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DE PERROS QUE
SABEN QUE SUS
AMOS ESTÁN
CAMINO DE CASA
y otras facultades inexplicadas de los animales
P A ID Ó S il
Título original: Dogs That Know Whert Tbeir Owners Are Corning Home
Publicado en inglés, en 1999, por Hutchinson, Londres
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de ios titulares del copyright, bajo
las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier
medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la
distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.
ISBN: 84-493-1001-6
Depósito legal: B-49.709/2000
Primera parte
VÍNCULOS ENTRE ANIMALES Y SERES HUMANOS
1. La domesticación de animales........................................................... 29
Segunda parte
ANIMALES QUE SABEN CUÁNDO SUS AMOS
ESTÁN CAMINO DE CASA
2. P e rro s................................................................................................... 47
3. Gatos ................................................................................................... 83
4. Loros, caballos y seres hum anos....................................................... 95
Tercera parte
EMPATÍA ANIMAL
5. Animales que reconfortan y curan ................................................... 115
6. Muertes y accidentes a distancia..................... ................................. 129
10 DE PERROS QUE SA BE N QUE SUS AMOS ESTÁN CAMINO DE CASA
Cuarta parte
INTENCIONES, LLAMADAS Y TELEPATÍA
Quinta parte
SENTIDOS D E ORIENTACIÓN
10. Viajes increíbles................................................................................ 199
11. Migraciones y m em oria.................................................................... 223
12. Animales que saben cuándo se acercan al d estin o ....................... 239
13. Animales de compañía que encuentran a su gente
a grandes distancias .......................................................................... 247
Sexta parte
PREMONICIONES ANIMALES
14. Premoniciones de ataques, comas y muertes repentinas ............. 263
15. Presentimientos de seísmos y otros desastres................................ 279
Séptima parte
CONCLUSIONES
A p é n d ic e s
tiempo. Estos últimos han prestado una gran colaboración en mis investiga
ciones y me han brindado su valiosísimo estímulo personal a la vez que su
sostén práctico.
En 1994 publiqué un libro titulado Seven Experiments That Could Chan-
ge the World, en el cual exploraba siete fenómenos muy conocidos, pero es
casamente comprendidos, y sugería cómo una investigación de bajo coste
podía conducir a descubrimientos importantes. Uno de esos experimentos
se refería a las posibles capacidades telepáticas de perros y gatos y me cen
traba en especial en la capacidad de algunos perros para saber cuándo sus
amos están de camino a su casa.
De esta suerte, tratando de encontrar maneras en que fuera posible de
sarrollar científicamente una visión más amplia de la vida, volví a los ani
males domésticos. Me llevó mucho tiempo reconocer que son los animales
que mejor conocemos. Lo supe cuando era niño. Para mucha gente esto es
una evidencia flagrante, pero para mí tenía toda la fuerza de un descubri
miento nuevo. Estos animales pueden ayudar a ensanchar nuestra com
prensión de la vida; no son simplemente bonitos, cariñosos, reconfortantes
y divertidos.
Durante los últimos cinco años he investigado acerca de la capacidad de
percepción de los animales domésticos, con ayuda de más de dos mil propie
tarios y entrenadores de animales. He inspeccionado a más de mil propietarios
de animales domésticos, elegidos al azar, y he descubierto que hay varios ti
pos de comportamiento comunes, pero que no tienen explicación. Mi equi
po y yo hemos entrevistado a centenares de personas con mucha experiencia
en animales, incluso entrenadores de perros, usuarios de perros de busca y
rescate y de perros de la policía, personas ciegas con perros lazarillos, vete
rinarios, propietarios de perreras y caballerizas, entrenadores de caballos y
jinetes, granjeros, pastores, guardias de zoológicos, propietarios de tiendas
de animales domésticos, criadores de reptiles y amos de animales domésticos.
Si hubiera citado todos los relatos y entrevistas de las que he tenido in
formación, este libro habría sido por lo menos diez veces más grueso. En al
gunos casos, cientos de personas me relataron pautas de conducta muy
similares en sus animales domésticos, como perros que saben cuándo sus
amos están regresando a su casa. He tenido que condensar esta información
y dar sólo unos cuantos ejemplos de cada clase de comportamiento percep
tivo. Aunque es mucha la gente que ha contribuido al cuadro de conjunto,
sólo puedo reconocer por nombre a una pequeña minoría. Sin toda esta
colaboración de personas conocidas y de gente anónima hubiera sido im
posible escribir este libro. Soy deudor de todos aquellos que han colaborado
conmigo, así como de sus animales.
PREFAC IO A LA E D IC IÓ N NORTEAM ERICAN A 15
1. Serpell (1986).
IN TR O DU CC IÓ N 19
I n v e s t ig a c ió n c o n a n im a l e s d o m é s t ic o s
¿P or q u é n o s e h a r e a l iz a d o a n t e s e s t a in v e s t ig a c ió n ?
La h is t o r ia d e H a n s , e l c a b a l l o in t e l ig e n t e
T res t ip o s d e p e r c e p t iv id a d in e x p l ic a d o s
nes silenciosas. Algunos saben cuándo está al teléfono una persona determi
nada. Algunos reaccionan cuando su amo sufre o agoniza en un sitio lejano.
Sugiero que la comunicación telepática depende de vínculos entre per
sonas y animales y que esos vínculos no son meras metáforas, sino conexiones
reales. Se conectan a través de campos llamados campos mórficos. Presen
to estos campos en el capítulo I, en el que también analizo la evolución de
los vínculos entre seres humanos y animales.
V ín c u l o s c o n a n im a l e s
Hay muchas personas que aman a sus animales domésticos y a las que
éstos aman a su vez. Entre unas y otros se desarrollan vigorosos vínculos
emocionales. En este capítulo exploro la evolución y la naturaleza de esos
vínculos entre los seres humanos y los animales.
Pero antes es importante reconocer que los vínculos emocionales entre
personas y animales son más bien la excepción que la regla. Por cada perro
o gato querido hay centenares de animales domesticados confinados entre
rejas en sistemas de crianza intensiva y en laboratorios de investigación. En
muchos países del tercer mundo, la brutalidad con que suele tratarse a las
bestias de carga convierte a los seres humanos en auténticos brutos. Y las so
ciedades tradicionales no acostumbran a suscribir los ideales modernos de
bienestar animal. Los esquimales, por ejemplo, tienden a tratar duramente
a sus huskies.
Luego están los animales que son víctimas de descuido irreflexivo y
crueldad deliberada. En todo el mundo industrializado, las organizaciones
para la prevención de la crueldad con los animales desvelan y publican con
tinuamente estremecedores sufrimientos de animales a manos del hombre:
30 V ÍN CU LO S E NTRE AN IM ALES Y SERES HUMANOS
caballos tan flacos que se les transparentar! las costillas bajo la piel; perros
atados y descuidados; gatos torturados. Y a muchos animales simplemente
se los abandona. Sólo en los Estados Unidos, las autoridades locales o las
organizaciones voluntarias sacrifican alrededor de cinco millones de perros
no deseados y una cantidad similar de gatos.1
Pero a pesar de toda esta explotación, este abuso y este abandono, hay
mucha gente que crea vínculos con animales ya desde la infancia. Es común
dar ositos de peluche y otros animales de juguete a los niños pequeños y que
a éstos les guste oír relatos acerca de animales. Pero a la mayoría le gustan
sobre todo los animales reales. La mayor parte de los animales domésticos
vive en casas con niños.2
Oír relatos sobre animales temibles —incluso cuentos de hadas como el
de Caperucita Roja— y crear relaciones con los amistosos parece ser un
aspecto fundamental de la naturaleza humana. En verdad, a lo largo de su
historia evolutiva, nuestra naturaleza se ha modelado a través de nuestras
interacciones con animales y todas las culturas humanas tienen canciones,
danzas, rituales, mitos y relatos acerca de animales.
La e v o l u c ió n d e l o s v ín c u l o s e n t r e se r e s h u m a n o s y a n im a l e s
7700.000
1. 000.000 -
í
■ Uso del fuego
2 .000.000
3.000.000 —
4.000.000 -
m Primeras especies denominadas homínidos
La d o m e s t ic a c ió n d e l o s p e r r o s
Los primeros animales que se domesticaron fueron los perros. Sus ante
pasados, los lobos, cazaban en manadas como cazaban los hombres y ya en
una etapa muy antigua se usaron perros en la caza, así como para la custodia
de animales. Su domesticación es anterior al desarrollo de la agricultura.8
La opinión convencional afirma que la primera domesticación de lobos
tuvo lugar hace entre diez y veinte mil años. Pero evidencias recientes a par
tir del estudio de ADN en perros y en lobos señalan una fecha mucho más
lejana para la primera transformación del lobo en perro, unos cien mil años
atrás. Esta nueva evidencia también sugiere que los lobos fueron domesti
cados varias veces, no sólo una, y que los perros siguieron cruzándose con
lobos salvajes.9
4. Ehrenreich (1997).
5. Ibíd.
6. Eliade (1964); Burkert (1996).
7. Eliade (1964), pág. 94.
8. Masson (1997).
9. Morell (1997).
LA D O M ES TIC A C IÓ N DE ANIM ALES 33
Figura 1.2. Razas de perros egipcios, de las tumbas de Beni Assan (2200-2000 a.C.)
(según Ash, 1927).
para la caza o el pastoreo o se los mantiene sin motivo utilitario, se los trata
en general con afecto.13
La d o m e s t ic a c ió n d e o t r a s e s p e c ie s
13. Ibíd.
LA D O M ES TIC A C IÓ N DE ANIM AL ES 35
como los ciervos y las cebras, aunque son gregarias, no los satisfacen y, a pe
sar de muchos intentos de domesticación, permanecen demasiado «salva
jes» como para manejarlas con comodidad.14
Los gatos son la única especie domesticada que no es gregaria, pero de
bido a su naturaleza territorial y su amor a la comodidad crean relaciones
simbióticas con las personas aunque preservan algo de su independencia
de cazadores solitarios. Se pasan con relativa facilidad a una existencia libre,
salvaje.15
Los gatos fueron domesticados hace mucho menos tiempo que los pe
rros, probablemente no más de cinco mil años atrás. Los primeros registros
de gatos se encuentran en el antiguo Egipto, donde se los consideraba sa
grados y estaba prohibido matarlos. Se los momificó en tal cantidad que a
principios del siglo XX se extraían momias de gatos por toneladas, se las mo
lía y se las vendía como fertilizante.16
También es relativamente reciente la domesticación de los caballos, que
con toda probabilidad ocurrió hace alrededor de cinco mil años en la región
que rodea al Turquestán. Tal vez se los usara primero como animales de
tracción. El primer registro de un caballo montado se halla en Egipto, alre
dedor del 1500 a.C.17 Muy pronto, una vez que fueron más bien camaradas
que esclavos, los caballos resultaron importantes en la guerra y en la caza.
En las primeras civilizaciones, aunque los animales domesticados eran
explotados al servicio del hombre, ya había un sentido de conexión hom
bre/animal que impregnaba la relación. Eran varios los animales a los que se
consideraba sagrados, como en India lo son actualmente las vacas, los ele
fantes y los monos. Muchos dioses y diosas adoptaban formas animales o
tenían anímales como ayudantes.
A primera vista, son escasas las huellas de este sentido de solidaridad
con el reino animal en las sociedades industriales. Las bestias de carga han
sido sustituidas por máquinas; los caballos, los asnos, las muías y los bueyes
ya no se utilizan como compañeros cotidianos. La íntima familiaridad del
campesino con los animales ha sido sustituida por la gestión agrícola mo
derna, en que los animales permanecen en granjas fabriles e instalaciones
alimentarias a escala industrial.
No obstante, en nuestra vida privada se mantiene la afinidad antigua
con otros animales. Hay muchos observadores aficionados de aves, natura
listas y fotógrafos de la vida salvaje. Las películas sobre la vida natural go
zan de permanente preferencia en la televisión, lo mismo que los relatos
acerca de anímales, sobre todo acerca de perros como Lassie18 y Komissar
Rex, el perro detective austríaco. Pero es en la tenencia de animales domés
ticos donde estos vínculos se conservan principalmente y de un modo más
íntimo. Aun cuando la mayor parte de la gente de las ciudades modernas ya
no necesite gatos para cazar ratones ni perros para cuidar el rebaño ni para
cazar, se sigue manteniendo estos animales a millones, junto con una multi
tud de otras criaturas que no desempeñan ninguna función utilitaria: ponis,
loros, periquitos australianos, conejos, cobayos, jerbos, hámsters, peces de
colores, fásmidos y muchos otros tipos de animales domésticos.
La mayor parte de nosotros parece necesitar a los animales como parte
de nuestra vida. Nuestra naturaleza humana está íntimamente ligada a la na
turaleza animal; separados de ella, nos vemos disminuidos: perdemos una
parte de nuestra herencia.
El m a n t e n im ie n t o d e a n im a l e s d e c o m p a ñ ía
18. Para un interesante estudio sobre la evolución de las historias de Lassie, véase Gar-
ber (1996).
19. Galton (1865).
LA DO M ESTICA CIÓ N DE AN IM ALES 37
Figura 1.3. Pequeños perros domésticos de la Grecia antigua (según Keller, 1913).
las casas en calidad de animales de compañía. Los griegos y los romanos an
tiguos también los tenían (fig. 1.3). Ciertamente, se han hallado perros pe
queños en todo el mundo y hay antepasados de muchos perros domésticos
de hoy. En Tíbet y en China existía la costumbre de criar tanto perros guar
dianes como perros de hogar; los primeros eran grandes y feroces y vivían al
aire libre, mientras que los últimos vivían en casas o monasterios.20
La tenencia de animales domésticos en oposición a su tenencia con fines
utilitarios era en cierto modo un lujo. Hoy en día hay mucha más gente rica
y, por tanto, más animales de este tipo. Y a menudo los animales domésticos
21. En 1996 había en EE.UU. un promedio de 2,2 gatos por cada casa con gatos, en
comparación con los 1,7 perros por cada casa con perros (fuente: Humane Society of Ame
rica, Washington, DC).
LA D O M ESTICA CIÓ N DE AN IM ALES 39
Polonia 50 33
Estados Unidos 38 30
Francia 36 25
Bélgica 36 25
Irlanda 36 20
Canadá 32 24
Portugal 30 14
República Checa 30 16
Reino Unido 27 21
Dinamarca 23 17
Holanda 22 24
Italia 20 22
Finlandia 20 18
Noruega 17 18
Suecia 16 19
España 16 8
Austria 15 26
Japón 12 5
Alemania 11 9
Suiza 10 26
Grecia 10 7
de dominación, lo que facilitó su control por parte de los seres humanos. In
cluso los gatos, a pesar de sus hábitos de caza independiente y en solitario,
crecen con relaciones sociales estrechas entre las madres y su descendencia.
La naturaleza social original de los animales domesticados se pone de
manifiesto cuando vuelven a la vida salvaje. Charles Darwin, en su Variation
of Animáis and Plants, se interesó particularmente por el retorno de los ani
males domesticados a sus hábitos ancestrales.22
En general, los animales no domesticados viven en grupos similares a los
de sus parientes salvajes. Por ejemplo, los caballos no domesticados viven
años
- o - perros (cantidad)
gatos (cantidad)
-D - perros (casas con)
gatos (casas con)
Figura 1.4. Cambios en las poblaciones de perros y de gatos en el Reino Unido en
tre 1965 y 1997 (fuente: UK Pet Food Manufacturera’ Association).
La n a t u r a l e z a d e l o s v ín c u l o s s o c ia l e s
26. Francis Huxley ha señalado que sería más adecuado que el libro más famoso de Dar
win se titulara «El origen de los hábitos» (Huxley, 1959).
27. Sheldrake (1981; 1988a).
28. Para un modelo matemático de comunicación por medio del campo mórfico, véase
Abraham (1996).
LA DO M ESTICA CIÓ N DE AN IM ALES 43
Figura 1.5. Diagrama que representa un campo mórfico del grupo social (A) y que
ilustra la manera en que el campo se estira y sigue conectando a un individuo con
otros miembros del grupo aun cuando se encuentre a gran distancia de éstos (B).
que esta hipótesis no sólo hace posible la telepatía, sino incluso probable.
Pero, una vez sentada su posibilidad teórica, cabe preguntarse si ocurre en
realidad. Sobre la base de la evidencia disponible, que se expone en los ca
pítulos siguientes, llego a la conclusión de que la telepatía es ciertamente un
fenómeno real.
SEGUNDA
PARTE
¿ P o d r ía t r a t a r se d e m e r a r u t in a ?
Cuando una persona regresa todos los días a la misma hora, la conduc
ta de sus perros podría ser simple rutina. Teresa Preston, de Suffolk, Virgi
nia, supuso que esto era lo que ocurría cuando se dio cuenta de que el pe
rro de la familia, Jackson, esperaba el regreso de sus hijos en el autobús
escolar. Pero tuvo que repensar la cuestión cuando se percató de que Jack-
1. Serpell (1986).
PERROS 49
¿ P o d r ía n l o s p e r r o s o l e r l a p r o x im id a d d e su s a m o s ?
ches son herméticos, de modo que no sería mucho el olor que saliera de
ellos, y las puertas de las casas son herméticas para no dejar pasar el viento,
así que me parecería imposible que un perro pudiera oler a su amo cuando
éste se encuentra a una milla.»
Hay perros que sólo reaccionan uno o dos minutos antes de la llegada
de sus amos y en estos casos sí que el olfato podría explicar su conducta.
Pero muchos reaccionan con diez minutos o más de anticipación, cuando la
persona se encuentra todavía a varios kilómetros. Además, lo hacen con to
tal independencia de la dirección del viento y no es necesario que las venta
nas estén abiertas. Su anticipación no puede explicarse razonablemente en
términos de olfato.
¿ P o d r ía n o ír l o s p e r r o s q u e su s a m o s s e a c e r c a n ?
R eg r eso e n a u t o b ú s , t r e n y a v ió n
rro comienza a esperarla alrededor del momento en que ella empieza su via
je de regreso.
En algunos casos, la persona ausente le dice a la que se queda en casa
que cogerá un tren en particular y luego coge otro. Esto ocurrió cuando
Sheila Brown, de Westbury, Wiltshire, fue a Londres a una boda y dejó a su
perra Tina con una vecina, a la que dijo que regresaría en un tren que llega
ba a las 22.30. En realidad, regresó cinco horas antes y se sorprendió al en
contrar que la esperaba una taza de té. Tina había saltado de repente y ha
bía ido a la puerta, donde se sentó agitando la cola. La vecina sabía que a
menudo Tina anticipaba los regresos de Sheila y concluyó correctamente
que había cogido un tren anterior.
Más notable aún que el hecho de que los perros sepan cuándo sus amos
están de camino a su casa, ya en tren, ya en autobús, sea tal vez que lo sepan
cuando los amos viajan en avión. Muchas historias de este tipo proceden de
la Segunda Guerra Mundial, cuando se permitía a los pilotos dejar a sus pe
rros en los aeródromos. Por ejemplo, Max Aitken, comandante de escua
drón (y luego lord Beaverbrook), tenía su perro labrador en su base del E s
cuadrón n° 68. Edward Wolfe, que prestaba servicio a sus órdenes, me dijo:
«Cuando el escuadrón estaba regresando de una operación de a uno o dos
aviones, su labrador negro, que había estado echado tranquilamente, se le
vantaba y se lanzaba afuera, al encuentro de su amo. Siempre sabía si Max
Aitken venía de regreso».
Recibí un informe muy parecido de las reacciones de un perro a su amo,
piloto de un escuadrón de planeadores, cuando los aviones que regresaban
eran casi silenciosos.
Al menos en un caso se puso a prueba la posibilidad de que la reacción
de un perro pudiera estar desencadenada por el sonido de un avión parti
cular. El perro en cuestión también era un labrador, que reaccionaba al re
greso de su amo, un oficial de la RAF. «Observó a su amo cuando despega
ba en un avión y se echó a esperarlo. Cuando ese mismo avión regresó, el
perro ni siquiera se levantó. Los hombres pensaron que el perro no había
pasado la prueba. Pero se equivocaron. El perro, en cambio, tenía razón. Su
amo no venía en ese avión. Más tarde se acercó otro avión desde la dirección
contraria. El perro, excitado, se levantó de un salto sacudiendo la cola. Su
amo había regresado» (J. Greany).
Igualmente impresionantes son las anticipaciones de los perros pertene
cientes al personal de líneas aéreas. Muchas personas que trabajan para lí
neas aéreas comerciales han comprobado que sus perros saben cuándo están
en camino de regreso, incluso si nadie más lo sabe en la casa. Un ejemplo es
Elizabeth:
PERROS 55
D if e r e n t e s m o d e l o s d e r e sp u e st a t e l e p á t ic a
1. Hay perros que tal vez reaccionen sólo cuando sus amos están cerca de
la casa y, por supuesto, están al tanto de su inminente regreso. Dicho
de otra manera, podría ser que los perros sintieran la presencia cada vez
más próxima de sus amos. Los perros reaccionarían, digamos, dos minu
tos o diez minutos antes del regreso efectivo de sus amos, con indepen
dencia del momento en que hayan iniciado el viaje de regreso.
2. Hay personas que tal vez piensen o sientan muy poco acerca del hecho
de estar regresando a su casa; es posible que estén plenamente atentas a
una conversación o a otra actividad. Pero hay en los viajes momentos en
que los pensamientos y los sentimientos se dirigen con acrecentada in
tensidad a la casa: por ejemplo, al desembarcar de un avión o de un bar
co, o al apearse de un tren o un autobús. Tal vez haya perros que capten
los pensamientos y los sentimientos ligados al hogar de esos momentos
especiales.
3. La manifestación más extrema de telepatía se daría si los perros fueran
capaces de captar la intención de regresar de sus amos y reaccionaran
cuando éstos comienzan el viaje o incluso cuando se preparan para ini
ciarlo.
En realidad, los tres tipos de anticipación son comunes. Hay perros que
anticipan el regreso de sus amos sólo con unos pocos minutos de antelación.
Tal vez el animal haya oído u olido a su amo y la telepatía no tenga en esto
PERROS 57
nada que ver. Pero, cuando los perros reaccionan con más de cinco minutos
de anticipación, es preciso tomar en serio la hipótesis telepática, sobre todo
si el perro reacciona incluso cuando las ventanas están cerradas y sus reac
ciones no dependen de la dirección del viento, lo que habría podido influir
enormemente en la transmisión de los olores y los sonidos. Y hay muchos
casos en que los perros reaccionan regularmente diez minutos o más antes
de que la persona esperada llegue a su casa, con independencia de la direc
ción del viento. Un ejemplo es el de Peter Edwards y sus setters irlande
ses. Otros ejemplos son los perros de los aeródromos (caso ya expuesto) que
reaccionaban cuando el avión de su amo estaba a punto de aterrizar, o los
perros que van al encuentro de sus amos en las paradas de autobús, pero
que salen de la casa cuando el autobús todavía está en camino.
En segundo lugar, hay perros que reaccionan cuando la gente se apea de
embarcaciones, aviones, trenes y autobuses e inicia la parte final de su viaje
de regreso al hogar. Ya hemos visto ejemplos de perros que reaccionan
cuando los miembros de la tripulación y los pasajeros de vuelos comerciales
llegan al aeropuerto; y hay muchos otros que reaccionan cuando la gente se
apea de embarcaciones, trenes y autobuses.
Por último, hay perros que parecen reaccionar a las intenciones de las
personas de volver a su casa, incluso antes de que comiencen realmente el
viaje de regreso. BJ, el perro de Louise Gavit, es un ejemplo (véase supra,
pág. 52). Louise no tiene un horario regular de llegadas ni de salidas. Con
ayuda de su marido, que observaba a BJ en su casa, llegó a comprobar que
la reacción típica del perro es la siguiente:
R eg r eso d e l a s v a c a c io n e s y d e a u s e n c ia s l a r g a s
casi todo el tiempo) estuvo en la puerta durante tres horas. Lo saqué de allí
varias veces, pero ni siquiera tenía necesidad de orinar; luego apareció su
amo, dos días antes de lo previsto. Yo no tenía idea de que éste adelantaría
su regreso.»
Los v ín c u l o s e n t r e p e r r o y p e r so n a
Así, la capacidad de los perros para saber cuándo regresan las personas
depende de lazos emocionales, en general positivos, pero a veces también
negativos, y pueden sufrir la influencia de la intención con la que llegan.
Pero, en términos generales, depende de relaciones afectuosas con los com
pañeros humanos inmediatos del perro y con miembros de la familia y ami
gos íntimos.
Es bien sabido, por supuesto, que los perros pueden establecer lazos
muy fuertes con las personas. James Serpell, que fue pionero en el estudio
de las relaciones entre seres humanos y perros en la Universidad de Cam
bridge, se expresa a ese respecto en los siguientes términos: «El perro pro
medio se comporta literalmente como si estuviera “unido” a su amo por una
cuerda invisible. Dada la oportunidad, lo seguirá a todas partes, se echará
junto a él y exhibirá claras señales de tristeza si su amo sale y lo deja en casa
o si lo echa inesperadamente de la habitación».5
A mi juicio, la-, evidencia que se tiene en cuenta en este capítulo y el si
guiente sugiere que la cuerda invisible que une el perro a su dueño es elásti
ca: puede estirarse y contraerse (fig. 1.5B). Conecta al perro y su amo cuando
están cerca. Y sigue uniéndolos aun cuando se encuentren a cientos de ki
lómetros uno de otro. Esta elasticidad de la conexión es la que hace posible
la comunicación telepática.
¿ T e l e p a t ía o p r e c o g n ic ió n ?
¿Q u é s u c e d e c u a n d o l a g e n t e c a m b ia d e i d e a ?
d e c a m in o a su c a s a ?
¿P or q u é m u c h o s p e r r o s n o r e a c c io n a n ?
¿H ay r a za s m á s s e n s ib l e s q u e o t r a s?
Perros de caza. Este grupo comprende los perros labradores, los cobrado
res, los perros de agua y los setters.
Podencos. Los dos subgrupos son los sabuesos visuales, como los galgos o
los lurchers (cruce de galgo y mastín), y los de muestra, como el policía
o el raposero.
Terriers.
Perros de trabajo. Este grupo consta principalmente de perros que se usan
originariamente para trabajar con el ganado, como el collie, el pastor
alemán y otros del mismo tipo, así como los perros de tiro, como los
huskies.
Perros utilitarios. Grupo mixto que incluye los perros de lanas, los dálma-
tas y los dogos.
Perros falderos. La mayoría de los perros pequeños que han vivido tradi
cionalmente en el interior de las casas como animales de compañía, como
el pequinés y el chihuahua, entre otros.
