las
condiciones favorables a la estabilización mone­
taria con que ella contó: Las exportaciones del
primer semestre de 1972 aumentaron en ufs 32
millones, respecto de las realizadas en el mismo
período del año anterior. Pero no se trata, pro­
piamente, de un incremento del volumen de las
exportaciones, sino del valor de las mismas. En
1971 la cotización internacional del estaño prome­
dió el precio de u$s 1,58 la libra fina. En 1972
alcanzó el precio promedial de u$s 1,71 la libra
fina, cotización que se asemeja a la más alta de
los últimos veinte años. Se iniciaron las exporta­
ciones de gas, aumentaron las de petróleo y su­
bieron los precios del crudo, determ inando un
crecimiento global de los valores de exportación
de hidrocarburos de ciento por ciento. La balan­
za comercial del primer sémestre arrojó una di­
ferencia favorable de u$s 8,5 millones (exporta­
ciones por ufs 97,6 millones, e importaciones por
ufs 89,1 millones). En el mismo período de este
año las ventas de divisas hechas por los sectores
mineros, petrolero y agropecuario aumentaron en
ufs 22,7 millones respecto de las realizadas en el
primer semestre del año pasado (ufs 57,9 millo­
95
nes en los prim eros seis m eses de 1971, y u$s 80,6
m illones en el m ism o período de 1972). El cré­
d ito externo substancialm ente dirigido al finan-
ciam iento del Presupuesto del Gobierno Central
(sea directam ente, por los préstam os originados
en la aplicación de Fondos de Contrapartida o
por la sustitución de inversiones públicas o de
a p o rte s lo c a le s, o in d irecta m en te, por m edio
de los préstam os de AID destinados a los Progra­
m as de Em ergencia de la Presidencia), sobrepasó
cuanta asistencia presupuestaria se obtuv¿p en el
pasado. El aum ento del crédito interno, prepon-
derantem ente originado en crédito público reali­
zado por interm edio de las instituciones privadas,
se m ide por el nivel de las utilidades que en el
prim er sem estre hicieron los bancos privados y
que registró un increm ento del 100 % en relación
con el prim er sem estre del año pasado. Por algo
más de un año calendario y dos gestiones acadé­
m icas, la Dictadura elim inó del presupuesto na­
cional el ítem correspondiente a las Universida­
des ciel país. Durante catorce m eses la Dictadura
em presarial elim inó por la fuerza todo aquello
que sus m andantes consideraban com o traba le­
gal, obstáculo de hecho o factor adverso a la "es­
tabilidad política y al clim a de confianza que re­
quieren las inversiones y la actividad privada para
realizar todas sus iniciativas y su capacidad crea­
dora”. Suprim idas las libertades dem ocráticas, la
clase trabajadora fue obligada a soportar el con­
gelam iento de sueldos y salarios, a pesar del alza
constante del costo de vida, y la paz social im ­
puesta por el terror evitó toda huelga o interrup­
ción del trabajo.
En sum a, que el aum ento de los ingresos pú­
blicos por concepto del increm ento del valor de las
exportaciones y de las percepciones tributarias, así
com o la dism inución del gasto público por elim i­
96
nación de ítems o sustitución del fínanciamiento,
por una parte; y el aumento en los ingresos de di­
visas, por otras; hacían pensar a los titulares de la
Dictadura y a sus epígonos en una perspectiva
tranquilizadora sobre el equilibrio financiero pú­
blico y sobre la estabilidad monetaria. La exterio-
rización y utilización política de esta confianza
logró comprometer la buena fe de algunos secto­
res de mayores ingresos, y el volumen de dinero
depositado en las cuentas de ahorro alcanzó ni­
veles sin precedentes y superó al depositado en
las cuentas corrientes.
Contrariando esta optimista apreciación ofi­
cial de la situación financiera y monetaria, el
trabajador percibía dolorosamente cómo su sala­
rio perdía valor adquisitivo, el funcionario públi­
co cobraba su remuneración mensual con crecien­
te atraso, y el importador verificaba que la coti­
zación no oficial del dólar subía incesantemente,
a pesar del régimen de libre cambio. Es entonces
que los representantes de la Dictadura acuden a
todo el poder de persuación que tienen las estadís­
ticas cuando aparecen en letras de molde y, sobre
todo, cuando su mención se acompaña con la si­
gla de alguno de esos organismos internacionales
que prestan jerarquía técnica al negocio de la ex­
plotación de los países dependientes. En el infor­
me que la Dictadura presentó al CIAP sostuvo
que’: "El objetivo de la política monetaria es el
fínanciamiento de la actividad económica, en base
al mantenimiento de la estabilidad monetaria".
El presidente del Banco Central, a su retomo de
la reunión anual del Fondo Monetario Internacio­
nal (FMI), en Washington, declaró que: "El FMI
no da consejos o presiona al gobierno de Bolivia,
para obtener la devaluación monetaria".
Pero el trabajador, por razones que la bur­
guesía y sus mandatarios no entienden, cree me­
91
nos en lo que dice el FMI o el ministro de Finan*
zas, que en lo que su propia experiencia le ense­
ña. Es más, por razones aún menos comprensibles
para la clase propietaria, sabe que el optimismo
y la satisfacción de la burguesía intermediaria es
justamente la confirmación de que sus perspecti­
vas económicas son sombrías y que el crecimien­
to de la riqueza concentrada en manos del grupo
hegemónico de la burguesía, no puede operarse
sino a expensas del empobrecimiento de las ma­
sas trabajadoras.
Ante las primeras manifestaciones de inquie­
tud por el inocultable desequilibrio financiero re­
flejado en un anteproyecto de presupuesto para
la gestión de 1972, el ministro de Finanzas ensa­
yó una explicación confusa y contradictoria, que
remató en una confesión imprudente: "Si a esto
agregamos algunas medidas de seguridad que el
gobierno tenía que tomar para garantizar la paz
pública y un clima propicio para las inversiones,
tenemos que el presupuesto fiscal subió a un dé­
ficit de ochocientos millones de pesos”. ¿De mo­
do que no eran suficientes los cinco millones de
dólares en armamentos y pertrechos represivos
donados por el gobierno norteamericano, para
asegurar ese "clima propicio”, esa atmósfera de
pólvora y sangre tan grata al olfato de los exigen­
tes inversores de cuyo interés por comprar Boli-
vía depende la estabilidad de la Dictadura y la
felicidad de la burguesía monopólica?
Semejante confesión no hizo sino transfor­
mar la inquietud en protesta popular y convertir
la sospecha en una amarga certidumbre. Para
contrarrestar su efecto adverso y presentar un
nuevo presupuesto, el titular de ese mismo des­
pacho preparó una proclama marcial: "Nuestro
presupuesto es definitivamente una barrera con­
tra la inflación y un escudo contra la devaluación.
98
Nuestra premisa es mantener la paridad de nues­
tro signo monetario. Sostenemos que con el pre­
supuesto aprobado, se ha eliminado el fantasma
de la devaluación”. De la solidez de ese escudo,
de la idoneidad administrativa de los partidos de
la burguesía, y de la condición intelectual del mi­
nistro, podía juzgarse leyendo la frase final que
destacaba orgullosamerite la brevedad del tiempo
dedicado a la preparación del presupuesto: "Quie­
ro destacar que se ha podido reformar el Presu­
puesto General de la Nación, prácticamente en una
sola noche”. No quedaba, pues, la menor duda
de que el "fantasma de la devaluación” no había
sido alejado, sino invitado a tomar posesión de
la economía popular.
Si el financiamiento externo del gasto públi­
co era excepcional y las percepciones tributarias
aumentaron, ¿por qué se anunciaba tan cuantioso
déficit? Si la balanza comercial mostraba un sal­
do favorable, si las entregas de divisas al Banco
Central elevaron el nivel de las reservas, a causa
del aumento del valor de las exportaciones, si el
régimen de libre cambio se mantenía vigente y
el FMI no ejercía presión alguna, ¿por qué se de-
valuaba nuestra moneda?
El presupuesto general de 1972 fue aprobado
con un déficit de $b. 616,3 millones, suma equi­
valente al 50 % del presupuesto total de Ingresos
correspondiente al año 1971. El mayor déficit de
los últimos diez años fue de $b. 191,6 millones, en
1968. Este de 1972, es tres veces mayor. Entre el
año 1971, de cuyos últimos cuatro meses de admi­
nistración es responsable la Dictadura, y 1972, el
Presupuesto del Gobierno Central y de las Insti­
tuciones Descentralizadas aumentó en $b. 265,8
millones de los cuales $b. 219,2 millones corres­
ponden al aumento registrado por el ítem de Ser­
vicios Personales. En el primer semestre de 1972,
99
los gastos públicos aumentaron en $b. 93,2 millo­
nes, de los que el 50,5 % corresponden a sueldos
del personal administrativo. El incremento des­
mesurado del presupuesto de servicios persona­
les, a pesar de la eliminación de la parte corres­
pondiente a las Universidades clausuradas y del
ahorro introducido mediante las masacres blan­
cas de funcionarios insuficientemente derechis­
tas, prueba no solamente la milagrosa multipli­
cación de los puestos públicos al conjuro de la
Dictadura y para satisfacción del insaciable ape­
tito burocrático del MNR y de FSB, sino también
el entusiasmo que los sueldos públicos despiertan
en los furiosos partidarios de la empresa privada.
Pero como la inflación de militantes remu­
nerados se hace mayor cuanto mayor es la mise­
ria popular extendida por la política económica
de la Dictadura, obediente a la concepción capi­
talista del desarrollo económico, y la fabricación
de billetes con que se satisface las necesidades
del Tesoro Nacional para el pago de sueldos se
transparenta en el déficit fiscal, la Dictadura des­
cubrió que la mejor manera de nutrir a los dos
partidos era despojar a todo trabajador del país
del 1 % de sus remuneraciones, en beneficio de
ese organismo presupuestívoro que es el frente ofi­
cialista (FPN). En un año de vigencia de esa dis­
posición que reglamenta el robo periódico y to­
mando en cuenta solamente a los funcionarios del
gobierno central (excluidas las instituciones des­
centralizadas del Estado y toda la actividad pri­
vada, cuyos trabajadores y empleados también
estaban obligados a esta contribución, dicho des­
cuento alcanza a la suma de $b. 9,8 millones.
Así, al soborno internacional para compro­
meter lá entrega del país y su patrimonio; a la
mercenarización para el servicio armado de los
intereses de la burguesía antinacional; se suma
160
la conversión del salario de cada trabajador en un
botín a disposición de los dirigentes de los parti­
dos que cumplieron la hazaña de sentarse detrás
de los escritorios de las oficinas públicas. Entre la
burguesía y los partidos que representan sus in­
tereses, han llegado a un pragmático intercambio
de servicios: puestos públicos, despojo de remu­
neraciones honradamente ganadas, malversación
de fondos públicos y contrabando, en favor de
los partidos. Leyes para la desnacionalización de
nuestra economía, disposiciones para la privati­
zación del patrimonio económico del Estado, im­
punidad para la explotación de la clase trabajado­
ra, en favor de la burguesía.
¿Cuál ha sido el resultado de esa política fi­
nanciera que combina el incesante aumento del
gasto público improductivo con la disminución
de los ingresos? Que el presupuesto de Egresos
para la gestión de 1972 fue fijado con un aumen­
to del 30 % respecto de la gestión precedente, ín­
dice de crecimiento que de hecho es el mayor de
los últimos diez años y sólo comparable al regis­
trado durante el primer año de la Restauración, en
1965, pero cuya ejecución, a octubre del presente
año, mostró que las más pesimistas previsiones ha­
bían sido sobrepasadas por la realidad de una ad­
ministración deshonesta e incapaz. El incesante
aumento del gasto público en Servicios Personales
innecesarios: el desmesurado crecimiento de la
deuda pública contraída con fines demagógicos
o desviada al subsidio de déficits fiscales; el pago
al contado de indemnizaciones fraudulentamente
sobrevaloradas que obligaron al endeudamiento
interno y externo, con el consiguiente incremento
de las partidas destinadas al servicio de esas deu­
das (entre "Matilde" y la IMPC, u$s 15 millones);
el aumento de los presupuestos ministeriales y de
la Presidencia de la República destinados al fi-
101
nanciamiento directo o indirecto (gastos reserva­
dos o ítem aparentes), de los servicios de repre­
sión uniformada o civil (que totalizan fb. 402
millones, o el 30 % del Presupuesto); la práctica
del turismo oficial con viáticos que no guardan
relación con la economía nacional; todo ello en el
orden de los egresos. La vigencia de una tasa de
descuento del valor de nuestras exportaciones de
hidrocarburos, en beneficio de la Gulf, lo que dis­
minuye proporcionalmente los ingresos fiscales
(u$s 10,7 millones anuales); el uso de la econo­
mía de las empresas del Estado (principalmente
COMIBOL, YPFfi, LAB y otras), en subsidios di­
rectos o indirectos al fmandamiento de campa­
ñas políticas oficialistas, gastos que a la hora de
la liquidación de regalías se descuentan de los
aportes que esas empresas deben hacer a la for­
mación del presupuesto nacional; la pérdida de
u |s 30 millones por el contrabando estimulado y
organizado por los más altos funcionarios públi­
cos y dirigentes políticos. La condescendencia de
la Dictadura con los correligionarios y favoreci­
dos suyos, durante los años que el MNR y la Jun­
ta Militar gobernaron el país y a quienes no se
ejecutan las Notas de Cargo por contratos de cons­
trucción o provisión incumplidos, o por adelan­
tos no devueltos, o por préstamos de honor no
pagados, y que suman u$s 14 millones; la cance­
lación del monopolio estatal del comercio exte­
rior de minerales, con la consiguiente transferen­
cia de utilidades generadas en la intermediación
del Estado al sector privado;, todo ello en lo que
hace a los ingresos. Dichas medidas no podían
menos que contribuir a la aceleración del desequi­
librio financiero.
