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JOSÉ FARIÑA

IGNACIO ESPAÑOL

RAFAEL RIVERA

JAVIER RIVERA

FERNANDO GAJA

PABLO GIGOSOS

MANUEL SARAVIA

CARLOS CORRAL

FERNANDO ROCH

FRANCESCO TONUCCI

ZAIDA MUXÍ

JOSÉ LUIS MIRALLES

LUIS FRANCISCO HERRERO

JOSEP MONTESINOS
PÁGINA INTENCIONALMENTE
DEJADA EN BLANCO

I.T. N.O 75. 2006


© HIROSHI KITAMURA
Nº 75
LA CIUDAD HABITABLE
Tercera época. Año 2006

PVP: 6 €

CONSEJO EDITORIAL
Antonio Allés Torres, Jesús A. Collado López,
Félix Cristóbal Sánchez, Pedro Ferrer Moreno,
Pedro Fabián Gómez Fernández, Juan Guillamón Álvarez,
Santiago Hernández Fernández, Rafael Jimeno Almeida,
José Miguel Mateo Valerio, Carmen Monzonís Presentación,
Javier Muñoz Álvarez, Carlos Nárdiz Ortiz, Antonio Ortuño Alcaraz,
Francisco J. Ramírez Chasco, Pedro Rodríguez Herranz,
Pedro Sánchez Lagarejo y José Alfonso Vallejo Alonso. La ciudad habitable
CONSEJO DE REDACCIÓN
Lluís Agulló Fité, Antonio Allés Torres, Francisco Bueno Hernández,
Vicente Cerdá García de Leonardo, Jesús A. Collado López,
José María Coronado Tordesillas, Félix Cristóbal Sánchez,
Manuel Durán Fuentes, Pedro Ferrer Moreno,
Pedro Fabián Gómez Fernández, Juan Guillamón Álvarez,
Santiago Hernández Fernández, Rafael Jimeno Almeida,
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José Miguel Mateo Valerio, Carmen Monzonís Presentación,
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Mariano Palancar Penella, Santiago Pérez-Fadón Martínez,
Pedro Pisa Menéndez, Francisco J. Ramírez Chasco,
Pedro Rodríguez Herranz, Pedro Sánchez Lagarejo,
Jesús Urarte García y Pere Ventayol March. INGENIERÍA Y TERRITORIO · 75
DIRECTOR
Ramiro Aurín Lopera
2 Editorial
SUBDIRECTOR
Joan Olmos Lloréns 4 Asimetría e incertidumbre en el paisaje de la ciudad sostenible
REDACTOR JEFE José Fariña Tojo
Juan Lara Coira
SECRETARIA DE REDACCIÓN 10 La recuperación del valor del paisaje urbano.
Chelo Cabanes Martín Una respuesta a la banalización desde las identidades del universo metropolitano
COORDINACIÓN DEL CONTENIDO
Ignacio Español Echaniz
Joan Olmos Lloréns
20 Lo verde
COLABORADORES
Rafael Rivera Herráez y Javier Rivera Linares
Carlos Corral Sáez, Ignacio Español Echaniz,
José Fariña Tojo, Fernando Gaja i Díaz, Pablo Gigosos,
Luis Francisco Herrero García, José Luis Miralles i Garcia, 28 Urbanismo y sostenibilidad ¿una contradicción en los términos?
Josep Montesinos i Martínez, Zaida Muxí Martínez, Fernando Gaja i Díaz
Javier Rivera Linares, Rafael Rivera Herráez,
Fernando Roch Peña, Manuel Saravia y Francesco Tonucci.
34 El último ciudadano
FOTOGRAFÍAS Pablo Gigosos y Manuel Saravia
Tony Blanco, Comisión de Fotografía de la Delegación
de Estudiantes de la ETSAB, Carlos Corral, Ignacio Español,
Fernando Fuentes, Rafael Rivera, Alberto Saiz y Zaida Muxí.
40 Epur si muove: movilidad sostenible para el siglo XXI
Carlos Corral Sáez
ILUSTRACIONES
Hiroshi Kitamura
50 Madrid se desborda. A propósito de las relaciones
MAQUETACIÓN entre lo local y lo global bajo la hegemonía inmobiliaria
Kame editors
Fernando Roch Peña
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Paipus, S.L. 60 La ciudad de los niños.
Avda. Corts Catalanes, 5-7 pl. baixa,
08190 Sant Cugat del Vallès ¿Por qué necesitamos de los niños para salvar las ciudades?
Tel. 679 364 482 Francesco Tonucci
E-mail: MarcelPA@blanquerna.url.edu
FOTOMECÁNICA 68 Ciudad próxima. Urbanismo sin género
Colornet Zaida Muxí Martínez
IMPRESIÓN
Índice, S. L. 78 El patrimonio rural periurbano: el caso de L’Horta de València
José Luis Miralles i Garcia
COORDINACIÓN Y PRODUCCIÓN
Juan Lara Coira
86 Vida en el barrio: Cabanyal, un conjunto histórico protegido... y amenazado
Luis Francisco Herrero García
EDITA
Colegio de Ingenieros 96 Ciudad, patrimonio y ciudadanía
de Caminos, Canales y Puertos Josep Montesinos i Martínez
REDACCIÓN, ADMINISTRACIÓN Y SUSCRIPCIONES
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PORTADA: PARQUE NACIONAL


AUTOR: HIROSHI KITAMURA

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comparte las opiniones de sus colaboradores.
Está prohibida la reproducción total o parcial de cualquier texto
o material gráfico del presente número, por cualquier medio,
excepto autorización expresa y por escrito de los editores
previo acuerdo con los correspondientes autores.
EDITORIAL

En 1998, nuestra revista dedicó una monografía al Urbanismo. Desde entonces ha llovido lo su-
yo, muy poco por cierto, pero el fenómeno urbano ha experimentado una gran convulsión en
España. En su dimensión material, se ha acelerado el proceso, iniciado en los años setenta, de
dispersión o americanización de nuestras ciudades, diluyendo la tradición histórica europea ba-
sada en la compacidad. Un proceso favorecido en buena medida por una política de infraestruc-
turas del transporte basada en la construcción de extensas redes viarias que actúan como difuso-
res de lo urbano.
Pero ha sido en su dimensión socioeconómica donde se ha producido un auténtico seísmo, cu-
yos efectos están, en buena parte, pendientes de análisis sosegados: el llamado boom inmobilia-
rio, con la espectacular subida de los precios de la vivienda, no es más que uno de los efectos
perversos de esa situación. La destrucción de importantes áreas de nuestro patrimonio natural y
artístico, o el incremento sustancial de las necesidades de movilidad motorizada, son otros de los
efectos derivados.
La presente edición está planteada, no obstante, en clave positiva, empezando por el título ge-
neral: la ciudad habitable. Se intenta transmitir la idea de que la ciudad es, hoy por hoy, el ám-
bito esencial de progreso para la cultura, la solidaridad y el bienestar.
La mercantilización del espacio público, la agobiante motorización de la calle, la exclusión so-
cial o la suburbialización de las periferias son algunas de las amenazas para el bienestar urba-
no. La pérdida de protagonismo de la iniciativa pública en el proceso de ocupación del territorio
aparece como telón de fondo de esa situación. Recordemos, ahora que se cumplen cincuenta años
de la primera Ley del Suelo en España, que el Urbanismo fue en su momento una conquista de
las políticas reformistas, que trataba de poner límites a la propiedad privada del suelo mediante
mecanismos como el reparto igualitario de cargas y beneficios, o la participación de la sociedad
en las plusvalías generadas.
Recuperar el sentido culto de la ciudad, volver la mirada hacia la ciudad interior, inacabada,
fomentar la cohesión social y la compacidad, reconciliar la ciudad con la Naturaleza es, digá-
moslo de manera clara, la única posibilidad de supervivencia de la civilidad, valga la redundan-
cia etimológica. Para ello sería preciso comprender, de una vez por todas, que la tan pregonada
y manoseada noción de sostenibilidad no significa otra cosa que tomar en consideración la exis-
tencia de límites al crecimiento.

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Calle Celetná, en Praga. (Foto: Tony Blanco).

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Asimetría e incertidumbre
en el paisaje de la ciudad sostenible
José Fariña Tojo

DESCRIPTORES
PAISAJE
SOSTENIBILIDAD
SUSTENTABILIDAD
URBANISMO
URBANIZACIÓN Y NATURALEZA
LÍMITE
PLANIFICACIÓN URBANA Y TERRITORIAL
ENTROPÍA
FRAGMENTACIÓN DEL TERRITORIO
ÁREAS DE INTERFASE
INCERTIDUMBRE
ASIMETRÍA

Sociedad rural y sociedad urbana


Para comenzar, probablemente sería adecuado remontarnos tinto al orden exterior (Fariña y Ruiz, 2002). Esta es la esen-
a los ritos fundacionales de la ciudad. Y de todos ellos, uno cia de la urbanización. Sin embargo la ciudad no se podía
que presenta un especial interés: la apertura del surcus pri- encerrar, encapsular de forma completa, necesitaba sistemas
migenius. El rito lo describe Rykwert (Rykwert, 1976) de for- de comunicación con el exterior, ya que para poder mantener
ma extraordinaria. Dice refiriéndose a este surco inicial en la su orden urbano necesitaba del orden de la naturaleza. Por
fundación de Roma: eso estaban las puertas. Y por eso Rómulo levantaba cuida-
“Lo trazaba el fundador sirviéndose de un arado de bron- dosamente el arado cuando fijaba el límite de la ciudad.
ce al que, según Catón, que a su vez depende de Servio, se Por supuesto que ninguna ciudad es autosuficiente. El man-
uncían una novilla y un toro blancos, el toro por la parte de tenimiento del orden urbano requiere recursos que no se pue-
fuera y la novilla por el lado de dentro del surco. De creer los den encontrar en los límites de las murallas (Naredo, 1996).
diversos relatos del camino seguido por Rómulo, la procesión Pero ello no quiere decir que la ciudad no sea sostenible.
habría avanzado en sentido contrario a las agujas del reloj Prueba evidente de que la ciudad así planteada era sosteni-
empezando desde el extremo suroccidental del solar. El fun- ble es que se sostuvo hasta hoy. Y no solamente se sostuvo, tu-
dador se reuniría con su comitiva en el lugar convenido lle- vo un éxito bastante importante. Para poder sostenerse conta-
vando el arado oblicuamente de forma que toda la tierra ca- ba con el resto del territorio, de forma que se estableció una
yera de la parte de dentro del surco… si algo de tierra caía relación ciudad-territorio que funcionaba bastante bien.
fuera los de la comitiva la echaban dentro del límite de la ciu- Pero antes de existir como tal fueron necesarios muchos
dad. Al llegar a los puntos en los que se abrirían las puertas pasos, que incluían la creación de sistemas y estructuras in-
del recinto levantaba el arado de la tierra y lo llevaba así le- termedios. Uno fue la ganadería. Otro la agricultura. La agri-
vantado hasta sobrepasar el ancho de la puerta. Los muros cultura también introducía un orden distinto en el territorio.
que seguían la línea trazada en el terreno por el arado del Pero era un orden de diferente intensidad al orden urbano.
fundador se consideraban sagrados, mientras que las puertas Durante muchos siglos estos tres órdenes caminaron juntos y
estaban sujetas a la jurisdicción civil”. bastante bien avenidos. En la Edad Media encontramos ciu-
Podríamos extraer incontables enseñanzas de este párra- dades igualmente amuralladas o cercadas (¿para qué una
fo. Sin embargo ahora simplemente nos centraremos en el he- cerca si no era capaz de defender a la ciudad de los ataques?
cho del establecimiento de un límite. Un límite que separaba ¿acaso porque seguía significando lo mismo, un límite?), lue-
una parte del territorio de otro. La importancia de este límite go los campos cultivados y, por último, la naturaleza.
era manifiesta, simplemente por la solemnidad y el ritual con Este orden se ha mantenido en un complicado equilibrio
el que se desarrollaba el acto. Lo que iba a quedar encerra- hasta el momento actual. Se podría entender la naturaleza co-
do dentro de esos límites era territorio humano, era ciudad. mo el orden más estricto posible compatible con la energía
Fuera estaba la naturaleza incontrolada, el miedo, la barba- que recibe la Tierra. Y las ciudades como el establecimiento de
rie. El territorio se limitaba (la ceremonia se llamaba limitatio) un orden distinto, creándose un subsistema dentro del peculiar
para poder controlarlo, para poder establecer un orden dis- sistema Tierra. Un subsistema de entropía más baja que el sis-

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Fig. 1. La ciudad limitada y acotada, en muchos lugares, ya solo se encuentra en los asentamientos pequeños o medianos alejados de las grandes aglomeraciones.

tema naturaleza. Es decir, es un subsistema en el cual el orden sible. Es decir, que la mayor parte de las actividades pudie-
estadístico es mayor (Fariña, 1995). Y en medio está el orden ran realizarse en el círculo cerrado de la aldea, con incursio-
agrícola y la utilización forestal y ganadera del territorio. nes esporádicas a centros de mayor nivel.
Para mantener el orden urbano solo hay dos soluciones: o Tenemos, por tanto, en este momento evolutivo, un territo-
bien conseguimos aportes adicionales de energía, o bien uti- rio rural caracterizado por pequeños asentamientos en el que
lizamos parte de la energía que se utiliza en conseguir el “or- los aldeanos realizaban la mayor parte de sus actividades con
den de la naturaleza”. La segunda es lo que en la literatura incursiones esporádicas a “la ciudad”, y con un modo de vida
ecológica se conoce como “ceder entropía positiva al medio”. en el que el reloj era un objeto casi inservible y donde el tiem-
Por ejemplo, dice Bettini (independientemente de la mezcla de po discurría con ritmos distintos a los urbanos (Lefevre, 1970).
conceptos que se produce en el párrafo): “un sistema abierto
(una ciudad) puede por lo tanto mantenerse en un estado or- Urbanización y naturaleza
denado cediendo entropía positiva al medio ambiente circun- Una de las carencias más significativas de la ciudad ha sido,
dante (es decir, desordenándolo) en forma de calor y de subs- evidentemente, el contacto con la naturaleza. Este problema se
tancias químicas degradadas, al tiempo que captura entropía ha concretado específicamente en una de las formas que se han
negativa” (Bettini, 1996). Algo parecido sucedía con el lla- inventado los urbanistas para construir la ciudad. Me estoy re-
mado “campo”, aunque con menor intensidad. firiendo al movimiento de las “ciudades jardín”. Esta orientación,
Como consecuencia se fueron consolidando dos modos de suficientemente conocida y utilizada hasta la actualidad por mu-
vida que han caracterizado nuestro territorio durante muchos chos urbanistas, presenta algunas características peculiares: las
años (en los lugares más desarrollados del planeta aproxi- bajas densidades, la descentralización y (aunque no tan espe-
madamente hasta mediados del siglo pasado): el modo de vi- cífica de este movimiento) la separación de funciones (Unwin,
da urbano por una parte, y el modo de vida rural, por otra, 1909). Es decir, la zonificación. Estas tendencias, originadas en
que servía de amortiguador entre la naturaleza y la ciudad. el último cuarto del siglo XIX y comienzos del XX, llevadas al lí-
El urbanita casi siempre ha considerado al campesino de una mite y deformadas convenientemente con las posibilidades pro-
forma idílica como el buen salvaje, que tenía una cierta rela- ducidas por la movilidad proporcionada por el automóvil pri-
ción con ese Paraíso de la Naturaleza que perdió al recluirse vado han dado lugar a lo que muchos autores llaman “ciudad
en la ciudad. Es lo que sucedía al principio: la sociedad rural difusa”, “ciudad a trozos” o, simplemente, “anti-ciudad”.
(a pesar de todo) como sociedad de solidaridad, y la socie- Hasta ahora, las ciudades se habían limitado a ocupar es-
dad urbana como sociedad alienada (Wirth, 1938). pacios más o menos concentrados, y más allá de los últimos
Para que esta sociedad de solidaridad funcionara era im- bloques o de los más lejanos suburbios, se extendía aquello
prescindible que se dieran, entre otras, dos condiciones: la que genéricamente era “el campo”. En esta nueva y perversa
primera, que tuviera un tamaño adecuado para que la ma- modalidad, la ciudad tiende a ocuparlo todo apoyándose en
yoría de sus miembros se pudieran conocer; y la segunda, las infraestructuras y basando su supervivencia en la movili-
que fuera una sociedad “completa” en la mayor medida po- dad originada por el automóvil.

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Esto empieza a suceder de forma significativa con impor-
tantes implicaciones sobre el territorio a partir de la Segunda
Guerra Mundial.
La tendencia que se adivina es a vivir en pequeñas comuni-
dades residenciales, separadas unas de otras, todas habitadas
por personas de parecidas categoría económica y social, que
van a trabajar a los grandes centros especializados o al interior
de la ciudad tradicional, compran los fines de semana en gran-
des hipermercados donde, además, ya pueden ir al cine, bai-
lar o cenar en un restaurante más o menos caro. La ciudad se
va haciendo así a trozos, ocupando áreas de campo, y dejan-
do espacios libres entre estos trozos. Pero esta progresiva rotu-
ra de la ciudad en partes pequeñas no da lugar a espacios de
solidaridad como eran las antiguas aldeas, porque en cada tro-
zo no se integran todas las funciones vitales, sino al contrario,
la separación se hace cada vez mayor: entre funciones, entre
Fig. 2. Al rebasar sus límites, la ciudad se rompe en trozos, a lo largo
clases sociales, incluso entre espacios (Fariña y Pozueta, 1998). de carreteras y caminos, extendiéndose de forma
Este planteamiento no está todavía consolidado, pero se aparentemente azarosa sobre el territorio.

advierte claramente una mayor fragmentación social, mucho


más dura e impermeable que lo hasta ahora conocido, con la forma centrífuga haciendo suyas las aldeas, los cultivos, los
población ocupando pequeñas islas de territorio, defendidas vertederos, las granjas porcinas y avícolas, las áreas natura-
en algunos casos incluso por cuerpos de seguridad propios, y les, los establos… De forma que ha sido necesario enquistar
con un desconocimiento y, en gran medida, desprecio por to- las escasas áreas poco antropizadas que quedan.
do aquello que no les afecte directamente. En el momento actual la situación se ha invertido y ya es
Por supuesto, estos rápidos cambios han afectado también todo suelo urbano o urbanizable (hasta legalmente) excepto
a la vida de las aldeas. Por una parte ha llegado la mecani- el reservado. Incluso a estos quistes de naturaleza en medio
zación. Incluso determinadas labores que requieren aparatos de un territorio urbano o pendiente de ser urbanizado tene-
muy especializados y costosos, como la cosecha o el rociado mos que vallarlos y dotarlos de sistemas de seguridad para
de insecticidas mediante avionetas, las empiezan a realizar que los urbanitas no los hagan suyos.
empresas que contratan los propios interesados para esas la- Pero ¿qué ha pasado con las relaciones entrópicas entre
bores específicas, con lo que el agricultor, cada vez más, se urbanización y naturaleza? Está claro que el orden digamos
convierte en un empresario. Así que el concepto tradicional de de “la naturaleza” ha ido perdiendo territorio a favor del “or-
aldea también se va deshaciendo, y los pueblos se van pare- den urbano”. De todas formas este crecimiento no se puede
ciendo cada vez más a las islas urbanas que comentábamos producir de forma ilimitada. En algún sitio el “orden urbano”
al ver la evolución que se estaba produciendo en las ciudades. tiene que volcar la entropía que le sobra. Hasta ahora el “or-
De forma que la ciudad y la aldea, al irse aproximando, se den natural” la ha ido absorbiendo como ha podido y la ciu-
van pareciendo más y más. El proceso no es el mismo que ha- dad ha tenido que ir captando sus recursos y cediendo sus
ce un siglo. Entonces, la ciudad al crecer de forma compacta desechos cada vez más lejos.
absorbía las aldeas, rehaciéndolas e integrándolas en la trama
urbana. Ahora, normalmente la ciudad llega a ese campo rota La huella ecológica
en decenas de esquirlas urbanas mimetizadas por las aldeas en En el año 1996, Rees y Wackernagel proponen el concepto
su crecimiento, de manera que las modas, las construcciones de “huella ecológica” (Wackernagel y Rees, 1996). La intro-
arquitectónicas o las formas urbanas son similares. Es decir, que ducción de este concepto, con todos los problemas, críticas,
la aldea se convierte en una esquirla más de la ciudad aunque inconvenientes e inconveniencias que trajo consigo, significó
sus habitantes se dediquen a la agricultura o a la ganadería. sin embargo que ya contábamos con algún instrumento (todo
Si nos fijamos en la relación de la urbanización con el te- lo tosco y rudimentario que se quiera) para cuantificar las re-
rritorio veremos que las antiguas ciudades (las ciudades tra- laciones entre territorio y consumo.
dicionales) aparecían como una especie de quistes en el te- Se podría definir como la cantidad de territorio del pla-
rritorio. Claramente separadas del campo mediante murallas, neta que consume una determinada entidad de población pa-
cercas o fosos, constituían una especie de anomalía, a dife- ra vivir conforme a su nivel de desarrollo. En el año 2000 se
rencia del mundo rural, mucho más integrado en la naturale- calculó la huella ecológica de la totalidad del planeta aten-
za. Sin embargo, desde mediados del siglo XIX se empiezan diendo a siete indicadores y los resultados fueron espectacu-
a tirar sistemáticamente las murallas, desaparecen las cercas lares: resultó que se utilizaban alrededor de 164 millones de
y se rellenan los fosos. Un siglo después, la irrupción del au- unidades de medida pero que la bio-capacidad del planeta
tomóvil permite la extensión casi ilimitada de la urbanización era solo de 125 millones, lo que significaba un exceso del
y la ciudad se desparrama literalmente sobre el territorio de 31 % (Wackernagel y otros, 1997).

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Esto no siempre ha sido así. En realidad el problema es
bastante reciente. Los cálculos indican que en los años sesenta
del pasado siglo (el XX) la actividad humana consumía el 70 %
de lo que el planeta era capaz de producir, pero ya a princi-
pios de los años ochenta se alcanzaba el 100 %, y en estos
momentos estamos por encima de nuestras posibilidades, es
decir, utilizando los ahorros obtenidos a lo largo de los siglos.
Con ser grave el problema habría que añadirle otro: esta
excesiva explotación del medio no se hace de forma uniforme
en la totalidad del planeta. Por poner ejemplos extremos: los
Estados Unidos de Norteamérica utilizan el 120 % de su ca-
pacidad, mientras que Perú sólo usa el 14 %, o Gabón el 6 %.
A escala mundial resulta que el 77 % de la población del
planeta tiene una huella ecológica menor que la media y el
23 % restante ocupa el 67 % de la huella de toda la humani-
dad. Existen, por tanto, dos problemas diferentes pero per-
Fig. 3. Los elementos antrópicos que se disponen como una red sobre
fectamente interrelacionados: el primero se refiere a que he- el territorio lo van fragmentando en áreas que terminan por convertirse
mos sobrepasado la capacidad de carga del planeta. Pero el en relictos de naturaleza sin condiciones para cumplir su función.

segundo, cada vez más acuciante, es que esta explotación ex-


cesiva se hace de unos terrícolas a costa de otros. niles en las zonas verdes) contribuiría a reducir la huella eco-
Parece evidente que estamos llegando a un límite en el lógica. En particular, el cambio del concepto de zona verde
cual no existe ya suficiente territorio que sea capaz de absor- por el de espacio libre tendría que considerarse de interés.
ber la entropía generada por el orden urbano (estamos ha- Y desde este punto de vista tampoco sería práctico di-
blando en términos de entropía, o lo que es lo mismo: consu- ferenciar entre escena urbana y paisaje urbano. A ambos
mo de energía, de suelo, de materiales, contaminación, etc.). habría que aplicarles este criterio de rebajar el orden es-
Esto no quiere decir que el orden urbano vaya a entrar en co- tricto introduciendo algo de desorden. Es curioso cómo, se-
lapso, ni mucho menos. Lo único que quiere decir es que el gún la profesión, se habla de “escena” o de “paisaje” pa-
orden urbano de París o de Nueva York será cada día más ra referirse a la misma cosa. En un reciente trabajo toda-
perfecto mientras que el de las ciudades africanas y parte de vía sin publicar sobre la normativa de diferentes ciudades
las de América latina o de Asia simplemente no podrá fun- europeas sobre paisaje urbano, cuando a las entidades lo-
cionar. El problema es, simplemente, un problema de justicia. cales se les mencionaba la palabra paisaje la relacionaban
inmediatamente con el área de medio ambiente, jardines o
El paisaje de la ciudad sostenible naturaleza. Casi nadie con las decisiones sobre cómo tie-
Probablemente estos son los verdaderos retos en el momento nen que ser los bancos, las farolas o la publicidad que, por
actual. ¿Qué se podría hacer desde el punto de vista del pai- ejemplo, se instala en los edificios históricos.
saje para conseguir una situación más justa? Esta es una pre- El término paisaje aparece más relacionado con obser-
gunta que, desde el punto de vista del paisaje, tiene difícil var, con contemplar. Mientras que el de escena está más re-
contestación. Las líneas de búsqueda que se están intentando lacionado con estar, actuar. Uno se desplaza por una esce-
en algunas universidades y centros de investigación son muy na, nunca por un paisaje. En los centros urbanos casi nun-
variadas. Pero es casi seguro que las más interesantes se es- ca se contempla (a menos que sea un turista), más bien se
tán centrando en las áreas periféricas de las grandes ciuda- actúa. Es lo que decía Gordon Cullen en su libro ya clásico,
des. ¿Por qué? titulado en su edición castellana El paisaje urbano, tratado
• Porque el problema no se encuentra en las áreas de natu- de estética urbanística, cuando hablaba de la visión serial y
raleza protegida. Esto es obvio, a menos que se entienda que, en realidad, se refería a la escena urbana (Cullen,
por naturaleza protegida, por ejemplo, la Casa de Campo 1971). Hubiera sido mucho mejor que se hubiera titulado
de Madrid. simplemente “Tratado de estética urbanística”. O aquel otro
• Tampoco el problema aparece con toda su crudeza en los de Frederick Gibbert titulado, también en su edición caste-
centros urbanos. El mencionarlos ahora es debido a que la llana (aunque no en el original inglés), Diseño de núcleos ur-
Convención Europea del Paisaje los incluye sin ninguna du- banos, escenología y plástica, en el cual los guiños al espa-
da. Aquí, de todas formas habría que hacer un inciso. Posi- cio urbano como escenario son evidentes (Gibbert, 1961).
blemente, cualquier intento de rebajar el estricto orden ur- • El problema se concentra claramente en las interfases. Y, bá-
bano con la introducción de una cierta cantidad de entropía sicamente, en la interfase por antonomasia, que es la peri-
en los centros consolidados podría ayudar a disminuir la feria. Pero también en interfases de otro tipo, como las vías
huella ecológica de la ciudad. Posiblemente la introducción de comunicación o en los llamados “paisajes culturales”.
de naturaleza no controlada (espacios libres sin uso, por Ahí es donde la importancia del paisaje que se está cons-
ejemplo, o asunción de criterios forestales en lugar de jardi- truyendo hace que la forma de intervenir sea determinante.

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Ello es debido al hecho fundamental de que esta inter- En realidad, lo que sea una matriz o un enclave depende
fase se está convirtiendo de facto en la mayor superficie enteramente del enfoque que hagamos sobre el territorio.
del territorio urbanizado. Es así como la realidad del terri- Habría que ajustarla exactamente al tipo de problema que
torio ha superado las teorías de Forman sobre las relacio- acometemos. En algunos casos, por ejemplo, ni demasia-
nes entre áreas construidas y urbanizadas (Forman, do grande para impedir la manifestación de fenómenos ur-
1995). La matriz de naturaleza y la matriz de urbaniza- banos como las infraestructuras, ni demasiado pequeña
ción con una pequeña interfase entre ambas, y enclaves de que nos hiciera perder de vista los conjuntos relevantes.
la otra matriz en cada una de ellas, están siendo sustitui- Aquí está una de las claves básicas en la comprensión de
das de forma acelerada por una gran matriz de urbani- los nuevos territorios.
zación difusa o de naturaleza antropizada (que de las dos Por ejemplo, las diferencias de funcionamiento entre la
formas se puede ver). Además esta matriz no se está pro- ciudad compacta y la dispersa lo son de escala. El habi-
duciendo de forma uniforme sino que las áreas principa- tante de un adosado realiza, esencialmente, las mismas ac-
les son áreas de gradiente creciente o decreciente en rela- tividades que un habitante del centro de una ciudad com-
ción a las infraestructuras. pacta. Va a trabajar, luego al cine, cena en un restauran-
Los intentos de control del territorio por los paisajistas se te, luego va a divertirse a una discoteca y vuelve a su ca-
están produciendo en las zonas del puzzle no edificadas, sa. El problema es que debido a la escala el segundo lo ha
de forma que la mayor parte de los proyectos paisajísticos podido hacer todo eso a pie en un radio que se mide en
son intervenciones que antropizan todavía más estos suelos metros y el primero lo ha tenido que hacer en coche en un
con el significado obvio de aumentar la huella ecológica radio que se mide en kilómetros.
del conglomerado urbanizado. Esta, seguramente, es una Probablemente sea, además, esta cuestión la más difícil
consecuencia no deseada pero al urbanita le molestan las de abordar y la que requiere una mayor sensibilidad por
áreas no controladas al lado mismo de donde duerme, se parte del paisajista. Sin embargo, los estudios y las teorías
divierte o trabaja. sobre las escalas son pocos y, en buena parte de los casos,
• Pienso que estos intentos no van por el camino adecuado, sesgados ideológica o corporativamente.
porque vista la enorme extensión con que se está produ- • La segunda sería abandonar los enfoques parciales y tratar
ciendo el fenómeno, los intentos de convertir toda la inter- de ver el problema de forma global. No se puede mirar
fase a base de ir rellenando los agujeros en una matriz ur- desde la naturaleza por una parte y desde la ciudad por
banizada son, simplemente, imposibles. Diría más, dañinos otra. El ecólogo o el biólogo deberían saber que determi-
desde el punto de vista de la sostenibilidad del planeta. nadas entidades de urbanización funcionan solo si tienen
Así como tradicionalmente la misión del paisajismo ha determinados tamaños mínimos y otras si lo tienen máxi-
sido la de intentar controlar “ad nauseam” la forma del te- mo. Y el urbanizador debería saber que determinadas en-
rritorio mediante delicados artificios antrópicos (Steenber- tidades naturales no subsisten más que si cuentan con una
gen y Reh, 1996), probablemente en el momento actual superficie mínima determinada, o, por ejemplo, están uni-
habría que pensar más bien en cómo establecer las condi- das a otras. De forma que parece imprescindible una visión
ciones para restaurar el orden natural reduciendo el área holística y global. Lo que significa colaboración muy estre-
de interfase. Es decir, en cómo controlar la forma de lo cha entre disciplinas además de la visión de nuestro terri-
construido para no tener que intervenir más que lo indis- torio en el ámbito planetario.
pensable sobre las áreas escasamente antropizadas. • La tercera sería la de introducir a “la gente”. No es este el
De forma que una visión del paisajismo desde el punto momento de plantear los fundamentos de uno de los pila-
de vista de la sostenibilidad incidiría, básicamente, sobre res básicos de la sostenibilidad: la participación ciudada-
las áreas ya antropizadas intentando marcar los límites. na. Pero sin participación resulta inútil cualquier intento de
Por supuesto que los límites no podrán ser las murallas de cambiar la situación actual. En operaciones puntuales es
antaño. Pero para que exista “naturaleza” que absorba posible que el “artista” tenga mucho que decir. Para la de-
nuestros excesos entrópicos es imprescindible fijar los lími- cisión de lo que hay que hacer con hectáreas y hectáreas
tes del paisaje antropizado, reduciendo, además, en la me- de territorio cuando este territorio repercute de forma di-
dida de lo posible. recta en la vida de las personas, en sus hábitos y en sus
valores, la decisión debe ser colectiva. Y la implicación de
Las condiciones la ciudadanía resulta imprescindible. Máxime si entende-
Algunas de las condiciones que permitirían plantear el tema mos el paisaje como percepción. En realidad, en la prácti-
de esta forma serían las siguientes: ca totalidad de la normativa el adjetivo que acompaña a
• La primera sería empezar a considerar seriamente el pro- la palabra paisaje es belleza. Y la belleza está directa-
blema de las escalas. Probablemente a los que empiezan mente relacionada con un canon social y, en muchos ca-
les pueda parecer una cuestión secundaria pero, vistos los sos, imbricada con cuestiones emocionales y de identidad.
planteamientos realizados, es un tema central en la mate- Los intentos de obviar esta cuestión convierten el paisajis-
ria. La mayor parte de los errores en cuestiones de paisa- mo en ecología, botánica o geografía. Es decir, reflejan
je se deben a un planteamiento inadecuado de la escala. una situación parcial de la realidad.

8 I.T. N.O 75. 2006


• Habría que dejar de ver las cuestiones del paisaje como do, sino como un espacio que necesita de la asimetría en
una foto fija (en determinados casos muchos proyectos se la relación urbanización-naturaleza para que ambas pue-
plantean literalmente como una foto del territorio) y empe- dan subsistir armónicamente.
zar a abordarlas como procesos. Y además, en la mayor • Por último está la cuestión de la incertidumbre (Wagens-
parte de los casos, como procesos asimétricos. Esto es, pro- berg, 1986), muy ligada a la anterior y fundamental para
bablemente lo que no se entiende suficientemente desde el alumbrar soluciones ante los nuevos problemas que nos
punto de vista de los arquitectos o de los ingenieros. La vi- afectan. Una estricta posición determinista y, sobre todo,
da aparece en aquellos lugares donde hay asimetrías. Se- los intentos de controlar el territorio y su forma hasta la úl-
gún Prigogine “el funcionamiento de los seres vivos está tima piedra siguiendo los cánones y valores predetermina-
basado con seguridad en condiciones muy alejadas del dos, amplían las huellas ecológicas de los territorios de for-
equilibrio” (Nicolis y Prigogine, 1997). Estas condiciones ma desmesurada, tendiendo a producir los cambios me-
de inestabilidad son las que se producen precisamente diante catástrofes en lugar de hacerlo mediante un sistema
ahora, y en esta interfase entre ciudad tradicional y natu- selectivo. De cualquier forma los cambios van a ocurrir, lo
raleza confinada que podemos llamar como se nos antoje, que sucede es que la capacidad de respuesta ante una for-
pero que, tanto por su dimensión como por sus cualidades, ma u otra de producirse es muy diferente. La necesidad de
representa algo nuevo en la historia de la urbanización. trabajar en contextos de incertidumbre es ineludible y cam-
• El hecho de la existencia de una evidente asimetría en las bia radicalmente los usos tradicionales no solamente en
relaciones entre urbanización y naturaleza no debería ser materia de organización urbana y territorial, sino también
una situación a corregir sino una oportunidad a aprove- en el proyecto arquitectónico y de obra civil.
char. Las teorías tradicionales sobre equilibrios entre terri- En realidad, tanto de las asimetrías como de la incerti-
torios, desarrollo de zonas deprimidas, etc., deberían re- dumbre, que aparecen como básicas en el nuevo plantea-
visarse a la luz de los nuevos modelos, ahora de escala miento socio-espacial que se alumbra, no sabemos si saldrá
planetaria, que se empiezan a alumbrar. Deberíamos em- una forma de organización espacial de la humanidad que
pezar a tener claro que determinados territorios no es funcione mejor que la actual, pero hay que ser optimistas. ■
bueno que se desarrollen nunca si por desarrollo se en-
tiende antropización (o urbanización si ésta se lleva al lí-
mite). Al contrario, hay que empezar a considerar el terri- José Fariña Tojo
Doctor Arquitecto
torio no como un espacio con vocación isotrópica en el Catedrático de Urbanismo y Ordenación del Territorio
sentido de que todo él tiene igual derecho a ser urbaniza- Universidad Politécnica de Madrid

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I.T. N.o 75. 2006 9


La recuperación del valor
del paisaje urbano
Una respuesta a la banalización
desde las identidades del universo metropolitano
Ignacio Español Echaniz

DESCRIPTORES
PAISAJE
CIUDAD
URBANISMO
TRANSPORTE
PATRIMONIO CULTURAL

Los valores del paisaje urbano ninguna parte y al mismo tiempo de estar en todas, no en-
y la Convención de Florencia cuentra mecanismos que contenga su avance o que simple-
La Convención de Florencia (20 de octubre de 2000) del Con- mente lo module para evitar su degradación cultural.
sejo de Europa establece unas bases formales para la gestión El deseo de una ciudad habitable es una demanda que se
del paisaje como recurso de calidad. Define el paisaje como plantea desde las diferentes facetas que tiene el hecho de vivir
“cualquier parte del territorio tal como la percibe la pobla- en comunidad en un espacio compartido y restringido como es
ción, cuyo carácter sea el resultado de la acción y la interac- el del tejido urbano. El paisaje, la manera en la que apreciamos
ción de factores naturales y/o humanos”. La percepción indi- y entendemos nuestro medio, adopta en el caso urbano una es-
vidual y colectiva, marcada claro está por sus propios refe- pecial connotación que tiene que ver con cómo la comunidad
rentes socioculturales, es el filtro que interpreta y aprecia la acepta el hábitat que la mantiene viva y se ve reflejada en él.
realidad territorial que se muestra en el paisaje. Esta confrontación entre la demanda de paisaje de cali-
El concepto supera la visión clásica del paisaje que diso- dad y la realidad de la ciudad ocurre hoy día en un escena-
cia al observador del entorno que contempla. Una visión que rio urbano que ha superado la dimensión asequible de la pla-
se limitaba a la exclusividad de algunos territorios idealiza- za y la calle. Un paisaje que se extiende a todos los variados
dos y que sobrevaloraba lo visual frente a lo percibido. La espacios en los que transcurre la vida de los ciudadanos de
Convención de Florencia establece que todos los lugares tie- los grandes complejos metropolitanos. La demanda de cali-
nen un valor paisajístico, extendiendo así la necesidad de me- dad recae así con fuerza sobre los paisajes cada vez más
jora paisajística a todos los ámbitos del territorio. Se recono- simples y banales que se imponen en las diferentes áreas es-
ce el interés paisajístico por ejemplo de las áreas urbanas pecializadas que forman la ciudad región. La recuperación
densas, de las ciudades dormitorio, de los parques tecnológi- del paisaje urbano descansa en la revitalización de la diver-
cos de innovación o de las áreas agrícolas forzadas o inclu- sidad de identidades que se superponen y se mezclan en el
so de los ámbitos de las infraestructuras. universo metropolitano.
La preocupación que subyace bajo este tratado es la cre- Lo que sigue es una rápida y breve revisión de estos pro-
ciente banalización del paisaje, es decir, la pérdida del ca- cesos de banalización de las distintas escenas urbanas que
rácter e identidad de los territorios. Esta visión se traduce fá- componen hoy la jornada de los habitantes de los grandes te-
cilmente al paisaje urbano, un territorio donde la relación del rritorios urbanos.
individuo con su entorno cotidiano es estrecha, en el que no se
puede entender el paisaje como una escena física valiosa, ais- La percepción de la escena urbana
lada y distante del observador a la manera como lo hacían los La visión clásica del paisaje urbano basada en el disfrute de
viajeros románticos con los paisajes pintorescos. la escenografía de calles y plazas no consigue abarcar la
Grandes agentes de la dinámica urbana están reestructu- nueva dimensión física y perceptual que a lo largo de las úl-
rando las condiciones de las escenas de la ciudad. La estan- timas décadas han adquirido tanto las estructuras urbanas
darización del paisaje urbano, la sensación de no estar en como la propia actitud de los ciudadanos.

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Foto: I. ESPAÑOL
Fig. 1. Piazza de La Pace, Parma (Italia). El paisaje urbano entendido a la manera clásica o escenográfica.
La escenografía no es sino la base física sobre la que el individuo y la comunidad desarrollan su percepción de la morfología y de la actividad urbanas.

La expansión de las áreas urbanas y su progresiva interco-

Foto: I. ESPAÑOL
nexión constituyen hoy día complejos sistemas metropolitanos.
Éstos no son meras organizaciones funcionales que combinan
una especialización de zonas diferenciadas, sino que también
poseen una dimensión paisajística propia. En ellas transcurre
la vida de las comunidades urbanas que se reflejan de distin-
tas maneras en estas grandes organizaciones espaciales.
Fig. 2. La Plaza Mayor de Tordesillas fue creada por un decreto de los Reyes
A estas pautas físicas hay que unir las nuevas lecturas que Católicos como un lugar para el encuentro entre las gentes. Las dimensiones y
recorren con la mirada estos espacios y que tienen que ver diseño de este espacio urbano y la relación que sus usuarios mantenían con él
en el pasado son hoy muy diferentes. El paisaje urbano no es sino la manera
con las nuevas actitudes culturales que gobiernan la vida ur- como se percibe el carácter del espacio colectivo de la aglomeración urbana.
bana. Estas actitudes proponen un nuevo entendimiento del
espacio urbano, una nueva percepción que es reflejo de las

Foto: I. ESPAÑOL
condiciones de nuestro momento cultural y que son la base
de este artículo.
La morfología urbana, es decir, el volumen, dimensión y
disposición de las edificaciones, proporciona la base física de
la escenografía que aprecia el observador. También propor-
ciona el contenedor para las actividades económicas y socia-
les de la ciudad, siempre más dinámicas y cambiantes que la
Fig. 3. Vista del entramado regular de la antigua ciudad de Dubrovnik (Croacia). El
realidad de lo edificado. La presencia de las personas y sus carácter del paisaje urbano resulta del entendimiento de la pauta de espacios co-
actividades tiene una doble repercusión paisajística pues for- lectivos y de las actividades que albergan con los que se relaciona el observador.
También de la actitud del observador y de las premisas culturales que gobiernan su
man parte tanto del escenario percibido como de la comuni- interpretación. Dubrovnik, un buen ejemplo de consumo de paisaje histórico urbano
dad que lo observa y aprecia.
Estas condiciones básicas de la escena directa pasan a

Foto: I. ESPAÑOL
definir el paisaje urbano según sea la percepción del obser-
vador y la comunidad. Las condiciones ambientales, es decir,
la naturalidad (jardines, fuentes, etc.), los niveles sonoros o el
grado de salubridad y contaminación atmosférica participan
también de esa percepción que es el paisaje.
La morfología urbana es tan heterogénea y variada como
las propias circunstancias históricas, sociales y económicas Fig. 4. Las viviendas multifamiliares en altura componen un mar de bloques
en el suroeste de Madrid. La densidad edificada, el hacinamiento y la con-
de cada área de la ciudad. La historia en el paisaje urbano gestión se mantienen como variables del marco de relación de los ciudada-
aparece superpuesta en numerosas capas que han dejado nos con su paisaje urbano.
confusos testigos en la organización y los elementos de la ciu-
dad. También la estructura social o la dinámica económica Por ejemplo, las áreas urbanas consolidadas que han que-
dejan rastros en el paisaje no siempre fáciles de interpretar. dado obsoletas y envejecidas (antiguas áreas industriales, cen-
La percepción aislada del individuo o colectiva de grupos (co- tros urbanos, etc.) y que se marginalizan produciendo paisajes
munidad local, visitantes, turistas, etc.) tiende a ser selectiva de rechazo, pero heterogéneos y culturalmente muy ricos. Algu-
pues aplica sus referentes a las condiciones que aprecia ge- nas áreas consolidadas y centrales se “gentrifican” con los nue-
nerando la sensación de carácter, el aprecio o el rechazo. vos activos sociales que proporcionan las nuevas pautas de uni-
Las distintas estructuras, sistemas y pautas de evolución dad familiar simplificada y de alto ingreso que las revitalizan.
del tejido urbano se muestran diferenciados en los paisajes Las áreas comerciales centrales sobrellevadas por las car-
urbanos que reflejan las condiciones de la comunidad que al- gas de tránsito se formalizan como áreas peatonales, vivien-
berga. Se indican algunos tipos de esta variedad. do regularizadas en los ciclos de la jornada comercial.

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Foto: I. ESPAÑOL

Fig. 5. Plaza del Conde de Barajas, Los Austrias (Madrid).


El casco histórico se especializa: peatonalizado y comercializado, acoge usos que ocupan el espacio colectivo.

Las áreas urbanas mixtas de ensanche todavía con cen-

Foto: I. ESPAÑOL
tralidad y cierta densidad sobreviven alojando actividades re-
sidenciales y de servicios simultáneamente y recibiendo ele-
vadas cargas de tráfico. Otras áreas de antiguos extrarradios
han quedado hoy día más próximas al centro, manteniendo
una elevada concentración de viviendas pero escasos servi- Fig. 6. Calle de adosados en Albacete. La tipología de viviendas en adosado,
una derivación social de la ciudad jardín, es un modelo exclusivo de actividad
cios que se debaten en una transición forzada. residencial que por su especialización se encadena al medio de transporte pa-
La habitabilidad de la variedad de áreas urbanas y con ra resolver el resto de funciones urbanas (equipamientos, comercial, etc.), que
deben proporcionarle otras áreas.
ella el aprecio y satisfacción de sus habitantes (su valor como
paisaje) no han recibido la atención singularizada y selectiva
que necesitan sino que, por el contrario, han visto avanzar los Los paisajes de las nuevas
procesos de transformación que las degradaban. áreas residenciales
En este sentido hay que señalar la orientación que en las El paisaje de las áreas residenciales, en esencia el corazón vi-
últimas décadas han adoptado las políticas de gestión del te- tal de la ciudad, ha sufrido el proceso de especialización me-
jido urbano. El primer impulso reformista y voluntarioso de tropolitana, asistiendo a cambios en su estructura demográfi-
hace ya un cuarto de siglo fue sucedido por un progresivo ca y en los usos, con nuevas lecturas del paisaje urbano, y a
languidecimiento de la visión de la planificación, que fue la aparición de nuevas tipologías urbanas y residenciales.
abandonando sus ambiciones ordenadoras, según parece, En todas las áreas residenciales el aumento de los precios
ante la naturaleza compleja y cambiante de lo urbano. Pron- del suelo ha afectado a sus contenidos demográficos expulsan-
to la intervención planificadora se volvió modesta y se limitó do a la población más joven y en general de menores rentas
a plantear intervenciones puntuales en el complejo tejido ur- hacia lugares más distantes y periféricos. La terciarización ha
bano para pasar luego a explícitamente colaborar con los tomado lugar en las áreas mejor servidas, mientras se ha asis-
agentes y procesos espontáneos de la dinámica urbana, a tido a un proceso de marginalización de aquellas áreas urba-
los que finalmente se abandonó toda iniciativa y capacidad nas interiores de peor calidad, que han recibido la llegada de
de reforma o conducción. colectivos de emigrantes como principal agente dinamizador.
Hay que señalar, por tanto, una clara falta de operatividad El deterioro de la calidad de vida de las zonas urbanas con-
de los instrumentos de planeamiento en su hipotética capaci- solidadas ha favorecido la aparición de nuevos tipos de edifica-
dad ordenadora, mediadora o mediatizadora del desarrollo, ción en bloque de manzana cerrada que dan la espalda al es-
que ha sido criticada por los profesionales. El planeamiento y, pacio colectivo, se protegen de la calle, de sus ruidos y riesgos
en general, la política urbanística han acompañado a los pro- y se aíslan incorporando en su interior equipamientos deporti-
cesos libres del mercado en vez de contenerlos, canalizarlos o vos, de ocio y aparcamiento en el propio bloque de manzana.
simplemente mediatizarlos. A partir del modelo de ciudad jardín, es decir, de una
La expansión de las grandes ciudades y el encarecimien- morfología de baja densidad de edificación combinada con
to del suelo han dañado la calidad de la estructura urbana y amplios espacios abiertos surgen las promociones de urbani-
han hecho que el medio urbano se convierta aún más en un zaciones residenciales unifamiliares. Hay un modelo deriva-
paisaje adverso para el ciudadano medio, que ve su vida cor- do, el de las viviendas adosadas, que retoma una tipología
tapisada por la dureza de las condiciones en las que se ve de vivienda social del siglo XIX adaptándolo a las aspiracio-
obligado a convivir. nes contemporáneas.

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Foto: I. ESPAÑOL
Fig. 7. El lago del Palacio de Cristal, Parque de El Retiro (Madrid).
De estilo romántico, recrea una visión idílica de la naturaleza forzando las formas y la composición.

