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MÓDULO 1
CARRERA: ABOGACÍA
CURSO: 3º AÑO
AUTOR
Dra. MARÍA ROSA AYALA DE YÁÑEZ
PROFESOR: Dr. FULVIO GERMAN SANTARELLI
SALTA - 2009
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Educación
A DISTANCIA
AUTORIDADES DE LA UNIVERSIDAD
CANCILLER
Su Excelencia Reverendísima
Mons. MARIO ANTONIO CARGNELLO
Arzobispo de Salta
RECTOR
VICE-RECTOR ACADÉMICO
VICE-RECTOR ADMINISTRATIVO
ADMINISTRA
SECRETARIA GENER
SECRETARIA AL
GENERAL
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4
Indice general
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“APTITUD PARA SER TITULAR DE UN 6.3 PRESUNCIÓN DE LA EXISTENCIA
DERECHO” ............................................ 104 DE CAUSA ............................................. 140
4.3. IDONEIDAD: muy próxima a la 6.4 FALSA CAUSA .................................... 140
incapacidad de derecho pero
6.5 CAUSA ILÍCITA ................................... 140
distinta de ella ......................................... 104
4.4. CAPACIDAD CONTRACTUAL ........... 107
4.5. LEGITIMACIÓN PARA CONTRATAR 108
UNIDAD VII
4.6. INCAPACIDAD DEL ART. 1160 .......... 108 DIAGRAMA DE CONTENIDOS ................. 143
4.7. LOS INHABILITADOS ......................... 110 7.1 FORMA DE LOS CONTRATOS ......... 145
UNIDAD VIII
UNIDAD VI
DIAGRAMA DE CONTENIDOS ................. 199
DIAGRAMA DE CONTENIDOS ................. 131
8.1. PRUEBA .............................................. 201
6.1 LA CAUSA ........................................... 133
6.2 CAUSA DEL ACTO JURÍDICO Y
DE LA OBLIGACIÓN ............................. 133
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UNIDAD IX INTERPRETACIÓN DE LOS
CONTRATOS. ....................................... 267
DIAGRAMA DE CONTENIDOS ................. 209
I. OBJETO DE LA INTERPRETACIÓN ..... 268
9.1. EFECTOS DE LOS CONTRATOS ..... 211
II. CONSIDERACIONES GENERALES .... 269
9.2. SUCESORES UNIVERSALES ........... 211
III. DOCTRINAS SOBRE LA TEORÍA DE
9.3. EFECTOS DE LOS CONTRATOS LA INTERPRETACIÓN DE LOS
ENTRE LAS PARTES Y TERCEROS .. 218 CONTRATOS ........................................ 271
IV. PROCESO DE LA DECLARACIÓN ..... 274
UNIDAD X V. EL PROBLEMA EN LA
DIAGRAMA DE CONTENIDOS ................. 227 LEGISLACIÓN NACIONAL ................... 275
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Mensaje de Bienvenida
Dentro del fascinante mundo del derecho, te encontrarás en esta materia con la
riqueza del análisis y estudio del mundo de las transacciones económicas. No existe el
comercio, el intercambio de bienes, el desarrollo de sistema económico alguno sin el
análisis de las obligaciones. Aquí está el germen de la vida negocial. Aquel negocio
jurídico que fuera estudiado en parte general desde su necesaria visión estáticas,
analizando sus elementos y sus patología, en el derecho de las obligaciones lo comen-
zarás a ver en forma dinámica (desarrollo que se profundizará luego con el estudio de
los contratos). Por tales razones, nunca deberás perder de vista que cuando estudios
determinada figura del derecho de las obligaciones, su finalidad práctica, útil.
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Carrera: Abogacía
Curso: 3º Año
Materia: Derecho Civil - Contratos
Profesor: Dr. Fulvio German Santarelli
Año Académico: 2009
I. Fundamentación
El universo de las transacciones negociales demuestra una innovación permanente
en materia de tipos contractuales, de conceptos, modelados constantemente por los
requerimientos prácticos de los negocios. El denominado proceso de globalización,
entendido aquí, como la atenuación de las barreras fronterizas de los derechos nacio-
nales, trae como consecuencia el trasvasamiento y utilización de figuras contractuales
de los más diversos ordenamientos jurídicos del planeta, enriqueciendo las institucio-
nes vernáculas. Así pues, en la asignatura, luego de estudiar instituciones que refieren
las vicisitudes de la vida de todo contrato (origen, formación, extinción, etc.) centra su
análisis en las figuras de los contratos en particular, debiendo, primeramenente, cap-
tarse su finalidad económica para comprender mejor la regulación típica de la figura.
II. Objetivo
El objetivo final consiste en que el alumno termine la asignatura manejando las
alternativas de la vida negocial (aplicables, como se dijo, a todas la figuras contractua-
les), y además pueda resolver situaciones inherentes a las reglas de los contratos más
usuales en la vida cotidiana.
Así pues, todo analisis de las instituciones contractuales debe principiar por el mar-
co legal vigente y deslizarse hacia la interpretación de las normas que precisaran los
contornos aplicativos de ella. Debe advertirse aquí que la regulación legal de un tipo
contractual, no constituye sino una de las posibles soluciones dadas a la figura, por
tanto, es menester poner en su adecuada dimensión la fuente normativa. No obstante,
ello naturalmente, marca para el alumno una guia de estudio, en tanto le refiere un
orden de prelación en los materiales de estudio a manejar.
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He aquí el papel más trascendente de la jurisprudencia en esta materia, cual es del
de disparador del caso práctico que busca concitar el interés del alumno, advirtiendo la
trascendencia práctica del tema bajo análisis.
Ubicación del contrato en una teoría general del derecho: contrato y acto jurídico. El
contrato como fuente de obligaciones. El contrato y los derechos reales. El contrato y
los derechos personalísimos o de la personalidad. El contrato y los actos jurídicos
familiares. El contrato y los derechos hereditarios. Contrato, convención y pacto: ca-
racterización de estos vocablos en el Dº Romano y su posterior evolución. Contrato y
acuerdo. Acto colectivo, complejo y colegial.
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UNIDAD V: MODALIDADES
Vicios del consentimiento. Ignorancia y error. Dolo. Violencia. Temor reverencial. Es-
tado de necesidad. La lesión subjetiva-objetiva.
El objeto del contrato. Ilicitud del objeto. Posibilidad del objeto. Patrimonialidad del
objeto.
La causa del contrato: concepto. Causa del acto jurídico y de la obligación. Diferen-
cias con los restantes elementos del contrato. Evolución del concepto: la concepción
clásica. a) El anticausalismo; b) El neocausalismo; c) La tesis subjetiva; el motivo
determinante; d) La tesis objetiva; finalidad económico-social; e) La tesis dualista. La
causa en la doctrina nacional. Presunción de la existencia de causa. Falsa causa.
Causa ilícita.
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2- La prueba del contrato: concepto. Metodología. Medios probatorios: a) Instrumen-
tos públicos; b) Documentos privados; c) Cartas misivas; d) Confesión de partes; e)
Juramento judicial; f) Presunciones legales o judiciales; g) Testigos; h) Otros medios
probatorios: La prueba de los contratos formales. Conflictos de pruebas: instrumento
público e instrumento privado.
La interpretación del contratos. Criterio del Código Civil. Las reglas del Código de
Comercio: a) Interpretación filológica (por la expresión literal); b) Interpretación contextual;
c) Interpretación subjetiva (por la intención común); d) Interpretación fáctica; e) Inter-
pretación conservadora; f) Interpretación a favor del deudor. La calificación del contra-
to. La integración del contrato.
2. Efectos con relación a las personas. Los herederos o sucesores universales. Los
sucesores particulares o a título singular. Los acreedores de las partes. Los verdade-
ros terceros: penitus extranei. Contrato a favor de tercero: a) Concepto; b) Efectos; c)
Naturaleza jurídica del Derecho en favor del tercero; d) La aceptación por el tercero; e)
Relaciones entre el tercero y el promitente; f) El artículo 504 y los casos particulares.
Contrato a cargo de tercero (promesa del hecho ajeno). La cesión del contrato. El
contrato derivado (o subcontrato).
2. Vicisitudes e ineficacia del contrato. Ineficacia por invalidez del contrato. Inefica-
cia por falta de presupuestos o requisitos: a) inoponibilidad; b) suspensión; c) resolu-
ción; d) arrepentimiento. Vicisitudes extintivas: a) revocación; b) rescisión.
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UNIDAD XVI: EFECTOS DE LOS BILATERALES
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2. Capacidad: principio general
1. La cosa
a) Principios generales: condiciones para que la cosa pueda ser vendida: a) debe ser
una cosa en sentido propio; b) la venta no debe estar legalmente prohibida; c)
debe ser determinada o determinable; d) debe tener existencia real o posible.
1. Obligación de entrega:
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a) Conservación y custodia de la cosa: contenido de esta obligación. Riesgos y
aumentos: a) riesgos; b) acrecimientos y mejoras; c) frutos; d) productos. Riesgos
y aumentos en caso de mora del comprador.
a) Garantía contra los hechos propios del vendedor: concepto y alcances. Sancio-
nes de la obligación de garantía. Invalidez de la cláusula de no-garantía contra los
hechos personales.
b) Evicción: remisión
a. Reglas generales: momento en que debe pagarse. Lugar del pago. Intereses.
b. Derecho de retener el precio: distintos casos. Temor fundado de ser molestado por
una acción real (concepto de temor fundado); títulos perfectos; antecedentes que
debilitan al título; conocimiento del vicio por el comprador; oportunidad para hacer
valer el derecho de retención; renuncia al derecho de retención; recursos que la
ley reconoce al vendedor). Falta de entrega de la cosa en las condiciones debidas
(ejercicio del derecho de retención).
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2. Obligación de recibir la cosa: tiempo y lugar. Sanciones para el supuesto de que
no se reciba la cosa.
Modalidades de la compraventa
c. Efectos del pacto: efectos del vencimiento del plazo ( con relación al comprador;
con relación al vendedor). Efectos del ejercicio de rescate (principio general);
obligaciones del rescatante; obligaciones del comprador; efectos respecto de ter-
ceros).
8. Pacto de preferencia:
b. Efectos: obligación de avisar. Obligaciones del vendedor que hace uso de la prefe-
rencia. Caso de que el comprador no haya dado aviso. Venta hecha en pública
subasta.
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9. Venta con pacto de mejor comprador:
10. Venta con reserva del dominio: concepto. Naturaleza jurídica y régimen legal.
¿Pueden venderse las cosas muebles bajo reserva de dominio? Efectos: principios
generales y remisión.
14. Venta de cosas de calidad determinada: concepto. Efectos. Venta según muestra.
a. Los casos del artículo 1344: el artículo 1344. Venta ad corpus. Venta sin indica-
ción del área, a un precio por medida. Venta con indicación de área que se tomará
de otra mayor. Venta con indicación de área y precio por medida. Venta con indica-
ción de área por un precio único. Venta de varios inmuebles por un solo precio.
18. Otras cláusulas usuales: ventas sobre documentos. Venta de cosas que no están
a la vista. Ventas por fardos o bajo cubiertas.
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2. Boletos de compraventa: concepto y naturaleza jurídica. Efectos. Poder para sus-
cribir el boleto: forma. Cesión del boleto. Forma de la cesión. Acuerdo de voluntades no
formulado en el boleto de compraventa. La escrituración. Concurso o quiebra del ven-
dedor antes de la escritura. Cláusulas usuales: "como seña a cuenta del precio", "títu-
los perfectos".
Permuta
2. Capacidad
3. Objeto de la cesión:
4. Forma: principio general. Casos en que se requiere escritura pública. Caso en que
no se necesita la forma escrita.
Efectos de la Cesión
a. Momento en que se opera: entre las partes (principio general). Respecto de terce-
ros, particularmente el deudor cedido (necesidad de notificación) del deudor; for-
ma de la notificación; quiénes pueden hacer la notificación; forma de la acepta-
ción; conocimiento indirecto de la cesión por el deudor).
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b. Efectos de la notificación o aceptación: relaciones entre el cesionario y el deudor
cedido (principio general y consecuencias; excepciones contra el cesionario; ac-
ciones conservatorias; acción del cesionario sin notificación previa de la cesión).
Relaciones entre el cedente y el deudor (derechos del cedente). Conflictos entre
varios cesionarios (solución legal). Conflicto entre el cesionario y los acreedores
embargantes (distintos casos; quiebra del cedente).
b. La cosa locada: cosas que pueden arrendarse: principio general. Cosas indetermi-
nadas. Existencia de la cosa al tiempo de contratar. Cosas futuras. Cosas fuera
de comercio. ¿Puede arrendarse un fondo de comercio?. Locación de cosa ajena
(hipótesis en que se plantea el problema; efectos con relación a las partes; efec-
tos con relación al verdadero propietario). Locación de cosa parcialmente ajena
(efectos).
d. Causa lícita: uso lícito o deshonesto como causa-fin del contrato. Consecuencias
de la ilicitud o inmoralidad de la causa-fin.
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a. Transmisión mortis causa: el principio.
a. Hecho del locador: hechos que importan turbación. Sanciones para el caso de
incumplimiento de esta obligación. Obras de reparación hechas por el locador.
Obras que no son reparaciones.
a. Mejoras que el locatario puede realizar: principio general. Reglas especiales. Au-
torización contractual para hacer mejoras. Mejoras prohibidas por la ley o el con-
trato: sancione para el locatario.
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b. Mejoras que el locador está obligado a pagar: distintos casos. Ausencia de con-
vención sobre el pago de mejoras (reglas generales: a. reparaciones urgentes, b.
mejoras necesarias o útiles. c. mejoras voluntarias). Existencia de convención
(reglas interpretativas; forma y prueba de la autorización para hacer mejoras;
contratos por tiempo indeterminado; seguro de la cosa arrendada). Reglas com-
plementarias (influencia de la culpa en el pago de las mejoras: a. contrato resuelto
sin culpa de las partes, b. contrato resuelto por culpa del locador, c. contrato
resuelto por culpa del locatario; cláusula de quedar las mejoras a beneficio de la
propiedad). Determinación del valor de las mejoras (distintos casos; compensa-
ción de las mejoras; derecho de retención).
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b. Garantías del pago del alquiler: enumeración. Resolución del contrato por falta de
pago (norma legal; indemnización de daños). Derecho de retención (el artículo
1558). Privilegio del locador (breves nociones). Acción ejecutiva (garantía proce-
sal; derecho de compensación).
5. Obligación de avisar ciertos hechos al locador: hechos que deben ser puestos en
conocimiento del locador.
Conclusión de la locación
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b. Mejoras: mejoras cuyo pago corresponde al locador. Mejoras que el locador no
está obligado a pagar.
1. Arrendamientos:
a) Cesión o sublocación;
b) Explotación irracional del suelo,
c) Limitaciones al derecho del arrendatario a trabajar y contratar libremente el
trabajo, recolección y venta;
d) Contratos canadienses;
e) Contraprestación en trabajo;
f) Domicilio contractual. Desalojo por falta de pago.
2. Aparcerías
a. Efectos: concepto. Reglas del arrendamiento rural aplicables a este contrato. Obli-
gaciones del dador. Obligaciones del aparcero. Sanción por incumplimiento de las
obligaciones. Muerte e imposibilidad del aparcero. Venta del inmueble. Prescrip-
ción. Normas aplicables.
LEASING
1. Concepto
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2. Leasing de cosas muebles: leasing financiero. Leasing operativo. Requisitos lega-
les. Opción de renovación. Efectos del contrato: a) Oponibilidad frente a terceros. b)
Caso de quiebra, c) Transmisión del dominio; d) Daños ocasionados por la cosa; e)
Reglas legales de aplicación subsidiaria.
2. Capacidad: licitud del objeto. Servicios que requieren título profesional. Derecho a
retribución de los corredores de comercio no matriculados.
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7. Contratos deportivos: naturaleza jurídica. Remuneración. Contrato de boxeo: su
validez; cláusulas de irresponsabilidad. Prescripción.
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2. Obligaciones del dueño o comitente: enumeración.
b. Pago del precio: modo de fijar el precio (distintos modos de fijar; caso en que no
se haya establecido el precio). Momento del pago (caso en que el contrato no lo
establece; caso en que el contrato lo establece; consecuencias de la falta de pago
oportuno del precio, derecho de retención). Lugar del pago (aplicación de las re-
glas generales). Revisión del precio (el problema; trabajos adicionales; ¿tiene de-
recho el dueño a ordenar trabajos adicionales? Privilegios del empresario (nocio-
nes generales y remisión). Prescripción (plazo legal).
1. Cesión y subcontratación:
b. Desistimiento del dueño: derecho del dueño a desistir del contrato. Indemnización
que debe pagar el empresario.
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e. Inejecución de las obligaciones por una de las partes en las obras encargadas por
piezas o medidas: solución legal.
CONTRATOS AFINES
1. Contrato de edición:
d. El contrato con los intérpretes: naturaleza jurídica; protección del derecho del
intérprete.
2. Objeto:
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a. Objeto ilícito: regla general; sociedades que deben reputarse ilícitas.
VIDA DE LA SOCIEDAD
1. De los socios: quiénes tienen calidad de socios. Socios aparentes. Socios ocul-
tos. Herederos y legatarios. Cesionarios. Cesión autorizada por el contrato. Efectos de
la cesión: a. Cesión autorizada por el contrato; b. Cesión prohibida. Ingreso de nuevos
socios.
2. Administración de la sociedad:
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tración. Derechos y obligaciones de los administradores. Derecho de control de
los socios no administradores.
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supuesto de duda. b. Compensación. c. Concurso de la sociedad. d. Responsabili-
dad por hechos ilícitos.
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b. Capacidad: capacidad de hecho (regla general: a. Menores, b. Cónyuges). Capaci-
dad de derecho (incapacidad para donar; incapacidad para recibir donaciones;
poderes para donar y aceptar donaciones; donaciones entre concubinos; remi-
sión). Momento en que debe existir la capacidad (reglas generales).
c. Objeto: cosas que pueden ser donadas; principio general. Prohibición de donar los
bienes futuros. Donación de cosa ajena. Donación de todos los bienes presentes.
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a. Revocación por en ejecución de los cargos: solución legal. Acción de la revoca-
ción (quienes pueden demandar la revocación; condiciones de ejercicio de la ac-
ción: a. Incumplimiento del cargo, b. Constitución en mora). Efectos de la revoca-
ción (respecto de las partes; respecto de terceros; respecto del beneficiario del
cargo; límites de la responsabilidad del donatario).
b. Forma y prueba: otorgamiento del mandato; forma. Mandato tácito. Casos en que
se exige escritura pública. Forma de la aceptación. Prueba del mandato.
5. Pluralidad de contratantes:
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b. Pluralidad de mandantes: responsabilidad solidaria. Responsabilidad frente a terceros.
a. Ejecución del mandato: cómo debe cumplirse el mandato: a. Ejecución más ven-
tajosa; b. Ejecución evidentemente dañosa; c. Imposibilidad de cumplir las instruc-
ciones; d. Oposición de intereses entre mandante y mandatario.
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10. Terminación del mandato
b. Fianza legal y judicial: concepto. Condiciones que debe llenar el fiador. Deudor que
cayere en insolvencia o mudase su domicilio.
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4. Efectos de la fianza
c. Relaciones entre los cofiadores: recurso en caso de pago. Excepciones que pue-
den oponer los cofiadores.
Juego y apuesta
2. Efectos:
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que; dación en pago. Compensación. Préstamos hechos a los jugadores. Mandato;
gestión de negocios.
f. Suerte no empleada como juego o apuesta: recurso para decidir una división de
condominio o cuestiones litigiosas o dudosas.
Renta vitalicia
1. Concepto y fuentes.
2. Contrato gratuito de renta vitalicia: reglas aplicables. Diferencias con la renta one-
rosa; a. Capacidad; b. forma; c: formación del contrato; d. garantías ofrecidas; e. nulidad;
f. reducción y colación; g. Acción revocatoria.
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a. Capacidad: principio general. Supuesto de depositante incapaz. Supuesto de de-
positario incapaz.
3. Efectos:
2. Efectos:
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a. Obligaciones del mutuante o prestamista. entrega de la cosa. Responsabilidad por
mala calidad o defectos ocultos de la cosa.
2. Formación del contrato: quiénes pueden ser comodantes. Capacidad. Objeto. For-
ma y prueba.
3. Efectos:
4. Fin del comodato: diversas causas: a- Por pérdida de la cosa; b- Por vencimiento
del plazo expreso o tácito; c- Por voluntad unilateral del comodatario; d- Por voluntad
unilateral del comodante.
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ciones contraídas en la ejecución del fideicomiso. Registro del fideicomiso. Responsa-
bilidad por los daños ocasionados por las cosas.
IV. Bibliografía
Para estudiar la asignatura el alumno deberá consultar en forma permanente los
siguiente materiales:
Parte General:
Parte Especial:
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V. Condición para regularizar la materia
IMPORTANTE!!
• Tablón de anuncios
• Foro de la materia
• Cuadros de regularización publicados en la página web
Manténgase atento!!!
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DIAGRAMA DE CONTENIDOS - UNIDAD I
EL CONTRATO
Actos Elementos
Colectivos Naturales
Naturaleza
Jurídica
Acto Jurídico: bilateral, en-
tre vivos, patrimonial
Definición del art. 1137 C.C:
Noción
Concepción Requisitos
Art. 1137 C.C. - Crítica De existencia
Diferencia y analogía con: De validez
Convención, Pacto
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VI. Guía de estudios
UNIDAD I
Esta introducción debe guiar nuestro estudio a modo de tener bien claro el ámbito de
actuación jurídica de cada uno (no son pocos los casos donde se confunden las esfe-
ras de cada uno, por ejemplo, cuando tratemos el tema del objeto de los contratos).
En este punto cabe señalar que, es la más de las veces, fuente de las obligaciones
motivo por el cual, con este último y solo alcance jurídico se lo ha reglado en algunas
legislaciones positivas considerándolo como una especie de convención, la que, evi-
dentemente, tiene un alcance jurídico más amplio; (así el Cód. Civil de El Salvador (art.
1309), de Puerto Rico (art.1202) y de Colombia (art. 1495).-
En tal sentido, el art. 1101 del Cód. Civil Francés lo establece cuando expresa:
“Contrato es una convención en virtud de la cual, una o varias personas se obligan con
relación a una u otras a dar, hacer o no hacer una cosa" Entonces en el Cód. Civil
Francés el contrato es la convención que origina obligaciones.
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1.2. CONTRATO - PACTO
Si nos remontamos al Derecho Romano vemos que el contrato era un acuerdo so-
lemne entre las partes al que se le reconocía eficacia jurídica otorgándole acción; el
pacto por el contrario, carecía de formalidades y no tenía acción, aunque en ciertos
casos se los invocaba como defensa. Con el correr del tiempo el contrato en su evolu-
ción histórica, dejó de ser solemne paulatinamente, y los pactos -a su vez- fueron adqui-
riendo por obra del pretor, validez a través de la teoría de los contratos innominados y otros
recursos técnicos, reconociéndoseles las acciones que podían emerger de los mismos.
Siguiendo a Lafaille podemos decir que, en nuestro Derecho no es ese el sentido que
debemos darle al “pacto” ya no tiene razón de ser tal diferenciación). Para nuestro
Código y las modernas legislaciones:
El pacto se aplica tan solo a las cláusulas accesorias que producen -no
obstante- consecuencias de importancia, susceptibles de modificar los
efectos normales de la relación principal.
Podemos decir que contrato y pacto son términos equivalentes, LOS PACTOS SON
CONTRATOS INSERTOS EN OTRO CONTRATO PARA MODIFICAR LOS EFECTOS
PROPIOS DE ESTE ULTIMO.
Son cláusulas que las partes convienen para subordinar a condiciones o modificar,
como lo juzguen conveniente, las obligaciones que nacen de los contratos (cláusulas
que les son permitidas a los contratantes ver: art. 1363 en la compraventa).
Sufre el contrato en nuestros días el fuerte embate de la teoría del acto o negocio
jurídico, en plena expansión. Como consecuencia de tal enfrentamiento se perfilan dos
posturas extremas y una intermedia:
1a.) Aquella que, sintiendo el peso de la tradición jurídica legisla sobre los actos en
general, abarcando disposiciones que son comunes a los negocios jurídicos,
genéricamente considerados(1).
2a.) Contraria a la anterior, la otra posición extrema dice que para armonizar con la
evolución social y económica a la cual asistimos, y para evitar el riesgo de
estampar fórmulas vacías de sentido y sustancia, (dada la importancia que
tiene hoy en día el acto jurídico), debe invertirse la fórmula de la anterior posi-
ción y declarar que las reglas generales, convenientes a la formación, ejecución
y extinción de los actos jurídicos, son aplicables a los contratos, a menos que lo
contrario surja de la voluntad de las partes o la disposición de la ley. Podemos
señalar que esta tesis no tiene consagración legislativa hasta la fecha pero
avanza notablemente en el ámbito doctrinario (2).
1. Se origina moderadamente en el derecho francés, en el código civil francés recibiendo consagración
expresa en el código civil suizo.
2. Hay autores que al hablar de los contratos omiten referirse a la parte general remitiéndose a la teoría
del acto o negocio jurídico y entrando directamente a las figuras especiales.
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3a.)La postura intermedia parte del reconocimiento de la utilidad y conveniencia de
ambas teorías; el contrato como especie de mayor importancia en la vida econó-
mica y de más frecuente celebración y el acto o negocio jurídico, que es el
género de una muy grande variedad de figuras (este es el criterio de Freitas
seguido por nuestro codificador y por la gran mayoría de los códigos modernos).
Quienes participan de esta teoría intermedia (la más acertada a nuestro criterio ),
aún disienten acerca de como dividir el material que es común a los actos o negocios
jurídicos y al contrato. Algunos, como nuestro codificador, ubican en la teoría del acto
jurídico un número exiguo de preceptos; otros prefieren extender al máximo esta teoría
incluyendo temas como la “declaración negocial” o declaración de voluntad, modalida-
des de esa declaración, forma, interpretación e integración, representación, etc., que
toman -por lo común- de la teoría del contrato (es lo que ocurre con el código de
Portugal). Aún cuando sea acertado legislar sobre el negocio jurídico, pensando en los
destinatarios de los códigos y su función eminentemente práctica, parece más adecua-
do no hacerlo así.
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5- de administración: cuando tienen por objeto producir a los bienes los beneficios
que normalmente pueden obtenerse de ellos, respetando su naturaleza y destino,
por ej. locación de cosa.
6- de conservación: el acto que simplemente tiene por fin preservar un bien patri-
monial de un inminente peligro de perderse por ej. depósito.
7- El contrato puede ser acto jurídico gratuito u oneroso según que existan venta-
jas correlativas o no.
8- Será acto jurídico solemne formal o no, según que se exijan o no, al momento de
su celebración, ciertas solemnidades.
Según el art. 1137 ”habrá contrato cuando varias personas se pongan de acuerdo
sobre una declaración de voluntad común destinada a reglar sus derechos “. Este
artículo, copiado íntegramente de Savigny, identifica el contrato con el acto o negocio
jurídico bilateral.
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El proyecto de modificación de 1.936 no definió al contrato limitándose a dar la
siguiente regla general: “Salvo precepto expreso de la ley, la constitución o modifica-
ción de obligaciones por los actos jurídicos entre vivos, solo puede tener lugar median-
te contrato”.
Otros códigos definen el contrato, la mayoría siguiendo de los lineamientos del Códi-
go Civil francés cuando en su art. 1.101, dice que: “El contrato es la convención por la
cual una o más personas se obliga, con una u otras, a dar, hacer o no hacer alguna
cosa”.
1.4.1. Crítica
El contrato tal como se encuentra legislado en el Código, asienta sus bases sobre
dos principios fundamentales:
1) el de la autonomía de la voluntad, y
a) que el individuo es libre tanto para celebrar contratos como para no hacerlo (ej.
art. 1324);
c) que tiene la libertad de contratar sin conformar el contrato a las formas tipos
previstas por el Cód. Civil.
d) que pueden darle a los contratos los efectos que ellas crean convenientes (art.
1197);
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e) que pueden, libremente, dejar sin efecto el vínculo jurídico creado por el contrato
y convenir libremente cómo pueden quedar desobligados (art. 1200); y, por último,
50
Actividad Nº 1
Obligaciones:
Contrato:
Convención:
Pacto:
51
CONTRATO
Autonomía Libertad
de la de las
Voluntad formas
arts. 1.137 y
1.197 C.C.
orden
público
LIMITES
arts. 21 y
953 C.C.
buenas
costumbres
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el individuo es LIBRE
1) para celebrar o no el contrato;
2) para discutir el contenido del contrato;
LA AUTONOMIA 3) para no conformar el contrato a las formas
DE LA tipo previstas en el Cód. Civil.
VOLUNTAD 4) para dar a los contratos los efectos que pre-
tenden;
presupone
5) para disponer dejar sin efecto el vínculo jurí-
que
dico creado y disponer cómo pueden quedar
desobligados;
6) para adoptar “al momento de la celebración”
las formas que crean más convenientes.