El desfinanciado presupuesto por ejecutar
estimaba un ingreso de $b. 623 millones para el
primer semestre de 1972. La realidad de las per­
102
cepciones en ese período mostró un ingreso de
solamente $b. 535,1 millones, lo que aumentó el
déficit en $b. 88,5 millones. En cuanto a los egre­
sos del primer semestre de 1972, crecieron en tal
proporción que el déficit presupuestario general
del Gobierno Central, al 30 de junio de 1972, ya
totalizó la suma de $b. 256 millones, cantidad que
importa un aumento de $b. 100 millones en rela­
ción con el mismo semestre del año anterior.
¿Cómo financió la Dictadura él déficit del año
1971 y el que arroja la presente gestión? En 1971
el déficit del Presupuesto Nacional alcanzó la su­
ma de $b. 297,8 millones, de los cuales $b. 250,7
millones fueron financiados con créditos del Ban­
co Central, y $b. 18,5 millones por USAID. El
proyecto de financiamiento del déficit de $b. 616,3
millones que arroja el presupuesto de 1972, toma
en cuenta, entre crédito fiscal ($b. 230 millones),
préstamo de próxima gestión ($b. 150 millones), y
déficit sin financiamiento ($b. 102,7 millones),
todo lo cual se traduce en crédito del Banco Cen­
tral, la suma global de $b. 482,7 millones.
Hasta el 30 de junio del año 1972, el Banco
Central ya había otorgado créditos al Tesoro de
la Nación que totalizaban la cantidad de $b. 230
millones. En suma, que entre los créditos otorga­
dos en 1971 y el primer semestre de 1972, para el
financiamiento del déficit presupuestario del Go­
bierno Central, el Banco Central entregó la canti­
dad de $b. 480,7 millones. ¿Dónde se origina el
dinero que el Banco Central tuvo que prestar al
Tesoro de la Nación? En la emisión inorgánica
de moneda, en la fabricación de billetes. El 21 de
agosto de 1971 el circulante alcanzaba a la canti­
dad de $b. 1.535 millones. Al 30 de junio de 1972
totalizaba los $b. 1.777 millones. El aumento del
circulante entre 1971 y 1972 registra el porcentaje
más alto de los últimos siete años, 12,5 % dé cre­
103
cim iento anual del m edio circulante. Pero no se
trata solam ente de los préstam os al Tesoro N a­
cional. De 1971 a jim io de 1972, el crédito interno
del sistem a bancario al sector privado y público
generó un aum ento del circulante superior a los
$b. 600 m illones, lo que, en relación con el total
m encionado al térm ino del prim er sem estre de
este año, da una idea de la gran influencia que
este factor de expansión m onetaria tuvo en la
creación de una corriente inflacionaria y de su
consiguiente presión sobre nuestras escasas reser­
vas m onetarias.
Queda en claro que la Dictadura fascista con­
tó con condiciones generales de producción, m er­
cado y financiam iento excepcionalm ente favora­
bles. Factores com o el alto nivel alcanzado por
las cotizaciones internacionales de los m inerales
y el aum ento de los precios del petróleo; la incor­
poración de nuevos rubros de exportación de hi­
drocarburos y agropecuarios de alta rentabilidad,
com o el gas y el algodón; y el extraordinario fi­
nanciam iento externo, ofrecieron las condiciones
económ ico-financieras que la burguesía y su go­
bierno juzgaron adecuadas para el desarrollo ca­
pitalista y dependiente que postulan, y, en conse­
cuencia, para una eficiente adm inistración liberal
d e. las finanzas públicas. Pero tam bién queda en
evidencia el resultado: un déficit cuantioso finan­
ciado con la fabricación de billetes, el desencade­
nam iento de un proceso de incesante encareci­
m iento del costo de vida, y la devaluación de la
m oneda. Ya hem os identificado las causas del
déficit, su m agnitud y sus características, así com o
el recurso al que se acudió para financiarlo. Res­
ta decir cóm o y en beneficio de quién se em po­
brece a la clase trabajadora y a los sectores popu­
lares, cóm o y por im posición de quién se devaluó
la m oneda.
104
Cuando los gobiernos de la burguesía proim­
perialista se vieron enfrentados al problema del
financiamiento de un presupuesto desequilibra­
do, siempre optaron por una combinación de cua­
tro procedimientos: la gestión política reservada
ante el gobierno de los EE. UU. para la obtención
de un crédito o donativo como "soporte"; la fa­
bricación de billetes; la creación o aumento de
impuestos indirectos que pesan sobre el consumi­
dor y no sobre el productor; y la disminución
directa o indirecta de los sueldos y salarios. La
Dictadura ha sido fiel a esta práctica, pero la ha
extremado. Ya nos hemos referido a cómo echó
mano de los dos primeros procedimientos. Vea­
mos ahora cómo ha usado de los otros dos.
Todos los gobiernos de la burguesía hablaron
de la necesidad de estimular las exportaciones
como una manera de aumentar las participaciones
fiscales y, en suma, de incentivar la creación de
riqueza nacional. El resultado de esta política,
dado el carácter fundam entalmente minero de
nuestro comercio exterior, fue el de acentuar la
condición monoexportadora del país, de mantener
un exiguo nivel de contribución a la formación del
presupuesto, de aumentar el gasto de divisas en la
importación de todo lo que el país, acentuadamen­
te üfonoproductor, necesitaba, y, finalmente, de
concentrar la riqueza, empobrecer al pueblo y des­
capitalizar al país. Para acentuar esta política, la
Dictadura se ha guiado directamente por los re­
sultados y de ellos ha hecho todo un programa en
el que, a las exportaciones de productos naturales
no renovables, ha añadido la de productos agro­
pecuarios, perpetuando el sistema descapitaliza-
dor pero bajo la apariencia de una política de di­
versificación industrial y de sustitución de impor­
taciones. Pero pasemos de las aserciones gene­
rales, a la señalización de algunos casos concretos.
105
Hace ya algunos años qué Bolivia ingresó al
mercado internacional del azúcar con una pequeña
cuota destinada a los Estados Unidos. Bastante
antes que ello ocurriera, el país logró, por acción
del Estado, el autoabastecimiento de este produc­
to alimenticio fundamental^ lo que lé permitió
un apreciable ahorro de divisas. Pero en 1972,
como ocurrirá con el petróleo: raí 1980, si es que
el pueblo no arroja del poder antes a la burgue­
sía, Bolivia se ha convertido de país exportador,
en país importador de azúcar. ¿Por qué? En
1971 la molienda de caña bajó de un millón y
medio de toneladas a solamente setecientas mil.
La Dictadura tuvo, que importar 41.000 toneladas
de azúcar brasileña por un precio de aproximada­
mente u$s 6 millones. En 1972 Santa Cruz debe
producir 2.800.000 quintales y producirá solamen­
te 1.120.000. El déficit tendrá que ser compensado
con nuevas importaciones, por esta vez por un
precio de u$s 12 millones.
¿Cómo se explica esta caída vertical de la pro­
ducción de caña y de azúcar? En gran medida,
porque la extraordinaria rentabilidad del cultivo
del algodón y el régimen excepcional de franqui­
cias que se le brindó, de apoyo financiero, de in­
significante tributación, de rápido retomo de las
inversiones convertidas en dólares, y de absoluta
libertad en la política de precios, competía venta­
josamente con un cultivo que, como el de la caña,
estaba de algún modo sometido al control indi­
recto de precios determinado por su incidencia
visible en la economía popular.
Simplemente que el cañero dejó de cultivar
caña y comenzó a cultivar algodón.
Como en muchos otros aspectos de la política
económica de la Dictadura burguesa, el principio
liberal de la regulación de la producción y el mer­
106
cado por la concurrencia de la oferta y la deman­
da, se convirtió en una norma insuficiente con­
frontada con su irreprimible deseo de servir a sus
mandantes. De la indefensión de la masa consumi­
dora y de la debilidad del pequeño productor, se
pasó resueltamente a la planificación de la miseria
popular y a la liquidación del pequeño productor,
en obsequio de la burguesía exportadora a la que
estimuló y respaldó como corresponde a un go­
bierno que le pertenece por todo concepto. La
disminución del azúcar en la alimentación popu­
lar es algo que tenía sin cuidado a la Dictadura.
Hasta que la incidencia en la balanza comercial
y la de pagos de los u$s 18 millones destinados a
la importación de azúcar, en dos gestiones agrí­
colas, le permitió descubrir, tardíamente, que no
hay azúcar sin caña y que ésta no se cultiva por­
que el algodón que crece en su reemplazo enri­
quece ahora a otro sector de la burguesía agraria.
La Dictadura encaró el problema que representa­
ba esta contradicción de la manera más congruen­
te. Resolvió estimular el cultivo de la caña auto­
rizando un aumento del precio de ésta. Pero co­
mo no se trataba de beneficiar a un sector de la
burguesía agraria, a costa de las utilidades de
otro sector de la burguesía agroindustrial, decidió,
transferir el incremento de los costos de fabrica­
ción de azúcar al consumidor. Así, los cañeros,
incentivados por el sobreprecio, tornarían al cul­
tivo de caña. Los ingenios aumentarían su pro­
ducción y sus utilidades permanecerían intactas.
Quedaba, solamente, el problema de la protesta
popular que aunque siempre es posible someter­
la, podría crear un clima de intranquilidad ingra­
to para la rubia clientela de inversores privados
extranjeros que no se decidían a comprar Bolivia.
¿Qué hacer? Se autorizó la fabricación de
dos tipos distintos de azúcar. Uno de ellos, 11a­
107
mado "popular”, lo que en la mente de la Dicta­
dura quiere decir apto para el consumo de ciuda­
danos de segunda clase, de subhombres, sería de
una calidad notablemente inferior a la que siem­
pre se consumió en el país. Para este tipo de
azúcar de menor costo y menor propiedad alimen­
ticia, los fabricantes harían el favor de mantener
el precio que tenía el azúcar de mayor costo de
producción y de mayor poder calorífico. El otro
tipo, idéntico al que tradicionalmente se fabricó
en Bolivia, se elevaría de precio. La Dictadura ha­
bía encontrado dos maneras de enriquecer a los
ingenios y dos modos de empobrecer a los secto­
res populares: menor calidad por el mismo pre­
cio y mayor precio por la misma calidad.
Como la especulación, alentada por la esca­
so/ de azúcar, continuó haciendo presa de las ma­
sas consumidoras, a pesar de la elevación de pre­
cios, la Dictadura encontró ocasión para exhibir
una sensibilidad social insospechable. Por inter­
medio de su Ministerio de Industria y Comercio
acometió resueltamente una campaña contra la
especulación. Mediante avisos periodísticos, reco­
mendaba al consumidor no confiar en su memo­
ria y llevar consigo una libreta de notas para el
registro de la dirección de aquellas tiendas donde
tuviera la buena suerte de encontrar azúcar mc:
nos cara. Y como no se podía pedir a la Dictadura
una parcialidad tan manifiesta con el consumidor,
también se acordó de los propietarios de los in­
genios azucareros: dispuso que el Banco del Es­
tado otorgara a los ingenios privados "La Bélgica’
y “San Aurelio”, sendos créditos a tres años plazo,
por Sb. 9 millones y §b. 6 millones, respectiva­
mente.
Sólo resta decir que, a pesar del déficit azu­
carero ya señalado, la Dictadura dispuso la expor­
tación de 163.000 quintales. De este modo, cum­
108
plía ejemplarmente su programa: el país gastaba
divisas del Estado en la importación de azúcar, y
los fabricantes de azúcar, salvados de la obliga­
ción de venderla en la envilecida moneda nacio­
nal, guardaban para sí los dólares obtenidos en la
exportación de su producto. Esta provechosa ope­
ración no ha sido repetida en la presente gestión
agrícola. Pero no porque la Dictadura hubiera
resuelto poner fin a este original intercambio, si­
no porque una ley norteamericana prohíbe la im­
portación de azúcar de aquellos países que en
1972, no cubran sus necesidades internas. Como
se ve, la Dictadura pro imperialista ha ido tan
lejos que ha entrado en contradicción hasta con
la ley norteamericana.
El área de cultivo del algodón subió, con el
manifiesto estímulo de la Dictadura, en relación
inversamente proporcional a la disminución de
la destinada a la caña. Para la gestión agrícola
del 71 al 72, el rendimiento de cuarenta y siete
mil hectáreas aumentó el 100 °/o la producción
algodonera (de 5.000 a 10.000 toneladas). ¿Cuá­
les son las condiciones bajo las cuales fue posi­
ble este incremento? ¿Que estímulos mueven es­
ta opulenta actividad económica que, en el desa-
rrolio histórico de nuestra sociedad monoexpoi-
tadcra de productos naturales, inscribe el nom­
bre del algodón junto al de la plata, de la goma
o del estaño que en su tiempo caracterizaron un
período y se identificaron con el predominio de
una clase o de un sector de clase? ¿Qué otras
circunstancias propicias han hecho posible que
en los fardos de algodón anide y crezca este nue­
vo poder económico que combina las caracterís­
ticas regresivas del feudalismo terrateniente con
la agresividad de la moderna empresa capita­
lista? Porque, claro está, el genio empresarial
del reducido grupo que controla su exportación
109
no puede explicarlo todo. ¡Al fin y al cabo, ellos
no han inventado el algodón!
