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Revolucionaria
b (17891848)
Javier Paniagua
ANAYA
&
9 7 88420 734422
Colección: Biblioteca Básica
Serie: Historia
1 La Revolución francesa:
el nacimiento de una nueva era 6
2 El Congreso de Viena:
intento de restauración
del viejo orden 28
4 El ciclo revolucionario:
1820-1830 54
5 El ciclo revolucionario:
1848, «año de las revoluciones
democráticas» 80
G losario 92
Indice alfabético 94
Bibliografía 96
De súbdito a ciudadano, de pueblo a nación
Un viajero que recorriera los polvorientos caminos euro
peos unos meses antes de julio de 1789 no observaría
nada especialmente significativo. Los tres estamentos
feudales — clérigos, nobles y ciudadanos— mantenían
su situación. Los monarcas absolutos, influidos por el
despotismo ilustrado, impulsaron el crecimiento econó
mico de sus pueblos y acrecentaron el poder burocráti
co del Estado.
Pero una tempestad se avecinaba. El llamado Tercer
Estado, amalgama de burgueses, comerciantes, campe
sinos, artesanos y obreros, rechazaba las condiciones p o
Los h isto ria d o re s líticas que le imponían todo tipo de deberes sin ningún
han discutido las
derecho. La oportunidad de rechazar este esquema so
causas y las conse
cuencias de la R e
cial surgió cuando el rey de Francia, Luis X V I, con vo
volución Francesa. có los Estados Generales del Reino, a la manera de sus
Entre las explica antecesores. Ello marcaría el comienzo de una nueva
ciones destacan la era. La Revolución que siguió representa el inicio del
difusión de las ideas mundo contem poráneo y, a la postre, el cambio de la
de la Ilustración, la
humanidad entera: de súbditos, los hombres y mujeres
crisis económica de
aquellos años, la in
pasaron a ser ciudadanos.
capacidad política Muchos sucesos acontecieron desde el 14 de julio de
para encauzar las 1789. El proceso no fue uniforme, y aquella fraterni
protestas sociales, dad proclamada por la Revolución no se convirtió en
la m a la g estió n , un abrazo permanente de Repúblicas hermanas. La pro
etc... Desde los pri
pia Revolución pasó por períodos contradictorios, y uno
m eros m om entos
de sus generales — Bonaparte — , proclamándose em
d e lo s a c o n t e c i
m ien to s a lg u n o s perador a la manera de los antiguos romanos, extendió
protagonistas y es su poder por toda Europa. Los europeos, al tiempo que
pectadores señala luchaban contra el ejército napoleónico, despertaban su
ron que éstos supo propia conciencia nacionalista y proclamaban constitu
nían la derrota de la
ciones basadas en la D e c la r a c ió n U n iv e r s a l d e lo s D e
s o c ie d a d fe u d a l,
re c h o s d e l H o m b re .
con sus privilegios
de clase, y el ascen Después de W aterloo muchos reyes y nobles pensa
so de los burgueses, ron que todo había sido un mal sueño; en 1815 inten
t e s is q u e se h a taron volver a los viejos tiempos, pero ya nada era igual.
m an ten id o h asta Las nuevas ideas y la fuerza de los pujantes naciona
n u e s tro s d ía s .
lismos, tanto de los pueblos oprimidos com o de los di
O tros han cuestio
nado esta interpre
vididos en pequeños Estados, no podían ser conteni
tación argumentan das. Las revoluciones de 1820, 1830 y 1848 consoli
do que la burguesía daron el triunfo de la burguesía, la ideología liberal y el
y la aristocracia no pensamiento científico, al tiempo que la industrialización
4 eran antagónicas. se abría camino desde Inglaterra, país que no necesitó
d e l tra u m a r e v o lu c io n a r io p a r a a fr o n ta r las r e fo r m a s f 50-
líticas a d e c u a d a s a lo s n u e v o s t ie m p o s , q u e in tro d u je . De súbditos
r o n e n e l v o c a b u la r io d e lo s p u e b lo s té r m in o s ta le s 'o - a ciudadanos
m o « fá b r ic a » , « fe r r o c a r r il», « s o c i o l o g í a » , «n a c io n a lis m j » ,
« s o c ia lis m o » , « h u e l g a » . . . D e s d e e n t o n c e s , n u e v a s fu e r - i
za s s o c ia le s — lo s t r a b a ja d o r e s in d u s tr ia le s — lu ch a r á n
ta m b ié n p o r m a n ife s ta r su p r e s e n c ia .
E P O Q U E S n S É R fO B A B L E S
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La Revolución francesa:
el nacimiento de una nueva era
El 14 de julio de 1789, a media tarde, el pueblo de Pa
rís se lanzó jubiloso a la calle y se extendió por doquier
una gran noticia: «L a Bastilla ha sido tom ada». La ca
beza del gobernador de la fortaleza era paseada com o
trofeo del triunfo sobre aquella prisión del Estado, sím
bolo del despotismo y la represión del poder real. En
aquellos momentos sólo había en ella siete reclusos: un
joven aristócrata pendenciero, dos locos y cuatro falsi
ficadores. La guarnición la formaban 82 excombatien
tes y 32 soldados suizos y, pese a disponer de cañones,
no tenían suficientes provisiones para resistir un asedio.
Los asaltantes eran una amalgama de carpinteros, eba
nistas, cerrajeros, zapateros, tenderos, comerciantes y
asalariados cuyas edades oscilaban entre más de seten
ta y dos y menos de diez años.
Aquel acontecimiento fijó el inicio de una nueva era,
y al mismo tiempo, el comienzo del fin del Antiguo R é
gimen, basado en el poder de un monarca absoluto y
que sólo concedía todos los derechos a las 350.000 per
sonas que componían la nobleza en Francia. Existían,
sin duda, grandes diferencias entre ellos: unos pocos re
sidían en la Corte de Versalles, donde llevaban una vi
da de extraordinario lujo, mientras que la mayoría vivía
en las distintas provincias francesas a costa de los dere
chos feudales que pagaban los campesinos.
El clero, al que pertenecían unas 120.000 personas,
también basaba su poder en el dominio de la tierra, de
la que recibían un impuesto especial: el diezmo. Su com
posición era muy desigual: obispos, abades y canóni
gos procedían de la nobleza, mientras que párrocos y
vicarios, integrantes del bajo clero, a duras penas sub
Los Sans-culottes,
sistían con sus escasas rentas.
llam ados así por el
pantalón que utili El resto de los ciudadanos, más de 25 millones, for
zaban, en sustitu maban el llamado Tercer Estado: burgueses, obreros,
c ió n d e l c a lz ó n , artesanos y campesinos. La burguesía había consegui
iban con gorro rojo, do acumular riquezas mediante el comercio, la banca
sable y pica. Prota
o una industria todavía de carácter artesanal. Tenía plena
gonizaron m a s c a
conciencia de su dinamismo económ ico y de su escasa
radas, motines e in
surrecciones por las representación política. En cambio, los artesanos y obre
6 calles de París. ros aún carecían de independencia, tanto ideológica co-
mo política, y apoyaban los movimientos burgueses. Las
malas cosechas y el consiguiente encarecimiento del trigo El fin del
les ocasionaban dificultades para obtener su principal ali Antiguo Régimen
mento, el pan, y ello les llevaba a salir a la calle y pro
nunciarse contra una monarquía a la que consideraban
corrupta. En efecto, todos los testimonios coinciden en
que ni el rey de Francia, Luis XVI, de aspecto rechon
cho y bonachón, ni su esposa. María Antonieta, des
pertaban el entusiasmo de las clases populares. El 14 de julio de
Los gobiernos de Luis X V I no habían podido atajar 1789 el pueblo de
la bancarrota de la Hacienda del Estado, a pesar de los París asaltó la ve
esfuerzos del ministro Necker, y echaban mano de nue tusta fortaleza de
La Bastilla, inicián
vos impuestos, con la subsiguiente protesta de las pro
dose el proceso re
vincias. Precisamente, la quiebra financiera fue lo que
v o lu c io n a rio que
obligó a convocar, el 8 de agosto de 1788, los Estados conducirá al fin del
Generales de Francia, que no se reunían desde 1614. Antiguo Régimen.
Una Asamblea Constituyente en un París tumultuoso
C om ienza la Los representantes, elegidos a razón de cuatro diputa
Revolución dos por cada una de las 300 jurisdicciones — uno por
la nobleza, otro por el clero y dos por el Tercer Estado — ,
El Tercer Estado llegaron a París con sus cuadernos de quejas bajo el bra
era un conglom era zo («L es cahiers de doléan ces»); en ellos se reflejaba el
do poco hom ogé malestar de los pueblos y ciudades, insistiendo en la si
neo: b u rg u e se s,
tuación de los bienes comunales, los impuestos, la jus
obreros y cam pesi
nos. T odos tenían ticia o las cargas de los derechos señoriales.
algo en común: h a Las sesiones fueron inauguradas el 5 de mayo
bía que acabar con de 1789 por el monarca, en el palacio de Versalies.
el sistema feudal. Luis X V I y sus colaboradores pretendieron que los Es
Para unos, la lucha tados Generales funcionaran a la vieja usanza, con los
era un medio para
tres estamentos (nobleza, clero y burguesía) separados,
salir de la miseria,
para otros, era un pero el Tercer Estado, que representaba el 96 por 100
m odo de hacerse de la población de Francia, deseaba una reunión con
con el poder. junta, e intentó en vano que acudieran a ella la nobleza
y el clero. El 17 de junio se constituyeron en Asamblea
Nacional. El rey les impidió el acceso a la sala de deba C om ienza la
tes. y por tal causa hubieron de reunirse en una gran Revolución
sala, el J e u d e P a u m e — Juego de Pelota— ; el 20 de
junio juraron no separarse hasta elaborar una Constitu
ción. Mientras, la camarilla de la Corte, aferrada a la
tradición, forzó la destitución del ministro Necker, que
intentaba llegar a un acuerdo con los asambleístas, y con
El abate Sieyés pu
centró tropas en Versalles. La Revolución había c o b lic ó un fo lle t o
menzado. «¿Qué es el Tercer
Impulsados por el hambre y las privaciones, tras pa Estado?» en el que
decer dos años de malas cosechas, los ciudadanos de se pedía una repre
sentación contraria
París, conocedores de estas intenciones, buscaron ar
a la de los estamen
mas en la noche del 12 al 13 de julio. Hallaron unos
tos del Antiguo R é
30.000 fusiles en el Hotel des Invalides, que utilizaron gimen. La Revolu
para asaltar la Bastilla. En el Ayuntamiento de París, un ción Francesa creó
Comité Permanente improvisó una milicia, que consti las elecciones polí
tuyó el inicio de la Guardia Nacional, mandada por el ticas contem porá
general La Fayette. neas, basad as en el
voto personal y se
Al monarca no le quedó más remedio que aceptar
creto de aquellos
los hechos y volvió a utilizar los servicios de Necker. En ciudadanos que te
tre tanto, cada uno de los 60 distritos de la capital eligió nían derecho al su
a dos representantes, form ando una Asamblea perma- fragio.
9
nente de la Comuna de París. El hecho se propagó por
Los D erechos toda Francia, y las administraciones provinciales fueron
del H om bre ocupadas por los nuevos dirigentes burgueses. También
los campesinos, que constituían el 85 por 100 de la p o
blación, aprovecharon las circunstancias para manifes
tarse y reclamar la abolición de los derechos señoriales
y otros tributos. Muchos aristócratas fueron sitiados en
sus mansiones, y se quemaron los archivos señoriales
para destruir los documentos justificativos de aquellas
cargas. En la noche del 3 al 4 de agosto de 1789 los
nobles y el clero, presionados por los acontecimientos,
renunciaron a sus privilegios: diezmos, derechos de ca
za, exenciones fiscales y derechos señoriales. El 26 de
El espíritu de esta agosto los diputados de la Asamblea aprobaron por v o
caricatura. L o s tres tación la D e c la r a c ió n d e lo s D e r e c h o s d e l H o m b r e y d e l
e sta d o s fo rja n una C iu d a d a n o , símbolo de los nuevos tiempos y acta de
nueva co n stitu ció n , defunción del Antiguo Régimen. Allí se establecía la
pronto se reveló in
igualdad y la libertad de los hombres, el derecho invio
viable ante las pro
lable y sagrado de la propiedad, la separación de p o d e
fundas diferencias
que separaban al res y la soberanía popular, en una línea semejante a la
pueblo de sus cla que se había promulgado en 1776 en los Estados Uni
ses dirigentes. dos con ocasión de su independencia.
10
Un rey acorralado
La presión popular obligó a Luis X V I a sancionar las re La huida
soluciones de la Asamblea, al tiempo que muchos pari del rey
sinos asaltaban el palacio de Versalles. La familia real
se instaló en el de las Tullerías en París, próximo al lu
gar donde realizaba sus trabajos la Asamblea, que du
rante 1790 y 1791 intentaba consolidar un régimen de
monarquía constitucional.
Pero el monarca no aceptaba fácilmente el recorte de
su poder absoluto y conspiraba enviando emisarios a
otros reyes europeos para que acudieran en su ayuda,
y él mismo optó por huir al extranjero, a fin de ponerse
al frente de un ejército contrarrevolucionario. En plena
huida, el mesonero Drouet, de Sainte-Menehould, le
reconoció al darle el monarca una moneda con su efi
gie. La familia real fue apresada en Varennes, a cinco
leguas de París, el 22 de junio de 1790, pero se consi
deró que el rey había sido secuestrado y que no era res
ponsable, a pesar de que había firmado un manifiesto
crítico contra la Asamblea el 20 de junio.
El 13 de septiembre de 1791 se votó la Constitución,
la primera de Europa que se había redactado teniendo
com o referencia la D e c la r a c ió n d e D e r e c h o s . Sin em
bargo, sus preceptos eran bastante moderados: un sis Con trajes de bue
tema de elección restringida, que sólo permitía votar a nos burgueses, Luis
los varones mayores de veinticinco años que pagaran XVI, M aría Anto-
nieta y sus hijos hu
una contribución directa equivalente a tres jornadas de
yeron de París el 21
de junio de 1791,
para reunirse en
Metz con el ejército
contrarrevoluciona
rio, comandado por
Bouillé. Reconoci
dos, tuvieron que
regresar a las Tulle-
ría s fla n q u e a d o s
por la Guardia N a
cional y en medio
de un gran silencio
del pueblo, tal co
mo se había orde-
nad o: «El que
aplauda al rey será
apaleado, el que le
silbe, ah orcad o.» 11
trabajo. Se establecía la inviolabilidad del soberano con
La la divisa de «rey de los franceses por la gracia de Dios
Constitución y de la ley constitucional del Estado». Era, por tanto,
máximo representante de la nación y jefe del Ejército,
aunque correspondía a la Asamblea declarar la guerra
y firmar la paz. Con su rúbrica, el rey debía sancionar
las leyes emanadas de aquélla, pero tenía cierta capa
cidad de veto por un tiempo máximo de cuatro años.
Gobernaba con los ministros y nombraba a los altos fun
cionarios. Los jueces gozaban de independencia respec
to de los demás poderes para ejercer su función.
Francia fue dividida en 83 departamentos, subdividi
dos a su vez en distritos, cantones y municipios, con un
Consejo General de 36 miembros, elegidos por cuatro
años, y un procurador que representaba a la monarquía.
París formaba una unidad propia, con 48 secciones, cu
yos representantes constituían el Consejo General de la
Comuna de París.
