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Abre Tu Consciencia PDF
Abre Tu Consciencia PDF
EditorialDesclee
@EdDesclee
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con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.
Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos –www.cedro.org–), si necesita fotocopiar o escanear algún
fragmento de esta obra.
ISBN: 978-84-330-3786-2
La consciencia es la capacidad que nuestro cerebro tiene y que nos permite no solo ser
consciente de la realidad exterior, sino de nuestra propia realidad interna. Ser consciente de lo
que, de manera continua, está ocurriendo en nuestro interior.
Es como la luz interior, que si la tenemos encendida, ilumina y nos permite observar todo lo
que va ocurriendo dentro de nuestro cerebro. Las personas conscientes, son las personas que
han logrado comprenderse a sí mismas, asumen la responsabilidad de su vida y viven una vida
de plenitud, irradian energía y entusiasmo, seducen y atraen.
Las personas inconscientes son las personas que su luz interior está apagada. Se dedican
solo a sobrevivir, sin darse cuenta de la inmensidad de oportunidades que cada día se abren a
su paso. Caen en la rutina y el aburrimiento, en el sinsentido y la depresión. Son seres
fácilmente manipulables o manipuladores.
Estimado lector, estimada lectora, sea tu vida la que realmente sea, tu nivel de consciencia
se puede abrir, expandir mucho más allá de lo sensorial y material. Las cosas que merecen la
pena suelen ser la mayoría de ellas intangibles, inmateriales. Están a nuestro alcance, nos
pertenecen y pueden ser la pieza clave para encontrar lo que continuamente buscamos: el
sentido a nuestra existencia, en este periodo de tiempo que vamos a transitar por el planeta
tierra.
El libro que te presentamos no es un libro solo para leer y pasar un rato más o menos
agradable. Es un libro que te va a hacer pensar y sentir, cuestionarte muchas cosas que estamos
seguros, ocurren en tu vida. Te aseguramos una cosa, si continúas, durante el resto que te
queda de vida, pensando de la misma forma que piensas, sintiendo y actuando como siempre
lo has hecho, no esperes que cambie nada en tu vida. Cosecharás, día tras día, mes tras mes y
año tras año más de lo mismo. Nada va a cambiar y con los años las cosas posiblemente vayan
a peor.
Te presentamos aquí una oportunidad que te permitirá ir abandonando los pensamientos o
ideas negativas que sueles tener, las emociones tóxicas y desagradables que atenazan tu cuerpo
y te privan de gozar del bienestar que tanto deseas.
Lo que tú eres hasta el día de hoy, es una consecuencia de situaciones vitales impuestas por
las circunstancias. Es el momento en que te animamos a que cojas las riendas de tu vida y la
reinventes como tú deseas y quieres. Te animamos a que seas tú quien cree la realidad de cada
día.
Pronto te darás cuenta de que la obra que te presentamos te va a invitar a la acción, a
reflexionar y meditar, a que una vez que leas cada uno de los relatos, los interiorices y los
hagas tuyos. Pasa a la acción, compra un cuaderno y vete escribiendo cada una de las
respuestas que vas a ir dando a las preguntas que, relato a relato, te vamos a ir haciendo.
Las personas que escriben estas letras, se han hecho estas mismas preguntas y se las
continúan haciendo en sus vidas y han obtenido grandes ventajas gracias a ellas. Como vas a
ver, no hemos dividido el libro en capítulos, sino en bloques. Bloques que te ayudarán a ir
construyendo la casa de tu vida. En la casa de tu vida es importante que te sientas cómodo, a
gusto, que te sientas dueña o dueño, señor o señora de ella.
Cada bloque de relatos está diseñado para ayudarte a desarrollar una de las seis
competencias (del bloque 2º al 7º) que configuran la inteligencia emocional. Observarás que
en el índice, las primeras páginas de cada bloque están marcadas con una llave. Son las
páginas, que te aconsejamos leas primero, ya que te van a dar una visión global de las
competencias que deseamos ayudarte a desarrollar.
Luego puedes empezar a leer los relatos, pero despacio. Sabemos que leer todos seguidos
no es aconsejable. Deja espacios de tiempo entre lecturas, sobre todo si aparece el cansancio.
Verás que cada uno de los relatos conlleva un sistema de evaluación (cinco estrellas) te
animamos a que otorgues una puntuación del 1 al 5 a cada uno de los relatos, de la siguiente
forma:
Una vez que termines la primera lectura y hayas valorado la importancia para ti de cada
relato, es importante que ahora solamente vuelvas a leer los relatos que has evaluado con 4 o
5 estrellas.
Y a la vez es muy interesante que en el cuaderno que te hemos aconsejado, escribas las
respuestas que vas dando a cada una de las preguntas.
Este libro no solo va dirigido a ti y puede ser muy útil para:
Regalar a una persona que consideras le va a venir muy bien. Nunca lo recomiendes si antes
tú no lo has leído y no has notado resultados positivos para tu vida. Es un libro para aconsejar
a personas que están en algún proceso psicoterapéutico o de cambio personal, como
complemento al trabajo que están desarrollando.
En tertulias y reuniones con amistades, puede ser un libro para comprometerse a leer el
mismo o los mismos relatos y compartir después experiencias y puntos de vista diferentes. Es
un libro que conviene volver a ojearlo de vez en cuando. No es un libro para, una vez leído,
dormitar en una librería. Es un libro que te va a invitar a volverlo a leer y releer, a pensar y a
sentir. Es un libro que, tarde o temprano, formará parte de tu vida. Despertará en ti abundantes
emociones positivas. En esta obra están recogidas muchas, muchísimas alusiones a
experiencias vividas por las personas que aquí escriben desde hace más de treinta años.
Conscientemente hemos querido que el lenguaje de este libro fuese sencillo, amable, cercano,
evitando en todo momento tecnicismos y palabras de difícil comprensión. Nuestro público
lector es una persona normal que no ha tenido acceso a estudios de psicología o filosofía. Que
tiene todo el derecho a saber qué está ocurriendo en su interior y qué caminos le pueden
ayudar a ser cada día una persona más consciente y algo más feliz.
Este es un libro que necesariamente te va a conducir a entender, comprender y disfrutar del
viaje más apasionante de todos los viajes. El viaje de vivir tu propia vida. Ese viaje solo lo
puedes hacer tú.
PLATAFORMA DE DESPEGUE
Este libro está en el instante preciso de despegar. Sin ti, lector o lectora, este libro no
tendría sentido. Gracias por estar ahí, por empezar a tenerlo y sentirlo entre tus manos.
Disfrutamos mucho escribiéndolo y esperamos que ahora tú lo disfrutes. Porque los libros son
para disfrutarlos, no solo para leerlos. Si los leemos y no los disfrutamos no llegan al corazón
y se quedan atrapados en la razón y muy pronto, demasiado pronto, se olvidan y pasan a ser
parte de los libros olvidados en cualquier estantería.
Lo hemos escrito para que te llegue al corazón y, si tú lo consideras importante, te ayude a
levantar el vuelo y volar por el bosque grandioso, entrañable y apasionante de la vida.
Aunque existan personas y medios de comunicación social (manipulación) que cada mañana,
al escuchar un telediario nos quieran hacer ver que la vida es algo terrible, monstruoso; donde
las guerras, el hambre, la escasez y la miseria hayan anidado en sesenta millones de seres
humanos y en estos momentos estén, algunos de ellos, arriesgando su vida por llegar a la tierra
prometida del dios dinero y del becerro de oro que unos pocos nos sentimos dueños y
poseedores, propietarios en exclusiva.
Queremos que tú junto a nosotros, los autores, demos un paseo por el precioso bosque de tu
vida. Tal vez hasta ahora no lo has visto así o sientas que tu vida es un bosque peligroso y
aburrido.
Alguien dijo, nada menos que el mensajero del rey del universo, según versión de los
cristianos, que para entrar en el Reino de los Cielos tenemos que convertirnos en niños o
niñas. A nosotros eso no nos corresponde explicártelo. Pero te podemos augurar que según
vayas adentrándote en las historias que te vamos contando, empezarás a observar tu bosque, el
mismo bosque de tu vida que tantas veces has visitado, desde otra perspectiva, no en blanco y
negro, sino con todos los colores del arco iris. Y en tu bosque, sin tener que esperar a morirte,
vas a encontrar el bienestar que tanto buscas, la paz interior que tanto anhelas, la respuesta
desde dentro de ti a muchas preguntas que hasta ahora has querido encontrar fuera de ti, en
libros, cursillos, conferencias u otras personas ajenas a tu vida.
Mientras que el libro va alzando el vuelo y empieza a despegar, queremos empezar
contándote un cuento o más bien una pequeña historia. Léela con ojos de niño o niña. Porque
para leer las historias de este libro, este puñadito de historias, tenemos que regresar a la niñez
y disfrutarlas tanto como disfrutábamos cuando nuestro padre, madre, abuela o abuelo nos las
contaban en el momento de ir a la cama.
Disfruta del vuelo, nosotros siempre estaremos detrás y nos sentirás a tu lado.
RELATO
La colonia de gusanos
¡Puntúa el relato!:
Uno de los gusanos que formaba la colonia, empezó a aburrirse y a pensar que aquel estilo
de vida no le satisfacía. Entró en una profunda depresión. Una depresión existencial, no
acababa de encontrar el sentido a su existencia. Decidió entonces aislarse del resto de
gusanos, incomunicarse, para dedicar el tiempo suficiente a reflexionar sobre aquello que
tanto le atormentaba. Se aisló y empezó a meditar. Su cuerpo empezó a desprender un finísimo
hilito de seda que poco a poco iba envolviendo su cuerpo.
El resto de gusanos no entendían nada y pensaban que su compañero se había vuelto loco.
“Le va a pasar algo” se decían los unos a los otros. Otros lo criticaban diciendo: “Con lo ricas
que están ahora en primavera estas cortezas, no sabe lo que se pierde”.
Pasaban los días y las noches, pero todo el día alguno de los gusanos iba a visitarlo,
pensando que tal vez pronto lo encontrasen muerto.
Un buen día, cuando uno de los gusanos se acercó para ver cómo se encontraba su amigo, se
llevó la gran sorpresa de que había desaparecido, no estaba. Estaban los hilitos de seda que
rodeaban su cuerpo, su interior estaba vacío. Miró para ver si estaba fuera en el resto de la
corteza de aquel árbol, pero tampoco lo encontró. Levantó su cabeza un poco y muy cerca del
árbol observó que una bella y radiante mariposa iba volando y posándose de flor en flor.
Jamás pensó que su amigo se había convertido en esa mariposa, ni tampoco llegó a darse
cuenta de que también él, era capaz y estaba dotado para convertirse en una bella mariposa y
de esta forma disfrutar de aquel frondoso bosque y no pasarse la vida en aquel tronco del
árbol.
Los humanos también vivimos en colonias y también necesitamos con cierta frecuencia
reflexionar sobre nuestra propia existencia, el sentido que tiene nuestra vida. Las grandes
preguntas que todos nos hacemos y que tan difícil es responder a ellas.
Hay muchos humanos que se pasan la vida en el mismo árbol y que hasta llegan a creer, que
en el frondoso bosque de la vida no existen más árboles que el suyo, ni más colonias de
gusanos. Pasan su vida aburridos, desesperados, ansiosos, estresados y su único objetivo
consiste en adorar al becerro de oro que es el dinero. Se hacen egoístas, tacaños, egocéntricos
y codiciosos. Su mente se estrecha, sus rutas neuronales se van paralizando y pronto empiezan
a padecer miopía emocional. No son capaces de percibir más allá del placer o del objetivo
inmediato, sin importarles para nada el precio que si no son ellos, otros tienen que pagar.
Están convencidos de que el poder y la riqueza material son lo único que merece la pena.
Amigo lector o lectora, sin duda alguna el poder y la riqueza material son recursos valiosos
y útiles; pero reducir la vida humana a solo eso, es renunciar a la capacidad que tenemos de
volar, de salirnos de la corteza de ese árbol e ir volando por el bosque de la vida, disfrutando
de muchísimas más cosas.
La inteligencia emocional nos informa de que los humanos, al igual que los mamíferos,
nacemos con la capacidad de sentir una serie de emociones arraigadas en nuestro cuerpo.
Emociones de supervivencia, mecanismos que permiten adaptarnos a los entornos e ir
superando las dificultades. Dichas emociones son, la alegría, la tristeza, el miedo, la rabia, la
sorpresa, al asco y la vergüenza.
La buena gestión de estas emociones nos convierte en animales inteligentes, que han
aprendido a utilizar adecuadamente cada uno de estos mecanismos.
Pero esto no es suficiente. Somos un gusano de seda, capaz de desarrollar alas que nos
permitan volar e ir más allá de los sentidos, al mundo de lo intangible. Desarrollar en nuestra
vida emociones, que ya no son mecanismos de supervivencia, sino mecanismos que nos
permiten poder comprender nuestra realidad personal y la realidad de este planeta desde una
dimensión extrasensorial.
Los humanos que un día se dan cuenta de que son capaces de desarrollar alas y volar, se
adentran en un mundo no solamente de emociones de supervivencia, sino de emociones que
vamos a llamar elevadas. Echamos alas y volamos cuando somos capaces de ser generosos,
agradecidos, solidarios, sensibles, altruistas, compasivos, tiernos. Estas son las emociones
elevadas que nos hacen sentir niveles de bienestar y de paz interior sublimes.
Tenemos que tomar decisiones en nuestra vida de una forma continuada, pero hay decisiones
muy importantes, decisiones que pueden cambiar radicalmente el rumbo de nuestras vidas.
Sobre todo la decisión de reflexionar para darnos cuenta que cada ser humano es una
mariposa, no solo un gusano, pero el desarrollar alas requiere su tiempo y espacio.
Espero encontrarte, amigo lector o lectora, volteando por el bosque de la vida de flor en
flor.
¿Eres consciente de que tú eres un auténtico gusano de seda que se puede convertir en una
bella y radiante mariposa?
¿Te sientes, como mariposa, volando por la vida de flor en flor, disfrutando y sintiendo el
placer de una vida plena?
¿Tal vez necesites, como el gusano del relato, envolverte en tus hilitos de seda e ir fortaleciendo
tus alas de mariposa?
¡Puntúa el relato!:
1
ESCUCHA Y COMPRENDE EL LENGUAJE DE TU CUERPO
1ª competencia emocional
Introducción
En una ocasión una mujer pidió nuestra opinión respecto a si sería para ella oportuno
separarse o continuar viviendo con su marido. Entre otras muchas cosas, nos comentó que
hacía mucho tiempo la estaba maltratando, llegando incluso a la violencia física. Pero tenía
muchas dudas, ya que pensaba que, a pesar de todo, lo quería mucho.
La miré fijamente a los ojos y le pregunté con voz firme: «¿Cómo es posible querer a una
persona que te está maltratando?». En aquel mismo momento con sus palabras me contestó:
«Yo lo quiero mucho». Pero a la vez que su voz me transmitía el anterior mensaje, el puño de
su mano derecha daba golpes sobre la izquierda entreabierta. Es decir, con su mente racional
se sentía obligada a querer a su marido por el contrato de por vida que había firmado, pero
con los golpes su cuerpo nos informaba de la enorme cantidad e intensidad de rabia retenida
dentro de ella durante muchos años.
El lenguaje de nuestro cuerpo es silencioso, no utiliza palabras para comunicarnos cómo se
siente. Es el lenguaje no verbal de los gestos, movimientos corporales, tonos de voz, mirada,
expresiones faciales. Así nos dice nuestro organismo cómo se está sintiendo.
En un relato anterior definíamos la inteligencia emocional como «la capacidad de elegir la
emoción más adecuada en cada situación de la vida, dentro de las posibles». Ahora a través
de los seis bloques siguientes, vamos a hablar de las competencias emocionales que debemos
tener bien desarrolladas para poder utilizar esta capacidad de elección.
En este relato vamos a presentar la primera y fundamental competencia emocional:
¿Sueles ser consciente de cuándo el río que pasa y atraviesa tu mente, lleva aguas turbias y
revueltas, repletas de pensamientos negativos, emociones tóxicas, creencias irracionales,
hábitos negativos?
¿Eres consciente de que todo eso que enturbia tu río interior es temporal y pasajero? Hasta
que los lodos vuelven a dormitar en el fondo y dentro de la corriente de tu río, el agua
cristalina repleta de sentimientos y emociones bellas y nobles, de pensamientos positivos, de
creencias firmes y sanas, de hábitos de vida saludables, van a correr por la abundante
corriente de tu río interior.
¿Has desarrollado (o tal vez sea bueno que desarrolles) el hábito, cuando notes que las
aguas de tu río interior estén revueltas, de sentarte a la orilla y esperar a que los lodos vuelvan
a dormitar en el fondo? Es entonces cuando puedes tomar buenas decisiones, expresar y
compartir lo que sientes y piensas, resolver problemas o enfrentarte, desde la calma, a
situaciones difíciles y complejas.
Solo tienes que sentarte en la orilla, cortar la respiración el tiempo que puedas hasta que
recuperes la calma, y cuando tu mente y tu cuerpo estén de nuevo en armonía, llenar tu cuenco
de agua cristalina. Si tienes sed, bébela; y si otros son los que la tienen, ofrécesela para que la
beban.
¡Puntúa el relato!:
2. Vivir en la escasez: La historia del ranchero de Texas
Según un mito que pasan de generación en generación por los hogares de Texas, vivió un
ranchero muy pobre, apenas sin medios para poder subsistir en su rancho que, aunque era muy
extenso, servía para poco, debido a la falta de agua y de recursos. Así había llegado a sus 80
años de edad. Un día aparecieron unos señores que, para su sorpresa, le ofrecieron una suma
muy importante de dinero por su propiedad. Habían descubierto que en esos terrenos yacía la
bolsa de petróleo más grande de EEUU. A la vez le regalaron un carro americano y dos
caballos que él les pidió como intercambio. El ranchero, cuentan los habitantes de un cercano
poblado, todas las mañanas amarraba su gran carro a sus dos caballos, para que tirasen de él y
aparecía por la calles, para impresionar con su fortuna a sus vecinos. Él no sabía conducir y, a
su edad, nunca aprendió.
¿Existía el petróleo desde siempre en la finca?
¿Este ranchero siempre había sido rico, pero desconocía la riqueza que poseía?
¿Eres consciente del petróleo que tal vez yazca dormido dentro de ti o aún llevas una vida
llena de limitaciones y escasez?
¿Puedes hacer algo para explorar y sacar a la superficie el potencial que duerme dentro de ti
y que aún no has explorado?
¡Puntúa el relato!:
3. Recuerdos de la infancia: Una tarde de circo
Recuerdo que, cuando era muy niño, mi padre, ese gran maestro que fue para mí, me llevó a
ver el circo. Me impresionaron muchas cosas, pero sobre todo cómo unos elefantes, animales
tan grandes y poderosos, obedecían ciegamente a lo que su domador les decía. Le pregunté por
qué se comportaban así y mi padre, que nunca me engañaba, me dio la siguiente explicación:
«Mira, hijo mío, cuando esos elefantes eran todavía muy pequeños, recién nacidos, les
pusieron una cadena en una de sus patas, y siempre la llevaron puesta, toda la vida. Al
principio estaba atada a una estaca, de tal forma que no podían hacer lo que querían.
Después la cadena que cada uno lleva deja de estar sujeta a ninguna parte, pero el elefante
continúa pensando que está amarrado como cuando era pequeño y cree que no le queda
más remedio, es decir, cree que no puede hacer otra cosa distinta de lo que su domador le
dice que tiene que hacer».
Mi padre añadió a esta explicación otra que caló muy dentro de mí: «Como sabes, yo
siempre te digo la verdad de las cosas. Pero imagínate que todos los días cuando te levantas y
desayunamos juntos», cosa que nos encantaba tanto a mi padre como a mí, «te digo que eres
poco inteligente, una mala persona y que la vida es muy dura y difícil. Si esto ocurriera y yo
ahora te preguntase sobre cómo eres tú, ¿qué me dirías? ¿Que eres un niño inteligente, que eres
una buena persona y que la vida es estupenda?». Mi padre no necesitó mi respuesta, se dio
perfecta cuenta de que su mensaje había calado. Lo que tal vez nunca supo fue la poderosa
fuerza que aquellas palabras han tenido en situaciones complejas de mi vida, para fortalecer
mi autoestima personal, para continuar pensando que, a pesar de observar muchos días un
panorama social corrupto, negativo y absurdo, la vida continúa mereciendo la pena y yo cuento
con suficientes recursos para poder afrontar con éxito cualquier situación, por compleja que
sea.
¿Alguna vez te ha pasado, suponer que las cosas van a ir a mucho peor, lo ves todo negro, se
cierra el futuro y te sientes en un pozo sin salida? ¿Sabes que el mayor grado de sufrimiento
que alcanzan muchas personas es por pensar en cosas que creen que les pueden llegar a pasar
y nunca les llegan a suceder?
¿Cuántas cosas en tu vida has dejado de hacer porque pensabas que no eras capaz y ni
siquiera lo intentaste? Y mientras tú o yo estamos pensando eso, una persona con grandes
incapacidades está tocando con los dedos de sus pies, porque no tiene manos, una bella y
armoniosa sinfonía.
¿De alguna manera te pasó a ti algo parecido al elefante del circo, te fueron informando de a
quién te parecías, cómo tenías que ser, qué no tenías que hacer? ¿Te lo has llegado a creer y
ahora llevas una vida que no te gusta y te dedicas cada día de tu vida a invertir tu tiempo en
cosas de muy poco valor y a la vez piensas que las cosas que tú deseas, o lo que quieres ser o
hacer, no están a tu alcance?
Si esto te pasa, te animo a que rompas esas barreras interiores que te amarran a la estaca
que llevas arrastrando toda la vida. Recupera la libertad y deja de hacer caso a los domadores
que a lo largo de tu vida te obligaron a obedecer ciegamente sus órdenes. No permitas que
nadie te limite o te diga qué y cómo tienes que vivir. Reinventa tu vida cada día. Empieza a
hacer las cosas que nunca te has atrevido a hacer. No continúes haciendo caso del refrán:
«Vale más lo malo conocido, que lo bueno por conocer». Sal del mundo conocido, arriésgate a
lo desconocido, porque en ese mundo de lo que desconoces y a lo que nunca te has arriesgado,
es donde están tus sueños, tus ilusiones, tus mejores deseos, tu felicidad verdadera. En el
mundo que conocemos podemos llegar a sentirnos acomodados, pero muy poco cómodos. La
comodidad está mucho más allá, arriésgate a encontrarla.
Una de las fuentes más importantes de donde se alimentan nuestras limitaciones interiores
son nuestras propias «creencias limitadoras». Te animo a que cojas un papel y escribas cada
una de las creencias que, precisamente por creer en ellas ciegamente, no te han permitido
lanzarte a ser una persona distinta a la que crees que eres.
Ahora te animo a que en otro papel vuelvas a escribir las creencias limitadoras que acabas
de identificar, pero por cada una tienes a continuación que escribir una «creencia de permiso»,
es decir, una creencia que no te limite sino al contrario, que te ayude a romper la creencia
limitadora. Por ejemplo, si como creencia limitadora has puesto «creo que soy una persona
muy tímida como mi padre», canjéala por una creencia de permiso: «Estoy dispuesto a
afrontar mis miedos al ridículo y a arriesgarme a ser y comportarme como una persona abierta
y segura de mí misma».
Romper las barreras interiores te va a requerir valentía y mucha práctica. Imagínate que eres
un caballo que tiene que aprender a superar los distintos obstáculos que le han puesto en la
pista.
Date tiempo, persiste una y otra vez, no te des nunca por vencido y convierte cada obstáculo
en un reto, en un pequeño triunfo, en un aprendizaje.
¡Puntúa el relato!:
4. Los diálogos internos: Con ellos alimentamos nuestra mente
Podríamos decir que el cerebro y la mente humana son la gran fábrica productora de
pensamientos y emociones que tiene cada persona. Dicha fábrica trabaja a tres turnos, nunca
está parada.
La calidad de vida de cada uno de nosotros dependerá de la calidad de los productos que
genera de manera continua. Los pensamientos y emociones que producimos nos sirven para
comunicarnos con los demás seres humanos por medio del lenguaje. Pero a la vez es
importante que seamos muy conscientes de que tanto los pensamientos como las emociones las
utilizamos también para comunicarnos con nosotros mismos.
Todos mantenemos diálogos internos, conversaciones silenciosas. En ellas invertimos
mucho tiempo y mucha energía.
En una ocasión una mujer que estaba sufriendo una fuerte y larga depresión me decía:
«Quiero que usted me ayude a no tener los pensamientos y las emociones que continuamente
estoy sintiendo. Son muy negativos, me atormentan y me hacen sufrir, estoy metida en un hoyo
sin salida. Me siento indefensa ante ellos, tienen más fuerza que yo. Están presentes en todas
partes, no sé qué puedo hacer para liberarme de ellos».
Los diálogos internos, cuando son negativos, se convierten en una fuente de alimentación
tóxica insoportable. Agrandan los problemas, hacen que estemos dando vueltas y vueltas a lo
mismo día y noche. Lo vemos cada vez más negro.
Cuando son nocivos, nos alejan de la realidad, la tergiversan, amplían la parte negativa. Son
la mayor fuente de preocupaciones.
¡Cuántas personas se pasan la vida pensando en cosas terribles que les pueden llegar a
ocurrir, bien a ellos o a sus seres queridos y nunca llegan a ocurrir! Son muchas las personas
que sufren por problemas no reales sino imaginarios y que alimentan y agrandan con sus
diálogos internos.
Estos diálogos negativos generan una fuente de retroalimentación: Los pensamientos
negativos crean emociones negativas y estas vuelven a generar otros pensamientos negativos.
Con ello entramos en una espiral de continua preocupación.
Suelen ser inconscientes, ajenos a nuestra voluntad, como si saliesen de nuestro
subconsciente y nada pudiéramos hacer para evitarlos.
Es importante hacerles frente, liberarnos de ellos. Y en el mismo momento que tomemos
conciencia de que los estamos generando, con coraje y firmeza, rechazarlos. Di mentalmente:
«¡Fuera!» Y a continuación intercámbialos por otros positivos.
Reconvierte tu lenguaje interior y ve poco a poco incorporando un nuevo hábito de diálogos
positivos.
Anímate a ti mismo. Reconócete las cosas positivas, piensa en la parte optimista de la vida,
es decir, siempre que te sorprendas dialogando contigo mismo negativamente, cambia el
rumbo de ese mismo diálogo a un tono amable y positivo.
Los seres humanos tenemos que aprender a ser nuestro mejor amigo, nuestro mejor
consejero, nuestro mejor vecino. Y ya que estamos siempre dialogando con nosotros mismos,
procurar que dichos diálogos se conviertan en una fuente de automotivación y de ayuda y dejen
de ser algo destructivo.
¿Cuánto tiempo sueles pasar dialogando contigo mismo?
Tus diálogos internos, cuando son negativos, ¿qué tipo de emociones tóxicas suelen
generarte con más frecuencia?
¿Qué puedes hacer, a partir de ahora, cuando te sorprendas dialogando negativamente
contigo mismo?
Reconducirlo y que produzca un diálogo positivo y enriquecedor para ti.
¡Puntúa el relato!:
5. Tus creencias irracionales: Las barreras mentales que nos imponemos
Una creencia es aquello que ciegamente damos por hecho que existe o que es verdad, que es
real y que necesariamente tenemos que tener en cuenta y hacerle caso. Por ejemplo, que las
cosas hay que hacerlas siempre de manera perfecta. Que cometer errores es malo e inútil. O
que tenemos que complacer a todas las personas o siempre decir e ir con la verdad por
delante.
Las creencias nos aportan seguridad y nos dan confianza ante la constante incertidumbre y
riesgos que nos depara la vida. Son necesarias, es donde los seres humanos nos apoyamos
para hacer frente a las adversidades que nos pueden y nos van a ocurrir. Las creencias pueden
ser racionales o irracionales.
Las racionales se fundamentan en hechos y principios lógicos, donde nuestra mente se
fundamenta. Son como los cimientos que aportan seguridad a lo que pensamos y sentimos. Que
existimos, que somos materia que tiene la capacidad de reflexionar sobre la propia materia,
que somos seres sociales que necesitamos a los demás para sobrevivir y muchísimas cosas
más. Que los errores pueden ser una fuente inagotable de conocimiento y de experiencia. Que
no tenemos por qué complacer a todas las personas. Que no siempre conviene decir la verdad.
Estas creencias fundamentan nuestra vida en la verdad, en la lógica. Nos ayudan a
comprender que todo es relativo y que cada persona crea su propia realidad, su propio mundo.
Que cada ser humano es un ser único e irrepetible, limitado y finito.
Las irracionales son falsas creencias que hemos ido incorporando a nuestra vida de manera
inconsciente, muchas por tradición o por una interpretación falsa o errónea de cosas que nos
han contado u ocurrido. Sus fundamentos suelen tener alguna pequeña parte de razón, pero una
gran parte de mentira. Por esta razón, este tipo de creencia no nos aporta seguridad, sino que
crea emociones de miedo, de incertidumbre, de angustia, ya que, por ser falsas, se alejan de la
realidad y nunca se pueden cumplir o llevar a cabo. Generan en las personas altos niveles de
frustración. Pero de la misma forma, la falsa creencia nos ofrece la clave para que no nos
afecte todo lo negativo que nos aporta.
Voy a contarte, amigo lector, una leyenda que durante muchas generaciones ha rondado por
los hogares de un pequeño y bellísimo pueblo de la alta montaña leonesa llamado Canseco,
lugar donde uno de los autores de esta obra nació y permaneció durante su primera infancia.
Su abuela Rosa, en las largas nevadas y frías noches de invierno, al calor de la cocina de leña,
le contaba esta leyenda, además de muchas otras.
A la entrada del pueblo hay un desfiladero de rocas calizas por el que pasa solo el río y un
estrecho camino de caballos.
Los mayores de esta población contaban que a mitad de este desfiladero, a la mano derecha
del río, había una fuente llamada la fuente de las Ánimas Benditas. En frente de ella, un
precioso puente romano y al otro lado, a mano izquierda la cueva de las Brujas Chanas.
Cuentan que antes, cuando todavía no había carretera sino un camino más bien estrecho,
cuando los habitantes salían del pueblo o los arrieros asturianos pasaban por el desfiladero
para ir a tierras de Castilla a intercambiar madreñas (zuecos asturianos para aislarse del frío y
de la humedad del clima) y castañas por harina y posiblemente vino y legumbres, con bastante
frecuencia eran asaltados por bandoleros que les quitaban todo lo que portaban en sus burros,
machos o caballos.
Como es natural, cualquier viajero tenía que pasar mucho miedo cuando atravesaba este
precioso desfiladero.
Entonces apareció la falsa creencia, que en aquel tiempo donde no había ningún tipo de
seguridad aportaba confianza a los viandantes. La leyenda cuenta que en aquella cueva vivían
tres brujas, llamadas las Chanas y que se alimentaban comiendo la carne de los viandantes que
mataban al pasar por el desfiladero. Pero a estas tres brujas lo que más les gustaba era la rica
miel que cosechan los habitantes de Canseco. En uno de sus aquelarres las tres brujas que
habitaban la cueva decidieron lo siguiente: En lugar de continuar matando y comiendo
personas, decidieron chantajear a los posibles viajeros y para ello empezaron a correr la voz,
de casa en casa, de que el pasajero que dejase al lado de la fuente de las Ánimas Benditas un
buen cuenco de miel, no lo matarían, ni se lo comerían, ni quitarían ninguna de las
pertenencias que llevasen. Las brujas pusieron de disculpa que la miel era para liberar las
ánimas de personas muertas, del tiempo que tenían que pasar en el purgatorio.
Mi abuela me contaba que algunas noches de luna llena se oía decir a una de las brujas,
juntamente con el ruido que el agua de un riachuelo vierte del fondo de la cueva: «Machaca
ajos, Marusiña [nombre de una de las brujas] que esta noche tenemos carne fresca [iban a
matar a algún viajero]”.
¿Qué tipo de creencias irracionales están profundamente arraigadas en tu vida, que hacen
que vivas sintiéndote víctima de tus miedos? ¿Podrías hacer algo por canjearlas por otras
creencias más racionales?
Todos tenemos brujas que las noches de luna llena nos hablan al oído y nos dicen cosas
malas que nos van o nos pueden ocurrir, pero también contamos con la fuente de las Ánimas,
de las cosas que tenemos que hacer para liberarnos de que algo malo nos pase. ¿Cuáles suelen
ser tus Chanas y tu fuente de las Ánimas Benditas?
¿Tu vida se basa en creencias racionales que te aportan conciencia y seguridad, o en
creencias irracionales que hacen que vivas de manera continua en un estado de alerta
emocional y con las emociones de supervivencia alteradas?
¡Puntúa el relato!:
6. Relato: La historia de la tigresa que creía que era una oveja (Relato hindú)
En un lugar de la India una tigresa estaba atacando un rebaño de ovejas cuando se puso de
parto y dio a luz un hermoso cachorrito. Poco después murió.
El cachorrito fue adoptado por el rebaño y creció feliz, creyendo que era una oveja más del
mismo. Así comía hierba, balaba y retozaba tiernamente en los campos. Vivía apaciblemente
con su familia adoptiva desconociendo su verdadera naturaleza, hasta que un día el rebaño fue
atacado de nuevo por un tigre que se sorprendió de encontrarlo allí y le preguntó:
—¿Cómo es posible que actúes como un oveja? ¡Tú eres un tigre!
El tigre-oveja simplemente baló asustado por encontrarse con un animal tan fiero.
Así que el tigre decidió llevarlo a un lago cercano para que su reflejo le convenciera de que
no era una oveja, sino un tigre.