Veamos. Los campesinos están obligados a
aportar el 65 % de los fondos requeridos para el
financiamiento de 439 proyectos de desarrollo
de las comunidades campesinas. De quince pro­
yectos preparados por el Instituto Nacional de
Colonización, en las zonas agrícolas tropicales y
subtropicales, once han sido abandonados por
falta de presupuesto. En ambos casos, citados a
modo de ejemplo, los campesinos deben autofi-
nanciarse o seguir roturando la tierra con el ara­
do egipcio y resignarse a la desnutrición y su
secuela de morbilidad y mortandad infantil. Pa­
ra el financiamiento de la gestión agrícola de
1972 en cambio, los productores de algodón con­
taron con un crédito de u$s 15,7 millones, de los
cuales u |s 13,3 millones comprometen la econo­
mía del Estado, por el origen del préstamo o
por la intermediación en la administración dél
mismo. ¿Qué representa esta suma? Es nada
menos que dos y media veces el valor total de
la producción algodonera de la gestión agrícola
pasada y superior, cuando menos en 30 %, al va­
lor total de la producción estimada para el pró­
ximo año.
La Empresa Nacional de Ferrocarriles del
Estado acusa un déficit que la mantiene al borde
de la quiebra. Sus administradores resuelven
que el sistema tarifario tradicional en la Red
Oriental debe ser sustituido por otro que tome
en cuenta el valor de la mercadería transporta­
da, lo que importa un aumento en las tarifas
que pagan los productos agropecuarios. La Dic­
tadura resuelve acoger el reclamo de los expor­
tadores y deja sin efecto dicha disposición. Pero
no todo está perdido para la Empresa de Ferro­
carriles. Hay modos de ahorrar sin poner en
110
riesgo el "despegue económico", mientras el Ban­
co Mundial contempla el cumplimiento de otra
de sus imposiciones: en aplicación del decreto
de "Racionalización” N? 10.173, se decide el des­
pido de 900 trabajadores de esa empresa.
La noción de impuesto a la renta lleva im­
plícita la idea de-que a mayor utilidad correspon­
de mayor tributación. Pues la dictadura invierte
este sentido y, segura de interpretar los deseos
de los exportadores de algodón, para los que la
indagación de sus costos y de sus utilidades por
las autoridades de la Renta Nacional es una
impertinencia, aprueba el Decreto Supremo N?
10245 que establece que: "Para la cosecha de al­
godón correspondiente al 71-72, el cumplimiento
del pago de impuestos sobre utilidades debe ser
objeto de un tratamiento especial, como un in­
centivo al cultivo de este producto", y, por tanto,
decreta que los algodoneros cancelarán "u$s 0,50
centavos por quintal de algodón, sustitutivo, por
esa gestión, del impuesto a las utilidades". Casi
al mismo tiempo la Federación Departamental
de Cooperativas Agropecuarias de La Paz pro­
testa porque la Dictadura ha modificado la Ley
de Sociedades Cooperativas e impuesto nuevas
cargas tributarias sobre utilidades. Son dos "tra-
tramientos especiales”, pero distintos.
Pero, no basta esa graciosa concesión tribu­
taria. El pequeño grupo de ejecutivos de ADEPA
que hegemoniza la actividad económica algodo­
nera, ensaya una especiosa y cazurra argumenta­
ción por la que intenta probar que en Bolivia la
fijación de un impuesto sobre la renta agrícola
seria una tarea imposible a causa de la "ignoran­
cia contable” de las masas campesinas analfabe­
tas. Aunque no es el caso de estos ejecutivos
letrados, que parecen más bien duchos en cues­
tiones tributarias, la ocasión es buena para capi­
111
tal izar hasta la ignorancia que tantos réditos ya
ha dado a la burguesía exportadora a lo largo de
nuestra historia. Van más allá y descartan el
impuesto sobre exportación, justamente por las
razones contrarias: "porque no toma en cuenta
el margen de utilidad de la cosecha exportable”.
Puesto que para los exportadores de algodón no
es posible el impuesto sobre utilidades y tam­
poco lo es el gravamen sobre el producto bruto,
es claro, que lo inadmisible para ellos es pagar
impuestos, cualquiera que fuese el procedimien­
to o el monto. ¿Acaso ellos mismos no comien­
zan por reconocer que la agricultura debe tribu­
tar para el financiamiento del desarrollo de la
misma agricultura? ¿Quién debe pagar impues­
tos en el campo? Naturalmente que los campe­
sinos pobres. Y así volvemos al frustrado im­
puesto predial rústico que bajo el gobierno de la
primera restauración se intentó imponer a las
masas campesinas.
Parte de esos campesinos, a los que a pesar
de su ignorancia contable el grupo monopólico
de los algodoneros ha elegido para que lo reem­
place en la obligación de pagar impuestos, son
aquellos miles de hombres a los que el proceso
de subdivisión de la tierra, generado en la refor­
ma agraria pequeño burguesa, arroja en condi­
ción semiproletaria o proletaria agraria a las
faenas de la moderna empresa agrícola. Son jus­
tamente ellos los que alquilan anualmente sus
manos para recoger los capullos producidos por
la tierra que no tienen. Se necesita un hombre
para cosechar una hectárea. Cuarenta mil hom­
bres en 1971 y sesenta mil en 1972. Pero como
el salario y las condiciones generales de trabajo
que se les ofrece no logran atraer ese número de
campesinos desde otros puntos de la república,
el presidente de ADEPA se dirige al coronel Ban-
112
zer por medio de un radiograma: "Rogamos a
su autoridad, dado carácter de emergencia, dis­
poner de los conscriptos de las unidades de San­
ta Cruz para que puedan ser utilizados en las
labores de recolección de algodón". La respues­
ta no se deja esperar. Se dispone el recluta­
miento militar de los civiles en doce zonas del
país. Como tampoco por este medio coercitivo
se logra el número de brazos que deben enviarse
a Santa Cruz, donde ya trabajan en la cosecha
algunos centenares de menores de edad, el Mi­
nistro de Defensa declara: "Hay que salvar a
cualquier precio la cosecha de algodón". Y aña­
de: "En el futuro, esta será la forma de actuar
de las Fuerzas Armadas en el programa de coo­
peración al desarrollo". La forma de cooperación
a que se refiere el general Ministro de Defensa,
es la intervención de toda la Octava División del
Ejército. Siete mil quinientos reclutas son en­
viados a cosechar algodón. Esa es la respuesta
que la Dictadura dio al radiograma del presi­
dente de ADEPA.
¿Qué más se puede pedir? Créditos estata­
les superiores a los requerimientos de financia-
miento; tarifas de transporte ferroviario estatal
subvencionadas; exención de impuestos que de­
ben pagar al Estado; cosecha por soldados que
prestan servicio militar en la institución armada
del Estado. Hay que confiar en que cuando me­
nos esta vez a los empresarios privados no les
parezca mal la intervención del Estado.
Hace algunos años que la relación produc­
ción-consumo de carne en Bolivia muestra un
equilibrio inestable. A pesar de que se vive con
la impresión de que el país produce la carne que
necesita para el consumo de su población, lo
cierto es que con alguna frecuencia ha debido
tomarse en cuenta alguna partida de importa­
113
ción legal o ilegal. En los últimos añbsel consumo
aumentó en 3,5 % al año, y la reproducción del
ganado nacional es solamente el 3 %. Esta es una
diferencia que, de convertirse en una tendencia
sostenida, no puede menos que anunciar una rá­
pida extinción, a pesar de las óptimas condiciones
de crian 2a que el país ofrece.
Pero, la Dictadura resolvió que era conve­
niente el fomento de la exportación de carne.
Sin duda que lo era, pero no para el país ni para
la economía popular; ni siquiera para los mil
ochocientos ganaderos del Beni, sino para el pe­
queño grupo que en su representación controla
el negocio de la exportación. El incremento de
sacrificio de reses llegó al 5 % al finalizar 1971,
y continuó aumentando en el curso de 1972.
Cumplido el primer semestre del presente año,
las exportaciones legales de carne totalizaran
u$s 3,7 millones y nada hace pensar que éstas
fueran superiores a las ilegales. El resultado in­
mediato fue una aguda escasez que hizo crisis en
los centros mineros. La solución fue, naturalmen­
te, el encarecimiento que, como en el caso del
azúcar, se materializó por el sistema de la dife­
renciación de las calidades de carne, dependiendo
de la clase social consumidora.
El gobierno militar del Brasil, en cuya ima­
gen y ejemplo se inspira la Dictadura de Bolivia,'
prohíbe las exportaciones de carne, en resguardo
de su riqueza ganadera y de sus necesidades in­
ternas. Es más, hace la vista gorda al contra­
bando de ganado en pie que desde Bolivia y con
la complicidad de las autoridades bolivianas, in­
gresa a su territorio fronterizo en cantidades
cada vez mayores. Que sea justamente el Brasil,
país que exporta anualmente 160.000 toneladas
de carne, por un valor de u$s 200 millones, el
114
que adopte esa medida proteccionista del consu­
mo nacional, es algo que la Dictadura fascista
prefiere ignorar. Son otras las medidas brasile­
ñas que entusiasman a la Dictadura.
No importa que el Banco Agrícola preste el
75 % de su capital (u|s 29,1 millones), para el
fomento de la ganadería, del cultivo del algodón
y de la industria azucarera, con los resultados
y en las condiciones ya conocidos. No importa
que un día el pequeño productor de arroz, aban­
donado a su suerte por FENCA, organismo al
que el Banco de Estado le niega un financia-
miento de su cosecha por encima del 26 % de
su valor, vea pudrirse sin destino el fruto de su
trabajo, o que otro día el consumidor no tenga
arroz que comer. No importa la liquidación de
IMBOLCA y la entrega de los pequeños produc­
tores de café a los turbios manipuleos de los res*
catadores que venden "cupos de exportación” y
no granos de café. No importa que las tarifas
de energía eléctrica suban en aplicación en un
Código de Electricidad que convierte al consu­
midor en el verdadero deudor del dinero que un
banco norteamericano prestó a la Bolivian Po­
wer Co. No importa que Bolivia pase, en un
solo año, de la condición de exportador a la de
importador, y de la de importador a la de expor­
tador de los mismos productos, obedeciendo, no
al volumen de nuestra producción, ni siquiera a
su valor exportable, sino al margen cambiante
de utilidades que deja en poder de los grupos
hegemónicos de la burguesía exportadora. No
importa que los excedentes exportables no sean
resultado de una producción muy grande, sino
de un consumo muy pequeño, y tampoco que
esto no se deba el escaso número de habitantes,
sino a la miseria de la población consumidora.
Nada de eso importa. Lo que realmente interesa
115
es que los empresarios de la burguesía exporta­
dora que' integran el FPN utilicen el poder para
hacer buenos negocios. Para eso lo tomaron el
21 de agosto y en eso lo utilizan metódica e
implacablemente. Pero nunca mejor que en el
negocio de la devaluación monetaria qüe el im­
perialismo comparte con ellos y la Dictadura,
aunque en proporciones distintas de provecho.
La Dictadura declaró form alm ente que "no
optaría por la devaluación m onetaria, por cons­
tituir una alternativa desventajosa para el país".
Y cuarenta y ocho horas después de adoptada la
alternativa desventajosa, el Fondo M onetario In­
ternacional (FM I), afirm aba que aprobó la de­
valuación de la m oneda "propuesta" por la dic­
tadura. Con ello, el FMI pretende que, aunque
dicha m edida m erece su conform idad técnica y
aun su apoyo financiero, no tiene parte en la
responsabilidad de la iniciativa. Tam bién la Dic­
tadura se ha m ostrado m uy interesada en ex­
tender un certificado de inocencia en beneficio
del FMI. Y aquí concluyen las coincidencias.
Porque en la exposición de los m otivos deter­
m inantes de la devaluación, am bos acusan una
desintelijTencia tan o m ás inquietante que la
con cert ada excu 1paci ón .
El FMI sostiene que la causa no es otra que
“un crónico desequilibrio en la balanza com er­
cial”. Pero ocurre que en los últim os cinco años
el valor de las im portaciones fue de uSs 832,5
millones y el de las exportaciones de uSs 863,5
millones, lo que evidencia un saldo favorable de
uSs 31 millones. En 1970, el saldo a favor fue
de uSs 29,6 m illones. Sólo en el prim er sem es­
tre de 1972, la balanza com ercial arrojó una su­
ma a favor de uSs 8,5 m illones. Tal vez conven­
ga, m ás bien, dirigir la m irada hacia la Balanza
116
de Pagos. Encontraíam os que la de 1969 dejó
un superévit de u$s 0,5 m illones, y la de 1970,
otro de u js 5,2 m illones, lo que perm itió incre­
m entar las reservas internacionales. Dejem os pa­
ra después el análisis de lo ocurrido a este res­
pecto en las dos últim as gestiones adm inistrativas,
pero puntualicem os que esto de la Balanza de Pa­
gos ya tiene algo que ver en el asunto, cuando
m enos en lo concerniente a los m otivos financie­
ros que aprem iaron a la Dictadura.