Perros de caza 74
Podencos 49
Terriers 46
Perros de trabajo 135
Perros utilitarios 52
Perros falderos 22
Híbridos 37
Las razas individuales que aparecen con más frecuencia en estos infor
mes son la de los labradores (20 ejemplos), los pastores alemanes (14), los
collies (12) y los perros de lana (12). Pero esto no quiere decir que se trate
de razas particularmente sensibles, sino que simplemente refleja el hecho de
que se hallan entre las más populares. Análogamente, el que la mayoría de los
informes se refieran a los perros de trabajo y a los de caza refleja simple
mente el hecho de que hay más gente que tiene perros de estas categorías
que de las otras.
De esta suerte, aunque de los informes de la base de datos no se puede
sacar conclusiones detalladas acerca de la sensibilidad relativa de diferentes
tipos de perros, no hay duda de que el comportamiento anticipatorio está
muy extendido y no se limita a algún grupo en particular.
PERROS 69
Cantidad Porcentaje
Cantidad total de llegadas de llegadas
Tipo de perro estudiada anticipadas anticipadas
De caza 58 30 52
labradores 21 8 38
de lana 21 12 57
Podencos 12 6 50
Terriers 41 23 56
De trabajo 55 24 44
pastores alemanes 16 6 38
collies 13 8 62
Utilitarios 17 11 65
Falderos 20 13 65
Híbridos 82 39 48
midad con sus amos que los perros de gran tamaño, una mayor proporción
de los cuales vive en casetas fuera de las casas o tiene el acceso prohibido a
ciertas partes de ésta.
Estas cifras confirman que son muchas las clases de perros que parecen
anticipar la llegada de sus amos. Esta capacidad no se limita a una raza o
grupo particular.
Tampoco se limita a un sexo, aunque los machos tienden a mostrar esta
conducta más que las hembras. De los 465 informes de la base de datos en
que se menciona el sexo de los animales, apenas un poco más de la mitad se
refiere a machos. En los estudios aleatorios de casas realizados en Gran Bre
taña se dice que el 48 % de los machos dieron muestras de conducta antici-
patoria, contra el 44 % de las hembras.
R e g is t r o s d e l a c o n d u c t a c a n in a
L as a n t ic ip a c io n e s d e J aytee
9. Matthews (1994).
PERROS 73
sistía en que Pam y sus padres llevaran un registro. Entre mayo de 1994 y fe
brero de 1995 dejó a Jaytee con sus padres en cien ocasiones cuando ella se
ausentaba y ellos tomaron notas sobre las reacciones de Jaytee. La propia
Pam llevó un registro de dónde había estado, a qué distancia había viajado,
su medio de transporte y cuándo había iniciado el viaje de regreso. En 85 de
esas 100 ocasiones, Jaytee reaccionó yendo a esperarla a la puerta-ventana
de la terraza antes de que Pam llegara, en general con diez minutos o más de
anticipación.
Cuando se realizó el análisis estadístico de estos datos, se comprobó que
mostraban que las reacciones de Jaytee se relacionaban de modo muy signi
ficativo10 con el momento en que Pam iniciaba el regreso, como si el perro
supiera cuándo se ponía ella en marcha hacia su casa.11 No parecía importar
la distancia.12
Sin embargo, en 15 sobre 100 ocasiones, Jaytee no reaccionó. ¿Hubo en
ellas algo insólito? En algunas, la señora Smart no estaba en casa o dormía.
Jaytee tenía un lazo muy estrecho con la señora Smart, pero temía al señor
Smart. Cuando estaba solo con el señor Smart, Jaytee se escondía en el dor
mitorio y permanecía inobservable. En algunas ocasiones, había distracciones
externas fundamehtales, como una perra en celo en el piso vecino. En otras,
10. Para la correlación lineal entre el momento del viaje y del momento de la reacción
de Jaytee, p < 0,0001 (Sheldrake y Smart, 1998).
11. En veinte sobre cincuenta ocasiones, Jaytee reaccionó cuando Pam iniciaba el viaje,
o al cabo de dos minutos a partir de ese instante. Pero a veces Jaytee reaccionó antes de que
Pam partiera y a veces, después; en nueve ocasiones reaccionó más de tres minutos antes, y
en 20 casos lo hizo más de tres minutos después. ¿Es esta variación mera cuestión de azar?
¿O podría deberse, al menos en algunos casos, a desviaciones debidas a la manera de regis
trar los datos? Pudo haber al menos dos fuentes de error que operaran en sentidos opuestos.
En primer lugar, algunos de los datos sobre la conducta de Jaytee pueden haber sufrido una
desviación hacia el retraso. Si el señor o la señora Smart no estaban en la sala, o si estaban
distraídos, por ejemplo con visitas, llamadas telefónicas o programas de televisión, pudie
ron no haber advertido de inmediato las reacciones de Jaytee. De esta suerte, en algunas oca
siones en que las reacciones observadas de Jaytee comenzaron después de que Pamela ini
ciara su viaje de regreso, bien pudieron haber ocurrido antes, más cerca del momento en que
Pam inició el regreso. En segundo lugar, en algunas ocasiones en que Jaytee reaccionó antes,
esta anticiación podía surgir de la manera de definir el momento en que Pam inició su viaje.
Pam registraba como momento inicial el instante en que comenzaba realmente su viaje en
coche. Pero a veces comenzaba a prepararse para ello diez minutos antes o más y luego se
tomaba tiempo para saludar a las personas con las que había estado o se quedaba charlando
con ellas mientras salía. Y a veces pensaba en marcharse antes de mover un dedo para hacerlo.
Si Jaytee reaccionaba a sus intenciones, tendería a hacerlo antes de que Pam pusiera su co
che en marcha.
12. Shekldrake y Smart (1998).
74 ANIM ALES QUE SA BEN CUÁNDO SUS AMOS ESTÁN CAMINO DE CASA
13. Ibíd.
14. Ibíd.
PERROS 75
los padres de Pam y otra que seguía a Pam a donde quiera que fuera cuan
do salía.
Este experimento tuvo lugar en noviembre de 1994. Ni Pam ni sus pa
dres sabían los momentos seleccionados al azar en que se le pediría que re
gresara.
Unas tres horas y cincuenta minutos después de su salida, se le dijo que
era hora de regresar a su casa. Entonces caminó hasta una parada de taxis.
Llegó a ésta cinco minutos después, y a su casa, otros diez minutos más tar
de. Como de costumbre, Jaytee la saludó con entusiasmo.
A partir de las cintas de vídeo se pudo observar la conducta de Jaytee
con un detalle que antes había sido imposible. Durante el período en que
Pam estuvo fuera, el perro se pasó prácticamente todo el tiempo echado y
muy tranquilo, a los pies de la señora Smart. En la versión editada que pro
dujo la OKF para la transmisión en televisión, a partir del momento en que
se dice a Pam que regrese se ven ambas cintas simultáneamente y en total
sincronía en una pantalla dividida, de modo que se puede observar a Pam a
un lado de la pantalla y a Jaytee del otro lado. Al comienzo, Jaytee, como de
costumbre, está echado a los pies de la señora Smart. Luego se le dice a Pam
que ha llegado la hora de volver y, casi de inmediato, Jaytee muestra signos
de alteración, con las orejas erguidas. Once segundos después de habérse
le dicho que volviera a su casa, Pam atraviesa a pie un terreno de hierba en
dirección a la parada de taxis, Jaytee se levanta, va a la ventana y se sienta
allí en actitud expectante. Permanece en la ventana todo el tiempo que dura
el viaje de Pam.0
No parece haber ninguna manera posible de que Jaytee supiera por me
dios sensoriales normales en qué instante Pam iniciaba su regreso a casa. Ni
podía tratarse de rutina, puesto que el momento se eligió al azar y era un
momento del día en que Pam no acostumbraba a estar de regreso.
Este experimento pone de manifiesto la importancia de las intenciones
de Pam. Jaytee comenzó a esperar cuando ella se enteró de que volvería, an
tes de montar en el vehículo y comenzar el viaje en taxi. Jaytee parecía res
ponder telepáticamente.
15. Hay una cinta de vídeo comercial¡2ada que muestra secuencias de este experimen
to: Sheldrake, R. (1997) Seven Experiments That Could Change the World: The Video, Well-
spring Media, 65 Bleecker Street, Nueva York, NY 10012, USA.
76 ANIM ALES QUE SABEN CUÁNDO SUS AMOS EST ÁN CAMINO DE CASA
E x p e r im e n t o s con J a y t e e g r a b a d o s e n v íd e o
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Figura 2.4. Duración de las visitas de Jaytee a la ventana durante las ausencias lar
gas, medias y cortas de Pam. El eje horizontal muestra una serie de períodos de
10 minutos (pl, p2, etc.) a partir del momento en que ella sale hasta que está de re
greso en casa. El último período que muestra el gráfico representa el primer viaje
de regreso de 10 minutos de Pam («reg»), cuyo punto se indica con un círculo lle
no (•). El eje vertical muestra la cantidad promedio de segundos que Jaytee pasa en
la ventana cada período de 10 minutos. Los gráficos representan el promedio de
11 experimentos largos, 7 medios y 6 cortos. (Una minoría de experimentos «rui
dosos» fueron excluidos a fin de que pudiera apreciarse más claramente la pauta
normal, pero estos experimentos ruidosos muestran la misma pauta general, como
puede apreciarse en la figura B.l B del Apéndice B.)
80 ANIM ALES QUE SA BEN CUÁNDO SUS AMOS EST ÁN CAMINO DE CASA
2 de junio
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6 8 10 12
período
4 de diciembre
período
Figura 2.5. Resultados de los tres experimentos realizados por Richard Wiseman y
Matthew Smith con Jaytee en el piso de los padres de Pam en 1995. Los gráficos
muestran el tiempo que Jaytee pasó en la ventana en períodos sucesivos de diez mi
nutos. Como en la figura 2.4, el punto final de cada gráfico representa los primeros
10 minutos del viaje de regreso de Pam y está indicado por un círculo lleno (•).
(Gráficos tomados de los datos de Wiseman, Smith y Milton, 1998.)
PERROS 81
22. No hay discusión acerca de los hechos, pero sí acerca de su interpretación. Richard
Wiseman y Matthew Smith han inventado un criterio propio para juzgar el éxito de Jaytee.
Decidieron que la «señal» de Jaytee del regreso de Pam debía ser la primera vez que visitara
la ventana durante más de dos minutos sin ninguna razón exterior evidente. Descartaron to
dos los datos posteriores a esas supuestas señales. En realidad, en sus experimentos en el piso
de los padres de Pam, aunque Jaytee fue a la ventana varias veces durante la ausencia de
Pam, pasó una proporción de tiempo mucho mayor en la ventana cuando Pam estaba efec
tivamente en camino de regreso. En promedio, Jaytee estuvo en la ventana sólo el 4 % del tiem
po para la parte principal de la ausencia de Pam; en los diez minutos anteriores a su regreso,
el 48 % , y durante su viaje efectivo de regreso, el 7 8 por ciento. Esta pauta de resultados, que
se analiza con más detalle en el Apéndice B, se asemeja a la mía (fig. 2.3) y es estadísticamente
significativa. Sin embargo, Wiseman y Smith decidieron ignorar la mayor parte de sus pro
pios datos y descalificaban a Jaytee si no satisfacía su criterio arbitrario de los dos minutos,
medio por el cual pudieron afirmar que Jaytee no había pasado la prueba. Anunciaron esta
conclusión en comunicados de prensa y televisivos. Para una exposición detallada de esto,
véase Sheldrake (1999), British Journal o/Psycbology (en prensa).
C A P ÍT U L O
__ 3
Gatos
Muchos gatos llevan una vida doble: fuera de la casa son cazadores soli
tarios; dentro, compañeros más o menos afectuosos. En relación con sus
guardianes humanos se comportan de modo muy parecido a como lo hacen
los cachorros con la gata madre que los alimenta y los protege.
En general, los gatos son sin duda más independientes y menos socia
bles que los perros. En general, un gato no siente necesidad de estar todo el
tiempo cerca de su amo. Mientras que la mayoría de los perros se centran en
la persona, el gato se centra en la casa.
Los gatos viven en estrecha asociación con los seres humanos desde
hace al menos cinco mil años. Probablemente fueron domesticados prime
ro en el norte de África y su antepasado es el gato salvaje africano, felis sil-
vestris, subespecie libyca. Los antiguos egipcios los reverenciaban y los te
nían en sus casas. Eran encarnaciones de la diosa gata Bastet, pariente de la
terrorífica diosa leona Sejmet, asesina y devoradora en la guerra.
El famoso relato de Rudyard Kipling titulado «El gato que salía solo a
pasear» (de su libro Precisamente así (Just So Stories), resume las caracte
rísticas felinas. Pero, aunque sean cazadores solitarios, si se los abandona a
sus propios recursos, los gatos en general no viven solos, al menos si son
hembras. La investigación reciente sobre grupos de gatos domesticados y
84 ANIM ALES QUE SA BEN CUÁNDO SUS AMOS E ST ÁN CAMINO DE CASA
El c o n o c im ie n t o d e c u á n d o u n a p e r s o n a e s t á d e c a m in o a su c a sa
Hay muchos gatos que parecen saber cuándo sus amos están en camino
de regreso. He reunido 359 informes de esta conducta procedentes de due
ños de gatos, en respuesta a mi petición de información. Y en nuestro estu
dio aleatorio de cerca de 1.200 casas de Gran Bretaña y los Estados Unidos,
en 91 casas había gatos que parecían saber cuándo sus amos estaban de
camino a su casa. En otras palabras, cerca del 8 % de las casas tenían esos
gatos.
Alrededor de tres cuartas partes de los relatos que he recibido de los
dueños de gatos se refieren a regresos del trabajo, compras, la escuela y
otras ausencias breves. He aquí algunas observaciones típicas:
«Casi siempre está en la ventana cuando vuelvo a mi casa.»
«Sale vete a saber de dónde.»
«Toda vez que regresamos a casa, nuestros dos gatos parecen estar es
perándonos.»
«Siempre está esperándonos detrás de la puerta.»
Mi novio me regaló para Navidad un gatito llamado Sami. Casi todas las tar
des pasaba por mi apartamento a la salida del trabajo. Yo siempre sabía cuán
do venía porque Sami iba a sentarse junto a la puerta unos diez minutos antes
de que él llegara. No había manera de que yo le transmitiera señales, porque
nunca sabía a qué hora llegaría mi novio. Trabajaba en bienes inmuebles y te
nía horarios muy variables. Dudo que Sami pudiera oír su coche, pues yo vivía
en el corazón mismo de una ciudad muy ruidosa y en una casa de muchas plan
tas. Cuando mamá está de visita en casa dice que Sami anticipa de la misma ma
nera mi llegada... y yo vuelvo a casa en metro (Jeanne Randolph),
non permaneció conmigo en la cama, sin moverse. Un poco más tarde, sal
tó de la cama y fue a la puerta. Cinco minutos después oí llegar el taxi en el
que viajaba mi hijo.»
Algunos gatos salen al encuentro de sus amos cuando éstos regresan a su
casa desde el trabajo o la escuela y unos pocos los esperan incluso en las pa
radas de autobús o en las estaciones ferroviarias.
Lo mismo que sucede con los perros, en algunas casas las reacciones
del gato son la señal para preparar la comida o una taza de té: «El gato de
mi padre iba a la puerta del jardín y se sentaba sobre un pilar de piedra a
esperarlo, diez minutos antes de que llegara. Como periodista, sus hora
rios eran muy variables. Mi madre decía que tenia que poner las patatas
cuando el gato levantaba la vista, aparentemente escuchaba y luego salía
trotando. No podía ser que lo alertara el ruido distante del coche, porque
iba aun cuando mi padre regresaba en autobús o a pie» (Joyce Collin-
Smith).
En algunos casos, la advertencia del regreso que el gato ofrece ayuda a
interrumpir fiestas ilícitas. Es el caso de Bryan Roche:
b arco! A tal p unto m e convencí de la fiabilidad de las predicciones del gato que
organicé otras fiestas a las que el gato estaba cordialm ente invitado. E n cada
una de esas ocasiones, el anim al dem ostró ser una infalible «alarm a de llegada
de la em pleadora».
L lev a r r e g ist r o s
. Los gatos en libertad para vagar fuera de la casa suelen cambiar de con
ducta según la condiciones climáticas. Los días soleados tal vez esperan fue
ra, al sol, cerca de la puerta de la casa o del cercado; los días lluviosos espe
ran dentro, en un alféizar de la ventana, mirando hacia afuera; y los días
fríos, en algún sitio cálido.
Esta variabilidad ha impedido hasta ahora la realización de experimen
tos filmados en vídeo con gatos, porque, si se instala la cámara y se la deja
en funcionamiento enfocada en un sitio en particular, el gato puede espe
rar en otro lugar, fuera del alcance de la cámara. Los perros, por el contrario,
tienden a ir siempre al mismo sitio a esperar, normalmente contra la puerta
de la casa o del cercado, y es más fácil filmarlos. Para trabajar con gatos se
requiere o bien un sistema de vigilancia más sofisticado que el empleado
hasta ahora o bien restringir los experimentos a los gatos que esperan en un
lugar predecible.
4. Los machos suman el 54 % y las hembras el 46 % del total de relatos en los que se e
pecifica el sexo de los animales.
88 AN IM ALES QUE SA BEN CUÁNDO SUS AMOS E ST ÁN CAMINO DE CASA
Av e r sio n e s
Así como hay perros que anticipan la llegada de una persona por la que
sienten fuerte aversión (pág. 62), también hay gatos que hacen lo mismo.
Mosette Broderick, que vive en Manhattan, se convirtió en objeto de aver
sión por ayudar a su ex profesor, quien le dijo que su gata Kitty, cuando la
llevaba al veterinario, lo odiaba durante unos días. Mosette accedió de buen
grado a llevar a Kitty al veterinario, de modo que el animal comenzó a odiar
la a ella.
Cuando pasaron los años, Kitty desarrolló a tal extremo su disgusto respec
to de mi persona, que mi profesor siempre sabía cuándo estaba yo en la urbani
zación. Cuando yo cogía la calle 62, desde Lexington Avenue, a unos sesenta
metros y con mucho ruido, Kitty corría y se escondía detrás de la escalera, cosa
que sólo hacía cuando esperaba mi llegada. Lo curioso es que yo estaba fuera del
alcance del oído, la vista y el olfato de la gata. En una ciudad multitudinaria
como Nueva York era imposible que me hubiera oído por encima del fárrago
del tráfico. Naturalmente, tampoco me había visto. En Nueva York, en invier
no, con las puertas cerradas y la calefacción encendida en la casa, era imposible
detectar olores. Tampoco iba siempre el mismo día ni a la misma hora, de modo
que no se puede atribuir la conducta de la gata a la regularidad de una rutina.
C o m p a r a c ió n d e gato s y perros
70
60 i
50
| 40 1 [ [ perros
a>
o r i Satos
30
20 1
10
Figura 3.1. El porcentaje de dueños de gatos y de perros que dijeron que sus ani
males anticipaban sus llegadas. Los estudios fueron realizados con una muestra
aleatoria de casas en Londres, Ramsbottom (Gran Manchester en el noroeste de In
glaterra), Santa Cruz y Los Angeles, California.
porción es muy baja, en torno al 2 %. Casi todos los gatos que responden al
regreso de sus amos del trabajo o de viajes de compras lo hacen cuando sus
dueños están realmente en tránsito. ¿Por qué ha de ser así? Se me ocurren
dos razones posibles:
1. Puede que los gatos sean menos sensibles que los perros o bien que,
por alguna razón, no sean capaces de detectar los regresos de sus amos
hasta que se encuentren bastante cerca de la casa. Puede que no sean ca
paces de captar las intenciones de sus amos desde muchos kilómetros
de distancia de la misma manera en que parecen hacerlo muchos perros.
2. Puede que los gatos sean capaces de saber cuándo sus amos inician el
viaje de regreso, pero que no estén motivados para responder con de
masiada anticipación. Si su objetivo es simplemente encontrarse con la
persona que regresa y saludarla, no hace falta que comiencen a esperar
la cuando todavía se encuentra muy lejos. Y, aunque algunas de las fun
ciones tradicionales de los perros sea proporcionar advertencias de la
aproximación de determinadas personas, de los gatos no se espera en
general que desempeñen ese papel de la misma manera.
Reg r eso d e v a c a c io n e s y d e a u s e n c ia s l a r g a s
Hay gatos que muestran señales de anticipación horas antes del regreso
de sus amos tras una ausencia larga. Si entre tanto han estado en casa de
amigos o de vecinos, una de las maneras más comunes de hacerlo es volver
a sus respectivos hogares. Por ejemplo: «Nuestro gato siente cuándo la fa
milia está en camino de regreso. Mientras estuvimos fuera, el animal se que
dó con nuestros vecinos. En el momento en que partimos de Grecia, Tur
quía o Italia (y, por supuesto, también desde sitios más cercanos), el gato
insistió en estar otra vez en casa por la noche» (doctor Walther Natsch,
Herrliberg, Suiza).
A veces, esta conducta es inesperada y provoca alarma a la persona en
cargada de atender al gato: «Nos marchamos de vacaciones y dejamos nues
tro gato con mí tía, a sólo un poco más de tres kilómetros de nuestro piso,
92 AN IM ALES QUE SABEN CUÁNDO SUS AMOS EST ÁN CAMINO DE CASA
Los gatos y los perros no son los únicos animales de compañía que anti
cipan el regreso de sus amos. Como veremos en el capítulo siguiente, esta
capacidad se encuentra también en otras especies e incluso entre seres hu
manos. Lo mismo que ocurre con gatos y con perros, esto parece depender
de la formación de estrechos lazos que pueden actuar como canales para la
telepatía.
C A P ÍT U L O
___________ 4
Loros, caballos y seres humanos
L oros
Los loros tienen sobre los perros la ventaja de hablar y algunos anun
cian la llegada de su amo con mucha anticipación, como Suzie, loro del
Amazonas que vivió con la familia Lycett, en Warwick, de 1927 a 1987. El
padre, cobrador de una casa de venta a plazos, acostumbraba a hacer su
ronda de cobranzas de Coventry en un ciclomotor.
O tros m ie m b r o s d e l a f a m il ia d e l o s l o r o s
15 % del tiempo cuando ella estaba fuera y el 49 % del tiempo cuando es
taba en camino de regreso. Estos resultados fueron estadísticamente sig
nificativos.1
Desde el punto de vista de los experimentos, es más probable que pro
duzcan resultados inequívocos los pájaros que anuncian el regreso de sus
amos por nombre, como algunos loros, que conductas menos específicas,
como el chirrido de los periquitos australianos o las cacatúas de cabeza
amarilla y cola larga, pero hasta ahora no hemos encontrado una oportuni
dad para realizar experimentos filmados con un loro que anuncie a su amo.
A juzgar por los informes que he recibido, casi las únicas aves enjaula
das que anuncian la llegada de su amo son miembros de la familia de los lo
ros. Esta impresión se ve confirmada por los estudios aleatorios de casas que
se han realizado en Gran Bretaña y en los Estados Unidos. Treinta y ocho
de las casas estudiadas tenían aves de compañía, de cuatro de las cuales se
dijo que anticipaban el regreso de sus amos: un loro, un perico, un papaga
yo y una cacatúa de cabeza amarilla. No se menciona a este respecto ningún
canario, ningún pinzón, ni ninguna otra especie.
Sin embargo, hay una excepción a esa generalización: un maniato ha
blador llamado Sambo, perteneciente a la familia Rolfe de Sutton St. Ni-
cholas, Herefordshire (fig. 4.1) Sambo tenía una gran relación con el hijo
mayor de los Rolfe, Robert, y acostumbraba a llamar a los Rolfe cuando el
muchacho regresaba a su casa desde la escuela de internos. «Dos o tres días
antes de que le tocara venir a casa, Sambo comenzaba a parlotear acerca de
“Robbie”», dice Suzanne Rolfe. La familia suponía que esto se debía a que
ellos habían mencionado su nombre más a menudo de lo habitual, pero
cuando Robert dejó la escuela y comenzó a trabajar se estableció en África
Oriental. «A veces nos hacía saber cuándo vendría de vacaciones, pero lo
más común era que llegara sin aviso previo. Sin embargo, siempre sabíamos
cuándo estaba en camino porque Sambo empezaba a llamar a “Robbie”
unos días antes de su llegada.»
P o llo s, g a n so s y u n búh o
1. Un análisis estadístico que empleó el test t de muestras pareadas arrojó una signifi
cación de p = 0,03.
LO RO S, CABA LLO S Y SERES HUM ANOS 99
Figura 4.1. Suzanne Rolfe con el mainato Sambo (en la fotografía, contra la jau
la) y su sucesor Jacko, en Sutton St. Nicholas, Herefordshire (fotografía de Phil
Starling).
Lo que sorprendió a mi madre fue que no iban a ese rincón todos los días
a la misma hora, sino a diferentes horas, de acuerdo con mi horario. Las escue
las alemanas no terminan cada día a la misma hora. A veces no volvía en un me
dio de transporte público, sino que encontraba algún coche que me recogiera.
Pero fuera la hora que fuese, las gallinas siempre estaban allí y me esperaban
porque tenían hambre. Sólo no prestaban atención cuando llegaba extraordi
nariamente pronto.
2. Barber (1993).
LO RO S, CABA LLO S Y SERES HUMANOS 101
Re p t il e s y peces
mada. Los cocodrilos hembra del Nilo, por ejemplo, vigilan el nido donde
han puesto los huevos y también protegen a sus crías y las conducen al agua.
Pero muy pronto los ejemplares jóvenes se separan y se alejan de los miem
bros adultos de la especie, en cuyas tendencias canibalistas tienen sobrados
motivos de temor.3 De modo que tampoco aquí hay grandes perspectivas de
establecer vínculos. Y si los reptiles salvajes no crean fuertes uniones entre
sí, los que se encuentran en cautividad tendrán escasa capacidad intrínseca
para crearlas con sus cuidadores humanos.
Estas conclusiones negativas acerca de los reptiles se ve reforzada por
uno de mis corresponsales con mayor experiencia, Jeremy Wood-Ander-
son, naturalista y coleccionista de reptiles que vive en Pakistán, donde hace
más de treinta años que mantiene una amplia variedad de reptiles. Aunque
está convencido de la existencia, en diverso grado, de «facultades parapsí-
quicas» entre los mamíferos y las aves, no cree que lo mismo ocurra entre
los reptiles de una manera reconocible. Está convencido de que no pueden
captar telepáticamente los pensamientos de sus amos: «Más allá de las
reacciones a los hábitos a los que se han acostumbrado, no hay absoluta
mente la menor conexión entre los procesos mentales de los reptiles y los
humanos».