El tigre-oveja vio su reflejo en el agua, tan parecido al del tigre… pero nada cambió. Seguía
convencido de que era una oveja, y muy asustado por estar alejado de su antiguo rebaño y en
presencia de un animal tan libre, independiente e instintivo.
El tigre se fue a cazar y al llegar la noche volvió a darle un trozo de carne de su presa a su
nuevo compañero, pero este no quiso comer, horrorizado por el ofrecimiento.
Entonces el tigre lanzó un increíble rugido que se oyó en todo el valle y ordenó al tigre-
oveja que comiera.
Este, asustado, baló levemente y le dio un bocado a la carne. Entonces su cuerpo reaccionó
y sintió su naturaleza real.
Y así fue cómo descubrió su instinto perdido por la educación e identificación dentro del
rebaño que le había acogido al nacer.
¿Te sientes tigre o más bien también te han hecho creer que eres una oveja y te comportas
como tal?
¿Qué cualidad del tigre, qué potencial interior, tienes dormido dentro de ti y todavía no has
desarrollado?
¿Cuánto se diferencia «tu Yo real» (tigre-oveja) aprendido en función de las circunstancias
que te han tocado vivir, de tu «Yo ideal» (el auténtico tigre que duerme dentro de ti)?
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7. Aprende a utilizar tu rejilla emocional: Abre tu consciencia al universo emocional
Vamos a utilizar una pequeña rejilla, como la que aparece en la gráfica adjunta, que nos
puede ayudar a darnos cuenta de lo que nuestro cuerpo está sintiendo y por tanto, ayudarnos a
desarrollar nuestra conciencia emocional.
Dicha rejilla consta de dos variables. Una variable vertical que llamamos «Energía». Y otra
variable horizontal que llamamos «Emoción».
La variable energía se refiere a que las emociones que sentimos y que equivalen a aquello
que nos mueve desde nuestro interior nos invitan a dar pasos hacia la acción. Dicha fuerza o
energía puede ser más o menos intensa, en una escala del 1 al 10, cada emoción se posiciona,
según el grado con el que sintamos, en un punto de esta.
Esta variable nos facilita el poder ser conscientes de la intensidad con la que estamos
sintiendo cualquier tipo de emoción, sea la que sea. Ello es importante, porque si la intensidad
es muy alta, es posible que la emoción tenga más fuerza que la capacidad o recursos que
poseemos para gestionarla, nos pueda sobrepasar y causar graves daños, bien a mí o a los
demás. Por ejemplo, un ataque de rabia, el resentimiento que voy almacenando hacia cualquier
persona, el grado de miedo que me puede paralizar o el grado de tristeza que me puede
conducir a una fuerte depresión. Por tanto, cuando sientas cualquier tipo de emoción dale una
puntuación, dentro de la escala, en función del grado de intensidad con la que la estés
sintiendo. De acuerdo con ello, colocaremos la emoción en el cuadrante de abajo o de arriba
de la rejilla.
A la variable horizontal le llamamos emoción. Es decir, ahora tenemos que tratar de ponerle
un nombre al conjunto de cambios corporales que estamos sintiendo. Y para ello, lo primero
que tenemos que observar es si la emoción que sentimos es agradable o desagradable, de esta
forma la situaremos en uno de los cuadrantes de la izquierda o de la derecha. Como se puede
observar la rejilla emocional se compone de cuatro:
CUADRANTE SUPERIOR DERECHO: En el cual situamos cualquiera de las emociones que sentimos
que tengan una energía alta, entre las puntuaciones 5 y 10 y a la vez sea una emoción que
genera sensaciones agradables.
CUADRANTE INFERIOR DERECHO: En él posicionamos las emociones de bajo grado de intensidad
del 1 al 5; la emoción genera sensaciones agradables.
CUADRANTE SUPERIOR IZQUIERDO: En él situamos las emociones de alta intensidad, entre el 5 y el
10; la sensación que produce es desagradable.
CUADRANTE INFERIOR IZQUIERDO: Situamos emociones de intensidad baja, entre el 1 y el 5; la
emoción genera sensaciones desagradables.
A modo de ejemplo, hemos nombrado varias emociones que podemos sentir en cada uno de
estos cuadrantes y que nos ayudan a identificar lo que nosotros estamos sintiendo.
Si utilizamos esta rejilla, nos puede ayudar a darnos cuenta rápidamente de qué emoción
sentimos en cada situación que nos toque vivir cada día. Es muy importante saber que no es ni
bueno ni malo estar en alguno de esos cuadrantes y que lo importante es saber lo que podemos
hacer cuando nos hemos identificado en uno de ellos y qué hacemos con eso que sentimos y
qué beneficio o daño nos aporta en la vida.
Ninguna emoción que sintamos es negativa en sí. Cualquier emoción nos puede dañar en
función del uso que hagamos de ella. Por ello es tan importante aprender a gestionarlas bien.
Una emoción agradable, nos informa del grado de bienestar que nuestro organismo siente y
nos invita a mantenerlo o poder provocarlo cuando lo consideremos oportuno.
Una desagradable nos informa del grado de malestar al que nuestro organismo se enfrenta;
dicha información nos va a ser muy útil para hacer cosas que nos permitan, lo antes posible,
retomar el equilibrio y el bienestar perdido. Aunque muchas veces, si no sabemos gestionarlas
bien, en lugar de hacer cosas que nos facilitan retomar el equilibrio, nos alejan más de él. Es
cuando la emoción se convierte en tóxica. Dichas emociones las guardamos en la memoria
emocional, fuera del control de nuestra voluntad, y reiterativamente aparecen y desaparecen de
nuestras vidas, alejándonos cada vez más de la felicidad y del bienestar.
Por tanto, tenemos que aprender a no rechazar las emociones que sintamos, sean agradables
o desagradables. Lo que tenemos que aprender es que, sea la emoción que sea, debemos lograr
que nos aporte bienestar y beneficio tanto para nosotros como para las personas de nuestro
entorno.
El odio, el rencor o el resentimiento, mal gestionados, se convierten en venganza y en una
fuente inagotable de sufrimiento. Pero a su vez, bien gestionados, se pueden convertir en
acciones sociales grandiosas y altruistas, como ayudar a muchas personas a que no les ocurra
lo mismo que a mí.
Las emociones tienen dos caras: La positiva, que es cuando las gestionamos
inteligentemente. Ello hace que las emociones sean mis mejores amigas, mis aliadas y me
permiten ser cada día más feliz y sentirme dichoso.
La negativa es cuando las gestionamos mal. Y convertimos la emoción en nuestra peor
enemiga, en una auténtica tirana que lo único que nos genera es dolor y sufrimiento. Dejamos
de visitar el país de la alegría y de la calma y penetramos en los sombríos y fríos pasajes de la
depresión. Nos complica la vida y vemos todos los días, cuando nos levantamos, el cielo gris,
el sol se esconde y no vuelve a salir.
¿Qué provecho puedo sacar al uso de esta rejilla, de cada uno de sus cuatro cuadrantes?
Cuadrante energía alta, emoción agradable: Me dice que estoy haciendo cosas que me
hacen sentir bien. Ello es importante. Saber qué cosas me permiten disfrutar, en qué invierto
mi tiempo, estar a gusto. Yo puedo provocar esas situaciones para que esto me ocurra con la
mayor frecuencia posible, tanto en mi trabajo como en mi vida personal.
Cuadrante de emoción agradable, energía baja: Me informa de qué cosas, aunque no sean
importantes, me relajan, me ayudan a descansar y a recuperar fuerzas. Conviene que las
practique a nivel de hobbies, de tiempos de descanso y de relaciones interpersonales.
Cuadrante de energía alta, emociones desagradables: Me informa de las cosas que me
generan estrés, ansiedad, malestar y con las que tengo que tener cuidado. Invertir en ello el
menor tiempo posible y si no queda más remedio, ser consciente de ello para que me haga el
menor daño.
Cuadrante de energía baja, emoción desagradable: En lo posible debemos permanecer
poco tiempo, pero cuando tengas que estar en él, ser consciente de ello.
¿Podrás durante una semana llevar en tu bolsillo esta rejilla y utilizarla al levantarte de la
cama y enfrentarte al nuevo día, en el momento de empezar a trabajar, al salir de trabajo y
dirigirte a tu casa y a la hora de ir a dormir?
¿Podrías, en función de lo que hayas observado la anterior semana, empezar a realizar
cambios en tu vida, que te permitan estar cada día más satisfecho de cómo estás gestionando
tus emociones?
¿Podrías, sin necesidad de llevar la rejilla en tu bolsillo, interiorizarla, de tal forma que
mentalmente empezases a utilizarla inconscientemente, como un nuevo hábito en tu vida
diaria?
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8. Potencia tu control interno: Toma las riendas de tu vida
La vida humana es un corto viaje que un día empieza, si tenemos suerte, con un hola y
termina otro buen día, también si hemos tenido suerte, con un adiós.
Entre ese primer saludo y el último adiós han ocurrido muchas, muchas cosas. Como en el
teatro, en la vida humana, existen distintas clases de obras: algunas convierten tu vida en una
comedia romántica, en un drama o una tragedia, con resultado no siempre feliz, como ocurría
en casi todos los cuentos que nos contaban cuando éramos niños. Si comparásemos la vida con
un coche, existen dueños de ese vehículo que son ellos los que lo conducen, van al volante,
saben y son conscientes de dónde están en cada instante, en cada momento y también a dónde
se dirigen y a dónde desean llegar. Asumen la responsabilidad del viaje de su vida. Cuando
surgen contrariedades y hay que cambiar una rueda o meter el coche en un taller lo hacen y
vuelven a retomarlo. Son ellos mismos y se sienten los principales protagonistas de su corto
viaje terráqueo. Lo viven con intensidad, con pasión, lo disfrutan y lo saborean. Ante
cualquier adversidad no se achican, la afrontan con valentía y la convierten en un reto de tal
manera que cuando lo superan, esto les hace sentirse fortalecidos. Son conductores optimistas,
afectivos, amables, agradecidos y satisfechos.
Da gusto acompañarlos y montar en su coche, ir en el asiento de al lado disfrutando de su
compañía y del paisaje. Estaríamos dispuestos a pasar a su lado una buena parte del viaje. Se
sienten dueños y señores de sus vidas. Son conscientes de que existe la buena o mala suerte, la
ley de la gravedad, que hay tormentas en la vida que vienen sin pedirlas. Pero en todo
momento saben cómo reaccionar, cómo dar la mejor respuesta a cada situación real o posible.
No tienen tiempo para lamentarse, estar quejándose continuamente, criticando todo y a todos.
Destierran de su corazón los rencores, los odios, las envidias y resentimientos, la ofensa y la
agresión.
Cultivan en sus corazones emociones elevadas como la gratitud, generosidad, amabilidad,
ternura, dulzura, compasión y serenidad. Son personas honestas, coherentes y solidarias. Las
encuentras en todos los países desarrollados o no desarrollados, en cualquier carretera o
camino vecinal, en entornos altamente culturales y en barrios pobres y repletos de
analfabetismo, en el norte y en el sur. Se sienten ciudadanos no solo terráqueos, sino también
cósmicos. Consideran que la vida es un regalo y lo saben apreciar.
Pero por otro lado, también nos encontramos con personas que no han aprendido a conducir
el coche de su vida o consideran que es mejor ir en el asiento de al lado y dejar que otros sean
los conductores. Son personas que se pasan la vida quejándose y criticando todo; están
convencidos de que todo o todos menos ellos tienen que cambiar para que el viaje de su vida
sea placentero y grato. Los demás, incluyendo las circunstancias, son la causa de todo lo que a
ellos les pasa; son los demás los que tienen que llevarles en sus coches y cuando no van en la
dirección o a la velocidad que ellos desean, se dedican a criticar, agredir, protestar, exigir
derechos adquiridos, culpar y hasta castigar con dureza.
Su corazón está lleno de emociones negativas y tóxicas, de experiencias dolorosas que,
aunque hayan pasado muchos años, continúan viviéndolas con tanta intensidad en el presente
como cuando se produjeron. No aprenden del pasado y sus recuerdos son una fuente de
sufrimiento, de amargura. El futuro lo viven como una amenaza y una fuente de miedos y
preocupaciones. Se sienten tristes e inseguros. Vivir junto a ellos es complejo, difícil. Piensan
que la vida es cruel y dura y que ellos son presas de la mala suerte.
No tienen ningún control de sus vidas. Su vida es como un pequeño barco que navega por
alta mar a capricho de los vientos, de las fuertes olas y de las tormentas. Piensan que el
destino es el único responsable.
¿Cómo te ves en tu vida actual, en el volante de tu coche, dirigiendo tu vida a donde deseas
ir? o por el contrario ¿te ves como ese velero perdido por no se sabe qué mares a merced de
los vientos y tempestades?
Si continuas en tu viaje por la vida haciendo lo mismo que has hecho hasta ahora, ¿qué te
espera en el tiempo que te queda por vivir hasta que llegue el último adiós?
¿Tienes que cambiar de rumbo, ir por otras carreteras? o ¿tal vez, meter tu coche en el taller
para repararlo?
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2
SIÉNTETE DUEÑO DE TUS EMOCIONES
2ª competencia emocional
Introducción
Por naturaleza y como especie (animales mamíferos), traemos incorporada en nuestros genes
la capacidad de sentir las diez emociones básicas que en otro relato ya hemos identificado.
Ninguna persona necesita aprender a sentir tristeza, miedo o alegría. Ya nacemos con dichas
capacidades. Ahora bien en los múltiples mecanismos biológicos que poseemos, como la
respiración, regulación de la temperatura corporal, etc., no solo vienen incorporadas la
capacidad de cada uno de los mecanismos, sino que también todo el proceso que las regula y
para el que no necesitamos ningún tipo de aprendizaje.
En los mecanismos emocionales no pasa lo mismo. El funcionamiento perfecto del proceso
de cada una de las emociones no viene incorporado en nuestros genes y depende
fundamentalmente del aprendizaje que cada ser humano realice a nivel individual.
Por ejemplo para sentir rabia, tristeza o miedo no necesitamos ningún tipo de aprendizaje.
Pero con respecto a la forma en que canalizamos y nos liberamos de la rabia que sentimos, de
la tristeza o del miedo, necesitamos saber y aprender cómo hacerlo. Por eso ante los mismos
estímulos sensoriales que despiertan en nosotros una misma emoción, las reacciones
emocionales que cada persona desarrolla pueden ser muy distintas. Cuando experimentamos
rabia o enfado, una persona puede reaccionar de manera pacífica expresando lo que siente, sin
ningún tipo de agresión, otra lo expresa insultando y otra agrediendo físicamente a otra.
Por tanto se requiere un aprendizaje emocional, que permita a las personas canalizar de
manera adecuada cada una de las emociones que siente y compartirla con los demás.
Las emociones, cada una de ellas, tienen un grado de mayor o menor intensidad. Cuando una
emoción tiene mucha intensidad, por ejemplo alegría, miedo, asco o cualquiera de ellas, no es
fácil su canalización y su liberación.
La falta de aprendizaje emocional ha ocasionado, a través de la Historia de la Humanidad,
grandes desastres; ha destrozado a muchísimas personas y, en bastantes ocasiones, llegamos a
sentir profunda vergüenza por el comportamiento irracional de algunos seres humanos, por
llamarlos de alguna forma. Hace unos días dieron la noticia de que un grupo de milicianos
talibán-pakistaníes había entrado en la Escuela Pública del Ejército en Peshawar, en el
noroeste de Pakistán y matado indiscriminadamente a más de 130 niños.
Los animales solo matan por necesidad. Los humanos matamos por placer, por ideología,
por dinero, por odios y venganzas.
A la tercera competencia emocional la llamamos «regulación emocional» y es:
La capacidad de canalizar y exteriorizar cada una de las emociones de forma adaptativa y
adecuada, sintiéndonos dueños de cada una de ellas.
Los diferentes relatos que describimos en este bloque pueden ayudarte a aprender y a
mejorar tu forma de canalizar las distintas emociones que sientes. Esperamos que te sirvan de
ayuda y ello te permita sentirte más dueño de ti mismo y aumente tu nivel de bienestar.
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2. Aprende a canalizar bien tu rabia: Deja de sentirte víctima de tus impulsos
La emoción de la rabia la podemos definir como: una señal emotiva desagradable universal
que pone en alerta a nuestro organismo y lo predispone para hacer frente a una situación
amenazante.
Es una emoción por una parte muy mal vista socialmente, y por otra muy utilizada y no
siempre de manera adecuada.
Existen personas que tienen mucha dificultad en exteriorizarla, la reprimen y la trasforman
en otra emoción falsa, como el miedo o la tristeza. Otras personas tienen mucha dificultad en
canalizar su fuerza y energía, reconvirtiéndola en agresión, insulto, desprecio o maltrato.
Requiere un buen aprendizaje, su regulación la convierte en una emoción de mucho valor, ya
que ayuda a nuestro organismo a concretar la atención y energía que será necesaria para
superar el obstáculo que se nos presenta.
La represión de esta emoción, con el tiempo causa trastornos psicosomáticos y puede afectar
a órganos como el corazón o el hígado.
Las personas impulsivas suelen convertir la rabia en agresión y ello hace que
constantemente se tengan que enfrentar a problemas de relación social.
Es importante que empieces por ser consciente de cuándo tu organismo está sintiendo dicha
emoción.
Cuando te des cuenta de la presencia de la rabia, lo primero que tienes que hacer es respirar
profundamente y a la vez relajar tus músculos, hasta retomar de nuevo el equilibrio. Una vez
que recuperes la calma es el momento de expresar aquello que no te ha gustado o que te ha
ofendido, pero sin necesidad de insultar, agredir o maltratar.
Empieza a percibir la rabia como una fuerza interior positiva que te puede ayudar a superar
muchas dificultades en tu vida. La tienes que ver como un valor y no como un problema. No
luches en contra de ella, sino a su favor. No tienes que reprimirla, sino canalizarla bien. Este
aprendizaje es muy personal, no a todas las personas les pasa lo mismo.
Conviene que observes a personas que son capaces de canalizar bien esta emoción, fíjate en
qué y cómo lo hacen y trata de imitarlas.
¿Qué sueles hacer con la rabia? cuando la sientes, ¿la expresas y canalizas al exterior de
forma provechosa? ¿La reprimes y te la comes? ¿La somatizas? o ¿la expulsas al exterior de
manera agresiva e incontrolada? Si no te satisface esta forma de canalizar tu rabia, ¿de qué
otras maneras podrías empezar a canalizarla?
Prueba a escribir en un papel las cinco situaciones donde con bastante frecuencia sientes
rabia y, a continuación, ve escribiendo, además de la forma que sueles utilizar, otras posibles
que podrías empezar a practicar a partir de ahora, más saludables y beneficiosas.
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3. Evita el miedo a sentir miedo: Acércate a tus miedos y no los rechaces
La emoción del miedo tiene mala imagen social. Se vende como una imperfección a evitar.
Se presenta como lo opuesto a valentía.
El miedo es una emoción desagradable (no por ello negativa) universal (la sentimos todos
los seres humanos) que nos informa de que estamos ante la presencia (real o imaginaria) de un
peligro o amenaza, superior a los recursos personales con que contamos para poder afrontarla
y superarla, lo cual nos invita a evitarla y huir.
La primera conclusión es que el miedo es una emoción que tenemos todo el derecho a sentir.
Y sentirlo no es malo, es absolutamente necesario y útil. Con toda seguridad nos podemos
encontrar en la vida con peligros o amenazas que ponen en riesgo nuestra supervivencia, y lo
mejor que podemos hacer es evitarlos o alejarnos de ellos.
Ahora bien, también tenemos que tener en cuenta que nuestro cerebro es una gran fábrica de
miedos, muchísimos de ellos irreales e irracionales, totalmente alejados de la realidad y fruto
más bien de nuestra fantasía.
Por tanto, hay miedos que pueden ser falsos, en el sentido de que no hay razones objetivas
para sentirlos. Pueden ser miedos aprendidos al haber tenido malas experiencias, o bien
miedos heredados de nuestros padres, cosa que también suele ocurrir.
En cualquiera de los casos, a nivel cerebral da igual que nuestro cerebro no sea capaz de
diferenciar el mundo real del virtual. Para nuestro cerebro un miedo generado por la fantasía,
es tan real como el miedo a un tigre que se aproxima a nosotros.
Otra cosa importante es que dentro de nuestro cerebro emocional, sede de todos nuestros
miedos, no existen los conceptos de pasado, presente y futuro, todo se vive en el momento
actual. Por tanto cuando sentimos miedo lo sentimos siempre en el aquí y ahora.
Hemos dicho que el miedo es bueno y necesario. Lo que tenemos que conseguir es que no
perjudique ni paralice nuestra vida. Vamos a diferenciar tres clases de miedo, que pueden
llegar a perjudicarnos o a paralizar nuestra vida:
Temores: Nos generan mucha inseguridad y desconfianza, nos hacen sentirnos mal,
desasosegados, inquietos. Logramos hacer las cosas, pero pasándolo mal o muy mal.
Fobias: Provocan en nosotros una conducta de evitación y de huida, de alejamiento. Nos
bloquean y nos impiden realizar acciones concretas y específicas, como montar en un ascensor
o viajar en avión.
Ataques de pánico: Llegan a paralizar a nivel personal y fisiológico y pueden convertirse en
somatizaciones muy importantes.
Es muy posible que, si padecemos señales de estos tres tipos de miedos, sea muy oportuno o
tal vez necesario solicitar la ayuda de algún psicoterapeuta especializado que pueda ayudar a
liberarnos de su esclavitud. Nos obligan a vivir como en una jaula de gruesos barrotes que no
sabemos cómo rebasar. Pero hay salidas.
Lo peor que nos puede ocurrir es sentir miedo al miedo. Lo cual nos conduce a una actitud
defensiva y proclive a evitar cualquier tipo de temor. A los miedos, lo mejor que podemos
hacer, es mirarlos a los ojos y hacerles frente, no huir o alejarnos sino poco a poco
aproximarnos, dentro de unos límites de seguridad. Hazte amigo de tus miedos paso a paso y
los miedos desaparecerán.
Existen muchos grados o niveles de miedos, según su intensidad: timidez, temor, tensión,
ansiedad, angustia, horror, pánico, desesperación, terror.
Cuando sabemos que los miedos son ficticios y nada tienen que ver con la realidad, solemos
buscarlos y provocarlos, nos atraen y nos seducen, nos permiten vivir experiencias límite y
gozar de fuertes aventuras, tal vez las que no nos sentimos capaces de correr en la realidad.
Pero a la vez, al saber que son falsos, ficticios, nos sentimos protegidos, fuera de cualquier
peligro. Por eso atraen tanto las películas de terror y de aventuras.
Los miedos que se apoderan de nuestras entrañas y nos bloquean son miedos reales o
imaginarios, que nuestra mente crea y vive como reales y posibles.
El polo opuesto al miedo no es la valentía. La valentía emocional es un recurso, una
estrategia que podemos utilizar para sentir nuestros miedos, mirarlos de frente y superarlos, en
lugar de tratar de evitarlos, alejarnos o huir. Pero en ocasiones la mejor alternativa ante
miedos auténticamente amenazantes es huir, alejarlos y como medida preventiva evitarlos.
¿Te das permiso para sentir miedo y cuando lo sientes eres consciente de ello?
¿Sientes alguno de esos miedos que perjudican o paralizan tu vida y sabes que te hacen
sentir como prisionero dentro de una jaula?
¿Qué puedes hacer para ir saliendo de la jaula de tus miedos y sentirte un pájaro libre
volando por el cielo azul de la vida?
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4. Descubre la cara positiva del estrés: Aprende a gestionarlo
El día en que el estrés haya desaparecido de tu vida estarás muerto. Él es la respuesta que
cada persona da a cualquier tipo de presión que se presenta en la vida. Las presiones pueden
ser extrínsecas, es decir, objetivas, que no dependen de nosotros, son totalmente ajenas, y
otras presiones que son intrínsecas, es decir, nosotros mismos podemos llegar a ser la fuente
de presión que nos está produciendo estrés.
Vamos a empezar definiendo el significado de cada una de las letras de la palabra «Estrés».
E = Extenuado. Significa que la presión de las situaciones me ha desbordado, he perdido
totalmente el control de la situación y me siento sin fuerzas, agotado, destrozado.
S = Saturado. La situación está a punto de desbordarnos, solo falta una gota para que el
agua se derrame. Ya no podemos más. Nos sentimos cansados, agotados, pero tenemos que
continuar.
T = Tonificado. Estoy a gusto, cómodo, me encuentro con fuerza y energía, dueño de la
situación.
R = Robustecido. Siento dentro de mí mucha energía, los problemas y dificultades no me
sobrepasan y desarrollo mis actividades muy a gusto. Soy consciente de que podría con
bastante más.
E = Embotado. Aunque soy consciente de que las presiones externas son pocas, me siento
mentalmente torpe, cansado, hasta me falla la memoria y los reflejos. No sé lo que pasa.
S = Soñoliento. Aunque tengo pocas cosas o ninguna para hacer, me paso la jornada medio
dormido, triste, sin ninguna gana de nada. Me falta ilusión, coraje. Es como si estuviese
totalmente desmotivado, apático. Me cuesta ponerme en marcha.
Como puedes ver hay tres tipos de estrés: Uno de alta presión donde podemos llegar a estar
saturados y hasta extenuados. En él están las personas a las que siempre las cosas y las
actividades que tienen que hacer y realizar sobrepasan sus recursos personales. Están
sobrecargados, no descansan y se van a la cama con las preocupaciones en la cabeza y ellas
no les dejan ni descansar.
El segundo tipo, de baja presión, es el de los parados o de las personas que se jubilan y no
saben en qué invertir su tiempo. Es también muy negativo.
Pero existe otra clase de estrés saludable, sano y positivo, cuando las presiones son
moderadas y las respuestas que damos son tonificadas y robustecidas.
Hay personas que soportan muy bien las altas presiones y otras las bajas presiones. Los
factores internos de cada persona, como pueden ser sus actitudes, la gestión que sepan hacer o
no hacer de sus emociones, su tendencia a ser positivas o negativas juegan un papel singular.
Es posible que en tu vida haya días y momentos de picos de estrés muy altos o muy bajos. A
esto lo llamamos «estrés agudo». Este tipo no hace daño a las personas porque es temporal y
pronto podemos recuperar la energía perdida.
Pero existe otro tipo altamente peligroso: El estrés crónico, o el que no se acaba nunca. Lo
padezco casi todos los días de mi vida. Este tipo de estrés daña, enferma, mata.
Existe una serie de síntomas en la vida personal de cada uno de nosotros que nos avisan de
que estamos padeciendo algún tipo de estrés negativo. Un ejemplo es la disminución en
nuestro nivel de motivación e interés. Me cuesta relajarme y dormir. Empezamos a sentir el
cuerpo tenso y alterado, fácilmente perdemos el control y nos enfadamos con facilidad.
Nuestra salud se empieza a resentir y empezamos a sentir dolencias físicas y los médicos no
saben encontrar ninguna razón orgánica.
Si estás pasando por momentos difíciles y te sientes muy estresado, algún tipo de
tranquilizante, con consulta médica, puede ayudarte temporalmente a disminuir el nivel de
estrés.
Pero si persiste, pienso que la relajación puede ser una de las buenas alternativas. Aunque
en algunas situaciones también aconsejo algún tipo de psicoterapia.
A nivel de relajación es importante que la realices de manera continuada y periódica, para
nada sirve relajarse una sola vez.
Te aconsejamos, si estás sufriendo estrés crónico, lo siguiente:
Busca una hora a la semana, o mejor, si puedes dos horas en días distintos, que sea un
tiempo para ti. Invierte ese tiempo en alguna actividad que te guste, que te llene y que disfrutes
con ella. La actividad que sea, da igual. Comunica a las personas que conviven contigo los
horarios semanales que vas a reservar para eso, y exígeles que los respeten. Hazte este regalo,
es la mejor medicina para ti.
Por otro lado adquiere el hábito y la costumbre de, cuando te levantes o vayas a la cama
todos los días, dedicar diez minutos a relajarte. Para ello hay cintas que puedes escuchar. Si
no, pon música suave, cierra los ojos y trata de no pensar en nada, déjate llevar por ella.
En este momento de tu vida y después de haber leído este relato, ¿qué tipo de estrés padeces
o sufres con mucha frecuencia y dentro de qué ámbitos de tu vida?
¿Cuáles podrían ser las presiones más significativas, extrínsecas e intrínsecas, que lo están
provocando?
¿Qué vas a hacer para que dichas situaciones no te hagan daño ni tengan consecuencias
nocivas para tu salud?
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5. Cultiva emociones positivas: No te conformes con ir sobreviviendo
Muchas personas pasan su vida sobreviviendo, o mejor dicho malviviendo, van dando
tumbos. Están convencidas de que para dejar de sobrevivir necesitan tener mucha suerte, cosa
que no tienen, y que ocurran cosas en su entorno que les permita cambiar de vida. Cosas
totalmente fuera del alcance de lo que ellas se sienten capaces. Se autoengañan.
Hemos mencionado, en otros relatos, que contamos con diez emociones básicas en nuestro
bagaje genético. Cuatro de ellas son emociones desagradables, como el miedo, la culpa, la
rabia, el asco y la tristeza. Todas estas emociones tienen una razón de ser y una finalidad, nos
son muy útiles y hasta necesarias. Cada una de ellas es una plataforma para la acción, nos
empuja a hacer cosas. Estas emociones desagradables nos empujan a huir o atacar, rechazar o
exteriorizar el dolor de las pérdidas que se van produciendo a través de la vida. Pero
mantenernos en ellas de manera continua genera un desgaste excesivo y contraproducente,
como vivir de manera prolongada en la plataforma del miedo, o del enfado o de la culpa o del
asco. Conviene ser capaz de emplear cada una de ellas en situaciones en las que es adecuado
sentirlas, pero liberarnos de ellas lo antes posible. Permanecer de manera continua o con
mucha frecuencia en la plataforma del miedo es demasiado agotador, estresante y enfermizo.
Hay otras cinco emociones agradables, placenteras, y que si las utilizamos con frecuencia en
nuestra vida nos permiten disfrutar, aprender, crecer y desarrollarnos. A estas emociones
vamos a llamarlas emociones positivas. Son emociones que no solo es bueno sentir y degustar,
sino también cultivar y provocar. Por ejemplo la emoción de la curiosidad, que cuando la
sentimos despierta en nosotros el deseo de aprender, conocer, investigar y experimentar.
Es una de las emociones positivas que nos permite ir más allá de dedicarnos meramente a
sobrevivir. La emoción de la sorpresa nos permite asombrarnos positiva o negativamente ante
el entorno, de una manera distinta y que nos ayuda a salir de la rutina y de la monotonía, donde
caen las personas que se dedican a sobrevivir. Dejamos de aburrirnos, de ver siempre desde
el mismo ángulo lo que nos rodea. Tenemos que estar preparados para que la vida nos
sorprenda. Queramos o no, va a hacerlo y tenemos que estar listos ante sorpresas gratas y
agradables, pero también ante las no gratas o muy ingratas, que a veces la vida nos depara.
La emoción de seguridad hay que cultivarla, genera en nosotros confianza, tranquilidad,
sosiego. Nos permite sentirnos capaces de enfrentarnos a la vida, a las adversidades y
desafíos. Potencia nuestra autoestima y facilita nuestra relación con las demás personas.
La emoción de la alegría, que nos permite celebrar, festejar, compartir risas con los demás,
disfrutar de la vida. Nos ayuda a regalar vida y esperanza a los otros seres humanos, algunos
tan carentes de todo esto.
La emoción de la admiración, que nos permite descubrir en nosotros mismos y en los demás
valores y cualidades, tesoros que nos deslumbran, que hacen que quedemos extasiados ante las
ocurrencias de un niño o la sabiduría de una persona muy mayor. Quedamos asombrados ante
lo bello, lo sublime, lo que de verdad merece la pena. Nos ayuda a valorar y apreciar la
cantidad de cosas y oportunidades que la vida, cada día, nos ofrece. La emoción de la
admiración es mirar al mundo, al cosmos y los seres humanos, a la vida, mirarla con amor, con
dulzura, ensimismados, extasiados y perplejos ante tanto esplendor. Facilita el aprendizaje por
imitación al que admiramos, al ver en otros cualidades y valores que también nosotros
posemos, aprender a interiorizar y hacerlas nuestras.
Cuando un ser humano descubre el apasionante mundo de las emociones positivas, empieza
a vivir la vida con plenitud, disfruta de cada instante, de cada pequeña cosa. Todo le parece
apasionante, se siente parte de un cosmos sin límite conocido, en perfecto funcionamiento y
coordinación. Se siente parte de un todo y se da cuenta de que no es un ser aislado, indefenso.
Es un ser comprometido, solidario, parte de un universo grandioso. Un universo que se
compone exclusivamente de amor y de energía. Esto es lo que verdaderamente somos.
El cultivo de estas plataformas de acción positiva nos lanza a vivir la vida con pasión y con
coraje. A no conformarnos con ir sobreviviendo. Cada instante lo convertimos en una
oportunidad, en un reto, en un desafío. La vida humana vivida así es apasionante y
emocionante. El aburrimiento deja de tener sentido y de existir. No tenemos tiempo para él.
Haciendo un repaso a tu pasado, ¿piensas que has ido sobreviviendo o malviviendo, o has
vivido la vida con pasión, con emoción?
¿Qué decisiones podrías tomar en tu vida que te ayudasen a dejar de sobrevivir y empezar a
vivir con plenitud?
Cada día, cuando te levantas de la cama, por qué no te empiezas a hacer esta pregunta:
¿Cómo voy a vivir cada instante de este día que empieza? ¿Fuera de la rutina y de manera
apasionante y emocionante, degustando cada pequeño detalle?