El resultado ha sido contradictorio, pues estas promocio-

Foto: I. ESPAÑOL
nes extensas de uso predominantemente residencial se han
dirigido a áreas nuevas donde era menor la disponibilidad
de servicios y equipamientos, generando una nueva identi-
dad urbana. Los barrios de adosados o las urbanizaciones de
chalets unifamiliares aparecen así como áreas residenciales
puras sometidas a los ciclos vitales de la jornada urbana y Fig. 8. El paisaje edificado de Benidorm (un paisaje de compensación de las
dependientes de centros comerciales distantes. grandes ciudades europeas), su repercusión es grave sobre otros territorios que
proporcionan los recursos necesarios para su vitalidad (agua, energía, consumo)
Finalmente, hay que hablar de las áreas residenciales no- o asumen sus voluminosos residuos (basuras, efluentes), lo que se conoce como
vísimas como un nuevo paisaje urbano. El crecimiento rápido ”la huella ecológica”, un deterioro que recae sobre sus “paisajes de trastienda”.

de las nuevas construcciones, un resultado de la combinación


de los incrementos de precios del suelo en el centro, ha de- la referencia a la naturalidad, recurriendo a plantaciones y
terminado la aparición de extensas áreas recién construidas diseños abiertos y orgánicos, espacios ajardinados poblados
que repentinamente surgen en las coronas de las áreas me- de fuentes y monumentos.
tropolitanas rellenando los espacios intersticiales entre las La habitabilidad de un medio adverso como el urbano, se
grandes infraestructuras del transporte y los grandes centros compensa también con el abandono temporal de la ciudad
comerciales que las acompañan. Los procesos de especula- por otros lugares lejanos que ofertan relajo, distensión o sim-
ción y negocio inmobiliario dañan también a los ya de por sí plemente complemento de calidad al ciudadano urbano. El fe-
débiles contenidos demográficos de estas zonas. nómeno de la migración estacional urbana se ha consolidado
como una pauta cultural con una dimensión territorial y paisa-
Habitabilidad: jística que compromete a la propia percepción de lo urbano.
paisajes de compensación El fenómeno de la segunda residencia, que viene de anti-
y de trastienda guo, hunde sus raíces en esta función de compensación de lo
De gran importancia para la habitabilidad del paisaje urba- urbano. Se puede decir que los grandes centros turísticos de
no son aquellos lugares que proporcionan a los ciudadanos fin de semana y veraneo y la segunda residencia se compor-
los referentes de naturalidad, descanso y ocio que no en- tan como verdaderos paisajes de compensación. En muchos
cuentran en la trama urbana propiamente dicha. Es así que el casos éstos son lugares sin otra alternativa económica clara
paisaje edificado denso cuenta con áreas interiores donde la que la de servir al relajo urbano.
construcción se relaja. Son los espacios abiertos, una malla En el imaginario colectivo del habitante urbano hay un lugar
más o menos regularizada de parques, plazas y jardines don- destacado para estos paisajes de compensación que se herma-
de los caracteres urbanos se relajan hasta incluso desapare- na con la aceptación de la inevitable degradación del paisaje
cer. La congestión, la tensión y el ambiente deteriorado de lo urbano. Este lugar, idealizado y geográficamente más o menos
urbano requieren estos paisajes de compensación, donde in- distante, no escapa a la general comercialización del paisaje.
dividual o colectivamente es posible relacionarse con el en- Los paisajes de compensación estacional no son los únicos
torno de una manera más relajada e informal. territorios que reciben el efecto del esquema paisajístico ur-
No solo son espacios de mayor naturalidad sino que tam- bano. Los paisajes urbanos no se mantienen por sí mismos si-
bién contienen la densificación ahuecándola en su interior. no que requieren de grandes sistemas de apoyo, mecanismos
Para el ciudadano se trata de islas santuario que conservan que desde otros territorios alimentan la maquinaria de la gran

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ciudad, carente de recursos vitales propios. Los ríos interveni- Algunos ejemplos son la calle de las tiendas, general-
dos y regulados para embalsar grandes volúmenes de aguas mente una calle privilegiada por su centralidad que reúne
disponibles para las ciudades no serían necesarios de existir varios establecimientos especializados; las galerías y gran-
una distribución más equilibrada de la población en el terri- des establecimientos comerciales, ya clásicos; o los extensos
torio. Las centrales de energía de distinta naturaleza (térmi- polígonos de las grandes superficies en los bordes bien co-
cas, cogeneración, nucleares, eólicas) deben proporcionar municados de las áreas metropolitanas tipo “mall” nortea-
energía para el mantenimiento de los microclimas domésticos mericano que reúnen grandes tiendas almacén. Esta evolu-
en edificaciones aclimáticas, para los costosos sistemas de ción de las áreas comerciales ha tenido una dimensión físi-
transporte de bienes y personas en y hacia la ciudad o para ca, pues han ido incrementando su escala, y también una di-
la producción industrial de bienes para el consumo urbano. mensión urbanística organizando la estructura de la nueva
Aunque ignorados por el imaginario contemporáneo, los ciudad a su alrededor.
ejemplos de la repercusión paisajística de los procesos urba- Los centros comerciales son la manifestación escénica más
nos son numerosos y abarcan a zonas geográficamente pró- pura de nuestra cultura contemporánea del consumo. No hay
ximas (los cuerpos de agua receptores de los efluentes urba- que olvidar que un centro comercial es un espacio urbano co-
nos o los centros de acumulación de residuos sólidos y espe- lectivo en el que se desarrolla la vida en común de los ciuda-
ciales) o distantes (áreas de agricultura forzada o extensiva, danos. En realidad, son meras tramas que organizan el flujo
áreas madereras, productoras de minerales y otros productos de consumidores con un manejo obvio de los espacios de ca-
de la construcción). lle y plaza. El espacio colectivo es también producto comer-
cial, de manera que aparece ocupado por terrazas que co-
Los paisajes de los centros comerciales mercializan el mero estar en la calle. Esta comercialización
Hoy día, el consumo, una versión muy particularizada del co- no es exclusiva de estos centros sino que ha ganado terreno
mercio, se ha constituido en un referente esencial de la cultu- en todos los paisajes urbanos compitiendo agresivamente con
ra contemporánea que se refleja conspicuamente en el paisa- el libre movimiento de las personas.
je urbano, en su escenografía y su estética y desde luego en la La relación del ciudadano con su paisaje no tiene término
apreciación que los ciudadanos, ahora simplificados en con- medio en estos centros comerciales donde formas, estética,
sumidores, tienen de su lugar de mercado. escenografía y diseño del detalle se esfuerzan en captar la
Foto: I. ESPAÑOL

Fig. 9. Galería en el Centro Comercial Norte (Madrid). Un espacio colectivo urbano formado por calles y plazas de tiendas
y anuncios publicitarios, en esencia el paisaje urbano más contemporáneo.
Foto: I. ESPAÑOL

Fig. 10. La Estación de Príncipe Pío (Madrid), “adaptada” como centro comercial, completa la cubierta cerrándose al exterior con un elevado coste energético.

14 I.T. N.O 75. 2006


atención del potencial consumidor. Los paisajes de estos lu- Los trenes de cercanías y de metro y los diferentes vehículos
gares son espectaculares, vistosos y cargados de los mensa- de transporte colectivo, así como sus paradas, estaciones y cen-
jes obvios, rápidos y competitivos de la publicidad. tros de intercambio modal, han ganado peso como paisajes en
Estos centros carecen casi por completo de identidad cul- sí mismos hasta el punto de considerarse ricos paisajes cultu-
tural y paisajística, debido en parte a su aislamiento del ex- rales. En efecto, los paisajes de los medios de transporte colec-
terior. Son grandes espacios interiores, bajo cubiertas envol- tivo son el escenario en el que transcurre la vida de la comuni-
ventes que junto con sofisticados y costosos sistemas de acon- dad durante una importante fracción de la jornada y recurren-
dicionamiento garantizan un microclima estable. Es curioso temente cada período de tiempo (diario, semanal, estacional).
hasta qué punto es contradictorio el paisaje del gran centro Como el interior del vehículo colectivo, la escena interna
comercial cuando maneja elementos formales tales como la de la vía urbana de gran capacidad ha ganado presencia y
plaza mediterránea, trasladada aquí al interior de estas edi- ha construido su propio paisaje interior. La separación del
ficaciones cerradas. El coste energético de estas instalaciones paisaje y su simplificación es mayor cuanto más funcional es
es muy elevado y traduce el poder social y económico de la la vía que sirve al viaje urbano.
actividad de consumo, que es capaz de ofertar en su interior
una estación artificial de esquí en pleno verano en Madrid co-

Foto: I. ESPAÑOL
mo incentivo para atraer a consumidores.
La concentración de la actividad de consumo en estos
grandes centros repercute también en otros paisajes urbanos,
por ejemplo, sobre los paisajes urbanos tradicionales donde
el pequeño comercio sufre su competencia o sobre los paisa-
jes de infraestructuras, escaparates de los mayores estableci-
mientos del extrarradio. Fig. 11. Intercambiador en la antigua estación de Príncipe Pío (Madrid). Un pai-
saje cultural en sí mismo que reúne la diversidad de personas que comparten
Este es un paisaje al servicio de las tiendas, cuya funcio- parte de sus viajes y una escenografía y estética funcionales que interpretan
nalidad se antepone a cualquier otro criterio. Aquí la publici- las dimensiones territoriales de la gran ciudad.

dad de las marcas se impone estética y físicamente, se esti-


mula la congestión de personas para el consumo mediatizan-

Foto: I. ESPAÑOL
do así las relaciones sociales. Es la sintomatología de la cul-
tura del consumo hecha paisaje.

Los paisajes de la movilidad


El transporte y sus distintos modos juegan un papel crucial en
los procesos de expansión y consolidación metropolitana. Las
zonas residenciales, lugares de trabajo, centros comerciales y
Fig. 12. Andén de metro de Madrid. El universo hiperreal de la publicidad, la re-
centros administrativos o asistenciales se han ido alejando
alidad de los viajeros venidos de lejos, la señalización y las instalaciones de la
progresivamente unos de otros pese a compartir usuarios, infraestructura ferroviaria componen un rico paisaje urbano, singular, complejo
mientras los itinerarios y los viajes de éstos se han ido entre- en significados y de gran riqueza sociocultural.

tejiendo complicadamente generando unos flujos regulares a

Foto: I. ESPAÑOL
través de los paisajes urbanos metropolitanos.
La relación entre el observador que se desplaza y el entor-
no que atraviesa ha evolucionado hacia una relación muy fun-
cional y rápida pero también más aséptica, distanciada y des-
pegada. En términos perceptuales, en el viaje urbano de hoy, el
paisaje, es decir, la percepción del entorno, se ha ido alejando
y también simplificando. Al ganar velocidad, se asiste a un pro- Fig. 13. Avenida urbana en la ronda, Sevilla. Dotada de paseos peatonales la-
ceso de distanciamiento entre observador y paisaje. El medio, terales y mediana central ornamental que separa una dirección de la otra esti-
mulando mayor velocidad. El arbolado contiene y aísla las vistas desde la ron-
en este caso el complejo, variado y polifacético entorno urba- da al tiempo que protege los laterales peatonales.
no, se ha ido aplanando más y más para convertirse en una
mera imagen bidimensional que se recorre con la vista desde
Foto: I. ESPAÑOL

un vehículo. Hay que decir que el recorrido visual, aunque de


reconocimiento y autoafirmación de su ciudad, su barrio o el
de otros, ya no es tan interactivo o envolvente como cuando se
desplazaba a pie en otros contextos socioculturales. El entor-
no próximo del viajero, es decir, el del propio medio de trans-
porte, ha cobrado presencia y con ella interés. El metro, en su
Fig. 14. Autovía de Circunvalación M-40 de Madrid. El paisaje de las grandes
mayoría subterráneo y separado del paisaje, es el epítome de infraestructuras de la movilidad es un escaparate, aunque distante y plano,
esta disociación que no es ajena a otros modos de transporte. de los grandes edificios empresariales que se muestran en sus márgenes.

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Aunque sobre una base similar, la diversidad de vías ur- La característica común a todos estos lugares es su legibi-
banas existentes plantea una variedad de funciones paisajísti- lidad, es decir, su fácil interpretación y lectura por un obser-
cas diferenciadas, es decir, de tipos de relación viajero entor- vador medio, superficial y apresurado. Las formas y compo-
no. Hay numerosos ejemplos de esta diversidad. Entre las más sición juegan un papel crucial en este reconocimiento de su
integradas en el paisaje están los ámbitos mixtos de vehículos valor identitario, pues son las que ponen sobre la mesa su ver-
y peatón que fuerzan la integración del vehículo en el contex- dadero interés social y, por tanto, cultural. Otros valores iden-
to de la calle comercial. Entre las vías más aisladas del pai- titarios menos conspicuos (muy numerosos en lo urbano) pa-
saje se encuentran las autovías urbanas de circunvalación. En san en general desapercibidos.
una posición intermedia se encuentran las avenidas urbanas El verdadero interés, por tanto, no radica en ellos mismos,
que poseen amplias secciones transversales a menudo diver- en cómo son o lo que verdaderamente muestran sino en lo
sificadas en ámbitos de distinta funcionalidad (bulevares, via- que simbolizan. Se trata de paisajes “icónicos”, de manera
les peatonales, aceras laterales, carriles bici), estableciendo que su tratamiento tiende a responder más a una visión for-
un desarrollo transversal en transición progresiva hacia con- mal que a un reconocimiento de su valor integral como pro-
diciones más habitables en los laterales. ductos culturales que son.
Las necesidades de ordenación de los accesos, circunva- Se teatralizan, se visitan como símbolos más por consta-
laciones y entrada a la gran ciudad han generado una com- tar que por conocer, sin otra función, ni relación con el ob-
pleja red de infraestructuras que abarca también territorios servador. Aparecen asociados a un especial consumo de
de la corona urbana, libres de edificación, con estableci- identidad y paisaje (turismo cultural, localismo, pintoresquis-
mientos industriales, logísticos o comerciales. Son espacios mo, etc.) comercializando un equívoco aprecio por la nostal-
sin identidad que se recorren de paso y donde la infraestruc- gia de señas de identidad.
tura es el principal referente paisajístico. Los procesos de patrimonialización de estos lugares son
difíciles de analizar pues involucran mecanismos de acción y
Los paisajes icónicos: reacción social de base espontánea y en parte inducidos por
identidad, teatralización y poder mediadores institucionales y otros. El juego de mensajes de
La banalización, es decir, la pérdida de carácter general del estos contextos es complejo, a menudo contradictorio y, des-
escenario de la vida urbana no es del gusto de los ciudada- de luego, difícil de predecir. Sin embargo, las operaciones
nos que habitan la ciudad, ni de sus visitantes, ni desde lue- paisajísticas urbanas más destacadas se corresponden con el
go de sus representantes. En este contexto general determi- manejo de estas claves de identidad en grandes actuaciones
nados enclaves urbanos cobran un especial reconocimiento puntuales en la ciudad.
por su marcada identidad. En estas actuaciones, grandes edificios generalmente de
El conjunto es muy variado. Algunos conjuntos monumen- carácter público, como museos, auditorios, centros culturales,
tales, áreas urbanas en márgenes de ríos y costas, en montes a veces, meras infraestructuras urbanas como puentes o esta-
o simplemente entornos históricos se ven como guardianes de ciones se instalan en áreas urbanas a consolidar. Las formas
la identidad del ámbito urbano. y su escenografía son importantes pues arrastran lecturas es-
Foto: I. ESPAÑOL

Fig. 15. El frente del Palacio de Oriente, la Catedral de la Almudena, la Basílica de San Francisco y el Seminario componen un paisaje icónico.
Espectacularidad, base histórica y reconocimiento popular se ligan en el aprecio de este conjunto.
Foto: I. ESPAÑOL

Fig. 16. El conjunto de La Defense (París), una actuación renovadora de la imagen de la ciudad,
hace una interpretación contemporánea de la escenografía urbana barroca trasladando los aspectos más duros de aquella monumentalidad.
La demanda de reflejo ciudadano y habitabilidad se supeditan a favor de los grandes agentes contemporáneos del paisaje urbano.

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pectaculares y agresivas que se plantean más como señas o La diversificación de ámbitos espaciales que conlleva la
indicaciones de la dirección a tomar que como signos efecti- metropolización de las áreas urbanas requiere un tratamien-
vos de la realidad urbana. to singularizado de cada paisaje urbano, como revela la va-
Finalmente, hay que mencionar los paisajes verdadera- riedad de circunstancias que los gobiernan.
mente simbólicos de la ciudad en cuanto reflejan la presencia El abandono de políticas intervencionistas por parte de las
de los grandes agentes económicos de la realidad urbana instituciones reguladoras se ha demostrado nefasto en el dete-
contemporánea. Se trata de los impresionantes centros de ges- rioro de la habitabilidad de las áreas urbanas y en la degra-
tión de las grandes empresas líderes que agrupan sus cuarte- dación de su aprecio y valor cultural. Las políticas urbanísticas
les generales en determinadas zonas de la ciudad (la denomi- frecuentemente operan más como agentes formalizadores de
nada “city”). Estos conjuntos muestran las formas y códigos de los procesos espontáneos consolidando el deterioro, que co-
las grandes empresas transnacionales. La escala es monumen- mo instituciones ordenadoras del proceso salvaguardando y
tal y ambiciosamente escenográfica, superando con indiferen- promocionando valores colectivos a menudo exclusivos.
cia el individuo y el marco de lo habitable. La estética es agre- Se impone por tanto una revitalización de las políticas ur-
sivamente innovadora, con recursos tecnológicos de última ge- banísticas que debe profundizar en el complejo entramado
neración que pronto quedan anticuados por su propio dina- de valores paisajísticos propios del tejido urbano, modulando
mismo. El conjunto de espacios y edificios competitivos y dis- los procesos espontáneos que los gobiernan. ■
cordantes maneja un especial sentido vertical de la grandeza.

Conclusiones Ignacio Español Echaniz


Profesor de Paisaje
La anterior revisión de los procesos de banalización del pai-
Escuela T. S. de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos
saje urbano apunta a unas conclusiones que son la base de Universidad de Castilla La Mancha
la inevitable reflexión que señala a la necesidad de renovar el Universidad Politécnica de Madrid

entendimiento de los valores paisajísticos en el medio urbano.


La reacción social frente a la estandarización de las pau-
tas culturales se está traduciendo en un sentimiento contradic-
torio y complejo de añoranza por ambientes con carácter, que
encuentra en lo pintoresco una respuesta rápida y satisfacto-
ria. Esta demanda, no obstante, aunque mediatizada por otras
actitudes sociales como el consumo, la relación con el mesti-
zaje, la limitación del tiempo disponible o la preferencia por lo
formal y visual frente a relaciones más completas y complejas,
se traduce en un interés sincero por los procesos de identidad.
Bibliografia
La cultura del consumo determina una actitud frente a los – Clementi, Alberto, 2004, Infraestructura, Infrastructure and Landscape, Mandrágo-
valores que los entiende desde la adquisición de bienes y ser- ra, 2004.
– Council of Europe, 2000, European Landscape Convention, Florence, 20 October
vicios. El valor del paisaje, también el del paisaje urbano, se 2000, Council of Europe.
entiende como un valor digno de ser adquirido y comerciali- – Cullen, Gordon, 1971, El Paisaje Urbano. Tratado de estética urbanística, Editorial
Blume, 1974.
zado, lo que repercute en el tratamiento que se hace de los – Debord, Guy, 1996, La sociedad del espectáculo, Pretextos, 1999.
paisajes con mayor carácter y más legibles (paisajes icónicos). – Español Echaniz, Ignacio, 2002, “La conservación del paisaje: mirada, entendi-
miento y gestión”, en Desarrollo Sostenibles y patrimonio histórico y natural. Una
La singular relación que se da entre el observador viajero y
nueva mirada hacia la renovación del pasado, Fundación Marcelino Botín, Santan-
su entorno se construye en la ciudad sobre la predominancia del der, Tomo II, pp.155-180.
tránsito en los sistemas metropolitanos y concede una especial – Español Echaniz, Ignacio, 2005, “Identidad cultural y paisaje”, en Paisajes cultura-
les, Ronda 2003, Colección Ciencias, Humanidades e Ingeniería, 77, Colegio de In-
importancia a los centros de transporte y sus infraestructuras. genieros de Caminos, Canales y Puertos, Madrid, pp. 143-180.
El desapego por un entendimiento del universo completo – Fariña, José, 1998, La ciudad y el medio natural, Serie Manuales 18, Akal Arqui-
tectura, 1998.
del paisaje urbano, que no es otra cosa que un producto cul- – Fernández Belmonte, Diego, 2006, “Cualificación paisajística de accesos, travesías
tural vital, y particularmente de sus consecuencias en otros e itenirarios urbanos”, Ponencia en el 1er Congreso de Paisaje e Infraestructuras,
Sevilla 2006, Junta de Andalucía. Inédito.
paisajes (de compensación y trastienda), favorece una visión – Fernández-Galiano, Luis, 2008, “Paisajes españoles”, El País Arquitectura, Babelia,
excesivamente estetizante, pintoresca y escénica que sobre- sábado 26 de abril de 2006.
– Fumaroli, Marc, 1992, L’Utopie Francaise, essai sur le patrimonine, Menges, 1992.
valora los aspectos formales y los separa y aísla de los me-
– Lynch, Kevin, 1960, La imagen de la ciudad, Gustavo Gili Reprints, 1998.
canismos reales de la dinámica urbana y territorial. – Mumford, Lewis, 1979, La Ciudad en la Historia, Ediciones Infinito, Buenos Aires.
Entre las nuevas actitudes culturales, hay que señalar la – Turri, Eugenio, 1998, Il paesaggio come teatro. Dal territorio visuto al territorio rap-
presentato, Bibliteca Marsilio, 1998.
creciente sofisticación de las relaciones sociales y de los me- – Rico Carranza, Eduardo, 2006, “Estética y paisaje de las autovías periurbanas”, Po-
canismos de acción y reacción social que se derivan de ello. nencia al Primer Congreso sobre Estética e Ingeniería Civil, A Coruña, 2006. Inédito.
– de Santos, David, 2005, “El paisaje del metro”, trabajo de curso, asignatura El Pai-
El claro mestizaje cultural que se da en las ciudades es parte saje y la Ingeniería Civil, ETS Ing. de Caminos, Madrid, inédito.
de este cambio, posee unas especiales pautas de desigualdad – Vega, Javier, 2006, “Diseño de espacios urbanos. Moratalaz y Valdebernardo”, tra-
bajo de curso, asignatura El Paisaje y la Ingeniería Civil, ETS Ing. de Caminos, Ma-
en el intercambio social aunque no deja de reflejar una de- drid, inédito.
terminada organización de las comunidades del planeta. – Whiston Spirn, Anne, 1998, The Language of Landscape, Yale University Press, 1998.

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PÁGINA INTENCIONALMENTE
DEJADA EN BLANCO

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Lo verde
Rafael Rivera Herráez y Javier Rivera Linares

DESCRIPTORES
ZONA VERDE
PARQUE
JARDÍN
CRISIS MEDIOAMBIENTAL
URBANISMO
PAISAJISMO
ESPACIO PÚBLICO
CIUDAD
HUERTA
TAPIZANTES

Los principios
Los primeros homínidos que habitaron nuestro planeta recu- como una solución y se llega a plantear como elemento clave
rrieron a las arquitecturas cuando la naturaleza les era hostil y en la contraposición de la ciudad y el campo que trató de re-
necesitaban protegerse de ella, de su climatología, de su fau- solver Ebenezer Howard con su programa de Ciudad Jardín2
na. Pero con el transcurso de los siglos, muchos siglos, y cuan- (denominación que ha llegado hasta nuestros días completa-
do estos habitantes desarrollaron su poderío hasta las últimas mente vacía de su concepción original). De aquel debate que-
consecuencias, fue la naturaleza la que necesitó protegerse de dó la denominación de zona verde o pulmón verde como una
ellos. Sin embargo, y a pesar de sentirse los dueños de todo, vinculación evidente a la salud.
los humanos tuvieron que recurrir a retazos de la propia natu- Desde entonces, esa denominación es una referencia do-
raleza, domesticados, en forma de jardín, para mantener sus tacional y genérica de los parques y jardines, pero subra-
creencias, para garantizar la supervivencia de la especie que yando un concepto cromático ambiguo que puede abarcar
habitaba en esas arquitecturas. Por eso tiene el jardín un pa- desde un limitado macetero o jardinera hasta un parque me-
sado mitológico, mágico, resumen de paraíso y huerto, de pro- tropolitano, y ha dado pie a muchos trucos métricos para
ducción y sosiego, de cultura y naturaleza, de filosofía y juego. computar como equipamiento, regulado por la ley, aquello
Las aglomeraciones urbanas crecieron con la revolución que solo puede tener un limitado uso ornamental tanto por su
industrial, el penúltimo empujón de la llamada civilización, y tamaño como por su configuración o su morfología.
atraídos por el señuelo de más posibilidades, más riquezas, El Antiguo Reglamento de Planeamiento se detenía en es-
más éxitos, los hombres y mujeres acudieron a las urbes en te apartado y definía condiciones específicas para que una
busca de quimeras prometidas. Pronto los ciudadanos empe- porción de suelo pudiera considerarse jardín. Exigía una su-
zaron a darse cuenta de que había otras necesidades, como perficie no inferior a 1.000 m2 y en la que pudiera inscribir-
la higiene, la salud, el soleamiento, la convivencia, problemas se una circunferencia de 30 metros de diámetro, que tuviera
que eran parejos a las virtudes de la ciudad. En ese momen- condiciones apropiadas para la plantación de especies vege-
to, las llamadas zonas verdes empezaron a ejercer de medi- tales y que estuviera garantizado el soleamiento adecuado.3
camento contra algunos de los conflictos más conocidos y más Todo ello porque, con frecuencia, tanto los particulares co-
acuciantes. Fue en la carta de Atenas donde se subrayaba: mo la propia Administración entienden ese equipamiento, como
“La ciudad, históricamente, se ha diseñado en base a la es- otros, más como una carga (incluso así se le ha llamado du-
peculación, las desigualdades sociales y la falta de higiene”.1 rante mucho tiempo: carga urbanística) que como una pieza
A partir de esa revolución industrial y de la masificación imprescindible de la morfología urbana y del espacio público.
de las ciudades, empieza a entenderse el jardín como par- Habitualmente tratan de evitarla buscando atajos legales o
que, como dotación, como zona de uso y disfrute de los ciu- parcelas residuales que no pueden dedicarse a otros usos de
dadanos para desarrollar aquellas actividades que se consi- mayor rentabilidad. Pocas veces se asigna el uso de jardín a
deran necesarias pero no pueden llevarse a cabo dentro de una ubicación elegida precisamente por la adecuación del
las viviendas, dentro del espacio privado. El jardín aparece suelo, por el régimen de vientos o por el nivel de soleamiento.

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Fig. 1. Campo de golf del Saler, Valencia. Foto: Alberto Saiz. Fuente: Fig. 2. Binomio común: campo de golf-urbanización. Foto: MRW. Fuente:
“Levante. El Mercantil Valenciano”, “Extra golf 2006”, 17 mayo de 2006, p. 22. “Levante. El Mercantil Valenciano”, “Extra golf 2006”, 17 mayo de 2006, p. 10.

El color verde
La denominación cromática a la que nos referimos es la úni-
ca de estas características en la terminología al uso. No hay
zonas marrones, amarillas o rojas. Y tiene tanta fuerza esa
denominación colorística, que se ha llegado a identificar el
color con el espacio, espacio verde, y, llegando mucho más
lejos, con el césped. Esto ha supuesto una simbiosis entre de-
nominación y elemento que, sorprendentemente, ha condicio-
nado el diseño de parques y jardines de los últimos tiempos
hasta el extremo de no percibirlos como tales si no contienen
praderas impolutas a modo de alfombra verde respondiendo
perfectamente a su denominación, todo esto importando una
imagen de jardín lejana a nuestra morfología que ha despla-
zado cualquier otra preexistencia, adaptada a las condicio-
nes de nuestro territorio.
Un territorio que día a día se va coloreando un poco más
al producirse esta masiva propagación del manto verde, no so-
lo en los citados parques y jardines sino también con los, cada
vez más extendidos, campos de golf. Campos de un deporte
con unas exigencias ajenas y opuestas a la mayor parte de
Fig. 3. Sobran las palabras… Campaña costas para Greenpeace
nuestros enclaves, los cuales pierden su razón de ser, su iden- de TIEMPO BBDO. Nominado Premios Laus 2004 Publicidad Gráfica
tidad, al serles impuestas unas necesidades impropias (Fig. 1). (Comunicación gráfica no comercial). Fuente: “ON Diseño”, 257/2004, p. 306.
Campos que ocultan tras de sí urbanizaciones, edificaciones
que complementan el desastre paisajístico, vendiéndolas en el siglo pasado, como paradigma de una nueva mirada sobre la
mismo lote verde (Fig. 2). Cada vez más este verde vende. naturaleza. Una mirada que no solo trata de conservarla, que
también, sino que actúa sobre ella considerando sus necesi-
La crisis dades, sus cualidades y su identidad. Se trata de buscar inter-
Pero si, después de la revolución industrial, la crisis de la ciu- locutores que hablen en su nombre, poniendo en primer pla-
dad dio origen a la necesidad urgente de crear jardines y no las especies vegetales y animales, subrayando que las pri-
equipamientos para tratar de paliarla mediante la acción pú- meras tienen muchos más años de vida sobre el planeta que
blica, la crisis medioambiental ha despertado las alarmas al- los humanos, son infinitamente más longevas y han sido ca-
rededor de las formas y los contenidos de los nuevos jardines. paces de adaptarse mucho mejor a los cambios que nosotros,
Esa crisis medioambiental es, sobre todo, una crisis de re- que ahora aparecemos como miopes depredadores.
lación con el medio, de incomprensión de nuestro papel en la Lo verde de pronto ya no es un color, sino una filosofía
historia del mundo, de intentar supeditar la naturaleza a nues- que pone en cuestión muchas prácticas habituales.
tras necesidades (reales o ficticias) sin poner límite alguno. Es Desde esa nueva filosofía las actuaciones sobre el litoral
por ello una crisis que se produce a nivel global, más allá de de nuestro territorio son objeto de múltiples críticas por lo que
ciudades y estados, y que obliga a replantear esos vínculos des- supone planificar sin ninguna perspectiva de futuro, sin con-
de las nuevas relaciones con el medio y la conciencia colectiva. siderar el medio sobre el que se actúa y buscando solo el en-
La nueva concepción sobre la manera de intervenir en el riquecimiento inmediato de unas minorías que son social-
entorno tiene una repercusión inmediata con la aparición del mente reconocidas y envidiadas. La imagen de nuestra costa
llamado Paisajismo, una disciplina con una larga experiencia colmatada hasta extremos insospechados es frecuente y la
en otros países, pero que aquí nada más aparece a finales del aceptamos sin inmutarnos (Fig. 3).

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Fig. 4. Mina de carbón a cielo abierto en las grandes llanuras
de Dakota del Norte. Foto: Alex S. Maclean. Fuente: La fotografía
del territorio, Barcelona, Editorial Gustavo Gili, 2003, p. 219.

En el interior las cosas no son muy diferentes, los agentes


económicos han vuelto la mirada sobre él, y la vorágine ur-
banística está poniendo en riesgo todos los equilibrios prees-
tablecidos en el planeta, ignorando las leyes naturales más
elementales mientras impone otras efímeras que nada tienen
que ver con las necesidades del medio.
El paisajismo, la ecología, las ciencias medioambientales
y otras disciplinas concurrentes aparecen como cuerpo teóri-
co de esa filosofía que defiende una nueva visión del mundo
y se apoya en la defensa del medio, la austeridad, la humil-
Fig. 5. Puente de Betsy Ross y enlace I-95, Filadelfia, Pensilvania.
dad, el límite como instrumento de trabajo, el control de la Foto: Alex S. Maclean. Fuente: La fotografía del territorio, Barcelona,
contaminación de todo tipo, el ahorro energético y otras va- Editorial Gustavo Gili, 2003, p. 18.

riables que apuntan a la conservación de un planeta herido.


Como explica Delibes en su último libro, “La vida es más Aun cuando se pueden citar brillantes ejemplos de recu-
fuerte que nosotros y, por nuestro propio bien, sería bueno peraciones del espacio público para el ciudadano, no se tra-
que lo tuviéramos claro. Los hombres necesitamos una cura de ta más que de eso, recuperaciones. La posible necesidad de
humildad. Necesitamos al resto de los seres vivos, pero éstos creación de infraestructuras o explotación del territorio debie-
no nos necesitan a nosotros. Hay vida en este planeta desde ra ir acompañada obligatoriamente de un proyecto de man-
hace más de tres mil millones de años, pero sólo en los últi- tenimiento y enriquecimiento del paisaje sobre el que se ac-
mos doscientos mil han existido hombres de nuestra especie”.4 túa para disfrute del usuario, mucho más allá de los dudosos
Cada vez más esos principios van haciéndose sitio en la estudios de impacto ambiental, cuya eficacia en la práctica
cultura dominante produciendo movilizaciones internaciona- está resultando poco operativa, más dirigida a preservar la
les y agendas dirigidas a la conservación y contra la depre- conciencia del que promueve, que a considerar las condicio-
dación. Los gobiernos empiezan a ser permeables a este tipo nes del medio sobre el que se actúa (Figs. 6 y 7).
de consideraciones y, ante problemas evidentes como el cam-
bio climático, el calentamiento del planeta, la extinción de es- En la ciudad
pecies, etc., aparecen acuerdos y convenios mínimos que ge- Dentro de toda esta corriente no es solo el medio externo a la
neran una cierta esperanza. No obstante, las potencias más ciudad el que se ve convulsionado por las nuevas tendencias.
poderosas todavía se resisten a firmar estos acuerdos que, se- También a pequeña escala, también los parques y jardines ur-
gún argumentan, afectarían a su nivel de desarrollo, nivel cla- banos reciben la influencia de las nuevas teorías y de esa cri-
ramente insostenible si se extrapolara al conjunto del plane- sis de relaciones con el medio.
ta. Así pues, la solidaridad internacional y la comprensión co- El diseño y la intervención en el espacio público, y muy es-
lectiva del problema aparecen como unas variables impres- pecialmente en las llamadas zonas verdes, comienza tímida-
cindibles para abordar el desafío. mente a recoger la filosofía del respeto por el medio y de la
Dicha preocupación de las clases gobernantes lleva, en sostenibilidad como vehículo de cultura.
algunos casos, a recuperar lugares y paisajes previamente La austeridad es un concepto que empieza a recibir un cier-
devastados, ya sea por explotaciones masivas del territorio to impulso por su relación con la garantía de futuro, y por eso
(en forma de canteras, barrancos, vertederos, etc.) o por su- de supervivencia, y por eso de vida. Aunque, cuando la auste-
perposición sobre ellos de potentes infraestructuras (autopis- ridad supone abaratamiento de costes es cuando más receptivo
tas, aeropuertos, grandes rotondas, etc.) (Figs. 4 y 5). se muestra el gestor respecto a la filosofía. Es de destacar que,

22 I.T. N.O 75. 2006


Fig. 6. Proyecto de restauración paisajística del depósito controlado de La Vall d’en Joan de los arquitectos Enric Batlle i Joan Roig, Parque Natural del Garraf.
Foto: Batlle i Roig, Arquitectes. Fuente: Sólo con naturaleza, catálogo de la III Bienal Europea de Paisaje, III Premio Europeo de Paisaje Rosa Barba,
Arquíthemas núm. 17, Barcelona, edición Col·legi d’Arquitectes de Catalunya y Fundación Caja de Arquitectos, 2006, p. 106.

en general, cualquier actuación que toma en consideración las


variables fundamentales de una relación razonada y razonable
con el medio es, a medio y largo plazo, más rentable, más eco-
nómica y tiene más garantías de supervivencia. Es más barato
evitar el deterioro del entorno, que corregir a posteriori los des-
ajustes de mayor alcance. Pero esa es otra mirada.
Con todo ello, conviene reformular esa identidad del co-
lor verde con el objeto, con el diseño concreto. Es decir, po-
demos llegar al pequeño trabalenguas de crear una zona ver-
de que no es verde, o a intentar explicar si un jardín zen, de
gravas, arenas y escolleras, es o no una zona verde (Fig. 8).
No parece adecuado seguir confundiendo zona verde con
tapizantes, con el color del suelo, con el extendido green, con el Fig. 7. Recuperación del Barranco de la Fontsanta como parque público, de los
riego por aspersión, y con toda una serie de parámetros aje- paisajistas Manuel Ruisánchez y Manel Colominas, Sant Joan Despí. Foto: Ma-
nuel Ruisánchez. Fuente: Jardines insurgentes, Arquíthemas núm. 11, Barce-
nos al lugar, impuestos por una cultura de la copia y la tema- lona, edición Fundación Caja de Arquitectos, 2002, p. 280.
tización que acaba produciendo disfunciones que solo se pue-
den suplir con esfuerzos adicionales, también económicos, no
justificados. Seguir el lenguaje de la importación de imágenes
y soluciones, aparentemente naturales, que no responden a las
condiciones del medio propio, es hacer de la copia, del mi-
metismo, un método de trabajo. Y un coste añadido superfluo.
Dentro de esa nueva filosofía imprescindible que citába-
mos, el verde debe identificarse con el concepto de naturale-
za más que con el color, y su relación debe plantearse en tér-
minos de la cultura de los pueblos, de su recuperación, de su
reinterpretación.

Nuevas miradas
Pero es necesario analizar con certeza el fenómeno. No cree-
mos que la solución esté en reivindicar solo especies autóctonas
y diseños casticistas que repiten modelos sin investigación algu-
na y sin revisar el progreso de la propia cultura durante siglos. Fig. 8. Jardín Zen en Kyoto, Japón. Foto: Rafael Rivera. Fuente: Propia.

Ni nos parece razonable obviar los principios de la modernidad


que reivindican la reflexión y la reformulación de los diferentes blicos, de la investigación para aportar soluciones novedosas
parámetros en clave de progreso y de actualidad. Ni tampoco ajustadas a cada realidad de cada pueblo. Es necesario re-
podemos proponer que las cosas se hagan “como siempre se coger aquellos orígenes dotacionales del verde, aquel con-
han hecho”, haciendo mención a una tradición, costumbre o há- cepto ornamental, y revitalizarlo con ese protagonismo públi-
bito que, con demasiada frecuencia, confundimos con cultura. co que la historia le ha dado en relación con la imagen, la
Al contrario, entendemos que el camino está en vivir nues- calidad de vida y las condiciones de habitabilidad de las ciu-
tro tiempo con plenitud, aceptando los desafíos de la moder- dades. Pero todo ello sin alejarnos de aquellos parámetros
nidad, de la interpretación, ahora y aquí, de las corrientes que suponen nuestra identidad y la de nuestro paisaje, y por
ideológicas actuales en relación con los nuevos espacios pú- ello, del ajuste a todo lo que la naturaleza ha puesto a nues-

I.T. N.o 75. 2006 23


tro alrededor. Los jardines son fruto de la sociedad que los del que es hijo nuestra cultura. Negarlo es perder la identi-
produce y son una expresión artística de su tiempo. Por ello, dad, pensar que el progreso imprescindible puede pasar por
una sociedad que no cultiva esa producción, que no cuida las encima de esa identidad es perder la propia cultura. Y nues-
intervenciones sobre su territorio, que no revitaliza el medio, tra cultura es clima, es morfología del territorio, es mar y son
no tiene perspectiva de futuro. ríos, diferentes de otros, ni mejores ni peores. Cultura es ma-
Coincidimos con el profesor Joan Nogué cuando dice: “En nera de reinterpretar el origen, de defender lo colectivo, de
la actualidad se producen diversas manifestaciones contra las ensanchar los horizontes.
agresiones al territorio, reclamando un lugar singular de ca- Tomar en consideración la morfología del territorio, estu-
da zona y cultura, reclamando paisajes identitarios. Entender diar el clima, profundizar en la historia, en los mitos, en los
mal estos términos ha llevado a la creación de lugares de ca- rastros de los antepasados, analizar las características del
rácter estático, museístico, reconstrucciones bucólicas de un suelo, sus riquezas y sus carencias, rentabilizar el agua, re-
paisaje que se quiere preservar, en la misma línea de los par- solver la convivencia entre especies, compaginar edades y ta-
ques temáticos, que llevan a crear ambientes decididamente maños, sombras y claros, árboles y arbustos, tapizantes y tie-
falsos, sin vida, sin identidad”.5 rras, considerar el papel básico de todos los sentidos, aromas,
Es lo que ocurre cuando manipulamos paisajes tan diná- colores, sonidos, tactos, es, todo ello, vehículo de comprensión
micos como la huerta y pretendemos incrustarlos en la ciu- que debe darnos pautas básicas en la creación de nuevos es-
dad imponiéndoles unas leyes urbanas que les son ajenas, pacios públicos, sostenidos y sostenibles, que están al servicio
travistiéndolos de jardines (Fig. 9). También la productividad, de la colectividad, rentabilizando al máximo su presencia y
también la constante evolución, son variables intrínsecas que compaginando con eficacia la vida animal, vegetal y mineral.
alejan el paisaje del museo, el jardín del escaparate, el siste- Sin embargo, la realidad no es esa. En relación con el ca-
ma natural de la postal de recuerdo. La huerta tiene su pro- rácter sensorial de los jardines, vivimos una cultura excesiva-
pia ley y con ella le dio origen a la ciudad. Los cultivos, el so- mente minimizada, con la vista como sentido dominante a pe-
leamiento, los sistemas de riego produjeron el sedentarismo sar de su fragilidad; es tan frágil que basta una venda, una
barrera cualquiera, para que quede oculta esta imagen o
aquella, para que no se vea. Aun así, seguimos desprecian-
do otros sentidos que son capaces de saltar con facilidad esos
obstáculos que nos impiden ver. Conviene considerarlos tam-
bién fundamentales, imprescindibles en el paisaje, en los jar-
dines. Un perfume que anuncia la presencia de un arbusto sin
llegar a verlo, el murmullo de una fuente aún no descubierta,
son aportaciones del propio paisaje que no podemos dejar
de lado. Son esos otros sentidos que conviene experimentar y
que componen un universo distinto según trabajemos con
ellos. No es igual el tacto de una roca con musgo (que de-
nuncia humedad, que advierte de otras variables en juego)
que sin él, ni es la misma información la que suministra.
Desde esa investigación, desde ese estudio pormenoriza-
do del lugar y su historia, desde el reconocimiento de todos
los sentidos como vehículo de percepción, es desde donde se
Fig. 9. Tematización de la huerta con el proyecto “Sociópolis” en La Torre,
puede recomponer una propuesta coherente de zona verde, o
Valencia. Fuente: Generalitat Valenciana. Conselleria de Territori i Habitatge. mejor de parque, de jardín, de plaza (Figs. 10, 11, 12 y 13).

Fig. 10. Proyecto de urbanización de la riera Canyadó en Badalona de la arqui- Fig. 11. Proyecto de urbanización de la riera Canyadó en Badalona de la arqui-
tecta Maria Isabel Bennasar. 1er premio de la 2ª edición del Premio Europeo de tecta Maria Isabel Bennasar. 1er premio de la 2ª edición del Premio Europeo de
Paisaje Rosa Barba. Foto: Aleix Bagué. Fuente: Jardines insurgentes, Arquíthe- Paisaje Rosa Barba. Foto: Aleix Bagué. Fuente: Jardines insurgentes, Arquíthe-
mas núm. 11, Barcelona, edición Fundación Caja de Arquitectos, 2002, p. 298. mas núm. 11, Barcelona, edición Fundación Caja de Arquitectos, 2002, p. 299.

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Fig. 12. Jardín Botánico de Burdeos, de la paisajista Catherine Mosbach, Francia. 1er premio ex aequo de la 3ª edición del Premio Europeo
de Paisaje Rosa Barba. Foto: Catherine Mosbach. Fuente: Sólo con naturaleza, catálogo de la III Bienal Europea de Paisaje, III Premio Europeo
de Paisaje Rosa Barba, Arquíthemas núm. 17, Barcelona, edición Col·legi d’Arquitectes de Catalunya y Fundación Caja de Arquitectos, 2006, p. 307.

Es el momento de adaptar la terminología, el lenguaje, a


los objetivos de las intervenciones, ya no puede seguir sien-
do lícito denominar a un parque, carga urbanística. Los
equipamientos, las cesiones, las necesidades de los ciudada-
nos y ciudadanas para desarrollar su vida como algo com-
pleto y complejo, más allá de vivir y trabajar, no pueden con-
siderarse cargas en nuestro lenguaje. Es al contrario, com-
pletamente al contrario. Son beneficios, a veces injustifica-
dos, los que obtienen los propietarios por la decisión de la
colectividad de permitir la edificación en un lugar o en otro.
En realidad es una concesión del planeamiento, como ins-
trumento de la voluntad de todos. Por eso hay que controlar
con un cuidado exquisito todo el proceso de asignación de
edificabilidades, por eso la sociedad es tan sensible a los
conflictos urbanísticos y sus trastiendas, y la corrupción ha
encontrado un caldo de cultivo en el mundo de la manipula-
ción del territorio. Fig. 13. Jardín de las Hespérides en Valencia, de Carlos Campos, Miguel del
Rey, Mª Teresa Santamaría y Antonio Gallud. Foto: Antonio Gallud. Fuente: Só-
lo con naturaleza, catálogo de la III Bienal Europea de Paisaje, III Premio Eu-
La ambigüedad del término ropeo de Paisaje Rosa Barba, Arquíthemas núm. 17, Barcelona, edición Col·le-
En este contexto, también conviene evitar la utilización de zo- gi d’Arquitectes de Catalunya y Fundación Caja de Arquitectos, 2006, p. 160.

nas verdes como denominación ambigua que no permite ma-


tices. Parece más razonable diferenciar los conceptos, referir- Y no queremos pasar de largo del concepto de jardín pri-
se a los parques, como dotación de uso intensivo, como pie- vado, que existe desde el origen del propio jardín. Su histo-
zas colectivas de juego y esparcimiento; a los jardines, como ria es una historia singular, vinculada al huerto, a la riqueza
espacios donde el mundo vegetal reina y los usuarios tienen del poderoso que se recrea en el sonido de un estanque o en
una presencia sutil, sin interferir en su vida. Definir las plazas, el cobijo de un invernadero o en el aroma de las madresel-
donde se produce la confluencia, el intercambio, la poliva- vas. Y ese concepto privado ha permanecido conviviendo con
lencia; definir los paseos, con alineaciones simétricas o sin el aspecto social del parque.
ellas, con especies ejemplares, con itinerarios. Solo así po- Sin embargo, en la actualidad, cuando el concepto verde
dremos determinar si las ubicaciones son adecuadas, si la ex- vende, como decíamos antes, se promocionan jardines priva-
tensión, el soleamiento y la morfología del suelo son las idó- dos que tratan de cumplir el papel dotacional pero desde la pri-
neas. Hablemos del jardín desde el jardín. Y hablemos del día vacidad, hurtando el papel colectivo y de encuentro que ha te-
de después, es decir, del riego, del mantenimiento, de la sos- nido hasta ahora el parque. Solo comparten el espacio libre
tenibilidad de la intervención, de las intenciones, de la volun- aquellos que lo compran y establecen diferencias sociales que
tad de futuro. Los nuevos diseños de espacios públicos tienen se subrayan muy especialmente en la publicidad de las pro-
que tomar en consideración todas estas variables, algunas mociones. Antes, esa misma publicidad se refería a la proximi-
novedosas, para adaptarse a los nuevos tiempos. dad de los equipamientos públicos, ahora, esos equipamientos

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Fig. 14. Paisaje otoñal en el interior valenciano. Foto: Rafael Rivera. Fuente: Propia.

Fig. 15. Árboles de hoja perenne entre arces rojos en otoño, Taunton, Massachussets. Foto: Alex S. Maclean.
Fuente: La fotografía del territorio, Barcelona, Editorial Gustavo Gili, 2003, p. 94.

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están dentro de la parcela propia, jardines, instalaciones de- matorrales, ni árboles, ni morfología, ni ruinas, ni fauna al-
portivas, piscina, e incluso seguridad, que segrega más aún la guna y mucho menos inquilinos. La parcela ideal es la que no
trama urbana privatizando funciones de la ciudad y perdiendo tiene historia, plana, desértica, eso sí, con los servicios a la
ese sentido colectivo de compartir juegos y conversaciones. puerta. Eso no es cultura, no es aprecio por lo propio, y es
Así, cuando el planeamiento nos anuncia una zona verde, considerar carga todo lo que no es negocio. Un mal camino
nunca sabemos a qué se refiere con exactitud, con precisión. Un para progresar como sociedad.
estadio de fútbol o un parque de atracciones, de pronto, pue-
den ser una zona verde porque el cromatismo se lo permite. Conclusión
Al mismo tiempo, la moda, que tampoco debemos con- En realidad el análisis del concepto cromático nos ha servido
fundir con la cultura, nos arrastra a posiciones dudosas y, vol- como excusa para romper una lanza a favor del reino vege-
viendo a la pigmentación del suelo, al horror que nos produ- tal y a la manera que tenemos de intervenir sobre él. Un rei-
ce ver el suelo desnudo de cualquier otro color, por ejemplo no que comparte el planeta con nosotros y tiene sus propios
marrón, o rojo de tierra fértil. Con frecuencia, el falso amor a derechos y sus propias urgencias que no necesariamente
lo verde se resuelve poniendo un vestido a la tierra, como una coinciden con las nuestras.
camiseta ajustada que la disfraza, siempre la disfraza. Nos ha permitido reflexionar sobre su incorporación a
Buscamos lo natural, pero para evitar los charcos nivelamos nuestras vidas, también a menor escala, en forma de jardines
los suelos con pavimentos. Queremos naturaleza, pero nos en las ciudades. Pero una incorporación con análisis, con res-
asusta el barro, y preferimos la grava a la tierra, el pavimento peto, con proyectos que tomen en consideración las necesi-
a la arena, el adorado césped a cualquier otro tapizante no tan dades de los humanos y también las del mundo llamado ver-
uniforme. Y llamamos malas hierbas a unos vegetales que no de. Hoy es incuestionable el papel del jardín en la ciudad, in-
saben de moral, que tratan de sobrevivir y no entienden por qué cluso como icono identificador de la misma. Nadie puede ne-
les añadimos el adjetivo de malas. La amapola es una llamada garle ese papel central en la amabilidad del ambiente urba-
mala hierba, según los cánones, y nos enternece mirarla. no, en el bienestar social, en la calidad de vida de nuestras
Implícitamente, cuando se produce la elección del tapi- ciudades, que respiran por ellos. En poco más de cien años,
zante verde, ésta tiene como consecuencia soluciones técnicas el jardín ha pasado de ser símbolo de poder a pulmón verde
específicas. El tipo de corte, el mantenimiento, el riego por as- como remedio de las carencias urbanas, hasta, finalmente,
persión, que significa producir lluvia artificial allí donde no convertirse en lugar de encuentro y de convivencia colectiva
llueve suficiente para cultivar esa especie, son actuaciones de- en la ciudad. Por eso es imprescindible el esfuerzo por con-
rivadas que requieren un esfuerzo a contracorriente. En ese seguir proyectos que supongan una reflexión en clave de aus-
momento aparece la técnica al servicio de lo imposible pro- teridad, de conocimiento del medio, de ahorro colectivo, de
duciendo costes y afecciones a aquellas otras especies que sí apuesta de futuro y de convivencia pacífica con esa naturale-
están en su medio y se extrañan de que, de pronto, llueva tan- za que nos ha dado todo desde el principio y ahora nos mi-
to por estos lares. ra con asombro. ■
Tampoco el concepto cromático se adapta a los árboles. El
árbol es un ser vivo, verde y marrón. O rojizo, o granate, o gris.
Con una variedad extraordinaria de especies. Porque, además Rafael Rivera Herráez y Javier Rivera Linares
Arquitectos
de pinos, es necesario recordar que existen otros árboles que
confundimos y no nos preocupa conocer su nombre (mucho
menos sus necesidades) aunque estén presos en un alcorque a
la puerta de nuestra propia casa y los veamos cada día.
El árbol es un ser vivo, cuyas virtudes los humanos no he-
mos podido superar. Y sin embargo lo tratamos como si fue-
ra un mueble. Con frecuencia lo incluimos en la categoría de
mobiliario urbano. Tal vez no tenga inteligencia, tal vez, pe-
ro es capaz de metamorfosear su color (sigue habiendo zo-
nas verdes en invierno, cuando ha caído la hoja, cuando to-
do parece en letargo), cambiar el volumen, la luz y la sombra
Notas
(Figs. 14 y 15). Nos da cobijo, celebra nuestros aconteci-
1. Le Corbusier, Principios de urbanismo: la carta de Atenas, Barcelona, Ed. Ariel, 1975.
mientos, oxigena el aire, nos da frutos, ornamenta nuestro en- 2. Howard, Ebenezer, Garden Cities of tomorrow, 1902, Las ciudades-jardín del ma-
torno, sabe esperar, si le dejamos, juega con nosotros como ñana (3ª parte de Aymonino, Carlo, Orígenes y desarrollo de la ciudad moderna,
Editorial Gustavo Gili, Barcelona 1972).
el mejor animal de compañía y, sin embargo, nosotros le lla- 3. Legislación del Suelo, Madrid, Editorial Civitas S.A., 1982, quinta edición, Real De-
mamos zona verde o mobiliario urbano. creto 2159/1978, de 23 de junio, Anexo: Reservas de suelo para dotaciones en Pla-
nes Parciales, pp. 363-364.
Nos supera en tamaño, edad, y no somos capaces de res- 4. Delibes, Miguel, Delibes de Castro, Miguel, La Tierra herida ¿Qué mundo hereda-
petarlo. Tener una docena en una parcela no es un tesoro, lo rán nuestros hijos?, Barcelona, Ediciones Destino SA, 2005.
5. Nogué, Joan, “Paisaje de la identidad”, Paisaje de los Paisajes, recopilación de las
consideramos, otra vez, una carga. Con frecuencia, los pro- ponencias del curso, Valencia, arquitectespelpaisatge, Colegio Oficial de Arquitec-
pietarios quisieran que sus parcelas no tuvieran bancales ni tos de la Comunidad Valenciana, 2005, p. 97.

