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EJECUCIÓN DE LA
PENA PRIVATIVA DE
LIBERTAD.
LEY 24.660.
Análisis, comentario y
práctica.
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PRIMERA PARTE
LA PENA PRIVATIVA DE LIBERTAD
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Alguien mira al través de los barrotes. La reja no sólo recorta la luz del Sol, sino
que deja el rostro marcado del arado de su sombra.
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“...el derecho de ejecución penal es materia casi desconocida en la mayoría de los países en desarrollo
(y en muchos de los ‘desarrollados’); los planes de estudios de nuestras universidades incluyen el
derecho penal y el procesal penal, considerando que el reo es un ‘muerto civil’, es alguien que no tiene
derechos; en nuestras facultades y en nuestras escuelas de derecho no se estudia el problema; ¿será que
el sentenciado no es fuente de ingreso y, por tanto, no interesa al abogado?” Luis Rodriguez
Manzanera: “Panorama de las alternativas a la prisión en América Latina”, en “Sistemas penitenciarios
y alternativas a la prisión en América Latina y el Caribe”, varios autores (ILANUD), Ed. Depalma,
1992.
De reciente aparición es el libro de Jorge Kent: “Derecho de la Ejecución Penal”, de Ed. Ad-Hoc,
Noviembre de 1996, en que el conocido penalista hace un pormenorizado y comprometido estudio de la
legislación de la materia hasta ese momento. Se trata de un trabajo con honesta fe en la resocialización y
escrito con prosa ejemplar.
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I. Primera Reja.
Origen de la prisión.
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Segunda Reja.
Los espacios de la retención.
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En: Revista Penal y Penitenciaria, Tº IIº, editada por el Ministerio de Justicia de la nación, Dirección
Gral. de Institutos Penales, Bs. As., 1937.
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Tercera Reja.
Los espacios del desprecio.
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Goffman, E.: “Internados”, Amorrortu, Bs. As., 1970.
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M. Foucault: “Vigilar y Castigar”, Ed. Siglo XXI, México, 1990.
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Clásicos de la criminología crítica traducidos al idioma español, entre otros: “Criminología crítica y
crítica del Derecho Penal” de A. Baratta, Ed. Siglo XXI, México, 1986; “Control y dominación” de M.
Pavarini, Ed. Siglo XXI, México, 1983; “La nueva criminología” de I. Taylor, P. Walton y J. Young,
Ed. Amorrortu, Bs. As., 1977; “Criminología crítica” de Taylor, Walton y Young, Ed. Siglo XXI,
Mexico, 1977.
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penitenciaria7 , tejer una real incapacidad de hecho, para muchos de los aspectos
relacionados con los derechos de los agentes. Nos referimos sobre todo a los artículos
que tienden a construir una figura, no una actividad. A aquellas limitaciones que no
tienen que ver con el ejercicio de las tareas sino con la imagen de aquellas. A las
inhibiciones que no comprenden ataques a terceras personas, directos o indirectos, sino
sólo a la construcción artificial de una institución cuyas columnas, débiles, como las
vetustas vigas de la cárcel, se sostiene en las espaldas agobiadas de sus pobladores.
Así, los agentes del Servicio Penitenciario, temerosos, soberbios a fuerza de
inseguridades, padecen de un ritualismo conformante de una profusión de formas, que
sólo les devuelve una conformidad reseca.
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Ver comentario al Capítulo 16 de la presente ley, en que se expone de manera general el marco
normativo de la función penitenciaria.
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Capítulo Uno.
Principios Básicos de la Ejecución.
Nuestro sistema penal distingue entre penas y medidas de seguridad, según que el
sujeto al que son dirigidas en virtud de ser autor de un hecho delictivo, fuera imputable o
inimputable. Hay unanimidad en la doctrina nacional y extranjera en cuanto a considerar
inimputable a aquel que no posee la aptitud de ser responsable de su acto. Esto es, en
términos técnicos, quien no posee la capacidad de culpabilidad. De acuerdo al art. 34
C.P. inciso primero, quien no haya podido comprender la criminalidad del acto, no es
punible. Sobre esta expresión, los autores de las obras de Derecho Penal argentinos han
ubicado la noción dogmática de la “inimputabilidad”8 .
Por otra parte, quien aún siendo imputable, haya cometido un hecho delictivo sin
en el caso concreto tener una visión íntegra y específica de su accionar y de su
significado jurídico, se encuentra bajo la figura del “error de prohibición”, el que de
acuerdo a su excusabilidad o inexcusabilidad, importará la condena o la absolución del
sujeto.
No comprender la criminalidad del acto supone, latamente, o la no internalización
posible de la norma de mandato (“debes proteger la vida”, por ejemplo, para el supuesto
del homicidio) o de la norma de prohibición (“no debes matar”) en un episodio concreto
y circunstanciado.
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Bacigalupo, E.: “Derecho Penal, Pte. General”. Ed. Temis, Bogotá, 1984. Creus, C.: Derecho Penal.
Pte. General”. Ed. Astrea, Bs. As., 1990. Núñez, R. C.: Manual de Derecho Penal, Ed. Bibliográfica, Bs.
As., 1960. Soler, S.: “Derecho Penal Argentino”, Ed. TEA, Bs. As., 1988. Zaffaroni, E. R.: Manual de
Derecho Penal, ED. EDIAR, Bs. As., 1988.
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Mas, en virtud del artículo primero transcripto de la ley 24.660, tal parece que la
comprensión de la norma sólo podrá obtenerse una vez que la misma pena en su
ejercicio, la elabore, internalice y construya.
Imposible concluir en lo que sigue sin ironía, o didactismo perogrullesco: Si el fin
de la pena consiste en hacer comprender precisamente aquello que debe ser comprendido
para ser pasible de una sanción penal, esa télesis cae en el vacío práctico, al carecer, por
principio, de penados pasibles de recibirla. ¿Cómo es imaginable que la pena vaya a crear
en el condenado la posición de condenable?. Esta retroactividad imposible es sólo
producto del ejercicio del desprecio, que supone una categorización de idiota, de
disminuido, de objeto a modelar, en el delincuente.
La ley anterior asumía esa posición paternalista en el término “readaptación” 9 .
Ocurre que todas estas buenas intenciones son fungibles, ya que carecen de contenido
propio. Puede reemplazarse toda la latitud del art. 1º de la ley 24.660 por la palabra
“readaptación” que contenía la vieja ley, o por las expresiones “resocialización”,
“reinserción social”, (que este mismo artículo menciona en su segundo párrafo sin
distinguirla de la anterior) “readecuación social”, “rearmonización”, “reeducación”, etc.
Parábolas del hijo pródigo que se autolegitiman, sin mayor consulta a los marcos
histórico y político que subyascen en las categorizaciones del Derecho Penal.
Lineamientos genéricos que sólo están allí para desdibujar los contornos ciertos de la
penetración del sistema penitenciario o de la regulación carcelaria en la vida de quienes
quedan bajo su égida. Por otra parte, el artículo comentado agrega un calificativo a la
resocialización. Esto es, que la misma debe ser “adecuada”. Con lo cual se realiza una
doble adjetivación sin sustrato, una doble dependencia funcional, que sólo nos da la idea
de su caracter ambivalente.
La función del “tratamiento” supone una modelación, una conformación de vida,
que va mucho más allá de la mera privación de la libertad ambulatoria. Si, como hemos
dicho en la Primera Parte, ésta no debe trascender a la disponibilidad de la vida del
sujeto, este tratamiento coercitivo es violatorio de la dignidad humana y violenta la
integridad personal de cada individuo.
Sergio García Ramírez en su “Manual de Prisiones”10 , avizora con indudable
buena fe, un futuro en que la administración de las cárceles logre hacer lugar, por medio
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Dec-Ley 412/58, art. 1: “La ejecución de las penas privativas de libertad tiene por objeto la
readaptación social del condenado. El régimen penitenciario deberá utilizar de acuerdo con las
necesidades peculiares de cada caso, los medios de prevención y de tratamiento curativo, educativo,
asistencial y de cualquier otro caracter de que pueda disponerse, de conformidad con los progresos
científicos que se realicen en la materia.”
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Sergio García Ramírez: “Manual de Prisiones”, Ed. Porrúa, México, 1993.
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Art. 2. El condenado podrá ejercer todos los derechos no afectados por la condena
o por la ley y las reglamentaciones que en su consecuencia se dicten y cumplirá con
todos los deberes que su situación le permita y con todas las obligaciones que su
condición legalmente le impone.
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Esta incapacidad de hecho que recae en cabeza de los condenados a más de tres
años de penas privativas de libertad, son rémora de las antiguas “capitii diminutio” del
Derecho Romano. El delito, despojado de su sentido, de su pulsión, de su ruptura, sólo
es mera marca, símbolo, designación. Y como tal, pasa a teñir todos los ámbitos de vida.
Del mismo modo en que se oscurecen, enturbian y estancan los pozos arrumbados a la
sombra.
Se priva al interno del ejercicio de derechos que le son implícitos por su
condición humana, como el de la patria potestad de sus hijos, y el de la libre
administración y disposición de su propiedad, la que precisamente estriba en esa facultad.
En relación al ejercicio de los derechos políticos electorales, coincidimos con la
Recomendación 505/PP/95 de la Procuración Penitenciaria, en cuanto propicia la
derogación de la inhabilidad a su respecto, en el entendimiento de que resulta violatoria
de los arts. 23 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y 18 de la
Constitución Nacional.11
Esta inhabilitación absoluta del art. 12 C.P. importa en todos sus incisos, excepto
en aquellos referentes a los cargos y funciones públicas, de imposible realización, y de
caracter punitivo (art. 5 C.P.) en aquellos casos así tipificados; una medida protectiva, de
índole tutelar, sobre los intereses del condenado, en tanto éste pierde su contacto
cotidiano con su administración. De tal modo que los actos que el interno realice en
contra de lo dispuesto por tales disposiciones, son meramente anulables de nulidad
relativa, por lo que sólo el interesado (aquel en cuya protección se ha normado la
incapacidad) tiene en su poder el hacer caer aquellos actos (art. 1048 C.C.).
Con respecto a las limitaciones que esta norma dispone, debe entenderse que no
forman parte de la pena, ni se trata de medidas de seguridad accesorias a ella, sino que
suponen un medio de asegurar los derechos del condenado, quien se halla por el hecho
de su condena, imposibilitado de poseer un control acabado sobre ellos.
La CNCiv., por su sala “B”, en causa “Mendez Coronado, Ana B.” del 12 de
Octubre de 199012 , ha comprendido a las interdicciones del art. 12 C.P. como
obedecientes a un propósito tutelar del condenado y su familia, por lo que lograda la
libertad, por el medio que fuere (en el supuesto, a través de la libertad condicional), aún
no agotada la pena, los derechos suspendidos recuperan su libre ejercicio. Es claro en
este punto el dictamen del Asesor de Menores, Alejandro Molina, quien refiere que
11
Procurador Penitenciario, Informe Anual 1995/96, Tomo I, pag. 264.
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L.L., Tº 1990-C, pag. 137. En sentido concordante acerca de la naturaleza jurídica de las restricciones
del art. 12 C.P.: CNCiv., sala B, 29/9/92, “F., E.A.” (L.L. Tº 1992-E, pag. 485 y L.L. 1993-B, p. 142);
Llambías, Jorge J. : “Derecho Civil, Pte. Gral.”, Tº I, p. 402; Borda, Guillermo A. : “Parte General”,
Tº I, p. 470
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E.D., 23/8/1995.
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Existen algunos fallos determinando esta competencia, entre ellos el de la CNCiv. Sala
E, del 23-3-95, causa “Sanchez, Luis A.”14
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Por tanto, toda medida que tenga relación con el órgano es competencia primaria
de la Administración, mas todo hecho que suponga en alguna medida afectación de los
derechos de los condenados o procesados, es de competencia decisoria del juez
competente.
Lo afirmado más arriba es coherente con la competencia que el art. 493, Tercer
Párrafo del Código Procesal Penal de la Nación instituye para el Juez de Ejecución, que
aquí se transcribe:
Art. 493 C.P.P., 3º parr.: “El juez de ejecución tendrá competencia para:
1) Controlar que se respeten todas las garantías constitucionales y tratados
internacionales ratificados por la República Argentina, en el trato otorgado a los
condenados, presos y personas sometidas a medidas de seguridad.
2) Controlar el cumplimiento por parte del imputado de las instrucciones e
imposiciones establecidas en los casos de suspensión del procedimiento a prueba (art.
293)
3) Controlar el cumplimiento efectivo de las sentencias de condena dictadas por
el Poder Judicial de la Nación.
4) Resolver todos los incidentes que se susciten en dicho período.
5) Colaborar en la reinserción social de los liberados condicionalmente.”
En oportunidad de definir acerca del alcance de la competencia del juez de
ejecución en relación a las condenas en suspenso, en el ámbito federal, materia que
provocara el Plenario Nº 1 de la Cámara Nacional de Casación Penal, en causa
“Maldonado, Marta y otro”, 27 de Abril de 1994 15 , los jueces conformantes de las
diferentes salas tuvieron oportunidad de explayarse acerca de las funciones de este juez,
cuyo campo de trabajo aparece descripto en sus líneas generales por el Cap. Vº del
Código Procesal Penal de la Nación. Así, se especificó la tarea de control de legalidad y
razonabilidad sobre los actos del Poder Ejecutivo.
Con motivo de la sanción de la ley 24.721, cumplimiento parcial de un
compromiso adoptado por el Estado argentino con la realidad carcelaria, que hubo
reducido las penas correspondientes al hurto calificado de automotor, los juzgados de
ejecución de la Capital Federal llevaron adelante administrativamente y vía de oficio o a
pedido de parte, los nuevos cómputos consecuentes. Ello ha venido a especificar a su
respecto, su competencia sobre la aplicación de leyes modificatorias de los límites
cuantitativos de la pena. Ello es coherente con la celeridad que debe imponerse a ese tipo
de tramitaciones, para evitar flagrantes desigualdades ante la ley, e ilegalidades
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L.L., Tº 1994-C, pag. 329.
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A este respecto, las analogías de cárcel y fábrica que caracterizan el momento sociológico del ascenso
de la burguesía, y el modo de dominación burocrático.
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obligatorio, dentro del tratamiento, únicamente aquellos puntos que sean conducentes al
trabajo y la disciplina en el penal, siendo lo demás de caracter voluntario. 17
17
En el mismo sentido, Kent, Jorge: “Derecho de la Ejecución Penal”, Ed. Ad-Hoc, Bs. As., 1996; pag.
333.
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Art. 35 del Reglamento General de Procesados: “El procesado que en el último trimestre calificado
haya merecido comportamiento Muy Bueno, trabaje con regularidad, si hubiere ocasión, y asista a los
cursos que tenga pendientes para cumplir con la educación legalmente obligatoria podrá solicitar, por
única vez, su incorporación anticipada al régimen de ejecución de la pena.”
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(Art. 10 R.G.P.)
Por el art. 23 del R.G.P., se dispone: “Finalizado el procedimiento del ingreso,
para conformar grupos homogéneos y a fin de impedir la posible influencia negativa de
unos internos sobre otros, se dispondrá su alojamiento teniendo en consideración sexo,
edad, estado físico y mental, educación. antecedentes y naturaleza del delito que se le
atribuye.
“En consecuencia, se alojarán separadamente:
“a) Los hombres de las mujeres, debiendo éstas ocupar establecimientos o
secciones independientes con organización y régimen propios.
“b) Los jóvenes adultos de los adultos.
“c) Quienes presenten enfermedad o deficiencia física o mental u otros factores
personales que no les permitan adaptarse al régimen normal del establecimiento.
“d) Los drogadependientes que deban seguir un tratamiento asistencial
específico.”
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A ello debe agregarse la previsión del art. 125 R.G.P.: “Conforme lo previsto en
el artículo 12 inciso d), quienes hayan cumplido veintiún años podrán permanecer en
instituciones especiales o en secciones para jóvenes adultos hasta cumplir veinticinco
años. Con posterioridad serán trasladados a un establecimiento para adultos.”
Los mismos cánones que se utilizan para la observación técnico-criminológica,
obedecen a un positivismo etiologista, cuyos prejuicios no son más sanos que los que se
basan en los caracteres enunciados por este artículo.
Por otro lado, existen unidades penitenciarias exclusivas para internos que
hubieran pertenecido a alguna fuerza pública o aún de vigilancia privada, cuyos
regímenes suelen ser mucho más tolerantes, discretos, y donde las relaciones entre
internos y guardias se lleva a cabo de un modo más tranquilo, y las intromisiones suelen
ser más superfluas.
También concurre, por otra parte, lo que se denomina cultura carcelaria o
sociedad carcelaria, tipificante de varios roles a ocupar por los distintos caracteres de
personalidad y en razón de valoraciones interactuantes, y que tienen influencia en las
relaciones cotidianas, de excepciones, pactos y privilegios en el penal. Estos roles o
posicionamientos son característicos de las instituciones penales, y pueden reconocerse
en otras sociedades. Así, con respecto a Norteamérica, en base a los estudios de Korn y
McCorkle19 , las agrupaciones intramuros de internos estarían conformadas de los
siguientes estratos: “Right guys” (o tipos derechos), quienes son estimados y respetados
en forma particular, por presentarse ubicados, solidarios, inflexibles e inteligentes, con un
sabio manejo sobre los guardias y un correcto trato con los compañeros. En nuestras
prisiones, este papel puede coincidir en sus caracteres generales con el llamado
“poronga”, quien posee un prestigio ganado en función de sus silencios, resistencias,
actos de preclaro compromiso con los internos y una relación de igual a igual con los
superiores de la institución. En oposición a este grupo se encontrarían los “ortivas”,
obsecuentes con los custodios, sumisos al establecimiento, llamados en la jerga
norteamericana “square John”, con el mismo perfil. Marginados, y expuestos a cualquier
tipo de medida, en peligro constante por su integridad física y hasta por su vida, se hallan
los “buchones”, “stool pigeon” o “rat”, quienes colaboran abiertamente con los agentes
penitenciarios suministrándoles información sobre los otros detenidos, granjeándose a
cambio ciertos favores que interpretarán como privilegios. Otro tipo reconocible es el de
los “bull busters” o “toros reventones”, “barderos” en nuestro argot penitenciario,
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Cit. por Kaufmann, H.: “Ejecución Penal y Terapia Social”, Ed. Depalma, Bs. As., 1979, pags. 13 y
ss.
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Véase Neuman, E. e Irurzun, V. : “La sociedad carcelaria”. Ed. Depalma, Bs. As.,
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(Art. 9 R.G.P.)
A este respecto, y en función del grado de violencia que se viene sosteniendo en
nuestras prisiones, la posible sanción penal, dependiente de una denuncia concreta, al
igual que cualquier otra medida de índole administrativa o burocrática, se encontrará
atrapada por el miedo, por la coerción interna del régimen cerrado. Por ello, entendemos
que debe adoptarse, en modo análogo a la aplicación de la doctrina del “fruto del árbol
venenoso”, una medida relacionada con el régimen de libertad del interno, en caso de
comprobarse lesiones sufridas por el abuso de autoridad, aún sin lograr individualizar al
culpable. En los supuestos de procesados, el argumento es exactamente el mismo que
nuestros tribunales han expedido al receptar la regla de exclusión. En el caso de los
condenados, ello es así, ya que análogamente a como se entiende por aquella doctrina,
que “la administración de justicia no puede constituirse en beneficiaria de un hecho
ilícito”, las desnaturalizaciones de la pena importan un claro menosprecio de la
legitimación y télesis de la misma, no pudiendo sostenerse por más tiempo prisonizado a
quien ha sido víctima directa de la agresión física o psíquica con el objeto supuesto de
proseguir un tratamiento adecuado en razón de una pena resocializadora. Pudiera decirse
que la prosecución de seguridad ciudadana no puede crear mayor inestabilidad jurídica
por sus mismos órganos. Que un miembro del Estado, en nombre de éste ejerza la
tortura física o psicológica es igualmente repugnante fuera de la prisión como dentro de
ella. En un estado de derecho de tradición liberal, la actuación de los funcionarios de la
administración se encuentra acotada al cumplimiento de sus fines, en tanto que los
ciudadanos poseen la libertad de fijarlos, darles sentido y ejercerlos. Por otro lado, no
basta con que ocurran sanciones contra quien haya cometido el hecho de agresión.
Ocurre que se establece intramuros, una red de temores y ocultamientos que harán muy
dificultosa la individualización del agente responsable, y que llevan a cabo una silenciosa
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(Art. 11 R.G.P.)