¡Puntúa el relato!:
6. Libérate de tus emociones tóxicas: Convierte las vivencias de tu pasado en experiencia
vital
Nuestro mundo emocional también puede estar y sentirse enfermo y cuando esto ocurre si el
sufrimiento perjudica tu vivir diario, conviene que un buen cirujano, en este caso emocional, te
apoye e intervenga.
Te invito a que cojas en tu mano un folio en blanco de manera apaisada y con un bolígrafo,
dibujes en la parte del centro una línea recta horizontal. Deja un pequeño espacio en cada uno
de los dos extremos. Ahora en el extremo de la parte izquierda escribe la palabra «pasado» y
a continuación en el extremo derecho «futuro». Después y en función de la edad que ahora
tienes, busca aproximadamente el lugar en el que estás viviendo. Es decir, haces una pequeña
raya aproximándote más al extremo del pasado si eres joven o más al extremo del futuro si
eres mayor. Marca con tu boli una línea pequeña en ese punto que refleja el aquí y ahora de tu
vida. Aquí estás en este momento. Pon ahora la punta del boli sobre esa línea y prolóngala
hacia arriba, verticalmente hacia la parte superior del papel y cuando la hayas desplazado
varios centímetros, dibuja en su extremo un globo y escribe en su interior: «mi aquí y ahora».
Ahora sitúa tu vista en la parte baja del papel, esa zona entre la palabra pasado y la raya del
aquí y ahora. En la parte baja de esta zona escribe dos palabras: «vivencias-experiencias».
Pasa ahora a la parte inferior derecha y en ella y debajo de la raya escribe: «Visualización
positiva del futuro desde el aquí ahora».
Te invito, amigo, a que centres tu atención en el espacio en blanco de la parte izquierda del
papel y que corresponde a tu pasado. Escribe ahí los recuerdos o vivencias que hoy todavía,
ahora cuando los revives, te hacen sentir el mismo sufrimiento o desgarro que cuando
ocurrieron. Aún están ejerciendo un papel importante en tu vida, y es posible que a veces te
distorsionen el sueño y tu organismo se sienta invadido por emociones tóxicas como el odio,
el resentimiento, el rencor, la culpa y la tristeza.
Si esto te ocurre, significa que tienes heridas emocionales en tu vida que ni están curadas ni
cicatrizadas. No te sientas una persona por ello distinta y enferma. Esto nos pasa a todos los
seres humanos. Pero cuando esto ocurra y seamos conscientes de ello hay que buscar
soluciones, no merece la pena continuar sufriendo por cosas que ya no existen y pertenecen al
pasado.
¿Tiene esto solución? ¿Puedes dejar de sufrir por aquello que te pasó y reiterativamente
viene a tu mente, como si nada pudieras hacer para evitarlo? Mi respuesta es afirmativa, pero
para ello tienes que lograr reconvertir dichos recuerdos o vivencias en experiencias.
Una vivencia es el recuerdo doloroso de cosas que a cualquiera de nosotros le han podido
ocurrir. Cuando las vivencias son muy intensas, muy potentes, se graban en nuestra memoria
emocional y queda dañada. Siempre que, en cualquier momento de nuestra vida presente, algún
pequeño estímulo, muchas veces inconsciente para nosotros, llegue a nuestra memoria, dicha
vivencia se activa con la misma fuerza e intensidad, aunque hayan pasado muchos años.
Dichos recuerdos se anclan en nuestra vida con el presente y no sabemos qué hacer con ellos.
Es como si nuestra mente aún tuviese una deuda o cuenta pendiente hasta que no logre
reconvertir las vivencias en experiencias.
La experiencia no se produce por el hecho de que las cosas hayan ocurrido, sino por el
hecho de aprender de lo que nos ha ocurrido. Reviviendo el dolor y el sufrimiento una y otra
vez, reiterativamente, nada aprendemos, al contrario, lo continuamos retroalimentando para
que continúe teniendo vida y esté presente siempre. No podemos olvidar, pero sí podemos
lograr no sufrir cuando recordamos algo.
Lo primero que tienes que hacer es aceptar dicha vivencia o dicho recuerdo, no rechazarlo,
no querer no sentirlo. Por tanto en lugar de luchar tan ferozmente para eliminarlo, acéptalo,
contémplalo como una parte de tu vida, como algo que te ocurrió y que forma parte de tu
proyecto vital.
En una palabra, en lugar de luchar en contra (esto produce mucho sufrimiento) hazte amigo
de dicha vivencia e invítala a que forme parte de tu experiencia.
Es el caso de una mujer que fue violada muy joven y después del suceso, continúa el resto
de su vida sufriendo por aquello que le ocurrió. No lo rechaces, tú has sido una mujer violada,
acéptalo, no trates de negar la realidad o de no aceptar esa dura realidad. Fue terrible y
vergonzoso, ofensivo y denigrante, pero ya pertenece al mundo del pasado, eso pasó entonces,
ahora no está pasando, ni tiene por qué volver a pasar. Sitúa la violación donde tiene que
estar, en tu pasado.
El siguiente paso es convertir esa dura experiencia en aprendizaje para tu vida. Es decir,
tienes que lograr convertir ese recuerdo doloroso en una gran oportunidad y sacarle el máximo
provecho, no solo si es posible para ti sino también para otras mujeres como tú.
Siempre recordaré una conferencia que dio Irene Villa, víctima de ETA el 9 de Mayo del
2014. Era la presentación de su libro Nunca es demasiado tarde, princesa, (S.L.U. Espasa
Libros, 2013), sobre la vida de siete mujeres que habían pasado por situaciones trágicas.
Había un factor común en todas ellas, lo habían superado y sus vidas se habían transformado a
mejor a partir de esas traumáticas experiencias. En Irene Villa, descubrí muy pronto que ella
había hecho lo mismo. Lo que le había pasado lo contaba como una anécdota más de su vida,
sin dolor ni resentimiento, sin deseos de venganza. En su vida actual, en el aquí y ahora había
cosas mucho más significativas e importantes, interesantes, que merecían la pena. Su pasado
había pasado y le ocupó su tiempo entonces, era plenamente consciente de lo que le había
ocurrido, pero lo dejó y lo integró en su vida sin darle más fuerza, significado e importancia.
Aprendió muchas cosas de ello que compartió en la conferencia con una audiencia de mil
personas. Casi, casi, se percibía que estaba agradecida de aquello que tuvo que ser tan terrible
cuando ocurrió.
Es bueno, para ayudarte a convertir en experiencia cualquier recuerdo traumático, que hagas
lo siguiente:
Ahora mismo vuelve a recordar y revivir una experiencia traumática de tu pasado y sobre
todo toma conciencia de las emociones que en aquellos momentos, en el aquí pero allá, has
sentido y tal vez sientas. Anótalas en un papel.
A continuación vas a recordar otro hecho o suceso que también ocurrió en tu vida, no
doloroso y traumático, sino fascinante, placentero y agradable. Vuelve también a revivirlo y
siente ahora mismo las mismas emociones de seguridad, curiosidad, alegría o admiración, que
en aquella situación tuviste. Anota estas emociones, las que sean, escríbelas también en papel.
Después visualízate dentro de un cine ante una gran pantalla donde se va a reproducir la
escena del recuerdo traumático y doloroso, tal y como ocurrió. Pero en una de las esquinas va
apareciendo un fondo distinto que va a ir transformando toda la pantalla. La situación escénica
continúa siendo la misma que ha sido, pero ahora vas a impregnar esa misma situación con las
emociones que sentías en el recuerdo agradable que antes has visto.
Cuando a tu cabeza, de vez en cuando, vuelva la escena de la situación traumática, no la
rechaces, no trates de borrarla, acógela e imprégnala con las emociones positivas que has
sentido ante uno de tus recuerdos agradables. Muy pronto lo negativo irá perdiendo fuerza y
poder y serás capaz de recordarlo y hablar de ello, sin rencor, resentimiento y sí, con
serenidad, alegría y admiración.
Amigo lector te invito a que, si has pasado por situaciones turbulentas que dejaron huella en
tu memoria emocional, hagas algo parecido. También es posible que haya heridas que no
bastan con el autocuidado y haya que acudir al cirujano, en este caso, emocional. Hay buenos
profesionales con los que puedes contar, no dudes en ponerte en sus manos.
Como ves, de acuerdo a la línea impresa en tu papel, hemos centrado toda nuestra atención
en el pasado, a veces lo que produce dolor y sufrimiento no está en el pasado, sino más bien
en el futuro. El futuro lo podemos vivir como una amenaza, un gran riesgo y son muchos los
miedos e inseguridades que nos acechan cuando pensamos en él.
Te voy a hablar de una potente técnica que los puede acallar, tranquilizar, de tal forma que
puedas convivir con un grado de incertidumbre e inseguridad tolerable y aceptable. Si logras
hacer esto, conseguirás poner fuera de uso una de las grandes fuentes de estrés y ansiedad que
sufre un alto porcentaje de la población.
Lo primero que quiero decirte es que el futuro no ha existido nunca, ni existirá jamás,
cuando llega y existe se convierte en el aquí y ahora, en el presente, en cada instante de nuestra
vida.
¿Sabes el gran nivel de sufrimiento que muchas personas tienen y sienten, pensando en cosas
que tienen miedo que puedan llegar a suceder y que la mayoría nunca sucede? Si quieres
probar, escribe en un papel todas las cosas del futuro que te asustan, que te estremecen, que te
aterran. Te hago una pregunta, lo que sientes, ese miedo, terror o pánico, ¿lo produce el futuro
o tu mente y tu pensamiento cuando piensas en este? El miedo al futuro no está fuera de
nosotros, es un producto de nuestra mente. Para aumentar nuestros miedos y nuestros niveles
altísimos de ansiedad y estrés utilizamos los diálogos internos.
De esta forma vamos viendo las cosas cada vez en una dimensión mayor y más amenazante.
Vamos agrandando su gravedad y su significado, ante cualquier situación.
¿Te pasa algo de esto, cuando piensas en el futuro? ¿Tu organismo empieza a generar
emociones desagradables muy intensas que te paralizan, te bloquean y hasta te impiden
pensar?
Si eso es así, te ofrezco a continuación una pequeña técnica que puede serte muy útil.
Invierte tu fuerza y energía hacia el futuro en positivo y frena, siempre que puedas los
diálogos internos negativos.
Piensa en algo que esperas que ocurra en tu futuro, es decir, no pienses en algo negativo que
piensas que va a ocurrir. Si tienes trabajo, no pienses en que no tienes trabajo. Piensa en que
lo conservas. Y si alguna vez lo pierdes, piensa en que vuelves a conseguir otro trabajo.
Relájate, siéntate cómodo en una silla, cierra los ojos y dedica unos diez minutos a vitalizar
el futuro positivamente, tal y como tú deseas y quieres que ocurra. Pero lo vas a hacer de la
siguiente forma: visualízalo como si el futuro ya estuviese vigente ahora mismo en tu vida. Si
no trabajas y deseas encontrar trabajo, visualízate trabajando en aquello en lo que deseas
trabajar. Graba fuertemente esa película en tu memoria emocional. Todas las imágenes tienen
que ser positivas y en tiempo presente, no verte en el futuro trabajando. Antes te he dicho que
el futuro no existe y cuando existe es aquí y ahora. Por ello es importante que te visualices
poseyendo lo que tanto quieres y disfrutándolo como si ya lo hubieses conseguido.
Te aseguro que por hacerlo una sola vez no vas a obtener ningún resultado, pero si durante
tres meses todos los días al levantarte de la cama o al acostarte dedicas diez minutos a
visualizar cada día lo mismo, aquello que tan importante es para ti, antes de tres meses tendrás
muchas ganas de escribirme un correo para comentarme el éxito o el casi milagro que has
llevado a cabo.
Escribe en un papel los hechos más significativos de tu vida, a cualquier edad, y que eres
consciente de que han dejado huella en tu memoria emocional. A continuación busca otros
cuantos hechos o sucesos positivos que también te han ocurrido. Cuando lo tengas claro te vas
a la sala de cine virtual y colocas hecho o suceso, uno a uno y no todos a la vez, en la pantalla
grande, lo visualizas tal y como sucedió, experimentando las mismas emociones. En una
esquina de la pantalla colocas lo que sentías en un hecho placentero y relajante, de los que
tienes escritos y a continuación esa emoción de la esquina se va agrandando e impregnando
toda la pantalla. Esto te permitirá ahora, que nada tiene que ver con el allá y entonces,
disfrutar de ese hecho de otra manera muy distinta a cuando entonces ocurrió.
Durante unos tres meses, visualiza unos diez minutos como máximo en tiempo presente
aquello que tanto deseas que llegue y ocurra en tu vida, vívelo y disfrútalo como si ya formase
parte de tu patrimonio vital.
Es posible engañar al cerebro ya que no es capaz de distinguir entre lo que fue real y ocurrió
y lo que yo visualizo e imagino que ha ocurrido, viviendo la situación virtual con muchísima
fuerza. Aprovecha este punto débil del cerebro para sacarle provecho. Puedes conseguir
experiencias de vivencias positivas que nunca han sucedido, pero que las has vivido con gran
intensidad y también y de la misma forma se graban, positivamente, en tu memoria emocional.
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7. Crea tu propio semáforo emocional: Convierte tu rabia en energía positiva
Todos sabemos cuál es la finalidad de un semáforo. Lo que vamos a hacer ahora es utilizarlo
para una finalidad diferente.
Muchas personas encuentran mucha dificultad en controlar su conducta cuando están
alteradas emocionalmente, sobre todo con una alta intensidad de rabia. Es decir, convierten
esa emoción en una conducta agresiva bien verbal o física. No se sienten capaces de controlar
sus impulsos y dicen o hacen cosas de las que después se arrepienten. Causan mucho dolor y
sufrimiento emocional o físico a otras personas. Suelen o solemos decir que tienen un genio
endiablado.
Algunas personas piensan que ellos son así y no pueden hacer nada por evitarlo. Culpan a
los demás que les provocan y que ellos son los que tienen que cambiar. Les cuesta asumir la
responsabilidad de sus actos violentos.
La técnica del «Semáforo emocional» puede ser muy útil para ese tipo de personas. Consiste
en lo siguiente:
Mentalmente tienes que imaginar un semáforo, compuesto de tres círculos de colores
distintos: rojo, ámbar y verde.
El color rojo: significa que empiezas a ser consciente de que comienzas a enfadarte. Tu voz
se altera, se alza, la temperatura de tu cuerpo aumenta, te pones rojo, te tiemblan las manos, no
eres capaz de permanecer tranquilo. Cuando empieces a ser consciente de todo esto con tu
imaginación, visualizas un semáforo que tiene encendida la luz roja. Lo cual quiere decir que
estando así es importantísimo parar, no hacer nada, frenar las ganas que tienes de gritar,
agredir o moverte. Mantente quieto, frena ese impulso, como un coche ante un semáforo en
rojo frena y se para. Haz tú lo mismo, no hagas, ni digas nada aunque tengas muchas ganas.
Una vez que has frenado el impulso, mentalmente enciende ahora el semáforo en ámbar.
Ahora lo que tienes que hacer es respirar muy lentamente y de manera profunda, repite
mentalmente las palabras: «Calma, calma, calma». Tu único objetivo, antes de responder a
nada, es recuperar el equilibrio corporal perdido. Toma un vaso de agua fría, date un paseo,
aléjate de esa situación. Tu único objetivo es frenar la conducta agresiva que antes se
disparaba de manera inconsciente en ti.
Una vez estés calmado y tranquilo, es el momento adecuado para enfrentarte a esa difícil
situación. Ahora sí que puedes encender el semáforo en verde, estás en condiciones desde la
serenidad y la calma, para enfrentarte a esa situación, pero de manera muy distinta a como lo
hacías antes. Ten claro y responde a esta pregunta: Ante el problema que esta otra persona me
plantea, ¿cuál es la respuesta más positiva y adecuada para resolver dicho problema? Es
importante que no levantes la voz y que tu cuerpo aprenda a afrontar esta situación desde la
calma y la tranquilidad.
Nunca podemos responsabilizar a los demás de nuestras conductas agresivas. Las personas
tienen derecho a enfadarse y su enfado no lo podemos convertir en una justificación para
responder a él con ira o agresión. Aun en el caso en el que ellos sí lo hagan.
Personalmente suelo utilizar una frase que me la repito mentalmente y que dice: «Nada ni
nadie me va a hacer daño, si yo no se lo permito».
Por hacer esto una sola vez no se logra nada. Esta táctica funciona si estás dispuesto a
utilizarla, aunque durante los tres primeros meses te encuentres con situaciones en las que no
lo consigas. Cuando una situación te desborde y te vuelva a ocurrir lo mismo de antes, es una
gran oportunidad para aprender. Haz lo siguiente.
Visualiza ahora la situación tal y como ha sucedido, dándote cuenta de en qué preciso
instante perdiste el control por la alteración corporal que sentías. La segunda vez, visualiza la
situación como a ti te hubiera gustado afrontarla, sintiéndote capaz de mantener la calma.
Ahora vuelve a revivir la situación mentalmente utilizando la técnica del semáforo y repite
mentalmente: «La próxima vez que me ocurra la voy a afrontar tal y como ahora la estoy
visualizando».
Visualiza y recuerda la última vez que una situación te ha desbordado, te has enfadado
mucho y has perdido el control.
Ahora, cuando estés visualizando la situación anterior, vas a fijarte en cada uno de los
cambios corporales que dicha situación genera en tu cuerpo. Sé muy consciente de ellos.
Cómo se altera tu tono de voz, el calor corporal que sientes, el temblor de las manos, los
movimientos de tu cuerpo.
Es el momento de convertir el error que has cometido en un nuevo aprendizaje: Aplica
mentalmente la técnica del semáforo a esa misma situación y entrena a tu mente para que la
guarde y la registre. De esta forma, cuando de nuevo surjan situaciones parecidas a esta, tu
cerebro estará ya entrenado para hacerles frente desde la calma y la serenidad.
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8. Aprende a relajar tu cuerpo y tu mente: Disfruta del aquí y ahora de cada instante de
tu vida
Ya sabemos que cuando el cerebro emite ondas cerebrales tipo beta de alta frecuencia,
nuestro cuerpo y nuestra mente están sometidos a sufrir y padecer un nivel de estrés
preocupante y dañino para nuestra salud y bienestar.
Tenemos que aprender a salir de dicha situación lo antes posible. Si logramos cambiar este
tipo de onda cerebral beta de alta frecuencia a otro tipo de onda de baja frecuencia e
intensidad, como son las ondas alfa, logramos que nuestra mente y cuerpo retomen de nuevo el
equilibrio y la armonía. Es como pasar de navegar en un mar encrespado de grandes olas y
temporales a uno tranquilo de olas suaves y calmadas.
Para ello podemos utilizar, entre otras muchas cosas, la relajación psicocorporal, es decir
tenemos que lograr relajar simultáneamente nuestro cuerpo y nuestra mente. Ambas son dos
realidades intrínsecas y biológicamente comunicadas e interconectadas. De tal forma que
cualquier alteración que suceda en una de ellas, se transmite a la otra.
Es importante tener información básica suficiente que nos permita, al relajarnos, hacerlo de
manera correcta y adecuada.
Lo primero que tenemos que hacer es buscar un lugar en el cual nada ni nadie nos moleste ni
interrumpa. No es bueno que sea el dormitorio donde habitualmente descansamos.
Podemos buscar una postura cómoda. Bien sentados en una silla que nos permita mantener la
columna vertebral recta, los dos pies apoyados en el suelo sin cruzarlos y los brazos apoyados
sobre nuestros muslos, la cabeza, mirando al frente, manteniéndola recta como la columna
vertebral. También podemos hacerlo en postura loto, si estamos cómodos, como al hacer yoga,
o tumbados boca arriba en una superficie más bien dura, estirando brazos y piernas.
Podemos poner de fondo, si nos apetece, una música muy suave y relajante. Empezamos la
relajación respirando unas diez veces lentamente por la nariz. Al inspirar centramos nuestra
atención en la nariz, percibimos cómo entra el aire hacia nuestros pulmones. Sintiendo frescor
en las fosas nasales, a la vez que nuestro estómago, al inspirar, se hincha y sale hacia fuera.
Al expirar, también por la nariz, notamos calor en las fosas nasales. Mientras observamos
que el estómago se mete hacia dentro. Seguimos respirando así hasta unas diez veces.
Luego vamos centrando nuestra atención en cada una de las partes de nuestro cuerpo, de la
cabeza hasta los dedos de los pies, mientras que continuamos plácidamente respirando y nos
mantenemos completamente quietos. Pasamos al cuello, a los hombros, a los brazos y manos,
para pasar después al pecho y los órganos internos que habitan en él, el hígado, el pulmón y el
corazón. Centramos nuestra atención en el estómago, vientre y genitales. Recorremos con
nuestra atención de arriba abajo la columna vertebral. Pasamos después a las piernas y pies,
centrando nuestra atención en ellas. Ahora es el momento de empezar a sentir y gozar el placer
y bienestar que produce notar todo nuestro cuerpo en plena quietud, tranquilidad y sosiego.
Vamos teniendo la sensación agradable de nuestro peso sobre la superficie donde estamos.
Llega el momento de relajar ahora nuestra mente. Y para ello tenemos que mantener una
actitud de pasividad ante todas las cosas que van sucediendo en nuestra mente. Verás cómo no
haces nada por retener los pensamientos y las emociones o sonidos del exterior que vienen y
van. No juzgas si son buenos o malos. Eres solo un espectador que los observas y dejas que
circulen. Ni los rechazas ni los buscas, simplemente te mantienes pasivo. Y cuando te cueste
mantenerte pasivo porque aparecen pensamientos, sonidos o emociones que te distraen, solo
tienes que centrar tu atención en la respiración, en darte cuenta de cómo entra y sale el aire por
tu nariz y produce esa sensación de frescor.
Permanece varios minutos en esta situación de plena quietud, mientras escuchas la música
que hayas puesto de fondo.
Haciendo una vez esta relajación posiblemente no notes ningún cambio o mejora. Hasta es
posible que te cueste si no estás habituado a hacerlo. Pero si persistes y los haces con cierta
frecuencia y si es posible a la misma hora, pronto empezarás a disfrutar de ella y notarás cómo
tu cuerpo y mente empiezan y son capaces de mantener la calma y la serenidad. No necesitarás
apartarte del mundo y de las personas para sentirte bien. Te sentirás más cerca de ellos y serás
capaz de afrontar en tu vida situaciones que antes te estresaban. Tu mente empezará a mirar al
mundo y a ti mismo desde otra perspectiva, desde otro ángulo. Continuarás escuchando
sonidos y ruidos desagradables, pero dejarás de sentirte mal ante ellos. Te sentirás dichoso de
sentirlos porque ellos te anuncian que estás vivo. Los muertos no se estresan, pero para eso
hay que estar ya muerto.
Volverán a tu mente los pensamientos negativos y las emociones tóxicas de siempre, con la
diferencia de que ahora no invertirás tu energía en rechazarlos y dejarás que vengan y se
vayan. Tu cerebro emocional dejará de secuestrar a tu cerebro racional, porque dejas fluir la
circulación en tus neuronas y rutas cerebrales.
Te empezarás a sentir dueño de todo lo que está circulando en tu interior, liderarás tu vida
desde una perspectiva diferente. Sobre todo, tanto tu cuerpo como tu mente empezarán a
dialogar y a entenderse, a escucharse y comunicarse. Ambos descansarán y, cuando se sientan
incómodos, tomarán un pequeño tiempo para «parar y reparar». Al fin y al cabo este es el fin
de la relajación.
¿Con qué frecuencia practicas en tu vida la relajación psicocorporal?
¿Consideras y quieres probarla, para poder valorar hasta qué punto te puede venir bien para
tu salud y equilibrio emocional?
¿Qué plan de entrenamiento podrías diseñar para ir convirtiendo la relajación en un hábito,
para que, cuando tu cuerpo y tu mente se sientan mal, te pidan relajación, como cuando tienes
un dolor pedimos una determinada pastilla?
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3
APRENDE A LIDERAR TU INTERIOR
3ª competencia emocional
Introducción
Un directivo, en una ocasión, fue a hacer un curso sobre liderazgo. Al entrar en la sala el
profesor le hace una pregunta: «¿Qué razones le mueven a hacer este curso?». A la cual el
directivo le contesta: «Tengo una empresa con más de cien trabajadores y vengo a este
programa de liderazgo a aprender a ser un buen líder con mi gente».
A esta respuesta el profesor le hace una nueva pregunta: «Y usted, ¿tiene claro si ya es un
buen líder consigo mismo? Para liderar a otros es importante antes aprender a ser un buen
líder con uno mismo».
La persona que es un buen líder consigo mismo goza de un alto nivel de confianza y
seguridad. Se siente motivado y no necesita que alguien lo motive, lo empuje. Es una persona
que no pasa el tiempo de su vida quejándose, lamentándose o echando la culpa a los demás.
Tiene clara su jerarquía de valores, sus áreas de responsabilidad. También sus limitaciones.
El camino, en la vida de las personas, para llegar a este nivel de autonomía personal no es
fácil ni corto. Se consigue a través de los años.
Por autonomía emocional entendemos el hacernos responsables de lo que sentimos, sin
responsabilizar a los demás ni culpabilizarlos de ello, es decir, sentirnos dueños de cada una
de las emociones que sentimos y capaces de canalizarlas de marea adecuada. Para ello antes
hemos tenido que desarrollar la conciencia emocional (primera competencia) y la capacidad
de regular las emociones (segunda competencia).
Un porcentaje importante de gente posiblemente no lo consigue nunca. Son muchas las
personas no autónomas, inseguras y miedosas, que buscan fuera de ellas cosas que fortalezcan
su baja autoestima. Algunas de estas caen en conductas dependientes. Para sentirse seguras
necesitan drogas, alcohol, grandes cantidades de dinero, de posesiones, de poder. Buscan de
manera continua y en otros la aprobación, el aplauso y el reconocimiento.
Son personas que se frustran fácilmente y no se sienten con fuerzas para enfrentarse a
cualquier adversidad. Seres que buscan el placer a corto plazo y el bienestar gratuito, a
cambio de nada. En una sociedad donde el concepto de bienestar se ha considerado un
derecho adquirido y no una responsabilidad compartida por todos. Con un concepto de
bienestar exclusivamente materialista es fácil caer en cualquiera de las dependencias
mencionadas, como el excesivo consumismo o la esclavitud del cuerpo perfecto. Los medios
de comunicación en bastantes ocasiones se han convertido en un generador de dependencias de
la moda, del consumo, de la belleza física, de la banalidad y hasta de conductas agresivas
como herramienta de fama y poder.
Los padres hemos entendido, equivocadamente, que lo importante en la educación de
nuestros hijos es que sean felices y tratamos de quitar de sus vidas cualquier tipo de situación
que pone en riesgo ese sentido equivocado de bienestar o felicidad. Nuestros hijos aprenden a
edades demasiado tempranas que su felicidad va a depender exclusivamente de cosas externas
a ellos mismos y no al contrario. No es posible sentir bienestar de manera continua a través de
la vida. Habrá momentos de malestar, y en este momento es cuando aprendemos a apreciar y
disfrutar después de los otros. No podemos hacernos responsables de los problemas de
nuestros hijos y evitar en ellos cualquier sensación de malestar y de responsabilidad. Los
hacemos caprichosos, egoístas, impotentes. Posiblemente el egoísmo esté haciendo todavía
más daño que el maltrato.
En este espectáculo dantesco de desfile de personas corruptas sería bueno preguntarnos en
qué tipo de familias crecieron cuando eran niños, en qué tipo de colegios fueron educados y
qué expediente escolar obtuvieron. Me atrevo a asegurar que no crecieron la mayoría de ellos
en familias desestructuras, escuelas públicas y en barrios marginales. Sin datos donde
apoyarme, pero mi intuición me dice que crecieron en familias muy acomodadas, colegios
concertados, barrios de élite social y sus expedientes académicos fueron brillantes. Y si
pudiera señalar un ingrediente en la vida de estos odiosos personajes, lo llamaría egoísmo.
A esta cuarta competencia la vamos a llamar «aprende a ser una persona autónoma», que es:
La capacidad que nos permite confiar en nosotros mismos, sentirnos autónomos y capaces de
enfrentarnos a los problemas de nuestra vida y resolverlos, sin necesidad de depender de otras
personas o cosas externas.
En el conjunto de los relatos que hemos agrupado podrás encontrar contenido suficiente que
te permita potenciar y fortalecer varias de las habilidades que configuran la autonomía
emocional.
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2. Aprende a valorarte y quererte: Potencia tu autoestima personal
Es importante que tú seas tu mejor amigo, que te sientas a gusto contigo mismo y que confíes
en ti de manera incondicional, pase lo que pase en tu vida. Todo esto nadie lo puede hacer por
ti.
La autoestima personal se va constituyendo a través de la vida en base a los cinco
ingredientes que a continuación deseo describir:
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3. Aprende a regalar «Pelusas calientes»: Conviértete en un buscador de tesoros
Un gran maestro del análisis transaccional suele contar un bellísimo relato, que con mis
palabras deseo compartir contigo amigo lector:
Existía un país donde todos los padres y madres, cuando nacía cada uno de sus hijos le
regalaban una bolsita de pelusas calientes. Era una bolsita mágica. Por muchas pelusas que el
niño gastara, siempre se volvía a llenar. Además, tenían la propiedad de poder utilizarlas con
ellos mismos y con cualquier otro ser humano. Eran como algodoncitos muy suaves que
cuando alguien o ellos mismos, se sentían mal, sufrieran por algo o tenían algún dolor, cogían
de la bolsita unas cuantas, rozaban la parte dolorida o enferma y mágicamente se recuperaba el
bienestar perdido. Era un país encantador, donde todos eran felices y había pelusas para todos.
Pero un día salió del bosque un hada mala y se introdujo en la casa de un padre que estaba
acariciando con un puñado de sus pelusas la cara de su hija, ya que le dolía la cabeza y estaba
triste. Mientras, un hermano de la niña estaba presenciando la escena. Entonces el hada se
aproximó al niño y le dijo: «¿Ves cómo tu papá está gastando sus pelusas con tu hermana, y
pronto se quedará sin ninguna y a ti, cuando las necesites, no te las podrá dar?».
Parece ser que aquel niño se dejó engañar y empezó a sentir miedo a gastar sus pelusas, las
empezó a guardar y a dejar de dárselas tanto a él mismo como a los demás. Empezó a contar la
historia de esta hada a sus amigos y vecinos, y muy pronto todos empezaron a hacerle caso.
Pronto se iba perdiendo la costumbre de regalar pelusas calientes a cualquiera. Empezó a
crecer el egoísmo, el miedo a dar, y otro día volvió el hada mala a continuar haciendo de las
suyas. Ahora reunió a esos niños egoístas y les dijo: «Menudo negocio que podéis hacer ahora
que las personas necesitan pelusas calientes y nadie se las regala. Es el momento de fabricar
vosotros bolsitas similares a las que regalan los padres, y de este modo las personas las
compren y se peleen por poseerlas». Efectivamente todo un imperio, con las tecnologías más
avanzadas empezó a producir en serie ese tipo de bolsita y las empezaron a vender. Pero
pronto surgió el descontento entre los clientes, ya que estas falsas bolsitas no tenían ningún
poder mágico y los efectos de bienestar que producían desaparecían pronto y esto hacía tener
que comprar más y más.
Aquel país dejó de ser un paraíso y poco a poco empezaron a aparecer el malestar, los
problemas, las enfermedades, las guerras, el hambre y las injusticias. Surgieron las fronteras y
empezaron a proliferar políticos que se dedicaban a engañar a los ciudadanos de aquel país,
que efectivamente les ofrecían bolsitas, pero dentro de ellas lo único que había eran, en lugar
de pelusas, «espinas frías», o lo que es lo mismo promesas y más promesas que casi nunca
cumplían. En los lugares más avanzados de este país, con más recursos materiales, es donde
empezó a haber más depresiones, más suicidios y donde las estadísticas empezaron a decir
que eran menos felices.
Ahora todo el mundo teme por el futuro de ese país porque, como consecuencia de tantas y
tantas fábricas de falsas pelusas calientes, se está produciendo, dicen los más sabios, un
cambio climático que está poniendo en riesgo el futuro de la vida humana y terráquea.
¿Qué te hace sentir y pensar este relato?
¿Cuentas en tu vida con sobradas pelusas calientes y generosamente regalas pelusas a los
demás seres humanos?
¿Qué podrías empezar a hacer desde ahora mismo en tu vida diaria para regalarte y regalar
en más abundancia pelusas calientes?
¡Puntúa el relato!:
4. Que en tu vida impere: La ley de abundancia de caricias positivas
Entendemos por caricia cualquier tipo de estímulo que hace a una persona sentirse vivo.
¿Puedes imaginar que te conviertes en invisible y tu presencia deja de ser percibida? Dicen
que el mayor castigo es la indiferencia, por ello todo aquello que nos permite darnos cuenta
que somos y existimos lo llamamos caricia. Pero, claro está, la caricia puede ser positiva o
negativa, un beso o una bofetada nos permiten sentirnos vivos.
Ahora bien, deseo hablar de las caricias que, cuando las recibimos, nos permiten sentir
bienestar, no lo contrario. Pueden ser muy diversas:
«Caricias verbales», cuando alguien nos dice cosas agradables y bonitas, que nos motivan,
nos animan, nos permiten sacar lo mejor de nosotros mismos.
«Caricias gestuales», pueden ser un beso o una mirada cómplice, un saludo con la mano, un
gesto. Son caricias que generan altos niveles de bienestar.
«Caricias escritas», una carta, un verso, el regalo de un libro.
«Caricias simbólicas», una rosa o pasteles.
«Caricias testimoniales», algo que alguien hace por ti, como por ejemplo, todo lo que
nuestros padres han hecho por nosotros.