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Urbanismo y sostenibilidad,
¿una contradicción en los términos?
Fernando Gaja i Díaz

DESCRIPTORES
URBANISMO
MODERNIDAD
RACIONALIDAD
DESARROLLISMO
REFORMISMO
ESTADO SOCIAL
CAMBIO DE PARADIGMA
SOSTENIBILIDAD
LÍMITES
HIPERURBANIZACIÓN
GRANDES PROYECTOS URBANOS
PLANEAMIENTO Y PLANIFICACIÓN
ESTADO ESTACIONARIO

La superación de la Urbanística proceso de cambio acelerado, resultante de dos vectores di-


de la Modernidad. versos. De una parte los procesos de “informacionalización”,
Hacia un Urbanismo Sostenible innovaciones que entrañan profundas alteraciones en las es-
El tsunami urbanístico que arrasa el litoral ibérico mediterrá- tructuras sociales y económicas, destacando la (mal llamada)
neo, junto con las réplicas mesetarias o cantábricas, fijarían “globalización”. Y de otra, las amenazas que para la conti-
de forma inequívoca la cuestión: ¿es el Urbanismo, tanto su nuidad del modelo pueden derivarse de la crisis ecológica (y
praxis como el corpus doctrinal que lo sustenta, contradicto- social) planetaria. Tiempos de mudanza en los que la socie-
rio o antagónico con cualquier reflexión, con cualquier pro- dad industrial, y el modo de regulación fordista que fue su
puesta que discurra por la vía de la sostenibilidad? Habría máxima expresión, están en entredicho. No podemos aceptar
que comenzar por definir, siquiera sea mínimamente, el res- que transformaciones de tal calado puedan dejar inalterados
baladizo y elástico término, pero para salir del paso pode- los paradigmas urbanísticos con los que nos hemos maneja-
mos enunciar lo que constituye su núcleo: la existencia de lí- do en el último siglo, que tienen (o han tenido), sentido en ese
mites.1 Sostenibilidad equivale a límites; implica la asunción marco concreto. Las reflexiones que aquí se presentan nacen
de límites al consumo, a la ocupación del territorio, a la ur- de la perplejidad, del asombro que se deriva del modo y la
banización sin freno ni control. velocidad en que está cambiando la sociedad y el espacio ur-
Hoy las evidencias y los datos disponibles nos muestran un banizado. Pretenden estudiar y avanzar en el conocimiento
escenario enfrentado e incompatible con estas ideas, un mar- de unos fenómenos que se intuyen como novedosos, y que se
co donde el capital financiero ha irrumpido, ha copado el ne- revelan como desconcertantes.
gocio inmobiliario, imponiendo su ley, sus objetivos, sus crite-
rios, su ideología; arrinconando, descalificando cualquier otro El agotamiento de la Modernidad
planteamiento, el saber acumulado a lo largo de casi dos si- Afirmamos que el paradigma de la Modernidad está agota-
glos, las ideas, los instrumentos que limiten o coarten su ca- do; pero vayamos por partes. Comencemos por precisar el
pacidad de explotar, de transformar, de crear “riqueza”. Ha- sentido del término paradigma, labor no ociosa dado su
blar de Urbanismo, ahora y aquí, a principios del siglo XXI y equívoco carácter. La palabra paradigma admite varias in-
en este Estado, es hablar, es actuar en el ámbito del puro ne- terpretaciones. La más exacta u ortodoxa se refiere en un sen-
gocio inmobiliario, constructor. Pero no siempre fue así. Con- tido estrictamente científico a la totalidad de los conocimien-
viene refrescar la memoria y reivindicar, precisar la existencia tos, métodos y teorías falsados o comprobados, y por tanto
de otro Urbanismo, guiado por criterios distintos y con resul- aceptados como válidos en una disciplina. Pero un paradig-
tados nítidamente diferentes. ma puede también interpretarse en un sentido sociológico co-
Constatemos además que atravesamos una etapa de inse- mo el conjunto de las ideas hegemónicas o dominantes en un
guridades, de crecientes incertezas. Las ideas, los valores, los colectivo científico o disciplinar.
paradigmas que habíamos tomado por ciertos, estables y se- En Urbanismo podemos asumir ambas acepciones, aun-
guros están en cuestión. Partamos de una evidencia: la socie- que para considerarlo en un sentido científico deberemos te-
dad de principios del siglo XXI se encuentra inmersa en un ner en cuenta las dificultades que se derivan de su especial

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estatuto disciplinar, y sustituir la falsación de sus proposicio- nir acompañada de críticas, descalificaciones y una generali-
nes por el criterio de resolución de los problemas planteados. zada pérdida de credibilidad, como se constata repasando las
Es decir, si en el ámbito de las ciencias naturales un paradig- principales publicaciones especializadas en los últimos años.
ma deja de ser científicamente válido si se “falsa” positiva- Proponemos, sin embargo, una aproximación diferente, com-
mente, en nuestro campo deviene inválido si no es capaz de plementaria de la habitual; en lugar de destacar los problemas
dar solución a la problemática a que se enfrenta. Sustituire- que la disciplina es incapaz de resolver, los interrogantes para
mos, por tanto, los argumentos de falso o cierto, por los de los que no tiene respuesta, los fenómenos que no gobierna, y
“resolutivo” o “irresolutivo”. las deslegitimaciones que por todo ello recibe, nos centraremos
Los cambios de paradigma: las revoluciones científicas. En en la consideración de lo que podemos denominar valores fun-
términos generales se acepta que la sustitución de un paradig- dacionales de la Urbanística moderna. Su arrumbamiento nos
ma por otro nuevo tiene lugar cuando el primero no es capaz permitirá postular su ocaso como paradigma.
de responder a los interrogantes planteados. Se dice entonces
que se produce una crisis del conocimiento, o que el paradig- Del fin del Urbanismo de la Modernidad
ma dominante entra en crisis. La insuficiencia paradigmática El Urbanismo que hemos conocido, el que ha guiado la cons-
se suele manifestar por medio de impugnaciones a su credibi- trucción del espacio urbanizado a lo largo del siglo XX, ha sido
lidad y legitimidad disciplinar, y por la reiterada crítica o des- el Urbanismo de la sociedad industrial, el de la Modernidad. El
calificación de los métodos vigentes, de los supuestos y de los Movimiento Moderno, como icono, tótem e incluso tabú, ha si-
resultados. En el caso del Urbanismo, podemos considerar que do su plasmación plástica más conocida, y aplicada. Pero con
un paradigma entra en crisis cuando es incapaz de resolver los independencia de su formalización, el Urbanismo de la Mo-
problemas (las “problemáticas” urbanísticas) a que se enfrenta dernidad se ha basado en tres valores fundacionales, centrales:
la sociedad en su despliegue espacial, situación que suele ve- racionalidad, desarrollismo o productivismo y reformismo, va-

Fig. 1. Desarrollismo y Modernidad.

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lores que, como intentaremos argumentar, han dejado de tener habido una mutación en la racionalidad, en la lógica que ar-
sentido, aceptación y/o viabilidad, poniendo a su vez en crisis ma el discurso urbanístico: frente a la antaño dominante lógi-
a todo el modelo, al paradigma entero. Debemos llamar la ca social, muy influida por el pensamiento mecanicista, hoy se
atención sobre la índole social de estos valores fundacionales: ha impuesto la lógica empresarial. La primera forjó un arse-
todos ellos son criterios no específicamente urbanísticos, aun- nal técnico-científico orientado a la reducción de la incerti-
que hayan guiado la práctica profesional. Cualquiera que ha- dumbre, a la previsión de escenarios futuros, con el objetivo
ya sido la opción metodológica o el enfoque adoptado, los pa- de corregir las disfunciones sociales del modelo. No otra co-
radigmas urbanísticos modernos se han desarrollado a partir sa era el plan, el instrumento rey del Urbanismo moderno. La
de la asunción axiomática de esos tres valores fundamentales. segunda se presenta con un discurso, más que mecanicista,
fatalista: la “mano invisible” del mercado todo lo preside, to-
De racionalidades do lo dicta, no deja lugar para la intervención correctora (el
Aunque no existe un solo modelo de racionalidad, y de hecho término intervención se ha cargado de connotaciones negati-
podríamos hablar de racionalidades, en sentido genérico la vas: “intervencionismo”). Los poderes públicos deben abste-
racionalidad es la nota dominante de toda la Modernidad, el nerse de planear, limitándose a allanar las dificultades que el
valor supremo y distintivo de la sociedad industrial. La “racio- capital financiero pueda encontrar para desarrollar su activi-
nalidad” otorga veracidad, validez; legitima las decisiones, dad,3 y adicionalmente encargar proyectos, Grandes Proyec-
bloquea las críticas, las descalificaciones, inviste de autori- tos Urbanos, herramienta soberana de esta desnortada Urba-
dad. Todo aquello que viniera avalado con el marchamo de la nística finisecular. Y ello sin pasar por alto, más allá de argu-
“cientificidad”, grado máximo de la racionalidad, era indiscu- mentos disciplinares, la conversión de los Grandes Proyectos,
tible. La racionalidad devino argumento de potestad, fuente de la obra pública en general, “en un fin en sí misma, en un
de poder, como antaño lo fueran los textos sacros. Frente a las objetivo para la acumulación de capital cuya persecución ha
pautas de las sociedades teocráticas donde el saber, la auto- modificado las relaciones entre el poder y la economía de mo-
ridad y la legitimidad emanaban de lo revelado en los libros do que el sistema económico español se aproxima más a un
sagrados o por sus delegados terráqueos –no olvidemos que neofeudalismo que al conocido neoliberalismo”, como acerta-
las monarquías absolutas se consideraban, en muchos casos, damente ha destacado José Manuel Naredo.4
emanadas de los poderes divinos–, la Modernidad antepuso A la quiebra de la racionalidad que sustentaba el Urba-
la razón. Nada era admisible si no era racional, lógico. Apli- nismo Moderno, a la deslegitimación de cualquier planifica-
cado a las ciencias de la naturaleza, la racionalidad funcionó ción, incluido el planeamiento, ha seguido la imposición de
como un reloj perfectamente ajustado, pero su transposición a un modelo basado en el automatismo del mercado, presenta-
otros campos acarreó problemas imprevistos. Perplejos com- do, a diferencia de la primera formulación liberal del XIX, co-
probamos que los saberes y las actividades sociales no esta- mo un mercado participativo, informado, abierto, “global”,
ban presididos por una única lógica, lineal, mecanicista, que en tiempo real… en definitiva el escenario ideológico, la qui-
la interacción del observador, del científico, del pensador, al- mera, de la “globalization”. En esta nueva racionalidad “post-
teraban los planteamientos del problema; y su solución. En Ur- moderna”, el planeamiento, como instrumento canónico del
banismo, por ejemplo, es posible abordar el problema de la Urbanismo, ya no busca, precisa, ni quiere ajustar sus pro-
construcción del espacio urbanizado desde lógicas diferentes, puestas a los resultados (una línea de pensamiento, un obje-
y aun antagónicas. Lo hemos verificado luego, especialmente tivo que había generado todas las metodologías del planea-
a finales del siglo XX, cuando abandonada la lógica social, re- miento flexible, y aún más de la Urbanística de Sistemas).
formista, se impuso la lógica empresarial, mercantil, inmobi- Ahora este objetivo no tiene sentido: la mano invisible del
liaria, como criterio de validación y guía para la acción. Ra- mercado nos ahorra ese esfuerzo, introduciendo unos auto-
cionalidad sí, pero sabiendo que no es única, que no existe matismos, que en realidad están muy lejos de funcionar.
una única lógica, que ésta es compleja, caótica –caótica no
implica que carezca de sentido–, multidisciplinar. Creced y multiplicaos: el desarrollismo
La racionalidad en Urbanismo es hoy un principio en con- La segunda pata del trípode en que se ha basado la Moder-
testado. Así lo destaca Roch2 cuando afirma: “La entrada re- nidad, y por extensión el Urbanismo moderno, era, y es, la del
ciente en una profunda crisis de la racionalidad productiva productivismo o desarrollismo. La Modernidad, la sociedad
que había dominado el panorama urbano desde la última industrial, partía de la absurda creencia, sin base lógica, ni
gran guerra, no ha hecho sino acelerar la descomposición del científica, de la infinitud de los recursos, de la ilimitada capa-
discurso urbanístico e impregnar la cultura de la ciudad de cidad del planeta para absorber todos los residuos, para aten-
una suerte de desconcierto escéptico que sólo puede resolver- der todas nuestras demandas, los consumos ilimitados, para
se con la propuesta de un nuevo paradigma que ya no podrá poder dar satisfacción a todos nuestros deseos y caprichos. Un
centrarse sólo en la racionalidad de un dispositivo producti- valor que es la transposición laica del mandato bíblico del
vo”. Nótese, sin embargo, que Roch habla de racionalidad “creced y multiplicaos”, devenido finalmente pesadilla.
productiva, no de racionalidad en sentido epistemológico, un El desarrollismo, expansionismo o productivismo tampoco
concepto más próximo a nuestro concepto de desarrollismo, es un valor específico de la disciplina urbanística, es un su-
como luego analizaremos. Hay que aceptar y destacar que ha puesto esencial aportado por la ideología de la Modernidad.

30 I.T. N.O 75. 2006


Es una condición básica para el desarrollo de las sociedades in-
dustriales. El desarrollismo se plasma a nivel general en la ilu-
soria creencia de que los modelos de crecimiento permanente,
continuo o sostenido son posibles. En la esfera de la economía
esta idea significa que el aumento permanente de la produc-
ción, el crecimiento constante del PIB o la acumulación sin tre-
gua de capital, son los objetivos (y el motor) del modelo (de he-
cho el término crisis económica se asocia unilateralmente con
reducción de la producción). Todo lo que no sea ”desarrollo”,
entendido como crecimiento cuantitativo –el cualitativo solo se
admite si contribuye indirectamente al crecimiento cuantitativo–,
no interesa. En Urbanismo el desarrollismo se ha traducido en
una permanente expansión de la urbanización sobre los suelos
rústicos. Es cierto que la historia del Urbanismo nos recuerda la
constante presencia de voces discrepantes, de autores que han Fig. 2. El Movimiento Moderno, el espacio urbano inexistente,
denunciado los problemas que esta invasión generaba, pero reducido a un tapiz (supuestamente verde) de fondo.

reconozcamos que estas posiciones han sido siempre minorita-


rias, cuando no abiertamente marginales (o marginalizadas). ción urbanizadora ocupa igual suelos y terrenos, los urbaniza
Como reacción, algunos autores han proclamado su descalifi- y los edifica, sin el menor respeto, sin miramientos, sin consi-
cación urbi et orbe del Urbanismo: “Haciendo un repaso de las deración alguna sobre sus consecuencias e impactos.
disfunciones y escenarios conflictivos creados por la ciudad es Pero este productivismo agoniza. Es un enfermo terminal
evidente que el Urbanismo no puede resolverlos. Su fondo epis- que goza de una excelente salud, o mejor dicho de un impon-
temológico y conceptual y los instrumentos que configuran su derable aspecto. Las apariencias engañan: el modelo está ago-
disciplina son apropiados para resolver problemas parciales, tado, las evidencias son tan abundantes y contundentes que
pero no lo son para dar respuesta a problemas propios de la solo nuestros pre-juicios nos impiden verlas. Hora es, pues, de
autoecología, que son propios de los ecosistemas urbanos, es construir un Urbanismo alternativo al “exquisito cadáver” que
decir, de la ecología urbana”.5 Omitamos de momento esta ne- es el actual. Un Urbanismo no basado en el crecimiento: el
gación de la mayor, casi una inhabilitación general (que igno- del siglo XXI, que será el de la transformación, a diferencia del
ra la aportación positiva del Urbanismo a la mejora de la ciu- pasado, que ha sido el de la expansión. De forma paralela a
dad, junto a su innegable contribución a la creación de disfun- la actual construcción de una Economía alternativa a la ex-
ciones y escenarios conflictivos), y avancemos en el estudio de pansiva denominada de “estado estacionario”, deberíamos
lo que Rueda llama fondo epistemológico y conceptual. hablar ya de un “Urbanismo del estado estacionario”.
Cuando se consolida la sociedad industrial, en el siglo XIX,
el entorno social y humano es de una extrema dureza, pero to- Del reformismo
do el mundo está convencido de que el futuro va a ser inevita- al “clientelismo parasitario”
blemente mejor: un porvenir en el que todos perfeccionaría- El tercer valor que ha guiado la construcción del Urbanismo
mos nuestra condición, entendido como aumento de los nive- de la Modernidad ha sido el del reformismo. La acción urba-
les de consumo –por la vía del capitalismo o por la del socia- nística pretendió resolver (o mitigar) los problemas que plan-
lismo, tanto da a estos efectos–. De nuevo, hoy sabemos que teaba el despliegue espacial de la urbanización en la nacien-
no es así, que no puede ser así. El pesimismo, el profundo des- te sociedad industrial. Más allá del diseño urbano –aunque
encanto, la falta de ideales, de un proyecto transformador que incorporándolo– se centró en la resolución de los gravísimos
azota a las nuevas generaciones (a la sociedad entera) es un conflictos sociales: el alojamiento, la sanidad, el transporte,
reflejo de la quiebra de esta ilusión. Somos conscientes, perci- los equipamientos públicos… La idea que presidió esta inter-
bimos, que en el futuro no podremos seguir consumiendo “pla- vención, el objetivo central, fue la de reequilibrar, corregir las
neta” de la forma insensata y depredadora que lo estamos ha- desigualdades, mejorar las condiciones de vida. Una actitud,
ciendo (aunque nos engañemos alargando la borrachera con- un enfoque reformista, alejado por igual de los planteamien-
sumista hasta el final). Si la sociedad de la Modernidad, en ge- tos ultraliberales –ajenos a todo ajuste que no fuera “impues-
neral, está basada en el espejismo del crecimiento sin fin, en to” por el mercado– y de los revolucionarios –que entendían
la expansión de la producción y del consumo, en Urbanismo las contradicciones y problemas urbanos como el reflejo de la
esta afirmación alcanza niveles axiomáticos: no se le concibe infraestructura social, de un sistema injusto que había que de-
si no es en permanente y perpetua expansión, colonizando, si rrocar, posponiendo la mejora del medio urbano a la conse-
nadie ni nada lo impide, el territorio entero, para urbanizar cución de este objetivo–. La institucionalización del Urbanis-
hasta el último rincón –salvaguardando, “protegiendo” alguna mo en la esfera de lo público, a lo largo de gran parte de los
reserva, algún “bantustán” a modo de ejemplo de lo que fue siglos XIX y XX, su asunción como servicio (antes que negocio
la tierra antes de que la devoráramos–. El litoral ibérico medi- privado) explican su evolución, la formación de un corpus
terráneo es espantosamente ejemplar: en pocos lugares la ac- doctrinal y teórico, su práctica, sus éxitos y sus fracasos.

I.T. N.o 75. 2006 31


¿Está en crisis este Urbanismo reformista, redistributivo? Lo
está en la medida en que también lo está el modelo social que
le da sentido, del que deriva. El abandono del modelo fordis-
ta –producción masiva para un consumo masivo con un Esta-
do fuerte, interventor y corrector de desequilibrios sociales– re-
percute directamente en los valores que han guiado la acción
urbanística, y por tanto en los modelos, en los paradigmas vi-
gentes. El modelo consolidado del planeamiento moderno (ins-
titucionalizado, integrado, jerárquico, secuencial y en casca-
da) fue la expresión canónica, en el ámbito de lo urbanístico,
de la ortodoxia reformista (pero también racional y desarro- Fig. 3. Sostenibilidad y límites, o desarrollismo y ecosuicidio.

llista, no lo olvidemos). Este modelo, característico de la forma


de ejercer la tutela urbanística por parte del Estado del Bienes- Urbano, adecuando los instrumentos a la escala, a la natura-
tar, expresión disciplinar del modelo fordista, está efectivamen- leza del problema, a los objetivos, sin renunciar nunca a la
te en crisis, como lo está en definitiva la intervención directa y comprensión de la globalidad, a la reflexión sobre el futuro,
general del Estado Social. Y lo está por dos impugnaciones, en un escenario incierto, complejo, caótico, pero no aleatorio y
gran medida opuestas, la ya mencionada procedente de las mucho menos irrelevante.
posiciones neoliberales y, frente a ellas, la que se emerge des-
de los planteamientos ecologistas. La primera, dentro de su es- Urbanismo y sostenibilidad
trategia de reducción de lo público, pretende acotar el Urba- no son términos antitéticos
nismo, y sobreponerlo a su servicio, a trabajar en su beneficio; Lo es, sí, el Urbanismo actual: guiado por la lógica inmobi-
la segunda, desde el convencimiento de que el modelo no se liaria, productivista, voraz, sin capacidad de contención, ili-
puede perpetuar, pretende transformarlo incorporando junto a mitado; reducido al proyecto, disciplinarmente autista; insen-
la lógica social la razón ecológica, la reducción del impacto de sible a los problemas sociales, especulativo, segregador y pri-
los asentamientos humanos en el ecosistema global. vatizador de espacios. No puede ser este el Urbanismo del si-
¿Cuándo se produjo el cambio? Es a finales del siglo XX glo XXI: una disciplina abierta, interdisciplinar –no multidisci-
cuando el carácter reformista del Urbanismo Moderno se quie- plinar, no un tutti fruti de ciencias y saberes–, social, amplio,
bra, o al menos deviene objeto de controversia, dejando de consciente de las limitaciones que impone, cada vez más du-
ser pacíficamente asumido. La llamada revolución “neocon”, ramente, el ecosistema, el planetario y el local.
neoliberal en lo económico y conservadora en lo ideológico, La asimilación del Urbanismo con la voracidad urbaniza-
fielmente ejecutada por los Reagan-Thatcher y sus epígonos, dora, con la hiperproducción inmobiliaria,9 se repite, en pa-
acaba por afectar profundamente a la práctica urbanística, y peles y reportes oficiales: las ciudades, el Urbanismo, son la
a sus fundamentos. Sus corifeos nos informan desde entonces causa de la creciente insostenibilidad planetaria. Un impor-
de que el “Urbanismo no es posible”,6 que abandonemos toda tante matiz se puede encontrar en el reciente Libro Verde del
intención planeadora, toda voluntad de anticipación, de pre- Medio Ambiente Urbano del homónimo Ministerio: “Hoy se
visión, de control, de ordenación global. La alternativa desre- puede afirmar que las ciudades son los sistemas que mayor
guladora, privatizadora, impugna el modelo reformista, inter- impacto generan en el Planeta y, por esto, sabemos que la
ventor, regulador, de prevalencia del interés público (publifica- batalla de la sostenibilidad la vamos a ganar o la vamos a
dor), el Urbanismo deja de ser prevalentemente un servicio pú- perder en base a la organización y la gestión urbanas que
blico, en adelante será visto principalmente como un negocio. desarrollemos a partir de ahora”.10
Disciplinarmente solo nos quedará el Gran Proyecto Urba- Y mientras el modelo vigente, el dominante en los dos últi-
no7: caro, ostentoso, simbólico, de “autor” (o mejor dicho de mos siglos, se agosta, toca a su fin, ¿qué líneas, principios o va-
firma o marca), perfectamente inútil, tremendamente lucrativo lores nos pueden permitir construir una alternativa real, no una
para el sector privado –parasitando al público, sin excepción–. mera huida hacia delante, llevando el paradigma de la Moder-
Esta es la propuesta para el siglo XXI: la reducción del Urba- nidad hasta el límite en su agotamiento? Es sobre las impugna-
nismo al Proyecto Urbano, y complementariamente las regula- ciones a los valores esenciales del Urbanismo Moderno donde
ciones “modernizadoras” impulsoras de la actividad inmobi- podemos construir un nuevo paradigma. Para dos de los valo-
liaria.8 A partir de ahora no es políticamente correcto pensar res contestados, la racionalidad y el reformismo, el camino pa-
en términos de globalidad, debemos dedicarnos a “crear”, sin sa por la recuperación de su sentido original, con las impres-
pensar en la ciudad –o en la no-ciudad– que sale de nuestros cindibles actualizaciones y cambios, pero el tercero, el desarro-
lápices. Y los técnicos tan contentos: por fin han recuperado llismo, requiere una reformulación novedosa, ya que de hecho
protagonismo, y la prensa los cita con nombres y apellidos. en torno a este concepto se nuclea un Urbanismo sostenible.
Un Urbanismo alternativo a tan limitado modelo, no pue- Una racionalidad recuperada obliga a contemplarla con
de discurrir por esta alfombra de negocio, gloria y glamour. una lógica social, no lineal, incorporando el caos, la incerti-
El Urbanismo debe volver a ser social, recuperar sus objetivos dumbre como una variable ineluctable; abandonando el me-
primigenios, y metodológicamente no limitarse al Proyecto canicismo, asumiendo la necesidad de prever, de planear, de

32 I.T. N.O 75. 2006


anticiparse e imaginar el futuro, señalando fines y objetivos, y Pero insistamos, el modelo alternativo no está elaborado
los medios para conseguirlos. Por idénticos caminos discurre el más allá de sus principios básicos fundamentales, tanto si ha-
restablecimiento del reformismo urbanístico, incorporando se- blamos de economía, como si particularizamos de Urbanismo
riamente la participación ciudadana, como punto central y de (podríamos hablar incluso de un paradigma embrionario). Se
partida del proceso de toma de decisiones, desechando el des- inscribe en un proyecto de modelo social alternativo al domi-
potismo (supuestamente ilustrado, o no). En definitiva, un plan- nante, un modelo que se construya sobre la búsqueda de la
teamiento en las antípodas de la hegemónica propuesta neo- cohesión social, la integración y la equidad. Un modelo aje-
liberal de un mercado autorregulado, donde los vecinos solo no al pensamiento único, unificado, “globalizado”, que opon-
pueden “votar con los dólares”, contemplados solo como con- ga a la competitividad y al desarrollismo, la sostenibilidad y
sumidores (y consumidos), pero no plenamente ciudadanos. la cooperación. Pero para ello será necesario ir más allá de
La sostenibilidad como valor ideológico central de una so- los valores: construir en la práctica y desde la práctica un Ur-
ciedad post-industrial y post-productivista. La superación del banismo hacia la sostenibilidad. Una labor por hacer. ■
desarrollismo, por su parte, plantea más dificultades. Apa-
rentemente su negación viene de la mano de las reflexiones
urdidas en torno a la sostenibilidad, pero, reconozcámoslo, la Fernando Gaja i Díaz
Doctor Arquitecto
escasa adhesión que este nuevo paradigma provoca es lógi- Profesor Titular de Urbanística i Ordenació del Territori
ca, porque hoy por hoy un Urbanismo Sostenible no se en- Departament d’Urbanisme. Escola Tècnica Superior d’Arquitectura
Universitat Politècnica de València
cuentra suficientemente consolidado; su nivel de desarrollo,
maduración y concreción es todavía escaso, embrionario. Es-
tán sentadas las bases, los valores, los objetivos y los presu-
puestos para su desarrollo, pero lo cierto es que los avances
no son todavía suficientes como para constituir un cuerpo de
doctrina que aspire a sustituir al paradigma productivista. No
deja de asistirles algo de razón a las críticas que denuncian Notas
su carácter impreciso, vago, o imposible de objetivar, a pesar 1. Bettini, V. (1998), “Límites, no sostenibilidad”, en Bettini, V., Elementos de ecolo-
gía urbana, Trotta, Madrid.
de que son ya numerosos los manuales que se han apresura- 2. Roch, Fernando (2001), Proyecto Docente. ETSAM, Madrid, mimeo, p. 88.
do a concretar las características de un Urbanismo sostenible. 3. Esta es la filosofía que preside la Ley Reguladora de la Actividad Urbanística
(LRAU) de 1994 y su sucesora la Ley Urbanística Valenciana (LUV) de 2005.
La carencia de un refrendo disciplinar. Reconozcamos, 4. José Manuel Naredo, “Desorden territorial y resistencia civil”, conferencia dictada
además, que valorándolo en un sentido sociológico la acep- en València, el 27 de junio de 2006 en el V Aniversario del Colectivo Terra Crítica.
5. Rueda, Salvador (2000), La Ciutat Sostenible, CCCB, Barcelona, p. 61.
tación por la comunidad disciplinar de un emergente para-
6. Literalmente así titulaba Oriol Bohigas un contundente artículo publicado en 1981.
digma alternativo en torno a la sostenibilidad es minoritaria. Bohigas, Oriol (1981), “El Urbanismo no es posible”, Arquitectura, COAM, Madrid,
Si ampliamos el marco de la comunidad disciplinar fuera del nº 232, pp. 24-25. Añadamos que, tiempo después (“El País”, 4 de noviembre de
1986), el mismo Bohigas publicaba otro titulado “Muerte y resurrección del Pla-
espacio académico, para incluir a los profesionales dedica- neamiento Urbanístico”, en el que se desdecía de algunos de sus impactantes
dos al Urbanismo, esta aceptación es todavía menor, es ínfi- planteamientos, probablemente alarmado por los excesos de algunos de sus fie-
les discípulos. Las posiciones de Bohigas en contra de las aproximaciones holís-
ma. Los valores, los criterios, las actuaciones mayoritarias en ticas o globales a la intervención se encuentran detalladamente expuestas en su
la práctica real del Urbanismo se inscriben plenamente en la libro Reconstrucció de Barcelona. En su apoyo invoca argumentos filosóficos, so-
ciales, políticos e incluso urbanísticos. Unos planteamientos que han guiado lo
órbita desarrollista. Y si tomamos en consideración el marco que Bohigas denominó “Reconstrucció de Barcelona”, una operación cuya valo-
social, esta conclusión se ve todavía más reforzada. ración crítica requiere superar la potente cortina mediática urdida en torno a ella.
7. La expresión de “Gran Proyecto Urbano”, incluso sus siglas GPU, ha trascendido
Y sin embargo, ¿podemos afirmar que el Urbanismo Soste-
las fronteras estatales. En la publicación conmemorativa de la investidura de Nu-
nible (un Urbanismo hacia la sostenibilidad) puede llegar a no Portas como Doctor Honoris Causa por el Politécnico de Milán, donde se re-
consolidarse como un paradigma alternativo y con voluntad copilan sus mejores artículos, se incluye esta denominación en castellano, en tex-
tos en italiano y portugués, al tiempo que la considera la gran aportación de la Ur-
hegemónica? En nuestra opinión, sí. A pesar de la situación ac- banística finisecular estatal, una valoración que no compartimos.
tual, de su escasa aceptación, se puede afirmar que sí, basán- 8. El análisis de algunas experiencias de “desregulación” en el Estado (la Ley Regu-
ladora de la Acción Urbanística (LRAU) y su sucesora la Ley Urbanística Valen-
dose en un argumento central: que el agravamiento de la cri- ciana, por ejemplo) revela que en realidad se produce otro tipo de regulación, no
sis ecológica (y social) pondrá en primer y urgente lugar la re- guiada por criterios redistributivos, sino por la mejora de las condiciones de com-
petitividad y eficacia empresarial, razón por la cual en ocasiones hemos etiqueta-
solución de los problemas de continuidad o perdurabilidad do este Urbanismo de empresarial, frente al reformista, redistributivo, que pode-
global, y que esta problemática, distinta de la que estuvo en la mos calificar de social. Una reflexión sobre las nuevas legislaciones “moderniza-
doras”, dominadas por la lógica empresarial, puede encontrarse en Gaja i Díaz,
génesis del Urbanismo moderno, no podrá resolverse desde
Fernando (2006), “Una desamortización a finales del siglo XX: El «Urbanizador» en
posiciones ancladas en el desarrollismo, que son precisamente la legislación urbanística valenciana”, Añil, Cuadernos de Ordenación del Territo-
el origen del problema. Dicho de una forma cáustica, el vigen- rio, Urbanismo y Vivienda en Castilla-La Mancha, nº 30 (en prensa).
9. Para una descripción del fenómeno de la hiperproducción inmobiliaria cfr. Gaja i
te paradigma puede morir de éxito, y la aplicación de solucio- Díaz, Fernando (2005), “De la penuria a la falsa opulencia. Los costes de la hi-
nes continuistas solo puede acelerar esa exitosa defunción. No perproducción inmobiliaria”, Seminario Hábitat y Suelo: Retos de las políticas de
suelo para la producción social de vivienda. Universidad de los Andes - Centro In-
se nos escapa que este vaticinio parte de un supuesto catastro- terdisciplinario de Estudios Regionales (CIDER) - Departamento Administrativo de
fista: el desplome o colapso ecológico planetario. Pese a las re- Planeación Distrital - Lincoln Institute of Land Policy (LILP) - Fedevivienda, Bogo-
tá, abril de 2005.
ticencias a admitir semejante escenario, todos los indicios con- 10. Rueda, Salvador, coordinador (2006), Libro Verde de Medio Ambiente Urbano, Minis-
firman que esta hipótesis no es en absoluto descartable. terio de Medio Ambiente - Agencia de Ecología Urbana de Barcelona, Madrid, 2006.

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El último ciudadano
Pablo Gigosos y Manuel Saravia

DESCRIPTORES
URBANISMO Y DERECHOS HUMANOS
URBANISMO SOCIAL
REFERENTE URBANO

En una ciudad cualquiera, pongamos en orden a sus ciuda- tro, por ejemplo; pero solo como excepción. Y detrás, más
danos. Como en un cuartel (permítasenos ficción tan burda), atrás, al final, quienes ni siquiera pueden elegir ir en metro o
vamos a situarlos en sucesivas filas, de acuerdo con las pau- en autobús. Ni en bici, ni en taxi. Ni en coche propio. Ahí es-
tas que se utilizan en el urbanismo: con criterios de movilidad, tán, como caso crítico, evidente, muchos “sin techo”. Y tam-
equipamiento y servicio, vivienda, cultura, participación, etc. bién mucha gente mayor que no puede utilizar el autobús,
salvo si va acompañada. Gente que no tiene más que los pro-
Andar pios pies para moverse con autonomía por la ciudad.1
Por ejemplo, en función de su movilidad. Primero, delante de Hay casos especiales, mezclas de las anteriores situacio-
todos, un grupo (pequeño) de gente que, además de conser- nes o circunstancias más o menos singulares. ¿Dónde colocar
var intacta su capacidad de andar, se mueve en coche, pue- a los niños, que no tienen capacidad para viajar solos en me-
de moverse en moto, tomar un autobús o un metro, y si viene tro, pero que hasta no hace mucho podían ir andando solos
al caso montar en bici. De ciudad a ciudad viaja en tren, en al colegio? ¿Dónde los jóvenes en moto?2 ¿Y los ciclistas ma-
coche, en avión. Para ir de un sitio a otro dispone de todo un duros, que todavía pueblan tantas ciudades de otros países?
arsenal de medios técnicos de los que hacer uso. Puede ele- ¿Dónde colocar a los discapacitados? No importa. Son casos
gir, según sus conveniencias. que habría que ordenar bien, pero que no distorsionan lo
Detrás colocaremos otro grupo (mucho más numeroso) de fundamental del argumento o la imagen que se quiere pre-
quienes quizá podrían también moverse en coche para todo sentar aquí. Veamos: podemos tener una hilera bien ordena-
(tienen carné, tienen coche), pero prefieren utilizar casi siem- da en función de la capacidad de moverse en la ciudad, de
pre los transportes públicos, por su menor coste. No decimos elegir la forma de moverse.
que vayan en metro o en bici porque sean ecologistas (con lo
que literalmente serían “ecologistas en acción”), pues habla- Otras filas
mos de la capacidad de elegir. En este grupo incluimos a quie- La fila que acabamos de organizar nos sirve de ejemplo pa-
nes tienen limitado el campo de elección al transporte públi- ra otras muchas que podrían concebirse, igualmente útiles para
co, la bici o el andar, por razones económicas. Pero que un pensar el urbanismo. Por ejemplo, dependiendo de la capaci-
día pueden hacer una excepción, si viene al caso, y conducen. dad de los ciudadanos para elegir lugar de trabajo. No solo
Más atrás, aquéllos que en principio estarían entre los an- el tipo de trabajo, sino también el lugar donde desarrollarlo.
teriores, pero que no tienen carné o no tienen coche. No es Ahora estará delante ese grupo de gente que trabaja en lo
ninguna minucia: para ir en coche propio hay que tener co- que quiere, como quiere y donde quiere. En el despacho, en
che propio. Y para conducir, carné, y edad para tenerlo. So- el coche, en casa, incluso en el restaurante. Eligen empresa y
lo les queda, a los componentes de este grupo, para las ex- función. Detrás de ellos, quienes tienen una buena formación
cepciones, el recurso a la familia, los amigos (compartir co- (son técnicos superiores, hablan inglés, tienen masters) y están
che) o el taxi. Detrás, en esta misma “fila de la movilidad”, en el lugar y momento (en edad, en sazón) adecuados. Sus es-
pondríamos a quienes tienen dificultades para dedicar un pacios de trabajo tampoco suelen estar mal: laboran en par-
presupuesto regular al transporte público y han de resolver su ques tecnológicos, ciertas áreas urbanas centrales, espacios
movilidad preferentemente andando. En algún caso, en me- de calidad. Se distinguen bien porque utilizan mucho los ae-

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ropuertos. A continuación, quienes tienen una formación es-

Foto: FERNANDO FUENTES


pecífica, pero menos versátil y referida a campos menos agra-
decidos. Por lo general no eligen el lugar de trabajo: están en
el banco, en la universidad (no me refiero ahora a los cate-
dráticos), en la industria, en la hostelería, en la construcción.
También podrían entrar en este grupo, con todos sus matices,
muchos de los trabajadores del campo y de la minería (ya, ya,
los matices son ahora enormes); aunque seguramente forma-
rían un grupo distinto, que se situaría más atrás.
Después, quienes tienen trabajos deficientes. Y al final, el
famoso ejército de reserva: los parados y los que no tienen
empleo. También los ciudadanos que trabajan en el sector in-
formal, no protegidos por ningún estatuto. Sus condiciones de
trabajo dependen del humor del contratador. Con frecuencia Fig. 1. Podemos tener una hilera bien ordenada en función de la capacidad
se les ve en la calle, vendiendo ciertos productos. Son perso- de moverse en la ciudad, de elegir la forma de moverse.

nas que no cuentan más que con sus manos para trabajar. Sin
formación adecuada, entrados en años. Los “brazos” de que Una última fila. Distribuyamos a los ciudadanos de nues-
se hablaba años atrás.3 tra ciudad por su capacidad de participar en las decisiones
Una fila más, por favor. Ordenemos a los ciudadanos aho- públicas, en lo que atañe al urbanismo. Ordenados por su
ra simplemente por su salud y las posibilidades de elegir dón- capacidad de decidir, o al menos de influir. Es una fila algo
de mejorarla o cuidarla. Delante, los de siempre (hacen foo- diferente. Pues hay gente sin poder económico, pero con una
ting, squash, puenting, y en general deporting que les mantie- gran capacidad de incidir en la vida pública por medio de las
ne en forma). Pero ¿a quién vemos al final?4 Gente con la sa- asociaciones o los partidos. Pero no nos equivoquemos: los
lud quebrada, que no practica ningún deporte ni se cuida ade- poderosos están ineludiblemente delante. Y los marginados,
cuadamente. Seguramente con tripa. Si tiene que acudir al mé- casi todos y casi siempre, atrás, muy atrás. Entre los últimos
dico ha de hacerlo en la Seguridad Social y sus correspon- estaría ahora ese grupo de gente que ni tiene medios, ni tiem-
dientes colas (ahora sí, colas de verdad). Aunque para deter- po, ni conocimientos, y tampoco contactos útiles para partici-
minadas dolencias, como los problemas de salud mental, no par. Quizá ni siquiera habla suficientemente bien el idioma.
tiene remedio.5 Ha de ir a esos lugares donde todo hace patente
que no se acude a ellos por convicción, sino por necesidad. El último de todas las filas
Lo cual podría generalizarse en otras filas, a otros campos. Lo cierto es que hay un grupo reducido (pero evidente) de ciu-
Pues si ordenamos a los ciudadanos por sus posibilidades de dadanos que están al cabo de todas las filas.8 Su condición es
decidir los servicios (la educación, por ejemplo), al final esta- la pobreza. No solo, y quizá ni siquiera principalmente, eco-
rían quienes llevan a sus hijos a esos centros públicos llenos nómica. Pero desde luego un tipo de pobreza duro, durísimo,
de problemas que proclaman a gritos su condición de “centros que te consume. Pues bien, a esas personas que están detrás
públicos”. La Administración de empleo: ¿quién va allí? Etc. Es de todos en la mayoría de las filas urbanísticas que antes for-
verdad que hay ciertos equipamientos públicos que se esca- mamos les queremos llamar, con denominación genérica (una
pan del estigma, como las bibliotecas (su uso no marca) o las sinécdoque) un tanto cinematográfica, “el último ciudadano”.
universidades públicas (todavía muchas son objeto de deseo).6 Son “grupos enteros de personas que se encuentran parcial o
Desde luego la vivienda puede servir de pauta para hacer totalmente fuera del campo de aplicación efectiva de los dere-
una nueva y clamorosa fila urbanística. Delante estarían quie- chos humanos” debido precisamente a la pobreza, según re-
nes eligen vivienda, lugar, estilo de vida (casa alta, baja, en conoció ya en 1994 el Consejo de Europa. No hace falta acu-
barrio denso o jardín, complementada con otras en otras ciu- dir a las enormes bolsas de pobreza de África, Asia o Améri-
dades o parajes o países): hay gente que vive así. Detrás pon- ca. La opulenta Europa cuenta con 56 millones de pobres.9
dremos a quienes poseen una vivienda en condiciones que No se trata, insistimos, solo de una miseria “dickensiana”.
hoy puedan considerarse estándar o, simplemente, decentes. Sino la que destruye progresivamente las relaciones existentes
Más atrás, los rezagados que viven en barrios de los que mu- entre los individuos afectados y el resto de la sociedad. Esa
chos se marchan. Esos barrios de los años 1960 y 1970 que pobreza que presupone la confrontación del individuo a su
entonces eran jóvenes (los barrios, y también la gente que los impotencia, que conlleva el aislamiento real de las personas
habitaba) pero que ahora parecen estar fuera de juego. Con o grupos pauperizados; o quizá solo el sentimiento de aisla-
casas sin ascensor, aunque se viva en un quinto piso. Sin ca- miento. Pero tal sentimiento es suficiente. Implica numerosas y
lefacción adecuada, sin garaje. Y ni hablar de aire acondi- críticas situaciones de desamparo: largos períodos sin em-
cionado.7 Donde el entorno es problemático, o donde se con- pleo, escasos niveles de instrucción o un ánimo debilitado por
vive con ruinas y escombros. Y más atrás aún, quienes care- anteriores empleos “desanimadores”, ausencia de vivienda o
cen de cualquier espacio propio, para quienes aislarse o vi- malas condiciones de ella, salud arruinada, sentimiento de
vir la privacidad es un lujo inalcanzable. impotencia, de aislamiento, de abandono y desesperación.

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Foto: FERNANDO FUENTES

Foto: FERNANDO FUENTES


Fig. 2. Ojos para ver y cuerpo para ser visto. Fig. 3. Lo propio del urbanismo que queremos promover
Boca para hablar, oídos para escuchar. es pensar la ciudad como un derecho.

Lo que el último ciudadano tiene lo tenemos todos. Podía-

Foto: FERNANDO FUENTES


mos definirlo precisamente así, como el máximo común de-
nominador10 de todos los ciudadanos. Tiene pies para an-
dar.11 Manos para trabajar.12 Una razón que compartimos.
Ojos para ver y cuerpo para ser visto. Boca para hablar, oí-
dos para escuchar. Una capacidad infinita para la esperanza
y también una puerta siempre abierta hacia la desesperación.
Lo que todos. La cuestión es que ese último ciudadano no tie-
ne nada más que lo que todos. Nada más.
Se dirá: hay otros casos que podrían ser vividos con la
mayor dureza. Condiciones de vida de mujeres maltratadas,
enfermos terminales, otras vidas rotas o sin futuro. Compartir
la vida con un enfermo de Alzheimer. Tantos casos durísimos.
Pero estas situaciones, creemos y reiteramos, no quiebran el Fig. 4. El cambio sería coherente con la necesidad de modernizar
razonamiento ni el paisaje. Al contrario, lo completan, debe- el modelo social europeo y desarrollar un Estado de bienestar activo.

rían afinarlo. Pues bien: ¿de qué les vale la ciudad que esta-
mos haciendo, la ciudad de las mayorías, a esos ciudadanos ma envenenada de pensar la ciudad a que nos lleva el actual
del final de las filas? sistema, que presenta como “natural” lo que es interesado.
Como se hace patente, por ejemplo, en tantas ciudades del
Una ciudad nueva, un urbanismo Tercer Mundo donde la mayoría de sus habitantes no tiene
de los derechos humanos coche, y sin embargo se hacen para el coche. Ciudades sin
Desde hace tiempo, aunque aún de forma incipiente, un gru- suficientes centros públicos y que privilegian la localización
po de arquitectos intentamos poner en circulación la necesi- de los hospitales privados. Ciudades donde la mayoría de los
dad de renovar radicalmente la ciudad. En el sentido, sobre empleos son informales y no se les hace sitio.
todo, de pensarla y construirla con un urbanismo de los de- Se trataría, además, de un signo de modernización del ur-
rechos humanos. Lo que supone cambiar de paradigma. Has- banismo acorde con los tiempos. El cambio sería coherente,
ta hace algunas décadas las ciudades se proyectaban para el por ejemplo, con esa “necesidad de modernizar el modelo
príncipe, la Iglesia o en función de otros poderosos. Desde los social europeo y desarrollar un Estado de bienestar activo”,
tiempos del Movimiento Moderno en la arquitectura y el ur- que se propuso como objetivo la Unión Europea en el Conse-
banismo la pauta es el ciudadano estándar, el ciudadano me- jo de Lisboa de 2000. De hecho, desde la administración eu-
dio, el hogar tipo, la familia tipo. ropea se considera que “la lucha contra la exclusión social y
Lo propio del urbanismo que queremos promover es pen- la pobreza ha pasado a ser uno de los elementos centrales de
sar la ciudad como un derecho. Pero no un derecho colectivo la modernización del modelo social europeo”.15
o general del conjunto de los ciudadanos, sino de cada uno Es preciso pensar nuevamente la ciudad, ahora como es-
de ellos. Lo que significa: la ciudad como derecho del último pacio de los derechos. Es decir: hecha para andar. Donde no
ciudadano. Este grupo de personas sería el elemento clave solo sea posible llegar a pie a los sitios, sino que el andar sea
para diseñar la ciudad, sustituyendo a esas mayorías de ciu- elemento fundamental, cardinal, integrador. Un derecho a la
dadanos-tipo que hasta ahora constituían la fuente principal movilidad que quedaría expresado en una serie de recorridos
del urbanismo.13 Es una cuestión de planteamiento, de para- o paseos estructurantes, centrales, prioritarios, que los coches
digma,14 que obliga a replantear las cosas para evitar esa for- rodearían o salvarían por arriba o por abajo, por donde fue-

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se, pero amparando siempre el carácter central y estructuran- Una ciudad donde no solo se permite estar, graciosamen-
te del caminar. Es decir también: hecha para el trabajo de los te, al último ciudadano. Donde no solo se respetan sus dere-
que solo cuentan con sus propias manos. Es decir: con una chos. Sino aquélla que se estructura y ordena precisamente
distribución y caracterización de los equipamientos que no in- en torno a la condición de ese último ciudadano (una ciudad
vite ni sugiera a la distinción entre los elegidos y los obliga- para andar, para trabajar con las manos, para ver y ser vis-
dos. Una ciudad en la que la mejora de la vivienda, de todas to), porque es la de todos nosotros. ■
las viviendas, sea un deber público (tal como es la dotación de
agua limpia y clara, la misma para todos y en todos los pun- Pablo Gigosos* y Manuel Saravia**
Arquitectos
tos), y no un asunto del mercado. Donde los poderes públicos *Ayuntamiento de Valladolid
pongan ascensores y calefacción “de distrito”, generalizada. **Escuela T. S. de Arquitectura de Valladolid
Una ciudad en la que la participación esté tan abierta y apo- Fotos de Fernando Fuentes. Espectadores de un concierto en el parque
yada que cualquiera pueda sentirse identificado con ella. de Kaivopuisto, Helsinki, la tarde del 17 de julio de 2006.

