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Aguirre Rojas Carlos Antonio La Historia de Los Annales Ayer Hoy Mac3b1ana PDF
Aguirre Rojas Carlos Antonio La Historia de Los Annales Ayer Hoy Mac3b1ana PDF
LA "ESCUELA" DE
LOS ANNALES.
Ayer, Hoy, Mañana.
Carlos Antonio Aguirre Rojas
ANM A LX S
1IRK. IC O N O W IQ U t
CT S O C IA L £
ANNALES
ANNALES Annales Armales
D 'H ISTO IRE SO CIALE
1945
907.2
A2846e
2005
la otra mirada de Clío
LA "ESCUELA" DE
LOS ANNALES.
Ayer, Hoy, Mañana.
Los libros de
^ontrahi^oria^
Primera edición (en español): Editorial Montesinos, Barcelona, 1999.
Segunda edición (en francés): U h istoire conquéran te. Un reg ará su r l'historiographie
fra n g a ise, Ed. L'Harmattan. Paris, 2000.
Tercera edición (en español): Ed. Universidad Juárez Autónoma de Tabasco,
Villahermosa, 2000.
Cuarta edición (en portugués): Urna historia dos A n n ales (1921-2001), Editora da
Universidade Estadual do Maringá, Maringá, 2004.
Quinta edición (en alemán): D ie "Schule" der A n nales. G estern , heu te, m orgen , Ed.
Leipziger Uni ver sitáts veri ag, Leipzig, 2004.
Sexta edición (en ruso): P ara una historia crítica de la co rrien te fr a n c e s a de los
A n n ales, Ed. Krugh, Moscú, 2005.
Séptima edición (en español): Editorial Contrahistorias, México, agosto de 2005.
isbn 970-94353-2-9
© C a r l o s A n t o n i o A g u í r r e R o ja s
© Contrahistorias. La otra mirada de CIío
C a p itu lo 1
Los A n n ales en singu lar. Los A n n ales en plural
CArlTULO 2
L os A n n ales antes de los A n n ales: 1921-1929
C a p itu lo 3
L os p rim ero s A n n ales (1929-1941): u n a revolución en la teoría de la
h isto ria
C a p ít u l o 4
D e los A n n ales de transición (1941-1956) a los A n n ales brau d elian os
(1 9 564968): cu lm in ació n de u na hegem onía histo rio g ráfica
C a p ít u l o 5
Los A n n ales de las 'm en talid ad es' y de la 'an trop ología h istórica':
los años de 1 9 6 8 4 9 8 9
C a p ít u l o 6
O tra vez la co y u n tu ra 1968 -1989: ¿A nnales m arxistas o m arx istas
a n n alistas?
C a p ít u l o 7
D esp u és de 1989: ¿cuartos A n n ales o nuevos A n n ales de
tran sición?
N ota B ib l io g r á f ic a
C O N TR A E L TERM IN O 'ESCU ELA ' DE LO S A N N A LES
Lucien F ebvre
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LOS A N N A LES EN SINGULAR. LOS A N N A LES EN P LU R A L
F ern a n d B r a u d e l
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LO S A N N A LE S A N TES D E LOS A N N A LES : 1921-1929
C arta de L u cien F e b v r e a H e n ri P i r e n n e ,
C on lo cu al, el pro ced im ien to historiog ráfico habrá de con sistir, esen
cialm ente, en la crítica interna y externa de esos d ocu m en tos escritos,
critica que establece la exacta veracidad de los testim o n io s y la fina
: datación de los acon tecim ientos, ordenando en rigu ro sas cron olog ías los
hechos m ás im p o rtan tes registrad os en esos m ism os textos.
U na v isió n p o sitiv ista de la historia, para la cual el objeto de estud io
son exclu sivam ente los hech os del pasado, y ad em ás solo aqu ellos que
han alcan zad o la d ig n id ad de su registro en fuentes escritas. Es decir, una
h istoria que no sólo excluye de su an álisis al p resente y tam bién a todas
las ép ocas de la p reh istoria -d e fin id a ju stam en te com o la etapa an terior
a la inven ció n de la e sc ritu ra -, sino que se contenta con rep etir y asu m ir
acríticam en te las p ropias jerarq u ías im plícitas que de los h ech o s h istó ri
cos tien en esos d ocu m en tos, p rivilegian d o en co n secu en cia las acciones
y realidad es m ás 'esp ectacu lares' de la historia, las grandes batallas,
los grandes su cesos políticos, la biografía de los grandes hom bres o los
grandes acon tecim ien tos de las m onarquías, E stad os e Im p erios. Y en
co n secu en cia u n a h isto ria que deriva fácilm ente, com o lo ha h echo en la
propia A lem an ia de B ism arck, hacia u na exaltación n a cio n a lista de los
corresp o n d ien tes Estad os eu ropeos, hacia una glorificación ch o v in ista
de las gran des g estas heroicas y grandes epopeyas de form ación y afir
m ación de las n acio n es eu ropeas y de sus gobernantes.
U na h isto ria diplom ática, biográfica, m ilitar y política, que ju n to
a su culto fetich ista del docum ento, y su carácter bien delim itado,V
esp ecializad o y hasta acartonado, va a ser totalm en te reticen te al d iálogo
con las otras cien cias sociales, a la vez que pretende copiar en el plano
de lo social, el m od elo entonces en boga dentro de las cien cias n atu rales,
y que p ersig u e u na falsa y finalm ente im posible 'n eu tralid ad ' u 'o b jetiv i
dad absolu ta' fren te a su objeto de estudio.
H istoria p o sitiv ista que al ser la versión dominante de la h isto
riog rafía g erm ano parlante, va a im p onerse tam bién com o m odelo
oficial y h eg em ónico en todas las historiog rafías eu ropeas y o ccid en - :
tales, establecien d o el tradicional 'viaje a A lem an ia' com o u n requisito
im p rescin d ible en la form ación de todo h istoriad or d igno de ese nom bre
en estas d écadas que rod ean al año de 1900.
M odelo de h isto rio g rafía positivista, que con stituye la lín ea dominante
dentro de esta hegem onía g erm an a sobre la h isto rio g ra fía eu ropea, y
que será ju stam en te el m odelo a d esco n stru ír y a su p erar por p arte de
los A n n ales, en el m om ento en que estos com ien cen a afirm ar su propio
proyecto revolu cionario dentro de los estud ios h istóricos de la E uropa de
entre las dos g u erras m undiales.
H istoria p o sitiv ista que si bien es la línea d o m in an te dentro de esta
h eg em onía h isto rio g ráfica del m undo y de la cu ltu ra germ an as, no es la
ú nica línea existente. Pues al lado de este m odelo ran k ean o p o sitiv ista
van a florecer tam bién otras dos líneas im portantes, su b ord in ad as y m ar
g in ales frente a esa línea dom inante pero sin em bargo claram en te p re
sentes, y que co m p letarán el m apa de estas h isto rio g rafías alem an a y
au stríaca que ahora com entam os.
En p rim er lugar, la línea de la historiografía marxista, que si bien no
se encu entra in se rta dentro de los espacios académ icos, no por ello es
ignorada por estos ú ltim os. Una h isto rio g rafía que p retende in sp irarse
en las obras de M arx y Engels, y que ubicada m ás bien dentro de los par
tidos po líticos so cialistas y los m ovim ientos sociales sind icales y obreros
de la época, ha producido ensayos y libros com o los de K arl Kautsky,
Franz M eh rin g, H ein rich Cunow, M ax Adler, O tto Bauer o R osa Luxem -
burgo, en tre otros. Una h isto rio g rafía de abierta y d eclarad a vocación
crítica y so cialista, que se opondrá a la sim ple h isto ria n arrativ a posi
tivista, reivindican d o, d esde la herencia de M arx, la im p o rtan cia de la
dim ensión in terp retativ a de los hechos históricos, la bú squ ed a de las
causas econ óm icas, la necesidad de visiones am plias y g lo b alizan tes de
los p roblem as abordados, la construcción de m odelos exp licativ os de
carácter general, el énfasis en el carácter procesual e h istórico de los
hechos y fen óm enos so ciales y la p regu n ta perm anente de los porqu és de
esos acon tecim ien tos y procesos históricos.
V isión m arx ista de la h istoria, que a pesar de h allarse m ás bien v in
culada a los pro ceso s p olíticos de su época, irá no obstan te in trod u ciend o
todos esos elem entos m encionad os que le son característicos, dentro de
tos debates histo rio g ráfíco s de ese m undo académ ico germ an o parlante,
y por esta vía, dentro de los am bientes cu ltu rales de toda la h isto rio g rafía
eu ropea en su conjunto. Y que, después de la prim era guerra m u n dial,
va in clu so a exp resarse ya dentro de ese m undo académ ico, a través de
los trab ajos y las obras de ese com plejo y rico proyecto in telectu al que ha
sido la célebre E scu ela de F ran kfu rt, y que incluye los b rilla n tes escritos
de H orkheim er, A dorno y B en jam ín , entre otros.
A l m ism o tiem p o, y com o una seg u n d a lín ea no d o m in an te pero fu n
dam ental, en contrarem os a ese com plejo y variado aban ico de lo que
g en éricam en te p od em os llam ar u na historiografía crítico-académica. Un
conjunto vasto de autores, que va desde M ax W eber, W ern er So m b art o
Alphoris D op sch , hasta Karl Lam precht, A lfred W eber y N o rb ert Elias,
y que d esd e d istin tas posiciones va a in tentar tam bién d esm o n tar críti
cam ente y su p erar a esa h istoria positivista, p roponiend o ig u alm ente
m odelos explicativos m uy elaborados y sugerentes, abord and o los tem as
de la h isto ria económ ica y d esarrolland o u n a h isto rio g rafía tam bién
nueva, que si bien es ajen a al horizonte del m arxism o, lo con oce y d ia
loga sin p roblem as con él, criticánd olo a v eces y a veces coin cid ien d o
con él, pero siem pre reconociénd olo com o un interlocu tor im p o rtan te e
inelu d ible d entro del p aisaje h istoriográfico de aquellos tiem pos.
H isto rio g rafía acad ém ico-crítica que desde antes de la p rim era guerra
m u n dial, se ha planteado y debatido en térm in os m uy sistem ático s
y elaborados el con junto de los grandes problem as del con ocim ien to
histórico, com o el de la objetividad del saber producido por los h isto ria
dores, la natu raleza sin g u lar de la cien cia h istórica fren te a las ciencias
n atu rales y a las otras ciencias sociales, el tem a del objeto de estud io de
la historia, la cru cial cu estión del 'tiem po histórico', el problem a de la
biog rafía y del rol de los individuos en la historia, a sí com o los pu n tos
del papel de la in terp retación en la recon stru cción de los h ech o s an a li
zados, o la in tro d u cción de p erspectivas tem porales largas dentro de la
cosm ovisión general de la historia, entre otros. Y que entonces, al m ism o
tiem po que reco ge los problem as e in quietu d es plantead os tam b ién por
los h istoriad ores m arx istas, y que en cam bio h an sido d ejad os de lado o
m uy poco teo rizad o s por la h istoria positivista, in ten ta resolverlos por
vías d iferen tes a las ensayad as por los d iscípulos de M arx.
Una h isto rio g rafía no m arxista, aunque sí crítica e innovad ora, que
será tam bién conocid a en algu na m edida por los prim ero s A n n a les y
por sus anteced en tes inm ed iatos, sirviéndoles h asta cierto punto com o
fuente de in sp iració n de su propio proyecto, y al m ism o tiem p o com o
herram ien ta im p o rtan te dentro de la línea del com bate frontal contra el
p ositivism o h istoriográfico.
D e este m odo, el m apa com plejo de esta h isto rio g rafía germ ano
parlan te va a com p on erse a p a rtir de estas tres líneas esen ciales, que
coexistiend o y a veces op oniéndose dentro de la m ism a A lem a n ia y A u s
tria, van sin em bargo a fu n cio n ar com o el m arco general d om in an te
o hegem ónico dentro de los estudios h istóricos eu ropeos de los años
1870-1930 aproxim adam ente. Y así, sirviendo de m odelo a la h istoria ofi
cial que se ha im p artid o en las principales universid ad es eu ro p eas y o cci
dentales, lo m ism o qu e com o referente im p rescin d ible de la in n o v ació n
historiog ráfica y de los grandes debates entre los cu ltores de Clío, esta
h isto rio g rafía g erm an a no hace m ás que expresar, dentro de la d iscip lin a
histórica, u na heg em o n ía cu ltu ral m ás vasta que se d esp liega tam bién
en todo el esp acio de las ciencias sociales, e inclu so en los cam pos de las
artes y de las hum anid ad es, y cuyos protagon istas son nuevam en te los
p aíses de habla alem ana.
Pero com o es sabido, en la disputa por la hegem onía m u n dial, escen i
ficada entre A lem an ia y Estados Unidos durante este m ism o período,
ha sido A lem an ia la perdedora. Y entonces su d errota extern a en la
prim era guerra m u n dial, y lo que es tod avía m ás im portante, la propia
derrota interna de sus corrientes so cialistas m ás radicales, sim b o lizad a en
la represión de la C om una de Berlín, no han dejado de im p actar n eg ativ a
mente, tanto a la fuerza y vigor generales de esa cu ltu ra e h isto rio g rafía
germ anas, com o a la propia im agen y rol de esa cu ltu ra g erm ano parlante
dentro de Europa.
Entonces, ju n to a la crisis global de la razón y de la civ ilizació n eu ro
peas, qu e ya hem os m encionado atrás, y que se desata con esa prim era
guerra m u ndial, va a acom p asarse tam bién u na crisis p a rticu la r de la
sociedad y de la cu ltu ra austriaca y alem ana, crisis que d esgarra y
polariza de m anera extrem a a todo el tejido so cial de este m undo, exacer
bando las oposicion es sociales, agud izand o la con cen tración de la riqueza
económ ica y el d esarrollo de las desigualdad es sociales, y gen erand o el
clim a m ental y político propicio para la em ergencia del n azism o y del
racism o p o steriores a 1933.
C on lo cu al, si la ag resión alem ana de la prim era g u erra y luego su
derrota global, había provocado ya una d esco n fian za g en eralizad a en
toda Europa resp ecto de esa cu ltura g erm ana, y en p a rticu la r sob re su
m odelo d o m in an te de h isto ria positivista y n acio n alista, que h abía sido
utilizad o p ara leg itim ar y ju stificar a esas m ism as agresion es territoriales
: y p o líticas de las restan tes naciones europeas, la irru p ció n de los nazis
: al pod er en 1933, va a provocar en cam bio el propio éxodo físico de una
parte m uy im p o rtan te de la in telectu alidad crítica y de izq u ierd a en ton
ces resid ente en ese m undo germ ano. E m igración bru tal y forzosa de esa
in telectu alidad , obligada a p a rtir de su país para sobrev ivir, que va a
rep resen tar el d esm antelam iento casi total de lo m ejor y lo m ás avan zad o
de esa cu ltu ra g erm án ica de ciencias sociales, igual que de las a rtes y las
hum anid ad es.