La sociedad donde nos toca vivir tiene una tendencia a resaltar mucho más lo negativo que
lo positivo. Solo tenemos que ver el telediario todos los días, la cantidad de programas que
viven de sacar los trapos sucios de las personas. Las pocas cosas positivas que nos dicen o
que nosotros decimos.
La caricia, es una necesidad biológica, la necesitamos para estar y sentirnos vivos. Cuando
una persona recibe muy pocas caricias o estas son negativas, muy pronto enferma y se deprime
o se dedica a hacer cosas extrañas para llamar la atención.
Te voy a proponer, amigo, que a partir de hoy tengas en cuenta en tu vida una «Ley de
abundancia de caricias» y te animo a que la pongas en marcha, si todavía no lo has hecho, en
el día a día de tu vida. Estoy seguro de que va a ser la mejor vitamina existencial que puedes
empezar a tomar y pronto te darás cuenta de los grandiosos beneficios para tu salud y tu
calidad de vida.
Esta «Ley de abundancia de caricias» consta de cinco apartados o principios que hemos de
conseguir que se cumplan:
«Ofrece y no te guardes cualquier cosa positiva que cualquier persona se merezca.» Es
decir, cuando te encuentres con una persona, sea la que sea, que consideres se merece de ti
algo positivo dáselo o díselo, no te lo guardes.
«Cuando a ti te ofrezca algo positivo, sea quien sea, acéptalo siempre y agradécelo.» No lo
rechaces, ni disminuyas el valor con que la otra persona te lo ofrece.
«Si tú consideras que has hecho algo que merece ser reconocido y tenido en cuenta y no te lo
reconocen, pídelo.» No te quedes con ganas de recibirlo. Posiblemente la otra persona no sea
consciente de la importancia que tiene para ti.
«Si alguna persona te da una caricia negativa que daña tu autoestima personal, recházala.»
No se la admitas, admítele cualquier tipo de error que hayas cometido, pero nunca que ponga
en tela de juicio la valía de tu persona. Haz tú lo mismo con los demás, no dañes su
autoestima.
«Si consideras que mereces ser reconocido y nadie lo hace, reconócete a ti mismo». Es
decir, autorregálate algo que consideras que te mereces, si nadie se acuerda.
Es importante que esta «Ley de abundancia de caricias» la practiquemos en las familias,
entre la pareja, los hijos, en los lugares de trabajo y con nuestras amistades.
Lo contrario a esta «Ley de abundancia», es la «Ley de escasez de caricias», donde lo
positivo casi nunca se tiene en cuenta, pero las críticas y los reproches se convierten en el
menú con que muchas personas desayunan, comen y cenan. Los entornos son tristes,
depresivos, las relaciones amargas y los conflictos y las enfermedades están a la orden del
día, y de la noche, porque también vamos con ello a la cama.
¿Qué cosas has hecho el día de hoy para dar y recibir caricias, bien positivas o negativas?
¿Qué predomina más en tu vida diaria la «Ley de abundancia de caricias» o la «Ley de
escasez»?
¿Qué podrías empezar a hacer en tu vida diaria a partir de hoy mismo para que la «Ley de
abundancia» inundase tu vida y la de los demás de bienestar y satisfacción?
¡Puntúa el relato!:
5. Aprende a motivarte a ti mismo: Activa las cinco fuentes de la automotivación
Estamos habituados y entrenados para que los demás seres humanos sean los responsables
de motivarnos. Con lo cual generamos una fuerte dependencia de los demás y depositamos en
ellos una responsabilidad que no les corresponde, y cuando no nos motivan les apuntamos con
el dedo y les hacemos sentir culpables de nuestras desgracias. Es así como gastamos, día a
día, muchísima energía y fuerza interior, la utilizamos para quejarnos, lamentarnos y echar la
culpa de todo a los demás. A la vez permanecemos pasivos esperando a que las cosas cambien
y la buena suerte pase por nuestra calle y toque nuestra puerta, ofreciéndonos una buena
noticia.
La persona que más te puede ayudar a motivarte cada instante de tu vida eres tú mismo, no
los otros. Para ello te quiero ayudar a que descubras que dentro de ti, sin tener que depender
de los demás, de que las cosas cambien y la buena suerte toque a tu puerta, existen cinco
fuentes de automotivación que si las activas y logras que den fruto, lo que hasta ahora era
negro se teñirá de colores y lo que veías imposible e inalcanzable, empezará a ser para ti
posible y muy, muy apetitoso y deseable.
Quinta fuente de automotivación: «Ten en tu vida siempre metas y sueños para hacer
realidad»
En otro relato te di las claves para crear y planificar tu vida en función de metas personales
valiosas. Aquí solo quiero decirte que, emocionalmente, te sentirás muerto y no tendrás
ninguna gana de levantarte de la cama el día en que pienses que nada de este mundo terrenal
merece la pena y no encuentres razones para vivir y luchar por algo.
Cuentas con una poderosísima fábrica de sueños que es tu imaginación. Sueña despierto y
ten siempre activo un buen semillero de sueños, de ideas que te encantaría hacer realidad.
Selecciona de ese vivero las mejores y más valiosas, conviértelas en metas personales, en
retos ilusionantes y trabaja con coraje, fuerza e ilusión para que un día veas que parte de ellas
se van cumpliendo. Tú eres su creador.
Todo lo que somos capaces de visualizar o imaginar es posible que un día lo podamos hacer
realidad.
Utiliza tu creatividad, tu poder innovador y cada día de tu vida reinventa la vida, créala, no
tiene por qué continuar siendo la misma de siempre, sosa, aburrida y monótona. Evita la rutina,
el aburrimiento, que matan las ilusiones, las esperanzas y las ganas de vivir.
Dedica cada mañana unos pocos minutos a visualizar la jornada tal y como deseas que
ocurra, diséñala a tu gusto. Comprométete a hacer por tu parte todo lo posible para que las
cosas sucedan como tú deseas. Haz esto cada día de tu vida y a final de la jornada vuelve a
hacer lo mismo. Visualiza ahora lo que sucedió y cuando haya cosas que no han sucedido
como tú querías que sucedieran, no te preocupes, vuelve ahora a visualizarlas de nuevo para
que mañana sí puedan suceder.
En los cinco círculos que hemos dibujado a continuación de cada una de las fuentes, marca
con un lápiz rojo el número de círculos, según esa fuente esté funcionando en tu vida actual. De
esta forma puedes saber tu actual grado de automotivación.
Ahora coge papel y escribe las cosas que no has hecho hasta ahora y vas a empezar a hacer
para que cada una de las cinco fuentes funcione.
Visualízate todas las mañanas con tus fuentes funcionando, enfrentándote a la vida cada día
cargado de coraje, ilusión y confianza. Crea cada amanecer un día virtual tal y como tú deseas
y quieres que ocurra.
Convierte cada día en el mejor de tu vida. Lo dejo en tus valiosas manos. Yo también lo
estoy haciendo así.
6. Haz que tu vida tenga buenas raíces: Cultiva estos cuatro metavalores
Así como los arboles necesitan raíces para sentirse vivos, los seres humanos también. Pero
a nuestras raíces las vamos a llamar «VALORES».
Los valores son esos principios donde fundamentar nuestra existencia para que todo tenga un
sentido y una razón de ser. Sin ningún tipo de valor la existencia humana dejaría de tener
sentido y viviríamos en el absurdo.
Los valores tienen que ser principios universales, que cualquier ser humano tiene derecho a
sentir y a tener en cuenta. En estos principios se fundamentan lo que ahora llamamos Derechos
Humanos.
Estos valores universales equivalen a los faros que sirven de guía y orientación a los
marineros cuando se encuentran en la costa. Son como un GPS moderno que nos va avisando si
vamos por la vida en la dirección correcta.
Cuando nos encontramos con una persona que fundamenta su vida en este tipo de valor, su
vida tiene un sentido, una coherencia en todas y cada una de las cosas que hace. De lo
contrario nos encontramos con personas desorientadas, confusas y que muchas veces conducen
en dirección contraria.
Sería bueno que cada persona tuviese claro cuál es el «ÁRBOL DE VALORES» de su existencia.
Vamos a dividir ese árbol en tres partes fundamentales: raíces, tronco y ramaje.
Conviene que las raíces de este árbol sean tres fundamentalmente, donde estén claros y
definidos estos tres valores que vamos a llamar metavalor por la importancia que cada uno
tiene: «Responsabilidad incondicional», «integridad esencial» y «humildad ontológica».
La «responsabilidad incondicional» es tener integrado en nuestra vida el que tenemos que
ser y sentirnos responsables de lo que ocurre en ella y no pasarla lamentándonos, poniendo
disculpas, culpabilizando a los demás de nuestras desgracias. La puesta en marcha de este
valor requiere coraje y valentía. Hacernos responsables de nuestros errores y estar dispuestos
a aprender de ellos.
Lo contrario a este valor es el victimismo, el dedicarnos a encontrar siempre alguna razón
para justificar cómo nosotros no formamos parte de ningún problema. Los problemas los
únicos que los causan son los demás.
El valor de la «integridad esencial» se centra en lograr coherencia entre lo que decimos y lo
que hacemos. En predicar con el ejemplo. Las personas con este valor son fiables, creíbles,
generan cercanía y confianza. Lo opuesto a este tipo de valor es el egoísmo, el egocentrismo,
el cerrarnos en nosotros mismos y pasar la vida solamente dedicándonos a cubrir nuestras
necesidades inmediatas sin pensar en los demás.
El valor de la «humildad ontológica» radica en convertirnos en continuos aprendices de la
vida. Estas personas humildes están continuamente aprendiendo de cualquier otra persona o
situación, incluso las adversas.
Diferente a este valor es la prepotencia y la arrogancia, sentirse por encima de los demás y
del bien o del mal. No tienen nada que aprender porque piensan que lo saben todo.
Este tipo de humildad es lo que conduce a los seres humanos a la sabiduría.
Pasamos ahora al tronco del árbol de valores. En él vamos a situar un único valor. El valor
del amor, no como emoción o sentimiento, sino como actitud ante la vida, ante la existencia y
ante todo.
Cuando nos encontramos con una persona con este tipo de valor, nos hace sentir grandes,
importantes, divinos. Es la persona que se ama a sí misma y a los demás, ama la vida, la
naturaleza. Disfruta de todo, vive con intensidad cada instante y es consciente de su existencia,
se siente materia que piensa sobre sí misma, de lo que ella significa en el universo. Vive el
cosmos y el universo como un mar infinito de posibilidades, dentro del cual ella se siente una
pequeñísima parte, unida y cohesionada con el todo y con todas. Ama el trabajo y el tiempo
libre, lo agradable y lo desagradable.
Pasamos ahora al ramaje. Aquí es muy posible que cada persona, en función de sus
circunstancias, momento histórico, culturas diferentes, tenga valores temporales y precisos,
muy distintos unos de otros. Es posible que una persona considere importante para este
momento de su vida dar importancia al aprendizaje, otro al trabajo, y otra persona a la
solidaridad, así como a la innovación o transparencia.
Los valores del ramaje nos permiten adaptarnos y tener en cuenta la situación y el entorno
donde vivimos y nos relacionamos. Estos valores son cambiantes, perecederos, adaptativos.
El resto de valores que hemos visto tienen que ser valores imperecederos, constantes,
firmes, igual que la raíz o el tronco para cualquier árbol.
¿Podrías dibujar cuál es tu árbol de valores y qué valores situarías en tus raíces, tronco y
ramaje?
¿Podrías valorar del 1 al 5 el nivel de desarrollo y uso que en el día a día das al valor de la
responsabilidad, integridad, humildad y amor?
¿Qué mejoras en tu vida diaria tendrías que empezar a hacer desde hoy mismo, para que el
árbol de tus valores tuviese unas raíces profundas, un tronco robusto y una copa bella y
frondosa?
7. Convierte cada adversidad en una oportunidad: Aprende a ser resiliente
Existen materiales muy frágiles, que se quiebran fácilmente con cualquier tipo de golpe,
como por ejemplo, el cristal. Sin embargo otros son mucho más resistentes a los golpes y no se
quiebran fácilmente, como pueden ser la madera o el plástico, que ante un golpe se doblan,
ceden, pero de manera inmediata vuelven a retomar su forma anterior, no se rompen.
Lo mismo ocurre con las personas. Las hay como el cristal, que se rompen ante una pequeña
adversidad y, por el contrario, otras son muy resistentes ante fuertes y graves adversidades.
A esto llamamos «RESILIENCIA», a la capacidad de afrontar situaciones complejas, duras y
difíciles sin rompernos, sin hundirnos y siendo capaces de salir a flote.
Parece ser que cada persona no tiene la misma capacidad de resiliencia, somos diferentes.
Pero es una habilidad que cada uno podemos aprender a utilizar, nos podemos entrenar.
La vida no es un jardín solamente de flores, sino también de espinas, y tenemos que saber
reaccionar cuando estas nos hacen daño.
¿Conoces personas que afrontan cualquier tipo de adversidad, desde una actitud tan positiva
y con tanta fuerza que cuando esta pasa se sienten mucho más fortalecidas y mejores? ¿Te
gustaría aprender a hacer lo mismo que ellas? Es solo cuestión de paciencia y aprendizaje. Te
voy a indicar las habilidades que, poco a poco, tienes que empezar a ir instaurando en tu vida.
Aumentar y potenciar tu nivel de «AUTOESTIM A PERSONAL» o lo que es lo mismo confiar mucho
más en ti mismo. Por ejemplo, empezar a escribir las cualidades que ves en ti y cada día ir
añadiendo una más. Esto te ayuda a fijarte mucho más en las cosas positivas que tienes que en
tus carencias.
Otra cosa que puedes hacer es escribir un diario positivo de lo que cada día te pasa, pero
fijándote solamente en las cosas buenas que te ocurren. Esto te permite potenciar una actitud
cada día más positiva y optimista.
Cambiar tu forma de valorar y tener en cuenta los errores que cometes, no convertirlos en
una fuente de frustración, de agobio o tristeza, sino en una oportunidad de aprender al darte
cuenta de ellos, que te permiten rectificar, ir mejorando más y más cada día de tu vida.
Y por último dedicar un pequeño tiempo periódicamente a relajarte, tranquilizarte y a no
tomar las cosas tan en serio. Es decir dejar de dar demasiada importancia a cualquier cosa y
relativizarlo todo. En el momento que algo nos obsesiona, eso mismo nos esclaviza, nos
estresa, nos rompe.
Haciendo una síntesis, si aumentas tu nivel de autoestima personal, eres cada día más
positivo y optimista, aprendes de tus errores y te relajas de vez en cuando, tu nivel de
resiliencia se empezará a disparar y lo que ahora es negro lo convertirás en un valioso recurso
que te ayudará a sacar el jugo a cada cosa que ocurra en tu vida.
Si tuvieras que convertirte en un material, ¿qué serías en función del grado de resiliencia
que hasta ahora has utilizado en tu vida?
¿En qué tipo de material te gustaría convertirte que fuese altamente resiliente?
¿Qué tipo de cualidades, para convertirte en ese tipo de material, tendrías que empezar a
potenciar desde hoy mismo?
8. Vete de la actitud negativa a la actitud positiva: Diseña tu propio diario para producir
ese cambio
Escribir un diario durante tres meses:
Compra un cuaderno que por lo menos tenga 90 hojas. Lo vas a titular: Mi diario personal
de actitud positiva
En cada una de las hojas, en la parte de arriba escribes la fecha, día de la semana, en que
vas a realizar este diario.
Te tienes que comprometer a escribir durante tres meses seguidos, todos los días algo,
siguiendo las siguientes instrucciones:
Cada día, al finalizar la jornada, en la hoja que corresponde a la fecha del día que acabas de
vivir, tienes que escribir las tres cosas positivas que te han ocurrido. En cualquiera de los
ámbitos donde hayas estado, familia, trabajo, social, personal.
Es posible que te hayan ocurrido más, pero selecciona aquellas tres que sean más
significativas para ti, sobre todo aquellas que piensas que has sido tú quien las ha provocado.
También es posible que haya algún día en que no encuentres que haya ocurrido nada
positivo, entonces lo dejas en blanco, no escribas nada.
Pero cuando eso te ocurra, que no tienes nada positivo que escribir, debes comprometerte a
leer, desde el principio del diario, todas las cosas que hayas escrito.
Si el día anterior has escrito tres cosas positivas, solo tienes, antes de escribir lo que hoy ha
sucedido, que leer las tres cosas que escribiste el día anterior.
Cuando te encuentres con el vacío que deja que el día anterior no has escrito nada, no hay
problema. Haz lo que te he dicho y continúa tu diario.
Abandona el diario si durante una semana entera no has escrito nada, significa que no te
estás tomando en serio este entrenamiento y es bueno que no pierdas el tiempo.
A los tres meses ya no vas a necesitar entrenarte la actitud de fijarte en la parte positiva de
la vida y en las cosas bellas que hay dentro de ti. Surgirá ya de manera espontánea y te
sorprenderá que tu forma de sentir, pensar y comportarte ante los sucesos de la vida haya
cambiado sustancialmente a mejor.
Tu vida habrá cambiado y empezarás a disfrutar de los amaneceres y atardeceres, del aquí y
ahora de cada instante. Te darás cuenta de que con muchas menos cosas de las que pensabas,
ahora eres mucho más dichoso y feliz.
En tu corazón no encontrarás espacio para continuar lamentándote y quejándote de todo. La
depresión te abandonará y empezarás a sentir en tu estómago las cosquillas del humor positivo
y del amor.
Busca un rincón tranquilo y reflexiona sobre cuáles son las actitudes más frecuentes que
cada día tienes ante la vida. Suelen ser dos, una positiva y optimista y otra negativa y
pesimista. ¿Cuál es tu tendencia?
Ahora reflexiona sobre lo que esa tendencia, que con más frecuencia utilizas, te aporta. Lo
que te hace sentir y en qué cosas estás invirtiendo el tiempo. Si el balance es negativo y
observas que muchos de los días no te encuentras a gusto contigo mismo, estás insatisfecho,
nervioso, te cuesta dormir y pasas mucho tiempo dando vueltas y vueltas a los problemas en tu
cabeza, pasa al siguiente paso.
Vuelve a leer este relato y tómatelo muy en serio. Empieza lo antes posible a escribir tu
diario.
Ten mucha paciencia ya que los cambios no ocurren porque sí. Son la consecuencia de un
proceso de trabajo bien planificado y se requiere un tiempo mínimo de tres meses. Te lo
mereces y te aseguro que vale la pena. Y que disfrutes el resto de tu vida. El esfuerzo que te va
a suponer va a ser recompensado por el fruto que después vas a cosechar.
¡Puntúa el relato!:
9. Cultiva en tu jardín emociones elevadas: Cultiva tu universo emocional
Nuestro padre y abuelo ha sido campesino que además de cultivar diferentes plantas
comestibles en sus tierras, tuvo siempre un jardín repleto de flores. Era su orgullo
enseñárnoslo cuando pasábamos días con él en vacaciones. Lo disfrutaba, lo vivía, lo quería y
lo amaba. Era su jardín. Las rosas, los claveles y los pensamientos, su pasión.
Te animo, amigo lector, a que tú también hagas algo parecido, en lugar de plantas, siembres,
riegues, cultives y cuides mucho tus emociones. Sobre todo las que en otro de los relatos
llamamos emociones elevadas como la gratitud, el amor, la compasión, la ternura, la
generosidad, el altruismo y la cooperación.
Estas emociones elevadas, que son las que nos aportan tanta grandeza y un profundo
bienestar, no solo para ti, sino también para las personas que tienen relación contigo, no
aparecen porque sí. Las que aparecen porque sí son las malas hierbas. Nuestro padre-abuelo
nunca sembraba las hierbas y se pasaba mucho tiempo arrancándolas de su jardín. Pero los
rosales y bellas flores que habitaban en su jardín, cada una de ellas, los había sembrado él.
Haz tú lo mismo.
Te invitamos a que una vez termines de leer este relato cierres los ojos, pongas una música
de fondo suave que te haga sentir muy a gusto y construyas tu jardín emocional de manera
virtual, con tu imaginación. Con esa máquina poderosísima de crear sueños que tenemos cada
uno de los humanos, lo primero que debes hacer es elegir el entorno donde deseas crearlo. De
los lugares que tú conoces, elige el lugar y el espacio. Sabes que en el mundo virtual e
imaginario todo es posible.
Ya cuentas con el espacio y la tierra donde lo vas a construir. Vállalo para que te des cuenta
de que es tu jardín y que el único que lo puede cultivar vas a ser tú.
Coge ahora una azada y rotura la tierra, cávala y prepárala para después sembrar las flores.
Ahora tienes que ir a un buen vivero y en lugar de flores y palmas tienes que elegir aquellas
emociones elevadas. Aquellas que desees cuidar y cultivar. Elígelas bien, verás que pronto
van a ver crecer y florecer en tu jardín.
Es el momento de la plantación, siembra cada emoción elevada una a una, cubriendo su raíz
con tierra y teniendo cuidado de no dañarla con tu azada. A continuación coge tu manguera y
riégalas con mucho amor y dulzura. Abónalas.
Visualiza ahora tu jardín, ya sembrado con las emociones que llevas toda la vida queriendo
cultivar y disfrutar de sus aromas. Ya es tuyo, te pertenece, ahora no tienes más que cuidarlo,
regarlo y abonarlo, quitarle las malas hierbas cuando aparezcan. Pero ten paciencia, necesita
un poco de tiempo, de calor para que cada emoción elevada florezca y llene de aromas el
espacio.
Acuérdate, a partir de hoy, de ir todas las mañanas a tu jardín y regarlo. Pronto llegará un
día en que, como nuestro padre-abuelo, te sentirás feliz y orgulloso de verlo y enseñárselo a
los demás.
En tu actual vida, las emociones elevadas que ya conoces, ¿tienen espacio, las tienes
sembradas y las cultivas? ¿Qué emociones cultivas y riegas habitualmente, te hacen sentir
bien, te ayudan?
Sé sincero contigo mismo: ¿Qué vas a hacer a partir de hoy para, cada día, regar y abonar
cada una de las emociones que acabas de sembrar en tu jardín?
¡Puntúa el relato!:
Espero que algún día pueda ir a ver tu jardín y gozar del aroma de tus emociones elevadas.
Nosotros también las hemos sembrado y te aseguramos que merece la pena con creces,
cuidarlo y regarlo todos los días.
4
ABRE TU MENTE Y CORAZÓN
A LOS DEMÁS
4ª competencia emocional
Introducción
Hemos visto lo importante que es ser consciente de las emociones que cada uno de nosotros
estamos continuamente sintiendo, pero no deja de ser importante también a la vez el darnos
cuenta de lo que sienten las demás personas.
Está demostrado que somos seres sociales por naturaleza y necesitamos a los demás, por
muy autónomos que seamos.
Es fundamental aprender a entender el lenguaje no verbal de las emociones, ya que nos
podemos dar cuenta de lo que cualquier persona puede estar sintiendo.
A esta cuarta competencia emocional la vamos a llamar «conciencia social», que es: La
capacidad que nos permite darnos cuenta de las emociones que las demás personas sienten y
de esta forma ser consciente de las necesidades que tienen y de la ayuda que les podemos
prestar.
El buen desarrollo de esta competencia nos permite abandonar conductas egoístas y
egocéntricas, salir de nosotros mismos y abrirnos a los demás.
Por el contrario, con un escaso desarrollo, se debilitaría notablemente nuestra capacidad de
empatía emocional, de escucha activa y el poder desarrollar en nuestras vidas emociones
elevadas de origen cognitivo, como la compasión, la generosidad, la dulzura, amabilidad y
otras muchas. Emociones que nos hacen más humanos, solidarios y cooperadores. Tan
necesarias para la sociedad donde estamos sumergidos actualmente.
Esta competencia tendría que estar presente en los medios de comunicación, en los eventos
multitudinarios, en los patios de las escuelas y colegios.
Existe una gran carencia de ella en muchas personas. Su desarrollo facilita el diálogo y la
negociación, el acuerdo y el compromiso.
Evita los enfrentamientos absurdos, las guerras despiadadas y el sufrimiento estéril y
horroroso que sufren millones y millones de seres humanos. Nos ayudaría a dejar de ser los
animales mamíferos más violentos y depredadores del planeta Tierra y el, hoy por hoy,
universo conocido.
Los relatos de este quinto bloque te pueden aportar alguna luz para aumentar tu nivel de
conciencia social.
¡Puntúa el relato!:
2. Abre tu corazón a los demás: Tus neuronas espejo
Hace ya muchos años a un investigador muy reconocido suizo, llamado Jean Piaget se le
ocurrió hacer el siguiente experimento. Con él quería demostrar a qué edad cronológica los
niños y niñas, eran capaces de tener conductas empáticas, es decir, eran capaces de ponerse en
lugar de las demás personas y ser conscientes de la perspectiva diferente a la suya, de percibir
cómo ven el mundo e interpretan la realidad las otras personas:
Se colocó en un aula enfrente de los niños y niñas de cuatro años. Cogió una cartulina de
papel pintada de rojo una de sus caras y la otra de azul. Cogió entre sus manos la cartulina y se
la enseñó. Los niños no podían ver más que una de las caras, la azul. Entonces Piaget les
preguntó: «¿De qué color es esta cartulina?». Y todos los niños respondieron: «De color azul».
Luego le dio la vuelta y les preguntó: «¿De qué color es ahora la cartulina?». Y todos
respondieron: «De color rojo». Es decir, los niños ya sabían que la cartulina por una cara era
roja y por otra azul. Pero entonces el científico les enseñó a los niños la cara roja y les
preguntó: «¿Qué cara estáis viendo ahora?». Y todos contestaron: «La cara roja». Pero
continuó preguntándoles: «Y ahora que vosotros estáis viendo la cara roja de esta cartulina,
¿de qué color pensáis que es la que yo estoy viendo?». Y todos los niños respondieron: «De
color rojo». Es decir, Piaget llegó a demostrar que los niños a los cuatro años aún no han
desarrollado la capacidad de ponerse en lugar del otro y no son capaces de ver la realidad
desde el punto de vista de los demás. Todos los niños estaban convencidos de que él tenía que
estar viendo el mismo color que ellos.
Esperó un año más y les hizo el mismo experimento a este grupo de niños, se dio cuenta que
a los cinco años que ahora tenían los mismos niños y niñas ya eran capes de ver que cuando
ellos estaban viendo una de las caras, la azul, Piaget no estaba viendo la misma realidad desde
otro color distinto, el rojo. Veían un color y a la vez eran conscientes de que el experimentador
estaba viendo otro diferente.
A los cinco años aproximadamente, los seres humanos ya estamos capacitados para
ponernos en el lugar de los demás y poder entender que pueden estar viendo y sintiendo, sobre
la misma realidad, emociones y pensamientos distintos a los nuestros. A esta edad se inicia el
desarrollo de lo que llamamos la conciencia social.
Pero, amigo lector, te pregunto si tú tal vez conoces a personas con 20, 30, 40 o 50 años que
se sienten incapacitados para poder entender la vida, interpretar los hechos y sucesos desde
otro punto de vista distinto al de ellos.
La conciencia social es una capacidad humana que nos permite ser capaces de ponernos en
lugar de los demás, meternos en su mente y darnos cuenta de los pensamientos, creencias,
valores, emociones y sentimientos y que tal vez son distintos a los nuestros pero no menos
legítimos.
Esta capacidad la poseemos todos los seres humanos, la diferencia es que tal vez unos la
tengamos muy desarrolladla y otros nada o muy poco. Cuando la persona no ha desarrollado
esta capacidad, se vuelve egoísta, poco o nada solidaria, no compasiva, poco generosa, e irá
creando en su entorno una constelación de problemas relacionados con la convivencia y la
solidaridad.
¿A alguno de nosotros le apetece o desea estar al lado, en familia o trabajando, de una
persona egoísta que solo tiene en cuenta y es consciente de sus necesidades, e ignora los
deseos, sentimientos y necesidades de las otras de su entorno? ¿Cuántos problemas, dolor y
sufrimiento ocasionan este tipo de personas?
Por ello pensamos que es muy importante que cada ser humano, en primer lugar, sea
consciente de su nivel de desarrollo de la conciencia social y después, si no está satisfecho de
ello, empiece, a cualquier edad, a desarrollarla y potenciarla. No solamente nosotros nos
vamos a beneficiar, sino todo el entorno.
Es relativamente fácil ser consciente de las carencias de conciencia social que los demás
tienen, pero es mucho más complejo darnos cuenta de las nuestras propias. Los humanos
tenemos muy desarrollados muchos mecanismos de defensa y de autoengaño. Invertimos mucho
tiempo juzgando a los demás, echándoles la culpa de todo, justificándonos.
Quiero terminar este artículo proponiéndote un pequeño cuestionario, que te permita mirar a
tu interior y reflexionar sobre ti mismo, no tanto sobre los demás. En otros artículos te iré
presentando otros contenidos que, en el caso de que veas la necesidad de potenciar y
fortalecer tu conciencia social, te pueden ayudar a utilizar algunos de los recursos que te
iremos presentando. No te des por vencido, nunca es tarde y, si hasta este momento no has sido
consciente de tus carencias, ahora que empiezas a serlo, tienes por delante el resto de tu vida
hasta el día en que te mueras, para ir desarrollando tu conciencia social y de esta forma poder
ir convirtiéndote en la persona que, en el fondo de ti mismo, siempre has querido ser. Y te
aseguro que te lo mereces.
¿Qué cualidades piensas que poseen las personas que tienen un buen nivel de conciencia
social?
¿Qué cualidades que observas en esas personas ves en ti, y qué carencias, sería importante
que interiorizases?
¿Recuerdas situaciones donde has invertido mucho tiempo en juzgar, criticar duramente a los
demás, culparles y, de esta forma, no asumir la responsabilidad de tus actos?
Piensa en alguna persona con la que tienes dificultad para ponerte en su lugar. Te cuesta
comprenderla. Haz un esfuerzo, deja de juzgarla, ponte en su piel y trata de entender desde su
punto de vista, ¿por qué piensa como piensa, siente lo que siente y, en el fondo de todo, qué es
lo que necesita? Y tú, ¿qué podrías hacer para ayudarla en lugar de continuar criticándola y
rechazando su mundo?
¿Cómo te sientes cuando te encuentras con una persona que, aunque percibes que ni piensa ni
siente como tú, es capaz de comprender lo que te pasa, te respeta y valora tus puntos de vista,
aun en el caso de que sean opuestos a los tuyos?
¿En qué cambiaría tu vida si fueses capaz de aumentar significativamente tu nivel de
conciencia social?
¡Puntúa el relato!:
3. Descubre el universo emocional de los demás: El poder de la escucha activa
No es igual oír que escuchar, como no es igual hablar que comunicarse. La escucha requiere
muchos más ingredientes. Requiere prestar atención e interés, preguntar, aclarar, hablar con el
lenguaje del otro, interesarse por él, tenerlo en cuenta, ser consciente y prestarle atención
plena.
Escuchar para mí significa un acto de amor por el otro, conseguir que la otra persona con la
que nos comunicamos está sintiendo que en aquel momento para nosotros es lo más importante
de la vida, y que libre y gustosamente estamos invirtiendo unos instantes en entenderla y si es
posible, comprenderla y ayudarla a satisfacer sus necesidades.
Desde que he entendido la escucha desde este punto de vista, para mí, escuchar a una
persona, se ha convertido en un acto de amor y de disfrute.
Sabemos que cada ser humano es único y distinto. Ello conlleva que cada uno pensamos,
sentimos, creemos y nos comportamos de manera distinta. Sin embargo, muchos cuando nos
comunicamos hacemos lo posible para que los otros, piensen, sientan y se comporten de
acuerdo a nuestras creencias y expectativas, y si no es así, nos enfadamos y nos ponemos
agresivos.
Cuando éramos niños, nuestros maestros utilizaron casi todo el tiempo de enseñanza para
que aprendiésemos a leer y escribir bien. El tiempo para hablar y escuchar bien no fue tenido
en cuenta. Cuando abandonamos los estudios muchas personas dejaron de leer y escribir o le
dedicaron muy poco tiempo de su vida, sin embargo continuamente tenemos que hablar y
escuchar a los demás, cosa para la que nadie nos ha enseñado.
La escucha activa se llama así porque cuando escuchamos a alguien no podemos permanecer
pasivos, ya que en ese caso lo único que hacemos es oír. Tenemos que estar activos y ello nos
permite prestar atención, provocar dentro de nosotros interés por lo que alguien nos cuenta y
por la persona que nos lo cuenta. A la vez tenemos que emitir señales, de tal forma que ella
perciba y se dé cuenta de mi interés y que lo que me comunica es importante para mí.
Haciéndole preguntas, mirándola a los ojos, o resumiendo lo que me dice, con el fin de darme
cuenta si lo he comprendido e interpretado bien.
Todo esto que parece tan sencillo y tan de sentido común conlleva muchas dificultades. A
continuación vamos a ver las dificultades más frecuentes que a cada persona se nos pueden
presentar en cualquier momento.
Las podemos dividir en dos categorías, utilizando barreras internas que nos dificultan y
disminuyen significadamente nuestros niveles de escucha activa y el haber desarrollado malos
hábitos de escucha a través de nuestra vida.
Vamos a ver ahora las posibles barreras internas que dificultan el ser capaces de escuchar
activamente.
Las barreras internas que las personas a veces utilizamos, cuando estamos escuchando a
alguien son: La barrera del quién; del qué; de la predilección; de los pensamientos y de las
emociones.
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Reflexiona sobre las cinco barreras de la escucha activa y mira a ver si sería conveniente
que empezases a utilizar menos alguna de ellas.
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5. La emoción de la compasión, cultívala, nos hace más humanos
Podríamos decir que la compasión es la empatía en acción. Nada tiene que ver con la pena
o la tristeza que nos da ver personas desamparadas, enfermas o pobres. La compasión es una
emoción que no tiene que producirnos pena o tristeza sino amor y ternura. Y eso nos tiene que
invitar a dar pasos a acciones comprometidas y solidarias.