Personalmente, he llegado a conclusiones análogamente negativas acer
ca de los anfibios. Es relativamente escasa la gente que tiene ranas, tritones
y otros anfibios, pero no hay informes que sugieran que establecen vínculos
psíquicos con los seres humanos, o que responden telepáticamente a éstos.
Lo mismo vale para los insectos domésticos, como los fásmidos.
Muchas especies de peces son más sociales que los reptiles o los anfi-
.bios. Nadan en cardúmenes. Y algunas especies, incluso ciertas clases de cí-
clidos muy comunes entre la gente que tiene peces tropicales en su casa,
construyen nido y protegen los huevos y la cría. Pero incluso en especies en
las que se da cierto grado de cuidado parental, hay pocas perspectivas de
que los seres humanos ocupen el lugar de los padres naturales y creen fir
mes vínculos con la cría.
La tenencia de peces en la casa está mucho más extendida que la de
reptiles, anfibios o insectos. Sólo en Gran Bretaña hay alrededor de 19 mi
llones de carpas doradas y 10 millones de peces tropicales.4 Alrededor del
10 % de las casas tienen peces. Hay muchísimas oportunidades de enterar
se si los peces se excitan antes del regreso de algún miembro de la familia en
particular. Pero no he oído hablar de un solo ejemplo al respecto, ni he ob
C o b a y o s, h u r o n e s y o t r o s m a m íf e r o s p e q u e ñ o s
Con mucho, los mamíferos de compañía más comunes son los perros y
los gatos, pero hay una variedad de otras especies cuya cría como tales está
muy extendida, comprendidos los conejos, los cobayos, las ratas, los rato
nes, los gerbos, los hámsters y los hurones. No he recibido absolutamente
ningún informe acerca de gerbos, hámsters, ratas o ratones con facultades
parapsíquicas. Sólo he recibido un informe incompleto acerca de un conejo
casero y cuatro acerca de cobayos, pero de ninguno de ellos se dice que
reaccionaran con más de dos o tres minutos de antelación y es imposible ex
cluir que esa reacción se debiera a sonidos familiares.
De todos los pequeños mamíferos de los que he tenido noticia, el único
que parece prometedor desde el punto de vista telepático es un hurón del
East End de Londres. Este animal tiene una firme vinculación con su amo,
mientras que entre él y la esposa de su amo se da un disgusto recíproco.
Joan Brown ha observado que el hurón espera a su marido en la puerta de
entrada antes de que llegue:
Si el hurón está en el sofá, o bien oye el coche antes que yo o bien sabe de
alguna manera que mi marido está en camino, porque corre a la puerta unos
buenos diez minutos antes de que él llegue. A veces éste llega más tarde, pero
el hurón lo sabe. Si se detiene a tomar una copa con compañeros de trabajo,
puede retrasarse una hora, pero el hurón irá a esperarlo una hora más tarde que
de costumbre.
M onos
John Bate, de Blackhealth, Londres Sur, tiene un tití que anticipa el re
greso de su amo:
C aba llo s
Junto con perros y gatos, los caballos son la especie no humana con la
que las personas establecen relaciones más sólidas. Muchos jinetes se sien
ten muy unidos a su caballo y algunos están convencidos de un nexo psí
quico entre ellos. En el capítulo 8 analizo más detenidamente la evidencia
más general de la telepatía humano-equina. Aquí me ocuparé específi
camente de la capacidad para saber cuándo los amos están de camino a
su casa.
Muchas personas han encontrado que su caballo parece saber cuándo se
acercan ellas al establo. Puede que se ponga más alerta, que muestre signos
de excitación o que relinche. Pero la mayoría no está segura de cuánto tiem
po antes de su llegada responde el caballo, ni en qué medida sus reacciones
son cuestión de rutina, ni si la respuesta se debe a agudeza auditiva. Además,
puesto que los caballos no viven en las casas, suelen ser menos estrechamen
te observados que los perros, los gatos y otros animales de compañía.
Quienes tienen las mejores oportunidades de observar la conducta anti-
cipatoria en los caballos son las personas que trabajan en los establos o que
cuidan caballos de otras personas mientras éstas se hallan lejos.
Cuando Adele McCormick y su familia se iban de su rancho cerca de
Calistoga, California, solían dejar sus trece caballos al cuidado de gente que
sabía cuándo regresarían. En verdad, sus caballos parecían anticipar el re
greso, pero era perfectamente pensable que captaran esa anticipación de las
personas que los cuidaban. Pero en una ocasión quedaron al cuidado de un
extraño que no sabía cuándo regresaría la familia.
Cuando llegamos a casa, el hombre nos saludó y dijo: «Supe que venían us
tedes porque los caballos empezaron a actuar de una manera extraña». Dijo
L O R O S , C ABA LLO S Y SERES HUMANOS 105
que cuando los alimentaba, «en lugar de mirar la comida, como hacen normal
mente, los trece se mantuvieron mirando hacia el camino, corriendo y relin
chando». Dijo que eso había comenzado a las cuatro y media de la tarde. No
sotros llegamos al rancho entre las cinco y cuarto y las cinco y media.
Relatos como éstos muestran que hay caballos que saben cuándo sus
amos están en camino y lo saben de una manera aparentemente telepática.
La fase siguiente en esta investigación sería realizar experimentos filmados
en vídeo con un caballo de esas características y registrar su conducta mien
tras su amo inicia el regreso a su casa en momentos escogidos al azar.
O v e ja s
He oído hablar de otras dos personas que tienen ovejas como animales
de compañía y que han tenido experiencias similares. Un cordero, Augus-
tus, fue adoptado por la familia Ferrier, de Whidbey Island, Washington, y
estableció un vínculo muy estrecho con Grant, de catorce años por enton
ces, que lo alimentaba, lo llevaba de paseo y jugaba con él a embestirse y con
una pelota. El padre de Grant, Malcolm, me dijo que Grant volvía de la es
cuela por la tarde a horas irregulares, debido a diversas actividades extra,
pero que la familia siempre sabía cuando estaba en camino: «Augustus se
animaba, balaba, corría alrededor de su redil y daba todas las señales de que
algo importante estaba a punto de ocurrir. Cinco minutos después, apare
cían Grant y sus compinches». ¿Podía Augustus saber tal cosa por algún
medio normal? Malcolm Ferrier no lo cree:
Abundan los relatos de personas que han vivido en África, o que han
viajado por este continente, acerca de la manera en que algunos africanos
anticipan las llegadas en ausencia de todo otro medio conocido de comuni
cación. Por ejemplo, Laurens van der Post encontró que los bosquimanos
del desierto del Kalahari, en el sur de África, eran capaces de decir cuándo
miembros de su grupo habían matado un alce a ochenta kilómetros de dis
tancia de su campamento y cuándo estarían de regreso. Los bosquimanos
que lo cazaron viajaban con Van der Post y mientras conducían de regreso
al campamento Land Rovers cargados de carne, Van der Post se preguntó
cómo reaccionaría la gente cuando se enteraran del éxito de la caza. Uno de
los bosquimanos replicó: «Ya lo saben». Por supuesto, cuando se aproxi-
108 ANIM ALES QUE SABEN CUÁNDO SUS AMOS EST ÁN CAMINO DE CASA
Hasta que mi hijo tuvo aproximadamente ocho meses, siempre supe cuán
do su padre estaba camino de casa. Más o menos siete u ocho minutos antes de
que llegara, el bebé se ponía muy alerta y expectante. Como en esa época vi
víamos en una base aérea activa, no creo que oyera nada y durante un tiempo
mi marido se desplazó en bicicleta. Solía volver a casa inesperadamente, a cual
quier hora del día o de la noche, pues era piloto y solía salir con su avión a in
terceptar raids enemigos (Belinda Price).
Otros padres me han contado que, muy a menudo, cuando salían por la
noche y dejaban a su bebé con un canguro, el bebé se despertaba poco an
tes de su regreso. Y cuando los niños son bastante grandes como para ha
blar, algunos anuncian realmente la llegada de uno de los padres. Esto su
cedía cuando Sheila Michaels cuidaba un niño de tres años en Nueva York
mientras su madre estaba ingresada en un hospital. «Yo no esperaba que
dieran el alta a su madre hasta el día siguiente. Le estaba leyendo uno de sus
cuentos preferidos, cuando el niño se levantó de la cama y fue a la puerta,
diciendo con calma “Mami, mami”, pero de una manera que me intranquilizó
terriblemente. Traté de convencerlo de que volviera a leer el libro conmigo,
pero fue imposible moverlo, mientras seguía repitiendo interminablemente
“Mami, mami” . Le dije que la madre volvería el día siguiente y que su padre
estaría allí en un par de horas. Imposible sacarlo de allí. Poco después entró
su madre.»
No he oído hablar de casos de padres (varones) que anticipen el regre
so de sus hijos, pero sí varios de madres. He aquí un ejemplo dramático de
110 ANIM ALES QUE SABE N CUÁNDO SUS AMOS EST ÁN CAMINO DE CASA
Fui empleado de la ONU durante catorce años, durante los cuales tuve que
viajar mucho. Pero sólo en una ocasión, en los años setenta, cuando estaba en
Abidjan, regresé a Ginebra antes de lo previsto, por enfermedad. No informé a
mi mujer de que regresaba, pues no quise perturbarla, dado que estaba pasando
sus vacaciones en Austria con nuestros cuatro hijos. Sin embargo, cuando lle
gué a Ginebra, me estaba esperando en el aeropuerto. Dijo que había tenido un
sentimiento sobrecogedor que le mandaba ir a esperar ese vuelo particular, así
que hizo las maletas y volvió con la familia (O. S. Knowles).10
Empatia animal
CAPÍTULO
____________ 5
Animales que reconfortan y curan
E m p a t ía
M antener a n i m a l e s d e c o m p a ñ ía p u e d e h a c e r n o s b i e n
G atos q u e co n fo rta n
P erro s devotos
Muchos perros, como muchos gatos, parecen sentir que sus amos tienen
necesidad de confortación. Por ejemplo, Jeanette Hamilton, de Redwood
City, California, encuentra que su perro de lanas, Marcus, es extremada
mente sensible a sus emociones. «Toda vez que lloro (en silencio) viene a mí
y me lame las lágrimas. Sintoniza conmigo tanto si se encuentra a mis pies
como en otra habitación, ya sea dormido, ya despierto.»
a n im a le s que reconfortan y curan 121
En los más de 120 relatos de este tipo de conducta en perros hay co
mentarios como éstos: «Mi perro percibe exactamente cuándo me siento
bien y cuándo estoy triste» o «Cuando estoy triste, no me abandona y apoya
la cabeza en mis rodillas». Uno de los más simples y, sin embargo, de los más
elocuentes, es el de Sue Norris de St. Helens, Lancashire: «Soy autista y ten
go una perra, Nickita. Ella sabe cómo estoy. Me conforta antes de que yo le
diga nada. A veces tengo malos días. Ella está conmigo allí donde yo esté».
Muchos perros también parecen saber cuándo sus amos están enfermos
y se comportan con gran consideración, se quedan cerca de ellos y tienen
una conducta verdaderamente reconfortante. Rosemarie von der Heyde, de
Achern, Alemania, tiene un perro salchicha que habitualmente la saluda
con entusiasmo cuando ella regresa a su casa. «Pero una vez me había lasti
mado el talón y cuando llegué a casa reaccionó de modo muy diferente. Se
quedó inmóvil, mirándome. Lentamente se me acercó y estiró la pata. Me
eché en el sofá; contrariamente a su conducta normal, no comenzó a saltar
me encima. Se quedó quietecito a mi lado, como para consolarme.»
A veces los perros también parecen saber qué parte del cuerpo le duele
a su amo y reconfortan allí donde hace falta. John Northwood, de Dorset,
es un policía jubilado que cree que a los perros no se les debería dejar subir
a la cama. A menudo saca a pasear a Ben, el collie de su hija, pero en una
oportunidad en que estaba de visita, tuvo un dolor de espalda y se acostó.
Algunas personas que padecen migrañas tienen perros que van a su lado
y se echan con ellas mientras sufren. La señora R. Huber, de Horgen, Suiza,
descubrió que su perro sabía también de qué lado de la cabeza tenía ella la
migraña. «Si era del lado derecho, me lamía excitada y vigorosamente el ojo
derecho y el lado derecho de la frente con un gemido bajo. Si el dolor era del
lado izquierdo, hacía lo mismo, pero de ese lado. Era como un masaje.»
A n im a l e s q u e im p id e n e l s u ic id io
Como hemos visto, tanto los perros como los gatos pueden ser muy sensi
bles a los humores y las emociones de sus amos. En algunos casos, sus res
puestas van más allá de la confortación; literalmente salvan la vida de sus amos.
122 EMPATÍA A N IM A L
Una mujer del norte de Inglaterra, que pasaba por una grave crisis ma
trimonial, decidió poner fin a su vida. Dejó al perro y a los gatos «durmien
do tranquilamente sobre un montón de leña frente a la chimenea» y fue a la
cocina por agua y tabletas de paracetamol. Repentinamente, William, su
amado ojeador inglés, se levantó de un salto, corrió hasta ponerse delante de
ella y, por primera vez en sus quince años de vida, según dijo la mujer, «¡G ru
ñó! Tenía la mandíbula completamente echada hacia atrás, estaba casi irre
conocible. Horrorizada, volví a tapar la botella y tuve auténtico miedo al pe
rro, regresé a la sala y me senté en el sofá. William me siguió, se me trepó y
empezó a lamerme frenéticamente la cara, Todo el cuerpo le temblaba».
En algunos casos, los perros han impedido un suicidio alertando a otras
personas. Un día un hombre encerró en la casa a su perra alemana, Rexina, y
se fue a un cobertizo que había en el jardín. Rexina aguardó junto a la puerta,
pero tras un momento aulló y corrió hacia los otros miembros de la familia.
Estaba muy excitada y nos dimos cuenta de que nuestro padre se había ido
un rato antes. La dejamos salir y buscarlo. Cuando lo encontramos, dijo:
«¡Gracias a Dios que venís!». Más tarde admitió que tenía intención de suici
darse. Rexina lo había percibido y, de no haber sido por ella, habríamos llega
do demasiado tarde (Damar Schneider).
Los gatos también han impedido suicidios, como una gata suiza llama
da Pamponette.
Los a n im a le s t e r a p e u t a s
Los griegos antiguos pensaban que los perros podían curar enfermeda
des y los tenían como coterapeutas en sus templos de curación. Asclepio, la
a n im a le s q u e reconfortan y curan 123
Chad ganó el PAT Dog del Año, concedido en 1997 por su trabajo en el
hospicio.
Deena Metzger tenía un perro lobo llamado Timber cuando trabajaba
como consejera psicológica y vivía en el campo, cerca de Santa Mónica, Ca
lifornia. También este perro lobo mostraba una notable sensibilidad. «Yo lo
observaba discernir las necesidades de mis pacientes e ir a ellos y apoyar
tranquilamente la cabeza en su regazo cuando experimentaban una pena
demasiado grande para que un ser humano pudiera reconfortarlos. Su in
tuición era infalible.»22 Otros consejeros y terapeutas también han encon
trado que sus perros o gatos pueden ser muy perceptivos de las necesidades
de sus pacientes e incluso actuar como coterapeutas. Hasta Sigmund Freud
fue asistido por su perra, una chow-chow, que no era un simple adorno,
sino parte del proceso, la «cura con animales de compañía», como él lo lla
maba. «La perra se sentaba tranquilamente a los pies del diván durante la se
sión psicoanalítica.» Pero hacia el final de la misma, colaboraba con Freud
damente muestra Jeffrey Masson en su libro que lleva por título precisa
mente esta afirmación, «los perros nunca mienten acerca del amor».28
La f id e l id a d d e l o s p e r r o s d e sp u é s d e l a m u e r t e
En m e m o r ia d e l a d e v o c ió n d e
T ip ,
LA PERRA OVEJERA QUE PERMANECIÓ
EN EL PÁRAMO DE HOWDEN
JUNTO AL CADÁVER DE SU AMO MUERTO,
M r . J o se ph T a g g ,
DURANTE QUINCE SEMANAS, DEL 12 DE DICIEMBRE DE 1953
AL 27 DE MARZO DE 1954
Son incontables los perros que nunca logran esa fama a pesar de dar
muestras de profunda devoción por sus amos después de la muerte de éstos.
A menudo están abrumados de tristeza y pasan por lo que sólo podría des
cribirse como período de duelo. Algunos pierden toda voluntad de vivir.
Por ejemplo: «Inmediatamente después de la muerte, el perro rehusó toda
comida y, quince días después, murió también él». Unos pocos perros des
consolados parecen incluso suicidarse saltando por ventanas o saliendo a la
carrera para hacerse arrollar por camiones.
Algunos encuentran de alguna manera la tumba de su amo y ahí se que
dan, como Greyfriar Bobby, el famoso perro fiel de Edimburgo. Otros la vi
sitan con regularidad, pero vuelven a su casa, si es que tienen una casa don
de volver:
Si hay entre los animales y sus amos lazos invisibles que les permiten res
ponder mutuamente a sus necesidades y además permite a algunos anima
les de compañía conocer telepáticamente cuándo sus amos están en camino
a su casa, sería sorprendente que estos lazos no se vieran afectados por la tris
teza o la muerte del amo.
Los efectos de la muerte o la tristeza no son tema que se preste a la in
vestigación empírica. Es evidente que no se puede pedir a nadie que sufra
un accidente en aras de la ciencia, ni que se muera en un momento escogi
do al azar para observar las reacciones de sus animales de compañía. Los
datos con que contamos han de surgir exclusivamente de acontecimientos
espontáneos.
En nuestra base de datos hay actualmente 108 relatos de perros que
¡aparentemente responden a muertes o accidentes distantes de sus compa
ñeros humanos, 51 casos se refieren a gatos que presentan esta conducta y
diez a seres humanos que saben a distancia que su animal está triste o ha muer
to. ¿Qué nos enseñan estos casos?
130 EMPATÍA A N IM A L
Los p e r r o s y a c c id e n te s d is ta n te s
Un día, nuestra perra parecía haberse vuelto loca, saltaba en la puerta y de
seaba salir. La encerramos. Pero continuó aullando y arañando. No era ella. De
pronto, llegó mi marido. Estaba herido a causa de un incendio en el bar. La pe
rra lo había sabido. No sabemos cómo (Hilde Albrecht, Limbach, Alemania).
En muchos casos en que los perros aúllan sin razón aparente o muestran
otros signos evidentes de tristeza, se ha descubierto luego que su amo no es
taba en peligro, sino realmente agonizando. Nada que pudiera hacer el pe
rro podía salvarlos.
P erro s q u e a ú lla n c u a n d o m u er en su s a m o s
debería esperarse que la ruptura de ese vínculo por la muerte o peligro gra
ve de uno de ellos afectara al otro. Para tomar una simple analogía, si dos
personas se conectan por medio de una banda elástica y estirada y una de
ellas la sacude o la suelta, la otra siente una diferencia. Aun cuando no se
pan exactamente qué le ocurre a la otra persona, saben que algo ocurre.
Parece muy improbable que los perros establezcan esos vínculos sólo
con personas. Son animales sociales y pueden establecer vigorosas conexio
nes entre sí. ¿Reaccionan los perros cuando otros perros a los que están uni
dos mueren en lugares distantes? A veces, sí. He aquí un ejemplo, tomado
de un conjunto de siete casos en nuestra base de datos en los que la muerte de
otros perros se produjo inesperadamente y a distancia:
Tengo una perra ovejera de Beance, Yssa, de dos años, que a los tres meses
de edad vino a Francia conmigo de la isla de La Réunion, en el Océano Indico,
a 10.000 kilómetros. Allí dejó a su madre, Zoubida, de diez años de edad. El 13
de febrero de este año, estaba Yssa durmiendo en la habitación de mi hijo. Al
rededor de las tres de la mañana vino a arañar mi puerta, gimiendo, llorando y
excitada. No quiso salir. A las nueve de la mañana, llamó mi cuñado desde La
Réunion. El guardián de la casa había encontrado muerta a Zoubida. La habían
envenenado (doctor Max Rallón, Cháteauneuf le Rouge, Francia).
¿P or q u é a ú l l a n l o s p e r r o s c u a n d o m u e r e su a m o ?
R espu esta s d e g a t o s a a c c id e n t e s y m u e r t e s d is t a n t e s
Aunque son menos los gatos que los perros que parecen reaccionar a ac
cidentes y emergencias, las situaciones en las que lo hacen son similares,
como muestran los siguientes ejemplos:
monioso, pero de pronto Klaerchen saltó, emitió un grito que nunca le habíamos
oído, se lanzó al salón a la velocidad del rayo y se sentó frente a los estantes
donde se hallaba el teléfono. Un momento después sonó el teléfono y me in
formaron que mi hija había tenido un desgraciado accidente con la bicicleta y
que la habían llevado al hospital (Andrea Metzger, Bempflingen, Alemania).
Las maneras en que los gatos responden a muertes distantes son seme
jantes a sus reacciones frente a las emergencias. Lo más común es que pro
duzcan ruidos insólitos, como aullidos, maullidos quejumbrosos o gemidos
y que den señales de tristeza.
R e a c c io n e s h u m a n a s a m u e r t e s d e a n im a l e s a d is t a n c ia
En el verano de 1992 estuve fuera de casa el mes de julio. Una noche tuve
una pesadilla en la que mi gato era atropellado por un coche en nuestra calle
(vivíamos a la sazón en Bélgica y yo me hallaba en Holanda). A4a mañana si
guiente recordé el sueño y, dado que entonces llevaba yo un diario, lo anoté.
Cuando llegué a casa me dijeron que mi gato había sido atropellado. Controlé
el diario y comprobé que el accidente se había producido la misma noche en
que yo tuve el sueño (Laura Broese).
sus amos sufren o se mueren, así también pueden las personas ser influidas
por el sufrimiento o la muerte de sus animales.
en niños pequeños que en adultos. Con las personas, lo mismo que con los
animales no humanos, estas anticipaciones telepáticas sólo se dan cuando
los lazos emocionales con la persona que regresa son muy estrechos.
Este tipo de lazos, ya se trate de seres humanos exclusivamente, ya —que
es lo que ahora nos interesa— entre animales y personas, también ti le re
sonancias emocionales. Los animales pueden confortar y curar a sus amos.
Aun cuando estén separados, uno de los socios así unidos puede decir cuán
do el otro está abatido o se está muriendo. Esto también implica una clase de
telepatía y opera en ambas direcciones, de las personas a los animales y de los
animales a las personas.
Esto lleva a analizar de qué manera las intenciones, las llamadas y las ór
denes de las personas pueden afectar a sus compañeros animales y de qué
manera pueden los animales afectar de modo similar a las personas. En al
gunos casos, estas intenciones, llamadas y necesidades parecen comunicar
se telepáticamente. Esta capacidad telepática existe en las sociedades ani
males del mundo salvaje, lo que demuestra que la telepatía tiene un largo
pasado evolutivo. La telepatía es natural, no sobrenatural, y constituye un
aspecto importante de la comunicación animal. La telepatía humana debe
ser tratada en el marco más amplio de este contexto biológico.
Empiezo por estudiar las maneras en que los animales captan las inten
ciones de sus amos y la manera en que las personas captan las intenciones
de sus animales de compañía.
A n im a l e s que « leen la m en t e»
G a t o s q u e d e s a p a r e c e n a n t e s d e l a s v isit a s a l v e t e r in a r io
El gato siempre sabe con horas de antelación en qué momento voy a lle
varlo al veterinario, mucho antes de que vaya a la buhardilla a buscar su cesto.
Procuro actuar lo más naturalmente posible para que no se dé cuenta, pero adi
vina mis intenciones en todo momento y aullará para que lo deje salir (Andrea
Künzli, Starrkirsch, Suiza).
No siempre se trata del cesto del gato. Los clientes saben que una vez que
dejan ver el cesto, no hay ninguna esperanza de coger a los gatos, de modo
146 IN T E N C IO N E S , LLA M A D A S Y TELEPATÍA
que normalmente ocurre antes de sacar el cesto. La gente dice que llega a su
casa a las 17.30 horas y el gato está siempre en el escalón de entrada, excepto el
día de la cita. Pienso que les han leído el pensamiento, pues el amo no ha estado
en todo el día, así que el animal no pudo haberlo visto intranquilo o compor
tarse de manera diferente. Dicen: «No sé por qué no ha venido por su té. Es
muy extraño» (recepcionista de veterinario, East Barnet).
A veces la gente dice que se han ido a buscar el cesto y el gato se ha metido
en los arbustos del jardín o que los gatos no siempre regresan por la mañana y
que eso ocurre antes de haber visto el cesto. Se espera que entren para coger su
desayuno, pero se quedan en un árbol. O bien, la gente sale para ir a trabajar y
mientras tanto el gato va y se esconde (enfermera de veterinario, Wembley).
A veces los gatos ven el cesto y a veces desaparecen sin motivo aparente.
Ocurre con mucha frecuencia. Los animales tienen sentidos extra que nosotros
no comprendemos. No llegaré a decir que se trata de telepatía, pero sintonizan
con gran fineza con diferentes situaciones. Pueden captar la conducta y los sen
timientos de las personas, pero no llegaría al extremo de decir que también
captan sus pensamientos (veterinario, Eascote).
O tras a v e r s io n e s f e l in a s
No son las visitas a los veterinarios lo único que los gatos tratan de evi
tar. Algunos también escapan cuando se les va a administrar medicamen
tos, rociarlos contra las pulgas o someterlos a otros procedimientos que les
disgustan.
Los gatos también tienden a desaparecer antes de ser llevados a otro si
tio para siempre. Durante muchos años, Pauline Weston de Roehampton,
Surrey, trabajó en el rescate de gatos, que acogía en respuesta a llamadas
telefónicas de quienes los encontraban o de personas que ya no querían te
nerlos. En nueve de cada diez casos, hubo que sacrificarlos.
Es obvio que la percepción de peligro inminente tiene para los gatos va
lor de supervivencia y es de suponer que, si los animales salvajes tienen ha
bilidades comparables, se vean favorecidos por la selección natural. Pero de
estas intuiciones se sabe menos aún respecto de los animales salvajes que de los
de compañía.
En comparación con los gatos, los perros raramente desaparecen o tratan
de esconderse antes de ir al veterinario. Sin embargo, algunos parecen saber
cuándo están de camino a la clínica. Maxine Finn, una recepcionista de ve
terinario del norte de Londres, describía en estos términos sus reacciones:
Muchos clientes tienen perros que saben cuándo van al veterinario. Mien
tras ellos conducen, el perro comienza a temblar y a gemir como si supiera a
dónde va. Más o menos un cliente por semana dice eso. A veces tenemos clien
tes que vuelven años después de su última visita y sin embargo los perros co
mienzan a temblar por el camino. O bien parecen recordar el camino, o bien es
que de alguna manera captan a dónde van.