Para la existencia del contrato hay requisitos que hacen a su “existencia” y otros que
hacen a su “validez”.
a) Pluralidad de partes: según la definición del 1137 hay contrato “cuando varias
personas se ponen de acuerdo”. Para que en la relación jurídica contrato, se llegue al
acuerdo de declaración de voluntad común, se exige que concurran en ambos lados,
personas distintas, por lo menos dos. Personas en el sentido de entes capaces de
emitir una declaración de voluntad; ya sea -esta declaración- la exteriorización de la
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voluntad de una sola persona, ya sea la exteriorización de varias personas unidas por
un mismo interés o propósito, que constituyan en conjunto una de las partes del contra-
to; pudiendo la otra parte, a su vez, ser una sola o varias personas que emitan también
su declaración de voluntad coincidente. (Ver fallo publicado en La Ley tomo 124 pág.
1.173). Esta sería la concepción clásica psicológica de la formación del contrato donde
los contratantes son los que emiten la declaración de voluntad. La opinión contraria u
opuesta admite que :
- que el acuerdo de voluntad común se emita a través de una sola persona, que
represente intereses contrapuestos, y de la que emanan dos declaraciones de
voluntades (caso del mandatario).
Pero es necesario que esas partes que se ponen de acuerdo tengan intereses
contrapuestos, encontrados, intereses que regulan con la declaración de voluntad
común.
Sin la existencia de esa declaración de voluntad común no hay contrato (Ver fallos
publicados en: L.L. 104 pág. 197 y 297).
c) Destinada a reglar sus derechos: según este tercer elemento de existencia del
contrato, la declaración de voluntad común, que tiene exteriorización propia, debe ten-
der a reglar derechos de las partes; si no tiene esa finalidad no hay contrato.
Estos requisitos no están reflejados en normas conjuntas del Código Civil sino dis-
persas en distintos capítulos. Estos elementos son:
- la capacidad
54
- objeto lícito
- forma
- causa
En realidad, aún cuando no hay coincidencia entre los autores, lo cierto es que, por
lo general, la capacidad es considerada como presupuesto del consentimiento. La for-
ma entendida como exteriorización de la voluntad o expresión de la misma, no puede
faltar en ningún contrato y como tal, es también presupuesto del consentimiento.
A su vez, los contratos típicos o tipos (aquéllos previstos en el código civil o leyes
especiales que les dan un régimen jurídico específico) para que sean tales, deben
reunir ciertas exigencias, es decir, deben contener los elementos esenciales de cada
uno de ellos (por ej. en la compraventa se requiere que haya cosa vendida y precio en
dinero).
Aquellas “ Cláusulas especiales” que las partes pueden incluir antes, en el momento,
o después de la celebración del contrato, para condicionar las obligaciones que de él
emergen o modificar como lo juzguen conveniente sus efectos propios (por ej. pacto de
retroventa, cláusula de no enajenar, pacto comisorio expreso, etc.).
Sintetizando:
Patrimonial- creditorio
1) Derecho Privado
no Derecho Público (como lo sostiene Savigny)
55
3) Obligaciones (arts. 1167 y 1169, no 953) leer nota: exceso, porque los jueces
romanos “debían hacer la condenación que pronunciaban sobre una suma de di-
nero” ——> intereses y bienes que tengan valor pecuniario.
Ihering = condena pecuniaria para todos los interese que el Derecho reconocía
como necesitados y dignos de protección.
Papiniano = otros bienes que el hombre les concede valor y son protegidos por el
Derecho.
Art. 1169 = en vez de “apreciación pecuniaria” que haya un interés digno de ser
protegido.
Convención = género
Contrato = especie
esenciales
accidentales
a) Pluralidad de partes
b) Declaración voluntad común
c) Destinada a reglar derechos de los interesados.
56
Teorías modernas:
- acto interno
Savigny:
57
contrato: relaciones de derecho de familia
* Acto jurídico
* bilateral
* entre vivos
* patrimonial (contenido económico)
de disposición
NATURALEZA * puede ser de administración
JURIDICA
de conservación
* gratuito u oneroso
* formal o no solemne
* directo o indirecto (negocio judiciario)
* declarativo (transacción) o constitutivo
(compraventa).
autonomía de la voluntad
58
Voluntad de los participantes: supuesto de hecho para que la ley actúe brindando
fuerza obligatoria a lo pactado.
igualdad jurídica
Parte de dos postulados básicos
libertad de las formas
dirigismo contractual
publicización
publificación (3).
3. NOTA: Imprescindible leer el artículo del Dr. Sánchez Urite titulado: “Noción y delimitación del
concepto de contrato en nuestro Cód. Civil”, publicado en E.D tomo 26 págs. 866 a 874.
59
Actividad Nº 2
PARA INVESTIGAR
60
1.9. ACTOS JURÍDICOS PLURISUBJETIVOS
Los actos plurisubjetivos son actos en los cuales las voluntades de los participantes
en el acuerdo pueden: unirse o fundirse; en los actos plurilaterales las voluntades se
“contraponen” o se “cruzan”.
(Ej: actos de los consorcios). Al no haber fusión sino unión podemos saber cuál
voluntad ha sido convergente y cuál divergente, existe un solo acto pero son reconocibles
las voluntades de cada uno de sus integrantes.
61
Actividad Nº 3
- plurisubjetivos
- plurilaterales
- colectivos.
62
DIAGRAMA DE CONTENIDOS - UNIDAD II
Código Civil
Unilaterales y bilaterales
Onerosos y gratuitos Utilidad
Consensuales y reales
Nominados innominados
CLASIFICACIÓN
DE LOS
CONTRATOS
Otras clasificaciones
Conmutativos y aleatorios
Simples, mixtos y complejos Según sus funciones
Discrecionales y de adhesión económicas y sociales
Principales y accesorios
Individuales y colectivos
63
64
UNIDAD II
En este punto del programa deben los alumnos detener su atención ya que por lo
general, no perciben su importancia, cometiendo luego errores a lo largo del programa
cuando tienen que analizar los distintos contratos. Debe vincularse la clasificación de
los contratos a los problemas prácticos que se derivan de cada uno de los tipos con-
tractuales, es decir, relacionarlo con los efectos derivados de cada clasificación.
Partimos del concepto de contrato determinado por el art. 1137 del Código Civil:
“Hay contrato cuando varias personas se ponen de acuerdo sobre una declaración
de voluntad común, destinada a reglar sus derechos.”
Este concepto debe ser recordado a lo largo de este módulo. Pasa el Código a dar
una clasificación técnica o jurídica, inspirada en un afán didáctico. Es que los contra-
tos como todo acto jurídico, pueden clasificarse en distintos grupos o categorías y
desde distintos puntos de vista.-
CONTRATOS
UNILATERALES COMBINAR
REALES BILATERALES
CLASIFICACIÓN
DE LOS
CONTRATOS
TÍPICOS GRATUITOS
ATÍPICOS ONEROSOS
CONSENSUALES
65
- Otros opinan que pertenecen a la legislación positiva.
- Una tercera opinión entiende que si bien es algo propio de la elucubración doctrinaria,
también pueda ser objeto de la legislación positiva cuando la clasificación tenga un
carácter normativo; es decir cuando la ley diga concretamente en qué momento un
contrato determinado se perfecciona, cuándo surge a la vida jurídica y qué efectos son
protegidos por la ley (por ej. los contratos contractuales y reales).
Si tenemos en cuenta los contratos que clasifica el Código vemos que éstos son:
Proyectos de modificación del Código como el de Bibiloni expresan que son defini-
ciones exclusivamente doctrinarias de orden didáctico cuando se limitan a reproducir
corrientes de la doctrina sin modificarlas y sin establecer precepto alguno legislativo.
A esto se añade que los distingos doctrinales quedan sometidos al avance y cons-
tante perfeccionamiento de la ciencia jurídica (la ley que emprende un camino que no le
atañe pretendiendo sustituirse al libro de enseñanza así como a la obra jurídica, pronto
queda superada).
6. Cabe preguntarse si esta clasificación legal tiene alcance normativo (y decimos que tiene alcance
normativo una norma de derecho cuando esta cuenta con contenido imperativo, prohibitivo o
permisivo, es decir, que implica mandatos del legislador o autorizaciones que confiere al regular o
reglamentar una materia jurídica
66
ofrecen medios valiosos para conocer mejor el alcance de las figuras contractuales de
la personas, en ejercicio de su libertad contractual, pueden dar vida con aquella fuerza
obligatoria a la que se refiere el art. 1197 del C.C.
La ley indica que para que un contrato real se perfeccione (surja a la vida jurídica y
produzca efectos) es necesario que medie, además del consentimiento, la tradición de
la cosa. Los art. 1140 a 1142 son, por lo tanto, *PERCEPTIVOS, imponen una condi-
ción, un requisito legal (de ahí que el Proyecto de Reforma al Código Civil de 1.936
suprima todas las clasificaciones de los contratos, pero mantiene esta). Los Códigos
modernos suprimen las clasificaciones de los contratos (así el Cód. portugués, el
italiano de 1942, el alemán, el Código Federal de las Obligaciones suizo). Cabe señalar
que, el Proyecto de 1.936 habla también de los contratos nominados e innominados
pero no incurriendo en la inocua definición del art. 1143 del C.C, sino que establece una
directiva legal para interpretar los contratos innominados o atípicos, norma ésta que, a
pesar de contener una directiva por demás diminuta (es que, a veces es necesario un
examen comprensivo de la finalidad socio - económica que no concuerda con el resul-
tado de la extensión analógica), tiene un indudable propósito normativo.-
67
Es innegable que, con un CRITERIO ESTRICTO en cuanto a la técnica legislativa,
RESULTA IMPROPIO DE UN CODIGO (que debe limitarse a lo preceptivo) QUE CON-
TENGA CLASIFICACIONES, pero NO DEBE PERDERSE DE VISTA LA CONVENIEN-
CIA DE UN ORDENAMIENTO EN MATERIA DE TANTA VASTEDAD ( así mantienen la
clasificación otros códigos modernos como el venezolano, el mexicano y el Proyecto
franco - italiano de las obligaciones y contratos).
Esquematizando:
CLASIFICACION LEGAL
- contratos unilaterales.
Art. 1138 C.C.
- contratos bilaterales (sub-especie o 3ª categ.= plurilaterales.
conmutativos
aleatorios (def. art. 2.051)
Art. 1.139 C.C.
- contratos gratuitos
juego
oneroso de renta vitalicia vta. C.C.
aleatoria:
- contrato oneroso
seguro préstamo a la gruesa: fuera
C.C.
68
Art. 1.140/1142 formales
- contratos consensuales
no formales
- contratos reales
compraventa
- contratos típicos permuta
(nominados) mandato
Art. 1143 C.C.
locación
conmutativas
aleatorias
principales
accesorios
simples
mixtos
complejos
OTRAS CLASIFICACIONES
de ejecución instantánea
sucesiva
escalonada
discrecionales
de adhesión
individuales
colectivos
etc.
69
Actividad Nº 4
70
2.2. CLASIFICACIÓN DE LOS CONTRATOS SEGÚN SUS
FUNCIONES ECONÓMICAS Y SOCIALES
Según Betti: “la ley tutela los intereses típicos que se asientan en los contratos
porque satisfacen típicas funciones de colaboración en la vida social”:
mutuo
CONTRATOS
comodato
DE renta vitalicia
PRESTAMO
depósito irregular
depósito
CONTRATOS DE contenido de garage
CUSTODIA Caja de Seguridad en Banco
CONTRATOS fianza
DE GARANTÍA constitución de derechos reales
mandato
CONTRATOS DE locación de obra
COLABORACIÓN locación de servicios
sociedad
71
renta vitalicia
CONTRATOS DE
PREVISIÓN - sobre hechos del asegurado
seguros - sobre riesgos de las personas
- sobre riesgos de las cosas.
juego
CONTRATOS DE DISPLICENCIA
(función de recreación,
apuesta de azar
entretenimiento o recrea-
suerte de destreza
tivos)
Los contratos unilaterales sólo dan acción a favor de la parte acreedora, los bilatera-
les tienen dos acciones para garantizar ambas obligaciones.
En los bilaterales:
72
- A los fines de la prueba, deben redactarse en tantos originales como partes hayan
con un interés distinto (art. 1201 CC).
La teoría de la lesión (art. 954 C.C) y de la imprevisión (art. 1198 C.C) siempre es
posible en los bilaterales.
“...son a título oneroso cuando las ventajas que procuran a una u otra de las partes,
no le es concebida si no por una prestación que ella le ha hecho, o que se obliga a
hacerle. Son a título gratuito cuando aseguran a una u otra de las partes alguna ventaja
independiente de toda prestación de su parte”.
Estos pueden ser unilaterales o bilaterales según que la ventaja que una de las
partes recibe, le es debida a la ventaja que ya proporcionó o se obliga a proporcionar a
la otra (por ej. depósito oneroso, el mutuo, según que el mutuario esté obligado a pagar
intereses o no).
En cuanto a la teoría del error: el error de las personas en los contratos a título
gratuito es esencial y causa de nulidad (art. 925), no así en los contratos a título
oneroso.
73
La garantía de evicción y de los vicios redhibitorios: se da como elemento natural
de los contratos onerosos (arts. 2.089 y 2.097 CC) no así en los contratos a título
gratuito (a. 2145, 2.146).
Los a título gratuito son atacables por acción de colocación y reducción, no así los
título oneroso (a. 1.831 CC ).
Cuando se sujeta un contrato oneroso a condición ilícita es nulo el contrato (art. 530
CC), cuando es a título gratuito se anula la cláusula.
La ley exige mayor capacidad a las partes para los contratos a título gratuito.
Las formas se exigen con mayor rigor para los contratos a título gratuito que en los a
título oneroso.
El art. 2051 habla de los contratos aleatorios como aquellos en que los que las
VENTAJAS o PERDIDAS para una o ambas partes contratantes, dependen de un ACON-
TECIMIENTO INCIERTO.
Por el contrario, son conmutativos cuando las ventajas o pérdidas para una o am-
bas partes contratantes, no dependen de ningún acontecimiento incierto previsto en el
contrato como parte integrante de él. Las VENTAJAS en este caso son inmediatas y
ciertas.
Los contratos aleatorios sujetan las ventajas a un acontecimiento incierto que puede
ser pasado o futuro (lo que diferencia de la condición porque en la condición, además
de incierto, necesariamente debe ser futuro).
74
El elemento aleatorio del contrato puede ser convenido entre las partes en forma
suspensiva (juego) o puede tener los efectos de la condición resolutoria (renta vitali-
cia onerosa).
75
Actividad Nº 5
76
2.5. CONTRATOS CONSENSUALES Y REALES
Según los arts. 1140/1143 CC son consensuales “sin perjuicio de lo que se dispusiere
sobre las formas”.
Cuando los contratos quedan concluidos para producir sus efectos propios
desde que las partes hubiesen recíprocamente manifestado su consentimiento.
Quedan concluidos desde qué una de las partes hayan hecho a la otra, tradición de
la cosa sobre la que versare el contrato.
Esta clasificación agrupa a los contratos según el momento en que quedan perfec-
cionados.
Reales: no quedan perfeccionados sino desde el momento en que las partes hagan
tradición de la cosa que es objeto del contrato, hasta ese momento no queda concluido
el contrato para producir sus efectos propios (aún cuando hay entre las partes un
acuerdo sobre una declaración de voluntad común tal acuerdo, de por sí, no perfeccio-
na el contrato. El solo acuerdo de las partes no da a las mismas derecho para exigirse
el cumplimiento del contrato).
Esta clasificación no tiene relación con la forma de los contratos, es decir, con las
solemnidades exigidas por la ley en el momento de la celebración del acto, a menos
que la entrega de la cosa sea considerada como una solemnidad; en cuyo caso ello
hace a la existencia y esencia del contrato, y de no cumplirse, no queda concluido el
mismo ni las partes pueden exigirse mutuamente el cumplimiento de tal solemnidad. El
acto queda como una simple promesa que no da derecho alguno para exigir la forma-
ción del contrato. El simple acuerdo en los contratos reales -lo que constituye la prome-
sa recíproca según el Código Civil- no da acción para exigir su cumplimiento mientras
la cosa no sea entregada. Así lo establece el CC respecto al comodato (art. 2256),
mutuo (2190), donación manual (1816), contrato oneroso de renta vitalicia (a. 2071);
constitución de prenda (a. 3205), anticresis (art. 3240).
El art. 1142 enumera los contratos reales: mutuo, comodato, depósito, constitución
de prenda y anticresis. Aún cuando dicha norma no menciona al contrato oneroso de
renta vitalicia (art. 2071) y a la donación manual (art. 1816), también lo son por disposi-
ción de las respectivas normas citadas.
No debe confundirse los contratos reales con los contratos con efectos reales, por
ejemplo, algunos contratos como el depósito irregular, el mutuo, tienen efectos reales
77
porque perfeccionados con la entrega de la cosa, ésta pasa a propiedad de la otra.
Importancia práctica de la clasificación: Está dada por los efectos que la ley asigna a
la omisión en el cumplimiento de las solemnidades.
Según el art. 1143 del CC son nominados aquellos contratos a los que la ley
asigna una denominación especial e innominados aquellos que no la tienen asig-
nada.
NOMINADOS: son los que aparte de tener una denominación especial tienen en el
Código Civil o en las leyes especiales, un tratamiento que regla su formación y efectos,
es decir un régimen particular. Son los contratos tipo o típicos (están tipificados).
78
Contienen una disciplina propia. La ley establece sus elementos esenciales y efectos
naturales (en razón de que son los más comunes en el orden de las relaciones huma-
nas).
Los efectos de los contratos en ausencia de una norma especial válida convenida
por la parte, se reglan por las disposiciones de los contratos típicos que resulten más
análogas por aplicación del art. 16 CC, los principios generales del contrato o los
principios generales del orden jurídico.
79
Actividad Nº 6
80
DIAGRAMA DE CONTENIDOS - UNIDAD III
Aceptación Oferta
Modalidades Requisitos
Obligatoriedad Clases
Caducidad Caducidad
CONSENTIMIENTO
Acepciones
Como manifestación
unilateral de la voluntad.
Como acuerdo de dos
o más voluntades
81
82
UNIDAD III
3.1. CONSENTIMIENTO
- b) como acuerdo de dos o más voluntades sobre un mismo punto sobre los ele-
mentos estructurales del contrato (junto al objeto y la causa ). El estudio de la
voluntad común que ocurre a la formación del contrato debe ir precedido del aná-
lisis de la manifestación negocial.
7. Se discutía entre una parte de doctrina que la voluntad negocial se dirige a obtener los efectos
jurídicos del negocio - entre Windscheid y Savigny- y la otra parte de la doctrina, los llamados
corifeos, afirmaban que la voluntad negocial se dirige a los fines prácticos o empíricos que resultan
tutelados por el derecho; dan el ejemplo de quien compra pan no busca contratar ni sabe que lo está
haciendo sino que pretende sencillamente satisfacer su apetito.
8. Según el art. 913 ningún hecho tendrá el carácter de voluntario , sin un hecho exterior por el cual,
la voluntad se manifiesta; hecho anterior que, se considerará voluntario si fue ejecutado con
discernimiento, intención y voluntad según lo dispuesto por el art. 897, los que no fueron ejecutados
con esos requisitos no producen por sí obligación alguna, tal como se dispone el art. 900. A su vez,
la manifestación de esa voluntad puede consistir en la ejecución de un hecho material consumado
o comenzado, o simplemente en la expresión positiva o tácita de la voluntad - art. 914.
83
La expresión de la voluntad puede ser :
- b) Tácita: Cuando la voluntad resulta de actos por los cuales se puede conocer
con certidumbre la existencia de ella (siempre que no se requiera una expresión
positiva o cuando no haya una propuesta o declaración expresa contraria o pro-
testa- art.918).
Así, diciéndolo con otras palabras pero en el sentido apuntando al comienzo, los
modos de expresión de esa voluntad, según el art. 1.145 y en concordancia con los
arts. 917 y 918 son:
84
Ambos modos de exteriorizar la voluntad pueden producirse mediante una declara-
ción o comportamiento declaratorio o bien mediante un comportamiento no declarativo.
Será comportamiento declarativo el que recurre como medio de comunicación al len-
guaje por símbolos (fonéticos, gráficos o mímicos, así tenemos la palabra hablada, la
escritura y los gestos). En la manifestación directa de la declaración resulta excepcio-
nal (por ej. la enajenación de la cosa legada revela la inteción de revocar el legado).
Silencio: según el principio general consagrado en el art. 919 el que calla no conce-
de nada; por excepción, vale como manifestación de voluntad afirmativa en la materia
contractual (prescindiendo de las relaciones de familia y los casos en que la ley le
impone expedirse) cuando el marco de las circunstancias que lo acompañen, asume la
significación segura de la voluntad del sujeto. “a causa de una relación entre el silen-
cio actual y las declaraciones precedentes”.
Los fallos de jurisprudencia al respecto, aluden acerca de que para que el silencio
valga como manifestación tácita de voluntad, debe resultar de él, con certidumbre, la
inequívoca voluntad de quien calla en un sentido coherente con los intereses en juego
(Sala A CNacCiv en E.D. tomo 57 pág. 335). Barbero nos habla de una disposición legal
en el Estado de Nebraska, EE.UU., por la cual ninguna persona que reciba diarios o
revistas por correo ante su silencio, pueda considerarse que admitió la suscripción,
aún en contra de lo que expresamente se consigne en las revistas remitidas.
Para lograr el acuerdo sobre una declaración de voluntad común, al decir del art.
1137, se requiere una resultante que es la integración recíproca de esas voluntades en
un negocio unitario.
85
Consentimiento será EL ACUERDO DE DOS DECLARACIONES DE VOLUNTAD
QUE PARTIENDO DE DOS SUJETOS DIVERSOS, SE DIRIGEN A UN FIN COMUN,
FUNDIENDOSE.
c) Teoría mixta: como regla general debe prevalecer la voluntad interna o real, pero
por excepción prevalece la declarada en dos supuestos: 1) cuando la divergencia
es imputable a la culpa de quien emite la declaración; 2) cuando la parte destina-
taria de la declaración haya procedido de buena fe y así lo exija la seguridad del
comercio, siendo el negocio oneroso (Proctección de la buena fe y la seguridad
jurídidad).
86
Actividad Nº 7
- Voluntad positiva:
- Voluntad psicológica:
- Voluntad tácita:
- Comportamiento no declarativo:
- Declaración presunta:
87
3.2. PROCESO DE FORMACIÓN DEL CONSENTIMIENTO
Si resulta difícil determinar cuáles son los puntos o cuestiones en discusión, para
apreciar la existencia de una conformidad total o parcial, deberá recurrirse a la oferta o
propuesta de contrato y comparar sus cláusulas con la minuta -si existe esta-; en la
duda debe estarse a la no existencia de contrato, o sea que las partes no entendie-
ron aún estar vinculadas.
Para la teoría de la punktation -en cambio- la coincidencia sobre las cláusulas esen-
ciales, aunque no exista acuerdo en las secundarias, hace que el contrato quede con-
cluido.
88
3.4. CONTRATOS PREVIOS
Los contratos preliminares obligan a la celebración del contrato futuro (son la prome-
sa y opción: los preparativos reglamentarios o normativos) no obligan a esta celebra-
ción. Tienen en común su función de preparar la concertación de otro u otros contratos
que serán los definitivos.
b) vinculada a la anterior doctrina está la corriente que le niega toda utilidad práctica.
c) corrientes positivas:
Los que adhieren a este postura dejan a salvo que la concepción debe limitarse al
campo de actuación de las promesas bilaterales, estos contratos preliminares sólo
pueden existir como previos a contratos consensuales no a los contratos reales respecto a
los cuales su existencia no es jurídicamente posible; ni frente a los formales absolutos.
89
3.5. CONTRATO DE OPCIÓN
Acuerdos destinados a dar origen a futuros contratos tipo, en base a una reglamen-
tación de carácter imperativo por estar de por medio el orden público, de la cual las
partes no pueden separarse bajo pena de nulidad. Constituyen fuente creadora de
normas jurídicas. (Spota afirma que en nuestro derecho tan sólo se lo puede considerar
contrato normativo al contrato de trabajo.)
90
Actividad Nº 8
TIPOS DE CONTRATOS
CONCEPTO FUNCIONES
91
3.9. RESPONSABILIDAD PRECONTRACTUAL
Cuando ambas partes coinciden sobre una declaración de voluntad común destina-
da a reglar sus derecho, el contrato queda perfeccionado y desde entonces nace para
ellos, la responsabilidad contractual. Pero puede ocurrir que antes de coincidir las
partes en esa declaración de voluntad común, inicien una serie de tratativas tendientes
a obtener ese resultado, es lo que se denomina tratativas previas (pour parler para los
franceses).
En este proceso previo se establece una relación entre las partes donde cada una
guarda una conducta determinada. Si el proceso concluye con el contrato, se origina la
responsabilidad contractual pertinente, pero si no se obtiene el contrato pretendido
porque no ha habido acuerdo de las partes, en un proceso desarrollado normalmente,
los intervinientes no tienen ninguna responsabilidad. Si por culpa de uno de ellos se
llega una resultado negativo o a un contrato nulo, nace para aquel una responsabilidad
precontractual o extracontractual.
Culpa in contrahendo no es otra cosa que una culpa contractual en una espe-
cial dirección: la de la formación de un contrato válido.
92
- Para que haya culpa in contrahendo debe haberse emitido una oferta (las meras
tratativas anteriores a la promesa no son susceptibles de originar responsabilidad
basada en esa especie de culpa).
3.10. OFERTA
93
a) Debe ser dirigida a persona o personas determinadas (requisito que enuncia el
art. 1148 del C.C. y que es coincidente con el art. 454 del Código de Comercio,
como así también con el Proyecto de Reforma del 1.936, art. 795). las declaracio-
nes dirigidas al público en general o a un grupo de personas constituyen - en
realidad-, una invitación a ofertar.
b) Debe ser completa o autosuficiente: requisito que surge también del art. 1148 y
ha sido interpretado como el primero de los recaudos que debe contener la oferta.
De él se deriva que la mera aceptación basta para formar el consentimiento.
a) Las alternativas, que tiene por objeto uno entre varios contratos independientes y
distintos, o cosas que pueden separarse dentro de un mismo contrato, en cuyo
caso la aceptación de uno de los términos sirve para formar el consentimiento.
Según el art. 1150 las ofertas pueden ser retractadas mientras no hayan sido acep-
tadas, a no ser que el que las hubiere hecho, renuncie a la facultad de retirarlas, o se
obliga al hacerlas, a permanecer en ellas hasta una época determinada.
94
a) cuando el oferente hubiese renunciado a la facultad de revocarla,
95
Actividad Nº 9
96
3.11. CADUCIDAD DE LA OFERTA
Según lo dispone el art. 1149 la oferta quedará sin efecto alguno si alguna de
las partes falleciere o perdiere su capacidad para contratar.
3.12. ACEPTACIÓN
Debe coincidir en todo y cada unos de los puntos de la oferta para que se pueda
considerar formado el acuerdo de voluntades, cualquier modificación implicará la pro-
puesta de un nuevo contrato.
Rige la libertad de las formas. Pero puede ser que el oferente, para asegurar la
validez del contrato, imponga a la aceptación, determinadas modalidades (por ej. que
se haga por escrito, por carta certificada, etc.).
El aceptante puede retractarse antes de que llegue a conocimiento del ofertante (art.
1155). Si pretende retractarse cuando ya ha llegado a conocimiento del ofertante incu-
rrirá en responsabilidad civil (el art. 1155 2ª parte habla de pérdidas e intereses).
97
3.13. CONSENTIMIENTO ENTRE PRESENTES
b) Por correspondencia epistolar: se han expuesto varias teorías siendo las cuatro
principales:
98
telegrama por parte del oferente pero se la puede completar con la presun-
ción que la recepción de la aceptación importa la información). EXTREMA.
Sistema adoptado por el Código Civil Argentino. Atento las necesidades del tráfico
jurídico nuestro codificador adoptó un sistema mixto sobre la base de la teoría de la
emisión, moderando el rigor de sus consecuencias con la teoría de la información.
99
Actividad Nº 10
ACEPTACION
Concepto
Modalidades
Obligatoriedad
Caducidad
b) Enumere las distintas formas que puede adoptar al consentimiento entre presen-
tes.
100
DIAGRAMA DE CONTENIDOS - UNIDAD IV
Contratos
celebrados
por incapaces
Concepto Inhabilitados
Incapaces
Absolutos
CAPACIDAD DE Legitimación
HECHO para contratar
Relativos
Capaces
Absolutos Capacidad
Relativos Contractual
por detracción
por adición
Idoneidad
101
102
UNIDAD IV
b) relativos (en otra época esta categoría abarcaba a los menores adultos y a las
mujeres casadas) luego de la 17.711 son los menores adultos (art. 55 C.C.).
El menor a partir de los 18 años de edad adquiere capacidad para celebrar contrato
de trabajo (art. 128 segunda parte C.C.) e independientemente de la edad (por lo que la
teoría abarca también al menor impúber incapaz absoluto), si ha obtenido un título
capacitante: adquiere capacidad con la idoneidad para el ejercicio de su profesión (art.
128 3ª parte C.C.) formándose con el producido de su trabajo un peculio propio que
puede administrar y disponer libremente.
1) Capaces relativos por detracción: los que habiendo sido capaces absolutos se
vieron privados de parte de la capacidad, por ej. los inhabilitados y los incapacita-
dos por condena.