Notas
1. Algunos datos: casi el 70% de los hogares disponen al menos de un vehículo (ex- en España. 1994-2001, Madrid, 2004): “Llama especialmente la atención la consi-
cluidas las motocicletas). El número medio de vehículos por hogar, en España, es derable diferencia que se produce en cuanto a la capacidad de tener una calefacción
de 0,95. (INE, Censos de Población y Vivienda 2001). No he encontrado el dato de adecuada para la vivienda, uno de los bienes que en principio podrían ser conside-
la población que no cuenta con vehículo para su movilidad. Pero sí sabemos algo rados de primera necesidad. Aproximadamente el 32% de los pobres podrían per-
de la incidencia de la marcha a pie. Según el Observatorio de la movilidad metro- mitírselo, frente al 67% de los no pobres”. Por otra parte, solo un 27% de los edifi-
politana 2003 (Ministerio de Medio Ambiente, Centro de Investigación del Trans- cios destinados principalmente a viviendas disponen de garaje (INE, Censos, cit.).
porte de la Universidad Politécnica de Madrid, 2004), la marcha a pie representa 8. No es fácil de cuantificar el tamaño de este grupo; pero podría estimarse, para las
en torno a una cuarta parte de los viajes al trabajo en ciudades como Barcelona, ciudades españolas, entre el 2 y el 5% de la población. En España se calcula que
Bilbao, Granada o Valencia (en torno al 25% del total de los viajes realizados o 528.200 personas (en 86.000 hogares) viven en la pobreza extrema. Y que estas ci-
más); y además constituye una etapa inevitable en los desplazamientos en trans- fras van en aumento. Sin llegar a esa pobreza extrema, pero sí severa, se habla de
porte público. Su incidencia es mucho más elevada en viajes distintos al trabajo más de 1.700.000 personas y unos 300.000 hogares. Esa “población pobre «aca-
(compras, ocio, etc.), pues el porcentaje aumenta hasta el 45-60%. para» en España la inmensa mayoría de los males, carencias y problemas sociales
2. En algunas ciudades constituyen un colectivo enorme y creciente. En América del existentes, como el paro, el analfabetismo, las toxicomanías, la delincuencia y la
Sur, por ejemplo, y como quiera que es más barato moverse en motocicleta que en marginalidad en general” (Fuentes: Informe Foessa y J. Subirats, dir., Pobreza y ex-
autobús, se asocia el reciente descenso en el uso del transporte colectivo a la ex- clusión social, Colección de Estudios Sociales de la Fundación “la Caixa”, 2004).
tensión de la motocicleta entre los jóvenes (según Ricardo Montezuma, ponencia 9. Datos de Eurostat, 2003. Sobre la pobreza urbana en otros continentes, ver R. del
en el Foro de Bogotá sobre “Ciudad latinoamericana y derechos humanos”, Bogo- Caz, P. Gigosos y M. Saravia, “Geografía urbana de la pobreza”, en “Archipiéla-
tá, mayo-junio 2006). go”, nº 62, septiembre 2004.
3. Los trabajadores que manipulan herramientas manuales suponen en España más 10. Nunca pensamos que este concepto pudiese sernos de alguna utilidad. ¿Cuál es
del 25% del total (según datos de la Encuesta Nacional de las Condiciones de Tra- el retrato? Seguramente “el último ciudadano” sea mujer: la probabilidad de las
bajo del Instituto de Seguridad e Higiene en el Trabajo. Ministerio de Trabajo y mujeres de ser pobres es en general mayor que la de los hombres. Con hijos: los
Asuntos Sociales). individuos que pertenecen a hogares con hijos tienen mayores tasas de pobreza
4. “Probablemente la salud humana ha mejorado más durante el pasado medio siglo que aquellos que no tienen hijos. Separada o viuda: el tipo de hogar más desfa-
que en los tres milenios anteriores (...). Sin embargo, prácticamente en todas par- vorecido es el monoparental con hijos. Mayor o muy joven: en España los dos gru-
tes, los pobres sufren de mala salud y los muy pobres la sufren de forma abruma- pos más débiles por sus propias características sociales, económicas y demo-
dora. Además, las diferencias entre ricos y pobres en materia de salud siguen sien- gráficas son los menores de 15 años y los mayores de 65, que soportan un ries-
do enormes”. Richard G. A. Feachem, “Pobreza e inequidad: un enfoque necesa- go de pobreza creciente. Con un nivel de estudios limitado: existe una relación in-
rio para el nuevo siglo”, en “Bulletin of the World Health Organization”, 78, de 2000. versa entre la probabilidad de ser pobre y el nivel educativo que se posee. Ade-
5. Según se recoge en el Informe titulado La pobreza y la exclusión social en Espa- más, los individuos que viven en hogares donde la persona de referencia del ho-
ña. Propuestas de actuación en el marco del Plan Nacional para la inclusión social gar ha realizado estudios superiores son los que se enfrentan a un menor riesgo
(Consejo Económico y Social, 2001), “persiste una importante necesidad de coor- de pobreza. En paro: el grupo más desfavorecido es el de hogares con todos los
dinación con los servicios sociales que debe solventarse mediante la definición del activos parados. Muy probablemente: inmigrante. (Fuente: INE, Pobreza y po-
modelo de atención sociosanitaria que tenga en cuenta las peculiaridades de las breza persistente en España. 1994-2001, cit. Informe elaborado por M. Adiego
personas en situación o en riesgo de exclusión, con especial atención a los pro- Estella y C. Moneo Ocaña). Un libro reciente, extraordinariamente expresivo, so-
blemas de salud mental”. Además –continúa–, “uno de cada tres hogares con ren- bre la vida y condición de los indigentes, Patrick Declerck, Los náufragos (Madrid,
tas por debajo del 50% de la renta media tiene como sustentador principal a una Asociación Española de Neuropsiquiatría, 2006; or. de París, Plon, 2001).
persona enferma, sumándose al registro de problemas acumulados por las familias 11. De hecho, sobre el problema de la accesibilidad de los discapacitados hay mucha
en condiciones de pobreza”. mayor conciencia social y mayor dedicación pública para eliminar “barreras ar-
6. Es conocida la sentencia de que “los servicios para los pobres son unos pobres ser- quitectónicas”. Es un lugar común que la accesibilidad arquitectónica, urbanística
vicios”, que alude al hecho de que, al confinar los servicios sociales a los sectores y en el transporte es un derecho básico para las personas discapacitadas. Lo que
más bajos de la población, de escasa fuerza política y capacidad de ser escucha- ahora se propone es extender esa misma forma de pensar la ciudad hacia otros
dos, los centros públicos pueden atraer a los peores profesionales y administrado- grupos de ciudadanos.
res. Se marcan, además, con el estigma: solo harán uso de ellos (salvo resisten- 12. Lola dice: “¿Por qué no me cogen para un trabajo si tengo dos manos?”, en “Tes-
tes convencidos) quienes no puedan hacer otra cosa. Una gente que nos está di- timonios de tres madres de familia en Madrid”, recogidos en La pobreza en Es-
ciendo implícitamente, al beneficiarse de ellos, que han fracasado y no pueden vi- paña. Datos esenciales, en http://cuarto.mundo.free.fr/MundoParaTodos.
vir al nivel de la mayoría. Y no pueden elegir. Sabemos que en la sociedad actual 13. Habrían de ser sobre todo las mujeres, las personas mayores en general y, en es-
la elección es el metavalor, y el cultivo en el arte de elegir, el honor más codiciado. pecial, los mayores de 65 años que viven solos (unos colectivos especialmente
Lo que distingue a las personas (“la distinción” de que habla Bourdieu). Inversa- vulnerables) las personas de referencia para el nuevo urbanismo. Por el contra-
mente, no poder elegir es el antivalor, que lleva a una vida insatisfactoria, triste, rio, los grupos que hasta ahora han constituido esa misma referencia han sido las
aburrida y monótona. Ver Zygmunt Bauman, Trabajo, consumismo y nuevos po- personas de 16 a 44 años, y los hogares con adultos y uno o más niños: preci-
bres (Barcelona, Gedisa, 2000; or. inglés de 1998); y cap. 6, “Los edificios públi- samente los colectivos menos vulnerables socialmente.
cos”, en R. del Caz, P. Gigosos y M. Saravia, La ciudad y los derechos humanos 14. La necesidad de repensar radicalmente el urbanismo se viene planteando por
(Madrid, Talasa, 2002). otros grupos desde hace algún tiempo. Incluso desde algún ministerio se habla
7. Según el INE, en sus Censos de Población y Vivienda 2001, el 48% de las vivien- del asunto. Ver, por ejemplo, Acceplan. Plan de accesibilidad 2003-2010. Libro
das tiene calefacción (adecuada) frente a solo el 16% que dispone de refrigeración. Blanco. Por un nuevo paradigma, el Diseño para Todos, hacia la plena igualdad
Sin ningún medio de calefacción está el 14,5% de las viviendas. También se ha es- de oportunidades (Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, 2003).
tudiado la “posibilidad” de instalar calefacción (INE, Pobreza y pobreza persistente 15. Boletín UE 3-2000.

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PÁGINA INTENCIONALMENTE
DEJADA EN BLANCO

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PÁGINA INTENCIONALMENTE
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Epur si muove:
movilidad sostenible para el siglo XXI
Carlos Corral Sáez

DESCRIPTORES
CIUDAD
MOVILIDAD-ACCESIBILIDAD
AMBIENTE URBANO,
MODOS VERDES
ESPACIO PÚBLICO

Introducción
La movilidad se intenta organizar todavía hoy desde plantea- • La localización de áreas terciarias “fuera de escala” con
mientos estáticos, contradictorios con el término mismo, pen- gran dotación de aparcamiento, que si bien en algunos ca-
sando siempre en flujos, casi siempre motorizados, olvidando sos favorece la implantación de actividades también traen
que éstos se llevan a cabo en un espacio multifuncional donde consigo una presión insostenible para los residentes de los
se desarrollan múltiples actividades de la vida diaria. Poco han centros, que se ven sometidos por una parte a un fuerte de-
evolucionado los políticas y medidas que se intentan poner en terioro ambiental de las condiciones de vida y por otro a
práctica desde las administraciones, cada una preocupada de una presión económica por la subida de los precios del sue-
su responsabilidad más inmediata, sin tener en cuenta su ade- lo, que acaba por expulsarles a la periferia de la ciudad.
cuada integración con las diferentes redes de movilidad y con Las ciudades están cambiando en su morfología, cambian
el espacio urbano en el que coinciden modos y personas. las costumbres y los hábitos de los ciudadanos, y los trans-
A lo largo de las últimas décadas nuestras ciudades han su- portes y modos de movilidad deberán adaptarse a estos cam-
frido un proceso continuo de adaptación al automóvil. La ma- bios. Desde el urbanismo en la formación de nuevos desarro-
yor parte de sus calles y espacios libres han pasado a ser es- llos, desde la forma y ordenación de las calles y espacios pú-
pacios motorizados, con la idea de resolver problemas de blicos del barrio, desde la misma organización de las activi-
transporte y dar mayor accesibilidad a las actividades ciuda- dades urbanas se puede incidir en la potenciación de una mo-
danas. Pero realmente estas infraestructuras, diseñadas para vilidad equilibrada-intermodal y ambientalmente sostenible.
que circulen cada vez mayores flujos de automóviles a más ve-
locidad, no sirven para dar accesibilidad a la gran mayoría de La ciudad próxima
los ciudadanos, traen consigo enormes consumos energéticos y Los modelos de desarrollo urbano van cambiando en nuestras
costes ambientales, y nos van acercando cada vez más a un ciudades, con una constante tendencia a la descentralización
modo de vida “antiurbano”, al espacio cerrado y antisocial de de viviendas y actividades desde el centro hacia la periferia.
”la casa y el coche”. La construcción de nuevos proyectos urbanísticos en zonas ru-
Los problemas generados por el tráfico urbano y el apar- rales exteriores a la ciudad trae consigo aumentos del tráfico
camiento son inseparables de la problemática general de las y de las distancias recorridas”.1 Los cambios en los estilos de
áreas urbanas: vida, de consumo y de ocio, también inciden en la utilización
• La congestión y deficiente funcionamiento de los diversos del automóvil. Cada vez se encadenan más los motivos de los
tránsitos, por un exceso de utilización del automóvil, afec- viajes, los accesos al comercio y al ocio se ligan al viaje de
ta a la eficacia de las actividades y al acceso de los ciuda- trabajo, y a medida que la ciudad se “extiende” hay mayor
danos a las mismas. dispersión en los destinos, y en consecuencia mayores posibi-
• La degradación ambiental por la contaminación producida lidades de que el viaje se realice en automóvil.
por el transporte motorizado, la falta de adecuada infraes- Nuestra ”ciudad mediterránea”, con un centro urbano
tructura peatonal y de espacio libre en torno a las edifica- donde se localiza la mayor parte de las actividades de la vi-
ciones, que hace poco “amable” el acceso a pie a los equi- da diaria, el comercio especializado, los servicios adminis-
pamientos y centros de actividad. trativos, el ocio, el encuentro… todavía tiene la posibilidad de

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Fig.1. Donostia-San Sebastián, conocida como “la ciudad del peatón”
tras una década de actuaciones para la implantación de una red de modos no motorizados como alternativa efectiva de movilidad urbana.

Figs. 2 y 3. Donostia-San Sebastián. Ejes peatonales en el centro y en Gros.


Los centros y ejes peatonales de barrio se van extendiendo, ayudando a poner en práctica las denominadas “políticas de proximidad”.

encadenar los viajes que se producen por motivos diversos. ceder a pie. Este modelo, que poco a poco se va implantan-
Pero cómo, ¿en automóvil? No, sería insostenible que la ma- do en nuestras ciudades, de “consumo y ocio concentrados”,
yor parte de los ciudadanos que poseen automóvil se movie- del Centro Comercial y de Ocio (CCO), con su gran dotación
ran en la ciudad de un lugar a otro para realizar sus activi- de aparcamiento, y tan alejado de los hábitos de la ciudada-
dades, sobre todo en el centro; es un modelo de accesibilidad nía que habita nuestros barrios, con la calle “diversa” donde
imposible en nuestras ciudades. coexisten viviendas, locales comerciales, equipamientos y ser-
Hay que aprender de los errores que otros cometieron. vicios. La polarización de las actividades, su concentración en
Miremos a las ciudades norteuropeas, desarrolladas según el nodos bien comunicados de la red de carreteras, nos acaba-
“modelo americano” de la ciudad extendida, cuyos centros rá conduciendo al abandono de la calle-espacio libre, del
son barrios desiertos al atardecer, cuando se cierran las acti- consumo, ocio y encuentro.
vidades. Estas últimas no pueden organizarse de forma con- Diseñar la ciudad y el espacio público, ordenar la movili-
tinua, descentralizada y próxima, como en las calles comer- dad y localizar las actividades pensando en los automóviles
ciales de nuestros centros, pues no habría clientela para ac- trae consigo enormes consumos de suelo y energía, agravará

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los problemas ambientales y la inaccesibilidad que sufren ca-
da vez más sectores importantes de la ciudadanía. El automó-
vil ocupa, en movimiento y aparcado, cualquier espacio que
se le adjudique e invade los espacios del transporte público y
de los peatones. La ordenación urbanística tiene que evitar el
“zoning”, el monofuncionalismo de los barrios y áreas urba-
nas, y buscar la diversidad equilibrada de las funciones, resi-
dencia, servicios, comercio, ocio… el urbanismo próximo.
Nuestros ensanches, con un modelo equilibrado de residencia
y actividades, son ejemplos para los nuevos desarrollos y pue-
den dar la pauta a seguir en la ordenación urbanística.

Planificación urbana y “ecomovilidad” 2


“El concepto de Sostenibilidad aplicado al campo de la pla-
nificación urbana trae consigo nuevos enfoques y nuevas ma-
neras de afrontar la construcción de ciudad, poniendo sobre
la mesa del debate las ideas tradicionales del urbanismo res-
pecto a las densidades, la mezcla de usos, la compacidad del
desarrollo urbano, la especialización del territorio, la centra-
lidad o la configuración geométrica de las redes de comuni-
cación. Decisiones concretas en la ordenación del territorio,
como la localización y concentración de actividades y de la
residencia; y del urbanismo, como la configuración y forma
de la ciudad y sus barrios, condicionan y determinan la mo-
vilidad de sus ciudadanos”.3
Conseguir una ciudad menos motorizada hace obligatorio
considerar la planificación de la movilidad urbana desde otras
Figs. 4. y 5. Donostia-San Sebastián. Proyecto emblemático de la Concha;
lógicas distintas a las que se vienen practicando desde hace dé- el automóvil cedió espacio a los no motorizados en un eje viario de acceso
cadas, en muchos casos sin que sus efectos hayan sido anali- al centro, clave en la estrategia de movilidad sostenible de la ciudad.

zados suficientemente. Así, Richard Gilbert4 propone el princi-


pio denominado EANO (Equal Advantage for Non-Ownership), • Reestructurar los grandes “ensembles”, los barrios densos de
según el cual en cada punto del territorio de una región urba- las periferias y ciudades dormitorio de las últimas décadas.
na las ventajas de no tener coche serían al menos iguales a las • Ayudar a la dinamización de las áreas comerciales tradi-
ventajas de poseer un automóvil. La única forma de cumplir es- cionales del centro urbano.
te principio sería reduciendo el número y la duración de los des- A partir de estas estrategias, bastantes ciudades norte y
plazamientos, lo que trae a colación el concepto de la “ciudad centroeuropeas han ido poniendo en práctica las denomina-
compacta”, defendido desde hace algo más de una década por das políticas de transporte “push and pull”, con el objetivo de
las ciudades norteuropeas y por el documento comunitario Eu- “empujar al automóvil fuera del espacio público” y “tirar de los
ropean Sustainable Cities, elaborado por el Grupo de Expertos modos ecomóviles” ayudados por medidas que les dan priori-
de Medio Ambiente Urbano a partir de la Carta de Aalborg. dad en centros, barrios y ejes viarios de la ciudad. La idea
El aumento del tráfico automóvil en nuestras ciudades se fuerza es que reduciendo la circulación automóvil en la ciu-
debe más al aumento de los recorridos en los desplazamien- dad, ésta se vuelve más segura y más agradable, para lo que
tos cotidianos que trae consigo la periurbanización que al au- es condición imprescindible el desarrollo “potente” de los mo-
mento de la motorización y de la movilidad de los “urbaní- dos favorables al entorno, los modos verdes, marcha a pie, bi-
colas”. Según esto, la clave de la gestión de los desplaza- cicleta y transporte colectivo urbano (TCU).
mientos estaría en la organización urbana mucho más que en Las políticas “push and pull” se articulan alrededor de la
las políticas de desplazamientos. En esta línea, desde el “ur- aplicación simultánea de diferentes medidas:
banismo sostenible”, planteado por primera vez en la Cuenca • Eliminación de tráficos de paso en los centros y áreas sen-
del Rhur,5 se plantean una serie de líneas estratégicas de pla- sibles de las ciudades, paralización de nuevas infraestruc-
nificación urbana: turas viarias…
• Canalizar adecuadamente la periurbanización creando • Políticas de restricción del aparcamiento de visitantes, con
centralidades suburbanas a partir de los polos existentes. el fin de seleccionar los tipos de desplazamiento.
• Apoyar los nuevos desarrollos urbanos en líneas de trans- • Potenciación del transporte colectivo y de la “intermodali-
porte colectivo que sirvan los principales polos de empleo. dad” con los “modos no motorizados”. Medidas de rapi-
• Reciclar los “bordes urbanos” en desuso, lo que ayudaría a dez, extensión de la red, integración en el espacio público,
confirmar la posición de la ciudad central. tarifas favorables, comodidad en los medios.

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Fig. 6. Donostia-San Sebastián. La red peatonal y ciclista tiene proyectados seis
sistemas verticales para dar continuidad a los itinerarios y conseguir acercar el
centro y las áreas de actividad a los “no motorizados” de todos los barrios.

• Potenciación de la movilidad a pie y de la bicicleta, con


acondicionamientos específicos, continuidad y “amabilidad”
de las redes, con campañas y medidas de comunicación…
• Moderación de la circulación, barrios residenciales, zonas
30, áreas de prioridad peatonal, medidas de peatonaliza-
ción y recualificación de los espacios urbanos.
Otras ciudades y regiones metropolitanas dan un paso
más adelante para intentar conseguir una “ciudad a corta
distancia”,6 integrando las mismas necesidades de transfor-
mación de la ciudad en el desarrollo de un urbanismo favo-
Figs. 7 y 8. Granada. Plaza de Puerta Real. Se construyó uno
rable a la utilización de la marcha a pie y de la bicicleta. Se de los aparcamientos “frontera” del centro; funciona hoy como la “Puerta del
trata de limitar la distancia de los desplazamientos ofrecien- Centro Histórico” para acceder a pie o en TCU hacia los principales destinos.

do vivienda en el centro y en sus “bordes” densificando la zo-


na urbanizada, ofreciendo servicios y empleos de proximi- sus habitantes acceder a los espacios libres que rodean la ciu-
dad al favorecer la mezcla de usos, acondicionando espacios dad sin tener que utilizar los medios motorizados, porque la
públicos de calidad, tanto en equipamiento de ocio como es- ciudad se extendería en un radio de menos de seis kilómetros,
pacios verdes en la proximidad de los barrios residenciales. que puede ser recorrido en bicicleta en 30 minutos.
Varias ciudades europeas están aplicando estos princi- Ciudades como Munich, Berlín, Friburgo, Berna, Cham-
pios, como Groningen (Holanda), Graz (Austria) y en nuestro bery… han logrado hacer evolucionar sensiblemente el re-
entorno la ciudad de Barakaldo en un “proceso de concerta- parto modal, aumentando la participación de los modos al-
ción” de actuaciones en el que participan junto al Ayunta- ternativos y limitando los efectos derivados del crecimiento de
miento las administraciones estatal y del Gobierno Vasco, me- la motorización. En España, las ciudades más conocidas por
diante la empresa gestora Bilbao Ría 2000. Estos procesos in- impulsar este tipo de políticas desde mediados de los noven-
tegrados, desarrollados a partir de estrategias globales tienen ta, con la ayuda del entonces MOPTMA, son las de San Se-
en cuenta elementos de: bastián-Donostia y Granada. Sus casos son bien conocidos
• Ecología urbana. en los foros y conferencias internacionales como “Car Free
• Urbanismo y Ordenación del Territorio. Cities”, “Velocity” y “Walk 21”, y han sido recogidos junto al
• Complementariedad de diferentes modos de desplazamiento. distrito madrileño de Villa de Vallecas como ejemplos de
• Dimensión regional de los transportes, integración en redes fe- “buenas prácticas” de infraestructuras peatonales y en las po-
rroviarias de ámbitos territoriales más amplios que el urbano. líticas de moderación del tráfico.7
Se trataría de organizar la “nueva ciudad” como “regio-
nes policéntricas”, donde las formas urbanas difusas deberían Un enfoque urbanístico de la movilidad
transformarse en una red de grandes, medianas y pequeñas La introducción del “tiempo y del espacio del desplazamien-
ciudades, con un transporte regional estructurante, como el to” debe llevarse a cabo de forma integrada en la ordenación
RER (Francia) y en España los Cercanías, y mediante redes me- de los transportes y espacios asociados a la movilidad. Cada
tropolitanas de metro ligero. Una ciudad central en torno a los vez más las estaciones y terminales, hoy denominadas inter-
300.000 habitantes representaría un óptimo en cuanto a re- cambiadores, son elementos claves no solo de la organiza-
ducción de la movilidad motorizada y economía de suelo, con ción misma de los sistemas de movilidad sino también “opor-
una urbanización compacta. Ello permite a la mayor parte de tunidades” de configuración de la ciudad del siglo XXI.

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Fig. 9. Granada. Los microbuses interconectan Fig. 10. Granada. Eje Recogidas-Reyes Católicos.
la Alhambra y el Albaicín con el centro urbano. Un sistema A mitad de los noventa, una actuación del MOPTMA, la variante Oeste
de control de accesos permite la entrada a residentes y al servicio local de la ciudad, asumió funciones de ronda urbana para facilitar la creación de
y se ha mejorado la movilidad a pie y el entorno ambiental. un eje de prioridad peatonal y transporte colectivo en el centro urbano.

La planificación y proyectación de los sistemas de movili- • Proximidad. Localización y organización de las activida-
dad debe contar con los elementos de la ordenación urbanís- des en centros y ejes de barrio, integradas en espacios
tica. En la organización de la movilidad urbana la ingeniería públicos de calidad urbana, con sus accesos basados en
clásica trabaja con flujos motorizados, con criterios de capa- los “modos verdes” interconectando residencia-servicios-
cidad y conectividad, olvidándose o tratando insuficiente- equipamientos mediante le red del espacio colectivo “li-
mente la componente espacial y su entorno ambiental. El en- bre de coches”.
foque urbanístico de la movilidad, la accesibilidad, trata de
ordenar los espacios urbanos, las calles, como lugar de es- La movilidad de las redes
tancia, con el adecuado nivel de habitabilidad para sus usua- La organización de la movilidad urbana sobre la base de un
rios, además de servir como canal de comunicación. En esta modo de acceso único, como ocurre en los grandes centros
línea hay que tener en cuenta múltiples criterios de ordena- comerciales y de ocio (CCO) de los nudos de autopistas, o la
ción de la ciudad y de las actividades urbanas: construcción de aparcamientos en el centro urbano para los
• Habitabilidad. La interiorización en los desplazamientos que accedan desde la periferia de las ciudades, no resuelve
de actividades como el ocio, deporte-salud, que hacen la accesibilidad de la mayoría de la población. Se trata de or-
“amable” y competitivo el viaje en transporte colectivo o denar la movilidad sobre la base del funcionamiento adecua-
en los “no motorizados” frente al automóvil, sobre todo en do en cada ámbito urbano de las diversas redes que lo hacen
el acceso y en el interior de las áreas centrales y atractivas accesible a todos los que lo habitan o visitan. En cada ámbi-
de la ciudad. to del territorio de la “nueva ciudad”, desde la periferia ex-
• Intermodalidad. La ordenación simultánea de las diversas tensiva hasta el centro histórico, habrá uno o varios modos
redes de movilidad, la marcha a pie-bicicleta-transporte que resuelven la movilidad con mayor eficiencia y adecuada
colectivo-vehículo privado, con sus elementos de inter- integración en el entorno urbano.
cambio en diferentes ámbitos urbanos, desde el centro a La clave para que esas redes puedan dar satisfacción a la
la suburbanización, y la adecuada prioridad para los multiplicidad de “cadenas de modos de transporte” que pue-
“modos verdes”. de utilizar cada ciudadano, desde que sale de su casa hasta
• Calidad-Amabilidad. La introducción de nuevas tecnologías, que vuelve, a lo largo de todo un día, es la disponibilidad de
modernos sistemas de transporte colectivo de superficie en puntos de intercambio modal, que facilitan la elección co-
plataforma reservada, de fácil integración como alternativa rrecta del modo de transporte en cada ámbito urbano. Son
potente frente al automóvil; sistemas verticales que garanti- los denominados intercambiadores, las tradicionales estacio-
zan la continuidad de las redes peatonales-ciclistas y la “ac- nes, donde hoy pueden coincidir diversas combinaciones de
cesibilidad universal” en todos los barrios; sistemas de con- modos, tren, autobús, tranvía-metro ligero, automóvil, bicicle-
trol y uso del espacio por los modos de movilidad, peaje ur- ta, y a pie. En su diseño, en la planificación del viario de ac-
bano, prioridad a los medios públicos. ceso y del área urbana servida, hay que integrar las ade-
• Continuidad. El desarrollo de redes del “espacio colectivo” cuadas prioridades entre modos junto a las consideraciones
en la ciudad central y en los barrios ligadas a la movilidad ambientales y del espacio público. Los “espacios del trans-
peatonal-ciclista, extendidas a todos los ámbitos de la vida porte” son hoy elementos estratégicos de la ordenación de las
urbana, redes de espacios verdes y accesos a la naturale- ciudades, en muchos casos son “oportunidad de renovación”
za, que potencia la vida urbana saludable y amplía el ra- de enclaves urbanos y de los barrios del entorno, y han ser-
dio de acción de los modos no motorizados en su combi- vido para la modernización de las estructuras comerciales y
nación con los TCU. de actividad de los centros.

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Figs. 11 y 12. Villa de Vallecas-Madrid. Barrio “amable” para el peatón. Los acondicionamientos
favorables a la movilidad peatonal se extienden a todo el viario del centro histórico
y al barrio de Santa Eugenia, funcionando todo el distrito como Zona 30.

El transporte colectivo urbano


Ya no caben proyectos sectoriales en la ciudad, grandes inver-
siones en infraestructura ferroviaria, metro… pueden no resol-
ver la accesibilidad de la mayor parte de la población de las
áreas urbanas que pretenden servir si no tienen una adecuada
interconexión con los transportes de superficie. Es preciso dise-
ñar para la “continuidad” de los transportes en el espacio de la
“nueva ciudad”, y en las áreas de baja densidad edificatoria no
siempre son rentables las líneas convencionales de autobuses.
Los sistemas de capacidad intermedia, metros ligeros-
tranvías, pueden resolver mejor el desplazamiento “principal”
de mayor recorrido, y las etapas extremas del viaje hacia la
residencia y destino pueden ser resueltas con líneas de auto-
bús-microbús específicamente orientadas a las demandas ho-
Fig. 13. Villa de Vallecas. Plaza de la Estación de Villa de Vallecas,
rarias y puntuales, o mediante la intermodalidad con los “no un espacio intermodal en el centro histórico donde confluyen los ejes
motorizados”. de prioridad peatonal y de TCU que estructuran el distrito.

La calidad-amabilidad de los TCU debe estar garantizada


en todos los espacios y etapas donde se lleva a cabo “la ca- o los “centros de barrio” donde los “modos verdes” son los
dena intermodal”: prioritarios y solo tiene cabida la movilidad motorizada resi-
• Terminales y paradas equipadas con información ciudada- dencial y de servicios, hasta la suburbanización donde el TCU
na, prensa, kiosco… creando lugares de actividad, para combinado con los “no motorizados” puede ofrecer una al-
muchos el primer contacto del día con “lo público”. ternativa frente al automóvil. Para ello es clave el diseño de
• Caminos peatonales seguros y protegidos ambientalmente los espacios de la intermodalidad:
en los barrios y óptima accesibilidad al TCU en los “ámbi- • Estaciones centrales-nivel ciudad, localización en áreas de
tos peatonales” del centro urbano. actividad de la ciudad, servicio de diversos modos de trans-
• Accesos acondicionados para bicicletas en las estaciones, porte, trenes, autobuses urbanos e interurbanos, conexión
aparca-bicis seguros, préstamo de bicicleta en intercam- con la “red ciclista urbana”, y equipamiento adecuado pa-
biadores, terminales y centros de actividad de la ciudad. ra los medios, aparcamiento de corta duración, aparca-bi-
Las personas que habitan o visitan la ciudad no deben te- cis, espacios estanciales, zonas comerciales… La estación
ner la sensación de “perder el tiempo” en los TCU. Al revés, se configura como la “Puerta de la Ciudad”, el primer con-
deben aprovecharlo mejor que cuando se desplacen en auto- tacto del día para gran parte de los habitantes periurbanos
móvil. Los cambios de vida y modelo de urbanización traen y para los visitantes exteriores.
consigo un aumento considerable de las horas punta del trá- • Estaciones de Cercanías, intercambiadores de autobuses,
fico en día laborable y cada vez son más frecuentes en fines metro ligero-nivel de barrio. El acceso debe estar basado
de semana en los accesos y centros de actividad de la ciudad, en “modos de proximidad”, la marcha a pie, en bicicleta, y
con el consiguiente “stress” para el conductor de automóvil. en líneas de autobuses. Aunque puede haber aparcamien-
La planificación de la movilidad y el diseño viario debe to para vehículos, el suelo del entorno de las estaciones
ser intermodal; caben todos los medios de transporte/movili- puede tener unos usos más rentables, económica y social-
dad en cada ámbito del territorio. Desde el “centro urbano” mente, que el de simple “garaje en superficie”.

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Infraestructuras peatonales
y calidad urbana
El origen de las actuaciones de peatonalización en los centros
urbanos se remonta a la década de los sesenta en las ciuda-
des europeas, y aparecen con fuerza en los setenta las pri-
meras zonas peatonales, comerciales en un principio. De es-
ta época es uno de los libros de cabecera de urbanistas y téc-
nicos de transporte urbano, La ciudad peatonal, en el que ya
aparece uno de los conceptos que ahora definen el aspecto
más novedoso de la “peatonalidad” y de las políticas de re-
ducción del uso del automóvil. Fue Rolf Monheim el primero
que planteó las calles y áreas de coexistencia; en ellas el au-
tomóvil entraría con una velocidad adecuada a la prioridad
peatonal, haciendo posible la generalización de este tipo de
acondicionamientos a toda la ciudad, pasando de la “isla pea-
tonal” a las medidas de prioridad peatonal continuas y ex-
tendidas a todos los barrios.8
La actuación consecuente para extender la “peatonali-
dad” con medidas favorables al peatón en toda la ciudad,
trata en definitiva de aprovechar los efectos beneficiosos de la
supresión del automóvil en las zonas y calles peatonales, di-
señando espacios en los que el peatón se siente seguro y có-
modo, con criterios de prioridad y comodidad. Estas actua-
ciones se llevan a cabo en las calles atractivas por las activi-
dades de su entorno, en áreas de especial sensibilidad (equi-
pamientos, escuelas…) para favorecer su uso por los “peato-
nes especiales”, para ir creando en la ciudad una “red pea-
tonal y de espacios públicos” como potente alternativa a la
movilidad urbana. El ciudadano anda mucho más de lo que
creen los gestores y técnicos municipales cuando tiene una se-
rie de itinerarios acondicionados que le permiten alcanzar los
principales destinos urbanos.9
Este tipo de actuaciones es un “terreno de ejemplos útiles
en el necesario cambio cultural que requiere y suscita la mo-
Figs. 14 y 15. Villa de Vallecas. Bulevar Federico García Lorca-Congosto.
deración del tráfico, ya que permite el redescubrimiento de Los acondicionamientos se extienden a lo largo del eje peatonal
las calles y plazas como espacios idóneos para esa riqueza en todas las intersecciones con prioridad para viandantes.

de facetas que constituye la vida cotidiana: el área peatonal


se ha convertido en un importante lugar de aprendizaje de la tión y financiación de las actuaciones se están implicando
vida urbana”.10 junto a los departamentos municipales de Urbanismo, Movili-
Para que la “movilidad de redes” funcione, cada modo de dad y Medio Ambiente también los de Salud y Deportes, y or-
movilidad debe tener continuidad en todo el territorio. Hasta ganismos homónimos de las administraciones regionales y es-
hace muy poco, la ingeniería de tráfico solo consideraba el tatales. El objetivo, a conseguir en un plazo razonable, es que
criterio de continuidad para el automóvil. Hoy ya no se cues- todo el territorio pueda recorrerse de forma continua.11
tiona que todo el espacio urbano, el edificado y el espacio li- Estas estrategias para la creación de “una ciudad amable
bre, debe ser “accesible para todos”, para la diversidad de para el peatón” se plantean en el documento comunitario
peatones que tenemos en las ciudades. “Town and Infraestructure planning for safety and urban qua-
Las ciudades europeas más avanzadas, en esta línea, en- lity for pedestrians”12:
tre ellas varias españolas, están desarrollando redes no mo- “La red de caminos peatonales debe cubrir la totalidad del
torizadas; ya no proyectan “islas peatonales”, excepto en los área urbana y dotar de seguras, directas y atractivas cone-
centros históricos y monumentales. El objetivo es dotar a la xiones entre residencias, escuelas, lugares de trabajo, comer-
ciudad de una “red de itinerarios peatonales” que recorran el cios, centros de servicios, áreas de ocio, terminales y paradas
centro, interconecten los barrios y las áreas de actividad y del transporte y áreas de aparcamiento. Los itinerarios esta-
que salgan a la “naturaleza” mediante corredores verdes. A rán formados por diversos acondicionamientos, corredores
lo largo de estos itinerarios pueden captarse multiplicidad de verdes, parques, plazas, áreas de prioridad peatonal, calles
motivos de viajes, de trabajo, estudios, compras… y también y caminos peatonales, aceras y cruces, y serán continuos, sin
de ocio, de paseo, de actividades del tiempo libre. En la ges- interrupciones, diferencias ni barreras en las conexiones pea-

46 I.T. N.O 75. 2006


Figs. 16 y 17. Barakaldo. El nuevo barrio URBAN,
gestionado por Bilbao-Ría 2000, junto a la estación de Cercanías,
queda unido al centro urbano mediante ejes peatonales.

tonales. El tiempo de espera en los cruces con las vías moto-


rizadas debe minimizarse y adaptarse a las condiciones de
las personas mayores y discapacitadas. El diseño de las in-
fraestructuras peatonales y el paisaje urbano deben contribuir
a un atractivo entorno peatonal. Los caminos peatonales de-
ben ofrecer una variedad de experiencias estéticas cuando
Figs. 18 y 19. Barakaldo. La construcción de la línea 2 del metro de Bilbao, con pa-
las personas caminen de un lugar a otro. Las plazas y espa- radas en el “Nuevo Centro Comercial Peatonal” de la ciudad y los ejes peatonales
cios estanciales deben servir para estimular encuentros infor- entre el centro y los barrios han permitido reducir la circulación de automóviles.

males, para el descanso y el ocio”.


Actividades como el ocio-tiempo libre, el deporte y el con- El espacio colectivo
sumo cada vez están más ligadas al automóvil. Más grave El centro urbano todavía sigue siendo hoy en nuestras ciuda-
aún es que una parte considerable de la juventud no sepa di- des un destino habitual de la mayoría de los ciudadanos, so-
vertirse sin el automóvil. La ciudad que se está construyendo bre todo en las de pequeña y mediana escala, y con frecuen-
agudiza aún más el modelo insostenible de actividades con- cia se localiza dentro de los barrios históricos, con tramas de
centradas en nudos de autopistas, inaccesibles para los no calles poco aptas para el tránsito y el aparcamiento de co-
“motorizados”, es decir, para la mayoría de la población que ches. El automóvil no puede tener en el centro histórico la mis-
no conduce o es dependiente de algún motorizado. ma consideración que en viarios más modernos y las actua-
La única garantía de que el sistema de movilidad urbano ciones de “contención” del automóvil en los centros deben ser
sea equilibrado ambientalmente y socialmente es que las dis- enérgicas. El espacio ocupado por coches debe dejar hueco
tintas redes sean: a los “modos verdes”, peatones, ciclistas y transporte público,
y a las funciones tradicionales de las calles del centro.
Eficaces Tiempo de viaje
En las últimas décadas, el centro se ha ido ampliando a
Continuas Conectividad, sin barreras
los barrios del núcleo central de la ciudad. En estos barrios vi-
Amables Habitabilidad
ve un porcentaje importante de la población y si hacemos ac-
Multifuncionales Comunicación, paseo, tiempo libre
cesible a pie el centro urbano estamos colaborando a mejo-
Y que se interconecten adecuadamente para dar satisfac- rar la calidad urbana y la eficiencia de las actividades que en
ción a múltiples “cadenas de viajes” para la diversidad de él se localizan. Para ello la actuación simultánea en la priori-
personas y motivos de desplazamientos urbanos. zación física y funcional de la red de transporte público y de

I.T. N.o 75. 2006 47


Fig. 20. Córdoba llevó a cabo a finales de los noventa el Plan Director de Bicicle-
tas dentro de un proyecto europeo de Mejora del Medio Ambiente. Hoy es la ciu-
dad española que tiene el mayor índice de infraestructura ciclista por habitante.

la red peatonal y ciclista serviría para limitar al mismo tiem-


po la entrada de coches en los barrios del entorno del centro
y en el centro mismo, y recuperar espacio público.
Hoy se trata de reordenar la ciudad a partir de lo que se
denomina “el espacio colectivo”, como elemento que conecta
cada barrio con otros de la misma ciudad, cada equipamien-
to (de ocio, cultura, comercio…), con otros equipamientos y
áreas de atracción del ciudadano.13 Este concepto, más amplio
que el espacio público o espacio de calle, incluye también al
transporte público, alguno de cuyos elementos, estaciones y
modernos intercambiadores, son hoy enclaves principales de
la actividad ciudadana, las “puertas de la ciudad moderna”.
El “espacio colectivo”, el espacio de uso en común, tanto
dentro de los edificios públicos (equipamientos y centro de
atracción peatonal) como en la calle, es un elemento clave
que da continuidad a las actividades urbanas y se reconoce
hoy como símbolo de la calidad de vida de las ciudades. Pre-
cisamente el acceso a los equipamientos y servicios, tanto en
el centro urbano como en los barrios, es uno de los destinos
que mayor porcentaje de viajes a pie concentra, y que por
tanto ayudan a la animación de las calles, del espacio colec-
Figs. 21 y 22. Córdoba. El proyecto URBAN de la Ribera
tivo, y por tanto a defender nuestro modelo de ciudad medi- recuperó el paseo del Guadalquivir y mejoró las condiciones de habitabilidad
terránea, de ciudad próxima.14 y accesibilidad de los espacios públicos para residentes y visitantes.

La mejora del espacio asociado a otras actividades funda-


mentales de la vida diaria, como es el comercio tradicional, en do redes ciclistas urbanas, aunque la experiencia más integra-
la calle principal del barrio donde todavía pervive el comercio dora es la de Donostia-San Sebastián, cuyo proyecto es bien
diario con el más especializado, y en las calles comerciales del conocido en foros internacionales. La red donostiarra de peato-
centro urbano, es una acción cada vez más necesaria para nes y ciclistas se está implantando junto al resto de las medidas
mantener vivas nuestras ciudades. En España tenemos ejem- de ordenación de los barrios, priorización del transporte públi-
plos recientes y muy aleccionadores, actuaciones de peatona- co, áreas de coexistencia y zonas 30, creación de centros pea-
lización que están sirviendo como elemento de relanzamiento tonales de barrio, extendiendo a todo el municipio las medidas
y modernización de las estructuras comerciales, además de anteriormente aplicadas en el núcleo central de la ciudad. Des-
quitar automóviles de áreas sensibles, haciéndolas más habi- pués de una década los resultados favorables a los no motori-
tables tanto para sus residentes como para los visitantes. zados se dan junto a un aumento importante en la participación
También la movilidad urbana en bicicleta está entre los ob- del transporte colectivo en el reparto modal, y sobre todo en ga-
jetivos y proyectos urbanos de bastantes ciudades de nuestro nancias para la habitabilidad y para las actividades del centro
entorno. Una decena de ciudades españolas están desarrollan- y de los barrios donde se han llevado a cabo las actuaciones.

48 I.T. N.O 75. 2006


CUADRO 1 Estamos asistiendo a una revalorización de la peatonalidad
Distancia recomendada (metros) Tiempo (minutos) Velocidad (km/hora) urbana, al menos en determinados ámbitos urbanísticos, tam-
Movilidad peatonal 1.600 20 4,8 bién entre los responsables municipales, y hay ya un grupo
Movilidad ciclista 5.000 20 15
“avanzado de ciudades” que nombra la peatonalización por
su nombre, San Sebastián, Oviedo, Barcelona, Granada, Pon-
tevedra, Córdoba… Sin embargo, todavía existe cierto temor
a defender la bicicleta como medio de transporte y más a in-
vertir a medio y largo plazo, acondicionando nuestras ciuda-
des y los ámbitos territoriales propicios para este modo de des-
plazamiento, naturaleza, playas, “corredores verdes”, cuando
lo razonable sería pensar que no podemos ser muy diferentes
de nuestros vecinos norteuropeos, y desde hace unos años, de
Francia e Italia, que se encuentran en un proceso de recupera-
ción de la bicicleta como medio de transporte en la ciudad.
Cuando menos, démonos cierta confianza y aceptemos que en
una década o algo más podemos seguirles en la movilidad ci-
clista como les estamos siguiendo en los modelos de urbaniza-
ción, en los de consumo y también en los hábitos de ocio.
El desarrollo de las “redes de “espacio colectivo”, en el
que juegan un papel determinante los también denominados
“modos autónomos” (por no gastar energía externa para su
funcionamiento), la marcha a pie y la bicicleta, permiten inci-
dir en las políticas de proximidad, en un “barrio-ciudad”
equipado donde todo es muy accesible para sus residentes y
la movilidad motorizada sea cada vez menos “obligada”. ■

Carlos Corral Sáez


Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos-Urbanista
Director Servicios Técnicos de Villa de Vallecas-Madrid

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dida que está desarrollando la ciudad de Sevilla, es también tema de tráfico: Modelo de una ciudad para peatones”, La Ciudad Peatonal, Paul-
una medida que apuesta por las políticas de proximidad y hans Peters (ed.), 1979.
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ayuda a potenciar la intermodalidad de los modos sostenibles
Curso Movilidad y Accesibilidad. Las Políticas del Transporte desde la perspecti-
de movilidad urbana, ayudando a ampliar el radio de servi- va de la Sostenibilidad Urbana, Valsain, 2000.
cio de las mismas. 10. Monheim, Rolf, opus citada.
11. Corral, Carlos, “Pasos hacia la ciudad del Peatón”, III Conferencia Internacional
El recorrido que puede hacer una persona a pie durante WALK 21 en Donostia-San Sebastián. Revista “Diseño de la Ciudad”, 2002.
un tiempo razonable de 20 minutos se ampliaría a cinco ki- 12. Gunnarsson, Olaf, “Strategies for creating a pedestrian-friendly city”, Town and In-
fraestructure planning for safety and urban quality for pedestrians, Cost Action C6.
lómetros si se realiza en bicicleta (Cuadro 1). Esto hace posi- European Commission 2001.
ble considerar a la bicicleta como un modo de transporte cla- 13. Portas, Nuno, “Conferencia de clausura del Congreso Internacional Urbanismo y
Conservación de Ciudades Patrimonio de la Humanidad”, Cáceres, 1992.
ve para la intermodalidad y para la potenciación del TCU, so- 14. Corral, Carlos, “Movilidad y Calidad Ambiental en las Ciudades”, Jornadas Ener-
bre todo en las áreas periurbanas de la “nueva ciudad”. gía y Sociedad. Bilbao, 1999.

