La medicina del siglo XX se encontró dominada por la orientación
“biomédica” en donde podemos resumirla en un postulado de Jerome Frank que decía que todo está estrechamente relacionado entre una causa y un efecto. En la orientación biomédica, el médico es un científico que tiene que aplicar todos sus conocimientos más modernos en sus diagnósticos y este tiene que estar ligado con el método científico como el único método utilizado con validez para buscar la verdad que tendrá que estar constituida con demostraciones, dicho esto, en la orientación biomédica es de suma importancia el punto de vista científico, es por eso que se ignoraron todos los fenómenos subjetivos como la precognición o curas espirituales. La orientación biomédica logró avances en campos como lo es la investigación científica, con los progresos tecnológicos usados por la medicina moderna se pudo precisar en una esperanza de curación o de vida en enfermedades que hasta hace poco se consideraban intratables y letales para el ser humano. Todos estos avances ya mencionados contribuyeron a la medicina llamada científica del siglo XXI de la actualidad. Sin embargo, más tarde existió un interés por la medicina holística, en donde esta presenta una perspectiva más amplia del funcionamiento del ser humano, es decir la sanación o tratamiento del ser humano va orientado tanto como a niveles espirituales, psicológicos, sociales y biológicos, estos dos últimos haciendo énfasis en el ambiente dónde la persona se desenvuelve, por lo tanto la medicina holística va más centrada en la persona y no en la enfermedad.