103
4.2. CAPACIDAD DE DERECHO: (jurídica o de goce)
c) La incapacidad de clérigos de órdenes sagradas para ser fiadores (art. 2011 inc. 6).
1. Mientras la capacidad es la aptitud para un acto que se realiza por sí o por medio
de otro, la idoneidad es aptitud para una función o cargo en cuyo ejercicio se
realizan actos. Así son supuestos de falta de idoneidad y no de incapacidad, los
del art. 398 (que indica quiénes no pueden ser tutores); el menor es incapaz de
hecho pero es hábil para actuar como apoderado voluntario (art. 1897).. El mayor
es capaz para actuar por sí pero en algunos casos no es idóneo para hacerlo por
104
otros, cuando la ley confiere atribuciones especiales para determinada clase de
personas (art. 1896).
Piantoni entiende que se trata de un elemento de validez del contrato juntamente con
el objeto lícito y la forma. Define la capacidad como LA APTITUD O GRADO DE APTI-
TUD QUE TIENE TODA PERSONA PARA SER TITULAR Y EJERCER, POR SI O POR
OTROS, DERECHOS Y DEBERES.
Carnelutti dice que la Capacidad Jurídica, entendida como APTITUD PARA ADQUI-
RIR DERECHOS O CONTRAER OBLIGACIONES QUE ESTE CODIGO REGLA EN
LOS CASOS, POR EL MODO Y EN LA FORMA QUE EL DETERMINA, (art. 31 C.C.) es
“la medida de la personalidad”, el índice de participación que se da al hombre en el
ordenamiento jurídico. Ambos conceptos de personalidad y capacidad se hallan vincu-
lados, ligados y de allí también, que la capacidad jurídica general sea la regla y las
limitaciones a esa capacidad la excepción.
105
respecto a un objeto determinado, que impide establecer una relación jurídica “contra-
tar”, porque la ley lo prohibe de una manera expresa.
La capacidad jurídica admite grados, desde la mínima aptitud de las personas por
nacer hasta la máxima de las personas físicas, pasando por la intermedia de las perso-
nas jurídicas.
Esa aptitud para el ejercicio de los derecho por sí mismo se refiere al cuidado de los
intereses propios y no debe confundirse con el poder de obrar para cuidar intereses
ajenos, que puede recaer incluso en una persona que sea incapaz de obrar.
La incapacidad de derecho no puede ser nunca absoluta sino relativa para ciertos y
determinados actos, tampoco se puede afirmar que una persona sea absolutamente
capaz de derecho, pues no se puede concebir persona alguna que sea capaz de ser
titular de todos los derechos existentes o a existir.
2) Incapacidad de hecho relativa: quien está impedido por la ley de realizar por sí
determinados actos o hechos jurídicos o una serie de ellos.
Las causas por las cuales la ley determina las incapacidades de derecho son ajenas
a la capacidad intelectual de la persona, mientras que la incapacidad de hecho se funda
en el grado de madurez del sujeto, en su madurez mental porque siempre el acto o
hecho jurídico, son actos voluntarios, que para poder ser ejecutados válidamente, re-
quieren que se realicen con intención, discernimiento y libertad y sólo pueden hacerlo
106
quienes tengan la madurez psíquica-mental que les permita querer, discernir o ejecutar
libremente el acto o hecho jurídico concreto.
El C.C. en el capítulo II del Título I de la Sección III, bajo el rubro “De los que pueden
contratar” enumera en el art. 1160 los que no pueden hacerlo válidamente (el título
debería decir “de los que no pueden contratar” ya que la capacidad general se presume
salvo disposición expresa en contrario).
Art. 1160: “No pueden contratar los incapaces por incapacidad absoluta, ni los inca-
paces por incapacidad relativa en los casos en los que les es expresamente prohibido,
ni los que les es expresamente prohibido con personas determinadas, o respecto de
cosas especiales, ni aquellos a quienes les fuese prohibido en las disposiciones relati-
vas en cada uno de los contratos, ni los religiosos profesos de uno u otro sexo sino
cuando comprasen bienes muebles a dinero de contado, o contratasen por sus conven-
tos, ni los comerciantes fallidos sobre bienes que correspondan a la masa del concur-
so, si no estipularen concordatos con sus acreedores”.
Las limitaciones y por ende las incapacidades de obrar pueden ser absolutas o
relativas -general o limitada- según que abarque todos los actos o una determinada
esfera de ellos. Puede ser plena cuando excluya toda actividad del sujeto para el cum-
plimiento relevante del acto o atenuada cuando se hace necesaria la intervención de
otras personas.
Causas de incapacidad:
- minoridad
- interdicción
- inhabilitación
107
Art. 54 C.C. “Tienen incapacidad absoluta: 1) las personas por nacer, 2) los menores
impúberes, 3) los dementes, 4) los sordomudos que no saben darse a entender por
escrito”.
Art. 55 C.C. “Los menores adultos sólo tienen capacidad para los actos que las leyes
les autorizan otorgar”.
Spotta la define como “la posición en que una persona se halla con respecto a un
patrimonio ajeno, en cuya virtud la declaración de voluntad de aquel sujeto tiene conse-
cuencias jurídicas respecto al titular de dicho patrimonio”.
Entre los supuestos de legitimación para contratar estudia Spotta los que le brinda el
mandato representación, la gestión de negocios y los contratos sobre cosas ajenas.
Todos ellos son absolutamente incapaces de hecho para celebrar por sí algún con-
trato, deben actuar por medio de sus representantes legales.
- Incapacidad relativa: el art. 1160 continua “... los incapaces por incapacidad rela-
tiva, en los casos que les es expresamente prohibido...”. Según Piantoni aquí el
artículo se refiere a la incapacidad relativa de hecho, casos que el viejo art. 55
enumeraba. La ley 17.711 ha sustituido el art. 55 por el siguiente: “los menores
adultos sólo tienen capacidad para los actos que las leyes les autorizan otorgar”.
En la forma que está redactado este nuevo artículo 55 se invierten los términos: la
incapacidad de los menores adultos es la regla, la capacidad la excepción.
108
El menor adulto es el mayor de 14 años y menor de 21 años (art. 127) por lo que para
analizar la capacidad contractual de los mismos hay que ver las disposiciones referen-
tes en la parte general sobre los menores adultos.
“El menor puede administrar y disponer libremente los bienes que adquiera con el
producto de su trabajo y estar en juicio penal o civil por acciones vinculadas a ellos”. El
menor adulto tiene capacidad para celebrar por sí contrato de trabajo en actividades
honestas, es decir, locaciones de servicios. Como la ley no distingue sobre qué bienes
tienen la libre administración y disposición, resulta que pueden ser bienes muebles
como inmuebles siempre que los haya adquirido con el producto de su trabajo. Como
tampoco la ley discrimina sobre qué actos de disposición pueden realizarse debe en-
tenderse que se trata de actos de disposición a título gratuito como a título oneroso. La
única dificultad que tiene el menor es acreditar el origen de los bienes.
El art. 128 también establece que, “El menor adulto se infiere (puesto que el menor
impúber es incapaz absoluto de hecho) que hubiere obtenido título habilitante para el
ejercicio de previa autorización”. Al igual que en el caso anterior este menor adulto
puede administrar y disponer libremente de los bienes adquiridos con el producto de su
profesión y estar en acción penal o civil por acciones vinculadas a ellas. Puede cele-
brar con terceros contratos de locación de obras y servicios, de lo que se desprende
que este menor de 21 años y mayor de 14 posee más capacidad que el anterior, menor
de 21 y mayor de 18 que sólo puede celebrar contrato de locación de servicios.
Queda por dilucidar la capacidad del menor de 18 y mayor de 14 años sin título
habilitante. La capacidad general de los mismos comprende lo dispuesto por los arts.
280, 281, 283 y 284 C.C. en virtud de los cuales, los padres requieren del asentimiento
de ellos para contratar en su nombre locaciones de servicios, los menores necesitan
autorización de los padres para celebrar esos contratos, autorización que se presume
si ejercieren algún empleo público, alguna profesión o industria, si el menor estuviere
ausente de la casa paterna con autorización del padre, en el extranjero o en algún lugar
remoto de la República Argentina -y tuviere necesidad de recursos para su alimenta-
ción u otras necesidades urgentes.
3) afianzar obligaciones.
109
Los emancipados que adquieren capacidad para administración y disposición de sus
bienes respecto a los bienes adquiridos a título gratuito, antes o después de la emanci-
pación, no pueden disponer de ellos sin previa autorización judicial.
Por lo tanto, todo contrato de disposición les está vedado hacerlo sin la conformidad
del curador, sólo pueden realizar contratos de administración, salvo aquellos expresamente
prohibidos en la sentencia de inhabilitación por las especiales circunstancias del caso.
110
Paintoni entiende que si bien la protección a estos enfermos mentales es una aspira-
ción de nuestra doctrina que concuerda con la corriente de la moderna legislación
positiva, estima que la forma como se ha previsto en la ley 17.711 adolece de graves
deficiencias que deberán ser revisadas oportunamente.
El art. 1276 C.C. establece luego de la reforma de la 17.711 que “Cada uno de los
cónyuges tiene la libre administración y disposición de sus bienes propios y de los
gananciales adquiridos con su trabajo personal o por cualquier otro título, con la salve-
dad prevista en el art. 1277. Si no se puede determinar el origen de los bienes o la
prueba fuera dudosa, la administración y disposición corresponde al marido, salvo
también lo dispuesto en el artículo siguiente. Uno de los cónyuges no podrá administrar
los bienes propios o los gananciales cuya administración le está reservada al otro sin
mandato expreso o tácito conferido por éste. El mandatario no tendrá obligación de
rendir cuenta.
El art. 1160 C.C. continúa diciendo: “... No pueden contratar ... los que están exclui-
dos de poder hacerlo con personas determinadas o con respecto a cosas especiales,
ni aquellos a quienes les fuese prohibido en las disposiciones relativas a cada uno de
los contratos”.
1. Los padres no pueden contratar con los hijos que están bajo su patria potestad,
igual prohibición de los tutores y curadores respecto a sus pupilos;
2. Los padres, tutores y curadores no pueden adquirir cosas de sus hijos y pupilos;
3. Los que tienen orden sagrada, cualquiera sea su jerarquía no pueden ser fiadores
a no ser que los sean por sus iglesias, por otros religiosos o personas desvalidas.
111
Sigue el art. 1160 diciendo: “No pueden contratar... ni los religiosos profesos de uno u
otro sexo, sino cuando comprasen bienes muebles a dinero de contado o contratasen
para sus conventos...”.
Los religiosos profesos son aquellos que ingresan a una orden sagrada haciendo
votos de castidad, obediencia y pobreza. La orden constituye una comunidad dotada de
capacidad jurídica y habilitada para contratar en la forma que establecen sus estatutos.
Los religiosos profesos constituyen el clero regular, diferente del clero secular, estos
últimos, desde el punto de vista jurídico son plenamente capaces, -sin perjuicio de ser
incapaces de derecho por su condición de religiosos en determinados casos.
Freitas ubicaba a los religiosos profesos entre los incapaces relativos de hecho y les
designaba representante necesario en la persona de los superiores de los claustros o
conventos. El Código suprime el régimen de incapacidad relativa general y reduce la
incapacidad del religioso profeso al ámbito contractual, contado y contratar por sus
conventos.
Comerciantes fallidos: El art. 1160 concluye diciendo: “No pueden contratar... ni los
comerciantes fallidos sobre los bienes que corresponden a la masa del concurso si no
estipularen concordatos con sus acreedores”.
112
- Spota sostiene que el quebrado es un incapaz de contratar, sin perjuicio de que
sus actos jurídicos resulten inoponibles a la masa de acreedores en la medida en que
pretenda dañarla activa o pasivamente y no se trate de aquellos supuestos de excep-
ción que autoriza la misma inoponibilidad.
Los penados: (Art. 12 C.P.) Para Piantoni y Mosset Iturraspe se trata de una incapa-
cidad de hecho la de los penados, ya que no pueden celebrar contratos de administra-
ción ni de disposición sobre sus bienes, sometiéndose a la curatela. Esta incapacidad
subsiste mientras dure la condena y siempre que haya sido penado por más de tres
años de prisión o reclusión.
Esta incapacidad de hecho cesa cuando cesa la causa de ella, su razón, es decir,
cuando el penado recobra legítimamente la libertad.
113
Es el caso de: -contratos otorgados por incapaces de obrar.
Ahora bien, existe NULIDAD ABSOLUTA cuando se trasgrede el orden público (un
interés cuya guarda está confiada a la ley por una razón de seguridad jurídica o de bien
común), esta nulidad fundada en el orden público, en la moral y buenas costumbres no
es confirmable, ni susceptible de prescripción, tampoco es renunciable.
Hay NULIDAD RELATIVA cuando está de por medio un interés particular. Esta nuli-
dad está dada en interés exclusivo de la parte y por ello es confirmable, prescriptible y
subsanable por confirmación.
Los contratos celebrados por incapacidad de obrar, sean absolutos o relativos, re-
visten nulidad meramente relativa. Los efectuados en violación de la prohibición legal,
en los supuestos de incapacidad jurídica o de derecho, serán de nulidad absoluta en
razón del fundamento de la incapacidad y del interés tutelado sin perjuicio de encontrar
supuestos de nulidad meramente relativa.
114
4.12. EFECTOS DE LOS CONTRATOS EN RAZÓN
DE LAS DISTINTAS INCAPACIDADES
3. Si el acto es realizado por una persona que necesita para actuar ya sea por sí o
por otro, de una autorización o de la asistencia de otro, el acto será nulo o anulable
si resulta ostensible el vicio o no.
“La nulidad pronunciada por los jueces -dice el art. 1050 vuelve las cosas al mismo o
igual estado a que se hallaban antes del acto anulado” Una de las consecuencias más
importantes del principio es la consagrada por el art. 1052 “la anulación del acto obliga
a las partes a restituirse mutuamente lo que han recibido o percibido en virtud o por
consecuencia del acto anulado”.
Respecto de los incapaces se consagra una importante excepción por el art. 1165
que condiciona la restitución de lo dado o el reembolso de lo pagado o gastado, a la
prueba de la subsistencia en el patrimonio del incapaz al tiempo de iniciación de la
demanda, o a la prueba de que redundó en su provecho de manera manifiesta. Prueba
que corre por cuenta de la parte capaz.
La ley consagra un verdadero “privilegio” a favor del incapaz que se justifica sólo a
medias, si restringimos su alcance a los incapaces de obrar, excluyendo a la incapaci-
dad jurídica a mérito de su inferioridad física o mental. Se ha querido evitar así que la
sanción de nulidad provocara el empobrecimiento del incapaz y que tal situación obstara
a la demanda de nulidad a la que tiene derecho.
115
4.14. QUIEN PUEDE PEDIR LA NULIDAD POR
INCAPACIDAD DE HECHO
Cuando la nulidad sea absoluta, la pueden alegar todos los que tenga interés en
hacerlo, incluido el Ministerio Público excepto el que ha ejecutado el acto, sabiendo o
debiendo saber el vicio que lo invalidaba, y si es nulo por ser ostensible, puede y debe
ser declarada por el Juez.
Cuando la incapacidad de hecho genera una nulidad relativa, pueden alegar la nuli-
dad del contrato:
b) sus representantes (mientras la persona sigue siendo incapaz) es decir, los pa-
dres, tutores o el Ministerio de Menores.
Cuando la incapacidad de hecho genera una nulidad absoluta, pueden alegar la nuli-
dad del contrato:
a) incapaz
b) sus representantes
c) herederos
d) terceros interesados
e) Ministerio Público
f) el Juez de oficio (admitido por la jurisprudencia).
Excepción: “Si el incapaz hubiese procedido con dolo para inducir a la otra parte a
contratar, ni él ni sus representantes o sucesores tendrán derecho para anular el con-
trato”.
Sin embargo, el incapaz puede alegar la nulidad aún cuando obró con dolo cuando el
dolo consistiese en la mera ocultación de la incapacidad o cuando el incapaz fuere
menor impúber.
116
JURISPRUDENCIA DE CONSULTA NECESARIA
- Principio de autonomía de la voluntad: L.L. 1979-D-578; L.L. 1982-A 133; L.L. 1983-
B218 con nota de Manuel Antonio Laquis; L.L. 1985-C-508.
- Precontrato: Rep. L.L. XLII, A-I, 466-sum.1, sum.2, sum.3; L.L. 1985-C-508; Rep.
L.L. XLIII, A-I, 466 7, sum. 8; L.L. 1985-C-508; Rep. L.L. XXXIX, A-I, 389 sum. 17;
Rep. L.L., A-I, 605 sum. 25.
- Formación del consentimiento: Oferta: Rep. L.L. XLIV, A-I, 440 su.6; Rep. L.L. XLI,
A-I, 603 sum. 10.
Rep. LL XLI, A-I, 603 su.9; Rep. L.L. XL, A-I, 470 sum. 5; Rep. L.L. XXXIX, A-I, 389
su. 18; L.L. 1980-B-420; L.L. 1984-B-422; L.L. 1981-C 345; L.L. 1981-B-223; L.L.
1984-C-217 (aceptación tácita) con nota de Fernando Highton; L.L. 1979-C-489
con nota de Federico Fleitas Ortiz de Rozas; L.L. 1979-D-322.
L.L. 62-72; L.L. 130-836; L.L. 45-807; L.L. 127-1204; L.L. 122-1140 L.L. 64-222
(“Los límites de la autonomía de la voluntad” Antonio Orgaz)
117
Actividad Nº 11
- A través del análisis de la jurisprudencia citada anteriormente (por los menos 2),
realice la transferencia de los contenidos conceptuados.
118
DIAGRAMA DE CONTENIDOS - UNIDAD V
PRESTACIÓN COSAS
LITIGIOSAS
OBJETIVOS DE
REQUISITOS PACTOS
LOS CONTRATOS
VALOR EXISTENCIA
PATRIMONIAL DE LA COSA
119
120
UNIDAD V
EL objeto, consentimiento y causa son los elementos estructurales del contrato, los
que se encuentran íntimamente relacionados entre sí, a punto tal que el concepto que
se tenga de uno de ellos condiciona los restantes (Veremos que algunos autores am-
plían el concepto de objeto abarcando a la causa y otros, por el contrario, en el concep-
to de causa abarcan lo que otros entienden por objeto).
Ha habido quienes afirman que del análisis jurídico surge que un contrato no tiene
objeto sino que tiene efectos y tales efectos consisten en la producción de obligacio-
nes, siendo esas obligaciones las que tienen un objeto (Ripert y Boulanger).
El contrato es un acto jurídico que tiene por fin inmediato reglar derechos
entre las partes, adquirirlos, modificarlos, transferirlos o extinguirlos.
Por ello, no puede exceder de la esfera de acción de todo acto jurídico, y siendo una
especie de acto jurídico, el objeto de los contratos es una especie de los objetos de los
actos jurídicos; de allí que las normas generales que reglan el objeto de los actos
jurídicos se aplican a los contratos; disponiéndolo así, expresamente, el art. 1167 C.C.
Además, al decir de este mismo autor, siendo el contrato una de las principales
fuentes de las obligaciones, todo lo reglado sobre las obligaciones en general, rige
respecto de los contratos (principio también sentado por el art. 1167).
Cabe puntualizar que el objeto del contrato no debe identificarse con los efectos, así
como tampoco es admisible sostener que el contrato y la obligación tienen un mismo
objeto. El contrato es fuente de relaciones jurídicas obligacionales. La obligación tiene
por objeto la prestación: de dar, hacer o no hacer; y la prestación, finalmente, tiene por
objeto las cosas o servicios debidos.
Así, los arts. 1.168 del C.C. confunden el objeto de la obligación -la prestación- con
el objeto del contrato (leer atentamente dichos artículos). Por otra parte, los arts. 1.170
y concordantes de igual cuerpo legal, hablan de “las cosas objeto de los contratos”,
cuando -como se dijo- las cosas, junto con los servicios, constituyen el objeto de las
prestaciones.
121
Siguiendo a Mosset Iturraspe (quien sigue los lineamientos de los Mazeaud) dire-
mos que el objeto de los contratos es:
Si sostenemos que el objeto del contrato son las obligaciones que de él nacen,
incurrimos en el equívoco entre los efectos y el objeto del instituto jurídico examinado.
Ahora bien, cabe tener presente que la libertad de las partes para contratar sobre el
objeto -operación jurídica destinada a la creación, modificación, trasmisión o extinción
de relaciones jurídicas obligacionales- que más convenga a sus intereses, “autonomía
de la voluntad”, se encuentra limitada en consideración a los particulares que concu-
rren a la celebración del negocio y en atención al interés de la comunidad.(1)
Contestando la teoría de Spota se dice que, tanto el objeto (que responde a la pre-
gunta “quid debetur”) como la causa (que responde al cui debetur) indagan el por qué
de la formación del vínculo contractual y ambos, admiten una consideración individual
y otra social, pero no justifica que identifiquemos uno con otro.
Como el contrato generalmente origina obligaciones y éstas tienen como objeto a las
prestaciones, el art. 1.168 establece que: toda especie de prestación puede ser objeto
de un contrato, sea que consista en la obligación de hacer, sea que consista en la
obligación de dar alguna cosa y, en este último caso, sea que se trate de una cosa
presente, o de una cosa futura, sea que se trate de la propiedad, del uso o de la
posesión de la cosa.
5.1 PRESTACIÓN
1. Según la teoría de Spota esos dos aspectos salientes del objeto del contrato serán el “objeto fin
individual” y el “objeto fin social” con la particularidad de que dicho autor, aún cuando hace un
importante aporte en cuanto a la concepción solidarista del derecho, da un sentido amplísimo del
objeto aprehendiendo en él la idea de la causa-fin, entendida ésta como motivo determinante.
122
tado distinguir un objeto inmediato de la obligación constituida por la prestación y un
objeto mediato, constituido por la cosa, el hecho del deudor o su abstención.
La operación jurídica que las partes quieren celebrar puede ser lícita o ilícita, confor-
me con el ordenamiento jurídico o contraria a él.
Así como el pacto sobre “herencia futuras” encuadra dentro del supuesto enunciado
con a), por ser una operación jurídica contractual vedada por la ley, la violación al
orden público (inc. b anteriormente detallado), no se halla subordinada a la violación de
ningún texto en particular, sino que contradice los principios fundamentales e intereses
generales sobre los cuales descansa el ordenamiento jurídico. En cuanto a las buenas
costumbres, cuya trasgresión vuelve inmoral el contrato, se identifican con la moral.
La moralización del contrato como el imperio del orden público se logra, más que
con reglas destinadas a señalar uno a uno los objetos que contrarían aquella finalidad,
con preceptos, que -como el art. 953 C.C.-, se limitan a contener un standard o prototi-
po de conducta.
123
Actividad Nº 12
124
5.2.2 Objeto Posible
Según lo dice el art. 1.148 C.C. (en la parte referida a la oferta), no puede haber
contrato si el objeto no es una operación jurídica determinada. Por su parte, los arts.
1.170 y 1.171 se refieren a la determinación con relación al objeto de la prestación: los
bienes.(2)
El requisito de la posibilidad surge del art. 953 C.C. volviendo al tema los arts. 1.172,
1.173, 1.174, 1.177, 1.178 y 1.179.
En una opinión muy interesante y precisa, Mosset de Espanés entiende que, desde
el punto de vista del objeto del contrato y no desde el punto de vista del objeto de la
prestación, la posibilidad del objeto es lo relativo a la idoneidad de la cosa o la conducta
para ser objeto de un tipo de negocio, o sea, con relación a cada negocio singular en
concreto. Por ej., las cosas ajenas no pueden ser objeto del contrato de compraventa
pero pueden darse en locación, depósito, etc. Las cosas futuras pueden ser objeto de
los contratos, pero no pueden donarse. La locación de cosas, el depósito regular y el
comodato no pueden darse sobre cosas fungibles o consumibles, ocurriendo lo contra-
rio respecto al mutuo. Las cosas fuera del comercio pueden darse en arrendamiento.
Para algunos seguidores de esta tesis no era suficiente para acordar acción al acreedor
de una obligación, que el objeto fuera en sí mismo susceptible de apreciación pecunia-
2. En este punto autores como Piantoni confunde el objeto de las obligaciones con el de los contratos.
125
ria, sino que exigían además, que presentara para aquél, una ventaja apreciable en
dinero. Debía darse la patrimonialidad en el objeto de la prestación y el interés del
acreedor.(3)
Un criterio totalmente opuesto es el que sostenía Ihering para quien, un interés serio
y legítimo debía ser suficiente para que el derecho amparara al acreedor, prescindiendo de
la patrimonialidad o no del objeto. (siguieron esta tesis en nuestro país Babiloni y Colmo)
La existencia de la cosa influye sobre la suerte del contrato. El contrato puede enca-
rar la cosa como existente o prever su existencia para el futuro.
126
Similar razonamiento cabe cuando las cosas futuras son objeto de una promesa de
dar la que queda sujeta al hecho “si llegase a existir” (art. 1.173):
I.- Los pactos de institución: es decir, las convenciones por las cuales los contra-
tantes persiguen instituir o designar legatarios a un tercero, a uno de ellos o hacerlo
recíprocamente (art. 3.618).
II.- Los llamados pactos de renuncia: de los que se derive una abdicación a una
herencia futura, prescripto por la doctrina que surge de los arts. 3.311, 3.312 (este
principio, extensivo a la legítima, encuentra una excepción en el art. 3.604).
III.- Los pactos de disposición que implican una aceptación actual de una herencia
futura y al mismo tiempo negociación sobre ella (prohibidos por las disposiciones de
los arts. 1.175 y 1.176).
4. Es que la cosa donada no puede una vez aceptada la donación, quedar a la suerte de la voluntad
del donante de incorporarla o no a su patrimonio; sería una facultad que desvirtuaría la donación
puesto que el donante podría dar y quitar, lo que no es admitido ya que la donación es actual e
irrevocable.
127
5.7. COSAS LITIGIOSAS, PRENDADAS:
De los arts. 1.174 y 1.179 surge que las cosas litigiosas dadas en prenda o en
anticresis, hipotecadas o embargadas, pueden ser objeto de la obligación, contenido
material de la prestación a que se obliga a cumplir el deudor en virtud del contrato.
Entre las partes es válido ese contrato pero el que dispone de esa cosa, responde de
todas las pérdidas e intereses que el contrato irrogue al tercero, contraparte en el litigio
o titular de la prenda, de la anticresis, de la hipoteca, del embargo, ya no sólo por el
hecho propio, sino también, por el hecho que provenga de su contratante. Todo ello, si el
contrato ha sido sobre esas cosas en las condiciones mencionadas y con el pleno
conocimiento de ambas partes sobre las condiciones sujetas de la cosa. Pero si se ha
dispuesto de la cosa como si fuera libre, actuando de mala fe y la otra parte lo ha
aceptado de buena fe, el que dispuso de mala fe como si fuera libre comete el delito de
estelionato (estafa del Cód. Penal art. 179 inc. 9º) respondiendo también por los daños
y perjuicios que sufra su contratante.
128
Actividad Nº 13
PACTOS
129
130
DIAGRAMA DE CONTENIDOS - UNIDAD VI
Evolución
Concepción clásica
El Anticausalismo
Doctrina Nacional
CONCEPTO CAUSA
ILICITA
LA CAUSA
FALSA
CAUSA
131
132
UNIDAD VI
6.1 LA CAUSA
Aparece así la causa como subjetiva, concreta y variable en cada negocio jurídico,
aún en los de la misma especie.
Variable: porque tratando de apreciar el móvil que ha guiado a las partes será distin-
ta en cada contrato.
Más que hablar de causa del contrato corresponde aludir a la “causa del acto jurídi-
co” en general, pues, concebida como la razón que determinó la voluntad del otorgante,
133
es aplicable a todos los negocios jurídicos, con prescindencia del número de partes
intervinientes y de tratarse de actos entre vivos o de última voluntad.
Los arts. 500, 501 y 502 que legislan con respecto a la causa -fin lo hacen con
referencia al contrato (según Mosset de Espanés eso no debe extrañarnos si tenemos
en cuenta el carácter de categoría invasora que reviste en el Cód. Civil).
No podemos identificar la causa con los motivos puramente personales, por lo co-
mún numerosos, variables hasta el infinito y las más de las veces, reservados en la
mente de las partes. Causa y motivo, aún siendo de la misma sustancia psicológica, no
se confunden.
134
Reales: la causa equivale a la prestación que se anticipa y acepta y deja fundado el
derecho a exigir otra prestación en correspondencia a la primera.
Estas enseñanzas fueron recogidas por el Cód. Civil de 1.804, incluyendo a la causa
entre los elementos esenciales del contrato.
Bonnecase sintetiza el concepto expuesto por la doctrina clásica diciendo que: “la
causa es el fin abstracto, idéntico en todos los actos jurídicos pertenecientes a la
misma categoría, que persiguen fatalmente al autor o autores de un acto jurídico deter-
minado”.
a) Falsa: porque en los contratos onerosos una de las prestaciones no pueden ser la
causa de la otra porque la causa precede naturalmente al efecto y las dos obliga-
ciones nacen al mismo tiempo; en los contratos reales la entrega de la cosa no es
la causa de la obligación de restituir sino que es la causa eficiente, generadora; en
los a títulos gratuitos se basa en una confusión entre la causa y los motivos.