D esm an telam ien to que, entre tantas otras cosas, tam bién va a afectar
a las dos lín eas m arg in ales críticas de la h isto rio g rafía alem an a que
antes hem os referid o, la m arxista y la acad ém ico-crítica, lín eas que van a
su cu m b ir to talm en te bajo los efectos de ese bru tal proceso de ascen so de
H itler al poder.
D os golpes rad icales a esa cu ltura germ an o parlante, que no sólo
acabarán en co n secu en cia con esa hegem onía h isto rio g ráfica alem an a del
período 1870-1930, sino que incluso van a prov ocar un aletargam ien to
profund o de las cien cias sociales de esa zona cu ltu ral de habla g erm an a
que se p rolong ará durante casi m edio siglo, y que sólo co m en zará a
superarse, m uy lentam en te y m uy poco a poco d esp ués de la revolución
cu ltu ral de 1968.
C risis y d eclin ación del m odelo y de las lín eas de la h isto rio g rafía
alem an a y au stríaca, que será el escenario general dentro del cu al va
a co n stru irse el proyecto intelectu al de los prim ero s A n n ales. Lo que
entonces, explicará lógicam ente el hecho de que tanto M arc B lo ch com o
L ucien Febvre, pero inclu so tam bién H enri B err o H en ri P iren n e, entre
otros, van todos a tener acceso y a d om in ar el u niverso global de esa
prod ucción h isto rio g ráfica germ ana, de la cual v an a n u trirse de m an era
im p o rtan te y frente a la cual van a perfilar, de m odo crítico y alternativo,
sus p ropias co n tribu cio n es intelectuales.
P ues lo m ism o al oponerse, com o en el caso de H en ri Berr, a las esp e
cu lacio n es y a la m etafísica de la filosofía de la h isto ria alem ana, que
al entroncar, com o H en ri P irenne, con el tipo de h isto ria eco n óm ica y
so cial d ifu n d id a por K arl Lam precht, e igu alm ente al recu perar, com o ha
hecho M arc Bloch, todo el rico aporte de las in vestigacion es prod ucid as
en A lem an ia sobre la h istoria y el paisaje rurales, o al apoyarse en los
estu d io s alem an es sobre Lutero, para criticarlos y luego su perarlos, com o
ha hecho Lucien Febvre, en todos estos casos resulta ev id en te que sería
im posible entend er ese proyecto de los p rim eros A n n a les sin todas estas
filiacion es y co n exio n es con la h isto rio g rafía g erm an a p recedente.
C om o tam bién sería im posible entender la génesis form ativa de este
enfoqu e a n n alista sin consid erar que todas esas v in cu la cio n es y an te
cedentes hered ad os de la h isto rio g rafía g erm ano p arlan te h a n sido recu
perados, tran sform ad os, criticados y rein tegrad os desde el h orizon te
p articu lar de la sen sibilid ad cu ltu ral latino m ed iterrán ea de larga d ura
ción que antes hem os referido, y dentro de u n contexto caracterizad o por
la explosión y florecim ien to que, en esos m ism os tiem p os, v a n a v iv ir
alg u nas de las cien cias sociales dentro de la m ism a F rancia. P orque ju n to
a esas p rim eras raíces an teced en tes germ anas, ten d rem os tam bién a las
fu entes fran cesas, que en esa m ism a época van a alim en tar a ese naciente
proyecto a n n alista d esde un sing u lar y asim étrico m apa de las d iscip li
nas que se o cu p an del estud io de lo social.
Porque en la ép oca en que M arc Bloch y Lucien Febvre van a form arse
com o h istoriad ores, en las v ísp eras de la prim era guerra m u n d ial, todo
el p aisaje de las cien cias so ciales fran cesas se en cuen tra d om in ad o por el
expansivo e im p erialista proyecto de la sociología de la escu ela de É m ile
D u rk h eim , proyecto que nucleado desde 1897 en torno a la pu blicación
regu lar del célebre Année Sociologique, va a irrad iarse lo m ism o dentro
de la econom ía com o "so cio lo gía eco n óm ica" a través de las obras de
Frangois Sim iand , que com o persp ectiva antrop ológica en los ensayos y
trabajos de M arcel M au ss y de H enri H ubert, pero tam b ién en tod as esas
o rigin ales obras sobre las d istintas realidad es y d im en sion es de tejido
social que son la d ivisión del trabajo, el suicidio, las form as de la vida
religiosa, las clases so ciales o los cuad ros so ciales de la m em oria, in ves
tigadas y exp licad as en los libros de É m ile D u rk h eim y de M aurice H al-
baw chs.
Una so cio lo gía vigorosa y presente en todos estos d o m in ios de lo
social, qu e será el principal anteced ente francés dentro de las cien cias
h um anas para la con stru cció n de esos prim eros A n n ales de Bloch
y Febvre, A n n ales que v an a recuperar, tom ánd olos de esa m ism a
sociología d u rkh eim ian a, lo m ism o el concepto de civ iliz a ció n que el
problem a de la m em oria social y la tran sm isión de los recu erd os h istó ri
cos, p asand o por el debate en torno al concepto de clase so cial, el uso
de las series económ icas com o apoyo de la explicación, o la d istin ció n
entre las d iversas "m en talid ad es" de las su cesivas ép ocas de la evolución
hum ana.
Y pu esto que se trata de fund ar unos A n n ales de historia econ óm ica y
social que reiv in d iqu en , prom uevan y en sanch en ju stam en te a esa ram a
de los estu d io s de h isto ria económ ica, y ai in m en so aban ico de lo que
pu ed e en g lo barse en ese genérico térm ino de historia "so cia l" es lógico
que ese proyecto fund ad or de la corriente de los A n n a les se alim en te
en p rim er lu gar de esa sociología d u rkh eim ian a cuasi o m n ip resen te
dentro de las ciencias sociales francesas, que lo m ism o es sociología
económ ica qu e so cio lo gía religiosa, e igu alm ente an trop ología que estu
dio de las m entalid ad es o de las clases sociales. Y es por este m otivo
que u n d u rk h eim ian o tan im portante com o M aurice H albaw ch s va a
p articip ar tam b ién en el prim er com ité de redacción de esos prim ero s
A nn ales, refren d an d o esa conexión fu nd am en tal, y aún p o co estud iad a
entre la so cio lo gía del g rupo del Année Sociologique, y el proyecto de esos
prim eros Annales d'Histoire Économique et Sociale. U na co n exió n que el
propio M arc B lo ch ha recon ocido com o esen cial al afirm ar resp ecto de
esta escu ela so cio ló gica fund ad a por D u rk h eim "que a este gran esfu erzo
deben m ucho n uestros estudios. (Ella) nos ha enseñad o a a n a liz a r con
m ayor profu n d id ad , a en focar m ás de cerca los problem as, a pensar, m e
atrevo a decir, de m anera m enos 'barata'".
Y si p ara la ed ificación de u na nueva y m uy d istin ta historia
económ ica, com o tam bién para la prom oción de las diversas áreas de esa
am bigu a y flotan te h isto ria "so cia l" los A n n ales in iciales se han apoyado
en la so cio lo gía econ óm ica y en las d istin tas ram as del tron co de la
sociología d u rkh eim ian a, tam bién han recogido, com o u n seg u n d o p ilar
im p ortante de su proyecto, a los grandes aportes de la escu ela geográfica
fran cesa de V id al de la Blache.
Pues si en los tem as de la econom ía, las m entalid ad es y la socied ad ,
los aportes de las d iscip lin as resp ectivas pasan siem pre por el filtro o por
la referen cia de los autores d u rkheim ianos, en el caso de la geografía,
la conexión se establece en cam bio de m an era d irecta, in co rp o ran d o no
solam ente a A lb ert D em ang eon en ese prim er com ité de red acció n de los
A nn ales, sino tam bién recogiend o de m anera am plia y plural ese diálogo
entre geografía e h isto ria que en Francia se rem onta al ú ltim o tercio del
propio siglo xix cronológico.
Un d iálogo que ten d rá u n rol principal, tam bién en esos p rim ero s
A nn ales, los que van a in stau rar de pleno derecho dentro de los estu
dios h istóricos, el n ecesario "razon am ien to g eo g ráfico " de tod os los
problem as, hechos y procesos de la historia. Un razo n am ien to geográfico
que rein trod u ce siem pre a los elem entos de la base geográfico natural,
ya r\o sólo com o sim ple "m a rco " o "teló n de fon d o" de los a co n tecim ien
tos históricos, sino com o verdaderos p rotagonistas activos del dram a
histórico, tal y com o esto va a p royectarse en los estud ios de M arc B loch
sobre "E l A d venim ien to y la C onqu ista del M olino de A g u a " o en su s
libro s sobre Los Caracteres Originarios de la Historia Rural Francesa o La
Sociedad Feudal. U n nuevo m odo entonces de in co rp o rar a estos elem entos
de la base geográfica dentro de la historia, que será exp lícitam en te teo ri
zado y d iscu tid o tam bién en el célebre libro de Lucien F ebvre sobre La
Tierra y la Evolución Humana. Introducción Geográfica a la Historia.
G eo g rafía v id alian a que a través de las obras del m ism o V id al de la
Blache, p ero tam bién de los trabajos de Jean B ru n h es, de A lb ert D em a n
geon, de Ju les Sion, de M ax im ilien Sorre, o de E. D e M arto n n e, entre
otros, va a alim en tar de m an era fecu nd a a esos A n n a les del periodo
1929-1941, A n n ales que d arán un lugar esp ecialm en te relev ante a la
reseñ a crítica de tod os los trabajos que en esta época van a florecer y m u l
tiplicarse, tanto en el cam po de la geografía h istórica com o en el área de
la h isto ria regional. U n área que para aquellos tiem p os resu lta p a rticu
larm en te innovad ora, y dentro de la cu al van tam b ién a a p o rtar M arc
Bloch y L ucien F ebvre con sus estudios sobre "L'U e de F ran ce" y PhiUippe
¡¡ et la Franche Comté, respectivam ente. N ueva h istoria region al, renovada
desde esta alian za estratégica entre h istoria y geografía, que se m anten-
í drá in clu so hasta el period o de los A nn ales brau d elianos, para apagarse
y decaer desp ués durante los años setentas y ochentas del itin erario de la
corriente.
Y si para co n stru ir esos A n n ales o rig in ales de todo el en foqu e, M arc
Bloch y L ucien Febvre se han posicionado de las d istin tas m an eras en
¡ que hem os visto, frente a las diversas líneas de la h istoriog rafía alem an a
; antes referid a, alim en tán d ose adem ás de estos aportes de la sociología
| y la g eo g rafía fran cesas que les son contem poráneas, su proyecto va a
! co n stru irse tam b ién en un com plejo juego de alian zas y rech azo s frente
a las d iferentes p ostu ras historiográficas que en ese m ism o p eriod o de
entre las dos g uerras m undiales, com ponen el com plicado m apa de los
; estud ios h istó rico s del hexágono francés.
M apa de la h isto rio g rafía fran cesa de los años veintes y trein tas de
este siglo, que al m ism o tiem po que reproduce, con sus p ecu liarid ad es
francesas, a ciertas de las líneas de la h istoriog rafía germ an a, in corp ora
tam bién a o tro s elem entos y p ostu ras originales, que in flu irán igu al
m ente en esa co n stru cció n fundadora de los p rim eros A n n ales. M apa
que en p rim er lugar, y tam bién en una p osición d om in an te, va a in clu ir
al m odelo de h isto ria po sitivista cuyos trazos hem os referido an terior
m ente. Una h isto ria positivista, cuyo m anual y texto cod ificad or p rin ci
pal, es en Francia el libro de Ch. Langlois y C h. V. Seig n ob o s Introduction
aux études historíques, y que habiendo sido publicado en 1898 va a serv ir
de p o rtaestan d arte del tipo de h istoria oficial que se en se ñ a rá en la
entonces célebre U niversidad de la Sorbonne, pero tam b ién en todas las
grandes escu elas y universid ad es del hexágono francés.
H isto ria po sitivista, d om inante en la Francia de la prim era posguerra,
que com o es b ien sabido será realm ente el p rincipal "en em ig o a v en cer"
por parte de la revolución historiográfica que van a d esp leg ar esos
prim eros A n n ales de B loch y de Febvre. P orque com o verem os m ás
adelante, esa revolución en la teoría de la h isto ria que co n stitu y e el
núcleo ep istem ológico del proyecto intelectu al de los A n n a les del período
1929-1941 sólo va a co n stitu irse desde la d esco n stru cció n y n eg ación rad i
cal de los p rin cip ales rasgos de esa h isto ria p ositivista, a la qu e varias
décadas d esp ués term in ará por su stitu ir y reem plazar.
Y si lo s p rim ero s A n n ales han criticado y com batido con u n ardor
polém ico que ha sido m u chas veces subrayado, a ese m odelo positiv ista
de la h isto rio g rafía, eso no se explica, com o han pretendido alg u n o s estu
d iosos de los A n n ales, por la "n ecesid ad " de "in v en tarse un en em ig o "
para m ejor d efin ir su propia originalid ad o singu larid ad , sino m ás bien,
en nuestra op inión , por el hecho de que en esa crítica y ru p tu ra lo que se
clausu ra y se d esco n stru ye autom áticam ente, para su perarlo d efin itiv a
m ente, es un tip o limitado de concepción de la h istoria, que equiparand o
al d igno oficio de histo riad o r con la sola y parca d im en sió n de la eru
dición histórica, in ten ta red u cir los horizontes de la d iscip lin a a la sim ple
y m etód ica ord en ació n y catalogación de hechos y de g ran d es "su ce so s"
registrad os en los docu m en tos escritos.
C oncep ción de la h isto ria que, si en el siglo xix rep resen tó un gran
adelanto, resu ltaba d em asiado estrech a para las exigen cias del siglo xx.
Y entonces, al d isolver todo fundam ento posible de esta h isto ria erud ita
y positivista, los A n n ales realizan , en un sólo m ov im ien to u na triple
negación o clausu ra: en prim er lugar, y de m anera d irecta esta d isolución
va a socavar las b ases del positivism o h istoriográfico francés, asestán d ole
un golpe fu n d am en tal y com enzando a p oner en cu estión su m onopolio
dentro de los estud ios h istóricos del hexágono. En seg u nd o lugar, ese
m ovim iento va a clau su rar tam bién la etapa de la h egem on ía h isto rio g rá
fica g erm an a dentro de la historiog rafía europea, al im p u g n a r seria
m ente a su línea d o m in an te y a ese m odelo que había serv id o de m arco
a todas las u niversid ad es eu rop eas del periodo 1870-1930. Y finalm ente,
y en este m ism o sentid o, esa d escon stru cción del proyecto positiv ista
va a significar, en térm in os m ás globales, el verdad ero p aso general de
la h isto rio g rafía eu ro p ea de su condición d ecim o n ó n ica a su carácter
corresp on d ien te en tanto h isto rio g rafía del siglo xx.