Algunos perros, como los gatos, también anticipan cuándo están a pun
to de ser sometidos a procedimientos que les disgustan, como el baño o el
corte de uñas o de pelo.
148 IN T E N C IO N E S, LLA M AD AS Y TELEPATÍA
El día que le íbamos a cortar el pelo a nuestra perra de lanas Snowy (cosa
que hacíamos más o menos cada seis meses), ninguna precaución que tomára
mos para que no se enterara impedía que se arrastrara bajo el piano o una cama
para esconderse. Hasta el día de hoy no he podido comprender cómo lo sabía
si no era leyéndome la mente (Sylvia Scott, Goostrey, Cheshire).
P erro s q u e a n t ic ip a n q u e s a l d r á n a p a se a r
Hay muchas otras personas que se desconciertan por la manera en que los
perros parecen leer sus pensamientos cuando no dan ninguna señal de su in
tención. Tenemos más de cincuenta informes en nuestra base de datos. Lo
mismo que la señora Kellard, la mayoría de los informantes son conscientes de
la posibilidad de que el lenguaje corporal pueda delatarlos, pero algunos han
llegado a la conclusión de que ésta no puede ser siempre la explicación, por
que sus perros reaccionan incluso si están dormidos o sin posibilidad de verlos:
No puedo entender cómo mi perro Ginny, un híbrido que tuve durante sie
te años, puede saber que voy a sacarlo a pasear (y a los otros dos perros). Basta
con que piense yo en ello para que se ponga a saltar de alegría. Debo aclarar
que los animales se pueden mover libremente en nuestra finca cuando se sien
ten así. He realizado este experimento varias veces con él. A fin de excluir cual
quier posibilidad de contacto visual e información por medio de otros sentidos
dejé al perro en el jardín, detrás de ventanas y puertas cerradas, en el momen
to de pensar en sacarlo. Sin embargo, el resultado era siempre el mismo: se po
nía loco de alegría y de expectación. Mis otros dos perros no son como él (Li-
liane Hoschet, Cessange, Luxemburgo).
P erro s q u e s a b e n c u á n d o s e l o s sa c a r á e n c o c h e
Hay perros que anticipan cuándo saldrán con su amo en coche. Este fe
nómeno es similar al de la anticipación de los paseos. Aunque muchas veces
las rutinas o las pistas sensoriales normales explican las reacciones de los pe
rros, éste no es siempre el caso. He aquí un ejemplo que llega de Australia:
puerta del maletero, donde viajará. Si voy al coche con la intención de salir, el
perro se lanza a la puerta del maletero. Pero sí voy con las llaves en la mano sólo
para recoger algo que me he olvidado en el coche, el perro no responde. Hoy,
cuando estábamos sentados a la mesa para tomar el desayuno, mi mujer dijo
que le gustaría salir de compras en cinco minutos. Por la ventana de la cocina
vi que el perro ya estaba sentado junto a la puerta del maletero y mirando, ex
pectante, a la puerta de la casa. A esa hora yo no había salido de la casa ni ha
bía tenido contacto previo con el perro. No había ningún elemento físico, que
nosotros sepamos, capaz de indicar al perro que estábamos a punto de salir
(Dieter Eigner, Powelltown, Victoria).
En nuestra base de datos hay más de treinta ejemplos de este tipo, pero
no hace falta analizarlos exhaustivamente, dada su similitud general con la
anticipación de los paseos. Las mismas consideraciones se aplican a los ex
perimentos diseñados para eliminar pistas sensoriales normales. La decisión
de salir en el coche se tomaría en momentos escogidos al azar con el amo se
parado del perro, de tal modo que éste no pudiera recibir ninguna informa
ción por la vista, el oído ni el olfato. La reacción del perro debía registrarse
en un vídeo que funcionara permanentemente, con la cámara apuntando a
la zona donde el perro acostumbra a esperar (en este ejemplo, las proximi
dades de la puerta del maletero).
P erro s q u e sa b e n c u á n d o su s a m o s e st á n a p u n t o
DE DEJARLOS UN TIEMPO
80
70 "
60 -
o 50 "
as O perros
§ 40 - H Qaíos
o
30 -
10 -
Figura 7.1. Los porcentajes de dueños de perros y de gatos que dijeron que sus
animales sabían cuándo iban a salir antes de haber dado ellos ninguna señal física
de que lo harían. Las encuestas se realizaron con una muestra aleatoria de casas de
Londres, Ramsbotton (en el norte de Inglaterra), Santa Cruz y Los Angeles (ambas
en California).
saldrá usted de viaje antes de haber dado ninguna señal física de ello?». Esta
cuestión cubre varios fenómenos diferentes: salir de viaje, salir y dejar los
animales y salir y llevarse de viaje a los animales. En promedio, el 67 % de
los dueños de perros y el 37% de los de gatos están de acuerdo (fig. 7.1). Es
tos fueron los porcentajes de respuestas positivas a las preguntas que for
mulamos acerca de la perceptividad de los animales de compañía. Pero, aun
que ésta es una de las maneras más comunes en que los animales reaccionan
a las intenciones de las personas, es una de las más difíciles de someter a
pruebas experimentales, porque es difícil mantener la persona en cuestión
lejos del animal durante horas, o incluso días, antes de la partida.
A n im a l e s q u e s a b e n c u á n d o s e l o s vá a a l i m e n t a r
que esa persona produzca. Pero también puede depender de una detección
más sutil de intención.
Los ejemplos más sorprendentes no se refieren a comidas regulares, sino
a obsequios o golosinas.
Cuanto mayor se hace Maxi, mi pastor alemán, más telepático parece ser.
Basta que yo piense «salchichas», «chocolate» o «golosina», para que haga él su
aparición. Puede estar en el jardín, con la puerta cerrada y, sin embargo,
«sabe». Puedo abrir una docena de veces la nevera sin que reaccione, pero si
cojo de la nevera salchichas o chocolate, allí está él «llamando» a la puerta para
entrar (Frank Bramley, Telford, Shropshire).
Los gatos exhiben una conducta muy parecida. He aquí uno entre mu
chos ejemplos:
C a ba llo s
C h im p a n c é s en ano s
Una chimpancé tenía una larga caña de bambú, con la que pegaba a las
personas del público, de modo que deseábamos quitársela. Yo tenía un bolso
con cuatro bollos que pensábamos comer con el té y se me ocurrió darle un bo
llo si me entregaba la vara. Pero la mona vio que tenía yo cuatro bollos y rom
pió la vara de bambú en cuatro trozos, uno por cada bollo. Eso era más que in
teligente y se le ocurrió en un abrir y cerrar de ojos.
¿H a sta q u é p u n t o s o n c o m u n e s l a s e x p e r ie n c ia s t e l e p á t ic a s
c o n a n im a l e s?
Entre la gente que trabaja con perros y con caballos, la existencia de in
fluencias telepáticas suele darse por supuesta. «Ninguna persona sensata las
discute», dijo Barbara Woodhouse, la formidable amaestradora inglesa de
perros:
Uno de los fenómenos telepáticos más comunes que describen los due
ños de gatos es la posibilidad de llamar mentalmente a un gato. Por ejem
plo, Nancy Arnold, de Kalamazoo, Michigan, tiene cinco gatos y a menu
do ha notado que, cuando están fuera, «sólo tengo que pensar en uno de
ellos en particular y al cabo de un minuto, más o menos, el gato aparece en
la puerta. Doy por supuesta su telepatía». Roña Hart, cuando vivía en Jeru-
salén, acostumbraba a dejar que su gata Tiger vagara por los campos y los jar
dines cercanos a su piso cuando ella se iba a trabajar. Al regresar, Tiger solía
salir a su encuentro, pero, en caso contrario, Roña salía al atardecer a llamar
la para que regresara a casa. «Comencé a notar que, a veces, cuando estaba
pensando en llamarla, Tiger aparecía sin que yo hubiera siquiera salido. Des
cubrí que “pensar” era ligeramente más eficaz que llamar efectivamente.»
He aquí otro ejemplo, de Pauline Bamsay, de Port Talbot, Gales, quien
está convencida de que su gato tiene poderes telepáticos.
4. Ibíd.
160 I N T E N C IO N E S, LLA M A D A S Y TELEPA TÍA
acerca al jardín. Si estoy en la casa, entra a toda carrera por la gatera de la puer
ta de atrás mientras maúlla vigorosamente e incluso sube las escaleras para
venir a encontrarse conmigo. Mientras escribo esta carta lo veo sobre el techo
del garaje, durmiendo enroscado sobre sí mismo. Pensé en él: «Ahí estás, Leo».
Casi de inmediato se despertó, se puso en pie y miró en dirección a mí a través
de la ventana, que está a unos cuatro metros y medio del garaje. Luego, tras un
momento, se giró y se dirigió a la parcela por encima del techo del garaje.
Hay personas que encuentran que las llamadas telepáticas parecen ope
rar también en sentido inverso. Sus gatos parecen llamarlas a ellas, como ve
remos más adelante, en este mismo capítulo.
P erro s
Si tienes un perro con cerebro e instinto natural para conducir rebaños, sa
bes que estos animales pueden hacer una enorme cantidad de cosas por su
cuenta, sin necesidad de órdenes de ninguna clase. Si vas a un concurso de pe
rros pastores verás una pequeña parte de lo que pueden hacer. Cuando sales a
la montaña, al trabajo cotidiano con el ganado, es cuando descubres lo inteli
gentes que son en realidad. Trabajarán fuera de la vista, algunos se alejarán cinco
kilómetros y un perro puede trabajar con cualquier cantidad de ovejas desde
tres o cuatro a quinientas, y a veces más. Puedes crear una conexión tremenda
con ellos y ellos anticipan lo que quieres que hagan antes de que se lo pidas. La
bondades la mejor manera de establecer una buena conexión con un perro.
lla m a d a s y ó r d en es t elepá tic a s 161
Los e x p e r im e n to s d e V la d im ir B e c h t e r e v
P erro s l a z a r il l o s
Entre las personas que más estrechamente trabajan con perros están los
ciegos con perros lazarillos. Yo deseaba saber si alguna persona ciega había
notado que el perro pareciera captar sus intenciones sin que ella le diera ór
denes, ni verbal ni gestualmente. Con ayuda de la Asociación Inglesa de Pe
rros Lazarillos, Jane Turney y yo preguntamos a más de veinte dueños de
perros lazarillos acerca de su experiencia. También recibimos mucha y va
liosa información en cartas que respondían a una petición de información
en Forward, una revista británica para dueños de perros lazarillos, que se
edita en Braille.
Algunas personas con perros lazarillos no habían notado nada de este
tipo, pero la mayoría, sí. Varias comentaron el hecho de que dependían de
la intimidad de la relación con el perro y que había perros mucho más sen
sibles que otros. Incluso los perros sensibles pueden no captar siempre las
intenciones de sus amos:
7. Pero Osis (1952) y Osis y Foster (1953) realizaron algunos experimentos de labora
torio, preliminares y bastante poco conclusivos.
164 IN T E N C IO N E S, LLAM AD AS Y TELEPATÍA
Los ejemplos más sorprendentes son los que contienen respuestas de los
perros a pensamientos que sus amos no tienen intención de poner en prác
tica en forma inmediata. Por ejemplo, Mike Michinson caminaba de su casa
en Bath a una tienda en particular, a unos veinte minutos de camino. Para
ello pasaba frente al consultorio de su dentista. «Recuerdo que cuando lle
gué a la calle correspondiente pensé “no tengo que olvidarme de mi visita al
dentista el jueves a las diez” (estábamos a lunes) y seguí caminando, confia
do y sin prestar mucha atención a dónde iba. Imagínese mi sorpresa cuando
me encontré girando a la izquierda y entrando en un camino de grava. Efec
tivamente, era la casa del dentista.» Análogamente, John Collen, de Sout-
hend-on-Sea, pasaba una mañana frente a unas tiendas pensando que esa
tarde iría a la verdulería por unas manzanas, cuando el perro lo condujo
precisamente a esa tienda. «Le dije al verdulero que solamente había pensa
do ir, pues no deseaba continuar con las manzanas a cuestas, y que volvería
por la tarde, pero el mero hecho de pensar en ello accidentalmente bastó
para que Pedro lo captara.»
¿Podría ser que los perros lazarillos respondieran a cambios en la ma
nera de caminar o de llevar el arnés? Varios de nuestros informantes habían
pensado en esta posibilidad, incluso el dueño de Pedro. «Soy completa
mente ciego, así que no veo al perro ni puedo estar seguro de la dirección
del viaje. En estas condiciones no daría yo ninguna indicación sobre direc
ción, detención ni nueva puesta en marcha; simplemente camino y pienso, y
por eso empecé a creer que el perro capta algo más que señales visuales u
otras indicaciones físicas.» A análogas conclusiones ha llegado Peter Neely,
de Kimmock, Escocia:
Cuando trabajo con Sam, el labrador negro que hace dos años tengo como
lazarillo, diría decididamente que hay un nexo telepático, pues parece saber
dónde quiero ir. Parece anticipar si cambio de idea por el camino. Creo que si
eres el dueño de un perro lazarillo y además amas a los perros lazarillos, se es
tablece una conexión, una suerte de cordón umbilical invisible entre el perro y
tú, porque lo que tú sientes y lo que siente el perro se transmite a través del ar
nés. Alguien podría decir que tu subconsciente te lleva a ejercer una tensión di
ferente en el arnés y que eso es lo que el perro capta, pero yo, honestamente, no
tengo la sensación de hacer tal cosa.
C a ba llo s
Con los caballos, lo mismo que con los perros lazarillos, es difícil de
sentrañar las influencias mentales de señales corporales inconscientes,
como ligeros cambios en la tensión muscular. «Cuando se monta un caballo
muy bien entrenado o un caballo que le conoce muy bien a uno, es tentador
pensar que el animal recibe mensajes telepáticos. Sin embargo, puede tra
tarse de ligeros movimientos del jinete que el caballo interpreta para actuar
luego en consecuencia.»8 Se mantiene abierta la cuestión relativa a cómo ex
plicar esas impresiones de los jinetes experimentados.
9. Roberts (1996).
10. Blake (1975).
11. Ibíd., pág. 131.
LLAM AD AS Y Ó R D E N ES TELEPÁTIC A S 167
C o m u n ic a c ió n b id ir e c c io n a l
G atos lla m a n d o a g e n t e
David, mi marido, descubrió muy pronto que podía decir cuándo Suzie es
taba en el jardín y quería entrar. La primera vez que esto ocurrió fue un do
mingo por la mañana. Estábamos en cama, leyendo los periódicos. De pronto
David dijo «Suzie quiere entrar», se levantó y descorrió las cortinas del dormi
torio para encontrarse a Suzie sentada en el pilar de la puerta, mirando inten
cionadamente a la ventana del dormitorio. Después de esto, me acostumbré a
que David fuera a la puerta de entrada o a la de atrás para dejar entrar a Suzie,
aun cuando yo nunca la oyera gritar ni arañar la puerta. David decía simple
mente que ella «influía» en él (Sonya Porter, Woking, Surrey).
ticamente a su ama incluso cuando ésta está dormida. «De pronto sé que
está detrás de la puerta porque su imagen, en la posición en la que lo en
contraré, se me impone hasta llegar a desesperarme si es necesario. No hay
llamada, ni maullido, ni ninguna otra señal. Todo tiene lugar en silencio»
(Señora G. Woutisseth, Vanves, Francia).
Algunos dueños de perros han tenido experiencias muy parecidas, como
Lydia Arndt, de Riverside, California: «Una de mis grandes daneses, si está
fuera y desea entrar, me “induce” a ir a la puerta de atrás. Puedo estar en el
otro extremo de la casa, pero ella piensa con tanta intensidad que tengo que
abandonarlo todo e ir a dejarla entrar. Lo hacemos varias veces por día».
L lam adas d e g a t o s p e r d id o s
En algunos casos en que los dueños de gatos parecen saber dónde ir, no
viajan a pie, sino conduciendo un coche. En el ejemplo que sigue, como en
el anterior, este conocimiento no se produjo de inmediato, sino sólo des
pués de agotar posibilidades obvias. La gata, Whisky, se había escapado de
un hogar para gatos en un pueblo de Yorkshire mientras su familia estaba
de vacaciones. Cuando ésta regresó, dos semanas después, se enteró de que
la gata había desaparecido poco tiempo después de que ellos se marcharan.
Su ama recorrió todo el pueblo buscándola y preguntó en todas las casas y
en la taberna. Varias personas habían visto una gata extraviada, pero nadie
sabía dónde estaba.
En el momento en que hacía todo esto, ya estaba oscuro y todo parecía in
dicar que debía irme a casa y volver a la mañana siguiente. Cuando había reco
rrido algo más de 1.500 metros sentí una compulsión —sin agitación— de dar
la vuelta y regresar al pueblo. Es lo que hice y me metí en una calle sin salida
que llevaba sólo a un depósito de agua. Más o menos a ochocientos metros de
tuve el coche, salí y llamé: «¡Whisky!». Inmediatamente se oyó un maullido y
la gata saltó de un campo por encima de la pared (Catherine Forrester).
¿Cómo hacen los gatos para atraer de alguna manera a sus amos a ellos?
Este fenómeno está relacionado con la capacidad de los animales para en
contrar a sus amos y se analiza más adelante, en el capítulo 13.
P erro s q u e su fr en
La mayoría de los relatos que he recibido en relación con perros que in
fluyen a sus amos a distancia se han dado con perros que sufrían enorme
mente. Por ejemplo:
C a ba llo s, v a c a s y o t r o s a n im a l e s q u e s u f r e n
la planta baja. Cogió las tenazas y una linterna, se puso las botas y, en una
noche muy oscura, fue directamente al lugar indicado, a unos ochocientos
metros de su casa, donde su yegua preferida se había quedado cogida a una
alambrada de espinos en un lodazal. Dijo que cuando bajaba la escalera
«supo exactamente dónde estaba la yegua y exactamente lo que había suce
dido», porque lo vio «con los ojos de la mente».13
A veces la gente responde al sufrimiento de animales que ni siquiera co
noce. Por ejemplo, a Lucy Crisp le pidieron que diera de comer a los gatos
de un vecino mientras éste estaba de vacaciones. El primer día se sintió in
cómoda cuando se marchó de la casa. El segundo día, su malestar se hizo
más intenso y dio la vuelta a la casa, en cuya parte trasera encontró una jau
la con dos conejos desesperados a los que durante varios días nadie había
dado de comer ni de beber. «N o tengo idea de cómo hicieron esos animales
para enviar sus señales de necesidad», dijo.
COMUNICADORES ANIMALES
L la m a d a s t e l e f ó n ic a s t e l e p á t ic a s
que los bosquimanos del desierto de Kalahari sabían qué hacían otros
miembros de la tribu a muchos kilómetros de distancia y cuándo estaban en
camino de regreso. Los bosquimanos se hallaban bajo la impresión de que
el telégrafo del hombre blanco también implicaba un tipo de telepatía.
Incluso en la comunicación tradicional a larga distancia mediante tam
bores, quizá el mensaje en sí mismo no se transmitiera simplemente a través
de los sonidos. En su libro titulado African Drums, Richard St. Barbe Baker
ha sugerido que el sonido de los tambores tal vez haya servido ante todo
para que el emisor y el receptor del mensaje sintonizaran recíprocamente la
atención: «¿N o es acaso posible que los tambores crearan la atmósfera para
la transmisión de mensajes y visión de pensamientos, atmósfera de la que
desaparecían el tiempo y el espacio? Cuanto más profundamente me su
mergía en el problema de la transmisión, más me convencía de la insepara
ble asociación entre la transmisión de una imagen visual por medios telepá
ticos y el lenguaje de los tambores».17
En las sociedades modernas no hay estímulo para las habilidades tele
páticas. Los racionalistas las consideran supersticiones y tanto la ciencia
como el sistema educacional institucional las ignoran. En cualquier caso, las
tecnologías modernas proporcionan en general medios mucho más cómo
dos y eficaces para la comunicación a distancia. La televisión permite a todo
el mundo ver imágenes desde muy lejos y los teléfonos proveen de comuni
cación instantánea en todo el mundo.
Pero, irónicamente, los teléfonos ofrecen una excelente oportunidad
para estudiar la telepatía, precisamente porque satisfacen la misma función
de comunicación a distancia. Para hacer una llamada telefónica a alguien es
menester tener la intención de llamar a esa persona. El mero acto de llamar
a alguien centra la atención en esa persona a distancia. Ya hemos visto que
hay animales de compañía que responden a llamadas e intenciones de sus
amos a distancia. ¿Pueden los animales de compañía saber cuándo llaman
sus amos, incluso antes de que se conteste la llamada?
puestas del animal. En el caso de Verónica Rowe era su hija Marian, cuyo
gato Cario no permitía que ningún miembro de la familia la abrazara.
Siete años después de adquirir a Cario, mi hija Marian fue a una escuela su
perior de formación de maestros y nos llamaba muy de tarde en tarde. Sin em
bargo, cuando sonaba el teléfono y era ella quien llamaba, no nuestro hijo, que
también estaba fuera, en el Politécnico de Kingston, Cario subía la escalera de
un salto (el teléfono se hallaba en el rellano) antes de que yo hubiera cogido el
receptor. No había manera de que el gato supiera que mi hija iba a llamarnos.
Cuando Cario subía la escalera, decir que Marian estaba en el otro extremo de
la línea era la broma permanente. No lo hacía en ningún otro momento; por lo
demás, no se le permitía estar arriba.
Godzilla vivía con David White (fig. 8.1), un consultor de relaciones pú
blicas que trabajaba desde su casa en Watüngton, cerca de Oxford, Inglaterra.
Cuando David se marchaba, varias veces por año, sus padres iban a vigilar la
casa, ocuparse de la gata y responder la gran cantidad de llamadas telefónicas.
El acostumbraba a llamar a su casa desde Africa del Norte, Oriente Medio
y Europa continental para controlar si todo iba bien y recoger mensajes.
«Cada vez que yo llamaba, mi gato corría y se sentaba junto al teléfono
mientras sonaba, pero ignoraba las otras llamadas que mis padres atendían
por mí. Y mis llamadas no presentaban absolutamente ninguna regularidad
temporal.» Godzilla respondía de esta manera antes de que nadie cogiera el
auricular, de modo que su reacción no puede atribuirse a la voz de David.
De la mayoría de los gatos se dice que responden a llamadas telefónicas
de personas en particular cuando el teléfono comienza a sonar, pero cinco
lo hicieron incluso antes de que empezara a sonar. Por ejemplo, Helena
Zaugg describe cómo el gato de su familia, en Bruegg, Suiza, respondía a su
padre, a quien estaba estrechamente unido:
Figura 8.1. David White y su gato, Godzilla, que responde al teléfono en Watling-
ton, Oxfordshire (fotografía de Phil Starling).
P erro s y teléfo n o s
Lo mismo que en el caso de los gatos, esta respuesta de los perros no pa
rece debilitarse con la distancia. Marie McCurrach, de Ipswich, tenía un
perro labrador, que ingresó en la familia cuando el hijo de Marie tenía diez
años. Cuatro años después, el muchacho se marchó a la escuela naval, en el
norte de Gales y luego entró a prestar servicio en la Marina Mercante, con
la que navegaba principalmente hacia y desde Sudáfrica.
Cada vez que llamaba a casa, el perro corría al teléfono antes de que nadie
cogiera el auricular. El perro nunca se perturbaba por ninguna otra llamada,
sino sólo por la de nuestro hijo, y teníamos que apoyar el teléfono contra su
oreja para que el muchacho pudiera hablarle y el perro pudiera responder.
Nuestro hijo nunca nos dio un horario para sus llamadas y de hecho nunca te
lefoneaba el mismo día de la semana ni nada parecido, por lo que cabe pre
guntarse cómo sabía el perro que quien estaba en el teléfono era nuestro hijo
antes de que nadie hubiese cogido el receptor.
P er so n a s q u e s a b e n c u á n d o l l a m a u n a p e r s o n a e n p a r t ic u l a r
Hemos estado saliendo de vez en cuando durante cinco años, pero siempre sé
que es él, y lo mismo le pasa a él conmigo. Cogerá el teléfono y tan seguro estará
de que soy yo quien llama, que dirá cualquier tontería que yo encontraré divertida.
Pero a veces se ha equivocado. Además, en ocasiones pienso en alguien y me digo
«¡Oh, no, ahora he pensado en ellos, me llamarán!», y efectivamente sucede.
I n v e s t ig a c ió n so b r e t e l e p a t ía t e l e f ó n ic a
19. Las encuestas fueron realizadas por teléfono en casas escogidas al azar de los listi
nes telefónicos. En Bury, el 65 % de las personas entrevistadas dijo haber telefoneado a al
guien que dijo estar pensando en llamarlas. El 50 % de las personas entrevistadas dijo que
habían sabido quién las llamaba incluso antes de atender el teléfono y sin ninguna pista po
sible. El número de mujeres que tuvieron estas experiencias es significativamente mayor que
el de varones. (La significación estadística de la diferencia entre hombres y mujeres era de
p < 0,02.) Más de un tercio de las personas que habían tenido esta experiencia dijeron que les
sucedía con frecuencia. En Londres, a una muestra aleatoria de la población se le preguntó:
«¿H a sentido usted alguna vez que alguien estaba por telefonearle un instante antes de que
lo hiciere j c't.ctivamente?». El 58 % dijo haber tenido esa experiencia.
LLAM AD AS Y Ó R D E N ES TE LE P Á TIC A S 179
son erróneos. La cuestión está completamente abierta. Tal vez los escépticos
tengan razón. Tal vez estén equivocados. El único camino para despejar la
duda es la investigación empírica.
Quienes cuentan con la mejor cualificación para llevar a cabo esta in
vestigación pionera son las personas que tienen frecuentes experiencias te
lepáticas, o aparentemente telepáticas, en relación con llamadas telefónicas.
El primer paso es llevar un registro. En el Apéndice I sugiero una manera
simple y práctica de hacerlo. Luego, si se acierta a menudo en relación con
las llamadas de una persona en particular, el paso siguiente será realizar
experimentos sencillos en los que se pide a esa persona que llame a horas
inesperadas, escogidas al azar.
Se trata de un campo de investigación no hollado hasta ahora. Las opor
tunidades para una investigación original son enormes. Aunque los teléfonos
hayan sustituido a la telepatía en la mayoría de los fines prácticos, pueden
contribuir a redescubrirla.