I.T. N.o 75. 2006 49


Madrid se desborda
A propósito de las relaciones entre lo local
y lo global bajo la hegemonía inmobiliaria
Fernando Roch Peña

DESCRIPTORES
CRECIMIENTO URBANO
SISTEMA INMOBILIARIO
ESPACIO SOCIAL
RELACIONES GLOBAL-LOCAL
MODO DE DESARROLLO
MODELO ESPACIAL

Sobre los cambios del modelo espacial


Que las cifras que describen Madrid y su evolución en los úl- surado despliegue y lo demuestra el que, ya sea como activi-
timos años son excesivas es algo evidente; que hay una hi- dad constructora, como promotor o agente urbanizador –in-
pertrofia de la producción inmobiliaria –especialmente de vi- cluida la enorme profusión de empresas jurídicas, mercanti-
viendas– también, como espectacular ha sido y sigue siendo les, de gestión y de proyectos que rodean su actividad–, su
la evolución al alza del conjunto de precios de los alojamien- capacidad de acumulación de beneficios ha terminado por
tos,1 o la extensión incontrolable sobre el territorio regional de asombrar a propios y extraños. Mientras alguno de estos ope-
su física metropolitana, por no hablar del incremento cons- radores se lanza a adquirir los derechos de explotación de re-
tante de su parque de viviendas vacías, del desarrollo impa- des internacionales de aeropuertos,3 otros se centran en las
rable de sus infraestructuras de transporte, del volumen de la autopistas europeas o de otros continentes después de contro-
hipoteca que aplasta a la ciudad y a sus ciudadanos, y que lar las nuestras,4 o compran importantes empresas bancarias
ya se extiende hasta mediados del siglo como una oscura nu- extranjeras, o realizan fuertes inversiones en la producción y
be que puede alcanzar pronto su punto crítico si continúa la distribución de energía,5 es decir, se disponen a controlar los
subida de tipos. También sus cifras de consumo de energía y sectores básicos del nuevo espacio globalizado en cualquier
mercancías se han disparado al mismo tiempo que aumenta lugar del mundo. Estamos ante un fenómeno de acumulación
la renta de sus habitantes.2 de proporciones insólitas, que no puede explicarse solo por la
Las causas y los responsables de este redimensionamiento habilidad de determinados agentes, o por sus alianzas hege-
físico y financiero tan desproporcionado se han buscado rara mónicas hasta hace poco confinadas en el ámbito nacional,
vez en las lógicas de la alianza financiero-inmobiliaria que, sin ni por su capacidad de gobernar el territorio y las ciudades
duda, disfruta de una posición hegemónica tanto en el bloque en las que han surgido. Si nos centramos en el mecanismo del
histórico nacional como en la mayoría de los bloques locales. que se alimenta este fenómeno, comprobamos que devora re-
Se trata de una alianza para el crecimiento, con una fuerte cursos ingentes que llegan a las familias, a las empresas y a
componente política que, con frecuencia, pasa de las páginas los poderes públicos –ayuntamientos, comunidades autóno-
de negocios de los periódicos a las de sucesos; de las comi- mas, gobierno del Estado y de la propia Comunidad Europea
siones de urbanismo municipales a las salas de los tribunales a través de sus Fondos Estructurales– a través de complicados
de justicia, aunque este aspecto no sea otra cosa que su fa- mecanismos que sobrepasan la dimensión local en la que se
ceta más costumbrista y local, dada la gigantesca dimensión ha producido este proceso inicial de acumulación que ahora
internacional que ha adquirido el sector. En realidad, el ne- rompe barreras y se internacionaliza. Solo considerando las
gocio inmobiliario, por usar un término coloquial, se perfila proporciones y las características del “hiperespacio” construi-
como el responsable y beneficiario principal de este desme- do en las últimas dos décadas, que generalmente se pone en

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la cuenta de los procesos de especulación, y que en realidad La poderosa
se trata de algo mucho más complejo y de consecuencias más dimensión física de lo inmaterial
profundas, puede explicarse ese proceso de acumulación ini- Si la teoría es cierta y Madrid ocupa el papel que le corres-
cial, que ha sembrado el terreno de estructuras que encierran ponde en esta nueva división internacional del trabajo, debe-
muchas contradicciones a largo plazo.6 Estamos, y de eso se ría estar perdiendo peso material al mismo tiempo que debería
trata aquí, ante un cambio profundo de la dimensión y del pa- estar ganando en influencia y proyección exterior. El éxito en
pel de las estructuras espaciales en las diferentes escalas. la gran competición planetaria consiste en incrementar el go-
Si en el modelo anterior el espacio se organizaba alrede- bierno sobre el nuevo orden y ganar posiciones en el espacio
dor de cualidades funcionales, con patrones de equilibrio y de globalizado quedándose con la parte del león de la riqueza
utilidad –las cualidades orgánicas y naturales ya se habían producida, al mismo tiempo que se eliminan los excesos regu-
descolgado del proyecto y la cuestión social se había conver- ladores y materiales de la vieja industrialización fordista. Dicho
tido en una “problemática” regulada–, es decir, era un instru- de otro modo y empezando a la inversa, lo propio de los nue-
mento, mejor o peor afinado, para asegurar la eficiencia pro- vos espacios subordinados –estén situados en Asia o en Amé-
ductiva y el despliegue fabril de la alianza industrial-finan- rica Latina, o en algunas regiones de África, incluso en la re-
ciera, dentro de los territorios nacionales en los que se resol- mota Europa– es convertirse en firmes estructuras productivas,
vía el acoplamiento entre producción y consumo, el nuevo estables y equilibradas hasta donde se pueda y al viejo estilo,
modelo da un paso decisivo para intentar reducir todo eso a capaces de mantener sin desmayos la tasa de productividad y
sus estrictas dimensiones monetarias, incluyendo las redes por mejorarla si es posible. Cada una a su modo y con sus condi-
las que circulan sus flujos vitales, y después de haber trasla- ciones locales, pero la mayoría encadenadas con firmas de di-
dado aquella vieja configuración productiva a las nuevas pe- mensiones progresivamente planetarias de las que son tributa-
riferias del planeta. Para el nuevo modelo, la producción del rias. Esta nueva y peculiar edición de una economía tributaria
espacio, cuanto más mejor y según un orden monetario, se que, por primera vez en la historia, tiene como base la pro-
convierte en la actividad central, lo que entre otros efectos ducción industrial capitalista,7 resulta casi inevitable porque es
conduce a un divorcio total entre las necesidades reales de la impensable, o muy difícil por más que en ello se empeñen los
población –el espacio que una sociedad libre necesitaría pa- gobiernos de los países del centro –las empresas hace tiempo
ra evolucionar hacia estadios superiores de la cultura, del que lo tienen claro–, mantener la productividad tradicional en
bienestar, de la cohesión social y de la armonía con el mun- las áreas metropolitanas, o en los espacios regionales urbani-
do natural–, y el papel creciente que asume el espacio como zados de la vieja industrialización que entraron en crisis a fi-
acumulador estable de riqueza y como trampolín que facilita nales de los años setenta.8 A éstos, les toca ahora situarse en
el salto de las empresas que lo producen al mundo global. posición hegemónica dentro del nuevo orden, cada uno como
Mientras el grueso de la producción de bienes de utilidad, de pueda y después de hacer las transformaciones pertinentes. Les
mercancías en el sentido tradicional, se descentraliza masiva- corresponde, en definitiva, ocupar una posición de excelencia
mente a geografías lejanas y subordinadas, la construcción en el desigual reparto de la riqueza globalmente producida. En
del nuevo espacio de circulación y de acumulación diferen- cierto modo, y si se me permite la metáfora, les toca convertir-
ciada –solo una fuerte diferenciación jerarquizada, un orden se en la alegre y dispendiosa “corte”, o en la sede de las buro-
firme que se preserva, impide que pueda disiparse–, deviene cracias –financieras, creadoras, gestoras, distribuidoras– del
el objeto fundamental de producción y la base patrimonial de nuevo imperio tributario que gobiernan los grandes conjuntos
un sector cada vez más poderoso. de empresas patrimonialistas.
Así pues, el núcleo central de este modelo es la construc- Si la solución a la crisis del modo anterior pasaba por cons-
ción de un espacio de reproducción para poblaciones relati- truir un nuevo espacio para un nuevo teatro de desarrollo, si-
vamente ricas aunque fuertemente estratificadas, ya que in- guiendo a su manera la conocida conjetura –nunca la demos-
cluye segmentos indigentes, destinado a articular –y conser- tró– de Henri Lefebvre, hay que reconocer que ha costado vein-
var– las relaciones asimétricas entre el nuevo centro y las nue- te años y numerosos ensayos dar con sus rasgos generales.
vas periferias globalizadas, para que pueda cumplir un pro- Quizás se hayan olvidado los esfuerzos que, durante los años
grama variado y exigente de funciones de acumulación aquí ochenta, se hicieron por indagar, sobre todo en el campo mis-
y de desposesión allí. Formalmente consiste en un agregado mo de la producción puesto que de un problema de producti-
de estructuras destinadas a garantizar la estabilidad de estas vidad decreciente se trataba, las fórmulas que podrían darle
relaciones profundamente asimétricas, aunque pueda haber solución al problema de su decadencia, y que fueron creando
serias dudas acerca de la propia estabilidad de esas compo- un amplio repertorio de alternativas para la organización de
nentes estructurales, dado lo conflictivo de sus relaciones con los procesos de trabajo, para la incorporación de las nuevas
el mundo físico, lo paradójico de sus formulaciones y las con- tecnologías como capital productivo, para cambiar las modali-
tradicciones internas que van acumulando. Se trata, claro es- dades históricas de las relaciones laborales y para desarrollar
tá también, de un modelo emergente que convive con el vie- nuevas condiciones de reproducción y consumo, y nuevos mo-
jo modelo en decadencia y con numerosos residuos de mo- delos de acumulación que terminaron por poner en evidencia,
delos anteriores, a todos los cuales intenta reducir a su meta- y permitieron conceptualizar, la enorme variedad y la gran
bolismo mientras se alimenta de ellos. complejidad de modos productivos que conviven o pueden

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convivir con el modo de desarrollo dominante, y de los cuales circuitos financieros y logística. Este modelo que cursa con
éste extrae sus condiciones de existencia. Una de las conclu- cierta eficiencia productiva gracias a la fuerte descentraliza-
siones de este esfuerzo de comprensión fue que el modo domi- ción de actividades y a la incorporación –por el momento– de
nante no puede exterminar el “ecosistema” de modos diversos “ecosistemas” productivos diversificados, ha resucitado, sin
de los que se alimenta, es decir, que no puede convertirse en embargo, los rasgos más sombríos de la vieja cuestión social.
único, y que resultaba casi imposible dar marcha atrás y tratar En su expresión más general y de conjunto, el nuevo es-
de reconstruir en los viejos espacios de la industrialización for- pacio atribuye a las viejas ciudades fordistas el papel de las
dista toda la complejidad que se había destruido. Así pues, el actividades inmateriales, como puedan ser la dirección de las
empeño en resolver el problema dentro del espacio nacional, empresas, el diseño de nuevos productos, la generación de
propio de la anterior configuración del desarrollo, casi dentro innovaciones –una tarea que sacralizan por igual la teoría
de los propios sistemas metropolitanos, condujo al fracaso rei- económica y el diseño urbano, nunca tan unidos–, la elabo-
teradamente esta búsqueda. Fórmulas como la Austeridad que ración de la información y de las normas que crean y difun-
incluían un compromiso político de amplio alcance ciudadano den las condiciones del consumo masificado y sus institucio-
–implicar a las clases medias en soluciones sostenibles (ecosis- nes políticas; la elaboración, en definitiva, de todo el imagi-
temas productivos más complejos) desarrollando un poderoso nario ideológico en el que se basa la legitimación del nuevo
aparato del bienestar que pretendía prolongar el modo regu- orden y se crean las complicidades con los ciudadanos privi-
lador del modelo anterior– fracasaron también. Madrid fue legiados del sistema. Para algunos autores especialmente im-
uno de los escenarios de ese fracaso a partir de 1985, y es so- plicados en la definición del perfil de estas sedes genéricas de
bre esa fecha cuando inicia con paso firme su particular pro- la sociedad de la información, como Manuel Castell, el papel
ceso de cambio de modelo: una sobreproducción de espacio principal consistiría en convertirse, además del lugar donde
social –socialmente diferenciado y excluyente como veremos– y se produce la innovación y la riqueza –en realidad, el lugar
de servicios –con sus sistemas generales–, territorialmente ex- donde se consume y acumula esta riqueza–, en el espacio pri-
tensiva y económicamente sobrevalorada, en torno a la cual se vilegiado donde se integraría la tecnología con lo social y la
genera un poderoso mecanismo de acumulación del que se be- calidad de vida en forma sistémica. Se trataría de laborato-
nefician especialmente las empresas implicadas en su construc- rios de excelencia donde el sistema evolucionaría a través de
ción, lo que les permite apenas veinte años después dar el sal- sus interacciones “virtuosas” –mejor mágicas– hacia una me-
to al espacio global, en posiciones muy ventajosas. Entre un or- jora imparable de la economía (así en general), de la tecno-
ganismo urbano que debe asegurar condiciones de eficiencia logía, de la sociedad y la cultura, también en general: como
productiva y de reproducción y regulación de las relaciones so- ese experimento del agua pulverizada sobre un lago suizo
ciales y económicas, con sus dimensiones políticas, y un orga- para liberarlo de su condición medio-industrializada.10
nismo urbano que solo debe mantener sus propiedades para Lo que parece indudable es que una de las funciones de es-
acumular agregados monetarios y asegurar el control de espa- tas ciudades es generar discursos con esta carga ideológica ex-
cios económicos lejanos hay el abismo que separa una ciudad culpatoria y oscurantista, en los que no queda rastro de las des-
hecha para y por unos ciudadanos que trabajan y consumen, igualdades progresivas que se multiplican a todas las escalas
a su medida, y planificada para desarrollar su libertad y su territoriales, ni de la destrucción del mundo físico que compor-
progreso, y un objeto condenado a crecer inexorablemente en ta tanta armonía tecnológica, por no mencionar los fenómenos
sus dos dimensiones acumulativas básicas: superficie y renta.9 de desposesión de los que se nutre un sistema tan virtuoso y tan
Si esto es lo que ocurre en los lugares privilegiados del exclusivo. En todo caso, esta isla de diálogo armónico entre la
nuevo modelo, en el resto del planeta subordinado, el patrón privilegiada sociedad local y la tecnología, se imagina tan in-
seguido, aunque con diferentes grados de maduración y va- material como el sonriente gato de Cheshire. Y sin embargo no
riantes, es similar al que dirigió la vieja revolución industrial, es así. Los indicadores aseguran todo lo contrario, como ya se
“beneficiado”, si se quiere, por la experiencia y por un mejor ha visto por más agua que se pulverice, ya que toda esta in-
conocimiento de la naturaleza y las modalidades organizati- materialidad queda ampliamente contrarrestada por la necesi-
vas de los procesos de trabajo y los modos de desarrollo; ese dad de desplegar y controlar el sistema de flujos que dirige la
que se adquirió mientras se buscaba aquí inútilmente la solu- acumulación, la distribución de las mercancías, que ahora ad-
ción al ocaso de la productividad, aunque dada la naturale- quiere proporciones inconmensurables –redes que se sitúan en-
za generalmente crítica de aquel saber, y lo contradictorio de tre el renovado centro del planeta y su lejano patio de produc-
las estructuras que constituían su objeto, ha sido y sigue sien- ción–, y, sobre todo, por la necesidad de disponer de estructu-
do una tarea complicada convertirlo en un nuevo modelo es- ras donde dar naturaleza patrimonial (socialmente acumulati-
pacial con suficiente estabilidad. De momento, se presenta co- va) a los agregados monetarios que fluyen hacia el centro del
mo un complejo mosaico planetario de modos de desarrollo, sistema por diversas vías. Recordemos que es básicamente un
con condiciones de reproducción y de crecimiento muy dife- sistema tributario y patrimonialista. Una red siempre creciente
renciadas y con una estructura de subordinación jerarquiza- de infraestructuras de todas clases y un conjunto de espacios
da de corte imperialista, que se controla desde determinados inmobiliarios locales, expansivos, diferenciados y excluyentes
puentes de mando a través de una red especializada de ciu- son las respuestas a estas necesidades, llegando a usurpar la
dades y las infraestructuras adecuadas: redes de información, verdadera naturaleza urbana de nuestras ciudades.

52 I.T. N.O 75. 2006


Mientras el territorio pierde sus cualidades, componentes dad de la información. Ese mismo aglomerado urbano, cuya
y utilidades naturales, culturales, productivas e históricas pa- voracidad ha crecido de forma tan disparatada, ha alcanza-
ra convertirse en capital fijo y acumulativo bajo la forma de do también cotas históricas de producción de viviendas que,
un espacio de flujos regido por leyes mecánicas y monetarias contraviniendo las leyes sagradas del mercado, han coincidi-
simples,11 las ciudades se transforman en mosaicos inmobilia- do con máximos históricos de precios, mientras paradójica-
rios en los que la entera sociedad local acumula sus rentas, mente se mantenían los déficits de alojamiento de siempre y
cada uno según su rango y estatus. En ambos casos se trata aparecían otros nuevos relacionados con la inmigración. En
de estructuras que crecen sobre realidades complejas, de las efecto, todo este exceso productivo en medio del teatro libe-
que se alimentan y a las que desposeen de sus cualidades. ral en el que se mueve, lejos de resolver necesidades sociales,
Son los restos de la naturaleza o de las formas y cuadros de se ha concentrado en consolidar el desplazamiento del mer-
vida, de los modos económicos de los modelos anteriores que cado de vivienda lejos del alcance de los menesterosos, a los
aún proporcionan recursos vitales al sistema emergente. Pero que las instituciones sociales públicas han abandonado a su
el territorio y sus atributos sucumben ante las necesidades ge- suerte. Y es que el proyecto en el que han coincidido los
neradas por estos espacios de acumulación. Los ríos y sus re- agentes inmobiliarios y su clientela solvente consistía en crear
cursos, así como los espacios forestales o las tierras de culti- un espacio residencial privilegiado y a resguardo de inciden-
vo, se sacrifican para favorecer desarrollos urbanísticos que cias para que pueda ser un fiable lugar de inversión y acu-
solo buscan la inversión, mientras que los verdaderos proble- mulación patrimonial de recursos, para casi todos.13 Solo con
mas de alojamiento se hacen irresolubles. La ciudad se con- esa garantía puede cumplir el papel que está cumpliendo, y
vierte en espacio inmobiliario, que no es más que un espacio solo con estas condiciones puede explicarse por qué ha nega-
social de exclusión dominado y organizado sobre, y para do sistemáticamente las leyes del mercado. Este espacio es una
acumular, la renta de sus residentes según una estricta jerar- estructura, es lo contrario de un campo mercantil siempre su-
quía, arrasando cualquier forma de complejidad, vaciando jeto a altibajos, a ciclos. Cuando se comparan las magnitudes
de diversidad social los tejidos históricos, destruyendo el tea- de este espacio diferenciado y jerarquizado con las variables
tro cívico del que huyen los ciudadanos convertidos en inver- mercantiles a las que se supone debe obedecer, en realidad se
sores –invierten en el espacio que materializa su propia con- hace para comprobar lo lejos que está de comportarse como
dición y posición social– y consumidores –consumen también un mercado. Solo la física expansiva de las ciudades sobre
según pautas de estatus bien programadas por numerosas infraestructuras crecientes, y la producción mantenida y los
instituciones mercantiles y culturales, incluidas las performan- precios al alza de las viviendas conservando, al mismo tiem-
ces innovadoras y el espectáculo de las arquitecturas de au- po, el mosaico espacial diferenciado de estos precios según
tor–, renunciando a su dimensión política y a su propia di- categorías sociales, se evaden de las coyunturas del merca-
mensión humana, cedida a los gestores de la nueva empresa do. Son estructuras sobre las que se puede apostar a largo
que gobierna las ciudades, y que también usurpó su poder plazo. De hecho los “expertos” mercantilistas llevan décadas
democrático, lo que les convierte en súbditos o empleados de sin acertar cómo van a evolucionar. Pues bien, la región ma-
esta nueva institución, que recupera rasgos de feudalismo, drileña es una de estas estructuras, es una macroestructura in-
seis siglos después de que los primeros conjurados conquista- mobiliaria, fuertemente dominada por la presencia del núcleo
ran el poder ciudadano. central desde donde se organiza la jerarquía social y la je-
La hipótesis que se propone, y sobre la que aquí solo se
avanzan algunas anotaciones, es que la construcción de es-
te complejo espacial se convierte en el centro del modo de
desarrollo local en las ciudades privilegiadas del planeta y
que se trata de una construcción basada en los excesos, la
exclusión y una dinámica de corte piramidal. En otras pala-
bras, todo este camino teórico hacia lo inmaterial está cur-
sando con un desbordamiento desproporcionado de todas
las dimensiones físicas y materiales, en los puentes de man-
do del nuevo orden, y es esa desmesura la que proporciona
la base patrimonial del modelo.

El espacio social
como estructura de acumulación
Ya se ha señalado más arriba cómo el nuevo Madrid “globa-
lizado”, de forma similar a otras ciudades españolas que si-
guen este camino, ha cuadruplicado en 16 años el consumo de Fig. 1. La figura muestra los desarrollos inmobiliarios en marcha sobre los tres
energía y duplicado el de mercancías o el vertido de desechos, grandes orbitales (M-40, 45 y 50). Estos desarrollos son independientes de las
extensiones de los núcleos ribereños, y solo su capacidad residencial alcanza
mientras se descentralizaban sus industrias y se mantenía es- las 375.000 viviendas. Fuente: A partir de la tesis doctoral no publicada de
table su población,12 es decir, mientras transitaba a la socie- Eduardo de Santiago Rodríguez, y elaboración propia.

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Figs. 2 y 3. El mapa de precios de la vivienda y el de rentas, como indicador del estatus de la población, se corresponden con precisión creciente. En la figura
el centro de Madrid, núcleo de la estructura del espacio de acumulación inmobiliaria de la conurbación. Fuente: trabajo de campo y elaboración propia.

rarquía de precios. Rentas familiares y precios de la vivienda clos productivos y no tienen por qué reflejarse en los precios ni
coinciden en los mismos lugares. Da igual manejar el mapa en el espacio social que dibujan: ¿acaso no es una estructura a
de rentas familiares que el mapa de precios de las viviendas.14 salvo de las oscilaciones de los ciclos económicos?
Esto es fundamental porque solo el espacio, un espacio bien Lo importante es reconocer que este espacio sobredimen-
delimitado y compartimentado, ofrece esa capacidad de ex- sionado, esta hipertrofia productiva de viviendas no se corres-
cluir a los demás, a los que son de otra clase o estatus inferior, ponde con necesidades sociales de alojamiento que, por otra
y la forma de que sea operativo el procedimiento es forzar al parte, siguen sin cubrir, sino con necesidades socioeconómi-
límite la capacidad de adquisición de la vivienda propia: es lo cas de acumular beneficios productivos inmobiliarios y finan-
único que deja fuera a los de abajo en una sociedad en la que cieros, así como rentas familiares y empresariales. El cuerpo
todavía –habrá que esperar la evolución del modelo– es ilegí- vacío que se está formando es cada vez mayor, pero es difícil
timo sembrar las ciudades de murallas. Todo esto no hubiera precisar sus dimensiones. Una interpretación razonable del
pasado de crear un simple espacio segregado, como se hizo en censo de 2001 permite asegurar que en el municipio madrile-
otros momentos de la historia, si no fuera por la enorme capa- ño había entonces del orden de 300.000 viviendas vacías y
cidad diferencial de acumulación que disfrutan determinados que éstas podían alcanzar las 600.000 en el conjunto metro-
grupos de renta y las garantías que un espacio social e inmo- politano. Los datos de consumo de agua permitirían afinar es-
biliario de esta clase ofrece desde hace medio siglo. En el mo- tas cifras, pero no parece que la Comunidad de Madrid, de
mento álgido de la construcción del viejo sistema metropolitano quien depende el servicio, tenga interés en aclarar esta cues-
madrileño nunca se superaron las 70.500 viviendas en un año, tión, que echaría por tierra parte de sus argumentos para
pero en 2002 se alcanzaron las 71.817 y en 2003 las 78.793, mantener el crecimiento desmesurado del que se nutren sus
de las que solo el 6 % en el mejor de los casos corresponde a bases económicas y su hegemonía política.
rehabilitaciones. Claro que en toda España se construyen, aho- Todo lo contrario, la Comunidad de Madrid y sus ayunta-
ra mismo, más de 800.000 anuales, cuando en toda Francia mientos más importantes, cuya función primordial es mante-
se espera alcanzar las 400.000. En Madrid se han superado ner este proceso acumulativo en estado operativo, necesitan
las 80.000 anuales, pero en el último año hay un retroceso del argumentos para seguir invirtiendo en obras de infraestructu-
14 %, que siembra por primera vez en mucho tiempo algunas ras que amplíen y extiendan el espacio social lo más lejos po-
inquietudes, aunque estas oscilaciones sí son propias de los ci- sible, para alimentar la máquina inmobiliaria que ya ha pe-

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Fig. 4. La M-30 y la M-40. El mapa muestra todas las operaciones de remodelación del anillo.
Se trata fundamentalmente de suturas que consolidan y dan continuidad al espacio social e inmobiliario. Fuente: Ayuntamiento de Madrid.

netrado todas las instancias sociales, políticas y económicas afirmar el papel de sus elementos estructurantes. Uno de ellos,
de la región. Una expansión de dimensiones semejantes no y casi el paradigma de todo este despropósito, es la M-30. Su
puede hacerse sin reajustes territoriales importantes en las papel principal es conectar directamente el territorio regional
piezas existentes. A diferencia de otros modelos de suburba- con el centro de negocios y de servicios de la metrópoli: la al-
nización expansiva, esos que conocemos como sprawl y que mendra central, donde se concentra el 80 % de las funciones
desde los años treinta del pasado siglo protagonizaron el fe- terciarias de la región metropolitana, es decir, el corazón de
nómeno de urbanización en Estados Unidos, aquí no se podía esa sociedad de la gestión empresarial, de la comunicación,
sacrificar el viejo espacio central del sistema metropolitano, del ocio y del consumo mercantil y cultural. Si el sistema orbi-
porque para entonces ya era un patrimonio familiar extendi- tal se expande, hay que multiplicar su capacidad de enlace
do y cumplía un papel organizador y estabilizador del mo- con el centro desde el que se organiza el espacio social y fun-
saico de precios que es la estructura a preservar sobre la que cional de la aglomeración a través de corredores radiales con
se apoya todo el dispositivo de acumulación. Su hundimiento fuertes connotaciones sociales. Para ello se ha multiplicado por
hubiera significado el desmoronamiento del entero sistema en dos aproximadamente la capacidad de tráfico que soporta el
el que se basa este modelo inmobiliario. Por eso se ha refor- anillo. No importa el coste, que nunca conoceremos con exac-
zado en la operación más descomunal de infraestructuras ja- titud, presupuestado en 3.900 millones de euros en principio y
más acometida en la ciudad: la remodelación de la M-30. que, según estimaciones, terminará costando alrededor de
12.000 millones cuando se termine de pagar a mediados del
Algunas consideraciones finales sobre siglo, porque lo importante es que se trata de la mejor inver-
la M-30, el centro urbano y el territorio sión posible para extender de forma ordenada el campo de
Es imposible en estas apretadas líneas trazar los rasgos ana- precios –y de estatus– a los terrenos más alejados del núcleo
tómicos de este gigantesco espacio de acumulación y menos central, donde todavía hay muchas operaciones inmobiliarias
aún su fisiología depredadora de recursos, pero recordemos pendientes,15 de cuya persistencia y estabilidad depende todo
que, además del crecimiento, hay que preservar el orden, evi- el modelo. También se crea un mecanismo muy eficiente para
tar la entropía que disolvería el argumento principal del siste- trasladar a las empresas implicadas en su construcción16 una
ma de acumulación: su orden riguroso estable y jerarquizado. montaña de recursos que van del ahorro de las familias –se
A medida que se expande el territorio urbanizado, hay que re- calculaba unos 1.500 euros por habitante, pero se puede tri-

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Figs. 5 y 6. Operación Chamartín. Un cambio de escala de la ciudad. Madrid se remata por el norte colmando con volúmenes de edificación que rebasan
cotas históricas de aprovechamiento los dos vacíos relativos que quedaban: las Torres de la Castellana sobre los campos de la antigua ciudad Deportiva del
Real Madrid, y la Operación Chamartín sobre las vías de la Estación de Chamartín. A la derecha, visión del proyecto completo. Fuente: Urbanity.blogsome.com.

R-2
Centro
Comercial

Nueva Terminal
Aeropuerto
Gran Zona Verde
M-40

Eje Norte - Sur


Sanchinarro

Campus de la Justicia

Ampliación Ciudad Deportiva


IFEMA Real Madrid
M-11

Hortaleza

Figs. 7 y 8. Operación Valdebebas. Plano de ordenación y proyecto del Complejo Atlantys,


parte de la operación, junto con la Ciudad Deportiva y la Ciudad de la Justicia.

plicar–, a los Fondos Europeos. En su momento, la M-30 actuó Las viejas periferias fordistas que en su día componían un
como infraestructura para la producción de espacio, como gradiente anular de componentes homogéneas para usuarios
ahora hacen la M-40 –que casi ha agotado el suelo que ver- uniformes, ahora remodelan su particular espacio social y re-
tebraba– o la M-45 –que intercala desarrollos– o la M-50, que producen dentro de él las mismas formas de diferenciación
va enhebrando operaciones al este y al sur de la metrópoli.17 social que dieron forma al mosaico central. Dentro del seg-
Sin embargo, ahora la M-30 adquiere papeles más complejos, mento de renta que les caracteriza por su posición en el siste-
como consolidar la estructura de acumulación desarrollada, el ma orbital regional, los que ocupan la parte alta del espectro
espacio patrimonial del que se alimenta el todo y facilitar al- se relocalizan en nuevas promociones locales, con tipologías
gunos reajustes. Y lo hace afianzando la conexión con los nue- a la moda, mientras los segmentos más bajos que se incorpo-
vos territorios, con las nuevas estructuras de acumulación so- ran –inmigrantes y otros perjudicados del cambio del modelo
cial en desarrollo o por desarrollar: aumentando la capacidad económico– se concentran en los alojamientos degradados de
de transporte, esto es, de contacto, pero sobre todo redise- la primera industrialización metropolitana.19 Un orden riguro-
ñando y desdoblando, con complicados nuevos tramos, todos so de exclusión social sellado por la connivencia de más del
los enlaces entre las diversas componentes de la almendra cen- 80 % de la población, que no perdona ningún rincón de la re-
tral, a través de su armazón viario, y las piezas que se incor- gión, ni estrato alguno de renta, sigue alimentando, aún no
poran a ese orden, como un catalizador que dirige la cristali- sabemos por cuánto tiempo, este gigante hipertrofiado. ■
zación diferenciada del espacio metropolitano, como un am-
plificador a la larga distancia del orden interno del tablero in-
mobiliario y social.18 Es irrelevante, aunque políticamente con-
veniente, si se presenta como una calle que jamás podrá ser o
como la recuperación, aún más imposible, del río Manzanares
al que, por cierto, destruye definitivamente para sustituirlo por
un cajón sellado de hormigón separado para siempre de su ál- Fernando Roch Peña
Doctor Arquitecto
veo, que se taladra con túneles de seis kilómetros, con jardines, Catedrático de Urbanística y Ordenación del Territorio
eso sí, para que pueda hablarse de un nuevo paisaje urbano. Universidad Politécnica de Madrid

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Notas
1. Según los datos que a finales de junio de 2006 ofrece la Sociedad de Tasación, que, por guno calificó como de un “río de pie”, por no referir más que performances públicas, ur-
lo visto, se ha convertido en la consultora oficial –es increíble que a estas alturas el Mi- banas, y “bastante tradicionales”, algunas de mayor calado transformador que la niebla
nisterio de Vivienda aún no disponga de un observatorio propio de la evolución de los artificial. Lo increíble es que cosas así puedan proponerse como alternativas, como ex-
precios, y sobre todo independiente del sector financiero–, el precio medio de la vivien- perimentación y búsqueda de nuevos modelos, y que se suponga que estas niñerías o
da nueva en el municipio de Madrid, en los últimos seis meses, ha subido un 4,4%, aun- estos excesos, ya que generalmente son muy costosos y cuanto más extravagantes y
que esa variación por distritos es desigual, ya que barrios como Retiro superan el 18%, más caros mejor, actúan como talismanes que empujan a la sociedad hacia el progreso
mientras que Moratalaz o Salamanca no llegan al 1%, seguramente porque estos últi- y la solución de sus conflictos. De momento, toda esta irracionalidad amplificada por los
mos han alcanzado el umbral de exclusión que se corresponde con su contenido so- medios de comunicación y auspiciada por las alianzas locales para el crecimiento, como
cial. El sistema metropolitano también ofrece desigualdades pero en algunos lugares, y campañas de marketing de la ciudad –el producto es la ciudad misma, su espacio inmo-
no precisamente de los mejor situados en el espacio social madrileño, como San Fer- biliario, sus redes–, se instala en el cuadro de representaciones colectivo y permite des-
nando de Henares en el Corredor de Guadalajara, se registran subidas del 10%, lo que viar la atención de los verdaderos problemas de los ciudadanos, al tiempo que consigue
significa que se está produciendo una cierta remodelación del espacio social de la co- un buen puñado de votos y favorece la marcha de los negocios propios.
rona metropolitana que beneficia a algunos municipios en detrimento de otros. En el ca- 11. Las nuevas Directrices Comunitarias que derivan fondos para suprimir cultivos en la
so de San Fernando, parece que la llegada del metro puede explicar este repunte. Unión ya han empezado a repercutir al alza en el precio del suelo rústico, cuanto
2. De gigantismo ineficiente califica J. M. Naredo el metabolismo de esta metrópoli que, más degradado mejor, ya que así puede aspirar en algunas de nuestras regiones a
entre 1984 y 2000, ha multiplicado por dos los residuos que produce, la emisión de CO2 una reclasificación urbanística favorable.
y el consumo de mercancías, mientras que multiplica por cuatro el consumo de ener- 12. También ha incorporado unas 19.000 hectáreas de extensión urbana, entre 1998 y
gía, a pesar de que pierde peso industrial y mantiene la población. Véase Naredo, 2002, a su huella sobre el territorio, de las que 10.000 hectáreas son sistemas gene-
J.M., “Naturaleza de la conurbación madrileña y sus tendencias actuales. Segunda rales. Desde 1992 se incorporan algo más de 4.000 hectáreas anuales al suelo ocu-
parte. Anatomía y fisiología de la conurbación madrileña: gigantismo e ineficiencia pado y entre 1992 y 2002 este suelo se ha incrementado en un 44,6% –¡los sistemas
crecientes”, en Borja, J. y Muxí, Z. (eds), Urbanismo en el siglo XXI, Barcelona, Edi- generales han crecido un 176%!– sin que la población presentara crecimientos apre-
cions UPC, 2004, pp. 101-119. ciables. En los últimos dos años ha salido a la luz la población inmigrante que per-
3. Por apuntar una pequeña muestra, Ferrovial acaba de adquirir (26 de junio de 2006), manecía oculta con el gobierno anterior, y que se eleva en la región a casi 800.000
mediante un consorcio en el que intervienen entidades financieras de Singapur y de personas –más de la mitad en la capital–, que cubren con creces el descenso habi-
Canadá, el 83,37% de la operadora británica British Authority Airport (BAA), que ges- do por la población envejecida y el descenso de natalidad. Este cambio de efectivos
tiona los aeropuertos londinenses de Heathrow, Gatwick y Stansted, además de los incrementa las viviendas vacías al tiempo que plantea nuevos problemas de insol-
de Glasgow, Southamptom, Edimbugo y Aberdeeen y los de Nápoles y Budapest. vencia y de necesidades que no cubre la promoción privada. De momento, y me-
En agosto incorporará la Swissport –el mayor operador independiente de servicios diante el hacinamiento, han devuelto una edad dorada al parque de infraviviendas de
aeroportuarios en tierra– y la constructora tejana Webber. Esto convierte a la em- la capital, que ahora alcanza precios de hasta 6.000 euros por metro cuadrado.
presa constructora e inmobiliaria en el primer grupo mundial de infraestructuras, por 13. Al final, la única alianza posible con las nuevas clases medias con las que se conta-
encima de las francesas Bouygues y Vinci y por supuesto de las españolas ACS, Ac- ba para el proyecto político sostenible de la Austeridad, en torno a diversidad pro-
ciona, FCC o Sacyr Vallehermoso, que tampoco se quedan muy atrás. ductiva, la vida cívica y al progreso social y cultural, se ha establecido entre éstas y
4. El culebrón de la adquisición por Abertis del grupo italiano Autostrade aún está por el sistema inmobiliario, por la vía hipotecaria y la propiedad de un lugar en el espa-
completarse y resultaría de esta fusión el mayor concesionario europeo de autopis- cio social ajustado a su condición y en el que puede acumular rentas sociales y man-
tas, con 6.713 kilómetros (58% de la red española, 61% de la italiana y 21% de la tener la ilusión de desplazarse hacia arriba.
francesa), por los que circulan 83.000 millones de vehículos, pero todas las grandes 14. Sobre la forma, la génesis, las características y propiedades de este espacio que sus-
empresas españolas del sector tienen intereses en autopistas en los lugares más di- tituye al mercado y sus leyes oscilatorias puede consultarse Roch, F., “El modelo in-
versos de Europa y América. La lista sería interminable. mobiliario español”, en Díaz Orueta, F. y Loures Seoane, M.L. (eds.), Desigualdad so-
5. Aquí la actividad de empresas como ACS empieza a ser muy importante con su par- cial y vivienda, Alicante, Editorial Club Universitario, 2004, pp. 31-52. Para el caso de
ticipación creciente en Fenosa, especialmente en lo que se refiere al desarrollo de Madrid puede consultarse Roch, F., “La construcción del espacio social y el mercado
energías alternativas con parques eólicos en diversos países del mundo, incluidos inmobiliario”, en Papeles de Economía, n. 18, Madrid, Fundación de las Cajas de
los Estados Unidos. Ahorro Confederadas, 1999, pp. 241-262. Sobre la génesis moderna de este espacio
6. No hay espacio aquí para entrar en las complejidades y contradicciones internas de social en Madrid, se ofrecen algunas pistas en Roch, F., “Algunas notas sobre el sis-
estas estructuras. tema inmobiliario madrileño en la década de los 50”, en La vivienda en Madrid en la
7. Esta vez la base económica principal de la que se extrae el tributo en forma de royalties década de los 50, Madrid, Electa, 1999, pp. 85-118.
u otros mecanismos de transferencia o imputación, no consiste en la extracción de ma- 15. Es difícil resumir las expectativas de desarrollo pendientes en la conurbación madri-
terias primas –aunque esta actividad sigue siendo importante– sino en el amplio tejido leña, porque varían a cada instante impulsadas por las constantes revisiones del
productivo desplegado por los cinco continentes y que cuenta ya con gigantes como Chi- planeamiento, siempre al alza. Considerando solo los municipios con crecimientos
na o India. Tampoco se basa en un imperio mercantil que permite la salida de los exce- superiores a las 10.000 viviendas nuevas, las previsiones ascienden como mínimo
sos de producción de las industrias metropolitanas, como ocurriera en el siglo XIX. Es jus- a 500.000 viviendas, destacando el municipio central con proyectos para más de
to a la inversa y después de cebar la capacidad de consumo en los países centrales con 200.000 viviendas. Pero considerado el conjunto regional articulado por el sistema
estos flujos monetarios “tributarios”. Así pues, la lógica del modelo se aproxima más al arterial en desarrollo –se habla ya de la M-60–, las cifras pueden superar las
propio de las monarquías patrimonialistas que, a partir del siglo XVI, desplegaron su im- 600.000 nuevas viviendas. Véase Roch, F., “Naturaleza de la conurbación madrile-
perio tributario por la geografía recién completada del planeta, aunque ahora esas mo- ña y sus tendencias actuales. Primera parte. Agentes sociales y tendencias urba-
narquías hayan sido sustituidas por poderosos conglomerados empresariales. nísticas: hegemonía urbanística y pérdida de urbanidad”, en Borja, J. y Muxí, Z.
8. Salvo en algunas ramas de la producción que, por su fuerte vinculación a espacios (eds.), Urbanismo en el siglo XXI, Barcelona, Edicions UPC, 2004, pp. 79-99.
muy urbanizados, resulten difíciles de descentralizar. 16. Las empresas que se reparten su construcción son Sacyr Vallehermoso, OHL, Ferro-
9. La superficie es responsable del tamaño, mientras que la renta permite introducir el vial (NECSO), Dragados, FCC, y ALDESA. Todas ellas con intereses en infraestruc-
orden que mantiene la estabilidad de la estructura. turas dentro y fuera de España, como vimos más arriba, desde la nueva autovía a Ba-
10. En clara sintonía con esta visión celestial y tratando de ocultar una realidad difícil de legi- rajas (OHL), hasta autopistas en Brasil, pasando por filiales en la República Checa.
timar se suele recurrir a juegos de artificio como los que prodiga el llamado diseño urba- 17. La conurbación dispone de 1.000 kilómetros de vías de alta capacidad como éstas
no, cuyos exégetas, desde su “ingenuidad”, muy bien remunerada por cierto, siguen pen- y de otros 2.500 kilómetros de carreteras. Cuenta con 3.500 kilómetros, de redes de
sando y tratando de hacernos creer que la expresión de estas transformaciones del mo- autobuses interurbanos que unen todos los núcleos del territorio con 16.800 para-
delo urbano, que evidentemente no comprenden ni les interesan, o “el impulso renova- das, además de la red de metro con 226 kilómetros y 237 estaciones y la de cerca-
dor” –una bandera que siempre genera inquebrantables adhesiones–, pasa por construir nías con 339 kilómetros y 88 estaciones.
espectaculares edificios de prestigiosos arquitectos –Bilbao como paradigma–, o en “for- 18. Desborda los límites de estas páginas dar cuenta del enorme despliegue regional del
zar la investigación” con “proyectos piloto(s) –la ese es suya– arriesgados”, como ase- aparato comercial, terciario y logístico que se articula con este macrosistema de co-
gura “El País” (1 de julio de 2006) que dice Joan Busquets –es solo un ejemplo– al ha- municaciones y contribuye a formalizar el nuevo espacio social, pero solo en el mu-
blar de las alternativas que presenta en la exposición Ciudades: 10 formas de proyectar nicipio central y apoyadas en la M-30 y M-40 hay previstos 850.000 metros de ofici-
la ciudad (Santander, junio 2006), poniendo entre los ejemplos el proyecto de Yverdon- nas en la Operación Chamartín, 225.000 en la Ciudad Deportiva del Real Madrid y
les Bains, donde el equipo Diller y Scofidio diseñaron un espacio junto a un lago sobre el 1.000.000 en Valdebebas, con ACS como operador principal y el BBVA.
que se pulverizó agua creando un “suave paisaje en un entorno semiindustrial”. Una di- 19. Véase Roch, F., González, F.J. y Pérez Muinelo, A., “Estudio inmobiliario de Torejón
versión propia del mejor Versailles, que se están perdiendo los niños asiáticos que cal- de Ardoz”, Cuadernos de Investigación Urbanística, n. 27, Madrid, Instituto Juan de
zaron y vistieron a los asistentes a la performance, y que Fuyiko Nakaya ha instalado de Herrera, 1999. Este estudio, realizado para el Plan General del Torrejón, muestra es-
forma permanente junto al Guggenheim, aunque mucho menos fascinante que la brin- te proceso de diferenciación del espacio social en un municipio que comienza su
dada en 1654 por el burgomaestre de Magdeburgo con sus dos tiros de caballos inten- biografía metropolitana a finales de los años cincuenta del pasado siglo y que se
tando vanamente separar, en medio de la ciudad, las dos semiesferas huecas unidas por consolida en las dos décadas siguientes con una población muy uniforme y un par-
el vacío que él mismo había practicado, o la espectacular erección del obelisco de Luxor que de viviendas de calidad homogénea, que ahora se desdobla en sus componen-
en la Place de la Concorde el 25 de octubre de 1836, o la presentación del agua del Ca- tes sociales diferenciadas, alimentando por la parte alta del espectro una producción
nal de Isabel II en Madrid, como un poderoso géiser en los altos de San Bernardo que al- residencial que adopta fórmulas inmobiliarias y tipológicas de exclusión.

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PÁGINA INTENCIONALMENTE
DEJADA EN BLANCO

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La ciudad de los niños
¿Por qué necesitamos de los niños para salvar las ciudades?
Francesco Tonucci

DESCRIPTORES
URBANISMO
CIUDAD
NIÑOS
AUTONOMÍA
PARTICIPACIÓN
SEGURIDAD
AUTOMÓVIL
ESPACIO PÚBLICO

Queremos que esta ciudad El desarrollo de las ciudades:


nos deje salir solos la pérdida de una identidad
“Hace aproximadamente una generación, en un número de La ciudad moderna nació rompiendo el esquema medieval
“Survey Graphic” (mayo de 1925), el Dr. Joseph K. Hart se- que separaba el castillo del burgo y creaba entre ambos una
ñalaba que la planificación urbana estaba esencialmente relación jerárquica de distinción y de poder. Su distribución
concebida teniendo en cuenta una única fase de la vida de se estructuró alrededor de una plaza, un espacio del que par-
las personas, la de los adultos sin responsabilidades familia- ticipaban todos los ciudadanos incluso en una situación de di-
res. Con ello daba sentido al antiguo dicho que afirma que versidad de clases y condiciones. Así, aún hoy encontramos
los habituales de los bulevares jamás envejecen, es decir, que a menudo reunidos en estas plazas los edificios de las institu-
el bulevar, precisamente por su función y su configuración, ciones que detentaban el poder: el municipal (ayuntamiento),
siempre atrae al mismo grupo de edad movido por los mis- el religioso (catedral) y el militar o policial (cuartel); e incluso
mos intereses y que persigue los mismos objetivos. A pesar de el poder económico, ya que es allí donde se celebraba el mer-
esa advertencia, ni el urbanista de ayer ni el de hoy han con- cado. La ciudad se convirtió en un lugar de encuentro y de in-
seguido todavía llevar hasta las últimas consecuencias el que tercambio y el espacio urbano era compartido por todo el
es, en esencia, su cometido: proporcionar a las personas un mundo, sin barrios segregados según las clases sociales, de
ambiente adecuado para todas las fases de su vida, desde la forma que en sus calles se levantaban los palacios de los no-
infancia hasta la vejez. La actividad urbanística desarrollada bles, a menudo obra de grandes arquitectos, al lado de las
hasta la actualidad se ha concentrado casi exclusivamente en humildes casas de los artesanos. Esta alternancia fue constru-
torno a la vida de los adultos y, más concretamente, en torno yendo un ritmo urbanístico que ha convertido nuestras her-
a determinados aspectos puntuales relacionados con la vida mosas ciudades europeas en lo que son.
de los adultos, como el comercio, la industria, la administra- No obstante, a lo largo de los últimos cincuenta años,
ción, la circulación y los transportes”.1 después de la Segunda Guerra Mundial, parece que la ciu-
Esta reflexión de Lewis Mumford aparecía en el primer nú- dad haya vuelto al modelo medieval, un modelo en el que el
mero de la revista “Urbanistica”, dirigida por Bruno Zevi, allá centro histórico se va quedando vacío de habitantes y se con-
por el año 1945. No deja de ser sorprendente que después vierte en la sede de actividades comerciales y terciarias, y en
de la Segunda Guerra Mundial, en medio de las apremiantes el que aparece un nuevo burgo o suburbio mucho más deso-
necesidades de la más inmediata posguerra, un reconocido lado y extremo que el de antes, la periferia pobre y a veces
crítico e historiador de las ciudades denunciara principal- miserable de casas anónimas o incluso de barracas, que de-
mente el hecho de que hubieran olvidado a los niños. pende de la ciudad rica para su supervivencia. En esta si-

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Fig. 1. “Peligro: niños”. Así es como llaman a esta señal de tráfico en los libros de texto para el examen del carné de conducir.
En la ciudad moderna, los niños se han convertido en un peligro y, por este motivo, se les mantiene en lugares aparte:
en el corralito o parque, en su habitación, en los jardines con columpios, en las ludotecas, etc.

tuación, el centro rico es defendido por la policía, por las vi- fono o de enviar mensajes y fotos a través de Internet o del mó-
deocámaras de vigilancia y por las incontables empresas de vil. La casa acoge la ciudad entera en un único espacio. Ha de-
seguridad privada. jado de ser una parte de un complejo ecosistema y muestra una
La ciudad ya ha renunciado a ser lugar de encuentro y de clara tendencia a convertirse en un espacio autosuficiente, otra
intercambio y ha tomado como nuevos criterios de desarrollo característica destacada e inquietante de la ciudad moderna.
la segregación y la especialización. Imperan la segregación y la Esta tendencia es constante en la ciudad de hoy, en cohe-
especialización de los espacios y de las competencias, es decir, rencia con la lógica de la segregación y la especialización
espacios diferentes para personas diferentes y para funciones que genera servicios y estructuras cada vez más independien-
diferentes; el centro histórico para los bancos, los comercios de tes y autosuficientes aplicables al hospital, al estadio, a los
lujo y el ocio en general, y la periferia, para dormir. A partir grandes museos, al campus universitario y a la propia casa.
de ahí, se han ido estructurando otros espacios, por ejemplo, Todo ello se ha producido en un período muy breve. En los
para los niños: la guardería, el parque, la ludoteca, etc.; para últimos sesenta años, las ciudades han duplicado o triplicado
los ancianos: residencias, centros de día, etc.; para la ciencia el número de habitantes, de modo que se han modificado pro-
y el saber: desde la escuela hasta la universidad; para la ad- fundamente sus características. La ciudad, es decir, su admi-
quisición de bienes: el supermercado, el centro comercial, etc.; nistración, ha tomado como modelo de ciudadano a un hom-
y, cómo no, un espacio para los enfermos: el hospital.2 bre adulto y en edad de trabajar (tal como denunciaba Mum-
Años atrás, a los niños les parecía que nunca llegaba la ford), ha adecuado sus características a las necesidades de ese
hora de salir, puesto que lo más interesante estaba fuera. La ciudadano y ha intentado corresponder a sus exigencias para
casa era el ámbito de la seguridad, de las necesidades esen- ganarse su favor electoral. Tal vez se pensaba que al satisfa-
ciales, de los deberes…, pero había que salir para encon- cer las necesidades del cabeza de familia, automáticamente se
trarse con los amigos, para jugar, para ir al cine o a la bi- conseguía lo mismo con las de sus hijos, su mujer y sus padres.
blioteca. Y si había peligros –que los había–, había que ir con Sin embargo, no es así. Las mujeres han sido las primeras en
cuidado, tal como nos decían nuestros padres. denunciar este error de principio y han reivindicado horarios
Hoy, en cambio, lo que más esperan los niños es el mo- y servicios adaptados a sus necesidades. Efectivamente, la ciu-
mento de llegar a casa, porque el hogar es el lugar del des- dad ha olvidado a quienes no son varones ni adultos ni están
canso, de la cultura, de lo afectivo, de la comunicación… En en edad de trabajar, pero si sumamos estas tres categorías,
casa tenemos comida congelada que se conserva durante me- caeremos en la cuenta de que juntas constituyen la mayor par-
ses, tenemos la biblioteca, nuestra selección de discos, las pelí- te de la ciudadanía, lo que significa que la ciudad se ha trans-
culas que más nos gustan y la posibilidad de hablar por telé- formado en beneficio de una minoría.

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Sin tener que entrar en un análisis a fondo de estas trans- plazamiento o van con las bolsas de la compra a cuestas o un
formaciones, existe un hecho muy indicativo de esta situación: pequeño en brazos o en el cochecito. En cambio, los auto-
basta con observar el espacio destinado en la ciudad al au- móviles, que además funcionan con un motor, tienen reserva-
tomóvil, sin duda el juguete preferido de nuestro ciudadano do el camino llano. En las ciudades, son los coches los que im-
privilegiado. El automóvil ha convertido las calles en lugares ponen su lógica, además de su estética y su “música”.
peligrosos, llenos de barreras insalvables para los ciudada-
nos más pequeños y los más débiles, y ha ocupado los espa- ¿Qué precio tienen que pagar los niños
cios públicos privatizándolos y eliminando cualquier posibili- por vivir en estas ciudades?
dad de uso para quienes se desplazan a pie o en bicicleta. En estas ciudades, los niños viven mal. No pueden vivir nin-
Además, contamina el aire que respiramos y provoca graves guna de las experiencias fundamentales para su desarrollo,
problemas para la salud de los ciudadanos y para la super- como por ejemplo la aventura, la investigación, el descubri-
vivencia de los monumentos, crea un ruido de fondo constan- miento, la sorpresa, el riesgo o la superación de un obstáculo
te y exige la presencia de servicios de suministro de carbu- y, como consecuencia de todo ello, la satisfacción y la emo-
rante y de señalizaciones viarias que afean los cascos históri- ción. No pueden jugar. Todas estas experiencias requieren dos
cos de nuestras ciudades. Los coches se han quedado con el condiciones fundamentales que han desaparecido: el tiempo
“nivel cero” de circulación y son los peatones quienes deben libre y un espacio público compartido. Hoy día, para un niño
descender de la acera, sumergirse en pasos subterráneos o que vive en la ciudad resulta difícil salir de casa solo, buscar-
encaramarse a pasos elevados para cruzar las calles. Es de- se compañeros e ir a un lugar adecuado para jugar con ellos.
cir, quienes tienen que recorrer el camino más largo y difícil Las dificultades ambientales, reales o supuestas, han conven-
son precisamente los peatones, que a menudo son los más pe- cido a los padres de que esta ciudad no permite que un niño
queños y los más mayores, los que tienen dificultades de des- de entre seis y diez años pueda salir solo de casa, de forma
que su tiempo libre se ha transformado en tiempo organiza-
do y dedicado a actividades varias, en casa o fuera de ella,
rigurosamente programadas y normalmente de pago. Por un
lado tenemos la televisión, la play station e Internet, y por el
otro, toda una serie de cursos y actividades extraescolares
deportivas, artísticas o de idiomas. ¿Y para jugar? Para ju-
gar, los padres acompañan al niño al parque con columpios
más cercano o lo llevan a casa de los amigos cuando no son
los amigos quienes vienen. Lo esperan y lo vigilan mientras
juega. Pero para jugar, el niño necesita un espacio público y
compartido, adecuado a las exigencias de las diferentes ca-
tegorías sociales, un espacio que crezca y que cambie a me-
dida que crezcan y evolucionen sus posibilidades de acción y
su curiosidad. El espacio de las experiencias y del juego se-
rá inicialmente su casa, luego las escaleras y el patio de ve-
cinos, después la acera inmediata y la plaza o los jardines
del barrio, más adelante las calles, los parques y las plazas
de su ciudad. Para jugar y para crecer, un niño necesita su
ciudad, toda su ciudad.
Hoy, en cambio, la ciudad se ha olvidado de los niños,
que han quedado relegados a espacios especialmente pensa-
dos para ellos, desde su habitación hasta el parque con co-
lumpios o la ludoteca.

Hay que empezar por los niños


Tanto los niños como los adultos hacen un diagnóstico muy
parecido de la realidad. Unos y otros se dan cuenta de que
la ciudad es peligrosa, hay demasiados automóviles que no
respetan a los peatones, las aceras están sucias, en malas
condiciones y llenas de obstáculos, los pasos cebra no son se-
guros y hay malas personas en las calles. En cambio, las con-
Fig. 2. La estética de los automóviles. El automóvil nos obliga a contaminar vi-
sualmente nuestros hermosos cascos antiguos con estaciones de servicio, seña- secuencias para unos y otros son muy distintas.
les de tráfico y vallas publicitarias que impiden ver en condiciones los edificios y Los adultos dicen: “Puesto que éstas son las condiciones
los monumentos artísticos. Hacer una fotografía de un motivo cualquiera en una
ciudad sin tener que incluir una señal de tráfico se ha convertido en algo práctica-
de la ciudad, te quedas en casa, y si tienes que salir te acom-
mente imposible. Ya nos parece normal y, precisamente por ello, es muy grave. paño, probablemente en coche, y te espero”.