U na seg u n d a v ertien te p resente dentro de este m apa de la h isto rio
grafía francesa, que será tam bién m arg in alizad a y d esp lazad a por los
A n n ales, es la rep resen tad a por los trabajos de R aym ond A ron , - e n p a r
ticu lar su tesis d octoral, dedicada a estud iar cu atro autores de la historia
alem an a entonces contem poránea, y luego sus dos g ru esos volú m enes
de Introducción a la Filosofía de la Historia-, vertien te que ha in ten tad o
reaclim atar en suelo francés algu nos de los aportes p rin cip ales de cier
tos autores de lo que hem os llam ad o la lín ea de la h isto rio g ra fía crítico
acad ém ica g erm an a. U na línea que tiende a d erivarse hacia las p o sicio
nes del "h isto ricism o " alem án, que al in sistir cen tralm en te en la unicid ad
e irrep etibilid ad de los h echos históricos, va a co n fro n tarse n ecesa ria
m ente con el nacien te proyecto ann alista, que m arch a en cam b io en un
cam in o concentrado en la búsqueda de las regu larid ad es h istóricas y de
las g ran d es cau sas generales de los procesos hum anos.
Pero a d iferen cia del positivism o, esta línea no será com batid a y
d esco n stru íd a exp lícitam ente por los A n nales, sino que sim plem en te se
convertirá en un proyecto fallido, que al no encontrar ecos fuertes en la
corp oración de los historiadores franceses, so brev iv irá un poco en los
m árgenes, a través por ejem plo de la obra de H. I. M arrou, y m ás adelante
de Paul V eyne. U na línea que si bien no p rosperará m ás que m uy escasa
m ente, d en tro del m edio historiográfico francés, testim on ia sin em bargo
con su intento de desarrollo, contem poráneo del de los A n n ales, de la
necesidad que en ton ces experim entaba la histo rio g rafía fran cesa y tam
bién europea, de su perar al m odelo p o sitivista d om in an te, ensayand o
nuevos y diversos cam inos alternativos para su avance ulterior.
U na tercera vertien te de este com plejo m apa de la h isto rio g rafía del
hexágono es la trad ición de una historia que pod ríam os llam ar historia
so cialista francesa, h istoria que influida fuertem ente por el m arxism o
pero no estrictam en te m arxista, rem onta sus orígenes a la im p o rtan te
obra de Jean Jaurés, Historia Socialista de la Revolución Francesa. U na h is
toria claram en te de izquierd a, crítica y p rogresista, que si b ien tiene
un co n o cim ien to m ás bien parcial y no m uy profundo de la obra de
M arx - lo que resulta evidente, por ejem plo, al com p ararla con la h isto
riografía m arx ista del m undo germ ano que hem os m encion ad o a n te s -
sí ha intentado, no obstante, recu perar las o rientacion es gen erales de los
m ov im ientos obreros y so cialistas de la seg u nd a m itad del siglo xix y de
las prim eras d écadas del siglo xx, afirm ánd ose com o u n a p o stu ra d ife
rente e in d ep en d ien te dentro de ese m apa de los estud ios h istó rico s del
hexágono.
Sin em bargo, al con cen trarse com o su tem a priv ilegiad o en la exp li
cación de la R evolu ción Francesa - lo que en esa ép oca es com prensible,
pues d ich a revolución es vista aún com o el m om ento fu n d ad or del orden
entonces vigente en la sociedad fran ce sa-, y en la au sen cia de sólid as
trad iciones m arx istas com parables a las que existen en A lem an ia y A u s
tria, esa línea de h isto rio g rafía so cialista será in cap az de g en erar su
propio proyecto in telectu al, alternativo y autónom o, para la renovación
de la h isto rio g rafía francesa de aquellos tiem pos. Y entonces, m ás bien, va
a te rm in ar alián dose, aunque en posición su bordinad a, con ese proyecto
en gestació n de los prim eros A nnales.
Por su parte, esos A n n ales de 1929-1941 van a acoger sin problem as
a esta h isto rio g rafía de corte socialista, con la cual coin cid en en torno al
d esarrollo y d efen sa de la h istoria económ ica y a la que con ciben tam bién
com o u na h isto rio g rafía crítica del m odelo p o sitivista, orien tad a hacia
la co n stru cció n de hip ótesis y de m odelos interp retativ os generales, e
ig u alm ente p reocu p ad a en la bú squed a de las cau sas y las cadenas expli
cativas de las reg u larid ad es de los procesos h istóricos. H isto rio grafía
so cialista o sem im arx ista, que al poner tam bién el én fasis en el estud io
de los pro ceso s colectivos y en las realidad es de los gru p os y clases
sociales, y al defen d er los parad igm as de la h isto ria global, de la historia
crítica y problem ática, y la p ersp ectiva de u n a h isto ria realm en te cien tí
fica, va a encontrar m últiples puentes de contacto con el proyecto fu n d a
dor de los A n n ales.
C on lo cual, si bien es claro que esos A n n ales de 1929-1941 no han
sido u nos A n n ales ni so cialistas ni m arxistas -c o m o han pretendid o
cierto s estu d io sos fran ceses y catalan es de la co rrien te-, sí es claro que
los m ism os h an serv id o de foro para la expresión de esa h isto rio g rafía
so cialista francesa, incorporand o en su p rim er com ité de red acció n a
G eorges L efebv re y M au rice H albaw chs - e s t e últim o so cia lista declarado,
aunque no h isto riad o r-, y acogiendo en su n eb u losa de colaboradores
cercan o s tanto a gentes de izquierd a fran ceses com o E rn est Labrousse,
H enri W allon, G eorges B ou rgu in , G eorges F ried m an n o P ierre V ilar
com o a otras gen tes de Europa, igu alm ente cercanos o in scrito s dentro
del m arx ism o com o Lucie Varga o Franz Borkenau.
D e esta m an era, los A n n ales in iciales han in corporad o dentro de su
proyecto, en u na p o sició n su balterna pero im portan te, a esta v ertien te
de la h isto rio g rafía crítica so cialista francesa, la que a p e sa r de no
ocu par el esp acio d o m in an te dentro de esa em presa in telectu al, fu n cio
nará sin em bargo com o un ferm ento perm an en te y com o un elem ento de
acicate co n stan te p ara la definición de los perfiles m ás prog resistas, críti
cos y abiertos a los problem as del presente, de esta m ism a p ersp ectiv a
an n alista de en tre las dos g uerras m undiales.
Finalm ente, ese m apa específico de la h isto rio g rafía fran cesa en el
m om ento de la em ergencia de los A n n ales se conform a tam b ién con u na
cu arta y qu in ta vertien tes, que son el proyecto de H en ri B err y de todo
el grupo de la Revue de Synthése Historique, por u n lado, y el h o rizo n te de
H en ri P iren n e y de su escu ela dentro de la h isto rio g rafía belga, por el
otro. Pero am bas v ertien tes se conectan de m an era m ucho m ás orgánica
y d irecta con lo que será el proyecto de los p rim eros A n n ales, y m erecen
en co n secu en cia u na consideración un poco m ás d etenida.
* * *
El proyecto in telectu al que dará vida a los A n n ales de los años 1929-1941
se ha ido forjand o, com o hem os visto, a través de u n a m últiple red de
filiaciones, conexion es y oposiciones que abarca, por m uy d istin tas vías
y en u na d ialéctica com pleja de alianzas, rech azos, em p alm es y d es
p lazam ientos, tan to a las d iferentes líneas de la h isto rio g rafía germ an o
parlante com o a las d iversas vertientes de la h isto rio g rafía francesa,
pasand o tam bién por el universo asim étrico de las cien cias h u m an as del
hexágono. Pero en todos estos casos, se trata de contactos y de h orizontes
que, de u n a m anera general y m ás o m enos in d irecta, v an a in flu ir en
la form ación y en la d efin ición de los perfiles globales de esos m ism os
A n n ales de M arc B loch y Lucien Febvre.
A hora, y com o últim o antecedente fund am en tal de estos A n n ales es
preciso, tam bién consid erar a las dos m atrices que, dentro de la h isto rio
grafía franco parlante del prim er cu arto del siglo xx, van a p rep arar y
a abo n ar el terreno en que van a g erm in ar los A n n ales, v in cu lá n d o se a
ellos de m anera d irecta y hasta personal, y co n v irtién d o se en los pilares
in m ed iatos sobre los cu ales va a ed ificarse esa m ism a em presa an n alista.
D os m atrices o raíces que, a d iferen cia de las que antes hem os m en cio
nado, form an ya p arte orgánica de la h istoria m ism a de la corrien te de los
A nn ales, a la que preparan y sostienen de m anera d ire cta e in m ed iata.
La p rim era de esas m atrices es la represen tad a por el proyecto in n o v a
dor y crítico de H enri B err y de su Revista de Síntesis Histórica fund ad a
en 1900. El objetivo global de este proyecto, com o lo ha d eclarad o el
propio B err en su obra La Síntesis en Historia es el de darle a esta ú ltim a
un estatu to verd ad eram ente científico, que la defina m ás a llá de tod a p o si
ble g en eralizació n arbitraria, com o es frecuen te en el caso de las d is
tintas filosofías de la h istoria, pero tam bién m ás allá del sim p le trabajo
m on ográfico erud ito de recopilación de hech os verídicos, com o en el caso
del m od elo p o sitiv ista historiográfico.
Lo que sign ifica que H enri B err intenta com batir en un doble frente
para afirm ar la legitim id ad de su propuesta in telectu al: de u n lado,
y puesto que él ha estud iad o bien y conoce a fondo la h isto rio g rafía
alem ana de su ép oca, qu iere evitar el riesgo de tran sfo rm ar a la historia
en u na serie de m odelos abstractos, con struid os a priori y fruto de la
genialid ad de sus autores, que con virtiénd ose en v aria n tes d iversas de
la filosofía de la h isto ria, acuden al m aterial em pírico sólo com o m edio
de valid ación de su propia exactitud y verdad. Pero del otro lado, y en
el extrem o exactam en te opuesto, nuestro autor ha conocido tam b ién a la
h isto ria p o sitiv ista francesa, que sólo colecta y o rg an iza sin sentid o d o cu
m entos y h echos, y entonces quiere tam bién superarla, reu b icán d o la sólo
com o sín tesis "e ru d ita " de los hechos h istóricos, que es u na fase p rep ara
toria e im p rescin d ib le del verdadero trabajo del historiad or, pero que no
alcan za tod avía el estatuto de dignidad de este m ism o trabajo.
En co n secu en cia, y m ás allá de estas dos vertien tes de h istoria, que
H en ri B err llam a tod avía "precientífica", él va a p ropon er la síntesis
histórica, es d ecir la co n stru cció n cuidadosa de m od elos y de g en era liz a
ciones h istó ricas o bten id as del propio análisis y estud io de los h echos
ord enad os en la sín tesis erudita, los que en este caso son in terp retad os,
explicad os y d otados de un sentid o general y u niversal. Y entonces, rep i
tiendo esa frase de la ép oca que afirm a que "n o hay cien cia m ás que de
lo general", H enri B err va a asign ar a esa sín tesis h istó rica la tarea de
responder, fin alm en te y por vez prim era, a las grandes p reg u n tas que a
lo largo de las épocas, se ha planteado la filosofía, p reg u n tas que en su
opin ión sólo pu ed en responderse ju stam en te desde la historia.
Pues si esta sín tesis histórica, que constituye el p aso de la h isto ria a su
cond ición de verdadera ciencia, es capaz de dar resp u esta a esas grandes
cu estio n es del esp íritu h u m ano que han con stituido siem pre la m ateria
de la reflexión filosófica, eso sólo es posible a p artir de u n trabajo de rea
lin eación y hasta reestru ctu ració n profund a de todas las cien cias so ciales
existen tes, las que en m u y diversas m edidas, y resp ecto de m uy d ife
rentes zonas, lín eas y tem as d esarrollad os dentro de sus resp ectiv os
d o m in ios de an álisis, van tam bién a ser convocadas, u tilizad as y hasta
replanteadas, para que con tribu yan a esta em presa global de in terp re
tación de vastas d im en sio n es que es esa m ism a sín tesis histórica. Lo que,
por lo dem ás, será u na de las lín eas argu m én tales p rin cip ales de esa obra
m encion ad a de B err que es La Síntesis en Historia.
F inalm ente, y puesto que se trata de u na h istoria científica, de lo
general, exp licativa y com p rehensiva de los grandes pro ceso s h u m anos
-id e a que se co n cretará tam bién en el proyecto de la colección d irigid a
p or el m ism o Berr, La Evolución de la Humanidad, colección que en cien
tomos trataba de d ar cuenta ju stam en te de la entera o d isea h u m ana
de la h isto ria u n iv e rsa l-, será tam bién com prensible que nuestro autor
dedique u n a p arte m uy im portante de su prin cip al obra ya citada, La
Síntesis en Historia, al com plicado problem a de las cau sas en la historia,
respecto del cu al va a co n stru ir un m uy d etallad o y com p lejo esquem a,
que d istin g u e entre cau sas p o sibilitan tes o contingentes, cau sas con d i
cionantes o n ecesarias y cau sas legales o lógicas de los h ech os y procesos
históricos.
Se trata entonces de u na m atriz intelectu al que, com o es evidente,
tiene m u chos pu ntos de conexión d irecta con lo que será el p roceso de
los A n n ales fundadores. Pues al in sistir con fu erza en el ca rá cter cientí
fico de la h istoria, indagand o con cuidado el problem a de la cau salid ad
histórica, lo m ism o que al instau rar de pleno derecho el diálogo en tre la
f historia y todas las restan tes ciencias sociales o al criticar y d esco n stru ír
í los su puestos y los lím ites de la h istoria positivista y de la filosofía de
la h isto ria "a la alem ana", lo que H enri B err y todo el g rupo de la Revue
: de Synthése Historique realiza es la apertu ra de u na serie de lín eas y de
: pistas que, reform u lad as y profund izad as bajo u na p ersp ectiv a m ás rad i
cal, van a co n stitu ir alg u no s de los perfiles esen ciales de esos prim eros
A n n ales de los años treintas.
A d em ás, y en un terreno m ás práctico, tam bién es im p o rtan te señ a
lar el hech o de que ha sido ju stam ente dentro de las creacio n es in stitu
cionales del m ism o B err - q u e com prende no sólo a la Revista de Síntesis
Histórica y a la colección La Evolución de la Humanidad, sino tam bién la
fu nd ación de un Centre Internationale de Synthése, la o rg an izació n de las
célebres "S e m a n a s In tern acio n ales de Sín tesis" y hasta el p royecto de
escritu ra de un "V o cab u lario H istó rico "- que sobre todo L ucien Febvre,
pero tam bién , aunque en m enor m edida, M arc B loch, h an publicado
algu nos de sus prim ero s libros y ensayos, ad em ás de sus libros m ás
im p o rtan tes -La Sociedad Feudal para Bloch y El Problema de la Increduli
dad en el Siglo xv¡. La Religión de Rabelais para Lucien F e b v re - colaborand o
con cierta frecu en cia en las sem anas de síntesis y sobre todo en la m ism a
Revista de Síntesis Histórica cuya fun ción y rol dentro del m odelo in telec
tual francés será tam bién asim ilad a por los dos fun d ad ores de la nueva
revista de los Annales d'Histoire Économique et Sociale.