CAPÍTULO
_______________________________________ 9
In sec to s s o c ia l e s e n t a n t o su p e r o r g a n ism o s
Como Wilson señala ahora, este concepto nos invita a contemplar la so
ciedad entera como un organismo. Compara la reina con el corazón de esta
entidad, tanto en sentido hereditario como en sentido fisiológico. Compara
las obreras con la boca, los intestinos, los ojos. Este enfoque holístico per-
1. Wilson (1971).
2. Holldobler y Wilson (1994), págs. 109-110.
T EL E P A T ÍA DE AN IM AL A ANIMAL 183
mite a Wilson ver una analogía entre la manera en que los organismos se de
sarrollan a partir de óvulos fertilizados y la manera en que las sociedades
son construidas por los individuos que las componen.
Los insectos sociales y todos los animales sociales están unidos en sus
grupos sociales por campos mórficos, portadores de los modelos y de los
«programas» de organización social habituales. En el caso de los insectos
sociales que construyen nidos y otras estructuras, estos campos coordinan
su actividad arquitectónica. Contienen, por así decir, anteproyectos detalla
dos del nido. El campo mórfico de la colonia no está simplemente en el in
terior de los insectos individuales, sino que más bien se encuentran éstos en
el seno del campo mórfico del grupo. El campo es un modelo extendido en el
espacio-tiempo, de la misma manera que el campo gravitacional del sistema
social no se encuentra simplemente en el interior del sol y los planetas, sino
que los contiene a todos y coordina sus movimientos.
Mucho es lo que se ha descubierto acerca de la comunicación entre los
insectos sociales por medio de la comida compartida, las huellas olfativas, el
tacto y la visión, así como en la danza oscilante con que las abejas mielíferas
comunican la dirección y la distancia de la comida. Pero la existencia de to
das estas formas de comunicación sensorial opera conjuntamente con sus
conexiones a través del campo mórfico del grupo. Sugiero que es precisa
mente este campo lo que habilita a los insectos a interpretar estas huellas ol
fativas, modelos de danza, etcétera, y a reaccionar adecuadamente.
La comunicación sensorial por sí misma sería totalmente inadecuada
para explicar cómo las termitas, por ejemplo, pueden construir estructuras
tan prodigiosas, con termiteras que llegan a los tres metros de altura, llenas de
galerías y cámaras e incluso equipadas con pozos de ventilación. Estas ciu
dades de insectos tienen un plan general que excede con mucho la expe
riencia de cualquier insecto individual.
Karl von Frisch, que descubrió la danza oscilante de las abejas, ha escri
to un libro excelente sobre arquitectura animal,3 en el que analiza las com
plejas construcciones de las termitas. Los insectos son ciegos y no se ven
unos a otros, pero marcan huellas con el olor, de modo que las otras termi
tas pueden seguirlas, y emiten señales golpeando una superficie dura con la
cabeza. Pero, como señala Von Frisch: «El contenido informativo de ambos
modos de comunicación es pequeño. La huella de olor puede conducir a
una meta, pero no explica qué hacer una vez allí. El tamborileo es una señal
de alarma por la cual los soldados o las obreras inducen a otras obreras a
huir al interior del nido... Pero no es más que una señal general de adver-
4. Ibíd.,pág. 150.
5. Marais (1973).
6. Sheldrake (1994).
TELEPA TÍA DE A N IM AL A ANIM AL 185
raleza de esos campos, que bien pueden operar en todos los niveles de la or
ganización social, incluso el nuestro.
C ardúm enes
7. Wilson (1980).
8. Ibíd., págs. 207-208.
9. Partridge (1981).
186 IN T E N C IO N E S, LLA M AD AS Y TELEPATÍA
men. Tal vez sean capaces de juzgar la posición de sus vecinos mediante sus
órganos sensibles a la presión, conocidos como líneas laterales, que reco
rren toda la longitud del pez. Pero en otros experimentos de laboratorio
realizados por investigadores de este tipo de animales, se puso a prueba esta
idea cortando los nervios de las líneas laterales al nivel de las agallas. Los pe
ces así tratados se mantuvieron normalmente en el cardumen.10
Aun cuando comprendiéramos por qué medios se dan cuenta de las po
siciones de los otros a través de los sentidos normales, no explicaríamos con
ello la rapidez de sus respuestas. No es probable que un pez pueda sentir de
antemano hacia dónde se moverán sus vecinos.
Pero si lo que coordina la conducta de los cardúmenes son campos mór
ficos, estos vínculos y estas conexiones resultan más fáciles de entender, en
principio. El campo ayuda a dar forma a la conducta y a la actividad del car
dumen como un todo y los individuos que lo componen responden al me
dio de su campo local.11 Una analogía física simple es la que ofrecen las li
maduras de un campo magnético. Cuando se mueve un imán, las limaduras
de hierro adoptan nuevas posiciones y configuran nuevas «líneas de fuer
za». Esto se debe a que cada limadura individual responde al campo dentro
y alrededor de éste y el campo como un todo configura el conjunto.
Sería fascinante conocer lo que sucedería si se separaran las dos partes
de un cardumen con una barrera que bloqueara el contacto sensorial nor
mal. ¿Seguirían coordinándose sus actividades? Por lo que sé, hasta ahora
nadie ha intentado este tipo de investigación.
Bandadas d e aves
En otras palabras, Potts considera que tanto las aves como las niñas del
coro reaccionan a la onda de maniobra en su conjunto, que reaccionan me
nos a los otros individuos en tanto tales que a la difusión de la onda misma.
Esto se asemeja mucho a un fenómeno de campo y yo sugiero que la onda
de maniobra es una pauta en el interior del campo mórfico. A mi juicio, esta
explicación es más plausible que la alternativa, según la cual la onda entera
se coordina a través de estímulos puramente visuales, lo que requeriría que
las aves fueran capaces de tener la sensación de esas ondas, tomar nota de
ellas y reaccionar de manera casi inmediata, aun cuando les lleguen directa
mente desde atrás. Se necesitaría para ello una atención visual prácticamen
te continuada, sin parpadear, de 360 grados a la redonda. La hipótesis del
campo permitiría entender más fácilmente de qué manera las aves perciben
y responden a la onda de maniobra como una Gestalt, término alemán que
lleva implícita una combinación de forma y de totalidad, A través de ella po
drían aprehender el movimiento de la bandada como un todo y responder
a él de acuerdo con su posición en la bandada. El campo subyace al continuo
de la bandada y a los movimientos de las pautas que la atraviesan.15
Si el vuelo de bandadas de aves se coordinara a través de un campo mór
fico, este campo podría muy bien mantener unidas a las aves cuando se de
dican a otras actividades. Por ejemplo, cuando un grupo de aves merodea en
busca de alimento, si algún miembro del grupo encuentra una buena fuen
te de alimentación, el descubrimiento podría propagarse a través del campo
de la bandada dispersa y alertar a otros miembros del grupo e iniciar tal vez
atracciones hacia aquélla, a fin de que se dirijan en la dirección correcta.
Al menos un naturalista, William Long, ha observado que las aves pare
cen de verdad responder de esa manera al encuentro de comida. Alimentó
aves silvestres a intervalos regulares y observó que, cuando unas encontra
ban la comida, pronto aparecían otras de las inmediaciones. Esto no encierra
ningún misterio, pues podían ver u oír a las aves a las que se alimentaba.
Pero también descubrió que, cuando había comida, muy pronto aparecían
otras aves, relativamente raras y muy dispersas en el terreno. Tras muchas
observaciones, llegó a la conclusión de que la explicación racional era que o
bien los pájaros que recibían alimento envían una «llamada silenciosa de co
mida» o bien que su excitación se transmite. Long sugirió que esa llamada
es percibida por «otras aves hambrientas, alertas y sensibles, a una distancia
superior a cualquier alcance visual o auditivo de las aves».
Para un seguimiento experimental de estas observaciones se debería tra
bajar con bandadas de aves domesticadas, como pollos, patos y gansos. Se
podría separar dos partes de una bandada de manera que no pudiera tras
mitirse entre ellas ninguna influencia por los sentidos normales. Si una par
te de la bandada se asusta o se perturba, ¿se comunica alguna influencia a la
otra parte? Si una parte de la bandada se alimenta, ¿se excita al mismo tiem
po la otra parte?
T e l e p a t ía en lo s rebaño s
E x p e r im e n t o s co n ca ba llo s
E x p e r im e n t o s c o n p e r r o s y c o n c o n e jo s
R a sg o s c o m u n e s d e l a t e l e p a t ía a n im a l
¿SÓ L O a d is t a n c ia o p e r a l a t e l e p a t ía ?
Por otro lado, los vínculos psíquicos o los lazos emocionales conectan
animales y personas tanto cuando están juntos como cuando están separa
dos. La comunicación telepática puede muy bien ocurrir al mismo tiempo
que se da también la comunicación a través de los sentidos conocidos.
No suponemos que los animales dejen de oler a alguien porque lo vean
o lo oigan. No tenemos ningún inconveniente en aceptar que los sentidos no
se excluyen mutuamente y que en general operan conjuntamente. Pienso
que lo mismo vale para la comunicación invisible que tiene lugar mediante
las vinculaciones psíquicas: en general opera conjuntamente con los senti
dos. El lazo psíquico no se interrumpe cuando los individuos están juntos
para conectarse cuando están separados; su presencia potencial es perma
nente, ya sea que los individuos estén juntos, ya que estén separados.
C o n c l u s ió n d e la cu arta parte
Sentidos de orientación
CAPÍTULO
_____ 1 0
Viajes increíbles
P er r o s, g a t o s y c a b a l l o s q u e r e g r e s a n a su c a sa
Por cada caso de éstos que aparece en los periódicos ha de haber doce
nas que permanecen inéditos. En nuestra base de datos hay 60 relatos sin
publicar acerca de perros y 29 de gatos que han vuelto a sus casas. Algunos,
como en el caso de Blake, se refieren a animales que habían sido abandona
dos o perdidos muy lejos de su casa. Pero la mayoría se refiere a animales
que volvieron a su antigua casa tras haber sido llevados a una nueva.
Prácticamente en todos estos casos, los animales fueron transportados
al lugar desde el cual volvían a su casa, es decir, que no habían hecho el ca
mino por sí mismos. Por tanto, no estaban en condiciones de reconocer olo
1. Burnford (1961).
2. Young(1995).
V IA JES IN C R E ÍB L E S 201
res, marcas locales ni ningún otro detalle de la ruta. Normalmente, sus via
jes de ida habían sido en coche, pero en algunos casos fueron en autobús o
en tren, y en uno de ellos, en barco a través del lago Zurich. A veces se los lle
vó por rutas indirectas. Pero en los casos en que se los descubrió en su via
je de regreso, en general no volvían siguiendo la misma ruta por la que se los
había llevado. En cualquier caso, un perro o un gato que trataran de seguir
las carreteras o líneas férreas por las que fueron alejados terminarían muy
pronto aplastados. De alguna manera los animales sabían en qué dirección es
taba su casa, incluso cuando se hallaran en un sitio en el que nunca habían
estado antes y se los hubiera llevado allí por una ruta indirecta.
La prueba más clara de que el sentido de orientación de los animales no
depende del recuerdo de olores a lo largo de la ruta, ni de otros detalles del
viaje de ida, es la que aportan los casos en que se transportó al animal por
aire. Durante la guerra de Vietnam, las tropas norteamericanas utilizaron
perros exploradores, a los que se llevó en helicóptero a las zonas de guerra.
Uno de esos perros, Troubles, fue aerotransportado a la jungla con su amaes
trador, William Richardson, para apoyar a una patrulla, a dieciséis kilóme
tros de distancia. Richardson resultó herido por fuego enemigo y se le llevó
por aire al hospitál; los otros miembros de la patrulla abandonaron sin más
al perro. Tres semanas más tarde encontraron a Troubles en su casa, en el
Cuartel de la Primera División de Caballería Aérea, en An Khe. Cansado y
flaco, no dejó que nadie se le acercara. Buscó en las tiendas hasta que en
contró las pertenencias de Richardson, tras lo cual se acurrucó y se durmió.3
Aunque la mayoría de los dueños de animales de compañía se asombran
de las insospechadas facultades de sus animales para regresar a su casa, los
pastores y otros dueños de perros de trabajo suelen ser muy conscientes de
esa aptitud. Es significativo que el dueño de Blake, tan seguro del regreso
del perro, fuera un pastor. En los días de trashumancia del ganado de las
Highlands escocesas a Inglaterra, se acostumbraba a enviar solos a los perros
de regreso a sus casas tras la entrega del ganado, mientras que los hombres
se quedaban para trabajar en la cosecha. En general, los perros rehacían en
sentido contrario el camino que habían seguido hacia el sur, deteniéndose
en las granjas donde ya habían descansado o se habían alimentado. Los
granjeros los alimentaban y recibirían el pago correspondiente de los due
ños de los perros al año siguiente, cuando volvieran a detenerse en la gran
ja.4 Antes de la Segunda Guerra Mundial, los granjeros de Lincolnshire
acostumbraban a conducir sus animales a mercados a más de 160 kilóme
tros de distancia, en etapas de unos 32 kilómetros. Una vez vendidos los ani
males, los ganaderos soltaban sus perros para que encontraran por sí mis
mos el camino de regreso a su casa, con lo que se ahorraban el coste del viaje
en ferrocarril (Roger Dale).
También hay caballos que encuentran el camino a su casa a través de ki
lómetros por un terreno no familiar y es probable que sus habilidades para
regresar a su casa se expresaran con mayor frecuencia si, cuando se los lle
va a un sitio nuevo, no se los mantuviera encerrados en campos y recintos
cercados. El regreso no deseado de caballos a sus casas es un inconvenien
te, pero a veces la capacidad de un caballo para encontrar el camino de re
greso puede ser muy útil.
Un día de ocio, Jean Welsh montaba su caballo en el campo de York-
shire, cuando decidió explorar un área en la que nunca habíari estado ella ni
su caballo. Tras un momento se dio cuenta de que se había perdido. «Tuve
una terrible sensación de desorientación y sentí miedo. Solté las riendas so
bre el cuello de la yegua y dije: “Es tu tumo; ¡vamos a casa! ”.» La yegua proce
dió con toda decisión hasta detenerse ante una puerta que nunca habían vis
to. Tan seguro parecía el animal, que Jean la abrió. «Sin ninguna orden de
mi parte, continuó su camino y parecía controlar perfectamente la situa
ción.» Siguieron huellas no familiares hasta que finalmente llegaron a un lu
gar que, con gran alivio, Jean reconoció, no lejos de su casa.
O tro s a n im a l e s q u e v u e l v e n a su c a sa
En este caso, la distancia era modesta, pero hay aves de compañía que
han encontrado el camino de regreso a su casa a través de centenares de ki
lómetros, como una urraca que habían adoptado los niños de la familia Beau-
zetier, en Drancy, cerca de París, cuando, todavía pichón, se cayó del nido.
En las vacaciones de verano de 1995 los niños fueron a pasar una temporada
con sus abuelos, cerca de Burdeos, y se llevaron consigo el pájaro. Mientras
se hallaban allí, la urraca se escapó. Los niños se inquietaron y al final de las
vacaciones tuvieron que volver a casa sin el ave. Poco después la vieron en
un árbol, cerca de su casa. Cuando la llamaron, respondió, y para su delei
te, volvió a vivir cón ellos. Había volado casi 500 kilómetros.
Más espectacular aún fue el regreso de una paloma perteneciente a Ken
Clark, de Bakersfield, California, y que su dueño entregó a unos primos de
Connecticut que habían ido a visitarlo. Les dio un poco de comida y una
jaula para que se la llevaran. «Un mes después, ¡el ave estaba de regreso!
Había perdido la mayor parte de las plumas de la cola. Estaba sucia y hecha
un desastre.» Sus primos llevaron la paloma a su casa, a casi 5.000 kilóme
tros, pero se escapó cuando trataban de pasarla a una jaula más grande.
Las habilidades de las palomas para volver a su lugar de origen no son
ninguna sorpresa, pero no son únicas en absoluto, sino que se encuentran
también en muchas otras especies.
E x p e r im e n t o s c o n g a t o s y pe r r o s q u e v u e lv en a su s c a sa s
5. Herrick (1922).
6. Schmidt (1932).
V IA JES IN C R E ÍB L E S 205
car nada para un perro que trataba de volver a su casa».' Tampoco podía
utilizar los ojos para determinar la dirección de su casa, porque no podía ver
ningún punto de referencia conocido.
Schmidt realizó luego algunos experimentos con una perra de ciudad
llamada Nora. Este animal vivía en Munich y a los fines de los experimen
tos se la llevó una mañana muy temprano a un lugar de la ciudad donde
nunca había estado, a cinco kilómetros de su casa. Cuando salió del cesto
en el que se la había transportado, se encontró en una gran plaza (Johan-
nisplatz en Bogenhausen; vivía cerca del Tierpark). La primera vez que se
la soltó, se comportó de un modo muy parecido al de Max; estuvo unos 25
minutos determinando su posición, mirando principalmente en dirección
a su casa, y luego salió trotando en la dirección correcta. Todo fue bien has
ta que se encontró con un perro juguetón en la Tassiloplatz, que la apartó
de su camino. Después de un cierto tiempo volvió a determinar su posición
y nuevamente partió en línea recta hacia su casa. El viaje le llevó 93 minu
tos, incluido el tiempo que perdió en determinar su posición, jugar y ex
traviarse.
Para el segundo experimento, casi seis semanas más tarde, se soltó a
Nora en el mismo lugar que antes. Esta vez, también lo mismo que Max,
sólo invirtió cinco minutos en determinar su posición y partió siguiendo el
mismo camino que había cogido la primera vez hasta Tassiloplatz. En esta
ocasión no encontró distracción alguna, de modo que corrió directamente a
su casa, donde llegó 37 minutos después de ser liberada.
Lo mismo que Max, Nora no olfateó y no pareció prestar atención a los
olores. No podía ver nada que le resultara familiar, ya que había muchas ca
lles y casas entre el lugar de liberación y su casa. Puesto que ni el olfato ni la
vista parecían poder explicar su comportamiento, ni el de Max, Schmidt
concluyó lo siguiente: «Estamos antes un enigma, el misterio de un sentido
desconocido, que tal vez podría describirse simplemente como sentido de la
orientación».8
Schmidt intentó luego tres experimentos similares con otro perro de
campo, pero todos fallaron. El perro partió siempre en una dirección equi
vocada. Esto es un saludable recordatorio de que los perros, al igual que las
personas, se diferencian en sus capacidades; algunos tienen mejor sentido
de la orientación que otros.
Elizabeth Marshall Thomas, cuyo libro The Hiden Life ofDogs narra sus
comprometidas observaciones de perros abandonados a sus propios recur
sos, llega a conclusiones muy parecidas. Uno de los perros, un husky llama
do Misha, exhibía excelentes cualidades de navegación y hacía viajes que lo
alejaban más de treinta kilómetros de su casa. (La pareja de Misha, Maria,
no se perdía cuando lo acompañaba mientras obedeciera sus iniciativas.
Pero se perdía casi siempre cuando salía sola. Entonces empleaba su mane
ra de regresar: simplemente se sentaba, desolada, en algún umbral. Más tar
de o más temprano, alguien buscaba su número de teléfono en el collar y lla
maba a Thomas, quien iba a buscarla en un coche.)
La primera pregunta que se hizo Thomas cuando comenzó a estudiar
sus perros se refería a la naturaleza de las habilidades de navegación de Mi
sha. «Pero nunca fui capaz de responder a esta pregunta.»9 Misha no pare
cía orientarse por señales territoriales, pues una vez que llegaba a un desti
no podía regresar con toda facilidad por un camino distinto.1¿Se valía de las
estrellas o de la posición del sol? ¿Del sonido del cercano océano Atlántico?
¿De los olores que flotaban en el aire? «Nunca lo supe, ni jamás pude ente
rarme de nada observando su trote seguro, su porte confiado.»10
D e s t in o s m ú l t ip l e s : e x p e r im e n t o s c o n P ep si
Como hemos visto, son muchas las clases de animales que parecen tener
un sentido de orientación que les permite volver a su casa desde lugares ex
traños. Pero algunos son capaces de encontrar más de un destino, e ir a
otros lugares que su casa a través de terrenos desconocidos. Estos animales
parecen tener un sentido de orientación para diversos lugares.
El perro con un sentido de orientación más notable que he conocido es
Pepsi, hembra cruce de border collie y terrier, que vive en Leicester. Cuan
do su amo, Clive Rudkin, contactó conmigo en 1995, Pepsi ya había reali
zado en catorce ocasiones viajes a través de toda la ciudad de Leicester tras
escapar de la casa de Clive, la de sus padres o la de su hermana, para llegar
horas después a las casas de amigos o familiares. La mayor parte de estos
viajes cubrían distancias de por lo menos 4,8 kilómetros y tenían lugar en
una variedad de direcciones. En conjunto, Pepsi encontró su camino a seis
destinos, a todos los cuales había sido previamente llevada en coche, nunca
andando. Durante estos viajes en coche solía estar echada en el suelo, sin
posibilidad de ver por las ventanillas. En una oportunidad, por ejemplo,
Pepsi se escapó dé la casa de los padres de Clive, a 6,5 kilómetros al nor
11. Un informe fue propalado por radio en Out o f this World, en la BBC 1, el 6 de agos
to de 1996.
208 SE N T ID O S DE O R IEN T A CIÓ N
cido. Los mapas son útiles cuando uno sabe dónde está y a dónde quiere ir.
Pero si uno no sabe dónde está, el mapa no presta gran ayuda. Más que un
mapa, lo que Pepsi parece tener es sentido de la orientación.
El s e n t id o d e l a o r ie n t a c ió n
Figura 10.1. Mapa de parte de Leicester que muestra dónde se soltó a Pepsi (A), la suce
sión de lugares que la perra visitó, como lo revela el monitor del Global Positioning Sysrci'
que llevaba en el lomo, y la casa de la hermana de su amo (B), donde terminó el viaje.
V IA JES IN C R E ÍB L E S 211
0,5 millas
0,8 km
212 SEN T ID O S DE O RIEN TACIÓ N
sado, y sugiero que esta memoria es inherente a los campos mórficos que
conectan los animales con esos lugares.
El campo mórfico que conecta un animal con su casa se relaciona estre
chamente con el campo mórfico del grupo social con el que el animal compar
te su casa. La primera clase de campo subyace al sentido de la orientación ; la
segunda, a la comunicación telepática. Pero, como veremos en el capítulo 13,
los campos que conectan unos animales con otros no sólo proporcionan ca
nales para la comunicación telepática, sino que también pueden proporcionar
información direccional. Ya nos hemos encontrado con algunos ejemplos de
este fenómeno en los gatos y otros animales en apuros que llaman a su amo.
La analogía de la banda elástica implica direccionalidad. Imagínese el
lector con los ojos vendados y sosteniendo un extremo de una banda elásti
ca larga y estirada. En el otro extremo, a muchos metros, la banda está fija
a un lugar o la sostiene una persona. No sólo sentirá el lector una atracción
hacia ese lugar o esa persona, sino que sentirá una atracción en una deter
minada dirección. Esta atracción hacia una meta puede expresarse en un
modelo matemático en términos de atractores dinámicos en el seno de los
campos mórficos (Apéndice C).
Cuando un animal tiene varios lugares conocidos a los cuales puede di
rigirse, presumiblemente experimenta atracciones a diferentes sitios (fig.
10.2A). Para cada lugar puede tener incluso un sentimiento de proximidad
o de distancia. Si el animal está en otra posición, las atracciones se orientan
en diferentes direcciones (fig. 10.2B).
A la luz de esas ideas, imaginemos qué cuando se soltó a Pepsi en un lu
gar desconocido, apenas determinó su posición, tuvo la sensación de la di
rección de diversas casas conocidas, que comprendían la suya, la de los pa
dres de Clíve y la de la hermana de Clive. También ha de haber sentido que
la casa de la hermana era la que estaba más cerca y por eso partió en esa
dirección.
La banda elástica proporciona una metáfora de estas atracciones. La
atracción magnética proporciona otra. Una de las ventajas de esta última es
que no sólo plantea la posibilidad de atracciones respecto de lugares parti
culares, sino también de repulsiones. Es posible que los lugares en los que
los animales hayan sentido miedo, por ejemplo, en los que hayan sufrido ex
periencias traumáticas, los repelan en lugar de atraerlos, incluso a distancia.
También es posible que tengan el sentimiento de «calentarse» (aunque en
este caso sería mejoría expresión «enfriarse») a medida que se acercan a de
terminados lugares, y este sentimiento puede ser de miedo más bien que de
excitación. Esto casaría con las reacciones de miedo que muestran algunos
perros cuando se los lleva en coche al veterinario (p. 147).
V IA JE S IN C R E ÍB L E S 213
Figura 10.2. A: Conexiones a través del campo mórfico entre un animal y su casa y
otros lugares de importancia. B: El animal se encuentra en una localización dife
rente y desde allí las conexiones con su casa y con otros sitios le proporcionan di
ferente información direccional.
214 SEN TID O S DE ORIENTACIÓN
R a d io d e a c c i ó n d e l o s a n i m a l e s s a l v a je s o n o d o m e s t i c a d o s
Cualquier animal que tenga una base de operaciones, como las abejas en
su colmena, los petirrojos en su nido, los lobos en su madriguera, tienen un
área que les es familiar. La parte del área familiar que visita una y otra vez se
denomina radio de acción y su tamaño puede variar de día a día y de estación
a estación. Y en el seno de este radio de acción pueden tener un territorio,
úna zona que proteger. Un gato doméstico, por ejemplo, puede tener un te
rritorio de alrededor de cien metros de diámetro que conoce íntimamente y
que protege, pero también puede tener un radio de acción mayor que se ex
tienda a kilómetro y medio de su casa o más.
También nosotros tenemos nuestras áreas familiares, y en ellas un radio
de acción que cubre nuestro barrio inmediato, los sitios donde compramos,
trabajamos y jugamos, los lugares donde visitamos a familiares y a amigos, las
zonas por donde paseamos los perros, etcétera. Dentro de estos radios de
acción están los territorios que defendemos, normalmente nuestra casa y sus
jardines.
En términos generales, encontrar el camino en nuestro radio de acción
depende de marcas territoriales y de otros rasgos familiares del medio, y
lo mismo vale para los animales. Paisajes, sonidos y olores familiares per
miten a los animales saber dónde están y encontrar su camino a destinos
conocidos. No necesitan un sentido especial de la orientación cuando se
mueven dentro de su radio de acción y transitan por rutas que les son fa
miliares.
Pero, naturalmente, el que un área sea familiar para un animal no signi
fica que lo haya sido siempre. Todo animal joven tiene que conocerla una pri
mera vez, aun cuando sea familiar a los miembros mayores del grupo. Cuando
se establecen en un sitio nuevo, cada animal individual o grupo de animales
necesita explorar las inmediaciones. Cuando explora un nuevo territorio no
puede confiar en recuerdos para encontrar el camino de regreso a su casa, a
menos que rastree sus propias huellas.