62 I.T. N.O 75. 2006


Por su parte, los niños dicen: “Éstas son las condiciones de no de cambiar realmente la ciudad. Actualmente forman par-
la ciudad, pero hay que cambiarlas”. te de esta red más de setenta ciudades italianas, algunas ciu-
Los adultos están resignados y consideran que las carac- dades españolas y las grandes urbes argentinas. También Ro-
terísticas de la ciudad son algo objetivo e inmutable. En cam- ma se sumó a la iniciativa en el año 2001 y asumió la fun-
bio, los niños son implacables; no están dispuestos a renun- ción de principal representante del proyecto.
ciar a su libertad porque la necesitan para crecer. Por otra “La ciudad de los niños” gira en torno a dos ejes princi-
parte, los niños, ya desde pequeños, son capaces de inter- pales: la autonomía y la participación de los niños.
pretar las propias necesidades y de contribuir a cambiar su
ciudad. Por lo tanto, vale la pena darles la palabra, invitarles La autonomía de movimiento: devolver
a participar, porque tal vez en su nombre y para su bienestar la ciudad a los niños y los niños a la ciudad
sea posible pedir a los ciudadanos adultos aquellos cambios La pérdida de autonomía de los niños ha sido probablemen-
que difícilmente estarían dispuestos a aceptar y a promover te el efecto más llamativo de las transformaciones de los últi-
por sí mismos, a pesar de ver su necesidad y su urgencia. mos decenios en la vida de las ciudades y ha mermado nota-
blemente sus posibilidades de juego. Devolver la autonomía a
El proyecto “La ciudad de los niños” los niños será seguramente el mejor camino hacia la recupe-
Desde 1991, el proyecto internacional “La ciudad de los ni- ración y la vida plena en las ciudades. Cuando los niños pue-
ños”, promovido por el Istituto di Scienze e Tecnologie della dan ir solos a la escuela y salir a la calle a jugar con los ami-
Cognizione (ISTC, Instituto de ciencias y tecnologías del cono- gos en los espacios públicos, también entonces los abuelos,
cimiento) del Consejo Nacional de Investigación italiano, pro- las personas con discapacidad y los ciudadanos en general
pone a las administraciones urbanas que cambien el paráme- podrán vivir de nuevo la experiencia del paseo y del encuen-
tro, que pasen del adulto varón, activo y automovilista al niño tro. Solo cuando los niños puedan salir de casa, encontrarse
y que bajen el punto de vista a la altura de la infancia para con otros niños y vivir con ellos las experiencias del juego sin
no olvidarse de nadie.3 El supuesto en el que se basa el pro- un control directo de los adultos podrán implicarse completa-
yecto es sencillo pero revolucionario: cuanto más se adapta la mente en ese juego que les conducirá a grandes conquistas.
ciudad a los niños mejor viven todos sus habitantes. Estas condiciones son las únicas que pueden ayudarnos a
El niño, cuando expresa sus exigencias, transmite perfecta- vencer la difícil batalla contra la “televisión canguro”, que
mente las de todos los ciudadanos a partir de los más débiles, predispone a los niños a la pereza y a la obesidad y los co-
como pueden ser los que sufren algún tipo de discapacidad y rrompe transformándolos precozmente en consumidores.
los ancianos. Por este motivo, deberíamos convertirlo en el pa- En nuestro proyecto se propone devolver a los niños su au-
radigma para una nueva filosofía del gobierno de la ciudad. tonomía de movimiento mediante la propuesta “A la escuela,
El proyecto, al que se adhieren los alcaldes, implica de vamos solos”, una invitación para que a partir de los seis años
forma transversal a la administración de la ciudad, porque no vayan a la escuela con sus amigos sin la compañía de ningún
se trata de crear más estructuras o servicios para los niños si- adulto. Si devolvemos la ciudad a los niños podrán reencontrar
la libertad necesaria para crecer bien, pero si devolvemos los
niños a la ciudad la obligamos a hacerse cargo de ellos y a re-
descubrir aquel talante y aquellas actitudes de cuidado y res-
ponsabilidad que hoy parecen haber desaparecido.

La participación de los niños


en el gobierno de la ciudad
En “La ciudad de los niños”, su participación se entiende co-
mo una verdadera intervención en el gobierno local. Esta
participación debe buscarse y desearse, tal como correspon-
de si hacemos caso del artículo 12 de la Convención de Na-
ciones Unidas sobre los derechos del niño, que afirma que “el
niño tiene derecho a expresar su opinión y a ser escuchado
cada vez que se tome una decisión que le afecte”. Y puesto
que la administración de una ciudad siempre toma decisiones
que afectan a los niños, hay que encontrar los canales ade-
cuados para poder escuchar su opinión. Nuestra propuesta
es crear un Consejo de los niños que, sin seguir el modelo de
los adultos, colabore con la administración para un mejor go-
bierno de la ciudad. Para comprender su significado, son sin
duda muy ilustrativas las palabras del alcalde de Roma, Wal-
Fig. 3. Logotipo del proyecto internacional “La ciudad de los niños”. La niña
lleva un tirachinas que no utiliza para lanzar piedras sino propuestas, ideas y
ter Veltroni, en el acto de apertura del primer Consejo de los
consejos a su alcalde con la finalidad de mejorar la ciudad. niños de la ciudad: “He querido celebrar este Consejo porque

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necesito vuestros consejos y vuestra ayuda, porque los adul- Propuestas y experiencias
tos a menudo olvidamos qué significa ser niño. A partir de Entonces, cuando llamamos a los niños a participar en el go-
hoy trabajaremos juntos para cambiar esta ciudad”. bierno de la ciudad, cuando les damos la palabra, escucha-
Una segunda forma de participación de los niños es la de- mos sus propuestas y nos comprometemos a tenerlas en cuen-
nominada Planificación compartida. Un grupo de niños tra- ta, ¿cuáles son los cambios que nos proponen? ¿Cuál es el
baja con un técnico (por ejemplo, un arquitecto) para pro- modelo de ciudad que reclaman? A continuación intentare-
yectar una obra que dispone de un mandato expreso de la mos describir la ciudad de los niños a través de algunas de
administración de la ciudad. El técnico no enseña a los niños sus peticiones, expresadas durante las diferentes experien-
a planificar sino que intenta hacer viables sus ideas y pro- cias de participación infantil en el gobierno de la ciudad, so-
puestas innovadoras y creativas, y el gobernante puede ase- bre la necesidad de mayor autonomía de movimiento y de
gurar la realización de la obra gracias a las garantías que su poder jugar en libertad.
técnico le ofrece. Las obras realizadas a lo largo de estos
años en las ciudades que participan en el proyecto han resul- “Queremos que esta ciudad nos deje salir de casa”
tado ser más atractivas y originales que las planificadas por La condición imprescindible para que el juego infantil pueda
los adultos y, además, los habitantes de los barrios donde se existir es que los niños puedan salir de casa sin que sus pa-
han ubicado las han respetado y cuidado mucho más, pues- dres les acompañen. El Consejo de los niños de Roma4 dedi-
to que eran obra de sus hijos o de los demás niños del barrio. có un año entero de trabajo a este problema, y en la reunión
final de junio de 2002, que, como de costumbre, se celebró
Pero, ¿tenemos suficiente dinero con el pleno y el consejo municipales, Federico, un consejero
para llevar a cabo este proyecto? de 11 años, resumió todo el trabajo realizado con esta peti-
Kofi Annan, secretario general de Naciones Unidas, cerraba ción: “Queremos que esta ciudad nos deje salir de casa”. Se
su discurso de apertura de la sesión especial de la ONU pa- trata sin duda de una propuesta sorprendente, ya que cual-
ra la infancia del 8 de mayo de 2002 en Nueva York con las quier niño sabe que obtener el permiso para poder salir solo
siguientes palabras: “No podemos fallar, especialmente aho- de casa es algo que depende exclusivamente de sus padres.
ra que sabemos que por cada dólar que invertimos en mejo- Sin embargo, Federico sabía muy bien que si, en general, los
rar las condiciones de la infancia la sociedad obtiene un be- padres no dejan salir a sus hijos de casa es “porque la ciu-
neficio de hasta siete dólares”. En un momento de dificultades dad no lo permite”, así que se dirige al alcalde y le dice: “¡Da-
económicas, quienes disponen de pocos recursos económicos me tú permiso para salir de casa!”Desde entonces, la petición
deberían invertirlos en intervenciones a favor de la infancia, de Federico se ha convertido en un programa de trabajo pa-
que mejorarán las condiciones de vida de todos los ciudada- ra la ciudad de Roma que se pregunta sobre qué es lo que
nos, harán más bonitas y seguras nuestras ciudades y prepa- puede hacer para aumentar la autonomía de los niños en una
rarán a los niños para una ciudadanía activa y responsable. ciudad tan grande y compleja. Se trata sin duda de un pro-

Fig. 4. El Consejo de los niños. Los niños discuten entre ellos para preparar las propuestas
y los consejos para el alcalde y, una o dos veces por año, se encuentran con él para comunicárselas.

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blema importante porque está directamente relacionado con sí lo tuvieron claro fueron los habitantes de algunos distritos
uno de los temas más candentes en el debate actual y, segu- de la Gran Buenos Aires, el extrarradio de 8.000.000 de ha-
ramente, futuro, sobre nuestras ciudades: el problema de la bitantes que rodea la capital argentina. Hartos de la violen-
seguridad ciudadana. cia y de los atracos de que eran víctimas sus hijos, decidieron
La propuesta habitual para resolver este problema es el reaccionar: no lo hicieron como hubiera sido de esperar, es
aumento de los mecanismos de defensa, ya sean particulares decir, pidiendo un mayor control policial, sino mediante una
(puertas blindadas, armas de defensa personal, etc.), públi- mayor participación de los habitantes de los barrios para así
cos o sociales (desde más policía hasta cámaras en las calles), garantizar la seguridad de los niños en sus recorridos de ca-
aunque todos ellos se han mostrado hasta ahora ineficaces. sa a la escuela y viceversa, según las indicaciones de nuestro
El ejemplo paradigmático de esta situación es el de los Esta- proyecto “La ciudad de los niños”.6 Participaron en el proyec-
dos Unidos, el país donde más se invierte en seguridad y que, to tenderos y comerciantes en general, así como ancianos y
no obstante, es también uno de los más inseguros.5 Quienes no tan ancianos del barrio, con el objetivo de crear una vigi-
lancia social en los recorridos de los niños. En un encuentro
de julio de 2005, el responsable de la seguridad de la ciudad
de Buenos Aires afirmó que, durante los tres años de esa ex-
periencia, que hoy se ha extendido también a la capital fe-
deral, los actos delictivos contra niños habían disminuido en
un 50 %. La iniciativa “A la escuela, vamos solos” en Argen-
tina es la misma que se está llevando a cabo con éxito en mu-
chas ciudades italianas desde hace ya diez años y que re-
cientemente se está experimentando también en Roma. Estas
experiencias demuestran que los niños en la calle hacen se-
gura la calle. Los niños que van a la escuela o que juegan con
sus amigos aglutinan alrededor de ellos la preocupación y la
solidaridad de los vecinos y adultos en general que, solo apa-
rentemente, había desaparecido de nuestras ciudades. Es evi-
dente que si todo el mundo acompaña a sus propios hijos a
la escuela y los ancianos y las personas con discapacidad
Fig. 5. Los niños defienden sus derechos. A menudo se les pide que conozcan
y respeten únicamente sus deberes. Si embargo, si además les hacemos cons- permanecen encerrados en casa, todo se reduce a la dimen-
cientes de sus derechos y les damos los instrumentos para defenderlos, favo- sión privada y nadie debe hacerse cargo de los demás. Si los
receremos un fuerte sentimiento de ciudadanía y de responsabilidad. Aquí po-
demos ver a los niños sancionando con una multa moral un automóvil estacio-
niños regresan a las calles, se construye un nuevo vecindario
nado en un lugar destinado a los peatones. que protege y da seguridad.

Fig. 6. La multa moral. Los niños escriben su nombre y su edad en la multa, en la que también aparece escrito lo siguiente:
“¡Vaya ejemplo! Usted ha aparcado en un lugar reservado a los peatones… ¿Por dónde voy a pasar?”.
La multa se sujeta con el limpiaparabrisas a los vehículos aparcados en las aceras o en los pasos cebra.

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Cuando los niños van a la escuela solos son más puntua- te: “Queda prohibido cualquier tipo de juego en espacios pú-
les que cuando los acompañan los adultos. Esto significa que blicos”, mientras que el artículo número 31 de la Convención
son capaces, ya desde pequeños, de hacerse cargo de la or- sobre los derechos del niño de 1989 (ley italiana de 1991)
ganización de su tiempo y de las operaciones necesarias pa- afirma que “los niños tienen el derecho de dedicarse a jugar”.
ra ir a la escuela. Y cuando los niños vayan solos a la escue- Por este motivo, escribieron al alcalde para comunicarle que
la también podrán ir solos a jugar con los amigos, a la clase el reglamento estaba equivocado y que tenía que cambiarlo.
de danza o de guitarra y a comprar a la tienda de al lado. El alcalde reconoció el error y, después de un año de traba-
Pero, para que los niños puedan tener permiso para salir jo, el artículo 6 se modificó y ahora dice: “El Ayuntamiento,
solos, las ciudades deben adoptar medidas adecuadas con la de conformidad con el artículo 31 de la Convención sobre los
finalidad de pasar de una política a favor del tráfico de los derechos del niño, favorece el juego de niños y niñas en las
automóviles a una política en pro de la movilidad de peato- zonas de uso público”.
nes y bicicletas. Es decir, hay que cuidar las aceras, que son Después de esta victoria, los niños del Consejo dieron otro
las calles de los niños, hacerlas más anchas y mantenerlas paso hacia adelante y escribieron una carta a las asambleas
más limpias, despejadas y en buen estado. Asimismo, es ne- de vecinos de toda la ciudad invitándolas a revisar los regla-
cesario crear pasos de peatones seguros (si es posible, a la mentos vecinales, que a menudo limitaban o prohibían jugar
misma altura que las aceras) y hacer respetar la preferencia a los niños en determinados espacios. El alcalde se declaró
peatonal en los pasos cebra. Otros aspectos importantes son también a favor de esta segunda petición. La protesta de los
los siguientes: la creación de “calles residenciales” según la niños romanos podría tener importantes consecuencias: hacer
normativa europea, es decir, calles abiertas a un uso com- desaparecer de los espacios públicos de la ciudad los carte-
partido por parte de los peatones, los niños que juegan y los les de prohibido jugar y abrir un debate en toda la ciudad so-
automóviles (que no pueden circular a más de 15 km/h en bre el derecho de los niños a jugar en los espacios comunes
ellas); la reducción de los carriles de circulación, especial- de sus casas y de las propiedades vecinales. En la misma lí-
mente en la periferia de las ciudades; el aumento de las zo- nea que Roma, otras ciudades italianas están comprobando
nas verdes y la defensa del pequeño comercio, que contribu- la conformidad de sus reglamentos con la Convención sobre
ye a mantener una calle más bonita y controlada, ante la pre- los derechos del niño y, si es necesario, los adaptan a las nue-
potencia de los grandes centros comerciales. vas leyes (¡al cabo de 15 años!).
Para que los niños puedan ejercitar su derecho a jugar, las
Un espacio público para jugar ciudades deben cambiar, renunciar a algunas características
La segunda condición necesaria para poder jugar, una vez estructurales y a algunos comportamientos que hacen imposi-
que ya es posible salir de casa sin el control de los adultos y ble esta experiencia fundamental para un crecimiento correc-
se dispone de suficiente tiempo libre, es que existan lugares to de los ciudadanos más pequeños. En primer lugar, hay que
donde poder ir. Ya hemos apuntado que los pequeños parques devolver a los ciudadanos el espacio público, lo que significa
destinados al juego no siempre son lugares adecuados para que las aceras, las calles, las plazas y los parques no pueden
una actividad tan importante como es el juego. Para jugar, los estar en manos de los automóviles que los ocupan o los transi-
niños necesitan un espacio que crezca con sus capacidades, su tan, y que los espacios no pueden estar separados y especia-
autonomía y su competencia, un espacio que sepa acompañar lizados porque si son “para niños” o “para abuelos” dejan de
su desarrollo y ofrecerles nuevas experiencias, descubrimien- ser “públicos”. El espacio debe estar abierto a las necesidades
tos y, en general, un enriquecimiento. Lo que los niños necesi- y a las oportunidades de todos los ciudadanos y, especial-
tan para crecer y para jugar es ni más ni menos que la ciudad. mente, a las de los más pequeños y débiles. En el espacio pú-
Los miembros del Consejo de los niños de Roma descu- blico no puede estar prohibido jugar. El espacio público debe
brieron que en el reglamento de la policía municipal de su estar “cerca” de casa de los niños y todavía más en el caso de
ciudad había un artículo, el número 6, que decía lo siguien- los más pequeños, de forma que puedan salir para jugar.

Figs. 7 y 8. Después de haber conseguido la modificación del artículo 6 del reglamento de la policía municipal,
el Consejo de los niños organizó una sentada en una plaza de la ciudad para ocupar los espacios públicos y poder jugar libremente.
La experiencia fue un gran éxito, ante la sorpresa y el agrado del resto de los ciudadanos.

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Conclusiones
Es interesante advertir que la ciudad que quieren los niños es
prácticamente idéntica a la que preconizan los ambientalistas
y los investigadores de diferentes disciplinas, como la socio-
logía, la psicología, la arquitectura, el urbanismo o la pedia-
tría e incluso la que defienden los juristas. Es necesario en-
tender que los niños, para conseguir una ciudad en la que
sea posible jugar y puedan ejercer su oficio de niños, necesi-
tan que sea segura, limpia, bonita y sana. Para jugar, nece-
sitan la ciudad que todos nosotros necesitamos para vivir bien
y para materializar nuestros proyectos y nuestros deseos.
Cuando la ciudad olvida a los niños, olvida a todos sus
ciudadanos y también se olvida a sí misma, pero si recupera
la relación con los niños, si les da tiempo y espacio para ju-
gar, si les concede la palabra, les escucha y tiene en cuenta
sus ideas, tal vez pueda salvarse.
En el Vesubio, el volcán de Nápoles, nace un liquen, el
Stereocaulon vesuvianum, que puede colonizar la roca volcá-
nica extremadamente dura que cubre las pendientes de la
montaña después de una erupción. Este vegetal consigue pe-
netrar en la lava solidificada, hacerla añicos y transformarla
lentamente en un terreno fértil donde podrán crecer las vides
que producen los apreciados vinos del Vesubio. Los niños
pueden ser también los líquenes de nuestras ciudades: con su
presencia y sus juegos invadiendo los espacios públicos son
capaces de modificar los comportamientos de los adultos y
obligarnos a respetar más el entorno en el que vivimos y en Fig. 9. Los niños en la calle hacen segura la calle.
el que vivirán nuestros hijos y nuestros nietos. ■ Los niños pueden ayudarnos a mejorar las ciudades.

Francesco Tonucci Bibliografía


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Ciudad próxima.
Urbanismo sin género
Zaida Muxí Martínez

DESCRIPTORES
FEMINISMO
GÉNERO
URBANISMO
CIUDAD GLOBAL

Introducción
Los cambios en la economía mundial han incidido sobre la for- dades con líneas, sin embargo, la ciudad es la vida cotidia-
ma y las dinámicas de nuestras ciudades y, también, sobre la na, el día a día. Las ciudades son cada una única e irrepeti-
variedad de origen y de modos de vida de los que las habita- ble, la ciudad como definición es una asociación de gentes
mos. Estas modificaciones nos plantean nuevos retos y para- diversas; esta aseveración nunca ha sido tan cierta como a
dójicamente la necesidad de retomar otros que se creían su- principios del siglo XXI: orígenes diversos, opciones de vidas
perados: el derecho a la ciudad para todas y todos… La com- diversas, intereses diversos… y sin embargo, los “renders”1
pleja realidad urbana que habitamos no debería posibilitar- que pretenden ser la realidad anticipada contienen todos los
nos el seguir trabajando solo desde la abstracción del dibujo, mismos personajes.
desde los conocimientos estrictamente técnico-profesionales, Es necesario, por supuesto, tener una idea o proyecto ge-
no podemos pretender creer que somos capaces de represen- neral, global, de ciudad, con sus respectivos planos y dibujos,
tar y entender las necesidades de una variedad de gentes y para poder incorporar variaciones y realidades que corres-
culturas cada vez más diversas (Figs. 1, 2, 3 y 4). Y no solo pondan a la proximidad y no a la lejanía. La ciudad del prín-
por la inmigración sino porque cada uno de nosotros ya no se cipe que domina a los otros es la de la maqueta o foto área,
corresponde estrictamente con el patrón ideal que hizo posible donde todos y todas somos fichas móviles según el capricho
la ciudad moderna en la que aún nos basamos en el proyec- de un juego que juega otro. El mapa es más puro que el te-
to de ciudad. Déjenme que me explique: la ciudad actual o rritorio, porque obedece al príncipe.2 Por ello, aunque se ac-
tardorracionalista es la ciudad de las funciones de la Carta de túe circunstancialmente como técnicos-técnicas y como políti-
Atenas con un decorado escenográfico que le da diversidad y cos-políticas, no se ha de olvidar que en primer lugar somos
“diversión” (Figs. 5 y 6) quitándole la solemnidad higienista ciudadanos y ciudadanas y en tanto que tales hemos de tra-
propia de la modernidad; y a la vez es también una ciudad bajar de manera participativa para proyectar el futuro de
infinitamente repetida, una igual a otra, sin referencias. nuestras ciudades.
Se trata de huir de un modelo de ciudad, comenzando Los retos futuros de las ciudades, tanto aquellos pertene-
por huir del término, ya que la idea de modelo comporta la cientes a las demandas de escala global como a las de esca-
definición de un ejemplo trasladable y repetible, y la ciudad la local, solo se llevarán a término de manera equilibrada y
está lejos de poder ser un elemento clónico. sostenible, es decir, que perdure y mejore en el futuro, al tiem-
Necesitamos un pensamiento y una práctica urbana de la po que se creen nuevos sentidos de pertenencia si se hace con
proximidad, de lo pequeño, no solo la ciudad del dibujo que la participación activa de toda la ciudadanía, políticos-políti-
es la ciudad de la distancia de un mundo perfecto a la medi- cas y técnicas-técnicos pero también, y fundamentalmente, las
da de nuestro papel o nuestra pantalla. Se confunden reali- gentes diversas que habitamos las ciudades.

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Foto: ZAIDA MUXÍ

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Foto: ZAIDA MUXÍ

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Figs. 1, 2, 3 y 4. Diversidad de la población.
Foto: ZAIDA MUXÍ

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Figs. 5 y 6. Ciudades divertidas: ciudadanas y ciudadanos no contamos sino como consumidores y turistas, ajenos a la vida real y cotidiana.

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Nombrar la ciudad en femenino3 Victoria Sau ha definido el patriarcado como “una toma
Género es la construcción cultural de roles atribuidos a los se- de poder histórica por parte de los hombres sobre las muje-
xos; esta construcción asigna espacios y da prioridades. Lo res cuyo agente ocasional fue de orden biológico, si bien ele-
privado y lo público, pares complementarios y a la vez anta- vado éste a la categoría política y económica. (…)
gónicos. Lo cotidiano es secundario y relativo (Figs. 7 y 8); el (…) en la organización dominante del conocimiento, las
exterior, lo público es principal e importante, por lo tanto solo mujeres hemos quedado fuera. Porque, tradicionalmente, el
formulable desde las teorías neutrales, racionales y abstractas, sujeto del pensamiento, el sujeto del discurso, el sujeto de la
no desde la experiencia. Esta valoración discriminadora tiene historia, el sujeto del deseo es un ser masculino que se decla-
su formalización en el orden doméstico y en el orden urbano, ra universal, que se proclama representante de toda la huma-
dos figuras que son complementarias e inseparables. nidad. Según el pensamiento de la diferencia sexual, el suje-
El discurso de género se articula en la aceptación de la es- to del conocimiento no sería un ser neutro universal, sino se-
tructura patriarcal, de jerarquías y cuya repetición y perpe- xuado; y el conocimiento que ese sujeto pretendidamente uni-
tuación está garantizada por el parentesco. Esta escenifica- versal ha producido a lo largo de la historia sería solamente
ción y puesta en práctica de roles tiene dos espacios: la casa conocimiento masculino, conocimiento en el que las mujeres
y la ciudad. Es necesario desvelar los discursos y significados no nos reconocemos. Porque, en las sociedades patriarcales,
detrás de las formas. los hombres habrían construido su identidad masculina como
(…) Gerda Lerner, por su parte, ha descrito el género co- única identidad posible, y nos habrían negado a las mujeres
mo “la definición cultural de la conducta definida como apro- una subjetividad propia. De ahí la condena ancestral al silen-
piada a los sexos en una sociedad dada en una época dada. cio. Por tanto, lo que conocemos como femenino en el patriar-
Género es una serie de roles culturales. (…) Todo esto quiere cado, no sería lo que las mujeres son o han sido en el pasa-
decir que lo que conocemos como “hombre” y lo que conoce- do, sino lo que los hombres –o algunos hombres– han cons-
mos como “mujer” no consiste en un conjunto de atributos, en truido para ellas, han dicho que ellas son. Y lo son en relación
un conjunto de objetos predominantemente naturales, sino especular con lo masculino, vacías por tanto de contenidos in-
que se trata en gran parte de construcciones culturales. (…). dependientes. Precisamente esta carencia de subjetividad fe-
menina independiente sería necesaria para la perpetuación
del patriarcado, para que las mujeres aceptemos nuestra sub-
Foto: ZAIDA MUXÍ

ordinación social en el marco de una familia fundada en el


contrato sexual.4
El desafío es construir un espacio sin género ni orden pa-
triarcal, por lo tanto, sin jerarquías, un espacio para visibili-
zar las diferencias, un espacio de todos y todas en igualdad
de valoración de miradas, saberes y experiencias. Resignifi-
car la construcción de nuestras ciudades a partir de la expe-
riencia que del mundo tengan hombres y mujeres, dos mane-
ras de enunciar una realidad única.
Se trata de afirmar la experiencia de cuerpos sexuados
que signifique el reconocimiento de las diferencias, de la
identidad escogida y construida, que será la que posibilite
una empatía auténtica con los otros, permitiendo la pertenen-
cia o adscripción a grupos o a conjuntos sociales desde una
verdadera sintonía y elección y no desde la imposición de
una jerarquía cultural-educacional-social.
La representación histórica, a través de cuadros, y con-
Foto: ZAIDA MUXÍ

temporánea, a través de la publicidad, sitúan perfectamente


los espacios de influencia asignados a cada género: para los
hombres la calle (pensar en la diferente connotación de hom-
bre público, de la calle y mujer pública, de la calle) y para las
mujeres un interior controlado.
Las ventanas son el marco a través del cual lo femenino,
como modelo cultural y jerárquico, se cuela en el exterior,
ventanas reales o metafóricas: vive el exterior a través de las
experiencias del hombre de la casa; la calle es observada
desde la ventana y desde la televisión viviendo así la mujer
una realidad mediada por otros. Siendo ésta una construc-
Figs. 7 y 8. Los espacios de poder público son para los hombres.
ción deseada, buscada por las jerarquías dominantes, ya que
Lo privado, y el interior son femeninos; lo público, el exterior son masculinos. aunque se desconozca o se niegue la presencia de mujeres en

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el ámbito exterior, las mujeres han estado y están presentes. Frente a la valoración excesiva del saber racionalizado y
Revolucionarias francesas o proletarias del XIX, solo por citar hecho universal por el poder, se ha de valorar la experiencia
algunas, también hicieron posible cambios en los que no se real del otro, en este caso la otra. La posibilidad de decirse
les reconoce su participación, si no, ¿por qué, por ejemplo, comienza por poder describir la propia experiencia, por va-
cuesta tanto encontrar una calle con nombre de mujer (que no lorar las transmisiones de saberes no reglados y por activar
sea reina o santa), que es una manera directa de reconocer la capacidad crítica desde cada mirada.
presencia, construir discurso e historia?
Las mujeres han estado presentes activamente en todos los Breve reseña de las aportaciones
momentos históricamente decisivos de la cultura occidental de mujeres al pensamiento urbano
pero han sido invisibilizadas. Este es un problema aún hoy La invisibilidad de las mujeres no es solo la de la mujer-per-
presente. No se reconoce más que una manera de hacer y ex- sona sino que también lo es en la formación académica que
plicar las cosas, por lo tanto las mujeres que hayan roto los recibimos técnicos y técnicas del urbanismo, de aquellas que
tabúes y las jerarquías han sido silenciadas, apartadas… han contribuido y contribuyen al pensamiento de la ciudad.
La categoría de análisis más difícil es la categoría muje- No es fácil rastrear aportaciones de mujeres, ya que la
res. La teoría de géneros plantea la dificultad de desbrozar historia se ha encargado de borrar sus huellas. En este senti-
qué parte del pensamiento ”femenino o de mujeres” es pro- do un trabajo encomiable es el que realiza Dolores Hayden8
pia y cuál es la que asignan los roles culturales, por tanto pa- desde hace más de dos décadas, en el que visibiliza las apor-
triarcales y jerárquicos… taciones de las mujeres pioneras en el pensamiento de la nue-
Pensar en otros términos plantea el problema de si es po- va ciudad norteamericana. La oportunidad de un nuevo mun-
sible pensar desde fuera de la cultura, desde fuera del orden do no se podía dejar pasar, así lo comprendieron muchas
simbólico en el que las mujeres hemos sido socializadas, des- mujeres y, también, hombres que participaron conjuntamente
de fuera del orden patriarcal en este caso. Hay quien sostie- en proyectos de nuevas maneras de vivir. Este pensamiento
ne que no, que nada escapa a la marca de la cultura que te- reformista estaba fundamentalmente dirigido al espacio de la
nemos, pues es ésta la que nos humaniza… hay quien sostie- casa, a las tareas domésticas. Entendiendo la casa como cé-
ne que es posible un “pensamiento del afuera”, fuera del es- lula básica del tejido urbano, y por lo tanto cambiando ésta
pacio clásico de las representaciones… el pensamiento de las podía pensarse una estructura urbana diferente.
mujeres ha buscado y hallado, sin embargo, siglo tras siglo, Destacan las propuestas de casas sin cocina, que serán
(…) pensar en otros términos, pensar fuera del sistema es, una variable imprescindible en todas las propuestas tendentes
pues, posible. (…)5 a una igualdad de oportunidades. Si ciertas actividades fue-
La experiencia de vivir en la ciudad en un cuerpo sexua- ron extraídas del hogar para mejorar su eficiencia (educa-
do en femenino tiene que ser enunciada y escrita. Nos hemos ción, salud…), siguiendo los criterios mecanicistas y raciona-
acostumbrado a asumir que existe un cuerpo de conocimien- les del XIX, ¿por qué no ha corrido la cocina la misma suerte?9
to neutral que se asocia con saberes técnicos. Y, sin embargo, Seguramente porque en el alimento se depositan una serie de
esta afirmación está lejos de ser cierta, vivimos una sociedad características simbólicas que no interesa cuestionar, la madre
que se ha forjado bajo una visión dominantemente masculi- como nutriente biológica pura naturaleza, sustraída de los va-
na, y un sistema patriarcal de orden simbólico. Hacer visible lores de conocimiento. Sin embargo, son muchos los ejemplos
la diferencia es el primer paso para construir un orden sim- de barrios y viviendas sin cocinas o con cocinas compartidas,
bólico diferente, en el que las mujeres podamos decirnos des- desde su aparición pública en la Exposición Internacional de
de nuestra experiencia vital. Chicago de 1893, propuesta por Ellen Swallow Richards. Es-
En el mundo de la posmodernidad, que a mi entender sig- ta idea de cocina pública y espacios de comer familiares en
nificaría asumir las diferencias, el fin de una única mirada las casas tendría sus seguidores: en las ciudades jardín de
dominante nos ha de posibilitar reivindicar la primera dife- Welwyn y Letchworth se atendió a las particularidades de sus
rencia6 entre el ser hombre y el ser mujer. A partir de cons- futuros habitantes, proponiendo casas sin cocina, viviendas
truir este mundo dual, a veces complementario, pero esencial- cooperativas para gente sola y viviendas para los mayores:
mente diferentes, podemos comenzar a pensar en hablar de El máximo defensor de la vivienda cooperativa en Inglate-
procesos de igualdad. rra, Ebenezer Howard,10 admiraba a los reformadores ameri-
(…) La experiencia personal, su estatuto de originalidad, canos como Edward Bellamy y Marie Howland (…) en 1889
está muy desprestigiada en nuestra época, a este desprestigio ayudó al British Nationalist Club a preparar los planes para
han contribuido sobre todo el estructuralismo y la crisis de la un experimento utópico en Essex, las notas para el diseño de
subjetividad, el desmoronamiento de la identidad estable, to- esta colonia, publicadas en Nationalization News en 1893,
do eso que se suele llamar «la muerte del autor»: un pensa- se convirtieron cinco años después en las ciudades jardín del
miento que antepone las estructuras del discurso al individuo mañana (…) Howard con sus asociados Raymond Unwin and
que habla, acusando de esencialista el recurso a la propia ex- Barry Parker desarrollaron la Cooperative Quadrangle, don-
periencia como justificación de algo. La experiencia femeni- de las tareas domésticas eran compartidas por una coopera-
na personal vive, en cambio, en la práctica política del movi- tiva de inquilinos, como la unidad básica residencial de una
miento de mujeres. (…)7 ideal ciudad jardín…11

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Finalmente en 1909 Howard pudo realizar en Letchworth La falta de reconocimiento al trabajo compartido llevó a
la primera ciudad jardín, donde en un comienzo se evitaron que Denise Scott Brown realizara la siguiente aclaración en el
las construcciones cooperativas, la construcción de “Homes- prólogo a la edición de 1977:
garth”, treinta y dos apartamentos sin cocina en cooperativa, (...) La nota de Robert Venturi sobre la autoría de la pri-
“enfatizando su innovación como una respuesta pragmática mera edición, con su reconocimiento de coautores y colabo-
a la cuestión de los sirvientes y a la cuestión de la mujer, radores, fue virtualmente ignorada por casi todos los que re-
cuando se dirigía a clientes de clase media. En 1913, Ho- señaron el libro. Los resentimientos personales ante el caba-
ward y su mujer se trasladaron a vivir en este conjunto…”12 lleroso tratamiento a mi aportación y las atribuciones que en
Dolores Hayden también ha trabajado con la memoria de general han hecho arquitectos y periodistas me llevaron a
ciudadanas y ciudadanos, nunca tenidos en cuenta, constru- analizar la estructura social de la profesión, su dominación
yendo a partir de trabajos participativos un nuevo paisaje de por machos de la clase alta y el énfasis de sus miembros en
la memoria en Los Ángeles, “The Power of Place”. Sus traba- el Star System arquitectónico. El resultado es un articulo titu-
jos pioneros muestran que el discurso único no es representa- lado “Sexism and the Star System in Architecture”. (...)16
tivo y significa dominio de unos sobre otros. Una aportación importante a un urbanismo con visión de
En su libro Redesigning the American Dream: The Future mujer fue realizada desde la geografía urbana feminista,
of Housing, Work, and Family (1984) examina cómo las mu- siendo las precursoras las académicas de Gran Bretaña, ha-
jeres han sido sistemáticamente excluidas o se las ha hecho ciendo importantes aportaciones que comenzaban con cues-
sentir inseguras en los ambientes urbanos. Previamente había tiones derivadas de la propia experiencia:
escrito un ensayo, publicado en 1981,13 “What would a non Recuerdo con claridad un espectáculo que solía impresio-
sexist City Be Like? Speculations on Housing, Urban Design narme mucho cuando tenía nueve o diez años. Yo vivía en-
and Human Work”, que comienza: tonces a las afueras de Manchester, e “ir a la ciudad” era un
“El lugar de la mujer es en el hogar” ha sido uno de los suceso (…) en el trayecto cruzábamos el valle llano del Río
principios más importantes en el diseño arquitectónico y en la Mersey (…) Toda esa planicie, la extensión entera de Man-
planificación urbana en los Estados Unidos de América du- chester, se dividía en campos de fútbol y de rugby (…) se cu-
rante el último siglo. Un principio más bien implícito que ex- bría hasta donde alcanzaba la vista de cientos de personas
plícito para la profesión del diseño conservadora y domina- pequeñitas que corrían por todos lados persiguiendo balones
da por los hombres (…) esta cuestión ha generado muchos (…) Yo no iba a esos campos de juego; parecían estarme ve-
menos debates que otros principios fundamentales de la ciu- dados, tratarse de otro mundo (…) mi pretensión se limita a
dad americana contemporánea en la era del monopolio ca- afirmar que espacio y lugar, los espacios y los lugares, así co-
pitalista, que incluye la presión destructora de la urbaniza- mo el sentido que tenemos de ellos, se estructuran recurrente-
ción de tierras privadas, la dependencia fetichista del vehícu- mente sobre la base del género (…) esta estructura genérica
lo privado, y el uso desmedido de la energía… las mujeres del espacio y lugar simultáneamente refleja las maneras co-
desoyendo esta norma han ingresado en masas en la fuerza mo el género se construye y entiende en nuestras sociedades,
laboral pagada. Edificios, barrios, y ciudades diseñadas pa- y tiene efectos sobre ellas.17
ra mantener en el hogar a las mujeres las constriñen física, En territorio español18 desde la recuperación de la demo-
social y económicamente. (…) el remedio para esta situación cracia se ha visibilizado un pensamiento feminista que tam-
es desarrollar un nuevo paradigma del hogar, del barrio y de bién ha llegado a la arquitectura y el urbanismo. Antes he de
la ciudad (…) que deberá soportar más que restringir las ac- aclarar la peculiar situación que se da en nuestro contexto, ya
tividades de las mujeres trabajadoras y sus familias (…)”14 que a pesar de existir una primera mujer, Matilde Ucelay,
Otra aportación significativa y, posiblemente, más reconoci- egresada de la Escuela de Arquitectura de Madrid antes de la
da ha sido la de Jane Jacobs, quien en 1961 escribiera Muer- sublevación y posterior guerra civil que llevarían a a la dicta-
te y vida de las grandes ciudades americanas,15 que formaría dura franquista, no será hasta el año 1964 cuando comenzó,
parte con toda una serie de escritos aparecidos en esa década y con cuentagotas, a haber arquitectas egresadas de las es-
del cuerpo de conocimiento crítico e independiente que marca- cuelas españolas. Este retraso académico ha llevado consigo
ría el pensamiento urbanístico que cuestiona la ciudad de la fun- que la formación de las futuras arquitectas esté signada por
ción, la ciudad de la máquina y la que olvida a sus habitantes. la visión masculina y pretendidamente neutral de la enseñan-
Otra aportación ya clásica e imprescindible fue la visión za y por lo tanto de la profesión, llevando a ocultar sensibili-
aportada por Denise Scott Brown a los trabajos que realiza- dades y miradas no avaladas por la repetición académica.
ría en colaboración con Robert Venturi; es especialmente re- Aun a riesgo de dejar olvidos, señalaría algunos trabajos
levante el trabajo que realizaron conjuntamente con Steven y autoras claves en el urbanismo con visión de género en te-
Izenour, Aprendiendo de Las Vegas (1972). La mirada de De- rritorio español, dentro de las I Jornadas de Feministas Inde-
nise Scott Brown, más popular, acostumbrada a resaltar las pendientes en 1980 en Barcelona. Anna Bofill propuso en la
aportaciones de la gente común y encontrar en ello aspectos conferencia “Mujer y arquitectura”19 una mirada diferente de
para aprender, se sumó al conocimiento más clásico y acadé- las mujeres sobre el entorno, poniendo de manifiesto la rela-
mico de Robert Venturi; la unión de ambas miradas es el se- ción entre estructura patriarcal y la forma de nuestras ciuda-
llo que signa la ingente producción de este equipo. des. En 1984, en unas jornadas interdisciplinarias organiza-

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das por el Seminario de Estudios de la Mujer de la Universi- remunerado que le permite tener coche privado y que tiene en
dad Autónoma de Madrid, se hace una primera incursión so- casa una esposa que le aguarda con todo hecho y preparado.
bre el uso del espacio en la vida cotidiana. Pensemos si no en la proporción de inversión pública ligada a
En 1991 la antropóloga Teresa del Valle publica el estu- mejoras viarias para vehículos privados (mejora de calzadas,
dio “Las mujeres en la ciudad, un estudio aplicado a Donos- autovías, túneles, rondas…) comparada con la inversión en un
tia” y en 1997 “Andamios para una nueva ciudad”. trasporte público más eficiente, más detallado, que llegue a
En 1995 Isabel Segura publica la “Guía de Mujeres de más puntos y con mayor frecuencia. La proporción de usuarios
Barcelona”, donde se buscan las huellas de los pasos de las de vehículos privados es mayoritariamente masculina y en par-
mujeres por la ciudad desde la época romana hasta la actua- te mínima con respecto al total de la población. Queda claro,
lidad, espacios prohibidos y espacios vividos, leyendo la his- por lo tanto, para quién se proyecta la ciudad y el territorio.
toria urbana desde otro lugar, haciendo visible aquello más Las mujeres por su vivencia de acompañante, asignación li-
allá del monumento, los márgenes de la historia tradicional. gada al género, solemos destacar las dificultades y necesida-
En la década de los noventa se harán encuentros y jorna- des de otros y otras, no la mirada exclusivista ni neutra univer-
das en varias ciudades de manera habitual, comenzando en sal. La mujer como madre, cuidadora, nutridora (nuevamente
1997 en Vitoria con “La ciudad con, de, desde, para, según papeles de género) habla por experiencias compartidas: ace-
las mujeres”. En Madrid la asociación La Mujer Construye or- ras insuficientes para acompañar a alguien que necesita ayu-
ganiza en 1997 los primeros “Encuentros de mujeres en arqui- da, para pasar con carros de bebés o carros de la compra; la
tectura”, que se repetirán cada año. En 1999 en Barcelona se iluminación de las calles que continúa primando iluminar la
realiza el primer Congreso de las Mujeres de Barcelona, tra- calzada cuando los coches llevan luz en detrimento de la ilu-
bajo de participación de los consejos de mujeres de los diez minación de la acera. Lo vemos, por ejemplo, en la iluminación
distritos, realizándose una ponencia, “El espacio urbano, los con farolas tipo de carretera en calles con aceras arboladas
tiempos y las mujeres”, donde se hacen propuestas sobre vi- que dejan con poca luz el espacio de peatones. Los transpor-
vienda, espacio urbano, accesibilidad y seguridad urbana. Es- tes públicos siguen primando los traslados obligados, conside-
te año también se publica por la Fundació Maria Aurèlia Cap- rando éstos solo de áreas de residencia a áreas de trabajo y
many el “Manual de Recomendaciones para la concepción de zonas de estudio, sin considerar los traslados –más complejos
los aglomerados urbanos desde la perspectiva de género”, co- y por lo tanto más difíciles de analizar y responder– de las mu-
mo resultado del proyecto europeo “Las mujeres y la ciudad”, jeres, cuyos recorridos no son nunca de punto a punto, sino
realizado por Anna Bofill, Isabel Segura y Rosa M. Dumenjó. que son zigzag aprovechando el espacio entre actividades pa-
En el año 2004 se realizaron en Barcelona las I Jornadas ra hacer otra. Los caminos escolares están muchas veces llenos
Urbanismo y Género, que resultaron de un gran impacto me- de obstáculos, dificultades y peligros, llegando muchas veces al
diático y contaron con la participación de técnicas naciona- colmo de una escuela sobre una vía más o menos rápida con
les y extranjeras de un amplio abanico profesional. La pecu- una acera de dos o tres metros. La penalización del peatón es
liaridad de estas jornadas fue la implicación de diferentes or- otra queja, ¿cuánto han de andar los peatones para llegar a
ganismos y que su amplia difusión hiciera que no se limitara un paso de zebra? Sabemos que menos semáforos potencian un
a un saber entre pocas sino una discusión abierta. Estas jor- tráfico más fluido y por lo tanto más rápido; nuevamente nos
nadas fueron coordinadas por Isabela Velásquez. preguntamos ¿para quién se piensa esta ciudad?
Entre otras arquitectas, urbanistas, y profesoras que le- La seguridad y la percepción de la seguridad son muy di-
vantan una voz disidente frente a la neutralidad impuesta ferentes para las mujeres que para los hombres, por ello es
destacaría la labor de Inés Sánchez de Madariaga,20 que ha importante ponerse en nuestra piel a la hora de planificar es-
realizado numerosas investigaciones y escritos en torno a ur- pacios públicos. Usos, límites, transparencias, visibilidad e
banismo y género. También destacan grupos de mujeres que iluminación son variables a tener en cuenta según la expe-
desde una labor técnica y cívica incentivan tanto la participa- riencia de mujeres (Figs. 9 y 10).
ción de las mujeres como el abordaje del tema urbano desde La política del tiempo y los horarios es otra complicación.
otro punto de vista: Grupo Suburbanas de Sevilla, Rurbanas Compaginar horarios de colegios, actividades extraescolares
de Cataluña, Precarias a la Deriva, entre otros grupos. y un trabajo en la esfera productiva requiere un gran esfuer-
zo cuando no la claudicación de las propias aspiraciones
La ciudad del tercer milenio personales y profesionales de las mujeres.
La mirada de la experiencia femenina sobre la ciudad cons- Las mujeres reclaman una ciudad compleja y de proximi-
truida, una mirada crítica que tiende a una adecuación del en- dad, con buen transporte público y en espacios públicos segu-
torno construido para mejorar la igualdad de oportunidades ros que permitan elegir en libertad el uso que hacemos de ella.
en el uso y disfrute de la ciudad, tiene que ver en una prime- Ahora bien, si hace más de treinta años que la crítica fe-
ra aproximación con hacer visibles las necesidades de todos y minista denuncia el sesgo de las políticas urbanas que favo-
todas aquellas que no son tenidos ni tenidas en cuenta en el recen a los hombres y a la ciudad funcional, como una estruc-
pensamiento dominante. La ciudad se planifica mayoritaria- tura que no favorece la igualdad de oportunidades entre
mente para un hombre (rol de género y no sexo) de mediana hombres y mujeres, ¿cómo es posible que aún perviva el pen-
edad, en plenas condiciones físicas, con trabajo estable y bien samiento de la ciudad por partes?

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Foto: ZAIDA MUXÍ

Foto: ZAIDA MUXÍ


Figs. 9 y 10. Espacio seguro-espacio inseguro. Izquierda: estación de tren. Estación de plaza de Cataluña, Barcelona, proyectada con mirada de mujer: trasparen-
cia para evitar espacios invisibles y por lo tanto inseguros. Siempre se está acompañada por las miradas desde el otro lado. Proyecto de Anna Bofill. Derecha: par-
que en la avenida Meridiana, “Jardins del bosquet dels encants”. El diseño no ha tenido en cuenta la percepción de seguridad. La topografía y el tupido follaje bajo
no dejan relación visual calle-interior y viceversa, se crea un espacio inseguro interior donde, a pesar de los juegos infantiles, no suele haber mujeres ni niños.

Figs. 11 y 12. La ciudad por partes: sin relaciones de proximidad.


Moviéndonos de burbuja en burbuja (fotos de la Comisión de Fotografía de la Delegación de Estudiantes de la ETSAB).

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Nuestra sociedad atontada por imágenes de consumo se vivienda? ¿cómo se compagina tener hijos y trabajar?, ¿cómo
olvida de ver más allá de la superficie, de la piel. Una imagen se compagina hacer las tareas domésticas y trabajar en la es-
vale más que mil palabras y en este caso de manera negativa. fera productiva?… en definitiva, ¿qué vida es posible en este
Un “render” con falsos edificios y falsos habitantes son esceno- mosaico infinito de fragmentos inconexos?
grafía de discursos vacíos que enmascaran la especulación in- Todo ello no parece importar a quienes dibujan esos fal-
mobiliaria, a la cual no le interesa el fin del dominio patriarcal. sos paraísos de las ciudades globales. Ciudades que necesi-
Se continúa pensando y proyectando la ciudad en paque- tan mostrarse siempre nuevas, relucientes, y divertidas, ser es-
tes monofuncionales aunque se haya cambiado el envoltorio y pacios para la diversión y el “dolce far niente”; se pretende
las razones con que nos son presentadas. Por un lado tenemos esconder y prohibir todas aquellas actividades y personas que
escenografías de casas unifamiliares con jardín, actividades no son decorativas, que pongan en entredicho tal espejismo.
de ocio y diversión para todas y para todos, y por otro se evi- La ciudad tardorracionalista22 no deja de ser una repeti-
ta el discurso de clase, por lo tanto de reforma social, que ha- ción pervertida de la ciudad moderna, que aún podía enten-
bía detrás de las propuestas de la primera mitad del siglo XX. derse bajo un ideal de igualdad universal para todas las cla-
¿Cómo se pueden entender si no las diferentes ciudades21 ses, aunque su realización lejos haya estado de este ideal. La
de diferentes cosas que aparecen en las verdaderas ciudades, ciudad por partes (Figs. 11 y 12), la ciudad de las funciones
donde se pervierte el significado en aras de la especializa- segregadas, ha degenerado en una ciudad triplemente segre-
ción disfrazada del nombre que significa espacio de y para gada por funciones, clase y género.
todos y todas, espacio abierto, diverso y de libertad? Mientras existan dos esferas de trabajo, uno remunerado,
Solamente una imagen: autopistas, viviendas adosadas reconocido y visible y otro no remunerado, no reconocido e
sin equipamientos educativos, sanitarios, culturales ni tampo- invisible, no podremos hablar de un nuevo orden simbólico;
co comercio, áreas de naves industriales, y entre ellos terre- en la base de una división de tareas injusta y no reconocida
nos yermos… este es el paisaje de la ciudad (a veces llama- está el sistema jerárquico patriarcal, sea el sexo que sea el
da ciudad territorio, para disminuir el impacto negativo de que asuma cada rol de género. ■
decirle no-ciudad o suburbio sin atributos) que estamos cons-
truyendo sobre el territorio. Además del insostenible modelo
de crecimiento dependiente, ¿cómo se imaginan las vidas de Zaida Muxí Martínez
estos habitantes quienes planifican?, ¿cuántos autos hay por Doctora Arquitecta

Notas
1. Representaciones en perspectiva hechas con medios informáticos que pretenden
ser miradas como reales. 11. Hayden, Dolores, The Grand Domestic Revolution, Cambridge, Massachusetts,
2. Corboz, Andre, “El territorio como palimpsesto”, en Martín Ramos, Ángel, ed., Lo The MIT Press, 1995, pp. 230 a 237.
urbano en 20 autores contemporáneos, Barcelona, Edicions UPC, 2004. 12. Idem.
3. Titulo tomado del libro de Rivera Garretas, María-Milagros, Nombrar el mundo en 13. Stimpson, Catharine; Dixler, Elsa; Nelson, Martha J. & Yatrakis, Kathryn B., Wo-
femenino. Pensamiento de mujeres y teoría feminista, Barcelona, ed. Icaria, 2003 men and the American City, Chicago, University of Chicago Press, 1981.
(1ª ed. 1994). Y explicado por ella de la siguiente manera: “Nombrar el mundo en 14. Traducción de la autora del artículo.
femenino se refiere a la obra de reconocimiento y de creación de significado de las 15. En esta línea de pensamiento: los estudios sobre el impacto social de la planifica-
relaciones sociales hecha a lo largo del tiempo por mujeres. A esta obra de crea- ción urbana realizados por Herbert Gans, The Urban Villagers: Group and Class
ción de significado, de reconocimiento del sentido del mundo en que vivimos, se le in the Life of Italian-Americans (New York, New Press, 1962) y The Levittoweners:
llama hoy día hacer orden simbólico. No es, sin embargo, un proyecto del siglo XX. Ways of Life and Politics in a New Suburban Community (London, Alllen Lane,
Pienso que en todas las épocas de la historia ha habido mujeres que han vivido y 1967). Otro importante texto americano fue La imagen de la ciudad, de Kevin
han dicho el mundo en femenino desde su experiencia personal. Unas, las genias, Lynch (1960), que mostraba que el diseño urbano tiene significados sociales que
como Eloísa, Margarita Porete, Teresa de Cartagena, Teresa de Jesús, Virginia van mucho más allá de lo que juzgan los profesionales.
Woolf o María Zambrano, nombraron el mundo a lo grande, acertando a consumar 16. Venturi, R., Izenour, S., Scott Brown, D., Aprendiendo de Las Vegas. El simbolis-
con su vida y su escritura una revolución, una revolución simbólica, que logró cap- mo olvidado de la forma arquitectónica. Prólogo a la edición revisada de 1977.
tar el sentido nuevo y clave de toda una época, su verdad particular…“ (yo aquí Barcelona, Editorial Gustavo Gili, GG Reprints, 1998.
añadiría a Christine de Pizan, Mary Wollstonecraft, Flora Tristán, y muchas que se- 17. Massey, Doreen, Space, Place and Gender, Cambridge, Polity Press, 1994. Tra-
guro olvidamos… –nótese a modo de ejemplo casual que en el corrector del pro- ducción tomada de la revista “Debate feminista”, año 9, volumen 17, abril 1998.
grama Microsoft Word la palabra genia no figura, si haciéndolo la palabra genio–). 18. Bofill Levi, Anna, “Planejament urbanístic, espais urbans i espais interiors des de
4. Rivera Garreta, María-Milagros, op. citada. Victoria Sau, Diccionario ideológico fe- la perspectiva de les dones”, Quaderns de l’Institut, Barcelona, Institut Català de
minista, 2ª ed., Barcelona, Icaria, 1989, 237-238. Gerda Lerner, The Creation of les Dones-Departament de Política Territorial i Obres Públiques, 2005.
Patriarchy, 239. Su subrayado. Sylvia Walby, Patriarchy at Work. Patriarchal and 19. Bofill Levi, Anna, “Dona i habitatge”, en Quaderns d’alliberament, nº 6, Barcelona,
Capitalist Relations at Work, Cambridge, Polity Press, 1986, 51. Véase también La Magrana, 1981.
Ead., Theorizing Patriarchy, Londres Basil Blackwell, 1990. 20. Sánchez de Madariaga, I., Bruquetas Callejo, M., Ruiz Sánchez, J., Ciudades pa-
5. Rivera Garretas, María-Milagros, Nombrar el mundo en femenino. Pensamiento ra las personas. Género y urbanismo: estado de la cuestión, Madrid, Instituto de
de las mujeres y teoría feminista, Barcelona, Icaria, 2003 (1ª ed. 1994) pp. 61-63. la Mujer, 2004.
6. Hablar de diferencia nunca es hablar de desigualdad. 21. En Valencia la Ciudad de las Artes y las Ciencias se llama ahora a sí misma “la
7. Rivera Garretas, María-Milagros, op.cit. ciutat”, en Barcelona la ciudad judicial, en Santiago de Compostela la ciudad de
8. Hayden, Dolores, The Grand Domestic Revolitio: a History of Feminist Designs for las artes, las ciudades con nombre de club de fútbol… y en Argentina, más con-
Americans, Homes, Neighborhoods, and Cities, Cambridge, Massachusetts and cretamente en Buenos Aires, Nordelta, la ciudad-pueblo, la ciudad privada, térmi-
London, England, The MIT Press, 1982. nos incompatibles y antagónicos formando un nuevo monstruo de segregación y
9. Ver Muxí Martínez, Zaida, “Mujeres y arquitectura: teoría y práctica de la vivien- fragmentación.
da”, Revista Arquitectura COAM, 340, Madrid, 2T 2005. 22. Ver artículo: Montaner, Josep Maria, Muxí, Zaida, “La ciudad tardoracionalista”,
10. Ebenezer Howard (1850-1928), autor de To-morrow. A paceful path to real reform, Revista Arquitextos, Nº 13, 2001, Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Uni-
(La ciudad jardín del mañana). versidad Ricardo Palma, Lima, Perú.