Ya nos hemos referido, al comentar los arts. 3º y 4º a las atribuciones del control
jurisdiccional. Cada uno de los actos que se llevan a cabo en el proceso de ejecución de
la pena, ejercidos por la autoridad administrativa, son actos administrativos, poseyendo
en rigor todas las características que le definen. Estas son, en el ámbito nacional, las
siguientes: Suponen decisiones unilaterales, efectuadas en el ejercicio propio de su
atribución, que produce efectos jurídicos directos de alcance individual, y actuales. Por
tanto, al mismo tiempo debe poseer los siguientes elementos esenciales: Competencia,
objeto, voluntad y forma (art. 7º LNPA). La relación de estos elementos, a su vez,
supone la necesidad de motivación y causa. Luego, puede ser objetado, declarado nulo y
obligado el Estado a la reparación del daño causado, si lo hubiere, en razón de la falta de
uno de los elementos premencionados, o por los vicios de irrazonabilidad, ilegitimidad,
arbitrariedad o desviación de poder. Goza del principio de ejecutoriedad siempre que no
se hubieren tomado vías de hecho, ni se hubiera avanzado en esferas que excedieren su
marco, en función de alterar de algún modo el régimen regular de los internos, sobre los
que recae especialmente.
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“No se confía en el rédito que pueda generar el desempeño de la magistratura como competente o
resulta imposible la tolerancia de aceptar la realidad de una supervisión judicial absolutamente
autónoma, incrustando un emisario del Poder Ejecutivo para amenguar la exelcitud de la Administración
de Justicia” Jorge Kent: “Ejecución Penal y el Nuevo Proceso”. Ed. Ad-Hoc, Bs. As., 1993.
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Art. 11. Esta ley, con excepción de lo establecido en el art. 7º, es aplicable a los
procesados a condición de que sus normas no contradigan el principio de inocencia
y resulten más favorables y útiles para resguardar su personalidad. Las cuestiones
que pudieran suscitarse serán resueltas por el juez competente.
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En relación a este asunto en particular, tener presente lo dicho en la advertencia sobre la cita del
R.G.P. al comienzo de este trabajo.
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seguridad, media y mínima, por ejemplo), sino en razón del acercamiento del interno a un
responsable ejercicio de su libertad, refugiándole de la feroz desocialización que el
mismo ámbito carcelario pueda provocarle (art. 178º de la presente ley). El juego posible
entre una y otra acepción de esta progresividad está abierto por la voluntariedad de
someterse a tratamiento criminológico específico y a la flexibilidad estatuída en el art. 7º.
5. Igualdad. Por el artículo 8º, aplicación directa del art. 16 de nuestra Constitución
Nacional, no habrá distingos arbitrarios entre los internos. Ello impedirá al mismo
tiempo, la categorización o clasificación basada en pautas valorativas ajenas al hecho por
el que se encuentran condenados, o basados en la mayor o menor adscripción a los
esquemas prefijados de conducta (análisis de civilización dominante).
6. Humanidad. Este principio ha de teñir todas las áreas y movimientos dentro del penal,
en virtud de favorecer la convivencia, reestablecer vínculos socio-afectivos, e incluye la
absoluta prohibición de tratos crueles, inhumanos o degradantes (tal como lo prevé el
tratado internacional contra las torturas y tratos inhumanos o degradantes, de caracter
constitucional por a través del art. 75 inc. 22 de la Carta Magna). Asimismo, es extensivo
a todo el grupo socio-afectivo de los internos.
7. Intrascendencia de la pena. En función de los anteriores principios, establecidos
conforme a la individualización de la pena, el respeto por la intimidad y los derechos
humanos de los detenidos y condenados, se deriva el principio de intrascendencia de la
pena, en tanto su cumplimiento no puede provocar dolor extensivo a otras personas,
tales como el círculo afectivo de los internos, representantes legales, empleados, y hasta
quien hubiere resultado su víctima.
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Capítulo Segundo.
Modalidades Básicas de la Ejecución.
Períodos
Período de observación
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significación total a todo lo dicho. Ello pone de manifiesto que detrás del contenido
explícito de cualquier verbalización, existe una percepción estructural, que es la que
finalmente salta a la vista en todo tipo de examen de personalidad, inteligencia, caracter
o rendimiento. Por lo que dichos estudios demuestran ser autorreferentes, circulares,
superfluos, pretendiendo asir en la exteriorización de ciertas conductas aquella parte de
ellas que es buscada por el mismo análisis. Del mismo modo en que las estadísticas no
nos revelan la cantidad exacta de delitos que se realizan a diario en un sector
determinado, sino sólo los criterios de selección de la persecución penal, así, los índices
reportados por los exámenes de observación de los internos, sólo nos darán una idea del
modelo de interno conque se trabaja estructuralmente.
Otro tipo de experiencias nos llevan a las mismas conclusiones. Se trata de las
que tienen lugar con objeto del desenmascaramiento de los falsos adivinadores. En este
sentido, puede citarse las siguientes: 1) Se le pide al adivinador que nos dé los
caracteres, idiosincracia y temperamento de determinadas personas, brindándole de ellas
todos los datos que nos solicite, aún su entrevista personal. Las conclusiones a las que
llegue, sin embargo, no debe comunicarlas directamente a sus consultantes, sino ponerlas
por escrito identificando por un seudónimo a cada uno de aquellos. Luego, se les invita a
éstos últimos a identificar las conclusiones que han acertado sobre su personalidad,
cotejándolos luego con las correspondientes identificaciones de cada seudónimo. 2) A
una cantidad de consultantes se les entrega un mismo resultado de la labor adivinatoria, y
se constata luego en qué medida cada uno se encuentra ciertamente reflejado en lo dicho
por él. 3) Una misma persona consulta en diferentes momentos y ocupando distintos
roles de comportamiento y de orden social frente al adivinador. Tales cambios (más o
menos autoritario, vestido de un modo más elegante o pordiosero, presentado como
profesional u obrero, demostrando más o menos excepticismo) se realizan de tal modo
que el adivinador no pueda notar que se trata del mismo sujeto. Luego, las diferentes
respuestas deben leerse en relación a las variables de rol adoptadas (esto es sumamente
importante en la observación de los internos de un establecimiento penal).
El interno será adscripto a una calificación prevista en tabulaciones dadas.
Diagnósticos DSM, cuadros de conducta predeterminados, respuestas estereotipadas,
mecanizaciones impersonales de los sentidos, caracteres, historias de vida y estados de
ánimo. Todo es conmensurable, extático, perfecto en su consideración burocrática.
Rigurosidad de archivo. La personalidad queda escindida y parcelada. Se hacen escalas
de ansiedad, hipocondria, histeria, desviación psicopática, de intereses, paranoica,
dicasténica, de esquizofrenia, de hipomanía, etc. Un “inventario” de Depresión estudia
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Período de tratamiento
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Para ser incorporado a esta fase, aún hoy, por la mera inercia de los funcionarios,
se requiere (en función del derogado reglamento en su art. 15:
“A) No poseer causa abierta donde interese su detención u otra condena pendiente;
B) Poseer conducta ejemplar o el grado máximo que pudo haber alcanzado según el tiempo de
ejecución de la pena en Establecimiento de la nación;
C) Poseer concepto “bueno cinco” en el último cuatrimestre en Establecimiento de la nación;
D) Propuesta fundada del Consejo Correccional de la Unidad, y
E) Haber cumplido como mínimo los siguientes términos en la Fase de Pre-Confianza: 1.
Condena de hasta tres años: Un mes; 2. Condena de más de tres años y hasta cinco años: Tres meses; 3.
Condena de más de cinco años y hasta veinticinco años: Un mes por cada año de condena; 4. Pena
perpetua: Dos años y seis meses, y 5. Internos con la accesoria del art. 52 C.P.: a) Con condena de hasta
veinticinco años: Un mes por cada año de condena más cinco meses en razón de la medida de seguridad;
b) Pena perpetua: Tres años.”
Cabe destacar que de entenderse a cada fase como un derecho propio del interno,
no se ve de qué modo pueda quedar supeditado a la propuesta del Consejo Correcional
en cada caso. Este, de darse los demás requisitos, debía dar su visto bueno. Mas, en la
práctica contínua, ello se ejercitó contínuamente de un modo autoritario, entendiendo a
los ingresos en cada fase como permisos que la autoridad del penal otorgaba
graciosamente a los internos bajo su égida. Por otra parte, se llevan a cabo pocas veces,
apenas dos o tres en el año, por lo que muchos derechos se otorgan de un modo tardío.
A ello, hay que sumar el hecho de que cada traslado de Unidad de los detenidos supone,
en la monomaníaca burocracia penitenciaria, la producción de otros nuevos informes,
para lo que será preciso una y otra vez “hacer conducta”, es decir, pasar lo más
desapercibido posible por el ámbito carcelario. Todo lo que produce una evidente
angustia en el interno, que observa cómo sus esfuerzos se diluyen, no son tenidos en
cuenta, o sólo se aprecian tiempo después del esperado para el otorgamiento de los
derechos que legítimamente y en virtud de su comportamiento le corresponden.24
Sobre los tipos de tratamiento en sí propios, a más de toda la incidencia en los
mismos por el mero hecho de hallarse privado de la libertad, adscripto a la vida
autónoma de intramuros, están basados en relaciones unidimensionales, de tipo causal
24
Al respecto, debe señalarse que ante un traslado de jurisdicción federal a provincial, normas internas,
que sólo nos fueron mencionadas, rígidas en su letra y puesta en función, seguramente pensadas para el
supuesto de internos que transcurren provisoriamente un tiempo en sede extraña a la de su condena,
disponen la necesidad de un volver a empezar el período de tratamiento, ya que vuelve a contarse como
primer día el del ingreso del interno al penal provincial. Esta arbitraria y obtusa anquilosis ha hecho
decir al Dr. Hooft en fallo del 18 de Julio de 1997 de su Juzgado Crim. Y Correc. Nº 3 de Mar del Plata,
que “...no computar los tiempos de detención que ha sufrido el interno, en cualquiera de las situaciones
procesales alcanzadas, vale decir, como detención preventiva o cumpliendo pena, y en cárceles federales
o provinciales, para el acceso a beneficios expresamente contemplados por la ley, sin duda generaría
desigualdades con claas afectaciones a garantías constitucionales, que, como se apuntó, el Juez debe
remediar con el consabido control de la ejecución de la pena”.
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penitenciarios, que los primerizos. Ello funciona de modo tal que el mensaje directo que
se recibe por los internos es un llamado a la profesionalización delictiva.
Esta misma ley, en su art. 178, acerca de las cárceles o alcaidías para procesados,
les impone un régimen que tal que “permita evitar o reducir al mínimo posible, la
desocialización que pueda generar la privación de libertad”. Sobre este principio debe
articularse cualquier tipo de tratamiento que vaya a tener lugar de un modo metódico, en
nuestras prisiones. Por otro lado, tratando de evitar que se sistematiza la cadena
delictiva, como llevamos dicho, elevando los márgenes de vulnerabilidad al sistema de
los internos condenados o procesados.24
Acerca de los traslados y destinos acordes con la clasificación surgente de los
estudios realizados sobre los internos, se ha propuesto por Recomendación 701/PP/95 de
la Procuración Penitenciaria, reiterada por 975/PP/96, el dictado de las normas que
organicen de un modo coherente, igualitario y general los puntos a tener en cuenta para
tal proceder, los criterios de trabajo a manejar y su relación con los distintos tipos de
establecimiento o secciones del mismo; a los fines de lograr una transparencia y control
asequibles no sólo al interno y su grupo familiar, sino a los mismos órganos responsables
de su situación carcelaria y de sus posibilidades de reingreso en libertad. Aún dichas
normas no han sido sancionadas.
Período de prueba
24
Zaffaroni, Eugenio Raúl: “En busca de las penas perdidas”. EDIAR, Bs. As.,
25
García Ramírez, Sergio, Op. Cit., pag. 565.
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Salidas transitorias
Art. 16. Las salidas transitorias, según la duración acordada, el motivo que las
fundamente y el nivel de confianza que se adopte, podrán ser:
I. Por el tiempo:
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Antecedente inmediato de esta norma es el Decr. 1294/89, cuyo artículo primero dispoe que “Los
internos con sentencias condenatorias no firmes podrán solicitar su incorporación a un régimen de
características similares al aplicable a los penados”, en que el alcance de la misma se reducía, como se
ve, a los procesados cuya sentencia, aunque no firme, ya hubo sido dictada.
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debe ser entendida como un instituto excepcional, debidamente fundamentado. Por otra
parte, gran cantidad de los procesados que se halla detenido en nuestras prisiones es
debido a la falta del dinero necesario para hacer frente a la caución impuesta por el
juzgado de instrucción o el tribunal oral actuantes. A su respecto, y en tanto les continúa
siendo aplicable el principio de inocencia en todo su rigor, la falta de sanciones y la
conducta correcta llevada adelante por el imputado, serán suficientes para que pueda
otorgársele, con los recaudos análogos correspondientes, el derecho a las salidas
transitorias. No puede ser coherente con un Derecho Penal garantista una solución
contraria. Dado que hasta se encuentra previsto en los códigos procesales la salida en
libertad de los procesados que hayan cumplido en prisión el término correspondiente a la
obtención de su libertad condicional, de haber sido condenados, sin más requisito que el
paso del tiempo, cuánto más le deben corresponder este tipo de derechos, ante la
excesiva pasividad de la prisión preventiva, su penosa influencia sobre el sujeto que la
padece y los efectos aflictivos y destructivos que provoca.
Sobre los límites temporales, no cabe sino referirse a los progresos que cada
interno pueda ir realizando en razón de los estudios criminológicos. Mas, el requisito de
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Art. 18. El director del establecimiento, por resolución fundada, propondrá al juez
de ejecución o juez competente la concesión de las salidas transitorias o del
régimen de semilibertad, propiciando en forma concreta:
a) El lugar o la distancia máxima a que el condenado podrá trasladarse. Si
debiera pasar la noche fuera del establecimiento, se le exigirá una declaración
jurada del sitio preciso donde pernoctará;
b) Las normas que deberá observar, con las restricciones o prohibiciones
que se estimen convenientes;
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Art. 19. Corresponderá al juez de ejecución o juez competente disponer las salidas
transitorias y el régimen de semilibertad, precisando las normas que el condenado
debe observar y efectuar modificaciones, cuando procediere. En caso de
incumplimiento de las normas, el juez suspenderá o revocará el beneficio cuando la
infracción fuere grave o reiterada.
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de producirse cada acto, con más una revisión final al momento de cumplirse los
términos reseñados en la presente ley o en el art. 13 del C.P.
Más aún, durante el período de prueba, la reclamación de los institutos de
semilibertad y otras modalidades más despejadas de la pena de privación de libertad,
podrán ser dirigidos ante su jurisdicción, sobre todo en aquellos casos en que el período
hubiere sucedido sin que el director se expidiera en modo alguno sobre la procedencia de
alguna de aquellas. Si el juez es quien posee la atribución de decretar la libertad
condicional, con cuánta más razón podrá expedirse acerca de estas salidas transitorias y
régimen de semilibertad.
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Art. 22. Las salidas transitorias, el régimen de semilibertad y los permisos a que se
refiere el artículo 166 no interrumpirán la ejecución de la pena.
Esto es, que se seguirá computando los días de salida, semilibertad o de permiso,
como días de cumplimiento efectivo de la pena. Ello es especialmente importante es estas
últimas etapas de la condena, ya que el paso del tiempo irá paulatinamente dando la
posibilidad de obtener regímenes más abiertos y con mayores posibilidades.
Semilibertad
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Esta salida transitoria deberá hacerse efectiva en lo posible, en aquellos días que
no estén dedicados a las tareas laborales del interno. Ello, en primer lugar, dados los
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Art. 29. La supervisión del liberado condicional comprenderá una asistencia social
eficaz a cargo de un patronato de liberados o de un servicio social calificado, de no
existir aquel. En ningún caso se confiará a organismos policiales o de seguridad.
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Art. 30. Entre sesenta y noventa días antes del tiempo mínimo exigido para la
concesión de la libertad condicional o de la libertad asistida del art. 54 el
condenado deberá participar de un programa intensivo de preparación para su
retorno a la vida libre el que, por lo menos, incluirá:
a) Información, orientación y consideración por el interesado de las
cuestiones personales y prácticas que deba afrontar al egreso para su conveniente
reinserción familiar y social;
b) Verificación de la documentación de identidad indispensable y su
vigencia o inmediata tramitación, si fuere necesario;
c) Previsiones adecuadas para su vestimenta, traslado y radicación en otro
lugar, trabajo, continuación de estudios, aprendizaje profesional, tratamiento
médico, psicológico o social.
Este programa de prelibertad, por no integrar los requisitos legales que impone el
art. 13 del C.P. para hacerse del beneficio de la libertad condicional, no tiene por qué ser
obligatorio, pudiendo asistirse al mismo en forma voluntaria. De otro modo, la salida se
vería postergada por el ejercicio de este programa, o anticipa por la administración la
resolución judicial que de lugar o no a la libertad condicional.
De acuerdo al artículo primero de esta ley, la ejecución de las penas privativas de
libertad, en su sentido íntegro, tienen por objeto la reinserción social de los condenados
internos en los establecimientos penitenciarios. Con lo que la preparación para la
libertad, siguiendo aquella suposición, comienza desde el primer día de condena. Por a
través de todos estos escalones intermedios entre la prisión y la concesión de la libertad,
la ley da cuenta del deterioro social que se produce en el interior de las prisiones. O por
lo menos, de la desidia conque se toma la función resocializadora de ellas.
De acuerdo entonces a la letra de la ley, todas estas previsiones de aprendizaje de
la vida extra muros, son superfluos, ya que la misma ejecución de la pena es la que
brinda dicho servicio. Mas, desde lo real, esta urgencia, propia de los últimos días de
privación de su libertad, por preparar la vida fuera de la prisión, se trata de una
reparación del total encierro de las facultades y posibilidades, de la voluntad y el ejercicio
de sí mismo, en el que se sometió al condenado.
Así, si bien la pena “resocializa”, es preciso, al final de la misma, un período de
preparación para la vida social. Y aún una vez alcanzada la libertad, el patronato de
liberados o cualquier otra institución afín, se encargará de encausar socialmente al ex
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interno para que pueda, ahora sí, resocializarse. Puerta sobre puerta, vedando la
posibilidad de darse.
Art. 31. El desarrollo del programa de prelibertad, elaborado por profesionales del
servicio social, en caso de egresos por libertad condicional o por libertad asistida,
deberá coordinarse con los patronatos de liberados. En los egresos por agotamiento
de la pena privativa de libertad dicha coordinación se efectuará con los patronatos
de liberados, las organizaciones de asistencia postpenitenciaria y con otros recursos
de la comunidad. En todos los casos se promoverá el desarrollo de acciones
tendientes a la mejor reinserción social.
La presente ley es complementaria del Código Penal. Por tanto, las alternativas a
la pena de prisión en los establecimientos y modos generales de su imposición, deben
entenderse como enumeradas en su artículo 5º, pudiendo los jueces de esa forma, y en
relación a la normativa que sigue con más el art. 41 C.P., determinar el tipo de
realización de la ejecución penal en la parte resolutiva de la sentencia.
Prisión domiciliaria
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Art. 33. El condenado mayor de setenta años o el que padezca una enfermedad
incurable en período terminal, podrá cumplir la pena impuesta en detención
domiciliaria, por resolución del juez de ejecución o juez competente, cuando
mediare pedido de un familiar, persona o institución responsable que asuma su
cuidado, previos informes médicos, psicológico y social que fundadamente lo
justifique.
Si lo estimare conveniente, el juez podrá disponer una supervisión adecuada
en la forma prevista en el artículo 32.
Por este artículo se crean dos nuevas hipótesis de detención domiciliaria. Se trata
de la posibilidad, sea cual sea el tiempo total de la condena, de cumplirlo bajo aquella
forma en el supuesto de l. Condenados mayores de setenta años, y 2. Condenados que
padecieran de enfermedad incurable en período terminal, posean la edad que posean. La
decisión deberá ser tomada por el juez competente o de ejecución, lo que junto a la
utilización de la voz “condenado”, demuestra a las claras que la misma pueda tener lugar
en el momento de la sentencia o aún durante el cumplimiento de la misma.
Estas nuevas hipótesis no poseen por regla genérica supervisión alguna, salvo que
así lo disponga la autoridad judicial de un modo expreso y se llevará a cabo de acuerdo
con lo dispuesto en el artículo anterior.