Posiblemente la compasión sea la emoción humana que más nos dignifica y más felicidad y
bienestar nos aporta. Una persona compasiva es la persona que ama a cualquier ser humano
por el mero hecho de serlo, siente sus necesidades, sus carencias y limitaciones y pasa a la
acción, a hacer cosas por amor y no por tristeza, con ternura y no por pena, por los demás.
La cara que refleja compasión es la que todos recordamos de Teresa de Calcuta, esa
diminuta monja cuya cara siempre reflejaba una gran sonrisa (amor) y una dulce mirada
(ternura).
Para poder ayudar a los demás o que nos ayuden no necesitamos para nada la pena o la
tristeza, sino la acción de ayuda desinteresada, añadiendo a ella una pizca de amor
incondicional y de ternura.
En un mundo tan desigual: ¿Utilizas en tu vida la compasión y sientes que eres un ser
compasivo y solidario?
¿Recuerdas las tres últimas veces que has realizado alguna acción compasiva?
¿Podrías hacer algo en tu vida para fortalecer y desarrollar actitudes más compasivas?
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6. Deja de monodialogar en tu interior: Abandona tus hábitos negativos de escucha
Vamos ahora a ver cuáles son los hábitos negativos de escucha; si tenemos muy arraigado
alguno de esos hábitos, dificultan nuestra capacidad de escuchar activamente a alguien.
Los hábitos de escucha negativos más frecuentes son: El hábito del simulador; el hábito del
intelectual; el hábito del aprovechado; el hábito del discutidor; el hábito del distribuidor de
consejos.
Cada persona a través de la vida hemos podido ir desarrollando algunos de estos hábitos
que, una vez que se instalan de manera subconsciente en nuestra mente, funcionan de manera
automática.
El simulador
No se centra en la persona que habla, su mente está en otra parte a pesar de dar señales
externas de que está atento: asiente con la cabeza, establece contacto visual y en ocasiones
murmura: «ajá».
El interruptor
No permite que la persona que está hablando termine de hacerlo, no le hace ninguna
pregunta para clarificar ni solicita ningún tipo de información adicional. Está demasiado
ansioso por hablar. Muestra muy poco interés por la otra persona.
El intelectual
Esta persona intenta siempre interpretar todo lo que la otra persona dice y por qué lo dice.
Juzga las palabras de su interlocutor o intenta acoplarlas a su propia lógica.
El aprovechado
Utiliza las palabras de su interlocutor únicamente como un medio para transmitir su propio
mensaje. Cuando la otra persona dice algo, el aprovechado se apropia del enfoque y lo
modifica en la dirección de su propio punto de vista, su opinión, su historia o sus hechos.
Sus expresiones favoritas son: «Bueno, eso no es nada en comparación con lo que me pasó a
mí» o «yo recuerdo cuando yo era».
El discutidor
Esta persona solo escucha el tiempo necesario para refutar lo dicho. Su objetivo es utilizar
las palabras de su interlocutor en su contra. En el peor de los casos lo discute todo y desea
demostrar que el otro está equivocado. Como mínimo, intenta siempre que su interlocutor
reconozca su punto de vista.
El consejero
Ofrecer consejos es en algunas ocasiones positivo, sin embargo en otras este
comportamiento interfiere con la capacidad de escucha, ya que no permite que la persona que
está hablando exprese totalmente sus sentimientos o ideas. No contribuye a resolver los
problemas, impide airearlos, también puede ser humillante para el otro, ya que resta
importancia a su preocupación al ofrecerle una solución rápida.
Cuando no practicamos la escucha activa de forma correcta y adecuada podemos caer en
alguna de las dificultades siguientes, algunas muy peligrosas y dañinas tanto para nosotros
como para los demás.
Podemos convertirnos en seres egoístas y egocéntricos, que solo son capaces de percibir la
realidad desde el color del cristal con que ven e interpretan el mundo y lo que pasa.
También nos puede llegar a ocurrir que lleguemos a bloquear nuestra capacidad de percibir
las emociones y sentimientos ajenos y tratemos a los demás como auténticos objetos que
pretendemos utilizar exclusivamente para nuestro beneficio. La conducta humana puede llegar
a convertirse en una conducta psicopática.
Hay otro tipo de persona que ha desarrollado tal nivel de escucha emocional que puede
llegar a sentir auténtico dolor emocional, que llamamos dolor empático. Dicha persona no es
capaz de establecer el límite en lo que es mi responsabilidad y la responsabilidad del otro.
Convierte los problemas y necesidades de los demás en suyos. Se siente culpable por cosas y
situaciones totalmente ajenas a él.
Por último también nos puede ocurrir que convirtamos la escucha activa en una herramienta
de manipulación de la voluntad ajena. A esto lo llamamos empatía manipuladora. Conozco una
persona que tiene una agenda donde va anotando el nombre de todos a los que va conociendo y
le caen muy simpáticos. Después aprovechará el momento de dirigirse a ellos para pedirles
algún favor a cambio.
¿Tienes algún hábito negativo de escucha que ves oportuno abandonar y utilizar menos?
¿Cuáles y qué podrías hacer?
¿Qué personas conoces, bien del mundo real o de la historia, que consideras podrían ser
para ti buenos referentes y tratases de imitarles, en sus cualidades de conciencia social?
¿Puedes escribir las cualidades que a ti te gustaría poseer, después de leer este artículo?
¿Cuáles consideras que son tus puntos débiles y qué puedes hacer para convertirlos en áreas
de desarrollo y crecimiento personal?
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7. Genera magnetismo: Cultiva la emoción de la gratitud
¿Te gustaría vivir junto a una persona egoísta, que solo piensa en ella y que jamás te
agradece nada? ¿Y si esa personas eres tú?
La emoción de la gratitud es una de las emociones elevadas que pueden añadir a nuestra
vida un valor de incalculables dimensiones. Nos hace más grandes como personas y los demás
nos perciben como grandes y valiosos. Su frecuente uso no tiene ningún efecto colateral
adverso. Es muy fácil aprender a ser agradecido y tenemos cada día cantidad de oportunidades
para practicarla, en todos los ámbitos de la convivencia.
Solo requiere considerar dignas de agradecimiento a las demás personas. Para agradecer a
alguien algo no se requiere que hagan cosas geniales y sorprendentes.
Lo importante del agradecimiento no consiste en agradecer a algunas personas, aquellas a
las que nos deben favores. Ese es un agradecimiento manipulador.
El verdadero agradecimiento requiere mantener ante la vida una actitud de gratitud continua.
Empezando por la propia vida, por ser un ser único e irrepetible en la Historia de la
Humanidad. Agradecer a nuestros padres todo lo que nos han aportado, lo positivo y lo
negativo. Agradecer a la Historia de la Humanidad la cantidad de conocimientos, tecnologías
e información que han permitido que en este momento disfrutemos de una vida más plena y
satisfactoria que nuestros antepasados. Agradecerles a ellos la herencia genética y cultural que
hemos recibido.
También es importante agradecer altruistamente, sin esperar nada a cambio, sin que la otra
persona quede en deuda contigo.
La gratitud es una emoción que nos abre a un universo lleno de posibilidades. También
tenemos que agradecer las oportunidades adversas y desagradables que la vida nos aporta.
Cuando las superamos nos damos cuenta de lo importante que han sido, de lo mucho que
hemos aprendido de ellas.
Agradecer es saludar, despedir, es una mirada, una sonrisa, una palabra de consuelo o
amorosa. Tender la mano a alguien que nos necesita. Es dar las gracias, reconocer, valorar,
tener en cuenta, recordar momentos bellos, sentirnos orgullosos del bien ajeno.
Empieza siendo una palabra, pero la tenemos que convertir en hecho, en hábitos estables de
vida.
La gratitud más valorada y deseada no es material, ni se le puede poner ningún tipo de
precio. No cuesta dinero, es intangible, es un beso, un abrazo, un te quiero, eres importante
para mí, me alegro de verte y que estés aquí conmigo.
El mayor nivel de gratitud lo poseen las personas que han logrado que su mera presencia
física despierte emociones positivas y elevadas en las personas.
En este momento, amigo lector, deseo con todo mi corazón agradecerte que estés leyendo
este pequeño relato que he escrito desde mi corazón y que ahora mismo te regalo. Me siento
feliz de saber que existes, que estás vivo y que permaneces junto a mí en este momento
histórico y en este planeta. Feliz viaje por la vida.
¿Te consideras y te sientes una persona agradecida?
¿Qué cosas podrías empezar a hacer en tu vida diaria para utilizar mucho más tus
habilidades de gratitud?
¿Qué es lo que hacen las personas que tú conoces y que consideras agradecidas, las puedes
imitar en algo?
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8. Evita relaciones de dependencia: Crea vínculos positivos de ayuda y cooperación
Cuando nace, el ser humano es uno de los seres más indefensos y dependientes. Necesita que
transcurran bastantes años para que cada individuo pueda gozar de plena autonomía. Esto, que
en sí puede aparentar una gran carencia, es la base necesaria para que el ser humano
precisamente pueda llegar a desarrollar vínculos de interacción social superiores y más
complejos que el resto de los mamíferos.
El paso de la dependencia y necesidad de tener necesariamente que contar con los demás a
sobrevivir por sí mismo es un proceso complejo y lleno de peligros para cualquier ser
humano. El final del camino no termina en la independencia, sino en la interdependencia. Es
decir, por muy autónomos y capaces, seguros de nosotros mismos que nos sintamos, vamos a
necesitar interactuar con los demás, mantener vínculos relacionales, laborales y afectivos con
los demás. Somos animales sociales por naturaleza, está demostrado científicamente.
No son pocas las personas que sienten miedo e inseguridad al crecer y desarrollarse,
sentirse responsables de sus actos, capaces de pensar por sí mismos y de responsabilizarse de
las emociones que sienten en su cuerpo. Estas personas, según van creciendo, crean en su
entorno relaciones enfermizas de dependencia. Depositan fuera de ellos mismos la confianza y
la seguridad. Buscan recompensas con cosas y personas del exterior a sus necesidades
personales que dentro de ellos no están cubiertas. Cuando las cosas no les van bien en la vida
culpan a los demás y echan también la culpa a los entornos y a las circunstancias.
Las causas más frecuentes que confluyen en este tipo de persona dependiente suelen
centrarse en dos:
Son personas que desde la infancia han crecido en entornos familiares y sociales
desprotegidos, desarraigados, emocionalmente enfermizos. Por lo cual estos seres han tenido
que desarrollar mecanismos emocionales de defensa como escudos protectores. Se pasan la
vida atrincherados en la plataforma del miedo, de la rabia, de la culpa o del asco. Son muy
vulnerables y carne de cañón para fácilmente caer en el alcoholismo, la drogadicción y en
conductas marginales y delictivas.
Hay otro grupo de personas que han crecido en ambientes demasiado protectores, agobiantes
y asfixiantes, donde ni siquiera tenían que pedir algo para tenerlo a su disposición, a costa de
nada y de forma gratuita. Han crecido en familias acomodadas o muy bien acomodadas. En una
ocasión, una familia me decía que su hija les estaba dando muchos problemas relacionados
con la conducta y rendimiento escolar. No entendían por qué ya que, me decían, tenía de todo.
Cuando me contaban esto les pregunté: «¿Qué significa tener de todo?». Me respondieron:
«Tiene una televisión en su cuarto, un móvil de última generación, videoconsola, va a clases
particulares de inglés y de pintura. Recibe no solo nuestra paga sino también la de sus tíos,
que la adoran, y sus abuelos». A lo cual yo les respondí: «¿Pensáis que tener todo esto
gratuitamente no es un problema para vuestra hija?». Entonces empezamos a hablar de otras
necesidades, intangibles, no materiales, y los padres se empezaron a dar cuenta de que era muy
posible que no estuviesen tan cubiertas. Reconocieron que, como pareja, estaban barajando la
posibilidad de una separación y otras muchas cosas.
Pienso que en la sociedad consumista donde estamos sumergidos los padres hemos querido
compensar, a base de caprichos materiales, muchas carencias afectivas de nuestros hijos.
Estamos con ello consiguiendo personas egotistas, dependientes y aún más consumistas que
nosotros mismos.
A veces pienso que muchos padres entienden por educación el lograr que sus hijos no les
den lata, tengan todo a su alcance y nunca estén tristes o inseguros.
Cuenta una historia que un día un padre y una madre de una de esas familias acomodadas,
entraron en una tienda, muy bien seleccionada, de juguetes educativos, y le dijeron a la
dependienta:
«Buscamos un juguete para nuestro hijo, solo tenemos uno, que le haga sentir muy bien y muy
feliz. Los dos somos ejecutivos y pasamos muchas temporadas alejados de él y deseamos de
todo corazón encontrar un juguete que pueda llenar ese vacío que intuimos nuestro hijo puede
sentir a veces».
La dependienta, mirando con firmeza a los ojos del padre y de la madre, después de
mantenerse en silencio un determinado tiempo les respondió: «Lo siento mucho, en esta tienda
solo vendemos juguetes, no vendemos padres responsables».
Cuando viajo en el metro observo un escenario de personas aisladas, sobre todo las
jóvenes, adultos dentro de pocos años, conectados de manera ininterrumpida a su móvil de
última generación. ¿No empieza a ser esto una dependencia enfermiza y con el tiempo vamos a
necesitar internados aislados de comunicaciones electrónicas para que se puedan
desenganchar? Somos partidarios de las nuevas y novedosas tecnologías y también las
utilizamos, pero de eso a no poder vivir sin mirar de manera casi compulsiva y continuada los
cientos y hasta miles de mensajes que nos llegan, hay un abismo.
¿Cuándo llegará el día en que los seres humanos seamos conscientes de que nuestra
felicidad no está fuera sino dentro de nosotros? Que el consumo de lo material no nos
esclavice. Que no perdamos en esta vida el tiempo en ser grandes y excelentes consumidores.
Que con mucho menos consumo, lo justo y lo necesario, podamos ayudar a otros seres
humanos a que cada día puedan tener para llenar su estómago de alimentos suficientes para
continuar vivos. Lo que algunos gastamos de más es lo que otros necesitan para poder vivir, ya
no digo vivir con dignidad.
Me da la impresión de que en este largo camino para pasar del territorio de la dependencia
a la independencia y terminar en la interdependencia, son demasiados los errores que los
humanos estamos cometiendo. Creamos cantidad de leyes y tratados, de normas, premiamos y
castigamos. Pero al fin y al cabo, muchas veces tenemos la impresión de que se queda todo en
un tratado teórico de buenas intenciones. Lo que valen son los hechos. Y los hechos nos dicen
lo contrario.
Como ser humano que eres, ¿piensas que, en este camino al país de la interdependencia sana
y necesaria, vas caminando hacia ella o tal vez tendrías que ajustar mejor tu GPS?
¿Es posible que en tu vida actual algún tipo de dependencia nociva y enfermiza te esclavice
y esté siendo para ti un foco de sufrimiento y dolor?
¿Podrías visualizar tu vida sin esa dependencia enfermiza que atenaza tus entrañas? ¿Cómo
te sentirías? ¿Qué harías, qué cosas nuevas descubrirías? ¿Estás dispuesto a utilizar tu valentía
emocional y empezar ahora mismo la ruta a una interdependencia sana y beneficiosa?
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5
FORTALECE TU RED
DE RELACIONES INTERPERSONALES
5ª competencia emocional
Introducción
Estamos comunicándonos e intercambiando información y sentimientos de manera continua
con los demás. La comunicación es una pieza clave para sentirnos a gusto y disfrutar en la
vida.
La comunicación nos puede ayudar a resolver cantidad de situaciones complejas y difíciles,
pero también, si no sabemos comunicarnos adecuadamente, nos puede sumergir en un auténtico
infierno de dificultades.
No es nada sencillo comunicarse y es muy importante tener en cuenta algunas pautas que nos
permiten hacerlo bien.
A esta quinta competencia vamos a llamarla «desarrollo de habilidades socioemocionales»
y es:
La capacidad que nos permite mantener a través de la vida unas buenas relaciones
interpersonales basadas en acuerdos ganar-ganar.
En los distintos relatos de este bloque te aportaremos diferentes y variadas estrategias que,
si empiezas a utilizarlas en tu quehacer diario, tus habilidades socioemocionales pueden ir
aumentando.
Ellas pueden serte muy útiles en cada una de las áreas de la vida donde habitualmente te
desenvuelves. En el área familiar, tanto a nivel de pareja como de padre o madre; a nivel
laboral y social, con tus amigos y las personas conocidas de tu entorno.
Aunque, como ya hemos dicho, las dependencias de los demás son peligrosas, necesitamos a
los demás para satisfacer nuestras necesidades y los demás nos necesitan a nosotros. Tenemos
que crear auténticas redes de mutua ayuda y cooperación. Debemos borrar las fronteras de lo
mío y lo tuyo, para cada día aproximarnos más al nosotros.
Tenemos que ir aumentando nuestra conciencia social y el bien común tiene que estar por
encima de los bienes privados. Que los acuerdos y mejores negociaciones son aquellos que se
basan en ganar-ganar, porque es la única forma donde todos ganamos y nadie pierde. Cuando
alguna persona pierde aparecen las emociones negativas o tóxicas y son ellas las que
provocan los conflictos y las situaciones difíciles y complejas, emocionadamente desastrosas.
Los relatos de este sexto bloque te pueden ayudar a tomar conciencia de tus puntos fuertes y
débiles relacionados con el desarrollo de tus habilidades socio-emocionales.
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2. Aprende a gestionar tu basurero emocional: Comunícate
de manera auténtica
La comunicación consiste en un intercambio, en una transacción entre dos o más personas.
El contenido de la transacción puede ser muy diverso, información, opiniones, valores,
creencias, sentimientos, etc.
Comunicarse es una necesidad básica del ser humano que nos ayuda a resolver muchos
problemas que a través de la vida se nos van presentando. Pero a su vez, si la gestión que
hacemos de ella no es adecuada, nos aporta serias dificultades, conflictos y sufrimiento.
Nacemos con capacidad de comunicarnos, primero con lenguaje no verbal y después verbal.
Pero no nacemos con formas de comunicación aprendidas. Todo ello depende del aprendizaje
que cada persona vaya realizando a través de la vida. Invertimos en las escuelas muchísimo
tiempo en comunicarnos correctamente por escrito, pero dedicamos muy poco tiempo a la
comunicación oral, ya no digo no verbal o gestualmente.
Deseo, en este relato, centrar la atención en lo que entiendo por comunicación auténtica. Es
decir, lograr que cuando nos comunicamos con alguna persona logremos conseguir los
objetivos que nos planteamos. Si lo hacemos para resolver un problema, que lo resolvamos, si
es para compartir algún tipo de emoción o sentimiento, que lo logremos, si es para aclarar un
malentendido, que lo aclaremos.
No siempre alcanzamos el objetivo, y en ocasiones en su lugar generamos más confusión y
agrandamos la dificultad.
La comunicación auténtica conlleva una serie de variables que debemos tener en cuenta.
Vamos a hablar de las variables más importantes: el yo, el nosotros y el contenido por el que
nos comunicamos.
El yo se refiere a todo lo relacionado contigo, tu forma de pensar, tus creencias, tus
emociones, la información que ya tienes de la otra persona, tus expectativas, lo que esperas y
no esperas del otro… En la comunicación influyen los miedos, el grado de confianza y de
agitación emocional, la experiencia previa que hemos tenido con la otra persona, las creencias
y los valores, el grado de afinidad emocional. Nos vamos a comunicar en función de todo ello,
y cada una de estas variables puede conseguir que la comunicación sea auténtica y logre
expresar con claridad lo que estoy sintiendo, pensando o realmente deje muchas cosas
importantes por decir y la comunicación sea falsa, no auténtica.
El nosotros consiste en ser consciente de lo que ambas partes ponemos en juego, lo que cada
uno esperamos, las necesidades que el otro espera satisfacer, lo que está sintiendo. El nosotros
incluye la visión empática de la comunicación. Si no tenemos en cuenta esta variable, nos
quedamos en el terreno de la comunicación narcisista y egoísta, dialogamos con nosotros
mismos y para nada tenemos en cuenta al otro. Nadie quiere ni se siente a gusto con una
persona que solo va a satisfacer sus necesidades.
La tercera variable es el contenido o la parte operativa por la que nos comunicamos, la cual
nos tiene que ayudar a seleccionar la orientación y la selección de todo lo que deseamos
aportar y conseguir. Nos ayuda a centrar la atención, a no alargarla, a dejar de decir y hablar
de cantidad de cosas que no vienen a cuento. Valorar lo importante y dejar de lado las cosas
que no aportan ningún tipo de valor. ¿Conoces personas que hablan mucho, se dispersan, dicen
cosas que es mejor no decir y que nunca llegan a ningún acuerdo? Nos desesperan.
Por último, me queda hablar de un componente de la comunicación auténtica que es
importante a la hora de comunicarnos: El basurero emocional. No decimos lo mismo que
estamos pensando, y en toda comunicación es muy importante saber lo que tenemos que decir y
lo que no. La comunicación auténtica tiene que estar basada en la verdad y sinceridad, no en el
engaño o la mentira. Entonces estaríamos hablando de manipulación.
¿Tenemos que decir todo lo que pensamos cuando nos comunicamos? Rotundamente no.
Pero sí tenemos que decir, expresar y compartir todo aquello que es relevante e importante y
que si no lo decimos, no nos ayuda a alcanzar el objetivo por el que hemos decidido
comunicarnos. No podemos ocultar a la otra parte aquello que tiene todo el derecho a saber y
está influyendo en el problema que tenemos planteado. Para ello tenemos que ser conscientes
de lo que decimos y de lo que no tenemos que decir, ya que no aporta ningún valor y si lo
decimos puede generar conflicto y alboroto.
A esto llamamos gestionar el basurero emocional que cada uno tenemos dentro cuando nos
comunicamos con alguien. Hay personas que cuando se comunican, lo hacen para volcar en el
otro su basurero emocional y no se centran para nada en lo importante, en resolver el
problema que les está haciendo daño. Si deseamos o necesitamos volcar el basurero
emocional, es mejor acudir a la consulta de un buen psicoterapeuta y no hacerlo de malas
maneras con otras personas que suelen ser muy importantes en nuestras vidas.
La comunicación auténtica requiere madurez, respeto e inteligencia. Va más allá de lo que
está ahora de moda, como es la asertividad. Requiere maestría y práctica, pero ante todo
tomar conciencia de las malas y complejas comunicaciones que mantenemos y en las que
participamos.
Cuando te comunicas con alguien y el contenido de los mensajes es de bastante valor e
importancia, ¿preparas la comunicación teniendo en cuenta las tres dimensiones del yo, del
nosotros y del ello?
¿Sueles reconocer y gestionar el basurero emocional que tienes con la persona que te vas a
comunicar, y lo haces seleccionando lo que tienes que decir (importante) y lo que no tienes
que decir (basura)?
¿Qué podrías hacer a partir de ahora mismo para mejorar tu forma de comunicar con las
personas que mantienes una intensa relación interpersonal?
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3. La escalera de las relaciones interpersonales: Aprende a subirla y bajarla
Comunicarse no es lo mismo que relacionarse interpersonalmente. La comunicación es algo
que puede ser aislado y puntual.
La relación interpersonal se produce cuando con la misma o las mismas personas tenemos
que permanecer o convivir juntos durante mucho tiempo seguido, meses, años o toda una vida.
Los lugares que más frecuentamos en nuestras relaciones son la familia y el lugar de trabajo.
Precisamente por eso son más complejas y es con las personas que más problemas solemos
tener. A la vez son las personas más queridas e importantes para nosotros.
Existe un refrán que dice «donde hay confianza da asco». Es decir, que a veces ofrecemos lo
mejor de nosotros mismos a personajes desconocidos y lejanos y a los seres más cercanos y
queridos, como puede ser cualquiera de los miembros de la familia o un compañero del
trabajo, le damos lo peor.
Vamos a presentar una escalera que, si aprendemos a subirla y bajarla de manera adecuada,
nos puede ayudar a lograr que las relaciones interpersonales que mantenemos puedan ser
positivas y satisfactorias a través del tiempo, durante años.
A esta escalera le vamos a llamar «La escalera de las relaciones interpersonales».
La escalera consta de cuatro peldaños que continuamente tenemos que estar subiendo y
bajando. Podemos tener problemas de relación en cualquiera de ellos y es importante ser
consciente de ello.
El peldaño de abajo es el más básico y elemental. Lo vamos a llamar cortesía, o de las
reglas de convivencia más básicas, pero muy importantes y necesarias. Su contenido es:
saludar, despedir, decir hola, mirar a los ojos, sonreír, responder a lo que se pregunta, dar las
gracias, pedir por favor, etc.
Cuando este peldaño no se utiliza se rompen las relaciones y nos podemos pasar horas, días,
meses, años sin dirigirnos la palabra. O lo que es peor, dejar de hablarnos para siempre.
El segundo peldaño es el de la información. Tenemos que estar dando y recibiendo
continuamente información de muy distinta índole. Los problemas que aquí podemos tener
pueden ser por exceso o por escasez o carencia.
También podemos tener problemas de falsa información o de mentiras. Las personas que
convivimos o trabajamos juntas tenemos que intercambiar mucha información, por tanto
tenemos que estar dispuestos a dar, a pedir, a recibirla. No podemos ocultar o tergiversar
información que es valiosa para mantener unas buenas relaciones. Tiene que ser objetiva y
veraz. No se puede fundamentar la información en el engaño, la mentira o el ocultamiento.
El tercer peldaño es el de las ideas. Es decir, cada persona tenemos formas de pensar,
valores y creencias distintas. Tenemos que aprender a convivir gestionando adecuadamente las
diferencias que continuamente se pueden ir produciendo. La base de este peldaño es la
escucha activa, la flexibilidad y la comprensión.
Tenemos que respetar la libertad de los otros y, cuando se produzcan choques de ideas, ser
flexibles y negociar, es decir, estar dispuestos a ceder por ambas partes. No podemos ser
demasiado rígidos tratando de imponer nuestros criterios, pero también es importante no ser
excesivamente flexible y dejar que los otros nos los impongan.
El cuarto y último es el de las emociones y sentimientos, que sin duda alguna es el más
complejo y el que más conflictos nos puede aportar. Los fallos de los otros tres peldaños se
evidencian en este peldaño alterado, complejo y a veces turbulento. Tenemos aquí que
aprender a ser buenos gestores de nuestras propias emociones y a la vez ayudar a los demás a
gestionar las suyas y no lo contrario. La mejor forma de lograr que este peldaño funcione es
cultivando de manera continua emociones y sentimientos positivos, como la alegría, ilusión,
esperanza, amor, serenidad, constancia, ternura. Expresando de manera adecuada y sin
agresión las emociones desagradables que, sin duda alguna vamos a ir sintiendo, como el
rencor, la rabia, la tristeza, la sorpresa negativa. Hay que lograr que estas emociones no vayan
anidando en nuestros corazones y convirtiéndose en tóxicas y dañinas, como celos, rencor,
odio, resentimiento, ira, depresión, monotonía y rutina.
Es importante que seamos conscientes cuándo estamos en un peldaño o en otro, y también es
muy oportuno recorrerlos todos.
También ayuda mucho que seamos conscientes de en qué peldaño está la persona que se está
relacionando con nosotros. Esto nos ayudará a satisfacer sus necesidades de relación.
Si uno de los miembros de la familia o del trabajo se posiciona al relacionarse conmigo en
un peldaño concreto, lo que busca es que yo responda a eso. Si me saluda, espera que yo le
devuelva el saludo. Si me pide información, espera que yo se la facilite. Si expone su punto de
vista, espera que yo le dé mi opinión y, si no estoy de acuerdo, que exprese el desacuerdo
desde el respeto y no desde el desprecio y el insulto. Si tiene un mal día y está triste, busca de
mí la protección y el consuelo o poder tal vez desahogarse de algo que interiormente le está
haciendo daño. No busca de mí la acusación o la culpa. Ni tampoco quiere sentirse juzgado.
¿Qué problemas de relación, bien en la familia o en el trabajo, sueles tener con bastante
frecuencia?
Analiza el problema que acabas de identificar pasándolo por cada uno de los cuatro
peldaños, ¿qué es lo que está fallando?
Ahora que eres consciente del fallo que estás cometiendo, no pases a culpar al otro o a
justificarte tú. ¿Qué cambios en tu forma de relación con esa persona vas a poner en marcha
para evitar el error del que ahora eres consciente?
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4. Tu tiempo es limitado: Invierte bien el tiempo de tu existencia
Para todo lo que hacemos necesitamos tiempo y si hacemos una cosa es necesario dejar de
hacer otras. Y a veces lo que ocurre es que hacemos cosas que serían mejor dejar de hacer y
convendría hacer otras que nunca encuentran sitio en nuestra agenda.
El tiempo lo podemos emplear en algunas de estas cosas y es importante que vayas
pensando cuánto tiempo dedicas a cada cosa y si lo utilizas de manera adecuada:
En aislamiento
En estar solos, en pensar, reflexionar, estar triste, desganado. Escuchar música. ¿Tu tiempo
de aislamiento es el adecuado? ¿Te sientes solo y no te gusta? ¿Tendrías de vez en cuando que
aislarte algo más?
En pasatiempos
Consumir el tiempo en cosas superficiales, intranscendentes, banales. Ellas nos pueden
ayudar a relajarnos, pero se pueden convertir en una auténtica pérdida de tiempo. ¿Cuánto
tiempo de tu vida inviertes en pasatiempos? ¿Te sientes a gusto y satisfecho?
En juegos psicológicos
En relacionarte negativamente con las personas, pelear, reñir, manipular, agredir, criticar,
lamentarte. ¿Con qué frecuencia te pasa algo de esto?
En actividad
Invertir tiempo en hacer cosas, trabajar, practicar deporte, leer. ¿Estás satisfecho en las
actividades que realizas y el tiempo que inviertes en ellas?
En intimidad
En estar con las personas que amas, con tus amistades, en amar y en que te amen, en ser
profundamente sinceros y poder hablar de todo sin barreras.
Te animo a que pongas nota del 1 al 10 a cada uno de los anteriores apartados, de acuerdo a
cómo estás invirtiendo el tiempo de tu vida.
Es importante ser consciente en qué invertimos el tiempo de nuestra vida y para ello demos
nuestra propia valoración.
Toma conciencia de tus puntos débiles y de las cosas concretas que estás dispuesto a hacer
para modificar esta gráfica.
Te aconsejo que vuelvas a hacer la misma gráfica dentro de seis meses y puedas percibir los
cambios que has logrado en tu vida.
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5. Deja de generar conflictos: Evita los juegos psicológicos
Es una forma negativa de relacionarse con las demás personas y que consiste en lo siguiente:
Se utiliza un lenguaje con doble sentido que se dirige a uno de los puntos débiles que
pensamos que tiene la persona con la que interactuamos. Se intercambian una serie de diálogos
que conducen a un resultado final, donde las dos partes pierden y terminan sintiéndose mal. No
resuelven para nada el problema que se trata, y normalmente termina aumentando su nivel de
complejidad. Se repiten una y otra vez, y dicen que pasamos el 75% del tiempo que nos
relacionamos enfrascados en estos dañinos juegos.
En los juegos psicológicos hay tres posiciones muy definidas, en las que cada uno va
entrando y saliendo: Perseguidor, salvador y víctima.
Los juegos nunca resuelven ningún problema, y se pueden prolongar durante mucho tiempo.
Son una forma de manipulación de la voluntad de los demás y de chantaje.
Debajo de ellos, si son graves, se esconden auténticas patologías y desajustes de la
personalidad.
Son inconscientes y las personas los juegan sin darse cuenta de las consecuencias nefastas
que tienen para nuestras relaciones. Se producen en todos los ámbitos de convivencia social y
en los culebrones televisivos. Es la estrategia que utilizan para mantener durante mucho
tiempo la serie, donde casi nunca pasa nada y todo se repite. Son totalmente improductivos y
enganchan a muchas personas y las convierten en fieles adictas.
Cada persona tiene sus juegos favoritos.
¿Eres consciente con qué personas sueles utilizar estos juegos y que hacen que una y otra vez
tengáis problemas en vuestras relaciones?
¿Qué papel sueles utilizar tú, perseguidor, salvador o víctima, y qué papel utiliza la otra
persona?
¿Puedes hacer algo para evitar este tipo de relación y estás dispuesto a arriesgarte, a utilizar
un lenguaje más sincero y directo y centrar tu atención en resolver el problema de relación que
ocultáis debajo de estos juegos?
¡Puntúa el relato!:
6. Desarrolla tu asertividad: Aprende a decir «¡no!» y también «¡sí!»
Coge en tus manos un folio en blanco de manera horizontal, en el centro del folio dibuja una
línea vertical de izquierda a derecha. Deja en los extremos un espacio en blanco para escribir,
en el extremo izquierdo la palabra «pasiva» y en el extremo derecho la palabra «agresiva». En
el intermedio de la hoja y dentro de la línea horizontal realizada, haz un punto grueso con tu
bolígrafo y de ese punto pasa una línea vertical hacia arriba y al final de ella dibuja un círculo
dentro del cual escribes la palabra «asertiva».
Este sencillo gráfico nos indica que la asertividad es el punto intermedio entre la conducta
agresiva y la pasiva y por tanto una buena alternativa para dejar de utilizar cualquiera de ellas
si las estamos utilizando en la vida.
Las características de la conducta agresiva ya las sabemos. Es una conducta impositiva,
autoritaria, dominante, dura. Expresa las cosas tal y como las sientes, sin cuidar para nada la
forma de decirlas. Le importa poco el mundo de la otra persona, tiende a ser muy poco
empática y solo le importa alcanzar sus metas y objetivos. Es una conducta fría y calculadora,
distante. La emoción estrella que predomina y desde la cual se proyecta interacción es la
emoción de la rabia.