En cuanto al pensam iento de la Dictadura,
contenido en el decreto respectivo, enuncia los
efectos buscados y m enciona sólo dos causas
que están m uy lejos de revestir el carácter de­
term inante y perentorio que habría explicada
una medida de las graves consecuencias que tie­
ne la devaluación m onetaria. Dice el decreto que
una de ellas es la necesidad de poner fin a un
plan de estabilización que no puede ser indefi­
nido, lo que significa que, puesto que las cosas
tienen que term inar algún día, cualquier día es
bueno para que term inen. La segunda explicación
es casi tan inteligente com o la anterior. Se refiere
a la artificialidad” del tipo de cam bio vigente por
quince años. ¿En qué queda ese dogm a de fe
en la determ inación del valor por la libre con­
currencia de la oferta y la dem anda? ¿Cómo pu­
do el dólar "artificialm ente" barato m antenerse
durante quince años bajo las narices de gente de
tan buen o lfa to , sin que hubiera reparado en
la conveniencia de com prarlo? La verdad, de la
que la dictadura m uestra sólo el revés, es que la
estabilidad m onetaria se basa en el sum inistro
de un respaldo en m oneda extranjera no gene­
rado por la propia econom ía v destinado a com ­
pensar el desequilibrio entre la dem anda y la
oferta, aum entando esta últim a. Por tanto, la
preservación del tipo de cam bio durante tres lus­
tros no es en absoluto una prueba de salud eco­
nómica nacional, sino de miseria. La economía
nacional no tuvo, en las condiciones de simple
subsistencia en que se mantuvo su desarrollo, ca­
pacidad de absorción de ese fondo de estabiliza­
ción exógeno. La política cambiaría de los go­
biernos de la burguesía hizo todo lo posible por
la dilapidación de las reservas. La dictadura hizo
hasta lo imposible. Se mantuvo (porque es una
de las exigencias fundamentales del Acuerdo con
el FMI), el régimen de libre cambio y Bolivia
fue durante quince años el único país donde
cualquiera podía comprar cualquiera cantidad de
dólares con cualquier propósito. Desde el ate­
soramiento del dinero originado en malversa­
ciones de fondos fiscales y depositado en una
cuenta numerada de la banca suiza, hasta la im­
portación de helados peruanos a una ciudad que,
como La Paz, está rodeada de hielo. A ello se
añade un estado de liquidez que permitía, con
un 20 9b de los medios de pago ($b 1.777 mi-
llonés), comprar la totalidad de las reservas
(u$s 33 millones).
Puesto que nadie imponía restricciones a la
compra de dólares y sobraban billetes con qué
comprarlos, ¿cómo se explica tanto y tan pro­
longado desinterés por comprar algo tan "arti­
ficialmente’’ barato? Porque una parte del dine­
ro está inmovilizado por las propias y constantes
necesidades de su empleo en el pago de bienes y
servicios, y porque, en gran medida, está en ma­
nos de las masas campesinas y obreras cuya
condición económica y nivel de vida las mantie­
nen al margen de las actividades especulativas.
Pero también porque los sectores de mayores in­
gresos, luego de la anulación temporal de la cla­
se terrateniente y de la expropiación de la gran
minería, tardaron en desarrollarse y concentrar­
118
se hasta adquirir la magnitud y características
que ahora tienen la minería mediana y la agroin-
dustria, vinculadas ya al mercado y circuito fi­
nanciero internacional, lo que por mucho tiempo
limitó su capacidad de compra especulativa de
divisas. El régimen de libre disponibilidad que
a esos sectores de exportación permitía la re­
tención del total de la moneda extranjera pro­
veniente de sus ventas al exterior, prolongó esa
limitación. Finalmente, está el hecho de la pro­
gresiva confianza de las capas medias de la po­
blación en la estabilidad de nuestro signo mone­
tario. Todo lo cual limitaba la demanda a tér­
minos que no podían poner en riesgo de agota­
miento al fondo estabilizador.
¿Cuándo se rompe este equilibrio?
Los tres ministros de finanzas que hasta
ahora tuvo la Dictadura repitieron a su turno
que las reservas se incrementaban constantemente
o, en el peor de los casos, que se mantenían en
un nivel estable que garantizaba la preservación
del tipo de cambio. Veamos. En los últimos siete
años las reservas del sistema bancario se mantu­
vieron en una suma próxima a los u$s 33 millones.
En 1970 subieron a u$s 38,6 millones. Pero a ju­
nio de 1972 cayeron hasta ujs 28,1 millones. En
1971, las compras del Banco Central fueron de
ufs 174,7 millones y sus ventas de u$s 193,2 mi­
llones. El déficit general de la gestión es de
u$s 8,5 millones. En el primer semestre de 1972,
este déficit aumenta en u$s 6,7 millones. El total
de u$s 15,2 millones, para una gestión y media,
es el mayor déficit de los últimos 10 años para
un período semejante. ¿Por qué se da esta dife­
rencia desfavorable? Substancialmente por el em­
pleo que la dictadura hizo de las reservas inter­
nacionales para cubrir el déficit dé la Balanza
119
de Pagos. ¿Por qué, se produce este déficit? Por
el pago neto que demandó la retribución de
inversiones.
Otro factor coadyuvante es la creciente pre­
sión de la demanda del sector privado. ¿Cómo
se explica esta demanda de dólares? Por las ma­
yores compras de un sector que termina adqui­
riendo cuatro veces más divisas que las que pro­
duce. El Estado aporta el 80 % de los dólares
provenientes de todas las exportaciones del país,
y el sector privado solamente, el veinte por cien­
to. Pero el sector privado utiliza el ochenta por
ciento de esos dólares y el sector público sola­
mente el veinte por ciento. En 1971 el sector
privado compró u$s 156,4 millones, y el sector
público solamente u$s 36,8 millones. Del total
comprado por el sector público, las empresas
descentralizadas (COMIBOL, ENAF e YPFB), que
son las que aportan la casi totalidad del 80 %
correspondiente a las ventas del sector público,
adquirieron solamente u$s 19,9 millones (el lO %).
En el primer semestre de 1972, el sector privado
vendió u$s 21,6 millones, pero compró u$s 73
millones.
A pesar de la im portancia del déficit de
u$s 6,7 millones correspondiente al primer se­
mestre de 1972 en el mercado de cambios, ¿pue­
de afirmarse que revela una tendencia a tal punto
amenazante para las reservas monetarias que de­
terminó la devaluación? No, en absoluto. En
1967 el déficit fue de u$s 10,8 millones y, sin
embargo, no se adoptó esa medida. ¿Por qué,
pues, se ha procedido a esta devaluación en frío
que la dictadura presenta bajo el nombre de
"Nuevo Plan de Estabilización"? Por las siguien­
tes razones: 1?) Por exigencia del .Banco Mun­
dial que, mediante la infrevaloración de la mo­
120
neda nacional, proyecta mejorar la capacidad de
pago del Estado para viabilizar el financiamiento
global de la desnacionalización de los sectores
básicos y estratégicos de nuestra economía, bajo
la forma de Sociedades Mixtas beneficiarías de
préstamos que el Estado debe garantizar. 2?) Pa­
ra ofrecer a los inversores privados extranjeros,
atraídos por la Ley de Inversiones y la de Hidro­
carburos, una relación monetaria que asegure,
por el envilecimiento de nuestro signo moneta­
rio y la sobrevalorización del dólar, un costo de
producción más bajo que le permita mejores
condiciones de competencia y mayores márgenes
de rentabilidad, dentro de los mercados regiona­
les y subregionales. 3?) Para modificar el régi­
men de ingresos estables en moneda nacional que
la burguesía exportadora nativa obtenía por la
venta de los dólares generados por sus ventas al
exterior y, de este modo, incrementar el margen
de sus utilidades. 4?) Porque la Dictadura nece­
sita aumentar el rendimiento en moneda nacio­
nal de los dólares generados por las exportacio­
nes de las empresas descentralizadas del Estado,
pero no con destino a obras de desarrollo, sino
para equilibrar el cuantioso déficit fiscal. De
este modo, eleva su capa¿idad de endeudamiento
hasta los límites fijados por las exigencias del
Plan Desnacionalizador del imperialismo y el
Banco Mundial y cede a la inocultable presión
del FMI.
El decreto desvalorizador de la Dictadura
confiesa el primer objetivo al afirmar que su
aprobación " ... debe estar necesariamente condi­
cionada a la obtención de un substancial fi­
nanciamiento externo..."; reconoce el segundo
propósito al sostener que busca modificar una
"...posición competitiva de Bolivia que desa­
lienta la expansión de nuestras exportaciones...";
121
acepta la tercera finalidad al afirmar que na de­
be seguir .ocasionándose ingresos fijos en
moneda nacional al sector exportador.. .". En
cuanto .al cuarto objetivo, este Decreto del Ham­
bre no lo menciona porque implicarla la admi­
sión del sentido oculto que tiene el primero y
las consecuencias finales de toda su servil polí­
tica económica.
Usualmente, los países que acuden a limita­
das desvalorizaciones periódicas, ló hacen a là
zaga de la modifícación del tipo de cambio ope­
rada en el mercado "negro'* o "paralelo". Lá
fijación dé las nuevas paridades tiende a aproxi­
mar la cotización oficial a la ilegal, Sin alcan­
zarla nunca. En Bolivia la Dictadura ha inver­
tido los términos y fijado ün tipo de càmbio
(9b 20 por dólar) que deja lejos la cotización
determinada por las transacciones ilegales ($b 16
ó 17 por dólar): No se trata, pues, de una des­
valorización cualquiera, sino de ún brutal envi­
lecimiento de la moneda.
¿Cuáles son los beneficios que el Decreto dél
Hambre reporta a sus autores, legalizadores y
destinatarios? Con excepción, naturalmente, dél
provecho que ya obtuvieron aquellos que, ente­
rados de la inminente devaluación, se apresura­
ron a comprar dólares en el Banco Central, con
pesos bolivianos prestados por el Banco Central.
El Banco Mundial ha puesto a su cliente, la Dic­
tadura, en estado financiero lo suficientemente
solvente como para hacerse merecedor del cré­
dito que hará posible la desnacionalización del
patrimonio económico del Estado y de la nación.
La Dictadura, a su vez, ha dado solución transi­
toria a un déficit que ponía de manifiesto su
incapacidad y deshonestidad administrativas, pe­
ro sobre todo el irremediable fracaso de la polí­
tica económica de la burguesía monopólka. Los
122
inversores extranjeros que se aprestan a la aso­
ciación mixta con un Estado en minoría, han ob­
tenido la seguridad de que encontrarán un país
no sólo pacificado, sino también muy barato. El
Decreto del Hambre establece, por ejemplo, que
la producción exportable de goma, castaña, o la
del campesino que una vez al año recoge una
magra cosecha de café, debe pagar el 15 % sobre
el valor neto. Pero el petróleo de los inversores
que al amparo de la Ley de Hidrocarburos lle­
guen al país, está liberado de esta tributación.
¡La Dictadura no podía olvidar a sus connacio­
nales! Los tiene en cuenta en toda disposición.
El artículo 35? del Decreto del Hambre dispone
que nadie estará exento del pago de impuestos,
que nadie gozará de liberaciones aduaneras, con
excepción, naturalmente, de todas aquellas con­
cedidas por la Ley de Inversiones y la de Hidro­
carburos, en favor de las empresas extranjeras
que se acojan a los beneficios de ambas. Las em­
presas del sector público deben pagar todos los
impuestos y regalías “al igual que cualquier otra
persona natural o jurídica”. ¡La Gulf no es cual­
quiera persona, no faltaba más!
La burguesía exportadora monopólica ten­
drá su parte. El volumen de sus exportaciones
está por encima de los u$s 50 millones anuales.
Al tipo de cambio de $b 12 por dólar, ella obte­
nía $b 600 millones. Al tipo de cambio de $b 20
el dólar, obtendrá $b 1.000 millones. La diferen­
cia de $b 400 millones que obtiene se converti­
rán, en el régimen de libre cambio, en u$s 20 mi­
llones, que incrementarán sus utilidades.
¿Cuáles son las consecuencias para el pue­
blo? Los sectores medios de la población, con
un nivel de ingresos ligeramente superior al de
simple subsistencia de las masas obreras y cam­
123
pesinas, pero todavía muy lejos de la condición
propietaria de la clase burguesa, contribuyeron
al ahorro en moneda nácional. Ciento siete mil
ahorrantes entregaron un total de $b 345 millo­
nes a las Asociaciones y Cooperativas. Si se su­
man los $b 441 millones depositados en las cuen­
tas de ahorro de las Cajas, observaremos que los
$b 786 millones ahorrados que antes de la deva­
luación representaban u |s 65 millones, ahora se
han reducido a u$s 39 millones. Cien mil aho­
rrantes y las familias que de ellos dependen, me­
dio millón de personas a las que se les ha des­
pojado de treinta y nueve millones de dólares.
El total del circulante alcanza a $b 1.777 mi­
llones, con un equivalente, en números redondos,
de u$s 140 millones. El 24 % está depositado en
cuentas corrientes y el 76 % está en manos del
público, en efectivo. Se estima que de esta suma
una cantidad apreciable pero indeterminada per­
manece inmovilizada o semiinmovilizada en ma­
nos del campesinado. El equivalente de u$s 140
millones a que alcanzaba el circulante antes de
la devaluación, se ha reducido, por efecto del
nuevo tipo de cambio, a solamente u$s 85 millo­
nes. Todos los tenedores de dinero han perdido
un total de cincuenta y cinco millones de dólares.