135
Freitas se muestra contrario al concepto de causa en los contratos.
Para Capitant (llamado el precursor de estas teorías por la proximidad con la doctri-
na clásica, algunos piensan que por ello se detuvo a mitad del camino) la causa del
contrato residía en la causa de las obligaciones definiéndola como la “consideración
del fin” a cumplir por el negocio. En algunos contratos, como la compraventa, la causa
es siempre la misma, la voluntad de obtener la ejecución de la obligación asumida por
el otro contratante o sea de lograr el cumplimiento. En las donaciones la causa es la
intención de efectuar una liberalidad, el motivo determinante, y será lícita cuando am-
bas partes lo han tomado en consideración y han manifestado tal circunstancia.
Videla Escalada la define como: “finalidad o razón de ser del negocio jurídico,
entendida en el doble sentido de la causa categórica de la figura en cuestión y de los
136
motivos psicológicos relevantes, admisibles para el derecho, que en la hipótesis con-
creta, hayan impulsado a las partes a concluir el acto”.
Machado y Colmo distinguen con nitidez la causa eficiente del art. 499 de la causa
fin de los arts. 500/02, enrolándose en el causalismo clásico de Domat y Demolombe.
Para Risolía el concepto de causa fin estaría ubicado dentro del concepto de con-
sentimiento o en el objeto.
Llambías sigue similar concepto para su consideración del derecho vigente pero
propugna apartarse de quienes compenetran objeto y causa en el anteproyecto de
1.954.
Spota afirma la inutilidad del concepto de causa-fin entendiendo que todo lo que se
predica sobre él cabe perfectamente dentro de la noción de objeto del acto jurídico, y
por tanto de la obligación, sea el objeto fin individual o el objeto fin social.
137
La concepción neocausalista dualista es sostenida por Borda y Videla Escalada.
Borda afirma que comparte el criterio subjetivo de la causa pero, “nos guardamos bien
de caer en subjetivismos estériles -afirma- que no hacen sino que desprestigiar esta
teoría” agrega que “la causa está integrada por todo lo que ha, sido determinante de la
voluntad del sujeto, siempre que esta finalidad esté incorporada expresa o implícita-
mente al acto mismo, comprendiendo:
López de Zavalía indica que está con los causalistas en cuanto sostienen la utilidad
y necesidad lógica -a su entender- del concepto de causa, pero mientras ellos sólo se
ocupan de la causa de algunos fenómenos y con referencia a la obligación sólo inquie-
ren por la causa fuente, la causa fin y la ocasional, él entiende que el tema abarca
todos los fenómenos y que las causas concretas pueden ser tantas, que su estudio
desborde de todas las clasificaciones conocidas. Alude a que cada vez que nos encon-
tremos con la palabra “causa” en algún artículo del Cód. Civil, tendremos que verificar
especial análisis para indagar a qué problema concreto se está aludiendo. Y está con
los anticausalistas en tanto entiende que muchos de los problemas que los causalistas
entienden resolver con la causa, se solucionan directamente con los preceptos concre-
tos que la ley trae en ciertos temas, como por ej. el objeto y el consentimiento.
Discrepa con ellos en cuanto piensa que no usar la palabra no equivale a renunciar
al concepto; si un problema concreto se decide según las reglas de la ley sobre el
objeto, no es porque la causa carezca de interés sino porque se ha llamado “objeto” a
una de las causas constitutivas del acto.
138
Actividad Nº 14
Concepción
sobre el Doctrina
concepto Nacional
de causa
139
6.3 PRESUNCIÓN DE LA EXISTENCIA DE CAUSA
Según el art. 500 del CC: “Aunque la causa no esté expresada en la obligación (acto
jurídico o contrato), se presume que existe, mientras el deudor no pruebe lo contrario”.
Ello tiene especial importancia en cuanto al error sobre la causa principal del contra-
to, puesto que uno de los contratantes es susceptible de equivocarse sobre la existen-
cia o móvil que le hace obrar, en cuyo caso la inexistencia del móvil entraña la nulidad
del contrato por falta de causa. (art. 926)
“La obligación (acto jurídico o contrato) será válida aunque la causa expresada en
ella sea falsa, si se funda en otra causa verdadera”.
Esta cuestión planteada por una causa que oculta otra existente, real o lícita se
vincula con el problema de la simulación. Interesa la real y no la aparente (simulación
relativa) pero hay que tener en cuenta que el art. 459 dice que: “Los que hubieren
simulado un acto -el motivo determinante- con el fin de violar las leyes o de perjudicar
a un tercero, no pueden ejercer acción alguna el uno contra el otro, sobre la simulación
, salvo que la acción tenga por objeto dejar sin efecto el acto y las partes no puedan
obtener ningún beneficio con la anulación”.
“La obligación (acto jurídico o contrato) fundada en una causa ilícita es de ningún
efecto. La causa es ilícita cuando es contraria a las leyes o al orden público”.
Aún siendo lícito el objeto, por ej. la compraventa, o locación de inmuebles, la nuli-
dad puede provenir de la causa ilícita -la finalidad perseguida- e igualmente, un objeto
ilícito como puede ser el contrato sobre herencias futuras, puede estar motivado en
una causa lícita como lo sería el evitar dificultades o litigios entre los futuros herede-
ros.
Estando de por medio un interés público la nulidad acarreada por la causa ilícita no
es susceptible de confirmación, es absoluta (Explicación: si es absoluta es inconfirmable
140
y ello ocurre cuando está de por medio un interés público. Es anulable, porque se
necesita descubrir el fin perseguido). La necesidad de descubrir el fin perseguido
permite calificar al contrato de anulable.
141
142
DIAGRAMA DE CONTENIDOS - UNIDAD VII
Documentos y
Declaraciones
143
Art. 1.184 del C.C.
Boleto de
Compraventa Su análisis
En sentido genérico podemos decir que la palabra “forma” designa a cualquier medio
exteriorizante de la voluntad, en tal sentido podemos decir que todo contrato tiene una
forma, a la que llamaríamos “forma esencial”.
De acuerdo con esto y teniendo presente que todos los contratos tienen forma,
habría que decir que son contratos formales los que tienen una forma impuesta y no
formales los que no la tienen.
La finalidad del formalismo de los pueblos antiguos era producir en los contratantes
una impresión profunda, herir sus sentidos para hacer más duradero el recuerdo del
contrato. La forma estaba impuesta en beneficio de las partes.
145
ción de las circunstancias, aseguramiento de la prueba) tiene en cuenta sus inconve-
nientes: lentitud en la conclusión de los negocios, onerosidad, nulidades pronunciadas
en razón de la omisión de formas, etc.
Son ejemplos de formas impuestas por la ley la escritura, que el acto sea realizado
por oficial público o por escribano público, con el concurso del juez del lugar. En cuanto
a las formas libres las partes pueden acudir y utilizar las que consideren más conve-
nientes.
Cuando por defecto de forma prescripta “ad substantiam” no surge un negocio jurídi-
co sino que se engendra otro diferente, con efectos parcialmente distintos, ocurre lo
que se denomina “conversión del negocio jurídico”.
En nuestro derecho encontramos ejemplos como el art. 1.185 que respecto a los
contratos que debiendo ser hechos por escritura pública fuesen hechos por instrumen-
tos particulares, prescribiendo que:
“No quedan concluidos como tales pero quedarán concluidos como contratos en que
las partes se han obligado a hacer escritura pública. En el ámbito del contrato de
sociedad (arts. 1184 inc. 3º y 1.663 y ss) permite convertir en sociedad irregular o de
hecho, el negocio social celebrado con omisión de la escritura públicas dispuesta por la
146
ley. En la donación, cuando no es actual sino condicionada al fallecimiento del donante,
será nulo como contrato y sólo valdrá como testamento cuando esté hecha con las
formalidades de estos actos jurídicos”.
En algunos supuestos bastará la declaración cuando la ley no exige una forma deter-
minada.
Según el art. 1.021 CC. los actos que contengan convenciones bilaterales deben ser
redactados en tantos ejemplares, como partes hayan con un interés distinto.
La finalidad es exigida “ad substantiam”, o sea, para la validez del contrato, pero
probada la documentación, puede probarse o demostrarse por otros medios, el conte-
nido a su tiempo documentado.
Omitido el requisito del doble ejemplar, se vuelve ineficaz el documento único (aún
cuando mantengan validez las declaraciones en él contenidas. El contrato podrá pro-
barse por otros medios pudiendo servir el documento de principio de prueba por escrito
(art. 1.092 C.C.)
147
CONTRATOS FORMALES
Ejemplo 1 Ejemplo 2
En rigor, según la definición de contrato formal sólo serían “formales” las “ad
solemnitatem”.
Entre las “ad probationem” se incluyen a “las que tengan por objeto una cantidad
superior a los diez mil pesos” (art. 1.193) y a la fianza (art. 2.006). La doctrina tradicio-
nal incluye en esta categoría a los contratos que, pese a tener dispuesta una forma
(art. 1.184), cuando ella es omitida, producen los efectos del art. 1.185; ejemplificando
con la compraventa de inmuebles.
148
Otros autores (Mosset Iturraspe por ej.) piensan que: “lo que permite ubicar a los
contratos solemnes en una u otra categoría es la expresa referencia legal a la privación
de todo efecto civil o del efecto dispuesto por el art. 1.185”.
Dice Piantoni que la modificación introducida al art. 1.185 por la ley 17.711, al supri-
mir la frase “bajo pena de nulidad”, implica que el artículo exige la escritura pública
como requisito formal pero sin determinar la consecuencia jurídica para el caso de
omisión. Por esto debe entenderse que los efectos de tal omisión deberán buscarse en
la parte que el Código dispone el tratamiento especial de cada uno de los contratos que
allí se enumeran, para saber si la ley exige la forma “ad solemnitatem” o “ad probationem”,
conforme se la sancione con nulidad o no.
De lo que se desprende de la redacción del art. 1.184 surge que se exige escritura
pública para los actos y contratos allí enumerados, salvo que fuesen celebrados en
subasta pública. Ahora bien, no todos los actos o contratos enumerados en dicha
norma se pueden celebrar por remate judicial.
Además, siendo la subasta pública una forma de contratación, no todo contrato que
se celebre por este medio está eximido de la formalidad de la escritura pública (por ej.
la subasta pública privada) porque la especie de subasta pública a la que se refiere el
art. 1.184 es el remate judicial, realizado con intervención de la justicia con las forma-
lidades de la ley de procedimientos, siendo prueba de tal contrato, (remate judicial) las
copias del expediente debidamente autenticadas o las constancias del mismo.
6. Por lo que algunos entienden que debería haberse colocado la salvedad al finalizar el inc. 1º y había
un error de redacción o transcripción.
149
Actividad Nº 15
150
7.5 ANALISIS DEL ART. 1.184 DEL COD. CIVIL
Abarca distintos actos jurídicos, contratos, pero todos referidos a derechos reales
sobre inmuebles. En tales supuestos la forma es exigida en algunos supuestos “ad
solemnitatem” y en otros “ad probationem”. Para saber cuándo es un caso u otro aduce
Piantoni que debe estarse a lo que alude cada contrato en particular. Por ej. en el
contrato de compraventa nada se dispone al respecto, luego la escritura se requiere
“ad probationem”; en el contrato de donación de inmuebles el art. 1.810 dispone la pena
de nulidad, en cuyo caso la formalidad es “ad solemnitatem”.
Inciso 2º: luego de la reforma de la ley 17.711 no hay duda que las particiones
pueden hacerse extrajudicialmente en instrumento privado presentado al juez de la
sucesión, quien podrá exigir ratificación ante el mismo o la autenticidad de la firma de
los intervinientes. (Se discute si, por analogía, se aplica igual solución para el caso de
desistimiento que lo dispuesto en el art. 838.)
Inciso 3º: también reformado por la ley 17.711, exige en todos los contratos de
sociedad civil y sus prórrogas la escritura pública; exigencia “ad probationem”.
Inciso 4º: referido a las convenciones matrimoniales y constitución de dote (la ley
17.711 eliminó la última parte referida a “que pase de mil pesos”). El art. 1.223 sanciona
con nulidad y el art. 1.241 declara que la promesa de dote no puede probarse más que
con escritura pública; por la que la forma es exigida “ad solemnitatem”.
Inciso 5º: se refiere al contrato de renta vitalicia, entendiendo Piantoni que, como en
el art. 2.071 se dispone para los contratos onerosos de renta vitalicia la nulidad; la
escritura pública, es exigida “ad solemnitatem”. Mosset Iturraspe, coincidente con su
criterio, entiende que relacionando ambos artículos (el 1.184 y el 2.071) celebrado este
contrato por escrito o verbalmente, vale como promesa o “boleto” que obliga a cumplir
con la escrituración según el art. 1.185.
- cesión: acto por el cual un heredero transmite a otros los derechos que le corres-
ponden en una sucesión;
- repudiación: acto por el cual la persona llamada a recoger una herencia rehusa
su aceptación; y
- renuncia: cuando una persona hace abandono o abdica derechos hereditarios que
había aceptado.
151
Ha interpretado la jurisprudencia que la escritura pública no puede ser suplida por el
acto judicial ni por la protocolización de un instrumento privado.
Inciso 7º: se refiere a los poderes generales o especiales para ser presentados en
juicio, los poderes para administrar, y cualquier otro que tenga por objeto un acto
redactado o que deba redactarse en escritura pública.
Inciso 9º: su omisión queda sujeta a la suerte del acto principal donde consten las
acciones o derechos cedidos, y por tanto el carácter “ad solemnitatem” o “ad probationem”.
Inciso 10: deben hacerse por escritura pública todos los actos accesorios de contra-
tos redactados en escritura pública, siguiendo su suerte en cuanto a los efectos de la
omisión (Por ej.: la aceptación de donación de inmueble realizada por separado debe
hacerse por escritura pública.)
La formalidad se exige “ad probationem” con los efectos del art. 1.185.
En estos casos, si la solemnidad es exigida por la ley o por las partes “ad
solemnitatem”, haciendo a la esencia del acto, serán nulos y no tendrán eficacia jurídi-
ca, a menos que una disposición expresa admita su conversión.
152
La conversión es la transformación de un negocio nulo en un negocio válido
con efectos más limitados que el negocio válido.
No debe confundirse la conversión del acto, permitida por la ley, con la reiteración
del acto que las partes pueden disponerse a realizar nuevamente como si se tratara de
una nueva e independiente operación.
La conversión debe estar autorizada por la ley o las partes “ad probationem”, rige el
art. 1.185 salvo que -según lo dispone el art. 1.186- las partes hayan declarado en
instrumento particular que sin la escritura el acto no valdrá.
A su vez, el artículo 1.187 dispone que la obligación de que habla el art. 1.185, será
juzgada como obligación de hacer y la parte que se resistiere a hacerlo podrá ser
demandado por la otra para que otorgue la escritura pública, bajo la pena de resolverse
la obligación en el pago de pérdida e intereses.
153
Actividad Nº 16
1) Determine la forma estipulada por el art. 1.184 para los siguientes casos. (Si es
con efectos “ad solemnitatem” o “ad probationem”.)
- contrato de donación:
- constitución de la dote:
154
7.7 BOLETO DE COMPRAVENTA
SPOTA, con claridad expresa: “El Boleto de compraventa responde a una necesidad
económica, una necesidad argentina. No es un círculo inútil. El boleto es un instituto
nuestro, argentino. Hasta el nombre es nuestro, argentino. Los maestros se abstenían
de emplear la palabra Boleto. Hablaban de la promesa bilateral de compraventa. Hablar
de Boleto era incorrecto. Hoy nuestra ley ha superado esos escrúpulos. Se habla de
Boleto, implicando una terminología legal, dos veces, en el art. 1.185 bis y en el art.
2.355.
7. Se omiten aspectos de suma trascendencia para el curso superior cuando en Reales se estudie el
tema; reservándose para tal oportunidad, lo relativo a los efectos del boleto compraventa, la
posesión derivada del boleto de compraventa y el boleto en relación a la Ley 14.005.
155
Lo cierto es que compramos con simples Boletos sin interesarnos los Registros de
la propiedad, sin interesarnos la inmediata escrituración (por lo demás imposible de
obtenerla al instante) y, después vienen los problemas. Es la conducta argentina, un
poco desordenada. Pero, un jurista francés, JEAN CRUET, en “La vida del derecho y la
impotencia de la Ley”, decía que mucho desorden es anarquía, pero un poco de desor-
den es progreso. Dentro de estas disposiciones hay progreso. Se quiere poner un poco
de justicia en éstas adquisiciones”.
Tan importante se vislumbra el tema que nos ocupa, que la Ley 17.711, al reformar el
código, coloca como art. 1.185 bis en desigualdad de situación a los distintos acreedo-
res de un determinado sujeto que ha caído en quiebra o concurso. Ya que si por igual-
dad de condiciones nos debiéramos regir deberíamos colocar al comprador por Boleto
junto a los demás acreedores quirografarios del fallido.
Tan es así, que autores como SAJON Y LEO GOMEZ han tildado de inconstitucional
la norma por ir contra el principio de igualdad de los acreedores. Claro que en defensa
de tal acusación se levantaron voces como la de AUGUSTO MORELLO considerando
que tal distinción obedece a razones de interés general y no al mero arbitrio del legisla-
dor. Al respecto, la Corte Nacional tiene reiteradamente resuelto que el precepto del
art. 16 de la Constitución Nacional no impone una rígida igualdad (Fallos v. 238, p. 60) ni
responde a un propósito de hostilidad contra determinada persona o grupo de personas
(Fallos v. 205 p. 68.)
Pero la “realidad del tráfico transita” por otras sendas, y así posteriores exigencias
socio-económicas traen por consecuencia división de la tierra por fraccionamiento y su
venta en lotes y a plazos. Nace la propiedad horizontal, toma auge la contratación y el
tráfico jurídico. Demora más el proceso notarial de escrituración por el aumento de
deberes fiscales, y ello trae aparejado dotar al Boleto de Compraventa de la extraordi-
naria vigencia con que hoy cuenta como instrumento del tráfico jurídico (cita de MARIO
ZINNY.)
156
realiza o materializa con el acto escrituario y el posterior cumplimiento de otros requi-
sitos legales, relativos a la publicidad de la enajenación.
Cabe acotar, en respaldo de la tesis del Dr. ORGAZ que califica a un acto de dispo-
sición como aquel que ... compromete su porvenir -del capital- por largo tiempo. Tanto
que llegó a considerar en doctrina, en tiempos de leyes de emergencia de locación, que
dar en alquiler o arrendamiento una finca, local o viviendo por largo tiempo, implicaba
un acto de disposición.
“El Boleto de Compraventa, con el sólo pago de la seña, es el título que determina la
naturaleza del bien, según la fecha de su adquisición. Las fechas de posesión y de
escrituración son inoperantes para determinarla. Siempre quedará a favor de la socie-
dad conyugal un crédito, por el dinero que perteneciéndole se hubiera invertido en el
pago del saldo del dinero”.
Es dable destacar que en el día de hoy son tantos y tan frecuentes los problemas
que ha suscitado el Boleto de Compraventa que nadie puede permanecer ajeno a su
importancia trascendental. Y digo trascendental porque en el caso que me ocupa el
Boleto de compraventa inmobiliaria, se está poniendo en juego uno de los bienes que
mayor importancia tiene en la riqueza del hombre de nuestros días. Con él se pone en
juego las más de las veces la vivienda de un sujeto.
157
Actividad Nº 17
2) Especifique las causas que generan el surgimiento y las consecuencias que pro-
duce el Boleto de Compraventa.
158
7.8 NATURALEZA JURÍDICA DEL BOLETO DE COMPRAVENTA
7.8.1 Introducción
Lo grave es, al decir de este autor, que todos tienen al respecto su posición tomada
y nadie está dispuesto a escuchar nada, no hay diálogo, a menos que pueda llamarse
tal, al que se entabla entre sordos.
De manera que tendremos que enfocar este tema desde las distintas posturas de los
autores -y que son muchos-, apreciando conjuntamente sus argumentos, fundamen-
tos, y las críticas que han merecido.
Para comenzar este tema vamos a tratar la posición sostenida por este autor en su
libro: “Teoría de los contratos, Parte General”.
Encuadra el tema de la siguiente manera: “Antes que nada -se pregunta- debemos
saber cuál es el código que nos rige. Por ello nos dice que existen dos escuelas:
a) La encabezada por Llambías que sostiene que la Ley 17.711 ha sustituido algu-
nos artículos, modificados otros, agregado algunos y derogado expresamente
muy pocos artículos del Código Civil.
b) La encabezada por Borda que sostiene que además, la ley ha derogado tácita-
mente todo el resto del CC. que no entre en armonía con la reforma.
159
posiciones acerca de la derogación que sufre el CC. con la reforma. Expresa: “Es
preferible que los jueces nos juzguen por las leyes y no con las convicciones íntimas”,
con lo que ya está tomando partido en una teoría formalista.
El 1.185 decía que si deben ser hechos por escritura pública y esto no se cumplía,
no quedan concluidos como tales contratos y el valor que tienen, es dar acción para
obtener la escrituración.
La Tesis formalista tenía más argumentos pero creía que con esos dos artículos tan
expresos era bastante. (“Cándida inocencia la de los partidarios de la tesis formalista,
porque los aformalistas eran igualmente sencillos en su razonamiento”).
160
Con la Ley 17.711 se quita la frase “bajo pena de nulidad” con lo cual parece triunfar
los aformalistas. Pero en lugar de ese argumento los formalistas esgrimieron otros
nuevos y la disputa sigue igual.
Recurre a las fuentes, diciendo que nuestro arts. 1.184 y ss, están tomados del
1.929 del Esbozo de Freitas, no de García Goyena. Nos dice, sí, que la promesa de
venta vale venta, pero agrega: “Siempre que la promesa esté revestida de las formali-
dades exigidas para la venta”. Es decir que para que nuestra promesa de venta, según
García Goyena, valiera venta, tendría que estar revestida también de escritura pública.
Entonces ya el Boleto de Compraventa no vale absolutamente nada.
Cita la nota expresa de Vélez al art. 4.012, donde pone como ejemplo de título nulo al
actual boleto de compraventa.
Por ello expresa que hay que buscar la voluntad que vive autonóma en el seno de la
Ley, interpretar la Ley y no las fuentes.
Parafraseando a ALL ROSS dice: “Uno de los más preciosos elementos para inter-
pretar las leyes son los antecedentes y las fuentes, cuando nos dan la razón los
invocamos y sino los ocultamos. Pero cuando se quiere hacer ciencia del derecho hay
que decir la verdad, y las fuentes no tienen valor ni cuando nos niegan la razón ni
cuando nos la dan”.
El Boleto de Compraventa obliga a escriturar, sin embargo en los 111 arts. que tiene
el CC, sobre el contrato de compraventa a partir del art. 1.323, no se establece la
obligación de escriturar como emergente de la compraventa, sino que emerge del con-
trato por instrumento privado o Boleto de Compraventa Entonces, la tesis aformalista
equipara la promesa de venta a la venta, pese a un texto expreso de la ley (CC.) que
establece la distinción (1.324 inc. 2º)
161
A pesar de que se sacó la expresión “bajo pena de nulidad” del texto del art. 1.184,
sigue siendo argumento. No hace falta que un texto sancione expresamente con la
nulidad, si de su redacción surge un mandato legal; “Deben ser hechos ...”. Y quien no
cumple con el mandato legal en materia civil sobre las formas de realización de un acto
tiene como sanción la nulidad.
En segundo lugar porque este art. sigue estando en el Cap. IV de “las Formas de los
Contratos”, y sabemos que la inobservancia de las formas acarrea la nulidad.
En tercer lugar porque siguen estando los arts. 1.182 y 1.183 que legislan expresa-
mente sobre las consecuencias que se siguen de la inobservancia de las formas y que
remiten a las disposiciones generales de “Las formas de los Actos Jurídicos”.
Los que invocan la modificación del 1.184 borran con el codo lo que escriben con la
mano, ya que aún está el 1.810 que al hablar de las donaciones que deben ser hechas
por escritura pública “bajo pena de nulidad”, y que respecto a los casos allí previstos,
no regirá el 1.185. Es decir que mencionan aquí al contrato que es nulo pero que no se
convierte.
Hace la aclaración que el art. 1.185 al decir “no quedan concluidos como tales ...” se
refiere al momento de la concertación y no al momento de la ejecución que es el
cumplimiento del contrato.
"El Contrato así no será juzgado como compra y venta, aunque las partes así lo
estipulen, si para ser tal, le faltase algún requisito esencial".
En su “Teoría de los contratos Parte Especial” el Dr. Lopez de Zavalía considera que
“Boleto de Compraventa es el contrato parcialmente típico, concluido por escrito,
que según su contenido impuesto o declarado, obliga recíprocamente a las partes
a escriturar una compraventa inmobiliaria y que entre tanto, sólo genera por sí,
obligaciones naturales de dar la cosa y pagar el precio”.
De tal manera que para este autor la naturaleza jurídica del Boleto de Compraventa
revestiría una doble esencia; participaría del carácter de compraventa nula por
defecto de forma y de preliminar válido bilateral. El Boleto de Compraventa es
UNA COMPRAVENTA NULA POR DEFECTO DE FORMA pero UN PRELIMINAR
BILATERAL VALIDO.
162
Actividad Nº 18
163
2) POSTURA DEL Dr. DALMIRO ALSINA ATIENZA
“La solución que me propongo exponer aspira a distinguirse por una interpretación
finalista del CC. que respetando por igual sus normas y la finalidad práctica de los
contratantes, las armonice dentro de un prudente eclecticismo (pues cada día más me
convenzo de que nadie puede aspirar al monopolio de la verdad”.)
164
Expone las distintas tesis sobre el Boleto de Compraventa:
Considera que la omisión de la reforma sobre el “bajo pena de nulidad” del art. 1.184
es intrascendente. Y que el 1.185 posibilita la conversión del contrato de venta de
inmuebles inconcluso e inválido como tal, en un contrato que genere la obligación de
escriturar.
Por ello el art. 1.185 distingue entre dos figuras jurídicas distintas el Boleto de Com-
praventa y el contrato formal de venta de inmuebles. Con ello refuta las tesis que
admiten una total igualdad entre ambos ya que una cosa no se puede convertir en otra
cosa que es igual a ella.
165
El art. 1.184 inc. 1º exige la forma notarial pues esos contratos aspiran a transmitir el
dominio o a constituir cualquier derecho real, sobre inmuebles. (9)
Según este autor: De los artículos 1.184 inc. 1 y 1.185 resulta de modo irrefutable,
que el simple Boleto de Compraventa no es el “contrato de venta de inmuebles”, y que
tanto éste último como el título de dominio, sólo quedan concluidos mediante la
escrituración.
Critica a los autores que pretenden una total identificación entre Boleto de Compra-
venta y compraventa de inmuebles, rebatiendo todos sus argumentos.
Rebate la tesis de los que sostienen que la escritura pública es exigida “ad
probationem”, ya que la escritura pública se exige en el art. 1.184 inc. como “forma del
contrato”, que es el acto jurídico instrumentado, y no como forma del acto instrumentante.
Si no hay escritura es nulo “como tal”, es una forma legal y no una forma para la prueba.
Explica que no tiende a proteger a las partes, pues -uno de sus tantos argumentos-
sino no admitiría la conversión.
166
Considera que la forma del art. 1.184, inc. 1 no obsta a que las partes estipulen sus
obligaciones recíprocas (precio, entrega de la posesión, escrituración, etc).
Pero su fuerza vinculante entre partes no se reduce a valer como tal “promesa de
contrato”, sino que tiene para ellas un alcance aproximado al de un contrato de venta
común (consensual e informal), en cuanto les impone las obligaciones recíprocas pro-
pias de éste último.
No todas las obligaciones son exigibles inmediatas sino que en ausencia de conve-
nio al respecto se difieren al tiempo de la escrituración la de pagar el precio y entregar
el inmueble.
Aún entre partes el Boleto de Compraventa no es igual a la venta común pues sólo
por estipulaciones accesorias se le asemeja.
167
Se rige:
a.- Por su cláusulas
168
Actividad Nº 19
169
3) POSTURA DE LOS DRES. GATTI Y ALTERINI
Opina al igual que Molinario, que el art. 1.185 significa que el Boleto de Compraventa
importa un contrato en el que las partes se obligan válidamente a celebrar un contrato
de compraventa de inmuebles. Es un contrato verdadero firme, serio, definitivo y per-
fecto, pero no como contrato de compraventa, sino como contrato que obliga a concluir
el de compraventa. Tiene importantes efectos propios distintos a los de la compraventa
(pagar el precio, entregar el inmueble), y se presenta con respecto al de compraventa
como un contrato puro, intermedio, como un antecontrato.
El efecto propio del boleto para ambas partes, consiste en la obligación de otorgar la
escritura pública, o sea, de conformar el título suficiente para transmitir el dominio, una
verdadera obligación de hacer con la eficacia del art. 1.187 CC. El promitente de com-
pra tampoco esta sujeto a la obligación de pagar el precio.
Pero no obsta para que si las partes lo convienen, expresa o tácitamente, se agre-
guen a aquella otras obligaciones, como la del promitente de venta de hacer tradición
de las cosas (tradición traslativa de tenencia o posesión) o del promitente de compra
de pagar todo o parte del precio.