El 3 de Octubre de 1997 fue reglamentado el presente artículo por el Decreto
1058/97, el que transcribimos a continuación:
“Art. 1: Seis meses antes de que el interno cumpla setenta años de edad, a los
efectos de facilitar la posible aplicación de lo dispuesto en el art. 33, el Servicio Social
del establecimiento le informará los requisitos necesarios y, de haber expresado su
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Tuberculosis pulmonar.
Tuberculosis extrapulmonar o diseminada.
Infección por otras micobacterias diseminada o extrapulmonar.
Neumonía por P. Carinii.
Neumonía Recurrente.
Leucoencefalopatía multifocal progresiva.
Sepsis recurrente por especies de salmonella diferente de S. Typhi.
Toxoplasmosis cerebral.
Wasting Sindrome.
c) Dosaje de CD4 determinado con citometría de flujo inferior a cincuenta
células por milímetro cúbico en dos estudios sucesivos con treinta días de diferencia;
d) Falta de respuesta al tratamiento anterretroviral con indicación
adecuada y cumplimiento fehaciente;
e) Manifiesta dificultad psicofísica para valerse por sí mismo.
Art. 4: En todos los casos el informe social deberá acreditar la existencia del
pedido de un familiar, persona o institución responsable que asumirá el cuidado del
interno y su aptitud para ello, en caso de otorgarse la prisión domiciliaria. Juntamente
con los informes médico y psicológico, lo actuado será elevado al Juez de Ejecución o
juez competente.”
Este decreto, cuya regulación casuística no debe ser entendida como taxativa,
sino asimilarse en el sentido de la protección a la vida que la disposición sobre prisión
domiciliaria supone. Si bien la cortedad de sus miras pareciera dirigirse a la limpieza de
moribundos, movimiento de la lástima, presunción de inutilidad, la sanción de este tipo
de normas acallan muchos fárragos y pliegos, importando la presencia de una ultimada
real, fragilidad común. Temporalidad, al fin, de carne y hueso.
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domiciliaria”, nombre que acaso sea más adecuado que el presente, era la Dirección del
Régimen Correccional. Hoy, depende de un patronato o institución de asistencia social,
en la intención de resguardar la sacralidad del hogar y el respeto por su vida interna.
Otro distingo entre ambos sistemas se encuentra en la discrecionalidad judicial para el
establecimiento o no de la supervisión de que se cuenta. Ello surge del último párrafo del
artículo 33 en que se dice que el juez podrá disponer una supervisión adecuada “si lo
estimare conveniente”. Cuando no la hubiere, el condenado tendrá sobre sí la única
obligación de permanecer en su domicilio salvo causa justificada. Si la tuviere, la misma
funcionará a modo de valoración técnico-criminológica.
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privación de la libertad, el principio del “non bis in idem”, el caracter progresivo del
sistema de ejecución penal y el respeto por el derecho adquirido.
No brinda la presente ley, ni el resto de la normativa penal, ninguna consecuencia
a las revocaciones de la detención domiciliaria del art. 10 C.P., del art. 33 anteriormente
comentado, a la conversión de pena de multa en prisión (ello cuando se comprobase
fehacientemente la real posibilidad de pago del monto de la misma y la negativa fuere
absolutamente libre y voluntaria), a la revocación de la libertad condicional por
incumplimiento de las reglas de conducta del art. 27 bis C.P., ni a la del art. 15 C.P. Por
tanto, su especificación por el artículo precedente hace funcionar el principio de ley
especial, por lo que comienza a distinguirse donde antes no se lo hacía, y en función
unívoca, de acuerdo a los institutos reseñados aquí. Al no haber otra alternativa normada
ante los supuestos enumerados, la ejecución en prisión discontinua y semidetención se
vuelve de rigor. Ello, no obstante la utilización del verbo “podrá” en relación a la
decisión judicial, el cual tiene que ver con el sometimiento a uno u otro instituto, y al
pedido o consentimiento del condenado, establecidas aquí como las únicas alternativas
de aquella posibilidad.
El inciso f) viene a establecer una variable interesante en relación al régimen final
de los condenados previo a su salida en libertad, como único modo de prepararle, como
se ha dicho repetidas veces, para ello. A este fin se entenderá sentencia definitiva a
aquella que haya quedado firme, ya que se está hablando de condena final. En cuanto al
efectivo cumplimiento, deberá entenderse como todo período de cumplimiento de la
pena en prisión, o bajo alguna de las modalidades de la misma, cuando no importara
situación de libertad. Latamente, debe correr hasta el egreso del condenado del
establecimiento o régimen privativo de libertad. El juego de este inciso con el instituto de
la libertad asistida regulado por el art. 54, hace posible la salida del interno del que se
trate un año antes del agotamiento de la pena temporal; el juego con el instituto de la
libertad condicional, por su parte, hará posible el egreso del interno seis meses antes del
cumplimiento de las dos terceras partes de la condena total.
Tanto la prisión discontinua como la semidetención pueden ser aplicables a los
procesados por las razones apuntadas más arriba (ver los comentarios a los arts. 16, 23 y
32)
Prisión discontinua
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Art. 38. Se computará un día de pena privativa de libertad por cada noche de
permanencia del condenado en la institución.
Es irrazonable tomar como unidad de tiempo la semana laboral (art. 36) o los
períodos de dos meses (art. 37) en función de la medida del efectivo cumplimiento en
prisión de la pena impuesta; y luego computar sólo aquel espacio que haya tenido lugar
entre rejas. Ello coloca a quien se halle bajo la modalidad de la prisión discontinua en
igual condición que a un prófugo discontinuo, o de quien se hubiere incumplido la
condicionalidad de su libertad. El instituto de la prisión discontinua regulado en conjunto
con el de la semidetención, obliga ante esta irrazonabilidad, a suponer un lapsus en la
redacción de este artículo, propio de la pésima técnica legislativa conque está
confeccionado el texto de esta ley, y nos compromete a una interpretación posible por la
vía de la analogía. En efecto, a través de ella, en el estudio del cómputo de pena de la
semidetención en relación con el cómputo de pena de la prisión discontinua, debemos
encontrar el criterio correcto. Así, la unidad de tiempo de la semidetención es el día. Por
cada día podrá darse a cumplir en prisión el período diurno o el período nocturno. Mas,
el cómputo de cumplimiento final de la condena se realizará del siguiente modo: por cada
mañana o cada noche corresponde un día de prisión efectiva. Por lo tanto, si el mismo
juez es quien está fijando la unidad de tiempo para la proporción entre espacios libres y
espacios en encierro, esa misma unidad de tiempo deberá tenerse en cuenta a los fines del
cómputo de la pena. Así, se entenderá una semana por cada serie de 36 horas continuas
en el supuesto del art. 36 y dos meses de cumplimiento de la pena por cada veinticuatro
horas de autorización de incomparescencia en un establecimiento penitenciario, en el
supuesto del art. 37. Esta es la única solución que guarda coherencia con la télesis de
este instituto, y es la que armoniza con las disposiciones referentes a su renuncia o al
incumplimiento de las medidas de su desarrollo, en las que se establecerá “nuevo
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Semidetención
Por a través de este artículo podría entenderse que todo período de tiempo que
no se halle fehacientemente documentado como utilizado en función de las obligaciones
señaladas en el anterior, será tiempo entre rejas. Mas, tal interpretación importaría
invertir el principio enunciado por el art. 39, en el que la regla es el cumplimiento de las
obligaciones y necesidades personales. Lo correcto es la comprobación por medio de una
sencilla información sumaria, realizada por ante el juez de ejecución en el pedido de
otorgamiento de esta medida privativa de la libertad, o ante su otorgamiento. Una vez
dispuesto el término de su ejercicio por esa vía, continuará su cumplimiento salvo
posterior presentación por parte del sujeto al que se le aplique, demostrando que es
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precisa una mayor amplitud horaria, o que le es coartado el tiempo a su disposición por
la autoridad penitenciaria. Esta última sólo podrá modificar tales lapsos si comprobare el
incumplimiento recurrente por parte del interno de los tiempos asignados.
Prisión diurna
Prisión nocturna
Lo dicho acerca de la franja horaria por aplicación directa del art. 45 siguiente, es
aplicable asimismo a la prisión nocturna. Deben recordarse a este respecto, las ocho
horas que deben asegurarse para el reposo nocturno (art. 177 de la presente ley).
Art. 43. Se computará un día de pena privativa de libertad por cada jornada de
permanencia del condenado en la institución conforme lo previsto en los artículos
41 y 42.
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Queda claro que los períodos que fueren autorizados de esta manera, continúan
computándose a los fines de la prosecución de la condena.
Disposiciones comunes.
Art. 46. En el caso del inciso f) del artículo 35, si el condenado se encontrare
privado de libertad, previo a la ejecución de la resolución judicial, participará del
programa de prelibertad, establecido en el artículo 30, con una duración máxima
de treinta días.
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Tal renuncia, por la gravedad que implica en la vida del interno, su caracter
irrevocable (injustificado, por cierto) y la facilidad de su interposición, deberá ser
ratificada por ante el juzgado competente por el interno que así lo solicitase, previo ser
informado de todos los cambios que importará dicha decisión. Ello es así en virtud del
derecho a la información, al respeto de su voluntad y a la garantía de su situación
penitenciaria. Asimismo, deberá referirse el interno a las razones que le llevaran a tal
determinación, las que serán valoradas por el juez a fin de tomar las medidas pertinentes
en relación al régimen concreto, a sus controladores o al interno en sí propio.
Ello en cuanto a que la ley propende a la utilización de estos institutos como
pasos previos a la libertad definitiva, debiendo tenerse como principio siempre la mejor
situación legal y reglamentaria para el interno en función de su acercamiento a la
convivencia social extramuros, por lo que todo retraimiento en la obtención de medidas
más abiertas debe ser razonablemente fundado. El juez es quien hará aplicable la renuncia
en un supuesto determinado, ordenando la remisión a un establecimiento semiabierto o
cerrado. Esta resolución tiene caracter de sentencia que causa estado y por tanto debe
ser fundada, siendo viable la apelación en virtud de planteamiento de vicio de la
voluntad, deficiente fundamentación o (cuando las razones de la renuncia tuvieran que
ver con el irregular desenvolvimiento de la prisión discontinua o de la semidetención) no
aplicación correcta de sus funciones, de acuerdo al principio del “iura novit curia”.
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Art. 50. En los casos de los incisos c) y f) del artículo 35, cuando se presente ocasión
para ello y el condenado lo solicite o acepte, el juez de ejecución o juez competente
podrá sustituir, total o parcialmente, la prisión discontinua o la semidetención por
la realización de trabajo para la comunidad no remunerado fuera de los horarios
habituales de su actividad laboral comprobada. En tal caso se computarán seis
horas de trabajo para la comunidad por un día de prisión. El plazo máximo para el
cumplimiento de la pena con esta modalidad de ejecución será de dieciocho meses.
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Art. 54. La libertad asistida permitirá al condenado sin la accesoria del artículo 52
del Código Penal, el egreso anticipado y su reintegro al medio libre seis meses antes
del agotamiento de la pena temporal.
El juez de ejecución o juez competente, a pedido del condenado y previo los
informes del organismo técnico-criminológico y del consejo correccional del
establecimiento, podrá disponer la incorporación del condenado al régimen de
libertad asistida.
El juez de ejecución o juez competente podrá denegar la incorporación del
condenado a este régimen sólo excepcionalmente y cuando considere, por
resolución fundada, que el egreso puede constituir un grave riesgo para el
condenado o para la sociedad.
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fundamentación sólo podrá tener como argumento el hecho conteste de que el egreso
anticipado pudiera “constituir un grave riesgo para el condenado o para la sociedad”.
Cabría valorar si el condenado corre o no mayor riesgo para su integridad física y
espiritual en el establecimiento penitenciario que en libertad asistida.
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Durante el Octavo Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito
y Tratamiento del Delincuente, se aprobaron las “Reglas Mínimas sobre las Medidas no
Privativas de la Libertad”, en Diciembre de 1990. Fundadas en el principio de la mínima
intervención (art. 2.6), y con la intención de “reducir la aplicación de las penas de prisión
y racionalizar las políticas de justicia penal, teniendo en cuenta el respeto de los derechos
humanos, las exigencias de la justicia social y las necesidades de rehabilitación del
delincuente” (art. 1.5), se establecen los principios de su construcción, naturaleza y
desarrollo. Divide su tratamiento en tres fases: Fase anterior al juicio, fase de juicio y
sentencia y fase posterior a la sentencia.
Para la primera menciona entre las medidas a adoptar, desde el retiro de los
cargos cuando la “protección de la sociedad, la prevención del delito , la promoción del
respeto a la ley y los derechos de las víctimas” no exijan llevar adelante el caso, hasta la
prisión preventiva, como “último recurso” (arts. 5 y 6)
Para la segunda, menciona las siguientes sanciones no privativas de libertad,
como recomendación para ser adoptadas por los Estados firmantes (art. 8.2):
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solidario que se pretende suministrar, y por otro lado, no implica los resentimientos y
compras de beneficios que violentamente suponen las salidas individuales.
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relación al derecho de propiedad, en tanto que sólo se hacen poseer las horas pasadas,
los días que se han ido, en una carrera delirante hacia la incertidumbre.
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Capítulo Tercero.
Normas de Trato.
Este capítulo regula en forma general los aspectos relacionados con la vida
cotidiana del interno en el establecimiento en que se encuentra cumpliendo su condena.
Se verá en él cómo su situación allí se ve reducida a los aspectos meramente fisiológicos
de los mismos. Esto es, se les describe por a través de esta normativa como un sujeto
que sólo come, duerme y trabaja.
Denominación
(Art. 4 R.G.P.)
Una de tantas supuestas medidas de seguridad que recuerdo como signo de la
mecanización del personal penitenciario, de su impostación e imaginario, es la de hacerle
repetir al interno que va a ser excarcelado su nombre y apellido “en voz clara y alta” por
cada uno de los agentes que le van abriendo cada una de las puertas, aún aquellos que le
han visto a diario, y aún quien le hace entrega de su documento de identidad. El nombre,
así repetido, se desnaturaliza, pasa a ser la desnudez de una confesión situacional.
Nuevamente el interno es un receptor, sin función ni principio. Un mero gasto, un
consumidor final. Queda a expensas del exterior y al mismo tiempo atrapado por las dos
o tres limosnas que le acercan. Cuya dignidad socavan, pero que no puede exigírsele otra
actitud, ni reprocharle cinismo.
Higiene
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(Art. 43 R.G.P).
Acerca de la higiene obligatoria, puede verse cómo esta apreciación tiene un dato
valorativo, más asimilable al de pulcritud o decencia. En nombre de esta higiene, por
ejemplo, se prohibirá el uso del aro, del pelo largo, de la barba. Sobre el uso de ésta,
prohibido, restringido o molesto para las autoridades de cada establecimiento, por la que
se puede llegar a perder ciertos derechos propios del periodo de ejecución en que se
halle su portador, la CFEd de Bahía Blanca tuvo oportunidad de referirse en este sentido:
“Corresponde hacer lugar a la acción de amparo intentada por el condenado alojado en
una Unidad del Servicio Penitenciario, si la prohibición de que éste use barba, por la que
se agravia, no obedece a las razones de higiene aludidas por el art. 20 de la Ley
Penitenciaria”28 (S.,P., 1/9/1989. L.L., 1990-A, pag. 357; D.J., 1990-2, pag. 353)
(Art. 44 R.G.P.)
Se trata de una disposición eufemística, que no puede desconocer el actual estado
de saturación de nuestras cárceles, tanto para condenados como para procesados.
Careciendo nuestro país de una política criminal adecuada, basamentada en
principios retribucionistas, atrasada desde el punto de vista criminológico, y
pretendidamente universal, ocurre que cada vez más la sobrepoblación de las cárceles
evidencia la desatención de las responsabilidades del Estado en los otros ámbitos de su
debida actuación social. Delitos de poca monta, generalmente contra la propiedad, y
últimamente los correspondientes a la ley de estupefacientes, cuya aplicación rigurosa
linda ya con lo irracional, son los que habitan nuestros pabellones. Ambos, provenientes
de los sectores sociales más carenciados, quienes no pueden hacer frente a sus
dificultades económicas o psicológicas, y sobre los que se tiende el manto del delito de
modo tal que quedan abrazados por él. Luego, la selección penal se realiza en función de
los grados de exposición a los sistemas de control social. Esto es, en función de que la
persecución del delito es indiscriminada, aquellos más fáciles de atrapar serán los más
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S.,P., 1/9/1989. (L.L., 1990-A, pag. 357; D.J., 1990-2, pag. 353.)
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Art. 60. El aseo personal del interno será obligatorio. Los establecimientos deberán
disponer de suficientes y adecuadas instalaciones sanitarias y proveerán al interno
de los elementos indispensables para su higiene.
(Art. 45 R.G.P.)
En relación a este punto, debe destacarse la imposibilidad de vivir aseado entre la
basura, el abandono, la pérdida de la autoestima. Las instalaciones sanitarias son
endebles, y por otro lado, no resguardan la intimidad de los internos. Ello, sin olvidar
que las celdas no poseen en su mayoría los implementos adecuados para una higiene
personal completa (bidet, lavamanos, inodoro), en tanto que los sitios de castigo carecen
en absoluto de ellos. En oportunidad de la interposición de un Habeas Corpus
Correctivo, presentado por una de las internas de la Unidad Penitenciaria Nº VIII (Los
Hornos), que judicialmente fue interpretado como una acción colectiva, en parte porque
los hechos de los que se trataba involucraban y afectaban de modo directo a todas las
internas de aquella unidad, y en parte para proteger el nombre y la seguridad de aquella
que la interpusiera, el juez Federico Hooft realizó una inspección ocular en el
establecimiento. Allí pudo comprobar la inexistencia de sanitarios en las celdas,
reemplazados por tachos viejos, bolsas de nylon en que se metían los excrementos y se
colgaba de las rejas que daban al exterior para que no contagiaran de su hedor al interior
de la celda de cada una. Finalmente, el juez resolvió, a más de iniciar la causa penal
pertinente, el emplazamiento a la regularización de esa situación, con la puesta en
funcionamiento de los servicios indispensables para las internas, en un tiempo mínimo.
Entre los fundamentos se dijo que “tanto de la carta internacional de los derechos
humanos (Declaración Universal de 1948 y Pacto de Derechos Civiles y Políticos de la
ONU de 1966), como de la Convención Americana de Derechos Humanos de 1969,
aprobada por ley 23.054/1984, resulta que el reconocimiento explícito de la dignidad de
todo hombre como persona, marca límites infranqueables para la ejecución penal y más
aún para las detenciones cautelares, en función del principio de humanidad derivado de la
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dignidad de las personas” (Juz. Crim. y Correc. Nº 3, Mar del Plata, 10/3/1994. “Internas
Unidad Penitenciaria Nº VIII, Los Hornos, s/Habeas Corpus Correctivo Colectivo”29
(Art. 46 R.G.P.)
Tratándose de un deber del interno, la administración penitenciaria se encuentra
obligada a proveerlo de lo indispensable para su efectivo cumplimiento.
Alojamiento
Art. 62. El alojamiento nocturno del interno, en lo posible, será individual en los
establecimientos cerrados y semiabiertos.
En las instituciones o secciones basadas en el principio de autodisciplina se
podrán utilizar dormitorios para internos cuidadosamente seleccionados.
Vestimenta y ropa
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L.L.B.A., 1994, pag. 350; E.D., 157, pag. 406.
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Art. 64. Al interno se le proveerá de ropa suficiente para su cama individual, la que
será mudada con regularidad.
Alimentación
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Art. 47 del R.G.P.. Única variación, al fin de la segunda oración, se agrega: “no
estando permitida su cocción en los lugares de alojamiento”
Desde la posición en la que está estructurada la vida del interno, incapacitado de
conducirse a sí mismo, toda posibilidad abierta será humanitarismo, gesto de piedad,
despojo de la lástima. Se le viste, se le da de comer, se le procura asistencia médica (por
supuesto, de condiciones subnormales), porque aquel es incapaz hasta de procurarse los
más elementales servicios. Se trata simplemente de sostener uno de los goznes de la gran
maquinaria.
El dominio ocurre por imposición de mandatos, no por orden de prohibiciones.
La dependencia debe estar omnipresente. Cada gesto debe ser recordado como una
dádiva, cada alivio como un sustento.
Todo ello coadyuvará por un lado al olvido de sí mismo, a su infantilización, al
desconocimiento de lo que le es propio, y no meramente concedido.