La pasiva es una conducta pobre, limitada, cohibida, insegura, callada. Le cuesta mucho
expresar lo que siente y piensa, se guarda las cosas dentro. Tiende a caer bien y a evitar
cualquier cosa que piensa, que la otra persona se puede sentir mal. Su meta fundamental es
lograr que la otra persona esté a gusto con ella y nunca la deje de querer o no la abandone.
La plataforma emocional desde donde suele interaccionar es desde el miedo y la culpa.
La nueva conducta de la que vamos a hablar ahora le llamamos asertiva, y es una conducta
intermedia entre la agresiva y pasiva. No se trata de imponer ni de dominar, pero tampoco de
ser sumiso ni obedecer ciegamente.
Con la asertividad nos referimos a ser capaces de expresar abiertamente lo que pensamos y
sentimos ante los demás, estén o no de acuerdo con nosotros.
Lo más importante de esta conducta no son las palabras que decimos, sino las emociones
que debajo de estas nos empujan a expresar lo que sentimos. Así como en la conducta agresiva
la plataforma desde la que actuamos es la rabia, y en la conducta pasiva la emoción que nos
empuja a la acción es el miedo y la culpa, en la conducta asertiva son la seguridad, la
curiosidad, la alegría y la admiración.
Por tanto es importante ser conscientes de las emociones que estamos utilizando cuando
decimos que nuestra conducta es asertiva.
Cuando hace ya años se puso de moda esta conducta asertiva y casi todos deseábamos
comportarnos de este modo, muchas personas cayeron en el ridículo de querer comportarse
asertivamente sin cambiar su escenario emocional de fondo. Es decir, cambiaron unas
palabras por otras, pero las emociones continuaban siendo las de siempre, sin incorporar este
marco emocional totalmente diferente.
Hasta no hace demasiado tiempo se asociaba el ser una persona asertiva con la capacidad
de decir «no». Sin duda alguna, es necesario, conveniente y beneficioso en ocasiones, pero
eso no es lo más importante que tienen que hacer las personas asertivas. Lo más importante es
saber decir «sí» cuando debajo del sí está presente la emoción de la seguridad, la admiración,
la curiosidad o la alegría. Pero si debajo del “no” están las emociones del rencor, de rabia o
ira, del resentimiento o de la culpa, de ninguna forma podemos afirmar que sea la expresión de
una conducta asertiva.
Como vemos, en cuanto a la asertividad lo importante y auténticamente significativo son las
emociones que laten en el fondo de las palabras que utilizamos cuando nos comunicamos con
alguien. Lo demás es un juego de palabras carentes de fundamento que en ocasiones convierte
la asertividad en una estrategia moderna y de moda de manipulación de las voluntades, en un
mecanismo de defensa y no de comunicación y en una falsa forma de aparentar lo que no
somos ni sentimos.
Existen personas muy entrenadas en conductas asertivas que desde el punto de vista
emocional son auténticas analfabetas. Su objetivo es aparentar, impresionar, estar al día,
utilizar la última novedad. Pero su discurso asertivo está basado en la mentira, en la
manipulación, en el engaño. Nos sentimos manipulados y engañados muy asertivamente. ¿A
esto podemos llamar asertividad?
La asertividad es la expresión sincera de lo que sentimos y pensamos, no la expresión de la
mentira y el engaño.
Quisiera para terminar hacer una pequeña síntesis de lo que se entiende por asertividad y
del proceso que la constituye en auténtica y genuina. Cuando nos comunicamos, no ocultamos
ninguna verdad o evidencia significativa que pueda ocasionar mucho daño.
Estamos dispuestos y decimos lo que sentimos y pensamos sobre el objetivo de cada una de
las comunicaciones que tengamos.
A continuación elegimos, entre las posibles, las mejores formas para que el mensaje llegue
al otro, con la mayor transparencia posible y no de forma agresiva o descalificadora.
No basta con decir «no», sino que hay que poner el énfasis en los síes y expresar lo más
explícita y comprensible para el otro lo que deseamos decirle. Permitimos que el otro
intervenga e interactúe con nosotros, mirándolo a los ojos y en una postura corporal relajada y
cómoda.
Si la conducta del otro no es asertiva, no justifica nunca que la mía no tenga que serlo.
Recuerda una de las últimas conversaciones que has mantenido con alguien de tu entorno, ¿qué
tipo de conducta predominó en ti y en el otro, agresiva, pasiva o sumisa?
Ahora fíjate en el fondo emocional que latía debajo de esa conversación, ¿qué emociones
sentías cuando hablabas y qué emociones sentía la otra persona?
Teniendo en cuenta el enfoque que he dado a la asertividad: ¿Qué cosas concretas puedes
empezar a cuidar cuando te comuniques con alguna persona para fortalecer una conducta
genuinamente más asertiva?
¡Puntúa el relato!:
7. Controla tus pilotos clandestinos: Abandona viejos hábitos de conductas aprendidas
Un porcentaje de personas son fácilmente predecibles. Podemos estar bastante seguros de
cómo van a reaccionar más o menos ante una serie de situaciones. De manera inconsciente y
durante nuestra infancia, vamos incorporando a nuestros hábitos de vida, una serie de
conductas que después de haberlas practicado lo suficiente, las utilizamos de manera
repetitiva y reiterativa una y otra vez.
A estas conductas, que una o varias, amigo lector, también tenemos tanto tú como yo, las
vamos a llamar pilotos clandestinos. Quiere decir algo así como si de manera totalmente
inconsciente, ante unos determinados hechos que ocurren, se disparase, en el cielo azul de
nuestro comportamiento, un piloto clandestino que conscientemente no controlamos y que nos
obliga a comportarnos de una determinada forma.
Se han podido llegar a identificar cinco clases de pilotos clandestinos y que cada una de las
personas utilizamos uno o algunos de ellos.
¡Puntúa el relato!:
8. Sé un buen jugador en equipo: Gestiona bien las emociones colectivas
Cada uno de los seres humanos estamos implicados a la vez y formamos parte de varios
sistemas: familiar, educativo, laboral, social, político, etc. Cada uno de ellos tiene vida propia
e, igual que las personas, los hay sanos y más o menos enfermos. Es muy importante que
seamos conscientes de ello, ya que los sistemas sanos y vigorosos facilitan la armonía y el
desarrollo de las personas y, en cambio, los enfermos o tóxicos, la crispación, la enfermedad y
el malestar emocional de las personas.
Vamos a presentar cuatro posibles categorías de sistemas desde el punto de vista emocional.
Dos de ellos sanos y los otros dos enfermos, hablando emocionalmente. Es muy posible que a
cada uno de nosotros nos toque vivir a la vez en algún sistema sano y alguno enfermo.
Sistema de serenidad
El estado de ánimo que provoca en las personas es de serenidad, sosiego, calma y bienestar.
Ante las cosas que no se pueden cambiar, las personas mantienen la calma y aceptan esas
limitaciones. Están motivadas y es fácil aprender y desarrollarse. Se respira un entorno
positivo y las personas se sienten implicadas y con orgullo de pertenencia a ese sistema.
Sistema de resentimiento
Las personas se sienten controladas, juzgadas, limitadas. La conflictividad es muy elevada.
Se critica todo y las normas no funcionan. Se respira un ambiente de agresividad, de rencor y
rabia retenida.
Sistema de ambición
Las personas se sienten motivadas, reconocidas y tienen un gran deseo de mejorar y crecer,
de cooperar y participar. Están todos muy orientados a resultados y a producir cambios y
mejoras. Su actitud muy positiva. Las personas en estos sistemas son creativas e innovadoras.
Sistema de resignación
Las personas se sienten desmotivadas, depresivas y tristes. Tienen la sensación de derrota y
de fracaso, carencia total de iniciativa. Se acomodan, se conforman y se pasan el tiempo
lamentándose y quejándose.
En los cinco círculos que ponemos a continuación de cada uno de los sistemas, rellena de
color rojo uno o varios. Cuantos más círculos rellenes, más percibes que la característica de
ese está presente en cada uno de los sistemas donde participas en tu vida.
Los sistemas influyen en nosotros significativamente, pero a la vez nosotros también
influimos notablemente en ellos. Las emociones colectivas que se respiran en una familia, aula
o centro de trabajo ejercen un papel importantísimo sobre las personas que estamos y
permanecemos durante tiempo dentro de cada sistema.
Amigo lector, es muy posible que necesariamente tengas que participar en algún sistema
dañino o enfermo y nada puedas hacer para liberarte o salir de él. Pero es muy importante que
seas consciente de ello. Si participas y necesariamente no te queda más remedio que
permanecer en él, te animo a que te protejas emocionalmente, no permitas que el entorno
negativo entre dentro de ti. Utiliza el «Escudo emocional» o el «Castillo» que en otro relato
explico.
Pero tal vez también te puedas dar cuenta de cómo tú alimentas, con tu conducta y forma de
pensar y sentir, ese sistema enfermo. Cambia, empieza a cultivar en tu vida emociones
elevadas y gestiona bien tus emociones de supervivencia. Empieza a utilizar mucho más el
humor, las caricias positivas o «pelusas calientes». Evita cualquier tipo de juego.
Los sistemas, como las personas, se pueden curar y sanear y esta labor solo la podemos
hacer y desarrollar los que configuramos cada uno de ellos. Cada persona participa en varios
sistemas a la vez. Coge un papel en blanco y escribe el nombre de los tres sistemas más
importantes donde estás actualmente implicado: Familiar, laboral o educativo y social.
Repasa ahora las cuatro categorías de sistemas que hemos descrito y pon una puntuación a
cada uno de ellos del 1 al 5, según el grado de energía (positiva o negativa) que en este
momento de tu existencia percibes en cada uno.
Pasa inmediatamente a la acción. Plantéate qué puedes empezar a hacer a partir de ahora
para mejorar cada uno de los sistemas desde ti mismo, sin esperar a que sean las demás
personas las que pongan soluciones. A la vez anima al resto de personas que participan
contigo en cada uno a que también ellos pongan su granito de arena.
El bien común emocional posiblemente sea la medicina más rápida y efectiva tanto a nivel
familiar, como educativo y social. Colabora e implícate, merece la pena. Colabora, implícate
y ve mucho más allá de tu éxito personal.
¡Puntúa el relato!:
9. Un homenaje a nuestro padre-abuelo: Utiliza el humor positivo y ríete de ti mismo
Los autores quieren que este relato sea un pequeño homenaje a nuestro padre y abuelo, un
gran maestro del humor. Una bendición. Un regalo de vida y amor.
Hay muchas clases de humor, pero el humor positivo no solamente no tiene ningún efecto
negativo colateral, sino al contrario, es saludable tanto para la salud física como emocional.
El humor positivo no consiste en contar chistes o ser o hacerse el gracioso. Consiste en
sacar chispa a cualquier cosa que nos ocurra en la vida. Nos ayuda a desdramatizar los
hechos, a relajarnos y ver la realidad desde otra perspectiva más optimista, menos dramática.
Los autores de este relato han tenido la suerte de haber podido disfrutar muchos ratos el
humor positivo de nuestro padre o abuelo. Ha sido un gran maestro del humor.
Vamos a transcribir situaciones de humor reales que aún recordamos y están dentro de
nuestro corazón, ya que después de muchos años de haber muerto, su sonrisa y sus pinceladas
de humor continúan vivas en nuestras vidas. Nosotros hemos sido torpes aprendices, lo
reconocemos.
Estaba nuestro padre-abuelo con su mujer en una finca (eran campesinos) y por alguna razón
empezaron a reñir y levantar algo la voz.
Casualmente el cura del pueblo iba por un camino cercano y escuchó lo que pasaba. Se paró
y se dirigió a ellos, diciéndoles: « Qué le está pasando a esta pareja? Veo que está algo
alterada». Nuestro padre-abuelo –que se llamaba Delfín– se dirigió al cura y le dijo: «Por
cierto me gustaría que usted me contestase a esta pregunta: ¿Quién inventó esto del
matrimonio?». El cura contestó: «Quién iba a ser, Jesús de Nazaret en las bodas de Canaán».
A lo cual Delfín le respondió: «Pues sabe una cosa, cuánto mejor hubiera sido si hubiese
continuado convirtiendo el agua en vino».
En otra ocasión Delfín se encontraba en el bar del pueblo con un viejo y entrañable amigo,
Jesusón. Y Jesusón le dijo a Delfín: «¿Cómo es posible que, siendo tan feo tú como eres, hayas
tenido una hija tan guapa?». Delfín, muy serio y distante, pero con mucha sorna, le contestó:
«Bueno es algo parecido a lo que a ti también te pasa: ¿Cómo es posible que siendo tú tan
tonto como eres, hayas tenido una hija tan inteligente?».
Otro día estaba nuestra madre-abuela haciendo la comida en la cocina y llegó el cura otra
vez y le preguntó: «¿Dónde está Delfín? Necesito hablar con él». Ella le dijo que bajara a la
parte de abajo de la casa, donde estaban los establos, que allí estaba.
Delfín había ido a vigilar a uno de los perros que teníamos ya que se había acostumbrado a
ir al gallinero y comerse los huevos. Estaba con un palo acechando detrás de la puerta con el
fin de asustarlo. De pronto escuchó ruido y pensó que era el perro, pero era el cura. Según
entraba por la puerta, le dio en la cabeza, tomándolo por el perro. Cuando se dio cuenta de lo
ocurrido, sin mediar más palabras, se dirigió al cura y le dijo: «Menos mal que no sabía que
era usted y pensaba que era el perro que venía a comerme los huevos, bueno los huevos de las
gallinas. Si hubiera sabido que era usted cojo este otro palo que es mucho más gordo y lo dejo
tieso».
Y por último, en el bar del pueblo iban tres vecinos a echar una partida de mus, pero Delfín
no sabía jugar. Uno de ellos le preguntó: «¿No andará por aquí tu hijo para que juegue con
nosotros?». Entonces él, poniendo cara de solemnidad, le respondió: «No sé por dónde anda,
pero aunque estuviese por aquí, no creo que jugara al mus, yo nunca lo he visto jugar con el
gato». Así era Delfín.
Nunca pudo ir a la escuela, pero aprendió a leer por su cuenta. Entre sus muchos libros
favoritos uno de ellos era Don Quijote de la Mancha. Era su fuente de inspiración
humorística, con el complemento de la revista de aquella época La Codorniz y escritores
como Álvaro de la Iglesia.
Delfín nunca contaba chistes, aprovechaba cualquier pequeño suceso para sacarle chispas.
Era un provocador de sonrisas, de risas y carcajadas. Se reía con las personas, pero nunca
jamás de ellas. Era un ser amado por la mayoría, querido y entrañable. El humor positivo hace
buena pareja con el amor, solo hay que cambiar dos letras.
La risa es la expresión del buen humor que está sintiendo la persona.
Quiero terminar este relato contándote las cinco clases de risa que se suelen utilizar, cada
una de ellas tiene significados muy distintos:
Está la risa con la letra a. Es decir, la risa «jajajá», a este tipo la llamo la risa inteligente.
Es la que provocan los humoristas, como Tip y Coll. Es un humor inteligente, sano.
Está la risa con la letra e. Es decir, «jejejé». Es la risa, perdónennos la expresión del «hijo
de puta…», de la persona que utiliza el humor para mofarse, ridiculizar a alguien, reírse de las
personas. Humor negativo. El humor negro.
Está la risa de con la letra i. Es la risa «jijijí». Es la risa pícara, picante, del chiste verde.
Muy utilizada socialmente.
La risa con la letra o. Es decir, «jojojó». Esta es la risa de los payasos, la risa inocente de
los niños y niñas, la de Papá Noel, de personas entrañables y cercanas. Es la expresión
humorística del amor. Sana y saludable.
Está la risa con la letra u. Es decir, «jujujú». A esta la llamo la risa de la panza o del
vientre. Es cuando sufrimos ataques de risa. Es la más terapéutica. Masajea casi todos los
músculos de nuestros órganos internos. Es la que de vez en cuando tendríamos que provocar.
Habría que realizar sesiones de risa de este tipo en comunidades de vecinos, en los parques
públicos, en los lugares de ocio.
Un día iba conduciendo mi coche por la ciudad y cuando tuve que parar en un semáforo en
rojo, observé que en el coche que estaba parado frente al mío iba una pareja que mantenía una
fuerte discusión.
Suelo llevar, por si acaso la necesito en alguna urgencia, una nariz de payaso en el bolsillo.
Se me ocurrió sacar la nariz de payaso, ponérmela y quedarme mirándolos fijamente.
Pronto uno de ellos se dio cuenta y con el otro brazo le tocó el hombro a su compañera y le
indicó que me mirara. Ambos se empezaron a reír. Cuando el semáforo se puso en verde
deslicé mi mano a la boca y con mucho humor y amor les mandé un cariñoso beso. Las cosas
que logran las narices de payaso.
¿Qué valor estás dando al humor positivo en tu vida?
¿Piensas que estaría bien reírte más y utilizar el humor positivo para no tomar tan en serio
los problemas y la vida y vivir de manera más relajada y tranquila?
¿Qué podrías empezar a hacer o a hacer de otra forma?
¡Puntúa el relato!:
Reflexiona de qué manera puedes sacarles chispa a las pequeñas cosas que suceden a tu
alrededor y que te van ayudar a ti y a otros a ser un poco más feliz.
6
DESARROLLA TU PROYECTO VITAL
6ª competencia emocional
Introducción
Pasamos caminando por este planeta Tierra unos cuantos años. De repente, mucho antes de
lo que esperamos y deseamos, desaparecemos. Para muchas personas la vida pasa sin que se
den cuenta, sin ser conscientes de muchas de las cosas que han ocurrido. Han dedicado una
parte importante del viaje terráqueo no solo a sufrir y padecer, sino también a hacer sufrir y
padecer a otros. Algunos no encuentran el sentido. Se pasan la vida buscando la felicidad,
creyendo que para nada depende de ellos sino de la buena o mala suerte, del destino.
Aunque su cerebro viene equipado para vivir y disfrutar, se empeñan en lo contario, en
sufrir y hacer sufrir.
Esta sexta competencia emocional vamos a llamarla «desarrollar habilidades de vida y de
bienestar» y es:
La capacidad de vivir centrado en el aquí y ahora y desde él, convertir el pasado en una
fuente de experiencia y el futuro en un universo de posibilidades.
La vida solo se vive una vez y hay que vivirla con intensidad, con sentido y adornada de
emociones positivas.
La felicidad está dentro de nosotros, pero la mayor parte de la gente la desea encontrar
fuera, por eso se pasa la vida buscándola. Lo han aprendido erróneamente desde niños y
mueren sin haber descubierto este error. Se pasan la vida luchando por cosas que, pronto con
el tiempo, van a darse cuenta de que no han merecido la pena. Entonces piensan que es
demasiado tarde y se pasan los últimos años de su vida en depresiones, enfermedades y en el
sinsentido.
En este bloque encontrarás una serie de relatos que te van a ayudar a entender el sentido de
la vida, el cómo puedes diseñarla como desees y no tienes por qué sentirte atado ni por el
destino, la buena o mala suerte o por lo que te haya ocurrido en el pasado. Esto es posible, a
pesar de la mala o buena suerte, de las cosas que puedan sucederte sin tú desearlas o de los
traumas o dificultades que, durante la vida, te hayan ocurrido.
Es importante que te sientas dueño de tu destino y que tu paso por este planeta deje grabadas
las huellas de una persona que mereció la pena, que logró hacer realidad sus mejores sueños,
fue feliz y ayudó a otras muchas personas también a serlo.
¡Puntúa el relato!:
2. La valentía emocional: Conviértete en un guerrero emocional
Está claro que la vida de los seres humanos no consiste en un plácido valle de fragantes y
preciosas flores, pero tampoco en un continuado infierno. A través de la vida tenemos que
pasar por vivencias y experiencias, algunas de ellas deseables y gratas, pero otras tristes,
dolorosas y traumáticas.
Para afrontar la vida con energía (que al fin y al cabo son las emociones), necesitamos ser y
sentirnos personas emocionalmente valientes, capaces de afrontar cualquier adversidad o
revés y tirar hacia delante.
A través de la Historia de la Humanidad, millones y millones de seres humanos se han visto
obligados o seducidos a utilizar la fuerza bruta para sobrevivir, la agresión y la hostilidad.
Pero el escenario social y cultural no es el mismo de antes y es importante utilizar otro tipo de
fuerza, de energía.
Lo que entendemos por valentía emocional no es una fuerza hostil enfocada a lograr que
alguien pierda o no gane para de esta forma sentirnos ganadores. No existe ese concepto de
competitividad, esa ansia de poder y de prestigio a cualquier precio.
Te animamos a que visualices una película que puedes encontrar en internet: El guerrero
pacífico (Año 2006, director Víctor Salva). Una película grandiosa, que logra despertar en
nosotros las emociones positivas más bellas y las ganas de superación personal. Por medio de
ella puedes perfectamente entender lo que queremos expresar al hablar de valentía emocional.
Deseamos de todo corazón que, si aún no lo eres, te conviertas en un guerrero emocional
excelente. Para lograrlo, a continuación vamos a describir los cinco principios que los
guerreros emocionales tienen en cuenta y respetan por encima de todo en sus vidas:
¡Puntúa el relato!:
3. Una triste y bella historia: La señora de 80 años que llama en plena noche al programa
Hablar por hablar
No sé ni siquiera el nombre de esta señora de 80 años que, hace unas cuantas noches, uno de
los días que no sentía sueño, llamó al programa de radio Hablar por hablar para exponer su
triste historia con final feliz.
Hizo un brevísimo repaso de su agitada vida y vino a decir que había sufrido continuas y
prolongadas depresiones desde los 20 años a los 65. Que su vida estaba sumergida en un
profundo pozo donde no veía ninguna salida, el único amuleto que siempre le acompañaba era
su marido, que siempre, hasta la muerte, estuvo a su lado.
Contó que pasó por dos a tres intentos de suicidio y que si no lo consumó, fue por pensar en
sus hijos y nietos. La vida para ella no tenía ningún valor.
Cuando cumplió 65 años, una noche, al irse a la cama pidió y suplicó a su Dios –se
consideraba muy, muy creyente– que tuviera compasión de ella y que aquella misma noche le
revelase lo que tenía que hacer para salir del infernal laberinto donde se encontraba. Rezó sus
oraciones de siempre y se durmió. Con la llegada de la alborada se despertó, como casi todos
los días. No recordaba que le hubiera ocurrido nada, ni que Dios hubiese estado a su lado
hablándole. Pero de repente y no sabe por qué se encuentra diciéndose en voz alta: «Eres una
egoísta, me pides que no te abandone y te diga lo que tienes que hacer, pero no me has hecho ni
caso. Has intentado suicidarte tres veces y no he permitido que lo hicieras, te llevo ayudando a
soportar tus dolencias desde los 20 años. A tus hijos no les permites ni acercarse y a los ocho
nietos que tienes casi no los conoces, porque no soportas sus ruidos, porque te molestan».
Recordó entonces la conversación y la súplica que había hecho a su Dios al acostarse, y
estaba convencida de que aquella noche este se acercó a su cama y tuvo con ella, en sueños,
esa conversación. Ella hablaba de revelación.
Se sintió diferente, empezó a respirar de otra forma distinta y le invadió una emoción de
rabia que le hizo decir en voz alta a sí misma: “Basta ya, no puedo continuar”.
Vivía sola. Observó que las palabras que estaba diciendo en voz alta no estaban, como hasta
ahora, basadas en un fondo emocional de miedo y tristeza, de impotencia y de inseguridad. Su
voz era firme y segura, y descubrió más allá de la rabia que sentía, que detrás de la rabia,
empezaron a surgir emociones de seguridad, de curiosidad y admiración.
Continuó diciendo que, a partir de aquella decisión que había tomado a los 65 años, su vida
se transformó. Fue dejando las diez pastillas que tomaba. Abrió las ventanas de su casa al
oxígeno y empezó, decía, por primera vez en su vida a disfrutar, compartir, amar y ser amada.
Había pasado por psicólogos y psiquiatras, pero el poder de su decisión fue mayor que todo
ello junto.
No sé si tú, como la protagonista de esta historia, también crees en Dios. Pero para realizar
el milagro, aparentemente milagro, que esta señora consumó, no se necesita ningún tipo de
creencia religiosa. Necesitas hablar con ese dios interno que tienes, pedirle y suplicarle su
ayuda. Pero recuerda que lo más importante no es el lenguaje que utilices ni el mensaje verbal
que transmitas, el poder está en el fondo emocional. Si tu fondo emocional, tu plataforma de
acción se centra en el miedo o la culpa o la rabia o el asco, nada va a cambiar en ti y pronto
continuarás siendo la misma persona de siempre, triste y depresiva. Pero si cambias tu
escenario vital emocional y cualquiera de las plataformas que acabamos de mencionar, las
transformas en otro tipo de plataforma más saludable más sostenible, más positiva, tu vida se
trasformará.
Para ello es importante que te entrenes en la utilización de la plataforma emocional de la
seguridad, de la curiosidad, de la alegría y de la admiración.
Para ello te propongo un pequeño campo de entrenamiento.
1. Visualiza o recuerda situaciones concretas de tu vida triste, agresiva o dolorosa, una a
una. Imagínate que estás en un cine y esas escenas van apareciendo ante ti en una gran pantalla
y las ves. Una a una, no todas a la vez.
Siente las emociones que cada escena, en el aquí y ahora, todavía te despiertan, de tristeza,
de rabia, de impotencia, de rencor, de resentimiento. Las que sean.
2. Acepta cada una de estas escenas como algo que te pasó y te pertenece, no trates de
rechazarlo, de negarlo. Acéptalo como una parte de tu existencia, como algo que fue real y que
te ocurrió. Te pasó en un determinado momento de tu existencia que ahora pertenece a tu
pasado y nada tiene que ver con tu presente.
3. Sitúa ahora en una de las esquinas de esa pantalla un punto que, como si fuera un zoom
que se agranda, va a inundar la escena que estás visualizando, con una de estas emociones de
fondo: La emoción de seguridad. Para ello solo tienes que recordar otro momento de tu vida
donde te has sentido confiado y seguro. Esa misma emoción la inyectas en esta escena y
cambias. Ahora continúa visualizándola pero sintiendo seguridad y confianza, ya que esto no
está ocurriendo ahora y es parte de tu pasado. También puedes canjear el miedo o la rabia que
sientes por la emoción de curiosidad. Hazte preguntas como estas: Esta escena es parte de mi
pasado, no del presente, si volviera a repetirse, ¿contaría ahora con más recursos de los que
contaba cuando esto ocurrió? ¿Si volviese a pasar, reaccionaría de la misma forma en que lo
hice entonces? También puedes utilizar la emoción de la admiración, de cómo a pesar de lo
duro que aquello fue para ti, continuaste viviendo y es bueno que en este momento recuerdes
otras muchas escenas de cosas positivas e interesantes que has logrado en tu vida y en las que
has sido el protagonista principal.
4. Solo un paso más, ahora es el momento de reconvertir cada una de estas dolorosas
vivencias en experiencias; sabes que la experiencia es el camino de la sabiduría. Hazte la
siguiente pregunta:
¿En qué sentido, cada una de estas vivencias, me ayudó a crecer, a desarrollar habilidades
que si no hubiesen ocurrido, hoy no las tendría?
¡Puntúa el relato!:
Tal vez te hayan ayudado a darte cuenta de las cosas que merecen la pena y las que no la
merecen. A aceptar en la vida que hay cosas que es posible que no podamos controlar ni
evitar.
Convierte cada vivencia en una oportunidad (experiencia) para tu vida, aprende de cada una
de ellas. Guárdalas dentro de ti como un tesoro que en su día fue doloroso, pero hoy ya no lo
es.
Identifica un recuerdo amargo y doloroso de tu pasado y otro agradable y placentero.
4. Los tres ingredientes de la felicidad: Aprende a gozar del bien estar subjetivo
Existe una clase de felicidad que llamamos objetiva, es decir observable, cuyos ingredientes
esenciales dicen que son salud, dinero y amor. Pero existe otro tipo, la subjetiva, interior,
intangible, cuyos elementos veremos más adelante. La felicidad objetiva sin la subjetiva deja
mucho que desear, aunque en sí es buena; la subjetiva en bastantes ocasiones carece de
cualquiera de los ingredientes objetivos.
Antonio Gala define la felicidad, la subjetiva, como «el darse cuenta que nada es demasiado
importante». Ya que cuando a cualquier cosa le damos un excesivo valor, termina
esclavizándonos, bien sea al amor, el dinero o la salud. Nos hacemos esclavos de ello y
genera en nosotros vínculos y afinidades auténticamente enfermizos. Nos sentimos amarrados.
Los tres ingredientes esenciales y subjetivos, es decir, que los seres humanos tenemos que
sentir son:
Seguridad, es decir tener cubiertas nuestras necesidades básicas. Sin ellas no podemos
gozar de la felicidad. A ello tenemos que contribuir cada uno de nosotros, pero es muy
importante que el entorno social colabore y nos aporte recursos. Solos nos es imposible.
Libertad, sentirnos libres de poder pensar y expresar lo que pensamos y sentimos. También
a ello tiene que contribuir, además de nosotros, el entorno y la comunidad. La cultura y la
educación son elementos clave para ello.
Amor, es decir, querer y sentirnos queridos. El amor y la felicidad son elementos
intrínsecamente unidos. Por él entendemos, amor incondicional, querernos por el mero hecho
de ser persona, de existir. La sociedad también juega un papel importantísimo, donde tenemos
que respetar y aceptar a cada ser humano tal y como es, independientemente del estrato social,
étnico o lingüístico.
La felicidad no está en el pasado ni el futuro. La felicidad habita en el instante, en cada
segundo de nuestra existencia. No hay que buscarla, hay que sentirla en cada momento de
nuestra existencia.
La auténtica felicidad pertenece a nuestro estado del ser, no del tener o poseer. Las
felicidades sucedáneas solemos buscarlas cuando no sentimos la del estado del ser.
Una buena forma de sentir la felicidad incondicional es cerrando los ojos y meditando.
Conectando con lo más profundo de nosotros mismos y sintiéndonos partícipes del universo,
que es lo más parecido a sentirse una pequeñísima parte del cosmos, una gota de agua en un
mar inmenso de posibilidades, repleto de amor y de energía.
¿Qué grado de amor incondicional, de seguridad vital y de libertad personal, piensas y
sientes en tu vida actualmente?
¿Qué cosas podrías empezar a hacer desde hoy mismo para aumentar tus niveles de amor,
seguridad y libertad?
¿En lugar de continuar buscando la felicidad fuera de ti, podrías empezar a disfrutarla en el
aquí y ahora de cada instante, dejando de buscarla en el pasado o deseándola para el futuro
que nunca llega?
¡Puntúa el relato!:
5. Desaprender para volver a aprender: Reinvéntate a ti mismo
Si no estás de acuerdo con la forma que tienes de pensar, de sentir y de comportarte, tienes
todo el derecho a dejar de ser como actualmente eres. Ya que ello es fruto de una serie de
influencias y circunstancias que tú, en su mayor parte, no has podido elegir. Los padres,
educadores, lugar de nacimiento, el momento histórico, todo esto se nos ha impuesto. Por eso
somos como somos y también por eso muchas cosas de las que somos no nos gustan,
precisamente porque no son nuestras, son aprendidas de otros.
Un derecho que tenemos las personas es a estar continuamente cambiando,
transformándonos, siendo distintos. Lo que nos ocurre, que tenemos tan bien aprendido que
actúa inconscientemente sobre nosotros, nos empuja, nos obliga muchas veces a pensar, sentir
y actuar de manera que no nos gusta y no lo deseamos. A esto lo llamamos hábitos, costumbres
adquiridas que están no en la parte consciente de nuestra mente, sino en la parte subconsciente,
aquella que no podemos controlar con nuestra voluntad.
La mayor dificultad para producir cambios relacionados con nuestra forma de ser tiene un
doble sentido: Por una parte nos obliga a desmemoriar las conductas tan aprendidas y que no
nos gustan, por otra nos obliga a aprender otras nuevas que desconocemos y no tenemos
práctica en ellas. Nuestro cerebro está preparado para que estos cambios se produzcan a
cualquier edad, debido a la gran flexibilidad que posee. Pero ello requiere una metodología
distinta de cualquier otro tipo de aprendizaje meramente conceptual. Requiere bastante tiempo,
paciencia y perseverancia. Es por ello por lo que la mayor parte de personas manifiestan
deseos de cambiar, inician los cambios y no lo consiguen y vuelven al punto de partida.
Pero existe un pequeño porcentaje de personas que lo consiguen, por tanto los cambios son
posibles.
Para que en este ámbito consigamos resultados duraderos, se requiere utilizar una nueva
conducta o una nueva forma de pensar o sentir. Consiste en la repetición espaciada del nuevo
hábito. Tenemos que permanecer en estado de alerta durante unos tres meses, siendo
conscientes, pacientes y reiterativos en lo que hacemos. Motivarnos mucho ante cualquier
dificultad que encontremos y volver a empezar. Imagínate que estás aprendiendo a conducir, es
algo parecido.
Pero recuerda que el gran esfuerzo que requiere cualquier cambio, una vez que lo has
instaurado en tu cerebro, el resto de la vida no te va a costar, se convierte en una nueva rutina
que te va a aportar grandiosos beneficios.
¿Con qué cosas de tu forma de pensar, sentir y comportarte no estás satisfecho y deseas
cambiar por otras distintas?
Escribe en una columna de un folio las cosas negativas que quieres cambiar y en otra
paralela la nueva forma que deseas empezar a utilizar.
No pretendas cambiarlas todas a la vez, ve de una en una.
Empieza por las más sencillas. Céntrate en cada una de ellas durante quince días y supervisa
los logros que vayas obteniendo diariamente. Motívate y anímate.