Opinión del Dr. ALTERINI en el caso “P de Giampietro, en Arcuri, Oscar P. v. Balbarani R”.
170
I. Esquema de Vélez: El punto importante es el art. 1.184 inc. 1 al exigir la escritura
pública. El art. referido junto a otros -975 a 978 y 1.140 CC.- desvirtúa la opinión que la
escritura pública es una mera formalidad “ad probationem”. Refuta esto en cuanto no es
susceptible de ser suplido por otras formas de prueba. Considera que se trata de una
solemnidad intermedia, una forma “ad solemnitatem” según los distintos ángulos en que
nos coloquemos, según que apuntemos a la no producción de efectos propios del
contrato de compraventa, o la producción de efectos intermedios que conducirán forzo-
samente a los definitivos y típicos de la compraventa.
Está dado por la presunción del legislador de que quienes suscriben un Boleto de
Compraventa tienen en mira que se concrete finalmente la compraventa a la que aspi-
ra, y como esa voluntad es presumida, no interesa que sepan o no que el objeto
perseguido sólo se alcanzará con el posterior contrato de compraventa que, para ser
tal, ha menester de la escritura pública, máxime que no es invocable aquí el error de
derecho.
Esto se corrobora con la previsión del art. 1.186 CC., normas cuyas proyecciones
generalmente omite meritar la doctrina, en función del cuál la voluntad tácita de la ley
puede desaparecer mediante una expresa declaración de voluntad contraria.
Reitera que se trata de una venta forzosa, siendo su fuente (la del art. 1.324 inc. 2) el
art. 1.972 inc. 2 del Esbozo que remite al art. 1.730, el que se corresponde con nuestro
art. 438 inc. 6 CC, si la venta es forzosa por el incapaz por haberla prometido su
antecesor con mayor razón lo sería para este último.
171
El art. 1.323 define al contrato de compraventa del que nace la obligación de transfe-
rir la propiedad de una cosa, pero esa obligación consiste en la tradición de la cosa y
no en el otorgamiento de la escritura y NO PUEDE HABER TRADICION TRASLATIVA
DE DOMINIO SIN QUE EXISTA ESCRITURA PUBLICA. Se descarta que pueda haber
contrato de compraventa de inmuebles sin escritura pública.
Crítica la posición del Dr Cifuentes (también del mismo fallo) quien sostiene que “la
escritura pública transfiere la propiedad”, es la “transferencia dominial”. Sostiene que
por el art. 577 CC no es posible sostener tal posición, sólo aceptable en el derecho
francés en donde no se exige la tradición constitutiva del derecho real.
El Boleto de Compraventa legitima a las partes a exigirse todas y cada una de las
obligaciones de “comprador” y “vendedor”, y no sólo la de otorgar escritura pública.
Pues las mayorías de las compraventas nacidas con Boleto de Compraventa desem-
bocan en la escrituración y el resto no da lugar a contienda sobre su validez, aunque sí
sobre su eficacia, o tramos de ejecución.
172
Crítica del Dr CALATAYUD (Cam. nac. civ., E, 28-9-73, Der. v. 53 fallo Nº 24.054):
Desde que los tribunales han resuelto que el comprador por Boleto de Compraventa
tiene derecho a exigir el cumplimiento del contrato de venta, debiendo otorgar el juez la
escritura en caso de resistencia del vendedor, carece de sentido considerar al Boleto priva-
do como una simple promesa y no como un contrato definitivo y perfecto de compraventa.
Cumplida la escrituración, sea por el dueño, sea por el juez, el dominio queda trans-
ferido, de tal modo que no es necesaria una nueva demanda de cumplimiento del con-
trato como lo sería si la escritura fuera sólo un requisito formal para tener por concluido
el contrato.
La concepción del boleto como simple promesa, implica escindir el proceso del
consentimiento en dos etapas; en la primera se consentiría sólo en escriturar; en la
segunda, se consentiría en vender.
Pero ello sería artificioso. Cuando dos personas suscriben un boleto privado entien-
de la una vender y la otra comprar. No tienen en mira la escritura sino la cosa y el
precio. La escritura es el cumplimiento mismo, como que a partir de su otorgamiento se
habrá operado la transferencia del dominio.
Justifica la omisión del “bajo pena de nulidad” del anterior art. 1.184, con el argumen-
to de que a su entender era “equivoco” porque el art. 1.185 -que subsiste hasta hoy- les
reconocía validez a los contratos comprendidos en aquel art. 1.184. De ahí deduce que
la forma requerida era “ad probationem” y que la referida omisión quiso dar a entender
esto último y nada más.
173
RESUMEN: El Boleto de Compraventa se trata de un contrato definitivo y perfecto de
compraventa, siendo la escritura pública un requisito de la transmisión de la propiedad.
No comparte la idea de que ese instrumento privado significara una simple promesa,
precontrato o contrato preliminar de compraventa, siendo conscientes de que sus obli-
gaciones nacen de ese contrato que es el que quisieron realizar y no otro preparatorio.
Entiendo que la interpretación que considera que es con la escritura pública donde
se celebra el contrato de compraventa, desnaturaliza el concepto del art. 1.323, pues
en verdad con ella se ejecuta el contrato pero no se celebra.
El Boleto no es más que la manifestación concreta del art. 1.323 CC. lo que no
impide sostener que, acorde con otras disposiciones, para la ejecución de las obliga-
ciones concertadas en él, deba cumplirse con formalidades prescriptas por la ley.
La forma exigida por el art. 1.184 es “ad probationem” o “ad solemnitatem relativa”,
entonces el contrato que no cumple con la forma del art. 1.184 tiene validez.
Apoyado en la omisión del art. 1.184 con la reforma, opina que a los efectos del
contrato, en nuestro caso transmitir el dominio del bien inmueble, debe otorgarse la
escritura pública, pero no para la esencia del acto como contrato. La escritura pública
es forma requerida para el cumplimiento de la obligación que asumió en el contrato.
Pero al no observársela, su omisión no ataca la validez del acto, sino que opera
sobre la producción de los efectos de ese mismo acto, o para la necesidad de su
prueba. Para dar ejecución al acto se requiere el “instrumento público de transferencia
dominial”. Se apoya en la interpretación que da al art. 1.185, al opinar que no quedan
174
“concluidos como tales”. O sea, por voluntad de las partes no es posible eludir las
formas que la ley exige para transferir la propiedad inmueble, lo que no importa soste-
ner que la ley exige esa forma para celebrar el contrato de compraventa.
Sostiene, apoyado en el art. 1.186 que si las partes se han obligado a que el contrato
no valdrá sin escritura pública, allí será el acto nulo como contrato, valiendo sólo como
promesa de contrato de compraventa, pero si nada dijeron, el contrato vale como tal.
Tanto es así que la ley en el art. 1.185 bis no habla de promitentes sino de comprado-
res y vendedores, quedando aquella expresión para la antología teórica.
Los actos de disposición que realice el promitente después de la firma del Boleto son
en principio inatacables, salvo simulación o fraude.
Aquél continua siendo propietario hasta que se perfeccione o consume la venta con
la escrituración. El promitente no se despoja de ninguno de sus derechos reales. Sigue
siendo promesa aunque se entregue la posesión.
Mientras no haya escritura pública, las demás obligaciones no son exigibles entre
las partes, ni podrá demandarse al respecto. Si no se escritura en el plazo que da la
sentencia, se resuelve el contrato aunque haya entrega de posesión.
175
Reconoce que hay arts. del CC. que sólo le son aplicables al contrato de compraven-
ta perfecto, pero que la jurisprudencia aplica tales pautas a los Boleto de Compraventa.
Haciéndose valer una promesa regida por los arts. 1.185 y 1.187 y no una compra-
venta de inmueble celebrada por escritura pública, hasta que esa escritura no se sus-
criba la compraventa no queda concluida y sólo existe para las partes una mera obliga-
ción de hacer, de suerte que aplicar los arts. 1.412 y 1.413 antes que el negocio se
consume definitivamente es un contrasentido. (LL t. 38 p. 960)
Aduce que la actuación diaria a cargo de nuestros Tribunales de éstas nuevas figu-
ras -cláusula resolutoria implícita y teoría de la imprevisión- al caso de compraventas
documentadas a través de B. privados, no importa sino un reconocimiento cabal de
status de verdaderos y propios contratos que aquellos revisten.
Recuerda que para la transferencia del dominio se requiere título y modo. También
expresa que la forma requerida con la escritura pública es “ad probationem”, por lo que
el acto subsistirá independientemente del instrumento. Pero para la adquisición del
dominio, la escritura pública es constitutiva, como elemento que concurre a caracteri-
zar el modo de adquisición, aunque sea meramente “ad probationem” respecto del título
o dato de instrumentación del contrato de compraventa inmobiliaria.
Para su oponibilidad erga omnes la transferencia del dominio debe estar inscripta en
los Registros de Propiedad (para un sector, ya que otros opinan lo contrario conside-
rando inconstitucionales los registros provinciales al respecto). Por ello es que en el
Tercer Congreso Nacional de Derecho Civil reunido en Córdoba se aprobó, con fecha
11 de Octubre de 1.961, la siguiente recomendación: que mientras se realice la revisión
general del CC, se sancione una ley que disponga agregar el siguiente artículo: Art.
4.052 “La tradición requerida para la adquisición o transmisión de derechos reales
sobre inmuebles, solamente se juzgará perfeccionada mediante la inscripción de los
respectivos títulos en los registros inmobiliarios de la jurisdicción que corresponda, y
176
en todos los demás casos, esas adquisiciones o transmisiones no serán oponibles a
terceros mientras no estén registradas....”.
El acreedor por Boleto era meramente quirografario frente a la quiebra del deudor.
Critica la teoría del Boleto de Compraventa como contrato preliminar porque ya con
el Boleto las partes han quedado enlazadas como verdaderos comprador y vendedor,
en razón de haberse dado expresa y recíproca conformidad respecto de la cosa y el
precio. El otorgamiento de la escritura pública no hace sino ejecutar el contrato de
compraventa ya concluido el que, para nuestro sistema positivo, aún tratándose de
inmuebles no deja de ser consensual.
TIENE NO TIENE
2.Si hubo tradición: Modo legal para ad- 2. Justo título (falta legalidad formal
quirir la posesión (1.185 bis) para alegar prescripción decenal.
177
Y además agrega otros tantos hitos importantes.
Cuando el valor del bien vendido supera los 10.000 $, el contrato ha de revestirse de
forma escrita. Tal formalidad es “ad probationem”.
Ello rige también para las compraventas de inmuebles sujetas a la ley 13.512.
Desde que la estipulación que obliga a comprar y vender está contenida en el Boleto,
estamos en presencia de un contrato de compraventa. Sostiene que quien suscribe el
boleto, no ha pensado jamás que ha hecho nada provisorio, ni sujeto a una ulterior
voluntad ni a la posibilidad de retraer esa voluntad.
178
11) POSTURA DEL Dr. SPOTA
179
15) POSTURA DEL Dr. MACHADO
En el caso de los negocios de compraventa previstos en el art. 1184 inc. 1º, donde
no obstante tratarse de contratos consensuales, en cuanto a su formación, no quedan
“concluidos como tales”; esto es, en cuanto a sus efectos, como acto constitutivo del
derecho real, sino desde que el requisito de forma se hubiere cumplido.
180
¿Qué efectos produce un antecontrato? Algunas situaciones son muy claras, como
la del art. 1185, en que se produce la consecuencia de que obligan a las partes a llenar
las formalidades o el compromiso. Entonces son verdaderos contratos que conducen, a
otros contratos. En la negociación sobre la compra de un inmueble se habría pasado
por dos etapas perfectamente deslindadas. La primera en que el interesado hace firmar
y suscribir a su vez un boleto, un anteacto perfecto en que se determinan todas las
condiciones de la venta y se comprometen a escriturar dentro de determinado plazo; y
la segunda sería cuando en cumplimiento de ese contrato se reduce a escritura pública
o se paga la indemnización si no se quiere firmar.
La concepción del Boleto como simple promesa implica escindir el proceso en dos
etapas; en la primera sólo se consentirá en escriturar en la segunda, se consentirá en
vender. Pero ésta es una escisión artificiosa, que no responde a la realidad ni a la
verdadera intención de las partes. Cuando dos personas suscriben un Boleto, entien-
den la una vender, la otra comprar. No tienen en mira la escritura sino la cosa y el
precio. Asumen, “actualmente”, el compromiso de hacerse la entrega de las prestacio-
nes recíprocas. La escritura no es para ellas el paso previo que les permitirá exigir el
cumplimiento de las obligaciones contraídas, sino el “cumplimiento mismo”, como que
a partir de su otorgamiento se habrá operado la transferencia del dominio.
181
a) Hasta la Sanción del Código de Vélez.
b) Desde la vigencia del Código hasta el plenario Cazes de Francisco c/Rodríguez
Conde.
c) Desde el plenario hasta la Ley 17.711.
d) Desde la vigencia de la ley hasta la fecha.
En esta primera etapa no pretende dar un concepto de lo que era el Boleto de Com-
praventa en el derecho patrio, sino analizar las distintas fuentes que tuvo en cuenta el
codificador;
182
Los comentadores posteriores la siguen y sostienen que si bien la promesa de venta
no es la compraventa, equivale a ella.
El contrato de compraventa siempre fue consensual, pero este a su vez puede ser
formal o a-formal.
A.4. En el Esbozo de Freitas: Sigue la línea del derecho romano, distingue la prome-
sa de venta del contrato definitivo, y en el art. 951, ap. 3, sostiene que en caso de que
alguna de las partes se niegue a cumplir con la promesa de venta, a la otra parte
“solamente” le queda una acción para resarcirse de las pérdidas e intereses.
Hace remisión a las obligaciones de hacer, personalísimas que no pueden ser cum-
plidas por personas distintas del deudor.
B. EL CÓDIGO DE VÉLEZ
Vélez, en esta misma sección, en el Título I, legisla “De los contratos en general”,
tratando: consentimiento, capacidad, objeto, forma, prueba, efectos.
El art. 1.140 define a los contratos consensuales y reales. Los primeros se perfec-
cionan con el mero consentimiento de las partes, los segundos con la entrega de la
cosa. Estos contratos consensuales pueden ser a su vez: formales o no formales. Si no
son formales, el mero consentimiento perfecciona el contrato, pero si son formales se
necesita el consentimiento de las partes y la forma requerida por la ley.
183
De acuerdo al art. 1.184 inc. 1, la compraventa inmobiliaria es un contrato consen-
sual formal, “bajo pena de nulidad”. Si no se hace mediante escritura pública, el contra-
to es nulo, porque tiene esa expresión: “bajo pena de nulidad”. Sanción que es reafirma-
da en los arts. 1.183, 1.182, 976, 977, 978.
En el art. 1.185 establece que si se hiciesen de otra forma no van a valer como tal
contrato, pero si van a valer, como un contrato en que las partes se obligan a celebrar
el contrato formal. La compraventa inmobiliaria celebrada en instrumento privado no es
compraventa inmobiliaria, pero vale como contrato en que las partes se obligan a
otorgar escritura pública.
A raíz del problema que se presenta con la venta de lotes a largo plazo y en cuotas
periódicas (si el vendedor no escritura lo único que podía pedirse eran daños y perjui-
cios a pesar de las mejoras introducidas) es que los tribunales buscan dentro de
nuestro CC una solución mas justa, comenzando COLMO, sosteniéndola BIBILONI en
su ante-proyecto y finalmente las cámaras civiles en pleno, en los autos CAZES DE
FRANCINO c/RODRIGUEZ CONDE la mayoría triunfa. Con Vélez Boleto es pre-con-
trato.
Esta nueva mayoría sostiene que en un juicio por escrituración el juez va a poder
otorgar la escritura pública por el obligado renuente. Por el juego de los arts.: 1.185,
1.187, 505, 629, 630, 631, el consentimiento por escrituración, y en cuanto a la
escrituración misma, el juez la firma por el obligado.
Por el art. 1.187 y 505, el acreedor puede en primer lugar, procurar que el deudor
otorgue la prestación; si no lo consigue, debe procurarla de un tercero a costa del
deudor; y en última instancia, pedirá la indemnización de daños y perjuicios.
En el esquema de Vélez la opción de escriturar o pagar daños era del deudor, des-
pués del plenario se la dan al acreedor: o la hace escriturar por el juez o pide daños y
perjuicios.
Sus fundamentos son: De los arts. 1.185 y 1.187 resulta que la COMPRAVENTA ES
UN CONTRATO CONCLUIDO que obliga a hacer la escritura pública.
A partir de este fallo surge una nueva postura que comienza a identificar al Boleto de
Compraventa con la compraventa en sí. También distinguen lo que es la compraventa
inmobiliaria, de lo que es la traslación de dominio. Dicen que la traslación del dominio
es una consecuencia de la compraventa inmobiliaria, por lo tanto la escritura pública no
184
hace al contrato, sino que hace a la traslación del dominio. El Boleto de Compraventa
es el verdadero contrato de compraventa, firme serio y definitivo.
Los problemas de la venta de lotes por mensualidades fueron solucionados por la ley
14.005, de la que nos interesan los arts. 4 y 6.
185
Actividad Nº 20
- Elija la postura cuyo criterio comparta y busque las que se le asemejen en cuanto
a la naturaleza jurídica del Boleto de Compraventa.
186
LA LEY 17.711
Introduce reformas en los arts. 1.185 bis, un agregado al 2.355 una modificación en
el 1.184 y el nuevo art. 2.505.
El art. 1185 bis hace oponible a la quiebra del vendedor por Boleto, este instrumento,
y que antes no podía oponerse al mismo, solución que era injusta.
De las nuevas teorías que han surgido a partir de la reforma de la ley y que tiende
otra vez a diferenciar el Boleto de Compraventa con la compraventa inmobiliaria, las
más importantes son las de GATTI Y ALTERINI, la de ALSINA ATIENZA, la de SPOTA y
la de LOPEZ DE ZAVALIA.
1. POSICION DE MORELLO
Es una obligación que pesa por igual sobre ambas partes, quienes se deben lealtad
en todo lo referente al cumplimiento del contrato.
187
También se asemeja la posición de uno de los más modernos códigos procesales
argentinos, el de la provincia de Santa Fe, y la del Anteproyecto de código procesal civil
para la provincia de Bs. As. 1.961.
Considera que se trata de una obligación indivisible, por lo consiguiente deben ac-
tuar todos los que compran y todos los que venden formándose un litisconsorcio nece-
sario.
Sostiene que el escribano puede válidamente citar y requerir a las partes a concurrir
a otorgar la escritura y que, además, tal requerimiento (el que se formula a las partes
para que otorguen la escritura en fecha cierta y determinada) valía por interpelación del
acreedor y por tanto constitutiva de mora extrajudicial.
En el caso Byrne c/ Posse el Dr. Pera apoya la sentencia que hace lugar a la deman-
da, fijando plazo para la escrituración, pero no el apercibimiento que pide el actor de
que en caso de incumplimiento la otorgue el juzgado, ya que sólo puede darse en ese
caso en daños y perjuicios conforma al art. 1.187. El voto del COLMO en el mismo
caso BYRNE sostiene que no importa que haya sentencia de primera instancia deter-
minando daños y perjuicios por la negativa del deudor a cumplir, ya que la manifesta-
ción de voluntad de demandado, en forma posterior, acerca de su no negativa a escritu-
rar, deja sin efecto tal resolución. Repudia la jurisprudencia según la cual el incumpli-
miento de un Boleto de Compraventa, en que no hay seña ni pacto resolutorio conveni-
do, como en el caso, se resuelve en la indemnización de daños. Si la parte pide que la
escritura se otorgue por el juez así debe ser. Jamás se podrá hacer decir al CC. que
una obligación que no sea personal, como la del caso, no cumplida por el deudor no
debe ser cumplida por un tercero a costa de éste. Ni que se puede liberar el deudor
dando daños y perjuicios, ni que la última posibilidad que da el CC. es los daños.
Además los pactos se cumplen. El art. 1.187 se explica -dice el Dr. COLMO- en el caso
de imposibilidad de cumplimiento de la obligación de escriturar. Además la opción no
puede ser para el deudor.
188
El Dr. REPETTO, en el caso BYRNE c/POSSE sostiene, recordando a Freitas y a
García Goyena, que la obligación de hacer del art. 1.187 es una obligación “sui generis”,
y que por consiguiente sólo puede ser cumplida por el deudor, y sino se resuelve en
daños y perjuicios.
Cita también la doctrina y legislación francesa en su apoyo. Dice: “Nada podía ser
más terminante para demostrar que la obligación de hacer escritura pública, en la
buena doctrina jurídica no es susceptible de cumplimiento en especie. Sostiene que el
sistema quedaría falseado en su esencia, pues, so color de cumplir una obligación de
hacer escritura pública, se estaría cumplimentando por el juez una obligación de dar
nula por declaración de la misma ley (art. 1.183)”.
2. VOTO DEL Dr. COLMO: Coincide con el orden en que están expuestos en la
réplica, para criticarlos. Sostiene que la fuente de Freitas no es tan palmaria, que
nuestro CC. tiene su diferencias. Además la obligación de hacer escritura pública NUN-
CA puede ser personal. También: “no sé cómo se puede razonar sobre la base de un
sistema legislativo y jurídico tan distinto del nuestro” (se refiere al francés.)
Otro argumento en su favor es la ley procesal. Dice que “la obligación de hacer del
art. 1.187 no tiene por qué correr otra suerte; puede, y debe, ser cumplida en especie”.
189
Muestra las distintas posturas, además de las anteriores, con que se enfrenta Vélez
al tiempo de redactar su código (opiniones de Marcadé, Troplong, Toullier, Demante).
Considera que los autores citados llegaron erróneamente a sus conclusiones influidos
por la tradición histórica, pues en el antiguo derecho francés, la promesa no transfería
la propiedad, y la discusión era determinar si era obligatoria su ejecución o si se
resolvía en daños e intereses.
B. VOTO DEL Dr. PODETTI: Sostiene que la sentencia que condena a escriturar,
como obligación de hacer, puede ser cumplida por el juez. Considera el asunto desde la
óptica del derecho procesal. El Boleto de Compraventa cuya firma ha sido reconocida
es un título ejecutivo.
La opinión del Dr. Podetti es sostenida en forma similar por Alsina, Chiovenda, Jofré.
Cita algunos arts. del CC, pero su razonamiento es totalmente procesalista, conclu-
yendo en la posibilidad de escrituración por el juez.
190
La sentencia por de pronto no sería a nuestro juicio, una verdadera condena. Es la
proposición aparentemente subordinada (“bajo apercibimiento de escriturar el juzga-
do”) la que contiene en realidad el elemento fundamental. La escrituración por el deudor
deja de ser el centro o foco de la nueva situación y pasa a constituirse en una alterna-
tiva eventual y sin trascendencia. La no escrituración posterior a la sentencia no com-
portaría respecto del deudor la comisión de un delito de desobediencia a la autoridad
(art. 239 C. Penal) tal como sucedería si el real contenido de la orden judicial estuviera
dirigido a imponer y conminar la actividad escrituraria. Y todo esto es así porque la
resolución judicial se integra con una segunda parte que la transforma (si el deudor no
escriturara, escriturará el juzgado) en cuya virtud la efectiva escrituración por la mano
del deudor ha perdido antijuricidad substancial.
A nuestro juicio hay que ir más allá que Colmo y Podetti, la sentencia confiere al
ganador derechos actuales “sobre” la cosa aunque no sean todavía derecho de domi-
nio. El vencedor tiene un título que emana de acto de autoridad y no de simple conven-
ción privada: es adjudicatario de ella en los términos del art. 2.610 y ser adjudicatario
es más que ser simple acreedor. Similares razones respecto al 2.610 dan: Machado,
SEGOVIA, SALVAT, LAFAILLE.
Concluye:
191
4. Los actos materiales de escrituración son tan poco personales como los actos
materiales de entrega de la cosa. Así como estos se desapodera al deudor y se
entrega la cosa en su nombre, nada impide que en la escrituración se lo sustituya
y se la otorgue en su nombre.
6. Los derechos del comprador quedan amparados por la fuerza de la cosa juzga-
da. Por derecho adquirido en los términos de la Constitución Nacional.
192
Actividad Nº 21
- Analizando las fallas referidas, elabore una opinión crítica acerca de la posibilidad
de escriturar por el juez, códigos procesales vs. código civil. ¿Hay inconstitucionalidad?
193
IV) OPONIBILIDAD DEL BOLETO A LA MASA DE ACREEDORES
Del juego de los arts. 1.185 bis y 150 de la ley 19.551, determina que sólo es
aplicable al caso de inmuebles destinados a vivienda.
Establece que dependerá del arbitrio del juez el que determine si se escriturará o no
por la facultad dada en la expresión “podrá” del art. 1.185 bis CC. El juez se fundará en
razones de equidad, por ejemplo, si el inmueble tiene un destino doble: lucro y vivienda,
si predomina el primero, podrá negar la escrituración.
El art. 1.185 bis del CC. exige el pago de la cuarta parte del precio y la buena fe. No
exige fecha cierta.
3. Nuestra opinión:
B) Esquema de la Reforma: El art. 1.185 bis tiene de positivo que protege a los
adquirentes por B., pero sus aspectos negativos son:
194
- Significa un retroceso en el régimen previsto por Vélez, porque:
- Es absurdo:
El Dr. Borda, apoyado por el Dr. Brevia no advierten la diferencia en que haya o no
posesión, pues de cualquier manera, ese crédito es oponible a la masa.
195
Halperín considera que el Boleto de Compraventa es un precontrato, mientras que
ROSSI, lo considera un contrato de Compraventa perfecto, en el que lo único que está
pendiente es la ejecución de un contrato que ya está celebrado.
Esta es la situación hasta la ley 17.711. Mientras tanto, Spota opina que el Boleto no
sólo es oponible a la quiebra, sino también a un acreedor hipotecario. Prevalece la
opinión de Borda.
Con el art. 1.185 bis se presenta la cuestión de quien tiene la posesión pero le falta el
25% del precio, haya o no posesión. No requiere fecha cierta, requisito incluido por la
jurisprudencia.
Con el art. 150 de la ley 19.551 se restringe el ámbito del 1.185 bis a los inmuebles
destinados a vivienda.
196
Actividad Nº 22
Art.150 Art.1185
Ley bis Jurisprudencia
19551 Cod.Civil
197
198
DIAGRAMA DE CONTENIDOS - UNIDAD VIII
CONCEPTO INSTRUMENTOS
PÚBLICOS
PRUEBA
CLASIFICACIÓN
DE LOS MEDIOS JERARQUÍA
PROBATORIOS
199
200
UNIDAD VIII
8.1. PRUEBA
El derecho procesal estudia la las modalidades con que cada uno de los medios
debe y puede ser prácticamente actuado en el curso del proceso.
201
De esta surge que quien alega la existencia de un contrato, el incumplimiento de una
o más obligaciones de él nacidas, tiene la carga de probarlo. Si el demandado reconoce
la vigencia de la relación pero afirma que el incumplimiento no le es imputable o que se
encuentra liberado, debe demostrar lo hechos en que se funda.
El art. 1.190 contiene una enumeración de los medios probatorios por los cuales se
demuestra la existencia del contrato, respetando los modos que dispongan los códigos
procesales de las provincias.
Instrumentos Públicos: (ver arts. 1.109; 979 a 996; 997 a 1.011). Medio preconstituido
cuyo fundamento está en la confianza, proporcionan plena prueba. La confianza deriva
de la presencia del funcionario y el cumplimiento de las formas exigidas por la ley. La
fuerza probatoria emanada de ellas puede destruirse por acción civil o criminal.
202
El Código se ocupa de ellos desde el art. 1012 al 1036.
Ello así porque tramitan una declaración unilateral. Entre las partes (destinatario y
remitente) ambos pueden ofrecerla como prueba (entre los corresponsales no hay
secretos) y hacen plena prueba.
Nadie puede valerse de una carta obtenida por un medio doloso o fraudulento.
La moderna doctrina ubica a la confesión entre los medios que excluyen la prueba
puesto que si la necesidad de probar proviene del contraste entre afirmaciones dis-
puestas y discrepantes y con la confesión desaparece el contraste o la controversia;
se supera la necesidad de suministrar prueba.
203
La confesión extrajudicial es la hecha fuera del juicio, por escrito o verbalmente,
frente a la parte contraria o a quien la represente. Hace plena prueba siempre que sea
acreditada por los medios establecidos por la ley.
Presunciones legales o judiciales: dan por admitida la realidad de los hechos an-
tes de cualquier demostración de ahí que, en cierta medida, excluyen la carga probato-
ria o modifican la carga ordinaria; o bien, remiten al discernimiento del juez que puede
ponerlas como base de su convicción en defecto de pruebas directas.
El art. 1.193 no admite la prueba por testigos -ni por presunciones- para demostrar la
existencia de contratos cuyo objeto tenga un valor superior a los diez mil pesos.
204
prueba pudo obtenerse al momento de la celebración no puede presentársela por la
pérdida o destrucción del instrumento.
Principio de prueba por escrito: puede probase por cualquier medio un contrato cuando
hubiere “principio de prueba por escrito”. Según el art. 1.192 es “cualquier documento
público o privado que emane del adversario, de su causante o de parte interesada en el
asunto y que tendría interés si viviera, y que haga verosímil el hecho litigioso”.