La alimentación supone un derecho básico del ser humano, una necesidad
biológica, una imposición de la naturaleza. De ningún modo el ejercicio de esta necesidad
puede ser coartado o disminuido. No se entiende cómo podrá limitarse la posibilidad de
adquirir o hacerse llegar alimentos desde el exterior, no pudiendo ejercerse ese poder
como castigo disciplinario ni mucho menos como “medida de seguridad”. A diario
pueden verse las colas de familiares ante los puestos de requisa, donde examinarán el
contenido de cada paquete, vaciándolo violentamente delante suyo, desperdiciado sobre
la mugrosa mesa en que se deja derramar el paquete de azúcar o yerba mate, para una
vez que ha sido requisada la persona, asomarse desde otra ventanilla y recoger, en una
bolsa de residuos, obligatoria, y que el mismo familiar o visitante debe adquirir, los
alimentos deteriorados, rasgados, manoseados minuciosamente. Como si el vejamen se
trasladara a los objetos. Que ingresan asimismo con esa carga impersonal y vergonzosa
de la intimidad violada. El gusto opacado, con que se traga el remordimiento.
El artículo precitado del R.G.P. es similar al de la ley, mas, agrega una garantía y
una imposición. La garantía es que las disposiciones que denieguen la adquisición de
determinados alimentos, o su recepción por parte de sus familiares y visitas, debe ser
emanada de autoridad superior. Esta precaución es de ningún valor por lo ya expresado
acerca de dicha denegación. La imposición es que no está permitida la cocción de los
alimentos en los lugares de alojamiento.
En oportunidad de ir a entrevistar a uno de nuestros defendidos en la Unidad Uno
de Capital Federal, en los primeros días de 1997, se atendía provisoriamente en unas
gavetas que eran utilizadas para los profesionales de la asistencia social o la psicología.
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Las mismas se encuentran a pocos metros de la reja del pabellón de ingresos. Delante de
ésta última se hallaba un recipiente mugroso y oxidado, cilíndrico aún a pesar de escamas
y abolladuras. Identificándolo con un cesto de residuos, dejé caer allí unos papeles de
deshecho. Los mismos, cayeron sobre una superficie acuosa que apenas si reaccionó
frente a aquel elemento extraño. Uno de los ingresos que allí se encontraba, me explicó
que el contenido de ese tacho era el mate cocido de la mañana, destinado a su pabellón.
A lo que agregó que no me preocupara, que nadie se atrevía a beberlo.
Información y peticiones.
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El art. 22 R.G.P. estatuye la misma norma, dando un plazo máximo de cinco días
al Director para emitir resolución. Este plazo resulta razonable, pudiéndose aplicar en los
establecimientos para condenados, donde la seguridad jurídica exige su mayor claridad y
consustanciación, en el momento del ingreso del interno al régimen pertinente. Pudiendo
ocurrir que las peticiones tuvieran que ver con padecimientos estructurales o que
importan a un grupo de internos, las mismas pueden realizarse en forma colectiva. No
existirá muchas veces otro modo de expresar las quejas correspondientes, ya que se
encuentra siempre presente el temor a una represalia, menosprecio a consecuencia
directa del reclamo individual. Prohibiciones como las que contiene el art. 55 inc. 3º del
Código de Ejecución Penal de la provincia de Buenos Aires, que sanciona como falta el
“efectuar pedido o reclamaciones colectivas”, quedan definitivamente abrogados. Tales
previsiones sólo tienen su raíz en la lógica del miedo, y no es extraño que la misma
prohibición rija para el personal del Servicio Penitenciario, quienes ven asimismo
cercenado su derecho de asociarse y peticionar libremente en defensa también de sus
condiciones de desempeño.30
Art. 68. El dinero, los objetos de valor y demás prendas propias que el interno
posea a su ingreso o que reciba con posterioridad y que reglamentariamente no
puedan retener consigo serán, previo inventario, mantenidos en depósitos. Se
adoptarán las disposiciones necesarias para su conservación en buen estado.
Conforme los reglamentos, el interno podrá disponer de su dinero y otros objetos.
Los efectos no dispuestos por el interno y que no hubieren sido retenidos o
destruidos por razones de higiene, le serán devueltos a su egreso. De todo depósito,
disposición o devolución se extenderán las correspondientes constancias y recibos.
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Cuidados de bienes
Art. 69. El interno deberá cuidar las instalaciones, el mobiliario y los objetos y
elementos que la administración destine para el uso individual o común y
abstenerse de producir daño en los pertenecientes a otros internos.
Art. 50 del R.G.P.: “El interno deberá cuidar las instalaciones, el mobiliario,
los objetos y elementos que la administración destina al uso individual o común y
abstenerse de producir daño en los pertenecientes a otros alojados. Caso contrario, se
dispondrán las actuaciones administrativas y/o judiciales que correspondieren”.
Por esta disposición, a la par que se exonera a la administración de una
responsabilidad propia, el habitante de su soledad debe adecuar el espacio en que recela.
El desarraigo debe asearse y el cubil ser ordenado. Mas, se trata de confines de la
disciplina y no desarrollo del cuidado personal. Únicamente se impulsará al mejoramiento
de las condiciones de las celdas interiores, en cuanto las visitas puedan tener acceso a
ellas. De tal modo, su aspecto funciona vincularmente con el interno, quien las hará
formar parte de su presencia, demostración de ánimo y comunicación de fortaleza.
Art. 70. Para preservar la seguridad general, los registros en las personas de los
internos, de sus pertenencias y locales que ocupen, los recuentos y las requisas de
las instalaciones del establecimiento, se efectuarán con las garantías que
reglamentariamente se determinen y dentro del respeto a la dignidad humana.
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Traslado de internos
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Art. 72. El traslado del interno de un establecimiento a otro, con las razones que lo
fundamenten, deberá ser comunicado de inmediato al juez de ejecución o juez
competente.
Nos preguntamos, a consecuencia del artículo que antecede, cuáles son aquellos
traslados que pueden ser dispuestos sin la anuencia o la directa decisión del juez. Si aún
el llevado a cabo por razones de emergencia (ver art. 149 de la presente ley), debe ser
inmediatamente puesto en conocimiento de aquel, quien entre otras funciones posee la de
“autorizar todo egreso del condenado” (art. 4 inc. d), ordenar el cumplimiento de las
diferentes modalidades de la ejecución penitenciaria establecidos en el Capítulo II, en sus
respectivos establecimientos, fijando de antemano el régimen a que se le destinará a cada
interno; sólo razones de fuerza mayor pueden dar lugar a una decisión unilateral de la
administración penitenciaria para efectuar el traslado de internos de un establecimiento a
otro.
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Medidas de sujeción
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Art. 75. Sólo podrán adoptarse medidas de sujeción en los siguientes casos:
a) Como precaución contra una posible evasión durante el traslado del
interno;
b) Por razones médicas, a indicaciones de facultativo, formulada por escrito;
c) Por orden expresa del director o del funcionario que lo reemplace en caso
de no encontrarse éste en servicio, si otros métodos de seguridad hubieran
fracasado y con el único propósito de que el interno no se cause daño a sí mismo, a
un tercero o a un establecimiento. En este caso el director o quien lo reemplace,
dará de inmediato intervención al servicio médico y remitirá un informe detallado
al juez de ejecución o juez competente y a la autoridad penitenciaria superior.
(Art. 55 R.G.P.)
a) La posible evasión sólo puede llevarse a cabo en las condiciones en que su
eventualidad sea apoyada, realizable, concretamente avizorada como intento. Así, sólo en
ocasión en que el interno se encuentre acompañado de un sólo agente penitenciario, en
un medio libre, creemos que cabe emplear la sujeción; también acaso en individuos cuya
personalidad sea reconocidamente temeraria en ese aspecto. Mas, el triste espectáculo de
tres o cuatro agentes apurando a un sujeto esposado, convenientemente armados todos
ellos y en áreas absolutamente custodiadas, como el Palacio de los Tribunales, por
ejemplo, no guarda proporción con los extremos de excepción fijados en este articulado,
para con el empleo de tales prevenciones.
b) también son contados los supuestos en que razones estrictamente médicas
puedan obligar a la manutención del interno. El peligro en el uso de las manos debe estar
acompañado de cierto vigor en ellas, como para comprometer alguna dolencia o
enfermedad, las que precisamente disminuyen esa impulsión y por sí solas aplacan al
sujeto. Este inciso es únicamente aplicable al uso de sedantes recetados y en virtud de la
guarda de un reposo postoperatorio o necesario en virtud de una contingencia análoga.
c) Finalmente se menciona el supuesto del incontenible, al que en virtud de
situaciones reiteradas y para evitar ulteriores ataques a sí, a otro o al establecimiento, se
le sujeta como medida de seguridad. No se trata de un castigo encubierto para
reincidentes, el que se encontraría prohibido en virtud del artículo anterior a éste, sino de
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la protección llevada a cabo por ante sucesos violentos de reconocido origen en el sujeto
del que se trate. De allí la comunicación inmediata al médico, además de para
salvaguardar la integridad física del interno y conocer las consecuencias de su sujeción,
para estudiar en aquel la sobreviniencia de una inimputabilidad.
Para llevarse a cabo con las garantías prescriptas por el artículo que se comenta,
todas y cada una de las anteriores manifestaciones reales de violencias hubieron de haber
sido oportunamente comunicadas en cada caso al juez competente.
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tentativas o de resistencia por la fuerza activa o pasiva a una orden basada en una
norma legal o reglamentaria. Aún en estos casos, todo exceso hará pasible al
responsable de las sanciones administrativas y penales que correspondan.
(Art. 57 R.G.P.)
Las sanciones penales son las previstas especialmente en los arts. 143 al 144
quinto. Procede en cada caso como medida urgente el Habeas Corpus Correctivo, el que,
al igual que en el supuesto anterior, supondrá la constitución de una persona del juzgado
o tribunal que lo tramite en la sede del penal, y de ningún modo se podrá llevar a cabo
mediante el pedido de informes o de presentación del sujeto acusado. El magistrado
actuante debe “hallar el cuerpo” en las condiciones en que debe estar cumpliendo su
condena o el tiempo de su prisión preventiva. De allí que la presentación del interno
beneficiario de la acción debe llevarse a cabo en el seno mismo de la unidad
penitenciaria, en el momento de la llegada del personal judicial.
Art. 78. El personal que habitualmente preste servicios en contacto directo con los
internos no estará armado. Deberá recibir un tratamiento físico adecuado que le
permita actuar razonable y eficazmente para superar situaciones de violencia.
El uso de armas reglamentarias quedará limitado a las circunstancias
excepcionales en que sea indispensable utilizarla con fines de prevención o por
peligro inminente para la vida, la salud o la seguridad de agentes, de internos o de
terceros.
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dónde se trata de disuasión y a partir de dónde puede importar una provocación, tendrá
que ver con las variables de personas, tiempo y lugar en que dicha exhibición se esté
llevando a cabo.
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Capítulo Cuarto.
Disciplina.
Art. 79. El interno está obligado a acatar las normas de conducta que, para
posibilitar una ordenada convivencia, en su propio beneficio y para promover su
reinserción social, determinen esta ley y los reglamentos que se dicten.
Art. 81. El poder disciplinario sólo puede ser ejercido por el director del
establecimiento, quien tendrá competencia para imponer sanciones, suspender o
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dar por cumplida su aplicación o sustituirlas por otras más leves, de acuerdo a las
circunstancias del caso.
Art. 82. El reglamento podrá autorizar, con carácter restrictivo, que un miembro
del personal superior legalmente a cargo del establecimiento, pueda ordenar el
aislamiento provisional de internos cuando existan fundados motivos para ello,
dando inmediata intervención al director.
Art. 83. En ningún caso el interno podrá desempeñar tareas a las que vaya unido el
ejercicio de una potestad disciplinaria.
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(Art. 6º R.D.P.I.)
La utilización de internos para tareas disciplinarias no sólo es aberrante desde el
punto de vista de la seguridad jurídica, el orden administrativo y las responsabilidades de
la autoridad competente, sino que además resulta repugnante al círculo solidario que
convivencialmente es construido entre los internos y cuya integración es el único viso
existencial de repersonalización, de reconstrucción de uno mismo desde los otros. Sin
embargo, suele ser habitual que se utilicen a los llamados “buchones” a cambio de ciertos
privilegios, para la obtención de informes detallados sobre algunos de los internos que
comparten con ellos su experiencia carcelaria. Hemos visto en nuestro ejercicio de la
profesión hasta “presentaciones espontáneas” ante los juzgados de internos que se
encuentran dispuestos a declarar lo que les es confiado por otros; e inclusive se ofrecen a
encontrarse munidos de micrófonos a los efectos de tomar las declaraciones que se
realizan dentro de la prisión. La violación a la intimidad que ello supondría con más la
utilización de los internos para el “trabajo sucio”, no hacen más que poner de manifiesto
la indignidad moral que tal labor supone.
(Art. 7º R.D.P.I.)
Aplicación del principio de legalidad, el presente artículo no hace más que exigir
la ley previa escrita y estricta necesaria para la procedencia de una sanción. Las
infracciones son faltas a la norma, no a la motivación de la norma.
Art. 85. El incumplimiento de las normas de conducta a que alude el art. 79,
constituye infracción disciplinaria.
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La previsión de las conductas que suponen falta grave en la presente ley, viene a llenar el vacío que
dejaba el Dec. Ley 412/58, que derivaba a la administración toda la explicitación de las mismas.
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Por el art. 68 inciso c del Reglamento para Procesados Dec. 303/96, modificado
por el R.D.P.I., se requería que su tuviese específicamente dinero en cuanto objeto de
valor típico. Debe entenderse que este requisito más restringido suponía una corrección
en el sentido de hacer más rígida la previsión de la falta. Como ha quedado legislado,
puede dar lugar a cualquier tipo de arbitrariedades, en tanto que cualquier objeto
intercambiable por otro será asimilado al dinero. La figura típica debe entonces dirigirse
al uso que pueda darse, dado que se trata de impedir la compra de influencias o
privilegios, aunque no será éste el mejor medio para lograrlo.
c) Otra vez la relación con los objetos personales, “capaz de alterar contra la
vida, la salud, o la integridad propia o de terceros”, como si el hecho punible fuera una
cualidad de la cosa, mera objetivación, que sólo permite la siembra de uno de estos
cuerpos “sospechosos” durante las requisas.
d) Eludir los controles reglamentarios, por cualquier razón que fuere, sin
constituir compromiso a bien jurídico alguno, que sólo quiera preservar ciertas áreas de
la afectividad o del secreto, es una medida de simple desobediencia que no puede
describirse como conducta punible.
e) Este inciso tampoco requiere de un resultado concreto, siendo sus verbos de
pura actividad. Su vaguedad debe ser comprendida dentro de la producción de los delitos
de los que viene derivada su sustancia. Así, retener, será privar de la libertad, apresar,
impedir el movimiento durante un lapso corto de tiempo; agredir, deberá interpretarse
como injuriar o lesionar aún legítimamente. Coaccionar y amenazar serán, en el ámbito
de las obligaciones mínimas penitenciarias y en relación a las funciones de los agentes,
constreñir de un modo serio, por medio de la posible acusación de un mal ilegítimo, a la
realización de conductas que supongan privilegios o miramientos especiales que no
puedan ser obtenidos de otra forma.
f) La producción de temor, de control y dominio sobre otra persona tiene que ver
con la asunción de actitudes de apoderamiento y venta de protección. es muy difícil aquí
definir conceptualmente dicha acción subterránea. Cualquier cooptación (una amenaza
velada, una secreta atadura, una posesión silenciosa), para configurar este tipo
disciplinario, deberá ser medianamente continua, mediando la reducción o indignidad de
la víctima.
g) Acciones “real o potencialmente actas para contagiar enfermedades” puede ser
desde estornudar sin llevarse las manos a la nariz hasta penetrar carnalmente sin
protección a otro interno. Como principio y límite general de todos y cada uno de estos
incisos, su producción debe ser claramente dolosa.
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de auxiliar de la justicia y en el que deberán informar y respetar los derechos del interno
eventualmente imputado, en especial la prohibición de recibirle ‘manifestaciones
espontáneas’ (conf. Art. 184 segundo párrafo del Código Procesal Penal) y otro,
tendiente a determinar la existencia de la falta cuestionada, en el cual deberán
obligatoriamente dar oportunidad de descargo al interno sobre el mismo hecho, lo que en
la práctica implica recibirle una ‘manifestación espontánea’ de las fulminadas por la
norma ritual citada”.
De todos modos, cualquier delito doloso previsto en nuestra legislación penal
necesariamente para su realización, preparación o consumación, será receptado en la
ejecución de una de las presentes faltas, cuya naturaleza estriba precisamente en
sancionar cualquier conducta predilecta.
Con respecto a las faltas leves y levísimas, previstas en los reglamentos, el
espectro de prohibición será aún más genérico y difuso. Por otra parte, es doctrina
reiterada de nuestros tribunales, y conteste con un estado de derecho, la prohibición a la
administración de legislar normas penales. A partir de los fallos “Defino” y “Mouviel”, la
Corte Suprema de Justicia ha delimitado las atribuciones a este respecto. Es privativo del
órgano legislativo la sanción de todas las conductas previstas como sancionables, así
como las sanciones consecuentes que en cada caso se aplicarán, quedando reservadas a
la administración la regulación relativa a la circunstanciación espacial y temporal, las
variables de su especificación. Proponemos que dicha regulación (aún por realizarse, en
virtud de la derogación en bloque de todas las disposiciones anexas y reglamentarias del
Dec-Ley 412/58), como corresponde a la esfera administrativa, se trate de la
especificación de las faltas por esta ley previstas y ya comentadas, con la calificación
graduada consecuente. Ello importa, asimismo, la implícita derogación del R.D.P.I. en
tanto coloca en la Secretaría de Política Penitenciaria y de Readaptación Social,
atribuciones que no les son propias. En algún punto, deberá entenderse a la falta grave
como ley penal en blanco. Por ejemplo, en relación a los elementos incorporados en
violación de los procedimientos carcelarios, podría realizarse una tabla en función de la
descripción de distintos grupos de elementos (armas, drogas, bebidas alcohólicas,
teniendo en cuenta la prohibición de su uso y el riesgo que puedan implicar en la vida del
penal). Por supuesto, toda regulación podrá ser revisada en función de su legalidad y
razonabilidad (arts. 18 y 28 C.N.), revisión que deberá ser sumamente pormenorizada,
tratándose de la integración administrativa de leyes penales, de imprecisa
constitucionalidad, en función del principio de legalidad formal.
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del juego del que se trate, y las lesiones pasen a ser dirigidas contra la o las personas en
forma directa y descarada, con aprovechamiento de la situación creada por el
enfrentamiento lúdico, tales acciones pasarían a configurar la infracción del art. 18 incs. f
ó j del R.D.P.I. Por lo tanto, esta falta que aquí se comenta es inaplicable)
“f) No realizar en la forma encomendada las prestaciones personales en las
labores de limpieza o mantenimiento; (De nuevo puede verse cómo lo no dirigido es
prohibido).
“g) Alterar el orden con cantos, gritos, ruidos o mediante el elevado volumen de
aparatos electrónicos o autorizados; (La alteración del orden no constituye ninguna
acción típica, en cuanto a que no describe ninguna conducta específica ni ningún
resultado apreciable, sólo haciendo mención al medio utilizado. Alterar el orden muchas
veces significará molestar al agente de servicio, y muchas veces se tratará de descargas
naturales que, de comprimirse, pueden volverse mucho más gravosas. Sólo cuando se
tornara imposible la convivencia pacífica o el desarrollo de las actividades debidas del
penal, pueden tomarse medidas en el caso, mas, en ningún sentido puede considerarse
infracción salvo que constituya la figura del art. 17 inc. l o la del art. 18 inc. f, con lo
que la presente se vuelve asimismo inaplicable.)
“h) Formular peticiones o reclamaciones incorrectamente; (Sólo en cuanto sean
agraviantes puede entenderse como falta. La corrección en la forma, e incluso en el
contenido de la petición, de ningún modo pueden ser considerados infracciones. De otra
forma, la misma ley estaría desalentando uno de los pocos medios habilitados para que
los internos puedan hacer valer sus derechos o expresar sus inquietudes sobre el modo de
realización de su vida intramuros)
“i) No guardar la debida compostura y moderación en las acciones o palabras
ante otra u otras personas; (De nuevo, la pésima técnica legislativa correccional estatuye
una infracción definiéndola por la negativa. Ello, como hemos visto, en cuanto supone
que lo no debido es prohibido, es manifiestamente inconstitucional. Excepto en los casos
en que se llegue a las injurias o calumnias, se estará en presencia de la infracción del art.