En los últimos siete años el costo de vida
registra un aumento del 39 %. Pero en un solo
día, el 27 de octubre, subió en el doble. En 1965
y por decreto complementario del Plan Triangu­
lar, se rebajaron en 45 % los salarios de los tra­
bajadores mineros. En 1972 el Decreto del Ham­
bre disminuye a la mitad los sueldos y salarios
de todo trabajador. En ambas ocasiones, los
inspiradores y los ejecutores son los mismos. El
valor adquisitivo de los sueldos y salarios ha
sufrido una pérdida inicial efectiva del 67 % y
124
una incalculable disminución progresiva deter­
minada por el efecto incesantemente desvalori-
zador que tendrá el congelamiento de sueldos y
salarios, por una parte, y el incontrolable enca­
recimiento del costo de vida, por otra. ¿Cómo
compensa a los trabajadores la Dictadura? Con
un aumento equivalente al 12 % del promedio de
las remuneraciones vigentes en la industria ma­
nufacturera, minera, petrolera y en las funciones
públicas y privadas.
¿Dónde va a parar la mitad del salario o
sueldo de todo trabajador? Es que el gobierno
norteamericano piensa que la clase trabajadora
de Bolivia debería compartir con el tesoro nor­
teamericano la carga de financiar el plan eco­
nómico que la Dictadura burguesa ejecuta en
servicio del imperialismo. Eso es todo. Ante la
protesta que los trabajadores que se resisten a
tolerar un decreto que los condena al hambre,
la Dictadura responde cercando los centros fa­
briles con tanques. Pero cuando el reclamo sur­
ge de algún sector de la burguesía que, por las
contradicciones propias del sistema capitalista,
resulta menos favorecido que otro, la Dictadura
hace saber que: “El Gobierno ha optado por re­
visar algunas de las medidas complementarias a
la devaluación monetaria, después de que influ­
yentes sectores empresariales privados manifes­
taron su disconformidad con ellas".
¿Quién gana y quién pierde con el Decreto
del Hambre? Las respuestas llegan en el lenguaje
propio de las clases y los sectores beneficiados o
afectados. El imperialismo celebró la medida con
un respaldo de u$s 54 millones (u$s 24 millones
del gobierno de los EE. UU. y u$s 30 millones del
FMI). A la burguesía exportadora, Banzer le re­
cuerda: "En cuanto a la empresa privada, ahora
que el Estado ha hecho su parte, cuenta con una
125
alternativa para lograr sus objetivos. Pero la Dic­
tadura toma conciencia de que ha suscrito el
acta de su defunción política: “No existe otra
opción. Tenemos que creer en nosotros mismos,
porque el que pierde la fe, ha perdido la bata­
lla”. Tres días después de esta confesión de Ban-
zer, los tanques avanzan sobre los barrios fa­
briles a imponer la devaluación monetaria y a
perder la primera batalla. Cae la primera baja
en las filas del pueblo. La clase trabajadora ha
pasado de la resistencia pasiva a la barricada.
¡Esa es la respuesta!

126
3. La ocupación
del país
El rápido, profundo y extenso desarrollo po­
lítico de las masas bolivianas, el extraordinario
ritmo de su radicalización y de su ascenso, plan­
teó al imperialismo norteamericano la necesidad
inaplazable de restablecer en el poder a la bur­
guesía proimperialista para afianzar su domina­
ción interna. La peligrosidad que para el impe­
rialismo entrañaba el simultáneo aunque distinto
desarrollo político liberador que en Bolivia, Perú
y Chile se daba antes del 21 de agosto, amagando
sus intereses hemisféricos sobre el Pacífico e in­
troduciendo un importante factor de desequili­
brio continental en la correlación regional de fuer­
zas, hizo que la ocupación de Bolivia dejara de
ser un problema referido solamente al control del
poder interno y se transformara en una exigen­
cia para la restauración de su dominación en el
extremo sur de América. La intervención norte­
americana en el golpe del 21 de agosto y la con­
siguiente eliminación de uno de esos tres factores
nacionales de perturbación, justamente de aquel
donde el desarrollo político de las masas oprimi­
das y el nivel de su conciencia revolucionaria se
manifestaban más radicales, debía tener, como
consecuencia de ello y de la particular posición
127
geográfica de Bolivia, el efecto de una seria agu­
dización de la vulnerabilidad externa del proceso
liberador que se operaba en los otros dos países.
En esencia, la lucha por el poder en el área
de la dependencia siempre tiene un carácter in­
ternacional. Pero la manifiesta internacionaliza-
ción regional de la lucha por el poder en Bolivia
corre paralela no solamente al cambio del con­
tenido de clase de las corrientes en pugna y a la
modificación cualitativa del desarrollo político
revolucionario interno, sino al cambio de la co­
rrelación de fuerzas en el plano internacional.
Internamente, la lucha por el poder ya no se da
entre sectores de una misma clase burguesa por
cuotas de poder, sino entre clases antagónicas
por la totalidad del poder. Internacionalmente
esto se desarrolla en un conflicto entre la nación
explotada y la metrópoli explotadora. Es esta
contienda la que, en el marco de la explotación
neocolonial de América Latina, puso en movi­
miento represivo a la estructura continental de
dominación que desembocó en la intervención
delegada brasileña en el golpe del 21 de agosto.
Desde el punto de vista económico, Bolivia
es para el imperialismo un mercado irrenuncia-
ble de abastecimiento de recursos naturales no
renovables de carácter estratégico que no produ­
ce y cuyas fuentes tradicionales de suministro
se escapan progresivamente de su control. Pero
también para el gobierno brasileño Bolivia es no
sólo el campo de acción de la misión política
delegada por los EE. UU. de contener regional-.
mente el proceso de liberación revolucionaria,
sino el mercado inscrito en los proyectos expan-
sionistas del desarrollo industrial capitalista de la
burguesía brasileña cuyos intereses traduce ese
gobierno en planes de ocupación y de anexión
militar.
128
¿Cuáles fueron los factores Internos que el
imperialismo puso en movimiento para la ejecu­
ción del golpe restaurador de su dominación en
Bolivia?
La intervención directa de una burguesía mi­
nera controlada por el imperialismo a través de
la inversión, del financiamiento o del mercado y
afectada por la intervención monopólica o sim­
plemente competitiva del Estado en el campo de
la minería, de la comercialización y de la meta­
lurgia. La participación de una burguesía agra­
ria surgida de las nuevas relaciones de produc­
ción establecidas en la explotación de la tierra
y vinculada al capital financiero internacional.
La combinación de estos dos sectores de clase
que reemplazan a la vieja alianza del superesta-
do minero con la clase terrateniente y que per­
mitió el control oligárquico del poder durante la
primera mitad de este siglo, constituyó el co­
mando nativo del golpismo proimperialista. La
acción de respaldo de la burguesía comercial, in­
dustrial y bancaria, íntimamente ligada^ a la mi­
nera y la agraria. La adhesión inactiva de los
pequeños empresarios dependientes de Jos gran­
des grupos empresariales de la burguesía proim­
perialista que monopolizan la producción, el cré­
dito y el comercio. La temerosa conformidad de
la pequeña burguesía que se sentía políticamente
desplazada por el desarrollo revolucionario y a
la que la derecha presentaba como víctima de
una inminente expropiación anárquica e indiscri­
minada. La anulación de las capas medias de la
población y aun de los sectores pobres no obre­
ros a los que la provocación y la propaganda
reaccionaria mostraban como marginados de un
programa político excluyentemente proletario. La
neutralidad de algunos sectores obreros política­
129
mente atrasados e influidos por el nacional po­
pulismo y la prédica sindical salarialista. La dis­
persión y la pasividad de las masas campesinas
minifundiarias, explicablemente rezagadas en el
proceso de ascenso revolucionario que ya no se
movía ideológicamente con la pequeña burguesía
antifeudal, sino por la concepción proletaria an-
timperialista y antiburguesa.
En el aspecto militar, el control ideológico y
organizativo de las estructuras de mando de las
FF. AA. y la presencia de los sectores reacciona­
rios y golpistas que fueron mantenidos en situa­
ciones de mando superior; la Influencia política
que en el grueso de la oficialidad tuvo el despla­
zamiento hacia posiciones regresivas de las capas
medias de que son originarios; el efecto unifica-
dor que tuvieron las provocaciones de un antimi­
litarismo indiferenciador; y el uso que la derecha
hizo de esas provocaciones para suscitar un sen­
timiento de autodefensa profesional colectiva e
individual, todo lo cual concluyó por anular la
acción francamente minoritaria de una fracción
progresista pero vacilante.
En el aspecto político, el imperialismo dis­
puso del Movimiento Nacionalista Revoluciona­
rio y de Falange Socialista Boliviana, partidos a
los que unió en un pacto conspirativo forzoso
para dar una cobertura política a la alianza de
los ejecutivos de la Confederación de Empresa­
rios Privados con los altos mandos castrenses,
única manera de encubrir la índole clasista y pro­
imperialista del golpe. El MNR es el partido que
representó a la pequeña burguesía antifeudal y
antioligárquica al inicio del proceso revolucio­
nario de 1952, concluyó encabezando al sector
proburgués de esa clase oscilante en una deser­
ción que le llevó a pactar con la burguesía hege-
mónica y a claudicar ante el imperialismo. Para
130
el proletariado de mayor conciencia de clase y
nivel político, el MNR ya era un partido contrarre­
volucionario. Para las capas políticamente atra­
sadas de la clase trabajadora y para la peque­
ña burguesía no reaccionaria, conservaba alguna
imagen progresista. Para la burguesía industrial,
comercial y bancaria, era un partido convertido
a su causa y entregado a su servicio, aunque de
lejanas raíces populistas que le intranquilizaban
inmotivadamente. Para la vieja clase terrate­
niente, era el antiguo partido expropiador identi­
ficado con la Reforma Agraria. Para las FF. AA.,
era el partido del que les separaba un imborra­
ble rencor institucional derivado de su derrota
armada en 1952 y de la dominación política que
ejerció sobre ellas por muchos años. Para el im­
perialismo, el MNR era el partido que en su do­
ble condición de conductor y traidor al proceso
revolucionario del año 52, ofrecía una ventaja
también doble. Servía para atrapar a las capas
pobres de la pequeña burguesía en la confusión
ideológica de sus postulaciones "policlasistas",
y para neutralizar a los sectores obreros de me­
nor formación política con ayuda de la imagen
vaga e impropiamente progresista que conser­
vaba a causa de su derrocamiento por el golpe
militar del 4 de noviembre de 1964. Pero tam­
bién ofrecía la garantía de su probado transfugio
político y, por tanto, de su utilidad como correa
de transmisión de la burguesía proimperialista al
poder. La encubierta participación de este parti­
do en el fracasado golpe fascista del 4 de octubre
de 1970 y su ulterior expulsión del Comando Po­
lítico de la Asamblea Popular, fueron insuficien­
tes para desenmascararlo del todo ante las masas.
La necesidad de compatibilizar la utilidad
política que podía prestar el MNR, con la injus­
tificada y débil desconfianza que inspiraba a las
131
FF. AA. a parte de la burguesía tradicional, llevó
al imperialismo a exigir la alianza del MNR con
FSB, partido éste cuyo origen de clase, vocación
militarista, coincidencia ideológica con la radica*
lización de la derecha y antigua y apasionada ene­
mistad con el MNR, cumpliría el papel de aval
del carácter inofensivo que asumiría la partici­
pación movimientista en el golpe, haciendo posi­
ble el levantamiento del veto militar que pesaba
contra el partido jefaturizado por Paz Estenssoro.
¿Cuáles han sido los efectos sociales y políti­
cos del golpe? En primer término se ha operado
un cambio en la composición de clase del poder.
De manos de la pequeña burguesía nacionalista
ha pasado a manos de la burguesía proimperia­
lista, en mayor medida y con un carácter más re­
sueltamente oligárquico que en el caso del gobier­
no de la Restauración concluido el 26 de setiem­
bre de 1969. Hasta entonces la burguesía pro­
imperialista participaba del gobierno por medio
de viejas y casi inexistentes agrupaciones políti­
cas reaccionarias, unidas al oportunismo de dere­
cha y de izquierda. Ahora lo hace por la interven­
ción directa en el gabinete de los ejecutivos de
las empresas privadas monopólicas. El desarrollo
de la lücha de clases ha polarizado la contienda
por la captura del poder. Esta polarización ha
traído como consecuencia la radicalización de las
posiciones de clases antagónicas. La izquierda se
ha hecho revolucionaria y la derecha se ha toma­
do fascista. Para la derecha, derrotada ideológi­
camente, el fascismo es hoy en Bolivia la última
trinchera de fuerza donde se bate en retirada,
como en su tiempo fue el nacional populismo
claudicador su última simulación para sobrevivir
históricamente. Agotada ideológicamente, incapaz
de contar con un partido de masa? que exprese
sus intereses, la burguesía liberal proimperialista
132
ha recurrido a la impostura de un nacionalismo
chauvinista para dar coherencia política a su ine­
vitable fascistización. Pero esta apelación deses­
perada a la violencia la ha obligado a renegar de
la propia institucionalidad y de la legalidad bur­
guesa que durante un siglo y medio invocó y usó
para conservarse en situación de dominio. Se ha
desembarazado del orden jurídico e institucional
que ayer legitimaba su condición, explotadora,
porque hoy se ha convertido en un osbtáculo para
la guerra a muerte que ha declarado contra las
fuerzas sociales que la lucha de clases y el desa­
rrollo histórico empujan hacia el poder. La bur­
guesía se ha desenmascarado. Y la consecuencia
es que la democracia burguesa se ha convertido
en la Dictadura de clase de la burguesía. Ese es
el carácter que asume el gobierno surgido del gol­
pe del 21 de agosto: una Dictadura burguesa pro-
imperialista que esgrime el nacionalismo para ex­
plicar políticamente su fascistización.