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El patrimonio rural periurbano:
el caso de L’Horta de València
José Luis Miralles i Garcia

DESCRIPTORES
PAISAJE PERIUBANO
PATRIMONIO RURAL
HUELLA ECOLÓGICA
URBANISMO
INFRAESTRUCTURAS
ADMINISTRACIÓN URBANÍSTICA

L’Horta de València: un paisaje irrepetible


L’Horta de València es un paisaje singular que se localiza en Son innumerables los estudios de todo tipo que se han rea-
el entorno periurbano del área metropolitana de València. De lizado sobre este espacio, así como los autores que lo han tra-
hecho València es una ciudad mediterránea de fundación ro- tado, y no es objetivo del presente escrito abundar en ellos. El
mana que se localiza en la llanura litoral. En su entorno lla- lector interesado que quiera introducirse en el tema puede
no han existido humedales y zonas secas. En éstas y en las consultar, entre muchos otros, a Carmen Biot Gimeno,1 Ma-
marjales desecadas se ha practicado la agricultura desde nuel Díaz y Francisco Galiana2 o José Luis Miralles.3 Muy in-
siempre. En la actualidad, fuera de la zona lacustre del lago teresante resulta, en particular, el estudio de Mara Cabrejas y
de L’Albufera, existe un espacio de huertas y cultivos de cítri- Ernest García4 sobre la percepción que el ciudadano valen-
cos que tradicionalmente han rodeado tanto a la ciudad de ciano tiene de este singular paisaje.
València como a los 44 municipios y sus núcleos urbanos que Este patrimonio está desapareciendo por la extensión de
constituyen el entorno metropolitano. los procesos de urbanización en el entorno metropolitano, la
Sus características edáficas hacen de este suelo un bien poca rentabilidad de los cultivos y la diferencia de precios del
material y un recurso natural muy escaso. De hecho, según suelo para usos urbanos o agrícolas. El proceso de destruc-
publicaciones de la Generalitat Valenciana, solo existe un to- ción de este patrimonio se viene produciendo desde los años
tal del 3,9 % de suelo de máxima capacidad agrícola en todo sesenta, pero se ha acelerado en los últimos 20 a pesar de
el País Valenciano. Este porcentaje equivale a unas 88.000 mantenerse estabilizada la población del área metropolitana.
hectáreas de las 2.235.500 hectáreas de territorio valencia- De hecho, más de la mitad de los espacios de huerta his-
no que se reparten, principalmente, entre la Vega Baja del tórica existentes en 1960 ya han desaparecido. En el estudio
Segura y L’Horta. de Carmen Biot5 se realiza un análisis de la evolución del cul-
En este espacio, sentido como patrimonio propio por la tivo hortícola, señalando unas 7.750 hectáreas para el año
ciudadanía valenciana, se reúnen un conjunto de valores di- 1995. Sin embargo, la superficie agrícola con tierras de má-
versos que lo convierten en un espacio complejo y muy parti- xima calidad (capacidad agrícola A) es mucha más, según la
cular producto del saber acumulado de muchas generacio- cartografía temática ambiental de la COPUT.6 Concretamente,
nes. Podemos identificar los siguientes valores: en el entorno de València hay aproximadamente 7.460 hec-
1. Un valor cultural. táreas al norte y 7.560 hectáreas al sur. Un total de 15.000
2. Un valor histórico. hectáreas en el conjunto de la comarca de L’Horta que cons-
3. Un valor paisajístico. tituye el área metropolitana de València. Existen por tanto dos
4. Un valor como patrimonio arquitectónico y de obra civil. ámbitos o espacios agrícolas de valor: la huerta histórica, que
5. Un valor agrícola. originalmente ocupaba una superficie de unas 10.000 hectá-
6. Un valor económico. reas, de las cuales han desaparecido ya la mitad, y el con-

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Fig 1. Plano de València de 1812 según el Mariscal Suchet: una ciudad rodeada de huertas.

Fig. 2. L’Horta de València, un paisaje agrícola Fig. 3. L’Horta incluye un extenso patrimonio cultural
del entorno periurbano con un acentuado contenido cultural. y arquitectónico. Alquería del Magistre.

junto de espacios agrícolas con tierras de máxima calidad,


incluida la huerta histórica existente, que en el año 1995 al-
canzaba una superficie de unas 15.000 hectáreas.
Ante esta situación, reconociendo el hecho de que L’Hor-
ta es fundamentalmente un hecho cultural, el Consell Valencià
de Cultura, institución asesora derivada de las Cortes Valen-
cianas, abordó la cuestión y desarrolló un plan de trabajo a
lo largo de 1999 y principios de 2000 recogiendo informes y
realizando entrevistas a técnicos y agentes sociales de todo ti-
po para elaborar y aprobar por unanimidad un Dictamen,
hecho público en mayo del año 2000, donde reconoce su va-
lor, alerta de la necesidad de su protección y recomienda al- Fig. 4. La expansión urbana de València, edificación y grandes
gunas medidas urgentes. infraestructuras, destruye sistemáticamente el mosaico paisajístico.

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Fig. 5. Ermita de Vera (Alboraia). En esta zona el Ayuntamiento Fig. 6. Edificio de la antigua fábrica de Nolla (Meliana).
pretende expropiar 400.000 m2 de huerta protegida Edificio del siglo XIX enmarcado en la geometría
para realizar una operación inmobiliaria. del cultivo de la chufa.

La problemática de la protección los años de 1960, en que empieza a extenderse el uso de pla-
del paisaje de L’Horta guicidas, pesticidas y abonos químicos, alterándose progresi-
Planteamiento vamente sus características esenciales, al mismo tiempo que
Para hablar de la problemática del paisaje hay que situar al se produce un proceso de desarrollo industrial y de servicios
paisaje desde sus múltiples perspectivas. El paisaje es una rea- en el área metropolitana que relega la agricultura del entor-
lidad global o una realidad horizontal y su tratamiento solo no de València a una actividad secundaria.
puede ser global. Pero además los diferentes paisajes que co- Pero en el imaginario se ha mantenido ese elemento co-
nocemos presentan una gran variabilidad de componentes y mo una seña de identidad histórica compuesta de todos los
relaciones que lo explican y que hacen que su tratamiento componentes de todo tipo que constituyen ese paisaje especí-
tenga que ser también, necesariamente, muy diverso. fico y especial hoy en peligro de desaparición tras unos
Pero el paisaje no se puede separar de su observador y, 1.000 años de historia. L’Horta es por tanto una realidad fí-
en consecuencia, el bagaje cultural del propio observador in- sica con un muy fuerte contenido cultural que existe en ese
fluye en la valoración y significación del paisaje. En este sen- observador general que es el conjunto de la sociedad del
tido, el paisaje es al mismo tiempo una realidad física y una área metropolitana de València. En este sentido, L’Horta cons-
creación de la mente del propio observador, una creación tituye un mito para los valencianos.
que el observador valora en función de sus propios conoci- Como reflejo de esta situación, su progresiva desapari-
mientos y de sus emociones generadas a lo largo de su vida. ción por la implementación de nuevas infraestructuras (auto-
Por ello cuando hablamos del paisaje como realidad he- vías, tren de alta velocidad, carreteras…) y el desarrollo de
mos de afrontar dicha realidad desde sus dos aspectos bási- nuevas urbanizaciones ha sido y sigue siendo motivo de de-
cos: una realidad física que podemos conservar, modificar, nuncia en la prensa diaria y motivo de noticia.
diseñar, generar o recrear, y una percepción del observador
como base de su valoración social. Ello nos lleva a otros dos De diseño
aspectos a considerar: la participación ciudadana en los pro- L’Horta es por tanto una realidad cultural agrícola y por eso
cesos de gestión del paisaje y la propia gestión de paisaje. El la intervención y el tratamiento de diseño de este paisaje es
ciudadano será uno de los observadores del paisaje, pero no motivo de una visión muy específica.
el único, y además tampoco el ciudadano que observa el pai- Sin embargo la problemática de su diseño no es la más di-
saje es único sino que existen distintos grupos sociales que fícil de abordar. Es cierto que el paisaje de L’Horta es el resul-
ven un mismo paisaje desde distintos significados. tado de una cultura agrícola que ha pervivido hasta los años
Vamos a tratar a continuación, muy resumidamente, la pro- de 1960 aproximadamente entrando en un proceso de degra-
blemática del paisaje de L’Horta desde estos puntos de vista. dación que hoy día la lleva al borde de la desaparición. Los
sistemas de producción agrícola que dieron origen a L’Horta
De percepción han ido desapareciendo progresivamente hasta la actualidad
La población valenciana en general siente el paisaje de L’Hor- y con ellos el paisaje asociado.
ta de València como algo propio. Desde el siglo XIX poco a Ahora bien, ese sistema de producción agrícola histórico
poco se ha ido generando un imaginario popular según el coincide prácticamente con lo que hoy conocemos como agri-
cual L’Horta de València se ha convertido progresivamente en cultura ecológica, que puede competir con la agricultura in-
un signo de identidad. dustrial en el mercado de producto fresco o de primor para
Recordemos que València es la capital de la nación va- su consumo en el propio entorno metropolitano.
lenciana, el antiguo Reino de València, pero también ha sido Por supuesto ello se puede complementar con actividades
durante siglos el centro urbano de un entorno agrícola ex- de ocio y esparcimiento, recuperación y diseño físico de pai-
traordinariamente fértil que ha mantenido sus propias carac- sajes, definición de itinerarios… Es decir, toda una planifica-
terísticas hasta épocas muy recientes. Concretamente hasta ción física e incluso un diseño proyectual de espacios asocia-

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dos que sea compatible con la producción agrícola, que re-
cree dicho espacio agrícola e incluso lo combine con otros
elementos para mejorar funciones, estética, fauna y flora…
Es un equilibrio delicado pero perfectamente factible des-
de un punto de vista técnico.

De participación social de la población afectada


Paradójicamente, ésta resulta ser una de las claves esenciales
del problema. Resulta evidente que la protección de un paisaje
cultural necesita de la colaboración de la población afectada,
en nuestro caso los agricultores. Los agricultores perciben el va-
Fig. 7. Obras del AVE a su paso por L’Horta generando una gran barrera
lor histórico de L’Horta, la aman y la cuidan. Como buenos agri- y transformación. Los dos partidos mayoritarios están de acuerdo
cultores viven muy pegados a su tierra pero, contradictoriamen- con las obras aunque existen alternativas.
te, también perciben y consideran a sus tierras como su seguro
de jubilación, como un objeto a vender para construir porque texto, el suelo protegido municipal se reclasifica en suelo ur-
del resultado de su venta obtendrán “la seua darrera collita” (su banizable de manera habitual, mostrando así lo que real-
última cosecha), la que ha de servir para pagarse su jubilación. mente es: una quimera.
Por otro lado, ya han existido varios intentos de protec- Con el suelo protegido administrativamente en los niveles
ción de dicho espacio y el agricultor actual, en su mayoría autonómico y estatal, los cambios son menos probables pero
mayor de 50 años sin descendencia que se dedique al cultivo igualmente habituales.
de sus tierras porque los hijos aprendieron otras profesiones, Así resulta que la protección se ve por los propietarios co-
adopta una actitud visceral, incluso violenta, cada vez que mo una limitación a su propiedad y un impedimento a ganan-
oye hablar de protección o de conservación del suelo agríco- cias especulativas que se permiten a los propietarios del suelo
la o de su paisaje. No siempre, pero sí en muchos casos. no protegido. Y paralelamente, la protección del suelo siempre
He aquí uno de los puntos esenciales a resolver: la con- queda al arbitrio del político de turno: el mantenimiento de un
tradicción entre una sociedad que en general y de forma ma- suelo protegido durante muchos años no es ninguna garantía
yoritaria prefiere la conservación, protección, cuidado, mejo- contra la posible falta de sensibilidad del próximo político.
ra… del paisaje de L’Horta y un agricultor, un propietario En realidad se plantea lo que considero supone el tema de
agrícola, activamente en contra de cualquier tipo de regula- fondo de la sostenibilidad:
ción de cualquier clase del paisaje de L’Horta que impida o li- — El propietario considera que la protección de su suelo re-
mite su urbanización. sulta injusta porque se le impiden unas posiblidades de ne-
gocio que sí tienen los propietarios del suelo no protegido.
De sistema de gestión — Los beneficios de la protección lo son para el conjunto de la
Considero que el tema de la gestión del paisaje, especial- sociedad; en cambio, los costes medidos en términos de
mente cuando se trata de un paisaje fuertemente antrópico, es costes de oportunidad cargan sobre el propietario.
la cuestión más difícil de resolver. Así, en España y en Valen- — La protección administrativa en la organización actual de
cia existe una larga tradición de planeamiento urbanístico y la administración española resulta necesariamente coyun-
también de planificación territorial. No tanta en diseño del tural y en continuo riesgo, a merced de los cambios polí-
paisaje o arquitectura del paisaje pero también existen bue- ticos coyunturales.
nos profesionales capaces de abordar con notable calidad el En resumen, estamos ante el gran reto de la sostenibilidad
diseño del paisaje, sea urbano o territorial. del territorio:
Sin embargo, los instrumentos clásicos de planificación y — ¿Cómo hacer para garantizar a la sociedad y las genera-
diseño son muy ineficaces.7 En realidad, dichos instrumentos ciones futuras el mantenimiento de los territorios y paisajes
son instrumentos administrativos, de la Administración; la que justificadamente han de conservarse, frente a los cam-
protección y normativa derivadas de los mismos son protec- bios coyunturales de los responsables políticos? ¿Cómo pri-
ciones administrativas y como tales están sujetas a los cam- mar los beneficios a largo plazo de la sostenibilidad territo-
bios políticos, con lo que de hecho se convierten necesaria- rial frente a los beneficios a corto plazo de la urbanización,
mente en coyunturales. Así, según cambian los responsables asociada a menudo a unos u otros responsables políticos?
políticos, existe siempre la posibilidad de que el nuevo res- — ¿Debe establecerse una tasa ecológica para la protección
ponsable modifique y anule las protecciones administrativas. del paisaje que compense a los propietarios del suelo de
Así pasa habitualmente con el suelo protegido establecido paisajes protegidos?
en el planeamiento urbanístico en un ciclo económico de fuer- — ¿Cómo hacer para reconocer el valor territorial de un pai-
te expansión urbanística y de grandes intereses especulativos saje, establecer los condicionantes de uso a sus propieta-
sobre el suelo. Este ciclo se inicia en España aproximadamen- rios y fijar el valor monetario del servicio ambiental que
te a partir del año 1992 y ha tenido, hasta la fecha, sus mo- su propietario realiza? ¿Quién asume dicho coste? ¿A
mentos más álgidos entre el año 2000 y el 2003. En este con- cuánto asciende y cómo se gestiona?

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La intervención social:
la Iniciativa Legislativa Popular (ILP)
por la protección de L’Horta
El procedimiento de iniciativa legislativa popular es un procedi-
miento legal establecido mediante el cual los ciudadanos pue-
dan presentar propuestas de Ley a sus respectivos parlamentos
para su debate y aprobación en su caso. La Constitución Espa-
ñola de 1978 recoge esta posibilidad y existe una Ley para el
caso de iniciativas a nivel estatal para aprobar leyes en el Par-
lamento Español y también distintas Comunidades Autónomas
han legislado complementariamente sobre la materia reglamen-
Fig. 8. Manifestación de final de campaña
tando el procedimiento para la aprobación de leyes autonómi- de la Iniciativa Legislativa Popular por la protección de L’Horta,
cas de aplicación en la respectiva Comunidad Autónoma. En el en la que participaron unas 10.000 personas celebrando las firmas recogidas.
caso de la nación valenciana se regula en la Ley de Iniciativa Le-
gislativa Popular, 5/1993, de 27 de diciembre de 1993. damente el 10 % del censo electoral del área metropolitana de
A comienzos de 2000 se advierte por simple observación València. Ha sido un ejemplo excepcional de participación ciu-
directa cómo los espacios de huerta están desapareciendo sis- dadana. Igualmente, sus firmas son un reclamo a legisladores
temáticamente. Entonces distintos grupos sociales organizan y gobernantes para que actúen en el tema sin ambigüedades.
un seminario para tratar el tema con mayor profundidad: el La magnífica respuesta ciudadana a esta iniciativa legis-
Seminari sobre l’Horta de València, que se celebró en mayo de lativa popular a favor del paisaje de L’Horta en su realidad
2000 en el pueblo de Bonrepòs i Mirambell. Las conclusiones de patrimonio sentido como propio no tuvo la adecuada res-
de dicho seminario8 sirvieron para plantear de forma coheren- puesta por parte de los dos principales partidos políticos, en
te, completa y global los contenidos de la proposición de Ley. el Gobierno (PP) y en la oposición (PSOE), en las Cortes Va-
El proceso de la ILP ha supuesto un conjunto de innovacio- lencianas, que nunca mostraron ningún interés para su consi-
nes especialmente importantes desde distintos puntos de vista: deración. La toma en consideración fue rechazada por la ma-
— Es la primera ILP que se presenta en València. yoría parlamentaria de las Cortes Valencianas.
— Muy posiblemente esta sea la primera iniciativa legislativa Nos encontramos así en una situación con un discurso ofi-
popular en el Estado español que se promueve sobre te- cial a favor del medio ambiente y la protección del patrimo-
mas de protección del patrimonio territorial, lo cual supo- nio divulgado persistentemente a través de los medios de co-
ne también una importante novedad. municación de masas, en su mayoría bajo su control, y unas
— El texto de la proposición de ley es un texto complejo con actuaciones de hecho a favor de la urbanización sin limita-
13 artículos densos y otras 10 disposiciones. Es un texto ciones del territorio. Todo ello en contra de las propuestas es-
novedoso en sus planteamientos y aborda los problemas pecificadas en la Estrategia Territorial Europea9 acordada en
asociados a la protección del paisaje periurbano de L’Hor- la reunión informal de Ministros responsables de ordenación
ta de València en profundidad. del territorio en Potsdam, mayo de 1999, y en contra del
— Se plantea también como un instrumento de participación Convenio Europeo del Paisaje (Florencia, 20 de octubre de
ciudadana en democracia con dos objetivos básicos: ge- 2000) firmado por España, aunque ambas sean declaracio-
nerar el debate en la sociedad sobre el tema, problemáti- nes no vinculantes para los Estados miembros.
ca y líneas de actuación, y generar el máximo consenso Esta iniciativa refleja el alejamiento cada vez mayor de la
social posible. ciudadanía respecto de los partidos políticos mayoritarios.
La propuesta gira en torno a cinco planteamientos básicos:
— Moratoria de actuaciones urbanísticas y de todo tipo. Hacia nuevas prácticas
— Plan de Ordenación del Territorio. de intervención y gestión
— Identificación del Capital Natural y su gestión. Planteamiento
— Reconversión de la agricultura y rentabilización. Cuando hablamos del paisaje estamos hablando de una rea-
— Equidistribución de cargas y beneficios derivados de la lidad horizontal, de una realidad transversal muy compleja.
sostenibilidad. En el paisaje confluyen un conjunto de realidades muy diver-
La proposición de ley se hizo pública el 19 de diciembre sas interrelacionadas entre sí. Todos admiramos los paisajes
del año 2000 en el paraninfo de la Universitat de València que consideramos de calidad, que recogen una armonía en-
–Estudi General–. Se presentó en la Mesa de les Corts Valen- tre los elementos que lo componen, que tienen un significado
cianes el 19 de enero de 2001. El 19 de febrero se recibió la y despiertan una percepción y una interpretación, que des-
notificación oficial de admisión de la proposición, comenzan- piertan sentimientos…
do así el período de cuatro meses para la recogida de firmas. La calidad de un paisaje se genera desde criterios que
El período de recogida de firmas finalizó el 19 de junio de pueden ser extraordinariamente diversos y no fáciles de siste-
2001, obteniéndose un total de 117.842 firmas entregadas a matizar. Un paisaje de calidad puede ser tanto un paisaje de
la oficina del Censo Electoral para su contrastación, aproxima- naturaleza virgen como el Gugenheim de Bilbao, puede ser

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tanto L’Horta de València, expresión de una naturaleza orde- Pero todo ello implica generar una nueva organización
nada y culturizada, como la Ciutat de les Arts i les Ciències, administrativa que garantice la sostenibilidad territorial, es
expresión cultural de una vanguardia de paisaje urbano des- decir, que garantice la no reclasificación injustificada de los
tinado, valga la repetición, a actividades culturales. suelos protegidos y la compensación económica a los propie-
Centrándonos así en este espacio, “la ciudad” en la huer- tarios de recursos naturales o de despensa ecológica. Ello se
ta, quizá mejor habríamos de hablar de él en sentido figura- puede hacer mediante la institucionalización de Bancos de
do como “la ciudad” de la huerta, ya que L’Horta es de hecho Capital Natural y la regularización de los contratos de custo-
un espacio ordenado y cultural combinación de espacio pú- dia del territorio (o del paisaje).
blico y espacio privado, espacio público de interrelación y es- El Banco de Capital Natural11 es una institución indepen-
pacio privado de producción. diente del poder político a nivel de la administración autonó-
La ordenación, proyectación y gestión de este espacio mica, estatal o europea que tiene la función de gestionar los
desde la sostenibilidad exige atender al menos los siguientes espacios catalogados como “despensa ecológica” y por tan-
aspectos: to como suelo protegido. Dicha catalogación puede corres-
— El espacio de L’Horta es un recurso natural que produce ponder a distintas iniciativas procedentes bien de las distintas
una producción agrícola. administraciones (local, autonómica, estatal o europea) o
— El espacio rural de agricultura intensiva no es estático, ha bien de iniciativa privada o de procedimientos participativos
evolucionado con el tiempo y sigue evolucionando. de legislación (iniciativas legislativas populares). Una vez ca-
— El paisaje de L’Horta se puede y se debe diseñar en sus ele- talogado un territorio como parte de la “despensa ecológica”,
mentos de forma compatible con los aspectos anteriores.
— El reto principal está más en la gestión de este paisaje que
en otros aspecto.

El paisaje como recurso natural


Buena parte de los paisajes que valoramos son en sí mismos
recursos naturales. Así es específicamente en el caso de L’Hor-
ta, cuya realidad esencial es la de ser un recurso de suelo de
muy alta calidad agrológica que permite la producción de pro-
ductos agrícolas.
Es también una realidad el hecho de que existe en estos
momentos una sobreproducción agrícola de muchos produc-
tos y que los productos agrícolas provenientes de países en
desarrollo compiten en muchos casos con ventaja sobre los
productos europeos y ello carga, económicamente hablando,
Fig. 9. Uno de tantos actos a favor de L’Horta.
sobre los espacios agrícolas europeos.
Pero al mismo tiempo nadie puede garantizar que esta rea-
lidad actual permanezca así en el futuro ni tampoco podemos
estar seguros de que esas tierras de alta calidad agrológica
nunca serán necesarias. De hecho, no sabemos con certeza
cómo el proceso de agotamiento del recurso petróleo, y la co-
rrespondiente carestía de sus derivados, va a repercutir sobre
el comercio de productos agrícolas. En todo caso, territorios
como L’Horta siempre tendrán ventaja comparativa en la pro-
ducción de productos de primor o productos frescos orienta-
dos directamente al consumidor local.
Por tanto, independientemente de que, en la situación de
mercado actual, dicho recurso sea o no rentable, está plena-
mente justificado su mantenimiento como garantía de sosteni-
bilidad futura o como actitud preventiva hacia un futuro in-
cierto. Por otro lado, generalmente, la nueva urbanización
siempre puede orientarse mediante la planificación urbanísti-
ca hacia zonas menos valiosas.
Esta característica de recurso natural, que en muchas
ocasiones está asociada a un paisaje, nos permite disponer
también de un instrumento de análisis para la identificación Fig 10. Reproducción del mapa de paisajes de Europa
según el Capítulo 8. Paisajes, del informe DOBRIS de la Agencia
de paisajes y de su forma asociada a una función perfecta- Europea del Medio Ambiente (1998). Paisajes agrícolas similares
mente definida.10 a L’Horta de València tan solo existen seis en toda Europa.

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su gestión corresponde al Banco de Capital Natural como en- dad de adecuar el entorno o transformarlo de una manera to-
tidad administrativa autónoma (a semejanza del Banco Cen- tal. Y justamente por eso nuestra sociedad tiene la obligación
tral Europeo). La descatalogación de dichos espacios requie- ética y moral de garantizar la calidad de la transformación.
re informe vinculante del Banco de Capital Natural y no es su- Ello significa en la práctica identificar las características de
ficiente la iniciativa política para ello. los recursos a mantener, identificar los elementos patrimoniales
Los contratos de custodia del territorio (o del paisaje) ya históricos y definir u orientar los posibles cambios de iniciativa
existen a nivel privado. Se trataría de regularizarlos de ma- pública o privada compatibles con la forma y función deseables
nera que los propietarios de suelo protegido se comprometan para el paisaje. En este sentido, la proyectación del paisaje de-
a mantener el recurso natural de manera indefinida y, por be ser dinámica, lo cual no quiere decir que se deba dejar el
tanto, sin urbanizar los terrenos. Se deben costear mediante resultado directamente al mercado del suelo e inmobiliario.
una tasa ecológica personal, ya que la despensa ecológica es
personal y si deseamos que cada uno de los ciudadanos pue- El paisaje como objeto de diseño
da disponer de los bienes y servicios ambientales que consu- En España existe una gran tradición de planeamiento urbanís-
me, debe costear el mantenimiento y coste de oportunidad tico y también de planificación territorial. Sin embargo, hasta
derivado de la no urbanización de los terrenos. El pago de- la fecha, los planes han sido sobre todo lo que los técnicos de-
bería ser anual, porque los bienes y servicios ambientales son nominamos “planes de manchas” o “planes de infraestructu-
un flujo anual. El incumplimiento del contrato implica la de- ras”. Es el momento de dar un paso más hacia delante y aña-
volución de las cantidades cobradas a valor actual. Dicho dir el valor de diseño de paisaje. Es decir, no solo ordenar usos
coste se cargaría a la entidad que promueve el cambio de en el territorio sino, además, definir y diseñar paisajes. Definir
uso. Tanto si se trata de una urbanización como si se trata de cómo deben quedar los paisajes territoriales y urbanos. No
una obra pública. Esta sería una manera de internalizar efec- necesariamente todo el paisaje del territorio objeto de planea-
tivamente los costes de la sostenibilidad. miento urbano o territorial pero sí algunos de los entornos ur-
banos y territoriales más significativos o representativos.
El paisaje como producto de un proceso histórico Esta visión es totalmente reciente en España. En Valencia,
Pero como ya hemos dicho, resulta evidente que el paisaje es la primera ley de la Comunidad Autónoma Valenciana que
el resultado de una evolución y está en continuo cambio, es- trata más específicamente del paisaje es la Ley de Ordena-
pecialmente los paisajes antrópicos, como el paisaje de L’Hor- ción del Territorio y Protección del Paisaje aprobada en el
ta. En otros momentos históricos, el paisaje se modificaba con DOGV (Diari Oficial de la Generalitat Valenciana) de 4 de ju-
mucho esfuerzo y muchas dificultades para adaptarlo a las lio de 2004. En ella se obliga al planeamiento general a in-
necesidades sociales y económicas del momento, y así surge corporar Estudios de Paisaje. La Ley Urbanística Valenciana
el patrimonio arquitectónico y de obra civil asociado a la pro- que se publicó en 31 de diciembre de 2005 y entró en vigor
ducción agrícola de L’Horta. en 1 de febrero de 2006 incorpora los planteamientos de di-
Hoy en día, sin embargo, todos somos conscientes de la cha ley, y el D 67/2006 publicado el 23 de mayo de 2006
enorme capacidad de modificación del paisaje y del entorno aprueba el Reglamento de Ordenación y Gestión Territorial y
que tiene nuestra sociedad. Nuestra sociedad tiene la capaci- Urbanística que desarrolla dichas leyes.

Fig. 11. Nuestro futuro común siguiendo las tendencias actuales. Autoservicio de paisaje en obra realizada ilegalmente: Barranco del Carraixet en L’Horta de València.

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La ordenación del paisaje debe realizarse a escala terri- la producción agrícola sino además el mantenimiento del
torial, urbana y proyectual. A escala territorial definiendo las paisaje según unos criterios proyectuales o de ordenación
zonas de ordenación, a escala urbana definiendo los espa- previamente establecidos y también ser garantes de una
cios de oportunidad para la generación del paisaje urbano, producción agrícola de calidad (ecológica o biológica)
y a escala proyectual definiendo, a nivel de proyecto, los ele- frente a otros productos más baratos con abundantes tra-
mentos de la escala humana. tamientos químicos (recordemos que el producto fresco lo-
Sin embargo, no existe una tradición técnica ni una expe- cal resulta competitivo).
riencia profesional que nos permita hablar de manera clara — Reconocer económicamente el servicio ambiental del pai-
de metodologías y resultados. Tan solo algunas experiencias saje. Ello implica establecer tasas que sirvan para pagar
aisladas. Ello no obstante se intuye que los profesionales de al agricultor el coste de mantenimiento del paisaje. La fi-
la Ingenieria Civil, la Arquitectura y el Urbanismo tienen co- gura de los “Contratos de custodia” del paisaje, tal y co-
nocimientos y capacidad suficiente para abordar técnicamen- mo ya hemos visto, puede ser útil. Estos contratos se pue-
te este nuevo reto e ir perfilando progresivamente los instru- den introducir como una posibilidad voluntaria o asocia-
mentos y métodos necesarios. da a una protección.
En el caso de L’Horta existen las ideas pero aún no se ha — Gestión independiente de las desprotecciones territoriales. Es
producido una experiencia concreta con métodos y técnicas decir, hacer que la desprotección territorial no corresponda
de proyectación concretos. a la Administración sino a un organismo independiente del
poder político que valore si se cumplen razones objetivas
La gobernanza - gestión del paisaje para ello. Ello se puede hacer mediante la figura del Banco
Al igual que todo plan urbanístico necesita de la correspon- de Capital Natural, tal y como ya hemos comentado. ■
diente gestión urbanística para su desarrollo, todo diseño de
paisaje o plan o proyectación paisajística necesita de la co-
rrespondiente gestión del paisaje. José Luis Miralles i Garcia
Quizá haya excepciones, por ejemplo, la obtención por Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos
cesión gratuita de espacios naturales con cargo a los nuevos
desarrollos urbanos. Pero en este caso, el paisaje se gestiona
solo, ya que tan solo hay que dejar que la propia Naturale-
za lo gestione y poco más.
No es así el caso de paisajes más complejos, como el pai-
saje de L’Horta, que es un paisaje fundamentalmente antrópi- Notas
1. Biot Gimeno, Carmen, La agricultura ecológica, alternativa para la preservación
co, es decir, que existe únicamente si existen agricultores que de la Huerta de Valencia, Generalitat Valenciana, Conselleria d’Agricultura, Pes-
lo mantengan. Y para ello, dichos agricultores deben poder ca i Alimentació, València, 1998.
2. Díaz, Manuel y Galiana, Francisco, Estudio paisajístico de la Huerta de Valencia,
vivir dignamente de su trabajo. Ajuntament de València, València, 1996.
En València se ha protegido en diversas ocasiones el espa- 3. Miralles i Garcia, José Luis, “La protección de la Huerta como estrategia de desarro-
llo económico del entorno metropolitano de València”, Comunicación publicada en
cio de L’Horta con protecciones administrativas derivadas del el Seminario Internacional sobre la Huerta de Valencia, Ajuntament de València,
planeamiento municipal o del planeamiento metropolitano. Di- València, 1994.
4. Cabrejas, Mara y García, Ernest, València, L’Albufera, L’Horta: medi ambient i
chas protecciones ni los planes tuvieron nunca una visión pai-
conflicte social, Universitat de València, València, 1997.
sajística del entorno, ni un objetivo de diseño u ordenación, ni 5. Biot Gimeno, Carmen, Op. cit.
una previsión de gestión. Únicamente se han reducido a no per- 6. Antolín Tomás, Carmen et al., El suelo como recurso natural en la Comunidad Va-
lenciana, Generalitat Valenciana, Conselleria d’Obres Públiques, Urbanisme i
mitir la urbanización de los espacios protegidos. También con- Transports, València, 1998.
viene recordar que desde 1995 el Código Penal español incor- 7. Miralles i Garcia, José Luis, “El desplanejament urbanístic en el cas de la ZAL”,
en Els valors de La Punta, 18 arguments en defensa de l’Horta, Universitat de Va-
pora los delitos contra la ordenación del territorio y el medio lència. València, 1999. Miralles i Garcia, José Luis, “El camino de la sostenibili-
ambiente, incluyendo entre ellos los delitos contra el paisaje. dad: de la planificación territorial y urbanística a la construcción del paisaje”, en
I Congreso de Ingeniería Civil, Territorio y Medio Ambiente, Colegio de Ingenieros
Sin embargo, las protecciones administrativas se han re- de Caminos, Canales y Puertos. Madrid, 2002.
velado radicalmente insuficientes ya que se modifican habi- 8. Publicadas en “La Roda del Temps. Revista d’estudis, divulgació i opinió de l’Hor-
ta Nord”, Núm. 10, año 2001, Edicions del Pont de Mallorca, Massalfassar, enero
tualmente con los cambios políticos de la Administración.
de 2001.
Por estas razones ha sido el problema de la gestión del 9. Informe. ETE. Estrategia Territorial Europea. Hacia un desarrollo equilibrado y sos-
paisaje el que ha paralizado hasta la fecha los procesos de tenible del territorio de la UE, Comisión Europea, Luxemburgo, 1999.
10. Miralles i Garcia, José Luis y Altur Grau, Vicent, “Una metodología de análisis y
protección y ordenación paisajística y la causa fundamental gestión del suelo rural para un desarrollo urbanístico sostenible”, en VII Congre-
por la cual todavía no existe hoy en día en València una ade- so Iberoamericano de Urbanismo. Región y Calidad, Gobierno de Navarra, De-
partamento de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y Vivienda, Pamplona,
cuada ordenación paisajística de L’Horta. 1996. Miralles i Garcia, José Luis, “An Operative Proposal for the Implementation
A mi entender, una adecuada gestión del paisaje debe of the Concept of Sustainability in Urban Development”, en Conservation and Ur-
ban Sustainable Development. A Theoretical Framework, CECI Universidade Fe-
abordar varios aspectos: deral de Pernambuco, Recife, 1999.
— Involucrar a los agricultores en la gestión del paisaje. Ello 11. Miralles i Garcia, José Luis y Gaja Díaz, Fernando, “Proposal for to Natural Capi-
tal Bank as a managing tool for urban management sustainability”, en Sustaina-
implica la reconversión de la figura del agricultor que ac-
ble City II, Editors C.A. Brebbia, J.F. Martin-Duque, L.C. Wadhwa. Published by
tualmente existe en València. Su función no solo ha de ser WIT Press, 2002. pp 477-486.

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Vida en el barrio: Cabanyal, un conjunto
histórico protegido… y amenazado
Luis Francisco Herrero García

DESCRIPTORES
CONJUNTOS HISTÓRICOS
PROTECCIÓN-DESTRUCCIÓN
URBANISMO
PARTICIPACIÓN CIUDADANA

El Cabanyal-Canyamelar: Entre 1837 y 1897, la población fue municipio indepen-


orígenes y evolución diente, con el nombre de Poble Nou del Mar. El desplazamien-
El Conjunto Histórico Protegido1 del Cabanyal-Canyamelar, to de la línea de costa hacia el este –debido a la acumulación
barrios marineros de una ciudad fluvial, es ese tejido filoso de de arena provocada por la construcción del muelle de Levante
calles paralelas al mar, en dirección norte-sur, de parcelación del puerto a finales del siglo XVIII– permite la ampliación del nú-
menuda, que se distingue claramente en cualquier foto aérea cleo originario del nuevo municipio2 mediante oleadas de ba-
de Valencia, a unos tres kilómetros al este del Casco Antiguo rracas en alineaciones paralelas al mar, hasta alcanzar las pla-
de la ciudad, construido en un meandro del río Turia (Fig. 1). yas de vías del ferrocarril de las canteras del Puig y las del po-
Es este un esquema habitual en el litoral valenciano, don- pular trenet, presentes desde mediados del siglo XIX y que im-
de las ciudades que tienen su núcleo principal prudentemen- piden la evolución natural de la ampliación hasta el mar.
te alejado de un mar inseguro, fundan una plaza fuerte alre- En 1875, una normativa municipal impidió la reconstruc-
dedor del grao en la desembocadura del río, para mantener ción de las barracas, por el peligro de incendios que entraña-
la actividad del comercio marítimo. A medida que disminuye ba su techumbre de paja, y obligaba a su paulatina sustitución
la inseguridad, en las inmediaciones del grao se va asentan- por casas. Como por su tipología la barraca tiene los accesos
do una población dedicada mayormente a la pesca que, en por los hastiales, se presenta con la cumbrera perpendicular a
el caso de Valencia, se alojan en barracas situadas al norte, la calle, por lo que vierte aguas por los laterales. Como por
sobre la barra arenosa que separa el mar de los terrenos pan- normativa debe verterlas en su parcela, cada barraca retira su
tanosos del interior, transformados en huerta productiva gra- pared lateral tres palmos valencianos (68 cm) de la línea divi-
cias al drenaje de las acequias: primero en el Canyamelar en- soria de su propiedad. Y lo mismo la vecina, quedando entre
tre las acequias de Riuet y En Gas (sobre la que se traza la dos barracas contiguas un callejón de seis palmos (136 cm)
actual avenida del Mediterráneo), luego en el Cabanyal has- que, además, sirve para dar salida al corral y para la recom-
ta la de los Ángeles (bajo la actual calle del Pintor Ferrandis) posición de la cubierta (de broza y paja de trigo). Este espa-
y, finalmente, en el Cap de França hasta la de Cadena. Así cio medianero recibe el nombre de “escalá”. Cuando una ba-
hasta formar lo que el barón de Bourgoing describe en 1793 rraca se derriba y se construye casa en su lugar, no se puede
como “un poblado habitado sólo por pescadores y formado construir en todo el terreno, pues los tres palmos de la “esca-
por modestas barracas”. Sobre las trazas de este poblado se lá” deben quedar libres para que el vecino pueda recompo-
levanta hoy el núcleo originario del conjunto histórico. ner la techumbre de su barraca: se trata de una servidumbre

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Fig. 1. Foto aérea de Valencia. El CHP del Cabanyal-Canyamelar, es la franja en color.

mutua y subsiste mientras subsista uno de los condominantes. las superiores por escaleras particulares. El resultado es un
Pero al edificar la segunda casa puede hacerse en todo su te- conjunto especialmente saludable, bien soleado y ventilado
rreno, pues ya ha desaparecido la servidumbre de su vecino –situación que no es común en los conjuntos históricos–, don-
que, si quiere, vende sus tres palmos al otro para tener pared de las calles, poco jerarquizadas y, en general, con un tráfico
medianera (en caso contrario queda entre las dos casas un vecinal escaso y pacificado, encuentran su límite y su defini-
hueco de tres palmos). Toda esta prolija explicación viene al ción en el protagonismo que cada fachada de cada casa pre-
caso porque a la existencia de la “escalá” se deben los diver- tende para conseguir el marco adecuado a las relaciones so-
sos anchos de parcela existentes en la actualidad, provenien- ciales que se desarrollan en ellas.3
tes de un loteo supuestamente regular, como correspondería a Estas “fachadas-mobiliario urbano” reinterpretaron de ma-
unos terrenos ganados al mar, sin propietario previo. Así, to- nera popular los estilos cultos de las épocas en que se cons-
mando como punto de partida la barraca de 28 palmos de truyeron: el historicismo ecléctico, el modernismo y, a partir
anchura (640 cm), obtenemos parcelas desde los 320 centí- de 1930, el racionalismo. Además de fachadas enlucidas o
metros de la media barraca, hasta los más de nueve metros pintadas, algunas se construyen en ladrillo visto de buena
contando con las dos “escalás” laterales completas. factura y, sobre todo, fachadas revestidas de azulejos cerá-
La exitosa evolución hacia la casa se produce respetando micos al gusto de cada época y cada propietario, cuya im-
la estructura urbana de la época de las barracas, tanto del es- plicación en la construcción de sus casas otorga una calidad
pacio parcelado como del no parcelado. Buena parte del éxi- a los acabados impensable en otras circunstancias.
to de toda la operación se debe a esta sabia estructura, que Cuando en 1897 el municipio fue anexionado por Valen-
consigue, a lo largo del día, un rato de sol para todas las fa- cia, tenía totalmente consolidada su estructura urbana –here-
chadas y que todas las aceras tengan su rato de sombra. Ade- dera de la parcelación y las alineaciones de las antiguas ba-
más, la existencia del patio trasero, heredero del corral de las rracas– y construidas las casas que sobre ella se asientan.
barracas, permite la doble orientación, con lo que el régimen Mientras, la futura metrópoli apenas había comenzado la
de brisas marinas ventila las estancias de las casas. También construcción del primer ensanche, tras el derribo de las mu-
se mantiene la relación directa con la calle que tenían las ba- rallas que la encorsetaron hasta 1865.
rracas, pues la mayoría de las casas son unifamiliares o no Desde 1950, algunas de estas casas, principalmente en el
tienen elementos comunes tales como zaguán o escalera de Canyamelar, fueron derribadas y sustituidas por bloques en
vecinos, porque a la planta baja se entra desde la calle y a altura que desdibujan el paisaje del barrio. Pero estas agre-

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Figs. 2, 3 y 4. Ambiente del barrio. Calles y casas condenadas por el PERI.

siones no han podido con la potencia de la estructura urba- Si bien existe un proyecto fechado en 1861, trazado más
na, ni con el predominio de las casas bajas directamente re- al sur y ligeramente inclinado respecto al Camino del Grao, no
lacionadas con las calles que se mantiene,4 casi en su integri- es hasta inicios de 1883 cuando se manifiesta el interés muni-
dad, en el Cabanyal, precisamente en la zona más afectada cipal por la creación de una nueva vía de comunicación que
por el proyecto de prolongación de la avenida (Figs. 2, 3 y 4). aproxime Valencia a las playas, donde veranea su burguesía,
atraída por las nuevas teorías higienistas basadas en la tha-
El Paseo al Mar: orígenes y evolución lassoterapia y la helioterapia y, también, por la fiesta que se
Durante sus más de cien años de vida, la idea de “Paseo al produce alrededor de estas actividades. Se trata del “Camino-
Mar”, que hoy conocemos como avenida de Blasco Ibáñez, Paseo de Valencia al Mar”, ideado por Casimiro Meseguer.
ha condicionado de una u otra manera el desarrollo de los El trazado, coincidente en anchura y ubicación con la ac-
barrios marineros de Valencia, y en la actualidad supone el tual avenida de Blasco Ibáñez, queda reflejado en el plano di-
mayor motivo de su degradación y una amenaza inminente bujado por el arquitecto municipal J. M. Cortina en 1899, con
para su futuro (Fig. 5). el nombre de “Paseo de Valencia al Cabanyal” (Fig. 6), a la

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Fig. 5. Plano de Valencia y sus alrededores (1882). Fig. 6. Plano dibujado J. M. Cortina en 1899, con el nombre de "Paseo
Pueblo Nuevo del Mar, una preexistencia a cualquier idea de paseo al mar, de Valencia al Cabanyal", que recoge las ideas de Casimiro Meseguer.
es hoy el Conjunto Histórico Protegido del Cabanyal-Canyamelar.

sazón barrio de Valencia tras la anexión en 1897 del muni-


cipio marinero. El propio Blasco Ibáñez, al referirse al paseo
que, con el tiempo, llevará su nombre reconoce esta realidad
al escribir: “Valencia tendría un nuevo paseo, una verdadera
calle moderna semejante a la Avenida del Parque de Bolonia
de París, o la Castellana de Madrid, y la parte más extrema
del Cabañal se uniría a la ciudad por un camino más corto”.5
Meseguer no solo busca un acceso a las playas alternativo
al Camino del Grao –actual Avenida del Puerto–, saturado por
el tráfico de mercancías. Por el contrario, busca que el nuevo
Paseo se convierta en la espina dorsal de un nuevo ensanche
que rellenaría el espacio resultante hasta el Camino del Grao.6
La sección se inspira en las ideas de la Ciudad Jardín: una vía
de 100 metros de anchura –25 metros de calzada y, a ambos
lados, 10 de acera, 14 de andén ajardinado y calzada late-
ral de servicio con acera, hasta completar la anchura de refe-
rencia– y a cada lado dos manzanas –la primera de 50, pa-
ra grandes villas, y la segunda de 35, para chalets más mo-
destos– separadas por una calle de 15 metros de ancho para
completar otros 100 metros a cada lado de la vía principal. En
total, 300 metros de anchura de afección en toda su longitud,
que “principia en la explanada circular contigua al jardín del
Real y termina en el caserío de Pueblo Nuevo del Mar”,7 eso
sí, sin ninguna solución de encuentro con el caserío existente.
En 1931 José Pedrós revisa el proyecto del paseo (Figs. 7
y 8). La modificación más importante de este proyecto, redac-
tado en los primeros meses de la República, respecto al origi-
nal, es la sustitución de la calzada central por una banda edi-
ficable de 50 metros y calzadas laterales. Nunca se edificará
en esa banda, que dejará su impronta como andén ajardina-
do en el primer y último tramo de la actual avenida. Además,
a diferencia del anterior, el proyecto de Pedrós intenta resol-
ver el encuentro con el barrio del Cabanyal: el paseo no pa-
sa por encima del barrio, sino que se adecua a él. De esta for-
ma, al eje del paseo se le impone una leve corrección hacia el
norte, a partir del trazado del ferrocarril de Barcelona. Este
giro sirve para reorientar el último tramo y adaptarlo a la ma-
lla viaria del barrio. De este tramo partirían dos brazos que
dibujan una planta con forma de herradura. Los brazos coin- Figs. 7 y 8. Plano de la revisión dibujada en 1931
ciden con las calles actuales de Carlos Ros y la avenida del por José Pedrós y perspectiva del mismo

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Fig. 9. Plan General de Ordenación Urbana de Valencia y su Cintura, de 1946. Fig. 10. Plan General de Ordenación Urbana de Valencia y su comarca, de 1966.

Fig. 11. Plan Parcial 13, de 1975. La ampliación de un metro de anchura se conecta
con la autopista de Barcelona, que atraviesa la dársena interior mediante un paso elevado.