18 inc. j del R.D.P.I. o el del art. 17 inc. y del mismo cuerpo legal. Razones por las que
esta infracción como tal, es inaplicable)
“j) No comunicar de inmediato al personal cualquier anormalidad, desperfecto
o deterioro producido en el lugar de alojamiento o en otras dependencias; (Las
comunicaciones a las que se refiere el inciso guardan relación con las normas de
seguridad del penal. Esto es, la anormalidad, desperfecto o deterioro que deben
comunicarse son aquellos que ocasionen un peligro cierto en las instalaciones de la
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Unidad en que se encuentre, o empeore las condiciones de vida de los internos. Este
deber de comunicar tiene estrecha relación con el derecho a peticionar, por lo que debe
hacerse fluido el diálogo con las autoridades de los establecimientos a los fines de
permitir llevar a cabo aquella prerrogativa y la presente obligación)
“k) Fumar en lugares u horarios no autorizados; (Otra norma referida a las
medidas de seguridad, análoga a la prescripta para la cocción de alimentos. Como se
apuntara allí, sólo se configurará la presente falta en el supuesto de fumar en un lugar
que por sus elementos, situación o funcionalidad, en los que dicha acción importe en sí
misma un riesgo cierto a las instalaciones del penal o a la integridad física de los internos,
agentes o visitas.)
“l) Fingir enfermedad para la obtención indebida de medicamentos o para
eludir una obligación;
“ll) Negarse a dar su identificación o dar una falsa a un funcionario en
servicio;
“m) Producir actos de escándalo en ocasión de ser trasladado a nuevo destino,
o conducido para la realización de diligencias judiciales u otras o durante las salidas
en los casos autorizados por la legislación vigente; (Existe un componente emocional
que es inevitable en cualquier disposición abrupta que se lleve a cabo sobre la vida de
una persona. El traslado en sí mismo es un hecho traumático y trascendente para
cualquier interno, ya que desconoce qué es lo que le espera en su nuevo lugar, si sus
visitas podrán seguir viéndole, si sus abogados se podrán comunicar con él, inclusive qué
será de sus compañeros a los que deja en el establecimiento que abandona; toda una
suma de angustias que hace inexigible la exaltación provocada por dicho traslado,
expresada a través de negativas o gritos en ocasión de llevarse a cabo.)
“n) No observar la consideración y el respeto debido a funcionarios y
visitantes; (Aquí, de un modo más que evidente se enuncia el principio de que “todo lo
no debido está prohibido, de flagrante inconstitucionalidad).
“ñ) Ausentarse, sin autorización del lugar que, en cada circunstancia, tenga
asignado.” (Claro está, siempre que ese lugar pueda satisfacer todas las necesidades
vitales, y entre ellas las de desentumecimiento provocado por el encierro cautivo, propias
de la jornada diaria de cualquier interno).
Puede verse a través de la enumeración de las faltas leves de qué modo está
cautivo el ámbito de lo mínimo, la vigilancia pesada no ya sobre los actos sino hasta de
los movimientos y actitudes. De ese modo, la punición de lo potencial acaba por impedir
cualquier desarrollo de lo propio.
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el sentido del art. 9º de la ley referida. Recordemos asimismo, que el acto administrativo
goza de presunción de legitimidad a menos que “la ley o la naturaleza del acto exigieren
la intervención judicial”, según reza el art. 12 de la Ley 19.549)
“d) Destruir, inutilizar, ocultar o hacer desaparecer, total o parcialmente,
instalaciones, mobiliario y todo objeto o elemento provisto por la administración o
perteneciente a terceros;
“e) Resistir pasivamente al cumplimiento de órdenes legalmente impartidas por
funcionario competente o no acatarlas; (cabe preguntarse aquí dónde encuentra la
acción su materialidad, dónde el dolo su sustrato, dado que se trata de una infracción de
mera desatención o desobediencia. Al respecto, el Instituto Interamericano de Derechos
Humanos en su Documento Final sobre Sistemas Penales y Derechos Humanos en
América Latina34 , expresa: “Es posible, sin duda, tipificar la desobediencia cuando ésta
se traduce en una lesión o puesta en peligro a un bien jurídico de cierta entidad, como
puede ser la violación de un cordón sanitario, por ejemplo, pero es inadmisible elevar a
delito cualquier injusto administrativo de desobediencia a riesgo de consagrar una
tipicidad que sólo afecta a la autoridad del Estado en sí misma”)
“f) Autoagredirse o intentarlo; (Acerca de la autoagresión, debe tenderse a
examinar su motivación, fuente o sentido. Ocurrirá a veces que se trate de huelgas de
hambre en protesta de las condiciones del penal, otras, manifestación del encierro mismo,
con lo que una pena más rigurosa sólo agravaría el peligro para sí, como reflejo
neurótico, vuelto sobre su misma raíz, a carcomer su nervio ralo.)
“g) Dar a los alimentos suministrados o prescriptos un destino distinto al
previsto; (Los autores de este libro hemos confundido el almuerzo o el desayuno con
sendos tachos de basura. Cuál puede ser un destino distinto para los alimentos del
desprecio. Las sobras del sistema, el mero mantenimiento calórico a base de grasas e
hidratos de carbono. Un destino distinto al previsto para la dieta de la lástima es por
ejemplo, digerirlo como si fueran trozos de pan sobre la mesa. Excepto cuando suponga
un derroche injustificado de los alimentos para el penal, esta falta no tiene cómo
configurarse.)
“h) Negarse injustificadamente a recibir el tratamiento médico indicado o los
medicamentos conforme lo prescripto o darle a éstos un destino diferente; (Ver el
comentario reseñado al inciso a)
34
“Sistemas Penales y Derechos Humanos en América Latina”, Informe Final, Coord. por Eugenio
Raúl Zaffaroni, Ed. Depalma, Bs. As., 1986.
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35
Ver, por ejemplo: Ricardo Levene (h) “Introducción al derecho Contravencional” de Ed. Depalma,
Buenos Aires, 1968.
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momento de cada actividad que realiza el interno en el seno del penal, comunicando lo
que a cada momento se esté llevando a cabo. Un barquito de papel puede confeccionarse
clandestinamente y regalarse a un tercero. Asimismo, cualquier otra cosa u objeto que se
quiera mencionar. Sólo es atendible este inciso en el supuesto de referirse a armas o
bebidas alcohólicas, mas, dichos extremos se encuentran previstos respectivamente por el
art. 18 inc. c. y por el 17 inc. n. del R.D.P.I.. En consecuencia, es impensable el ámbito
de aplicación del inciso comentado)
“r) No comunicar al personal cualquier accidente que sufra o presencie; (Existe
en las unidades penitenciarias o cárceles de procesados una solidaridad nuclear primaria
de quienes conviven en el mismo caracter, quienes intentarán resolver sus problemas
entre sí. En más de una oportunidad la no comunicación de las novedades que pudieran
ocurrir en el establecimiento, en el seno de un pabellón, por ejemplo, no son sino
expresión de esa cultura arraigada en el hombre de presidio. Sólo cuando exceda
totalmente a los internos la resolución de un accidente determinado, entonces se dará
parte a los agentes penitenciarios. Mas, la imposibilidad de integrar esta falta con la
norma pétrea que rige en los penales acerca de la autosuficiencia de los internos, la hace
inaplicable como tal.)
“s) Sabotear, interfiriendo o interrumpiendo el orden o la seguridad del
establecimiento; (Debe entenderse por acto de sabotaje aquel que “desorganizare,
destruyere, deteriorare o inutilizare, en todo o en parte, temporal o definitivamente,
documentos, objetos, materiales, instalaciones, servicios o industrias de cualquier
naturaleza” -art. 7º Ley 13.985- con los propósitos, viables en razón de dichos actos, de
interferir o interrumpir el orden o la seguridad del establecimiento, como dispone el
presente inciso.)
“t) Utilizar equipos o maquinarias sin la debida autorización o en
contravención con las normas de seguridad fijadas; (Claro que los equipos o
maquinarias de que trata este inciso, serán aquellos de propiedad del establecimiento,
afectados a determinada función, y como tales, de dominio público. Sólo cuando se los
utilizare con otro fin que el previsto para tales elementos, o se crearen a través de ellos
situaciones de riesgo innecesario, podrá darse por configurada esta falta)
“u)Mantener o intentar mantener contactos clandestinos dentro del
establecimiento o con el exterior; (De nuevo la clandestinidad por sí se encuentra
tipificando una figura contravencional. Las piedras muchas veces sólo pueden ser
atravesadas por las raíces, aquellos vínculos que se tienden hacia una mano, una voz, una
cara. Por encima de los barrotes, a veces colgados desde pisos superiores, los gritos
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110
atraviesan el espacio para llevar un gesto de presencia a la mujer, al amigo, a los hijos. La
folklórica “paloma” que lleva con las manos la palabra distante. No vemos que haya
forma de internalizar esta norma, ya que su télesis va en dirección contraria a la íntima
necesidad del interno, y a su misma concepción del paso por el penal.)
“v) Divulgar noticias, antecedentes o datos falsos para menoscabar la
seguridad o el prestigio de las instituciones; (Deben ser noticias o datos falsos
verosímiles y concretamente direccionados a lograr acciones determinadas para el
menoscabo cierto de la seguridad penitenciaria. Acerca del prestigio, debe tomarse en
cuenta su tremenda subjetividad en quienes padecen encierro, y por otro lado, no debe
estatuirse como un deber ser, sino como el prestigio real que la institución posea, el que
por estos tiempos se halla bastante demacrado, por razones que se hallan expuestas a lo
largo de este trabajo, y por otras muchas oscuridades que permanecen ensimismadas, sin
tomar luz.)
“w) Regresar del medio libre en estado de ebriedad o bajo el efecto de
estupefacientes; (Análogamente a quienes consumen bebidas alcohólicas o drogas en el
interior del penal, en tanto resulten perturbadores de la convivencia, dificultándola,
despertando burlas o envidias, se sanciona por esta falta a quien regrese en ese estado al
establecimiento. La falta se configura, pues, al momento del reintegro, sin importar si el
sujeto hubo estado en otro momento bajo el mismo efecto.)
“x) Desatender, injustificadamente, o tratar con rudeza, en el caso de la interna
madre, a su hijo;
“y) Maltratar, de palabra o de hecho, a visitantes;
“z) Intentar o mantener relaciones sexuales no autorizadas. (Los jueces deberían
saber que cada vez que se dispone la prisión de un detenido por delitos contra la
honestidad, el mismo va a tener un alto riesgo de ser violado por otros internos. Deben
asimismo preverse la protección para grupos travestistas u homosexuales, de los que
suele malentenderse una predisposición fungible al sexo, en sectores como el que puebla
las prisiones, de uno y otro lado, sin hablar de lo que ocurre en las calles, víctimas del
desprecio y la caricatura sociales y cuando no, de la represión injustificada. Mas, si dos
internos llegaren a ser pareja en el interior del penal, sus relaciones deben ser respetadas
y protegidas como lazos desesperados a una ternura que fácilmente se olvide. Lo mismo,
en el supuesto en que una visita ordinaria o especial se transformara por sí en un
encuentro sexual, aún no estando prevista como visita “higiénica”. Siempre que se
respetaran las normas mínimas de recato y pudor frente a los otros internos y agentes, no
pueden configurar falta dichas situaciones)
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Art. 86. El interno estará obligado a resarcir los daños o deterioros materiales
causados en las cosas muebles o inmuebles del Estado o de terceros, sin perjuicio de
ser sometido al eventual juicio penal.
(Art. 28 R.D.P.I..)
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afectados por tal medida en el art. 19 inc. d del R.D.P.I.: “Suspensión o restricción
parcial de los derechos reglamentarios de visita y correspondencia; suspensión o
restricción total o parcial de los siguientes derechos reglamentarios: Comunicaciones
telefónicas, recreos individuales o en grupo, participación en actividades recreativas,
culturales y deportivas, adquisición o recepción de artículos de uso y consumo
personal, de diarios o revistas y acceso a los medios de comunicación social de hasta
quince días de duración”. Al respecto, cabe decir que en relación a los derechos
consustanciales con el ser humano como tal, dichas medidas son arbitrarias e inviables.
No sólo el principio de intrascendencia de la pena se ve afectado por tales reacciones,
sino el sentido mismo de la pena privativa de libertad. En efecto, si se trata de encerrar
para lograr la apertura social del interno, todo cuanto pueda suponer un dar de su parte,
debe ser tomado como un avance en dicho camino. Sólo podrán coartarse los derechos
de índole recepticia, dependiente en forma excluyente e inmediata del Servicio
Penitenciario Federal.
El modo de ejecución de esta sanción viene establecido por el los arts. 54 y 55
R.D.P.I.:
“Suspensión o Restricción de Derechos Reglamentarios.
“Art. 54: La suspensión o restricción total o parcial de derechos
reglamentarios, por el término que en cada caso se determine que no excederá de
quince días, podrá consistir en la prohibición de:
“a) Acceder a los medios de comunicación social;
“b) Adquirir artículos de uso y consumo personal permitidos;
“c) Recibir artículos de uso y consumo personal permitidos;
“d) Mantener comunicaciones telefónicas;
“e) Recibir o remitir correspondencia por cualquier medio;
“f) Recibir visitas.
“Art. 55: El interno sancionado con lo previsto en el art. 54 inciso f), tendrá
derecho a recibir durante la vigencia de la sanción una visita en locutorio durante una
hora de familiar directo o de allegado en caso de e no contar con aquel.”
“El interno sancionado con lo previsto en el art. 54 inciso e) tendrá derecho a
recibir y remitir una pieza de correspondencia durante la vigencia de la sanción.
“El interno sancionado con lo previsto en el art. 54 inc. d) podrá solicitar se le
difiera el cumplimiento de mediar razones humanitarias debidamente comprobadas.”
d) Permanencia en su alojamiento individual o en celda cuyas condiciones
no agraven ilegítimamente la detención, hasta quince (15) días ininterrumpidos.
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113
36
Ver: “Construcciones Penitenciarias”, publicación del Ministerio de Educación de Justicia, editada
por la División Publicaciones y Biblioteca, en Bs. As., 1962, con relato del proyecto y planos de la
Unidad de Encausados Nº 1 de la Capital Federal.
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“Disposiciones Transitorias.
“Art. 69: Si las condiciones físicas o edilicias del establecimiento no permiten
la ejecución de una sanción en la forma prevista en este reglamento, el Director
aplicará una de menor gravedad.”
(Arts. 56 y 57 R.D.P.I.)
El R.G.P., por otra parte, prevé tres modos de aislamiento que no obedecen a un
caracter correctivo en virtud de una falta disciplinaria:
1. Es aquel que meramente obedece a una causa de caracter procesal precautorio,
cuyo fin no puede ser otro que resguardar el derecho al silencio, privacidad e intimidad
de los detenidos al momento de su ingreso, y en relación a determinados otros internos
implicados en su misma causa. Tal instituto es el de la incomunicación, la que sólo puede
entenderse en función de ciertas y determinadas personas en particular, de ningún modo
en relación a su defensor o grupo afectivo directo. Este régimen, de los incomunicados,
se encuentra establecido en los arts. 25 a 27 del R.G.P.:
Art. 25: “Cuando el juez hubiere dispuesto la incomunicación del interno, el
funcionario que recibiere la orden la pondrá de inmediato en conocimiento del Director
del establecimiento, quien será responsable de su estricto cumplimiento.
“Sin que se quebrante la incomunicación, cuando sea posible, se le permitirá al
interno un recreo al aire libre de, por lo menos, una hora diaria.”
Art. 26: “Se permitirá al incomunicado el uso de libros u otros objetos que
solicite siempre que no puedan servir para eludir la incomunicacion, atentar contra su
vida o la ajena, facilitar una evasión o generar un peligro común.
116
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Remitir aquí a la página donde se los transcribe.
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Art. 89. El director del establecimiento con los informes coincidentes del organismo
técnico-criminológico y del consejo correccional del establecimiento, podrá
retrotraer al período o fase inmediatamente anterior al interno sancionado por
falta grave o reiterada.
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“Concurso de Infracciones.
“Art. 25: Cuando un mismo hecho cayere bajo más de una sanción o cuando
constituya el medio necesario para la comisión de otra infracción, podrá aplicarse la
sanción prevista para la falta más grave.”
(Este artículo traduce para la falta disciplinaria la previsión del art. 54 del Código
Penal, de concurso ideal, del que el supuesto que menciona a continuación es uno de sus
posibles ejemplos).
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“Infracción Continuada.
“Art. 27: Se podrá imponer hasta el máximo de la sanción correspondiente a la
infracción más grave cuando el interno cometa tres o más hechos, respondiendo a un
mismo propósito, que constituyan una misma infracción disciplinaria.”
(Se trata de una traslación de la figura del “delito continuado” a la faz
disciplinaria. Supone un concurso ideal en función de un mismo plan a seguir con
idénticos lineamientos repetidos en cuanto a bien jurídico protegido, y el contexto de su
realización)
Art. 91. El interno debe ser informado de la infracción que se le imputa, tener
oportunidad de presentar sus descargos, ofrecer prueba y ser recibido en audiencia
por el director del establecimiento antes de dictar resolución, la que en todos los
casos deberá ser fundada. La resolución se pronunciará dentro del plazo que fije el
reglamento.
Iniciación
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“Art. 31: El parte disciplinario o el acta que se labre con la denuncia del
damnificado o de terceros deberá contener, bajo pena de nulidad, al menos:
“a) Relación sucinta del hecho con las circunstancias de tiempo y lugar;
“b) Indicación de partícipes, damnificados y testigos, si los hubiere;
“c) Mención de otros elementos que puedan conducir a la comprobación de la
presunta infracción;
“d) Medidas preventivas de urgencia que se hubieren adoptado;
“e) Día, hora, lugar en que se labró el parte o acta, los que deberán ser
suscriptos por el funcionario actuante con aclaración de e nombre y apellido e
indicación de la función que desempeña”.
“Art. 33: En ningún caso la redacción del parte disciplinario podrá estar a
cargo de personal que estuviere vinculado con el hecho”.
“Medidas Cautelares
“Art. 34: Cuando sea necesario evitar la persistencia de la infracción y sus
efectos y asegurar elementos probatorios, la autoridad de mayor jerarquía en servicio
podrá, como medida preventiva de urgencia, disponer:
“a) El secuestro de las cosas relacionadas con la infracción, de los elementos
no autorizados y de todo aquello que pueda servir como medio de prueba;
b) El registro de la persona, o de los lugares pertinentes.
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“Art. 38: En caso que se impusiere al interno las sanciones previstas en los
incisos b), c), d) y f) del Art. 19, se imputará a su cumplimiento el tiempo pasado en
aislamiento provisional”.
(Demás está decir que de todas formas, las medidas cautelares que se hayan
tomado sobre el interno, de ser sancionado con una pena menor, deberá tenérsela por
cumplida. De haberse hallado no culpable, el tiempo sufrido en aislamiento de algún
modo requiere una reparación, la que bien puede ser el adelanto en igual término de los
plazos previstos reglamentariamente para ser evaluado por la Juntas de Calificación a los
efectos de ser promovido a una faz posterior a la que se encuentre.)
“Investigación
“Art. 39: Recibido el parte disciplinario o, en su caso, el acta de la denuncia el
Director, si encontrare mérito para ello, dispondrá la instrucción del sumario. A tal
efecto, designará sumariante y secretario. La elección no podrá recaer en quienes
hubieran suscripto el parte disciplinario o estuvieren involucrados en el hecho.”
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“Audiencia.
“Art. 44: Decepcionado el expediente disciplinario, el Director deberá recibir
de inmediato al interno en audiencia individual y dictar resolución del caso dentro del
plazo máximo de dos días hábiles de realizada aquella. (Se trata de una verdadera
Declaración Indagatoria, ya que se trata de la audiencia prestada por el acusado,
pudiendo proceder, de encontrárselo culpable, una pena determinada; constituyendo el
medio de defensa por excelencia de la imputación que recibe; y por lo tanto, la presencia
del abogado defensor, ya sea el correspondiente a la etapa de ejecución o aquel que
llevare la causa del interno procesado, es obligatoria bajo pena de nulidad. De otro
modo, no habría posibilidad de defensa cierta de Derecho -interposición de nulidades o
ataques al reglamento o a la ley- por lo que el derecho al debido proceso, en el ámbito
carcelario, dejaría de existir, colocando al interno en una notoria desigualdad de medios
frente al instructor de su procedimiento. Al respecto, la misma Corte suprema de Justicia
de la Nación se ha expedido en el sentido que en los procedimientos por faltas y
contravenciones, la garantía de la defensa en juicio lleva implícita la de contar con
asistencia profesional38
38
in re: “Casinelli, José G.”, CSN 304-1886 L.L., Rep.LIV, pag. 387, nº 7, entre otros.