Con los objetivos y los instrumentos señala­
dos, sobre la base de las condiciones sociales y
políticas generales a referidas, y con el poder dic­
tatorial en manos de la burguesía, el imperialismo
inició la ejecución de un plan que reconocía dos
etapas de realización. En la primera se propuso
utilizar al máximo las ventajas derivadas de la si­
tuación de fuerza para crear las condiciones polí­
ticas, económicas y sociales favorables a la con­
solidación del poder de la burguesía proimperia­
lista. En la segunda pretende el repliegue táctico
de las FF. AA. a sus cuarteles, su conservación
como el factor de poder determinante, y su reem­
plazo en Junciones de gobierno por una alianza
orgánica de los partidos golpistas que pudiera lle­
nar el vacío de poder político de la derecha y ase­
gurar continuidad al proceso restaurador de la
oligarquía.
133
¿En qué medida se cumplieron estos planes?
Fracasaron en la primera etapa. Fracasarán en
la segunda.
En lo político se propusieron la liquidación
de la izquierda revolucionaria, el exterminio de
su vanguardia, la dcspolitización del movimiento
universitario y estudiantil, la conscripción políti­
ca de las masas en las filas del nacional populis­
mo proburgués y la preservación de la estabilidad
política. Pero fracasaron. Ñi la proscripción de
las fuerzas revolucionarias, ni la prisión y muer­
te de muchos de sus dirigentes, ni la adopción de
un régimen punitivo pseudo legal que suprimió
el "habeas corpus” y estableció la pena de muerte
para castigar la militancia revolucionaria y el
compromiso patriótico, ni la cancelación de todas
las libertades, garantías, derechos y fuero demo­
cráticos y sindicales, ni la explotación chauvinis­
ta e hipócrita del sentimiento patriótico del pue­
blo, ni el cuantioso respaldo económico oficial y
privado al FPN, ni el reparto masivo de puestos
públicos, de prebendas económicas y de impuni­
dad para el robo y el crimen, nada de eso ha
hecho posible que los partidos oficialistas y la
ideología burguesa avancen a costa de las posi­
ciones revolucionarias en el seno de las clases
desposeídas y oprimidas. Tampoco la suspensión
del año escolar, ni la clausura de las universida­
des, ni la supresión de la autonomía universitaria
y la entrega del sistema pedagógico superior a
una estructura clasista dependiente dé la autori­
dad individual del presidente de turno de la Dic­
tadura, han podido ni podrán destruir el espíritu
combativo y la insobornable conciencia revolu­
cionaria y patriótica de la juventud boliviana.
En lo económico proyectaron la desnaciona­
lización de los sectores básicos y estratégicos, la
privatización de las empresas del Estado y el fo­
134
mentó de un desarrollo capitalista y dependiente.
Pero también prometieron, por razones políticas,
la activación general de la economía, el bienestar
económico de las capas medias, la creación de
nuevas fuentes de trabajo, la defensa del valor
adquisitivo de las remuneraciones, la preserva­
ción de la estabilidad monetaria y la absorción de
la mano de obra desocupada. Pero fracasaron.
Han aprobado las leyes desnacionalizadoras y las
han empleado. Han comprometido el agotamien­
to de las reservas petroleras, y las están agotando.
Han fomentado el enriquecimiento de la burgue­
sía y la concentración de la riqueza, pero lo han
hecho empobreciendo a todo el pueblo, elevando
el costo de vida, disminuyendo los sueldos y sala­
rios y aumentando la cesantía.
En lo social se propusieron utilizar al MNR
en la desarticulación de la COB, de la FSTMB y,
en general, en la suplantación de la organización
obrera revolucionaria por el sindicalismo amari­
llo; preservar la paz social marginando a la clase
trabajadora de la represión masiva, sólo táctica
y temporalmente, y conservando el nivel de sus
remuneraciones; anular políticamente al campe­
sinado mediante la extensión y profundización del
"pacto” militar campesino; y mantener a la pe­
queña burguesía unida a los intereses políticos de
la burguesía. Pero fracasaron. La conciencia re­
volucionaria de la clase obrera identificó a los
agentes y a los desertores, defendió la indepen­
dencia de sus organizaciones sindicales y eligió a
dirigentes con tradición de lucha. Los sectores
medios y pobres de la pequeña burguesía, defrau­
dados en sus expectativas de bienestar, han dado
la espalda a la burguesía proimperialista y co­
mienzan a'moverse en dirección de la clase pbre-
ra. Las masas campesinas, empujadas por la po­
breza, inician la ruptura del cerco militar "pacta­
135
do”. La clase trabajadora rompe la paz social
impuesta por el terror y gana las barricadas.
En cuanto a la segunda parte del plan consis­
tente en el relevo constitucional de las FF.AA.
en funciones de gobierno, por una alianza orgá­
nica de los partidos golpistas que haría posible el
repliegue táctico de la institución castrense, tam­
bién fracasará.
El FPN está compuesto por el Alto Mando
Militar, la Confederación de Empresarios Priva­
dos de Bolivia (CEPB), el MNR y FSB. Los dos
primeros organismos son los determinantes por­
que representan de modo directo los intereses de
clase de la burguesía proimperialista, en cuanto
institución de fuerza contralora del poder guber­
namental y como comando oligárquico poseedor
del poder económico, respectivamente. El prime­
ro de ellos hizo esfuerzos inútiles, que ya ha aban­
donado, por completar la unificación del MNR y
FSB que el imperialismo impuso como requisito
para el apoyo internacional al golpe del 21 de
agosto. ¿Por qué estos partidos que cumplieron
la exigencia de su reconciliación conspirativa para
llegar al gobierno, no pueden aceptar la de su fu­
sión para heredarlo?
Porque los intereses de clase que representan,
inicialmente confundidos, son distintos, tienden
a diferenciarse inevitable y rápidamente y entra­
rán en contradicción. FSB fue el partido joven
de la clase terrateniente afectada por la Reforma
Agraria. El MNR fue el partido de la pequeña
burguesía insurgente que anuló a esa clase. Aun­
que el proceso inconcluso de afectación de la tie­
rra dio origen al capitalismo agraiio con que el
MNR está identificado, lo que lo ac "edita vincu­
lado con los intereses de la burguesía (una parte
de la comercial también se formó o fortificó bajo
su Gobierno), la subsistencia de formas feudales
136
y semifelídales de explotación de la tierra preser­
va una contradicción en el seno de la oligarquía
que las relaciones del MNR y de FSB no pueden
menos que expresar en el plano político. En su­
ma, que los intereses de clase o grupos de clase
subsisten y que, en consecuencia, las diferencias
entre los partidos que los representan también se
preservan. En la conspiración y el disfrute inicial
del poder, los intereses de la burguesía y de la
pequeña burguesía parecieron confundidos. Pero
el control del poder por la burguesía monopólica
y el daño que la pequeña burguesía ha sufrido a
causa de la política económica de la Dictadura,
han restablecido las diferencias que a medida que
pasa el tiempo tienden a acentuarse. Esta es la
razón fundamental de la impracticabilidad de la
fusión que el imperialismo pretende. Los parti­
dos no pueden estar sino allí donde están las cla­
ses cuyos intereses representan, ni siquiera tra­
tándose de uno tan oportunista como el MNR,
pues FSB es reaccionariamente consecuente. Y
la burguesía no puede mantener la adhesión polí­
tica de la pequeña burguesía si su potenciamiento
desde el poder se realiza parcialmente a expensas
de los intereses de ésta.
A esta contradicción de clase se añaden las
contradicciones derivadas de las relaciones del
gobierno de los EE. UU., el Alto Mando de las
FF. AA.. y la CEPB, con uno u otro partido, en
función de la defensa de sus respectivos intereses
que, siendo esencialmente coincidentes, manifies­
tan tendencias tácticas progresivamente diferen­
ciadas en sus expresiones políticas inmediatas.
Para el imperialismo el MNR converso, por su in­
comprensión original del carácter antimperialista
que asume la lucha por la justicia social, su iden­
tificación con el propósito general de moderniza­
ción burguesa de la sociedad (del feudalismo al
137
capitalismo agrario), como meta histórica, por la
ambigüedad, de su posición ideológica "policla-
sista", por la influencia que pudiera ejercer sobre
las masas campesinas propietarias, por el peso
político que pudiera conservar entre las capas po­
bres de la pequeña burguesía, por su populismo
demagógico de otra hora, por su probada resis­
tencia pequeño burguesa aí avance de la clase
obrera, por su sincera .reconciliación con la dere­
cha; por su eficaz servicio a los intereses imperia­
listas, por la experiencia adquirida por algunos
centenares de funcionarios medios'en más de una
década de ejercicio del poder, mostraba las con­
diciones que lo recomendaban como al heredero
gradual del gobierno surgido el 21 de ágosto. En
FSB, en cambio, reconoce el imperialismo la re­
presentación de un sector anacrónico de la so­
ciedad, sin gravitación política popular ni poder
económico, de utilidad represiva pero sin las con­
diciones mínimas de experiencia político-adminis­
trativa y con una imagen irremediablemente ne­
gativa en las masas campesinas y obreras. En su­
ma, carente de viabilidad política.
Aunque la CEPB, en cuanto comando político
nativo de la burguesía monopólica proimperialis­
ta, no podía sino coincidir con esta apreciación ge­
neral, acusó una desinteligencia interna respecto
de la rehabilitación completa del MNR, depen­
diendo del punto de vista de los sectores tradicio­
nales y modernos de la oligarquía y de la mayor
o menor vinculación de ese partido con la estruc­
tura capitalista nativa y con la burguesía nacional
que se propuso crear.*
También en el seno de las FF. AA. se dio des­
de el inicio una contradicción sobre la interven­
ción del MNR y sobre el carácter que asumiría
esa intervención, resultante del distinto condicio­
namiento de clase de los sectores castrenses y
138
a pesar del común resentiinienio y «laeoafiaan
que les inspiraba. En términos generales, los man­
dos jerárquicos superiores, a causa desu mayor
relación de dependencia con la política del Pen­
tágono, su antigüedad militar que acredita en la
mayor parte de los casos su pasada militancia en
el partido que gobernó al país y controló política­
mente a las FF. AA. durante doce años, su paso
por* funciones administrativas, políticas o diplo­
máticas que modificaron su status económico
aproximándolos a la convivencia con la burgue­
sía, aceptaban la intervención del MNR. Lo ha­
cían comprendiendo una exigencia impuesta por
su orfandad política, con el propósito de que el
MNR amortiguara política y sindicalmente el efec­
to negativo que tendría en las masas populares la
cancelación del proceso revolucionario y en la
esperanza de que llenara el vacío político dejado
por la proscrita izquierda revolucionaria. El sec­
tor militar vinculado socialmente con la clase te­
rrateniente afectada después del año cincuenta y
tres y con las capas altas de la pequeña burgue­
sía, sector que fue marginado de las FF. AA. ba­
jo el gobierno del MNR y reincorporado en 1965,
-lideriza una oposición definida a este partido. El
grueso de la oficialidad joven, originaria de las
capas pobres de la pequeña burguesía y, en me­
nor proporción, de algunos sectores obreros, ar­
tesanales y aun campesinos, vacila confundido,
sin ceder en un sentimiento antimovimientista
institucionalmente cultivado, aunque para la ma­
yor parte de ella sin relación con una experiencia
profesional concreta, entre el bando de los que
fueron arrojados de la institución poi el MNR,
hace veinte años, y el bando de los que restable­
cieron al MNR en el gobierno el año pasado. Am­
bos'sectores desarrollan una intensa campaña de
proselitismo y de presión y se disputan la adhe­
139
sión de la oficialidad joven indecisa. Las frecuen­
tes crisis militares que concluyeron en el despla­
zamiento de los hombres fuertes del Ejército que
impugnaron la participación del MNR en el go­
bierno, revelan que hasta ahora el sector resuel­
ta y tradicionalmente antimovimientista muestra
militarmente la debilidad que socialmente corres­
ponde a los sectores de clase de que es oriundo;
pero, sobre todo, descubre que el Alto Mando con­
duce a las FF. AA. institucional y jerárquicamente
siguiendo el rumbo señalado por el imperialismo
a través del Pentágono y en aplicación de su doc­
trina militar hemisférica.
Pero la posición de estos factores de poder
fundamental, respecto de las fuerzas políticas ac­
cesorias de que se valen, no es inmutable, pues
lo que les interesa es emplearlas en el afianza­
miento de su dominio y no dar pruebas éticas de
fidelidad a ellas. Por el contrarío, se modifica con
la frecuencia y rapidez con que evoluciona la si­
tuación política y social. El alejamiento de la pe­
queña burguesía defraudada en sus expectativas
de mejoramiento económico y social, arrastra
inevitablemente a las bases del MNR, empuja a
ciertos sectores de ese partido no comprometidos
con la camarilla cómplice de la Dictadura ha­
cia posiciones progresistas, aísla a la fracción go­
bernante y la reduce a la dimensión y significa­
ción de un grupo residual palaciego, cada vez más
divorciado de su propia militancia y, por tanto,
de progresiva insignificancia e inutilidad política
para la propia burguesía.
