Según la definición de naciones unidas, la cultura de paz es una serie de valores, que rechazan

los actos violentos mediando a través del dialogo y la negociación entre las personas, grupo y
naciones donde exista el acto de violencia. Tiene ocho pilares o ámbitos de acción donde se
identifican los actores para la mediación. Los derechos humanos por su parte son una seria de
obligaciones y derechos inimputables a los que todo ser humano tiene derecho, en busca de
justicia, libertad y por supuesto paz.
Pero para entender porque la paz prima en estos dos conceptos debemos comprender que los
derechos humanos fueron proclamados tras la segunda guerra mundial; y que mayor ejemplo de
violencia, sino los hechos barbáricos a los que fueron sometidos centenares de personas a lo
largo de Europa.
Y es que para obtener paz debemos vivir en entornos donde la igualdad prime, donde el respeto,
la tolerancia, la participación democrática y la libertad sean el pan de cada día. La Organización
de las Naciones Unidas proclamo tanto la cultura como los derechos humanos con el fin de
mediar e impedir que la violencia desmedida destruya y lastime las naciones. Y en el numeral 3
de la cultura de la paz precisamente nos habla sobre el respeto a los Derechos Humanos y
promoverlos, básicamente es comprender que, si nos los respetas, no puede haber cultura de
paz.
Lastimosamente, aunque todos conocemos los Derechos Humanos no todos los países las
promueven o las defienden. El hecho de que el primer derecho fundamental sea el de la vida nos
invita a creer en que todos los seres humanos tienen derecho a existir y las condiciones en que
lo deben de hacer son expuestos en los 29 derechos que continúan.
La Cultura de la Paz y no Violencia se basa en el respeto de los derechos humanos y para poder
respetar debes cambiar y crear cultura implica ello. Unesco es la ORG que se ha comprometido
en coordinar y promover las iniciativas en que se basa la cultura de la paz junto a miles de
organizaciones a lo largo del planeta.
La cultura de la paz debemos vivirla, cada día y mediante nuestras acciones somos ejemplo para
las demás generaciones que se ven expuestas a los comportamientos de nuestros vecinos,
compañeros o compatriotas.