124
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“Resolución.
“Art. 45: La resolución que dicte el Director deberá contener:
“a) Lugar, día y hora;
“b) Hechos probados, su calificación y autor o partícipe de ellos;
“c) Constancia de que el interno ha sido, previamente, recibido por el Director;
“d) La merituación de los descargos ofrecidos por el interno;
“e) Sanción impuesta y su modalidad de ejecución; y en su caso, si será de
efectivo cumplimiento o quedará en suspenso total o parcialmente conforme lo
establecido en el art. 24; si se da por cumplida la sanción o se la sustituye por otra más
leve dentro de la correlación fijada en el art. 20;
“f) Orden de remitir al Juez competente dentro de las seis horas subsiguientes a
su dictado y por la vía más rápida disponible copia auténtica del decisorio;
“g) Orden de anotación en el Registro de Sanciones y en el Legajo del interno;
“h) Designación del miembro del personal directivo encargado de la
notificación, la que se efectuará de inmediato.”
“Notificación.
“Art. 46: En el acto de notificación al interno el funcionario designado deberá
informarlo de los fundamentos y alcances de la medida, exhortarlo a reflexionar sobre
su comportamiento e indicarle, bajo constancia, que en ese mismo acto o dentro de
cinco días hábiles, podrá interponer recurso ante el Juez competente, teniendo el
recurrente, en su caso, la posibilidad de reiterar las pruebas cuya producción le
hubiese sido denegada.”
“Recurso de Apelación.
“Art. 47: El recurso interpuesto deberá ser remitido al Juez competente por el
Director por la vía más rápida disponible dentro de las seis horas subsiguientes a su
interposición.”
“Art. 48: Tanto el recurso verbal, asentado en el acta, como el escrito que
presente el sancionado, serán agregados a las actuaciones y elevados al Juez
competente, previo asiento en el Registro de Sanciones y en el Libro de Mesa de
Entradas del establecimiento, dejando copia autenticada en el Legajo del interno
recurrente.”
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126
“Art. 49: La interposición del recurso, no tendrá efecto suspensivo, a menos que
así lo disponga el magistrado interviniente”.
Art. 92. El interno no podrá ser sancionado dos veces por la misma infracción.
(Art. 10 R.D.P.I.)
Aplicación del principio del “non bis in idem”, interesa a los fines de no ser tenida
en cuenta la misma infracción en dos periodos evaluativos consecutivos, en pos de la
evaluación del interno. Por otra parte, se trata también de evitar que las sanciones
puedan realizarse en distintos ámbitos y fuera de las medidas previstas por el art. 87.
Art. 93. En caso de duda se estará a lo que resulte más favorable al interno.
(Art. 11 R.D.P.I.)
La duda podrá referirse sólo a la configuración o no de determinada falta, no en
cuanto a los hechos que se dieron lugar, los cuales deben estar fehacientemente
comprobados para dar lugar a una sanción.
(Art. 12 R.D.P.I.)
Una sanción dentro del presidio es toda medida mortificante más allá del encierro
en sí propio, que tiene lugar en virtud de una falta. En más de una ocasión, se practican,
en virtud de la supuesta búsqueda de elementos de fuga, o por simple rutina, la requisa
integral de todo el penal, o de zonas o pabellones determinados, en que son desnudados
los internos y violentada su intimidad, destruidas y arrojadas sus pertenencias y muchas
veces privados ilegítimamente de ellas. Es uno de los ejemplos más preclaros y
cotidianos de la sanción colectiva. A más de procederse. en más de una ocasión, a la
negación absoluta de la visita por la acción de riesgo de un interno, o la amenaza de
todos ellos como respuesta a una acción particular. Todas medidas que oponen a los
internos unos contra otros, desestabilizando cualquier lazo de alineación en pos de una
lucha común. Tales procedimientos, deben cejar en su accionar, y en cuanto se
produzcan, deberán tomarse las medidas sancionatorias, disciplinarias y penales
correspondientes.
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Art. 96. Las sanciones serán recurribles ante el juez de ejecución o juez competente
dentro de los cinco días hábiles, derecho del que deberá ser informado el interno al
notificársele la resolución. La interposición del recurso no tendrá efecto suspensivo,
a menos que así lo disponga el magistrado interviniente. Si el juez de ejecución o
juez competente no se expidiese dentro de los sesenta días, la sanción quedará
firme.
(Ver arts. 46 a 49 del R.D.P.I.) 39 “Las correcciones serán recurribles por vía
administrativa dentro de los tres días hábiles de notificadas, siendo la última instancia
administrativa la autoridad penitenciaria superior. De este derecho deberá ser
39
Remitir aquí a la página donde se los transcribe.
127
128
Art. 97. Las sanciones y los recursos que eventualmente interpongan los
sancionados, deberán ser notificados al juez de ejecución o juez competente por la
vía más rápida disponible dentro de las seis horas subsiguientes a su dictado o
interposición.
(Art. 24 R.D.P.I.)
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Esta atribución también la poseerá el juez competente, en virtud del principio por
el que “quien puede lo más puede lo menos”. Esto es, si posee la atribución de retraer
absolutamente la medida sancionatoria, asimismo podrá suspenderla en su ejecución.
129
130
Capítulo Quinto.
Conducta y Concepto.
Art. 101. El interno será calificado, asimismo, de acuerdo al concepto que merezca.
Se entenderá por concepto la ponderación de su evolución personal de la que sea
deducible su mayor o menor posibilidad de adecuada reinserción social.
Nuestro art. 19 C.N. establece el principio de reserva por el cual se fija el ámbito
de dignidad personal y material de los individuos. 40 El examen de conducta no debe ser
un juicio de valor moral, sobre la base de la conducción en la vida del sujeto, sino en
función de su integración al cuerpo social, esto es, su posibilidad de convivencia, aún con
las normas propias de su estructura íntima. Por tanto, la calificación debe realizarse en
función de las faltas disciplinarias, esto es, con un enfoque en las actitudes y aptitudes
negativas a aquella integración, no orientadas a un deber ser integral del ser humano,
propio del complejo de civilización dominante del que hemos hablado en la primera
parte. Orientación esta que puede llegar a grados de arbitrariedad manifiesta y de
producción de dolor innecesario más allá del interés social en la pena.
No debe distinguirse, luego, entre conducta y concepto, en tanto que uno es la
expresión existencial de un comportamiento y el otro la interpretación normativa que la
califica.
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a) Ejemplar;
b) Muy Buena;
c) Buena;
d) Regular;
e) Mala;
f) Pésima.
131
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que haga a los derechos del interno, el desarrollo de su vida en el penal y las condiciones
del cumplimiento de su pena; cuánto más en el caso de los procesados, sobre quienes el
juez de la causa tiene responsabilidad inmediata. Lo contrario, sería trasladar a un órgano
consultivo, la decisión final de los puntos sobre los que tenga conocimiento.
132
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los datos incorporados de tal manera, pudiéndose actuar con perito de parte y contando
con la posibilidad de llamar a una junta examinadora en caso de duda razonable.
133
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Capítulo Sexto.
Recompensas.
Art. 105. Los actos del interno que demuestren buena conducta, espíritu de
trabajo, voluntad en el aprendizaje y sentido de responsabilidad en el
comportamiento personal y en las actividades organizadas del establecimiento,
serán estimulados mediante un sistema de recompensas reglamentariamente
determinado.
134
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Capítulo Séptimo.
Trabajo.
Principios Generales
Art. 106. El trabajo constituye un derecho y un deber del interno. Es una de las
bases del tratamiento y tiene positiva incidencia en su formación.
135
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por el presente título de la Ley. Sólo es aplicable a los beneficios a que se refiere la
última parte del art. 97.
En virtud del último inciso, serán aplicables al trabajo penitenciario los principios
de buena fe, irrenunciabilidad, estabilidad, proporcionalidad y todos aquellos previstos en
el Derecho del Trabajo. Cualquier quita del trabajo sin causa justificada dará lugar a
indemnización. No son aplicables al trabajo penitenciario las normas de flexibilización
laboral, cuya finalidad es la promoción del empleo, dado que aquel no se realiza en
función de un contrato libre sino en virtud de disposiciones como la presente que obliga
a la administración a dar trabajo como parte de la función resocializadora o formadora de
la pena. Por otra parte, se trata de trabajadores cautivos, que no poseen elección alguna
de modalidades, patrones y ni siquiera de la actividad que realizarán o del horario y los
lugares de trabajo que se les asignen.
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Art. 109. El trabajo del interno estará condicionado a su aptitud física o mental.
Art. 98 R.G.P.: “El trabajo estará condicionado a la aptitud física y mental del
interno y propenderá a que mantenga o adquiera hábitos de trabajo, actualice la
capacitación profesional que facilite su futura inserción en el mercado laboral y
mediante su salario contribuya, en lo posible, a su mantenimiento y al de su grupo
familiar dependiente.”
(Art. 99 R.G.P.)
41
García Basalo, C.: “La integración del trabajo en la economía nacional”, pag. 14.
137
138
Formación Profesional
Organización
138
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Art. 118. La administración velará para que las tareas laborales se coordinen con
los horarios destinados a otros aspectos del tratamiento del interno.
Remuneración.
139
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Art. 120. El trabajo del interno será remunerado, salvo los casos previstos por el
art. 111. Si los bienes o servicios producidos se destinaren al Estado o a entidades
de bien público, el salario del interno no será inferior a las tres cuartas partes del
salario mínimo vital móvil. En los demás casos o cuando la organización del
trabajo esté a cargo de una empresa mixta o privada la remuneración será igual al
salario de la vida libre correspondiente a la categoría profesional de que se trate.
Los salarios serán abonados en los términos establecidos en la legislación
laboral vigente.
Art. 109 R.G.P.: “El trabajo del interno será remunerado, salvo los casos
previstos por el artículo 99. Si los bienes o servicios producidos se destinaren al Estado
Nacional o a entidades de bien público, el interno percibirá el salario mínimo vital
móvil debiéndose realizar las previsiones presupuestarias pertinentes. En los demás
casos o cuando la organización del trabajo esté a cargo de una empresa mixta o
privada, la remuneración será igual al salario de la vida libre correspondiente a la
categoría profesional de que se trate. En todos los casos se deducirá el veinticinco por
ciento en concepto de reintegro de los gastos que causare al establecimiento.
“Los salarios serán abonados en los términos establecidos en la legislación
laboral vigente.”
El presente artículo viene a cercenar, arbitrariamente, el principio establecido por
los artículos anteriores, en el sentido en que el trabajo del interno poseerá todas las
características legales del derecho laboral. (arts 117 y ccdtes. de la presente ley). En
relación al salario a percibir, el que le es ampliamente indisponible y se encuentra desde
un principio reducido para la satisfacción de determinadas obligaciones pecuniarias del
condenado; vuelve aquí a padecer un nuevo recorte en función del destino a que se dirija
la labor del interno.
Por otro lado, y haciendo gala de la penosa técnica legislativa que a lo largo de
toda esta ley tiene lugar, la clasificación basada en el destino de los bienes o servicios
producidos, se contrapone a otra que tiene su criterio en cuanto al carácter privado o
semiprivado de la empresa organizadora. A los fines de aclarar este entuerto,
precisaremos los supuestos y efectos según se de una u otra situación:
Según el destino de los bienes y servicios producidos por el trabajo del interno:
a) El Estado, o entidades de bien público, con mínimo de sueldo: ¾ partes del Salario
Mínimo Vital y Móvil (condenados) o el Salario Vital y Móvil íntegro (procesados)
b) Otros: Salario igual al de la vida libre, correspondiente a cada categoría.
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Art. 110 R.G.P.: “No habiéndose trabado medidas precautorias sobre los bienes
del procesado y comunicadas a la Dirección de la cárcel o alcaidía, deducidos los
aportes correspondientes a la seguridad social y al reintegro de los gastos que el
interno causare en el establecimiento de acuerdo con lo normado en el artículo
anterior, el salario será distribuido en la siguiente forma:
“a) Ochenta por ciento de libre disposición por el procesado.
“b) Veinte por ciento para formar un fondo de reserva que le será entregado al
ser puesto en libertad sin que medie sentencia condenatoria definitiva. Si resultare
condenado, ese fondo se aplicará de acuerdo a los incisos 1º, 2º y 4º del art. 11 del
C.P.”
Art. 111 R.G.P.: “Del salario del interno, deducidos los aportes
correspondientes a la seguridad social y al reintegro de los gastos que el interno
causare en el establecimiento de acuerdo con lo normado en el art. 109, podrá
descontarse, en hasta un veinte por ciento, los cargos por concepto de reparación d
daños intencionales o culposos causados en las cosas muebles o inmuebles del Estado
Nacional o de terceros.”
El artículo 11 C.P. dispone que : “El producto del trabajo del condenado a
reclusión o prisión se aplicará simultáneamente:
“1) a indemnizar los daños y perjuicios causados por el delito que no se
satisficiera con otros recursos:
“2) a la prestación de alimentos según el Código Civil;
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143
Art. 126. En los casos previstos en el art. 122, la parte destinada para costear los
gastos que el interno causara al establecimiento, acrecerá su fondo propio.
Art. 128. El fondo propio, deducida en su caso la parte disponible que autoriza el
artículo anterior, constituirá un fondo de reserva, que deberá ser depositado a
interés en una institución bancaria oficial, en las mejores condiciones de plaza.
Este fondo, que será entregado al interno a su egreso, por agotamiento de pena,
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Art. 129. De la remuneración del trabajo del interno, deducidos los aportes
correspondientes a la seguridad social, podrá descontarse, en hasta un 20 % los
cargos de concepto de reparación de daños intencionales o culposos causados en las
cosas muebles o inmuebles del Estado o de terceros.
Por el art. 121 queda distribuido el sueldo legítimamente habido por los internos,
en las porciones correspondientes: Un 10 % para indemnización de los daños producidos
por el delito, un 35 % para la prestación de alimentos, un 25 % para los gastos que su
detención produzca en el establecimiento y un 30 % apenas, restante, como fondo
propio. Esta última porción, luego, puede ser percibida por la administración o por el
interno (art. 122). Mas, es atribución del órgano administrativo el autorizar disponer de
hasta el 30 % de esta, su parte propia. Si a ello le agregamos el supuesto previsto por el
artículo 129, donde se le resta nuevamente un 20 %, sobre daños causados al
establecimiento o a terceros, lo que convierte al fondo propio en un 10 %, cuya
disponibilidad es irrisoria, nos hallamos ante un patético ejemplo de confiscatoriedad,
abolida como pena por el art. 17 C.N., y entendida por la Corte Suprema de Justicia en
un modo amplio, como cualquier quita de un haber legítimamente habido sin
indemnización previa. Así, se ha manifestado el superior tribunal en reiteradas
oportunidades42
Art. 130. La muerte o los accidentes sufridos por internos durante o con motivo de
la ejecución del trabajo, así como las enfermedades profesionales contraídas por su
causa, serán indemnizables conforme la legislación vigente.
42
Fallos 105: 50; 139: 295; 190: 164; 256: 550; 276: 355; 266: 171; 261: 28; 255: 283; 234: 129, entre
otros.
144
145
Cada uno de los internos se encuentra bajo el cuidado permanente del Servicio
Penitenciario y de su juez competente en cada caso. Cualquier fallecimiento o accidente
que se lleve a cabo en su esfera de custodia, importará responsabilidad civil por parte de
la Administración y el juzgado de que se trate, en forma coherente y oportunamente
delimitada por las atribuciones de uno y otro.
145
146
Capítulo Octavo.
Educación.
146
147
(Art. 91 R.G.P.)
(Art. 92 R.G.P., que agrega un tercer párrafo: “A los efectos de rendir los
exámenes correspondientes, si fuere indispensable el traslado del interno a la sede
educacional, el mismo será efectuado previa autorización del juez competente y con los
medios y las medidas de seguridad que expresamente éste determine”)
El 27 de Agosto de 1993, la Corte Suprema de Justicia de la Nación tuvo
oportunidad de expedirse sobre la aplicación de los arts. 77 y 78 del Dec-Ley 412/58,
que establecían los mismos principios que anteceden, en virtud de habérsele negado a
Daniel Cocco, alojado en la Prisión Regional del Norte, Unidad Nº 7 de Resistencia,
Chaco, la posibilidad de inscribirse para rendir la primera materia de la Carrera de
Derecho, a la que se le había permitido inscribirse como alumno libre, alegando
asimismo, el derecho a la igualdad del art. 16 C.N. ya que otros internos en su situación
habían podido rendir materias universitarias, por hallarse en otros penales federales con
147
148
criterio disímil. La Corte, con argumentos procesalistas (que hacen a la acción de amparo
que intentara Cocco), por no agotamiento de las instancias previas, se declaró
inadmisible el recurso. 43
Art. 138. Las actividades educacionales podrán ser objeto de convenios con
entidades públicas o privadas.
(Art. 93 R.G.P.)
(Art. 94 R.G.P.)
Como en otras disposiciones similares, el sistema penitenciario se avergüenza de
sí mismo.
Art. 140. En todo establecimiento funcionará una biblioteca para los internos,
adecuada a sus necesidades de instrucción, formación y recreación, debiendo
estimularse su utilización.
(Art. 95 R.G.P.)
El acceso a la información y al recreo literario debe establecerse de modo tal que
se logre formular del modo más amplio posible. La biblioteca podrá integrarse con
volúmenes aportados por los internos o sus allegados, sin más censura que la
estrictamente necesaria para resguardar la seguridad del penal (libros sobre fabricación
de explosivos o de preparación de fermentos alcohólicos, por ejemplo), e inclusive con
escritos de los mismos internos, abriendo de esa forma una vía de expresión más a sus
necesidades comunicacionales y tendiendo redes de íntima solidaridad entre unos y otros.
148
149
Art. 142. El tiempo libre deberá ser empleado para organizar programas de
recreación con propósitos educativos, apropiados a las necesidades de los internos
que aloje cada establecimiento. El programa recreativo comprenderá prácticas
deportivas, preferentemente de equipo.
(Art. 96 R.G.P.)
Tales programas de recreación, por ser llevados a cabo precisamente en el tiempo
libre, no podrán tener caracter obligatorio alguno, y la participación o no en ellos no
podrá tener consecuencias en el régimen de cada interno. Por otra parte, tales programas
deberán impulsar la creación por parte de ellos de actividades sociales, debiendo la
administración penitenciaria promover toda iniciativa propia en ese sentido, permitiendo
las reuniones a que den lugar y autorizando la utilización de sectores del penal a tales
fines.
La utilización del tiempo libre no sólo, como aquí se presume, tiene que ver con
la recreación, sino que puede dar lugar a trabajos personales o colectivos e inclusive a
propuestas de índole penitenciaria con origen en los mismos interesados.
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Capítulo Noveno.
Asistencia Médica
150
151
Clínica de su estado clínico, así como de las lesiones o signos de malos tratos y de
los síndromes etílicos o de ingesta de drogas. estupefacientes o cualquier otra
sustancia tóxica susceptible de producir dependencia física o psíquica, si los
presentara.
Detectadas las anomalías aludidas, el médico deberá comunicarlas
inmediatamente al director del establecimiento.
El art. 16 R.G.P, establece en forma similar la misma norma, con las siguientes
diferencias: Establece que el modelo de la historia clínica será dispuesto por la autoridad
penitenciaria superior, agrega a las anomalías que el médico debe comunicar a “otras que
considere de importancia”, fijando igualmente su comunicación al juez de la causa. Con
respecto a lo primero, parece dejar librado a la autoridad administrativa un documento
de índole médica, dotándole de contenidos y búsquedas de índole persecutoria. La
ampliación que luego se hace con respecto a las “anomalías” es abierta a valoraciones de
conducta, tal como apunta la disposición referente. Lo tercero es coherente con la
judicialidad que planteamos campea por toda la ley, por lo que éste sólo punto debe
aplicarse a los condenados, no así los anteriores, que quedan abrogados por la
disposición precedente. (Las garantías son derechos adquiridos a partir del hecho mismo
de su declaración).
Art. 145. La historia clínica en la que quedará registrada toda prestación médica,
se completará con la incorporación de los estudios psicológico y social realizados
durante el período de observación, previsto en el art. 13 inc. a), y la actualización a
que aluden el art. 13 inc. d) y el art. 27.
Copia de la historia clínica y de sus actualizaciones integrará la historia
criminológica.
