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CRISTIAN CRAVERO

5TO AÑO “A”


RESUMEN DE PSICOLOGIA (334-369)

III. La dimensión sobrenatural de la personalidad


(Unidad 3)

1.La ley y el pecado: límites del desarrollo natural de la personalidad


En el estado de naturaleza corrupta el hombre esta como enfermo en su naturaleza,
permite a esta desarrollar con dificultad algunas de sus capacidades, no todas ni
armónicamente a menos que sean sanadas radicalmente por la gracia. No solo para
realizar el bien sobrenatural sino para alcanzar el pleno despliegue humano en cuanto
tal, es decir, el bien de las virtudes adquiridas, quedando reducida a una dimensión
técnica. Para el hombre no sanado es muy difícil llegar a un nivel de operación según la
virtud estable, sin recaídas ni regresiones, así se entiende que la normalidad y la salud
sean un ideal ficticio. Una psicología que se desarrolle negando la gracia no puede
evitar ver una evolución de la propia personalidad o individualidad.
Aunque la ley sea buena no la podemos cumplir plenamente, estamos debilitados para
hacer el bien y evitar el mal, es decir, realizarnos como seres humanos. El hecho de
que son se pueda cumplir la ley natural sin la gracia explica por qué un desarrollo pleno
y normal no se encuentra fuera del despliegue de las virtudes sobrenaturales.

2. La plenitud teológica
A. La gracia como salud del ama y la personalidad sobrenatural
La gracia puede ser llamada salud del alma, ya que es un hábito entitativo que dispone
bien al alma para la recepción de un ser sobrenatural. La salud de la justicia,
longanimidad, templanza, temor de Dios y de toda virtud en general consiste en estar
de acuerdo con la verdad objetiva, natural y sobrenatural. Transforma la vieja
naturaleza humana permitiéndole desplegarse completamente en su nivel, sobre todo
en sus principios operativos. Como el ser natural funda nuestra personalidad natural, la
gracia funda nuestra personalidad sobrenatural al incorporamos a Cristo con el que
formamos una Persona Mística, en el orden de las relaciones trinitarias. De la nueva
naturaleza emanan las virtudes sobrenaturales que perfeccionan nuestras potencias
naturales para operaciones que trascienden en la naturaleza; las nuevas facultades
emanan con un cierto orden: la caridad, virtudes teológicas (tienen por objeto a Dios) y
las virtudes morales infusas (que se refieren a los medios). Las virtudes morales infusas
además de conjurar el carácter, también se pueden tener sin formar las virtudes éticas
adquiridas correspondientes, la experiencia y el tiempo; pero estas virtudes exigen el
desarrollo de las adquiridas, perderlas a ambas. Se pueden perder la gracia y la
caridad, sin perder inmediatamente las virtudes adquiridas en estado de disposición y
se pierda la conexión entre las virtudes y se preparan para desaparecer. Junto al
carácter sacramental nos van configurando perfectamente a la persona de Cristo es
solo a través de la perdida como uno reencuentra su vida transformada en Cristo.
B. Fe y Esperanza
Aunque la caridad este antes que la fe, está ligada a la gracia habitual y como forma
parte de todas las virtudes es necesario conocer primero algo, para poder esperarlo y
amarlo. La fe es un hábito sobrenatural que es como una luz añadida a la luz natural,
por la cual nos hacemos capaces de asentir a la Verdad primera donde perfecciona al
intelecto. Según V. E. Frankl la fe inconsciente estaría en el fondo del inconsciente
espiritual y significaría que hay siempre en nosotros una tendencia inconsciente hacia
Dios, pero intencional. Esta afirmación para Santo Tomas de Aquino es inaceptable ya
que la fe es un don gratuito, por lo tanto, puede haber hombres sin fe, no solo sin fe
consciente, sino que sin fe inconsciente de otro modo todos habrían recibido la gracia y
estarían justificados.
C. La caridad como centro de la personalidad sobrenatural
Cuando nos amamos rectamente con nosotros en lo más semejante a Dios, somos más
amados por Dios. El amor egoísta de sí mismo, no solo es odio, sino que desordena
respecto del amor debido a Dios. Este amor no es posible sin la gracia, porque junto
con la caridad nos ordena a Dios como fin último sobrenatural. Si no es posible un
pleno desarrollo de las virtudes naturales sin la gracia es porque nuestras potencias
han quedado destituidas del recto orden al fin; la caridad es principio de orden aun de
nuestro carácter natural, es el centro de la personalidad cristiana. Según Santo Tomas
esta amistad con Dios deriva la amistad con todos los hombres, a los que Dios hace o
quiere hacer también participes de la gracia; por lo tanto, Santo Tomas asume la
amistad desde la perspectiva más elevada del amor universal propio de la caridad.
D. La sabiduría
Es una de las características de la persona autorrealizada. Cuando la iniciativa no
proviene de la propia acción sino de un instinto divino parece más perfecta. Los dones
del espíritu Santo son como virtudes que perfeccionan las virtudes morales y teologales
para que actúen de un modo superior. Los dones son necesarios porque la prudencia
del hombre, es insuficiente para guiarlo a través de las complicaciones de la vida hacia
el fin último. El que se une a Dios por la caridad se hace uno con ÉL. Esta unidad hace
posible el juicio según las razones divinas, pero por nuestra transformación por la gracia
y la caridad nos hacemos participes de las realidades divinas. Esta sabiduría es
profunda y potente, la cual no solo se para en la contemplación de Dios, sino que sus
efectos llegan hasta la práctica. Son llamados pacíficos porque la sabiduría establece la
paz en el corazón de los hombres y por ello entre los hombres. Solo en la verdadera
sabiduría se alcanza la armonía y la paz, esta solo puede lograr su intención última si
es orientada por la sabiduría.

3. Psicología y Mística
A. La mística de los psicólogos
Según Frankl de Dios no se puede decir nada, esta experiencia de la nada no podría ser
conceptualizada, sino solo expresada en símbolos; la religión sería un sistema de símbolos,
cada ser humano elaboraría estos símbolos en modo particular. Para sobrevivir, la religión tiene
que hacerse algo profundamente personalizado, que a cada ser humano le permita hablar un
lenguaje propio cuando se dirige al ser ultimo

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