Se aplica a los contratos que puedan hacerse por instrumento privado y es un medio
indirecto, presuncional de la existencia del contrato.
Existencia de vicios: según el art. 1.121 si la cuestión versare sobre los vicios de
error, dolo o violencia, fraude, simulación o falsedad de los instrumentos donde constaren,
pueden probarse por cualquier medio. En realidad, de la lectura de la excepción vemos
que no corresponde a la materia de prueba de los contratos sino a vicios del consenti-
miento y a actos simulados o falsos.
Principio de ejecución: la existencia del contrato se prueba por los hechos realiza-
dos en cumplimiento de las obligaciones que surgen del mismo.
Los hechos que importen un principio de ejecución deben ser de tal naturaleza que
pueda deducirse verosímilmente de ellas la existencia del contrato. Se da mucho en los
casos de locaciones. Es una cuestión de hecho que debe resolverse según las modali-
dades propias de cada caso.
El art. 1.194 (concordante con lo dicho por el art. 996) establece que el documento
privado que alterare lo que se hubiere convenido en un instrumento público, no produci-
rá efectos contra terceros.
Se ha dicho que la inoponibilidad del contradocumento sólo puede invocarse por los
terceros de buena fe, es decir, quienes no conocían su existencia o la de la simulación.
El sentido de ambos arts. (996 y 1.194) es de protección a los terceros que confían
en el instrumento de mayor jerarquía, tendiendo a darles seguridad, de allí que nada
205
obsta a que esos terceros, sucesores a título singular o no, invoquen a su favor los
documentos privados que modifiquen lo convenido en el instrumento público.
206
Actividad Nº 23
a) INVESTIGUE:
1) ¿Existe discrepancia entre los artículos 1012 y 1190 inc.2º C.C.?, ¿Cómo solu-
cionaríamos la misma?
2) ¿Qué es la “carga probatoria” según los códigos procesales? ¿Qué deben pro-
bar el acto y qué el demandado?
207
Actividad Nº 24
208
DIAGRAMA DE CONTENIDOS - UNIDAD IX
SUCESORES
UNIVERSALES
Excepciones
Tercetos
Aspecto objetivo
Aspecto subjetivo
Autonomía de la voluntad
Dirigismo contractual
EFECTOS DE LOS
CONTRATOS
ENTRE PARTES
Y TERCEROS
Contrato a fovor de terceros
A cargo de terceros
Cesión del Contrato
209
210
UNIDAD IX
Como pauta de orientación en este tema, relativo al efecto de los contratos, pode-
mos señalar que existe un PRINCIPIO DE EFECTO RELATIVO (el principio y sus
limitaciones arts. 903 y 1195 C.C.). Los contratos no obligan sino a las partes y no
tienen efectos contra terceros.
Se las llama también otorgantes del acto. No debe confundírselos con los “signata-
rios”. El signatario puede ser el otorgante (ello ocurre siempre que actúe directamente
y en su propio derecho), pero puede ser también un representante suyo, suscribe el
acto sin ser tocado por sus efectos jurídicos.
También se considera como si fueran parte los sucesores universales de los otor-
gantes, que a la muerte de éstos vienen a ocupar su lugar. Los efectos de los contratos
se extienden activa y pasivamente a ellos (art. 1195 C.C.).
9.2.1. Excepciones
211
c) Si la aceptación de la herencia goza de beneficio de inventario, la responsabilidad
de los herederos por las deudas del causante se limita al monto de los bienes
dejados por éste, no responde ilimitadamente como la parte.
Los sucesores universales ocupan el lugar del causante desde el mismo momento
del fallecimiento. Tiene importancia decisiva la llamada “posesión hereditaria”. Esta
posesión hereditaria la tienen los herederos forzosos “ipso jure” desde el mismo mo-
mento del fallecimiento; en cambio, los otros herederos la tienen si son legítimos desde
la declaratoria de herederos que les reconoce el carácter de tales; si son designados
por testamento, por el auto judicial que lo aprueba en cuanto a sus formas. Mientras no
ostentan la posesión hereditaria los herederos no pueden demandar a terceros ni ser
demandados por éstos (carecen hasta ese momento de legitimación tanto activa como
pasiva).
9.2.2. Terceros
- Canonistas: imperativo
- Ripert: moral
- Grocio: la razón humana
- Puffendorf: la fidelidad a la pala-
Fundamento de la bra empeñada.
En qué autonomía de la
ASPECTO - Kant: imperativo categórico
consisten los voluntad
OBJETIVO - Bethaw: el interés individual.
contratos
- Demogue: el interés social.
- Messineo: la aceptación por las
partes del contenido contractual.
- Dirigismo: Josserand
Crísis del
Contrato
- Publicación: Lambert
212
a) Las partes Son alcanzados en forma plena por
los efectos de los contratos.
Los contratos son acuerdos sobre una declaración de voluntad común destinada a
reglar los derechos de las partes. Mediante esa declaración de voluntad común -que es
la esencia del contrato- se establecen vínculos jurídicos obligacionales entre los con-
tratantes, con la finalidad de reglar los derechos patrimoniales de ellas. Esos vínculos
jurídicos obligacionales tienen fuerza de ley entre ellos, así lo dispone el art. 1.197
C.C..
La declaración de voluntad común, entonces, es una regla, una norma a la cual las
partes quedan sometidas como a la ley misma. Alguna jurisprudencia destaca que no
es idéntica la norma convencional a la ley, evidentemente, pero la fuerza que surge de
ambas, en el caso de los contratos, es similar en orden a sus efectos precisamente
porque así lo dispone la ley, (art. 1.198 C.C.).
213
Como norma jurídica que es, a semejanza de la norma legal, obliga a las partes
intervinientes, en todo lo expresamente establecido y las consecuencias que puedan
considerarse que hubiesen sido virtualmente comprendidas en ellas (1).
Más allá de los significados etimológicos debemos admitir que la autonomía o sobe-
ranía de la voluntad nace de una delegación del orden jurídico. El derecho objetivo
convierte el poder de hecho, en poder jurídico, en poder de generar normas jurídicas o
poder jurigenético de la voluntad. El (el acuerdo de las partes obliga), resumen del
dogma consensualista, acuerda fuerza vinculatoria a la sola palabra empeñada, ha-
ciendo privar el aspecto ético o moral en el tráfico jurídico.
Una vez que se ha decidido a contratar y ha elegido con quién es igualmente libre
para elegir sus cláusulas, según la conveniencia de sus intereses, la satisfacción de
sus necesidades, pudiendo dictarlas con plena soberanía. Es la libertad contractual,
que integra el concepto de autonomía de la voluntad.
(1)El art. 1.198 que fuera sustituido por la ley 17.711 hacía expresa alusión a ello al decir que los
“contratos obligan no sólo a lo que está formalmente establecido sino a todas las consecuencias
que puedan considerarse que hubiesen sido virtualmente comprendidas en ellos”, aún a pesar de
la sustitución podemos decir que tal afirmación tiene implícitamente aplicación en la actualidad.
214
tancia al problema argumentando que “no ha de averiguarse cuál sea ese fundamento
en términos absolutos, pues en la realidad no hay ningún problema que espere solución
en este sentido” (2).
Para los autores del derecho canónico priva un criterio de orden moral.
Para Ripert el respeto a la palabra empeñada es una de las bases del orden social.
Según Grocio (quien secularizó el derecho natural) y buscó apoyo sólo en la razón
humana) la obligatoriedad de los contratos se fundaría en un “supuesto convenio, primi-
tivo y tácito otorgado contemporáneamente a la constitución de la vida social, y por el
cual los hombres se habrían obligado a ser fieles a sus promesas”.
Benthan indica que interesa más al hombre, la observancia de los acuerdos que
llega a celebrar, que su inobservancia, ya que al producirse ésta decae la confianza
que merece a sus semejantes y es él mismo quien se perjudica.
Según Demogue los pactos son aceptados por la ley en cuanto implican la colabo-
ración a la realización de los intereses colectivos y son irrevocables porque así lo
exige la seguridad social.
Ahora bien, a través del tiempo el derecho contemporáneo ha ido dando diferente
tinte a los efectos del contrato. Está en el signo de los tiempos -dice Mosset Iturraspe-
que el cauce legal por el que transita la autonomía de la voluntad, sea cada vez más
estrecho. Así lo preconiza una tendencia socializadora cada día más arraigada (3).
La conducta de los contratantes trasciende los límites de lo privado para incidir muy
hondo en lo social. No resulta exagerado afirmar que, al igual que la propiedad, el
contrato está en función social debiendo los contratantes o celebrantes, atender al
objeto fin individual cuanto al social (tesis de Spota). Se habla por ello de “civismo
contractual”.
La Exposición de Motivos del Código Civil mexicano indica que “el principio de la
autonomía de la voluntad con su correlativa fuerza vinculante, va siendo sustituido en
el derecho contemporáneo por el de la sujeción de la actividad humana a los imperati-
vos de la interdependencia y solidaridad social, creados por la división del trabajo y la
comunidad de necesidades”.
(2)Puig Brutau.
(3)Ya Ihering, autoridad insospechada en la materia, en 1875 advertía sobre los peligros que
amenazaban a la sociedad el egoísmo individual libre de toda traba.
215
9.2.4. Dirigismo contractual
216
Actividad Nº 25
217
9.3. EFECTOS DE LOS CONTRATOS ENTRE
LAS PARTES Y TERCEROS
Los efectos de los contratos se llaman “efectos relativos” porque sólo alcanzan a los
sujetos de la relación, es decir, a las partes.
Son partes quienes se han puesto de acuerdo sobre una declaración de voluntad
común, concurriendo a la formación del consentimiento y celebración del contrato.
En cuanto a los sucesores universales valga lo dicho en cuanto al art. 1195 del CC
que, a su vez, no es más que una consecuencia de lo prescripto por el art. 3263 y
siguientes de igual cuerpo legal.
Los sucesores particulares o a título singular son aquellas personas a las cuales se
les trasmite un sólo bien que sale de los bienes de otra parte. El sucesor singular
recibe sólo bienes determinados que se desmembran del todo ideal que forma parte del
patrimonio del autor, lo que lo diferencia del sucesor universal; así también por el hecho
de que, por lo común, se trata de actos entre vivos o por actos de última voluntad (caso
de testamento).
218
contratos “no pueden perjudicar a terceros” (o sea, la relatividad de los efectos de los
contratos) no significa que el contrato no existe frente a ellos, o que no les es oponible;
ya que el contrato es oponible frente a todos (4).
Los terceros pueden invocar la existencia del contrato, las obligaciones engendra-
das, su incumplimiento, etc., y no tienen derecho a desconocer tales vínculos, a pre-
tender ignorarlos o interferir en el derecho de crédito.
Existe contrato a favor de tercero cuando una parte denominada “estipulante”, con-
viene en su propio nombre y a mérito de un interés digno de tutela que la contraparte
“promitente”, quede obligada hacia un tercero, designado como beneficiario, a cumplir
una prestación que aceptada se estabiliza a su favor.
Una primera relación une al estipulante con el promitente y una segunda relación al
promitente con el tercero beneficiario. Siendo que el estipulante actúa a su nombre y
para sí mismo, actuando en su nombre y con interés personal, su quehacer escapa al
de un mero representante, al menos en sentido estricto o directo. El beneficiario es un
tercero ajeno al contrato entre estipulante y promitente al que se busca beneficiar o
favorecer, al margen de toda intervención suya en el negocio base.
(4)No en los términos de los derechos reales sino porque toda relación jurídica debe ser respetada por
los terceros y su violación apareja responsabilidad.
219
Actividad Nº 26
- Investigar la tres teorías que se dan respecto a la naturaleza jurídica del derecho
del beneficiario.
220
La sola aceptación por el tercero de la ventaja estipulada en el contrato a su favor
antes de ser revocada, le da derecho a exigir su cumplimiento; pero es necesario que la
aceptación se haya hecho saber al obligado, es decir, al prominente.
La solución dada por el código ha sido criticada puesto que es distinto el caso en que
el que promete el hecho ajeno garantice o no el resultado, el éxito de la promesa, que
de garantía del éxito o bien se límite a asegurar la ratificación de la promesa.
Cabe tener presente aquí lo dicho por el art. 1177 CC referido a las cosas ajenas
como objeto de los contratos.
221
El sólo hecho de prometer la prestación de un tercero, sin constituirse en garante no
obliga al promitente.
222
Actividad Nº 27
223
Las partes en la cesión de contrato son cedente y cesionario, el contratante cedido
no es parte, limitándose a dar su asentimiento expreso o tácito, el que sirve para hacer
eficaz la cesión respecto del cedido.
Nuestro código no ha reglado la figura de la cesión del contrato pero la amplitud del
art. 1444 acoge en su seno una serie de figuras típicas de cesión o trasmisión de la
posición contractual. Donde más se siente la falta de una regulación es en la compra-
venta, especialmente en lo relativo a las promesas bilaterales de compraventa.
224
Actividad Nº 28
225
226
DIAGRAMA DE CONTENIDOS - DE UNIDAD X
VICIOS
REDHIBITORIOS
227
Cumplimiento Legal
Simultáneo Convencional
Incumplimiento de gravedad
suficiente
SEÑAL O PACTO
Que no puede imputarse
ARRAS COMISORIO
incumplimiento al
excepcionante
Concepto Concepto
Especies Fundamento
Efectos
Conformatoria Naturaleza Jurídica
Diferencias
Penitencial Sistema del Código
Arras penitenciales Civil
Entre "exceptio non adimpleti
Cláusula "como seña y a cuenta de
contractus" y el pacto
precio"
comisorio
Entre "exceptio non adimpleti
contractus" y derecho de
retención
228
UNIDAD X
Como consecuencia del acuerdo de voluntad nacen los derechos correlativos para
exigirse, recíprocamente, el cumplimiento de cada prestación. Por ello, ante el incum-
plimiento, la partes pueden recurrir a los medios legales para que el otro le procure
aquello a lo que se ha obligado, para hacérselo procurar por otro a costa del deudor y/
o para obtener del deudor las indemnizaciones correspondientes.
El art. 1201 CC establece que “en los contratos bilaterales una de las partes no
podrá demandar su cumplimiento si no probase ella haberlo cumplido u ofreciese
cumplirlo, o que su obligación es a plazo”.
Ello importa decir que, cuando así no lo hiciese y ejercitara la acción persiguiendo el
cumplimiento de la prestación a cargo de la otra parte, ésta puede enervar esa preten-
sión alegando incumplimiento del accionante, con respecto a su obligación correlativa.
A esta norma de enervar aquella acción es a lo que se ha dado en denominar “exceptio
non adimpleti contractus” o excepción de incumplimiento.
A pesar del nombre dado, no es romano su origen; en realidad, aún cuando el dere-
cho de alegarse el cumplimiento fue bastante aceptado en materia de contratos
sinalagmáticos, el principio general nunca fue expuesto allí. Fueron los canonistas los
que las dedujeron del principio de la correlación entre las obligaciones recíprocas,
nacidas de una misma relación jurídica y los postglosadores los que construyeron la
teoría de la excepción a la cual dieron ese nombre.
Esta teoría subsistió entre los germanos, no así en el antiguo derecho francés.
Nuestro Código Civil se inspiró en este punto en la obra de Freytas, en el Código de
Chile y los principios de Domat, sancionándose el art. 1201. Con posterioridad a nues-
tro código la incluyeron el Código Civil alemán, el brasilero, el peruano, el francoitaliano
y el italiano, manteniéndolo Bibiloni y el Anteproyecto de 1936.
Entre las diversas causas dadas para fundar la excepción se destaca la interdepen-
dencia o causalidad recíproca de las prestaciones; en la injusticia que sería permitir
229
que una parte reclame el cumplimiento de las obligaciones a cargo de la otra parte, sin
que por su lado cumpla las que el contrato ha puesto a su cargo. Otro fundamento de
importancia es simplemente, la voluntad de las partes. Es que, las partes al contratar
celebrando un contrato bilateral, sin concertar cláusula expresa, condicionan el res-
pectivo cumplimiento al cumplimiento simultáneo de la otra.
Por ello, si una de las partes cuando pretende exigir el cumplimiento de la otra sin
haber ella cumplido, ofrecido cumplir, o demostrado que su obligación es a plazo, no
condiciona la acción a lo que fue voluntad de ambas. La ley al reconocer el derecho de
la demandada para paralizar la acción del reclamante mediante esta excepción no hace
más que darle fuerza legal a esa voluntad condicionada.
La condición a la que nos estamos refiriendo interesa sólo a las partes por lo que el
Juez no puede aplicarla de oficio. Puede ser renunciada táctica o expresamente por las
partes.
- Es una verdadera excepción o defensa que debe ser opuesta por el demandado
por cumplimiento, accionado, pudiendo el actor -mientras tanto- guardar silencio
sobre su propia obligación.
230
10.1.2. Requisitos de procedencia:
10.1.3. Efectos
Quien demanda por cumplimiento debe demostrar haber satisfecho las obligaciones
a su cargo, impuestas por el contrato bilateral. El accionado que opone la excepción de
incumplimiento debe acreditar exclusivamente la existencia del contra productor de las
obligaciones recíprocas.
a) Rechazar la acción (sin que se prejuzgue sobre los derechos en cuestión que el
demandante podrá hacer valer en otro procedimiento, una vez cumplida la presta-
ción);
231
b) Acoger la acción, previo pago de la prestación pendiente a cargo del actor.
En la retención lo que se rehusa es la entrega de una cosa que es propiedad del otro
(art. 3030 C.C), se exige la condición de conexión entre la deuda y la cosa; en la
excepción basta que la obligación derive de un contrato bilateral y la correlación o
conexión que se exige es de las obligaciones y su cumplimiento simultáneo que confi-
guran una relación sinalagmática; en el derecho de retención se rehusa la entrega aún
en el caso de contratos unilaterales. La defensa de incumplimiento es una excepción, el
derecho de retención puede ejercerse como acción. El derecho de retención supone
créditos recíprocos y/o conexos pero éstos son independientes entre sí, por cuanto no
es el uno la causa jurídica del otro, en cambio, en la excepción además de relación
sinalagmática, un crédito es la causa jurídica del otro, si entre los créditos faltase la
relación de causalidad no se daría la relación sinalagmática y la excepción carecería
de fundamento.
232
de ese modo, en cambio, el que recurre a la excepción de incumplimiento, se aprove-
cha de un defecto del contrato y, por ende, de una consecuencia de su crédito.
233
Actividad Nº 29
234
10.2. SEÑAL O ARRAS
10.2.1. Especies
El sistema del Código Civil es contrario al de Comercio (ver art. 1202 CC). La norma
general es la seña penitencial que faculta al arrepentimiento, la excepción -salvo prue-
ba en contrario- es la seña confirmatoria o de prueba de la existencia del contrato.
235
Convenida la seña como penitencial, debilita el vínculo contractual, porque cualquie-
ra de las partes puede arrepentirse tanto el que dio la seña como el que la recibió, el
primero perdiendo lo que dio y el segundo devolviendo lo recibido con otro tanto igual,
ello como total y única indemnización por arrepentimiento (al igual que las cláusulas
penales).
El arrepentimiento puede ejercerse por ambas partes, salvo existencia de una cláu-
sula especial en el contrato que estableciera la facultad para una sola de ellas.
En el Código civil (art. 1202) la estipulación de una seña comporta un acto de displi-
cencia, que autoriza a ambas partes a ejercer la facultad de arrepentirse, privando al
contrato de sus efectos. La seña, además de enervar la eficacia del contrato, por el
pacto de displicencia que implica, equivale a una indemnización convencional fijada
anticipadamente por las partes, tendiente a resarcir los daños sufridos por la contraria
en caso de mediar arrepentimiento.
b) Que siendo los daños superiores al valor de la seña -o al doble- debe abonarse la
diferencia a fin que la indemnización sea integral.
236
Ahora bien, si no media arrepentimiento sino incumplimiento de la obligación, la
indemnización, no obstante existir señal o arras en el contrato se rige por los principios
generales, sin limitarse al importe de la seña.
La seña penitencial (según la especie adoptada por el art. 1202 CC) permite a las
partes arrepentirse y con ello separarse del contrato, la dación o entrega a cuenta de
precio, al significar un principio de ejecución, constituye, por el contrario, un obstáculo
al retiro unilateral y una confirmación del negocio celebrado.
Luego, entre las expresiones “como seña” y “a cuenta de precio” existe un claro
antagonismo cuando se usan en forma conjuntas amalgamadas en la frase del acápite.
Dicha cláusula resulta contradictoria conceptual y jurídicamente.
Puede tener como fuente la ley o una convención. La facultad se concede a la parte
cumplidora frente a la incumplidora una vez producido el incumplimiento injustificado
de la obligación. Presupone la existencia de un contrato válido con prestaciones recí-
procas.
237
Tal facultad nace desde que la parte incumplidora incurre en mora y tiene por finali-
dad no cuestionar la validez o existencia del contrato sino resolver el vínculo contrac-
tual válido, de hacer volver las cosas al estado anterior al momento de la celebración
del contrato, con la obligación por parte de la incumplidora de satisfacer daños y perjui-
cios.
No se trata de una sanción ante la conducta antijurídica del deudor porque no requie-
re la imputabilidad moral o subjetiva y procede incluso ante un incumplimiento no cul-
poso.
10.3.3. Sistema del Código Civil: Resulta interesante en este punto observar la
antigua redacción del art. 1204 CC y la modificación introducida por la Ley 17.711. Esta
ley distingue entre pacto comisorio legal y pacto comisorio contractual; el art. 1204 CC
fue tomado íntegramente del art. 216 del Código de comercio (modif. por Dec.Ley 4777/
63).
238
Actividad Nº 30
confirmatoria
1) señal
penitencial
2) pacto comisorio
239
10.4. PACTO COMISORIO LEGAL
LA PRIMERA PARTE DEL ART. 1204 ESTABLECE QUE: “En los contratos con pres-
taciones recíprocas se entiende implícita la facultad de resolver las obligaciones”.
Si opta por la resolución puede hacerla valer por dos vías: judicial o extrajudicial. Si
prefiere la judicial la resolución del contrato se produce recién cuando se dicta la
sentencia. Si quiere llegar a la resolución por vía extrajudicial, la parte cumplidora tiene
que conminar a la incumplidora extrajudicialmente para que cumpla con la obligación,
dentro de un plazo que nunca podrá ser menor de quince días (salvo que los usos o una
convención expresa fijara un plazo menor).
Hecha la conminación del cumplimiento la suerte del contrato queda a cargo del
deudor que puede:
(5)Estos son únicamente los bilaterales perfectos y contratos con prestaciones recíprocas incluye
también los bilaterales imperfectos.
240
Es claro que -como dijimos- la suerte del contrato está a la voluntad del deudor
puesto que, aún cuando lo que se pretenda sea conminar para el cumplimiento, eligien-
do la vía extrajudicial, si el deudor no lo prefiere así, el contrato se resolverá de pleno
derecho porque así lo prefirió el deudor que optó por la resolución.
Está previsto en la tercera parte del artículo. Esta facultad está reglada en forma
distinta a la legal. Se puede llegar a la resolución de pleno derecho, extrajudicialmente,
sin que la parte cumplidora emplace a la deudora que cumpla dentro del término antes
dicho de quince días (o menor si correspondiere), con sólo comunicarle en forma feha-
ciente su voluntad de resolver el contrato.
Pero la ley no prevé dentro de qué término debe el acreedor formular la declaración,
de ahí que se hayan originado dos corrientes contradictorias. La una que sostiene que
puede hacerlo antes de que se prescriba la obligación, la otra que entiende que debe
hacerlo dentro de un término prudencial para que no se presuma su renuncia.
De esto resulta que la resolución de pleno derecho en el caso del pacto comisorio
legal se produce en distinta forma y en distinto tiempo que la resolución de pleno
derecho en el pacto comisorio expreso. En el primer caso no basta la mora y el reque-
rimiento sino que debe vencer el plazo de quince días después de la intimación (o el
menor si corresponde). En el caso de la facultad resolutoria expresa, recién cuando el
acreedor comunique al incumplidor en forma fehaciente su voluntad de resolverlo. En
ambos le corresponde al deudor el derecho de oposición, en cuyo caso, alegando la oposi-
ción, la resolución deberá resolverse por vía judicial, declarándose su procedencia o no.
10.6. EVICCIÓN
A todos los que dividen bienes comunes con otro, o que a título oneroso trasmite
derechos, la ley impone el beneficio del copartícipe o adquirente, la obligación de
asegurarle la existencia, legitimidad y ejercicio del derecho; el goce y la posesión del
bien dividido o trasmitido, conforme lo que como objeto del acto de división o trasmi-
sión, y los responsabiliza por los perjuicios que aquéllos sufran como consecuencia de
las pretensiones de derecho de un tercero por los que la turbe o prive total o parcial-
mente, de esos bienes en razón de un vicio inherente del derecho o de una carga que lo
grave, lo que existía con anterioridad o concomitantemente al momento de la celebra-
ción del acto y cuya existencia, entonces, era desconocida por el copartícipe o adquirente.
241
carga que lo grava cuya existencia era anterior y desconocida por el
turbado en el momento de la celebración del acto de división o trasmisión.
En consecuencia:
La evicción es un elemento natural impuesto por la ley que se hizo obligatorio como
consecuencia de la frecuente repetición del pacto de garantía que las partes concerta-
ban para conseguir la finalidad del acto, no para garantizar el cumplimiento sino para
garantizar el negocio que se realiza. A tal punto que la garantía así concebida por la ley
no se pone en movimiento por el incumplimiento sino por un evento futuro que consiste
en la pretensión del derecho de un tercero que turba o priva al adquirente en razón de
que el derecho que ejerce es preferente al derecho del turbado, a raíz de un vicio
inherente del derecho trasmitido, anterior o concomitante al acto de la trasmisión y
desconocido por el adquirente.
242
10.6.1. Naturaleza jurídica de la evicción
Es un elemento natural dado en interés de una de las partes que preserva la identi-
dad del negocio que se tuvo en mira celebrar siendo de interés de una de las partes,
cae dentro de la órbita de lo que puede ser materia del principio de autonomía de la
voluntad que consagra el art. 1197 CC con las limitaciones impuestas por el orden
público, la moral y las buenas costumbres.
1º) Existencia de un negocio jurídico válido que tenga por objeto la trasmisión de un
derecho o la división de derechos comunes.
4º) Que es privación total o parcial del bien lo sea en virtud de una sentencia.
6º) Que la turbación o privación o se haya originado por causa del adquirente o
copartícipe.
7º) Que la especie de evicción sufrida no haya sido exceptuada por cláusula especial
o expresa en el acto de transferencia o división.
243
Actividad Nº 31
244
10.6.3. Quién debe la garantía: El que trasmitió el derecho o lo dividió con otro, ya
se trate de una persona física o jurídica, obligación que se extiende a sus herederos o
continuadores en la persona del enajenante o copartícipe.
- Que la adquisición haya sido a título oneroso (el donante, salvo casos de excep-
ción frente a los subsiguientes adquirentes). Ver art. 2096 CC..
10.6.5. En qué medida se debe esta garantía: Esta garantía se debe en la medida
del derecho trasmitido, salvo convención especial. Tal derecho es el que pone límite al
deber de garantía. (Ej.; si trasmitió el derecho pleno de propiedad, se responde por
cualquier turbación de derecho sobre su existencia, legitimidad, ejercicio pleno del
derecho y libertad de cargas ocultas. Si se enajenó un derecho de propiedad menos
pleno, con un vicio que no puede servir de causa para la turbación de derecho, porque
no reúne las condiciones de tal, por lo que se trasmitió un inmueble sometido a servi-
dumbre pasiva, se garantiza sobre toda turbación de un tercero menos la que pueda
provenir del ejercicio de dicha servidumbre).
10.6.6. Con qué clase de obligaciones se integra la garantía: Se integra con tres
clases de obligaciones
10.6.7. Obligaciones de no hacer: estas obligación del que debe garantía compren-
de el deber de abstenerse de realizar cualquier acto que turbe o prive al adquirente del
derecho trasmitido o dividido. Esta obligación se extiende a los herederos del garante, y
se la denomina “garantía por los hechos personales del vendedor”.
245
Esta obligación de hacer es de carácter indivisible y si fueren varios los herederos
del enajenante, cualquiera de ellos tiene el deber y puede ejercer el derecho de salir en
defensa por la totalidad del derecho trasmitido o dividido, (art. 2107 CC).
1. No turbar al adquirente.
Son obligaciones 2. Acudir en defensa del adquirente ante el reclamo
del judicial (promovido por un tercero titular de un su-
enagenante: puesto mejor derecho de la cosa trasmitida).
3. Indemnizar los gastos y perjuicios.
246
10.6.12. Cesación de la responsabilidad
Según el art. 2164 CC son vicios redhibitorios los “defectos ocultos de la cosa cuyo
dominio, uso o goce, se trasmitió por título oneroso, existentes al tiempo de la adquisi-
ción que la hagan impropia para su destino, si de tal modo disminuyen el uso de ella
que de haberlos conocido el adquirente no la habría adquirido o habría dado menos por ella”.
El vicio o defecto debe ser de tal entidad que se traduzca en la posibilidad de “dejar
sin efecto el contrato” volviendo la cosa al enajenante y restituyéndole éste el precio
pagado.