Los antiguos impuestos fueron sustituidos por contri
buciones directas de carácter territorial y personal. Sólo
se mantuvieron algunos impuestos indirectos sobre el
Correo, Timbre o lotería. Quedaron suprimidas igual
mente las tasas interiores y de peaje, que dificultaban
la libre circulación de las mercancías, y un decreto so
bre la libertad de cultivo permitió las cosechas de nue
vos productos.
Los bienes del clero se pusieron a la venta, com o re
curso de urgencia para solucionar la crisis financiera,
13
El rey muere ajusticiado
La Nación en nombre de la nación francesa
Soberana Un año después de aquel 14 de julio los miembros de
la Asamblea, junto a los representantes de los Departa
mentos, celebraron en el Cam po de Marte de París el
aniversario de la toma de la Bastilla. Allí, La Fayette
juró, en nombre de la Guardia Nacional, fidelidad a la
Nación Soberana, y lo mismo hizo Luis XV I. Francia
había dejado de ser patrimonio de un monarca para for
mar parte de una entidad colectiva, cuyos habitantes d e
jaban de ser súbditos para convertirse en ciudadanos.
La Nación, com o fuerza integradora y política, sería a
partir de entonces un elemento de reivindicación popular
en Europa y en el mundo.
Las tropas francesas, que luchaban contra las monar
quías europeas contrarias a la Revolución, lo hacían en
nombre de una patria en peligro, y pese a la desorgani
zación de! ejército, privado de muchos oficiales, los v o
luntarios suplieron las múltiples deficiencias con entu
siasmo, conscientes de su papel de defensores de una
Francia que proclama «la libertad, la igualdad y la fra
ternidad» de sus ciudadanos.
Suprimido el poder absoluto del rey y los privilegios
de los nobles y el clero, la nueva Asamblea comenzó
a funcionar en octubre de 1791. con sus 745 diputados
electos. Pero la unidad de la Nación no se demostraba
ya por la fidelidad política; distintas alternativas ideoló
gicas empezaban a circular entre los representantes del
pueblo. Los partidarios de cada tendencia se agrupa
ban en c lu b s , según la afinidad de sus miembros: esta
La Guardia N acio ban naciendo los partidos com o cauce de las opiniones
nal, creada por la y expectativas de los ciudadanos; los términos iz q u ie r
Asam blea Constitu
d a y d e r e c h a comenzaron a adquirir su significado.
yente, se convirtió
Los grupos más importantes eran los girondinos y los
en la alternativa al
ejército del Antiguo jacobinos. Los primeros, llamados así por proceder de
Régimen, y sostén la región de la Gironda, al sur del país, representaban
de los principios re a la pequeña burguesía ilustrada, partidaria de la des
v o lu c io n a rio s . El centralización política y administrativa y de extender los
m arqués de La Fa-
principios revolucionarios por el mundo. Tenían en
yette (1757-1834)
Brissot, en el matrimonio Roland y en Vergniaud a sus
fue su primer jefe.
Sobre estas líneas, principales líderes. A su izquierda, los jacobinos, o mon
v o lu n t a r io de la tañeses (así denominados por sentarse en la parte más
14 Guardia Nacional. alta de la Asam blea), eran una mezcolanza de grupos
•ocíales diversos; entre los más conocidos estaban Ro-
bespierre, Marat, Danton y Saint-Just, que cubrían des La Nación
de las posiciones más moderadas a las más radicales, Soberana
defendidas éstas, en parte, por los c o r d e lie r s , donde se
iqrupaban muchos artesanos y obreros.
Fuera de estos círculos, y sin representación política,
estaban los partidarios de volver al viejo orden, princi
palmente los e m ig r a d o s , nobles en su mayoría, que
huían al extranjero y desde allí conspiraban para resta
blecer la monarquía absoluta, com o el conde de Artois,
hermano de Luis XVI. Sus bienes fueron confiscados. Batalla de Jemap-
Si se les detenía, eran condenados a morir en la guillo- pes entre el ejército
lina. En algunos casos contaron con el apoyo del cam francés y las fuerzas
pesinado, com o ocurrió en marzo de 1793, en los de imperiales austría
partamentos de la Vendée, sublevados contra el inten cas. Las victorias
revolucionarias em
to de reclutar soldados para defender las fronteras. P e
pezaron a multipli
ro en el fondo de estas revueltas estaba la política de carse después del
reparto de las tierras comunales, que perjudicaba a los inesperado éxito de
campesinos pobres, incapaces de adquirir ningún lote. Valm y, en 1792.
15
La fuerza radical la constituían los s a n s - c u lo tte s (los
«sin calzones»), amalgama de los sectores más humil
des de la sociedad: artesanos, tenderos, obreros, mar
ginados de las grandes ciudades, quienes con frecuen
cia se identificaban con los discursos de Marat.
En esta situación, la guerra contra el exterior y la R e
volución estuvieron estrechamente ligadas. La nación
se identificó con los revolucionarios. Las clases popu
lares veían al rey cada vez más vinculado a los emigra
dos, y al Antiguo Régimen. De ahí que cuando el
duque de Brunswik, general de los ejércitos contrarre
En m arzo de 1973 volucionarios. emitió un manifiesto amenazador para to
estalla una de las
dos aquellos que osaran vituperar la persona del m o
insurrecciones
c a m p e s in a s m ás narca, el ánimo de los parisienses se encrespó, mien
sangrientas contra tras voluntarios de otras ciudades acudían a la capital
la Convención, la para defender a la patria. En aquellas circunstancias los
Vendée, en protesta marselleses hicieron popular la C a n c ió n d e l E jé r c it o d e l
por las levas forzo
R h in (conocida después com o L a M a rs e lle s a ), que com
s a s , d irig id a por
pusiera un ingeniero, Rouget de Lille, expresión del sen
monárquicos y esti
m ulada por el clero timiento nacionalista y adoptada com o himno de la R e
católico. pública francesa.
16
El 10 de agosto de 1792 el pueblo de París asaltó el
palacio de las Tullerías y constituyó la Comuna, un g o El rey
bierno revolucionario paralelo controlado por los jaco en la guillotina
binos, que presionó a la Asamblea para que tomara me
didas contra los sospechosos de boicotear la Revolución.
Miles de detenidos fueron ajusticiados en la guillotina,
El médico francés
acusados de connivencia con los ejércitos contrarrevo
José Guillotin
lucionarios. La Asamblea suspendió las funciones del
(1738-1814), funda
rey y lo destituyó. Fueron convocadas nuevas eleccio dor de la Academ ia
nes por sufragio universal y nació la Convención N a de Medicina, pro
cional, a imitación de la norteamericana. Girondinos y puso a la A sam blea
jacobinos mantenían un equilibrio de fuerzas. Legislativa el ins
trumento que lleva
La victoria de Valmy sobre los prusianos el 20 de sep
su nom bre a fin de
tiembre de 1792 el mismo día en que se inauguró la
disminuir los sufri
Convención, dio fuerza a los revolucionarios para abo mientos de los con
lir la monarquía, proclamar la república e iniciar el pro denados a muerte,
ceso contra el «ciudadano C apeto». Luis XV I. com o sa decapitados hasta
boteador de la Revolución. El 21 de enero de 1793 su entonces mediante
un hacha o m ando
cabeza caía en la guillotina, y meses más tarde, el 16
ble. Los primeros
de octubre, su esposa, María Antonieta. sufrió la mis
ensayos se hacen
ma suerte. La ejecución del rey provocó enfrentamien en 1792 en cadáve
tos entre girondinos y jacobinos. res de animales.
17
Desde el Terror al Directorio
La situación se deterioraba día a día: una gran coalición
El Terror
de potencias europeas contra Francia amenazaba la es
tabilidad política; las masas populares exigían la reduc
ción de precios de los productos de primera necesidad;
entre los voluntarios del ejército se produjeron actos de
indisciplina (Dumouriez. el general victorioso en Valmy,
se volvió contra el gobierno para restablecer la m o
narquía, después de ser derrotado en Bélgica en marzo
de 1973); las provincias reclamaban mayor autonomía
y los campesinos de la región de la V en dée se suble-
varón .
En tales circunstancias, con una Francia asediada
y con dificultades para encontrar los alimentos indis
pensables. el ciudadano Robespierre (denominado e l
in c o r r u p tib le ) , uno de los líderes jacobinos, encauzó
la situación a través del Comité de Salvación Pública,
que, junto al Comité de Seguridad General, constituían
el verdadero gobierno de Francia. Es el período con o
cido com o «el Terror» a causa de los numerosos ajusti
ciamientos en la guillotina. Robespierre se desembara
zó de izquierdistas, com o Hébert y Roux, líderes de los
e n r a g é s o exaltados, que exigían el derecho al trabajo,
instrucción gratuita y pensiones para los ancianos. De
la misma manera, se eliminó a los partidarios m o
derados de Danton y a los girondinos, acusados de
traidores.
Revolucionarios com o Maximiliano Robespierre inten
taron que sus ideales no se concretaran sólo en un cam
bio político, y abarcaron otros muchos aspectos de la
vida, creyendo así iniciar una nueva etapa de la histo
El ciudadano Ro- ria. Tras abolir la monarquía, establecieron que el
bespierre fue el re
año I. primero de la República, debía comenzar el 22
presentante más ra
dical del partido ja de septiembre de 1792, y los meses cambiaron de nom
cobino, que llegó al bre; Vendimiario, Brumario, Frimario, Nivoso, Pluvio
poder a finales de so, Ventoso, Germinal, Floreal, Pradial, Messidor, Ther-
1792. Su gobierno midor y Fructidor. La religión fue racionalizada con el
fu e d e n o m i n a d o culto al Ser Supremo; Robespierre era partidario de la
con justicia del «te
educación libre, al estilo de Rousseau, y creía en la exis
rror», y la devasta
dora cuchilla de la tencia del alma y en Dios. Un decreto del 18 de Floreal
guillotina apenas proclamaba la fiesta del Ser Supremo y de la Naturale
tuvo reposo duran za, y cuando aquel puritano, convencido de su papel
18 te este período. de salvador de la patria, fue elegido presidente de la
Convención, acudió al acto con un ramo de flores y de
espigas en sus manos. Ham bre
La guerra y la falta de alimentos constituyeron los pro y guerra
blemas principales del gobierno revolucionario. Había
que controlar la producción de grano y equipar a los
soldados. Un millón de hombres fueron movilizados para
formar un ejército popular, cuyos miembros elegían a
sus jefes, y en el que la disciplina era elogiada com o un El funcionamiento
continuo de la gui
principio básico. «Am ad la disciplina, que hace vencer»,
llo tin a defin ió el
decía Saint-Just. La Convención, para mantener el modelo político del
orden, decretó la pena de muerte contra ladrones y p eríod o conocido
desertores. com o «el Terror».
19
Ai mismo tiempo, los revolucionarios quisieron satis
La nueva facer las reivindicaciones de los campesinos: los dere
Constitución chos feudales quedaron suprimidos en su totalidad, sin
ningún tipo de indemnización, y muchas tierras de los
nobles emigrados fueron parceladas y repartidas entre
los agricultores.
Se elaboró una nueva Constitución, que fue votada
el 24 de junio de 1793; su declaración de derechos era
más avanzada que la de 1789. La Asamblea habría de
ser elegida por sufragio directo, y el Consejo Ejecutivo
— lo que llamaríamos gobierno— era designado por
aquélla. La educación pasó a considerarse com o un d e
recho de todos los ciudadanos, y se aceptó el reconoci
miento de la asistencia a los pobres. Un plebiscito p o
pular la aprobó el 10 de agosto, aniversario de la caída
de la monarquía. Sin embargo, su aplicación quedó
aplazada, depositada en el a rc a santa, hasta estar la R e
En el plano político,
el equilibrio de fuer volución a salvo y lograrse la paz.
zas representado en A los catorce meses de la llegada de los jacobinos al
esta caricatura se poder, Francia había conseguido desembarazarse de sus
inclinó claramente, principales problemas y reforzar su nacionalismo popu
durante el mandato lar: rechazadas las invasiones extranjeras, el ejército pasó
jacobino, a favor de
a la ofensiva y ocupó Bélgica. Aquella alianza de las cla
los elementos popu
lares representados
ses medias y los s a n s - c u lo tte s funcionó a la perfección
p or lo s s a n s - c u - durante un año y sentó las bases de un Estado centrali
lo tte s. zado y democrático.
Pero finalmente, una coalición de diputados m ode
rados y radicales, que habían sido marginados y a los La muerte de
que unió el m iedo a la guillotina, derrotó a Robespierre Robespierre
y a sus seguidores, que fueron detenidos el 9 de Ther-
midor y condenados a la pena capital. Parece que las
últimas palabras de Robespierre fueron: «L a República
está perdida, los bandidos están en el poder». Esta reac
ción thermidoriana, que propició un período de diez
años (1794-1804) de inestabilidad política y social, cul
El mismo procedi
minó con la coronación de Napoleón com o emperador. miento de elimina
En 1795, III año de la República, se elaboró una nue ción física em plea
va Constitución, más moderada, en la que desaparecía do por los jacobinos
el sufragio universal y se hacía una explícita alusión al fue utilizado contra
derecho de propiedad (según el artículo 5 .° , «L a pro ellos para desban
c a rle s del p od er:
piedad es el derecho de gozar y disponer de los bienes,
Robespierre y otros
de las rentas, del fruto del trabajo y de las industrias») líderes ja c o b in o s
y a un concepto restringido de la igualdad («L a igual murieron en la gui
dad consiste en que la ley sea igual para todos»). Se llotina.
21
establecieron dos Cámaras: el Consejo de Ancianos y
el Consejo de los Quinientos, renovadas en un tercio
El D irectorio
cada año. El Directorio ejercía el poder ejecutivo, con
cinco miembros nombrados por los Ancianos, y con la
obligación de cambiar uno de ellos cada año.
En aquellos años, el poder de los s a n s - c u lo tte s pari
sienses íue disminuyendo, al tiempo que la escasez de
los bienes de primera necesidad incrementaba los pre
cios. El hambre y la miseria se extendieron por los ba
rrios de las principales ciudades. Estallaban frecuente
mente reyertas en las grandes colas que se formaban
para comprar el pan, la carne o el carbón. Los nuevos
poderes trataban de controlar la situación mediante una
policía eficaz, que procuraba desbaratar cualquier nue
va conspiración. Proliferaron las sublevaciones al grito
El ejército francés de «Pan y Constitución de 1793». En 1796, Babeuf pro
descansa en Syene tagonizó la de mayor renombre y trascendencia, la de
(Egipto) durante su «L o s Iguales»: querían establecer una sociedad iguali
cam paña por este taria; el intento llevó a la guillotina a sus principales di
país, en la que des rigentes. También los realistas y los jacobinos em pren
tacó un joven gene
dieron conjuras para conquistar el poder, mientras un
ral que pronto ad
quiriría prestigio in
joven general, Napoleón Bonaparte, cosechaba triun
ternacional: N a p o fos militares en Italia y en Egipto y asentaba, en cierto
león Bonaparte. m odo, la estabilidad de la República.
Napoleón, cónsul y emperador
Nacido en Córcega en los tiempos en que la isla había Napoleón
pasado de G énova a Francia, Napoleón había de repre Bonaparte
sentar a partir de entonces un papel importantísimo en
la historia de Europa. Napoleón Bonaparte es el sím
bolo de muchas cosas y ha sido analizado com o proto
tipo de la ambición personal para alcanzar el poder. En
efecto, aquel hombre de corta estatura y ancho de es
paldas, a quien el pueblo llamaba «le petit tondu» (el
esquilado) por su peculiar peinado, tenía un afán des
medido por convertirse en el centro del mundo. Se creía
destinado a salvar a Francia, a la manera de los em pe
radores romanos, que imponían su ley a los pueblos bár
baros. C om o todos en su época, sentía gran admiración
por el protagonismo histórico de la antigua Rom a y lo
que aquélla supuso para la humanidad: la supremacía
sobre la barbarie, que después consiguió prevalecer du
rante muchos siglos, con la invasión de los pueblos de
más allá de las fronteras del Imperio. La Revolución,
en cierta medida, volvía a recuperar el sentido racional
de las cosas contra la arbitrariedad de los señores feu
dales y los monarcas autocráticos.