No cabe duda de que los animales que han estado explorando pueden
volver a su casa siguiendo marcas territoriales o un rastro olfativo. Pero
también puede volver por navegación. La navegación biológica se define
como «la capacidad para orientarse a una meta, con independencia de su
V IA JES IN C R E ÍB L E S 215
Palo m a s m e n s a je r a s
como una suerte de brújula, pero que éste no les es esencial para conocer la
dirección de su lugar de origen.25
La teoría según la cual las palomas huelen su casa desde centenares de
kilómetros, incluso cuando el viento sopla en dirección contraria, parece
extremadamente improbable. Sin embargo, se las ha sometido a prueba de
distintas maneras. En la mayoría de los experimentos, las palomas encon
traron el camino a su casa incluso con las fosas nasales obstruidas con cera,
los nervios'olfativos seccionados o la mucosa olfativa anestesiada. Quizá uti
licen el olfato en regiones familiares, donde pueden reconocer los olores
que transporta el viento, pero su capacidad para regresar desde lugares no
familiares no puede explicarse en función de este sentido.26
Por último, está la teoría magnética. ¿Podría ser que las palomas tu
vieran un sentido magnético, una brújula biológica? El problema es que,
aun cuando las palomas tuvieran un sentido magnético, éste no les infor
maría dónde está su lugar de origen. Si se lleva al lector a un lugar no fa
miliar y se le da una brújula, sabrá dónde está el norte, pero no dónde está
su casa. La brújula sería útil para determinar en qué posición nos encon
tramos, pero necesitaríamos de algún otro medio para saber dónde está
nuestra casa.
¿Y si el sentido magnético fuera tan sensible como para darnos infor
mación acerca de la latitud? Podría hacerlo de dos maneras: en primer lu
gar, detectando los pequeños cambios en el campo magnético de la Tierra
a diferentes latitudes, y en segundo lugar detectando el ángulo de inclina
ción del campo magnético. En el polo norte magnético, la aguja apunta ha
cia abajo: en el ecuador, está en posición horizontal, y entre una y otra po
sición el ángulo varía de acuerdo con la latitud. Sin embargo, para detectar
cambios de latitud, el sentido magnético de las palomas tendría que ser en
realidad muy preciso. Por ejemplo, en el nordeste de los Estados Unidos,
sobre una distancia de 160 kilómetros en dirección norte-sur, la fuerza me
dia del campo cambia en menos del 1 % y el ángulo del campo en menos
de un grado. E incluso si las palomas tuvieran un sentido magnético pre
ciso, éste no les daría información sobre la longitud, ni sobre la distancia al
este o al oeste a que se encuentra su lugar de origen, que es su destino. Las
palomas pueden volver a su lugar de origen desde todos los puntos car
dinales.
En cualquier caso, se ha puesto directamente a prueba la hipótesis mag
nética fijando imanes a las palomas. Estos imanes debían confundir su sen
tido magnético, en caso de que lo tuvieran, y sin embargo las aves a las que
se les han fijado imanes vuelven a su casa con la misma facilidad que las aves
de control, a las que se les han fijado piezas no magnéticas de tamaño y peso
similares.27
El fracaso de todas estas teorías deja esencialmente sin explicación la
habilidad de las palomas para volver a su casa. Personalmente, pienso que
las hazañas de navegación de las palomas sólo pueden explicarse en relación
con la navegación de los perros, los gatos y otros animales. No cabe duda de
que la navegación puede verse auxiliada por la utilización de la posición del
sol y tal vez incluso por un sentido magnético que ayude a determinar la po
sición, a mantener el curso. Pero sin la atracción direccional debida al campo
mórfico que las conecta a su lugar de origen, se perderían.
El s e n t id o h u m a n o d e d ir e c c ió n
momento, a pesar de la distancia y de la ruta circular del barco entre las la
titudes 48° sur y 4o norte.29
En contraste, los pueblos civilizados, y sobre todo los urbanos moder
nos, tienen tantas ayudas artificiales para la navegación, como las señales de
carretera, los mapas y las brújulas —y ahora los sistemas de posicionamiento
global vía satélite— que el sentido de la orientación ya no es esencial para la
supervivencia. Se desatiende su potenciación y desarrollo durante la educa
ción, y la ciencia institucional tampoco le ha prestado demasiada atención.
A pesar de todo, el sentido de la orientación no se ha atrofiado comple
tamente en la gente moderna.30 La mayoría de nosotros somos vagamente
conscientes de este sentido, ni que sólo sea por comparación con otra gen
te que tiende a perderse más fácilmente, o que se orientan mucho mejor que
nosotros. No obstante, en ausencia de ayudas artificiales, la mayoría de per
sonas modernas son navegantes precarios en comparación con muchos ani
males no humanos. Y es sin duda por esto por lo que encontramos tan fas
cinantes las habilidades de perros y de gatos y por lo que tanto nos intrigan
las palomas mensajeras. Pueden hacer algo que nosotros no podemos. Tie
nen sensibilidades que nosotros hemos perdido.
El s o l , l a s e s t r e l l a s y l a s b r ú ju l a s
1. Brower (1996).
2. Berthold (1991).
M IGRA CIO NE S Y MEMORIA 225
3. Keeton (1981).
4. Able (1982).
5. Wiltschko y Wiltschko (1995; 1999).
226 SE N T ID O S DE O RIENTACIÓN
1969 1980
Figura 11.1. El campo magnético cambiante de la Tierra durante los dos últimos si
glos. Las curvas indican la fuerza del campo en el límite entre el núcleo fundido y
el manto terrestre. Las líneas de fuerza salen del sur y fluyen hacia el hemisferio
norte. Las curvas en trazo continuo representan la intensidad del flujo magnético
dentro del núcleo; las líneas de puntos, el flujo que desborda el núcleo (según Blox-
ham y Gubbins, 1985).
228 SE N T ID O S DE ORI EN TA CIÓN
gatos, las palomas y otros animales pueden volver a su lugar de origen desde
sitios donde nunca han estado. Muestran una verdadera navegación dirigida
a una meta (capítulo 10). Esta conducta parece depender de un vínculo
con los lugares de origen que les da un sentido de orientación y les permite
localizarlos, sea cual fuere el lugar donde se encuentren. Es probable que la
selección natural favoreciera el uso de este sentido más flexible de orienta
ción en perjuicio de la programación genética rígida, incluso en el caso de
que tal programación fuera posible.
Por último, cualquier clase de migración programada que dependiera
de un sentido magnético tendría que ser extremadamente adaptable en pe
ríodos de cambio revolucionario en el campo magnético de la Tierra. A in
tervalos variados, los polos magnéticos se invierten, así que el polo norte se
coloca cerca del polo sur geográfico y el polo sur magnético cerca del polo
norte geográfico. En los últimos veinte millones de años, el polo norte mag
nético ha saltado al polo sur cuarenta y una veces, y cuarenta y una veces ha
vuelto a saltar a su lugar de origen.6 (La historia de estas inversiones polares
ha sido reconstruida a partir de la dirección de la magnetización en rocas
magnéticas, que proporciona un registro fósil de la polaridad magnética
predominante en la época en que se formaron. La inversión de polaridad se
muestra en la magnetización invertida de depósitos sucesivos de roca.)
En estas circunstancias, la selección natural eliminaría a los animales
que siguen un programa rígido de navegación magnética. Dado que todos
los animales migratorios de hoy descienden de antepasados que sobrevivie
ron unas ochenta inversiones magnéticas en los últimos veinte millones de
años, todos han de haber tenido ancestros capaces de alcanzar sus metas a
pesar de las inversiones de la polaridad magnética de la tierra.
¿Qué pasaría si los animales pudieran calibrar su sentido de orientación
magnética sobre la base de señales del cielo, como la dirección del ocaso
y la rotación de las estrellas alrededor del polo norte celeste? La investiga
ción realizada con gorriones migratorios de Savannah, en los Estados Uni
dos, ha mostrado que efectivamente su sentido de brújula puede calibrarse
por medio de la observación de las estrellas, y también puede recalibrarse a
lo largo de la vida de las aves individuales.7 Las especies capaces de tal cali
bración podrían preservar un sentido de orientación simple a pesar de las va
riaciones del campo magnético de la Tierra.
Pero, aun aceptando que algunas especies migratorias puedan usar el
campo magnético de la Tierra para ayudarse a mantener el curso de su via
M ig r a n t e s o c e á n ic o s
8. Sobel (1996).
9. Hasler, Scholz y Horrall (1978).
230 S E N T ID O S DE O RIENTACIÓN
— i—
60'
Isla »
Kergvelen
Isla'
Heard
S e n t id o d e o r i e n t a c i ó n , c a m p o s iMó r f i c o s y m e m o r ia a n c e s t r a l
E x p e r im e n t o s c o n a v e s m ig r a t o r ia s
E v o l u c ió n d e l a s n u e v a s p a u t a s m ig r a t o r ia s
(Helbig, 1993, 1996). En la vida real, si las híbridas persistieran en su derrotero hacia el sur,
no seguirían ninguna de las pautas migratorias tradicionales de Europa a Africa, con cruces
breves del océano por el estrecho de Gibraltar o el Bosforo, y o bien morirían, o bien ten
drían que encontrar un nuevo lugar de invernada.
23. Bowen y Avise (1994).
C A PÍTU LO
_________ 12
Animales que saben
cuándo se acercan al destino
Muchos dueños de animales de compañía que viajan con ellos han ob
servado sin duda un desconcertante tipo de conducta que han mostrado
muchos perros, gatos, caballos y otras especies. A menudo, sus animales pa
recen saber cuándo se acercan a su destino, aun cuando no puedan ver fuera
del vehículo en el que viajan.
Como vimos en los capítulos 10 y 11, el regreso al lugar de origen y la mi
gración dependen de campos mórficos que atraen a los animales a sus desti
nos y subyacen a su sentido de orientación. En este capítulo sugiero que esta
hipótesis de los campos mórficos también puede arrojar luz sobre la manera
en que los animales domésticos saben cuándo se acercan a su destino. En al
gunos casos, este comportamiento depende de los campos mórficos que co
nectan animales a lugares particulares. En otros casos, parece depender de
las personas con las que el animal viaja y podría implicar telepatía.
A n im a l e s q u e v i a ja n e n c o c h e
bra de su cesto de transporte, cuya puerta dejamos abierta para que salga
cuando quiera.
Entre dos y tres kilómetros y medio antes de llegar a casa, ya sea el viaje
de día, ya sea de noche, Remedy se despierta, sale de su cesto, pasea por el
coche y da muestras evidentes de excitación. Mi mujer fue la primera en
darse cuenta de esto. Lamento decir que al comienzo fui displicente respecto
de este fenómeno, con el argumento de que sólo debía tratarse de casuali
dades. Me dominaba un escepticismo estrecho que me llevó a ignorar o ne
gar la conducta que no parecía tener explicación inmediata. Pero finalmen
te la evidencia terminó por imponerse. La gata parecía saber efectivamente
cuándo nos acercábamos a casa, pero ¿cómo?
¿Olía la zona aledaña a la casa? Era posible, pero improbable, porque pa
recía ocurrir tanto cuando hacía calor y las ventanillas estaban abiertas como
cuando hacía frío y las ventanillas estaban cerradas. ¿Reconocía sacudidas o gi
ros familiares? Posiblemente, pero, en ese caso, ¿cómo podía estar familiariza
da con los detalles de diferentes recorridos por Londres, con modelos varia
bles de movimiento en función de los semáforos y la congestión del tráfico?
¿Respondía a alguna otra cualidad del medio que rodeaba la casa? Tal vez,
pero ¿a cuál? ¿O es que captaba nuestra anticipación, aun cuando no nos per
catáramos de ningún cambio en nuestra conducta? En tal caso, ¿cómo?
Todavía no conozco las respuestas a todas estas preguntas, pero he en
contrado que muchas otras personas han observado conductas similares en
sus animales. En nuestra base de datos hay más de sesenta relatos de este
tipo y tomados en conjunto autorizan a limitar las posibilidades, como ana
lizo en ese capítulo.
No cabe duda de que cuando los animales salvajes vuelven a su lugar de
origen reconocen marcas territoriales familiares, huelen olores familiares y
oyen sonidos familiares. Esta información acerca del medio es necesaria
para hallar aquél (nido, madriguera, termitera, etc.) y sin ella los animales
se perderían. Pero un animal que encuentra su camino de regreso a su ori
gen se halla en una situación muy diferente a la de un perro y un gato dor
midos en un coche, o a la de un caballo en un camión. Estos animales son
transportados quieran o no y sin opción sobre la manera de ir. Para los ani
males ha de tratarse de una situación muy extraña. Raramente los animales
salvajes se ven transportados, aunque a veces las víctimas son transportadas
vivas por los depredadores, y los jóvenes por los mayores, como cuando las
gatas madres llevan a. sus gatitos por el cogote. Pero no se me ocurre en el
mundo natural ningún paralelo con el transporte de animales domésticos en
vehículos, a no ser, quizá, el de los peces arrastrados por la corriente, o los
pájaros llevados por el viento.
AN IM ALES QUE SA BEN CUANDO SE AC ERCAN AL D E ST IN O 241
L legad a a d e s t in o s f a m il ia r e s
V ia je s p o r c a m in o s in h a b it u a l e s
bamos llegar a la casa por diferentes caminos, pero la perra siempre lo sabía
y se ponía histérica en el coche.» Análogamente, Geneviéve Vergnes descu
brió que, cuando visitaba a sus padres, en París, «la perra se despertaba a
unos siete kilómetros de la casa y arañaba el tablero mientras “cantaba”.
Dedujimos que conocía el camino y probamos diferentes rutas —los quais
periféricos, los Champs Elysées o por los suburbios— , con variaciones en la
duración del viaje. La perra dormía, pero siempre, más o menos a la misma
distancia, ¡comenzaba a arañar el tablero y a cantar!».
A veces, la gente tiene motivos sobrados para tratar de evitar que su pe
rro se despierte y comience a mostrar su excitación. Este era el caso de unos
amigos míos de Londres, cuando sus hijos gemelos eran bebés. Cuando vol
vían a su casa en coche, su perro labrador y sus bebés se dormían. Al acer
carse a su casa, el perro se despertaba y se movía presa de excitación y des
pertaba a los gemelos, que empezaban a llorar. Para tratar de evitar que el
perro despertara a los bebés, regresaban por una variedad de caminos al
ternativos, pero no conseguían engañar al perro, que de todas maneras se
excitaba y despertaba a los bebés.
Experiencias como éstas muestran que al menos algunos animales saben
cuándo se acercan a su destino, con independencia del camino por el que se
los lleve. ¿Depende esto de alguna cualidad del lugar que puedan ellos detec
tar, incluso dormidos, cuando se hallan todavía a kilómetros de distancia? ¿O
depende de alguna influencia de las personas que se hallan en el coche?
Tras el estudio de docenas de casos he llegado a la conclusión de que,
en algunos de ellos, el lugar desempeña el papel más importante, pero que en
otros los animales captan la expectativa de las personas que se encuentran
en el coche. Y es probable que ambas influencias actúen conjuntamente.
L ugares f a m il ia r e s y n o f a m il ia r e s
En casos como éste, el recuerdo de los lugares parece mucho más im
portante que la conducta o los pensamientos de la persona. Pero ¿qué su
cede con el lugar al que responden? Ya hemos descartado las marcas terri
toriales, pues los animales que están dormidos, o al menos echados en el
suelo del vehículo, no pueden verlos por la ventanilla e incluso reaccionan
aunque viajen en la oscuridad.
¿Podría ser detectado por el olfato? Es la posibilidad más evidente y, a
veces, la mejor explicación. Pero en la mayoría de los casos no se ajusta muy
bien a los hechos. La teoría del olor predeciría que los animales reacciona
ran antes cuando hace calor que cuando hace frío, pues la vaporización de
las sustancias es mayor a temperaturas más altas. También deberían reac
cionar antes y con más fuerza cuando las ventanillas están abiertas que
cuando están cerradas. Y las reacciones deberían depender de la dirección
del viento y producirse más lejos cuando se viaja contra el viento que cuan
do se viaja a favor. En ninguno de los relatos que he leído u oído hay atisbo
alguno de que así sea, ni he observado nunca la influencia de la dirección
del viento, Ja temperatura y las ventanillas abiertas sobre las reacciones de
nuestro gato.
Estas reacciones pueden tener relación con el «sentido de orientación»
que he analizado en los capítulos anteriores. Este sentido de orientación re
viste una importancia fundamental cuando los animales hacen el camino
por sí mismos, activamente. Se ha desarrollado en el contexto de su hallaz
go del camino a su casa o el viaje a otros lugares familiares y desempeña
también un papel esencial en la migración. Sugiero que este sentido de
orientación depende de los campos mórficos, a través de los cuales los ani
males se vinculan con lugares que les son familiares. Estos campos les per
miten encontrar esos lugares navegando a través de un territorio desconoci
do y tal vez les permitan también reconocer cuándo se acercan a un lugar
familiar incluso si la navegación no corre a su cargo.
244 S E N TID O S DE ORI EN TA CIÓN
R e a c c ió n a perso n a s m ás q u e a lu g a res
Siempre que llegamos a este punto, pienso: «Ya no falta tanto» (más o m e
nos 11 kilómetros). En realidad, nunca lo he dicho en voz alta, pero era seguro
que a esa altura M orag comenzaba a agitarse. N o podía ser la sensación de su
bir la colina (hay muchas colinas en el camino). D e regreso a Norfolk, viajamos
toda la noche con varias paradas para descansar y refrescarnos. Dimos un ro
deo para desayunar y cogimos un camino equivocado. Durante un tiempo via
jamos por terreno desconocido para nosotros, pero finalmente reconocí una se
ñal de la carretera. Recuerdo que pensé: «Ahora no estamos lejos de casa». De
inmediato, Morag, que había estado profundamente dormido en su cesto en el
asiento contiguo al mío, comenzó a mostrar su agitación acostumbrada.
Un e x p e r im e n t o s im p l e p a r a p o n e r l a t e l e p a t ía a p r u e b a
1. Los detalles se dan en un relato del siglo XIX, editado en St. Gallen con el título
Zollikofer und sein Hund, una copia del cual me cedió amablemente el profesor C. Zollikofer,
de la Universidad de Zurich, descendiente del embajador.
248 SE N TID O S DE ORIENTA CIÓN
¿ P o d r ía n l o s a n im a l e s e n c o n t r a r a su g e n t e p o r e l o l f a t o ?
En lugar de ir a casa, los perros me llevaron por pequeñas calles que les
eran desconocidas, hasta que llegamos a la calle ancha por la que mi mujer ha
bía pasado con el coche. Luego corrieron por esa calle y llegaron a la manzana
donde vivían nuestros amigos. Los perros nunca los habían visitado. Sin em
bargo, fueron a la entrada correcta, subieron las escaleras directamente a la puer
ta donde se podía encontrar a mí mujer, que quedó enormemente sorprendida de
nuestra aparición.
3. Geller (1998).
252 SEN T ID O S DE O RIEN TA CIÓ N
misma manera. Y menos plausible aún resulta la teoría del olfato cuando los
animales encuentran a su gente a decenas o centenares de kilómetros.
El e n c u e n t r o d e p e r s o n a s a g r a n d e s d is t a n c ia s
4. Rhine (1951).
5. Rhine y Feather (1962).
AN IM ALES QUE E NC UE N TR AN A SU G E N T E A G R AN DES DISTANCIAS 253
del lago Michigan. Seis semanas más tarde, apareció Tony en East Lansing
y, excitado, se acercó al señor Doolen en la calle. El resto de la familia reco
noció a Tony, y éste a ella. Su identidad quedó confirmada por el collar, que
llevaba una muesca que el señor Doolen le había hecho cuando estaban aún
en Aurora.6
El relato más notable de gatos es el relativo a Sugar, un gato persa de co
lor crema perteneciente a una familia que vivía en California. Cuando la fa
milia se iba de California a una casa nueva en Oklahoma, Sugar saltó del co
che, se quedó unos días con unos vecinos y luego desapareció. Un año
después, el gato reapareció en la nueva casa de la familia en Oklahoma, tras
haber recorrido 1.600 kilómetros a través de territorio desconocido. Sugar
no sólo era reconocible por su apariencia y su conducta familiar, sino tam
bién por una característica deformidad ósea en la cadera izquierda, que el
propio Rhine examinó.7
En el caso de la paloma Pigeon 167, ia identificación quedó certificada
por el número del anillo que se le había colocado en la pata. Su propietario
era un muchacho de doce años que estaba en octavo curso en la escuela de
Summersville, West Virginia, donde su padre era comisario. Esta paloma de
competición se había parado en el patio trasero del muchacho, éste la había
alimentado y ella se había convertido en su animal de compañía. Un tiempo
después, llevaron al muchacho al Myers Memorial Hospital de Phillippi, a
168 kilómetros por carretera (112 por aíre) para una intervención quirúrgi
ca, y la paloma quedó en Summersville.
6. Ibíd.
7. Ibíd.
8. Ibíd.
254 SE N T ID O S DE ORI EN TA CIÓN
P erro s q u e e n c u e n t r a n l a s se p u lt u r a s d e su s a m o s
9. Whitlock (1992).
10. Pratt (1964).
AN IM ALES QUE E N C U E N TR A N A SU G E N T E A GRAN DES DISTANCIAS 255
días. Esto parecía raro, ya que nunca se perdía. Pero no prestamos mucha aten
ción al asunto, hasta que un domingo vino a vernos un ex empleado que vivía
cerca del cementerio y dijo: «Imagínese, el otro día, cuando crucé el cemente
rio, me veo a Sultán echado sobre la tumba de su familia». No me imagino
cómo pudo haber encontrado el camino a través de esos cinco kilómetros. N o
había rastros de su ex amo que el perro pudiera seguir. Y nunca se lo había lle
vado al cementerio, ni siquiera al campo, pues tenía que vigilar la casa. ¿Cómo
es posible que haya encontrado la sepultura de su amo? (Joseph Duller, Graz,
Austria).
A n im a l e s q u e e n c u e n t r a n a o t r o s a n im a l e s
Blackíe, una vaca de dos años, se escapó de la nueva granja que la había
comprado y, tras andar once kilómetros por un territorio extraño, «regresó» a
la nueva granja a donde habían llevado a su ternero. La historia comenzó cuan
do la vaca y su ternero fueron separados en el mercado de Hatherleigh, en De-
von. Se envió a la madre a la granja de Bob Woolacott, cerca de Okehampton,
donde se la instaló con una provisión de heno y de agua para que pasara la no
che. Pero su instinto maternal la llevó a salir al patio, pasar por encima del cer
cado y coger un callejón. A la mañana siguiente se la encontró a once kilómetros,
con su ternero y amamantándolo en la granja de Arthur Sleeman, en Sampford
Courtenay. El señor Sleeman pudo identificar a Blackie como la madre por las
etiquetas de la subasta, que todavía lucía en las astas.11
muy separados. Descubrió que los lobos que estaban apartados de la mana
da sabían dónde se hallaban los otros.
Cuando regresé al ciervo, para leer de qué manera los lobos habían sor
prendido y matado a su presa, advertí la huella fresca de un lobo solitario
que llegaba en ángulo recto a la huella de la manada cazadora... Capté su
huella de llegada y la remonté hasta la madriguera desde donde había hecho
el camino tan directamente como si realmente supiera a dónde iba. Su huella
venía del este; el ligero viento que soplaba llegaba del sur; de manera que era
imposible que el olfato lo hubiera guiado a la carne, aun cuando se hubiera ha
llado a una distancia en que pudiera oler, lo que ciertamente no era el caso. Las
marcas en la nieve no tenían ninguna característica que las distinguiera de cua
lesquiera otras, por lo cual sería razonable concluir que o bien los lobos pueden
enviar una llamada silenciosa de comida, o bien que un lobo solitario puede
mantener tal contacto con sus compañeros de manada como para saber no sólo
dónde están, sino también, de una manera general, qué es lo que hacen.14
Puede que estas conexiones sean un rasgo normal de las sociedades ani
males, aun cuando apenas hayamos comenzado a comprender cómo fun
cionan. Tal vez los vínculos entre los miembros de un grupo social tal como
una manada de lobos les permitan conocer las actividades y las intenciones
de los otros a distancia, pero también provee de una información direccio-
nal. Y si los lobos y otras especies salvajes tienen tales habilidades, la capa
cidad de los animales de compañía para encontrar a sus amos y la de éstos
para encontrar a sus animales de compañía pueden considerarse en un con
texto biológico más amplio.
Premoniciones animales
C A P ÍTU LO
___________ 14
Premoniciones de ataques, comas
y muertes repentinas
P e l ig r o , m ie d o y a la r m a
1. Para una esclarecedora exposición sobre la emoción del miedo, véase Masson
(1996).
2. Hólldobler y Wilson (1994).
P RE M O N IC IO N E S DE ATAQUES, COMAS Y MUERTES R EPEN TIN AS 265
pecies agresivas que esclavizan a otras, como la fórmica suintegra, emplea es
tos olores no sólo para defender sus colonias, sino también para aterrorizar a
sus víctimas. Una descarga masiva de sustancias de alarma pone en estado
de pánico a las hormigas a las que están atacando, lo que habilita a las agre
soras a apoderarse del nido sin gran necesidad de lucha.3
Muchas especies, por ejemplo los mirlos, tienen llamadas especiales de
alarma que alertan del peligro a otros miembros de su grupo, pero a menu
do también alertan a miembros de otras especies.
El ladrido es la llamada canina de alarma. Los perros han resultado úti
les durante decenas de miles de años por emitir advertencias de gente que
se acerca y alertar a sus compañeros humanos de otras fuentes potenciales
de peligro. Esta puede muy bien haber sido su función primaria en las etapas
iniciales en las fases de comienzo de la domesticación.
Los perros no sólo desempeñan su función de advertencia alertando a la
gente de los extraños que se acercan, sino de varias otras maneras. Algunas
de ellas dependen de la percepción de las fuentes potenciales de peligro me
diante el olfato, el oído o la vista. Otras dependen de la captación de inten
ciones, como en el caso de los perros que advierten a sus propietarios de la
intención amenazante de una persona hostil. Y otras aún dependen de la cap
tación de intenciones a distancia, como en el caso de los perros que saben
cuándo sus amos vuelven a casa. Aquí, por supuesto, la manifestación de su
anticipación de la llegada de una persona no es una advertencia de peligro,
sino más bien un anuncio.
Los perros y otros animales domésticos pueden prestarnos una valiosa ayu
da al advertimos de un peligro de distintas maneras. A veces lo hacen median
te llamadas de alarma; a veces, mediante signos de temor y de abatimiento; y a
veces, dando pasos prácticos para colaborar con nosotros o defendernos.
¿Q u é e s la e p il e p s ia ?