A p ren d ien d o entonces por todas estas vías las lecciones h ered ad as del
grupo de H en ri Berr, los p rim eros A n n ales van tam b ién a u bicar alg u nas
de su s lim itaciones, que Fernand Braudel y otros autores señ a la rá n m ás
adelante, y que alu den a un tipo de h istoria aún d em asiad o cargad o con
la im pronta del len gu aje y de las p reocu paciones filosóficas, y en co n se
cu en cia d em asiad o volcado a la historia de las religiones, de las ideas y
de la ciencia, y en cam bio m uy poco atento de los d esarrollo s de la nueva
h isto ria económ ica y social. Un proyecto que entonces m ás bien d ibu ja
o esboza, qu e realm en te concretar, la renovación h isto rio g ráfica, tra n s
form ánd ose co n el tiem p o en la em presa u n poco obsesiva de u n sólo
hom bre y del p equ eñ o g rupo de sus m uy fieles seg u id ores, em presa de
la bú squ ed a de la sín tesis h istórica que fin alm en te se d esp liega bajo un
esquem a un p o co rígid o e inflexible.
A unque ju stam en te, u na de estas caren cias p rin cip ales del proyecto
de B err y de la sín tesis histórica, es el que será am p liam en te colm ado
por la seg u nd a m a triz que se constituye com o an teced en te d irecto e
in m ed iato de esos p rim eros A nn ales. Segu n d a m atriz cuyo p ro tago n ista
prin cip al es el h isto riad o r b elg a H enri Piren n e, y cu ya obra en general
puede ser ju stam en te consid erad a com o la obra p ionera o fund ad ora de
una nueva h isto ria económ ica y so cial dentro del h o rizo n te in telectu al
del m u ndo fran coparlante.
Porque H enri P iren n e, que se ha form ado tam b ién en u na cierta
etapa de su itin erario dentro de la historiog rafía alem an a, v in cu lán d ose
d irectam en te a K arl L am p rech t e im p reg n án d ose de su s en señ an zas,
puede leg ítim am en te ser considerado com o el verdad ero pad re de u na
renovada h isto ria econ óm ica y social francoparlante, h isto ria que d istan
cián d o se del m ero recu en to de h echos econ óm icos y de la sim ple co n s
tru cció n de series estad ísticas y de datos parciales, ha in ten tad o co n stru ir
am plios m od elos explicativos, que integren los flujos del com ercio, las
m o d ificacion es m o n etarias, las form as de propiedad y de exp lotación de
la tierra, la recau d ación y uso de los im puestos o las form as de exp lo
tación del trabajo, d en tro de la elaboración de am plias h ip ótesis com
p reh en sivas y capaces de d ar cuenta de los p orqu és de las grandes
tran sfo rm acio n es h istó ricas de las sociedades.
Una h isto ria eco n óm ico -so cial de altos vuelos, que a la vez que abre
el esp acio del d iálogo con los historiad ores m a rx ista s - lo que explica el
hecho, para nad a casu al, de que tanto L am p rech t com o luego el m ism o
P iren n e h ayan sido en alg ú n m om ento calificad os de "h isto riad o res
m arxistas", sin serlo re a lm e n te-, perm ite h acer evid en te la im p o rtan cia
capital de estos h ech o s económ icos dentro de los procesos h istó rico s
generales, leg itim an d o la urgencia, que será recogid a por esos p rim ero s
Annales de manera central, del desarrollo y m ultiplicación de la rama de
jos estudios de la historia económica y social.
Por ello, resu lta lógico el hecho de que y a en 1921 M a rc B loch y Lucien
Febvre le h a n ofrecid o al m ism o P iren ne la d irección de la proyectada
revista que sólo se co n cretará ocho años m ás tarde, in co rp o rán d o lo todo
el tiem po com o ín tim o colaborador del proyecto, y solicitán d ole co n stan
tem ente co n sejo s, artícu lo s y su geren cias de colaboración. Y au nque es
sabido que P iren n e no aceptará este puesto de d irector, si va a p articip ar
en el p rim er co m ité de redacción de los A n n ales, siendo el ú n ico m iem
bro no fran cés, y ap ad rin and o la publicación con un artícu lo suyo p u bli
cado en el p rim er núm ero de la revista, adem ás de co n ectar para ella a
toda su red de colegas historiad ores resid entes en Bélgica.
C on lo cu al P iren n e no sólo va a participar, m uy activam en te, en la
con stru cció n real y o rganizativa de esos A n n ales in iciales, sino que va
a tran sm itirles d irectam en te, de m anera personal, uno de sus p erfiles
in telectu ales m ás fu nd am entales, que es el del cultivo y ed ificació n de
esta nueva h isto ria económ ica y social, perfil que será d esarrollad o y
b rillan tem en te prolongado tanto por M arc B loch , com o d esp ués por Fer
nand Braudel.
A l m ism o tiem p o, la obra de P iren ne será u na obra rica en la
co nstru cción de m odelos, y en co nsecu en cia u na h isto ria qu e po n d rá un
énfasis esp ecial en las d im ensiones interpretativas del oficio de h isto ria
dor. Pues lo m ism o al co n stru ir su m onum ental Historia de Bélgica que su
m ás célebre libro inconclu so sobre Mahoma y Carlomagno lo que el h isto
riador b elga p retend e es ju stam en te elaborar u na gran hip ótesis global,
que a rtic u la a su vez todo un conjunto de hip ótesis m enores, p ara fin al
m ente o rd en ar tod os los hech os y datos h istóricos en un esq u em a lógico,
coherente y que nos dé el sentido profund o de los problem as o puntos
abordados.
Por eso, no es casu al que la gran h ip ótesis contenida en Mahoma y
Carlomagno aú n h abiend o sido m il veces criticad a y contestada, p ero tam
bién m il veces d efen d id a y apuntalada, siga con stitu y en d o u no de los
dos p osibles m od elos generales de explicación de esa in fan cia de la civ i
lización eu ro p ea que ha sido la etapa m edieval - y en donde el seg u n d o
gran m od elo será ju stam en te el construid o por M arc Bloch, en su libro La
Sociedad Feudal- O tam bién, el h echo de que alg u n as de las g ran d es ideas
articu lad o ras de su Historia de Bélgica, com o la idea de las dos grandes
E uropas, la n órd ica y la m editerránea, que co existen o p o n ién d o se y
d ialogando en el m icro co sm o s del espacio de la n ación belga, o su ilu s
tración co n ten id a tam bién en Mahoma y Carlomagno, que con vierte el
m ar M ed iterrán eo en un real y activo p rotagon ista h istó rico del dram a
de la evolución de la civilizació n europea, sean h asta el día de hoy
ideas e hip ótesis fecu nd as y debatidas, que han sido reco gid as por los
historiad ores u lteriores - p o r ejem plo, el propio Fernand B ra u d e l- para
continu ar an im an d o las investigaciones h istóricas m ás con tem porán eas.
Y tam bién, es H en ri P iren n e el prim er enérgico d efen so r de la in tr
ducción del m étod o com parativo dentro de los estud ios h istóricos. A lgo
que no sólo se ha hecho explícito en su célebre d iscu rso de 1923 sobre
este m ism o problem a, sino que ha sido aplicado sistem áticam en te en el
conjunto de sus obras p rincipales. Pues al afirm ar que "n o hay h isto ria de
Bélgica que no sea al m ism o tiem po u na h isto ria de E u rop a" P iren n e no
sólo ha roto las trad icion ales lim itacion es n a cio n alistas de m u chos h is - ;
toriadores, sino qu e tam bién ha abierto la pu erta al ju ego com parativo
entre la B élgica W allona y la B élgica Flam enca, y m ás allá a la com p ara
ción tam bién sistem ática y fru ctífera entre las dos E u ropas su byacen tes
a estas dos B élgicas, p ero tam bién a la con fron tación ig u alm en te p er
m anente en tre las d istin tas cu rvas evolutivas de la h isto ria belga con
las co rresp o n d ien tes lín eas de la h istoria alem ana, fran cesa, h olan d esa y
eu ropea en general.
Un ejercicio que se rep etirá luego tanto en el a n á lisis com parado de
los efectos diversos de las invasiones germ an as y luego m u su lm an as
sobre el cu erp o de la E uropa m ed iterrán ea y sobre el m ism o m ar m ed i
terráneo, com o en el bello estudio sobre los d estin os com u nes y a la vez
d ivergentes de las d istin tas ciudades de la Edad M ed ia. U na aplicación
sistem ática y fecu n d a del m étodo com parativo que será ig u alm en te im i
tad a y p ro fu n d izad a tanto por L ucien Febvre y M arc B loch , com o m ás
ad elante por F ern an d Braudel.
L egand o entonces a ese proyecto naciente de los A n n ales, la ex p erien
cia y los estu d io s ya concretad os en la ram a de la h isto ria eco n óm ica y
social, ju n to a la h isto ria interp retativa y al m étodo com parativo, P iren n e
se afirm a com o la seg u n d a raíz d irecta e in m ed iata en la que se apoyará
el tronco de los A n n ales, en su p rim era etapa de vida.
E ig u al que en el caso del aporte de H en ri Berr, los A n n a les v a n a
reto m ar en p ro fu n d id ad esta heren cia p iren n ian a, a la que no obstan te
tratarán de rad icalizar y de profun d izar, al darle a la h isto ria econ óm ica
y so cial por ellos co n stru id a u na d im en sión o p ersp ectiva m u ch o m ás
global que la que le otorgó el historiad or belga, teorizan d o de m anera
m ás am plia y d etallad a las im plicaciones del com p aratism o en h istoria,
y recogiend o del propio P iren n e su obra m ás m adura e innovad ora
: - e s d ecir aqu ella con cretad a después de la p rim era g u erra m u n d ia l-
obra cuyas lecciones serán trasladadas del espacio de B élgica h acia los
am bientes acad ém icos del hexágono francés, a la vez que las con v ierten
en el núcleo de u n proyecto intelectu al m ucho m ás colectiv o y general.
A rm ad os entonces con los elem entos de estas dos m atrices d irectas,
y apoyados m ás en general en todo el abanico ya d escrito de con exion es
establecidas tanto con las historiog rafías fran cesa y germ an o parlante,
como con las cien cias so ciales del m ism o hexágono, van a ed ificarse los
hoy célebres Annales d'Histoire Economique et Sociale, cuyo p rim er núm ero
/verá la lu z el 15 de enero de 1929.
L O S P R IM E R O S A N N A L E S (1 9 2 9 -1 9 4 1 ): U N A
R E V O L U C IÓ N E N L A T E O R ÍA D E L A H IS T O R IA
2. Objetivo de la Historia: dar cuenta de los “grandes" 2. Objetivo de la Historia: dar cuenta de los grandes pro
C arlos
hechos históricos. Historia política, militar, diplomática y ceso s sociales y colectivos. Historia social, económica,
biográfica. cultural, del poder.
A n ton io
3. Campo de realidades que abarca: Historia de las
hechos inmediatos, superficiales, “espectaculares”, de estructuras profundas, de las realidades subyacentes, de
los grandes acontecimientos. las duraciones largas y colectivas.
4. Noción de tiempo que utiliza: idea moderno burguesa 4. Noción de tiempo que utiliza: descompone los múltiples
A g u írre
def tiempo (modelo newtoniano). Se concentra en el tiempos y crea una noción nueva del tiempo y de la
estudio del tiempo corto, “événementiel". Comparte la duración. Analiza también coyunturas y procesos largos.
idea decimonónica del progreso simple, lineal, acumula Critica y supera la idea lineal-simplista de progreso.
tivo y ascendente.
Rojas
5. Fuentes que usa: Historia que multiplica, recrea,
5. Fuentes que usa: Historia basada sólo en documentos inventa y descubre múltiples fuentes y nuevos puntos de
escritos. apoyo.
6. Técnicas de apoyo del historiador: Historia basada 6. Técnicas de apoyo del historiador: Historia que recrea
en la crítica interna y externa del documento, en la y multiplica sus técnicas como la Fotografía Aérea, el
Diplomática, la Numismática y la Paleografía. Carbono 14, la Dendrocronología, el estudio de series, la
Iconografía, los programas computarizados, etc.
7. Relación con su materia prima: Historia que pretende, 7. Relación con su materia prima: Historia que asume
falsa o ingenuamente, la neutralidad hacia su objeto, una concientemente y que explícita sus sesgos, presupues
tos y determinaciones diversas.
*
objetividad absoluta.
9. Imágen que proyecta al exterior: Historia especializada, 9. Imágen que proyecta al exterior: Historia abierta o en
limitada a un objeto parcial y circunscrito de !o social. construcción, que se enriquece, redefine y renueva en
cada generación.
10. Relación con otras ciencias sociales: Historia sepa
rada y autónoma, carente por completo de vínculos con 10. Relación con otras ciencias sociales: Historia promo
otras disciplinas sociales. tora del diálogo permanente y el intercambio diverso con
todas las restantes ciencias sociales.
11. Estatuto de la Historia: Historia que vacila entre ser
arte o ciencia, tratando de imitar sin crítica el modelo de 11. Estatuto de la Historia: Historia que se asume como
la ciencia natural. Historia científica o como proyecto científico, buscando
A yer,
parte las ilusiones de cada época, testigo o actor sobre de su carácter interpretativo, creando modelos, hipótesis
sí mismo y sobre su tiempo y acción. y explicaciones globales.
F ern a n d B r a u d e l
las co y u n tu ras sociales o cu lturales, por las situacion es gen erales o por
las ex p erien cias colectivas e individuales ig u alm ente vivid as.
C on lo cu al otra de las funciones esenciales de ese cu estion ario, o
encuesta o p ro blem a in icialm en te delim itado, será tam b ién el de hacer
explícitos y con scien tem en te asum idos a esos sesgos o sob red eterm i-
naciones. esp ecífico s del historiador. Sesgos o lim itacio n es que por lo
dem ás, no con d u cen a un relativism o absoluto de los resu ltad os h isto -
riográficos, tan caro a las recientes p ostu ras po sm o d ern as en la h isto rio
grafía, sino m ás b ien al reconocim ien to elem ental de que tod a verdad
histó rica -c o m o tod a verdad en g en era l- es u n a verdad relativa, y a que
por tan to el p ro g reso del conocim iento histórico -co m o , por lo dem ás,
todo p ro g reso r e a l- no es un progreso sim ple, lineal, acu m u lativo e
irreversible, sino m ás b ien un p rogreso com plejo, lleno de saltos y de
retrocesos, de m últiples líneas y ensayos, y sólo ascen d en te desde la
p ersp ectiva m ás global de su cu rv a ú ltim a y m ás general.
Un cu arto p arad igm a de esta historia prom ovida por los A n n ales, en
su etapa de 1929 a 1941, es el de la h istoria abierta o en con stru cción.
P orque si el nuevo tipo de h istoria que se reivin dica es esa h isto ria com -
p aratista, global y problem ática que hem os explicado, es claro que el
proyecto de la m ism a sólo rem onta a la seg u n d a m itad del siglo xix, a
la fech a de n acim ien to y desarrollo del m arxism o o rigin al, y a todavía
m ucho m enos tiem p o si sólo se consideran los ám bitos acad ém icos y u n i
v ersitario s de afirm ación de la historiografía. Por lo tanto, esta historia
d efend ida por eso s p rim eros A n n ales no pod rá ser m ás que u n a historia
joven , en v ías de co n stru cció n y que se encuentra aún a la b ú squ ed a de la
d efinición de sus p erfiles m ás definitivos y fu n d am en tales.