Consideraba necesario un poder fuerte para defen
derse de los reyes absolutistas enemigos de Francia, y
al mismo tiempo, para encauzar a un pueblo tantos años
sometido a normas y formas de poder autoritarios, que
El pintor neoclásico
Proudhon imaginó
el triunfo de N a p o
león com o una vic
toria de la ideología
ilustrada de finales
del xviil. El ascenso
del general corso a
las m ás altas ins
tancias del poder
significaba el triun
fo de este m o v i
miento, que debía
reconducir el tam
baleante rum bo de
la Revolución fran
cesa. 23
no podía fácilmente asimilar la camaradería que supo
N apoleón nía la difusión del nombre de «ciudadano» a todas las
Bonaparte personas con uso de razón. Napoleón se coronó a sí mis
mo em perador y estableció una corte fastuosa, al tiem
po que sus tropas, bien pertrechadas, iban derrotando
a las europeas, pretendiendo liberar a los pueblos por
medio de los principios que habían configurado la R e
volución Francesa. Paradójicamente, ocupaban después
los tronos de países vencidos, com o ocurrió con José
Bonaparte en España.
T o d o había comenzado el 18 de Brumario (19 de no
viembre de 1799), con la desaparición del Directorio,
al que resultaba difícil mantener la autoridad del ejecu
tivo. Una mayoría del Consejo de Ancianos y el de los
Quinientos confió el poder a tres «cónsules»: Bonapar
te, Sieyés y Ducos. Se redactó una nueva Constitución
— la del año VIII — . El legislativo quedó muy fracciona
do con el establecimiento de cuatro asambleas: sus pro
yectos debían emanar de la iniciativa del primer cónsul,
que tenía el auténtico poder ejecutivo, con una dura
ción de diez años.
La instauración del
Consulado, en no
viembre de 1799,
con N apoleón co
mo primer cónsul,
tan sólo significó un
paréntesis en la c a
rrera de Bonaparte
hacia el trono im
perial, com o si de
un n u e v o C é s a r
24 Augusto se tratara.
El Consulado le sirvió a Napoleón para reforzar sus
planes de hacerse con el control del gobierno; duró des N apoleón
de enero de 1800 hasta el 18 de mayo de 1804. m o Bonaparte
mento en el que decidió coronarse emperador. Sólo te
nía treinta y cinco años y ya se le consideraba un genio
de la estrategia militar.
Su pretensión era tranquilizar los ánimos de la socie
dad francesa, cansada de tantas vicisitudes y convulsio
nada por la inestabilidad y la debilidad de sus sucesivos
gobiernos, tal vez com o reacción frente a lo que supu
so una monarquía absoluta habituada a la arbitrariedad
y a decidir sin contar con ninguna otra instancia. Las
Asambleas Legislativas o Convenciones surgidas durante
la Revolución pretendían ser la expresión de la volun
tad popular y habían intentado que los gobiernos actua El pintor Louis D a
vid recreó la coro
ran según los dictados de aquéllas. Ahora, Napoleón
nación de Napoleón
imponía una autoridad que recordaba en muchos as y Josefina, una ce
pectos a la de los antiguos soberanos. Sin embargo, el rem onia fastuosa
emperador respetó numerosas conquistas revoluciona que d aba a B o n a
rias y elaboró un nuevo Código Civil, que después ins parte una aureola
piró las nuevas recopilaciones legislativas de derechos de nue v o C é s a r ,
con poderes y a m
y deberes en numerosos países europeos. Igualmente,
biciones muy simi
contribuyó a la creación de la enseñanza pública, ins lares a los otorga
taurando los liceos para la enseñanza secundaria, con dos a los em pera
trolada por el Estado, que serían la base para la forma- dores romanos.
ción de una elite que contribuyera al engrandecimiento
N apoleón de la nación.
Bonaparte Al principio, Bonaparte adquirió fama y prestigio por
toda Europa. Beethoven. y como él muchos jóvenes ale
manes, recibió con agrado a una figura que considera
ba representativa de los ideales revolucionarios, y le d e
dicó una de sus nueve sinfonías, la H e r o ic a , pero, al
parecer, le decepcionó que se coronase emperador y
tachó la primera dedicatoria, sustituyéndola por « A la
memoria de un gran hom bre», todo un símbolo de la
trayectoria de aquel imperio.
La guerra, que se extendió más allá de sus fronteras,
significaba también, al margen de la gloria, heridos,
muertos, campos y ciudades arrasados. Para que el resto
del continente respetara a Francia había que derrotar
y someter a sus monarquías absolutas y aislar a Inglate
rra, que mantenía el dominio de los mares e impedía
la salida de los productos franceses; el almirante Nel-
son había vencido a la flota franco-española en Trafal-
gar (1805). En los primeros años parecía que los prin
cipales planes de Napoleón se cumplían, al conseguir
victorias resonantes en Austerlitz (1805), Jena (1806)
o Wagran (1809), pero el esfuerzo militar causaba al país
innumerables gastos y fuertes pérdidas humanas, cal
culadas en más de medio millón de muertos. Su poder
em pezó a declinar precisamente en España, con la d e
rrota de la batalla de Bailén y el hostigamiento de gru
pos «guerrilleros» — vocablo que adquirió difusión in
ternacional desde entonces— que no pudieron ser
aniquilados. La campaña de Rusia debilitó profunda
mente al emperador. Sus tropas se vieron acosadas por
la nieve, el hambre y las enfermedades. La retirada des
Busto de Beetho-
de Moscú — iniciada el 19 de octubre de 1812— es uno
ven, el genial músi
co alem án que h a de los episodios más trágicos de la historia contem po
bía enaltecido en su ránea. De los 650.000 soldados que la iniciaron sólo
sinfonía H e ro ic a al unos 100.000 sobrevivieron.
em p era d o r B o n a En 1813, los principales países europeos (Inglaterra,
parte, y que luego Prusia. Rusia y Austria) formaron una coalición. Des
volvió la espalda a
pués de la batalla de Leipzig conocida com o la «batalla
los nuevos signos
del imperio y acabó de las naciones» por la cantidad de soldados de distin
por a p o y a r a los tas nacionalidades que intervinieron, los acontecimien
enemigos tradicio tos se precipitaron, y aunque su resultado fue incierto,
26 nales de N apoleón. el ejército napoleónico sufrió numerosas bajas. Los alia
dos entraron en París el 30 de marzo de 1814: el em
perador fue sustituido por un gobierno provisional, pre Napoleón
sidido por Talleyrand, en nombre de Luis XVIII. N apo Bonaparte
león abdicó en Fontainebleau, asignándosele la isla de
Elba com o residencia, y Francia vio reducidas sus fron
teras a las que tenía en 1792.
Sin embargo, aún haría Bonaparte otro intento de re
cuperar el poder. En 1815 escapó de Elba y regresó a
París, aclamado por muchos franceses, mientras el rey
Borbón huía del país. Napoleón se mantuvo al frente
de la nación durante cien días. La derrota infligida a su
ejército por las tropas inglesas y prusianas, mandadas
por el general británico Wellington, en W aterloo, aca
bó definitivamente con su carrera. De nuevo, renunció
al trono el 22 de junio y partió al destierro de la isla de
Santa Elena, donde murió, al parecer envenenado, el
5 de mayo de 1821.
La victoria de Aus-
terlitz fue uno de los
m ayores éxitos del
triu n fa d o r B o n a
parte. Pero las con
tinuas c a m p a ñ a s
militares ocasiona
ban innum erables
pérdidas hum anas:
la retirada de Rusia
es la otra cara de
una m oneda de do
lor y gloria. 27
El Congreso de Viena, intento
de restauración del viejo orden
Las cuatro potencias vencedoras sobre Napoleón (Ru
sia, Prusia, Austria e Inglaterra), a las que se uniría la
nueva Francia, intentaron establecer un acuerdo que
condujera al equilibrio de poder en Europa dentro de
los principios de legitimidad, es decir, llegaron al con
vencimiento de que los distintos reinos habían de ser g o
Las potencias que
rem odelaron Euro bernados por las monarquías tradicionales y mantener
pa en el Congreso sus territorios históricos. Las ideas revolucionarias d e
de Viena intentaron berían ser extirpadas radicalmente y no reaparecer nunca
resolver dos im por más, y lo ocurrido en Francia sería sólo un episodio re
tantes problem as:
legado al recuerdo, triste testimonio de a lo que las tur
desm antelar el Im
bas populares pueden llegar si no están sujetas a los
perio napoleónico
c o n s i g u i e n d o el sagrados principios de la tradición y el respeto a los so
equilibrio entre los beranos, a la usanza del Antiguo Régimen.
estados más fuertes Reunidos en Viena, pretendieron la vuelta al viejo or
y, así, una paz du den, condenando las ideas de la Ilustración com o pro
radera, y restaurar
pias de francmasones y apoyando las tradicionales
los principios de la
costumbres políticas y sociales. El alma del Congreso,
so cied ad eu ropea
d e s tru id o s p o r la celebrado entre septiembre de 1814 y junio de 1815,
R ev o lu ció n F ra n fue el canciller austríaco Metternich — conocido com o
cesa. «la roca del orden» — , quien elaboró prácticamente to-
28
das las cláusulas de la nueva realidad política, que su
maron un total de 121 artículos. El C ongreso
Cabe destacar a otros dos personajes importantes. de Viena
Uno fue el inglés Castlereagh. ministro de Asuntos Ex
teriores, quien pretendía atraerse a Francia y reducir la
influencia rusa. El otro era el zar Alejandro I de Rusia,
cuyo ejército participó activamente en la derrota de
Napoleón. Había accedido al trono en 1801, al ser ase
sinado el zar Pablo, su padre, víctima de una cons
piración palaciega. El novelista Pushkin lo calificó de
«enigm ático». Mantenía la creencia de que Dios le te
nía destinado a salvar al mundo y que la paz había de
estar asentada sobre los principios del cristianismo.
En el Congreso de Viena se concentraron más de 200
diplomáticos de las naciones europeas, de los principa
dos italianos, de las ciudades libres alemanas, los caba
lleros teutones o de la Orden de Malta, así com o otras
muchas asociaciones que deseaban participar en la es
tructura que se estaba fraguando, haciendo valer sus de
rechos históricos.
El Congreso de Vie
na (caricaturizado
aquí), pese al exce
sivo protagonismo
del canciller a u s
tríaco Metternich y
del zar Alejandro I,
logró un principio
de a c u e rd o p a ra
instaurar un nuevo
y restaurado Anti
guo Régimen. 29
Los palacios de los aristócratas servían de local a las
El C ongreso recepciones. Beethoven puso su música al servicio del
de Viena nuevo orden con el estreno de la ópera F id e lio , en un
ambiente de competencia entre los príncipes para mos
trar el mayor esplendor posible.
Pese a estas frivolidades, las distintas reuniones g e
nerales que se celebraron dispusieron la remodelación
del mapa de Europa. Una serie de comités abordaron
temas colaterales, com o la navegación por los grandes
ríos o la abolición del comercio de esclavos.
Las conclusiones del Congreso condicionaron la p o
lítica continental durante varios años:
— E l I m p e r io A u s t r í a c o se anexionó el reino de Lom-
bardía-Venecia y las antiguas provincias Iliónicas, man
teniendo una presencia importante en Italia, a la vez que
una fuerte influencia en la Confederación Germánica,
El príncipe de Met- que agrupaba a los 39 Estados alemanes.
ternich destacó por — G r a n B r e t a ñ a consiguió el dominio sobre el mar a
su defensa del Anti través de puntos estratégicos com o Malta o las islas Jó
guo Régim en. De
nicas en el Mediterráneo, Heligoland en el mar del
joven fue diplomáti
Norte, El Cabo en Sudáfrica, Ceilán en el Indico, y otras
co y enem igo de la
Francia revolucio islas en las Antillas.
naria. En 1809 fue
nom brado ministro
de Asuntos exterio
res defendiendo un
equilibrio europeo
que evitase el pre
dominio de una po
tencia y permitiese
la pervivencia del
Imperio Austríaco.
Tuvo un papel pre
ponderante en el
Congreso de Viena
(1 8 1 4 -1 8 1 5 ) que
puso fin al imperio
napoleónico, consi
guiendo la restau
ración del dominio
austríaco en Italia y
Alem ania y frenar
el expansionism o
de Rusia y Prusia
con la idea de un
equilibrio europeo.
R u s ia extendió sus fronteras 400 kilómetros hacia
el oeste, con la constitución de un reino polaco bajo su El C ongreso
protectorado, al tiempo que ocupaba Finlandia, antes de Viena
en manos de Suecia, a quien ahora se le agregó N o
ruega, tras separarse de Dinamarca.
— P ru s ia obtuvo otras tierras de Polonia y una zona de
Sajonia, así com o diversos territorios del Rhin.
— F r a n c ia , que logró formar parte de las potencias con
capacidad de decisión, se vio reducida a sus antiguas
fronteras y obligada a pagar una indemnización, mien
tras nacían pequeños países a su alrededor, com o los
Países Bajos, la Confederación Helvética y el reino de
Piam onte-Cerdeña.
— Ita lia se fragmentó en siete Estados, al margen del
territorio incorporado a Austria, nación que instaló sus
propias dinastías en los principados de Parma, Módena
y el Gran Ducado de Toscana.
— A le m a n ia , con la Confederación de príncipes ale
manes, quedó sometida a las fuerzas contrapuestas, de
Prusia y Austria, que acabarían enfrentándose. Una Die
He aquí el m apa de
ta germánica constituía el único órgano común de to
Europa en 1815. La
dos los Estados, pero sin verdadero poder decisorio. d e l i m i t a c i ó n de
áreas de influencia
I KUECIA en el viejo continen
te daba una clara
CUALANDIA ventaja a Inglaterra
en su intento por lo
grar la hegemonía
mundial, que ap o
y ará su creciente
p o d e río c o lo n ia l.
Tan sólo Rusia, en
el este, podía dispu
tar a los británicos
su control del mun
do, mientras que el
EUROPA EN 1815
resto de las nacio
Confederación Germánica nes europeas no s a
lían de una condi
ción de potencias
Imperio Austríaco secundarias, ya fue
se por su dispersión
política (A lem ania
Reino de Prusia
e Italia) o por sus
MOfiEA crisis internas
(Francia y España). 31
U n a A lia n z a « S a n t a »
La Santa En septiembre de 1815 se reunieron en París el zar
A lianza Alejandro 1, el em perador de Austria. Francisco 1. y Fe
derico II de Prusia. Firmaron, bajo la advocación de la
Santísima Trinidad, un acuerdo bautizado com o Santa
Alianza, según los principios apuntados en Viena y d e
fendidos principalmente por el zar en una extraña com
binación entre diplomacia y religión. Su propósito era
controlar los intereses de las grandes potencias y evitar
la aparición de brotes revolucionarios. Inglaterra, repre
sentada por Castlereagh, no quiso participar en un tra
tado que no contenía ninguna disposición concreta, ale
gando que el rey Jorge III no estaba en pleno uso de
sus facultades mentales, pero sí lo hizo en otra poste
rior, la Cuádruple, en compañía de las demás poten
cias. Los Estados firmantes se comprometían a mante
ner la situación política establecida en el Congreso de
Viena, al tiempo que constituían una fuerza de interven
ción para acudir a aquellos países que rompieran la le
gitimidad histórica.