Si el interés político del comando oligárquico-
militar en el MNR disminuye rápidamente, tam­
bién se invalidan en la misma medida y con ma­
yor celeridad las motivaciones por las que FSB
toleró una alianza golpista que forzaba el grado
de autonomía que este partido podía permitirse
140
respecto de la clase terrateniente y del sector tra­
dicional de la burguesía de que es exprer'V po­
lítica, alten« que lastimaba el sentimiento de sus
bases aunque satisfacía la avidez burocrática senil
de ambas direcciones partidarias. En la misma
wif<liHa en que la dirección del MNR se aleja de
sus bases de sustentación social, se acerca a la
dirección de FSB. Nunca antes hubo entre ambas
direcciones menos diferencias ideológicas y pro­
gramáticas que las que ahora las distinguen casi
imperceptiblemente.
El ¿codo de los sectores sociales que hace un
aftn todavía fueron representados o influidos par­
cialmente por .el MNR, a causa de la empobre­
c e d la política económica y monetaria de la Dic­
tadura, liquidó el engañoso proyecto populista
originalmente concebido sobre la dirección de ese
partido que ahora ha entrado en conflicto con su
propia base social y precisamente a causa de su
adhesión a esa política económica.
¿Qué significado tiene la última exigencia mi­
litar de incorporar en el frente oficialista al "ba-
rrientismo”, esa reserva reaccionaria y oportunis­
ta, rosquera, seudolegalista y carente de toda base
de sustentación social, pero fielmente represen­
tativa de los intereses de la burguesía proimpe­
rialista y en la que ésta sobrevive políticamente
de un modo artificial?
Fracasado el proyecto de institucionalización
del poder burgués por mediodel relevo constitu­
cional de la Dictadura proimperialista uniforma­
da, por el organismo político resultante de la fu­
sión del MNR y FSB, el imperialismo ensaya dis­
tintas combinaciones de reagrupamiento político
que puedan llenar el peligroso vacío dejado por la
rápida e irremediable desvalorización del MNR.
Ante la impracticabilidad de ese proyecto de alian­
za burocrática concebido al margen de la realidad
141
del desarrollo de la lucha de clases y de su expre­
sión política, busca una solución que viabilice el
repliegue institucional de las FF. AA.
El imperialismo y la burguesía agente asisten
confundidos a la disolución política del poder dic­
tatorial que instauraron a tiros y buscan, entre
sus desorientados y desmoralizados efectivos, pie­
zas de recambio para restaurarlo precariamente,
vacilando entre las siguientes alternativas:
1. Persistir en el plan original de constitu-
cionalización del gobierno, sobre la base de la
actual estructura partidaria o de fracciones disi­
dentes de los partidos oficialistas. Para ello, pre­
paratoriamente, hacer ciertas concesiones sala«
ríales, introducir algunas modificaciones en su
política económica de corto plazo para detener
el desbande de los sectores sociales medios queg
hoy están más cerca del barrio obrero de Villa
Victoria que del Palacio de Gobierno, rescatar 4
la pequeña burguesía y desarrollar una política
que ofrezca a la dirección cómplice del MNR mo­
tivos de reconciliación con sus bases partidarias.
2. Abandonar el proyecto constitucionaliza-
dor de un gobierno nacional-populista. Afianzar
el régimen de fuerza imperante, sometiendo la
protesta popular. Eliminar todos los factores par*
tidaríos conflictivos, profundizar y extender lai
coherencia de su política económica desnaciona-
lizadora, darle aún mayor definición en el carác­
ter burgués de clase que le corresponde y culmi­
nar el proyecto de organización de una dictadura
militar-tecnocrática proimperialista com partida
por el sector reaccionario de las FF. AA. y los re­
presentantes del grupo monopólico de la burgue­
sía nativa.
3. Promover la reestructuración del gobier­
no mediante la incorporación de la reserva reac-
142
d on aría "barrientista”, de los grupos políticos de
la burguesía que hasta hoy no intervinieron en
funciones gubernam entales y a los que correspon­
dería el "m érito" de desfascistizar el régim en, de
restituir un calculado y restringido m argen de li­
bertades dem ocráticas, de paliar transitoriam ente
el efecto negativo que la devaluación ha tenido
en la econom ía de los sectores de m ayores ingre­
sos de la pequeña burguesía, pero sobre todo, de
elim inar del conjunto de m edidas adoptadas en
relación con la devaluación m onetaria, aquellas
disposiciones tributarias que acentúan las contra­
dicciones internas en el serio de la propia burgue­
sía. Todo ello com o arte del trabajo preparatorio
de la constitucionalización dei gobierno que haga
posible el repliegue institucional castrense, que
detenga la radicalización p o lític a de las m asas
abriéndoles una válvula de escape electoralista,
que im pida el aislam iento total de la burguesía,
que la consolide y legalice en el gobierno y que
confiera carácter legal a la política desnacionali-
zadora de nuestra econom ía, privatizadora de las
em presas estratégicas y básicas del Estado, de
explotación de las m asas trabajadoras, de repre­
sión del m ovim iento obrero, de proscripción de
sus partidos de clase y de supeditación colonial
de su política exterior.
El im perialism o y el com ando nativo oligár-
quico-gorila barajan estas posibilidades que van
desde la radicalización derechista y la consolida­
ción de la dictadura burguesa sobre la sangrienta
represión del m ovim iento obrero y popular, hasta
la sim ulación dem ocratizante, lácticam ente refor­
m ista, pero estratégicam ente contrarrevoluciona­
ria, aunque sin decidirse a jugar ninguna. Intu­
yen que todas están destinadas al fracaso. Pero
la indecisión y la inacción prolongada es tam bién
m
una respuesta a la pregunta por una salida políti­
ca pará la burguesía: No hay ninguna. Las tres
alternativas importan un cambio en la composi­
ción partidaria del régimen y el desplazamiento
total o gradual de los partidos con los que Banzer
compartió la Dictadura, terminará por arrastrar­
lo a él mismo. Las tres exigen la intervención de
las FF.AA. en distintas modalidades de golpes
de rectificación interna por los que se intentará
prolongar políticamente, bajo formas distintas,
la misma estructura de poder y de dominación.
Ha llegado, pues, el momento en que la bur­
guesía antinacional, que todavía puede jugar tác­
ticamente para demorar su retirada, ya no tiene
una estrategia para conservar el poder en sus ma­
nos. Pero también ha llegado el momento en que
al imperialismo, urgido de conservar en el poder
a su clase agente, no le queda otra cosa que pro­
bar, angustiosamente, distintas y efímeras combi­
naciones burocráticas y de fuerza que posterguen
la inevitable derrota histórica de la burguesía. Es
frente a esta realidad que la izquierda debe actuar
asimilando críticamente la valiosa y dramática ex­
periencia recogida en los catorce meses transcu­
rridos desde el 21 de agosto. Y es como parte de
ella que el Partido Socialista asume su responsa­
bilidad en la organización de la lucha popular por
la liberación social y nacional.

144
4. La liberación
nacional
La batalla que la izquierda perdió el 21 de
agosto no fue militar, sino política. Es la previa
derrota política la que empujó a sus organizacio­
nes de. vanguardia a la defensa armada y tardía
que, por ello mismo, estaba condenada al fra­
caso. Pero como la lucha política no es otra
cosa que la forma más alta de expresión de la lu­
cha de clases, la derrota de la izquierda comenzó
con la pérdida de los sectores pobres no obreros
y de las capas medias de la pequeña burguesía,
cuyos intereses fueron confundidos con los de la
burguesía, dejando a la cíase trabajadora aislada
y enfrentada a una correlación de fuerzas fran­
camente desventajosa. El 21 de agosto puso de
manifiesto que la exacerbación de las diferencias
ideológicas que hasta entonces antagonizaron a
las distintas fuerzas de izquierda trabadas en una
contienda suicida por la primogenitura de la re­
volución, cedían ante la común necesidad de im­
pedir la cancelación del proceso revolucionario;
que las masas obreras no acudían al combate, y
que esta renuencia revelaba el certero instinto de
clase y la extraordinaria experiencia de ludia de
las masas obreras que les permitió advertir la
145
políticas populares, tampoco podía tener el efec-
existencia de una correlación de fuerzas adversa
y la carencia de una vanguardia unitaria.
La conversión de la unidad de resistencia en
unidad política de conducción, bajo la forma de
un frente antimperialista, era la respuesta que co­
rrespondía dar a la izquierda, dialécticamente,
frente a la unidad operada en el seno de la derecha
para la captura del poder por la burguesía proim­
perialista. Pero no una alianza que, de un modo
mecánico, reproduzca y prolongue el tipo de uni­
dad emergente del 21 de agosto, institucionalizan­
do la errónea concepción militarista del carácter
esencialmente político que asumió esa derrota y
proyectándola a la índole que tendrá la lucha por
la liberación nacional, sino la alianza de los par­
tidos de la clase trabajadora y de las fuerzas po­
pulares de avanzada para la reorientación y con­
ducción de las masas oprimidas en el proceso
revolucionario de emancipación de los explotados
y de liberación de la patria ocupada. Sin embar­
go, así como la coincidente intervención tardía
en la infructuosa acción de defensa armada no
podía modificar, por sí sola e instantáneamente,
la colocación política de las clases, el solo hecho
de la unificación antimperialista de las fuerzas
to inmediato de un reagrupamiento clasista con­
secuente con la rectificación de la conducta de
esas organizaciones. Mientras ello no ocurriera, y
no podía ocurrir sino como resultado de una mo­
dificación de las adversas condiciones económi­
cas, políticas y sociales generales, entre las que
debe destacarse el reflujo del movimiento obrero
y la desarticulación de las estructuras partidarias,
la constitución del Frente Revolucionario Antim­
perialista, en cuanto vanguardia efectiva de las
clases oprimidas acaudilladas por el proletariado,
en cuanto comando político representativo de la
146
unidad de esas clases en torno de intereses comu­
nes, no pasaba de ser una inmadura aunque co­
rrecta aspiración qüe la realidad política y social
prevaleciente impedía concretar orgánicamente y
cuya coherencia interna y viabilidad tampoco po­
día probarse en tanto esa misma realidad no le
abriera posibilidades de confrontación práctica.
Pero la burguesía ha creado, en un solo año
de ejercicio del poder dictatorial, las condiciones
sobre las que la unidad antimperialista y antifas­
cista debe desarrollar su acción de vanguardia,
condiciones que configuran una coyuntura cuali­
tativamente nueva y frente a la cual, recogiendo
críticamente la experiencia frentista, esa unidad
debe consolidarse redefiniendo sus términos y ob­
jetivos.
Lá Dictadura burguesa hizo todo esfuerzo por
preservar y aun acentuar la correlación de fuer­
zas sociales que le permitió montar el golpe fas­
cista del 21 de agosto, manteniendo la adhesión
de los sectores medios de la población, aislando y
neutralizando al proletariado y forzando, desde
fuera, la eliminación de las contradicciones que se
daban en las FF. AA. Esgrimió los fantasmas de
la supresión de toda propiedad privada, de la can­
celación de toda libertad democrática, de la re­
presión sangrienta de toda conducta y pensamien­
to no marxista, de la eliminación total de las
FF. AA., de la supresión de la libertad de culto y,
por último, el fantasma de la desmembración, de
la desintegración de Bolivia antimperialista, y los
atribuyó todos al programa de la izquierda y a sus
consecuencias internas e internacionales, en una
desvergonzada explotación del temor que inspira­
ban ellos en las masas campesinas y en los secto­
res medios de la población, y en una cínica apela­
ción al sentimiento cristiano y patriótico de nues­
tro pueblo. Marginó de la represión masiva, tác­
147
ticamente, al movimiento obrero, habilitó al MNR
para la suplantación de las direcciones obreras y
para la organización de un sindicalismo amarillo,
canceló el régimen de garantías y libertades sin­
dicales y, finalmente, restableció y extendió los
efectos del "pacto militar-campesino” para enfren­
tar el campesinado a la clase obrera.
Pero pudo más la realidad que la impostura.
Y la realidad de la política antinacional y antio­
brera de la dictadura mostró objetivamente que
lo que las capas medias de la población debían
temer no era al programa revolucionario de cam­
bio estructural de la sociedad formulado por la
izquierda, sino a la acción dictatorial que la bur­
guesía ejercita y que ellas sufren desde el 21 de
agosto, a la expropiación constante de su econo­
mía en beneficio del enriquecimiento de la burgue­
sía monopólica, la prisión, el destierro y la muerte
por disentir del pensamiento reaccionario oficia­
lista. El movimiento religioso progresista, la igle­
sia no reaccionaria, tuvo la confirmación de que
lejos de temer a la nueva sociedad sin explotados
con que se le amenazó, debe combatir junto a los
oprimidos por establecerla, siguiendo su vocación
cristiana y revolucionaria. La oficialidad joven
progresista o no reaccionaria, ha podido hacer la
experiencia de cómo invocando su misión de de­
fender la soberanía, la independencia y la integri­
dad nacionales, de una supuesta "intervención
extranjera extremista”, el sector corrompido y
proimperialista de los altos mandos utiliza a toda
la institución militar y la asocia a la oligarquía,
en la conformación y sostenimiento de un régi­
men que negocia la soberanía nacional, permite
la ocupación extranjera económica del país, el
control extranjero de su propia institución, la su­
basta de nuestro patrimonio y la posesión efecti­
va de parte del territorio nacional.