151
152
(Art. 64 R.G.P., especificando la necesaria orden judicial en todos los casos, salvo
situaciones de urgencia. )
Entendemos que “el segundo caso” al que se refiere la autorización precisa del
juez (en todos es necesario su conocimiento inmediato y la capacidad de su inhibición),
es la derivación a un centro psiquiátrico. Ello, debido a los contenidos jurídicos que
suponen tales padecimientos, su caracter de institución total y la razonabilidad de la
medida que se fuera a aplicar sobre el interno.
El R.G.P., por otra parte, agrega en su art. 65: “Cuando se constatare la
existencia de enfermedad infecto-contagiosa, se dispondrá inmediatamente, si
correspondiere, el aislamiento del enfermo y su posterior internación en medio
especializado”
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153
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(Art. 66 R.G.P.)
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Capítulo Décimo.
Asistencia Espiritual.
Art. 67 R.G.P., al que la presente ley agrega el último párrafo, que debe ser
aplicado también a los procesados, al tratarse de un íntimo derecho, de una profunda
necesidad y de un instrumento del cambio social.
(Art. 68 R.G.P.)
(Art. 69 R.G.P.)
(Art. 70 R.G.P.)
La palabra del Evangelio sugiere una función salvífica y redentora en la alegría,
en la disposición de la entrega antes que la del sacrificio. No se detiene la labor católica
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(Art. 71 R. R.G.P.)
Debe establecerse que no podrá haber en función de la práctica religiosa ningún
privilegio para su libre desarrollo, expresión y crecimiento, para ninguno de los cultos
reconocidos que llevaran el mensaje y el apoyo de su fe a los internos. Así, la posibilidad
del ingreso, estadía, ejercicio y utilización de las instalaciones de que puedan gozar los
capellanes católicos, deberá ser idéntica a la de los ministros de los otros credos que se
acercaren a tal fin.
45
Revista “Mensaje”, publicación de los internos de la prisión de Carabanchel, año II, Nº 10, 1987, pag.
23. Cit. en el trabajo “Capellanías Penitenciarias” editado por el Instituto Vasco de Criminología, en San
Sebastián, año 1993.
156
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Capítulo Undécimo.
Relaciones Familiares y Sociales.
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En la Unidad Nº 1 Cárcel de Encausados de Capital Federal, la lista de prendas y elementos no
permitidos al ingreso de la visita, consta, literalmente de:
01: Tapados de pelo largo, de piel o sintéticos.
02: Tapados con hombreras y hombreras en General.
03: Gamulanes en General.
04: Pantalón, pollera, camperas de cuero.
05: Pantalón elastizado, calzas, pescadores.
06: Blusas escotadas, transparentes, sin mangas o cortas.
07: Pantalón, camisa, campera color gris o azul similar uniforme penitenciario.
08: Pilotos de ninguna clase y botas impermeables (sólo día de lluvia)
09: Bufandas de ninguna clase, guantes, boinas, tiradores, cintos, pelucas y pañuelos.
10: Corpiños con armazón y vinchas forrada.
11. Camperas inflables.
12: Botas largas, plataformas, borceguíes, tacos aguja y zapatillas con tapones.
13: Capuchas de ninguna clase.
14: Lentes y anteojos.
15: Alhajas, cuchillas.
16: Valores en efectivo o documentos.
17: Medicamentos de uso personal.
18: Elementos ortopédicos.
19: Portabebés.
20: Mamaderas de vidrio.
21: Muda de ropa para bebé (máximo dos pañales).
22: Tampones, toallas femeninas (2)
23: Boddy.
24: Campera reversible.
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161
Los jueces de la causa y los de ejecución, por su parte, son los receptores
naturales de las peticiones de las visitas de los internos. Es a ellos a quienes compete la
responsabilidad por su seguridad y respeto.
(Art. 76 R.G.P.)
Art. 160. Las visitas y la correspondencia que reciba o remita el interno y las
comunicaciones telefónicas, se ajustarán a las condiciones, oportunidad y
supervisión que determinen los reglamentos, los que no podrán desvirtuar lo
establecido en los arts. 158 y 159.
(Art. 80 R.G.P.)
Es inviolable la privacidad de las comunicaciones y la correspondencia, no
pudiendo someterse a censura previa sin desvirtuar lo preceptuado por el art. 17 C.N. y
el 158 de la presente ley. En este sentido se hubo expedido la C.S.J.N. en fallo del 19 de
Octubre de 1995 al expresar que la entonces Ley Penitenciaria Nacional “...no prevé la
censura de la correspondencia..., por lo que las disposiciones del reglamento que lo
autorizan representan una extralimitación de la facultad reglamentaria prevista en el art.
99 inc. 2 de la Constitución Nacional, autorizando, sin fundamento legal, un
indiscriminado y permanente allanamiento de los derechos constitucionales a la
inviolabilidad de la correspondencia y a la privacidad, amparados, respectivamente, por
los arts. 18 y 19 de nuestra Carta Magna”. La Procuración Penitenciaria, por medio de la
Recomendación Nº 184/PP/94 del 30/4/94 ya se había referido a este punto, y
nuevamente, tras la sanción del fallo reseñado, formuló la Recomendación Nº 963/PP/96
del 22 de Marzo de 1996, requiriendo la suspensión de la aplicación de lo dispuesto por
los arts. 66 y 67 del Reglamento de Visitas y Correspondencias, entonces vigente (que
permitían la censura previa de estas últimas), sugiriendo además al Honorable Congreso
161
162
Art. 161. Las comunicaciones orales o escritas previstas en el artículo 160, sólo
podrán ser suspendidas o restringidas transitoriamente, por resolución fundada del
director del establecimiento, quien de inmediato, lo comunicará al juez de
ejecución o juez competente. El interno será notificado de la suspensión o
restricción transitoria de su derecho.
(Art. 85 R.G.P.)
Tales normas deben ser comunicadas a las visitas.
Art. 84 R.G.P.: “La administración deberá informar en forma clara y precisa al
visitante, las normas que deberá observar, la nómina de alimentos, ropas y otros
objetos que pueda introducir para el interno y la forma en que éstos deban ser
presentados para facilitar su registro sin que sean dañados.”
162
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(Art. 86 R.G.P.)
De acuerdo a las “Normas de Procedimiento de visitas y correspondencia para
internos condenados”, Boletín Público del Servicio Penitenciario Federal Argentino Nº
2076 del 19 de Agosto de 1992, en su art. 59 inc. b), derogado por la ley presente, los
visitantes tendrán derecho a “Rechazar el procedimiento de requisa minuciosa o
profunda vigente para visitantes. En tal caso la visita podrá ser realizada si las
disponibilidades de la Unidad lo permiten, en locutorios o lugares habilitados para
realizar visita sin requisa minuciosa o profunda previa”.
De más está decir que no podrá excusarse la autoridad penitenciaria por carecer
de lugar adecuado para el ejercicio de estas visitas que hicieran uso del derecho que se
menciona, ya que a tal fin podrán habilitarse las salas de abogados, las de asistentes
sociales y la de psicólogos, a todos los cuales no se les requisa de ningún modo, pura y
simplemente porque poseen un título profesional que los habilita a ingresar al penal como
partes integrantes del sistema.
Art. 164. El interno tiene el derecho a estar informado de los sucesos de la vida
nacional e internacional, por los medios de comunicación social, publicaciones o
emisiones especiales permitidas.
(Art. 89 R.G.P.)
No se entiende de qué modo podrá prohibirse el libre ejercicio de la lectura, a
modo de censura previa con respecto a los receptores de dicho material. Tal intromisión
en la consciencia es criticable desde el punto de vista del principio de reserva (art. 19
C.N.) y de ningún modo puede tener relación con la pena (art. 18 C.N.)
163
164
(Art. 87 R.G.P.)
(Art. 88 R.G.P.)
Se trata de acompañar en sus últimos días, o en el dolor de su desaparición física,
a los familiares o allegados queridos del interno. Deber moral, que supone al mismo
tiempo un derecho ligado a las entrañas mismas del ser, una compulsión de la vida. Por
tanto, tratándose de aquellos derechos que son ínsitos a la categoría humana, el mismo
no puede ser retaceado por motivo alguno, y sólo no se hará efectivo cuando el
comparecimiento del detenido fuere imposible (por encontrarse, por ejemplo, en mal
estado de salud, no pudiendo ser trasladado sin grave riesgo de mortalidad) o por
expresa decisión de éste, expresada indubitablemente y por escrito, ante la autoridad
penitenciaria y por ante el resto del grupo familiar o de allegados.
Art. 167. Los internos que no gocen de permiso de salida para afianzar los lazos
familiares podrán recibir la visita íntima de su cónyuge o, a falta de éste, de la
persona con quien mantiene vida marital permanente, en la forma y modo que
determinen los reglamentos.
164
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Capítulo Duodécimo.
Asistencia Social.
Art. 168. Las relaciones del interno con su familia, en tanto fueren convenientes
para ambos y compatibles con su tratamiento, deberán ser facilitadas y
estimuladas. Asimismo se lo alentará para que continúe o establezca vínculos útiles
con personas u organismos oficiales o privados con personería jurídica que puedan
favorecer sus posibilidades de reinserción social.
(Art. 72 R.G.P.)
(Art. 73 R.G.P.)
Art. 172. Los egresados y liberados gozarán de protección y asistencia social, moral
o material postpenitenciaria a cargo de un patronato de liberados o de una
institución de asistencia postpenitenciaria con fines específicos y personería
jurídica, procurando que no sufra menoscabo su dignidad, ni se ponga de
manifiesto su condición. Se atenderá a su ubicación social y a su alojamiento, a la
obtención de trabajo, a la previsión de vestimenta adecuada y de recursos
165
166
suficientes, si no los tuviere, para solventar la crisis del egreso y de pasaje para
trasladarse al lugar de la República donde fije su residencia.
A los fines predispuestos por esta norma, con más la posibilidad de contar con
toda la requisitoria previa para la solicitud y otorgamiento de las libertades condicional y
asistida, deberá tenerse habilitada una vía de preparación de tal otorgamiento, a la que se
hará lugar con siete meses de antelación a cada uno de los términos fijados por la
legislación para con respecto a la posibilidad del reclamo de los derechos referidos. De
hecho, suele ocurrir en los tribunales ser rechazada “in limine” cualquier pretensión
ligada a la libertad condicional o a la asistida, cuando no se han cumplido aún los
términos legales previstos. Ello obliga a presentar las solicitudes sobre el plazo cumplido,
con el evidente retraso de su otorgamiento, con más la consiguiente privación ilegítima
de libertad que supone. En efecto, si se hace lugar finalmente a la libertad requerida, la
misma posee efectos desde el mismo día en que se debía otorgar. Por tanto, desde ese día
hasta el de su efectivo cumplimiento, existe un encarcelamiento incausado. Ocurre que
tiende a pensarse en estos institutos como “beneficios” o “permisos” que la ley impetra
para la utilización arbitraria de las autoridades. Mas, una vez que es reconocido el
cumplimiento de los requisitos expuestos por la ley para su reclamo, éste debe ser
acogido favorablemente, ya que se trata a partir de allí, de derechos adquiridos por el
interno.
Dar legitimidad procesal al reclamo de todas y cada una de las obligaciones de la
administración con respecto a la obtención de una libertad del caracter que sea, es el
único modo de hacer efectivas estas instituciones. El interno debe poder requerir su
examen criminológico en término, el ejercicio (voluntario) del programa de prelibertad, y
las gestiones anticipadas de las que habla el artículo presente.
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Capítulo Catorce.
Patronatos de Liberados.
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Capítulo Quince.
Establecimientos de Ejecución de la Pena.
Art. 176. La aplicación de esta ley requiere que cada jurisdicción del país, en la
medida necesaria y organizados separadamente para hombres y mujeres, posea los
siguientes tipos de establecimientos:
a) Cárceles o alcaidías para procesados;
b) Centros de observación para el estudio criminológico del condenado y
planificación de su tratamiento de acuerdo con lo previsto en el art. 13;
c) Instituciones diferenciadas por su régimen para la ejecución de la pena;
d) Establecimientos especiales de caracter asistencial médico y psiquiátrico;
e) Centros para la atención y supervisión de los condenados que se
encuentren en tratamiento en el medio libre y otros afines.
a) Unidad 26.
Población: Jóvenes Adultos. Condenados.
Capacidad: 150 Internos.
Ubicación: Localidad de Marcos Paz, Pcia. de Buenos Aires.
Plan: Reciclar actuales instalaciones para el alojamiento exclusivo de jóvenes
condenados. Con módulo para drogadependientes (48 plazas).
Cronograma: Iniciada la obra el 9/2/95. Proyectaba culminar el 5/4/96.
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f) Recuperación de Plazas.
Reapertura de alojamientos por más de 300 plazas, que se hallan fuera de servicio
por falta de mantenimiento, en las Unidades 4 (Sta. Rosa, La Pampa), y 6 (Rawson,
Chubut).
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173
en los casos en que ella no sólo no resulta adecuada sino hasta perjudicial. Los
establecimientos penitenciarios se alejan de los centros urbanos. Ello significa también
alejarse de los familiares, abogados y amigos de los internos; lo que a más de la
trascendencia de la pena que importa es un claro despropósito en pos de la recuperación
de vínculos humanos de aquellos.
Una disposición íntimamente relacionada con este punto es la del art. 138 R.G.P.:
“El Gobierno Nacional cuando no disponga de servicios propios, convendrá con los
Gobiernos Provinciales, por intermedio del Ministerio de Justicia - Secretaría de
Política Penitenciaria y de Readaptación Social, el alojamiento de los procesados a
disposición de los Juzgados Federales en las cárceles o alcaidías provinciales”.
Los proyectos reseñados dan cuenta asimismo del prejuicio del trabajo rural
rudimentario y penoso como único adecuado a la vida en prisión, lo que asimismo
evidencia un desprecio integral de esas labores como propias de la gleba en términos
feudatarios, propios de la administración penitenciaria. En las ciudades pueden ponerse a
disposición de los internos trabajos administrativos, industriales, asistenciales y de
muchos otros tipos, tratándose siempre en cada caso de aprovechar las aptitudes de cada
uno y su desempeño habitual en la vida libre.
Art. 178. Las cárceles o alcaidías tienen por objeto retener y custodiar a las
personas sometidas a proceso penal. Su régimen posibilitará que el interno pueda
ejercer su derecho al trabajo y afrontar la responsabilidad de asistir a su grupo
familiar dependiente e incluirá programas y actividades que permitan evitar o
reducir, al mínimo posible, la desocialización que pueda generar la privación de
libertad.
173
174
Hemos dicho que la pena de prisión es consecuencia del tipo de sociedad que la
implementa, y que al mismo tiempo simboliza. Este quedarse puertas adentro,
resguardados de posibles agresiones, sin otra búsqueda que la de la seguridad, este
poblarnos de brumas vaciadas de nosotros mismos, van a erigir las cárceles, que harán de
la exclusión su norma y su contacto. La marginación dentro de la marginación, la tensión
dentro de la violencia, el padecimiento dentro del dolor. Así, los grupos vulnerables,
pobladores de nuestras cárceles, serán nuevamente victimizados en ellas. El proceso de
desocialización que pudieran sufrir en su interior es reflejo e intensificación del mismo
rechazo del exterior. Su expulsión hacia lo contrito, su supresión hacia lo ralo. La ley
reconoce este fenómeno de multiplicación de las disociaciones, del arrancamiento de los
vínculos humanos. Pero lo reconoce sólo en relación a los procesados. Como si el
caracter de la condena transformara mágicamente los rostros, endurecidos, de la prisión.
Confundiendo así inocencia con sanidad, culpabilidad con egoísmo. En nuestro margen,
el Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni ha acuñado la noción de terapéutica de la vulnerabilidad.
Esto es, ya que los efectos nocivos de la privación de libertad son inevitables, dándose a
lugar por el sólo y simple hecho de su estanca permanencia, el tratamiento al que debe
dedicársele mayor impulso es aquel que logre neutralizar aquellos efectos. En su artículo
“Sociologías de la prisión”48 , define a este tratamiento de la vulnerabilidad como De
cómo este tratamiento incluye, por la misma contraposición a los efectos de la prisión, a
aquellos sustratos sociales que pudieron provocar su marginación y cuyo sistema se
reproduce y evidencia de manera mucho más explícita en ese medio.49
Esta es una norma de cuyo incumplimiento puede alegarse una extensa tradición
en los penales del país. La falta de medidas de seguridad preventivas distintas de la
prisión (las alternativas tienden a manejarse en la etapa de ejecución, una vez que se ha
dictado la sentencia), la reticencia de los juzgados a sostener al instituto de la
excarcelación como principio, la insufrible duración de los procesos, la falta de una
política criminal que seleccione de alguna manera aquellos delitos de índole más gravosa,
48
En “Cuadernos de la Cárcel”, edición especial de “No hay Derecho”, Bs. As., 1991.
49
Hilda Marchiori, en “El estudio del delincuente”, Ed. Porrúa, México, 1982 establece que “el objetivo
del tratamiento penitenciario no es adaptación a la cárcel, a la familia o al medio social, sino es
tranformación en el proceso de comunicación entre el interno-delincuente y su medio. El terapeuta
ayuda en esa transformación de la comunicación para que el individuo no se comunique a través de la
violencia” (pag. 117)
174
175
para los que utilizar todos los medios de control posibles sobre sus presuntos autores,
llevan inexorablemente a la sobrepoblación, de la que en muchas cárceles de la Nación
alcanza proporciones violentas.
Con el objeto de hacer viables las acciones a desarrollar por el organismo técnico-
criminológico durante el período de observación (art. 13) es necesario contar con las
garantías suficientes para que sea llevado a cabo con la mayor seriedad posible, libre de
todo otro interés que no sea el propio de la labor de estudio a realizar sobre el interno.
De allí que se procure una institución independiente de la administración penitenciaria, o
por lo menos autárquica, es decir, sin relación de subordinación alguna con las
autoridades del penal o del servicio penitenciario de que se trate. Esa independencia es
remarcada luego en la exigencia de realización de su labor en una sección separada y
fijada exclusivamente a tal fin dentro de las cárceles o alcaidías como dentro de los
establecimientos de ejecución penal. Este tipo de previsiones reafirma la paridad de
procesados y condenados.
175
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Art. 184. Los centros de reinserción social deben ser instituciones basadas en el
principio de la autodisciplina destinados a la recepción de condenados que se
encuentran en semilibertad, prisión discontinua y semidetención. Serán dirigidos
por profesionales universitarios con versación criminológica y, cuando las
circunstancias lo posibiliten, podrán estar a cargo de un patronato de liberados y,
de no existir aquel, de un servicio social calificado.
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establecimientos de que se trata en los dos artículos anteriores, tales previsiones no son
en modo alguno suficientes, debiéndose exigir la satisfacción de todos aquellos
elementos necesarios para con la preservación de la salud de los internos, su apoyo
material y su estímulo efectivo.
177
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Art. 190. Las internas estarán a cargo exclusivamente de personal femenino. Sólo
por excepción podrán desempeñarse varones en estos establecimientos en tareas
específicas.
La dirección siempre estará a cargo de personal femenino debidamente
calificado.
(Art. 116 R.G.P., que requiere que el personal acompañante femenino debe ser
designado por la directora o por la jefa de sección.)
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Art. 192. En los establecimientos para mujeres deben existir dependencias para la
atención de las internas embarazadas y de las que han dado a luz. Se adoptarán las
medidas necesarias para que el parto se lleve a cabo en un servicio de maternidad.
Art. 117 R.G.P.: “Para la atención de las internas embarazadas y de las que
han dado a luz deben existir dependencias especiales. Se adoptarán las medidas
necesarias para que el parto se lleva a cabo en el servicio de maternidad de la cárcel o
alcaidía, si lo hubiere; en su defecto en otro servicio público del medio libre. La interna
podrá optar por un servicio privado a sus expensas”
Este último párrafo, por aplicación directa del art. 148 de la Ley, es aplicable a las
condenadas.
Art. 120 R.G.P.: “En caso de ser necesaria una prestación médica para su hijo,
previa autorización judicial, la madre podrá acompañarlo”.
Esta norma, consecuencia lógica de la anterior, y simple aplicación de los
principios de la integridad física, dignidad espiritual y respaldo en la constitución familiar,
es de absoluta aplicación a las condenadas.
179
180
Art. 195. La interna podrá retener consigo a sus hijos menores de cuatro años.
Cuando se encuentre justificado se organizará un jardín maternal a cargo de
personal calificado.
Art. 119 R.G.P.: “La interna podrá retener consigo a sus hijos menores de
cuatro años. En lo posible, se procurará la concurrencia de esos niños a un jardín
maternal a cargo de personal especializado”.