10.7.1. Requisitos
247
Se puede restringir, renunciar o ampliar la responsabilidad por vicios redhibitorios.
El comprador (art. 2175) podrá intentar una u otra acción pero no tendrá derecho
para intentar una de ellas después de haber sido vencido o de haber intentado la otra.
En los módulos respectivos se verá cómo funcionan los vicios redhibitorios en los
contratos en particular, en especial en la locación de obra donde cabe tener presente
que no se puede dispensar totalmente la responsabilidad por ruina total o parcial y que
la recepción de la obra de conformidad obsta a cualquier reclamo por vicios “aparentes”
y respecto a los ocultos, el término varía según que se trate de edificios u obras en
inmuebles destinados a larga duración (art. 1646) o de otras especies de obras (art.
1677 bis).
248
Actividad Nº 32
Evicción
249
250
DIAGRAMA DE CONTENIDOS - UNIDAD XI
INTERPRETACIÓN
DE LOS
CONTRATOS
La cuestión
Doctrina sobre de la
Interpretación Jurisprudencia
Proceso de El Problema en
Declaración la Legislación
Nacional
251
252
UNIDAD XI
253
La interpretación no es un atributo exclusivo del contrato sino de todos los actos o
negocios jurídicos. Resulta un procedimiento indispensable para conocer cuáles son
los derechos y las obligaciones que emanan del negocio, y por ende, para su cumpli-
miento. Al margen de todo litigio o diferendo entre partes y prescindiendo de la claridad
u oscuridad de las cláusulas.
11.2. MATERIA
b) Este análisis también es trasladable a aquellos casos en que hay una neta sepa-
ración entre la declaración de oferta y la de aceptación. Cuando la aceptación
puede consistir en algo más que un “sí”, el sentido del contrato deberá desentrañarse
combinando las frases de la oferta con las de la aceptación. Cuando ésta última
sólo consista (o sea reductible) a un “sí”, bastará con interpretar la oferta.
11.3. OBJETO
254
López de Zavalía dice que:
2) También constituye una ilusión el suponer que las palabras y la conducta tienen
un sentido unívoco según los usos del tráfico.
Existe el fenómeno de la pluris significación, de ahí que toda palabra, toda frase y en
general toda conducta, deba ser interpretada conforme al contexto general. Juegan el
tiempo y el lugar, y un cúmulo de otras exterioridades que permiten fijar un sentido a la
declaración.
Danz opina que las reglas van dirigidas al juez y pone de resalto la estrecha vincula-
ción entre las normas de interpretación.
Para Messineo son normas dirigidas, en primer término, a las partes que son sus
únicos destinatarios y quienes formularán una “interpretación auténtica” y sólo cuando
surja algún diferendo entre ellas y el contrato sea llevado ante la justicia, el destinatario
será el juez.
255
11.4. CRITERIO DEL CÓDIGO CIVIL
El derogado art. 1198 C.C. no contenía una regla de interpretación, pese a lo afirma-
do en contrario por doctrina y jurisprudencia -afirma Mosset de Iturraspe-, el nuevo art.
1198 expresa “Los contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de buena fe
... “Se incorpora así de modo expreso y a la vez con la máxima amplitud, la buena fe
como norma fundamental en la interpretación del contrato. Antes de la reforma tanto la
doctrina como la jurisprudencia nacional estimaban implícito en el ordenamiento jurídi-
co el “principio rector de la buena fe”.
Esa amplitud del concepto de buena fe está dada en primer lugar, por la admisión del
distingo entre buena fe objetiva. Lealtad y probidad y buena fe subjetiva, creencia o
confianza, relacionada con los múltiples supuestos de derecho aparente. Debe esti-
marse que en la materia de los contratos el derecho ampara la buena fe en uno como
en otro significado.
La buena fe subjetiva logra amparo cuando se protege a los adquirentes que obran
en base a la confianza que suscita un derecho aparente, cuando se protege a los
adquirentes que obran en base a la confianza que suscita un derecho aparente, cuando
se protege a quien no puede advertir un error no reconocible, cuando para la formación
del consentimiento y la interpretación del contrato se atiende a los términos que se
desprenden de la declaración y no a los que permanecen guardados en la conciencia
de los celebrantes.
11.4.1. Las reglas del Código: Entiende Mosset Iturraspe que, en virtud de lo
preceptuado por el art. 16 del Cód. Civil, las reglas de interpretación de los contratos
establecidas por el art. 218 -también 217- del Código de Comercio (repetición de las
256
contenidas en el Código de Comercio del estado de Bs. As. vigente a la época de la
sanción del Código Civil) son aplicables para la interpretación de los contratos civiles
(J.A. 1955 - II pág. 452).
Tales reglas constituyen una repetición de los principios expuestos por Pothier que
inspiraron las normas del Código Napoleón y ejercieron notable influencia sobre las
codificaciones del siglo XIX.
Así, expresa López de Zavalía que, antes de la reforma la doctrina que entendía que
existía en nuestro Código Civil una laguna en materia de interpretación de los contra-
tos, y sólo veían alguna norma aislada de este tipo, como el art. 1198 C.C., invocando
el art. 16 del C.C. los llevaba a aplicar a la interpretación de los contratos civiles las
normas que el Código de Comercio en su art. 218 traía para los contratos comerciales.
El mencionado autor sostiene que, a su entender, la regla del art. 1197 es decisiva.
Ella implica la consagración del CARACTER NORMATIVO DEL CONTRATO, el cual
debe ser interpretado del mismo modo que la ley. Indica que no hay que tomar el art. 16
como punto de partida e ir al Código de Comercio, sino como PUNTO DE LLEGADA, el
art. 16 no es una norma remisiva sino la norma a la cual remite el art. 1197. En el
análisis de nuestro sistema -expresa- veremos que, en definitiva encontramos directi-
vas similares a las del Código de Comercio, pero que son similares las reglas que
gobiernan la interpretación de todos los actos y por ende, tanto de los legislativos
como de los contractuales.
Afirma que después de la reforma el art. 1198 tiene una redacción que da una preci-
sa directiva en materia de interpretación contractual.
A) DOCTRINARIA: es la que verifican los técnicos del derecho cuando se les pide
su parecer sobre un contrato. Su actitud equivale a una predicción de lo que los
jueces puedan fallar si el caso llega a su conocimiento.
C) AUTENTICA: la que realizan las partes, ha sido llamada la “reina de las interpre-
taciones (la forma más común de interpretación auténtica es la que realizan las
partes cuando concluyen un negocio de fijación o determinación, donde estable-
cen de común acuerdo la interpretación de un contrato anterior).
257
Actividad Nº 33
concepto:
Interpretación objeto:
clases:
258
11.6. CARACTERES DE LAS REGLAS DE INTERPRETACIÓN
1.- Los que consideran que las reglas de interpretación sólo implican pautas, conse-
jos, dirigidos al juez, se ven naturalmente inclinados a considerar los juicios
hermenéuticos del mismo modo que los juicios de valoración de la prueba que se
emiten en un sistema de libre convicción. Unos y otros envuelven una “questio facti”
ajena al recurso de casación, en cuanto dependientes del libre arbitrio del juez.
Los tribunales que la recogen admiten sin embargo una relevante excepción: se abre
el recurso tratándose la materia como cuestión de derecho cuando lo impugnado es la
calificación jurídica verificada por los jueces de los hechos. (Los tribunales franceses
admiten una segunda excepción cuando ha mediado desnaturalización del contrato, lo
que acontece cuando el juez se ha apartado de una cláusula del contrato clara y
precisa).
2.- Quienes, por el contrario, sostienen que las reglas sobre interpretación constitu-
yen verdaderas normas jurídicas, no vacilan en sostener que la interpretación puede
ser revisable en casación siempre que se afirme una violación de ellas.
3.- López de Zavalía piensa que los artículos de una ley que contengan directivas
sobre hermenéutica de los contratos, son como cualesquiera otros objetos de interpre-
tación. Sólo del análisis concreto de cada cuerpo legal podrá concluirse si un determi-
nado texto envuelve un consejo o un precepto normativo. Al mismo tiempo sostiene que
los problemas sobre interpretación constituye una “questio juris” revisable por casa-
ción.
Por la primera regla de hermenéutica, para captar el sentido hay que fijarse en las
palabras del contrato. Sobre el modo de interpretar las palabras el Código de Comercio
contiene dos reglas las que, siendo aplicables a la ley lo son también a los contratos
civiles. Por el art. 217 las palabras “deben entenderse en el sentido que les da el uso
gral., aunque el obligado pretenda que las ha entendido de otro modo” y por el art. 218
259
inc. 1º “habiendo ambigüedad en las palabras, debe buscarse más bien la intención
común de las partes que el sentido literal de los términos”.
El punto de partida está dado por la interpretación literal contra la que no cabe el
sentido divergente de una de las partes pero sí el sentido divergente de ambas partes.
a) Para fijar el sentido literal hay que tener en cuenta el uso gral. de los vocablos y de
las frases, lo que depende del contexto y las circunstancias.
b) Fijado ese sentido literal no tiene interés alguno para la interpretación el probar
que una de las partes lo entendió en modo diferente. Distinto es el caso en que
todos los contratantes hayan entendido la declaración en un sentido común distin-
to, aquí sobre el sentido literal prevalece la intención común.
3) Por “uso gral.” debe entenderse el corriente en la vida de relación según las
circunstancias (en el ámbito contractual deberá atenderse primeramente al léxico con-
tractual). De entre los usos prevalece el regional, esto es, el practicado en el lugar
donde debe ejecutarse el contrato.
Quien afirme que las cláusulas, pese a su claridad, no traducen la voluntad real,
deberá producir la prueba pertinente; lo mismo sucede con quien pretenda dar a los
términos empleados en el contrato un significado distinto del que se desprende de su
acepción común y gral.
La segunda regla que dimana del art. 16 lleva a tener en cuenta el “espíritu de la ley”
contractual. La redacción de la norma no establece preeminencia entre la palabra y el
espíritu. El espíritu del contrato trasunta las palabras y éstas se explican por el espíritu
del mismo. No debe independizarse ambas normas para hacer funcionar una después
de otras sino que pueden aplicarse ambas o tomarlas conjuntamente.
Esta en el espíritu del contrato estatuir algo, el tener algún efecto, y está en su
espíritu establecer un ordenamiento justo.
a) El contrato algo estatuye. De allí que las cláusulas susceptibles de dos sentidos
de uno de los cuales resultaría la validez y del otro la nulidad del acto, deben
entenderse en el primero (Cód. Com. art. 218 inc. 3º primer precepto).
260
b) El contrato estatuye con justicia. De ello, si las significaciones posibles llevaran
todas a la validez del acto, debe elegirse “aquella que más convenga a la naturale-
za de los contratos y a las reglas de la equidad” (C. Com. art. 218 inc. 3º segundo
precepto).
El contrato establece un orden normativo que en cuanto tal deroga otro anterior. Al
ser las normas contractuales individuales, presentan un carácter de excepción que
llevan -en la duda- a una interpretación en contra del cambio.
Está en el espíritu del contrato no ser un fin en sí, sino medio para la obtención de un
fin ulterior. Corresponde en consecuencia dar a su contenido aquél significado que
mejor convenga a los fines prácticos que persiguen las partes. Entran aquí en juego las
llamadas interpretaciones especificadora, restrictiva y extensiva.
Hay quienes rechazan que la analogía tenga valor en la interpretación de los contra-
tos, pero para defenderla nos basta recordar que las leyes supletorias son susceptibles
de aplicación analógica. Si recordamos que la legislación supletoria queda incorporada
al contrato como parte de él, se deberá concluir que el contrato mismo recibiría aplica-
ción analógica y no tan sólo en la parte que se limita a repetir la letra de la legislación
supletoria, sino en todo su contexto pues aquélla por éste se explica.
El nuevo art. 1198 C.C. establece que “los contratos deben interpretarse de buena fe
y de acuerdo con lo que la partes verosímilmente entendieron o pudieron entender
obrando con cuidado y previsión”. Se trata aquí de la buena fe en la interpretación:
261
1.- Al interpretar un contrato debe operarse con él como con la ley, conceptualmente
más justo, más sabio que sus autores concretos.
Art. 218 C.Com. inc. 4º “Los hechos de los contrayentes, subsiguientes al contrato,
que tengan relación con lo que se discute, serán la mejor explicación de la intención de
las partes al tiempo de celebrar el contrato”. Proviene de los hechos de los propios
contratantes, por ello es llamada interpretación auténtica. Sólo podrá recurrirse a ella
evidentemente debiendo ambigüedad en las palabras.
No sólo los hechos posteriores interesan a estos fines, también los anteriores y los
simultáneos o coetáneos interesan a la interpretación.
La conservación del contrato permitirá a su vez, a las partes lograr el fin económico
perseguido.
262
En segunda parte del inciso apunta a una interpretación acorde con la naturaleza del
contrato y las reglas de la equidad. Por medio de la calificación del contrato se determi-
nará la naturaleza jurídica y se la clasificará tanto del punto de vista jurídico como
económico entre las categorías jurídicas existentes. La interpretación debe tomar en
cuenta la índole del contrato, si es oneroso o gratuito, etc. El juez verá en cada caso
cuál es la interpretación que -según su prudente arbitrio- se acomoda mejor con la
naturaleza del contrato y las reglas de la equidad.
El art. 218 en su inc. 7º establece que “en los casos dudosos que no puedan resol-
verse según las bases establecidas, las cláusulas ambiguas deben interpretarse siem-
pre en favor del deudor, o sea, en el sentido de liberación”.
263
Actividad Nº 34
264
11.13. INTEGRACIÓN DEL CONTRATO
Mosset Iturraspe expresa que, para conocer cuáles son los efectos que nacen de un
contrato así como para interpretarlo cabalmente es preciso integrarlo.
La integración dirigida a señalar las consecuencias jurídicas que emergen del nego-
cio, sea por voluntad de las partes, sea por voluntad del voluntad del legislador a mérito
de los elementos estructurales y de los efectos naturales, resulta también una tarea
fundamental.
No hay que perder de vista que, además de lo que las partes ponen en el contrato, lo
que allí se dice, existe lo que las partes presuponen pero que no expresan; ello no se
encuentra fuera de la voluntad sino en su voluntad del legislador a mérito de los ele-
mentos estructurales y de los efectos naturales, resulta también una tarea fundamen-
tal.
No hay que perder de vista que, además de lo que las partes ponen en el contrato, lo
que allí se dice, existe lo que las partes presuponen pero que no expresan, ello no se
encuentra fuera de la voluntad sino en su fondo y en su raíz, es el subsuelo del contra-
to. Son las consecuencias que pueden considerarse virtualmente comprendidas en el
contrato.
265
Pautas o criterios generales:
En nuestro Código Civil no hay ninguna regla interpretativa Freytas: buena fe. Los
franceses: una sección del tema en el Cód. Napoleón (con Pothier en sus famosas
reglas, influencia codificaciones S.XIX).
Vélez: se piensa que su silencio que intencional por juzgar las reglas como meros
consejos, e innecesario ponerlas porque ya las llevaban el Cód. de Com. (que ya son
repetición de las cláusulas vigentes en el Cód. de Comercio de la Provincia de Bs. As.
vigente a la sanción del Cód. Civil. Su traslación del C. Com. de la Prov. luego Cód. de
Com. de la Nación Argentina arts. 217-218).
Ambigüedad de términos:
Franceses: consejos dados al juez, normas procesales dadas al juez Doctrina dife-
rencia las dos.
266
Voluntad interna y voluntad declarada:
- Doctrina subjetiva: teoría clásica -voluntad partes que hay que interpretar- pala-
bras, gestos, escritos, mera cuestión formal accidental.
Juez integra:
- Con la voluntad presunta de las partes, pero siempre dentro de los márgenes de
la voluntad expresa o declarada.
267
I. OBJETO DE LA INTERPRETACIÓN
El acto jurídico importa por sí una declaración de voluntad emanada de una o más
personas según se trate de un acto jurídico unilateral o bilateral. La voluntad negocial
para que tenga relevancia jurídica, debe exteriorizarse, manifestarse. Sólo así puede
aprehenderla el derecho objetivo como acto jurídico.
Como dice Messineo, interpretar el contrato significa y vale como indagar la inten-
ción común, efectiva, eso es, concreta de la partes.
268
II. CONSIDERACIONES GENERALES
269
En esta obra de calificación y de interpretación se roza un punto muy importante y
que lo sería aún más. Se refiere al tema de la cuestión de hecho y de derecho en tema
de casación sobre la interpretación del contrato que más adelante veremos.
Se trata en último caso de colmar lagunas del contrato y no de establecer hasta qué
punto puede llegar por su íntima virtud la voluntad de las partes. Mediante la integra-
ción del contrato se hace surgir de éste efectos que no podía producir por la mera
interpretación ni siquiera por la integradora. Se trata como señala Von Tuhr, de un
problema de lagunas del contrato, problemas que las partes no pudieron prever ni
resolver. La frontera lógica que separa la integración y la interpretación no es muy
nítida, pero impera la tendencia de imputar a las partes, como obra de su voluntad
tácita, las decisiones a que llega el juez aplicando los principios de la equidad, general-
mente. Colagrosso añade a la referencia de Von Tuhr que en la hetero-integración del
contrato pueden llenarse los claros dejados por las partes por intermedio de la ley, los
usos y finalmente la equidad. A este particular puede librarse la implicancia de la teoría
de la imprevisión, que resulta no de lo puesto sino de los presupuesto por las partes, en
el sentir de Orgaz.
270
solamente en materia de interpretación del contrato: el juez le corresponde intervenir
en toda cuestión de derecho. Al igual que las otras normas hay que considerar que las
relativas a la interpretación contractual va dirigidas en primer lugar a las partes y luego
al juez.
Se admite sin discusión que las partes pueden dar la interpretación auténtica del
contrato; la que será motivo de un negocio denominado de determinación (negozio di
acertamento), que tiende precisamente a establecer en qué sentido debe entenderse el
contrato. Las partes entonces recurren en primer lugar al cuerpo de normas que regu-
lan la interpretación.
Aparte de matices singulares que no han hecho fortuna, dice Puig Peña, hay dos
importantes tendencias que han pretendido conquistar el campo de la interpretación.
Una la clásica, asentada firmemente en el dogma de la autonomía de la voluntad, y otra
moderan, de esencia germana, que pretende dar un nuevo sesgo al asunto.
271
La tesis de Danz fue sostenida en su libro clásico, que apareció pocos meses des-
pués de la sanción del Código alemán. La segunda edición, aparecida treinta años
después, señala la recepción de muchos de sus corolarios en la jurisprudencia. La
tesis fundamental se mantiene: la interpretación no tiene por qué preocuparse en deter-
minar las intenciones internas. Su misión es sólo aclarar las declaraciones de voluntad.
Y la interpretación es siempre la que determina los efectos jurídicos. En cierta medida
esta distinción entre las dos corrientes extremas (ya veremos luego que se ha abierto
camino una posición intermedia), responde al agrupo de ideas que se hallan en comba-
te en la clásica distinción de la doctrina alemana entablada en torno a la cuestión de
saber si el derecho objetivo acoge la teoría de la voluntad o la teoría de la declaración
de la voluntad (Wille and Willeserklarung theorie). Asimismo podemos decir que los
distintos grupos de legislación han seguido con algunas atenuaciones los dos grupos
de ideas. Es decir: la teoría clásica, la teoría asentada en el dogma de la autonomía de
la voluntad, ha venido sosteniendo la necesidad de incluir normas o preceptos referen-
tes a la interpretación. Ese criterio subjetivista arranca del Código francés, que incor-
pora las reglas de Pothier, que a su vez son las del Digesto, y es seguido por la mayoría
de sus códigos que siguieron sus aguas: el español y el italiano de 1865, entre otros.
En cambio, entre los códigos contemporáneos, el Código alemán fundamentalmente,
ha innovado sobre el sistema consagrando sólo dos reglas: los párrafos 133 y 157 sin
tener normas o preceptos formales. Representa una importantísima excepción el Códi-
go Italiano de 1942 que, pese a su fecha, sigue la corriente tradicional, si bien en sus
reglas acoge también criterios objetivos (art. 1362 y ss.).
a) De igual manera los redactores del Código Civil Francés, dan prevalecencia a la
investigación de la voluntad interna, psicológica, antes que a la expresión material de la
voluntad. Que es lo que recomiendan Demo’ombe, Aubry y Rau, Baudry-Lacantinerie y
Barde y demás expositores. En cambio, en la tendencia de los Códigos alemán y Suizo
de las obligaciones, se sigue el sistema opuesto, tendencia que se observa también en
el Código brasileño peruano venezolano. El mexicano sigue fiel al criterio tradicional.
En el primer grupo, entonces (es decir, en el grupo de la orientación clásica o subjetivista,
figuran en primer término el Código civil francés art. 1156). Este texto expresa: “En los
contratos deberá investigarse cuál ha sido la común intención de las partes contratan-
tes más bien que atenerse al significado o al sentido literal de las palabras”. La fórmula
empleada puede ser confusa o ambigua, puede existir contradicción. El Código trae,
entonces, una serie de reglas tomadas de Pothier.
La intención de las partes puede investigarse fuera de las fórmulas del contrato, en
los actos de cumplimiento, en los otros convenios y aún en cualquier otro acto entre las
mismas personas.
Cuando una cláusula es susceptible de distintos sentidos, hay que descartar aquél
que la prive de defectos o que anule el contrato aún cuando éste sea su sentido literal.
En caso de duda, el contrato se interpretará en contra del estimulante y en favor del
que hubiera contraído la obligación.
272
El 1602 va más lejos: todo pacto oscuro o ambiguo se interpretará en contra del
vendedor sin distinguir entre las disposiciones que lo hagan deudor o acreedor.
Las cláusulas dudosas deben interpretarse por la que es de uso en el lugar en que el
contrato pasó.
Señalemos seguidamente que el Código Civil italiano de 1942, mantiene esta ten-
dencia (arts. 1362 a 1371). Las normas pueden distribuirse en varios grupos según que
oriente a la investigación de la intención común de las partes o que ayude a eliminar
dudas o ambigüedades. El segundo grupo comprende los artículos 1365 a 1370 y 1371
está en posición independiente y supone que el contrato ha quedado ininteligible. Los
dos grupos están en posición jerarquizada, en subordinación lógica del segundo o
primero. El intérprete puede recurrir a las reglas de interpretación objetiva cuando sea
imposible establecer la intención común, concreta de acuerdo con la primera serie de
normas.
Aquí corresponde reflexionar sobre lo que expresa Messineo: Una cosa es inter-
pretar el contrato y otra interpretar las normas de interpretación contractual. Todo trata-
do o una interpretación doctrinaria de las normas que disciplinan el contrato en general
y sólo luego de ser cumplida esta interpretación pude entrarse a la interpretación de
las disposiciones contractuales, que pasa si a ser una interpretación de segundo gra-
do.
273
no es voluntad real. Pero de esta voluntad real interna no se dice que su descubrimien-
to, constituya la finalidad de la interpretación, sino sólo que debe ser investigada en la
interpretación. Se designa como objeto de la interpretación la declaración de voluntad,
no una voluntad interna que no haya llegado a tener expresión. pero en la interpretación
de la declaración no debe desatenderse a la voluntad real, sino ser investigada o sea
tomarse también en consideración. Así, pues, el intérprete, partiendo de la declaración
y las demás circunstancias que interesan para la interpretación, ha de investigar la
voluntad real pero sólo puede considerarla decisiva en tanto en cuanto haya tenido
expresión en la declaración. En términos mucho más concretos lo dice Pollock, citado
por Dassen: “La interpretación debe buscar no la intención supuesta sino la intención
manifiesta”.
Por declaración no solamente se entienden las palabras empleadas sino todo aquello
a través de lo cual -sea por sí solo, sea con otras circunstancias- la voluntad haya
llegado a tener expresión. Evidentemente, la interpretación parte en primer término de
las palabras expresadas.
274
según Unamuno; la creación poética, según Radbruch; los personajes de Pirandello,
que cita Orgaz, van más allá de lo que sus autores pensaron).
Las pautas en la materia serían las siguientes: en primer lugar hay que suponer que
el declarante ha empleado las palabras -y el destinatario los ha entendido- en el sentido
que les asigna la generalidad. Pero es posible que también nos encontremos en pre-
sencia de un lenguaje especial, de un determinado lugar, o rama de los negocios. Si se
trata de declaraciones recepticias puede valer precisamente este concepto. Si resulta
de las circunstancias que la significación especial admitida por una de las partes tiene
que se considerada decisiva también por la otra, el negocio se ha concluido válidamen-
te en el sentido de esa significación.
Además del tenor literal, la interpretación debe tener en cuenta otros factores que
permiten inferir el sentido de la declaración: así, la total conducta de las personas al
concluir el negocio y las circunstancias de toda especie que acompañaron la contrata-
ción (las tratativas preliminares); el modo habitual de obrar de los interesados, a veces
su situación patrimonial pero muy especialmente, la finalidad del negocio, la situación
de los intereses y la conexión con otros negocios o con otras partes del mismo nego-
cio.
El acto jurídico importa una declaración de voluntad de una o más personas, según
sea unilateral o bilateral. Orgaz lo define como el conjunto de circunstancias en que se
contienen una o varias declaraciones de voluntad privada que deben producir determi-
nadas consecuencias jurídicas de conformidad con la ley y el querer de los otorgantes.
Sabido es que el artículo 944 del Código civil contiene la definición legal, de acuerdo
con el concepto de Ortolán, que cita la nota. Si definimos el acto jurídico como toda
declaración de voluntad que de acuerdo con el derecho objetivo tiene por si relevancia
legal para hacer surgir, transmitir, reconocer, modificar o extinguir derechos subjetivos,
nos plantearemos el pórtico de nuestra investigación.
275
Evidentemente, la voluntad es un requisito fundamental, esencial del acto jurídico,
conforme a la definición del artículo 944 del Código Civil. Ese acto voluntario ejecutado
conforme con las pautas del artículo 897 del Código Civil, sólo puede tener relevancia
en tanto se manifieste exteriormente la voluntad negocial. En tal sentido, el artículo 913
parte de ese principio. La exteriorización de la voluntad que el mismo exige es el
elemento material a que se refería Freytas, ya que sin él sólo estaríamos ante un hecho
interior que nadie puede conocer mientras no se traduce en signo sensible. Los hechos
exteriores, por otra parte, se establecen en el artículo 904 en su alcance legal.
He aquí, pues los dos elementos que han de tenerse en cuenta: voluntad y exteriori-
zación de la voluntad. Gráficamente lo establece Butera al enunciar los tres casos
lógicamente posibles en que media disociación de dichos elementos: un querer intenso
sin declaración de voluntad; una declaración de voluntad sin querer interno y un querer
interno y una declaración de voluntad en íntima armonía. Tales son los supuestos
computables.
b) Pero también existen aplicaciones legales de la voluntad declarada. Así, por ejem-
plo, aún los actos jurídicos que adolecen de vicios de la voluntad (error, dolo o violen-
cia) o de simulación o fraude, subsisten mientras no sobrevengan la declaración de
invalidez (arts. 1045 y 1046: además no se está frente a nulidad sino a anulabilidad.
Como recuerda Orgaz, predomina lo declarado frente a lo realmente querido en esos
supuestos de reserva mental; de error inexcusable, de dolo recíproco y de simulación
relativa a los terceros a que se refieren los artículo 923, 929, 932, 959 y 996. Otro de
los supuestos donde se reconoce la prevalencia indicada se halla en el artículo 1154 al
establecerse que el contrato se perfecciona con la aceptación de la oferta remitida
proponente a pesar de que la intención de éste ya no concuerde con su propuesta, lo
que es aún más patente el supuesto de la oferta irrevocable por haber renunciado el
oferente a ese derecho o porque se obliga a mantenerla durante un cierto plazo (art.
1150). Todo esto indica, como señala Spota cómo la voluntad se enquista en la declara-
ción, vive indisolublemente con ella.
276
¿Cuál es, entonces, nuestro sistema legal?. El derecho vigente en nuestro país no
conduce a una de las teorías exclusivamente. Ninguna de ellas ha sido aceptada en su
aspecto más extremo. Si bien la voluntad integra la definición legal del acto jurídico en
su exteriorización o declaración la que la torna relevante a los fines jurígenos. Esta
declaración de voluntad perdura mientras no medie un vicio esencial de la voluntad,
aunque existen éstos, no pueden ser alegados por quien haya incurrido en error no
reconocible o inexcusable, o entorpezca al haber obrado con dolo o violencia ni tampo-
co por quien dio motivo a que la otra parte sufriera el error. La interpretación de la
intención de los que han declarado la voluntad de los actos jurídicos bilaterales debe
orientarse a conservar la seguridad jurídica que vive de buena fe-creencia. En cambio,
la voluntad interna o real es relevante en los actos jurídicos por causa de muerte (arts.
3606, 3607, 3615, 3616 y 3619).
Nuestro derecho objetivo sigue así un camino intermedio: Por una parte afirma el
papel preponderante de la voluntad en el nacimiento de los actos jurídicos y, por otra,
propende a la seguridad jurídica a través de la declaración de esa voluntad.