Y en co n secu en cia, u na h isto ria que se d ed ica p erm an en tem en te a
descubrir, y luego a explorar y colonizar progresivam en te los m últiples
nuevos territorios que cada generación sucesiva de h istoriad ores le
aporta. U na tarea que com o lo ilustra la propia h isto ria de la corriente
an n alista, pero tam bién la h isto ria de la entera h isto rio g rafía del siglo xx,
se ha cu m plid o a lo largo de los ú ltim os och en ta años, ren ovan d o con
cada nueva co y u n tu ra histórica general, los tem as y cam pos de la in v es
tigación histórica.
E ig u al qu e los nuevos territorios tam bién las técn icas, los
pro ced im ien to s, los parad igm as m etod ológicos y los m odelos, co n cep
tos y teo rías que u tiliza, aplica, construye e in co rp o ra esa m ism a ciencia
d e la h istoria. P u es d esd e la técnica del C arbono 14 h asta la den d ro-
cronología, desde el m étodo com parativo h asta el m od ern o "p a ra d ig m a
in d icia d o " de los m icroh istoriad ores italianos, y d esd e los m odelos del
mundo feu dal de P iren n e o de Bloch, hasta los m od elos recien tes sobre
el cap italism o de Braudel o de W allerstein o los m odelos de h isto ria cu l
tural de C ario G in zbu rg o de Roger C hartier, la h isto ria no ha cesado
ni un sólo m om ento de en sancharse, de redefinirse, de p ro fu n d izarse
y de tran sfo rm arse inclu so radicalm ente, para d ar cabida y esp acio de
desarrollo a tod o ese conjunto vasto y enorm e de in n o vacio n es técn icas,
m etod ológicas y ep istem ológicas diversas.
D e este m odo, y a través de este p arad igm a de una h isto ria en
con strucción, los A n n ales de la p rim era ép oca van a a su m ir rad ical
m ente el carácter sólo in icial y necesariam en te inacabad o del proyecto
de u na cien cia histórica, carácter que no sólo explica esa p erm an en te
m utación y ren ovación que la h isto rio g rafía con tem porán ea ha conocid o
en la ú ltim a cen tu ria, sino que perm ite tam bién p ro n o sticar acerca del
futuro in m ed iato de la m ism a: está todavía lejos, com o dijo alg u n a vez
con un p o co de iro n ía Fernand Braudel, el m om ento en que h abrem os
encontrado "la b u en a cien cia" de la historia, su "fo rm a definitiva", el
espacio p o r fin abarcado de su inm en so territorio, las "b u en a s té cn ica s"
y los "b u en o s m éto d o s" por fin establecidos de sus in vestigacion es.
P or el contrario, si la historia p osee el esp eso r m ism o de lo hum ano,
a lo largo de tod os los tiem p os en que esto hum ano ha existido, su p ro
greso sigue y seg u irá avanzand o con los cam bios y d esarrollo s m ism os
de tod as las cien cias sociales, tran sform aciones y avances cuyo final no se
d istin g u en aún dentro del horizonte. Por eso, com o M arc B lo ch reclam a,
la h isto ria "en tanto em presa razonad a de a n á lisis" es tod avía u n a cien cia
que vive su perio d o de in fan cia, reproduciend o con stan tem en te nuevos
d escu brim ien to s y nuevos hallazgo s para su com pleja ed ificación.
Y por eso tam bién , es que tal vez no logra cerrar del todo y d efin itiv a
m ente su com bate contra las form as de h isto ria que le h an precedido, y
con las cu ales ha roto sin em bargo de m anera radical. Pues al no alca n z a r
a co n so lid ar totalm ente, dada la m agnitu d de la em presa, ese carácter
científico y crítico que la d istin g u e de las h istorias positivistas, em p iristas,
legend arias y m etafísicas, d ecim onónicas y anteriores que la preceden,
sigu e d ejan d o entonces un espacio h istoriográfico sin ocupar, espacio
en el cu al tod avía p ro sp eran y se sobreviven esas h isto rias positiv istas,
m on ográficas y p u ram ente narrativas, ya an acrón icas y v acías de con
tenido, p ero todavía actu an tes y activas en vastos d o m in ios de las h isto
riog rafías n acio n ales del m undo entero.
Finalm ente, u n qu in to paradigm a que va a caracterizar a esa revolu
ción en la teoría de la h istoria es el parad igm a de los d iferen tes tiem p os
históricos y de la larga duración. Un parad igm a que sin em bargo, aunque
se haya esbozado en algu nos de sus puntos esen ciales en la obra de M arc
Bloch, sólo será tem atizad o e incorporado a la p ersp ectiv a a n n a lista a
través de la obra y los ensayos de Fernand Braudel, d urante la seg u n d a
etapa de vid a de la corriente, etapa que a n alizarem os en el capítulo
siguiente.
Estos cinco p arad ig m as constituyen, entonces, el núcleo duro ep iste
m ológico de esta revolución en la teoría de la h istoria, d esp legad a por
los p rim eros A n n ales y consu m ad a por los A n n ales b rau d elian os, revo
lución que co n stitu irá el principal aporte general de estos A n n a les a la
h isto rio g rafía del siglo xx, a la vez que el soporte en el que se apoyarán
tanto el nuevo tipo de historia económica y social por ellos prom ovida, com o
alg u nas de sus in cu rsiones igualm ente o rig in ales y renovadoras en el
cam po de la h isto ria cu ltu ral -ab u siv a m en te rebau tizad a d esp ués com o
h isto ria de las 'm e n ta lid a d e s - pero tam bién todo el rol de profun d a
tran sfo rm ació n que van a ju g ar esos A n n ales, su cesivam ente, dentro
de la h isto rio g rafía francesa, luego m ed iterrán eo -eu ro p ea y latin o am eri
cana, y fin alm en te eu ropea y del m undo occid ental en general.
U na revolución que es el fruto d irecto de la com pleja y rica co lab o
ración en tre M arc B loch y Lucien Febvre, pero tam b ién del equipo de
prim ero s m iem bros del com ité de redacción y de colaborad ores cerca
nos del proyecto, tales com o el sociólogo d u rkh eim ian o M au rice H al-
baw chs, de clara filiación socialista, o H en ri H auser, p rim er titu la r de
la C áted ra de H isto ria Econ óm ica de La Sorbonne y b u en co n oced or de
M arx, o G eorges L efeb v re y E rn est Labrousse, am bos estu d io sos de la
revolución fran cesa y am bos im pactados fu ertem en te por el p en sam ien to
m arxista, etc.
Proyecto colectivo p rofundam ente innovador y revolucion ario, que
habiéndose co m enzad o a gestar, in m ed iatam en te d esp ués del fin de la
prim era g u erra m u ndial, va a germ in ar lentam ente p ara co n cretarse sólo
en 1929, cerrán d o se luego en 1941 con la d ifícil ru p tu ra en tre M arc B loch
y Lucien Febvre de la prim avera de ese m ism o año.
* * *
La d ifícil d isp u ta entre M arc Bloch y L ucien Febvre, de la prim avera
de 1941, en torno a la decisión sobre contin u ar o no la p u b licación de
los A n n ales, ha sido retom ad a varias veces, por d istin tos estu d io so s de
A nnales, y con m u cha m ayor intensidad en la ú ltim a década. P ues luego
de que el propio Lucien Febvre la abordó en 1945, y de que la m ism a
resurgió hace casi 20 años en las in terp retacion es de A lain G uerreau y
de Josep Fontana, es sobre todo en los trabajos de los ú ltim os 10 años
dedicados a la h isto ria de los A nnales, cu and o esta d isp u ta o ru ptu ra
se ha vuelto el m otivo de una viva controversia en tre los esp ecialistas
de la h isto ria de A n n ales, controversia en la que se reflejan las m uy d is
tintas in terp retacion es sobre esa encrucijada esen cial de los d estin o s de
A n n ales, pero tam bién de m odo general, las m uy d iversas evaluaciones
globales de ese m ism o itinerario ann alista.
Se trata, sin duda algu na, de un m om ento decisivo d entro de la h isto
ria general de los A n n ales. Pues la decisión a tom ar no era u na d ecisión
m enor o sin co n secu en cias: luego de la tom a de París por los n azis, y de la
ocupación de la m itad de todo el territorio de Francia, el d ecreto del 3 de
octu bre de 1940, sobre el estatuto de los jud íos, prohibía a estos ú ltim o s
particip ar en la redacción, y obviam ente y todavía m ás tam b ién en la
dirección, de cu alq u ier p u blicación de carácter periód ico. M arc B loch era
codirector, con Lucien Febvre, de los entonces llam ad os Annales d'Histoire
Sociale, lo que los colocaba entonces frente al riesgo de ser calificad os
com o u na em p resa jud ía, y suspendid os por este m otivo.
La d isy u n tiva entonces era clara: o su spend er tem p oralm en te su
publicación, com o lo h izo por ejem plo, la Revue de Synthése d irig id a por
H enri Berr, o co n tin u ar publicand o los A n n ales al p recio de su p rim ir
el nom bre de M arc B loch de la cu bierta de la revista y de som eter a
esta ú ltim a a las cond iciones im puestas por la nueva situ ación d eterm i
nada por los n azis. Es sabido que M arc Bloch se in clin ó por la p rim era
salida, consid erand o a la segu nd a com o u na ''ab d icació n " y com o una
posible "d eserción, en alg u n a m edida". En cam bio Lucien Febvre, que ve
las cosas de un m odo d iam etralm en te opuesto al punto de v ista de Bloch,
considera a la p osición de este últim o com o "u n a de esas actitu d es n ega
tivas que siem p re h e odiado, am parad as en uno de esos 'm ito s de p u reza'
cuyas ru in as no se reg istran en la historia", defend iend o en ton ces la p o s
tu ra de co n tin u ar la p u blicación de los A n n ales aún bajo las con d icion es
ya señalad as. A sí, m ientras que Febvre afirm a que los A n n a les deben
prosegu ir, pues no son sólo u na revista sino "u n poco de ese esp íritu
"D esp u és de h ab er considerado todo con aten ción - y créam e
que lo he reflexionad o b a sta n te - no soporto ver a los A n n ales
p u b licarse e n la zona ocupada, ni sin m i nom bre. Tal vez m e
h abría resignado, en caso necesario, a u na de esas dos cosas.
Pero a las d os ju n tas, n o ... Si nuestra obra ha tenido algú n
sentido, este ha sido el de su in d epen d encia; su rech a z o a
aceptar las p resiones de aquello que Peguy -p a tró n sin g u
lar de u na clien tela que lo hubiese so rp re n d id o - llam aba
la 'tem p estad ': se expresase ésta bajo la form a del a cad em i
cism o, de cap illa y de todo lo que u sted quiera p arecid o a
esto. La supresión de m i nom bre sería u na abd icación. Sobre
la cual, créam e, nad ie se en gañ ará."
C arta d e M a rc B l o c h a L u cien F e b v r e ,
* * *
Los seg u n d o s A n n ales, tam bién conocidos com o A n n ales b rau d elian os,
tienen sus an teced en tes y sus prim eras raíces com o hem os dicho, dentro
del p eriodo de los A n n ales de Lucien Febvre. Pero sólo van a afirm a rse y
d esp legarse realm ente después de la m uerte de este últim o, en sep tiem
bre de 1956, cu ando Fernand Braudel asu m a com p letam en te la d irecció n
de la revista. Y au nque durante una p rim era etapa, tam bién R o b ert M an-
drou ten d rá u n rol im p o rtan te dentro de la cond u cción y co n stru cció n
de la rev ista -r o l qu e cesará abru ptam ente luego de la d isp u ta p ro fu n d a
entre Braudel y M an d rou, en 1962-, será sin duda la figura y so b re todo
la obra de Fernan d B raudel, la que va a d efinir los perfiles esp ecífico s y
m ás esen ciales de ese nuevo proyecto intelectu al que va a a n im a r a la
corriente en tre 1956 y 1968.
Perfiles esp ecífico s de este segu ndo proyecto a n n a lista que se en cu en
tran m ag istralm en te resum id os, y m uy claram en te d elim itad o s en el
célebre artícu lo publicad o en el últim o núm ero de A n n a les de 1958,
redactado por el m ism o Braudel y titu lad o "H isto ria y cien cias sociales.
La larga d u ración". U n artícu lo que visto desde la p ersp ectiv a de la
h isto ria global de la corriente de los A n n ales tien e un claro carácter
programático, que in tenta d efinir el p articu lar tipo de h isto ria que será
prom ovido y d esplegado por estos m ism os A n n a les b rau d elian os. Y del
m ism o m odo en que podem os considerar a la b rillan te au nque in co n
clusa Apologie ponr l'Histoire de M arc Bloch, com o la sín tesis m etod ológica
o con densad o ep istem ológico del proyecto de los "p rim eros A n n ales", y a
los célebres Combats ponr l'Histoire de Lucien Febvre com o el resu m en tam
bién m etod ológico del tipo de h istoria desplegado durante los A n n ales
de tran sició n ya referidos, así tam bién p od em os con sid erar al ensayo
sobre la Marga d u ración' de Fernand Braudel com o el verdad ero texto-
m anifiesto p rin cip al del proyecto intelectu al de esos seg u n d o s A n n ales.
Porque si releem os con cuidado este ensayo de 1958, que con ju sticia
es el m ás d ifu n d id o y el m ás célebre de todos los que h an salid o de la
plum a de Fern and Braudel, encontrarem os que en el m ism o se explícita
la p ersp ectiva global que ha servido de hilo cond u ctor para la elabo
ración y co n stru cció n progresiva de esos A n n ales del p eriod o 1956-1968,
la p ersp ectiva de la larga duración histórica. A l m ism o tiempo,, es en ese
m ism o texto que se tom a p osición frente a las corrien tes de p en sam ien to
entonces m ás en boga, las corrientes tanto del m arx ism o m ed iterrán eo
francés com o del estru ctu ralism o , y que se d elim itan los tem as, cam p os o
áreas de investigación que serán los m ás frecuentad os d urante esta etapa
de la co n stru cció n b rau d elian a de los A nnales.
Así, la línea del argum ento central, anunciad a en el m ism o título del
ensayo, es la de la explicitación de la teoría b rau d elian a de las d iferentes
tem poralid ad es histó rico sociales y en p articu lar de las realid ad es de la
larga d u ración h istórica. Una teoría que para fu n d am en tarse va a com en
zar por criticar y d esco n stru ír rad icalm ente la noción m o d ern o -b u rg u esa
de la tem poralid ad , que adoptando sin crítica al concepto n ew ton ian o del
tiem p o físico, afirm a que existe un sólo tiem po, hom ogéneo, v acío y com
puesto de fragm en to s idénticos entre sí, y que avanza de m an era in d e
pen d ien te e irreversible frente a los hechos y procesos h um anos, a los que
inclu so regu la, controla y subordina. Frente a ella, la teoría b rau d elian a
va a afirm ar que existen m últiples tiem pos, tiem p os que no son los del
reloj o los del calend ario, sino que son tem poralid ad es histórico-sociales,
tan m últiples, d iversas y heterogéneas com o las realid ad es históricas
mismas,, y en co n secu en cia tiem pos variables, m ás o m enos den sos y
m ás o m enos d isím iles, que al h allarse d irectam en te v in cu lad o s a esos
acon tecim ien tos, fenóm enos y procesos so ciales-h u m an o s v a n a ex p re
sarse com o las m u chas duraciones h istóricas a in vestigar por parte de los
historiadores.