De acuerdo con el artículo 6 .°:
L a s c o n c lu sio n e s
del C o n g r e s o de
Viena (abajo) repre
sentaron el último
intento del viejo or
den por perpetuarse
en el nuevo siglo
XIX. N o obstante, el
intento resultó limi
tado en sus am bi
ciones iniciales y
sin futuro a medio
32 plazo.
Representaba algo más que una alianza militar, en
cuanto intentaba extender los principios del despotismo La Santa
ilustrado, pero cuando ya habían sido superados por la Alianza
Revolución Francesa, que proclamó la soberanía del
pueblo por encima de la voluntad de los monarcas.
El sistema no había de durar mucho tiempo. La riva
lidad entre los aliados hizo que los compromisos per
dieran su eficacia. Escasos fueron los resultados de los
cuatro encuentros siguientes, celebrados entre 1818 y
1822. En el primero, el de Aquisgrán, Francia logró que
las tropas de ocupación se retiraran, al tiempo que se
incorporó al directorio de las potencias, convirtiéndola
en Quíntuple Alianza. En los siguientes (Troppau, 1820;
Laibach, 1821, y Verona, 1822) afloraron las diferen
cias entre Inglaterra y Francia respecto a Austria, Pru-
sia y especialmente Rusia, al tiempo que el Imperio
austríaco temía la expansión rusa en los Balcanes. Los
distintos focos liberales surgidos en diversos puntos de
Europa fueron reprimidos no por fuerzas conjuntas, si
no por el interés de cada Estado en los territorios afec
tados. Austria actuó en las sublevaciones de Italia y
Alemania, mientras un ejército francés, los Cien Mil H i
jos de San Luis, entró en España para restablecer el
absolutismo (en la figura de Fernando VII) y abolir la
Constitución de 1812.
La falta de proyec
ción de los acuer
dos de Viena vino
dada por la fuerza
de las nuevas ideo
logías y la adhesión
de la burguesía a
los principios políti
cos que antes había
com batido. Pronto
los s alo n es y las
reuniones sociales
se convirtieron en
cenáculos políticos
de nuevos conspira
dores liberales. 33
El mundo de las ideas: del liberalismo
al socialismo
El liberalismo no es una doctrina muy elaborada, carac
terizada por una filosofía concreta. Supone más bien una
mentalidad general, fruto de la confluencia de distintas
corrientes de pensamiento, que destacan la capacidad
de respuesta individual por encima de los principios in
mutables establecidos por la tradición o las costumbres.
Es el fruto de un largo proceso, iniciado en las civiliza
ciones grecorromanas, que fue creciendo y extendién
dose a lo largo de la Edad Media y la Moderna, con la
conquista de fórmulas racionales para entender el mun
do y rechazando argumentos de autoridad no co m
probados.
Los descubrimientos científicos producidos a partir del
siglo XVI, la filosofía empirista y las ideas políticas de la
Ilustración constituyen elementos fundamentales para
comprender la formación del liberalismo, desarrollados
a partir de la independencia de los Estados Unidos y de
la Revolución Francesa.
La ideología liberal corre pareja con el ascenso de la
burguesía en Europa, que se consolida con la Revolu
ción Industrial, y con ella creará su concepción del mun
do y la defensa de sus intereses, concretados en la sal
vaguardia de los derechos individuales. Libertad, por
tanto, para fabricar, comerciar y ampliar los mercados.
Libertad para elegir el gobierno apropiado a los intere
ses de cada uno y votar las leyes deseadas. Libertad para
El escritor y filó
sofo Jean-Jacques pensar y expresarse sin censura. El Estado será siem
Rousseau (según un pre el valedor de la libertad, y su objetivo consistirá en
retrato de Quintín velar por los derechos de las personas, sin intervenir en
La Tour). Producto las relaciones económicas o sociales.
de la cultura enci
Pero en el liberalismo encontramos diversos matices
clopedista ilustrada
acerca de cóm o ha de ser entendida y practicada dicha
d e l s ig lo X V III,
Rousseau acabaría libertad. De ahí que se hable de liberalismo económ ico,
por ser reconocido político, moral, religioso, etc., y, dentro de ellos, dis
com o p en sad or tintas posturas, desde las más radicales a las más m o
esencial por los re deradas, configuran un panorama ideológico variado,
v o lu c io n a rio s del
pero que tiene com o punto de partida la D e c la r a c ió n
XIX. En la página
d e D e r e c h o s d e l H o m b r e y la potestad de todos los se
opuesta, la Virtud
visita la tumba del res humanos a ser iguales ante la ley e intervenir en al
filósofo francés. gún grado en las cuestiones de gobierno.
Fue en la Inglaterra del siglo XIX. el país más desa
rrollado industrialmente en la época, donde estas ideas
El liberalism o adquirieron su mayor consistencia teórica. Son una bue
na muestra economistas com o Adam Smith. Malthus o
Ricardo, y pensadores de la talla de Bentham y Stuart
Mili. Todos ellos, junto a los franceses Benjamín Cons-
tant y Alexis Tocqueville, establecieron los principios
fundamentales del liberalismo político y económ ico
moderno.
Tras la derrota de Napoleón, las fuerzas que intenta
ron la vuelta al Antiguo Régimen reaccionaron contra
todo lo que les recordara la Revolución, considerada co
mo fuente de todos los males acaecidos, al querer tras
tocar el sentido tradicional de las sociedades. Pensaban
En la Inglaterra del que había sido un castigo de la Providencia ante unas
primer tercio del si
doctrinas y una experiencia que alteraban el orden na
glo xix, el miedo a
tural. El francés Joseph Maistre, teórico del tradiciona
la Revolución caló
profundamente en lismo de aquella época, escribía:
tre su clase dirigen
te, que veía de esta «El hombre puede plantar un pepino, hacer crecer un árbol,
fo rm a tan p e c u perfeccionarlo mediante injertos y podarlo de cien modos dis
liar el avance de tintos. pero jamás ha podido imaginar que pueda crear un ár
las ideas liberales y bol. ¿Cómo ha podido entonces imaginarse que tuviera p o
democráticas. der para crear una Constitución?»
36
Sin embargo, para los liberales — denominación que
se utilizaba al principio en tono despectivo— , sólo a tra
vés del descubrimiento progresivo de la verdad con el
El liberalism o
concurso de la razón puede el hombre alcanzar una so
ciedad más justa. En este sentido, el parlamentarismo
liberal representa la confianza en el diálogo y en la con
frontación organizada de opiniones. Los Congresos o
las Asambleas de diputados discuten distintos aspectos
de la realidad hasta lograr el acuerdo o consenso, se
gún la relación de fuerzas políticas existentes. Esto lleva
a un rechazo de los dogmas impuestos por cualquier
Iglesia o por la tradición y a un reconocimiento del rela
tivismo de todas las verdades. Por tanto, el poder ha
brá de estar limitado, siendo lo más adecuado dividirlo
y establecer la separación entre ejecutivo — gobierno— ,
legislativo — Parlamento— y judicial — los tribunales de
justicia— , tal com o ya señalara Montesquieu.
La ideología liberal adquiere carácter revolucionario
durante la primera mitad del siglo XIX. a medida que
se convierte en la bandera reivindicativa frente a las
fuerzas del Antiguo Régimen. Por tanto, en aquellos
años fue un movimiento subversivo (1815-1848), pro
tagonizado por burgueses, profesionales liberales (abo
gados. médicos, funcionarios), comerciantes y también
por muchos obreros. Juntos lucharon en las barricadas
La pujanza indus
trial de Inglaterra
d a b a a este país
una condición de
«la b o r a t o r io de
pruebas» del proce
so re volu c io n ario
de la época indus
trial. La formación
de partidos y sindi
catos obreros en
contró en Inglaterra
su m ejo r terreno
para fructificar, al
abrigo de las nue
vas factorías y ciu
dades industriales. 37
para derrotar a los reaccionarios, que querían mante
ner el viejo orden social y económ ico, ajenos al empuje
El liberalism o de las nuevas fuerzas productivas que estaba generan
do la creciente industrialización y las transformaciones
en la agricultura.
Sin embargo, para aquellos liberales era fundamen
tal no compartir el poder que arrebataban a los monar
cas absolutos; en muchos casos limitaron la capacidad
de voto o de elección únicamente a los dotados de un
cierto nivel económ ico o una alta formación intelectual.
Entendían que tan sólo en ellos podía recaer la sobera
nía popular, pues eran quienes hacían progresar la na
ción. El resto de la población habría de limitarse, según
ellos, a trabajar y disfrutar de la riqueza que habían crea
do los hombres de empresa o los propietarios agrícolas.
Este punto encerraba una contradicción: si se predi
caba la libertad para todos, resultaban injustificables las
trabas y exclusiones que sufría una inmensa mayoría de
los ciudadanos. Así, conforme avance el siglo XIX, ten
dencias más radicales exigirán el sufragio universal. S o
cialistas y anarquistas ponían en evidencia las con
tradicciones del liberalismo; la falsa libertad por ellos
proclamada, falsa porque sólo podían disfrutarla los p o
seedores de algún medio de producción, mientras los
obreros se veían en la obligación de vender su fuerza de
trabajo sin otras contrapartidas. Aun así, a principios del
El crecimiento eco siglo XIX. el pensamiento liberal constituyó una ideolo
nómico que el libe
gía revolucionaria frente a la legitimación de lo tradicio
ralismo propugna
ba derivó en una di
nal propugnada por la Restauración.
visión social entre
los poseedores de
los medios econó
micos, por un lado,
V, por otro, la fuer
za del trabajo, com
puesta por el prole
tariado industrial,
agrupado en los su
burbios de las gran
des c iu d a d e s . El
conflicto entre cla
ses sociales enfren
tadas era tan inmi
nente com o inevita
ble.
El ro m a n tic is m o
N o resulta fácil definir o delimitar cronológicamente el El
romanticismo, que desde principios del siglo XIX se con r o m a n tic is m o
virtió en la principal expresión literaria, artística y estéti
ca de la nueva sociedad industrial naciente en Europa.
El neoclasicismo (la «vuelta a lo clásico») del siglo an
terior concebía el arte com o la combinación de ciertos
elementos: armonía, unidad y carencia de individuali
zación (los autores grecorromanos eran los modelos imi
tados) y la estética estaba basada en reglas establecidas.
Así. las obras teatrales se regían por la unidad del espa
cio (que no cambiaba en el transcurso de las mismas)
la unidad del tiempo (sólo estaba permitida una dura
ción máxima de veinticuatro horas en el desarrollo de
la acción) y la unidad de la trama, tal com o señaló Aris
tóteles. Igualmente, no podía mezclarse lo trágico con
lo cómico, ni representarse la violencia en escena.
El romanticismo tiene sus antecedentes en la segun
da mitad del siglo XVIII. principalmente en escritores
alemanes que reaccionan contra el racionalismo de los
ilustrados. Un autor. Klinger, escribió en 1777 una tra
gedia, S tu r m u n d D r a n g ( T e m p e s ta d y e m p u je ) , que
40
la sociedad, contra el clasicismo, la Iglesia establecida,
la Revolución Francesa y Napoleón, la aristocracia, el
absolutismo y contra los comportamientos de la burgue rom anticism o
sía. Al mismo tiempo crean sus propios héroes, unos
inspirados en el m edievo — el Corsario, Guillermo Tell,
Don Juan — , mientras otros siguen un m odelo que pa
sa por ser el prototipo de vida romántica, con personajes Lord G eorge G or-
inmersos en la amargura, la melancolía, el desengaño, don Byron (1788-
dispuestos a sacrificarse por un ideal — el poeta inglés 1824) encarna al
Byron murió de peste en Missolonghi, donde había ido héroe rom ántico,
identificado con sus
para luchar por la independencia de G recia— , por un
personajes litera
amor no correspondido — Kleist. que se suicidó después rios. Perseguido por
de matar a su amante, o Larra, que se quitó la vida a el escándalo de una
los veintiocho años— . Otros padecieron la desespera vid a sentim ental
ción, las privaciones y fallecieron también jóvenes, co a g i t a d a , en u n a
época de costum
mo Novalis. Shelley, Keats, Leopardi. Schubert, Cho-
bres muy rígidas,
pin y el pintor Delacroix.
abandonó Inglate
A pesar de lo difícil de encontrar una definición g e rra en 1816. Resi
neral del movimiento romántico pueden destacarse al dió en G inebra y
gunos rasgos característicos, tales com o la libertad de Venecia y murió,
imaginación no sujeta a ninguna norma, ni constreñida víctima de la peste,
en M is s o lo n g h i ,
a resaltar determinados principios morales. Se valora la
donde se encontra
creación artística por sí misma y se buscan nuevos es ba para defender la
cenarios en donde la experiencia humana se desenvuel in dependen cia de
va; de ahí que los lugares lejanos — la India, o Egipto— Grecia.
adquieran un gran atractivo. Delacroix buscó inspiración
El en Argelia, y Teófilo Gautier popularizó una imagen exó
rom anticism o tica de España con sus gitanos, bandoleros y majas. De
igual manera, les resultaba sugerente la Edad Media y
se divulgaron el R o m a n c e r o español, la C h a n s o n d e R o -
la n d , el S ig fr id o de los Nibelungos y las M il y u n a n o
c h e s , entre otros. El escocés Walter Scott escribió mul
titud de novelas de ambiente medieval.