Visualízate todos los días al ir a la cama o al levantarte, poseyendo ya esa nueva cualidad,
disfrutando de ella y utilizándola en tu vida diaria. Siéntete como si ya la hubieses
incorporado a tu nueva vida.
¡Puntúa el relato!:
6. Deja de intentarlo una y otra vez: Provoca en tu vida cambios estables y duraderos
No es fácil cambiar, pero es posible y muy importante. Sobre todo si en tu vida ocurren con
mucha frecuencia cosas que ni deseas ni te gustan.
¿Por qué muchas personas desean cambiar y no lo consiguen, se quedan en el mero intento o
lo logran durante un pequeño espacio de tiempo y de nuevo vuelven a ser las mismas de
siempre?
El gran error que cometemos las personas que necesitamos cambiar cosas de nosotros
mismos es que esperamos absurdamente que cambien desde fuera. Tienen que hacerlo los
demás, las circunstancias y los acontecimientos que ocurren. Yo me mantengo firme ante mis
creencias, sentimientos y las cosas que hago una y otra vez.
Para ello utilizamos muchos mecanismos de justificación que tratan de convencernos de que
los problemas que tenemos y que padecemos nada tienen que ver con nosotros. Nosotros
somos solo víctimas y agentes pasivos que los padecen. Tratamos de cambiar hechos y
circunstancias ajenas a nuestra persona y que exceden el límite de nuestra voluntad, pero
continuamos pensando, sintiendo y haciendo las mismas cosas, alimentando las viejas
creencias que tenemos de nosotros mismos, de los demás y del entorno.
De esta manera nada cambia y, si acaso, cambia algo durante muy poco tiempo. Para
producir en nuestras vidas cambios duraderos, tenemos que estar dispuestos a mutar nuestra
forma habitual de pensar, de sentir y de actuar. Revisar nuestras creencias y hábitos de
conducta negativos. Es decir, dejar de ser nosotros mismos para convertirnos en la persona
que deseamos ser, en nuestro yo ideal. Al fin y al cabo, el yo real que somos ha sido un yo
aprendido de manera inconsciente y circunstancial. El camino del cambio no es corto ni
sencillo, es largo, pesado y con bastantes riesgos.
Pero merece la pena recorrerlo, nos aporta pingües beneficios.
Un porcentaje significativo de la población pasa toda su vida sobreviviendo con todas sus
alarmas de estrés y de supervivencia aceleradas. ¿Cuánta energía emocional y mental
consumimos diariamente en imaginar riesgos y peligros donde no los hay? Vivimos situaciones
amenazantes con altas dosis de miedo, muchísimas veces por cosas que nunca llegan a ocurrir.
Vivimos anclados y encadenados a nuestro pasado, a situaciones que ya solo existen en nuestro
cerebro, preocupados y nerviosos, con ansiedad ante los miedos y la inseguridad del futuro.
Los seres humanos tenemos que aprender a vivir anclados en el aquí y ahora, en cada
instante de nuestra vida. ¿Cuánto nos perdemos por estar metidos en nuestros laberintos
mentales y emocionales, sin darnos cuenta ni disfrutar de todas y cada una de las cosas
preciosas que continuamente se nos presentan en la vida?
La mejor forma de producir cambios duraderos es generar en nosotros una actitud de estar
presente donde estamos, de disfrutar de todo lo que está ocurriendo, sea agradable o
desagradable, nos parezca bien o nos parezca mal. Vivir anclados en el aquí y ahora.
Tenemos que ser unos buenos observadores de nosotros mismos y del mundo, en lugar de
invertir tanto tiempo en juzgar y juzgarnos, estar solo pendientes de lo negativo.
La vida es un camino sin retorno y, estamos tan ansiosos por poseer cosas ajenas a nosotros
que nos aporten paz y seguridad, que nos hemos olvidado de que la verdadera paz y serenidad
no requiere nada, simplemente existir, estar vivo y vivir, ser consciente de ello.
¿Eres consciente de que tú eres el principal protagonista de tu vida, el único responsable?
¿Si las células de tu organismo, el componente fisiológico, cambian y se transforman,
piensas que tienes alguna razón para continuar siendo el mismo de siempre y así hasta la
muerte, aunque no te guste y te tengas que aguantar?
¿Cuánto tiempo dedicas a cerrar los ojos y sentir lo que está pasando en tu cuerpo y en tu
mente, en apoyarte si estás cansado o animarte si estás deprimido?
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7. Ve más allá de lo tangible: Cultiva tu dimensión espiritual
Vivimos en un entorno que continuamente nos invita a estar pendiente y valorar
exclusivamente lo material y lo tangible. Sin embargo todos tenemos experiencia de que las
cosas más valiosas y que, con el tiempo y la experiencia, más deseamos que ocurran, son las
intangibles y casi o nada materiales. Son las cosas, por llamarlas de algún modo, que
perduran, que anidan dentro de nosotros, como una sonrisa, un abrazo, un te quiero o el
apretón de manos de un amigo que hace tiempo que no hemos visto. Eso es lo que nos hace
transcender más allá de nuestro egoísmo y egocentrismo. Nos facilitan abrirnos al mundo y al
universo, a los demás, a la belleza, a la puesta de sol, un atardecer. La admiración de un
cuadro de arte, la música que sale de las cuerdas de una guitarra, el nacimiento de un hijo o lo
que sentimos ante cualquier catástrofe colectiva o personal.
Hasta no hace mucho se pensaba que la espiritualidad solo la sentían las personas que, por
medio de sus creencias religiosas, eran capaces de transcender los límites de la vida humana.
La espiritualidad es el profundo sentimiento que todas las personas podemos sentir y
desarrollar y que nos hace mejores. Nos ayuda a superar los límites sensoriales e instintivos y
nos adentra en el mundo intangible, de la no materia, de la belleza, la contemplación, la
bondad, la ternura, la compasión. Nos hace romper los límites que nos marcan nuestros
instintos animales de supervivencia y nos convierte en artífices y creadores de nuestra propia
vida.
La podemos cultivar y desarrollar por medio de cada una de las expresiones artísticas, de
las emociones elevadas como la gratitud, el amor, la compasión, la generosidad, la ternura, la
sensibilidad. Y si además de todo eso, pero no sin eso, tienes creencias religiosas que te
ayudan a ser mejor persona, seas de la religión que seas, el universo se alegrará de tu
existencia.
La espiritualidad la tenemos que convertir en una actitud ante la vida que nos permite
trascender más allá de nosotros mismos y encontrarnos y sentirnos parte activa de la sociedad,
de un mundo y universo repleto de oportunidades y abundancia para todos y que a todos nos
pertenece.
Sin ella nos convertimos en seres egoístas, egocéntricos y que pueden llegar a ser auténticos
depredadores de sí mismos, de los demás y del universo.
¿En qué cosas piensas que has desarrollado la capacidad de transcender más allá de los
límites de lo material?
¿Si tienes creencias religiosas y no cultivas la espiritualidad que nos hace transcender más
allá de lo material, piensas que estas te ayudan a ser mejor persona?
¿Qué cosas podrías empezar a tener más en cuenta y darles mayor importancia, para que tu
nivel de espiritualidad sea mayor y tú como persona cualitativamente mejor?
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8. Relato: El dios mensajero
Cuentan las leyendas que hace muchísimas lunas los dioses del Olimpo celebraron una
reunión con el fin de hablar sobre cómo los hombres estarían utilizando la habilidad otorgada
de sentirse dichosos y felices como si también ellos fuesen dioses. Sacaron como conclusión
que no sabían realmente cómo estaban utilizando esa capacidad. Finalmente decidieron enviar
a la tierra a uno de ellos para que se informase sobre cuál era la actual situación.
Partió a la tierra, mientras que el resto esperaba recibir noticias frescas. Al cabo de un buen
tiempo volvió y celebraron una nueva reunión para que todos los dioses del Olimpo estuviesen
informados.
La información fue demoledora. Los hombres habían entendido mal el manual de
instrucciones que les habían dejado y estaban, la mayor parte de ellos, buscando la felicidad
por todas partes y a cualquier precio. Pagaban por ella enormes sumas de dinero, se peleaban
y se mataban los unos a los otros. No se conformaban con nada y por mucho que consiguieran,
querían y deseaban más. Muchos habían enfermado y yacían en hospitales de tanto buscar y
buscar la felicidad. Muy pocos se sentían felices y disfrutaban de ese precioso don.
Ante tal situación los dioses decidieron quitar a los hombres ese don, y surgió la duda de
dónde esconderlo para que ninguno lo pudiera volver a encontrar y continuar utilizándolo mal.
Celebraron una sesión de tormenta de ideas y uno de los dioses dijo: «Si la enterramos en lo
más profundo de los mares, allí nunca la van a encontrar». Pero el dios mensajero dijo: «Creo
que pronto la encontrarán porque han desarrollado técnicas tan avanzadas que les sería
relativamente fácil». Otro de los dioses levantó la mano y dijo: «Si la felicidad la sacamos de
la Tierra y la llevamos a una estrella lejana, allí nunca la van a encontrar». Pero pronto el dios
mensajero dijo: «Ya han llegado a la Luna y pretenden llegar muy pronto a otros astros, seguro
que tarde o temprano la encontrarían».
En el Olimpo se hizo un silencio sagrado, ningún dios sabía dónde esconderla. De repente
uno de ellos, que casi nunca decía nada, levantó la mano y dijo: «Por lo que he escuchado al
dios mensajero de lo que está ocurriendo en la Tierra, estoy seguro de que si la enterramos en
el centro del corazón de cada hombre muy pocos la van a buscar allí». Y continuó diciendo:
«Al hombre que allí la descubra, como premio le vamos a permitir que sienta la felicidad y de
verdad la disfrute». El Olimpo entero aprobó esta propuesta y desde entonces la felicidad
yace en el corazón de cada una de las personas.
¿Cuánto tiempo dedicas, día a día, a buscar la felicidad y dónde la buscas?
¿Qué podrías hacer a partir de hoy mismo para dejar de buscar la felicidad y sentirla, ya que
lleva toda la vida habitando dentro de ti y a tu alcance?
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9. Adquiere un nuevo hábito: Medita diariamente
Hace unos días se corrió el rumor por distintos medios de comunicación de que el Gobierno
de la India había nombrado una especie de Ministerio del Yoga y que pretendía que toda la
población india lo practicase en su día a día.
No estaría mal que en occidente hiciéramos algo parecido. Tal vez ayudaría a disminuir el
nivel de crispación y miedos donde una parte importante de la población se encuentra inmersa
desde el momento del amanecer, en que escuchamos las primeras noticias devastadoras que
oímos ininterrumpidamente.
Podríamos transformar esta sociedad con hambre y sed de ser transformada, si todos los
niños de este país dedicasen en las escuelas sus primeros diez minutos diarios a meditar.
Está científicamente demostrado que la meditación, si se hace y se practica de manera
continuada, tiene efectos muy beneficiosos tanto a nivel de salud física como emocional y
social.
Como sé que lo anterior es una utopía, pretendo solo animarte a ti, amigo lector, a empezar,
si aún no has comenzado, a meditar un poco día a día. Te puedo asegurar que yo lo practico y
desde entonces mi salud física ha mejorado sustancialmente y mis estados de estrés y ansiedad
han desaparecido. Soy y me siento mucho más feliz.
Hasta no hace mucho se pensaba que la meditación solo se podía utilizar para fines
transcendentales y religiosos. Que era una forma de conectar y comunicarte con el dios de tus
creencias. Pero hay otro tipo de meditación, respetuosa con cualquier tipo de creencia
religiosa, que puede ser practicada por cualquiera de nosotros con un fin más cercano y
terrenal.
Nos permite conectar y sincronizar nuestro cuerpo y nuestra mente y de esta forma generar
sensaciones de paz, sosiego y bienestar indescriptibles. Es lograr sentir que nuestro cuerpo
descanse plácidamente y no necesite moverse para nada. El sistema nervioso y muscular se
relaja de tal forma que nuestro organismo es capaz de permanecer mucho tiempo inactivo.
Tiempo que el organismo invierte en renovar su energía y en liberarse de las toxinas del
cansancio y del agotamiento que va produciendo el día a día. La mente, que nunca se queda en
blanco, durante el tiempo de meditación logra vaciarse de todo pensamiento perturbador y
amenazante, con lo cual se empieza a percibir lo más esencial de la existencia humana como
es disfrutar exclusivamente del aquí y ahora.
Para aprender a meditar es necesario tener claros algunos principios y practicar algunas
sencillas técnicas que están al alcance de cualquier persona.
Lo primero que tienes que hacer es posicionarte en un lugar alejado de ruidos y de
interrupciones. No conviene que sea la cama donde duermes, porque te invitará, en lugar de
meditar, a dormir. Busca una postura corporal cómoda para ti. Puede ser sentado, con la
columna vertebral recta, los dos pies apoyados sin cruzar en el suelo y las manos apoyadas
sobre los muslos. Otra postura puede ser tumbada, con los brazos y piernas estiradas, y nunca
cruzados, boca arriba. También, si te sientes a gusto, puedes sentarte en forma loto, como si
fueras a hacer yoga.
Durante todo el tiempo que medites nunca jamás juzgues nada de lo que ocurre en tu mente.
Acéptalo todo, cualquier tipo de pensamiento o sentimiento. Nada es bueno ni malo, y puede
ser agradable o desagradable. Deja que los pensamientos vengan y vayan, no hagas nada para
retenerlos o rechazarlos, simplemente acéptalos y déjalos que circulen.
Centra toda tu atención en la respiración. Siente cómo el aire entra y sale por tu nariz.
Cuando entre sentirás un frescor dentro de tus fosas nasales. Cuando lo expulses sentirás calor.
Cuando venga a tu mente algún tipo de distracción como un pensamiento, un sentimiento, un
ruido del entorno, una idea perturbadora, imágenes de tu vida, solo tienes que centrarte en tu
respiración.
Tu mente, mientras meditas, solo tiene que tratar de estar presente en el aquí y ahora y evitar
alejarse lo más posible del pasado o del futuro. Cuando estamos despiertos pasamos la mayor
parte del tiempo en el pasado, sumergidos en nuestros recuerdos, en las imágenes que tenemos
grabadas en nuestro cerebro o en el futuro. El pasado nos hace olvidar de lo que está
ocurriendo aquí y ahora. El futuro despierta nuestros miedos e inseguridades y llena nuestra
mente de sufrimiento y preocupaciones.
En meditación, no pensar en nada significa vaciar nuestra mente de cualquier contenido de
nuestro pasado o futuro y vivir con intensidad y en exclusiva el aquí y ahora. Nos permite
sentir la existencia humana desprendida de todos los condicionantes que han ido sucediendo
en nuestra vida. Nos permite recuperar nuestra inocencia infantil. Cuando jugábamos de niños,
solo jugábamos y nunca nos preocupaban ni el pasado ni el futuro, solo el instante del juego
que tanto nos permitía disfrutar.
Meditar no consiste en aislarse del mundo, sino al contrario, contemplarlo, acercándose a él
y comprenderlo, amarlo y pretender cambiarlo.
La meditación te puede ayudar a: Vivir el instante presente; cerrar los ojos y escuchar;
habitar y comprender tu cuerpo; observar tus pensamientos y conceder espacio a cada una de
tus emociones; expandir la atención para aumentar tu consciencia; mirar lo cotidiano, lo
importante; a actuar y a no actuar; liberarte de las presiones mentales; estar presente en el
mundo; ir hacia adelante, aunque te sientas herido; ver surgir poco a poco la felicidad.
Hay dos momentos del día que son más idóneos para meditar:
Los diez minutos primeros de la mañana, cuando nos levantamos. La meditación de este
momento es para cargar de energía nuestras alforjas, para enfrentarnos con ganas a la vida.
Conviene hacer una visualización positiva de todo lo que deseamos que nos ocurra en esta
nueva jornada que tenemos delante de nosotros.
Otro buen momento, de unos cinco o diez minutos, es por la noche, a la hora de ir a la cama.
Hacer una revisión de la jornada que acaba de terminar. Valorar y reconocer todo lo positivo
que ha acaecido y, si algo no ha sido así, aceptar los errores o adversidades ocurridas y
meterlas en la mochila de nuestra experiencia vital. También ellas nos pertenecen y nos
permiten aprender.
Si durante la jornada sientes en tu estómago y pecho que te presionan las tenazas del estrés o
la ansiedad, párate y medita unos instantes.
A veces, o mejor dicho de vez en cuando, tenemos que parar para reparar. La meditación nos
puede ayudar a ello.
¿Cómo piensas que podría ayudarte la meditación, si la conviertes en un hábito diario?
Si padeces algún tipo de dolencia bien física o emocional ¿crees que la meditación podría
ayudarte a, poco a poco, ir erradicándola de tu vida?
Cerrando los ojos y conectando con tu respiración, ¿no piensas que puedes llegar a tener una
imagen más real y positiva tanto de ti mismo como del mundo y del cosmos, mucho más que si
te mantienes todo el tiempo en estado de alerta?
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10. Relatos zen para meditar
Relato zen: «El cielo»
El ser humano consciente entiende el poder y fuerza no como una herramienta de dominio y
sumisión hacia los demás, sino como la herramienta de enfrentarse a las dificultades de la vida
y cumplir cada uno de sus sueños disfrutando de sus triunfos y fracasos, disfrutando de cada
una de sus emociones. Cuando cae se levanta cada vez con más fuerza.
Observa la inmensidad del cielo, no tienes límites para cada uno de tus proyectos o deseos.
El mundo es tu casa y el cielo tu tejado.
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11. Tu garantía para el éxito: Planifica tu vida en función
de metas personales
Casi todas las personas, a principios de cada año, nos ponemos o marcamos una serie de
metas u objetivos que, a partir del día de Reyes, empiezan a dejar de tener significado y
fuerza. Esto hace que aunque vayan pasando los años, continuemos siendo los mismos de
siempre. Continuamos pensando de la misma forma, sintiendo las mismas emociones de toda
la vida, ocurriéndonos las mismas cosas y continuamos padeciendo las mismas enfermedades
y problemas emocionales. Y según vamos avanzando nuestras vidas se asemejan más y más a
nuestros antepasados. Algo así como si cada día, semana y año de nuestra vida fuese una
fotocopia de lo que hemos vivido. Dejamos de aprender, progresar, cambiar e innovar. Y así
va a continuar ocurriendo hasta la muerte. Cada vez nos aburrimos más, caemos en las rutinas,
en la monotonía, y perdemos la esperanza y la ilusión de que nuestras vidas puedan ir a mejor.
El refrán «vale más lo malo conocido, que lo bueno por conocer» se empieza a cumplir,
empieza a florecer el desencanto vital. La depresión, la ansiedad, el estrés los tenemos
servidos y pronto serán los dueños y señores de nuestra existencia.
Los seres humanos tenemos una poderosa capacidad de imaginación, de crear y desarrollar
sueños, de generar deseos.
Pon en marcha tu imaginación creadora y, si es posible, escribe en un papel cualquier tipo
de sueño o deseo que te gustaría hacer realidad. No critiques ninguno, a nivel de imaginación
es muy posible lo imposible, lo utópico, lo aparentemente irrealizable. Si nuestros
antepasados no hubieran soñado y desafiado lo que consideraban imposible, continuaríamos
hoy todavía viviendo en las cavernas.
Pon en marcha la máquina de tus sueños y sueña de manera consciente y despierta. Deja que
las ideas y los deseos fluyan y retenlos, escríbelos en un papel. Es tu vivero de sueños, de
deseos, es la expresión de lo que tu yo ideal desea que ocurra, que suceda.
Una vez que has creado tu vivero de sueños es el momento de seleccionar aquellos que, por
su importancia y significado para tu vida, deseas ardientemente que se cristalicen, que se
conviertan en una realidad. Los seres humanos somos capaces de materializar lo que ideamos,
pensamos y deseamos. Somos seres creadores de realidades.
Para ello te invito a que con un lápiz rojo subrayes cada uno de los deseos o sueños que
deseas hacer realidad. Todo no es posible, contamos con recursos limitados. Selecciona solo
aquellos que, si lograses cumplirlos, darían un total sentido a tu vida, te sentirías muy dichoso
y feliz y tu autoestima como ser humano sumaría muchos puntos. Aquellos que el día de tu
muerte desearías haber alcanzado. El legado que deseas dejar con tu obra por el paso por este
planeta.
Ahora es el momento de convertir cada sueño que has seleccionado en una meta, en un punto
de referencia real. Para ello describe cada uno de la manera más concreta, tangible y precisa
que puedas. Ponles una fecha en la cual piensas que ya van a ser una realidad en tu vida.
Arriésgate a ello. Escribe lo que deseas tener, poseer o contar en tu vida, material e
inmaterial y comprométete en conseguirlo para una determinada fecha, día, mes y año.
Ahora cierra los ojos, relájate y con tu imaginación trasládate a esa fecha y visualízate con
ese sueño hecho realidad. Ya lo estás disfrutando, dalo imaginativamente por conseguido y
disfruta de él, siente las emociones que esa realidad virtual despierta en tu cuerpo. Obsérvate
poseyéndolo, disfrutándolo. Saboréalo, quiérelo, deséalo.
Tienes ahora que dar un paso más. Hasta ahora ya sabes cuáles son las metas que te
comprometes a hacer realidad, pero también es importante saber qué caminos y rutas vas a
seguir y te van a conducir día a día a aproximarte cada vez más al logro de las mismas.
Para ello, y siempre por escrito, ve anotando cada uno de los pasos que vas a dar, el camino
que vas a seguir. De la manera más concreta y precisa, uno a uno y enumerados por orden
cronológico. Esto te permite ser consciente de los pequeños pasos que vas a ir dando y a la
vez te sirve como herramienta de verificación de si realmente estás siguiendo el camino
correcto y lo que haces en la vida te aproxima a la cima de tu éxito.
Pero esto no es todo. Por el camino te vas a encontrar con obstáculos externos e internos, los
obstáculos que tú mismo te vas a imponer, como falta de ganas, de esfuerzo, de disciplina, de
falta de constancia y otros muchos. Escríbelos también, tenlos presentes desde antes de
empezar este apasionante viaje. Y a continuación de cada uno anota lo que vas a hacer para
superarlos, si realmente algún día se te presentan. Evita la improvisación y ten planteadas de
antemano las posibles soluciones.
Solo te falta añadir ahora una cosa muy importante. De qué forma te vas a automotivar, a
animarte a ti mismo a través del camino. Escribe frases, eslóganes, mensajes que te vas a dar.
Conviértete en tu propio entrenador, animador, asesor, motivador.
Todas las personas que han logrado metas importantes en sus vidas no son porque sean más
inteligentes, sino porque utilizan este tipo de método.
Es importante que el conjunto de tus metas sean interactivas, es decir, abarquen los
diferentes campos de la vida. El éxito no consiste solo en triunfar en algo, como por ejemplo
el trabajo o la familia o socialmente. Consiste en alcanzar desarrollo y armonía en cada una de
las áreas de la vida. Por ello, selecciona alguna meta significativa que te ayude a tener éxito
en el ámbito personal o emocional, en el ámbito afectivo o amoroso, en el ámbito familiar,
educativo, laboral y social. Esto hará de ti gozar de un nivel de bienestar que englobe toda tu
vida.
Escribe en un papel todos los sueños y deseos que esperas hacer realidad. Luego con un
lápiz rojo subraya aquellos de más significado y valor para ti. Si es posible, algún sueño de
cada una de las áreas de la vida más importantes.
Ahora en otro papel, uno para cada una de las metas que hayas seleccionado, escribe los
pasos de acción por orden cronológico que vas a ir dando día a día y que te aproximen a la
meta. Asimismo, anota cada uno de los obstáculos con los que posiblemente te encuentres,
identificando los posibles recursos que vas a utilizar si se producen. Y por último, de qué
forma te vas a motivar y animar cuando a través del camino tengas momentos bajos y te sientas
desanimado.
Hasta el momento en que hayas alcanzado cada una de las metas, ten a tu alcance estos
papeles y repásalos de vez en cuando. No te olvides, con cierta frecuencia, de visualizarte en
posición de cada una de ellas, disfrutándolas y saboreándolas.
Por ejemplo yo que ahora estoy escribiendo este libro, lo tengo tan visualizado que estoy
disfrutando ya del éxito del mismo mucho antes de que esté editado y terminado. Estoy
gozando de él como si ya lo hubiera finalizado. Esto tiene una fuerza motivadora invencible
que, ante cualquier desánimo y dificultad, me empuja a continuar. Disfruto doblemente él,
mientras lo escribo, del proceso del mismo, y cuando lo edite espero disfrutar de lo que me
digan los lectores como tú. Estoy seguro de que si yo he disfrutado escribiéndolo, vosotros
lectores también lo haréis. Las emociones positivas y negativas se contagian y llegan a través
de lo que escribo, se comparten, tienen magnetismo. Espero y deseo que a ti, lector, te ocurra
lo mismo que a mí. El tiempo se me pasa volando y cada vez disfruto más de lo que voy
plasmando en el ordenador.
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12. ¿Destino, guion de vida o proyecto vital?: Conviértete en el director/a de la película
de tu vida
Hasta aproximadamente los cuarenta años, el ser humano no se hace demasiadas y profundas
preguntas filosóficas. Pensamos que la juventud nunca va a pasar y de repente la vejez nos
sorprende y todo el mundo nos empieza a reconocer como tal. A veces me siento como un
joven sorprendido por la vejez, no acabo de entender que la gente me vea tan mayor, tan
acabado, ya que yo no me veo así.
Hacia los cuarenta es cuando nos hacemos esas preguntas a las que aún no hemos sido
capaces de dar una respuesta, sino más bien opiniones subjetivas en función de las creencias
que nuestro cerebro tiene grabadas. Como por ejemplo: Qué sentido tiene la vida o mejor
dicho mi vida, de dónde venimos verdaderamente y a dónde caminamos, si es que caminamos
a alguna parte distinta a donde ahora estamos. Es como si dentro de nosotros necesitásemos
saber qué sentido tiene nuestra vida y qué cosas podemos hacer para que tenga un sentido. Es
cuando bastantes personas sufren una crisis, la crisis de los cuarenta. Que no es más que una
crisis filosófica, transcendental.
Cuentan que las águilas, un animal muy longevo que llega a vivir hasta ochenta o noventa
años, hacia los cuarenta sufren una gran crisis. Se le caen todas sus plumas, hasta el pico y las
uñas y durante algunos meses va renovando su plumaje, sus uñas y su pico. Esto le permite
continuar viviendo media vida más, ya que si no se renovase, el peso de su plumaje y el
desgaste de su pico y uñas le impedirían continuar sobreviviendo, cazar sus presas y
alimentarse.
Algo parecido, pienso, tendríamos que hacer los animales de la especie humana.
Renovarnos para continuar viviendo y volando por encima de los bosques de la vida con
vigor, generando nuevas y vigorosas emociones y sentimientos, con proyectos, ilusiones y
sueños para continuar haciendo realidad.
En esta búsqueda del sentido de la vida, para comprenderla mejor, vamos a encajar a los
seres humanos en tres grandes categorías. Los seres humanos que creen con firmeza en el
destino; otros que creen en el guion de vida; y otros los que creen en su proyecto vital.
Las personas que creen en el destino de la vida piensan y tratan de convencerse y de
convencer a otros de que el destino no depende en absoluto de cada uno de nosotros, ni
siquiera de la especie humana. Está fuera de nuestro control y alcance, y lo único que podemos
hacer es indagar y descubrir cuál es. Es entonces cuando estas personas creen haber
encontrado el sentido a su vida. La mayor parte de ellos no cuentan con recursos para llegar a
él y entonces acuden a los pseudo-profetas como son las echadoras de cartas, horóscopos,
adivinos y videntes, productos mágicos que les atraigan la buena suerte y les evite la mala.
Estas personas mantienen una actitud pasiva ante la vida y se sienten por sí mismas
incapaces, no se sienten protagonistas, sino agentes pasivos y sufridores de la mala suerte o
acreedores de la buena.
Cuando triunfan lo achacan a la buena suerte, cuando fracasan, a la mala.
El segundo grupo de personas, y aquí entramos una mayoría, piensa lo siguiente: Que cuando
somos niños nuestros padres y educadores nos entrenan poco a poco, como actores y actrices,
en el guion y papel que tenemos que desarrollar después, aunque de manera inconsciente, sin
intención y sin darnos cuenta, cuando seamos mayores, en el escenario de la vida. Los tenemos
tan aprendidos, nos han entrenado tan bien, que cuando somos mayores lo único que podemos
hacer es salir al escenario de la vida y ser un buen actor, interpretar el papel que nos hayan
enseñado a desarrollar cuando éramos niños. A unas personas les han enseñado a desarrollar
roles trágicos, o dramáticos, o tristes y depresivos, o alegres y radiantes, o románticos, o
apasionantes o absurdos.
Estas personas pasan la vida desarrollando dichos papeles, aunque no les gusten, pero son
los aprendidos en su niñez. Se sienten ganadores si consiguen satisfacer las expectativas que
sus padres tenían sobre ellos. Cuando no lo logran se sienten perdedores, fracasados, tristes,
deprimidos.
Por tanto estas personas depositan el sentido de la vida en el pasado, en nuestras
generaciones anteriores. Nuestros padres, el pasado, nos dicen qué y cómo lo tenemos que
hacer. También nos indican lo que no tenemos que hacer. Tal sentido consiste en ser un buen
actor, con un papel impuesto por otros, en el cual nosotros casi no hemos participado.
Quiero, amigo lector, que visualices la siguiente escena: Imagínate que al final de tu vida
has terminado de hacer una película sobre ella, y es el día del estreno. Ese día solo la van a
ver invitados muy especiales, seleccionados por ti: tus padres, abuelos, hermanos, familiares y
los educadores que tuviste cuando estudiabas. Acaban de ver la película y llega el momento de
los aplausos. ¿Te aplaudirían? ¿Con qué intensidad? ¿Te tiraron tomates? ¿Te preguntaron si
eso es todo lo que has hecho con tu vida?
Estas personas luchan por llevar un estilo de vida aparentemente triunfador, pero tal vez eso
les haga renunciar a sus deseos y sueños, que no tienen por qué coincidir con los de
generaciones anteriores.
Vamos a pasar ahora a ese otro grupo de personas, una minoría, que cuentan con un proyecto
vital.
Estas personas en una edad aproximada entre la adolescencia y la juventud tomaron una
firme decisión: Han decidido desempeñar el papel de director de la película de su vida. Se
han dicho: «Cuento con un pasado que va a ser para mí como una fuente de aprendizaje y de
experiencia. Pase lo que me pase, ocurra lo que me ocurra, hayan sido mis padres de una u
otra forma, solo voy a utilizar el pasado como eso: Aprendizaje y experiencia. Y cuando me
ocurran cosas horribles, deleznables, las voy a convertir en desafíos, en retos, no voy a volver
o mirar atrás. Yo no he nacido para complacer los sueños y expectativas de mis antepasados,
sino para desarrollar un estilo de vida en el cual me sienta feliz y realizado. El futuro nunca va
a ser para mí una fuente de preocupación, de miedos y de incertidumbre. Voy a utilizar mi
imaginación creadora para visualizar el futuro que deseo para mí y para los demás, como yo
quiero que ocurra y lo voy a vivir como si ya estuviese ocurriendo en el aquí y ahora.
»Voy a centrar mi vida principalmente en el aquí y ahora, en vivir cada instante con
intensidad, con fuerza, con coraje. Disfrutando todo lo que pueda y aceptando las
adversidades y tropiezos también como una parte de ella. Cuando logre superar una
adversidad, me servirá para disfrutar mucho más de los buenos momentos.
»También sé que un día me voy a morir. Lo sé y lo acepto y viviré en acuerdo con ello. El
darme cuenta de que eso y de que todo acaba me va ayudar mucho a disfrutar de las pequeñas
cosas cuando las posea y estén a mi alcance, a valorar mucho mejor las cosas que merecen la
pena y reconocer por las que no merece la pena luchar. Valorar en su justa medida el dinero y
la riqueza, la fama y la gloria, el fracaso y el desprecio. Voy a relativizarlo un poco todo,
porque todo empieza, permanece un tiempo y todo acaba. Hasta la propia vida».
Amigo lector, aquí te he expuesto tres tipos de categorías, mira ahora en tu interior y de
manera realista valora la que más se aproxima al sentido que tu vida tiene para ti en este
momento.
Puedes cambiar de categoría a cualquier edad, si consideras que en otra de las dos
categorías donde aún no has estado, te puede ayudar más a encontrar el sentido de tu vida.
Porque cuando lo encontramos es cuando podemos entender nuestros éxitos y nuestros fracasos
o errores. Cuando aceptamos la vida tal y como es. Aunque la aceptación no conlleva el
conformismo de continuar viviendo de una forma que no nos satisface. Pero para abandonar
esa forma de insatisfacción lo primero que tienes que hacer es aceptar que el aquí y ahora no
te satisface.
Quiero terminar con el poema tan bello y tan sabio del poeta Antonio Machado: «[…]
caminante, no hay camino, /se hace el camino al andar». No permitas que nadie ni nada te
marque el camino por donde tienes que ir. Ni que el destino, ni tus antepasados, te lo
impongan. Con cada decisión que tomes tú irás eligiendo uno u otro. Corre el riesgo de
equivocarte, pero elige tú. Tú eres un ser pensante y emotivo capaz de tomar buenas
decisiones, de desarrollar y hacer realidad el proyecto vital elegido por ti mismo. Elige el
proyecto que, cuando llegues al final del camino de esta vida terrenal y mires atrás, te haga
sentir muy satisfecho y orgulloso de haberlo desarrollado y los habitantes de futuras
generaciones puedan disfrutar y aprovecharse de lo que has ido metiendo en tu mochila a
través del viaje.