Mediterráneo, ensanchadas hasta 22 metros, una anchura Sin embargo, la decisión de desviar el paseo hacia el nor-
que se antoja máxima para evitar el desgarro del tejido. Pre- te y estrechar su sección comenzará enseguida a ser contes-
cisamente, el ensanche por retiro de la alineación norte de la tada por el Ayuntamiento de Valencia que, fascinado por una
avenida del Mediterráneo, consumado hoy casi en su totali- idea de progreso insensible hacia su propio patrimonio, apos-
dad, es la única huella palpable del proyecto de Pedrós en el taba por la continuación recta de 100 metros de anchura has-
Cabanyal. En su período de vigencia, se ejecutó el primer tra- ta el mar. Esta oposición aumentará a partir de la época del
mo de la actual avenida de Blasco Ibáñez, entre los jardines desarrollismo español en la década de los sesenta, cuya polí-
del Real y el camino de tránsitos, indudablemente el mejor. tica urbanística no estuvo caracterizada precisamente por el
A partir de aquí se suceden las determinaciones de los dis- respeto hacia las preexistencias ni culturales ni naturales.
tintos PGOUs. En efecto, en 1946 se aprueba el Plan General La respuesta a esta política se encuentra en el desarrollis-
de Valencia y su Cintura –redactado por el “Equipo de Ma- ta PGOU de 1966 (Fig. 10), que recoge el desvío del cauce
drid” y firmado por Valentín Gamazo– (Fig. 9), que mantuvo del río Turia –para evitar riadas como la de 1957– mediante
la calificación de Ciudad Jardín para la urbanización del pa- la solución sur. Un plan basado en la vialidad, con determi-
seo en el tramo que quedaba por ejecutar, entre el camino de naciones tan poco afortunadas como la utilización del viejo
tránsitos y el Cabanyal. El plan desvía la traza del paseo li- cauce como una autopista, la prolongación costera de la au-
geramente hacia el norte para hacer coincidir su eje con el topista de Barcelona atravesando la dársena interior con un
camino del Cabanyal, aprovechado la articulación natural de paso elevado y, por lo que atañe al tema que nos ocupa, la
la acequia de los Ángeles, evitando el paso por en medio del prolongación de la avenida de Blasco Ibáñez hasta conectar
tejido urbano. Además, la sección del vial quedaba reducida con dicha autopista. El plan no deja rastro alguno de ciudad
a 30 metros. El PGOU de 1946 no tuvo ninguna incidencia jardín en las inmediaciones del paseo. La gestión del plan se
sobre el caserío de un barrio cuyos habitantes vivían sus vidas hace mediante planes parciales, y el que afecta a la zona de
dentro de los límites impuestos por el cinturón ferroviario que el Cabanyal es el plan parcial 13 (Fig. 11), que dibuja una
les rodeaba, con escasas relaciones con la ciudad central. ampliación de 100 metros de anchura, que, como veremos,

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conjunto formado por los barrios del Canyamelar-Cabanyal-
Cap de França. Aunque en la parte gráfica no se prevé la
prolongación de la avenida, el PGOU aplaza la resolución de
su articulación con el conjunto protegido, incluyéndolo en un
ámbito de planeamiento diferido, objeto de un futuro plan es-
pecial que resuelva el dilema que plantea en su Memoria Jus-
tificativa: “debemos optar entre mantener una traza urbana
de casi un siglo de vigencia (…), o la integridad de un barrio
(…) con una fuerte personalidad”.
La redacción del vigente PGOU fue la gran oportunidad
perdida para la integridad de los barrios marineros de Va-
lencia. Los urbanistas municipales redactores del plan se vie-
ron atrapados entre el valor patrimonial del barrio y la rena-
Fig. 12. Plan General de Ordenación Urbana de Valencia, de 1988. cida idea decimonónica de progreso defendida por el consis-
torio, que vuelve a primar el incremento de la vialidad a cos-
mantiene sospechosas semejanzas con el planeamiento pre- ta del patrimonio protegido. Incapaces de alcanzar un acuer-
visto en la actualidad: se somete al eje de la avenida a un pri- do sobre una solución, acorde con los nuevos modos de ac-
mer giro para acometer perpendicularmente la retícula del tuar frente al patrimonio, dejaron el problema sin resolver.
Cabanyal y, superada ésta, un segundo giro sobre los terre-
nos antaño ocupados por las playas de vías, permite el en- La declaración de Bien de Interés Cultural
cuentro ortogonal con la autopista. La avenida termina en En 03-05-93 el Gobierno de la Generalitat Valenciana de-
una gran rotonda de tráfico cerca de la costa. Las secuelas clara como Bien de Interés Cultural (B.I.C.) el Conjunto Histó-
que este planeamiento, no ejecutado, tuvo sobre el conjunto rico de Valencia, que incluye el conjunto Canyamelar-Caban-
de los poblados marítimos, tienen gran trascendencia sobre yal-Cap de França con una delimitación precisa9 que coinci-
la pervivencia de las tipologías existentes y la densificación de con la ampliación del siglo XIX explicada en el primer
por altura de algunas calles: apartado. La declaración valora la “peculiar trama en retícu-
• En el Cabanyal, la sombra de la avenida paraliza la edifica- la derivada de las alineaciones de las antiguas barracas, en
ción en la zona afectada, circunstancia que evitó la especu- las que se desarrolla una arquitectura popular de clara rai-
lación asociada a esas décadas. No obstante, la amenaza gambre eclecticista”, objeto del dilema municipal.
era aún lejana –la ejecución de la avenida progresaba des- Toda declaración de BIC conlleva el reconocimiento del
pacio y estaba a más de un kilómetro del barrio–, por lo que aprecio cultural que tiene la sociedad sobre los valores de in-
no produjo el abandono ni la ruina en las calles afectadas. terés y disfrute público que tiene el bien en cuestión y, conse-
• En el Canyamelar y el Cap de França, la especulación produ- cuencia de ello, requiere su protección, es decir, las medidas
ce la sustitución de gran número de las edificaciones existen- que garanticen su conservación, enriquecimiento y difusión. En
tes por anónimos edificios de vecinos de hasta ocho plantas. el CHP del Cabanyal-Canymelar, se valora precisamente una
La muerte del general Franco en noviembre de 1975 estructura urbana que nos remite a la propia historia funda-
–coincidiendo en el tiempo con la aprobación del Plan Parcial cional de las ciudades del litoral valenciano, con un casco an-
13–, la legalización de los partidos el Sábado Santo de 1977, tiguo alejado de la costa y un grao. Además, resulta que esta
la convocatoria de elecciones democráticas el 15 de junio de estructura urbana es funcional en sí misma y, por sus condi-
1977 –con el acceso al poder de nuevas maneras de enten- ciones saludables y la gran variedad de parcelación –fruto de
derlo y un cambio en la valoración del patrimonio, funda- la evolución explicada en el primer apartado–, sigue siendo
mentado en el respeto hacia las preexistencias, según los mo- capaz de albergar los usos propios de un barrio residencial
delos imperantes en Europa desde mediados del siglo XX– dan mixto.10 Por otra parte, desaparecidas las infraestructuras fe-
comienzo a una nueva etapa de esperanza para el barrio, rroviarias que los rodeaban, el propio crecimiento de la ciudad
que culminará el 28 de febrero de 1978 con la incoación, por ha colocado a los antaño aislados poblados marítimos en una
parte del Ministerio de Cultura, del expediente de declaración posición de centralidad envidiable, perfectamente conectados
de Conjunto Histórico Artístico a favor de seis zonas de la ciu- con el resto de la metrópoli y cercanos a las actividades que se
dad de Valencia, entre las que se incluye la zona comprendi- desarrollan en el frente marítimo por el este y a los campus de
da por el Grao, el Cabanyal-Canyamelar y la Malvarrosa. En las dos universidades públicas valencianas por el oeste.
enero de 1982 mejoran las expectativas de conservación del Desde el momento mismo en que fue declarado Bien de In-
barrio, tras la sentencia del Tribunal Supremo que suspende terés Cultural, el famoso dilema municipal debió haberse de-
definitivamente el Plan Parcial 13.8 cantado a favor de la integridad del barrio y también de la in-
Nos encontramos a las puertas de la aprobación el 28 de tegridad del trazado histórico del Paseo al Mar como eje distri-
diciembre de 1988 del Plan General de Ordenación Urbana buidor del crecimiento de la ciudad por el este, con el cometido
(PGOU) de Valencia (Fig. 12), actualmente en vigor, que re- de acercar Valencia a sus antiguos barrios marineros, huyendo
conoce con la calificación de Conjunto Histórico Protegido al de la literalidad de llegar hasta el mar pasando por encima de

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Fig. 13. El Plan Especial de Reforma Interior del Cabanyal-Canyamelar, superpuesto a una foto aérea del barrio.

ellos y conjurando la advertencia recogida en la Memoria Jus- Protección y de Reforma Interior (PEPRI), y que, en el proceso
tificativa del PGOU de que una solución intermedia que trate de de tramitación, perdió la P y se quedó en el Plan Especial de
conjugar ambos intereses enfrentados es difícil y puede “aca- Reforma Interior del Cabanyal-Canyamelar (PERI) (Fig. 13).
bar teniendo efectos negativos en ambas piezas urbanas”. Un plan de reforma interior en el Cabanyal-Canyamelar
redactado a finales del siglo XX debería haber respetado en
El Plan Especial de Reforma Interior primer lugar la exquisita relación que existe entre la trama de
del Cabanyal-Canyamelar los edificios y la urdimbre de las calles longitudinales parale-
A pesar de la calificación de Conjunto Histórico Protegido y las al mar, es decir, la peculiaridad de su estructura urbana.12
de la declaración de Bien de Interés Cultural de buena parte En este tejido, la transversabilidad en dirección al mar es,
del barrio, el Ayuntamiento –incapaz de oponerse a la inercia simplemente, ausencia de edificación. En cambio, la incisión
de una idea madurada en sus despachos durante más de cien transversal que propone el plan acompaña a la desmesurada
años– encarga en 1997 la redacción de un Plan Especial que sección de un vial de 48 metros de anchura, la presencia de
debió ser de Protección11 (PEP), pero que empezó siendo de unas manzanas de planta rectangular de 20 metros de an-

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Fig. 14. Sección del PERI sobre una de las manzanas afectadas: la desafortunada relación transversal manzana-avenida
desbarata por completo la relación longitudinal edificio-calle existente en el barrio

chura13 y planta baja más cinco de altura (frente a las dos o más del 30 % del patrimonio edificado en el barrio del Caban-
tres plantas que tienen los edificios que atraviesa). Es decir, yal (en sus límites estrictos, es decir, entre la avenida del Medi-
unas manzanas cuasicúbicas que subvierten aquel principio terráneo y la calle Pintor Ferrandis); una reforma interior in-
de relación edificio-calle, por otro basado en la relación man- sensible hacia los valores de identidad de un numeroso grupo
zana-avenida. Ni el estrechamiento que intenta adecuar la social que se opone a sus efectos en defensa de un modo de
escala, ni el giro para incidir ortogonalmente, consiguen evi- habitar diferente, en defensa de su ambiente urbano.
tar la impresión de que es la avenida la que pasa, quedando
el barrio roto y oculto vergonzantemente tras los paños de las La plataforma “Salvem el Cabanyal”17
fachadas de las nuevas manzanas, propias de la avenida.14 Algunas de estas personas nos hemos organizado en una
Incluso admitiendo la idoneidad de la figura urbanística em- plataforma ciudadana que reivindica el derecho de la perso-
pleada, considero su redacción disciplinarmente incorrecta, na a “tomar parte libremente en la vida cultural de la comu-
pues responde a intereses ajenos al barrio (Fig. 14). nidad”, recogido en el artículo 27.1 de la Declaración Uni-
Considero que el PERI no es una reforma interior, sino la versal de los Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea
imposición de las condiciones exteriores de la avenida sobre General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948.
el delicado tejido filoso de calles paralelas al mar, sobre la Es en la ciudad donde, con el paso del tiempo, se produ-
peculiar trama en retícula valorada en la declaración de BIC. cen con mayor intensidad las fusiones o diferenciaciones de
En su dibujo, lo único estable es la propia avenida, que pro- todas las culturas particulares que, por una u otra razón, con-
longa sus paños de fachada hasta su miserable conclusión en viven bajo su amparo y construyen el edificio cultural de un
una gran rotonda de tráfico, eso sí, cerca del mar. La presen- tiempo determinado. Es en la ciudad donde se producen los
cia de la avenida violenta la morfología basada en la lineali- conflictos y donde deben resolverse mediante el continuum
dad paralela al mar de las calles del barrio, seccionando la que supone la cultura,18 por lo que “la vida cultural de la co-
urdimbre de su tejido, cuyos restos pueden verse abocados a munidad” estará directamente relacionada con la forma de su
la ruina física y social. ciudad. El derecho recogido en el citado artículo 27.1 de la
Soy de la opinión de que el PERI del Cabanyal-Canyame- Declaración de 1948, debe entenderse como el derecho de
lar, además de ser disciplinarmente incorrecto, propone una re- los ciudadanos a participar en la creación urbana, en la de-
forma interior injustificada en un barrio que, como hemos vis- finición del estilo urbanístico de ciudad en que viven.
to, goza de unas condiciones envidiables de salubridad (venti- En la Cumbre de la Tierra de 1992 en Río de Janeiro, Es-
lación y soleamiento), lo que anula cualquier objeción de tipo paña, junto con casi doscientos países, suscribió la llamada
higienista; una reforma interior anacrónica en los albores del Agenda 21, un plan de acción hacia la sostenibilidad. En
siglo XXI, donde las ciudades valoran su patrimonio construido 1994, en la Conferencia Europea de Ciudades y Pueblos Sos-
para proyectar a partir de él su futuro, un futuro que ponga en tenibles, se aprueba la Carta de Aalborg, documento funda-
valor sus diferencias características15; una reforma interior in- cional de la Agenda 21 Local, de la que es firmante el Ayun-
sostenible porque destruye el patrimonio edificado: más de tamiento de Valencia. En junio de 2004, la Conferencia Aal-
1.600 viviendas alojadas en unas 575 casas,16 lo que supone borg+10, aprobó el documento “Construyendo el Futuro”, con

I.T. N.o 75. 2006 93


21 objetivos que constituyen un marco de actuación para los Respecto a la participación en los procesos de toma de de-
municipios firmantes de la Carta. Algunos de estos objetivos, cisiones, hay que reconocer que los ciudadanos tuvimos oca-
relacionados con el tema que nos atañe, son: impulsar la de- sión de pronunciarnos durante la exposición pública del Avan-
mocracia participativa en los procesos de toma de decisiones ce del Plan. Se presentaron 62 escritos con un total de 3.308
locales; garantizar que la sostenibilidad sea un eje vertebrador firmantes; de ellos 3.267 se manifestaron en contra de la pro-
de las decisiones urbanas y la asignación de recursos; rege- longación, mientras que solo 19 lo hicieron a favor de la al-
nerar las áreas degradadas y evitar desarrollos urbanos des- ternativa elegida. Sin embargo, en el informe del equipo re-
estructurados; conservar, renovar y poner en valor el patrimo- dactor se confunde permanentemente el concepto de “escri-
nio cultural urbano. Después de lo dicho, sobran las palabras. tos” con el número de “firmantes”, contabilizando solo el nú-
mero de escritos, pues al parecer estiman que cuando se si-
gue un procedimiento generalizado de recogida de firmas, el
número de firmantes no tiene el mismo valor que cuando la
alegación se presenta a título individual. Ello induce a pensar
Fig. 15. Logotipo de "Escoltem el Cabanyal". que, según los redactores, la participación colectiva en la to-

Figs. 16, 17 y 18. Portadas de los catálogos de las tres últimas ediciones de "Cabanyal Portes Obertes".

94 I.T. N.O 75. 2006


ma de decisiones de planeamiento (que afectan fundamental- sico y social. Para ello, el grupo de trabajo “Escoltem el Ca-
mente a la colectividad) no tiene el mismo (o mayor) valor que banyal” (Fig. 15), integrado por ciudadanos que incluyen
la participación individual. Solo tras esta grave manipulación, profesionales de la arquitectura, sociólogos, historiadores,
el equipo redactor concluye que hay una mayoría que apoya economistas y abogados, atendiendo los objetivos del docu-
la alternativa desarrollada, cuando en realidad del total de mento “Construyendo el Futuro”, elabora y compila conclu-
firmantes de sugerencias/alegaciones tan solo el 0,6 % se ma- siones que se incorporarán a un futuro pliego de condiciones
nifestaron a favor. Esta interpretación tendenciosa del resulta- para el deseable concurso de ideas previo al encargo del
do trata de justificar la decisión, tomada a priori, de prolon- nuevo planeamiento.
gar la avenida. Meses después, en la exposición pública del El movimiento ciudadano surgido en torno al proyecto del
Proyecto del Plan, hubo 598 escritos diferentes que contienen Cabanyal viene realizando múltiples acciones públicas y co-
en realidad 72.834 alegaciones, presentadas por un total de lectivas para informar de los valores del barrio y movilizar a
6.692 personas. De dichas alegaciones un total de 72.226 la ciudadanía ante las consecuencias irreparables que para el
solicitaron la retirada del Proyecto, oponiéndose con carácter barrio y la ciudad de Valencia tendría la ejecución del plan.
general a la prolongación de la avenida de Blasco Ibáñez. Si- Entre estas acciones de difusión, cabe destacar la experiencia
guen sobrando las palabras. “Cabanyal Portes Obertes” (Figs. 16, 17 y 18). Se trata de una
La plataforma ciudadana “Salvem el Cabanyal”, hace ya iniciativa en que, año tras año y durante unos días, los vecinos
casi nueve años, estimó que el proyecto aprobado por el prestan sus casas para exponer obras realizadas por artistas
Ayuntamiento incumple la legislación patrimonial, por lo que, comprometidos en la defensa del barrio. En esta muestra de
con el necesario asesoramiento legal, ha interpuesto numero- arte público, que este año llegará a la novena edición, el arte
sos recursos fundamentados en informes de reconocidos pro- vuelve a retomar sus orígenes vinculados con los poderes má-
fesionales –incluido el informe del arquitecto inspector de la gicos capaces de determinar el futuro, recobrando su sentido
propia Conselleria de Cultura–, lo que ha permitido evitar los protector en defensa, en este caso, del ambiente del barrio.
derribos y paralizar la ejecución de un planeamiento que, es- Termino con una frase que leí el otro día en un periódico
peramos, sea definitivamente retirado. que, si no recuerdo mal, decía: cuando las ciudades fían to-
Anticipando ese momento, la plataforma prepara su par- do su futuro en las nuevas construcciones, acaban no recono-
ticipación elaborando estudios de percepción del barrio que ciendo su pasado. ■
evidencien los problemas que sin duda existen, pero también
los mecanismos posibles para transformarlos en oportunida- Luis Francisco Herrero García
des para un futuro dinámico que enriquezca su patrimonio fí- Arquitecto

Notas
1. El barrio del Cabanyal-Canyamelar está calificado en el vigente PGOU de 1988 co- 8. Este período de reflexión se ve favorecido por la ralentización de la actividad edi-
mo CHP (conjunto histórico protegido). ficadora provocada por la crisis desencadenada por el alza de los precios del pe-
2. En los años previos al derribo de las murallas en 1865, en la ciudad de Valencia se tróleo en 1973 y que se prolongará hasta 1987. Dará como resultado la nueva le-
hacina la población, que se ve sometida a sucesivas pestes que causan gran mor- gislación patrimonial de la que se hablará más adelante.
tandad. Las clases pudientes, en cuanto llega el calor, huyen del centro insano pa- 9. De norte a sur toda la superficie comprendida entre las calles Escalante y Dr.
ra instalarse primero en las estribaciones de la sierra Calderona y, al ponerse de Lluch. Esta delimitación es menor en superficie que la del expediente de incoa-
moda nuevas costumbres higiénicas –thalassoterapia y helioterapia–, en las cer- ción de 1978, pero supone que la calificación en el PGOU del resto del área co-
canías del mar. El nuevo municipio de Poble Nou del Mar se convierte así en un lu- mo Conjunto Histórico Protegido, permitirá su correcta protección.
gar de veraneo de la rica burguesía valenciana y emprende una gran actividad edi- 10. En el barrio conviven viviendas con pequeños talleres y negocios, estudios de ar-
ficadora, que culmina con la ejecución de la calle de la Reina, la única con trazado tistas y un comercio de proximidad suficiente.
totalmente recto, fruto de un proyecto unitario de 1840. 11. La Ley de Patrimonio Histórico Español establece, desde 1985, la articulación ur-
3. Hoy en día, la presencia constante de coches aparcados dificulta la función social que banística como una necesidad, y la especialización de la misma como una exi-
las calles han tenido en las relaciones entre los distintos grupos sociales que pueblan gencia. Surge así la obligatoriedad de la redacción de Planes Especiales de Pro-
el barrio. Este problema es, desde mi punto de vista, uno de los que más dificulta la tección como los instrumentos definitivos para gestionar (proteger, poner en valor
pervivencia de los valores de buena vecindad que han caracterizado al barrio. y enriquecer) los valores de los BIC y de los CHP, obligación que también recoge
4. La tesis de María José Teixidor de Otto (1986) recoge los siguientes datos: “del to- la Ley de Patrimonio Cultural Valenciano de 1998.
tal de manzanas del barrio (288), el 11% de las mismas son de tan solo una altura, 12. Estructura urbana que, como hemos visto, es funcional en sí misma y con exce-
el 37% son de dos alturas, el 34% de tres alturas, el 6,5% son de cuatro alturas, el lentes posibilidades de futuro.
6,5% de cinco, el 3% de seis alturas y el 1% son de más de seis alturas. Es decir, 13. Para una afección total de más de cien metros de anchura.
de tres o menos alturas son el 82% de las manzanas del barrio”. El mismo estudio 14. El PERI contempla otras operaciones injustificables, como el bulevar San Pedro,
señala que las áreas de menor altura, es decir, las que mejor conservan las carac- en el extremo occidental del barrio, que elimina toda la edificación de los núme-
terísticas originales de la estructura urbana, se sitúan en el Cabanyal, precisamen- ros impares de esa calle.
te en la zona más afectada por el proyecto de prolongación de la avenida (como ve- 15. El PERI, apoyado en razones de incremento de la vialidad urbana, responde a as-
remos). En Boira Maiques, Josep V., Valencia barrio a barrio: El Cabanyal-Canya- piraciones de uniformidad.
melar, Valencia, ed. Excm. Ajuntament de València, 1987. ISBN 84-505-5858-5. 16. Algunas de ellas con algún nivel de protección en el catálogo del PGOU que el
5. Blasco Ibáñez, V. “La Revolución en Valencia”, diario El Pueblo, 6 de noviembre PERI deroga a su conveniencia.
de 1901. 17. Para más información, consultar www.cabanyal.com.
6. “… el nuevo ensanche que podríamos llamar del Este, (…) que podrá distribuirse 18. En el Informe Mundial sobre Cultura que, bajo las siglas de la UNESCO, se dio a
en manzanas rectangulares por medio de calles perpendiculares y paralelas a es- conocer en noviembre de 1999, se definía cultura como “un continuum, fruto de
tas vías principales”. Casimiro Meseguer en la Memoria del proyecto. la fusión o la diferenciación de culturas particulares o de alguno de sus elemen-
7. Casimiro Meseguer en la Memoria del proyecto. tos en épocas distintas”.

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Ciudad, patrimonio y ciudadanía
Josep Montesinos i Martínez

DESCRIPTORES
CENTROS HISTÓRICOS
REVITALIZACIÓN
PATRIMONIO HISTÓRICO-ARTÍSTICO
PARTICIPACIÓN CIUDADANA

El centro histórico de una localidad es uno de los elementos El escenario, en esos momentos de los años setenta y prin-
más destacados de su paisaje, y una parte importante de su cipio de los ochenta, era en la Ciutat Vella de un gran espa-
propia imagen tanto interna como externa. En ese espacio ur- cio degradado y con una continua pérdida de población, fal-
bano conviven historia, arte, naturaleza, actividad comercial, ta de servicios, obsoleta estructura comercial… Hay que tener
producción artesanal, tráfico rodado… y personas. Las ac- en cuenta que las actuaciones desde la desastrosa riada de
tuaciones sobre estas áreas deberían realizarse desde la mul- 1957 habían sido mínimas cuando no inexistentes.
ti/interdisciplinaridad, pero sobre todo contando con la par- La caída y degradación del área no solo afecta a la des-
ticipación de los protagonistas residentes, esto es, de los veci- aparición de población, sino que la especulación arrastra la
nos. Ese espacio relata, explica, comprende, la historia mis- destrucción de patrimonio (mueble, inmueble, inmaterial, na-
ma de la ciudad; por ello su arrasamiento supone la elimina- tural), junto a la desaparición de las actividades productivas
ción de una parte importante de nuestra memoria colectiva.1 y comerciales tradicionales, y la pérdida de la memoria his-
Vamos a comentar en las siguientes páginas algunas tórica. Pérdida y envejecimiento de la población, problemas
muestras de acciones llevadas a cabo en un mismo espacio, de tráfico y accesibilidad, concentración de zonas de ocio y
la Ciutat Vella de Valencia, a lo largo del último decenio; ac- contaminación acústica… son algunos de los problemas de-
ciones que nos muestran unas formas y unos resultados que tectados en la zona en ese momento.
se encuentran lejos de los objetivos planteados en este tipo de En 1984 se establecen los Planes Especiales de Protección,
actuaciones. El área comprende el interior del antiguo traza- y los de Protección y Reforma Interior en 1991. Los proyectos
do de las murallas cristianas medievales; no obstante, la ciu- intentan identificar, y solucionar, la realidad de la Ciutat Ve-
dad tiene además otras zonas de protección externas a este lla. En este orden de cosas, se establece el convenio de cola-
centro histórico, sujetas asimismo a no pocas polémicas.2 boración entre la Generalitat y el Ayuntamiento de la ciudad
El centro histórico de la ciudad de Valencia se encontraba para el Plan Integral de Rehabilitación de Valencia, el deno-
en los finales del franquismo en un proceso de degradación minado Plan RIVA. En un primer plazo, se establece la actua-
tal que la ruina de muchos de sus edificios, el abandono del ción para el quinquenio 1992-1997, prolongado hasta 2002,
entorno de muchos de sus habitantes, la falta de inversiones, con añadidos presupuestarios. Después de más de 10 años de
hacían de este espacio de la ciudad un objetivo de primera Plan RIVA, ha habido una apuesta significativa por la rehabi-
magnitud ante tan negativa situación. La conquista de la de- litación privada, mediante ayudas a las comunidades de ve-
mocracia puso en uno de los primeros lugares las reivindica- cinos y a los propietarios de las viviendas. Con rehabilitacio-
ciones ciudadanas sobre diversos espacios de la ciudad: la nes parciales (fachada y cubierta) e integrales, las menos, y
puesta en valor para disfrute ciudadano del antiguo cauce del numerosas exclusivamente interiores, y se han generado, ade-
río Túria, la recuperación del Saler para el pueblo contra la más, dos unidades de actuación.
tendencia especuladora del espacio, la regeneración del cen- No obstante, estamos de acuerdo con la profesora Rosario
tro histórico… es decir, la ciudadanía, a través del movimien- Fernández-Coronado,3 quien apunta que, después de diez
to vecinal, recuperaba con todas estas reivindicaciones el pro- años de existencia del Plan RIVA, las zonas más problemáti-
tagonismo de los ciudadanos en la construcción de la ciudad. cas siguen siendo las mismas que a la firma del convenio: Ve-

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lluters, Carmen y parte del Mercat. Añadiendo, además, que
en ocasiones las actuaciones de la Administración han posibi-
litado en el entorno la desaparición poblacional, además de
la eliminación comercial y artesanal. Sin embargo los objeti-
vos del Plan RIVA no eran esos; así, uno de ellos apunta: “Con-
seguir que en la intervención participen los distintos agentes
sociales”. Otro de los aspectos que las reformas incluyen es:
“Mantener la población que habita en el Centro Histórico y
atraer nuevos habitantes”. Además se debe proteger las acti-
vidades humanas tradicionales en esos espacios.4 Que los ha-
bitantes del entorno afectado deben ser los primeros protago-
nistas de la acción debería ser un hecho: “La participación y
el compromiso de los habitantes es imprescindible para con-
seguir la conservación de la población o área urbana históri-
ca y deben ser estimulados. No se debe olvidar que dicha con-
servación concierne en primer lugar a sus habitantes”.5 El mis- Fig. 1. Plan de Velluters: ¿Centro Histórico?

mo programa europeo Restauro deja claro, respecto a la po-


blación residente: “Mantenimiento de la población residente y resultados han sido puestos en tela de juicio desde el punto
atracción de nuevos habitantes. Dar participación a los agen- de vista técnico y social.8 Mientras, los vecinos, junto a diver-
tes urbanos existentes y, en particular, a aquellas asociaciones sas asociaciones cívicas y culturales (Asociación de vecinos La
que representan a los habitantes y comerciantes de la zona”. Boatella, Amigos del Centro Histórico), denunciaron los indis-
Pero las actuaciones en una gran parte de ellas se han venido criminados derribos y las consecuencias del Plan.
realizando de espaldas a los residentes. Y no solo eso sino que Los vecinos se enfrentan a una realidad generada por la
los residentes las han considerado como una agresión a su vi- actuación, cuyas consecuencias sociales y patrimoniales son
da, a su economía, a su entorno familiar. Hecho que ha pro- injustificables, en palabras de Juan Manuel Vera, de la asocia-
ducido la organización ciudadana contra estos planes urba- ción de vecinos El Palleter, del barrio de Velluters. En el barrio
nísticos. Las opiniones técnicas y vecinales sobre las actuacio- no solo se ha alterado la trama, seccionando el barrio en dos,
nes de la oficina RIVA en su área de actuación no dejan lugar sino que no se han solucionado los problemas endémicos del
a la duda, otra forma de actuar debería ser posible.6 entorno y además se han generado otros: “Las viviendas des-
Nos parece de sumo interés, para la visión general de las tinadas al realojamiento de las numerosas familias afectadas
actuaciones sobre la ciudad, el estudio pormenorizado de por las expropiaciones no se han edificado o permanecen va-
“casos”. Acercarse al diseño de la acción, los objetivos, estra- cías, deteriorándose en espera de que unos vecinos obligados
tegias, planificación, y sobre todo a la implementación de la a practicar el nomadismo las ocupen”, o “por no hablar de la
misma, la visión de la ciudadanía afectada y la del resto de revalorización que ese suelo va adquiriendo a cada instante y
la ciudad, la actuación de los políticos, de los técnicos, el re- que habla a gritos de la decisión de especular antepuesta a la
sultado de todo ello.8 de invertir en ciudad y para los ciudadanos”. Y, respecto al pa-
Toda actuación en un área como la tratrada debería ana- trimonio arquitectónico, “reducción del patrimonio arquitectó-
lizarse a través de tres conceptos: espacio, tiempo y personas. nico a islotes incomunicados, más valorados como iconos de
Un espacio preexistente donde hay historia pasada, una me- las empresas restauradoras que como testigos históricos de la
moria histórica que se hace presente. Un tiempo de diseño, evolución y pluralidad de nuestra colectividad”.9 Esta es la opi-
de ejecución y de desarrollo del plan. Y unas personas que vi- nión y sentimientos de los vecinos organizados sobre el Plan
ven en ese entorno y deberían ser las primeras beneficiadas RIVA en Velluters y doce años de actuaciones en el barrio.
de la actuación, las cuales frecuentemente se convierten en Otro ejemplo de actuación a todas luces problemática ha
víctimas de la misma. El espacio de las actuaciones sobre Ciu- sido, y es, la del IVAM (Institut Valencià d’Art Modern). El
tat Vella supone la división en una gran cantidad de Unida- IVAM se vendió a los vecinos como la solución a la revitaliza-
des de Actuación, en muchas ocasiones totalmente descontex- ción de esa parte del barrio. Pero la misma orientación del
tiualizadas, sin un orden o visión de conjunto. Actuar sobre el edificio, de espaldas al barrio, el cierre de uno de sus espa-
centro histórico ha supuesto en ocasiones la eliminación físi- cios en el interior de la zona (el Centre del Carmen), y los su-
ca y total de ese espacio para convertirse en un barrio en el cesivos proyectos de ampliación que afectan a decenas de fa-
centro. Es el caso paradigmático de lo realizado en Velluters, milias, cuentan en estos momentos con una gran contestación
que ha demostrado que tras la acción siguen los mismos pro- no solo por parte de los vecinos sino también de los técnicos.
blemas endémicos del barrio, pero, eso sí, ya no hay vecinos El proyecto de ampliación pretende, además de expandir el
en un amplio entorno del mismo, y sí muchos solares, a más museo a toda la manzana, cubrir el edificio con una estructu-
de una alteración tal del paisaje urbano que ha hecho des- ra de una altura de más de diez pisos. El agravio comparati-
aparecer el denominado centro histórico para convertirse en vo está servido, ya que en las proximidades se han venido de-
un barrio céntrico. El plan de Velluters, su filosofía, génesis y rribando edificios de los años sesenta con el argumento de

I.T. N.o 75. 2006 97


Fig. 2. Plan de la Muralla, contestado por ciudadanos y técnicos.

que al ser de diez plantas superaban los niveles de la zona,


edificios todos ellos habitados; en este momento la modifica-
ción del Pepri supone el próximo derribo del último de ellos.10
Si se lleva acabo la ampliación, el siguiente paso será la re-
estructuración del barrio en esa zona: apertura de una gran
plaza a espaldas del IVAM, derribos de edificios habitados,
levantamiento de otros más elevados y de más categoría so-
cial… Los vecinos ven el IVAM como la punta de lanza de la
especulación en esa zona, el motivo de la desaparición de nu-
merosas familias en su entorno, y por todo ello la afección ne-
gativa en su propia vida. Otra actuación frustada y frustante.
Vemos aquí la unión de un elemento cultural con la afec-
ción negativa a los ciudadanos residentes. Es peligrosísimo
identificar cultura y patrimonio histórico-artístico con especu- Fig. 3. En este estado tiene la Administración la muralla islámica. Calle Salinas.

lación. Quien sale perjudicado es el patrimonio y la cultura.


Se hace necesaria la participación ciudadana en estos temas ¿Era necesaria la actuación hace 13 años, cuando en reali-
para evitar despropósitos, y es de exigir la racionalidad y co- dad se va a llevar a cabo más de un decenio después? ¿No
nocimiento del medio por parte de los técnicos y políticos. En hubiera sido mejor mantener la población y actividad hasta el
la ciudad están surgiendo numerosas acciones ciudadanas en momento de la actuación, y solo entonces? O, incluso, ¿era
defensa de espacios y edificios, frente a su destrucción y uti- necesaria dicha actuación en esos términos? El solar de la pla-
lización en el proceso especulativo. Cada vez son más los de- za del Árbol ha sido la vergüenza de un proyecto, de unos
nominados Salvem: l’Horta, el Cabanyal, la Tabacalera, el métodos, cuyos objetivos fueron vendidos como la regenera-
Botànic… La ciudadanía se pregunta cómo es posible que an- ción del barrio. Después de la actuación de la Administración,
te una legislación protectora del patrimonio, como nunca ha esa zona, antes viva, aparece hoy como un desierto. Actual-
existido antes, se siga destruyendo patrimonio. Y cómo es po- mente, por fin se está construyendo en dicho solar.
sible que en una sociedad que se dice democrática, cada vez Otro caso es el del mal llamado Plan de la Muralla Musul-
más los ciudadanos se organizan para luchar contra las ac- mana. Efectivamente, el tema ha generado una amplia biblio-
ciones de la Administración, la cual debería ser la garante de grafía.11 En resumen, se pretendía actuar sobre un tramo de la
la seguridad de esos ciudadanos. antigua muralla de la Balansiya islámica, en concreto el com-
Otra de las actuaciones ha sido la realizada en la plaza prendido entre las calles Palomino y Salinas, del barrio del
del Árbol. Hace más de un decenio se actuó sobre la manza- Carmen. Para ello se expropiaban y derribaban diecisiete edi-
na comprendida entre la plaza del Árbol, calle de Santo To- ficios, prácticamente todos habitados por casi cincuenta fami-
más, Cobertizo y calle Baja. Fueron desalojados los pocos ve- lias. En su lugar se debían alzar edificios de equipamientos de
cinos que quedaban, expropiadas y derribadas las fincas que la Administración. Los vecinos de la zona llevaban decenios
componían dicho espacio. En ese momento eran varias las ac- reclamando la restauración y puesta en valor de los pocos
tividades económicas que se realizaban en la plaza: peluque- lienzos que se conservan, pero cuando llega el día resulta que
ría, horno, relojería, más algunas en las calles adyacentes. los que sobran son ellos, los ciudadanos que vivieron en el lu-
Pronto se derribaron los edificios y un inmenso solar se abrió gar durante toda su vida. Nadie de la Administración aportó
en pleno barrio del Carmen. Doce años después aún se podía datos respecto a los “necesarios” equipamientos que justifica-
ver el solar, “de la vergonya”, lo han titulado los vecinos. Hoy ban una acción tan dura. Plan de despropósito fue bautizado
en día solo un bar queda en el entorno, han desaparecido to- no solo por los vecinos sino por diversos técnicos. La excusa
dos y cada uno de los comercios, y muchos de los vecinos. arqueológica de la actuación sobre la muralla musulmana ha

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Figs. 4 y 5. Referéndum popular contra el mal llamado Plan de la Muralla, Pl. del Carmen, 14 de mayo de 2003.

quedado clara en documento presentado por el Colegio de


Doctores y Licenciados, apoyado además por el Departamen-
to de Prehistoria y Arqueología de la Universitat de València.12
El título de dicho documento es significativo: “No en nuestro
nombre”. Una cosa es la arqueología y otra la barbarie urba-
nística: “Se ha llegado a utilizar el término chapapote para
definir las construcciones posteriores a la muralla (…) creemos
que las casas adosadas a la muralla son también patrimonio
arqueológico (…) nosotros sólo podemos dar unos consejos a
los responsables del proyecto. Si así lo han decidido, urbani-
cen siguiendo los mismos criterios que en los siglos XIX y XX
quisieron arrasar el casco histórico (…) pero no digan que lo
hacen en nombre de la arqueología; modifiquen el paisaje ur- Fig. 6. Humor negro sobre las actuaciones del RIVA.

bano y llévense a los vecinos donde piensen que vivirán más


felices, pero no digan que lo hacen para poner en valor el pa- cas enteras, algunas con vecinos, por parte de empresas; es el
trimonio; eliminen los edificios históricos que consideren que “asustaviejas” que han denominado los medios de comunica-
sea necesario para crear un nuevo urbanismo, pero no digan ción. Los ciudadanos elevan su queja, su angustia, sobre una
que lo hacen sabiendo exactamente lo que eliminan. Y por fa- forma de hacer la ciudad que perjudica a los primeros que de-
vor, no les llamen chapapote. No en nuestro nombre”.13 bería beneficiar: “El agravio comparativo es evidente, propie-
Los vecinos afectados se organizaron en una plataforma14 tarios y empresarios que pueden comprar y vender edificios
e iniciaron acciones en defensa de sus hogares: manifestacio- con murallas y torres, por el contrario ciudadanos de a pie a
nes, barricadas, carteles, manifiestos, actividades lúdicas, refe- los que la Administración quiere expropiar porque en el inte-
réndum, mesas redondas, conferencias… Ante una nueva ac- rior de sus casas hay restos de muralla, o simplemente porque
ción de la Administración sobre el centro histórico la ciudada- en su suelo hubo en su tiempo muralla, o porque hay que ha-
nía se organiza para su supervivencia en sus hogares. Al mis- cer un paso para ver los restos de la misma. Es más, el mal lla-
mo tiempo se sucede un fenómeno parejo, la llegada de ofer- mado Plan de la Muralla en el Barrio del Carmen, sólo afecta
tas a los vecinos para que vendan sus casas, la compra de fin- a un sector pequeño de ésta, unos metros más allá del Plan se

I.T. N.o 75. 2006 99


compra y se vende. Los ciudadanos a los que afectan los pla-
nes de la Administración no tienen sus casas para especular,
sino para vivir, y sobre ellos cae todo el peso de la Administra-
ción y de las leyes de expropiación. A lo que estamos asistien-
do será todo lo legal que ustedes quieran, pero ¿es ético lo que
está haciendo la Conselleria de Cultura en estas actuaciones
sobre el Patrimonio y las personas?”.15
La situación de cabreo ciudadano llegó a su extremo en la
realización de una tomatina ante la oficina RIVA. En ella ciu-
dadanas y ciudadanos de diversos barrios de Ciutat Vella
mostraron su enojo y angustia ante los que deberían ser los
primeros garantes de su seguridad.16
No obstante, hubo un punto de inflexión en los plantea-
mientos de actuación con la llegada de un nuevo director ge-
neral y por tanto un cambio en la jefatura de la oficina RIVA.
El nuevo director general de Arquitectura, Fernando Mut, co-
menzó un proceso de diálogo con los vecinos afectados por el
Plan de la Muralla, y se estableció una comisión de seguimien-
to por acuerdo del Ayuntamiento de la ciudad, en la cual es-
taban integradas todas las consellerias implicadas (Infraestuc-
turas, Territorio, Cultura), el Ayuntamiento y los vecinos. Co-
misión que ha venido construyendo un nuevo plan en el cual
la afección es mínima y se consiguen los objetivos de mante-
nimiento de la población, actuación sobre el elemento históri-
co-patrimonial, su puesta en valor y visita, la construcción de
nuevas viviendas y equipamientos. No obstante el proceso es
Fig. 7. El vaso se ha colmado.
lento y no exento de dificultades. Es de sumo interés el análi-
Vecinas de Ciutat Vella a “tomatazos” contra la oficina RIVA, 12-6-2003. sis de las posiciones de los redactores de los proyectos, y de

Fig. 8. Pancartas de protesta contra el “asustaviejas”. Fig. 9. Pancartas reivindicativas.

100 I.T. N.O 75. 2006


los técnicos de la Administración, sobre todo en su relación
con la participación. Este nivel ha resultado, en ocasiones, un
obstáculo. En el comentado trabajo de la profesora Fernán-
dez-Coronado,17 sitúa dos posiciones discursivas entre los téc-
nicos: unos que plantean la búsqueda de nuevos cauces de
participación para que los ciudadanos sientan y participen en
todo el proceso de rehabilitación, y un segundo grupo que
opina “que la participación de los afectados sólo conduce a
retrasos, problemas, malas y desvirtuadas actuaciones, au-
mento de gastos…”. Las estadísticas del comentado trabajo in-
dican que son más abundantes los segundos que los primeros.
Nosotros hemos tenido la oportunidad de estar inmersos en
un proceso de actuación sobre un espacio urbano, y cuando
después de numerosas reivindicaciones ciudadanas se ha
abierto paso a la participación, nos hemos encontrado con al-
gunos técnicos más proclives a la segunda visión que a la pri-
mera. El proceso reivindicativo contra el plan de la muralla, el Figs 10 y 11. Barricadas contra el Plan Riva.
posicionamiento de algunos técnicos de la Administración, los
artículos reflejados en la prensa y, una vez llegado, el proce-
so de participación, a través de las actas de la comisión de se-
guimiento del mal llamado plan de la muralla del Carmen, son
claros en este sentido.
Generalmente nos encontramos con técnicos que, en mu-
chas ocasiones, desconocen la realidad de los barrios, prac-
tican un urbanismo sobre plano; en ocasiones, la realidad de
los estudios sociales es inexistente o incompleta, incluso el len-
guaje utilizado pone en tela de juicio los métodos y resulta-
dos.18 No sería justo extender estas características a todos los
técnicos: otros muestran no solo unos conocimientos técnicos
de nivel sino también una sensibilidad social digna de reco-
nocimiento. Sin embargo, no es una lucha entre técnicos y ve-
cinos, o al menos no debería serlo. Los técnicos son necesa-
rios, pero su acción debe también circunscribirse a la partici-
pación, las opciones técnicas también son opinables, hay
otras alternativas. Es una relación necesaria y posible.19
Uno de los temas sobre los que no se ha tenido la más mí-
nima sensibilidad en las actuaciones ha sido el reconocimien-
to de actividades tradicionales en el entorno. No solo no se
han identificado y protegido a la hora de realizar la planifi-
cación, sino que en ocasiones se ha propuesto su eliminación,
o mejor, ni siquiera se ha reconocido su existencia. Activida-
des artesanales en el mismo lugar mantenidas por varias ge-
neraciones de artesanos, y que actualmente siguen en pie, han
tenido que ser defendidas por ellos mismos y por los colecti-
vos vecinales, frente a unos proyectos insensibles al hecho.20 Fig. 12. Triste imagen.

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Fig. 14. Un plan consensuado permite un tratamiento más cuidadoso
del Patrimonio y de los vecinos. Propuesta Unidad 7, AMP Associats, SL.

9. Normativa de la integración de las edificaciones de nue-


va planta al entorno de la zona objeto de planeamiento
compatible con las características morfológicas y sintác-
ticas de las preexistencias edificadas.
10. Mantenimiento general de la trama urbana.
11. Recuperación para disfrute público de los espacios y ele-
mentos histórico-artísticos.
Respecto a la participación ciudadana:
12. Promover la participación ciudadana a lo largo del pro-
Fig. 13. Ayuda divina contra la especulación y el Plan Riva.
Cada ciudadano/a se expresa según su capacidad y creencias.
ceso de planeamiento y de realización de las actuaciones
diseñadas.
13. Creación de una comisión que integre vecinos y expertos,
Entre los aspectos positivos que ha generado la lucha ciu- de carácter pluridisciplinar, de carácter consultivo para el
dadana en el caso del Plan de la Muralla destaca el hecho de seguimiento de las actuaciones programadas.
asumir de forma consensuada una serie de ítems a tener en 14. Integración y coordinación de las diversas administracio-
cuenta en este tipo de actuaciones: nes actuantes.21
Respecto al uso residencial: ¿Puede ser este un modelo de actuación, de seguimiento
1. Mantenimiento de la población residente en el barrio. de las acciones en la ciudad? Nos parece que el método es
2. Primacía del uso residencial como fundamento de la inter- positivo, pero evidentemente se necesita voluntad política pa-
vención. ra desarrollarlo, voluntad de los técnicos para dialogar ante
Respecto a las dotaciones y equipamientos: las diversas posibilidades técnicas, imaginación y colabora-
3. Impulsar la creación de dotaciones y equipamientos de ción de los vecinos para plantear alternativas…22
barrio. Entre los efectos negativos de estas actuaciones urbanísti-
4. Mantenimiento de la actividad económica existente, con cas están los aspectos patológicos del problema. El estado
especial atención a los bajos comerciales. Potenciación y anímico de los afectados es fácil de imaginar. El doctor Juan
mantenimiento de actividades artesanales especializadas. Ángel Ramos, psiquiatra del Hospital Provincial de Castellón,
Respecto a la vivienda, edificación y escena urbana: en un informe psiquiátrico de 2004 revela la existencia de un
6. Mejora de las condiciones de habitabilidad de las vivien- síndrome generado por la amenaza de perder sus casas o
das existentes. propiedades por un proyecto urbanístico. En este tipo de de-
7. Mantenimiento y ampliación del catálogo de edificios presión, “el vecino se entera de que su casa va a ser demoli-
aprobado. da independientemente del estado en que se encuentre y de
8. Mejora de la imagen y adecuación a las características que en ella hayan vivido sus padres y abuelos. Y se enteran
formales del entorno histórico de los edificios residencia- de que lo han decidido convecinos suyos (concejales, políti-
les existentes. cos) que no saben contestar, dicen que es por su bien o ale-

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zadores sin escrúpulos, técnicos prepotentes y políticos que
deberían estar al servicio de los ciudadanos para solucionar
sus problemas y no para crearlos.
Actuar sobre la ciudad, construirla, necesita no solo la vi-
sión técnica de urbanistas y arquitectos, sino también la apor-
tación de los ciudadanos a los que afecta. Sin embargo todo
está inventado: la democracia, la participación democrática.
Pero no el solo hecho de ir a votar en las elecciones oportu-
nas, se hacen necesarios otros factores: la garantía de dere-
chos y libertades, la ley y su aplicación de forma indepen-
diente y efectiva, los medios de comunicación plurales, y una
sociedad civil organizada y democrática, entre otros.24 En úl-
tima instancia, al actuar sobre estos espacios históricos no se
trata solo de rehabilitar, sino de revitalizar.
Fig. 15. Los ciudadanos solo quieren una vida digna y en paz.
Habría que analizar en profundidad las actuaciones rea-
Es necesaria la participación ciudadana para no hacer lizadas hasta la fecha en la Ciutat Vella, y de una vez por to-
una ciudad contra nadie. (Foto: Alberto Saiz).
das planificar el entorno como un todo. Acercarse al entorno
de forma global, teniendo en cuenta el patrimonio histórico-
gan que no se puede hacer nada porque es la ley”.23 El doc- artístico, los problemas comerciales, las actividades artesana-
tor Ramos propone “llamarlo síndrome de Castelló, que con- les, los problemas de tráfico, los espacios verdes, los servi-
siste en una desesperanza vaga y flotante, un abandono del cios… los ciudadanos. No solo los técnicos desde sus despa-
espíritu de lucha, entrando en una resignación crispada con chos, los políticos desde sus escaños o desde la gestión, hay
alteraciones de las relaciones familiares”. que contar con los movimientos vecinales, con los ciudadanos
Siguiendo con los estudios del doctor Ramos, el vecindario afectados. La ciudad se construye entre todos y para todos. El
afectado por estas actuaciones puede llegar a una percepción primer patrimonio somos los ciudadanos. ■
persecutoria, en algunos casos se puede llegar a la agresión.
Además, se da anhedonia (falta de autoestima y de búsque-
da de placer), por la desaparición de los referentes históricos.
Yo añadiría, tal como hemos padecido en nuestro entorno, al-
Josep Montesinos i Martínez
teraciones del carácter, enfermedades, depresión… Y sobre Departamento de Historia del Arte
todo la sensación de soledad, de incomprensión ante urbani- Universitat de València

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Notas 18. Labarta – Todolí, 2005.
1. Borja, 2003, p. 5 19. Fina Català, “Urbanistas y vecinos, una relación posible”, Levante - El Mercantil
2. Cabanyal, Campanar, Russafa… Valenciano, sábado, 3 de mayo de 2003.
3. 2004, p. 125. 20. José Luis March, “La muerte del artesanado en Valencia”, Levante - El Mercantil
4. La Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Edu- Valenciano, 1 de junio de 2003, Territorio y Medio Ambiente, p. 18.
cación, la Ciencia y la Cultura en su 19ª reunión celebrada en Nairobi, en noviem- 21. Acuerdo de la Comisión de Seguimiento Plan de la Muralla.
bre de 1975, en cuanto a la salvaguarda de los conjuntos históricos indicaba que 22. En este sentido, además de las reivindicaciones, los vecinos presentaron y colabo-
había que respetar: “… las actividades humanas (por modestas que sean), tienen, raron en alternativas al Plan de la Muralla, elaboradas por el taller de arquitectura
en relación con el conjunto, un significado que procede respetar”. de Jorge Palacios, por el Grupo Esfera y por la Asociación de Artesanos LaborArt.
5. Carta Internacional para la Conservación de poblaciones y áreas urbanas históricas, 23. Levante - El Mercantil Valenciano, 4 de marzo de 2004, p. 43.
adoptada por ICOMOS (International Council on Monuments and Sites), octubre 1987. 24. Vicent Flor, 2006, p. 9

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