Otra característica fue el valor que se atribuía a la na
turaleza, que no tenía ya el sentido de materia científi
ca, regida por leyes inmutables descubiertas por el aná
lisis de la razón y comprobadas por la experimentación,
es decir, desprovista de significado moral. Para el ro
mántico constituye una fuente de inspiración y conoci
miento en la que el poeta, el novelista, el escultor o el
músico se reconocen e intervienen, desde una perspec
M adam e de Staél, tiva subjetiva, en la visión de los paisajes. Junto a ello,
c u y o a u té n t ic o una tendencia a buscar nuevos símbolos que reflejen
nombre era G erm a los sentimientos, las pasiones, al m odo del F a u s to de
na Necker, hija del Goethe, que pacta con el diablo para adquirir la eterna
m inistro de Luis
juventud, o la condición humana, com o en L o s mise
XVI, fue la primera
teorizadora del m o rables de Víctor Hugo.
vimiento romántico En resumidas cuentas, en Europa este movimiento,
fra n c é s , con su que va de 1770 a 1850, representó la expresión de una
obra «D e la literatu nueva sensibilidad artística en un mundo cambiante,
ra», en la que cues
donde los modelos políticos habían sido alterados por
tiona la teoría clási
la Revolución Francesa y los económicos, por la indus
ca de la belleza a b
soluta y propone la trialización. El impacto de todo ello condicionó la obra
relatividad de la de muchos artistas, quienes, fieles testigos de su tiem
misma según paí po, supieron recoger las contradicciones de una época
ses o lugares. Pero que parecía no poder ser entendida únicamente por m e
fue V ícto r H u g o dio de la razón y la ciencia. Se mostró a la vez reaccio
(1802-1885) el es
nario y revolucionario, burgués y antiburgués, en per
c rito r ro m á n tic o
m ás im p o rta n te , fecta sincronía con la situación vivida por los hombres
cuya obra teatral y mujeres de aquellos años en que la cultura adquiría
«H ernani» supuso, cada vez más difusión entre las clases medias.
el día del estreno en El romanticismo acentuó el individualismo en contra
1830, la b a t a lla posición a los que defendían el arte com o expresión de
frontal contra los
las ideas comunes, y no de los sentimientos persona
presupuestos de la
dramaturgia greco- les. El ser humano había com enzado su nuevo destino
rom ana. Sobre es de soledad entre la multitud, en un m edio inestable,
tas líneas, Víctor cambiante, donde se impone el anonimato, en unas ciu
42 Hugo. dades cada vez más populosas.
El nacionalismo
La conciencia En los albores de la Edad Media el sentimiento común
nacional más importante era el de ser cristiano, en unas condi
ciones bajo las cuales la mayoría de las gentes vivían y
El liberalismo apor morían en el mismo lugar donde habían nacido. Con
tó un sentimiento el transcurso del tiempo fue formándose una concien
nacionalista a pue cia vaga, primero, y definida, después, de pertenecer
b lo s so m etido s a
a una comunidad más amplia que el espacio donde es
poderes ajenos a su
propio espíritu na
taba el hogar permanente, vinculado por lazos de leal
cional. Italia y A le tad o servidumbre a un señor feudal o a un rey.
mania constituían, El despertar de las naciones fue un proceso que ad
en la primera mitad quirió su mayor fuerza en el siglo XIX y continuó vigen
del s ig lo X IX , un te en el XX. La Revolución Francesa sustituyó, como sa
m osaico de peque
bemos, al rey com o fuente de soberanía por la Nación;
ños estados, que se
levantaron contra
los Estados Generales pasaron a denominarse Asam
sus opresores, en blea Nacional, y los soldados franceses clamaron en
pro de la unidad de Valmy: «¡V iva la Nación!». Ella se convirtió a partir de
sus terrotorios na entonces en el elemento aglutinador de los pueblos que,
cion ales respecti por su propia voluntad, han decidido vivir juntos.
vos. Aquí, plebisci
Sin embargo, esta concepción supone el expreso con
to en la Universidad
de N ápoles a favor
sentimiento por parte de los individuos de un territorio
de la unidad italia determinado. En esto difieren la mayoría de los pensa
na, en 1830. dores alemanes, para quienes la nación es algo vivo,
44
con fuerza interior, generadora de un espíritu popular
(«Volgeist») que la convierte en algo superior a los hom La conciencia
bres. Los ciudadanos no pueden alterar algo no creado nacional
por ellos, sino que, transmitido de generación en gene
ración, representa el sustento de unas costumbres, una
lengua, un folclore, una cultura en suma, que no cam
bia por la iniciativa momentánea de unas personas.
Estas dos visiones de la nacionalidad pugnarán entre
sí a lo largo del siglo XIX Un autor francés, Ernest R e Italia mantuvo una
nán, en una conferencia pronunciada en 1882 sobre el difícil lucha por su
identidad nacional;
tema «¿Q ué es la Nación?», mantenía — en defensa de
tanto en el norte co
la soberanía francesa sobre Alsacia y Loren a— el prin mo en el sur se pro
cipio de la voluntad de los habitantes de un territorio dujeron revueltas
para permanecer juntos. Mientras, los alemanes alega nacionalistas con
ban argumentos históricos, étnicos y lingüísticos para tra a u s t r í a c o s y
anexionarse dichas regiones y, siguiendo al filósofo Her- borbones, así como
contra el poder p a
der, afirmaban que «el alma era la madre de toda cul
pal en los Estados
tura en la tierra». Pontificios del cen
Esta conciencia de diferenciación fue también una tro de la península
fuerza ideológica que movilizó a muchos pueblos duran- Italiana.
45
te el siglo XIX. Napoleón despertó con sus conquistas
La conciencia dicho sentimiento, y precisamente el nombre de «bata
nacional lla de las naciones», dado a la coalición contra el em pe
rador en Leipzig en 1813, tiene un carácter simbólico.
A partir de entonces, ideas com o «las fronteras na
cionales» o «la soberanía nacional» adquieren mayor
fuerza, y habrían de concretarse en el concepto de Es
tado, unido principalmente por un idioma común que
condiciona una manera determinada de pensar. El poeta
alemán Arndt solía decir que la patria se extiende «tan
lejos com o resuena la lengua alemana».
A partir del primer tercio del siglo XIX el término «n a
cionalidad» adquirió plena vigencia. La Academia Fran
cesa lo adoptó en 1835, y el movimiento Joven Euro
pa, prom ocionado por Mazzini — luchador en pro de la
unificación italiana— proclamaba en el mismo año que
48
El socialismo
El siglo XIX es también el período de articulación del m o
E1 socialism o
vimiento y la ideología socialistas. El término em pezó
a divulgarse en la década de los años treinta en Inglate
rra y Francia. Parece que se em pleó por primera vez
en el periódico francés L e G lo b e , dirigido en 1832 por
Pierre Leroux, y desde cuyas páginas se defendían las
ideas de Saint-Simon. Sin embargo, su significado en
aquellos años era diverso y en él se incluían todo tipo
de proyectos, profecías o protestas sobre las condicio
nes sociales y económicas de la época.
Tras las guerras napoleónicas, un gran número de sol
dados británicos se encontraron con dificultades para en
contrar trabajo. Muchas empresas metalúrgicas y texti
les cerraron, al no tener ya un mercado asegurado por
las necesidades bélicas, y dejaron en paro a numerosos
trabajadores, que deambulaban por campos y ciudades
buscando algún em pleo ocasional o dedicándose a la
caza furtiva. Adem ás, el Parlamento había dispuesto la
protección del trigo inglés, favoreciendo a los grandes
terratenientes e impidiendo la importación de grano, con
el consiguiente encarecimiento del pan, base de la ali
mentación de las clases obreras.
El malestar social provocó que muchos obreros reco
rrieran por la noche, y sin dejar rastro, determinadas zo
nas de Inglaterra, destruyendo las máquinas de las na
cientes fábricas, a las que consideraban responsables de
sus males. Eran los lu d d ita s , llamados así por su diri
gente, un tal Ludd. Hubo otros estallidos violentos, co-
53
El ciclo revolucionario: 1820-1830
Europa era a principios del siglo XIX la zona más desa
rrollada del planeta, a pesar de las diferencias entre los
distintos países. Su población crecía con más rapidez y
disfrutaba de mejores condiciones económicas y socia
les que los americanos, africanos o asiáticos. Si en 1800
su población suponía el 21 por 100 de la mundial, en
1850 alcanzaba ya el 23 por 100, es decir, pasó de los
187 millones de habitantes a 266. La capacidad cientí
fica y tecnológica permitía controlar territorios exten
sos en otros continentes y proseguir la exploración de
tierras ignotas, comunidades aisladas y desconocidas,
allende los mares. Las travesías marítimas planteaban
todavía ciertas dificultades y los nuevos buques a vela,
los c lip p e r s . aunque más rápidos, necesitaban aún n o
venta días para cubrir la ruta Londres-Hong Kong o C a
lifornia. Los barcos de vapor estaban aún poco adapta
dos para largos recorridos y requerían gran cantidad de
carbón com o combustible.
La capacidad productiva, científica y cultural no puede
hacernos olvidar que la Revolución Industrial estaba en
sus inicios, y salvo en Inglaterra, las fábricas, con sus
chimeneas humeantes, resultaban extrañas en el paisa
je europeo. La mayoría de la gente vivía en el campo
y cultivaba la tierra de acuerdo con las tradiciones de
la zona, talando los bosques o sacando a pastar a las
ovejas, cabras o vacas. Hubo mejoras, sobre todo en
el siglo XVIII, de los sistemas de cultivo, desigualmente
extendidas, que trajeron consigo el incremento de la pro
ducción de forrajes, la supresión de barbechos y m ejo
ra de las cosechas de cereales (el trigo seguía siendo la
base de la alimentación de la mayoría de la población).
El hambre, frecuente en épocas de clima adverso, co
menzaba a reducirse, aunque el aumento de la pobla
El siglo XIX es el si
glo de la burguesía.
ción incitaba a roturar tierras de bajo rendimiento. La
Su triunfo económi situación sirvió al economista inglés Malthus para d e
co y político dotó a nunciar, en tono pesimista, la imposibilidad de adecuar
esta clase de los el ritmo de crecimiento dem ográfico con la producción
medios para osten de alimentos en su libro E n s a y o s o b re e l p r in c ip io d e
tar su riqueza en los
p o b la c ió n , publicado en 1798.
salones y a la vez
permitirle el control En general, la alimentación mejoró poco a poco, prin
54 del poder político. cipalmente gracias a la extensión del cultivo de la pata
ta, la habichuela, el maíz y el arroz, que permitieron en
muchos casos suplir las malas cosechas de trigo. Los Epocas de
campesinos, además, también vivían de realizar traba revoluciones
jos industriales a domicilio: los fabricantes les propor
cionaban las materias primas, y ellos les entregaban el
producto acabado. Con todo, un mal año para el cam
po seguía representando hambre. Tal es el caso de la
crisis que asoló Irlanda en 1847, con la pérdida de la
cosecha de patata, que provocó una elevadísima
mortandad.
En términos generales, la estructura social agraria no
experimentó grandes alteraciones, a pesar de lo que su
puso la lucha de los campesinos de la Revolución Fran
cesa. Las formas de propiedad continuaban siendo muy
diversas de un país a otro, e incluso de unas regiones
a otras de un mismo Estado. La nobleza terrateniente
mantenía los grandes latifundios, unos, gracias a la lar
ga tradición de su estirpe: otros, ennoblecidos por m e
dio de fortunas más recientes, logradas en los nuevos
negocios, que invirtieron en la compra de tierras. Los
pequeños campesinos o los jornaleros padecían la pre
sión de los señores, con altos impuestos o salarios ba-
La estructura eco
nómica del capita
lis m o g e n e ró un
crecimiento de la
o ferta de trab ajo
que, en condiciones
m uy p r e c a r ia s ,
m arcó el nacimien
to de un mercado
laboral, con perío
dos sucesivos de
trabajo y de paro
forzoso, lo cual fa
cilitó la aparición
de «oficinas de em
pleo» com o la que
aparece aquí.
jos y duras condiciones de trabajo. Las formas y las men
Epocas de talidades del sistema de servidumbre siguían vigentes en
revoluciones muchos lugares, pese a la teórica libertad que se iba pro
clamando por todos los países. Las rentas agrícolas cons
tituían el elem ento básico de prestigio y poder en la so
ciedad. Los terratenientes eran todavía los verdaderos
dirigentes sociales, imponiendo su control político so
bre las instituciones. Los nuevos ricos, salidos del capi
talismo industrial y comercial, imitaban en sus gustos y
costumbres a la nobleza, con la que trataban de em
parentar.
En este contexto, tras la derrota de Napoleón en
1815, los supervivientes del Antiguo Régimen creían ha
ber acabado definitivamente con las fuerzas revolucio
narias y consideraban el tiempo pasado desde 1789 co
mo una pesadilla. Los aristócratas franceses, a su regre
so, reclamaron sus viejas tierras, que les fueron devuel
En 1816 se inaugu tas siempre que no hubiesen sido vendidas — lo que ocu
ra una escuela en rría en la mayoría de los casos— , o recibieron una in
N ew Lanark inspi demnización en tiempos de Carlos X. En el resto de
r a d a en la s id e a s Europa, los nobles mantenían sus privilegios, actuando
de R o b e r t O w e n ,
com o si nada estuviera pasando.
quien hacía de la
educación elem en Sin embargo, las cosas ya no serían iguales. A lgo es
to básico de la for taba cambiando en la vieja Europa y los ideales de la
mación del indivi Revolución Francesa irían calando poco a poco en
duo. Este galés h a las mentalidades de todos sus habitantes. Para enal
bía em pezado de
tecerlas o criticarlas, la libertad y la igualdad estarían
te n d e ro a los 10
presentes durante todo el siglo XIX. y a medida que cre
años y se convirtió
en un rico fabrican cían las nuevas clases populares urbanas, la presión con
te. Q uiso reformar tra las leyes, normas y hábitos del antiguo orden se iba
el capitalism o fun incrementando.
d a n d o c o o p e ra t i
vas, creando ciuda
des m odelo com o
N ew H arm ony en
los Estados Unidos
y c o n s t it u y e n d o
Bolsas de Trabajo.
Fueron los obreros
ligados a las Bolsas
quienes impulsaron
en 1834 una Gran
Asociación de T ra
bajadores, de corta
56 duración.
Los habitantes de las ciudades,
base de las revoluciones El proletariado
La peste bubónica, que había azotado y diezmado des urbano
de la Edad Media los campos y ciudades europeos,
desapareció casi por completo, tal vez a causa del ex
terminio de la rata negra, transmisora de la enfermedad.
Sin embargo, otras epidemias dejaron su huella, com o
el cólera, introducido en los años treinta por las tropas
rusas en su campaña de Armenia, y posteriormente, en
Polonia, y que difundieron a partir de 1833 los barcos
procedentes de Asia, a través de Portugal. En España
provocó más de 100.000 víctimas entre 1833 y 1834.
El tifus y la tuberculosis eran enfermedades endém i
cas, contra las que no existían remedios efectivos, y pro
vocaron numerosas muertes en distintos períodos a lo
largo del siglo. La viruela fue controlada poco a poco,
gracias a la vacuna descubierta por Jenner. La lepra re
dujo su extensión a las zonas mediterráneas, en las que
también tenía importancia el paludismo, en concreto en
las regiones pantanosas.
Las ciudades absorbieron la población rural a medi
da que se extendieron las industrias o los servicios, de
reciente aparición. En 1800 había en Europa unas
22 ciudades con más de 100.000 habitantes; en 1847
eran 47. Londres superaba los dos millones: París, el
Los m ás «afortuna
dos» entre los prole
tarios vivían en b a
rrios com o éste di
b u jad o por D o ré,
perteneciente al ex
trarrad io de L on
dres. donde las pé
sim as condiciones
de habitabilidad y
salubridad diezm a
ron a la población
de estos poblados
de s e m ic h a b o la s,
en los que la morta
lidad infantil y adul
ta era altísima. 57
millón; Viena contaba con 700.000; Nápoles, 450.000,
El proletariado y Birmingham, centro industrial inglés, alcanzaba los
urbano 437.000. De igual m odo, la fisonomía urbana fue cam
biando: se destruyeron las antiguas murallas, y cre
cieron nuevos barrios a su alrededor, donde fueron
instalándose los negocios de los burgueses. Los edifi
cios modernos sustituyeron com o lugar de residencia a
los tradicionales palacetes. Fue un tiempo de esplendor
para arquitectos y urbanistas.
N o obstante, no todo resultaba tan innovador y agra
dable: eran mayoría las familias que se hacinaban en ca
sas de mala construcción, carentes de servicios higiéni
cos, con calles embarradas, por las que deambulaban
durante todo el día niños y viejos, rebuscando entre las
basuras algo para comer. Fue en ese ambiente de las
grandes urbes, lleno de contrastes, donde en los prime
ros años del siglo XIX estallaron buen número de las re
vueltas, que posteriormente se extendieron a otras p o
blaciones. En las calles, las barricadas sirvieron para
luchar por sus reivindicaciones políticas y sociales a los
obreros, funcionarios y burgueses, que en aquel tiem
po todavía se mostraban unidos: unos batallaban por
mejores condiciones sociales y económicas; otros, por
conquistar el poder político, pero siempre solidarios con
tra las fuerzas reaccionarias del Antiguo Régimen, que
pretendían que la sociedad no cambiara sus normas ni
La burguesía adqui
alterara sus estructuras.
rió pronto la nece
s a ria c a p a c id a d
te cn o ló gica p ara
lle v a r a c a b o la
transformación del
medio agrario que
debía abastecer a
las crecientes ciu
d a d e s . La nueva
maquinaria agríco
la re p re se n tó un
enorme avance en
las técnicas de su-
p e r p r o d u c c ió n .