3. Brown (1975).
4. Chandrasekeran (1995).
266 P RE M O N IC IO NE S ANIMAL ES
La c o n d u c t a p r e d ic t iv a d e l o s p e r r o s
Ruth Beale, cuyo perro cobrador Chad ganó en 1977 el British PAT Dog
of the Year (véase pág. 123), tiene un hijo que sufre ataques de petit mal y de
grand mal. Chad alerta a Ruth varios minutos antes de que su hijo tenga ac
cesos de grand mal, pero normalmente ignora los ataques menores. «Se me
trepa y comienza a pasarme la pata por el regazo para llamar la atención y a
veces también ladra.» Eso suele ocurrir cuando Ruth está en distinta habi
tación que su hijo, de modo que puede llegar a tiempo para impedir los ac
cidentes que la caída podría tener como consecuencia.
En algunos casos, los perros producen advertencias sólo con unos mi
nutos de antelación, mientras que en otros pueden alertar a sus amos media
hora antes de un ataque o más. Antonia Brown-Griffin, de Kent, sufre has
ta doce ataques importantes por semana y permaneció encerrada en su casa
hasta que tuvo un perro de rescate llamado Rupert, que fue su línea de con
tacto con el mundo exterior.
268 PRE M O N IC IO N E S ANIM ALES
El perro siente, hasta 50 minutos antes, que voy a tener un ataque y me gol
pea dos veces con la pata, con lo que me da tiempo de buscar un lugar seguro.
Puede incluso oprimir un botón en mi teléfono y ladrar cuando tiene respues
ta a fin de obtener ayuda y, si piensa que voy a tener un ataque cuando me
baño, quita el tapón. Simplemente no puedo imaginarme la vida sin él.5
5. Price (1998).
P RE M O N IC IO N E S DE ATAQUES, COMAS Y MUERTES RE P EN T IN AS 269
G a t o s y c o n e jo s
6. Edney (1993).
7. Smith (1997).
270 P RE M O N IC IO N E S ANIM ALES
El a m a e s t r a m ie n t o d e p e r r o s q u e a l e r t a n a c e r c a d e a t a q u e s
¿C ómo lo sa ben ?
A n im a l e s d e c o m p a ñ ía y d ia b e t e s
D ia g n ó s t ic o d e c á n c e r
Varios dueños de animales de compañía dicen que sus animales les han
ayudado a diagnosticar cáncer y otras enfermedades. Algunos de estos casos
han sido objeto de información en la literatura médica. Por ejemplo, en
1989 Hywel Williams y Andrew Pembroke, del Departamento de Derma
tología del King’s College Hospital de Londres, publicaron en Lancet un ar
tículo que describía la manera en que se había enviado a su clínica a una
mujer con una lesión en el muslo izquierdo, que resultó ser un melanoma
maligno.
L a prim era noticia que la m ujer tuvo de la lesión se debió a que su perra
(cruce de b o rd er collie y doberm ann) la olfateaba constantem ente. L a perra no
mostró interés en otros lunares del cuerpo de la paciente, pero solía pasar va
rios minutos por día olfateando intencionadamente la lesión, incluso a través
de los pantalones de la paciente. A resultas de eso, la mujer fue aumentando sus
sospechas. Este ritual continuó durante varios meses y culminó en el intento de
la perra de morder la lesión cuando la paciente usaba pantalones cortos, lo cual
llevó a la paciente a una nueva consulta médica. Muy probablemente esta perra
ha salvado la vida de su ama al estimularla a buscar tratamiento cuando la le
sión todavía se hallaba en una etapa incipiente y curable.13
En nuestra base de datos hay varios casos similares. Por ejemplo, Joan
Hart, de Preston, Lancashire, se dio cuenta de que, cuando se sentaba con las
pantuflas puestas, Lady, su perra ovejera, le quitaba una pantufla en parti
cular y le lamía el empeine. Joan tenía allí un quiste y terminó por ir a con
sultar a su médico. Este pensó que era una verruga, pero la envió al hospital
para que le efectuaran determinadas pruebas, a fin de asegurarse. Resul
tó que Joan tenía un tipo raro de cáncer. La paciente dijo: «¡O jalá hubie
ra yo prestado más atención a Lady, que trataba de llamarme la atención
sobre ello».
Por lo que sé, la posibilidad de utilizar perros con particular sensibili
dad olfativa en las clínicas oncológicas todavía no se ha tomado en serio. No
es un tipo de investigación médica de moda hoy en día; el énfasis recae en la
alta tecnología.
A n im a l e s q u e a d v ie r t e n a c e r c a d e o t r o s t ip o s d e e n f e r m e d a d
Los ataques de epilepsia se repiten con frecuencia, de modo que los en
fermos tienen tiempo de reconocer las señales que sus respectivos animales
les envían y prestarles atención. Pero hay animales que también parecen an
ticipar otros tipos de enfermedades antes de que ni los propios enfermos ni
otros miembros de la familia hubieran notado nada. Al comienzo las reac
ciones pueden ser mal entendidas. Por ejemplo, un perro alsaciano perte
neciente a la familia Albrecht, de Limbach, Alemania, comenzó por seguir
a la mujer, Hilde, sin motivo aparente, y por mirarla de una manera extraña
al tiempo que gemía. «Dije a mi marido que fuéramos al veterinario con el
perro, porque algo malo debía de tener. Unas semanas más tarde era yo la
que estaba enferma, no el perro, y tuvieron que operarme.» Varios años des
pués, el perro se comportó de la misma manera con la hija de la mujer, que
Estaba yo decorando el cielo raso de la sala, para lo cual tenía que subirme
a una silla colocada encima de la mesa. Sólo me quedaba un cuadradito de unos
treinta por treinta centímetros para terminar, cuando Fara, mi salchicha enana,
trepó a una silla, luego a la mesa y comenzó a tirar de mi falda. Dije: «Sólo un
minuto, no tardaré más», pero ella insistía, así que bajé. En cuanto puse pie
en el suelo, me desmayé unos segundos. Cuando me recuperé, Fara me estaba
lamiendo la cara. Sin duda, si la perra no me hubiera hecho bajar de la silla y de
la mesa, me habría lastimado seriamente.
Una tarde de julio, mi marido fue a dar su paseo habitual antes de cenar.
Diez minutos más tarde, nuestro gato exhibió una conducta inusual. Corría in
tranquilo por el piso, se gruñía a sí mismo y tenía erizado el pelo del lomo. Una
hora después regresó mi marido y dijo: «N o me siento bien, Voy a echarme un
rato antes de comer». Se fue al dormitorio y yo continué con mi trabajo en la
cocina. D e pronto, Aimo se puso más intranquilo aún y me empujaba las pier
nas con el hocico. Luego se fue de la cocina corrien^g y mirando hacia atrás
para ver si yo lo seguía. Como un perro, me condujo al dormitorio, donde en
contré a mi marido retorciéndose de dolor de riñones. Llamamos a un médico
de urgencias, que lo alivió. Poco después, Aimo volvió a ser nuestro tranquilo
gato de siempre (Erni Weber, Grosskut, Austria).
P r e s a g io s d e m u e r t e s ú b it a
R e a c c io n e s a n i m a l e s p r e v ia s a s e í s m o s
por ratas. Yo he vivido mucho tiempo allí y esto no había sucedido nunca. Por
todas partes había ratas, pero nadie asoció esto con el terremoto (Silvana Cac-
ciaruchi).
una vida salvaje en bosques y montañas».2 El seísmo que con más fuerza sa
cudió Europa en los últimos siglos tuvo lugar en 1755 en Lisboa, Portugal.
Fue terriblemente devastador y tan violento que el movimiento de la tierra
hizo sonar las campanas de iglesias tan lejanas como las suecas. Este terre
moto fue analizado por muchos escritores contemporáneos, incluido el filó
sofo Immanuel Kant, quien resumió de la siguiente manera una señal de te
rremoto inminente: «Los animales son poseídos por el miedo poco antes del
terremoto. Las aves se meten en las casas, las ratas y los ratones salen de los
agujeros...». Se informó acerca de una «multitud de gusanos» que salieron
del suelo ocho días antes del seísmo de Lisboa y que el ganado estaba «muy
excitado» el día anterior.3
Hay literalmente centenares de ejemplos más que historiadores y cronis
tas han preservado, y también muchos casos más recientes; por ejemplo: «An
tes del terremoto de 1960 en Agadir, Marruecos, se vio un río de animales
perdidos, incluso perros, que huían del puerto antes de que se produjera la
sacudida que mató a 15.000 personas. Un fenómeno similar se observó tres
años después, antes del terremoto que redujo a escombros la ciudad de
Skopje, en Yugoslavia. La mayoría de los animales parece haberlo sentido
antes de que se produjera.4 Antes del terremoto que el 17 de enero de 1995
destruyó gran parte de Kobe, en Japón, se observó una conducta inusual en
mamíferos, aves, reptiles, peces, insectos y gusanos.5
No obstante toda esta riqueza de evidencias, la mayor parte de los in
vestigadores de movimientos sísmicos ignoran los relatos acerca de adver
tencias animales o las desprecia como meros casos de superstición o de me
moria selectiva. Por lo que sé, ni un dólar de los millones que se gastan
normalmente cada año en investigación sismológica en Occidente se dedica
a estudiar las reacciones de animales. Es éste otro campo en el que el tabú y
el prejuicio han cerrado la mente de los profesionales y en el cual el escep
ticismo sirve más para inhibir la indagación científica que para promoverla.
Pero, en este caso, el resultado de esta actitud no es sólo la pobreza de nues
tra comprensión científica. En efecto, los animales podrían suministrarnos
advertencias valiosas y ayudarnos a salvar vidas.
P r e d ic c ió n d e terrem o to s
Pero han seguido realizando predicciones con éxito. Por ejemplo, en 1995
advirtieron a las autoridades locales de la provincia de Yunnan un día antes
de un movimiento sísmico de grandes proporciones.10El 5 de abril de 1997,
los sismólogos de Xinjiang predijeron un seísmo de entre cinco y seis grados
en el término de una semana. De acuerdo con el informe de Science,
I n v e s t ig a c ió n c o n a n im a l e s e n C a l if o r n ia
Un s is t e m a d e a d v e r t e n c ia d e t e r r e m o t o s b a s a d o EN LOS ANIMALES
¿C ómo lo sa ben ?
Por lo que sé, en ningún lugar del mundo ha habido prácticamente in
vestigación acerca de los medios por los cuales los anímales perciben de al
guna manera la inminencia de un seísmo, con la excepción de cierta experi
mentación reciente en Japón. Pero hay varias teorías posibles, como se verá
a continuación:
2. Los animales responden a gases que la tierra libera antes de los terre
motos.
Aunque algunas especies, como los perros, son mucho más sensibles
que nosotros a los olores, otras, como los pájaros cantores, lo son mucho
menos. No parece haber correlación entre el sentido del olfato de los ani
males y su sensibilidad a los terremotos. Tampoco hay pruebas de que los
terremotos sean precedidos de una manera general por el desprendi
miento de gases característicos de la tierra. Y si las grietas pequeñas de la
superficie terrestre previas a un seísmo liberan esos gases, ¿por qué los
animales no responden con miedo y pánico cuando la gente cava fosas o
minas, o incluso cuando los propios animales cavan sus madrigueras?
4. Por último, los animales pueden de alguna manera «sentir» por adelan
tado lo que está por ocurrir de una manera que trasciende la compren
sión científica. En otras palabras, podrían ser «presensitivos», es decir,
tener un sentimiento de algo que está a punto de suceder, o «precogniti-
vos», es decir, saber de antemano lo que va a suceder.
Esta hipótesis sería innecesaria si todos los hechos pudieran expli
carse satisfactoriamente mediante teorías más convencionales. Muchos
científicos, incluso yo mismo, preferiríamos no tener que tomar en cuen
ta la idea de que hay influencias que operan «hacia atrás» en el tiempo,
desde el futuro hacia el presente. Confieso que preferiría dejar esta idea de
lado a menos que me viera forzado a tomarla en serio. Por ahora, la teo
ría eléctrica parece suficientemente promisoria como para ignorar esta
posibilidad más radical.
P r e s a g io s d e torm entas
Era un hermoso día cálido de verano, con un claro cielo azul. Salí a dar un
largo paseo con Rolly, mi perro alsaciano. Cuando habíamos andado más o me
nos una hora, no quiso seguir adelante. Traté de hacer que se moviera, pero fue
imposible. Me pregunté qué fallaba. Finalmente, se echó en la cuneta. ¿Qué
otra cosa podía hacer yo sino dar la vuelta y regresar a casa? Media hora des
pués el cielo se oscureció y enseguida se oyó el primer trueno a lo lejos. Apre
tamos un poco el paso y cuando habíamos entrado en la casa se descargó una
lluvia torrencial con granizo. Entonces me di cuenta de que Rolly debía de ha
ber sentido esto piucho antes (Louise Forstinger, Graz, Austria).
Hay animales a los que les aterrorizan las tormentas eléctricas y dan
muestras de depresión mucho antes de que sus amos se percaten de la apro
ximación de una tormenta. Los perros y los gatos suelen esconderse. Mu
chos otros animales se vuelven aprensivos antes de una tormenta, incluso
los caballos, los periquitos y las tortugas.
La mayor parte de los relatos que he recibido se refiere a reacciones que
anteceden en media a una hora al estallido de una tormenta, pero en algu
nos casos la anticipación del animal llega a tres horas o más.
Las reacciones de algunos animales antes de las tormentas y antes de los
terremotos son muy parecidas y cualquier sistema de advertencia de terre
motos basado en animales debiera tomar en cuenta este hecho, pues de lo
contrario podrían interpretarse erróneamente las tormentas inminentes como
terremotos inminentes, con la consecuencia de falsas alarmas.
Naturalmente que el relámpago es un fenómeno eléctrico y muy bien
puede ocurrir que algunas de las reacciones anticipatorias de los animales,
cuando no todas, dependiera de su sensibilidad a los cambios especiales
que preceden a las tormentas. Esto daría apoyo a la teoría eléctrica de la an
ticipación de terremotos. Y tal vez haya animales, con oído más sensible que
el nuestro, capaces de oír el trueno cuando todavía está muy lejos. Pero hay
otros tipos de presagios animales que no admiten esta explicación.
292 PR EM O N IC IO N E S ANIM ALES
A d v e r t e n c ia s d e a taq ues a ér eo s
Las advertencias que emitían las palomas alemanas fueron una fuente
de problemas para un desafortunado escultor austríaco, Heinz Peteri, que
fue arrestado durante la guerra por sus palabras «no diplomáticas» y de
portado a Bochum, en el Ruhr, a desactivar bombas sin explotar. Peteri vivía
en una pequeña habitación en la torre de administración de la policía. Des
de su ventana acostumbraba a observar a las palomas que vivían en los techos
que aún quedaban de la ciudad y se dio cuenta de que «a menudo las aves
salían volando de repente, todas, y media hora después (como máximo), lle
gaban los bombarderos. Después, las aves regresaban. Esto se repitió mu
chas veces». Utilizó su conocimiento para advertir de ataques a sus camaradas
y superiores y sus predicciones demostraron una y otra vez ser acertadas.
Cuando la Gestapo se enteró, fue arrestado otra vez, sospechoso de espio
naje y de estar «en contacto con el enemigo».23
Guerra Mundial volaban a 400 kilómetros por hora cuando iban cargados;
por tanto, un animal que respondía media hora antes de un ataque los ha
bría oído a 200 kilómetros de distancia. Se dice que hay animales que res
pondían con más antelación aún, cuando los bombarderos estarían a más de
300 kilómetros de distancia. Incluso los animales que respondían sólo unos
minutos antes de que sonaran las sirenas tenían que oír los aviones a más de
50 kilómetros, suponiendo que la sirena diera unos cinco minutos de tiempo
para refugiarse antes del ataque. Es muy poco probable que pudieran oír los
aviones enemigos a esas distancias.
En segundo lugar, la audición de sonidos distantes depende de la dirección
del viento y no hay evidencia de que los animales sólo emitieran adverten
cias regulares cuando los aviones venían con viento a favor. Además, puesto
que los vientos predominantes en Gran Bretaña son los del cuadrante su
doeste y los bombarderos alemanes se aproximaban desde el este, en la ma
yoría de los ataques aéreos no habrían llegado con viento a favor y, por
tanto, el viento habría contribuido más a que los animales sensibles a su apro
ximación perdieran su sonido que a que lo percibieran.
En tercer lugar, había en el cielo muchos otros aviones, incluso bombar
deros propios que se dirigían a territorio enemigo. Aparentemente, los ani
males no daban señales de alerta ante la aproximación de bombarderos «ami
gos». La teoría del oído requeriría que los animales distinguieran a gran
distancia entre los sonidos de diferentes tipos de bombarderos, con indepen
dencia de la dirección del viento. No hay evidencia de que esto sea posible.
Por último, durante el último año de la Segunda Guerra Mundial, los
alemanes disparaban sobre Londres los cohetes supersónicos V2. Estos
misiles se lanzaban desde Holanda y ascendían en un ángulo de aproxima
damente 45 grados. Sus motores hacían explosión cada minuto más o me
nos y seguían una trayectoria balística, alcanzando velocidades de más de
3.000 kilómetros por hora cuando caían a tierra, donde llegaban sin ser vistos
ni oídos. Sólo les llevaba cinco minutos alcanzar sus objetivos en Inglaterra,
a más de 300 kilómetros de distancia, con una tonelada de explosivo de
gran poder.24 Eran particularmente dañinos porque su explosión no era pre
cedida por ninguna advertencia y podían caer en cualquier sitio del sudeste
de Inglaterra a cualquier hora del día o de la noche.
El doctor Roy Willis, que tenía diecisiete años a la sazón, vivía en Essex,
exactamente al este de Londres. «Noté que mi perro, cruce de alsaciano y
galgo, parecía capaz de sentir la llegada inminente de un cohete V2. El pe
rro, Smoke de nombre, iba a la ventana y miraba hacia afuera, erguidos los
pelos del cuello como si estuviera rabioso o atemorizado. Más o menos dos
minutos después, durante los cuales se mantenía en la misma postura agre
siva en la ventana, oía yo el terrible estallido de un cohete.» Hubo por lo
menos otro dueño de perro con una experiencia similar, cuyo animal reac
cionaba poco antes de las explosiones. Suponiendo que estos relatos sean
fiables (y no tengo razones para ponerlos en duda), los perros no pudieron
haber oído los misiles, por agudo que fuera su oído, precisamente por la na
turaleza silenciosa y supersónica de esas armas.
Si los animales no anticipaban los ataques aéreos mediante la captación
auditiva de la aproximación de los aviones o los cohetes, ¿cómo sabían que
se producirían?
No hay explicación posible en términos de cargas eléctricas en la tierra
y la atmósfera, como las que preceden a las tormentas y las que tal vez sir
van como señales de advertencia previa a los terremotos.
Por lo que conozco, sólo quedan dos posibilidades:
O t r o s t ip o s d e p r e m o n ic ió n
cidentes de carretera en los que podían haber sido heridos o podían haber
muerto. Un perro se negó empecinadamente a entrar en un pasaje subterrá
neo para peatones, de modo que la persona que iba con él no tuvo otra op
ción que regresar. «¡Apenas acabábamos de emprender el regreso cuando
se oyó una gran explosión y el cielo raso de hormigón se hundió!» Otro pe
rro impidió que su amo subiera a una lancha que poco después explotó. Otro
perro alejó a su amo de la acera justo antes de que una furgoneta aparecie
ra de repente por la esquina y se estrellara justo en el sitio en donde ellos ha
brían estado. Y así sucesivamente.
En algunos de estos casos es posible, aunque improbable, que los ani
males oyeran algo insólito que les provocara alarma. En otros, esto es impo
sible, porque la captación del animal comienza mucho antes de que haya
tenido posibilidad de oír nada que pudiera darle alguna pista. Por ejemplo,
una mujer que conducía su coche y llevaba su gato en la parte de atrás, donde
normalmente dormía, notó que el animal estaba cada vez más nervioso. Tra
tó de calmarlo, pero el gato llegó finalmente a tocarle el brazo y a morderle
ligeramente la mano que sostenía el volante. «Así que terminé por parar.
Justo en ese momento cayó un gran árbol en la carretera, unos pocos metros
delante del coche. De haber continuado, el árbol habría caído sobre el co
che» (Adele Holzer).
En cualquier caso, algunos de los peligros de los que nos alertan los ani
males son silenciosos, de modo que el oído no puede desempeñar ningún
papel en su captación. Una pareja austríaca viajaba con destino a sus vaca
ciones por un empinado camino de cornisa, cuando Susi, su perra de lanas,
empezó repentinamente a aullar. «Puso incluso sus patas en el hombro de
mi marido para detenerlo. Estaba como loca. Asombrado, mi marido dis
minuyó la velocidad y cuando giró en la primera curva nos quedamos de
piedra: el camino había desaparecido. Sólo unos metros más adelante esta
ba el precipicio. Un corrimiento de tierras se había llevado la carretera. Susi
nos salvó la vida» (Friedel Ehlenbeck).
En la mayoría de los casos de los que he oído hablar, la conducta de los
animales ayudó a proteger del peligro a su gente. Pero no todo el mundo es
cuchó las advertencias que los animales trataron de dar:
Una mañana mi perro Toby trató de detenerme cuando yo iba a salir por la
puerta de entrada. Se interpuso en mi camino, se apoyó en la puerta, me saltó en
cima y me empujó. Este animal es normalmente tranquilo, amante y conoce bien
mi rutina; yo estaría de regreso en cuatro horas. Tuve que encerrarlo en la cocina
y dejarlo aullando, algo que el perro no había hecho nunca ni volvería hacer. Salí
a las 7.30 de la mañana y las 9.40 me vi envuelta en un horrible accidente de trá
fico con el resultado de fractura de cuello y brazo derecho y muchas heridas.
298 P R EM O N IC IO N E S AN IM ALES
*
P r e c o g n ic ió n hum ana
Conclusiones
C A P ÍT U LO
____________ 16
Poderes animales y mente humana
P e r c e p t iv id a d a n im a l y h u m a n a
Muchos perros, gatos y otros animales domésticos pueden captar las in
tenciones de personas que se hallan a kilómetros de distancia. Son capaces
de encontrar el camino a su casa en un terreno desconocido sin mapas ni
ayudas artificiales. Y son capaces de tener premoniciones de seísmos y dar
la alarma, aun cuando la mayoría de los seres humanos no perciban nada ni
tengan la más remota idea del momento en que tendrá lugar un seísmo.
Por supuesto, no todos los animales son igualmente perceptivos y algu
nas especies lo son más que otras. Así como las especies se diferencian en su
sentido del olfato y en otras facultades, así también se diferencian en su ca
pacidad de percepción telepática, su sentido de orientación y su capacidad
para percibir el peligro inminente.
La mayor parte de las facultades perceptivas que se encuentran en los
animales se hallan también en los seres humanos actuales, pero en menor
grado. ¿Por qué somos tan insensibles? ¿Es porque somos humanos? Tal
vez nuestra sensibilidad disminuyera a lo largo de decenas de miles de años
a medida que evolucionaba el cerebro. O quizá la evolución del lenguaje dio
lugar a una decadencia de nuestra capacidad de comunicación telepática
304 CO N CLU SIO N ES
1. Para dos de esos relatos de Laurens van der Post acerca de bosquimanos, véanse
págs. 107 y 220.
2. Lang (1911).
3. En nuestras propias investigaciones, más mujeres que hombres dijeron haber tenido
una experiencia parapsíquica y más mujeres que hombres experimentaron llamadas telefó
nicas aparentemente telepáticas: Sheldrake y Smart (1987); Sheldrake, Lawlor y Turney
(1998); Brown y Sliipldrake (1998).
4. Baker (1989).
PO D ER ES AN IM ALES Y M E N TE H UM ANA 305
P e r c e p t iv id a d a n im a l e in v e s t ig a c ió n p s íq u ic a
El p o d e r d e l a in t e n c ió n
* V la nota del traductor, a pie de página, del capítulo 11, pág. 233.
PO D ERES AN IM ALES Y M EN TE HUMANA 307
jaula
jaula
Figura 16.1. Trayecto recorrido por el robot móvil en los experimentos de René Peoc’h.
A: experimento de control en el que la jaula estaba vacía. B: experimento en el que
se mantuvo en la jaula polluelos de un día unidos por troquelado al robot (repro
ducido por cortesía de René Peoc’h).
La s e n s a c i ó n d e s e r m ir a d o
Las intenciones cuyo alcance llega más allá del cerebro pueden dar lu
gar a la sensación de ser mirado.
Muchos dueños de animales de compañía han contado que pueden
atraer la atención del suyo con la mirada. Si está dormido, pueden incluso
despertarlo de esa manera. Algunos llegan a decir que sienten cuándo su
animal los está mirando. Una investigación reciente realizada en los Estados
Unidos ha mostrado que estas experiencias son muy comunes tanto en ni
ños como en adultos, de los que la tercera parte afirma percibir la mirada de
un animal y la mitad afirma que los animales perciben su mirada.11
Pero este fenómeno no se limita a las miradas entre seres humanos y ani
males. La mayor parte de la gente ha sentido alguna vez que otra persona la
miraba desde atrás y la mayoría también ha mirado a otros desde atrás y les
ha visto girarse. Las investigaciones muestran que entre el 75 y el 97 % de
los norteamericanos y de los europeos dice haber experimentado la sensa
ción de ser mirado desde atrás.12
En todo el mundo hay un abundante folklore acerca del poder de la mi
rada. Desde el punto de vista positivo, en India la gente viajará centenares de
kilómetros para recibir la bendición que confiere la mirada, la darshan,
de un santo o una santa. Desde el punto de vista negativo, existe la creencia de
que una mirada de cólera o de envidia puede traer la desgracia a aquello so
bre lo que recae. En inglés se llama a esto evil eje yjiay expresiones equiva
lentes en muchas otras lenguas, como la de «mal de ojo» en castellano. En
todo el mundo, la gente se protege del mal de ojo con plegarias, encanta
mientos, talismanes y amuletos.15 La idea de que una mirada maligna pueda
producir grave daño a la persona y la propiedad es muy antigua. En efecto,
ya aparece en la Biblia, lo mismo que en textos sumerios y otros textos anti
guos del Oriente Próximo.14
Precisamente porque estas creencias son tan comunes, la mayoría de los
científicos las consideran supersticiones, indignas de ser tomadas en serio.
Se las niega o se las desprecia.
Sin embargo, es posible investigar la sensación de ser mirado mediante
experimentos simples y de escaso coste, como he mostrado en mi libro Se-
ven Experiments That Could Change the Worldr.15
En esos experimentos los sujetos trabajan en parejas, uno de ellos con
una venda en los ojos y sentado de espaldas al otro. La otra persona o bien
mira la nuca de la primera o mira hacia otro lado. En una serie de pruebas,
la secuencia de períodos de «mirar» y «no mirar» se da al azar. En cada
prueba, la persona que lleva puesta la venda debe adivinar si es mirada o no.