T iem pos o duraciones d iferenciad os que Braudel va a resu m ir en su
triple tip olog ía del nivel de los acontecim ientos o h echos del tiem po
corto, el nivel de las coyunturas o fenóm enos del tiem po m edio y el
plano de las estru ctu ras o de los procesos propios del tiem p o largo. Una
descom posición trip artita de las d uraciones que hace posible d iscrim i
nar, y luego clasificar en d istintos órdenes, a los diversos h ech os h istó ri
cos, u bicand o in icialm en te a aquellos hechos in m ed iatos, n erv io so s e
in stan táneos, que durando u nas pocas horas, días o sem an as se han
constituido siem pre en la m ateria prim a favorita de los h istoriad ores
tradicionales en general y de los h istoriad ores positivistas en particu lar.
H echos de m uy co rta vida, tales com o la devaluación bru sca de una
m oneda, la m uerte de un jefe de estado, la irru p ció n de un terrem oto
que d estru y e a u n a ciudad, o el d esen cad en am ien to de u na g u erra que
sirve para g astar y enterrar cientos de m isiles en el d esierto y que son
hechos que tien en a veces un im pacto esp ectacu lar y que atraen de u na
m anera d esm esu rad a tod as las m iradas de quienes los p ro tag o n izan o
p resencian, estand o en general cortados a la m edida del trabajo de los
period istas y de los pu ntos de vista de los políticos del día al día. H echos
de m uy corta d uración que se d istin g u en claram en te de los fenóm enos
de co y u n tu ra, de esos d atos repetid os y reiterados d urante años, lustros
y hasta décadas, que han sido los datos m ás estud iad os por los h isto ria
dores económ icos, so ciales o cu ltu rales de la ú ltim a cen tu ria. H ech os de
la co y u n tu ra com o un m ovim iento cu ltural o literario de u na generación,
com o u na ram a d epresiva o ascendente del ciclo Kondratiev, o com o los
efectos d iversos de un m ovim ien to político o so cial con testatario, que
en m arcan a los acon tecim ien tos del tiem po o de la duración cortas, a la
vez que se p ro y ectan a la m edid a de la tem poralidad co rresp o n d ien te a
las p ropias vid as de los hom bres.
F inalm ente, y por debajo de este tiem po m edio de las co y u n tu ra s cu l
turales, so ciales, económ icas o políticas, están las estru ctu ras de la larga
duración histórica, que correspond en a los procesos secu la res y a veces
h asta m ilen ario s de las realidad es m ás duraderas, m ás elem en tales y m ás
p rofund as de esa m ism a vida histórica de las socied ad es. R ealid ad es de
largo aliento com o los rasgos y perfiles de u na civ ilizació n , los hábitos
alim en ticios de un g ru p o .d e hom bres, los sistem as de co n stru cció n y
de vigen cia de las jerarq u ías sociales o las actitud es m entales frente al
trabajo, la m uerte, la vida o la n atu raleza, que serán entonces algu nos
de los tem as esp ecialm en te im pulsad os, para su exam en e investigación,
dentro de esos seg u nd o s A n n ales de los "años B rau d el" de la corriente.
Ya que com o ha d icho el m ism o Braudel, cuando él tom ó "la d irec
ción de los A n n ales, fijó la línea seg ú n la larga duración", lo que explica
el hecho de que en 1961 y 1962 se haya im pulsad o u na v asta encuesta
internacional, dentro de las p ág in as de la revista, en torno a los tem as de
la "v id a m aterial" O tam bién los m últiples artícu lo s sobre el tem a de las
civ ilizacio n es y su h isto ria, que se m ultiplican y p rosp eran d urante estos
m ism os años. E ig u alm en te los ensayos sobre la id ea de cru zad a a través
de varios siglos, sobre la h istoria serial de los precios en tre 1450 y 1750,
sobre los fu n d am en to s g eográficos del individuo biológico, o sobre otros
tem as ig u alm en te centrados en estas estru ctu ras p ro fu n d as de la larga
duración. Y ello, por no m encion ar el propio debate m etod ológico, tam
bién escenificad o en los A n n ales, en torno al artícu lo m ism o ya referido
de "H isto ria y cien cias sociales. La larga duración".
P ersp ectiva de la larga duración h istórica que al m ism o tiem po que
constituye el aporte esencial, y la o rigin alid ad m ayor de estos A n n ales
brau d elian os en el plano de la m etodología h istórica, es tam b ién el
paradigm a que va a p erm itir la clara profundización y radicalización del
conjunto de los p arad igm as heredados de los p rim eros A n n ales, profu n -
d ización que m an ten ien d o u na continuidad esencial entre los p rim ero s y
los seg u nd o s A n n ales, va a in stau rar sim u ltán eam en te a estos ú ltim os
com o la etapa de superación y a la vez cu lm in ació n de los prim eros.
A u nqu e se trata de u na "su p eración " en el sentid o h eg eliano, de una
aufhebung, que al m ism o tiem po que niega, co n serv a a esos parad igm as
de los A n n ales fund adores, refu n cion alizán d olos dentro de u n a nueva
estru ctu ra y red im en sio n án d o los desde ese nuevo referen te de la propia
larga duración.
Porque dado que la larga duración se plantea entre sus o b jetiv o s p rin
cipales, el de d elim itar y aprehender a esas a rqu itectu ras o realidad es
lentas en co n stitu irse, que se repiten y reiteran en la h istoria, y que sólo
se d esg astan y d esestru ctu ran tam bién m uy lentam ente, nos p roporciona
con ello u n a entrad a privilegiad a al ejercicio sistem ático del m étodo
com parativo, al que perm ite extenderse dentro de period os m ucho m ás
prolongad os de tiem po, y dentro de un universo m ucho m ayor de "fen ó
m en o s" o "c a so s" su scep tibles de ser ju stam en te "com p arad os". Y dado
que la com p aración arroja com o uno de sus resultad os esen ciales el de la
d iscrim in ació n de los elem entos generales o u niversales, frente a aquellos
particu lares o ind ivid u ales, es claro que dicha d iscrim in a ció n se hace
más evidente y hasta necesaria cuando, desde esas estru ctu ras de esa
larga d u ració n histórica acced em os ya a uno de los v arios eslab o n es de
esta cadena, al u niverso de ciertos elem entos generales, reiterados y per
sistentes que se exp resan en esos procesos cíclicos, rep etid o s y que rea
parecen co n stan tem en te com o elem entos reales de d eterm in ació n de los
procesos históricos hum anos, a lo largo de itin erarios siem pre tra n secu -
lares. C on lo cu al la larga duración dilata enorm em en te los territorios y
puntos de apoyo del com paratism o histórico, otorgánd ole ad em ás a este
últim o otra entrada posible hacia uno de los elem entos cuya apreh en sión
constituye su objetivo general.
Por otro lado, y al concentrar toda su atención en este d escubrim ien to,
registro y luego explicación de esos elem entos m ás durables, profun d os
y d eterm in an tes de la h istoria larga de las socied ad es h u m anas, los
A n n ales b rau d elian o s van a d esem bocar en la reivin d icació n de un nuevo
e inédito d eterm in ism o histórico: justam ente, el d eterm in ism o de las
estru ctu ras de la larga duración histórica. Pero puesto que, com o b ien lo
ha rem arcad o B raudel, la larga duración se encu en tra presen te lo m ism o
en la g eo g rafía que en la cultura, e igu alm ente en la política o la econ om ía
que en la socied ad , entonces ese d eterm in ism o de la larga d uración
va a co n d u cir n atu ralm en te a esos segu nd os A n n ales h acia un rep lan
team ien to rad ical de la h isto ria global. Y entonces, la h isto ria globali-
zante no lo será ya solam ente por el hecho de in ten tar ab arcar tod as las
d istin tas realid ad es o niveles de la totalidad social, sino tam bién por el
hecho de afirm ar, com o postu lad o epistem ológico central, el de la pro
funda y originaria unidad fundamental de lo social. Para Fern an d Braudel y
los A n n ales brau d elian os lo so cial es, en el punto de p artid a, u na unidad,
a la que las d istin tas ciencias o d iscip lin as sociales "m ira n " u "o b serv a n "
desde d istin to s em p lazam ien tos o plataform as esp ecíficas. Y entonces,
la exigen cia de resitu ar todo problem a dentro de las resp ectiv as to tali
dades que lo en m arcan , y resp ecto de la totalidad global en que se in serta
va a convertirse, en estos A n n ales de los años 1956-1968, en la m ás radi
cal n ecesid ad de d esco n stru ír y su perar al "ep istem e" d iscip lin a r a ctu a l
m ente vigente de aproxim ación hacia lo social, para su stitu irlo por otro
nuevo epistem e, esen cialm en te "u n id iscip lin a r" y g lo b alizan te de acer
cam iento a esa m ism a realidad.
H istoria que gracias a los servicios de la larga duración, extiend e los
d om in ios y los m od os de acceso a la com paración, rad icalizan d o y hasta
su b v irtien d o el carácter g lobalizan te de sus p erspectivas, y que ig u al
m ente va a p ro fu n d izar hasta el final a los po stu lad o s de la historia
problem a de los prim ero s A nn ales. Pues a tono con este abord aje de las
realidad es del tiem po largo, van a co n stru irse en cuestas, cu estio n ario s
y problem as que d efin itivam ente serían im posibles de abord ar por parte
de la historia po sitivista o tradicional. Pues si com o ha dicho Braudel,
es im posible d ecir que el m ar M ed iterráneo "n ació el día tal o ta l" o
narrar resp ecto de sus cam bios o m an ifestacion es esen ciales "la s cosas
tal y com o h an aco n tecid o " entonces es claro que desde la larga d u ra
ción y desde los problemas específicos que a ella correspon d en , se ha
vuelto im p rescin d ible irrem ed iablem en te la u rgen cia de co n stru ir y de
exp licitar los cu estio n ario s de estas nuevas investigaciones, delin ean do
las encuestas que nos p erm itan aprehender a la civ ilizació n m aterial, a
las irrad iaciones civ ilizato rias del m ar M editerráneo, a las estru ctu ras
p rofu nd as de la econ om ía de m ercado o del cap italism o, o a las co n d icio
nantes geo h istó ricas de las d istin tas civ ilizacion es del m u ndo actual. Y si
no hay in dagación p osible de los procesos de la larga d uración histórica,
m ás que d esde los presupuestos de la historia problem a, en ton ces esta
ú ltim a se su b su m e e incorp ora com o precond ición fu n d am en tal de la
prim era.
Finalm ente, si esta p ersp ectiv a de la larga duración ha revolucionado
pro fu n d am en te la agenda de los tem as de la in vestigación histórica,
abriend o todo el vasto territorio de problem as antes m encion ad os, tam
bién ha renovad o con ello la conciencia del carácter abierto y todavía en
proyecto de co n stru cció n de esa m ism a ciencia h istórica. Pues dado que
es, otra vez, im posible h acer una historia em pírica, factual, o "év én em en -
tielle" de las estru ctu ras de larga duración, y es tam b ién em p resa vana el
tratar de erig ir a esa larga duración en u na nueva "filo so fía " m etafísica
de la h istoria, en ton ces vuelve a acen tu arse de m odo acu cioso el carácter
nuevo, inicial, p rim ario o sólo in fan til del m od ern o proyecto de u na cien
cia de la h istoria, la que de nueva cuenta, y bajo el im p u lso d irecto de esta
larga duración, ha vuelto a m udar de piel para ren ovar su s técn icas, sus
p ro ced im ien to s de análisis, sus horizontes generales y hasta p arte de sus
conceptos, teorías y m odelos principales.
R ed im en sion an d o así desde la perspectiva de la larga d uración y en
todas estas v ertien tes a los paradigm as característico s de los prim ero s
A n n ales, los A n n ales brau d elianos van a superar, en sentid o hegeliano, a
sus p red ecesores, desplegando un nuevo proyecto in telectu al que aunque
diverso y o rig in al frente a los A n n ales de 1929-1941, se in scrib e sin
em bargo resp ecto de este últim o en una clara lín ea de con tin u id ad p ro
funda y esen cial.
Si volvem os de nuevo al texto de "H isto ria y cien cias sociales. La larga
duración"' de 1958, verem os que adem ás de exp licitar esta teoría de los
d iferen tes tiem p os y esta persp ectiva m etodológica de la larga d uración
-q u e h an servid o de criterio rector para la definición de la p olítica ed ito
rial y del entero proyecto de estos A n nales b rau d elia n o s-, tam bién refleja
de m anera clara, a través de los m últiples ejem plos que u tiliza, a la esp e
cial co y u n tu ra general que va a ser el m arco de esos m ism os seg u nd os
A n n ales. P u es com o ya hem os m encionad o antes, estos A n n ales de los
años 1956-1968 son hijos de esa coyun tura exp an siv a del ciclo K on d ratiev
que se d esp liega desde el fin de la seg u n d a guerra y h asta la g ran crisis
económ ica in tern acio n al de 1972-1973, y que en Francia ha sido calificad a
com o el perio d o de los "trein ta años g lo rio so s"
Una co y u n tu ra m arcad a por un crecim iento econ óm ico sosten id o, que
va a acelerar enorm em en te la in d u strializació n tanto de F ran cia com o
de tod a E uropa, haciend o rem ontar a las cifras absolutas de la población
u rbana por en cim a de las de la población ru ral, y d esen cad en an d o un
p roceso de m ejo ram ien to del nivel de vida de las clases pop u lares y
una clara m ovilid ad so cial ascendente de todos los estratos y grupos
sociales de las d iferentes naciones de Europa occid ental. Un period o
entonces de claro auge económ ico, que d isp ara h acia arriba los ín d ices de
u rban izació n , in d u strializació n y m o d ern ización de la "p eq u eñ a E u rop a"
y que va a ex p resarse tam bién en un fortalecim ien to im p o rtan te del
m ovim iento obrero y en la consolid ación de socied ad es cu yas estru ctu
ras y fu n d am en to s generales parecen gozar de u na clara e in cu estion ab le
estabilid ad y legitim id ad .
E ntonces y a tono con estos trazos generales de esa co y u n tu ra
económ ica y so cial expansivas, que ponen en el cen tro de la reflexión
a las d im en sio n es económ icas y eco n óm ico -so ciales de las socied ad es
eu rop eas m od ernas, es que van a legitim arse, dentro de la h isto rio g rafía
eu ropea y tam bién francesa, los d istin tos estud ios in scrito s d en tro de la
ram a de la h isto ria económ ica, pero tam bién las in vestigacio n es de la
recién cread a h isto ria dem ográfica y ciertas áreas esp ecíficas de la h isto
ria social. Y todas ellas, en una orientación que apoyada en los pro g reso s
de la estad ística y de la cuantificación, va a derivarlas prim ero hacia la
h isto ria cuantitativa y en un segundo m om ento inclu so hacia la propia
h isto ria serial.