Aquí vemos una de
mostración de m a
quinaria agrícola a
m e d ia d o s del s i
58 glo XIX.
Las ciudades presentaban también el amplio abanico
de las diferencias sociales. La burguesía no constituía El proletariado
un grupo social hom ogéneo, ya que comprendía des urbano
de grandes financieros — los Rothschild. los Peper o los
Peel— , a toda una gama de capas escalonadas de acuer
do con sus posibilidades económicas. Así, la alta bur
guesía, minoritaria, dueña de las fábricas, los ferroca
rriles, las navieras, los bancos..., poco o nada tenía en
común con los pequeños burgueses, propietarios de pe
queños negocios: tenderos, abogados, médicos, profe
sores, etcétera, conjunto heterogéneo e inestable, que
oscilaba en sus tendencias políticas. En el mismo senti
do, las llamadas clases populares se mostraban fragmen
tadas en grupos con ocupaciones muy variadas: arte A m ed id a que el
sanos. obreros, pequeños comerciantes. Muchos oficios avance económico
se consolidaba, los
artesanales empezaban a retroceder ante la com peten
intercambios finan
cia de las industrias, que reunían un número variable
cieros crecían a rit
de operarios, trabajando ya distintos aspectos de un mis mo acelerado; los
mo producto. Sus salarios eran, en general, bajos, ló m ercados de valo
justo para subsistir, y sufrían las consecuencias de las res o bolsas de co
crisis económicas, con el paro y el hambre cebándose mercio, com o esta
en sus familias. El alcoholismo o la delincuencia eran de N u e v a Y o rk ,
alc a n z a ro n cifras
los resultados más frecuentes de estas situaciones de
de negocios muy
miseria.
elevadas.
59
Los transportes acercan a los pueblos
Mejores Los caminos europeos a principios del XIX eran por lo
comunicaciones general polvorientos, difíciles de transitar en épocas de
lluvias o nieves a causa del barro. Muchos pueblos qu e
daban incomunicados gran parte del año, y las gentes
tendían a vivir casi toda su vida en la misma comarca,
o se trasladaban a pie. Sin embargo, a medida que la
Revolución industrial se consolidó, la Europa al oeste
del Elba experimentó un aumento importante de las c o
municaciones, que facilitó el intercambio de mercancías
y personas. Las carreteras se reforzaron con nuevos
revestimientos. Francia e Inglaterra disponían de la red
viaria más tupida, con 30.000 y 32.000 kilómetros,
respectivamente. Los servicios públicos de transporte
intensificaron sus recorridos, y el c o a c h (diligencia) in
glés hacía en cuarenta y dos horas la distancia entre Lon
dres y Edimburgo. Las diligencias francesas, con capa
cidad para 15 pasajeros, tardaban seis días en recorrer
el trayecto de París a Lyon, siempre al ritmo de un fuerte
e incóm odo traqueteo.
Los ríos y canales permitían transportar a bajo coste
toda clase de mercancías, que tardaban varias semanas
o meses en alcanzar su destino. La gran revolución del
transporte llegó con el ferrocarril, que no adquirió ple
na expansión hasta la segunda mitad del siglo. En reali
dad. los raíles y las vagonetas para el carbón arrastra
das por caballos ya existían en Inglaterra desde el siglo
XVIII. pero fue G eorge Stephenson (1781-1848) quien
aplicó y perfeccionó la máquina de vapor: así nació la
locomotora. En 1825 em pezó a funcionar el primer tren
La m ejora de los en un tramo de tres kilómetros, entre Stockton y Dar-
transportes fue po lington, al sur de la ciudad inglesa de Newcastle. El
sible gracias al uso
primer gran triunfo lo constituyó la línea que unió
de las m áquinas de
vapor. Mares, ríos y
Manchester con Liverpool, diseñada y construida por
canales vieron las Stephenson, a pesar de la oposición de los transportis
siluetas de las chi tas de los canales y de los terratenientes, temerosos de
m en eas surcan d o que el ferrocarril perjudicara a sus vacas. Su hijo Robert
sus aguas, mientras ganó un concurso convocado al efecto con la locom o
en tierra los ferro
tora R o c k e t ( C o h e t e ) para arrastrar los vagones de
carriles unían ciu
dades y países entre
viajeros y mercancías. El 15 de septiembre de 1830 se
sí, favoreciendo el inauguró la línea, y quiso el destino que el diputado Hus-
c o m e r c i o y lo s kisson, de Liverpool, gran admirador del invento, mu
60 viajes. riera accidentalmente arrollado por la máquina.
La extensión del ferrocarril por Europa fue impara
ble y se convirtió en el símbolo de los nuevos tiempos. Mejores
Para algunos, era un artefacto infernal, que podía ma comunicaciones
tar a las personas por su alta velocidad, o destruir el pai
saje con el humo, pero para otros representaba el triunfo
del progreso y la posibilidad de conseguir intercambios
más rápidos y seguros. En 1850, Gran Bretaña tenía
ya 10.000 kilómetros de vía férrea, y ello contribuyó sin
duda a movilizar fortunas y al crecimiento de la siderur
gia. La vida de muchas personas cambió y los merca
dos tendieron a su unificación. Francia tardó algunos
años más en construir su red ferroviaria, que despega
ría a partir de 1845, mientras que en Alemania fue el
gobierno de Prusia el prom otor de su construcción. En
España, el primer tramo se tendió entre Barcelona y Ma
tará en 1848. Pero donde alcanzó mayor desarrollo fue
en los Estados Unidos. En general, impulsó la industria
lización y el capitalismo.
63
de los palacios asirios y los restos de la civilización grie
Ciencia ga. El francés Champollion descifró los jeroglíficos egip
y progreso cios por medio de la piedra R o s s e ta . Ranke (1795-1866)
basó el estudio de historia en las fuentes primarias. Eu
ropa em pezó a concebirse com o un conjunto cultural
unitario, y así, el ministro de Luis Felipe. Guillermo Gui-
zot, escribió la H is t o r ia g e n e r a l d e la c iv iliz a c ió n e u r o
p e a . Augusto Comte (1798-1857) pretendió establecer
leyes, com o en las ciencias naturales, para medir el com
portamiento social, y puso los cimientos de la sociolo
gía, por la que habría de descubrirse el camino auténti
co del desarrollo de la sociedad.
Las ideas de Rousseau indujeron a prestar una aten
ción cada vez mayor a la educación. Jean Pestalozzi
(1745-1827) fue un claro antecedente de los movimien
tos de renovación de la enseñanza, concebida com o vía
de la liberación del hombre.
Aquellos primeros cincuenta años del siglo XIX fu e
ron, en suma, una época de profundas transformacio
nes, lentas y pausadas algunas, violentas y radicales
otras. Todas contribuyeron al progreso de Europa y, en
última instancia, al de toda la humanidad. La revolu
ción constituye un proceso global, que afecta a todos
los aspectos de la vida. Esta, en su evolución, pasó pri
mero por la etapa religiosa; después, la metafísica, y,
por último, la científica, que era la que debía ocupar el
interés del investigador.
La p rim e ra m ita d
del siglo XIX fue una
época de profundas
tra n s f o rm a c io n e s :
el a p rovecham iento
de las m a te ria s p ri
m a s y el auge de la
m inería dieron paso
a nuevas industrias
de tra n s fo rm a ció n ,
que a b rie ro n nu e
vos c a m p o s a las
64 ciencias a p lica d a s.
1819-1824: la represión del liberalismo
El sistema ideado por Metternich, con la Quíntuple La represión
Alianza, hubo de enfrentarse pronto a una serie de m o antiliberal
vimientos contrarios al orden político y social estableci
do en Viena. El pensamiento del primer ministro aus
tríaco de que «...e n Europa sólo hay un problema: la
revolución», resumía bien una situación que cada día
se veía desbordada por las exigencias de libertad.
En Alemania, fragmentada en pequeños estados, que
oscilaban entre la influencia de Prusia o Austria, surgie
ron entre los universitarios distintas asociaciones que pre
tendían fomentar la conciencia de una patria común.
Intentaban superar una inoperante Dieta establecida en
Francfort en 1816, com o expresión de la Confedera
ción Germánica, en la que en territorios, com o Ba-
viera, Wittenberg o Sajonia-Weimar, ya se habían
otorgado constituciones. En 1818 surgió la Asociación
General de Estudiantes Alemanes, partiendo de la fun
dada en Jena, con la participación de 14 universidades.
Esta «joven Alemania» no comulgaba con los principios
legitimistas de la Restauración y era proclive al liberalis
mo. Ni Prusia ni Austria estaban dispuestas a permitir
un movimiento que no controlaban ni favorecía sus in
tereses. Y cuando, el 23 de marzo de 1819, un estu
diante, Carlos Sand, asesinó a un escritor famoso de
la época, Kotzebue (quien hacía propaganda, al pare
cer pagado por Rusia, contra las propuestas universita
La m a so n e ría , aso
rias de proclamar una Constitución para Alemania),
cia ció n nacida en
Metternich aprovechó el suceso para desencadenar una los co m ie n zo s del
fuerte represión, intentando que se identificasen libera sig lo XVIII a g ru p ó
lismo y amenaza francesa entre aquéllos que habían lu en el sig lo XIX a los
chado contra la Francia revolucionaria. C om o él mis elem entos liberales
mo proclamaría en el balneario de Calrstad: de diferentes ten
den cia s, que se re
fu g iaro n en la c la n
«Espero vencer la revolución alemana con la ayuda de Dios, destinidad ante la
como he vencido al conquistador del mundo.» creciente represión
de lo s g o b ie r n o s
Las universidades eran vigiladas por representantes conservadores c o n
gubernamentales, muchos profesores fueron destituidos tra sus m iem bro s, a
y prohibidas todas las asociaciones estudiantiles, con los que se acusaba
de c o n s p ira r para
centrándose en Maguncia una comisión central de in
a lte ra r el o rden so
vestigación, y la Dieta aún fue más vaciada de conteni c ia l y d e s tru ir la
do, no quedándole ninguna capacidad de maniobra. m o ra l tra d ic io n a l.
En España se sublevó una parte del ejército que se
La represión concentraba en Cádiz para ir a combatir contra los re
antiliberal beldes americanos — que lograrían finalmente la in
dependencia— , reclamando la Constitución de 1812,
abolida por Fernando VII a su regreso al país, tras la
derrota napoleónica. El complot revolucionario, instiga
do por la masonería y acaudillado por el entonces co
mandante Riego desde Cabezas de San Juan, consiguió
restaurar la Constitución de Cádiz, con la consiguiente
puesta en libertad de muchos liberales encarcelados. Es
tuvo vigente durante un trienio (1820-1823), durante
el cual moderados y exaltados lucharon entre sí, mien
E l lib e ra lism o p o lí tras el monarca conspiraba contra una situación que le
tico del p rim e r te r obligaba a gobernar contando con unas Cortes y un g o
c io de l s ig lo XIX bierno democráticos. Los absolutistas acudieron a la
m a n tu vo posiciones Quíntuple Alianza en busca de ayuda, y en octubre de
revolucionarias, co
1822, en la reunión de Verona, se decidió, contra la
m o las pro tagoniza
das por los liberales opinión de Inglaterra, que Francia interviniera. Un ejér
e s p a ñ o le s c o n t r a cito francés, el llamado L o s C ie n M il H ijo s d e S a n L u is ,
F e rn a n d o V i l. P ero cruzó la frontera, sin que los militares liberales espa
a m e d id a qu e a l ñoles contaran con un apoyo popular decidido para
c a n z a ro n c o ta s de
oponérseles. Gobierno. Cortes y rey se refugiaron en
p oder, su actuación
Cádiz, importante núcleo de comerciantes con ideas li
p o lítica se diversifi
c ó , a p a re cie n d o li berales, pero no se pudo resistir la presión de las tropas
berales, ra d ica le s y francesas, al mando del duque de Angulema. El abso
co n se rva d ore s. lutismo volvió a España.
66
En Italia, las ideas de la Revolución y la invasión de
Bonaparte habían extendido el proyecto de una unidad La represión
nacional. Los siete Estados en que se dividía la penín antiliberal
sula Itálica sufrían la presión de Austria. El papa Pío VII
restableció la administración pontificia en sus territorios,
mientras que, en Ñapóles, el general napoleónico Mu-
rat fue desposeído del reino en favor de la monarquía
tradicional, encarnada en Fernando I, quien abolió la
Constitución de 1812, inspirada en la española del
mismo año.
Los carbonarios, organización similar a la masonería,
influyentes en el ejército, conspiraban, y en julio de
1820. el día de San Teobaldo, su santo protector, el ge
neral Pepe, siguiendo los pasos de Riego, levantó a sus
tropas y consiguió que el rey aceptara la Constitución,
al tiempo que era nombrado primer ministro. Fernan
do I partió con la promesa de defender ante las poten
cias extranjeras reunidas en enero de 1821 el siste
ma constitucional. Lejos de hacerlo, pidió al canciller
Metternich que interviniese, y así un ejército austríaco
entró en Nápoles y acabó con la situación. L o mismo
El modelo impues
to por la insurrec
ción militar de Rie
go en España fue
segu id o en Italia
por la sociedad se
creta de los C a rb o
narios que, infiltra
dos en el ejército,
promovieron el le
vantamiento liberal
de 1812 en N á p o
les, una de las pri
m eras chispas que
encenderían la ho
guera de la inde
pendencia nacional
de Italia en los años
siguientes. 67
hizo en el de Piamonte, donde, tras la abdicación de
La represión Víctor Manuel 1, el regente Carlos Alberto había otor
antiliberal gado una Constitución en marzo de 1821, ante la pre
sión liberal. La represión se extendió por toda la p e
nínsula Itálica y muchos liberales fueron fusilados o
tuvieron que emigrar. La causa de la unidad italiana que
La entrada de C a r
los Alberto de S a - daba aplazada para años después.
boya en Pavía, en El pronunciamiento de Riego influyó igualmente en
1848, fue un hecho Portugal, donde se produjo un alzamiento militar en
más en el proceso Oporto en agosto de 1820, que pronto se extendió a
de unidad italiana todo el país. Un consejo de regencia establecido a la es
(acontecida definiti
pera del retorno del rey Juan VI desde Brasil aceptó las
vam en te en 1861)
por el que la m o bases de una Constitución similar a la española, pero
n a r q u ía d el P ia - los núcleos absolutistas contrarrestaron el impulso libe
m onte aceptó re ral y el monarca la anuló en 1824. En marzo de 1826
presentar a todas el heredero del trono, Pedro, otorgó una Carta Consti
las corrientes políti tucional e intentó una alianza con su hermano Miguel,
cas italianas, inclui
líder de los absolutistas, sin lograrlo. Los absolutistas ocu
das las republica
nas, que convivie paron Lisboa en 1828, le proclamaron rey y pretendie
ron en un modelo ron volver a la monarquía absoluta, en la línea de Car
de estado liberal. los X de Francia.
68
La independencia de Grecia
Cuna de la civilización occidental, Grecia estaba desde Grecia
hacía siglos bajo el dominio del Imperio turco, que ha independiente
bía perdido su fuerza militar y social de principios de la
Edad Moderna, y en los albores del siglo X IX se limita
ba a mantener el control militar y político sobre una se La m a ta n z a de
rie de pueblos de los Balcanes. Y a desde finales del XVlll Q u io s, pintada por
surgieron en estas comunidades núcleos de resistencia, Delacroix, es el tri
buto del rom anti
y en 1815 Servia conquistó una autonomía relativa. En
cismo francés a la
Grecia, campesinos, comerciantes y religiosos reclama lucha por la inde
ban su independencia, protagonizando un movimiento pendencia nacional
nacional que culminó en el alzamiento popular de 1821. del pueblo griego.