La conjetura es correcta o errónea y se registran los resultados. (Los lecto
res interesados en realizar esos experimentos por sí mismos hallarán ins
trucciones detalladas en mi sitio de Internet: www.sheldrake.org.)
Hasta la fecha se han realizado más de 20.000 pruebas para poder estu
diar la realidad de la sensación de ser mirado. Los resultados son abruma
doramente positivos y revisten gran significación estadística (fig. 16.2).16Le-
600
□ correctas
500 ■ incorrectas
co
<
O 400
co
CE
LU
CL
g 300
Q
<
Q
200
<
O
100
jos de tratarse de una superstición, parece ser un efecto real. Estos experi
mentos confirman que la mayoría de las personas son sensibles a las miradas
desde atrás.
También se han realizado experimentos sobre la sensibilidad a la mira
da con empleo de un circuito cerrado de televisión. En estas pruebas se es
tudió la resistencia dérmica de los sujetos, como en una prueba con detec-
312 CON CLU SIO N ES
tor de mentiras, de tal modo que pudieran medirse eléctricamente los cam
bios emocionales. La resistencia de la piel cambiaba significativamente
cuando los sujetos eran mirados en un monitor de televisión por alguien que
se hallaba en otra habitación, aun cuando no fueran conscientes de ello,17
Lo que estos experimentos muestran es que el simple hecho de mirar a
alguien puede producir un efecto. La mente parece capaz de extenderse
para influir en lo que se encuentra en su foco de atención. La visión parece
implicar un proceso bidireccional: el movimiento de la luz hacia adentro del
ojo y la proyección hacia afuera de una influencia que conecta la persona
que mira con el objeto de la mirada.
Si hay algo que se mueve hacia afuera durante la visión, ¿qué podría ser?
Sugiero que el sujeto que percibe está conectado al objeto efe la percepción
por medio del campo perceptual. El campo perceptual se asocia a la activi
dad del cerebro, pero no se agota en ella. Se extiende mucho más allá del
cuerpo para abrazar lo que se percibe. Este campo es una suerte de campo
mórfico (véase el Apéndice C).
A través de campos perceptuales, las personas y los animales se conec
tan con los objetos de su atención. En verdad, la mera palabra atención lle
va implícito ese proceso. Su raíz latina tiene el significado de extender la
mente hacia algo: ad = hacia, y tendere = extender. Guarda estrecha relación
con la palabra intenciónque significa extender la mente en algo.
No es probable que la sensación de ser mirado se limite a los seres hu
manos y a los animales de compañía. Es posible que también los animales
salvajes sean capaces de sentir la mirada de otros animales, ya sea la de con
géneres, ya la más peligrosa de extraños y depredadores potenciales.
17. Braud, Shafer y Andrews (1933a, b); Schlitz LaBerge (1997). Sin embargo, un in
vestigador no encontró efectos positivos cuando miraban él mismo o sus colegas escépticos.
Me refiero a Richard Wiseman. Una de las personas que obtuvieron de modo sistemático re
sultados positivos en este experimento fue Marilyn Schlitz, del Instituto de Noetic Sciences
de Sausalito, que viajó al laboratorio de Wiseman en Inglaterra a realizar, en las condiciones
que éste imponía, el experimento con un grupo de participantes voluntarios asignados al
azar a Schlitz o a Wiseman. En estos experimentos, cuando Schlitz era quien miraba, el esta
do emocional de sus participantes variaba, como lo revelaban los cambios en la resistencia de
la piel, de una manera estadistícamente significativa. Cuando era Wiseman quien miraba, sus
participantes no mostraban diferencia significativa (Wiseman y Schlitz, 1997). Esto muestra
un claro «efecto del experimentador», por el cual las expectativas y habilidades de los expe
rimentadores pueden afectar los resultados de sus experimentos. Pero mientras que es fácil
comprender que un escéptico pueda provocar el fracaso de un experimento, los resultados
de Marilyn Schlitz no pueden explicarse de la misma manera. Su creencia en la realidad del
efecto no podía hacer que los participantes sintieran que ella los miraba a menos que hubiera
alguna infuencia real de su mente a distancia. í~
PODERES ANIM ALES Y M EN TE HUMANA 313
La e x p l ic a c ió n d e l o s p o d e r e s in e x p l ic a d o s d e l o s a n im a l e s
18. El concepto de campo mórfico tal vez pudiera servir para las precogniciones si se
desarrollara más, hasta tomar en cuenta la manera en que las ondas y las vibraciones se ex
panden en el tiempo, sin corte brusco entre pasado, presente y futuro, como se analiza en
Sheldrake, McKenna y Abraham (1998).
19. Para una exposición de algunas de estas implicaciones, véase Sheldrake, McKenna
y Abraham (1998).
314 CON CLU SIO N ES
I n t e r c o n e x io n e s in v is ib l e s
Una vez que dos partículas han interactuado entre sí permanecen ligadas
de alguna manera como partes de un mismo sistema indivisible. Esta propie
dad de «no localización» tiene implicaciones de gran alcance. Podem os pensar
el universo como una vasta red de partículas interactuantes en que cada víncu
lo enlaza las partículas participantes en un único sistema cuántico (Paul Davies
y John Gribbin).22
C am pos m ó r f ic o s
A pren d am o s d e n u e s t r o s a n im a l e s
Sean cuales fueren las mejores explicaciones, no cabe duda de que te
nemos mucho que aprender de nuestros perros, gatos, caballos, loros, palo
mas y otros animales domésticos. Tienen mucho que enseñarnos acerca de
los vínculos sociales y la perceptividad animal, y mucho que enseñarnos so
bre nosotros mismos.
La evidencia que he expuesto en este libro sugiere que nuestras propias
intenciones, deseos y temores no están confinados en nuestra cabeza, ni se
comunican sólo mediante palabras y conductas. Podemos influir sobre los
animales y afectar a otras personas a distancia. Permanecemos interconec-
tados con los animales y las personas con quienes tenemos «intimidad»,
aunque estemos muy lejos. Podemos afectar a personas y animales con la
manera de mirarlos, aun cuando ignoren nuestra presencia. Podemos man
tener una conexión con nuestra casa, por lejos que nos encontremos en sen
tido geográfico. Y podemos sufrir la influencia de cosas que están por suce
der, en abierto desafío a nuestras nociones normales de causalidad.
Nos hallamos en el umbral de una nueva comprensión de la naturaleza
de la mente.
APÉNDICES
A P É N D IC E
____________ A
Cómo participar en la investigación
1. Por ejemplo, Rhine y Feather (1962); Edney (1993); Peoc’h (1988a, b, c; 1997a, b).
322 APÉNDICES
E s c r ib a s o b r e s u p r o p ia e x p e r i e n c i a c o n a n i m a l e s
E s c r ib a so b r e su e x p e r ie n c ia p e r s o n a l
• Madres que amamantan cuya leche comienza a fluir cuando su bebé ne
cesita alimento, a pesar de hallarse a kilómetros de distancia.
• La sensación de ser mirado.
• La capacidad para hacer, con la mirada, que otros se giren.
• Una capacidad inusual para encontrar a otras personas.
• Un sentido de la orientación particularmente desarrollado.
• Premoniciones de seísmos y otros desastres.
L lev e u n r e g is t r o d e l a c o n d u c t a d e su a n im a l
F orm e su p r o p i a b a s e d e d a t o s
P roduzca s u p r o p io e s t u d io d e a n im a l e s d e c o m p a ñ ía p e r c e p t iv o s
R e a l ic e e x p e r im e n t o s c o n s u s a n im a l e s
I n v e s t ig u e l a s e n s a c i ó n d e s e r m ir a d o
E s t u d io d e l a t e l e p a t ía e n l a s l l a m a d a s t e l e f ó n ic a s
D ir e c c io n e s
BM Experiments
London W ClN 3X X
Inglaterra
A n á l is is d e datos
1. Los primeros diez minutos del viaje de regreso de Pam («período de re
greso). Sólo se incluyeron los experimentos con viajes de regreso a casa
que duraran por lo menos 13 minutos y sólo se tuvieron en cuenta los
primeros diez minutos de viaje. Así, pues, se despreciaron las reacciones
de Jaytee cuando Pam se hallaba cerca de su casa, por si estuviera res
pondiendo a los ruidos del coche de Pam. En realidad, la mayor parte
de los viajes registrados duraba más de 15 minutos, de modo que se ex
cluían más de cinco minutos de la conducta de Jaytee. Para este análisis
estadístico, sólo se tuvieron en cuenta los primeros diez minutos de viaje.
2. El período de diez minutos anterior al regreso de Pam (período de «pre-
regreso»),
3. El tiempo en que Pam estaba ausente antes del período de pre-regre-
so («período principal»). Este período variaba en longitud entre 60 y
200 minutos.
E X P E R IM E N T O S CON JA Y TEE 329
T r e in t a r e g r e s o s o r d in a r io s a c a sa
O durante el día
W al anochecer
100
B
Porcentaje de tiempo
□ normales
¡ ü ruidosos
CU primeros 10
H j segundos 10
■ terceros 10
o
a.
E
o
I I largos
T3
o Hl medios
«r m cortos
c
<D
£
O
CL
Figura B.l. Reacciones de Jaytee a los regresos de Pam en momentos que ella mis
ma ha elegido. Las columnas muestran el porcentaje de tiempo que Jaytee pasó jun
to a la ventana durante el período principal de la ausencia de Pam («período prin
cipal»), durante los diez minutos previos al comienzo de su regreso («pre-regreso»)
y durante los primeros diez minutos de su viaje de regreso («regreso»), (El error co
mún de cada promedio se indica encima de cada columna.) Los datos proceden de
los mismos 30 experimentos resumidos en la figura 2.3A, pero permite las siguien
tes comparaciones:
A: Experimentos durante el día (7) y al anochecer (23).
B: Experimentos «normales» (23) y «ruidosos» (7), en los que Jaytee permane
cía junto a la ventana más del 15 % del tiempo en el período principal de ausencia
de Pam.
C: Los primeros, los segundos y los terceros grupos de diez experimentos.
D: Experimentos largos (3), medios (9) y cortos (8).
1. A este respecto, largo significa más de tres horas; medio, de 1 hora 50 minutos a 2 ho
ras, y breve, de 1 hora 20 minutos a 1 hora 40 minutos.
2. Valor de F (df 2,27) = 8,84.
3. Valor de F (df 1, 22) = 11,31.
E X P ER IM EN TO S CON JA YTEE 333
período
Figura B.2. Tiempo que Jaytee permaneció junto a la ventana al anochecer cuando
Pam no volvía a casa. El primero de los 30 períodos de diez minutos va de las 17.50
a las 18 h, mientras que el último va de las 22.40 a las 22.50 h. Las cifras que se
muestran son promedios de 10 anocheceres.
E x p e r im e n t o s g r a b a d o s e n v íd e o c o n m o m e n t o s d e r e g r e so
s e l e c c io n a d o s a l a za r
4. El 1 de julio de 1997.
334 AP É ND IC E S
En todos estos experimentos, Pam sabía que recibiría una señal para que
regresara a su casa en un período particular de tiempo. Teóricamente, pudo
haber tenido la mente por completo involucrada en otras preocupaciones has
ta que llegara la señal. Pero es inevitable que de vez en cuando pensara en la
señal de regreso antes de que ésta se produjese, en especial si ocurría al final del
arco temporal esperado. Dice Pam que a veces eran inevitables pensamientos
tales como «Ya no ha de faltar mucho» o «Pronto me marcharé». Puede Jay-
tee haber captado esos pensamientos anticipatorios de Pam de la misma ma
nera en que parecía responder a una intención plenamente formada de ir a casa.
Anticipación semejante del comienzo del regreso de Pam tuvo lugar en
los experimentos realizados por Richard Wiseman y Matthew Smith (fig. 2.5).
Una vez más, la anticipación de Jaytee pudo haberse producido en respues
ta a la de Pam. Pam me dijo que mientras estaba con Matthew Smith es
perando que ésta la avisara cuándo llegaba el momento elegido al azar para
que regresara, era imposible no pensar en ir a casa. Además, Matthew Smith
sí sabía cuándo se marcharían y bien pudo haber comunicado inconsciente
mente su anticipación a Pam, por ejemplo, a través de una tensión crecien
te a medida que el momento crucial se aproximaba.
Si Jaytee respondía en verdad a la expectativa de Pam de recibir a la bre
vedad la señal de volver, debería esperarse que este efecto anticipatorio se
mostrara más claramente cuando la señal llegaba hacia el final que al co
mienzo del período «de la ventana». Para poner esta idea a prueba, he com
parado los experimentos en los que Pam recibía temprano la señal con
aquellos en los que la recibía tarde (fig. B.3). Sin duda hay una diferencia: la
menor anticipación de Jaytee antes de las señales tempranas.
Los números de la figura B.3 son promedios, que naturalmente enmas
caran diferencias entre experimentos individuales. En la figura B.4 se mues
tran los resultados de cada una de las doce pruebas con señal, de modo que
puedan verse en detalle las respectivas configuraciones. Por supuesto que hay
gran variación de una a otra prueba. Pero las configuraciones tienen distin
to aspecto en las pruebas con señal temprana que en las pruebas con señal
tardía. En cuatro de las seis pruebas con señal temprana, Jaytee no dio mues
tras de anticipación previa al comienzo de regreso de Pam. Por el contrario,
en todas las pruebas con señal tardía, salvo una, hubo signos de anticipa
ción. La excepción fue una prueba en la que Jaytee no fue a la ventana en
absoluto en todo el experimento.5
De esta suerte, la anticipación de Jaytee de la señal que indicaba el re
greso de Pam parece relacionarse con la propia anticipación de Pam res-
5. El 29 de agosto de 1997.
E X P ER IM EN TO S C ON JA YTEE 335
80
70 -
n
CL « o -
E
0)
50 -
<!>
T> Q señal temprana
CD 4 0 -
CO señal tardía
r
O M0 "
o
CL 2 0 -1
10 -
0 -
período principal pre-regreso regreso
figura B.3. Comparación de los promedios de seis experimentos en los que Pam re
cibía la señal de regresar a su casa en momentos elegidos al azar en la primera mitad
del período experimental («señal temprana») o en la segunda mitad («señal tardía»).
pecto de la señal, que tendía a ser mayor cuanto más tarde aparecía. Esto
concuerda con la idea de que las respuestas de Jaytee son telepáticas.
E x p e r im e n t o s con J a y t e e e n o t r o s m e d io s
Temprana Tardía
período período
período período
i
500
40 0
fe 300
| 200 -
100
o
■100
.... L~J .
período período
Figura B.4. Gráfico temporal detallado de los doce experimentos en los que Pam
regresó a su casa en momentos seleccionados al azar en respuesta a una señal. Los
experimentos con señal temprana están a la izquierda; los experimentos con señal
tardía, a la derecha. Los puntos para los períodos en los que Pam se hallaba en ca
mino se señalan con un círculo lleno (•)
E XP E R IM E N T O S CON JA YTEE 337
Temprana Tardía
6 8 10 12 14 16 18
período período
9 8-
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8 10 12 14 16 18 0 2 4 6 8 10 12 14 16 18
período período
4 50 450
400 400
350 350
300 300
55 250 r o 250
3 200 $200
^ 150 ** 150
100 100
50 50
0 0
-50 -5 0
0 2 4 6 8 10 12 14 16 18 0 2 4 6 8 10 12 14 16 18
período período
338 A P ÉNDICES
Jaytee pasó junto a la ventana era menor que en el piso de los padres de
Pam.
Un análisis más riguroso de los datos reveló que Jaytee mostraba dos
modelos de respuesta diferentes. En la mayoría de los casos (35 sobre 50),
Jaytee no fue a la ventana cuando Pam estaba de camino a su casa. En rea
lidad, hizo muy pocas o ninguna visita a la ventana durante todo el tiempo
que estaba ausente. Una razón puede ser que la visión desde la ventana está
muy obstaculizada por un arbusto, de modo que no hay mucho campo para
observar las actividades exteriores, aun cuando sí se puede ver la calle por
la que Pam se aproxima en su coche.
Por el contrario, en 15 de los 50 experimentos (30 %), Jaytee se com
portó de modo muy parecido a como lo había hecho en el piso de los padres
de Pam (fig. B.5C) y exhibió su usual espera anticipatoria.
De esta manera, Jaytee parecía capaz de anticipar los regresos de Pam
cuando estaba solo, pero en general no lo hacía. ¿Por qué? Mi conjetura es
que se trataba de una cuestión de motivación. La espera junto a la venta
na mientras Pam se hallaba de camino a su casa podía estar dedicada más a
los miembros de la familia de Pam que al propio Jaytee. El perro comunica
su anticipación y dice a estas personas que Pam está en camino. Si no hay
nadie a quien decírselo, es menor la motivación para hacerlo. No obstante,
a veces lo hace de todos modos.
La diferencia entre la conducta de Jaytee en el piso de Pam y en el de sus
padres era de grado. En ambos sitios, a veces esperaba junto a la ventana
cuando Pam estaba en camino y a veces no. Pero en el piso de los padres de
Pam la relación entre la espera y la no espera fue de alrededor de 80:20, mien
tras que cuando estuvo solo en el piso de Pam, esa relación fue de 30:70.
C o n c l u s io n e s
o
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Campos mórficos
1. Sheldrake (1981).
2. Sheldrake (1988a).
CAMPOS MÓRFICOS 343
H i p ó t e s i s d e l a c a u s a c i ó n f o r m a t iv a
3. Sheldrake (1981).
4. Sheldrake (1988a).
5. Ibíd., capítulos 13 y 14.
344 AP É ND IC E S
6. Waddington (1957).
7. Thim (1975,1983).
CAMPOS MÓRFICOS 345
ñera científica de concebir las metas, los propósitos, los objetivos o las in
tenciones.
La característica más controvertida de esta hipótesis es la propuesta que
los campos mórficos evocan: no están fijados para siempre por ecuaciones
matemáticas eternas —al modo que lo serían en un reino trascendente pla
tónico, o en un programa de sólo-lectura en un compact disc cósmico— ; su
estructura depende de lo que ha ocurrido antes; tienen cierta clase de me
moria; mediante la repetición los patrones que organizan se vuelven pro
gresivamente más probables y habituales.
El primer campo de cualquier tipo, digamos, por ejemplo, el campo
de los primeros cristales de insulina o el campo de una nueva idea, como
la teoría de la evolución de Darwin, deviene real mediante un salto creati
vo. Se desconoce la fuente de esta creatividad evolutiva. Tal vez se trate de
azar. Tal vez sea expresión de alguna creatividad inherente a la mente y la
naturaleza.8
Sea cual fuere la explicación de su origen, una vez que existe, el nuevo
campo, el nuevo modelo de organización, se hace cada vez más vigoroso en
virtud de la repetición y resulta más probable que vuelva a ocurrir. Cuanto
más a menudo se repitan los modelos, más probables serán; los campos con
tienen una clase de memoria acumulativa y se vuelve cada vez más habitual.
Los campos evolucionan con el tiempo y constituyen la base de los hábitos.
Desde este punto de vista, la naturaleza es esencialmente habitual. Incluso
las llamadas «leyes de la naturaleza» tal vez no sean otra cosa que hábitos.9
Los medios por los cuales la información o un modelo-actividad se
transfiere de un sistema anterior a uno posterior del mismo tipo se denomi
na resonancia mórfica. La resonancia mórfica implica la influencia de lo se
mejante sobre lo semejante, la influencia de modelos de actividad sobre mo
delos de actividad similares subsiguientes, influencia que se transmite a
través del espacio y del tiempo. Se supone que estas influencias no se debi
litan con la distancia y el tiempo, pero que sólo provienen del pasado, no del
futuro. Cuanto mayor sea el grado de semejanza, mayor será la influencia de
la resonancia mórfica.
La resonancia mórfica es la base de la memoria inherente a los campos
en todos los niveles de complejidad. Cualquier sistema mórfico dado, como
un embrión de jirafa, por ejemplo, «sintoniza» con sistemas similares ante
riores, que, en este caso, son jirafas anteriores en desarrollo. A través de este
En A New Science ofLife y The Presence of the Past, analizo una varie
dad de pruebas experimentales de resonancia mórfica. Todas estas pruebas
dependen de la detección de cambios en la facilidad o la probabilidad con
que se reiteran las pautas repetidas. En otras palabras, me concentré en la
hipótesis de la causación formativa resumida en el punto 6 que se acaba de
enunciar. En un primer momento no propuse experimentos para probar el
aspecto más general de la hipótesis de la causación formativa, a saber la
existencia de los campos espacialmente extendidos, tal como se resume en
los puntos 1-5. Esa es la pregunta que formulo en mi libro titulado Seven
Experiments That Could Change the World11 y analizo en las páginas 348-
349, in/ra.
C o n e x io n e s c o n l a f ís ic a c u á n t ic a
Las dos partes del mismo sistema, separadas en el espacio, están unidas
por un campo cuántico. No se trata de un campo en el espacio ordinario,
sino de un campo que se representa matemáticamente como un espacio
multidimensional de posibilidades.
Tal como ocurre en los átomos y las moléculas, los miembros de grupos
sociales son partes del mismo sistema. Comparten la comida, respiran el
mismo aire, están interconectados a través de la mente y los sentidos e inte-
ractúan continuamente. Podría suceder que, cuando están separadas, las
partes del sistema social conservaran una conectividad no separable com
parable a la que se observa en la física cuántica.
Si éste fuera el caso, sería posible reinterpretar los campos mórficos en
términos de teoría cuántica. Esto implicaría una enorme extensión de la teo
ría cuántica hasta llegar a cubrir la organización biológica o social. Bien podría
ser un paso que la física necesite dar.
He discutido con el físico cuántico David Bohm la conexión entre la
idea de campos mórficos y su teoría del orden implicado, que es un orden
«plegado» que subyace al orden explicado, es decir, el mundo desplegado
del que tenemos experiencia. Esta teoría, basada en la no separabilidad de
los sistemas cuánticos, resultó extraordinariamente compatible con mis
propuestas.13 Estas conexiones también han sido exploradas por el físico
cuántico norteamericano Amit Goswami14 y por el físico cuántico alemán
Hans-Peter Dürr.15
Sin embargo, también es posible que los campos mórficos representen
un tipo completamente nuevo de campo que la física todavía no haya des
crito de ninguna manera. No obstante, aun así tendrían más en común con
los campos de la teoría cuántica que con los campos gravitacionales o los
electromagnéticos.
Me ocuparé ahora de una evidencia relativa al aspecto espacial de los
campos mórficos, y luego a la evidencia concerniente a la resonancia mórfica.
E x p e r im e n t o s s o b r e c a m p o s m ó r f ic o s
13. Bohm y Sheldrake (1985): «Morphogenetic fields and the implícate order», en
Sheldrake (1985), pág. 234.
14. Goswami (1997).
15. Dürr (1997).
CAMPOS MÓRFICOS 349
R e s o n a n c ia m ó r f ic a e n b io l o g ía
Hace cincuenta años se predijo sin reserva alguna que jamás podría utili
zarse alambrada de espinos en los pastos para caballos. Los caballos atemo
rizados o juguetones se lanzaban contra ella, se cortaban las gargantas, se arran
caban grandes trozos de carne del pecho, mientras las heridas no mortales o los
simples arañazos se les llenaban de larvas infecciosas. Recuerdo la época en que
era difícil encontrar en las secciones agrícolas o ganaderas de los estableci
R e s o n a n c ia m ó r f ic a e n e l a p r e n d iz a je h u m a n o
Este lenguaje de signos pidgin lo usan hoy los adultos sordos jóvenes que
se incorporaron a la escuela cuando tenían diez años o más. Pero la gente más
joven, que entró en la escuela aproximadamente a los cuatro años de edad,
cuando el LSN ya se había extendido, es completamente distinta, pues habla
un lenguaje mucho más complejo y expresivo, al que se hace referencia con
otro nombre: el Idioma de Signos Nicaragüense (ISN). Este lenguaje local im
provisado, con su sólida gramática, se creó de la noche a la mañana. Como
observa Pinker: «H a nacido un lenguaje enteramente a nuestros ojos».29
Los planes heredados que facilitan tanto el aprendizaje de lenguajes ya
existentes como la evolución de nuevos lenguajes no son meros principios
generales que deban estar presentes en todas las lenguas por razones lógi
cas. Se trata más bien de convenciones arbitrarias, que podrían haber sido
otras. En palabras de Pinker: «Es como si, de manera milagrosa, a diversos
inventores aislados entre sí se les ocurrieran los mismos patrones para el te
clado de la máquina de escribir, el código Morse o las señales de tránsito».50
Tanto Chomsky como Pinker suponen que la capacidad para aprender
una lengua ha de depender de una codificación en el ADN de los genes para
las estructuras universales comunes a todas las lenguas. Dan por supuesto
que toda la información hereditaria está inscrita en los genes y están forza
dos a suponer la existencia de una gramática universal porque los niños pe
queños de cualquier grupo étnico parecen capaces de aprender cualquier
lengua; por ejemplo, un bebé vietnamita adoptado por una familia finlan
desa aprende fácilmente el finés.
La resonancia mórfica ofrece una explicación más simple. El niño re
suena con los hablantes que lo rodean y con millones de hablantes de la len
gua en el pasado. La resonancia mórfica facilita su aprendizaje del lenguaje,
así como facilita otros tipos de aprendizaje. Análogamente, la resonancia
mórfica facilita la adquisición del lenguaje de signos por los sordos, quienes
sintonizan con usuarios de esos lenguajes en el pasado. No hace falta supo
ner la existencia de genes para lenguajes ordinarios y para lenguajes de sig
nos, latentes en el ADN de todo el mundo.
Claro que esta interpretación de la adquisición de la lengua en términos
de causación formativa es especulativa. Pero también lo es la teoría de los
genes para una hipotética gramática universal. Como observa el propio Pin
ker: «Hasta ahora nadie ha localizado un gen de la gramática».31
C a m b io s e n e l r e n d im ie n t o h u m a n o c o n e l t ie m p o
I m p l ic a c io n e s
AÑO
Figura C.2. Aumento de las cifras de CI en los Estados Unidos entre 1918 y 1989,
ejemplo del «efecto Flynn». Las cifras han sido calibradas de acuerdo con los nive
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Sleeman, Arthur y Mavis, 256 White, David, 174, 175
Smart, Pam, sobre Jaytee, 71-82, 327-340 Williams, Dr. Hywell, 273
Smart, William y Muriel, 72-82 Willis, Dr. Roy, 294
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Smith, Penelope, 172 mos, 182
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