A lgo que será evid ente dentro de esos A n n ales d irigid os por Fern an d
Braudel, A n n ales qu e no sólo lan zarán la in iciativa y m u ltip licarán las
investigaciones sobre, por ejem plo, la historia de los p recios en todos los
p aíses de E uropa entre los siglos xv y xix, sino que tam bién fom en tarán
y se harán eco d irecto de esos d istin tos estud ios cu an titativ o s y seriales
sobre el papel de la m oneda en la econom ía eu ropea m od ern a, sobre las
raciones y los m od os de alim en tación de las flotas de esa E u rop a a la
conqu ista del m undo, o sobre la estratificación diversa de los d istin tos
"ó rd en es" en las socied ad es del antigu o régim en, entre tantos otros de
los tem as enton ces abordados.
Sirvien d o en ton ces sim ultáneam ente, de foro para esas nuevas in v es
tigaciones h istó rico -eco n ó m icas de los historiad ores de toda Europa, y
de polo de con cen tración de una p arte im p ortan te de todas las in icia
tivas d esplegadas en estos cam pos de la h istoria so cial, dem ográfica,
económ ica, cu an titativa y serial, los A n n ales b rau d elian os v a n a in ser
tarse muy activam en te en el conjunto de los grandes debates in telectu ales
que en esa ép oca agitan a la m ayoría de los cu ltivad ores de Clío, y que
se refieren tan to a la transición de las socied ad es feu dales hacia las
socied ad es m o d ern as capitalistas, com o a las m últiples cu rv as evoluti-S:
vas de estas ú ltim as, referid as igu alm ente a los m ov im ien tos e in su rrec- ;
ciones cam p esin as de las sociedad p rein d u strial, que a las m u taciones :
de la nobleza y luego de la bu rgu esía de los ú ltim os cin co siglos, pero
tam bién a los orígen es y significado de la revolución in d u strial y a la
caracterizació n global de la entera h istoria de las socied ad es cap italistas
contem poráneas.
Porque a tono con esta expansión económ ica fu erte que entonces v an
a v iv ir to d as las eco n om ías eu ropeas occidentales, y ju n to a ella a la
co n com itan te p o p u larizació n y consolid ación de una renovad a h isto rio
g rafía económ ica y so cial, es que los A n n ales brau d elian os co m en zarán
a in crem en tar su p resencia in stitucion al dentro de los m ed ios acad ém i
cos del hexágono e in clu so dentro de la m ism a Europa, co n v irtien d o a
la vi Sección de la École Pratique des H autes É tu d es en la in stitu ció n de
v an g u ard ia dentro de la investigación y la docencia en cien cias so ciales
dentro de Francia, y ech an d o a andar la origin al y tam b ién m uy av an zad a
Maison des Sciences de l'Homme, que se convertirá ráp id am en te en un ver-
dadero lu gar de recep ción y punto de concentración de la m ás avanzad a
in telectu alid ad crítica de E uropa y del O ccidente de aqu ellos tiem pos.
Al m ism o tiem po, y respaldados por esta cada vez m ás im p o rtan te
estru ctu ra de apoyo in stitu cio n al, esos A n n ales d irigid os desde la óptica
de la larga d uración histórica, van a in sertarse tam bién d en tro de las
grandes lín eas de las m utaciones in telectu ales que entonces va a vivir el
paisaje cu ltu ral del hexágono, y que se con centran en torno a la doble
d ifusión, m asiva e invasora dentro de las ciencias so ciales francesas,
p rim ero de un m arxism o de m atriz cultural claram en te m editerrán ea, y
luego de la fu erte im plantación del estru ctu ralism o.
Y si volvem os nuevam ente al texto pro g ram ático -m etod o lóg ico de
Fernand Brau del de 1958, verem os que en él se encuentra tam bién una
clara tom a de posesión frente a estas dos grandes ten d en cias in telectu ales
que en los años cincu en tas y sesentas han reh ech o com p letam en te el
clim a in telectu al francés. En prim er lugar, Braudel va a d efin irse frente
a M a rx y a los m arx istas, en térm inos de una postura de abierta co lab o
ración estratég ica y de clara alian za intelectu al. Y ello, no sólo porque
com p arte con esos m arx istas el m ism o cam po problem ático de la h is
toria eco n óm ica y social, sino tam bién porque ha d escu b ierto fren te a
la obra de M arx u na profund a afinidad de persp ectiv as m etod ológicas
y ep istem ológ icas fu nd am entales. Porque es ju stam en te en este ensayo
sobre "H isto ria y cien cias sociales. La larga duración", en donde Braudel
va a d eclarar en fáticam en te que "el genio de M arx, el secreto de su p ro
longado poder, se debe a que él fué el prim ero en fabricar verdad eros
m od elos sociales, a p artir de la larga duración histórica".
En co n secu en cia, y ju sto en torno de esta p ersp ectiv a de la larga d ura
ción, es que Braudel va a encontrar un terreno posible y propicio de
d iálogo en tre los m arx istas y sus colaboradores y d iscíp u lo s m ás in m e
diatos. Y así, en contrán d ose am bos en todos los co n g reso s de h istoria
econ óm ica de aquellos tiem pos, y com p artiend o sus resp ectiv os resu l
tados de in vestigació n sobre los tem as de los orígenes del cap italism o
o los cam bios históricos de la bu rgu esía, pero tam bién sobre la h istoria
serial de los precios eu ropeos y sobre la d in ám ica en tre las d istin tas
civ ilizacio n es, es que se ha establecido esa relación de diálogo abierto y
fraterno, y luego de m u tu a colaboración y apoyo, en tre ese círcu lo de los
colaboradores y co n stru cto res centrales de los A n n ales brau d elian os y los
d istin tos m a rx ista s de E uropa y del occidente. Y si los prim ero s A n n ales
de B loch y F ebv re fueron un foro abierto en donde p u d ieron escrib ir y
participar, a veces inclu so m uy p a ta g ó n ica m en te, autores so cia lista s y
com u nistas com o G eorges Lefebvre, Franz Borkenau, Lucie Varga, E rn est
Labrousse, H en ri M ougin, Pierre V ilar o M aurice H albaw chs, los A n n ales
brau d elian os v an a rad icalizar tam bién esta posición, entabland o rela
ciones estrech as y sistem áticas con los m arxistas de la rev ista inglesa
Past and Present, con los historiadores com u n istas polacos del g rupo de
W itold K ula, con los h istoriad ores soviéticos y h ú n g aro s de clara filiación
so cialista, con los h istoriad ores italianos, españoles o p o rtu g u eses de
izquierd a, ig u al que con los historiad ores m arxistas v enid os de C anad á,
E stad os U nidos o A m érica Latina.
Y au nque es absolu tam ente claro que Fernand Braudel no ha sid
nunca m arxista, com o no lo han sido tam p oco esos A n n a les brau d e
lianos, eso no h a im p ed id o que el autor de El Mediterráneo y el mundo
mediterráneo en la época de Felipe n declare m últiples veces que adm ira
a M arx, no sólo porqu e éste poseía ya la "p ercep ción de la larga d ura
ción h istó rica" sino tam bién porque tiene un "agud o sen tid o histórico",
porque es cap az "d e ad optar las p erspectivas de la h isto ria g lo b al" y
porque su em presa se in scrib e tam bién en el cam in o de un in ten to de edi
ficar "u n a verdadera cien cia o proyecto científico de la h istoria". Y enton
ces, n ad a de extraño tiene este hecho de que los A n n a les brau d elian os
hayan colaborad o y hasta hecho "fren te com ú n" con los m a rx ista s del
occidente, de Europa y de Francia, abriéndoles sus p á g in a s, in vitán d olos
a sus co n g reso s y a sus in stitu cio n es académ icas, y d ebatiendo con ellos
sobre sus m ism os tem as y resultados de in vestigación. E ig u alm ente, el
hecho de que F ernand Braudel va a reclutar a los h istoriad ores a quienes:
h ered ará la d irecció n de la rev ista - y tam bién varios de los pu estos de
p od er acad ém ico o de im p o rtan cia in telectu al que él había o cu p a d o -,
d entro de esos m ed ios com u nistas y de izq u ierd a del propio hexágono
francés.
D efin ién d o se entonces, frente a ese m arxism o que se d ifu n d e
am p liam ente en toda la cu ltu ra de las ciencias so ciales en Fran cia después
de 1956, en térm in os de u n a apertu ra am istosa y de una cierta alian za
in telectu al, los A n n ales de la larga duración van en cam bio a oponerse
frontal y rad icalm en te a la seg u n d a gran tend encia in telectu al, que tam
bién en los años cin cu en tas y sesen tas va a in vad ir al co n ju n to de las
d iscip lin as so ciales del hexágono, a través de las su cesivas "o la s" de
em ergen cia y luego d esp liegu e del estructuralismo francés. Y esto, por el
sim ple y elem ental hecho de que este estru ctu ralism o ha sido en general,
y aún en su s rep resen tan tes m ás brillantes, pro fu n d am en te ahistórico,
cuando no abierta y d eclaradam ente antihistórico.
Porque u no de los postu lad os básico s de ese estru ctu ralism o es ju sta
m ente el de prom over el m ás detallado an álisis p osible de los elem entos
y de las relaciones de la "estru ctu ra" que se in vestiga, a n á lisis que en
general sólo se h ace posible si "con g elam o s" el m ovim ien to y evolución
de esa estru ctu ra, sacriñcand o entonces la d iacron ía a la sin cro n ía. En
consecu encia, el "co rte" presupuesto, que d iseca y luego d iseccio n a a
esa estru ctu ra, para m ejor captar los víncu los entre su s d istin ta s partes
constitutivas, cond u ce casi siem pre a la evacuación de los elem entos
g enéticos o form ativos de esa m ism a estru ctu ra, lo que no pudo ser sal
vado ni siquiera por p arte de un fallido "estru ctu ra lism o g en ético " que
fué prom ovid o en respuesta a esa crítica recu rren te del a h isto ricism o o
an tih isto ricism o congénito al enfoqu e estru ctu ralista.
Así, y de m an era casi espontánea, tanto Lucien Febvre com o Fernand
Braudel van a oponerse enérgicam ente a esas "olas e stru ctu ra lista s"
tratando de reiv in d icar el carácter n ecesariam en te histórico - y por tanto
genético ev o lu tiv o - de todos los fenóm enos sociales, y en co n secu en cia
esas d im en sio n es esen cialm en te históricas n ecesariam en te o lvid adas por
ese nuevo en foqu e estru ctu ral.
Lo que sin em bargo, no va a im pedir a Braudel, ni a sus A n n ales braude-
lianos el u tilizar, y abundantem ente, el térm in o m ism o de "estru ctu ra".
Pero se trata ju stam en te de un uso o co nn otación "an tiestru ctu ra lista ", si
es p osible plantearlo así, de la propia noción o con cepto de estru ctu ra.
Pues sigu ien d o u na estrategia in telectu al a la vez su til e in teligen te, lo
que Braudel va a hacer es ju stam en te historizar el con cepto de estru ctu ra,
recu p erán d olo desde la h istoria y u tilizánd olo para co n n o tar p recisa
m ente a esas realid ad es, arqu itectu ras o fenóm enos de larga d uración
que ahora serán tam bién rebautizad os com o "e stru ctu ra s de la larga
duración h istó rica" Pero se trata, com o es evidente, de un " u s o " del
térm ino absolu tam ente diverso al u so que los estru ctu ra lista s hacen del
m ism o.
O p o n ién d o se entonces m uy explícitam ente al estru ctu ra lism o en
general - lo que no ha im pedido, paradójicam ente, que lectores poco aten
tos de su obra lo califiquen de ¡historiador estructuralistal-, Braudel va
a co n fro n tarse m ás d irectam en te con la an trop ología estru ctu ra l de su
gran am igo C lau de L evi-Strau ss. Lo que u na vez m ás es evid en te en el
texto -m an ifiesto de 1958, Pues siguiendo otra vez la m ism a estrateg ia
"A sí pues, n o so tro s aceptam os el p en sam ien to m arxista
entre otros, N o lo hem os usado com o credo ni com o m arco
de referencia, pero tam poco lo hem os apartado de n osotros.
M ás de lo que u stedes piensan, en un país com o el nuestro
y tal vez en todos los países del m undo occid en tal, el
p en sam ien to de M arx h a pen etrado en profu n d id ad . No
existe n in g ú n intelectu al, en Estados U nidos com o en F ra n
cia, en Italia com o en A lem an ia, en In g laterra com o en
España, que no esté im buido por el vo cab u lario de M arx y,
com o las p alabras no lleg an nunca solas, por el p en sam ien to
de M arx. No es pues sorprend ente que nos h ayam os en ten
d id o bien con alg u no s m arxistas polacos, y tod avía m ejor
con los m arx istas italianos, aprendiendo m ucho de u n o s y
otros. N in g u n a barrera nos ha separado de los m a rx ista s
franceses".
F e rn a n d B r a u d e l
Los A n n a les,
* * *
E n m ay o-ju n io de 1969, y luego de extraer las leccion es p rin cip ales que se
an u n ciaban de m an era in m ed iata com o d erivadas de esa p ro fu n d a revo
lución cu ltu ral de 1968, a la que él m ism o ha caracterizad o com o com pa-;
rabie al R en acim ien to y a la R eform a eu ropeos, Fern an d Braudel decide
de m anera to talm en te libre y volu ntaria ceder la d irecció n de la revista
Annales. Economies. Sociétés. Civilisations., a un triu n virato com p u esto por
E m m anuel Le R oy Lad urie, Jacques Le G off y M arc Ferro. P or lo dem ás,
se trata de u n a d ecisió n lógica, que no solo in ten ta a su m ir activam ente
los efectos del claro cam bio de coy u n tu ra so cial e in telectu a l que enton
ces se vive, sino que cu lm in a tam bién un p roceso que arran ca desde
1962-1963, y en el que Braudel, luego de la d ifícil ru p tu ra con R ob ert M an-
d rou, había co m enzad o a d istan ciarse un poco del trab ajo efectiv o de
co n stru cció n de la revista, delegando cada vez m ás resp o n sab ilid ad es en
el nuevo secre tario del com ité de redacción que era entonces M arc Ferro,
D e este m odo, y en el contexto nuevo post-68 cu yos trazo s ya hem os
referido, los terceros A n n ales van a co m en zar a d esp leg ar un nuevo
proyecto que, d esd e el origen m ism o de esta tercera etapa, será un doble
proyecto, orientad o en u na prim era lín ea h acía la an trop olo gía h istórica
que E m m an u el Le Roy Ladurie con cretará en obras com o Montaillou,
aldea occitana o El carnaval de Romans, y en u na seg u n d a lín ea hacía la h is
toria de las m entalid ad es que se ejem plificará con El nacimiento del pur
gatorio de Jacqu es Le G off. D os líneas que m ás ad elante se convertirán
en tres, cu and o se con solid e el proyecto de h istoria con tem porán ea, m ás
exp erim en tal y volcada a las problem áticas del siglo xx, que in trod ucirá
M arc Ferro dentro de esos A nn ales. Pero dado que esta lín ea no será
secun d ad a, d entro de A n n ales, por otros m iem bros del eq u ip o d irectivo
de la revista, serán entonces sólo esas dos lín eas antes m encion ad as las
que d efin irán el horizonte general de lo que será el proyecto in telectu al
global de esos terceros A n n ales. D os lín eas que si bien co m p arten en tre sí
varios de los trazos de la h isto rio g rafía post-68, tam b ién p resen tan claros
m atices de d iferen ciació n im portante.