148
El pueblo todo ha podido comprobar cómo la
Dictadura que explota su sentimiento patriótico
con el argumento de la desmembración territorial
de Bolivia por los países limítrofes, en caso de
triunfar la causa revolucionaria, como un modo
de persuadirlo de la presunta inviabilidad históri­
ca de la revolución boliviana, comenzó y termina
haciendo de la ocupación extranjera del país, del
control extranjero de su economía y de sus insti­
tuciones, su razón de ser, su origen y su destino.
Los planes imperialistas de habilitar al MNR
como un "ala izquierda” de la Dictadura y de Ves­
tir toda forma de resistencia popular con el uni­
forme de un "guerrillerismo" aventurero, proyec­
tos destinados al potenciamiento político del MNR
como fuerza de relevo populista, y a tornar invia-
ble en<el seno de las masas la lucha revoluciona­
ria por la liberación nacional y el socialismo, han
fracasado. El MNR cómplice de la Dictadura ya
no podrá servir más como agente del imperialismo
incrustado en la lucha revolucionaria por la libe­
ración nacional y el socialismo, en las organiza­
ciones populares. Su descalificación inhabilita
también al nacional populismo de ideología peque­
ño burguesa. En cuanto a la alianza antimperia-
lista concertada inmediatamente después del 21
de agosto, ella abrazó la ideología de la clase tra­
bajadora, reconoció el papel dirigente que le co­
rresponde, se propuso organizar la lucha popular
por la liberación social y nacional siguiendo el
desarrollo político, la movilización, la organiza­
ción de la clase trabajadora y los métodos propios
de la revolución proletaria, descartando toda for­
ma de vanguardismo y de acción política al mar­
gen de las masas.
Ninguna medida de la Dictadura sirvió más y
mejor al esclarecimiento de su índole burguesa
y proimperialista, ninguna afectó económicamen­
149
te al conjunto de la población en mayor medida
y, por tanto, ninguna influyó más en la colocación
de las clases respecto del poder, que la revalua­
ción monetaria.. La aprobación del decreto deva-
luatorio de la moneda nacional marca nítidamen­
te el fin de una etapa en las luchas del pueblo
boliviano y el principio de otra nueva, cualitati­
vamente distinta. El plan de desarrollo económi­
co capitalista afianzador de la dependencia, ha
señalado con el dedo del hambre a las clases
trabajadoras: ellas deben pagar el costo social y
económico de ese plan imperialista que persigue
la desnacionalización económica de Bolivia y el
enriquecimiento de la burguesía intermediaria.
La pérdida del valor adquisitivo de los suel­
dos y salarios, su disminución efectiva, la des­
valorización del ahorro y el encarecimiento in­
controlado del costo de vida, como efecto de una
medida monetaria impuesta por el imperialismo
y de desigual beneficio para la burguesía inter­
mediaria, permitió a las capas pobres de la pe­
queña burguesía y después a toda ella en su con­
junto, descubrir que entre sus intereses y fos de
la burguesía proimperialista que con su adhesión
inactiva asaltó el poder y lo conservó durante el
primer año, no sólo que no hay la presunta co­
incidencia invocada por la primera, sino que los
de la burguesía se incrementan a expensas de los
intereses de la clase trabajadora y comprometen
inevitablemente los de la propia pequeña burgue­
sía* La comprobación de una mayor comunidad
de intereses entre la clase obrera y los sectores
pobres y medios de la pequeña burguesía, que
entre los de éstos y los de la burguesía, ha modi­
ficado substancialmente la correlación de fuerzas
imperantes e invertido los términos de la situa­
ción prevaleciente inmediatamente antes y des­
pués del 21 de-agosto.
150
Cesado el reflujo del movimiento obrero, la.
clase trabajadora ha retomado la iniciativa. La
lucha reivindicatoría de desechos y fueros vulne­
rados y por mejores condiciones de vida, ha al­
canzado, frente al saqueo de sus salarios, un nivel
y una condición que revelan en las masas la con­
ciencia del carácter político que asume la lucha
por la justicia social y la dirección .revolucionaria
que esa lucha debe tomar. La clase trabajadora
ha pasado de la resistencia pasiva a la acción ma­
siva antioligárquica. Las capas medias y pobres
de la pequeña burguesía han iniciado un claro
viraje que los aleja rápidamente de la burguesía
monopólica y los aproxima a la clase trabajadora.
El distinto beneficio resultante de la devaluación
y'la transitoriedad de una parte de él, por el efec­
to dístorsionador de la economía que tendrá el
incontrolable proceso de encarecimiento del costo
de vida, há introducido importantes factores con­
flictivos entre los distintos sectores de la bur­
guesía, agudizañdó sus contradicciones internas y
debilitando sensiblemente la identificación de esa
clase con el poder ejercido por la parte francamen­
te proimperialista de ella. El viraje hecho por
los sectores pobres de la pequeña burguesía de los
que proviene el grueso de la oficialidad, ha com­
prometido la posición interna del sector reaccio­
nario de las FF. AA. y permitido qué el sector "ins-
titucionalista" que apremia al Alto Mando por un
abandono castrense de las responsabilidades de
gobierno, gane posiciones y debilite el nexo polí­
tico-militar que sustenta a la dictadura.
Las masas campesinas comienzan a tomar
conciencia de que el "pacto militar-campesino"
no impide que en aplicación del pacto de la bur­
guesía con el imperialismo, el sector reaccionario
de las FF. AA. que se ha apoderadodel Alto Man­
do utilice el poder para empobrecerlos en bene­
151
ficio de los herederos de la clase terrateniente que
monopolizan la moderna producción agropecua­
ria exportable.
El 21 de agosto encontró confundidos los in­
tereses de la burguesía monopólica y los de la
pequeña burguesía empobrecida. La clase traba­
jadora estaba aislada y, por acción de los sectores
obreros políticamente atrasados e influidos por
la prédica de las direcciones nacional populistas,
penetrada de una tendencia neutralizadora de su
conciencia de clase. Hoy la situación es inversa,
aunque todavía no maduramente inversa. La bur­
guesía está aislada y en su seno se agudizan las
contradicciones internas. Este nuevo alineamien­
to de clases, todavía en proceso de definición de
sus objetivos comunes, encuentra a la izquierda
precariamente unida, pero exige que esta unidad
sea capaz de formularlos, demanda que el desa­
rrollo de esa unidad y su traducción en las tareas
de conducción del nuevo ascenso popular se ade­
cúe a las características determinadas por la nue­
va correlación de fuerzas sociales y por el reno­
vado avance del movimiento obrero. Corresponde
a la vanguardia de las clases oprimidas prever el
desarrollo de esta coyuntura caracterizada por la
desintegración política de la Dictadura y por el
nuevo vigoroso flujo popular.
Hace poco más de un año el imperialismo y
sus agentes nativos pudieron interrumpir por la
fuerza el ascenso revolucionario de las masas tra­
bajadoras, restablecer a la burguesía intermedia­
ria en el poder y detener el proceso de emancipa­
ción nacional. Pero en sólo catorce meses han
mostrado que ni con el abuso de la fuerza pueden
anular el profundo desarrollo político revolucio­
nario de las masas obreras, ni asegurar estabili­
dad política al caduco poder burgués, ni consoli­
dar el sistema de dominación nacional. Fracasado
152
su postrer intento de institucionalización impune
de la Dictadura burguesa o de constitucionaliza-
ción del poder burgués, el im perialism o busca
prolongar la agonía histórica de su clase agente
mediante desesperadas maniobras que van des­
de la radicalización derechista impuesta a sangre
y fuego, hasta la simulación democratizante, des-
movilizadora y contra insurrecional. Dentro de
la estructura de poder creada por su participa­
ción el 21 de agosto, cualquiera de estos recursos
de rectificación interna demandará o provocará
una nueva intervención de los altos mandos mi­
litares en el desplazamiento parcial o total del
régimen de gobierno presidido por el coronel
Banzer.
No importa la variante que se elija. Lo que
si importa es esclarecer en la conciencia de las
masas que cualquiera de ellas sirve al mismo pro­
pósito de prolongación de fuerza o burocrática
de un sistema de explotación social y nacional his­
tóricamente agotado y, por tanto, condenado al
fracaso. Lo que sí interesa es que el pueblo esté
preparado para resistir y vencer la represión ma­
siva y que esté prevenido para rechazar la ilusión
democratizante con que se intentará someterlo
sangrientamente o desmovilizarlo políticamente.
Pero también importa y en la misma medida, evi­
tar que las masas caigan en otra ilusión, en la
ilusión de una victoria inminente o fácil. Lo pri­
mero puede llevar al aplastamiento y a la desarti­
culación del movimiento obrero, o a la división
de las filas populares. Lo segundo puede condu­
cir a la impaciencia y a la aventura provocadora
y consolidadora del régimen. En ambos casos,
el resultado no sería otro que una postergación
de la victoria popular y nacional. No puede sub­
estimarse la capacidad de maniobra de la burgue­
sía ni la decisión del imperialismo de acudir a
153
toda forma de .violencia para impedir la libera­
ción nacional. Ni puede perderse de vista que no
todas las soluciones desesperadas a que acuda
exigirán la misma respuesta ni que todas ellas
demandarán el mismo costo social en el camino
de la liberación.
No hay, pues, la menor duda de que ninguna
tarea es más importante hoy día, que la de per­
feccionar la unidad de conducción antiimperialis­
ta para que asuma su papel de vanguardia y sea
capaz de organizar el nuevo ascenso obrero y po­
pular, para que esté en condiciones de orientarlo,
y prepararlo para transformar la próxima recti­
ficación golpista de la estructura de dominación,
en el inicio de un poderoso y orgánico proceso
insurrécional que conduzca al pueblo oprimido a
la captura del poder.
La unidad antimperialista está enfrentada a
una coyuntura social y política cualitativamente
nueva, en la que las masas realizan el proyecto
unitario y avanzan a pesar del atraso de sus van­
guardias. Es preciso que éstas se muestren capa­
ces de superar el rezago y de actuar unitariamen­
te junto a las masas, interpretando sus aspiracio­
nes y expresando sus intereses, formulando sus
objetivos de lucha, conduciéndolas por el camino
de la liberación nacional y social y evitando los
riesgos de desviación claudicadora o aventurera.
Ha comenzado una nueva etapa ascencional
en la historia de las heroicas luchas del pueblo
boliviano. EL PARTIDO SOCIALISTA, partido
de la clase trabajadora, asume la responsabilidad
que le corresponde en las tareas unitarias, orga­
nizativas y de conducción de esta lucha. Como
parte de la vanguardia del proletariado y reco­
giendo el ejemplo de sus dirigentes y militantes
muertos, encarcelados, exiliados y perseguidos.
154
el partido ocupa su puesto en la trinchera del
pueblo.
Las masas explotadas se unen en torno de
sus intereses comunes y avanzan resueltas á im-
pner la justicia social. Los primeros triunfos han
fortalecido su moral combatiente. La burguesía
y sus instrumentos políticos y de fuerza vacilan
entre la transacción y el genocidio; la desmorali­
zación domina el ánimo de sus conductores y la
desorientación y la deserción se extiende en sus
filas- El imperialismo arma hasta los dientes a
la Dictadura para preservar el régimen de depen­
dencia nacional y evitar su derrota. La vanguar­
dia revolucionaria arma ideológicamente a las ma­
sas para la victoria popular y nacional. El pueblo
vencerá en la lucha entre el Estado Asociado de
los apatridas y la Patria Libre de los bolivianos.
¡Abajo la Dictadura!
Santiago de Chile, noviembre de 1972.
Nota:cifras,
dísticas, Todos los indicadores,
gestiones, acuerdos informaciones
o¡ disposiciones esta­
men­
cionados a lo largo de este análisis, están respaldados
documentalmente por informaciones
nisterio de Planificación, Banco Centraloficiales del Ins­
de Solivia, Mi­
tituto Nacional
Extenor, Informe de Anual
Estadísticas,
al CIAP,Anuarios de Comercio
Presupuesto General
de la Nación, Memorias Anuales de las distintas em­
presas del Estado, Banco Mundial, BID, FMI, disposi­
ciones gubernamentales pertinentes. Informes Oficiales
Reservados
ciones ae de comisiones
carácter oficial, deasíestudio,
como distintas
por publica­
declaraciones
de ministros
por la prensaynacional.
altos funcionarios públicos, r-nnsignaH»«

155
Vísperas de Bolivia
Frente a la ocupación de Bolivia
1. La desnacionalización de la econom ia
boliviana
2. El em pobrecim iento del pueblo
3. La ocupación del país
4. La liberación nacional
EL ESCRITOR
Escritor y conductor del socialismo en
Bolivia, Marcelo Quiroga Santa Cruz, autor de
la Nacionalización del Petróleo (1969), la medida
antimperialista más importante de nuestra his­
toria, es hoy día, desde la cátedra universitaria,
el Congreso Nacional y la literatura comprome­
tida, una de las personalidades más orientadoras
para las nuevas generaciones.

LA OBRA
Un penetrante y documentado análisis
crítico de la política económica del gobierno
de Banzer, que revela los mecanismos de la do­
minación y anticipa el colapso de la economía
nacional, que hoy es una dramática realidad.

LUC ES
Ediciones PUERTA DEL SOL Y
Casilla 2188 - La Paz - Bolivia SOMBRAS

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