Te invito a escribir en un papel el nombre de tu película, como director que eres de lo que
ha sido hasta hoy tu vida. En otro anota el nombre que te gustaría ponerle el mismo día de tu
muerte, ¿has cambiado de película o de nombre o continúa siendo el mismo?
Cuando piensas en el sentido que tu vida quieres que tenga en adelante, ¿qué emociones
sientes dentro de ti, agradables o desagradables y qué emociones concretas despierta el
sentido que tiene en el momento presente?
¿Piensas que puedes empezar a crear un sentido a la vida que te satisfaga más y que te haga
sentirte orgulloso en el momento de tu muerte? ¿Qué emociones deseas erradicar y qué
emociones es oportuno que empieces a cultivar a partir de ahora?
¡Puntúa el relato!:
7
TU ANTÍDOTO ANTE LA MUERTE
Vive con intensidad el aquí y ahora
Introducción
Cada ser humano estamos en deuda con nuestros antepasados y con las generaciones futuras.
No somos un eslabón perdido en el universo, sino uno muy bien engranado en la Historia de la
Humanidad. Gracias a nuestros antepasados podemos gozar y disfrutar de una calidad de vida
muchísimo mejor que la de ellos. Pero para ello fue necesario su sacrificio, su entrega y su
renuncia a gran cantidad de cosas. Si con alguien tenemos que ser agradecidos, es con ellos. A
la vez tenemos que sentir la responsabilidad de aquello que dejamos a nuestras futuras
generaciones, tenemos que dejarles un buen legado. Tenemos que contribuir también a que este
planeta, dentro de 50, 100 o 3000 años, continúe siendo habitable y produciendo suficientes
alimentos para todos, niveles de bienestar, dentro de lo posible, superiores a los nuestros. A
esto tenemos que contribuir.
Nuestra vida terrenal es breve, efímera, pasajera y temporal. Nacemos y morimos,
desaparecemos. Tenemos que ser conscientes de ello.
Lo único que poseemos es cada instante de nuestra vida. El pasado ya ha dejado de existir.
El futuro cuando llega es ya presente, también ha dejado de existir.
Muchas personas se pasan la vida en busca de la felicidad y no se dan cuenta de que la
felicidad está en cada «aquí y ahora». La felicidad es la suma de muchos momentos felices.
Cuando las personas nos sumergimos en cada momento de nuestra existencia, el miedo a la
muerte no tiene sitio para anidar. Este anida en nuestras vidas cuando nos aburrimos,
deseamos que las cosas perduren y nada cambie, cuando creamos vínculos enfermizos de
dependencia y no aceptamos las continuas pérdidas que van sucediendo. Muchas de ellas
pérdidas necesarias.
No podemos ver la muerte como una amenaza, sino como una realidad. Un buen día, tarde o
temprano, nos vamos a morir, aceptémoslo. Las personas que aceptan la muerte no sufren por
ello. Se dedican a sacar el mayor provecho posible de la vida hasta el último momento. Están
muy ocupados, repletos de emociones positivas, de proyectos y sueños para hacer realidad.
Cuando cometen errores, se enfrentan a ellos y los convierten en oportunidades.
Tenemos que transcender la muerte, no pensar que todo se acaba con ella. Desaparece
nuestro cuerpo físico pero algo de nosotros perdura, aquello que el tiempo no es capaz de
borrar y que no necesita espacio. Lo intangible, lo invisible, lo inmutable. Esto es lo que nunca
muere. Los muertos utilizan otro lenguaje para comunicarse con nosotros, los vivos. Es el
lenguaje del amor. Nos comunicamos de corazón a corazón, sin palabras, sin abrazos físicos.
Pero ahí están los muertos, nos continúan hablando en voz baja y les continuamos escuchando.
Es otra forma de comunicación.
A través de los relatos de este bloque hemos querido ayudarte a potenciar dentro de ti una
idea o imagen diferente de la muerte. Esperamos que te puedan ayudar a aceptarla y sentirte
sereno ante ella. Que llegue cuando tenga que llegar y si es posible que sea dentro de muchos
años. Mientras tanto ocúpate de vivir con plenitud. La vida, dicen los más sabios, solo se vive
una vez. Pero vívela tú, como desees, de acuerdo a tus creencias y valores y lo que tu corazón
te dicte.
¡Puntúa el relato!:
2. Una carta a mi nieta Ane: Para que la lea cuando cumpla 18 años
Cuando ahora, que tienes 3 años recién cumplidos, te miro, me quedo admirado y extasiado
por tu sabiduría inocente, por tu constante e incansable responder a lo que te pregunto: «¿Y
por qué?». Mi nieta del alma, jamás pierdas ese deseo de saber más y más, aunque algunos
intenten robártelo de miles de formas engañosas.
Estas letras que hoy te escribo con mi corazón abierto, no son para que las leas ahora. Sé
muy bien que tu cerebro aún no está lo suficientemente equipado para poder entender y
comprender, no solo el significado de las palabras que te estoy escribiendo, sino el
significado emocional de la música al fondo de todo ello y que estoy muy seguro va a resonar
en tu corazón y el mío, pase el tiempo que pase.
Esto que ahora escribo quiero que sea mi regalo para el día que cumplas 18 y te consideres
toda una mujer. Ese día sí quiero que lo leas. Seguro que para entonces yo ya no estaré, habré
pasado a la otra orilla, pero eso es lo de menos.
Muchas personas creen que cuando pasamos a la otra orilla dejamos de existir y dejamos de
comunicarnos con los seres que ahora amamos y que queremos.
Estoy seguro de que en ese momento, a tus 18, cuando estés leyendo esto, yo continuaré
estando a tu lado, posiblemente más cerca que nunca, y podrás dialogar conmigo cuando
quieras, siempre te voy a escuchar.
No tengas miedo a la muerte, no pasa nada, a lo que los humanos tienen miedo es sobre todo
a vivir, a enfrentarse al día a día, a aburrirse o desesperarse. Habla con la muerte de vez en
cuando y, aunque sabes muy bien que un día se acercará a ti, exígele que ese día sea cuando tu
cuerpo por los años se sienta gastado y cansado, pero mientras tanto dile que va a tener que
esperar mucho, mucho tiempo. Para ello no tienes más que cuidar tu alimentación, tus
costumbres e invertir tu tiempo en vivir, compartir y disfrutar todo lo que puedas.
Recuerda que nadie te va a juzgar cuando te mueras, será tu conciencia quien te juzgue a
través de la vida, cuando seas consciente de que has cometido algún acto no merecedor de
llamarse humano. Si esto te ocurre alguna vez, cuentas con una varita mágica que te permitirá
recuperar la confianza en ti misma: Pide perdón y repara el daño causado si puedes.
Yo he elegido un lugar encantador, paradisiaco, para descansar eternamente y quiero que
sepas que ese lugar está muy dentro de ti: es tu corazón. Si a veces notas mi ausencia física, mi
compañía, ya sabes dónde encontrarme.
Porque los muertos se continúan comunicando con los que aún están vivos. No se comunican
con palabras y sonidos, con contacto físico, pero sí de pensamiento a pensamiento, sin
necesidad de hablar, de sentimiento a sentimiento. Estoy convencido de que en este momento
estaré más vivo que cuando vivía, y es por ello que a veces algunos seres humanos empiezan a
reconocernos y a valorarnos desde el momento de nuestra muerte.
No sabes la delicia que es vivir más allá del tiempo y no sentirse esclavo de él. Después de
muerto no existe el pasado ni el futuro, todo está en tiempo presente, eso es la eternidad. No
existe el espacio, no ocupamos espacio, y somos capaces de estar en todas partes al mismo
tiempo. Es una auténtica gozada. No sabes lo que estoy disfrutando, aunque disfruto de manera
muy distinta a cuando estaba vivo físicamente.
Aquí no existen las fronteras y nadie pone límites a nadie, ya que solo existe una conciencia
cósmica y yo me siento una pequeña parte de ella, unida y abrazada al todo universal.
Ane, mi niña, siempre serás mi niña del alma, ya no tengo que preocuparme de alimentar y
cuidar mi cuerpo, de hacer régimen o ir al médico, me he liberado de su esclavitud, de sus
leyes y cuidados físicos.
Los que ya hemos pasado a la otra orilla vivimos en otra dimensión que es muy difícil ser
comprendida por los humanos. Es diferente, distinta. Cada una de las religiones que a través
de la historia han querido explicarla y comprenderla, todas y cada una de ellas, han cometido
un error: Atribuir al dios (cada religión le pone un nombre distinto) las cualidades más
perniciosas de los humanos, dios justiciero, dios amenazador, dios tirano. Ese tipo de dios es
un dios creado por las personas a su semejanza, a semejanza de alguno de ellos. El porcentaje
mayor del miedo a la muerte es por pensar que alguien nos va a juzgar, a castigarnos
eternamente. La energía cósmica de la cual yo me siento parte solamente es amor, mi querida
nieta. Más allá de la muerte solo existe el amor. Ahora puedes entender por qué a veces,
cuando estaba entre vosotros decía: «no tengo miedo a morirme».
Sabes que solo he podido dejarte un escaso legado de riqueza material y de dinero, porque
nunca he luchado por ello.
A continuación sí deseo dejarte mi legado inmaterial, ese que por mucho que cada día de tu
vida gastes, nunca jamás se va a agotar. Es mágico, puedes utilizarlo y nunca se acabará y, es
más, cuanto más gastes o regales, más riqueza interior sentirás dentro de ti.
Vive cada instante de tu vida con plenitud, anclada en el aquí y ahora. Y desde cada uno de
los aquí y ahora aprovecha todo lo que te ocurrió en el pasado, desde que naciste, y convierte
las vivencias por las que hayas tenido que pasar, agradables, desagradables y traumáticas en
una continua fuente de experiencia. Este camino, Ane, te conducirá a ser y sentirte una persona
sabia. Y yo, ya cuando vivía contigo, percibía que eras muy sabia. Continúa ese camino y solo
mira hacia atrás para aprender algo y meterlo en la mochila de tu experiencia, si no lo metes
en esa mochila, el pasado no nos servirá para nada, solo se convertirá en un foco de
sufrimiento.
Desde el aquí y ahora planifica tu futuro. Y la mejor forma de planificarlo es visualizándolo
en tiempo presente como si ya formase parte de tu aquí y ahora, como si lo que deseas que
ocurra en tu vida ya lo hubieras conseguido. Crea una realidad virtual de tu vida, sana,
positiva y exitosa y todo te va a ser mucho más sencillo. No inviertas tiempo ni energía en
agobiarte, preocuparte y en augurar las cosas tan terribles que te puedan llegar a ocurrir.
Ten en tu mente siempre claro lo que quieres y deseas, elígelo bien. Una vez que lo tengas
decidido, lucha y trabaja, de manera tranquila y relajada, para lograr que se haga realidad. En
el universo real de las posibilidades recuerda que todo lo que puedas imaginar ya existe, solo
necesita que tu mente y tu corazón se fijen en ello y lo atraigas hacia ti. Y con tiempo y
esfuerzo disfrutarás viendo cómo aquello que tanto deseabas, se está transformando en una
realidad física y palpable.
Confía siempre en ti. Sabes que eres una persona única, que jamás ha habido ni hay ni va a
haber alguien como tú. Posees un gran potencial, no permitas que nadie ni nada te haga dudar
de ello. Descúbrelo dentro de ti. Es tu tesoro, aunque a veces esté tan escondido que no te
sientas capaz de dar con él.
Rompe todas las fronteras, tanto las reales –esas fronteras las han puesto los hombres, no
son naturales– como las internas. Estas últimas son las más peligrosas. Son las fronteras que
nos imponemos a nosotros mismos y nos hacen a veces sentirnos incapaces, indefensos,
cobardes, arrinconados. Rómpelas, Ane, en el mismo momento que empieces a darte cuenta de
que han habitado en tu mente y tu corazón.
Por muchas cosas que consigas en la vida, si el hecho de que tú las poseas es causa de
sufrimiento, pobreza, desprecio de algún otro ser humano, no te merece la pena. Ten el éxito
que puedas pero nunca caigas en la arrogancia, sentirte más que los demás, nunca caigas en la
codicia, dedicarte a acumular riqueza material al precio que sea y a costa de los demás. Tu
camino tiene que estar rodeado de un paisaje de cooperación, solidaridad, simpatía, empatía y
compasión. Este será el camino que te permitirá disfrutar de cada instante de tu vida y sentir
dentro de ti una gran sensación de bienestar. Nunca te impongas la felicidad como meta y no
dediques toda tu vida a buscarla, nunca la vas a encontrar. Dedícate a disfrutar cada momento
de tu vida. En el instante, en cada instante, ahí está la felicidad.
Solo me queda, mi admirada nieta, decirte una cosa que deseo que la grabes en tu corazón
para siempre: Tu abuelo, o aitite, como desees llamarme, hagas lo que hagas, seas lo que seas,
te ocurra lo que te ocurra, siempre, sin exigirte nada y solo por lo que tú eres, te querrá
incondicionalmente.
Allá muy adentro, en el altar sagrado de tu corazón, allí me vas a encontrar. Cuenta conmigo
y sé feliz en este día que cumples 18 años y en todos y cada uno de los días de tu vida y más
allá también.
¡Puntúa el relato!:
3. Los fantasmas del sufrimiento y del miedo a lo desconocido: La muerte es la única
evidencia con la que ya nacemos
La muerte es la única evidencia científica ensartada en nuestros genes y que nos acompaña
del principio al fin de nuestra existencia.
La muerte la percibimos como el final de todo.
Las distintas religiones han querido convencernos de lo contrario. Que es el fin de una vida
terrenal y el inicio de otra diferente. Cada religión ha creado un prototipo de Dios, propiedad
exclusiva de sus fieles creyentes, convencidos de que el resto de los mortales están
equivocados. En esto se resume la historia de millones de mortales que murieron en los frentes
de batalla aniquilando a sus semejantes porque no creían en el mismo dios.
En este relato quiero reivindicar mi derecho a pensar en el sentido de transcendencia de los
mortales ateos que piensan que la muerte física no es el fin de todo, sino el final del tránsito
físico en este planeta y tal vez el inicio de un tipo de vida y de relación muy diferente. Más
allá de la muerte física es posible que exista una realidad distinta a los dioses fabricados por
los humanos a su imagen y semejanza.
Voy a llamar a esa entidad transcendente «energía cósmica» o «inteligencia universal». Lo
que al fin y al cabo llamamos cosmos.
Está claro que existe algo que sobrepasa con creces la inteligencia de los humanos. Existen
muchas realidades, evidentes, científicas y objetivas como un organismo humano, una flor, un
árbol. La creación de estas realidades está por encima de nuestra inteligencia. Esto es lo que
me hace pensar que existe y es algo real esa mente universal inteligente. Esa mente universal
es un compuesto de dos cosas, energía y amor. La energía y el amor son la gasolina que ella ha
utilizado, y continúa utilizando, desde el origen del cosmos.
Pero cada ser humano también utiliza, durante el trayecto de vida, esos dos compuestos:
energía y amor. Esto es lo que nos mueve también a las personas, aunque es posible que un
porcentaje importante de humanos se equivoque en las formas de expresión y búsqueda de
todo ello.
Lo que sí está claro es que cuando los humanos hacemos cosas en contra, es decir, no
alineados con esa fuente de energía y amor, nos empezamos a sentir mal y los problemas se
complican por todas partes.
¿Por qué en todos los grupos sociales existen unas reglas que ayudan a dejar claro lo que se
debe y no debe hacerse?
Si el ser humano se rigiese solo por sus instintos y parte animal y esta fuese la única
realidad que admitiéramos, cualquier comportamiento, por destructivo que fuera, tendría su
razón de ser. En este caso el imperio y la ley de la selva sería la mejor asignatura de ética.
Como decía al principio, cuando morimos, muere nuestro cuerpo, pero la materia pensante y
sintiente sobrevive. Continuamos hablando con los difuntos. Nos comunicamos con ellos por
medio de otro lenguaje distinto, un lenguaje silencioso, de corazón a corazón.
Los cuerpos físicos de mi padre y de mi madre y de mis abuelos hace muchos años que han
desaparecido, pero dentro de mí continúan existiendo, los siento y me comunico no sé cuántas
veces con cada uno de ellos.
¿Es que los pensamientos y sentimientos, no forman parte de la realidad y solo lo material
existe?
La física cuántica nos ha ayudado a cuestionar muchas cosas que dábamos por hechas, por
verdades absolutas.
¡Puntúa el relato!:
4. Dos emociones a debate: Las emociones del asombro y del misterio
Deseamos dedicar el último relato de este libro a reflexionar sobre dos emociones que están
muy ligadas a los seres humanos, una de ellas al principio de la vida y la otra al destino final
de esta. Estamos hablando de las emociones del asombro y del misterio.
Un niño muy pequeño, cuando empieza a desarrollar su cerebro, su neocórtex, y empieza a
descubrir el mundo, pienso que se tiene que sentir asombrado, perplejo. Después vendrá la
emoción de la curiosidad y nos empezará a hacer preguntas y más preguntas. Pero antes se
queda en un estado contemplativo, sin entender nada, ensimismado, tampoco necesita
respuestas. Se siente simplemente asombrado. Esto que nos pasa cuando somos muy pequeños,
de vez en cuando también nos sigue ocurriendo. Quedamos perplejos ante cosas que ocurren y
para las que no somos capaces de encontrar razones. Es algo así como cuando las carabelas de
Colón llegaron por primera vez a las costas americanas. Los nativos no eran capaces de verlas
y cuando lo hicieron seguro que se quedaron asombrados, totalmente descolocados, ante una
nueva realidad, que no tenía para ellos ninguna explicación racional.
La otra emoción es la que los seres humanos sentimos ante las preguntas filosóficas que nos
hemos ido haciendo desde el principio de la Historia de la Humanidad y a las que aún no
hemos encontrado respuestas científicas y evidentes. Como las preguntas «¿de dónde
venimos?», «¿qué hacemos aquí?», «¿habrá vida después de este paseo por la tierra?» y otras
muchas. El misterio genera en cada uno de nosotros altos niveles de incertidumbre, de miedo,
de dudas y más dudas. Los seres humanos hemos adornado el misterio con una serie de
creencias y teorías que han querido encontrar respuesta a estos grandes interrogantes. Pero así
y todo, la emoción del misterio continúa.
¿Será el ser humano capaz de encontrar evidencias científicas a muchas de las cosas que hoy
llamamos misterio?
A través de la historia muchas de las cosas que denominamos misterio han resultado ser
simplemente ignorancia y desconocimiento. Me da la impresión de que tanto el universo como
el ser humano son como una cebolla de muchas capas. Cuando logramos profundizar en una de
esas capas y pensamos que ya estamos en posesión de la verdad absoluta, inmutable, se nos
presenta otra capa más profunda, con nuevas dudas y nuevos interrogantes. Creo que así va a
continuar siendo por muchos milenios la Historia de la Humanidad.
Nos sentimos muchas veces dioses y grandiosos, otras veces perdidos en el cosmos,
diminutos e insignificantes y abandonados a cualquier destino. El día en que los misterios de
la existencia humana dejen de serlo, dudo que la humanidad sea capaz de sobrevivir. El
misterio es parte esencial de ella. Existir ya es en sí un grandioso misterio, tal vez tengamos
que empezar a cultivar mucho más el valor de la humildad, a convivir con la duda filosófica
continua y a sentirnos eternos aprendices de algo que, por mucho que sepamos, ignoraremos
más cada día. La cultura de la arrogancia y del desprecio a todo lo que no sea capaz de
comprender la mente humana está llegando a su umbral de ineficacia. Uno de los valores más
bellos de las personas, tal vez, sea aquel que ya hace muchas lunas el primer filósofo griego
Platón dijo: «Yo solo sé, que no sé nada». ¿Qué es la realidad, eso que tanto valoramos y que
pensamos que es totalmente ajeno a lo que ocurre dentro de nosotros? Lo que está en nuestro
en interior, lo intangible, los pensamientos y emociones, ¿son menos reales que la materia?
¿Cómo es posible que existan organismos vivos que funcionen con tanta precisión y exactitud,
hayan sido creados exclusivamente por el mero azar? ¿Quién ha encontrado respuesta a todo
esto? Hay científicos que dan como evidencias algo que solo son percepciones de la realidad
que, con el tiempo, se demuestran que son falsas.
Tal vez tengamos que habituarnos a vivir con las dudas, con los grandes interrogantes. El
misterio de alguna forma nos permite tener entreabierta la puerta de la esperanza, la
posibilidad de que tal vez nuestra mente no sea capaz o no esté todavía entrenada y preparada
para descubrir otras realidades paralelas que es posible que existan y que sean reales o tan
falsas como nuestra propia existencia.
Quiero terminar con palabras de Einstein que, un buen día, escribió una carta para su hija
Lieserl:
«Cuando propuse la teoría de la relatividad, muy pocos me entendieron, y lo que te revelaré
ahora para que lo transmitas a la humanidad también chocará con la incomprensión y los
perjuicios del mundo.
»Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha
encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y
que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no ha sido
identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el amor.
»Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más
invisible y poderosa de las fuerzas.
El amor es luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El amor es gravedad, porque
hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El amor es potencia, porque multiplica lo
mejor que tenemos, y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor
revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El amor es Dios, y Dios es amor».
Cada uno de nosotros tal vez seamos, y ojalá así lo sea, una milésima parte de esta
maravillosa fuerza.
¿Cuáles son para ti las cosas más misteriosas de la existencia humana?
¿Qué actitud tienes ante los misterios, las cosas para las que no eres capaz de encontrar
respuestas lógicas? ¿Te atraen? ¿Despiertan en ti no solo el asombro sino también la
curiosidad?
¿Qué actitud consideras que es la más adecuada que como seres humanos tenemos que
mantener ante los misterios y las distintas formas con las que cada uno tenemos que convivir?
¡Puntúa el relato!:
PUNTO FINAL NO,
PUNTO Y APARTE
Todo en la vida empieza por un hola y termina con un adiós. Y ahora que hemos llegado al
adiós, deseamos que no sea el definitivo, más bien que sea un punto y aparte. Puedes continuar
en contacto con nosotros. Si a través del libro hemos ganado tu confianza y despertado tu
interés, en nuestra página web podrás convertirte en miembro de una comunidad cuyo único
objetivo es compartir vivencias y experiencias, información y opiniones relacionadas con el
abundante y variado contenido de este volumen. Podrás intercambiar información y vivencias
con otros miembros de esta comunidad.
La aventura de la vida puede ser apasionantemente dichosa o desgraciada. Tenemos que
estar entrenados para que el caminar diario nos coja bien equipados.
Gracias de todo corazón por haber compartido las mismas cosas que los autores cuando las
escribían. Te deseamos que hayas disfrutado tanto como lo hemos hecho nosotros.
Todo lo que decimos a través del libro, cada uno de los autores trata cada día de su vida de
convertirlo en realidad. Te aseguramos que a veces nos cuesta y cometemos también errores.
Pero los resultados, cuando echamos la vista atrás, nos sorprenden y nos llenan de gozo.
Merece la pena entender así la vida y vivirla con todas sus consecuencias.
REFERENCIAS ÚTILES
Adquiera todos nuestros ebooks en
www.ebooks.edesclee.com
La fuerza que tú llevas dentro
Diálogos clínicos
Antonio S. Gómez
ISBN: 978-84-330-2770-2
www.edesclee.com
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Nacemos con unas herramientas instintivas, emocionales y mentales que han sido útiles -y
siguen siéndolo en su mayoría- para nuestra supervivencia. Sin embargo nadie nos enseña para
qué sirven ni cómo manejarlas en nuestra vida diaria. Al nacer sin un manual de instrucciones,
podemos llegar a hacer un mal uso de ellas, dando palos de ciego en nuestro universo interior
y sintiéndonos culpables al creer que muchos de nuestros problemas provienen de nuestra
personalidad o torpeza.
Este libro pretende, apoyándose en los últimos avances neurocientíficos, mostrar las raíces
biológicas de nuestros malestares y sufrimientos. Tras un recorrido por los orígenes de la
infelicidad, se analizarán las características de nuestras emociones -sobre todo las que
llamamos negativas-, se mostrará para qué están diseñadas y cómo aprender a manejarlas lo
mejor posible. También se analizarán las estructuras y tendencias de nuestro pensamiento,
cómo nos enfrentamos a ellas los seres humanos y cómo a menudo estrechan, interpretan y
distorsionan la realidad.
Cada apartado está acompañado de ejercicios prácticos, más de 60 en total, que ayudan a
conseguir el objetivo principal de este libro: acercarnos al autoconocimiento como especie y
disminuir los obstáculos que ciegan una felicidad más humana y más acorde con nuestra propia
naturaleza.
El sentido de la vida es una vida con sentido
La resiliencia
Rocío Rivero
ISBN: 978-84-330-2780-1
www.edesclee.com
La vida nos enseña que nada es para siempre, que nuestros sueños no siempre se cumplen y
que no podemos aferrarnos al pasado ni vivir suspirando por el futuro.
El sentido de la vida es una vida con sentido. La resiliencia, nos enseña a superar las
situaciones adversas, así como a salir fortalecidos de ellas. Se compromete a desarrollar y
mantener tu resiliencia a lo largo de la vida y a desarrollarla y mantenerla también en los
niños y niñas. Para conseguir su objetivo cuenta con el apoyo de numerosos ejercicios.
Capítulo a capítulo se explican los factores que influyen en ser resiliente, los beneficios que
aporta la resiliencia y con qué están relacionados estos beneficios, todo ello basado en
estudios psicológicos, con métodos concretos y experimentados.
Es la primera publicación que revela y explica el vínculo que existe entre la resiliencia y
saber vivir el momento presente, entre la creatividad y la resiliencia, entre la inteligencia
emocional y la resiliencia y entre esta y la felicidad, ayudándote a potenciar estas habilidades.
Focusing desde el corazón y hacia el corazón
Una guía para la transformación personal
Edgardo Riveros
ISBN: 978-84-330-2790-0
www.edesclee.com
El Focusing es un diálogo con nuestro mundo interior que nos permite descubrir los mensajes y
las claves profundas para comprendernos mejor y facilitarnos el proceso de conciencia y
crecimiento personal.
Conocido principalmente en el ambiente académico, el Focusing da un paso trascendental al
hacerse accesible a todo tipo de públicos gracias a un libro eminentemente práctico. El autor
nos ayuda a descifrar nuestros presentimientos y sensaciones a través del concepto central del
Focusing, la sensación sentida, que genera un significado más real y auténtico con un lenguaje
distinto al de la mente: sentimientos que nacen y afloran ante una actitud empática y
comprensiva que proviene del Focusing. Si logramos descubrir la sabiduría corporal y
holística implícita a cualquier preocupación, decisión o tristeza que nos embarga, nosotros
mismos podremos encontrar su verdadero significado.
En un contexto cultural en el que la omnipresencia tecnológica nos coloca en trance de
deshumanización, presionando para que nuestra inteligencia se ocupe solo de aspectos
funcionales y alejándonos dramáticamente de nuestro mundo interior, donde habitan los
grandes procesos de salud emocional, corporal, psicológica y espiritual, Focusing desde el
corazón y hacia el corazón nos brinda una guía de autodescubrimiento para comprender
nuestras pérdidas, acompañar nuestras tristezas, decidir auténticamente, encontrar la paz
interior y comunicarnos con nuestros seres queridos de un modo nuevo, como cantó el gran
César Vallejo: con un algo que viene del alma y cae al alma.
DIRECTORA: OLGA CASTANYER
SERIE MAIOR
1. Anatomía Emocional. La estructura de la experiencia somática. LUCIANO SANDRIN. (9ª ed.)
2. La experiencia somática. Formación de un yo personal. STANLEY KELEMAN. (2ª ed.)
3. Psicoanálisis y análisis corporal de la relación. ANDRÉ LAPIERRE.
4. Psicodrama. Teoría y práctica. JOSÉ AGUSTÍN RAMÍREZ. (3ª ed.)
5. 14 Aprendizajes vitales. CARLOS ALEMANY (ED.). (13ª ed.)
6. Psique y Soma. Terapia bioenergética. JOSÉ AGUSTÍN RAMÍREZ.
7. Crecer bebiendo del propio pozo. Taller de crecimiento personal. CARLOS RAFAEL CABARRÚS, S.J. (12ª ed.)
8. Las voces del cuerpo. Respiración, sonido y movimiento en el proceso terapéutico. CAROLYN J. BRADDOCK.
9. Para ser uno mismo. De la opacidad a la transparencia. JUAN MASIÁ CLAVEL
10. Vivencias desde el Enneagrama. MAITE MELENDO. (3ª ed.)
11. Codependencia. La dependencia controladora. La dependencia sumisa. DOROTHY MAY.
12. Cuaderno de Bitácora, para acompañar caminantes. Guía psico-histórico-espiritual. CARLOS RAFAEL CABARRÚS.
(5ª ed.)
13. Del ¡viva los novios! al ¡ya no te aguanto! Para el comienzo de una relación en pareja y una convivencia más
inteligente. EUSEBIO LÓPEZ. (2ª ED.)
14. La vida maestra. El cotidiano como proceso de realización personal. JOSÉ MARÍA TORO.
15. Los registros del deseo. Del afecto, el amor y otras pasiones. CARLOS DOMÍNGUEZ MORANO. (2ª ed.)
16. Psicoterapia integradora humanista. Manual para el tratamiento de 33 problemas psicosensoriales, cognitivos y
emocionales. ANA GIMENO-BAYÓN Y RAMÓN ROSAL.
17. Deja que tu cuerpo interprete tus sueños. EUGENE T. GENDLIN. (2ª ed.)
18. Cómo afrontar los desafíos de la vida. CHRIS L. KLEINKE.
19. El valor terapéutico del humor. ÁNGEL RZ. IDÍGORAS (Ed.). (3ª ed.)
20. Aumenta tu creatividad mental en ocho días. RON DALRYMPLE, PH.D., F.R.C.
21. El hombre, la razón y el instinto. JOSÉ Mª PORTA TOVAR.
22. Guía práctica del trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Pistas para su liberación. BRUCE M. HYMAN Y CHERRY
PEDRICK.
23. La comunidad terapéutica y las adicciones. Teoría, modelo y método. GEORGE DE LEON.
24. El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas. W ALEED A. SALAMEH Y W ILLIAM F. FRY.
25. El manejo de la agresividad. Manual de tratamiento completo para profesionales. HOWARD KASSINOVE Y
RAYMOND CHIP TAFRATE.
26. Agujeros negros de la mente. Claves de salud psíquica. JOSÉ L. TRECHERA.
27. Cuerpo, cultura y educación. JORDI PLANELLA RIBERA.
28. Reír y aprender. 95 técnicas para emplear el humor en la formación. DONI TAMBLYN.
29. Manual práctico de psicoterapia gestalt. ÁNGELES MARTÍN. (8ª ed.)
30. Más magia de la metáfora. Relatos de sabiduría para aquellas personas que tengan a su cargo la tarea de
Liderar, Influenciar y Motivar. NICK OWEN
31. Pensar bien - Sentirse bien. Manual práctico de terapia cognitivo-conductual para niños y adolescentes. PAUL
STALLARD.
32. Ansiedad y sobreactivación. Guía práctica de entrenamiento en control respiratorio. PABLO RODRÍGUEZ CORREA.
33. Amor y violencia. La dimensión afectiva del maltrato. PEPA HORNO GOICOECHEA. (2ª ed.)
34. El pretendido Síndrome de Alienación Parental. Un instrumento que perpetúa el maltrato y la violencia. SONIA
VACCARO - CONSUELO BAREA PAYUETA.
35. La víctima no es culpable. Las estrategias de la violencia. OLGA CASTANYER (Coord.); PEPA HORNO, ANTONIO
ESCUDERO E INÉS MONJAS.
36. El tratamiento de los problemas de drogas. Una guía para el terapeuta. MIGUEL DEL NOGAL. (2ª ed.)
37. Los sueños en psicoterapia gestalt. Teoría y práctica. ÁNGELES MARTÍN.
38. Medicina y terapia de la risa. Manual. RAMÓN MORA RIPOLL.
39. La dependencia del alcohol. Un camino de crecimiento. THOMAS W ALLENHORST.
40. El arte de saber alimentarte. Desde la ciencia de la nutrición al arte de la alimentación. KARMELO BIZKARRA.
41. Vivir con plena atención. De la aceptación a la presencia. VICENTE SIMÓN. (2ª ed.)
42. Empatía terapéutica. La compasión del sanador herido. JOSÉ CARLOS BERMEJO.
43. Más allá de la Empatía. Una Terapia de Contacto-en-la-Relación. RICHARD G. ERSKINE - JANET P. MOURSUND -
REBECCA L. TRAUTMANN.
44. El oficio que habitamos. Testimonios y reflexiones de terapeutas gestálticas. ÁNGELES MARTÍN (ED.)
45. El amor vanidoso. Cómo fracasan las relaciones narcisistas. BÄRBEL W ARDETZKI
46. Diccionario de técnicas mentales. Las mejores técnicas de la A a la Z. CLAUDIA BENDER - MICHAEL DRAKSAL
47. Humanizar la asistencia sanitaria. Aproximación al concepto. JOSÉ CARLOS BERMEJO
48. Herramientas de coaching ejecutivo. FRANCISCO YUSTE
49. La vocación y formación del psicólogo clínico. AQUILINO POLAINO-LORENTE Y GEMA PÉREZ ROJO (COORDS.)
50. Detrás de la pared. Una mirada multidisciplinar acerca de los niños, niñas y adolescentes expuestos a la
violencia de género. SOFÍA CZALBOWSKI (COORD.)
51. Hazte experto en inteligencia emocional. OLGA CAÑIZARES Y CARMEN GARCÍA DE LEANIZ (COORDINADORAS)
52. Counseling y cuidados paliativos. ESPERANZA SANTOS Y JOSÉ CARLOS BERMEJO