Por el art. 195 de la ley, los niños concurrirán al jardín maternal sólo en cuanto se
justifique por alguna causa (en uso de una pésima técnica legislativa se dispone que en
ese momento se organizará aquel, cuanto que toda unidad penitenciaria de mujeres debe
contar previamente con un jardín maternal). En cambio, por el 119 del Reglamento, el
principio parecería ser el de la concurrencia de los niños al jardín maternal. El principio,
en todo caso, para uno y otro supuesto, debe estar dado por la voluntad de la madre y
las necesidades de la criatura.
Lo dicho corresponde aplicarse no sólo a hijos naturales sino también adoptivos.
Nada impide a las internas de la adopción de una criatura junto a sus respectivas parejas.
Ello no sólo está abonado por lo ya dicho en el comentario del art. 2º de esta ley, sino
que es derecho explícitamente reconocido en esta norma, y por otra parte, desde el punto
de vista de la formación de motivaciones personales de esfuerzo responsable, es
180
181
indudable que la experiencia del amor maternal es el más notable lazo con la realidad
afectiva, y el modo más profundo de reconocer en quien la vive, sus posibilidades, su
vigor y fortaleza.
Cabría pensar en el supuesto de la existencia de un niño cuya madre o bien ha
dejado de existir o lo ha dejado abandonado al cuidado de su padre, en tanto que éste,
único afecto directo de la criatura, se halla en prisión. ¿Por qué no habrá de poder tener a
su hijo consigo durante los primeros cuatro años?. La presencia del progenitor no es tan
sólo una función alimentaria, sino que recoge en sí todo el misterio de la unión paternal.
Jóvenes adultos.
Art. 197. Los jóvenes adultos de dieciocho a veintiún años deberán ser alojados en
instituciones especiales o en secciones separadas o independientes de los
establecimientos para adultos. En su tratamiento pondrá particular empeño en la
enseñanza obligatoria, en la capacitación profesional y en el mantenimiento de los
vínculos familiares.
181
182
El art. 124 del R.G.P., análogo al presente, sólo agrega el estímulo en la práctica
de los deportes. Mas, los mismos, son parte implícita de los establecimientos y
tratamientos penitenciarios para condenados, por lo que su operatividad a su respecto es
idéntica.
50
L.L., 1990-D, pag. 358, con nota favorable de Luis Jorge Cevasco.
182
183
“Drogadependientes
“Art. 129: Los internos con antecedentes en el abuso o dependencia de
estupefacientes serán alojados en establecimientos diferenciados o en secciones
especiales de las cárceles o alcaidías donde se les brindará un tratamiento
interdisciplinario específico.
“En todos los casos se procurará persuadir a los internos con antecedentes en
el consumo de estupefacientes para que consientan o cooperen con un tratamiento
específico.
“Art. 130: Para la admisión, permanencia y exclusión de un procesado a un
programa de comunidad terapéutica, regirán las normas establecidas en un reglamento
específico aprobado por la autoridad penitenciaria superior.”
“Infecto-contagiosos.
“Art. 131: Los internos que padezcan enfermedades infecto-contagiosas u otras
patologías similares de tal gravedad que impidan su tratamiento en la cárcel o alcaidía
donde se encuentren, serán trasladados a servicios penitenciarios especializados de
carácter médico-asistencial o a servicios u hospitales de la comunidad.”
183
184
51
E.D., 19/9/94.
52
Ver nota al art. 33, Dec. 1058/97.
53
Cam.Fed.Apel.Crim. y Correc. San Martín, Causa 321/96, del 8/5/96; Toral Fed. Mar del Plata, fallo
del 5/4/96; Juz.Crim. y Correc. Nº 2 Capital Federal, fallo del 31/5/96; entre otros.
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“Internos en tránsito.
“Art. 132: Los internos citados a comparecer por la autoridad judicial se
alojaran en alcaidías.
“Cuando un interno cometiere una infracción disciplinaria durante su
alojamiento en ella, la aplicación y el cumplimiento de la corrección se efectuará en la
cárcel de destino.
“Art. 133: Las previsiones de los arts. 12, 72, 79, 90, 92, 94, 95, 96, 98, 117,
124, 129 y 130, y del Título IV no serán aplicables en las alcaidías que alojen internos
en tránsito o por períodos inferiores a los diez días.”
“Internos arrestados.
“Art. 134: “Los arrestados por el Poder Judicial, deberán ingresar
acompañados con la resolución pertinente y con su documento personal.
“Quedarán sujetos a las instrucciones que imparta el Tribunal interviniente.”
Art. 199. Cuando medien fundadas razones que justifiquen la medida, el Estado
podrá disponer la privatización de servicios de los establecimientos carcelarios y de
ejecución de la pena, con excepción de las funciones directivas, el registro y
documentación judicial del interno, el tratamiento y lo directamente referido a la
custodia y seguridad de procesados o condenados.
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crecientes), este tipo de normas pretende hacer funcional la feudalización de las prisiones
desde el punto de vista de la redituabilidad.54
La reproducción del sistema necesita de su alimentación económica. Esta se lleva
a cabo acompañada del exceso en la plusvalía facilitado por la situación de explotación
de los internos, quienes con su sola manutención movilizan toda una estructura
empresarial sin riesgo, clientela cautiva y mano de obra gratuita o regalada.
Cada detenido, por el sólo hecho de serlo, está elaborando con su mera presencia,
una fuente de ingresos notable para un gran sector de la economía pública privada.
En razón de la oscuridad conque es manejado el presupuesto carcelario, la falta
de controles efectivos y la situación de desconocimiento e imposibilidad de reclamo de
los internos (por tratarse de “intereses difusos” o de mero ejercicio de la denuncia), el
dinero de los establecimientos es desviado en provecho de los funcionarios o cualquier
otro tipo de intereses ajeno a su destino específico.
El poder de policía de los ministerios, como así también el de las municipalidades
y demás encargados de velar por el cumplimiento estricto de las normas de orden público
(todas las que son relativas al cumplimiento y modo de cumplimiento de las penas
privativas de libertad, lo son), debe funcionar a pleno en los ámbitos penitenciarios. Así,
las inspecciones de “higiene y seguridad en el trabajo”, de “bromatología”, de “estructura
edilicia” y demás, deberán coordinarse y dirigirse periódicamente a la comprobación del
cumplimiento de las medidas que requieren la normativa en vigencia. Ello es así, en tanto
que no sólo se encuentran servicios privatizados sino que el ejercicio mismo de la
prisonización, al importar la disposición sobre casi todos los ámbitos de la vida cotidiana
del interno, supone una captación del individuo que dependerá en buena medida del
funcionamiento de las instituciones públicas. Es allí, donde el reclamo privado será
dificultado, fragmentario o inexistente, donde los engranajes predispuestos del control
público deben ejercerse de un modo más firme y riguroso.
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Ver Christie, Nils: “La industria del Control del Delito”, Ed. del Puerto, Bs. As., 1993; y Neuman,
Elías: “Los que viven del delito y los otros” Ed. Siglo XXI, 1993.
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Capítulo Dieciséis.
Personal.
Personal institucional
“Art. 34: Estado penitenciario es la condición creada por el conjunto de derechos y obligaciones que esta
Ley y sus reglamentaciones establecen para los agentes del Servicio Penitenciario Federal.
Art. 35. Son obligaciones de los agentes penitenciarios, sin perjuicio de lo que impongan las leyes y
reglamentos particulares de los distintos establecimientos y servicios:
a) Cumplir las leyes y reglamentos, las disposiciones y órdenes de sus superiores jerárquicos,
dadas por éstos, conforme a sus atribuciones y competencia;
b) Prestar personalmente el servicio que corresponde a la función que les fuera asignada
con la eficiencia, dedicación, capacidad y diligencia que aquella reclame en cualquier lugar del
país donde fueren destinados. (los traslados no sólo son trascendentes y arbitrarios con
respecto a los internos sino inclusive con relación a los agentes penitenciarios)
c) Someterse al régimen disciplinario;
d) Observar para con las personas confiadas a su custodia y cuidado un trato firme pero digno y
respetuoso de los derechos humanos;
e) Observar en el Servicio y fuera de él una conducta decorosa;
f) Seguir los cursos de capacitación, preparación, perfeccionamiento, información y
especialización que se dicten y someterse a las pruebas de idoneidad y competencia que se determinen;
g) Usar el uniforme y el correspondiente armamento provisto por la Institución; (este
artículo constituye un símbolo de la institución penitenciaria, en cuanto adscripta a
caracteres feudatario-militaristas. Nada más alejado del caracter de empleados públicos
con función social que las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas estatuyen (R. 46)
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h) Mantener la reserva y el secreto de los asuntos del servicio que por su naturaleza lo
exijan;
i) Declarar bajo juramento su situación patrimonial y modificaciones ulteriores;
j) Encuadrarse en las disposiciones sobre incompatibilidad y acumulación de cargos;
k) Promover las acciones judiciales o administrativas que correspondan cuando fuere objeto de
imputaciones delictuosas o que afecten su buen nombre y honor;
l) No hacer abandono del cargo;
m) Conocer las leyes, reglamentos y disposiciones permanentes del servicio en general y, en
particular, las relacionadas con la función que desempeña.”
Prohibiciones para los agentes penitenciarios (art. 36 de la Ley Orgánica del Servicio
Penitenciario Federal):
“Art. 35. Queda prohibido a los agentes penitenciarios sin perjuicio de lo que establezcan las leyes y los
reglamentos del Servicio Penitenciario Federal:
a)Prestar servicios remunerados o no, asociarse, administrar, asesorar, patrocinar o representar
a personas físicas o jurídicas, empresas privadas o mixtas que tengan por objeto la explotación de
concesiones o privilegios de la administración en el orden nacional, provincial o municipal, o fueren
proveedores o contratistas de la Institución; así como tener intereses de cualquier naturaleza que fuere,
por sí o por interpósita persona, con las mismas y utilizar en beneficio propio o de terceros los bienes de
aquellas;
b) Recibir beneficios originados por transacciones, concesiones, franquicias, adjudicaciones y
contratos otorgados por la Institución o cualquier dependencia pública;
c) Intervenir directa o indirectamente en la obtención de concesiones de la administración
pública o de cualquier beneficio que importe un privilegio;
d) Realizar o patrocinar trámites o gestiones administrativas referentes a asuntos de terceros
que se encuentren o no oficialmente a su cargo, hasta un año después del egreso;
e) Hacer o aceptar dádivas o presentes de los internos, liberados, de sus familiares o cualquier
otra persona, como asimismo utilizar a aquellos en servicio propio o de terceros;
f) Comprar, vender, prestar o tomar prestada cosa alguna de los internos o liberados, de sus
familiares o allegados y en general contratar con ellos;
g) Encargarse de comisiones de los internos, servirles de intermediario entre sí o con personas
ajenas al establecimiento, dar noticias y favorecer la comunicación, cualquiera fuera el medio empleado
y obrase o no en atención o retribución por parte de aquellos o de terceros;
h) Dar otro destino que no sea el indicado por su naturaleza a los equipos, vehículos, viviendas,
alojamientos, uniformes, armas, y todo otro objeto de pertenencia del Estado que les haya sido provisto
para su uso;
y) Especular con los productos del trabajo penitenciario;
j)Ejercer influencia con los internos para la intervención de defensor o apoderado;
k) Participar en las actividades de los partidos políticos;
l) Formular peticiones, quejas, o reclamos en forma colectiva, apartarse de la vía
jerárquica, o no guardar el respeto debido al superior.
Exceptúase de las prohibiciones contenidas en los incisos d) y g) al agente que obre en
cumplimiento de una norma legal o reglamentaria.”
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Adjutor. Subayudante.
Subadjutor.
Subadjutor Auxiliar.
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“h) Construcciones: Comprende a los ingenieros, arquitectos, maestros mayores de obra y otros
profesionales encargados de organizar, proyectar y dirigir las construcciones.
“Personal Subalterno: Colabora e la realización de las funciones propias del personal
comprendido en el Escalafón Profesional. Se subdivide en los siguientes subescalafones:
“Subprofesional: Comprende al personal que colabora en la realización de los servicios propios
de los subescalafones del Escalafón profesional;
“Maestranza: Comprende al personal afectado a la realización de actividades laborales y a la
enseñanza de los internos.
“III. Escalafón Auxiliar:
“Personal Subalterno: Desempeña las funciones auxiliares que se requieran para la realización
de la misión específica asignada a los escalafones Cuerpo General, Administrativo y Profesional. Se
subdivide en los siguientes subescalafones:
“Oficinista: Comprende al personal necesario para la realización de tareas de oficina;
“Intendencia: Comprende al personal de choferes, motoristas, mayordomos, mozos, ordenanzas
y en general todo el personal de servicio.”
Art. 204. En cada jurisdicción del país se organizará o facilitará la formación del
personal, según los diversos roles que deba cumplir, así como su permanente
actualización y perfeccionamiento profesional.
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Art. 207. Para cumplir tareas en las cárceles o establecimientos de ejecución, las
personas presentadas por el contratista de servicios privatizados deberán contar
con una habilitación individual previa. Esta será concedida luego de un examen
médico, psicológico y social que demuestre su aptitud para desempeñarse en ese
medio.
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Capítulo Diecisiete.
Contralor Judicial y Administrativo de la Ejecución.
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Capítulo Dieciocho.
Integración del Sistema Penitenciario Nacional.
Art. 210. A los efectos del artículo 18 del Código Penal, se considerará que las
provincias no disponen de establecimientos adecuados cuando los que tuvieren no
se encontrasen en las condiciones requeridas para hacer efectivas las normas
contenidas en esta ley.
Art. 211. El Poder Ejecutivo Nacional queda autorizado a convenir con las
provincias la creación de los establecimientos penitenciarios regionales que sean
necesarios para dar unidad al régimen de ejecución penal que dispone esta ley.
Art. 212. La Nación y las provincias y éstas entre sí, podrán concertar acuerdos
destinados a recibir o transferir condenados de sus respectivas jurisdicciones, a
penas superiores o menores de cinco años, cuando resultado conveniente para
asegurar una mejor individualización de la pena y una efectiva integración del
sistema penitenciario de la República.
Art. 213. La transferencia de internos a que se refiere el artículo 212 será a título
oneroso a cargo del Estado peticionante.
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Art. 215. El condenado con sentencia firme trasladado a otra jurisdicción por tener
causa pendiente será sometido al régimen de penados. En este caso las direcciones
de los establecimientos intercambiarán documentación legal, criminológica y
penitenciaria.
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Art. 219. Las provincias podrán enviar a su personal para que participe en los
cursos de formación, actualización y perfeccionamiento que se realicen en el orden
nacional.
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Capítulo Diecinueve.
Disposiciones Complementarias.
Suspensión de inhabilitaciones.
Art. 220. Las inhabilidades del artículo 12 del Código Penal quedarán suspendidas
cuando el condenado se reintegrare a la vida libre mediante la libertad condicional
o la libertad asistida.
Existen cantidad de inhabilidades del art. 12 C.P. que muy bien pueden asimismo
suspenderse en función de los regímenes de salidas ajenos a los mencionados en este
artículo, los que sólo deben tomarse como ejemplificativos, sintetizantes de todos
aquellos medios por los que el interno vuelve a tener contacto con la vida social, política
y económica del exterior. El que sólo haga mención a la libertad asistida y a la
condicional, obedece a un anacronismo del legislador, quien aún preveía, como en el
Dec.-Ley 412/58, estos dos modos de ejecutar los últimos períodos bajo un régimen más
abierto.
Restricción documentaria.
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Suspensión de derechos.
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Capítulo Veinte.
Disposiciones Transitorias.
Art. 224. Hasta tanto no se cuente con los centros de reinserción social a que se
refiere el art. 184, el condenado podrá permanecer en un sector separado e
independiente de un establecimiento penitenciario sin contacto alguno con otros
alojados que no se encuentren incorporados a semilibertad, prisión discontinua o
semidetención.
Art. 225. Las disposiciones de los artículos 202 y 203 comenzarán a regir a partir
de los diez años de la entrada en vigencia de esta ley.
La administración penitenciaria brindará el apoyo necesario para que el
personal actualmente en servicio pueda reunir el requisito del título universitario
en el plazo previsto en el apartado anterior, a cuyo efecto podrá celebrar convenios
con universidades oficiales o privadas.
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las líneas y los estratos estancados que existen en la actualidad, va en desmedro de los
mismos agentes penitenciarios que quieran esforzarse en este sentido, y bregan por una
mejor formación, en lucha permanente contra el sistema improvisado y rígido de nuestras
prisiones.
Este padrinazgo, por su naturaleza de privilegio o excepción, debe ser entendido
de manera restrictiva. De manera que en relación al art. 184, ya comentado, que exige
claramente que los centros de reinserción social “serán dirigidos por profesionales
universitarios con versación criminológica”, la suspensión establecida por la norma
comentada no tiene lugar, ya que la misma sólo se refiere a los arts. 202 y 203 de la
presente ley. Ello, abonado aún por el principio de ley especial en tanto que los dos
últimos arts. se refieren a las instituciones penitenciarias en general, en tanto que el 184
legisla sobre los centros de reinserción social específicamente. Con esto último,
entonces, queda claro que el personal de dirección de estos centros, o de los
establecimientos o sectores que por el momento los sustituyan (art. 224), deberán
provenir de extracción universitaria a partir de la toma de vigencia de la presente ley.
Art. 226. Dentro de los ciento ochenta días de la vigencia de esta ley, el Poder
Ejecutivo Nacional, por intermedio del Ministerio de Justicia, procederá a revisar
los convenios existentes con las provincias a fin de que puedan asumir las funciones
que constitucionalmente le pertenecen respecto a los procesados y condenados por
sus tribunales.
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Capítulo Veintiuno.
Disposiciones Finales.
Art. 228. La Nación y las provincias procederán, dentro del plazo de un año a
partir de la vigencia de esta ley, a revisar la legislación y las reglamentaciones
penitenciarias existentes, a efectos de concordarlas con las disposiciones contenidas
en la presente.
Por nuestro sistema federal de gobierno, las provincias han tenido la prerrogativa
de dictar sus propios códigos de ejecución penal. Así, por ejemplo, la provincia de
Buenos Aires posee su ley 5619, promulgada el 7 de Noviembre de 1950. A raíz del
caracter de ley complementaria del Código Penal, la presente pasa a ser ley nacional, y
por lo tanto, goza de autoridad en todas las provincias del territorio argentino.
Sin embargo, la presente norma parecería contradecir dicho supuesto, dado que
por ella se establece una obligación de concordancia y no una relación de subordinación.
Que el plazo de un año que por este artículo se estatuye no viene a condicionar la
entrada en vigencia de este cuerpo normativo, ello es evidente dado que dicho lapso debe
contabilizarse a partir de ella misma. Tampoco tiene relación con la operatividad de las
disposiciones que contiene, dado que las normas programáticas, necesitadas de
infraestructura edilicia, institucional o de otro tipo de concretización a partir de un hecho
futuro sobreviniente y debido, están expresamente referidas de ese modo.
Por una y otra razón, se entiende que las provincias tendrán la oportunidad de
adaptar sus sistemas de ejecución de pena de acuerdo con lo que se dispone por esta ley,
la que queda de esa forma convertida en un plexo de reglas mínimas, a partir de las
cuales se podrá construir, en la misma dirección, nuevas ideas y desarrollos de los
principios en ella consagrados. Con respecto a los derechos que se reconocen a los
internos por la presente ley, los mismos, por razón de estricta igualdad, son
inmediatamente aplicables a todo interno de cualquier unidad carcelaria o penitenciaria
del país (art. 16 C.N.). Ello viene abonado, además, por el principio de retroactividad de
ley más benigna (art. 2º C.P.). Las variables que a partir de la presente ley podrán erigirse
en el seno provincial, sólo podrán hacerlo en el ámbito de la administración de esos
derechos invariables.
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BIBLIOGRAFIA.
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* Welzel, Hans: “Derecho Penal Alemán”. Ed. Universitaria de Chile, Stgo. de Chile,
1987.
* Zaffaroni, Eugenio Raúl: “Manual de Derecho Penal”. EDIAR, Bs. As., 6ª Ed., 1988.
“En busca de las penas perdidas”. EDIAR, Bs. As., 1991.
“Criminología. Aportaciones desde un margen”. Sta Fe de
Bogotá, Colombia, 1993.
“Los objetivos del sistema penitenciario” (en “El Derecho
Penal Hoy”, Maier y Binder comp.), Ed. del Puerto, Bs. As., 1995.
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