277
la materia. El concepto de standard jurídico, como dice Bielsa, es el de una especie de
módulo técnico formado al margen de la regla de derecho. Couture, entiende por él una
línea de conducta general suscriptible de abarcar numerosas situaciones representati-
vas en cierta medida de comportamientos sociales. El concepto no traduce una solu-
ción revolucionaria, ni siquiera contemporánea; el Derecho romano nos ha legado nu-
merosos standars (el de buen padre de familia, de insolvencia notoria, de incapacidad
notoria, de diligencia) y en el sistema anglo-americano se ha estructurado uno de los
más preciosos: el de la razonabilidad. El Derecho procesal también ha construido con
el mismo criterio el concepto de las reglas de la sana crítica. Como expresara Bielsa, el
standard es la exteriorización y solución concreta en una cuestión de derecho que
revela un estado de conciencia jurídica, incluida del Derecho en vigor, pero con un
elemento nuevo que es el que le da su verdadero carácter. Ese elemento refleja en la
educación jurídica y en el concepto moral del intérprete; surge el standars de un estado
de conciencia jurídica, de valoración del fenómeno jurídico que pide la solución no
prevista en la regla del Derecho positivo.
1. En primer término, nos referiremos a las directivas generales que pueden ser
utilizadas en la interpretación. Comenzaremos por referirnos al principio de la buena fe
contractual.
El punto de partida es el artículo 1198, cuya nota cita a Domat, Toullier, Marcadé,
Aubry et Rau, tres leyes de la Partida 5ª y los artículos 1135 y 1124 de los Códigos
francés e italiano, respectivamente. Lafaille señala que la fuente son Aubry et Rau y el
Código francés porque ni el Código italiano ni las otras fuentes han sido modelos
inmediatos. Como destaca Segovia, el estudio comparativo del precepto con los auto-
res del “Cours”, destaca que los referidos maestros fueron más explícitos, ya que
agregaron la referencia a la equidad, el uso o a ley. Pero aunque nuestra ley civil no
contenga una referencia expresa a la buena fe en el artículo 1197, a diferencia del 1134
del Código Napoleón, de ello no debe seguirse la exclusión de ese importante elemento.
El artículo 1198, extiende los deberes contractuales a todas las consecuencias que
pueden considerarse que hubieran sido virtualmente comprendidos en los acuerdos y
en ello es pacífica la doctrina, con la importante excepción de Orgaz. Tanto el artículo
1135 del Código francés como el 1124 del Código italiano de 1865, han sido interpreta-
dos como incluyendo las consecuencias que según la equidad, el uso o la ley deban
ser considerados como habiendo sido virtualmente comprendidas en los contratos;
puede verse la obra especial de Grassetti sobre el Código italiano. Por otra parte, las
opiniones de Salvat, Fernández, Tobal. Sporta y otros autores destacan que la buena fe
-presunción básica de todo Derecho- importe un postulado implícitamente contenido en
toda la economía de nuestra ley. Ello no obstante, debe apoyarse la inclusión expresa
que hace el Proyecto de 1936, siguiendo la vibrante orientación de Bibiloni.
278
Lo cierto es que el principio de la buena fe vive en nuestro Derecho a través de
numerosas aplicaciones. No sólo se halla ínsito en el artículo 1198, sino que resulta
consecuencia del 953: resultaría contrario al objeto fin social de los actos jurídicos
prescindir de ese importante elemento, ya que importaría sostener que la ley pude
colocarse al servicio de móviles reñidos con los fines sociales y económicos en vista
de los cuales el Derecho subjetivo y las facultades jurídicas son tuteladas por el orde-
namiento jurídico.
2. Nos haremos cargo ahora de las disposiciones especiales de la ley civil que
implican especiales de la ley civil que implican directivas legales para interpretar la
voluntad declarada.
En el derecho de los contratos nos hallamos con muchas disposiciones que intere-
san a nuestro propósito:
279
En el artículo 1818, se establecen supuestos de presunción del
Donación contrato en cuatro incisos que constituyen otras tantas directivas
de interpretación.
Existen otras normas que también representan directivas para el intérprete. Así por
ejemplo, en el artículo 2323 se suministra el concepto de “muebles de una casa” esta-
bleciéndose las exclusiones a computar.
El artículo 217 establece que las palabras en los contratos y convenciones deben
extenderse en el sentido que les da el uso general, aunque el obligado pretenda que las
280
ha entendido de otro modo. Los tribunales han aplicado el texto (“J.A.”, 39-512) y espe-
cificado en muchas ocasiones sus alcances (J.A., 34-1.455 Y L.L., 46-26).
El artículo 218 contiene 7 incisos que establecen las bases de interpretación de las
cláusulas de un contrato que así lo requiera. Se trata de reglas similares a las del
Código francés, que trasvasará las directivas de Pothier:
1º Habiendo ambigüedad en las palabras, debe buscarse más bien la intención co-
mún de las partes que el sentido literal de los términos.
2º Las cláusulas equívocas o ambiguas, deben interpretarse por medio de los tér-
minos claros y precisos empleados en otra parte del mismo escrito, cuidando de
darles no tanto el significado que en general les pudiera convenir, cuanto el que
corresponde por el contexto general.
3º Las cláusulas susceptibles de dos sentidos, del uno de los cuales resultaría la
validez y del otro la nulidad del acto, deben entenderse en el primero. Si ambos
dieran igualmente validez al acto, deben tomarse en el sentido que más conven-
ga a la naturaleza de los contratos y a las reglas de equidad.
7º En los casos dudosos que no puedan resolverse según las bases establecidas,
las cláusulas ambiguas, deben interpretarse siempre en favor del deudor o sea
en el sentido de liberación.
No todas las directivas pueden conducir al mismo resultado. Existe una jerarquía
entre esas disposiciones interpretativas de la declaración de voluntad; Spota señala
que el juez no puede brindar igual valor al favor debitoris que al principio de conserva-
ción del contrato o al del máximo significado útil. El orden de prelación sería el siguien-
te:
281
5º Las reglas de la equidad.
6º El favor debitoris. Las directivas del máximo significado útil y del favor debitoris,
en el caso que una conduzca a la validez de la cláusula ambigua y la otra a su
ineficacia, no pueden aplicarse coetáneamente, salvo que la interpretación en el
sentido de la validez traiga aparejada la liberación. El favor debitoris sólo procede
en los casos dudosos que no pueden resolverse por las bases establecidas.
Para Lafaille el artículo 218 Código comercial, implica una serie de consejos para el
juez. Pero en realidad, entendemos que va mucho más allá, imponiéndole reglas de
conducta para su cometido, cuya inobservancia puede fundar la impugnación de la
sentencia. Esto se advierte singularmente en la jurisprudencia de la Suprema Corte de
la provincia de Buenos Aires, donde la transgresión de ese precepto puede dar lugar a
la apertura del recurso de inaplicabilidad de ley.
282
6º Aunque no sea Derecho positivo, señalemos que en el proyecto de reforma de
1.936 se recoge en cierto modo el aporte de la elaboración doctrinaria y
jurisprudencial, estableciéndose en el artículo 820 que las convenciones inclui-
das en los contratos son obligatorias para las partes y deben ser cumplidas de
buena fe. Ellas obligan a lo que está expresado y a todas las consecuencias
comprendidas teniendo en cuenta los usos del lugar.
Se han refundido los artículos 1.197 y 1.198 habiendo sido esa formulación elogiada
por la doctrina. Es ilustrativa la discusión del artículo por la Comisión, que refiere
Risolia.
El peligro de la deshumanización del derecho debe ser evitado sin violar ni deformar
la ley y ante las consecuencias excesivas que se pretenden deducir del principio de la
autonomía de la voluntad que consagra el artículo 1.197 C.C., el 953 del mismo sirve
de correctivo (C. Civ. 1º, La Plata, J.A. 67-12).
De los contratos nacen para las partes obligaciones expresas o implícitas y entre
las últimas está la de imponer un cumplimiento normal dentro del curso natural de las
cosas y no uno totalmente excepcional, ajeno a la intención que tuvieron los contratan-
tes al celebrarlo. (Cámara Civil 2º, Cap., 54-466).
283
b) Aplicación analógica del Código de Comercio en materia civil. Las bases que
para interpretar los contratos establece el Código comercial, especialmente en su
artículo 218, deben aplicarse por analogía en materia civil (C. Nacional Apelativo,
Civil, Cap., Sala “A”, J.A., 1.957-III-403).
c) Pacta sunt servanda. Los contratos, por constituir una regla a la cual las partes
deben someterse como a la ley misma, se formalizan para ser cumplidos. (Cáma-
ra Nacional Apelativa Com. Cap., Sala “A”, J.A., 1.954-IV-195).
284
e) Buena fe. Los contratos deben interpretarse y cumplirse de buena fe. (Cámara 2º Civil
y Com., La Plata, J.A., 1.956-III-76), 1953-IV-107, Cámara Civil 1º (Cap., 75-51).
Conforme a lo dispuesto en los artículos 1.197 y 1.198 Código Civil, los contratos
deben ejecutarse de buena fe y obligan a lo que se entienda previsto de acuerdo a la
equidad, el uso o la ley. El interprete, al valorar las cláusulas de los contratos, debe
hacerlo con arreglo a la equidad y a la justicia, porque de lo contrario se llegaría a
amparar situaciones inmorales o contrarias a las buenas costumbres o al orden públi-
co, lo que indudablemente no es el fin querido por la ley (Cámara Civil, 2º, Cap., J.A.,
1.949-I-693).
285
Si de los términos en que está concebido un contrato surge clara y expresa la
intención de los contratantes corresponde dar a las palabras el sentido usual aunque
las partes interesadas pretendan que las han empleado en otro (Cámara Com. Cap.,
J.A., 39-512).
La disposición del artículo 218, inciso 2º, C. Com., permite en general conceder
prevalencia a la expresión de una cantidad escrita en letras sobre la consignada en
guarismos (Cámara Com., Cap., J.A., 50-272).
286
Las cláusulas ambiguas de un contrato de obra deben interpretarse relacionándolas
con los términos predominantes de la convención (Cámara Com., Cap., J.A., 76-521).
En la interpretación de los contratos, para apreciar cuál fue la mente de las partes,
es preciso estar a lo que resulta de su texto general y no de una parte del mismo
(Cámara Civil, Cap., J.A., 1.949-IV-596). El alcance de las cláusulas no es el que
resulta de cada una de las cláusulas aisladamente sino del estudio correlacionado de
todas ellas (Cámara Civil 2º, Cap., J.A., 61-693).
El testimonio del escribano que otorgó una escritura donde figura una cláusula de
sentido equívoco es hábil para contribuir a esclarecer su alcance y la intención de las
partes (C. Civil 2º, Cap., J.A. 40-174).
287
j) Principio de conservación del contrato. Contraria reglas elementales de herme-
néutica jurídica la interpretación de una cláusula contractual en el sentido de que
anula a otra anterior (Cámara Civil 1ª, Cap., J.A., 43-151).
Los actos no pueden interpretarse en forma tal que autoricen a suponer que las
partes han hecho algo inútil o abusivo (Cámara Federal, Cap., J.A., 1.945-I-35).
En la duda sobre la interpretación de una convención debe estarse en favor del que
ha contraído la obligación o sea el deudor (Cámara Federal, Cap., J.A., 63-432 Y 29-
623; Cámara 2ª Civil y Com., La Plata, J.A., 55-306; Cámara Com., Cap., J.A., 2-280;
Cámara Criminalista y Correccional, Mendoza, J.A., 1.951-2-368).
A falta de contrato escrito la duda para elucidar a nombre de quien se contrató como
lo dispone el artículo 1.490 Código civil, debe ser interpretada a favor de quien alega la
existencia de contrato, por cuanto los terceros que contratan con el mandatario sólo
deben juzgar la órbita aparente que resulta de los poderes y hasta ese punto el repre-
sentante es tal (Cámara Nacional Apelativa, Resistencia, J.A., 1.956-IV-43).
Toda cláusula que autorice la resolución o desistimiento del contrato debe ser inter-
pretada restrictivamente (Cámara 1ª Civil y Com., La Plata, J.A. 1.949-I-693).
288
La intención de renunciar a las responsabilidades estipuladas por incumplimiento de
un contrato no se presumen y la interpretación de los actos que induzcan a probarla
debe ser restrictiva (Cámara Civil 2ª, Cap., J.A., 23-895).
Por generales que sean los términos de un contrato, ellos no comprenden las cosas
en que las partes no han pensado, sino aquellas por las cuales entendió convenir
(Cámara Apelativa Civil., Sala A., J.A., 1.957-III-403).
ll) Interpretación finalista. Los contratos deben interpretarse de manera que las
partes alcance los fines económicos perseguidos, debiendo el juez colmar los
vacíos, remediar los defectos de sus declaraciones de voluntad y determinar lo
que aquellas hayan omitido (Cámara Nacional, Apelativa Paz, Sala 3º, J.A., 1.957-
I-193).
Toda decisión judicial tendiente a declarar el alcance o los efectos de una conven-
ción debe tomar como punto de partida el propósito inicial de los contratantes, porque
constituye en realidad el antecedente inequívoco para determinar la naturaleza jurídica
del acto (Cámara Com., Cap., J. A. 12-373 en nota).
289
o) La interpretación contractual y el recurso de inaplicabilidad de ley en la pro-
vincia de Buenos Aires. En la interpretación de la voluntad contractual (artículo
119), son soberanos los jueces de los hechos. La Suprema Corte, que no es
tribunal de tercera instancia, no puede suplantar su criterio al de aquellos para
decidir cuestiones de la naturaleza mencionada (Sup. Corte, Buenos Aires, J.A.,
65-433).
VII. CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
290
actes juridiques privés, París, 1.925.- Ennecerus, L. y Lehmann, H., Tratado de Dere-
cho civil, “Obligaciones”, trad. de Gonzáles y Alguer, t. 1, vol. 1, Ed. Bosch.- Fernández,
R.L., Código de comercio de la República Argentina. Comentado, 2ª reimpresión, ts. 1 y
2, S. de Amorrortu e Hijos, Buenos Aires, 1.951.- Gény, F., Método de interpretación y
fuentes en Derecho privado positivo, 2ª ed., Ed. Reus.- Giovene. E., en Comentario de
D’Amelio y Finzi, Libro delle obligazioni, vol. 2.- Giorgi, J., Tratado de las obligaciones
en el Derecho moderno, t. 3, Madrid, 1.929.- Jossfrand, L., Derecho Civil, trad. de S.
Cunchillos y Manterola.
291
292
DIAGRAMA DE CONTENIDOS - UNIDAD XII
Condiciones de
aplicación
Cláusulas de
exclusión
Lesión Desistimiento
EXTINCIÓN DE
LOS CONTRATOS
Rescisión Nulidad
Bilateral
Unilateral prevista
Legal
Resolución Revocación
Automático Sentido
Facultativo Primordial
Opcional Traslaticio
Histórico
293
294
UNIDAD XII
a) RESCISIÓN:
Acuerdo de voluntades por el cual se deja sin efecto un contrato, se denomina tam-
bién DISTRACTO. Ya que el acuerdo de voluntades puede crear un vínculo jurídico,
también puede aniquilarlo o extinguirlo.
Es una forma de extinción de los contratos que opera para el futuro y depende de
causa sobreviniente.
a.2. UNILATERAL PREVISTA: Supone que las partes hayan previsto, por
cláusula especial, que cualquiera de ellas puede dejar sin efecto el con-
trato (Es el ejemplo de la llamada “rescisión unilateral” en el caso de la
nueva Ley de Locaciones Urbanas 23.901, mal llamada porque no hay
rescisión unilateral ya que se acordó la cláusula o se sometieron a ella
las partes, lo que ocurre es que una de las partes es la que está facultada
para hacerla valer, pero hubo un acuerdo previo entre ellas).
a.3. LEGAL: es la misma ley la que autoriza a una de las partes a dejar sin
efecto el contrato (ejs. 1.638, 1.767 CC).
295
rescindir o hacer un distracto implica la cesación y tiene efectos hacia el futuro porque
el contrato no existe, y hacia el pasado porque las partes deben entregarse todo lo que
con motivo del contrato anulado han recibido, hay una acción de devolución, de retro-
traer el efecto.
Cabe tener presente que todos los actos que impliquen la ineficacia de un contrato,
su frustración o su disolución tienen una sola regla de orden: los efectos respecto a
terceros son siempre hacia el futuro (ex nunc), nunca afectar a los terceros que por
regla son “res inter alios acta”.
b) RESOLUCIÓN:
El artículo 1.204 del Código Civil define la resolución. Hay acuerdo de voluntades
para determinar qué tipo de condiciones deben acontecer (obligación) y si acontecen
funcionan unilateralmente, siempre que la parte quiera hacerla valer porque es faculta-
tiva.
Este hecho puede ser imputable a la otra parte (por ejemplo el incumplimiento) o
bien extraño a la voluntad de ambas.
296
Puede darse la siguiente clasificación:
12.2. REVOCACIÓN
A diferencia de los anteriores casos es unilateral. Es la facultad que tiene una de las
partes de provocar unilateralmente la ruptura del contrato. Es una facultad que le viene
de la ley (nunca puede ser pactada).
Importa un acto de voluntad por el cual se deja sin efecto una liberalidad. Por ello
decimos que la idea de revocación está unida (se revoca una donación, un testamento)
de liberalidad. Necesita una causa jurídica que la justifique, por ello no opera ipso jure
sino que necesita, por ejemplo, que el donante, fundado en esa causa, pida la revoca-
ción.
Deja sin efecto el contrato retroactivamente (regla legal para ambas partes). Por ello,
cuando se habla de revocación del mandato en realidad es rescisión unilateral puesto
que no tiene efectos retroactivos, (los actos realizados por el mandatario en ejercicio
de su poder son válidos, las responsabilidades que surjan es otro problema).
297
Actividad Nº 35
2) Indique con una “V” o con una “F” según que cada una de las afirmaciones poste-
riores sea verdadera o falsa:
298
12.3. NULIDAD
Sanción prevista por la ley que priva a los contratos de sus efectos por un vicio
originario (anterior o concomitante con la celebración del contrato).
Los contratos nulos o anulables de nulidad relativa pueden ser expurgados por con-
firmación.
Cabe acotar en este punto que la INOPONIBILIDAD implica un contrato eficaz entre
las partes pero que no puede serlo frente a terceros. La eficacia establecida por la ley
para proteger a terceros asume el nombre de “inoponibilidad” (por ejemplo la venta de
la cosa embargada es válida entre las partes pero inoponible al acreedor embargante;
la cesión de un crédito, válida y eficaz entre las partes por el sólo consentimiento y
entrega del título, respecto a terceros que tengan interés legitimo resulta inoponible
hasta la notificación al deudor cedido. La revocación del mandato no produce efectos
frente a terceros de buena fe que ignoraban la revocación del poder).
En aras de precisar algunos conceptos relacionados con este tema diremos que, la
PRESCRIPCION no extingue el contrato pero sí la acción derivada de él. Y la CADUCI-
DAD es causa extintiva del derecho subjetivo o potestativo por sobrevenir su hecho
impeditivo durante el término fijado por la ley o por la convención (en cambio la pres-
cripción es un medio legal de extinción de los derechos por la inacción o no ejercicio
por su titular durante el tiempo establecido por el derecho objetivo)
299
12.4. DESISTIMIENTO
300
Actividad Nº 36
c) Defina: prescripción, caducidad. ¿Son iguales? ¿en caso contrario, diga en qué se
diferencian?
301
12.5.TEORÍA DE LA IMPREVISIÓN
(Excesiva onerosidad sobreviniente)
Su origen es la cláusula del derecho romano “rebus sic stantibus” que significa que
los contratos se entienden concluidos bajo la condición tácita de que subsistan las
condiciones bajo las cuales se concretó y cuando ello no ocurre y se produce una
transformación de tales circunstancias, los jueces están autorizados a revisar el con-
trato.
c) Que se produzca una alteración grave del equilibrio de las prestaciones tornándo-
se una de ellas excesivamente onerosa.
d) Que la alteración grave del equilibrio de las prestaciones tornándose una de ellas
excesivamente onerosa.
302
La parte perjudicada puede pedir la resolución del contrato, no alcanzando dicha
resolución en los contratos de ejecución continuada los efectos ya cumplidos. Pero se
brinda al demandado (beneficiado con la alteración de las prestaciones) la posibilidad
de mantener la vigencia del contrato ofreciendo mejorar equitativamente los efectos del
mismo, en cuyo caso el juez determinará cuáles son las prestaciones equitativas que
permitan la subsistencia del mismo.
Esta teoría deriva de una pregunta base: ¿es justo exigir el cumplimiento de obliga-
ciones con un alcance que no puede preverse y que hace extraordinariamente gravoso
su cumplimiento. La teoría de la imprevisión contesta negativamente a esta pregunta
sosteniendo que si entre la celebración del contrato y su cumplimiento acontece un
hecho imprevisto al momento de concretarse el contrato, que hace tremendamente
gravoso -oneroso- para el deudor el cumplimiento de la prestación, hay que reajustar
los términos del contrato para recuperar el equilibrio que se perdió ante ese grave
acontecimiento.
De los términos de la redacción del artículo 1.198 del Código Civil algunos han
entendido que acuerda al perjudicado en manera exclusiva una acción o excepción por
resolución del contrato y que, por el contrario, la revisión sea un derecho que sólo
puede ejercer el contratante beneficiado (Llambías, Masnatta).
Otros autores (Mosset Iturraspe) dicen que los argumentos vertidos para negar la
opción al perjudicado no le parecen suficientes y si bien es cierto que la ley habla de
“resolución” únicamente no niega la revisión o modificación y, más aún, se la concede
al “beneficiado”.
Indica que la extinción del contrato por la vía de la resolución, importa un remedio
mayor que debe ser, por lógica, encerrar otro menor como es la modificación y si en un
supuesto mayor como es la lesión (artículo 954 del Código Civil) se le concede al
perjudicado la opción de demandar la “nulidad o la modificación”, conceder la resolu-
ción y negar la modificación contradice el principio superior del contrato y, por último,
no resulta aceptable ni razonable colocar al “beneficiado” como arbitro de la subsisten-
cia o extinción del contrato y negar igual derecho al perjudicado, puede éste último
tener interés en que el contrato vuelva a la equidad y no en que se extinga.
Los argumentos dados por Mosset Iturraspe son atendibles y parecen razonables,
de todos modos es de señalar que la mayoría de los autores entienden que la opción
303
está dada al beneficiario demandado por resolución y es él quien puede optar por
ofrecer el reajuste que haga volver las contraprestaciones equivalentes.
Hoy en día, aún en momentos como el presente en que rige la Ley de Convertibilidad
que ha generado una cierta estabilidad monetaria y se ha prohibido específicamente el
cálculo de la depreciación a los fines de evitar los efectos de la inflación, no podemos
decir que resulte imprevisible un estallido económico que vuelva a hacer procedente lo
que ahora está prohibido por ley. En tal caso, no siendo imprevisible por las caracterís-
ticas económicas de nuestro país, la partes deben tomar los recaudos necesarios que
las protejan de tal eventualidad y, en caso de producirse, no implicaría un supuesto
comprendido en la teoría de la imprevisión.
304
Actividad Nº 37
305
12.6. DIRIGISMO CONTRACTUAL - CRISIS DEL CONTRATO
Ahora bien, este nuevo rol del Estado, inspirado en la “idea social no tiene por única
finalidad la realización de una política económica sino que alienta el deseo de proteger
a los económicamente débiles y de ese modo lograr una más justa distribución de la
riqueza.
La intervención del Estado se da por obra del legislador (leyes de emergencia, loca-
ciones urbanas, moratorias en préstamos hipotecarios) o bien por medio de los jueces
(con facultades para revisar lo acordado por las partes en los contratos invocando la
lesión, imprevisión, abuso de los derechos, etc.). Por ellos hay quienes aluden a que
los contratos han dejado de ser obra de las partes para ser de aquí en más, una obra
realizada en cooperación entre las partes y el Estado, quehacer que se inspira en una
apreciación menos individualista y más social del contrato.
Para quienes afirman y añoran una concepción liberal del contrato altamente indivi-
dualista, la que se encuentra en decadencia, afirman que tal crisis se da tanto en la
formación cuanto en los efectos del contrato y repercute en los dos grandes principios
que rigen a la institución:
a) La libertad contractual
b) La fuerza obligatoria del vínculo.
Entiende que la crisis del contrato es también crisis del derecho de propiedad y la
decadencia de ambas figuras jurídicas que se traduce en una crisis de la libertad.
No es tan así, sino que la concepción acerca del contrato responde a una nueva
concepción del derecho más atenta a la “idea social” que no implica -en modo alguno-
menoscabo o destrucción de la institución.
La crisis podrá existir en lo que respecta a los postulados o técnicas clásicas, pero
la institución en lo que se refiere a ser molde apto para satisfacer necesidades indivi-
duales, no se encuentra con crisis.
306
Así, el intervencionalismo del Estado, cuando va dirigido a restablecer el equilibrio
entre las partes y los patrimonios, sustituyendo a la igualdad jurídica por una igualdad
real, cumple un papel moralizador benefactor, distribuidor de justicia.
(Leer los fundamentos dados por la Corte Suprema de Justicia en Fallos tomo 202
página 456).
12.7. LESIÓN
La lesión subjetiva, en cambio, exige que una de las partes se haya valido de algu-
nas de las situaciones mencionadas. En nuestro Derecho ningún tratadista hizo hinca-
pié para tratar de aplicar o de implantar la lesión objetiva. (Bibiloni recepciona la con-
cepción del Der. Germánico y se acerca mucho a la figura de la lesión subjetiva que
aporta el Código Suizo de las obligaciones; pero de ninguna manera esto quiere decir
307
que se haya dado lugar en el anteproyecto a la posibilidad de entronizar la lesión
objetiva). En ese estado de discusión, los dos principales civilistas que tenía el país,
se oponían a la adopción de esta figura; sin embargo por la obra de la jurisprudencia
que más o menos a partir del año 1.952 comenzó a hacer aplicación a través del artículo
953, que se refiere al objeto de los actos jurídicos, la teoría de la lesión subjetiva(6).
(6)Uno de los primeros casos fue un caso referido a honorarios profesionales sobre una sucesión; que
se cobraron en un acuerdo extralegal, al margen incluso del juicio, por un monto varias veces
superior al que debía ser adeudado a través de la justicia. El juez en ese caso fue el D. Borda; quien
hizo repetir el pago a los profesionales que los habrían cobrado. Otro caso fue la anulación de un
contrato de compraventa que habían celebrado unos individuos de campo con respecto a una
propiedad muy importante en Avellaneda, se había vendido la propiedad en un monto de tres
millones de pesos cuando el monto estimado al tiempo de la operación era más o menos de nueve;
entonces Borda que también fue el juez en esa oportunidad, aplicó un poco la siguiente teoría que
nace de la prescripción del Código Suizo de las obligaciones (en ese Código se hace jugar una
presunción legal de que cuando existe una marcada inequitatividad entre las prestaciones de una
y otra parte, se presume que ha habido aprovechamiento de la necesidad, ligereza o inexperiencia
de la otra parte. Borda señaló que por eso es que el objeto de esa liquidación había sido ilícito, porque
había sido contrario a la moral y a las buenas costumbres. A partir de allí la jurisprudencia empezó
a elaborar soluciones parecidas, Borda falló como camarista junto con el voto de Llambías otro
caso: un profesional que había atendido a una señora de 71 años, semiciega, en un momento dado
la convence que le transfiera la nuda propiedad a cambio de una renta vitalicia. Renta vitalicia es
un contrato aleatorio, por el cual una de las partes se compromete a dar una cuota alimentaria a la
otra parte mientras viva. La renta vitalicia pactada, era realmente risible con respecto al valor de la
propiedad transferida: si bien es cierto que la señora conservaba el usufructo; en posterioridad, dos
años después, este profesional consigue obtener el usufructo también con un aumento bastante
irrisorio de la cuota, entonces los parientes de esta mujer la convencieron de que iniciase la acción
por rescisión de ese convenio, en tal supuesto se juzgó que efectivamente había habido lesión y
objeto ilícito y se anuló por el 953. Este caso fue de los que se presentó en el tercer congreso de
Derecho Civil que se celebró en Córdoba de donde salió la propuesta concreta de la fórmula que
hoy constituye el artículo 953 del Código Civil, de allí prácticamente salió la fórmula del 954 tal como
está concebida, sin embargo hubo que esperar hasta el año 1.968 en que se sancionó esta reforma,
que elabora una fórmula muy cercana a la del Código Suizo que consagra la figura de la lesión
subjetiva, es decir no sólo se necesita que haya inequivalencia de las prestaciones sino que
además haya explotación de un estado sobre todo de necesidad. El plazo corto de prescripción, es
decir cinco años, es algo común en todas las legislaciones que admiten esta figura.
(7)En otros Códigos esta posibilidad no existe, se la da solamente al comprador o al vendedor en
nuestro Derecho, es bastante equitativo porque cualquiera puede ofrecer la posibilidad del reajuste.
308
Actividad Nº 38
309
310
FICHA DE EVAL
EVAL
ALUUACIÓN
MÓDULO 1
Sr. alumno/a:
CONSULTAS A TUTORIAS SI NO
2) Para que la próxima salga mejor... (Agregue sugerencias sobre la línea de puntos)
.......................................................................................................................................................................................................
.......................................................................................................................................................................................................
Evaluación: MB - B - R - I -
4) Otras sugerencias.............................................................................................................................................................
.......................................................................................................................................................................................................
311