En las colonias mercantiles helénicas de todo el Medi
G recia terráneo oriental surgieron las h e te r ia s , sociedades
independiente nacionalistas que organizaban la resistencia antiturca y
proporcionaban recursos para la lucha. Los turcos apli
caron una dura represión, con grandes matanzas. Un
ejército de guerrilleros se refugió en las montañas y ob
tuvo algunos éxitos en la península de Morea. En Epi-
dauro se celebró en 1821 un congreso que proclamó
la independencia de la zona y estableció la capital en
Corinto. La reacción otomana fue violenta, y con la ayu
da del pachá de Egipto, vasallo suyo, ocasionó la muerte
de más de 23.000 personas en Quios, y otras muchas
fueron vendidas com o esclavos. Este suceso generó en
toda Europa un sentimiento de simpatía por los venci
dos, y románticos conservadores, com o Chateaubriand,
recordaron las pasadas luchas entre la cruz y la media
luna, pero fue sobre todo el poeta Byron el más ardien
te defensor de los griegos.
Distintas facciones nacionalistas se disputaban el lide
razgo, mientras que las grandes potencias no mantuvie
ron al principio una postura clara, por las implicaciones
que tenían en la región. Austria, defensora de la legiti
midad, no deseaba cambios, por temor siempre al ex
pansionismo zarista. Inglaterra optaba por una Turquía
débil, que daba facilidades a sus barcos y podía propor
cionarle el control del estrecho del mar Negro, cosa que
Toda la península no ocurriría en el caso de una hegemonía rusa. Rusia,
balcánica se vio in
cristiana ortodoxa, com o los griegos, les apoyaba
fluida por las aspi
raciones de inde decididamente.
pendencia logradas A partir de 1826 un acuerdo entre Inglaterra y Rusia
por los griegos con — gobernada ahora por el zar Nicolás 1— , al que se ad
tra Turquía. D e es hirió Francia, junto a la neutralidad austríaca y prusia
ta m anera, B u lg a na, supuso el respaldo definitivo a la causa helénica. En
ria, cuyo pueblo, de
1827 una flota aliada destruyó a la escuadra turca y una
religión cristiana,
soportaba la dom i expedición francesa expulsó a los egipcios de Morea;
n ac ió n is lá m ic a , en ese mismo año los rusos invadieron los Balcanes, lle
encontró en el m o gando a las puertas de la ciudad de Adrianópolis. El tra
delo griego el cam i tado del 14 de septiembre de 1829 terminó con la gue
no para su posterior rra. Rusia consiguió prerrogativas en el mar Negro, y
independencia, re
Grecia logró la autonomía, que se transformaría en com
presentada aquí por
esta alegoría de la pleta independencia por la Convención de Londres de
nueva nación de los 1830. El príncipe bávaro Otón 1 fue proclamado rey de
70 Balcanes. Grecia dos años después.
Francia, 1830: el triunfo del liberalismo moderado
Por muchas declaraciones que se hicieran, la Restau El liberalismo
ración iniciada en Viena tras la derrota de Napoleón en Francia
no acabó con el mundo creado por la Revolución Fran
cesa. Luis XVIII, el nuevo monarca, mayor, obeso, mor
daz, bonachón y de temperamento flemático, sabía
que no era posible volver a la corte esplendorosa de
Luis X V I. Ni siquiera se instaló en Versalles, acondicio
nado com o asilo de ancianos nobles sin hogar que re
gresaban de la emigración.
Tras la restauración
El rey fijó su residencia en las Tullerías. Posiblemen de la monarquía le-
te desde sus balcones veía la plaza donde fue guilloti gitimista a la caída
nado su hermano. Pretendía apaciguar los ánimos de de Napoleón se pro
muchos aristócratas que regresaron con deseos de ven dujeron sucesivos
levantam ientos li
ganza, que lograron llevar a la práctica en algunas zo
b e ra le s contra el
nas, com o en la Provenza y el Languedoc, donde esti
nuevo absolutismo.
mularon y dirigieron matanzas y apaleamientos contra A sí, en 1820, París
aquellos que se habían significado en el pasado por d e conoció la primera
fender la Revolución o manifestarse a favor de N a p o de las muchas revo
león . El denominado te r r o r b la n c o adquirió fuerza en luciones para reins
taurar los principios
tre 1815 y 1816, sobre todo acabados los cien días de
de libertad, igual
gobierno napoleónico. La represión indiscriminada de
dad y fraternidad
jó profundas huellas en la población e impidió la recon c o n q u is t a d o s en
ciliación. El mariscal Fouché, que había sido jacobino la R evo lu ció n de
y ministro de Bonaparte, se puso ahora al servicio de 1789.
71
la monarquía restaurada y dirigió la persecución poli
El liberalismo cial contra cualquier intento de desestabilizar el nuevo
en Francia orden.
Luis X VIII no gobernó según el absolutismo a la anti
gua usanza: respetó la administración napoleónica y sus
códigos civil y penal. En 1817 dictó una ley electoral,
y en 1818 una tímida ley de prensa abría caminos a las
opiniones divergentes. La Carta Constitucional otorga
da, de 1814, pretendía inspirarse en el Parlamento bri
tánico: había dos cámaras, la de los Pares, nombrados
con carácter hereditario por el monarca, generalmente
entre las familias nobiliarias, y la de los Diputados, ele
gidos sólo por electores mayores de treinta años y que
pagaran más de 300 francos de impuestos. Los elegi
bles superarían los cuarenta años y los 1.000 francos.
Su poder se limitaba a votar las leyes, al ser com peten
cia del gobierno su elaboración. Sin embargo, el asesi
nato del sobrino del rey y heredero del trono, el duque
de Berry, en 1828, a manos de un antiguo soldado del
em perador que declaró querer exterminar a los Borbo-
nes, permitió a los «ultras» contrarrestar las medidas li-
beralizadoras: reaccionaron contra la libertad de prensa
y provocaron la caída del primer ministro. La Iglesia c o
laboró con estas posiciones, reivindicando la moral, la
educación y las costumbres tradicionales, al tiempo que
los liberales franceses publicaban clandestinamente fo
lletos contra la casa reinante, componían canciones bur
lescas y los libelos glorificaban el pasado imperial, en
contraposición a la decadencia borbónica.
Carlos X, sucesor Cuando Carlos X sucedió, en 1824, a su hermano,
de Luis XVIII en el muerto a los sesenta y siete años, los partidarios de pos
trono francés, m an turas más reaccionarias creyeron haber ganado definiti
tuvo desde su coro vamente. El nuevo monarca fue consagrado en la cate
nación posiciones
dral de Reims, para recordar las glorias de la monar
de in tran sigen cia
política que le en quía tradicional, y en el transcurso de la ceremonia se
fre n ta ro n co n la exhibió com o reliquia una espada de Carlomagno. Pro
mayoría de sus súb mulgó enseguida una ley contra el sacrilegio — que cas
ditos. Su rigor a b tigaba con pena de muerte la profanación de las formas
solutista provocó consagradas— y otra por la que indemnizaba a la aris
una sublevación po
tocracia que había perdido sus posesiones durante las
pular que le costó el
trono y supuso el fin Revoluciones, gravando el Tesoro Público en más de
de su dinastía en 600 millones de francos. Trató de rehabilitar los m ayo
72 Francia. razgos, pero las protestas fueron tantas que el primer
ministro, Villeté, retiró la ley, en cuyo preámbulo se pro
clamaba claramente que: E1 liberalism o
en Francia
«...S e comprende que en una república haya igualdad entre
los hijos para las herencias de ios padres, pero en una monar
quía es de toda evidencia que el régimen debe ser la
desigualdad.»
L a s c o s tu m b re s ,
ideología y formas
e x p re s iv a s de la
burguesía triunfan
definitivamente en
1830. Los banque
ros, industriales, al
tos cargos de la A d
ministración, iban a
co n vertirse en la
clase dirigente de la
sociedad europea,
que en muchos c a
sos emparentaron
con la vieja aristo
cracia o accedieron
directam ente a la
nobleza. Defendían
un liberalismo m o
derado, con sufra
gio censitario, don
de sólo vota un nú
mero restringido de
ciudadanos. Otros
sectores — peq u e
ños n e g o c ia n te s ,
artesan o s, o b re
ro s— pugnarán por
alcanzar los dere
chos políticos. En
la im agen, calles y
canales de la ciu
dad de Utrech. 75
ministración pública y al favorecer la ley electoral a sus
El liberalism o representantes, pese a ser dos millones frente a los tres
en B élgica millones de belgas.
Los sectores industriales — patronos y obreros— , va
lones principalmente, eran los más partidarios de la in
dependencia, mientras que los comerciantes y armado
res de Amberes tenían mayor interés en continuar con
la unión para mantener el mercado colonial holandés.
Los acontecimientos acaecidos en Francia precipitaron
las cosas, y el 25 de agosto, al finalizar en la Ópera de
Bruselas la representación de L a m u e tte d e P o r tic i, obra
en la que se narra la rebelión de un pescador napolita
no contra los españoles, una manifestación se extendió
por la ciudad, asaltó el palacio del ministro de Justicia
y la casa del jefe de la policía; en el Ayuntamiento se
izó la bandera negra, amarilla y roja, símbolo de los
belgas. Una extraña alianza entre el clero católico, que
veía perjudicada su posición ante el laicismo de Guiller
mo I, y los liberales dio fuerza al movimiento de libera
ción, que en sus inicios no tuvo unos objetivos claros.
Las tropas enviadas por el rey fracasaron ante las barri
cadas. Se constituyó entonces un gobierno provisional,
que proclamó la independencia el 4 de octubre. Un C on
greso Nacional ofreció la corona al duque de Nemours,
El espíritu naciona hijo de Luis Felipe.
lista de la primera
Las grandes potencias no reaccionaron, a pesar de
mitad del siglo XIX
la promesa del zar Nicolás I de ayudar a Guillermo de
iba asociado a sen
timientos de em oti Orange en el sofocamiento de la rebelión. Inglaterra es
vid ad difíciles de taba de acuerdo en aceptar la situación, siempre que
controlar, tanto en
sus manifestaciones
políticas com o a r
tísticas. La ópera y
el teatro sirvieron
en esta época como
elementos de agita
ción social. Los es
trenos de L a M uet-
te d e P o rtic i, de
Auber, y E m a n i son
dos muestras repre
sentativas de este
clima de exaltación
m elodram ática li
76 gad a a lo político.
el trono no fuese ocupado por un descendiente de
la casa de Orleans. Para facilitar el proceso el nuevo El liberalism o
monarca francés, en nombre de su hijo, rehusó el en Polonia
trono. El 20 de noviembre, la Conferencia de Londres
acordó la independencia de Bélgica, y el 20 de enero
de 1831 se estipuló su neutralidad perpetua. El 4 de ju
nio el Congreso Nacional nombró rey a Leopoldo de
Sajonia-Coburgo.
Los polacos gozaban de cierta autonomía con respecto
a Rusia. Disponían de una Dieta y un ejército con man
dos propios, pero vinculado al imperio de los zares. Sin
embargo, el deseo de alcanzar la soberanía nacional se
mantenía vivo. Un amplio movimiento de intelectuales,
aristócratas, campesinos y burgueses respaldaba las
aspiraciones de independencia. Las tropas polacas, m o
vilizadas por Nicolás I para intervenir en Bélgica, apro
vecharon la ocasión para ocupar Varsovia el 29 de no
viembre de 1830. El 3 de diciembre establecieron un
gobierno provisional, presidido por el antiguo general
napoleónico Chlopicki, que intentó negociar con el zar
la reincorporación de aquellos territorios segregados en
el reparto de 1772. Ante su negativa a cualquier tran
sacción, los sectores más radicales declararon la inde Incidentes calleje
pendencia. La Guardia Imperial ocupó el país y una ros en Dublín du
fuerte represión se extendió por Varsovia y otros nú rante la d o m in a
cleos. Francia no acudió en defensa de los patriotas, c o ción inglesa de Ir
landa. El apoyo in
mo estos esperaban, y se limitó a expresar sus sim
glés a movimien
patías por la causa polaca. El contexto internacional
tos n a c io n a lis ta s
europeos (polacos,
b e l g a s , g r ie g o s ,
etc.), era más pro
ducto de sus intere
ses estratégicos que
de la ideología bri
tánica a favor de la
independencia de
los pueblos. La ac
titud de Inglaterra
ante los patriotas ir
landeses que lucha
ban por la indepen
dencia no fue muy
diferente a la de
otras potencias co
lonizadoras. 77
no favorecía la ayuda a Polonia, que quedó reducida
Italia a simple provincia rusa, mientras muchos polacos eran
y A lem ania deportados a Siberia y otros se exiliaban.
También en Italia y Alemania el nacionalismo y el li
beralismo continuaron ampliando su influencia, por m e
dio de los carbonarios y los círculos de jóvenes univer
sitarios. En la Romana, región controlada por el Papa,
así com o en Parma y Módena, estallaron motines. El
ejército austríaco, a petición del pontífice Gregorio X VI,
intervino sofocando el movimiento, pero el primer mi
nistro francés, Casimiro Pesier, amenazó con enviar tro
pas para contrarrestar la presión austríaca. La guerra no
llegó a producirse y muchos liberales acabaron en el
exilio, y en algunos casos radicalizaron sus propuestas:
Mazzini (1805-1872), apóstol de la unidad italiana, en
su periódico, L a J o v e n Ita lia , proponía claramente ins
taurar la República.
En Alemania hubo manifestaciones y altercados en
determinados puntos: Sajonia, Brunswick, Hesse y
Hannover consiguieron constituciones. En Hambach,
ciudad del Palatinado bávaro, en el transcurso de un
banquete, un gran número de comensales liberales al
zaron sus voces en pro de una Alemania unificada. R e
nació la «Joven Alemania», en la que destacaba el poeta
Italia y A le m an ia Heine. Metternich, de nuevo, la reprimió, contando con
conseguirán en este la colaboración de Prusia, que, con mayor sentido prác
s ig lo su a n s ia d a tico y pensando tal vez en el futuro, estableció en 1832
unidad. El panger-
la «Zolverein», especie de unificación aduanera, con los
manismo reivindi-
cativo de una cultu
ra común a los pue
blos teutónicos, re
presentado en esta
edición de cancio
nes medievales ale
m anas, fue un ele
mento de unión en
tre los alem anes,
com o lo fue la his
toria m onum ental
de las espléndidas
ciudades italianas,
com o Parm a (a la
derecha), para los
habitantes de la pe
78 nínsula italiana.
Estados vecinos, en la que no participaba Austria. El can
ciller austríaco, en una carta dirigida al emperador en Suiza, Portugal
1831, ya predecía el futuro: y España
«Austria será considerada un cuerpo extraño, y esta exclusión
A sam blea nacional
material tendrá consecuencias políticas.»
alemana reunida en
Francfort en 1848.
Los vientos de libertad llegaron igualmente a Suiza, El Imperio austría
Portugal y España. La muerte del monarca español Fer co trató de frenar la
nando VII propició la llegada al poder de los m odera unidad a le m a n a ,
dos, que apoyaron a su hija Isabel II, en contra de su defendida por libe
rales y conservado
hermano Carlos, absolutista. El enfrentamiento arma
res, unas veces con
do entre carlistas y liberales se extendió por algunas re
la represión y otras
giones y perduró con altibajos hasta finales de siglo. En mediante concesio
Suiza una profunda división entre cantones liberales nes e c o n ó m ic a s ,
(Berna, Zurich, Lucerna...) y reaccionarios (Basilea, com o la creación
Uri...) llevó a una guerra civil que acabó con el recono del Zolverein: pero
cimiento de la abolición de los privilegios de las antiguas en am bos casos la
idea de nación y es
familias, la implantación de la igualdad jurídica y la li
tado alem anes su
bertad de prensa. Muchos exiliados políticos fueron aco peraran los propó
gidos allí sin problemas desde entonces. sitos imperiales.