Pues cu an d o h ablam os de antrop ología histórica en estos terceros
A n n ales, h ablam os sobre todo de un tipo de h isto ria que va a recu p erar
los tem as y problem as m ás clásicos de la an trop ología, para in ten tar
renovar su exp licación y exám en desde la aplicación de las m irad as y
de los in stru m en to s h abituales del análisis histórico. Se trata entonces
de investigar, ex am in a r y luego com prender y hacer com p ren d er a todo
ese u n iv erso com p lejo de prácticas y comportamientos sociales que trad icio
n alm en te h an ocu pad o la atención de los antrop ólogos, recon stru yen d o,
com o en el libro ya citad o de Montaillou, aldea occitana, la h isto ria de las
p rácticas m atrim o n iales, de la organización del h ábitat dom éstico, de los
hábitos alim en ticio s, h ig ién ico s o sexu ales de las gentes, de los esp acios y
form as de so ciabilid ad en general o de los m ecan ism os de tran sm isión y
circu lació n de la cu ltura y del saber. U na h istoria m ás a n trop oló gica, que
será cu ltivad a d entro de esos terceros A n n ales, p rim ero por E m m an u el
Le Roy L ad u rie y luego por Lucette V alensi -a u n q u e en este ú ltim o caso
con cen trad a sobre todo en los tem as de historia del m undo islám ico y
m ed iterrán eo m u su lm á n -, y que, aunque se ocupa tam bién de ciertos
tem as y ám bitos cu ltu rales, se abre m ás am pliam en te a todo el estud io
de esas realidad es p rácticas que son ciertos com p ortam ien to s, hábitos,
m odos de o rg an izació n y de relación so cial de los g rupos h u m anos. Una
lín ea de in vestigació n historiográfica que si bien florece b rillan tem en te
con esos trabajos m encion ad os de Le Roy Ladurie y de L ucette V alensi,
no a lcan zará sin em bargo, dentro de Francia, u na d ifu sió n e im itació n
colectivas m uy am plias, fuera de esos trabajos de sus p rom otores ya m en
cionados.
E n cam bio y frente a esta p rim era línea, habrá u n a seg u n d a d eri
vación de estos A n n ales post-68 hacia la llam ad a historia de las m en tali
dades, d erivación que va a concentrarse m ucho m ás en el estu d io de las
actitud es m entales, las visiones colectivas de las cosas, los u n iv ersos cu l
tu rales y los sen tim ien to s y creen cias de una sociedad o u na época d eter
m inad a, y en co n secu en cia m ás en el exam en de d istin tos asp ecto s del
nivel de las realidades culturales o "m e n tale s" de los h om bres (lo que no
im pid e que, ocasion alm ente, y en algu na de las tan tas y ta n d iversas
d efiniciones de lo que son esas "m entalidades", se inclu ya en ellas tam
bién a las realidad es prácticas que estud ia la an trop ología h istórica, lo
que en nuestra o p in ión solo acrecienta la in d efin ición del térm in o y su
co n fesa "am b ig ü ed ad "). Una segu nd a línea que dentro de los A n n ales
será cu ltivad a sobre todo por Jacqu es Le G off, y fuera de ellos por gentes
m ás o m enos cercan as a la corriente com o G eorges D uby, P h ilip p e A riés,
M ichel V ovelle, Jean D elu m eau o A lain Corbin, entre otros.
U na "h isto ria de las m entalid ad es" que será reco gid a y luego
proyectada por esos A n n ales de la tercera generación, y que alcan zan d o
una m ucho m ayor d ifu sió n e irrad iación tanto en Fran cia com o en el
m undo, te rm in ará por aso ciarse fin alm ente com o el p rin cip al "a p o rte" de
estos terceros A n n ales. Pero com o es claro a p artir de u na aproxim ación
m ás d etallad a a la obra de los p rin cipales rep resen tan tes de esta tercera
ép oca an n alista, d icha h istoria de las m entalid ad es ha sido generada,
mucho más fuera que dentro de los A n n ales, los que sólo le h an servid o de
caja de reso n an cia y de plataform a de proyección. Y si bien, a través de
los trabajos de Le G off, estos A n n ales han tam bién contribuido a esa h isto
ria de las m entalid ades, es claro que no son ellos ni los pioneros que la han
relan zad o en los años sesentas y setentas -p io n e ro s que han sido m ás
bien R obert M and rou, G eorges Duby, M ich el Vovelle y P h ilip p e Aries-/
ni tam p o co su s ú n ico s rep resen tan tes relevantes.
P orque en contra de un lugar com ún, ten azm en te rep etid o por m uchos
de los estu d io sos de los A nnales en general/ y de estos A n n a les de láá
m entalid ad es en particu lar, es total m ente falso que estos terceros Annalesi
rep resen ten la "co n tin u ació n " o "p rolongación " de la h isto ria de las
"m en talid ad es" escrita por Lucien Febvre y por M arc B lo ch treinta o
cu arenta o cin cu en ta años atrás. Pues si bien es cierto que la historiá
de las m entalid ad es de Lucien Febvre es ya distinta, esen cialm en te, de lá
historia de las creen cias p opu lares de M arc B loch - e l que en su carta a
L ucien Febvre del 8 de m ayo de 1942 calificará a ese térm in o de m ental^
dad com o u n "térm in o m ed io cre" que "se presta a a lg u n o s eq u ív o co s"-
siend o entonces dos lín eas diferentes de aproxim ación a la h istoria cu l
tu ral, tam bién es claro que n in g u n o de estos "m o d elo s" de los fun
dadores de A n n ales ha sido im itado o prosegu id o por los m iem bros
p rin cip ales de esos A n n ales de la coy u n tu ra 1968-1989. Pues com o lo
ha dicho el propio Fernan d Braudel, el único verdad ero con tin u ad or del
tipo de h isto ria de las m entalid ad es que ha h echo L ucien F eb v re ha
sido M ichel Foucault. M ien tras que, en nuestra opinión, el verdadero
continuador del com plejo m odelo de an álisis de las creen cias colectivas
pop u lares conten ido en Los reyes taumaturgos de M arc B loch , es precisa-
m ente C ario G in zbu rg, lo que es ya claro en su libro El queso y los gusanos,
pero sobre todo y m ás n ítid am en te en su b rillan te obra Historia nocturna.
H isto ria de las m entalidades de los terceros A n n ales, que si b ien no
prolonga ni continú a p ara nada, ni a los trabajos de M arc B lo ch ni a las
obras de L ucien Febvre, sí se define en cam bio en abierta con traposición
crítica frente a la tradicional "h isto ria de las ideas", con la que rom pe
rad icalm en te y a la que intenta explícitam ente superar. P ues si esa h isto
ria de las ideas ha sido siem pre u na h isto ria de los grandes pensadores,
los g ran d es artistas, los grandes creadores de sistem as filosóficos o políti
cos y de los gran d es inventores, o tam bién en otro caso u n a h isto ria
de las selectas corrientes literarias, científicas, políticas o h u m an ísticas
en carn ad as en las élites intelectu ales, la h isto ria de las m entalid ad es se
esforzará en cam bio por ser u na h istoria no de élites o in d ivid u os sino
de los g ru p o s colectivos, y por lo tanto de las creen cias, sen tim ien to s,
o p in ion es e im ag in ario de toda u na época, o del conjunto de u na so cie
dad o de la to talidad de u na cierta civilización. A dem ás, y frente a esa
h isto ria trad icional de los h ech os del esp íritu, que sólo ha p restad o aten
ción a los sistem as conscientes de pensam iento, codificad os en coh eren tes
a rm azo n es y co n stru cciones filosóficas o científicas en tre otras, la h isto
ria de las m entalid ad es intentará abarcar tam bién a las d istin tas d im en
siones d e las actitud es, com p ortam ientos y visiones in co n scien tes, no
p rob lem atizad as y a veces ni siquiera explícitam ente form uladas por los
hom bres y por las socied ad es.
R ep resen tan d o así, un paso adelante respecto de esa an acrón ica h is
toria de las ideas, la h isto ria de las m entalidades francesa, acogid a y
practicad a p o r esos terceros A nn ales, ha su scitad o sin em bargo, casi
desde su propio origen, toda u na serie de críticas serias y b astan te p er
tinentes. En p rim er lugar, y reiteradam ente, u na crítica resp ecto del
carácter ind efinid o, poco p reciso y claram ente am bigu o del m ism o con
cepto de m entalid ad es. U n concepto que, p resentando un ca rá cter m ás
connotativo que propiam ente riguroso y articulado en térm in os teóricos, ha
sido d efinid o de m uy d istin tas m aneras por cada uno de los d iversos
autores que h an intentad o presentarlo. Y entonces, ad qu irien d o u n sen
tido m ás b ien de designación de un cierto género no m uy p reciso de
p roblem as, m ás que un estatuto claram ente establecid o y estrictam en te
jera rq u iz ad o y estru ctu rad o , ese térm in o de "m en ta lid a d es" al que el
"Q u e m is su cesores prefieren estu d iar las m entalid ad es en
d etrim en to de la vida económ ica ¡peor para ellos!. Por m i
parte, n o estu d iaría las m entalidades sin con sid erar todo
lo restante. Pues yo estoy de acuerdo con Eric H obsbaw m :
no ex iste u n a h isto ria autónom a de las m entalid ad es, sino
que ellas están v incu lad as a todo lo dem ás. C reo que m is
su cesores no se dan p lena cuenta de ello. D an la im p resió n
- e n la m edid a en que se in teresan por las m e n ta lid a d e s- de
aban d on ar ese terreno económ ico que nos p erm itía u n v ín
culo con n u estros colegas m arxistas. Yo, que soy p rom otor de
la historia globalizan te, no puedo estar de acuerdo con esto.
Sin em bargo h e aband onado los Armales a m is sucesores.
Son cosa de ellos. ¡A cada generación le corresp on d e su
tarea!. Si qu iero que los Armales sean algo vivo, no puedo
obligarlos a p erm an ecer con Lucien Febvre, con M arc B loch
o con F ernand Braudel. Se les tiene que d ejar con tin u ar."
F ern a n d B r a u d e l
F e rn a n d B r a u d e l
B e rn a n d L e p e t i t
* * *
Los A n n ales, en este año de 2005, no son ya ni pu ed en ser esos A n n ales
p ion eros y heréticos que entre 1929 y 1941 se co n stitu y ero n en la ver
d adera v an g u ard ia de los estud ios h istóricos franceses, llevan d o a cabo
u na genu ina revolución en la teoría de la h istoria, y abriend o el espacio
para que la an terior hegem onía g erm ano parlan te dentro de la h isto rio
grafía, co m en zara a d esp lazar su centro de gravedad h acia el hexágono
francés. Tam poco son ni pueden ser esos A n n ales brau d elian os de los
años de 1956-1968, que afirm ando el m om ento de auge de esa hegem onía
fran cesa dentro de la h isto rio g rafía occid ental de la seg u n d a posguerra,
sirv iero n de "m od elo a im ita r" para u na g ran p arte de los h istoriad ores
m ás avanzad os y críticos que trabajaron en Francia, en E urop a y en el
m undo occid en tal durante estas épocas. M ucho m enos pu ed en ser los
terceros A n n ales franceses de la coy u n tu ra 19684989, que rep resen tan d o
la d ecad encia y el fin de esa hegem onía h isto rio g ráfica francoparlante,
se alejaro n p ro fu n d am en te del cam in o con struid o por los p rim ero s y
los seg u nd o s A n n ales. Y tam poco pueden ser esa com p leja m atriz de
m arx istas-an n alistas que retom and o dicho cam ino, lo co m b in aro n e
in co rp o raro n dentro de u na inéd ita perspectiva, ig u alm en te alim en tad a
por las co n tribu cio n es de M arx.
Pero si los A n n ales en este 2005 no pu ed en ser ya n ada de esto, si
pu ed en en cam bio, si son capaces de recu p erar los m ejores elem en tos de
toda esa heren cia m últiple que les precede, con tin u ar siendo p ro tag o n is
tas de p rim era fila dentro de la historiog rafía m u n d ial con tem porán ea.
P ro tag on istas u bicados adem ás en verdaderas p osicion es de v an g u ard ia,
que co n tribu yan eficazm ente a definir, ju n to con las otras corrien tes y
tend encias hoy fu n d am en tales dentro de los estud ios h istó rico s de todo
el planeta, los ru m b o s que habrá de seg u ir la h isto rio g rafía en el siglo
xxi y en el tercer m ilenio histórico que hem os com en zad o a v iv ir hace ya
m ás de tres lu stros. Lo cual pod ría ser un adecuado y fiel h om enaje a ese
p royecto que dos profesores de la U niversidad de E strasb u rg o co m en
zaro n a p erfilar h acia 1921, y que m ás de och en ta años después, con tin ú a
tod avía estan d o p resente e im pactan do a las m ás d istin tas h isto rio g rafías
y a los m ás d iferen tes p racticantes de Clío, ubicados en los m ás apartad os
rin co n es y esp acios de nuestro hoy pequeño planeta.
* * *
A . P A R A U N A P R IM E R A A P R O X IM A C IÓ N G E N E R A L
Para saber lo que h an sido y son los A nn ales, lo p rim ero que habría
que h acer sería rev isar las colecciones com pletas de las d istin tas series
que abarca la p u blicación de la revista. Y au nque sin duda alg u na, el
aporte gen eral de la corriente no se agota ni m u ch o m enos en los textos
pu blicados d en tro de d ich as series, su consu lta resulta ú til p ara un acer
cam iento in icial, ya que dicha revista ha servid o de esp acio con cen trad or
y de órgano de d ifu sió n de los d istintos proyectos in telectu ales del entero
itin erario an n alista.
D ich as series com p rend en, en lo fun d am en tal:
Para o rien tarse en esta lectu ra de la rev ista de los A n n ales, so n ú tiles los
d iversos ín d ices que ella m ism a ha publicado y que co m p ren d en hasta
hoy:
A esta lista p o d ria ag reg arse u na com p ilación que da u na bu en a idea del
itin erario.en su con junto de la corriente, a través de sus propios textos:
Tam bién vale la p en a co n su ltar ciertos núm eros de revista, de p eriód icos
o libros colectivos, consagrad os total o parcialm en te a la h isto ria de los
A n n ales:
B. P A R A A C E R C A M IE N T O S M Á S E S P E C ÍF IC O S ,
* * *
LA "ESCUELA" DE LOS AN N ALES. Ayer, Hoy, M añana
se term inó de im prim ir en el mes de agosto de
2005, en los talleres de Jim énez Editores e Im presores,
S. A. de C. V., en 2o Callejón de Lago M ayor núm. 53,
Col. Anáhuac, 11320. México, D. F. Correos electrónicos:
jim enez_edit@ att.net.m x / jim enezedit@ yahoo.com .m x.
Se tiraron 2000 ejemplares más sobrantes para reposición.