El ciclo revolucionario: 1848,
«año de las revoluciones democráticas»
A 1848 se le llama e l a ñ o d e la s r e v o lu c io n e s . La ma
yor parte de Europa se vio envuelta en un proceso que
adquirió tanta repercusión com o el de 1789. Los levan
tamientos populares, las barricadas, las insurrecciones,
los cambios políticos y la represión se sucedieron en p o
cos días en gran número de ciudades italianas — Turín,
Nápoles, Venecia. Milán, R om a— , así com o en París,
Praga, Viena, Budapest, Berlín, Badén, Varsovia y
en otros muchos lugares. Aquellos revolucionarios no
consiguieron sus ideales democráticos de inmediato, y
en 1851 todo parecía nuevamente controlado por los
La fecha de 1848 gobiernos, pero habían conm ovido profundamente los
cierra el ciclo revo regímenes políticos y dieron un paso importante hacia
lucionario de la pri la extensión de los derechos civiles y nacionales, el su
mera mitad del si
fragio universal, la liberación de la servidumbre de los
glo. Las banderas
tricolores, signos de campesinos centroeuropeos, el avance en la libertad de
libertad y naciona prensa o la difusión de libros.
lism o, invaden el Los historiadores han descrito, analizado y discutido
continen te, entre los orígenes y causas de todo el proceso. Algunos lo hi
las barricadas ocu cieron desde las circunstancias propias de su naciona
padas por militares
lidad, y de esa manera, para italianos y alemanes, el
y paisanos unidos
por el común de objetivo de la revolución era la unificación de sus terri
n o m in ad o r de su torios. Franceses e ingleses, según la ideología del ana
ideología liberal. lista, mostraron que todo fue continuación de la gran
catástrofe que supuso el rompimiento de la legitimidad
o, por el contrario, el paso de gigante dado por el pue E l«a ñ o de las
blo en la lucha por la libertad, frustrada de nuevo por revoluciones»
Napoleón. En otros casos se expusieron razones basa
das en la «gran conspiración internacional» provocada
por revolucionarios profesionales.
En los últimos tiempos, los investigadores han pre
tendido dar una explicación global y unitaria a los di
versos brotes revolucionarios que aparecieron en aquel
año, a pesar de que las motivaciones difieran según los
países. Los factores económicos fueron ya resaltados por
contemporáneos de los hechos, com o Marx, Engels y
Tocqueville, que los achacaban a la crisis de 1847, con
el cierre de numerosas empresas, la baja de los salarios
o un paro intenso que sumió en la miseria a muchas
familias. También los campesinos vieron disminuir sus
recursos a causa de las malas cosechas, con el encare El gobierno provi
cimiento del precio del trigo y al ir desapareciendo una sional de la Repú
de sus fuentes de ingresos, el trabajo domiciliario que blica, em anado de
realizaban para muchos fabricantes textiles. La mecani la revolución del 48
en Francia, intenta
zación desplazó a la industria rural de tejidos, y éste fue
garantizar el traba
un factor más de desestabilización en el mundo agra
jo a todos los ciuda
rio. Pero la revolución tuvo su fuerza en las ciudades. danos, la jornada
laboral queda redu
cida a 10 horas y se
crea una «Comisión
para los Trabajado
res» con represen
tantes de los patro
nos y obreros para
alcanzar acuerdos
sobre temas labora
les. Se pone en fun
cionamiento la idea
de Luis Blanc de
constituir desde el
estado unos T alle
res Nacionales para
em plear a los p ara
dos, pero con esca
so éxito por los re
sultados antieconó
m icos, q ued an do
reducidos a meras
instituciones de c a
ridad. 81
entre los artesanos, obreros, comerciantes y pequeños
El «año de las burgueses, y las motivaciones políticas adquirieron gran
revoluciones» empuje.
París en aquellos años era la capital del liberalismo,
donde pervivía el recuerdo revolucionario. Allí emigra
ban los exiliados de otras naciones y las tertulias p o
líticas y literarias estaban en todo su esplendor: en
ellas participaban Georges Sand — una de las prime
ras escritoras feministas— Liszt. Chopin, Mickiewicz
— máximo representante del romanticismo polaco— ,
Lamartine, Víctor Hugo, Michelet y muchos más.
Aquella generación no había vivido directamente la
convulsión de los años anteriores, pero su presencia se
dejaba sentir en la cultura transmitida por los mayores,
aunque entendida ya com o parte de la historia. Los
firmantes de la paz de Viena habían presenciado mul
titud de acontecimientos, el paso del Antiguo Régimen
a la sociedad moderna. Políticos com o Talleyrand vi
vieron desde 1754 a 1838; Castlereag, de 1769 a 1822;
Metternich, de 1773 a 1856; Alejandro 1, de 1772 a
1822. La infancia de otros transcurrió en los años revo
lucionarios y en el imperio napoleónico. Guizot y Comte
Aunque es en París
donde se inició la habían nacido en 1789; Thiers, en 1799; el novelista
revolución de 1848, Balzac, en 1790; Víctor Hugo, en 1802; Tocqueville
se propagó rápida y Mazzini, en 1805; Marx, en 1818. Durante estos
mente por todo el años mueren figuras de gran importancia: Beethoven,
continente, y es tal en 1827; Schubert, en 1828; Constant, en 1830;
vez la m ás europea
Hegel, en 1831 G oethe y Walter Scott, en 1832; La
de todas las que se
produjeron con pos
Fayette. en 1834. Ahora es el tiempo de la «Joven A le
terioridad. C o m o mania», la «Joven Italia» o los «Jóvenes hegelianos».
diría en la C ám ara
de los Diputados de
Francia el pensador
Alexis de Tocquevi-
lle a principios de
aquel año: «E sta
mos durmiendo so
bre un volcán. ¿No
se d an u s te d e s
cuenta de que la tie
rra tiembla de nue
vo? So p la un vien
to revolucionario y
la tempestad se ve
82 ya en el horizonte.»
Gran Bretaña, un caso aparte
Las convulsiones revolucionarias que afectaron al con El caso
tinente desde finales del siglo XVIll no tuvieron inciden británico
cia en el Reino Unido, sin que por ello dejara éste de
experimentar crisis y revueltas importantes, si bien nin
guna de ellas afectó al régimen parlamentario o a la
monarquía. Muchos liberales conservadores europeos
consideraron modélicas las reformas paulatinas introdu
cidas en Gran Bretaña. La industrialización estaba más
avanzada que en el resto de los países europeos y los
burgueses comenzaban a ser los dirigentes de la socie
dad, desplazando a los grandes terratenientes, partida
rios de mantener el proteccionismo sobre la agricultura
inglesa. El industrial Richard Cobden desató una cam
paña en pro del librecambismo y contra la ley anti-grano.
que triunfó a finales de los años cuarenta y facilitó el
despegue del capitalismo inglés por todo el mundo.
El sistema parlamentario estaba dominado por los
grandes propietarios, agrupados en dos partidos, el Tory
(representantes de la aristocracia agraria) y el Whig (co
merciantes e industriales). El sistema electoral favore
cía a los condados que poseían extensas explotaciones
agrícolas, en perjuicio de los núcleos fabriles. Así, L o n
dres sólo tenía derecho a cuatro diputados en la Cám a
ra de los Comunes; Manchester o Birmingham no te
nían ninguno, mientras que otras circunscripciones casi
84
La revolución se expande como una mancha de aceite
París, una vez más, va a ser el foco de una nuevo pro La revolución
ceso revolucionario. La monarquía de Luis Felipe, «el se extiende
rey burgués», acumulaba cada día mayor impopulari
dad, y sus partidarios estaban divididos. Desde la dere
cha y la izquierda se conspiraba para su derrocamien
to. Los legitimistas deseaban la vuelta de los Borbones;
otros, el retorno del bonapartismo con el sobrino del em La victoria de los
perador. Desde la izquierda se hablaba claramente de prin cipales m o vi
República. El rey intentaba aplacar los ánimos. Su esti mientos revolucio
lo populista le llevaba a pasear por las calles de la capi narios en 1848 sig
tal y estrechar la mano a los transeúntes. En algunos nificó el estableci
miento de un nuevo
momentos el ejército intervino para reprimir las pro
sistema político p a
testas. com o la insurrección de los obreros de Lyon ra Europa. La bur
en 1831. Los gobiernos se sucedían a ritmo acelerado, guesía de inspira
incrementando la inestabilidad. Thiers, del ala izquier ción liberal asumió
da del orleanismo, buscó sostener el régimen recurriendo en casi todos los
a medidas de prestigio y a reformas de las Cámaras, pero países el protago
nismo político que,
no pudo desarrollar su cometido. El conservador Gui-
desde la Revolución
zot fue dueño de la situación a partir de 1841, pero pron francesa, le habían
to escapó a su control, en medio de una creciente agi disputado los pode
tación y una fuerte crisis económica. res tradicionales.
Los días 22, 23 y 24 de febrero, por un incidente que
La revolución aparentaba no revestir ninguna importancia, estalló la
se extiende revolución: se suspendió en París uno de tantos ban
quetes políticos que se venían celebrando en las princi
pales ciudades francesas, organizados por los sectores
radicales. Una gran multitud se concentró en la plaza
de la Concordia y com enzó a gritar: «¡Abajo Guizot!»,
«¡Viva la República!», al tiempo que entonaban L a M a r-
s e lle s a . Pronto hicieron su aparición las barricadas, y la
Guardia Nacional al final se les unió. Una manifestación
se dirigió al día siguiente a la plaza de la Magdalena y
se enfrentó al ejército, que disparó indiscriminadamen
te, matando a muchas personas. Algún manifestante al
zó una bandera roja, que se convirtió en símbolo revo
lucionario. Thiers volvió a hacerse cargo del ejecutivo
e intentó tranquilizar el ambiente, prometiendo la diso
lución de las Cámara de Diputados y una serie de re
formas, pero todo estaba perdido. Los sublevados ocu
paron las Tullerías y el rey abdicó en su nieto, quien no
pudo tomar posesión porque la Guardia Nacional y una
multitud de voluntarios armados lo impedía. Un gobier
no provisional tom ó el poder; en él figuraban, entre
otros, Lamartine, Leduc-Rollin, Garnier-Pagés, Louis
En diciem bre de Blanc y el obrero Albert. Q uedó proclamada la II R e
1848 Luis Napoleón pública y se convocó una Asamblea Nacional constitu
Bonaparte es elegi yente. A partir de entonces se aprobaron muchas leyes:
do presidente de la
repú blica con el
apoyo mayoritario
de los cam pesinos
franceses. Era su
venganza contra un
régimen que les ha
bía olvidado total
m e n t e . C o n su s
banderas acudieron
a las urnas. «¡N o
m á s im p u e s t o s !
¡Mueran los ricos!
¡V iv a el e m p e r a
dor!». En 1851, el
presidente B o n a
parte se p roclam a
ría, tras un golpe de
Estado, en N a p o
86 león III.
sufragio universal, libertad de prensa, abolición de la p e
na de muerte, supresión de la esclavitud, garantía de La revolución
trabajo para todos mediante la creación de los Talleres se extiende
Nacionales, impulsados por Blanc, etc.
Toda Europa vivía momentos de convulsión. El Im
perio austríaco, férreamente controlado por Metternich, En Italia, la exalta
poco industrializado y con un campesinado que vivía ción política no era
aún bajo la servidumbre feudal, sufrió en parte el envi menor que en Fran
te. En realidad, era un estado débil, formado por un con cia. La alianza en
tre la m o n arqu ía
glomerado de pueblos diversos que reclamaban su auto
del Piamonte y los
determinación. En Hungría se constituyó un gobierno republicanos para
autónomo. Los checos clamaban por sus derechos p o expulsar a austría
líticos. Viena protagonizó el 13 de marzo una gran ma cos y borbones se
nifestación en demanda de una Constitución. El can consolidó en 1848,
ciller Metternich huyó de la ciudad y el emperador pero el gran proble
ma eran los E sta
Fernando 1 hubo de ceder. En Italia el reino de Lom-
dos Pontificios: el
bardía-Véneto se alzo en armas, los austríacos fueron Papa no estaba dis
expulsados de Venecia, mientras la multitud liberaba a puesto a perder sus
los líderes nacionalistas encarcelados. La agitación se ex- dominios.
87
tendió a los ducados de Parma y Módena. Desde el
Nuevos reino del Piamonte, Cavour intentó convencer al rey
planteam ientos Carlos Alberto para que encabezara el proceso de uni
ficación de Italia y se enfrentara a los austríacos.
De la misma manera, en Alemania la revolución ad
quirió fuerza com o movimiento de reivindicación nacio
nal, acompañada de las peticiones de libertad política.
Los campesinos se sublevaron en muchas regiones, pi
diendo la abolición de las rentas señoriales. En Berlín,
en medio de barricadas y manifestaciones, se imponen
los derechos ciudadanos, y Federico Guillermo IV acepta
que una Asamblea Nacional redacte el Estatuto de Pru-
sia. Sajonia y Hannover participan del mismo ambien
te de agitación. El 31 de marzo se reúne en Francfort
un parlamento integrado por 600 miembros, que pro
pone una Asamblea Nacional Constituyente alemana,
elegida por sufragio universal. Su primera sesión se abrió
el 18 de mayo y se estableció en ella un gobierno provi
sional con la misión de formar un ejército y elaborar una
Constitución para todos los germanos. Los partidarios
de la Gran Alemania incluían en ella a Austria, y los de
la Pequeña Alemania la excluían por su antiliberalismo.
Retrato del músico El 28 de mayo fue elegido emperador Federico Guiller
W agn er, uno de los mo IV de Prusia por 290 votos contra 248. Austria no
intelectuales y artis aceptó los hechos, y la revolución fue remitiendo. El
tas inspiradores del nuevo Parlamento acabó disolviéndose.
nacionalism o a le
El reflujo comenzó a finales del año 1848. Las con
mán. A la derecha,
in au gu rac ió n del
tradicciones entre los sectores liberales y nacionalistas
monumento a W a g afloraron pronto: los burgueses no podían aceptar el pe
ner en Berlín. El ci so, cada vez mayor, del proletariado; los reyes no d e
clo revolucionario seaban una libertad política, que haría peligrar su tro
inspirado en el na no, y las nacionalidades oprimidas tuvieron dificultades
c io n a lism o h a b ía
para aglutinar una fuerza coherente para conseguir un
triu n fa d o ; a h o r a
surgirán las contra Estado soberano. El papado y el rey de Ñapóles temie
dicciones entre los ron la preponderancia del reino de Piamonte, los hún
sectores dom inan garos y los checos fueron aplastados por las tropas aus
tes en la nueva si tríacas, que también derrotaron a los italianos en la
tuación, y aparece batalla de Custozza.
rán tensiónes socia
Después de 1848 los planteamientos no tendrían ya
les que darán a la
segunda mitad del el carácter unitario de lucha contra la reacción. Los tér
siglo un signo cla minos libertad y fraternidad se ampliaron con las recla
ramente reivindica- maciones de igualdad real, formuladas por el socialis
88 tivo y social. mo y el anarquismo.
89
Datos para una historia
| Añ o Política y sociedad A rte, cultura, ciencia y técnica
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